La sabiduría de la sostenibilidad

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Mensajeros celestiales

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Cuando el Príncipe Sidarta —el futuro Buda— abandonó supalacio a la edad de veintinueve años, se encontró por pri-mera vez con un enfermo, un anciano, un cadáver y un monje

errante. Presa de la desesperación, abandonó las comodidades delhogar y abrazó la vida santa, determinado a vencer el sufrimiento yla muerte. Algún tiempo después, se dio cuenta de que estas cuatrovisiones habían sido mensajeros celestiales.

En 1998, conocí a James Wolfensohn, presidente del Banco Mun-dial, y me preguntó sobre el reciente derrumbe económico asiáticoque había comenzado en mi país*. Le dije que, a mi juicio, había sidoun mensajero celestial que nos impulsaba a buscar alternativas a laglobalización económica

En los años posteriores a la Segunda Guerra Mundial, gobiernose individuos de todo el mundo trabajaron juntos con entusiasmo paraintentar construir un mundo mejor. Fundaron las Naciones Unidas,el primer foro auténticamente universal, en el que los países pequeñosy pobres pudieran codearse con los ricos y poderosos en asuntos deinterés común sobre la base de la igualdad. Crearon el Banco Mun-dial y el Fondo Monetario Internacional —las instituciones de Bret-ton Woods— con vistas a generar prosperidad para todos. La misión

* Mi país fue conocido como Siam hasta 1939, fecha en que su nombre pasó a ser Tailandia,palabra híbrida de estilo inglés, representativa de la crisis de los valores budistas siamesestradicionales. En general, me referiré al país con el nombre de Siam, no Tailandia.

del Banco Mundial, grabada en las paredes de su sede en WashingtonD.C., es erradicar la pobreza.

La estrategia del Banco para crear riqueza ha pasado por imponerla desregulación, la privatización y el ajuste estructural en las eco-nomías de los Estados. Desregular es eliminar las restricciones gu-bernamentales a las actividades comerciales. Privatizar es transferirla propiedad del sector público al sector privado. Realizar ajustesestructurales es una condición, impuesta normalmente a países delTercer Mundo, para recibir préstamos del Banco Mundial o de otrasinstituciones similares. Todas estas medidas —especialmente, la des-regulación y la privatización— tienen el propósito de generar ri-queza. Aunque los fundadores de Bretton Woods fueran sinceros ensus esfuerzos para poner fin a la pobreza, de hecho, las institucionese instrumentos que crearon han traído consigo un incremento de ladesigualdad en la distribución de la riqueza, así como de la degra-dación medioambiental y el deterioro cultural. Para usar la propiadefinición de pobreza del Banco Mundial: el número de pobres seha incrementado.

Mr. Wolfensohn me pidió que continuase hablando, y le dije quela globalización —que, en realidad, debería llamarse fundamenta-lismo del libre mercado— es una religión demoníaca, que imponevalores materialistas en los Estados, tanto en vías de desarrollo comoindustrializados, que conduce a las personas a intentar ganar más paratener más, en un ciclo interminable de codicia e inseguridad. ElBanco Mundial y otras instituciones de Bretton Woods dan por su-puesta la superioridad de la industrialización, la economía monetariay la modernidad sobre los estilos de vida agrarios, las economías desubsistencia y la cultura indígena, haciendo de la globalización unanueva forma de colonialismo. El término modernización encierra, dehecho, una connotación racial; su precursor fue europeización.

En palabras de Jerry Mander, la promesa del capitalismo de pro-ducir la emancipación a través del crecimiento económico perpetuoes una locura. Nada puede crecer para siempre. Hay límites. Antesde que erosionemos irremediablemente la materia de nuestra madretierra, necesitamos un cambio de dirección, y construir un futuro ba-

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sado en la sabiduría y la compasión. Simplemente no hay recursossuficientes para que todos lleven un estilo de vida del Primer Mundo.

Buddhadasa Bhikkhu, mi maestro espiritual, enfatizaba la impor-tancia de permanecer cerca de la naturaleza. Él miraba el banianoque había delante de su cabaña y señalaba las plantas y los animalesque vivían en paz bajo su sombra. La primera ley del mundo natural,decía, es la interdependencia.

Cuando nos encontramos en armonía con la naturaleza, nos sen-timos alimentados física y emocionalmente, y profundamente con-tentos. El Buda llamó a esto Dharma, el orden natural de las cosas.El darma agudiza la conciencia; la naturaleza viva de los fenóme-nos, incluida nuestra mente. Cuando llegamos a comprender eldarma natural, también descubrimos nuestro propio potencial yresponsabilidades. En el núcleo del darma se encuentra el espíritude la libre búsqueda del conocimiento. Después de seis años de in-tenso esfuerzo, el Príncipe Sidarta venció su apego a la codicia, alodio y a la ignorancia, y se convirtió en un buda, «uno que estádespierto». Él compartió su visión con sus compañeros yoguis, ya este evento se le conoce como «poner en movimiento la Ruedadel Darma».

La globalización da la impresión de ser neutral desde el punto devista axiológico. Predica la interdependencia de las naciones, la re-ciprocidad de sus intereses y los beneficios compartidos de sus in-tercambios. Pero durante medio siglo de predominio de laglobalización a escala mundial, se han incrementado exponencial-mente las injusticias entre ricos y pobres —el Norte y el Sur, los in-versores y los trabajadores, las empresas agrícolas a gran escala y loscampesinos—, provocando la casi total dependencia de los llamadospaíses en vías de desarrollo sobre los desarrollados. Como resultado

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de este fundamentalismo del libre mercado, el medio ambiente hasido destruido y las economías se han desmoronado.

Incluso en medio de una crisis económica global, los ideólogosneoliberales continúan exigiendo la eliminación de los obstáculos alcomercio y la reestructuración de las economías. Su fe en el poderemancipador del libre mercado debe estar basada en una codicia ili-mitada. Se trata de personas inteligentes; no pueden estar ciegos oser unos ingenuos. Los neoliberales contemplan la modernidad comosu propia justificación, y le permiten devorar cualquier otra creenciao aspiración social o cultural. Necesitamos intensificar nuestra crítica,y redefinir los límites y el contenido de la globalización.

En Siam, la cultura consumista, fomentada por los medios de co-municación, ha reemplazado a las virtudes budistas. Para superar losfalsos valores promovidos en el nombre del desarrollo económiconecesitamos regresar a nuestras raíces espirituales.

Un monje preguntó al Buda: «He estado meditando durante mu-chos años para poder caminar sobre el agua».

El Buda respondió: «Habría sido mejor contratar a un barquero».Otro líder religioso le preguntó al Buda: «¿Cuáles son las prácti-

cas que siguen tus monjes?».El Buda respondió: «Ellos caminan, están de pie, se tumban, se

sientan, comen y beben».«¿Qué hay de especial en ello?», preguntó el hombre.El Buda explicó: «Mientras caminan, son conscientes de que están

caminando; mientras están de pie, son conscientes de que están depie. Mientras están tumbados, son conscientes de que están tumba-dos...».

Como dice Thich Nhat Hanh, el milagro es caminar sobre la tierraconscientemente, tomar contacto con la profundidad y la sagrada pre-sencia de cada momento. La meditación nos ayuda a discernir losrasgos que dominan nuestra conciencia; odio y amor, ignorancia ysabiduría, miedo y valor. Cuando admitimos la amplia gama de cua-

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lidades que hay dentro de nosotros mismos, nuestra ignorancia em-pieza a desvanecerse, y la sabiduría y la compasión surgen de maneranatural. La práctica de la respiración consciente reestructura nuestraconciencia y nos ayuda a desarrollar un conocimiento crítico de unomismo. Nos volvemos más capaces de percibir la violencia estructu-ral en nosotros mismos y en el mundo.

Violencia estructural es un término acuñado en los años 60 porJohan Galtung, fundador de los «Peace Studies» como disciplina aca-démica. Alude a las formas sistemáticas en que los recursos de unasociedad se distribuyen desigual e injustamente, impidiendo a lagente satisfacer sus necesidades básicas. La violencia estructural in-cluye el elitismo, el etnocentrismo, el clasismo, el racismo, el se-xismo, el nacionalismo y la discriminación por razón de orientaciónsexual o edad.

La violencia estructural puede ser política, represiva, económicao explotadora. El acceso desigual a los recursos, al poder, la educa-ción, la asistencia sanitaria o la posición jurídica son formas de vio-lencia estructural. Cuando los niños de los suburbios van a colegiosinadecuados mientras que los otros no, cuando los obreros trabajanen condiciones inhumanas, existe violencia estructural.

Las estructuras sociales no son fenómenos permanentes o natu-rales. Evolucionan —a través de desarrollos políticos e históricos—y normalmente hacen referencia a organizaciones, instituciones, leyese ideologías. Las estructuras sociales influyen en la conducta al crearmarcos de lo aceptable, que rigen sobre quienes se encuentran dentrode esas estructuras.

Las estructuras sociales nos presionan para adoptar el dogma de-seado, estableciendo así lo que se considera como obligado. Cada es-tructura define límites de lo que es aceptable, de lo que se puede deciry de lo que se puede pensar. Estos límites definen «la verdad». Des-criben nuestra visión del mundo y los aceptamos sin cuestionarlos.Nos convertimos en espectadores, incluso en animadores. Cuando

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nuestra mente alumbra una idea no convencional, nos sentimos de-masiado asustados para buscar la verdad.

El poder de las estructuras sociales es enorme. Ejercen influenciasobre nuestros pensamientos, acciones, actitudes, deseos e inclusosobre nuestros cuerpos. Cuando aceptamos este canon, disfrutamosde un estatus privilegiado. Cuando lo desafiamos o lo rechazamos,se nos margina. Tenemos que contemplar las relaciones entre las es-tructuras sociales, la vigilancia que uno hace de sí mismo y la auto-censura. Con objeto de fortalecer las estructuras sociales, lasinstituciones nos intimidan. La medicina moderna nos llena de miedoa la enfermedad, al envejecimiento e, incluso, a la fealdad. Las reli-giones pueden defraudarnos; los templos budistas en mi país se hanenriquecido enormemente gracias a donaciones de gente que pretendeganar méritos y asegurarse una reencarnación auspiciosa. Los go-biernos nos controlan a través del miedo: del miedo a la cárcel o auna la ejecución.

La «seguridad nacional», la «propiedad privada» y el «capitalismodel libre mercado» son estructuras sociales. Al mostrarnos éstas yotras estructuras, nuestro sistema educativo enseña a los estudiantesa ser sumisos al poder y aceptar el status quo, en lugar de trabajarpara derrocar la injusticia. El concepto operativo central de la eco-nomía global es el de «propiedad privada». Fue inventado por Occi-dente y nosotros, los asiáticos, hemos seguido obedientemente suejemplo. Hace poco, el gobierno en India declaró literalmente quecada gota de lluvia en Rajastán era de su propiedad y que, a su vez,ellos realizarían concesiones a empresas privadas para comprar yvender este agua de lluvia.

Los medios de comunicación —la mayoría de los cuales son em-presas lucrativas— son expertos en otorgar legitimidad a las accionesde los que están en el poder. Es esencial que aprendamos a analizarla violencia estructural y las estructuras sociales. En esta época demodernismo extremo, un tiempo de terror, necesitamos comprendercómo han sido creados nuestros sistemas de pensamiento; así, cuandoun mensajero celestial nos despierte, sabremos lo que es verdad.

Tras los atentados terroristas contra el World Trade Center, el11 de septiembre de 2001, Su Santidad el Dalai Lama dirigiólas siguientes palabras al entonces presidente George W.

Bush: «Tenemos que pensar seriamente sobre si una acción violentaes la respuesta correcta y en el interés más elevado de la nación y dela población a largo plazo. Estoy convencido de que la violencia sóloaumentará el ciclo de violencia».

El presidente Bush respondió con la invasión de Afganistán y,menos de dieciocho meses más tarde, con la de Irak. Afirmó que lamisión de su país era «librar al mundo del mal», haciendo hincapiéen una «cruzada» contra el «eje del mal»; Irak, Irán y Corea delNorte. Escuchar estas sobrecogedoras palabras me recordó que Hitlery Stalin también quisieron librar al mundo del mal.

El gran autor ruso Alexander Solzhenitsyn escribió:

«¡Si todo fuera tan simple! Si sólo hubiera personas malvadasque, de algún modo, cometen insidiosamente malas acciones ybastara con separarlas de las demás y destruirlas. Pero la líneaque divide el bien y el mal atraviesa el corazón de todo ser hu-mano. ¿Y quién está dispuesto destruir una parte de su propiocorazón?».

Crear una cultura de paz

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Estallan conflictos en torno a vallas vecinales y a fronteras na-cionales, cuando recogemos la cocina o limpiamos el medio am-biente. Afloran en nuestras relaciones más íntimas o en losencuentros con extraños. Los conflictos son inevitables. Intentarresolver un conflicto ofrece una oportunidad para el conocimiento,el crecimiento y la curación.

En primer lugar, es preciso dejar de echarle la culpa al otro deforma simplista e identificar qué demandas nos hacen nuestras rígidasperspectivas y pretensiones de superioridad moral. Al mismo tiempo,tenemos que prestar atención a los puntos de vista de los demás.Cuando hemos explorado concienzudamente nuestra propia posición,es más fácil comprender a aquellos con los que estamos en conflicto.

Visualiza a la persona que más desprecias. Contempla aquellasde sus características que más te exasperan. Después, piensa en loque la hace feliz y en lo que la hace sufrir. ¿Qué motiva sus accio-nes? Intenta adivinar pautas de conducta. Al meditar de esta forma,la compasión y la perspicacia surgirán en tu corazón, como aguafresca que llena un manantial. Puede que necesites repetir el ejerci-cio muchas veces antes de tener esta experiencia. Finalmente, tu en-fado desaparecerá. A continuación practica el mismo ejercicio enrelación contigo mismo; para comprender tu propia codicia, odio eignorancia. Con una compresión más profunda de ti mismo, detec-tarás las semejanzas con los demás. Esto es esencial para prevenir yresolver los conflictos.

En caso de ser atacado, tus opciones no se reducen simplementea la violencia o a la inactividad. Otras respuestas son posibles: el diá-logo, el cumplimiento de la ley, la negociación o la diplomacia.Cuando las partes se toman el tiempo de escucharse mutuamente, elrencor se desvanece a menudo. En lugar de dividir el mundo en bue-nos y malos, ante todo necesitamos contemplar a los demás comonuestros semejantes.

Al pedirle que resumiera las enseñanzas del Buda, el filósofo del

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siglo III Nagaryuna respondió con una sola palabra: ahimsa, la noviolencia. No violencia no significa no hacer nada. Se trata de un pro-ceso preventivo (proactivo) y comprensivo de gestionar los conflictosa través de la comunicación y la puesta en común de recursos. Deacuerdo con el Buda, todo acto de violencia es precedido por una in-tención, consciente o inconsciente. Para crear una cultura de paz, de-bemos empezar por reconocer la violencia en nuestros propioscorazones y aprender a neutralizarla. La codicia, el odio o la igno-rancia se encuentran en el centro de toda acción violenta. La sabiduríay la compasión constituyen la base de todo acto de no violencia.

Cada una de nuestras acciones tiene un efecto. En el Dhamma-pada, el Buda enseña: «En este mundo el odio nunca se extingue porel odio; solamente se apaga a través del amor. Tal es una antigua leyeterna». Gandhi lo resumió muy bien: «Ojo por ojo y todo el mundoacabará ciego». El Buda también dijo: «Si uno actúa con una mentecorrupta, el sufrimiento lo seguirá. Si uno actúa con una mente se-rena, la paz lo seguirá». No podemos evitar las consecuencias denuestro karma. Debemos ser conscientes de cada acto de nuestrasvidas. La violencia no es el resultado de una economía política im-perfecta. La violencia emana de la conciencia humana.

Una cultura de violencia es aquella que produce, normaliza y con-sume ideas de división y odio. Las sociedades modernas inviertenmasivamente en guerra y violencia. Los Estados Unidos gastan casila mitad del total mundial, seguidos a distancia por el Reino Unido,Francia, Japón y China. Casi todos los países del Tercer Mundo tam-bién invierten demasiado en sus propios presupuestos militares y mu-chos cuentan con bases norteamericanas en su territorio.

Martín Luther King Jr. comentó: «Nuestro potencial científico hadesbordado nuestro potencial espiritual. Tenemos misiles guiados yhombres sin guía». Gandhi apuntó: «Constantemente nos quedamosatónitos, en estos días, por los sorprendentes descubrimientos en elárea de la violencia. Pero sostengo que cosas más sorprendentes aúny descubrimientos que parecían imposibles se harán en el campo dela no violencia». Vivimos en una época caracterizada por el plura-lismo y el terror, y es esencial que articulemos cuanto pueda consti-

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tuir una cultura de paz. La no violencia es el mandato supremo delbudismo.

El mantenimiento de la paz, el establecimiento de la paz y la con-solidación de la paz son tres respuestas al conflicto. El mantenimientode la paz impide a la gente atacarse mutuamente. Minimiza el daño,pero no asegura la estabilidad. Un fuego debe ser apagado, pero hu-biera sido mejor prevenirlo con antelación, tratando sus causas sub-yacentes.

El mantenimiento de la paz a veces emplea los instrumentos delconflicto para poner fin al conflicto. En otros tiempos, un reducidonúmero de personas fue capaz de adentrarse en situaciones violentasmediante la práctica de la no violencia. Cuando los nazis trataron deexterminar a los judíos de Dinamarca, el rey Federico IX declaró que,si se hacía prisioneros a sus súbditos judíos, él también portaría laestrella de David y se haría detener. Como consecuencia, los alema-nes no tocaron a los judíos daneses. Badshah Khan, un musulmándevoto, conocido como el Gandhi de la frontera entre Pakistán y Af-ganistán, fue capaz de persuadir a sus hermanos pashtunes para quedejaran las armas y se le unieran en un ejército no violento de100.000 hombres.

El derrocamiento del dictador tailandés en 1973, el final del go-bierno de Marcos en Filipinas y el colapso del comunismo en Europadel Este son ejemplos de cómo el uso de la no violencia puede ponerfin a la violencia y la opresión, y propiciar un cambio social duradero.Las imágenes de un manifestante solitario, parado delante de un tan-que en la plaza de Tiananmen, y de Daw Aung San Suu Kyi, enfren-tándose a los militares birmanos, son recordatorios de la fuerza moraly el coraje físico que requiere comprometerse con la no violencia.

Es preciso desmantelar el paradigma articulado por el presidenteBush. El verdadero poder de los Estados Unidos de América no re-side en su fuerza económica o militar, sino en sus ideales de liber-tad, democracia y generosidad. Hemos de frenar la inversión en

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guerra y violencia y, por el contrario, invertir en paz y no violencia.Denis Kucinich presentó una moción en el Congreso de los EstadosUnidos para crear un Departamento de Paz y No violencia conrango ministerial.

La segunda respuesta al conflicto —el establecimiento de la paz—implica no sólo intervenir, sino resolver realmente los conflictos. Elelemento más importante del establecimiento de la paz es el diálogo.Lo que suele llamarse diálogo a menudo no es sino la suma de dosmonólogos. El diálogo genuino requiere escuchar activamente. Ne-cesitamos abandonar nuestra idea de un resultado concreto y quedar-nos tranquilos con ello. Cuando ambas partes se sienten escuchadas,una resolución de problemas creativa puede dar lugar a resultados in-esperados. La reconciliación es la clave. El reconocimiento del pa-sado alivia el sufrimiento, cura la injusticia y fomenta latransformación. Así funciona la llamada justicia restaurativa, en laque víctima y agresor se escuchan mutuamente con intensidad —pormás difícil que esto pueda llegar a ser— y, como resultado, amboscambian. Esta forma de educación reduce la reincidencia de formamás efectiva que el castigo.

La consolidación de la paz, la tercera respuesta, representa el es-fuerzo constante de creación de una sociedad pacífica. Se inicia enel nivel de las bases e incluye una amplia gama de soluciones a largoplazo: la educación, la democracia de base, la reforma agraria, la re-ducción de la pobreza. Igual que el pequeño loro del cuento Jakatasobre una de las anteriores vidas de Buda, quien trabaja en la conso-lidación de la paz moviliza su comunidad para traer el agua gota agota y sofocar el furioso incendio. La consolidación de la paz tieneque estar basada en la no violencia, la cual, a su vez, debe estar fun-damentada en la sabiduría y la compasión. Este tipo de actividadesacumula pocos titulares de prensa, pero constituye una de las res-puestas más significativas al conflicto. Una vez comenzada una gue-rra, pararla es casi imposible. Necesitamos evitar la próxima guerraahora, creando sociedades justas y verdaderamente democráticas.

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