LA IMAGEN EL VALOR DE LA CURIOSIDAD. DEL ARTISTA … · entiende la provocación como un ejercicio...

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LOS SUEÑOS DE LA RAZÓN 4 OCTUBRE 30 DICIEMBRE 2018 ZARAGOZA MUSEO DE ZARAGOZA MUSEO GOYA. Colección Ibercaja-Museo Camón Aznar Colaboran Organizan MUSEO DE ZARAGOZA Plaza de los Sitios, 6, 50001 Zaragoza www.museodezaragoza.es HORARIOS Lunes: cerrado De martes a sábado: 10:00 a 14:00 y de 17:00 a 20:00 h. Domingo: 10:00 a 14:00 h. Cerrado: lunes no festivos y 24, 25 de diciembre. ESPAÑOL LA IMAGEN DEL ARTISTA EL VALOR DE LA CURIOSIDAD. EXPLORAR Y APRENDER Si algo profundo tienen en común el pintor Francisco de Goya (Fuendetodos, 1746 – Burdeos, 1828) y el cineasta Luis Buñuel (Calanda, 1900 – Ciudad de México, 1983) es que fueron artistas genuinamente creadores. A través de sus respectivos medios expresivos fueron capaces de generar atmósferas innovadoras. Supieron escudriñar la naturaleza humana, sobre todo en aquellos aspectos más inaprensibles y resbaladizos, valiéndose ante todo del lenguaje de las imágenes, el “idioma universal” que dijera Goya. Los dos fueron tenaces luchadores, cualidad por cierto de reconocido arraigo aragonés. Los dos compartieron inveteradas tradiciones hispánicas. Los dos, en fin, no sólo viajaron al interior de sus mentes sino también al exterior geográfico de un mundo que se les hacía pequeño. Goya a Madrid, a Roma, a Burdeos; Buñuel a Madrid, a París, a Estados Unidos, a México. Como autores que fueron de unos repertorios sorprendentemente variados, forzoso es que compartieran terrenos comunes. Buñuel, en su filmografía, no se sustrajo de evocar la figura de Goya. Resulta muy sugerente contemplar el espíritu de Goya y de Buñuel uno a la luz del otro, aunque sea grande la distancia que los separa. Goya y Buñuel, ávidos observadores del mundo que les rodeaba, se nutrieron de los entornos culturales que les tocó vivir. Goya bebió de la tradición barroca, transitó hacia los postulados del neoclasicismo y admiró a Velázquez y a Rembrandt. Entabló relaciones con algunas de las más destacadas figuras de la Ilustración, como Jovellanos, y se imbuyó del espíritu reformista de esa corriente de pensamiento. Descubrió en la sátira un magnífico vehículo para ejercer la crítica sobre las conductas humanas reprobables. Buñuel saltó del cerrado entorno de Calanda y Zaragoza al estimulante ambiente universitario de la Residencia de Estudiantes en Madrid. Transitó de la Ilustración a la Institución Libre de Enseñanza para, finalmente, llegar al París de las vanguardias. Asumió el revulsivo magisterio de Gómez de la Serna, entabló amistad con García Lorca y Dalí y exploró las tendencias más novedosas, desde el ultraísmo al surrealismo. Definitivamente seducido por el cine, se interesó por los valores de la intimidad y de la muerte de las películas alemanas, por las cualidades técnicas de las producciones francesas y por la eficacia narrativa de las comedias americanas. Además de leer a los clásicos, se sintió atraído por disciplinas y autores que explicaban los complejos mecanismos de las motivaciones y pulsiones del ser humano, desde Darwin a Fabre, Sade o Freud. MUSEO GOYA. Colección Ibercaja-Museo Camón Aznar Calle Espoz y Mina, 23, 50003 Zaragoza www.museogoya.ibercaja.es HORARIOS Hasta el 31 de Octubre De lunes a sábado, de 10 a 20 h. Domingos y festivos, de 10 a 14 h. Del 1 de Noviembre al 30 de Diciembre De lunes a sábado, de 10 a 14 h y de 16 a 20 h. Domingos y festivos, de 10 a 14 h. Cerrado: 25 de diciembre. MUSEO DE ZARAGOZA

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LOSSUEÑOS DE LA RAZÓN

4 OCTUBRE30 DICIEMBRE 2018

ZARAGOZA

MUSEO DE ZARAGOZA MUSEO GOYA. Colección Ibercaja-Museo Camón Aznar

Colaboran

Organizan

MUSEO DE ZARAGOZAPlaza de los Sitios, 6, 50001 Zaragozawww.museodezaragoza.es

HORARIOSLunes: cerradoDe martes a sábado: 10:00 a 14:00 y de 17:00 a 20:00 h.Domingo: 10:00 a 14:00 h.

Cerrado: lunes no festivos y 24, 25 de diciembre.

E S PA Ñ O L

LA IMAGEN DEL ARTISTA

EL VALOR DE LA CURIOSIDAD. EXPLORAR Y APRENDER

Si algo profundo tienen en común el pintor Francisco de Goya (Fuendetodos, 1746 – Burdeos, 1828) y el cineasta Luis Buñuel (Calanda, 1900 – Ciudad de México, 1983) es que fueron artistas genuinamente creadores. A través de sus respectivos medios expresivos fueron capaces de generar atmósferas innovadoras. Supieron escudriñar la naturaleza humana, sobre todo en aquellos aspectos más inaprensibles y resbaladizos, valiéndose ante todo del lenguaje de las imágenes, el “idioma universal” que dijera Goya. Los dos fueron tenaces luchadores, cualidad por cierto de reconocido arraigo aragonés. Los dos compartieron inveteradas tradiciones hispánicas. Los dos, en fin, no sólo viajaron al interior de sus mentes sino también al exterior geográfico de un mundo que se les hacía pequeño. Goya a Madrid, a Roma, a Burdeos; Buñuel a Madrid, a París, a Estados Unidos, a México. Como autores que fueron de unos repertorios sorprendentemente variados, forzoso es que compartieran terrenos comunes. Buñuel, en su filmografía, no se sustrajo de evocar la figura de Goya. Resulta muy sugerente contemplar el espíritu de Goya y de Buñuel uno a la luz del otro, aunque sea grande la distancia que los separa.

Goya y Buñuel, ávidos observadores del mundo que les rodeaba, se nutrieron de los entornos culturales que les tocó vivir. Goya bebió de la tradición barroca, transitó hacia los postulados del neoclasicismo y admiró a Velázquez y a Rembrandt. Entabló relaciones con algunas de las más destacadas figuras de la Ilustración, como Jovellanos, y se imbuyó del espíritu reformista de esa corriente de pensamiento. Descubrió en la sátira un magnífico vehículo para ejercer la crítica sobre las conductas humanas reprobables.

Buñuel saltó del cerrado entorno de Calanda y Zaragoza al estimulante ambiente universitario de la Residencia de Estudiantes en Madrid. Transitó de la Ilustración a la Institución Libre de Enseñanza para, finalmente, llegar al París de las vanguardias. Asumió el revulsivo magisterio de Gómez de la Serna, entabló amistad con García Lorca y Dalí y exploró las tendencias más novedosas, desde el ultraísmo al surrealismo. Definitivamente seducido por el cine, se interesó por los valores de la intimidad y de la muerte de las películas alemanas, por las cualidades técnicas de las producciones francesas y por la eficacia narrativa de las comedias americanas. Además de leer a los clásicos, se sintió atraído por disciplinas y autores que explicaban los complejos mecanismos de las motivaciones y pulsiones del ser humano, desde Darwin a Fabre, Sade o Freud.

MUSEO GOYA. Colección Ibercaja-Museo Camón AznarCalle Espoz y Mina, 23, 50003 Zaragozawww.museogoya.ibercaja.es

HORARIOSHasta el 31 de OctubreDe lunes a sábado, de 10 a 20 h. Domingos y festivos, de 10 a 14 h.

Del 1 de Noviembre al 30 de DiciembreDe lunes a sábado, de 10 a 14 h y de 16 a 20 h.Domingos y festivos, de 10 a 14 h.

Cerrado: 25 de diciembre.

MUSEO DE ZARAGOZA

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EL PRINCIPIO DE LA INCOMODIDAD

SUBVERSIÓN EN LIBERTAD

ASOMARSE AL INTERIOR

Goya y Buñuel penetraron lúcidamente en la imperfección de la naturaleza humana y supieron dar cuenta de ella con espíritu crítico. Goya arremetió contra las malas prácticas de la educación, de las ocupaciones laborales, del estamento clerical, de la medicina, de la nobleza y de otras muchas condiciones humanas. Censuró la superstición, la hipocresía, la opresión o los abusos entre sexos, tal y como se aprecia en los Caprichos.

Buñuel en Un perro andaluz todavía impacta con la perturbadora visión de un ojo cortado que sitúa al espectador ante una escena totalmente inusual. A partir de aquí su producción se convierte en una permanente llamada a la incomodidad que obliga a pensar y a adoptar postura. Esquivando la ternura complaciente, formula un llamamiento a la reflexión acerca de los desajustes sociales y políticos, acerca del absurdo del poder establecido, fuera éste eclesial o gubernamental. Trasluce el anhelo del ser humano por una nueva edad de oro, pero constata a la vez su crueldad e imposibilidad de alcanzarla.

Goya y Buñuel pusieron singular énfasis en denunciar la perversidad de la guerra, reafirmando la esterilidad y el absurdo de cualquier tipo de violencia.

La libertad era para Goya y Buñuel uno de los bienes más preciados del individuo. Sobre todo se interesaron por la libertad de pensamiento, que desarrollaron a través de procesos creativos que iban más allá de la crítica reformista o moralizante a la par que otorgaban un importante papel a la fantasía. Descubrieron que provocar y subvertir, trastocando iconografías convencionales, abría insospechados caminos artísticos y era un magnífico recurso de liberación personal.

Goya grabó los Caprichos con intención de “subministrar materia para el ridículo y exercitar al mismo tiempo la fantasía del artífice”. Partiendo de asuntos que eran objeto habitual de la sátira convencional, por ejemplo la prostitución o la cambiante fortuna de los humanos, los derivó hacia visiones tan sorprendentes como los caprichos 26 y 56 (Ya tienen asiento, Subir y bajar). La subversión en Goya adopta vívidas expresiones en escenas de carnaval o mediante la representación de rostros grotescos. Igualmente Buñuel se regodeó en derivar rostros hacia el esperpento, como caricaturas de sí mismos que subrayasen las paradojas de su existencia, desde las prostitutas de Nazarín al leproso de Viridiana. Sus versiones trasgresoras del semblante de Jesucristo animan a la duda acerca de su divinidad y a enfatizar su naturaleza humana. Buñuel entiende la provocación como un ejercicio intelectual, como un reto humanista mediante el cual obligar al individuo a interrogarse acerca de las convenciones que le rodean y también acerca de sus propias actitudes.

Buñuel tuvo ocasión de aproximarse a Goya en 1926 al escribir un guion para conmemorar el centenario de la muerte del pintor, que nunca llegó a filmarse. Tampoco prosperó otro proyecto, La duquesa de Alba y Goya (1937), pensado para la industria de Hollywood. No obstante, estos trabajos contribuyeron a la construcción artística e intelectual de Buñuel y acabaron filtrándose en la producción del cineasta. En unos casos mediante evocaciones visuales muy sutiles, como sucede con el tratamiento del erotismo o de la tensión religiosa, que además Buñuel entrelaza a través de las tentaciones. En otros casos al adoptar ambos posturas existencialistas desalentadoras.

Se aprecian, además, convergencias más explícitas entre ellos. En La hija del engaño Buñuel decoró un cabaret con el cuadro de La maja desnuda. Algunos personajes, como el Poca de Viridiana, evocan a otros netamente goyescos como El vergonzoso o Los viejos comiendo sopa que, a su vez, hunden sus raíces en la tradición picaresca hispánica. Una reflexión común sobre la soledad o la orfandad se sugiere en la representación de la niña del Desastre 50 (Madre infeliz) y de la niña acuciada por la peste en Nazarín. Comparten el eco de las vanitas barrocas (Desastre 69, Nada. Ello dirá / La Vía Láctea, hereje desenterrado). Y también coinciden en proclamar la inutilidad de la guerra que destruye al individuo: Goya en Los fusilamientos del 3 de mayo y Buñuel en las distintas variaciones que hizo acerca de este tema.

Los dos creadores, en fin, acabaron planteando la misma desalentadora conclusión: no es posible ejercer la libertad plena en otro ámbito que no sea el de la imaginación.

Muchos creadores se han inspirado en los sueños, en visiones irracionales o pulsiones del subconsciente que dan lugar a imágenes de las que no se espera explicación lógica o enseñanza moral alguna. Goya en El sueño de la razón produce monstruos, crea una imagen paradigmática del artista dominado por el mundo onírico. Sugiere que lo maligno triunfa cuando la razón decae, pero también que la razón descaminada da lugar a desvaríos. Con este lenguaje polisémico, que impregna toda la serie de los Caprichos, franqueaba Goya el camino hacia los Disparates o las Pinturas negras, cuyas propuestas, teñidas de experiencias emocionales de carácter personal, ahondan en lo irracional y fantasmagórico.

Buñuel, gracias a su conocimiento de Freud, a su amistad con Dalí, a sus contactos con la vanguardia y a sus escarceos intelectuales, de Einstein a Sade, descubrió que el sueño era un instrumento único para arremeter contra los cánones establecidos y retornar a la pureza del “automatismo psíquico” en la escritura de sus primeros guiones. Además, la representación de los sueños le permitió romper con la lógica del espacio y del tiempo y convertir el cine en una nueva forma de escribir poesía con imágenes. El lugar donde duerme la razón entendida como convención y en el que, como explicita uno de los presos de Nazarín, se diluye el sentido y las diferencias entre el Bien y el Mal.

CONVERGENCIASMUSEO GOYA. Colección Ibercaja -Museo Camón Aznar

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