La investigación filosófica - Revista de filosofía DIÁNOIA

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LA INVESTIGACIÓN FILOSÓFICA De nobis ipsis silemus, nos dice Kant citando a Bacon en el umbral de la Crítica de la razón pura, indicando la ignorancia que solemos tener de los problemas que conciernen a la interioridad del Yo que en el caso del ma- gister prusiano es el funcionamiento del intelecto de análoga manera a como se presenta un fenómeno similar en cada proyección de la individualidad. Ya se trate de la res cogitans in genere o cualquiera de sus manifestaciones particulares el hecho es que "de nosotros mismos callamos" en tanto que de las otras cosas hablamos con abundancia. Esto mismo sucede con el in- vestigador filosófico cuya tarea avócale directamente al estudio de sus pro- blemas particulares, silenciando por regla .general una cuestión que no es de poca monta, cual definir y expresar en qué consiste la investigación filo- sófica. Queriendo apartarnos un. poco de este hábito silencioso decidimos intentar una breve caracterización del menester inquisitivo en los términos que supone la responsabilidad académica de hablar en la primera persona del singular, que .es la instancia .originaria en el primer estudio de la opi- nión filosófica. Historia y sistema Me parece que, por principio de cuentas, cabe distinguir dos grandes direcciones en la investigación filosófica, correspondiendo a las respectivas dimensiones en que se desenvuelve el filosofar, a saber: la histórica y la sis- temática. Estas direcciones derivan a su vez de las categorías constitutivas en todo desarrollo cultural, como son la categoría diacrónica y la sincrónica. La primera representa la evolución del pensamiento en la secuencia histórica y la segunda en la integración sistemática y doctrinaria. Empero, grave error sería considerarlas abstractivamente, hablar de ellas como si fueran ajenas, cuando en realidad sucede lo contrario, se requieren ineludiblemente desde el momento que su compresencia recíproca es inexorable por la índole di- námica que corresponde a toda forma de realidad cultural y axiológica, más aún cuando se presenta con caracteres que denotan un alto grado de inte- gración en el trabajo espiritual y específicamente filosófico. Así pues, la categoría diacrónica se manifiesta en la evolución histórica, mientras la sincrónica se traduce en la organización sistemática; la historia es trayectoria diacrónica y el sistema es estructura sincrónica. No existe, por lo demás, una historia carente de sistema ni tampoco un sistema carente de historia, pues la historia es historia de los sistemas y el sistema es integración [165]

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LA INVESTIGACIÓN FILOSÓFICA

De nobis ipsis silemus, nos dice Kant citando a Bacon en el umbral de laCrítica de la razón pura, indicando la ignorancia que solemos tener de losproblemas que conciernen a la interioridad del Yo que en el caso del ma-gister prusiano es el funcionamiento del intelecto de análoga manera a comose presenta un fenómeno similar en cada proyección de la individualidad.Ya se trate de la res cogitans in genere o cualquiera de sus manifestacionesparticulares el hecho es que "de nosotros mismos callamos" en tanto quede las otras cosas hablamos con abundancia. Esto mismo sucede con el in-vestigador filosófico cuya tarea avócale directamente al estudio de sus pro-blemas particulares, silenciando por regla .general una cuestión que no esde poca monta, cual definir y expresar en qué consiste la investigación filo-sófica. Queriendo apartarnos un. poco de este hábito silencioso decidimosintentar una breve caracterización del menester inquisitivo en los términosque supone la responsabilidad académica de hablar en la primera personadel singular, que .es la instancia .originaria en el primer estudio de la opi-nión filosófica.

Historia y sistema

Me parece que, por principio de cuentas, cabe distinguir dos grandesdirecciones en la investigación filosófica, correspondiendo a las respectivasdimensiones en que se desenvuelve el filosofar, a saber: la histórica y la sis-temática. Estas direcciones derivan a su vez de las categorías constitutivasen todo desarrollo cultural, como son la categoría diacrónica y la sincrónica.La primera representa la evolución del pensamiento en la secuencia históricay la segunda en la integración sistemática y doctrinaria. Empero, grave errorsería considerarlas abstractivamente, hablar de ellas como si fueran ajenas,cuando en realidad sucede lo contrario, se requieren ineludiblemente desdeel momento que su compresencia recíproca es inexorable por la índole di-námica que corresponde a toda forma de realidad cultural y axiológica, másaún cuando se presenta con caracteres que denotan un alto grado de inte-gración en el trabajo espiritual y específicamente filosófico.

Así pues, la categoría diacrónica se manifiesta en la evolución histórica,mientras la sincrónica se traduce en la organización sistemática; la historiaes trayectoria diacrónica y el sistema es estructura sincrónica. No existe, porlo demás, una historia carente de sistema ni tampoco un sistema carente dehistoria, pues la historia es historia de los sistemas y el sistema es integración

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Diánoia, vol. 13, no. 13, 1967

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sistemática de la historia. Pero la aplicación de un punto de vista para filo-sofar implica necesariamente el distingo de ambos aspectos, que en algunaocasión he comparado con los cortes anatómicos que se efectúan para estu-diar los tejidos en el tallo de una planta; la apreciación histórica me parececomo un corte longitudinal donde se observa el desarrollo diacrónico' en uncierto tipo de problemas que se desplazan longitudinalmente, similar a losvasos por donde circula la savia vegetal, mientras el estudio sistemático seriaparangonable al corte transversal, y pone de manifiesto la existencia de diver-sos tipos de problemas que coexisten en un momento dado, revelando estamultiplicidad de problemas a través del enfoque sincrónico que exhibe alsistema en su conjunto, tal como se observa en el corte que expone los vasoscoexistentes a un cierto nivel del tallo.

La realidad filosófica es -valga la comparación- como el tronco deuna planta intelectual, florecida en el terreno axiológico que denotan los va-lores de la cultura, y puede examinarse a partir de ambas modalidades direc-cionales, siempre y cuando se tenga en cuenta en cada caso la existencia dela categoría complementaria, o sea la sincrónica para el diacronísmo y la dia-crónica para el sincronismo: evolución longitudinal y coexistencia tranver-sal, respectivamente.

De este modo surge una tercera posibilidad para la investigación, quevendría a ser fundamental, pues frente a ella las otras quedarían en calidadde expresiones derivadas, como realizaciones parciales de un principio inte-grado. Me agradaría decir que la verdadera investigación filosófica debe serdiasincránica, o sea, debe integrarse simultáneamente en las diversas etapasde su evolución y en las diferentes modalidades de su contenido. Sin em-bargo, no es posible llegar directamente al diasincronismo sin cursar sus di-mensiones parciales y constitutivas. Así como es imposible estudiar fisiologíasin efectuar previamente cortes anatómicos para enterarse de' cómo funcionanlas células y los tejidos, tampoco es factible llegar al estudio diasincrónicodel pensamiento sin lograr el previo análisis que proporcionan las dos gran-des formas de incidir en las funciones filosóficas, que son parciales con res-pecto a su modalidad integral, para conocer el resultado que se manifiestaen cada caso, Después de efectuar tales análisis previos, una posterior inte-gración del conocimiento llega a ser indispensable para reconstruir la uni-dad del problema original, consistente en la obra doctrinaria tal como esproducida en el seno de la historia.

Me parece que esta primera reflexión sobre la forma de plantear el pro-blema y la definición del método a seguir, fundamenta las dos grandes mo-dalidades que asume la investigación filosófica; el primer tipo, O' sea la inves-tigación histórica, quedaría establecido al adoptar finalidades interpretativassobre las ideas producidas por los grandes pensadores que figuran en lahistoria, mientras el segundo, o sea la investigación sistemática, consistida

LA INVESTIGACIÓN FILOSÓFICA 167primordialmenteen el desarrollode las doctrinas propias que correspondena cada investigadory que en el mejor de los casosdeberánostentaruna es-tructura de sistema,pues la forma de erigir el pensamientoen su dimensiónsincrónica esprecisamentela del sistema,que equivale genéricamentea uni-dad del pensar frente a la multiplicidad de los problemas.

Debo aclarar que el término diasincrónico que propongoes equivalentea dialéctica, pues diasincronismoes tanto comodialéctica operanteen espa-cio y tiempo, o sea la bidimensionalidad inherente a todos los fenómenosreales,y dentro de ellos, los hechosculturales. En cierto modo, el diasincro-nismo representala supremadialécticapor cuanto superioresson las dimen-siones histórica y sistemáticafrente a las cuales se manifiestan las formasintegrativasde rango parcial que traducenla mutua operabílidad de los ele-mentosconstituyentes,de modo que la evolución diacrónica, consideradaensí misma, es también dialéctica, así como la sincrónica reviste un carácterpropio de evolutividad y dialecticidad,encontrandosu complementomutuoen los términos que he señalado. Análogamentesurgen las respectivasmo-dalidades de la investigación filosófica, que puede ser predominantementehistórica o sistemática,si bien ninguna de tales categoríaspuede aislarsepor completode la complementaria,por másradical que sesupongasu reali-dad intrínseca y su operanciaautónoma.

Concluiremos,pues,que esnecesarioteneren cuenta,al observarla evo-lución histórica, que se trata en última instancia de reconocer la integra-ción histórica de los sistemas,o por el contrario, en el caso del sistemasetiene el desarrollosistemáticode la historia, requiriendo en cada casola par-ticipación de sendascategoríasdialécticasy complementarias.Este conceptode la filosofía y la investigacióncomomodalidadesdel pensamientodialéc-tico me parecede todo punto ínexcepcíonal y en tomo suyogira el problemaque' nos ocupa; cada uno de los casosque señalo presenta ciertos proble-mas que es indispensableconsiderar. Principiemos por la forma diacrónicade manifestarseel pensamientoa travésde la historia.

PRIMERA PARTE: La Investigación Histórica

Requisitos de la investigación

En primer término,el conceptode la investigaciónhistórica se ha hechoconsistiren una búsquedade ideasajenasy, por consiguiente,en la relativacarenciade las propias, tal comoha Ilegadoa sostenerseen algunasaprecia-ciones sobre este tipo de investigación. Sobre ese punto de vista debemosobservarque el investigadorhistóricoestudiaefectivamenteideasajenas,peroello no,1.0 pone al margende cualquier intervención activa de su parte; lafaenahistoriográficano puedeser absolutamenteneutral en el sentidode no

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introducir elemento alguno en el material investigado, neutralidad que no seencuentra ni siquiera en el historiador más superficial, pues cualquier tra-bajo de este género pone en juego criterios de variada índole, principalmenteselectivos e interpretativos, que auspician la participación activa del histo-riador y, por consiguiente, lo erigen en copartícipe de la historia, como unaespecie ·de asociado ex-ojiicio a los autores cuyas ideas examina.

Para dar curso a mis apreciaciones en torno a este problema, quisieraestablecer someramente cuáles son a mi juicio los requisitos de la investiga-ción histórica y, por consiguiente, los pasos metódicos que se deben efectuarpara llevarla a cabo. A tal efecto, diría que la faena historiográfica se realizafundamentalmente en cinco etapas metodológicas, como son las siguientes:

a) Selección del campo histórico examinado, determinando su propia ex-tensión y distinguiéndolo de los demás campos que puedan coexistir con él.

b) Ordenación del material, según la génesis evolutiva de las ideas encada autor, lo cual determina la integración' histórica propiamente dicha.

c) ]erarquización de acuerdo con un criterio que establece un orden denaturaleza axiomática, prosiguiendo los niveles de realización axiológica.

d) Interpretación de la secuencia evolutiva según los principios y nive-les de la idea axiológica que se encuentra en cada sistema examinado.

e) Valoración o sea calificación de las doctrinas con el criterio valorativoque es la idea regulativa correspondiente a cada sector hístórico-axiológico.Í

En los cinco puntos anteriores se contiene, a mi entender, el esquemabásico de la investigación historiográfica y su adecuada aplicación entraña elcorrecto esquema formal de la historiografía científica, que admite ademásuna gran variedad' de modalidades interpretativas determinadas en todo casopor la índole específica de cada territorio examinado.

La primera fase consiste en la selección del campo que va a ser investi-gado y se obtiene mediante la demarcación de un cierto ámbito doctrinarioen la obra de un autor, seleccionando una parte de ella o bien dirigiéndosea un periodo más amplio' que puede comprender dos o más pensadores, pro-bablemente alguna escuela con varios de ellos o una cierta época, y en suextremo toda la historia de la filosofía occidental, como es el caso más fre-cuente en las obras que llevan ese tituló. La elección de la época, escuelao doctrina en uno o varios pensadores, e inclusive la historia por entero, esun acto que se reviste de capital importancia, pues con su sola definiciónqueda automáticamente -determínado el sentido de la investigación misma,desde,el momento que fija su ámbito -de operancia y, por consiguiente, elmotivo de la propia investigación.·

Esta fase constituye la aporética de la historiografía filosófica y, análo-gamente a como se observa con la aporética en general, el hecho de situarel problema que deba ser explicado, establece el sentido más amplio de laexplicación, que en este caso se obtiene mediante la investigación histórica.

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Por otra parte, la selección puede llevarse a cabo aplicando dos puntos devista capitales; el primero corresponde a la definición de dicho periodo in-quisitivo en términos de una obra o una etapa determinada, mientras el se-gundo lleva a cabo la elección atendiendo a cierto tipo de conceptos queinteresan particularmente al investigador. Esta dualidad de criterios ofrecepor una parte la apreciación netamente diacrónica, o sea la evolución tem-poraria del pensamiento, por medio de la cual un determinado conceptoadquiere diferentes acepciones, y por la otra permite la presentación de dife-rentes conceptos, tal como se encuentran en una cierta producción o en undeterminado momento en la obra del pensador que se investiga. Como puedeobservarse, ambas posibilidades repercuten en las correspondientes manerasde entender el sentido funcional del método inquisitivo.

La segunda fase de la historiografía es la ordenación del material quedebe ser historiado; la participación de dicha fase requiérese como una etapanecesaria del método inquisitivo para introducir un determinado orden deselección en un contexto que normalmente se redacta de acuerdo con las ins-piraciones del momento, 'sin asumir el estricto rigor que supone la idea dehomogeneidad en los materiales que integran un cuerpo de doctrina y casinunca están incluidos en una misma obra sino encuéntranse repartidos endiferentes trabajos, muchas vecesen mezcla con temas heterogéneosque debenser analizados para lograr una cierta cohesión doctrinaria en' el material ex-positivo.· Este ordenamiento se efectúa casi siempre en' función del criteriodiacrónico que rige la evolución concreta del pensamiento y normalmentecorresponde a la evolución del sentido teorético de los conceptos.

Ambos criterios son necesarios para obtener una imagen elocuente delacervo histórico que debe ser explicado para desenvolver un estudio mono-gráfico y al mismo tiempo gradualmente ordenado en relación a la obra operiodo que se quiere investigar, atendiendo a que el material es casi siern-pre heterogéneo y para llevar a cabo su explicación requiérese una seleccióny ordenamiento de los' temas que se desean incluir en la investigación. Comoes sabido, los autores no siempre son muy precavidos en lo concerniente a launidad temática de sus trabajos ni ofrecen la nitidez que sería deseable en sudesarrollo para un mejor enfoque interpretativo.

Este hecho se observa principalmente en 'los filósofos llamados proble-máticos, que cultivan de preferencia el género del ensayo, donde tienen ca-bida una diversidad de asuntos heterogéneosque, precisamente por su hetero-geneidad, presentan un problema especial al investigador, tanto más por cuantola preocupación de' sistema no es la más conspicua en el filósofo ensayista.En última instancia, existe siempre un apreciable coeficiente de ensayismo entodos los grandes filósofos debido a la originalidad de sus ideas, que constriñea 'presentarlas callamum currentum, en la forma un tanto dispersa que es ca-racterística del ensayo.

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La tercera fase, o sea la [erarquizacián, es el resultado de la anterior,pues la ordenación de las ideas conduce necesariamente a reconocer deter-minada jerarquía en las mismas, de acuerdo con el principio admitido comonorma fundamental que actúa en calidad de idea regulativa y criterio axio-lógico para desarrol1ar el sistema en general y cada uno de sus problemas par-ticulares. El proceso de jerarquización implica una cierta posición exegéticaen cuya virtud se determina en cada caso la importancia que adquieren de-terminados principios en la integración del sistema. Esta fase debe acometersedestacando los aspectos más importantes de cada doctrina para revelar enella ciertos puntos de inflexión que muestran definídamente el tránsito de"una etapa a otra y de uno a otro problema en la integración del sistema queconstruye cada filósofo.

La fase de interpretación responde a la necesidad de explicar la génesisde las ideas en los términos que señalan los numerosos factores concurrentesa su producción y que son determinantes en la forma concreta como se mani-fiesta todo género de ideas en su acaecerhistórico. Para l1evar a cabo esta inter-pretación encontramos en primer término la evolución integrativa de las ideasque serán dispuestas según la lógica -omejor dicho, la axiológica- internade cada sistema, pues uno de los principios básicos que explican el devenirhistórico es la tendencia en cierto modo conductista y en cierto modo teleo-lógica que prosiguen los desarrol1os teoréticos para llegar al coronamiento decada noción sistemática; el aspecto teleológico se manifiesta de acuerdo con eldesarrollo que reclama su basamento axiológico y, por otra parte, el aspectoconductista obedece a los factores extraaxiológicos o heterónomos que parti-cipan en su constitución real. Los términos de la interpretación señalan cuá-les son los dos grandes hemisferios de toda doctrina, el lógico o axíológico,frente al extralógico o extraaxiológico, con lo cual se representa la evoluciónintegrativa en el seno de la dialéctica autónoma y heterónoma que se mani-fiesta en cada sistema. Esta fase de interpretación prepara el advenimientode la quinta y última que figura en el proceso de la investigación histórica.

Dicha fase consiste -según hemos visto- en la valoración emitida so-bre la perspectiva integral en que es situada la doctrina para formular sobreel1a un definido juicio de valor donde se exponga cuál fue su rendimientoesencial, la contribución más importante que ofreció a la historia filosófica,en qué forma se adecúa esa contribución al resto del sistema, cuáles de susfacetas específicas están de acuerdo con la parte medular del sistema, y cuá-les, por el"contrario, se contradicen con él. De esta apreciación derivan loscriterios prospectivos y retrospectivos a los que nos referiremos después, porlos cuales se ubica la doctrina en términos de una trayectoria superior dondeocupa cierta etapa de transición entre los sistemas anteriores y los posterio-res, integrando el decurso evolutivo que observamos analíticamente en lasucesión de las épocas y las escuelas históricas.

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A su vez, el juicio valorativo puede remitirse en términos generalesauna apreciaciónque expongael conjunto del sistemaen cadapensador,o de-rivar a cadauna de sus obras,señalandola contribución que presentaen elconjunto del sistema,el momentoevolutivo que significa en el mismo, lle-gando inclusive a la valoración de los pensamientosconcretosque figurancomo cumbresestelaresdel sistemay llegan en ocasionesa manifestarseenaforismosque pasan a la posteridad por su peculiar elocuencia y signifi-cación.

Indudablemente,con la judicación valorativa de los sistemasy sus pen-samientosconcretos,se cumple el designio más amplio de la investigaciónhistórica,consistenteen apreciar cadauno de los elementosque integran unsistemafilosófico en función del valor que realiza todo el sistema,de losproblemasque lo constituyen,de los pensamientosque lo consagran,parallegar finalmente a la reconstrucciónintegral de la historia, la cual se pro-duce en última instancia sobreuna ininterrumpida línea de continuidad, dedonde la suprema investigaciónhistórica sería la que agrupara en su inte-gridad el decursodiacrónico del pensamiento,incorporando todos los siste-masdesdetodoslos puntosde vistaque seaposibleponeren juegoy que con-sidero esencialmentecomo prospectivos,introspectivosy retrospectivos,cuyoefectoy significado expondré ulteriormente.

Horizonte en la historiografía

Observandoen rigor, nunca se agota la posibilidad de emprenderunarevaloraciónde los autoresmás consagradosy las tesistradicionalmenteesta-blecidas,pero a medida que transcurreel tiempo, dicha posibilidad dismi-nuye en función de las investigacionesque se han desarrollado,produciendoel asentamientonatural de la convicción genéricadonde reposa el núcleogeneralde la crítica histórica en términosde un consensoestablecidopor lainvestigacióny sedimentadopor el acuerdodel tiempo. Escasasson las teo-rías que puedanrevolucionaractualmentelas conviccionesque se encuentranafirmadasen el tratadismofilosófico sobre el sentidode los temascapitalesque figuran en la historia.

Me pareceque la épocade oro en la historiografía se registró duranteel siglo pasadoy la primera mitad del presente;a travésde dicho lapso seconstituyócomociencia la historia de la filosofía y produjo susmejoresren-dimientos,quedando-a mi juicio- un reducido margen de posibilidadespara continuar con éxito estalabor; el horizontees algo mayor en los trata-mientosmonográficos,o sealos que dirigen la tareaa determinadosaspectosparticularesque tal vez nOsehan puestoen claro con anterioridad,teniendoen cuenta'principalmente las numerosasconfusionessemánticas,conceptosevolutivos,desajustesdialécticosy aun contradiccionesinternasque por razón

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natural existen en los sistemas, cuya dinámica presenta un gran interés a lahistoriografía aunque me parece que las posibilidades de conocimiento e in-terpretación son relativamente pequeñas porque se han tratado en su mayorparte por conducto de la enorme cantidad de estudios generales y particu-lares que hasta ahora se han' realizado a tal efecto.

De cualquier modo, también en el aspecto intensivo y evolutivo cabeseñalar la mayor posibilidad actual a este género de investigación; el trata-dismo monográfico de ciertos aspectos particulares en cada doctrina admitemayores exploraciones y llega a un alto nivel de especulación,' produciendoalgunos trabajos importantes donde suelen hallarse contribuciones específi-cas que ayudan a comprender el sentido dinámico de cada sistema. Talesestudios exigen un profundo conocimiento del tema que tratan y requierenla más aguda especialización del saber historiográfico para profundizar en elanálisis diferencial de cada tema. Es posible que sólo por esta vía puedanobtenerse en la actualidad algunas contribuciones significativas que arrojennueva luz a la historia, superando el empleo de los criterios generales quese esgrimen comúnmente en aras del tratamiento especializado que encarna-elvirtuosismo profesional en este género de investigación.

Las variadas posibilidades de enfoque sobre los sistemas producidos, elgran volumen de trabajos que se han realizado y la abundante diversidadde temas que contienen, configura el volumen de trabajos que comentan lasobras de la historia filosófica, un volumen mucho mayor que el de las obrascomentadas. En efecto, la investigación dedicada a cualquiera de los grandesfilósofos ocupa de hecho un espacio varias veces mayor 'que los escritos origi-nales, aunque no' por ello deba ser'más importante, pues la originalidad delos filósofos creadores mantiene el primer orden de importancia en la valo-ración histórica. El mayor volumen que exhiben los comentarios obedecea la posibilidad que existe al emplear diversos puntos de vista analíticos quese utilizan para llevar a cabo el análisis histórico de las doctrinas, aplicandouna múltiple correlación interna y externa con respecto a cada doctrina enel horizonte interpretativo de la investigación. La norma que rige la orde-naciÓn de dichos criterios es su sentido evolutivo y en él observo la presenciade tres grandes especies criteriológicas que corresponden a sendas posibili-dades de correlación, a saber: .

a) Criterios retrospectivos: señalan los antecedentes de una' doctrina; .b) Criterios introspectivos: examinan la integración autónoma del sis-

tema. -c) Criterios prospectiuos. se refieren esencialmente a sus consecuencias.Cada especie de criterios, o si se prefiere, cada fase o aspecto del triple

criterio aplicado .para llevar a efecto este análisis, se relaciona estrechamen-te con los demás y los supone en cuanto norma estructura:l de integraciónhistórica.

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Así tenemos que la retrospección muestra cuáles fueron los pasos gené-ticos en la producción del sistema, o sean los supuestos antelativos en su foromación previa, las influencias teoréticas y fácticas que lo determinan, etc.

La introspección exhibe el decurso evolutivo propiamente dicho en eldesarrollo de las ideas características de la postura correspondiente.

La prospección indica las derivaciones ulteriores de cada doctrina, o sealas consecuencias que emanan de ella en los sistemas construidos con pos-terioridad.

Un trabajo que pueda considerarse completo, o cuando menos suficiente-mente explicativo y documentado en relación a cualquier tema monográfico,deberá atender necesariamente a esas tres dimensiones analíticas, pues sialguna quedara ausente se produciría grave deficiencia en la consiguienteconcepción y explicación del sistema.

Esto es lo que se observa en el estudio cuyo objeto consiste en explicarun tema determinado, para lo cual debe necesariamente acudir a los antece-dentes que sirven como punto de partida -retrospección-, también a loscaracteres implícitos y logros obtenidos por la misma -introspección- y, porúltimo, a las consecuencias que derivan del sistema -prospección-. Si falotara alguno de tales momentos históricos, el examen quedaría insuficienteen sus apreciaciones y defectiva la investigación realizada.

Resulta obvio que un estudio sobre Hegel -por ejemplo- deberá par-tir de los antecedentes kantianos que lo preceden y en gran parte definenel sentido de su doctrina, construida básicamente en torno a la "idea de laidea"; supondrá asimismo el aspecto esencial y contributivo del sistema hege-liano, que radica en la metafísica absolutista del espíritu histórico, para se-ñalar finalmente las abundantes consecuencias que se reflejan en posturasulteriores como el materialismo, el historicismo, etc., las cuales prosiguen laenseñanza dialéctica de la historia y la aceptan como contribución esencialde Hegel.

SEGUNDA PARTE: La Investigación Sistemática

Filosofía como axiologia

En este punto llego al segundo tipo de investigación que me ocupa, o seala investigación sistemática; se relaciona directamente con la postura susten-tada por el investigador y la formación cultural que tiene como supuestoprevio al desempeño de la tarea filosófica. El concepto que sostengo con-sidera a la filosofía fundamentalmente como axiología, o sea el sistema delos valores. La trascendental importancia que reviste la postura profesadapara el logro de la investigación obedece al inexorable paralelismo entre unay otra, o sea entre la postura sostenida y la forma de investigar.

El problema que considero más importante y al mismo tiempo el más

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difícil. de resolver,radica en la analogía estructuralque se debemanifestaren los diferentesrenglonesculturales atendiendoa los valores que realizacada uno; dicha analogía está determinadapor el esquemaarquitectónicode la cultura y constituyeel basamentoprimario del filosofar, puesen él seapoyala posibilidad orgánicade llevar a cabo un trabajo sistemáticode in-vestigacióny verificarlo adecuadamenteen la cultura misma. No creo quesea posible consumaruna investigación fecunda sobre un problema deter-minado,si no le apoyael conceptode su estructuraaxiológica,señalandoipso(acto la analogía estructuraly por consiguienteconceptual y metodológica,en las diferentesramasde la cultura, así comola organizaciónque priva encadauna.

Esta convicción explica mi variado interés sobre los contenidoscultu-ralesy la convicciónque abrigoen el sentidode que solamentepuedellegarseal núcleo central y másfecundode la filosofía cuando se disponede un am-plio sustentocultural, una formaciónextensaque proporcioneel sólido plan-teamientode los problemasa partir de la realizaciónaxiológica,queesal mis-mo tiempo la manifestaciónobjetiva del espíritu. El conceptode los valoresrepresentael criterio que permiteabordarla tareainterpretativay valorativade la cultura despuésde haber asimilado,aunqueseaen el mínimo requerí-hle, sus disciplinas fundamentales.

La razón para estipular el firme interéspor el basamentocultural, con-siste en penetrar los estratosde las disciplinas respectivasmediantesus pro-yeccionesen la filosofía para obtener la noción sistemáticade los valoresque realiza cadauna, así comodel esquemacategorial que semanifiestaentodoslos valorescomodenominadorgenéricode la expresiónespiritual.Éstaes la convicciónque aflora en mis trabajosy que se podría formular dicien-do: filosofía es axiología.

Pero además,la cultura es tambiénaxiología en cuanto realizacióncon-creta de los valores subyacentesen las finalidades de la tarea cultural; deahí la razón que me haceconsiderara toda filosofía comouna filosofía de lacultura, en la doble acepciónque reportaesteconcepto,a saber,como filo-sofía surgidaen una épocay sobreuna dimensióncoetáneade la cultura, almismo tiempo como filosofía que se ocupade ella en todassus tareas,es de-cir, como la reflexión trascendentalque toma a la cultura como objetode múltiple estudioe insustituible objetividad.Ésta es la basepara llevar acabo la investigaciónsistemática,o si se prefiere, es la convicción personalque abrigoal desenvolverla misma,de acuerdocon la posturaaxiológicaqueprofeso.

Así pues,la filosofía equivalea una axiología de la cultura; todo el filo-sofar gira para mí en torno a una doble acepción que relaciona, por unaparte,a la filosofía comoproductodel medio cultural y por la otra establececomo criterio de valoración el hecho de la cultura misma. De estemodo

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considero a la historia filosófica como una integración gradual y paulatinaque hace evolucionar el conceptoexpuesto de acuerdo a la tónica culturalde cada periodo y de cada nación. Reconozco los sistemasque se han pro-ducido en la historia como válidos, en la medida que realizan dicha funciónaxiológica, la cual encuentroopuestaa las especulacionesmetafísicasde todaespecie,que se distinguen en su multívoca presentaciónpor su carácter abs-tractivo e impiden su verificación en la experiencia o renuncian a ella alpretender trascenderlapara remontarseen aras de la imaginación personal.

Pero aún en este caso, los sistemasmetafísicosadquieren algún sentidoen la medidaen que sirven de preparación a ciertosconceptosulteriores quese emitirán por la vía objetiva, asumiendopor tal motivo un cariz científico,al contar con el necesariofundamentodel cual carecela metafísica; incluso,podríamosdecir que desempeñauna función comoherramientapotencial delintelecto, como laboratorio experimental de las teorías,aunque ciertamenteno tendrán vigencia sino al advenimientode la objetividad, es decir, cuandosuperen el estado de especulacionesmetafísicas y se conviertan en teoríascientíficas y culturales. Comprendo, sin embargo,que los simpatizadoresde]desenfadometafísico---que afortunadamentecada día son menos- pensaránlo contrario y probablementela filosofía tengavalor para ellos en la medidaen que esproducto de la libre especulación,en cuyo casosujetarsea la expe-riencia equivale al intolerable aherrojamiento del pensar tan alegrementeejercido por los metafísicos.

Otros profesos,como puedenser los positivistas,los materialistas,los his-toricistas, los individualistas, los escépticos,los dogmáticos,etc., abrigan encada casouna postura por considerarlaválida y rechazana las demás,defor-mando a la historia con esta unilateralidad de criterio en función de sucreenciaparticular, de donde el caráctersubjetivo que asumefrecuentementela investigación.

Influencia de la postura

Así pues,el conceptode la investigaciónfilosófica,entendida en su acep-ción dinámica y sistemática,está íntimamente ligado a la idea que el inves-tigador profesa de la filosofía misma. El concepto de las relaciones entrefilosofar e investigar influye principalmente si de investigación sistemáticase trata, y en menor grado,si la investigaciónes histórica. No podría ser deotro medo, pues lo que hace el investigador es en último término filosofarsobreel sistemao la historia de la filosofía; no concibo ciertamente-cernoya lo expreséal hablar de la investigación histórica- ninguna posición in-quisitiva que elimine la participación activa del investigadorpara dejarlo encalidad de observadorpasivo, en cuyo casodejaría de ser ipso [acto investi-gador para convertirseen simple lector.

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A tal grado es determinante la Índole de la postura filosófica que cual-quier investigación suficientemente desarrollada la confronta. No es conce-bible una investigación anómica y pasiva que se limitara a percibir tesisajenas y contemplar acontecimientos como si transcurrieran en un desfileespectante, renunciando de antemano a cualquier intervención normativa ycalificativa sobre los mismos, prescindiendo de todo juicio de valor que im-plique una adopción de postura y sistema, así como de las funciones inhe-rentes a la investigación, tanto histórica como sistemática: selección y orde-namiento de materiales, empleo de un criterio para juzgar e interpretar, ylo que resulta de todo ello inevitable, una confronta entre los problemas quese examinan y el criterio utilizado para juzgarlos, cuestión esta última de laque no siempre es plenamente consciente el investigador.

Con todo lo anterior, queda en pie la conclusión expuesta: resulta im-posible evitar que la investigación filosófica quede matizada por el criteriodel investigador y refleje en un grado variable sus convicciones; este gradoserá menor tratándose de investigación histórica y mayor cuando es sistemá-tica, pues en este último caso tiene la más amplia posibilidad de expresarsus ideas, mientras que en el primero debe sujetarse en la mayor medida alcontexto examinado.

La exploración de las relaciones que se establecen entre la postura sus-tentada y sus consecuencias en la investigación, expone la raíz que manifies-tan todos los aspectosde la filosofía con respecto a la cultura, lo cual lleva areconocer que la aplicación concreta de la filosofía debe registrarse en elcampo de la cultura misma. En virtud de esta relación -prosiguiendo siem-pre en mi punto de vista- el filósofo reconoce como punto de partida y deverificación al hecho cultural; lo primero, porque se inicia mediante la ob-servación del acaecer evolutivo en la experiencia, en las variadas manifesta-ciones del devenir histórico, y lo segundo, porque las teorías filosóficas, refe-ridas como se encuentran a los hechos de la cultura, deben encontrar suverificación en la misma y propugnar además por un continuo resguardo delproceso histórico mediante el develamiento de los valores que en él se en-cuentran. Con ello reafirmase el sentido clásico de la filosofía, expuestoen el doble motivo de que la tarea filosófica está enclavada en un marco deacción cultural, donde tiene su origen y criterio de verificación.

Éste es el caso del hombre de ciencia que se preocupa por investigar losproblemas lógicos de su disciplina, los cuales entrañan las formas básicas delpensamiento; el caso del artista que hace lo propio con las cuestiones esté-ticas del arte, preguntando en qué radica la belleza de las obras; del juristaque analiza los fundamentos éticos del derecho y va más allá de su aplicaciónformalista para exponer su basamento moral, y así sucesivamente.

En cada uno de los sectoresculturales se localiza un problema radicadoen el contenido axiológico de la cultura, o sea el valor subyacente en cada

LA INVESTIGACIóN FILOSóFICA

manifestación del espíritu, cuyo develamiento implica, en el sentido másauténtico, el acto de producir una investigación consistente en retomar losproblemas de la experiencia cultural y construir el edificio filosófico en sumás puro sentido sistemático, mediante la reflexión que se origina directa-mente en el estudio de los hechos y los valores. Esta conclusión va de acuer-do -según dije antes- con el concepto que profeso de la filosofía, pues alno concebir su manifestación abstracta o lucubrativa, el camino para unafilosofía concreta y al mismo tiempo creadora, no puede ser otro que el aná-lisis axiológico de la existencia. Éste es el concepto más estricto, la tarea másdepurada que reconozco para la investigación sistemática de la filosofía, diríala única, pues según el mismo criterio no existe otra que pueda garantizarlos irrevocables requisitos que deben fijarse a la investigación sistemática,a saber:

a) Concreción para definir el objeto real que sea problema propio dela filosofía.

b) Unidad que reafirme la estructuración sistemática de la tarea filo-sófica.

e) Trascendentalidad que excluya las duplicaciones en el planteamien-to axiológico.

La filosofía como ciencia

Quiero permanecer en el desarrollo de este propósito lo más objetivoque seadable, incondicionalmente objetivo querría decir, ya que no es posiblemantener una postura de investigación basada en creencias y opiniones per-sonales; por el contrario, se refuerza cada día la convicción de objetividaden la cual se funda el concepto intelectivo de toda ciencia. Sin embargo, meparece que no es posible hablar de la investigación filosófica sin referirladirectamente a la postura que se sustenta, la cual en todo caso debe presen-tarse como objetiva, pues cada quien prosigue la faena inquisitiva atendiendoa sus convicciones teorétícas y las ampara en ideas básicas de objetividad,pero permanece atado al cordón umbilical del fuero subjetivo en una pro-porción que resulta difícil precisar a priori, bordeando el riesgo de la unila-teralidad doctrinaria que se presenta de hecho en todo sistema, obedeciendoa razones que son, precisamente, razones de hecho.

¿Hasta qué grado puede variar el concepto genérico de la investigaciónfilosófica, teniendo en cuenta la divergencia de criterio que impera en lospensadores y los sistemas? Tal es probablemente uno de los puntos más im-portantes que deben resolverse tendiendo en todo caso a producir un con-cepto científico de la investigación, o si se prefiere el concepto de la investi-gación filosófica considerada como ciencia, para lo cual se requiere establecer

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algunascondicionesque figuran comopostuladosbásicosen la definición detoda ciencia. ¿Cuálesson estosaxiomas,tratándosede la filosofía?

La dificultad para precisarlosestribaen un hecho evidentecomoes quela filosofía misma no se erigió desdesus comienzoscomo una ciencia, sinoen calidad de una meditaciónmás o menosesporádicay en cierto modo in-formal. El antiguo conceptode filosofía, que en buena parte se mantieneaún, la consideracomo reflexión universal, tendiente a abordar problemasde toda especie,tal vez como panaceapara resolver los problemasangustio-sos del espíritu o para especular en cualquier momento sobre cualquiertema,comoen efectosucedióduranteuna larga etapade suhistoria,la mayorparte podríamosdecir, pues se extiende desdesus comienzosen las antiguascivilizaciones por la gran mayoría de su duración cronológica. En toda laprolongada era anterior al moderno racionalismo que encuentrasu primerapogeoen Descartes,la filosofía sedesenvuelvecomouna meditaciónun tan-to esporádicae imprecisaen sus linderos con otras disciplinas, lo cual nosignifica que necesariamentehubiera producido falsedades,aunque muchasde ellas figuran en teoríasmás o menos consagradasdel campometafísico;pero en todo caso,el métodoempleadofue circunstancialy de ningún modose reconoce,a lo largo de esa dilatada prehistoria;la sistemáticaprecisión eindeclinable objetividad que es inberente al pensamientocientífico.

La idea de cientificidad en filosofía tiene significativosantecedentesenSócratesy Platón, pero aflora hastael racionalismodel siglo XVII, a imageny semejanzade los desarrollosmatemáticosque por aquel entoncescautiva-ban a los adalidesde la intelectualidad;en esa época se produjo el primergran acercamientoentre el pensamientofilosófico y el cientifico en los tér-minos de una deducción trascendental,al reconocerexpresamenteque todoel pretérito filosóficodebía ser puestoentreparéntesispara dar pasoal nuevoestilo de filosofar que debería ser, a la spinozianamanera,more geometrico.

¿Qué significa entoncesla filosofía como ciencia? ¿Cuálesson los axio-masque -la caracterizaninequívocamente?La respuestaque puedo proponera tan delicado interrogantecontiene una primera fase que caracterizaa lafilosofía como meditacióngeneral, la más general que produceel intelectoen cada épocade la cultura. Dentro de esta generalidadse desenvuelvelaprolongada fase prehistóricaque 'alberga una meditación demasiadoimpre-cisa y falta de verificación,aunque no obstante,reconoce'un problemadefi-nido como objeto de sus reflexiones. De alguna manera se manifiestanlasprimerasetapasde toda ciencia y no olvidemosque ninguna de las discipli-nas que actualmentese presentanen un alto grado de evolución tuvo en suorigen esenivel de adelanto,sino formasy conceptosmás o menosrudimen-tarios que se fueron presentandocada vez más elaborados,a medida queavanzaronen la dirección prospectivade la historia. En cambio,si observa-mosretrospectivamente,entroncamoscon las creenciasmágicase irracionales

LA INVESTIGACIóN FILOSóFICA

que representanla protohistoriade la ciencia y la filosofía, donde sin em-bargo se contieneel primer planteamientorudimentario de sus problemas.Este señalamientorepresentaalgo más que una alusión incidental sobre elorigen histórico de la filosofía, puessu etapade integraciónse extiendedu-ranteun periodosumamenteprolongado,en el cual la cientificidad filosóficasedifunde en una multitud de conocimientosfragmentarios,pero cuya frag-mentariedadno les impide presentarsecomo verdadesefectivas.

Preguntemos,para concluir esteaspectode nuestrasmeditaciones,si pue-de considerarsea la filosofía,y por consiguientea la investigaciónfilosófica,en calidadde ciencia,temaésteque seha discutidoen numerosasocasionesysin embargopermanecetodavíaen la penumbrade la indecisión,no porquéel temaen sí resulte insoluble, sino por efectode un nocivo prejuicio queconsiderademasiadorestringidoel conceptode Ciencia,confiriéndolo exclu-sivamentea las disciplinas de corte matemático-naturalistay excluyendonosólo a la filosofía, sino tambiéna las cienciassociales,que deben aceptarsesin restricciónen la calidad científica que les corresponde.

Así-tenemos que mientraspara algunosla filosofía es ciencia, para otrosno 10 es;prefierendejarla en el nebulosodominio de la especulación,dondeha estadodurante largos periodos. Existen ciertos sectoresdonde se deseaque la filosofía quede investidapor una libertad irrestricta, y en ellos hallegado a creerseque tomarla por ciencia equivale en cierto modo a degra-darla, pues se le restaríauna libertad de imaginacióny de concepciónqueen otra forma conserva. Aunque parezcamentira, opiniones de este jaezsuelenpresentarsetodavíaen ambientesreputadosde la intelectualidad,'y congran desparpajose condenaa la pretensiónde cientificidad como indignadel verdadero filósofo, que sería en esta metafísica noción el gran señorfeudal del intelecto,propietario a su arbitrio de las ideas,su ejercicio y suexpresión.

La respuestaa semejanteproblema,es decir, que la filosofía y por con-siguienteIa investigación sistemáticasea o no una ciencia, depende lógica-mentedel conceptoque setengade la cienciamisma;esciertoque al adoptarcomo noción genéricade la cientificidad la muy circunscritade las cienciasmatemático-naturales,habrá que eliminar desdeluego a las disciplinas queno se conformancon ella y en primer término figura la filosofía. Empero,si extendemosla idea de ciencia a todo el ámbito conceptualque le corres-ponde, interpretándolaen general como saber sistemático y objetivamenteverificable, entoncesla filosofía y la investigaciónadquieren pleno derechopara ostentarsemejantecalificativo. Para explicar por qué la más ampliaacepciónde ciencia debe exigir el carácterde sistemaentendido lato sensucomo organizaciónunitaria y estructuraldel conocimiento,y no circunscrip-tamentecomosistemadeductivo-racionalista,recordemosque el propósitoex-plicativo de la ciencia consistenada menosy nada másque en la disciplina

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unitaria y sistemáticadel saber,en cuya sola virtud es posible coordinar unconjunto de conocimientosque proporcionan la explicación siempre relati-va, aunqueprogresiva,de un objetoo problema.

De producirselo contrario,o seala falta de unidad y de sistema,el saberpermaneceríaen calidad de conocimientofragmentario,tal vez como sucedeen la vida cotidianao comoseobservaen ciertas filosofíasanecdóticasy pro-blemáticas,que no constituyenefectivamenteuna verdaderaciencia sino alo más un conjunto de observacionesprobablementecerteras,aunque desli-gadasentre sí, como sucedeen los aforismosmás o menosnotables,pero alfin de cuentasinconexos,de la sabiduría popular, en las máximassapientesy esporádicasque envuelvenalgunasexpresionesde la "filosofía" cotidiana,un saberdemasiadoprimitivo con respectoa la filosofía sistemática,o lo queequivale,a la filosofía y la investigaciónfilosófica consideradascomo ciencia.

El método trascendental

De acuerdocon lo que expuseantes,la posturaque sustento-en para-lelo a la dilatada corrienteneocriticista- debeentendersecomo un constan-te filosofar en paralelo a la cultura, esto es, como una reflexión axiológica,autónoma,permanentey trascendental.La investigaciónsistemáticay creadoraconsistenada menosy nada más que en filosofar, situarsefrente al hechocultural y exponer sus valores de realización, tanto genéricoscomo especí-ficos,o seanlos que efectúaen su ámbito común y los que produceen cadauna de sus ramificaciones particulares. Este desempeñoque adquiere lafilosofía en el sistemaconjunto de las disciplinas culturales para develarlos valores subyacentesen cada una, proporciona la pauta para la faenainquisitiva que deriva de la filosofía consideradacomo axiología, en cuyoplanteamientoradica el temario básico del filosofar. Por ello reafirmo unavez más: el problemaesencialde la filosofía es el problemade los valores;acometerloobjetivamentees filosofar y, a su vez, también investigar.

Veamos,pues,que la proyeccióncreativa de la filosofía presuponeunasuertede elementosque son cuando menos tan importantescomo la erudi-ción en las doctrinas filosóficas;me refiero al conocimientode los hechosculturales que se deben explicar, sin los cuales no habría punto de apoyopara reflexionar sobre el fundamentode los mismos,obtenido en el ordende la axiología trascendental,ni verificar las doctrinas axiol6gicas de lacultura en el factum de la realidad misma.

La posibilidad de esta investigación creativa está en relación directacon el métodoque se empleepara filosofar, el cual consisteen poseery ejer-citar una dotación básica de principios generalesque actúan como normageneralde proyección para las doctrinas filosóficas y las ramas culturales,de manera que exista una correspondenciaentre éstasy aquéllas. Ambos

LA INVESTIGACIóN FILOSóFICA

tipos de conocimientos se requieren para llevar a cabo la investigación axio-lógica fundamentante que es privati.va de la filosofía. El ejercicio del métodotrascendental se desenvuelve en términos de valor e implica, por consiguien-te, el sistema de las categorías axiológicas generales que definen la constitu-ción estructural del valor y participan como condiciones previas en su carac-terización, desde el momento que fijan los modos de ser y condicionan lasconclusiones particulares que derivan de la filosofía como resultado de la fun-damentación axiocultural que está avocada a realizar.

Actualmente no puede ya existir una filosofía nacida por generación es-pontánea, a la manera de la especulación metafísica al viejo estilo, sin tenera mano las exigencias generales de la metodología filosófica; ésta reclama elcontacto con el sustrato material, el objeto de conocimiento representado enla cultura; en la filosofía que yo reconozco, el método trascendental, críticoo axiológico, significa el instrumento insustituible para llevar a cabo unainvestigación específica. La cultura es el punto de partida para producir lainvestigación y el método trascendental es el camino para obtenerla. Conello se impone la necesidad de precisar cuál debe ser el método adecuadopara investigar sistemáticamente en filosofía; sobre este punto quisiera deciralgunas palabras.

En la investigación historiográfica, el método se erige fundamentalmen-te con los elementos requeridos para llevar a cabo la consulta dirigida sobrelos problemas planteados en la temática de los sistemas anteriormente pro-ducidos; su objeto es proporcionar la interpretación que se confiere a dichossistemas a título explicativo de su desarrollo diacrónico, implicando las di-ferentes fases que mencioné antes.

En cuanto al método de la investigación sistemática, ya expuse que tienecomo antecedente la asimilación de las disciplinas culturales y admite comocomplemento integrativo el conocimiento de las teorías filosóficas que se hanpronunciado sobre los diferentes territorios culturales que sirven de puntode partida y sustrato para la reflexión. Podemos sintetizar la operabilidad delmétodo trascendental en dos condiciones o requisitos previos como son lossiguientes:

a) Conocimiento de la cultura.b) Conocimiento de la filosofía.Sin el primero -conocimiento de la cultura- se carecería de la base re-

querida para establecer la perspectiva creadora, la tarea concreta y su verifi-cación en la experiencia; sin el segundo -conocimiento de la filosofía- fal-taría el antecedente que despeja el campo para ejercer la reflexión, pues alfaltar dicho antecedente convíértese la filosofía en un prolijo ensayar el pro-nunciamiento de hipótesis lucubrativas, o en el mero señalamiento empíricode la experiencia fragmentaria, que no permite arribar a conclusiones gene-rales. Contrariamente a ambas posiciones defectivas, y superándolas definiti-

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vamente, el genuino método filosófico-sistemático permite ascender de laexperiencia múltiple de los hechos culturales a la unidad explicativa delvalor, y volver de ella al múltiple de la experiencia para verificar las tesisaxiológicas, por lo cual consta dicho método fundamentalmente de las si-guientes fases o momentos en su desarrollo:

a) Concreción de la multiplicidad fáctica en la experiencia cultural, paratomar noticia de su realidad, seleccionando y clasificando los campos de cadaespecie sobre criterios judicativos de homogeneidad axioteleológica.

b) Abstracción de la unidad teorética que se obtiene develando la estruc-tura axiológica en cada sector de la cultura, asumiendo la función explica-tiva que corresponde a cada sector cultural cuyo valor explica su sentido.

c) Verificación de la unidad axiológica como función explicativa en elcampo cultural del cual partió, comprobando la regularidad aplicativa delvalor mediante la categoría teleológica universal y la categoría específica encada rama de cultura.

Estas fases corresponden ineludiblemente a los momentos de realizaciónde la filosofía sistemática y pertenecen al método trascendental, llamado asíen la escuela criticista el método filosófico, principalmente por la ereccióndel segundo momento, que implica la ascensión trascendental a la unidad delvalor, en el cual se encuentra la razón explicativa del problema planteadosobre la realidad de la experiencia cultural.

Es fácil percatarse de que este esquema corresponde en términos generalesal método que puede emplearse en cualquier problema, pues el solo hecho deplantear un tema epistémico, o sea el que debe acometer objetivamente el pen-samiento, reclama partir asimismo de una multiplicidad empírica en la cualse ubica, indagar a continuación la correspondiente unidad explicativa queremite a la hipótesis trascendental de carácter axiológico -el valor del cono-cimiento es la verdad- y verificarla en la experiencia para poder aceptarlacomo valiosa, esto es, como válida o verdadera.

Los tres momentos del método trascendental son indispensables para efec-tuar la investigación sistemática y no puede faltar ninguno de ellos; si que-dara ausente el primero, se carecería del objeto que trata de explicar lainvestigación, puesto que en ese primer momento se plantea el problema cog-noscitivo; si el segundo faltara, sería imposible obtener ningún principiofundamentan te, ningún criterio general de valor, pues la ascensión trascen-dental a la hipótesis arroja la unidad regulativa que actúa como principioexplicativo; a su vez, el tercer momento no puede faltar porque la teoría ex-plicativa debe ser verificada en el campo de la multiplicidad aporética dondese situó el problema que es objeto de la explicación, con lo cual se implicala necesaria presencia del tercer momento, o sea la fase de verificación.

LA INVESTIGACIÓN FILOSÓFICA

La filosofía concreta

Quisiera referirme en la última parte de esta semblanza de la investiga-ción sistemática, a lo que llamaré el ejercicio concreto de la filosofía, o seala manera real de filosofar, tal como se manifiesta en el acto efectivo delpensamiento. Este ejercicio asume capital interés para precisar no solamenteel desempeño que corresponde al filósofo en cuanto profesional de su ma-teria, sino principalmente como hombre destinado a ejercitar el pensamien-to en beneficio del medio que lo rodea, de la sociedad en que se desen-vuelve y, más ampliamente, del momento histórico que vive.

Esta consideración parte del supuesto de que debemos situamos más allá,no solamente del dogmatismo particularista implicado en el ejercicio deuna postura determinada, sino también del abstractismo que suele encon-trarse en la profesión filosófica y la consiguiente indiferencia para los proble-mas positivos que acontecen en la realidad. Para apoyar esta convicciónquiero remitirme una vez más a la idea ampliamente reconocida, en el sen-tido de que las posturas históricamente dadas no son una afloración evanes-cente del pensar, sino la expresión de un momento histórico a través de unaproblemática que deriva del estado imperante en la cultura y la realidadconcreta de su tiempo.

Por ello, las doctrinas filosóficas asumen el papel de instrumentos inte-lectuales cuya forma y función se aplica a la problemática que les conviene,de análoga manera a como una herramienta en el taller se adapta a untrabajo determinado y sirve específicamente para desempeñar tal menester,cada vez que se quiera ejecutar ese trabajo se recurrirá a dicha herramienta,cuya función no puede sustituir a las otras ni ser' reemplazada ella misma'por las demás, de acuerdo con el inalterable principio que vincula a la formay la función de cada instrumento material o intelectual. Cada sistema filo-sófico responde a un problema concreto, obedece al método conducente a suexplicación y realiza la función aporética para la cual fue concebida.

Por ello es por lo que la filosofía por una parte proviene y por la otra seaplica concretamente al ejercicio vivo de la reflexión, de donde resulta, enese aspecto general, parangonable al oficio desempeñado por un operarioen un taller, que lo es también el filósofo del intelecto, cuyo desenvolvimientoexige aplicar una forma de reflexión y una suerte específica de método paracada tipo de problema abordado.

Cuando afirmamos, con Kant, que no se debe enseñar 'una filosofía sinoa filosofar, podemos agregar "el oficio de filosofar", juntamente con las teo-rías eidéticas que constituyen el summum del pensamiento. Debería ense-ñarse el oficio, la práctica del pensar, el ejercicio vivo del intelecto, queestá relacionado estrechamente con el tema de la investigación,' en' la medidade la herramienta intelectual que se requiere como método pata su empleo. .

MIGUEL BUENO

Hay un cierto aspecto de artesanía en este oficio intelectual y me pareceque la convivencia directa y prolongada con un maestro es la mejor formade asimilarla, tanto por la manera de ejercitar el intelecto como por las téc-nicas pragmáticas de investigar y redactar, que podrían aprenderse mejordirectamente de un verdadero maestro, conviviendo con él en la faena coti-diana, un poco a la manera de los antiguos talleres artísticos del Renaci-miento, cuya mejor réplica son las escuelas de trabajo en las modernas uni-versidades.

A tal respecto, me parece que se observa actualmente en la filosofíamexicana una sensible decadencia con respecto al nivel existente hace toda-vía unos lustros, cuando florecieron generaciones tan conspicuas como la deAntonio Caso y sus contemporáneos, posteriormente la de sus discípulos, ymás tarde una nueva generación que podríamos llamar de "los discípulosde los discípulos", que por aquel entonces representaban a la juventud filo-sófica y cuyo entusiasmo les llevó a agruparse en escuelas de trabajo, comofueron las de los neokantianos, los existencialistas, los neotomistas y losmarxistas, o sean las cuatro principales tendencias en las que se reveló un mar-cado interés por la filosofía, traducido en un trabajo intensivo que, inde-pendientemente de su valor y rendimiento, exhibía cuando menos interésdesbordante, cierta conciencia de grupo que de ningún modo era un sologregarismo y que en la actualidad está disuelta, lo que a mi juicio es unsíntoma decadente que relaciono con otros de pareja índole, como es el hechodepresivo de que en la actualidad no contemplemos una nueva generaciónde jóvenes que complemente a las anteriores y pueda suplirlas en el momentohistórico que le corresponda para asumir el liderato de la vocación filosófica.Si esta deficitaria situación no encuentra un pronto remedio, todo haceaugurar que la decadencia en tan importante rama de la cultura nacionalse acentuará hasta el punto de no encontrar, siquiera en potencia, las perso-nas que puedan cubrir los sitios de investigadores y catedráticos en filosofía.

Me parece que el panorama es igualmente depresivo en la provincia,pues no obstante los esfuerzos llevados a efecto para promover el desarrollode la cultura filosófica, hasta el momento no se ha formado un solo profe-sional competente para la investigación y que esté ampliamente capacitadopara ejercer la docencia filosófica en el nivel universitario. Sería muy con-veniente que meditáramos un poco sobre tan angustioso problema, paradeterminar las causas que originan esta decadencia y, de ser posible, intentaralguna solución que pueda corregirla para beneficio directo de nuestra cul-tura filosófica, particularmente en el sector que nos ha ocupado en este co-mentario, o sea el de la investigación.

MIGUEL BUENO

CENTRO DE EsTUDIOS FILOSÓFICOS

UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMtA DE MÉXICO