En portada

Imagen «original» de la Divina Infantita, acompañada por hermanas de la Congregación de Esclavas de

Inmaculada Niña y una multitud de devotos, en procesión por las calles de la ciudad de Melilla, en mayo

de 2014.

Fotografía de la hemeroteca de La Verdad de Murcia.

Derechos de autor registrados

2017 Antonio García Megía y María Dolores Mira y Gómez de Mercado (Edición).

Congregación de Esclavas de la Inmaculada Niña

La Religión y el Mundo Actual – 26 – Nuestro programa. Los apóstoles de los últimos tiempos. Federico

Salvador Ramón.

Angarmegia: Ciencia, Cultura y Educación. Portal de Investigación y Docencia

Edición preparada con ocasión del proceso de beatificación del Padre Fundador de las Esclavas de La

Inmaculada Niña.

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La religión

y el

mundo actual - 26 -

Nuestro programa. Los apóstoles de los últimos tiempos

Federico Salvador Ramón

Publicado en la revista mariana Esclava y Reina Congregación de Esclavas de la Inmaculada Niña

Marzo Guadix (Granada) – España

1924 zzz

Edición actualizada por

María Dolores Mira Gómez de Mercado

Antonio García Megía

Esta serie de documentos recopila los artículos que Federico Salvado Ramón, bajo

el seudónimo de «Mirasol», publica en la sección “Apuntes Sociales”, con subtítulo

genérico La Religión y el Mundo Actual, de forma casi ininterrumpida en la revista

Esclava y Reina de la Congregación de Esclavas de la Inmaculada Niña, desde su segundo

número aparecido en febrero de 1917.

Con la intención pedagógica que caracteriza toda su producción escrita, el padre

Federico observa, analiza y comenta desde un punto de vista católico, apostólico, romano

y de esclavo militante, los matices y perspectivas que se suceden en los ámbitos filosófico,

social, cultural, histórico, político, y por supuesto, religioso, durante la turbulenta

transición que supone el cambio de centuria, cuyo impacto se extiende hasta el segundo

cuarto del siglo XX.

Se trata de una época de mentalidades en conflicto que concluyen con el trágico

estallido de la Primera Guerra Mundial y sus consecuencias posteriores.

Los ejes nucleares del cambio de mentalidad afectan a campos tan diversos como

la relatividad y la operatividad de los conocimientos, el problema de los valores, las

relaciones entre ciencia, filosofía —desde el entendimiento de que la opción que cada

intelectual escoge —ya sea desde el pensamiento conceptualista, ya desde el

irracionalismo y desde la reivindicación de la «experiencia y la intuición de la

inmediatez», que siempre implica elecciones éticas y políticas a veces abiertamente

contrapuestas.

El mundo en los albores del siglo XX se enfrenta a la remoción de los fundamentos

del saber en las ciencias y en la cultura filosófica. En las décadas finales del siglo XIX y

en los inicios del siglo XX, entra en crisis el modelo positivista de cientificidad y la

prevalencia de la razón y la ciencia que habían constituido la base de los grandes sistemas

del siglo XIX. El racionalismo tradicional se ve amenazado por la irrupción imparable de

los sistemas irracionalistas de Nietzsche, Bergson o Freud.

Desde las últimas décadas del mil ochocientos y hasta la Primera Guerra Mundial,

sobre todo en Francia y en Alemania, la certeza positivista comienza a sufrir un intenso

proceso de erosión por las expansión de las posiciones irracionalista ya citadas y por la

transformación interna del propio positivismo, en el sentido de una mayor conciencia

crítica sobre las posibilidades, los límites y los métodos del saber científico, tal como se

manifiesta en la postulación sobre la fenomenología de Edmund Husserl.

Este decurso acelera el proceso de modernización emprendida por la burguesía

liberal hacia el capitalismo financiero que se aleja del capitalismo industrial alumbrado

en el siglo XVIII.

A ello se suman las transformaciones culturales sobrevenidas por las políticas de

expansión imperialista y colonial de las grandes potencias, exclusivamente europeas hasta

los inicios del siglo XX, a las que habrán de sumarse desde inicios de la centuria, los

Estados Unidos norteamericanos y el Imperio de Japón que sale fortalecido tras derrotar

al coloso Ruso en la guerra por el dominio de los territorios de Manchuria.

Este es el contexto en que se desarrolla la vida del padre Federico Salvador

Ramón, y, como queda dicho, esta su postura al respecto.

María Dolores Mira y Gómez de Mercado Antonio García Megía

LA RELIGIÓN Y EL MUNDO ACTUAL – NUESTRO PROGRAMA. LOS APÓSTOLES DE LOS

ÚLTIMOS TIEMPOS

FEDERICO SALVADOR RAMÓN

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La religión y el mundo actual

- 26 -

Apuntes Sociales Nuestro programa. Los apóstoles de los últimos tiempos

Por la divina misericordia, cada día, se va concretando de modo más evidente la

voluntad de Dios de formar a los esclavos marianos disponiéndolos con las gracias

sobrenaturales para que sean los verdaderos apóstoles de estos tiempos, en los cuales hay,

sin duda, elementos valiosísimos y colmados de todos los honores y prestigios de los más

excelentes bienhechores de la humanidad, pero es evidente que la llaga espiritual de la

sociedad moderna no la tocan con la eficacia que la enfermedad requiere, porque no tienen

en su espíritu el antídoto del veneno que corroe las entrañas de los hombres en nuestros

días.

Hoy, como en todo tiempo, el soberano ideal de la Iglesia Católica, Apostólica y

Romana, ha sido restaurar todas las cosas en Cristo, y, así como para todas y cada una de

las épocas de la Historia Eclesiástica, ha tenido el soplo divino del Espíritu Santo el fuego

cauterizador y de salud para purificar a las naciones, así también lo tendrá para esta época

tan difícil de la Iglesia. Y como si el Gran Padre de Familias no hubiera querido dejar sin

esperanza de salud a los hombres de ahora, que han visto y ven a los pueblos ayunos de

fe y faltos de esperanza y hartos de odio, hace ya más de dos siglos que inspiró al

bienaventurado Luis María Grignión de Montfort estas proféticas palabras:

«Pero el poder de María sobre todos los diablos brillará particularmente en los

últimos tiempos en que Satanás pondrá asechanzas a su talón, es decir, a sus

humildes esclavos y a sus pobres hijos que Ella suscitará para que le hagan guerra.

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FEDERICO SALVADOR RAMÓN

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Serán pequeños y pobres, según el mundo, y rebajados ante los otros como el talón,

hollados y oprimidos como el talón lo es respecto de los demás miembros del

cuerpo, pero, en cambio, serán ricos de las gracias de Dios que María les distribuirá

abundantemente, grandes y exaltados en santidad delante de Dios, superiores a

toda criatura por su celo inflamado y, tan fuertemente apoyados en él socorro

divino, que, con la humildad de su talón, en unión de María aplastarán la cabeza

del diablo y harán triunfar a Jesucristo».

Con la lectura de esta profecía se confirma la indefectibilidad de la Iglesia y su

triunfo sobre todas las maquinaciones de Lucifer y de sus secuaces, los hombres impíos,

hasta el fin del mundo, pues, no habrá momento alguno de la historia, por último, que

parezca para la vida de la Iglesia Católica del que no puedan decirse esas mismas palabras,

siquiera haya que ir cambiando el nombre del instrumento de que Dios haya querido

valerse para volver a los hombres al redil de Cristo.

RESTAURACIÓN

Nosotros, fieles amadores de la Esclavitud de Jesús en María, deseamos dar a

conocer, cada día más delineado, el camino que creemos ha de recorrer la Esclavitud para

venir a ser la verdadera restauradora de estos tiempos y, así que se apresten, movidos por

la gracia de Dios, los sacerdotes y los seglares, los hombres y las mujeres, a emprender

este camino formando ejército aguerrido y ordenado para luchar sin tregua hasta derrotar

a todos los herejes, idólatras e impíos, y hacer triunfar a Jesucristo en medio de las

naciones.

EN ESPAÑA

Nuestro primer paso, fuera de nosotros mismos, debe ir enderezado a la

restauración del espíritu cristiano en las parroquias, que son de abolengo católico, como

sucede en todas las de España.

¿Quién se atreverá a decir que no sea ésta la primera necesidad en los países

católicos? ¡Tantos siglos de lucha protestante y liberal, en último término, han arrebatado

la fe a las masas de las grandes ciudades y a los habitantes de los pueblos pequeños en

general!

El evidente síntoma de esta dejación, o apartamiento, o menosprecio de la fe, es

la falta de vocaciones para el estado eclesiástico, en general, y no digamos para el

religioso, tanto en hombres como en mujeres Nihil volitum quin praecognitum . Si

las almas no conocen las hermosuras de la fe, si no sienten sus fortalezas y sus consuelos,

¿cómo la han de desear?

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Sólo por excepción se encuentran vocaciones y a costa de tantos sacrificios de la

Iglesia que ella sola sería capaz de valorar.

Y sin enfervorizar a los pueblos, los padres que no sienten el entusiasmo de la

conversión de las almas ni del reinado de Cristo, es imposible que infundan en el espíritu

de sus hijos el espíritu sacerdotal, cuanto menos el religioso. Por experiencia lo sabemos,

se necesita más esfuerzo, por regla genera1, para convencer a los padres para que

consientan que sus hijos sean sacerdotes, que a los mismos niños, los cuales, dóciles a la

voz del bien, se inclinan sin gran esfuerzo a seguir el camino de los apóstoles, si es que

ya no tienen corrompido el corazón a los diez u once años, como se nota en no pocos.

Esta labor es, a no dudarlo, la primera que debe llevar en su alma la Esclavitud,

mas, para realizarla, además de que sean hombres que suscite la Divina Infantita,

humildes y pobres, para que hagan guerra a Satanás, serán pequeños y rebajados ante los

otros, como el talón, hollados y oprimidos. Y sin ser así, será imposible realizar este

apostolado parroquial indispensable en estos tiempos para restaurar todas las cosas en

Cristo.

Han de ser humildes para que, fundados en su propio desprecio, se dejen hollar y

oprimir, como el talón, de todos los demás miembros del cuerpo por los mandatos de

todos los que representen autoridad, anonadándose con el divino Esclavo en la más

perfecta obediencia, hasta que sobre ellos se levante la autoridad de los Párrocos, tan

ignorantemente menospreciada en los pueblos.

Con este hecho se dará en las parroquias la más eficaz lección para sanar de la

satánica herida social moderna, de la salvaje independencia, de la anarquía, la cual so

capa de libertad ha pervertido a los pueblos llevándolos al satanismo, que así nos

atrevemos a llamar a las costumbres universalmente malas de nuestra época.

Y no basta con que sean humildes, deben ser también enamorados de la pobreza

para que así puedan trabajar en las parroquias sin ser un peso económico, ni para el cura

ni para el pueblo.

Los curas no pueden costear misiones si no es a costa de extraordinarios

sacrificios, y los pueblos, ¡ah! los pueblos, no sienten fe en los misioneros que paga, No

llega a la entraña del pueblo lo que no es sacrificio hecho al modo de Cristo para

restaurarlo en todo en el Crucificado.

Hoy la piedad aparatosa suele llenar las iglesias de personas que buscan la

exhibición mundana y no el espíritu verdadero de Cristo, ajeno a una sociedad muelle,

lujosa e inmodesta, que así va a la iglesia, como al cine o al baile.

Los humildes, los pobres, según el mundo, los obedientes a toda autoridad, según

Dios, los rebajados ante los otros, como el talón, estos apóstoles cantarán victoria sobre

el mundo moderno y modernista, porque, si son rebajados ante los hombres, «en cambio

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serán ricos de las gracias de Dios», según enseña el bienaventurado Vidente de la gloriosa

Esclavitud Mariana en sus palabras transcritas al principio.

Esta es la empresa fundamental de la Esclavitud: enfervorizar y conservar en ese

fervor a los pueblos, para lo cual precisa crear una milicia cristiana que, en cada diócesis,

trabaje sin cesar en las parroquias al modo de misioneros, pero con más frecuencia y

dejando más raíces que las misiones ordinarias dejan, por lo general.

Nosotros creemos que cuatro de estos misioneros en una diócesis de cien

parroquias, de quinientos a mil vecinos cada una, en un año podrían dejar la diócesis de

tal manera sembrada y regada la divina semilla, que, contando con el divino querer, sería

copiosísimo el incremento de la fe, y la mies que, en lo sucesivo, recogerían los párrocos,

y los mismos esclavos sería abundantísima. Y contemos siempre con que los esclavos

trabajarán «tan fuertemente apoyados en el socorro divino, que, con la humildad de su

talón, en unión de María, aplastarán la cabeza del diablo y harán triunfar a Jesucristo».

EN ÁFRICA

En esta seguridad fundados, decimos que el segundo sendero que se abre a la

Esclavitud es la conquista del alma mora.

No lo decimos nosotros, lo dice el bienaventurado Vidente de los esclavos en estas

sus palabras:

«He aquí los grandes hombres que han de venir, pero a quienes María formará por

orden del Altísimo, para extender su imperio sobre el de los impíos, idólatras y

mahometanos».

Y creemos la empresa tan factible que no dudaremos acometerla en cuanto

juzguemos llegada la hora oportuna, y no creemos que sea obra de grandes exhibiciones,

ni de revoluciones, ni excitadora de los gritos de guerra santa.

No, y mil veces no, empresa tan espantable tiene su medida en estas palabras del

bienaventurado Grignion: «apoyados en el socorre divino, y con la humildad de su talón,

en unión de María».

Dios y María no faltarán, disponed el talón, esto es, no enviéis predicadores y

hombres capaces de encender la hoguera de la guerra religiosa, almas que, muy humilde

y suavemente, sepan quebrantar esa dura peña del corazón mahometano con las dádivas

de la generosa y atrayente caridad, con el beso del amor, con el abrazo del beneficio. Y

para esta empresa de titanes, las mujeres unidas a María como esclavas, sin muestra

alguna religiosa, ni palabra religiosa en los labios, serán las que prepararán el campo,

haciendo bien a la mujer mora en la propia cabila, si es menester, Y cuando la pobre mujer

mahometana reciba los beneficios y, sin darse cuenta, medite las ventajas que el

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cristianismo la ofrece, entonces, ¡ah, entonces!, no lo dudéis, en donde quiera es verdad

aquello de que «la mujer hace al hombre».

MEDIOS

Que la empresa supone gastos, ¿quién lo duda?, pero, ¿habrá dinero mejor

empleado?

Nosotros esperamos que haya españoles que se den cuenta de esta obra de celo, la

más gigante quizás que han visto los siglos, y que se decidirán incontinenti a prestar su

ayuda personal o pecuniaria, hombres y señoras de toda clase y condición, sin exceptuar

a nadie, y hasta creemos que España, como nación, entenderá que este es el rumbo y por

aquí encauzará las riquezas que al África destina. Pero todavía tenemos otra dulcísima

esperanza, América, en todo momento y de todas las maneras posibles, nos ayudará a

emprender la obra, a lo cristiano, esto es, con humildad, con toda generosidad y con el

tesón propio de las mujeres del Evangelio.

Sacerdotes y seglares de España y del mundo entero, ¿oiréis la voz de Dios?

Derechos de autor registrados

2017 Antonio García Megía y María Dolores Mira y Gómez de Mercado (Edición).

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