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Capítulo de libro sobre la poesía de Jorge Riechmann

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188 Luis Rebaza-Soraluz

Margarita García Candeira

La naturaleza como modelo de resistencia: azar, emergencia y voluntarismo en la poesía de Jorge Riechmann

Learn to labor, learn to wait.— Henry Wadsworth Longfellow

En 2002, la revista Ínsula dedicaba un monográfico a la siempre contro-vertida cuestión del compromiso en la poesía reciente en castellano.1 La palabra ‘resistencia’ aparecía como el estandarte de una serie de poéticas dispersas, variadas y minoritarias. Jorge Riechmann, Antonio Orihuela, Méndez Rubio o Enrique Falcón compartían la oposición a un realismo clausurado que imponía una claudicación anticipada ante el estado de cosas existente.

Jorge Riechmann se singularizaba por su especial atención a la resis-tencia ecológica. Hoy tiene ya una consolidada trayectoria como poeta, filósofo moral y activo militante en el ecologismo sindical. En realidad, todas sus actividades están relacionadas y no es posible desentrañar sus posturas en un área al margen del conjunto de sus ref lexiones. Una serie de nociones actúan como nudos que articulan una resistencia que no es ni teórica ni política ni poética; si acaso, las tres cosas al mismo tiempo. Comprehensivamente vital, impregna una serie de aproximaciones a la realidad (teórica, política, poética) al tiempo que las integra y unifica.

1 Ínsula, ‘Los compromisos de la poesía’, 671–2 (2002). La obra de Riechmann es anali-zada por Jonathan Mayhew en ‘Jorge Riechmann: Cuestiones de estética política’ (39–41).

——, ‘Respuesta a Guillermo Cabrera Infante’, en Lourdes Casal (ed.), El caso Padilla: literatura y revolución en Cuba. Documentos (Nueva York: Ediciones Nueva Atlántida, 1972), 64–6.

——, ‘Treinta años después de “Fuera del juego”’, en Heberto Padilla, Fuera de Juego. Edición conmemorativa 1968–1998 (Miami: Ediciones Universal, 1998), 7–10.

Quesada, Luis M., ‘“Fuera de juego”: A Poet’s Appraisal of the Cuban Revolution’, Latin American Literary Review 6 (1975), 89–98.

Randall, Margaret, ‘Literary Life in Cuba’, The New York Review of Books (7 November 1968).

Seligmann, Katerina, ‘Singing out of Tune: Revolutionary Dissonances in the Prelude to the Padilla Af fair’, Pterodáctilo 6 (2009), 1–20.

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cable, Riechmann trata, mediante la poesía y el pensamiento ecológico, de devolver a la actividad humana esas raíces con las que vincularla de nuevo con la naturaleza y el ser.

Para ello se sirve de la noción de ‘biomímesis’.7 En su diagnóstico de la actual crisis ecológica mundial, Riechmann enfatiza el desencuentro entre tecnosfera y biosfera denunciado por Barry Commoner y secunda a éste y otros8 a la hora de proponer la biomímesis como principio de actuación ecológica que garantizaría su futura reconciliación: ‘la economía humana debería imitar la “economía natural” de los ecosistemas […] a la hora de reconstruir los sistemas productivos humanos, con el fin de hacerlos com-patibles con la biosfera’.9

Este principio general pronto se encarna en exigencias concretas. Una mirada responsable a la naturaleza en su estado actual nos revela, inmedia-tamente, la conciencia de sus límites: la biosfera aparece como un espacio cercado que está siendo forzado por un crecimiento material que ya no puede soportar. ‘El mundo está lleno’,10 dice Riechmann simplificando las conclusiones terminantes de informes de la ONU acerca del estado exhausto de la biosfera.11 Imitar a la naturaleza hoy implica respetar sus límites y detener un progreso que amenaza con volverse suicida: es la idea de la autocontención. Se impone la tarea de hacer hueco, liberar espacio

7 La biomímesis garantizaría cinco vías de sustentabilidad básicas: ‘1. Vivir del sol como fuente energética. 2. Cerrar los ciclos de materiales. 3. No transportar dema-siado lejos los materiales. 4. Evitar los xenobioticos … 5. Respetar la diversidad’. En J. Riechmann, ‘Biomímesis. Un concepto esclarecedor, potente y persuasivo para pensar la sustentabilidad’, El Ecologista 36 (2003), 29–30.

8 Riechmann toma el concepto de ‘biomímesis’ de: B. Commoner, El círculo que se cierra (Barcelona: Plaza & Janés, 1973), J. Benuys, Biomimicry: Innovation Inspired by Nature (Nueva York: HarperCollins, 2002) y G. Friend, ‘Ecomimesis: copying ecosystems for fun and for profit’, en http://www.natlogic.com/resources/nbl/v05/n04.html.

9 Riechmann, ‘Biomímesis’, 28.10 J. Riechmann, Biomímesis (Madrid: Catarata, 2006).11 Es el diagnóstico que se viene repitiendo en Los Límites del Crecimiento, el informe

que elaboró el Club de Roma en 1972 a petición de la ONU, el Informe Brundtland (1987) y el Informe de Evaluación de los Ecosistemas del Milenio (2005).

Esta comunicación pretende esbozar una mirada sobre esa coherencia: en particular, examinar el modo en que su propuesta de la ‘biomímesis’ puede entenderse no sólo como un principio de actuación ecológica obediente a un imperativo moral, sino como un modelo de comportamiento que arti-cula toda una política y una poética de resistencia. No es difícil ver en esta propuesta la puesta en práctica del postulado básico de la ecocrítica, que predica un estudio de la relación entre la literatura y el entorno desde una perspectiva no-antropocéntrica, así como un esforzado intento por vencer la inercia que ha mantenido estérilmente separadas las ciencias humanas de las naturales y que esta tradición denuncia.2

Riechmann parte ya de un principio biológico para ilustrar la idea misma de resistencia en términos freudianos: la vida (Eros) como resis-tencia o freno a la muerte (Tánatos). Y no vacila en absoluto a la hora de precisar o identificar sus agentes actuales. Con Fromm, la vida es el Eros del vínculo, la naturaleza y la poesía; con Marx y Benjamin, la muerte es el capital y la mercancía. ‘La vida es, sencillamente, lo contrario del marketing’, dice en Rengo Wrongo.3 A esta formulación subyace un enfrentamiento entre el tener (el modo de las cosas) y ser (el modo de lo humano).4 La búsqueda desaforada de lo primero al margen de lo segundo ha impulsado al dominio incontrolado de la naturaleza en ese ‘reto impúdico de ciencia sin raíces’5 que ya lamentaba Lorca en 1929 y que los filósofos de Frankfurt analizaban en su crítica a la razón instrumental.6 Frente a la primacía de los medios emancipados de los fines, pero también frente a las alternativas que propugnan una vuelta (imposible) a una naturaleza inmaculada e into-

2 Glotfelty y Fromm definen la ecocrítica como ‘an earth-centered approach to literary studies’ (xviii) que pretende recuperar el perdido diálogo entre el humanismo y el estudio científico, en el volumen fundacional de la disciplina dentro de la tradición estadounidense: C. Glotfelty y H. Fromm (eds), The Ecocriticism Reader: Landmarks in Literary Ecology (Athens: University of Georgia Press, 1996).

3 J. Riechmann, Rengo Wrongo (Barcelona: DVD, 2008), 3.4 E. Fromm, ¿Tener o ser? (México: Fondo de Cultura Económica, 2006).5 F. García Lorca, Poeta en Nueva York (Madrid: Austral, 1993).6 T. Adorno y M. Horkheimer, Dialéctica de la Ilustración, 7ª ed. (Madrid: Trotta,

2005); M Horkheimer, Crítica de la razón instrumental (Madrid: Trotta, 2002).

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contra todo pronóstico, ‘sucede / la bondad / y relumbra un instante o dos / entre el oxígeno del porvenir y la madreselva’. La naturaleza ofrece ejemplos de otro orden posible que contrarían no sólo la lógica del capi-talismo voraz sino también la visión de esta como selva de aniquilación que ha sido naturalizada por los discursos del poder. Raymond Williams explicaba cómo las ideas sobre la naturaleza eran, en realidad, ideas sobre el hombre y la sociedad:

The social jungle, the rat race, the territory-guarders, the naked apes: this, bitterly, was how an idea of man re-entered the idea of nature. A real experience of society was projected, by selective examples, on to a newly alienated nature […] Ideas of nature, but these are the projected ideas of men.15

El pájaro de Wrongo, alterego de Riechmann, rompe con esta mani-pulación de la falacia naturalista, y quiebra el círculo vicioso del capital:

Quienes creenque en el mundo sólo hay cazadores y presascontribuyen eficazmente a crear ese mundo abominabledonde sólo hay cazadores y presas.Pero en el mundo, claro, hay mucho más– se decía Wrongo absorto en la bellezade los tres pájaros posados un instantesobre la antena de la televisión.16

De igual modo, frente a la lógica depredadora, el poeta celebra la irrup-ción del milagro en la noticia de que en Kenia una leona crió a un antílope. Un verdadero acontecimiento que instaura una ‘norma nueva’ y que invierte el imperio de lo existente sobre el de lo posible: ‘Hoy festejamos – dice – lo nuevo del mundo nuevo / que contra todas las probabilidades probables /

15 R. Williams, ‘Ideas of Nature’ en Problems in Materialism and Culture (Londres: Verso, 1982), 82. Ver también, del mismo autor: El campo y la ciudad (Buenos Aires: Paidós, 2001) y la entrada ‘nature’ en Keywords: A Vocabulary of Culture and Society (Londres: Fontana, 1976).

16 Riechmann, Rengo Wrongo, 29.

natural. El ‘no llenarlo todo’ vehicula pues, una opción de resistencia global que articula una opción de convivencia con los demás seres vivos e implica, directamente, una opción de justicia social e igualdad. Además, una econo-mía biomimética y autocontenida evitaría la utilización productivista de la naturaleza y conduciría a una ‘economía de estado estacionario’ que, pese a las connotaciones de estancamiento, permitiría un control del crecimiento material caracterizado por ‘la dinámica evolutiva, el surgimiento continuo de lo nuevo y la diversidad inacabable que enriquece la experiencia’.12

Pero además la biomímesis y la autocontención se relacionan con la resistencia mediante la idea del hueco o vacío como condición para la emer-gencia de lo nuevo que de modo genérico se localiza en la base de las políti-cas del acontecimiento de Badiou y Derrida; también en ciertas poéticas cercanas al surrealismo como la de Riechmann.

La naturaleza, al preservar el vacío, posibilita el advenir y el devenir de lo nuevo;13 es sede privilegiada del acontecimiento. En El ser y el acontec-imiento y La ética,14 el filósofo francés Alain Badiou expone su teoría de la resistencia a partir de la ‘ética de las verdades’. Badiou postula que el estado de cosas imperante puede verse quebrado por la emergencia súbita de una verdad que sucede como suplemento un tanto accidental pero inmanente a una situación determinada. La conciencia de esa verdad convierte al ser humano en sujeto, y la continuidad – siempre discontinua – de tal condi-ción dependerá de su perseverancia en la vivencia y proclamación de esa ruptura liberadora que la verdad ha originado: a través de ella se filtra un reino futuro de lo posible que problematiza el imperio instaurado de lo real, concebido como panorama inamovible que invita al desaliento.

La poesía de Riechmann nos presenta el reino de la naturaleza como el espacio privilegiado de ese acontecimiento que es la resistencia: en él,

12 Riechmann, ‘Biomímesis’, 31.13 Esta posibilidad cuestiona una tradición aristotélica que relaciona a la naturaleza con

la completitud y que encuentra su expresión en el axioma ‘La naturaleza aborrece el vacío’, alrededor del cual se produjo un intenso debate en la revolución científica del siglo XVII y que cuajaría en el ‘horror vacui’ de cierta estética barroca.

14 A. Badiou, La ética (México: Herder, 2004); El ser y el acontecimiento (Buenos Aires: Manantial, 2007).

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darwiniana desde dos puntos de vista. Por una parte, explica que ciertos rasgos de un organismo no son sino consecuencia colateral del trabajo evolutivo, e ilustra esta hipótesis llamando la atención sobre el surgimiento de los paneles de la iglesia de San Marcos de Venecia como un elemento arquitectónico no conscientemente concebido por el arquitecto, sino apa-recido como producto secundario del estudiado diseño de los arcos.21 En segundo lugar, su teoría del equilibrio puntuado se opone al gradualismo sosteniendo que la dinámica de la evolución está dominada por largos periodos de estabilidad que se equilibran después con una fase de rápido y drástico cambio.22 La atención de Riechmann a las teorías evolutivas con-trasta con la fuerte reticencia extendida dentro del humanismo a aceptar el legado darwiniano, basada en el errado prejuicio que lo iguala con un determinismo absoluto que recuperaría un indeseable imperio del destino o la providencia sobre la libertad humana.23

21 S.J. Gould y R.C. Lewontin, ‘The Spandrels of San Marco and the Panglossian Paradigm: A Critique of the Adaptationist Programme’ en Proceedings of the Royal Society of London 205.1161 (1979), 581–98.

22 S.J. Gould y N. Eldredge, ‘Punctuated Equilibria: An Alternative to Phyletic Gradualism’, en T.J.M. Schopf (ed.), Models in Paleobiology (San Francisco: Freeman, Cooper and Company), 82–115.

23 Glen A. Love constata que ‘Evolution is not popular’ debido a que ha sido ‘wrongly assumed to confirm determinism’ en G. Love, Practical Ecocriticism (Charlottesville: University of Virginia Press, 2003), 66. Es una reedición de la vieja disputa clásica, medieval y renacentista entre fortuna, providencia, azar y sus implicaciones para el margen de libertad que resta a los hombres. Si en la Antigüedad clásica los avatares humanos se concebían sometidos a una necesidad cósmica, al comienzo de la era cris-tiana se intenta concilia la omnipotencia divina con la capacidad de juicio y el libre albedrío humanos. Los humanistas del siglo XIV defendieron la capacidad de inter-vención humana en su destino como parte de su dignidad, articulando una ref lexión sobre la responsabilidad del hombre en los acontecimientos políticos e históricos. Al considerar el papel del azar como producto del trabajo, las teorías evolutivas trazan una nueva llamada a la actividad y al compromiso, que Riechmann hereda. Para un estudio más detallado de las posiciones fundamentales en este debate secular, véase Antonino Poppi, ‘Fate, fortune, providence and human freedom’, en C. Schmitt (ed.), The Cambridge History of Renaissance Philosophy (Cambridge: Cambridge University Press, 1996).

no cesa un solo instante de nacer’.17 En todas las situaciones, la naturaleza aparece como ejemplo de una resistencia contumaz y efectiva. Se elogia ‘¡el mérito que tiene ser árbol / en una ciudad como Madrid!’18 y se destaca que ‘En el puerto / las gaviotas aún no comen basura’.19

No obstante, frente a la irrupción un tanto arbitraria del aconteci-miento en Badiou,20 que relegaría a una actitud de pasiva esperanza, en la naturaleza de Riechmann el vacío que acoge la emergencia inaudita del acontecimiento no apunta al milagro gratuito, sino a una contingencia o azar que pertenece a las leyes del trabajo y de la evolución que la naturaleza ejerce constante y voluntariosamente. De ahí se desprende una apreciación del esfuerzo y de la voluntad que permite una opción resistente activa, de trabajo acechante.

Frente al determinismo mecanicista evolutivo, Riechmann basa su idea del funcionamiento de la naturaleza en dos paradigmas complementarios que acogen la intervención constructiva del azar en la emergencia de lo nuevo. Por un lado, la teoría de sistemas concibe la biosfera en términos de complejas pautas organizativas en las que existen discontinuidades y propiedades emergentes que aparecen totalmente desligadas e imprevisi-bles partiendo del conjunto anterior, pero que surgen como producto de una labor de interacción constante dentro de él. Por otra parte, Riechmann hereda de Stephen Jay Gould y otros científicos afines el énfasis en el papel del azar dentro de la evolución, lo que le permite acabar de configurar una apuesta materialista que rechaza al tiempo cualquier arbitrariedad y cualquier recurso a la trascendencia. Gould revisa la teoría de la evolución

17 J. Riechmann, Con los ojos abiertos (Madrid: Catarata, 2004), 308.18 J. Riechmann, El día que dejé de leer El País (Madrid: Hiperión, 1997), 35.19 Riechmann, El día que dejé de leer El País, 97.20 La independencia absoluta entre la situación y el acontecimiento que defiende Badiou

ha sido criticada por su posible remisión a la arbitrariedad o a la intervención de una trascendencia en el milagro, así lo hace Daniel Bensaid en Resistencias. Ensayo de topología general (El Viejo Topo, 2007), 113. Por el contrario, Nick Srnicek deduce de la obra del primero una política anterior al acontecimiento, en ‘What is to be done? Alain Badiou and the pre-evental’, Symposium: Canadian Journal of Continental Philosophy 12.2 (2008), 110–26.

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contingente de una evolución que no se apoya en nada previo, en ‘ninguna constatación’ u horizonte de espera, sino tan sólo en la actitud de fervoroso voluntarismo que debe acompañar al trabajo evolutivo.

Algunos arbustos, algunos árboles se adelantan siempre a la primavera. Almendros, retamas, ginestas, endrinos, albaricoqueros: vuestra f loración temprana no se apoya en ninguna constatación, sino que supone un arriesgado acto de fe, una ferviente apuesta para que el acontecimiento finalmente esperado sea. Apuesta donde os lo jugáis todo: alguna helada de marzo ¿no acabará abrasando los audaces brotes expuestos? Uno puede abrevarse en la abstracta sombra dulcísima que proyectáis estos días, tan nutritivamente. Hay algo de ese voluntarismo irremediable en todas las búsquedas que atina a emprender el ser humano.27

Es precisamente ese voluntarismo, que reúne fe y esforzado trabajo, el que la naturaleza ofrece como guía para que el hombre pueda también crear el vacío que posibilite la emergencia de lo inaudito. Si la naturaleza trabaja el milagro, el hombre también debe hacerlo. La idea de que el aconteci-miento tiene en cuenta el azar, pero que este se halla íntimamente ligado a la actividad y al trabajo voluntarioso remite en Riechmann a la actividad humana como requisito indispensable del milagro, pero también a una idea de la naturaleza ya no sólo como espacio privilegiado de esta actividad, sino como producto de ella. Riechmann emplea la imagen del jardín como metáfora del acontecimiento que representa la integración e intervención armónica del hombre en la biosfera. Pero ‘LOS JARDINES’, dice, en contra de los postulados de corrientes ecologistas reaccionarias como la deep ecol-ogy, ‘SON ONTOLÓGICAMENTE IMPOSIBLES’.28 Deben ser fruto del cultivo esmerado. No es casual que el poeta una la imagen del jardín a la del imprevisto advenido, en el verso ‘el jardín de lo inesperado’. Y el milagro de lo inesperado es también un ‘jardín fresquísimo’ que adviene como suplemento a los esfuerzos cotidianos y controlados del hombre sobre el entorno:

27 J. Riechmann, Conversaciones entre alquimistas (Barcelona: Tusquets, 2007), 103.28 Riechmann, Con los ojos abiertos, 95.

Además, en esta concepción del azar como motor que coparticipa activa y positivamente en el trabajo evolutivo radica el punto de unión esencial con una teoría del acontecimiento que no desliga el milagro de la historia pero que tampoco lo subordina a su marcha factual y positivista, sino más bien a una serie de rupturas provocadas por la emergencia de lo nuevo. No resulta difícil establecer una conexión con la filosofía de la historia de Derrida expuesta en Espectros de Marx. Éste, para rebatir la teleología de discursos postmodernos como el del fin de la historia, recordaba la lectura marxista de la historia, en especial la anacronía rítmica con que se manifestaban los acontecimientos revolucionarios, para postular otra historicidad basada precisamente en esa frecuencia revolucionaria que configura un tiempo disyuntado, ‘out of joint ’.24 Esta apertura de la historia a la acontecibilidad enlaza con un mesianismo25 que propugna una ‘espera sin horizontes de espera’ relacionada con el acecho y el voluntarismo.26

Estos puntos de unión entre la concepción de la naturaleza y la filosofía de la historia expuesta se ponen de manifiesto en ‘Voluntarismo vegetal’: el acontecimiento del f lorecer procede por una dislocación de la lógica temporal progresiva, pero aparece también como consecuencia azarosa o

24 J. Derrida, Espectros de Marx (Madrid: Trotta, 1995), 129.25 Julián Jiménez Hef fernan trata el tema del mesianismo y su relación con la resistencia

en Jorge Riechmann y Antonio Méndez Rubio en ‘Las puertas mal cerradas: intem-perie y utopía en Riechmann y Méndez Rubio’, Prosopopeya 5 (2006–7), 145–73.

26 Derrida, Espectros, 188. Derrida repasa El 18 Brumario de Luis Bonaparte, donde Marx explica cómo los hombres construyen la historia respondiendo a ciertas heren-cias revolucionarias. Cada acontecimiento implica un momento de conjuración del espectro, esa herencia, pero a continuación sigue uno de amnesia y abjuración, medi-ante el cual el espectro se transforma en espíritu, se domestica y se anula su potencia revolucionaria. Más que en una revolución pasada, Derrida intuye la necesidad de localizar al espectro en el porvenir, postulando así su teoría de ‘lo mesiánico sin mesianismo’ (88), que emplaza a una actitud de apertura y hospitalidad acechante: ‘Abierta, en espera del acontecimiento como justicia, dicha hospitalidad no es abso-luta más que si vela por su propia universalidad. Lo mesiánico, incluso bajo sus formas revolucionarias (y lo mesiánico siempre es revolucionario, debe serlo), sería la urgencia, la inminencia, pero, irreductible paradoja, una espera sin horizonte de espera’, 188.

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remite ahora a una percepción de la realidad inédita, pero nunca gratuita, que abra en el estado de cosas real una fisura por la que se deslice lo posible. Y esta tarea también tiene relación con la historia, donde la evolución da nuevamente resultados inesperados y gratificantes.

Frente a otros referentes enaltecedores acuñados por la tradición, Riechmann escoge la figura natural y prosaica del topo para vincularla con el símbolo escogido por Marx para ilustrar el poder mismo de la resis-tencia: horada las estructuras de la historia mediante una labor subterránea lenta pero infatigable.33 El topo hace gala de ese voluntarismo congénito al milagro al combinar un trabajo arduo con la fe inherente a su ceguera: ‘los poetas en cambio’, dice, ‘son animales de olfato […] como topos miopes y confusos / excavan galerías husmeando / en busca de algunos vegetales comestibles’.34

El topo tiene que hallar lo nuevo en un mundo también lleno, el de la tierra rígida y compacta del lenguaje esclerotizado, de las calcificaciones creadas y posteriormente naturalizadas por el poder. El lenguaje está lleno, y es necesario higienizarlo. Tanto Badiou como Derrida son conscientes de los peligros de la totalización y del afán de exhaustividad en el empleo del instrumento lingüístico. Por ello, al poeta-topo se le impone la tarea de afanarse trabajosamente en el magma de este lenguaje totalizador. Así, ‘excava, excava / buscando los huecos que faltan / a lo completo’35 en busca de la verdad depositada en una palabra que, definida como ‘lo abierto’ que ‘acoge’36 y ofrece, por tanto, la hospitalidad que Derrida y Badiou conside-

33 En El Dieciocho Brumario de Luis Bonaparte (1852), Marx simboliza en la excavación continua del topo el poder horadador que la resistencia ejerce en el subsuelo de la historia. El topo es un motivo hamletiano había sido objeto de tratamiento filosó-fico por Hegel y Nietzsche; posteriormente, Bensaid realiza su estudio Resistencias. Ensayo de topología general partiendo de esta imagen. Negri y Hardt consideran que las excavaciones del topo deben ser sustituidas por las ondulaciones de la serpiente para lucharcontra las mutaciones del capitalismo en la era global (‘Marx’s Mole is Dead!’ http://www.eurozine.com/articles/2002-02-13-hardtnegri-en.html).

34 Riechmann, Rengo, 60.35 Riechmann, Poema, 27.36 Riechmann, Poema, 29.

uno que apacienta milagros minusválidos,describe una cereza, deletrea un poco de yogur,y con todo lo anteriortraza las lindes de un jardín fresquísimodonde pasar la tarde.29

No es difícil identificar la imagen del jardín ontológicamente imposible y fruto de lo cultivado con las ideas de Williams y Lefebvre. Con su con-cepto de ‘producción del espacio’, el francés mostraba cómo toda idea del espacio era, en contra de la falacia naturalista, una interpretación mediante la que el hombre efectuaba una manipulación de éste.30 Examinando las diversas interpretaciones de la naturaleza en ‘Ideas of nature’, Williams31 explicaba que la separación entre el hombre y esta era ya imposible desde el momento en que el trabajo del primero estaba totalmente imbricado con la tierra y hacía de ella ya un producto; cabía tan sólo examinar la calidad de ese producto para ref lexionar sobre las condiciones del trabajo realizado. Algo que Riechmann tiene muy en cuenta al prescribir las consignas de autocontención y límites: estas son necesarias ya no sólo para preservar, sino incluso para generar la posibilidad del vacío, de la contingencia o del azar que permita el milagro del acontecimiento: que siga siendo posible el jardín.32

Algo que se pone de manifiesto en la poética. Al poeta le corresponde trabajar y hacer sitio para el vacío: el hueco necesario para crear lo nuevo, que

29 J. Riechmann, Poema de uno que pasa (Valladolid: Fundación Jorge Guillén, 2003), 41.

30 H. Lefebvre, The Production of Space (Oxford: Blackwell, 1991).31 Williams, Problems, 78.32 Riechmann se une a las precauciones de la ecocrítica frente al constructivismo extremo

de cierto postmodernismo Aún aceptando que la idea de la naturaleza obedece a una construcción social, existe en ella un componente material y físico irreducible a cualquier construcción, y, además, avisa de que no todas estas construcciones sociales hechas de la naturaleza son igualmente válidas. La controversia que la ecocrítica ha planteado sobre este tema (resumida en Practical ecocriticism) tiene su eco en el debate sostenido, entre Fernando Savater y el propio Riechmann, que este resume en el capítulo IV de Un mundo vulnerable (Madrid: Catarata, 2000).

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Desearque siga existiendo el mundo para que siga existiendotoda la belleza del mundoes una ingenuidad

a la que no renunciamos

(Ingenuo significaetimológicamentenacido libre)38

Otra mirada sobre lo real se ha producido: lo posible ha surgido no como fruto de la inocencia infantil o de la candidez irresponsable, sino de la misma libertad por la que se resiste.39

El topo también indaga en las raíces de la lengua y la literatura, con el mismo objetivo de conseguir una perspectiva nueva que haga primar lo posible sobre lo real. El Mallarmé de Un golpe de dados se combina con la exploración etimológica para demostrar que:

Uno que sabeque la palabra azar viene del árabe f lorvía el golpe de dados40

Si en un momento anterior veíamos cómo el azar estaba incluido en la diná-mica de la evolución de la naturaleza, ahora vemos que la evolución de la lengua sigue el mismo paradigma. El lenguaje copia a lo natural dejando que se filtre el azar entre sus procedimientos: si este pertenecía a la intervención de la naturaleza, ahora vemos que la misma palabra ‘azar’ aparece como consecuencia literalmente azarosa de un proceso evolutivo, pues remite a una raíz común árabe (‘zahr’) que tuvo dos sentidos simultáneos: f lor y

38 J. Riechmann, Muro con inscripciones (Barcelona: DVD, 2000), 86–7.39 Este afán por desautomatizar la percepción de lo real como paso previo a su transfor-

mación radical remite a los supuestos surrealistas, de los que Riechmann se distancia al rechazar un origen inmaculado o un estado edénico recuperable.

40 Riechmann, Poema, 23.

ran necesaria para hacer advenir el acontecimiento, para acoger lo inaudito y milagroso de una nueva percepción.

Hacer espacio significa, evidentemente, arrinconar y eliminar lo inser-vible. Por ello, una de las vías privilegiadas de acción del topo será la explo-ración de las contradicciones que alberga el uso naturalizado del lenguaje para denunciar su carácter falaz. La primera operación es pues, destructiva o negadora porque el no mantiene abierto el espacio de la posibilidad. En El día que dejé de leer El País, Riechmann escoge este método de cues-tionamiento mediante collages que, implicando a veces una intervención mínima del poeta, denuncian a las claras las malévolas implicaciones de expresiones totalmente asumidas por el automatismo de la percepción cotidiana. Lo nuevo sucede aquí como descubrimiento de lo inicuo de esta: ‘armas inhumanas’.37

Una segunda tarea fundamental recupera la historia ya no solo como ámbito en el que el topo ejerce su labor perforadora, sino también vin-culándola con la idea, sostenida por el pensamiento de Riechmann en relación con Gould y Derrida, de que esta alberga la posibilidad del sobresalto de lo nuevo. También en el ámbito del lenguaje la evolu-ción ofrece resultados inesperados que sugieren nuevas relaciones en las que lo real queda desmentido por la perspectiva de lo posible. El poeta-topo acomete incansable la excavación literal de las raíces de las palabras mediante la etimología, con el objetivo de encontrar por esa vía la novedad de una percepción inédita, más positiva no por proceder de un origen inmaculado sino por ofrecernos una interpretación de la realidad más adecuada para su transformación. Otra realidad posible se abre paso cuando el significado dominante, preñado de resignación y desengaño, es arrinconado por la emergencia de un sentido nuevo que surge inédito como posible, como acicate, como sueño. Al indagar sobre la palabra ‘ingenuo’:

37 Riechmann, El día, 82.

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pero no como acción gratuita o ligada a una trascendencia sino como ele-mento que debe ser procurado colateralmente por una tarea incansable. Esta consiste en el trabajo productivo controlado y en la indagación en las estructuras y la historia del lenguaje. Sólo como fruto de esta labor espe-ranzada puede surgir lo nuevo, lo inesperado, en forma de un advenimiento de lo posible que contraste con lo existente, al modo de ese ‘pájaro que no vino y cómo canta’ que celebra Riechmann.44 Pues, como dice Derrida, ‘la existencia o la esencia presentes no han sido nunca la condición, el objeto o la cosa de la justicia’.45

Referencias

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44 Riechmann, Con los ojos abiertos, 146.45 Derrida, Espectros, 195–6.

una de las caras del dado (aquella en la que estaba pintada la f lor).41 Además Riechmann está evocando dos momentos de Mallarmé: ‘Un coup de dés jamais n’abolira le hasard’42 y ‘Je dis: une f leur! et, hors de l’oubli où ma voix relègue aucun contour, en tant que vuelque chose d’autre que les calices sus, musicalement se lève, idée même et suave, l’absente de tous bouquets’.43

La f lor ausente y el azar que una tirada de dados nunca abolirá: el reino de lo ausente evocado por el lenguaje y el reino de lo siempre presente, el azar, conectados irremisiblemente mediante el vínculo etimológico que el topo descubre en una de esas galerías subterráneas o vasos comunicantes. La f lor como ausencia que el azar puede hacer advenir mediante la inves-tigación lingüística. En su búsqueda de las raíces de las palabras, el topo descubre el papel del azar que da lugar al poema, sobrevenido también como descubrimiento (azaroso) de una nueva percepción. Y esta nueva percepción origina una grieta en lo real, la palabra azar, para deshabitarla de cualquier connotación de caos o arbitrariedad y relacionarla, apelando a la historia de la lengua, con el f lorecimiento de otro sentido posible, ver-dadero y emancipador: el de la palabra ‘f lor’. En el fondo, se trata de la vieja aspiración mallarmeana de dar un sentido más puro a las palabras de la tribu despojado de cualquier pretensión elitista, para higienizar un vocabulario lleno por las petrificaciones de lo real abriendo las puertas, mediante esa tarea de indagación en el lenguaje y su historia, a la dimensión de lo posible que (aún) no es.

En esa vocación conf luyen naturaleza y resistencia política y poética. La biomímesis introduce el azar natural en la actividad humana y poética,

41 Efectivamente: El Diccionario de la Real Academia Española dice respecto al voca-blo: ‘azar: (Del ár. hisp. *azzahr, y este del ár. zahr, dado1, literalmente ‘f lores’)’. Diccionario de la lengua española. http://buscon.rae.es/draeI/SrvltConsulta?TIPO_BUS=3&LEMA=azar (consulta 5/3/2009). Corominas explica, en la entrada corre-spondiente a ‘Azar’: ‘No es inverosímil que en árabe mismo designara zahr inicialmente una de las caras del dado, pues se trata de la misma palabra que en el árabe clásico significa ‘f lor’, objeto quizá pintado en esa cara’. En J. Corominas, Diccionario crítico etimológico castellano e hispano (Madrid: Gredos, 1980) 432.

42 S. Mallarmé, Oeuvres complètes (Paris: Gallimard, 1996), 453.43 Mallarmé, Oeuvres complètes, 368.

Page 13: La naturaleza como modelo de resistencia. Azar, emergencia y voluntarismo en la poesía de Jorge Riechmann

204 Margarita García Candeira

Igor Cusack

‘Vamos a Matar al Tirano’: The Poetics of Resistance in Equatorial Guinea

Equatorial Guinea was Spain’s only colony in Sub-Saharan Africa and was granted independence in 1968.1 The Spanish right-wing dictatorships of Primo de Rivera and General Francisco Franco had tried to establish a model colony in the Gulf of Guinea perhaps as a reaction to the great loss of empire in 1898. An edifice of apparent colonial prosperity was built so that by the late 1960s the GDP per person of Equatorial Guinea was one of the highest in Africa. The first ruler of the new state was Francisco Macías Nguema, one of the few post-colonial African tyrants and during this period the eco-nomy collapsed and a large part of the population f led abroad forming an extensive diaspora mainly resident in Spain, Gabon and Cameroon. Thus an imperialistic, exploitative yet sometimes paternalistic but always Christian colonial rule was followed by an African tyranny that drove most poets into exile, often into the arms of the former colonial power.

Macías was eventually overthrown in 1979 by his nephew Teodoro Obiang Nguema who has ruled ever since and who has now grown rich with the enormous oil revenues which have been pouring into the small state of some one and a half million people. Major human rights abuse has contin-ued under Obiang but there have been some years of relative tranquillity

1 For outlines of the history of Equatorial Guinea see Mariano de Castro and Donato Ndongo, España en Guinea. Construcción del desencuentro: 1778–1968 (Madrid: Sequitur, 1998); Randall Fegley, Equatorial Guinea, An African Tragedy (New York: Peter Lang, 1989); Max Liniger-Goumaz, Small is not always Beautiful: The Story of Equatorial Guinea (Totowa, NJ: Barnes & Noble, 1989); Ibrahim K. Sundiata, Equatorial Guinea, Colonialism, State Terror and the Search for Stability (Boulder, CO: Westview Press, 1990).

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