Las Máscaras Del Almas

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LAS MÁSCARAS DEL ALMA

POR ISRAEL MANZANARES SÁNCHEZ

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Este libro va dedicado a Félix y a Linda, que aunque ya no estéis aquí, siempre perdurareis en mi corazón; y en

especial a mis padres, que han sido el faro de la luz de la bondad en mis noches más oscuras.

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PROLOGO

¡Ahhhh!; me encanta venir aquí abajo y pasear entre vosotros, especialmente

un día soleado de otoño, cuando la luz del sol se cuela entre los huecos que

dejan los edificios y te concede pequeños aunque numerosos momentos

cálidos y sumamente relajantes…, pero me temo que esta vez no estoy aquí

para disfrutar de vuestra compañía, sino por un motivo mucho mas

desagradable y decisivo, me explico: antes de nada permitidme presentarme,

me llamo Nicolás y espero que en estos momentos seáis felices con las

personas a las que más queráis y que todas ellas vivan en paz y armonía…

vale, se que eso no es nada fácil pero lo importante es estar lo más cerca de

conseguirlo día tras día.; describiría mi fisonomía como de lo más común; soy

alto pero no demasiado, soy delgado aunque no estoy en los huesos, soy un

tío resultón pero nada parecido a un Adonis; vamos, como se dice

comúnmente “uno del montón” aunque poseo una peculiaridad que me hace

muy distinto de vosotros...; y aquí estoy, caminando entre una cantidad

enorme de personas en esta ciudad llamada Madrid, más concretamente, por

unas de sus principales calles, la Gran Vía; aunque estoy rodeado de personas

por todas las direcciones, ellas no saben que estoy aquí, porque no pueden

oírme, ni verme ni tan siquiera sentir mi aliento; se que esto parecerá muy

extraño pero, sin embargo, tiene una fácil explicación: soy un ángel; hace ya

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muchos años que yo era una persona de carne y hueso, pero me llego mi hora

y algo bueno tuve que hacer en mí vida para que “el gran jefe” evaluara mis

acciones y me concediera la bendición de pasar la eternidad en “el cielo”;

¿Cómo será el cielo?, os preguntareis muchos de vosotros; no me voy a

extender demasiado, ya que las personas que se ganen el derecho de habitar

por el resto de los tiempos en ese maravilloso lugar mediante sus sinceras

buenas acciones, verán por si mismas como es; pero si tuviera que describirlo

de alguna manera, os diré que imaginaros el lugar mas bello del planeta y que

en ese lugar las personas que habitan allí solo saben ser rematadamente

buenas unas con otras; sin odios, guerras, hambre; sin envidias , ni rencores,

etc.…, es decir, sin ningún aspecto negativo de los que azotan vuestras vidas y

sociedades…; por cierto, la situación general de la vida en la tierra es bastante

mala, por no decir muy mala; vuestro mundo esta siendo azotado por

numerosos y sangrientos conflictos bélicos, por grandes epidemias producidas

por las enfermedades, por un clima desquiciado por la contaminación y el

calentamiento global y la práctica totalidad de todo ello lleva la marca del ser

humano y del daño que provoca el egoísmo y la avaricia de una determinada

parte del mundo respecto a la otra; también es importante destacar el

envilecimiento de un gran número de almas provenientes de todas las zonas

del globo. Desde que el ser humano existe como tal, ha experimentado épocas

más luminosas y otras más oscuras, pues bien, cuando estas últimas alcanzan

una cima excesivamente perversa se produce un echo insólito: una contienda

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por el destino de la humanidad en la que se enfrentan las fuerzas del bien,

representadas por el “cielo” y su gran jefe, Dios; y las fuerzas del mal,

representadas por el “infierno” y su líder supremo: Lucifer, o si lo preferís,

como se le conoce más comúnmente: el Diablo. Esta confrontación consiste

en una batalla que tiene lugar en la propia tierra, en un punto de la misma en

donde haya una concentración importante de personas, y dentro de estas

características, el lugar elegido lo determina Satanás enviando un demonio de

elite portador del arma encargada de conquistar las almas y el destino de las

personas; a su vez, “nosotros” detectamos donde ha sido enviado este

mensajero del mal y enviamos a ese mismo lugar a un arcángel con el

instrumento que debe contrarrestar los efectos del arma demoníaca. Esta vez

el punto de la geografía mundial escogido es la ciudad de Madrid; imagino que

Lucifer habrá seleccionado esta ciudad al pensar que es el sitio donde cree que

tiene más posibilidades de ganar la contienda. Yo me encuentro entre

vosotros para observar lo que acontece a partir de este momento, en primera

fila; ya que mi nerviosismo por el transcurso de esta importantísima batalla,

me hacía muy incomodo verla desde mi lugar en el paraíso; se que no soy el

único de los ángeles que ha decidido estar en esta ciudad para contemplar

como discurren los acontecimientos, así como que soy consciente de que

también han hecho lo mismo un número elevado de ángeles caídos.

Imaginaros lo que va a suceder en esta ciudad europea…, una de las batallas

más importantes de la humanidad, en las que están enfrentadas las fuerzas

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celestiales contra las fuerzas del averno, contando como observadores de la

misma un número importante de ángeles y demonios; una batalla en la que

unos pocos ciudadanos de esta urbe tendrán papel vital en el resultado final de

la misma; y todo esto, sucediendo inadvertidamente para la inmensa mayoría

de los habitantes de la misma…, si yo fuera un mortal residente de esta ciudad

y supiera todo esto, me marcharía en este mismo instante sin perder, ni

siquiera, el tiempo necesario para poder hacer las maletas; pero por desgracia,

no puedo ni yo, ni los míos advertiros de tal peligro, ya que eso nos haría

perder instantáneamente la confrontación. Solo puedo observar y rezar

porque aún siga existiendo en este pequeño punto del universo la suficiente

bondad como para poder salvaros de las garras de Lucifer y sus legiones del

mal; mucha suerte y que Dios os bendiga.

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CAPITULO PRIMERO

Vuelve a amanecer otro día de otoño en la ciudad de Madrid; aquí, desde la

azotea de un céntrico edificio de esta urbe, puedo observar como la noche va

dejando paso a una tímida luz que se asoma por el flanco derecho del

horizonte; es curioso, la aparición de esta luz produce una mayor sensación de

frió y tristeza que la que produce la oscuridad de la noche; este tenue color

azul va dejando paso progresivamente a unos tonos anaranjados mucho más

calidos y reconfortantes. Hoy podría ser un día normal como muchos otros en

la vida de los habitantes de este gran núcleo humano, pero nada más lejos de

la realidad, este día va a suponer el comienzo de la batalla más importante

hasta la fecha, por el destino, no solo de sus propias vidas y almas, sino por las

vidas y almas de las personas de su país, de su continente y de su planeta.

Según la zona horaria en la que se encuentra esta ciudad, son las siete y media,

y debo dirigirme al hogar de la persona que ha sido elegida por las fuerzas del

bien para que sea portadora del sagrado instrumento con que se le va a dotar,

con el cual debe de contrarrestar las temibles fuerzas del mal. Me encamino

hacia el borde de la azotea y cuando llego al filo que separa el edificio del

vació, salto; y en vez de precipitarme contra el suelo, levito por el aire a una

rápida velocidad observando la ciudad que esta justo debajo de mi cuerpo,

tomando dirección suroeste. Después de unos minutos, sobrevuelo el distrito

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de Carabanchel y me dirijo más concretamente a la zona denominada

Carabanchel Alto; mis sentidos se agudizan para poder precisar cual es la calle

en la que reside la persona que va a ser la encargada de defender las vidas y las

almas de todo un planeta… vaya, creo que por fin e hallado esa determinada

calle, se llama Nuestra Señora De La Soledad; bonito aunque melancólico

nombre para una calle, mi percepción me arrastra hacia un modesto, aunque

acogedor bloque de edificios, al igual que la inmensa mayoría de los que

pueblan ambas orillas de esta estrecha vía; consigo aun reducir más el radio

en donde se encuentra mi objetivo, dirigiéndome al piso situado en la parte

superior de dicho bloque, ya que mis sentidos se van excitando en la misma

medida que me voy acercando a él; me introduzco en este edificio

aprovechando mi intangibilidad para atravesar una de las paredes del mismo,

creo que he ido a parar a la dependencia de esta casa encargada de albergar la

cocina; esta cocina es bastante austera y la tenue luz que entra por la ventana

situada en un lateral de la misma otorga al conjunto de una sensación triste

aunque compensada por un toque de familiaridad gracias a las plantas que

cuelgan de su techo y a los diferentes objetos cargados de simpatía y humor

que sirven de decoración de esta dependencia; de pronto, entra en ella un

hombre de edad mediana, alto, de pelo liso con una tonalidad castaña grisácea

debido a las numerosas canas que pueblan el mismo, es delgado aunque luce

una constitución fuerte y robusta, su cara esta completamente afeitada y las

fuertes líneas de expresión junto con unas marcadas arrugas denotan que su

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vida a estado repleta de muchas horas de trabajo y pocas horas de sueño; va

vestido con unos pantalones vaqueros, unos zapatos marrones y en la mitad

superior de su cuerpo lleva una camisa a cuadros, en donde el conjunto

general de sus líneas dan un tono marrón claro ; este hombre se dirige hacía la

cafetera que esta sobre la encimera de la cocina, coge la jarra de la misma y

con la mano restante abre una de las pequeñas puertas del mueble que esta

enfrente suyo para coger una taza que esta en una de sus estanterías; después

se gira y se dirige a la pequeña mesa de madera que esta situada en el centro de

la cocina, en ese mismo instante, hace acto de presencia una chica adulta

aunque con la pubertad dejada atrás no hace mucho tiempo… si, siento una

gran fuerza llena de bondad y armonía en su interior, prácticamente sin duda,

esta joven debe ser nuestra escogida; tiene el cabello ondulado dotado de un

color castaño claro, tiene la suficiente longitud para considerarse largo, sus

ojos tienen un matiz muy cercano al que posee la miel, su estatura es la normal

para una chica de sus edad y su constitución física un poco delgada para lo

que debería ser una joven que goce de plena salud; viste una camisa corta y

entallada de color blanco con las líneas de la costura marcadas hacia fuera,

conjuntada con unos pantalones negros lisos acabados en unas botas de suela

lisa de color marrón; de repente la joven muchacha se detiene al lado del

hombre sentado a la mesa de madera y le dice:

-¡Buenos días papa!; -Al mismo tiempo que le regala un profundo y cariñoso

beso en la mejilla.

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-¡Muy buenas, hija!; -Le responde este con una sonrisa en la cara, mientras que

ladeado, abraza con su brazo derecho la cabeza de su hija.

Mientras que la joven saca una taza con graciosos dibujos relacionados con

unas vacas, para a continuación, prepararse un desayuno a base de leche y

cacao en polvo, gira su cabeza en la dirección en la que su padre esta bebiendo

el café que contiene su taza:

-¿Hoy no tomas ningún bollo para acompañar el café?; -pregunta con un tono

de voz entre la duda y la ligera impresión de saber la respuesta.

-La verdad es que hoy no tengo mucha hambre.

-Vamos papa…, esto lo hemos hablado cien mil veces no puedes dejar que la

pena te consuma la vida, con eso no se arreglará nada, más bien todo lo

contrario.

-Ya lo se hija, pero es que cuando me despierto y tengo la impresión de que tu

madre esta a mi lado en la cama; toco su parte aún medio dormido, rezando

porque todo no haya sido sino una mala pesadilla, pero cuando mi mano

palpa las sabanas frías y vacías me devuelve a la cruda realidad.

-Papa, yo también echo muchísimo de menos a mama; desde que hace ya tres

años que murió por culpa de ese maldito cabrón que la atropelló y se dio a la

fuga y al que después de trincarle, el juez le impuso una pena ridícula de unos

cuántos miles de euros sin condenarle ni a un solo puñetero día de cárcel; no

hay día que no sienta un puñal de dolor clavado en mi corazón, ni una

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inmensa soledad que ahoga mi alma; pero mama nunca hubieses querido que

tu y yo nos muramos de pena.

-Lo se Ana, si hay algo que aún me de fuerzas para levantarme por la mañana,

es saber que te encuentras bien y que, día tras día, cuento con tu apoyo y

cariño.

-Este donde este Mama, seguro que es muy feliz al poder ver que nos damos

fuerza el uno al otro y que nuestro cariño es más fuerte cada día que pasa;

¡anda! dame un abrazo y vamos a darnos prisa que nos tenemos que ir a

currar.

Los dos se funden en un abrazo, y acto seguido terminan de desayunar. ¡Que

irónica es la existencia!, yo se que su respectivas madre y esposa se encuentra

ahora perfectamente bien, y no solo eso, sino que desde el cielo les observa

constantemente siendo feliz al saber que el cariño y amor mutuo les mantiene

unidos en medio de estos años de pena y desasosiego; pero tengo la certeza de

que llegara un día en el que se reunirán con ella y serán muy felices los tres

juntos de nuevo. De repente me invade una sensación muy desagradable y

angustiosa, una sensación que ya he vivido con anterioridad sabiendo solo

puede significar que un espíritu del mal se aproxima a este lugar,…en efecto,

observo como un demonio atraviesa una de las paredes, su apariencia no

corresponde con la descripción tradicional que en la tierra se suele utilizar para

describir a estos seres, esa de el cuerpo de color rojo, ni del rabo acabado en

punta de flecha, sino que es más bien la de un gángster tipo años treinta

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residente en alguna de las decadentes ciudades industriales americanas de esa

época; el demonio lleva puesto un traje negro de raya diplomática acabado en

unos brillantes e impecables zapatos negros, todo ello coronado con un

sombrero marrón oscuro; supongo que habrá venido a esta casa para

contemplar al adversario de la persona elegida por su bando en esta contienda

para, muy probablemente, pasar luego esta información sus malignos

superiores, esta alma condenada se queda mirando fijamente a la chica y a su

padre durante unos instantes y acto seguido gira su cabeza hasta la posición en

la que me encuentro, aparta de su cara las gafas de sol que lleva puestas y me

muestra sus ojos que carecen de globos oculares y en el lugar de estos habitan

dos focos brillantes de una poderosa luz roja; ante esta clara amenaza no me

inmuto ni lo más mínimo, es más, le devuelvo una mirada cargada de aplomo

y valentía; al ver que no consigue amedrentarme se da media vuelta y

súbitamente desaparece de escena atravesando la pared del piso que esta más

próxima a su figura; yo por el momento no tengo mucho más que hacer aquí,

así que será mejor que me vaya a otra parte de la ciudad en la que también he

de visitar a otro mortal que será clave en la transcendental confrontación que

va a tener lugar dentro de muy poco tiempo. Me encamino en dirección

noroeste para hacer lo mismo que mi opuesto ha ido hacer a la casa que acabo

de dejar atrás: enterarme de quien ha sido el elegido por el bando contrario;

sobrevolando la ciudad me sitúo ya en su zona más céntrica y me dirijo más

exactamente hacia una larga y ancha calle que recibe el nombre de Serrano,

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una vez allí, me introduzco en un alto edificio residencial cuya fachada respira

un porte grandioso y señorial; descendiendo desde lo alto llego a una de las

viviendas del tercer piso y accedo a la misma atravesando, un enorme ventanal

con forma de semicircunferencia formado por grandes cristales cuadrados,

separados unos de otros por una fina llaga de silicona; una vez ya dentro de

este domicilio, me encuentro en un enorme salón decorado con unos muebles

de corte futurista, casi todos ellos de color gris claro que desprenden una

sensación de impersonalidad y de frialdad, no hay rastro de vida vegetal por

ninguna parte y tampoco observo a ningún animal domestico pululando por la

zona; por lo que puedo ver, el único rastro de emociones humanas que se

encuentra en este salón es la presencia de una pequeña y solitaria foto que

contiene la imagen de un matrimonio joven y feliz junto su hijo pequeño,

colocada encima de una minimalista coqueta apartada en un rincón del salón;

en el centro del mismo puedo ver como un hombre lee un periódico de

economía mientras toma una especie de té o infusión de color verde claro,

esta persona es de una complexión delgada, de ojos marrones y de tez

completamente afeitada, tiene un cuero cabelludo despoblado en su mayor

parte, exceptuando los laterales y la parte trasera de su cabeza, en la cual luce

un pelo moreno completamente embadurnado de gel fijador, va vestido con

un impecable traje echo a medida de color azul marino, debajo de la

americana de este traje porta una camisa blanca lisa y colgando por delante de

la misma se encuentra una corbata gris con rayas negras oblicuas; terminando

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todo el conjunto, sus pies lucen unos relucientes zapatos negros; de repente

veo aparecer por esta dependencia de la casa a una mujer de mediana edad, de

ancha complexión y de rasgos claramente latinos, esta persona viste con ropa

de calle que son tapadas frontalmente por un impoluto delantal blanco; la que

debe ser la empleada del hogar está limpiando con un plumero el televisor y

demás aparatos eléctricos que se encuentran colocados encima de un mueble

cuyo minimalista diseño se conjunta a la perfección con los del resto del estilo

imperante en la casa.

- Gabriela, ¿esta ya vistiéndose Sergio?

- Sí señor, hace veinte minutos que le levanté y ya no debe faltarle mucho

para ponerse a desayunar – contesta la mujer con un característico acento

de latitudes más sureñas.

- De todas formas, vuelva a insistirle para que no se duerma en los laureles

– comenta este hombre con un tono muy seco y cargado de seriedad.

- Ahorita mismo, señor.

Me dispongo a seguir a esta mujer a través de un largo y ancho pasillo que

funciona como una especie de arteria, comunicando el salón con las

diferentes estancias de este domicilio; pasando de largo de la cocina y de

una amplia sala de estar, llegamos al fondo del mismo y nos encontramos

con una alargada puerta de aluminio de un frío color metálico cerrada por

completo; la mujer se detiene ante ella y hace chocar sus nudillos contra el

duro material con el que esta echa.

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–Señorcito Sergio, su padre le apremia para que ya vaya estando listo para

el desayuno.

- ¡Dile a mi padre que ya mismo salgo, que es que siempre está con sus

malditas prisas!; -escucho decir al muchacho con un tono en su voz a

mitad de camino entre el enfado y el lógico amodorramiento de estos

primeros compases de la mañana.

-Sabe que su padre no quiere oír excusas cuando ordena algo, así que será

mejor que se acelere horita mismo.- de repente se abre de golpe la puerta

de la habitación de este chico y tras ella aparece súbitamente la cara

envalentonada del mismo justo enfrente de Gabriela, lo que hace que la

trabajadora del hogar de un pequeño respingo hacia atrás.

-¡Ves, ves; ya estoy listo y haber si por fin ya se queda satisfecho el

“hombre reloj” y por lo menos me deja desayunar tranquilo!

Ahora que ha abierto la puerta de su habitación, puedo ver por primera

vez quien será el enemigo mortal de la joven elegida por las fuerzas del

bien; es un muchacho alto y delgado, tiene un rostro agraciado con las

facciones angulosas y afiladas, sus ojos son de un color marrón oscuro y

tiene un pelo completamente lacio, a media melena y tan oscuro como un

trozo de carbón escondido en lo más recóndito de una mina aún por

descubrir; el muchacho viste la mitad inferior de su cuerpo con un

pantalón de pinzas amarillo pálido y terminado en unos zapatos lisos y

brillantes dotados con un color marrón claro y complementando el

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conjunto, luce en su torso un jersey de marca de color burdeos, del que

sobresalen el cuello y las mangas de una camisa blanca a rayas granates. El

joven y la empleada del hogar se dirigen hacia el salón, el joven que

responde al nombre de Sergio se sienta en el lado opuesto de la mesa en la

cual se encuentra su progenitor doblando cuidadosamente el periódico y

mirando fijamente al muchacho.

-Vaya…, por fin te complaciste a hacer acto de presencia a la hora del

desayuno.

-Vamos papa, solo me he retrasado cinco minutos de la hora a la que todos

los días, de todos los meses, de todos los años de nuestra vida nos

ponemos a desayunar.

-Cinco minutos que seguro los habrá aprovechado otro joven para

progresar en la vida, mientras tú los desperdiciabas holgazaneando metido

en la cama.

-Siempre estas obsesionado con la ventaja que me puede estar sacando por

ahí otra persona…, ya has visto que mis resultados académicos son muy

buenos.

-Ya, pero seguro que no son los mejores, ¿a que no eres el número uno en

todas las asignaturas de tu curso?, a estas alturas ya deberías saber que en la

carrera de la vida no hay premio para el tercero o el segundo en llegar a la

meta, única y exclusivamente recibe el trofeo quien cruza el primero la

línea blanca.

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-Se suele decir que lo realmente importante no es ganar, sino participar…

-¡Un respeto, jovencito, guárdate tus sarcasmos para quien los quiera

escuchar¡ - replica el hombre frunciendo el ceño.

Se forma entre los dos un silencio sepulcral que rápidamente se extiende

por toda la casa; acto seguido el muchacho termina apresuradamente su

desayuno y vuelve a su habitación para coger su abrigo, la mochila que

contiene todo lo necesario para su actividad académica y su reproductor

MP3, del cual penden unos auriculares que rápidamente coloca en sus

oídos; cuando ya esta completamente preparado para salir hacia la calle se

dirige hacia el recibidor de su casa atravesando el salón de la misma, en el

que aún se encuentra su padre leyendo el periódico y en ese mismo

instante se gira hacia él.

-Bueno…, hasta esta noche, papa. –pronuncia con semblante serio y un

tono seco en su voz pero buscando la más mínima señal de cariño

proveniente de su progenitor.

-Esta noche no creo que nos veamos, ya que probablemente llegare muy

tarde debido a que el consejo gestor de la empresa ha convocado una

reunión para última hora de la tarde; así que hasta mañana y espero que

aproveches tu día al máximo.

Sergio vuelve a girarse hacia la puerta de su domicilio con un semblante en

su rostro lleno de decepción, gira el moderno pomo de la misma para

abrirla y sale de su casa sin volver la mirada hacia el interior de la misma.

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De momento no es necesario que mi atención se centre en la vida de este

joven, así que voy a ver que sucede en la de la muchacha llamada Ana.

Ahora me dirijo desde la calle Serrano hacia el barrio de Carabanchel Alto,

y me detengo más concretamente en una parada de autobús situada en la

calle Gómez Arteche, que se encuentra muy cerca del domicilio donde

residen la joven muchacha y su padre, aquí me encuentro con ella, que

debe estar esperando a que el autobús haga acto de presencia mientras

fuma un cigarro acompañada de un grupo de personas que también están a

la espera de su medio de transporte diario; me percato de que Ana se

encuentra sumida en sus pensamientos mientras que apura calada a calada

su pitillo y ,aunque no es de mi agrado inmiscuirme en la legitima

privacidad de sus pensamientos, debo hacerlo ya que creo que los mismos

pueden ser de vital importancia en la confrontación que esta muy cerca de

producirse, me sitúo a muy pocos pasos de ella sin que ella note en ningún

momento la cercanía de mi persona, con mucho esfuerzo me concentro en

introducirme en sus pensamientos y después de unos momentos, al fin

logro acceder a los mismos.

-<<…; sí, si que nos vendría muy bien a papa y a mi un cambio de aires,

en esta ciudad hay demasiados recuerdos relacionados con mama que nos

machacan un día tras otro y aparte, creo que ya hemos chupado demasiado

asfalto y humo como para tirar directamente nuestros pulmones a la

basura, estaría muy bien irnos a vivir a un lugar distinto en donde la vida

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sea mucho más tranquila y no seas esclavo de las prisas todo el tiempo, un

lugar en el que cuando salgas a la calle puedas ver algunos árboles, algún

jardín , algún río…, vamos, algo relacionado con la naturaleza y no

encontrarte de sopetón con unas moles de hormigón y acero…>> –sus

pensamientos se ven inmediatamente interrumpidos por un autobús de

línea que realiza la parada que tiene asignada en esa calle y que lleva

inscrito en el panel superior frontal el número cuarenta y siete; se abren sus

puertas delanteras con el característico sonido hidráulico que las acompaña

en su apertura e inmediatamente después las personas que lo esperaban

empiezan a entrar en el mismo con Ana situada en medio de la cola que se

forma en el ascenso a este medio de transporte; una vez a bordo del

mismo, valida su abono mensual en la máquina que esta al lado del

conductor del autobús y camina por el estrecho pasillo que hay entre las

hileras de asientos hasta llegar a la última de todas ellas, y que ocupa de

lado a lado, toda la parte trasera del interior del autobús; la muchacha se

sienta en el asiento situado en el extremo izquierdo de esta hilera y se

acomoda en él mirando a través del ventanal que está situado junto al

mismo mientras que el autobús empieza a ponerse en marcha para

continuar con su recorrido; que primero, le hace bajar por la avenida de

Carabanchel Alto hasta la raqueta vial que esta situada en la plaza del

Parterre, una vez aquí el autobús toma la vía de la derecha y se encamina

por una gruesa avenida que recibe el nombre de Los Poblados, la cual

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abandona rápidamente para callejear por un par de estrechas calles que

derivan al autobús a cruzar un pequeño tramo del polígono industrial

Aguacate, en ese punto, el autobús gira a la izquierda atravesando de nuevo

un pequeño tramo de la avenida de los Poblados para enlazar con hasta el

cruce con la calle Belzunegui, en la cual el transporte público circula en

dirección norte hasta que se encuentra a su paso con la calle Carcastillo;

precisamente en esa parada del autobús de la línea número cuarenta y siete,

esta esperando la llegada del mismo junto a otras personas, un joven de

cabello moreno cortado al estilo neo-punk que al parecer esta muy de

moda entre los jóvenes de hoy en día, sus ojos tienen una tonalidad azul

muy clara e intensa y su rostro tiene unas facciones suaves y redondeadas

que denotan que no ha habido un cambio demasiado brusco desde su

niñez hasta pasada la pubertad; va vestido con unos pantalones vaqueros

grises de apariencia desgastada, unas playeras marrones de estilo retro

como las que se llevaban a mediados de los años setenta y debido al

intenso y seco frío que acompaña a estas mañanas otoñales de Madrid, va

abrigado con un anorak de color naranja con grandes franjas blancas en los

laterales; Ana lo saluda con una sonrisa desde dentro del autobús mientras

el le devuelve el saludo alzando levemente su cabeza mientras que aguarda

en la cola de subida con el resto de la gente que estaba esperando en esta

parada, cuando se encuentra en el interior de este transporte público, el

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muchacho se dirige hasta donde está sentada Ana e inclinándose hacia ella

la propina un sonoro beso en cada mejilla.

- ¡Muy buenas Ana!, ya ha empezado a hacer una rasca que no veas, ¿no?

- ¡Que pasa Nacho!, ya te digo, el viento frío ya empieza a morderte la cara;

se nota que el invierno esta a la vuelta de la esquina.

El joven se sienta en el asiento de al lado de la muchacha y continúan su

conversación mientras el autobús prosigue con su ruta.

-¡Buufff!, tengo un sueño que me caigo redondo…, la verdad es que ya nos

va haciendo falta unas vacaciones; oye, ¿por fin cuando te dan las tuyas?

-Mira, no me hables que ayer estuve hablando con el “Mario Conde” y

tengo un cabreo de pelotas.

-Te ha dicho que lo tienes chungo…

-Mas bien “crudo” me dijo y es que llevar ya más de nueve meses sin

vacaciones en un trabajo que te tiene todo el santo día pringando, fines de

semana incluidos, es más que demasiado.

-¿Y que vas a hacer al final?

- Pues de momento no me queda más remedio que “agua y resina” pero en

cuanto pueda me busco cualquier otro curro… ¡pero es que hay que

joderse!, ¿cómo lo voy a encontrar si ni siquiera tengo ni tiempo para hacer

entrevistas?

-Bueno tía, no te agobies, que yo en cuanto me entere de cualquier curro

que este bien te lo digo.

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-Lo se tío, muchas gracias, el día que deje este trabajo lo único que voy a

echar de menos va a ser a ti y a Juan.

-No te preocupes, -comenta Nacho en un tono socarrón para aliviar la

seriedad del momento, –creo que podremos sobrevivir sin tu inestimable

compañía.

-Ja, ja…; que cachondo estas tú hoy.

En el tiempo transcurrido durante esta conversación, el autobús ya ha

dejado atrás las paradas de la calle Besolla y de la avenida Abrantes, para

encaminarse hacia el final de esta última hasta su intersección con la calle

Braganza, en cuya parada de autobús esta esperando otro joven junto a tres

personas más la llegada del que porta el letrero electrónico con el número

cuarenta y siete; el muchacho viste de una manera un poco más clásica que

la del anterior joven, lleva unos pantalones blancos de pana, conjuntado

con unas playeras blancas y rojas; por encima de la vestimenta que ha de

llevar de cintura para arriba, lleva un largo abrigo a cuadros de diferentes

tonalidades pero que tienen de fondo un predominante color marrón y por

último, lleva en su mano izquierda una bolsa roja de plástico con asas

rígidas; el autobús se detiene ante el alto de unas de las personas que le

acompañan en la espera y tras abrir sus puertas, empiezan a subir todo el

pequeño grupo del que forma parte este joven; según accede al autobús se

dirige hacia la parte final del mismo y puedo observar que su estatura es un

poco inferior a la media de los jóvenes de su edad, que su complexión es

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un poco robusta y fijándome más detenidamente en su rostro, observo que

sus ojos tiene una tonalidad castaña con pequeñas briznas de color de miel,

que luce una leve barba de tres días en unos rasgos faciales que son más

varoniles y curtidos que los del muchacho llamado Nacho y que todo ello

esta coronado por un pelo castaño a media melena y ligeramente

ondulado.

-¡Hola Juan!- exclama Ana mientras le saluda dándole dos besos.

-¡Muy buenas, tío!, ¿cómo andas? – le dice Nacho al que deber ser su

amigo chocando la palma de su mano contra la del otro joven.

-¡Que pasa, chavales!; pues como siempre, dando toda la tabarra que puedo

–comenta el recién llegado mientras ocupa el asiento contiguo al que está

sentado Nacho.

- ¡Joder, que biruji que esta haciendo!, ¿eh? –comenta el recién llegado.

- Bastante y sobre todo cuando te viene una ráfaga helada de aire que te

deja todo el culete helado. -responde Nacho a su amigo mientras escenifica

como se acurruca con el abrigo cuando va caminando por la calle.

- Os imagináis en este momento estando en una playa paradisíaca,

tumbados en una fina y cálida arena a la sombra de una palmera que solo

dejara pasar pequeños y suaves rayos de sol que os acariciaran la cara…-

comenta Ana a sus dos amigos con una expresión pícara en su rostro.

- ¡Calla mujer, calla!, que solo de pensarlo me esta entrando un modorra

que no veas. -le dice Nacho mientras pone un gesto de placer en su cara.

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25

- Bueno, será poca cosa comparada con eso, pero por lo menos nos espera

un café calentito en cuanto bajemos del autobús. –intenta insuflar un poco

de ánimo Juan a sus dos compañeros de viaje.

Me dispongo a abandonar temporalmente la compañía de estros tres

muchachos para desplazarme hacia el lugar donde se encuentra en estos

momentos el muchacho llamado Sergio, para lograrlo he de encaminarme

de nuevo hacia la zona centro de la ciudad y más concretamente, hacia la

parte subterránea de la misma…;sí, habéis oído bien, porque me

introduzco en el subsuelo de la capital para dirigirme hacia un vagón de

metro de la línea cuatro, una de las numerosas líneas que forman el basto

complejo de esta otra subciudad llamada red de metro de la comunidad de

Madrid; una vez que me encuentro en el interior de este determinado

vagón que se dirige entre traqueteos, silbidos y roces de ruedas metálicas

contra vías de acero hacia la estación de Colon después de haber

abandonado la de Serrano; Sergio esta de pie enfrente de unos asientos y

agarrado con las dos manos a una barandilla metálica que esta fijada por

sus dos extremos al techo del vagón, el muchacho lleva en sus oídos unos

auriculares que desprenden música con tanta fuerza que es audible a varios

pasos de distancia del muchacho; en el vagón donde viaje el mismo hay

bastante gente aunque se puede decir que no va repleto; es curioso, al

observar a estos viajeros siempre me ha parecido curioso las expresiones

de extrema seriedad que reinan en sus rostros al viajar en este medio de

Page 26: Las Máscaras Del Almas

26

transporte, creo que puede ser una especie de método defensivo que

emplean sus ocupantes al tener la sensación del que en el metro pueden

viajar junto a ellos un número mayor de malas personas que en cualquier

otro transporte público; o también puede ser que al viajar bajo tierra sin

ver el más mínimo atisbo de luz solar, ni observar el más ligero rastro de la

superficie que esta sobre sus cabezas pueda encoger al máximo la alegría y

el optimismo de sus corazones; en incluso lo que ocurra es que se de una

combinación de ambas situaciones…; bueno, algún día me detendré a

pensar este hecho con más detenimiento pero ahora debo centrarme en

todo lo que acontece en torno del joven llamado Sergio; cuando el tren

llega a la estación de Alonso Martínez, se detiene en el anden y abre sus

puertas para que se produzca el habitual intercambio de pasajeros y una

vez que suena el pitido de aviso cierra sus puertas para encaminarse hacia

la estación de Bilbao; durante la marcha de este transporte público, Sergio

mantiene la mirada totalmente perdida en la ventana del vagón que tiene

enfrente, síntoma de que esta muy enfrascado en sus preocupaciones

personales; tengo la sensación de que este muchacho es como una presa a

la que le harían falta cuatro gotas de lluvia para verse desbordada por la

gran cantidad de agua que ha estado acumulando durante mucho tiempo;

al final del túnel por el que nos movemos aparece una intensa luz blanca

que indica nuestra inminente llegada a la estación de Bilbao, una vez que el

tren se detiene en ella, abre nuevamente sus puertas y proceden a bajarse

Page 27: Las Máscaras Del Almas

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del mismo los pasajeros que tienen en ella su destino para que acto seguido

suban otras personas que comienzan su travesía; entre ellas se encuentra

un muchacho que accede al mismo vagón en donde se encuentra Sergio,

una vez allí dentro, se dirige sigilosamente por la espalda del muchacho y

sin que este se percate de nada debido al volumen ensordecedor de la

música que escucha, una vez que está pegado a él, le propina una fuerte

colleja.

-¡Que te cuentas, empanao!

-¡Ey, Álvaro, tío…, vete a la mierda! –responde Sergio mientras que con un

claro gesto de desagravio en su cara, procede a retirarse los auriculares para

hablar con este joven; El muchacho que responde al nombre de Álvaro es

de complexión delgada, de una estatura superior a la media general; posee

unos inquietantes ojos verdes acompañados de un cabello sumamente

rizado de una tonalidad negra azabache en un rostro que luce una media

sonrisa en su boca que no hace falta tener las cualidades especiales de un

ángel, para ver que esta llena de malicia y cinismo; debido a las numerosas

marcas de alto nivel que relucen en sus ropas: desde sus impolutos zapatos

negros, pasando por los pantalones vaqueros de un azul claro y acabando

en su oscura guerrera, se deduce fácilmente que pertenece a la misma clase

social que a la de Sergio.

Page 28: Las Máscaras Del Almas

28

- No se si te habrás acordado, pero hoy es el examen de derecho mercantil;

le tengo más que machacado, ¿y tu que tal lo llevas, perdedor? –pregunta

con sorna Álvaro.

- Yo he estado hincando codos durante bastante tiempo y seguro que me

descojonare de ti en cuanto nos digan la nota del examen. –responde

Sergio intentando aparentar más seguridad en sus posibilidades de las que

realmente siente en su interior.

- Resumiendo…; que también hoy te ganare en la nota del examen.

- Lo siento pero como no le enseñes un billete morado al profe, me parece

que vas a quedar delante de todos como el zoquete que eres. –sentencia

Sergio mientras que le da unas palmaditas a la espalda de su acompañante.

Durante su conversación el tren ya ha dejado atrás la estación de Bilbao y

se dispone a parar en la de San Bernardo, una vez que abre sus puertas

correderas, los dos jóvenes abandonan conjuntamente con otros pasajeros

el vagón en el que se encontraban y se dirigen hacia un laberíntico

conjunto de pasillos que les conducen hasta enlazar con la línea número

dos de la red de metro; durante este trayecto, subiendo y descendiendo por

numerosas escaleras mecánicas los dos muchachos prosiguen con su

conversación.

- ¿Cómo llevas lo de Raquel? –le pregunta Álvaro a Sergio entre el

ensordecedor ruido que forma el bullicioso trasiego de personas

deambulando por los claustrofóbicos pasadizos.

Page 29: Las Máscaras Del Almas

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-Bien, bien…; hombre, al principio si estuve bastante jodido porque no

entendía la razón por la que me dejaba, todo había ido muy bien y yo no la

había cagado en nada; hasta que un día va y me salta con el rollo ese de que

aún es muy joven para atarse a alguien y que tiene mucho por vivir pero

que, claro, podíamos seguir siendo amigos; para mi esa tía ya es solo una

más de la que fardar delante de los colegas.

-Pues me alegro de que ya no signifique nada para ti, porque hace un par

de días la vi muy cariñosa con…

-¡¿Con quién?! –exclama Sergio atravesado de arriba a abajo por una

espada de dolor e indignación.

-Pues con ese mierda de Fernando Meca; -le responde Álvaro que no

oculta del todo el goce que le produce la expresión que se ha instalado en

el rostro de Sergio.

-Bueno…, esa zorra verá, si prefiere irse con un perdedor nato y ser la

cualquiera de toda la facultad, es su problema.

-¡Así se habla, olvídala cuanto antes y ya encontraras a otra tía que este más

buena y que sepa en donde se encuentran los triunfadores de verdad!

Los dos jóvenes llegan en ese momento al andén de la línea dos en

dirección a la estación de Cuatro Caminos y esperan a la llegada del tren,

que según un indicador electrónico colgado del techo abovedado de la

misma, aparecerá en tres minutos; mientras este tiempo va transcurriendo,

me percato como Sergio sigue difícilmente digiriendo la noticia relacionada

Page 30: Las Máscaras Del Almas

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con su antigua novia por mucho que trate de disimularlo; después de un

rato, hace aparición en el andén de metro el tren que estaban esperando

con su característico sonido estruendoso, los dos muchachos suben en él y

después de dejar atrás la estación que recibe el nombre de un gran escritor

que vivió este país hace ya algunos siglos: Quevedo; llegan a la de Canal

para una vez en ella, acceder a la línea siete mientras que siguen dialogando

sobre sus asuntos cotidianos durante el transcurso de este recorrido hasta

que llegan al andén de la misma estación que tiene un trayecto

comprendido entre la estación de Las Musas y la de Pitis; mientras esperan

a que haga acto de presencia el tren que les ponga de nuevo en

movimiento; de todos los ojos que hay presentes en esta estructura

subterránea, solo los míos pueden ver como no solo hay seres humanos

habitando esta estructura subterránea sino que hay dos grupos de seres

extra-terrenales, uno de ángeles y otro de demonios situados cada uno en

un extremo de la estación, dirigiendo este último miradas y gestos de

desafío y provocación ante la firmeza y desprecio del grupo celestial

mientras que contemplan a la vez a los dos muchachos sin que ninguno de

ellos se percate de lo más mínimo; después de esta inadvertida tensa

espera; llega el tren que transporta a Sergio y a Álvaro a su estación de

destino que es la de Islas Filipinas y cuando se encuentran en ella se dirigen

directamente hacia la salida que conduce a la superficie de la ciudad,

dejando atrás por fin los claustrofóbicos túneles iluminados únicamente

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por las frías e inexpresivas fuentes de iluminación artificial para recibir

gradualmente la tenue pero acogedora luz solar de esta estación del año

mientras que suben las escaleras de acceso a la estación de metro; una vez

que están de nuevo en la calle, Sergio mira su reloj y le comenta a Álvaro.

-O nos damos vida o no llegamos a tiempo a clase.

-Pues vamos, aprieta el culo y acelera el paso si no quieres que nos

quedemos como dos pringaos al no dejarnos entrar.

Por el momento voy a dejar a estos dos apresurados jóvenes para

interesarme de nuevo por el grupo formado por Ana y sus dos amigos; tras

un rato largo les localizo en una cafetería de la comercial calle llamada

Marcelo Usera, están sentados en torno a una pequeña mesa del local

mientras toman un café, a la par que Ana y Nacho fuman unos cigarros.

-¡Esto se parece a la niebla de una película de Jack El Destripador con

tanto humo de cigarro! – se queja Juan mientras usa su mano a modo de

disipador.

-Bueno…, ya tenemos ante nosotros al representante de la liga anti-tabaco

española.- dice alzando humorísticamente los brazos Nacho.

-Mira, chaval, hace ya tiempo que deje de daros la plasta a ti y a Ana con lo

malo que es para vuestra salud la mierda esa del tabaco; pero es que aquí

dentro con tanta gente dándole al vicio no hay quien respire…

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-Bueno, Juan no te preocupes, que dentro de nada entramos a currar y allí

aunque el ambiente esta “viciado” por lo menos está libre de humo. -

contesta Ana a su amigo dándole una palmada en la espalda.

-Lo de tus vacaciones es una autentica putada, te puedo asegurar que te las

mereces más que nadie en toda la tienda; el “Mario Conde” se piensa que

somos máquinas incansables que no tenemos ni sentimientos ni familia.

-A ver como se nos da el día hoy…- comenta Nacho con la mirada perdida

en el techo de la cafetería mientras da los últimos sorbos a su café.

-No te preocupes por eso, por mucho que vendas nunca será suficiente

para mantener contentos a los jefazos. –responde Ana con tono

despreocupado.

-¡Brindo por eso! –responde irónicamente Juan mientras alza su vaso de

café prácticamente acabado. –Oye…-prosigue el muchacho,-¿qué tal anda

tu padre?

-En general va tirando como puede, pero se nota que muchas veces es solo

fachada, hoy sin ir más lejos ha vuelto a deprimirse bastante.

-Bueno, es normal que de vez en cuando tenga recaídas, ¿qué tal le va con

el psicólogo? –pregunta con una ligera cara de preocupación Nacho

mientras posa la palma de su mano sobre el omoplato de la muchacha.

-Pssss…, el psicólogo dice que va razonablemente bien para el mazazo que

supone perder a su mujer hace solo tres años, que yo soy la principal razón

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de que siga hacia delante, pero que no hay que bajar la guardia con mi

padre porque en el fondo está bastante destrozado.

¿Y tú, cómo llevas lo de tu madre? –se interesa Juan por su amiga.

-Por fuera intento aparentar toda la entereza que puedo para que mi padre

no me vea que estoy triste y el se ponga aún peor, pero por dentro hay

ratos que me pongo a recordarla y la echo tanto de menos que tengo una

sensación de opresión en el pecho que parece como si me fuera a quedar

sin aire.

-¡Bueno, chiquilla...,-le dice Nacho mientras pasa su brazo por encima de

los hombros de Ana y la agarra el cuello amigablemente; -tienes a tu padre

que es un tío majísimo y nos tienes a nosotros que somos un par de

simpáticos golferas!

-¡Eso, eso…! Te guste o no, estos dos payasos van a hacer que te rías tanto

que te duela la tripa…, Oh vaya, será mejor que nos piremos ya mismo o el

“Mario Conde” nos dará en la plaza pública treinta latigazos a cada uno

para que sirva de lección a los que llegan tarde. –les dice Juan a sus dos

amigos riéndose mientras señala con su dedo índice la esfera de su reloj

digital.

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CAPITULO SEGUNDO

Ya se ha cernido la noche en la ciudad de Madrid, la luz solar ha sido

sustituida por un halo completamente anaranjado producido por las

innumerables farolas situadas a lo largo y ancho de esta gran urbe; me

encuentro alrededor de las doce y media en la noche que por desgracia

dará el pistoletazo de salida a la confrontación por el destino de la

humanidad; ahora mismo estoy situado en la casa de Sergio y más

concretamente apoyado y de brazos cruzados en una de las paredes del

salón de su casa; puedo mirar como el muchacho esta recostado en el sofá

viendo programas en un televisor de última generación, de estos tienen que

muchas pulgadas, con pantalla de formato panorámico y tan planos por

delante como por detrás; a pocos centímetros del sofá, se encuentra una

mesita hecha completamente de cristal en donde tiene recostado sus pies,

al lado de los mismos reposan los cubiertos con los restos de la comida

que Gabriela le dejo preparada como cena antes de macharse a última hora

de la tarde; tras cambiar con una total desgana varias veces de canal con el

mando a distancia, el joven emite un amplio bostezo y tras apagar la amplia

pantalla del televisor decide levantarse para dirigirse hacia su habitación;

una vez en ella cierra la puerta del todo tras de si, se quita la ropa con un

ritmo lento y cansado poniéndose en su lugar un pijama, después activa la

función de alarma que posee el caro equipo de música que tiene en su

Page 35: Las Máscaras Del Almas

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habitación, apaga las luces de la misma y se mete en la cama abrigándose

con un confortable y grueso edredón esperando bocarriba y con los ojos

abiertos a que su mente cese ya de tanto pensamiento y se deje llevar por el

cansancio de su cuerpo.

El reloj marca la una menos diez de la noche cuando me encuentro ahora

en el hogar de Ana; estoy sentado en una pequeña silla que se encuentra en

un rincón del salón de dicha casa mientras observo que la muchacha y su

padre están frente al televisor sentados en un modesto sofá de una

apariencia bastante confortable; Ana lucha por mantener sus párpados

abiertos mientras cambia de canal de manera autómata con el mando a

distancia; tras girar su cabeza a al izquierda, ve como su padre hace tiempo

que cayó preso de las garras de Morfeo y emite un leve ronquido con la

boca parcialmente abierta; la joven decide poner fin a la velada apagando el

televisor y zarandeando cariñosamente a su padre.

-¡Venga papa, ya es hora de que nos vayamos a dormir!

-¿Ehhh?, uffff, creo que me he quedado un poco traspuesto…

-¿Un poco traspuesto?, si llevas por los menos media hora bufando como

un gato.

La muchacha ayuda a su padre a levantarse cogiéndolo por su codo

derecho y mientras este se despereza una vez que esta totalmente

incorporado, Ana aprovecha este momento para interesarse por su estado

anímico.

Page 36: Las Máscaras Del Almas

36

-¿Qué tal te encuentras ahora?

-Bastante mejor que esta mañana, he estado pensando en el trabajo en lo

que me has dicho y he visto que he sido bastante egoísta, solo pensando en

mi y en mi sufrimiento cuando la tarea más importante de mi vida es

cuidar de ti y que tu madre estuviera orgullosa de cómo lo he hecho.

-¡No me cabe la menor duda de que mama, este donde este, esta muy

orgullosa de ti en todos los aspectos!; - nada más termina Ana de

pronunciar esta frase, tanto padre como hija se funden en un abrazo del

que brotan algunas sentidas lágrimas.

La noche ha ido avanzando en una especie de calma tensa, en esa calma

que comúnmente se dice que precede a la tempestad; he presentido como

las fuerzas del mal se están concentrando en torno del joven llamado

Sergio y por eso he vuelto a desplazarme de nuevo al interior de su

habitación; el chico por fin se ha quedado completamente dormido aunque

me temo que su descanso nocturno no va a durar mucho tiempo; al poco

de estar observando al muchacho en su plácido sueño, me atraviesa una

sensación sumamente desagradable que a la vez me produce un gran vacío

y desamparo en mi interior; inmediatamente después, ante mis ojos se

empiezan a materializar una especie de finos y pequeños rayos de una

brillante energía roja que cada vez empiezan a ser más numerosos y de

mayor intensidad, se van concentrando gradualmente en un punto

concreto hasta que empiezan a formar una silueta de proporciones

Page 37: Las Máscaras Del Almas

37

humanas y cuando esta concentración de energía llega a su punto crítico, se

produce un estallido de luminosidad roja que inunda momentáneamente

toda la habitación, consiguiendo interrumpir el sueño de Sergio de una

manera brusca y repentina; el sobresaltado joven lucha por abrir del todo

sus ojos mientras tantea en la oscuridad el interruptor de una pequeña

lámpara que esta encima de la mesilla que halla al lado de su cama, tras

unos segundos, por fin lo localiza y hace que dejando paso a la luz de la

bombilla ilumine la habitación; cuando contempla lo que tiene a los pies de

su cama su rostro se queda desencajado y lleno de incredulidad: enfrente

suya ha surgido de la nada un hombre que esta vestido con un impecable

traje negro de raya diplomática, aparenta rondar los treinta y pico años de

edad y su fisonomía es alta y delgada, como elegantes complementos a su

traje luce unos impecables y relucientes zapatos oscuros y un llamativo

reloj de oro que cuelga de su muñeca izquierda; la cara de esta aparición

nocturna presenta unos inexpresivos y duros rasgos acabados en unas

afiladas terminaciones que denotan la maldad que hay detrás de ellos; por

debajo de su cabello, completamente engominado y peinado hacia atrás, se

encuentran unos ojos ligeramente rasgados y con unos iris llenos de un

espeluznante color rojo intenso.

-¡Buenas noches, querido Sergio!, -arranca a hablar este ser demoníaco con

una intensa voz grave.

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-¡¿Qui…, quién cojones eres tú?! ; -balbucea el muchacho arremolinándose

de puro miedo con su edredón contra la pared que esta situada en la parte

superior de su cama.

-Digamos que soy un espíritu afín a tus inquietudes y ambiciones que ha

venido a darte la oportunidad de abandonar tú mediocre vida para elevarte

al lugar que realmente te corresponde.

-¡Papa, papa!, -grita Sergio con todas sus fuerzas mirando hacia la puerta de

su habitación esperando a que su padre haga una aparición salvadora.

- No esperes a que tu padre pueda oírte, todavía no ha regresado de la

reunión que, curiosamente, le ha entretenido esta noche.

-¡Maldita sea!, tengo que despertarme ya de esta pesadilla como sea…

-Has tenido numerosas pesadillas en tu vida, sobre todo desde que murió

tu madre hace ya algunos años, ¿verdad?, pero ten por seguro de que todo

lo que esta sucediendo esta noche es tan real como la vida misma.

-¿Cómo sabes tu lo de mi madre…? ; -le pregunta el joven muchacho con

una expresión en su rostro de total perplejidad.

- De donde vengo lo sabemos todo sobre ti y todo sobre cada una de las

vidas que pueblan la faz de la tierra.

-Mira, si perteneces a una puta banda que ha venido a secuestrarme o a

algo así, no hace falta que lo hagas, mi padre te dará todo el dinero que le

pidáis sin soplarle nada a la policía.

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-¡No me insultes pensando que esta noche estoy aquí a por un asunto tan

vano como vuestro maldito dinero! –reprocha ofendido este demonio al

asustado muchacho, acobardándolo aún más contra la pared.

- ¡¿Entonces…, quien eres y que demonios quieres?! -pregunta Sergio con

los ojos llenos de desesperación al seguir sin comprender nada de lo que

esta pasando.

- La primera pregunta la has contestado tu mismo con la segunda, se puede

decir que soy un no admitido en el club celestial que tiene Dios montado

allí arriba, un espíritu que ha sido desterrado al tormento eterno por no

querer seguir el estricto camino que marcan las estrecheces morales que

determinan el bien o el mal que una persona puede realizar en su vida…

-¡Oh, no!, o sea que eres un…

-Diablo, demonio, ángel caído…; llámalo como quieras, pero tranquilo, no

tienes nada que temer; se que entre los mortales tenemos muy mala

reputación debido a las constantes mentiras que de nosotros os han

llegado provenientes desde el reino de los cielos y que vosotros, con

vuestra cultura popular habéis ido pasando de generación en generación.

-Vale, de acuerdo…, yo me creo que eres todo lo que me digas; ¿pero

exactamente que quieres de mi?

-Quiero que seas el ariete de mi señor, Lucifer, en la tierra y que gracias a

ello te conviertas en su puño dominante en la tierra, te convertirás en el

amo absoluto de una humanidad completamente humillada y postrada a

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tus pies; por eso he venido a traerte un artefacto con el cual dominaras

completamente los hilos que realmente mueven a este mundo, que son ni

más ni menos que el poder y el miedo que oprime y domina el espíritu de

los seres humanos. –en ese instante el diablo se acerca a la cama de Sergio

y extendiendo su brazo derecho, colocando hacia arriba la palma de su

mano cerca del rostro del muchacho; de repente, de la misma empiezan a

surgir unas energías muy parecidas a las que dieron forma su maléfico ser

pero esta vez a un tamaño bastante más reducido, mientras que poco a

poco van tomando forma, los haces de energía maligna dejan entrever lo

que parece ser una especie de mascara, una máscara que según se va

materializando va presentando sus retorcidas y grotescas formas de

reminiscencias barrocas ante el atónito completo del joven muchacho; una

vez que toma definitivamente cuerpo, esta estructura facial presenta un

color carmesí que baña a una faz parecida a la de la más temibles de las

gárgolas.

- ¿Qué…, que es eso?

- Esta es la mascara del poder y la gloria absolutos, si accedes a colocarla

sobre tu rostro, por fin tendrás a tu alcance todo aquello que esta sociedad

te ha negado y que es tuyo por derecho.

-Ya…, pero como no hay nada que sea gratis, seguro que quieres que te lo

pague con algo…, como por ejemplo, mi alma.

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- Me agrada comprobar que tu inteligencia es digna de portar este objeto

de gran poder que te ofrezco; en efecto, en el momento en que accedas a

ponerte la mascara, tu alma pasará inmediatamente a ser posesión de mi

señor, pero dime, ¿que es eso comparado con poder salir de la pusilánime

vida que el destino te ha concedido; qué es lo que Dios, tan sabio y

bondadoso como es él, ha deparado para tu existencia?; yo te lo diré, una

vida entera llena de sufrimiento, de rabia e impotencia, todo eso

acompañado de la visión de un mundo a tu alrededor que está ansioso por

verte fracasar en tus intentos de prosperidad y que a la mínima que

decaigas, se abalanzara sobre ti como un buitre carroñero ; dime…¿vas a

esperar unos sesenta años más de tristeza y desilusión para averiguar si

después de tu muerte alcanzaras por fin algo de felicidad en el paraíso

celestial?. –Sergio aparta su mirada de la maligna aparición en señal de un

fuerte debate interno ante los argumentos que le han sido expuestos;

después de unos segundos que parecen eternos, vuelve otra vez su mirada

al enviado del infierno, esta vez cargada de soberbia y ambición:

- ¿Sabes que?, que tienes toda la razón, siempre he pensado que mi vida ha

sido miserablemente penosa, estoy harto de sufrir y esperar al día en el que

sea un triunfador; ¿no te exige siempre la sociedad que seas número uno en

todo, que tienes que llegar a ser algo importante en la vida como sea?, pues

ahora van a saber lo que es ser un líder de verdad.

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-¡Eso es, no pierdas ya ni segundo más de tu vida en abrazar tu grandioso

destino!; -le responde este diablo con una podrida sonrisa que cruza su

cara de un extremo a otro: -en este momento te investiré con esta mascara

sagrada, así que levántate y prepárate para recibirla.

El muchacho haciendo lo que le ordena el espíritu demoníaco, aparta de su

cuerpo las ropas de cama que cálidamente le abrigaban y se incorpora en

frente del enviado de las fuerzas diabólicas, acto seguido, este dirige con

sus dos manos la máscara-alma hacia el rostro del muchacho hasta que

entran en contacto ambos factores; desgraciadamente observo como la

infernal energía de la máscara penetra literalmente la piel de Sergio

adhiriéndose por completo a su cara mientras que va volviéndose invisible

a los ojos de cualquier mortal, dejando tras de si pequeños chispazos que

desprenden una intensa luminosidad roja.

-Esto es… ¡increíble, me siento más vivo y poderoso que en toda mi

vida…, es como si fuera capaz de hacer cualquier cosa! –responde Sergio

ante la experiencia que desafortunadamente le ha llevado a unirse con las

fuerzas del infierno.

-Si, es maravilloso sentir un torrente de poder ilimitado por las venas,

¿verdad?; ahora debes escuchar en que consisten los poderes que te otorga

tu mascara-alma: para empezar, ella te permitirá controlar total y

absolutamente la voluntad de las personas que rigen sus vidas por los

designios de la maldad, te obedecerán hasta la últimos reductos de su

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voluntad aunque ellos se opongan con todas sus fuerzas a ello; tu fuerza,

agilidad y resistencia física se incrementarán de una manera considerable y

veras que eres capaz que tienes un empuje una capacidad de liderazgo que

hasta ahora pensabas como simplemente imposibles y lo más importante

de todo: podrás averiguar la identidad del pobre desdichado que porte la

máscara-alma proveniente de las “salvadoras” fuerzas del bien y aniquilarle

por completo; dejo para el final una vasta fuerza de ataque sorpresa que tu

mismo descubrirás en que consiste si llega el momento de usarla en tu

enfrentamiento final con tu verdadero enemigo.

-Espera un momento… ¿qué es eso de “averiguar la identidad del portador

de la máscara del bien y aniquilarle por completo”?

-“Eso” es el propósito de la misión que te ha sido encomendada; al igual

que tu has sido elegido para hacerte con el dominio total del destino de las

vidas de las personas, un arcángel del cielo será enviado para elegir un rival

mortal que luche a muerte contra ti, está será la única persona en todo el

mundo capaz de impedir que alcances el glorioso futuro que te aguarda; en

cuanto se le conceda a este ser humano una máscara-alma antitesis de la

tuya, deberás localizar y aniquilar al portador de la misma para que no

pueda entrometerse en tu conquista.

-A aniquilar te refieres a… -le pregunta Sergio al demoníaco visitante,

asaltado todavía por un mínimo vestigio de humanidad.

-A acabar con su vida, a asesinarlo si prefieres esa palabra.

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-Pero tener matar a otra persona…., nunca le he hecho daño a nadie, no

creo que sea capaz de hacerlo.

-Siempre me ha gustado un dicho popular entre vosotros: “Para hacer una

tortilla hay que romper algunos huevos”; si quieres conseguir la

dominación y el poder absolutos sobre el destino de este planeta, vas a

tener que dejar de ser un niño para convertirte en un hombre y eso implica

tener las suficientes agallas para acometer todo, y digo absolutamente

“todo” lo necesario para conseguir como sea alcanzar tus ambiciones.

-Lo se, pero aún así… -de repente el muchacho se va quedando callado al

mismo tiempo que van surgiendo de su cara pequeños trazos de la energía

maligna que dieron origen al diabólico enviado y a su maldita máscara y

puedo observar como esta empieza a influenciar en la voluntad del

muchacho; después de unos instantes, el joven mira con firmeza al diablo y

le responde:

-Puede que a lo mejor no sea mi deseo, pero si hay un desdichado que osa

interponerse entre yo y mi glorioso reinado de la tierra, no me quedara más

remedio apartarlo de el de una manera definitiva y permanente.

-¡Mucho mejor dicho!, veo que por fin tu mente se ha despejado de esos

ridículos lastres morales y que a partir de ahora vas a obrar con decisión y

sin miramientos.

Para la absoluta tristeza de la humanidad y del reino de los cielos, todo esta

consumado aquí y ya no me queda por el momento, nada más que

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observar; ahora será mejor que parta hacia el hogar de la muchacha que

recibe el nombre de Ana.

Pasado un breve transcurso de tiempo, llego hasta el barrio donde reside la

joven muchacha; tiene suerte de vivir aquí, ya que hay pocos lugares

residenciales en Madrid que conserven esta cierta paz y tranquilidad

nocturnas; gracias a mi intangibilidad accedo rápidamente a través del

edificio hasta donde se encuentra el dormitorio de Ana; una vez en él, la

observo detenidamente haciéndome mucha gracia ver como duerme a

pierna suelta descansando de su dura jornada laboral, un descanso que

incluso es acompañado de algún ronquido que otro, lástima que dentro de

muy poco su plácido sueño se vea interrumpido por la visita de un arcángel

que la encomendará la mas importante y trascendental empresa en su vida

y en la de todos los seres humanos del planeta. Me mantengo a la espera

sentado con las piernas estiradas en una silla que esta junto a un escritorio,

que a su vez se encuentra situado en frente de una de las paredes laterales

de la habitación de la joven; durante este tiempo, la veo dar una y mil

vueltas sobre si misma mientras sigue profundamente dormida enfundada

en un edredón de graciosos motivos decorativos basados en unos cerditos

de color rosa; de repente, siento que una enorme y cálida tranquilidad

empieza a inundar todo el cuarto, esta sensación tan reconfortante y

agradable es lo más parecido a lo que se experimenta cuando después de

que ha finalizado tu vida, tu alma asciende hasta el reino celestial; a cada

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momento se va intensificando más la percepción de que una bella y serena

alegría va colapsando el dormitorio hasta que empiezan a surgir unos

suaves líneas de energía de un color azul eléctrico, poco a poco empiezan a

ser más numerosas y proceden a concentrarse en un punto en concreto

para conseguir dar forma a lo que parece ser una figura humana, cuando

esta líneas de energía llegan a su punto de saturación máxima, se produce

un intenso resplandor blanquecino que ilumina toda la habitación y tras el,

aparece la encarnación corpórea del arcángel enviado para envestir a Ana

con el santo objeto encargado de truncar los planes del maligno; su físico

no aparenta traspasar el ecuador de la treintena de años; va enfundado con

un pantalón de chándal azul decorado en sus laterales con un par de líneas

blancas paralelas que lo recorren desde la cintura hasta los pies, en la parte

superior del cuerpo luce una sudadera gris clara dotada con una capucha y

toda su sencilla vestimenta termina en unas playeras azules de cremallera

decoradas con distintos motivos plásticos de un azul un poco más oscuro;

el rostro de este sujeto desprende una agradable sensación de confianza ya

que esta dotado con una grácil faz dotada de unos rasgos suaves y

redondeados, sus ojos tienen una tonalidad azul cielo y su pelo, rizado de

mediana longitud y de una tonalidad rubio ceniza luce un desenfadado

estilo de peinado; este enviado de las fuerzas del bien se acerca sigilosa y

tranquilamente hasta la cama en donde duerme Ana y una vez que llega a

la altura de su cara, se detiene unos segundos ante ella para después, pasar

Page 47: Las Máscaras Del Almas

47

la palma de su mano derecha por debajo de la barbilla de la muchacha,

esperando que esta caricia cuasi paterna la saque de su profundo sueño y

efectivamente, al poco la joven va despertándose de su profundo sueño

hasta que…

-¡Aaaaaaaa!, ¡como me vuelvas a tocar un solo pelo te doy una patada en

los huevos que te dejo la voz como la de Verónica Forqué para el resto de

tus días! –al oír esta seria amenaza, el arcángel dan un repentino brinco

hacia atrás y levantando las dos palmas de sus manos responde:

-¡Ey!, tranquila; me creo por completo tus palabras, no temas, no estoy

aquí para hacerte ningún daño.

-¡Eso ya lo veremos!; ¡papa, papa, socorro…!

-¡Por Dios!, tranquilízate un momento, déjame unos segundos para que te

explique…

-¡Y un huevo…; papa, papa…! -sigue exclamando la muchacha a grito

pelado.

-Pero chica, quieres escucharme un momento… mira, del lugar en el que

estoy no me pienso mover ni un paso,¿ves?, y además, a tu padre le es

imposible oír nada de lo que ahora esta sucediendo. –al escuchar esto, Ana

se yergue de rodillas sobre su cama y mientras aprieta con furia sus puños,

le dirige al arcángel una de las miradas más desafiantes que recuerdo en mi

existencia.

Page 48: Las Máscaras Del Almas

48

-Te juro por Dios que como le hayas echo daño a mi padre, te mataré con

mis propias manos.

-No vas a tener que recurrir al asesinato con nadie, tu padre está

perfectamente bien; antes me refería a que no puede oírnos ya que mi

influencia hace que no llegue a sus oídos ni un solo sonido desde esta

habitación durante el transcurso mi visita a tu hogar.

-Pero, ¿que influencia…, de que me estas hablando?

-Mejor que explicártelo con palabras, que veo que me costaría unos

cuantos siglos, entenderás todo cuando lo veas; ahora préstame toda tu

atención. –en ese mismo instante, el enviado de las fuerzas celestiales

empieza a brillar en toda su figura con el mismo tipo de energía azul

brillante que le hizo aparecer, este resplandor azulado desaparece del resto

del cuerpo para concentrarse en la parte posterior de la espalda del

arcángel y tras unos segundos de incertidumbre, empiezan a asomarse dos

impresionantes alas plagadas de plumas de un color grisáceo rodeadas de

pura energía que desprenden tal cantidad de luz blanca que en un

momento dado, obligan a la alucinada joven a taparse parcialmente el

rostro con el anverso de una de sus manos; en el momento en el que alas

alcanzan su máxima envergadura, poco a poco empiezan a desaparecer

conjuntamente con la intensa luminosidad, dejando gradualmente que la

habitación vuelva a su habitual penumbra nocturna.

Page 49: Las Máscaras Del Almas

49

-Tu, tu..., tu eres un ángel. –comenta Ana con la voz entrecortada y la piel

de su cara completamente empalidecida.

-¡Ey!, no me quites galones; más bien soy un alto mando celestial, un

arcángel; siento tener que haber tenido que enseñártelo así, no sabes como

odio estas demostraciones circenses pero no se me ocurría ninguna otra

forma de convencerte de que yo no era ni un violador, ni un asesino, ni

que se yo…

-¡Ay, Dios mío!, ya se lo que ha pasado; me he muerto mientras dormía

esta noche y has venido para llevarme al cielo. –Al oír ese comentario, el

arcángel suelta una fuerte carcajada y responde a la asustada muchacha:

-No, no, no te preocupes; aún te queda por dar mucha guerra; estoy aquí

para un asunto completamente distinto y de una enorme trascendencia.

- Entonces si no estoy muerta esto no puede ser más que un sueño

psicodélico producido por el chili con carne que me he metido para cenar.

-Aunque no dudo que un plato comida así a esas horas de la noche pueda

producir esos efectos alucinógenos, por desgracia para todos mi visita a tu

habitación es tan real como a vida misma.

- ¿Por desgracia…?

-Si, mi aparición nocturna no se debe a ningún buen acontecimiento que

vaya sucederle a la humanidad, más bien al contrario.

- Pero… ¿vienes a anunciar una guerra nuclear, el final del mundo, el juicio

final o que…?

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- Me ha sido encomendada una noble misión que consiste en buscar a

alguna persona de bondadosos sentimientos y de espíritu puro que detenga

el último intento de las fuerzas del infierno de dominar el mundo y a los

seres humanos que habitan en él.

- Y ahora iras a decirme que a quien la ha tocado la lotería es a una

servidora…

- Pues si, la “premiada con un maravilloso” enfrentamiento contra las

fuerzas demoníacas por el destino de todos los seres humanos has sido tú.

-Esto ya es lo que me faltaba, que se me presente un arcángel a las tantas

de la noche en mi habitación, que sea un cachondo perdido y que me

comunique que yo soy la elegida por parte del bando de los buenos; a parte

de toda esta locura; ¿me puedes explicar en que consiste “ese

enfrentamiento”?

-Desde el cielo estamos iniciando un contraataque a una ofensiva muy

poderosa por parte de las fuerzas de Satanás de hacerse con el control

permanente del destino de las vidas de este planeta; hace tan solo una hora

que un equivalente demoníaco de un arcángel ha dotado a una persona de

esta ciudad con lo que se denomina una máscara-alma; existen dos

máscaras-almas, una creada por Lucifer y otra creada por el mismísimo

Señor; en los albores de las primeras épocas de la humanidad, Satanás creo

una máscara de energía infernal para dotársela a un ser humano cuyo

espíritu estuviera corrompido por el odio y las ansias de poder, una vez

Page 51: Las Máscaras Del Almas

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investido con ella, este llegará a dominar a todas las almas del mundo y con

ello abriera el acceso a la tierra a las legiones del maligno; al enterarse de

esto, el “gran jefazo” creo una máscara de similares características para

dotársela a una persona bondadosa y llena de buenos sentimientos y que

esta neutralizara el maléfico ataque y el destino de la humanidad se rigiese,

al máximo de las posibilidades reales, por el sendero de la bondad y el

amor mutuo; estos enfrentamientos solo se producen cuando la

humanidad pasa por un período especialmente cruento, lleno de

desesperanza y desasosiego y mucho me temo que en la actualidad nos

encontramos en una época terrible: existen en la actualidad unas guerras

horribles que infligen poderos países para hacerse con los preciados

recurso naturales de otros, a su vez, fanáticos asesinos religiosos están

sembrando de muerte las ciudades en las que viven inocentes personas que

nada tienen que ver con las decisiones que toman sus desquiciados

gobernantes; la sangrante brecha que existe entre pobres y ricos cada vez

es más abismal; la corrupción, las enfermedades, el hambre y la violencia

cada día campan más a sus anchas; el medio ambiente, incluidos su flora y

fauna, son brutalmente contaminados, degradados y maltratados sin que

los países más ricos y con mayor parte de culpa en esa situación se decidan

a ayudarlos presionados por enormes intereses comerciales de

corporaciones sin ningún tipo de escrúpulos y para colmo, los que son en

teoría “nuestros representantes” en el reino terrenal, cada vez adoptan

Page 52: Las Máscaras Del Almas

52

posiciones mucho más retrogradas e inquisidoras, hace ya muchos cientos

de años que muchos de ellos han olvidado su verdadero cometido que es el

de ayudar con todas sus fuerzas a sus semejantes, sean como sean y

piensen lo que piensen y se han dejado tentar por el sibilino y embriagador

pecado de la ambición; desde que tuvo lugar la primera confrontación,

hace ya un par de milenios, hemos ido ganando todas las contadas batallas

que se han ido produciendo, no sin mucho esfuerzo y sufrimiento y

aunque me duele reconocerlo, tengo que admitir que esta vez lo tenemos

más difícil que nunca.

-Ya, la verdad es que la cosa no esta para tirar cohetes; pero yo solo soy

una chica normal que no puede cambiar nada de esta sociedad y que

bastante tiene con vivir en ella día a día con su padre.

-En el momento en que te cohíbas de luchar por lo que crees por miedo a

perder lo que más quieres, será en ese mismo momento cuando empieces a

perderlo; además, no debes de temer nada ya que tienes el arma más

poderosa que existe en todo el universo y que por desgracia escasea cada

vez más: la bella bondad humana.

-Ya, pero si he de luchar contra alguien y mis armas son desearle paz y

amor, lo único que voy a conseguir, aparte de que se tronche risa es que

me mate muy rápidamente.

El arcángel responde a la retórica de Ana con una condescendiente sonrisa

y después guarda silencio mientras empieza a concentrarse, juntando sus

Page 53: Las Máscaras Del Almas

53

dos manos a la altura del pecho, con sus palmas abiertas, cada una en

posición convexa y enfrentadas la una con la otra, de repente empiezan a

surgir de ellas filamentos de una brillante luz azul que cada vez se hacen

más gruesos y numerosos mientras que empiezan a entrelazarse entre ellos

para poco a poco, dar forma a lo que parece ser una máscara echa de pura

energía celestial; cuando las líneas de energía esbozan completamente los

trazos generales de esta máscara, se produce un pequeño pero muy

luminoso estallido radiante de color blanco, que tras de si, deja ver las

formas definitivas de las misma, que se podrían describir como un objeto

minimalista, de formas sencillas y delicadas a la par que bellas y

armoniosas; su azulada estructura imita al detalle a las equilibradas líneas de

las facciones de las esculturas griegas.

-Esta es la máscara-alma creada por Dios; es el único objeto que si aceptas

portarlo, podrás tener con el una oportunidad para salvar el destino de

millones de personas y volver a dar una oportunidad para que el rumbo de

la humanidad se desarrolle por el camino de la paz y la cordialidad; se que

no te estoy haciendo ningún regalo, que te mentiría si te dijera que tu tarea

va a ser una aventura fácil y emocionante, más bien todo lo contrario, lo

único que vas a tener son una responsabilidad y sacrificios enormes; pero

tu eres la única persona elegida, no tenemos ningún candidato “b”.

-Por que será que me lo imaginaba…; madre mía, no se en lo que me estoy

metiendo y si se que me voy arrepentir mucho de esto…; a ver, si decido

Page 54: Las Máscaras Del Almas

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ponerme ese trasto, ¿qué es lo que tengo que hacer con él?, ¿cómo narices

funciona?

-Si decides tener la generosidad con tus semejantes de portar esta máscara,

ella te permitirá, en primer lugar, distinguir claramente entre las personas

bondadosas y las malvadas; en segundo lugar, podrás influenciar a

cualquier persona de buen corazón para que te ayude incondicionalmente

aunque no te conozca de nada, en tercer lugar, podrás localizar y seguir el

rastro de energía que emite el portador de la máscara-alma maligna y por

último, si tu enfrentamiento con dicho portador llega a su máximo clímax,

tu máscara te permitirá canalizar toda la esencia de tu alma en un

devastador ataque de pura energía.

- Y cuando la encuentre, ¿que se supone exactamente que debo de hacer

con esa persona portadora de las máscara del infierno?

-Se que lo que te voy a decir a continuación te sonara a una coña pero

debes ante todo convencerle de lo equivocado de sus actos y de que

abandone su oscuro cometido, darle un motivo verdadero que le haga

volver a apreciar el amor y la bondad de lo seres humanos por encima de

todas las cosas y solo en el caso, y repito, solo en el caso de que tu vida se

vea seriamente amenazada por el elegido de las fuerzas del infierno, podrás

acabar con la suya como desesperada medida defensiva.

Page 55: Las Máscaras Del Almas

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-Haber si lo he entendido bien, ¿yo debo enfrentarme a ese tío con bonitos

discursos hippies de paz y amor mientras que él va a venir derechito a

arrancarme la cabeza?

-No es exactamente así, aunque se podría resumir de esa manera.

-Tío, no se como funcionarán las cosas en el cielo, pero aquí abajo, yendo

de esa manera no voy a durar ni tres minutos.

El arcángel se sonríe ante el comentario de Ana y sin contestarlo empieza a

andar hacia la cama de la muchacha, mientras que transporta levitando a

pocos centímetros de sus manos las máscara-alma celestial; cuando está

enfrente de la muchacha, extiende sus brazos hacia la cara de la misma

situando el artefacto a pocos centímetros de la misma mientras la mira fija

y profundamente a los ojos la hace una pregunta cargada de solemnidad:

-¿Aceptas de todo corazón portar esta sagrada máscara forjada en el reino

de los cielos para ayudar a todas las almas del planeta a destruir la siniestra

amenaza proveniente de la voluntad y los poderes de Lucifer?, -al oír estas

palabras, Ana duda seriamente en la repuesta que debe darle a enviado del

bien, transcurren unos tensos momentos en los que pasan mil opciones

por su cabeza pero al final se da cuenta de que su conciencia no la

permitiría escoger otra opción que no fuera la de luchar por lo que es

bueno y justo, así que completamente consciente del transcendental paso

que va a tomar responde:

-Acepto de todo corazón.

Page 56: Las Máscaras Del Almas

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El arcángel le devuelve una bella sonrisa en señal de agradecimiento y

procede lentamente a colocar la máscara-alma en el rostro de la joven, una

vez que entran en contacto ambos factores, se produce un ligero

resplandor de energía azul que genera una suave brisa que empuja durante

unos momentos hacia atrás el ondulado cabello de la misma; al poco

después, mientras que la máscara se va fusionado con el rostro de la chica

también va despareciendo gradualmente.

-¡Guauuu!, es la sensación mas alucinante y agradable que he tenido en mi

vida.

-¿Sí?, ¿cómo te sientes?; -le pregunta el arcángel con una leve y sincera

sonrisa en su rostro.

-¡Estupendamente!, es como si me encontrara rebosante de energía al

mismo tiempo que de una inmensa paz y tranquilidad; además, pienso en

todo de una manera mucho más clara y nítida que antes.

-Me alegro sinceramente de que haya sido una experiencia tan agradable

para ti; ahora debo macharme y dejar que te vayas familiarizando con tus

nuevos dones, pero no te preocupes, pase lo que pase a partir de ahora,

aunque tu no me puedas ver, estaré a tu lado en todo momento.

-¡Espera un momento!, hay una última pregunta que quisiera hacerte.

-Adelante, soy todo orejas.

-Mientras me enfrento contra el tipejo elegido por las fuerzas diabólicas,

tendré que dejar de trabajar y tendré que ocultarle a mi padre todo lo que

Page 57: Las Máscaras Del Almas

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esta sucediendo; ¿cómo podré hacerlo sin que se preocupe por mi si debo

no aparecer por casa durante todo el día?, ¿y cómo podré ausentarme del

trabajo durante todo el tiempo que dure esto sin que me echen a la calle?

-Buena pregunta; por eso no debes preocuparte en absoluto, desde el reino

de los cielos se influenciara poderosamente en las mente de tu progenitor y

en la de todas las personas a las que les afecte la ausencia en tus

obligaciones diarias para que pasen completamente desapercibida, no

repararán en lo más mínimo en echar de menos tu presencia hasta que

todo hay acabado.

-Bueno, no hay mal que por bien no venga, así por lo menos perderé de

vista durante un tiempo al capullo de mi jefe…, -comenta la muchacha a

modo de broma para rebajar la imponente tensión que reina en el

ambiente.

-¡Je!,-ríe el arcángel, -la verdad es va a ser un beneficio muy positivo de

todo este gran problema; ahora, ya en serio, te dejo para que puedas

descansar profundamente ya que te espera una ardua y complicada misión.

Un último consejo, se que tienes a dos muy buenos amigos a tu lado;

aunque no resulte fácil, debes explicarles toda la verdad de lo que ha

sucedido esta noche y tienes que dejarte ayudar por ellos ya que de otra

manera, no serás capaz de afrontar tu sola los peligros y dificultades que te

acechan. Ahora ya es hora de que me marche, cuida mucho de ti y de tus

amigos y recuerda que por adversas que se vuelvan las situaciones, siempre

Page 58: Las Máscaras Del Almas

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tendrás a tu lado el calor del cariño de las personas que te quieren y podrás

contar con el apoyo de este arcángel, que estará velando por ti en todo

momento.

El arcángel alza su mano en señal de despedida al mismo tiempo que toda

su figura va desapareciendo lentamente de la habitación de Ana de la

misma manera en la que hizo aparición en ella, dejando a la muchacha

pensativa y con una expresión anonada en su rostro en medio de la

penumbra de esta fría noche de otoño.

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CAPITULO TERCERO

Suena la música en el despertador con radio que tiene Ana en la mesita que

esta contigua a su cama, la muchacha busca ciegamente el interruptor del

mismo con una de sus manos hasta que después de unos intentos fallidos

consigue apagarlo; tras unos instantes luchando contra el profundo sueño

que la ha mantenido dormida durante toda la noche, consigue erguirse y

levantarse de la cama, después de soltar un tremendo bostezo se dirige

hacia la ventana de su habitación para apartar hacia un lado las cortinas de

la misma y poder así subir la persiana que aún mantiene en penumbras su

habitación, cuando termina de subir la misma, la tímida luz del sol de

otoño que lucha por hacerse un hueco entre los bancos de nubes que han

hecho acto de presencia en este nuevo día, entra tiñendo de blanco su

cuarto, mientras la joven mira a el exterior durante unos momentos y

comenta para si misma y en voz baja:

-Vaya, menuda pesadilla psicodélica tuve ayer por la noche; ha sido la más

rara que he tenido en mi vida pero parecía tan real…, bueno, ha sido una

rayada que ya se ha pasado y por suerte, hoy será un coñazo y monótono

día como otro cualquiera. –después de esta observación, Ana abre la puerta

de su habitación y se dirige por el pasillo de su casa hacia el baño para

proceder a lavarse la cara con agua fría como cada mañana, después se

dirige hacia la cocina para prepararse su desayuno y cuando se dispone a

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entrar en ella observa una visión que la deja completamente perpleja; su

padre se encuentra en esta dependencia tomando su café diario sentado a

la mesa, hasta ahí todo normal, pero lo que para nada lo es a los ojos de la

muchacha es la suave pero definida aura de color azul brillante que irradia

su progenitor en todas las direcciones, desde la cabeza hasta los pies.

¡Buenos días hija!, ¿qué tal has dormido esta noche? –Ana lo ve pero no lo

puede creer y ante la pregunta de su progenitor no es capaz ni de articular

una sola palabra mientras permanece completamente inmóvil; al transcurrir

unos instantes en el mismo estado y sin recibir repuesta, su padre se

percata de que algo extraño le esta sucediendo a su primogénita.

-¿Te pasa algo Ana, te encuentras bien?...; Ana, Ana…,¡Ana!; -le grita

preocupado intentando que salga de esa parálisis; por fin la joven pestañea

repetidamente y agitando su cabeza de derecha a izquierda se sacude su

perplejidad contestando a su padre.

-Sí…,¡Si, si!, estoy bien, no te preocupes…, es que esta noche he tenido

una pesadilla horrible y por un momento pensaba que aún seguía en ella,

pero ya se me ha pasado…; -responde la joven intentando rebuscar en su

cabeza a toda prisa la excusa más lógica que se la ocurre para poder

explicar su comportamiento.

El progenitor de la muchacha se levanta de su silla y mientras avanza hacia

ella, Ana puede observar como esta aura no solo no desaparece, sino que

según se va acercando su padre, puede apreciando mejor el brillo que

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desprende y la definición de su forma; cogiéndola por la barbilla con la

mano derecha y volteándola la cara de un lado para otro mientras observa

a la misma con suma atención, le comenta a su hija:

-No tienes buena cara; tienes ojeras, estas pálida y tienes un poco de sudor

en la frente, ¿no estarás enferma…?

-¡No!, de verdad que me encuentro bien, solo ha sido que por culpa de esa

puñetera pesadilla ha habido momentos en la noche en los que no he

pegado ojo; pero ya verás como a lo largo de la mañana me voy

despejando y me encuentro mucho mejor.

-No se…, bueno, pero si ves que estando en el trabajo te encuentras un

poco mal, no dudes en decirle al mamón de tu jefe que estas enferma y que

te vas para casa.

-Muchas gracias por preocuparte papa, pero de verdad que estoy bien;

venga vamos a desayunar que al final se nos va a hacer tarde.

Abandono por el momento de observar a esta novata guerrera de las

fuerzas del bien para dirigirme a el domicilio del otro individuo

participante en esta disputa por el destino de la humanidad; gracias a mis

especiales cualidades me sitúo en breves instantes en la casa en la que vive

Sergio y una vez que me encuentro en el salón de la misma, encuentro en

el una escena muy parecida a la que acabo de dejar atrás; observo como el

muchacho esta de pie, completamente petrificado delante de su padre y

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viendo como rodea todo el cuerpo de este, una estela de un profundo

color rojo brillante ligeramente difuminada.

-Sergio… ¿se puede saber que estas mirando?, -le pregunta a su hijo al

cerciorarse de su extraña actitud.

-Na…, nada; simplemente me había parecido ver algo que…; pero debe

ser que una pestaña se me ha metido en el ojo. –le contesta el joven

mientras intenta disimular lo que de verdad esta viendo.

-Anda, será mejor que vayas a lavarte la cara para ver si así te espabilas un

poco esta mañana.

-Sí…, seguro que un poco de agua fría me ayuda a despejarme

completamente…

Sergio enfila en dirección al cuarto de baño por el pasillo de su casa

mientras gesticula silenciosamente ante la increíble visión que acaba de ver

en la figura de su padre; al pasar a la altura de su habitación se queda

sobresaltado de nuevo al observar a Gabriela que en esos momentos se

encuentra abriendo la ventana de su habitación para que la misma se

ventile, el joven ve como el mismo tipo de aura que envolvía a su padre,

rodea a la empleada del hogar, solo que su coloración no es roja sino

completamente azul; la cara del muchacho expresa con fuerza su doble

sorpresa matinal pero la mujer que esta de espaldas a el mientras desarrolla

su trabajo no se percata de nada y Sergio decide entrar rápidamente al baño

para que no se le note más su reacción de extrañeza y poder tener unos

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momentos en los que pensar como afrontar esta situación imposible. De

momento no hay nada más por aquí que deba centrar mi atención y me

dirijo de nuevo al sur de la ciudad para encontrarme con la compañía de

Ana, que a esta hora se encuentra en el autobús que la dirige como todos

los días a su lugar de trabajo; la muchacha no hace otra cosa que observar

con asombro a las personas que, unas sentadas y otras de pie, abarrotan el

interior de este medio de transporte; pese a frotarse los ojos en repetidas

ocasiones, percibe con claridad como a muchas de ellas las rodea el mismo

aura azul que observo en la figura de su padre, sin embargo, observa que a

un número ligeramente inferior de personas les envuelve un intenso halo

de energía rojiza y en número bastante más pequeño que los grupos

anteriores, otros seres humanos que tienen su cuerpo flanqueado por un

aura de color grisácea; después de un tiempo que a la muchacha le parecen

segundos, el autobús llega a la parada en la que habitualmente esta

esperando Nacho, una vez que el joven esta dentro de el, se dirige hacia

Ana haciéndose hueco entre el denso conglomerado de viajeros, mientras

se va aproximando a ella, la joven puede observar perfectamente como el

aura que corresponde al alma de su amigo es de un intenso color azul.

-¡Buenos días, torpedera!

-Bue…, buenos días Nacho. –nada más contestarle, el muchacho percibe

que su amiga tiene la mirada llena de perplejidad y el semblante igual de

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pálido que el de una persona que acaba de ver a un espíritu manifestarse

ante ella.

-Menudo careto que traes hoy, ¿no has dormido bien esta noche?

-Joder, tengo que tener muy mala cara hoy por que ya eres el segundo que

me lo pregunta; antes de salir de casa mi padre me ha preguntado si estaba

mala.

-Pero… ¿te notas fiebre o te duele algo?

-No exactamente…

-Ahhh, ya caigo, no me digas más, hoy debe ser “uno de esos días en los

que te sientes más mujer”.

-Si, se podría decir que este mes me ha vuelto a tocar algo que no quería,

pero de una manera mucho más bestial que nunca…

Por el momento dejo el autobús número cuarenta y siete para dirigirme al

interior de otro medio de transporte bien distinto: el metro, y más

concretamente al interior del vagón en donde ahora mismo esta subido

Sergio; dentro del mismo puedo ver como el muchacho no cesa de mirar

con sus auriculares desprendiendo el alto volumen de costumbre y con la

boca semiabierta, a todas las personas que viajan junto a el y en su cara se

refleja la misma sorpresa que habitaba en el rostro de Ana al comprobar

igual que ella que hay viajeros que tienen su cuerpo rodeados de auras de

energía de tres colores distintos: azul, gris y rojo; el tren se detiene en la

estación en la que a diario accede al mismo el joven que atiende al nombre

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de Álvaro; una vez dentro del vagón Sergio ve como se dirige hacia él y su

sorpresa no puede ser mayor cuando visualiza que un halo de energía roja

rodea toda su figura.

-¡Ey, que te cuentas tío! –ante el saludo de Álvaro, Sergio se mantiene

completamente atónito, con la boca ligeramente entreabierta y sin mostrar

ninguna reacción visible. –Hola, ehh, ¿hay alguien por ahí? –insiste el

muchacho mientras chasca los dedos delante de la impasible cara de su

interlocutor, hasta que después de unos instantes, Sergio reacciona

desprendiéndose los auriculares de sus oídos y respondiendo:

-Que…., que pasa tío.

-Joder macho, sabia que eras un empanao pero que por las mañanas

llegases a tal punto…

-Vamos, no me jodas, seguro que tú también te has levantado algún día en

el que a esta hora de la mañana todavía estabas todo sobao.

-No te equivoques, yo nunca llegaré a ser tan pringao como eres tu; que

vives en los mundos de Yupi; con razón tu viejo te da la tabarra todos los

días con que como sigas así no llegaras a ser nada en la vida, vete

espabilando o te van a espabilar pero bien.

-¡Mira, tío! -responde Sergio con una mirada llena de cólera y con un

desafiante tono en su voz que nunca antes había observado Álvaro en su

compañero de universidad; -Que sea la última vez que tu te metes en nada

de lo que mi viejo me dice o me deja de decir, ¿estamos?.

Page 66: Las Máscaras Del Almas

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-Bue…, bueno, perdóname si te he tocado alguna fibra sensible, no era esa

mi intención, -el muchacho se sobresalta y recula levemente hacía atrás

debido a la inesperada y contundente reacción de Sergio; -Tu te has

levantado de bastante mala ostia esta mañana, ¿verdad?

-No, lo que estas viendo es el principio de un nuevo Sergio, al que no le

gusta que le toquen los huevos… y créeme, a partir de ahora este va a ser

el más pequeño de los cambios que se van a acontecer.

Voy a dejar que estos dos muchachos prosigan con su recorrido hasta la

facultad sin la compañía de mi presencia para centrar mi atención en la

cafetería en la que todas las mañanas desayunan Juan, Nacho y Ana, cuya

situación se encuentra muy próxima a la tienda de electrodomésticos en

donde trabajan los tres jóvenes; dentro de las dependencias de este local

observo como Ana no hace otra cosa que pasear su mirada por cada una

de las personas que se mueven por las mismas para seguir observando con

dedicación el tipo de aura que rodea a cada una de ellas; sus dos amigo la

miran extrañados para más tarde mirarse entre ellos y confirmar mediante

un gesto de sus caras que los dos piensan que algo extraño pasa por la

cabeza de su amiga; después de seguir unos momentos observándola, Juan

decide desbloquear la situación:

-Ana, mírame, ¿se puede saber porque no dejas de mirar a la gente que esta

dentro de la cafetería?

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La muchacha sale de su abstracción y girando la cabeza en la dirección en

la que están sentados sus dos amigos, observa claramente como cada uno

de ellos porta un halo de energía azul brillante.

-Eh…, por nada, por nada; simplemente de vez en cuando me gusta

observar a la gente y ver como se comportan en sus rutinas diarias.

-Vamos, ¿nos tomas el pelo?, a ti en tu vida te ha ido el rollo ese de la

sociología, así que…,¿vas a decirnos que diablos te pasa realmente?; los

tres nos conocemos desde hace por lo menos cuatro años y sabemos

perfectamente cuando a alguno de nosotros nos esta pasando algo; tienes

la cara pálida, ojeras hasta el suelo y sudores en la frente, así que

descartando que tengas una diarrea bestial…,¿no te estarás metiendo

ninguna mierda, verdad?

-¡¿Qué!?,¡no hombre, por Dios!; sabes que desde siempre he odiado las

drogas; vale no os voy a negar que desde ayer por la noche me están

pasando cosas muy extrañas y efectivamente, no es que tenga la regla ni

que me encuentre enferma, pero os aseguro que no tiene nada que ver con

esa basura de la droga; creerme, si os lo contara me meteríais sin perder un

segundo en el manicomio más cercano de este punto de la ciudad.

-Tu prueba a hacerlo, te puedo asegurar que a todos en nuestras vidas nos

han sucedido cosas extrañas y a lo mejor lo que nos cuentas no es algo tan

extraordinario como otra historia que nos haya podido pasar a cualquiera

de nosotros. –le aconseja Nacho mientras que por la cabeza del joven

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68

ronda la tentadora idea de dar consuelo a la muchacha envolviendo

suavemente la mano de esta con las suyas.

-De verdad, prefiero dejar el tema para otro momento, me duele la cabeza

y además dentro de nada tenemos que entrar a currar; pero os prometo

que en otra ocasión ya os lo explicare todo.

Me alejo de esta cafetería dejando a Ana y a sus dos intrigados amigos para

dirigirme a los pasillos de la red de metro que conducen hacia la salida de

la estación de Islas Filipinas; encuentro andando por ellos a Sergio y a

Álvaro mientras siguen hablando sobre el notorio cambio de actitud del

primero.

-Hoy noto en ti algo diferente, no se tío, es como si tu mirada tuviera un

tono desafiante que no había visto antes. -le hace notar Álvaro a su

compañero de estudios.

-La verdad es que si, creo que parar mi las cosas van a suceder a partir de

ahora de la manera en que siempre debieron pasar.

-Incluso, fíjate, tu manera de hablar es mucho más firme y decidida de lo

que nunca te había oído.

-Hace muy poco tiempo que descubrí que tenía puesta una venda en los

ojos que me impedía ver que estaba perdiendo el tiempo por no ser lo

suficientemente ambicioso y negarme a mi mismo lo que es mío por

derecho y que debo coger con mis propias manos.

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-Sí señor, así se habla; la vida no esta echa para paletos que ven pasar sus

existencias sin más horizonte que el del día a día, sino para gente como tu y

como yo que no tenemos estúpidas reglas morales que nos desvíen del

camino del éxito y del poder.

Mientras oigo esta triste conversación, los jóvenes prosiguen su camino

hacia la boca de metro de la estación de Islas Filipinas, cuando trascurren

unos minutos, por fin ascienden por las escaleras duras y frías de hormigón

que llevan hasta la superficie de la ciudad; al poco de seguir caminando por

la calle, la máscara de energía infernal de Sergio produce un corto pero

intenso estallido de energía que no puede ser apreciado ni por Álvaro, ni

por ningún otro mortal y que hace girar la cabeza del muchacho hacia el

punto cardinal en donde esta situada ahora mismo su antítesis: la joven

llamada Ana; joven que cuando esta a punto de entrar en la tienda en la

que trabaja siente inmediatamente la llamada de la energía demoníaca a

pesar de los kilómetros que separan a un portador de máscara-alma del

otro, esta llamada se manifiesta en forma de un estallido de igual magnitud

que el anterior pero esta vez tintado de un azul deslumbrante, esta

explosión lumínica que tampoco resulta visible para los ojos de sus dos

amigos, hace que la muchacha se pare en seco y que dirija su mirada hacia

el norte que es de donde procede la emanación de fuerza maligna; este

comportamiento si que no pasa desapercibido para Juan y Nacho,

haciendo que este último pregunte extrañado a su amiga:

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70

-¡Ey!, ¿Qué sucede Ana, que has visto?

-Nada, me pareció oír que alguien me llamaba…; -suelta esta excusa como

respuesta a la pregunta, respuesta que, como puedo observar en la cara de

los dos jóvenes, no les convence para nada; al poco después, los tres

jóvenes entran en su lugar de trabajo a través de una pequeña abertura que

hay en la puerta principal solo reservada para el acceso de empleados.

Mientras tanto, Sergio y Álvaro entran por la puerta principal de la

universidad San Pablo CEU; tras caminar por la calzada denominada Julián

Romea que los conduce a través diferentes edificios que componen parte

del campus, llegan a la facultad de ciencias económicas y empresariales,

justo cuando encaran la fachada de la misma para entrar a través de la

puerta principal, observan como aparece pavoneándose y luciendo una

sonrisa de oreja a oreja la joven llamada Raquel abrazada a la altura de la

cintura por uno de los brazos de Fernando Meca, la muchacha al mismo

tiempo que le dedica unos arrumacos a el joven que la acompaña, consigue

un instante para dedicarle una malsana mirada de superioridad burlesca a

Sergio antes de entrar por el acceso de la facultad de económicas junto con

su nuevo pretendiente.

-Mira a esos dos gilipollas, ¡¿quién coño se habrán creído que son para

mirarnos así?! , sí no son más que dos peleles del montón en comparación

con nosotros. –exclama Álvaro a su habitual interlocutor.

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71

-No tú no te alteres ni lo más mínimo; ya me encargare yo de esos dos,

sobre todo de esa zorra que necesita que alguien la baje los humos. –

responde Sergio con un rostro completamente inexpresivo, sin mostrar un

ápice de cólera y con una decisión en su mirada que da la impresión de está

plenamente convencido de sus palabras.

Mientras tanto, a unos cuantos kilómetros de la céntrica universidad, en el

castizo barrio de Usera; Ana se afana en ayudar a descender la mercancía

de un camión con las siglas y el logotipo del comercio para el que trabaja

estampadas en los blancos laterales del mismo, esta mercancía consiste en

numerosas cajas con todo tipo de electrodomésticos en su interior:

televisores, reproductores de DVD, cadenas de música y por último, para

desdicha de la joven, hay también enormes y pesados embalajes que

contienen lavadoras y frigoríficos; como buenamente puede ayudada por

una carretilla, introduce junto con Juan y otro compañero de trabajo la

mercancía desde la calle hasta atravesar el pequeño marco metálico que

sirve de morada a una pequeña puerta metálica que separa el exterior de un

pequeño espacio habilitado dentro de la tienda destinado a ser un pequeño

almacén que recepciona, almacena y da salida a los electrodomésticos con

los que trabajan diariamente; después de un buen rato y un par de

pequeñas heridas en las manos debido en parte, al frío y seco viento que

circula a esas horas de la mañana y en parte a los pequeños raspones que

han sufrido con las paredes del almacén mientras trasportaba por su

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interior los diversos embalajes; Ana despide un día más entre bromas y

chascarrilos al transportista para acto seguido cerrar desde dentro la

pequeña puerta que comunica con la calle, no sin antes permanecer

mirando durantes unos breves momentos a la misma, inhalando

profundamente el aire que proviene de ella en un claro signo de que la

gustaría estar en cualquier sitio de ese exterior gélido antes que en el

comercio en el cuál le quedan muchas horas de trabajo en su interior.

Unas cuantas horas después, en la universidad San Pablo CEU, Sergio y

Álvaro acaban de salir de una de sus clases diarias y se dirigen por las

instalaciones del edificio en el que se encuentran hacia la salida del mismo

para dirigirse hacia el pabellón que alberga la cafetería del Campus que no

esta muy lejos de donde se sitúan en ese instante; al poco de avanzar ya por

el camino de adoquines que les conducirá a su destino, observan como

Raquel y Fernando están sentados sobre un banco de piedra mientras se

besan muy efusiva y cariñosamente, la joven se percata de la cercanía de

Sergio y exagera aún más sus muestras de cariño para que este sufra todo

lo posible ante esa visión.

-¡Se acabó, ahora mismo acabo de perder la paciencia con esa furcia!

-¡Quieeeto, toro!, ¿qué cojones se supone que vas a hacer?

-Algo que no es lo que te estas pensando y ni imaginas que puede ser; tu

sígueme y observa todo con mucha atención.

-Vale, pero no hagas algo que pueda hacer que te echen de la universidad.

Page 73: Las Máscaras Del Almas

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-Créeme, lo que voy a hacer no esta recogido en los reglamentos de

conducta de ninguna universidad.

El muchacho se dirige con paso firme y decidido hasta donde se encuentra

la apasionada pareja seguido a muy pocos paso por detrás seguido por

Álvaro, a la vez que Raquel se desengancha de los brazos de Fernando

Meca al entender que Sergio se dirige hacia ellos y que va a suceder algo

que no va a resultar agradable; el joven anfitrión de las fuerzas demoníacas

se detiene súbitamente junto con su expectante compañero ante ellos y lo

único que les dice es:

-Muy bien, imbéciles, ahora vais a saber con quien os la estáis jugando.

El joven portador de la máscara diabólica se queda inmóvil delante de la

expectante pareja durante unos segundos sin pronunciar palabra y aunque

ni a sus ojos ni a los de Álvaro se produzca ningún acontecimiento, mi

visión si me permite ver como de repente unas hebras de intensa energía

de color roja empiezan a brotar de la faz de Sergio, va creciendo en

número y cantidad rápidamente hasta que en un par de segundos ya han

formado un esbozo de la maléfica máscara que porta, seguido de un

pequeño fulgor rojizo surgen de la máscara dos anchos haces de energía

que va a impactar directamente sobre las cabezas de la atónita pareja, tras

unos instantes de breve lucha, en los que Fernando y Raquel muestran en

sus rostros desagradables expresiones de intentos de resistencia interna, el

enorme poderío de la máscara-alma se termina imponiendo

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aplastantemente sobre las voluntades de los dos jóvenes; tras observar

complacido durante unos momentos que su poder ha funcionado tal y

como él esperaba, Sergio pronuncia las siguientes palabras:

-Ahora escúchame, gilipollas de Fernando Meca; vas a ir cagando leches a

ver al rector de la facultad y en cuanto le veas, vas a darle una patada en los

mismísimos cojones y acto seguido le dirás que dejas la facultad porque has

descubierto que tu verdadera vocación es la de mamporrero; ¿me has

entendido?, pues hala…, ya estas perdiendo el culo.

Nada más pronunciar estas palabras, el sometido muchacho se levanta

rápidamente del banco en el que estaba sentado y con la expresión de un

autómata en su cara, se dirige sin un ápice de duda a realizar la tarea que le

ha sido encomendada.

-Bueno, reina, ahora te toca a ti; ya que tanto te gusta rebozarte con el

primer cretino que te muestra una suculenta cuenta corriente, pienso que

no es justo que en una sociedad democrática sólo los más adinerados

puedan disfrutar de tus encantos, así que tu misión de alegrar la vida al

resto de tus congéneres masculinos empezará quitándote toda la ropa, y

cuando digo toda es toda.

Por increíble que parezca, Raquel empieza inmediatamente a quitarse los

zapatos de tacón, para luego desabrocharse botón por botón la chaqueta

color rosa ácido, levantarse rápidamente la blusa blanca hasta quedarse

solo con el torso cubierto con el sujetador y echándose los brazos hacia

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atrás procede a desabrocharse el mismo dejando sus jóvenes y tersos senos

al aire de la fría mañana otoñal; sin titubear, se desabrocha el botón y el

enganche que sujetan a su cuerpo la falda vaquera e inclinándose

levemente hacia delante, procede a despojarse de la última prenda que la

queda para quedarse completamente desnuda, su tanga de color negro;

como es obvio esta impactante y llamativa situación no ha pasado

inadvertida por los jóvenes que merodean por esa zona del campus

universitario, sobre todo para los varones, y rápidamente corren para ver lo

más de cerca posible este improvisado strip-tease; cuando ya hay un grueso

corro envolviendo a la desdichada muchacha que se mantiene junto con

Sergio y Álvaro, el maléfico ariete de Lucifer en la tierra acerca su cara a

escasos milímetros de la oreja de Raquel y la susurra:

-Ahora, desearas con todas tus fuerzas a todos y cada uno de los chicos

que hay en el campus, así que ve a por ellos y no descanses hasta que no te

lo cepilles unas cuantas veces.

Nada más oír esta orden, la chica se dirige hasta el primer estudiante que

encuentra y literalmente empieza a comerle a besos y a desabrocharle el

cinturón del pantalón ante las exclamaciones de incredulidad y escándalo,

mezclados con algunos vítores y silbidos provenientes del resto de plantel

universitario; Sergio y Álvaro comienzan a andar atravesando el circulo de

personas que los rodean y empiezan a hablar entre ellos dejando tras de si

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la embarazosa escena de la lucha que mantiene el muchacho que trata de

evitar que Raquel le desnude delante de toda la facultad.

-¿Co…, cómo cojones has conseguido hacer eso…? , todavía no me lo

puedo creer? –se pregunta entre balbuceos Álvaro.

-Digamos que hace poco se me ha concedido la posibilidad de hacer todo

lo que me de la gana, de para tener cualquier cosa que desee, solo tengo

que ir y cogerla, de quitarme las ataduras que me impedían ser yo mismo;

pero esto no es todo, se me ha encomendado la misión de coger el destino

del mundo y dirigirlo por el sendero del poder y de la gloria absoluta.

- Creo que no entiendo muy bien lo que dices… ¿no estarás abusando

últimamente de la “harina” más de la cuenta, verdad?

- ¡Déjate de gilipolleces!, te estoy diciendo que de verdad se me han

otorgado poderes increíbles para erradicar toda la mediocridad de este

planeta e inaugurar y dirigir una nueva era donde sólo los más ambiciosos,

crueles y poderosos gozaran de una vida plena e intensa; en donde los

miserables, débiles y estrechos de miras nos lamerán con devoción las

suelas de los zapatos

-¿Has dicho dirigir una nueva era…?

-Sí, ¿no es maravilloso?, he sido el elegido para liderar este nuevo orden y

asumir el control sobre las vidas de todos los seres humanos de la faz de la

tierra. Te voy a proponer algo que solo oirás una vez en tu vida y que seria

de lo más estúpido del mundo rechazar; te ofrezco que seas mi “mano

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derecha” en el nuevo orden que estoy a punto de instaurar, si me ayudas

en la difícil tarea que debo resolver para conseguir eso, te prometo que tú

estarás conmigo viendo desde lo más alto como todo el mundo se rinde

ante nuestros pies...

-Para, para, para…; tienes que estar quedándote conmigo, ¿verdad?,

pero… ¡¿en serio quieres que me trague todo eso?! , a ti se te ha debido ir

el tarro del todo; una cosa es que consigas que esos dos panolis hagan las

gilipolleces que tus les mandes porque les hallas amenazado con contar

algún trapo sucio muy gordo que solo debes saber tú y otra muy distinta es

que te pongas a hablar como el malo principal de una peli de James Bond

sobre ese rollo de “tus planes de dominación del mundo”.

Observo con claridad que este último comentario irónico de Álvaro le ha

sentado como un tiro a Sergio, que encolerizado, empieza a esforzarse al

máximo para proyectar sobre su cara un cúmulo visible, incluso a los ojos

de los mortales, de la característica energía roja procedente de las mismas

entrañas del infierno; durante un momento se intensifica fuertemente esta

fuerza maligna produciendo un resplandor de mediana intensidad que

muestra parte de las formas de la grotesca máscara-alma que porta el

muchacho; tapándose parcialmente la cara debido a la molestia que genera

en sus ojos el brillo rojizo, Álvaro recula unos cuantos pasos hacia atrás

por puro miedo, mientras reconsidera el tomarse muy en serio las palabras

de su compañero de estudios.

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-¡¿ A ti te parece que esto es una chorrada que me estoy inventado, te

parece que es un cachondeo…?!; lo que estas viendo ante ti es la poderosa

máscara que me ha sido concedida por el mismísimo diablo para conseguir

que sus fuerzas invadan el mundo y más tarde, hacerme cargo de ellas y

dirigirlas a mi antojo; tu verás…, -comenta con una enorme y malsana

sonrisa que cruza de lado a lado su rostro; - si sigues pensando que no es

más que una parida o que no tienes los huevo suficientes de dar el paso

para alcanzar la gloria, no pienses que habrá una segunda oportunidad para

no ser aplastado y dominado como a los demás.

-Va…, vale, vale; te creo…., pienso que sería la puta caña ser el amo del

cotarro junto a ti, claro, y tener todo lo que hemos ansiado durante

nuestras vidas: poder, mujeres y riquezas con solo ir y cogerlo; como dice

un viejo refrán “mejor ser rey en el infierno que vasallo en el cielo”.

-Sabía que escogerías la opción ganadora; a partir de ahora, olvídate de tu

insulsa vida pasada y prepárate para disfrutar los privilegios de los elegidos;

pero antes de poder gobernar en la tierra tenemos que encargarnos de un

imbécil que se interpone en nuestro camino.

Me situó en la calle Usera es donde se encuentra ese “imbécil” llamado

Ana fumando un cigarro en el baño de la tienda en la que trabaja en

compañía de sus dos amigos, aprovechando un pequeño descanso matinal

de su jornada laboral y de repente y sin que la muchacha pueda hacer nada

por controlarlo, su máscara-alma despide un breve pero intenso destello

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azul fluorescente visible a los terrenales ojos de sus dos amigos, producido

como una reacción innata de la máscara proveniente del cielo ante laque

provoca un fuerte susto y deja completamente petrificados a Nacho y Juan;

hasta que pasado unos segundos y ante la pasmada cara de la muchacha,

Juan exclama:

-¡De verdad que no me puedo creer lo que han visto mis ojos!

-Ni yo misma puedo asimilar todo lo que está sucediendo, parece que ayer

por la noche me acosté y todavía estoy durmiendo. –se arranca a

contestarle la joven.

-¿¡Qué!? ,¿tú sabes que cojones ha sido eso que te ha surgido de la cara y

que a alumbrado todo el baño como si estuviéramos en una discoteca?

-Sí; así es, acompañarme un momento afuera, junto a la puerta de entrada

de la tienda y por favor, os cuente lo que os cuente, no penséis que estoy

como una puta cabra por increíble que parezca.

Tras salir del comercio en donde trabajan, ante la cotilla mirada de sus

demás compañeros de trabajo; transcurren unos largos minutos en los que

Ana les cuenta todo lo que la ha sucedido desde la noche anterior; los dos

jóvenes se miran extrañados el uno al otro y llevándose el cabello hacia

atrás con su mano derecha, Nacho rompe este incómodo silencio:

-De acuerdo Ana, por difícil que parezca no creo que estés loca y aparte

esa luz azul del baño la hemos visto todos con nuestros propios ojos; si no

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es que estamos todos locos, dime, ¿que va a suceder a partir de ahora? –

pregunta a su amiga Nacho con la mirada llena de preocupación.

-No lo s…, -antes de terminar su respuesta, Ana aparta su mirada de la

cara de Nacho, mira en dirección norte y puede ver con total nitidez lo que

parece ser un enorme pilar de una brillante energía roja que va desde el

suelo de la ciudad hasta perderse entre los confines de cielo que se

encuentra sobre la misma; con voz firme y serena sentencia –Ya esta

viniendo hacia aquí, ya sabe donde me encuentro.

-¿Quién esta viniendo hacia aquí? –Pregunta Nacho a su amiga, que no le

responde ya que parece perdida en sus pensamientos –Ana, Ana…,

¡contesta!... ¿no será esa persona que tiene esa otra máscara-alma pero que

en vez de provenir de las fuerzas del bien, proviene del mismísimo

infierno. –al oír esa última frase pronunciada por su amigo, Ana vuelve a

tomar consciencia de donde y con quienes se encuentra y responde a

Nacho.

-Por desgracia me temo que si.

-¿Y que vamos a hacer ahora, luchar contra esa persona a vida o muerte

cuando tenemos que entrar a trabajar ahora mismo? –apunta a sus dos

amigos Juan.

Ana mira de frente a su preocupado amigo, más concretamente a sus ojos

y en ese mismo instante surgen de nuevo en su rostro los suaves trazos de

brillante energía azul que esbozan las dimensiones de la máscara-alma de la

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que es portadora; mediante un efecto invisible, aunque ligeramente

perceptible, impronta en su amigo una enorme sensación de tranquilidad y

confianza mientras que le responde:

-No os preocupéis para nada del trabajo, las fuerzas celestiales realizarán

una poderosa influencia para que nadie del curro echará en falta nuestra

presencia y no sólo en el trabajo, sino que también en nuestras casas,

ninguno de nuestros familiares se preocupará porque no estemos con ellos

a las horas que debemos estar.

-Si no estuviera tan acojonado hasta agradecería librarme por un día de ver

el careto del “Mario Conde”. –deja caer en plan humorístico Nacho para

aliviar la inmensa tensión en la que están envueltos sus dos amigos y el

mismo.

-¿Pero os dais cuenta de lo que está pasando?; de repente, tres pintamonas

como nosotros, que llevamos las vidas más sosas y normales de la

humanidad somos elegidos para luchar contra una persona que es la

portadora de unas especie de máscara maligna con la que pretende

dominar las vidas de todos los seres humanos de la tierra…, yo es que

incluso después de lo que he visto todavía no me lo acabo de creer; ¡madre

mía, es como si estuviera en una puta pesadilla! –reflexiona en voz alta

Juan para intentar digerir tan alucinante trago.

-Lo se Juan, lo se, pero nos guste o no esto es tan real como la vida misma

y si no asimilamos este echo y espabilamos ya, el portador de la máscara-

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alma demoníaca terminara con nosotros en un abrir y cerrar de ojos. –

responde con voz firme la joven muchacha.

-Y ahora que esa persona está viniendo a por nosotros…,¿Qué propones

que hagamos?

-Lo primero, que vayamos al lugar más concurrido que este cerca de aquí

para que cuando nos enfrentemos al emisario del infierno, no pueda

campar a sus anchas; en donde haya testigos que puedan ver lo que va a

suceder y que si llega un momento realmente jodido, tengamos la suerte de

que entre ellos surja una buena persona que nos pueda echar un cable en

un momento de total necesidad.

-¡Madre mía!, ¿A dónde podríamos ir..? –se pregunta Nacho mientras se

muerde los nudillos de su puño izquierdo mientras mira rápida y

nerviosamente a su alrededor buscando un emplazamiento.

-Pues chicos, a mi solo se me ocurre un lugar como el que dice Ana. –

interrumpe gratamente Juan la búsqueda mental de sus dos amigos.

-¿¡Cuál?!; -exclaman al unísono Ana y Nacho.

-La glorieta de Cádiz.

-¡Claro!, desde luego has dado en el clavo, macho; venga, movámonos

hacia allí a toda hostia; ya no nos debe quedar mucho tiempo. –anima

Nacho a sus dos amigos, sacando fuerza y confianza de donde sólo siente

miedo y preocupación; los tres jóvenes, en vez de entrar de nuevo a la

tienda de electrodomésticos, empiezan a caminar a paso rápido hacia la

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dirección en la que se encuentra la glorieta de Cádiz; los tres jóvenes se

dirigen decididamente hacia este lugar con la mentes asaltadas por

sensaciones de desasosiego e intranquilidad, mientras que van avanzando

envueltos en un tenso silencio y con la vista fijada en el horizonte, pueden

ver como este va siendo lentamente invadido por un denso frente

compuesto de nubes compactas y tintadas de un oscuro color azul que

parece presagiar el peligro que se cierne por la ciudad y por extensión,

sobre todo el resto del planeta; una vez que los tres jóvenes encargados de

defender lo que queda de bondad humana en el mundo, llegan a la glorieta

no pueden pasar por alto lo que parece ser una ironía del destino, el sitio

esta presidido en su centro por una imponente conjunto de estatuas de

mármol blanco sobre una fuente que contiene algo de agua, todo ello

situado en medio de una rotonda; la figura central de este conjunto es ni

más ni menos que la representación de un arcángel con sus bellas alas

completamente extendidas flanqueado a ambos lados por dos bellas y

gráciles figuras femeninas; su cuerpo está cubierto de la típica túnica de

estilo clásico y en las manos de sus brazos, que están totalmente

desplegados porta dos objetos: en su mano derecha porta un largo racimo

de olivo y en su mano izquierda una corona; cabeza está ligeramente

inclinada arriba y parece que su mirada se pierde en el cielo de Madrid; en

contrapeso a las grandiosas dimensiones de la escultura, los rasgos del

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rostro de la misma aportan unas sensaciones regocijo y serenidad que

reconforta a quien quiera y tenga tiempo de admirarla.

-Bueno, ¿y ahora que toca…, esperar a que ese capullo venga a por

nosotros o decidimos llevar la iniciativa y nos lanzamos a su chepa? –se

pregunta Juan.

- ¿A la chepa de quién?; creo que lo único que podemos hacer es

permanecer aquí parados hasta que decida hacer acto de presencia; solo si

permanecemos completamente juntos y unidos podremos hacerle frente

con alguna posibilidad de poder ganarle. –le responde Ana.

-¿Pero como sabrás quien es?, no podremos distinguirle del resto de los

peatones hasta que ya sea demasiado tarde y le tengamos encima. –le

replica Nacho a su amiga.

-Si quieres que te diga la verdad, no tengo ni la más jodida idea, pero de

algo estoy segura, la máscara que llevo me avisara cuando se encuentre

muy cerca de un modo que todavía no soy capaz de imaginar.

Los minutos se van sucediendo unos tras de otros dando la sensación de

que realmente fueran horas, los tres muchachos permanecen en silencio

oteando el horizonte en todas sus direcciones buscando la más mínima

señal que les indique de la llegada de su desconocido y temible rival, pero

de momento solo observan el tránsito incesante de vehículos y personas

que se desplazan a través de la glorieta de Cádiz por todos los puntos

cardinales; el oscuro cielo que progresivamente ha ido ocultando los rayos

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de luz provenientes del sol, ha formado una capa de grisáceas nubes

oscuras que desprende sobre la ciudad una desangelada iluminación.

-¿Notas si está ya por aquí?, -pregunta Nacho a Ana con una cara que

refleja la desbordada angustia que provoca la espera.

-Lo único que se es que esta muy, muy cerca de nosotros pero no te puedo

decir con exacti… ¡Oh, Dios mío!, ya ha llegado aquí.

Ana puede saber de la llegada a la glorieta de Cádiz del portador de la

máscara dotada con los poderes del infierno debido a que ve algo que no

pueden percibir los ojos de sus dos restantes compañeros de fatigas; la

observación que acongoja a Ana consiste en la emanación de una poderosa

fuente de energía, que forma una columna de una tonalidad roja brillante

que procede de la cara norte de la glorieta y que se eleva desde el suelo

hasta traspasar la propia línea que forman las nubes cargadas de vapor de

agua; avanza poco a poco pero de una manera inexorable hasta donde se

encuentran los tres chavales encargados de enfrentarse con ese terrible

mal.

-¡¿Por donde coño viene exactamente…?, -lanza Nacho entre gritos su

pregunta.

-No…; no lo se; la energía que desprende su máscara es tan potente que

abarca casi toda la glorieta y no me deja ver claramente por donde se

mueve.

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-¡Tenemos que hacer algo…, no podemos quedarnos así; juntemos espalda

con espalda para que aunque no sepamos por donde viene por lo menos

no nos pillé con la retaguardia desprotegida! –les encomienda Juan.

-¡Vale!, -responden al unísono Ana y Nacho procediendo en ese mismo

instante a agruparse en una especie de imperfecto triángulo, que

estratégicamente, solo deja la parte frontal de sus cuerpos al descubierto

ante la sorprendida mirada de algunos transeúntes que se preguntan que

será lo que están haciendo Ana, Nacho y Juan; tal vez, piensan ellos, se

trate de otra representación cultural más por las calles de la ciudad que

trata como todas de llamar la atención. Van pasando los minutos sin que se

llegue a producir ningún ataque.

-<<Oye Ana, parece que no pasa nada; ¿no habrá podido ser una falsa

alarma>>; -le dice en voz baja Nacho a su amiga.

Ana gira su cuello hacia la derecha para orientar su cabeza hacia el joven y

le responde:

-Ojala lo fuera pero por desgracia creo que no va a ser así; -la muchacha

vuelve a entornar su cuello para seguir mirando al frente y nada más

hacerlo, se encuentra que justo de frente suyo se encuentra un joven

maléficamente sonriente que de su cara emana chorros de energía diabólica

acompañado de otro que se mantiene a muy pocos pasos por detrás de él.

-Vaya…, no pensaba que mi contrario fuese a ser una chica; bueno, eso lo

convierte en todo en un poco más fácil. –nada más decir esta palabras y sin

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aviso mediante, antes de que a Juan y a Nacho les de tiempo reaccionar en

defensa de su amiga, Sergio cierra su puño como si transformara su mano

por una piedra y lanza un rápido y duro puñetazo en la cara de Ana que

provoca su inmediata caída al suelo del asfalto madrileño, rompiendo así la

formación defensiva que tenia junto con sus dos amigos; los cuales,

horrorizados de lo que ha ocurrido, responden instintivamente con furia

lanzándose como una exhalación a por Sergio pero cuando están a punto

de alcanzarlo, son agarrados por detrás por Álvaro y por un joven

viandante masculino de oscuro corazón que estratégicamente, minutos

antes de esta batalla cayó bajo el influjo de los poderes de Sergio; estos dos

malvados secuaces consiguen inmovilizar los brazos de Juan y Nacho por

sus espaldas valiéndose de los suyos.

-¡Cómo la vuelvas a tocar un pelo, te juro por Dios que barro con tu culo

todo el barrio de Usera! –grita Nacho con toda su rabia al portador de la

máscara-alma maligna mientras que nerviosamente intenta zafarse de la

presa a la que le tiene sometido Álvaro; al oír esta amenaza, Sergio se dirige

hacia donde se encuentra la abatida Ana y una vez que sus pies casi tocan

el cuerpo de la chica, se detiene en seco, se pone de cuclillas y agarra de

manera salvaje el castaño cabello de la muchacha, levantado así la

magullada cara de la misma del suelo y girando su cabeza hasta donde está

situado el angustiado y preocupado amigo de la portadora de la máscara

del bien.

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-¡¿Te atreves a amenazarme a mí?!, maldito insignificante…; -pronuncia

Sergio mientras se produce un destello de energía roja que emana de la

parte superior de su rostro con tal intensidad, que se hace completamente

visible para cualquiera mortales que están presenciando la escena, lo cual

sumado a la grotesca escena de esta reyerta hace que los atónitos

transeúntes que están observando todo los hechos, terminen de asustarse

por completo y comiencen a alejarse cada vez más del perímetro en donde

se desarrolla la contienda; eso sí, sin seguir perdiéndola de vista.

- Sí, me atrevo a amenazarte a ti y a cualquier hijo de la gran puta como tú

aunque tenga una mierda de traca de fuegos artificiales en la jeta. –según va

oyendo como Nacho le desafía, Sergio suelta bruscamente los cabellos de

la cabeza de Ana y comienza a avanzar hacia el muchacho, olvidándose

momentáneamente de la portadora de la máscara-alma proveniente del

reino de los cielos; una vez que está a escasos centímetros del joven

apresado por la espalda por el infame de Álvaro, se encara contra el

mientras le dice:

-Tú…, bocazas; va a tener el gran privilegio de ser el primer pusilánime de

esta guerra que caiga por mis propias manos. –acto seguido agarra con su

mano derecha el cuello de Nacho mientras que va fuertemente

presionando con la misma, al tiempo que la cara de Nacho se va

enrojeciendo y sus ojos se llenan de la aparición de múltiples vasos

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sanguíneos, mientas que intenta inútilmente tomar bocanadas de aire por

su boca.

-Ahora comprendes a quien te enfrentabas, ¿verdad?; ¿una última

voluntad?; ¡uy, perdona!, si casi no puedes respirar menos vas a poder

hablar…

-¡Pues yo pido que te reúnas con el “cornudo” de tu amo en las

profundidades del jodido infierno! –se escucha esta frase emitida por unas

cuerdas vocales femeninas que por supuesto, no proviene de los ya

ligeramente azulados labios de Nacho, sino más bien de la parte posterior a

la que se encuentra el abanderado de las fuerzas infernales; al girarse este

para mirar directamente a la autora de dichas palabras, solo tiene tiempo de

observar durante unos fugaces instantes como la suela de una playera

impacta brutalmente contra su rostro, a la misma vez que se puede oír el

sonido proveniente de la exclamación general de los sorprendidos

transeúntes ante el impacto que acaban de presenciar.

-¡O soltáis inmediatamente a mis amigos o a vosotros os incrusto el pie en

el cráneo! –grita una magullada Ana, la cual sangra moderadamente por un

extremo de su labio superior, a Álvaro y a la otra persona sometida al

influjo de la máscara-alma maligna.

Al oír tal amenaza, estos dos lacayos del mal dudan y titubean por unos

instantes, momento que es aprovechado por un recuperado Nacho para

revolverse y propinar un contundente golpe con su codo derecho en la

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frente de Álvaro, consiguiendo que este grite de dolor y le suelte para

llevarse las manos a la zona golpeada; al observar esta oportunidad, Juan

intenta también zafarse con energías redobladas de la inmovilización a la

que le tiene sometido la mala persona que ha caído víctima de los poderes

de Sergio, pero por desgracia no llega a conseguirlo ya que parece que en

este duelo las fuerzas están más igualadas; una nerviosa Ana observa por

unos instantes la situación en la que está inmersa y después de evaluarla en

segundos lo mejor que puede, decide que su principal prioridad es la de

correr en ayuda de su amigo Juan, pero al poco de iniciar trayectoria para

poder reunirse con él, recibe una patada trasera que impacta en ese

momento en la pierna de apoyo y la desestabiliza por completo haciendo

que súbitamente caiga de bruces contra el frío y duro asfalto de la calle,

nada más encontrarse Ana tirada en el mismo, Sergio se dispone a arrojarse

sobre ella con el codo de su brazo derecho flexionado hacia atrás

mostrando un amenazador y duro puño que se dispone a impactar en la

joven para asestarla un tremendo golpe; sin embargo, en ese mismo

instante y como si fuera la personificación de un milagro, el muchacho es

agarrado por la espalda y alzado por sus antebrazos por dos uniformados

policías locales de Madrid, que consiguen evitar que el chico suelte lo que

podría haber sido un golpe que solo sabe Dios el daño que la hubiera

provocado a Ana; una vez que la joven ha sido desprendida de su furioso

atacante, un tercer policía local evalúa velozmente las heridas que sufre la

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91

joven en su cara y tras verificar que no son graves, la ordena que se levante

del suelo, mientras lo hace la única preocupación que corre por su mente

es la del estado en el que se encuentran sus amigos Juan y Nacho, tras girar

desesperadamente su cabeza de un lado para otro tratando de localizarles

para ver en que estado se encuentran, respira aliviada al encontrarles y

comprobar que tras ser alejados por los agentes de sus dos maléficos

agresores, solo tienen unos cuantos golpes y hematomas.

-¡Muy bien niñatos, ahora mismo os vamos a llevar a todos a comisaría y

allí comprobaremos si seguís teniendo los mismos malos humos que en la

calle! –vocifera una policía local mientras que junto con sus compañeros

proceden a esposar a todos los implicados en esta reyerta; mientras siente

sobre sus muñecas el frío, duro y cortante contacto del metal con el que

están hechos las esposas, a Ana la reconcome por dentro la injusticia que

representa el no poder decirle a la policía la verdad de lo sucedido, en que

ella y sus amigos son los buenos que luchan por salvar a al humanidad y

que los otros tíos son unos asesinos que lo único que desean es la

perdición de toda la raza humana, pero a los pocos segundos recapacita

sobre lo tremendamente increíble que sería su relato, probablemente la

tomarían como a una chiflada, o lo que es peor, como a una colgada que

esta hasta arriba de meterse cualquier mierda; así que por mucho que se

sienta frustrada, opta por mantenerse completamente callada y por meterse

sin rechistar en un coche patrulla al igual que los restantes participantes de

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esta confrontación son introducidos por los agentes municipales en sendos

vehículos policiales.

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CAPITULO CUARTO

La hilera azul brillante que forman las luces de los coches patrulla que

transportan a los implicados en la confrontación que hace unos minutos se ha

producido en la glorieta de Cádiz, se desplaza a toda velocidad a través de la

Avenida de Córdoba en dirección sur, dejando por el lado derecho de su

recorrido el conocido centro hospitalario Doce de Octubre hasta que llegado

a un determinado tramo, esta Avenida se ensancha significativamente y

cambia el nombre de Córdoba por el de Andalucía; mientras los coches

policiales siguen avanzando se encuentran pasando al lado de un centro

comercial del barrio que recibe el nombre de Los Ángeles, hasta que por fin

llegan a su destino, que no es sino la comisaría que está situada en el Paseo de

Gigantes y Cabezudos, nada más aparcar en frente de la fachada de la misma,

los jóvenes son inmediatamente sacados de los vehículos policiales y

conducidos a sus dependencias interiores; una vez dentro, los jóvenes

forzosamente escoltados son llevados a través del recibidor de la comisaría, el

cual esta presidido por un mostrador atendido por dos decanos policías

nacionales que se encargan de controlar y redireccionar a la gente que acude a

esta comisaría, hasta que llegan ante una robusta puerta metálica de color

grisáceo que una vez abierta, muestra unas frías escaleras de cemento que

conducen hacia el piso inferior del edificio y que está destinado a albergar los

calabozos, los cuales están divididos en ocho estancias enjauladas y

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comunicadas únicamente por un estrecho pasillo; un policía nacional que

acompaña a sus compañeros municipales, abre una de las primera celdas de la

hilera y allí son introducidos Sergio, Álvaro y el desorientado transeúnte que

fue un esclavo mental de la máscara diabólica y que al no estar ahora

influenciado por ella, no entiende nada de lo que está sucediendo; al poco de

que se cierre la celda de los tres punta de lanza infernales, es abierta otra

precedida de un sonido eléctrico y chisporroteante que se encuentra a dos

estancias de separación y allí son introducidos Ana, Juan y Nacho junto con

otro hombre que se encontraba previamente encarcelado; al cerrar la puerta de

la celda, uno de los agentes municipales que ha conducido a ambas partes

enfrentadas en la pelea les comunica:

-Vais a estar aquí un tiempo hasta que se os enfríen los ánimos y luego os

iremos llevando arriba para que prestéis declaración. –Acto seguido, los

policías abandonan los calabozos reinando en ellos un completo y tenso

silencio; más tarde, los minutos transcurren como si fueran horas y el silencio

que hasta ese momento dominaba en el ambiente se ve roto por una amenaza

que toma forma en la voz de Sergio.

-¡Chica!..., ¿me oyes?, aprovecha esta pequeña tregua que estas teniendo

porque mucho antes de lo que piensas tu y yo volveremos a vernos las caras

para terminar ese “asunto” que se nos quedó pendiente en aquella glorieta.

-¡Te puedo asegurar, maldito bastardo, que tengo más ganas que tú de

aplastarte la jeta contra el suelo y de acabar contigo y con la infernal amenaza

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que representas!, -responde Ana para dejar claro que no la amedrentan dichas

amenazas; tras este incidente, Nacho y Juan avanzan hasta situarse muy cerca

de su amiga y la dice en voz baja:

-<<No te preocupes, mientras Juan y yo vivamos no dejaremos que ese cerdo

te haga ningún daño>>. –le transmite Nacho mientras coge las manos de su

amiga por la puntas de los dedos.

-<<Eso puedes tenerlo por seguro, Anita; y ahora…,¿que coño vamos a

hacer?>>. –se pregunta Juan.

-<<No tengo ni puta idea; sinceramente, de momento lo mejor que podemos

hacer es tener paciencia y tranquilidad y pensar mucho en lo que vamos a

hacer a partir de ahora>>. -aconseja la muchacha a sus dos amigos.

-<<El problema es que nos pueden retener aquí durante bastante tiempo,

tenemos que llamar a nuestras familias para que no se preocupen por nosotros

y vengan a ayudarnos>>. –puntualiza Nacho.

-Recuerda que el arcángel me aseguro que las fuerzas del cielo están

influyendo sobre ellos para que mientras dure esta pesadilla no sientan

preocupación alguna por nosotros y tengan la sensación de que nos

encontramos bien; además, tenemos que tener mucho cuidado con implicar a

nuestros seres queridos en esta lucha ya que podrían salir heridos o algo

mucho peor>>. –responde Ana a su preocupado amigo.

Transcurren aproximadamente unas ochos horas en los calabozos de la

comisaría situada en el Paseo de Gigantes y Cabezudos; hasta que por fin, tras

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un estridente sonido eléctrico se abre la puerta que comunica esta

dependencia con la planta superior de la comisaría para que desciendan dos

policías nacionales por los escalones que conducen hasta el nivel en donde se

encuentran los detenidos, el aspecto de estos dos servidores de la ley son los

de unas personas que hace tiempo les desmotivó su trabajo, por no decir sus

vidas y han descuidado tanto su imagen física como su debida presencia ante

el cargo que ostentan; los agentes se aproximan a la celda donde están

retenidos Nacho, Ana y Juan, abren la puerta enrejada que les aprisiona , se

detienen en el umbral que delimita el pasillo con el calabozo y uno de ellos les

dice:

-Vamos chavales; tirando hacia arriba para que os tomen declaración y no

quiero ninguna gilipollez durante el camino, ¿entendido?

Los tres amigos abandonan en silencio la celda en la que están confinados y en

fila india, uno muy cerca del otro, siguen de cerca al policía que forma la

cabecera del grupo mientras que su compañero va atrás del mismo

controlando que todo vaya bien; cuando se disponen a pasar a la altura de

donde mantienen presos a Álvaro, a Sergio y al temporal peón mental de este;

Ana siente como la mirada que el maléfico muchacho la dirige desprende tanta

sucia energía diabólica que casi puede quemar la piel de su cara; cuando han

dejado atrás los espartanos escalones de cemento y la puerta de seguridad que

vela porque los encarcelados no puedan salir al resto del recinto policial; los

tres muchachos son conducidos entre un mar de ruidos de pulsaciones de

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teclas de ordenador, pisadas de zapatos que se dirigen de un lado a otro, el

unísono murmullo formado por los diálogos entrecruzados de personas que

están por allí, etc.., hasta una puerta que al abrirla, presenta una amplia

estancia en donde un numeroso grupo de mini-despachos, delimitados y

separados unos de otros por gruesos biombos de metal, en cada uno de estas

pequeñas parcelas de trabajo, hay sentado a una mesa un policía nacional que

transcribe las declaraciones con la ayuda de un ordenador y hasta uno de estos

pequeños despachos son conducidos los tres muchachos, en donde una

policía nacional de rictus extremadamente serio, aguarda para registrar su

versión de lo sucedido en el incidente que les ha llevado a estar donde están

ahora; tras ordenar a los tres jóvenes que depositen sus documentos

nacionales de identidad sobre la mesa que tienen enfrente, la agente arranca

con la toma de declaración:

-Vamos a ver, ¿quién quiere empezar a contar lo que ha sucedido en el día de

hoy, sobre las once menos cuarto de la mañana en la glorieta de Cádiz, cerca

del barrio de Usera?

Nada más oír esto, automáticamente los tres chavales se miran entre sí con

una expresión en sus rostros que delata la impotencia de no poder contar la

pura y llana verdad debido a lo inverosímil de la misma.

-¡Vamos, no tenemos toda la mañana…!, -tras esperar durante un rato y

comprobar que ninguno de los tres amigos empieza a hablar, la policía

empieza a impacientarse e intenta presionarles para que alguno de ellos se

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asuste y empiece a contar lo sucedido, -¿¡qué…, nadie va a largar nada de lo

sucedido!?; esa actitud no os va a traer nada, pero que nada bueno, si os

presentáis ante el juez sin haber querido prestar declaración lo vais a tener

realmente crudo. –mientras que la frente de Ana, Nacho y Juan se van

llenando de un sudor frío en parte a la siniestra advertencia de la funcionaria

de los cuerpos de seguridad del estado y en parte al esfuerzo de imaginar en

muy poco tiempo una mentira creíble que contar; pasa caminando al lado de

la pintoresca escena, un hombre vestido de paisano que gira en ese instante su

cabeza y se para en seco mirando fijamente a la cara de Ana; esta persona

tiene una edad madura que debe de rondar sobre el ecuador de los cuarenta

años, su cuerpo posee una complexión física fuerte aunque está algo debajo de

lo que seria su peso ideal, en un rostro dominado por dos claros ojos azules

cuyas escleróticas son recorridas por numerosos y pequeños vasos sanguíneos,

luce una dura y poblada barba de tres o cuatro días, sus cabellos poseen unos

centímetros que otros más de la habitual para considerarse pelo corto y luchan

por mantenerse dentro del descuidado peinado que lleva su dueño, estos dejan

apreciar que tienen una ondulada forma dotada de una tonalidad castaña que

ha sido aclarada durante el paso de los años por unos grupos sueltos de

blancas canas, sobre todo repartidas a en las partes inferiores de los laterales

de su cuero cabelludo; en todo su rostro habitan unas marcadas arrugas de

expresión que denotan la cantidad de años que lleva esta persona trabajando

esforzadamente en el cuerpo de policía; su figura se sostiene en unos

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desgastados zapatos marrones mientras que por debajo de su cintura, porta

unos pantalones vaqueros grises, en su torso porta una camisa blanca sobre la

que transcurren verticalmente, unas finas y claras líneas marrones y blancas;

del doblado cuello de esta camisa pende una modesta corbata color tierra.

Tras permanecer este hombre unos instantes petrificado, empieza a caminar y

se acerca a la policía que está realizando la trascripción de declaración de las

tres puntas de lanza de las fuerzas de la bondad para decirle:

-De acuerdo Amaya, ya puedes irte a tomarte un descanso, yo sigo con esto.

-Pero inspector Marcos, este no es el procedimiento adecuado…

-Lo se, lo se; pero no he podido evitar oír la negativa de estos chicos a contar

nada de lo sucedido y tengo la sensación de que puede ser interesante lo que

estén callando.

-Bien como quiera, hay se lo dejo, son todos suyos. –responde la policía que

recibe el nombre de Amaya levantándose de la silla que ocupa y portando una

expresión de cierta altanería e indignación en su rostro; una vez que el

inspector toma el testigo de la declaración de Juan, Ana e Nacho, se sienta en

la silla que hasta hace poco estaba ocupada por su compañera, se remanga

tranquilamente la camisa e inmediatamente después les pregunta:

-Bueno…, soy el inspector Luís Marcos y ahora estáis sentados frente a un

policía con muchos años de servicio a sus espaldas y que sabe todas las

excusas, mentiras y medias verdades que el ser humano es capaz de imaginar,

así que tú – dice señalando con el dedo índice a Ana, -quiero que me cuentes

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toda la verdad de lo sucedido, pero la pura verdad hasta el último detalle y ten

por seguro que como me mientas en lo más mínimo sabré que lo estas

haciendo, y te puedo asegurar que no hay nada que más me cabree que el que

me mientan.

Ana se queda por unos segundos totalmente paralizada por la confrontación

de pensamientos que chocan en su cabeza, duda fuertemente entre contar una

versión falsa pero medianamente creíble a los oídos del inspector Marcos o

narrar toda la verdad aunque eso la dejara como una loca de remate o como

una drogadicta que esta en pleno subidón; en ese dubitativo momento, alza su

vista hacia la mirada de Luís Marcos y gracias a la máscara-alma de la que es

poseedora visualiza claramente el halo azul brillante que recorre la figura del

inspector que tiene de frente, prueba irrefutable de que se encuentra delante

de una buena persona; así que decide contarle la verdad de todo lo sucedido

mientras que sin que sea presenciado por sus dos amigos, ni por nadie más en

la comisaría a excepción de mi, influye sutil pero decisivamente con sus

poderes en la mente del inspector. Transcurre aproximadamente una media

hora en la que Ana expone todo lo sucedido al inspector Marcos en presencia

de Nacho y Juan, los cuales se han llevado repetidamente las manos a la

cabeza mientras que sus rostros con lucen todo tipo de expresiones de

incredulidad aderezadas con una cierta palidez nerviosa al presenciar como

Ana, inexplicablemente para ellos, ha decidido contar la increíble verdad de

los hechos que han sucedido desde ayer por la noche; cuando la muchacha

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acaba su fantástico relato, el inspector, que tiene la boca ligeramente abierta

mientras que con la palma de su mano derecha sujeta su barbilla no pronuncia

ni una sola palabra durante unos segundos, hasta que al fin pregunta a la chica

que tiene delante:

-Vamos a ver…,¿tú crees que yo me puedo tragar algo de todo lo que me

acabas de contar?

-Sinceramente, no espero que lo haga, a mi ya me cuesta muchísimo trabajo

creerlo y eso que lo he vivido en primera persona.

-¿Estas segura de que no quieres pensártelo mejor y cambiar

significativamente tu declaración?; aún estas a tiempo antes de que le llegue al

juez instructor del caso y decida que necesitas pasar un largo tiempo en un

psiquiátrico.

-No…, ya le he dicho todo lo que tenía que decir.

-¿Y vosotros, –señala Luís Marcos con el dedo índice de su mano derecha a

Nacho y a Juan, alternándolo de un joven a otro constantemente, –afirmáis

todo lo que acaba de decir vuestra amiga?

Los dos muchachos se miran entre si asaltados por las dudas y se produce un

silencio reflexivo entre ambos durante unos segundos, únicamente con el

lenguaje de sus ojos, Nacho y Juan pueden comunicarse mutuamente que

ninguno de los dos dejará en la estacada a su amiga:

-Sí, estamos de acuerdo con todo lo que ha contado Ana, es toda la verdad de

lo que ha pasado. –cuando Juan termina de responder al inspector de policía, a

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Ana se le llenan de alegría y orgullo los ojos mientras observa a sus dos

amigos.

-Muy bien, pues si así lo queréis, iréis con esta declaración a los juzgados del

distrito; que tengáis mucha, mucha suerte, creedme, la vais a necesitar;

¡chicos!, –el inspector llama la atención de los dos policías que subieron a los

tres jóvenes desde los calabozos. –ya podéis bajar a estos chavales de nuevo a

su respectiva celda hasta que se les requiera para ir al juzgado.

Los tres amigos se levantan de las sillas en donde estaban sentados y son

tomados por el brazo por su escoltas policiales para encaminarse de nuevo a

los calabozos de la comisaría; cuando los tres muchachos desaparecen tras la

puerta de las dependencias de la toma de declaraciones, veo como el inspector

Marcos permanece sentado en la misma mesa llevándose la mano derecha a la

terminación de su barbilla mientras se acaricia su corta barba lentamente y sus

ojos permanecen clavados hacia el frente sin un punto concreto al que mirar

dando claras muestras de que hay algo en todo este tema que no le deja

permanecer tranquilo.

Una vez que se hallan de nuevo Juan, Nacho y Ana en la dependencia

destinada a las celdas de la comisaría, observan como se les clava de nuevo la

rebosante mirada de odio de Sergio junto con la permanentemente desafiante

de Álvaro, cuando de nuevo se abre la automática puerta corrediza formada

por barrotes, los jóvenes se introducen en su celda y tras ellos solo queda el

duro y seco ruido de esta puerta cerrándose tras ellos; tras un breve período

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de tiempo en silencio, Nacho se acerca a sus dos compañeros de fatigas y les

dice en voz baja:

-<<Espero que no nos hayamos vuelto locos de remate, porque si mucho no

me equivoco acabamos de firmar nuestra sentencia para que nos metan en

prisión o en un manicomio>>.

-<<Se que lo que acabamos de decir suena de zumbados estúpidos, pero

tengo una corazonada con el inspector que nos ha tomado declaración>>.-

responde en un tono tranquilo Ana a su amigo.

-<<Genial…, una corazonada tuya nos va a sacar de este follón en un

periquete…; lo que ese poli ha pensado con toda seguridad es que estamos o

borrachos, o drogados o de puro cachondeo, incluso puede que las tres cosas

a la vez y que nos estábamos quedando con él>>. –replica Juan a Ana.

-<<No, de verdad, creedme; he sentido en él una bondad superior a la media

de la que suele tener la gente y sin que él se diera cuenta, le he influido con los

poderes que me da la máscara-alma para que sintiera que lo que le estábamos

diciendo era la única y auténtica verdad por muy fantástico que pudiera sonar;

de todas formas y aunque al final la cosa no salga bien, quiero deciros que me

siente muy orgullosa de teneros como amigos por haberme apoyado en mi

declaración>>.

-<<Psss…, la verdad es que nunca nos han acusado de ser los tipos más listos

de la ciudad cuando la amistad esta por medio>>. –nada más decir esta frase,

Nacho ve interrumpido su alegato de la amistad por el sonido electrónico que

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produce la apertura de la puerta de la celda en la que se encuentran recluidos

Álvaro, Sergio y el involuntario secuaz de ambos; unos instantes después, la

puerta de la prisión de los tres luchadores en la tierra de las fuerzas del cielo y

del reo que se encontraba allí antes que ellos también es abierta

misteriosamente; un escalofrío recorre la medula espinal de cada uno de los

tres amigos y por sus cabezas ronda la sospecha de lo que está sucediendo;

transcurren unos interminables momentos en los que no se oye ni el más

mínimo ruido y el miedo y la incertidumbre paraliza los cuerpos de Ana,

Nacho y Juan, pero al final deciden armarse de valor y mientras Ana hace

gestos con su mano al inquieto recluso que está con ellos para que no les siga,

los tres jóvenes salen al pasillo que comunica las celdas para ver con que

escena se encuentran, la cual pueden ver que se compone por la figura del

ariete del demonio en la tierra, junto a la de su mano derecha más la presencia

a su lado de uno de los dos policías que les llevaron hasta los calabozos desde

que entraron a comisaría; Ana le mira fijamente el rostro de este agente de la

ley y observa gracias a sus facultades especiales, que aparte de la mirada

perdida que tienen sus ojos, una energía maligna invisible a los ojos de

cualquier ser humano normal, recorre todo su cuerpo desprendiendo un

intenso color rojo brillante, debido a que la máscara de Sergio encontró un

nuevo esclavo mental al detectar que predominaban en esta persona sus

sentimientos oscuros a los bondadosos; durante unos intensos y solemnes

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instantes, ambos bandos se miran y estudian mutuamente hasta que Sergio

pronuncia su declaración de guerra:

-Muy bien, bonita; has dilatado todo lo posible tu triste destino y el de tus

amiguitos, pero ahora ya no podrás escapar por más tiempo de él; en este

estrecho pasillo no tienes ninguna posibilidad de escapar y además, esta vez

no podrá venir nadie a salvaros el culo ya que nadie estará vigilando lo que

sucede aquí abajo, ya que ese es el trabajo de aquí, mi colega, -habla con suma

ironía Sergio mientras abraza con el brazo derecho la espalda del policía que

tiene bajo su dominio, -y quien lo iba a decir, detecte que era un persona un

poquitín corrupta y que su voluntad sería dominada por mis poderes

fácilmente; consiguiendo que nos ayude en nuestro cometido de una manera

muy activa.

-¡Escúchame tío, aún estas a tiempo de parar toda esta locura, todavía nadie ha

salido herido grave o algo peor y no se porque cojones te has unido a las

fuerzas diabólicas pero sea lo que sea lo que te haya sucedido en tu vida,

siempre habrá gente que te pueda ayudar a superar todos tus problemas y por

la que merezca la pena seguir creyendo en la raza humana. –le responde una

Ana por cuya voz habla la razón y la justicia.

Al oír esta llamada a la cordura, parece que en la mente de Sergio algo se

mueve por unos instantes, pero rápidamente su boca adopta una sonrisa

completamente maliciosa y dice en voz alta a sus dos aliados:

--Dejémonos de una vez de putos rollos, matémosles ahora mismo.

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Nada más terminar esta frase, ambos bandos enemigos corren como posesos

los unos contra los otros y así da comienzo otro terrible acto de este vital

drama que decidirá el destino de la humanidad; en cuanto se encuentran los

dos grupos, Sergio y Ana vuelven a enzarzarse intercambiando una batería de

dolorosos golpes en forma de patadas y puñetazos para intercalarlos con

temporales forcejeos agarrándose por las ropas que ambos portan; al mismo

tiempo, Juan se enfrenta de nuevo a Álvaro en una lucha no menos dura y

cruenta que la que mantienen sus dos líderes en esta guerra y veo como

Nacho sale corriendo en dirección a el policía que ha sido dominado por la

máscara-alma demoníaca, ya que este está llevándose la mano hacia la funda

de su arma reglamentaria por debajo de su chaqueta de trabajo. Dos pisos más

arriba, sentado en la silla de su pequeño despacho, el inspector Luís Marcos

sigue rumiando sin cesar en su cabeza la descabellada historia que aquella

muchacha le contó y por más que choque contra su sentido común y con sus

años de experiencia, no puede evitar tener la molesta sensación de que ella le

estaba contado la verdad, de que los ojos de esa chica desprendían un halo de

pura sinceridad; tras unos minutos de meditación, el inspector Marcos da un

respingón de la gastada silla en la que lleva sentándose tantos años y dice en

voz baja y para si mismo;

-<<Se acabó esta gilipollez de duda, ahora mismo bajo y les obligo por mis

narices a que me digan que están ocultando y porque lo están haciendo, y

hasta que no lo consiga voy a estar allí dándoles el coñazo>>.

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El curtido policía anda con paso firme y directo desde su despacho, dejando

tras de sí la sala de interrogatorios para descender por las escaleras que le

llevan a la primera planta de la comisaría, tras haber rebasado la zona de toma

de declaración, deja a su lado derecho el recibidor de la entrada para

encaminarse por las escaleras que conducen a las celdas de la zona inferior del

policial edificio; cuando llega a estar enfrente de la puerta blindada que da

acceso a la superficie de los calabozos, en un segundo todo su arrojo inicial se

esfuma por completo dejando en su lugar una monumental sorpresa al

observar a través de la pequeña ventana redonda que tiene dicha puerta, como

ambos bandos de chavales están libres de su cautiverio y encima se

encuentran prácticamente matándose los unos con los otros; el inspector

observa más específicamente como Juan tiene inmovilizado un brazo de

Álvaro con su axila izquierda mientras que con su puño derecho asesta unos

directos golpes a la cara de su adversario, produciéndole numerosos cortes en

los pómulos y que la nariz del mismo sangre abundantemente; a muy pocos

metros de distancia, Nacho, arrinconado contra una pared, forcejea con todas

sus fuerzas contra el malvado agente de la ley para que este no haga uso de la

pistola que porta en su mano derecha, a todo esto, Sergio intenta asfixiar a

Ana presionando con todas sus fuerzas el cuello de la misma con la ayuda de

su antebrazo mientras que la joven le empuja la cara con sus dos manos para

intentar desprenderse de él; horrorizado, Luís Marcos se entorna hacia un lado

de la puerta y observo como empieza a teclear una serie botones en lo que

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debe ser el control electrónico de la misma porque acto seguido y tras un

ruido seco y eléctrico que pasa desapercibido entre el estruendo de la batalla,

se abre la cerradura y el inspector gira el pomo para entrar corriendo a través

de la puerta blindada mientras al mismo tiempo desenfunda el arma que lleva

en su pistolera, que se encuentra por encima de la camisa que lleva puesta,

aproximándose con ella en la mano consigue situarse justo detrás de la espalda

del policía que sigue enfrascado en su forcejeo contra Nacho, para el cual pasa

inadvertida por completo la presencia del inspector, en cuestión de décimas de

segundo, Luís Marcos le agarra fuertemente por la espalda con sus dos brazos

y mientras trata de reducir a su compañero, le grita efusivamente:

-¡Manolo, por el amor de Dios!, ¿te has vuelto loco o qué…?, ¡suelta el arma

ahora mismo!.

Tras conseguir voltearle hacia su persona, el inspector Marcos le mira la cara y

puede observar como su compañero tiene la mirada perdida y no es capaz de

pronunciar ni una sola palabra, lo que le hace razonar que de una manera que

no es capaz de comprender que su compañero no es responsable de su actos

sino que esta sometido a una especie de control mental, tras unos instantes de

perplejidad, el inspector decide dejar fuera de combate a el agente que ayuda

involuntariamente a las oscuras fuerzas con un golpetazo de la culata de su

pistola en la cabeza de este último, haciendo que pierda la pseudo-consciencia

que tenía y que se derrumbe por completo en el suelo de los calabozos; acto

seguido, el inspector se gira para contemplar como prosigue la pelea ente los

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dos grupos de jóvenes enfrentados y decide que la única manera de poner fin

a esta reyerta es alzar su pistola reglamentaria y pegar un tiro en dirección al

techo de la dependencia con el consiguiente estruendo que eso provoca,

haciendo que implicados en la pelea se detengan en el acto y atrayendo la

atención de estos hacia su persona.

-¡Quietos todos ahora mismo, o juro que al primero que se le ocurra moverse

un milímetro le meto una bala de esta pistola entre ceja y ceja; que todo el

mundo, sin excepciones, se ponga de rodillas y con la manos detrás de la

nuca! –al escuchar este ultimátum, el grupo representante de la bondad que es

liderado por Ana hace exactamente lo que ordena el inspector de policía, sin

embargo, no ocurre lo mismo en el bando que representa todo lo opuesto

encabezado por Sergio, a lo que Luís Marcos responde:

-¡¿Qué pasa con vosotros, os creéis más chulos que nadie, o que…?!, pues no

estoy para nada de puto cachondeo, así que os voy a dar diez segundos para

hacer lo mismo que los otros chavales o me vais a tener que hacer algo que

más tarde tenga que lamentar…

En ese mismo instante, Sergio no solo hace caso omiso de la advertencia del

inspector Marcos, sino que dirige su mirada hacia el policía encargado de la

vigilancia de las dependencias carcelarias que yace inconsciente en el suelo y

produciéndose una breve pero intensa erupción de energía roja procedente de

su máscara-alma que solo Ana es capaz de percibir, provoca de alguna manera

que el policía que estaba tendido en el suelo empiece a incorporarse ante los

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atónitos ojos de los allí presentes, incluido un perplejo Luís Marcos que no

puede dar crédito a lo que está presenciando, mientras se va irguiendo, el

agente de la ley recoge del suelo su pistola reglamentaria que había caído a

muy poca distancia de él cuando el inspector Marcos lo noqueó y con la

mirada perdida en el infinito, apunta con ella directamente al inspector de

policía.

-¡¿Qué coño le estas haciendo…?! , –pregunta mirando de reojo al muchacho

que posee la máscara-alma infernal teniendo la certeza de que él es el

responsable de la dominación mental de su compañero, -¡¿Quién o que cosa

eres realmente?!

-Pobre imbécil, créeme cuando te digo que has mordido muchísimo más de lo

que puedes tragar.

Tras ver y oír lo que está sucediendo ante él, el inspector Marcos empieza a

pensar en la historia que Ana le contó en la declaración y tiene la terrible

sensación de que realmente todo era verdad; tras esta reflexión, decide hacer

lo inesperado y se lanza contra el dominado agente para iniciar un brusco

forcejeo en lucha por arrebatarle la amenazadora pistola.

-¡Chicos…! -grita Luís Marcos refiriéndose a Ana, Juan y Nacho, -¡corred todo

lo deprisa que podáis y pedir ayuda a los demás agentes!

Los tres jóvenes titubean ante las palabras del inspector debido a que están

sumergidos en un estado de asombro por la situación que tienen delante y

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111

porque no quieren dejar abandonado al inspector en su lucha contra los

heraldos de las fuerzas de las tinieblas.

-¡Si piensas por un momento que vamos a dejar escapar a estos tres capullos,

estas completamente tarado tío, de aquí no saldréis ninguno por vuestro

propio pie!; -sentencia Álvaro mientras se pone en medio del pasillo de las

dependencias carcelarias taponando así la huida de los tres amigos.

En ese mismo instante, se oye por toda la dependencia un ensordecedor ruido

y casi al mismo tiempo Ana, Nacho y Juan pueden ver como una bala impacta

sobre el hombro derecho del mortal enemigo que se interponía en su camino,

haciendo que el cuerpo de Álvaro salga lanzado unos cuantos metros desde su

posición inicial para inmediatamente después caer bruscamente contra el

suelo, todo ello acompañado de un fuerte grito de dolor del muchacho

alcanzado; todas las cabezas de la sala se dirigen hacía la dirección desde

provenía ese disparo y encuentran como el inspector Marcos sigue

forcejeando contra el policía que tiene su voluntad rota frente a los poderes de

la máscara-alma infernal con la única ayuda de su brazo izquierdo, mientras

con la mano de su brazo derecho sujeta su aún humeante arma reglamentaria

mientras comienza a hablar:

-¡No se si saldré de esta pero estos chicos se van a pirar de aquí por mis

cojones, aunque sea lo último que haga! y como a ti, -refiriéndose a Sergio,- y

a lo que queda de tu colega se os ocurra alguna gilipollez más, voy a tener el

gusto de descargar todo mi cargador sobre vosotros dos.

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112

Aunque siguen sin estar totalmente de acuerdo con lo que van hacer, los tres

luchadores por el bien sobre la tierra comprenden el sacrificio que por ellos

está haciendo Luís Marcos y deciden empezar a correr por el pasillo en

dirección hacia la puerta de salida de los calabozos bajo la atenta mirada de

Sergio, la cara del cual refleja una sensación de como si sus entrañas se

estremecieran de impotencia al ver que su presa pasa corriendo al lado de él y

no puede darle caza; cuando los tres amigos por fin alcanzan la puerta de

salida, echan un último vistazo atrás y van saliendo primero Juan, luego

Nacho y por último quedándose un poco más rezagada, Ana, que se mantiene

parada en el umbral que describe el marco de la puerta mientras sus ojos

miran directamente hacia los del inspector y conectado su mirada con la de

este, le trasmite toda la ternura y el agradecimiento que se pueden expresar sin

decir ni una sola palabra, este fugaz momento que es interrumpido por la

mano de Nacho que mientras que agarra uno de los brazos de la muchacha la

dice tensamente: -¡Vayámonos ya Ana, ahora no hay absolutamente nada que

podamos hacer por ahora!. – Ana decide hacer caso a ese consejo y muy a su

pesar emprende la huída junto con sus dos amigos subiendo raudamente por

las escaleras que llevan hacia el piso superior de la comisaría; una vez que se

encuentran en la sala principal de la misma, paran en seco su carrera y

velozmente, la portadora de la máscara celestial busca entre el grueso de

policías nacionales a uno de corazón puro en el que poder influenciar con los

bondadosos poderes que posee para que pueda ayudar a Luís Marcos sin por

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113

ello tener que detenerla a ella y a sus dos amigos y sin que los ametralle con un

montón de preguntas embarazosas pero no termina de localizar a nadie con la

bondad de corazón suficiente para influenciar en él todo lo suficiente como

para ayudar, sin vacilar, a salir al inspector Marcos del peligroso atolladero en

el que se encuentra; los tres muchachos deciden no permanecer parados ni un

momento más y encaminarse en dirección a la calle para que nadie sospeche

que algo raro está pasando, andando con la lentitud y tranquilidad del que

nada tiene que esconder, se dirigen directamente hacia la puerta de salida

rodeados de policías y detenidos que siguen con su frenética rutina de cada

día; avanzando metro a metro parece que la táctica da resultado hasta que a

pocos metros de alcanzar la puerta de salida escuchan…

-¡Alto!; -los corazones de los tres jóvenes parecen salirse de sus pechos debido

al inmenso miedo que de pronto les invade y girándose al mismo tiempo hacía

atrás, que es de donde proviene dicha voz y ven como se les acerca

decididamente el primer policía que detuvo en la glorieta de Cádiz la brutal

pelea que mantuvieron contra las fuerzas satánicas

-¿Tan rápido os han soltado por lo de la bronca de esta mañana?, no puede

ser…; vosotros vais a venir inmediatamente conmigo a hablar con los

encargados de cogeros declaración y vamos a aclarar este asunto; - les dice el

policía mientras que Ana solo presta atención a la voluminosa aura azul que

rodea la figura del agente, así que por fortuna, la baluarte de las fuerzas de

Dios en la tierra encuentra a la persona que necesitaba y al mismo tiempo

Page 114: Las Máscaras Del Almas

114

aparta de su camino y del de sus amigos una seria amenaza a sus planes de

huída, así que interponiéndose entre el policía local y sus dos amigos y

mirándolo fijamente a los ojos empieza a surgir de su cara un halo de energía

azul que rápidamente abandona el rostro de la muchacha para impactar con

un breve pero intenso destello en la cabeza del policía, el cual después de

pasar aletargado unos breves instantes, recobra el sentido y sin pronunciar ni

una sola palabra se gira sobre sus pasos y camina con paso ligero en dirección

a los calabozos de la comisaría para cumplir la orden que le ha sido

encomendada por la joven, Nacho y Juan miran con cara de asombro a Ana y

esta les contesta con un simpático encogimiento de hombros; inmediatamente

después, al fin consiguen salir de la comisaría y huyen a toda velocidad por la

acera aledaña a la avenida de Andalucía en dirección al centro de la ciudad sin

pronunciar ni una sola palabra entre los tres amigos durante prácticamente

media hora hasta que llegan a la altura del barrio de Orcasitas y se introducen

en el para encontrar un refugio temporal en una de las entrecruzadas calles

que lo forman, más concretamente en la recibe el nombre de Graena;

exhaustos se detienen unos instantes para recuperar algo de aliento, sobre

todo Ana y Nacho, debido probablemente a su hábito de fumar.

-¿Qu…, que se supone que vamos hacer ahora?, -pregunta un jadeando

Nacho mientras se sostiene apoyando sus manos en sus rodillas.

-No tengo ni puta idea…, supongo que descansar un rato más y seguir

escapando a toda mecha ya que todavía estamos muy cerca de la comisaría y a

Page 115: Las Máscaras Del Almas

115

saber lo que habrán hecho esos cabrones allí dentro, incluso puede que

también hayan conseguido escapar y estén muy cerca de nosotros en estos

momentos. –responde Juan entre profundas respiraciones.

-Tienes razón…, -Ana pausa un momento su discurso para tomar aliento; -

solo espero que, pase lo que pase en esa comisaría, al inspector no le suceda

nada malo.

- La verdad es que lo que ese tío ha hecho por nosotros es algo alucinante…,

jugarse la vida para que pudiéramos escapar no lo hace cualquiera…, aunque

Juan y yo sospechamos que tú tuviste algo muy importante que ver en todo

eso, ¿no es así?

-Yo detecte que era una buena persona y solo le influencie para que por muy

extraña que fuera la historia que le estaba contando tuviera la total certeza de

que era todo verdad, en todo lo demás no tuve nada que ver, fue él por su

propia voluntad el que decidió salvarnos.

-Bueno…, ahora tenemos que regresar a casa como sea, ¿alguien tiene alguna

idea de cómo hacerlo? –se pregunta Nacho a si mismo y a sus dos amigos.

-Yo tengo unos tíos que viven muy cerca de aquí y alguna que otra vez he

venido a verlos cogiéndome el cercanías y bajándome en la estación de

Orcasitas, que no debe de andar muy lejos. – comenta Juan

-Pues yo no veo una idea mejor, así que si a alguien no se le ocurre otra cosa,

vamos ya moviendo el culo para allá. – sentencia la portadora de la intrigante

máscara-alma.

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Inmediatamente se ponen en camino en dirección oeste, dejando atrás la

avenida Orcasur para introducirse por la calle Albaicin y llegando el final de la

misma, los tres arietes del bien divisan la estación de cercanías; acceden a ella y

validan sus abonos mensuales en las máquinas anexas a los rodillos metálicos

que dan acceso al anden de la línea C-5 que conduce hacia el centro de la

ciudad, tras encontrarse en la superficie del mismo, se giran en dirección al

letrero electrónico más cercano para ver cuanto tiempo falta para la entrada

del próximo tren de cercanías, dicho letrero indica que el más cercano a la

estación tardará aproximadamente unos seis minutos en hacer su llegada;

durante unos momentos, los tres muchachos miran constantemente a su

alrededor para cerciorarse de que no hay rastro alguno de Sergio y sus

maléficos poderes y de ningún agente de la policía nacional.

-OK, parece que no hay moros en la costa; la verdad…, no se como

comportarme cuando llegue a casa, no se como aparentar normalidad delante

de mi familia después de todo lo sucedido. –comenta pensativo Nacho a Ana

y Juan.

-Sí, ya se que el arcángel que visitó a Ana le dijo que desde el cielo utilizarían

sus poderes para que nuestros familiares no se enteren de ninguna manera de

lo que está pasando por muy raro que pueda ser nuestro comportamiento,

pero se me va a hacer muy raro el presentarme en casa sobre las ocho de la

tarde, cuando lo de siempre es salir del trabajo a las nueve y media y llegar

como muy pronto una hora después. –puntualiza Juan.

Page 117: Las Máscaras Del Almas

117

-Para ti se te hará raro pero para nuestros familiares, lleguemos a casa a la hora

que lleguemos, les parecerá que es el momento normal de nuestro regreso a

casa de todos los días; y se que no va a ser nada fácil intentar aparentar

tranquilidad pero por ellos y por que los nervios no nos van a hacer ningún

bien, más bien todo lo contrario, tenemos que intentar descansar y pensar con

la cabeza fría.

-¡Mantener la cabeza fría…, madre mía!; si hasta ayer mismo llevábamos una

vida normal, hasta aburrida y ahora estamos metidos hasta el cuello en la lucha

más decisiva que ha tenido la humanidad por salvarse de las garras del

mismísimo “tío” Satán; ¡que alguien me despierte de esta pesadilla!. –exclama

Nacho con una risa nerviosa en su rostro.

-Si lo piensas bien nadie, absolutamente nadie, lleva una vida pacifica y

tranquila; vivimos en una ciudad en la que habitan unos seis millones de

personas, casi ná…, todos pasamos al lado de las miserias, angustias y

desgracias que afligen a estas personas esclavas del reloj y del inacabable ritmo

frenético de cada día que les hace perder demasiadas horas de sus vidas, un

precioso tiempo que nunca podrán volver a recuperar y que podían haberlo

utilizado en disfrutar con sus seres queridos, unas prisas que ni siquiera les

deja apreciar los pequeños pero preciosos detalles de la vida; por la televisión,

la radio e Internet nos bombardean con desesperantes imágenes de ver a

media humanidad matar a la otra media, como niños e incluso pobres bebes,

mueren de hambre y enfermedades mientras otros juegan a las consolas de

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última generación y llevan móviles que con lo que han costado podrían llenar

con comida muchas bocas necesitadas, como...

-¡Vale, vale, vale, vale…! -interrumpe frenéticamente Nacho el discurso de

Ana. –Lo he pillado, llevas razón, lo único que digo yo es que le podía haber

tocado la loto a otro.

En ese instante, las vías del tren empiezan a emitir un profundo y agudo

zumbido que poco a poco va en aumento hasta que al filo del horizonte que

alcanza a la vista de los tres muchachos, se ve como se acerca la cabeza

motora del cercanías que les devolverá de nuevo a sus hogares; unos

momentos antes del que el tren haga entrada en la estación, Ana gira su

cabeza hacia el lado derecho de la misma para dar una última comprobación

de que nadie les sigue, pero para su total sorpresa, observa como al final del

lado del anden en el que se encuentran los tres jóvenes hay toda una fila de

ángeles, que con las alas completamente desplegadas y sus hermosos rostros

llenos de una completa seriedad se encuentra de perfil con respecto a la

posición de la joven estandarte del bien, mirando al anden opuesto en el que

se encuentran las repulsivas y oscuras figuras de una fila de demonios igual de

numerosa que la de sus antagonistas, mientras jadean e insultan a los

impasibles ángeles con sucios y grotescos movimientos; por fin el tren hace

acto de entrada en la estación de Orcasitas y cuando consigue detenerse por

completo, abre sus mecánicas puertas para que se produzca el habitual

intercambio de viajeros.

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-¡Ana, Ana!; ¿Qué miras…?, vamos, que se nos escapa el tren. –le apremia

Nacho mientras ella observa como en ese momento como tanto la fila

celestial como la demoníaca cambian repentinamente su mutua atención para

centrarla sobre ella y aunque un filo de angustia recorre todo su cuerpo, la

muchacha decide actuar como si no hubiera visto nada y no comenta ni un

ápice de lo que ha visto a sus dos compañeros de batalla para no preocuparlos

aún más; tras ascender por las pequeñas escaleras del vagón correspondiente,

las puertas se cierran tras ellos acompañadas de un agudo y repetitivo silbido

mecánico dejando en pocos instantes en la estación una exhalación de cristales

tintados. Durante el recorrido que ha de llevarles a sus casas, el tren de

cercanías visita primero la subterránea estación Doce de Octubre para más

tarde llegar a la grande y aglomerada estación de Méndez Álvaro, en la que los

tres jóvenes se bajan para caminar entre intensos ríos de personas y así llegar

hasta el acceso que comunica la línea de cercanías con la línea seis de metro;

cuando se encuentran en el anden de la misma, esperan un par de minutos a la

llegada del tren que se dirige en dirección a la estación de Oporto, una vez

dentro del mismo, los tres heroicos amigos permanecen en total silencio, aún

completamente sumergidos en todo lo que les ha sucedido al cabo de este día

que ha cambiado sus vidas para siempre, intentando la ingesta empresa de

asimilar en sus cabezas los increíbles hechos que han vivido; una vez dejada

atrás la estación de Legazpi, llegan a la de Usera, en la cual Juan se dispone a

bajarse, ya que es la más cercana a su domicilio, en el momento en el que el

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tren se detiene por completo, abre sus puertas durante el escaso período de

tiempo adjudicado para el ascenso-descenso de viajeros y el muchacho se gira

hacia Nacho y hacia Ana para decirles:

-Pues nada…, que deciros…, mañana en cuanto me despierte, os llamo al

móvil para quedar en algún sitio y decidir que vamos a hacer.

-Vale, pero ten todo el cuidado del mundo hasta que llegues a tu casa. –le

responde una visiblemente preocupada Ana.

-Si, eso tío, estate completamente al loro y no dudes en llamarnos si te pasa

cualquier cosa extraña. –añade Nacho.

Al poco de descender al andén, las puertas del tren se cierran tras Juan y

mientras camina por el mismo junto a un numeroso grupo de personas, no

aparta su mirada del vagón en el que sus dos amigos se alejan cada vez a

mayor velocidad hasta que se internan en el oscuro túnel por el cual debe

transcurrir el tren; después de haber dejado atrás dos estaciones, la de Plaza

Elíptica y la de Opañel, los dos restantes guerreros del bien llegan hasta la

concurrida estación de Oporto, en la cual Ana y Nacho terminan su viaje y

acceden a través de ella a la superficie de la ciudad, más concretamente en la

denominada glorieta de Oporto, la cual es un punto neurálgico de

comunicaciones de la zona sur de Madrid ya que junto con esta línea de

metro, enlazan numerosas líneas de autobuses; los dos amigos se dirigen hasta

una parada de autobús que se encuentra al sur de la boca de metro por la que

han salido y esperan junto con otros viajeros, hasta que después de un rato

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largo, hace aparición el interurbano con la numeración cuatrocientos ochenta

y uno; en ese mismo instante Nacho procede a despedirse de Ana.

-Llámame al móvil en cuanto estés en casa para saber que te encuentras a

salvo, sabiendo que tú eres el principal objetivo de ese psicópata, voy a estar

con el corazón en un puño, -mientras habla, el muchacho se atreve a tocar

leve y tímidamente con las puntas de sus dedos una de la manos de la chica

por la que siente algo más profundo que la amistad; -e intenta dormir y

descansar algo y que si sucede cualquier cosa no dudes en llamarnos a Juan y a

mi cagando leches.

Ana, que ha recibido de buen grado este ligero contacto físico proveniente de

la mano de Nacho, le responde:

-No te preocupes, que esta muchachota de barrio sabe defenderse con uñas y

dientes, –consigue arrancar la joven una media sonrisa a su “algo más” que un

amigo; -tu también, por lo que más quieras, vigila a tu alrededor hasta que

entres por la puerta de tu casa, intenta cerrar la pestaña todo lo que puedas y

date prisa o perderás la treinta y cinco.

Tras subir en el aún parado autobús, la joven observa apesadumbradamente y

con la sensación de algo pendiente por decir bailando en su estomago, como

Nacho se aleja hasta mezclarse con la gente para ir en busca de la marquesina

del correspondiente autobús que debe coger para acercarle a su hogar. Cuando

la cuatrocientos ochenta y uno llega a la parada que está más próxima del

domicilio de Ana, esta mira su reloj de pulsera y este marca ya las ocho y

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veinte minutos; la joven desciende del autobús con gesto cansado y se dirige

lentamente hasta el bloque de edificios en donde vive junto con su progenitor;

después de subir lo que a ella le parecen las interminables escaleras que van

desde el portal del edificio en el que vive hasta su piso, abre la puerta de su

morada y tras dejar atrás el pequeño recibidor de la misma, se encuentra a su

padre viendo la televisión como otras tantas noches esperando la llegada de su

primogénita.

-¿Cómo estas papa?, buenas noches.

-Buenas noches hija, ¿cómo ha ido hoy el día?

-La verdad es que si te lo contara no te lo creerías…, ha sido el día más duro

que recuerdo en mi vida.

-Habéis tenido mucha gente hoy, ¿verdad?

-No mucha, pero la que ha habido ha dado mucha, mucha guerra…

-Pues nada, siéntate un rato en el sofá que mientras te voy haciendo la cena y

cuando hayas descansado un rato, puedes ir poniéndote el pijama para estar

más cómoda.

-¡Oh dios mío, que gustazo!, -comenta la portadora de la máscara-alma

celestial mientras se lanza literalmente contra la acolchada superficie del sofá

que preside el salón de su casa; tras dejar escapar un esbozo de sonrisa, el

padre de Ana se dirige hacia la cocina dejando a la muchacha sola enfrente del

televisor, la muchacha que tiene la mirada perdida en la pantalla del mismo,

mirando todo lo que se desprende de ella y no viendo realmente nada, coge el

Page 123: Las Máscaras Del Almas

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mando a distancia que se encuentra encima de una mesita baja de madera que

está a poco centímetros de donde se encuentra y empieza a cambiar de canales

a discreción hasta que de repente da con uno que se encuentra emitiendo su

boletín nocturno de noticias; Ana enseguida se incorpora de cintura para

arriba desde la descansada posición que tenia al enterarse de una noticia

empezada que ha tenido lugar en la comisaría de la calle Gigantes y

Cabezudos e inmediatamente sube el volumen del televisor para ver y oír con

toda la claridad posible a un reportero que está relatando lo sucedido, esté se

encuentra situado en frente de la fachada de la comisaría donde estuvieron ella

y sus dos amigos detenidos.

-“…tras esto, se ha producido una verdadera batalla campal que se origino en

las dependencias carcelarias; al parecer, dos policías nacionales se vieron

implicados en un forcejeo entre ellos con un arma de fuego de por medio, con

el resultado de un herido leve por impacto de bala, sin que se tema por su

vida…” –al oír este comentario, Ana suelta un profundo suspiro de alivio al

tener la certeza de que, por lógica, lo más grave que le ha podido haber pasado

al detective Marcos es haber salido herido levemente de su lucha contra el

policía dominado por las infernales influencias de Sergio; la joven vuelve a

centrar su atención en la noticia para intentar saber como fue el desenlace de

la situación de la que escapó.

-“…cuando al parecer, un policía que se encontraba en esos momentos en el

piso superior y que no recuerda muy bien que es lo que le hizo percatarse de

Page 124: Las Máscaras Del Almas

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que algo estaba sucediendo en los calabozos, descendió hasta esta

dependencia de la comisaría y en cuanto se introdujo en ella, un grupo de tres

o cuatro detenidos se abalanzaron contra él mientras que dos de sus

compañeros forcejeaban con un revólver de por medio, este agente consiguió

a duras penas repeler esta agresión y tras subir corriendo las escaleras de

ascenso a la primera planta de la comisaría, tuvo la inverosímil visión de

contemplar como una gran parte de los detenidos que se encontraban

prestando declaración o esperaban a pasar a disposición judicial habían

iniciado una revuelta en contra de los agentes allí presentes; los efectivos

policiales solicitaron ayuda a refuerzos de las comisarías más próximas y

pasados unos tres cuartos de hora y no pocas dificultades, por fin

consiguieron hacerse con el control de la situación; existe el dato, no

confirmado aún, de podría haberse producido una fuga por parte de unos

detenidos de las dependencias carcelarias aprovechando el gran caos que se

generó por toda la comisaría; en cuanto tengamos más detalles, le iremos

informando puntua…”

En este instante del relato periodístico, Ana vuelve a bajar casi al mínimo el

volumen de su televisor y recostándose hacia atrás con las manos llevadas a la

nuca, medita en voz baja:

-<Que hijo de puta…, ha utilizado los poderes de su máscara-alma para

controlar a todas las malas personas que había en la comisaría y usarlas como

su ejercito privado y así, aprovechar la confusión para largarse; este cabrón

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tiene más poder de lo que pensaba>; -en ese instante su padre hace aparición

en el salón, con lo que la joven termina tajantemente con su reflexión.

-Ya he visto antes esa noticia, se ha armado una buena en esa comisaría,

¿verdad?

-La verdad es que si, no me hubiese gustado por nada del mundo estar en

medio de esa tangana. –un enorme tono irónico inunda el comentario de la

joven.

-¡Venga señorita!, que acabo de terminar de cocinar y como esperemos un

poco más se nos va a enfriar la comida. –Ana se levanta y apaga el televisor

antes de acompañar a su padre hasta la cocina.

Tardan una media hora en cenar, para luego recoger la mesa y ponerse entre

los dos a limpiar los platos; cuando han terminado el padre de la muchacha se

sienta en el sofá a echar una ojeada como todas las noches al periódico cada

mañana compra en el kiosco del barrio; mientras Ana, completamente

agotada, se dispone a acostarse en su habitación, no sin antes, despedirse de su

padre apoyada en el marco de la puerta de entrada al salón.

-Buenas noches, papa; que duermas bien.

-Buenas noches, hija; descansa y mañana nos vemos.

Cuando Ana está ya metida en su cama, es incapaz de conciliar el sueño a

pesar de todo el cansancio que acumula en el día de hoy, su cabeza es incapaz

de desprenderse los recuerdos de todo lo sucedido y de las preocupaciones

que la asaltan sobre como transcurrirá el día siguiente; es en ese instante de

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zozobra cuando desea con todas sus ganas que el arcángel vuelva aparecer

delante de ella y su dulce presencia tenga sobre ella un efecto balsámico, pero

pasan los minutos y no se produce ninguna aparición; la muchacha pierde la

esperanza de que vaya a ocurrir y es entonces cuando se gira sobre si misma

para ponerse de lado y comprobar si con esa postura tiene más suerte a la

hora de conciliar el sueño, tras unos minutos en que la muchacha parece que

ha conseguido relajarse lo suficiente como para empezar a quedarse dormida,

empiezan a surgir desde la oscuridad de esa habitación los mismos brillantes

halos de energía que dieron paso en la noche anterior a la aparición del

arcángel, e igual que entonces, una concentración cada vez más numerosa de

estos halos desemboca en un estallido de luz tras el que aparece el enviado de

las fuerzas del bien.

-Muy buenas noches, pequeña; creo que estabas solicitando mi presencia por

estos lugares.

-No te puedes imaginar cuanto…, supongo que sabrás todo lo que ha pasado

hoy.

-¡Como no voy a saberlo!, no me hagas mucho caso, pero creo que la decisiva

batalla por el destino de las almas de la humanidad es la comidilla en las

reuniones del cielo.

-Estoy aterrorizada ante la fuerza de los poderes que tiene la máscara infernal

que posee Sergio, pero aún me da más miedo el no tener ni idea de cómo

derrotarle.

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-Tranquila, entiendo que la situación que estas viviendo es algo de tan

envergadura que sobrepasa a cualquier persona; pero te aseguro que

encontrarás la manera de derrotarlo; veamos…, hasta ahora tu actitud y la de

tus amigos ha sido defenderse de los ataques del ariete de las fuerzas de mal,

eso está haciendo que él tenga la iniciativa y que crezca su confianza en sus

posibilidades, por lo que también está aumentado la influencia que ejerce con

los poderes de su máscara-alma; así que tu y tus amigos tenéis que cambiar

radicalmente de estrategia, como dijo el refrán: “No hay mejor defensa que

un…”

-¡Buen ataque!

-¡Eso es!; a partir de ahora tenéis que pasar a la ofensiva, ir a por él en vez de

que el vaya a por vosotros.

-¿Pero como consigo saber donde coño se encuentra?

-Muy fácil, de la misma manera que el os ha encontrado a vosotros,

concéntrate y utiliza los poderes de tu máscara para localizar la estela de

energía maligna que desprende la suya.

-Lo intentaré…, y gracias por tus consejos; me da rabia que me veas como

una chiquilla asustada cuando yo siempre he creído ser una persona fuerte y

segura de si misma, pero más que miedo por lo que me pueda pasar a mi, me

aterra pensar que algo malo les pueda pasar a Nacho y a Juan.

-Nunca debes ni sentir ira ni avergonzarte por reconocer que tienes miedos e

inseguridades, simplemente eres un ser humano y esos sentimientos forman

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una parte intrínseca de tu ser, pero a la vez que estas sensaciones negativas,

laten dentro de ti unos muy bellos sentimientos de amor y bondad hacia tus

semejantes y para sentir eso hay que tener la mayor de valentías del mundo,

además, no te cargues tu sola con todo este peso a las espaldas, todos

necesitamos más de lo que pensamos la ayuda de nuestros seres queridos para

resolver problemas a los que no conseguimos ver la solución.

-Lo se, lo se…; después de escucharte, has conseguido que me sienta un poco

más tranquila.

-Bueno…, va siendo hora de que vuelva a los dominios del “Gran Jefe” y de

que descanses para afrontar mejor el día de mañana; tengo la seguridad de que

con la ayuda de Juan y Nacho podrás superar cualquier enorme adversidad

que se te venga encima, recuerda una última cosa, en el amor que reside en tu

corazón se encuentra un arma mucho más poderosa que cualquier máscara-

alma que exista; cuida mucho de ti y de tus seres queridos, hasta pronto. –el

arcángel levanta su mano derecha en señal de saludo mientras su figura,

bañada por una dulce y tenue luz blanca empieza progresivamente a

desaparecer hasta que la habitación sólo es iluminada por una tenue luz

naranja proveniente de las farolas de la calle que se cuela por las rejillas de la

persiana de la habitación de la muchacha.

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CAPITULO QUINTO

Hace unos minutos que la ciudad de Madrid esta presenciando el amanecer

del que será el día más decisivo e importante en la historia de esta ciudad, en la

de este país, en la de este continente y en definitiva, en la del planeta entero;

me encuentro sentado en el sofá del salón del hogar que comparten Ana y su

padre; los primeros rayos de sol de la mañana que ya prácticamente no

consiguen hacerse un hueco entre la masa grisácea de nubes que encapota

completamente el cielo de la urbe, atraviesan débilmente las cortinas que

cuelgan de las ventanas de la vivienda; desde esta zona de la casa, oigo como

empieza sonar el despertador que se encuentra ubicado en la habitación de la

muchacha, al cabo de unos pocos segundos también escucho como con un

golpe de su mano consigue apagarlo temporalmente, hasta que cinco minutos

después vuelve a sonar y por fin consigue que Ana venza a su profundo sueño

levantándose costosamente de su cama; al poco después, veo como sale de su

habitación y se introduce en el cuarto de baño para desahogar su vejiga y

lavarse la cara con una cortante agua fría y se queda durante unos instantes

mirándose fijamente en el espejo del baño sumida en sus pensamientos; más

tarde pasa por el salón para llegar hasta la cocina en busca de su desayuno

diario, mientras que se lo prepara, oigo como el despertador de su padre

también empieza a avisar a su dueño de que es hora de levantarse y al poco

después, aparece el progenitor de la muchacha bostezando y vestido con un

pijama a cuadros y unas zapatillas con parecidos motivos, apoyándose en el

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130

marco de la puerta de entrada a la cocina saluda aún con los ojos entreabiertos

y cubiertos de legañas a su hija, que permanece sentada en una de las sillas de

la dependencia mientras empieza a degustar su desayuno:

-¡Buenos días, Ana!; ¿Qué tal has dormido esta noche? –Ana deja

repentinamente todo lo que tenía en la mesa de la cocina y se dirige como un

rayo a abrazar fuertemente con sus dos brazos a su padre, el cual extrañado

por esta efusiva muestra de cariño, le pregunta a su primogénita:

-¡Pero bueno…! ¿Qué es lo que pasa aquí?..., una de dos, o me quieres pedir

que te compre algo muy caro o tú eres una alienígena que se hace pasar por mi

verdadera hija.

-No es nada…, simplemente me apetecía hacerlo, hacía mucho tiempo que no

te abrazaba así de fuerte. –nada más oír las palabras de la joven, su padre la

coge por los hombros y mirándola fijamente a la cara la dice:

-Ana, soy tu padre y te conozco incluso mejor que a mi mismo; se que algo te

pasa desde hace un par de días; no se que es, pero es algo que te tiene muy

preocupada, no he querido decirte nada hasta ahora esperando que saliera de

ti el contármelo… -mientras se le clavan en la mirada los verdes ojos de su

padre, la muchacha evalúa muy seriamente la posibilidad de contarle la verdad

pero al final opta por contarle una historia evasiva a la vez que salpicada por

unas pinceladas de veracidad:

-De verdad que no es nada; solo es que me quede preocupada cuando te vi

echando de menos a mama el otro día.

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131

-Ana, es normal que de vez en cuando me den esos bajones, como

comprenderás, la muerte de tu madre es una herida que nunca se cerrará del

todo en mi corazón; pero te aseguro que día a día mejoraré para cuidar del

más bello regalo que me hizo: tú; de todas formas quiero que sepas que si

surge algo que te preocupe, mis orejas siempre estarán abiertas en cualquier

momento para escucharte, ¿vale?

-Vale, gracias papá; se que siempre podré contar contigo.

-Venga, ahora termínate el desayuno o se te hará tarde para llegar al trabajo, yo

mientras voy a ir lavándome la cara.

Durante unos momentos Ana se queda meditando las palabras de su padre y

acto seguido, decide aprovechar la ausencia de este para ir al salón de la casa y

coger el teléfono inalámbrico que se encuentra encima de la mesa baja que

preside el centro de esta dependencia para realizar una llamada:

-Hola… ¿Nacho?; -pregunta con la voz sumida en el susurro; –sí, soy yo, ¿qué

tal?; mira, he estado pensando en que no podemos seguir a la defensiva contra

el tío este, así que vamos a empezar a pasar a la acción…, -pasan unos

instantes en los que la muchacha está escuchando lo que le dice su

interlocutor telefónico para más tarde contestarle. –vale, llama tu a Juan y

quedamos sobre las nueve en la cafetería que hay en la estación de Aluche;

venga, cuídate y nos vemos allí, te dejo que mi padre debe estar a punto de

salir del baño; hasta luego.

Page 132: Las Máscaras Del Almas

132

La joven pulsa rápidamente el botón de colgado del teléfono, lo vuelve a

colocar en donde estaba y regresa a la cocina para terminar de una vez por

todas su desayuno.

Dejo el hogar de la muchacha llamada a defender la bondad en la tierra para ir

al encuentro de su siniestro adversario; tras unos minutos de marcha aérea,

consigo llegar hasta su céntrico domicilio; atravesando las paredes exteriores

del mismo, me sitúo en el salón y lo primero que veo es a Gabriela limpiando

y colocando los objetos que están en el mismo, pocos segundos después

observo como hace acto de aparición el padre del joven que esta dando los

últimos ajustes al nudo de su corbata, mientras se dirige hacia la alta y lujosa

mesa de cristal en la que todas las mañanas le esperan su desayuno y el

periódico matinal de economía, mesa cuyo pilar central esta constituido por

una pequeña estatua de mármol blanco que dota de mayor pedigrí, aún si

cabe, a la misma; una vez sentado y después de darle un par de sorbos a su

café, llama a la trabajadora doméstica:

-¡Gabriela!, haga el favor de llamar al vago de mi hijo para que, como todos

los días, deje de soñar con las ovejitas y se vaya preparando para ir a la

facultad.

-Sí señor, horita mismo voy a llamar… -antes de que pueda terminar su frase,

irrumpe súbitamente en el salón un Sergio impecablemente vestido y aseado.

Tras permanecer unos instantes con la boca ligeramente abierta, su padre

arranca a decirle:

Page 133: Las Máscaras Del Almas

133

-Vaya, vaya, vaya; si no lo veo no lo creo, tú preparado y listo para desayunar a

tu hora y salir a tiempo de llegar a la universidad; que alguno de los dos me

pinché con un alfiler para comprobar que no estoy soñando.

-Ja, ja; muy gracioso, pero te puedo asegurar que lo que ves ante ti es tan real

como la vida misma; por primera vez en mi vida tengo claro mis objetivos y

no pienso llegar tarde a mi cita para conseguirlos. –le explica a su progenitor

mientras toma asiento en la mesa.

-Si eso que dices va en serio, desde luego celebro que por fin hayas aclarado

tus ideas y que hayas entrado en razón.

-Sin ninguna duda; me he dado cuenta de todo el tiempo de mi vida que he

estado malgastando, pero voy a recuperarlo a marchas forzadas para conseguir

aquello para lo que estoy destinado.

-Vaya…, por fin te oigo hablar como un hombre de provecho, no se que es lo

que te ha hecho cambiar de ese modo de la noche a la mañana, pero rezo para

que perdure para siempre.

-Eso es lo que a partir de hoy voy a asegurar al cien por cien, papa.

El muchacho termina su desayuno y se dirige hacia el recibidor de su casa para

coger, del perchero que se encuentra en el mismo, su abrigo en perfecto

estado de revista gracias al trabajo de su empleada del hogar; tras

enfundárselo, empieza abrocharse los botones mientras mira a su padre que

esta ahora sumergido en su gaceta económica y cae en la cuenta de que desde

hace mucho tiempo han pasado más de cinco minutos juntos y no han

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134

acabado discutiendo, más aún, han estado hablado de una manera casi

agradable; es entonces cuando vienen a su mente recuerdos de cuando vivía su

madre y de los cariñosos sentimientos que en aquella época tenía hacia su

padre; el era bastante pequeño y los tres formaban una familia feliz, una

familia de verdad; en este instante, percibo como la parte bondadosa del chico

surge con fuerza y se produce una invisible rebelión en su interior contra la

parte de maldad que habita en él; cuando parece que las fuerzas de Satán van a

ser derrotadas de una manera inesperada, el padre de Sergio se percata de que

esta siendo observado por este y le dice:

-¿Pero no te ibas ya?; si a partir de ahora quieres ser el mejor, no puedes

quedarte ahí parado contemplando las musarañas. –al oír esa maldita frase,

Sergio es despertado de su breve momento de felicidad por una bofetada

verbal que lo devuelve a la cruda realidad y es ahí donde muere la posibilidad

de abandonar voluntariamente el camino de la oscuridad.

-Sí…, y volveré habiendo conseguido todo lo que me he propuesto. –tras

pronunciar esta frase que tiene un significado mucho más importante de lo

que su padre puede comprender, el muchacho abre la puerta de salida de su

vivienda y la cierra rápidamente tras salir por ella.

Hace prácticamente una hora que Ana a salido de su domicilio en pos de

reunirse con sus amigos en el punto de encuentro acordado, estando cerca de

llegar a él transportada por el autobús interurbano de la línea número

cuatrocientos ochenta y tres, la muchacha mira al exterior a través de las

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135

ventanas del mismo y ve que el cielo se presenta ya completamente

encapotado mientras que por las calles de la ciudad circulan potentes ráfagas

de frío viento que ella misma a tenido que sufrir con anterioridad mientras

esperaba en la marquesina de al lado de su casa; cuando el autobús se detiene

en la parada que marca el final de su trayecto de ida, la joven desciende de él

junto a otros pasajeros que desconocen por completo los importantísimos

acontecimientos que se avecinan en la historia de la humanidad y a los que

esta muchacha ha de enfrentarse; mientras Ana atraviesa una parte de la

rotonda en la que esta situada la estación de Aluche, su corazón esta

agarrotado por el temor y la incertidumbre de lo que puede suceder en el día

de hoy, pero nada más ver que Juan y Nacho están de pie junto a la puerta de

la cafetería, un cálido y amable soplido de esperanza alivia su corazón.

-Hola chicos, se que sonara como una moñada, pero hoy me alegro mucho de

veros. –los dos jóvenes se quedan un poco sorprendidos por la franqueza de

las primeras palabras que su amiga les dirige en el día de hoy y después de

unos segundos en el que no saben que decir, Juan consigue romper el nudo

emocional que se ha formado entre ellos:

-Creo que hablo por los dos al decir que nosotros también nos alegramos

mucho de verte.

-Y que sentir eso no es ninguna moñada. –hace constar Nacho.

Tras entrar en la estrecha cafetería que está dentro de la estructura de la propia

estación, piden unos cafés y mientras se los van preparando, permanecen de

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136

pie junto la barra mientras empiezan a hablar de cómo afrontar la empresa de

vital importancia que tienen por delante.

-Vamos a ver chicos, el arcángel me visitó ayer por la noche, estuvimos

hablando y me dijo que teníamos que pasar al ataque, que no podíamos dejar

que ese tío nos siguiera atropellando de esa manera.

-¡Que jodio, ni que eso fuera tan sencillo!…; ¿te dijo algo sobre como

tendremos que hacerlo? –pregunta Juan con un tono que deja entrever la

ironía que le produce oír la, en aparente, sencilla respuesta del arcángel.

-Pues sí, me dijo que me concentrara y que utilizara los poderes de la máscara-

alma para seguir el rastro de energía que desprende su máscara y encontrarle

en el punto de la ciudad en donde se encuentre.

-¿Y ya has podido hac…?. –la pregunta de Nacho se ve interrumpida por la

disposición de los cafés encima de la barra por parte del camarero, después de

el típico ritual de agitación de los mismos con las cucharas, el muchacho

retoma su pregunta.

-Decía que si ya has conseguido localizar su rastro.

-Sí, al principio no veía nada, pero tras concentrarme fuertemente durante un

rato he conseguido ver como aparecía de la nada una columna roja brillante

que llegaba hasta cielo y que parecía surgía de la zona norte de la capital, creo

que más o menos se encontraba en la zona del paseo de la Castellana; así que

vamos a coger el metro en dirección norte y con un poco de suerte el mamón

ese viva por ahí y consigamos echarle la zarpa encima.

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-Seguro que nos lo encontramos antes de lo que pensamos, ya que estoy

convencido de que ese hijo de puta no se va a quedar de brazos cruzados y

también va a venir a por nosotros. –comenta Nacho.

-Yo también estoy segura de eso…,¡pues mira, mucho mejor!, así nos va

ahorrar tiempo de encontrarle y patearle el culo para poder terminar con esto

cuanto antes. –dice una animosa Ana, en un alarde que intenta animar a Juan y

Nacho.

-¡Pues sí, que coño!, ya es hora que de que dejemos de ir de panolis y

armemos una cacho de bronca celestial. – enfatiza Juan.

Tras unos minutos de travesía, los tres abanderados de las fuerzas del cielo

llegan a la estación compartida por las líneas diez y cinco de metro que recibe

el nombre de la más grande y bella zona verde de toda la capital: la Casa De

Campo; tras descender del tren que ha llegado a su última parada, Ana, Nacho

y Juan junto con un buen número de viajeros, se dirigen hacia el otro extremo

del andén para esperar la llegada del tren proveniente de la línea diez; mientras

trascurren el par de minutos que restan para ello, Ana empieza a mirar

nerviosamente en todas las direcciones hasta que comenta con cara de

preocupación a sus dos amigos:

-Chicos, no quiero alarmaros pero creo que siento que ese pavo se está

acercando a nosotros.

-¡Joder!, está claro que ese tío no se queda dormido en los laureles, no; él

también ha decidido acabar con esto cuanto antes. –sentencia Juan.

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-Sí, él al igual que nosotros habrá salido pronto esta mañana en nuestra busca.

–confirma Nacho.

-Tenemos que estar a partir de ahora muy al loro porque podemos toparnos

con él en cualquier momento. –aconseja la muchacha.

-No te preocupes, estaremos preparados para lo que sea. –pronuncia Nacho

en un tono tranquilizador.

-¿Tú crees?, ojala sea así. –finaliza la conversación Juan.

Por fin ven como unas amarillas luces son proyectadas en la curva que

precede a la entrada en la estación y unos momentos después, hace una lejana

aparición la cabecera del tren de última generación que recorre las vías de la

línea diez; tras la estruendosa llegada producida por el deslizamiento de las

ruedas metálicas sobre dichas vías, el tren se detiene por completo y sus

puertas mecánicas son abiertas por los pasajeros esperances a través de los

pulsadores eléctricos situados en las puertas de las mismas; con sus puertas ya

cerradas, el convoy suburbano empieza a desfilar rumbo a la pequeña pero

preciosa estación de metro en superficie que es Batán; dentro de unos de los

vagones, observo como los tres amigos permanecen de pie junto a una de las

numerosas barras verticales que se distribuyen a lo largo de todo el tren, en

silencio y expectantes, mirando en todas la direcciones en busca de la más

mínima señal que anuncie la presencia del ser humano designado por Lucifer

para llevar a cabo su conquista sobre la tierra; tras dejar tras de si a la estación

de Casa de Campo, el tren empieza a transcurrir por el tramo al descubierto de

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la línea diez que discurre cerca del parque de atracciones de Madrid, desde el

interior de los vagones y a través de sus grandes ventanales se puede observar

como desde el cielo completamente ennegrecido desciende una densa lluvia

que impacta copiosamente contra las partes acristaladas de este transporte

público; mientras el tren se acerca a la estación de Batán, Ana puede ver como

de la misma se desprende una enorme y brillante columna de energía roja.

-¡Dios mió, chicos!, está esperándonos en la estación de Batán.

-¡¿Estas segura de eso?! –le pregunta Juan con la voz angustiada.

-¡Oh, tío…, sí, estoy viendo con toda claridad su estela de energía!

-¡Bien, tranquilos!, tenemos que mirar para saber en que parte del andén esta

esperando para coger el metro y colocarnos en alguna zona en la que no

pueda pillarnos por la espalda. –les recomienda Nacho a sus dos amigos ante

el estupor que han generado las palabras de los jóvenes en los viajeros más

cercanos a ellos.

-¡Tienes razón, no podemos perder ni un momento! –no termina la muchacha

de pronunciar su frase cuando ya está corriendo en dirección a la cabecera del

tren a lo que sus dos amigos la siguen en el acto; cuando el metro hace entrada

en la estación, los tres amigos se agolpan junto a una de las transparentes

puertas del mismo y miran con una mezcla de incredulidad y temor como no

solo son Sergio y Álvaro los que les esperan, sino que están acompañados por

un numeroso grupo de individuos de todas las clases sociales, razas y

condiciones, cuyas almas están corrompidas por diferentes motivos y que han

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sido dominadas por los poderes de la máscara-alma infernal, a lo que no

pueden dar crédito los ojos de los tres defensores del bien.

-¡Pero de donde coño ha sacado a ese ejercito! –exclama Juan.

-Debe haber usado los poderes de su máscara, como en la comisaría, pero

esta vez para dominar a casi toda la mala gente que se ha encontrado por la

calle. –le responde Ana sin apartar la vista de las transparentes puertas del

tren.

Cuando este empieza a detenerse para abrir sus puertas a la entrada y salida de

pasajeros, Nacho les grita a sus dos atónitos amigos:

-¡Venga, tenemos que movernos!, vamos cagando leches hacia a la parte final

del tren, así por lo menos tendremos unos cuantos vagones de separación con

ellos y uno de nuestros lados a cubierto.

Ante la cada vez mayor y más numerosa inquietud de los demás viajeros, los

tres jóvenes empiezan a correr con todas sus fuerzas hacia el último de los

vagones, atravesando todos los demás por la zona de unión flexible; al poco

de llegar a este vagón, el tren se detiene por completo y tras lo que a los tres

defensores del bien de la humanidad les parece un aterrador pitido eléctrico de

apertura de puertas, pueden observar como tras descender unos pocos

pasajeros, suben a cuatro vagones de distancia las novedosas fuerzas de

combate de Sergio junto con este ariete maligno y su mano derecha, Álvaro;

antes de que suene el eléctrico pitido de aviso de cerradura de puertas, las

infernales fuerzas empiezan a dirigirse con paso lento pero implacable hacia al

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el muy inferior, numéricamente hablando, grupo de las fuerzas divinas; Sergio

el cual lleva avanzado, junto con su maldito sequito, tres de los cuatro vagones

que lo separan de su presa, porta una vil sonrisa en su rostro y una siniestra

mirada en sus ojos que no deja duda alguna de su falta de escrúpulos o de

contemplaciones en lo que a sus intenciones se refiere; al percatarse de ello,

Ana exclama a sus dos amigos:

-¡Has tenido una buena idea Nacho pero ahora tenemos que hacer algo, no se

vosotros dos, pero yo no pienso morir paralizada contra la pared de este

último vagón como una cobarde! – lógicamente, tras las palabras de la

muchacha, cunde el pánico entre los viajeros del tren y más agudamente, en

los que viajan en el vagón de cola, los cuales empiezan a levantarse y a paso

ligero se trasladan hacia los vagones colindantes.

-¡Te puedo asegurar que si tengo que palmarla va ser llevándome a unos

cuantos malditos cabrones por medio! –le secunda Nacho.

-¡Chavales, para mi es un honor cascarla a vuestro lado mientras les partimos

las cabezas a algunos de estos hijos de puta! –apuntilla Juan.

Nacho y Ana miran a su amigo y afirman con la cabeza mientras le regalan

una resignada sonrisa.

Tras esto, los tres jóvenes emprenden una veloz carrera hacia sus enemigos al

mismo tiempo que lanzan un potente grito de batalla, en respuesta a esta

reacción, el pequeño ejército comandado por Sergio sale también a la carga de

los tres muchachos ante el pavor generalizado de todo el pasaje del tren; el

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primer choque entre las dos fuerzas se produce cuando Ana se convierte en la

primera en llegar a su objetivo, saltando en plancha hacia el cuerpo del

baluarte de las fuerzas malvadas haciendo que este caiga súbitamente hacia el

suelo engomado del vagón, Nacho decide atacar primero a Álvaro mediante

una lluvia de puñetazos dirigidos a su cara, y por último, Juan se enzarza a

patadas y puñetazos contra los dos primeros enemigos que salen a su

encuentro, un hombre caucásico de mediana edad y una mujer oriental de

complexión delgada que intentan llevar a cabo la misión grabada a fuego en

sus mentes por el diabólico controlador de las mismas; mientras el tren, que

acaba de dejar atrás las inmediaciones del parque de atracciones, discurre por

las verdes laderas que llevan hasta la estación de Lago; a pesar de la notable

diferencia en número de efectivos, las fuerzas parecen estar compensadas en

estos primeros compases de la batalla, Ana golpea con su puño la cara de

Sergio mientras este intenta parar los golpes con un brazo mientras que con la

mano del otro aprieta con todas sus fuerzas la garganta de la joven, por el

contrario, Álvaro consigue revelarse contra el ataque inicial de Nacho y ahora

el intercambio de empujones y puñetazos es mutuo mientras que Juan está

recibiendo algún golpe de más de los que consigue asestar; ayudados por el

efecto botella que produce las estrechas dimensiones del interior de los

vagones, los tres valientes defensores de la justa causa pueden aguantar

durante unos minutos contra las más numerosas fuerzas del mal, pero justo un

poco antes de que lleguen a la estación de Lago, la lógica acaba imponiéndose

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y se abalanzan sobre ellos las múltiples manos de los “zombis” controlados

por la máscara-alma infernal; Ana es agarrada por sus cabellos y por la espalda

y apartada del cuerpo de Sergio que permanece tumbado en el suelo del

interior del tren, Nacho es golpeado en el rostro por el puño de un hombre

negro de grandes dimensiones haciendo que el muchacho sangre

abundantemente por la nariz mientras que pierde momentáneamente el

equilibrio, momento que ha sido aprovechado para que otros esclavos

mentales de Sergio le inmovilicen agarrándole los brazos por detrás de su

espalda, al mismo tiempo, Juan no ha podido evitar que se sumara a su

particular pelea un tercer adversario y ha caído contra el suelo, no si antes

golpearse dolorosamente la espalda contra una de las barras metálicas del

vagón; Sergio se levanta del suelo como un resorte debido a la inmensa ira que

le ha producido la embestida de su joven enemiga; se pone en frente a ella

mientras es retenida por tres almas de oscuro color, tras escupir hacia el suelo

un escupitinajo de sangre proveniente de su heridos labios y retirase parte del

líquido escarlata de los mismos con el antebrazo de su camisa, agarra

violentamente el pelo de la muchacha tirando hacia atrás su cabeza mientras la

dice:

-¡Eres una cerda!, siendo una chica pensaba haberte matado de una manera

suave: rápidamente y lo menos dolorosamente posible; pero visto que peleas

como una alimaña acabaré contigo haciéndotelo pasar muy mal.

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-¡Te puedes meter tu piedad machista por el mismo agujero que por el que te

gusta que te peten, bastardo! –le responde enérgicamente la muchacha sin

mostrar el más mínimo ápice de miedo en su cara.

Tras oír este comentario, la cara de Sergio se tensa por el odio y empieza a

lanza una serie de salvajes puñetazos al rostro de Ana, a lo que sus dos

retenidos amigos, Nacho y Juan, responden intentando librarse con todas sus

fuerzas de sus presas y gritando horrorizados ante el linchamiento que está

padeciendo su amiga; cuando retira hacia atrás su brazo derecho para asestar

un nuevo impacto, se puede ver en el rostro de la joven las consecuencias de

tan brutal ataque: tiene un pómulo parcialmente hundido, su ceja izquierda ha

sido partida y sangra abundantemente al igual que su nariz y su ojo derecho

esta prácticamente cerrado debido a la hinchazón del mismo; Sergio se queda

parado durante unos breves segundo contemplado satisfecho su macabra obra

y se dispone a lanzar otra vez su puño cuando de repente, su brazo es cogido

por detrás por una mano fuerte y grande, el sorprendido portador de la

máscara-alma infernal se gira rápidamente sobre si mismo para ver quien esta

impidiendo que lleve a cabo su misión y observa con incredulidad que se trata

de un pasajero de cara bonachona y de muy fuerte constitución que

aparentemente no guarda ninguna relación tiene con Ana y sus amigos;

también puede ver como todo sus poseídos seguidores incluido su mano

derecha, Álvaro, están ahora acorralados por un buen número de viajeros que

hasta hace unos momentos, huían despavoridos al otro extremo del tren y que

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para colmo, Juan y Nacho han sido liberados por estos de las corruptas almas

sometidas que les retenían.

-Vaya, vaya, vaya…; parece que no soy el único que puede controlar el espíritu

de las personas que están en su bando. –le dice Sergio a una casi inconsciente

Ana, que intenta levantar su cabeza en dirección a su mortal adversario.

Mientras tanto, para sorpresa de las personas que lo esperaban en el andén, el

tren no se detiene en la estación de Lago, sino que sigue su marcha a toda

velocidad introduciéndose en el túnel que lleva a la amplia y concurrida

estación de Príncipe Pío; nada más volver a la oscuridad que generalmente

acompaña a este medio de transporte, Sergio intensifica los poderes de su

máscara-alma produciéndose destello de mediana intensidad en su cara,

haciendo que sus seguidores vean renovadas sus ansias asesinas y se rebelen

contra las personas de buen corazón controladas por los poderes de la

máscara-alma de Ana.

-¡La derrota no es una opción, vamos a ganar o a morir!; –grita el maléfico

muchacho embriagado por el odio y por los poderes que posee, sin embargo

sus palabras encuentran la dura respuesta de un fuertísimo puñetazo

proveniente de la persona que le sujetaba el brazo, que impacta como un obús

en la parte izquierda de su cara y le lanza con rapidez a golpearse la cabeza

contra una de las cristaleras del vagón en el que se encuentra, mientras tanto

Ana echa fuertemente su cabeza hacia atrás, golpeando así el rostro de la

persona que se encuentra en el centro de las tres que la mantienen cautiva

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provocando que esta suelte a su presa para llevarse las manos a su magullada

cara, Juan y Nacho corren hacía donde se encuentra la joven para terminar de

liberarla de sus otros dos captores mediante un par de buenos puñetazos; tras

cogerla en sus brazos para ayudarla a que siga de pie, Nacho ve de cerca las

lesiones que le ha producido el maléfico ariete de Lucifer la pregunta:

-¡Madre mía, que hijo de puta!, ¿cómo te encuentras?

-Jodida pero agradecida…, siento como si toda la cabeza me fuera a estallar

pero soy una chica de barrio y hace falta más que un par de hostias para

acabar conmigo.

-¡Ese maldito cabrón…!, vamos chicos, tenemos que aprovechar la ayuda de

estos tíos controlados por Ana para largarnos de aquí. –les apremia Juan.

El final del largo túnel por el que ha discurrido el tren se ve iluminado por la

inmediata cercanía de la estación de Príncipe Pío; nada más detenerse el

mismo por completo en los andenes de dicha estación, puedo observar que no

hay viajeros esperando ha que se abran sus puertas como es costumbre, sino

que estos han sido desplazados por un nutrido grupo de guardias de seguridad

que muy probablemente han sido informados a través de algún sistema de

comunicación interna por el conductor del tren de la violenta situación que

acontece dentro de ese tren de la línea de metro; aparte de los viajeros que

están situados en la distancia, también hay otros testigos, silenciosos e

invisibles al ojo humano, que observan todo lo que está a punto de acontecer;

se trata de un grupo de ángeles y otro de demonios situados en extremos

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opuestos de la estructura metálica situada en la zona superior de la estación;

en cuanto se abren las mecánicas puertas, el batallón de seguridad de la red de

metro entra a tropel porra en mano y demás material antidisturbios en los

vagones para intentar separar a las partes enfrentadas en esta brutal pelea,

momento que es aprovechado por los tres muchachos entre todo el caos que

se ha organizado para salir por el último vagón a toda velocidad en dirección a

las escaleras mecánicas que conducen a una planta superior de la estación;

mientras, en el interior de los vagones, a pesar de los numerosos golpes que

están acarreando los guardias de seguridad a todas las personas que están

envueltas en el fragor de la batalla, pasan por fuertes dificultades hasta que

consiguen separar del todo a los contrincantes y restablecen

momentáneamente la paz; las personas que han ayudado involuntariamente a

Ana empiezan a salir de su trance debido a que la joven se aleja rápidamente

de ellos y la cada vez más creciente distancia ha ido debilitando el influjo que

ejercía sobre ellas; mirando a su alrededor y hacia el lugar del tren en donde se

encuentran, intentan recordar como han llegado a verse involucrados en la

refriega; al mismo tiempo, un detalle que pasa desapercibido entre tanta

confusión es que aunque Sergio permanece tumbado boca abajo en el suelo

del vagón, sus ojos se abren de repente y en pocos segundo, el muchacho

recobra completamente su consciencia, irguiéndose lentamente sobre sus

rodillas hasta que consigue ponerse completamente de pie.

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-¡Quieto todo el mundo, la fiesta se ha acabado, poneos contra la pared de los

vagones con las manos en alto, no hagáis ninguna tontería y no nos obligareis

a haceros daño! –grita un guardia de seguridad de mediana edad que luce una

poblada barba morena y que parece ser el jefe del efectivo.

Sergio dirige lentamente su mirada hacia él y produciéndose un luminoso

destello rojo brillante en sus ojos, que deja atónitos a todos los presentes, le

responde:

-Aquí los únicos que van sufrir daños vais a ser vosotros. –tras esta amenaza,

las personas que están bajo dominio de sus poderes recobran su agresividad y

se lanzan automáticamente en contra de las fuerzas de seguridad del metro,

mientras que el resto del pasaje del tren huyen como pueden hacia el andén de

la estación; al mismo tiempo, Juan y Nacho caminan todo lo deprisa que

pueden llevando en volandas a su amiga sobre los hombros de ambos a través

de uno de los pasillos superiores de la luminosa estación, mientras miran hacía

atrás repetidamente, se dirigen hacia una de las salidas que conduce al exterior

y en cuyo lateral cuelga un cartel que indica que la misma desemboca en la

calle que recibe el nombre del Paseo Del Rey, tras ascender dificultosamente

por las numerosas y estrechas escaleras de piedra que describen una cerrada

curva, consiguen que sus rostros sean zarandeados por el frío viento que

circula por las calles, prosiguiendo con su escapada ya en la superficie de la

ciudad, discurren a través de la calle Ilustración para desembocar en la de

Arriaza y tras descender por esta última, llegan a la amplia Avenida

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denominada Cuesta De San Vicente y se disponen a recorrerla en dirección

noreste, cuando Ana les dice a sus dos fatigados compañeros de lucha:

-Pa…, parar un momento chicos; tengo que descansar un poco, estoy

reventada…; gracias pero creo que ya podéis soltarme, he recuperado un poco

las fuerzas y creo que me mantengo en pie por mi misma.

-¿Seguro que estas mejor? –le pregunta incrédulamente Nacho.

-De verdad que sí…, me duele hasta el alma pero puedo seguir con mis

propios pies; lo que realmente más me duele es el haber tenido que salir

“zumbando” de esa manera.

-Considéralo una retirada táctica, ahí no podíamos hacer nada más y piensa

que más adelante podremos enfrentarnos a las fuerzas del mal en mejores

condiciones. –intenta hacerla comprender Juan.

-Llámalo como quieras pero eso no hace que deje de sentirme como si fuera

una maldita cobarde. –responde la muchacha.

-Bien, ¿ahora que hacemos? –comenta Nacho.

-No tengo ni puta idea, creo que lo primero y mientras aún tengamos algo de

tiempo, seria buscar una farmacia y comprar alcohol, esparadrapo y unas gasas

para curar un poco las heridas de Ana.

-Chicos…, ya os he dicho que me encuentro bien, tenemos que continuar…

-La idea de Juan me parece bien, así que por mucho que insistas, cabezona,

vamos a ir a una farmacia.

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CAPITULO SEXTO

Los tres jóvenes prosiguen su huída por la Cuesta De San Vicente y tras

atravesar un cruce subterráneo, llegan a la plaza de España, bordeando este

tradicional enclave de la ciudad por su lado derecho llegan a la glorieta que

enlaza con la enorme arteria madrileña conocida con el nombre de Gran Vía,

al poco de internarse en ella por su acera derecha divisan a su izquierda una

farmacia y tras cruzar por un cercano paso de cebra, llegan a la puerta de la

misma; Nacho espera junto a Ana en la calle para que las heridas de la

muchacha no llamen demasiado la atención entre los clientes de la farmacia

mientras que Juan se interna en esta dependencia para comprar los curativos

productos; transcurren unos diez minutos hasta que el muchacho sale con una

pequeña bolsa que porta el característico logotipo farmacéutico y les dice a sus

dos amigos:

-Aquí, en medio de la calle no podemos curarla, vayamos a algún parque en

donde más tranquilamente podamos hacerlo.

-La zona verde más cercana que se me ocurre por aquí, y está un poco a tomar

por el culo, es la del paseo del Prado. –responde una dolorida Ana.

-Pues no hay otro sitio, así que vamos para allá que tenemos unas piernas bien

hermosas. –responde Juan intentando insuflar algo de ánimo a su dolorida

amiga.

Mientras caminan, dejan atrás la céntrica Plaza de Callao con el edificio que

porta un ya emblemático logotipo de una marca de refrescos para seguir

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caminando durante unos quince minutos y llegar a la confluencia con la

tradicional calle de Alcalá; tras llegar a la rotonda donde esta situada la estatua

de la diosa Cibeles, giran a su derecha para bordear la fachada del banco de

España y tras cruzar un par de pasos de cebra, llegan a los jardines situados en

el Paseo Del Prado; nada más se sientan los tres amigos en un banco de piedra

grisácea de los muchos que hay situados por la zona, empiezan a mitigar las

heridas que sufre la muchacha; tras empapar las heridas de su cara con

alcohol, Nacho pide a Juan que le corte como pueda unos trozos de

esparadrapo para pegar sobre el pómulo golpeado por Sergio; tras terminar

esta cura de urgencia; Juan, Nacho y Ana apoyan sus hombros y espaldas

mutuamente, sirviéndoles como improvisados respaldos y se permiten un

respiro mientras ven el transcurrir de las personas que caminan por ese lugar,

la mayoría extranjeras, atraídas por la belleza cultural del museo que recibe el

mismo nombre del paseo en el que esta ubicado; tras unos preciosos

momentos de tranquilidad, Ana mira hacía su lado izquierdo y después de que

su mirada refleje la desesperación de lo que está viendo le dice a sus dos

compañeros de lucha por el bien de la humanidad:

-Chicos…,¡Dios mío, mirad lo que se avecina por la glorieta de Cibeles!.

Juan y Nacho giran sus cabezas hacia donde les ha indicado Ana y ven una

visión que parece presagiar el fin del mundo: Sergio camina con una terrorífica

sonrisa diabólica en su rostro mientras que detrás suyo se encuentra un

número de secuaces involuntarios que duplica en número a los que apoyaban

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a la diabólica pareja durante el enfrentamiento del metro; los transeúntes que

circulan por la zona se detienen para observar al numeroso grupo que los

poderes de la máscara-alma infernal ha conseguido reunir; pensando que

quizás se trate de la comitiva de una de las numerosas manifestaciones que

tienen lugar en esa zona de Madrid.

-¡Ahí que joderse, deben haber pasado por encima de los seguratas del metro y

encima vienen acompañados por el doble de hijos de puta! –exclama Nacho

con la cara desencajada por la sorpresa.

-¡Ese pedazo de cabrón viene sin su amiguito del alma!,¿¡donde coño se habrá

metido!?, ojala que algún segurata le haya conseguido dar un buen viaje en la

estación. –apunta Juan.

-¡Estos son Dios y la madre; no tenemos nada que hacer contra todos ellos,

tenemos que largarnos de aquí ahora mismo! –la voz de Ana casi suena a la de

un general cuando dicta una orden.

Los tres muchachos dan literalmente un salto de donde se encontraban

sentados y empiezan a correr con todas sus fuerzas en dirección sur, llegando

en pocos instantes hasta la glorieta de otra mitológica divinidad: Neptuno; a

toda la velocidad que les permiten sus piernas, los jóvenes dejan rápidamente

atrás las inmediaciones del museo del Prado hasta que llegando a la altura de la

plaza de Murillo, frenan todo lo inmediatamente que pueden debido a la

visión que se ha aparecido delante de ellos: Álvaro, rezumando prepotencia,

comanda otra legión, en esta caso un poco más pequeña, de subordinados a

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las fuerzas de las máscara-alma infernal que se encaminan en dirección norte

por el mismo paseo al encuentro de los tres defensores de la divinas fuerzas

celestiales; tras unos momentos paralizados ante la magnitud de esta sorpresa,

Ana, Juan Y Nacho echan un rápido vistazo a los alrededores de la zona en la

que se encuentran para buscar una vía de escape y tras búsqueda que solo dura

unos escasos segundo, Ana con voz firme les dice a sus dos amigos:

-¡Vamos por la izquierda, hacia el parque del Retiro, hay nos será más fácil

intentar despistarlos!

Ante la falta de mejores opciones, Juan y Nacho no ponen ninguna pega a la

de la joven y los tres corren velozmente por la calle de Espalter hasta que una

vez que se acaba la misma, enfrente de ellos se presenta una de las numerosas

entradas que hay a lo largo del mayor de los parques que posee la zona centro

de la capital de España; unos metros después de entrar por ella, los tres

amigos giran hacia la derecha por el primer camino que se cruza delante de

ellos; tras una fatigosa carrera cuesta arriba, sobre todo para la muchacha

herida, que se prolonga durante unos minutos entre la intensa arboleda y

vegetación del parque, llegan hasta el último de los paseos del parque que

discurren por su zona sur: el paseo del Duque Fernán Núñez; nada más llegar

a él, los tres jóvenes paran unos momentos para recuperar algo de aliento y

mientras Juan descansa apoyando las palmas de las manos sobre sus

flexionadas rodillas, percibe de reojo una gran presencia gris hacia su derecha,

al girarse en esa dirección para poder ver con exactitud de que se trata, ve con

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desesperanza de que se trata del contingente diabólico que acompaña a

Álvaro, situado al principio de la entrada al parque del Retiro que alberga el

paseo en el que se encuentran.

-¡Mirad chicos! –pronuncia el joven mientras señala con el dedo la dirección

en la que se encuentran las tropas enemigas. -¡¿Cómo coño habrán podido

descubrir hacía donde nos dirigíamos?!

-¡Mierda, es por la energía que desprende mi máscara-alma; aunque a simple

vista no se pueda ver, para estos mierdas satánicos debo ser como una especie

de lucero del alba!

En cuanto Ana termina de comentar esta observación, Álvaro y su diabólico

pelotón rompe con su inmovilismo y empieza a caminar hacia ellos acelerando

cada vez más el paso, a lo que responde gritando Nacho:

-¡Corramos, vamos…, por ahí delante! –señala el muchacho en dirección este,

hacia el tramo del paseo que lleva al interior del parque; a toda velocidad se

presentan en la glorieta que da fin a dicho paseo y no sin una gran dosis de

ironía macabra, observo que han llegado a uno de los pocos, sino el único

trozo de tierra en todo el planeta que posee una estatua representativa de

Lucifer, la denominada glorieta del Ángel Caído; los muchachos frenan

drásticamente su carrera hasta reducirla a un paso ligero mientras comienzan a

mirar en todas las direcciones, temiéndose que puedan haber sido conducidos

a una trampa; sus sospechas son desgraciadamente confirmadas cuando una

vez que se encuentran a muy poco metros de la fuente que contiene dicha

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escultura, aparece súbitamente detrás de ella, la cabeza visible de la ofensiva

del demonio sobre la tierra:

-¡Vaya, que amables habéis sido al venir por vuestros propios pies hasta este

bonito rincón del Parque Del Retiro en donde os estaba esperando! – Sergio

sonríe tenebrosamente mientras se aferra a la base de dicha estatua con su

mano derecha.

-¡Joder, toda la maldita persecución era un camelo para conducirnos hasta la

trampa que nos tenían preparada! –exclama con una mezcla de ira e

impotencia Juan.

-Desde luego es digno de remarcar que vayáis a morir y, que por consiguiente,

mi señor obtenga la victoria definitiva en el lugar donde tiene alzado un

monumento a su figura; si lo pensáis por un momento, que Madrid albergara

en este parque durante todo este tiempo a esta estatua, presagiaba que iba a

ser en esta ciudad donde Satanás obtendría su reinado eterno sobre la tierra. –

nada más de acabar de comentar esta apreciación, surgen de sus escondites un

gran número de personas de almas corrompidas dispuestas en fila, que en muy

pocos instantes rodean prácticamente a la glorieta por todo su perímetro; tras

oír el tumulto de pisadas detrás de ellos, Juan; Nacho y Ana giran sus cuellos

hacia su parte trasera para ver como los individuos comandados por Álvaro

terminan por cerrar este círculo imaginario y así anular cualquier posibilidad

de escapatoria.

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-Ahora si que estamos definitivamente jodidos. –susurra Nacho a sus dos

amigos.

-Puede que no, solo tenemos que llegar hasta Sergio y acabar con él, así todos

a los que controla con su máscara saldrán de su control y acabaremos

automáticamente con su ejército. –le responde Ana con el mismo tono bajo

de voz.

-¿Solo llegar a él?, en cuanto demos un paso hacia delante se nos echaran

encima como buitres carroñeros. –matiza un susurrante Juan.

-No si les despistamos haciéndoles creer que vamos a intentar huir. –enfatiza

la joven.

-Es una maldita loca idea de las tuyas, pero pensándolo bien parece que es la

mejor posibilidad que tenemos. –responde Nacho.

-Vale, Nacho y yo correremos uno a la izquierda y el otro a la derecha,

arrastrando así hacia nosotros a todos los malotes dominados que podamos,

esperemos que ese desgraciado infernal se quede lo suficientemente

desprotegido para que tú, Ana, vayas a por él tan deprisa como puedas.

Tras esta breve planificación de contraataque, Sergio interrumpe para

proceder a despedirse definitivamente:

-Agradecerme que os mate ahora mismo, porque así no tendréis que ver que

es lo que le depara a la humanidad a partir de ahora, que creerme, va a ser un

auténtico infierno: ¡Atacad mis esclavos, no dejéis ni los jirones de la piel

sobre sus fríos huesos!

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-¡Ahora chicos! –grita la muchacha instantes después de la mortal orden del

ariete satánico.

Al mismo tiempo que rugen con rabia las gargantas de las personas

dominadas por la oscura energía de la máscara-alma infernal, estas corren

desenfrenadamente hacia los tres amigos estrechándose rápidamente el circulo

sobre ellos; Nacho y Juan reaccionan arrancando velozmente en direcciones

opuestas el uno del otro, lo que produce unos brevísimos instantes de dudas

sobre las maléficas tropas, que no se esperaban esa reacción por parte de los

luchadores por el bien de la humanidad e intentando frenar la aparente huída

de ambos, se repliegan hacía los puntos a los que se dirigen los dos valientes

jóvenes, dejando de esa manera casi desprovista de efectivos la parte delantera

del opresor círculo, a lo que sin dudarlo ni un segundo, Ana se dirige a toda

velocidad hacía este punto con un pequeño fulgor de energía azul en sus ojos,

al encuentro de Sergio; el enemigo de la humanidad se percata rápidamente de

la maniobra que han realizado los tres muchachos y saliendo afuera de la

fuente que rodea al estatua de Lucifer se dirige al enfrentamiento directo con

la joven mientras grita:

-¡Regresad todos los que podáis hacía mi, os están tendiendo una trampa!

En cuestión de escasos segundos, se produce el potente choque entre los

elegidos por las fuerzas divinas e infernales traduciéndose en un directo

puñetazo de Ana sobre la mandíbula de Sergio, el fuerte impacto hace saltar

un par de piezas dentales de la ahora sangrante boca del muchacho al mismo

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tiempo que lo desequilibra parcialmente pero no llega a caer al suelo y con un

asombrosa rapidez se sobrepone a esta embestida, consiguiendo lanzar una

seca patada al estomago de la joven que logra que la muchacha se encoja sobre

si misma y abrace esa zona de su anatomía mientras grita de dolor; entre tanto,

Nacho y Juan son alcanzados por las numerosas manos de las personas

integrantes del ejercito comandado por Álvaro, lanzando unos cuantos

puñetazos y empujones consiguen apartarlas de ellos durante unos fugaces

instantes, pero la lógica aplastante de la superioridad numérica en su contra

hace que sean derrotados por los múltiples golpes que reciben por todo su

cuerpo; a pocos metros de allí, ignorando lo que le sucede a sus dos amigos,

Ana reacciona levantando rápidamente su cabeza de la posición en que había

quedado tras el doloroso golpe de Sergio y arremete un bestial cabezazo

contra la cara de este último, lo cual consigue romperle en el acto la nariz y

que esta vez si caiga a plomo contra el suelo y sin tiempo para que pueda

incorporarse, la poseedora de la mascara-alma celestial da un amplio salto para

caer justo encima de su adversario y presionándole los antebrazos contra el

suelo con sus rodillas, empieza a descargar sobre la cara de este una lluvia de

puñetazos mientras le grita:

-¡¿Ahora qué cabrón…, cómo se siente uno cuando le dejan la cara como un

mapa?!, ¡te aseguro que yo te la voy a dejar bastante peor de la que tu me

dejaste a mi en el metro!.

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Cuando la joven, dominada por la ira que siente contra el portador de la

máscara infernal se dispone a continuar el castigo físico que le está infligiendo,

un súbito grito paraliza su ataque:

-¡Ni se te ocurra mover una pestaña, cerda, o tus amigos respiraran por última

vez!

Inmediatamente Ana gira su cabeza hacia atrás y observa como la voz

proviene de un sonriente Álvaro mientras que algunos componentes de las

tropas maléficas sostienen por los hombros a Juan y Nacho, estos se

encuentran con los pies arrastrando por el suelo mientras que son tirados por

detrás de sus cabellos haciendo que sus cabezas queden erguidas hacia arriba,

mostrando así los visibles daños que tienen en sus caras y en el resto de sus

anatomías.

-¡Suelta al próximo señor de toda la tierra y estos chavales tan “simpáticos”

pueden que vivan para ver como el mundo es consumido por la dominación

de las legiones del mal! –amenaza la mano derecha de Sergio.

La visión que Ana contempla del peligro que corren las vidas de sus dos

amigos hace que salga del trance de odio en el que estaba sumida y la

compasión por la integridad de la vidas de sus dos compañeros de batalla hace

que la cordura vuelva de nuevo a su mente.

-¡Y una mierda…, vamos a cambiar de trato, yo no empotro la cabeza contra

el suelo de este hijo de puta y tu sueltas a mis amigos para que puedan venir

hasta aquí para reunirse conmigo! –le contraoferta la muchacha.

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-¡Ja, ja, ja, desde luego que estas loca; abre bien los ojos y mira a tu alrededor,

estáis sobrepasados en número de manera aplastante, tenemos a tus colegas a

punto de mandarlos al otro barrio y aún así quieres imponer tus

condiciones…!

-¡Todo eso no te sirve de mucho, seguro que sabes tan bien como yo que con

solo cargarme a tu “jefe”, vuestro ejército se disolverá al instante y la partida

se abra acabado!.

Durante unos tensos minutos, Álvaro medita en que es lo que debe de hacer y

cuando parece que por fin va tomar una decisión, un sonido cada vez más

potente de sirenas desvía su atención en dirección oeste y al girarse hacía ese

punto, el oscuro muchacho puede observar como una hilera de coches

patrulla asciende desde el principio del paseo del Duque Fernán Núñez en

dirección hacia el punto en donde se encuentra la batalla.

-¡Gracias a Dios, la poli…, por una vez están en donde se les necesita! –

aparece una expresión de alegría en la cara magullada de Juan.

Ana puede ver como un poderoso nerviosismo se empieza a apoderar cada

vez más de la mano derecha del baluarte del mal, el joven mira en todas

direcciones como buscando una respuesta ante la incertidumbre que tiene,

pero de repente, al volver a mirar hacia la muchacha emite una sonrisa mezcla

de alivio y maldad, durantes unas fracciones de segundo, Ana no sabe por que

sonríe así, pero rápidamente comprende que es lo que sucede y al volverse

para mirar al punto donde yace Sergio, lo único que la da tiempo a observar es

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el puño de su adversario estrellándose contra su cara con lo que la joven cae

estrepitosamente al suelo de tierra llevándose las manos a la cara.

-¡Bastardos traicioneros! –grita de angustia Nacho, que llevado por la furia de

ver como su amiga ha recibido semejante golpe, consigue zafarse de la presa a

la que esta sometido y velozmente llega hasta un desprevenido Álvaro y

consigue arrojarle una patada que da de pleno en sus testículos, lo que

lógicamente, hace gritar sonoramente al muchacho y hacer que caiga rendido

mientras se retuerce de dolor en el suelo; en ese mismo instante, la policía

llega a las inmediaciones de la glorieta del ángel caído y paran en seco sus

vehículos disponiéndolos como una barrera de protección contra el numeroso

grupo de dominados bajo el influjo de la máscara-alma infernal, del coche

patrulla que forma la pieza central de esa barrera, desciende desde el asiento

del copiloto el inspector Luís Marcos con un megáfono en su mano izquierda

y con su arma reglamentaria en la derecha:

-¡<<Quieto todo el mundo, dejar libres a los tres chavales que tenéis

retenidos, tiraos bocabajo contra el suelo y poneros todos con las manos

detrás de la espalda>>!

El aviso policial cae en saco roto debido a que las involuntarias tropas del

baluarte diabólico no reaccionan en absoluto, manteniéndose completamente

inalterables y estáticas; todos los efectivos policiales allí presente incluido Luís

Marcos, se quedan atónitos y tras esperar unos segundos más, el inspector

vuelve a llevarse a la boca el megáfono:

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-¡No lo repetiré ni una sola vez más, si no os echáis contra el suelo con las

manos detrás de la espalda, nos veremos obligaros a reduciros por la fuerza!

Una sonora risa quiebra el sepulcral silencio formado en esa zona del parque

del retiro, el inspector puede ver como esa risa proviene del joven que

manipulo la mente del compañero que se revolvió contra él en la comisaría.

-¡¿Habéis oído, siervos míos?!, la policía esta aquí para arrestarnos y llevarnos

a todos juntitos a chirona; uhhhh, que miedo…, ¡esto os queda de lejos

demasiado grande, imbéciles; adelante mis fieles, atacadles sin ninguna piedad

y cobraos sus míseras vidas como sangrientos trofeos!.

Nada más producirse esta siniestra orden, los esclavos mentales de Sergio

lanza un potente y estremecedor grito al unísono y se dirigen en plancha

contra el frente policial, los policías se miran entre si con sus rostros llenos de

inquietud e incredulidad sin saber que es lo que deben de hacer; al mismo

tiempo, Juan y Nacho observan con total preocupación la escena mientras que

un Álvaro aún recostado en el suelo sonríe al presenciar este acontecimiento,

enseñando sus dientes como un chacal sediento de sangre; mientras, el

inspector Marcos aparta el megáfono de su cara y coge rápidamente el

intercomunicador que cuelga de su cinturón para comunicar a la brigada de

antidisturbios de que vayan tomando posiciones; tras hablar escasamente unos

segundos con el jefe de esta brigada, Luís Marcos vuelve rápidamente a

llevarse a la boca el megáfono:

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-<<¡¡Deténganse ahora mismo o nos obligarán a tener que actuar contra

ustedes con la fuerza de todos nuestros medios…; no habrá más avisos!!>>

Cuando las personas controladas por la máscara de Sergio se encuentran ya a

pocos metros de los efectivos policiales, unos de los que se encuentra al lado

de del inspector le dice con cara de preocupación

-Señor, tenemos que hacer algo ya o se nos van a comer vivos.

-Lo se, lo se; -el inspector flexiona su codo izquierdo para acercarse de nuevo

el intercomunicador y presiona el botón que abre el canal de comunicación

con los antidisturbios:

-¡Todos ustedes se colocarán en primera línea y todos los demás nos

encargaremos de apoyarles; a mi señal y ni un solo momento antes, podrán

abrir fuego con las pelotas de goma contra los sospechosos; {{y recemos para

que nadie salga gravemente herido}}; en el momento en el que el primer

efectivo del ejército de las tinieblas se encuentra a solo un par de metros saltar

de uno de los primeros coches patrulla que forma la barrera, el inspector grita:

-¡¡Ahora!!

Una salva de disparos de pelotas de goma empieza a caer sobre los seres

humanos que intentan contra su voluntad, acabar con la vida de los agentes de

la ley; recordando a una de las tantas horribles y crueles guerras que han

sacudido la historia de la humanidad y en las que se han dejado inútilmente la

vida millones y millones de personas, en donde han perecido millones y

millones de sueños e ilusiones; los duros impactos de los redondos proyectiles

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hacen que la mayoría de los integrantes del primer frente del involuntario

ejercito de las tinieblas reunido por la máscara-alma infernal, lancen gritos de

dolor y se retuerzan sobre si mismos para acabar cayendo al suelo, pero su

número es tan alto en comparación con los efectivos policiales que aún así, la

siguiente oleada después de ellos consigue saltar encima de los capos de los

coches policiales y enfrentarse cuerpo a cuerpo con los agentes de la ley, en

medio de esta batalla campal, Luís Marcos observa con atención como Ana es

levantada del suelo por un par de efectivos de retaguardia de las fuerzas

controladas por Sergio mientras que sus dos amigos siguen sin poder zafarse

del todo la presa a la que están sometidos por los individuos de oscuro

corazón comandados por Álvaro, es entonces cuando comprende que debe

hacer algo de inmediato para impedir que los muchachos tengan un final

trágico y se dirige hacia uno de sus hombres de confianza:

-¡Tomás, se que es una muy mala situación pero te dejo al cargo, tengo que

salvar a esos muchachos que se encuentran en medio de la glorieta!

-¡¿Pero inspector, le necesitamos aquí…!?

-¡Lo siento pero esos críos no tienen ni un segundo más de tiempo, cojo el

coche patrulla y a través de la radio ya nos mantendremos en contacto!

Esquivando algún golpe que otro y teniendo que apartar a puñetazos a algún

secuaz maligno, el inspector marcos consigue abrirse camino de entre tanta

locura hasta el coche patrulla que le ha traído hasta la escena de esta cruenta

batalla, un Peugeot trescientos siete de cinco puertas; introduciéndose en él, lo

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arranca dando un súbito acelerón que lo sitúa en unos instantes de camino a

donde se encuentran los elegidos para defender el bien de la humanidad, los

dos jóvenes amigos observan la maniobra y es entonces cuando consiguen

revolverse con todas sus fuerzas contra las personas que les tienen retenidos y

tras endosarles un par de buenos golpes consiguen liberarse de sus malvadas

manos, dirigiéndose a la carrera a rescatar a su amiga, Sergio es consciente de

lo que intentan y aunque su nariz siga sangrando abundantemente sale al paso

de los dos muchachos, pero de repente, se produce un disparo que impacta en

el suelo de tierra a escasos centímetros del pie del malvado joven;

sorprendido, este levanta la mirada hacia el horizonte y observa que ese tiro

proviene de la humeante pistola de Luís Marcos sostenida por su mano

izquierda mientras que con la derecha sostiene el volante del vehículo que

conduce, Nacho y Juan aprovechan esta imprescindible ayuda para llegar hasta

donde se encuentra Ana y liberarla de los dos infernales esbirros que la tienen

presa, tras observarla fugazmente para ver que esta consciente y sin ninguna

herida que pudiera ser fatal, la sostienen entre sus hombros y se dirigen todo

lo velozmente que pueden hacia el encuentro del trescientos siete policial,

cuando este se encuentra muy cercano a la estatua del ángel caído, gira en seco

unos noventa grados para situarse paralelo a la carrera que llevan los tres

jóvenes y descendiendo drásticamente la velocidad del coche patrulla que

conduce, el inspector Marcos consigue ponerse a la altura de los tres

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muchachos y mientras va bajando la ventanilla correspondiente al conductor

del vehículo les grita:

-¡Abrir la puerta trasera y subíos ahora mismo en el coche, no tendremos otra

oportunidad!

Nacho es el que está situado en el lado más cercano de la puerta y mientras

sujeta a su amiga con el brazo izquierdo, consigue estirar el derecho lo

suficiente como para que su mano llegue al pomo de la misma y no sin

bastantes dificultades, logra abrirla mientras que la puerta se bambolea de un

lado para otro debido a la velocidad que lleva el coche patrulla; ante esta

maniobra evasiva de los defensores del bien, Sergio emprende una carrera a

toda velocidad seguido de Álvaro para intentar atraparles, en ese momento

Nacho gira su cabeza hacia atrás y tras ver como se les acercan los dos jóvenes

tira como puede de Juan y de Ana hacia el vehículo, metiendo con todas sus

fuerzas parte de su cuerpo en el mismo, consigue detener la fuerte oscilación

de la puerta y con un último empujón proveniente de Juan y de una maltrecha

Ana, se cuelan en la zona trasera del vehículo cayendo a sus asientos de boca,

aún con los pies de Juan asomando por el exterior del coche patrulla, Luís

Marcos acelera a toda velocidad produciendo un derrape con la tierra del

parque que rápidamente les aleja de los encargados de comandar las fuerzas

demoníacas en la tierra; encaminándose velozmente en dirección este por el

Paseo del Uruguay, los tres amigos consiguen recolocarse en los asientos

traseros del trescientos siete y Juan puede cerrar la puerta que se mantenía

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abierta, cuando se encuentran en el lateral sur de unos jardines que reciben el

nombre de Cecilio Rodríguez se avista ya muy cercana la proximidad con la

puerta de Granada, la cual es una de las salidas del parque del Retiro, esta

puerta se encuentra cerrada por una férrea verja de hierro negro y flanqueada

por un pequeño puesto fijo de la policía nacional en el que se encuentran a pie

del mismo dos policías apostados a ambos lados del paseo; el inspector

Marcos se echa la mano a uno de los bolsillos de su pantalón y saca su placa

identificativa, conecta las luces y la sirena del vehículo y asomando medio

cuerpo por fuera de la ventanilla y con dicha placa ondeando en lo alto de su

mano izquierda grita a pulmón abierto a los dos policías:

-¡Soy el inspector Marcos, de la comisaría de Gigantes y Cabezudos; me

encuentro en situación de emergencia, me es imposible detener el vehículo en

estos momentos, abran inmediatamente la verja de salida!

Los policías nacionales que se encuentran de guardia dudan por completo

sobre si deben sacar su arma reglamentaria y obligar al vehículo a pararse o si

deben intentar abrirle la verja y permitirle el acceso; el tiempo que tarda en

recorrer el trescientos siete la distancia que le separa de la verja de la puerta de

Granada es mucho menor que el tiempo que tardan los policías en llegar a una

decisión, haciendo que sea inevitable que choque contra la misma, justo unos

instantes antes de esta embestida, Luís Marcos aprieta al máximo el acelerador

del coche patrulla mientras le grita a los tres muchachos:

-¡¡Agarraos muy fuerte donde podáis, vamos a chocar contra la verja!!

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Sin apenas haber terminado de soltar su advertencia, el vehículo impacta

brutalmente contra la mitad izquierda de la fuerte verja negra haciéndola saltar

por el aire solo siguiendo unida por unos de sus hierros a unos de los antiguos

muros que delimitan el parque del Retiro, el trescientos siete también sufre

fuertes desperfectos en la zona delantera en forma de hundimiento parcial de

su capó, de los faros delanteros hechos añicos con cristales que albergaban

completamente destrozados y con el desprendimiento total de la aleta

izquierda de su carrocería; aún así el coche patrulla consigue seguir en

funcionamiento y provoca un enorme descontrol en el tráfico al entrar de

sopetón en la avenida de Menéndez Pelayo, que obliga a muchos vehículos a

frenar bruscamente o a dar unos secos volantazos para no chocar contra él,

aunque algunos si llegan a impactar entre si pero gracias al cielo solo son los

denominados “golpes de chapa” sin que se lleguen a producir heridos de

gravedad; tras unos fuertes bandazos producidos por el golpe contra la verja,

el inspector marcos consigue hacerse de nuevo con el control del vehículo

policial y lo sitúa en uno de los carriles de sentido norte de la avenida por la

que se encuentra, mientras sigue circulando a gran velocidad con las luces y la

sirena de aviso correspondientes, el inspector mira por el retrovisor y pregunta

alarmado a Ana, Nacho y a Juan:

-¡¿Estáis bien todos por ahí detrás?!

Los tres jóvenes le dicen que sí al unísono mientras se incorporan apoyándose

en los asientos de la parte trasera y Juan coloca la parte superior de su cuerpo

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en el hueco que hay entre los dos asientos delanteros para poder comunicarse

mejor con el inspector de policía:

-Nos alegra mucho volverle a ver vivo y de una pieza, nos temíamos que le

hubiese pasado lo peor en la comisaría.

-Gracias, ya sabes lo que dice el refrán: mala hierba…., ahora abrocharos los

cinturones de seguridad, que bastante suerte habéis tenido con lo de esa verja

del Retiro y a continuación os contaré como conseguí llegar hasta vosotros.

Los tres muchachos acatan rápidamente la recomendación en materia

seguridad que han recibido y tras ello, se disponen a oír el relato del inspector

Marcos:

-Estoy vivito y coleando por los pelos pero tras costarme Dios y ayuda,

conseguí quitarle al compañero la pistola y con la culata de la misma, le di tal

hostión en la cabeza que aparte de abrirle una brecha, le mande a dormir una

profunda y larga siesta –relata el inspector de policía sin apartar ni un instante

sus ojos de la vía por la que circula –cuando conseguí llegar hasta la planta de

arriba, me quede a cuadros con lo que estaba viendo, parecía una película de

estas de la segunda guerra mundial: todos o casi todos los delincuentes y lo

mas sorprendente, algún que otro policía de los que allí se encontraban se

habían lanzado como fieras a por el resto de agentes que estaban por esa

planta, unos delincuentes estaban disparando contra nosotros con los

revólveres que habían conseguido robar a algunos compañeros, otros nos

atacaban a puñetazo limpio, otros nos arrojaban cualquier objeto punzante

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que encontraban a mano…, vamos, un auténtico infierno; salí pitando en

ayuda de mis compañeros y entre toda la inmensa jarana que había allí

montada, fui el único que se fijo en como el chico de los malditos rayos rojos

salidos de su cara y su amigo se escapaban tranquilos y sonrientes en medio

del todo el barullo que había en la comisaría.

Mientras Luís Marcos prosigue con su narración el coche patrulla atraviesa la

intersección de la calle O’Donnell aunque unos de los semáforos que regula el

tráfico en ese punto este con el luminoso rojo.

-Te voy a hacer esta pregunta y que conste que verte aparecer en el parque del

Retiro ha sido la visión mas feliz de mi vida, pero, ¿cómo conseguiste saber

donde nos encontrábamos? –se interesa Nacho.

-Después de que pasarán tres cuartos de hora hasta poder solucionar la

revuelta de Gigantes y Cabezudos gracias a los refuerzos de las comisarías más

cercanas, ninguno de los detenidos se acordaban de lo que había pasado,

incluso no recordaban porque se decidieron a atacar a las fuerzas de seguridad

allí presentes; más tarde comente con el comisario lo que me había pasado

con el policía que custodiaba las celdas, sin llegar a mencionarle nada de los

temas paranormales, claro, y estuve intentando dar con vuestra pista o con la

de los otros dos chavales pero no conseguí nada concreto hasta que menos

mal, vuestra escaramuza en el tren de metro de la línea diez fue tan discreta

como lo es un elefante en una cacharrería que decidí acompañar a una de las

unidades que fueron hasta la estación de Príncipe Pío y tras hablar con los

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guardias de seguridad que aún quedaban en pie y con algunos testigos, tuve la

certeza de que efectivamente se trataba de vosotros; poco después recibimos

otro aviso de que un buen número de personas se dirigían en dirección el

museo del Prado cuando no estaba convocada ninguna manifestación ni había

sucedido nada para que se diera tal concentración; pedimos refuerzos y nos

dirigimos hacia allí cagando leches y bueno…, del resto ya sabéis como va la

historia.

A los pocos minutos del término de la explicación del inspector, los ocupantes

del trescientos siete oyen como proviene de la zona trasera una salve de

bocinas y frenazos; el inspector de policía mira por el retrovisor mientras que

los tres amigos giran parcialmente sobre si mismos para observar a través de la

luna trasera del vehículo una imagen que les deja petrificados: abriéndose paso

a toda velocidad entre los demás coches de una manera brutal, rebasándolos e

introduciéndose en cualquier mínimo hueco por el que quepa, saltándose

carriles de un lado a otro a discreción e incluso chocando levemente contra

los vehículos a los que no puede superar para desplazarlos a un lado; un taxi

Skoda Octavia conducido por Sergio y llevando de copiloto a Álvaro les

persigue implacablemente por toda la ciudad.

-¡Me caguen en la hostia!, esos dos mamones han secuestrado un taxi y vienen

a por nosotros, ¡no se cansa nunca de querer mandarnos al otro barrio! –

exclama Juan.

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-¡Ese cabrón no parara hasta que consiga matarnos o que le matemos, no va

haber otro final en esta historia!, –sentencia Nacho mientras Ana le observa al

decir estas palabras y en su interior teme con todas sus fuerzas de que eso sea

cierto.

-¡Agarraos de nuevo a donde podáis, chicos; vamos a ver si esos dos tienen

cojones de perseguir a un perro viejo que se patrullo mil veces estas calles de

joven!

Pisando a fondo el pedal del acelerador hasta el final de su recorrido, el coche

patrulla produce tal aceleración que empuja los cuerpos de sus ocupantes

hacia los respaldos de sus asientos, mientras esquiva a muchos vehículos que

se encuentran delante de él con peligrosidad pero también con una gran

maestría, el trescientos siete se interna por la calle Príncipe De Vergara y sigue

circulando en dirección norte dejando a su paso numerosas calles transversales

pero incluso con la pericia a la conducción de Luís Marcos, el taxi que

transporta las personificaciones del mal en la tierra cada vez esta más próximo

a ellos.

-¡Joder!, les seguimos teniendo pegados al culo; quien me iba a decir que seria

perseguido por un taxi, ¡es el sueño echo realidad de cualquier pelillas!, –

ironiza Luís Marcos.

-¡Inspector, creo que la única manera de poder despistarle es callejeando por

alguna de las pequeñas calles que cruzan por la que vamos! –le recomienda

Ana.

Page 173: Las Máscaras Del Almas

173

-¡Agradezco el consejo pero es precisamente lo que tengo pensado hacer,

antes de ser inspector me he comido muchos años de patrullas y me conozco

muy bien casi toda esta ciudad, solo estoy esperando para meterme en una que

no sea de sentido contrario!

Mientras, Juan y Nacho vuelven continuamente sus cabezas hacia la luna

trasera y observan como el taxi conducido por Sergio se encuentra ya a solo

un par de vehículos de separación, incluso, pueden divisar su cara y ver como

esta presenta un fuerte esbozo de roja energía maligna conjunto una expresión

desencajada por el odio.

-¡No me gustaría poner a nadie nervioso pero ese hijo de perra ya esta casi

encima de nosotros y trae cara de muy pocos amigos! –hace señales Nacho

con el dedo hacia la parte trasera del trescientos siete.

-¡Aja…, esta calle es perfecta! –exclama el inspector de policía mientras que

gira fuertemente el volante del coche patrulla y se introduce en la calle Ayala

en dirección oeste a una velocidad exageradamente alta para la estrechez de

dicha calle, pareciendo que el coche iba a estrellarse contra la pared de algún

edificio en cualquier instante; tras finalizar el recorrido de la calle Ayala, los

tres muchachos junto con el inspector Marcos van a desembocar bruscamente

a una de las principales arterias internas de la capital: el Paseo De La

Castellana; tras esquivar milagrosamente a unos cuantos coches que circulaban

por ella y llevarse unas sonoras pitadas, el vehículo policial consigue

Page 174: Las Máscaras Del Almas

174

incorporarse a la circulación y seguir en sentido norte, el obligatorio en esta

zona de la enorme vía circulatoria.

-¡Nos les veo, puede que hallamos conseguido perderlos de vista! –grita Juan

mientras mira insistentemente por la luna trasera del trescientos siete policial.

-Ahora vamos a buscar la comisaría más cercana que haya por esta zona y una

vez allí, os dejare bajo la protección del cuerpo policial de la misma y me

pondré en contacto con mi comisario para informarle de lo que ha sucedido y

que mande a todas las unidades disponibles a la persecución del taxi que

conducen esos dos desalmados.

-Me gustaría pensar que esa idea saldrá bien; pero me temo que los únicos

capaces de poder detener del todo a ese psicópata y al homicida de su amigo

somos nosotros tres. –le responde Ana.

-Puede ser, pero no estoy dispuesto a que ningún más civil arriesgue su vida;

además, por muchos poderes que tengas con la máscara fantástica esa, les será

mucho más difícil poder con todo el cuerpo nacional de policía de Madrid.

-Ya ha visto que la fuerza bruta no puede hacer nada en contra de ellos y es

cuestión de tiempo qu…

-¡Lo siento Ana, pero no hay nada más que hablar; aquí el adulto y el policía

soy yo y he tomado la decisión que conside…! –la reprimenda de Luís Marcos

a la muchacha por rebatir su autoridad se ve interrumpida cuando el inspector

enmudece repentinamente al volver la vista hacia el espejo retrovisor derecho;

Page 175: Las Máscaras Del Almas

175

Ana junto con sus dos amigos se percatan de que algo extraño le sucede y la

baluarte de las fuerzas del bien le pregunta:

-Eh, oiga, ¿está bien…, que le pasa…, por que se ha callado de repente?

-Si os giráis hacia atrás lo vais a ver vosotros mismos…

-Los tres amigos ya saben a que se refiere el inspector Marcos pero aún así

voltean sus cabezas hacia atrás para mirar por el traslúcido vidrio que sirve de

ventana de la parte trasera del coche patrulla y lo que ven, por desgracia,

confirma todos sus temores: a unos cuantos metros de haber rebasado la

intersección del paseo de La Castellana con la calle Juan Bravo, aparece como

un Juggernaut imparable el taxi Skoda Octavia sorteando temerariamente a

todos los vehículos que circulan entre él y el vehículo policial.

-¡¿Cómo cojones ha podido saber por donde nos movemos y como ha podido

acercársenos de manera tan rápida!? –rayando en la desesperación se pregunta

el inspector de policía.

-Creo que tengo la explicación para eso –responde Ana mientras levanta el

dedo irónicamente a manera de solicitar turno para poder hablar; -sabe por

donde estamos porque localiza el flujo de energía que desprende mi máscara-

alma y lo de conducir a lo fórmula uno se debe que su máscara multiplica por

mucho cualquiera de las cualidades naturales que él tenga.

-¡Maravilloso…, después de esta explicación me siento mucho más tranquilo!

–ironiza Juan en un momento no demasiado adecuado para ello.

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176

El coche patrulla rebasa la glorieta de Emilio Castelar seguido a un solo

vehículo de distancia del taxi que transporta a las dos oscuras almas, tras

recorrer frenéticamente la distancia que los separa de la siguiente glorieta, la

llamada Plaza Doctor Marañon, el trescientos siete ya es seguido sin ningún

obstáculo de por medio por el Skoda Octavia, tras dejar ambos vehículos

detrás de si a dicha glorieta, Sergio anuncia su proximidad con sus perseguidos

estampando la parte delantera del coche que conduce contra la posterior de

coche patrulla, este impacto provoca que el grito generalizado de los

ocupantes del Peugeot y que este abandone su trayectoria en línea recta para

dar bandazos de un lado a otro del carril por el que circula, llegando a invadir

los carriles contiguos en algún momento, Luís Marcos consigue estabilizar la

dirección no si grandes apuros y nada más hacerlo el inspector saca su pistola

reglamentaria por el exterior de la ventanilla del conductor con su mano

izquierda mientras que con la derecha mantiene el control del volante y

sacando parte de su torso hacia fuera para permitirle un mejor ángulo de

disparo grita con la voz entrecortada por el fuerte aire del exterior:

-¡Chicos, recostaos todos hacia abajo, a este le voy a parar yo por las bravas!

Con un ojo a la carretera y con el otro apuntando a Álvaro y a Sergio, el

inspector de policía efectúa tres disparos consecutivos de los cuales, dos de

ellos impactan en diferentes partes del fuselaje del taxi mientras que el último

de ellos se acerca bastante más a sus objetivos impactando en su luna

delantera y pasando entre los dos muchachos, consiguiendo que Álvaro se

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177

asuste y que agache parcialmente su tronco mientras que Sergio está tan

concentrado en sus presas que ni siquiera se inmuta.

-¿¡Qué ha pasado…?, -pregunta a grito pelado Ana ya que agazapada como

sus dos amigos en la parte trasera del vehículo policial, no puede divisar lo que

sucede, –¿le ha dado a alguno de ellos!?

-¡No, maldita sea, uno de los disparos ha estado cerca pero no he conseguido

acertarles! –responde el inspector Marcos mientras vuelve a sentarse

plenamente en su asiento para retomar con las dos manos el volante del coche

patrulla, aún con su mano izquierda portando la pistola.

Como advertencia de que no se deja intimidar por estos disparos, el portador

de la maléfica máscara-alma da un fuerte acelerón al Skoda Octavia que

conduce y tras maniobrar bruscamente a la derecha, consigue situarse en

paralelo con el coche patrulla, en ese instante, Luís Marcos mira a través de la

ventanilla del copiloto de su vehículo y en cuestión de décimas de segundo

pasa de su mano izquierda a la derecha el revolver para apuntar directamente a

la cabeza de Sergio, ante esta acción ofensiva, el muchacho reacciona con

mucha rapidez y frena bruscamente el taxi que conduce haciendo que este

vuelva a la parte trasera del trescientos siete y apartándose de la trayectoria de

las balas que emergen del cañón de la pistola del inspector, balas que solo

consiguen destrozar el cristal de la ventanilla de la puerta del copiloto del

propio vehículo policial; ambos coches se internan en la rotonda aledaña con

la plaza San Juan De La Cruz a una vertiginosa velocidad haciendo del

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178

trayecto curvo de circulación del carril uno completamente recto, nada más

abandonan dicha rotonda, el Octavia logra volver a situarse a la altura del

vehículo policial y tras coger impulso girando levemente hacia la derecha,

Sergio propina un radical volantazo a la izquierda que provoca una

monstruosa embestida del Skoda en el medio del lateral derecho del Peugeot

que hace que pierda completamente la estabilidad y se sitúe durante unos

segundos a dos ruedas para que inmediatamente después sobrepase su eje de

equilibrio y comience a dar vueltas de campana, tras unas cuatro o cinco de

estas, atraviesa la mediana de separación de sentidos de circulación y acaba

estrellándose contra uno de los muros que forman el complejo arquitectónico

que alberga las sedes de varios ministerios de la nación en la que nos

encontramos; por una mera cuestión de suerte, el coche patrulla no impacta

contra ningún peatón que estuviese andando por la acera aledaña a dicho

muro pero este grave accidente provoca el miedo y la histeria de los

viandantes que se encuentran cerca de la dantesca escena; el vehículo policial

se encuentra con sus bajos mirando hacia el cielo y con su techo

completamente aplastado besando el asfalto, sufre una multitud de graves

daños a lo largo de toda su estructura e incluso dentro del aplastado capó, el

motor desprende un fuerte chorro de vapor de agua; el Skoda Octavia, que

solo presenta deformadas la aleta izquierda y la puerta del conductor, se

detiene a unos pocos metros de distancia de donde se encuentra el siniestrado

vehículo y sincronizadamente se abren las dos puertas delanteras del taxi,

Page 179: Las Máscaras Del Almas

179

descendiendo Sergio y Álvaro del mismo, sin ningún atisbo aparente de

impaciencia, se dirigen con paso tranquilo hacia el vapuleado coche patrulla

inspeccionando ocularmente lo poco que se puede divisar del interior del

mismo.

-¡Sí…, por fin está hecho, hemos conseguido liquidar a esos santurrones duros

de roer!, –después de controlarlo durante todo este tiempo, Álvaro da rienda

suelta a su deseo de ansías de poder.

-Todavía no te emociones, no he visto que el ángel negro haya aparecido

delante de nosotros para felicitarnos por nuestra victoria…, hasta que no vea a

un centímetro de mi cara como esos mierdas han dejado de respirar, no me

quedare completamente satisfecho.

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180

CAPITULO SÉPTIMO

Gracias a mis cualidades incorpóreas, consigo introducirme en lo que ha

quedado del habitáculo de pasajeros del trescientos siete y en él puedo ver que

tanto Luís Marcos como Ana, Juan y Nacho permanecen completamente

inmóviles, con la mitad inferior de sus cuerpos agarrados por los cinturones

de seguridad y con la mitad superior reposada sobre el destrozado techo del

Peugeot; transcurren unos eternos y angustiosos segundos en los que reina el

silencio y en los que temo con toda mi alma que haya llegado a su fin la vida

de estos cuatro nobles héroes de la humanidad hasta que un esperado rayo de

esperanza se materializa en un corto pero poderoso destello azul proveniente

de la sangrante cara de Ana, este destello parece funcionar como una llamada

defensiva ante la inmediata proximidad de su antagonista, proporcionando un

aporte extra de fuerza al cuerpo de la muchacha y provoca que está abra

tímidamente los ojos y recupere a duras penas la consciencia; inmediatamente

después, la muchacha gira levemente su torcido cuello hacia la derecha para

hacer que su cabeza rote un poco sobre el techo del vehículo y divisar así

primero al inspector de policía y luego a sus dos amigos, la joven que apenas

puede ver debido a que su ojo izquierdo está regado con la sangre que

proviene de la ceja del mismo lado de su cara, grita desesperadamente:

-¡Nacho…, Juan…, inspector Marcos!; ¿podéis oírme alguno?, –tras obtener

como única respuesta la proveniente del ruido provocado por la salida del

chorro de vapor proveniente del motor, la muchacha grita aún más

Page 181: Las Máscaras Del Almas

181

desesperadamente: -¡¡Por el amor de Dios, contestarme…, tenéis que

despertar!! .

Por fin, Nacho consigue abrir levemente el párpado de su ojo derecho y

aunque lo intenta, no puede hacer lo mismo con el izquierdo debido a que lo

tiene completamente hinchado y amoratado debido a un golpe que ha recibido

en el transcurso del accidente; levantando lenta y costosamente su cabeza en la

dirección en la que se encuentra Ana, contesta a sus ruegos:

-Uugggff…, madre mía…, siento como si la tuviera toda la sangre

concentrada en la perola; ¡¿qué es lo que nos ha pasado?!

-¡Esos dos mal nacidos nos han dando una hostia en un lateral del coche

mientras huíamos de ellos y tras dar varias vueltas de campana nos hemos

quedado tumbados bocabajo!

-¡Joder!, ha tenido que ser la madre de todas las hostias…, y por lo que veo tu

ceja esta echa un apaño… -el amigo de la joven intenta moverse para salir de

la antinatural posición en la que se encuentra pero esos movimientos le

arrancan un grito de dolor:

-¡Aarrgg…, me duele un huevo la muñeca izquierda, si no está rota la debe

faltar muy poco!

-Tranquilo, intenta moverte solo lo justo; a ver si puedes conseguir que Juan

se despierte, la máscara-alma me esta lanzando unos impulsos muy fuertes de

advertencia de que ese cabrón se está acercando cada vez más a nosotros.

Page 182: Las Máscaras Del Almas

182

Nacho gira esta vez su cabeza hacia la derecha, rotándola sobre el techo del

coche patrulla para mirar como se encuentra Juan y tras llamarle varias veces

sin conseguir resultados, el joven empieza a zarandearlo con la ayuda de la

punta su hombro izquierdo:

-¡¡Juan, Juan…!! ,despierta ya de una vez tío…, ¡¡ venga coño dime algo,

aunque sea alguna de las chorradas irónicas de las tuyas para saber que estas

bien…!!

Tras pronunciar estas ultimas palabras, aún con los ojos cerrados, de la boca

de Juan sale lenta y susurradamente:

-Va..,vale, macho; que entre lo que me duele… la cabeza y tus gritos me van a

estallar el cerebro.

-¡¿Cómo te encuentras, te duele algo…?! –pregunta la muchacha mientras la

brecha de su ceja sigue sangrando tan abundantemente que pequeños chorros

de sangre salpican sobre el techo del vehículo policial.

-Seria mejor preguntarme que es lo que no me duele, voy a intentar moverme

para ver si…, ¡Uuuuffff…, joder!

-¿Ese “Uuuuffff”…, joder”; que significa? –le pregunta Nacho.

-Pues significa nada más y nada menos que tengo rota la pierna derecha.

-¡Me caguen en la puta…, menuda mierda!, – grita Nacho saliendo de sus

casillas, –Ana ha sentido que esos dos cabrones se están acercando hacia el

coche, seguramente para comprobar si la hemos palmado en el accidente y si

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183

ven que no ha sido así, encargarse por si mismos de que lo hagamos de todas

formas.

-Pu…, pues tendréis que coger a vuestro amigo, salir del vehículo como

podáis y ayudar…, ayudarle a correr a la pata coja mientras yo los entretengo

como pueda. –hace entrada de escena la débil voz del inspector Luís Marcos.

-¡¡Inspector Marcos!!, –exclama Ana con toda la alegría que puede surgir de su

maltrecho cuerpo, -¡está vivo…, parece un milagro que no nos hayamos

palmado ninguno de nosotros!

-La verdad que es pura potra…, a lo mejor han tenido algo que ver tus

contactos angelicales…, pero tal como me encuentro creo que estoy más cerca

de su barrio que del nuestro; -mientras continúa hablando, el maltrecho

inspector coge con su mano derecha su pistola, que se encuentra tumbada

sobre el techo del vehículo policial, a escasos centímetros de él, –tengo las dos

piernas atrapadas por el salpicadero del coche patrulla y muy probablemente

las tenga rotas, debo de tener el brazo izquierdo roto y creo que me asoma

parte del hueso por fuera de la ropa y la nariz me sangra que da gusto; así que

lo único que puedo hacer por vosotros es cubriros mientras ponéis algo de

tierra de por medio con esos dos hijos de perra.

En ese momento, Juan gira como puede su cabeza para mirar a través de la

ventanilla que tiene a su lado y comprueba con sus propios ojos como,

efectivamente, Sergio y Álvaro están ya casi encima del trescientos siete

siniestrado lo que le hace avisar a sus dos amigos:

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184

-¡Chicos, no quiero poneros nerviosos pero estoy mirando por mi ventanilla y

esos dos bastardos están prácticamente sobre nuestros pescuezos.

-¡Salir cagando leches como podáis, yo les daré algo con lo que entretenerse

mientras gano tiempo para que tengáis unos minutos de ventaja en vuestra

huida!

-Ya.., ¿pero y usted…?, ya le abandonamos una vez en la comisaría y no

pensamos ni por asomo repetirlo otra vez! –le discute Nacho.

-¡Hay que joderse, que mocosos más contestones…, mira chaval, te guste o

no, no hay otra opción, o palmamos todos aquí dentro o por lo menos

escapáis y le dais una esperanza a la humanidad; vosotros decidís!

-Nunca le olvidaré, Marcos y me encargaré de que esos dos mal nacidos

tampoco lo hagan el resto de sus días. -Cargándose de arrojo y determinación,

Ana se desabrocha el cinturón de seguridad que la mantiene sujeta al asiento

del vehículo policial y tras caer de cara contra el techo del coche patrulla,

planta sus manos y separa su cuerpo del mismo para adoptar una posición

sentada; Nacho y Juan conmovidos por el coraje de su amiga, empiezan

también a quitarse sus respectivos cinturones de seguridad y tras el inevitable

batacazo, se incorporan para dirigirse al lado del vehículo por donde la joven

está tratando de buscar una salida; la muchacha coge el pomo de la puerta

izquierda del coche patrulla y tira del él con fuerza pero la puerta no cede ni

un milímetro debido al que el golpe recibido la ha deformado en gran medida

y eso ha producido que esté encajada con el resto del chasis, la muchacha

Page 185: Las Máscaras Del Almas

185

decide darle unos fuertes empujones con su hombro izquierdo empleando

toda la fuerza de la que dispone pero todos sus intentos resultan fútiles, al ver

que su amiga nunca conseguirá hacer ceder a la puerta, Nacho toca el hombro

derecho de la joven con firmeza y la dice:

-¡Ana, pégate hacia el asiento todo lo que puedas…, por cojones que se va

abrir la jodida puerta…! –entonces, el amigo de la ariete celestial inclina su

cuerpo hacia atrás, toma anclaje con sus dos manos en distintos puntos del

trescientos siete y cerrando los ojos y apretando los dientes, recuesta todo lo

que puede sus piernas contra su pecho y con la rapidez de un rayo lanza tal

patada combinada sobre la parte interior de la puerta obstruida que esta no

tiene mas remedio que desprenderse parcialmente del resto del coche, solo

quedando agarrada por su extremo superior derecho; en ese momento, el

inspector Marcos grita a los tres jóvenes:

-¡Ya están encima nuestro, voy a empezar con la traca, así que correr como

gacelas y no se os olvide patearles el culo de mi parte…! –automáticamente

empiezan a oírse tremendos estruendos acompañado por fuertes fogonazos

de luz amarilla; tras el susto inicial, Ana, Nacho y Juan comienzan a salir a

gatas por ese orden hacia la acera exterior; tras erguirse parcialmente para

parapetarse tras el coche patrulla siniestrado, Nacho y Ana elevan levemente

sus cabezas para alzar sus líneas visuales por encima de los límites del vehículo

mientras que Juan permanece sentado en el suelo apoyando su espalda sobre

el mismo; los dos jóvenes observan como tanto Álvaro como Sergio están

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186

echados sobre el suelo, refugiados tras la vegetación de unos pequeños

arbustos que forman parte del estrecho jardín que acompaña en paralelo al

cemento que forma la acera; Luís Marcos se da cuenta por el rabillo del ojo

que los tres amigos están parados detrás del vehículo policial y aunque

comprende que estén petrificados ante tal situación, sabe que deben empezar

a correr inmediatamente para poder salvar sus jóvenes vidas.

-¡Pero…, coño; ¡¿qué pasa, que os voy a tener que pegar a vosotros un tiro

para que empecéis a correr de una puta vez o qué…?!

Juan se arrastra ayudado de sus codos sobre la acera para situar su cara a la

altura de la ventanilla de la puerta del conductor del coche patrulla y le dice:

-Inspector Marcos, gracias por todo y siempre le llevaremos en nuestros

corazones.

-Chavales, yo tampoco os olvidare nunca… ¡ahora, largo!

Ana y Nacho cogen cada uno a Juan por sus axilas y como pueden empiezan a

correr por la acera que discurre a lo largo del complejo de Nuevos Ministerios;

tras ver como se escapan de nuevo los tres defensores del bien en la tierra,

Álvaro le grita a Sergio entre los ensordecedores ruidos de los disparos:

-¡Maldita sea, cuando ya les teníamos se nos vuelven a escapar esos tres

mierdas…!

-¡No seas impaciente, tío; tal como va uno de sus amigos no irán demasiado

lejos y al poli más pronto que tarde se le acabara la munición; entonces todos

ellos serán como inocentes cervatillos y disfrutaremos de un buen día de caza!

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Transcurren unos minutos en los que los tres muchachos recorren en

dirección norte todos los metros posibles dado sus precarios estados físicos,

sobre todo el de Juan, que apoyándose en sus amigos tiene que dar las

zancadas más largas que pueda con la sola ayuda de su pierna izquierda, todo

ello bajo las primeras gotas de agua que deja escapar el colapsado cielo oscuro

que se cierne sobre la capital de España; nada más llegar a la intersección de la

calle Raimundo Fernández Villaverde, dejan de oír la serie de disparos que

salían del arma reglamentaria del inspector Marcos, siendo sustituidos estos

duros y secos ruidos por un angustioso y cerrado silencio; con lo que los

jóvenes comprenden que se han debido agotar todas las balas del inspector y

que ya no disponen, ni por un segundo más, de la ventaja que tenían sobre los

dos secuaces de las fuerzas de las tinieblas.

-¡Dios mío!, ya no se oye nada…,¿qué es lo que vamos a hacer ahora? –le

pregunta Juan a sus dos fatigados amigos.

-Si seguimos corriendo tal…, tal como estamos, esos dos tardarán en cazarnos

lo que dura un caramelo en la puerta de un colegio. –responde Nacho.

-Sí…, tenemos que escondernos en algún sitio e intentar ganar algo de tiempo

para pensar en la manera de poder cambiar las tornas y atacarlos nosotros a

ellos; pero no se me ocurre a donde. -mientras termina de hablar, Ana mira a

su alrededor con la esperanza de poder encontrar un buen escondite.

-¡Creo que ya se donde podemos refugiarnos! –exclama Nacho mientras con

la mano del brazo que no tiene ocupado sosteniendo a Juan, señala el

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complejo de altos edificios que se encuentran alrededor de la plaza Manuel

Gómez Moreno, –podemos colarnos en alguno de esos edificios y seguro que

una vez dentro, tiene que haber cien mil sitios donde poder escondernos.

-Podremos escondernos durante un tiempo, pero no escapar de ellos y la

verdad es que yo ya estoy harta de hacerlo; pase lo que pase, esto se va acabar

aquí para bien o para mal…, –tras darse cuenta de la solemnidad que

transportan sus palabras, Ana intenta insuflar algo de optimismo a Juan y

Nacho, -¡pero vamos hacer todo lo que podamos para que sea lo primero; así

que vamos, marchando!

Los tres jóvenes amigos cruzan la calle Raimundo Fernández Villaverde a toda

prisa a través del intenso tráfico que circula por ella, tras esquivar como

buenamente pueden, unos cuantos vehículos que les sueltan unas enormes

pitadas debido a que los muchachos no están cruzando ni por el lugar ni por

el momento adecuado de dicha vía, llegan a una explanada cuadrada de duro

cemento gris en la que a su izquierda tiene situada un conocido centro

comercial, un poco más adelante, en la zona norte de la misma se encuentran

varios altos edificios en los que sus fachadas denotan que se produce una

intensa actividad económica; de derecha a izquierda empezamos con un

edificio de una conocida entidad bancaria, seguido de uno un poco más bajo,

que porta el emblema de una empresa de seguros y por último, hay un edificio

que se encuentra algo refugiado tras la figura del centro comercial que alberga

la sede de una empresa bancaria con la fachada completamente formada de

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grandes cristales tintados que van desde la base de la construcción hasta su

misma azotea ; Juan, sin pensárselo dos veces, como guiado por una

corazonada señala con su dedo índice señala a este último edificio: -¡Ese

edificio es el que buscamos!

Sus dos amigos lo observan durante unos breves instantes y ambos asienten

con la cabeza para comunicarle que están de acuerdo con él; los tres amigos

encaminan su marcha a través de la pequeña plaza de asfalto entre el estupor y

las miradas atónitas de los clientes que salen y entran del centro comercial y

las de los viandantes que se encuentran por la zona debido al herido y horrible

aspecto físico que presentan ellos y sus ropajes; una vez que están a unos

pocos metros de la entrada principal del edificio, observan como está formada

por unas enormes puertas giratorias de la que salen y entran personas trajeadas

a un ritmo constante; en ese instante, la máscara-alma de Ana produce un

breve pero intenso destello azul en la cara de la muchacha, esta rápidamente

gira sobre sus talones y divisa a la columna de energía roja, característica de la

máscara de Sergio, aproximándose rápidamente al lugar donde se encuentra

ella con sus dos amigos.

-Chicos…, tenemos que entrar pero que ya adentro, dentro de nada esos dos

llegarán aquí.

Juan y Nacho no ponen en cuestión ni por un segundo las palabras de su

amiga y acto seguido los tres luchadores del bien reemprenden su carrera hacia

la entrada de tan imponente edificio; una vez que consiguen introducirse en

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las puertas giratorias, pueden observar como son mirados con extrañeza a

través de los materiales traslúcidos de las mismas por las personas que

comparte giro con los tres jóvenes; cuando han dejado atrás las puertas de

entrada, los tres amigos divisan el lujoso hall de entrada del edificio, en el que

se encuentra un largo mostrador de entrada presidido por un gran logotipo del

banco propietario del inmueble y en el que se encuentran dos recepcionistas

con auriculares y micrófonos sobre sus cabezas atendiendo llamadas

telefónicas y atendiendo las consultas de las personas que se acercan hasta

dicho mostrador; en el techo de dicho hall están dispuestas unas onduladas

planchas metálicas de color grisáceo con unos potentes focos proyectando su

luz sobre hacia ellos; el centro de la recepción esta ocupado por una pequeña

plaza redonda en donde se ubica un enorme banco semicircular en el que

están sentados todos aquellos que esperan para recibir la tarjeta magnética de

entrada al resto del edificio, tarjetas que son utilizadas constantemente sobre

sensores situados en la zona superior de las barras metálicas giratorias que

están situadas en todas las entradas y salidas al las restantes zonas del

inmueble; durante unos breves momentos nadie se percata de la presencia de

los tres jóvenes hasta que como por un efecto dominó, los ojos de la mayoría

de los allí presentes se dirigen hacia la posición en donde se encuentran.

-<< ¿Qué cojones les decimos ahora a esta gente para que nos dejen

entrar…?>> -le susurra al oído Juan a Ana.

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-<<Pues sinceramente, no tengo ni la más remota zorra idea…>> - la

muchacha responde sin apartar su vista del frente.

-<< ¿Crees que con un “hola, estamos siendo perseguidos por dos psicópatas

asesinos, uno de ellos con poderes concedidos por el mismísimo diablo”, nos

dejarán pasar sin problemas? >> -sugiere irónicamente Nacho.

Antes de que puedan hacer nada, sorprendentemente se abre uno de los

paneles que conforman la pared del mostrador de recepción, que resulta ser

una puerta de una garita de seguridad encubierta de la que salen un par de

guardias jurados, portando cada uno un revolver que apuntan directamente a

los tres jóvenes muchachos.

-¡Quietos, no deis ni un paso más adelante; acabamos de comunicar a la

policía vuestra presencia y os tendremos retenidos hasta que vengan a

arrestaros!

-Lo siento, amigos, pero no podemos esperar ni un segundo. –Ana contesta a

la orden de detención de los vigilantes con una absoluta entereza y

tranquilidad y nada más pronunciar estas palabras, surge de la cara de la joven

un poderoso destello azul brillante que tras dibujar parcialmente la forma de la

mascara-alma que porta, esta energía desaparece del rostro de la muchacha

para esparcirse por el hall con la fuerza y la rapidez de la onda expansiva de

una explosión; el resultado de este estallido energético consiste en que

restando a ocho personas que miran anonadas a su alrededor, evidenciando

que no sufren ningún tipo de efecto debido a que sus espíritus carecen de

Page 192: Las Máscaras Del Almas

192

moral alguna o a que están regidos por la maldad absoluta; todas las restantes

están paralizadas por la influencia de la mascara celestial, incluidos los dos

guardias de seguridad, los cuales pasados unos breves momentos, doblan sus

rodillas para dejar sus armas reglamentarias sobre el duro y frío suelo de

mármol y luego apartarlas de ellos dándoles una patada con sus propios pies;

Ana, Juan y Nacho se permiten unos cortos instantes para observar

impresionados el aspecto que muestra el recibidor del edificio en el que se

encuentran para inmediatamente retomar su huída, tras saltarse como pueden

las barras de palanca y dejar atrás a la gente que se encontraba en el recibidor,

los tres amigos se dirigen por un muy amplio pasillo hacia una pared de

cemento gris dividida en tres grandes cuadrículas las cuales alberga cada una

de ellas a una cromada puerta de acceso a uno de los ascensores del edificio,

dejando que Nacho soporte por un momento todo el peso de su amigo Juan,

Ana pulsa el botón de llamada de las tres puertas con su mano derecha y tras

iluminarse los mismos desprendiendo una suave y tenue luz blanca, observan

insistentemente con angustia los paneles indicadores situados encima de la

reflectantes puertas de los elevadores, indicándoles por que planta se

encuentran cada uno descendiendo, de vez en cuando, también giran

sudorosos sus cabezas hacia atrás temiendo que Sergio y su perro faldero,

Álvaro, se presenten de un momento a otro en el pasillo en donde se ellos se

encuentran; tras observar en el panel del ascensor del medio, que es este el

que más cerca se encuentra de la planta baja ya que una flecha animada junto a

Page 193: Las Máscaras Del Almas

193

un número indican que va descendiendo por la planta sexta, tras los que hayan

sido muy probablemente los minutos más desesperantes en las vidas de estos

tres jóvenes, por fin se oye la campanilla que avisa de la llegada del elevador a

la planta baja y sin tiempo a que se abran del todo las puertas del mismo, la

portadora de la máscara-celestial carga de nuevo con la parte de peso que la

corresponde de su incapacitado amigo y los tres jóvenes entran a toda prisa en

su interior y giran sobre si mismos para no perder de vista el pasillo.

-¡Vamos, vamos, vamos; dale a cualquier botón de las últimas plantas!, –Ana le

apremia a Nacho, ya que este ha sido quien más cercano se ha quedado del

panel de mandos del elevador.

El muchacho aprieta rápida y repetidamente el botón de la planta treinta y

dos, una vez que la yema de su dedo esta roja de tanto hacerlo, los tres amigos

esperan con más tensión aún si cabe a que se cierren las férreas puertas

corredizas del ascensor, trascurren unos instantes que se hacen eternos en los

que sus ojos están clavados como flechas en el principio del pasillo y en los

que por sus cabezas se pasea una y otra vez la terrible visión de los dos

malignos individuos apareciendo por el pasillo, corriendo sedientos de sangre

hacía ellos; en los primeros momentos en los que empiezan ha cerrarse las

metálicas puertas, el corazón de los tres amigos respira aliviado y empieza a

bombear con más tranquilidad, hasta que inesperadamente, cuando ya se

creían a salvo de momento, se hacen realidad sus terroríficos presagios;

doblando la esquina de mármol que da acceso al pasillo a una velocidad de

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194

vértigo, surge un Sergio con la cara desencajada por el esfuerzo de la carrera,

seguido muy de cerca por un no menos fatigado Álvaro; Juan, Ana y Nacho se

quedan completamente petrificados ante tal aparición y solo aciertan a dar

unos pasos hacía atrás para pegar sus espaldas al espejo de la parte trasera del

elevador, cuando está a punto de cerrarse por completo las puertas del mismo,

Sergio llega a tiempo de meter sus manos entre la estrecha rendija que se ha

formado y emplea todas sus fuerzas en intentar abrirlas provocando el grito

generalizado de los tres luchadores del bien en la tierra, tras unos segundos en

los que se debate entre si impondrá la fuerza mecánica o la humana, al final el

oscuro joven consigue que las puertas corredizas se vayan plegando hacia los

lados, manteniendo la puertas semiabiertas, Sergio mira a sus presas y

disfrutando del terror que observa en sus caras, les despensa la más retorcida y

siniestra sonrisa que verán en sus vidas; cuando ya parece todo perdido, Ana

serena su rostro, aprieta sus dientes y cargada de pies a cabeza de valentía y

decisión, planta las palmas de sus manos contra las paredes laterales del

elevador para obtener un par de puntos de apoyo y mirando directamente a

los ojos de su archienemigo, lanza a una rapidísima velocidad la suela de su pie

derecho contra el rostro de Sergio, haciendo que el muchacho salga despedido

hacia atrás como un rayo, atropellando con su espalda a su malvado secuaz

para acabar ambos aterrizando a unos cuantos metros de la puerta del

ascensor, proporcionando el tiempo suficiente para que, esta vez si, las puertas

se cierren del todo y el ascensor empiece a subir a la planta que Nacho había

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195

elegido en el panel de botones de selección de planta; acto seguido, los tres

muchachos sueltan una profunda expiración de alivio y sus cuerpos caen al

suelo hasta verse sentados sobre el suelo del elevador.

-Ha sido…, le has echado los huevos más grandes que he visto en mi vida. –le

reconoce un impresionado Nacho a su amiga.

-Yo desde luego que me…,¡estoy alucinando! –añade un Juan con la cara

pálida del susto.

-No tengo ni puta idea de cómo lo he hecho, os puedo asegurar a los dos que

yo estaba igual o más acojonada que vosotros, pero no se si es que la máscara-

alma me dio fuerza y valor o fue que sabía que si no hacíamos algo en ese

mismo instante, la cara de ese perro de presa de Satanás era lo último que

íbamos a ver en nuestras vidas.

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196

CAPITULO OCTAVO

Una vez después de haberse tranquilizado sus ritmos cardíacos y de que sus

caras recuperen algo de color, Ana rompe el breve silencio que se había

formado a base de inspiraciones y exhalaciones provenientes de los tres

agotados amigos.

-Ahora…, en cuanto lleguemos a la planta a la que subimos, tenemos que

hacer que todas las personas que están allí trabajando evacuen el lugar

cagando ostias para que nosotros podamos joder a esos dos cabrones

infernales sin que nadie inocente salga perjudicado.

-Tu plan me parece que esta muy bien, pero solo tengo una dudilla; ¿cómo

coño conseguiremos hacerlo? –pregunta Juan en el tono irónico marca de la

casa.

-Les podemos decir que se ha producido un incendio en las plantas bajas del

edificio y que deben salir todos a toda mecha por las escaleras de emergencia

si no quieren quemarse el culo. –aporta Nacho esta idea.

-No es mala idea, pero fíjate en nosotros…, no vamos vestidos de bomberos,

policías o sanitarios; con las pintas que tenemos, no pienso que nos creyesen

mucho y pasaría bastante tiempo antes de que lográramos convencerles, si es

que lo conseguimos. –pone Ana pegas al plan de su amigo

-Hombre…, aprovechando que tenemos un aspecto horroroso y con la

paranoia que hay hoy en día, podríamos aparecer diciendo a grito pelado que

somos terroristas, no se…, de cualquier grupo que se os ocurra y que hemos

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197

puesto unas bombas por todo el edificio; que no queremos víctimas humanas

pero que queremos dar un escarmiento a la ciudad destruyendo este

rascacielos.

-Joder…, Juan, por fin en vez de quejarte, has tenido una muy buena idea. –se

asombra Ana de su amigo.

-Si, la verdad es que también yo creo que puede funcionar. –comenta Nacho

afirmando con movimientos de su cabeza.

Al poco de tener lugar esta conversación, suena una campanilla mientras que

el ascensor detiene súbita pero suavemente su marcha, indicando a los tres

muchachos de que ya han llegado a la planta treinta y dos, las puertas

cromadas correspondientes al acceso al elevador en esa planta se deslizan en

direcciones contrarias para mostrar un pasillo prácticamente igual al que

dejaron en la planta baja solo que este presenta en sus laterales unas cuantas

puertas de diferentes tamaños hechas de un material que simula a la madera;

los tres amigos salen del ascensor todo lo aprisa que pueden y se dirigen hacía

la derecha, en donde han avistado las puertas de mayor tamaño, que sin duda

son la antesala de la oficina que se encuentra en aquella planta del edificio,

Ana sigue sosteniendo por el hombro a su amigo Juan mientras que con su

mano derecha baja el alargado pomo gris de diseño que da acceso al

correspondiente lugar de trabajo; una vez que está abierta la puerta y acceden

a su interior, el lugar les muestra un panorama de habitáculos formados por

finas paredes de pladur, repletos de mesas de oficinas y sus correspondientes

Page 198: Las Máscaras Del Almas

198

sillas, ordenadores, estanterías, etc…; estos habitáculos están únicamente

comunicados entre si por un amplio pasillo cuyo suelo está enmoquetado de

un color gris claro; aunque hay un par de trabajadores moviéndose por el

pasillo para ir de una parcela de trabajo a otra, casi todo el mundo está metido

en sus respectivos puestos de trabajo haciendo tareas con sus ordenadores,

otros revisando informes, algunos pocos haciendo fotocopias, etc.…; tan

absortos están estos seres humanos en su rutinario mundo laboral que ni si

quiera se percatan de la entrada a la oficina de los tres jóvenes; entonces

Nacho aparta de si el brazo de Juan y lo coloca en las manos de su amiga ante

la atónita mirada de ambos, con paso decidido se dirige hacia el habitáculo de

pladur que le queda más cercano y en medio de las miradas de asombro del

par de trajeados empleados que allí se encuentran, el muchacho se sube a la

mesa de oficina de este espacio laboral para que pueda ser visto por los

restantes trabajadores de la oficina y en voz alta pregona:

-¡Buenos días señoras y señores!, se que se encuentran muy atareados pero les

pido un momento de su atención; aquí mis dos amigos y yo –sigue hablando

Nacho mientras se gira hacia sus dos amigos y les señala con el dedo –

pertenecemos al movimiento independentista de… Carabanchel; se que

probablemente nunca hayan oído hablar de nosotros, pero eso va a cambiar a

partir de hoy mismo, mis camaradas de armas y yo hemos colocado por todo

este edificio una cuantas bombas –tras mencionar esta última palabra

lógicamente surgen exclamaciones de terror por toda la planta y las personas

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199

que allí trabajan dejan automáticamente todo lo que tenían entre manos y

empiezan a moverse en direcciones erráticas debido a su nerviosismo: –pero

no deben temer por sus vidas, –prosigue el joven, –solo queremos llamar la

atención para nuestra causa y no queremos que nadie muera o resulte herido,

así que tienen unos diez minutos para despejar el edificio a través de las salidas

de emergencia antes de que se produzcan las detonaciones; eso es todo,

muchas gracias por su colaboración.

Prácticamente antes de terminar de pronunciar la última palabra, se produce

un estruendoso clamor general y todos los empleados se dirigen a toda

velocidad hacia las salidas de emergencia de las que dispone esa planta,

llevados por el pánico que les invade se propinan fuertes golpes y empujones

entre si para intentar ser los primeros en abandonar el edificio; en cuestión de

unos cuatro o cinco minutos, toda esa zona del edificio se queda

completamente vacía, todavía subido sobre la mesa, Nacho vuelve a girarse

hacia Juan y Ana y les comenta:

-¡Que bien!, hoy seguro va a ser nuestro día de suerte; o esos zumbados

satánicos terminan bailando sobre nuestros cadáveres o la policía nos va a

meter más plomo en el cuerpo que del que hay en un submarino nuclear.

A esta afirmación, tanto Ana como Juan no dicen nada, pero los dos asienten

a la vez con sus cabezas; tras descender de nuevo al suelo, Nacho se

reencuentra con sus amigos y vuelve a sostener a Juan por la axila izquierda de

este; los tres muchachos se encaminan a través del pasillo central hacia el

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fondo de la planta en la que se encuentran observando todo lo que tiene a su

alrededor para encontrar un sitio que les pueda servir de emboscada para

cuando Álvaro y Sergio hagan acto de presencia en ese lugar guiados por el

rastro de energía que irradiando la máscara de la que Ana es portadora, tras

unos cuantos minutos mirando detenidamente mientras continúan andando,

deciden que el mejor lugar para poder pillar desprevenidos a los dos cabecillas

de la insurgencia infernal en la tierra es en un despacho que está encastrado en

el lado derecho del pasillo y que tiene enfrente una pequeña área de descanso

en donde los empleados de esa oficina descansan un momento a tomarse un

café, los tres guerreros del cielo en la tierra también deciden que Nacho se

esconderá solo en el despacho de mayor tamaño mientras que Ana lo hará

conjuntamente con Juan en la pequeña área de descanso; tras vencer con una

fuerte patada a la resistencia de la puerta cerrada del despacho por abrirse,

Nacho se cuela en su interior y permanece agachado junto al marco de la

misma mientras se asoma mirando a la puertas del ascensor, Ana conduce a

Juan al interior del pequeño habitáculo en donde han decidido esconderse y lo

recuesta en el suelo, apoyando su espalda sobre uno de los laterales de un

mesa sobre la que esta colocada una cafetera, vasos de plástico y diversos

utensilios necesarios para preparar y tomarse los cafés; uno tras otro, se

suceden los minutos en un agobiante silencio en los que Ana y Nacho no

hacen otra cosa que asomar sus testas de los escondites en donde se

encuentran para observar con toda su atención a las puertas corredizas del

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elevador que se encuentra al otro extremo del pasillo hasta que por fin el

sonido de la campanilla de llegada del ascensor hace que las frentes de los dos

jóvenes se llenen completamente de gotas de sudor; inexorablemente, las

puertas metálicas proceden a su apertura lateral hasta que se vislumbra que es

lo que hay en el interior del ascensor, que para monumental sorpresa de Ana y

Nacho, resulta que el mismo se encuentra completamente vacío, solo habitado

por la cálida luz que desprende los halógenos y por el gran espejo adherido a

la parte posterior del mismo; los dos muchachos se miran atónitos entre si y

tras transcurrir unos momentos, deciden ponerse de pie y salir de sus

escondrijos para avanzar a través del pasillo mirando nerviosamente en todas

las direcciones, tras unos cuantos metros más adelante sin que suceda nada,

Ana se acerca a Nacho y le dice en voz baja:

-Esto no me gusta ni un pelo, estos dos están jugando con nosotros, ahora

que aún podemos deberíamos salir de aquí cuanto antes.

-¿Y qué hacemos, cambiamos de planta o qué?

-Vamos a intentar cambiar de planta, pero esta vez subiremos por las escaleras

de emergencia, vamos a coger a Juan e intentaremos subir un par de pisos.

Rápidamente, los dos muchachos dan media vuelta y a una muy acelerada

cadencia de paso llegan hasta el punto del pasillo en donde habían ubicado su

lugar para la emboscada, tras girar la esquina del primer canto de pladur de

una de las cuatro paredes que da forma a la zona de esparcimiento en donde

estaba escondido Juan, una nueva sorpresa hace que sus rostros se

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empalidezcan súbitamente y sus bocas sea incapaces de cerrarse; no hay ni

rastro de su amigo por ningún lado, como si de repente se lo hubiera tragado

el habitáculo en donde permanecía escondido; en ese instante oyen una

siniestra y familiar risa proveniente del pasillo central y es cuando los dos

muchachos comprenden todo lo que ha sucedido y con caras de

circunstancias se asoman al mismo para observar como sus malos presagios se

materializan por completo; en el tramo final del pasillo en el que se

encuentran, ven como delante de la abierta puerta de emergencia, Juan es

retenido por la espalda por Álvaro, el cual deja asomar una maléfica sonrisa

mientras tapa con una de sus manos la boca del amigo de la portadora de la

máscara divina, a su lado se encuentra Sergio con sus dos puños cerrados a

una presión inimaginable, mientras que en su magullado rostro, que está

ocupado casi por completo por la total materialización de su diabólica

máscara-alma rebosando tanta energía que deja escapar unos pequeños

chisporroteos rojos brillantes, se puede ligeramente apreciar como su nariz

está rota y de ella brota un pequeño chorro de sangre; surgiendo de su, en

extremo, dura y siniestra sonrisa, las palabras de Sergio resuenan como

cuchilladas en los oídos de Ana y Nacho:

-Os tendrías que ver en estos momentos… ¡menudos caretos de pasmaos!;

¡joder, me has decepcionado chica!, creía que eras más lista, ¿de verdad

pensabas que soy tan estúpido como para intentar echaros el guante por el

camino más obvio?..., que vosotros seáis unos analfabetos educados en unos

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miserables colegios públicos de la zona sur, no significa que los demás seamos

igual de imbéciles que vosotros; fíjate tu por donde que antes de que me

echaras del ascensor con esa patada, que por cierto, me ha jodido bien la cara,

me quede con el número del botón que habíais pulsado y fíjate que curioso, se

me ocurrió daros una sorpresita subiendo por las escaleras de emergencia; ¡ah!,

por cierto…, nos hemos topado con un pequeño grupo de gente que corría

escaleras abajo huyendo de un… grupo terrorista; ¡ja, ja, ja, ja, ja…!, ¿qué pasa,

que al final habéis decidido pasaros a nuestro bando o qué?

Al oír las hirientes palabras del seguidor de Lucifer, Ana pierde por completo

la serenidad en su fuero interno y su furia se materializa exteriormente con un

luminoso estallido de energía azul, tras el cual se observa con todo detalle las

formas de la máscara-alma celestial materializada por completo en la cara de la

muchacha; la malvada sonrisa desaparece por completo de los rostros de

Sergio y Álvaro y los dos jóvenes dejan su relajada actitud para adoptar otra

mucho más tensa.

-¡Se acabó cerdos, si no soltáis en este mismo momento a nuestro amigo,

vamos a barrer todo el edificio con vuestros pellejos de niños de papa y

cuando hayamos acabado con vosotros, pensareis que habéis sido atropellados

varias veces por el todoterreno de un pijo amigo vuestro!

-Te habrán enseñado muchas cosas “guays” en los caros colegios privados en

donde habrás ido, pero se les olvido enseñarte la más importante. –comenta

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Nacho dirigiendo una miranda y sonrisa burlesca al portador de la mascara-

alma diabólica

-No lo creo…, a ver chico listo, ¿de cuál se trata?

-¡De que en esta vida hay que hablar mucho menos y actuar mucho más!

Casi sin tiempo ha terminar esta última frase, Nacho y Ana se lanzan al mismo

tiempo a por sus dos enemigos; la joven fija como objetivo a Sergio, el cual

sorprendido no puede esquivar el intenso derechazo que le suelta la muchacha

en la zona izquierda de su cara; mientras que Álvaro, que sigue reteniendo a

Juan, es el destino de los golpes que nacho está deseando infligirle; mientras

tanto, Ana ha conseguido, muy a pesar del dolor se sus puños, conectar par

más de puñetazos a Sergio: uno al lado derecho de su rostro y otro más al

estómago; este último golpe hacer que el muchacho suelte un alarido de dolor

y se encoja sobre la parte de su anatomía castigada pero cuando la joven se

dispone a soltar de nuevo su puño contra la cara del joven, este consigue

reponerse y reacciona esquivando el golpe lanzado contra él y desliza

rápidamente su puño izquierdo por debajo del brazo de la chica para acabar

hundiéndolo sobre el estómago de esta, haciendo que la muchacha suelte un

alarido ahogado apagado por su garganta, el cual sale acompañado de unas

hebras de sangre; a unos escasos metros de esta pelea, Álvaro ve como Nacho

se dirige velozmente hacía el y cuando el joven luchador de las fuerzas del

bien esta a punto de descargar, por el flanco que queda libre de la presencia de

Juan, la retahíla de golpes que tiene prepara para el malvado secuaz de Sergio,

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esté saca de la palma de su mano izquierda un cúter de oficina con su hoja

desplegada y la coloca su filo sobre la garganta de Juan, haciendo

automáticamente que Nacho baje del todo su brazo y detenga por completo

su embestida.

-Pero mira que sois idiotas…, que te pensabas, ¿qué iba a tener a tu colega

cogido y que no iba a tener nada entre las manos para poder defenderme?;

ahora, si no quieres que tu amigo pinte de rojo hemoglobina toda la planta del

edificio échate cagando ostias al suelo, ¡vamos!

Nacho permanece unos segundos inmóvil, mirando la asustada mirada de su

amigo y dudando sobre que es lo que debería hacer, aunque esa duda se

resuelve en cuestión de décimas de segundo ya que el joven decide no

arriesgar la vida de Juan ni lo más mínimo y se tira al suelo sin perder de vista

el cúter que pende sobre el cuello de Juan; a escasos metros de allí, en la dura

reyerta que tiene enfrentados a Ana y Sergio, este último ha conseguido

agarrar a la muchacha por la sintética camiseta de manga larga de color negro

con franjas rojas que porta y con una sorprendente fuerza para un muchacho

de su edad y constitución, lanza a la joven unos metros por el aire hacía una

contigua oficina y esta acaba aterrizando encima de una de las mesas que allí

se encuentran, haciendo que su cuerpo se deslice bruscamente por la misma

tirando por el suelo la mayoría de los papeles, carpetas, botes con bolígrafos,

etc…, la chica intenta asirse con sus manos a alguna parte de la mesa con sus

manos pero todo sus intentos son fútiles y termina cayendo en seco sobre el

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enmoquetado suelo, quedando tendida bocabajo; debido al lanzamiento del

que ha sido objeto, la muchacha desaparece por completo del campo visual de

Sergio y entonces este decide no otorgar ni un solo momento de tregua a su

enemiga y arranca a correr hacia donde se encuentra para rematar su ataque, a

toda prisa se introduce en este habitáculo adyacente y cuando dobla la esquina

exterior de la mesa en donde ha caído Ana, el rostro del maligno ariete refleja

la tremenda sorpresa que le causa observar que el suelo no hay ni rastro de

ella, Sergio se gira sobre si mismo nerviosamente para intentar localizar a la

encargada de que la bondad triunfe en la tierra y tras varios segundos de

búsqueda fallida, el joven solo tiene unos instantes para ver como la

muchacha, que estaba agazapada en el otro extremo de la mesa, dan un salto

monumental y gracias a la inercia del mismo, consigue lanzar un poderoso

derechazo en todo el centro del rostro de Sergio, haciendo que este salga

despedido hacia atrás y su cuerpo choque contra una estantería de madera que

se encuentra pegada a una de las finas paredes de pladur que delimitan esa

zona de trabajo, tras este impacto el chico cae inconsciente a plomo sobre el

suelo; Ana se regala unos brevísimos instantes de tiempo para recuperar algo

de aliento y observar desde el ventanal que tiene enfrente como en el exterior

esta lloviendo en una intensidad equiparable a la del diluvio universal,

mientras que girando su hinchada mano derecha examina sus sangrantes

nudillos, comprende que ha debido romperse algún hueso que otro de la

misma; tras este cortísimo balance de daños, la joven sale a toda prisa del

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habitáculo en donde se encuentra para salir al pasillo central y una vez allí

observa asustada como Álvaro blande sobre la garganta de Juan una hoja de

cúter, mientras que a los pies de ambos se encuentra Nacho tumbado

bocabajo con sus brazos tendidos sobre el suelo; al observar que como ha

sido la muchacha la que ha salido por su propio pie al pasillo, entiende que su

líder ha perdido la pelea que mantenía con la misma y empieza a sentir una

fuerte sensación de acorralamiento, lo que le lleva a intentar una desesperada

huída.

-Ahora mismo me las voy a pirar con vuestro coleguilla y no quiero que a

nadie se le pase siquiera por la cabeza intentar seguirme, porque a la más

mínima que crea que habéis decidido haceros los valientes, le daré un tajo a

este tío en el gaznate sin cortarme un cacho, ¡¿entendido?!

Tanto Nacho como Ana no pronuncian ni una sola palabra y lo único que

pueden hacer los dos es fundir al secuestrador de su amigo con unas miradas

cargadas con odio. –Creo que si que lo habéis entendido, recordar lo que os

acabo de decir y hasta nunca perdedores.

Impotentes y a la vez temerosos por la situación en que se encuentra Juan, sus

dos amigos tienen que presenciar como Álvaro se lo lleva pasando por encima

de Nacho y más tarde, a escasos centímetros de la figura de Ana; cuando el

secuestrador y su rehén llegan al área del pasillo principal en donde se

encuentra la esquina que conduce a la puerta de salida de la oficina en la que

se encuentran, la doblan rápidamente para salir a través de esta puerta y

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perderse entre los entresijos del edificio; tras pasar unos segundos inmóviles,

asegurándose de que Álvaro se haya ido por completo, Nacho se levanta

raudamente del suelo y se dirige hacia su amiga:

-¿Qué hacemos…? ; ¡tenemos que ir a por ese mal nacido!

-¡Eso está claro, pero no podemos ir a lo loco o ese es capaz de cepillarse a

Juan!; tenemos que ir con mucho cuidado…, la mejor manera de hacerlo sería

que cada uno de nosotros cogiera un ascensor distinto y yo iré bajando, por

ejemplo, por las plantas pares mientras que tú lo haces por las impares, con

todo el sigilo del mundo echaremos un vistazo rápido a la zona y el primero

de los dos que los localice, llamará al otro por el móvil para indicarle en que

planta se encuentran.

-¡Vale, venga vamos! –apremia Nacho a su amiga mientras se pone a correr

por el pasillo principal, Ana hace lo mismo y va a toda velocidad unos pasos

por detrás del mismo; en el momento en el que la muchacha llega a la altura

del acceso al pequeño recinto donde tuvo su pelea con Sergio, este último

aparece bruscamente en escena lanzándose contra la joven y tras empujarla

fuertemente contra la pared, agarra fuertemente con sus manos las ropas de la

misma y la mantiene inmóvil contra la pared, al oír el ruido que provoca el

placaje de su amiga contra la pared, Nacho para en seco su carrera y se gira

bruscamente sobre si mismo para contemplar la situación en la que se

encuentra la misma, el joven completamente hastiado del portador de la

máscara-alma diabólica, aprieta sus puños hasta que los convierte en dos

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bloques de piedra y cuando sus pies están a punto de hacer salir despedido su

cuerpo hacia Sergio, la voz de Ana hace que el chico se detenga súbitamente:

-¡Nacho, ni se te ocurra venir hacia aquí; no tenemos tiempo, cada minuto que

pasa Álvaro está más cerca de escaparse y de que la vida de Juan no le sirva

para nada, alguien tiene que salvarle…!

-Sí, Nacho, se un niño bueno y haz caso de lo que te dice tu “novia”.

El amigo de la joven titubea durante unos instantes ante no saber cuál es la

decisión correcta y tras tomar una decisión, aprieta los dientes y señalando con

su dedo índice a Sergio le dice:

-¡No te quepa la menor duda de que volveré a por ella, cerdo, y si la ha pasado

algo malo cuando vuelva, te juro que te mataré con mis propias manos de tal

manera que hasta a tu amo se le pondrán los pelos de punta! –nada más soltar

esta certera amenaza, el chico gira bruscamente ciento ochenta grados y con

todo el dolor de su corazón corre con todas sus fuerzas al rescate de Juan;

quedándose en un completo silencio, los dos portadores de los instrumentos

representativos de la eterna lucha entre el bien y el mal se miran mutuamente

a los ojos hasta que Sergio comienza a hablar:

-Mis más sinceras enhorabuenas, parece que por fin uno de tus colegas ha

comprendido lo que está pasando aquí y ha decidido echarle un par de huevos

y dejarse de remilgos moralistas.

-Tú también tendrías que “felicitarte”, eres capaz de sacar lo peor de los seres

humanos que te rodean, pero no temas, Nacho jamás llegará una mierda de

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mala persona como tú eres por mucho que le pongas contra las cuerdas. –al

oír la irónica respuesta de la joven, el baluarte de las fuerzas satánicas suelta

una cínica media sonrisa y prosigue su conversación:

-Creo que en todo este tiempo que llevamos luchando entre nosotros y

estando ahora así, tan juntitos el uno del otro, me doy cuenta de que no estas

nada mal; me pregunto que hubiera sido de nosotros dos si nos hubiésemos

conocido en otras circunstancias…

-Creo que me darías más o menos el mismo tipo de asco repugnante, aunque

gracias a lo equivocado y terrible de tu decisión nunca lo llegaremos a saber.

-Mira, puta niñata, ¡tú no tienes ni puta idea de lo que ha sido mi vida, así que

ni por un momento te atrevas a juzgarme!

-¡Ah, sí…!, ¿pero tu que te crees, que mi vida la vida ha sido un paseo

primaveral por un campo lleno de flores?; a pesar de las tristezas, las

decepciones y demás penurias que al igual que yo, muchísimas otras personas

de este planeta que hemos tenido que soportar sobre nuestras espaldas, no

hemos perdido la fe en lo realmente hermosos que es la bondad humana y

seguimos luchando cada día por hacer que las personas a las que queremos

puedan vivir en un mundo mejor.

-¡Pues dime que pasaría si no tuvieras nadie a tu alrededor que te quisiera,

nadie con quien pudieras intentar ser feliz, nadie con quien hablar para

contarle tus preocupaciones, tus tristezas, tus más profundos sentimientos…!;

la única persona en el mundo que realmente me quería era mi madre y como

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su existencia junto a mi era algo demasiado bueno en esta maldita vida, un

cáncer se la llevo para siempre cuando solo tenía diez años; después de eso,

solo he conocido en las todas las personas que están a mi alrededor, una

dedicación plena y absoluta por satisfacer sus propios intereses y sus ansias de

poder, así que yo soy el hacha forjada en la herrería de esta cruel y corrupta

sociedad que se ha vuelto contra ella y que la va a partirla por la mitad.

-¡Ves como te crees que eres el ombligo del mundo!, no eres el único que

perdió a su madre; yo perdí a al mía hace seis años y yo no tuve ni la suerte de

que su muerte fuera por una enfermedad como la de la tuya, un maldito mal

nacido que iba de droga y alcohol hasta las cejas la atropello con su coche

mientras cruzaba por un paso de cebra cuando regresaba a casa por la noche,

después de salir de un curro que la pagaba una mierda y en el que la hacían

chupar un huevo de horas extras que nunca la pagaban un día sí y otro

también; mi madre ya nunca más podrá abrazarnos ni a mi ni a mi padre como

solía hacerlo antes y, ¿sabes qué le paso al hijo de puta que conducía pasado?,

que como era un pijo forrado hasta las muelas como tú, se pudo permitir un

buen abogado y hace tres años que está en la calle con el tercer grado “por

buena conducta”; ¡qué cojones me vas a contar tú de esta sociedad!

Las palabras de Ana resuenan con fuerza en la mente de Sergio y parecen que

han conseguido erosionar ligeramente la corteza de odio, rencor y dolor que

rodea el corazón del muchacho.

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-Esta bien, chica; reconozco que no soy el único en la tierra al que le han

pasado historias muy jodidas en la vida, pero yo ya he tragado tanta mierda y

veneno que me he vuelto para siempre igual de cabrón que este jodido

mundo; no tengo vuelta atrás.

-¡No!, aún no es demasiado tarde, aún estas a tiempo de darte una verdadera

segunda oportunidad a ti y a la humanidad; mientras siga existiendo una sola

buena persona en este mundo, merecerá la pena seguir viviendo en él;

joder…, piensa que ahí afuera, en alguna parte, hay seguro una mujer muy

parecida a tu madre que estará dando todo su cariño y amor a un niño que se

parece mucho a ti cuando eras pequeño; ¿de verdad vas a quitarles la felicidad

que tu y tu madre tuvisteis la desgracia de no disfrutar?

Este aplastante planteamiento hace una considerable mella en el armazón

psicológico de Sergio, quien bajando la mirada al suelo mientras mueve

nerviosamente sus ojos de un lado para otro, dando muestras por primera vez

desde que empezó esta brutal guerra de un verdadero enfrentamiento interno

que pone en cuestión las razones que le llevaron erigirse como la punta de

flecha de las fuerzas de Lucifer, esta encrucijada llega a provocar una

disminución considerable en el brillo y en el resplandor de la máscara maléfica

que porta, quedando reducido su resplandor a un fino y débil trazo de energía.

A unos cuantos metros de distancia de esta escena, Nacho consigue a situarse

enfrente de la pared de acceso a las tres puertas de los elevadores del edificio,

observando como el panel indicativo situado encima de las que quedan a su

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213

izquierda indica con la forma de punta de flecha descendente parpadeante que

Álvaro junto con su forzoso acompañante, esta utilizando el ascensor en su

escapada, llegando a la conclusión de que con toda seguridad su destino es la

planta baja; por lo que el amigo del joven secuestrado decide bajar a toda

velocidad por las escaleras que se encuentran a los lados de la pared que

alberga los ascensores para intentar adelantarse todo lo posible al elevador que

ya lleva unas cuantas plantas bajadas; transcurren unos minutos y la planta

baja del inmueble permanece completamente en silencio cuando este se ve

roto por el metálico timbre que anuncia la llegada del elevador a esa planta,

casi sin tiempo a que las corredizas puertas del mismo se abran lo suficiente, el

cobarde lacayo de Sergio sale con su presa por delante con sumo tiento en

dirección al hall del edificio y a los pocos segundos, Nacho consigue llegar a la

misma planta sin ser visto y desplazándose a toda la velocidad que le permite

el ir caminando de puntillas para no hacer un ruido ni el más mínimo ruido, va

en busca de la espalda de Álvaro para asestarle un golpe que le coja

completamente desprevenido y esto provoque que automáticamente suelte a

Juan; cuando al muchacho le quedan aproximadamente un metro para

alcanzar su anhelado objetivo, el segundo en la comandancia de las fuerzas

diabólicas sobre la tierra se gira sobre si mismo, obligando a Juan a hacer lo

mismo para situarle entre su persona y la de su rescatador amigo.

-Vaya chaval, tienes un amigo que, o es poco inteligente, o que le preocupa tu

bienestar personal una mierda. –el fruncimiento de ceño de Álvaro muestra

Page 214: Las Máscaras Del Almas

214

que el joven está muy enfadado con el intento de rescate de Nacho y esto es

corroborado por el refuerzo de la presión de la hoja del cúter sobre la garganta

de Juan.

–Tienes dos opciones, una es la de complicarlo todo haciéndote el héroe y

acabar el día teniendo que despedirte de tu colega en la morgue, o ser un tío

sensato sin ganas de colgarse medallas, dejar que salga del edificio con tu

colega y que una vez que os pierda de vista, le deje de una pieza en la calle

mientras yo me las piro a toda hostia; desde mi punto de vista creo que la

decisión no es muy difícil de tomar.

-Claro y tu te crees que estas hablando con un imbécil, ¿de verdad crees que

me voy a tragar que si te dejo salir de aquí con mi amigo le dejaras “sano y

salvo” en alguna calle de Madrid…? ,-mientras sigue hablando, sus ojos se

abren forzadamente más de lo normal, mandando una señal a Juan para

indicarle a este que a la mínima oportunidad que se presente, el también

deberá actuar si quiere salir vivo de esta, -tú lo que harás en cuanto nos

pierdas de vista será rajarle el cuello a mi colega para quitarte un enemigo de

encima y para poder huir más tranquilamente sin tener un testigo que pueda

saber por donde has tirado a correr.

Esta agudeza mental pilla por sorpresa a Álvaro, que no esperaba que Nacho

pudiera tener la perspicacia suficiente de poder ver sus verdaderas intenciones;

tras unos segundos sin saber que decir, el chico poseedor de tan negro

corazón pasa al contraataque verbal:

Page 215: Las Máscaras Del Almas

215

-Bien, incluso si fuera así, no puedes hacer nada porque si se te ocurre pensar

en hacer algo, solo aceleraras el destino de tu amigo.

-Sabes algo, cabronazo, –aparece en escena la voz de Juan, –¡mi destino solo

lo decido yo!; -en ese mismo instante el joven secuestrado lanza con fuerza la

parte posterior de su cabeza contra la cara de Álvaro haciendo que la nariz de

este se fracture al instante soltando abundantes chorros de sangre y que suelte

rápidamente a su presa para llevarse la mano izquierda a la cara mientras

sostiene el cúter con la derecha al mismo tiempo que intenta mantener el

equilibrio, a pesar del intenso dolor que le produce su pierna rota, Juan da un

par de saltos hacia delante con su pierna izquierda y consigue echarse al suelo,

momento que es aprovechado por Nacho para aproximarse velozmente hacia

su enemigo y agarrar con sus dos manos la propia de Álvaro que sostiene el

cúter, tras ejercer una considerable presión en la misma y después de un

intenso forcejeo, el malvado lugarteniente del portador de la máscara diabólica

cesa ante el dolor que está sufriendo en su empeño y abre su mano para que

caiga el cúter en el duro suelo de mármol, en ese momento, Nacho suelta

automáticamente la mano de Álvaro y este al verse privado repentinamente de

un punto de apoyo conjuntado con la desorientación producida por el brutal

golpe asestado por Juan, conlleva el total desequilibrio del muchacho haciendo

que caiga al suelo de espaldas soltando un gemido de dolor; Nacho ni se

molesta en observar la caída de su contrincante para ir raudamente al

encuentro de su amigo:

Page 216: Las Máscaras Del Almas

216

-¡Eh, viejo amigo!, ¿estas bien?

-Eres demasiado feo para ser un ángel del cielo, a si que eso debe significar

que aún sigo con vida.

-Ja, ja; veo que te sigue dando por hacerte el graciosillo aunque estés hechos

unos zorros.

-¿Cómo ha acabado ese hijo de perra?, quiero que me lleves delante de él.

-Vale, esta ahí, tirado en el suelo echo una birria.

Nacho ayuda a Juan a levantarse del suelo y los dos jóvenes se dirigen hacía la

zona del suelo en donde se encuentra tendido Álvaro semiconsciente, tras

observarle unos instantes, Juan se aparte del apoyo de su amigo y dando un

par de saltos a la pata coja consigue acercarse hasta donde yace el cúter que

puso en peligro su vida, tras recogerlo dificultosamente del suelo, el muchacho

se acerca a su secuestrador y tras agacharse como puede junto a él, lleva el

cúter con su hoja desplegada a la garganta de este último.

-¡Qué bastardo…!, ¿que se siente cuando tu cuello está a punto de ser rajado,

eh?; es lo menos que te mereces por todo lo que nos has hecho pasar a

nosotros tres.

Alarmado por la ira que envuelve a su amigo, Nacho pone su mano derecha

sobre el hombro de Juan mientras le dice:

-Juan, mírale bien, ¿de verdad crees que ni siquiera merece la pena?, tu vales

infinitamente más que este despojo humano, ¿vas a dejar que te arrastre en su

locura y que te convierta en un ser tan despreciable y ruin como es él?

Page 217: Las Máscaras Del Almas

217

-¡No me compares con este pedazo de basura!, si le mato ahora mismo el

mundo se librara de tener que cargar en sus hombros con una escoria asesina

más.

-No es así y lo sabes, eso es solo una excusa para dejar que el odio te domine y

te desahogues por lo que has sufrido cortándole el cuello; enséñale lo nos hace

tan valiosas a la buenas personas como nosotros, enséñale porque nosotros

siempre valdremos cien mil veces más que él.

Tras varios segundos de intensa deliberación interna, Juan no permite que su

ira le controle y acepta y comprende las palabras de Nacho, apartando la hoja

del cúter del gaznate de un temeroso Álvaro para tirarlo hacía un lado unos

cuantos metros, después Juan se yergue aliviado por la correcta decisión que

ha tomado y mientras llora profundamente, se funde en un abrazo con su

buen amigo.

Page 218: Las Máscaras Del Almas

218

CAPITULO NOVENO

Sergio, ignorante de los sucesos que se desarrollan en la planta baja de la torre

acristalada en la que se encuentra, se ve metido de lleno en una encrucijada

que absorbe toda su atención; manteniéndose de pie enfrente de Ana, a la que

ha liberado soltándola de su vestimenta y mirando nerviosamente de un lado

para otro el suelo de la oficina en la que se encuentran, el joven se ve inmerso

en lo que representa la última oportunidad que tiene de dejar que su alma

vuelva a sentir la agradable y cálida brisa de la bondad, desprendiéndose de

una vez por todas el pesado lastre del inmenso odio que siente debido a sus

dolorosas experiencias vividas en el pasado y dejar paso en su corazón a la

esperanza en lo mejor que pueden dar de si lo seres humanos; mientras que va

transcurriendo el tiempo que dura la vital elección moral de Sergio, Ana va

albergando en su interior cada vez más esperanzas en que el muchacho tenga

un momento paz en su pensamiento y que en contra de lo que parecía, esta

confrontación acabe de una manera hermosa y pacífica, tal y como le comentó

el arcángel que sería la mejor de las maneras; pero por desgracia todas sus

ilusiones se desvanecen de un plumazo cuando un cabizbajo Sergio comienza

a reír de una manera absolutamente grotesca que cada vez es de mayor

intensidad al mismo tiempo que va levantando su cabeza mostrando que en su

rostro las energías de la máscara-alma que porta son de mayor intensidad que

nunca.

Page 219: Las Máscaras Del Almas

219

-Buen intento, golfa; casi consigues que se me aturda la cabeza con tus

hipócritas palabras y que me diese por vencido pero no soy tan estúpido de

ponértelo tan fácil, ya es demasiado tarde para este cuento de los

sentimentalismos, nadie vino a darme cariño ni consuelo cuando más lo

necesitaba así que me importa una mierda por lo que tengan que sufrir los

demás para que yo sienta la gloria de obtener el poder absoluto.

Llena de decepción y desilusión al haberse quemado el último cartucho que la

quedaba para terminar esta guerra de una manera pacífica, Ana procede a girar

hacía su derecha para empezar a andar hacia atrás, alejándose del oscuro joven

mientras que este adopta de repente un semblante completamente solemne

dando la sensación de que se esta sumiendo en una fuerte concentración al

mismo tiempo que las energías de la mascara-alma diabólica van creciendo de

una manera exponencial, excediendo ya de los límite de la estructura que las

contiene; la muchacha, que se encuentra ya a varios metros de Sergio,

desconoce conscientemente lo que está sucediendo pero su máscara-alma la

envía fuertes avisos instintivos de que su enemigo está recopilando fuerzas

para descargar sobre ella un ataque definitivo y de una magnitud incalculable,

tendiendo el presentimiento de que será la única manera de plantarle cara y de

ganar esta cruenta batalla, Ana también decide concentrarse totalmente para

reunir toda la energía que la sea posible; la escena que contemplo a

continuación tiene la proporción que me es verdaderamente difícil de describir

y estoy prácticamente convencido de que nunca volveré a presenciar un

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220

acontecimiento de estas dimensiones; Sergio sigue concentrando tal cantidad

de maléfica energía que su máscara ya no puede retener por más tiempo a las

fuerzas diabólicas que la constituyen y estas, en forma de rayos eléctricos de

un color rojizo fluorescente, rodean todo su cuerpo describiendo trayectorias

circulares que van desde su cabeza hasta sus pies, girando cada vez más

deprisa sobre si mismas; la forma que tiene la máscara-alma de Ana de

manifestar la concentración de poder es bien distinta a la de la que porta

Sergio, alrededor de la femenina figura va progresivamente creciendo una

esfera de energía que tiene su parte central iluminada con un tono azul claro

mientras que en su extrarradio brilla un profundo azul eléctrico; al mismo

tiempo que van haciéndose más y más grandes estos puntos energéticos, toda

la planta del edificio en el que se encuentran empieza a sufrir los efectos

colaterales que producen los mismos en forma de unas intensas corrientes de

aire que, aumentando rápidamente su potencia, van arrojando por todas partes

papeles, bolígrafos, grapadoras y demás enseres de trabajo, hasta que estas

corrientes adquieren una intensidad huracanada que puede desplazar sin

problemas los propios muebles que se encuentran en la oficina; algunos

perdidos latigazos de energía, tanto azules como rojos, paran a chocar contra

las paredes, el suelo e incluso alguno, contra algún equipo electrónico, que

ocasionan tales chispazos que provocan pequeñas llamas allí donde van a

parar a chocar; ya cuando las dos titánicas fuerzas se encuentran en su

máximo esplendor, el resplandor generado por ambas es tan fuerte que baña

Page 221: Las Máscaras Del Almas

221

casi por completo esa planta del edificio con una combinación de luces rojas y

azules; sorprendentemente, por unos fugaces instantes se detiene por

completo la absorción de poder de los dos jóvenes, desapareciendo

momentáneamente todos los efectos producidos por las máscaras-alma,

exceptuando las grandes áureas que emanan desde el centro de la figura de los

dos muchachos que, completamente inmóviles, se miran fijamente el uno al

otro hasta que Sergio cierra sus puños con todas sus fuerzas y lanzando un

fuertísimo grito de furia y rabia, desata a través de la máscara infernal un

enorme y devastador rayo de un fluorescente color rojizo directamente hacia

Ana, la cual instintiva e inmediatamente después suelta también un alarido de

diferente naturaleza que la de su enemigo, ya que está producido por el

desahogo que siente por la suelta de tal cantidad de poder bruto al mismo

tiempo que lanza un majestuoso torrente de energía azul eléctrico sobre su

adversario; en cuanto entran en contacto los dos monumentales rayos de

energía chocando frontalmente entre si, se produce una gigantesca explosión

que produce un cegador fogonazo de color blanco que excede con mucho las

dimensiones de esta oficina del inmueble, extendiéndose en un radio

aproximado de quinientos metros fuera de la misma, siendo visible en la casi

totalidad de los puntos cardinales de Madrid y simulando un pequeño faro

portuario en el centro de la capital; tras unos segundos de máximo esplendor,

este fogonazo va perdiendo progresivamente intensidad hasta que desaparece

por completo del firmamento de la ciudad, propiciando que los sobresaltados

Page 222: Las Máscaras Del Almas

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y desorientados habitantes de la urbe que han presenciado la deflagración de

esta planta edificio recuperen algo de aliento y señalen al mismo, mientras

sueltan gritos de sorpresa e incredulidad, desde todos los puntos cardinales en

los que se encuentran; el interior de la planta en donde han lanzado los dos

muchachos el ataque más devastador que pueden realizar las máscaras de

energía que portan, está completamente invadido por una densa niebla

producida por las numerosas partículas provenientes de los restos de lo que

había en el interior de la oficina, transcurren varios minutos hasta que se

disipa algo esta niebla y consigo entrever algo del interior de esta planta; la

misma presenta un aspecto totalmente devastador: la onda expansiva a

reventado todos gruesos cristales de los ventanales que conforman la fachada

de esa planta, la mayoría del mobiliario de la misma ha sido arrojado al

exterior desde todas las direcciones y los pocos trozos de mesas, de paredes de

pladur, de moqueta del suelo, material informático, etc… se arrinconan en los

límites del suelo de la planta con el exterior, quedándose con un aspecto muy

parecido al que tendría de haber estallado una bomba convencional en el

centro de la misma; poco a poco consigo vislumbrar lo que parece ser una

silueta humana manteniéndose en pie en medio de esta espesura, lentamente

va quedando al descubierto los rasgos de la misma hasta que muy a mi pesar

compruebo que se trata del cuerpo del joven de negra alma que,

extraordinariamente no se ha movido ni un milímetro y mantiene intacta su

posición de antes de lanzar su ataque definitivo, puedo apreciar que al punta

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de ataque de Lucifer está palpablemente exhausto y magullado con la frente

encharcada en sudor, tratando de respirar cogiendo bocanadas de un aire

completamente invadido por el polvo producido por tanta destrucción; ya sin

ningún ventanal que aísle del sonido proveniente del exterior, Sergio puede oír

el creciente ruido de sirenas muy probablemente provenientes de los coches

patrulla de la policía, que se dirigen hacía esa dirección alertada por el vehículo

policial accidentado cerca de un muro del complejo gubernamental de Nuevos

Ministerios y por las llamadas de sobre una amenaza terrorista proveniente de

los empleados desalojados del rascacielos propiedad de una entidad bancaria,

muy seguramente la llamativa deflagración de un intenso color blanco ha

hecho creer a los agentes de la ley que los terroristas han cumplido sus

amenazas; mientras el joven, cerrando parcialmente sus ojos, trata de discernir

a través de este telón de niebla artificial algún rastro de Ana pero apenas

consigue ver a un palmo de sus narices; transcurren unos angustiosos

momentos en que me temo lo peor hasta que surgido de la nada, oigo un

guerrero y estruendoso grito femenino y acto seguido observo como la

desesperada muchacha aparece de repente a muy pocos metros de su

enemigo, surgiendo a toda velocidad de entre las cortinas de polvareda con la

furia y la decisión de un antaño guerrero vikingo; Sergio se queda

completamente paralizado debido a la fuerte impresión que le produce la

estrepitosa aparición de la joven y no tiene tiempo de reaccionar debido a la

poca distancia que los separa, cuando está a un par de pasos de alcanzarle, la

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224

muchacha de luminoso corazón da un potente salto en plancha con todas las

fuerzas que la restan, haciendo que en décimas de segundo impacte de lleno

con su cabeza y hombros en el torso de Sergio y provocando que los dos

jóvenes salgan despedidos por el aire unos cuantos metros, con tan mala

fortuna que sus cuerpos atraviesan la casi totalidad del ventanal que estaba

situado cerca de la espalda de Sergio, al haberse echo trizas con la basta

explosión el cristal que la misma contenía, no ha habido ninguna barrera que

frenara la trayectoria de estos transcendentales luchadores por el destino de la

humanidad, llevándolos sin más remedio hasta el vertiginoso precipicio que

hay desde la planta número treinta y dos hasta el duro asfalto de la calle; la

escena que se presenta a continuación está llena de desesperación y solo luce

en la misma un tibio rayo de esperanza, Ana ha conseguido en el último

instante asirse con sus dos temblorosas y ensangrentadas manos a la parte

interior del marco del ventanal por el que han salido despedidos ella y su

mortal enemigo, el resto de sus cuerpos penden suspendidos en el aire

mientras se balancean repetidamente contra la parte exterior del edificio, el

tobillo izquierdo de la muchacha sirve de punto de anclaje para que la mano

derecha de Sergio se agarre a él con todas las fuerzas de las que dispone y haga

que el joven no se precipite al vacío; desde la en extrema peligrosa situación

de los dos portadores de las máscaras-almas se puede divisar prácticamente los

confines de la gran urbe en la que viven y esto provoca en los dos jóvenes un

pasajero sentimiento de insignificancia de sus existencias en comparación con

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las millones de vidas que habitan en la capital, en un absoluto silencio solo

interrumpido por los sonidos provenientes de la intensa lluvia que desciende

desde las negras nubes que cubren el cielo y de los azotes del frío y fuerte

viento que discurre a esas latitudes, Ana trata durante unos momentos de

tranquilizarse todo lo que puede y recobrar algo de aliento para, después,

tratar de realizar una empresa que se antoja imposible, alzar su peso y el de

Sergio con la única fuerza que la proporcionan sus cansados brazos lo

suficiente para que por lo menos el torso de la joven se introduzca en el

interior del edificio y una vez alcanzado ese objetivo, poder disponer de un

mayor punto de apoyo que la permita meter del todo su cuerpo y el del

baluarte demoníaco en el interior del inmueble, pero tras un par de esforzados

intentos que lo único que consiguen es agotarla mucho más, la joven empieza

a comprender que nunca lo conseguirá por sus propios medios; tras observar

los fallidos intentos de la joven, Sergio mantiene una extraña serenidad ante

las mortales circunstancias que se le presentan, colgando a muchos metros de

distancia del suelo y con el único anclaje a la vida que supone su mano

agarrada al tobillo de su odiada rival, el muchacho baja la cabeza para mirar al

suelo y luego alza su mirada en dirección a la cara de Ana para, tras esgrimir

una irónica sonrisa, decirle a la misma:

-¡Tranquila, no te sofoques más; estamos sentenciados, nunca conseguirás

alzar el peso de nosotros dos, intentándolo solo obtendrás más dolor y

sufrimiento!

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226

-¡¿Y qué quieres que haga?! -responde Ana entre respiraciones entrecortadas

por el inmenso esfuerzo al que está siendo sometida -¡A lo mejor a ti t…, te va

el rollo del suicidio, pero yo tengo que intentar salvarnos hasta el final! –nada

más responder, la joven oye una sonora y estridente carcajada proveniente del

portador de la maléfica máscara-alma.

-¡¿Qué…, que coño es lo que te hace tanta gracia?!

-No valoras lo irónico de nuestra situación, ¿verdad?; tras tanto luchar el uno

contra el otro para decidir porque camino iba a ir el destino de la humanidad,

al final va a resultar que nos vamos a matar los dos y este jodido mundo se va

a quedar igual que como estaba.

-Toda…, todavía no estamos empotrados contra la acera, así que por lo

menos yo… voy a seguir intentando hasta el último suspiro que ganen los

buenos. –la muchacha cierra los ojos por un momento y susurradamente, de

una manera casi imperceptible, pide en forma de oración que sus dos amigos,

Nacho y Juan, sigan con vida y que si afortunadamente es así, que no tarden ni

un minuto más en aparecer para ayudarla; tras un tiempo en el que nada

sucede y en el que parece que no han sido escuchados los ruegos de la

luchadora por el bien de la raza humana, Sergio corta con su voz el afilado

sonido de la lluvia y de la ventolera que azota a los dos muchachos:

-¡Mira!, acaba de llegar la plana mayor de la policía y de los bomberos, ¡que

bien!, van a ser espectadores privilegiados del batacazo del siglo; será mejor

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227

que aparten de abajo sus bonitos coches y tanquetas si no quieren que se les

manchen con un poco de casquería humana.

Aunque al principio se resiste a hacerlo, Ana termina bajando su mirada hacia

el suelo de la calle y efectivamente puede observar como al pie del edificio se

sitúa un enorme cordón de seguridad formado por efectivos de los bomberos

y de la policía nacional con sus respectivos coches patrullas, furgones

policiales, camiones de bomberos y hasta unas cuantas tanquetas, la joven

vuelve a alzar la mirada hacia el encapotado cielo que se corta con la fachada

del edificio y sus en extremo doloridos y debilitados dedos la comunican que

ya no pueden aguantar ni un instante más; Ana procede a despedirse

mentalmente de su padre, de sus amigos y de todas las personas que alguna

vez amó, teniendo el único consuelo de saber con toda certeza que en cuanto

suelte el marco del ventana, ira a reunirse al reino celestial con su madre, a la

que tanto tiempo ha esperado para volver a abrazarla; en el preciso instante en

el que Ana tira la toalla por completo, estirando los agarrotados dedos que la

mantenían sujeta al borde del exterior del edificio, siente milagrosamente el

cálido tacto de dos pares de manos que agarran a cada una de las suyas

impidiendo con todas sus fuerzas que ella y su archienemigo emprendan la

caída libre hasta el asfalto.

-¡Ey!, ¿a dónde te crees que ibas? –le pregunta Nacho en presencia de Juan.

¡¡Nacho…, Juan…; estáis vivos!! –la joven mira con sus sollozantes ojos sin

salir de su asombro a los muchachos que, asomando la parte superior de sus

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torsos tras el marco del ventanal mientras se sirven de la parte inferior de sus

cuerpos como unos inestables puntos de anclaje, hacen toda la fuerza de la

que disponen para salvar a su amiga.

-Esa fuerte explosión que imagino que tu sabrás de donde coño ha venido,

casi nos manda al otro barrio a Nacho y a mi cuando ya nos encontrábamos a

punto de entrar por la puerta de la oficina, pero somos demasiado tozudos

como para morir sin saber como estabas tú. –Juan logra arrancar una leve

sonrisa del rictus de sufrimiento que presenta Ana.

Nacho, completamente asustado ante la idea de perder a la chica que le a echo

descubrir el amor, arremete a gritos contra Sergio:

-¡¡Suéltala, cabrón; tírate y ve de cabeza derechito al infierno al que

perteneces!!

-¡Lo siento, nene; puede que al final no gane la guerra pero ten por seguro de

que no voy a morir con las manos vacías!

-¡¡No!!, –sale de la garganta de Ana un desgarrador grito mientras gira su

cabeza hacia la derecha para mirar directamente a los ojos de Nacho; -no se

tiene porque sacrificar ninguna vida, debemos ganar de la mejor de las

maneras posibles…, él está completamente derrotado y lo sabe.

Nacho, acompañando sus palabras con una mirada dulce y llena de sensatez,

le responde a su amiga:

-Ana, por favor, tienes que escucharme…, tanto Juan como yo estamos muy

débiles y heridos; el como ya sabes; -señala hacia su izquierda con unos

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contorneos de cabeza; -tiene una pierna rota y prácticamente no tiene un

punto de apoyo del que tirar de ti, seria casi un milagro que pudiéramos alzar

hasta aquí arriba solo el peso de tu cuerpo…, así que imagínate lo que supone

cargar con dos personas.

Tras oír estas palabras cargadas de verdad, la joven y el resto de los presentes

en esta trascendental escena guardan un profundo silencio provocado por el

choque con la dura realidad, silencio que se ve roto al cabo de pocos

momentos por la aparición de un herido y desorientado Álvaro detrás de las

figuras de Juan y Nacho; de lo que casi de inmediato se percata Ana:

-¡¡Álvaro!!, –exclama la muchacha con una expresión parecida a la de un

naufrago que avista tierra firme tras muchos días de desesperación en la mar,

-¡tienes que ayudar a Nacho y Juan a subirnos hasta allí arriba; olvídate de

todo lo que ha sucedido hasta ahora, todavía tienes una oportunidad de

arreglar todo el mal causado, si nos ayudas a Sergio y a mi te doy mi palabra

de honor de que en todo lo que suceda a partir de ahora, haré todo lo que este

en mi mano para ayudarte a rehacer tu vida!

Los inexpresivos ojos del joven no dan ninguna señal de lo que decidirá y su

sangrante rostro solo muestra una fuerte incredulidad al ver la situación en la

que se encuentra su antaño compañero y más tarde líder; Álvaro gira

levemente su rostro y divisa como muchos metros más abajo, aparte de la

presencia del cuerpo de bomberos, hay todo un batallón de policía armado

hasta los dientes desplegado alrededor de la base del edificio; el rostro del

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joven palidece al comprender que el bando que eligió para intervenir en esta

guerra ha perdido por completo y que él mismo se encuentra en una

arrinconada situación; tras unos fugaces instantes dubitativos, Álvaro devuelve

una última mirada a Sergio y acto seguido da media vuelta sobre si mismo y

emprende la huída a toda velocidad a través de los restos de la oficina en la

que se encuentran, por sorpresa, en ese mismo momento Sergio llama a voz

en grito a su antiguo compañero de armas:

-¡¡Álvaro, Álvaro…; yo me hubiera quedado a ayudarte…, maldito cobarde!!

-No gastes saliva, tío; ese pavo ha visto a la pasma que espera debajo y le ha

entrado tal cagalera que cuando lo cojan van a tener que comprar una docena

de paquetes de pañales. –le informa Juan desde una perspectiva muy incisiva.

-¡¡Venga Juan, tira con todas tus fuerzas junto a mi; tenemos que conseguirlo

si o si por pelotas!!

Lo que a continuación puedo ver es una de las más bellas demostraciones de

bondad, lealtad y valentía que ha existido en toda la historia de la humanidad,

con los gestos torcidos por el dolor y el esfuerzo, los dos amigos empiezan a

tirar de su amiga cogiéndola por los brazos y por la oscura camiseta que porta

la misma, por su parte, Ana agarra de nuevo el marco del ventanal con sus

doloridos dedos y apretando los dientes intenta ayudar con las escasas fuerzas

que la restan; Juan y Nacho se despreocupan tanto de si mismos en su labor

de salvamento que entre tirón y tirón, más de una vez están a punto de perder

el equilibrio y de precipitarse ellos también al vacío; al mismo tiempo, Sergio

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observa sobrecogido toda la escena y por unos momentos su mente borra

todas las vilezas que el ser humano puede llegar a acometer para centrar todo

su pensamiento en el momento más hermoso que ha visto desde hace

muchos, muchos años; es entonces cuando su corazón ,marchito y sumergido

en las tinieblas por tantos años de amargura y rencor, vuelve a sentir el cálido

y reconfortante latido del amor y la compasión hacia sus prójimos; tras ser

recorrida toda su alma por este sentimiento, unas pesadas y profundas

lágrimas brotan de sus ojos en una inequívoca señal de que el muchacho ha

vuelto a reencontrarse con la bondad y la paz que habita en lo más recóndito

de su alma.

-¡¡Escuchadme!! –grita Sergio con toda la fuerza de sus pulmones para llamar

la atención de Ana, Juan y Nacho, los cuales pausan por un momento las

labores de salvamento y bajan sus cabezas para mirar el rostro del joven

redimido, los tres amigos se quedan completamente atónitos al ver los

abundantes hilillos de lágrimas que desciende por su cara, una cara que ya no

presenta en absoluto aquella dura expresión llena de odio que siempre habían

contemplado desde que le vieron por primera vez en sus vidas en la glorieta

de Cádiz, ahora el lugar de esa expresión es ocupada por otra llena de sincero

arrepentimiento, -¡ahora, al ver lo que estáis haciendo desinteresadamente para

salvar la vida de vuestra amiga e incluso la mía, después de todos los

tremendos sufrimientos por los que os he hecho pasar, me doy cuenta de que

aunque seáis unos pocos, de verdad aún siguen existiendo personas con un

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auténtico buen corazón que no dudan en arriesgar sus vidas por aquellos a los

que aprecian; mientras siga existiendo en toda la faz de la tierra uno como

vosotros merecerá la pena seguir teniendo esperanzas en el resto de la

humanidad, es una verdadera lástima que me haya dado cuenta de todo esto

cuando ya es tan tarde…; -Sergio baja su faz para situarla al frente y con la

mirada perdida en la fachada del inmueble empieza a entonar unas frases que

suenan como si fueran una oración, -Mama, desde el cielo en el que te

encuentras, quiero que sepas que siento mucho todo lo que hecho y espero

que algún día dejes de sentir tristeza y vergüenza por mis actos y espero que

sepas perdonarme, ya que los mismos impedirán que algún día podamos

volver a reunirnos.

Al oír estas palabras de arrepentimiento, Ana inmediatamente comprende lo

que el joven se dispone a hacer y rápidamente le reprende:

-¡Sergio, no, no lo hagas; aún hay una oportunidad de salvarnos los dos, estoy

segura de que tu madre estaría en contra de que acabaras de esta manera!

-¡Quiero que lo último que haga en esta vida aporte algo de bondad y cordura

entre todo el enorme daño que he causado!, además, es la única manera en la

que tus amigos podéis salvar la vida y lo sabes…; hasta siempre y gracias por

haber echo que me reencuentre con lo que nunca debí haber perdido.

Tras pronunciar estas últimas palabras, la mano de Sergio que agarraba el

tobillo de la elegida por los poderes del cielo, libera su presa y hace que la

gravedad no tenga ya ningún obstáculo para arrastrar velozmente al muchacho

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hacia el asfalto de la calle; el súbito descenso de Sergio es seguido por un grito

en forma de un desgarrador no proveniente de las mismísimas entrañas de

Ana, mientras que al mismo tiempo estira su brazo derecho es un fútil intento

reflejo de salvar la vida de su, hasta hace poco, enemigo a muerte, junto a ella,

Nacho y Juan pueden observar coma la figura de Sergio se va

empequeñeciendo velozmente hasta que queda convertida en un punto que al

final de su destino golpea dura y brutalmente contra la acera, tras un largo

instante en que los tres jóvenes amigos permanecen petrificados ante la

sobrecogedora escena que han tenido que presenciar, retoman enérgicamente

el alzamiento de Ana, el cual tras unos minutos de un enorme desgate físico

que les lleva a quemar todas sus escasas reservas de energía, consiguen

concluir con éxito convirtiéndose este en unos de los momentos más

contradictorios de sus vidas, ya que la enorme felicidad y alegría que sienten

los tres de encontrarse con vida, a pesar de las graves heridas que muestran y

de haber ganado una trascendental guerra por el destino de la humanidad que

en muchos momentos parecía que tenían completamente perdida, no pueden

evitar sentir que es una amarga victoria debido a los sentimientos de tristeza y

desazón por todas las penurias que han pasado y por el triste desenlace que ha

tenido esta confrontación; tras un efusivo abrazo entre los tres muchachos,

estos se acercan hasta el límite del fatídico ventanal con el exterior del edificio

para observar el cuerpo de Sergio por última vez en sus vidas; el cadáver del

muchacho permanece tendido sobre el frío suelo de la calle mientras

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contemplan como efectivos de elite de la policía nacional, metralleta en mano,

escoltan a personal del SAMUR que se dirigen todo lo rápido que les permite

la fuerte cautela que llevan por miedo a una acción terrorista, hacia el cuerpo

sin vida del joven redimido, cuando por fin consiguen llegar hasta él, los

efectivos sanitarios proceden a una corto procedimiento de reanimación

cardio-pulmonar mientras que debajo del cuerpo de Sergio fluye un oscuro y

denso charco de sangre, tras verificar que no tiene pulso alguno comunican a

sus escoltas policiales que no hay nada que hacer por la vida del muchacho y

proceden a alejarse bajo las mismas precauciones en la que se habían acercado

al cadáver para regresar detrás del cordón de seguridad; muchos metros más

arriba, gracias a las facultades de su máscara-alma, Ana empieza a observar

algo que les es imperceptible a sus dos amigos y al resto de los mortales allí

presentes; la muchacha mira como del cuerpo inerte de Sergio se desdobla una

representación etérea exacta del mismo, haciendo que lo único que de

volumen a esta figura traslúcida sea un suave resplandor de luz blanca que la

recorre desde los pies hasta la cabeza, esta aparición no es sino la

manifestación del alma del muchacho, esta alma observa con detenimiento el

destrozo del cuerpo que hasta hace muy poco la contenía y a todo el inmenso

operativo de las fuerzas de seguridad formado alrededor del edificio de la

entidad bancaria; tras unos segundos de tranquilidad contemplativa, la

representación mística de Sergio gira sobresaltadamente su cara a la derecha

para observar la figura de un hombre que ronda el ecuador de la treintena de

Page 235: Las Máscaras Del Almas

235

años, muy elegantemente vestido con un traje oscuro de raya diplomática, con

unos relucientes zapatos negros y lo más curioso de todo, un sombrero sobre

su cabeza estilo años treinta, esta figura que parece un maniquí de lo inerte

que se encuentra hasta que de repente alza su vista hacia el cielo de la ciudad,

dejando al descubierto las facciones de su cara en la que predominan dos

oscuros ojos negros que miran directamente a la luchadora representante de

las misericordiosas fuerzas de Dios, suelta un enorme y angustioso grito que

es completamente inaudible para cualquier ser humano común presente en las

inmediaciones, tras esta exteriorización de puro odio, todo su cuerpo empieza

a brillar con un intenso color rojo eléctrico, el resplandor empieza a crecer

rapidísimamente en intensidad hasta que tras un potente estallido lumínico

deja tras de si la estremecedora visión de la verdadera apariencia de un enorme

demonio que avanza a toda prisa en la dirección en la que se encuentra el alma

del muchacho; la anatomía de esta criatura del averno se parece mucho a la de

un siniestro dragón descrito en numerosas leyendas de antaño, su cuerpo

medirá una longitud de doce metros de largo por cinco de alto y unos cuatro

de ancho del que brotan dos poderosos garras y un par siniestras alas

extendidas al máximo, la cabeza de este ser del averno es como la de una

amenazante víbora que tuviera los colmillos de un dientes de sable

sobresaliéndole de entre sus enormes mandíbulas, toda su reptil apariencia

está recubierta de escamas rojas, exceptuando los laterales de su anatomía, que

son recorridos por franjas de verdosas escamas, el final del cuerpo de este

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236

abominable ser infernal acaba en una fuerte y musculosa cola, toda ella

revestida con unas grandes y numerosas espinas óseas; Ana acongojada ante

su primera visualización de un demonio servidor de Lucifer, observa como la

no menos asustada alma de Sergio se queda inmóvil del pánico ante el maligno

servidor de Satanás que viene a llevarse esta alma a las mismísimas

profundidades del infierno para que el propio Lucifer la someta por toda la

eternidad a los peores tipos de torturas y tormentos por su gran fracaso;

cuando parece sentenciado el destino que correrá esta desdichada alma, se

produce una intensa aparición luminosa de color azul brillante detrás del

espíritu del muchacho de la que surge la majestuosa figura de un arcángel en

todo su esplendor: este soldado del cielo mide unos dos metros de estatura, de

su cuerpo, que está austeramente vestido por una túnica blanca que va desde

el hombro izquierdo hasta el tobillo del pie derecho, asida a la cintura por un

grueso cinturón de color marrón oscuro sujetado por una bella y ancha hebilla

de reluciente plata, surgen desplegadas por completo dos enormes y bellas alas

grisáceas; la mano derecha de este arcángel porta una fuerte y solemne espada

de amplia empuñadura construida con el mismo material que el de su hebilla,

mientras que en la mano izquierda blande un gran escudo repleto de hermosas

figuras e inscripciones de un material parecido al bronce; casi con toda

seguridad que estas dos armas participaron en la primigenia batalla que tuvo

lugar en el cielo y que se resolvió con el destierro a los infiernos de Lucifer y el

resto de los ángeles oscuros que apoyaron su revuelta; la joven se concentra

Page 237: Las Máscaras Del Almas

237

en obviar por un momento el resto de la impresionante figura del arcángel

para centrarse en observar su rostro y su sorpresa es mayúscula cuando se da

cuenta que pertenece al mismo afable arcángel que la visitó en su cuarto la

noche que la otorgó la máscara-alma; sin dudarlo un momento, el azote

demoníaco sale despedido como una bala al encuentro de de la poderosa

criatura diabólica que se desplaza a la velocidad de un expreso sobrevolando el

asfalto a la escasa distancia de un metro sobre él y tras unos breves segundos,

se produce el inevitable encuentro de estas dos poderosísimas fuerzas

antagónicas; el arcángel consigue a duras penas detener la embestida del

demonio utilizando su escudo como parapeto contra este último, a su vez este

diablo contraataca estirando su largo cuello para intentar lanzar con sus

intimidantes colmillos, una terrible mordedura sobre el cuerpo del enviado

celestial, gracias a unos rápidos reflejos, el arcángel consigue evitar esta mortal

mordida pero lo que no consigue esquivar es el impacto que de repente le

asesta la traicionera cola puntiaguda que da final al cuerpo de la monstruosa

criatura con la que está luchando, este golpe provoca que suelte bruscamente

las dos armas que porta y que caiga al asfalto quedándose aturdido sobre el

mismo; en una inesperada maniobra, la serpentina manifestación demoníaca

se olvida de su eterno enemigo y retomando su potente carrera se dirige de

nuevo hacia el alma de Sergio, en el instante en el que la grotesca figura del

demonio esta a punto de alcanzar con sus enormes mandíbulas abiertas

repletas de dientes a la encarnación mística del muchacho, el arcángel aparece

Page 238: Las Máscaras Del Almas

238

providencialmente por el flanco izquierdo de la bestia y utilizando su hombro,

lo embiste con fiereza, provocando que el demonio suelte un alarido de dolor

mientras sale despedido unos cuantos metros cayendo de bruces contra el

suelo, cuando esta alma condenada se retuerce en el asfalto panza arriba

pataleando inútilmente con sus dos garras en un intento desesperado de

volver a levantarse, observo que el soldado de los cielos debió de recoger del

suelo su poderosa espada plateada ya que blandiéndola ahora con las dos

manos y flexionando sus rodillas, consigue dar un inmenso salto que lo sitúa

justo encima de la viperina figura y antes de que el demonio tenga tiempo de

reaccionar, el arcángel gira noventa grados su espada hasta situar su filo hacia

abajo y en ese momento la clava profundamente en el centro del cuerpo de su

adversario, haciendo que este suelte el más desgarrador y estremecedor grito

que he oído en mi existencia; durante unos desagradables momentos, la bestia

se retuerce de dolor en el suelo mientras que el arcángel se aparta de ella y se

coloca a un lado para observar lo que vendrá a continuación; tras agonizar

dolorosamente, el demonio por fin deja de moverse y da la sensación de que

fallece en ese mismo instante pero la figura de enorme serpiente que adopto

este enviado de Lucifer empieza a arder en un fuego metafísico y entre las

llamas se puede ver a la desnuda figura humana del demonio gritando sin

consuelo alguno mientras que hace súbitamente aparición un ardiente portal

circular justo debajo de la misma que va absorbiendo su cuerpo para llevarlo

de nuevo al reino del hades, donde estoy seguro que su señor lo estará

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esperando para darle una “cálida” bienvenida después de su transcendental

derrota; en cuanto este portal se traga del todo a la malévola alma, las llamas

desaparecen súbitamente en una repentina implosión; transcurren unos

segundos en los que arcángel se mantiene inmóvil de espaldas a el alma de

Sergio mientras que mantiene la mirada en el lugar en donde abatió a su

infernal enemigo, hasta que de repente, gira ciento ochenta grados sobre si

mismo y mirando fijamente con unos ojos rebosantes de un dorado fulgor

guerrero al alma del joven; me mantengo lleno de incertidumbre al no saber

que es lo que decidirá hacer con el espíritu del antiguo baluarte de Satanás en

la tierra y al observar la expresión del rostro de Ana, me doy cuenta de que a

ella le sucede exactamente lo mismo que a mi; repentinamente, el fulgor de la

mirada del arcángel desaparece por completo y en su lugar solo se aprecia dos

bellos ojos de un color azul coralino, acto seguido, el enviado para ser la mano

protectora de Dios en la tierra alza su mano derecha mostrando en todo su

esplendor su noble espada y abriendo los dedos de su mano derecha, suelta la

misma para que caiga a plomo contra el suelo pero antes de llegar a tocar el

asfalto, se desmaterializa dejando solo un pequeño rastro de energía blanca

con toques dorados y puedo observar como a unos cuantos metros de allí,

empieza a desaparecer exactamente de la misma manera el magnífico escudo

de bronce que se encuentra tirado sobre el asfalto, después de la desaparición

de sus dos armas, el arcángel extiende sus dos brazos en forma de cruz, con

las palmas de las manos abiertas y dirigidas al alma de Sergio, en ese preciso

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240

momento, de la cara del soldado celestial surge una amplia y hermosa sonrisa

en señal de bienvenida a este espíritu redimido; del etéreo rostro de Sergio

desaparece el inicial gesto de incertidumbre y su lugar es sustituido por otro de

enorme alegría y felicidad y sin perder ni un segundo más de tiempo, el alma

del muchacho corre para abrazarse a la figura del arcángel, el cual a su vez, le

devuelve afectuosamente el saludo mientras unas intangibles lágrimas caen por

el rostro del joven arrepentido; en lo alto del rascacielos en el que llegó a su

final esta vital batalla por el destino de las almas de la humanidad entre las

fuerzas del cielo y del infierno, Ana se lleva su mano derecha a la boca y de

sus ojos se llenas con unas abundantes lágrimas que terminan de desbordar los

límites establecidos por sus párpados mientras observa compungida esta

sobrecogedora escena; las lágrimas de su amiga no pasan desapercibidas para

Nacho y Juan, a lo que este segundo la pregunta algo extrañado:

-Ana…, ¿qué te sucede, por estás llorando tanto ahora…?, ya se que esto no

ha acabado de la mejor de las maneras pero si algo puede consolarnos es que

ese chico por fin ha encontrado la paz que tanto necesitaba.

-Juan… te equivocas, al final esta guerra ha acabado de la mejor manera en la

que podía terminar…, -la muchacha sigue hablando mientras gira su cabeza a

derechas e izquierdas para dirigirse ahora a sus dos amigos a la vez, -estoy

viendo algo que vosotros no podéis y que más tarde os contaré, pero os

aseguro que es lo más hermoso que he visto en mi vida.

Page 241: Las Máscaras Del Almas

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Aunque prácticamente no comprenden lo que las palabras de la muchacha

quieren decir, intuyen que, gracias a la máscara-alma con la que está dotada, su

amiga puede ver que ha sido un buen final el que le a deparado el destino a

Sergio; en cuanto transcurre el corto, pero a la vez eterno en el tiempo,

momento del abrazo entre el arcángel y el alma de Sergio, este primero ofrece

su mano izquierda para que la etérea figura del muchacho para que pueda

agarrarla y acto seguido, las grises alas del ariete celestial se extienden al

máximo para empezar a dar unas poderosas batidas que propician la levitación

de estas dos místicas figuras; aunque se encuentre a muchos metros de

distancia, la máscara de Ana hace que lleguen hasta sus oídos las palabras que

le dirige el arcángel a Sergio antes de que ambos emprendan su partida.

-Vamos Sergio, tu madre nos aguarda impaciente.

Inmediatamente, el arcángel levanta el vuelo junto con el alma del joven y

rápidamente va ganando altitud perpendicularmente al edificio perteneciente a

la entidad bancaria, una vez que llegan a la altura del ventanal en donde se

encuentra Ana flanqueada por Nacho y Juan, el arcángel detiene súbitamente

su ascensión y su imponente figura junto a la de Sergio, que va agarrado de su

mano, contempla amablemente a la designada por los designios del cielo;

durante unos segundos que se congelan en el tiempo, Ana observa

emocionada como el arcángel la observa con sus dulces ojos y con una sonrisa

llena de bondad, mientras que eleva su brazo derecho y con la palma de su

mano girándola de un lado para otro de su muñeca se despide de la joven, a lo

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que la muchacha responde devolviendo el mismo gesto de despedida, los dos

amigos de la joven saben que está mirando al alguien o a algo situado en

frente de ellos pero no pueden observar nada más que la línea del horizonte

de la capital; acto seguido, el legendario guerrero de los cielos retoma

velozmente su trayectoria y en un simbólico camino al reino de los cielos, las

figuras del alma de Sergio y del arcángel alcanzan una enorme altura para

terminar desvaneciéndose entre las densas nubes que cubren la ciudad,

mientras que un pequeño pero cálido rayo de sol logra colarse durante unos

instantes justo por el punto por donde han desaparecido para rápidamente ser

de nuevo ocultado por el encapotado cielo que cubre la ciudad, la visión de

esta escena deja en el corazón de Ana la más bella emoción que ha sentido en

su vida; muy poco después de que desaparezcan el arcángel con el espíritu de

Sergio, la máscara-alma que porta en su rostro la muchacha se materializa por

completo durante unos segundos para luego empezar a perder todo su color y

adquirir una tonalidad grisácea y una apariencia pétrea hasta que empieza a

resquebrajarse suavemente y los pedazos de esta máscara-alma caen al suelo

de la oficina desapareciendo en el contacto con el mismo, dejando tras de sí

pequeños destellos fluorescentes de color azul, todo esto ante la

desconcertada y atónita mirada de Nacho y Juan.

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EPÍLOGO

Pasa una media hora larga en la que los tres jóvenes amigos recuperan el

aliento sentados en el destrozado suelo de la planta treinta y dos del

rascacielos en el que se encuentran hasta que se deciden a emprender el

camino de retorno que conduce al vestíbulo principal del edificio, andando en

dirección a las compuertas del ascensor entre los amasijos de escombros

producidos por el devastador ataque final desatado por las dos antagónicas

máscaras-alma, no paran de sucederse en sus mentes los recientes recuerdos

de los extraordinarios momentos que han vivido desde que Ana fue elegida

para portar la máscara de energía del cielo para luchar contra las tenebrosas

fuerzas diabólicas desatadas en la tierra; un vez enfrente del elevador, la

muchacha pulsa el botón de llamada del mismo y tras un par de minutos de

parpadeos de una blanquecina luminosidad, hace acto de aparición el metálico

sonido del timbre que avisa de la llegada del ascensor; mientras descienden

planta por planta dentro del mismo, Juan, Ana y Nacho permanecen en

completo silencio y cada uno de ellos con la mirada perdida en diferentes

partes del pequeño habitáculo que los transporta pensando en la gran

marabunta de agentes de policía que les estarán esperando abajo deseosos de

respuestas y siendo conscientes de que aunque dentro de algún tiempo

retornarán a sus cotidianas vidas, a sus ojos nada volverá a ser como antes;

cuando sienten una pequeña desaceleración del elevador que es acompañada

del característico timbre de aviso, los tres jóvenes amigos se miran entre ellos

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y comunicándose solamente a través de sus miradas, se dan recíprocamente

aliento y coraje para afrontar lo que se van a encontrar en el exterior del

edificio; en cuanto se pliegan del todo entre sí las partes de la puerta de acceso

al ascensor, salen y recorren con paso tranquilo el tramo del pasillo que lleva

hasta la esquina que actúa de antesala al vestíbulo principal y nada más doblan

dicha esquina, los pasos de los tres muchachos pierden determinación y

firmeza cuando observan con preocupación a través de los trasparentes

cristales del frontal de la entrada principal del edificio, como un enorme

dispositivo policial se encuentra apostado en un gran perímetro entorno a la

calle Raimundo Fernández Villaverde y parte de las calles contiguas; cuando

dubitativamente los tres amigos se acercan hasta un escaso par de metros de

las puertas giratorias que dan acceso al interior del inmueble, son avistados

desde el exterior por las fuerzas de seguridad del estado, quienes velozmente

se parapetan detrás de sus vehículos policiales y alzan sus pistolas y rifles a la

altura del hombro para apuntar directamente contra el principal acceso del

céntrico rascacielos de oficinas, esta maniobra al unísono asusta seriamente a

los tres muchachos haciendo que interrumpan su marcha durante un

momento, para que después de mirarse nuevamente entre ellos, la reanuden

esta vez con los brazos en alto y con las palmas de sus manos abiertas bien

visibles a la vista, una vez que salen por las grandes y pesadas puertas

giratorias sienten como el frío y despejado aire de la calle refresca sus mejillas

y manos mientras que divisan con claridad la enorme cantidad de coches

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patrullas, camiones de bomberos e incluso varias tanquetas policiales que

forman parte de este operativo especial, percatándose también de la presencia

de un unas cuantas ambulancias e incluso oyen el profundo sonido que

producen las hélices y las turbinas de un helicóptero policial que sobrevuela la

zona por encima de sus cabezas; mirando nerviosamente a todo su alrededor,

caminan en línea recta por los primeros adoquines de acera que delimitan con

el rascacielos hasta que súbitamente oyen la estruendosa voz de un alto cargo

de la policía amplificada artificialmente por un megáfono:

-¡No den ni un paso más, échense bocabajo en el suelo y coloquen las manos

detrás de la espalda!

-¡No somos terroristas, allí arriba dijimos que lo éramos pero fue para

desalojar a la gente que se encontraba trabajando y así poder salvar sus vidas,

se que es una explicación larga y complicada pero si nos dejan podremos

aclararlo todo! –alza todo lo que puede Ana la voz.

La contestación por parte de las fuerzas de seguridad del estado no se hace

esperar:

-¡No les volveremos a repetir que se tiren inmediatamente al suelo y que

coloquen las manos detrás de la espalda, de lo contrario nos obligaran a abrir

fuego contra ustedes! –tras esta última advertencia, Juan, Nacho y Ana

comprenden que de momento no hay explicación que valga y no dudan en

arrojarse velozmente sobre la acera.

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-<<Manda cojones, después de casi dejarnos el pellejo contra los malos para

salvar a la humanidad, ahora los que supuestamente están de nuestra parte nos

tratan como a unos putos delincuentes>>. –comenta Juan a sus dos amigos

en voz baja.

-<<Hombre, en los tiempos que corren si amenazamos con volar todo el

edificio en mil cachitos y más tarde se produce la cacho de explosión que

provocaron las máscaras de Ana y Sergio haciendo que saltara por los aires

toda una planta del mismo, me parece normal que anden un poco

mosqueaditos…>> -le replica Nacho en el mismo tono de voz.

Corriendo rápidamente hacia ellos, un pequeño pelotón de elite de la policía

surge de entre el cordón de seguridad y una vez que llegan a la posición en

donde se encuentran los tres luchadores por la causa del bien y la justicia,

varios de estos agentes les cachean velozmente mientras que el resto de sus

compañeros vigilan todos los frentes blandiendo sus rifles hacia todos los

ángulos posibles, tras comprobar que no llevan ningún artefacto peligroso

encima, les ponen rápidamente las esposas y levantándolos bruscamente del

suelo agarrándolos de los brazos, toda la unidad de élite se lleva a los tres

jóvenes amigos a la carrera hacia el resto de efectivos policiales que se

encuentran tras el perímetro de seguridad; cuando los tres muchachos se

encuentran rodeados de agentes de los cuerpos de seguridad del estado que les

miran fijamente, con una extrema seriedad en sus rostros, el corazón de cada

uno de los jóvenes se ve invadido por la fría tenaza de la incertidumbre

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provocada al no tener ni idea de que les harán pasar las autoridades de ahora

en adelante; de repente, tras las figuras de los parapetados agentes del cuerpo

de policía, surge una voz sorprendentemente familiar:

-Sí, son ellos…, ya pueden retirarles las esposas.

Los tres jóvenes se quedan anonadados, intentando dar una explicación

racional a sus mentes de la “fantasmal” voz que acaban de oír, pero cuando el

concentrado grupo policial se pliega hacia los laterales, sus ojos dan crédito de

una milagrosa imagen que se muestra ante ellos: sobre una camilla de un

equipo del SAMUR, se encuentra tumbado un magullado inspector Marcos

flanqueado por dos efectivos de este cuerpo de emergencias que velan por su

salud, el inspector lleva aparatosos vendajes en sus dos piernas y en su brazo

izquierdo, así como una célula que protege a su fracturada nariz y presenta

varias vías cogidas a las venas de sus brazos, aunque la sonrisa que luce en su

cara al ver a los tres muchachos demuestra que seguirá vivito y coleando por

mucho tiempo; lo que a su vez provoca un unísono y espontáneo grito de

alegría por parte de Ana, Juan y Nacho.

-¡Madre mía, es increíble…, está usted vivo!, que alegría; desde luego que tiene

más vidas que un gato!, –exclama Nacho con un tono en su voz de pleno

júbilo.

¡Lo estoy viendo con mis propios ojos y aún así no me lo acabo de creer…, es

alucinante! –apostilla Juan.

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En cuanto unos agentes de policías les quitan las duras y cortantes esposas de

las muñecas, los tres jóvenes amigos se acercan alrededor de la figura de Luís

Marcos y más concretamente, Ana con los ojos inundados por las lágrimas,

coge cariñosamente la mano derecha del inspector de policía entre las suyas y

le dice:

-¡No puedo expresar con palabras la alegría que nos da verle con vida, de

verdad que es como un verdadero milagro que no lo mataran cuando estaba

atrapado en el coche!

-¡Oh!, vamos…, no llores, este viejo lobo de ciudad ya ha salvado en el pasado

su pellejo en algunas ocasiones “casi” tan malas como está.

-Su situación en el coche patrulla era muy mala, estaba prácticamente a

merced de esos dos cabrones; ¿Cómo consiguió que no lo mataran? – se

pregunta Juan.

-Pues veréis, cuando estaba atrapado en el coche patrulla, cabeza abajo y

sangrando a borbotones mientras intentaba conseguiros a base de tiros algo de

tiempo para poder escapar de esos dos mamones, estaba muy preocupado

porque sabia que me quedaban muy pocas balas por disparar y más pronto

que tarde me vería indefenso ante esos dos chavales; pero en ese momento fui

consciente de que ellos no debían tener ni idea de cuantas balas podía albergar

el cargador de mi pistola, así que cuando me quede definitivamente sin

munición pensé que dado al aspecto que tenía, lleno de fracturas y manchado

de sangre por todas partes, podría engañarles para que pensaran que había

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dejado de disparar porque la había diñado en vez de que, lo que realmente me

había pasado es que me había quedado sin una sola bala en la recámara;

cuando esos dos bastardos se agacharon para ver a través del hueco de mi

ventanilla para ver si todavía les quedaba trabajo conmigo, me encontraron

con la mirada fija y perdida, sangrando por las heridas que tenía y con la

pistola apoyada en la palma abierta de mi mano derecha, no supe exactamente

cual de los dos cabrones me dio un par de puntapiés en la cara para ver si me

movía y a pesar del dolor que me hicieron, no moví ni una pestaña; tras esto

escuché como uno de ellos le decía al otro que yo la había palmado y que

estaban perdiendo el tiempo conmigo mientras que vosotros ya les sacabais

una buena distancia en vuestra huida, los dos debieron ponerse rápidamente

de acuerdo, porque inmediatamente se olvidaron de mi y se pusieron a correr

en vuestra búsqueda; lo primero que hice en cuanto se largaron, fue

comprobar si la radio todavía seguía funcionando y al comprobar que si, me

puse en contacto con la central para informales de lo que había sucedido y

solicitar que enviaran refuerzos cagando leches a la zona en donde me

encontraba; tras una media hora larga, llegaron las primeras unidades y con

ellas una ambulancia, cuando unos sanitarios con la ayuda de unos

compañeros consiguieron sacarme del coche patrulla, me quede alucinado de

ver el inmenso operativo que subía por la Castellana y comprendí que mi

llamada de auxilio no podía ni de coña, haber movilizado todos esos efectivos;

pregunte a un compañero que a que se debía todo ese operativo y me contesto

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que había habido una amenaza de bomba en un edificio de oficinas muy

cercano de yo me encontraba accidentado e inmediatamente supe que eso

estaba de alguna manera relacionado con vosotros; una vez que dentro de la

ambulancia me dieron los primeros auxilios, los sanitarios del SAMUR se

pusieron muy pesados con que nos fuéramos inmediatamente al hospital para

realizar unas pruebas en las que se descartara el que tuviese alguna lesión

interna pero gracias a mi tremenda insistencia les convencí para que me

acercaran un momento al dispositivo de seguridad que se estaría formando

alrededor de dicho edificio, en cuanto llegue hable con un par de superiores

para explicarles “medianamente” como pude lo sucedido y asegurarme de que

supieran que los tres sois de los buenos; así que aquí me tenéis; ¡ah!, por cierto

os tengo un par de sorpresitas preparadas para vosotros.

-¿Un par de sorpresas?, mire no nos vacile que no tenemos el corazón ni para

el más mínimo de los sobresaltos. –medio bromea Nacho mientras que

gesticula llevándose las manos al pecho, muy cerca de donde se ubica el

órgano que hace bombear su sangre.

-¡Ja, ja, ja, ja!; no tranquilo, estas sorpresas son de las muy buenas, os lo puedo

asegurar; la primera la veréis si miráis hacia vuestra izquierda…

Nada más oír las palabras pronunciadas por Luís Marcos, los tres jóvenes

giran sus cabezas como una exhalación hacía el lado mencionado por el

inspector y ante el asombro inicial, se impone una fuerte sensación de que se a

hecho justicia al observar como Álvaro se encuentra esposado y detenido

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entre varios miembros de la policía nacional; el muchacho, cabizbajo, alza un

momento su cabeza para devolver a cada uno de los tres amigos, una mirada

que rezuma cantidades ingentes de odio, la cual es contestada por Ana, Nacho

y Juan con unas inamovibles expresiones en sus rostros de templaza mientras

que en sus corazones ronda el desprecio hacia un ser humano que ha sido

capaz de cometer tan terribles actos y que fue tan ruin de dejar que se matara

Sergio con tal de salvar su pellejo; al poco después, los agentes que le retienen

tiran de su antebrazo para llevarlo con ellos hacia un coche patrulla, momento

en el que el joven vuelve a agachar la cabeza y sigue sin ningún ápice de

oposición a los miembros del cuerpo de seguridad del estado; tras perderlo de

vista, los tres muchachos rezan para que con un poco de suerte, no exista

ningún ambicioso abogado, ni ningún juez permisivo que le salve de pagar una

dura y larga condena en la cárcel; este dramático momento es zanjando

cuando vuelve a hacer acto de presencia la voz del inspector Marcos:

-En cuanto podáis, me tenéis que explicar como llego hasta el suelo el cuerpo

del pequeño genocida compañero de este tipejo y como se ha producido una

explosión que literalmente, ha volado toda una planta de un rascacielos; como

supongo que no va a ser una explicación “convencional”, tenéis que

inventaros otra todo lo creíble que podáis lo más rápidamente posible para

cuando os tomen declaración, yo mientras tanto, moveré todos los hilos de los

que dispongo para ayudaros a salir indemnes de todo este asunto; ya solo

queda esperar a que venga el juez para proceder al levantamiento del cadáver,

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-comenta Luis Marcos mientras gira la cabeza en la dirección donde yace

inerte el cuerpo sin vida de Sergio, cubierto ya con la típica lona para

cadáveres de aspecto metálico que muestra en su zona superior un color

dorado y en la inferior uno plateado; los tres jóvenes dirigen una última

mirada al cubierto cadáver y no pueden evitar que les invada una pequeña

sensación de tristeza e impotencia al no haber podido evitar su muerte, pero

por lo menos, en el corazón de Ana late el consuelo de saber que Sergio fue

redimido y que por fin es feliz al lado de su madre para toda la eternidad.

-Ahora que lo pienso, ¿cómo consiguieron trincar a ese cabronazo de Álvaro?

–le pregunta Nacho al inspector Marcos mientras se arrasca la barbilla.

-Bueno, pues ese niñato sádico ese no es nada tonto, no; salio por la puerta

principal del edificio sangrando por la nariz y con una pequeña brecha en la

parte posterior de su cabeza mientras que portaba un ordenador portátil bajo

el brazo, decía que era un trabajador de la entidad bancaria y que los

terroristas que habían tomado el rascacielos le habían golpeado hasta dejarlo

inconsciente; transcurrido un tiempo, se despertó y se escondió debajo de una

mesa de oficina hasta que se cercioro de que no había nadie en la planta en la

que se encontraba y decidió salir huyendo del edificio, pero con lo que él no

contaba era con que yo estuviera entre el cordón policial y claro, en cuanto le

reconocí, les pedí a los sanitarios del SAMUR que me llevaran hasta algún alto

cargo responsable del dispositivo para informarle de que ese joven mentía

sobre su identidad y que era co-responsable de los altercados producidos en la

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comisaría de Gigantes y Cabezudos, de los del parque del Retiro y de mi

accidente con el coche patrulla, sin llegar a mencionar, claro está, ningún echo

“paranormal”; entonces este superior de policía en cuestión, ordeno a varios

compañeros que le detuvieran al instante.

-¡Madre mía!, no se como vamos a explicar todo lo que ha sucedido, lo que ha

pasado es demasiado grande como para poder ocultarlo. –comenta Juan

mientras se lleva las manos a la cabeza.

-<<Ni se os ocurra mencionar nada de una guerra entre el cielo y el infierno,

ni poderes, ni energías, ni cosas de esas…, -les sugiere el inspector Marcos en

voz baja, -cuando os estén tomando declaración, ante cualquier situación que

no podáis explicar con hechos coherentes, simplemente tenéis que decir que

no os acordáis muy bien debido al shock que padecéis por todo lo que ha

sucedido; debéis aguantar como sea hasta que me den el alta del hospital y una

vez que este en comisaría, ya pensare como puedo “reescribir” vuestras

declaraciones para que sean lo más creíbles posibles; ¿entendido?>>

Juan, Ana y Nacho no pronuncian ni una sola palabra pero sincronizadamente

mueven sus cabezas de arriba a abajo en señal de una clara respuesta

afirmativa; un momento después, Nacho se queda pensativo y dirigiéndole

una mirada interrogatoria le pregunta al inspector de policía Marcos:

-Antes ha dicho que tenía un par de sorpresitas para nosotros, ¿Cuál es la otra

que queda?

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254

-Bueno, me he tomado la libertad de ordenar a unos cuantos agentes que

vayan a buscar personalmente a vuestros respectivos padres y los lleven lo

antes posible hasta la comisaría de Gigantes y Cabezudos para que puedan

estar a vuestro lado en cuanto lleguéis a ella.

-Muchísimas gracias inspector; -le agradece Ana, -durante toda esta batalla, ha

habido momentos en los que pensábamos que nunca más volveríamos a

verlos y creo que hablo en nombre de los tres, cuando digo que si algo hemos

aprendido de todo esto que ha pasado, es a valorar lo realmente afortunados

que somos de tener a nuestro lado a personas que nos aman, -los ojos de Ana

se dirigen fugazmente al encuentro de la mirada de Nacho,- y nos quieren

incondicionalmente, en especial a nuestros padres, cuyo cariño es la mayor

gloria a la que cualquier ser humano puede llegar a aspirar jamás.

FIN

© 2008 Israel Manzanares Sánchez.

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