La Tradicion Sibilina y Las Sibilas

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LA TRADICION SIBILINA Y LAS SIBILAS DE SAN TELMO· HUGO FRANCISCO BAUZÁ (Profesor de la Universidad de Buenos Aires) "ajj1ata est numine" (Virgilio, Eneida, VI 50) 1. LA SIBILA Y LA TRADICIÓN CLÁSICA La Sibila pertenece aI ámbito de la mitología clásica. Esta mitología está constituida por un conjunto de relatos que, entre otros hechos, ponen en evidencia la manera como un pueblo experimentó lo divino y sus inquietudes respecto deI más alIá. AI considerar esta mitología debemos abandonar, en consecuencia, la idea ingenua que veía en elIa sólo la noción de aventura, en la que los dioses -calcados sobre los mortales- tenían los mismos vicios y virtudes que éstos. Los mitos clásicos que nos hablan de dioses y seres sobrenaturales -de los que participa la figura de la Sibila- pretenden brindamos una visión teocosmogónica dei mundo y de la historia, así como la ubicación y el papel deI hombre en ese complejo tejido cuyos hilos considera urdidos de antemano y que conforman un tramado - fatal e ineluctable- que envuelve aI hombre. Surge de ahí el anhelo por desentrafíar lo establecido por el Destino o, en otras palabras, por conocer la moira, que es la parte asignada a cada uno. (…) Sobre la base de esa cosmovisión sujeta a un fatum - fatalista, determinista, dilÍamos hoy-, el hombre antiguo ideó un corpus mitológico en el que no sólo están los dioses -que es una forma plural de referirse a lo divino-, sino también las variadas formas mediante las

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El artículo se refiere a las sibilas,.La sibila es un personaje de la mitología griega y romana. Se trata de una profetisa, inspirada en ocasiones por Apolo, capaz de conocer el futuro.

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LA TRADICION SIBILINA Y LAS SIBILASDE SAN TELMO·HUGO FRANCISCO BAUZÁ(Profesor de la Universidad de Buenos Aires)"ajj1ata est numine"(Virgilio, Eneida, VI 50)

1. LA SIBILA Y LA TRADICIÓN CLÁSICALa Sibila pertenece aI ámbito de la mitología clásica. Estamitología está constituida por un conjunto de relatos que, entre otroshechos, ponen en evidencia la manera como un pueblo experimentó lodivino y sus inquietudes respecto deI más alIá. AI considerar estamitología debemos abandonar, en consecuencia, la idea ingenua queveía en elIa sólo la noción de aventura, en la que los dioses -calcadossobre los mortales- tenían los mismos vicios y virtudes que éstos.Los mitos clásicos que nos hablan de dioses y seressobrenaturales -de los que participa la figura de la Sibila- pretendenbrindamos una visión teocosmogónica dei mundo y de la historia, asícomo la ubicación y el papel deI hombre en ese complejo tejido cuyoshilos considera urdidos de antemano y que conforman un tramado -fatal e ineluctable- que envuelve aI hombre. Surge de ahí el anhelopor desentrafíar lo establecido por el Destino o, en otras palabras, porconocer la moira, que es la parte asignada a cada uno. (…)Sobre la base de esa cosmovisión sujeta a un fatum -fatalista,determinista, dilÍamos hoy-, el hombre antiguo ideó un corpusmitológico en el que no sólo están los dioses -que es una forma pluralde referirse a lo divino-, sino también las variadas formas mediante lasque éstos se manifiestan y advierten sobre el porvenir: apariciones,oráculos, presagios, suefíos; y en ese ámbito vive la Sibila, que conoceese Destino y lo profetiza en versos la mayor parte de las vecesininteligibles, pues sus palabras se dan teñidas de misterio. Se trata deun ser que poseía, a la vez, caracteres humanos y sobrenaturales y quepredecía a través de su comunicación con Apolo, el dios oracular.2. EL MITO DE LA SIBILA(…)Paralelo aI desarrollo de la leyenda de la Sibila, está el de laPitonisa (Pythía, en latín, Pythonissa), sacerdotisa también deI diosdélfico y en cuyo santuario predecía sentada en un trípode. A travésde la semejanza de funciones oraculares en ciertos momentos ambasfiguras míticas -Sibila y Pitonisa- parecen confundirse, empero,difieren en cuanto aI origen de su conocimiento o iniciación: laPitonisa habla por boca deI dios, es simplemente el médium y susoscuras respuestas son aclaradas por un cuerpo sacerdotal -loshierophantes-; la Sibila, en cambio, profetiza por sí misma,valiéndose de sus Libri; ésta es, ante todo, una suerte de lectora de unpresunto libro sagrado, pero apoyándose siempre en el poder que leconfirió el dios délfico.Otras diferencias se aprecian también en cuanto aI contenido delas profecías: las de la Pitonisa son respuestas concretas a consultaspersonales formuladas aI oráculo de Delfos; las de la Sibila, en

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cambio, son respuestas de carácter general -no dirigidas a personasdeterminadas, sino a toda la humanidad- y, las más de las veces,presagian, a través de un tono marcadamente apocalíptico,acontecimientos funestos -plagas, incendios, devastaciones-.Las Sibilas, a causa deI vínculo con el dios oracular y de su poderprofético, llegaron a identificarse con las sacerdotisas oficiales deIculto de Apolo -que eran las Pitonisas- e incluso llegaron asuplantarIas en el culto a esta deidad. (…) En lo que no discrepa la tradición es que a la Sibila el donprofético le había sido conferido por Apolo y que, a través de tal"gracia", esta sacerdotisa había prenunciado, entre otrosacontecimientos, la ruina de Troya; además, es unánime en cuanto aque profetizaba en verso y que sus oráculos conformaron lo que mástarde se llamó los Oracula Sibyllina o Sibyllini Libri. (…)Cuandoestos oráculos, por disposición deI Senado romano, fueronincorporados aI corpus histórico religioso deI Estado, el mismoSenado designó a un colegio de sacerdotes -cuyo número era muyrestringido- encargado de la exégesis de esos libros, quienes fueronlos únicos autorizados para su lectura.La leyenda afírma que Apolo, que la amaba, junto aI don de laprofecía, le había concedido -a ruegos de ésta-, la inmortalidad, peroque la Sibila, por un descuido, había olvidado pedirle aI mismotiempo una juventud eterna.Un fragmento de las Metamorfosis de Ovidio (XIV 129-153)evoca, en hexámetros memorables, esa anécdota mítica (…) De resultas de lo cual fue envejeciendo de tal modo que, arrugaday extremadamente diminuta, fue confundida con una cigarra yencerrada en una jaula. Petronio -en su Satiricón (48, 8)- refiere queen ese estado era motivo de burlas y que cuando los niños lepreguntaban "Sibila, ,qué quieres?", ella, cansada de vivir, respondía:"Quiero morir". Según latradición, aI pasar mil años la Sibila muere, pero su voz continúaprofiriendo oráculos en el templo (…)3. CUMAS Y EL MITO DE LA SIBILAEI mito de la Sibila emigra desde el ámbito griego, de dondeproviene, hasta la península itálica. Parece que fue llevado hasta allípor unos colonos procedentes de Eritrea (Lidia, Asia Menor, entoncesterritorio griego de la Jonia), que, en el siglo Vil a. C. -otra versión loretrotrae aI s. Vill-, fundaron Cumas -en latín Cumae-, la más antiguacolonia griega en suelo itálico, la que con el tiempo se convirtió enresidencia legendaria de la Sibila. Frente a esas versiones, el geógrafoe historiador griego Estrabón (siglo I a. C.), en cambio, anticipa esafecha situando dicha fundación en tomo aI 1050 a. C., por obra deunos eubeos de Caleis, pero su versión carece de veracidad. Sabemostambién que esos colonos, en el golfo de Nápoles, a pocos pasos de lacitada Cumas, habían erigido un templo consagrado a ApoloZostérios, lo que pone nuevamente de manifiesto el vínculo entre laSibila y el dios oracular. Por otra parte, es esta misma Sibila -a la queVirgilio llama Deífobe- quien en el conocido canto VI de la Eneida

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guía a Eneas por el mundo subterráneo y lo inicia en los misterios deImás allá y, por la taumaturgia de la lectura, nos inicia también anosotros. Cumaea Sibylla / horrendas canit ambages 'La SibilaCumana canta horrendos caminos intrincados', refiere el poeta en suEneida (VI 98-99). (…)En las inmediaciones de Cumas se extienden los CamposFlegreos -i. e., flamígeros- en tomo de los cuales el imaginarioantiguo urdió todo tipo de leyendas terroríficas (…)También en esa zona existe una cueva natural -un antro dedilatada profundidad- sometido igualmente a emanaciones tóxicas,donde los antiguos situaron el marco desde el que profetizaba laSibila cumana, que todavía existe y en el que aún se aprecia un ara depiedra con restos de haber sufrido la influencia deI fuego.(…)4. NOMBRES Y NÚMEROS DE SIBILASRespecto de los nombres y números de las Sibilas, el canon másantiguo es el que nos transmite Varrón -un enciclopedista latino de lossiglos II Y I a. c.- quien, en sus Res diuinae, enumera diez (…) : Pérsica,Líbica, Délfica, Cimeria, Eritrea, Sarnia, Helespóntica, Frigia,Tiburtina (llamada también Albúnea) y Cumana, esta última -que, porobra de Virgílio, gozó de singular prestigio mítico-poético-, recibeademás los nombres de Amaltea, Herófile, Demófile y, en el caso deIcitado poeta de Mantua, Deífobe. Varrón las nombra sin orden nilógica; tampoco atiende a un criterio cronológico, tal como parececorresponder a una materia donde todo es incierto y arbitrario.Deducimos, por los nombres, que, de ese conjunto, sieteproceden de Grecia y de Oriente y que tres corresponden aI territorioitálico.La tradición varroniana es retomada luego por Lactancio -autorcristiano de los siglos li Y IV- quien, en sus Instituciones divinas,otorga a las Sibilas el mismo valor que a los profetas bíblicos porque,según refiere, estas profetisas vaticinaron ai mundo la llegada deCristo, sus milagros, pasión, muerte, resurrección y su última venidacon el juicio universal. Para ello se basa en los Oracula Sibyllinarecopilados por los judíos de Alejandria en el siglo II a. C. y que, mástarde, fueron retocados por los cristianos; sobre ese particularremitimos a las inteligentes apuntaciones de A. Momigliano.19Se trata de predicciones que refieren hechos que en verdad secumplieron, debiendo hacerse la salvedad de que estas profecías, enrigor, son postfecías dado que fueron escritas con ulterioridad a losacontecimientos referidos a la venida de Cristo que describen. Lamayor parte de esos Oráculos sibilinos se perdió debido a diversas19 ''DaIla sibilla pagana aIla sibilla CrIstiana: profezia come storia dellareligione", in Annali della Scuola Normale Superiore di Pisa, III, 17/2 (1987), pp.407-428.44 HUGO FRANCISCO BAUZÁcausas y, los pocos restantes, perrnanecieron prácticamentedesconocidos hasta el ano 1545 en que, en Basilea, los editó SixtoBirk. Como, en rigor, se ignoraba el contenido exacto de esos textos,no sorprende que los humanistas de hasta mediados deI siglo XV

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creyeran de buena fe en el testimonio de Lactando, tal comoargumenta M. Dolç20.Cabe referir que la difusión de esos Oráculos sirvió, entre otrascosas, para que en el siglo XVI se produjera un revival deI mito de laSibila, lo que explica por qué en esa centuria diferentes grabadoreseuropeos se ocuparon, de manera muy singular, en retratar en suspi anchas la figura de este ser mítico. Además, durante elRenacimiento, contribuye a fortalecer el mito de la Sibila el desarrollode la filosofía neoplatónica. Tal lo que ha subrayado el historiador deIarte Edgar Wind, en una obra que ha alcanzado notoria celebridad -Pagan mysteries in the Renaissancé'- en la que explora lasupervivencia de los misterios paganos en la filosofía neoplatónica yen el arte de los siglos XV Y XVI, estableciendo los límites y alcancesdeI lenguaje de los misterios; empero, apoyándose en Festugiere22, noolvida recordar cómo los mysteres cultuels, por influjo de una lecturameramente alegórica, devinieron mysteres littéraires.El vínculo entre paganismo y cristianismo expresado porLactancio, es también una preocupación que alienta en el dominicoFilippo Barbieri; éste, en 1481, dio a conocer las Discordantiaenonnullae inter sanctum Hieronymum et Augustinum, una de cuyassecciones está dedicada a las Sibilas. En ella, aI catálogo de Varrónque hablaba de diez según hemos visto, anadio dos: la Agripa (tal vez,la Egipcia) y la Europea (de origen desconocido) con lo que est~bleceuna simetria perfecta con los doce apóstoles deI cristianismo.En esa cosmovisión numerológica alienta el carácter simbólicoatribuido aI doce que, según la tradición mítica, es sugestivo y sobreel que existen numerosas exégesis. Sobre el particular conviene tenerpresente que doce son los dioses mayores en el catálogo clásico23,20 "Supervivencia de un mito virgiliano: la Sibila", en H. F. Bauzá (compilador),Virgilio en el bimilenario ... , op. cit., p. 29.21 Londres, Faber and Faber, 1968; existe traducción espaiíola de J. Femándezde Castro y J. Bayón: Los misterios paganos dei Renacimiento (Barcelona, BarraIEditores, 1972).22 L'idéal religeux des Grecs et l'Evangile, s. l., 1932, pp. 116-132.23 Cf. Virgilio, ''Proemio'' a la Geórgica III.LA TRADICION SIBILINA Y LAS SIBILAS DE SAN TELMO 45doce las tribus de Israel, doce los signos zodiacales24, doce los mesesdeI anos; desde san Agustín el doce "significó la universalidad ototalidad,,25 y, por esa causa, los que rodean a Dios se alinean ennúmero de doce -o en su duplo, veinticuatro- por lo que no es casualque los apóstoles aparezcan también en número de doce.AI respecto recordamos que las Sibilas, representadas en númerode doce, aparecen en un bajorrelieve deI baptisterio de la catedral deAutun (1520 circa) -donde se aprecian de igual modo símbolosrelativos a la venida dei Mesías- y, en ese sentido, están presentadascomo réplicafemenina de los profetas.EI valor simbólico deI doce en la tradición y, principalmente, enla simbiosis entre paganismo y cristianismo llevó aI profesor MarcelSimon a plantear un paralelo entre los doce trabajos de Heracles -o

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Hércules en su denominación latina- e idéntico número de apóstoles,según lo explica en su Hercule et le Christianisme26• A esos ejemplospodríamos agregar el de las Sibilas, también en número de doce, talcomo se aprecia -entre otros testimonios- en los doce óleos a ellasconsagrados que se encuentran en Buenos Aires, en la iglesiaparroquial de San Pedro González Telmo27•También en número de doce aparecen las Sibilas en la que fuerala casa deI Deán don Tomás de la Plaza, situada en la ciudadmexicana de Puebla, y que se remonta aI ano 1580, imágenes que24 Sobre la relación entre los doce grandes dioses y los signos zodiacales, véasela Iconography ofReligion (edit. por Th. P. van Baaren et alt., Institute of ReligiousIconography, State University of Groningen, E. J. Brill, 1988); en, pág. 140 identifica,en un monumento zodiacal (actualmente en el Museo deI Louvre, MA '(i66), a:Júpiter, Minerva, Apolo, Juno, Neptuno, Vulcano, Mercurio, Ceres, Vesta, Diana,Marte y Venus -ésta en compaiiía de Eros-.25 Cf. J. F. E. Lorente, Tratado de Iconografia, Madrid, Istmo, 1990, p. 71.26 Paris-Strasbourg, Université de Strasbourg, 1955.27 La Iglesia data como tal desde el 13 de diciembre de 1813, con antelación fuesede de la Comunidad Betlemítica. Consta que fue Don Ignacio Bustillo Zeballos -unacaudalado comerciante e importador de la colonia- quien mandó construir la iglesiade Belén; para ello viajó a Espaiia y trajo desde allí materiales para el templo ydiversos ornamentos para el culto; de entre éstos el cuadro de la Virgen de NuestraSeiiora de Belén -de factura espaiiola-, hoy en la Sacristía deI Templo. No consta quehaya traído desde Espaiia los doce cuadros de las Sibilas; antes bien, éstos parecen serde factura altoperuna, tal como, con razón, sugiere H. R. Schenone (cf. "Pintura", enHistoria general dei arte en la Argentina, tomo II ''Desde los comienzos hasta el sigloXVIII", Buenos Aires, Academia Nacional de Bellas Artes, 1983, pág. 44; en pág. 49de dicha Historia se reproducen cuatro de ellos: Erithrea, Cumana, Pérsica yTiburtina ).46 HUGO FRANCISCO BAUZÁacaban de ser restauradas. El techo de dos habitaciones de esa casaestá decorado con el tema de la Redención y quienes la anuncian sonprecisamente las doce Sibilas, las que van a caballo con estandartes,con un tarjeta alusiva y las correspondientes citas bíblicas .. Se trata de Sibilas equestres, cuya iconografía muestra huellas dehaberse contaminado por un lado, con el mito de las Amazonas, por elotro, con la imaginería sobre los caballeros de las miliciasevangélicas. En medio de estas Sibilas se aprecian indiecitos conpulseras y aretes -lo que constituye una nota americana que deseamosdestacar- a los que se ve cantando; existe también una inscripciónsobre estos ninos que hablan o cantan aI amparo de códices.m d1' genas 28 .De igual modo, en número de doce29, se encuentran otras Sibilasrecientementerestauradas-, que se hallaban en el Salón de Actos de laReal y Pontificia Universidad de México -más tarde, Paraninfo de laFacultad de Filosofía y Letras de esa Universidad y hoy Palacio deMinería-30

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; éstas son obra de Pedro de Sandoval y datan de 176031•28 Cabe referir que, siempre dentro de esa perspectiva alegórica, en la habitacióncontigua estân representados los Triunfos, que van en carros; ellos son el dei Tiempo(=Crono); el de la Muerte (=Ias Parcas -i. e. Ias Moiras griegas-: Cloto, Atropo,Láquesis); el dei Amor (que nos ofrenda un corazón); el de la Castidad (una doncellacon unicomios) y el de la Fama (representado por gansos, que reemplazan a los pavosreales de la iconografia tradicional).29 De entre ellas se distinguen con claridad: ln Una Sibila en un rocín, con ojosvendados -en alusión ai Antiguo Testamento, reemplazado por el Nuevo-, lleva en sumano la Insignia de Las tablas de la Ley; 2a Eritrea (con un medallón con laAnunciación); 3a Sarnia (con un medallón con la Natividad); 4a Pérsica, portando unfarol (=Ia luz) y con una orla ocupada por la Virgen Apocalíptica de San Juan (cap.12); 5" Europea (con el motivo de la huida a Egipto); 6a de dudosa identificación yllevando a un nino consigo; 7° Tiburtina (con una orla con el Cristo de los azotes); 8"Cu mana; 9a Délfica (con una orla con corona de espinas) y lO" Helespóntica (con elmotivo de la Crucifixión y la Redención).30 Se trata de óleos con figuras de medio cuerpo pintadas por Pedro Sandova enla segunda mitad dei S. XVIII. Representan a doce damas barrocas, inspiradas engrabados anteriores, cada una enmarcada en una tarja ondulada donde está el nó'mbrey una cuarteta. Elias son: Aegypta (=Agrippa), Delphica (hija de Tiresias), Samia(=Phito), Persica (=Sambeta, hija de Beroso), Tihurtina (=ltalica, en alusión a Tivoli,la villa dei Lacio sobre el Anio), Lihica (=Phoemonoe), Eritrea (=Antigua), Phrigia(=Casandra), Hellespontica (dei Campo de Troya), Cumana (=Amalthea), Europea(de origen ignorado) y Cumea (sacerdotisa de Apolo); ad hoc cf. Francisco de laMaza, La mitología clásica en el arte colonial de México, UNAM, 1968.31 EI dato sobre su estado de conservación y actual destino dei edificio donde seencuentran nos lo suministró epistolarrnente (19.2.1997) el novelista mexicano CarlosLA TRADICION SIBILlNA Y LAS SIBILAS DE SAN TELMO 47No obstante las similitudes referidas, queremos destacar que adiferencia de las de San Telmo -que se conectan con lo profético-, lasSibilas de México responden a un programa iconográfico diferentedado que se enlazan con el tema de los triunfos y, precisamente, lasala contigua está ornada con la alegoría de los triunfos, motivo que,desde el humanismo italiano en que fueron celebrados poéticamentepor Petrarca, alcanzaron notoria difusión.La iconografía de las Sibilas -tanto de los ejemplos mexicanos,como deI de San Telmo- procede de grabados europeos de fines deisiglo XVI y deI siglo XVII, en muchos de los cuales se aprecian, entreotras notas coincidentes, orlas alusivas y las conocidas tarjetasovoides con las correspondientes citas bíblicas.También respecto deI número doce atribui do a las Sibilas -conhuellas deI sincretismo entre un culto pagano y la alusión a losprofetas como hemos referido- cabe mencionar que a Miguel Angel sele encomendó pintar a los doce apóstoles en los lunetos de la CapillaSixtina, pero que, a la hora de llevar a cabo la obra, se apoderó de él"una fuerza avasalladora" que lo indujo, en cambio, a pintar sieteprofetas y cinco sibilas -los que también suman doce-; en cuanto a lasSibilas éstas son: Délfica (1509), Eritrea (1509), Cumana (1510),Pérsica (1511) y Líbica (1511).

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Sobre el problema deI número de las Sibilas queremos mencionaruna circunstancia singular que se da de igual modo con lals Musals o,dentro deI cristianismo, con la Virgen. En cuanto a las Musas, porejemplo, aun cuando la antigüedad clásica se refería a estas deidadesen plural, nunca perdió de vista la idea de la Musa en singular -"enesencia sólo hay una Musa", refiere W. Otto_32• Los números con quese las recuerda -tres, siete y, más frecuentemente, nueve-, no seríansino una cifra -variable según determinados simbolismos- queabrazaría a los distintos aspectos (música, danza, etc.) con que laharmonía (i. e., la Musa) se habría hecho patente a la mente griega.Algo análogo parece haber sucedido con la Sibila, donde losdiversos nombres con que se la designa -toponímicos, por cierto-, 90son más que las diferentes localizaciones geográficas en las que estaprofetisa "divina" se habría manifestado o donde se le habría tributadoculto.Algo similar habría de ocurrir más tarde con el culto mariano enMontemayor.32 Op. cit., p. 51.48 HUGO FRANCISCO BAUZÁel que los variados nombres con que se nombra a la Virgen (Lo urdes,Fátima, Luján, etc.), no son sino referencias a los lugares en que éstahabría hecho ostensible la hierophanía 'la manifestación de losagrado'.Nos quedamos, pues, con la Sibila en singular, entendiéndolacomo una figura mítico-legendaria que, si bien de naturalezafantástica para nosotros, pone de relieve, en cambio, un hechoindubitable: la creencia, por parte deI imaginario greco-latino, en unser -a mitad de camino entre lo divino y lo humano- provisto de unainiciación en los arcana que contenían el Destino y con elconsecuente poder de profecía.5. PAGANISMO Y CRISTIANISMO: SIBILAS Y PROFETASA partir de Lactancio se aprecia un sincretismo de la tradicióngreco-Iatina con las profecías deI hebraísmo; Sibilas y Profetas seenlazan para proclamar las verdades supremas deI dogma cristiano.Sobre esa simbiosis teológica pesa una circunstancia curiosa: laexégesis errónea de la Bucólica IV de Virgilio, la misteriosacomposición en la que el poeta -atento a la predicción de la SibilaCumana-, celebra a un nino divino que acaba de nacer, bucólica quellegó a ser tan famosa, como discutida.Si bien la cronología deI carmen es motivo de controversia -parece corresponder a los anos a. C. 41 ó 40 a. C.-, referimos que setrata de una exégesis equivocada porque en el 6° verso -dondeVirgilio evoca el regreso de Virgo, en alusión a la constelación deImismo nombre-, tal término fue erróneamente interpretado y, porende, traducido como 'Virgen', a lo que hay que sumar la referencia aun nino divino, aI que, en consecuencia, -y también por error- se tOJ;l1Ópor Cristo; esas circunstancias derivaron en la confusión que es deimaginar.Iam redit et Virgo, redeunt Saturnia regna

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'Ya vuelve Virgo, ya vuelven los reinos saturnios'es lo que verdaderamente nos di ce el poeta en un hexámetrocomentad o,d e manera muy convm. cente, por Je~ro me C arcop.m3o)', por33 Virgile et le mystere de la lVe. Églogue, París, 1953.LA TRADICION SIBILlNA Y LAS SIBILAS DE SAN TELMO 49lo que Virgilio, durante el Medievo, se convirtió en una suerte desabio, mago, vidente e, incluso, hechicero. D. Comparetti, en untrabajo que forma parte de los clásicos -Virgilio nel Medioevo,Firenze, 1981 2- analiza esta cuestión en la tradición literaria hastaDante, así como la "leyenda" de Virgilio en la tradición popular.Sobre la relación de Virgilio y su sentido profético, por un lado, yel cristianismo, por el otro, existen dos hechos relevantes: el primerolo constituye la imagen deI poeta mantuano esculpida en la catedral deSantiago de Compostela, precisamente frente aI pórtico de la Gloria,junto a los profetas Isaías, Daniel y Jeremías34, discurso iconográficoque semánticamente coincide con el Ordo prophetarum deI Medievo -en el que en las procesiones deI teatro litúrgico medieval35, decarácter marcadamente evangélico, Virgilio aparece también junto alos profetas deI Antiguo Testamento-, lo que establece un vínculosignificativo entre el vate latino y los profetas veterotestamentarios,explicable desde la referida lectura meSlamca; el segundo,concomitante con el anterior, es la sillería deI coro bajo de la catedralde Zamora36 donde, en una de sus treinta y seis sillas, se ve a Virgiliotallado en madera, también junto a los profetas. En esa imaginería selo representa con una filacteria en la que se lee la paI abra Progenies,en alusión aI conocido hexámetroIam noua progenie.l' caelo demittitur alto (Buc .. IV 7)'Ya una nueva progenie de.l'ciende desde lo más alto deI cielo'Por otra parte, Eusebio de Cesarea pone en boca deI emperadorConstantino (280-337) la lectura de dicha Bucólica (traducida aIgriego que -recordemos- es la lengua de los Evangelios), en el SermóndeI Viemes Santo deI 31337 (cf. Migne, Patrologia Graeca, XX 1233-1316), lo que contribuyó a la difusión de ese sincretismo entre una34 Hecho descubierto por S. Moralejo; cf. deI mismo autor "EI Pórtico de laGloria", en FMR, edición espano la n° 3 (1993), pp. 30-33.35 De representaciones de ''Procesiones de los profetas" durante el Medievo,tenemos testimonios en Arles, Rouen, Mallorca, y, entre otras ciudades, Limoges.36 La autoria de estas piezas corresponde a Juan de Bruselas -natural de León-;durante siglos, por error, le fue atribuida aI maestro Rodrigo Alemán; ad hoc cf. F. M.Avedillo, La catedral de Zamora, Madrid, 1988, p. 56.37 La bibliografia sobre el particular es abundante; para un statu.l' quaestionis véaseA. Bolhuis, 'Die Rede Konstantins des Grossen and die Versammlung der Heiligen undLactantius 'Diuinae Institutiones"', in Vigiliae Christianae X (1956), pp. 42-57.50 HUGO FRANCISCO BAUZÁfigura pagana -la Sibila- y el cnstlanismo. Aquel sermón incluíatambién la lectura deI poema el "Canto de la Sibila", que por fortunaconservamos. Esta composición consta de treinta y cuatro versos y esde corte marcadamente escatológico; por otra parte, en forma de

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acróstico la misma revela: "]esús Cristo, hijo de Dios, salvador, cruz".Un siglo más tarde san Agustín incorpora esta composición, entraducción latina, en De ciuitate DeP8, atribuyendo la profecía deIsermón, no a la Sibila Eritrea, sino a la Cumana lo que, en esencia, eslo mismo pues, tal como hemos visto, el culto de la Sibila había sidollevado a Cumas por pobladores de Eritrea; el "Canto de la Sibila" -deI que nos ocuparemos más tarde- se entrelaza con la profecíacristiana.Además, con el propósito de fortalecer con fuentes clásicas eladvenimiento deI cristianismo, durante la Edad Media se produce unmélange en el que las Sibilas conviven con patriarcas, profetas yapóstoles; esa lectura que establece un paralelo entre la sabiduríapagana y la cristiana hizo entonces que Sibilas y Profetas aparezcanasociados en las portadas catedralicias, lo que fue puesto de relieve porE. Mâle cuando se ocupó deI arte religioso en la Francia deI siglo XIII.Según esa lectio la Sibila -y a través de ésta, Virgilio- habíanintuido la verdad cristiana -la que revelan, una en sus oráculos, el otroen su Bucólica IV -, por lo que el imaginario medieval les reconocióciertas cualidades sobrenaturales39• Pero quizá el rasgo fundamentalque caracteriza a la Sibila -y el que el poeta con más énfl:tSis destacaen esta sacerdotisa- es el aura de misterio que la rodea40; por lodemás, conviene no perder de vista que el mystérion, es uno de losaspectos sustanciales deI dogma cristianismo.Durante el Medievo existe una controversia sobre laverosimilitud de estos Oracula Sibyllina; con referencia a su vínculocon el cristianismo, están los que lo exaltan y también los que locondenan. De entre éstos, hubo incluso quienes -como san Justino,Teófilo de Alejandría y Tertuliano- desecharon los dictados de laSibila por considerar a éstas posesas por lo demoníaco en el momentodeI trance; de entre aquéllos, en cambio, está la actitud apologética -38 XVIII 23, 2.39 Ad hoc remitimos a J. Seznec, Los Dioses de la Antigüedad en la Edad Mediay el Renacimiento, versión de J. Aranzadi, Madrid, Taurus, 1985, p. 22.40 Ad hoc remitimos a G. Grammatico, ''EI misterio de la Sibila", en Limes, 2(1989-1990), Santiago de Chile, pp. 38-58.LA TRADICION SIBILINA Y LAS SIBILAS DE SAN TELMO 5 Jpensamosen Eusebio y en san Agustín-. Este último hizo unaexégesis plausible deI acróstico ichthyos 'pez' -Iesous Chreistos Theouuios soter stauros, 'Jesús Cristo, hijo de Dios, salvador, cruz', que esel símbolo de los cristianos-, reproducido por el autor anónimo de losnuevos Oracula Sibyllina que se remontan aI siglo II de nuestra era.6. LOS LIBRI SIBYLLINIDesde que la Sibila, bajo la advocación Eritrea (otra verSlOnconsigna, en cambio, la Cumana), vendió aI rey Tarquino el Soberbiotres rollos que contenían las profecías sobre el destino de Roma -escritas en un lenguaje bastante enigmático-, y aceptada suverosimilitud por los augures, estos volúmenes papiráceos fueroncelosamente custodiados en el templo de Júpiter Capitolino hasta que,

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en el afio 83 a. C., fueron destruidos por el incendio que devastó elCapitolio. Empero, el Senado logró recuperar algunas profecíasdispersas por diversas partes de la cuenca mediterránea, en especial,en Eritrea, que reivindicaba para su Sibila la mayor antigüedad o, aImenos, mayor credibilidad respecto de sus predicciones, según apuntaPausanias. La manera como se produjo esa recolección es curiosa -setrabajó básicamente interpretando acrósticos-, y la comisiónconstituida para tales efectos sólo aceptó como auténticos unos milversos, desechando por apócrifos los restantes.El contenido confuso de estos oráculos -los SibylliakoiJ:hresmoi'Oráculos sibilinos', vertidos siempre en verso y en lengua griegaexigíala presencia de un cuerpo especializado -los Sibyllinisacerdotes, como los llama Cicerón- encargado de su exégesis, lo que,naturalmente, se prestaba a lecturas caprichosas expuestas siempre adeterminadas presiones político-ideológicas. El número de estossacerdotes creció de dos a diez, y de diez a quince -aI principio fueronlos duumuiri 'duunviros', más tarde, los decemuiri y, finalmente, losquindemuiri-, a la par que aumentó el prestigio conferido a estecolegio. Como estos personajes eran escogidos de entre las familiasque ostentaban el poder -y la exégesis que hacían de las profecíasparecía orientada a mantenerlo-, a causa de esa manipulación políticoideológica,con el tiempo perdieron prestigio tanto el valor de esostextos -que el pueblo no podía consultar-, cuanto la lectura que deellos hacía este cuerpo sacerdotal.A la devastación que sufrieron estos Oráculos a causa deI52 HUGO FRANCISCO BAUZÁincendio que hemos mencionado, hay que anadir otra debida aI ceIorevisionista de Augusto quien, cuando sucedió a Lépido comoPontífice Máximo, hizo que desaparecieran numerosos volúmenesoraculares por considerarIos espurios, ordenando, a su vez, unaminuciosa expurgación de los restantes (en verdad, había habidonumerosas falsificaciones); los pocos que sobrevivieron fueroncustodiados en el templo de Apolo Palatino. Tiempo más tarde,Teodosio I fIel Grande" -emperador entre el 379 y el 395-, convertidoaI cristianismo, en su ataque contra la religión pagana, no sólo ordenócerrar templos y prohibió sacrificios, sino que también mandóquemar en el afio 389 los oráculos supérstites (el último poetaimportante deI paganismo, Rutilio Namaciano -siglo V-, sostiene quela destrucción fue llevada a cabo por Flauius Stilicho, comandante enjefe de la milicia de Teodosio), lo que constituye uno de los mayoresactos de vandalismo perpetrado en detrimento deI estudio de lahistoria de la espiritualidad de Occidente. Aun cuando uno no crea enel contenido de esos textos deI paganismo, los mismos constituían untestimonio acerca de aquello en lo que parece haber creído una épocade la antigüedad.Con todo, muchos de estos oráculos han logrado sobrevivir; enellos se aprecia una suerte de contaminatio de profecías paganas conotras veterotestamentarias, enlazadas en el anuncio deI misterio de laEncamación. /Resulta difícil reconstruir los Libri Sibyllini en·· su forma

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primigenia -es decir, la greco-latina-, porque en éstos aparecennumerosos elementos procedentes de la tradición judía; la dificultadde esa tarea radica en que, antes de la constitución deI NuevoTestamento, las profecías sibilinas ya se hallaban mezcladas con lasdeI Antiguo. Tras el olvido de estos Libri durante el Medievo, lamayor parte de los conservados reaparece en el siglo XVI merced a laeditio princeps deI afio 1545, reproducida luego en Paris (1566) y unsiglo más tarde en Amsterdam (1689).A esas ediciones hay que anadir las de Alexandre -en verso(Paris, 1840) y la de J. H. Friedlieb (Leipzig, 1852); esta última, unacuidada edición critica.En nuestra centuria J. Geffcken los ha reunido en un trabajominucioso -Die Oracula Sibyllina (Leipzig, 1902)- y A. Diez Machoha recogido un número considerable de los mismos en sus Apócrifosdei Nuevo Testamento (Madrid, Cristiandad, 1982, III, pp. 239-396),en ajustada versión de E. Suárez de la Torre.LA TRADICION SIBILINA Y LAS SIBILAS DE SAN TELMO 537. RESEMANTIZACIONES DEL MITO DE LA SIBILAA lo largo de la historia el mito de la Sibila, como todo mito, fuemotivo de diversas lecturas.La base mítica es la leyenda de una profetisa que, de manerasemejante a la Pitonisa délfica, predecía el porvenir. La Pitonisarespondía a consultas de carácter personal; la Sibila, en cambio, dabarespuestas que trascendían lo individual dado que competían apueblos y a naciones.Más tarde la Sibila puede ser interpretada como un liber -según laexégesis que de ella hace G. Manetti-, pues responde a las demandasmediante la lectura de un volumen sagrado; ella lee ante unaaudiencia preocupada por un inminente porvenir.Con el paso deI tiempo, los romanos designaron un escogidonúmero de ciudadanos encargados de la custodia y lectura de esoslibri la que sólo podían hacer en circunstancias graves y por expresomandato deI Senado. Ese hecho permitió vincular el campo oracular -que era estrictamente mítico- con la historia romana.Con el advenimiento deI cristianismo el mito de la Sibila sufrióuna nueva semantización; ésta se dio cu ando se vinculó la mánticasibilina con la profecía veterotestamentaria -de ese modo las Sibilasfueron asimiladas con Profetas- y, aI igual que éstos, se hizo queaquéllas revelaran también el misterio de la Encamación; el mismoproceso de resemantizaciones se aprecia en sus libri.Estos, que en sus orígenes revistieron sólo un sentido profético,con el paso deI tiempo, derivaron hacia lo político el)- tanto que fuerontenidos como remedia frente a posibles males que pudieran aquejar aIestado romano. Por lo demás, tales libri debieron soportar el peso deun nuevo contenido -también de carácter político-, el de "propagerl'idée que Rome a une mission à accomplir dans le monde"41 y que lasgrandes figuras de su pasado han sido los instrumentos previstos porel fatum para llevar a cabo esa misión, con lo que el Senado romanoreligaba sutilmente el mito con la historia; de ese modo estos librosfatales se convertían en libros históricos.

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41 J. Thomas, ''Livres Sibyllins", en Dictionnaire encyclopédique de ['ésotérisme(en prensa, París, P.U.F.). Agradezco aI colega y amigo Joel Thomas, profesor en laUniversidad de Perpignan, la delicadeza de haberme proporcinado este trabajoestando inédito.54 HUGO FRANCISCO BAUZÁEn el canto VI de la Eneida, cuando la Sibila cumana guía aEneas por el mundo de ultratumba, aI llegar a los Campos Elíseos lopone frente a quienes serían sus futuros descendientes, que aguardanel acto de nacer; se trata de un desfile histórico-mítico, grato a loscultores de la épica clásica. En ese acto de desplegar la historia, seven los sucesos ulteriores: los futuros reyes y emperadores romanos,hasta culminar en la figura de Augusto. Cabe referir que esos datostienen la particularidad de ser exactos pues -cuando Virgílio componesu poema- históricamente ya se han cumplido.El citado canto de la Eneida ayuda a conectar el mito de la Sibilacon la figura de Augusto y, más tarde, cuando esta leyenda sufrió unsincretismo con el cristianismo, sirvió para la conformación de unmotivo literario: la Sibila Tiburtina revela a Augusto el misterio de laEncarnación. (El hecho de que la Sibila sea advocada como Tiburtina-y no otro modo- obedece a que el emperador Constantino, que sehabía convertido aI cristianismo, pasa largas temporadas veraniegasen Tívoli -la antigua Tibur-, ciudad consagrada aI culto de la Sibila ydeI Fauno Fatídico y en la que también se veneraba a Vesta, es decir,tres divinidades vinculadas con lo oracular).Ese motivo de la Sibila Tiburtina revelando a Augusto el misteriode la Encamación fue particularmente grato a los pintores, en especiala los deI siglo XVI, en que se produjo un revival de lo clásico y enque apareció la editio princeps de los Libros sibilinos.Por tales motivos, en esa centuria, resurge la leyenda de la Sibilaen diferentes campos; en el de la plástica, por ejemplo, esta figuramítica fue pintada por Benvenuto Tisi (Palacio Pitti), por Rafael en supintura en camafeo (en la Cámara de la Signaturlt), por Paris Bordone(Palacio Pitti), por Juan Maria Falconetto (Pinacoteca de Verona), porBaldassarre Peruzzi (iglesia de la Fonte Giusta, Siena), por Pietro daCortone -quien también pinta la Historia de Eneas, en el palacioPamphili-, por ii Tintoretto (grabado por Juan Antonio Lorenzini),por ii Parmesano (grabado en claroscuro por Antonio Fantuzzi), o laCumana pintada por van Eyck. Fue también abordada por AntoineCaron, quien, hacia 1580, pintó a Auguste et la Sibylle de Tibur, obracon la que alcanzó notoria celebridad.En la tela se ve a la Sibila que muestra aI Princeps el nacimientode Cristo; éste está en una orla, sentado sobre la Virgen y rodeado deángeles. Una temática similar -pero volcada en estilo flamenco- se veen la obra de Konrad Witz, L'Empereur Auguste et la Sibylle deTibur, actualmente en el Musée des Beaux Arts de Dijon.LA TRADICION SIBILINA Y LAS SIBILAS DE SAN TELMO 558. RECREACIONES DEL MITO DE LA SIBILAEn cuanto aI mito de la Sibila, en el campo de la plástica, perduraentrelazado con la iconografía cristiana; recordamos, aI pasar, entreotros testimonios, las Sibilas que, entremezcladas con los Profetas,

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decoran el campanUe de la catedral de Florencia o las cuatro de SantaMaria Maggiore, en Spello, de manos de Bernardino di Betto (iiPintoricchio). Hacia 1450 también aparecen en una suerte de Summao enciclopedia marmórea en la iglesia de San Francisco de Rímini;esta vez se entrecruzan con deidades deI paganismo, con los Profetasy con diversas alegorias de los signos zodiacales y de las virtudesteologales. En esta rápida evocación de las recreaciones de la figurade esta sacerdotisa no podemos dejar de mencionar la espléndida telaEneas y la Sibila, pintada por Turner en 1798.Este mito perdura igualmente a través deI arte literario; la lista deobras a él dedicadas es muy numerosa. Como simple testimoniorecordamos, alén de los citados ejemplos deI canto VI de la Eneida -en que la Sibila cumana guía a Eneas por el mundo de ultratumba- ydeI poeta Ovidio -Metamorfosis, xm 101-202- a Dante Alighieriquien, en su poema sacro ("Paraíso" xxxm 64), recrea esta figuramítica. Casi aI comienzo deI siglo XVI, la figura de esta sacerdotisasirvió a Gil Vicente para elaborar el Auto da SebUa Cassandra42; unacenturia más tarde, Calderón retoma este tema en el auto El árbol deimejor fruto, en el que se anuncia a los gentiles la llegada deISalvador. También el poeta Hõlderlin en la composición tituladaprecisamente "La Sibila" se interesa por este ser oracular. Másmodernamente la figura y facultades de esta vidente son motivo deanálisis en una novela de Par Lagerkvist y, en nuestros días, ha sidoreelaborada por una prestigiosa escritora portuguesa -Agustina BessaLuís-en un interesante relato que lleva por título A Sibila y, con ciertahilaridad, por Friedrich Dürrenmatt en La muerte de la Pitia, dondeevoca la agonía de una falsa pitonisa.De entre otros casos singulares del terreno de las letras, resta unextrano poema titulado el "Cant de la Sibilla". Esta composición, depoco más de cuarenta versos y que parece datar deI siglo xm, se42 En el acâpite de este Auto de la edición de las Obras completas de Gil Vicente(Coimbra, Imprensa da Universidade, 1933, vol. I, p. 43) se lee: 'Trata se nella dapresunçam da Sebila Casandra, que como per spirito prophetico soubesse o misterioda encamaçam, presumia que ella era a virgem de quem o Senhor auia de nacer".56 HUGO FRANCISCO BAUZÁentonó en varias catedrales catalanas desde el siglo XVI pero luegofue prohibida por la Contrarreforma. M. Dolç43 estima que durante elMedievo debe de haber sido escenificada y representada en lassecuencias del Ordo Prophetarum que hemos mencionado; hoy, talcomposición perdura toda vez que se la canta en la catedralmallorquina y en ciertas iglesias de esa isla; su contenido versa sobreel "día del juicio" profetizado por la Sibila.Se trata de una ceremonia extralitúrgica que se lleva a cabo en unrecinto sacro durante la noche de Navidad, lo que revela -una vezmás- el sincretismo de elementos paganos y cristianos. Esta simbiosisreligiosa se aprecia también en la elección deI 25 de diciembre comoel día escogido para evocar el nacimiento de Cristo -pues el verdaderodía se desconoce-; el 25 de diciembre era, en el paganismo, el día enque se celebraba el nacimiento deI Sol Invicto44

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•También se menciona a la Sibila en el Dies Irae, introducido en1429 en la Misa de Difuntos, donde se dice que el rey David "cumSibylla" anunció el fin deI mundo.Esta simbiosis o amasijo de cultos diversos es notoria de igualmodo en el caso de las doce Sibilas de la Iglesia de San PedroGonzález Telmo, que en este caso nos interesa.9. LAS SIBILAS DE SAN TELMOLa iglesia de San Pedro González Telm045 -situada en la ciudadde Buenos Aires, en la calle Humberto I 340- cuenta, en su sacristía,con doce cuadros aI óleo, todos de igual tamano -91 x 117 cms.-, delos que cada uno representa a una Sibila. Estas piezas, en la partesuperior, están identificadas con los nombres de Elespóntica,Erithrea, Rhodia, Líbica, Cumana, Samia, Pérsica, Tiburtina,Délfica, Sanbethea, Erigia y Cumea. No hay referencias respecto deIautor o autores, así como tampoco sobre el lugar y fecha de43 "Supervivencia de un mito virgiliano: la Sibila", en Virgilio en el bimilenario desu muerte por H. F. Bauzá (compilador), Buenos Aires, Ed. Parthénope, 1982, p. 30.44 Cf. F. Altheim, El dios invicto, versión de J. Thomas, Buenos Aires,EUDEBA, 1966, p. 31 Y E. Norden, Die Geburt des Kindes, Leipzig, 1924.45 EI templo fue declarado monumento histórico con fecha 21 de mayo de 1942;en cuanto aI beato Pedro González Telmo, es el protector de los navegantes, por esacausa la iconografia lo representa sosteniendo un pequeno barco votivo en una de susmanos.LA TRADICION SIBILINA Y LAS SIBILAS DE SAN TELMO 57composición.En el caso de la Sibila Erigia se ve un repinte. Este repinteerróneamente corrige Erigia a lo que, en verdad, debe de ser Frigia. Apartir dei aõadido de esa vírgula a la "F" - con lo que de Frigia pasóa ser Erigia -Ia bibliografía pertiniente, a partir de esa errata, repiteel error. Esperamos que una adecuada restauración devuelva a la telala forma genuina "Frigia".Se trata de pinturas dei siglo xvm realizadas en talleres dei AltoPerú -los que, en esa época, ya estaban en manos de indígenas-, sobrela base de grabados europeos de los siglos XVI y XVII que circularonabundantemente en la América hispánica. Estos grabados se hanperdido debido, principalmente, ai deterioro provocado por la accióndei tiempo sobre la pasta con que se hacía el papel. Empero, existenláminas dei Viejo Mundo, con temática afín, que permiten conjeturarque tales estampas han servido como modelo de estos óleos.Estas telas reiteran tipologías; son imágenes estereotípicas, lo quepuede apreciarse, por ejemplo, en el rostro de las Sibilas -que siempreparece ser el mismo- lo que se explicaría como el canon o arquetipoque el artista tendría en su imaginario en el momento de la ejecución.Esta circunstancia se aprecia de igual modo en la llamada pintura deVírgenes -que se ejecutó en talleres de la América hispánica-, quetambién se sacaba de estampas.Respecto dei origen o procedencia de estas telas, el canónigo M.J. Sanguinetti cu ando historia la construcción de la Iglesia de NuestraSeõora de Belén -antiguo templo sobre el que hoy se erige la iglesia

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de San Pedro González Telmo- conjetura que estas piezas deben dehaber sido traídas desde Espaõa por Don Ignacio Bustillo Zevallos -unacaudalado comerciante a quien se le debe la erección dei temploprimitivo-oAI respecto, el canónigo refiere:"Bustillo aprovecharía su estada en E~pana para proveer a lafutura [glesia de ornamentos, vajillas y elementos de culto, dijrciles deconseguir en América; en esas circunstancias, es fiícil presumir queadquirió los cuadros de las Sibilas o bien encargara su ejecución a algúnrenombrado artista, ya que consta que el cuadro de la Virgen de Belén,que está en la sacristía dei templo, fuera donación suya, traído por élmismo de E.lpana,,46.46 San Telmo y .lU pasado histórico, Buenos Aires, Ediciones República de SanTelmo, 1965, p. 331.58 HUGO FRANCISCO BAUZÁEmpero, de un argumento ex si/entio no es prudente extraerdeducciones y menos en este caso en que, frente a lo minucioso deIasiento que consigna el origen deI cuadro de la Virgen, la ausencia ala mención a los de la Sibila hace pensar, antes bien, que no los habríatraído en ese viaje.Por otra parte, ni en el archivo de la iglesia, ni en el deIArzobispado, existen datos respecto a la procedencia de este conjuntopictóric047; tampoco hemos hallado su registro en el Archivo generalde lndias de Sevilla, donde constan diversos asientos sobre imagineríareligiosa despachada a la América hispánica. Son, presumiblemente,pintura altoperuana -de la que existe abundante testimonio en iglesiasde nuestro país- y que, tanto en su estilo como en su temática, ponende manifiesto "el conocido intercambio entre los distintos talleres dela zona deI antiguo Perú", según apunta, con razón según nuestraopinión, el profesor H. R. Schenone48•Una lectura de El lazarillo de ciegos caminantes desde BuenosAires hasta Lima, de Concolorcorvo, pone de manifiesto elflorecimiento cultural y artístico de que en el siglo XVIII gozabanciudadades como Potosí o Chuquisaca, la antigua La Plata49•Respecto de telas de la iglesia de San Telmo, deseamos destacarque se trata de un conjunto o corpus iconográfico, de la mismamanera que las series de Sibilas actualmente en México que hemosmencionado o el caso de la serie de los Angeles arcabuceros de laIglesia de Casabindo, en la provincia de Jujuy.Estos cuadros evidencian signos de haber sido restaurados -pero47 Cuando el I3 de diciembre de 1813 el primer Cura párroco de la Iglesia deSan Pedro González Telmo se hizo cargo de su sede, dejó constancia en el Libro deFábrica, de los bienes que recibía de Fray Bernardo de Copacabana -entoncespresidente de la Comunidad Betlemítica-, aI cesar ésta en la djrección de la Iglesia,entre otros "doce cuadros representado a las Sibilas"; respecto de los mismos elasiento es escueto y nada dice de su procedencia (el dato lo hemos extraído de loscitados Cuadernos de San Telmo).

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48 ''Pintura'', en Historia general dei arte en la Argentina, vol. II, Buenos Aires,Academia Nacional de BeBas Artes, 1983, pág. 44.49 Buenos Aires, Ed. Arg. Solar, 1942, II parte, caps. XI y XII. Respecto de este"florecimiento" convendría tener en cuenta los testimonios que sobre la imprenta enesa centuria, tanto en el Perú y como en Bolivia, brinda el padre G. Furlong (cf.Orígenes dei arte tipográfico en América, e.\pecialmente en la Repúbica Argentina,Buenos Aires, Edit. Huarpes, 1947, caps. ''República dei Perú" y ''República deBolivia").LA TRADICION SIBILINA Y LAS SIBILAS DE SAN TELMO 59sin rigor ni seriedad- en el siglo XIX; su estado de conservación esdeficiente, por lo que merecerian ser sometidas a un nuevo proceso derestauración50; además, tienen vestigios de varias repintes -algunosmalas que han arruinado ciertas partes de las telas-; en tres de ellas(Cumea, Sanbethea y Cumana) se ha deteriorado la pintura deI fondoy, en la mayor parte de la serie, los lienzos han perdido la debidatensión en sus bastidores. Hay que destacar que la Délfica y laTiburtina san copias de originales extraviados, como veremos másadelante.Si bien no san obra de primerisima calidad, están pintadas concorrección y cierta gracia; su factura compositiva denota habilidad enquienes intervinieron en su ejecución dado que, en la mayor parte delos casos, las piezas de pintura seriada -como ésta-, no san obra de unsolo artista, sino piezas de taUer en el que juntamente trabajabanartistas y aprendices, lo que también se aprecia en la diversidad deestilos -así, por ejemplo, no es la misma mano la que pintó la figura yla orla, que la que pintó el friso inferior-; ésa es otra circunstancia queexplica por qué no están firmadas.Durante el siglo XVIII, tanto en los talleres deI Cuzco, como enlos de Potosí, hubo abundante producción plástica que tuvo directarelación comercial con el noroeste argentino -existen diferentestestimonios que así lo prueban- y algunas de estas produccionesllegaron incluso a Buenos Aires; tal, quizá, el caso de las Sibilas deSan Telmo.Respecto deI número doce que hemos apuntado a propósito de lasSibilas de San Telmo, recordemos que en la Iglesia de Humahuaca(provincia de Jujuy) existe una serie de cuadros -constitui da de igualmodo por doce piezas- cuya temática versa sobre Reyes y Profetas deIsrael, realizada también en el Alto Perú, aun cuando correspondereferir que esta serie constituye una excepción, dado que es obra deun solo autor -Marcos Zapata-, un artista reputado de la época.En cuanto a esta serie de Reyes y Profetas llam~ la atención lasimilitud temática con la de la Sibila, pues tanto en un caso, como en50 AIgunas de estas piezas presentan las telas algo desprendidas de susrespectivos bastidores y un ligero "craquelado" en la pintura, debido a su antigüedad;afortunadamente no evidencian signos de humedad. Son telas sin vidrio, enmarcadasen marco oscuro con filete dorado, presumiblemente deI siglo XIX, a los que tambiénles corresponde una restauración. EI profesor J. E. Burucúa, con fecha 27.VI.1997,me informa que está por concretarse la restauración de estos óleos a través de laFundación Tarea.

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60 HUGO FRANCISCO BAUZÁel otro, se trata de personajes históricos, religiosos y míticolegendariosque enhebran diversas tradiciones, de manera análoga acomo ocurre con las series de Sibilas existentes en México.En los doce casos de las Sibilas de San Telmo estamos frente auna figura femenina, ricamente ataviada, que apoya una mano sobreuna orla -rodeada ésta de una guimalda- en cada una de las cuales estárepresentada una escena de la pasión, cuya explicación está dada porfrases bíblicas, en un espanol de los siglas XVII-XVII, inscriptas enlas tarjetas de los frisos inferiores de la telas.Seis de estas Sibilas (Rhodia, Líbica, Sarnia, Curnana, Pérsica yDélfica) posan la mano derecha sobre la orla que, naturalmente, estáubicada deI lado izquierdo de la pieza; cinco (Erithrea, Sanbethea,Tiburtina, Erigia y Elespóntica) posan, en cambio, la mano izquierda,con lo que la orla está ubicada a la derecha; la Curnea no apoyaninguna mano dado que éstas sostienen el cuemo de la abundancia deIque emergen frutos. Estas descripciones -que aI lector les resultaránobvias- denotan, sin embargo, el sentido unitario de la serie dado que,según la diferente disposición de los elementos compositivos en cadauno de los grupos, vemos que uno hace de pendant respecto deI otro.En la organización espacial de todas estas piezas se aprecian tressecciones claramente distinguibles: la imagen, la orla y el citadoregistro horizontal inferior. En cinco de estas registros (los de lasSibilas Curnea, Erithrea, Pérsica, Elespóntica y Sarnia) estánpintados grutescos -cabeza, torso y alas angelicales que acaban en unjuego de plantas o elementos vegetales que se enlazan con lasmorfologías también vegetales deI fondo-; estas figuras funcionan aguisa de ángeles tenentes; en el fondo de estas frisos predomina unatonalidad grisáceo-verdosa. En los siete registros restantes, en cambio,sólo aparecen guimaldas o adornos florales y en ellos su tonalidad esvariada; en todos los casos su estilo es barroco.Estas frisos, en el centro, ostentan una tarjeta o cartela ovai decon una inscripción profética, alusiva aI motivo de la pasiónrepresentado en la orla que posee las imágenes evangéli~as que hemosindicado; en el caso de la Sibila Líbica la tarjeta ha renunciado a suforma curvilínea en favor de una angulosa.Respecto de las orlas su temática es neotestamentaria y refiereescenas de la Pasión. Cada una de ellas está rodeada de una carona deflores decorativas, motivo plástico que también se encuentra en otrosregistros iconográficos de la época. Así, por ejemplo, la serie deAngeles arcabuceros de la Iglesia de Uquía -provincia de JujuyLATRADICION SIBILINA Y LAS SIBILAS DE SAN TELMO 61muestra, encerrando la figura, una corona floral de especies muysimilares a las que haIlamos en la serie de las Sibilas; de la mismamanera, los veIos y transparencias de los tocados de algunas de ellas -vgr. Elespóntica, Sarnia, Rodhia y Curnea- recuerdan idénticosmotivos plásticos de las Santas Vírgenes de la Iglesia de Humahuaca -provincia de Jujuy_51; ambas circunstancias permiten conectar la seriede las Sibilas con talleres deI Alto Perú.El carecer de datos sobre la autoría y procedencia de estas piezas

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hace imperioso tratar de deducirlos de sus respectivos programasiconográficos.En ellas se distinguen dos estilos claramente identificables: el dela parte superior -que incluye la imagen y la orla- y el de la inferior.El de la superior -a causa de la tridimensionalidad en eltratamiento plástico deI volumen y de logrados efectos de perspectivapermiteinscribir la pieza en la tradición europea; la inferior, encambio, muestra la bidimensionalidad en el tratamiento volumétrico,típica de la cosmovisión de la América precolombina. Apreciamos, enconsecuencia, una dominante europea en la resolución de las figuras yen el contexto espacial en las orlas.La referida impronta europea, notoria en la visión centralhegemónica en contraste con la insinuación de lo americano en elfriso inferior, plantea el problema de la mirada o punto de vista, queen este caso es europeo, aun cuando hay elementos americanos, peroreducidos a un segundo plano.Ese dualismo parece proceder de la labor de un pintor -diestro enel manejo de la paleta- a quien se debería la parte superior -lasimágenes y las orlas- y, por otra parte, la tarea de aprendices oasistentes que habrían pintado el friso inferior, en el que se nota laimpronta americana, orientada hacia un estilo barroco, con marcadainclinación hacia lo exótico y exuberante. Este friso es un ejemplosignificativo de mestizaje cultural que muestra de qué manera elbarroco europeo se entremezcló con un estilo local.Respecto de las inscripciones bíblicas consignadas en la parteinferior, las transcribimos respetando las grafías, puntuaciones ymayúsculas con que aparecen en las pinturas. En ellas se lee:51 Los Angeles arcabuceros de la Iglesia de UquÍa y las Santas Vírgenes, de lade Humahuaca, están reproducidos en H. H. Schenone, en op. cit., pp. 30-31 Y 38-39,respectivamente.62 HUGO FRANCISCO BAUZÁSIBILA CVMEA:"NACERA DE UNA VfRGEN,QVEDANDO VIRGEN EN EL TIEMPOQVE XRO, ANDVBIERE EN ELMVNDO NO HABRA FALTA DEFRVTOS",SIBILA ELESPONTlCA:"ENCARNARA EN UNA VIRGENPOR OBRA DEL ESPIRITV SANTO".SIBILA CVMANA:"YRA HVIENDO DEL PODER DEERODES, QUE POR DARLE MVERTE,.MANDO MATAR A TODOS LOSNINOS".LA TRADlCION SIBI LlNA Y LAS SIBILAS DE SAN TELMO 63SIBILA ERIGIA:"RESEVIRANLE EN JERVSALENCON PALMAS Y RAMOSECHANDOLE LAS CAPAS POR EL

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SVELO".SIBILA PERSICA:"SERA BA VTIZADO EN EL RIOJORDAN"./ SIBILA TIBURTINA:"TRANSFIGURARSE EN ELMONTE TABOR".64 HUGO FRANCISCO BA UZÁSIBILA LlBICA:"RESVCIT ARA MUERTOS, DARAVISTA A CIEGOS, Y OTROS MVCHOSMILAGROS".SIBILA DELFlCA:"SERA ATADO A UNACOLUMNA, Y AZOTADO".SIBILA RHODIA:"SERA CORONADO DEESPINAS, Y LE DARAN A BEVERXEL Y VINAGRE".LA TRADIClON SIBIUNA Y LAS SIBILAS DE SAN TELMO 65SIBILA ERITHREA:"LLEV ARA LA CRUZ A CVEST ASDONDE SERA CRVCIFICADO",SIBILA SANBETHEA:"SERA CRVCLFICADO POR LAREDENCION DEL MUNDO",SIBILA SAMIA:"RESVCITARA AL TERCERODLA ENTRE LOS MUERTOS, YSVBLRA A LOS CIELOS",66 HUGO FRANCISCO BAUZÁEl contenido de todos estas textos alude a la Historia Sagradanarrada en los Evangelios, salvo el caso de la Sibila Cumea cuyotexto revela, en cambio, el sincretismo religioso que hemosmencionado. Por un lado, la referencia aI Redentor ("Nacerá de unavirgen ... ") remite tanto aI Antiguo como aI Nuevo Testamento y, por elotro, la alusión aI motivo deI retomo de la aurea aetas, proporcionaindicias ya de la tradición veterotestamentaria (cf. Isaías XI, 6 ss.), yade la clásica (cf. Virgilio, Bucólica IV, 18 ss.). Por otra parte, la frase"no habra falta de frutos" -con que se clausura la inscripción y que esuna mención directa aI motivo de la edad de oro- se ve ejemplificadoiconográficamente a través deI mítico cuemo de la abundancia, que laSibila sostiene con sus manos.EI cambio de grafía de estas inscripciones -utilización de Ucuando en todos los restantes casos se echa mano de la grafía clásicaV - es uno de los tantos indicias que corroboran la idea de que laDélfica y la Tiburtina no san piezas originales, sino copias que lasreemplazan. En el caso de la grafía de la Délfica hay otros detallesreveladores que prueban que es una copia posterior; así, por ejemplo,escribe Délfica -en contraste con las grafías Rhodia, Erithrea o

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Sanbethea-, en lugar de Delphica, a la vez que las mayúsculas san demenor tamano y de un formado clásico regular diferente a lasinscripciones deI resto de las telas, que es de grafía bastante irregular.Las inscripciones de las cartel as deI friso inferior están pintadasen colar dorado; seis sobre fondo rojo (Elespóntica, Tiburtina, Líbica,Rhodia, Sanbethea y Délfica) y las de las seis restantes, sobre fondoazul oscuro. Salvo en los casos de la Líbica y la Sanbethea, rematan laparte superior de la tarjeta que encierra estas inscripciones la cabeza yun par de alas de una figura angélica, idénticas -en posición y figuraalas que aparecen en Indices (Capitum uel Rerum) que ilustrandiveras Historias, manuscritas por indios de las Misiones JesuíticasdeI Paraguay, como explica A. L. Ribera52• En ese orden convienerecordar la importancia que alcanzó la producción de grabados en lasMisiones jesuíticas y la circulación, en estas reducciones, de modeloseuropeos, aun cuando casi la totalidad de este material se ha perdido.En lo que concieme a las imágeqes de los óleos de la Iglesia deSan Telmo, se trata de figuras femeninas relativamente jóvenes -contrastando con la Sibila que la tradición literaria caracteriza como52 "Grabado", en Historia general dei arte en la Argentina, op. cit., pp. 96-97donde ellector haIlará también las respectivas ilustraciones.LA TRADICION SIBILINA Y LAS SIBILAS DE SAN TELMO 67muy anciana-, presentadas sobre fondo oscuro, y que ofrecenreminiscencias de las imágenes evocadas en grabados afines de lossiglas XVI y XVII, como hemos mencionado.Su resolución plástica tiene como base un ordenamientotriangular obligado por la figura de la Sibila; la postura de ésta -defrente y en media cuerpo de pie- recuerda la clásica de la iconografíade la Virgen.Los indígenas que trabajaban en los talleres de donde han salidoestas piezas, aI igual que los que lo hacían en los talleres u oficinas delas reducciones jesuíticas, no parecen mostrarse como creadores -ajuzgar por los ejemplos conservados-, sino como copistas53, tal lo quedestaca el padre G. Furlong, cuando dice: "los indios no eranoriginales, por lo general, pero copiaban a toda perfección cuanto seles ponía por delante,,54; empero, eso no significa que a la hora decopiar un modelo no hayan hecho ciertas modificaciones -comosucede con los frisos inferiores de estas Sibilas- las que evidencian unsesgo americano, según hemos apuntado.Estas figuras, ricamente ataviadas, llevan todo tipo de joyas -collares, gargantillas, pulseras, aros, redes con perlas que sujetan loscabellos-, lo que parece poner de manifiesto el gusto por loexuberante de la tradición de la América precolombina.Los ropajes san amplias y muestran un ritmo curvilíneo; encuanto a sus colores, san llamativos y en ellos predominan el rojo, elverde y el blanco; dos de estas piezas -la Tiburtina y la Délfica-, encambio, no parecen guardar arrnonía cromática con el resto de la seriepues poseen una gama de marrones. EI caso de la Tiburtina puedeexplicarse en tanto que esta Sibila es la única de pieI oscura, y sebusca, en consecuencia, arrnonizar de otro modo los colores; sobre el

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de la Délfica no hallamos una explicación satisfactoria -salvo el merocapricho deI artista-, empero, hay que recordar que estas dos pinturasno san piezas originales, sino que se trata de copias de originales53 Se trata de una di.lputata quaestio -de aeuciante actualidad· sobre la que noentramos a polemizar en este trabajo: la lectura tradicional es la sostenida, porejemplo, por el padre Furlong; la revisionista, en cambio, sefiala que la estética de loscolonizadores -i. e., la cultura dominante- ahogaba las voces y los estilos locales; en elcampo de lo literario este problema ha sido abordado de manera c1arificante por B.Pastor en sus Discursos narrativos de la conquista: mitificación y emergencia (Ia.edición: Casa de las Américas, 1983; 2a.: Hanover, Ediciones deI Norte, 1988, quemanejamos).54 Los Jesuitas y la Cultura Ríoplatense, Montevideo, Urta y CurbeloImpresores, 1933, p. 97.68 HUGO FRANCISCO BAUZÁperdidos.En todas estas Sibilas -salvo los casos de la Cumana y de laTiburtina- sus ropajes -amplios y recogidos mediante un broche- sontúnicas a la manera de los palios griegos o togas romanas; el de laCumana parece el hábito de una novicia, el de la Tiburtina recuerdalas corazas guerreras; la pieI negra de esta sacerdotisa contrasta con lablancura inmaculada deI Redentor, tal como se aprecia en la orla enque está pintado, así como en la abundancia de flores blancas de laguimalda que lo rodea.Con excepción de la Cumana y la Cumea en todos los demáscasos la mano que no se apoya sobre la orla sostiene la veste; la de laCumana, en cambio, sostiene un cetro o báculo y la Cumea abraza elcuemo de la abundancia -un motivo plástico de tradición greco-Iatinay deI que existe abundante testimonio iconográfico deI peno doneoclásico-.La similitud -tanto temática como de estilo- que este conjuntoplástico presenta con relación a las series mexicanas hace pensar -talcomo hemos sefíalado- que en ambos casos deben de haber tenidocomo modelos grabados con esa iconografía cuyas copias circulabanentonces por el Nuevo Mundo.AI respecto recordamos que en la Casa de Moneda de Méxicohubo una escuela donde se ensefíó la técnica deI grabado, la que seacrecentó cuando Carlos III mandó fundar -sobre la base de aquéllalaReal Academia de San Carlos, lo que se concretó por Real OrdendeI 25 de diciembre de 1783. Como en esa época la ensefíanza de unadisciplina artística se hacía sobre la base de la copia, para el caso deIgrabado deben de haber circulado láminas europeas -preferentementeholandesas, ale manas y francesas55- que servinan como modelo oprototipo, las que no han llegado hasta nosotros.Consta que el monarca designó a Jerónimo Antonio Gil -entoncesacadémico de la de San Femando- para ocupar el puesto de TalladorMayor de la Real Casa de Moneda de México y le encomendó laensefíanza en la entonces flamante de San Carlos. Este artista -quellegó a la ciudad de México en 1778- trajo consigo desde Espafía55 EI profesor H. H. Schenone, quizá por haber visto en la zona cuzqueiía una

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pintura realizada sobre el modelo de un grabado francés -en el que el indígena, aIcopiar, transcribe un texto en esa lengua-, y atento a los numerosos grabadosfranceses cuya circulación está atestiguada en México, tiene la intuición de que losgrabados que habrían servido como modelo para estas doce Sibilas deben de habersido franceses (en conversación con el suscripto deI 24. VI. 1997).LA TRADICION SIBILINA Y LAS SIBILAS DE SAN TELMO 69dibujos, grabados, estampas, libros, instrumentos, así como unacolección de camafeos griegos y romanos56• Por otra parte cabedestacar la importancia que tuvieron en el barroco las imágenesreligiosas como vehículos de persuasión y de evangelización lo que,en otro orden de ideas, evidencia una suerte de dominación cultural.De acuerdo con el gusto y el imaginario de la época, la temáticade ese material iconográfico versaba tanto sobre temas cristianos,como sobre temas deI paganismo. En ese orden, en la colección deesta Academia, pueden apreciarse piezas deI pintor y grabadorholandés Hendrik Goltzius (=Enrique Goltz) sobre motivos clásicos -así, sus Dos Sibilas57- o bien cristianos -La circuncisión y Laadoración de los Reyes Magos-; también la famosa Psiche deValeriano Lara o, entre otros tantos ejemplos, un Baco de autordesconocido.También aparece el motivo de las Sibilas -representado ennúmero de doce- en grabados de la época; así, los reproducidos en elvolumen De Sibullarum nomine et origine de Bernardo Benagius y enlos Sibyllica oracula de Servet Gallée. De 1572 data una obra deautor anónimo que representa a doce Sibilas -seis de pie y seismarchando-oEl tema de las Sibilas, en número de doce, como motivoiconográfico de series de grabados interesó a otros artistas; de entreellos -alén deI citado H. Goltzius- los casos más conocidos pertenecenpreferentemente aI período deI Renacimiento y evidencian el gustopor una temática clásica. Los nombres de Passe de Oude, J. Briot, B.Baldini, C. Danckerts de Ry y Th. De Leeuw son los ejemplos másnotables.Crispijn de Passe de Oude (Senex), grabó en cooperación con suhijo -de igual nombre y también grabador- y con C. van den Queboorndoce Sibilas, en tamano pequeno (26,8 x 19,8) cms., debajo de lascuales consta la siguiente inscripción: "Duodecim Sibyllarum ... studielabore et aere Cri. Passaei / Traecti Batavorum. Anno Christie /MDCXVIl". (También el francés Isaac Briot (1585-1670) pintó una"serie" de Sibilas en platos, de la misma manera que lo hizo elflorentino Baccio Baldini -floruit 1460-1485- quien reprodujo a estas56 Sobre el particular remitimos a A. Carrillo y Gariel, Grabados de laColección de la Academia de San Carlos, México, Instituto de InvestigacionesEstéticas (UNAM), XLIII, 1982.57 Reproducido por A. Carrillo y Gariel en Grabados de la Colección de laAcademia de San Carlos, ya cit., ilustración n° 32.70 HUGO FRANCISCO BAUZÁsacerdotisas igualmente en número de doce).

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El holandés Comelis Danckerts de Ry recreó la serie de doceSibilas, lo mismo que el francés Thomas De Leeuw (=De Leu), quienlas hizo "from his own designs" según consigna el Thieme-Becker58•El vínculo que permite religar estos grabados con los óleos de laiglesia de San Telmo, alén de ciertas similitudes en las imágenes, sefunda en el propósito de enlazar los mundos pagano y cristiano, en elnúmero doce que constituye estas series y, entre otras circunstancias,en un detalle iconográfico: que debajo de cada una de las imágenes dela Sibila existe una frase profética -inscripta en las referidas tarjetasovo ides- que permite vincular las dos cosmovisiones religiosas.A continuación transcribo los nombres y la síntesis de lasinscripciones de esos grabados, tal como están referidos en el Hollstein59•Delphica (En Dominum .. .Deus), Erythrea (Dicitur ... uirgine%,Cimmeria (Virgo ... uirgineo), Samia (Finet ... humo), Hellespontica(Dixerat...homo), Libyca (Discitiet ... auxilium), Persica (Tupede ... manius),Phrygia (Terribili ... alys), Tiburtina (Excipiet...Deum), Europaea(Terreni...imperij) y Agrippina (Qui lux .. .Deus).De esta serie de grabados, el de la Sibylla Erythrea, por ejemplo,muestra a la sacerdotisa pagana y, como fondo y en menor tamafío, lasimágenes de Cristo -de quien sale una luz que ilumina a la Sibila-, ladeI cordero místico y un libro; el hecho de incorporar -junto a laprofetisa- temas cristianos en una orla, es la exacta reproduccióncompositiva de imágenes que apreciamos en la serie de las Sibilas deSan Telmo.Tales circunstancias robustecen la hipótesis de que los modelosutilizados por el taller donde fueron realizadas han sido las planchasde grabados europeos que circularon por la América hispánica.58 UIrich Thieme-Felix Becker, Allgemeines Lexikon der Bildenden Künstler vonder Antike bis zur Gegenwart, Leipzig, Seemann Verlag, s. d.59 German Engravings Etchings and Woodcuts, ca. 1400-1700, Amsterdam,Menno Hertzberger, vol. XVI, 1974.60 Reproducida en F. W. H. Hollstein, op. cit., vol. XVI.