La Memoria Como Escenario Pedagogico Para La Ensenanza

11

Click here to load reader

description

La Memoria

Transcript of La Memoria Como Escenario Pedagogico Para La Ensenanza

  • ManzanaTcnica: ViniloSerie Formato OnricoAndr Bretn

  • Revista de Educacin & Pensamiento

    94

    La memoria como escenario pedaggico para la enseanza de la historia*Memory as pedagogical scenario for the teaching of history

    A memria como cenrio pedaggico para o ensino de histriaAlexis V. PinillA DAz

    ResumenQu recordamos de la historia que nos fue enseada en la institucin educativa hace varios

    aos? Generalmente las fechas, los nombres heroicos, las gestas nacionalistas, entre otros aspectos

    que an se ensean en nuestras escuelas, no pasan de ser un lejano referente de nuestra experien-

    cia escolar y, en la mayora de los casos, unos artefactos del pasado que poco o nada nos dicen

    sobre las realidades presentes. Al no vincularnos afectivamente con el pasado, la historia que se

    ensea en las escuelas se queda en una pretensin informativa que a lo sumo afecta parte de la

    sensibilidad cognitiva de nuestros nios y jvenes y, en muy pocos casos permite que los sujetos

    se expresen frente al hecho histrico.

    Palabras claveMemoria, experiencia colectiva, enseanza, historia, pedagoga.

    AbstractWhat do we remember from the history we were taught in the school several years ago? Ge-

    nerally dates, heroic names, the great nationalist events, among other aspects that are still taught

    in our schools are nothing more than a distant reference for our school experience and, in most

    cases, some artifacts of the past that tell us little or nothing about the current realities. By failing

    to bond emotionally with the past, the history taught in schools is just an informative aim that

    touches a part of cognitive sensitivity of our children and youth and, in rare cases, allows subjects

    to express about a historical fact.

    Keywords Memory, collective experience, education, history, pedagogy.

    * EstetrabajosederivadelasreflexionesdemitesisdoctoralMemoriasdelaaccincolectivadelmagisterioenColombia,presentadaparaoptaralttulodeDoctoradoenEducacindelaUniversidadPedaggicaNacional,Bogot.

  • Colegio Hispanoamericano

    95

    Considero que una enseanza

    de la historia que parta de la recu-

    peracin de la memoria, entendida

    como una actividad cognitivo-

    afectiva que permite que el sujeto

    se relacione dinmicamente con el

    pasado, podr aportar elementos

    para que esta rea del conocimiento

    juegue un papel trascendental en la

    construccin de la subjetividad y la

    cotidianidad de nuestros jvenes.

    A continuacin realizar algunos

    acercamientos conceptuales sobre

    la categora de memoria con el

    fin de mostrar sus potencialidades

    epistmicas y metodolgicas.

    El lugar de la memoriaLos estudios sobre la memoria

    cobraron relevancia durante las dos

    ltimas dcadas del siglo anterior.

    Puede decirse, incluso, que frente

    a los estudios cronolgicos propios

    de las corrientes histricas tradicio-

    nales, la memoria se convirti en

    un valioso recurso para darle un sig-

    nificado ms amplio al pasado. Este

    hecho puede llevarnos a pensar que

    estamos, desde las dcadas, mencio-

    nadas, en un momento de lo que

    Candau denomina como mnemotro-

    pismo, es decir, en una coyuntura

    en que el regreso a la memoria

    resulta clave para comprender no

    slo nuestro pasado, sino para

    darle sentido(s) a nuestro presente.

    Resulta, entonces, que la memoria

    se constituye en un espacio analti-

    co fundamental para comprender

    cmo se conforma tanto el tiempo

    presente, como las subjetividades

    que habitan en l. Pareciera que,

    en este punto, la memoria se tor-

    na distante de la historia en los

    siguientes trminos: Si la historia

    tiende a aclarar lo mejor posible

    el pasado, la memoria busca ms

    bien instaurarlo, instauracin que

    es inmanente a la memorizacin en

    acto. La historia busca revelar las

    formas del pasado, la memoria las

    modela, un poco como lo hace la

    tradicin. La primera se preocupa

    por poner el orden; la segunda est

    atravesada por el desorden de la

    pasin, de las emociones y de los

    afectos. La historia puede venir

    a legitimar, pero la memoria es

    fundadora. La historia se esfuerza

    por poner el pasado a distancia; la

    memoria busca fusionarse con l.1

    Las diferencias entre la me-

    moria y la historia expresadas por

    Candau son igualmente analizadas

    por Rossi quien alude que la his-

    toria se centra en la comprensin

    e interpretacin del pasado, por

    lo cual requiere de una toma de

    distancia del mismo, mientras que

    la memoria implica una participa-

    cin emotiva en el pasado. As, un

    estudio sobre la memoria no es

    un recuento sobre lo que sucedi

    sino un anlisis de cmo se invo-

    lucraron los actores sociales en eso

    ResumoO que ns nos lembramos da histria que nos foi ensinada na escola? Geralmente datas, nomes

    heroicos, as aes nacionalistas, entre outros aspectos que ainda so ensinados em nossas escolas

    no so nada mais do que uma referncia distante para a nossa experincia escolar e, na maioria

    dos casos, alguns artefatos do passado que dizem pouco ou nada sobre as realidades atuais. Por

    no ter vnculo emocional com o passado, a histria ensinada nas escolas um objetivo informativo

    que pouco involucra a sensibilidade cognitiva de nossas crianas e jovens e, em casos raros, permite

    que os sujeitos expressassem seu ponto de vista de um evento histrico.

    Palavras-chaveMemria, experincia coletiva, educao, histria, pedagogia.

    1 Candau,JolMemoria e identidad.EdicionesdelSol.BuenosAires.Argentina.2001.P.127.

  • Revista de Educacin & Pensamiento

    96

    que sucedi.2 En esta direccin, la

    enseanza de la historia a partir de

    la recuperacin de la memoria debe

    implicar a los jvenes en el hecho

    histrico, hacindolos partcipes

    del pasado.

    Profundizando un poco en

    el origen de este distanciamiento

    entre la historia y la memoria,

    Traverso3 sugiere que un momento

    significativo fue la crisis del histori-

    cismo en la dcada del sesenta, en

    donde aparecieron estudios que

    dieron un papel ms protagnico a

    los sectores subalternos, para lo cual

    se acudi a fuentes alejadas de los

    archivos oficiales, utilizados tradi-

    cionalmente por los historiadores.

    Para este autor la historia es una

    representacin del pasado, fundada

    en la distancia, que se pretende

    objetiva y retrospectiva, mientras

    que la memoria es afectiva y mgica,

    por lo cual llena de significado la

    cotidianidad presente de los sujetos

    sociales.

    No obstante, no sera viable

    hipostasiar la memoria como re-

    curso ineludible para la compren-

    sin del pasado, limpindola de

    cualquier contaminacin de la

    historia oficial. Contrario a ello la

    memoria es un terreno de disputa

    en donde la versin oficial de la

    historia tambin tiene su lugar, ya

    que los recuerdos son constante-

    mente elaborados por una memo-

    ria inscrita en el espacio pblico,

    sometidos a los modos de pensar

    colectivos, pero tambin influidos

    por los paradigmas cientficos de la

    representacin del pasado.4 Para el

    caso de la enseanza de la historia

    es claro que desde el conocimiento

    oficial5 se han definido contenidos

    especficos desde los Ministerios de

    Educacin, entendiendo que algu-

    nos hechos del pasado refuerzan

    determinada identidad nacional y

    un modelo de pas especfico. En

    esta direccin, la recuperacin de

    la memoria implica tensionar en

    nuestras instituciones educativas

    el conocimiento oficial a partir del

    contacto afectivo de los nios y

    jvenes con los objetos del pasado,

    los cuales se construyen desde el

    presente.

    Otro de los riesgos que con-

    llevan los anlisis de la memoria

    es presentado por Sarlo quien ve

    con alguna reserva el hecho de que

    cuando se hable de memoria se

    haga nfasis en los recuerdos y ol-

    vidos y no en el entendimiento del

    pasado. Siguiendo a Susan Sontang

    (quien anot que quizs se le asigna

    demasiado valor a la memoria y un

    valor insuficiente al pensamiento),

    Sarlo propone una reconstruccin

    reflexiva del pasado, desoyendo la

    amenaza de que, si se examinan los

    actuales procesos de memoria, se

    estara fortaleciendo la posibilidad

    de un olvido indeseable.6 As, el

    tiempo pasado no es el del testimo-

    nio y su dimensin autobiogrfica,

    sino el del anlisis de lo que otros

    narraron y la elaboracin de clasifi-

    caciones y categoras [].7

    Ligado a lo anterior, es necesa-

    rio pensar con detenimiento de qu

    manera se establecen las relaciones

    entre memoria y olvido, aceptando

    que es muy difcil concebir la una

    sin el otro, ya que convertir en ob-

    jeto de memoria algn recuerdo,

    o algn acontecimiento implica

    hacer una seleccin intencionada

    de lo que se pretende olvidar. Para

    Marc Aug, llevar a cabo el elogio

    del olvido no implica vilipendiar

    la memoria, y mucho menos an

    ignorar el recuerdo, sino reconocer

    el trabajo del olvido en la primera y

    detectar su presencia en el segundo.

    La memoria y el olvido guardan en

    cierto modo la misma relacin que

    la vida y la muerte [] en un caso

    la muerte se halla ante m y debo

    en el momento presente recordar

    que un da tengo que morir, y en

    2 Rossi,PaoloEl pasado, la memoria, el olvido.EdicionesNuevaVisin.BuenosAires,Argentina.2003.3 Traverso,EnzoEl pasado, instrucciones de uso.Historia,memoria,poltica.EdicionesJurdicasysocialesMarcialPons.Madrid.

    Espaa.2007.4 Ibd.P.30.5 Apple,Michael.El conocimiento oficial.Paids.Barcelona.Espaa.19966 Sarlo,Beatriz.Tiempo pasado.Culturadelamemoriaygirosubjetivo.Unadiscusin.SigloXXI.BuenosAires.Argentina.2005.P.

    26.7 Ibd.P.120.

  • Colegio Hispanoamericano

    97

    el otro la muerte est tras de m y

    debo vivir el momento presente sin

    olvidar el pasado que habita en l.8

    Lo que en un momento hist-

    rico especfico puede resultar he-

    gemnico en trminos mnmicos,9

    puede cambiar sustancialmente en

    otro periodo dependiendo de las

    configuraciones sociales del presen-

    te. Para Zambrano, las necesidades

    actuales de las comunidades pol-

    ticas son las que brindan las con-

    diciones para la estructuracin de

    la memoria colectiva, entendiendo

    que la memoria no es tradicin e in-

    mutabilidad sino devenir histrico.

    As, [] la memoria colectiva no es

    la transmisin de conocimientos de

    generacin a generacin, sino un

    proceso ms complejo en la forma-

    cin del sujeto, que est orientado

    a la construccin de su identidad

    colectiva.10

    Memoria y experiencia colectiva

    La memoria, entonces, no es

    una escatologa, sino un producto

    cultural que construye a lo largo de

    la historia un grupo social y que, en

    determinados casos, puede servir

    como referente emancipatorio. La

    memoria colectiva es pues un inten-

    to por dar sentido a las condiciones

    de un grupo en el presente, por lo

    cual su construccin tiene lugar en

    la intersubjetividad, es decir, en las

    negociaciones que se establezcan

    entre los diferentes miembros del

    grupo al definir qu se olvida y qu

    se recuerda. Para Passerini, [] el

    silencio es esencial para recordar

    que la memoria no solamente es

    palabra, tambin es la memoria

    encarnada [] que toma forma

    en la relaciones intersubjetivas.11

    En todo caso, una enseanza de la

    historia que parta desde la recupe-

    racin de la memoria implica la ac-

    tivacin de la dimensin expresiva

    intersubjetiva de nios y jvenes y,

    por ende, facilita su aprehensin de

    los problemas histricos.

    Lo anterior sugiere un cuestio-

    namiento por el lugar que ocupa

    la narracin en la re-construccin

    de la memoria y las apuestas por

    la subjetividad que se juegan en la

    misma. En los anlisis de Candau,

    cualquier intento por reconstruir

    la memoria colectiva a partir de los

    recuerdos manifestados por algunos

    actores sociales es reduccionista

    pues deja en la sombra los recuer-

    dos no manifestados. Sumado a lo

    anterior, puede ser que lo que se

    diga no sea, necesariamente, lo que

    pas sino que constituye aquellos

    relatos o recuerdos que se volvieron

    8 Aug,Marc.Las formas del olvido.Gedisa.Barcelona.Espaa.1998.Pp.19,21.9 Conestaexpresinhagoalusinalosregistrosdelamemoria.NosobrarecordarqueenlamitologagriegaMnemosine,seorade

    lascolinasdeEleutercomolallamaHesodo,eraladiosadelamemoriay,juntoconZeus,procrealasnuevemusas(delapoesaheroica,ladanza,lapoesaromntica,lacomedia,laastronoma,lahistoria,lamsica,latragediayelartemmico).

    10Zambrano,CarlosVladimir.Memoria colectiva y comunidad poltica.UniversidadNacionaldeColombia.Bogot.Colombia.2006.P.57.

    11Passerini,Luisa.Memoria y utopa. La primaca de la intersubjetividad,UniversidaddeValencia.Valencia,Espaa,2003.P.37.

    En todo caso, una enseanza de la historia que parta desde la recuperacin de la memoria implica la activacin de la dimensin expresiva intersubjetiva de nios y jvenes y, por ende, facilita su aprehensin de los problemas histricos.

  • Revista de Educacin & Pensamiento

    98

    representaciones pblicas por su

    contagio entre los actores sociales.

    Por su parte, Sarlo hace una

    crtica al recurso testimonial lla-

    mando la atencin sobre el carcter

    de la tercera persona (testigo) en

    el mismo. En muchas ocasiones el

    pasado es reconstruido a partir del

    testimonio de personas que no vi-

    vieron en carne propia el fenmeno

    por recordar (por ejemplo, la shoah

    juda) sino que los presenciaron de

    lejos o a partir de la experiencia de

    terceros, de all que sea necesario so-

    meterlo a un escrutinio ideolgico.

    Compartiendo esta preocupacin

    analtica de Sarlo, considero que

    es necesario reflexionar, adems,

    sobre las formas de verdad que pro-

    ducen los testimonios, es decir, a

    qu intereses, a qu actores sociales

    benefician o no determinados testi-

    monios. No se trata de un prurito

    de neutralidad o de objetividad,

    sino de profundizar en el anlisis

    del carcter relacional (de disputa

    poltica) que tiene la memoria y, por

    supuesto, el testimonio que la re-

    construye. En palabras de Sarlo: Es

    cierto que la memoria puede ser un

    impulso moral de la historia y tam-

    bin una de sus fuentes, pero estos

    dos rasgos no soportan el reclamo

    de una verdad ms indiscutible que

    las verdades que es posible construir

    con y desde otros discursos. Sobre

    la memoria no hay que fundar

    una epistemologa ingenua cuyas

    pretensiones seran rechazadas en

    cualquier otro caso. No hay equiva-

    lencia entre el derecho a recordar

    y la afirmacin de una verdad del

    recuerdo; tampoco el deber de

    memoria obliga a aceptar esa equi-

    valencia [] slo una fetichizacin

    de la verdad testimonial podra

    otorgarles un peso superior al de

    otros documentos, incluidos los

    testimonios contemporneos a los

    hechos de los aos sesenta y setenta.

    Slo una confianza ingenua en la

    primera persona y en el recuerdo de

    lo vivido pretendera establecer un

    orden presidido por lo testimonial.

    Y slo una caracterizacin ingenua

    de la experiencia reclamara para

    ella una verdad ms alta.12

    Lo anterior est en relacin

    con los anlisis de Halbwachs para

    quien la memoria requiere de una

    actividad constructiva y racional, en

    la cual hay mediacin de intereses y

    de posicionamientos del sujeto que

    recuerda. Para este autor:

    "La operacin de la memoria su-

    pone, efectivamente, una actividad

    a la vez constructiva y racional de la

    mente, la cual esta ltima es incapaz

    de realizar durante el sueo: no se

    ejerce sino en un medio natural

    y social ordenado, coherente, del

    cual reconocemos a cada instante

    el plan de conjunto y las grandes

    direcciones. Todo recuerdo, por

    personal que sea, incluso aquellos

    de los acontecimientos de los cua-

    les hemos sido los nicos testigos,

    incluso aquellos de pensamientos

    y nociones que muchos otros

    tambin poseen, con personas,

    grupos, lugares, fechas, palabras y

    formas del lenguaje, tambin con

    razonamientos e ideas, es decir con

    toda la vida material y moral de las

    sociedades de las cuales formamos

    o hemos formado parte".13

    En todo caso, a nivel metodo-

    lgico hay un riesgo del testimonio

    como recurso para reconstruir el

    pasado. Frente a ello, Arfuch pro-

    pone valorar el carcter mvil que

    la memoria adquiere en la narrati-

    vidad, lo cual permite considerarla

    no como un dato objetivo para el

    historiador (como un hecho social

    dado) sino como un conjunto de

    sentidos que los actores sociales le

    otorgan al pasado. Para esta autora,

    el tiempo mismo se torna humano

    en la medida en que es articulado

    sobre un modo narrativo. En

    sus palabras, Hablar de relato

    entonces [] no remite solamente

    a una disposicin de aconteci-

    mientos histricos o ficcionales,

    en un orden secuencial, a una

    ejercitacin mimtica de aquello

    que constituira primariamente el

    registro de la accin humana, con

    sus lgicas, personajes, tensiones

    y alternativas, sino a la forma por

    excelencia de estructuracin de la

    vida y por ende, de la identidad, a

    la hiptesis de que existe, entre la

    12Op.Cit.Sarlo.Tiempo pasado.Pp.57,63.13Halbwachs,MauriceLa memoria colectiva.PrensasUnidasdeZaragoza.Zaragoza.Espaa.2004.P.55.

  • Colegio Hispanoamericano

    99

    actividad de contar una historia y el

    carcter temporal de la experiencia

    humana, una correlacin que no

    es puramente accidental, sino que

    presenta una forma de necesidad

    transcultural.14

    En esta misma direccin Vezzet-

    ti sugiere que la memoria, entendi-

    da como un campo de problemas,

    no debe centrarse exclusivamente

    en la recuperacin del pasado sino

    concebirse como una dimensin

    abierta a la prctica de la inteli-

    gencia. En este plano la memoria

    tendra un doble componente:

    desde el entendimiento y desde una

    dimensin tica. Aqu es importan-

    te comprender que la memoria,

    como terreno de disputa, no slo se

    tensiona por las rivalidades del pre-

    sente, o por lo que desde el presente

    se quiere decir del pasado; en la

    lucha por la memoria tambin hay

    una apora entre presente y pasado:

    si el presente es el pasado recorda-

    do, es decir, lo ausente percibido a

    travs del recuerdo, el presente sera

    igualmente un recuerdo ausente.

    No obstante, nuestra experien-

    cia nos muestra que el presente no

    est ausente, por lo cual el pasado

    tampoco debera estarlo. La memo-

    ria, entonces, nos puede decir tanto

    sobre el pasado en disputa, como

    sobre el presente que se disputar

    en tiempos posteriores. Retomando

    las palabras de Vezzetti un corte

    histrico produce efectos hacia el

    futuro tanto como hacia el pasado.

    Hacia el pasado porque no hay un

    recomienzo que no opere alguna

    recuperacin de una memoria an-

    terior, as sea para corregirla o para

    cancelarla. Hacia el futuro porque

    encarna la promesa de un tiempo

    nuevo.15 De lo anterior se despren-

    de la importancia de formar, en

    nios y jvenes, un pensamiento

    histrico a travs del cual se en-

    tiendan a s mismos, como sujetos

    productores de memoria e historia.

    La memoria como campo de disputas

    Teniendo en cuenta la dimen-

    sin temporal de la memoria y

    las disputas que sta conlleva a la

    hora de hegemonizar determinados

    sucesos o narraciones del pasado,

    se puede sugerir que la memoria,

    antes que un dato fijo, es un terreno

    de luchas entre posiciones del pre-

    sente que se inscriben en una serie

    de tensiones para definir qu se

    debe olvidar y qu debe ingresar en

    la memoria. En el trabajo coordina-

    do por Elizabeth Jelin sobre el lugar

    de la memoria en las dictaduras del

    Cono Sur, se anota lo siguiente:

    Siempre habr otras historias,

    otras memorias e interpretaciones

    alternativas, en la resistencia, en el

    mundo privado, en las catacum-

    bas. Hay una lucha poltica activa,

    acerca del sentido de lo ocurrido,

    pero tambin acerca del sentido de

    14Arfuch,Leonor.El espacio biogrfico.FondodeCulturaEconmica.BuenosAires.Argentina.2002.15Vezzetti,HugoPasado y presente.SigloXXI.BuenosAires.Argentina.2002.Pp.141-142.

    El tiempo mismo se torna humano en la medida en que es articulado sobre un modo narrativo

  • Revista de Educacin & Pensamiento

    100

    la memoria misma. El espacio de

    la memoria es entonces un espacio

    de lucha poltica, y no pocas veces

    esta lucha es concebida en trmi-

    nos de la lucha contra el olvido:

    recordar para no repetir [] Tanto

    en las conmemoraciones como en

    el establecimiento de los lugares de

    la memoria hay una lucha poltica

    cuyos adversarios principales son

    las fuerzas sociales que demandan

    marcas de memoria y quienes piden

    la borradura de la marca, sobre la

    base de una versin del pasado que

    minimiza o elimina el sentido de lo

    que los otros quieren rememorar.16

    El trabajo de Jelin aporta pistas

    interesantes para pensar el tema de

    la memoria, en tanto terreno de

    disputas y tensiones del presente

    sobre el pasado. Por un lado, es

    clave pensar la(s) memoria(s) como

    procesos subjetivos anclados en

    marcas simblicas y materiales; y,

    por otro, reconocer el potencial de

    cambio histrico de la memoria, es

    decir, ser conscientes de que al recu-

    rrir a la memoria se debe entender

    el lugar que le otorgan los grupos

    sociales a la misma. Esta idea

    confirmara el anlisis de Vezzetti

    para quien la memoria tiene una

    dimensin tica. Lo anterior nos

    conduce a pensar que el estudio de

    la memoria debe estar atento, por lo

    menos, a tres preguntas: qu se re-

    cuerda, quin recuerda y el cmo y

    cundo se recuerda. Estas preguntas

    deberan hacer parte ineludible de

    cualquier proceso de enseanza de

    la historia que propenda a la cons-

    truccin de pensamiento histrico.

    Las anteriores preguntas entran

    en estrecha relacin con los proce-

    sos de construccin de la subjetivi-

    dad, entendiendo que los sujetos

    se forman en medio de tensiones

    polticas marcadas por intereses

    sobre el pasado y el presente. Para

    Passerini, pensar la subjetividad im-

    plica ser consciente de los lazos con

    la intersubjetividad y de la inter-

    subjetividad con el poder. [] en

    nuestra sociedad la subjetividad o la

    tensin por convertirse en sujeto se

    pueden encontrar muy a menudo

    en los intersticios, escondidos o

    despreciados como inmundos, y

    pueden actualizarse por medio de

    astutas prcticas de recuperacin y

    reciclaje. [De all que resulte necesa-

    rio] comprender al sujeto como algo

    que se forma en los intersticios de

    la articulacin entre la diferencia

    y lo comn y, por tanto, como

    una serie relacional de procesos de

    identificacin y diferenciacin.17

    Esta relacin entre memoria y

    subjetividad es pensada por Sarlo

    en los siguientes trminos: El su-

    jeto no slo tiene experiencias sino

    que puede comunicarlas, construir

    su sentido y, al hacerlo, afirmarse

    como sujeto. La memoria y los rela-

    tos de memoria seran una cura de

    la alienacin y la cosificacin. Si ya

    no es posible sostener una Verdad,

    florecen en cambio unas verdades

    subjetivas que aseguran saber aque-

    llo que, hasta hace tres dcadas, se

    consideraba oculto por la ideologa

    o sumergido en procesos poco ac-

    cesibles a la introspeccin simple.

    No hay Verdad, pero los sujetos,

    paradjicamente, se han vuelto

    cognoscibles.18

    La dimensin comunicativa

    del sujeto sealada por Sarlo de-

    vuelve importancia a la narracin

    en tanto es mediante ella que un

    sujeto se posiciona frente al pasado.

    As mismo, la narracin no est

    expresando la vivencia individual

    con determinada situacin, sino

    que es expresin de las formas en

    que un grupo social se relacion

    con su presente y las rutas que

    utiliza para la re-construccin de

    su pasado. La siguiente reflexin

    de Jimnez nos puede ayudar a

    comprender esta idea: Yo soy un

    relato. Mi narracin se demora en

    una palabra de nacimiento lejano,

    y se fragmenta hoy en un prisma

    de ecos innumerables. Soy un

    relato, pero no de sentido nico.

    Muchas voces intervinieron en mi

    narracin. Muchos senderos son

    en ella transitados. Yo soy, adems,

    un relato abierto. Slo el cuerpo

    que me acoge conoce la certeza de

    16Jelin,Elizabeth.Los trabajos de la memoria.SigloXXIEditores.Madrid.Espaa.2002.Pp.6.6017Op.Cit.Passerini.Memoria y utopa.Pp.49,59.18Op.Cit.Sarlo.Tiempo pasado.P.51.

  • Colegio Hispanoamericano

    10119Jimnez,Jos.Memoria.Tecnos.Madrid.Espaa.1996.Pp.37-38.20Zemelman,HugoEl ngel de la historia: determinacin y autonoma de la condicin humana.Anthropos.Barcelona.Espaa.2007.

    P.50

    su fin, que no es meta [] Somos

    conciencia histrica porque somos

    memoria. Las voces narrativas no

    son simple confusin o ruido. Los

    relatos construyen sentidos, y los

    hombres viven en ellos.19

    Sin duda alguna, pensar en la

    memoria implica, entonces, pensar

    en las formas de narrar el pasado

    por parte de los sujetos. Quizs en

    nuestro tiempo, ms que en dca-

    das anteriores, el recurso narrativo

    se ha consolidado como una estra-

    tegia metodolgica de alta significa-

    cin para pensar la manera en que

    los sujetos construyen el pasado y se

    relacionan con l. No obstante, no

    se trata de convertir las narraciones

    en objetos de conocimiento, es de-

    cir, en datos empricos susceptibles

    de un tratamiento cientfico para

    acercarnos a una verdad sobre la

    realidad indagada. Contrario a ello,

    el objetivo es reconocer el potencial

    transformador de la narracin y del

    lenguaje, o sea, el campo de posibi-

    lidades y potencialidades que una

    y otro tienen para los sujetos. En

    este punto, estamos de acuerdo con

    Zemelman cuando anota que no

    se trata de apropiarse de contenidos

    transformables en objetos, sino de

    potenciar la capacidad del sujeto

    para colocarse ante las circunstan-

    cias y reconocer sus opciones de

    desenvolvimiento.20

    El potencial de la narracin

    para pensar la manera en que se

    construyen distintas memorias so-

    bre un acontecimiento radica en el

    carcter creativo de la misma. Nin-

    guna historia podr contarse igual

    dos veces. Para la enseanza de la

    historia se debe tener en cuenta que

    ningn nio o joven se relaciona

    afectivamente con el pasado de la

    misma forma. Cada historia, cada

    narracin, incluso de un mismo

    sujeto, trae consigo la impronta de

    la subjetividad hecha idea en un

    contorno de realidad especfico.

    Apelar a la memoria implica, enton-

    ces, desprenderse de la intencin de

    descubrir las causas del presente en

    el pasado y aceptar que, a lo sumo,

    mediante la investigacin podemos

    acercarnos a las interpretaciones

    que los sujetos hacen del pasado

    lo que depende de sus relaciones

    emotivas con el mismo. Esta idea

    nos puede conducir a abandonar el

    razonamiento histrico tradicional

    segn el cual toda causa antecede a

    un efecto; quizs deberamos aven-

    turarnos a pensar una realidad en

    donde el efecto antecede a la causa

    y, por ende, puede actuar como

    dispora temporal constructora de

    mltiples pretritos.

    Otorgarle valor a la narracin,

    implica reconocer una dimensin

    clave de la subjetividad y de la

    Sin duda alguna, pensar en la memoria implica, entonces, pensar en las formas de narrar el pasado por parte de los sujetos.

  • Revista de Educacin & Pensamiento

    102

    importancia de la memoria en la

    conformacin de aquella, que radi-

    ca no slo en la toma de conciencia

    y en el potencial de emancipacin

    para el sujeto, sino adems en la

    recuperacin emotiva del pasado, o

    mejor, en la re-construccin de las

    emotividades del pasado. Para Ros-

    si, la memoria [] se configurar,

    con fuerza cada vez mayor, como un

    medio para remontarse hacia im-

    genes olvidadas y sepultadas por el

    tiempo. La autobiografa ya no ser

    [] el relato de una formacin in-

    telectual. Ser, como en Rousseau

    y despus de otros innumerables

    autores, el redescubrimiento de

    emociones, imgenes y sensaciones

    olvidadas.21

    ColofnA pesar de las reformas que se

    han dado a nivel metodolgico, la

    enseanza de la historia contina

    partiendo de un supuesto que impi-

    de, o por lo menos dificulta, el desa-

    rrollo del pensamiento histrico en

    nios y jvenes: considerar al pasa-

    do como un objeto con existencia

    propia, inmodificable, inmutable,

    objetivable y, por ende, susceptible

    de ser aprendido desde el presente.

    La relacin de los sujetos con el

    pasado contina reproduciendo

    una imagen esttica del nio y del

    joven, en la cual el pasado llega

    al presente a travs de diferentes

    registros (libros, palabras del pro-

    fesor, videos, visita a museos, video

    juegos, etc.). En ningn caso los

    sujetos que aprenden historia son

    considerados como co-autores de

    la misma.

    En mi concepto, una ense-

    anza de la historia que parta de

    la(s) memoria(s) individuales y

    colectivas de nios y jvenes sobre

    el pasado permite la activacin de

    dos esferas (adems de la cognitiva)

    que estn inmunes en la enseanza

    de la historia tradicional: la esfera

    afectiva y la expresiva. Al permitir

    que los nios y jvenes se imaginen

    otros pasados, desde sus preocupa-

    ciones e intereses del presente, se

    facilita su vinculacin afectiva con

    el mismo y se demuestra que el

    pasado no es algo que existe per se,

    sino que se construye desde el aqu

    y el ahora. A su vez, en esta cons-

    truccin del pasado, la dimensin

    dialgica cobra fuerza en tanto que

    los sujetos hacen conciencia que

    el pasado no se puede construir

    individualmente, sino que para su

    desarrollo se requieren consensos

    y acuerdos colectivos. En esta di-

    reccin, la memoria se constituye

    en un escenario trascendental

    para transformar la enseanza de

    la historia en un ejercicio vivo y

    vivificador, superando el talante

    informativo-cognitivo que se ha

    privilegiado para la enseanza de

    esta rea en nuestras instituciones

    educativas.

    21Rossi,PaoloEl pasado, la memoria, el olvido.EdicionesNuevaVisin.BuenosAires.Argentina.2003.p.86.

    En mi concepto, una enseanza de la historia que parta de la(s) memoria(s) individuales y colectivas de nios y jvenes sobre el pasado permite la activacin de dos esferas (adems de la cognitiva) que estn inmunes en la enseanza de la historia tradicional: la esfera afectiva y la expresiva.

  • Colegio Hispanoamericano

    103

    BibliografaApple, Michael. El conocimiento

    oficial. Paids. Barcelona.

    Espaa. 1996.

    Arfuch, Leonor. El espacio biogrfico.

    Fondo de Cultura Econmi-

    ca. Buenos Aires. Argentina.

    2002.

    Aug, Marc. Las formas del olvido.

    Gedisa. Barcelona. Espaa.

    1998.

    Candau, Jol. Memoria e identidad.

    Ediciones del Sol. Buenos

    Aires. Argentina. 2001.

    Halbwachs, Maurice. La memoria

    colectiva. Prensas Unidas de

    Zaragoza. Zaragoza. Espaa.

    2004.

    Jelin, Elizabeth Los trabajos de la

    memoria. Siglo XXI Editores.

    Madrid. Espaa. 2002.

    Jimnez, Jos. Memoria. Tecnos.

    Madrid, Espaa. 1996.

    Passerini, Luisa. Memoria y utopa.

    La primaca de la intersubjeti-

    vidad. Universidad de Valen-

    cia. Valencia. Espaa. 2003.

    Rossi, Paolo. El pasado, la memoria,

    el olvido. Ediciones Nueva

    Visin. Buenos Aires. Argen-

    tina. 2003.

    Sarlo, Beatriz. Tiempo pasado. Cul-

    tura de la memoria y giro

    subjetivo. Una discusin.

    Siglo XXI. Buenos Aires.

    Argentina. 2005.

    Traverso, Enzo. El pasado, instruccio-

    nes de uso. Historia, memo-

    ria, poltica. Marcial Pons

    Ediciones Jurdicas y sociales

    Madrid. Espaa.2007.

    Vezzetti, Hugo. Pasado y presente.

    Siglo XXI. Buenos Aires.

    Argentina. 2002.

    Zambrano, Carlos Vladimir. Me-

    moria colectiva y comunidad

    poltica. Universidad Nacio-

    nal de Colombia. Bogot.

    Colombia. 2006.

    Zemelman, Hugo. El ngel de la

    historia: determinacin y auto-

    noma de la condicin humana.

    Anthropos. Barcelona. 2007.

    Tcnica: ViniloSerie Formato OnricoAlejandroCardonaMeja