Las Máscaras Del Almas
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LAS MÁSCARAS DEL ALMA
POR ISRAEL MANZANARES SÁNCHEZ
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Este libro va dedicado a Félix y a Linda, que aunque ya no estéis aquí, siempre perdurareis en mi corazón; y en
especial a mis padres, que han sido el faro de la luz de la bondad en mis noches más oscuras.
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PROLOGO
¡Ahhhh!; me encanta venir aquí abajo y pasear entre vosotros, especialmente
un día soleado de otoño, cuando la luz del sol se cuela entre los huecos que
dejan los edificios y te concede pequeños aunque numerosos momentos
cálidos y sumamente relajantes…, pero me temo que esta vez no estoy aquí
para disfrutar de vuestra compañía, sino por un motivo mucho mas
desagradable y decisivo, me explico: antes de nada permitidme presentarme,
me llamo Nicolás y espero que en estos momentos seáis felices con las
personas a las que más queráis y que todas ellas vivan en paz y armonía…
vale, se que eso no es nada fácil pero lo importante es estar lo más cerca de
conseguirlo día tras día.; describiría mi fisonomía como de lo más común; soy
alto pero no demasiado, soy delgado aunque no estoy en los huesos, soy un
tío resultón pero nada parecido a un Adonis; vamos, como se dice
comúnmente “uno del montón” aunque poseo una peculiaridad que me hace
muy distinto de vosotros...; y aquí estoy, caminando entre una cantidad
enorme de personas en esta ciudad llamada Madrid, más concretamente, por
unas de sus principales calles, la Gran Vía; aunque estoy rodeado de personas
por todas las direcciones, ellas no saben que estoy aquí, porque no pueden
oírme, ni verme ni tan siquiera sentir mi aliento; se que esto parecerá muy
extraño pero, sin embargo, tiene una fácil explicación: soy un ángel; hace ya
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muchos años que yo era una persona de carne y hueso, pero me llego mi hora
y algo bueno tuve que hacer en mí vida para que “el gran jefe” evaluara mis
acciones y me concediera la bendición de pasar la eternidad en “el cielo”;
¿Cómo será el cielo?, os preguntareis muchos de vosotros; no me voy a
extender demasiado, ya que las personas que se ganen el derecho de habitar
por el resto de los tiempos en ese maravilloso lugar mediante sus sinceras
buenas acciones, verán por si mismas como es; pero si tuviera que describirlo
de alguna manera, os diré que imaginaros el lugar mas bello del planeta y que
en ese lugar las personas que habitan allí solo saben ser rematadamente
buenas unas con otras; sin odios, guerras, hambre; sin envidias , ni rencores,
etc.…, es decir, sin ningún aspecto negativo de los que azotan vuestras vidas y
sociedades…; por cierto, la situación general de la vida en la tierra es bastante
mala, por no decir muy mala; vuestro mundo esta siendo azotado por
numerosos y sangrientos conflictos bélicos, por grandes epidemias producidas
por las enfermedades, por un clima desquiciado por la contaminación y el
calentamiento global y la práctica totalidad de todo ello lleva la marca del ser
humano y del daño que provoca el egoísmo y la avaricia de una determinada
parte del mundo respecto a la otra; también es importante destacar el
envilecimiento de un gran número de almas provenientes de todas las zonas
del globo. Desde que el ser humano existe como tal, ha experimentado épocas
más luminosas y otras más oscuras, pues bien, cuando estas últimas alcanzan
una cima excesivamente perversa se produce un echo insólito: una contienda
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por el destino de la humanidad en la que se enfrentan las fuerzas del bien,
representadas por el “cielo” y su gran jefe, Dios; y las fuerzas del mal,
representadas por el “infierno” y su líder supremo: Lucifer, o si lo preferís,
como se le conoce más comúnmente: el Diablo. Esta confrontación consiste
en una batalla que tiene lugar en la propia tierra, en un punto de la misma en
donde haya una concentración importante de personas, y dentro de estas
características, el lugar elegido lo determina Satanás enviando un demonio de
elite portador del arma encargada de conquistar las almas y el destino de las
personas; a su vez, “nosotros” detectamos donde ha sido enviado este
mensajero del mal y enviamos a ese mismo lugar a un arcángel con el
instrumento que debe contrarrestar los efectos del arma demoníaca. Esta vez
el punto de la geografía mundial escogido es la ciudad de Madrid; imagino que
Lucifer habrá seleccionado esta ciudad al pensar que es el sitio donde cree que
tiene más posibilidades de ganar la contienda. Yo me encuentro entre
vosotros para observar lo que acontece a partir de este momento, en primera
fila; ya que mi nerviosismo por el transcurso de esta importantísima batalla,
me hacía muy incomodo verla desde mi lugar en el paraíso; se que no soy el
único de los ángeles que ha decidido estar en esta ciudad para contemplar
como discurren los acontecimientos, así como que soy consciente de que
también han hecho lo mismo un número elevado de ángeles caídos.
Imaginaros lo que va a suceder en esta ciudad europea…, una de las batallas
más importantes de la humanidad, en las que están enfrentadas las fuerzas
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celestiales contra las fuerzas del averno, contando como observadores de la
misma un número importante de ángeles y demonios; una batalla en la que
unos pocos ciudadanos de esta urbe tendrán papel vital en el resultado final de
la misma; y todo esto, sucediendo inadvertidamente para la inmensa mayoría
de los habitantes de la misma…, si yo fuera un mortal residente de esta ciudad
y supiera todo esto, me marcharía en este mismo instante sin perder, ni
siquiera, el tiempo necesario para poder hacer las maletas; pero por desgracia,
no puedo ni yo, ni los míos advertiros de tal peligro, ya que eso nos haría
perder instantáneamente la confrontación. Solo puedo observar y rezar
porque aún siga existiendo en este pequeño punto del universo la suficiente
bondad como para poder salvaros de las garras de Lucifer y sus legiones del
mal; mucha suerte y que Dios os bendiga.
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CAPITULO PRIMERO
Vuelve a amanecer otro día de otoño en la ciudad de Madrid; aquí, desde la
azotea de un céntrico edificio de esta urbe, puedo observar como la noche va
dejando paso a una tímida luz que se asoma por el flanco derecho del
horizonte; es curioso, la aparición de esta luz produce una mayor sensación de
frió y tristeza que la que produce la oscuridad de la noche; este tenue color
azul va dejando paso progresivamente a unos tonos anaranjados mucho más
calidos y reconfortantes. Hoy podría ser un día normal como muchos otros en
la vida de los habitantes de este gran núcleo humano, pero nada más lejos de
la realidad, este día va a suponer el comienzo de la batalla más importante
hasta la fecha, por el destino, no solo de sus propias vidas y almas, sino por las
vidas y almas de las personas de su país, de su continente y de su planeta.
Según la zona horaria en la que se encuentra esta ciudad, son las siete y media,
y debo dirigirme al hogar de la persona que ha sido elegida por las fuerzas del
bien para que sea portadora del sagrado instrumento con que se le va a dotar,
con el cual debe de contrarrestar las temibles fuerzas del mal. Me encamino
hacia el borde de la azotea y cuando llego al filo que separa el edificio del
vació, salto; y en vez de precipitarme contra el suelo, levito por el aire a una
rápida velocidad observando la ciudad que esta justo debajo de mi cuerpo,
tomando dirección suroeste. Después de unos minutos, sobrevuelo el distrito
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de Carabanchel y me dirijo más concretamente a la zona denominada
Carabanchel Alto; mis sentidos se agudizan para poder precisar cual es la calle
en la que reside la persona que va a ser la encargada de defender las vidas y las
almas de todo un planeta… vaya, creo que por fin e hallado esa determinada
calle, se llama Nuestra Señora De La Soledad; bonito aunque melancólico
nombre para una calle, mi percepción me arrastra hacia un modesto, aunque
acogedor bloque de edificios, al igual que la inmensa mayoría de los que
pueblan ambas orillas de esta estrecha vía; consigo aun reducir más el radio
en donde se encuentra mi objetivo, dirigiéndome al piso situado en la parte
superior de dicho bloque, ya que mis sentidos se van excitando en la misma
medida que me voy acercando a él; me introduzco en este edificio
aprovechando mi intangibilidad para atravesar una de las paredes del mismo,
creo que he ido a parar a la dependencia de esta casa encargada de albergar la
cocina; esta cocina es bastante austera y la tenue luz que entra por la ventana
situada en un lateral de la misma otorga al conjunto de una sensación triste
aunque compensada por un toque de familiaridad gracias a las plantas que
cuelgan de su techo y a los diferentes objetos cargados de simpatía y humor
que sirven de decoración de esta dependencia; de pronto, entra en ella un
hombre de edad mediana, alto, de pelo liso con una tonalidad castaña grisácea
debido a las numerosas canas que pueblan el mismo, es delgado aunque luce
una constitución fuerte y robusta, su cara esta completamente afeitada y las
fuertes líneas de expresión junto con unas marcadas arrugas denotan que su
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vida a estado repleta de muchas horas de trabajo y pocas horas de sueño; va
vestido con unos pantalones vaqueros, unos zapatos marrones y en la mitad
superior de su cuerpo lleva una camisa a cuadros, en donde el conjunto
general de sus líneas dan un tono marrón claro ; este hombre se dirige hacía la
cafetera que esta sobre la encimera de la cocina, coge la jarra de la misma y
con la mano restante abre una de las pequeñas puertas del mueble que esta
enfrente suyo para coger una taza que esta en una de sus estanterías; después
se gira y se dirige a la pequeña mesa de madera que esta situada en el centro de
la cocina, en ese mismo instante, hace acto de presencia una chica adulta
aunque con la pubertad dejada atrás no hace mucho tiempo… si, siento una
gran fuerza llena de bondad y armonía en su interior, prácticamente sin duda,
esta joven debe ser nuestra escogida; tiene el cabello ondulado dotado de un
color castaño claro, tiene la suficiente longitud para considerarse largo, sus
ojos tienen un matiz muy cercano al que posee la miel, su estatura es la normal
para una chica de sus edad y su constitución física un poco delgada para lo
que debería ser una joven que goce de plena salud; viste una camisa corta y
entallada de color blanco con las líneas de la costura marcadas hacia fuera,
conjuntada con unos pantalones negros lisos acabados en unas botas de suela
lisa de color marrón; de repente la joven muchacha se detiene al lado del
hombre sentado a la mesa de madera y le dice:
-¡Buenos días papa!; -Al mismo tiempo que le regala un profundo y cariñoso
beso en la mejilla.
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-¡Muy buenas, hija!; -Le responde este con una sonrisa en la cara, mientras que
ladeado, abraza con su brazo derecho la cabeza de su hija.
Mientras que la joven saca una taza con graciosos dibujos relacionados con
unas vacas, para a continuación, prepararse un desayuno a base de leche y
cacao en polvo, gira su cabeza en la dirección en la que su padre esta bebiendo
el café que contiene su taza:
-¿Hoy no tomas ningún bollo para acompañar el café?; -pregunta con un tono
de voz entre la duda y la ligera impresión de saber la respuesta.
-La verdad es que hoy no tengo mucha hambre.
-Vamos papa…, esto lo hemos hablado cien mil veces no puedes dejar que la
pena te consuma la vida, con eso no se arreglará nada, más bien todo lo
contrario.
-Ya lo se hija, pero es que cuando me despierto y tengo la impresión de que tu
madre esta a mi lado en la cama; toco su parte aún medio dormido, rezando
porque todo no haya sido sino una mala pesadilla, pero cuando mi mano
palpa las sabanas frías y vacías me devuelve a la cruda realidad.
-Papa, yo también echo muchísimo de menos a mama; desde que hace ya tres
años que murió por culpa de ese maldito cabrón que la atropelló y se dio a la
fuga y al que después de trincarle, el juez le impuso una pena ridícula de unos
cuántos miles de euros sin condenarle ni a un solo puñetero día de cárcel; no
hay día que no sienta un puñal de dolor clavado en mi corazón, ni una
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inmensa soledad que ahoga mi alma; pero mama nunca hubieses querido que
tu y yo nos muramos de pena.
-Lo se Ana, si hay algo que aún me de fuerzas para levantarme por la mañana,
es saber que te encuentras bien y que, día tras día, cuento con tu apoyo y
cariño.
-Este donde este Mama, seguro que es muy feliz al poder ver que nos damos
fuerza el uno al otro y que nuestro cariño es más fuerte cada día que pasa;
¡anda! dame un abrazo y vamos a darnos prisa que nos tenemos que ir a
currar.
Los dos se funden en un abrazo, y acto seguido terminan de desayunar. ¡Que
irónica es la existencia!, yo se que su respectivas madre y esposa se encuentra
ahora perfectamente bien, y no solo eso, sino que desde el cielo les observa
constantemente siendo feliz al saber que el cariño y amor mutuo les mantiene
unidos en medio de estos años de pena y desasosiego; pero tengo la certeza de
que llegara un día en el que se reunirán con ella y serán muy felices los tres
juntos de nuevo. De repente me invade una sensación muy desagradable y
angustiosa, una sensación que ya he vivido con anterioridad sabiendo solo
puede significar que un espíritu del mal se aproxima a este lugar,…en efecto,
observo como un demonio atraviesa una de las paredes, su apariencia no
corresponde con la descripción tradicional que en la tierra se suele utilizar para
describir a estos seres, esa de el cuerpo de color rojo, ni del rabo acabado en
punta de flecha, sino que es más bien la de un gángster tipo años treinta
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residente en alguna de las decadentes ciudades industriales americanas de esa
época; el demonio lleva puesto un traje negro de raya diplomática acabado en
unos brillantes e impecables zapatos negros, todo ello coronado con un
sombrero marrón oscuro; supongo que habrá venido a esta casa para
contemplar al adversario de la persona elegida por su bando en esta contienda
para, muy probablemente, pasar luego esta información sus malignos
superiores, esta alma condenada se queda mirando fijamente a la chica y a su
padre durante unos instantes y acto seguido gira su cabeza hasta la posición en
la que me encuentro, aparta de su cara las gafas de sol que lleva puestas y me
muestra sus ojos que carecen de globos oculares y en el lugar de estos habitan
dos focos brillantes de una poderosa luz roja; ante esta clara amenaza no me
inmuto ni lo más mínimo, es más, le devuelvo una mirada cargada de aplomo
y valentía; al ver que no consigue amedrentarme se da media vuelta y
súbitamente desaparece de escena atravesando la pared del piso que esta más
próxima a su figura; yo por el momento no tengo mucho más que hacer aquí,
así que será mejor que me vaya a otra parte de la ciudad en la que también he
de visitar a otro mortal que será clave en la transcendental confrontación que
va a tener lugar dentro de muy poco tiempo. Me encamino en dirección
noroeste para hacer lo mismo que mi opuesto ha ido hacer a la casa que acabo
de dejar atrás: enterarme de quien ha sido el elegido por el bando contrario;
sobrevolando la ciudad me sitúo ya en su zona más céntrica y me dirijo más
exactamente hacia una larga y ancha calle que recibe el nombre de Serrano,
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una vez allí, me introduzco en un alto edificio residencial cuya fachada respira
un porte grandioso y señorial; descendiendo desde lo alto llego a una de las
viviendas del tercer piso y accedo a la misma atravesando, un enorme ventanal
con forma de semicircunferencia formado por grandes cristales cuadrados,
separados unos de otros por una fina llaga de silicona; una vez ya dentro de
este domicilio, me encuentro en un enorme salón decorado con unos muebles
de corte futurista, casi todos ellos de color gris claro que desprenden una
sensación de impersonalidad y de frialdad, no hay rastro de vida vegetal por
ninguna parte y tampoco observo a ningún animal domestico pululando por la
zona; por lo que puedo ver, el único rastro de emociones humanas que se
encuentra en este salón es la presencia de una pequeña y solitaria foto que
contiene la imagen de un matrimonio joven y feliz junto su hijo pequeño,
colocada encima de una minimalista coqueta apartada en un rincón del salón;
en el centro del mismo puedo ver como un hombre lee un periódico de
economía mientras toma una especie de té o infusión de color verde claro,
esta persona es de una complexión delgada, de ojos marrones y de tez
completamente afeitada, tiene un cuero cabelludo despoblado en su mayor
parte, exceptuando los laterales y la parte trasera de su cabeza, en la cual luce
un pelo moreno completamente embadurnado de gel fijador, va vestido con
un impecable traje echo a medida de color azul marino, debajo de la
americana de este traje porta una camisa blanca lisa y colgando por delante de
la misma se encuentra una corbata gris con rayas negras oblicuas; terminando
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todo el conjunto, sus pies lucen unos relucientes zapatos negros; de repente
veo aparecer por esta dependencia de la casa a una mujer de mediana edad, de
ancha complexión y de rasgos claramente latinos, esta persona viste con ropa
de calle que son tapadas frontalmente por un impoluto delantal blanco; la que
debe ser la empleada del hogar está limpiando con un plumero el televisor y
demás aparatos eléctricos que se encuentran colocados encima de un mueble
cuyo minimalista diseño se conjunta a la perfección con los del resto del estilo
imperante en la casa.
- Gabriela, ¿esta ya vistiéndose Sergio?
- Sí señor, hace veinte minutos que le levanté y ya no debe faltarle mucho
para ponerse a desayunar – contesta la mujer con un característico acento
de latitudes más sureñas.
- De todas formas, vuelva a insistirle para que no se duerma en los laureles
– comenta este hombre con un tono muy seco y cargado de seriedad.
- Ahorita mismo, señor.
Me dispongo a seguir a esta mujer a través de un largo y ancho pasillo que
funciona como una especie de arteria, comunicando el salón con las
diferentes estancias de este domicilio; pasando de largo de la cocina y de
una amplia sala de estar, llegamos al fondo del mismo y nos encontramos
con una alargada puerta de aluminio de un frío color metálico cerrada por
completo; la mujer se detiene ante ella y hace chocar sus nudillos contra el
duro material con el que esta echa.
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–Señorcito Sergio, su padre le apremia para que ya vaya estando listo para
el desayuno.
- ¡Dile a mi padre que ya mismo salgo, que es que siempre está con sus
malditas prisas!; -escucho decir al muchacho con un tono en su voz a
mitad de camino entre el enfado y el lógico amodorramiento de estos
primeros compases de la mañana.
-Sabe que su padre no quiere oír excusas cuando ordena algo, así que será
mejor que se acelere horita mismo.- de repente se abre de golpe la puerta
de la habitación de este chico y tras ella aparece súbitamente la cara
envalentonada del mismo justo enfrente de Gabriela, lo que hace que la
trabajadora del hogar de un pequeño respingo hacia atrás.
-¡Ves, ves; ya estoy listo y haber si por fin ya se queda satisfecho el
“hombre reloj” y por lo menos me deja desayunar tranquilo!
Ahora que ha abierto la puerta de su habitación, puedo ver por primera
vez quien será el enemigo mortal de la joven elegida por las fuerzas del
bien; es un muchacho alto y delgado, tiene un rostro agraciado con las
facciones angulosas y afiladas, sus ojos son de un color marrón oscuro y
tiene un pelo completamente lacio, a media melena y tan oscuro como un
trozo de carbón escondido en lo más recóndito de una mina aún por
descubrir; el muchacho viste la mitad inferior de su cuerpo con un
pantalón de pinzas amarillo pálido y terminado en unos zapatos lisos y
brillantes dotados con un color marrón claro y complementando el
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conjunto, luce en su torso un jersey de marca de color burdeos, del que
sobresalen el cuello y las mangas de una camisa blanca a rayas granates. El
joven y la empleada del hogar se dirigen hacia el salón, el joven que
responde al nombre de Sergio se sienta en el lado opuesto de la mesa en la
cual se encuentra su progenitor doblando cuidadosamente el periódico y
mirando fijamente al muchacho.
-Vaya…, por fin te complaciste a hacer acto de presencia a la hora del
desayuno.
-Vamos papa, solo me he retrasado cinco minutos de la hora a la que todos
los días, de todos los meses, de todos los años de nuestra vida nos
ponemos a desayunar.
-Cinco minutos que seguro los habrá aprovechado otro joven para
progresar en la vida, mientras tú los desperdiciabas holgazaneando metido
en la cama.
-Siempre estas obsesionado con la ventaja que me puede estar sacando por
ahí otra persona…, ya has visto que mis resultados académicos son muy
buenos.
-Ya, pero seguro que no son los mejores, ¿a que no eres el número uno en
todas las asignaturas de tu curso?, a estas alturas ya deberías saber que en la
carrera de la vida no hay premio para el tercero o el segundo en llegar a la
meta, única y exclusivamente recibe el trofeo quien cruza el primero la
línea blanca.
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-Se suele decir que lo realmente importante no es ganar, sino participar…
-¡Un respeto, jovencito, guárdate tus sarcasmos para quien los quiera
escuchar¡ - replica el hombre frunciendo el ceño.
Se forma entre los dos un silencio sepulcral que rápidamente se extiende
por toda la casa; acto seguido el muchacho termina apresuradamente su
desayuno y vuelve a su habitación para coger su abrigo, la mochila que
contiene todo lo necesario para su actividad académica y su reproductor
MP3, del cual penden unos auriculares que rápidamente coloca en sus
oídos; cuando ya esta completamente preparado para salir hacia la calle se
dirige hacia el recibidor de su casa atravesando el salón de la misma, en el
que aún se encuentra su padre leyendo el periódico y en ese mismo
instante se gira hacia él.
-Bueno…, hasta esta noche, papa. –pronuncia con semblante serio y un
tono seco en su voz pero buscando la más mínima señal de cariño
proveniente de su progenitor.
-Esta noche no creo que nos veamos, ya que probablemente llegare muy
tarde debido a que el consejo gestor de la empresa ha convocado una
reunión para última hora de la tarde; así que hasta mañana y espero que
aproveches tu día al máximo.
Sergio vuelve a girarse hacia la puerta de su domicilio con un semblante en
su rostro lleno de decepción, gira el moderno pomo de la misma para
abrirla y sale de su casa sin volver la mirada hacia el interior de la misma.
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De momento no es necesario que mi atención se centre en la vida de este
joven, así que voy a ver que sucede en la de la muchacha llamada Ana.
Ahora me dirijo desde la calle Serrano hacia el barrio de Carabanchel Alto,
y me detengo más concretamente en una parada de autobús situada en la
calle Gómez Arteche, que se encuentra muy cerca del domicilio donde
residen la joven muchacha y su padre, aquí me encuentro con ella, que
debe estar esperando a que el autobús haga acto de presencia mientras
fuma un cigarro acompañada de un grupo de personas que también están a
la espera de su medio de transporte diario; me percato de que Ana se
encuentra sumida en sus pensamientos mientras que apura calada a calada
su pitillo y ,aunque no es de mi agrado inmiscuirme en la legitima
privacidad de sus pensamientos, debo hacerlo ya que creo que los mismos
pueden ser de vital importancia en la confrontación que esta muy cerca de
producirse, me sitúo a muy pocos pasos de ella sin que ella note en ningún
momento la cercanía de mi persona, con mucho esfuerzo me concentro en
introducirme en sus pensamientos y después de unos momentos, al fin
logro acceder a los mismos.
-<<…; sí, si que nos vendría muy bien a papa y a mi un cambio de aires,
en esta ciudad hay demasiados recuerdos relacionados con mama que nos
machacan un día tras otro y aparte, creo que ya hemos chupado demasiado
asfalto y humo como para tirar directamente nuestros pulmones a la
basura, estaría muy bien irnos a vivir a un lugar distinto en donde la vida
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sea mucho más tranquila y no seas esclavo de las prisas todo el tiempo, un
lugar en el que cuando salgas a la calle puedas ver algunos árboles, algún
jardín , algún río…, vamos, algo relacionado con la naturaleza y no
encontrarte de sopetón con unas moles de hormigón y acero…>> –sus
pensamientos se ven inmediatamente interrumpidos por un autobús de
línea que realiza la parada que tiene asignada en esa calle y que lleva
inscrito en el panel superior frontal el número cuarenta y siete; se abren sus
puertas delanteras con el característico sonido hidráulico que las acompaña
en su apertura e inmediatamente después las personas que lo esperaban
empiezan a entrar en el mismo con Ana situada en medio de la cola que se
forma en el ascenso a este medio de transporte; una vez a bordo del
mismo, valida su abono mensual en la máquina que esta al lado del
conductor del autobús y camina por el estrecho pasillo que hay entre las
hileras de asientos hasta llegar a la última de todas ellas, y que ocupa de
lado a lado, toda la parte trasera del interior del autobús; la muchacha se
sienta en el asiento situado en el extremo izquierdo de esta hilera y se
acomoda en él mirando a través del ventanal que está situado junto al
mismo mientras que el autobús empieza a ponerse en marcha para
continuar con su recorrido; que primero, le hace bajar por la avenida de
Carabanchel Alto hasta la raqueta vial que esta situada en la plaza del
Parterre, una vez aquí el autobús toma la vía de la derecha y se encamina
por una gruesa avenida que recibe el nombre de Los Poblados, la cual
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abandona rápidamente para callejear por un par de estrechas calles que
derivan al autobús a cruzar un pequeño tramo del polígono industrial
Aguacate, en ese punto, el autobús gira a la izquierda atravesando de nuevo
un pequeño tramo de la avenida de los Poblados para enlazar con hasta el
cruce con la calle Belzunegui, en la cual el transporte público circula en
dirección norte hasta que se encuentra a su paso con la calle Carcastillo;
precisamente en esa parada del autobús de la línea número cuarenta y siete,
esta esperando la llegada del mismo junto a otras personas, un joven de
cabello moreno cortado al estilo neo-punk que al parecer esta muy de
moda entre los jóvenes de hoy en día, sus ojos tienen una tonalidad azul
muy clara e intensa y su rostro tiene unas facciones suaves y redondeadas
que denotan que no ha habido un cambio demasiado brusco desde su
niñez hasta pasada la pubertad; va vestido con unos pantalones vaqueros
grises de apariencia desgastada, unas playeras marrones de estilo retro
como las que se llevaban a mediados de los años setenta y debido al
intenso y seco frío que acompaña a estas mañanas otoñales de Madrid, va
abrigado con un anorak de color naranja con grandes franjas blancas en los
laterales; Ana lo saluda con una sonrisa desde dentro del autobús mientras
el le devuelve el saludo alzando levemente su cabeza mientras que aguarda
en la cola de subida con el resto de la gente que estaba esperando en esta
parada, cuando se encuentra en el interior de este transporte público, el
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muchacho se dirige hasta donde está sentada Ana e inclinándose hacia ella
la propina un sonoro beso en cada mejilla.
- ¡Muy buenas Ana!, ya ha empezado a hacer una rasca que no veas, ¿no?
- ¡Que pasa Nacho!, ya te digo, el viento frío ya empieza a morderte la cara;
se nota que el invierno esta a la vuelta de la esquina.
El joven se sienta en el asiento de al lado de la muchacha y continúan su
conversación mientras el autobús prosigue con su ruta.
-¡Buufff!, tengo un sueño que me caigo redondo…, la verdad es que ya nos
va haciendo falta unas vacaciones; oye, ¿por fin cuando te dan las tuyas?
-Mira, no me hables que ayer estuve hablando con el “Mario Conde” y
tengo un cabreo de pelotas.
-Te ha dicho que lo tienes chungo…
-Mas bien “crudo” me dijo y es que llevar ya más de nueve meses sin
vacaciones en un trabajo que te tiene todo el santo día pringando, fines de
semana incluidos, es más que demasiado.
-¿Y que vas a hacer al final?
- Pues de momento no me queda más remedio que “agua y resina” pero en
cuanto pueda me busco cualquier otro curro… ¡pero es que hay que
joderse!, ¿cómo lo voy a encontrar si ni siquiera tengo ni tiempo para hacer
entrevistas?
-Bueno tía, no te agobies, que yo en cuanto me entere de cualquier curro
que este bien te lo digo.
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-Lo se tío, muchas gracias, el día que deje este trabajo lo único que voy a
echar de menos va a ser a ti y a Juan.
-No te preocupes, -comenta Nacho en un tono socarrón para aliviar la
seriedad del momento, –creo que podremos sobrevivir sin tu inestimable
compañía.
-Ja, ja…; que cachondo estas tú hoy.
En el tiempo transcurrido durante esta conversación, el autobús ya ha
dejado atrás las paradas de la calle Besolla y de la avenida Abrantes, para
encaminarse hacia el final de esta última hasta su intersección con la calle
Braganza, en cuya parada de autobús esta esperando otro joven junto a tres
personas más la llegada del que porta el letrero electrónico con el número
cuarenta y siete; el muchacho viste de una manera un poco más clásica que
la del anterior joven, lleva unos pantalones blancos de pana, conjuntado
con unas playeras blancas y rojas; por encima de la vestimenta que ha de
llevar de cintura para arriba, lleva un largo abrigo a cuadros de diferentes
tonalidades pero que tienen de fondo un predominante color marrón y por
último, lleva en su mano izquierda una bolsa roja de plástico con asas
rígidas; el autobús se detiene ante el alto de unas de las personas que le
acompañan en la espera y tras abrir sus puertas, empiezan a subir todo el
pequeño grupo del que forma parte este joven; según accede al autobús se
dirige hacia la parte final del mismo y puedo observar que su estatura es un
poco inferior a la media de los jóvenes de su edad, que su complexión es
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un poco robusta y fijándome más detenidamente en su rostro, observo que
sus ojos tiene una tonalidad castaña con pequeñas briznas de color de miel,
que luce una leve barba de tres días en unos rasgos faciales que son más
varoniles y curtidos que los del muchacho llamado Nacho y que todo ello
esta coronado por un pelo castaño a media melena y ligeramente
ondulado.
-¡Hola Juan!- exclama Ana mientras le saluda dándole dos besos.
-¡Muy buenas, tío!, ¿cómo andas? – le dice Nacho al que deber ser su
amigo chocando la palma de su mano contra la del otro joven.
-¡Que pasa, chavales!; pues como siempre, dando toda la tabarra que puedo
–comenta el recién llegado mientras ocupa el asiento contiguo al que está
sentado Nacho.
- ¡Joder, que biruji que esta haciendo!, ¿eh? –comenta el recién llegado.
- Bastante y sobre todo cuando te viene una ráfaga helada de aire que te
deja todo el culete helado. -responde Nacho a su amigo mientras escenifica
como se acurruca con el abrigo cuando va caminando por la calle.
- Os imagináis en este momento estando en una playa paradisíaca,
tumbados en una fina y cálida arena a la sombra de una palmera que solo
dejara pasar pequeños y suaves rayos de sol que os acariciaran la cara…-
comenta Ana a sus dos amigos con una expresión pícara en su rostro.
- ¡Calla mujer, calla!, que solo de pensarlo me esta entrando un modorra
que no veas. -le dice Nacho mientras pone un gesto de placer en su cara.
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- Bueno, será poca cosa comparada con eso, pero por lo menos nos espera
un café calentito en cuanto bajemos del autobús. –intenta insuflar un poco
de ánimo Juan a sus dos compañeros de viaje.
Me dispongo a abandonar temporalmente la compañía de estros tres
muchachos para desplazarme hacia el lugar donde se encuentra en estos
momentos el muchacho llamado Sergio, para lograrlo he de encaminarme
de nuevo hacia la zona centro de la ciudad y más concretamente, hacia la
parte subterránea de la misma…;sí, habéis oído bien, porque me
introduzco en el subsuelo de la capital para dirigirme hacia un vagón de
metro de la línea cuatro, una de las numerosas líneas que forman el basto
complejo de esta otra subciudad llamada red de metro de la comunidad de
Madrid; una vez que me encuentro en el interior de este determinado
vagón que se dirige entre traqueteos, silbidos y roces de ruedas metálicas
contra vías de acero hacia la estación de Colon después de haber
abandonado la de Serrano; Sergio esta de pie enfrente de unos asientos y
agarrado con las dos manos a una barandilla metálica que esta fijada por
sus dos extremos al techo del vagón, el muchacho lleva en sus oídos unos
auriculares que desprenden música con tanta fuerza que es audible a varios
pasos de distancia del muchacho; en el vagón donde viaje el mismo hay
bastante gente aunque se puede decir que no va repleto; es curioso, al
observar a estos viajeros siempre me ha parecido curioso las expresiones
de extrema seriedad que reinan en sus rostros al viajar en este medio de
26
transporte, creo que puede ser una especie de método defensivo que
emplean sus ocupantes al tener la sensación del que en el metro pueden
viajar junto a ellos un número mayor de malas personas que en cualquier
otro transporte público; o también puede ser que al viajar bajo tierra sin
ver el más mínimo atisbo de luz solar, ni observar el más ligero rastro de la
superficie que esta sobre sus cabezas pueda encoger al máximo la alegría y
el optimismo de sus corazones; en incluso lo que ocurra es que se de una
combinación de ambas situaciones…; bueno, algún día me detendré a
pensar este hecho con más detenimiento pero ahora debo centrarme en
todo lo que acontece en torno del joven llamado Sergio; cuando el tren
llega a la estación de Alonso Martínez, se detiene en el anden y abre sus
puertas para que se produzca el habitual intercambio de pasajeros y una
vez que suena el pitido de aviso cierra sus puertas para encaminarse hacia
la estación de Bilbao; durante la marcha de este transporte público, Sergio
mantiene la mirada totalmente perdida en la ventana del vagón que tiene
enfrente, síntoma de que esta muy enfrascado en sus preocupaciones
personales; tengo la sensación de que este muchacho es como una presa a
la que le harían falta cuatro gotas de lluvia para verse desbordada por la
gran cantidad de agua que ha estado acumulando durante mucho tiempo;
al final del túnel por el que nos movemos aparece una intensa luz blanca
que indica nuestra inminente llegada a la estación de Bilbao, una vez que el
tren se detiene en ella, abre nuevamente sus puertas y proceden a bajarse
27
del mismo los pasajeros que tienen en ella su destino para que acto seguido
suban otras personas que comienzan su travesía; entre ellas se encuentra
un muchacho que accede al mismo vagón en donde se encuentra Sergio,
una vez allí dentro, se dirige sigilosamente por la espalda del muchacho y
sin que este se percate de nada debido al volumen ensordecedor de la
música que escucha, una vez que está pegado a él, le propina una fuerte
colleja.
-¡Que te cuentas, empanao!
-¡Ey, Álvaro, tío…, vete a la mierda! –responde Sergio mientras que con un
claro gesto de desagravio en su cara, procede a retirarse los auriculares para
hablar con este joven; El muchacho que responde al nombre de Álvaro es
de complexión delgada, de una estatura superior a la media general; posee
unos inquietantes ojos verdes acompañados de un cabello sumamente
rizado de una tonalidad negra azabache en un rostro que luce una media
sonrisa en su boca que no hace falta tener las cualidades especiales de un
ángel, para ver que esta llena de malicia y cinismo; debido a las numerosas
marcas de alto nivel que relucen en sus ropas: desde sus impolutos zapatos
negros, pasando por los pantalones vaqueros de un azul claro y acabando
en su oscura guerrera, se deduce fácilmente que pertenece a la misma clase
social que a la de Sergio.
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- No se si te habrás acordado, pero hoy es el examen de derecho mercantil;
le tengo más que machacado, ¿y tu que tal lo llevas, perdedor? –pregunta
con sorna Álvaro.
- Yo he estado hincando codos durante bastante tiempo y seguro que me
descojonare de ti en cuanto nos digan la nota del examen. –responde
Sergio intentando aparentar más seguridad en sus posibilidades de las que
realmente siente en su interior.
- Resumiendo…; que también hoy te ganare en la nota del examen.
- Lo siento pero como no le enseñes un billete morado al profe, me parece
que vas a quedar delante de todos como el zoquete que eres. –sentencia
Sergio mientras que le da unas palmaditas a la espalda de su acompañante.
Durante su conversación el tren ya ha dejado atrás la estación de Bilbao y
se dispone a parar en la de San Bernardo, una vez que abre sus puertas
correderas, los dos jóvenes abandonan conjuntamente con otros pasajeros
el vagón en el que se encontraban y se dirigen hacia un laberíntico
conjunto de pasillos que les conducen hasta enlazar con la línea número
dos de la red de metro; durante este trayecto, subiendo y descendiendo por
numerosas escaleras mecánicas los dos muchachos prosiguen con su
conversación.
- ¿Cómo llevas lo de Raquel? –le pregunta Álvaro a Sergio entre el
ensordecedor ruido que forma el bullicioso trasiego de personas
deambulando por los claustrofóbicos pasadizos.
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-Bien, bien…; hombre, al principio si estuve bastante jodido porque no
entendía la razón por la que me dejaba, todo había ido muy bien y yo no la
había cagado en nada; hasta que un día va y me salta con el rollo ese de que
aún es muy joven para atarse a alguien y que tiene mucho por vivir pero
que, claro, podíamos seguir siendo amigos; para mi esa tía ya es solo una
más de la que fardar delante de los colegas.
-Pues me alegro de que ya no signifique nada para ti, porque hace un par
de días la vi muy cariñosa con…
-¡¿Con quién?! –exclama Sergio atravesado de arriba a abajo por una
espada de dolor e indignación.
-Pues con ese mierda de Fernando Meca; -le responde Álvaro que no
oculta del todo el goce que le produce la expresión que se ha instalado en
el rostro de Sergio.
-Bueno…, esa zorra verá, si prefiere irse con un perdedor nato y ser la
cualquiera de toda la facultad, es su problema.
-¡Así se habla, olvídala cuanto antes y ya encontraras a otra tía que este más
buena y que sepa en donde se encuentran los triunfadores de verdad!
Los dos jóvenes llegan en ese momento al andén de la línea dos en
dirección a la estación de Cuatro Caminos y esperan a la llegada del tren,
que según un indicador electrónico colgado del techo abovedado de la
misma, aparecerá en tres minutos; mientras este tiempo va transcurriendo,
me percato como Sergio sigue difícilmente digiriendo la noticia relacionada
30
con su antigua novia por mucho que trate de disimularlo; después de un
rato, hace aparición en el andén de metro el tren que estaban esperando
con su característico sonido estruendoso, los dos muchachos suben en él y
después de dejar atrás la estación que recibe el nombre de un gran escritor
que vivió este país hace ya algunos siglos: Quevedo; llegan a la de Canal
para una vez en ella, acceder a la línea siete mientras que siguen dialogando
sobre sus asuntos cotidianos durante el transcurso de este recorrido hasta
que llegan al andén de la misma estación que tiene un trayecto
comprendido entre la estación de Las Musas y la de Pitis; mientras esperan
a que haga acto de presencia el tren que les ponga de nuevo en
movimiento; de todos los ojos que hay presentes en esta estructura
subterránea, solo los míos pueden ver como no solo hay seres humanos
habitando esta estructura subterránea sino que hay dos grupos de seres
extra-terrenales, uno de ángeles y otro de demonios situados cada uno en
un extremo de la estación, dirigiendo este último miradas y gestos de
desafío y provocación ante la firmeza y desprecio del grupo celestial
mientras que contemplan a la vez a los dos muchachos sin que ninguno de
ellos se percate de lo más mínimo; después de esta inadvertida tensa
espera; llega el tren que transporta a Sergio y a Álvaro a su estación de
destino que es la de Islas Filipinas y cuando se encuentran en ella se dirigen
directamente hacia la salida que conduce a la superficie de la ciudad,
dejando atrás por fin los claustrofóbicos túneles iluminados únicamente
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por las frías e inexpresivas fuentes de iluminación artificial para recibir
gradualmente la tenue pero acogedora luz solar de esta estación del año
mientras que suben las escaleras de acceso a la estación de metro; una vez
que están de nuevo en la calle, Sergio mira su reloj y le comenta a Álvaro.
-O nos damos vida o no llegamos a tiempo a clase.
-Pues vamos, aprieta el culo y acelera el paso si no quieres que nos
quedemos como dos pringaos al no dejarnos entrar.
Por el momento voy a dejar a estos dos apresurados jóvenes para
interesarme de nuevo por el grupo formado por Ana y sus dos amigos; tras
un rato largo les localizo en una cafetería de la comercial calle llamada
Marcelo Usera, están sentados en torno a una pequeña mesa del local
mientras toman un café, a la par que Ana y Nacho fuman unos cigarros.
-¡Esto se parece a la niebla de una película de Jack El Destripador con
tanto humo de cigarro! – se queja Juan mientras usa su mano a modo de
disipador.
-Bueno…, ya tenemos ante nosotros al representante de la liga anti-tabaco
española.- dice alzando humorísticamente los brazos Nacho.
-Mira, chaval, hace ya tiempo que deje de daros la plasta a ti y a Ana con lo
malo que es para vuestra salud la mierda esa del tabaco; pero es que aquí
dentro con tanta gente dándole al vicio no hay quien respire…
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-Bueno, Juan no te preocupes, que dentro de nada entramos a currar y allí
aunque el ambiente esta “viciado” por lo menos está libre de humo. -
contesta Ana a su amigo dándole una palmada en la espalda.
-Lo de tus vacaciones es una autentica putada, te puedo asegurar que te las
mereces más que nadie en toda la tienda; el “Mario Conde” se piensa que
somos máquinas incansables que no tenemos ni sentimientos ni familia.
-A ver como se nos da el día hoy…- comenta Nacho con la mirada perdida
en el techo de la cafetería mientras da los últimos sorbos a su café.
-No te preocupes por eso, por mucho que vendas nunca será suficiente
para mantener contentos a los jefazos. –responde Ana con tono
despreocupado.
-¡Brindo por eso! –responde irónicamente Juan mientras alza su vaso de
café prácticamente acabado. –Oye…-prosigue el muchacho,-¿qué tal anda
tu padre?
-En general va tirando como puede, pero se nota que muchas veces es solo
fachada, hoy sin ir más lejos ha vuelto a deprimirse bastante.
-Bueno, es normal que de vez en cuando tenga recaídas, ¿qué tal le va con
el psicólogo? –pregunta con una ligera cara de preocupación Nacho
mientras posa la palma de su mano sobre el omoplato de la muchacha.
-Pssss…, el psicólogo dice que va razonablemente bien para el mazazo que
supone perder a su mujer hace solo tres años, que yo soy la principal razón
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de que siga hacia delante, pero que no hay que bajar la guardia con mi
padre porque en el fondo está bastante destrozado.
¿Y tú, cómo llevas lo de tu madre? –se interesa Juan por su amiga.
-Por fuera intento aparentar toda la entereza que puedo para que mi padre
no me vea que estoy triste y el se ponga aún peor, pero por dentro hay
ratos que me pongo a recordarla y la echo tanto de menos que tengo una
sensación de opresión en el pecho que parece como si me fuera a quedar
sin aire.
-¡Bueno, chiquilla...,-le dice Nacho mientras pasa su brazo por encima de
los hombros de Ana y la agarra el cuello amigablemente; -tienes a tu padre
que es un tío majísimo y nos tienes a nosotros que somos un par de
simpáticos golferas!
-¡Eso, eso…! Te guste o no, estos dos payasos van a hacer que te rías tanto
que te duela la tripa…, Oh vaya, será mejor que nos piremos ya mismo o el
“Mario Conde” nos dará en la plaza pública treinta latigazos a cada uno
para que sirva de lección a los que llegan tarde. –les dice Juan a sus dos
amigos riéndose mientras señala con su dedo índice la esfera de su reloj
digital.
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CAPITULO SEGUNDO
Ya se ha cernido la noche en la ciudad de Madrid, la luz solar ha sido
sustituida por un halo completamente anaranjado producido por las
innumerables farolas situadas a lo largo y ancho de esta gran urbe; me
encuentro alrededor de las doce y media en la noche que por desgracia
dará el pistoletazo de salida a la confrontación por el destino de la
humanidad; ahora mismo estoy situado en la casa de Sergio y más
concretamente apoyado y de brazos cruzados en una de las paredes del
salón de su casa; puedo mirar como el muchacho esta recostado en el sofá
viendo programas en un televisor de última generación, de estos tienen que
muchas pulgadas, con pantalla de formato panorámico y tan planos por
delante como por detrás; a pocos centímetros del sofá, se encuentra una
mesita hecha completamente de cristal en donde tiene recostado sus pies,
al lado de los mismos reposan los cubiertos con los restos de la comida
que Gabriela le dejo preparada como cena antes de macharse a última hora
de la tarde; tras cambiar con una total desgana varias veces de canal con el
mando a distancia, el joven emite un amplio bostezo y tras apagar la amplia
pantalla del televisor decide levantarse para dirigirse hacia su habitación;
una vez en ella cierra la puerta del todo tras de si, se quita la ropa con un
ritmo lento y cansado poniéndose en su lugar un pijama, después activa la
función de alarma que posee el caro equipo de música que tiene en su
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habitación, apaga las luces de la misma y se mete en la cama abrigándose
con un confortable y grueso edredón esperando bocarriba y con los ojos
abiertos a que su mente cese ya de tanto pensamiento y se deje llevar por el
cansancio de su cuerpo.
El reloj marca la una menos diez de la noche cuando me encuentro ahora
en el hogar de Ana; estoy sentado en una pequeña silla que se encuentra en
un rincón del salón de dicha casa mientras observo que la muchacha y su
padre están frente al televisor sentados en un modesto sofá de una
apariencia bastante confortable; Ana lucha por mantener sus párpados
abiertos mientras cambia de canal de manera autómata con el mando a
distancia; tras girar su cabeza a al izquierda, ve como su padre hace tiempo
que cayó preso de las garras de Morfeo y emite un leve ronquido con la
boca parcialmente abierta; la joven decide poner fin a la velada apagando el
televisor y zarandeando cariñosamente a su padre.
-¡Venga papa, ya es hora de que nos vayamos a dormir!
-¿Ehhh?, uffff, creo que me he quedado un poco traspuesto…
-¿Un poco traspuesto?, si llevas por los menos media hora bufando como
un gato.
La muchacha ayuda a su padre a levantarse cogiéndolo por su codo
derecho y mientras este se despereza una vez que esta totalmente
incorporado, Ana aprovecha este momento para interesarse por su estado
anímico.
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-¿Qué tal te encuentras ahora?
-Bastante mejor que esta mañana, he estado pensando en el trabajo en lo
que me has dicho y he visto que he sido bastante egoísta, solo pensando en
mi y en mi sufrimiento cuando la tarea más importante de mi vida es
cuidar de ti y que tu madre estuviera orgullosa de cómo lo he hecho.
-¡No me cabe la menor duda de que mama, este donde este, esta muy
orgullosa de ti en todos los aspectos!; - nada más termina Ana de
pronunciar esta frase, tanto padre como hija se funden en un abrazo del
que brotan algunas sentidas lágrimas.
La noche ha ido avanzando en una especie de calma tensa, en esa calma
que comúnmente se dice que precede a la tempestad; he presentido como
las fuerzas del mal se están concentrando en torno del joven llamado
Sergio y por eso he vuelto a desplazarme de nuevo al interior de su
habitación; el chico por fin se ha quedado completamente dormido aunque
me temo que su descanso nocturno no va a durar mucho tiempo; al poco
de estar observando al muchacho en su plácido sueño, me atraviesa una
sensación sumamente desagradable que a la vez me produce un gran vacío
y desamparo en mi interior; inmediatamente después, ante mis ojos se
empiezan a materializar una especie de finos y pequeños rayos de una
brillante energía roja que cada vez empiezan a ser más numerosos y de
mayor intensidad, se van concentrando gradualmente en un punto
concreto hasta que empiezan a formar una silueta de proporciones
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humanas y cuando esta concentración de energía llega a su punto crítico, se
produce un estallido de luminosidad roja que inunda momentáneamente
toda la habitación, consiguiendo interrumpir el sueño de Sergio de una
manera brusca y repentina; el sobresaltado joven lucha por abrir del todo
sus ojos mientras tantea en la oscuridad el interruptor de una pequeña
lámpara que esta encima de la mesilla que halla al lado de su cama, tras
unos segundos, por fin lo localiza y hace que dejando paso a la luz de la
bombilla ilumine la habitación; cuando contempla lo que tiene a los pies de
su cama su rostro se queda desencajado y lleno de incredulidad: enfrente
suya ha surgido de la nada un hombre que esta vestido con un impecable
traje negro de raya diplomática, aparenta rondar los treinta y pico años de
edad y su fisonomía es alta y delgada, como elegantes complementos a su
traje luce unos impecables y relucientes zapatos oscuros y un llamativo
reloj de oro que cuelga de su muñeca izquierda; la cara de esta aparición
nocturna presenta unos inexpresivos y duros rasgos acabados en unas
afiladas terminaciones que denotan la maldad que hay detrás de ellos; por
debajo de su cabello, completamente engominado y peinado hacia atrás, se
encuentran unos ojos ligeramente rasgados y con unos iris llenos de un
espeluznante color rojo intenso.
-¡Buenas noches, querido Sergio!, -arranca a hablar este ser demoníaco con
una intensa voz grave.
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-¡¿Qui…, quién cojones eres tú?! ; -balbucea el muchacho arremolinándose
de puro miedo con su edredón contra la pared que esta situada en la parte
superior de su cama.
-Digamos que soy un espíritu afín a tus inquietudes y ambiciones que ha
venido a darte la oportunidad de abandonar tú mediocre vida para elevarte
al lugar que realmente te corresponde.
-¡Papa, papa!, -grita Sergio con todas sus fuerzas mirando hacia la puerta de
su habitación esperando a que su padre haga una aparición salvadora.
- No esperes a que tu padre pueda oírte, todavía no ha regresado de la
reunión que, curiosamente, le ha entretenido esta noche.
-¡Maldita sea!, tengo que despertarme ya de esta pesadilla como sea…
-Has tenido numerosas pesadillas en tu vida, sobre todo desde que murió
tu madre hace ya algunos años, ¿verdad?, pero ten por seguro de que todo
lo que esta sucediendo esta noche es tan real como la vida misma.
-¿Cómo sabes tu lo de mi madre…? ; -le pregunta el joven muchacho con
una expresión en su rostro de total perplejidad.
- De donde vengo lo sabemos todo sobre ti y todo sobre cada una de las
vidas que pueblan la faz de la tierra.
-Mira, si perteneces a una puta banda que ha venido a secuestrarme o a
algo así, no hace falta que lo hagas, mi padre te dará todo el dinero que le
pidáis sin soplarle nada a la policía.
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-¡No me insultes pensando que esta noche estoy aquí a por un asunto tan
vano como vuestro maldito dinero! –reprocha ofendido este demonio al
asustado muchacho, acobardándolo aún más contra la pared.
- ¡¿Entonces…, quien eres y que demonios quieres?! -pregunta Sergio con
los ojos llenos de desesperación al seguir sin comprender nada de lo que
esta pasando.
- La primera pregunta la has contestado tu mismo con la segunda, se puede
decir que soy un no admitido en el club celestial que tiene Dios montado
allí arriba, un espíritu que ha sido desterrado al tormento eterno por no
querer seguir el estricto camino que marcan las estrecheces morales que
determinan el bien o el mal que una persona puede realizar en su vida…
-¡Oh, no!, o sea que eres un…
-Diablo, demonio, ángel caído…; llámalo como quieras, pero tranquilo, no
tienes nada que temer; se que entre los mortales tenemos muy mala
reputación debido a las constantes mentiras que de nosotros os han
llegado provenientes desde el reino de los cielos y que vosotros, con
vuestra cultura popular habéis ido pasando de generación en generación.
-Vale, de acuerdo…, yo me creo que eres todo lo que me digas; ¿pero
exactamente que quieres de mi?
-Quiero que seas el ariete de mi señor, Lucifer, en la tierra y que gracias a
ello te conviertas en su puño dominante en la tierra, te convertirás en el
amo absoluto de una humanidad completamente humillada y postrada a
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tus pies; por eso he venido a traerte un artefacto con el cual dominaras
completamente los hilos que realmente mueven a este mundo, que son ni
más ni menos que el poder y el miedo que oprime y domina el espíritu de
los seres humanos. –en ese instante el diablo se acerca a la cama de Sergio
y extendiendo su brazo derecho, colocando hacia arriba la palma de su
mano cerca del rostro del muchacho; de repente, de la misma empiezan a
surgir unas energías muy parecidas a las que dieron forma su maléfico ser
pero esta vez a un tamaño bastante más reducido, mientras que poco a
poco van tomando forma, los haces de energía maligna dejan entrever lo
que parece ser una especie de mascara, una máscara que según se va
materializando va presentando sus retorcidas y grotescas formas de
reminiscencias barrocas ante el atónito completo del joven muchacho; una
vez que toma definitivamente cuerpo, esta estructura facial presenta un
color carmesí que baña a una faz parecida a la de la más temibles de las
gárgolas.
- ¿Qué…, que es eso?
- Esta es la mascara del poder y la gloria absolutos, si accedes a colocarla
sobre tu rostro, por fin tendrás a tu alcance todo aquello que esta sociedad
te ha negado y que es tuyo por derecho.
-Ya…, pero como no hay nada que sea gratis, seguro que quieres que te lo
pague con algo…, como por ejemplo, mi alma.
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- Me agrada comprobar que tu inteligencia es digna de portar este objeto
de gran poder que te ofrezco; en efecto, en el momento en que accedas a
ponerte la mascara, tu alma pasará inmediatamente a ser posesión de mi
señor, pero dime, ¿que es eso comparado con poder salir de la pusilánime
vida que el destino te ha concedido; qué es lo que Dios, tan sabio y
bondadoso como es él, ha deparado para tu existencia?; yo te lo diré, una
vida entera llena de sufrimiento, de rabia e impotencia, todo eso
acompañado de la visión de un mundo a tu alrededor que está ansioso por
verte fracasar en tus intentos de prosperidad y que a la mínima que
decaigas, se abalanzara sobre ti como un buitre carroñero ; dime…¿vas a
esperar unos sesenta años más de tristeza y desilusión para averiguar si
después de tu muerte alcanzaras por fin algo de felicidad en el paraíso
celestial?. –Sergio aparta su mirada de la maligna aparición en señal de un
fuerte debate interno ante los argumentos que le han sido expuestos;
después de unos segundos que parecen eternos, vuelve otra vez su mirada
al enviado del infierno, esta vez cargada de soberbia y ambición:
- ¿Sabes que?, que tienes toda la razón, siempre he pensado que mi vida ha
sido miserablemente penosa, estoy harto de sufrir y esperar al día en el que
sea un triunfador; ¿no te exige siempre la sociedad que seas número uno en
todo, que tienes que llegar a ser algo importante en la vida como sea?, pues
ahora van a saber lo que es ser un líder de verdad.
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-¡Eso es, no pierdas ya ni segundo más de tu vida en abrazar tu grandioso
destino!; -le responde este diablo con una podrida sonrisa que cruza su
cara de un extremo a otro: -en este momento te investiré con esta mascara
sagrada, así que levántate y prepárate para recibirla.
El muchacho haciendo lo que le ordena el espíritu demoníaco, aparta de su
cuerpo las ropas de cama que cálidamente le abrigaban y se incorpora en
frente del enviado de las fuerzas diabólicas, acto seguido, este dirige con
sus dos manos la máscara-alma hacia el rostro del muchacho hasta que
entran en contacto ambos factores; desgraciadamente observo como la
infernal energía de la máscara penetra literalmente la piel de Sergio
adhiriéndose por completo a su cara mientras que va volviéndose invisible
a los ojos de cualquier mortal, dejando tras de si pequeños chispazos que
desprenden una intensa luminosidad roja.
-Esto es… ¡increíble, me siento más vivo y poderoso que en toda mi
vida…, es como si fuera capaz de hacer cualquier cosa! –responde Sergio
ante la experiencia que desafortunadamente le ha llevado a unirse con las
fuerzas del infierno.
-Si, es maravilloso sentir un torrente de poder ilimitado por las venas,
¿verdad?; ahora debes escuchar en que consisten los poderes que te otorga
tu mascara-alma: para empezar, ella te permitirá controlar total y
absolutamente la voluntad de las personas que rigen sus vidas por los
designios de la maldad, te obedecerán hasta la últimos reductos de su
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voluntad aunque ellos se opongan con todas sus fuerzas a ello; tu fuerza,
agilidad y resistencia física se incrementarán de una manera considerable y
veras que eres capaz que tienes un empuje una capacidad de liderazgo que
hasta ahora pensabas como simplemente imposibles y lo más importante
de todo: podrás averiguar la identidad del pobre desdichado que porte la
máscara-alma proveniente de las “salvadoras” fuerzas del bien y aniquilarle
por completo; dejo para el final una vasta fuerza de ataque sorpresa que tu
mismo descubrirás en que consiste si llega el momento de usarla en tu
enfrentamiento final con tu verdadero enemigo.
-Espera un momento… ¿qué es eso de “averiguar la identidad del portador
de la máscara del bien y aniquilarle por completo”?
-“Eso” es el propósito de la misión que te ha sido encomendada; al igual
que tu has sido elegido para hacerte con el dominio total del destino de las
vidas de las personas, un arcángel del cielo será enviado para elegir un rival
mortal que luche a muerte contra ti, está será la única persona en todo el
mundo capaz de impedir que alcances el glorioso futuro que te aguarda; en
cuanto se le conceda a este ser humano una máscara-alma antitesis de la
tuya, deberás localizar y aniquilar al portador de la misma para que no
pueda entrometerse en tu conquista.
-A aniquilar te refieres a… -le pregunta Sergio al demoníaco visitante,
asaltado todavía por un mínimo vestigio de humanidad.
-A acabar con su vida, a asesinarlo si prefieres esa palabra.
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-Pero tener matar a otra persona…., nunca le he hecho daño a nadie, no
creo que sea capaz de hacerlo.
-Siempre me ha gustado un dicho popular entre vosotros: “Para hacer una
tortilla hay que romper algunos huevos”; si quieres conseguir la
dominación y el poder absolutos sobre el destino de este planeta, vas a
tener que dejar de ser un niño para convertirte en un hombre y eso implica
tener las suficientes agallas para acometer todo, y digo absolutamente
“todo” lo necesario para conseguir como sea alcanzar tus ambiciones.
-Lo se, pero aún así… -de repente el muchacho se va quedando callado al
mismo tiempo que van surgiendo de su cara pequeños trazos de la energía
maligna que dieron origen al diabólico enviado y a su maldita máscara y
puedo observar como esta empieza a influenciar en la voluntad del
muchacho; después de unos instantes, el joven mira con firmeza al diablo y
le responde:
-Puede que a lo mejor no sea mi deseo, pero si hay un desdichado que osa
interponerse entre yo y mi glorioso reinado de la tierra, no me quedara más
remedio apartarlo de el de una manera definitiva y permanente.
-¡Mucho mejor dicho!, veo que por fin tu mente se ha despejado de esos
ridículos lastres morales y que a partir de ahora vas a obrar con decisión y
sin miramientos.
Para la absoluta tristeza de la humanidad y del reino de los cielos, todo esta
consumado aquí y ya no me queda por el momento, nada más que
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observar; ahora será mejor que parta hacia el hogar de la muchacha que
recibe el nombre de Ana.
Pasado un breve transcurso de tiempo, llego hasta el barrio donde reside la
joven muchacha; tiene suerte de vivir aquí, ya que hay pocos lugares
residenciales en Madrid que conserven esta cierta paz y tranquilidad
nocturnas; gracias a mi intangibilidad accedo rápidamente a través del
edificio hasta donde se encuentra el dormitorio de Ana; una vez en él, la
observo detenidamente haciéndome mucha gracia ver como duerme a
pierna suelta descansando de su dura jornada laboral, un descanso que
incluso es acompañado de algún ronquido que otro, lástima que dentro de
muy poco su plácido sueño se vea interrumpido por la visita de un arcángel
que la encomendará la mas importante y trascendental empresa en su vida
y en la de todos los seres humanos del planeta. Me mantengo a la espera
sentado con las piernas estiradas en una silla que esta junto a un escritorio,
que a su vez se encuentra situado en frente de una de las paredes laterales
de la habitación de la joven; durante este tiempo, la veo dar una y mil
vueltas sobre si misma mientras sigue profundamente dormida enfundada
en un edredón de graciosos motivos decorativos basados en unos cerditos
de color rosa; de repente, siento que una enorme y cálida tranquilidad
empieza a inundar todo el cuarto, esta sensación tan reconfortante y
agradable es lo más parecido a lo que se experimenta cuando después de
que ha finalizado tu vida, tu alma asciende hasta el reino celestial; a cada
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momento se va intensificando más la percepción de que una bella y serena
alegría va colapsando el dormitorio hasta que empiezan a surgir unos
suaves líneas de energía de un color azul eléctrico, poco a poco empiezan a
ser más numerosas y proceden a concentrarse en un punto en concreto
para conseguir dar forma a lo que parece ser una figura humana, cuando
esta líneas de energía llegan a su punto de saturación máxima, se produce
un intenso resplandor blanquecino que ilumina toda la habitación y tras el,
aparece la encarnación corpórea del arcángel enviado para envestir a Ana
con el santo objeto encargado de truncar los planes del maligno; su físico
no aparenta traspasar el ecuador de la treintena de años; va enfundado con
un pantalón de chándal azul decorado en sus laterales con un par de líneas
blancas paralelas que lo recorren desde la cintura hasta los pies, en la parte
superior del cuerpo luce una sudadera gris clara dotada con una capucha y
toda su sencilla vestimenta termina en unas playeras azules de cremallera
decoradas con distintos motivos plásticos de un azul un poco más oscuro;
el rostro de este sujeto desprende una agradable sensación de confianza ya
que esta dotado con una grácil faz dotada de unos rasgos suaves y
redondeados, sus ojos tienen una tonalidad azul cielo y su pelo, rizado de
mediana longitud y de una tonalidad rubio ceniza luce un desenfadado
estilo de peinado; este enviado de las fuerzas del bien se acerca sigilosa y
tranquilamente hasta la cama en donde duerme Ana y una vez que llega a
la altura de su cara, se detiene unos segundos ante ella para después, pasar
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la palma de su mano derecha por debajo de la barbilla de la muchacha,
esperando que esta caricia cuasi paterna la saque de su profundo sueño y
efectivamente, al poco la joven va despertándose de su profundo sueño
hasta que…
-¡Aaaaaaaa!, ¡como me vuelvas a tocar un solo pelo te doy una patada en
los huevos que te dejo la voz como la de Verónica Forqué para el resto de
tus días! –al oír esta seria amenaza, el arcángel dan un repentino brinco
hacia atrás y levantando las dos palmas de sus manos responde:
-¡Ey!, tranquila; me creo por completo tus palabras, no temas, no estoy
aquí para hacerte ningún daño.
-¡Eso ya lo veremos!; ¡papa, papa, socorro…!
-¡Por Dios!, tranquilízate un momento, déjame unos segundos para que te
explique…
-¡Y un huevo…; papa, papa…! -sigue exclamando la muchacha a grito
pelado.
-Pero chica, quieres escucharme un momento… mira, del lugar en el que
estoy no me pienso mover ni un paso,¿ves?, y además, a tu padre le es
imposible oír nada de lo que ahora esta sucediendo. –al escuchar esto, Ana
se yergue de rodillas sobre su cama y mientras aprieta con furia sus puños,
le dirige al arcángel una de las miradas más desafiantes que recuerdo en mi
existencia.
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-Te juro por Dios que como le hayas echo daño a mi padre, te mataré con
mis propias manos.
-No vas a tener que recurrir al asesinato con nadie, tu padre está
perfectamente bien; antes me refería a que no puede oírnos ya que mi
influencia hace que no llegue a sus oídos ni un solo sonido desde esta
habitación durante el transcurso mi visita a tu hogar.
-Pero, ¿que influencia…, de que me estas hablando?
-Mejor que explicártelo con palabras, que veo que me costaría unos
cuantos siglos, entenderás todo cuando lo veas; ahora préstame toda tu
atención. –en ese mismo instante, el enviado de las fuerzas celestiales
empieza a brillar en toda su figura con el mismo tipo de energía azul
brillante que le hizo aparecer, este resplandor azulado desaparece del resto
del cuerpo para concentrarse en la parte posterior de la espalda del
arcángel y tras unos segundos de incertidumbre, empiezan a asomarse dos
impresionantes alas plagadas de plumas de un color grisáceo rodeadas de
pura energía que desprenden tal cantidad de luz blanca que en un
momento dado, obligan a la alucinada joven a taparse parcialmente el
rostro con el anverso de una de sus manos; en el momento en el que alas
alcanzan su máxima envergadura, poco a poco empiezan a desaparecer
conjuntamente con la intensa luminosidad, dejando gradualmente que la
habitación vuelva a su habitual penumbra nocturna.
49
-Tu, tu..., tu eres un ángel. –comenta Ana con la voz entrecortada y la piel
de su cara completamente empalidecida.
-¡Ey!, no me quites galones; más bien soy un alto mando celestial, un
arcángel; siento tener que haber tenido que enseñártelo así, no sabes como
odio estas demostraciones circenses pero no se me ocurría ninguna otra
forma de convencerte de que yo no era ni un violador, ni un asesino, ni
que se yo…
-¡Ay, Dios mío!, ya se lo que ha pasado; me he muerto mientras dormía
esta noche y has venido para llevarme al cielo. –Al oír ese comentario, el
arcángel suelta una fuerte carcajada y responde a la asustada muchacha:
-No, no, no te preocupes; aún te queda por dar mucha guerra; estoy aquí
para un asunto completamente distinto y de una enorme trascendencia.
- Entonces si no estoy muerta esto no puede ser más que un sueño
psicodélico producido por el chili con carne que me he metido para cenar.
-Aunque no dudo que un plato comida así a esas horas de la noche pueda
producir esos efectos alucinógenos, por desgracia para todos mi visita a tu
habitación es tan real como a vida misma.
- ¿Por desgracia…?
-Si, mi aparición nocturna no se debe a ningún buen acontecimiento que
vaya sucederle a la humanidad, más bien al contrario.
- Pero… ¿vienes a anunciar una guerra nuclear, el final del mundo, el juicio
final o que…?
50
- Me ha sido encomendada una noble misión que consiste en buscar a
alguna persona de bondadosos sentimientos y de espíritu puro que detenga
el último intento de las fuerzas del infierno de dominar el mundo y a los
seres humanos que habitan en él.
- Y ahora iras a decirme que a quien la ha tocado la lotería es a una
servidora…
- Pues si, la “premiada con un maravilloso” enfrentamiento contra las
fuerzas demoníacas por el destino de todos los seres humanos has sido tú.
-Esto ya es lo que me faltaba, que se me presente un arcángel a las tantas
de la noche en mi habitación, que sea un cachondo perdido y que me
comunique que yo soy la elegida por parte del bando de los buenos; a parte
de toda esta locura; ¿me puedes explicar en que consiste “ese
enfrentamiento”?
-Desde el cielo estamos iniciando un contraataque a una ofensiva muy
poderosa por parte de las fuerzas de Satanás de hacerse con el control
permanente del destino de las vidas de este planeta; hace tan solo una hora
que un equivalente demoníaco de un arcángel ha dotado a una persona de
esta ciudad con lo que se denomina una máscara-alma; existen dos
máscaras-almas, una creada por Lucifer y otra creada por el mismísimo
Señor; en los albores de las primeras épocas de la humanidad, Satanás creo
una máscara de energía infernal para dotársela a un ser humano cuyo
espíritu estuviera corrompido por el odio y las ansias de poder, una vez
51
investido con ella, este llegará a dominar a todas las almas del mundo y con
ello abriera el acceso a la tierra a las legiones del maligno; al enterarse de
esto, el “gran jefazo” creo una máscara de similares características para
dotársela a una persona bondadosa y llena de buenos sentimientos y que
esta neutralizara el maléfico ataque y el destino de la humanidad se rigiese,
al máximo de las posibilidades reales, por el sendero de la bondad y el
amor mutuo; estos enfrentamientos solo se producen cuando la
humanidad pasa por un período especialmente cruento, lleno de
desesperanza y desasosiego y mucho me temo que en la actualidad nos
encontramos en una época terrible: existen en la actualidad unas guerras
horribles que infligen poderos países para hacerse con los preciados
recurso naturales de otros, a su vez, fanáticos asesinos religiosos están
sembrando de muerte las ciudades en las que viven inocentes personas que
nada tienen que ver con las decisiones que toman sus desquiciados
gobernantes; la sangrante brecha que existe entre pobres y ricos cada vez
es más abismal; la corrupción, las enfermedades, el hambre y la violencia
cada día campan más a sus anchas; el medio ambiente, incluidos su flora y
fauna, son brutalmente contaminados, degradados y maltratados sin que
los países más ricos y con mayor parte de culpa en esa situación se decidan
a ayudarlos presionados por enormes intereses comerciales de
corporaciones sin ningún tipo de escrúpulos y para colmo, los que son en
teoría “nuestros representantes” en el reino terrenal, cada vez adoptan
52
posiciones mucho más retrogradas e inquisidoras, hace ya muchos cientos
de años que muchos de ellos han olvidado su verdadero cometido que es el
de ayudar con todas sus fuerzas a sus semejantes, sean como sean y
piensen lo que piensen y se han dejado tentar por el sibilino y embriagador
pecado de la ambición; desde que tuvo lugar la primera confrontación,
hace ya un par de milenios, hemos ido ganando todas las contadas batallas
que se han ido produciendo, no sin mucho esfuerzo y sufrimiento y
aunque me duele reconocerlo, tengo que admitir que esta vez lo tenemos
más difícil que nunca.
-Ya, la verdad es que la cosa no esta para tirar cohetes; pero yo solo soy
una chica normal que no puede cambiar nada de esta sociedad y que
bastante tiene con vivir en ella día a día con su padre.
-En el momento en que te cohíbas de luchar por lo que crees por miedo a
perder lo que más quieres, será en ese mismo momento cuando empieces a
perderlo; además, no debes de temer nada ya que tienes el arma más
poderosa que existe en todo el universo y que por desgracia escasea cada
vez más: la bella bondad humana.
-Ya, pero si he de luchar contra alguien y mis armas son desearle paz y
amor, lo único que voy a conseguir, aparte de que se tronche risa es que
me mate muy rápidamente.
El arcángel responde a la retórica de Ana con una condescendiente sonrisa
y después guarda silencio mientras empieza a concentrarse, juntando sus
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dos manos a la altura del pecho, con sus palmas abiertas, cada una en
posición convexa y enfrentadas la una con la otra, de repente empiezan a
surgir de ellas filamentos de una brillante luz azul que cada vez se hacen
más gruesos y numerosos mientras que empiezan a entrelazarse entre ellos
para poco a poco, dar forma a lo que parece ser una máscara echa de pura
energía celestial; cuando las líneas de energía esbozan completamente los
trazos generales de esta máscara, se produce un pequeño pero muy
luminoso estallido radiante de color blanco, que tras de si, deja ver las
formas definitivas de las misma, que se podrían describir como un objeto
minimalista, de formas sencillas y delicadas a la par que bellas y
armoniosas; su azulada estructura imita al detalle a las equilibradas líneas de
las facciones de las esculturas griegas.
-Esta es la máscara-alma creada por Dios; es el único objeto que si aceptas
portarlo, podrás tener con el una oportunidad para salvar el destino de
millones de personas y volver a dar una oportunidad para que el rumbo de
la humanidad se desarrolle por el camino de la paz y la cordialidad; se que
no te estoy haciendo ningún regalo, que te mentiría si te dijera que tu tarea
va a ser una aventura fácil y emocionante, más bien todo lo contrario, lo
único que vas a tener son una responsabilidad y sacrificios enormes; pero
tu eres la única persona elegida, no tenemos ningún candidato “b”.
-Por que será que me lo imaginaba…; madre mía, no se en lo que me estoy
metiendo y si se que me voy arrepentir mucho de esto…; a ver, si decido
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ponerme ese trasto, ¿qué es lo que tengo que hacer con él?, ¿cómo narices
funciona?
-Si decides tener la generosidad con tus semejantes de portar esta máscara,
ella te permitirá, en primer lugar, distinguir claramente entre las personas
bondadosas y las malvadas; en segundo lugar, podrás influenciar a
cualquier persona de buen corazón para que te ayude incondicionalmente
aunque no te conozca de nada, en tercer lugar, podrás localizar y seguir el
rastro de energía que emite el portador de la máscara-alma maligna y por
último, si tu enfrentamiento con dicho portador llega a su máximo clímax,
tu máscara te permitirá canalizar toda la esencia de tu alma en un
devastador ataque de pura energía.
- Y cuando la encuentre, ¿que se supone exactamente que debo de hacer
con esa persona portadora de las máscara del infierno?
-Se que lo que te voy a decir a continuación te sonara a una coña pero
debes ante todo convencerle de lo equivocado de sus actos y de que
abandone su oscuro cometido, darle un motivo verdadero que le haga
volver a apreciar el amor y la bondad de lo seres humanos por encima de
todas las cosas y solo en el caso, y repito, solo en el caso de que tu vida se
vea seriamente amenazada por el elegido de las fuerzas del infierno, podrás
acabar con la suya como desesperada medida defensiva.
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-Haber si lo he entendido bien, ¿yo debo enfrentarme a ese tío con bonitos
discursos hippies de paz y amor mientras que él va a venir derechito a
arrancarme la cabeza?
-No es exactamente así, aunque se podría resumir de esa manera.
-Tío, no se como funcionarán las cosas en el cielo, pero aquí abajo, yendo
de esa manera no voy a durar ni tres minutos.
El arcángel se sonríe ante el comentario de Ana y sin contestarlo empieza a
andar hacia la cama de la muchacha, mientras que transporta levitando a
pocos centímetros de sus manos las máscara-alma celestial; cuando está
enfrente de la muchacha, extiende sus brazos hacia la cara de la misma
situando el artefacto a pocos centímetros de la misma mientras la mira fija
y profundamente a los ojos la hace una pregunta cargada de solemnidad:
-¿Aceptas de todo corazón portar esta sagrada máscara forjada en el reino
de los cielos para ayudar a todas las almas del planeta a destruir la siniestra
amenaza proveniente de la voluntad y los poderes de Lucifer?, -al oír estas
palabras, Ana duda seriamente en la repuesta que debe darle a enviado del
bien, transcurren unos tensos momentos en los que pasan mil opciones
por su cabeza pero al final se da cuenta de que su conciencia no la
permitiría escoger otra opción que no fuera la de luchar por lo que es
bueno y justo, así que completamente consciente del transcendental paso
que va a tomar responde:
-Acepto de todo corazón.
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El arcángel le devuelve una bella sonrisa en señal de agradecimiento y
procede lentamente a colocar la máscara-alma en el rostro de la joven, una
vez que entran en contacto ambos factores, se produce un ligero
resplandor de energía azul que genera una suave brisa que empuja durante
unos momentos hacia atrás el ondulado cabello de la misma; al poco
después, mientras que la máscara se va fusionado con el rostro de la chica
también va despareciendo gradualmente.
-¡Guauuu!, es la sensación mas alucinante y agradable que he tenido en mi
vida.
-¿Sí?, ¿cómo te sientes?; -le pregunta el arcángel con una leve y sincera
sonrisa en su rostro.
-¡Estupendamente!, es como si me encontrara rebosante de energía al
mismo tiempo que de una inmensa paz y tranquilidad; además, pienso en
todo de una manera mucho más clara y nítida que antes.
-Me alegro sinceramente de que haya sido una experiencia tan agradable
para ti; ahora debo macharme y dejar que te vayas familiarizando con tus
nuevos dones, pero no te preocupes, pase lo que pase a partir de ahora,
aunque tu no me puedas ver, estaré a tu lado en todo momento.
-¡Espera un momento!, hay una última pregunta que quisiera hacerte.
-Adelante, soy todo orejas.
-Mientras me enfrento contra el tipejo elegido por las fuerzas diabólicas,
tendré que dejar de trabajar y tendré que ocultarle a mi padre todo lo que
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esta sucediendo; ¿cómo podré hacerlo sin que se preocupe por mi si debo
no aparecer por casa durante todo el día?, ¿y cómo podré ausentarme del
trabajo durante todo el tiempo que dure esto sin que me echen a la calle?
-Buena pregunta; por eso no debes preocuparte en absoluto, desde el reino
de los cielos se influenciara poderosamente en las mente de tu progenitor y
en la de todas las personas a las que les afecte la ausencia en tus
obligaciones diarias para que pasen completamente desapercibida, no
repararán en lo más mínimo en echar de menos tu presencia hasta que
todo hay acabado.
-Bueno, no hay mal que por bien no venga, así por lo menos perderé de
vista durante un tiempo al capullo de mi jefe…, -comenta la muchacha a
modo de broma para rebajar la imponente tensión que reina en el
ambiente.
-¡Je!,-ríe el arcángel, -la verdad es va a ser un beneficio muy positivo de
todo este gran problema; ahora, ya en serio, te dejo para que puedas
descansar profundamente ya que te espera una ardua y complicada misión.
Un último consejo, se que tienes a dos muy buenos amigos a tu lado;
aunque no resulte fácil, debes explicarles toda la verdad de lo que ha
sucedido esta noche y tienes que dejarte ayudar por ellos ya que de otra
manera, no serás capaz de afrontar tu sola los peligros y dificultades que te
acechan. Ahora ya es hora de que me marche, cuida mucho de ti y de tus
amigos y recuerda que por adversas que se vuelvan las situaciones, siempre
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tendrás a tu lado el calor del cariño de las personas que te quieren y podrás
contar con el apoyo de este arcángel, que estará velando por ti en todo
momento.
El arcángel alza su mano en señal de despedida al mismo tiempo que toda
su figura va desapareciendo lentamente de la habitación de Ana de la
misma manera en la que hizo aparición en ella, dejando a la muchacha
pensativa y con una expresión anonada en su rostro en medio de la
penumbra de esta fría noche de otoño.
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CAPITULO TERCERO
Suena la música en el despertador con radio que tiene Ana en la mesita que
esta contigua a su cama, la muchacha busca ciegamente el interruptor del
mismo con una de sus manos hasta que después de unos intentos fallidos
consigue apagarlo; tras unos instantes luchando contra el profundo sueño
que la ha mantenido dormida durante toda la noche, consigue erguirse y
levantarse de la cama, después de soltar un tremendo bostezo se dirige
hacia la ventana de su habitación para apartar hacia un lado las cortinas de
la misma y poder así subir la persiana que aún mantiene en penumbras su
habitación, cuando termina de subir la misma, la tímida luz del sol de
otoño que lucha por hacerse un hueco entre los bancos de nubes que han
hecho acto de presencia en este nuevo día, entra tiñendo de blanco su
cuarto, mientras la joven mira a el exterior durante unos momentos y
comenta para si misma y en voz baja:
-Vaya, menuda pesadilla psicodélica tuve ayer por la noche; ha sido la más
rara que he tenido en mi vida pero parecía tan real…, bueno, ha sido una
rayada que ya se ha pasado y por suerte, hoy será un coñazo y monótono
día como otro cualquiera. –después de esta observación, Ana abre la puerta
de su habitación y se dirige por el pasillo de su casa hacia el baño para
proceder a lavarse la cara con agua fría como cada mañana, después se
dirige hacia la cocina para prepararse su desayuno y cuando se dispone a
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entrar en ella observa una visión que la deja completamente perpleja; su
padre se encuentra en esta dependencia tomando su café diario sentado a
la mesa, hasta ahí todo normal, pero lo que para nada lo es a los ojos de la
muchacha es la suave pero definida aura de color azul brillante que irradia
su progenitor en todas las direcciones, desde la cabeza hasta los pies.
¡Buenos días hija!, ¿qué tal has dormido esta noche? –Ana lo ve pero no lo
puede creer y ante la pregunta de su progenitor no es capaz ni de articular
una sola palabra mientras permanece completamente inmóvil; al transcurrir
unos instantes en el mismo estado y sin recibir repuesta, su padre se
percata de que algo extraño le esta sucediendo a su primogénita.
-¿Te pasa algo Ana, te encuentras bien?...; Ana, Ana…,¡Ana!; -le grita
preocupado intentando que salga de esa parálisis; por fin la joven pestañea
repetidamente y agitando su cabeza de derecha a izquierda se sacude su
perplejidad contestando a su padre.
-Sí…,¡Si, si!, estoy bien, no te preocupes…, es que esta noche he tenido
una pesadilla horrible y por un momento pensaba que aún seguía en ella,
pero ya se me ha pasado…; -responde la joven intentando rebuscar en su
cabeza a toda prisa la excusa más lógica que se la ocurre para poder
explicar su comportamiento.
El progenitor de la muchacha se levanta de su silla y mientras avanza hacia
ella, Ana puede observar como esta aura no solo no desaparece, sino que
según se va acercando su padre, puede apreciando mejor el brillo que
61
desprende y la definición de su forma; cogiéndola por la barbilla con la
mano derecha y volteándola la cara de un lado para otro mientras observa
a la misma con suma atención, le comenta a su hija:
-No tienes buena cara; tienes ojeras, estas pálida y tienes un poco de sudor
en la frente, ¿no estarás enferma…?
-¡No!, de verdad que me encuentro bien, solo ha sido que por culpa de esa
puñetera pesadilla ha habido momentos en la noche en los que no he
pegado ojo; pero ya verás como a lo largo de la mañana me voy
despejando y me encuentro mucho mejor.
-No se…, bueno, pero si ves que estando en el trabajo te encuentras un
poco mal, no dudes en decirle al mamón de tu jefe que estas enferma y que
te vas para casa.
-Muchas gracias por preocuparte papa, pero de verdad que estoy bien;
venga vamos a desayunar que al final se nos va a hacer tarde.
Abandono por el momento de observar a esta novata guerrera de las
fuerzas del bien para dirigirme a el domicilio del otro individuo
participante en esta disputa por el destino de la humanidad; gracias a mis
especiales cualidades me sitúo en breves instantes en la casa en la que vive
Sergio y una vez que me encuentro en el salón de la misma, encuentro en
el una escena muy parecida a la que acabo de dejar atrás; observo como el
muchacho esta de pie, completamente petrificado delante de su padre y
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viendo como rodea todo el cuerpo de este, una estela de un profundo
color rojo brillante ligeramente difuminada.
-Sergio… ¿se puede saber que estas mirando?, -le pregunta a su hijo al
cerciorarse de su extraña actitud.
-Na…, nada; simplemente me había parecido ver algo que…; pero debe
ser que una pestaña se me ha metido en el ojo. –le contesta el joven
mientras intenta disimular lo que de verdad esta viendo.
-Anda, será mejor que vayas a lavarte la cara para ver si así te espabilas un
poco esta mañana.
-Sí…, seguro que un poco de agua fría me ayuda a despejarme
completamente…
Sergio enfila en dirección al cuarto de baño por el pasillo de su casa
mientras gesticula silenciosamente ante la increíble visión que acaba de ver
en la figura de su padre; al pasar a la altura de su habitación se queda
sobresaltado de nuevo al observar a Gabriela que en esos momentos se
encuentra abriendo la ventana de su habitación para que la misma se
ventile, el joven ve como el mismo tipo de aura que envolvía a su padre,
rodea a la empleada del hogar, solo que su coloración no es roja sino
completamente azul; la cara del muchacho expresa con fuerza su doble
sorpresa matinal pero la mujer que esta de espaldas a el mientras desarrolla
su trabajo no se percata de nada y Sergio decide entrar rápidamente al baño
para que no se le note más su reacción de extrañeza y poder tener unos
63
momentos en los que pensar como afrontar esta situación imposible. De
momento no hay nada más por aquí que deba centrar mi atención y me
dirijo de nuevo al sur de la ciudad para encontrarme con la compañía de
Ana, que a esta hora se encuentra en el autobús que la dirige como todos
los días a su lugar de trabajo; la muchacha no hace otra cosa que observar
con asombro a las personas que, unas sentadas y otras de pie, abarrotan el
interior de este medio de transporte; pese a frotarse los ojos en repetidas
ocasiones, percibe con claridad como a muchas de ellas las rodea el mismo
aura azul que observo en la figura de su padre, sin embargo, observa que a
un número ligeramente inferior de personas les envuelve un intenso halo
de energía rojiza y en número bastante más pequeño que los grupos
anteriores, otros seres humanos que tienen su cuerpo flanqueado por un
aura de color grisácea; después de un tiempo que a la muchacha le parecen
segundos, el autobús llega a la parada en la que habitualmente esta
esperando Nacho, una vez que el joven esta dentro de el, se dirige hacia
Ana haciéndose hueco entre el denso conglomerado de viajeros, mientras
se va aproximando a ella, la joven puede observar perfectamente como el
aura que corresponde al alma de su amigo es de un intenso color azul.
-¡Buenos días, torpedera!
-Bue…, buenos días Nacho. –nada más contestarle, el muchacho percibe
que su amiga tiene la mirada llena de perplejidad y el semblante igual de
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pálido que el de una persona que acaba de ver a un espíritu manifestarse
ante ella.
-Menudo careto que traes hoy, ¿no has dormido bien esta noche?
-Joder, tengo que tener muy mala cara hoy por que ya eres el segundo que
me lo pregunta; antes de salir de casa mi padre me ha preguntado si estaba
mala.
-Pero… ¿te notas fiebre o te duele algo?
-No exactamente…
-Ahhh, ya caigo, no me digas más, hoy debe ser “uno de esos días en los
que te sientes más mujer”.
-Si, se podría decir que este mes me ha vuelto a tocar algo que no quería,
pero de una manera mucho más bestial que nunca…
Por el momento dejo el autobús número cuarenta y siete para dirigirme al
interior de otro medio de transporte bien distinto: el metro, y más
concretamente al interior del vagón en donde ahora mismo esta subido
Sergio; dentro del mismo puedo ver como el muchacho no cesa de mirar
con sus auriculares desprendiendo el alto volumen de costumbre y con la
boca semiabierta, a todas las personas que viajan junto a el y en su cara se
refleja la misma sorpresa que habitaba en el rostro de Ana al comprobar
igual que ella que hay viajeros que tienen su cuerpo rodeados de auras de
energía de tres colores distintos: azul, gris y rojo; el tren se detiene en la
estación en la que a diario accede al mismo el joven que atiende al nombre
65
de Álvaro; una vez dentro del vagón Sergio ve como se dirige hacia él y su
sorpresa no puede ser mayor cuando visualiza que un halo de energía roja
rodea toda su figura.
-¡Ey, que te cuentas tío! –ante el saludo de Álvaro, Sergio se mantiene
completamente atónito, con la boca ligeramente entreabierta y sin mostrar
ninguna reacción visible. –Hola, ehh, ¿hay alguien por ahí? –insiste el
muchacho mientras chasca los dedos delante de la impasible cara de su
interlocutor, hasta que después de unos instantes, Sergio reacciona
desprendiéndose los auriculares de sus oídos y respondiendo:
-Que…., que pasa tío.
-Joder macho, sabia que eras un empanao pero que por las mañanas
llegases a tal punto…
-Vamos, no me jodas, seguro que tú también te has levantado algún día en
el que a esta hora de la mañana todavía estabas todo sobao.
-No te equivoques, yo nunca llegaré a ser tan pringao como eres tu; que
vives en los mundos de Yupi; con razón tu viejo te da la tabarra todos los
días con que como sigas así no llegaras a ser nada en la vida, vete
espabilando o te van a espabilar pero bien.
-¡Mira, tío! -responde Sergio con una mirada llena de cólera y con un
desafiante tono en su voz que nunca antes había observado Álvaro en su
compañero de universidad; -Que sea la última vez que tu te metes en nada
de lo que mi viejo me dice o me deja de decir, ¿estamos?.
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-Bue…, bueno, perdóname si te he tocado alguna fibra sensible, no era esa
mi intención, -el muchacho se sobresalta y recula levemente hacía atrás
debido a la inesperada y contundente reacción de Sergio; -Tu te has
levantado de bastante mala ostia esta mañana, ¿verdad?
-No, lo que estas viendo es el principio de un nuevo Sergio, al que no le
gusta que le toquen los huevos… y créeme, a partir de ahora este va a ser
el más pequeño de los cambios que se van a acontecer.
Voy a dejar que estos dos muchachos prosigan con su recorrido hasta la
facultad sin la compañía de mi presencia para centrar mi atención en la
cafetería en la que todas las mañanas desayunan Juan, Nacho y Ana, cuya
situación se encuentra muy próxima a la tienda de electrodomésticos en
donde trabajan los tres jóvenes; dentro de las dependencias de este local
observo como Ana no hace otra cosa que pasear su mirada por cada una
de las personas que se mueven por las mismas para seguir observando con
dedicación el tipo de aura que rodea a cada una de ellas; sus dos amigo la
miran extrañados para más tarde mirarse entre ellos y confirmar mediante
un gesto de sus caras que los dos piensan que algo extraño pasa por la
cabeza de su amiga; después de seguir unos momentos observándola, Juan
decide desbloquear la situación:
-Ana, mírame, ¿se puede saber porque no dejas de mirar a la gente que esta
dentro de la cafetería?
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La muchacha sale de su abstracción y girando la cabeza en la dirección en
la que están sentados sus dos amigos, observa claramente como cada uno
de ellos porta un halo de energía azul brillante.
-Eh…, por nada, por nada; simplemente de vez en cuando me gusta
observar a la gente y ver como se comportan en sus rutinas diarias.
-Vamos, ¿nos tomas el pelo?, a ti en tu vida te ha ido el rollo ese de la
sociología, así que…,¿vas a decirnos que diablos te pasa realmente?; los
tres nos conocemos desde hace por lo menos cuatro años y sabemos
perfectamente cuando a alguno de nosotros nos esta pasando algo; tienes
la cara pálida, ojeras hasta el suelo y sudores en la frente, así que
descartando que tengas una diarrea bestial…,¿no te estarás metiendo
ninguna mierda, verdad?
-¡¿Qué!?,¡no hombre, por Dios!; sabes que desde siempre he odiado las
drogas; vale no os voy a negar que desde ayer por la noche me están
pasando cosas muy extrañas y efectivamente, no es que tenga la regla ni
que me encuentre enferma, pero os aseguro que no tiene nada que ver con
esa basura de la droga; creerme, si os lo contara me meteríais sin perder un
segundo en el manicomio más cercano de este punto de la ciudad.
-Tu prueba a hacerlo, te puedo asegurar que a todos en nuestras vidas nos
han sucedido cosas extrañas y a lo mejor lo que nos cuentas no es algo tan
extraordinario como otra historia que nos haya podido pasar a cualquiera
de nosotros. –le aconseja Nacho mientras que por la cabeza del joven
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ronda la tentadora idea de dar consuelo a la muchacha envolviendo
suavemente la mano de esta con las suyas.
-De verdad, prefiero dejar el tema para otro momento, me duele la cabeza
y además dentro de nada tenemos que entrar a currar; pero os prometo
que en otra ocasión ya os lo explicare todo.
Me alejo de esta cafetería dejando a Ana y a sus dos intrigados amigos para
dirigirme a los pasillos de la red de metro que conducen hacia la salida de
la estación de Islas Filipinas; encuentro andando por ellos a Sergio y a
Álvaro mientras siguen hablando sobre el notorio cambio de actitud del
primero.
-Hoy noto en ti algo diferente, no se tío, es como si tu mirada tuviera un
tono desafiante que no había visto antes. -le hace notar Álvaro a su
compañero de estudios.
-La verdad es que si, creo que parar mi las cosas van a suceder a partir de
ahora de la manera en que siempre debieron pasar.
-Incluso, fíjate, tu manera de hablar es mucho más firme y decidida de lo
que nunca te había oído.
-Hace muy poco tiempo que descubrí que tenía puesta una venda en los
ojos que me impedía ver que estaba perdiendo el tiempo por no ser lo
suficientemente ambicioso y negarme a mi mismo lo que es mío por
derecho y que debo coger con mis propias manos.
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-Sí señor, así se habla; la vida no esta echa para paletos que ven pasar sus
existencias sin más horizonte que el del día a día, sino para gente como tu y
como yo que no tenemos estúpidas reglas morales que nos desvíen del
camino del éxito y del poder.
Mientras oigo esta triste conversación, los jóvenes prosiguen su camino
hacia la boca de metro de la estación de Islas Filipinas, cuando trascurren
unos minutos, por fin ascienden por las escaleras duras y frías de hormigón
que llevan hasta la superficie de la ciudad; al poco de seguir caminando por
la calle, la máscara de energía infernal de Sergio produce un corto pero
intenso estallido de energía que no puede ser apreciado ni por Álvaro, ni
por ningún otro mortal y que hace girar la cabeza del muchacho hacia el
punto cardinal en donde esta situada ahora mismo su antítesis: la joven
llamada Ana; joven que cuando esta a punto de entrar en la tienda en la
que trabaja siente inmediatamente la llamada de la energía demoníaca a
pesar de los kilómetros que separan a un portador de máscara-alma del
otro, esta llamada se manifiesta en forma de un estallido de igual magnitud
que el anterior pero esta vez tintado de un azul deslumbrante, esta
explosión lumínica que tampoco resulta visible para los ojos de sus dos
amigos, hace que la muchacha se pare en seco y que dirija su mirada hacia
el norte que es de donde procede la emanación de fuerza maligna; este
comportamiento si que no pasa desapercibido para Juan y Nacho,
haciendo que este último pregunte extrañado a su amiga:
70
-¡Ey!, ¿Qué sucede Ana, que has visto?
-Nada, me pareció oír que alguien me llamaba…; -suelta esta excusa como
respuesta a la pregunta, respuesta que, como puedo observar en la cara de
los dos jóvenes, no les convence para nada; al poco después, los tres
jóvenes entran en su lugar de trabajo a través de una pequeña abertura que
hay en la puerta principal solo reservada para el acceso de empleados.
Mientras tanto, Sergio y Álvaro entran por la puerta principal de la
universidad San Pablo CEU; tras caminar por la calzada denominada Julián
Romea que los conduce a través diferentes edificios que componen parte
del campus, llegan a la facultad de ciencias económicas y empresariales,
justo cuando encaran la fachada de la misma para entrar a través de la
puerta principal, observan como aparece pavoneándose y luciendo una
sonrisa de oreja a oreja la joven llamada Raquel abrazada a la altura de la
cintura por uno de los brazos de Fernando Meca, la muchacha al mismo
tiempo que le dedica unos arrumacos a el joven que la acompaña, consigue
un instante para dedicarle una malsana mirada de superioridad burlesca a
Sergio antes de entrar por el acceso de la facultad de económicas junto con
su nuevo pretendiente.
-Mira a esos dos gilipollas, ¡¿quién coño se habrán creído que son para
mirarnos así?! , sí no son más que dos peleles del montón en comparación
con nosotros. –exclama Álvaro a su habitual interlocutor.
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-No tú no te alteres ni lo más mínimo; ya me encargare yo de esos dos,
sobre todo de esa zorra que necesita que alguien la baje los humos. –
responde Sergio con un rostro completamente inexpresivo, sin mostrar un
ápice de cólera y con una decisión en su mirada que da la impresión de está
plenamente convencido de sus palabras.
Mientras tanto, a unos cuantos kilómetros de la céntrica universidad, en el
castizo barrio de Usera; Ana se afana en ayudar a descender la mercancía
de un camión con las siglas y el logotipo del comercio para el que trabaja
estampadas en los blancos laterales del mismo, esta mercancía consiste en
numerosas cajas con todo tipo de electrodomésticos en su interior:
televisores, reproductores de DVD, cadenas de música y por último, para
desdicha de la joven, hay también enormes y pesados embalajes que
contienen lavadoras y frigoríficos; como buenamente puede ayudada por
una carretilla, introduce junto con Juan y otro compañero de trabajo la
mercancía desde la calle hasta atravesar el pequeño marco metálico que
sirve de morada a una pequeña puerta metálica que separa el exterior de un
pequeño espacio habilitado dentro de la tienda destinado a ser un pequeño
almacén que recepciona, almacena y da salida a los electrodomésticos con
los que trabajan diariamente; después de un buen rato y un par de
pequeñas heridas en las manos debido en parte, al frío y seco viento que
circula a esas horas de la mañana y en parte a los pequeños raspones que
han sufrido con las paredes del almacén mientras trasportaba por su
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interior los diversos embalajes; Ana despide un día más entre bromas y
chascarrilos al transportista para acto seguido cerrar desde dentro la
pequeña puerta que comunica con la calle, no sin antes permanecer
mirando durantes unos breves momentos a la misma, inhalando
profundamente el aire que proviene de ella en un claro signo de que la
gustaría estar en cualquier sitio de ese exterior gélido antes que en el
comercio en el cuál le quedan muchas horas de trabajo en su interior.
Unas cuantas horas después, en la universidad San Pablo CEU, Sergio y
Álvaro acaban de salir de una de sus clases diarias y se dirigen por las
instalaciones del edificio en el que se encuentran hacia la salida del mismo
para dirigirse hacia el pabellón que alberga la cafetería del Campus que no
esta muy lejos de donde se sitúan en ese instante; al poco de avanzar ya por
el camino de adoquines que les conducirá a su destino, observan como
Raquel y Fernando están sentados sobre un banco de piedra mientras se
besan muy efusiva y cariñosamente, la joven se percata de la cercanía de
Sergio y exagera aún más sus muestras de cariño para que este sufra todo
lo posible ante esa visión.
-¡Se acabó, ahora mismo acabo de perder la paciencia con esa furcia!
-¡Quieeeto, toro!, ¿qué cojones se supone que vas a hacer?
-Algo que no es lo que te estas pensando y ni imaginas que puede ser; tu
sígueme y observa todo con mucha atención.
-Vale, pero no hagas algo que pueda hacer que te echen de la universidad.
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-Créeme, lo que voy a hacer no esta recogido en los reglamentos de
conducta de ninguna universidad.
El muchacho se dirige con paso firme y decidido hasta donde se encuentra
la apasionada pareja seguido a muy pocos paso por detrás seguido por
Álvaro, a la vez que Raquel se desengancha de los brazos de Fernando
Meca al entender que Sergio se dirige hacia ellos y que va a suceder algo
que no va a resultar agradable; el joven anfitrión de las fuerzas demoníacas
se detiene súbitamente junto con su expectante compañero ante ellos y lo
único que les dice es:
-Muy bien, imbéciles, ahora vais a saber con quien os la estáis jugando.
El joven portador de la máscara diabólica se queda inmóvil delante de la
expectante pareja durante unos segundos sin pronunciar palabra y aunque
ni a sus ojos ni a los de Álvaro se produzca ningún acontecimiento, mi
visión si me permite ver como de repente unas hebras de intensa energía
de color roja empiezan a brotar de la faz de Sergio, va creciendo en
número y cantidad rápidamente hasta que en un par de segundos ya han
formado un esbozo de la maléfica máscara que porta, seguido de un
pequeño fulgor rojizo surgen de la máscara dos anchos haces de energía
que va a impactar directamente sobre las cabezas de la atónita pareja, tras
unos instantes de breve lucha, en los que Fernando y Raquel muestran en
sus rostros desagradables expresiones de intentos de resistencia interna, el
enorme poderío de la máscara-alma se termina imponiendo
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aplastantemente sobre las voluntades de los dos jóvenes; tras observar
complacido durante unos momentos que su poder ha funcionado tal y
como él esperaba, Sergio pronuncia las siguientes palabras:
-Ahora escúchame, gilipollas de Fernando Meca; vas a ir cagando leches a
ver al rector de la facultad y en cuanto le veas, vas a darle una patada en los
mismísimos cojones y acto seguido le dirás que dejas la facultad porque has
descubierto que tu verdadera vocación es la de mamporrero; ¿me has
entendido?, pues hala…, ya estas perdiendo el culo.
Nada más pronunciar estas palabras, el sometido muchacho se levanta
rápidamente del banco en el que estaba sentado y con la expresión de un
autómata en su cara, se dirige sin un ápice de duda a realizar la tarea que le
ha sido encomendada.
-Bueno, reina, ahora te toca a ti; ya que tanto te gusta rebozarte con el
primer cretino que te muestra una suculenta cuenta corriente, pienso que
no es justo que en una sociedad democrática sólo los más adinerados
puedan disfrutar de tus encantos, así que tu misión de alegrar la vida al
resto de tus congéneres masculinos empezará quitándote toda la ropa, y
cuando digo toda es toda.
Por increíble que parezca, Raquel empieza inmediatamente a quitarse los
zapatos de tacón, para luego desabrocharse botón por botón la chaqueta
color rosa ácido, levantarse rápidamente la blusa blanca hasta quedarse
solo con el torso cubierto con el sujetador y echándose los brazos hacia
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atrás procede a desabrocharse el mismo dejando sus jóvenes y tersos senos
al aire de la fría mañana otoñal; sin titubear, se desabrocha el botón y el
enganche que sujetan a su cuerpo la falda vaquera e inclinándose
levemente hacia delante, procede a despojarse de la última prenda que la
queda para quedarse completamente desnuda, su tanga de color negro;
como es obvio esta impactante y llamativa situación no ha pasado
inadvertida por los jóvenes que merodean por esa zona del campus
universitario, sobre todo para los varones, y rápidamente corren para ver lo
más de cerca posible este improvisado strip-tease; cuando ya hay un grueso
corro envolviendo a la desdichada muchacha que se mantiene junto con
Sergio y Álvaro, el maléfico ariete de Lucifer en la tierra acerca su cara a
escasos milímetros de la oreja de Raquel y la susurra:
-Ahora, desearas con todas tus fuerzas a todos y cada uno de los chicos
que hay en el campus, así que ve a por ellos y no descanses hasta que no te
lo cepilles unas cuantas veces.
Nada más oír esta orden, la chica se dirige hasta el primer estudiante que
encuentra y literalmente empieza a comerle a besos y a desabrocharle el
cinturón del pantalón ante las exclamaciones de incredulidad y escándalo,
mezclados con algunos vítores y silbidos provenientes del resto de plantel
universitario; Sergio y Álvaro comienzan a andar atravesando el circulo de
personas que los rodean y empiezan a hablar entre ellos dejando tras de si
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la embarazosa escena de la lucha que mantiene el muchacho que trata de
evitar que Raquel le desnude delante de toda la facultad.
-¿Co…, cómo cojones has conseguido hacer eso…? , todavía no me lo
puedo creer? –se pregunta entre balbuceos Álvaro.
-Digamos que hace poco se me ha concedido la posibilidad de hacer todo
lo que me de la gana, de para tener cualquier cosa que desee, solo tengo
que ir y cogerla, de quitarme las ataduras que me impedían ser yo mismo;
pero esto no es todo, se me ha encomendado la misión de coger el destino
del mundo y dirigirlo por el sendero del poder y de la gloria absoluta.
- Creo que no entiendo muy bien lo que dices… ¿no estarás abusando
últimamente de la “harina” más de la cuenta, verdad?
- ¡Déjate de gilipolleces!, te estoy diciendo que de verdad se me han
otorgado poderes increíbles para erradicar toda la mediocridad de este
planeta e inaugurar y dirigir una nueva era donde sólo los más ambiciosos,
crueles y poderosos gozaran de una vida plena e intensa; en donde los
miserables, débiles y estrechos de miras nos lamerán con devoción las
suelas de los zapatos
-¿Has dicho dirigir una nueva era…?
-Sí, ¿no es maravilloso?, he sido el elegido para liderar este nuevo orden y
asumir el control sobre las vidas de todos los seres humanos de la faz de la
tierra. Te voy a proponer algo que solo oirás una vez en tu vida y que seria
de lo más estúpido del mundo rechazar; te ofrezco que seas mi “mano
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derecha” en el nuevo orden que estoy a punto de instaurar, si me ayudas
en la difícil tarea que debo resolver para conseguir eso, te prometo que tú
estarás conmigo viendo desde lo más alto como todo el mundo se rinde
ante nuestros pies...
-Para, para, para…; tienes que estar quedándote conmigo, ¿verdad?,
pero… ¡¿en serio quieres que me trague todo eso?! , a ti se te ha debido ir
el tarro del todo; una cosa es que consigas que esos dos panolis hagan las
gilipolleces que tus les mandes porque les hallas amenazado con contar
algún trapo sucio muy gordo que solo debes saber tú y otra muy distinta es
que te pongas a hablar como el malo principal de una peli de James Bond
sobre ese rollo de “tus planes de dominación del mundo”.
Observo con claridad que este último comentario irónico de Álvaro le ha
sentado como un tiro a Sergio, que encolerizado, empieza a esforzarse al
máximo para proyectar sobre su cara un cúmulo visible, incluso a los ojos
de los mortales, de la característica energía roja procedente de las mismas
entrañas del infierno; durante un momento se intensifica fuertemente esta
fuerza maligna produciendo un resplandor de mediana intensidad que
muestra parte de las formas de la grotesca máscara-alma que porta el
muchacho; tapándose parcialmente la cara debido a la molestia que genera
en sus ojos el brillo rojizo, Álvaro recula unos cuantos pasos hacia atrás
por puro miedo, mientras reconsidera el tomarse muy en serio las palabras
de su compañero de estudios.
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-¡¿ A ti te parece que esto es una chorrada que me estoy inventado, te
parece que es un cachondeo…?!; lo que estas viendo ante ti es la poderosa
máscara que me ha sido concedida por el mismísimo diablo para conseguir
que sus fuerzas invadan el mundo y más tarde, hacerme cargo de ellas y
dirigirlas a mi antojo; tu verás…, -comenta con una enorme y malsana
sonrisa que cruza de lado a lado su rostro; - si sigues pensando que no es
más que una parida o que no tienes los huevo suficientes de dar el paso
para alcanzar la gloria, no pienses que habrá una segunda oportunidad para
no ser aplastado y dominado como a los demás.
-Va…, vale, vale; te creo…., pienso que sería la puta caña ser el amo del
cotarro junto a ti, claro, y tener todo lo que hemos ansiado durante
nuestras vidas: poder, mujeres y riquezas con solo ir y cogerlo; como dice
un viejo refrán “mejor ser rey en el infierno que vasallo en el cielo”.
-Sabía que escogerías la opción ganadora; a partir de ahora, olvídate de tu
insulsa vida pasada y prepárate para disfrutar los privilegios de los elegidos;
pero antes de poder gobernar en la tierra tenemos que encargarnos de un
imbécil que se interpone en nuestro camino.
Me situó en la calle Usera es donde se encuentra ese “imbécil” llamado
Ana fumando un cigarro en el baño de la tienda en la que trabaja en
compañía de sus dos amigos, aprovechando un pequeño descanso matinal
de su jornada laboral y de repente y sin que la muchacha pueda hacer nada
por controlarlo, su máscara-alma despide un breve pero intenso destello
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azul fluorescente visible a los terrenales ojos de sus dos amigos, producido
como una reacción innata de la máscara proveniente del cielo ante laque
provoca un fuerte susto y deja completamente petrificados a Nacho y Juan;
hasta que pasado unos segundos y ante la pasmada cara de la muchacha,
Juan exclama:
-¡De verdad que no me puedo creer lo que han visto mis ojos!
-Ni yo misma puedo asimilar todo lo que está sucediendo, parece que ayer
por la noche me acosté y todavía estoy durmiendo. –se arranca a
contestarle la joven.
-¿¡Qué!? ,¿tú sabes que cojones ha sido eso que te ha surgido de la cara y
que a alumbrado todo el baño como si estuviéramos en una discoteca?
-Sí; así es, acompañarme un momento afuera, junto a la puerta de entrada
de la tienda y por favor, os cuente lo que os cuente, no penséis que estoy
como una puta cabra por increíble que parezca.
Tras salir del comercio en donde trabajan, ante la cotilla mirada de sus
demás compañeros de trabajo; transcurren unos largos minutos en los que
Ana les cuenta todo lo que la ha sucedido desde la noche anterior; los dos
jóvenes se miran extrañados el uno al otro y llevándose el cabello hacia
atrás con su mano derecha, Nacho rompe este incómodo silencio:
-De acuerdo Ana, por difícil que parezca no creo que estés loca y aparte
esa luz azul del baño la hemos visto todos con nuestros propios ojos; si no
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es que estamos todos locos, dime, ¿que va a suceder a partir de ahora? –
pregunta a su amiga Nacho con la mirada llena de preocupación.
-No lo s…, -antes de terminar su respuesta, Ana aparta su mirada de la
cara de Nacho, mira en dirección norte y puede ver con total nitidez lo que
parece ser un enorme pilar de una brillante energía roja que va desde el
suelo de la ciudad hasta perderse entre los confines de cielo que se
encuentra sobre la misma; con voz firme y serena sentencia –Ya esta
viniendo hacia aquí, ya sabe donde me encuentro.
-¿Quién esta viniendo hacia aquí? –Pregunta Nacho a su amiga, que no le
responde ya que parece perdida en sus pensamientos –Ana, Ana…,
¡contesta!... ¿no será esa persona que tiene esa otra máscara-alma pero que
en vez de provenir de las fuerzas del bien, proviene del mismísimo
infierno. –al oír esa última frase pronunciada por su amigo, Ana vuelve a
tomar consciencia de donde y con quienes se encuentra y responde a
Nacho.
-Por desgracia me temo que si.
-¿Y que vamos a hacer ahora, luchar contra esa persona a vida o muerte
cuando tenemos que entrar a trabajar ahora mismo? –apunta a sus dos
amigos Juan.
Ana mira de frente a su preocupado amigo, más concretamente a sus ojos
y en ese mismo instante surgen de nuevo en su rostro los suaves trazos de
brillante energía azul que esbozan las dimensiones de la máscara-alma de la
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que es portadora; mediante un efecto invisible, aunque ligeramente
perceptible, impronta en su amigo una enorme sensación de tranquilidad y
confianza mientras que le responde:
-No os preocupéis para nada del trabajo, las fuerzas celestiales realizarán
una poderosa influencia para que nadie del curro echará en falta nuestra
presencia y no sólo en el trabajo, sino que también en nuestras casas,
ninguno de nuestros familiares se preocupará porque no estemos con ellos
a las horas que debemos estar.
-Si no estuviera tan acojonado hasta agradecería librarme por un día de ver
el careto del “Mario Conde”. –deja caer en plan humorístico Nacho para
aliviar la inmensa tensión en la que están envueltos sus dos amigos y el
mismo.
-¿Pero os dais cuenta de lo que está pasando?; de repente, tres pintamonas
como nosotros, que llevamos las vidas más sosas y normales de la
humanidad somos elegidos para luchar contra una persona que es la
portadora de unas especie de máscara maligna con la que pretende
dominar las vidas de todos los seres humanos de la tierra…, yo es que
incluso después de lo que he visto todavía no me lo acabo de creer; ¡madre
mía, es como si estuviera en una puta pesadilla! –reflexiona en voz alta
Juan para intentar digerir tan alucinante trago.
-Lo se Juan, lo se, pero nos guste o no esto es tan real como la vida misma
y si no asimilamos este echo y espabilamos ya, el portador de la máscara-
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alma demoníaca terminara con nosotros en un abrir y cerrar de ojos. –
responde con voz firme la joven muchacha.
-Y ahora que esa persona está viniendo a por nosotros…,¿Qué propones
que hagamos?
-Lo primero, que vayamos al lugar más concurrido que este cerca de aquí
para que cuando nos enfrentemos al emisario del infierno, no pueda
campar a sus anchas; en donde haya testigos que puedan ver lo que va a
suceder y que si llega un momento realmente jodido, tengamos la suerte de
que entre ellos surja una buena persona que nos pueda echar un cable en
un momento de total necesidad.
-¡Madre mía!, ¿A dónde podríamos ir..? –se pregunta Nacho mientras se
muerde los nudillos de su puño izquierdo mientras mira rápida y
nerviosamente a su alrededor buscando un emplazamiento.
-Pues chicos, a mi solo se me ocurre un lugar como el que dice Ana. –
interrumpe gratamente Juan la búsqueda mental de sus dos amigos.
-¿¡Cuál?!; -exclaman al unísono Ana y Nacho.
-La glorieta de Cádiz.
-¡Claro!, desde luego has dado en el clavo, macho; venga, movámonos
hacia allí a toda hostia; ya no nos debe quedar mucho tiempo. –anima
Nacho a sus dos amigos, sacando fuerza y confianza de donde sólo siente
miedo y preocupación; los tres jóvenes, en vez de entrar de nuevo a la
tienda de electrodomésticos, empiezan a caminar a paso rápido hacia la
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dirección en la que se encuentra la glorieta de Cádiz; los tres jóvenes se
dirigen decididamente hacia este lugar con la mentes asaltadas por
sensaciones de desasosiego e intranquilidad, mientras que van avanzando
envueltos en un tenso silencio y con la vista fijada en el horizonte, pueden
ver como este va siendo lentamente invadido por un denso frente
compuesto de nubes compactas y tintadas de un oscuro color azul que
parece presagiar el peligro que se cierne por la ciudad y por extensión,
sobre todo el resto del planeta; una vez que los tres jóvenes encargados de
defender lo que queda de bondad humana en el mundo, llegan a la glorieta
no pueden pasar por alto lo que parece ser una ironía del destino, el sitio
esta presidido en su centro por una imponente conjunto de estatuas de
mármol blanco sobre una fuente que contiene algo de agua, todo ello
situado en medio de una rotonda; la figura central de este conjunto es ni
más ni menos que la representación de un arcángel con sus bellas alas
completamente extendidas flanqueado a ambos lados por dos bellas y
gráciles figuras femeninas; su cuerpo está cubierto de la típica túnica de
estilo clásico y en las manos de sus brazos, que están totalmente
desplegados porta dos objetos: en su mano derecha porta un largo racimo
de olivo y en su mano izquierda una corona; cabeza está ligeramente
inclinada arriba y parece que su mirada se pierde en el cielo de Madrid; en
contrapeso a las grandiosas dimensiones de la escultura, los rasgos del
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rostro de la misma aportan unas sensaciones regocijo y serenidad que
reconforta a quien quiera y tenga tiempo de admirarla.
-Bueno, ¿y ahora que toca…, esperar a que ese capullo venga a por
nosotros o decidimos llevar la iniciativa y nos lanzamos a su chepa? –se
pregunta Juan.
- ¿A la chepa de quién?; creo que lo único que podemos hacer es
permanecer aquí parados hasta que decida hacer acto de presencia; solo si
permanecemos completamente juntos y unidos podremos hacerle frente
con alguna posibilidad de poder ganarle. –le responde Ana.
-¿Pero como sabrás quien es?, no podremos distinguirle del resto de los
peatones hasta que ya sea demasiado tarde y le tengamos encima. –le
replica Nacho a su amiga.
-Si quieres que te diga la verdad, no tengo ni la más jodida idea, pero de
algo estoy segura, la máscara que llevo me avisara cuando se encuentre
muy cerca de un modo que todavía no soy capaz de imaginar.
Los minutos se van sucediendo unos tras de otros dando la sensación de
que realmente fueran horas, los tres muchachos permanecen en silencio
oteando el horizonte en todas sus direcciones buscando la más mínima
señal que les indique de la llegada de su desconocido y temible rival, pero
de momento solo observan el tránsito incesante de vehículos y personas
que se desplazan a través de la glorieta de Cádiz por todos los puntos
cardinales; el oscuro cielo que progresivamente ha ido ocultando los rayos
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de luz provenientes del sol, ha formado una capa de grisáceas nubes
oscuras que desprende sobre la ciudad una desangelada iluminación.
-¿Notas si está ya por aquí?, -pregunta Nacho a Ana con una cara que
refleja la desbordada angustia que provoca la espera.
-Lo único que se es que esta muy, muy cerca de nosotros pero no te puedo
decir con exacti… ¡Oh, Dios mío!, ya ha llegado aquí.
Ana puede saber de la llegada a la glorieta de Cádiz del portador de la
máscara dotada con los poderes del infierno debido a que ve algo que no
pueden percibir los ojos de sus dos restantes compañeros de fatigas; la
observación que acongoja a Ana consiste en la emanación de una poderosa
fuente de energía, que forma una columna de una tonalidad roja brillante
que procede de la cara norte de la glorieta y que se eleva desde el suelo
hasta traspasar la propia línea que forman las nubes cargadas de vapor de
agua; avanza poco a poco pero de una manera inexorable hasta donde se
encuentran los tres chavales encargados de enfrentarse con ese terrible
mal.
-¡¿Por donde coño viene exactamente…?, -lanza Nacho entre gritos su
pregunta.
-No…; no lo se; la energía que desprende su máscara es tan potente que
abarca casi toda la glorieta y no me deja ver claramente por donde se
mueve.
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-¡Tenemos que hacer algo…, no podemos quedarnos así; juntemos espalda
con espalda para que aunque no sepamos por donde viene por lo menos
no nos pillé con la retaguardia desprotegida! –les encomienda Juan.
-¡Vale!, -responden al unísono Ana y Nacho procediendo en ese mismo
instante a agruparse en una especie de imperfecto triángulo, que
estratégicamente, solo deja la parte frontal de sus cuerpos al descubierto
ante la sorprendida mirada de algunos transeúntes que se preguntan que
será lo que están haciendo Ana, Nacho y Juan; tal vez, piensan ellos, se
trate de otra representación cultural más por las calles de la ciudad que
trata como todas de llamar la atención. Van pasando los minutos sin que se
llegue a producir ningún ataque.
-<<Oye Ana, parece que no pasa nada; ¿no habrá podido ser una falsa
alarma>>; -le dice en voz baja Nacho a su amiga.
Ana gira su cuello hacia la derecha para orientar su cabeza hacia el joven y
le responde:
-Ojala lo fuera pero por desgracia creo que no va a ser así; -la muchacha
vuelve a entornar su cuello para seguir mirando al frente y nada más
hacerlo, se encuentra que justo de frente suyo se encuentra un joven
maléficamente sonriente que de su cara emana chorros de energía diabólica
acompañado de otro que se mantiene a muy pocos pasos por detrás de él.
-Vaya…, no pensaba que mi contrario fuese a ser una chica; bueno, eso lo
convierte en todo en un poco más fácil. –nada más decir esta palabras y sin
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aviso mediante, antes de que a Juan y a Nacho les de tiempo reaccionar en
defensa de su amiga, Sergio cierra su puño como si transformara su mano
por una piedra y lanza un rápido y duro puñetazo en la cara de Ana que
provoca su inmediata caída al suelo del asfalto madrileño, rompiendo así la
formación defensiva que tenia junto con sus dos amigos; los cuales,
horrorizados de lo que ha ocurrido, responden instintivamente con furia
lanzándose como una exhalación a por Sergio pero cuando están a punto
de alcanzarlo, son agarrados por detrás por Álvaro y por un joven
viandante masculino de oscuro corazón que estratégicamente, minutos
antes de esta batalla cayó bajo el influjo de los poderes de Sergio; estos dos
malvados secuaces consiguen inmovilizar los brazos de Juan y Nacho por
sus espaldas valiéndose de los suyos.
-¡Cómo la vuelvas a tocar un pelo, te juro por Dios que barro con tu culo
todo el barrio de Usera! –grita Nacho con toda su rabia al portador de la
máscara-alma maligna mientras que nerviosamente intenta zafarse de la
presa a la que le tiene sometido Álvaro; al oír esta amenaza, Sergio se dirige
hacia donde se encuentra la abatida Ana y una vez que sus pies casi tocan
el cuerpo de la chica, se detiene en seco, se pone de cuclillas y agarra de
manera salvaje el castaño cabello de la muchacha, levantado así la
magullada cara de la misma del suelo y girando su cabeza hasta donde está
situado el angustiado y preocupado amigo de la portadora de la máscara
del bien.
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-¡¿Te atreves a amenazarme a mí?!, maldito insignificante…; -pronuncia
Sergio mientras se produce un destello de energía roja que emana de la
parte superior de su rostro con tal intensidad, que se hace completamente
visible para cualquiera mortales que están presenciando la escena, lo cual
sumado a la grotesca escena de esta reyerta hace que los atónitos
transeúntes que están observando todo los hechos, terminen de asustarse
por completo y comiencen a alejarse cada vez más del perímetro en donde
se desarrolla la contienda; eso sí, sin seguir perdiéndola de vista.
- Sí, me atrevo a amenazarte a ti y a cualquier hijo de la gran puta como tú
aunque tenga una mierda de traca de fuegos artificiales en la jeta. –según va
oyendo como Nacho le desafía, Sergio suelta bruscamente los cabellos de
la cabeza de Ana y comienza a avanzar hacia el muchacho, olvidándose
momentáneamente de la portadora de la máscara-alma proveniente del
reino de los cielos; una vez que está a escasos centímetros del joven
apresado por la espalda por el infame de Álvaro, se encara contra el
mientras le dice:
-Tú…, bocazas; va a tener el gran privilegio de ser el primer pusilánime de
esta guerra que caiga por mis propias manos. –acto seguido agarra con su
mano derecha el cuello de Nacho mientras que va fuertemente
presionando con la misma, al tiempo que la cara de Nacho se va
enrojeciendo y sus ojos se llenan de la aparición de múltiples vasos
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sanguíneos, mientas que intenta inútilmente tomar bocanadas de aire por
su boca.
-Ahora comprendes a quien te enfrentabas, ¿verdad?; ¿una última
voluntad?; ¡uy, perdona!, si casi no puedes respirar menos vas a poder
hablar…
-¡Pues yo pido que te reúnas con el “cornudo” de tu amo en las
profundidades del jodido infierno! –se escucha esta frase emitida por unas
cuerdas vocales femeninas que por supuesto, no proviene de los ya
ligeramente azulados labios de Nacho, sino más bien de la parte posterior a
la que se encuentra el abanderado de las fuerzas infernales; al girarse este
para mirar directamente a la autora de dichas palabras, solo tiene tiempo de
observar durante unos fugaces instantes como la suela de una playera
impacta brutalmente contra su rostro, a la misma vez que se puede oír el
sonido proveniente de la exclamación general de los sorprendidos
transeúntes ante el impacto que acaban de presenciar.
-¡O soltáis inmediatamente a mis amigos o a vosotros os incrusto el pie en
el cráneo! –grita una magullada Ana, la cual sangra moderadamente por un
extremo de su labio superior, a Álvaro y a la otra persona sometida al
influjo de la máscara-alma maligna.
Al oír tal amenaza, estos dos lacayos del mal dudan y titubean por unos
instantes, momento que es aprovechado por un recuperado Nacho para
revolverse y propinar un contundente golpe con su codo derecho en la
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frente de Álvaro, consiguiendo que este grite de dolor y le suelte para
llevarse las manos a la zona golpeada; al observar esta oportunidad, Juan
intenta también zafarse con energías redobladas de la inmovilización a la
que le tiene sometido la mala persona que ha caído víctima de los poderes
de Sergio, pero por desgracia no llega a conseguirlo ya que parece que en
este duelo las fuerzas están más igualadas; una nerviosa Ana observa por
unos instantes la situación en la que está inmersa y después de evaluarla en
segundos lo mejor que puede, decide que su principal prioridad es la de
correr en ayuda de su amigo Juan, pero al poco de iniciar trayectoria para
poder reunirse con él, recibe una patada trasera que impacta en ese
momento en la pierna de apoyo y la desestabiliza por completo haciendo
que súbitamente caiga de bruces contra el frío y duro asfalto de la calle,
nada más encontrarse Ana tirada en el mismo, Sergio se dispone a arrojarse
sobre ella con el codo de su brazo derecho flexionado hacia atrás
mostrando un amenazador y duro puño que se dispone a impactar en la
joven para asestarla un tremendo golpe; sin embargo, en ese mismo
instante y como si fuera la personificación de un milagro, el muchacho es
agarrado por la espalda y alzado por sus antebrazos por dos uniformados
policías locales de Madrid, que consiguen evitar que el chico suelte lo que
podría haber sido un golpe que solo sabe Dios el daño que la hubiera
provocado a Ana; una vez que la joven ha sido desprendida de su furioso
atacante, un tercer policía local evalúa velozmente las heridas que sufre la
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joven en su cara y tras verificar que no son graves, la ordena que se levante
del suelo, mientras lo hace la única preocupación que corre por su mente
es la del estado en el que se encuentran sus amigos Juan y Nacho, tras girar
desesperadamente su cabeza de un lado para otro tratando de localizarles
para ver en que estado se encuentran, respira aliviada al encontrarles y
comprobar que tras ser alejados por los agentes de sus dos maléficos
agresores, solo tienen unos cuantos golpes y hematomas.
-¡Muy bien niñatos, ahora mismo os vamos a llevar a todos a comisaría y
allí comprobaremos si seguís teniendo los mismos malos humos que en la
calle! –vocifera una policía local mientras que junto con sus compañeros
proceden a esposar a todos los implicados en esta reyerta; mientras siente
sobre sus muñecas el frío, duro y cortante contacto del metal con el que
están hechos las esposas, a Ana la reconcome por dentro la injusticia que
representa el no poder decirle a la policía la verdad de lo sucedido, en que
ella y sus amigos son los buenos que luchan por salvar a al humanidad y
que los otros tíos son unos asesinos que lo único que desean es la
perdición de toda la raza humana, pero a los pocos segundos recapacita
sobre lo tremendamente increíble que sería su relato, probablemente la
tomarían como a una chiflada, o lo que es peor, como a una colgada que
esta hasta arriba de meterse cualquier mierda; así que por mucho que se
sienta frustrada, opta por mantenerse completamente callada y por meterse
sin rechistar en un coche patrulla al igual que los restantes participantes de
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esta confrontación son introducidos por los agentes municipales en sendos
vehículos policiales.
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CAPITULO CUARTO
La hilera azul brillante que forman las luces de los coches patrulla que
transportan a los implicados en la confrontación que hace unos minutos se ha
producido en la glorieta de Cádiz, se desplaza a toda velocidad a través de la
Avenida de Córdoba en dirección sur, dejando por el lado derecho de su
recorrido el conocido centro hospitalario Doce de Octubre hasta que llegado
a un determinado tramo, esta Avenida se ensancha significativamente y
cambia el nombre de Córdoba por el de Andalucía; mientras los coches
policiales siguen avanzando se encuentran pasando al lado de un centro
comercial del barrio que recibe el nombre de Los Ángeles, hasta que por fin
llegan a su destino, que no es sino la comisaría que está situada en el Paseo de
Gigantes y Cabezudos, nada más aparcar en frente de la fachada de la misma,
los jóvenes son inmediatamente sacados de los vehículos policiales y
conducidos a sus dependencias interiores; una vez dentro, los jóvenes
forzosamente escoltados son llevados a través del recibidor de la comisaría, el
cual esta presidido por un mostrador atendido por dos decanos policías
nacionales que se encargan de controlar y redireccionar a la gente que acude a
esta comisaría, hasta que llegan ante una robusta puerta metálica de color
grisáceo que una vez abierta, muestra unas frías escaleras de cemento que
conducen hacia el piso inferior del edificio y que está destinado a albergar los
calabozos, los cuales están divididos en ocho estancias enjauladas y
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comunicadas únicamente por un estrecho pasillo; un policía nacional que
acompaña a sus compañeros municipales, abre una de las primera celdas de la
hilera y allí son introducidos Sergio, Álvaro y el desorientado transeúnte que
fue un esclavo mental de la máscara diabólica y que al no estar ahora
influenciado por ella, no entiende nada de lo que está sucediendo; al poco de
que se cierre la celda de los tres punta de lanza infernales, es abierta otra
precedida de un sonido eléctrico y chisporroteante que se encuentra a dos
estancias de separación y allí son introducidos Ana, Juan y Nacho junto con
otro hombre que se encontraba previamente encarcelado; al cerrar la puerta de
la celda, uno de los agentes municipales que ha conducido a ambas partes
enfrentadas en la pelea les comunica:
-Vais a estar aquí un tiempo hasta que se os enfríen los ánimos y luego os
iremos llevando arriba para que prestéis declaración. –Acto seguido, los
policías abandonan los calabozos reinando en ellos un completo y tenso
silencio; más tarde, los minutos transcurren como si fueran horas y el silencio
que hasta ese momento dominaba en el ambiente se ve roto por una amenaza
que toma forma en la voz de Sergio.
-¡Chica!..., ¿me oyes?, aprovecha esta pequeña tregua que estas teniendo
porque mucho antes de lo que piensas tu y yo volveremos a vernos las caras
para terminar ese “asunto” que se nos quedó pendiente en aquella glorieta.
-¡Te puedo asegurar, maldito bastardo, que tengo más ganas que tú de
aplastarte la jeta contra el suelo y de acabar contigo y con la infernal amenaza
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que representas!, -responde Ana para dejar claro que no la amedrentan dichas
amenazas; tras este incidente, Nacho y Juan avanzan hasta situarse muy cerca
de su amiga y la dice en voz baja:
-<<No te preocupes, mientras Juan y yo vivamos no dejaremos que ese cerdo
te haga ningún daño>>. –le transmite Nacho mientras coge las manos de su
amiga por la puntas de los dedos.
-<<Eso puedes tenerlo por seguro, Anita; y ahora…,¿que coño vamos a
hacer?>>. –se pregunta Juan.
-<<No tengo ni puta idea; sinceramente, de momento lo mejor que podemos
hacer es tener paciencia y tranquilidad y pensar mucho en lo que vamos a
hacer a partir de ahora>>. -aconseja la muchacha a sus dos amigos.
-<<El problema es que nos pueden retener aquí durante bastante tiempo,
tenemos que llamar a nuestras familias para que no se preocupen por nosotros
y vengan a ayudarnos>>. –puntualiza Nacho.
-Recuerda que el arcángel me aseguro que las fuerzas del cielo están
influyendo sobre ellos para que mientras dure esta pesadilla no sientan
preocupación alguna por nosotros y tengan la sensación de que nos
encontramos bien; además, tenemos que tener mucho cuidado con implicar a
nuestros seres queridos en esta lucha ya que podrían salir heridos o algo
mucho peor>>. –responde Ana a su preocupado amigo.
Transcurren aproximadamente unas ochos horas en los calabozos de la
comisaría situada en el Paseo de Gigantes y Cabezudos; hasta que por fin, tras
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un estridente sonido eléctrico se abre la puerta que comunica esta
dependencia con la planta superior de la comisaría para que desciendan dos
policías nacionales por los escalones que conducen hasta el nivel en donde se
encuentran los detenidos, el aspecto de estos dos servidores de la ley son los
de unas personas que hace tiempo les desmotivó su trabajo, por no decir sus
vidas y han descuidado tanto su imagen física como su debida presencia ante
el cargo que ostentan; los agentes se aproximan a la celda donde están
retenidos Nacho, Ana y Juan, abren la puerta enrejada que les aprisiona , se
detienen en el umbral que delimita el pasillo con el calabozo y uno de ellos les
dice:
-Vamos chavales; tirando hacia arriba para que os tomen declaración y no
quiero ninguna gilipollez durante el camino, ¿entendido?
Los tres amigos abandonan en silencio la celda en la que están confinados y en
fila india, uno muy cerca del otro, siguen de cerca al policía que forma la
cabecera del grupo mientras que su compañero va atrás del mismo
controlando que todo vaya bien; cuando se disponen a pasar a la altura de
donde mantienen presos a Álvaro, a Sergio y al temporal peón mental de este;
Ana siente como la mirada que el maléfico muchacho la dirige desprende tanta
sucia energía diabólica que casi puede quemar la piel de su cara; cuando han
dejado atrás los espartanos escalones de cemento y la puerta de seguridad que
vela porque los encarcelados no puedan salir al resto del recinto policial; los
tres muchachos son conducidos entre un mar de ruidos de pulsaciones de
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teclas de ordenador, pisadas de zapatos que se dirigen de un lado a otro, el
unísono murmullo formado por los diálogos entrecruzados de personas que
están por allí, etc.., hasta una puerta que al abrirla, presenta una amplia
estancia en donde un numeroso grupo de mini-despachos, delimitados y
separados unos de otros por gruesos biombos de metal, en cada uno de estas
pequeñas parcelas de trabajo, hay sentado a una mesa un policía nacional que
transcribe las declaraciones con la ayuda de un ordenador y hasta uno de estos
pequeños despachos son conducidos los tres muchachos, en donde una
policía nacional de rictus extremadamente serio, aguarda para registrar su
versión de lo sucedido en el incidente que les ha llevado a estar donde están
ahora; tras ordenar a los tres jóvenes que depositen sus documentos
nacionales de identidad sobre la mesa que tienen enfrente, la agente arranca
con la toma de declaración:
-Vamos a ver, ¿quién quiere empezar a contar lo que ha sucedido en el día de
hoy, sobre las once menos cuarto de la mañana en la glorieta de Cádiz, cerca
del barrio de Usera?
Nada más oír esto, automáticamente los tres chavales se miran entre sí con
una expresión en sus rostros que delata la impotencia de no poder contar la
pura y llana verdad debido a lo inverosímil de la misma.
-¡Vamos, no tenemos toda la mañana…!, -tras esperar durante un rato y
comprobar que ninguno de los tres amigos empieza a hablar, la policía
empieza a impacientarse e intenta presionarles para que alguno de ellos se
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asuste y empiece a contar lo sucedido, -¿¡qué…, nadie va a largar nada de lo
sucedido!?; esa actitud no os va a traer nada, pero que nada bueno, si os
presentáis ante el juez sin haber querido prestar declaración lo vais a tener
realmente crudo. –mientras que la frente de Ana, Nacho y Juan se van
llenando de un sudor frío en parte a la siniestra advertencia de la funcionaria
de los cuerpos de seguridad del estado y en parte al esfuerzo de imaginar en
muy poco tiempo una mentira creíble que contar; pasa caminando al lado de
la pintoresca escena, un hombre vestido de paisano que gira en ese instante su
cabeza y se para en seco mirando fijamente a la cara de Ana; esta persona
tiene una edad madura que debe de rondar sobre el ecuador de los cuarenta
años, su cuerpo posee una complexión física fuerte aunque está algo debajo de
lo que seria su peso ideal, en un rostro dominado por dos claros ojos azules
cuyas escleróticas son recorridas por numerosos y pequeños vasos sanguíneos,
luce una dura y poblada barba de tres o cuatro días, sus cabellos poseen unos
centímetros que otros más de la habitual para considerarse pelo corto y luchan
por mantenerse dentro del descuidado peinado que lleva su dueño, estos dejan
apreciar que tienen una ondulada forma dotada de una tonalidad castaña que
ha sido aclarada durante el paso de los años por unos grupos sueltos de
blancas canas, sobre todo repartidas a en las partes inferiores de los laterales
de su cuero cabelludo; en todo su rostro habitan unas marcadas arrugas de
expresión que denotan la cantidad de años que lleva esta persona trabajando
esforzadamente en el cuerpo de policía; su figura se sostiene en unos
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desgastados zapatos marrones mientras que por debajo de su cintura, porta
unos pantalones vaqueros grises, en su torso porta una camisa blanca sobre la
que transcurren verticalmente, unas finas y claras líneas marrones y blancas;
del doblado cuello de esta camisa pende una modesta corbata color tierra.
Tras permanecer este hombre unos instantes petrificado, empieza a caminar y
se acerca a la policía que está realizando la trascripción de declaración de las
tres puntas de lanza de las fuerzas de la bondad para decirle:
-De acuerdo Amaya, ya puedes irte a tomarte un descanso, yo sigo con esto.
-Pero inspector Marcos, este no es el procedimiento adecuado…
-Lo se, lo se; pero no he podido evitar oír la negativa de estos chicos a contar
nada de lo sucedido y tengo la sensación de que puede ser interesante lo que
estén callando.
-Bien como quiera, hay se lo dejo, son todos suyos. –responde la policía que
recibe el nombre de Amaya levantándose de la silla que ocupa y portando una
expresión de cierta altanería e indignación en su rostro; una vez que el
inspector toma el testigo de la declaración de Juan, Ana e Nacho, se sienta en
la silla que hasta hace poco estaba ocupada por su compañera, se remanga
tranquilamente la camisa e inmediatamente después les pregunta:
-Bueno…, soy el inspector Luís Marcos y ahora estáis sentados frente a un
policía con muchos años de servicio a sus espaldas y que sabe todas las
excusas, mentiras y medias verdades que el ser humano es capaz de imaginar,
así que tú – dice señalando con el dedo índice a Ana, -quiero que me cuentes
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toda la verdad de lo sucedido, pero la pura verdad hasta el último detalle y ten
por seguro que como me mientas en lo más mínimo sabré que lo estas
haciendo, y te puedo asegurar que no hay nada que más me cabree que el que
me mientan.
Ana se queda por unos segundos totalmente paralizada por la confrontación
de pensamientos que chocan en su cabeza, duda fuertemente entre contar una
versión falsa pero medianamente creíble a los oídos del inspector Marcos o
narrar toda la verdad aunque eso la dejara como una loca de remate o como
una drogadicta que esta en pleno subidón; en ese dubitativo momento, alza su
vista hacia la mirada de Luís Marcos y gracias a la máscara-alma de la que es
poseedora visualiza claramente el halo azul brillante que recorre la figura del
inspector que tiene de frente, prueba irrefutable de que se encuentra delante
de una buena persona; así que decide contarle la verdad de todo lo sucedido
mientras que sin que sea presenciado por sus dos amigos, ni por nadie más en
la comisaría a excepción de mi, influye sutil pero decisivamente con sus
poderes en la mente del inspector. Transcurre aproximadamente una media
hora en la que Ana expone todo lo sucedido al inspector Marcos en presencia
de Nacho y Juan, los cuales se han llevado repetidamente las manos a la
cabeza mientras que sus rostros con lucen todo tipo de expresiones de
incredulidad aderezadas con una cierta palidez nerviosa al presenciar como
Ana, inexplicablemente para ellos, ha decidido contar la increíble verdad de
los hechos que han sucedido desde ayer por la noche; cuando la muchacha
101
acaba su fantástico relato, el inspector, que tiene la boca ligeramente abierta
mientras que con la palma de su mano derecha sujeta su barbilla no pronuncia
ni una sola palabra durante unos segundos, hasta que al fin pregunta a la chica
que tiene delante:
-Vamos a ver…,¿tú crees que yo me puedo tragar algo de todo lo que me
acabas de contar?
-Sinceramente, no espero que lo haga, a mi ya me cuesta muchísimo trabajo
creerlo y eso que lo he vivido en primera persona.
-¿Estas segura de que no quieres pensártelo mejor y cambiar
significativamente tu declaración?; aún estas a tiempo antes de que le llegue al
juez instructor del caso y decida que necesitas pasar un largo tiempo en un
psiquiátrico.
-No…, ya le he dicho todo lo que tenía que decir.
-¿Y vosotros, –señala Luís Marcos con el dedo índice de su mano derecha a
Nacho y a Juan, alternándolo de un joven a otro constantemente, –afirmáis
todo lo que acaba de decir vuestra amiga?
Los dos muchachos se miran entre si asaltados por las dudas y se produce un
silencio reflexivo entre ambos durante unos segundos, únicamente con el
lenguaje de sus ojos, Nacho y Juan pueden comunicarse mutuamente que
ninguno de los dos dejará en la estacada a su amiga:
-Sí, estamos de acuerdo con todo lo que ha contado Ana, es toda la verdad de
lo que ha pasado. –cuando Juan termina de responder al inspector de policía, a
102
Ana se le llenan de alegría y orgullo los ojos mientras observa a sus dos
amigos.
-Muy bien, pues si así lo queréis, iréis con esta declaración a los juzgados del
distrito; que tengáis mucha, mucha suerte, creedme, la vais a necesitar;
¡chicos!, –el inspector llama la atención de los dos policías que subieron a los
tres jóvenes desde los calabozos. –ya podéis bajar a estos chavales de nuevo a
su respectiva celda hasta que se les requiera para ir al juzgado.
Los tres amigos se levantan de las sillas en donde estaban sentados y son
tomados por el brazo por su escoltas policiales para encaminarse de nuevo a
los calabozos de la comisaría; cuando los tres muchachos desaparecen tras la
puerta de las dependencias de la toma de declaraciones, veo como el inspector
Marcos permanece sentado en la misma mesa llevándose la mano derecha a la
terminación de su barbilla mientras se acaricia su corta barba lentamente y sus
ojos permanecen clavados hacia el frente sin un punto concreto al que mirar
dando claras muestras de que hay algo en todo este tema que no le deja
permanecer tranquilo.
Una vez que se hallan de nuevo Juan, Nacho y Ana en la dependencia
destinada a las celdas de la comisaría, observan como se les clava de nuevo la
rebosante mirada de odio de Sergio junto con la permanentemente desafiante
de Álvaro, cuando de nuevo se abre la automática puerta corrediza formada
por barrotes, los jóvenes se introducen en su celda y tras ellos solo queda el
duro y seco ruido de esta puerta cerrándose tras ellos; tras un breve período
103
de tiempo en silencio, Nacho se acerca a sus dos compañeros de fatigas y les
dice en voz baja:
-<<Espero que no nos hayamos vuelto locos de remate, porque si mucho no
me equivoco acabamos de firmar nuestra sentencia para que nos metan en
prisión o en un manicomio>>.
-<<Se que lo que acabamos de decir suena de zumbados estúpidos, pero
tengo una corazonada con el inspector que nos ha tomado declaración>>.-
responde en un tono tranquilo Ana a su amigo.
-<<Genial…, una corazonada tuya nos va a sacar de este follón en un
periquete…; lo que ese poli ha pensado con toda seguridad es que estamos o
borrachos, o drogados o de puro cachondeo, incluso puede que las tres cosas
a la vez y que nos estábamos quedando con él>>. –replica Juan a Ana.
-<<No, de verdad, creedme; he sentido en él una bondad superior a la media
de la que suele tener la gente y sin que él se diera cuenta, le he influido con los
poderes que me da la máscara-alma para que sintiera que lo que le estábamos
diciendo era la única y auténtica verdad por muy fantástico que pudiera sonar;
de todas formas y aunque al final la cosa no salga bien, quiero deciros que me
siente muy orgullosa de teneros como amigos por haberme apoyado en mi
declaración>>.
-<<Psss…, la verdad es que nunca nos han acusado de ser los tipos más listos
de la ciudad cuando la amistad esta por medio>>. –nada más decir esta frase,
Nacho ve interrumpido su alegato de la amistad por el sonido electrónico que
104
produce la apertura de la puerta de la celda en la que se encuentran recluidos
Álvaro, Sergio y el involuntario secuaz de ambos; unos instantes después, la
puerta de la prisión de los tres luchadores en la tierra de las fuerzas del cielo y
del reo que se encontraba allí antes que ellos también es abierta
misteriosamente; un escalofrío recorre la medula espinal de cada uno de los
tres amigos y por sus cabezas ronda la sospecha de lo que está sucediendo;
transcurren unos interminables momentos en los que no se oye ni el más
mínimo ruido y el miedo y la incertidumbre paraliza los cuerpos de Ana,
Nacho y Juan, pero al final deciden armarse de valor y mientras Ana hace
gestos con su mano al inquieto recluso que está con ellos para que no les siga,
los tres jóvenes salen al pasillo que comunica las celdas para ver con que
escena se encuentran, la cual pueden ver que se compone por la figura del
ariete del demonio en la tierra, junto a la de su mano derecha más la presencia
a su lado de uno de los dos policías que les llevaron hasta los calabozos desde
que entraron a comisaría; Ana le mira fijamente el rostro de este agente de la
ley y observa gracias a sus facultades especiales, que aparte de la mirada
perdida que tienen sus ojos, una energía maligna invisible a los ojos de
cualquier ser humano normal, recorre todo su cuerpo desprendiendo un
intenso color rojo brillante, debido a que la máscara de Sergio encontró un
nuevo esclavo mental al detectar que predominaban en esta persona sus
sentimientos oscuros a los bondadosos; durante unos intensos y solemnes
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instantes, ambos bandos se miran y estudian mutuamente hasta que Sergio
pronuncia su declaración de guerra:
-Muy bien, bonita; has dilatado todo lo posible tu triste destino y el de tus
amiguitos, pero ahora ya no podrás escapar por más tiempo de él; en este
estrecho pasillo no tienes ninguna posibilidad de escapar y además, esta vez
no podrá venir nadie a salvaros el culo ya que nadie estará vigilando lo que
sucede aquí abajo, ya que ese es el trabajo de aquí, mi colega, -habla con suma
ironía Sergio mientras abraza con el brazo derecho la espalda del policía que
tiene bajo su dominio, -y quien lo iba a decir, detecte que era un persona un
poquitín corrupta y que su voluntad sería dominada por mis poderes
fácilmente; consiguiendo que nos ayude en nuestro cometido de una manera
muy activa.
-¡Escúchame tío, aún estas a tiempo de parar toda esta locura, todavía nadie ha
salido herido grave o algo peor y no se porque cojones te has unido a las
fuerzas diabólicas pero sea lo que sea lo que te haya sucedido en tu vida,
siempre habrá gente que te pueda ayudar a superar todos tus problemas y por
la que merezca la pena seguir creyendo en la raza humana. –le responde una
Ana por cuya voz habla la razón y la justicia.
Al oír esta llamada a la cordura, parece que en la mente de Sergio algo se
mueve por unos instantes, pero rápidamente su boca adopta una sonrisa
completamente maliciosa y dice en voz alta a sus dos aliados:
--Dejémonos de una vez de putos rollos, matémosles ahora mismo.
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Nada más terminar esta frase, ambos bandos enemigos corren como posesos
los unos contra los otros y así da comienzo otro terrible acto de este vital
drama que decidirá el destino de la humanidad; en cuanto se encuentran los
dos grupos, Sergio y Ana vuelven a enzarzarse intercambiando una batería de
dolorosos golpes en forma de patadas y puñetazos para intercalarlos con
temporales forcejeos agarrándose por las ropas que ambos portan; al mismo
tiempo, Juan se enfrenta de nuevo a Álvaro en una lucha no menos dura y
cruenta que la que mantienen sus dos líderes en esta guerra y veo como
Nacho sale corriendo en dirección a el policía que ha sido dominado por la
máscara-alma demoníaca, ya que este está llevándose la mano hacia la funda
de su arma reglamentaria por debajo de su chaqueta de trabajo. Dos pisos más
arriba, sentado en la silla de su pequeño despacho, el inspector Luís Marcos
sigue rumiando sin cesar en su cabeza la descabellada historia que aquella
muchacha le contó y por más que choque contra su sentido común y con sus
años de experiencia, no puede evitar tener la molesta sensación de que ella le
estaba contado la verdad, de que los ojos de esa chica desprendían un halo de
pura sinceridad; tras unos minutos de meditación, el inspector Marcos da un
respingón de la gastada silla en la que lleva sentándose tantos años y dice en
voz baja y para si mismo;
-<<Se acabó esta gilipollez de duda, ahora mismo bajo y les obligo por mis
narices a que me digan que están ocultando y porque lo están haciendo, y
hasta que no lo consiga voy a estar allí dándoles el coñazo>>.
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El curtido policía anda con paso firme y directo desde su despacho, dejando
tras de sí la sala de interrogatorios para descender por las escaleras que le
llevan a la primera planta de la comisaría, tras haber rebasado la zona de toma
de declaración, deja a su lado derecho el recibidor de la entrada para
encaminarse por las escaleras que conducen a las celdas de la zona inferior del
policial edificio; cuando llega a estar enfrente de la puerta blindada que da
acceso a la superficie de los calabozos, en un segundo todo su arrojo inicial se
esfuma por completo dejando en su lugar una monumental sorpresa al
observar a través de la pequeña ventana redonda que tiene dicha puerta, como
ambos bandos de chavales están libres de su cautiverio y encima se
encuentran prácticamente matándose los unos con los otros; el inspector
observa más específicamente como Juan tiene inmovilizado un brazo de
Álvaro con su axila izquierda mientras que con su puño derecho asesta unos
directos golpes a la cara de su adversario, produciéndole numerosos cortes en
los pómulos y que la nariz del mismo sangre abundantemente; a muy pocos
metros de distancia, Nacho, arrinconado contra una pared, forcejea con todas
sus fuerzas contra el malvado agente de la ley para que este no haga uso de la
pistola que porta en su mano derecha, a todo esto, Sergio intenta asfixiar a
Ana presionando con todas sus fuerzas el cuello de la misma con la ayuda de
su antebrazo mientras que la joven le empuja la cara con sus dos manos para
intentar desprenderse de él; horrorizado, Luís Marcos se entorna hacia un lado
de la puerta y observo como empieza a teclear una serie botones en lo que
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debe ser el control electrónico de la misma porque acto seguido y tras un
ruido seco y eléctrico que pasa desapercibido entre el estruendo de la batalla,
se abre la cerradura y el inspector gira el pomo para entrar corriendo a través
de la puerta blindada mientras al mismo tiempo desenfunda el arma que lleva
en su pistolera, que se encuentra por encima de la camisa que lleva puesta,
aproximándose con ella en la mano consigue situarse justo detrás de la espalda
del policía que sigue enfrascado en su forcejeo contra Nacho, para el cual pasa
inadvertida por completo la presencia del inspector, en cuestión de décimas de
segundo, Luís Marcos le agarra fuertemente por la espalda con sus dos brazos
y mientras trata de reducir a su compañero, le grita efusivamente:
-¡Manolo, por el amor de Dios!, ¿te has vuelto loco o qué…?, ¡suelta el arma
ahora mismo!.
Tras conseguir voltearle hacia su persona, el inspector Marcos le mira la cara y
puede observar como su compañero tiene la mirada perdida y no es capaz de
pronunciar ni una sola palabra, lo que le hace razonar que de una manera que
no es capaz de comprender que su compañero no es responsable de su actos
sino que esta sometido a una especie de control mental, tras unos instantes de
perplejidad, el inspector decide dejar fuera de combate a el agente que ayuda
involuntariamente a las oscuras fuerzas con un golpetazo de la culata de su
pistola en la cabeza de este último, haciendo que pierda la pseudo-consciencia
que tenía y que se derrumbe por completo en el suelo de los calabozos; acto
seguido, el inspector se gira para contemplar como prosigue la pelea ente los
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dos grupos de jóvenes enfrentados y decide que la única manera de poner fin
a esta reyerta es alzar su pistola reglamentaria y pegar un tiro en dirección al
techo de la dependencia con el consiguiente estruendo que eso provoca,
haciendo que implicados en la pelea se detengan en el acto y atrayendo la
atención de estos hacia su persona.
-¡Quietos todos ahora mismo, o juro que al primero que se le ocurra moverse
un milímetro le meto una bala de esta pistola entre ceja y ceja; que todo el
mundo, sin excepciones, se ponga de rodillas y con la manos detrás de la
nuca! –al escuchar este ultimátum, el grupo representante de la bondad que es
liderado por Ana hace exactamente lo que ordena el inspector de policía, sin
embargo, no ocurre lo mismo en el bando que representa todo lo opuesto
encabezado por Sergio, a lo que Luís Marcos responde:
-¡¿Qué pasa con vosotros, os creéis más chulos que nadie, o que…?!, pues no
estoy para nada de puto cachondeo, así que os voy a dar diez segundos para
hacer lo mismo que los otros chavales o me vais a tener que hacer algo que
más tarde tenga que lamentar…
En ese mismo instante, Sergio no solo hace caso omiso de la advertencia del
inspector Marcos, sino que dirige su mirada hacia el policía encargado de la
vigilancia de las dependencias carcelarias que yace inconsciente en el suelo y
produciéndose una breve pero intensa erupción de energía roja procedente de
su máscara-alma que solo Ana es capaz de percibir, provoca de alguna manera
que el policía que estaba tendido en el suelo empiece a incorporarse ante los
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atónitos ojos de los allí presentes, incluido un perplejo Luís Marcos que no
puede dar crédito a lo que está presenciando, mientras se va irguiendo, el
agente de la ley recoge del suelo su pistola reglamentaria que había caído a
muy poca distancia de él cuando el inspector Marcos lo noqueó y con la
mirada perdida en el infinito, apunta con ella directamente al inspector de
policía.
-¡¿Qué coño le estas haciendo…?! , –pregunta mirando de reojo al muchacho
que posee la máscara-alma infernal teniendo la certeza de que él es el
responsable de la dominación mental de su compañero, -¡¿Quién o que cosa
eres realmente?!
-Pobre imbécil, créeme cuando te digo que has mordido muchísimo más de lo
que puedes tragar.
Tras ver y oír lo que está sucediendo ante él, el inspector Marcos empieza a
pensar en la historia que Ana le contó en la declaración y tiene la terrible
sensación de que realmente todo era verdad; tras esta reflexión, decide hacer
lo inesperado y se lanza contra el dominado agente para iniciar un brusco
forcejeo en lucha por arrebatarle la amenazadora pistola.
-¡Chicos…! -grita Luís Marcos refiriéndose a Ana, Juan y Nacho, -¡corred todo
lo deprisa que podáis y pedir ayuda a los demás agentes!
Los tres jóvenes titubean ante las palabras del inspector debido a que están
sumergidos en un estado de asombro por la situación que tienen delante y
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porque no quieren dejar abandonado al inspector en su lucha contra los
heraldos de las fuerzas de las tinieblas.
-¡Si piensas por un momento que vamos a dejar escapar a estos tres capullos,
estas completamente tarado tío, de aquí no saldréis ninguno por vuestro
propio pie!; -sentencia Álvaro mientras se pone en medio del pasillo de las
dependencias carcelarias taponando así la huida de los tres amigos.
En ese mismo instante, se oye por toda la dependencia un ensordecedor ruido
y casi al mismo tiempo Ana, Nacho y Juan pueden ver como una bala impacta
sobre el hombro derecho del mortal enemigo que se interponía en su camino,
haciendo que el cuerpo de Álvaro salga lanzado unos cuantos metros desde su
posición inicial para inmediatamente después caer bruscamente contra el
suelo, todo ello acompañado de un fuerte grito de dolor del muchacho
alcanzado; todas las cabezas de la sala se dirigen hacía la dirección desde
provenía ese disparo y encuentran como el inspector Marcos sigue
forcejeando contra el policía que tiene su voluntad rota frente a los poderes de
la máscara-alma infernal con la única ayuda de su brazo izquierdo, mientras
con la mano de su brazo derecho sujeta su aún humeante arma reglamentaria
mientras comienza a hablar:
-¡No se si saldré de esta pero estos chicos se van a pirar de aquí por mis
cojones, aunque sea lo último que haga! y como a ti, -refiriéndose a Sergio,- y
a lo que queda de tu colega se os ocurra alguna gilipollez más, voy a tener el
gusto de descargar todo mi cargador sobre vosotros dos.
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Aunque siguen sin estar totalmente de acuerdo con lo que van hacer, los tres
luchadores por el bien sobre la tierra comprenden el sacrificio que por ellos
está haciendo Luís Marcos y deciden empezar a correr por el pasillo en
dirección hacia la puerta de salida de los calabozos bajo la atenta mirada de
Sergio, la cara del cual refleja una sensación de como si sus entrañas se
estremecieran de impotencia al ver que su presa pasa corriendo al lado de él y
no puede darle caza; cuando los tres amigos por fin alcanzan la puerta de
salida, echan un último vistazo atrás y van saliendo primero Juan, luego
Nacho y por último quedándose un poco más rezagada, Ana, que se mantiene
parada en el umbral que describe el marco de la puerta mientras sus ojos
miran directamente hacia los del inspector y conectado su mirada con la de
este, le trasmite toda la ternura y el agradecimiento que se pueden expresar sin
decir ni una sola palabra, este fugaz momento que es interrumpido por la
mano de Nacho que mientras que agarra uno de los brazos de la muchacha la
dice tensamente: -¡Vayámonos ya Ana, ahora no hay absolutamente nada que
podamos hacer por ahora!. – Ana decide hacer caso a ese consejo y muy a su
pesar emprende la huída junto con sus dos amigos subiendo raudamente por
las escaleras que llevan hacia el piso superior de la comisaría; una vez que se
encuentran en la sala principal de la misma, paran en seco su carrera y
velozmente, la portadora de la máscara celestial busca entre el grueso de
policías nacionales a uno de corazón puro en el que poder influenciar con los
bondadosos poderes que posee para que pueda ayudar a Luís Marcos sin por
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ello tener que detenerla a ella y a sus dos amigos y sin que los ametralle con un
montón de preguntas embarazosas pero no termina de localizar a nadie con la
bondad de corazón suficiente para influenciar en él todo lo suficiente como
para ayudar, sin vacilar, a salir al inspector Marcos del peligroso atolladero en
el que se encuentra; los tres muchachos deciden no permanecer parados ni un
momento más y encaminarse en dirección a la calle para que nadie sospeche
que algo raro está pasando, andando con la lentitud y tranquilidad del que
nada tiene que esconder, se dirigen directamente hacia la puerta de salida
rodeados de policías y detenidos que siguen con su frenética rutina de cada
día; avanzando metro a metro parece que la táctica da resultado hasta que a
pocos metros de alcanzar la puerta de salida escuchan…
-¡Alto!; -los corazones de los tres jóvenes parecen salirse de sus pechos debido
al inmenso miedo que de pronto les invade y girándose al mismo tiempo hacía
atrás, que es de donde proviene dicha voz y ven como se les acerca
decididamente el primer policía que detuvo en la glorieta de Cádiz la brutal
pelea que mantuvieron contra las fuerzas satánicas
-¿Tan rápido os han soltado por lo de la bronca de esta mañana?, no puede
ser…; vosotros vais a venir inmediatamente conmigo a hablar con los
encargados de cogeros declaración y vamos a aclarar este asunto; - les dice el
policía mientras que Ana solo presta atención a la voluminosa aura azul que
rodea la figura del agente, así que por fortuna, la baluarte de las fuerzas de
Dios en la tierra encuentra a la persona que necesitaba y al mismo tiempo
114
aparta de su camino y del de sus amigos una seria amenaza a sus planes de
huída, así que interponiéndose entre el policía local y sus dos amigos y
mirándolo fijamente a los ojos empieza a surgir de su cara un halo de energía
azul que rápidamente abandona el rostro de la muchacha para impactar con
un breve pero intenso destello en la cabeza del policía, el cual después de
pasar aletargado unos breves instantes, recobra el sentido y sin pronunciar ni
una sola palabra se gira sobre sus pasos y camina con paso ligero en dirección
a los calabozos de la comisaría para cumplir la orden que le ha sido
encomendada por la joven, Nacho y Juan miran con cara de asombro a Ana y
esta les contesta con un simpático encogimiento de hombros; inmediatamente
después, al fin consiguen salir de la comisaría y huyen a toda velocidad por la
acera aledaña a la avenida de Andalucía en dirección al centro de la ciudad sin
pronunciar ni una sola palabra entre los tres amigos durante prácticamente
media hora hasta que llegan a la altura del barrio de Orcasitas y se introducen
en el para encontrar un refugio temporal en una de las entrecruzadas calles
que lo forman, más concretamente en la recibe el nombre de Graena;
exhaustos se detienen unos instantes para recuperar algo de aliento, sobre
todo Ana y Nacho, debido probablemente a su hábito de fumar.
-¿Qu…, que se supone que vamos hacer ahora?, -pregunta un jadeando
Nacho mientras se sostiene apoyando sus manos en sus rodillas.
-No tengo ni puta idea…, supongo que descansar un rato más y seguir
escapando a toda mecha ya que todavía estamos muy cerca de la comisaría y a
115
saber lo que habrán hecho esos cabrones allí dentro, incluso puede que
también hayan conseguido escapar y estén muy cerca de nosotros en estos
momentos. –responde Juan entre profundas respiraciones.
-Tienes razón…, -Ana pausa un momento su discurso para tomar aliento; -
solo espero que, pase lo que pase en esa comisaría, al inspector no le suceda
nada malo.
- La verdad es que lo que ese tío ha hecho por nosotros es algo alucinante…,
jugarse la vida para que pudiéramos escapar no lo hace cualquiera…, aunque
Juan y yo sospechamos que tú tuviste algo muy importante que ver en todo
eso, ¿no es así?
-Yo detecte que era una buena persona y solo le influencie para que por muy
extraña que fuera la historia que le estaba contando tuviera la total certeza de
que era todo verdad, en todo lo demás no tuve nada que ver, fue él por su
propia voluntad el que decidió salvarnos.
-Bueno…, ahora tenemos que regresar a casa como sea, ¿alguien tiene alguna
idea de cómo hacerlo? –se pregunta Nacho a si mismo y a sus dos amigos.
-Yo tengo unos tíos que viven muy cerca de aquí y alguna que otra vez he
venido a verlos cogiéndome el cercanías y bajándome en la estación de
Orcasitas, que no debe de andar muy lejos. – comenta Juan
-Pues yo no veo una idea mejor, así que si a alguien no se le ocurre otra cosa,
vamos ya moviendo el culo para allá. – sentencia la portadora de la intrigante
máscara-alma.
116
Inmediatamente se ponen en camino en dirección oeste, dejando atrás la
avenida Orcasur para introducirse por la calle Albaicin y llegando el final de la
misma, los tres arietes del bien divisan la estación de cercanías; acceden a ella y
validan sus abonos mensuales en las máquinas anexas a los rodillos metálicos
que dan acceso al anden de la línea C-5 que conduce hacia el centro de la
ciudad, tras encontrarse en la superficie del mismo, se giran en dirección al
letrero electrónico más cercano para ver cuanto tiempo falta para la entrada
del próximo tren de cercanías, dicho letrero indica que el más cercano a la
estación tardará aproximadamente unos seis minutos en hacer su llegada;
durante unos momentos, los tres muchachos miran constantemente a su
alrededor para cerciorarse de que no hay rastro alguno de Sergio y sus
maléficos poderes y de ningún agente de la policía nacional.
-OK, parece que no hay moros en la costa; la verdad…, no se como
comportarme cuando llegue a casa, no se como aparentar normalidad delante
de mi familia después de todo lo sucedido. –comenta pensativo Nacho a Ana
y Juan.
-Sí, ya se que el arcángel que visitó a Ana le dijo que desde el cielo utilizarían
sus poderes para que nuestros familiares no se enteren de ninguna manera de
lo que está pasando por muy raro que pueda ser nuestro comportamiento,
pero se me va a hacer muy raro el presentarme en casa sobre las ocho de la
tarde, cuando lo de siempre es salir del trabajo a las nueve y media y llegar
como muy pronto una hora después. –puntualiza Juan.
117
-Para ti se te hará raro pero para nuestros familiares, lleguemos a casa a la hora
que lleguemos, les parecerá que es el momento normal de nuestro regreso a
casa de todos los días; y se que no va a ser nada fácil intentar aparentar
tranquilidad pero por ellos y por que los nervios no nos van a hacer ningún
bien, más bien todo lo contrario, tenemos que intentar descansar y pensar con
la cabeza fría.
-¡Mantener la cabeza fría…, madre mía!; si hasta ayer mismo llevábamos una
vida normal, hasta aburrida y ahora estamos metidos hasta el cuello en la lucha
más decisiva que ha tenido la humanidad por salvarse de las garras del
mismísimo “tío” Satán; ¡que alguien me despierte de esta pesadilla!. –exclama
Nacho con una risa nerviosa en su rostro.
-Si lo piensas bien nadie, absolutamente nadie, lleva una vida pacifica y
tranquila; vivimos en una ciudad en la que habitan unos seis millones de
personas, casi ná…, todos pasamos al lado de las miserias, angustias y
desgracias que afligen a estas personas esclavas del reloj y del inacabable ritmo
frenético de cada día que les hace perder demasiadas horas de sus vidas, un
precioso tiempo que nunca podrán volver a recuperar y que podían haberlo
utilizado en disfrutar con sus seres queridos, unas prisas que ni siquiera les
deja apreciar los pequeños pero preciosos detalles de la vida; por la televisión,
la radio e Internet nos bombardean con desesperantes imágenes de ver a
media humanidad matar a la otra media, como niños e incluso pobres bebes,
mueren de hambre y enfermedades mientras otros juegan a las consolas de
118
última generación y llevan móviles que con lo que han costado podrían llenar
con comida muchas bocas necesitadas, como...
-¡Vale, vale, vale, vale…! -interrumpe frenéticamente Nacho el discurso de
Ana. –Lo he pillado, llevas razón, lo único que digo yo es que le podía haber
tocado la loto a otro.
En ese instante, las vías del tren empiezan a emitir un profundo y agudo
zumbido que poco a poco va en aumento hasta que al filo del horizonte que
alcanza a la vista de los tres muchachos, se ve como se acerca la cabeza
motora del cercanías que les devolverá de nuevo a sus hogares; unos
momentos antes del que el tren haga entrada en la estación, Ana gira su
cabeza hacia el lado derecho de la misma para dar una última comprobación
de que nadie les sigue, pero para su total sorpresa, observa como al final del
lado del anden en el que se encuentran los tres jóvenes hay toda una fila de
ángeles, que con las alas completamente desplegadas y sus hermosos rostros
llenos de una completa seriedad se encuentra de perfil con respecto a la
posición de la joven estandarte del bien, mirando al anden opuesto en el que
se encuentran las repulsivas y oscuras figuras de una fila de demonios igual de
numerosa que la de sus antagonistas, mientras jadean e insultan a los
impasibles ángeles con sucios y grotescos movimientos; por fin el tren hace
acto de entrada en la estación de Orcasitas y cuando consigue detenerse por
completo, abre sus mecánicas puertas para que se produzca el habitual
intercambio de viajeros.
119
-¡Ana, Ana!; ¿Qué miras…?, vamos, que se nos escapa el tren. –le apremia
Nacho mientras ella observa como en ese momento como tanto la fila
celestial como la demoníaca cambian repentinamente su mutua atención para
centrarla sobre ella y aunque un filo de angustia recorre todo su cuerpo, la
muchacha decide actuar como si no hubiera visto nada y no comenta ni un
ápice de lo que ha visto a sus dos compañeros de batalla para no preocuparlos
aún más; tras ascender por las pequeñas escaleras del vagón correspondiente,
las puertas se cierran tras ellos acompañadas de un agudo y repetitivo silbido
mecánico dejando en pocos instantes en la estación una exhalación de cristales
tintados. Durante el recorrido que ha de llevarles a sus casas, el tren de
cercanías visita primero la subterránea estación Doce de Octubre para más
tarde llegar a la grande y aglomerada estación de Méndez Álvaro, en la que los
tres jóvenes se bajan para caminar entre intensos ríos de personas y así llegar
hasta el acceso que comunica la línea de cercanías con la línea seis de metro;
cuando se encuentran en el anden de la misma, esperan un par de minutos a la
llegada del tren que se dirige en dirección a la estación de Oporto, una vez
dentro del mismo, los tres heroicos amigos permanecen en total silencio, aún
completamente sumergidos en todo lo que les ha sucedido al cabo de este día
que ha cambiado sus vidas para siempre, intentando la ingesta empresa de
asimilar en sus cabezas los increíbles hechos que han vivido; una vez dejada
atrás la estación de Legazpi, llegan a la de Usera, en la cual Juan se dispone a
bajarse, ya que es la más cercana a su domicilio, en el momento en el que el
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tren se detiene por completo, abre sus puertas durante el escaso período de
tiempo adjudicado para el ascenso-descenso de viajeros y el muchacho se gira
hacia Nacho y hacia Ana para decirles:
-Pues nada…, que deciros…, mañana en cuanto me despierte, os llamo al
móvil para quedar en algún sitio y decidir que vamos a hacer.
-Vale, pero ten todo el cuidado del mundo hasta que llegues a tu casa. –le
responde una visiblemente preocupada Ana.
-Si, eso tío, estate completamente al loro y no dudes en llamarnos si te pasa
cualquier cosa extraña. –añade Nacho.
Al poco de descender al andén, las puertas del tren se cierran tras Juan y
mientras camina por el mismo junto a un numeroso grupo de personas, no
aparta su mirada del vagón en el que sus dos amigos se alejan cada vez a
mayor velocidad hasta que se internan en el oscuro túnel por el cual debe
transcurrir el tren; después de haber dejado atrás dos estaciones, la de Plaza
Elíptica y la de Opañel, los dos restantes guerreros del bien llegan hasta la
concurrida estación de Oporto, en la cual Ana y Nacho terminan su viaje y
acceden a través de ella a la superficie de la ciudad, más concretamente en la
denominada glorieta de Oporto, la cual es un punto neurálgico de
comunicaciones de la zona sur de Madrid ya que junto con esta línea de
metro, enlazan numerosas líneas de autobuses; los dos amigos se dirigen hasta
una parada de autobús que se encuentra al sur de la boca de metro por la que
han salido y esperan junto con otros viajeros, hasta que después de un rato
121
largo, hace aparición el interurbano con la numeración cuatrocientos ochenta
y uno; en ese mismo instante Nacho procede a despedirse de Ana.
-Llámame al móvil en cuanto estés en casa para saber que te encuentras a
salvo, sabiendo que tú eres el principal objetivo de ese psicópata, voy a estar
con el corazón en un puño, -mientras habla, el muchacho se atreve a tocar
leve y tímidamente con las puntas de sus dedos una de la manos de la chica
por la que siente algo más profundo que la amistad; -e intenta dormir y
descansar algo y que si sucede cualquier cosa no dudes en llamarnos a Juan y a
mi cagando leches.
Ana, que ha recibido de buen grado este ligero contacto físico proveniente de
la mano de Nacho, le responde:
-No te preocupes, que esta muchachota de barrio sabe defenderse con uñas y
dientes, –consigue arrancar la joven una media sonrisa a su “algo más” que un
amigo; -tu también, por lo que más quieras, vigila a tu alrededor hasta que
entres por la puerta de tu casa, intenta cerrar la pestaña todo lo que puedas y
date prisa o perderás la treinta y cinco.
Tras subir en el aún parado autobús, la joven observa apesadumbradamente y
con la sensación de algo pendiente por decir bailando en su estomago, como
Nacho se aleja hasta mezclarse con la gente para ir en busca de la marquesina
del correspondiente autobús que debe coger para acercarle a su hogar. Cuando
la cuatrocientos ochenta y uno llega a la parada que está más próxima del
domicilio de Ana, esta mira su reloj de pulsera y este marca ya las ocho y
122
veinte minutos; la joven desciende del autobús con gesto cansado y se dirige
lentamente hasta el bloque de edificios en donde vive junto con su progenitor;
después de subir lo que a ella le parecen las interminables escaleras que van
desde el portal del edificio en el que vive hasta su piso, abre la puerta de su
morada y tras dejar atrás el pequeño recibidor de la misma, se encuentra a su
padre viendo la televisión como otras tantas noches esperando la llegada de su
primogénita.
-¿Cómo estas papa?, buenas noches.
-Buenas noches hija, ¿cómo ha ido hoy el día?
-La verdad es que si te lo contara no te lo creerías…, ha sido el día más duro
que recuerdo en mi vida.
-Habéis tenido mucha gente hoy, ¿verdad?
-No mucha, pero la que ha habido ha dado mucha, mucha guerra…
-Pues nada, siéntate un rato en el sofá que mientras te voy haciendo la cena y
cuando hayas descansado un rato, puedes ir poniéndote el pijama para estar
más cómoda.
-¡Oh dios mío, que gustazo!, -comenta la portadora de la máscara-alma
celestial mientras se lanza literalmente contra la acolchada superficie del sofá
que preside el salón de su casa; tras dejar escapar un esbozo de sonrisa, el
padre de Ana se dirige hacia la cocina dejando a la muchacha sola enfrente del
televisor, la muchacha que tiene la mirada perdida en la pantalla del mismo,
mirando todo lo que se desprende de ella y no viendo realmente nada, coge el
123
mando a distancia que se encuentra encima de una mesita baja de madera que
está a poco centímetros de donde se encuentra y empieza a cambiar de canales
a discreción hasta que de repente da con uno que se encuentra emitiendo su
boletín nocturno de noticias; Ana enseguida se incorpora de cintura para
arriba desde la descansada posición que tenia al enterarse de una noticia
empezada que ha tenido lugar en la comisaría de la calle Gigantes y
Cabezudos e inmediatamente sube el volumen del televisor para ver y oír con
toda la claridad posible a un reportero que está relatando lo sucedido, esté se
encuentra situado en frente de la fachada de la comisaría donde estuvieron ella
y sus dos amigos detenidos.
-“…tras esto, se ha producido una verdadera batalla campal que se origino en
las dependencias carcelarias; al parecer, dos policías nacionales se vieron
implicados en un forcejeo entre ellos con un arma de fuego de por medio, con
el resultado de un herido leve por impacto de bala, sin que se tema por su
vida…” –al oír este comentario, Ana suelta un profundo suspiro de alivio al
tener la certeza de que, por lógica, lo más grave que le ha podido haber pasado
al detective Marcos es haber salido herido levemente de su lucha contra el
policía dominado por las infernales influencias de Sergio; la joven vuelve a
centrar su atención en la noticia para intentar saber como fue el desenlace de
la situación de la que escapó.
-“…cuando al parecer, un policía que se encontraba en esos momentos en el
piso superior y que no recuerda muy bien que es lo que le hizo percatarse de
124
que algo estaba sucediendo en los calabozos, descendió hasta esta
dependencia de la comisaría y en cuanto se introdujo en ella, un grupo de tres
o cuatro detenidos se abalanzaron contra él mientras que dos de sus
compañeros forcejeaban con un revólver de por medio, este agente consiguió
a duras penas repeler esta agresión y tras subir corriendo las escaleras de
ascenso a la primera planta de la comisaría, tuvo la inverosímil visión de
contemplar como una gran parte de los detenidos que se encontraban
prestando declaración o esperaban a pasar a disposición judicial habían
iniciado una revuelta en contra de los agentes allí presentes; los efectivos
policiales solicitaron ayuda a refuerzos de las comisarías más próximas y
pasados unos tres cuartos de hora y no pocas dificultades, por fin
consiguieron hacerse con el control de la situación; existe el dato, no
confirmado aún, de podría haberse producido una fuga por parte de unos
detenidos de las dependencias carcelarias aprovechando el gran caos que se
generó por toda la comisaría; en cuanto tengamos más detalles, le iremos
informando puntua…”
En este instante del relato periodístico, Ana vuelve a bajar casi al mínimo el
volumen de su televisor y recostándose hacia atrás con las manos llevadas a la
nuca, medita en voz baja:
-<Que hijo de puta…, ha utilizado los poderes de su máscara-alma para
controlar a todas las malas personas que había en la comisaría y usarlas como
su ejercito privado y así, aprovechar la confusión para largarse; este cabrón
125
tiene más poder de lo que pensaba>; -en ese instante su padre hace aparición
en el salón, con lo que la joven termina tajantemente con su reflexión.
-Ya he visto antes esa noticia, se ha armado una buena en esa comisaría,
¿verdad?
-La verdad es que si, no me hubiese gustado por nada del mundo estar en
medio de esa tangana. –un enorme tono irónico inunda el comentario de la
joven.
-¡Venga señorita!, que acabo de terminar de cocinar y como esperemos un
poco más se nos va a enfriar la comida. –Ana se levanta y apaga el televisor
antes de acompañar a su padre hasta la cocina.
Tardan una media hora en cenar, para luego recoger la mesa y ponerse entre
los dos a limpiar los platos; cuando han terminado el padre de la muchacha se
sienta en el sofá a echar una ojeada como todas las noches al periódico cada
mañana compra en el kiosco del barrio; mientras Ana, completamente
agotada, se dispone a acostarse en su habitación, no sin antes, despedirse de su
padre apoyada en el marco de la puerta de entrada al salón.
-Buenas noches, papa; que duermas bien.
-Buenas noches, hija; descansa y mañana nos vemos.
Cuando Ana está ya metida en su cama, es incapaz de conciliar el sueño a
pesar de todo el cansancio que acumula en el día de hoy, su cabeza es incapaz
de desprenderse los recuerdos de todo lo sucedido y de las preocupaciones
que la asaltan sobre como transcurrirá el día siguiente; es en ese instante de
126
zozobra cuando desea con todas sus ganas que el arcángel vuelva aparecer
delante de ella y su dulce presencia tenga sobre ella un efecto balsámico, pero
pasan los minutos y no se produce ninguna aparición; la muchacha pierde la
esperanza de que vaya a ocurrir y es entonces cuando se gira sobre si misma
para ponerse de lado y comprobar si con esa postura tiene más suerte a la
hora de conciliar el sueño, tras unos minutos en que la muchacha parece que
ha conseguido relajarse lo suficiente como para empezar a quedarse dormida,
empiezan a surgir desde la oscuridad de esa habitación los mismos brillantes
halos de energía que dieron paso en la noche anterior a la aparición del
arcángel, e igual que entonces, una concentración cada vez más numerosa de
estos halos desemboca en un estallido de luz tras el que aparece el enviado de
las fuerzas del bien.
-Muy buenas noches, pequeña; creo que estabas solicitando mi presencia por
estos lugares.
-No te puedes imaginar cuanto…, supongo que sabrás todo lo que ha pasado
hoy.
-¡Como no voy a saberlo!, no me hagas mucho caso, pero creo que la decisiva
batalla por el destino de las almas de la humanidad es la comidilla en las
reuniones del cielo.
-Estoy aterrorizada ante la fuerza de los poderes que tiene la máscara infernal
que posee Sergio, pero aún me da más miedo el no tener ni idea de cómo
derrotarle.
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-Tranquila, entiendo que la situación que estas viviendo es algo de tan
envergadura que sobrepasa a cualquier persona; pero te aseguro que
encontrarás la manera de derrotarlo; veamos…, hasta ahora tu actitud y la de
tus amigos ha sido defenderse de los ataques del ariete de las fuerzas de mal,
eso está haciendo que él tenga la iniciativa y que crezca su confianza en sus
posibilidades, por lo que también está aumentado la influencia que ejerce con
los poderes de su máscara-alma; así que tu y tus amigos tenéis que cambiar
radicalmente de estrategia, como dijo el refrán: “No hay mejor defensa que
un…”
-¡Buen ataque!
-¡Eso es!; a partir de ahora tenéis que pasar a la ofensiva, ir a por él en vez de
que el vaya a por vosotros.
-¿Pero como consigo saber donde coño se encuentra?
-Muy fácil, de la misma manera que el os ha encontrado a vosotros,
concéntrate y utiliza los poderes de tu máscara para localizar la estela de
energía maligna que desprende la suya.
-Lo intentaré…, y gracias por tus consejos; me da rabia que me veas como
una chiquilla asustada cuando yo siempre he creído ser una persona fuerte y
segura de si misma, pero más que miedo por lo que me pueda pasar a mi, me
aterra pensar que algo malo les pueda pasar a Nacho y a Juan.
-Nunca debes ni sentir ira ni avergonzarte por reconocer que tienes miedos e
inseguridades, simplemente eres un ser humano y esos sentimientos forman
128
una parte intrínseca de tu ser, pero a la vez que estas sensaciones negativas,
laten dentro de ti unos muy bellos sentimientos de amor y bondad hacia tus
semejantes y para sentir eso hay que tener la mayor de valentías del mundo,
además, no te cargues tu sola con todo este peso a las espaldas, todos
necesitamos más de lo que pensamos la ayuda de nuestros seres queridos para
resolver problemas a los que no conseguimos ver la solución.
-Lo se, lo se…; después de escucharte, has conseguido que me sienta un poco
más tranquila.
-Bueno…, va siendo hora de que vuelva a los dominios del “Gran Jefe” y de
que descanses para afrontar mejor el día de mañana; tengo la seguridad de que
con la ayuda de Juan y Nacho podrás superar cualquier enorme adversidad
que se te venga encima, recuerda una última cosa, en el amor que reside en tu
corazón se encuentra un arma mucho más poderosa que cualquier máscara-
alma que exista; cuida mucho de ti y de tus seres queridos, hasta pronto. –el
arcángel levanta su mano derecha en señal de saludo mientras su figura,
bañada por una dulce y tenue luz blanca empieza progresivamente a
desaparecer hasta que la habitación sólo es iluminada por una tenue luz
naranja proveniente de las farolas de la calle que se cuela por las rejillas de la
persiana de la habitación de la muchacha.
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CAPITULO QUINTO
Hace unos minutos que la ciudad de Madrid esta presenciando el amanecer
del que será el día más decisivo e importante en la historia de esta ciudad, en la
de este país, en la de este continente y en definitiva, en la del planeta entero;
me encuentro sentado en el sofá del salón del hogar que comparten Ana y su
padre; los primeros rayos de sol de la mañana que ya prácticamente no
consiguen hacerse un hueco entre la masa grisácea de nubes que encapota
completamente el cielo de la urbe, atraviesan débilmente las cortinas que
cuelgan de las ventanas de la vivienda; desde esta zona de la casa, oigo como
empieza sonar el despertador que se encuentra ubicado en la habitación de la
muchacha, al cabo de unos pocos segundos también escucho como con un
golpe de su mano consigue apagarlo temporalmente, hasta que cinco minutos
después vuelve a sonar y por fin consigue que Ana venza a su profundo sueño
levantándose costosamente de su cama; al poco después, veo como sale de su
habitación y se introduce en el cuarto de baño para desahogar su vejiga y
lavarse la cara con una cortante agua fría y se queda durante unos instantes
mirándose fijamente en el espejo del baño sumida en sus pensamientos; más
tarde pasa por el salón para llegar hasta la cocina en busca de su desayuno
diario, mientras que se lo prepara, oigo como el despertador de su padre
también empieza a avisar a su dueño de que es hora de levantarse y al poco
después, aparece el progenitor de la muchacha bostezando y vestido con un
pijama a cuadros y unas zapatillas con parecidos motivos, apoyándose en el
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marco de la puerta de entrada a la cocina saluda aún con los ojos entreabiertos
y cubiertos de legañas a su hija, que permanece sentada en una de las sillas de
la dependencia mientras empieza a degustar su desayuno:
-¡Buenos días, Ana!; ¿Qué tal has dormido esta noche? –Ana deja
repentinamente todo lo que tenía en la mesa de la cocina y se dirige como un
rayo a abrazar fuertemente con sus dos brazos a su padre, el cual extrañado
por esta efusiva muestra de cariño, le pregunta a su primogénita:
-¡Pero bueno…! ¿Qué es lo que pasa aquí?..., una de dos, o me quieres pedir
que te compre algo muy caro o tú eres una alienígena que se hace pasar por mi
verdadera hija.
-No es nada…, simplemente me apetecía hacerlo, hacía mucho tiempo que no
te abrazaba así de fuerte. –nada más oír las palabras de la joven, su padre la
coge por los hombros y mirándola fijamente a la cara la dice:
-Ana, soy tu padre y te conozco incluso mejor que a mi mismo; se que algo te
pasa desde hace un par de días; no se que es, pero es algo que te tiene muy
preocupada, no he querido decirte nada hasta ahora esperando que saliera de
ti el contármelo… -mientras se le clavan en la mirada los verdes ojos de su
padre, la muchacha evalúa muy seriamente la posibilidad de contarle la verdad
pero al final opta por contarle una historia evasiva a la vez que salpicada por
unas pinceladas de veracidad:
-De verdad que no es nada; solo es que me quede preocupada cuando te vi
echando de menos a mama el otro día.
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-Ana, es normal que de vez en cuando me den esos bajones, como
comprenderás, la muerte de tu madre es una herida que nunca se cerrará del
todo en mi corazón; pero te aseguro que día a día mejoraré para cuidar del
más bello regalo que me hizo: tú; de todas formas quiero que sepas que si
surge algo que te preocupe, mis orejas siempre estarán abiertas en cualquier
momento para escucharte, ¿vale?
-Vale, gracias papá; se que siempre podré contar contigo.
-Venga, ahora termínate el desayuno o se te hará tarde para llegar al trabajo, yo
mientras voy a ir lavándome la cara.
Durante unos momentos Ana se queda meditando las palabras de su padre y
acto seguido, decide aprovechar la ausencia de este para ir al salón de la casa y
coger el teléfono inalámbrico que se encuentra encima de la mesa baja que
preside el centro de esta dependencia para realizar una llamada:
-Hola… ¿Nacho?; -pregunta con la voz sumida en el susurro; –sí, soy yo, ¿qué
tal?; mira, he estado pensando en que no podemos seguir a la defensiva contra
el tío este, así que vamos a empezar a pasar a la acción…, -pasan unos
instantes en los que la muchacha está escuchando lo que le dice su
interlocutor telefónico para más tarde contestarle. –vale, llama tu a Juan y
quedamos sobre las nueve en la cafetería que hay en la estación de Aluche;
venga, cuídate y nos vemos allí, te dejo que mi padre debe estar a punto de
salir del baño; hasta luego.
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La joven pulsa rápidamente el botón de colgado del teléfono, lo vuelve a
colocar en donde estaba y regresa a la cocina para terminar de una vez por
todas su desayuno.
Dejo el hogar de la muchacha llamada a defender la bondad en la tierra para ir
al encuentro de su siniestro adversario; tras unos minutos de marcha aérea,
consigo llegar hasta su céntrico domicilio; atravesando las paredes exteriores
del mismo, me sitúo en el salón y lo primero que veo es a Gabriela limpiando
y colocando los objetos que están en el mismo, pocos segundos después
observo como hace acto de aparición el padre del joven que esta dando los
últimos ajustes al nudo de su corbata, mientras se dirige hacia la alta y lujosa
mesa de cristal en la que todas las mañanas le esperan su desayuno y el
periódico matinal de economía, mesa cuyo pilar central esta constituido por
una pequeña estatua de mármol blanco que dota de mayor pedigrí, aún si
cabe, a la misma; una vez sentado y después de darle un par de sorbos a su
café, llama a la trabajadora doméstica:
-¡Gabriela!, haga el favor de llamar al vago de mi hijo para que, como todos
los días, deje de soñar con las ovejitas y se vaya preparando para ir a la
facultad.
-Sí señor, horita mismo voy a llamar… -antes de que pueda terminar su frase,
irrumpe súbitamente en el salón un Sergio impecablemente vestido y aseado.
Tras permanecer unos instantes con la boca ligeramente abierta, su padre
arranca a decirle:
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-Vaya, vaya, vaya; si no lo veo no lo creo, tú preparado y listo para desayunar a
tu hora y salir a tiempo de llegar a la universidad; que alguno de los dos me
pinché con un alfiler para comprobar que no estoy soñando.
-Ja, ja; muy gracioso, pero te puedo asegurar que lo que ves ante ti es tan real
como la vida misma; por primera vez en mi vida tengo claro mis objetivos y
no pienso llegar tarde a mi cita para conseguirlos. –le explica a su progenitor
mientras toma asiento en la mesa.
-Si eso que dices va en serio, desde luego celebro que por fin hayas aclarado
tus ideas y que hayas entrado en razón.
-Sin ninguna duda; me he dado cuenta de todo el tiempo de mi vida que he
estado malgastando, pero voy a recuperarlo a marchas forzadas para conseguir
aquello para lo que estoy destinado.
-Vaya…, por fin te oigo hablar como un hombre de provecho, no se que es lo
que te ha hecho cambiar de ese modo de la noche a la mañana, pero rezo para
que perdure para siempre.
-Eso es lo que a partir de hoy voy a asegurar al cien por cien, papa.
El muchacho termina su desayuno y se dirige hacia el recibidor de su casa para
coger, del perchero que se encuentra en el mismo, su abrigo en perfecto
estado de revista gracias al trabajo de su empleada del hogar; tras
enfundárselo, empieza abrocharse los botones mientras mira a su padre que
esta ahora sumergido en su gaceta económica y cae en la cuenta de que desde
hace mucho tiempo han pasado más de cinco minutos juntos y no han
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acabado discutiendo, más aún, han estado hablado de una manera casi
agradable; es entonces cuando vienen a su mente recuerdos de cuando vivía su
madre y de los cariñosos sentimientos que en aquella época tenía hacia su
padre; el era bastante pequeño y los tres formaban una familia feliz, una
familia de verdad; en este instante, percibo como la parte bondadosa del chico
surge con fuerza y se produce una invisible rebelión en su interior contra la
parte de maldad que habita en él; cuando parece que las fuerzas de Satán van a
ser derrotadas de una manera inesperada, el padre de Sergio se percata de que
esta siendo observado por este y le dice:
-¿Pero no te ibas ya?; si a partir de ahora quieres ser el mejor, no puedes
quedarte ahí parado contemplando las musarañas. –al oír esa maldita frase,
Sergio es despertado de su breve momento de felicidad por una bofetada
verbal que lo devuelve a la cruda realidad y es ahí donde muere la posibilidad
de abandonar voluntariamente el camino de la oscuridad.
-Sí…, y volveré habiendo conseguido todo lo que me he propuesto. –tras
pronunciar esta frase que tiene un significado mucho más importante de lo
que su padre puede comprender, el muchacho abre la puerta de salida de su
vivienda y la cierra rápidamente tras salir por ella.
Hace prácticamente una hora que Ana a salido de su domicilio en pos de
reunirse con sus amigos en el punto de encuentro acordado, estando cerca de
llegar a él transportada por el autobús interurbano de la línea número
cuatrocientos ochenta y tres, la muchacha mira al exterior a través de las
135
ventanas del mismo y ve que el cielo se presenta ya completamente
encapotado mientras que por las calles de la ciudad circulan potentes ráfagas
de frío viento que ella misma a tenido que sufrir con anterioridad mientras
esperaba en la marquesina de al lado de su casa; cuando el autobús se detiene
en la parada que marca el final de su trayecto de ida, la joven desciende de él
junto a otros pasajeros que desconocen por completo los importantísimos
acontecimientos que se avecinan en la historia de la humanidad y a los que
esta muchacha ha de enfrentarse; mientras Ana atraviesa una parte de la
rotonda en la que esta situada la estación de Aluche, su corazón esta
agarrotado por el temor y la incertidumbre de lo que puede suceder en el día
de hoy, pero nada más ver que Juan y Nacho están de pie junto a la puerta de
la cafetería, un cálido y amable soplido de esperanza alivia su corazón.
-Hola chicos, se que sonara como una moñada, pero hoy me alegro mucho de
veros. –los dos jóvenes se quedan un poco sorprendidos por la franqueza de
las primeras palabras que su amiga les dirige en el día de hoy y después de
unos segundos en el que no saben que decir, Juan consigue romper el nudo
emocional que se ha formado entre ellos:
-Creo que hablo por los dos al decir que nosotros también nos alegramos
mucho de verte.
-Y que sentir eso no es ninguna moñada. –hace constar Nacho.
Tras entrar en la estrecha cafetería que está dentro de la estructura de la propia
estación, piden unos cafés y mientras se los van preparando, permanecen de
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pie junto la barra mientras empiezan a hablar de cómo afrontar la empresa de
vital importancia que tienen por delante.
-Vamos a ver chicos, el arcángel me visitó ayer por la noche, estuvimos
hablando y me dijo que teníamos que pasar al ataque, que no podíamos dejar
que ese tío nos siguiera atropellando de esa manera.
-¡Que jodio, ni que eso fuera tan sencillo!…; ¿te dijo algo sobre como
tendremos que hacerlo? –pregunta Juan con un tono que deja entrever la
ironía que le produce oír la, en aparente, sencilla respuesta del arcángel.
-Pues sí, me dijo que me concentrara y que utilizara los poderes de la máscara-
alma para seguir el rastro de energía que desprende su máscara y encontrarle
en el punto de la ciudad en donde se encuentre.
-¿Y ya has podido hac…?. –la pregunta de Nacho se ve interrumpida por la
disposición de los cafés encima de la barra por parte del camarero, después de
el típico ritual de agitación de los mismos con las cucharas, el muchacho
retoma su pregunta.
-Decía que si ya has conseguido localizar su rastro.
-Sí, al principio no veía nada, pero tras concentrarme fuertemente durante un
rato he conseguido ver como aparecía de la nada una columna roja brillante
que llegaba hasta cielo y que parecía surgía de la zona norte de la capital, creo
que más o menos se encontraba en la zona del paseo de la Castellana; así que
vamos a coger el metro en dirección norte y con un poco de suerte el mamón
ese viva por ahí y consigamos echarle la zarpa encima.
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-Seguro que nos lo encontramos antes de lo que pensamos, ya que estoy
convencido de que ese hijo de puta no se va a quedar de brazos cruzados y
también va a venir a por nosotros. –comenta Nacho.
-Yo también estoy segura de eso…,¡pues mira, mucho mejor!, así nos va
ahorrar tiempo de encontrarle y patearle el culo para poder terminar con esto
cuanto antes. –dice una animosa Ana, en un alarde que intenta animar a Juan y
Nacho.
-¡Pues sí, que coño!, ya es hora que de que dejemos de ir de panolis y
armemos una cacho de bronca celestial. – enfatiza Juan.
Tras unos minutos de travesía, los tres abanderados de las fuerzas del cielo
llegan a la estación compartida por las líneas diez y cinco de metro que recibe
el nombre de la más grande y bella zona verde de toda la capital: la Casa De
Campo; tras descender del tren que ha llegado a su última parada, Ana, Nacho
y Juan junto con un buen número de viajeros, se dirigen hacia el otro extremo
del andén para esperar la llegada del tren proveniente de la línea diez; mientras
trascurren el par de minutos que restan para ello, Ana empieza a mirar
nerviosamente en todas las direcciones hasta que comenta con cara de
preocupación a sus dos amigos:
-Chicos, no quiero alarmaros pero creo que siento que ese pavo se está
acercando a nosotros.
-¡Joder!, está claro que ese tío no se queda dormido en los laureles, no; él
también ha decidido acabar con esto cuanto antes. –sentencia Juan.
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-Sí, él al igual que nosotros habrá salido pronto esta mañana en nuestra busca.
–confirma Nacho.
-Tenemos que estar a partir de ahora muy al loro porque podemos toparnos
con él en cualquier momento. –aconseja la muchacha.
-No te preocupes, estaremos preparados para lo que sea. –pronuncia Nacho
en un tono tranquilizador.
-¿Tú crees?, ojala sea así. –finaliza la conversación Juan.
Por fin ven como unas amarillas luces son proyectadas en la curva que
precede a la entrada en la estación y unos momentos después, hace una lejana
aparición la cabecera del tren de última generación que recorre las vías de la
línea diez; tras la estruendosa llegada producida por el deslizamiento de las
ruedas metálicas sobre dichas vías, el tren se detiene por completo y sus
puertas mecánicas son abiertas por los pasajeros esperances a través de los
pulsadores eléctricos situados en las puertas de las mismas; con sus puertas ya
cerradas, el convoy suburbano empieza a desfilar rumbo a la pequeña pero
preciosa estación de metro en superficie que es Batán; dentro de unos de los
vagones, observo como los tres amigos permanecen de pie junto a una de las
numerosas barras verticales que se distribuyen a lo largo de todo el tren, en
silencio y expectantes, mirando en todas la direcciones en busca de la más
mínima señal que anuncie la presencia del ser humano designado por Lucifer
para llevar a cabo su conquista sobre la tierra; tras dejar tras de si a la estación
de Casa de Campo, el tren empieza a transcurrir por el tramo al descubierto de
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la línea diez que discurre cerca del parque de atracciones de Madrid, desde el
interior de los vagones y a través de sus grandes ventanales se puede observar
como desde el cielo completamente ennegrecido desciende una densa lluvia
que impacta copiosamente contra las partes acristaladas de este transporte
público; mientras el tren se acerca a la estación de Batán, Ana puede ver como
de la misma se desprende una enorme y brillante columna de energía roja.
-¡Dios mió, chicos!, está esperándonos en la estación de Batán.
-¡¿Estas segura de eso?! –le pregunta Juan con la voz angustiada.
-¡Oh, tío…, sí, estoy viendo con toda claridad su estela de energía!
-¡Bien, tranquilos!, tenemos que mirar para saber en que parte del andén esta
esperando para coger el metro y colocarnos en alguna zona en la que no
pueda pillarnos por la espalda. –les recomienda Nacho a sus dos amigos ante
el estupor que han generado las palabras de los jóvenes en los viajeros más
cercanos a ellos.
-¡Tienes razón, no podemos perder ni un momento! –no termina la muchacha
de pronunciar su frase cuando ya está corriendo en dirección a la cabecera del
tren a lo que sus dos amigos la siguen en el acto; cuando el metro hace entrada
en la estación, los tres amigos se agolpan junto a una de las transparentes
puertas del mismo y miran con una mezcla de incredulidad y temor como no
solo son Sergio y Álvaro los que les esperan, sino que están acompañados por
un numeroso grupo de individuos de todas las clases sociales, razas y
condiciones, cuyas almas están corrompidas por diferentes motivos y que han
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sido dominadas por los poderes de la máscara-alma infernal, a lo que no
pueden dar crédito los ojos de los tres defensores del bien.
-¡Pero de donde coño ha sacado a ese ejercito! –exclama Juan.
-Debe haber usado los poderes de su máscara, como en la comisaría, pero
esta vez para dominar a casi toda la mala gente que se ha encontrado por la
calle. –le responde Ana sin apartar la vista de las transparentes puertas del
tren.
Cuando este empieza a detenerse para abrir sus puertas a la entrada y salida de
pasajeros, Nacho les grita a sus dos atónitos amigos:
-¡Venga, tenemos que movernos!, vamos cagando leches hacia a la parte final
del tren, así por lo menos tendremos unos cuantos vagones de separación con
ellos y uno de nuestros lados a cubierto.
Ante la cada vez mayor y más numerosa inquietud de los demás viajeros, los
tres jóvenes empiezan a correr con todas sus fuerzas hacia el último de los
vagones, atravesando todos los demás por la zona de unión flexible; al poco
de llegar a este vagón, el tren se detiene por completo y tras lo que a los tres
defensores del bien de la humanidad les parece un aterrador pitido eléctrico de
apertura de puertas, pueden observar como tras descender unos pocos
pasajeros, suben a cuatro vagones de distancia las novedosas fuerzas de
combate de Sergio junto con este ariete maligno y su mano derecha, Álvaro;
antes de que suene el eléctrico pitido de aviso de cerradura de puertas, las
infernales fuerzas empiezan a dirigirse con paso lento pero implacable hacia al
141
el muy inferior, numéricamente hablando, grupo de las fuerzas divinas; Sergio
el cual lleva avanzado, junto con su maldito sequito, tres de los cuatro vagones
que lo separan de su presa, porta una vil sonrisa en su rostro y una siniestra
mirada en sus ojos que no deja duda alguna de su falta de escrúpulos o de
contemplaciones en lo que a sus intenciones se refiere; al percatarse de ello,
Ana exclama a sus dos amigos:
-¡Has tenido una buena idea Nacho pero ahora tenemos que hacer algo, no se
vosotros dos, pero yo no pienso morir paralizada contra la pared de este
último vagón como una cobarde! – lógicamente, tras las palabras de la
muchacha, cunde el pánico entre los viajeros del tren y más agudamente, en
los que viajan en el vagón de cola, los cuales empiezan a levantarse y a paso
ligero se trasladan hacia los vagones colindantes.
-¡Te puedo asegurar que si tengo que palmarla va ser llevándome a unos
cuantos malditos cabrones por medio! –le secunda Nacho.
-¡Chavales, para mi es un honor cascarla a vuestro lado mientras les partimos
las cabezas a algunos de estos hijos de puta! –apuntilla Juan.
Nacho y Ana miran a su amigo y afirman con la cabeza mientras le regalan
una resignada sonrisa.
Tras esto, los tres jóvenes emprenden una veloz carrera hacia sus enemigos al
mismo tiempo que lanzan un potente grito de batalla, en respuesta a esta
reacción, el pequeño ejército comandado por Sergio sale también a la carga de
los tres muchachos ante el pavor generalizado de todo el pasaje del tren; el
142
primer choque entre las dos fuerzas se produce cuando Ana se convierte en la
primera en llegar a su objetivo, saltando en plancha hacia el cuerpo del
baluarte de las fuerzas malvadas haciendo que este caiga súbitamente hacia el
suelo engomado del vagón, Nacho decide atacar primero a Álvaro mediante
una lluvia de puñetazos dirigidos a su cara, y por último, Juan se enzarza a
patadas y puñetazos contra los dos primeros enemigos que salen a su
encuentro, un hombre caucásico de mediana edad y una mujer oriental de
complexión delgada que intentan llevar a cabo la misión grabada a fuego en
sus mentes por el diabólico controlador de las mismas; mientras el tren, que
acaba de dejar atrás las inmediaciones del parque de atracciones, discurre por
las verdes laderas que llevan hasta la estación de Lago; a pesar de la notable
diferencia en número de efectivos, las fuerzas parecen estar compensadas en
estos primeros compases de la batalla, Ana golpea con su puño la cara de
Sergio mientras este intenta parar los golpes con un brazo mientras que con la
mano del otro aprieta con todas sus fuerzas la garganta de la joven, por el
contrario, Álvaro consigue revelarse contra el ataque inicial de Nacho y ahora
el intercambio de empujones y puñetazos es mutuo mientras que Juan está
recibiendo algún golpe de más de los que consigue asestar; ayudados por el
efecto botella que produce las estrechas dimensiones del interior de los
vagones, los tres valientes defensores de la justa causa pueden aguantar
durante unos minutos contra las más numerosas fuerzas del mal, pero justo un
poco antes de que lleguen a la estación de Lago, la lógica acaba imponiéndose
143
y se abalanzan sobre ellos las múltiples manos de los “zombis” controlados
por la máscara-alma infernal; Ana es agarrada por sus cabellos y por la espalda
y apartada del cuerpo de Sergio que permanece tumbado en el suelo del
interior del tren, Nacho es golpeado en el rostro por el puño de un hombre
negro de grandes dimensiones haciendo que el muchacho sangre
abundantemente por la nariz mientras que pierde momentáneamente el
equilibrio, momento que ha sido aprovechado para que otros esclavos
mentales de Sergio le inmovilicen agarrándole los brazos por detrás de su
espalda, al mismo tiempo, Juan no ha podido evitar que se sumara a su
particular pelea un tercer adversario y ha caído contra el suelo, no si antes
golpearse dolorosamente la espalda contra una de las barras metálicas del
vagón; Sergio se levanta del suelo como un resorte debido a la inmensa ira que
le ha producido la embestida de su joven enemiga; se pone en frente a ella
mientras es retenida por tres almas de oscuro color, tras escupir hacia el suelo
un escupitinajo de sangre proveniente de su heridos labios y retirase parte del
líquido escarlata de los mismos con el antebrazo de su camisa, agarra
violentamente el pelo de la muchacha tirando hacia atrás su cabeza mientras la
dice:
-¡Eres una cerda!, siendo una chica pensaba haberte matado de una manera
suave: rápidamente y lo menos dolorosamente posible; pero visto que peleas
como una alimaña acabaré contigo haciéndotelo pasar muy mal.
144
-¡Te puedes meter tu piedad machista por el mismo agujero que por el que te
gusta que te peten, bastardo! –le responde enérgicamente la muchacha sin
mostrar el más mínimo ápice de miedo en su cara.
Tras oír este comentario, la cara de Sergio se tensa por el odio y empieza a
lanza una serie de salvajes puñetazos al rostro de Ana, a lo que sus dos
retenidos amigos, Nacho y Juan, responden intentando librarse con todas sus
fuerzas de sus presas y gritando horrorizados ante el linchamiento que está
padeciendo su amiga; cuando retira hacia atrás su brazo derecho para asestar
un nuevo impacto, se puede ver en el rostro de la joven las consecuencias de
tan brutal ataque: tiene un pómulo parcialmente hundido, su ceja izquierda ha
sido partida y sangra abundantemente al igual que su nariz y su ojo derecho
esta prácticamente cerrado debido a la hinchazón del mismo; Sergio se queda
parado durante unos breves segundo contemplado satisfecho su macabra obra
y se dispone a lanzar otra vez su puño cuando de repente, su brazo es cogido
por detrás por una mano fuerte y grande, el sorprendido portador de la
máscara-alma infernal se gira rápidamente sobre si mismo para ver quien esta
impidiendo que lleve a cabo su misión y observa con incredulidad que se trata
de un pasajero de cara bonachona y de muy fuerte constitución que
aparentemente no guarda ninguna relación tiene con Ana y sus amigos;
también puede ver como todo sus poseídos seguidores incluido su mano
derecha, Álvaro, están ahora acorralados por un buen número de viajeros que
hasta hace unos momentos, huían despavoridos al otro extremo del tren y que
145
para colmo, Juan y Nacho han sido liberados por estos de las corruptas almas
sometidas que les retenían.
-Vaya, vaya, vaya…; parece que no soy el único que puede controlar el espíritu
de las personas que están en su bando. –le dice Sergio a una casi inconsciente
Ana, que intenta levantar su cabeza en dirección a su mortal adversario.
Mientras tanto, para sorpresa de las personas que lo esperaban en el andén, el
tren no se detiene en la estación de Lago, sino que sigue su marcha a toda
velocidad introduciéndose en el túnel que lleva a la amplia y concurrida
estación de Príncipe Pío; nada más volver a la oscuridad que generalmente
acompaña a este medio de transporte, Sergio intensifica los poderes de su
máscara-alma produciéndose destello de mediana intensidad en su cara,
haciendo que sus seguidores vean renovadas sus ansias asesinas y se rebelen
contra las personas de buen corazón controladas por los poderes de la
máscara-alma de Ana.
-¡La derrota no es una opción, vamos a ganar o a morir!; –grita el maléfico
muchacho embriagado por el odio y por los poderes que posee, sin embargo
sus palabras encuentran la dura respuesta de un fuertísimo puñetazo
proveniente de la persona que le sujetaba el brazo, que impacta como un obús
en la parte izquierda de su cara y le lanza con rapidez a golpearse la cabeza
contra una de las cristaleras del vagón en el que se encuentra, mientras tanto
Ana echa fuertemente su cabeza hacia atrás, golpeando así el rostro de la
persona que se encuentra en el centro de las tres que la mantienen cautiva
146
provocando que esta suelte a su presa para llevarse las manos a su magullada
cara, Juan y Nacho corren hacía donde se encuentra la joven para terminar de
liberarla de sus otros dos captores mediante un par de buenos puñetazos; tras
cogerla en sus brazos para ayudarla a que siga de pie, Nacho ve de cerca las
lesiones que le ha producido el maléfico ariete de Lucifer la pregunta:
-¡Madre mía, que hijo de puta!, ¿cómo te encuentras?
-Jodida pero agradecida…, siento como si toda la cabeza me fuera a estallar
pero soy una chica de barrio y hace falta más que un par de hostias para
acabar conmigo.
-¡Ese maldito cabrón…!, vamos chicos, tenemos que aprovechar la ayuda de
estos tíos controlados por Ana para largarnos de aquí. –les apremia Juan.
El final del largo túnel por el que ha discurrido el tren se ve iluminado por la
inmediata cercanía de la estación de Príncipe Pío; nada más detenerse el
mismo por completo en los andenes de dicha estación, puedo observar que no
hay viajeros esperando ha que se abran sus puertas como es costumbre, sino
que estos han sido desplazados por un nutrido grupo de guardias de seguridad
que muy probablemente han sido informados a través de algún sistema de
comunicación interna por el conductor del tren de la violenta situación que
acontece dentro de ese tren de la línea de metro; aparte de los viajeros que
están situados en la distancia, también hay otros testigos, silenciosos e
invisibles al ojo humano, que observan todo lo que está a punto de acontecer;
se trata de un grupo de ángeles y otro de demonios situados en extremos
147
opuestos de la estructura metálica situada en la zona superior de la estación;
en cuanto se abren las mecánicas puertas, el batallón de seguridad de la red de
metro entra a tropel porra en mano y demás material antidisturbios en los
vagones para intentar separar a las partes enfrentadas en esta brutal pelea,
momento que es aprovechado por los tres muchachos entre todo el caos que
se ha organizado para salir por el último vagón a toda velocidad en dirección a
las escaleras mecánicas que conducen a una planta superior de la estación;
mientras, en el interior de los vagones, a pesar de los numerosos golpes que
están acarreando los guardias de seguridad a todas las personas que están
envueltas en el fragor de la batalla, pasan por fuertes dificultades hasta que
consiguen separar del todo a los contrincantes y restablecen
momentáneamente la paz; las personas que han ayudado involuntariamente a
Ana empiezan a salir de su trance debido a que la joven se aleja rápidamente
de ellos y la cada vez más creciente distancia ha ido debilitando el influjo que
ejercía sobre ellas; mirando a su alrededor y hacia el lugar del tren en donde se
encuentran, intentan recordar como han llegado a verse involucrados en la
refriega; al mismo tiempo, un detalle que pasa desapercibido entre tanta
confusión es que aunque Sergio permanece tumbado boca abajo en el suelo
del vagón, sus ojos se abren de repente y en pocos segundo, el muchacho
recobra completamente su consciencia, irguiéndose lentamente sobre sus
rodillas hasta que consigue ponerse completamente de pie.
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-¡Quieto todo el mundo, la fiesta se ha acabado, poneos contra la pared de los
vagones con las manos en alto, no hagáis ninguna tontería y no nos obligareis
a haceros daño! –grita un guardia de seguridad de mediana edad que luce una
poblada barba morena y que parece ser el jefe del efectivo.
Sergio dirige lentamente su mirada hacia él y produciéndose un luminoso
destello rojo brillante en sus ojos, que deja atónitos a todos los presentes, le
responde:
-Aquí los únicos que van sufrir daños vais a ser vosotros. –tras esta amenaza,
las personas que están bajo dominio de sus poderes recobran su agresividad y
se lanzan automáticamente en contra de las fuerzas de seguridad del metro,
mientras que el resto del pasaje del tren huyen como pueden hacia el andén de
la estación; al mismo tiempo, Juan y Nacho caminan todo lo deprisa que
pueden llevando en volandas a su amiga sobre los hombros de ambos a través
de uno de los pasillos superiores de la luminosa estación, mientras miran hacía
atrás repetidamente, se dirigen hacia una de las salidas que conduce al exterior
y en cuyo lateral cuelga un cartel que indica que la misma desemboca en la
calle que recibe el nombre del Paseo Del Rey, tras ascender dificultosamente
por las numerosas y estrechas escaleras de piedra que describen una cerrada
curva, consiguen que sus rostros sean zarandeados por el frío viento que
circula por las calles, prosiguiendo con su escapada ya en la superficie de la
ciudad, discurren a través de la calle Ilustración para desembocar en la de
Arriaza y tras descender por esta última, llegan a la amplia Avenida
149
denominada Cuesta De San Vicente y se disponen a recorrerla en dirección
noreste, cuando Ana les dice a sus dos fatigados compañeros de lucha:
-Pa…, parar un momento chicos; tengo que descansar un poco, estoy
reventada…; gracias pero creo que ya podéis soltarme, he recuperado un poco
las fuerzas y creo que me mantengo en pie por mi misma.
-¿Seguro que estas mejor? –le pregunta incrédulamente Nacho.
-De verdad que sí…, me duele hasta el alma pero puedo seguir con mis
propios pies; lo que realmente más me duele es el haber tenido que salir
“zumbando” de esa manera.
-Considéralo una retirada táctica, ahí no podíamos hacer nada más y piensa
que más adelante podremos enfrentarnos a las fuerzas del mal en mejores
condiciones. –intenta hacerla comprender Juan.
-Llámalo como quieras pero eso no hace que deje de sentirme como si fuera
una maldita cobarde. –responde la muchacha.
-Bien, ¿ahora que hacemos? –comenta Nacho.
-No tengo ni puta idea, creo que lo primero y mientras aún tengamos algo de
tiempo, seria buscar una farmacia y comprar alcohol, esparadrapo y unas gasas
para curar un poco las heridas de Ana.
-Chicos…, ya os he dicho que me encuentro bien, tenemos que continuar…
-La idea de Juan me parece bien, así que por mucho que insistas, cabezona,
vamos a ir a una farmacia.
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CAPITULO SEXTO
Los tres jóvenes prosiguen su huída por la Cuesta De San Vicente y tras
atravesar un cruce subterráneo, llegan a la plaza de España, bordeando este
tradicional enclave de la ciudad por su lado derecho llegan a la glorieta que
enlaza con la enorme arteria madrileña conocida con el nombre de Gran Vía,
al poco de internarse en ella por su acera derecha divisan a su izquierda una
farmacia y tras cruzar por un cercano paso de cebra, llegan a la puerta de la
misma; Nacho espera junto a Ana en la calle para que las heridas de la
muchacha no llamen demasiado la atención entre los clientes de la farmacia
mientras que Juan se interna en esta dependencia para comprar los curativos
productos; transcurren unos diez minutos hasta que el muchacho sale con una
pequeña bolsa que porta el característico logotipo farmacéutico y les dice a sus
dos amigos:
-Aquí, en medio de la calle no podemos curarla, vayamos a algún parque en
donde más tranquilamente podamos hacerlo.
-La zona verde más cercana que se me ocurre por aquí, y está un poco a tomar
por el culo, es la del paseo del Prado. –responde una dolorida Ana.
-Pues no hay otro sitio, así que vamos para allá que tenemos unas piernas bien
hermosas. –responde Juan intentando insuflar algo de ánimo a su dolorida
amiga.
Mientras caminan, dejan atrás la céntrica Plaza de Callao con el edificio que
porta un ya emblemático logotipo de una marca de refrescos para seguir
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caminando durante unos quince minutos y llegar a la confluencia con la
tradicional calle de Alcalá; tras llegar a la rotonda donde esta situada la estatua
de la diosa Cibeles, giran a su derecha para bordear la fachada del banco de
España y tras cruzar un par de pasos de cebra, llegan a los jardines situados en
el Paseo Del Prado; nada más se sientan los tres amigos en un banco de piedra
grisácea de los muchos que hay situados por la zona, empiezan a mitigar las
heridas que sufre la muchacha; tras empapar las heridas de su cara con
alcohol, Nacho pide a Juan que le corte como pueda unos trozos de
esparadrapo para pegar sobre el pómulo golpeado por Sergio; tras terminar
esta cura de urgencia; Juan, Nacho y Ana apoyan sus hombros y espaldas
mutuamente, sirviéndoles como improvisados respaldos y se permiten un
respiro mientras ven el transcurrir de las personas que caminan por ese lugar,
la mayoría extranjeras, atraídas por la belleza cultural del museo que recibe el
mismo nombre del paseo en el que esta ubicado; tras unos preciosos
momentos de tranquilidad, Ana mira hacía su lado izquierdo y después de que
su mirada refleje la desesperación de lo que está viendo le dice a sus dos
compañeros de lucha por el bien de la humanidad:
-Chicos…,¡Dios mío, mirad lo que se avecina por la glorieta de Cibeles!.
Juan y Nacho giran sus cabezas hacia donde les ha indicado Ana y ven una
visión que parece presagiar el fin del mundo: Sergio camina con una terrorífica
sonrisa diabólica en su rostro mientras que detrás suyo se encuentra un
número de secuaces involuntarios que duplica en número a los que apoyaban
152
a la diabólica pareja durante el enfrentamiento del metro; los transeúntes que
circulan por la zona se detienen para observar al numeroso grupo que los
poderes de la máscara-alma infernal ha conseguido reunir; pensando que
quizás se trate de la comitiva de una de las numerosas manifestaciones que
tienen lugar en esa zona de Madrid.
-¡Ahí que joderse, deben haber pasado por encima de los seguratas del metro y
encima vienen acompañados por el doble de hijos de puta! –exclama Nacho
con la cara desencajada por la sorpresa.
-¡Ese pedazo de cabrón viene sin su amiguito del alma!,¿¡donde coño se habrá
metido!?, ojala que algún segurata le haya conseguido dar un buen viaje en la
estación. –apunta Juan.
-¡Estos son Dios y la madre; no tenemos nada que hacer contra todos ellos,
tenemos que largarnos de aquí ahora mismo! –la voz de Ana casi suena a la de
un general cuando dicta una orden.
Los tres muchachos dan literalmente un salto de donde se encontraban
sentados y empiezan a correr con todas sus fuerzas en dirección sur, llegando
en pocos instantes hasta la glorieta de otra mitológica divinidad: Neptuno; a
toda la velocidad que les permiten sus piernas, los jóvenes dejan rápidamente
atrás las inmediaciones del museo del Prado hasta que llegando a la altura de la
plaza de Murillo, frenan todo lo inmediatamente que pueden debido a la
visión que se ha aparecido delante de ellos: Álvaro, rezumando prepotencia,
comanda otra legión, en esta caso un poco más pequeña, de subordinados a
153
las fuerzas de las máscara-alma infernal que se encaminan en dirección norte
por el mismo paseo al encuentro de los tres defensores de la divinas fuerzas
celestiales; tras unos momentos paralizados ante la magnitud de esta sorpresa,
Ana, Juan Y Nacho echan un rápido vistazo a los alrededores de la zona en la
que se encuentran para buscar una vía de escape y tras búsqueda que solo dura
unos escasos segundo, Ana con voz firme les dice a sus dos amigos:
-¡Vamos por la izquierda, hacia el parque del Retiro, hay nos será más fácil
intentar despistarlos!
Ante la falta de mejores opciones, Juan y Nacho no ponen ninguna pega a la
de la joven y los tres corren velozmente por la calle de Espalter hasta que una
vez que se acaba la misma, enfrente de ellos se presenta una de las numerosas
entradas que hay a lo largo del mayor de los parques que posee la zona centro
de la capital de España; unos metros después de entrar por ella, los tres
amigos giran hacia la derecha por el primer camino que se cruza delante de
ellos; tras una fatigosa carrera cuesta arriba, sobre todo para la muchacha
herida, que se prolonga durante unos minutos entre la intensa arboleda y
vegetación del parque, llegan hasta el último de los paseos del parque que
discurren por su zona sur: el paseo del Duque Fernán Núñez; nada más llegar
a él, los tres jóvenes paran unos momentos para recuperar algo de aliento y
mientras Juan descansa apoyando las palmas de las manos sobre sus
flexionadas rodillas, percibe de reojo una gran presencia gris hacia su derecha,
al girarse en esa dirección para poder ver con exactitud de que se trata, ve con
154
desesperanza de que se trata del contingente diabólico que acompaña a
Álvaro, situado al principio de la entrada al parque del Retiro que alberga el
paseo en el que se encuentran.
-¡Mirad chicos! –pronuncia el joven mientras señala con el dedo la dirección
en la que se encuentran las tropas enemigas. -¡¿Cómo coño habrán podido
descubrir hacía donde nos dirigíamos?!
-¡Mierda, es por la energía que desprende mi máscara-alma; aunque a simple
vista no se pueda ver, para estos mierdas satánicos debo ser como una especie
de lucero del alba!
En cuanto Ana termina de comentar esta observación, Álvaro y su diabólico
pelotón rompe con su inmovilismo y empieza a caminar hacia ellos acelerando
cada vez más el paso, a lo que responde gritando Nacho:
-¡Corramos, vamos…, por ahí delante! –señala el muchacho en dirección este,
hacia el tramo del paseo que lleva al interior del parque; a toda velocidad se
presentan en la glorieta que da fin a dicho paseo y no sin una gran dosis de
ironía macabra, observo que han llegado a uno de los pocos, sino el único
trozo de tierra en todo el planeta que posee una estatua representativa de
Lucifer, la denominada glorieta del Ángel Caído; los muchachos frenan
drásticamente su carrera hasta reducirla a un paso ligero mientras comienzan a
mirar en todas las direcciones, temiéndose que puedan haber sido conducidos
a una trampa; sus sospechas son desgraciadamente confirmadas cuando una
vez que se encuentran a muy poco metros de la fuente que contiene dicha
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escultura, aparece súbitamente detrás de ella, la cabeza visible de la ofensiva
del demonio sobre la tierra:
-¡Vaya, que amables habéis sido al venir por vuestros propios pies hasta este
bonito rincón del Parque Del Retiro en donde os estaba esperando! – Sergio
sonríe tenebrosamente mientras se aferra a la base de dicha estatua con su
mano derecha.
-¡Joder, toda la maldita persecución era un camelo para conducirnos hasta la
trampa que nos tenían preparada! –exclama con una mezcla de ira e
impotencia Juan.
-Desde luego es digno de remarcar que vayáis a morir y, que por consiguiente,
mi señor obtenga la victoria definitiva en el lugar donde tiene alzado un
monumento a su figura; si lo pensáis por un momento, que Madrid albergara
en este parque durante todo este tiempo a esta estatua, presagiaba que iba a
ser en esta ciudad donde Satanás obtendría su reinado eterno sobre la tierra. –
nada más de acabar de comentar esta apreciación, surgen de sus escondites un
gran número de personas de almas corrompidas dispuestas en fila, que en muy
pocos instantes rodean prácticamente a la glorieta por todo su perímetro; tras
oír el tumulto de pisadas detrás de ellos, Juan; Nacho y Ana giran sus cuellos
hacia su parte trasera para ver como los individuos comandados por Álvaro
terminan por cerrar este círculo imaginario y así anular cualquier posibilidad
de escapatoria.
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-Ahora si que estamos definitivamente jodidos. –susurra Nacho a sus dos
amigos.
-Puede que no, solo tenemos que llegar hasta Sergio y acabar con él, así todos
a los que controla con su máscara saldrán de su control y acabaremos
automáticamente con su ejército. –le responde Ana con el mismo tono bajo
de voz.
-¿Solo llegar a él?, en cuanto demos un paso hacia delante se nos echaran
encima como buitres carroñeros. –matiza un susurrante Juan.
-No si les despistamos haciéndoles creer que vamos a intentar huir. –enfatiza
la joven.
-Es una maldita loca idea de las tuyas, pero pensándolo bien parece que es la
mejor posibilidad que tenemos. –responde Nacho.
-Vale, Nacho y yo correremos uno a la izquierda y el otro a la derecha,
arrastrando así hacia nosotros a todos los malotes dominados que podamos,
esperemos que ese desgraciado infernal se quede lo suficientemente
desprotegido para que tú, Ana, vayas a por él tan deprisa como puedas.
Tras esta breve planificación de contraataque, Sergio interrumpe para
proceder a despedirse definitivamente:
-Agradecerme que os mate ahora mismo, porque así no tendréis que ver que
es lo que le depara a la humanidad a partir de ahora, que creerme, va a ser un
auténtico infierno: ¡Atacad mis esclavos, no dejéis ni los jirones de la piel
sobre sus fríos huesos!
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-¡Ahora chicos! –grita la muchacha instantes después de la mortal orden del
ariete satánico.
Al mismo tiempo que rugen con rabia las gargantas de las personas
dominadas por la oscura energía de la máscara-alma infernal, estas corren
desenfrenadamente hacia los tres amigos estrechándose rápidamente el circulo
sobre ellos; Nacho y Juan reaccionan arrancando velozmente en direcciones
opuestas el uno del otro, lo que produce unos brevísimos instantes de dudas
sobre las maléficas tropas, que no se esperaban esa reacción por parte de los
luchadores por el bien de la humanidad e intentando frenar la aparente huída
de ambos, se repliegan hacía los puntos a los que se dirigen los dos valientes
jóvenes, dejando de esa manera casi desprovista de efectivos la parte delantera
del opresor círculo, a lo que sin dudarlo ni un segundo, Ana se dirige a toda
velocidad hacía este punto con un pequeño fulgor de energía azul en sus ojos,
al encuentro de Sergio; el enemigo de la humanidad se percata rápidamente de
la maniobra que han realizado los tres muchachos y saliendo afuera de la
fuente que rodea al estatua de Lucifer se dirige al enfrentamiento directo con
la joven mientras grita:
-¡Regresad todos los que podáis hacía mi, os están tendiendo una trampa!
En cuestión de escasos segundos, se produce el potente choque entre los
elegidos por las fuerzas divinas e infernales traduciéndose en un directo
puñetazo de Ana sobre la mandíbula de Sergio, el fuerte impacto hace saltar
un par de piezas dentales de la ahora sangrante boca del muchacho al mismo
158
tiempo que lo desequilibra parcialmente pero no llega a caer al suelo y con un
asombrosa rapidez se sobrepone a esta embestida, consiguiendo lanzar una
seca patada al estomago de la joven que logra que la muchacha se encoja sobre
si misma y abrace esa zona de su anatomía mientras grita de dolor; entre tanto,
Nacho y Juan son alcanzados por las numerosas manos de las personas
integrantes del ejercito comandado por Álvaro, lanzando unos cuantos
puñetazos y empujones consiguen apartarlas de ellos durante unos fugaces
instantes, pero la lógica aplastante de la superioridad numérica en su contra
hace que sean derrotados por los múltiples golpes que reciben por todo su
cuerpo; a pocos metros de allí, ignorando lo que le sucede a sus dos amigos,
Ana reacciona levantando rápidamente su cabeza de la posición en que había
quedado tras el doloroso golpe de Sergio y arremete un bestial cabezazo
contra la cara de este último, lo cual consigue romperle en el acto la nariz y
que esta vez si caiga a plomo contra el suelo y sin tiempo para que pueda
incorporarse, la poseedora de la mascara-alma celestial da un amplio salto para
caer justo encima de su adversario y presionándole los antebrazos contra el
suelo con sus rodillas, empieza a descargar sobre la cara de este una lluvia de
puñetazos mientras le grita:
-¡¿Ahora qué cabrón…, cómo se siente uno cuando le dejan la cara como un
mapa?!, ¡te aseguro que yo te la voy a dejar bastante peor de la que tu me
dejaste a mi en el metro!.
159
Cuando la joven, dominada por la ira que siente contra el portador de la
máscara infernal se dispone a continuar el castigo físico que le está infligiendo,
un súbito grito paraliza su ataque:
-¡Ni se te ocurra mover una pestaña, cerda, o tus amigos respiraran por última
vez!
Inmediatamente Ana gira su cabeza hacia atrás y observa como la voz
proviene de un sonriente Álvaro mientras que algunos componentes de las
tropas maléficas sostienen por los hombros a Juan y Nacho, estos se
encuentran con los pies arrastrando por el suelo mientras que son tirados por
detrás de sus cabellos haciendo que sus cabezas queden erguidas hacia arriba,
mostrando así los visibles daños que tienen en sus caras y en el resto de sus
anatomías.
-¡Suelta al próximo señor de toda la tierra y estos chavales tan “simpáticos”
pueden que vivan para ver como el mundo es consumido por la dominación
de las legiones del mal! –amenaza la mano derecha de Sergio.
La visión que Ana contempla del peligro que corren las vidas de sus dos
amigos hace que salga del trance de odio en el que estaba sumida y la
compasión por la integridad de la vidas de sus dos compañeros de batalla hace
que la cordura vuelva de nuevo a su mente.
-¡Y una mierda…, vamos a cambiar de trato, yo no empotro la cabeza contra
el suelo de este hijo de puta y tu sueltas a mis amigos para que puedan venir
hasta aquí para reunirse conmigo! –le contraoferta la muchacha.
160
-¡Ja, ja, ja, desde luego que estas loca; abre bien los ojos y mira a tu alrededor,
estáis sobrepasados en número de manera aplastante, tenemos a tus colegas a
punto de mandarlos al otro barrio y aún así quieres imponer tus
condiciones…!
-¡Todo eso no te sirve de mucho, seguro que sabes tan bien como yo que con
solo cargarme a tu “jefe”, vuestro ejército se disolverá al instante y la partida
se abra acabado!.
Durante unos tensos minutos, Álvaro medita en que es lo que debe de hacer y
cuando parece que por fin va tomar una decisión, un sonido cada vez más
potente de sirenas desvía su atención en dirección oeste y al girarse hacía ese
punto, el oscuro muchacho puede observar como una hilera de coches
patrulla asciende desde el principio del paseo del Duque Fernán Núñez en
dirección hacia el punto en donde se encuentra la batalla.
-¡Gracias a Dios, la poli…, por una vez están en donde se les necesita! –
aparece una expresión de alegría en la cara magullada de Juan.
Ana puede ver como un poderoso nerviosismo se empieza a apoderar cada
vez más de la mano derecha del baluarte del mal, el joven mira en todas
direcciones como buscando una respuesta ante la incertidumbre que tiene,
pero de repente, al volver a mirar hacia la muchacha emite una sonrisa mezcla
de alivio y maldad, durantes unas fracciones de segundo, Ana no sabe por que
sonríe así, pero rápidamente comprende que es lo que sucede y al volverse
para mirar al punto donde yace Sergio, lo único que la da tiempo a observar es
161
el puño de su adversario estrellándose contra su cara con lo que la joven cae
estrepitosamente al suelo de tierra llevándose las manos a la cara.
-¡Bastardos traicioneros! –grita de angustia Nacho, que llevado por la furia de
ver como su amiga ha recibido semejante golpe, consigue zafarse de la presa a
la que esta sometido y velozmente llega hasta un desprevenido Álvaro y
consigue arrojarle una patada que da de pleno en sus testículos, lo que
lógicamente, hace gritar sonoramente al muchacho y hacer que caiga rendido
mientras se retuerce de dolor en el suelo; en ese mismo instante, la policía
llega a las inmediaciones de la glorieta del ángel caído y paran en seco sus
vehículos disponiéndolos como una barrera de protección contra el numeroso
grupo de dominados bajo el influjo de la máscara-alma infernal, del coche
patrulla que forma la pieza central de esa barrera, desciende desde el asiento
del copiloto el inspector Luís Marcos con un megáfono en su mano izquierda
y con su arma reglamentaria en la derecha:
-¡<<Quieto todo el mundo, dejar libres a los tres chavales que tenéis
retenidos, tiraos bocabajo contra el suelo y poneros todos con las manos
detrás de la espalda>>!
El aviso policial cae en saco roto debido a que las involuntarias tropas del
baluarte diabólico no reaccionan en absoluto, manteniéndose completamente
inalterables y estáticas; todos los efectivos policiales allí presente incluido Luís
Marcos, se quedan atónitos y tras esperar unos segundos más, el inspector
vuelve a llevarse a la boca el megáfono:
162
-¡No lo repetiré ni una sola vez más, si no os echáis contra el suelo con las
manos detrás de la espalda, nos veremos obligaros a reduciros por la fuerza!
Una sonora risa quiebra el sepulcral silencio formado en esa zona del parque
del retiro, el inspector puede ver como esa risa proviene del joven que
manipulo la mente del compañero que se revolvió contra él en la comisaría.
-¡¿Habéis oído, siervos míos?!, la policía esta aquí para arrestarnos y llevarnos
a todos juntitos a chirona; uhhhh, que miedo…, ¡esto os queda de lejos
demasiado grande, imbéciles; adelante mis fieles, atacadles sin ninguna piedad
y cobraos sus míseras vidas como sangrientos trofeos!.
Nada más producirse esta siniestra orden, los esclavos mentales de Sergio
lanza un potente y estremecedor grito al unísono y se dirigen en plancha
contra el frente policial, los policías se miran entre si con sus rostros llenos de
inquietud e incredulidad sin saber que es lo que deben de hacer; al mismo
tiempo, Juan y Nacho observan con total preocupación la escena mientras que
un Álvaro aún recostado en el suelo sonríe al presenciar este acontecimiento,
enseñando sus dientes como un chacal sediento de sangre; mientras, el
inspector Marcos aparta el megáfono de su cara y coge rápidamente el
intercomunicador que cuelga de su cinturón para comunicar a la brigada de
antidisturbios de que vayan tomando posiciones; tras hablar escasamente unos
segundos con el jefe de esta brigada, Luís Marcos vuelve rápidamente a
llevarse a la boca el megáfono:
163
-<<¡¡Deténganse ahora mismo o nos obligarán a tener que actuar contra
ustedes con la fuerza de todos nuestros medios…; no habrá más avisos!!>>
Cuando las personas controladas por la máscara de Sergio se encuentran ya a
pocos metros de los efectivos policiales, unos de los que se encuentra al lado
de del inspector le dice con cara de preocupación
-Señor, tenemos que hacer algo ya o se nos van a comer vivos.
-Lo se, lo se; -el inspector flexiona su codo izquierdo para acercarse de nuevo
el intercomunicador y presiona el botón que abre el canal de comunicación
con los antidisturbios:
-¡Todos ustedes se colocarán en primera línea y todos los demás nos
encargaremos de apoyarles; a mi señal y ni un solo momento antes, podrán
abrir fuego con las pelotas de goma contra los sospechosos; {{y recemos para
que nadie salga gravemente herido}}; en el momento en el que el primer
efectivo del ejército de las tinieblas se encuentra a solo un par de metros saltar
de uno de los primeros coches patrulla que forma la barrera, el inspector grita:
-¡¡Ahora!!
Una salva de disparos de pelotas de goma empieza a caer sobre los seres
humanos que intentan contra su voluntad, acabar con la vida de los agentes de
la ley; recordando a una de las tantas horribles y crueles guerras que han
sacudido la historia de la humanidad y en las que se han dejado inútilmente la
vida millones y millones de personas, en donde han perecido millones y
millones de sueños e ilusiones; los duros impactos de los redondos proyectiles
164
hacen que la mayoría de los integrantes del primer frente del involuntario
ejercito de las tinieblas reunido por la máscara-alma infernal, lancen gritos de
dolor y se retuerzan sobre si mismos para acabar cayendo al suelo, pero su
número es tan alto en comparación con los efectivos policiales que aún así, la
siguiente oleada después de ellos consigue saltar encima de los capos de los
coches policiales y enfrentarse cuerpo a cuerpo con los agentes de la ley, en
medio de esta batalla campal, Luís Marcos observa con atención como Ana es
levantada del suelo por un par de efectivos de retaguardia de las fuerzas
controladas por Sergio mientras que sus dos amigos siguen sin poder zafarse
del todo la presa a la que están sometidos por los individuos de oscuro
corazón comandados por Álvaro, es entonces cuando comprende que debe
hacer algo de inmediato para impedir que los muchachos tengan un final
trágico y se dirige hacia uno de sus hombres de confianza:
-¡Tomás, se que es una muy mala situación pero te dejo al cargo, tengo que
salvar a esos muchachos que se encuentran en medio de la glorieta!
-¡¿Pero inspector, le necesitamos aquí…!?
-¡Lo siento pero esos críos no tienen ni un segundo más de tiempo, cojo el
coche patrulla y a través de la radio ya nos mantendremos en contacto!
Esquivando algún golpe que otro y teniendo que apartar a puñetazos a algún
secuaz maligno, el inspector marcos consigue abrirse camino de entre tanta
locura hasta el coche patrulla que le ha traído hasta la escena de esta cruenta
batalla, un Peugeot trescientos siete de cinco puertas; introduciéndose en él, lo
165
arranca dando un súbito acelerón que lo sitúa en unos instantes de camino a
donde se encuentran los elegidos para defender el bien de la humanidad, los
dos jóvenes amigos observan la maniobra y es entonces cuando consiguen
revolverse con todas sus fuerzas contra las personas que les tienen retenidos y
tras endosarles un par de buenos golpes consiguen liberarse de sus malvadas
manos, dirigiéndose a la carrera a rescatar a su amiga, Sergio es consciente de
lo que intentan y aunque su nariz siga sangrando abundantemente sale al paso
de los dos muchachos, pero de repente, se produce un disparo que impacta en
el suelo de tierra a escasos centímetros del pie del malvado joven;
sorprendido, este levanta la mirada hacia el horizonte y observa que ese tiro
proviene de la humeante pistola de Luís Marcos sostenida por su mano
izquierda mientras que con la derecha sostiene el volante del vehículo que
conduce, Nacho y Juan aprovechan esta imprescindible ayuda para llegar hasta
donde se encuentra Ana y liberarla de los dos infernales esbirros que la tienen
presa, tras observarla fugazmente para ver que esta consciente y sin ninguna
herida que pudiera ser fatal, la sostienen entre sus hombros y se dirigen todo
lo velozmente que pueden hacia el encuentro del trescientos siete policial,
cuando este se encuentra muy cercano a la estatua del ángel caído, gira en seco
unos noventa grados para situarse paralelo a la carrera que llevan los tres
jóvenes y descendiendo drásticamente la velocidad del coche patrulla que
conduce, el inspector Marcos consigue ponerse a la altura de los tres
166
muchachos y mientras va bajando la ventanilla correspondiente al conductor
del vehículo les grita:
-¡Abrir la puerta trasera y subíos ahora mismo en el coche, no tendremos otra
oportunidad!
Nacho es el que está situado en el lado más cercano de la puerta y mientras
sujeta a su amiga con el brazo izquierdo, consigue estirar el derecho lo
suficiente como para que su mano llegue al pomo de la misma y no sin
bastantes dificultades, logra abrirla mientras que la puerta se bambolea de un
lado para otro debido a la velocidad que lleva el coche patrulla; ante esta
maniobra evasiva de los defensores del bien, Sergio emprende una carrera a
toda velocidad seguido de Álvaro para intentar atraparles, en ese momento
Nacho gira su cabeza hacia atrás y tras ver como se les acercan los dos jóvenes
tira como puede de Juan y de Ana hacia el vehículo, metiendo con todas sus
fuerzas parte de su cuerpo en el mismo, consigue detener la fuerte oscilación
de la puerta y con un último empujón proveniente de Juan y de una maltrecha
Ana, se cuelan en la zona trasera del vehículo cayendo a sus asientos de boca,
aún con los pies de Juan asomando por el exterior del coche patrulla, Luís
Marcos acelera a toda velocidad produciendo un derrape con la tierra del
parque que rápidamente les aleja de los encargados de comandar las fuerzas
demoníacas en la tierra; encaminándose velozmente en dirección este por el
Paseo del Uruguay, los tres amigos consiguen recolocarse en los asientos
traseros del trescientos siete y Juan puede cerrar la puerta que se mantenía
167
abierta, cuando se encuentran en el lateral sur de unos jardines que reciben el
nombre de Cecilio Rodríguez se avista ya muy cercana la proximidad con la
puerta de Granada, la cual es una de las salidas del parque del Retiro, esta
puerta se encuentra cerrada por una férrea verja de hierro negro y flanqueada
por un pequeño puesto fijo de la policía nacional en el que se encuentran a pie
del mismo dos policías apostados a ambos lados del paseo; el inspector
Marcos se echa la mano a uno de los bolsillos de su pantalón y saca su placa
identificativa, conecta las luces y la sirena del vehículo y asomando medio
cuerpo por fuera de la ventanilla y con dicha placa ondeando en lo alto de su
mano izquierda grita a pulmón abierto a los dos policías:
-¡Soy el inspector Marcos, de la comisaría de Gigantes y Cabezudos; me
encuentro en situación de emergencia, me es imposible detener el vehículo en
estos momentos, abran inmediatamente la verja de salida!
Los policías nacionales que se encuentran de guardia dudan por completo
sobre si deben sacar su arma reglamentaria y obligar al vehículo a pararse o si
deben intentar abrirle la verja y permitirle el acceso; el tiempo que tarda en
recorrer el trescientos siete la distancia que le separa de la verja de la puerta de
Granada es mucho menor que el tiempo que tardan los policías en llegar a una
decisión, haciendo que sea inevitable que choque contra la misma, justo unos
instantes antes de esta embestida, Luís Marcos aprieta al máximo el acelerador
del coche patrulla mientras le grita a los tres muchachos:
-¡¡Agarraos muy fuerte donde podáis, vamos a chocar contra la verja!!
168
Sin apenas haber terminado de soltar su advertencia, el vehículo impacta
brutalmente contra la mitad izquierda de la fuerte verja negra haciéndola saltar
por el aire solo siguiendo unida por unos de sus hierros a unos de los antiguos
muros que delimitan el parque del Retiro, el trescientos siete también sufre
fuertes desperfectos en la zona delantera en forma de hundimiento parcial de
su capó, de los faros delanteros hechos añicos con cristales que albergaban
completamente destrozados y con el desprendimiento total de la aleta
izquierda de su carrocería; aún así el coche patrulla consigue seguir en
funcionamiento y provoca un enorme descontrol en el tráfico al entrar de
sopetón en la avenida de Menéndez Pelayo, que obliga a muchos vehículos a
frenar bruscamente o a dar unos secos volantazos para no chocar contra él,
aunque algunos si llegan a impactar entre si pero gracias al cielo solo son los
denominados “golpes de chapa” sin que se lleguen a producir heridos de
gravedad; tras unos fuertes bandazos producidos por el golpe contra la verja,
el inspector marcos consigue hacerse de nuevo con el control del vehículo
policial y lo sitúa en uno de los carriles de sentido norte de la avenida por la
que se encuentra, mientras sigue circulando a gran velocidad con las luces y la
sirena de aviso correspondientes, el inspector mira por el retrovisor y pregunta
alarmado a Ana, Nacho y a Juan:
-¡¿Estáis bien todos por ahí detrás?!
Los tres jóvenes le dicen que sí al unísono mientras se incorporan apoyándose
en los asientos de la parte trasera y Juan coloca la parte superior de su cuerpo
169
en el hueco que hay entre los dos asientos delanteros para poder comunicarse
mejor con el inspector de policía:
-Nos alegra mucho volverle a ver vivo y de una pieza, nos temíamos que le
hubiese pasado lo peor en la comisaría.
-Gracias, ya sabes lo que dice el refrán: mala hierba…., ahora abrocharos los
cinturones de seguridad, que bastante suerte habéis tenido con lo de esa verja
del Retiro y a continuación os contaré como conseguí llegar hasta vosotros.
Los tres muchachos acatan rápidamente la recomendación en materia
seguridad que han recibido y tras ello, se disponen a oír el relato del inspector
Marcos:
-Estoy vivito y coleando por los pelos pero tras costarme Dios y ayuda,
conseguí quitarle al compañero la pistola y con la culata de la misma, le di tal
hostión en la cabeza que aparte de abrirle una brecha, le mande a dormir una
profunda y larga siesta –relata el inspector de policía sin apartar ni un instante
sus ojos de la vía por la que circula –cuando conseguí llegar hasta la planta de
arriba, me quede a cuadros con lo que estaba viendo, parecía una película de
estas de la segunda guerra mundial: todos o casi todos los delincuentes y lo
mas sorprendente, algún que otro policía de los que allí se encontraban se
habían lanzado como fieras a por el resto de agentes que estaban por esa
planta, unos delincuentes estaban disparando contra nosotros con los
revólveres que habían conseguido robar a algunos compañeros, otros nos
atacaban a puñetazo limpio, otros nos arrojaban cualquier objeto punzante
170
que encontraban a mano…, vamos, un auténtico infierno; salí pitando en
ayuda de mis compañeros y entre toda la inmensa jarana que había allí
montada, fui el único que se fijo en como el chico de los malditos rayos rojos
salidos de su cara y su amigo se escapaban tranquilos y sonrientes en medio
del todo el barullo que había en la comisaría.
Mientras Luís Marcos prosigue con su narración el coche patrulla atraviesa la
intersección de la calle O’Donnell aunque unos de los semáforos que regula el
tráfico en ese punto este con el luminoso rojo.
-Te voy a hacer esta pregunta y que conste que verte aparecer en el parque del
Retiro ha sido la visión mas feliz de mi vida, pero, ¿cómo conseguiste saber
donde nos encontrábamos? –se interesa Nacho.
-Después de que pasarán tres cuartos de hora hasta poder solucionar la
revuelta de Gigantes y Cabezudos gracias a los refuerzos de las comisarías más
cercanas, ninguno de los detenidos se acordaban de lo que había pasado,
incluso no recordaban porque se decidieron a atacar a las fuerzas de seguridad
allí presentes; más tarde comente con el comisario lo que me había pasado
con el policía que custodiaba las celdas, sin llegar a mencionarle nada de los
temas paranormales, claro, y estuve intentando dar con vuestra pista o con la
de los otros dos chavales pero no conseguí nada concreto hasta que menos
mal, vuestra escaramuza en el tren de metro de la línea diez fue tan discreta
como lo es un elefante en una cacharrería que decidí acompañar a una de las
unidades que fueron hasta la estación de Príncipe Pío y tras hablar con los
171
guardias de seguridad que aún quedaban en pie y con algunos testigos, tuve la
certeza de que efectivamente se trataba de vosotros; poco después recibimos
otro aviso de que un buen número de personas se dirigían en dirección el
museo del Prado cuando no estaba convocada ninguna manifestación ni había
sucedido nada para que se diera tal concentración; pedimos refuerzos y nos
dirigimos hacia allí cagando leches y bueno…, del resto ya sabéis como va la
historia.
A los pocos minutos del término de la explicación del inspector, los ocupantes
del trescientos siete oyen como proviene de la zona trasera una salve de
bocinas y frenazos; el inspector de policía mira por el retrovisor mientras que
los tres amigos giran parcialmente sobre si mismos para observar a través de la
luna trasera del vehículo una imagen que les deja petrificados: abriéndose paso
a toda velocidad entre los demás coches de una manera brutal, rebasándolos e
introduciéndose en cualquier mínimo hueco por el que quepa, saltándose
carriles de un lado a otro a discreción e incluso chocando levemente contra
los vehículos a los que no puede superar para desplazarlos a un lado; un taxi
Skoda Octavia conducido por Sergio y llevando de copiloto a Álvaro les
persigue implacablemente por toda la ciudad.
-¡Me caguen en la hostia!, esos dos mamones han secuestrado un taxi y vienen
a por nosotros, ¡no se cansa nunca de querer mandarnos al otro barrio! –
exclama Juan.
172
-¡Ese cabrón no parara hasta que consiga matarnos o que le matemos, no va
haber otro final en esta historia!, –sentencia Nacho mientras Ana le observa al
decir estas palabras y en su interior teme con todas sus fuerzas de que eso sea
cierto.
-¡Agarraos de nuevo a donde podáis, chicos; vamos a ver si esos dos tienen
cojones de perseguir a un perro viejo que se patrullo mil veces estas calles de
joven!
Pisando a fondo el pedal del acelerador hasta el final de su recorrido, el coche
patrulla produce tal aceleración que empuja los cuerpos de sus ocupantes
hacia los respaldos de sus asientos, mientras esquiva a muchos vehículos que
se encuentran delante de él con peligrosidad pero también con una gran
maestría, el trescientos siete se interna por la calle Príncipe De Vergara y sigue
circulando en dirección norte dejando a su paso numerosas calles transversales
pero incluso con la pericia a la conducción de Luís Marcos, el taxi que
transporta las personificaciones del mal en la tierra cada vez esta más próximo
a ellos.
-¡Joder!, les seguimos teniendo pegados al culo; quien me iba a decir que seria
perseguido por un taxi, ¡es el sueño echo realidad de cualquier pelillas!, –
ironiza Luís Marcos.
-¡Inspector, creo que la única manera de poder despistarle es callejeando por
alguna de las pequeñas calles que cruzan por la que vamos! –le recomienda
Ana.
173
-¡Agradezco el consejo pero es precisamente lo que tengo pensado hacer,
antes de ser inspector me he comido muchos años de patrullas y me conozco
muy bien casi toda esta ciudad, solo estoy esperando para meterme en una que
no sea de sentido contrario!
Mientras, Juan y Nacho vuelven continuamente sus cabezas hacia la luna
trasera y observan como el taxi conducido por Sergio se encuentra ya a solo
un par de vehículos de separación, incluso, pueden divisar su cara y ver como
esta presenta un fuerte esbozo de roja energía maligna conjunto una expresión
desencajada por el odio.
-¡No me gustaría poner a nadie nervioso pero ese hijo de perra ya esta casi
encima de nosotros y trae cara de muy pocos amigos! –hace señales Nacho
con el dedo hacia la parte trasera del trescientos siete.
-¡Aja…, esta calle es perfecta! –exclama el inspector de policía mientras que
gira fuertemente el volante del coche patrulla y se introduce en la calle Ayala
en dirección oeste a una velocidad exageradamente alta para la estrechez de
dicha calle, pareciendo que el coche iba a estrellarse contra la pared de algún
edificio en cualquier instante; tras finalizar el recorrido de la calle Ayala, los
tres muchachos junto con el inspector Marcos van a desembocar bruscamente
a una de las principales arterias internas de la capital: el Paseo De La
Castellana; tras esquivar milagrosamente a unos cuantos coches que circulaban
por ella y llevarse unas sonoras pitadas, el vehículo policial consigue
174
incorporarse a la circulación y seguir en sentido norte, el obligatorio en esta
zona de la enorme vía circulatoria.
-¡Nos les veo, puede que hallamos conseguido perderlos de vista! –grita Juan
mientras mira insistentemente por la luna trasera del trescientos siete policial.
-Ahora vamos a buscar la comisaría más cercana que haya por esta zona y una
vez allí, os dejare bajo la protección del cuerpo policial de la misma y me
pondré en contacto con mi comisario para informarle de lo que ha sucedido y
que mande a todas las unidades disponibles a la persecución del taxi que
conducen esos dos desalmados.
-Me gustaría pensar que esa idea saldrá bien; pero me temo que los únicos
capaces de poder detener del todo a ese psicópata y al homicida de su amigo
somos nosotros tres. –le responde Ana.
-Puede ser, pero no estoy dispuesto a que ningún más civil arriesgue su vida;
además, por muchos poderes que tengas con la máscara fantástica esa, les será
mucho más difícil poder con todo el cuerpo nacional de policía de Madrid.
-Ya ha visto que la fuerza bruta no puede hacer nada en contra de ellos y es
cuestión de tiempo qu…
-¡Lo siento Ana, pero no hay nada más que hablar; aquí el adulto y el policía
soy yo y he tomado la decisión que conside…! –la reprimenda de Luís Marcos
a la muchacha por rebatir su autoridad se ve interrumpida cuando el inspector
enmudece repentinamente al volver la vista hacia el espejo retrovisor derecho;
175
Ana junto con sus dos amigos se percatan de que algo extraño le sucede y la
baluarte de las fuerzas del bien le pregunta:
-Eh, oiga, ¿está bien…, que le pasa…, por que se ha callado de repente?
-Si os giráis hacia atrás lo vais a ver vosotros mismos…
-Los tres amigos ya saben a que se refiere el inspector Marcos pero aún así
voltean sus cabezas hacia atrás para mirar por el traslúcido vidrio que sirve de
ventana de la parte trasera del coche patrulla y lo que ven, por desgracia,
confirma todos sus temores: a unos cuantos metros de haber rebasado la
intersección del paseo de La Castellana con la calle Juan Bravo, aparece como
un Juggernaut imparable el taxi Skoda Octavia sorteando temerariamente a
todos los vehículos que circulan entre él y el vehículo policial.
-¡¿Cómo cojones ha podido saber por donde nos movemos y como ha podido
acercársenos de manera tan rápida!? –rayando en la desesperación se pregunta
el inspector de policía.
-Creo que tengo la explicación para eso –responde Ana mientras levanta el
dedo irónicamente a manera de solicitar turno para poder hablar; -sabe por
donde estamos porque localiza el flujo de energía que desprende mi máscara-
alma y lo de conducir a lo fórmula uno se debe que su máscara multiplica por
mucho cualquiera de las cualidades naturales que él tenga.
-¡Maravilloso…, después de esta explicación me siento mucho más tranquilo!
–ironiza Juan en un momento no demasiado adecuado para ello.
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El coche patrulla rebasa la glorieta de Emilio Castelar seguido a un solo
vehículo de distancia del taxi que transporta a las dos oscuras almas, tras
recorrer frenéticamente la distancia que los separa de la siguiente glorieta, la
llamada Plaza Doctor Marañon, el trescientos siete ya es seguido sin ningún
obstáculo de por medio por el Skoda Octavia, tras dejar ambos vehículos
detrás de si a dicha glorieta, Sergio anuncia su proximidad con sus perseguidos
estampando la parte delantera del coche que conduce contra la posterior de
coche patrulla, este impacto provoca que el grito generalizado de los
ocupantes del Peugeot y que este abandone su trayectoria en línea recta para
dar bandazos de un lado a otro del carril por el que circula, llegando a invadir
los carriles contiguos en algún momento, Luís Marcos consigue estabilizar la
dirección no si grandes apuros y nada más hacerlo el inspector saca su pistola
reglamentaria por el exterior de la ventanilla del conductor con su mano
izquierda mientras que con la derecha mantiene el control del volante y
sacando parte de su torso hacia fuera para permitirle un mejor ángulo de
disparo grita con la voz entrecortada por el fuerte aire del exterior:
-¡Chicos, recostaos todos hacia abajo, a este le voy a parar yo por las bravas!
Con un ojo a la carretera y con el otro apuntando a Álvaro y a Sergio, el
inspector de policía efectúa tres disparos consecutivos de los cuales, dos de
ellos impactan en diferentes partes del fuselaje del taxi mientras que el último
de ellos se acerca bastante más a sus objetivos impactando en su luna
delantera y pasando entre los dos muchachos, consiguiendo que Álvaro se
177
asuste y que agache parcialmente su tronco mientras que Sergio está tan
concentrado en sus presas que ni siquiera se inmuta.
-¿¡Qué ha pasado…?, -pregunta a grito pelado Ana ya que agazapada como
sus dos amigos en la parte trasera del vehículo policial, no puede divisar lo que
sucede, –¿le ha dado a alguno de ellos!?
-¡No, maldita sea, uno de los disparos ha estado cerca pero no he conseguido
acertarles! –responde el inspector Marcos mientras vuelve a sentarse
plenamente en su asiento para retomar con las dos manos el volante del coche
patrulla, aún con su mano izquierda portando la pistola.
Como advertencia de que no se deja intimidar por estos disparos, el portador
de la maléfica máscara-alma da un fuerte acelerón al Skoda Octavia que
conduce y tras maniobrar bruscamente a la derecha, consigue situarse en
paralelo con el coche patrulla, en ese instante, Luís Marcos mira a través de la
ventanilla del copiloto de su vehículo y en cuestión de décimas de segundo
pasa de su mano izquierda a la derecha el revolver para apuntar directamente a
la cabeza de Sergio, ante esta acción ofensiva, el muchacho reacciona con
mucha rapidez y frena bruscamente el taxi que conduce haciendo que este
vuelva a la parte trasera del trescientos siete y apartándose de la trayectoria de
las balas que emergen del cañón de la pistola del inspector, balas que solo
consiguen destrozar el cristal de la ventanilla de la puerta del copiloto del
propio vehículo policial; ambos coches se internan en la rotonda aledaña con
la plaza San Juan De La Cruz a una vertiginosa velocidad haciendo del
178
trayecto curvo de circulación del carril uno completamente recto, nada más
abandonan dicha rotonda, el Octavia logra volver a situarse a la altura del
vehículo policial y tras coger impulso girando levemente hacia la derecha,
Sergio propina un radical volantazo a la izquierda que provoca una
monstruosa embestida del Skoda en el medio del lateral derecho del Peugeot
que hace que pierda completamente la estabilidad y se sitúe durante unos
segundos a dos ruedas para que inmediatamente después sobrepase su eje de
equilibrio y comience a dar vueltas de campana, tras unas cuatro o cinco de
estas, atraviesa la mediana de separación de sentidos de circulación y acaba
estrellándose contra uno de los muros que forman el complejo arquitectónico
que alberga las sedes de varios ministerios de la nación en la que nos
encontramos; por una mera cuestión de suerte, el coche patrulla no impacta
contra ningún peatón que estuviese andando por la acera aledaña a dicho
muro pero este grave accidente provoca el miedo y la histeria de los
viandantes que se encuentran cerca de la dantesca escena; el vehículo policial
se encuentra con sus bajos mirando hacia el cielo y con su techo
completamente aplastado besando el asfalto, sufre una multitud de graves
daños a lo largo de toda su estructura e incluso dentro del aplastado capó, el
motor desprende un fuerte chorro de vapor de agua; el Skoda Octavia, que
solo presenta deformadas la aleta izquierda y la puerta del conductor, se
detiene a unos pocos metros de distancia de donde se encuentra el siniestrado
vehículo y sincronizadamente se abren las dos puertas delanteras del taxi,
179
descendiendo Sergio y Álvaro del mismo, sin ningún atisbo aparente de
impaciencia, se dirigen con paso tranquilo hacia el vapuleado coche patrulla
inspeccionando ocularmente lo poco que se puede divisar del interior del
mismo.
-¡Sí…, por fin está hecho, hemos conseguido liquidar a esos santurrones duros
de roer!, –después de controlarlo durante todo este tiempo, Álvaro da rienda
suelta a su deseo de ansías de poder.
-Todavía no te emociones, no he visto que el ángel negro haya aparecido
delante de nosotros para felicitarnos por nuestra victoria…, hasta que no vea a
un centímetro de mi cara como esos mierdas han dejado de respirar, no me
quedare completamente satisfecho.
180
CAPITULO SÉPTIMO
Gracias a mis cualidades incorpóreas, consigo introducirme en lo que ha
quedado del habitáculo de pasajeros del trescientos siete y en él puedo ver que
tanto Luís Marcos como Ana, Juan y Nacho permanecen completamente
inmóviles, con la mitad inferior de sus cuerpos agarrados por los cinturones
de seguridad y con la mitad superior reposada sobre el destrozado techo del
Peugeot; transcurren unos eternos y angustiosos segundos en los que reina el
silencio y en los que temo con toda mi alma que haya llegado a su fin la vida
de estos cuatro nobles héroes de la humanidad hasta que un esperado rayo de
esperanza se materializa en un corto pero poderoso destello azul proveniente
de la sangrante cara de Ana, este destello parece funcionar como una llamada
defensiva ante la inmediata proximidad de su antagonista, proporcionando un
aporte extra de fuerza al cuerpo de la muchacha y provoca que está abra
tímidamente los ojos y recupere a duras penas la consciencia; inmediatamente
después, la muchacha gira levemente su torcido cuello hacia la derecha para
hacer que su cabeza rote un poco sobre el techo del vehículo y divisar así
primero al inspector de policía y luego a sus dos amigos, la joven que apenas
puede ver debido a que su ojo izquierdo está regado con la sangre que
proviene de la ceja del mismo lado de su cara, grita desesperadamente:
-¡Nacho…, Juan…, inspector Marcos!; ¿podéis oírme alguno?, –tras obtener
como única respuesta la proveniente del ruido provocado por la salida del
chorro de vapor proveniente del motor, la muchacha grita aún más
181
desesperadamente: -¡¡Por el amor de Dios, contestarme…, tenéis que
despertar!! .
Por fin, Nacho consigue abrir levemente el párpado de su ojo derecho y
aunque lo intenta, no puede hacer lo mismo con el izquierdo debido a que lo
tiene completamente hinchado y amoratado debido a un golpe que ha recibido
en el transcurso del accidente; levantando lenta y costosamente su cabeza en la
dirección en la que se encuentra Ana, contesta a sus ruegos:
-Uugggff…, madre mía…, siento como si la tuviera toda la sangre
concentrada en la perola; ¡¿qué es lo que nos ha pasado?!
-¡Esos dos mal nacidos nos han dando una hostia en un lateral del coche
mientras huíamos de ellos y tras dar varias vueltas de campana nos hemos
quedado tumbados bocabajo!
-¡Joder!, ha tenido que ser la madre de todas las hostias…, y por lo que veo tu
ceja esta echa un apaño… -el amigo de la joven intenta moverse para salir de
la antinatural posición en la que se encuentra pero esos movimientos le
arrancan un grito de dolor:
-¡Aarrgg…, me duele un huevo la muñeca izquierda, si no está rota la debe
faltar muy poco!
-Tranquilo, intenta moverte solo lo justo; a ver si puedes conseguir que Juan
se despierte, la máscara-alma me esta lanzando unos impulsos muy fuertes de
advertencia de que ese cabrón se está acercando cada vez más a nosotros.
182
Nacho gira esta vez su cabeza hacia la derecha, rotándola sobre el techo del
coche patrulla para mirar como se encuentra Juan y tras llamarle varias veces
sin conseguir resultados, el joven empieza a zarandearlo con la ayuda de la
punta su hombro izquierdo:
-¡¡Juan, Juan…!! ,despierta ya de una vez tío…, ¡¡ venga coño dime algo,
aunque sea alguna de las chorradas irónicas de las tuyas para saber que estas
bien…!!
Tras pronunciar estas ultimas palabras, aún con los ojos cerrados, de la boca
de Juan sale lenta y susurradamente:
-Va..,vale, macho; que entre lo que me duele… la cabeza y tus gritos me van a
estallar el cerebro.
-¡¿Cómo te encuentras, te duele algo…?! –pregunta la muchacha mientras la
brecha de su ceja sigue sangrando tan abundantemente que pequeños chorros
de sangre salpican sobre el techo del vehículo policial.
-Seria mejor preguntarme que es lo que no me duele, voy a intentar moverme
para ver si…, ¡Uuuuffff…, joder!
-¿Ese “Uuuuffff”…, joder”; que significa? –le pregunta Nacho.
-Pues significa nada más y nada menos que tengo rota la pierna derecha.
-¡Me caguen en la puta…, menuda mierda!, – grita Nacho saliendo de sus
casillas, –Ana ha sentido que esos dos cabrones se están acercando hacia el
coche, seguramente para comprobar si la hemos palmado en el accidente y si
183
ven que no ha sido así, encargarse por si mismos de que lo hagamos de todas
formas.
-Pu…, pues tendréis que coger a vuestro amigo, salir del vehículo como
podáis y ayudar…, ayudarle a correr a la pata coja mientras yo los entretengo
como pueda. –hace entrada de escena la débil voz del inspector Luís Marcos.
-¡¡Inspector Marcos!!, –exclama Ana con toda la alegría que puede surgir de su
maltrecho cuerpo, -¡está vivo…, parece un milagro que no nos hayamos
palmado ninguno de nosotros!
-La verdad que es pura potra…, a lo mejor han tenido algo que ver tus
contactos angelicales…, pero tal como me encuentro creo que estoy más cerca
de su barrio que del nuestro; -mientras continúa hablando, el maltrecho
inspector coge con su mano derecha su pistola, que se encuentra tumbada
sobre el techo del vehículo policial, a escasos centímetros de él, –tengo las dos
piernas atrapadas por el salpicadero del coche patrulla y muy probablemente
las tenga rotas, debo de tener el brazo izquierdo roto y creo que me asoma
parte del hueso por fuera de la ropa y la nariz me sangra que da gusto; así que
lo único que puedo hacer por vosotros es cubriros mientras ponéis algo de
tierra de por medio con esos dos hijos de perra.
En ese momento, Juan gira como puede su cabeza para mirar a través de la
ventanilla que tiene a su lado y comprueba con sus propios ojos como,
efectivamente, Sergio y Álvaro están ya casi encima del trescientos siete
siniestrado lo que le hace avisar a sus dos amigos:
184
-¡Chicos, no quiero poneros nerviosos pero estoy mirando por mi ventanilla y
esos dos bastardos están prácticamente sobre nuestros pescuezos.
-¡Salir cagando leches como podáis, yo les daré algo con lo que entretenerse
mientras gano tiempo para que tengáis unos minutos de ventaja en vuestra
huida!
-Ya.., ¿pero y usted…?, ya le abandonamos una vez en la comisaría y no
pensamos ni por asomo repetirlo otra vez! –le discute Nacho.
-¡Hay que joderse, que mocosos más contestones…, mira chaval, te guste o
no, no hay otra opción, o palmamos todos aquí dentro o por lo menos
escapáis y le dais una esperanza a la humanidad; vosotros decidís!
-Nunca le olvidaré, Marcos y me encargaré de que esos dos mal nacidos
tampoco lo hagan el resto de sus días. -Cargándose de arrojo y determinación,
Ana se desabrocha el cinturón de seguridad que la mantiene sujeta al asiento
del vehículo policial y tras caer de cara contra el techo del coche patrulla,
planta sus manos y separa su cuerpo del mismo para adoptar una posición
sentada; Nacho y Juan conmovidos por el coraje de su amiga, empiezan
también a quitarse sus respectivos cinturones de seguridad y tras el inevitable
batacazo, se incorporan para dirigirse al lado del vehículo por donde la joven
está tratando de buscar una salida; la muchacha coge el pomo de la puerta
izquierda del coche patrulla y tira del él con fuerza pero la puerta no cede ni
un milímetro debido al que el golpe recibido la ha deformado en gran medida
y eso ha producido que esté encajada con el resto del chasis, la muchacha
185
decide darle unos fuertes empujones con su hombro izquierdo empleando
toda la fuerza de la que dispone pero todos sus intentos resultan fútiles, al ver
que su amiga nunca conseguirá hacer ceder a la puerta, Nacho toca el hombro
derecho de la joven con firmeza y la dice:
-¡Ana, pégate hacia el asiento todo lo que puedas…, por cojones que se va
abrir la jodida puerta…! –entonces, el amigo de la ariete celestial inclina su
cuerpo hacia atrás, toma anclaje con sus dos manos en distintos puntos del
trescientos siete y cerrando los ojos y apretando los dientes, recuesta todo lo
que puede sus piernas contra su pecho y con la rapidez de un rayo lanza tal
patada combinada sobre la parte interior de la puerta obstruida que esta no
tiene mas remedio que desprenderse parcialmente del resto del coche, solo
quedando agarrada por su extremo superior derecho; en ese momento, el
inspector Marcos grita a los tres jóvenes:
-¡Ya están encima nuestro, voy a empezar con la traca, así que correr como
gacelas y no se os olvide patearles el culo de mi parte…! –automáticamente
empiezan a oírse tremendos estruendos acompañado por fuertes fogonazos
de luz amarilla; tras el susto inicial, Ana, Nacho y Juan comienzan a salir a
gatas por ese orden hacia la acera exterior; tras erguirse parcialmente para
parapetarse tras el coche patrulla siniestrado, Nacho y Ana elevan levemente
sus cabezas para alzar sus líneas visuales por encima de los límites del vehículo
mientras que Juan permanece sentado en el suelo apoyando su espalda sobre
el mismo; los dos jóvenes observan como tanto Álvaro como Sergio están
186
echados sobre el suelo, refugiados tras la vegetación de unos pequeños
arbustos que forman parte del estrecho jardín que acompaña en paralelo al
cemento que forma la acera; Luís Marcos se da cuenta por el rabillo del ojo
que los tres amigos están parados detrás del vehículo policial y aunque
comprende que estén petrificados ante tal situación, sabe que deben empezar
a correr inmediatamente para poder salvar sus jóvenes vidas.
-¡Pero…, coño; ¡¿qué pasa, que os voy a tener que pegar a vosotros un tiro
para que empecéis a correr de una puta vez o qué…?!
Juan se arrastra ayudado de sus codos sobre la acera para situar su cara a la
altura de la ventanilla de la puerta del conductor del coche patrulla y le dice:
-Inspector Marcos, gracias por todo y siempre le llevaremos en nuestros
corazones.
-Chavales, yo tampoco os olvidare nunca… ¡ahora, largo!
Ana y Nacho cogen cada uno a Juan por sus axilas y como pueden empiezan a
correr por la acera que discurre a lo largo del complejo de Nuevos Ministerios;
tras ver como se escapan de nuevo los tres defensores del bien en la tierra,
Álvaro le grita a Sergio entre los ensordecedores ruidos de los disparos:
-¡Maldita sea, cuando ya les teníamos se nos vuelven a escapar esos tres
mierdas…!
-¡No seas impaciente, tío; tal como va uno de sus amigos no irán demasiado
lejos y al poli más pronto que tarde se le acabara la munición; entonces todos
ellos serán como inocentes cervatillos y disfrutaremos de un buen día de caza!
187
Transcurren unos minutos en los que los tres muchachos recorren en
dirección norte todos los metros posibles dado sus precarios estados físicos,
sobre todo el de Juan, que apoyándose en sus amigos tiene que dar las
zancadas más largas que pueda con la sola ayuda de su pierna izquierda, todo
ello bajo las primeras gotas de agua que deja escapar el colapsado cielo oscuro
que se cierne sobre la capital de España; nada más llegar a la intersección de la
calle Raimundo Fernández Villaverde, dejan de oír la serie de disparos que
salían del arma reglamentaria del inspector Marcos, siendo sustituidos estos
duros y secos ruidos por un angustioso y cerrado silencio; con lo que los
jóvenes comprenden que se han debido agotar todas las balas del inspector y
que ya no disponen, ni por un segundo más, de la ventaja que tenían sobre los
dos secuaces de las fuerzas de las tinieblas.
-¡Dios mío!, ya no se oye nada…,¿qué es lo que vamos a hacer ahora? –le
pregunta Juan a sus dos fatigados amigos.
-Si seguimos corriendo tal…, tal como estamos, esos dos tardarán en cazarnos
lo que dura un caramelo en la puerta de un colegio. –responde Nacho.
-Sí…, tenemos que escondernos en algún sitio e intentar ganar algo de tiempo
para pensar en la manera de poder cambiar las tornas y atacarlos nosotros a
ellos; pero no se me ocurre a donde. -mientras termina de hablar, Ana mira a
su alrededor con la esperanza de poder encontrar un buen escondite.
-¡Creo que ya se donde podemos refugiarnos! –exclama Nacho mientras con
la mano del brazo que no tiene ocupado sosteniendo a Juan, señala el
188
complejo de altos edificios que se encuentran alrededor de la plaza Manuel
Gómez Moreno, –podemos colarnos en alguno de esos edificios y seguro que
una vez dentro, tiene que haber cien mil sitios donde poder escondernos.
-Podremos escondernos durante un tiempo, pero no escapar de ellos y la
verdad es que yo ya estoy harta de hacerlo; pase lo que pase, esto se va acabar
aquí para bien o para mal…, –tras darse cuenta de la solemnidad que
transportan sus palabras, Ana intenta insuflar algo de optimismo a Juan y
Nacho, -¡pero vamos hacer todo lo que podamos para que sea lo primero; así
que vamos, marchando!
Los tres jóvenes amigos cruzan la calle Raimundo Fernández Villaverde a toda
prisa a través del intenso tráfico que circula por ella, tras esquivar como
buenamente pueden, unos cuantos vehículos que les sueltan unas enormes
pitadas debido a que los muchachos no están cruzando ni por el lugar ni por
el momento adecuado de dicha vía, llegan a una explanada cuadrada de duro
cemento gris en la que a su izquierda tiene situada un conocido centro
comercial, un poco más adelante, en la zona norte de la misma se encuentran
varios altos edificios en los que sus fachadas denotan que se produce una
intensa actividad económica; de derecha a izquierda empezamos con un
edificio de una conocida entidad bancaria, seguido de uno un poco más bajo,
que porta el emblema de una empresa de seguros y por último, hay un edificio
que se encuentra algo refugiado tras la figura del centro comercial que alberga
la sede de una empresa bancaria con la fachada completamente formada de
189
grandes cristales tintados que van desde la base de la construcción hasta su
misma azotea ; Juan, sin pensárselo dos veces, como guiado por una
corazonada señala con su dedo índice señala a este último edificio: -¡Ese
edificio es el que buscamos!
Sus dos amigos lo observan durante unos breves instantes y ambos asienten
con la cabeza para comunicarle que están de acuerdo con él; los tres amigos
encaminan su marcha a través de la pequeña plaza de asfalto entre el estupor y
las miradas atónitas de los clientes que salen y entran del centro comercial y
las de los viandantes que se encuentran por la zona debido al herido y horrible
aspecto físico que presentan ellos y sus ropajes; una vez que están a unos
pocos metros de la entrada principal del edificio, observan como está formada
por unas enormes puertas giratorias de la que salen y entran personas trajeadas
a un ritmo constante; en ese instante, la máscara-alma de Ana produce un
breve pero intenso destello azul en la cara de la muchacha, esta rápidamente
gira sobre sus talones y divisa a la columna de energía roja, característica de la
máscara de Sergio, aproximándose rápidamente al lugar donde se encuentra
ella con sus dos amigos.
-Chicos…, tenemos que entrar pero que ya adentro, dentro de nada esos dos
llegarán aquí.
Juan y Nacho no ponen en cuestión ni por un segundo las palabras de su
amiga y acto seguido los tres luchadores del bien reemprenden su carrera hacia
la entrada de tan imponente edificio; una vez que consiguen introducirse en
190
las puertas giratorias, pueden observar como son mirados con extrañeza a
través de los materiales traslúcidos de las mismas por las personas que
comparte giro con los tres jóvenes; cuando han dejado atrás las puertas de
entrada, los tres amigos divisan el lujoso hall de entrada del edificio, en el que
se encuentra un largo mostrador de entrada presidido por un gran logotipo del
banco propietario del inmueble y en el que se encuentran dos recepcionistas
con auriculares y micrófonos sobre sus cabezas atendiendo llamadas
telefónicas y atendiendo las consultas de las personas que se acercan hasta
dicho mostrador; en el techo de dicho hall están dispuestas unas onduladas
planchas metálicas de color grisáceo con unos potentes focos proyectando su
luz sobre hacia ellos; el centro de la recepción esta ocupado por una pequeña
plaza redonda en donde se ubica un enorme banco semicircular en el que
están sentados todos aquellos que esperan para recibir la tarjeta magnética de
entrada al resto del edificio, tarjetas que son utilizadas constantemente sobre
sensores situados en la zona superior de las barras metálicas giratorias que
están situadas en todas las entradas y salidas al las restantes zonas del
inmueble; durante unos breves momentos nadie se percata de la presencia de
los tres jóvenes hasta que como por un efecto dominó, los ojos de la mayoría
de los allí presentes se dirigen hacia la posición en donde se encuentran.
-<< ¿Qué cojones les decimos ahora a esta gente para que nos dejen
entrar…?>> -le susurra al oído Juan a Ana.
191
-<<Pues sinceramente, no tengo ni la más remota zorra idea…>> - la
muchacha responde sin apartar su vista del frente.
-<< ¿Crees que con un “hola, estamos siendo perseguidos por dos psicópatas
asesinos, uno de ellos con poderes concedidos por el mismísimo diablo”, nos
dejarán pasar sin problemas? >> -sugiere irónicamente Nacho.
Antes de que puedan hacer nada, sorprendentemente se abre uno de los
paneles que conforman la pared del mostrador de recepción, que resulta ser
una puerta de una garita de seguridad encubierta de la que salen un par de
guardias jurados, portando cada uno un revolver que apuntan directamente a
los tres jóvenes muchachos.
-¡Quietos, no deis ni un paso más adelante; acabamos de comunicar a la
policía vuestra presencia y os tendremos retenidos hasta que vengan a
arrestaros!
-Lo siento, amigos, pero no podemos esperar ni un segundo. –Ana contesta a
la orden de detención de los vigilantes con una absoluta entereza y
tranquilidad y nada más pronunciar estas palabras, surge de la cara de la joven
un poderoso destello azul brillante que tras dibujar parcialmente la forma de la
mascara-alma que porta, esta energía desaparece del rostro de la muchacha
para esparcirse por el hall con la fuerza y la rapidez de la onda expansiva de
una explosión; el resultado de este estallido energético consiste en que
restando a ocho personas que miran anonadas a su alrededor, evidenciando
que no sufren ningún tipo de efecto debido a que sus espíritus carecen de
192
moral alguna o a que están regidos por la maldad absoluta; todas las restantes
están paralizadas por la influencia de la mascara celestial, incluidos los dos
guardias de seguridad, los cuales pasados unos breves momentos, doblan sus
rodillas para dejar sus armas reglamentarias sobre el duro y frío suelo de
mármol y luego apartarlas de ellos dándoles una patada con sus propios pies;
Ana, Juan y Nacho se permiten unos cortos instantes para observar
impresionados el aspecto que muestra el recibidor del edificio en el que se
encuentran para inmediatamente retomar su huída, tras saltarse como pueden
las barras de palanca y dejar atrás a la gente que se encontraba en el recibidor,
los tres amigos se dirigen por un muy amplio pasillo hacia una pared de
cemento gris dividida en tres grandes cuadrículas las cuales alberga cada una
de ellas a una cromada puerta de acceso a uno de los ascensores del edificio,
dejando que Nacho soporte por un momento todo el peso de su amigo Juan,
Ana pulsa el botón de llamada de las tres puertas con su mano derecha y tras
iluminarse los mismos desprendiendo una suave y tenue luz blanca, observan
insistentemente con angustia los paneles indicadores situados encima de la
reflectantes puertas de los elevadores, indicándoles por que planta se
encuentran cada uno descendiendo, de vez en cuando, también giran
sudorosos sus cabezas hacia atrás temiendo que Sergio y su perro faldero,
Álvaro, se presenten de un momento a otro en el pasillo en donde se ellos se
encuentran; tras observar en el panel del ascensor del medio, que es este el
que más cerca se encuentra de la planta baja ya que una flecha animada junto a
193
un número indican que va descendiendo por la planta sexta, tras los que hayan
sido muy probablemente los minutos más desesperantes en las vidas de estos
tres jóvenes, por fin se oye la campanilla que avisa de la llegada del elevador a
la planta baja y sin tiempo a que se abran del todo las puertas del mismo, la
portadora de la máscara-celestial carga de nuevo con la parte de peso que la
corresponde de su incapacitado amigo y los tres jóvenes entran a toda prisa en
su interior y giran sobre si mismos para no perder de vista el pasillo.
-¡Vamos, vamos, vamos; dale a cualquier botón de las últimas plantas!, –Ana le
apremia a Nacho, ya que este ha sido quien más cercano se ha quedado del
panel de mandos del elevador.
El muchacho aprieta rápida y repetidamente el botón de la planta treinta y
dos, una vez que la yema de su dedo esta roja de tanto hacerlo, los tres amigos
esperan con más tensión aún si cabe a que se cierren las férreas puertas
corredizas del ascensor, trascurren unos instantes que se hacen eternos en los
que sus ojos están clavados como flechas en el principio del pasillo y en los
que por sus cabezas se pasea una y otra vez la terrible visión de los dos
malignos individuos apareciendo por el pasillo, corriendo sedientos de sangre
hacía ellos; en los primeros momentos en los que empiezan ha cerrarse las
metálicas puertas, el corazón de los tres amigos respira aliviado y empieza a
bombear con más tranquilidad, hasta que inesperadamente, cuando ya se
creían a salvo de momento, se hacen realidad sus terroríficos presagios;
doblando la esquina de mármol que da acceso al pasillo a una velocidad de
194
vértigo, surge un Sergio con la cara desencajada por el esfuerzo de la carrera,
seguido muy de cerca por un no menos fatigado Álvaro; Juan, Ana y Nacho se
quedan completamente petrificados ante tal aparición y solo aciertan a dar
unos pasos hacía atrás para pegar sus espaldas al espejo de la parte trasera del
elevador, cuando está a punto de cerrarse por completo las puertas del mismo,
Sergio llega a tiempo de meter sus manos entre la estrecha rendija que se ha
formado y emplea todas sus fuerzas en intentar abrirlas provocando el grito
generalizado de los tres luchadores del bien en la tierra, tras unos segundos en
los que se debate entre si impondrá la fuerza mecánica o la humana, al final el
oscuro joven consigue que las puertas corredizas se vayan plegando hacia los
lados, manteniendo la puertas semiabiertas, Sergio mira a sus presas y
disfrutando del terror que observa en sus caras, les despensa la más retorcida y
siniestra sonrisa que verán en sus vidas; cuando ya parece todo perdido, Ana
serena su rostro, aprieta sus dientes y cargada de pies a cabeza de valentía y
decisión, planta las palmas de sus manos contra las paredes laterales del
elevador para obtener un par de puntos de apoyo y mirando directamente a
los ojos de su archienemigo, lanza a una rapidísima velocidad la suela de su pie
derecho contra el rostro de Sergio, haciendo que el muchacho salga despedido
hacia atrás como un rayo, atropellando con su espalda a su malvado secuaz
para acabar ambos aterrizando a unos cuantos metros de la puerta del
ascensor, proporcionando el tiempo suficiente para que, esta vez si, las puertas
se cierren del todo y el ascensor empiece a subir a la planta que Nacho había
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elegido en el panel de botones de selección de planta; acto seguido, los tres
muchachos sueltan una profunda expiración de alivio y sus cuerpos caen al
suelo hasta verse sentados sobre el suelo del elevador.
-Ha sido…, le has echado los huevos más grandes que he visto en mi vida. –le
reconoce un impresionado Nacho a su amiga.
-Yo desde luego que me…,¡estoy alucinando! –añade un Juan con la cara
pálida del susto.
-No tengo ni puta idea de cómo lo he hecho, os puedo asegurar a los dos que
yo estaba igual o más acojonada que vosotros, pero no se si es que la máscara-
alma me dio fuerza y valor o fue que sabía que si no hacíamos algo en ese
mismo instante, la cara de ese perro de presa de Satanás era lo último que
íbamos a ver en nuestras vidas.
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CAPITULO OCTAVO
Una vez después de haberse tranquilizado sus ritmos cardíacos y de que sus
caras recuperen algo de color, Ana rompe el breve silencio que se había
formado a base de inspiraciones y exhalaciones provenientes de los tres
agotados amigos.
-Ahora…, en cuanto lleguemos a la planta a la que subimos, tenemos que
hacer que todas las personas que están allí trabajando evacuen el lugar
cagando ostias para que nosotros podamos joder a esos dos cabrones
infernales sin que nadie inocente salga perjudicado.
-Tu plan me parece que esta muy bien, pero solo tengo una dudilla; ¿cómo
coño conseguiremos hacerlo? –pregunta Juan en el tono irónico marca de la
casa.
-Les podemos decir que se ha producido un incendio en las plantas bajas del
edificio y que deben salir todos a toda mecha por las escaleras de emergencia
si no quieren quemarse el culo. –aporta Nacho esta idea.
-No es mala idea, pero fíjate en nosotros…, no vamos vestidos de bomberos,
policías o sanitarios; con las pintas que tenemos, no pienso que nos creyesen
mucho y pasaría bastante tiempo antes de que lográramos convencerles, si es
que lo conseguimos. –pone Ana pegas al plan de su amigo
-Hombre…, aprovechando que tenemos un aspecto horroroso y con la
paranoia que hay hoy en día, podríamos aparecer diciendo a grito pelado que
somos terroristas, no se…, de cualquier grupo que se os ocurra y que hemos
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puesto unas bombas por todo el edificio; que no queremos víctimas humanas
pero que queremos dar un escarmiento a la ciudad destruyendo este
rascacielos.
-Joder…, Juan, por fin en vez de quejarte, has tenido una muy buena idea. –se
asombra Ana de su amigo.
-Si, la verdad es que también yo creo que puede funcionar. –comenta Nacho
afirmando con movimientos de su cabeza.
Al poco de tener lugar esta conversación, suena una campanilla mientras que
el ascensor detiene súbita pero suavemente su marcha, indicando a los tres
muchachos de que ya han llegado a la planta treinta y dos, las puertas
cromadas correspondientes al acceso al elevador en esa planta se deslizan en
direcciones contrarias para mostrar un pasillo prácticamente igual al que
dejaron en la planta baja solo que este presenta en sus laterales unas cuantas
puertas de diferentes tamaños hechas de un material que simula a la madera;
los tres amigos salen del ascensor todo lo aprisa que pueden y se dirigen hacía
la derecha, en donde han avistado las puertas de mayor tamaño, que sin duda
son la antesala de la oficina que se encuentra en aquella planta del edificio,
Ana sigue sosteniendo por el hombro a su amigo Juan mientras que con su
mano derecha baja el alargado pomo gris de diseño que da acceso al
correspondiente lugar de trabajo; una vez que está abierta la puerta y acceden
a su interior, el lugar les muestra un panorama de habitáculos formados por
finas paredes de pladur, repletos de mesas de oficinas y sus correspondientes
198
sillas, ordenadores, estanterías, etc…; estos habitáculos están únicamente
comunicados entre si por un amplio pasillo cuyo suelo está enmoquetado de
un color gris claro; aunque hay un par de trabajadores moviéndose por el
pasillo para ir de una parcela de trabajo a otra, casi todo el mundo está metido
en sus respectivos puestos de trabajo haciendo tareas con sus ordenadores,
otros revisando informes, algunos pocos haciendo fotocopias, etc.…; tan
absortos están estos seres humanos en su rutinario mundo laboral que ni si
quiera se percatan de la entrada a la oficina de los tres jóvenes; entonces
Nacho aparta de si el brazo de Juan y lo coloca en las manos de su amiga ante
la atónita mirada de ambos, con paso decidido se dirige hacia el habitáculo de
pladur que le queda más cercano y en medio de las miradas de asombro del
par de trajeados empleados que allí se encuentran, el muchacho se sube a la
mesa de oficina de este espacio laboral para que pueda ser visto por los
restantes trabajadores de la oficina y en voz alta pregona:
-¡Buenos días señoras y señores!, se que se encuentran muy atareados pero les
pido un momento de su atención; aquí mis dos amigos y yo –sigue hablando
Nacho mientras se gira hacia sus dos amigos y les señala con el dedo –
pertenecemos al movimiento independentista de… Carabanchel; se que
probablemente nunca hayan oído hablar de nosotros, pero eso va a cambiar a
partir de hoy mismo, mis camaradas de armas y yo hemos colocado por todo
este edificio una cuantas bombas –tras mencionar esta última palabra
lógicamente surgen exclamaciones de terror por toda la planta y las personas
199
que allí trabajan dejan automáticamente todo lo que tenían entre manos y
empiezan a moverse en direcciones erráticas debido a su nerviosismo: –pero
no deben temer por sus vidas, –prosigue el joven, –solo queremos llamar la
atención para nuestra causa y no queremos que nadie muera o resulte herido,
así que tienen unos diez minutos para despejar el edificio a través de las salidas
de emergencia antes de que se produzcan las detonaciones; eso es todo,
muchas gracias por su colaboración.
Prácticamente antes de terminar de pronunciar la última palabra, se produce
un estruendoso clamor general y todos los empleados se dirigen a toda
velocidad hacia las salidas de emergencia de las que dispone esa planta,
llevados por el pánico que les invade se propinan fuertes golpes y empujones
entre si para intentar ser los primeros en abandonar el edificio; en cuestión de
unos cuatro o cinco minutos, toda esa zona del edificio se queda
completamente vacía, todavía subido sobre la mesa, Nacho vuelve a girarse
hacia Juan y Ana y les comenta:
-¡Que bien!, hoy seguro va a ser nuestro día de suerte; o esos zumbados
satánicos terminan bailando sobre nuestros cadáveres o la policía nos va a
meter más plomo en el cuerpo que del que hay en un submarino nuclear.
A esta afirmación, tanto Ana como Juan no dicen nada, pero los dos asienten
a la vez con sus cabezas; tras descender de nuevo al suelo, Nacho se
reencuentra con sus amigos y vuelve a sostener a Juan por la axila izquierda de
este; los tres muchachos se encaminan a través del pasillo central hacia el
200
fondo de la planta en la que se encuentran observando todo lo que tiene a su
alrededor para encontrar un sitio que les pueda servir de emboscada para
cuando Álvaro y Sergio hagan acto de presencia en ese lugar guiados por el
rastro de energía que irradiando la máscara de la que Ana es portadora, tras
unos cuantos minutos mirando detenidamente mientras continúan andando,
deciden que el mejor lugar para poder pillar desprevenidos a los dos cabecillas
de la insurgencia infernal en la tierra es en un despacho que está encastrado en
el lado derecho del pasillo y que tiene enfrente una pequeña área de descanso
en donde los empleados de esa oficina descansan un momento a tomarse un
café, los tres guerreros del cielo en la tierra también deciden que Nacho se
esconderá solo en el despacho de mayor tamaño mientras que Ana lo hará
conjuntamente con Juan en la pequeña área de descanso; tras vencer con una
fuerte patada a la resistencia de la puerta cerrada del despacho por abrirse,
Nacho se cuela en su interior y permanece agachado junto al marco de la
misma mientras se asoma mirando a la puertas del ascensor, Ana conduce a
Juan al interior del pequeño habitáculo en donde han decidido esconderse y lo
recuesta en el suelo, apoyando su espalda sobre uno de los laterales de un
mesa sobre la que esta colocada una cafetera, vasos de plástico y diversos
utensilios necesarios para preparar y tomarse los cafés; uno tras otro, se
suceden los minutos en un agobiante silencio en los que Ana y Nacho no
hacen otra cosa que asomar sus testas de los escondites en donde se
encuentran para observar con toda su atención a las puertas corredizas del
201
elevador que se encuentra al otro extremo del pasillo hasta que por fin el
sonido de la campanilla de llegada del ascensor hace que las frentes de los dos
jóvenes se llenen completamente de gotas de sudor; inexorablemente, las
puertas metálicas proceden a su apertura lateral hasta que se vislumbra que es
lo que hay en el interior del ascensor, que para monumental sorpresa de Ana y
Nacho, resulta que el mismo se encuentra completamente vacío, solo habitado
por la cálida luz que desprende los halógenos y por el gran espejo adherido a
la parte posterior del mismo; los dos muchachos se miran atónitos entre si y
tras transcurrir unos momentos, deciden ponerse de pie y salir de sus
escondrijos para avanzar a través del pasillo mirando nerviosamente en todas
las direcciones, tras unos cuantos metros más adelante sin que suceda nada,
Ana se acerca a Nacho y le dice en voz baja:
-Esto no me gusta ni un pelo, estos dos están jugando con nosotros, ahora
que aún podemos deberíamos salir de aquí cuanto antes.
-¿Y qué hacemos, cambiamos de planta o qué?
-Vamos a intentar cambiar de planta, pero esta vez subiremos por las escaleras
de emergencia, vamos a coger a Juan e intentaremos subir un par de pisos.
Rápidamente, los dos muchachos dan media vuelta y a una muy acelerada
cadencia de paso llegan hasta el punto del pasillo en donde habían ubicado su
lugar para la emboscada, tras girar la esquina del primer canto de pladur de
una de las cuatro paredes que da forma a la zona de esparcimiento en donde
estaba escondido Juan, una nueva sorpresa hace que sus rostros se
202
empalidezcan súbitamente y sus bocas sea incapaces de cerrarse; no hay ni
rastro de su amigo por ningún lado, como si de repente se lo hubiera tragado
el habitáculo en donde permanecía escondido; en ese instante oyen una
siniestra y familiar risa proveniente del pasillo central y es cuando los dos
muchachos comprenden todo lo que ha sucedido y con caras de
circunstancias se asoman al mismo para observar como sus malos presagios se
materializan por completo; en el tramo final del pasillo en el que se
encuentran, ven como delante de la abierta puerta de emergencia, Juan es
retenido por la espalda por Álvaro, el cual deja asomar una maléfica sonrisa
mientras tapa con una de sus manos la boca del amigo de la portadora de la
máscara divina, a su lado se encuentra Sergio con sus dos puños cerrados a
una presión inimaginable, mientras que en su magullado rostro, que está
ocupado casi por completo por la total materialización de su diabólica
máscara-alma rebosando tanta energía que deja escapar unos pequeños
chisporroteos rojos brillantes, se puede ligeramente apreciar como su nariz
está rota y de ella brota un pequeño chorro de sangre; surgiendo de su, en
extremo, dura y siniestra sonrisa, las palabras de Sergio resuenan como
cuchilladas en los oídos de Ana y Nacho:
-Os tendrías que ver en estos momentos… ¡menudos caretos de pasmaos!;
¡joder, me has decepcionado chica!, creía que eras más lista, ¿de verdad
pensabas que soy tan estúpido como para intentar echaros el guante por el
camino más obvio?..., que vosotros seáis unos analfabetos educados en unos
203
miserables colegios públicos de la zona sur, no significa que los demás seamos
igual de imbéciles que vosotros; fíjate tu por donde que antes de que me
echaras del ascensor con esa patada, que por cierto, me ha jodido bien la cara,
me quede con el número del botón que habíais pulsado y fíjate que curioso, se
me ocurrió daros una sorpresita subiendo por las escaleras de emergencia; ¡ah!,
por cierto…, nos hemos topado con un pequeño grupo de gente que corría
escaleras abajo huyendo de un… grupo terrorista; ¡ja, ja, ja, ja, ja…!, ¿qué pasa,
que al final habéis decidido pasaros a nuestro bando o qué?
Al oír las hirientes palabras del seguidor de Lucifer, Ana pierde por completo
la serenidad en su fuero interno y su furia se materializa exteriormente con un
luminoso estallido de energía azul, tras el cual se observa con todo detalle las
formas de la máscara-alma celestial materializada por completo en la cara de la
muchacha; la malvada sonrisa desaparece por completo de los rostros de
Sergio y Álvaro y los dos jóvenes dejan su relajada actitud para adoptar otra
mucho más tensa.
-¡Se acabó cerdos, si no soltáis en este mismo momento a nuestro amigo,
vamos a barrer todo el edificio con vuestros pellejos de niños de papa y
cuando hayamos acabado con vosotros, pensareis que habéis sido atropellados
varias veces por el todoterreno de un pijo amigo vuestro!
-Te habrán enseñado muchas cosas “guays” en los caros colegios privados en
donde habrás ido, pero se les olvido enseñarte la más importante. –comenta
204
Nacho dirigiendo una miranda y sonrisa burlesca al portador de la mascara-
alma diabólica
-No lo creo…, a ver chico listo, ¿de cuál se trata?
-¡De que en esta vida hay que hablar mucho menos y actuar mucho más!
Casi sin tiempo ha terminar esta última frase, Nacho y Ana se lanzan al mismo
tiempo a por sus dos enemigos; la joven fija como objetivo a Sergio, el cual
sorprendido no puede esquivar el intenso derechazo que le suelta la muchacha
en la zona izquierda de su cara; mientras que Álvaro, que sigue reteniendo a
Juan, es el destino de los golpes que nacho está deseando infligirle; mientras
tanto, Ana ha conseguido, muy a pesar del dolor se sus puños, conectar par
más de puñetazos a Sergio: uno al lado derecho de su rostro y otro más al
estómago; este último golpe hacer que el muchacho suelte un alarido de dolor
y se encoja sobre la parte de su anatomía castigada pero cuando la joven se
dispone a soltar de nuevo su puño contra la cara del joven, este consigue
reponerse y reacciona esquivando el golpe lanzado contra él y desliza
rápidamente su puño izquierdo por debajo del brazo de la chica para acabar
hundiéndolo sobre el estómago de esta, haciendo que la muchacha suelte un
alarido ahogado apagado por su garganta, el cual sale acompañado de unas
hebras de sangre; a unos escasos metros de esta pelea, Álvaro ve como Nacho
se dirige velozmente hacía el y cuando el joven luchador de las fuerzas del
bien esta a punto de descargar, por el flanco que queda libre de la presencia de
Juan, la retahíla de golpes que tiene prepara para el malvado secuaz de Sergio,
205
esté saca de la palma de su mano izquierda un cúter de oficina con su hoja
desplegada y la coloca su filo sobre la garganta de Juan, haciendo
automáticamente que Nacho baje del todo su brazo y detenga por completo
su embestida.
-Pero mira que sois idiotas…, que te pensabas, ¿qué iba a tener a tu colega
cogido y que no iba a tener nada entre las manos para poder defenderme?;
ahora, si no quieres que tu amigo pinte de rojo hemoglobina toda la planta del
edificio échate cagando ostias al suelo, ¡vamos!
Nacho permanece unos segundos inmóvil, mirando la asustada mirada de su
amigo y dudando sobre que es lo que debería hacer, aunque esa duda se
resuelve en cuestión de décimas de segundo ya que el joven decide no
arriesgar la vida de Juan ni lo más mínimo y se tira al suelo sin perder de vista
el cúter que pende sobre el cuello de Juan; a escasos metros de allí, en la dura
reyerta que tiene enfrentados a Ana y Sergio, este último ha conseguido
agarrar a la muchacha por la sintética camiseta de manga larga de color negro
con franjas rojas que porta y con una sorprendente fuerza para un muchacho
de su edad y constitución, lanza a la joven unos metros por el aire hacía una
contigua oficina y esta acaba aterrizando encima de una de las mesas que allí
se encuentran, haciendo que su cuerpo se deslice bruscamente por la misma
tirando por el suelo la mayoría de los papeles, carpetas, botes con bolígrafos,
etc…, la chica intenta asirse con sus manos a alguna parte de la mesa con sus
manos pero todo sus intentos son fútiles y termina cayendo en seco sobre el
206
enmoquetado suelo, quedando tendida bocabajo; debido al lanzamiento del
que ha sido objeto, la muchacha desaparece por completo del campo visual de
Sergio y entonces este decide no otorgar ni un solo momento de tregua a su
enemiga y arranca a correr hacia donde se encuentra para rematar su ataque, a
toda prisa se introduce en este habitáculo adyacente y cuando dobla la esquina
exterior de la mesa en donde ha caído Ana, el rostro del maligno ariete refleja
la tremenda sorpresa que le causa observar que el suelo no hay ni rastro de
ella, Sergio se gira sobre si mismo nerviosamente para intentar localizar a la
encargada de que la bondad triunfe en la tierra y tras varios segundos de
búsqueda fallida, el joven solo tiene unos instantes para ver como la
muchacha, que estaba agazapada en el otro extremo de la mesa, dan un salto
monumental y gracias a la inercia del mismo, consigue lanzar un poderoso
derechazo en todo el centro del rostro de Sergio, haciendo que este salga
despedido hacia atrás y su cuerpo choque contra una estantería de madera que
se encuentra pegada a una de las finas paredes de pladur que delimitan esa
zona de trabajo, tras este impacto el chico cae inconsciente a plomo sobre el
suelo; Ana se regala unos brevísimos instantes de tiempo para recuperar algo
de aliento y observar desde el ventanal que tiene enfrente como en el exterior
esta lloviendo en una intensidad equiparable a la del diluvio universal,
mientras que girando su hinchada mano derecha examina sus sangrantes
nudillos, comprende que ha debido romperse algún hueso que otro de la
misma; tras este cortísimo balance de daños, la joven sale a toda prisa del
207
habitáculo en donde se encuentra para salir al pasillo central y una vez allí
observa asustada como Álvaro blande sobre la garganta de Juan una hoja de
cúter, mientras que a los pies de ambos se encuentra Nacho tumbado
bocabajo con sus brazos tendidos sobre el suelo; al observar que como ha
sido la muchacha la que ha salido por su propio pie al pasillo, entiende que su
líder ha perdido la pelea que mantenía con la misma y empieza a sentir una
fuerte sensación de acorralamiento, lo que le lleva a intentar una desesperada
huída.
-Ahora mismo me las voy a pirar con vuestro coleguilla y no quiero que a
nadie se le pase siquiera por la cabeza intentar seguirme, porque a la más
mínima que crea que habéis decidido haceros los valientes, le daré un tajo a
este tío en el gaznate sin cortarme un cacho, ¡¿entendido?!
Tanto Nacho como Ana no pronuncian ni una sola palabra y lo único que
pueden hacer los dos es fundir al secuestrador de su amigo con unas miradas
cargadas con odio. –Creo que si que lo habéis entendido, recordar lo que os
acabo de decir y hasta nunca perdedores.
Impotentes y a la vez temerosos por la situación en que se encuentra Juan, sus
dos amigos tienen que presenciar como Álvaro se lo lleva pasando por encima
de Nacho y más tarde, a escasos centímetros de la figura de Ana; cuando el
secuestrador y su rehén llegan al área del pasillo principal en donde se
encuentra la esquina que conduce a la puerta de salida de la oficina en la que
se encuentran, la doblan rápidamente para salir a través de esta puerta y
208
perderse entre los entresijos del edificio; tras pasar unos segundos inmóviles,
asegurándose de que Álvaro se haya ido por completo, Nacho se levanta
raudamente del suelo y se dirige hacia su amiga:
-¿Qué hacemos…? ; ¡tenemos que ir a por ese mal nacido!
-¡Eso está claro, pero no podemos ir a lo loco o ese es capaz de cepillarse a
Juan!; tenemos que ir con mucho cuidado…, la mejor manera de hacerlo sería
que cada uno de nosotros cogiera un ascensor distinto y yo iré bajando, por
ejemplo, por las plantas pares mientras que tú lo haces por las impares, con
todo el sigilo del mundo echaremos un vistazo rápido a la zona y el primero
de los dos que los localice, llamará al otro por el móvil para indicarle en que
planta se encuentran.
-¡Vale, venga vamos! –apremia Nacho a su amiga mientras se pone a correr
por el pasillo principal, Ana hace lo mismo y va a toda velocidad unos pasos
por detrás del mismo; en el momento en el que la muchacha llega a la altura
del acceso al pequeño recinto donde tuvo su pelea con Sergio, este último
aparece bruscamente en escena lanzándose contra la joven y tras empujarla
fuertemente contra la pared, agarra fuertemente con sus manos las ropas de la
misma y la mantiene inmóvil contra la pared, al oír el ruido que provoca el
placaje de su amiga contra la pared, Nacho para en seco su carrera y se gira
bruscamente sobre si mismo para contemplar la situación en la que se
encuentra la misma, el joven completamente hastiado del portador de la
máscara-alma diabólica, aprieta sus puños hasta que los convierte en dos
209
bloques de piedra y cuando sus pies están a punto de hacer salir despedido su
cuerpo hacia Sergio, la voz de Ana hace que el chico se detenga súbitamente:
-¡Nacho, ni se te ocurra venir hacia aquí; no tenemos tiempo, cada minuto que
pasa Álvaro está más cerca de escaparse y de que la vida de Juan no le sirva
para nada, alguien tiene que salvarle…!
-Sí, Nacho, se un niño bueno y haz caso de lo que te dice tu “novia”.
El amigo de la joven titubea durante unos instantes ante no saber cuál es la
decisión correcta y tras tomar una decisión, aprieta los dientes y señalando con
su dedo índice a Sergio le dice:
-¡No te quepa la menor duda de que volveré a por ella, cerdo, y si la ha pasado
algo malo cuando vuelva, te juro que te mataré con mis propias manos de tal
manera que hasta a tu amo se le pondrán los pelos de punta! –nada más soltar
esta certera amenaza, el chico gira bruscamente ciento ochenta grados y con
todo el dolor de su corazón corre con todas sus fuerzas al rescate de Juan;
quedándose en un completo silencio, los dos portadores de los instrumentos
representativos de la eterna lucha entre el bien y el mal se miran mutuamente
a los ojos hasta que Sergio comienza a hablar:
-Mis más sinceras enhorabuenas, parece que por fin uno de tus colegas ha
comprendido lo que está pasando aquí y ha decidido echarle un par de huevos
y dejarse de remilgos moralistas.
-Tú también tendrías que “felicitarte”, eres capaz de sacar lo peor de los seres
humanos que te rodean, pero no temas, Nacho jamás llegará una mierda de
210
mala persona como tú eres por mucho que le pongas contra las cuerdas. –al
oír la irónica respuesta de la joven, el baluarte de las fuerzas satánicas suelta
una cínica media sonrisa y prosigue su conversación:
-Creo que en todo este tiempo que llevamos luchando entre nosotros y
estando ahora así, tan juntitos el uno del otro, me doy cuenta de que no estas
nada mal; me pregunto que hubiera sido de nosotros dos si nos hubiésemos
conocido en otras circunstancias…
-Creo que me darías más o menos el mismo tipo de asco repugnante, aunque
gracias a lo equivocado y terrible de tu decisión nunca lo llegaremos a saber.
-Mira, puta niñata, ¡tú no tienes ni puta idea de lo que ha sido mi vida, así que
ni por un momento te atrevas a juzgarme!
-¡Ah, sí…!, ¿pero tu que te crees, que mi vida la vida ha sido un paseo
primaveral por un campo lleno de flores?; a pesar de las tristezas, las
decepciones y demás penurias que al igual que yo, muchísimas otras personas
de este planeta que hemos tenido que soportar sobre nuestras espaldas, no
hemos perdido la fe en lo realmente hermosos que es la bondad humana y
seguimos luchando cada día por hacer que las personas a las que queremos
puedan vivir en un mundo mejor.
-¡Pues dime que pasaría si no tuvieras nadie a tu alrededor que te quisiera,
nadie con quien pudieras intentar ser feliz, nadie con quien hablar para
contarle tus preocupaciones, tus tristezas, tus más profundos sentimientos…!;
la única persona en el mundo que realmente me quería era mi madre y como
211
su existencia junto a mi era algo demasiado bueno en esta maldita vida, un
cáncer se la llevo para siempre cuando solo tenía diez años; después de eso,
solo he conocido en las todas las personas que están a mi alrededor, una
dedicación plena y absoluta por satisfacer sus propios intereses y sus ansias de
poder, así que yo soy el hacha forjada en la herrería de esta cruel y corrupta
sociedad que se ha vuelto contra ella y que la va a partirla por la mitad.
-¡Ves como te crees que eres el ombligo del mundo!, no eres el único que
perdió a su madre; yo perdí a al mía hace seis años y yo no tuve ni la suerte de
que su muerte fuera por una enfermedad como la de la tuya, un maldito mal
nacido que iba de droga y alcohol hasta las cejas la atropello con su coche
mientras cruzaba por un paso de cebra cuando regresaba a casa por la noche,
después de salir de un curro que la pagaba una mierda y en el que la hacían
chupar un huevo de horas extras que nunca la pagaban un día sí y otro
también; mi madre ya nunca más podrá abrazarnos ni a mi ni a mi padre como
solía hacerlo antes y, ¿sabes qué le paso al hijo de puta que conducía pasado?,
que como era un pijo forrado hasta las muelas como tú, se pudo permitir un
buen abogado y hace tres años que está en la calle con el tercer grado “por
buena conducta”; ¡qué cojones me vas a contar tú de esta sociedad!
Las palabras de Ana resuenan con fuerza en la mente de Sergio y parecen que
han conseguido erosionar ligeramente la corteza de odio, rencor y dolor que
rodea el corazón del muchacho.
212
-Esta bien, chica; reconozco que no soy el único en la tierra al que le han
pasado historias muy jodidas en la vida, pero yo ya he tragado tanta mierda y
veneno que me he vuelto para siempre igual de cabrón que este jodido
mundo; no tengo vuelta atrás.
-¡No!, aún no es demasiado tarde, aún estas a tiempo de darte una verdadera
segunda oportunidad a ti y a la humanidad; mientras siga existiendo una sola
buena persona en este mundo, merecerá la pena seguir viviendo en él;
joder…, piensa que ahí afuera, en alguna parte, hay seguro una mujer muy
parecida a tu madre que estará dando todo su cariño y amor a un niño que se
parece mucho a ti cuando eras pequeño; ¿de verdad vas a quitarles la felicidad
que tu y tu madre tuvisteis la desgracia de no disfrutar?
Este aplastante planteamiento hace una considerable mella en el armazón
psicológico de Sergio, quien bajando la mirada al suelo mientras mueve
nerviosamente sus ojos de un lado para otro, dando muestras por primera vez
desde que empezó esta brutal guerra de un verdadero enfrentamiento interno
que pone en cuestión las razones que le llevaron erigirse como la punta de
flecha de las fuerzas de Lucifer, esta encrucijada llega a provocar una
disminución considerable en el brillo y en el resplandor de la máscara maléfica
que porta, quedando reducido su resplandor a un fino y débil trazo de energía.
A unos cuantos metros de distancia de esta escena, Nacho consigue a situarse
enfrente de la pared de acceso a las tres puertas de los elevadores del edificio,
observando como el panel indicativo situado encima de las que quedan a su
213
izquierda indica con la forma de punta de flecha descendente parpadeante que
Álvaro junto con su forzoso acompañante, esta utilizando el ascensor en su
escapada, llegando a la conclusión de que con toda seguridad su destino es la
planta baja; por lo que el amigo del joven secuestrado decide bajar a toda
velocidad por las escaleras que se encuentran a los lados de la pared que
alberga los ascensores para intentar adelantarse todo lo posible al elevador que
ya lleva unas cuantas plantas bajadas; transcurren unos minutos y la planta
baja del inmueble permanece completamente en silencio cuando este se ve
roto por el metálico timbre que anuncia la llegada del elevador a esa planta,
casi sin tiempo a que las corredizas puertas del mismo se abran lo suficiente, el
cobarde lacayo de Sergio sale con su presa por delante con sumo tiento en
dirección al hall del edificio y a los pocos segundos, Nacho consigue llegar a la
misma planta sin ser visto y desplazándose a toda la velocidad que le permite
el ir caminando de puntillas para no hacer un ruido ni el más mínimo ruido, va
en busca de la espalda de Álvaro para asestarle un golpe que le coja
completamente desprevenido y esto provoque que automáticamente suelte a
Juan; cuando al muchacho le quedan aproximadamente un metro para
alcanzar su anhelado objetivo, el segundo en la comandancia de las fuerzas
diabólicas sobre la tierra se gira sobre si mismo, obligando a Juan a hacer lo
mismo para situarle entre su persona y la de su rescatador amigo.
-Vaya chaval, tienes un amigo que, o es poco inteligente, o que le preocupa tu
bienestar personal una mierda. –el fruncimiento de ceño de Álvaro muestra
214
que el joven está muy enfadado con el intento de rescate de Nacho y esto es
corroborado por el refuerzo de la presión de la hoja del cúter sobre la garganta
de Juan.
–Tienes dos opciones, una es la de complicarlo todo haciéndote el héroe y
acabar el día teniendo que despedirte de tu colega en la morgue, o ser un tío
sensato sin ganas de colgarse medallas, dejar que salga del edificio con tu
colega y que una vez que os pierda de vista, le deje de una pieza en la calle
mientras yo me las piro a toda hostia; desde mi punto de vista creo que la
decisión no es muy difícil de tomar.
-Claro y tu te crees que estas hablando con un imbécil, ¿de verdad crees que
me voy a tragar que si te dejo salir de aquí con mi amigo le dejaras “sano y
salvo” en alguna calle de Madrid…? ,-mientras sigue hablando, sus ojos se
abren forzadamente más de lo normal, mandando una señal a Juan para
indicarle a este que a la mínima oportunidad que se presente, el también
deberá actuar si quiere salir vivo de esta, -tú lo que harás en cuanto nos
pierdas de vista será rajarle el cuello a mi colega para quitarte un enemigo de
encima y para poder huir más tranquilamente sin tener un testigo que pueda
saber por donde has tirado a correr.
Esta agudeza mental pilla por sorpresa a Álvaro, que no esperaba que Nacho
pudiera tener la perspicacia suficiente de poder ver sus verdaderas intenciones;
tras unos segundos sin saber que decir, el chico poseedor de tan negro
corazón pasa al contraataque verbal:
215
-Bien, incluso si fuera así, no puedes hacer nada porque si se te ocurre pensar
en hacer algo, solo aceleraras el destino de tu amigo.
-Sabes algo, cabronazo, –aparece en escena la voz de Juan, –¡mi destino solo
lo decido yo!; -en ese mismo instante el joven secuestrado lanza con fuerza la
parte posterior de su cabeza contra la cara de Álvaro haciendo que la nariz de
este se fracture al instante soltando abundantes chorros de sangre y que suelte
rápidamente a su presa para llevarse la mano izquierda a la cara mientras
sostiene el cúter con la derecha al mismo tiempo que intenta mantener el
equilibrio, a pesar del intenso dolor que le produce su pierna rota, Juan da un
par de saltos hacia delante con su pierna izquierda y consigue echarse al suelo,
momento que es aprovechado por Nacho para aproximarse velozmente hacia
su enemigo y agarrar con sus dos manos la propia de Álvaro que sostiene el
cúter, tras ejercer una considerable presión en la misma y después de un
intenso forcejeo, el malvado lugarteniente del portador de la máscara diabólica
cesa ante el dolor que está sufriendo en su empeño y abre su mano para que
caiga el cúter en el duro suelo de mármol, en ese momento, Nacho suelta
automáticamente la mano de Álvaro y este al verse privado repentinamente de
un punto de apoyo conjuntado con la desorientación producida por el brutal
golpe asestado por Juan, conlleva el total desequilibrio del muchacho haciendo
que caiga al suelo de espaldas soltando un gemido de dolor; Nacho ni se
molesta en observar la caída de su contrincante para ir raudamente al
encuentro de su amigo:
216
-¡Eh, viejo amigo!, ¿estas bien?
-Eres demasiado feo para ser un ángel del cielo, a si que eso debe significar
que aún sigo con vida.
-Ja, ja; veo que te sigue dando por hacerte el graciosillo aunque estés hechos
unos zorros.
-¿Cómo ha acabado ese hijo de perra?, quiero que me lleves delante de él.
-Vale, esta ahí, tirado en el suelo echo una birria.
Nacho ayuda a Juan a levantarse del suelo y los dos jóvenes se dirigen hacía la
zona del suelo en donde se encuentra tendido Álvaro semiconsciente, tras
observarle unos instantes, Juan se aparte del apoyo de su amigo y dando un
par de saltos a la pata coja consigue acercarse hasta donde yace el cúter que
puso en peligro su vida, tras recogerlo dificultosamente del suelo, el muchacho
se acerca a su secuestrador y tras agacharse como puede junto a él, lleva el
cúter con su hoja desplegada a la garganta de este último.
-¡Qué bastardo…!, ¿que se siente cuando tu cuello está a punto de ser rajado,
eh?; es lo menos que te mereces por todo lo que nos has hecho pasar a
nosotros tres.
Alarmado por la ira que envuelve a su amigo, Nacho pone su mano derecha
sobre el hombro de Juan mientras le dice:
-Juan, mírale bien, ¿de verdad crees que ni siquiera merece la pena?, tu vales
infinitamente más que este despojo humano, ¿vas a dejar que te arrastre en su
locura y que te convierta en un ser tan despreciable y ruin como es él?
217
-¡No me compares con este pedazo de basura!, si le mato ahora mismo el
mundo se librara de tener que cargar en sus hombros con una escoria asesina
más.
-No es así y lo sabes, eso es solo una excusa para dejar que el odio te domine y
te desahogues por lo que has sufrido cortándole el cuello; enséñale lo nos hace
tan valiosas a la buenas personas como nosotros, enséñale porque nosotros
siempre valdremos cien mil veces más que él.
Tras varios segundos de intensa deliberación interna, Juan no permite que su
ira le controle y acepta y comprende las palabras de Nacho, apartando la hoja
del cúter del gaznate de un temeroso Álvaro para tirarlo hacía un lado unos
cuantos metros, después Juan se yergue aliviado por la correcta decisión que
ha tomado y mientras llora profundamente, se funde en un abrazo con su
buen amigo.
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CAPITULO NOVENO
Sergio, ignorante de los sucesos que se desarrollan en la planta baja de la torre
acristalada en la que se encuentra, se ve metido de lleno en una encrucijada
que absorbe toda su atención; manteniéndose de pie enfrente de Ana, a la que
ha liberado soltándola de su vestimenta y mirando nerviosamente de un lado
para otro el suelo de la oficina en la que se encuentran, el joven se ve inmerso
en lo que representa la última oportunidad que tiene de dejar que su alma
vuelva a sentir la agradable y cálida brisa de la bondad, desprendiéndose de
una vez por todas el pesado lastre del inmenso odio que siente debido a sus
dolorosas experiencias vividas en el pasado y dejar paso en su corazón a la
esperanza en lo mejor que pueden dar de si lo seres humanos; mientras que va
transcurriendo el tiempo que dura la vital elección moral de Sergio, Ana va
albergando en su interior cada vez más esperanzas en que el muchacho tenga
un momento paz en su pensamiento y que en contra de lo que parecía, esta
confrontación acabe de una manera hermosa y pacífica, tal y como le comentó
el arcángel que sería la mejor de las maneras; pero por desgracia todas sus
ilusiones se desvanecen de un plumazo cuando un cabizbajo Sergio comienza
a reír de una manera absolutamente grotesca que cada vez es de mayor
intensidad al mismo tiempo que va levantando su cabeza mostrando que en su
rostro las energías de la máscara-alma que porta son de mayor intensidad que
nunca.
219
-Buen intento, golfa; casi consigues que se me aturda la cabeza con tus
hipócritas palabras y que me diese por vencido pero no soy tan estúpido de
ponértelo tan fácil, ya es demasiado tarde para este cuento de los
sentimentalismos, nadie vino a darme cariño ni consuelo cuando más lo
necesitaba así que me importa una mierda por lo que tengan que sufrir los
demás para que yo sienta la gloria de obtener el poder absoluto.
Llena de decepción y desilusión al haberse quemado el último cartucho que la
quedaba para terminar esta guerra de una manera pacífica, Ana procede a girar
hacía su derecha para empezar a andar hacia atrás, alejándose del oscuro joven
mientras que este adopta de repente un semblante completamente solemne
dando la sensación de que se esta sumiendo en una fuerte concentración al
mismo tiempo que las energías de la mascara-alma diabólica van creciendo de
una manera exponencial, excediendo ya de los límite de la estructura que las
contiene; la muchacha, que se encuentra ya a varios metros de Sergio,
desconoce conscientemente lo que está sucediendo pero su máscara-alma la
envía fuertes avisos instintivos de que su enemigo está recopilando fuerzas
para descargar sobre ella un ataque definitivo y de una magnitud incalculable,
tendiendo el presentimiento de que será la única manera de plantarle cara y de
ganar esta cruenta batalla, Ana también decide concentrarse totalmente para
reunir toda la energía que la sea posible; la escena que contemplo a
continuación tiene la proporción que me es verdaderamente difícil de describir
y estoy prácticamente convencido de que nunca volveré a presenciar un
220
acontecimiento de estas dimensiones; Sergio sigue concentrando tal cantidad
de maléfica energía que su máscara ya no puede retener por más tiempo a las
fuerzas diabólicas que la constituyen y estas, en forma de rayos eléctricos de
un color rojizo fluorescente, rodean todo su cuerpo describiendo trayectorias
circulares que van desde su cabeza hasta sus pies, girando cada vez más
deprisa sobre si mismas; la forma que tiene la máscara-alma de Ana de
manifestar la concentración de poder es bien distinta a la de la que porta
Sergio, alrededor de la femenina figura va progresivamente creciendo una
esfera de energía que tiene su parte central iluminada con un tono azul claro
mientras que en su extrarradio brilla un profundo azul eléctrico; al mismo
tiempo que van haciéndose más y más grandes estos puntos energéticos, toda
la planta del edificio en el que se encuentran empieza a sufrir los efectos
colaterales que producen los mismos en forma de unas intensas corrientes de
aire que, aumentando rápidamente su potencia, van arrojando por todas partes
papeles, bolígrafos, grapadoras y demás enseres de trabajo, hasta que estas
corrientes adquieren una intensidad huracanada que puede desplazar sin
problemas los propios muebles que se encuentran en la oficina; algunos
perdidos latigazos de energía, tanto azules como rojos, paran a chocar contra
las paredes, el suelo e incluso alguno, contra algún equipo electrónico, que
ocasionan tales chispazos que provocan pequeñas llamas allí donde van a
parar a chocar; ya cuando las dos titánicas fuerzas se encuentran en su
máximo esplendor, el resplandor generado por ambas es tan fuerte que baña
221
casi por completo esa planta del edificio con una combinación de luces rojas y
azules; sorprendentemente, por unos fugaces instantes se detiene por
completo la absorción de poder de los dos jóvenes, desapareciendo
momentáneamente todos los efectos producidos por las máscaras-alma,
exceptuando las grandes áureas que emanan desde el centro de la figura de los
dos muchachos que, completamente inmóviles, se miran fijamente el uno al
otro hasta que Sergio cierra sus puños con todas sus fuerzas y lanzando un
fuertísimo grito de furia y rabia, desata a través de la máscara infernal un
enorme y devastador rayo de un fluorescente color rojizo directamente hacia
Ana, la cual instintiva e inmediatamente después suelta también un alarido de
diferente naturaleza que la de su enemigo, ya que está producido por el
desahogo que siente por la suelta de tal cantidad de poder bruto al mismo
tiempo que lanza un majestuoso torrente de energía azul eléctrico sobre su
adversario; en cuanto entran en contacto los dos monumentales rayos de
energía chocando frontalmente entre si, se produce una gigantesca explosión
que produce un cegador fogonazo de color blanco que excede con mucho las
dimensiones de esta oficina del inmueble, extendiéndose en un radio
aproximado de quinientos metros fuera de la misma, siendo visible en la casi
totalidad de los puntos cardinales de Madrid y simulando un pequeño faro
portuario en el centro de la capital; tras unos segundos de máximo esplendor,
este fogonazo va perdiendo progresivamente intensidad hasta que desaparece
por completo del firmamento de la ciudad, propiciando que los sobresaltados
222
y desorientados habitantes de la urbe que han presenciado la deflagración de
esta planta edificio recuperen algo de aliento y señalen al mismo, mientras
sueltan gritos de sorpresa e incredulidad, desde todos los puntos cardinales en
los que se encuentran; el interior de la planta en donde han lanzado los dos
muchachos el ataque más devastador que pueden realizar las máscaras de
energía que portan, está completamente invadido por una densa niebla
producida por las numerosas partículas provenientes de los restos de lo que
había en el interior de la oficina, transcurren varios minutos hasta que se
disipa algo esta niebla y consigo entrever algo del interior de esta planta; la
misma presenta un aspecto totalmente devastador: la onda expansiva a
reventado todos gruesos cristales de los ventanales que conforman la fachada
de esa planta, la mayoría del mobiliario de la misma ha sido arrojado al
exterior desde todas las direcciones y los pocos trozos de mesas, de paredes de
pladur, de moqueta del suelo, material informático, etc… se arrinconan en los
límites del suelo de la planta con el exterior, quedándose con un aspecto muy
parecido al que tendría de haber estallado una bomba convencional en el
centro de la misma; poco a poco consigo vislumbrar lo que parece ser una
silueta humana manteniéndose en pie en medio de esta espesura, lentamente
va quedando al descubierto los rasgos de la misma hasta que muy a mi pesar
compruebo que se trata del cuerpo del joven de negra alma que,
extraordinariamente no se ha movido ni un milímetro y mantiene intacta su
posición de antes de lanzar su ataque definitivo, puedo apreciar que al punta
223
de ataque de Lucifer está palpablemente exhausto y magullado con la frente
encharcada en sudor, tratando de respirar cogiendo bocanadas de un aire
completamente invadido por el polvo producido por tanta destrucción; ya sin
ningún ventanal que aísle del sonido proveniente del exterior, Sergio puede oír
el creciente ruido de sirenas muy probablemente provenientes de los coches
patrulla de la policía, que se dirigen hacía esa dirección alertada por el vehículo
policial accidentado cerca de un muro del complejo gubernamental de Nuevos
Ministerios y por las llamadas de sobre una amenaza terrorista proveniente de
los empleados desalojados del rascacielos propiedad de una entidad bancaria,
muy seguramente la llamativa deflagración de un intenso color blanco ha
hecho creer a los agentes de la ley que los terroristas han cumplido sus
amenazas; mientras el joven, cerrando parcialmente sus ojos, trata de discernir
a través de este telón de niebla artificial algún rastro de Ana pero apenas
consigue ver a un palmo de sus narices; transcurren unos angustiosos
momentos en que me temo lo peor hasta que surgido de la nada, oigo un
guerrero y estruendoso grito femenino y acto seguido observo como la
desesperada muchacha aparece de repente a muy pocos metros de su
enemigo, surgiendo a toda velocidad de entre las cortinas de polvareda con la
furia y la decisión de un antaño guerrero vikingo; Sergio se queda
completamente paralizado debido a la fuerte impresión que le produce la
estrepitosa aparición de la joven y no tiene tiempo de reaccionar debido a la
poca distancia que los separa, cuando está a un par de pasos de alcanzarle, la
224
muchacha de luminoso corazón da un potente salto en plancha con todas las
fuerzas que la restan, haciendo que en décimas de segundo impacte de lleno
con su cabeza y hombros en el torso de Sergio y provocando que los dos
jóvenes salgan despedidos por el aire unos cuantos metros, con tan mala
fortuna que sus cuerpos atraviesan la casi totalidad del ventanal que estaba
situado cerca de la espalda de Sergio, al haberse echo trizas con la basta
explosión el cristal que la misma contenía, no ha habido ninguna barrera que
frenara la trayectoria de estos transcendentales luchadores por el destino de la
humanidad, llevándolos sin más remedio hasta el vertiginoso precipicio que
hay desde la planta número treinta y dos hasta el duro asfalto de la calle; la
escena que se presenta a continuación está llena de desesperación y solo luce
en la misma un tibio rayo de esperanza, Ana ha conseguido en el último
instante asirse con sus dos temblorosas y ensangrentadas manos a la parte
interior del marco del ventanal por el que han salido despedidos ella y su
mortal enemigo, el resto de sus cuerpos penden suspendidos en el aire
mientras se balancean repetidamente contra la parte exterior del edificio, el
tobillo izquierdo de la muchacha sirve de punto de anclaje para que la mano
derecha de Sergio se agarre a él con todas las fuerzas de las que dispone y haga
que el joven no se precipite al vacío; desde la en extrema peligrosa situación
de los dos portadores de las máscaras-almas se puede divisar prácticamente los
confines de la gran urbe en la que viven y esto provoca en los dos jóvenes un
pasajero sentimiento de insignificancia de sus existencias en comparación con
225
las millones de vidas que habitan en la capital, en un absoluto silencio solo
interrumpido por los sonidos provenientes de la intensa lluvia que desciende
desde las negras nubes que cubren el cielo y de los azotes del frío y fuerte
viento que discurre a esas latitudes, Ana trata durante unos momentos de
tranquilizarse todo lo que puede y recobrar algo de aliento para, después,
tratar de realizar una empresa que se antoja imposible, alzar su peso y el de
Sergio con la única fuerza que la proporcionan sus cansados brazos lo
suficiente para que por lo menos el torso de la joven se introduzca en el
interior del edificio y una vez alcanzado ese objetivo, poder disponer de un
mayor punto de apoyo que la permita meter del todo su cuerpo y el del
baluarte demoníaco en el interior del inmueble, pero tras un par de esforzados
intentos que lo único que consiguen es agotarla mucho más, la joven empieza
a comprender que nunca lo conseguirá por sus propios medios; tras observar
los fallidos intentos de la joven, Sergio mantiene una extraña serenidad ante
las mortales circunstancias que se le presentan, colgando a muchos metros de
distancia del suelo y con el único anclaje a la vida que supone su mano
agarrada al tobillo de su odiada rival, el muchacho baja la cabeza para mirar al
suelo y luego alza su mirada en dirección a la cara de Ana para, tras esgrimir
una irónica sonrisa, decirle a la misma:
-¡Tranquila, no te sofoques más; estamos sentenciados, nunca conseguirás
alzar el peso de nosotros dos, intentándolo solo obtendrás más dolor y
sufrimiento!
226
-¡¿Y qué quieres que haga?! -responde Ana entre respiraciones entrecortadas
por el inmenso esfuerzo al que está siendo sometida -¡A lo mejor a ti t…, te va
el rollo del suicidio, pero yo tengo que intentar salvarnos hasta el final! –nada
más responder, la joven oye una sonora y estridente carcajada proveniente del
portador de la maléfica máscara-alma.
-¡¿Qué…, que coño es lo que te hace tanta gracia?!
-No valoras lo irónico de nuestra situación, ¿verdad?; tras tanto luchar el uno
contra el otro para decidir porque camino iba a ir el destino de la humanidad,
al final va a resultar que nos vamos a matar los dos y este jodido mundo se va
a quedar igual que como estaba.
-Toda…, todavía no estamos empotrados contra la acera, así que por lo
menos yo… voy a seguir intentando hasta el último suspiro que ganen los
buenos. –la muchacha cierra los ojos por un momento y susurradamente, de
una manera casi imperceptible, pide en forma de oración que sus dos amigos,
Nacho y Juan, sigan con vida y que si afortunadamente es así, que no tarden ni
un minuto más en aparecer para ayudarla; tras un tiempo en el que nada
sucede y en el que parece que no han sido escuchados los ruegos de la
luchadora por el bien de la raza humana, Sergio corta con su voz el afilado
sonido de la lluvia y de la ventolera que azota a los dos muchachos:
-¡Mira!, acaba de llegar la plana mayor de la policía y de los bomberos, ¡que
bien!, van a ser espectadores privilegiados del batacazo del siglo; será mejor
227
que aparten de abajo sus bonitos coches y tanquetas si no quieren que se les
manchen con un poco de casquería humana.
Aunque al principio se resiste a hacerlo, Ana termina bajando su mirada hacia
el suelo de la calle y efectivamente puede observar como al pie del edificio se
sitúa un enorme cordón de seguridad formado por efectivos de los bomberos
y de la policía nacional con sus respectivos coches patrullas, furgones
policiales, camiones de bomberos y hasta unas cuantas tanquetas, la joven
vuelve a alzar la mirada hacia el encapotado cielo que se corta con la fachada
del edificio y sus en extremo doloridos y debilitados dedos la comunican que
ya no pueden aguantar ni un instante más; Ana procede a despedirse
mentalmente de su padre, de sus amigos y de todas las personas que alguna
vez amó, teniendo el único consuelo de saber con toda certeza que en cuanto
suelte el marco del ventana, ira a reunirse al reino celestial con su madre, a la
que tanto tiempo ha esperado para volver a abrazarla; en el preciso instante en
el que Ana tira la toalla por completo, estirando los agarrotados dedos que la
mantenían sujeta al borde del exterior del edificio, siente milagrosamente el
cálido tacto de dos pares de manos que agarran a cada una de las suyas
impidiendo con todas sus fuerzas que ella y su archienemigo emprendan la
caída libre hasta el asfalto.
-¡Ey!, ¿a dónde te crees que ibas? –le pregunta Nacho en presencia de Juan.
¡¡Nacho…, Juan…; estáis vivos!! –la joven mira con sus sollozantes ojos sin
salir de su asombro a los muchachos que, asomando la parte superior de sus
228
torsos tras el marco del ventanal mientras se sirven de la parte inferior de sus
cuerpos como unos inestables puntos de anclaje, hacen toda la fuerza de la
que disponen para salvar a su amiga.
-Esa fuerte explosión que imagino que tu sabrás de donde coño ha venido,
casi nos manda al otro barrio a Nacho y a mi cuando ya nos encontrábamos a
punto de entrar por la puerta de la oficina, pero somos demasiado tozudos
como para morir sin saber como estabas tú. –Juan logra arrancar una leve
sonrisa del rictus de sufrimiento que presenta Ana.
Nacho, completamente asustado ante la idea de perder a la chica que le a echo
descubrir el amor, arremete a gritos contra Sergio:
-¡¡Suéltala, cabrón; tírate y ve de cabeza derechito al infierno al que
perteneces!!
-¡Lo siento, nene; puede que al final no gane la guerra pero ten por seguro de
que no voy a morir con las manos vacías!
-¡¡No!!, –sale de la garganta de Ana un desgarrador grito mientras gira su
cabeza hacia la derecha para mirar directamente a los ojos de Nacho; -no se
tiene porque sacrificar ninguna vida, debemos ganar de la mejor de las
maneras posibles…, él está completamente derrotado y lo sabe.
Nacho, acompañando sus palabras con una mirada dulce y llena de sensatez,
le responde a su amiga:
-Ana, por favor, tienes que escucharme…, tanto Juan como yo estamos muy
débiles y heridos; el como ya sabes; -señala hacia su izquierda con unos
229
contorneos de cabeza; -tiene una pierna rota y prácticamente no tiene un
punto de apoyo del que tirar de ti, seria casi un milagro que pudiéramos alzar
hasta aquí arriba solo el peso de tu cuerpo…, así que imagínate lo que supone
cargar con dos personas.
Tras oír estas palabras cargadas de verdad, la joven y el resto de los presentes
en esta trascendental escena guardan un profundo silencio provocado por el
choque con la dura realidad, silencio que se ve roto al cabo de pocos
momentos por la aparición de un herido y desorientado Álvaro detrás de las
figuras de Juan y Nacho; de lo que casi de inmediato se percata Ana:
-¡¡Álvaro!!, –exclama la muchacha con una expresión parecida a la de un
naufrago que avista tierra firme tras muchos días de desesperación en la mar,
-¡tienes que ayudar a Nacho y Juan a subirnos hasta allí arriba; olvídate de
todo lo que ha sucedido hasta ahora, todavía tienes una oportunidad de
arreglar todo el mal causado, si nos ayudas a Sergio y a mi te doy mi palabra
de honor de que en todo lo que suceda a partir de ahora, haré todo lo que este
en mi mano para ayudarte a rehacer tu vida!
Los inexpresivos ojos del joven no dan ninguna señal de lo que decidirá y su
sangrante rostro solo muestra una fuerte incredulidad al ver la situación en la
que se encuentra su antaño compañero y más tarde líder; Álvaro gira
levemente su rostro y divisa como muchos metros más abajo, aparte de la
presencia del cuerpo de bomberos, hay todo un batallón de policía armado
hasta los dientes desplegado alrededor de la base del edificio; el rostro del
230
joven palidece al comprender que el bando que eligió para intervenir en esta
guerra ha perdido por completo y que él mismo se encuentra en una
arrinconada situación; tras unos fugaces instantes dubitativos, Álvaro devuelve
una última mirada a Sergio y acto seguido da media vuelta sobre si mismo y
emprende la huída a toda velocidad a través de los restos de la oficina en la
que se encuentran, por sorpresa, en ese mismo momento Sergio llama a voz
en grito a su antiguo compañero de armas:
-¡¡Álvaro, Álvaro…; yo me hubiera quedado a ayudarte…, maldito cobarde!!
-No gastes saliva, tío; ese pavo ha visto a la pasma que espera debajo y le ha
entrado tal cagalera que cuando lo cojan van a tener que comprar una docena
de paquetes de pañales. –le informa Juan desde una perspectiva muy incisiva.
-¡¡Venga Juan, tira con todas tus fuerzas junto a mi; tenemos que conseguirlo
si o si por pelotas!!
Lo que a continuación puedo ver es una de las más bellas demostraciones de
bondad, lealtad y valentía que ha existido en toda la historia de la humanidad,
con los gestos torcidos por el dolor y el esfuerzo, los dos amigos empiezan a
tirar de su amiga cogiéndola por los brazos y por la oscura camiseta que porta
la misma, por su parte, Ana agarra de nuevo el marco del ventanal con sus
doloridos dedos y apretando los dientes intenta ayudar con las escasas fuerzas
que la restan; Juan y Nacho se despreocupan tanto de si mismos en su labor
de salvamento que entre tirón y tirón, más de una vez están a punto de perder
el equilibrio y de precipitarse ellos también al vacío; al mismo tiempo, Sergio
231
observa sobrecogido toda la escena y por unos momentos su mente borra
todas las vilezas que el ser humano puede llegar a acometer para centrar todo
su pensamiento en el momento más hermoso que ha visto desde hace
muchos, muchos años; es entonces cuando su corazón ,marchito y sumergido
en las tinieblas por tantos años de amargura y rencor, vuelve a sentir el cálido
y reconfortante latido del amor y la compasión hacia sus prójimos; tras ser
recorrida toda su alma por este sentimiento, unas pesadas y profundas
lágrimas brotan de sus ojos en una inequívoca señal de que el muchacho ha
vuelto a reencontrarse con la bondad y la paz que habita en lo más recóndito
de su alma.
-¡¡Escuchadme!! –grita Sergio con toda la fuerza de sus pulmones para llamar
la atención de Ana, Juan y Nacho, los cuales pausan por un momento las
labores de salvamento y bajan sus cabezas para mirar el rostro del joven
redimido, los tres amigos se quedan completamente atónitos al ver los
abundantes hilillos de lágrimas que desciende por su cara, una cara que ya no
presenta en absoluto aquella dura expresión llena de odio que siempre habían
contemplado desde que le vieron por primera vez en sus vidas en la glorieta
de Cádiz, ahora el lugar de esa expresión es ocupada por otra llena de sincero
arrepentimiento, -¡ahora, al ver lo que estáis haciendo desinteresadamente para
salvar la vida de vuestra amiga e incluso la mía, después de todos los
tremendos sufrimientos por los que os he hecho pasar, me doy cuenta de que
aunque seáis unos pocos, de verdad aún siguen existiendo personas con un
232
auténtico buen corazón que no dudan en arriesgar sus vidas por aquellos a los
que aprecian; mientras siga existiendo en toda la faz de la tierra uno como
vosotros merecerá la pena seguir teniendo esperanzas en el resto de la
humanidad, es una verdadera lástima que me haya dado cuenta de todo esto
cuando ya es tan tarde…; -Sergio baja su faz para situarla al frente y con la
mirada perdida en la fachada del inmueble empieza a entonar unas frases que
suenan como si fueran una oración, -Mama, desde el cielo en el que te
encuentras, quiero que sepas que siento mucho todo lo que hecho y espero
que algún día dejes de sentir tristeza y vergüenza por mis actos y espero que
sepas perdonarme, ya que los mismos impedirán que algún día podamos
volver a reunirnos.
Al oír estas palabras de arrepentimiento, Ana inmediatamente comprende lo
que el joven se dispone a hacer y rápidamente le reprende:
-¡Sergio, no, no lo hagas; aún hay una oportunidad de salvarnos los dos, estoy
segura de que tu madre estaría en contra de que acabaras de esta manera!
-¡Quiero que lo último que haga en esta vida aporte algo de bondad y cordura
entre todo el enorme daño que he causado!, además, es la única manera en la
que tus amigos podéis salvar la vida y lo sabes…; hasta siempre y gracias por
haber echo que me reencuentre con lo que nunca debí haber perdido.
Tras pronunciar estas últimas palabras, la mano de Sergio que agarraba el
tobillo de la elegida por los poderes del cielo, libera su presa y hace que la
gravedad no tenga ya ningún obstáculo para arrastrar velozmente al muchacho
233
hacia el asfalto de la calle; el súbito descenso de Sergio es seguido por un grito
en forma de un desgarrador no proveniente de las mismísimas entrañas de
Ana, mientras que al mismo tiempo estira su brazo derecho es un fútil intento
reflejo de salvar la vida de su, hasta hace poco, enemigo a muerte, junto a ella,
Nacho y Juan pueden observar coma la figura de Sergio se va
empequeñeciendo velozmente hasta que queda convertida en un punto que al
final de su destino golpea dura y brutalmente contra la acera, tras un largo
instante en que los tres jóvenes amigos permanecen petrificados ante la
sobrecogedora escena que han tenido que presenciar, retoman enérgicamente
el alzamiento de Ana, el cual tras unos minutos de un enorme desgate físico
que les lleva a quemar todas sus escasas reservas de energía, consiguen
concluir con éxito convirtiéndose este en unos de los momentos más
contradictorios de sus vidas, ya que la enorme felicidad y alegría que sienten
los tres de encontrarse con vida, a pesar de las graves heridas que muestran y
de haber ganado una trascendental guerra por el destino de la humanidad que
en muchos momentos parecía que tenían completamente perdida, no pueden
evitar sentir que es una amarga victoria debido a los sentimientos de tristeza y
desazón por todas las penurias que han pasado y por el triste desenlace que ha
tenido esta confrontación; tras un efusivo abrazo entre los tres muchachos,
estos se acercan hasta el límite del fatídico ventanal con el exterior del edificio
para observar el cuerpo de Sergio por última vez en sus vidas; el cadáver del
muchacho permanece tendido sobre el frío suelo de la calle mientras
234
contemplan como efectivos de elite de la policía nacional, metralleta en mano,
escoltan a personal del SAMUR que se dirigen todo lo rápido que les permite
la fuerte cautela que llevan por miedo a una acción terrorista, hacia el cuerpo
sin vida del joven redimido, cuando por fin consiguen llegar hasta él, los
efectivos sanitarios proceden a una corto procedimiento de reanimación
cardio-pulmonar mientras que debajo del cuerpo de Sergio fluye un oscuro y
denso charco de sangre, tras verificar que no tiene pulso alguno comunican a
sus escoltas policiales que no hay nada que hacer por la vida del muchacho y
proceden a alejarse bajo las mismas precauciones en la que se habían acercado
al cadáver para regresar detrás del cordón de seguridad; muchos metros más
arriba, gracias a las facultades de su máscara-alma, Ana empieza a observar
algo que les es imperceptible a sus dos amigos y al resto de los mortales allí
presentes; la muchacha mira como del cuerpo inerte de Sergio se desdobla una
representación etérea exacta del mismo, haciendo que lo único que de
volumen a esta figura traslúcida sea un suave resplandor de luz blanca que la
recorre desde los pies hasta la cabeza, esta aparición no es sino la
manifestación del alma del muchacho, esta alma observa con detenimiento el
destrozo del cuerpo que hasta hace muy poco la contenía y a todo el inmenso
operativo de las fuerzas de seguridad formado alrededor del edificio de la
entidad bancaria; tras unos segundos de tranquilidad contemplativa, la
representación mística de Sergio gira sobresaltadamente su cara a la derecha
para observar la figura de un hombre que ronda el ecuador de la treintena de
235
años, muy elegantemente vestido con un traje oscuro de raya diplomática, con
unos relucientes zapatos negros y lo más curioso de todo, un sombrero sobre
su cabeza estilo años treinta, esta figura que parece un maniquí de lo inerte
que se encuentra hasta que de repente alza su vista hacia el cielo de la ciudad,
dejando al descubierto las facciones de su cara en la que predominan dos
oscuros ojos negros que miran directamente a la luchadora representante de
las misericordiosas fuerzas de Dios, suelta un enorme y angustioso grito que
es completamente inaudible para cualquier ser humano común presente en las
inmediaciones, tras esta exteriorización de puro odio, todo su cuerpo empieza
a brillar con un intenso color rojo eléctrico, el resplandor empieza a crecer
rapidísimamente en intensidad hasta que tras un potente estallido lumínico
deja tras de si la estremecedora visión de la verdadera apariencia de un enorme
demonio que avanza a toda prisa en la dirección en la que se encuentra el alma
del muchacho; la anatomía de esta criatura del averno se parece mucho a la de
un siniestro dragón descrito en numerosas leyendas de antaño, su cuerpo
medirá una longitud de doce metros de largo por cinco de alto y unos cuatro
de ancho del que brotan dos poderosos garras y un par siniestras alas
extendidas al máximo, la cabeza de este ser del averno es como la de una
amenazante víbora que tuviera los colmillos de un dientes de sable
sobresaliéndole de entre sus enormes mandíbulas, toda su reptil apariencia
está recubierta de escamas rojas, exceptuando los laterales de su anatomía, que
son recorridos por franjas de verdosas escamas, el final del cuerpo de este
236
abominable ser infernal acaba en una fuerte y musculosa cola, toda ella
revestida con unas grandes y numerosas espinas óseas; Ana acongojada ante
su primera visualización de un demonio servidor de Lucifer, observa como la
no menos asustada alma de Sergio se queda inmóvil del pánico ante el maligno
servidor de Satanás que viene a llevarse esta alma a las mismísimas
profundidades del infierno para que el propio Lucifer la someta por toda la
eternidad a los peores tipos de torturas y tormentos por su gran fracaso;
cuando parece sentenciado el destino que correrá esta desdichada alma, se
produce una intensa aparición luminosa de color azul brillante detrás del
espíritu del muchacho de la que surge la majestuosa figura de un arcángel en
todo su esplendor: este soldado del cielo mide unos dos metros de estatura, de
su cuerpo, que está austeramente vestido por una túnica blanca que va desde
el hombro izquierdo hasta el tobillo del pie derecho, asida a la cintura por un
grueso cinturón de color marrón oscuro sujetado por una bella y ancha hebilla
de reluciente plata, surgen desplegadas por completo dos enormes y bellas alas
grisáceas; la mano derecha de este arcángel porta una fuerte y solemne espada
de amplia empuñadura construida con el mismo material que el de su hebilla,
mientras que en la mano izquierda blande un gran escudo repleto de hermosas
figuras e inscripciones de un material parecido al bronce; casi con toda
seguridad que estas dos armas participaron en la primigenia batalla que tuvo
lugar en el cielo y que se resolvió con el destierro a los infiernos de Lucifer y el
resto de los ángeles oscuros que apoyaron su revuelta; la joven se concentra
237
en obviar por un momento el resto de la impresionante figura del arcángel
para centrarse en observar su rostro y su sorpresa es mayúscula cuando se da
cuenta que pertenece al mismo afable arcángel que la visitó en su cuarto la
noche que la otorgó la máscara-alma; sin dudarlo un momento, el azote
demoníaco sale despedido como una bala al encuentro de de la poderosa
criatura diabólica que se desplaza a la velocidad de un expreso sobrevolando el
asfalto a la escasa distancia de un metro sobre él y tras unos breves segundos,
se produce el inevitable encuentro de estas dos poderosísimas fuerzas
antagónicas; el arcángel consigue a duras penas detener la embestida del
demonio utilizando su escudo como parapeto contra este último, a su vez este
diablo contraataca estirando su largo cuello para intentar lanzar con sus
intimidantes colmillos, una terrible mordedura sobre el cuerpo del enviado
celestial, gracias a unos rápidos reflejos, el arcángel consigue evitar esta mortal
mordida pero lo que no consigue esquivar es el impacto que de repente le
asesta la traicionera cola puntiaguda que da final al cuerpo de la monstruosa
criatura con la que está luchando, este golpe provoca que suelte bruscamente
las dos armas que porta y que caiga al asfalto quedándose aturdido sobre el
mismo; en una inesperada maniobra, la serpentina manifestación demoníaca
se olvida de su eterno enemigo y retomando su potente carrera se dirige de
nuevo hacia el alma de Sergio, en el instante en el que la grotesca figura del
demonio esta a punto de alcanzar con sus enormes mandíbulas abiertas
repletas de dientes a la encarnación mística del muchacho, el arcángel aparece
238
providencialmente por el flanco izquierdo de la bestia y utilizando su hombro,
lo embiste con fiereza, provocando que el demonio suelte un alarido de dolor
mientras sale despedido unos cuantos metros cayendo de bruces contra el
suelo, cuando esta alma condenada se retuerce en el asfalto panza arriba
pataleando inútilmente con sus dos garras en un intento desesperado de
volver a levantarse, observo que el soldado de los cielos debió de recoger del
suelo su poderosa espada plateada ya que blandiéndola ahora con las dos
manos y flexionando sus rodillas, consigue dar un inmenso salto que lo sitúa
justo encima de la viperina figura y antes de que el demonio tenga tiempo de
reaccionar, el arcángel gira noventa grados su espada hasta situar su filo hacia
abajo y en ese momento la clava profundamente en el centro del cuerpo de su
adversario, haciendo que este suelte el más desgarrador y estremecedor grito
que he oído en mi existencia; durante unos desagradables momentos, la bestia
se retuerce de dolor en el suelo mientras que el arcángel se aparta de ella y se
coloca a un lado para observar lo que vendrá a continuación; tras agonizar
dolorosamente, el demonio por fin deja de moverse y da la sensación de que
fallece en ese mismo instante pero la figura de enorme serpiente que adopto
este enviado de Lucifer empieza a arder en un fuego metafísico y entre las
llamas se puede ver a la desnuda figura humana del demonio gritando sin
consuelo alguno mientras que hace súbitamente aparición un ardiente portal
circular justo debajo de la misma que va absorbiendo su cuerpo para llevarlo
de nuevo al reino del hades, donde estoy seguro que su señor lo estará
239
esperando para darle una “cálida” bienvenida después de su transcendental
derrota; en cuanto este portal se traga del todo a la malévola alma, las llamas
desaparecen súbitamente en una repentina implosión; transcurren unos
segundos en los que arcángel se mantiene inmóvil de espaldas a el alma de
Sergio mientras que mantiene la mirada en el lugar en donde abatió a su
infernal enemigo, hasta que de repente, gira ciento ochenta grados sobre si
mismo y mirando fijamente con unos ojos rebosantes de un dorado fulgor
guerrero al alma del joven; me mantengo lleno de incertidumbre al no saber
que es lo que decidirá hacer con el espíritu del antiguo baluarte de Satanás en
la tierra y al observar la expresión del rostro de Ana, me doy cuenta de que a
ella le sucede exactamente lo mismo que a mi; repentinamente, el fulgor de la
mirada del arcángel desaparece por completo y en su lugar solo se aprecia dos
bellos ojos de un color azul coralino, acto seguido, el enviado para ser la mano
protectora de Dios en la tierra alza su mano derecha mostrando en todo su
esplendor su noble espada y abriendo los dedos de su mano derecha, suelta la
misma para que caiga a plomo contra el suelo pero antes de llegar a tocar el
asfalto, se desmaterializa dejando solo un pequeño rastro de energía blanca
con toques dorados y puedo observar como a unos cuantos metros de allí,
empieza a desaparecer exactamente de la misma manera el magnífico escudo
de bronce que se encuentra tirado sobre el asfalto, después de la desaparición
de sus dos armas, el arcángel extiende sus dos brazos en forma de cruz, con
las palmas de las manos abiertas y dirigidas al alma de Sergio, en ese preciso
240
momento, de la cara del soldado celestial surge una amplia y hermosa sonrisa
en señal de bienvenida a este espíritu redimido; del etéreo rostro de Sergio
desaparece el inicial gesto de incertidumbre y su lugar es sustituido por otro de
enorme alegría y felicidad y sin perder ni un segundo más de tiempo, el alma
del muchacho corre para abrazarse a la figura del arcángel, el cual a su vez, le
devuelve afectuosamente el saludo mientras unas intangibles lágrimas caen por
el rostro del joven arrepentido; en lo alto del rascacielos en el que llegó a su
final esta vital batalla por el destino de las almas de la humanidad entre las
fuerzas del cielo y del infierno, Ana se lleva su mano derecha a la boca y de
sus ojos se llenas con unas abundantes lágrimas que terminan de desbordar los
límites establecidos por sus párpados mientras observa compungida esta
sobrecogedora escena; las lágrimas de su amiga no pasan desapercibidas para
Nacho y Juan, a lo que este segundo la pregunta algo extrañado:
-Ana…, ¿qué te sucede, por estás llorando tanto ahora…?, ya se que esto no
ha acabado de la mejor de las maneras pero si algo puede consolarnos es que
ese chico por fin ha encontrado la paz que tanto necesitaba.
-Juan… te equivocas, al final esta guerra ha acabado de la mejor manera en la
que podía terminar…, -la muchacha sigue hablando mientras gira su cabeza a
derechas e izquierdas para dirigirse ahora a sus dos amigos a la vez, -estoy
viendo algo que vosotros no podéis y que más tarde os contaré, pero os
aseguro que es lo más hermoso que he visto en mi vida.
241
Aunque prácticamente no comprenden lo que las palabras de la muchacha
quieren decir, intuyen que, gracias a la máscara-alma con la que está dotada, su
amiga puede ver que ha sido un buen final el que le a deparado el destino a
Sergio; en cuanto transcurre el corto, pero a la vez eterno en el tiempo,
momento del abrazo entre el arcángel y el alma de Sergio, este primero ofrece
su mano izquierda para que la etérea figura del muchacho para que pueda
agarrarla y acto seguido, las grises alas del ariete celestial se extienden al
máximo para empezar a dar unas poderosas batidas que propician la levitación
de estas dos místicas figuras; aunque se encuentre a muchos metros de
distancia, la máscara de Ana hace que lleguen hasta sus oídos las palabras que
le dirige el arcángel a Sergio antes de que ambos emprendan su partida.
-Vamos Sergio, tu madre nos aguarda impaciente.
Inmediatamente, el arcángel levanta el vuelo junto con el alma del joven y
rápidamente va ganando altitud perpendicularmente al edificio perteneciente a
la entidad bancaria, una vez que llegan a la altura del ventanal en donde se
encuentra Ana flanqueada por Nacho y Juan, el arcángel detiene súbitamente
su ascensión y su imponente figura junto a la de Sergio, que va agarrado de su
mano, contempla amablemente a la designada por los designios del cielo;
durante unos segundos que se congelan en el tiempo, Ana observa
emocionada como el arcángel la observa con sus dulces ojos y con una sonrisa
llena de bondad, mientras que eleva su brazo derecho y con la palma de su
mano girándola de un lado para otro de su muñeca se despide de la joven, a lo
242
que la muchacha responde devolviendo el mismo gesto de despedida, los dos
amigos de la joven saben que está mirando al alguien o a algo situado en
frente de ellos pero no pueden observar nada más que la línea del horizonte
de la capital; acto seguido, el legendario guerrero de los cielos retoma
velozmente su trayectoria y en un simbólico camino al reino de los cielos, las
figuras del alma de Sergio y del arcángel alcanzan una enorme altura para
terminar desvaneciéndose entre las densas nubes que cubren la ciudad,
mientras que un pequeño pero cálido rayo de sol logra colarse durante unos
instantes justo por el punto por donde han desaparecido para rápidamente ser
de nuevo ocultado por el encapotado cielo que cubre la ciudad, la visión de
esta escena deja en el corazón de Ana la más bella emoción que ha sentido en
su vida; muy poco después de que desaparezcan el arcángel con el espíritu de
Sergio, la máscara-alma que porta en su rostro la muchacha se materializa por
completo durante unos segundos para luego empezar a perder todo su color y
adquirir una tonalidad grisácea y una apariencia pétrea hasta que empieza a
resquebrajarse suavemente y los pedazos de esta máscara-alma caen al suelo
de la oficina desapareciendo en el contacto con el mismo, dejando tras de sí
pequeños destellos fluorescentes de color azul, todo esto ante la
desconcertada y atónita mirada de Nacho y Juan.
243
EPÍLOGO
Pasa una media hora larga en la que los tres jóvenes amigos recuperan el
aliento sentados en el destrozado suelo de la planta treinta y dos del
rascacielos en el que se encuentran hasta que se deciden a emprender el
camino de retorno que conduce al vestíbulo principal del edificio, andando en
dirección a las compuertas del ascensor entre los amasijos de escombros
producidos por el devastador ataque final desatado por las dos antagónicas
máscaras-alma, no paran de sucederse en sus mentes los recientes recuerdos
de los extraordinarios momentos que han vivido desde que Ana fue elegida
para portar la máscara de energía del cielo para luchar contra las tenebrosas
fuerzas diabólicas desatadas en la tierra; un vez enfrente del elevador, la
muchacha pulsa el botón de llamada del mismo y tras un par de minutos de
parpadeos de una blanquecina luminosidad, hace acto de aparición el metálico
sonido del timbre que avisa de la llegada del ascensor; mientras descienden
planta por planta dentro del mismo, Juan, Ana y Nacho permanecen en
completo silencio y cada uno de ellos con la mirada perdida en diferentes
partes del pequeño habitáculo que los transporta pensando en la gran
marabunta de agentes de policía que les estarán esperando abajo deseosos de
respuestas y siendo conscientes de que aunque dentro de algún tiempo
retornarán a sus cotidianas vidas, a sus ojos nada volverá a ser como antes;
cuando sienten una pequeña desaceleración del elevador que es acompañada
del característico timbre de aviso, los tres jóvenes amigos se miran entre ellos
244
y comunicándose solamente a través de sus miradas, se dan recíprocamente
aliento y coraje para afrontar lo que se van a encontrar en el exterior del
edificio; en cuanto se pliegan del todo entre sí las partes de la puerta de acceso
al ascensor, salen y recorren con paso tranquilo el tramo del pasillo que lleva
hasta la esquina que actúa de antesala al vestíbulo principal y nada más doblan
dicha esquina, los pasos de los tres muchachos pierden determinación y
firmeza cuando observan con preocupación a través de los trasparentes
cristales del frontal de la entrada principal del edificio, como un enorme
dispositivo policial se encuentra apostado en un gran perímetro entorno a la
calle Raimundo Fernández Villaverde y parte de las calles contiguas; cuando
dubitativamente los tres amigos se acercan hasta un escaso par de metros de
las puertas giratorias que dan acceso al interior del inmueble, son avistados
desde el exterior por las fuerzas de seguridad del estado, quienes velozmente
se parapetan detrás de sus vehículos policiales y alzan sus pistolas y rifles a la
altura del hombro para apuntar directamente contra el principal acceso del
céntrico rascacielos de oficinas, esta maniobra al unísono asusta seriamente a
los tres muchachos haciendo que interrumpan su marcha durante un
momento, para que después de mirarse nuevamente entre ellos, la reanuden
esta vez con los brazos en alto y con las palmas de sus manos abiertas bien
visibles a la vista, una vez que salen por las grandes y pesadas puertas
giratorias sienten como el frío y despejado aire de la calle refresca sus mejillas
y manos mientras que divisan con claridad la enorme cantidad de coches
245
patrullas, camiones de bomberos e incluso varias tanquetas policiales que
forman parte de este operativo especial, percatándose también de la presencia
de un unas cuantas ambulancias e incluso oyen el profundo sonido que
producen las hélices y las turbinas de un helicóptero policial que sobrevuela la
zona por encima de sus cabezas; mirando nerviosamente a todo su alrededor,
caminan en línea recta por los primeros adoquines de acera que delimitan con
el rascacielos hasta que súbitamente oyen la estruendosa voz de un alto cargo
de la policía amplificada artificialmente por un megáfono:
-¡No den ni un paso más, échense bocabajo en el suelo y coloquen las manos
detrás de la espalda!
-¡No somos terroristas, allí arriba dijimos que lo éramos pero fue para
desalojar a la gente que se encontraba trabajando y así poder salvar sus vidas,
se que es una explicación larga y complicada pero si nos dejan podremos
aclararlo todo! –alza todo lo que puede Ana la voz.
La contestación por parte de las fuerzas de seguridad del estado no se hace
esperar:
-¡No les volveremos a repetir que se tiren inmediatamente al suelo y que
coloquen las manos detrás de la espalda, de lo contrario nos obligaran a abrir
fuego contra ustedes! –tras esta última advertencia, Juan, Nacho y Ana
comprenden que de momento no hay explicación que valga y no dudan en
arrojarse velozmente sobre la acera.
246
-<<Manda cojones, después de casi dejarnos el pellejo contra los malos para
salvar a la humanidad, ahora los que supuestamente están de nuestra parte nos
tratan como a unos putos delincuentes>>. –comenta Juan a sus dos amigos
en voz baja.
-<<Hombre, en los tiempos que corren si amenazamos con volar todo el
edificio en mil cachitos y más tarde se produce la cacho de explosión que
provocaron las máscaras de Ana y Sergio haciendo que saltara por los aires
toda una planta del mismo, me parece normal que anden un poco
mosqueaditos…>> -le replica Nacho en el mismo tono de voz.
Corriendo rápidamente hacia ellos, un pequeño pelotón de elite de la policía
surge de entre el cordón de seguridad y una vez que llegan a la posición en
donde se encuentran los tres luchadores por la causa del bien y la justicia,
varios de estos agentes les cachean velozmente mientras que el resto de sus
compañeros vigilan todos los frentes blandiendo sus rifles hacia todos los
ángulos posibles, tras comprobar que no llevan ningún artefacto peligroso
encima, les ponen rápidamente las esposas y levantándolos bruscamente del
suelo agarrándolos de los brazos, toda la unidad de élite se lleva a los tres
jóvenes amigos a la carrera hacia el resto de efectivos policiales que se
encuentran tras el perímetro de seguridad; cuando los tres muchachos se
encuentran rodeados de agentes de los cuerpos de seguridad del estado que les
miran fijamente, con una extrema seriedad en sus rostros, el corazón de cada
uno de los jóvenes se ve invadido por la fría tenaza de la incertidumbre
247
provocada al no tener ni idea de que les harán pasar las autoridades de ahora
en adelante; de repente, tras las figuras de los parapetados agentes del cuerpo
de policía, surge una voz sorprendentemente familiar:
-Sí, son ellos…, ya pueden retirarles las esposas.
Los tres jóvenes se quedan anonadados, intentando dar una explicación
racional a sus mentes de la “fantasmal” voz que acaban de oír, pero cuando el
concentrado grupo policial se pliega hacia los laterales, sus ojos dan crédito de
una milagrosa imagen que se muestra ante ellos: sobre una camilla de un
equipo del SAMUR, se encuentra tumbado un magullado inspector Marcos
flanqueado por dos efectivos de este cuerpo de emergencias que velan por su
salud, el inspector lleva aparatosos vendajes en sus dos piernas y en su brazo
izquierdo, así como una célula que protege a su fracturada nariz y presenta
varias vías cogidas a las venas de sus brazos, aunque la sonrisa que luce en su
cara al ver a los tres muchachos demuestra que seguirá vivito y coleando por
mucho tiempo; lo que a su vez provoca un unísono y espontáneo grito de
alegría por parte de Ana, Juan y Nacho.
-¡Madre mía, es increíble…, está usted vivo!, que alegría; desde luego que tiene
más vidas que un gato!, –exclama Nacho con un tono en su voz de pleno
júbilo.
¡Lo estoy viendo con mis propios ojos y aún así no me lo acabo de creer…, es
alucinante! –apostilla Juan.
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En cuanto unos agentes de policías les quitan las duras y cortantes esposas de
las muñecas, los tres jóvenes amigos se acercan alrededor de la figura de Luís
Marcos y más concretamente, Ana con los ojos inundados por las lágrimas,
coge cariñosamente la mano derecha del inspector de policía entre las suyas y
le dice:
-¡No puedo expresar con palabras la alegría que nos da verle con vida, de
verdad que es como un verdadero milagro que no lo mataran cuando estaba
atrapado en el coche!
-¡Oh!, vamos…, no llores, este viejo lobo de ciudad ya ha salvado en el pasado
su pellejo en algunas ocasiones “casi” tan malas como está.
-Su situación en el coche patrulla era muy mala, estaba prácticamente a
merced de esos dos cabrones; ¿Cómo consiguió que no lo mataran? – se
pregunta Juan.
-Pues veréis, cuando estaba atrapado en el coche patrulla, cabeza abajo y
sangrando a borbotones mientras intentaba conseguiros a base de tiros algo de
tiempo para poder escapar de esos dos mamones, estaba muy preocupado
porque sabia que me quedaban muy pocas balas por disparar y más pronto
que tarde me vería indefenso ante esos dos chavales; pero en ese momento fui
consciente de que ellos no debían tener ni idea de cuantas balas podía albergar
el cargador de mi pistola, así que cuando me quede definitivamente sin
munición pensé que dado al aspecto que tenía, lleno de fracturas y manchado
de sangre por todas partes, podría engañarles para que pensaran que había
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dejado de disparar porque la había diñado en vez de que, lo que realmente me
había pasado es que me había quedado sin una sola bala en la recámara;
cuando esos dos bastardos se agacharon para ver a través del hueco de mi
ventanilla para ver si todavía les quedaba trabajo conmigo, me encontraron
con la mirada fija y perdida, sangrando por las heridas que tenía y con la
pistola apoyada en la palma abierta de mi mano derecha, no supe exactamente
cual de los dos cabrones me dio un par de puntapiés en la cara para ver si me
movía y a pesar del dolor que me hicieron, no moví ni una pestaña; tras esto
escuché como uno de ellos le decía al otro que yo la había palmado y que
estaban perdiendo el tiempo conmigo mientras que vosotros ya les sacabais
una buena distancia en vuestra huida, los dos debieron ponerse rápidamente
de acuerdo, porque inmediatamente se olvidaron de mi y se pusieron a correr
en vuestra búsqueda; lo primero que hice en cuanto se largaron, fue
comprobar si la radio todavía seguía funcionando y al comprobar que si, me
puse en contacto con la central para informales de lo que había sucedido y
solicitar que enviaran refuerzos cagando leches a la zona en donde me
encontraba; tras una media hora larga, llegaron las primeras unidades y con
ellas una ambulancia, cuando unos sanitarios con la ayuda de unos
compañeros consiguieron sacarme del coche patrulla, me quede alucinado de
ver el inmenso operativo que subía por la Castellana y comprendí que mi
llamada de auxilio no podía ni de coña, haber movilizado todos esos efectivos;
pregunte a un compañero que a que se debía todo ese operativo y me contesto
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que había habido una amenaza de bomba en un edificio de oficinas muy
cercano de yo me encontraba accidentado e inmediatamente supe que eso
estaba de alguna manera relacionado con vosotros; una vez que dentro de la
ambulancia me dieron los primeros auxilios, los sanitarios del SAMUR se
pusieron muy pesados con que nos fuéramos inmediatamente al hospital para
realizar unas pruebas en las que se descartara el que tuviese alguna lesión
interna pero gracias a mi tremenda insistencia les convencí para que me
acercaran un momento al dispositivo de seguridad que se estaría formando
alrededor de dicho edificio, en cuanto llegue hable con un par de superiores
para explicarles “medianamente” como pude lo sucedido y asegurarme de que
supieran que los tres sois de los buenos; así que aquí me tenéis; ¡ah!, por cierto
os tengo un par de sorpresitas preparadas para vosotros.
-¿Un par de sorpresas?, mire no nos vacile que no tenemos el corazón ni para
el más mínimo de los sobresaltos. –medio bromea Nacho mientras que
gesticula llevándose las manos al pecho, muy cerca de donde se ubica el
órgano que hace bombear su sangre.
-¡Ja, ja, ja, ja!; no tranquilo, estas sorpresas son de las muy buenas, os lo puedo
asegurar; la primera la veréis si miráis hacia vuestra izquierda…
Nada más oír las palabras pronunciadas por Luís Marcos, los tres jóvenes
giran sus cabezas como una exhalación hacía el lado mencionado por el
inspector y ante el asombro inicial, se impone una fuerte sensación de que se a
hecho justicia al observar como Álvaro se encuentra esposado y detenido
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entre varios miembros de la policía nacional; el muchacho, cabizbajo, alza un
momento su cabeza para devolver a cada uno de los tres amigos, una mirada
que rezuma cantidades ingentes de odio, la cual es contestada por Ana, Nacho
y Juan con unas inamovibles expresiones en sus rostros de templaza mientras
que en sus corazones ronda el desprecio hacia un ser humano que ha sido
capaz de cometer tan terribles actos y que fue tan ruin de dejar que se matara
Sergio con tal de salvar su pellejo; al poco después, los agentes que le retienen
tiran de su antebrazo para llevarlo con ellos hacia un coche patrulla, momento
en el que el joven vuelve a agachar la cabeza y sigue sin ningún ápice de
oposición a los miembros del cuerpo de seguridad del estado; tras perderlo de
vista, los tres muchachos rezan para que con un poco de suerte, no exista
ningún ambicioso abogado, ni ningún juez permisivo que le salve de pagar una
dura y larga condena en la cárcel; este dramático momento es zanjando
cuando vuelve a hacer acto de presencia la voz del inspector Marcos:
-En cuanto podáis, me tenéis que explicar como llego hasta el suelo el cuerpo
del pequeño genocida compañero de este tipejo y como se ha producido una
explosión que literalmente, ha volado toda una planta de un rascacielos; como
supongo que no va a ser una explicación “convencional”, tenéis que
inventaros otra todo lo creíble que podáis lo más rápidamente posible para
cuando os tomen declaración, yo mientras tanto, moveré todos los hilos de los
que dispongo para ayudaros a salir indemnes de todo este asunto; ya solo
queda esperar a que venga el juez para proceder al levantamiento del cadáver,
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-comenta Luis Marcos mientras gira la cabeza en la dirección donde yace
inerte el cuerpo sin vida de Sergio, cubierto ya con la típica lona para
cadáveres de aspecto metálico que muestra en su zona superior un color
dorado y en la inferior uno plateado; los tres jóvenes dirigen una última
mirada al cubierto cadáver y no pueden evitar que les invada una pequeña
sensación de tristeza e impotencia al no haber podido evitar su muerte, pero
por lo menos, en el corazón de Ana late el consuelo de saber que Sergio fue
redimido y que por fin es feliz al lado de su madre para toda la eternidad.
-Ahora que lo pienso, ¿cómo consiguieron trincar a ese cabronazo de Álvaro?
–le pregunta Nacho al inspector Marcos mientras se arrasca la barbilla.
-Bueno, pues ese niñato sádico ese no es nada tonto, no; salio por la puerta
principal del edificio sangrando por la nariz y con una pequeña brecha en la
parte posterior de su cabeza mientras que portaba un ordenador portátil bajo
el brazo, decía que era un trabajador de la entidad bancaria y que los
terroristas que habían tomado el rascacielos le habían golpeado hasta dejarlo
inconsciente; transcurrido un tiempo, se despertó y se escondió debajo de una
mesa de oficina hasta que se cercioro de que no había nadie en la planta en la
que se encontraba y decidió salir huyendo del edificio, pero con lo que él no
contaba era con que yo estuviera entre el cordón policial y claro, en cuanto le
reconocí, les pedí a los sanitarios del SAMUR que me llevaran hasta algún alto
cargo responsable del dispositivo para informarle de que ese joven mentía
sobre su identidad y que era co-responsable de los altercados producidos en la
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comisaría de Gigantes y Cabezudos, de los del parque del Retiro y de mi
accidente con el coche patrulla, sin llegar a mencionar, claro está, ningún echo
“paranormal”; entonces este superior de policía en cuestión, ordeno a varios
compañeros que le detuvieran al instante.
-¡Madre mía!, no se como vamos a explicar todo lo que ha sucedido, lo que ha
pasado es demasiado grande como para poder ocultarlo. –comenta Juan
mientras se lleva las manos a la cabeza.
-<<Ni se os ocurra mencionar nada de una guerra entre el cielo y el infierno,
ni poderes, ni energías, ni cosas de esas…, -les sugiere el inspector Marcos en
voz baja, -cuando os estén tomando declaración, ante cualquier situación que
no podáis explicar con hechos coherentes, simplemente tenéis que decir que
no os acordáis muy bien debido al shock que padecéis por todo lo que ha
sucedido; debéis aguantar como sea hasta que me den el alta del hospital y una
vez que este en comisaría, ya pensare como puedo “reescribir” vuestras
declaraciones para que sean lo más creíbles posibles; ¿entendido?>>
Juan, Ana y Nacho no pronuncian ni una sola palabra pero sincronizadamente
mueven sus cabezas de arriba a abajo en señal de una clara respuesta
afirmativa; un momento después, Nacho se queda pensativo y dirigiéndole
una mirada interrogatoria le pregunta al inspector de policía Marcos:
-Antes ha dicho que tenía un par de sorpresitas para nosotros, ¿Cuál es la otra
que queda?
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-Bueno, me he tomado la libertad de ordenar a unos cuantos agentes que
vayan a buscar personalmente a vuestros respectivos padres y los lleven lo
antes posible hasta la comisaría de Gigantes y Cabezudos para que puedan
estar a vuestro lado en cuanto lleguéis a ella.
-Muchísimas gracias inspector; -le agradece Ana, -durante toda esta batalla, ha
habido momentos en los que pensábamos que nunca más volveríamos a
verlos y creo que hablo en nombre de los tres, cuando digo que si algo hemos
aprendido de todo esto que ha pasado, es a valorar lo realmente afortunados
que somos de tener a nuestro lado a personas que nos aman, -los ojos de Ana
se dirigen fugazmente al encuentro de la mirada de Nacho,- y nos quieren
incondicionalmente, en especial a nuestros padres, cuyo cariño es la mayor
gloria a la que cualquier ser humano puede llegar a aspirar jamás.
FIN
© 2008 Israel Manzanares Sánchez.
Todos Los Derechos Reservados.
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