La papa en la familia Aymara

La herencia occidental ha transmitido el sentido del trabajo solo como un eje de reproducción económica e individual del sujeto, incapacitando toda forma de dialogo con su entorno y la naturaleza. Esto se ve reflejado en los actuales sistemas de desarrollo, explotación y extracción de los recursos naturales como materias primas de manera indiscriminada y sobreexplotando tanto el recurso como la calidad de vida.

Las familias hoy en día subsisten por líneas comerciales establecidas como supermercados, multitiendas, empoderándose de un placer comercial y gozando de la modernidad y la tecnología, del ocio del consumo desechable y acumulador de bienes de tercera necesidad. Cegando al individuo y restándole sentido a la existencia de convivir armónicamente con el medio.

Esta sociedad homogénea que se ha establecido, ha hecho que la forma de vida del hombre andino se destaque y diferencie de la realidad industrial urbana. Las familias pertenecientes a la región andina tienen un concepto muy distinto de vida. Su visión holística integra las diversas manifestaciones naturales en un dialogo permanente, manteniendo la reciprocidad en la relación hombre/naturaleza.

Las familias establecidas en el territorio ancestral aymara son un pueblo que por siglos se han dedicado principalmente a establecer este equilibrio mediante la agricultura, ganadería, y todo aspecto cultural manteniendo sus costumbres, espiritualidad y respeto con la madre tierra, con la convicción de que el bienestar de las comunidades depende del cuidado de los recursos y productos que la pachamama ofrenda. Por eso las familias en sus manifestaciones de festejos y otras instancias de la vida comunitaria se acompañan de estos recursos haciéndolos participes y protagonistas principales de la cotidianidad milenaria de los pueblos.

Siendo la papa uno de los productos más ricos en la región de los andes por sus diversos tipos, calidad y por ser un rico alimento, parte importante de la dieta de las familias aymaras.

La certeza de creer que todo tiene vida y que cada parte es fundamental para la mantención y prosperidad de la subsistencia de las comunidades agrícolas en un tiempo circundante provoca la necesidad de interrelacionarse en una igualdad de condición con la productividad de la papa entre otros. En el proceso de siembra y cosechas las familias agricultoras suelen tener un tipo de trato con este. Con el fin de rendir buenos frutos que requieren de atención y afecto que son transmitidos por medio de conversaciones, gestos y actos simbólicos cargados de energía, cariño y amor.

Esta característica de la colectividad propia de la cultura andina”…es la cultura de un mundo vivo y vivificante, que late al ritmo de los ciclos cósmicos y telúricos, que es al ritmo de la vida: su tiempo por tanto es cíclico”. (Grillo, 1993:15).