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1 La obra Remando al viento, dirigida por Gonzalo Suárez en 1988 está considerada una de las películas más importantes de su autor y una de las obras de ma- yor prestigio de la cinematografía española. La historia de Mary Shelley, cuya imaginación dio vida a un personaje que ha quedado para siempre en nuestra memoria: la cria- tura de Frankenstein. Las imágenes nos proporcionan el vértigo de un proceso de creación en plena eclosión ro- mántica, a través de personajes como Lord Byron, Percy Bisshe Shelley, la propia Mary, su hermana Clara Clairmont y el inquietante doctor Polidori. Una selección o colección del buen cine español no puede ni debe olvidar o retrasar cualquier obra de Gonzalo Suá- rez, probablemente el director de cine mejor relacionado LA OBRA

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La obra

Remando al viento, dirigida por Gonzalo Suárez en 1988 está considerada una de las películas más importantes de su autor y una de las obras de ma-

yor prestigio de la cinematografía española. La historia de Mary Shelley, cuya imaginación dio vida a un personaje que ha quedado para siempre en nuestra memoria: la cria-tura de Frankenstein. Las imágenes nos proporcionan el vértigo de un proceso de creación en plena eclosión ro-mántica, a través de personajes como Lord Byron, Percy Bisshe Shelley, la propia Mary, su hermana Clara Clairmont y el inquietante doctor Polidori.

Una selección o colección del buen cine español no puede ni debe olvidar o retrasar cualquier obra de Gonzalo Suá-rez, probablemente el director de cine mejor relacionado

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con la literatura de nuestro cine. Si la película elegida de su obra es Remando al viento, se están diciendo muchas co-sas tan sólo con susurrar este título, Remando al viento. Una de las joyas más preciadas de nuestro cine, ese cine que suele ser muy fácil censurarlo, criticarlo y despreciar-lo, incluso.

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la literatura más puramente romántica: Un barco surca los mares helados del Norte de Euro-pa, va esquivando los blo-ques de hielo y mientras la pantalla exhibe la inmensi-dad glacial de la fotografía de Carlos Suárez, se va es-cuchando una de las piezas musicales de mayor lirismo y belleza, la Fantasía sobre un tema de Thomas Tallis, compuesta por el músi-co inglés Ralph Vaughan Williams (1872-1958). Este

Gon-zalo Suárez llevaba años acariciando este proyecto: a muchos les sonaba como una quimera, como una pesadilla, como un sueño romántico y alam-bicado de llevar a cabo, con un reparto internacional en el que actores como Hught Grant o José Luis Gómez han confesado haber lleva-do a cabo uno de los retos más arriesgados de sus res-pectivas filmografías. Ojo al arranque de Remando al viento, un flash-back arran-

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arranque, tan sólo verlo o vislumbrarlo en el guión, se te enmudece la garganta. Las montañas están heladas y una mujer, Mary Shelley, única pasajera, sin contar la tripulación, a bordo, en su camarote intenta a la luz de las velas escribir; a duras pe-nas lo consigue, el papel es duro y la tinta está helada:

“Estoy sola, como en las páginas de mi libro, he venido hasta los confines helados del universo para encontrarme con la horrible criatura que mi imaginación concibió”.

El arranque no puede ser más fiel a un movimiento litera-rio que prevalece en esos momentos, en la Europa post-napoleónica, estamos en 1816 y están de moda autores románticos como Lord Byron, Shelley y Goethe. La dama que intenta urdir el tejido lingüístico de la memoria no es otra que la creadora de Frankenstein, y ahí comienza uno de los más largos flash-back del cine español, con la di-rección de fotografía del propio hermano de Gonzalo, que consigue un trabajo extraordinario al que los académicos le otorgan un Goya a la mejor Dirección de Fotografía, en 1988, ante la unanimidad de la crítica y del público que no dudan en definirla como una de las obras más importantes de nuestro cine. Gana la Concha de Plata a la mejor direc-ción en el Festival de Cine de San Sebastián y la Academia

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de las Artes y las Ciencias Cinema-tográficas de España le concede el Goya para premiar exactamente lo mismo, la mejor dirección de ese año de 1988.

El actor José Luis Gómez, que interpreta impecablemente uno de los personajes más atractivos de la película, John William Polido-ri, algo mucho más que el médico personal de Lord Byron, confiesa sobre Remando al viento:

“Por encima de todo, la película brota como un meteoro en un paisaje cinematográfico que se eleva, dejando una estela en el espectador.”

La tormenta romántica perfecta

Un palacete a orillas de un lago suizo, un grupo de poe-tas y enamoradas lo habitan y es en ese instante cuando se desencadena una tormenta perfecta. No falta de nada: una chimenea encendida, candelabros y velas, oscuridad y tiempo. Brota la necesidad de imaginar y al gran poeta romántico por excelencia, Lord Byron se le ocurre un juego muy hermoso, muy de invierno, de noche y de tormenta:

“Escribamos cada uno de nosotros un cuento de terror, el terror es lo único que permanece.”

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El resultado en la pluma y en la cámara de Gonzalo Suárez es una película majestuosa, lírica, intensa y dramática, un bellísimo homenaje a la lite-ratura romántica y a sus sím-bolos: a la muerte y a su her-mano, el sueño. No hay mayor derrota que la derrota que brota de uno mismo, no hay mayor verdad que la muerte, “no engendraré nunca más un ser para la muerte”, dice Mary Shelley antes de viajar a los territorios del norte a la bús-queda de la Criatura, la obra de ese Frankenstein o el mo-derno Prometeo que gestado en una noche de tormenta no es otra cosa que nuestro pro-pio fantasma. La ficción nos libra de la realidad.

A los buenos aficionados al cine y a la literatura, esta pelí-cula les puede gustar tanto que formará parte de esas pe-lículas que llaman de culto y que visitamos con frecuencia. Me gusta ese rescate que el director hace del poeta Poli-dori; sólo por ver como José Luis Gómez lo hace suyo me-rece la pena verla cien veces, esa forma de serpiente que se arrastra ante el poeta al que sirve, no al que se une, esa mirada de soslayo mientras escucha decir a Lord Byron:

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- Hay tres cosas que yo puedo hacer y tú, Poli-dori, no.- Ah sí, ¿y cuáles son?- Cruzar un río a nado y apagar una vela de un disparo a veinte pasos. Qué inútil todo, ¿para qué cruzar un río a nado o apagar una vela?- ¿Y la tercera?, dijo que eran tres cosas.- Sí... Escribir un poema del que se han vendido diez mil copias en un solo día.

El contexto

El año en el que brota o navega Remando al vien-to, 1988, es un año convulso desde el punto de vis-ta social y político en España, el 14 D se convierte

en la huelga general más seguida de la democracia espa-ñola, el descontento es importante, ETA sigue atentando, manteniendo al país contra la pared y en Europa se van mascando los cambios que están por venir más allá del telón de acero. Pedro Almodóvar ha estrenado Mujeres al borde de un ataque de nervios, Giuseppe Tornattore muestra su Cinema Paradiso y José Luis Cuerda tiene a punto otra de las películas de culto del cine español, Ama-nece, que no es poco.

En este contexto aparece una película intensa, romántica hasta la médula, escrita por el hombre que sueña dema-siado:

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