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    Temas de la arquitectura de hoyGraciela Silvestri

    Las mltiples disoluciones de la arquitectura

    Mi propsito, en las primeras notas de este artculo, consista en reflexionar acerca delas relaciones entre las tendencias arquitectnicas y los desafos del mundocontemporneo, en primer lugar los ambientales un tema imposible de soslayar enestos das, cuando la tragedia de Japn vuelve a poner en crisis las formas de habitacinhumana, sin que pueda recurrirse como explicacin tranquilizadora a la corrupcin delsistema sovitico, como hicimos con Chernobyl.

    Pero me encontr, al escribir, con problemas impensados. Me costaba nombrarcon precisin los mismos trminos del conflicto: Se trataba de la vieja oposicinHombre/Naturaleza, con la Naturaleza advirtiendo dramticamente acerca de su poder

    para castigar el orgullo humano?O se trataba de que la ciencia y la tecnologa an no

    haban llegado a determinar las soluciones para estos desafos por ejemplo, un nuevotipo de energa limpia, almacenable y no extinguible, sin riesgos en pocas deterremotos y tsunamis?

    Veinte aos antes, para reunir los diversos matices de las posiciones verdes, mehubiera referido sencillamente a nuevos naturalismos; mientras hubiera nombradogenricamente comoprogresistascon la ambigedad valorativa que ya se le otorgabaal humanismo de races ilustradas- a aquellos que sostenan el progreso cientfico comonica solucin. Sabamos que se trataba de dos caras de la misma moneda, en la medidaen que los modernismos haban sido construidos en esta duplicidad. Pero apenasacertbamos entonces a comprender que era la misma idea deNaturaleza, construida enlos ltimos siglos, la que nos llevaba a tales irresolubles conflictos.

    Es el concepto de Naturaleza el que entra hoy en revisin, reconocindolo comola ms slida de las construcciones derivadas de lo que en filosofa se conoce como laGran Bifurcacines decir: la divisin drstica entre espritu y materia, entre naturalezay libertad, que se opera entre los siglos XVII y XVIII. Se habla hoy deposnaturalenvironmentalism, de multinaturalismo, o incluso de pre-naturalismo -en la sugerenteversin de Bruno Latour-, sabiendo que se trata de trminos de compromiso, ya que,aunque identificado el quiebre epistemolgico, no acertamos a proponer nuevasnarraciones que nos recoloquen en el mundo.1

    Entre los desastres naturales largamente anunciados; las cclicas crisis quecuestionan el sistema mundo -que veinte aos atrs se predeca como nico y en

    tranquilo devenir-; y la lenta pero inexorable deconstruccin de las realidades ltimas alas que sujetamos nuestras ms ntimas creencias, no pareciera justo pedirle alarquitecto algo ms que precaucin y responsabilidad en su trabajo. Su discursooptimista se encuentra en retirada. La figura del Arquitecto sirvi como metforanegativa de las crticas ecologistas: ya se ha subrayado su orgullo fustico, su

    propensin a determinar dictatorialmente la vida ajena, su inclinacin vanguardista a lafabricacin de utopas. Pareciera haber aprendido la leccin y, en las dcadasfiniseculares, pas de pensar ciudades nuevas a leerjuiciosamente lo que la ciudad real

    pudiera ensearle, sin someterla a otro juicio que no fuera el consensuado; de latotalidad pas a considerar fragmentos; de las utopas, a ceirse al asunto concreto. Entanto, otras especialidades, algunas de las cuales se haban desprendido siglos atrs del

    1Bruno Latour, Steps Toward the Writing of a Compositionist Manifesto,New Literary History41,2010, pp 47190.

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    cuerpo maestro, avanzaron sobre la arquitectura: el paisajismo, la ingeniera estructural,y, sobre todo, las prcticas del real estate business. La figura histrica del Arquitecto sedesarma ante nuestros ojos, pero en su lugar no encontramos ni un democrticocolectivo de decisiones, ni un equipo de sabios que renueven el pensamiento sobre elhabitar, sino las ms crudas estrategias del mercado global. El Arquitecto, y toda la

    parafernalia tica y esttica que acompaaron la construccin de esta figura, sedesvanece por el lado ms banal, ms peligroso para cualquier manera viable de habitar:por la multiplicacin de las burocracias privadas transnacionales cuya nica lgica es elincremento de las ganancias. Qu pueden entonces significarprecaucinyresponsabilidaden este marco?

    No es ms fcil la situacin para quienes nos dedicamos a la crtica dearquitectura o a la investigacin terica sobre ella: las races kantianas de la crtica nosllevan inevitablemente a los mismos caminos duales, mientras se sospecha que ningunateora, en sentido fuerte, ha resistido sus embates. Hemos desarmado los grandesrelatos, pero la propia naturaleza de la actividad crtica nos impide cualquier incidenciaoperativa no ha de extraar, pues, el divorcio creciente entre quienes trabajan en la

    profesin y quienes se dedican a especular sobre los caminos de la disciplina. Slo lahistoria ha quedado como parmetro de verdad, lo que es paradjico, porque en lahistoria no es posible encontrar ninguna verdad. La ilustre clave temporal, por otro lado,se encuentra tradicionalmente en tensin con el mbito material en el que el arquitectotrabaja: es que la oposicin espacio/tiempo, a pesar de las metforas de reunin,reproduce tambin las jerarquas clsicas el tiempo espiritual, inmaterial, mvil yfluido, versus la extensin, de crasa permanencia, in-significante, ltima pero mudarealidad. Los intentos de abandonar esta razn crtica como el muy difundido artculode Alejandro Zaera Polo, en 1999, proponiendo una cartografa descriptiva de lastendencias del momento, presentada con la metodologa de las prcticas demarketing- redundaron en la aceptacin sin resquicios del sistema poltico-econmicoglobal.2

    Debemos o ms bien podemos- dejar a otros las consideraciones especficassobre la construccin del espacio? Bueno, parece difcil encontrar a esos otros. Duranteun tiempo no muy lejano, la arquitectura encontr sus interlocutores en la filosofa oms precisamente, en el ensayo filosfico- pero, ms all de la innegable productividaddel episodio posmodernista en la demolicin de las narrativas modernas, la arquitecturase coloc en situacin de minoridad, replicando las abstracciones de sus amigos.3Noest en la naturaleza de la filosofa pensar el espacio en trminos concretos yconstructivos, aunque muchos indicios desde las preocupaciones hermenuticas acercade la escisin animal/humano, la recuperacin de la experiencia, o las versiones

    foucaultianas del territorio y la biopoltica- nos llevan a reconocer que all tambin seasiste al agotamiento de una manera de pensar.La ciencia, entonces, nos dar soluciones para el habitar? No es raro encontrar

    hoy, en los trabajos de investigacin terica en arquitectura, un llamado similar al queuna vez hicieran las vanguardias clsicas: desembarazarse del peso de lasconsideraciones histricas y semnticas, desafiar la inercia de la industria de laconstruccin que contina utilizando tcnicas milenarias, y aprender de los diseadoresindustriales, incorporando nuevos materiales y, sobre todo, la increble potencia de lastcnicas digitales de produccin y modelizacin. Sin embargo, es el complejo cientfico-

    2Alejandro Zaera Polo, Un mundo lleno de agujeros , El Croquis n 88/89, Madrid, 1998, pp. 308-3233

    Ver, por ejemplo, el triste papel del arquitecto en las conversaciones que mantuvieron Jean Baudrillardy Jean NouvelenLos objetos singulares. Arquitectura y Filosofa. Fondo de Cultura Econmica, Mexico,2000

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    tecnolgico el que se encuentra bajo sospecha, ya que constituye la columna vertebralde los tiempos modernos, e indudablemente del sistema actual.

    Que sucede con la poltica? No es necesario subrayar que no me refiero a lareal politik, que poco tiene que ver con el sentido existencial que quiero sealar: ungrupo de personas actuando juntas hacia el bien comn. Imposible no considerarla para

    reflexionar sobre la disciplina, en la medida en que, tradicionalmente, el modelooriginal de Ciudad para Occidente moderno, lapolisgriega, implicaba de manerainescindible un espacio y una poltica. Pero tambin para la idea clsica de lo poltico elespacio es secundario: si no podemos perder de vista, aunque quisiramos, los sentidos

    polticos de la edificacin en el mundo urbano (tendencialmente: toda la extensinterrestre), es claro que las formaciones polticas concretas no pueden reemplazar sinms el trabajo especfico de construir un territorio. La dimensin poltica todavaacompaa algunas experiencias de punta en la investigacin arquitectnica: sinembargo, su frecuente destino es el mismo que el de las artes hermanas, el de presentarun constructo, o un proceso, como objeto de contemplacin. Esto funciona comodenuncia, como sealamiento, como advertencia, o como juego en el prdigo sentido de

    Schiller, pero disuelve el desafo histrico de nuestra disciplina, que ha pretendidonunca abdicar, en nombre de la apariencia, de la tcnica y el uso.

    Mencionar la articulacin arte/poltica, refugio para muchos arquitectos que seresisten a subsumir su trabajo en un mundo en el que el capitalismo desregulado hallevado a tan repulsivos abismos, nos lleva nuevamente a las perplejidades del inicio:

    porque lo que en las artes visuales, a las que estas tendencias acompaan, resulta patentedesde el siglo pasado, es que la reduccin al concepto y el abandono de la habilidadespecfica no slo carecen ya de elementos revulsivos, sino que apenas encubren eldesprecio por el saber artesano. En todo caso, tambin en la esfera de las artes se

    perpeta la herencia del pensamiento moderno: la histrica repulsa del cuerpo entendidocomo recipiente pasivo, ancla del pasado, obstculo en el motor de la Historia. Qu

    puede hacer con esto la Arquitectura, constructora de cuerpos extensos, pesados, delarga permanencia, entregados a los usos de la vida cotidiana?

    Este punto nos devuelve al planteo inicial: cmo pensamos un mundo en el quelas divisiones entre quienes piensan y quienes hacen, entre quienes son capaces dediscurso lingstico y quienes no, entre lo creado y lo fabricado, entre los animales y elHombre, han entrado en colapso, porque ya carecen de potencia explicativa yresolutiva? Tratndose de la organizacin de espacios y cuerpos concretos, el plano

    poltico no puede eludirse para pensar. Sin embargo, como intentar demostrar a travsde algunos casos paradigmticos que resumen, a mi entender, el estado de las cosas enla disciplina y la profesin, resulta notable la ausencia de lo poltico entre las variables

    que las ms publicitadas tendencias toman en cuenta.

    Para ello, voy a reunir primero, en los puntos siguientes, dos lneas en aparienciaopuestas: las investigaciones tericas sobre la disciplina, realizadas con losmodernizados registros icnicos que tradicionalmente definieron elproyecto,desarrolladas en su mayor parte en los laboratorios y centros universitarios dearquitectura; y las concreciones profesionales de avanzada, que vuelven a lidiar con

    programas complejos, fragmentos urbanos e incluso ciudades enteras. Ambas descansanen una renovada confianza en las posibilidades del complejo cientfico-tecnolgico, queha avanzado a velocidad vertiginosa en las ltimas dcada.4

    4He decidido, como estrategia de este artculo ya de por s largo, centrarme en lo ms difundido en los

    medios; he dejado afuera, as, muchas experiencias prometedoras, aunque escasamente visibles en susaspectos ms interesantes, que enfrentan el replanteo de lo poltico y del lugar tradicional del arquitecto-para pensar la construccin del habitar. Cf., por ejemplo: Paraformal: ecologas urbanas, taller de

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    Forma orgnica y paramtrica

    El parametricismo emergi en los ltimos aos como la ltima palabra en arquitectura

    ecolgica: segn Zaha Hadid y Patrick Schumacher, el primer estilo unificado mundialque puede y debe sustituir al modernismo.5Enfrentado, segn dicen, al caosmetropolitano, desplaza definitivamente los montonos modernismos (sic!) con unorden complejo y abigarrado inspirado en los procesos auto organizadores de lanaturaleza. Los parmetros son adaptables, maleables, dinmicos, receptivos,interconectados, sistmicos. Apenas puede creerse que, una vez ms, tan universaldiscurso culmine con el ejemplo propio de la Torre Espiralde Barcelona, un centrocultural cuyos logros se basan en la perfeccin de la fachada de proteccin solar, y asen el consecuente ahorro energtico. La banalidad de tal propuesta, que apenas escondela verdadera clave del xito del edificio (el nombre de Zaha), hara revolverse en sutumba a Wladimiro Acosta: no necesitamos computadoras para construir edificios y

    dispositivos edilicios que aprovechen luces y sombras, ventilacin cruzada yorientaciones adecuadas.6En este punto, el parametricismo la medicin precisa y velozde condiciones complejas a travs de algoritmos- no constituye un cambio radical, sinoslo un desarrollo esperable de las premisas modernas, que por cierto colocaban el

    progreso tcnico, frecuentemente, como causa nica del cambio.Pero sera injusto unificar las investigaciones que se toman en serio la revolucin

    tecnolgica, con la propaganda retrica de las obras particulares, si bien las derivacionesms ostensibles del diseo por computadora estn constituidas por la multiplicacin degeometras complejas empleadas para la construccin de edificios que recurren a ellas

    por su necesidad de alto clivaje simblico.No es la primera vez en la historia de la arquitectura en que se lleva al lmite el

    recurso geomtrico, como bien estudi Robin Evans: la complejidad de las obras deBorromini, Guarini o De lOrme responda a una indagacin avanzada sobre lascualidades del espacio, doblemente anclada en los avances cientficos y en prcticasconstructivas de larga duracin, como la estereotoma o trabajo en piedra.7 Esteempeo no es casual, ya que los siglos XVI y XVII son aquellos en los que,vislumbrados los lmites del pensamiento clsico, se emprende dificultosamente la

    bsqueda de nuevas certezas.La maleabilidad del recurso geomtrico tambin fue utilizada ms recientemente, en

    la segunda posguerra, como rplica a la ausencia de carcter en los productosgeneralizados de los modernismos; a la pobreza semntica -y social- de las clulas

    repetidas en infinitos pabellones; a la tristeza del hormign armado; y (last but notleast), a la bsqueda de nuevas claves para habitar. En Sudamrica, permiti elsurgimiento de algunas de las arquitecturas de mayor impacto y personalidad: las deOscar Niemeyer, Amancio Williams o Eladio Dieste.

    Ahora bien: ninguno de los protagonistas de las tendencias hegemnicas depostguerra pudo pensar en la situacin de un mundo en el que los recursos energticos y

    investigacin que rene, a travs de una red universitaria, experiencias multidisciplinarias de BuenosAires, Montevideo, San Pablo y Santiago de Chile.5Zaha Hadid y Patrick Schumacher, Edificios adaptables, en Babelia, suplemento cultural de El Pais,Espaa, 22/01/0116Wladimiro Acosta, arquitecto ruso-argentino, fue un pionero en el diseo al servicio de las condiciones

    climticas. Su sistema Helios, cuyos primeros ensayos datan de 1932, permanece como referenciainsoslayable en la historia de la arquitectura local.7Robin Evans, The projective cast. Architecture and its three geometries, MIT Press, 1995.

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    espaciales se reconocen como limitados. La apariencia orgnica, ya sea a travs de lautilizacin de curvas libres y superficies regladas, o a travs del regreso a la casita conhogar, o de la utilizacin de los materiales locales apenas trabajados por la industria,resulta tendencialmente tanto o ms brutal en su impacto ambiental que la utilizacin degrillas flexibles, areos pabellones o torres de planta libre. Debe notarse que pocos de

    estos arquitectos trabajaron en un plano que excediera la apariencia: no ocupabaentonces un lugar primordial la produccin social de la arquitectura (Dieste constituyeuna notable excepcin).8

    Qu diferencias existen entre estos casos histricos y los actuales proyectos quebasan las posibilidades de innovacin formal en el diseo por computadora? Enprincipio, debemos distinguir los trabajos de investigacin proyectual -que abiertamentedeclaran su ambiciosa intencin de explorar maneras de proyectar que no repitan elcamino de la arquitectura moderna-, del uso corriente, ya instalado, de los recursos de lacomputacin como una herramienta ms. Nos centraremos en las lneas deinvestigacin, evitando identificar los resultados aparentes de los procesos con laconstruccin real -ya que por definicin, sus productos slo constituyen fases

    provisorias.Los resultados de estas indagaciones son por ahora imprecisos y abiertos, pero es

    posible, despus de tres generaciones que estudian las posibilidades y lmites de laincorporacin de las nuevas tcnicas de informacin y registro, realizar un balance. Lo

    primero que debe comprenderse es la forma de trabajo, instalada en el mbito aspticode centros universitarios o de similar rango (Columbia, Harvard, UCLA, AA). No setrata de una situacin nueva, ya que el enfoque de un problema circunscripto fuecaracterstico no slo de algunas viejas escuelas del movimiento moderno (la Bauhausy sus secuelas de posguerra), sino tambin, ms recientemente, de las revulsivastendencias que se conocieron pblicamente con el nombre de posmodernismo. Setrataba, en este caso, de una vuelta de tuerca que someta los mismos principiosmodernos a rigurosas indagaciones. Los estudios que poseyeron mayor alcancetemporal se vincularon con las preguntas al propio lenguaje arquitectnico, hallando poresa va los lmites disciplinares: la crcel del lenguaje se identificaba la crcel de lageometra proyectiva, cuyo desmonte (deconstruccin) arrojara una luz impensadasobre trabajo rutinario del arquitecto.

    Pocos aos ms tarde, Deleuze y Derrida, la topologa o los sistemas fsicoscomplejos, ya eran menciones de rigor, aunque slo como citas de autoridad o ingenuasmetforas (las mesetas, las fracturas y quiebres, la teora del Caos o la geometra fractaldieron lugar a mltiples figuraciones). El nfasis se traslad desde entonces a las nuevastecnologas de computacin, lo cual no sorprende considerando que en menos de una

    generacin se abandon, en las escuelas de arquitectura, el dibujo a mano. La extensindel ordenador personal, y el impresionante desarrollo de los software high tech(algunosde los ms conocidos vinculados con la renaciente industria de la animacincinematogrfica), sugirieron una revolucin copernicana en la misma idea deforma.

    All donde poco antes la crtica a la forma (tanto clsica como moderna, ya que enesencia no haba cambiado) se ejerca con sus propios instrumentos, mediante elegantesdibujos a manos como los de Agrest/Gandelsonas, Silvetti/Machado, o Eisenmann,

    pasibles de ser interpretados poseyendo un conocimiento sustancial de la tradicinarquitectnica y cultural, los modelos complejos que permiten construir las tecnologasdigitales suponen el abandono de las referencias histricas para escapar del estrechomarco de la disciplina. As, la segunda generacin digital se especializ en la

    8Para ampliar este juicio sobre Eladio Dieste, cf Graciela Silvestri, "Eladio Dieste: una biografauruguaya", en Eladio Dieste. Opera Completa, Electa Mondadori, Miln, 2003

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    investigacin de las formas autoorganizadas del mundo natural, de los procesos vitales,o de la dinmica social no reglada, entendida en trminos similares. An podemosaprender mucho de esto, pero la principal contribucin se mantuvo dentro de los lmites

    previstos por las palabras desplazando a Deleuze y Derrida por Bataille y Sade. Elrepertorio lingstico cambi: en lugar de extrusiones y serruchos iluminados por el

    constructivismo sovitico, emergieron formas monstruosas que sugeran, segn laperspectiva, intestinos, cabelleras, pulpos o ms banalmente, fideos. En todo caso, lasegunda generacin de investigadores de la forma no apuntaba a la naturaleza armnicadel mundo (patente tanto en las versiones del organicismo como en las del msextendido funcionalismo) sino a los aspectos frankesteinianos del carcter material,corpreo, y brbaro del mundo. Tal vez la idea depost naturalismopudo ser nombrada

    porque tales monstruos existan.Tambin de manera acelerada, los arquitectos que poco antes inscriban sus

    producciones en un campo cultural en estrecha relacin con las ciencias humanas,comenzaron a notar su infinita ignorancia de los avances cientfico-tcnicos: la biologa,la fsica de los materiales, las geometras no euclideanas planteadas un siglo antes. De

    retomar una posicin materialista, sta no poda ser escindida de los hallazgoscientficos, an cuando se combatieran sus aspiraciones totalizantes.

    Pero ya esta segunda generacin, crecida entre los algodones del laboratorio, nopareca conciente de la inevitable brecha entre el producto de la investigacin y laconstruccin real. Agrest y Gandelsonas no pensaban en edificar su casa escalera;Greg Lynn edifica su Iglesia Presbiteriana Coreana. No se trata slo de la viabilidad dela construccin: se trata de que la investigacin lingstica pona a prueba slo unaspecto aparente de la forma, algo de lo que los ms viejos eran concientes, pero sobrelo que Lynn no reflexiona. De hecho, la apariencia orgnica que se desprende de lasimgenes de los protagonistas de la segunda generacin resulta, como dije, tanto msimpositiva, de cara a sus efectos en el mundo, que una grilla ortogonal.

    El impacto fue, sin embargo, enorme: Alejandro Zaera Polo, por ejemplo, pas alestrellato con la asombrosa topografa de la terminal martima de Yokohama. Paraentonces, la perspectiva crtica estaba cercana a la extincin, de manera que no extraaque la tercera generacin, que creci sin asombro, incorporando naturalmentelas

    posibilidades digitales en toda su potencia, haya abandonado toda pregunta sustancial.Seguramente, los ms jvenes estn hartos de tanta literatura inconducente, pero nocreo que radique aqu el problema: ms bien, como sucede hoy en todas las profesiones,se encuentran presurosos por ocupar los lugares que los viejos maestros continanmonopolizando, por lo que, sea a la escala de una mesa, o a la escala de una ciudad,saben que no pueden esperar mucho para transpolar diagramas en 3D a formas

    materiales destinadas a la vida.Michael Meredith, que participa activamente de lo que en los ltimos aos sedenomin diseo paramtrico, reconoce la ausencia de reflexin social, cultural y

    poltica en los trabajos de los ltimos aos. The mastering of hi-tech engineeringsoftware, escribi en un artculo reciente,is ultimately used to produce ornatearchitectural decoration: this extremely pragmatic production of doubly curved

    surfaces can quickly devolve into an aesthetic solely based upon a transformation of

    parts within a field, a totalizing smooth and singular formal aesthetic built upon the

    legacy of American formalism.9Los proyectos realizados en esta nueva tendenciasuponen que la posibilidad de indexar rigurosamente las transformaciones que un

    9Michael Meredith, Never enough. (transform, repeat and nausea) en AAVV, From control to design.Parametric/algorithmic architecture. Verb monograph, Barcelona/New York, 2008

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    sistema provoca sobre otro (como la semilla sobre la superficie), puede resumir lasaleatorias variables de la habitacin humana.

    Meredith us la palabra smooth, suave: es que ya no vemos monstruos como hacediez aos, sino amables superficies continuas, alfombras mullidas que sugieren unatranquila relacin con el mbito natural, de las que el ejemplo del Rolex Center, de

    SANAA, es paradigmtico. Se trata acaso de una nueva armona?Estas amables superficies requieren para su materializacin una enorme inversineconmica, y un desarrollado sistema productivo un sistemaprimer mundo. Lacomplejidad geomtrica, llevada a la construccin real, permanece al servicio de otrolegado: el del urbanismo estratgico, cuya historia transcurri ntimamente imbricadacon las investigaciones posmodernas sobre el lenguaje de la arquitectura. Las

    primeras objeciones radicales a la planificacin totalizante, la ponderacin del lugar delarquitecto y de la obra elocuente en el espacio pblico, devienen de la poca pre-computadora personal; en dos generaciones -una vez cortados los lazos con la reflexin

    poltica que caracteriz las primeras investigaciones-, el propsito inicial devino en labsqueda exclusiva de espectacularidad. Nada de esto condujo a otra cosa que al

    privilegio de los developersy a fracturas socioespaciales que ciudades como BuenosAires nunca haban conocido escasamente puede hablarse de armona.

    Me interesa sealar aqu que, si estas investigaciones pueden ser tan fcilmentereutilizadas, es tambin porque apenas asoma en ellas el problema de la vida urbana de cuya orientacin depende la viabilidad de la habitacin humana en el mundo. Elhermoso edificio de SANAA est realizado en el mismo medio mullido y algodonosodel campus en que las investigaciones transcurren. Otros edificios de renombre,derivados del diseo paramtrico, no poseen otro destino, en el mejor de los casos, queel museo Guggenheim de Bilbao, bien que sus premisas pretenden ser distintas. Se

    podr decir que esto no compromete a las investigaciones disponibles ms de lo que unainvestigacin bsica sobre el tomo compromete a la guerra atmica: pero bien sabemosque esta neutralidad ya no puede afirmarse. As, no deja de llamar la atencin que elcomplejo cientfico tcnico sea una vez ms esgrimido, en la investigacin del espacio,con total ausencia de problematicidad.

    Tal vez esto se deba a la forma de institucionalizacin acadmica en la que estamostodos comprometidos: una forma copiada de las ciencias duras, simplificada, en esperade resultados inmediatos, al servicio de estructuras de validacin que no contemplansiquiera las sutilezas de las ciencias humanas: como habrn de contemplar, entonces,las formas novedosas de la disposicin concreta de la materia fsica, con sus rmoras y

    potencialidades extradas frecuentemente del arcaico pasado, planteadas en funcin detan vagos resultados como la felicidad comn?

    Certificado verde

    Si esta crtica a la impostacin acadmica de la disciplina, que multiplicapapersburocrticos, se entiende como una celebracin de la prctica profesional, me apresuro acorregirla. No es infrecuente que, perdido el hilo de la teora y de la crtica, el arquitectoactual contine utilizando como cimiento de sus posturas los principios modernos enque an es educado en la mayora de las escuelas, mientras remoza sus posiciones conun mayor cuidado en los aspectos ambientales que ya estaban implcitos en aquelideario. No parece justo pedir otra cosa, cuando quien debe edificar en el mundo se

    enfrenta con aspectos tan dismiles, pero tan ntimamente relacionados, como lasfinanzas y el lenguaje, el uso y la tecnologa, el equilibrio ecolgico y la irrupcin de la

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    obra humana. Pero esta situacin comprensible adquiere otro tono cuando es colocadaen ciertas coordenadas ideolgicas, como las que se defienden considerando la prcticacorriente y el sentido comn por encima de las vanas teoras (como si el arquitectohiciera ladrillos, en lugar de proyectos elproyecto, en palabras de Leon BattistaAlberti, es teora). Viceversa, cuando las teoras actuales ignoran las condiciones de la

    profesin, simplemente desprecian lo que significa resolver un problema real yconcreto.Es posible, al igual que en el camino de la investigacin, hallar islas de reflexin

    tanto ms valiosas por hallarse inmersas en las duras circunstancias que el arquitectoenfrenta para construir. Pero los mejores ejemplos a los que podemos recurrir estncircunscriptos a programas modestos: una casita en el campo, un hotelito de lujo, un

    pabelln de feria. No es secundario que muchos arquitectos que se niegan a jugar en lasligas mayores al servicio del capitalismo avanzado renuncien a encargos de dimensinmetropolitana: pero, an respetando estas decisiones morales, queda claro que lahabitacin en el mundo no se resuelve en una casita con energa solar y paredes verdes.

    Nos centraremos entonces en un caso que pueden ejemplificar las formas habituales

    de operar. Eleg, entre los muchos posibles, el de la torreMadero Office, recientementeinaugurada en Buenos Aires, Argentina, del estudio lvarez y Asociados, ya que loslmites de las prcticas profesionales suelen revelarse con mayor crudeza en los paseslatinoamericanos.

    Tmese en cuenta, para quien no vive en Argentina, que Mario Roberto lvarez,veterano arquitecto de 98 aos, es elegido por sus colegas en los ltimos aos como elmejor arquitecto del pas toda una declaracin de la distancia que los profesionales hanresuelto tomar de cualquier propuesta innovadora. Por supuesto, no es lvarez quien seencarga personalmente de las obras, aunque su estilo, ya maduro en la dcada del 50,con obras de relevancia como el teatro San Martn, permanece como inflexible gua dela produccin de la oficina. La situacin no es secundaria para comprender el campo enque se mueve hoy la arquitectura argentina, que alguna vez fuera el foco del debatesudamericano.

    Las laudatorias crticas sobre la torre repiten el mismo discurso de lvarez: se hablade inclaudicable racionalismo, de simbiosis perfecta entre funcionalidad y esttica,de mxima flexibilidad.10Pero a estos obvios elogios se suma una cualidad de poca:la torre es presentada como campeona de la construccin sostenible. Es que ha obtenidola precertificacin Green Building, otorgada por el USGBC. Ninguna de lasdecisiones que han permitido el certificado cambia en lo ms mnimo la lgica

    proyectual: ni los paneles solares; ni el espacio para estacionar bicicletas en lossubsuelos; ni las fuentes que recolectan agua de lluvia para el riego de las escasas

    plantas en canteros; ni las canillas de cierre automtico de los baos, ni la sealticadidctica. Es que acaso se puede esperar alguna innovacin sustancial de tan transitadatipologa?

    Resulta ilustrativo colocar la torreMadero Officeen relacin con otra torre cercana,el edificio Conurban que Ernesto Katzenstein proyect para la empresa Kokourek en1969. La excepcional obra de Katzenstein exhibe, como bien lo seal J. F Liernur, unadensa trama de referencias semnticas y arquitectnicas ntimamente articuladas consoluciones funcionales y tecnolgicas. La famosa pared de ladrillos, de una escala nuncaantes experimentada, se erige simultneamente como smbolo arcaico de fortaleza;negacin del caos metropolitano mientras el edificio abre sus vistas hacia la naturalezadel ro-; sugerencia de formas tradicionales de construccin el ladrillo-; y proteccin

    10CfArq,suplemento de arquitectura del diario Clarin, Buenos Aires, 15 de marzo de2010.

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    hacia el implacable sol del Oeste. La planta en serrucho aumenta la superficie vidriadahacia la mejor orientacin climtica, logra espacios cualitativamente diferenciales, y almismo tiempo distingue una organizacin simtrica de los ncleos de circulaciones yservicios. El eclecticismo de las referencias, caracterstico de la tradicin local (el Miesexpresionista, Louis Kahn, Alvar Aalto), es sobrepasado en una obra que contina,

    despus de cuarenta aos, sugiriendo nuevos sentidos en su productiva ambigedad.11

    La Torre de lvarez no abre ningn camino para pensar, excepto por aquello queencarna la convencional arquitectura corporativa- y su distancia con lo que diceencarnar (la arquitectura sustentable).

    Se dir que las variables fundamentales para decidir si Puerto Madero Officeabre un camino en la reflexin sobre la ciudad y los problemas medioambientales nodependen del estudio de arquitectura. La torre se halla, como su nombre lo indica, enPuerto Madero, el barrio derivado de la refuncionalizacin del viejo puerto cuyo

    proyecto se inici a principios de 1990. El proyecto urbano inicial buscaba lacontinuidad del tejido para asomar la ciudad al ro (obsesin histrica de las ciudadeslitorales argentinas); tal objetivo, por diversos motivos -entre ellos que el barrio se

    convirti en un enclave de lujo-, no alcanz jams a cumplirse. Pero el florecimiento delos programas de oficinas corporativas -en un barrio que no alcanza, a pesar de suscondiciones excepcionales, a constituirse con la densidad cultural de otros barrios

    porteos- se enlaza con los famosos rascacielos de Le Corbusier, prstinas formas en elvasto horizonte pampeano. Nunca se construy tan alto en la Argentina.

    No pensemos que en esta carrera de altura pesa reflexivamente la tradicin de laarquitectura local. Simplemente, se trata de la oportunidad de las desarrolladorasinmobiliarias. Las principales, entre ellas RAGHSA, que llev adelante Puerto MaderoOffice, operan reservando tierras cuyo destino pueden alterar segn los cambios delmercado inmobiliario -de hecho, el terreno del dique 4 estaba inicialmente destinado aviviendas. Esta manera de accin no parece avenirse con la idea de sustentabilidad, yaque ni siquiera toma en cuenta el destino de la ciudad, operando con la lgica de lasmayores ganancias. Tampoco queda claro el impacto ambiental de estas grandes torresconstruidas sobre un frgil aterramiento, ni sus consecuencias en el funcionamientourbano global. En lo referente a los recursos energticos, es obvio que el enorme gastoque supone esta tipologa apenas puede ser suavizado por el ahorro del 1% de la energaconsumida gracias al uso de paneles solares.

    Tanto para los desarrolladores, como para los principales arrendatarios, elcontrato con el afamado estudio de lvarez no puede ser ms acertado. Por un lado,

    porque el estudio se ha dedicado siempre a la arquitectura corporativa: de los tresmillones de metros cuadrados que lleva construidos en su larga trayectoria, un tercio

    obedece a estos programas. En este plano, resuelve con limpieza las solicitaciones delmercado: la mxima economa, la mxima flexibilidad, y una austera indicacinsimblica materializada en el prtico estructural, presentado como lapuerta de Buenos

    Aires, que exhibe el nombre del Standard Bankla compaa financiera que alquilatrece pisos de la torre. Recuerdo cmo me llam la atencin, hace dos dcadas, notar enStuttgart que el lema de la Mercedes Benz coronaba la torre de aires neomedievales dela estacin de ferrocarril que dominaba la plaza principal: en el caso de Stuttgart, setrataba de una empresa nacional; en el del prtico de Madero Office, la marca de un

    banco que aterriz en 1998, aliado al ICBC de China desde 2008 -el banco ms grandedel mundo en trminos de capitalizacin burstil. Toda una declaracin simblicaacerca del destino de Buenos Aires.

    11J. F. Liernur, La importancia de ser Ernesto, enErnesto Katzentein Arquitecto, Fondo Nacional de lasArtes, Buenos Aires, Argentina, 1999

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    Tanto para los desarrolladores como para el Standard Bank, el contratar alvarez implic que los valores atribuibles a la obra del viejo maestro (austeridad,contencin, responsabilidad, solidez tcnica) se trasladaron a toda la operacin, lo queconviene en estos tiempos tormentosos para las empresas financieras. Incluso laausencia de experimentacin de este edificio puede ser leda en trminos favorables para

    estos errticos negocios. En el marco de la sociedad local, las apuestas arquitectnicasarriesgadas podran entenderse como capricho y as, faltas de confiabilidad.En el mismo sentido, la obtencin de green certificate no puede sino convenir a

    la cara pblica de desarrolladores y compaas arrendatarias. La novedad queproporciona el adecuarse a normas internacionales -que apenas se ve reflejada encambios sustanciales en el proyecto, y que no alteran el impacto ambiental- comienza aser relevante en otros sentidos en el de la marca verde. Pero el proceso de obtener lamarca introduce tendencialmente alteraciones en la organizacin del trabajo en laoficina y en la obra, cuyas consecuencias an no han sido sopesadas.

    En el caso de lvarez, la dimensin y la forma de trabajo del estudio ya eranhace tiempo diferentes de las de la mayor parte de los estudios argentinos, que no

    perdieron nunca sus aspiraciones de experimentacin, sus pretensiones de insercin enel debate de la cultura arquitectnica, ni la identificacin personal de cada miembro delequipo responsable. Hace aos, tambin, la oficina de lvarez comprendi que lareproduccin del trabajo dependa de consolidar una rama que diseara el negocio, antesque esperar pasivamente a los clientes. Pero la carrera recin iniciada por obtener elcertificado verde implica una complejidad adicional.

    La pre-certificacin LEED (Leadership in energy and environmental design)constituye un reconocimiento formal del USGBC (Consejo de construccin ecolgicade los Estados Unidos), mediante la garanta del cumplimiento del sistema de directivas,normas y metas de sustentabilidad ambiental. Ahora bien: el estudio de estas normasrevela que muchas son derivadas de las reglas tradicionales del arte establecidastiempo antes de que avanzara la crisis ambiental-; mientras que otras, especialmente lasque dependen de los avances tecnolgicos como el tipo de aire acondicionado- puedenresolverse localmente, sin multiplicar los expertos o la importacin tecnolgica. Peroestos rubros debenmultiplicarse en el sistema actual, especialmente en el caso de losexpertos - ya que su expertiseno pasa por la pericia en temas ambientales, sino por elconocimiento de la forma burocrtica de aplicacin de las normas. Las cuestiones defondo con respecto a la sustentabilidad no son as abordadas por los arquitectos, que lasdelegan a burcratas, por lo que no extraa que la formadel edificio diste de constituiralgo nuevo.

    El problema de la adecuacin de normas internacionales al caso local ha sido

    escasamente tratado, aunque algunas investigaciones desarrolladas por especialistas enla materia han puesto de relieve aspectos complicados: las exigencias del sistema LEEDo del sistema BREEAM (britnico) son de difcil cumplimiento en Argentina por susdiferencias con las normas locales IRAM; muchas de las exigencias no son apropiadas

    por la diferencia de contextos culturales, climticos o tecnolgicos; el costo del procesode certificacin es significativo, habida cuenta de que no existen certificadores locales.12Los mismos resultados ambientales podran obtenerse recurriendo a especialistaslocales, e incluso al propio milenario saber arquitectnico.

    No debe olvidarse que la obtencin del certificado verde implica un arancel, unaoficina internacional en este caso, en Estados Unidos-, y una burocracia privada

    12

    S. de Schiller y J.M. Evans, Desarrollo y aplicacin de criterios de sustentabilidad en un proyectourbano de Buenos Aires, enAvances en energas renovables y medio ambiente, Centro de InvestigacinHabitat y Energa, FADU/UBA,vol 10, 2006.

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    funcionando aunque se trate de una ONG-, ocupando el papel de cada estado nacionalen el asunto; una cohorte de expertos en interpretar las normas. Nadie hubiera tomado ala ligera, hace unos aos, la importacin de patentes, procedimientos, formas de pensar,sin que quedara en claro en cunto los mayores costos redundan en una efectivaeconoma energtica. S queda claro que esta multiplicacin burocrtica implica la

    profundizacin de las diferencias entre oficinas con capacidad econmica para afrontarla aplicacin de las normas, y pequeos estudios jvenes que slo pueden presentar suinteligencia para resolver estas cuestiones. Pero la estrategia de la corporacinarquitectnica ya no consiste en presionar a los Colegios o Consejos de Arquitectura, oa las oficinas estatales, o a la Legislatura de la Nacin, para que afinen y mejoren lasnormas conducentes a la sostenibilidad ambiental: entregan su confianza a lasorganizaciones globales.

    El debate, sin embargo, debiera exceder la pertinencia de las normas, o loscambios en la cultura local del trabajo, e incluso los intereses nacionales: muchos

    podran objetar a esta reflexin que el adaptarse a las normas constituye un bien mayory global. Pero en qu consiste este bien mayor? La aplicacin pasiva de las normas

    exime de cualquier reflexin que problematice la relacin arquitectura/ciudad/ territorio,por lo que lo que termina ofrecindose es simple greenwash. Como Glenn Murcuttcoment recientemente, la viabilidad ecolgica pasa por un conocimiento preciso, y noabstracto, y menos an normativo en el apoltico sentido actual, de las condiciones dellugar -y, sobre todo, por una idea de economaque no debiera reducirse a lo que elcapitalismo tardo entiende por ella. No se trata de modestas reducciones energticassobre gastos incalculables: No es posible hablar de sostenibilidad si hay que hacer otro

    proceso industrial enorme y costoso; (ste) debiera ser tan simple como aflojar untornillo.13En la simplicidad est tambin, dice Murcutt, la belleza.

    Ciudad de tecnologas limpias

    En el otro extremo del mundo, en el emirato de Abu Dhabi, all donde las posibilidadeseconmicas permitiran obtener todo lo que las nuevas tecnologas brindan, y donde laausencia de burocracias estatales modernas -de sistemas de educacin pblica, deinfraestructura para el comercio, de vida urbana en el sentido estricto- constituan hastahace una dcada las notas dominantes, brilla el espectacular proyecto de la ciudadecolgica de Masdar. No resultara en principio adecuado para este caso el juicio conque inici el artculo que los arquitectos haban dejado de pensar en ciudad, ya sea

    para comprenderla o para transformarla. Aqu tenemos, por el contrario, un

    emprendimiento que parece evocar los momentos ms audaces del modernismo deposguerra, encarnados en Brasilia. Pero nos equivocaramos mucho en el paralelo siolvidamos de que Brasilia fue iniciativa de un Estado/Nacin. En Masdar, queda demanifiesto no slo la manera en que las burocracias privadas avanzan en situaciones sintrabas, sino tambin cmo la sustentabilidad puede escindirse, sin siquiera reflexionarsobre las consecuencias, de las condiciones polticas concretas. En fin, habremos de

    preguntarnos si Masdar es, en efecto, una ciudad.Masdar es la perla verde de las intervenciones en Oriente Medio, cuya expansin

    econmica deriva de la providencial articulacin de la crisis global de Estados Unidos yEuropa occidental, con la liquidez financiera de los pases exportadores de petrleo delGulf Cooperation Council, que condujo a plusvalas similares a las de cuarenta aos

    13Cf entrevista a Glenn Murcutt, La sustentabilidad es una frase hecha, enLa Nacion, Buenos Aires,21/08/2008.

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    atrs. Pero hoy los pases del Golfo son ms estratgicos en sus apuestas: la provisinde infraestructura y el desarrollo inmobiliario en la propia tierra adquirieron un lugarrelevante, con vistas a colocar estas naciones en el concierto mundial, especialmente enlo que atae a la creacin de atractivos tursticos para sectores exclusivos.

    Masdar se encuentra en el emirato de Abu Dhabi. Su capital, del mismo nombre,

    es la ciudad ms rica del mundo: se encuentra literalmente sentada sobre las mayoresreservas petroleras. En este territorio se hallan las famosas Saadiyat Islands,transformadas en un complejo de 30 billones de dlares, con 29 hoteles internacionales,tres marinas, dos canchas de golf, y habitacin para 150 000 personas. No se trata solode turismo, ya que en la capital se construy la segunda mezquita mas grande delmundo, y el palacio del Sheik parece emerger deLas mil y una noches. En el distritocultural, se convocaron los nombres de los arquitectos ms prestigiosos (Zaha Hadid,Tadao Ando, Jean Nouvel, Frank Gehry, Norman Foster), y los principales museos delmundo han cedido temporalmente parte de su patrimonio para ser exhibido. Tendremos,

    pues, otro Louvre, otro Guggenheim, otro British Museum. Para que esto se construya,no slo deben importarse trabajadores la mayora de los habitantes proviene de Bangla

    Desh, India, Pakistn, Filipinas- sino, sobre todo, burocracias completas.As relatada, la aventura de este emirato que en el siglo XVIII emprendi un

    camino independiente al del vecino Dubai, y que an a mediados del siglo XX, yadescubierto el petrleo, descansaba su economa en la bsqueda de perlas, no parecedistinguirse mucho de las pocas de la Argentina de las vacas gordasa principios desiglo pasado, construyendo sobre la pampa vaca (el desiertosarmientino) edificios yciudades de dimensiones nunca sospechadas en el viejo continente. Pero aqu terminanlos paralelos, en la medida en que Argentina estaba construyendo entonces un estado,una nacin, en la que el debate sobre el sistema poltico, ms o menos restringido,exclua el poder absoluto y la unidad entre poltica y religin. El emirato de Abu Dhabiest gobernado por una familia, de manera que el Sheik Khalifa bin Zayed Al Nahayan,emir hereditario y presidente de los Emiratos rabes Unidos, no es, por cierto, figuradecorativa: la fortuna de la familia es la fortuna del pas. No hacen falta ms datos parasaber que tal ciudad ecolgica en un territorio as gobernado se encuentra sometida a unrgimen poltico sobre el que, al menos, debera reflexionarse cada vez que hablamosde ciudad.

    En un artculo reciente, Norman Foster, proyectista de Masdar, resumi consensatez y amplitud los retos actuales para crear ciudades sostenibles: la difcilcombinacin de urbanizacin inevitable, pero tambin deseable si alentamoscomunicacin, igualdad, educacin distributiva- y control del dispendio energtico; el

    problema de los transportes, en particular del automvil individual; la leccin de las

    viejas ciudades europeas e incluso estadounidenses (la gua maestra de la igualdadhabra llevado, incluso en ciudades industriales como Detroit, a que el 80% de loshabitantes usara un transporte limpio como el tranva). Foster describe las maneras enque el proyecto de Masdar intenta trazar una vida ms all de los lmites de las fuentesde energa conocidas, sin perder de vista las formas tradicionales de la habitacinnordafricana, que destilaron con los siglos una manera sensata de adaptarse al climariguroso. El emprendimiento, iniciado en 2006, es desarrollado por la MubadalaDevelopment Co, compaa de gobierno y as familiar-, de la que Masdar Co. essubsidiaria. Incluye elMasdar Institute, dedicado a energas renovables, fundado conapoyo del MIT (US), cuya original propuesta consiste en proveer a los estudiantes de la

    posibilidad de vivir y aprender en un entorno calificado como living laboratory

    environment.

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    Las metas ecolgicas de la pequea ciudad son, sin duda, encomiables. Pero lasimgenes que se difunden poseen un inquietante parecido a un Shoppingcon detallesorientalistas. Por cierto, las perspectivas construidas digitalmente an no aciertan aincorporar los acentos cualitativos que posean los dibujos a mano, pero no es posibleatribuir este hiperrealismo kitsch slo a las tcnicas de computacin. La fealdad

    exhibicionista, abigarrada, con la misma escasa profundidad que posee la imagendigital, no parece un efecto secundario de la forma de abordar los problemas ecolgicos.Si la ciudad parece un Shopping, es tambin porque se trata de un negocio privado, alque la sustentabilidad le otorga un atractivo adicional.

    Masdar debe presentarse, en consonancia con su nombre de ciudad verde, comoleaderen tecnologas limpias. En esto Foster es ducho: desde temprano, advirti lanaivitde las posturas ambientalistas radicales derivadas del hippismo setentesco, paraadentrarse en los secretos de la tecnologa de punta. No sorprende, pues, que muchas delas figuraciones avanzadas por elparametric designsean tomadas en sus aspectosaparienciales por el estudio de Foster. La alta tecnologa posee tambin un costadoespectacular, como bien saban los ingenieros decimonnicos: es necesario no slo

    hacerla sino mostrarla. El orientalismo de Masdar se rene con ostentosas apuestastecnolgicas, para exorcizar el populismo del modelo de Las Vegas, presentndosecomo marca del futuro.

    La poltica es la gran ausente del artculo de Foster, y tambin est ausente enMasdar. No puede ser considerada, porque nuestra versin democrtica de lo poltico notiene lugar en un pas en el que la riqueza pblica se identifica con la de la familiagobernante. No sorprende entonces que Foster imagine como situacin ideal, a futuro,una especie de ententeentre tcnicos de diferentes disciplinas, conducida por elorganizador nato, el Arquitecto con visin integral. Tales equipos, a travs de unacolaboracin entre el sector privado y los polticos, evolucionaran en forma deconsultoras de nuevo tipo que no existen en la actualidad. (Ntese que se refiere a los

    politicos, profesionales de los asuntos pblicos, y no a la polticaencarnada en lasdecisiones de todos -una versin que bien podra ser reconducida al saintsimonismodecimonnico).

    Las consultoras de nuevo tipo, sin embargo, estn en pleno florecimiento,incluso en Argentina -hemos descripto su huevo prstino en el caso de la torre de MarioRoberto lvarez. Pero no se trata de la produccin de conocimiento interdisciplinario,como supone Foster, sino de una burocracia en constante crecimiento, una vuelta detuerca con respecto al funcionamiento incipiente que sealamos en el caso de las Torresde Puerto Madero.

    En relacin con la escala global de los negocios, surgieron en los ltimos veinte

    aos lasproyect management firms, focalizadas en sugerir, apoyar y acompaarproyectos de desarrollo inmobiliario. El modelo de funcionamiento fue tomado de lasconsultoras contables, que temprano advirtieron el filn que significaba brindarservicios poco definidos a sus clientes, antes que productos que implicaban pagos fijosy predecibles. En esta versin, la provisin del saber especfico es secundaria conrespecto a los servicios de consulta en el desarrollo y manejo de grandes proyectosinmobiliarios. El fenmeno avanz primero en la industria de la construccin, yrecientemente se instala en la reestructuracin de oficinas de arquitectura e ingeniera.14

    Estos cambios implican cuestiones que afectan ntimamente a ciertos principiossobre los cuales la profesin estaba edificada. En el caso de lvarez, el estudio anmaneja las decisiones acerca de que consultoras contratar; y el servicio al cliente

    14Agradezco a Jorge Silvetti y a Paul Schlapobersky el detallado informe acerca del funcionamiento delas proyect management firms y sus consecuencias en el mbito de la profesin.

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    culmina con un producto definido. En el caso de las nuevas organizaciones, el alaconsultiva de la reestructurada firma es inevitablemente un ala interesada: el objetivono consiste en defender los intereses del cliente, sino de defender el saludable negociodel asesoramiento, definindolo de manera dbil pero sugiriendo que sin ste, el clientese ver implicado en una maraa de cuestiones que ignora. Esto implica un cambio

    abismal en la tica profesional: en lugar de un producto fijo, con un costo esperable,tenemos un continuo fluir de informacin que mejora las perspectivas del negocio, perono necesariamente del negocio del cliente.

    La situacin va ms all de la cuestin tica, ya que de esta manera se ampla laburocracia, al multiplicarse tareas y especialidades que no necesariamente redundan enuna optimizacin de los resultados. Oficinas como las de Foster, que extienden suaccin por todo el mundo (en Argentina, Foster realiza dos proyectos con socioslocales), agregan en su complejidad layers y layers de burocracia.15Los estudios localesque lidian con trabajos de envergadura debern optar por este tipo de consultoras. Demanera que la conexin entre Masdar y la torre de lvarez no radica en una sutilinterpretacin crtica, sino en la prctica concreta que las grandes firmas de arquitectura

    e ingeniera estn desarrollando, sin que nadie advierta sus derivaciones.La anunciada revolucin verde, asociada en el imaginario comn - bizarramente-

    con la libertad individual, culmina en la multiplicacin de instancias burocrticas quesobrepasan con mucho la combatida burocracia estatal, sin que ello garantice lasustentabilidad efectiva del proyecto; burocracias que colocan a los estados y gobiernosnacionales en situacin de garantes de estas multimillonarias y complejas inversiones.De ms est decir que ellas no obedecen a la lgica del bien ciudadano, sino a la de loscontadores que advirtieron por donde pasaban las ganancias.

    Sera injusto, y poco productivo, pensar que Foster o lvarez actancnicamente. La propia mecnica de los asuntos los ha colocado frente a estos

    problemas bien que no como vctimas. La experiencia de Masdar, que parece reunirtecnologa y ambientalismo, me llev a reflexionar, de nuevo, sobre las ciudadeslatinoamericanas. No es slo que no se pueda hacer Masdar: tal vez no se quiera hacerMasdar. Y an queda pendiente el problema maysculo de las grandes metrpolis formas habituales en Latinoamrica-, problemas que la experiencia de ciudades

    pequeas como Masdar apenas consideran.Lo grave no es el experimento en si, del que indudablemente podrn extraerse

    muchas lecciones tecnolgicas, sino la inconsistencia de la opinin pblica, y enparticular de la corporacin arquitectnica, para identificar el tipo de problemas queestas formas de producir ciudad suponen. Coloco el trmino ciudad entre comillas, yaque lo grave en la versin de Masdar es que excluye por definicin una esferapblica

    que pone entredicho, entonces, la misma idea de ciudad.No se crea, sin embargo, que esto sucede slo en emiratos hereditarios o enpases tercermundistas, ya que responde a la expansin de las empresas trasnacionales,que tienden a colocarse por encima de los poderes pblicos visibles. La burocracia

    pblica tiene ciudadanos o usuarios, la burocracia privada tiene clientes. Los poderes demercado que quitan a la poltica su autonoma, tambin quitan al individuo su iniciativa.Operan en nombre de la Tcnica, y ejercen su poder sin asumir ni las funciones ni lasresponsabilidades del gobierno, aunque son quienes realmente gobiernan.

    15En 2010, PHA consult (Piers Heath), un team consultor de ingeniera sustentable, se uni con Foster

    and Partners, ampliando el rango de servicios prestados por la firma. PHA presenta estos serviciossubrayando su experiencia en los sistemas internacionales de indicadores para establecer lasustentabilidad de proyectos (precisamente LEED, BREEAM, etc).

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    Es en relacin a esta situacin que debemos preguntarnos si la extincin deltrabajo tradicional del arquitecto es deseable; si cabe en esta mecnica una reflexinacerca de la sustentabilidad de la habitacin humana; si, en fin, lo que continuamosllamando ciudad sobrevive cuando las claves de su produccin se encuentran en estecruce entre burocracias privadas en continua ampliacin y poderes pblicos

    funcionando como reaseguro de sus ganancias.

    Arquitectura: ciudad, naturaleza, poltica

    Si necesitamos pensar maneras viables de habitar la superficie terrestre, es fundamentalcomprender la Ciudad. Pero aquello que nombrbamos como ciudad parece habersedesvanecido: hasta la palabra metrpolicarece de potencia descriptiva. Sin embargo,cualquiera sea el nombre con el que definamos hoy la vida urbana (post-metrpoli,ciudad territorio, etc.), la consideracin acerca de lo poltico contina siendofundamental: el comn denominador de los casos presentados se encuentra en la

    renuncia a enfrentarlo.Podra objetarse que lo poltico, aquello que defini histricamente la existencia de

    la vida urbana, nada tiene que ver con la objetividad de los asuntos de la naturaleza. Enesta versin, la poltica tratara slo de los asuntos humanos, de las cuestionesopinables, de las instituciones que garantizan cierto tipo de funcionamientorepresentativo; mientras que la naturaleza reclamara la razn de la ciencia -o, enversiones ms radicales, la hermenutica de una nueva metafsica, de una nuevareligin. En pocas de declinacin del Humanismo, y habida cuenta de los desastres que

    jalonan la trayectoria de los hombres, pareciera que eliminar la poltica -y por ende, laciudad-, resulta no slo inevitable sino hasta cierto punto deseable, en funcin de dejaral desnudo una realidad definida, sin contradicciones aparentes, en las coordenadas dela economa y de la naturaleza.

    Sin embargo, como bien expresa Bruno Latour, no slo los temas de la naturalezahan entrado de lleno en el tradicional dominio de la poltica, sino que esta irrupcin hahecho ms evidente lo inadecuado de las lecturas que suponan que el giro desde elreino aparentede lo poltico al reino sustantivo de la Naturaleza implicara el fin deconflictos y controversias, el acuerdo debido a certezas, el abandono de las pasiones poruna razn inclusiva.16Por el contrario, como resulta evidente slo repasando los casosaqu tratados, lo que sucedi es que cuestiones que antes eran colocadas por fuera deldebate de opinin el clima, los terremotos, o las instituciones cientficas y la eficaciatcnica- adquirieron en los ltimos aos una relevancia clave como tpicos polticos,

    alejndose de la neutralidad que antes les otorgbamos.Hasta hace pocos aos -y an hoy, arrastrados por la costumbre- considerbamosque las instituciones polticas representaban slo a personas. Hoy sabemos que ellasdeben hablar tambin por un mundo infinitamente ms amplio, que incluye desdeanimales y rboles hasta suelos y vientos. Esta nueva arena es claramente poltica, en lamedida en que nadie puede atribuirse la ltima palabra en nombre de una verdadcientfica, ni de una primaca espiritual; nuevas instituciones debern ser imaginadas,sabiendo que las controversias seguirn sucedindose. Pero incluso inmersos en estaescena novedosa seguimos pensando en los trminos clsicos de separacin entre

    Naturaleza y Artificio, como si lo naturalhubiese sido creado de una vez y para

    16Bruno Latour Politics of nature: East and West perspectives,enEthics & Global Politics, Vol. 4, No.

    1, 2011, pp. 7180.

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    siempre, y los objetos tcnicos constituyeran una superestructura que no compete a laTierra.

    Ante esto, Latour propone, en su proyecto de manifiesto composicionista, unaperspectiva original: en lugar de rasgar velos con el hacha de la crtica negativa, o caeren la naivitnew agepor qu no dedicarnos a reparar, cuidar, ensamblar y

    reensamblar, pegar o colocar juntos cuerpos y objetos dismiles?17

    Sin renunciar a unaideaprogresivadel desarrollo humano (debe sealarse aqu un claro matiz respecto deltrmino progresista), Latour imagina una va que es, al mismo tiempo, terica y

    prctica -algo que para los arquitectos, que se mueven en ambas esferas, resulta de granimportancia.

    Me llam la atencin, en particular, que la palabra composicinexpresara ladimensin sustantiva del manifiesto. En la historia reciente de la arquitectura, elconcepto de composicin fue recuperado en contra de la mecnicaproyectual habitualen el proceso productivo del arquitecto moderno. Componer significaba ordenar yarticular materiales diversos, reteniendo cada una su heterogeneidad y sus cualidadesdiferenciales: modelos y fragmentos condensados por la historia, materiales fsicos

    brindados originariamente por la creacin natural. Proyectarsignificaba, en cambio,imponer una Idea que en s misma contena todos los posibles desarrollos futuros. Elresultado del proyecto, inevitablemente, era inferior a la brillante Idea preconcebida; lorealfue siempre su adversario. Entonces, lo real debi ser convertido en materialhomogneo para garantizar el efecto de la Idea, como si sobre la entera superficieterrestre se pasara el cepillo del Arquitecto. (O, para el caso, del cientfico, delsocilogo, del planificador).

    El rescate de la palabra componer, para Latour, posee un sentido constructivo,deliberadamente banal - su alusin al compromiso, su correctoolor a compost-,albergando lo mltiple. Esta eleccin le permite rechazar la irrelevante divisin entre loque es construido y lo que no los es, para poner la atencin en lo que esta bien o malconstruido. Ni la universalidad, ni la identidad local son datos: las partes sonheterogneas y nunca culminarn en un todo completo, sino un frgil, revisable, abiertocompuesto. Rechaza tanto las ideas setentescas de un gobierno de sabios parasolucionar las cuestiones urgentes de la Naturaleza (no existira entonces una vueltaa la naturaleza, como concepto definido de manera indisputable) como a una cienciade la poltica o de la economa- que se colocara, tambin, ms all de los conflictos.

    Latour no es el nico que ha identificado estas tradicionales divisiones como elproblema/obstculo de nuestro tiempo, otorgndole un estatuto eminentemente poltico.Giorgio Agamben se ha ocupado de ella enLo abierto,afirmando que el conflicto

    poltico decisivo que gobierna todo otro conflicto es, en nuestra cultura, el conflicto

    entre la animalidad y la humanidad del hombre, por lo que la poltica occidental fuesiempre biopoltica.18En trminos ms terrenos y operativos, pero reconociendo lanecesidad poltica de repensar esta divisin, Richard Sennet afirma que cuando unoempieza a trazar divisiones absolutas entre lo que es sordo y mudo y lo que puedehablar, puede fcilmente imaginarse que esto no es un camino ideal para establecercualquier suerte de democracia.19 Para Sennett, la frrea jerarqua en la que an nosdebatimos remite al mito griego, en cuyo teatro de iguales muchos personajes humanosno tenan lugar: ni las mujeres ni los esclavos, entregados de distintas formas a loanimal. As, el trabajo destinado a la manutencin de la vida las labores de la tierra,

    17Bruno Latour, Steps Toward the Writing of a Compositionist Manifesto,New Literary History41

    (2010): 47190.18Giorgio Agamben,Lo abierto. Adriana Hidalgo editora, Buenos Aires, 2007. p 14619Richard Sennet,El artesano, Anagrama, Barcelona, 2009.

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    las labores de la casa- jams alcanzaban la luz pblica. Pero tampoco tenan lugarpolticolos artesanos, a pesar de su papel relevante en la construccin de la escena quepermita la emergencia de la poltica -tampoco, entonces, los arquitectos. Es notablecmo los arquitectos no hemos sabido defender que, en nuestro campo, la accin tcnicasignifica tambin enfrentar con conciencia reflexiva los desafos ticos y polticos.

    No extraa, pues, que las tendencias y casos que he abordado chapoteen en elcieno de las certezas heredadas de siglos. Mientras las tendencias paramtricas miranasombradas, con voluntad mimtica, el trabajo de los cientficos -que supuestamente, alescapar de lo opinable, otorgara una plataforma objetiva a la disciplina en plenadisolucin-, los profesionales que deben enfrentarse con el da a da se excusan de sus

    producciones esgrimiendo la lgica de la realidad, que se mueve en el mbitoindiscutible de la economa global, como si este mundo fuera cierto y nico.Proponiendo neutras tecnologas a su servicio, embellecindolas con formas simblicasque an el capital financiero necesita, ignoran que estas condiciones aparentementeobjetivas fueron recurrentemente desafiadas -como dijo John Maynard Keynes, unavez que nos permitimos desobedecer la prueba de los beneficios de un contable, hemos

    empezado a cambiar nuestra civilizacin.20En cuanto a los sueos de aquellos que,como Norman Foster, intentan reunir tecnologa, economa y sustentabilidad ambiental,es la deliberada ignorancia de la dimensin poltica la que los coloca de lleno en unaimproductiva red burocrtica, que produce literalmente de todo, menos posibilidades

    para pensar con libertad los problemas maysculos que nos convocan.Probablemente el gran obstculo que la disciplina enfrenta hoy como tal es

    rmora de la famosa frase de Le Corbusier, arquitectura o revolucin: el sueo deeliminar el conflicto que lo poltico siempre supuso, en funcin de las certezas de latecnologa, de la ciencia, de los nmeros del contador, de una utopa futura dereconciliacin, o de la Naturaleza.

    20citado por Tony Judt enAlgo va mal, Santillana ediciones generales, Buenos Aires, 2010, p. 45