la lógica de la anteposición ideal

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III Jornadas Nacionales de Historia Antigua II Jornadas Internacionales de Historia Antigua Página 45 LA IDEOLOGÍA Y LAS SOCIEDADES DE JEFATURA: LA LÓGICA DE ANTEPOSICIÓN IDEAL Olivares Julián Instituto Superior de Profesorado Joaquín V. González Correo electrónico: [email protected] Resumen En el siguiente trabajo desarrollaremos un modelo sobre lo que denominamos lógica de anteposición ideal. Esta lógica se basaría en el peso que tiene el pensamiento integrado para la mentalidad de las sociedades no estatales, y estaría relacionada de forma directa con el surgimiento e institucionalización del liderazgo. A pesar de ser planteado como estudio de carácter antropológico, el objetivo principal de nuestra investigación es brindar una herramienta de trabajo a la historiografía. En base a lo planteado, realizaremos una aproximación a distintos tipos de sociedades de jefatura, para tratar de comprender cómo se manifiesta esta lógica de anteposición ideal, y aportar así algo de luz sobre el rol que juega dicha lógica en la institucionalización del liderazgo. Por consiguiente, el trabajo se guiará en base a una serie de preguntas centrales, que intentaremos responder. ¿Cómo se manifiesta esta lógica de anteposición ideal en las sociedades “primitivas”? ¿Cuál es la relación entre ésta y el surgimiento de sociedades de jefatura? En el análisis sobre el surgimiento y la institucionalización de sociedades de jefatura, los diversos autores que se han ocupado del asunto han tendido a relacionar este hecho con distintas actividades materiales en las que estos líderes serían necesitados por sus comunidades 1 . Lejos de negar esta realidad, consideramos que si bien los análisis son acertados en estudiar las actividades esenciales que realizaban los líderes 2 , en muchos casos carecen de un elemento fundamental. A nuestro entender, en muchas situaciones el proceso de consolidación de jefaturas puede ser 1 Cf. Service, 1984 [1975], 90-122; Earle, 1987; Fried, 1979, 133-151; Sarmiento, 1994. 2 Que sean acertados en estudiar el surgimiento de jefes en relación con las actividades que realizaban no quiere decir que sus análisis estén exentos de críticas.

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LA IDEOLOGÍA Y LAS SOCIEDADES DE JEFATURA: LA LÓGICA DE

ANTEPOSICIÓN IDEAL

Olivares Julián

Instituto Superior de Profesorado Joaquín V. González

Correo electrónico: [email protected]

Resumen

En el siguiente trabajo desarrollaremos un modelo sobre lo que denominamos lógica de

anteposición ideal. Esta lógica se basaría en el peso que tiene el pensamiento integrado para la

mentalidad de las sociedades no estatales, y estaría relacionada de forma directa con el

surgimiento e institucionalización del liderazgo.

A pesar de ser planteado como estudio de carácter antropológico, el objetivo principal de nuestra

investigación es brindar una herramienta de trabajo a la historiografía. En base a lo planteado,

realizaremos una aproximación a distintos tipos de sociedades de jefatura, para tratar de

comprender cómo se manifiesta esta lógica de anteposición ideal, y aportar así algo de luz sobre

el rol que juega dicha lógica en la institucionalización del liderazgo. Por consiguiente, el trabajo

se guiará en base a una serie de preguntas centrales, que intentaremos responder. ¿Cómo se

manifiesta esta lógica de anteposición ideal en las sociedades “primitivas”? ¿Cuál es la relación

entre ésta y el surgimiento de sociedades de jefatura?

En el análisis sobre el surgimiento y la institucionalización de sociedades de jefatura, los diversos

autores que se han ocupado del asunto han tendido a relacionar este hecho con distintas

actividades materiales en las que estos líderes serían necesitados por sus comunidades1. Lejos de

negar esta realidad, consideramos que si bien los análisis son acertados en estudiar las actividades

esenciales que realizaban los líderes2, en muchos casos carecen de un elemento fundamental. A

nuestro entender, en muchas situaciones el proceso de consolidación de jefaturas puede ser

1 Cf. Service, 1984 [1975], 90-122; Earle, 1987; Fried, 1979, 133-151; Sarmiento, 1994.

2 Que sean acertados en estudiar el surgimiento de jefes en relación con las actividades que realizaban no quiere decir

que sus análisis estén exentos de críticas.

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comprendido de mejor manera si se relaciona este hecho con la ideología imperante en dichas

sociedades.

Es que, en la mentalidad primitiva3, suele presentarse un patrón general al que denominamos

lógica de anteposición ideal, y que no ha sido tomado muy en cuenta por los investigadores. Esta

lógica se basa en el hecho puntual de que, para la mentalidad de las sociedades “primitivas”, las

causas materiales suelen interpretarse como consecuencia de causas ideales. Tal como plantea

Godelier, diversos estudios antropológicos muestran que el surgimiento de jefaturas estaría

relacionado con esta lógica. Según el autor, al entender esta situación se podría echar algo de luz

al problema de la aparición y consolidación de sociedades en las cuales, si bien el parentesco

sigue siendo la lógica dominante, no reina una plena igualdad, sino que más bien existe ya un

cierto tipo de élite que destaca por encima de la comunidad4. Los distintos análisis, si bien han

hecho hincapié en la esfera ideológica de las sociedades estudiadas, no han podido ver esta

cuestión. Creemos que el proceso de consolidación de jefaturas en regiones como Egipto o

Mesopotamia puede ser comprendido de mejor manera si se lo relaciona con este hecho.

CONCEPTOS BÁSICOS

Sin embargo, antes de iniciar nuestra investigación será necesario que detallemos el significado

de ciertos conceptos fundamentales para nuestro trabajo.

Para comenzar, debemos desarrollar el concepto de ideología, siendo éste uno de los ejes

principales del trabajo. Aquí utilizaremos el concepto desarrollado por Campagno, quien plantea

que la ideología es “toda producción simbólica de una sociedad que tienda a proporcionarle a

ésta una explicación acerca de sí misma y de su relación con el Universo. En esta línea, será

interpretada como ideológica toda práctica que provea una representación compartida del

mundo, una cosmovisión, una concepción en torno al vínculo de los hombres entre sí y con sus

condiciones de existencia, y que sea vivida como verdadera por los miembros de una sociedad”5.

3 No entendemos pensamiento primitivo como algo inferior, opuesto a un pensamiento “civilizado”, sino más bien

como lo que muchos autores denominan “pensamiento integrado”. Para sus características cf. Cervelló, 1996, 13-32. 4 Godelier, 1974, 363.

5 Campagno, 1998a, 16-17.

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A continuación, es necesario ahondar en el concepto de jefatura (chiefdom), siendo éste el otro

eje principal de análisis de nuestro trabajo. ¿Qué entendemos por sociedades de jefatura? Por un

lado, tal como plantea Campagno, “se trata de un tipo de sociedades en las que el parentesco

aparece como criterio dominante para la articulación social, de modo que las prácticas

políticas, económicas e ideológicas se expresan en los términos del ‘idioma’ del parentesco”6.

En segundo lugar, “se trata de sociedades con cierta diferenciación social, lo que equivale a

decir que algún subgrupo parental (por ejemplo, un linaje) constituye la élite de la sociedad,

disponiendo por ello de una serie de prerrogativas diferenciales respecto de las que están al

alcance del resto de la sociedad”7. Por último, “se trata de un tipo de sociedades en las que

existe al menos una posición de liderazgo institucionalizado, de manera que la condición de ser

jefe permanece con independencia del individuo que la detente”8.

LA LÓGICA DE ANTEPOSICIÓN IDEAL Y EL SURGIMIENTO DE JEFATURAS

Tal como plantea Campagno, existen distintas actividades en las que una comunidad no-estatal

podría precisar la presencia de un jefe. Así, un líder comunal podría ser requerido para la

coordinación del sistema productivo, es decir, para encargarse de la redistribución de los

productos. A su vez, podría ser requerido para regular los intercambios con otras aldeas, ya sean

de tipo local, regional, etc. Por otro lado, también está la posibilidad de que los líderes comunales

se encargasen de realizar aquellas actividades pertenecientes al ámbito de lo ideológico (por

ejemplo, rituales sagrados). Por último, podría ser que estos líderes locales fuesen necesitados por

las aldeas para dirigir ciertas actividades bélicas contra otras comunidades9.

Es probable que una o varias de esas cuatro esferas mencionadas por Campagno (dependiendo de

la situación histórica particular) sea la que determine la existencia de un líder. A su vez, también

es posible que un líder se encargase de más de una de estas esferas. Por lo tanto, nos parece que

el planteo del autor es correcto. Sin embargo, nosotros consideramos que el hecho mismo del

6 Campagno, 2000, 138. Por lo tanto, las prácticas imperantes son del tipo parental, y no estatal.

7 Campagno, 2000, 138. Por lo tanto, si bien en estas sociedades la lógica parental articula las relaciones sociales, las

jefaturas se diferencian de otros tipos de sociedades denominadas “igualitarias”, tales como bandas o tribus, en las

que no existe tal élite. 8 Campagno, 2000, 138. Tal líder, sin embargo, no dispone del monopolio legítimo de la coerción, como ocurre en

las sociedades estatales. 9 Campagno, 2002, 155-158.

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surgimiento e institucionalización de jefes comunales no puede ser entendido en su totalidad si

nos limitamos a explicar la actividad o actividades materiales que éstos realizan. Como ya

mencionamos al inicio de este trabajo, otro aspecto de suma importancia que nos permite

comprender el surgimiento y la institucionalización de las jefaturas debemos buscarlo en la

ideología imperante en estas sociedades. Aquí nos parece fundamental la afirmación de Godelier

sobre dichas sociedades: “En el seno de las representaciones religiosas, las causas reales se

sustituyen por causas imaginarias. O, al menos, las causas reales se convierten en los efectos de

causas imaginarias”10

. Esto significa que, en las comunidades con pensamiento integrado, la

ideología actúa de tal manera que siempre las acciones ideales se colocan como la causa

fundamental de todas las acciones materiales. Se produce así una anteposición ideal.

Para ilustrar un poco más esta situación, veamos un ejemplo: el de Malinowski en su estudio de

los trobriandeses. Este autor comprueba que cada una de las fases de la producción agrícola de

estos isleños siempre es precedida por un ritual, ejecutado por el Towosi (el mago de los huertos).

“Los indígenas creen profundamente que a través de su magia el Towosi controla las fuerzas de

la naturaleza, y también creen que debe de controlar el trabajo del hombre. Para ellos empezar

una nueva fase en el cultivo del huerto sin una inauguración mágica es impensable”11

, plantea

Malinowski. Pero a su vez, esta creencia en la magia les otorga un jefe, “cuya serie de ritos

mágicos, al puntuar el curso de las actividades en intervalos regulares, imponiéndoles una serie

de períodos de descanso, y, con la institución de los lotes pautas (Leywota), al fijar un modelo

para la comunidad entera, es de una importancia muy grande”12

.

Por lo tanto, observamos que para los isleños de Trobriand, es la acción religiosa la que se coloca

como garante de la efectividad de la producción, más que su propia acción en los huertos. Sin

embargo, y de fundamental importancia para nuestro trabajo, es el hecho de que para los

trobriandeses la función del líder se hace necesaria en base a sus funciones mágicas, más que en

base al acto material de coordinar la producción. Aclaramos, no es que estos individuos no se den

cuenta de la importancia de tal coordinación, sino que, como planteaba Godelier, las causas reales

se convierten en los efectos de causas imaginarias: el éxito en la coordinación se debe a su poder

mágico.

10

Godelier, 1974, 350. 11

Malinowski, 1976, 91. 12

Malinowski, 1976, 92.

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Prosigamos con otros casos en los que la institucionalización del jefe se relaciona con esta lógica

de anteposición ideal. Uno de éstos es analizado por Kurumi Sugita, quien se encarga del estudio

del período Yayoi en Japón (etapa anterior al surgimiento del Estado). Según la autora, durante

los comienzos de este período no parecen haber existido fuertes diferenciaciones sociales, y las

actividades de culto eran realizadas por la totalidad de la comunidad. Sin embargo, la

diferenciación surgió al interior de la sociedad cuando apareció un sacerdote que, en base a su

poder espiritual superior, se encargaba de centralizar todas las prácticas rituales, y a cambio

recibía parte de los excedentes agrícolas. Pero a su vez, debido a sus poderes sobrenaturales, este

sacerdote coordinaba la producción de todas las unidades locales, lo cual era de suma importancia

para la reproducción de la sociedad13

.

Otros casos similares son mencionados por Muller, quien analiza el concepto de “jefatura divina”

en distintas sociedades africanas, como por ejemplo los Mbum, los Jen, los Awtun, los Chip. En

dichas comunidades, el jefe era, en palabras del autor, “el chivo expiatorio sobre el que descansa

lo bueno y lo malo que puede afectar a la sociedad. Él es la causa de la prosperidad y el desastre

pero al mismo tiempo es el remedio para esos problemas cuando es asesinado o expulsado”14

. Es

decir que la presencia del jefe garantizaba el bienestar de la comunidad en base a sus dotes

sobrenaturales. Y en caso de que esto no funcionase, tal bienestar podría ser obtenido con su

eliminación y su sustitución.

Ambos ejemplos nos muestran, tal como en el caso de los isleños de Trobriand, que la afirmación

de Godelier sobre el pensamiento integrado es acertada. En la ideología de las sociedades

“integradas”, las causas ideales se colocan delante de las causas materiales. En los casos

mencionados los jefes surgen por su necesidad en prácticas materiales, tales como la

coordinación de la producción, mediación de los conflictos, etc., pero todas las actividades

realizadas por éstos se deben a sus poderes sobrenaturales15

. En el primero de los casos, se puede

observar que la capacidad que tiene el sacerdote para coordinar la producción de las unidades

locales dispersas (algo que la misma sociedad considera fundamental para su desarrollo), se debe

al reconocimiento de una cualidad superior. En el segundo de los casos, el poder sobrenatural que

13

Sugita, 1981, 377-378. 14

Muller, 1981, 246. La traducción es mía. 15

Para otros ejemplos de esta situación, cf. Malinowski, 1922; Malinowski, 1935; Firth, 1939, 168-186; Sahlins,

1963, 295; Krader, 1972, 58-65; Godelier, 1974, 363; Frankfort, 1976 [1948], 57-58; Claessen, 1979, 73-88.

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detentan los jefes africanos es el garante del orden en las comunidades, y cuando éste desaparece,

el asesinato o expulsión de sus líderes puede garantizarlo nuevamente.

Por lo tanto, el proceso de institucionalización de tales líderes puede ser comprendido en su

totalidad si se toma en cuenta la importancia que tiene la ideología en dichas sociedades. Así, tal

como establece Claessen, si bien “los contenidos de la ideología pueden variar en cada caso

específico, el patrón general es la concepción de una íntima conexión entre algunas personas y

las fuerzas sobrenaturales. En razón de esta relación, las personas sagradas tienen influencia en

la fertilidad, seguridad y justicia dentro de la comunidad”16

. Tal como plantea Godelier, tales

individuos tienen “el monopolio de las acciones sobre las condiciones (imaginarias para

nosotros) de reproducción de la sociedad. […] Naturalmente, ‘a cambio’ de sus servicios

disfrutan de mayor prestigio, autoridad y algunas ventajas materiales”17

.

Dicho monopolio de esos poderes sobrenaturales por parte de la élite comunal podía ser

reafirmado en algunos casos a través de la herencia. Así, tal como plantea Godelier, existen

ciertos atributos de los antepasados (aquellos que se consideran vitales para la sociedad, como

por ejemplo los poderes mágicos) que sus descendientes desean conservar, y a su vez transmitir a

otras generaciones18

. Esta afirmación cobra mayor fuerza si tenemos en cuenta que tratamos con

sociedades que se articulan bajo la lógica parental.

ALGUNOS PROBLEMAS TEÓRICOS

Hasta aquí, el análisis del funcionamiento de la mentalidad integrada y su relación con el

liderazgo no parece tener mayores problemas. Sin embargo, es conveniente hacer una aclaración

sobre ciertos puntos tratados, puesto que la situación de los jefes en las comunidades no-estatales

suele presentar algunas características que dan a lugar a malinterpretaciones por parte de diversos

autores.

Algunos autores han tendido a pensar que los jefes imponen una carga tributaria a cambio de sus

servicios. Así, vemos afirmaciones tales como: “Para asegurar la continuidad de estos

‘servicios’ altamente valuados, el resto de la comunidad acepta pagar por ello, en forma de

16

Claessen, 1984, 470-471. 17

Godelier, 1980, 670. 18

Godelier, 1993, 105. Sobre esta situación cf., entre otros, Sahlins, 1963, 295; Claessen, 1979, 82; Godelier, 1980.

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ofrendas, tributos, servicios o impuestos”19

. Afirmaciones de este tipo se basan en el supuesto de

que los jefes detentan cierto poder que les posibilita imponer condiciones al resto de la sociedad.

Frente a esta visión evolucionista, que considera que todo lo que caracteriza al Estado ya estaba

presente en las sociedades que lo anteceden, conviene realizar una serie de afirmaciones.

En nuestra opinión, estas consideraciones por parte de diversos especialistas se debe a que no han

comprendido (o no han querido comprender) el rol que tiene el parentesco en dichas sociedades.

Tal como plantea Campagno, “la dominancia de la práctica del parentesco implica que ésta

impone a la sociedad los principios que la sustentan”20

, y por lo tanto, “basada en la norma de la

reciprocidad, la práctica del parentesco pone un límite a la diferenciación social en el interior

de la comunidad”21

. Esta relación jefe-sociedad, en la que el primero brinda servicios

sobrenaturales, y la segunda a cambio le otorga parte del excedente, se basa en las normas básicas

del parentesco. Por lo tanto, no debe ser catalogada como una imposición, puesto que mientras la

sociedad se articule bajo las normas del parentesco, dicho jefe no dispone del monopolio legítimo

de la coerción como para imponer una carga tributaria22

. Dicha relación implica en realidad, en

términos de Sahlins, una reciprocidad de tipo equilibrada23

.

Por otro lado, los especialistas, en base nuevamente a conceptos evolucionistas, y cargados de un

fuerte etnocentrismo, han querido ver en esos jefes de sociedades no-estatales, a individuos que

constantemente están en búsqueda del poder y de subordinar a su comunidad. Esta es la figura

reflejada por conceptos como el de aggrandizer, utilizada por diversos autores24

. Por lo tanto, el

monopolio de esas realidades ficticias pudo ser considerado como algo que las élites comunales

creaban para obtener ventajas sobre el resto de la sociedad. Aquí nuevamente conviene aclarar

ciertas cuestiones.

Los jefes, a pesar de pertenecer a una élite, continúan siendo parte integral de la sociedad. Así, tal

como plantea Sahlins sobre las sociedades polinesias, aun los más grandes jefes eran concebidos

19

Claessen, 1984, 471. También cf. Service, 1984 [1975], 116. 20

Campagno, 1998b, 103. 21

Campagno, 1998b, 104. 22

Campagno, 2003, 66. Dicha situación deviene de que muchos autores confunden el prestigio de los jefes (elemento

que proviene de su éxito en el liderazgo de la sociedad, y en base al cual son mas influyentes), con un poder que les

posibilitaría imponerse ante el resto de la comunidad (elemento que proviene del etnocentrismo de algunos

investigadores). Al respecto, cf. Clastres, 1981 [1976], 113-114. 23

Sahlins, 1976, 244. 24

Cf., por ejemplo, Castillos, 2007, 26-27. En el mismo sentido, aunque sin mencionar dicho concepto: Claessen,

1979, 82-83.

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como parientes superiores de las masas25

. Por lo tanto, como parte orgánica de su comunidad,

también participan de sus concepciones ideológicas. Entonces ocurre que no se puede pensar que

ese monopolio de las realidades ideales sea una estrategia de la élite para engañar a la sociedad y

obtener beneficios materiales. Los líderes comunales también creen ser los únicos poseedores de

dichas realidades sobrenaturales, y entienden que son los únicos que pueden mantener la

prosperidad de la comunidad. Por lo tanto, si aceptan su cargo no es simplemente porque les

interese tener mayor cantidad de bienes, sino que más bien consideran que su papel como

garantes del orden es imprescindible26

.

A MODO DE CIERRE

En conclusión, podemos ver que esta lógica de anteposición ideal se presenta claramente en

muchos ejemplos de comunidades con pensamiento integrado. A su vez, parece que dicha lógica

tendría, en muchos casos, una relación directa con el surgimiento de sociedades de jefatura.

Básicamente, el patrón general es que, como las causas materiales son vistas por la sociedad

“integrada” como una consecuencia de causas ideales, las actividades materiales que realizaban

los líderes (tales como la coordinación de la producción, la regulación de los intercambios, o el

liderazgo en la guerra) serían vistas por la comunidad como una consecuencia de sus poderes

mágicos. A su vez, la institucionalización de la jefatura se vería reforzada por una transmisión vía

hereditaria de estas capacidades mágicas.

A nuestro parecer, el modelo teórico planteado tiene una gran capacidad para ser aplicado a

diversas sociedades en las que surgieron las jefaturas. Tal como planteamos al comienzo del

trabajo, si bien nuestro estudio es básicamente de índole antropológica, creemos que nuestras

hipótesis servirán para todo aquel que intente dar historicidad al asunto. En este sentido, estamos

de acuerdo con Aróstegui cuando plantea que la comparación es la mejor herramienta con la que

cuenta la historiografía para explicar procesos históricos27

. Sin embargo, no deben confundirse

nuestras afirmaciones con reglas de carácter universal. No se trata de ir llevando el “modelo” y

hacerlo encajar para todas las sociedades de jefatura. De esta manera podríamos caer en falsas

25

Sahlins, 1963, 297. 26

Tal como plantea Cervelló, los “pueblos ‘integrados’ viven de forma real […] la integración de la sociedad en el

cosmos y la interacción entre las dos esferas” (Cervelló, 1996, 192). 27

Aróstegui, 2001 [1995], 359.

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conclusiones sobre el surgimiento de dichas formaciones sociales. Según como lo vemos, el

modelo teórico esta planteado para ser una herramienta que nos permita abordar correctamente el

estudio de casos particulares28

. Pero a su vez, de acuerdo nuevamente con Aróstegui, dichos

procesos históricos “sólo pueden facilitar sus mejores enseñanzas si de la misma manera que se

los ve como fenómenos «singulares», se intenta también ver que rasgos «generales» poseen”29

.

Lejos de ser algo acabado y exento de consideraciones, nos parece que la herramienta planteada

puede ser de gran utilidad a la hora de pensar a las sociedades de jefatura en relación con la

ideología. Pero siendo la práctica investigadora la que crea el modelo, y a su vez la que lo testea,

la utilidad de lo planteado en nuestro trabajo sólo podrá ser verificado por futuras

investigaciones30

.

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28

Así, la lógica de anteposición ideal podría no aplicarse en gran cantidad de sociedades, aun siendo estas jefaturas. 29

Aróstegui, 2001 [1995], 359. 30

En nuestro caso, este trabajo será continuado en el futuro por una aplicación en el Egipto Predinástico, donde se

desarrollaron sociedades de jefatura con anterioridad al surgimiento del Estado faraónico.

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