Las murallas islámicas de Almuñecar

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INTRODUCCIÓN. La población de Almuñécar se encuentra en el sector occidental de la costa granadina. Su emplazamiento físico viene definido por un grupo de tres colinas que se levantan frente al mar, rodeadas por dos llanuras de cierto desa- rrollo. De éstas, la situada a Levante está for- mada por los aportes sedimentarios del río Verde, mientras que la localizada a Poniente tiene su origen en el río Seco. Estas llanuras se han generado a partir de sendas bahías mari- nas, de manera que hasta bien entrada la época moderna se constata la existencia de dos ensenadas en torno al extremo de la len- gua de terreno sobre la que se asienta Almuñécar (HOFFMAN, 1988: p. 65). Será entonces cuando se asista a una aceleración del proceso de sedimentación en estas áreas, como conse- cuencia directa de una progresiva pérdida de la masa vegetal del interior montañoso. Una descripción, bien que somera, de la conformación física del pueblo de Almuñécar sirve de primer referente a nuestro análisis. De las tres elevaciones que conforman este emplazamiento, la situada hacia el N está actualmente dominada por la iglesia parroquial, siendo la que cuenta con una menor altitud (25 m.s.n.m.). Entre éste y el segundo cerro encontramos una vaguada en cuya parte cen- tral se sitúa la plaza de la Constitución. La siguiente colina es la más elevada (45 m.s.n.m.) y también la de mayor extensión, pues se abre hacia sus vertientes E y O, constituyendo el asiento del actual barrio de San Miguel. El ter- cer promontorio está al S de esta última, encontrándose aquí el castillo de San Miguel. Su altitud es algo menor (43 m.s.n.m.), presen- tando un brusco desnivel con el anterior cerro, que sirvió de base para establecer el foso del castillo. Cabe añadir que en épocas pasadas la mitad S de esta elevación se introduciría en el mar. Por último, debe mencionarse la existen- cia de una cuarta elevación, el Peñón del Santo, situada frente al castillo y unida a tierra firme por una estrecha franja de playa. Las pruebas de la ocupación del solar de Almuñécar se remontan a la época argárica, momento al que pertenecen los primeros res- tos materiales en la cima del barrio de San Miguel (MOLINA, 1983). También este área centra- ría el poblamiento en la época antigua, especial- mente durante el periodo romano, si bien no podemos precisar ni los límites de la ciudad ni su configuración interna. Pero, como es eviden- te, será el periodo islámico el que preferente- mente ocupe nuestra atención. De manera más concreta, intentaremos definir los posibles espa- cios ocupados por el hábitat islámico por medio de una delimitación de los perímetros amuralla- dos, puntualmente perceptibles en el actual pai- saje urbano de Almuñécar, aunque hasta la fecha no habían sido objeto de estudio. Junto al análisis de las estructuras exentas, debemos tomar como base algunas informaciones proce- dentes del registro arqueológico y de la docu- mentación escrita. Es por ello que previamente a la descripción de las cercas amuralladas nos detendremos, de manera suscinta, en los datos proporcionados por ambas fuentes. Las murallas islámicas de Almuñecar (Granada) Antonio Gómez Becerra* * Universidad de Granada

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INTRODUCCIÓN.

La población de Almuñécar se encuentraen el sector occidental de la costa granadina.Su emplazamiento físico viene definido por ungrupo de tres colinas que se levantan frente almar, rodeadas por dos llanuras de cierto desa-rrollo. De éstas, la situada a Levante está for-mada por los aportes sedimentarios del ríoVerde, mientras que la localizada a Ponientetiene su origen en el río Seco. Estas llanuras sehan generado a partir de sendas bahías mari-nas, de manera que hasta bien entrada laépoca moderna se constata la existencia dedos ensenadas en torno al extremo de la len-gua de terreno sobre la que se asientaAlmuñécar (HOFFMAN, 1988: p. 65). Será entoncescuando se asista a una aceleración del procesode sedimentación en estas áreas, como conse-cuencia directa de una progresiva pérdida dela masa vegetal del interior montañoso.

Una descripción, bien que somera, de laconformación física del pueblo de Almuñécarsirve de primer referente a nuestro análisis. Delas tres elevaciones que conforman esteemplazamiento, la situada hacia el N estáactualmente dominada por la iglesia parroquial,siendo la que cuenta con una menor altitud(25 m.s.n.m.). Entre éste y el segundo cerroencontramos una vaguada en cuya parte cen-tral se sitúa la plaza de la Constitución. Lasiguiente colina es la más elevada (45 m.s.n.m.)y también la de mayor extensión, pues se abrehacia sus vertientes E y O, constituyendo elasiento del actual barrio de San Miguel. El ter-

cer promontorio está al S de esta última,encontrándose aquí el castillo de San Miguel.Su altitud es algo menor (43 m.s.n.m.), presen-tando un brusco desnivel con el anterior cerro,que sirvió de base para establecer el foso delcastillo. Cabe añadir que en épocas pasadas lamitad S de esta elevación se introduciría en elmar. Por último, debe mencionarse la existen-cia de una cuar ta elevación, el Peñón delSanto, situada frente al castillo y unida a tierrafirme por una estrecha franja de playa.

Las pruebas de la ocupación del solar deAlmuñécar se remontan a la época argárica,momento al que pertenecen los primeros res-tos materiales en la cima del barrio de SanMiguel (MOLINA, 1983). También este área centra-ría el poblamiento en la época antigua, especial-mente durante el periodo romano, si bien nopodemos precisar ni los límites de la ciudad nisu configuración interna. Pero, como es eviden-te, será el periodo islámico el que preferente-mente ocupe nuestra atención. De manera másconcreta, intentaremos definir los posibles espa-cios ocupados por el hábitat islámico por mediode una delimitación de los perímetros amuralla-dos, puntualmente perceptibles en el actual pai-saje urbano de Almuñécar, aunque hasta lafecha no habían sido objeto de estudio. Junto alanálisis de las estructuras exentas, debemostomar como base algunas informaciones proce-dentes del registro arqueológico y de la docu-mentación escrita. Es por ello que previamentea la descripción de las cercas amuralladas nosdetendremos, de manera suscinta, en los datosproporcionados por ambas fuentes.

Las murallas islámicas de Almuñecar(Granada)Antonio Gómez Becerra*

* Universidad de Granada

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LA INVESTIGACIÓNARQUEOLÓGICA.

Ciertamente, no parece éste el lugar parahacer un estudio crítico sobre la investigaciónarqueológica llevada a cabo en Almuñécardurante las últimas décadas. No obstante, esnecesario hacer algunas referencias a la misma,toda vez que ha determinado las posibilidadespara nuestro análisis. En primer lugar, cabe califi-car la actividad arqueológica realizada enAlmuñécar como intensa, si bien el interés porsu pasado islámico ha sido prácticamente inexis-tente. Puede pensarse que, al igual que laimportancia de la ocupación fenicia, la magnitudde los restos monumentales de la Sexi romana,o la ausencia de equipos de arqueólogosmedievalistas justificaban tal situación. Pero,admitiendo ambas circunstancias, no es menoscierto que este hecho pone de manifiesto laexistencia de un concepto de la arqueologíaurbana carente de una visión pluriestatrigráficade la ocupación de la ciudad, desde luego noexclusivo de este caso. En el mismo sentidodebe decirse que no fueron nunca explícitos lospropósitos científicos de la investigación sobre laetapa antigua, a todas luces orientada a la sim-ple acumulación de datos. Nada tiene de extra-ño, en consecuencia, que un cuarto de siglodespués de las primeras intervenciones arqueo-lógicas no contemos con ninguna memoria defi-nitiva de excavaciones, o que la única tesis doc-toral sobre la Sexi romana fuese realizada almargen de la investigación arqueológica, negan-do muchas de las evidencias mostradas porésta, incluida la propia categoría urbana de Sexi(RUIZ, 1990), sin que ello haya sido objeto de lamás mínima crítica por parte de especialistas.

De cualquier manera el que no podemoshacernos una idea aproximada de la organiza-ción urbana de la ciudad romana en su conjuntono nos exime de señalar cuales fueron sus ele-mentos destacados, tomando como base losestudios puntuales de varios monumentos o laspublicaciones parciales de algunas excavaciones.Esta somera descripción del urbanismo romanono debe entenderse como un ejercicio gratuito,sino que como veremos resulta fundamentalpara entender la organización de la ciudad islá-mica, y en particular del trazado de sus defensas.

A tenor de la información disponible, tresparecen ser los elementos esenciales de laorganización urbana de la Almuñécar romana.Estos son el acueducto, la terraza emplazadaen el área de la plaza Eras del Castillo y la fac-toría de salazones de El Majuelo (fig. 1).Aunque no podamos asegurar que estas cons-trucciones obedecieron a un mismo plan urba-nístico, si debe destacarse que la cronología delos dos primeros se sitúa en el siglo I d.C.,mientras que del último es seguro que, si bienexistía previamente, fue durante este periodocuando alcanza su máximo desarrollo.

Del acueducto es conocido su recorridoprevio a la entrada en Almuñécar por la parteN. Este transcurre entre los cauces de los ríosVerde , donde tiene su or igen, y Seco.Construidos para salvar las dificultades orográ-ficas de estas cuencas, conserva cinco tramosdesarrollados sobre arcadas, dos de los cualesllegan a constar de dos niveles, además deotros restos de arcos, así como varios tramossubterráneos (FERNÁNDEZ, 1949; MOLINA et alii, 1983).Se piensa, incluso, en la existencia de un sifónpara atravesar el último de los desniveles pre-vio a su entrada en la ciudad. No se conoce,sin embargo, casi nada sobre la organizacióndel sistema hidraúlico en el interior de la ciu-dad, aunque es muy significativa la existenciade un ramal que desembocaba en la factoríade El Majuelo, bastante próximo a uno de lostramos de muralla que serán analizados. Cabeadelantar, asimismo, la posible presencia de uncastellun acqua en el cerro donde actualmentese encuentra la iglesia, según nos refieren losautores árabes, y que debió ser utilizado paradotar de la suficiente presión al agua a fin depoder ascender hasta la siguiente elevación,donde está el que consideramos segundo ele-mento básico del urbanismo romano.

En cuanto a este último, que denominare-mos conjunto Eras del Castillo, se encuentraen la cima de la segunda colina, la del barriode San Miguel. No ha sido nunca objeto de unanálisis arqueológico global, a pesar del impor-tante número de restos constructivos de clarafactura romana dispersos en este área urbana.Sí se ha prestado una mayor atención al impo-nente edificio situado en la cara N del cerro,

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conocido como Cueva de Siete Palacios. Setrata de una construcción en mampostería deplanta rectangular, en cuyo interior se desa-rrollan siete espacios abovedados atravesadospor un corredor, excavados para su rehabilita-ción como Museo Arqueológico (MOLINA, 1987).En el límite O de este edificio se abre unapuerta adintelada, a partir de la cual encon-tramos un corte en la roca en esta dirección,donde se observan los restos de cinco arran-ques de bóvedas, lo que deja claro que existíaotro conjunto similar en esta par te. Otroarranque de bóveda se aprecia en el extremocontrario del edificio, pasada una puer tacubierta por un arco. Por encima de este edi-ficio se desarrolla un segundo conjunto debóvedas, de dimensiones menores y una dis-tribución diferente, la cual no puede ser deta-llada al encontrarse en su mayor parte inte-gradas en viviendas actualmente ocupadas. Enun tercer nivel, apoyados en el segundo pisode bóvedas, se observan restos de muros demampostería y suelos de opus signinum. Hayque coincidir con otros autores (MOLINA et alii,

1983: p. 267) en que nos encontramos ante unconjunto constructivo destinado a adaptar lasfuertes pendientes de la colina a las exigenciasdel urbanismo romano, y en concreto asoportar un edificio de grandes proporciones,dando lugar a un criptopórtico en la parteinferior, correspondiente a la Cueva de SietePalacios, rechazando la hipótesis de que setratase de un depósito final del acueducto, ensu día defendida por FERNÁNDEZCASADO (1949, pp. 325-329).

Pero, como adelantabamos, este complejoconstructivo no puede entenderse por separa-do de los restos romanos esparcidos por lameseta superior del barrio de San Miguel, entorno a la plaza Eras del Castillo. La mayorparte de estas construcciones se encuentran

en la cara contraria de la cima, la orientadahacia el S, destacando los restos de variosarranques de bóvedas y de una escalinata desillares situados en la calle Espaldas de SanMiguel. Hacia el NO, en una de las calles quedelimitan la plaza Eras del Castillo, encontra-mos un gran muro de mampostería, esquinadoy con una entrada adintelada que da paso a unespacio abovedado. Junto con el edificio de laCueva de Siete Palacios, estas construccionesparecen formar parte de una terraza levantadasobre la cima del cerro de San Miguel, crean-do una amplia área de planta rectangular,emplazada en el punto más elevado de Sexi,cuyos lados menores se encontrarían hacia elN, donde está el criptopórtico definido por laCueva de Siete Palacios, y el S. Parece obvioque este esfuerzo constructivo obedeció a lanecesidad de crear uno de los principalesespacios representativos de la ciudad romana,con toda probabilidad el mismo foro.1

Además de la excavación efectuada en elinterior de la Cueva de Siete Palacios, debemencionarse la existencia de otro sondeo enel exterior del edificio, concretamente en suángulo NE, donde se encuentra la octavabóveda que en sus orígenes formaría partedel edificio. La realización de este sondeoobedeció, al parecer, a unas obras de remo-delación en el entorno del monumento, sien-do necesario recalcar que no se trató enmodo alguno de una excavación estratigráfica,lo que hace que el material recogido en ella yla documentación gráfica realizada no permitaextraer conclusiones seguras.2 De todas for-mas, y centrando nuestra atención en el espa-cio situado al exterior, tenemos constancia deldescubrimiento de un sistema de contrafuer-tes del edificio, formado por dos estribos demampostería, desarrollados en el sentido dela pendiente, y a su vez unidos por un muro

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1 No se trataría, sin embargo, del único complejo constructivo de importancia situado en la parte alta de la ciudad. Hay que apuntar laposibilidad de que en la falda SE del cerro, orientada hacia la ensenada de Levante, se emplazaran los restos del teatro, tal como apun-tan la actual distribución del caserío y la existencia de restos constructivos asociables a este tipo de edificaciones (graderíos, bóvedasde diferentes disposiciones, como la conocida como “el Lavadero” ...). No ha sido objeto de ningún estudio arqueológico, aunque sícontamos con un análisis general de estos restos por el arquitecto M. G. Montilla Ruiz, e incluso con noticias de prensa sobre su des-cubrimiento (EL PAIS, edición de Andalucía, 23 de Abril de 1995). Aunque los elementos visibles en superficie parecen suficientespara avalar esta hipótesis de trabajo, la ausencia de cualquier pronunciamiento de especialistas en el mundo antiguo sobre tales restosnos obliga a no extendernos en esta cuestión.2. Las fechas de este “sondeo” sorprenden por lo reciente, pues fue efectuado entre 1992 y 1993. Estas obras fueron llevadas a cabopor el ayuntamiento de Almuñécar, sin que nos conste su autorización previa por parte de la Dirección General de Bienes Culturalesde la Junta de Andalucía, aunque sí su posterior conocimiento.

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horizontal a ésta. Uno de ellos, el situado al E,sirve asimismo de continuación de un desagüeque atraviesa la Cueva de Siete Palacios en suextremo E. Todo parece indicar que estasestructuras se encontraban originariamente aldescubierto, si no por completo si en parte,habiendo sido rellenadas con posterioridad.Entre los materiales procedentes de estedepósito sobresale la presencia de cerámicastardorromanas y, sobre todo, de época emiraly califal, circunstancia que nos parece bastantesignificativa. Sobre la proximidad de este espa-cio a uno de los tramos de la primera cercaamurallada conocida (en concreto a su sector10) volveremos más adelante.

El tercer elemento lo constituye la factoríade salazones de El Majuelo. Está emplazadabajo la vertiente O del cerro de San Miguel,frente a la ensenada situada a Ponientedurante la Antigüedad. La investigación arque-ológica en este área ha sido la de mayor con-tinuidad de las realizadas en Almuñécar, aun-que sus resultados son, cuando menos, de-cepcionantes. No sólo no contamos en estaocasión con una memoria de las excavacio-nes, llevadas a cabo en diversas campañasentre 1970 y 1986,3 sino que ni siquiera sabe-mos de la publicación de una secuencia estra-tigráfica de conjunto o cuando menos de unaplanta general, a pesar de que en la actualidades un complejo parcialmente restaurado eintegrado en un parque. La publicación másextensa fue llevada a cabo años antes de quese dieran por concluidos los trabajos decampo, por lo que sus consideraciones nopueden ser tomadas como definitivas (MOLINA

y JIMÉNEZ, 1984). En cualquier caso, ponen demanifiesto sus trazas generales, mencionandola presencia de cuatro grandes fases construc-tivas. Se insiste en los orígenes fenicio-púnicosde la factoría, puestos de relieve en la presen-cia de ciertas estructuras (MOLINA, HUERTAS y

LÓPEZ, 1984), aunque destacan que el granmomento de expansión de la industria se

sitúa a partir del siglo I d.C., datando la desa-parición de la factoría entre finales del siglo IVo principios del siglo V. Esta cuestión es parti-cularmente interesante, pues el abandono dela factoría parece dar lugar a la instalación devarias sepulturas en esta zona durante laépoca tardorromana (MOLINA y JIMÉNEZ, 1984: p.

204). Otro elemento que conviene reseñar esla existencia de un gran edificio de planta rec-tangular en la parte N, separado de la zonade piletas de la factoría por la rampa de acce-so desde la par te alta de la ciudad y a unnivel superior, y aunque a la vista en la actuali-dad no ha sido objeto de ninguna referenciapor parte de los excavadores. Es, superpuestaa esta construcción, donde encontraremosuno de los pocos tramos conservados de lamuralla de época nazarí.

Una última referencia a la investigaciónarqueológica pasa por las actuaciones llevadasa cabo en el castillo de San Miguel. Las inter-venciones arqueológicas en este lugar se inicia-ron en 1994, y si bien no pueden darse porfinalizadas sí que es posible establecer unasecuencia general de la ocupación de estazona, que de manera muy somera señalamos.4

Dejando aparte los restos romanos, bastantenumerosos aunque su dispersión y su frecuen-te solapamiento por estructuras posterioreshace difícil ofrecer una interpretación global,hay que señalar la existencia de una necrópolistardorromana, localizada en la parte central delrecinto, a su vez destruída por la construcciónde un complejo palaciego, formado por unavivienda y unos baños, durante la época nazarí.Con anterioridad a estas últimas fechas, desta-ca la existencia de un edificio de planta rectan-gular en la parte N, ordenado en torno a ungran patio. Es muy posible que este conjuntocoincida con la primera fase de ocupación islá-mica del castillo que a tenor del material cerá-mico encontrado en los rellenos excavadosdebe situarse entre los siglos X al XI. El amura-llamiento del castillo consta de un total de 11

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3 Los primeros sondeos fueron realizados pos M. SOTOMAYOR, aunque la mayor parte de estas excavaciones fueron dirigidas por F. MOLINA FAJARDO.4 Hay que advertir que las actividades arqueológicos en el castillo han estado condicionadas por numerosos problemas. En primerlugar la importante remoción de terreno ocurrida en su interior durante la década de los ochenta, coincidiendo con el desmantela-miento del cementerio local aquí instalado desde el siglo XIX. Ultimamente los problemas proceden principalmente de la presencia deuna Escuela-Taller, cuyas actuaciones han llevado incluso a la paralización temporal del proyecto arqueológico.

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torres y 8 lienzos de murallas. Su análisis estra-tigráfico5 muestra la presencia de tres grandesmomentos constructivos, independientementede la frecuencia con que se sucedieron refor-mas puntuales en los paramentos, dando porsentado la inexistencia de estructuras identifi-cables como murallas de época romana:

1. El primero correspondería en principioa los lienzos de muralla construídos en hormi-gón según la técnica de la tabiya -denomina-dos como sectores 2, 6 y 7 en la fig. 2- , a losque podría añadirse algunas de las torres rea-lizadas con idéntica técnica, como la nº 6 o laprimera fase de la nº 9, no así la de la nº 5que en su actual configuración es posterior, talcomo demuestra el análisis de la cerámicaapreciable en el interior del hormigón. Ensuma, parece obedecer a un proyecto global,que bien puede considerarse como la prime-ra fortificación del conjunto del cerro. Se tra-taría de un castillo de planta rectangular, muymodificada por su adaptación a la topografíadel cerro, jalonado de torres prácticamentecuadradas. Aun a falta de una reconstruccióncompleta de su recorrido, nos hace pensar enalgunos modelos andalusíes datados entre lossiglos IX al XI (SOLER y ZOZAYA, 1992).

2. Sin entrar en la segura existencia demodificaciones puntuales de este primeraplanta utilizando una misma técnica constructi-va, tal como se documenta en la torre nº 5, elanálisis de la muralla permite hablar de unaintensa actividad constructiva en la etapa naza-rí, es posible que también con la utilización dela tabiya pero caracterizada a partir de ahorapor la masiva adopción de la mampostería,como respuesta a las necesidades surgidasante la aparición de la artillería. Sin duda per-tenecen a este periodo las torres de mampos-tería reforzada con sillares en sus esquinas -torres nº 4, 8 y 10-, así como la torre situadaen el recinto interior, en la parte N, denomi-nada Torre del Homenaje (torre nº 1 de lafig.2), dada sus características constructivas ysu situación estratigráfica, pues sirvieron debase a reformas de época castellana, como

ocurre con la plataforma de artillería situadaen el extremo S. Con mayor certeza puededecirse de aquéllas que conservan una franjade hormigón en su coronamiento, pues setrata de una técnica hasta ahora sólo atesti-guada en fortificaciones pertenecientes a esteperiodo. En nuestro caso es bastante llamativoque este tipo de técnica se documente espe-cialmente en torno a la fachada, pues junto alas torres nº 1 y 4, se aprecia en la fase inter-media de la nº 5 y en el sector 8 de la muralla.En suma, el periodo nazarí constituye elmomento de mayor actividad constructiva enel castillo de Almuñécar tras su configuración,lo cual ha de ser puesto en relación con elreforzamiento de la defensa costera en estostiempos, hecho sobradamente constatado enel litoral granadino (MALPICA y GÓMEZ, 1989).

3. Por último, tendríamos las grandes trans-formaciones castellanas proyectadas entre lossiglos XVI-XVII. Se manifiesta principalmenteen la fachada principal, realizada en mampos-tería y que consta de cuatro torres semicircu-lares, y las murallas asociadas a la plataformade artillería que se encuentra en el extremo S,así como la coracha, sin perjuicio de que algu-no de sus elementos sean posteriores. Es evi-dente que el castillo fue objeto de ulterioresmodificaciones, pero en ningún caso supusie-ron una alteración tan sustancial de su plantacomo la ocurrida en estos momentos.

En suma, de este rápido análisis del castillodebe retenerse en primer lugar que las fechasque manejamos de su primera ocupacióncomo recinto fortificado se sitúan en torno alperiodo califal, hecho que parece suceder a unmomento de ausencia de ocupación consolida-da tras su utilización como área cementerial enépoca tardorromana. Sobre la relación de estehecho con otros datos que apuntarían a unsecuencia similar para otras zonas deAlmuñécar nos ocuparemos al final de este tra-bajo. Otra cuestión a reseñar es la importanciaque adquieren las reformas de época nazarí,circunstancia que como veremos no es ajena alconjunto de las defensas de Almuñécar.

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5 Este es recogido en su totalidad en el Proyecto de Actuación Arqueológica en el castillo de San Miguel (Almuñécar), presentado por F.MOLINA FAJARDO, A. MALPICA CUELLO y A. GOMEZ BECERRA, aprobado por la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía.

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LAS FUENTES ESCRITAS.

Las referencias escritas a Almuñécar deépoca árabe son en general extremadamenteparcas, mucho más en lo que respecta a susfortificaciones. La primera mención la encon-tramos en la obra de Ahmad al-Razi (siglo X),quien detalla las principales produccionesagrarias de su entorno y habla de Almuñécarcomo un “castillo”, o al menos así lo recoge eltraductor medieval de su obra, pues como essabido el original árabe se da por desapareci-do (CATALÁN y de ANDRÉS, 1975: pp. 29-30). Si poruna parte cabe suponer que el término en unprincipio recogido por el geógrafo cordobéssería el de hiSn, por otra no puede asegurarseque se trate de una referencia inequívoca a laexistencia de defensas, dada la gran frecuenciacon que es utilizado en su obra. Estas noticiasdeben ponerse en relación con las que en elsiglo XI trasmite el historiador Ibn Hayyan(1981: pp. 141-143), acerca de la situación de lacosta occidental granadina durante losmomentos finales de la fitna. Este autor relatala conquista por el emir cAbd al-Rahman IIIde los huSun de fiat y Muskaril, identificadosrespectivamente con el Peñón de LosCastillejos y Pico Moscaril, ambos en las aline-aciones litorales de Sierra Almijara (MALPICA,

1983), así como del puer to de Almuñécar,todos ellos en el ámbito de influencia de losBanu HafSun. Es muy significativo que en estetexto el castillo de fiat se presenta como elcentro de la defensa del territorio, ejerciendoun papel hegemónico sobre otros huSun,como Muskaril, mientras que de Almuñécarsólo se infiere su función portuaria. Esta relati-va marginación de la antigua Sexi es muchomás patente en la Crónica Anónima, redactadahacia el siglo X, donde no llega siquiera a sermencionada al relatarnos estos acontecimien-tos (LEVI-PROVENÇAL y GARCÍA-GÓMEZ, 1950, pp. 21-

22). El papel preeminente de fiat en la defensadel terr itorio parece prolongarse en losmomentos inmediatamente posteriores a laconquista de al-NaSir pues las crónicas califa-les dejan constancia del nombramiento de ungobernador para este castillo (Ibn HAYYAN, 1981:

p. 368), así como de la presencia de tropas enel mismo (GARCÍA GÓMEZ, 1967), no encontrán-dose noticias al respecto sobre Almuñécar.

Pero es a partir del siglo XI cuando lasreferencias a Almuñécar son algo más abun-dantes, si bien las noticias acerca de susdefensas no aportan grandes novedades. Así,el almeriense al-cU∂ri presenta una primeradescripción de la Almuñécar islámica en lacual, no obstante, destaca la magnitud de susrestos romanos. En efecto, constata la pre-sencia de “numerosas ruinas antiguas”, entreéstas “los vestigios de una acequia” cuya tra-zado llevaría hasta una “fortaleza” (hiSn) quecalifica como “antigua y bien defendida”. Al Nde ésta sitúa lo que denomina como “ídolo”(Sanam), a donde previamente habría ascen-dido el agua (SÁNCHEZ MARTÍNEZ, 1975-1976: p. 57).Es obvio que la acequia debe ser identificadacon el acueducto romano, mientras que lareferencia a una fortaleza no pensamos quelleve a su identificación con el castillo de SanMiguel, pues al calificativo de “antigua” seañade la frase con la que cierra su descrip-ción -”Hay restos de todo esto que han llega-do hasta nuestros días”-, lo que incide en sucarácter de ruina. Parece lo más probableque esta fortaleza no sea sino los vestigios dela plataforma situada sobre la cima del cerrode San Miguel, es decir del foro (GÓMEZ, en

prensa). En el mismo sentido debe tomarse lareferencia de al-Sabti, autor del siglo XIV,sobre la existencia de “... una gran fortalezaen desuso” en Almuñécar (BENCHERIFA, 1986: p.

253). Por último, el “ídolo” ha sido interpreta-do con un “castillo de agua” de tiemposromanos, presumiblemente emplazado en elcerro N de la ciudad y cuyo destino seríapermitir la subida del agua al cerro de SanMiguel, gracias al efecto de los vasos comuni-cantes (RUIZ, 1990: pp. 62-63). Sea como fuera, laadmiración de al-cU∂ri ante la monumentali-dad de estas edificaciones no oculta su ruinafísica, como tampoco el desconcier to delautor sobre su finalidad, entendiéndose así eluso inapropiado de los términos h iSn oSanam para designarlos, aunque sí revele cier-ta comprensión del funcionamiento del siste-ma hidraúlico romano. Esto mismo puededecirse de las referencias de autores poste-riores, quedando en evidencia la rupturaentre la ciudad antigua y la realidad urbanade época islámica (GÓMEZ, en prensa).

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Sí que alude de una manera clara a ladefensa de Almuñécar otro autor del siglo XI,el rey zirí cAbd Allah. En sus “memorias”queda patente la importancia alcanzada poresta población dentro de la estructura defen-siva del reino taifa, sobre todo en susmomentos finales, cuando ante la amenazacristiana y almorávide el sultán zirí decidereforzar sus defensas (LEVI-PROVENÇAL y GARCÍA

GÓMEZ, 1980: p. 223). No obstante, es imposibledeterminar si estas obras afectaron al conjun-to de su amurallamiento o se centraron en elcastillo. En cualquier caso, se advier te queAlmuñécar es ahora el centro de la defensadel territorio, desplazando a fiat. Esta evolu-ción se comprende a par tir de una nuevaestrategia defensiva emanada desde el Estado,en la que se consideraría primordial la defensade la nueva madina y puerto de Almuñécar,fundamentales tanto para la supervivencia dela capital como de la misma dinastía que seencontraba a su frente, pues recordemos setrataba de la principal salida al mar de la capi-tal granadina en tales momentos.

Menos explícitas aún son las referencias deautores árabes posteriores, pues no pasan demencionar la presencia de una fortaleza inex-pugnable, sin ofrecernos mayores detalles, talcomo hacen al-Himyari (1963: pp. 372-374) o Ibnal-Jatib (1977: p. 120). Habrá que esperar, ensuma, a la conquista castellana para contarcon una fuente que permita al menos señalarla existencia de dos cercas amuralladas, ade-más de la definida por el propio castillo. Nosreferimos al Libro de Repartimientos de laciudad, redactado entre 1491 y 1497 (CALERO,

1983). Su atenta lectura permite discernir cuá-les eran las trazas generales de la madina deépoca nazarí, bien es cierto que desde un pri-mer momento son perceptibles las transfor-maciones producidas por los castellanos. Así,éstos se asientan en la parte baja de la ciudad,que es dividida en dos collaciones: la de SantaMaría y la de Santiago. La primera se encuen-tra en la parte norte de Almuñécar, en tornoal cerro de la actual iglesia, mientras que lasegunda se extendía en el área próxima almar. Las diferencias esenciales entre ambascollaciones radica en la mayor concentraciónde espacios dedicados a la vida comercial en

la segunda, frente a la abundancia de viviendasen la otra. Relativo al tema que nos ocupa,cabe decir que la mención a la existencia detres puertas en la ciudad, que sólo han pervi-vido en la toponimia, permite definir cuál erael espacio ocupado por la ciudad. Las puertasen cuestión eran las de Vélez, en la parte O;la de Granada, en el extremo N; y la del Mar,que servía de comunicación con la ensenadade Levante. A par tir de estos accesos sedesarrollan los ejes básicos de la ciudad, des-tacando la denominada calle Real que unía lasPuertas de Vélez y del Mar. En el centro deesta vía se encuentra la “plaça”, correspon-diente a la actual Plaza del Ayuntamiento,desde donde parte otra calle hacia la Puertade Granada.

No aparece ninguna referencia a otrosposibles accesos. Estas puertas estaban unidaspor una muralla, que con cier ta frecuenciaaparece nombrada en el texto como “el adar-ve”, aunque su mención, por lo general, sirvesólo para indicar la cercanía de algun inmue-ble o para hacer referencia a los bienes habi-ces dedicados a su mantenimiento (CALERO,

1983: pp. 429, 449 y 451). En cualquier caso, puedeafirmarse la presencia de un amurallamientoque rodearía la parte baja de la ciudad, seña-lando el punto máximo de extensión de lamadina nazarí.

Asimismo, indicaremos que en ningunaocasión se hace referencia al castillo, lo cual eslógico si se tiene en cuenta que no podía serobjeto de reparto, como tampoco lo fueronlas zonas aledañas. A este respecto si es signi-ficativa la mención a una “alcaçaba” que sesituaría en la parte alta del actual barrio deSan Miguel, aunque las únicas noticias sobreeste lugar se deben a la cercanía de algunosbienes repar tidos a una “Puer ta de laAlcaçaba”, próxima a la parte baja de la ciu-dad (CALERO, 1983: pp. 428 y 434), y a una calle quedescendía desde aquí (CALERO, 1983: p. 419), sien-do necesario comprobar su existencia a partirde informaciones posteriores, que analizamosa continuación. En ningún momento se cita lapresencia de viviendas en “la Alcaçaba” nitampoco la de vecinos aquí afincados. Ténga-se en cuenta que el Libro de Repartimientos

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sitúa al barrio de la morería en la falda E delcerro de San Miguel, donde actualmente seencuentran las calles Morería Alta y Baja,mientras que la judería estaba en la par teorientada a Levante, lo que nos hace suponerque la zona alta, la “alcaçaba”, estaba abando-nada como consecuencia de la conquista,hecho que es comprensible si, como veremos,se trataba de un segundo espacio fortificado,situado en la parte elevada de la población.

LA CARTOGRAFÍA MILITAR DEEPOCA MODERNA.

Una documentación excepcional paranuestro estudio la constituye la car tografíamilitar de época moderna. Como en el con-junto del litoral, su realización suele venir jus-tificada por proyectos de construcción oremodelación de fortificaciones. Es por ellológico que en nuestro caso centren su aten-ción en el castillo de San Miguel, sobre todoen la necesidad de adelantar sus defensashacia el mar, proteguiendo el espolón situadofrente al Peñón del Santo. En uno de estosejemplos, sin fecha exacta pero que debesituarse entre los siglos XVII al XVIII, se reco-ge con cierta precisión el amurallamiento dela parte alta del cerro de San Miguel, lo cualpermite describir cómo sería la cerca de lazona denominada en el Libro de Repar-timientos como “la Alcaçaba”.6 Una descrip-ción de este documento gráfico, que repro-ducimos (fig.3) se hace necesaria para losfines del presente artículo.

Además de este amurallamiento y el delcastillo, se representa en su parte inferior unaserie de estructuras rectangulares que, dadasu situación, deben corresponderse con losvestigios de la factoría romana de El Majuelo.No hay, por otra par te, indicación algunasobre el núcleo ocupado en estos momentos,que quedaría fuera del espacio representadoen este plano, como tampoco de la murallaque rodearía la parte baja. En cuanto al reco-rrido y las características de la cerca superior,

empezaremos por decir que el interior delrecinto amurallado, al que denomina “la alca-saba” coincidiendo con lo visto en el Libro deRepartimientos, carece de indicaciones quepermitan suponer que se encontraba ocupa-do, señalándose tan sólo la presencia de cons-trucciones romanas. Estas son representadaspor la letra “S”, que aparece hasta cuatroveces. La leyenda situada en la parte inferiorizquierda se expresa así: “soterraneos aruina-dos. aun vestigios”. La mención a restos debóvedas romanas pertenecientes al conjuntoEras del Castillo es inequívoca, coincidiendosu localización con la de este lugar.

Por lo que se refiere al trazado de lamuralla puede concluirse que coincide con elque aún es posible reconstruir a partir de losrestos materiales conservados en el barriode San Miguel, formado por un recorridomuy segmentado debido a su adaptación alcerro jalonado de un total de 13 torres, quesegún aparecen representadas serían de plan-ta rectangular. Tomando como punto de par-tida la esquina NO del castillo de San Miguel,puede dividirse su trayectoria en los siguien-tes sectores:

1. Se observa en la muralla parte de unatorre del castillo, formando un primer sectorrectilíneo que cerraría la vaguada existenteentre el castillo y el cerro de San Miguel haciaPoniente.

2. A continuación forma un saliente sobreEl Majuelo, que acaba en una primera torre.

3. El tercer sector realiza un trazado rectilí-neo, cuya cara se orienta al NO. Finaliza enuna nueva torre.

4. Tras esta segunda torre se observacomo vuelve a entrar hacia el interior delcerro, creando un tramo en línea recta.

5. Un nuevo quiebro en la muralla reorien-ta su trayectoria hacia el N, creando un largosector rectilíneo, donde se señala la presencia

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6 Plano del castillo, puerto y cerro de San Cristóbal de Almuñécar en la costa de Granada, Archivo del Servicio Histórico Militar delEjército (Madrid), Cartoteca 016-239 a 241 (sin año).

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de dos torres, una hacia la mitad y otra en suextremo superior, donde nuevamente seesquina en dirección a la zona alta del cerro.

6. Muy cerca de la última torre encontra-mos otra, apenas separada de la puerta quedaría acceso a este recinto desde Poniente. Surepresentación gráfica da a entender que setrataba de un puerta en recodo, lo cual noquiere decir que fuese siempre así. Su presen-cia en el plano es señalada con la letra “Q”, aligual que ocurre con la otra puerta, indicán-dose en la leyenda “puertas del alcasaba arui-nada”. Está flanqueada hacia el SE por otratorre. Como veremos, este acceso desembo-caría en la actual plaza Eras del Castillo.

7. Tras la puerta la muralla bajaría en línearecta. En el ángulo formado justo antes de lle-gar al punto donde se situaría la Cueva deSiete Palacios, encontramos una octava torre.

8. A partir de aquí gira hacia el E, reco-rriendo algunos metros antes de dar paso aun nuevo sector en dirección N.

9. En el extremo de este sector seencuentra otra torre, que hace la número 9.

10. A partir de esta torre la muralla recu-pera una trayectoria menos forzada, formandoun sector rectilíneo que sirve de cierre a lacara NO del cerro. Antes de girar siguiendo ellímite E del cerro, esta muralla forma un salien-te que acaba en un nueva torre, la nº 10.

11. El sector que se desarrolla a continua-ción es el situado sobre el fondeadero deLevante, representado en este plano, lo cualexplica la existencia de una nueva puer ta,igualmente indicada con la letra “Q”, queestaría comunicada por un camino condicha ensenada. También parece que se tra-taba de una puerta en recodo, aunque ahorala torre que la protegía se desarrolla hacia elexterior. Cabe suponer que esta puerta seencontrase en la parte superior de la actualCuesta del Carmen.

12. A par tir de este punto la murallaforma una curva para adaptarse al precipicio,

lo cual es apreciable en la actual configuracióndel barrio de San Miguel.

13. Tras este sector, se desarrolla un últi-mo, en línea recta y con dos torres represen-tadas, que enlazaría con el extremo NE delcastillo.

LOS RESTOS MATERIALES.

Los datos aportados por la arqueología y,sobre todo, por la documentación escrita ygráfica han de ser comparados con los restosmateriales aún visibles en el paisaje urbano deAlmuñécar. En primer lugar, nos ocuparemosde los escasos vestigios de la muralla situadaen la parte baja, la que encontraran los caste-llanos a su llegada rodeando la madina, para acontinuación describir los correspondientes ala muralla de la “alcaçaba”, que pueden sercomparados con el anterior plano.

La muralla de la madina nazarí.

Son sólo dos los tramos pertenecientes aesta muralla conservados en la actualidad.Uno se encuentra bajo el barrio de SanMiguel. En concreto se superpone al mencio-nado gran edificio colindante con la factoríade El Majuelo, aunque la muralla se encuentraen buena parte oculta por los paramentosmodernos de las casas situadas al S. De todasformas, es posible advertir que era una obrade hormigón reformada en un momentodado con mampostería. Más evidente es lapresencia de dos torres cimentadas sobre losrestos romanos, más una tercera situada enel extremo NO del parque, esquinado con elCallejón del Silencio, desde donde partiría unnuevo tramo de la muralla. Presentan plantascuadradas, y están construidas con mampos-tería reforzada en sus esquinas con cantería.En la parte oriental pueden advertirse otrosrestos constructivos de época islámica, comoson las bases de dos posibles torres de tapial,presumiblemente anteriores. Las relacionesestratigráficas entre estos restos necesitaríande una revisión de la documentación propor-cionada por la excavación de este sector deEl Majuelo.

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Un segundo tramo conser vado de lamuralla nazarí se advier te en la par te delbarrio de San Miguel orientada al SE, concre-tamente en los muros situados sobre el marde algunas casas pertenecientes a la Calle SanMiguel Bajo, apenas visibles por la vegetaciónexistente. El más significativo de estos restospertenece a un adarve de mampostería queformaría parte del tramo final de la murallanazarí, que se encuentra en un acceso al inte-rior de una casa de la parte alta de la Cuestadel Carmen. Seguramente debió ser construi-do tomando como base la muralla de la alca-zaba (sector 13).

Es evidente cómo los restos conservadosconstituyen una mínima expresión del totalcon el que debió contar la ciudad nazarí. Lacausa de su pervivencia se debe a su situaciónsobre la zona más escarpada y alta del cerrode San Miguel, por lo que se han beneficiadode un obstáculo natural al desarrollo urbanís-tico de épocas posteriores. Los restantes tra-mos de la muralla, así como las puertas conque contaba, desaparecieron a medida que seocupó la zona de contacto entre el antiguosolar y la vega.

No obstante, el trazado aproximado de lacerca nazarí puede apreciarse en la actualtopografía urbana de Almuñécar, siendo posi-ble una reconstrucción bastante aproximadade su recorrido (fig.4). Así, desde el Callejóndel Silencio, lugar en el que finaliza el primertramo conservado, continuaría por esta calleen dirección Norte, hasta la calle Puerta deVélez, donde vimos se encontraba uno de losaccesos a la ciudad, defendiendo de estemodo la vertiente O del cerro de San Miguel.A partir de aquí la muralla seguiría el trazadode la actual Avenida de la Cala hasta laCarrera de la Concepción, envolviendo así laparte NO de la colina sobre la que se asenta-ba la antigua colación de Santa María, presidi-do hoy en día por la iglesia parroquial. Al lle-gar a la Puerta de Granada, en el extremo Nde este cerro, la muralla giraría hacia el S para

seguir la curva de nivel marcada actualmentepor la calle Derrumbaderos. Debido a lasgrandes transformaciones urbanísticas ocurri-das en la parte baja de la ciudad, no es posi-ble una reconstrucción de su recorrido unavez pasada esta calle, aunque puede suponer-se que se ceñiría a las calles San José y Bajadel Mar hasta contactar con la Puerta del Mar.Asimismo, tampoco podemos precisar surecorrido por la zona próxima al mar hastaenlazar con los restos visibles en la parte altade la Cuesta del Carmen.

La muralla de la alcazaba.

Bastante más abundantes son los restospresentes de la cerca amurallada superior. Ellose debe, fundamentalmente, al hecho de quedurante varios siglos después de la conquistaesta parte de Almuñécar estuvo prácticamen-te desocupada, no siendo hasta el presentesiglo cuando comienza a articularse un verda-dero barrio en la parte alta del cerro de SanMiguel, circunstancia a la que no es ajena elcarácter marginal de esta zona con respecto ala parte baja de la población.7

Pueden apreciarse hasta 10 tramos de estamuralla, que de O a E pasamos a describir,que haremos corresponder con los sectoresdiferenciados en el plano de época moderna:

1. Los primeros restos de la muralla, iden-tificables con el primer sector del plano, seadvierten en la subida desde El Majuelo hastael castillo de San Miguel. Se trata de fragmen-tos de hormigón integrados en un muro demampostería, que sir ve de cierre haciaPoniente del foso del castillo.

2. El segundo sector de la muralla seencuentra cor tada por la calle de accesodesde El Majuelo al barrio de San Miguel. Noobstante, puede observarse la existencia deun tramo conservado en el extremo final. Setrata de un muro de mampostería, con restosde un adarve, seguramente perteneciente a

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7 Hay que advertir que en fotografías de los años 50, e incluso de principios de los 60, eran visibles un mayor número de restos de lamuralla. El escaso volumen de los edificios levantados en este barrio, que por lo general no pasan de las dos plantas, hace suponer quemuchos tramos de la muralla no han desaparecido por completo, sino que están integrados en las construcciones actuales.

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una reforma tardía, es posible que de épocacastellana, habiendo sido restaurado en losúltimos tiempos. Al final del mismo encontra-mos la primera torre, de tapial, maciza y plan-ta cuadrada, que está integrada en una vivien-da. Su estado de conservación es pésimo.

3. Entre esta torre y el inicio de la CalleMorería Alta, en la vertiente O del cerro, seconserva el tramo más completo. La primerapar te sir ve de límite a la misma viviendadonde estaba la torre. La segunda encierra elpatio de una alfarería abandonada hace algu-nos años, encontrándose en el extremo NOdel solar una nueva torre, reflejada en el planode época moderna. La técnica constructiva delpaño de muralla consiste en una obra detapial. En su base exterior se observa la exis-tencia de una zarpa de mampostería, sobre laque se desarrolla una doble hilada horizontalde ladrillos a soga y tizón. Otra hilada similarse encuentra en la parte superior, señalando elcomienzo del pretil del adarve, parcialmenteconservado. En la cara interior, orientada alpatio de la alfarería, se han practicado un sinfínde huecos, probablemente destinados a intro-ducir las piezas de la alfarería para su secado.Hemos podido acceder al interior de estesolar para efectuar un análisis más detenido,gracias al cual podemos decir que este para-mento es una obra tardía, posiblemente deépoca nazarí, tal como pone de manifiesto lapresencia de fragmentos de cerámicas próxi-mos a esta cronología integrados en el hormi-gón. Este hecho no impide pensar que existíaun lienzo de muralla anterior, pues algunoshuecos aparecidos en el exterior revelancomo la mencionada zarpa descansa sobreuna obra anterior de hormigón, que a su vezcuenta con un cimiento de piedras. Debeseñalarse la existencia de una impor tantereforma posterior, consistente en obra demampostería en la zona central, apreciándosepor ambas caras. Se desarrolla en sentido ver-tical, formando cajones que presentan unancho similar y longitudes diferentes. Puedetratarse de una obra de época cristiana.

Perteneciente a la época nazarí es tambiénla torre del extremo NO, pues es una obrade mampostería con refuerzos de cantería en

sus esquinas, contando en su coronamientocon los restos de una plataforma de hormi-gón. Como es sabido, esta técnica se docu-menta en diversas construcciones militares deépoca nazarí, entre ellas el propio castillo deSan Miguel. Cabe añadir que es una obramaciza, conservando restos del pretil O.

En la actualidad este tramo de muralla seencuentra en un estado de grave deterioro,pues la parte lindante con la última torre estácaída, mientra que la inmediatamente ante-rior ha debido ser apuntalada con una estruc-tura metálica.

4. El cuarto sector de la muralla corres-ponde al fuerte desnivel existente tras el límiteN de este solar, siendo fácil advertir que seríaen este punto donde se encontraba el primerquiebro visto en el plano de época moderna.En la actualidad la cara N del solar está cerra-da por un imponente muro de mampostería,de época reciente en su parte alta, pero quedescansa sobre restos anteriores.

5. A este sector pertenecerían los dos tra-mos conservados en la calle Torremolinos,cuyo trazado está claramente condicionadopor la subida en línea recta de la muralla. Unprimer tramo se encuentra en el límite poste-rior de dos casas, una de la Calle Torremo-linos, la otra de la Calle Clavelicos Altos, quepasa por debajo. Presenta la particularidad deque, a diferencia del anterior, está construidocon mampostería y conserva el arranque decinco almenas de tapial. Es, como decimos,una técnica documentada en época nazarí, detrazas similares a la vista en la última torre. Elsegundo tramo esta localizado entre otras dosvivendas de las mismas calles, aunque en laparte alta, muy cerca de la cima del cerro deSan Miguel. Presenta las mismas característicasconstructivas que el anterior sector, pues setrata de una obra de mampostería con acaba-do en hormigón, conservando ahora seisalmenas completas, coronadas con un rematepiramidal, y la base de una séptima. Se distri-buyen escalonadamente, con dos almenas porescalón, salvo el tercero que cuenta con tres.Hay que apuntar la presencia de dos mediasalmenas en la intersección entre los escalones.

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6. Como veíamos en el plano, a partir deaquí la muralla giraría nuevamente para prote-ger la ladera NE del cerro, acabando en lacima del barrio de San Miguel, donde se abri-ría una puerta. Pertenecientes a este sectorsólo conocemos la presencia de algunos restosde hormigón sobre una construcción romanade mampostería, en concreto la localizada enla zona O del conjunto Eras del castillo. Se tra-taba de un gran muro esquinado, en cuya caraE se abría la entrada a un espacio abovedado.Es probable que, por su situación, esta partefuera reutilizada como basamento de la torreexistente junto a la puer ta, la cual debecorresponder a la calle que sube por detrás deestas viviendas hasta la plaza Eras del Castillo.

7. Nuevos restos de este recinto amuralla-do son visibles en la parte más alta del barriode San Miguel, en torno a la plaza Eras delCastillo. Se trata de una obra de tapial visibleen la misma plaza, en su extremo SO, parcial-mente cubierta por un enfoscado reciente.Este tramo continúa en la bajada hacia laCueva de Siete Palacios, apreciándose unimportante lienzo hacia una de las calles quedesciende desde la plaza, aunque ahora ape-nas si se conserva algo más que su base demampostería.

8. Antes de llegar a la entrada de la Cuevade Siete Palacios, la muralla giraría nuevamen-te. Es aquí donde se aprecian los restos dehormigón, con una base de mampostería, quese apoyan por su parte trasera en las bóvedasromanas que prolongarían el conjunto de laCueva de Siete de Palacios hacia el O, y quesegún el plano de época moderna debíancorresponder a una torre levantada en elextremo NO del recinto, aunque los escasosrestos conservados no permiten precisarlo.

9. Al llegar a la entrada de este edificio lamuralla se esquina en dirección N, tal comoindicaba el plano. Ello es apreciable en la pre-sencia de un muro de mampostería, claramen-te posterior a la obra romana, que parte de laesquina NO del edificio, junto a su puerta, ysigue tal orientación hasta ser interrumpidopor la calle. Una vez pasada ésta, y bajo el des-nivel del terreno que señala el límite del cerro

de San Miguel, existe una torre en el patio tra-sero de una casa de la calle Carmen Baja, per-fectamente alineada con el citado muro y quedebe corresponderse con la novena torrerepresentada en el plano. Es de hormigón,contando con un refuerzo de ladrillos en laparte inferior de su esquina NO, seguramenteposterior. La parte contraria de la torre estáafectada por una edificación reciente.

10. Este sector coincide con el fuer tecorte del terreno existente frente a la Cuevade Siete Palacios. La presencia de varias casasconstruidas en voladizo sobre el precipicionos impide apreciar otros tramos conserva-dos, aunque en un solar vacío se observanrestos de hormigón medieval, ocultos enparte por vertidos recientes. Algo más ade-lante se encuentra la esquina NE de la Cuevade Siete Palacios, donde ya adelantamos laaparición al exterior de un relleno con unasignificativa presencia de cerámicas de lossiglos IX al X, hecho que podría tener algunarelación con la construcción de esta muralla, sibien al no contar con referencias estratigráfi-cas sobre las intervenciones llevadas a cabo esimposible confirmar tal extremo.

11. No hemos encontrado ningún restomaterial de este sector de la muralla, que daríainicio al cierre del cerro de San Miguel por suparte E. En cualquier caso, el trazado aprecia-do en el plano de época moderna coincidecon el de la calle del Carmen en esta zona.

12. Este sector se desarrolla a continuaciónde la segunda puerta, que ascendería desde elfondeadero de Levante y que hicimos coinci-dir con el final de la Cuesta del Carmen.Corresponde claramente a la cur va queforma la calle del Carmen a continuación deunirse a ella esta última. Como dijimos se con-serva un tramo de adarve de mampostería,posiblemente de época tardía, aunque debehaberse construido sobre restos anteriores.

13. No se aprecia ningún vestigio materialde este último sector, si bien queda patenteque el trazado rectilíneo de la muralla poresta parte determinó la configuración de laactual calle San Miguel Bajo.

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CONCLUSIONES.

Dejando aparte la posible construcción delcastillo de San Miguel hacia la época califal,contamos con ciertos indicios que avalan lahipótesis de la existencia de un primer recintoamurallado que rodeaba la par te alta delactual barrio de San Miguel hacia el siglo X oa lo sumo el XI, que pasaría a ser denomina-do como “la alcaçaba” en las fuentes castella-nas. Probablemente pertenezcan a este traza-do originario varios de los tramos de hormi-gón conservados, como parte del sector 3, enconcreto la primera torre, y los restos visiblesen los sectores 7 al 10, si bien carecemos dereferencias estratigráficas para confirmarlo. Encuanto a la cronología que adelantamos esasimismo provisional, pues hasta el momentono se han efectuado intervenciones arqueoló-gicas que permitan precisarla. De todas for-mas, hay varios elementos que apoyarían, deentrada, una datación entre los siglos X al XI.Uno de ellos es la comentada aparición decerámicas de época emiral y califal en el relle-no existente entre el sector 10 y la Cueva deSiete Palacios. Esto contrasta con la informa-ción que manejamos sobre las excavacionesurbanas llevadas en la década de los 80 en laparte baja de la ciudad, pues aquí no hemosencontrado materiales anteriores al siglo XI.Debe tenerse en cuenta que, a tenor de lasfuentes escritas, es a partir de este periodocuando Almuñécar debe ser consideradacomo una madina, por lo que nada tendría deextraño que fuera ahora cuando se producela expansión del hábitat islámico hacia lasladeras del cerro de San Miguel que queda-ban fuera de este primer recinto. En suma, lazona alta del barrio de San Miguel parece serel lugar donde se consolidó el primer pobla-miento de época islámica, tras un periodo dedesocupación o al menos de escasa articula-ción del hábitat en época altomedieval(GÓMEZ, en prensa), y por ende donde se planteóel primer recinto amurallado. Al respecto,cabe señalar que la primera de las puertaslocalizadas en el plano desemboca en la plazaEras del Castillo, circunstancia que nos hacesuponer que esta zona pudo constituir el cen-

tro del asentamiento medieval originario. Lapresencia de la segunda puerta deja claro quedesde un primer momento la población que-daba vinculada a la ensenada, a la que seaccedía a través de un camino identificadocon la actual Cuesta del Carmen.

Otra cuestión a reseñar es cómo la cons-trucción de la parte N de la muralla (sectores6-10) estuvo condicionada por la presenciade la terraza romana -conjunto Eras delCastillo- destinada a servir de emplazamientoal foro. Parte de los frente E y N de esta pla-taforma sirvieron de apoyo a la muralla, con-dicionando su mismo trazado. Parece eviden-te la discontinuidad entre la dos realidadespoblacionales, la romana y la islámica, lo cualviene reforzado por la comentada ausencia demateriales cerámicos de época altomedievalen esta zona.

Pero sin duda es durante el periodo nazarícuando se asiste al mayor desarrollo de lasdefensas de Almuñécar. Hemos hecho men-ción a la refortificación de varias zonas delcastillo, así como a la cronología nazarí dealgunos elementos constructivos de la murallade “la alcaçaba”, precisamente en los sectoressituados hacia Poniente (sectores 3 y 5) osobre la ensenada de Levante (sector 12). Setrata de zonas que continuaron marcando ellímite exterior de la madina hasta la conquistacastellana, aunque no es éste el caso de losdos tramos conservados en la calle Torre-molinos (sector 5). Pero mayor significaciónadquiere en nuestra opinión la presencia enlos momentos finales de un amurallamientoque rodeaba la par te baja. Es posible que,como ocurre con los sectores de la murallade la alcazaba integrados, no sea una cons-trucción únicamente nazarí, pero es en esteperiodo cuando parece tormar forma demanera definitiva, señalando el límite máximoalcanzado por la madina. También es obvioque, como en el caso del castillo o de algunasfortificaciones exteriores,8 la protección dellitoral es una circunstancia esencial para expli-car este desarrollo defensivo, pero no esmenos evidente que el crecimiento del espa-

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8 Nos referimos a la torre-atalaya emplazada sobre la ensenada del tesorillo, al E de Almuñécar, asimismo datada en época nazarí.

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cio ocupado y la consolidación de madina al-Munakkab como centro del territorio jugaronun papel determinante.

En resumen, de este análisis puede extrar-se un punto de partida y otro de llegada en laevolución urbana de la Almuñécar islámica. Elprimero viene determinado por la presenciade una primera ocupación en el cerro de SanMiguel, puede que amurallada en torno alperiodo califal, en un momento cercano a laconstrucción del castillo en el cerro meridio-nal. Un segundo corresponde a los límites dela madina que encuentran los castellanos,reflejando la ocupación definitiva de las lade-ras del cerro de San Miguel y del actual cerrode la Iglesia. Entre estos dos momentos debiómediar una evolución que no es posiblesiquiera esbozar, pues carecemos de cualquierreferencia arqueológica fiable. Queda así esta-blecido un modelo de ocupación para laAlmuñécar islámica, que de ninguna maneradebe considerarse como definitivo, sino másbien como una hipótesis de trabajo a desarro-llar en el futuro.

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RESUMEN

La ciudad de Almuñecar cuenta con un primerrecinto amurallado en la parte alta del cerro de SanMiguel, datable entre los siglos X-XI, momento cer-cano a la construcción del castillo. Pero es duranteel período nazarí cuando el perímetro amuralladoadquiere mayor desarrollo, marcando el límite de laciudad ya consolidada como madina que ocuparíalas laderas del cerro de San Miguel y el actual cerrode la Iglesia.

PALABRAS CLAVE: Arqueología, Muralla,Poblamiento, Ciudad, Organización.

RESUMÉ

La cité de Almuñecar, compte avec un enceintemuré situé dans la part haute du mont San Miguel,datable dans les X-XIème siècles, momment proche àla realisation du château. Mais c’est a la période nas-ride quand le perimètre muré acquise le plus granddéveloppement, marcant le limite de la cité déjàconsolidée comme madina que occuperait les pen-tes du mont San Miguel et le actuel mont de l’Église.

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MAR MEDITERRÁNEO

1

2

3

45

6

7

8

9

Posibles límites del foro emplazado en el sector Cueva de Siete Palacios-Eras del Castillo

Prolongación hipotética del acueducto

Situación hipotética del teatro

1. Acueducto. Sector final del tramo 52. Situación hipotética de la "torre de descarga" (actual Iglesia de la Encarnación)3. Factoría de salazones de El Majuelo4. Cueva de Siete Palacios5. Restos bajo la plaza Eras del Castillo

6. Restos en la C/. Espaldas de S. Miguel7. Bóveda del Lavadero8. Cisterna bajo el lienzo O del Castillo9. Cisterna excavada en el conjunto central del castillo

Fig. 1. Elementos esenciales de la organización urbana de Almuñécar.

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Fig. 2. Plano del castillo de San Miguel.

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Fig. 3. Plano de época moderna.

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MAR MEDITERRÁNEO

1

2

3

4 5

67

8

9

10

Puerta de Vélez

Puerta de Granada

Puerta del Mar

Igle

sia

CASTILLO

Trazado Hipotético

Tramos conservados9. C/. San Miguel Bajo10. El Majuelo

Situación puertas

Trazado Hipotético(según plano de época moderna)

Tramos conservados1. Foso O del castillo2. Alfarería3-4. Sector C/. Torremolinos5-6. Sector Eras del Castillo7-8. Sector Cueva de Siete Palacios

Situación puertas

PRIMER RECINTO AMURALLADO (S. X?) LAS MURALLAS A LA LLEGADA DE LOS CASTELLANOS (S. XV)

El Majuelo

Fig. 4. Las murallas islámicas.

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1. Torre oriental de tramode la muralla nazarí situa-da sobre El Majuelo.

2. Sectores, 1, 2 y 3 de la muralla de la alcazaba.

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3. Sector 5 de la muralla de la alcazaba. Tramo final.

4. Sector 7 de la muralla de la alcazaba. Tramo conservado en la plaza Eras del Castillo.

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5. Entrada a la Cueva de Siete Palacios e inicio del tramo conservado del sector 9, en la izquierda de la fotografía.

6. Restos de la torre que cerraba el sector 9 de la muralla de la alcazaba.

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7. Sondeo realizado en el exteriorde la Cueva de Siete Palacios,frente al sector 10 de la murallade la alcazaba.

8. Restos del adarve de época final,correspondientes al sector 12 de lamuralla de la alcazaba. Al fondo elcastillo de San Miguel.