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Agustín Eck Las profecías de Eliseo Madariaga Buenos Aires 2008

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Eliseo Madariaga, austero descendiente de caudillos entrerrianos, es un interlocutor experimentado, conoce al dedillo su Biblia y otea los signos con mirada sabia. Da gusto caminar a su lado, recorrer la patria terrenal y la futura, acompañarlo a pensar el inexorable modo en que la historia se desliza y corre hacia los días finales.ÍndiceI. Semblanza de Don EliseoII. La abominación desoladoraIII. Una vuelta a caballo... y otras cosasIV. La espiritualidad de EliseoV. La sociedad de la anomíaVI. El perfil del “Ánomos”VII. El signo de Israel y las Naciones Una reivindicación cristiana del nacional-socialismo Un “paper” de Eliseo El tiempo de las Naciones El destino de Israel. O “De Gloria Olivae”

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  • Agustn Eck

    Las profecas de Eliseo Madariaga

    Buenos Aires 2008

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    SEMBLANZA DE DON ELISEO

    -Cmo ves al mundo, profeta? -Va a su perdicin. El viejo se alis el pelo, estir las piernas y tom el mate que le

    ofreca. Era en un claro del monte espeso de algarrobo, espinillos y talas

    --de los pocos que quedaban, por la expansin de la agricultura-, en un departamento del norte de Entre Ros. Hasta all haba llegado yo, en una de mis travesas a caballo.

    Haba dado con Eliseo (Eliseo Madariaga, medio descendiente de los caudillos correntinos), despus de informarme en el pueblito de Sauce de Luna, andando legua y media por callejones de tierra, hasta que di con su chacrita. Saba de l por los amigos de Paran. Hombre de unos setenta aos, viudo desde haca diez, Madariaga haba sido propietario de una estancia bastante importante, de cra y ovejas, herencia que le vena segn l -vaya a saber por dnde- de las posesiones de Hernandarias, que tomaban una franja como de veinte leguas entre el Paran y el Uruguay. Perdi todo -casi todo-en la gran crisis del campo de los aos '90, cuando a las diabluras de Menem, se sum una seca que le liquid las tres cuartas partes de los vientres. Vindose venir tiempos an peores, se anticip a vender la mayor parte y se qued con su chacra de 50 hectreas, que incluan

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    s

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  • el casco viejo y los galpones. Se achic. Se achic, y concentr el capital restante en lo que le quedaba: y se pas a la "autosuficiencia". "Hay que cortar'', me dijo, ''el intercambio con el mundo capitalista, en esto como en todo lo dems. Con esto me basta y me sobra. No vendo, cuanto ms, canjeo". "Y los impuestos?", le pregunt, "y qu hacs si te enfenns?". "Para los impuestos, es cierto, hago algo de numerario. Mi seguro de salud?: ves aqul piquete con las vacas y los temeros que me quedaron?: son mi seguro de salud".

    Y as. El viejo viva solo. Un pen tena, un pen viejo que lo ayudaba en el ordee y en la cra de algunos chanchos, y en las car-neadas. Y una vieja mulata, mucama y lavandera, hija de hijas de gente de servicio, afincadas all.

    Pero el inters de don Eliseo no era slo se, el de su vida natural, alejada del loquero. A su sensatez de vida sumaba una cultura porten-tosa. Cultura general y cultura filosfica y cientfica. De joven se ha-ba recibido de bilogo y haba hecho el doctorado en Alemania -

  • * * *

    Era un hombre extraordinariamente amable, en el sentido propio del trmino: digno de ser amado; y eso ya a primera vista. Mucho ms cuando se empezaba a conocer su alma. Siempre me he fiado de mi apreciacin de los caracteres por la fisonoma.

    Como digo, haba pasado los setenta aos. Pero no era lo que se dice "un viejo". Era s, un anciano, un anciano venerable, por su semblante; y, despus de conocerlo, mucho ms por su sabidura y prudencia. Pero, fisicamente, era todava joven. Estaba en la plenitud de sus fuerzas, como se comprobaba con slo verlo caminar y montar a caballo. Fuerte, incluso gil: haca un poco, creo, alarde frente a m, mucho ms joven. Y se mofaba paternalmente de los jvenes. "Ustedes, deportistas -le haba dicho que jugaba al polo- consiguen un desarrollo unilateral, y especfico: para meter goles. No debe ser as. La fortaleza fsica debe ser integral, apta para todo".

    Pero su semblante ... esto era lo que lo haca amable, y venerable. Cabeza bien plantada, sobre un cuello descamado y ms bien largo. Nariz algo pronunciada y boca fina: casi siempre con una semi-son-risa levemente irnica. Ojos claros, azul-verdosos, cuya claridad se destacaba por ser de pelo castao oscuro. Apenas unas pocas canas en la cabeza, no as la barba, toda ella canosa, cuidada.

    En suma, un tipo de criollo como, pese a la apreciacin comn, he visto muchos. Contra las leyendas indigenistas, predominante-mente "blancos", con slo algunos signos de ascendencia americano-nativa ... y medularmente aristocrticos, tanto en el porte como en los gestos.

    Como criollo que era, su atuendo - siempre el mismo- consista en bombachas, aseguradas con una faja, camisa de tipo militar, alpargatas, pauelo al cuello. Se cubra, no con sombrero ni boina, sino - cosa bastante habitual hasta hace un tiempo en el campo entrerriano-con casco ingls "de explorador". Todo ello, y l mismo, siempre limpsimo ... como criollo que era, en esto tambin. Porque el orden y la limpieza que guardaba con su persona, no la haca extensiva al

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    ambiente que lo rodeaba. No que fueran, su casa y su parque, tan su-cios y desordenados, tampoco. Pero se vea que ninguna de ambas cosas lo preocupaba demasiado. La casa era linda, sin duda: tpica casa de estancia vieja, con techo de azotea y galeras. Pero estas l-timas daban directamente al suelo pelado y polvoriento, hasta donde llegaban escarbando las gallinas, y hurgaban algunos cuzcos. Por el parque pareca no haberse preocupado mucho, tampoco. Salvo algu-nos parasos y un roble, todos los rboles eran vestigios del monte original: algarrobos, espinillos, talas y andubays. Por supuesto, nin-gn cantero de flores; amaba, sin embargo, a la naturaleza, y ms que nada, a los rboles. Pero, sobretodo, a los rboles y a la naturaleza "salvajes", con la salvedad que se ver despus.

    Conviv con l como quince das, quince das que fueron para m ms aleccionadores que todas las lecturas y reflexiones sobre la "pro-feca" que haba hecho hasta entonces, y que me han sido enorme-mente tiles y consoladores en estos aciagos tiempos posteriores a mi estada. Porque, en efecto, hubiera seguido indefinidamente con l (su amabilidad conmigo me aseguraba que no lo cansaba, y yo, por mi parte, literalmente gozaba con su compaa), si el aconteci-miento que relatar al final, y que nos trastorn la vida a todos, no hubiera urgido mi vuelta a Buenos Aires, junto a mi familia.

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    LA ABOMINACIN DESOLADORA

    La afirmacin lapidaria que pongo al principio -"este mundo va a su perdicin"- me la hizo al poco tiempo de llegado, y fue cuando la conversacin empez a embarcarse en el tema de los "signos" --los signos del Advenimiento-. Hasta entonces nos habamos ubicado el uno al otro, con charla sobre amigos comunes, historias personales, sus concepciones tcnico-econmicas de la "empresa" -su chacrita-, y dems.

    Como dije, tena una capacidad especial para la lectura de estos "signos" en la historia contempornea. No s si fue antes o despus, o mezclado en el curso de sus charlas -aqu resumo- me explic el sentido general de los signos, de los signos significantes del Hecho Parusaco. No me dijo en esto nada que fuera totalmente nuevo para m: segua -como yo- a Castellani. Pero una de las cosas me qued grabada, como visin global y, al mismo tiempo, explanatoria: "No se nos pide -me explic- que anticipemos el Hecho, como si lo vi-ramos. Nadie puede verlo, ni la previsin del tiempo preciso, ni su figura: no es posible describirlo, imaginativamente. Porque, como dijo Bossuet, hasta las cosas que Dios nos ha anunciado, pasarn de un modo distinto a como las imaginamos. El Hecho del Advenimiento nos sorprender, tiene que sorprendemos. Pero eso no quita que ten-gamos que estar atentos, atentbs a los signos. Su reconocimiento

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  • nos dar lo necesario para prepararnos. Ojo, entonces, a los signos! Aguzar la mirada de nuestra inteligencia, s; tratar de entrever las caractersticas de lo que vendr, y palpitar su proximidad, tambin. Pero no tendremos la certeza de lo uno ni de lo otro. Los tiempos precisos, y lo que ellos nos traern ... slo el Padre los conoce. Y es bue-no, buensimo, maravilloso que sea as; como es bueno y maravilloso todo lo que se refiere a la Fe: al ver-sin-ver, al claroscuro de la Fe".

    Segua a Castellani -como digo-, pero a sus instancias haba seguido profundizando en lecturas. Y, por supuesto, llegaba ms lejos que Castellani: como l mismo deca, siguindolo tambin en esto, slo por haberlo sucedido en el tiempo. Segua a Castellani ... pero lo criticaba, y, en algunos casos, duramente.

    -Hay muchas cosas que Castellani no interpret bien, an entre las que le tocaron vivir -me empez a decir, en una de las mltiples e interminables mateadas bajo la sombra de su galera-. Los que venimos detrs de l, podemos corregirlo retrospectivamente. Porque esas cosas evolucionaron distinto, y mostraron despus su verdadera faz, su modalidad. Lo cual no quita que haya acertado en lo funda-mental.

    -Es esto una confirmacin de lo que dijiste? Qu los signos no nos dan certidumbre, ni del tiempo de la ocurrencia del hecho futuro, ni de sus modalidades?

    -Exacto! -me anim-: en la interpretacin general de los signos, Castellani vio bien, pero en ciertos detalles se equivoc ... fiero. No puede culprsele, y adems hizo bien en arriesgar anticipaciones. Vivimos de l, tambin de sus errores. Quin, que no tenga "la pre-cisa" bajada del Trono de la Providencia, podra acertar en el detalle? Porque atend a esto: decir detalle es decir el hecho futuro mismo. Y esto es lo que nadie, ni los ngeles, pueden conocer. Nadie ms que el Eterno.

    Lo inst a explayarse: -En cul de las interpretaciones de su tiempo le ves error a Cas-

    tellan\? Creo que te sals de la vaina por exponerme tu interpretacin.

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    Pas por alto mi ltimo chumbazo a su vanidad. -Castellani interpret mal... no, no digo mal: interpret a medias

    bien y a medias mal, por ejemplo, lo del "farisesmo en la Iglesia", su tema dominante; por ejemplo, tambin ... el significado del nacio-nalismo en la historia reciente. En ambos casos, acert en algo -tal vez en lo fundamental-, y err en los detalles, quiero decir, en el modo. Lo que dije de Bossuet: hasta las cosas futuras que Dios nos ha revelado -y a Castellani le fueron reveladas cosas- ocurren de un modo distinto a como lo pensamos.

    -A las cosas, pues -lo apur-. En qu se equivoc Castellani sobre lo del "farisesmo en la Iglesia"?

    -No se equivoc, en lo fundamental. Vio bien que un recrudeci-miento del farisesmo sera lo que corrompera a la Iglesia de los l-timos tiempos, as como haba sido el fermento de pudricin de la Sinagoga en la "sazn de los tiempos". A esto, hoy lo vemos, esto es as: el farisesmo es el alma de la apostasa actual de los clrigos, es la "abominacin desoladora". Y es, as, un signo, un signo parusaco, porque est escrito ...

    - ... "Cuando veis la abominacin de la desolacin en el lugar santo ... " -complet yo.

    -Bien, Bien! -aprob mientras me devolva el mate-. El farises-mo es, hoy tambin, la "abominacin de la desolacin en el lugar santo". Pero ... -marc la pausa- el farisesmo que cunde en la Iglesia actual no tiene nada que ver con el farisesmo con el que lidi Cristo .. . y Castellani.

    -Nada que ver? -inst por mi parte. -Digamos mejor: es totalmente diferente. Totalmente diferente

    en el modo; segn su modo de ser, hasta puede decirse que es su opuesto. Y, sin embargo, s, hay que reconocerlo, ambos farisesmos son lo mismo, en su esencia.

    Me pareci necesario aclarar: -Si mal no recuerdo, Castellani dice algo as como que el farises-

    mo es, esencialmente, el aprovechamiento de la religin en beneficio

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  • propio, o el uso de la religin para la promocin personal o poltica de los hombres de Iglesia ...

    -Y eso es lo que es. Pero lo que ha hecho cambiar diametralmente al nuevo farisesmo respecto del viejo es, sencillamente, que lo que promociona polticamente hoy a los hombres de Iglesia es diametral-mente opuesto a lo que promocionaba antes. Las cosas que promocio-nan polticamente a los hombres de Iglesia, como a cualquier otro ... cules son, hoy? Son, acaso, la fama de virtud, de ascetismos, de observancia, el legalismo, la oracin y el ayuno? Lo son las seales de dignidad y jerarqua, las tnicas y las filacterias? Promocionan estas cosas, hoy, a alguien? Son fuente de fama? Sirven para ha-cerse admirar por los hombres del Mundo? Son estas cosa, o ms bien ... cules?

    Contest lo que me pareci obvio: -Dira que, precisamente, sus contrarias. -Y diras bien -confirm-. Lo que da fama, lo que da predicamen-

    to y, por lo tanto, peso poltico, no es la ostentacin de dignidad, sino de vulgaridad, no la sotana ni la capa pluvial, sino la camperita, los ')eans" y las ojotas ... no, sin duda, el rigor sino el "amor", no el ascetismo sino la liviandad, no el legalismo sino la "conciencia", no el deber sino la tolerancia y el permisivismo ...

    -Los "nuevos curas" ... -Los nuevos curas, y los nuevos obispos, y arzobispos, y cardena-

    les ... los ves, los ves?-se enardeca Elseo-'-: campechanos, desastra-dos, con slo una crucecita para distinguirlos, en la solapa del clergy ... o de la camperita.

    -Yo siempre haba pensado -acot- que esa vulgaridad afectada no era ms que una manera de eludir, nuestros "pastores", todo lo que los identifica como representantes de lo sacro, su voluntad de sacarse de encima ese pesado fardo. Segn vos, no sera eso ...

    -Es eso, tambien, sin duda. Y bajo ese aspecto forma parte del proceso general de apostasa y desacralizacin. Ese es su lado negati-vo, digamos, la pars destruens, pero la cosa tiene otro sentido, ade-

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    ms. Un sentido afirmativo y constructivo, es decir, promocional. Se promocionan con eso, logran audiencia ... qu fueron las "misas de la juventud", con ejecutantes rockeros? Qu es la barahnda de la liturgia guitarrera? Qu, sino propaganda y bsqueda de "rating"?

    Aunque original, la teora de mi mentor sobre el nuevo farisesmo, me pareci que se quedaba corta, comparada con la de Castellani. Con mucho respeto -slo ms tarde llegu a conocer su acendrada modestia- se lo manifest:

    -De acuerdo, Elseo, pero me parece ... me perdons?, un poco superficial, como caracterizacin del farisesmo.

    -Es cierto -me contest- tens razn. Lo que te digo es el ropaje, el atuendo exterior, la "figura", del nuevo farisesmo. El "alma" es otra, y es lo grave, y es donde tiene asiento la "abominable desola-cin". Esta alma, este espritu del nuevo farisesmo es otra cosa. Es ... "la corrupcin de la Caridad". Sabs lo que quiero decir?

    -No ... -El viejo farisesmo corrompi, pervirti, la ley. Fue el legalismo,

    el rigorismo legalista. Esta es la marca caracterstica del viejo farises-mo, y esto lo que se entiende, todava hoy, por l: por los que no en-tienden. Porque este nuevo farisesmo de hoy, ni habla de la ley, reniega, en realidad, de la ley. Lo que propala en forma corrompida, es la Caridad. La Caridad corrompida ... es el "fraternalismo", el falso amor horizontalista "a todos los hombres". Aqu est el fondo de la diferencia entre el nuevo farisesmo y el viejo. Pero este nuevo es tan farisesmo como el viejo. Y es peor, muchsimo peor, porque lo que ha corrompido el actual es la Caridad, y la Caridad es infipita-mente mejor que la Ley.

    -Entiendo, s -le dije-, creo que te entiendo. Entiendo por qu me sublevan tanto las homilas "a puro amor" de los curas. Ese no decir nada, nada de lo importante, nada de doctrina, esa ... baba.

    -Y, bueno, es que tens el "sentido de la Fe", es que intus la tre-menda apostasa. Por eso te sublevan. Pero el fondo teolgico, es el que te digo: la corrupcin, la mundanizacin de la Caridad. Y esto,

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  • si entendemos lo que la Caridad significa, es un espanto. Es ... abo-minable; y es lo que ha "desolado" a la Iglesia actual. Es la "abomina-ble desolacin ... en el lugar santo". Sabs que la otra versin dice "en el lugar donde no debe" ... bueno, es eso. Porque esa sustitucin de la Caridad verdadera puede estar en el Mundo (en el Mundo esta-ba), pero no en la Iglesia.

    -Y esto es -insist- farisesmo, para vos ... -Es farisesmo, s, farisesmo en su esencia. Es el farisesmo como

    lo hemos definido: el intento de valerse de la religin, pero adaptado al Mundo de hoy.

    -Y esta "Caridad corrompida" ... esto es lo que promociona polti-camente hoy a los hombres de Iglesia?

    -Y qu te parece? Bajo qu caracterizacin es reconocida hoy la Iglesia, reconocida como una institucin respetable? No has ledo, en los diarios, en qu se basa la buena reputacin de la Iglesia argen-tina, a la que colocan, en el "ranking", por encima de los sindicatos y los polticos, hasta por encima de los periodistas y de la prensa? No es, sin duda, como "maestra de Fe y de costumbres", que por otra parte no lo es hoy tampoco. En qu, en qu? Te dejo la palabra ...

    -Bueno, has guiado mi respuesta, pero es obvia: la respetan como agente de "concordia", como predicadora de la solidaridad y el fra-ternalismo, como sociedad de beneficencia: "Critas", la "Mesa del Dilogo" ...

    -T lo has dicho -dijo animado-. sa es la Iglesia con buena prensa, sa es la Iglesia con acogida social, sa es la Iglesia reconoci-da, y a la que se le dar entrada en el Nuevo Mundo Unificado. Y se le reconocer un lugar honorfico, un lugar preferencial. Ella corona-r, as, espiritualmente, el nuevo proyecto mundialista, el Estado

    Mund~al... del Anticristo. Obviamente, es sa la figura de la Iglesia que alientan los nuevos fariseos. Pero ... -me devolvi el mate hacien-do una mueca de asco- este mate est abominable, de lavado!

    Se dio vuelta hacia la casa: -Urbanaaaa .... !

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    Sali la mulata refregndose las manos en el repasador. Era impo-sible no regocijarse al mirarla: un rostro jovial, de ancha sonrisa, tpico exponente de la raza.

    -Seor ... ? -A ver si nos ensilla este mate. Ya no se puede tragar. -Van a quedar verdes de tomar mate, ustedes ... -"Panza-verdes" -intervine-. No es as como nos llaman, a los

    entrerrianos? -Pero sabrs -me corrigi- que no es por el vicio del mate ... -Siempre cre que era por eso ... -No -aadi-. Es por las infanteras entrerrianas, no s si de

    Urquiza o Lpez Jordn. El uniforme era con una especie de delantal blanco adelante, que quedaba verde con los cuerpo-a-tierra, en los trebolares que antes cubran la provincia.

    -Mir vos ... siempre se aprende algo nuevo-dije distradamente (me interesaba la continuacin de la frase inconclusa sobre los fariseos).

    -Pero .. . en qu estbamos? Ah, s: en la palabra "fariseo". Por ms que sea como te he dicho, que los fariseos de hoy, los verdaderos fariseos, no se parecen nada a los de antes, es claro: resulta dificil cambiar la sugestin de la palabra. Para todo el mundo, "fariseo" si-gue aludiendo al hombre rigorista, observante, legalista. Bajo esa significacin, los nuevos fariseos se la endilgan a los que hoy los contradicen: a los conservadores, a los "ultras", a los "integristas", a los que intentan todava cumplir con la ley.

    -Creo que te he entendido bien -le dije-, pese a que a m me sea dificil, tambin, cambiar la sugestin de la palabra. Pero, ahora, decme: se acab el viejo farisesmo? No queda, de todos modos, en la Iglesia, tambin farisesmo del viejo cuo, vituperable por los mismos motivos? Castellani...

    -Por su puesto -reconoci-, Castellani sufri en carne propia al otro, al farisesmo de viejo cuo que, sin duda, pervivi en la Iglesia en toda su historia. Que incluso, dira, arreci al final. Hacia el final...

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  • antes de que apareciera este otro. Lo que Castellani no alcanz a ver, fue este cambio, cambio de direccin del farisesmo de siempre. Y no termin de ver que, bajo este nuevo aspecto, sera el alma de la apostasa en la Iglesia. Sus Monseores del "Movimiento Vital Catlico", en Dulcinea, los "Panchampla" y los "Fleurette" son, ms bien, del tipo fariseo convencional. El cura abomin, por supuesto, de la hereja progresista, pero no lleg a identificarla como expresin del nuevo farisesmo. Demasiado haba padecido por obra del viejo ... Fue, en realidad, el Concilio, lo que cambi todo.

    -O sea que ya hoy no queda en la Iglesia farisesmo del viejo. Si el Concilio cambi todo ...

    -No me apures -contest-, no he querido decir eso. Por lo pronto, quedan, s, quedan en la Iglesia de hoy "bolsones" del farisesmo a la antigua. Son, en cierto modo, prolongacin de los vicios de la Iglesia pre-conciliar que, es claro, los tena, tena sus vicios.

    -Te refers a los "lefebvristas"? -pregunt. Mene la cabeza, con aire cansino: -No ... no precisamente a ellos. Otros grupos ... pero dejemos eso,

    porque tengo amigos entre ellos ... De todos modos, el farisesmo realmente peligroso, hoy, es el que te dije.

    -No, no dejemos nada-lo ataj--. Mis amigos de Bella Vista me cargan siempre con sus prevenciones contra el legalismo y el forma-lismo vaco de esos grupos, a los cuales tachan de farisesmo, segn el sentido convencional de la palabra. Qu se les contesta?.

    -Ni te he negado que exista-me contest- ni que sea muy malo, como farisesmo que es. Pero acordte de lo que dijimos. Ese no es el farisesmo peligroso, hoy, para la Iglesia. Porque, de todos modos, estos no se promocionan en el Mundo con l, y, por lo tanto, no co-rrompen a la Iglesia con el mundanismo modernista. La cerrazn le-galista que, con razn, se les achaca, puede representar un peligro para la religiosidad personal de sus miembros, pero no representa, ni por asomo, un peligro de corrupcin y contaminacin general. Sin duda: no es a ellos a quienes apoya el Mundo. Por otra parte, co-

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    mote dije, la corrupcin de la Caridad, en los fariseos de nuevo cu-o, es infinitamente peor que la corrupcin de la Ley de los fariseos antiguos, o de los actuales "a la antigua" ... Es claro que a tus amigos se les puede reconocer esto: que si llegaran a "combinar" el nuevo farisesmo con el viejo ... quizs eso sera la corrupcin del cristianis-mo acorde con el Anticristo.

    -Un farisesmo duro con uno "light"? -pregunt. -S, claro, pero sobretodo: corrupcin de la Caridad ms corrup-

    cin de la Ley ... una mezcla explosiva. Quizs la versin eclesistica de la que podra ser la amalgama inverosmil del Anticristo: la "ano-ma", que es la desaparicin de toda Ley, con una tirana despiadada-mente legalista.

    -Era la primera vez que mencionaba el tema ste, de la "tirana noma", o "sin ley". Me pic la curiosidad:

    -La "cuadratura del crculo'', por decir as...? -S, pero no te creas. Algo as parece estar disendose, aunque

    parezca contradictorio. Pero, no s ... no s, no veo todava cmo se puede dar eso. No veo, precisamente, su figura.

    -Pero que ser, ser? No ves el cmo?-le pregunt, recordando su distincin anterior.

    -Y bueno, s, tens razn. Pero no quiero hacer conjeturas imagi-narias sobre el Hecho: "hypotheses non fingo " ...

    Apoyndose sobre las rodillas, se incorpor. No insist: Elseo no quera, por lo visto, ahondar por ahora en el tema. Y el segundo mate estaba ya tan lavado como el primero ...

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    UNA VUELTA A CABALLO ... Y OTRAS COSAS

    Promediaba la maana, y Elseo me haba prometido dar una vuel-ta a caballo, la primera de mi estada por sus pagos. Se lo record.

    -Vamos? -Vamos. Eusebio -Eusebio era el pen- ya ha de tener los caba-

    llos ensillados. -Me hiciste ensillar el mo? -No. Qu vas a hacer por el monte con tus mestizos "paleros"?

    Porque son de polo, no? En el fondo, y para su mentalidad criolla, me haca una concesin

    llamndolos mestizos. En realidad eran puros. -El tostado es de polo, no el tordillo que traje de tiro. -Bueno, de todos modos no te sirven ac, con esa alzada. Para el

    monte, mucho mejor mis criollos. Se oa el silbido de Eusebio detrs del tingladito que le serva de

    caballeriza. -Eusebio! Qu le ensillaste al amigo? -La lobuna, don Eliseo. -Vas a probar mi crdito ... vamos?

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  • ll'c"'
  • -Por supuesto, sirven al proceso. Pero, ojo!, fue una reaccin vlida al principio ... En algn momento, llegu a esperar que atacaran a las causas, a las causas de la destruccin del orden natural.

    -Cules? -No lo ves? Mientras siga en libre curso el apetito de crecimiento

    capitalista, el espritu de lucro, el lucrum rabies ... no hay retomo en el proceso de destruccin de la naturaleza, por ms paos fros que le pongan. El lucrum rabies, como vio Santo Toms, es infinito. Lo que no poda ver es su efecto desastroso, por el servicio que le presta su instrumento moderno, la ciencia-tecnologa divorciada de la Sabi-dura. Esto ya no es aprovechamiento, esto es violacin, es el estupro de la naturaleza ... para sacarle el jugo hasta el final.

    Di una bocanada al cigarrillo que acababa de prender, y coment, suficiente:

    -La "ciencia del bien y del mal"? -S, por ah va la cosa. La ciencia para el bien y para el mal. Sin

    Sabidura, slo para el mal. Es satnico, est clarito. Con esta ciencia, el hombre busca sustituirse a Dios. Orden natural? Pamplinas! Pamplinas escolsticas! Al Orden lo vamos a poner nosotros, el Mundo est mal hecho. Si Dios existe, Dios fue un psimo ingeniero!

    -Por tu tono, parece que lo dijo alguien, quin? -Jacob, un bilogo Premio Nobel. Lo le hace tiempo en "La

    Nacin". Habamos entrado en el monte ms espeso. La chacra de Eliseo

    tena una prolongacin que la haca llegar hasta el Gualeguay. Aqu ya era monte "en galera", con rboles de porte mayor, y un soto-bosque que dificultaba la marcha.

    -Pero qu maravilla, Elseo! No esperaba encontrarme algo as en mi provincia. Lapachos, Vir-Pit-yo alardeo de conocedor de rboles-... un "Cedrela", qu hace ac?

    -No lo creas, hay trampa. Estos los plant mi padre. Por supuesto, no son indgenas.

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    -Pues lo parecen, por el porte. -Ah est la cosa. No se trata de abdicar de la razn humana, y.

    de la modificacin de la naturaleza. Hay una tecnologa sabia, que modifica la naturaleza, inspirndose en ella, ars imitatur naturam. Dios no nos ha mandado que dejemos todo como est. Estos estn naturalizados, adaptados. Y adems -aqu aflor su vena esttica-, no chocan con el paisaje nativo.

    Le objet con la misma dificultad que a m me haban puesto, sosteniendo una postura semejante:

    -Y dnde est el lmite? Te lo pregunto porque me han planteado el problema. Dnde est el lmite entre una tecnologa respetuosa del orden natural y una violatoria o "estuprosa", como decs?

    -A veces es dificil contestar a la pregunta. Suele ser cuestin de prudencia: hasta dnde podemos alterar la naturaleza. Pero el tema de fondo no es tanto el "dnde", dnde est el lmite que no se debe traspasar, sino el reconocimiento de que hay un lmite. En algunos caso es claro: los cruzamientos de la fitotecnia o zootecnia tradiciona-les, que combinan y manejan lo que hay, son legtimos y convenien-tes, porque no alteran el tesoro gentico de las especies. La ingeniera gentica y la clonacin, son perversos. Para estos aprendices de brujo no hay lmites.

    -Y adnde va a llegar esto? -Te lo he dicho: no hay lmites. O, mejor dicho, no hay fondo. El

    proceso de corrupcin no tiene fondo. Este mundo va a su perdicin. Y arrastrar en su cada a la naturaleza entera.

    -El Fin, entonces? El Fin de la tierra que conocemos? -Esta Tierra tiene que morir, y nosotros, los que verdaderamente

    la amamos, vamos a sufrir ms que los otros, los que la tienen slo como "la casa del hombre". Slo por eso afectan protegerla, slo cuidan su propio pellejo. No la aman, ni siquiera los ecologistas. No se puede amar de verdad sino a lo que se reconoce como obra de Dios. Pero, descudate, ojo al signo!: "Vengo a destruir a los que destruyen la Tierra", dice el Apocalipsis. Cristo vuelve, a salvar la

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  • r~ f: naturaleza entera. Nosotros, los "apocalpticos'', esperamos esto. No

    ~ somos "negativos". La negacin de la negacin es una afirmacin. l. Queremos la regeneraCin, pero sta no ser por mano de hombre. \ La naturaleza ser destruida por el hombre. Slo Cristo Adveniente la resucitar. Pero no resucita sino lo que muere. ~' ; -Lewis, de nuevo ...

    -S. Lo dice en forma eximia. Hay que matar al "lagarto", para que resucite "brioso corcel". El lagarto es la naturaleza corrompida por el Pecado. El brioso corcel es la naturaleza muerta y regenerada.

    -Est bien. Pero una cosa es matarla en nosotros, mortificarla ... como parece decir Lewis ... El "lagarto" es la lujuria.

    -Es cierto. Nuestra naturaleza, humana, est corrompida por nosotros, y forma parte de nuestro yo pecador. Por eso tenemos que mortificarla. Cuando mortificamos a nuestro cuerpo, en realidad esta-mos mortificando a nuestro yo pecador. Pero la naturaleza exterior es inocente, ha sufrido "de rebote" los efectos del pecado. Ella no puede mortificarse a s misma, ni tendra sentido que lo hiciera. Es el largo brazo del hombre moderno el que la mata. Y por eso resuci-tar: los beneficios de la resurreccin de Cristo la alcanzarn gracias a ... a esa muerte inducida por el Hombre de Pecado. Ella tambin podr decir, de este horror que decamos, "Oh felix culpa!".

    No s de dnde sacaba esta interpretacin de las postrimeras de la naturaleza. No de Santo Toms, por cierto, para quien -hasta donde yo s- la regeneracin de todas las cosas no alcanzara a los seres del mundo sub-lunar, sujetos a generacin y corrupcin, sino slo a los elementos, dando as un "paisaje" del mundo de los resucitados casi "mineral". La interpretacin sta de Eliseo, en cambio, remita ms bien a la descripcin de Lewis. Desde luego, me gustaba mucho ms. Pero, quin puede saberlo con certeza? De nuevo -como haba dicho Elseo-: nos ha sido dado a conocer el qu: que nuestros cuer-pos resucitarn; pero no el cmo: en este caso en compaa de qu seres.

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    Ese da se complet con un mate a las orillas del ro (Eliseo car-gaba siempre con su matera y un calentadorcito a kerosene en su re-cado). De vuelta a las casas, almorzamos un cordero al asador, que ya tena preparado Eusebio cuando llegamos, y nos fuimos a dormir la siesta.

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  • IV

    LA ESPIRITUALIDAD DE ELISEO

    En esa ocasin llegu a atisbar, sin habrmelo propuesto, la otra faceta de la personalidad de Eliseo. Me haba intrigado que un hom-bre como l no manifestara, ni en sus conversaciones ni en sus actos, un nimo "piadoso". Que era un hombre de fe, resultaba indubitable. Pero esta fe, y su riqusima doctrina teolgica y proftica, se manifes-taba tan slo en expresiones objetivas. No hablaba jams de sus ex-periencias religiosas personales, ni las sugera en la conversacin. Bien s yo que ese contraste puede deberse a razones enteramente opuestas. Porque tanto se da en quienes no viven la fe que profesan como en quienes, vivindola, no lo manifiestan por pudor espiritual. Por todo lo que saba de l, era obvio que Eliseo no responda al pri-mer tipo. Era pudor de espritu lo que lo retena en la manifestacin de su piedad. Pero es claro que tambin este pudor puede ser, en al-gunos casos, afectado; y mezclarse con el respeto humano: el de no querer aparecer como "piadosn". Y en stos, el pudor se pasa de la raya, porque si bien es bueno "mantener oculto el secreto del rey", tambin es bueno "proclamar las obras de Dios", como dice el ngel de- Tobas. Creo que Eliseo estaba en ese caso, y se lo poda colegir tambin de su formacin nacionalista, tan susceptible para la confu-sin de planos entre lo religioso y lo terreno.

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    Sea lo que fuere, el episodio al que me refiero me confirm en lo que supona: que el viejo disimulaba la faceta mstica de su personali-dad. Sala yo de mi cuarto a la galera despus de una buena siesta y, sin quererlo, mir de reojo a la ventana del bao de Eliseo. Estaba casi cerrada, pero por la hendija vi reflejada en el espejo su imagen. Estaba arrodillado, con la toalla anudada a la cintura. Se ve que se haba baado, o haba pensado hacerlo antes de entrar en oracin: la ducha estaba abierta. Ahora s me detuve a observarlo, porque estaba absorto en la oracin. Su cuerpo se inclinaba imperceptiblemente de a ratos, hasta casi tocar el piso con la cabeza; repentinamente se incorporaba, enhiesto el tronco con rigidez casi militar. Y volva a inclinarse, punto por punto, hasta quedar postrado. No s cunto tiempo habra estado as, pero pareca haber sido bastante, porque m siesta haba sido larga, y creo que l no haba dormido, a juzgar por el estado de su cama, que despus vi, intacta.

    Porque simulando no haber visto nada, me corr hasta la puerta de su cuarto, abrindola, y desde all lo llam. Tard en contestarme, o que cerraba la ducha, y me minti:

    -Me estaba sacando la modorra de la siesta! Como dije, la cama estaba intacta, as que siesta no haba habido.

    Le ocult celosamente, por supuesto, mi indiscrecin, que me haba hecho descubrir sus prcticas piadosas. Pero me qued con el prurito. El prurito de conocer su pensamiento sobre el confraste aqul del Arcngel de Tobas: "Ocultar y al mismo tiempo revelar los secretos del rey", es decir, de sus inspiraciones en el alma.

    Busqu la ocasin, que se me dio varios das despus, hacia el fi-nal de mi estada. Se me dio con motivo de las dificultades de sus prcticas litrgicas. De la asistencia a Misa y participacin en la Comunin. Fue precisamente un sbado, en que le manifest mi in-tencin de ir a Misa al da siguiente, y le pregunt qu posibilidades haba, estando, como estbamos, a varios kilmetros de Sauce ie Luna, y con slo los caballos como medio de locomocin.

    -Hay misa, s, en Sauce de Luna, los domingos a las once, pero ...

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    -Pero? -Pero te vas a encontrar con una aquelarre "progre" ... el cura

    que nos mandan es siniestro. Y no es un jovenzuelo, sino un viejo. Estos, cuando estn adaptados a la nueva liturgia, son peores que los nuevos. Conocen la vieja liturgia, y por eso la odian, tienen cola de paja ... odium theologicum.

    -No, no voy-respond-. Estoy de acuerdo con vos. No creo violar el precepto por no concurrir a una misa de esas. Mi legalismo no llega a tanto. Pero, de todos modos, aunque para nosotros sea intolera-ble, si hay consagracin, no sera bueno asistir, aunque ms no fuera para comulgar? Esta es mi postura en Buenos Ares, cuando no tengo una misa normal a tiro.

    -Puede que tengas razn -me respondi malhumorado-. Pero con ste es dudoso que haya consagracin y, por otra parte, es dema-siado intolerable, an cuando la hubiera, una pantomima como sa, tan claramente opuesta al Misterio del altar.

    Insist: -Pero, no te parece que, de todos modos, es necesario que lo

    hagamos, que suframos esa tortura, para acompaar a Cristo en la ignominia, dado caso que estuviera?

    -Es cierto, es cierto lo que decs. Lo mo es una debilidad, que espero no se me impute ...

    Ah vi la ocasin de tirarle la lengua. -Y, por otra parte, cmo pods alimentar tu fe en estos tiempos,

    si no es con la Comunin? -De tanto en tanto -sigui dicindome-, me corro a la ermita de

    un monje amigo. Cierto, me queda a una jornada de caballo, pero cuando me siento apretado, lo hago. Un ex-benedictino, fray Grega-rio, Gregario Haacken, un ruso de Aldea Mara. Me quedo con l dos o tres das. Son mi "refrigerium". Lo asisto en sus misas tridenti-nas, y lo acompao en la liturgia de las horas. Y charlamos .. . largo y tendido.

    31

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  • -Te pasa como a m, a veces te aprieta, te aprieta el hambre? -Fijate que s-se me empezaba a franquear-, no me basta con la

    lectura, la lectura de la Palabra, necesito al Verbo hecho carne .. No podemos vivir sin l, en estos tei:npos. Son, de a ratos, demasiado abrumadores.

    -Y para vos es tan abrumador el Mundo ... ac? Ya se estaba haciendo de noche, y el chirriar de las chicharras, Y

    la luna en creciente, y el lucero, y una brisa fresca del este que apenas mova las hojas de un roble en la semi-penumbra ... extend el brazo en un ademn abarcador ...

    -Ac ... ? -S, no te engaes con la "paz de la naturalez~" _Yo intento ~ue

    no lo haga conmigo. Aunque viva aislado, leo los d1anos, Y no quiero que la paz del campo adormezca mi conciencia de persecucin del Mun-do. Estoy en guerra con el Mundo, perseguido por el Mundo ... ac.

    Ataj su dramatismo con un dejo de irona: -Perdoname, pero me lo aplico tambin a m mismo, parece den_ia-

    siado fcil. Quin nos persigue? Si acaso interviniramos en la vid~ pblica, y dijramos abiertamente lo que decimos entre n?~otros, s1 hiciramos poltica como todava sostienen algunos catohcos que debe hacerse ...

    -Desde luego que no debe hacerse. La vida poltica nos ha ~uedado vedada: por el Enemigo, y por el propio Cristo. Por el Enemigo, porque todo lo que hagamos o digamos redundara en su provecho. y por Cristo, por eso mismo: "No dis vuestras perlas a los chanchos, no sea que las pisoteen en el barro ... ".

    -Entonces? . -Se acab el tempo de la difusin pblica de la Verdad. Slo queda ... "el santo santifiquese ms, el justo justifiquese ms an, el malo malese ms".

    -As, pues, slo vida interior, para enfrentar al Mundo, vida ... contemplativa?

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    -Contemplativa y de la otra: lucha interior. -Y esto suple por nuestro deber de apostolado? -Nuestra vida interior -me contest el viejo-, la contemplatva

    sobre todo, va a tener, cada vez ms, una dimensin poltica. "El Reino de Dios est en medio de vosotros": hoy se cumple esta pala-bra, as.

    -Entiendo lo que quers decir, pero no ha sido siempre as? No ha tenido siempre, en la Cristiandad, la vida monstica una reper-cusin poltica? No peda Santa Teresa que su oracin contemplativa sirviera a la conversin de mahometanos y luteranos?

    -Ambas vidas -aclar-, la activa y la contemplativa, estaban separadas. La mstica de Santa Teresa no remplazaba a los tercios de Flandes. Ahora es distinto, no hay ms tercios de Flandes ... ni verdadera mstica teresiana, tampoco.

    -Bueno, pero que deban reunirse ambas viqas en la misma perso-na no impide que se distingan, y que se den en distintos tiempos. Desde siempre, la contemplacin debera ser el alimento de la accin.

    -S, no, pero es ms, es ms que eso. Creo que cada vez ms, ms hacia el Fin, ms hacia la Venida de Cristo, nuestra vida interior va a tener que avanzar sobre nuestra vida activa. Pero no va a anular a esta ltima. Es en este sentido que te he dicho que tendr una di-mensin poltica: la vita activa ser asumida por la vita contem-plativa.

    Le pregunt, por mi parte, para ... embromarlo: -Y qu?, saldremos a las plazas, como los predicadores evange-

    listas y carismticos? -No digas pavadas -us otro trmino-. No es eso, no, es ... Me di cuenta que entraba en el terreno, para l vedado, de su

    propia vida interior. Por eso, lo anim a que siguiera: -Es ... qu? -Es que lo que pasa hoy en nuestra vida interior est directamente

    ligado a lo que estamos viendo ocurrir en el Mundo. Como te dije el

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  • ~~-~-----------==~~~-----...----------------................................................................. ...., .................... _,, ..... ._ ........ ____________ ~

    otro da. Nuestras tribulaciones personales son inescindibles de las del ancho Mundo. A m me asedian, como a cualquiera, mis demonios interiores. Los siete demonios que expuls Cristo de la Magdalena ... los vicios capitales. Y no creas que porque soy viejo me han abando-nado algunos ... No, los siete.

    -S, claro, como a cualquiera, siempre. -Como a cualquiera siempre, s. Pero ahora esa lucha tiene una

    dimensin poltica, universal. Los demonios nos llegan de afuera, de la atmsfera que respiramos; estn inducidos en nosotros por una propaganda global. Forman parte de un proyecto de corrupcin gene-ralizada. Y, por lo mismo, el combate dentro de nosotros es de la misma especie, es poltico. No nos negamos a la sugestin diablica slo por salvar nuestras almas. Nos negamos, sabiendo que con eso nos negamos al Mundo. Nos negamos a esto que est haciendo estragos en el Mundo. Nos negamos diciendo, en el fondo: "por m que no quede, no pasarn!". Y, al hacerlo, hacemos honor a Jesucris-to y a Su Reino. Lo hacemos por lealtad a l, deshonrado por el Mundo. Le somos leales cuando vencemos, en nosotros, la increduli-dad, cuando vencemos nuestra avaricia y nuestra acedia, todas cosas aumentadas a niveles inauditos por el aparato de seduccin del Mun-do moderno, por la Ciudad del Anticristo. Estos combates interiores adquieren, hoy, dimensin poltica; casi te dira, ideolgica. Tiene un significado ideolgico, hoy, vencer en nosotros hasta la tentacin de la lujuria. Y no te lo pongo porque sea especialmente pacato a su respecto, sino porque es, de todos, el que ms hinca en nuestra intimi-dad. Antes no era as: antes podas ser un buen nacionalista, y meterle cuernos a tu mujer, aunque Castellani se adelant a reprochrselo a los nacionalistas. Hoy ya no: la castidad ha pasado a ser lealtad ideo-lgica ....

    Se lo conced. Tambin a m empezaban a chocarme algunos casos:

    -Est claro. Pero, de nuevo: por un lado, parece demasiado fcil que la persecucin del Mundo a los fieles "de la ltima hora" quede reducida a esto: a la lucha interior. Y, por otra parte, te insisto, no

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    a

    ha sido siempre as?, no estn ntimamente unidas las dos, la moral personal y la poltica?, no dice Aristteles que la Justicia legal, la virtud de la obediencia a las leyes de la Ciudad .. . ?

    - S..., que arrastra a las dems virtudes con ella ... la funcin mora-lizadora del Estado. Bueno ... , pero para que entiendas en qu est eso ahora, te voy a pasar algo que tengo escrito. Vers, si te parece bien, si es publicable en Buenos Aires. Respecto a lo de que te parece "demasiado fcil" la lucha que te digo, todo depende de cmo te afecte el Mundo en que vivimos. Por supuesto, no sos de los que "se hacen las gallinas distradas", sos conciente del satanismo del Mundo actual. Pero son muchos los grados que van desde el reconocimiento terico de que vivimos en la Ciudad del Anticristo, a sufrirlo, a pade-cerlo con Cristo. Yo .. ., yo creo que lo siento en carne propia ... y te aseguro que no es fcil.

    -Pero, quedar en eso? -le pregunt, todava esperanzado en que la persecucin se redujera "slo a eso".

    -No s ... no creo, no creo -me desenga-. Quizs cuando el Anticristo se manifieste. Todava no se ha manifestado, no se ha manifestado ... en persona.

    -Todava lo retiene el Obstculo, el Katjon? -alarde. -El Katjon ha saltado en mil pedazos, cualquiera que sea. No

    hay obstculo alguno para su manifestacin. En realidad .. . , no s qu espera.

    Se haba hecho tarde, y Urbana nos anunci que la mesa estaba servida. De paso para el comedor, Elseo se desvi a su escritorio, y despus de hurgar un rato en los cajones, sac una carpeta con pape-les. Me la tendi mientras nos sentbamos:

    -Tom; el escrito que te haba prometido. Letelo tranquilo en la cama. No es largo. No le puse ttulo, pero podra ser algo as como "La Sociedad Anmica".

    -"Annima"? -No, burro: "anmica'', o "noma'', sin Ley; por lo que decas

    sobre la Justicia legal.

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  • -Y ser tambin por el Anticristo, el nomos segn San Juan? -S, tambin ... segn San Pablo -me corrigi.

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    V

    LA SOCIEDAD DE LAANOMA

    La sobremesa aquella fue bastante liviana. No incursionamos en filosofas, ni en teologas, ni en profecas. Charlamos sobre amigos comunes, vivos y muertos, y me divirti con ancdotas de los viejos tiempos del nacionalismo y de sus exponentes ms interesantes. Le conoca ya la vena humorstica, pero su humor haba sido siempre sobrio y socarrn, ms bien irnico. Esta vez lo vi rer con toda la boca, y a carcajadas. Despus de un buen rato, como a la una de la maana, nos fuimos cada uno a su cuarto.

    -No te olvides de mi artculo -me record-. A ver cmo est tu filosofa aristotlica. Supongo que no tendr que explicarte nada.

    Me cambi, encend la lmpara de la mesita de luz, dej a un la-do Los Papeles de Benjamn Benavides, que haba sacado de su bi-blioteca, y que lea por ensima vez -en parte para no quedarme corto en las conversaciones "parusacas"-y me acost a leer su Socie-dad anmica -o anmica, o annima-. Hela aqu, tal como la hice reproducir das despus en una fotocopiadora de Sauce de Luna.

    * * *

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  • ,, M . o..-, .:..-.~ ..... . . . .

    "Los tiempos que estamos viviendo han visto una mutacin funda-mental en la sociedad mundana. Dicho escuetamente: ha cado la Ley, como marco de contencin y de gua del ethos humano. Lo cual nos pone ante una constatacin sobrecogedora: esta civilizacin parece ser, ya, el mbito concordante con la manifestacin del An-ticristo. El suelo, o el humus de dnde l brotar. Porque ste es, en expresin de San Pablo, el A-nomos, el hombre sin ley.

    Alguien podra objetar, quizs, lo primero: que la actual civiliza-cin sea sin ley. Porque todava vigen leyes en ella, leyes de trnsito, leyes "de convivencia" y, sin duda, leyes econmicas. Pero lo que he dicho es "cada de la ley como marco de contencin y gua del ethos humano". Y ninguna de las leyes vigentes, como las mencio-nadas, miran a esto.

    La Ley a la que me refiero es esta que, al decir de Santo Toms tiene por finalidad "hacer buenos a los hombres", leyes sin las cuales' al decir de Aristteles, los hombres se vuelven peores que las bestias'.

    A este tipo de leyes, siempre las han preservado los Estados an cuando stos -los Estados y sus leyes- hayan podido ser ms o m~nos justos o injustos, moralizadores o corruptores. Eran leyes que se

    pr?p~rtan ~orregir a los hombres y, es claro, los corregan segn cntenos mas o menos acertados, segn lo que se considerara bueno o malo para el hombre. Pero tenan por finalidad "hacer buenos a los hombres", claro, segn los respectivos criterios. Eran, pues, "mar-cos de contencin y gua del ethos", es decir; de la vida interior vo-litiva, cognitiva y pasional, del hombre. '

    Por supuesto, ni Santo Toms ni Aristteles se engaaban respecto a esto. Para ellos, la Ley era slo un marco -un marco exterior de contencin y gua. No garantizaban que los hombres sometidos a ellas se hicieran, slo por cumplirlas, ms buenos. Porque la bondad -o la maldad- es una cualidad interior de la persona. Se requiere,

    ~ara ello, "internalizar" la Ley, la Ley que es, de suyo, slo un con-junto de preceptos "de justicia".

    Siempre, digo, los Estados han mantenido al menos un mnimum de este objetivo ltimo, moralizador, de las leyes. Y esto es lo que

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    justifica en ltima instancia, al Estado. Y este minimum proceda de la na~raleza misma de la Ley, no de sus contenidos. Porque estos, en ocasiones, prescriban lo malo.

    y es que la Ley tiene, de suyo, un efecto moralizador (tenamos que llegar a donde estamos para damos cuenta de esto, a~ostu~brados como estbamos a protestar contra las malas leyes!. Qm~n e.st~ some-tido a la Ley se ve obligado a reprimir sus caprichos md1v1~uales. Choca con una valla que se opone a la expresin de su capncho. Y se ve obligado a obedecerla, porque la Ley es un dictum, una palabra, y la palabra es expresin de una razn. Cuando "damos nuestra palabra", ella nos ata, y del mismo modo la Ley, que es una palabra representativa del todo. Y por eso la Ley, an como.mero. mar~~ de convivencia es moralizadora, y por eso lo es la convivencia pohtica, es decir /a donvivencia segn la Ley. De nuevo, Aristteles: "lama-yora d~ los hombres no obedece a los consejos, cuando s~os se

    . oponen a su capricho, pero la Ley no es odiosa ~uando pres~nbe lo justo, porque ella es la expresin de una peculiar prudencia Y ra-zn ... ".

    As, la Ley, aunque sea slo un marco de conducta exteri~r, ti~nde a hacer buenos a los hombres. Porque los habita a la obediencia de su voluntad, a una "peculiar prudencia y razn". Toda Le~?; "peor algunas, mejor las rectamente establecidas ... " (de nuevo Anstoteles).

    Qu tiene de particular la civilizacin en la que vivimos: .. No es slo una civilizacin peor, con peores leyes. Es una c1v1h~a

    cin que tiende a eliminar la Ley. A eliminar todo principio normativo exterior, coercitivo. Una civilizacin en la cual la Ley como tal,,~\ mismo principio de legalidad, est siendo abrogado. Por~ue el espm-tu que la anima ha propuesto la liberacin total del ca~ncho humano respecto de cualquier dictum que pretenda reprimir~o'. ~se~~ su lem~. se, el paradoja! principio de legitimidad.de ~s~a c1v1hzac10n permi-siva. Cualquier cosa antes de reprimir al md1v1duo .en su~ dese?s. Y las "leyes" que todava se mantienen ofrecen la misma mtenc1ona-lidad: "prohibido prohibir''.

    Con lo cual, el hombres~ hace "hombre sin ley".

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  • Y es San Pablo quien denomina al Anticristo "hombre sin Ley'', A.nomos. El pensamiento tradicional interpret siempre esto del modo ms obvio para l: "hombre sin Ley"= hombre "fuera de la Ley". Es decir, aquel tipo de hombre que no soporta la Ley, del mismo modo que no soporta la convivencia civilizada. Lo cual seala al "bandido", el asaltante de caminos, el out law. Pero no parece ser esto lo referido por el Apstol como caracterizacin del Anticristo. Porque el "fuera de la Ley" es el que est fuera de la civitas, de la sociedad legal; y si el nomos de San Pablo es el Anticristo, la Bestia o la Fiera, esto no es bajo la figura del salvaje, porque el Anticristo es una figura poltica. Es el Soberano de la Ciudad "anti-erstica", y es un Poder Perseguidor.

    Esto indica, pues, una forma especial de anoma. No la anoma del que est fuera de la civilizacin, sino una anoma que se da en ella, en ella y por ella. Lo cual hubiera sido, para Aristteles y Santo Toms, una contradictio in terminis. Porque de esto se trata: de una civilizacin - noma.

    Digo "civilizacin noma", con lo que he pasado imperceptible-mente de la caracterizacin de un sujeto -el Anomos-, a la de una sociedad -la sociedad noma-. Pero es que si el Anticristo ha de ser una persona y no slo -como algunos exegetas, sin embargo, afir-man- una sociedad, movimiento.o ideologa, es indudable que l, el Anticristo, se gestar a partir de una sociedad o ideologa que lo se-gregue, y a la que represente. La sociedad o civilizacin noma ha de producir al nomos, y el nomos representar y-probablemente--regir, una sociedad noma.

    Por eso dije al principio: esta civilizacin parece ser el humus del que germinar el Anticristo.

    En cierto modo, con esto estoy diciendo, tambin, que el hombre de nuestra civilizacin pos-moderna es, ya, el hombre-anticristo. Los "anticristos" son, hoy, legin. Los "anticristos'' pululan. El tipo del hombre actual, el que se expresa a travs de la "opinin pblica" es, ya, "anticristo", porque es nomos.

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    Y este Anticristo -sea uno o sean muchos, sea individual o gen-rico- es, adems, en expresin del mismo Apstol, el Hombre de Pecado.

    Atencin, tambin, a esta expresin. Porque ella dice mucho ms que "hombre pecador", que "hombre muy pecador", "perversamente pecador".

    La expresin "Hombre de Pecado" parece apuntar a otra cosa. Parece haber aqu un diferencia substancial. Por lo pronto, en "hom-bre pecador", el pecado, por grande que sea, permanece adventicio, accidental, inhiere en la substancia del hombre. Hombre-de-Pecado, en cambio, parece apuntar a una radicalizacin tal del Pecado en el Hombre, que acaba por consubstanciarse con l. Es el Hombre "todo Pecado'', hecho uno con el Pecado (y ac recuerdo el tema de Lewis en El Gran Divorcio: la diferencia est entre una "mujer protestona" y la que se convierte en "protesta").

    Y esto, y esto ... tiene para nosotros, tambin, una resonancia alertadora. Sonar escandaloso decirlo? Cristo, nuestro Salvador, Cristo el Justo y el Santo, tambin en expresin de San Pablo, ... se hizo Pecado.

    Salvado el primer choque de lo que parece blasfemia, veamos. Si, como dice Newman, "el Anticristo se parecer a Cristo", esto de-be entenderse como de los "opuestos contrarios", que pertenecen al mismo gnero, siendo el uno la negacin del otro. Y aqu la oposicin da esto: Cristo "se hace Pecado" para matar en su carne al Pecado. Se somete enteramente a la Ley para anular la "sentencia de conde-nacin". Es decir, se somete a la Pena Debida, hacindose obediente hasta la muerte. l, el Inocente, el Justo. Este otro hombre del que ahora hablamos, este "A-nomos", se hace todo Pecado, porque rechaza toda Ley. Porque abrogada la Ley, se da libre curso al Pecado. No hay valla alguna que lo frene. En oposicin a Cristo, que revirti la desobediencia de Adn con una obediencia hasta la muerte, ste lleva al extremo la desobediencia de Adn. No queda, en este "nuevo Adn" al revs, espacio alguno para el arrepentimiento como le que-daba al primero, que tuvo conciencia de la violacin de la Ley, y te-

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    mor por ello. Este otro se hace "todo Pecado'', todo l Iniquidad. No es el "hombre pecador", es el Hombre-de-Pecado.

    Y ahora va: este es el Hombre que est siendo gestado por nuestra civilizacin "anmica". No se parece a ninguno de pocas anteriores, por malo que fuera. Porque an en el colmo de la perversin, siempre estuvo el dictum de alguna Ley para recordarle "esto debes - esto no debes". Para recordarle su sujecin, la sujecin propia de un ser dependiente y falible. Porque a esta dependencia se la recordaba an la Ley civil, la Ley del Estado. Que poda ser ms o menos bue-na, ms o menos justa, pero que estaba all para recordarle al hombre "hay cosas justas e injustas". (La advertencia que hiciera Po XII: " lo peor de estos tiempos es que se est perdiendo conciencia del Pecado'', puede entenderse bajo esta nueva perspectiva. El hombre que es "todo Pecado" no puede tener conciencia del Pecado. Porque para tenerla se requiere que haya distincin entre l y el Pecado).

    Y esto era el mnimum imprescindible para todo mejoramiento humano. Y por eso la Tradicin reconoci que siempre hay "algo" de justicia en la obediencia a las leyes. Lo llam el iustum secundum quid, una "cierta" justicia. Era como un vestigio de justicia y regene-racin, remanente despus del Pecado y ligado a la naturaleza poltica del hombre.

    Y a este "justo" se lo llam tambin "lo justo legal", lo justo segn la Ley. Lo cual, si bien no es siempre lo justo absolute, tiene, sin embargo, una cualidad imponderable: que -lo dice Aristteles-"arrastra a las dems virtudes consigo". Porque es la Ley la que lleva a hacer actos de valor en la guerra; y la que obliga a actos de continencia, penando el adulterio, etc. Y estos actos, aunque sean exteriores, como actos de justicia que son, predisponen para la ad-quisicin de los hbitos respectivos, que son virtudes: virtud del co-raje, virtud de la castidad. Predisponen, no los crean. El ethos interior del hombre es su responsabilidad. Es del resorte de la propia volun-tad. Cuando un Aristteles o un Santo Toms dicen que el fin de la Ley es "hacer buenos a los hombres'', dicen slo eso: que se es el fin de la Ley, la intencin de la Ley. Porque la verdadera bondad o

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    maldad del hombre son la de su "yo" interior. Y de l dependen en ltima instancia.

    De lo dicho resulta: que la Ley crea un espacio exterior de justicia, aunque no garantiza la bondad moral, que es interior, del ser humano. Y esto, adems: que la distincin de estos dos "espacios" queda pre-servada, tambin, por la existencia de la Ley. La Ley premiaba, o castigaba, las acciones exteriores de los hombres, no pretenda llegar ms lejos. Porque no poda llegar ms lejos. Slo induca, poda inducir, al mejoramiento del ethos interior del hombre. Lo cual estaba ligado a su condicin de dictum, o palabra. Porque la palabra es una manifestacin social, exterior, del propio interior del hombre.

    Por mucho que se diga sobre el despotismo de los regmenes convencionales, nunca se les podr achacar el haber pretendido forzar la interioridad personal. "Al rey la hacienda y la vida se han de dar, pero el honores patrimonio del alma, y el alma es de Dios .. . ". ~i~gn rgimen, por tirnico que fuera, poda penetrar en el fuero mtimo. Lo retena de ello, no ningn especial "respeto por la persona", sino una imposibilidad, dada en la realidad misma, en la realidad poltico-legal del hombre. Slo hasta las acciones exteriores poda llegar el "dominio del hombre sobre el hombre". Slo hasta el mbito de las relaciones sociales, expresadas por la palabra.

    Y, ahora, qu? Concdaseme, al menos como hiptesis (para m no es una hip-

    tesis, sino una certidumbre), que la Ley "como marco de contencin y gua del ethos humano" ha quedado, o est a punto de quedar, abrogada en el mbito de la convivencia civilizada. Que no hay Ley que pretenda, ni bien ni mal, "corregir" a los .hombres, ~a que se. re-chaza el sometimiento a cualquier ordenamiento extenor. Qmere esto decir que la interioridad humana ha quedado librada "a la buena de Dios"?, o --como querra Rousseau- a la "naturaleza"? Una vez ms, es el "-nomos" moderno el "fuera de la Ley'.', el "salvaje"? Sin duda que no. La anoma se da en el seno de la sociedad moderna, y es caracterstica de un hombre "socializado". Ahora bien, el hombre socializado no pude quedar nunca "librado a s mismo". Sera el

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    . ' t

  • caos. La convivencia social exige, sin duda, algn tipo de domi-nacin.

    No. El hombre moderno no ha quedado "librado a s mismo". Est mucho ms dominado que el hombre de cualquier otras poca. Slo que el sistema de dominacin no es legal. Es infinitamente ms sutil y, tambin, infinitamente ms radical que cualquier otro sistema de dominacin conocido. Porque la abrogacin de la Ley ha dejado libre el camino para el avasallamiento profundo de su interio-ridad. El nuevo sistema ha hecho desaparecer la separacin de los dos "espacios" que dijimos. No es un sistema de coercin exterior, no de violentamiento ni de imposicin. Es un sistema de seduccin. Se insina en la interioridad del hombre por la sugestin. No suscita rebeldas, porque cuenta con la complicidad de lo peor del hombre: su inclinacin egosta al Pecado. Y lo hace con el formidable auxilio de los medios de sugestin que pone en sus manos la tecnologa moderna.

    Es la seduccin del Pecado, que recaba la aquiescencia del hombre rebelde a la Ley. Y es el sistema de dominacin predilecto del Demo-nio, el que us con nuestros primeros padres. Que, sin embargo, conservaban la Ley: la conciencia del Mandato divino, de su viola-cin. Y temieron. Y se avergonzaron. Vieron que estaban "desnudos".

    Y ahora? Ahora no hay ms Ley. Nuestros padres fueron "hombres pecadores". Tuvieron conciencia del Pecado. No fueron "hombres de Pecado". El nomos, el hombre sin Ley, no puede tener conciencia del Pecado, porque se ha hecho "todo Pecado".

    Y, por la misma razn, no tiene conciencia de su interioridad. No tiene interioridad, "espacio" interior. El hombre moderno ha sido dado vuelta como un guante. Su intimidad ha quedado asolada, con-fundida con su vida pblica. Los nuevos mtodos de dominacin han avasallado el fino fondo de su alma. La "opinin pblica" es la opinin de "cada uno", sus mismas pasiones, sus amores y sus odios, sus esperanzas y sus temores ... todas ellas inducidas en l por el gran aparato de seduccin de la sociedad "anmica", que reemplaza a las leyes como sistema de dominacin.

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    Y el Pecado ha hecho presa en l: ha perdido toda conciencia del Pecado, porque no hay ms ninguna Ley que se lo recuerde.

    El -nomos es el Hombre de Pecado.

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  • VI

    EL PERFIL DEL "NOMOS"

    ... Hasta aqu llegaba el manuscrito de Eliseo. Lo le de un tirn, absorto; casi conteniendo la respiracin. Su visin de la situacin moral del hombre y la sociedad me pareci pavorosamente verdica. El autor la propona slo como hiptesis, pero a mi entender, los he-chos la atestiguaban de un modo contundente.

    Pero ... , Pucha! Si esto es as, qu va a pasar?, qu nos espera? .. De todos modos, tena una objecin que hacerle, que se la espet

    al da siguiente, noms al desayuno: -Tu artculo me impresion profundamente. Creo que s: hay que

    difundirlo, entre los amigos al menos. Creo que das en el clavo. Es tremendo, yo haba barruntado algo as. Pero hay algo que no me cierra ...

    -No pretendo que cierre ... -Ya s, pero hace a la cuestin de fondo. Lo que decs se aplica

    exactamente a la cultura en la que vivimos, pero como caracteriza-cin del hombre, creo que se le aplica slo genricamente. "Humani-dad" noma, s, pero, y el hombre concreto? El hombre con el que nos cruzamos todos los das, ste o aqul ... anticristos? Me cuesta aplicarles el mote. Y hay otra cuestin ligada a sta, tambin sobre un hombre concreto: el Anticristo ... , as?, uno como stos?

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  • -Tens razn ... -se qued mirando, pensativo, por la ventana. Demor un poco la respuesta-. Del Anticristo slo he dicho que s-te es el ambiente, el clima y el suelo, el humus de donde l brotar. De una humanidad "norna" y una humanidad de Pecado. Los an-ticristos que pululan ... claro, pobres, no parecen Anticristos. Pero lo he escrito, es cierto. Corrijo: no son Anticristos, porque les falta el mnimo de entidad, de densidad moral, para serlo. Son ... nada, o po-co ms que nada. Te acords de aquel relato formidable de Lewis ... ?

    -S, ya s a qu te refers: El Brindis de Escrntopo. Esa magnfica descripcin moral del hombre moderno. No bueno para nada, ni para Santo ni para Perverso ... eso?

    -Efectivamente. El hombre light, aparentemente incapaz para el Cielo o para el Infierno. Pero acordte de la conclusin de Lewis: una situacin ptima para la cosecha infernal. Por la cantidad, y tambin por la calidad. Porque hace prcticamente imposible la con-versin, la reaccin contra el Mal. Y, entonces -estoy pensando mien-tras te hablo-, si es situacin ptima para el Diablo, lo es para el Anticristo. No "anticristos", pero s sbditos del Anticristo. Este hom-bre light es el que recibir al Anticristo. Te acords?: "Yo vine en nombre de mi Padre, y no me recibisteis. Otro vendr en su propio nombre, y a se lo recibiris".

    -Par! No lo dijo Cristo refirindose a los judos? -De los judos ya hablaremos. Creo --corno dice Castellani que

    dicen no s quines-, creo que de ellos surgir el Anticristo, y que buena parte de los judos sern su squito. Pero lo que importa ahora es esto: el Anticristo ser recibido porque no vendr en nombre del Padre, sino en su propio nombre. Y esto quiere decir, me parece, en nombre del Hombre. Hoy ningn hombre est dispuesto a aceptar ningn poder superior, ningn poder "venido de lo Alto". El Anti-cristo les dar, precisamente, esto: la presuncin de que no estn so-metidos a ningn poder superior, que se estn obedeciendo slo a s mismos, a su capricho ... cuando, en realidad, son los ms rendidos esclavos del poder que los somete. El Anticristo vendr "en nombre del Hombre", del hombre "nornos'', convenciendo a cada uno de

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    que es libre, librrimo, que "hace la suya", como dicen los jvenes de ahora. Y esto, con qu? Precisamente, con la "anoma". Condu-ciendo a qu? Al Pecado. Porque, como dice San Pablo, "el que se libera de la Ley, se hace siervo del Pecado".

    -Bueno, pero ... y el Anticristo, el Anticristo en serio, cmo ser?, ser corno uno de estos?, ser light? Te prevengo que, en cierto modo, preferira que lo fuera ... por lo que a nosotros nos va a tocar.

    -No creo que vaya a ser light ... aunque tampoco veo cmo pueda ser hard. No veo, no veo, no lo ve de ninguna manera ... -meneaba la cabeza, mirando al piso.

    -Y, sin embargo -aventur yo-, dira que esta humanidad light, esta "papilla'', como dice Escrutopo, est pidiendo a gritos ser domi-nada por alguien. Parece material ptimo para ser dominada, si al-guien la quiere dominar ... no se va a rebelar. Puede aparecer un do-minador "duro", o no?

    - No digo que no. Lo que pasa es que no veo que haga falta. El sistema de dominacin carnina maravillosamente as, cualquiera que sea el que lo regentea. Camina, camina, camina como sistema light: sin imposiciones, sin coaccin, sin violencia. Sobre todo, sin lideraz-gos. De todos modos, el hombre light hace, ya hace, lo que se preten-de de l.

    -Pero que puede, puede, no? Puede aparecer un dominador duro. Un "Nern" ... o un "Stalin".

    -S. Corno bien has dicho, esto nos interesa sobremanera ... por lo que a nosotros nos va a tocar. Nos interesa saber si la actual "dicta-blanda" se puede transformar en "dicta-dura".

    Puse cara inquisitiva. -Y eso? No conoca la expresin. -Porque sos joven. La usbamos los nacionalistas ante los golpes

    militares. Estos fueron todos complacientes con el sistema, pese a lo que se haya dicho despus sobre su despotismo. Ninguno de ello atac en serio al sistema. Eran slo reparadores del desorden demo-crtico, al que siempre prometan retorno: el "retorno a las institucio-

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  • nes". Los llambamos "dicta-blandas". Nosotros queramos la "dicta-dura". Claro, ahora sera distinto ...

    ***

    Estall un trueno tremendo, que hizo temblar los vidrios. Absortos en la charla, ni siquiera habamos notado el oscurecimiento del am-biente en que estbamos. Eliseo se apresur a atrancar las ventanas. Del sud-oeste avanzaba rapidsimo un frente de tormenta de un color negro-plomizo, que meta miedo. La naturaleza acompaaba el tenor de nuestra conversacin. Se haba puesto "apocalptica".

    -Menos mal que no tengo agricultura-coment-. Los "sojeros" la van a pasar mal. ltimamente han menudeado las granizadas. Y esto es piedra grande ...

    -Los "almacenes de granizo", que Dios tiene guardado para el da de su clera?

    -Y, m,ir ... no soy dado a esas interpretaciones de los signos me-teorolgicos. Como dice Castellani, me basta con los humanos: los "terremotos de Buenos Aires". Pero, "aunque no creo en la brujas, que las hay las hay" . Algo parece estar ocurriendo en la "regin de los aires".

    Efectivamente, el meteoro pareca importante. La oscuridad se hizo ms pronunciada, hasta hacerse casi de noche. Lo que nunca, vi aparecer algunas estrellas al naciente, en la parte ms oscura del cielo. Y eran las doce del medioda. El tronar en las nubes era ya un fragor continuo; veamos volar pjaros en forma desesperada. Sala-mos a mirar el fenmeno desde la galera, cuando se descarg en todo su furor. Nunca haba visto algo parecido: los poderes de la na-turaleza, desatados.

    -Nunca el ser humano llegar a controlar esto ... La fuerza del huracn era formidable. Vimos desgajarse de raz

    una fila entera de eucaliptus, de la calle de un campo lindante. El parque de Elseo era, casi todo l, por suerte, de algarrobos, talas y

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    andubays, de los que slo volaron varias ramas. Los techos ~e ~hapa de la casa, y de la galera, protegidos por una alta carga, resistieron. Y, en seguida, lleg la pedrea ... Algo corrida hacia el norte de la chacra de Eliseo una lnea ntida, gris claro pero que tapaba entera-mente la visin ~orno una cortina opaca, avanzaba lentamente en di-reccin nordeste. En donde nosotros estbamos slo cayeron unas pocas piedras de tamao normal. Slo despus supimos cmo haba sido la tormenta de granizo, en su centro. Arras enteramente las quinientas hectreas de soja de un campo vecino, propiedad de un~ empresa de Soros, no dejando ms que el suelo pelado, y le ~estrozo varios galpones de chapas y silos. A Eliseo le mat tres ove1as y un ternero.

    -Pobres sojeros ... -dijo sin mucha conviccin mi anfitrin-. Dios hace llover sobre buenos y sobre malos, pero a veces ...

    -La tormenta-tsunami dur cosa de quince minutos, noms, pero parecieron una eternidad. Despej tan rpido como haba empezado. Brill el sol a la distancia; donde haba sido la pedrea, levant un vaho brumoso, como de sublimacin de hielo seco.

    Retomamos la charla sobre el Anticristo .. .

    * * *

    - .. . En qu estbamos? Ah, s: me planteabas si de esa sociedad "noma", tolerante, light, puede salir un dominador duro, un Nern, un Stalin, un Jmperator. Te deca que no lo veo, porque el hombre light ya hace lo que su dominador quiere, quienquiera que sea. A no ser que ...

    -Qu cosa? -Mir, creo que aqu deberamos distinguir entre dos cosas. Con-

    venimos en que el hombre actual es "nomos", o tiende a serlo? -Convenimos en ello. Se ri:

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  • ,, ,,,., ~ --~-~ _______ 11111111111!!!1 ______________ _

    - !'.

    -Nuestra conversacin se est pareciendo a los Dilogos socrti-cos ... Si convenimos en ello, habr que distinguir, entonces, entre un "nomos-sbdito" y un "nomos-dominador, o jefe".

    -Eso si es que el Anticristo se ha de manifestar como un jefe poltico.

    -T lo has dicho. Es tambin mi posicin: "si es que ... ". Porque podra no ser as, no?

    -S. Si es que lo de "Anticristo" designa a un movimiento, cultura o ideologa, y no a un hombre individual...

    -Exacto. Pero la cultura noma, ya la tenemos. Supongamos -es lo ms plausible- que sea, adems, un hombre individual y concreto. Que deber ser jefe, jefe de la sociedad noma o "anmica".

    -Y nomos, l mismo. -Claro -concedi-, "nomos-jefe". Adivin la apora a la que me llevaba: -Pero, es que puede ser dominador-jefe un nomos? No se re-

    quieren, para dominar, ciertas virtudes, cierta fortaleza, cierta astucia y criterio personal? No se requiere, al menos, la "virt" en el sentido de Maquiavelo? No es el "nomos" todo Pecado y, al mismo tiempo, todo Debilidad?

    Mostr satisfaccin por la respuesta inducida, tambin de estilo socrtico:

    -Ah est la cosa, concuerdo contigo. Esto es lo que me hace di-ficil representarme la figura, la figura moral del Anticristo. Castellani dice que, para describirlo, se requerira "la brasa de Isaas, las llamas del Dante, el tizn de Milton: .. ". Yo aadira: "ni con sas". Todas las semblanzas que han intentado nuestro mayores fallan por una sencilla razn: no podan predecir a la sociedad y al hombre "no-mos". Ende, al hombre light, esencialmente dbil.

    -Sin embargo, no me objetaste cuando dije que el nomos-sbdito est pidiendo a gritos un jefe que lo domine ...

    -Es cierto, no lo he negado, ni lo niego ahora. Pero fijate. Dos cosas: por un lado, que el jefe que ha de ser producido por la sociedad

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    a la que somete, debe ser, en cierto modo, representativo de ella. Ni los ms grandes "tiranizad ores" han escapado a esta regla ... obvio, tienen que ser representativos de lo que la sociedad tiene por superior. Por supuesto, lo simulan.

    -~o podr tener entonces, el nomos, las caractersticas que le han asignado tantos: una mentida virtud, un mentido ascetismo ...

    -Exacto. Esa representacin no va. A nadie convencera hoy con "virtudes victorianas". Ni el Felsenburg de Benson, ni el Anticristo de Solovieff, ni el Ciro Dan de Hugo Wast, obtendran hoy el ms

    , mnimo consenso. El hombre light slo se ver representado por un jefe light ... y, claro, unjefe light no es jefe en absoluto. Ecco il pro-blema!: la cuadratura del crculo. Pero veo, por otro lado, otra imposi-bilidad ...

    -Dijiste, s, que haba dos cosas. -S, y es sta, ahora del lado de los dominados: stos tienen que

    ser dominados de un modo light. Esa es la base del consenso obedien-cia!. Empez a ponerle restricciones al nomos-sbdito, empez a obligarlo a cosas, a prohibirle cosas -ms all de las reglas de trn-sito, se entiende-.. . Lo que te dije, el sistema funciona demasiado bien as: seduciendo al nomos. De lo contrario ...

    -Qu? Se rebelaran, acaso? -Y ... no s .. ., quizs que no ... - Me ufan hacerlo dar marcha atrs.

    Logro fcil de mi parte: estbamos en upa apora y Elseo era, por otra parte, encantadoramente humilde reconociendo sus dudas-.

    -Quizs que no se rebelaran, es cierto. Hay una forma de reducir al "nomos" contra su voluntad, y de un modo "anmico" ... Vos has visto como opera la tirana de la opinin pblica?

    -Ya lo hemos visto: seduciendo, haciendo creer al tiranizado que "hace la suya".

    -No, no te hablo de sa. No te hablo del sometimiento con compli-cidad del sometido. Te hablo, ahora, de un sometimiento contra la voluntad del sometido, de un sometimiento contre-coeur. A la anti-gua, en ese sentido, pero adaptado a la sociedad anmica. Se trata

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  • del nuevo sistema penal. Hay que mirar a lo que est pasando con los tribunales de opinin pblica.

    -Qu quers decir? -Algo que, sin duda, reconocers: hoy, a la justicia no la ejercen

    los jueces, ni ninguna judicatura institucional. La ejercen los diarios y la televisin, los periodistas de mi alma ... y el coro de la opinin pblica que instantneamente se forma, a instancias de los diarios, de la "tele", y de los periodistas de mi alma.

    -Eso es indudable. Y ms: cuando la justicia formal acta, ella misma sigue servilmente el dictamen de la opinin pblica ...

    -Perfecto. Ahora, fijte bien lo que pasa: la mirada de individuos que integran la opinin pblica, que saltan y patalean, que se indignan y escandalizan, que odian y piden venganza, que piden la cabeza de cualquier imputado ... todo eso inducido por los diarios y la televisin.

    -Y los periodistas de tu alma ... -Eso ... , cada uno de los integrantes de esa mirada es, l mismo,

    un imputado potencial, porque para serlo no es necesario ser un delin-cuente, probado o presunto; basta con que el caso sea apto para el escndalo ... no?

    -S, es as. Basta con que los falshes de los periodistas y las cmaras de T.V. apunten a uno o a otro ...

    -Ecco! -aprob-, y entonces, el mismo que patale y pidi ven-ganza, agachar la cabeza, calladito la boca, cuando a l le toque. El individuo se encuentra sometido, sin remisin y sin apelacin, a ese tribunal del que l mismo forma parte. Es por eso que no puede de-cir ni "mu". Est sometido a ese dictamen, porque es el suyo, porque l mismo integra ese tribunal. Es la verificacin histrica de la utopa de Rousseau, la volont gnrale. En el fondo, es una auto-condena. Se parece enormemente, salvando las diferencias de metodologa, a las autocrticas de los depurados por la justicia sovitica ... lo tens?: "s, soy un cerdo fascista, un traidor a la patria sovitica ... ".

    -Y bueno, entonces? .. Parece que el "nomos" puede, s, quedar sometido a un rgimen hard. Porque el procedimiento es hard, no?

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    -Lo es, s. Pero quien lo ejerce es, como te digo, la "opinin p-blica", el sistema del que el individuo es pa:te. No veo cmo, eso que es annimo -ahora s, annimo, no "anm1co"-pueda encamarse en un hombre, en un dominador.

    -y no puede ser que uno, un individuo, se haga representante de esa opinin pblica?

    Asinti, pensativo: -"A otro recibiris, que vendr en su propio nombre ... ". Si inter-

    pretamos "su propio nombre" como "el nombre del Hombre", s; podra ser, s, en nombre de "la opinin pblica". Pero ...

    -Pero ... ? -Lo que te he dicho. No es necesario, aqu tampoco. Demasiado

    bien camina el sistema de dominacin annimo. Me tir a romper la impasse en la que me haba metido: -De acuerdo pero pens tambin una cosa: no todo lo que se ha-

    ga, en la socied,ad o en el hombre, tiene que ser "necesari~": Hay otras motivaciones: el apetito de poder, el afn de rcconoc1m1cnto. Te acords de lo de Fukuyama? Me parece que vio bien eso de que ~l sistema democrtico-liberal le faltaba todava una "pata". Satisfa-ca lo utilitario y lo hednico, pero le faltaba satisfacer el anhelo de "reconocimiento" ...

    La impasse estaba superada. El viejo se levant como un resorte, y se sacudi un puetazo en la palma de la mano.

    -Claro! Claro!, claro que s! Cmo no se me haba ocurrido antes? Me acabs de dar una pista ... el "Herrenvolk", el nico "Herr~nvolk" hoy tolerado y reconocido como tal en nuestro _Mundo igualita-rio ... los judos! Suponiendo que ellos sean, efectivamente.' co~o dijimos el otro da, los que estn detrs del sistema de dommacion "annimo" ... ellos no actan slo por utilidad, nunca lo han hecho. Jerusaln y Palestina son la prueba: no estn aferr~dos a ella~ por conveniencia ni utilidad; si fuera por eso, ya hace tiempo hubieran soltado ese fierro que quema. Se aferran a ellas porque son smbolo~, smbolos religiosos que les atestiguan su condicin de "pueblo elegi-

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  • > .......... . , .. ;,.:.~l1~~:r::-~~~~~1~~llll1Wm-

    do". Del mismo modo, slo ellos, o uno entre ellos, pueden hacer algo tan poco necesario, tan dudosamente conveniente, como promo-verse para eso: para encarnar (entendiste?: encarnar) la "opinin pblica", al nuevo "dios-hombre':. Con eso, el sistema de dominacin annimo adquirira un nombre.

    Le hizo notar el detalle: -Dijiste "no slo innecesario, sino dudosamente conveniente",

    por qu? -Por una razn: esta manera hard puede producir reaccin. -No concuerda con lo que dijiste: ya el nomos-sbidto se somete

    dcilmente a los dictmenes del tribunal de opinin pblica. -S, pero eso mientras es annimo. Si el poder de dominacin

    quedara encamado en un hombre, o en un pueblo, de algn modo reconocidos superiores ... , cabe esperar reaccin entre los individuos de la "mirada". Porque ello contraviene al dolo del igualitarismo, esencial a la democracia del "soy tan bueno como t" que deca Lewis.

    -Me acuerdo, s, en Las Cartas del Diablo .. . -Aunque ... , aunque ... , profeta .. . Actitud habitual en l, Elseo se correga a s mismo, a instancias

    de la conversacin. Me alegr comprobar que el dilogo era fructfe-ro. Me hizo acordar de mis clases de Lgica: "Dialctica Peirstica", auxiliar de la investigacin.

    -Aunque, en realidad ... - se acariciaba el mentn con gesto pen-sativo, sus ojos claros perdidos en lejana-, en realidad, si a algn pueblo el nomos actual est dispuesto a reconocer superioridad, es a ellos. Superioridad, o derecho a ejercer dominacin.

    -Lo decs por superioridad en condiciones de mando? Por supe-rioridad en la "virt" que decamos?

    -No, al contrario. Por su mayor "debilidad". Los judos han edifi-cado su actual dominacin en el occidente democrtico aduciendo su condicin de vctimas. De vctimas de los "Herrenvolk" de estilo tradicional. Acordte de lo que dijimos -se refera a nuestra conversa-

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    cin sobre Israel, que pongo ms adelante-: al primer amago de reaccin a su dominio, levantan el dedo acusador: Antisemitismo! , potencial genocida! Y el occidente democrtico los acompaa y emplea todo su poder represivo, el que todava conserva, contra el potencial enemigo de ellos. Pero ellos se mantienen en el papel de vctimas.

    -No lo parecen demasiado: no se andan con chicas, contra los palestinos, contra los sirios, contra los rabes en general...

    -S, algo est cambiando ... , pero es en el sentido que te digo: es-tn asumiendo un poder hard, que antes ejercan per interpositam personam: Inglaterra, Estados Unidos ... Pero, de todos modos, y aun-que ejerzan un poder blico descomedido, y aunque violen toda con-vencin de derechos humanos, slo a ellos se les reconoce el derecho por su condicin de vctimas ... , porque "han sufrido mucho' ' .

    -Y esto, en qu aclara nuestra cuestin sobre el perfil del no-mos-J efe?

    -Y, mir ... , barruntos, barruntos ... pero si el nomos-Jefe tiene que tener algo en comn con la sociedad que lo segrega, si tiene que coincidir en algo con el nomos-sbdito ... , bueno: de tal palo tal as-tilla, al pueblo el gobierno que se merece, un "Herrenvolk" a la medi-da del "Beherrschtenvolk" -si entends alemn- para un sbdito caracterizado por la debilidad, una jefatura dbil... no, dbil no, altra que dbil!.. Pero no s, no s ... , el poder de los dbiles?

    -Lo cual suena, tambin, a cristianismo. No es Cristo, como dice Castellani, el Dbil hecho Ms-fuerte?

    -Exacto, pero esto ser la parodia de aquello. Pero adems hay otra cosa, otra cosa que apunta al posible reconocimiento, .por parte de occidente, del pueblo elegido como dominador, con derecho a dominar. Y esto es el reconocimiento de los "beneficios" de los judos para con el occidente moderno.

    -Beneficios ... ? -Y, s. No los has visto atribuirse, en gran medida, la paternidad

    de todos los movimientos "libertarios" de occidente y sus personajes inspiradores? Lo he ledo en varias de sus apologas: la influencia

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  • de los judos en la gestacin de la revolucin francesa, en el desarrollo de la masonera, ni qu hablar de la revolucin rusa y del capitalismo moderno ... , y David Ricardo, y Freud, y Marx ...

    -Y a esto lo consideran beneficios? -Por supuesto, y tienen razn. Son indudablemente cosas que la

    mentalidad del hombre moderno considera benficas: todas ellas or-denadas a la "liberacin del hombre" ... , liberacin de las viejas es-tructuras, de las viejas estructuras de la Cristiandad occidental. Ellos han sido, en efecto, en gran medida, el alma inspiradora de todo eso: de la Revolucin, con mayscula.

    -Y, por lo mismo, el alma inspiradora de la destruccin de la Cristiandad ...

    -Efectivamente, es sa su vocacin, su vocacin nacional y reli-giosa, como bien lo sabs, y ya lo dijimos: la Sinagoga no es definible sino por relacin a la Iglesia, por una relacin de animadversin profunda; profunda, perseverante y ... eficaz. Pero lo que nos interesa ahora: esto es considerado "beneficio" por el hombre moderno, por el nomos. Y est dispuesto a reconocer mrito por ello a sus gestores, que para l son los gestores de la "liberacin del Hombre".

    -Y, entonces, vendrn "en nombre del Hombre" ... -T lo dices. Pero es que, adems, ellos mismos se consideran

    benefactores de la Humanidad. Son sinceros, en esto. Y entienden que se les debe este reconocimiento. Se aplican en este sentido aque-llos de ... Isaas?: "Y Jerusaln impondr su paz a las naciones". Te lo digo, son sinceros en esto: quieren la paz. Es claro, a su manera: P~xjudaica ... S, para m no hay dudas. Como dice Castellani que dice no s quin: el Anticristo saldr de ellos. El representante y el dominus del hombre posmoderno ser judo ... "de los que se llaman a s mismos judos y no lo son". Aunque de ellos saldr tambin, acordate de lo que dijimos -se refera a la ya mencionada charla que pongo despus-, su inversa.

    -Todo cierra, s, todo cierra -dije, temeroso. Debo reconocer que temblaba un poco. Esta perspectiva de quedar

    como nicos representantes, vestigios de la Cristiandad, en un mundo

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    regido por un Poder enemigo, todo lo "anmico" que se quiera, empe-zaba a inspirarme una ansiedad premonitoria. Cerraba, s, la interpre-tacin cerraba. Demasiados indicios me sugeran que en nuestro Mundo estaba empezando a delinearse, a tomar forma, un sistema de dominacin que hasta entonces, y aunque nos fuera aborrecible, nos dejaba tranquilos. Lo inst nuevamente sobre la paradoja de la dominacin light.

    -Te dije la vez pasada que esa lucha con el Mundo a la que te referas, lucha "interior'', pareca demasiado fcil para los tiempos que corren. Si es cierto que los testigos de los tiempos finales requeri-rn de un herosmo mayor que el de los primeros cristianos ... , te in-sisto, quedar en eso la persecucin? Quedar en un simple sufri-miento interior por la corrupcin del mundo, y en un resistirnos a ser corrompidos nosotros? Me dijiste entonces que quizs no quedara en eso. Y te entend con eso de que el dolor persecutorio tomara una forma activa contra nosotros, contra los recalcitrantes. Y me di-jiste que tal vez cuando el Anticristo se manifestara, cambiara esto.

    -S, es lo que barrunto. La dominacin anmica, esa que se ejerce por la seduccin es, sin duda, no violenta, light. Ya vimos que tiene otra forma, que es igualmente no violenta, pero hard: la auto-condena de los condenados por la opinin pblica. Pero nada de esto se aplica a nosotros, a no ser, por supuesto, bajo la forma que te he dicho: porque no podemos dejar de ver el horror, y repudiarlo interiormente. Pero, es cierto: no creo que la actitud del Mundo hacia nosotros quede en esto.

    -Y qu se le importa al Mundo de nosotros, si no somos ms que cuatro gatos, totalmente inofensivos para l?

    -Eso es cierto. Eso sera cierto si se tratara solamente de una contienda humana. Contienda por la primaca. Pero la empresa de dominacin actual trasciende la perspectiva humana y terrena. Hay en todo esto una clara inspiracin satnica. Y Satans va por ms: va por nuestras almas. "Vuestra lucha no es contra la carne y la sangre, sino contra los espritus malos de los aires".

    -Habr, entonces, persecucin, persecucin en el sentido obvio ...

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  • -S, creo que habr persecucin, contra los recalcitrantes, contra los que quedemos inmunes al veneno de la anoma. Contra los no-nomos, contra los -digamos- "nmicos". Contra los que guardan la Ley y, con ello, han preservado su intimidad. Contra aquellos a los que no han podido "dar vuelta como un guante".

    Insist: -Persecucin a la antigua, violenta y represiva? Se vio obligado, nuevamente, a corregirse: -Te prevengo que lo que ahora estoy diciendo no lo vea bien an-

    tes. Se lo debo a nuestras charli;s. Pero s: se sigue de las premisas, de lo que decamos recin. Si el Anomos se manifiesta como nomos-dominador, aplicar quizs la Ley, para reprimir a los que guardan la Ley. Para el nomos-sbdito, dominacin "noma'', con eso le basta. Para el "nmico'', dominacin "nmica".

    -Si te entend bien, contra el "nmico" todo el peso de la Ley? Todo el peso de la Ley para los fieles, para los que no son parte de la "opinin pblica" y que, por eso, no se reconocen culpables y se auto-acusan?

    -S -me contest-, pero hay un detalle. "Anmicos" y "nmicos" conviven en la sociedad actual, y hay todava grados intermedios entre una cosa y la otra. No todos nuestros contemporneos, an en-tre quienes no tienen nuestra prevencin ante el Mundo moderno, no todos ellos -digo- son totalmente "anmicos". La anoma marca una tendencia, tendencia acelerada, pero no todos los que estn en ella han perdido la conciencia de la necesidad de un marco legal, del rigor y la disciplina de los sentidos. Y en esa misma medida con-servan algo de interioridad, de criterio propio, de "personalidad". Ahora bien: una represin legal contra estos reforzara la conciencia de su individualidad, de la inviolabilidad de su yo interior. Ten en cuenta que esto siempre ha sido as: la represin poltica ha paliado los efectos de la rebelin, pero ha exacerbado, en muchos, en los fuertes, esa misma rebelda. El sistema actual no puede incurrir en ese riesgo: el de que la represin legal engendre la reaccin por la toma de conciencia del propio "yo" avasallado. Lo que no pasaba,

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    precisamente, con la dominacin light, que tan buenos resultados le ha dado. No: en esto, el sistema tiene que andar con pies de plomo. Un desencadenamiento anticipado de la persecucin explcita y legal, hard, amenaza con estropearle todo lo ganado con la dominacin light. Son estos casos intermedios que te digo los que, a mi entender, demoran la persecucin. Has ledo que "a Satans le queda poco tiempo" .. ., pero, al mismo tiempo, no puede apresurarse.

    -Bueno: conforme con que los casos intermedios demoran la per-secucin. Pero, y nosotros? Nosotros, que no somos nomos ni queremos serlo, y que por la Gracia de Dios, no lo seremos?

    -Siguiendo el razonamiento, dira que nosotros ya estamos madu-ros, a los ojos del sistema, para sufrirla. Porque, si fuera verdad que nos hemos hecho inmunes a sus mtodos de seduccin, entonces al Poderoso slo le quedar ejercer sobre nosotros ... el Castigo. Es el otro aspecto del "reconocimiento" al que vos, con clara intuicin, apelaste. Y es coherente con el papel que le atribuimos antes. Ese "reconocimiento" del que hablamos implica: glorificacin por parte del complaciente, y castigo al renuente. Pero, como te digo, la exis-tencia de los casos intermedios es lo que demora este desenlace. No todo es, todava, "negro o blanco", el total divortio aquarum no se ha producido. Mientras no se haya producido hay, todava, competen-cia por las almas de los hombre ... por lo tanto, posibilidad de conver-sin para los nomos .. ., o "semi-nomos"; y el sistema tiene que an-darse con tiento en eso. Precisamente porque lo que tena logrado con la dominacin light era la imposibilidad de conversin.

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    -Yo no lo veo tan as -le dije-. Para m, la anoma ha invadido todo, todo lo que no sean los pocos reductos "nmicos". El divortio aq~ar:'m es, ya, un hecho. Si vos no lo ves, es porque ests aqu, y tu umco contacto con la civilizacin noma es la lectura del diario.

    -~st b~~n .. . , Si, t lo dices ... 1 entonces no puede andar lejos la manifestaczon del Anomos, del Anomos-personal..., el Anticristo.

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    VII

    EL SIGNO DE ISRAEL Y LAS NACIONES

    De algunas de las cosas que transcribo a continuacin, no estoy seguro de la ocasin, ni de la secuencia como fueron habladas. Ellas expresan las concepciones de Eliseo sobre la poltica contempornea, a partir de la ltima Guerra. Estas conversaciones ocuparon gran parte del tiempo de mi estada. A pesar de su actitud desencantada respecto de la poltica actual ("esta no es poltica real -deca--; es poltica virtual"), y a su conviccin de que en poltica no nos quedaba nada por hacer, el viejo mantena un persistente inters por la poltica, y la consideraba inescindible de cualquier evaluacin seria de la realidad humana. Y aunque reconoca el fracaso definitivo de sus viejos ideales nacionalistas, segua ma