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TRES FUENTES Y LAS TRES PARTES INTEGRANTES DEL MARXISMO I II III CARLOS MARX (Breve esbozo biográfico,con una exposición del marxismo) 1. Prólogo 2. CARLOS MARX La doctrina de Carlos Marx El materialismo filosófico La dialéctica La concepción materialista de la historia La lucha de clases La doctrina económica de Carlos Marx El valor La plusvalía El socialismo La táctica de la lucha de clase del proletariado 3. Notas FEDERICO ENGELS Las tres fuentes y las tres partes integrantes del marxismo Carlos Marx Federico Engels 2 3 3 4 4 4 6 6 7 8 9 10 10 11 15 16 18 19 LENIN

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TRES FUENTES Y LAS TRES PARTESINTEGRANTES DEL MARXISMOIIIIII

CARLOS MARX(Breve esbozo biográfico,con una exposición delmarxismo)1. Prólogo

2. CARLOS MARXLa doctrina de Carlos MarxEl materialismo filosóficoLa dialécticaLa concepción materialista de la historiaLa lucha de clasesLa doctrina económica de Carlos MarxEl valorLa plusvalíaEl socialismoLa táctica de la lucha de clase del proletariado

3. Notas

FEDERICO ENGELS

Las tres fuentes y las tres partesintegrantes del marxismo Carlos Marx

Federico Engels

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LENIN

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TRES FUENTES Y LAS TRES PARTESINTEGRANTES DEL MARXISMO

La doctrina de Marx suscita en todo el mundocivilizado la mayor hostilidad y el odio de toda la cienciaburguesa (tanto la oficial como la liberal), que ve en elmarxismo algo así como una «secta perniciosa». Y nopuede esperarse otra actitud, pues en una sociedadque tiene como base la lucha de clases no puede existiruna ciencia social «imparcial». De uno u otro modo,toda la ciencia oficial y liberal defiende la esclavitudasalariada, mientras que el marxismo ha declarado unaguerra implacable a esa esclavitud. Esperar que laciencia sea imparcial en una sociedad de esclavitudasalariada, sería la misma absurda ingenuidad queesperar imparcialidad por parte de los fabricantes enlo que se refiere al problema de si deben aumentarselos salarios de los obreros disminuyendo los beneficiosdel capital.

Pero hay más. La historia de la filosofía y la historiade la ciencia social muestran con diáfana claridad que enel marxismo nada hay que se parezca al «sectarismo»,en el sentido de que sea una doctrina fanática, petrificada,surgida al margen de la vía principal que ha seguido eldesarrollo de la civilización mundial. Por el contrario, logenial en Marx es, precisamente, que dio respuesta a losproblemas que el pensamiento de avanzada de lahumanidad había planteado ya. Su doctrina surgió comola continuación directa e inmediata de las doctrinas delos más grandes representantes de la filosofía, la economíapolítica y el socialismo.

La doctrina de Marx es omnipotente porque esverdadera. Es completa y armónica, y brinda a loshombres una concepción integral del mundo,intransigente con toda superstición, con toda reaccióny con toda defensa de la opresión burguesa. El marxismoes el heredero legítimo de lo mejor que la humanidadcreó en el siglo XIX: la filosofía alemana, la economíapolítica inglesa y el socialismo francés.

Nos detendremos brevemente en estas tres fuentesdel marxismo, que constituyen, a la vez, sus partesintegrantes.

I La filosofía del marxismo es el materialismo. A lo

largo de toda la historia moderna de Europa, y enespecial en Francia a fines del siglo XVIII, donde sedesarrolló la batalla decisiva contra toda la escoriamedieval, contra el feudalismo en las instituciones y enlas ideas, el materialismo se mostró como la únicafilosofía consecuente, fiel a todo lo que enseñan las

ciencias naturales, hostil a la superstición, a la mojigatahipocresía, etc. Por eso, los enemigos de la democraciaempeñaron todos sus esfuerzos para tratar de «refutar»,minar, difamar el materialismo y salieron en defensa delas diversas formas del idealismo filosófico, que sereduce siempre, de una u otra forma, a la defensa o alapoyo de la religión.

Marx y Engels defendieron del modo más enérgicoel materialismo filosófico y explicaron reiteradas vecesel profundo error que significaba toda desviación deesa base. En las obras de Engels Ludwig Feuerbachy Anti-Dühring, que — al igual que el ManifiestoComunista — son los libros de cabecera de todoobrero con conciencia de clase, es donde aparecenexpuestas con mayor claridad y detalle sus opiniones.

Pero Marx no se detuvo en el materialismo delsiglo XVIII, sino que desarrolló la filosofía llevándola aun nivel superior. La enriqueció con los logros de lafilosofía clásica alemana, en especial con el sistema deHegel, el que, a su vez, había conducido al materialismode Feuerbach. El principal de estos logros es ladialéctica, es decir, la doctrina del desarrollo en suforma más completa, profunda y libre de unilateralidad,la doctrina acerca de lo relativo del conocimientohumano, que nos da un reflejo de la materia en perpetuodesarrollo. Los novísimos descubrimientos de lasciencias naturales — el radio, los electrones, latrasformación de los elementos — son una admirableconfirmación del materialismo dialéctico de Marx,quiéranlo o no las doctrinas de los filósofos burgueses,y sus «nuevos» retornos al viejo y decadente idealismo.

Marx profundizó y desarrolló totalmente elmaterialismo filosófico, e hizo extensivo el conocimientode la naturaleza al conocimiento de la sociedadhumana. El materialismo histórico de Marx es unaenorme conquista del pensamiento científico. Al caosy la arbitrariedad que imperan hasta entonces en lospuntos de vista sobre historia y política, sucedió unateoría científica asombrosamente completa y armónica,que muestra cómo, en virtud del desarrollo de lasfuerzas productivas, de un sistema de vida social surgeotro más elevado; cómo del feudalismo, por ejemplo,nace el capitalismo.

Así como el conocimiento del hombre refleja lanaturaleza (es decir, la materia en desarrollo), que existeindependientemente de él, así el conocimiento socialdel hombre (es decir, las diversas concepciones ydoctrinas filosóficas, religiosas, políticas, etc.), refleja

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V. I. Lenin

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el régimen económico de la sociedad. Las institucionespolíticas son la superestructura que se alza sobre labase económica. Así vemos, por ejemplo, que lasdiversas formas políticas de los Estados europeosmodernos sirven para reforzar la dominación de laburguesía sobre el proletariado.

La filosofía de Marx es un materialismo filosóficoacabado, que ha proporcionado a la humanidad, y sobretodo a la clase obrera, la poderosa arma del saber.

II Después de haber comprendido que el régimen

económico es la base sobre la cual se erige lasuperestructura política, Marx se entregó sobre todoal estudio atento de ese sistema económico. La obraprincipal de Marx, El Capital, está con sagrada alestudio del régimen económico de la sociedadmoderna, es decir, la capitalista.

La economía política clásica anterior a Marx surgióen Inglaterra, el país capitalista más desarrollado. AdamSmith y David Ricardo, en sus investigaciones delrégimen económico, sentaron las bases de la teoríadel valor por el trabajo Marx prosiguió su obra;demostró estrictamente esa teoría y la desarrollóconsecuentemente; mostró que el valor de todamercancía está determinado por la cantidad de tiempode trabajo socialmente necesario invertido en suproducción.

Allí donde los economistas burgueses veíanrelaciones entre objetos (cambio de una mercancía porotra), Marx descubrió relaciones entre personas. Elcambio de mercancías expresa el vínculo establecido através del mercado entre los productores aislados. Eldinero, al unir indisolublemente en un todo único la vidaeconómica íntegra de los productores aislados, significaque este vínculo se hace cada vez más estrecho. Elcapital significa un desarrollo ulterior de este vínculo:la fuerza de trabajo del hombre se trasforma enmercancía. El obrero asalariado vende su fuerza detrabajo al propietario de la tierra, de las fábricas, delos instrumentos de trabajo. El obrero emplea una partede la jornada de trabajo en cubrir el costo de su sustentoy el de su familia (salario); durante la otra parte de lajornada trabaja gratis, creando para el capitalista laplusvalía, fuente de las ganancias, fuente de la riquezade la clase capitalista.

La teoría de la plusvalía es la piedra angular de lateoría económica de Marx.

El capital, creado por el trabajo del obrero, oprimeal obrero, arruina a los pequeños propietarios y creaun ejército de desocupados. En la industria, el triunfode la gran producción se advierte en seguida, perotambién en la agricultura se observa ese mismofenómeno, donde la superioridad de la gran agriculturacapitalista es acrecentada, aumenta el empleo demaquinaria, y la economía campesina, atrapada por elcapital monetario, languidece y se arruina bajo el pesode su técnica atrasada. En la agricultura la decadencia

de la pequeña producción asume otras formas, peroes un hecho indiscutible.

Al azotar la pequeña producción, el capital lleva alaumento de la productividad del trabajo y a la creaciónde una situación de monopolio para los consorcios delos grandes capitalistas. La misma producción vaadquiriendo cada vez más un carácter social — cientosde miles y millones de obreros ligados entre sí en unorganismo económico sistemático —, mientras que unpuñado de capitalistas se apropia del producto de estetrabajo colectivo. Se intensifican la anarquía de laproducción, las crisis, la carrera desesperada en buscade mercados, y se vuelve más insegura la vida de lasmasas de la población.

Al aumentar la dependencia de los obreros haciael capital, el sistema capitalista crea la gran fuerza deltrabajo conjunto.

Marx sigue el desarrollo del capitalismo desde losprimeros gérmenes de la economía mercantil, desde elsimple trueque, hasta sus formas más elevadas, hastala gran producción.

Y la experiencia de todos los países capitalistas,viejos y nuevos, demuestra claramente, año tras año, aun número cada vez mayor de obreros, la veracidadde esta doctrina de Marx.

El capitalismo ha triunfado en el mundo entero,pero este triunfo no es más que el preludio del triunfodel trabajo sobre el capital.

III Cuando fue derrocado el feudalismo y surgió en el

mundo la «libre» sociedad capitalista, en seguida sepuso de manifiesto que esa libertad representaba unnuevo sistema de opresión y explotación del pueblotrabajador. Como reflejo de esa opresión y comoprotesta contra ella, aparecieron inmediatamentediversas doctrinas socialistas. Sin embargo, el socialismoprimitivo era un socialismo utópico. Criticaba lasociedad capitalista, la condenaba, la maldecía, soñabacon su destrucción, imaginaba un régimen superior, yse esforzaba por hacer que los ricos se convencierande la inmoralidad de la explotación.

Pero el socialismo utópico no podía indicar unasolución real. No podía explicar la verdadera naturalezade la esclavitud asalariada bajo el capitalismo, no podíadescubrir las leyes del desarrollo capitalista, ni señalarqué fuerza social está en condiciones de convertirseen creadora de una nueva sociedad.

Entretanto, las tormentosas revoluciones que entoda Europa, y especialmente en Francia, acompañaronla caída del feudalismo, de la servidumbre, revelabanen forma cada vez más palpable que la base de tododesarrollo y su fuerza motriz era la lucha de clases.

Ni una sola victoria de la libertad política sobre laclase feudal se logró sin una desesperada resistencia.Ni un solo país capitalista se formó sobre una basemás o menos libre o democrática, sin una lucha a muerteentre las diversas clases de la sociedad capitalista.

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El genio de Marx consiste en haber sido el primeroen deducir de ello la conclusión que enseña la historiadel mundo y en aplicar consecuentemente esaslecciones. La conclusión a que llegó es la doctrina dela lucha de clases.

Los hombres han sido siempre, en política, víctimasnecias del engaño ajeno y propio, y lo seguirán siendomientras no aprendan a descubrir detrás de todas lasfrases, declaraciones y promesas morales, religiosas,políticas y sociales, los intereses de una u otra clase.Los que abogan por reformas y mejoras se veránsiempre burlados por los defensores de lo viejo mientrasno comprendan que toda institución vieja, por bárbaray podrida que parezca, se sostiene por la fuerza dedeterminadas clases dominantes. Y para vencer laresistencia de esas clases, sólo hay un medio: encontraren la misma sociedad que nos rodea, las fuerzas que

pueden — y, por su situación social, deben — constituirla fuerza capaz de barrer lo viejo y crear lo nuevo, yeducar y organizar a esas fuerzas para la lucha.

Sólo el materialismo filosófico de Marx señaló alproletariado la salida de la esclavitud espiritual en quese han consumido hasta hoy todas las clases oprimidas.Sólo la teoría económica de Marx explicó la situaciónreal del proletariado en el régimen general delcapitalismo.

En el mundo entero, desde Norteamérica hasta elJapón y desde Suecia hasta el Africa del Sur, semultiplican organizaciones independientes delproletariado. Este se instruye y educa al librar su luchade clase, se despoja de los prejuicios de la sociedadburguesa, está adquiriendo una cohesión cada vezmayor y aprendiendo a medir el alcance de sus éxitos,templa sus fuerzas y crece irresistiblemente.

CARLOS MARX(Breve esbozo biográfico,con una exposición del marxismo)

Prosveschenie núm. 3,marzo de 1913Marxist Internet Archivehttp://www.marxists.org/espanol/lenin/obras/1910s/carlos_marx/index.htm

V. I. Lenin

PrólogoEl artículo sobre Carlos Marx, que hoy aparece en

folleto, lo escribí (si mal no recuerdo) en 1913 para elDiccionario Granat. Al final del artículo se agregabauna bibliografía bastante detallada sobre Marx, queabarcaba sobre todo publicaciones extranjeras. Estabibliografía no figura en la presente edición. Además,la Redacción del diccionario, por su parte, teniendo encuenta la censura, suprimió la porción final del artículo,en la que exponía táctica revolucionaria de Marx. Pordesgracia no me ha sido posible reconstruir aquí dichaparte, pues el borrador lo dejé no sé dónde, con mispapeles, en Cracovia o Suiza. Sólo recuerdo que alfinal de mi artículo citaba, entre otras cosas, el pasajede la carta de Marx a Engels del 16 de abril de 1856,en la que el primero decía: «Todo el asunto dependeráen Alemania de la posibilidad de cubrir la retaguardiade la revolución proletaria mediante una segunda edi-ción de la guerra campesina. De esta manera la cosaserá espléndida». Esto es lo que no entendieron, des-de 1905, nuestros mencheviques, que en la actualidadhan llegado incluso a traicionar completamente al so-cialismo y a pasarse al campo de la burguesía.

N. Lenin Moscú, 14 de mayo de 1918.

Publicado en 1918 en el folleto: N. Lenin, CarlosMarx, Ed. Priboi, Moscú.

Se publica de acuerdo al manuscrito.

Carlos MarxCarlos Marx nació el 5 de mayo (según el nuevo

calendario) de 1818 en Tréveris (ciudad de la Prusiarenana). Su padre era un abogado judío, convertidoen 1824 al protestantismo. La familia de Marx era unafamilia acomodada, culta, pero no revolucionaria. Des-pués de terminar en Tréveris sus estudios de bachille-rato, Marx se inscribió en la universidad, primero en lade Bonn y luego en la de Berlín, estudiando jurispru-dencia y, sobre todo, historia y filosofía. En 1841 ter-minó sus estudios universitarios, presentando una tesissobre la filosofía de Epicuro. Por sus concepciones,Marx era entonces todavía un idealista hegeliano. EnBerlín se adhirió al círculo de los «hegelianos de iz-quierda» (Bruno Bauer y otros), que se esforzaban porextraer de la filosofía de Hegel conclusiones ateas yrevolucionarias.

Terminados sus estudios universitarios, Marx se tras-ladó a Bonn con la intención de hacerse profesor. Perola política reaccionaria del gobierno, que en 1832 ha-bía despojado de su cátedra a Ludwig Feuerbach, queen 1836 le había negado nuevamente la entrada en launiversidad y que en 1841 privó al joven profesor BrunoBauer del derecho a enseñar en Bonn, obligó a Marx arenunciar a la carrera docente. En aquella época, lasideas de los hegelianos de izquierda progresaban rápi-damente en Alemania. Ludwig Feuerbach, sobre tododesde 1836, comenzó a someter a crítica la teología ya orientarse hacia el materialismo, que en 1841 (Laesencia del cristianismo ) se impone ya definitivamente

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en su pensamiento; en 1843 ven la luz sus Principiosde la filosofía del porvenir. «Hay que haber vivido lainfluencia liberadora» de estos libros, escribía Engelsaños más tarde refiriéndose a esas obras de Feuerbach.«Nosotros [es decir, los hegelianos de izquierda, entreellos Marx] nos hicimos en el acto feuerbachianos.»[2]Por aquel tiempo, los burgueses radicales renanos, quetenían ciertos puntos de contacto con los hegelianosde izquierda, fundaron en Colonia un periódico deoposición, la Gaceta del Rin (cuyo primer número salióel 1 de enero de 1842). Marx y Bruno Bauer fueroninvitados como principales colaboradores; en octubrede 1842 Marx fue nombrado redactor jefe del perió-dico y se trasladó de Bonn a Colonia. La tendenciademocrática revolucionaria del periódico fueacentuándose bajo la jefatura de redacción de Marx, yel gobierno lo sometió primero a una doble censura yluego a una triple, hasta que decidió más tarde supri-mirlo totalmente a partir del 1 de enero de 1843. Marxse vio obligado a abandonar su puesto de redactor jefeen esa fecha, sin que su salida lograse tampoco salvaral periódico, que fue clausurado en marzo de 1843.Entre los artículos más importantes publicados por Marxen la Gaceta del Rin, Engels menciona, además de losque citamos más adelante (véase la Bibliografía ) elque se refiere a la situación de los campesinosviticultores del valle del Mosela. Como su labor perio-dística le había demostrado que conocía insuficiente-mente la economía política, Marx se dedicó afanosa-mente al estudio de esta ciencia.

En 1843, Marx se casó en Kreuznach con Jenny vonWestphalen, amiga suya de la infancia, con la que sehabía comprometido cuando todavía era estudiante. Suesposa pertenecía a una reaccionaria familia aristocrá-tica de Prusia. Su hermano mayor fue ministro del In-terior en Prusia durante una de las épocas más reac-cionarias, desde 1850 hasta 1858. En el otoño de 1843Marx se trasladó a París con objeto de editar en elextranjero una revista de tendencia radical en colabo-ración con Arnold Ruge (1802-1880; hegeliano de iz-quierda, encarcelado de 1825 a 1830, emigrado des-de 1848, y partidario de Bismarck entre 1866 y 1870).De esta revista, titulada Anales franco-alemanes, sólollegó a ver la luz el primer fascículo. Las dificultadescon que tropezaba la difusión clandestina de la revistaen Alemania y las discrepancias surgidas entre Marx yRuge hicieron que se suspendiera su publicación. Enlos artículos de Marx en los Anales vemos ya al revo-lucionario que proclama la necesidad de una «críticaimplacable de todo lo existente», y, en particular, deuna «crítica de las armas»[3] que apele a las masas yal proletariado.

En septiembre de 1844 llegó a París, por unos días,Federico Engels, quien se convirtió, desde ese momen-to, en el amigo más íntimo de Marx. Ambos tomaronconjuntamente parte activísima en la vida, febril porentonces, de los grupos revolucionarios de París (es-pecial importancia revestía la doctrina de Proudhon, a

la que Marx ajustó cuentas resueltamente en su obraMiseria de la filosofía, publicada en 1847) y, en lu-cha enérgica contra las diversas doctrinas del socialis-mo pequeñoburgués, forjaron la teoría y la táctica delsocialismo proletario revolucionario, o comunismo(marxismo). Véanse, más adelante, en la Bibliografía,las obras de Marx de esta época, años de 1844 a1848. En 1845, a instancias del gobierno prusiano,Marx fue expulsado de París como revolucionario pe-ligroso, instalándose entonces en Bruselas. En la pri-mavera de 1847, Marx y Engels se afiliaron a una so-ciedad secreta de propaganda, la Liga de los Comu-nistas, tuvieron una participación destacada en el IICongreso de esta organización (celebra do en Lon-dres en noviembre de 1847) y por encargo del Con-greso redactaron el famoso Manifiesto del PartidoComunista que apareció en febrero de 1848. En estaobra se traza, con claridad y brillantez geniales, unanueva concepción del mundo: el materialismo conse-cuente, aplicado también al campo de la vida social; ladialéctica como la doctrina más completa y profundadel desarrollo; la teoría de la lucha de clases y de lahistórica misión revolucionaria universal del proletaria-do como creador de una nueva sociedad, la sociedadcomunista.

Al estallar la revolución de febrero de 1848, Marxfue expulsado de Bélgica. Se trasladó nuevamente aParís, y desde allí, después de la revolución de marzo,marchó a Alemania, más precisamente, a Colonia.Desde el 1 de junio de 1848 hasta el 19 de mayo de1849, se publicó en esta ciudad la Nueva Gaceta delRin, de la que Marx era el redactor jefe. El curso delos acontecimientos revolucionarios de 1848 a 1849vino a confirmar de manera brillante la nueva teoría,como habrían de confirmarla en lo sucesivo los movi-mientos proletarios y democráticos de todos los paí-ses del mundo. La contrarrevolución triunfante hizo queMarx compareciera, primero, ante los tribunales (sien-do absuelto el g de febrero de 1849) y después lo ex-pulsó de Alemania (el 16 de mayo de 1849). Marx sedirigió a París, de donde fue expulsado también des-pués de la manifestación del 13 de junio de 1849[4];entonces marchó a Londres, donde pasó el resto de suvida.

Las condiciones de vida en la emigración eran enextremo duras, como lo revela con toda claridad lacorrespondencia entre Marx y Engels (editada en1913). La miseria asfixiaba realmente a Marx y a sufamilia; de no haber sido por la constante y abnegadaayuda económica de Engels, Marx no sólo no hubierapodido acabar El Capital, sino que habría sucumbidoinevitablemente bajo el peso de la miseria. Además,las doctrinas y tendencias del socialismopequeñoburgués, no proletario en general, que predo-minaban en aquella época, obligaban a Marx a librarconstantemente una lucha implacable, y a veces a re-peler (como hace en su obra Herr Vogt [5] los ata-ques personales más rabiosos y salvajes. Mantenién-

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dose al margen de los círculos de emigrados y concen-trando sus esfuerzos en el estudio de la economía po-lítica, Marx desarrolló su teoría materialista en una se-rie de trabajos históricos (véase la Bibliografía). Consus obras Contribución a la crítica de la economíapolítica (1859) y El Capital (t. I, 1867), Marx pro-vocó una verdadera revolución en la ciencia económi-ca (véase más adelante la doctrina de Marx).

El recrudecimiento de los movimientos democráti-cos, a fines de la década del 50 y durante la del 60,llevó de nuevo a Marx a la actividad práctica. El 28 deseptiembre de 1864 se fundó en Londres la famosaPrimera Internacional, la «Asociación Internacional delos Trabajadores». Marx fue el alma de esta organiza-ción, el autor de su primer «Llamamiento» y de grannúmero de sus resoluciones, declaraciones y manifies-tos. Unificando el movimiento obrero de los diferentespaíses, orientando por el cauce de una actuación con-junta a las diversas formas del socialismo no proleta-rio, premarxista (Mazzini, Proudhon, Bakunin, eltradeunionismo liberal inglés, las vacilaciones derechis-tas lassalleanas en Alemania, etc.), a la par que com-batía las teorías de todas estas sectas y escuelas, Marxfue forjando la táctica común de la lucha proletaria dela clase obrera en los distintos países. Después de lacaída de la Comuna de París en 1871, que Marx ana-lizó (en La guerra civil en Francia, 1871) de modotan profundo, certero, brillante y eficaz, como revolu-cionario — y a raíz de la escisión de la Internacionalprovocada por los bakuninistas —, esta última ya nopudo seguir existiendo en Europa. Después del Con-greso de La Haya (1872), Marx consiguió que el Con-sejo General de la Internacional se trasladase a NuevaYork. La primera Internacional había cumplido su mi-sión histórica y dejaba paso a una época de desarrolloincomparablemente más amplio del movimiento obre-ro en todos los países del mundo, época en que estemovimiento había de desplegarse en extensión, con lacreación de partidos obreros socialistas de masas den-tro de cada Estado nacional.

Su intensa labor en la Internacional y sus actividadesteóricas, aún más intensas, minaron definitivamente lasalud de Marx. Prosiguió su obra de reelaboración dela economía política y se consagró a terminar El Capi-tal, recopilando con este fin multitud de nuevos docu-mentos y poniéndose a estudiar varios idiomas (entreellos el ruso), pero la enfermedad le impidió concluirEl Capital.

El 2 de diciembre de 1881 murió su esposa, y el 14de marzo de 1883 Marx se quedó dormido apacible-mente para siempre en su sillón. Está enterrado, juntoa su mujer, en el cementerio londinense de Highgate.Varios hijos de Marx murieron en la infancia en Lon-dres, cuando la familia vivía en la miseria. Tres de sushijas se casaron con socialistas de Inglaterra y Francia:Eleonora Eveling, Laura Lafargue y Jenny Longuet. Unhijo de esta última es miembro del Partido SocialistaFrancés.

LA DOCTRINA DE MARX

El marxismo es el sistema de las concepciones y dela doctrina de Marx. Este continúa y corona genial-mente las tres principales corrientes ideológicas del si-glo XIX, que pertenecen a los tres países más avanza-dos de la humanidad: la filosofía clásica alemana, laeconomía política clásica inglesa y el socialismo fran-cés, vinculado a las doctrinas revolucionarias france-sas en general. La admirable coherencia y la integridadde sus concepciones — cualidades reconocidas inclu-so por sus adversarios —, que constituyen en su con-junto el materialismo y el socialismo científicos con-temporáneos como teoría y programa del movimientoobrero de todos los países civilizados del mundo, nosobligan a esbozar brevemente su concepción del mun-do en general antes de exponer el contenido esencialdel marxismo, o sea, la doctrina económica de Marx.

El Materialismo Filosófico

Desde 1844-1845, años en que se formaron sus con-cepciones, Marx fue materialista y, especialmente, par-tidario de Ludwig Feuerbach, cuyos puntos débiles vio,más tarde, en la insuficiente consecuencia y amplitudde su materialismo. Para Marx, la significación históri-ca universal de Feuerbach, que «hizo época», residíaprecisamente en el hecho de haber roto en forma re-suelta con el idealismo de Hegel y proclamado el ma-terialismo, que ya «en el siglo XVIII, sobre todo enFrancia, representaba la lucha, no sólo contra las insti-tuciones políticas existentes y al mismo tiempo contrala religión y la teología, sino también [. . .] contra lametafísica en general» (entendiendo por ella toda «es-peculación ebria», a diferencia de la «filosofía sobria»)(La Sagrada Familia, en La herencia literaria).«Para Hegel — escribía Marx —, el proceso del pen-samiento, al que él convierte incluso, bajo el nombrede idea, en sujeto con vida propia, es el demiurgo delo real [. . .]. Para mí lo ideal no es, por el contrario,más que lo material traducido y traspuesto a la cabezadel hombre.» (C. Marx, El Capital, t. I, «Palabras fi-nales a la 2a ed.»). Mostrándose plenamente de acuer-do con esta filosofía materialista de Marx, F. Engelsescribía lo siguiente, al exponerla en su Anti-Dühring(véase ), obra cuyo manuscrito conoció Marx: . . . «Launidad del mundo no existe en su ser, sino en su mate-rialidad, que ha sido demostrada [. . .] en el largo ypenoso desarrollo de la filosofía y de las ciencias natu-rales [. . .]. El movimiento es la forma de existencia dela materia. Jamás, ni en parte alguna, ha existido ni puedeexistir materia sin movimiento, ni movimiento sin mate-ria [. . .]. Pero si seguimos preguntando qué son y dedónde proceden el pensar y la conciencia, nos encon-tramos con que son productos del cerebro humano ycon que el mismo hombre no es más que un productode la naturaleza, que se ha desarrollado en un determi-

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nado ambiente natural y junto con éste; por donde lle-gamos a la conclusión lógica de que los productos delcerebro humano, que en última instancia no son tam-poco más que productos de la naturaleza, no se con-tradicen, sino que corresponden al resto de la conca-tenación de la naturaleza». «Hegel era idealista, es de-cir, que para él las ideas de nuestra cabeza no son re-flejos [Abbilder, esto es, imágenes, pero a veces Engelshabla de «reproducciones»] más o menos abstractosde los objetos y fenómenos de la realidad, sino que losobjetos y su desarrollo se le antojaban, por el contra-rio, imágenes de una idea existentes no se sabe dónde,ya antes de que existiese el mundo.» En LudwigFeuerbach [6], obra en la que Engels expone sus ideasy las de Marx sobre la filosofía de Feuerbach, y cuyooriginal envió a la imprenta después de revisar un anti-guo manuscrito suyo y de Marx, que databa de losaños 1844-1845, sobre Hegel, Feuerbach y la con-cepción materialista de la historia, escribe Engels: «Elgran problema cardinal de toda filosofía, especialmen-te de la moderna, es el problema de la relación entre elpensar y el ser, entre el espíritu y la naturaleza [. . .].¿Qué está primero: el espíritu o la naturaleza? [. . .]Los filósofos se dividieron en dos grandes campos,según la contestación que diesen a esta pregunta. Losque afirmaban que el espíritu estaba antes que la natu-raleza y que, por lo tanto, reconocían, en última instan-cia, una creación del mundo bajo una u otra forma [. ..], constituyeron el campo del idealismo. Los demás,los que reputaban la naturaleza como principio funda-mental, adhirieron a distintas escuelas del materialis-mo». Todo otro empleo de los conceptos de idealismoy materialismo (en sentido filosófico) sólo conduce a laconfusión. Marx rechazaba enérgicamente, no sólo elidealismo — vinculado siempre, de un modo u otro, ala religión —, sino también los puntos de vista de Humey Kant, tan difundidos en nuestros días, es decir, elagnosticismo, el criticismo y el positivismo en sus dife-rentes formas; para Marx esta clase de filosofía erauna concesión «reaccionaria» al idealismo y, en el me-jor de los casos, una «manera vergonzante de aceptarel materialismo bajo cuerda y renegar de él pública-mente». Sobre esto puede consultarse, además de lasobras ya citadas de Engels y Marx, la carta de esteúltimo a Engels, fechada el 12 de diciembre de 1868,en la que habla de unas manifestaciones del célebrenaturalista T. Huxley. En ella, a la vez que hace notarque Huxley se muestra «más materialista» que de ordi-nario, y reconoce que «si observamos y pensamos real-mente, nunca podemos salirnos del materialismo», Marxle reprocha que deje abierto un «portillo» al agnosti-cismo, a la filosofía de Hume. En particular debemosdestacar la concepción de Marx acerca de las relacio-nes entre la libertad y la necesidad: «La necesidad sóloes ciega en cuanto no se la comprende. La libertad noes otra cosa que el conocimiento de la necesidad»(Engels, Anti-Dühring ) = reconocimiento de la suje-ción objetiva de la naturaleza a leyes y de

la trasformación dialéctica de la necesidad en libertad(a la par que de la trasformación de la «cosa en sí» noconocida aún, pero cognoscible, en «cosa para noso-tros», de la «esencia de las cosas» en «fenómenos»).El defecto fundamental del «viejo» materialismo, inclui-do el de Feuerbach (y con mayor razón aún el del ma-terialismo «vulgar» de Buchner, Vogt y Moleschott) con-sistía, según Marx y Engels, en lo siguiente: 1) en queeste materialismo era «predominantemente mecanicista»y no tenía en cuenta los últimos progresos de la quími-ca y de la biología (a los que habría que agregar ennuestros días los de la teoría eléctrica de la materia); 2)en que el viejo materialismo no era histórico ni dialéc-tico (sino metafísico, en el sentido de antidialéctico) yno mantenía consecuentemente ni en todos sus aspec-tos el punto de vista del desarrollo; 3) en que conce-bían «la esencia del hombre» en forma abstracta, y nocomo el «conjunto de las relaciones sociales» (históri-camente concretas y determinadas), por cuya razón selimitaban a «explicar» el mundo cuando en realidad setrata de «trasformar lo»; es decir, en que no compren-dían la importancia de la «actividad práctica revolucio-naria».

La Dialéctica

La dialéctica hegeliana, o sea, la doctrina másmultilateral, más rica en contenido y más profunda deldesarrollo, era para Marx y Engels la mayor conquistade la filosofía clásica alemana. Toda otra formulacióndel principio del desarrollo, de la evolución, les pare-cía unilateral y pobre, deformadora y mutiladora de laverdadera marcha del desarrollo en la naturaleza y enla sociedad (marcha que a menudo se efectúa a travésde saltos, cataclismos y revoluciones). «Marx y yo fui-mos casi los únicos que nos planteamos la tarea desalvar [del descalabro del idealismo, incluido elhegelianismo] la dialéctica conciente para traerla a laconcepción materialista de la naturaleza.» «La natura-leza es la confirmación de la dialéctica, y precisamenteson las modernas ciencias naturales las que nos hanbrindado un extraordinario acervo de datos [¡y estofue escrito antes de que se descubriera el radio, loselectrones, la trasformación de los elementos, etc.!] yenriquecido cada día que pasa, demostrando con elloque la naturaleza se mueve, en última instancia, dialéc-tica, y no metafísicamente.»

«La gran idea fundamental — escribe Engels — deque el mundo no se compone de un conjunto de obje-tos terminados y acabados, sino que representa en síun conjunto de procesos, en el que las cosas que pare-cen inmutables, al igual que sus imágenes mentales ennuestro cerebro, es decir, los conceptos, se hallan su-jetos a un continuo cambio, a un proceso de nacimien-to y muerte; esta gran idea fundamental se encuentraya tan arraigada desde Hegel en la conciencia común,que apenas habrá alguien que la discuta en su formageneral. Pero una cosa es reconocerla de palabra y

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otra aplicarla en cada caso particular y en cada campode investigación.» «Para la filosofía dialéctica no existenada establecido de una vez para siempre, nada abso-luto, consagrado.; en todo ve lo que hay de perecede-ro, y no deja en pie más que el proceso ininterrumpidodel aparecer y desaparecer, del infinito movimientoascensional de lo inferior a lo superior. Y esta mismafilosofía es un mero reflejo de ese proceso en el cere-bro pensante.» Así, pues, la dialéctica es, según Marx,«la ciencia de las leyes generales del movimiento, tantodel mundo exterior como del pensamiento humano».

Este aspecto revolucionario de la filosofía hegelianaes el que Marx recoge y desarrolla. El materialismodialéctico «no necesita de ninguna filosofía situada porencima de las demás ciencias». De la filosofía anteriorqueda en pie «la teoría del pensamiento y sus leyes, esdecir, la lógica formal y la dialéctica». Y la dialéctica,tal como la concibe Marx, y también según Hegel, abar-ca lo que hoy se llama teoría del conocimiento o gno-seología, ciencia que debe enfocar también su objetodesde un punto de vista histórico, investigando y gene-ralizando los orígenes y el desarrollo del conocimiento,y el paso de la falta de conocimiento al conocimiento.

En nuestro tiempo, la idea del desarrollo, de la evo-lución, ha penetrado casi en su integridad en la con-ciencia social, pero no a través de la filosofía de Hegel,sino por otros caminos. Sin embargo, esta idea, talcomo la formularon Marx y Engels, apoyándose enHegel, es mucho más completa, mucho más rica encontenido que la teoría de la evolución al uso. Es undesarrollo que, al parecer, repite etapas ya recorridas,pero de otro modo, sobre una base más alta («nega-ción de la negación»), un desarrollo, por decirlo así, enespiral y no en línea recta; un desarrollo que se operaen forma de saltos, a través de cataclismos y revolu-ciones, que significan «interrupciones de lagradualidad»; un desarrollo que es trasformación de lacantidad en calidad, impulsos internos de desarrollooriginados por la contradicción, por el choque de lasdiversas fuerzas y tendencias, que actúan sobre deter-minado cuerpo, o dentro de los límites de un fenómenodado o en el seno de una sociedad dada; interdepen-dencia íntima e indisoluble concatenación de todos losaspectos de cada fenómeno (con la particularidad deque la historia pone constantemente al descubierto nue-vos aspectos), concatenación que ofrece un procesode movimiento único, universal y sujeto a leyes; talesson algunos rasgos de la dialéctica, teoría mucho másempapada de contenido que la (habitual) doctrina dela evolución. (Véase la carta de Marx a Engels del 8de enero de 1868, en la que se mofa de las »rígidastricotomías» de Stein, que sería ridículo confundir conla dialéctica materialista.)

La Concepción Materialista de la Historia

La conciencia de que el viejo materialismo era unateoría inconsecuente, incompleta y unilateral llevó a

Marx a la convicción de que era indispensable «poneren consonancia la ciencia de la sociedad con la basematerialista y reconstruirla sobre esta base». Si el ma-terialismo en general explica la conciencia por el ser, yno al contrario, aplicado a la vida social de la humani-dad exige que la conciencia social se explique por elser social. «La tecnología — dice Marx (en El Capi-tal, t. I) — pone al descubierto la relación activa delhombre con la naturaleza, el proceso inmediato de pro-ducción de su vida, y, a la vez, sus condiciones socia-les de vida y de las representaciones espirituales quede ellas se derivan.» Y en el «prólogo a su Contribu-ción a la crítica de la economía política «, Marxofrece una formulación integral de las tesis fundamen-tales del materialismo aplicadas a la sociedad humanay a su historia. He aquí sus palabras:

«En la producción social de su vida, los hombrescontraen determinadas relaciones necesarias e inde-pendientes de su voluntad, relaciones de producciónque corresponden a una determinada fase de desarro-llo de sus fuerzas productivas materiales.

«El conjunto de estas relaciones de producción for-ma la estructura económica de la sociedad, la base realsobre la que se erige una superestructura política y ju-rídica, y a la que corresponden determinadas formasde conciencia social. El modo de producción de la vidamaterial condiciona el proceso de la vida social, políti-ca y espiritual en general. No es la conciencia del hom-bre la que determina su ser, sino, por el contrario, suser social el que determina su conciencia. Al llegar auna determinada fase de desarrollo, las fuerzas pro-ductivas materiales de la sociedad chocan con las rela-ciones de producción existentes o, lo que no es másque la expresión jurídica de esto, con las relaciones depropiedad dentro de las cuales se han desenvuelto hastaallí. De formas de desarrollo de las fuerzas producti-vas, estas relaciones se convierten en trabas de ellas.Y se abre así una época de revolución social. Al cam-biar la base económica, se revoluciona, más o menosrápidamente, toda la inmensa superestructura erigidasobre ella. Cuando se estudian esas revoluciones, hayque distinguir siempre entre la revolución materialproducida en las condiciones económicas de produc-ción, y que puede verificarse con la precisión propiade las ciencias naturales, y las revoluciones jurídicas,políticas, religiosas, artísticas o filosóficas; en una pa-labra, de las formas ideológicas en que los hombresadquieren conciencia de este conflicto y luchan porresolverlo.

«Y del mismo modo que no podemos juzgar a unindividuo por lo que él piensa de si, no podemos juzgartampoco estas épocas de revolución por su concien-cia, sino que, por el contrario, hay que explicarse estaconciencia por las contradicciones de la vida material,por el conflicto existente entre las fuerzas productivassociales y las relaciones de producción. . .» «A gran-des rasgos, podemos señalar como otras tantas épo-cas de progreso en la formación económica de la so-

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ciedad, el modo de producción asiático, el antiguo, elfeudal y el moderno burgués.» (Véase la breve formu-lación que Marx da en su carta a Engels del 7 de juliode 1866: «Nuestra teoria de que la organización deltrabajo está determinada por los medios de produc-ción».)

El descubrimiento de la concepción materialista dela historia, o mejor dicho, la consecuente aplicación yextensión del materialismo al dominio de los fenóme-nos sociales, superó los dos defectos fundamentalesde las viejas teorías de la historia. En primer lugar, es-tas teorías solamente examinaban, en el mejor de loscasos, los móviles ideológicos de la actividad históricade los hombres, sin investigar el origen de esos móvi-les, sin captar las leyes objetivas que rigen el desarro-llo del sistema de las relaciones sociales, ni ver las raí-ces de éstas en el grado de desarrollo de la produc-ción material; en segundo lugar, las viejas teorías noabarcaban precisamente las acciones de las masas dela población, mientras que el materialismo históricopermitió estudiar, por vez primera y con la exactitud delas ciencias naturales, las condiciones sociales de la vidade las masas y los cambios operados en estas condi-ciones. La «sociología» y la historiografía anteriores aMarx proporcionaban, en el mejor de los casos, uncúmulo de datos crudos, recopiladosfragmentariamente, y la descripción de aspectos aisla-dos del proceso histórico. El marxismo señaló el cami-no para un estudio global y multilateral del proceso deaparición, desarrollo y decadencia de las formacioneseconómico-sociales, examinando el conjunto de to-das las tendencias contradictorias y reduciéndolas alas condiciones, perfectamente determinables, de viday de producción de las distintas clases de la sociedad,eliminando el subjetivismo y la arbitrariedad en la elec-ción de las diversas ideas «dominantes» o en la inter-pretación de ellas, y poniendo al descubierto las raí-ces de todas las ideas sin excepción y de las diversastendencias que se manifiestan en el estado de las fuer-zas productivas materiales. Los hombres hacen su pro-pia historia, ¿pero qué determina los móviles de estoshombres, y precisamente de las masas humanas?; ¿quées lo que provoca los choques de ideas y las aspira-ciones contradictorias?; ¿qué representa el conjuntode todos estos choques que se producen en la masaentera de las sociedades humanas?; ¿cuáles son las con-diciones objetivas de producción de la vida materialque crean la base de toda la actividad histórica de loshombres?; ¿cuál es la ley que rige el desenvolvimientode estas condiciones? Marx concentró su atención entodo esto y trazó el camino para estudiar científica-mente la historia como un proceso único, regido porleyes, en toda su inmensa diversidad y con su caráctercontradictorio.

La Lucha de Clases

Todo el mundo sabe que en cualquier sociedad las

aspiraciones de una parte de sus miembros chocanabiertamente con las aspiraciones de otros, que la vidasocial está llena de contradicciones, que la historia nosmuestra una lucha entre pueblos y sociedades, así comoen su propio seno; todo el mundo sabe también que sesuceden los períodos de revolución y reacción, de pazy de guerras, de estancamiento y de rápido progreso odecadencia. El marxismo nos proporciona el hilo con-ductor que permite descubrir una sujeción a leyes eneste aparente laberinto y caos, a saber: la teoría de lalucha de clases. Sólo el estudio del conjunto de lasaspiraciones de todos los miembros de una sociedaddada o de un grupo de sociedades, puede conducir-nos a una determinación científica del resultado de esasaspiraciones. Ahora bien, la fuente de que brotan esasaspiraciones contradictorias son siempre las diferen-cias de situación y de condiciones de vida de las clasesen que se divide cada sociedad. «La historia de todaslas sociedades que han existido hasta nuestros días —dice Marx en el Manifiesto Comunista (exceptuandola historia del régimen de la comunidad primitiva, aña-de más tarde Engels) — es la historia de las luchas declases. Hombres libres y esclavos, patricios y plebe-yos, señores y siervos, maestros y oficiales; en unapalabra: opresores y oprimidos se enfrentaron siem-pre, mantuvieron una lucha constante, velada unas ve-ces, y otras franca y abierta; lucha que terminó siem-pre con la trasformación revolucionaria de toda la so-ciedad o el hundimiento de las clases beligerantes [. ..]. La moderna sociedad burguesa, que ha salido deentre las ruinas de la sociedad feudal, no ha abolido lascontradicciones de clase. Únicamente ha sustituido lasviejas clases, las viejas condiciones de opresión, lasviejas formas de lucha, por otras nuevas. Nuestra época,la época de la burguesía, se distingue, sin embargo,por haber simplificado las contradicciones de clase.Toda la sociedad va dividiéndose cada vez más en dosgrandes campos enemigos, en dos grandes clases quese enfrentan directamente: la burguesía y el proletaria-do.» A partir de la Gran Revolución Francesa, la his-toria de Europa pone de relieve en distintos países,con especial evidencia, el verdadero fondo de los acon-tecimientos, la lucha de clases. Y ya en la época de larestauración se destacan en Francia algunos historia-dores (Thierry, Guizot, Mignet y Thiers) que, al gene-ralizar los acontecimientos, no pudieron dejar de reco-nocer que la lucha de clases era la clave para la com-prensión de toda la historia francesa. Y la época con-temporánea, es decir, la época que señala el triunfocompleto de la burguesía y de las instituciones repre-sentativas, del sufragio amplio (cuando no universal),de la prensa diaria barata que llega a las masas, etc., laépoca de las poderosas asociaciones obreras y patro-nales cada vez más vastas, etc., pone de manifiesto deun modo todavía más patente (aunque a veces en for-ma unilateral, «pacífica» y «constitucional») que la lu-cha de clases es la fuerza motriz de los acontecimien-tos. El siguiente pasaje del Manifiesto Comunista nos

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revela lo que Marx exigía de la ciencia social en cuantoal análisis objetivo de la situación de cada clase en lasociedad moderna y en relación con el examen de lascondiciones de desarrollo de cada clase: «De todas lasclases que hoy se enfrentan con ía burguesía, sólo elproletariado es una clase verdaderamente revolucio-naria. Las demás clases van degenerando y desapare-cen con el desarrollo de la gran industria; el proletaria-do, en cambio, es su producto más peculiar. Las capasmedias — el pequeño industrial, el pequeño comer-ciante, el artesano y el campesino — , todas ellas lu-chan contra la burguesía para salvar de la ruina su exis-tencia como tales capas medias. No son, pues, revolu-cionarias, sino conservadoras. Más todavía, son reac-cionarias, ya que pretenden volver atrás la rueda de lahistoria. Son revolucionarias únicamente cuando tie-nen ante sí la perspectiva de su tránsito inminente alproletariado; defendiendo así, no sus intereses presen-tes, sino sus intereses futuros, cuando abandonan suspropios puntos de vista para adoptar los del proleta-riado». En una serie de obras históricas (véase la Bi-bliografía ), Marx nos ofrece brillantes y profundosejemplos de historiografía materialista, de análisis de lasituación de cada clase en particular y a veces de losdiferentes grupos o capas que se manifiestan dentro deella, mostrando palmariamente por qué y cómo «todalucha de clases es una lucha política». El pasaje queacabamos de citar ilustra cuán intrincada es la red derelaciones sociales y fases de transición de una clasea otra, del pasado al porvenir, que Marx analiza paradeterminar la resultante total del desarrollo histórico.

La confirmación y aplicación más profunda, máscompleta y detallada de la teoría de Marx es su doctri-na económica.

LA DOCTRINA ECONÓMICA DE MARX

«Y la finalidad última de esta obra — dice Marx enel prólogo a El Capital — es, en efecto, descubrir laley económica que preside el movimiento de la socie-dad moderna», es decir, de la sociedad capitalista,burguesa. El estudio de las relaciones de producciónde una sociedad dada, históricamente determinada, ensu aparición, desarrollo y decadencia: tal es el conteni-do de la doctrina económica de Marx. En la sociedadcapitalista impera la producción de mercancías ; poreso, el análisis de Marx empieza con el análisis de lamercancía.

El Valor

La mercancía es, en primer lugar, una cosa que satis-face una determinada necesidad humana y, en segundolugar, una cosa que se cambia por otra. La utilidad deuna cosa hace de ella un valor de uso. El valor decambio (o, sencillamente el valor) es, ante todo, la re-lación o proporción en que se cambia cierto númerode valores de uso de una clase por un determinado

número de valores de uso de otra clase. La experien-cia diaria nos muestra que, a través de millones y milesde millones de esos actos de intercambio, se equipa-ran constantemente todo género de valores de uso, aunlos más diversos y menos equiparables entre sí. ¿Quées lo que tienen de común esos diversos objetos, queconstantemente son equiparados entre sí en determi-nado sistema de relaciones sociales? Tienen de comúnel que todos ellos son productos del trabajo. Al cam-biar sus productos, los hombres equiparan los mas di-versos tipos de trabajo. La producción de mercancíases un sistema de relaciones sociales en que los distin-tos productores crean diversos productos (divisiónsocial del trabajo), y todos estos productos se equipa-ran entre sí por medio del cambio. Por lo tanto, lo quetodas las mercancías encierran de común no es el tra-bajo concreto de una determinada rama de produc-ción, no es un trabajo de determinado tipo, sino el tra-bajo humano abstracto, el trabajo humano en general.Toda la fuerza de trabajo de una sociedad dada, re-presentada por la suma de valores de todas las mer-cancías, es una y la misma fuerza humana de trabajo;así lo evidencian miles de millones de actos de cambio.Por consiguiente, cada mercancía en particular no re-presenta más que una determinada parte del tiempo detrabajo socialmente necesario. La magnitud del valorse determina por la cantidad de trabajo socialmentenecesario o por el tiempo de trabajo socialmente ne-cesario para producir cierta mercancía o cierto valorde uso. «Al equiparar unos con otros, en el cambio,sus diversos productos, lo que hacen los hombres esequiparar entre sí sus diversos trabajos como modali-dades del trabajo humano. No lo saben, pero lo ha-cen.» El valor es, como dijo un viejo economista, unarelación entre dos personas; pero debió añadir simple-mente: relación encubierta por una envoltura material.Sólo partiendo del sistema de relaciones sociales deproducción de una formación social históricamentedeterminada, relaciones que se manifiestan en el fenó-meno masivo del cambio, repetido miles de millonesde veces, podemos comprender lo que es el valor.«Como valores, las mercancías no son más que canti-dades determinadas de tiempo de trabajo coagulado.»Después de analizar en detalle el doble carácter deltrabajo materializado en las mercancías, Marx pasa alanálisis de la forma del valor y del dinero. Con ello sepropone, fundamentalmente, investigar el origen de laforma monetaria del valor, estudiar el proceso históri-co de desenvolvimiento del cambio, comenzando porlas operaciones sueltas y fortuitas de trueque («formasimple, suelta o fortuita del valor», en que una cantidadde mercancía es cambiada por otra) hasta remontarsea la forma universal del valor, en que mercancías dife-rentes se cambian por una mercancía concreta, siem-pre la misma, y llegar a la forma monetaria del valor, enque la función de esta mercancía, o sea, la función deequivalente universal, la desempeña el oro. El dinero,producto supremo del desarrollo del cambio y de la

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producción de mercancías, disfraza y oculta el carác-ter social de los trabajos privados, la concatenaciónsocial existente entre los diversos productores unidospor el mercado. Marx somete a un análisis extraordi-nariamente minucioso las diversas funciones del dine-ro, debiendo advertirse, pues tiene gran importancia,que en este caso (como, en general, en todos los pri-meros capítulos de El Capital ) la forma abstracta dela exposición, que a veces parece puramente deductiva,recoge en realidad un gigantesco material basado enhechos sobre la historia del desarrollo del cambio y dela producción de mercancías. «El dinero presuponecierto nivel del cambio de mercancías. Las diversasformas del dinero — simple equivalente de mercancíaso medio de circulación, medio de pago, de atesora-miento y dinero mundial — señalan, según el distintovolumen y predominio relativo de tal o cual función,fases muy distintas del proceso social de producción»(El Capital, I).

La Plusvalía

Al alcanzar la producción de mercancías determina-do grado de desarrollo, el dinero se convierte en capi-tal. La fórmula de la circulación de mercancías era: M(mercancía) — D (dinero) — M (mercancía), o sea,venta de una mercancía para comprar otra. Por el con-trario, la fórmula general del capital es D — M — D, osea, la compra para la venta (con ganancia). Marx lla-ma plusvalía a este incremento del valor primitivo deldinero que se lanza a la circulación. Que el dinero lan-zado a la circulación capitalista «crece», es un hechoconocido de todo el mundo. Y precisamente ese «cre-cimiento» es lo que convierte el dinero en capital, comorelación social de producción particular, históricamen-te determinada. La plusvalía no puede brotar de la cir-culación de mercancías, pues ésta sólo conoce el in-tercambio de equivalentes; tampoco puede provenirde un alza de los precios, pues las pérdidas y las ga-nancias recíprocas de vendedores y compradores seequilibrarían; se trata de un fenómeno masivo, medio,social, y no de un fenómeno individual. Para obtenerplusvalía «el poseedor del dinero necesita encontrar enel mercado una mercancía cuyo valor de uso posea lacualidad peculiar de ser fuente de valor», una mercan-cía cuyo proceso de consumo sea, al mismo tiempo,proceso de creación de valor. Y esta mercancía existe:es la fuerza de trabajo del hombre. Su consumo estrabajo y el trabajo crea valor. El poseedor del dinerocompra la fuerza de trabajo por su valor, valor que esdeterminado, como el de cualquier otra mercancía, porel tiempo de trabajo socialmente necesario para su pro-ducción (es decir, por el costo del mantenimiento delobrero y su familia). Una vez que ha comprado la fuer-za de trabajo el poseedor del dinero tiene derecho aconsumirla, es decir, a obligarla a trabajar durante undía entero, por ejemplo, durante doce horas. En reali-dad el obrero crea en seis horas (tiempo de trabajo

«necesario») un producto con el que cubre los gastosde su mantenimiento; durante las seis horas restantes(tiempo de trabajo «suplementario») crea un«plusproducto» no retribuido por el capitalista, que esla plusvalía. Por consiguiente, desde el punto de vistadel proceso de la producción, en el capital hay quedistinguir dos partes: capital constante, invertido enmedios de producción (máquinas, instrumentos de tra-bajo, materias primas, etc.) — y cuyo valor se trasfie-re sin cambio de magnitud (de una vez o en partes) alas mercancías producidas —, y capital variable, in-vertido en fuerza de trabajo. El valor de este capital nopermanece invariable, sino que se acrecienta en el pro-ceso del trabajo, al crear la plusvalía. Por lo tanto, paraexpresar el grado de explotación de la fuerza de traba-jo por el capital, tenemos que comparar la plusvalíaobtenida, no con el capital global, sino exclusivamentecon el capital variable. La cuota de plusvalía, comollama Marx a esta relación, sería, pues, en nuestro ejem-plo, de 6:6, es decir, del 100 por ciento.

Las premisas históricas para la aparición del capitalson: primera, la acumulación de determinada suma dedinero en manos de ciertas personas, con un nivel dedesarrollo relativamente alto de la producción de mer-cancías en general ¡ segunda, la existencia de obreros«libres» en un doble sentido — libres de todas las tra-bas o restricciones impuestas a la venta de la fuerza detrabajo, y libres por carecer de tierra y, en general, demedios de producción —, de obreros desposeídos,de obreros «proletarios» que, para subsistir, no tienenmás recursos que la venta de su fuerza de trabajo.

Dos son los modos principales para poder incremen-tar la plusvalía: mediante la prolongación de la jornadade trabajo («plusvalía absoluta») y mediante la reduc-ción del tiempo de trabajo necesario («plusvalía relati-va»). Al analizar el primer modo, Marx hace desfilarante nosotros el grandioso panorama de la lucha de laclase obrera para reducir la jornada de trabajo y de laintervención del poder estatal, primero para prolon-garla (en el período que media entre los siglos XIV yXVII) y después para reducirla (legislación fabril delsiglo XIX). Desde la aparición de El Capital, la histo-ria del movimiento obrero de todos los países civiliza-dos ha aportado miles y miles de nuevos hechos queilustran este panorama.

Al proceder a su análisis de la producción de plusvalíarelativa, Marx investiga las tres etapas históricas fun-damenta les de la elevación de la productividad deltrabajo por el capitalismo: 1) la cooperación simple; 2)la división del trabajo y la manufactura; 3) la maquina-ria y la gran industria. La profundidad con que Marxaquí pone de relieve los rasgos fundamentales y típicosdel desarrollo del capitalismo nos demuestra, entre otrascosas, el hecho de que el estudio de la llamada indus-tria de los kustares* en Rusia ha aportado un

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[*] Kustares : productores de objetos industrialesque trabajaban para el mercado.

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abundantísimo material para ilustrar las dos primerasetapas de las tres mencionadas. En cuanto a la acciónrevolucionaria de la gran industria maquinizada, des-crita por Marx en 1867, durante el medio siglo trascu-rrido desde entonces ha venido a revelarse en todauna serie de países «nuevos» (Rusia, Japón, etc.).

Prosigamos. Importantísimo y nuevo es el análisis deMarx de la acumulación del capital, es decir, de latrasformación de una parte de la plusvalía en capital, yde su empleo, no para satisfacer las necesidades per-sonales o los caprichos del capitalista, sino para reno-var la producción. Marx hace ver el error de toda laeconomía política clásica anterior (desde Adam Smith)al suponer que toda la plusvalía que se convertía encapital pasaba a formar parte del capital variable, cuan-do en realidad se descompone en medios de produc-ción más capital variable. En el proceso de desarrollodel capitalismo y de su trasformación en socialismo tieneuna inmensa importancia el que la parte del capital cons-tante (en la suma total del capital) se incremente conmayor rapidez que la parte del capital variable.

Al acelerar el desplazamiento de los obreros por lamaquinaria, produciendo riqueza en un polo y miseriaen el polo opuesto, la acumulación del capital crea tam-bién el llamado «ejército industrial de reserva», el «so-brante relativo» de obreros o «superpoblación capita-lista», que reviste formas extraordinariamente diversasy permite al capital ampliar la producción con singularrapidez. Esta posibilidad, relacionada con el crédito yla acumulación de capital en medios de producción,nos proporciona, entre otras cosas, la clave para com-prender las crisis de superproducción, que estallanperiódicamente en los países capitalistas, primero cadadiez años, término medio, y luego con intervalos ma-yores y menos precisos. De la acumulación del capitalsobre la base del capitalismo hay que distinguir la lla-mada acumulación primitiva, que se lleva a cabo me-diante la separación violenta del trabajador de los me-dios de producción, expulsión del campesino de su tie-rra, robo de los terrenos comunales, sistema colonial,sistema de la deuda pública, tarifas aduaneras protec-cionistas, etc. La «acumulación primitiva» crea en unpolo al proletario «libre» y en el otro al poseedor deldinero, el capitalista.

Marx caracteriza la «tendencia histórica de la acu-mulación capitalista» con las famosas palabras si-guientes: «La expropiación del productor directo se llevaa cabo con el más despiadado vandalismo y bajo elacicate de las pasiones más infames, más sucias, másmezquinas y más desenfrenadas. La propiedad priva-da, fruto del propio trabajo [del campesino y del arte-sano], y basada, por decirlo así, en lacompenetración del obrero individual e independientecon sus instrumentos y medios de trabajo, es despla-zada por la propiedad privada capitalista, basada en laexplotación de la fuerza de trabajo ajena, aunque for-malmente libre [. . .]. Ahora ya no se trata de expro-piar al trabajador dueño de una economía indepen-

diente, sino de expropiar al capitalista explotador denumerosos obreros. Esta expropiación la lleva a caboel juego de las leyes inmanentes de la propia produc-ción capitalista, la centralización de los capitales. Uncapitalista derrota a otros muchos. Paralelamente conesta centralización del capital o expropiación de mu-chos capitalistas por unos pocos, se desarrolla en unaescala cada vez mayor la forma cooperativa del pro-ceso de trabajo, la aplicación técnica conciente de laciencia, la explotación planificada de la tierra, latrasformación de los medios de trabajo en medios detrabajo utilizables sólo colectivamente, la economía detodos los medios de producción al ser empleados comomedios de producción de un trabajo combinado, so-cial, la absorción de todos los países por la red delmercado mundial y, como consecuencia de esto, elcarácter internacional del régimen capitalista. Confor-me disminuye progresivamente el número de magnatescapitalistas que usurpan y monopolizan todos los be-neficios de este proceso de trasformación, crece la masade la miseria, de la opresión, del esclavizamiento, de ladegeneración, de la explotación; pero crece también larebeldía de la clase obrera, que es aleccionada, unifi-cada y organizada por el mecanismo del propio pro-ceso capitalista de producción El monopolio del capi-tal se convierte en grillete del modo de producción queha crecido con él y bajo él. La centralización de losmedios de producción y la socialización del trabajo lle-gan a un punto en que son ya incompatibles con suenvoltura capitalista. Esta envoltura estalla. Suena lahora de la propiedad privada capitalista. Los expro-piadores son expropiados» (EI Capital, t. I).

También es sumamente importante y nuevo el análi-sis que hace Marx más adelante de la reproduccióndel capital social, considerado en su conjunto, en eltomo II de El Capital. Tampoco en este caso tomaMarx un fenómeno individual, sino de masas; no tomauna parte fragmentaria de la economía de la sociedad,sino toda la economía en su conjunto. Rectificando elerror en que incurren los economistas clásicos antesmencionados, Marx divide toda la producción socialen dos grandes secciones: 1) producción de mediosde producción y 2) producción de artículos de consu-mo. Y, apoyándose en cifras, analiza minuciosamentela circulación del capital social en su conjunto, tanto enla reproducción de envergadura anterior como en laacumulación. En el tomo III de El Capital se resuelve,sobre la base de la ley del valor, el problema de laformación de la cuota media de ganancia. Constitu-ye un gran progreso en la ciencia económica el queMarx parta siempre, en sus análisis, de los fenómenoseconómicos generales, del conjunto de la economíasocial, y no de casos aislados o de las manifestacionessuperficiales de la competencia, que es a lo que suelelimitarse la economía política vulgar o la moderna «teo-ría de la utilidad límite». Marx analiza primero el origende la plusvalía y luego pasa a ver su descomposiciónen ganancia, interés y renta del suelo. La ganancia es la

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relación de la plusvalía con todo el capital invertido enuna empresa. El capital de «alta composición orgáni-ca» (es decir, aquel en el cual el capital constante pre-domina sobre el variable en proporciones superiores ala media social) arroja una cuota de ganancia inferior ala cuota media. El capital de «baja composición orgá-nica» da, por el contrario, una cuota de ganancia supe-rior a la media. La competencia entre los capitales,su libre paso de unas ramas de producción a otras,reducen en ambos casos la cuota de ganancia a la cuo-ta media. La suma de los valores de todas las mercan-cías de una sociedad dada coincide con la suma deprecios de estas mercancías; pero en las distintas em-presas y en las diversas ramas de producción las mer-cancías, bajo la presión de la competencia, no se ven-den por su valor, sino por el precio de producción,que equivale al capital invertido más la ganancia me-dia.

Así, pues, un hecho conocido de todos, e indiscuti-ble, es decir, el hecho de que los precios difieren de losvalores y de que las ganancias se nivelan, lo explicaMarx perfectamente partiendo de la ley del valor, puesla suma de los valores de todas las mercancías coinci-de con la suma de sus precios. Sin embargo, la reduc-ción del valor (social) a los precios (individuales) no esuna operación simple y directa, sino que sigue una víaindirecta y muy complicada: es perfectamente naturalque en una sociedad de productores de mercancíasdispersos, vinculados sólo por el mercado, las leyesque rigen esa sociedad no puedan manifestarse másque como leyes medias, sociales, generales, con unacompensación mutua de las desviaciones individualesmanifestadas en uno u otro sentido.

La elevación de la productividad del trabajo significaun incremento más rápido del capital constante en com-paración con el variable. Pero como la creación deplusvalía es función privativa de éste, se comprendeque la cuota de ganancia (o sea, la relación que guardala plusvalía con todo el capital, y no sólo con su partevariable) acuse una tendencia a la baja. Marx analizaminuciosamente esta tendencia, así como las diversascircunstancias que la ocultan o contrarrestan. Sin dete-nernos a exponer los capítulos extraordinariamente in-teresantes del tomo III, que estudian el capítulo usurario,comercial y financiero, pasaremos a lo esencial, a lateoría de la renta del suelo. Debido a la limitación dela superficie de la tierra, que en los países capitalistases ocupada enteramente por los propietarios particu-lares, el precio de producción de los productos agrí-colas no lo determinan los gastos de producción en losterrenos de calidad media, sino en los de calidad infe-rior; no lo determinan las condiciones medias en que elproducto se lleva al mercado, sino las condiciones peo-res. La diferencia existente entre este precio y el deproducción en las tierras mejores (o en condicionesmás favorables de producción) da lugar a una diferen-cia o renta diferencial. Marx analiza detenidamente larenta diferencial y de muestra que brota de la diferente

fertilidad del suelo, de la diferencia de los capitales inver-tidos en el cultivo de las tierras, poniendo totalmente aldescubierto (véase también la Teoría de la plusvalía,donde merece una atención especial la crítica que hacea Rodbertus) el error de Ricardo, según el cual la rentadiferencial sólo se obtiene con el paso sucesivo de lastierras mejores a las peores. Por el contrario, se dantambién casos inversos: tierras de una clase determi-nada se trasforman en tierras de otra clase (gracias alos progresos de la técnica agrícola, a la expansión delas ciudades, etc.), por lo que la tristemente célebre«ley del rendimiento decreciente del suelo» es profun-damente errónea y representa un intento de cargar so-bre la naturaleza los defectos, las limitaciones y con-tradicciones del capitalismo. Además, la igualdad deganancias en todas las ramas de la industria y de laeconomía nacional presupone la plena libertad de com-petencia, la libertad de transferir los capitales de unarama de producción a otra. Pero la propiedad privadasobre el suelo crea un monopolio, que es un obstáculopara la libre trasferencia. En virtud de ese monopolio,los productos de la economía agrícola, que se distin-gue por una baja composición del capital y, en conse-cuencia, por una cuota de ganancia individual más alta,no entran en el proceso totalmente libre de nivelaciónde las cuotas de ganancia. El propietario de la tierra,como monopolista, puede mantener sus precios porencima del nivel medio, y este precio de monopolioorigina la renta absoluta. La renta diferencial no puedeser abolida mientras exista el capitalismo; en cambio,la renta absoluta puede serlo; por ejemplo, cuando senacionaliza la tierra, convirtiéndola en propiedad delEstado. Este paso significaría el socavamiento del mo-nopolio de los propietarios privados, así como una apli-cación más consecuente y plena de la libre competen-cia en la agricultura. Por eso los burgueses radicales,advierte Marx, han presentado repetidas veces a lolargo de la historia esta reivindicación burguesa pro-gresista de la nacionalización de la tierra, que asusta,sin embargo, a la mayoría de los burgueses, pues «afec-ta» demasiado de cerca a otro monopolio mucho másimportante y «sensible» en nuestros días: el monopoliode los medios de producción en general. (El propioMarx expone en un lenguaje muy popular, conciso yclaro su teoría de la ganancia media sobre el capital yde la renta absoluta del suelo, en la carta que dirige aEngels el 2 de agosto de 1862. Véase Corresponden-cia, t. III, págs. 77-81, y también en las págs. 86-87,la carta del 9 de agosto de 1862.) Para la historia de larenta del suelo resulta importante señalar el análisis enque Marx demuestra cómo la trasformación de la ren-ta en trabajo (cuando el campesino crea el plusproductotrabajando en la hacienda del terrateniente) en rentanatural o renta en especie (cuando el campesino creael plusproducto en su propia tierra, entregándolo luegoal terrateniente bajo una «coerción extraeconómica»),después en renta en dinero (que es la misma renta enespecie, sólo que convertida en dinero, el obrok, cen-

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so de la antigua Rusia, en virtud del desarrollo de laproducción de mercancías) y finalmente, en la rentacapitalista, cuando en lugar del campesino es el patro-no quien cultiva la tierra con ayuda del trabajo asala-riado. En relación con este análisis de la «génesis de larenta capitalista del suelo», hay que señalar una seriede profundas ideas (que tienen una importancia espe-cial para los países atrasados, como Rusia) expuestaspor Marx acerca de la evolución del capitalismo enla agricultura.»La trasformación de la renta naturalen renta en dinero va, además, no sólo necesariamenteacompaña da, sino incluso anticipada por la formaciónde una clase de jornaleros desposeídos, que se con-tratan por dinero. Durante el período de nacimiento dedicha clase, en que ésta sólo aparece en forma espo-rádica, va desarrollándose, por lo tanto, necesariamen-te, en los campesinos mejor situados y sujetos a obrok,la costumbre de explotar por su cuenta a jornalerosagrícolas, del mismo modo que ya en la época feudallos campesinos más acomodados sujetos a vasallajetenían a su servicio a otros vasallos. Esto va permitién-doles acumular poco a poco cierta fortuna y convertir-se en futuros capitalistas. De este modo va formándo-se entre los antiguos poseedores de la tierra que la tra-bajaban por su cuenta, un semillero de arrendatarioscapitalistas, cuyo desarrollo se halla condicionado porel desarrollo general de la producción capitalista fueradel campo. . .» (El Capital, t. III2a, 332). «La expro-piación, el desahucio de una parte de la población ru-ral no sólo ‘libera’ para el capital industrial a los obre-ros, sus medios de vida y sus materiales de trabajo,sino que además crea el mercado interior.» (El Capi-tal, t. I2a, pág. 778). La depauperación y la ruina de lapoblación del campo influyen, a su vez, en la forma-ción del ejército industrial de reserva para el capital.En todo país capitalista «una parte de la población ru-ral se encuentra constantemente en trance detrasformarse en población urbana o manufacturera [esdecir, no agrícola]. Esta fuente de superpoblación re-lativa flota constantemente [. . .]. El obrero agrícola seve constantemente reducido al salario mínimo y vivesiempre con un pie en el pantano del pauperismo» (ElCapital, I2a, 668). La propiedad privada del campe-sino sobre la tierra que cultiva es la base de la pequeñaproducción y la condición para que ésta florezca y ad-quiera una forma clásica. Pero esa pequeña produc-ción sólo es compatible con los límites estrechos y pri-mitivos de la producción y de la sociedad. Bajo el ca-pitalismo «la explotación de los campesinos se distin-gue de la explotación del proletariado industrial sólopor la forma. El explotador es el mismo: el capital. In-dividualmente, los capitalistas explotan a los campesi-nos individuales por medio de la hipoteca y de la usu-ra; la clase capitalista explota a la clase campesina pormedio de los impuestos del Estado» (Las luchas declases en Francia ). «La parcela del campesino sóloes ya el pretexto que permite al capitalista extraer de latierra ganancias, intereses y renta, dejando al agricul-

tor que se las arregle para sacar como pueda su sala-rio.» (El Dieciocho Brumario.) Habitualmente, el cam-pesino entrega incluso a la sociedad capitalista, es de-cir, a la clase capitalista, una parte de su salario, des-cendiendo «al nivel del arrendatario irlandés, aunqueen apariencia es un propietario privado» (Las luchasde clases en Francia ). ¿Cuál es «una de las causaspor las que en países en que predomina la propiedadparcelaria, el trigo se cotice a precio más bajo que enlos países en que impera el régimen capitalista de pro-ducción»? (El Capital, t. III2a, 340). La causa es queel campesino entrega gratuitamente a la sociedad (esdecir, a la clase capitalista) una parte del plusproducto.«Estos bajos precios [del trigo y los demás productosagrícolas] son, pues, un resultado de la pobreza de losproductores y no, ni mucho menos, consecuencia de laproductividad de su trabajo» (El Capital, t. III2a, 340).Bajo el capitalismo, la pequeña propiedad agraria, for-ma normal de la pequeña producción, degenera, sedestruye y desaparece. «La pequeña propiedad agra-ria, por su propia naturaleza, es incompatible con eldesarrollo de las fuerzas productivas sociales del tra-bajo, con las formas sociales del trabajo, con la con-centración social de los capitales, con la ganadería engran escala y con la utilización progresiva de la ciencia.La usura y el sistema de impuestos la conduce, inevita-blemente, por doquier, a la ruina. El capital invertidoen la compra de la tierra es sustraído al cultivo de ésta.Dispersión infinita de los medios de producción y dise-minación de los productores mismos. [Las cooperati-vas, es decir, las asociaciones de pequeños campesi-nos, cumplen un extraordinario papel progresista des-de el punto de vista burgués, pero sólo pueden conse-guir atenuar esta tendencia, sin llegar a suprimirla; ade-más, no se debe olvidar que estas cooperativas danmucho a los campesinos acomodados y muy poco ocasi nada a la masa de campesinos pobres, ni debe olvi-darse tampoco que las propias asociaciones terminanpor explotar el trabajo asalariado.] Inmenso derrochede energía humana; empeoramiento progresivo de lascondiciones de producción y encarecimiento de los me-dios de producción: tal es la ley de la [pequeña] propie-dad parcelaria.» En la agricultura, lo mismo que en laindustria, el capitalismo sólo trasforma el proceso deproducción a costa del «martirologio de los producto-res». «La dispersión de los obreros del campo en gran-des superficies quebranta su fuerza de resistencia, al pasoque la concentración robustece la fuerza de resistenciade los obreros de la ciudad. Al igual que en la industriamoderna, en la moderna agricultura, es decir en lacapitalista, la intensificación de la fuerza productiva y lamás rápida movilización del trabajo se consiguen a cos-ta de devastar y agotar la fuerza obrera de trabajo. Ade-más, todos los progresos realizados por la agriculturacapitalista no son solamente progresos en el arte de es-quilmar al obrero, sino también en el arte de esquilmar latierra [. . .]. Por lo tanto, la producción capitalista sólosabe desarrollar la técnica y la combinación del proceso

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social de producción, minando al mismo tiempo las dosfuentes originales de toda riqueza: la tierra y el hombre».(EI Capital, t. I, final del capítulo XIII)

EL SOCIALISMO

Por lo expuesto, se ve que Marx llega a la conclu-sión de que es inevitable la trasformación de la socie-dad capitalista en socialista basándose única y exclusi-vamente en la ley económica del movimiento de la so-ciedad moderna. La socialización del trabajo, que avan-za cada vez con mayor rapidez bajo miles de formas, yque durante el medio siglo trascurrido desde la muertede Marx se manifiesta en forma muy palpable en elincremento de la gran producción, de los cártels, lossindicatos y los trusts capitalistas, y en el gigantescocrecimiento del volumen y el poderío del capital finan-ciero, es la base material más importante del adveni-miento inevitable del socialismo. El motor intelectual ymoral de esta trasformación, su agente físico, es el pro-letariado, educado por el propio capitalismo. Su luchacontra la burguesía, que se manifiesta en las formasmás diversas, y cada vez más ricas en contenido, seconvierte inevitablemente en lucha política por la con-quista de su propio poder político (la «dictadura delproletariado»). La socialización de la producción nopuede dejar de conducir a la trasformación de los me-dios de producción en propiedad social, es decir, a la«expropiación de los expropiadores». La enorme ele-vación de la productividad del trabajo, la reducción dela jornada de trabajo y la sustitución de los vestigios,de las ruinas de la pequeña producción, primitiva ydesperdigada, por el trabajo colectivo perfeccionado:tales son las consecuencias directas de esatrasformación. El capitalismo rompe de modo definiti-vo los vínculos de la agricultura con la industria pero ala vez, al llegar a la culminación de su desarrollo, pre-para nuevos elementos para restablecer esos vínculos,la unión de la industria con la agricultura, sobre la basede la aplicación conciente de la ciencia, de la combina-ción del trabajo colectivo y de un nuevo reparto de lapoblación (acabando con el abandono del campo, consu aislamiento del mundo y con el atraso de la pobla-ción rural, como también con la aglomeración antina-tural de gigantescas masas humanas en las grandes ciu-dades). Las formas superiores del capitalismo actualpreparan nuevas relaciones familiares, nuevas condi-ciones para la mujer y para la educación de las nuevasgeneraciones: el trabajo de las mujeres y de los niños,y la disolución de la familia patriarcal por el capitalis-mo, asumen inevitablemente en la sociedad modernalas formas más espantosas, miserables y repulsivas. Noobstante, «la gran industria, al asignar a la mujer al jo-ven y al niño de ambos sexos un papel decisivo en losprocesos socialmente organizados de la producción,arrancándolos con ello a la órbita doméstica, crea lasnuevas bases económicas para una forma superior defamilia y de relaciones entre ambos sexos. Tan necio

es, naturalmente, considerar absoluta la forma cristia-no-germánica de la familia, como lo sería atribuir esecarácter a la forma romana antigua, a la antigua formagriega o a la forma oriental, entre las cuales media, porlo demás, un lazo de continuidad histórica. Y no esmenos evidente que la existencia de un personal obre-ro combinado, en el que entran individuos de ambossexos y de las más diversas edades, aunque hoy, en suforma capitalista primitiva y brutal, en que el obreroexiste para el proceso de producción y no éste para elobrero, sea fuente apestosa de corrupción y esclavi-tud, bajo las condiciones que corresponden a este ré-gimen necesariamente se trocará en fuente de evolu-ción humana» (El Capital, t. I, final del cap. XIII). Delsistema fabril brota «el germen de la educación delporvenir en la que se combinará para todos los niños apartir de cierta edad el trabajo productivo con la ense-ñanza y la gimnasia, no sólo como método para inten-sificar la producción social, sino también como el úni-co método que permite producir hombres plenamentedesarrollados» (Loc. cit.). Sobre esa misma base his-tórica plantea el socialismo de Marx los problemas dela nacionalidad y del Estado, no limitándose a una ex-plicación del pasado, sino previendo audazmente elporvenir y en el sentido de una intrépida actuación prác-tica encaminada a su realización. Los estados naciona-les son el fruto inevitable y, además, una forma inevita-ble de la época burguesa de desarrollo de la sociedad.Y la clase obrera no podía fortalecerse, alcanzar sumadurez y formarse, sin «organizarse en el marco de lanación», sin ser «nacional» («aunque de ningún modoen el sentido burgués»). Pero el desarrollo del capita-lismo va destruyendo cada vez más las barreras nacio-nales, pone fin al aislamiento nacional y sustituye losantagonismos nacionales por los antagonismos de cla-se. Por eso es una verdad innegable que en los paísescapitalistas adelantados «los obreros no tienen patria»y que la «conjunción de los esfuerzos» de los obreros,al menos de los países civilizados, «es una de las pri-meras condiciones de la emancipación del proletaria-do» (Manifiesto Comunista). El Estado, es decir, laviolencia organizada, surgió inevitablemente en deter-minada fase del desarrollo social, cuando la sociedadse dividió en clases antagónicas y su existencia se hu-biera hecho imposible sin un «poder» situado, aparen-temente, por encima de la sociedad y hasta cierto pun-to separado de ella. El Estado, fruto de los antagonis-mos de la clase, se convierte en «el Estado de la clasemás poderosa, de la clase económicamente dominan-te, que, con ayuda de él, se convierte también en laclase políticamente dominante, adquiriendo con ellonuevos medios para la represión y la explotación de laclase oprimida. Así, el Estado de la antigüedad era,ante todo, el Estado de los esclavistas, para tener so-metidos a los esclavos; el Estado feudal era el órganode que se valía la nobleza para tener sujetos a los cam-pesinos siervos, y el moderno Estado representativoes el instrumento de que se sirve el capital para explo-

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tar el trabajo asalariado» (Engels, El origen de la fa-milia, la propiedad privada y el Estado, obra en laque el autor expone sus propias ideas y las de Marx).Incluso la forma más libre y progresista del Estadoburgués, la república democrática, no suprime de nin-gún modo este hecho; lo único que hace es variar suforma (vínculos del gobierno con la Bolsa, corrupción— directa o indirecta — de los funcionarios y de laprensa, etc.). El socialismo, que conduce a la aboliciónde las clases, conduce con ello a la supresión del Esta-do. «El primer acto — escribe Engels en su Anti-Dühring — en que el Estado se manifiesta efectiva-mente como representante de la sociedad, la expro-piación de los medios de producción en nombre de lasociedad, es a la par su último acto independiente comoEstado. La intervención del poder del Estado en lasrelaciones sociales se hará superflua en un campo trasotro de la vida social y cesará por sí misma. El gobier-no sobre las personas será sustituido por la adminis-tración de las cosas y por la dirección de los procesosde producción. El Estado no será ‘abolido’ se extin-guirá.» «La sociedad, reorganizando de un modo nue-vo la producción sobre la base de una asociación librede productores iguales, enviará toda la máquina delEstado al lugar que entonces le ha de corresponder: almuseo de antigüedades, junto a la rueca y al hacha debronce» (F. Engels, El origen de la familia, la pro-piedad privada y el Estado.)

Por último, en relación con el problema de la actituddel socialismo de Marx hacia los pequeños campesi-nos, que seguirán existiendo en la época de la expro-piación de los expropiadores, debemos señalar unaspalabras de Engels, que expresan a su vez las ideas deMarx: «Cuando tengamos en nuestras manos el poderestatal, no podremos pensar en expropiar violentamentea los pequeños campesinos (con indemnización o sinella) como habrá que hacerlo con los grandes terrate-nientes. Con respecto a los pequeños campesinos, nues-tra misión consistirá, ante todo, en encauzar su pro-ducción individual y su propiedad privada hacia un ré-gimen cooperativo, no de un modo violento, sino me-diante el ejemplo y ofreciéndoles la ayuda social paraeste fin. Y entonces es indudable que nos sobraránmedios para hacer ver al campesino todas las ventajasque le dará semejante paso, ventajas que le deben serexplicadas desde ahora»[7] (Engels, El problemaagrario en Occidente, ed. de Alexéieva, pág. 17; latrad. rusa contiene errores. Véase el original en NeueZeit ). La táctica de la lucha de clases del proletariado

Después de esclarecer, ya en los años 1844-1845,uno de los defectos fundamentales del antiguo mate-rialismo, que consiste en no comprender las condicio-nes de la actividad revolucionaria práctica, ni apreciarsu importancia, Marx consagra, a lo largo de su vida,una intensa atención, a la vez que a los trabajos teóri-

cos, a los problemas tácticos de la lucha de clase delproletariado Todas las obras de Marx, y en particularlos cuatro volúmenes de su correspondencia con Engels,publicados en 1913, nos ofrecen a este respecto unadocumentación copiosísima. Estos documentos distanmucho de estar debidamente recopilados,sistematizados, estudiados y analizados. Por eso ten-dremos que limitarnos aquí exclusivamente a algunasobservaciones muy generales y breves, subrayando queel materialismo, despojado de e s t e aspecto, era jus-tamente para Marx un materialismo a medias, unilate-ral, sin vida. Marx trazó el objetivo fundamental de latáctica del proletariado en rigurosa consonancia contodas las premisas de su concepción materialista dialé-ctica del mundo. Sólo considerando en forma objetivael conjunto de las relaciones mutuas de todas las cla-ses, sin excepción, de una sociedad dada, y teniendoen cuenta, por lo tanto, el grado objetivo de desarrollode esta sociedad y sus relaciones mutuas y con otrassociedades, podemos disponer de una base que nospermita trazar certeramente la táctica de la clase devanguardia. A este respecto, todas las clases y todoslos países se examinan de un modo dinámico, no está-tico; es decir, no como algo inmóvil, sino en movimien-to (movimiento cuyas leyes emanan de las condicioneseconómicas de vida de cada clase). A su vez, el movi-miento se estudia, no sólo desde el punto de vista delpasado, sino también del porvenir, y, además, no conel criterio vulgar de los «evolucionistas», que sólo venlos cambios lentos, sino dialécticamente: «En desarro-llos de tal magnitud, veinte años son más que un día —escribía Marx a Engels —, aun cuando en el futuropuedan venir días en que estén corporizados veinteaños». (Correspondencia, t. III, pág. 127)[8] La tác-tica del proletariado debe tener presente, en cada gra-do de desarrollo, en cada momento, esta dialécticaobjetivamente inevitable de la historia humana; por unaparte, aprovechando las épocas de estancamiento po-lítico o de desarrollo a paso de tortuga — la llamadaevolución «pacífica» — para elevar la conciencia, lafuerza y la capacidad combativa de la clase avanzada,y por otra parte, encauzando toda esta labor de apro-vechamiento hacia el «objetivo final» del movimientode dicha clase capacitándola para resolver práctica-mente las grandes tareas de los grandes días «en queestén corporizados veinte años». Sobre esta cuestiónhay dos apreciaciones de Marx que tienen gran impor-tancia: una, de la Miseria de la filosofía, se refiere a lalucha económica y a las organizaciones económicas delproletariado; la otra es del Manifiesto Comunista yse refiere a sus tareas políticas. La primera dice así:«La gran industria concentra en un solo lugar una mul-titud de personas que se desconocen entre sí. La com-petencia divide sus intereses. Pero la defensa de susalario, es decir, este interés común frente a su patro-no, los une en una idea común de resistencia, de coali-ción [. . .]. Las coaliciones, al principio aisladas, for-man grupos y la defensa de sus asociaciones frente al

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capital, siempre unido, acaba siendo para los obrerosmás necesaria que la defensa de sus salarios [. . .]. Enesta lucha, que es una verdadera guerra civil, se vanaglutinando y desarrollando todos los elementos parala batalla futura. Al llegar a este punto, la coalición ad-quiere un carácter político». He aquí, ante nosotros, elprograma y la táctica de la lucha económica y del mo-vimiento sindical para varios decenios, para toda la largaépoca durante la cual el proletariado prepara sus fuer-zas «para la batalla futura». Compárese esto con losnumerosos ejemplos que Marx y Engels sacan del mo-vimiento obrero inglés, de cómo la «prosperidad» in-dustrial da lugar a intentos de «comprar al proletaria-do» (Correspondencia con Engels, t. I, pág. 136)[9]y de apartarlo de la lucha ¡ de cómo esta prosperidaden general «desmoraliza a los obreros» (II, 218); decómo «se aburguesa» el proletariado inglés y de cómo«la más burguesa de las naciones [Inglaterra], aparen-temente lo tiende a poseer una aristocracia burguesa yun proletariado burgués, además de una burguesía» (II,290)[10]; de cómo desaparece la «energía revolucio-naria» del proletariado inglés (III, 124); de cómo ha-brá que esperar más o menos tiempo hasta que «losobreros ingleses se libren de su aparente contamina-ción burguesa» (III, 127); de cómo al movimiento obre-ro inglés le falta «el ardor de los cartistas [11]» (1866;III, 305)[12]; de cómo los líderes de los obreros in-gleses forman un tipo medio entre burgués radical yobrero» (caracterización que se refiere a Holyoake,IV, 209); de cómo, en virtud de la posición monopo-lista de Inglaterra y mientras subsista este monopolio,«no hay nada que hacer con el obrero inglés» (IV,433)[13]. La táctica de la lucha económica en relacióncon la marcha general (y con el desenlace ) del movi-miento obrero se examina aquí desde un punto de vistaadmirablemente amplio, universal, dialéctico y verda-deramente revolucionario.

El Manifiesto Comunista establece la siguiente tesisfundamental del marxismo sobre la táctica de la luchapolítica: «Los comunistas luchan por alcanzar los objeti-vos e intereses inmediatos de la clase obrera; pero almismo tiempo defienden también, dentro del movimien-to actual, el porvenir de este movimiento». Por eso Marxapoyó en 1848, en Polonia, al partido de la «revoluciónagraria», es decir, al «partido que hizo en 1846 la insu-rrección de Cracovia» En Alemania, Marx apoyó en1843-1849 a la democracia revolucionaria extrema, sinque jamás tuviera que retractarse de lo que entoncesdijo en materia de táctica. La burguesía alemana era paraél un elemento «inclinado desde el primer instante a trai-cionar al pueblo [sólo la alianza con los campesinos hu-biera permitido a la burguesía alcanzar plenamente susobjetivos] y a llegar a un compromiso con los represen-tantes coronados de la vieja sociedad». He aquí el aná-lisis final hecho por Marx acerca de la posición de clasede la burguesía alemana en la época de la revolucióndemocrático-burguesa. Este análisis es, entre otras co-sas, un modelo de materialismo que enfoca a la socie-

dad en movimiento y, por cierto, no sólo desde el ladodel movimiento que mira hacia atrás : «. . . sin fe en símisma y sin fe en el pueblo; gruñendo contra los de arri-ba y temblando ante los de abajo; [. . .] empavorecidaante la tempestad mundial; [. . .] sin energía en ningúnsentido y plagiando en todos; [. . .] sin iniciativa; [. . .] unviejo maldito que está condenado a dirigir y a desviar,en su propio interés senil, los primeros impulsos juveni-les de un pueblo robusto [. . .]» (Nueva Gaceta delRin, 1848; véase La herencia literaria, t. III, pág.212)[14]. Unos veinte años después, en carta dirigida aEngels (III, 224), decía Marx que la causa del fracasode la revolución de 1848 era que la burguesía había pre-ferido la paz con esclavitud a la simple perspectiva deuna lucha por la libertad. Al cerrarse el período de larevolución de 1848-1849, Marx se alzó contra los quese empeñaban en seguir jugando a la revolución (luchacontra Schapper y Willich), sosteniendo la necesidad desaber trabajar en la época nueva, en la fase de la prepa-ración, aparentemente «pacífica», de nuevas revolucio-nes. En el siguiente pasaje, en el que enjuicia la situaciónalemana en los tiempos de la más negra reacción, en1856; se muestra en qué sentido pedía Marx que seencauzara esta labor: «Todo el asunto dependerá enAlemania de la posibilidad de cubrir la retaguardia de larevolución proletaria mediante una segunda edición dela guerra campesina» (Correspondencia con Engels, t.II, pág. 108)[15]. Mientras en Alemania no se llevó atérmino la revolución democrática (burguesa), Marx con-centró toda su atención, en lo referente a la táctica delproletariado socialista, en impulsar la energía democrá-tica de los campesinos. Opinaba que la actitud de Lassalleera, «objetivamente, una traición al movimiento obreroen beneficio de Prusia» (III, 210), entre otras cosas por-que se mostraba demasiado indulgente con los terrate-nientes y el nacionalismo prusiano. «En un país agrario— escribía Engels en 1865, en un cambio de impresio-nes con Marx a propósito de una proyectada declara-ción conjunta a la prensa — es una vileza alzarse única-mente contra la burguesía en nombre del proletariadoindustrial, olvidando por completo la patriarcal ‘explo-tación a palos’ de los obreros agrícolas por parte de lanobleza feudal» (t. III, 217)[16]. En el período de 1864a 1870, cuando tocaba a su fin la época en que culminóla revolución democrático-burguesa de Alemania, laépoca en que las clases explotadoras de Prusia y Aus-tria luchaban en torno a los medios para llevar a términoesta revolución desde arriba, Marx no sólo condenó laconducta de Lassalle por sus coqueterías con Bismarck,sino que llamó al orden a Liebknecht, que se había deja-do ganar por la «austrofilia» y defendía el particularis-mo. Marx exigía una táctica revolucionaria que comba-tiese implacablemente tanto a Bismarck como a losaustrófilos, una táctica que no se acomodara al «vence-dor», al junker prusiano, sino que reanudase inmediata-mente la lucha revolucionaria contra él, incluso en lasituación creada por las victorias militares de Prusia (Co-rrespondencia con Engels, III, 134, 136, 147, 179,

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204, 210, 215, 418, 437, 440-441)[17]. En el famosollamamiento de la Internacional del 9 de septiembre de1870, Marx prevenía al proletariado francés contra unalzamiento prematuro; no obstante, cuando éste se pro-dujo, a pesar de todo, en 1871, acogió con entusiasmola iniciativa revolucionaria de las masas que «tomaban elcielo por asalto» (carta de Marx a Kugelmann). En estasituación, como en muchas otras, la derrota de la acciónrevolucionaria representaba, desde el punto de vista delmaterialismo dialéctico que sustentaba Marx, un malmenor en la marcha general y en el desenlace de la luchaproletaria, en comparación con lo que hubiera repre-sentado el abandono de las posiciones ya conquistadas,es decir, la capitulación sin lucha. Esta capitulación ha-bría desmoralizado al proletariado y mermado su com-batividad. Marx, que apreciaba en todo su valor el em-pleo de los medios legales de lucha en los períodos deestancamiento político y de dominio de la legalidad bur-guesa, condenó severamente, en los años de 1877-1878,después de promulgarse la ley de excepción contra lossocialistas, las «frases revolucionarias» de Most; perocombatió con no menos energía, tal vez con más vigor,el oportunismo que por entonces se había adueñado tem-poralmente del partido socialdemócrata oficial, que nohabía sabido dar pruebas inmediatas de firmeza, deci-sión, espíritu revolucionario y disposición a pasar a lalucha ilegal en respuesta a la ley de excepción (Cartasde Marx a Engels, IV, 397, 404, 418, 422 y 424.[18]Véanse también las cartas a Sorge).

V.I LeninCARLOS MARX

(1914)NOTAS

1. V. I. Lenin empezó a escribir el artículo «CarlosMarx» — destinado al Diccionario enciclopédico dela Sociedad Granat Hnos. — en la primavera de 1914,en Poronin (Galitzia), y lo terminó en noviembre de1914 en Berna (Suiza). En el prólogo a la edición de1918 de este artículo (aparecida como separata),Lenin cree recordar el año 1913 como fecha en quefue escrito.Apareció por primera vez en 1915, en el Diccionario,con la firma de V. Ilín, seguido de una «Bibliografía delmarxismo». Teniendo en cuenta la censura, la redac-ción prescindió de dos capítulos — «El socialismo» y«La táctica de la lucha de clase del proletariado» — eintrodujo una serie de modificaciones en el texto.En 1918, la Editorial Pribói publicó este trabajo, con elprólogo de V. I. Lenin, en forma de folleto, reprodu-ciendo el texto que había aparecido en el Diccionario,pero sin la «Bibliografía del marxismo».El texto completo del artículo, según el manuscrito, fuepublicado por primera vez en 1925, en Marx-Engels-marxismo, recopilación de artículos preparada por elInstituto Lenin, anejo al CC del PC(b) de Rusia.

2. Véase Ludwig Feuerbach y el fin de la filosofíaclásica alemana (C. Marx y F. Engels, Obras Com-pletas, t. XXI.)3. Véanse La carta de Marx a A. Ruge de septiembrede 1843 (C. Marx y F. Engels, Obras Completas, t.I.) y «Introducción de la Contribución a la crítica dela filosofía del Derecho, de Hegel «. (Loc. cit.)4. El partido de la pequeña burguesía «La Montaña»organizó, el 13 de junio de 1849, una manifestaciónpacífica en París para protestar contra la intervencióndel Gobierno, que había enviado al ejército francés aaplastar una revolución en Italia, pisoteando así laConstitución de la República Francesa. Esta Constitu-ción prohíbe utilizar el ejército francés para oponersecontra la libertad de otros pueblos. La manifestaciónfue disuelta por el ejército. Este fracaso confirmó labancarrota del democratismo de la pequeña burguesíafrancesa. Después del 13 de junio, las autoridades em-pezaron a perseguir a los demócratas, emigrados in-cluidos.5. Véase C. Marx y F. Engels, Obras Completas, t.XIV.6. Se alude a Ludwig Feuerbach y el fin de la filo-sofía clásica alemana (C. Marx y F. Engels, ObrasCompletas, t. XXI.)7. Véase El problema campesino en Francia y enAlemania (C. Marx y F. Engels, Obras Completas, t.XXII.)8. Véase la carta de Marx a Engels del 9 de abril de1863.9. Véase la carta de Engels a Marx del 5 de febrerode 1851.10. Véanse la carta de Engels a Marx del 17 de di-ciembre de 1857 y la del 7 de octubre de 1858.>11. Se refiere a los participantes del movimientoconstitucionalista de la década 30 a la 40 del sigloXIX. Este es primer movimiento de masas con unaintención política.12. Véanse la carta de Engels a Marx del 8 de abrilde 1863, la de Marx a Engels del 9 de abril de 1863 yla del 2 de abril de 1866.13. Véanse las cartas de Engels a Marx del 19 denoviembre de 1869 y del 11 de agosto de 1881.14. Véase La burguesía y la contrarrevolución. (C.Marx y F. Engels, Obras Completas, t. VI, pág. 127.)15. Véase la carta de Marx a Engels del 16 de abrilde 1856.16. Véanse las cartas de Engels a Marx del 27 deenero de 1865 y del 5 de febrero de 1865.17. Véanse las siguientes cartas: La de Engels a Marxdel 11 de junio de 1863, la de Marx a Engels del 12 dejunio de 1863, la de Engels a Marx del 24 de noviem-bre de 1863, y la fechada el 4 de septiembre de 1864;la carta de Marx a Engels del 10 de diciembre de1864, la de Engels a Marx del 27 de enero de 1865, lade Marx a Engels del 3 de febrero de 1865, las deEngels a Marx con fecha del 22 de octubre de 1867, yla fechada el 6 de diciembre de 1867 y la carta deMarx a Engels del 17 de diciembre de 1867.18. Véanse las siguientes cartas: de Marx a Engels el23 de julio de 1877 y el 1 de agosto de 1877; de Engelsa Marx el 20 de agosto de 1879, el 9 de septiembre de1879 y de Marx a Engels el 10 de septiembre de 1879.

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FEDERICO ENGELS

Escrito: En 1895.Primera edición: En 1896, en la recopilación Rabótnik,núms. 1-2.Digitalización: Marxists Internet Archive, 2000.Fuente: En base a la versión de Ediciones en Lenguas Ex-tranjeras, Beijing, 1980.Esta Edición: Marxists Internet Archive, 2000.http://www.marxists.org/espanol/lenin/obras/1890s/engels.htm

V. I. Lenin

Qué antorcha de la razón se ha apagado! Qué gran corazón ha dejado de latir![1]

El 5 de agosto del nuevo calendario (24 de julio) de1895 falleció en Londres Federico Engels. Despuésde su amigo Carlos Marx (fallecido en 1883), Engelsfue el más notable científico y maestro del proletariadocontemporáneo de todo el mundo civilizado. Desdeque el destino relacionó a Carlos Marx con FedericoEngels, la obra a la que ambos amigos consagraron suvida se convirtió en común. Por eso, para comprenderlo que Engels ha hecho por el proletariado es necesa-rio entender claramente la importancia de la doctrina yactividad de Marx para el desarrollo del movimientoobrero contemporáneo. Marx y Engels fueron los pri-meros en demostrar que la clase obrera, con sus rei-vindicaciones, es el resultado necesario del sistemaeconómico actual que, con la burguesía, crea y organi-za inevitablemente al proletariado. Demostraron que lahumanidad se verá liberada de las calamidades que laazotan actualmente, no por los esfuerzos bienintencio-nados de algunas nobles personalidades, sino por lalucha de clase del proletariado organizado. Marx yEngels fueron los primeros en esclarecer en sus obrascientíficas que el socialismo no es una invención desoñadores, sino la meta final y el resultado inevitabledel desarrollo de las fuerzas productivas dentro de lasociedad contemporánea. Toda la historia escrita has-ta ahora es la historia de la lucha de clases, del cambiosucesivo en el dominio y en la victoria de una clasesocial sobre otra. Y esto continuará hasta que desapa-rezcan las bases de la lucha de clases y del dominio declase: la propiedad privada y la producción social caó-tica. Los intereses del proletariado exigen que dichasbases sean destruidas, por lo que la lucha de clasesconsciente de los obreros organizados debe ser dirigi-da contra ellas. Y toda lucha de clases es una luchapolítica.

En nuestros días todo el proletariado en lucha por suemancipación ha hecho suyos estos conceptos de Marxy de Engels. Pero cuando los dos amigos colaboraban

en la década del 40, en las publicaciones socialistas, yparticipaban en los movimientos sociales de su tiempo,estos puntos de vista eran completamente nuevos. A lasazón había muchos hombres con talento y otros sin él,muchos honestos y otros deshonestos, que en el ardorde la lucha por la libertad política, en la lucha contra laautocracia de los zares, de la policía y del clero, nopercibían el antagonismo existente entre los interesesde la burguesía y los del proletariado. Esos hombresno admitían siquiera la idea de que los obreros actua-sen como una fuerza social independiente. Por otraparte, hubo muchos soñadores, algunas veces genia-les, que creían que bastaba convencer a los gobernan-tes y a las clases dominantes de la injusticia del régi-men social existente para que resultara fácil implantaren el mundo la paz y el bienestar general. Soñaban conun socialismo sin lucha. Finalmente, casi todos los so-cialistas de aquella época, y en general los amigos dela clase obrera, sólo veían en el proletariado una lacray contemplaban con horror cómo, a la par que crecíala industria, crecía también esa lacra. Por eso todosellos pensaban cómo detener el desarrollo de la indus-tria y del proletariado, detener «la rueda de la histo-ria». Contrariamente al miedo general ante el desarro-llo del proletariado, Marx y Engels cifraban todas susesperanzas en su continuo crecimiento. Cuantos másproletarios haya, tanto mayor será su fuerza como cla-se revolucionaria, y tanto más próximo y posible ser áel socialismo. Podrían expresarse en pocas palabraslos servicios prestados por Marx y Engels a la claseobrera diciendo que le enseñaron a conocerse y a to-mar conciencia de sí misma, y sustituyeron las quime-ras por la ciencia.

He ahí por qué el nombre y la vida de Engels debenser conocidos por todo obrero; tal es el motivo de queincluyamos en nuestra recopilación — que como todolo que editamos tiene por objeto despertar la concien-cia de clase de los obreros rusos — un esbozo sobrela vida y la actividad de Federico Engels, uno de losdos grandes maestros del proletariado contemporá-neo.

Engels nació en 1820, en la ciudad de Barmen, pro-19

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vincia renana del reino de Prusia. Su padre era fabri-cante. En 1838, se vio obligado por motivos familia-res, antes de terminar los estudios secundarios, a em-plearse como dependiente en una casa de comerciode Bremen. Este trabajo no le impidió ocuparse de sucapacitación científica y política. Cuando era todavíaestudiante secundario, llegó a odiar la autocracia y laarbitrariedad de los funcionarios. El estudio de la filo-sofía lo llevó aún más lejos. En aquella época predo-minaba en la filosofía alemana la doctrina de Hegel, dela que Engels se hizo partidario. A pesar de que el pro-pio Hegel era admirador del Estado absolutista prusiano,a cuyo servicio se hallaba como profesor de la Univer-sidad de Berlín, su doctrina era revolucionaria. La fede Hegel en la razón humana y en los derechos de ésta,y la tesis fundamental de la filosofía hegeliana, según lacual existe en el mundo un constante proceso de cam-bio y desarrollo, condujeron a los discípulos del filóso-fo berlinés que no querían aceptar la realidad, a la ideade que la lucha contra esa realidad, la lucha contra lainjusticia existente y el mal reinante procede tambiénde la ley universal del desarrollo perpetuo. Si todo sedesarrolla, si ciertas instituciones son remplazadas porotras, ¿por qué, entonces, deben perdurar eternamen-te el absolutismo del rey prusiano o del zar ruso, elenriquecimiento de una ínfima minoría a expensas de lainmensa mayoría, el dominio de la burguesía sobre elpueblo? La filosofía de Hegel hablaba del desarrollodel espíritu y de las ideas: era idealista. Del desarrollodel espíritu deducía el de la naturaleza, el del hombre yel de las relaciones entre los hombres en la sociedad.Marx y Engels conservaron la idea de Hegel sobre elperpetuo proceso de desarrollo *, y rechazaron su pre-concebida concepción idealista; el estudio de la vidareal les mostró que el desarrollo del espíritu no explicael de la naturaleza, sino que por el contrario convieneexplicar el espíritu a partir de la naturaleza, de la mate-ria. . . Contrariamente a Hegel y otros hegelianos, Marxy Engels eran materialistas. Enfocaron el mundo y lahumanidad desde el punto de vista materialista, y com-probaron que, así como todos los fenómenos de lanaturaleza tienen causas materiales, así también el de-sarrollo de la sociedad humana está condicionado porel de fuerzas materiales, las fuerzas productivas. Deldesarrollo de estas últimas dependen las relaciones quese establecen entre los hombres en el proceso de pro-ducción de los objetos necesarios para satisfacer susnecesidades. Y son dichas relaciones las que explicantodos los fenómenos de la vida social, las aspiracionesdel hombre, sus ideas y sus leyes. El desarrollo de lasfuerzas productivas crea las relaciones sociales, que sebasan en la propiedad privada; pero hoy vemos tam-

bién cómo ese mismo desarrollo de las fuerzas pro-ductivas priva a la mayoría de toda propiedad paraconcentrarla en manos de una ínfima minoría. Destruyela propiedad, base del régimen social contemporáneo,y tiende por sí mismo al mismo fin que se han plantea-do los socialistas. Estos sólo deben comprender cuáles la fuerza social que por su situación en la sociedadcontemporánea está interesada en la realización delsocialismo, e inculcar a esa fuerza la conciencia de susintereses y de su misión histórica. Esta fuerza es el pro-letariado. Engels lo conoció en Inglaterra, enManchester, centro de la industria inglesa, adonde setrasladó en 1842 para trabajar en una firma comercialde la que su padre era accionista. Engels no se limitó apermanecer en la oficina de la fábrica, sino que reco-rrió los sórdidos barrios en los que se albergaban losobreros y vio con sus propios ojos su miseria y sufri-mientos. No se limitó a observar personalmente; leyótodo lo que se había escrito hasta entonces sobre lasituación de la clase obrera inglesa y estudió minucio-samente todos los documentos oficiales que estaban asu alcance. Como fruto de sus observaciones y estu-dios apareció en 1845 su libro La situación de la cla-se obrera en Inglaterra. Ya hemos señalado más arri-ba cuál fue el mérito principal de Engels como autor dedicho libro. Es cierto que antes que él muchos otrosdescribieron los padecimientos del proletariado y se-ñalaron la necesidad de ayudarlo. Pero Engels fue elprimero en afirmar que el proletariado no es sólo unaclase que sufre, sino que la vergonzosa situación eco-nómica en que se encuentra lo impulsainconteniblemente hacia adelante y lo obliga a lucharpor su emancipación definitiva. Y el proletariado enlucha se ayudará a sí mismo. El movimiento políticode la clase obrera llevará ineludiblemente a los traba-jadores a darse cuenta de que no les queda otra salidaque el socialismo. A su vez, éste sólo será una fuerzacuando se convierta en el objetivo de la lucha políticade la clase obrera. Estas son las ideas fundamentalesdel libro de Engels sobre la situación de la clase obreraen Inglaterra, ideas que todo el proletariado que pien-sa y lucha ha hecho suyas, pero que entonces erancompletamente nuevas. Fueron expuestas en un librocautivante en el que se describe del modo más fidedig-no y patético las penurias que sufría el proletariado in-glés. La obra constituía una terrible acusación contra elcapitalismo y la burguesía. La impresión que produjofue muy grande. En todas partes comenzaron a citar laobra como el cuadro que mejor representaba la situa-ción del proletariado contemporáneo. Y en efecto, niantes de 1845, ni después, ha aparecido una descrip-ción tan brillante y veraz de los padecimientos de laclase obrera.

Engels se hizo socialista sólo en Inglaterra. EnManchester se puso en contacto con militantes delmovimiento obrero inglés y empezó a colaborar en laspublicaciones socialistas inglesas. En 1844, al pasarpor París de regreso a Alemania, conoció a Marx, con

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* Señalaron más de una vez que, en gran parte, de-bían su desarrollo intelectual a los grandes Filósofosalemanes, y en particular a Hegel. «Sin la filosofía ale-mana — dijo Engels — no existiría tampoco el socia-lismo científico.»[9]

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quien ya mantenía correspondencia. En París, bajo lainfluencia de los socialistas franceses y de la vida enFrancia, Marx también se hizo socialista. Allí fue don-de los dos amigos escribieron La sagrada familia, ocrítica de la crítica crítica. Esta obra, escrita en sumayor parte por Marx, y que fue publicada un añoantes de aparecer La situación de la clase obrera enInglaterra, sienta las bases del socialismo materialistarevolucionario, cuyas ideas principales hemos expues-to más arriba. La sagrada familia es un apodo iróni-co dado a dos filósofos, los hermanos Bauer, y a susdiscípulos. Estos señores practicaban una crítica fuerade toda realidad, por encima de los partidos y de lapolítica, que negaba toda actividad práctica y sólo con-templaba «críticamente» el mundo circundante y lossucesos que ocurrían en él. Los señores Bauer califi-caban desdeñosamente al proletariado como una masasin espíritu crítico. Marx y Engels protestaron enérgi-camente contra esa tendencia absurda y nociva. Ennombre de la verdadera personalidad humana, la delobrero pisoteado por las clases dominantes y por elEstado, exigieron, no una actitud contemplativa, sinola lucha por una mejor organización de la sociedad. Y,naturalmente, vieron en el proletariado la fuerza capazde desarrollar esa lucha en la que está interesado. An-tes de la aparición de La sagrada familia, Engels ha-bía publicado ya en la revista Anales franco-alema-nes, editada por Marx y Ruge, su Estudio crítico so-bre la economía política, en el que analizaba, desdeel punto de vista socialista, los fenómenos básicos delrégimen económico contemporáneo, como consecuen-cia inevitable de la dominación de la propiedad priva-da. Sin duda, su vinculación con Engels contribuyó aque Marx decidiera ocuparse de la economía política,ciencia en la que sus obras produjeron toda una revo-lución.

De 1845 a 1847 Engels vivió en Bruselas y en París,alternando los estudios científicos con las actividadesprácticas entre los obreros alemanes residentes en di-chas ciudades.

Allí Engels y Marx se relacionaron con una asocia-ción clandestina alemana, la «Liga de los Comunistas»que les encargó expusieran los principios fundamenta-les del socialismo elaborado por ellos. Así surgió elfamoso Manifiesto del Partido Comunista de Marxy Engels, que apareció en 1848. Este librito vale portomos enteros: inspira y anima, aún hoy, a todo el pro-letariado organizado y combatiente del mundo civiliza-do.

La revolución de 1848, que estalló primero en Fran-cia y se extendió después a otros países de Europaoccidental determinó que Marx y Engels regresaran asu patria. Allí en la Prusia renana, asumieron la direc-ción de la Nueva Gaceta Renana, periódico demo-crático que aparecía en la ciudad de Colonia. Los dosamigos eran el alma de todas las aspiraciones demo-cráticas revolucionarias de la Prusia renana. Ambosdefendieron hasta sus últimas consecuencias los inte-

reses del pueblo y de la libertad, contra las fuerzas dela reacción. Como se sabe, éstas triunfaron, NuevaGaceta Renana fue prohibida, y Marx, que durantesu emigración había perdido los derechos de súbditoprusiano, fue expulsado del país; en cuanto a Engels,participó en la insurrección armada del pueblo, com-batió en tres batallas por la libertad, y una vez derrota-dos los insurgentes se refugió en Suiza, desde dondellegó a Londres.

También Marx fue a vivir a Londres; Engels no tardóen emplearse de nuevo, y después se convirtió en so-cio de la misma casa de comercio de Manchester en laque había trabajado en la década del 40. Hasta 1870vivió en Manchester, y Marx en Londres, lo cual no lesimpidió estar en estrecho contacto espiritual: se escri-bían casi a diario. En esta correspondencia los amigosintercambiaban sus opiniones y conocimientos, y con-tinuaban elaborando en común el socialismo científico.En 1870, Engels se trasladó a Londres, y hasta 1883,año en que murió Marx, continuaron esa vida intelec-tual compartida, plena de intenso trabajo. Como frutode la misma surgió, por parte de Marx, El Capital, laobra más grandiosa de nuestro siglo sobre economíapolítica, y por parte de Engels, toda una serie de obrasmás o menos extensas. Marx trabajó en el análisis delos complejos fenómenos de la economía capitalista.Engels esclarecía en sus obras, escritas en un lenguajemuy ameno, polémico muchas veces, los problemascientíficos más generales y los diversos fenómenos delpasado y el presente, inspirándose en la concepciónmaterialista de la historia y en la doctrina económicade Marx. De estos trabajos de Engels citaremos la obrapolémica contra Dühring (en ella el autor analiza losproblemas más importantes de la filosofía, las cienciasnaturales y la sociología)**, El origen de la familia,la propiedad privada y el Estado (traducida al ruso yeditada en San Petersburgo, 3a ed. de 1895), LudwigFeuerbach (traducción al ruso y notas de J. Plejánov,Ginebra, 1892)[2], un artículo sobre la política exte-rior del gobierno ruso (traducido al ruso y publicadoen Sotsial-Demokrat, núms. 1 y 2, en Ginebra)[3],sus magníficos artículos sobre el problema de la vi-vienda[4], y finalmente, dos artículos, cortos pero muyvaliosos, sobre el desarrollo económico de Rusia (Fe-derico Engels sobre Rusia, traducción rusa de V.Zasúlich, Ginebra 1894)[5]. Marx murió sin haber po-dido terminar en forma definitiva su grandiosa obrasobre el capital. Sin embargo, estaba concluida en bo-rrador, y después de la muerte de su amigo, Engelsemprendió la ardua tarea de redactar y publicar lostomos II y III. En 1885 editó el II y en 1894 el III (no

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** Es un libro admirablemente instructivo y de ricocontenido[10]. Por desgracia sólo se ha traducido alruso una pequeña parte de esta obra, que contiene unesbozo histórico del desarrollo del socialismo (Desa-rrollo del socialismo científico[11], 2a ed., de Gine-bra, 1892).

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tuvo tiempo de redactar el IV[6]). Estos dos tomos leexigieron muchísimo trabajo. El socialdemócrataaustriaco Adler observó conr azón que, con la ediciónde los tomos II y III de El Capital, Engels erigió a sugenial amigo un monumento majestuoso en el cual,involuntariamente, grabó también con trazos indeleblessu propio nombre. En efecto, esos dos tomos de ElCapital son la obra de los dos, Marx y Engels. Lasleyendas de la antigüedad relatan diversos ejemplosde emocionante amistad. El proletariado europeo puededecir que su ciencia fue creada por dos sabios y lucha-dores cuyas relaciones superan a todas las conmove-doras leyendas antiguas sobre la amistad entre los hom-bres. Siempre, y por supuesto, con toda justicia, Engelsse posponía a Marx. «Al lado de Marx — escribió aun viejo amigo suyo — siempre toqué el segundo vio-lín.»[7] Su afecto por Marx mientras vivió, y su vene-ración a la memoria del amigo desaparecido fueron infi-nitos. Este luchador austero y pensador profundo, te-nía una gran sensibilidad.

Durante su exilio, después del movimiento de 1848-1849, Marx y Engels se dedicaron no sólo a la laborcientífica. Marx fundó en 1864 la «Asociación Inter-nacional de los obreros»[8] que dirigió durante un de-cenio. También Engels participó activamente en sustareas. La actividad de la «Asociación Internacional»que, de acuerdo con las ideas de Marx, unía a los pro-letarios de todos los países, tuvo una enorme impor-tancia para el desarrollo del movimiento obrero. Peroinclusive después de haber sido disuelta dicha asocia-ción en la década del 70, el papel de Marx y Engelscomo unificadores de la clase obrera no cesó. Por elcontrario, puede afirmarse que su importancia comodirigentes espirituales del movimiento obrero seguíacreciendo constantemente, porque propio movimientocontinuaba desarrollándose sin cesar. Después de lamuerte de Marx, Engels siguió siendo el consejero ydirigente de los socialistas europeos. A él acudían enbusca de consejos y directivas tanto los socialistas ale-manes, cuyas fuerzas iban en constante y rápido au-mento, a pesar de las persecuciones gubernamentales,como los representantes de países atrasados, por ejem-plo españoles, rumanos, rusos, que se veían obligadosa estudiar minuciosamente y medir con toda cautelasus primeros pasos. Todos ellos aprovechaban el ri-quísimo tesoro de conocimientos y experiencias delviejo Engels.

Marx y Engels, que conocían el ruso y leían las obrasaparecidas en ese idioma, se interesaban vivamente porRusia, seguían con simpatía el movimiento revolucio-nario y mantenían relaciones con revolucionarios ru-sos. Antes de ser socialistas, los dos habían sido de-mócratas y el sentimiento democrático de odio a laarbitrariedad política estaba profundamente arraigadoen ellos. Este sentido político innato, agregado a unaprofunda comprensión teórica del nexo existente entrela arbitrariedad política y la opresión económica, asícomo su riquísima experiencia de la vida, hicieron que

Marx y Engels fueran extraordinariamente sensibles enel aspecto político. Por lo mismo, la heroica lucha sos-tenida por un puñado de revolucionarios rusos contrael poderoso gobierno zarista halló en el corazón deestos dos revolucionarios probados la más viva sim-patía. Y por el contrario, era natural que la intenciónde volver la espalda a la tarea inmediata y más impor-tante de los socialistas rusos — la conquista de la li-bertad política —, en aras de supuestas ventajas eco-nómicas, les pareciese sospechosa e incluso fuese con-siderada por ellos como una traición a la gran causa dela revolución social. «La emancipación del proletaria-do debe ser obra del proletariado mismo», enseñaronsiempre Marx y Engels. Y para luchar por su emanci-pación económica, el proletariado debe conquistardeterminados derechos políticos. Además, Marx yEngels veían con toda claridad que una revolución po-lítica en Rusia tendría también una enorme importanciapara el movimiento obrero de Europa occidental. LaRusia autocrática ha sido siempre el baluarte de todala reacción europea. La situación internacional extraor-dinariamente ventajosa en que colocó a Rusia la gue-rra de 1870, que sembró por largo tiempo la discordiaentre Alemania y Francia, no hizo, por supuesto, másque aumentar la importancia de la Rusia autocráticacomo fuerza reaccionaria. Sólo una Rusia libre, que notuviese necesidad de oprimir a los polacos, finlandeses,alemanes, armenios y otros pueblos pequeños, ni deazuzar continuamente una contra otra a Francia y Ale-mania, daría a la Europa contemporánea la posibilidadde respirar aliviada del peso de las guerras, debilitaríaa todos los reaccionarios de Europa y aumentaría lasfuerzas de la clase obrera europea. Por lo mismo,Engels, deseó fervientemente la instauración de la li-bertad política en Rusia, pues también contribuiría aléxito del movimiento obrero en Occidente. Con sumuerte los revolucionarios rusos han perdido al mejorde sus amigos.

¡Memoria eterna a Federico Engels, gran luchador ymaestro del proletariado!

V.I LeninFEDERICO ENGELS

(1895)NOTAS

1. Las palabras citadas en el epígrafe al artículo Fe-derico Engels las tomó V. I. Lenin de la poesía del poetaruso Nikolái Alexéievich Nekrásov En memoria deDobroliúbov.

2. Se refiere a la obra de F. Engels LudwigFeuerbach y el fin de la filosofía clásica alemana.

3. Se alude al artículo de F. Engels «La política exte-rior del zarismo ruso» (C. Marx y F. Engels, ObrasCompletas, t. XXlI), impreso en los dos primeros nú-

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meros de la revista Sotsial-Demokrat de 1890 bajoel título «La política exterior del Imperio Ruso».Sotsial-Demokrat: revista literaria y política editadapor el grupo «Emancipación del Trabajo» en 1890 enLondres y en 1892 en Ginebra; en total se publicaroncuatro números.

4. Lenin alude al artículo de F. Engels «Contribuciónal problema de la vivienda». (C. Marx y F. Engels,Obras Completas, t. XXI.)

5. Se alude al artículo de F. Engels, «Acerca de lascuestiones sociales en Rusia» y el epílogo a dicho artí-culo. (C. Marx y F. Engels, Obras Completas, t. XVIIIy XXII.)

6. En consonancia con una indicación de F. Engels,V. I. Lenin llama cuarto tomo de El Capital a la obrade C. Marx Teorías de la plusvalía. En el prefacio alsegundo tomo de El Capital, Engels escribió: «Mereservo el derecho de publicar la parte crítica de estemanuscrito en concepto de IV volumen de El Capital,con la particularidad de que se suprimirán de él nume-rosos pasajes, agotados en los tomos II y III». Sinembargo, Engels no tuvo tiempo de preparar para laprensa el IV tomo de El Capital. Teorías de laplusvalía se publicaron por vez primera en alemán re-dactadas por K. Kautsky en 1905-1910.

7. Se alude a la carta de F. Engels a I. Ph. Beckerdel 15 de octubre de 1884.

8. Asociación Internacional de los Obreros (I Inter-nacional): se trata de la primera organización interna-cional del proletariado fundada en Londres por Marxen otoño de 1864. La I Internacional encabezada porMarx y Engels dirigía la lucha económica y política delos obreros de los diferentes países, realizaba la luchaenconada contra la corriente antimarxista delproudhonismo, bakuninismo, tradeunionismo ylassalleanismo, fortaleciendo la solidaridad obrera in-ternacional. La I Internacional dejó de existir en reali-dad en 1872 después de la Conferencia de la Haya yfue disuelta oficialmente en 1876. Como lo señalabaLenin, la I Internacional «sentó los fundamentos de laorganización internacional de los trabajadores parapreparar su ofensiva revolucionaria contra el capital».(V. I. Lenin, Obras Completas, t. XXIX.)

9. Véase F. Engels, «Prefacio a La guerra campe-sina en Alemania. (C. Marx y F. Engels, Obras Com-pletas, t. XVIII.)

10. Se alude a la obra de F. Engels Anti-Dühring.11. Con este título se publicó en la edición rusa de

1892 la obra de F. Engels Del socialismo utópico alsocialismo científico, basada en tres capítulos del li-bro de F. Engels Anti-Dühring.

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