LA PERIGLACIACIÓN DE LA PENÍNSULA...

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XIV Reunión Nacional de Cuaternario, Granada 2015 LA PERIGLACIACIÓN DE LA PENÍNSULA IBÉRICA M. Oliva (1); E. Serrano (2); A. Gómez-Ortiz (3); M.J. González Amuchastegui (4); A. Nieuwendam (1); D. Palacios (5); R. Pellitero-Ondicol (6); A. Pérez-Alberti (7); J. Ruiz-Fernández (8); M. Valcárcel (7) & G. Vieira (1) (1) Instituto de Geografia e Ordenamento do Território – CEG, Universidade de Lisboa ([email protected] (2) Departamento de Geografía, Universidad de Valladolid (3) Departamento de Geografía Física y Análisis Geográfica Regional, Universidad de Barcelona (4) Departamento de Geografía, Prehistoria y Arqueología, Universidad del País Vasco (5) Departamento de Análisis Geográfico Regional y Geografía Física, Universidad Complutense de Madrid (6) Departmento de Geography & Environment, Universidad de Aberdeen (7) Departamento de Geografía, Universidad de Santiago de Compostela (8) Departamento de Geografía, Universidad de Oviedo Abstract (The periglaciation of the Iberian Peninsula): Mountain environments in the Iberian Peninsula were heavily glaciated during the Last Glaciation. However, glaciers were mostly confined within the mountain valleys. Lower areas as well as the highest lands where topography did not favour ice accumulation were affected by intense periglacial processes. Since then, climate conditions have conditioned the spatial distribution of periglacial activity, moving uphill or downhill according to the intensity of the cold. Therefore, a wide range of landforms and deposits are distributed in Iberian mountains attributed to different past periods with changing climate conditions. These periglacial conditions are compared with current activity in the present-day periglacial belt in each of these mountain ranges. Palabras clave: Península Ibérica, áreas de montaña, Última Glaciación, procesos periglaciares. Key words: Iberian Peninsula, mountain ranges, Last Glaciation, periglacial processes. INTRODUCCIÓN El conocimiento de la dinámica periglaciar en las montañas ibéricas ha avanzado sustancialmente durante las últimas décadas. Los primeros estudios descriptivos de la dinámica fría en las principales cumbres peninsulares relacionados con el hecho no glaciar fechan de mediados de siglo XX (Gómez Ortiz y Pérez González, 2001). Posteriormente, la investigación se centró en la identificación y caracterización geográfica de las formas y depósitos de origen periglaciar, incidiendo en la relación cronoestratigráfica respecto a las geoformas de origen glaciar. A finales de siglo XX se empieza el monitoreo de procesos, singularmente la termometría del suelo, movimientos lentos de masa, crioexpulsión, etc. Finalmente, con el avance de las técnicas de datación absoluta experimentado durante las últimas décadas, se ha avanzado en el establecimiento de las fases pasadas con actividad periglaciar. No obstante, cabe remarcar que este conocimiento no ha ido paralelo al incremento significativo de estudios centrados en la cronología de los procesos glaciares en las principales montañas ibéricas. El objetivo de este artículo es: - Presentar las fases periglaciares discriminando los procesos dominantes en las principales áreas de montaña ibéricas desde la Última Glaciación hasta nuestros días. - Identificar los vacíos en este conocimiento y sugerir posibles líneas futuras de investigación que sirvan de guía a las futuras generaciones de investigadores jóvenes de la comunidad periglaciar ibérica. ÁREA DE ESTUDIO El interés se centra en las principales cordilleras ibéricas, incluyendo las sierras que rondan o superan los 2.000 m de cota y donde la actividad periglaciar es y/o ha sido un factor clave en su modelado: Pirineos, Cordillera Cantábrica, montañas gallegas, Serra da Estrela, Sistema Central, Sistema Ibérico y Sierra Nevada. A pesar de la existencia de posibles vestigios de origen periglaciar en otras sierras de menor cota, así como en el interior de la Meseta, por razones de espacio, éstos no se discutirán en el presente trabajo. La compleja orografía ibérica determina respuestas topoclimáticas diferentes para configuraciones sinópticas regionales. Así, se observan importantes diferencias en el régimen térmico y pluviométrico entre los principales macizos, que debieron también de existir en el pasado. Ello explica que el máximo empuje glaciar en las montañas ibéricas fuera asincrónico y anteceda al Último Máximo Global (UMG) en el cuadrante noroccidental y extremo sur peninsular (Gómez Ortiz et al., 2012; Serrano et al., 2013; Rodríguez-Rodríguez et al., 2014) y muestre una cronología paralela al UMG en el resto de cordilleras (Palacios et al., 2012, 2015). Consecuentemente, los procesos periglaciares han debido responder a este calendario, remontando o disminuyendo en altura conforme las condiciones frías fueran más o menos intensas. METODOLOGÍA Se han consultado todos los trabajos publicados en revistas y capítulos de libros a nivel nacional e internacional, contabilizándose más de 150 títulos para todos los macizos. A partir de estas publicaciones se han resumido los procesos y formas de origen periglacial para cuatro grandes periodos desde la última fase fría pleistocena: Última Glaciación, posterior deglaciación, Holoceno y actualidad. Por motivos de espacio, en esta ocasión se resumen sucintamente las características más significativas asociadas a cada uno de los periodos en cada macizo.

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LA PERIGLACIACIÓN DE LA PENÍNSULA IBÉRICA

M. Oliva (1); E. Serrano (2); A. Gómez-Ortiz (3); M.J. González Amuchastegui (4); A. Nieuwendam (1); D. Palacios (5); R. Pellitero-Ondicol (6); A. Pérez-Alberti (7); J. Ruiz-Fernández (8); M. Valcárcel (7) & G. Vieira (1)

(1) Instituto de Geografia e Ordenamento do Território – CEG, Universidade de Lisboa ([email protected] (2) Departamento de Geografía, Universidad de Valladolid (3) Departamento de Geografía Física y Análisis Geográfica Regional, Universidad de Barcelona (4) Departamento de Geografía, Prehistoria y Arqueología, Universidad del País Vasco (5) Departamento de Análisis Geográfico Regional y Geografía Física, Universidad Complutense de Madrid (6) Departmento de Geography & Environment, Universidad de Aberdeen (7) Departamento de Geografía, Universidad de Santiago de Compostela (8) Departamento de Geografía, Universidad de Oviedo

Abstract (The periglaciation of the Iberian Peninsula): Mountain environments in the Iberian Peninsula were heavily glaciated during the Last Glaciation. However, glaciers were mostly confined within the mountain valleys. Lower areas as well as the highest lands where topography did not favour ice accumulation were affected by intense periglacial processes. Since then, climate conditions have conditioned the spatial distribution of periglacial activity, moving uphill or downhill according to the intensity of the cold. Therefore, a wide range of landforms and deposits are distributed in Iberian mountains attributed to different past periods with changing climate conditions. These periglacial conditions are compared with current activity in the present-day periglacial belt in each of these mountain ranges. Palabras clave: Península Ibérica, áreas de montaña, Última Glaciación, procesos periglaciares. Key words: Iberian Peninsula, mountain ranges, Last Glaciation, periglacial processes.

INTRODUCCIÓN El conocimiento de la dinámica periglaciar en las montañas ibéricas ha avanzado sustancialmente durante las últimas décadas. Los primeros estudios descriptivos de la dinámica fría en las principales cumbres peninsulares relacionados con el hecho no glaciar fechan de mediados de siglo XX (Gómez Ortiz y Pérez González, 2001). Posteriormente, la investigación se centró en la identificación y caracterización geográfica de las formas y depósitos de origen periglaciar, incidiendo en la relación cronoestratigráfica respecto a las geoformas de origen glaciar. A finales de siglo XX se empieza el monitoreo de procesos, singularmente la termometría del suelo, movimientos lentos de masa, crioexpulsión, etc. Finalmente, con el avance de las técnicas de datación absoluta experimentado durante las últimas décadas, se ha avanzado en el establecimiento de las fases pasadas con actividad periglaciar. No obstante, cabe remarcar que este conocimiento no ha ido paralelo al incremento significativo de estudios centrados en la cronología de los procesos glaciares en las principales montañas ibéricas. El objetivo de este artículo es: - Presentar las fases periglaciares discriminando los procesos dominantes en las principales áreas de montaña ibéricas desde la Última Glaciación hasta nuestros días. - Identificar los vacíos en este conocimiento y sugerir posibles líneas futuras de investigación que sirvan de guía a las futuras generaciones de investigadores jóvenes de la comunidad periglaciar ibérica. ÁREA DE ESTUDIO El interés se centra en las principales cordilleras ibéricas, incluyendo las sierras que rondan o superan los 2.000 m de cota y donde la actividad periglaciar es y/o ha sido un factor clave en su modelado:

Pirineos, Cordillera Cantábrica, montañas gallegas, Serra da Estrela, Sistema Central, Sistema Ibérico y Sierra Nevada. A pesar de la existencia de posibles vestigios de origen periglaciar en otras sierras de menor cota, así como en el interior de la Meseta, por razones de espacio, éstos no se discutirán en el presente trabajo. La compleja orografía ibérica determina respuestas topoclimáticas diferentes para configuraciones sinópticas regionales. Así, se observan importantes diferencias en el régimen térmico y pluviométrico entre los principales macizos, que debieron también de existir en el pasado. Ello explica que el máximo empuje glaciar en las montañas ibéricas fuera asincrónico y anteceda al Último Máximo Global (UMG) en el cuadrante noroccidental y extremo sur peninsular (Gómez Ortiz et al., 2012; Serrano et al., 2013; Rodríguez-Rodríguez et al., 2014) y muestre una cronología paralela al UMG en el resto de cordilleras (Palacios et al., 2012, 2015). Consecuentemente, los procesos periglaciares han debido responder a este calendario, remontando o disminuyendo en altura conforme las condiciones frías fueran más o menos intensas. METODOLOGÍA Se han consultado todos los trabajos publicados en revistas y capítulos de libros a nivel nacional e internacional, contabilizándose más de 150 títulos para todos los macizos. A partir de estas publicaciones se han resumido los procesos y formas de origen periglacial para cuatro grandes periodos desde la última fase fría pleistocena: Última Glaciación, posterior deglaciación, Holoceno y actualidad. Por motivos de espacio, en esta ocasión se resumen sucintamente las características más significativas asociadas a cada uno de los periodos en cada macizo.

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RESULTADOS Se discrimina para cada macizo las formas y procesos resultantes de cada periodo: Pirineos

Última Glaciación: formación de suelos ordenados, glaciares rocosos, superficies de crioplanación, campos de bloques en las culminaciones, canchales, depósitos estratificados hasta cotas de 400 m y evidencias de permafrost hasta cotas de 1.100 m. Deglaciación: desarrollo de suelos ordenados, formación de glaciares rocosos a ~2.250 m y permafrost >2.490 m, con depósitos estratificados hasta cotas de 700 m. Holoceno: degradación del permafrost, formación de canchales, incremento de cota de los neveros de fusión tardía, solifluxión activa, depósitos estratificados. Fase fría durante la Pequeña Edad de Hielo (PEH): reactivación de los glaciares rocosos, permafrost >2.490 m, desarrollo de suelos ordenados, flujos de derrubios, formación de canchales y mayor extensión de los neveros. Actualidad: permafrost >2.630 m (N), permafrost >2.800 m (S), glaciares rocosos activos >2.510 m, neveros semi-permanentes, suelos ordenados >2.500 m, campos de bloques, flujos de derrubios, protalus lobes, morrenas de nevé, solifluxión, bloques aradores, crioturbación.

Fig. 1. Derrubios estratificados y cementados de edad holocena en Praón (Picos de Europa, 150 m snm).

Cordillera Cantábrica Última Glaciación: Durante una primera fase (MIS-3-MIS2) se forman depósitos estratificados hasta nivel de mar, solifluxión, deslizamientos, crioturbación, involuciones y morrenas de nevé (Figura 1). En una segunda fase (MIS-2), En alturas >1.300 m se forman campos de bloques, suelos ordenados, glaciares rocosos, flujos de derrubios, ríos de bloques, morrenas de nevé y vertientes de derrubios. Deglaciación: en las culminaciones de los macizos se forman campos de bloques, ríos de bloques, suelos ordenados y en cotas <1.400 m se detecta actividad de flujos de derrubios y glaciares rocosos. Holoceno: solo se ha constatado actividad relativa a vertientes de derrubios y glaciares rocosos durante el Holoceno Medio. Fase fría durante la PEH: extensión de los neveros, desarrollo de morrenas de nevé, procesos de solifluxión, bloques aradores y montículos de hielo. Actualidad: degradación del hielo fósil de los heleros de los Picos de Europa (Jou Negro, Forcadona, la Palanca y Jou Trasllambrión) desarrollo de suelos

poligonales y estriados de pequeñas dimensiones >2.200 m, existencia de cuevas de hielo, montículos de hielo, solifluxión y vertientes de derrubios activos >1.700 m. Montañas galegas Última Glaciación: Durante una primera fase (MIS-3-MIS2) se forman depósitos estratificados hasta nivel de mar. En una segunda fase (MIS-2), se generan campos de bloques, suelos ordenados, glaciares rocosos y ríos de bloques por encima de 1.400 m. Deglaciación: no hay información para esta fase. Holoceno: durante la PEH se desarrollan morrenas de nevé, procesos de solifluxión, bloques aradores y montículos de hielo. Actualidad: el suelo helado estacional se localiza >1.800 m. Se detectan procesos de erosión nival en las cumbres más elevadas.

Fig 2. Río de bloques en Meira (Galicia) desarrollado durante la UG.

Serra da Estrela Última Glaciación: formación de campos de bloques en las superficies culminantes con glaciares rocosos y derrubios de ladera en las vertientes no glaciadas. Deglaciación: a esta fase corresponden depósitos periglaciares de ladera y formación de glaciares rocosos incipientes. Holoceno: formación de lóbulos de solifluxión. Actualidad: condiciones de suelo helado estacional en vertientes norte >1.700 m, solifluxión incipiente >1.850 m, suelos ordenados centimétricos >1.600 m y flujos de derrubios en los años posteriores a incendios forestales. Sistema Central

Última Glaciación: formación de campos de bloques en las superficies culminantes con suelos ordenados y derrubios de ladera en las vertientes no glaciadas. Deglaciación: formación de canchales. Holoceno: formación de canchales. Durante la PEH: extensión de los neveros, desarrollo de morrenas de nevé, procesos de solifluxión. Actualidad: condiciones de suelo helado estacional en los tramos altos, procesos nivales, flujos de derrubios, canchales. Sistema Ibérico

Última Glaciación: formación de campos de bloques en superficies culminantes, glaciares rocosos, ríos de bloques, flujos de derrubios, solifluxión >1.100 m, depósitos estratificados. Deglaciación: desarrollo de morrenas de nevé en el interior de los circos, flujos de derrubios y canchales.

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Holoceno: flujos de derrubios, canchales, solifluxión, depósitos estratificados. Durante la PEH, regularización de vertientes. Actualidad: procesos periglaciares >1.500 m, con evidencias de solifluxión, bloques aradores, flujos de derrubios, formación de canchales. Sierra Nevada Última Glaciación: formación de glaciares rocosos y de suelos ordenados en las superficies culminantes, depósitos periglaciares hasta cotas de 1.100-1.200 m. Deglaciación: formación de glaciares rocosos en el interior de los circos. Holoceno: los glaciares rocosos tienden a la inactividad, solifluxión activa durante periodos fríos. Durante la PEH la solifluxión desciende hasta cotas de 2.450 m en vertiente norte (Figura 3), mayor presencia y duración de los neveros de fusión tardía. Actualidad: formación de glaciares rocosos que pierden actividad y muestran procesos de subsidencia y colapso en los circos glaciados durante la PEH como consecuencia de la degradación del permafrost y del hielo enterrado en estos enclaves; existencia de suelo helado estacional >2.500 m; desarrollo de morrenas de nevé, flujos de derrubios, canchales, suelos ordenados incipientes <2.700 m y solifluxión puntual.

Fig. 3. Lóbulo de solifluxión vegetalizado generado durante el Holoceno superior en Sierra Nevada.

DISCUSIÓN La cronología glaciar en la Península Ibérica muestra un comportamiento asincrónico respecto de la fase de máximo avance de los hielos. En las montañas del noroeste y en Sierra Nevada se detectan dos pulsaciones de expansión glaciar durante la última glaciación, mientras que en el resto de macizos sólo hay evidencias geomorfológicas de la segunda fase, la que allí supuso el máximo avance de los hielos. Este patrón cronológico también debió afectar la intensidad y zonas afectadas por los procesos periglaciares (Figura 4). El análisis detallado de la distribución y tipología de formas y depósitos en las principales montañas ibéricas, así como de las relaciones cronoestratigráficas entre ellas y con las evidencias geomorfológicas de origen glaciar, permite identificar semejanzas y diferencias con respecto a la actividad periglaciar pasada para cada una de las fases: - Última Glaciación.

Las cumbres de los principales macizos cuya topografía no favorecía la gradual acumulación de hielo se vieron afectadas por procesos periglaciares muy intensos. En estos ambientes la gelifracción fragmentó el sustrato existente, lo que originó campos de bloques. En algunos casos estos bloques se vieron afectados por la crioturbación, originándose suelos ordenados. Sus dimensiones métricas en algunos macizos inducen a considerar la probable existencia de condiciones de permafrost para esta fase. En las vertientes no glaciadas la intensa dinámica periglaciar se traduce en la formación de glaciares rocosos y ríos de bloques, lo que permite deducir el límite altitudinal del permafrost para este periodo. Finalmente, las partes más bajas de los macizos y sus áreas adyacentes muestran depósitos de origen periglaciar, posiblemente formados en un ambiente con suelo helado estacional. Las condiciones sensiblemente más frías del Atlántico Norte durante esa fase (Björk et al., 1998) explican que en el noroeste peninsular los depósitos estratificados se localicen a cotas muy bajas, incluso a nivel de mar. - Deglaciación. La deglaciación de la mayoría de montañas glaciadas en el Hemisferio Norte empieza en torno a 19-20 ka BP como consecuencia de importantes cambios orbitales (Clark et al, 2009). En escasos milenios la mayoría de macizos ibéricos quedan prácticamente libres de hielo glaciar (e.g. Gómez Ortiz et al., 2012; Palacios et al, 2015). Desde entonces, el periglaciarismo ha sido el motor de la dinámica ambiental en las principales cordilleras ibéricas, con mayor o menor intensidad (y extensión) en función de las condiciones climáticas imperantes. Las crisis frías finipleistocenas, principalmente el Younger Dryas, suponen una reactivación de la dinámica periglaciar. De este periodo son muchos de los glaciares rocosos emplazados en el interior de los circos recientemente deglaciados. Algunas morrenas de nevé y protalus lobes hoy inactivos de las partes cimeras también debieron de haberse desarrollado durante esta fase. De la misma manera sucedería con los canchales emplazados en los tramos medios y altos del macizo, cuyo dinamismo debió de continuar con mayor o menor intensidad durante el Holoceno hasta nuestros días. - Holoceno. A excepción de lo acontecido durante los últimos siglos correspondientes a la PEH, este periodo constituye una fase muy poco estudiada desde el punto de vista de la dinámica periglaciar. Las condiciones generalmente más cálidas debieron de implicar una migración en altura del cinturón periglaciar, a la vez que la intensidad de la acción periglaciar sería menor y se vería restringida temporalmente. Algunos glaciares rocosos en los macizos más elevados mostraron actividad durante el Holoceno inferior para ir estabilizándose progresivamente. Hay evidencias sedimentarias de actividad periglaciar de vertientes relacionada con procesos solifuidales en Sierra Nevada durante el Holoceno medio y superior, truncada durante los periodos más cálidos que impedirían dicho dinamismo favoreciendo una mayor estabilidad geomorfológica. Durante la PEH se desarrollaron pequeños focos glaciares en los circos septentrionales más elevados de tres macizos

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ibéricos (Pirineos, Cordillera Cantábrica y Sierra Nevada). Las condiciones más frías (con precipitaciones oscilantes) propiciaron una reactivación de la dinámica periglaciar, que se extendió a cotas de hasta varios centenares de metros por debajo de la actualidad. La mayor presencia de neveros de fusión tardía favoreció el desarrollo de morrenas de nevé, la solifluxión fue generalizada en las cumbres, con mayor actividad de los flujos de derrubios, desarrollo de protalus lobes y formación y/o reactivación de glaciares rocosos. -Actualidad. El incremento de cerca de 1ºC constatado en las principales cordilleras ibéricas como Pirineos y Sierra Nevada desde mediados de siglo XIX (González-Trueba et al., 2008; Oliva y Gómez Ortiz, 2012) ha determinado el ascenso altitudinal de aquellos procesos periglaciares activos que estuvieron situados en cotas más bajas durante la PEH, así como la estabilización de otras geoformas periglaciares. Éste es el caso de numerosos glaciares rocosos de los circos más elevados, que en algunos casos tienden a su estabilización por la degradación de la masa congelada de su interior (Serrano et al., 2006; Gómez Ortiz et al., 2014). Ello sugiere las condiciones límite del permafrost en los techos ibéricos, herencia de la PEH y en franco proceso de descongelamiento. La solifluxión es muy puntual, con tasas de desplazamiento muy modestas en Pirineos (Chueca y Julián, 1995) y Sierra Nevada (Oliva et al., 2014). Las principales cumbres ibéricas aún conservan neveros semi-permanentes que alimentan morrenas de nevé aún hoy activas. Los flujos de derrubios son activos en todos los macizos, siendo más intensos en algunas zonas de montaña recurrentemente afectadas por incendios. La crioturbación es un proceso espacialmente muy restringido a los macizos de cotas más elevadas, donde sólo origina suelos ordenados de tipo flotante y tamaño centimétrico. CONCLUSIONES Durante las últimas décadas se ha producido un avance en el conocimiento de la dinámica periglaciar pasada en las montañas ibéricas. Si bien los

progresos realizados en el ámbito de la caracterización espacial de formas y depósitos y monitoreo de los procesos actuales ha sido significativo, ello no ha ido paralelo a avances sustanciales en la geocronología de las evidencias periglaciares. Su delimitación temporal se ha derivado generalmente del establecimiento de la cronología glaciar en cada zona, infiriéndose así su edad a partir de su posición respecto a las formas y depósitos de origen glaciar. La expansión de los glaciares durante la Última Glaciación limitó la actividad periglaciar a las superficies culminantes y cotas bajas no glaciadas. Con la deglaciación, el ambiente periglaciar remonta cota y ocupa la zona anteriormente glaciada. Desde entonces y hasta la actualidad, los procesos periglaciares ocupan las partes elevadas de los principales macizos, con una intensidad que ha fluctuado durante el Holoceno en función del régimen climático dominante. La amplia variedad de geoformas y depósitos de origen periglaciar en las montañas ibéricas constituye un patrimonio geomorfológico de gran valor paisajístico. Corresponderá a la comunidad periglaciar ibérica mejorar la cronología de los acontecimientos ambientales de carácter periglaciar para ciertas fases, para así alcanzar un mejor conocimiento de la dinámica del sistema natural en estos enclaves montañosos de marcada sensibilidad climática. Agradecimientos: El primer autor agradece el patrocinio de sus actividades de investigación en medios fríos por parte de la AXA Research Fund.

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Chueca J, Julián A. 1995. Cuantificaclón de movimientos en masa lentos en medios de montaña: Pirineo Central. Lurralde 18:173-196.

Fig. 4. Resumen de los procesos y formas dominantes durante cada una de las fases en las montañas ibéricas.

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