La ilustración en europa

34
La Ilustración en Europa La Ilustración fue también un movimiento cosmopolita y antinacionalista con numerosos representantes en otros países. Desde Francia, la Ilustración se extendió por gran parte de Europa. En Gran Bretaña apareció una doble corriente, idealista y empirista, reflejadas en obras como Robinson Crusoe, de Daniel Defoe(1719) David Hume en Escocia, Kant en Alemania y Cristian Wolff que hizo un gran proyecto de difusión de los principios de la filosofía y la ciencia, con una concepción naturalista y racionalista de la cultura, Cesare Beccaria en Italia y Benjamín Franklin y Thomas Jefferson en las colonias británicas mantuvieron un estrecho contacto con los ilustrados franceses, pero fueron importantes exponentes del movimiento. La Ilustración penetró tanto en España como en los dominios españoles de América. Durante el reinado de Carlos III, el ‘rey ilustrado’ por excelencia, las obras de los escritores franceses se leían en español, generalmente en traducciones más o menos retocadas, pero también directamente en francés. Fueron muchos los españoles e hispanoamericanos que viajaban a Francia por motivos de estudio e instrucción, en las artes y las ciencias y los dirigentes políticos de la época, conde de Aranda, conde de Campomanes, conde de Floridablanca, duque de Almodóvar, promovieron y frecuentaron el trato con los pensadores y filósofos de las nuevas ideas. Las vías de expresión fueron los periódicos, las universidades y las florecientes Sociedades de Amigos del País. Entre los españoles ‘ilustrados’, se puede citar a Isidoro de Antillón, geógrafo e historiador; Francisco Cabarrús, crítico y cronista de su tiempo; Juan Meléndez Valdés, que hizo de la Universidad de Salamanca un polo de atracción ‘ilustrada’; Gaspar Melchor de Jovellanos, político y reformador; Valentín de Foronda, embajador y economista, entre otros. Durante la primera mitad del siglo XVIII, los líderes de la Ilustración libraron una ardua lucha contra fuerzas considerables. Muchos fueron encarcelados por sus escritos, y la mayoría sufrió persecución y penas por parte de la censura gubernamental, así como descalificaciones y condenas de la Iglesia. En muchos aspectos, sin embargo, las últimas décadas del siglo marcaron un triunfo del movimiento en Europa y en toda América. Hacia 1770, la segunda generación de ilustrados recibió pensiones del gobierno y asumió la dirección de academias intelectuales establecidas. El enorme incremento en la publicación de periódicos y libros aseguró una amplia difusión de sus ideas. Los experimentos científicos y los escritos filosóficos llegaron a estar de moda en amplios círculos de la sociedad, incluidos los miembros de la nobleza y del clero. Algunos monarcas europeos adoptaron también ideas o al menos el vocabulario de la Ilustración. Voltaire y otros ilustrados quienes gustaban del concepto del rey-filósofo, difundiendo sus creencias gracias a sus relaciones con la aristocracia, acogieron complacientes la

Transcript of La ilustración en europa

Page 1: La ilustración en europa

La Ilustración en Europa

La Ilustración fue también un movimiento cosmopolita y antinacionalista con numerosos

representantes en otros países.

Desde Francia, la Ilustración se extendió por gran parte de Europa. En Gran Bretaña apareció una

doble corriente, idealista y empirista, reflejadas en obras como Robinson Crusoe, de Daniel

Defoe(1719) David Hume en Escocia, Kant en Alemania y Cristian Wolff que hizo un gran

proyecto de difusión de los principios de la filosofía y la ciencia, con una concepción naturalista y

racionalista de la cultura, Cesare Beccaria en Italia y Benjamín Franklin y Thomas Jefferson en las

colonias británicas mantuvieron un estrecho contacto con los ilustrados franceses, pero fueron

importantes exponentes del movimiento.

La Ilustración penetró tanto en España como en los dominios españoles de América.

Durante el reinado de Carlos III, el ‘rey ilustrado’ por excelencia, las obras de los escritores

franceses se leían en español, generalmente en traducciones más o menos retocadas, pero

también directamente en francés.

Fueron muchos los españoles e hispanoamericanos que viajaban a Francia por motivos de

estudio e instrucción, en las artes y las ciencias y los dirigentes políticos de la época, conde de

Aranda, conde de Campomanes, conde de Floridablanca, duque de Almodóvar, promovieron y

frecuentaron el trato con los pensadores y filósofos de las nuevas ideas.

Las vías de expresión fueron los periódicos, las universidades y las florecientes Sociedades de

Amigos del País.

Entre los españoles ‘ilustrados’, se puede citar a Isidoro de Antillón, geógrafo e historiador;

Francisco Cabarrús, crítico y cronista de su tiempo; Juan Meléndez Valdés, que hizo de la

Universidad de Salamanca un polo de atracción ‘ilustrada’; Gaspar Melchor de Jovellanos,

político y reformador; Valentín de Foronda, embajador y economista, entre otros.

Durante la primera mitad del siglo XVIII, los líderes de la Ilustración libraron una ardua lucha

contra fuerzas considerables. Muchos fueron encarcelados por sus escritos, y la mayoría sufrió

persecución y penas por parte de la censura gubernamental, así como descalificaciones y

condenas de la Iglesia. En muchos aspectos, sin embargo, las últimas décadas del siglo marcaron

un triunfo del movimiento en Europa y en toda América.

Hacia 1770, la segunda generación de ilustrados recibió pensiones del gobierno y asumió la

dirección de academias intelectuales establecidas. El enorme incremento en la publicación de

periódicos y libros aseguró una amplia difusión de sus ideas.

Los experimentos científicos y los escritos filosóficos llegaron a estar de moda en amplios

círculos de la sociedad, incluidos los miembros de la nobleza y del clero.

Algunos monarcas europeos adoptaron también ideas o al menos el vocabulario de la

Ilustración. Voltaire y otros ilustrados quienes gustaban del concepto del rey-filósofo,

difundiendo sus creencias gracias a sus relaciones con la aristocracia, acogieron complacientes la

Page 2: La ilustración en europa

aparición del llamado despotismo ilustrado, del que Federico II de Prusia, Catalina la Grande de

Rusia, José II de Austria y Carlos III de España fueron los ejemplos más célebres.

Desde una visión retrospectiva, sin embargo, la mayoría de estos monarcas aparece

manipulando el movimiento, en gran parte con propósitos propagandísticos y fueron, con

mucho, más despóticos que ilustrados.

A finales del siglo XVIII surgieron algunos cambios en el pensamiento de la Ilustración. Bajo la

influencia de Rousseau, el sentimiento y la emoción llegaron a ser tan respetables como la

razón. En la década de 1770 los escritores ensancharon su campo de crítica para englobar

materias políticas y económicas.

De mayor importancia en este aspecto fue la experiencia de la guerra de la Independencia

estadounidense (en las colonias británicas). A los ojos de los europeos, la Declaración de

Independencia y la guerra revolucionaria anunciaron que, por primera vez, algunas personas

iban más allá de la mera discusión de ideas ilustradas y las estaban aplicando. Es probable que la

guerra alentara los ataques y críticas contra los regímenes europeos existentes.

Suele decirse que el Siglo de las Luces concluyó con la Revolución Francesa de 1789, pero no son

pocos los que contemplan e interpretan la inquietud política y social de este periodo como causa

desencadenante de la Revolución. Al incorporar muchas de las ideas de los ilustrados, la

Revolución, en sus etapas más difíciles, entre 1792 y 1794, sirvió para desacreditar estas ideas a

los ojos de muchos europeos contemporáneos.

El enorme impacto que la Revolución Francesa causó en España, tras la muerte de Luis XVI, así

como en los dominios españoles de América, provocó una violenta persecución de las personas

más representativas de las nuevas ideas. Se estableció una censura total y se cerraron las

fronteras, prohibiéndose el paso de todo tipo de libros y folletos, o su embarque hacia América.

Aunque se produjo un repunte de interés modernizado y progresista bajo el gobierno de Manuel

Godoy con la ayuda de Jovellanos, el miedo a la contaminación revolucionaria favoreció la

represión más absoluta, tanto en la metrópoli como en los dominios de la América española. La

existencia de numerosas Sociedades de Amigos del País en los virreinatos favoreció la

implantación y extensión de la ‘ilustración’ en América Latina.

De lo que no cabe duda es que la Ilustración dejó una herencia perdurable en los siglos XIX y XX.

Marcó un paso clave en el declinar de la Iglesia y en el crecimiento del secularismo actual. Sirvió

como modelo para el liberalismo político y económico y para la reforma humanitaria a través del

mundo occidental del siglo XIX. Fue el momento decisivo para la creencia en la posibilidad y la

necesidad de progreso que pervivió, de una forma moderada, en el siglo XX

LAS REFORMAS BORBÓNICAS

Las 'Reformas Borbónicas' fueron los cambios introducidos por los monarcas de la dinastía

borbónica de la Corona Española: Felipe V, Fernando VI y, especialmente Carlos III; durante el

siglo XVIII, en materias económicas, políticas y administrativas, aplicadas en el territorio

peninsular y en sus posesiones ultramarinas en América y las Filipinas.

Page 3: La ilustración en europa

Veamos algunas de estas reformas:

*******En el plano militar

Se planificó la creación de una armada fuerte, con barcos construidos y equipados con

manufacturas de España para no seguir dependiendo del abastecimiento de otras potencias

como hasta entonces.

*******Armada española

En los dominios americanos la estrategia militar consistió en proveer una fuerza que controlara

las rebeliones y los disturbios populares que eran muy reiterados. Además se buscaba poner

freno a los ataques extranjeros y al contrabando. Por tal motivo, los ejércitos en el Virreinato de

Nueva España y en el de Perú eran muy numerosos y estaban dirigidos por profesionales de

carrera.

********Renovación de la burocracia

Se procuró una burocracia profesional nombrando hombres de carrera tanto militares como

civiles, sujetos a la evaluación periódica y a la promoción de cargos. Se estableció una salario fijo

en lugar de las acostumbradas bonificaciones o beneficios que cada cual se atribuía.

La figura del Intendente

A nivel provincial estos funcionarios fueron una pieza clave como representantes del nuevo

orden que se buscaba imponer. Las intendencias era una institución francesa que fue aplicada en

todas las regiones de España y luego en América para achicar las jurisdicciones y aumentar la

posibilidad de controlar la recaudación tributaria.

incremento de la recaudación fiscal

Lograr el incremento de la recaudación del fisco era uno de los objetivos centrales de las

reformas aplicadas. El nombramiento de una burocracia profesional y asalariada junto con un

Page 4: La ilustración en europa

ejército de carrera sumado a la reactivación de los mercados permitió aumentar los ingresos

fiscales de forma muy notoria repuntando la economía general de la Corona. .

La reactivación de la minería

El resurgimiento de la industria de la minería de la plata fue una gran obra borbónica logrando

superar la depresión que había sufrido esta actividad en el siglo anterior. Los nuevos

descubrimientos, los incentivos fiscales y los créditos fomentaron este cambio.

La relación con la iglesia

La monarquía reivindicó el poder sobre la iglesia enfatizando la necesidad de obediencia

absoluta. Era importante que los asuntos eclesiásticos estuvieran bajo el dominio del rey por lo

que se eliminaron ciertos fueros clericales y se reforzó el control sobre el pago del diezmo que

los cleros debían pagar.

La expulsión de los jesuitas

Se produjo en 1767 por orden de Carlos III. Todos los miembros de la Orden Jesuítica que se

encontraban en los dominios americanos debieron exiliarse. Esta medida mostró la fuerte

decisión de la corona por controlar la Iglesia.

Misiones Jesuíticas Guaraníes

Los pueblos guaraníticos del Paraguay son un buen ejemplo de la capacidad de acción de los

jesuitas. Suele decirse que establecieron un “estado dentro de otro estado” debido a la

independencia con la que se movían y la autosubsistencia que lograron.

Frenar las rebeliones.

El caso de Tupac Amaru II

A lo largo del siglo XVIII se sucedieron varias rebeliones y resistencias en las que se expresaron

los distintos grupos sociales de la compleja sociedad colonial.

Tupac Amaru II Un caso resonante fue el de Tupac Amaru II quien fuera el líder de la mayor

rebelión social llevada a cabo en los dominios hispanos contra las medidas del absolutismo

borbónico.

El nuevo Virreinato del Río de la Plata

En 1739 se había creado el Virreinato de Nueva Granada pero fue recién con Carlos III (1759-

1788) las renovaciones políticas resultaron efectivas como para transformar sustancialmente la

relación metrópoli- colonias.

La expansión del comercio colonial

Dispuestos a revertir la declinación económica de España y la presencia constante de las

potencias enemigas incursionando por sus dominios, los Borbones apuntaron a fortalecer el

sistema monopólico ahora con la Casa de Contratación en Cádiz en lugar de Sevilla.Esta reforma

Page 5: La ilustración en europa

se complementaba con algunos cambios básicos, como la desarticulación del comercio

intercolonial para evitar competencia a los productos europeos y la configuración de las

intendencias para perfeccionar la administración pública y descentralizar poderes locales.

Una de las principales instituciones afectadas por el despotismo ilustrado español fue la Iglesia

Católica, ya que la Corona pretendió afirmar el poder secular sobre el religioso. Esto incluía la

restricción de los privilegios y exoneraciones fiscales que gozaban las órdenes religiosas. Fueron

los jesuitas los que más se opusieron al proyecto centralizador de los borbones, por lo que

fueron expulsados de España y sus posesiones ultramarinas en 1767. En este año, Carlos III

decretó la expulsión de la Compañía de Jesús. Las reformas borbónicas llegaron del exterior,

concretamente de la corte imperial de Madrid; llegaron de fuera como llegó la conquista en el

siglo XVI. Afectaron todo el imperio, pues no eran sólo para la Nueva España y el Perú. El

objetivo último de los monarcas de Borbón era la sujeción de las colonias para beneficio

económico de la metrópolis: corregir las fugas fiscales y promover la producción para aumentar

así la recaudación de impuestos. Para lograrlo se necesitaba reformar instituciones y

procedimientos viciados —a juicio de los reformadores— que se habían incrustado en las

sociedades coloniales y con los que ciertos grupos de privilegiados medraban al amparo de la

debilidad de los gobernantes de la casa de Habsburgo. El Consulado de Comerciantes, algunas

corporaciones religiosas como la Compañía de Jesús y la misma institución del virreinato fueron

el blanco de los golpes de los reformadores.

Descontento contra las reformas borbónicas

Antes de tomar medidas para la Nueva España, el gobierno español decidió, primero que nada,

organizar una inspección militar (1769) y una visita general a las oficinas virreinales (1765),

aunque estas dos medidas provocaron una división entre las autoridades coloniales.

Con la llegada de José de Gálvez, con carácter de visitador general las tensiones aumentaron,

hasta que sale en 1771 de la Nueva España. De su visita resultó la nueva división política del

territorio en intendencias y comandancias de provincias internas, el aumento al triple de las

rentas públicas, la reducción de restricciones al comercio, la fundación del obispado de Sonora y

la Academia de Bellas Artes. El visitador inicia una segunda reorganización del ejército e intenta

establecer una nueva modalidad en las milicias provinciales. Toma medidas intrascendentes que

fracasan y sólo hacen perder dinero. La economía de la Nueva España es cargada con los

cuantiosos gastos que provocaban los preparativos militares para el conflicto en América del

Norte. La recuperación de La Habana (1763) y las medidas para modernizar sus defensas se

transformarían en la insaciable boca que engulle Nueva España no se basta para producir:

dinero, hombres, pólvora, carne, maíz, arroz, habas y harina. En Veracruz enfermaban los

cientos de reos que esperaban para ser llevados a trabajar en la isla. Se calcula que las obras de

fortificación de la isla requirieron del envío de más de 5 mil trabajadores novohispanos. La

quiebra del erario se fue agudizando debido al aumento de los gastos, provocados por el

mantenimiento de las tropas y trabajadores en La Habana. Ante esto, las tensiones sociales

aumentan y comienza a organizarse la oposición. El Gobierno de Carlos III recibe desde 1766

noticias, las que considera sin fundamento, sobre el supuesto espíritu de rebeldía. existente en

la nueva España, y sobre un plan de insurgencia que contaba con el apoyo de Inglaterra.

Page 6: La ilustración en europa

Efectos socioeconómicos de las reformas borbónicas

Como es de suponerse, las reformas económicas trajeron consigo múltiples efectos y

consecuencias, tanto positivas como negativas. El gobierno español tomó diversas medidas para

explotar al máximo los recursos de la colonia, con el propósito de generar mucha más materia

prima para la metrópoli. Con las reformas borbónicas se tocaron todas las áreas principales en la

Nueva España, entre ellas se encontraba la minería. También estaban la agricultura, el comercio

(pequeño) y algunas empresas de manufactura. Obviamente hubo beneficios, se permitió

ampliar los negocios entre ciertas colonias (Trinidad, Margarita, Cuba, Puerto Rico).

La medida que mayores desajustes provocó en la Nueva España fue la real cédula de 1804 sobre

la enajenación de bienes raíces de las corporaciones eclesiásticas, que desató reacciones

violentas en contra del gobierno español. Esto se debió a que, con excepción de los

comerciantes más ricos, aquella disposición afectó a los principales sectores productivos del

virreinato (agricultura, minería, manufacturas y pequeño comercio), y en particular a los

agricultores, pues la mayoría de los ranchos y haciendas estaban gravados con hipotecas y

censos eclesiásticos, que los propietarios se vieron obligados a cubrir en un plazo corto, a fin de

que ese capital fuera enviado a España. De esta manera, no sólo la Iglesia se vio afectada por la

real cédula, sino también casi toda la clase propietaria y empresarial de la Nueva España, así

como los trabajadores vinculados con sus actividades productivas. Por ello, se levantó un

reclamo y por primera vez en la historia del virreinato todos los sectores afectados expusieron al

monarca por escrito sus críticas contra el decreto en cuestión. A pesar de todo, la cédula se

aplicó desde septiembre de 1805 hasta enero de 1809, produciendo un ingreso de alrededor de

12 millones de pesos para la Corona, que supusieron el 70 % de lo recaudado en todo el

territorio hispanoamericano.

Para la Nueva España, la aplicación de la cédula, aparte de provocar una severa crisis de capital,

agrietó considerablemente las relaciones entre la Iglesia y el Estado; desde entonces esos dos

poderes no sólo rompieron los lazos de unión que tuvieron en el pasado, sino que se

convirtieron en facciones antagónicas.

Las reformas borbónicas también afectaron al Consulado de Comerciantes de la ciudad de

México; esta corporación, que había acaparado el comercio exterior e interior del virreinato por

medio del sistema de flotas y del control de los puertos, perdió su enorme monopolio con la

expedición de las leyes sobre la libertad de comercio. Al mismo tiempo, la supresión de los

alcaldes mayores, agentes comerciales del Consulado en los municipios del país y en las zonas

indígenas, acabó con la red de comercialización interna y rompió el lazo político que permitía a

los comerciantes de la capital controlar los productos indígenas de mayor demanda en el

mercado exterior e interior.

Al parecer los reformadores borbónicos, encabezados por Gálvez, no tenían una visión completa

del funcionamiento del sistema económico en la Nueva España. Aunque es cierto que muchos

alcaldes mayores eran corruptos y abusaban de su autoridad, el repartimiento del comercio era

mucho más que un mero mecanismo de explotación; constituía el más importante sistema de

crédito para las comunidades indígenas y los pequeños agricultores. Los alcaldes mayores se

Page 7: La ilustración en europa

beneficiaban porque proporcionaban a crédito servicios necesarios: distribuían semillas,

herramientas y otros bienes agrícolas básicos; facilitaban la compra o la venta de ganado, y con

frecuencia vendían los productos de algunos grupos que quizá no hubieran encontrado otra

forma de colocar su producción. Todo esto fue interrumpido con el decreto que suprimía las

funciones de los alcaldes mayores. También crearon escuelas e instituciones para ayudar y

enseñar a los caciques y criollos.

Militar

La reforma administrativa se complementó con cambios en la esfera militar para asegurar la

defensa del territorio colonial. Así, se emprendió la construcción y la reparación de

fortificaciones, y se puso en marcha la formación de un ejército compuesto por dos elementos

de importancia desigual: el ejército regular y las milicias. El primero estaba formado por

soldados permanentes y tropas de apoyo que procedian de España. Las milicias estaban

integradas por los vecinos obligados a recibir instrucción militar para la defensa de su territorio,

que a diferencia de quienes integraban el ejército regular, no recibían paga por ello. El mismo

esfuerzo renovador se dio en la Marina, añadiendo a viejos centros de poder naval, el

surgimiento de otros nuevos, como fue el caso de Montevideo

Reformas económicas y mercantiles

El comercio con América fue una de las áreas a la que los borbones le dedicaron mayor atención,

ya que la consideraban como el principal motor de la recuperación de la economía española.

Una de las primeras medidas fue el traslado de la Casa de Contratación de Indias, de Sevilla a

Cádiz (1717), lo cual legalizaba una situación de hecho, ya que desde fines del siglo anterior la

bahía gaditana fue ocupando un lugar cada vez más preponderante en el comercio con América.

La Casa de Contratación debía fomentar y regular la navegación entre España y América.

Las reformas borbonics eran las mas buscadas de la epocavxIII

CREACION DEL VIRREINATO DEL RIO DE LA PLATA

El virreinato del Río de la Plata, virreinato de las Provincias del Río de la Plata o virreinato de

Buenos Aires fue una entidad territorial que estableció la Corona española en América como

parte integrante del Imperio español.

Fue creado provisionalmente el 1 de agosto de 1776, y en forma definitiva el 27 de octubre de

1777, por orden del rey Carlos III de España a propuesta de su ministro de Indias José de Gálvez y

Gallardo.

El virreinato del Río de la Plata nació de una escisión del virreinato del Perú e integró los

territorios de las gobernaciones de Buenos Aires, Paraguay, Tucumán y Santa Cruz de la Sierra, el

corregimiento de Cuyo de la Capitanía General de Chile y los corregimientos de la provincia de

Charcas. Esos territorios integran en la actualidad las repúblicas de Argentina, Uruguay,

Paraguay, Bolivia y partes del sur de Brasil, del norte de Chile, del sureste de Perú así como

también las disputadas islas Malvinas. Además incluyó nominalmente las islas africanas de

Fernando Poo (hoy Bioko) y Annobón en la actual Guinea Ecuatorial, cedidas por Portugal en

Page 8: La ilustración en europa

1777, aunque el intento por colonizarlas fracasó. El virreinato se situaba en el Cono Sur de

América del Sur sobre el océano Atlántico y se disputa si poseía costas en el océano Pacífico sur.

La triunfante Revolución de Mayo en 1810, ocurrida en la ciudad de Buenos Aires, la capital

virreinal, -que había sido precedida por las fracasadas revoluciones de Chuquisaca y La Paz,

ambas de 1809 en la provincia de Charcas,- desató el inicio de la guerra de la Independencia

Argentina que culminó con la segregación del virreinato respecto del poder español y su

posterior división.

El 18 de noviembre de 1811 abandonó el cargo último virrey, Francisco Javier de Elío, dejando el

mando al entonces gobernador de Montevideo, Gaspar de Vigodet, quien pasó a ser la máxima

autoridad española como capitán general y gobernador de las provincias del Río de la Plata.

Vigodet continuó en su cargo hasta que la rendición de Montevideo el 23 de junio de 1814

supuso el final del dominio español en el Río de la Plata

Razones para la creación del virreinato

La enorme superficie que abarcaba el virreinato del Perú dificultaba las tareas de gobierno, lo

cual fue un poderoso motivo para la división del territorio. Otras causas que influyeron en la

decisión de efectuar esa separación fueron: la ambición de Portugal sobre la Banda Oriental, en

donde se hallaban la Colonia del Sacramento y las Misiones Orientales, así como el constante

avance lusitano sobre toda la frontera hispano-portuguesa en América del Sur; la creciente

importancia que iba cobrando Buenos Aires como centro comercial; el valor del estuario del Río

de la Plata como entrada hacia el interior del continente y la defensa de los puertos de Buenos

Aires y Montevideo; y las sucesivas expediciones del Reino Unido y de Francia sobre las costas de

la Patagonia.

La Ruta del Galeón

El itinerario implantado por el monopolio comercial español en sus colonias fue, desde 1573,

llamado oficialmente la "Ruta del Galeón". Esta ruta fue utilizada para el intercambio comercial

entre España y las Indias en dos flotas anuales destinadas a los puertos de Veracruz -Flota de

Nueva España- en Nueva España y Portobelo, en Panamá, -Flota de Tierra Firme-. Las remesas de

plata, oro, esmeraldas, perlas y demás bienes que salían desde el virreinato del Perú iban

regularmente desde el puerto del Callao hasta la ciudad de Panamá. Desde allí los cargamentos

de riquezas eran llevados por tierra a Portobelo y desde ese puerto las armadas de galeones

surcaban el mar Caribe tocando los puertos de Cartagena de Indias, Santa Marta y Santo

Domingo, para luego cruzar el océano Atlántico hasta el puerto de Sevilla, que fue el único

puerto habilitado de embarque y desembarque hasta 1765. En el sentido inverso los productos

de España llegaban al Callao y de allí se los llevaba a lomo de mula a Potosí, desde donde

seguían hasta Buenos Aires. Portobelo, Cartagena de Indias y La Habana, eran los baluartes

principales para la protección de la Ruta del Galeón, y en Portobelo se realizaban las ferias de

intercambio comercial.

El 21 de noviembre de 1739 fuerzas británicas capturaron, saquearon y destruyeron Portobelo,

lo que demostró paulatinamente a las autoridades españolas que convenía oficializar una ruta

más segura, pensándose en la hasta entonces usada para el "contrabando ejemplar": la que

Page 9: La ilustración en europa

desde el Alto Perú transportaba clandestinamente las riquezas por el "Camino Real", pasando

por Salta y Córdoba hasta llegar al puerto de Buenos Aires, puerto que había crecido

precisamente por el "contrabando ejemplar". El Río de la Plata era la principal alternativa a la

Ruta del Galeón, lo que lo convertía en vulnerable a ataques enemigos y hacía necesario un

fortalecimiento de la presencia española en él. Desde 1662 existía la Aduana Seca de Córdoba

que aplicaba impuestos del 50% a los productos que del Río de la Plata pasaban al Perú, sin

distinguir si su origen era legal o del contrabando.

En 1778 el rey Carlos III promulgó el Reglamento para el Comercio Libre de España e Indias que

puso fin a la ruta monopólica abriendo al comercio recíproco 14 puertos de España y 25 de las

Indias, entre ellos Buenos Aires y Montevideo. En cada uno de ellos debían crearse consulados

de comercio, pero solo los navíos matriculados en España podían utilizar esos puertos. En 1795

el rey habilitó el comercio con las colonias no españolas y permitió que los navíos matriculados

en las Indias pudieran comerciar con puertos españoles.

Todas estas reformas borbónicas modificaron sustancialmente los poderes y factores

económicos tanto peninsulares como hispanoamericanos pero no fueron suficientes para

revertir el impulso independentista en la América española.

El proyecto del virreinato austral

El 8 de octubre de 1773 el rey Carlos III pidió informes al virrey del Perú, a la Real Audiencia de

Lima, y al gobernador de Buenos Aires, respecto de la posible creación de una audiencia en el

Tucumán. El virrey Manuel de Amat y Juniet le respondió el 22 de enero de 1775 expresando los

motivos por los que creía debía reinstalarse una audiencia en Buenos Aires y crearse un

virreinato con capital en Chile que abarcara el Río de la Plata.4 El 18 de noviembre de 1775

fueron repedidos los pedidos de informes a la Real Audiencia de Lima y al gobernador de Buenos

Aires, que no los habían remitido. Cuando el proyecto aún estaba en estudio, el 1 de abril de

1776 el comandante general portugués de São José do Norte, el alemán Johann Heinrich Bohm,

atacó los fuertes de Santa Bárbara y Trindade y recuperó la villa de Río Grande, que había sido

conquistada por Pedro de Cevallos el 12 de mayo de 1763, cuando era gobernador de Buenos

Aires.5 Este conflicto con Portugal precipitó la decisión del rey de crear un virreinato basado en

el Río de la Plata y no en Chile.

MANUEL BELGRANO Y LA ILUSTRACION

Fue un liberal que durante los primeros años del siglo XIX impulsó fuertemente la educación y la

economía en las Provincias Unidas del Río de la Plata. Con una nutrida formación académica que

adquirió de la Ilustración española, Belgrano estaba convencido de que a través de la instrucción

se elevaba el nivel económico de las personas.

Por eso apostó a la agricultura, para promover la economía, y a la educación, sobre todo de la

mujer, para avanzar en la estructura social. Sí, también fue el creador de la Bandera Nacional, tal

vez su obra más reconocida. Pero por sobre esto estuvo el intelectual, con ideas muy claras

acerca del rol del Estado para asegurar las libertades y derechos del ciudadano y crear las

condiciones necesarias para el progreso general teniendo en cuenta el bien común.

Page 10: La ilustración en europa

Vivió entre el 3 de junio de 1770 y el 20 de junio de 1820, era hijo de un comerciante colonial,

autorizado por el Rey de España para trasladarse a América, y de una mujer nacida en Buenos

Aires. El éxito económico de la familia permitió que tanto Manuel como su hermano Francisco

estudiaran en Europa. Su excelente desempeño académico hizo que el papa Pío VI le otorgara

una autorización para leer la bibliografía prohibida de la época.

Así llegaron a sus manos los textos de Montesquieu, Rousseau y Filangieri y las tesis fisiocráticas

de Quesnay. También leyó a los escritores españoles de tendencia ilustrada, como Jovellanos y

Campomanes.

Belgrano estuvo junto con la elite intelectual de España y en aquellos años se discutía mucho

sobre la reciente Revolución Francesa. Se cuestionaba el derecho divino de los reyes, los

principios de igualdad ante la ley y de libertad, y la aplicación universal de la Declaración de los

Derechos del Hombre y del Ciudadano.

Crear el símbolo de la Escarapela y de la Bandera es mucho más que un asunto de colores o de

inspiración. Se trata de una iniciativa para diferenciar a dos ejércitos que combaten en nombre

del mismo monarca y por lo tanto, una forma de reconocer: "Queremos ser independientes". Así

fue interpretada la creación de la Bandera por los jefes realistas.

MARIANO MORENO

En la Universidad de Chuquisaca y para hacerle estudiar allí bajo la conducción del canónigo

Terrazas; en Chuquisaca (hoy Sucre, Bolivia) Mariano estuvo inmerso en las ideas de la

Ilustración y fue imbuido del deseo de ver a la Argentina progresar a tono con los lineamientos

indicados por Adam Smith y Rousseau; se graduó en la Universidad con una tesis rememorativa

de la sublevación de Tupac Amaru unos años antes, condenando las prácticas legales españolas

de exigir servicios personales a los indios.

Moreno volvió a Buenos Aires alrededor de 1805 y pronto se comprometió en escritos y asuntos

de interés público al principio se mostró inclinado a unirse al grupo liberal español actuando

como relator legal para la Audiencia y finalmente alineándose con el grupo conducido por

Martín de Álzaga

En 1809 el virrey Baltasar Hidalgo de Cisneros le solicitó que redactara un memorial para los

hacendados y trabajadores criollos para contrarrestar las demandas de los comerciantes

españoles monopolistas en el sentido de aplicar restricciones al comercio.

Su Representación de los hacendados proponía inequívocamente la apertura del Río de la Plata

para el libre comercio durante un período de dos años; era una clara declaración de lo que

llegaría a ser la política económica de Argentina después de la independencia e implicó para

Moreno el apoyo de los criollos con la caída del gobierno de España durante la invasión de

Napoleón.

Moreno mostró gran actividad en el grupo patriótico, exigiendo que el virrey llamase a cabildo

abierto, con el fin de tratar la crisis política. En su carácter de miembro del cabildo abierto apoyó

Page 11: La ilustración en europa

vigorosamente la deposición del virrey y el establecimiento de una junta elegida por el cabildo

abierto, en representación del pueblo.

En el gobierno de la nueva junta, formada luego de la Revolución de Mayo, con Cornelio

Saavedra como presidente, Moreno fue nombrado secretario, con responsabilidad ejecutiva en

asuntos políticos y militares; durante los siete meses en los que mantuvo este cargo, actuó

rápida y firmemente para llevar a cabo sus claros objetivos: mantener todo el virreinato leal al

gobierno patrio en Buenos Aires, establecer una economía sana y libre, y elaborar una

constitución que pudiera establecer legalmente instituciones para preservar las libertades

personales, políticas y económicas de una nueva sociedad.

Fundó y fue editor de la Gazeta de Buenos Ayres, estableció una oficina de censos y una escuela

militar y planificó la formación de una biblioteca pública nacional; reabrió Maldonado, Ensenada

y Patagones (Río Negro) como puertos, liberando el comercio y las explotaciones mineras de las

antiguas restricciones; equipó y envió ejércitos a diversas partes del virreinato, especialmente al

Alto Perú, para luchar contra los realistas. Persuadió a la Junta de que le permitiera obrar

firmemente en la represión de la conspiración de Córdoba.

Cuando la influencia de Moreno había comenzado a decaer; los críticos aludían a su rudeza

contra la oposición, su hábito de usar la intriga para cumplir sus propósitos; muchos creían que

Moreno y sus jóvenes y progresistas seguidores criollos representaban solamente los intereses

políticos y económicos de la capital en detrimento de las provincias. Saavedra y su grupo

preferían un cambio más moderado, antes que el rápido paso revolucionario impreso por

Moreno.

Los escritos de Moreno han sido publicarlos por su hermano Manuel Moreno, Arengas y escritos

(Londres, 1836); editados por Norberto Piñero, Escritos de Mariano Moreno (Buenos Aires,

1896.

BERNARDINO MONTEAGUDO

Monteagudo defendió de libertad, igualdad, justicia social, rebeldía, unidad continental,

anticolonialismo.

A los 19, siendo simple estudiante en Chuquisaca, aportó al naciente movimiento insurreccional

el libelo protorrevolucionario Diálogo del Inca Atahualpa y Fernando VII, en el que impugnó con

contundencia los pretendidos derechos de España a la dominación de América, demostrando

que se trataba de una usurpacion basada en la violencia y la crueldad. Este libelo, que circuló

manuscrito porque no se podía imprimir en ninguna imprenta, fue muy popular y se propagó por

todo el continente, dándole un enorme prestigio, a pesar de su anonimato.

Al año siguiente, con veinte años, lo vemos como uno de los cabecillas de la revolución de

Chuquisaca del 25 de mayo de 1809, junto a los hermanos Zudañez, el comandante Alvarez de

Arenales, Lemoine, Moldes y otros patriotas, algunos que lo doblaban en edad. Conspirador y

agitador de masas, en Sucre todavía se recuerda que Monteagudo no solo era ideólogo sino

tambien activista repartiendo aguardiente mezclado con pólvora en la plaza para exaltar los

ánimos. Por acciones como esta y por su recurrente apelación al pueblo bajo, a las orillas, la

historia oficial de Mitre lo llamaría “demagogo”.

Page 12: La ilustración en europa

Habiendo escapado de una condena a muerte y de la cárcel, lo vemos al año siguiente como

secretario político de Castelli durante la primera expedición al Alto Perú, redactando y leyendo

el decreto revolucionario que proclamaba en Tiwanacu -ruinas milenarias de una civilización

anterior a la incaica, bajo la invocación del “Sol de América” y a orillas del mítico lago Titicaca- la

emancipación de los pueblos aborígenes.

En los dos años siguientes se convierte en el jefe del partido jacobino en Buenos Aires, nuclea a

los viejos morenistas, publica fogosos artículos en La Gazeta, lanza el incendiario periódico

Mártir o Libre (primero de media docena de periódicos que fundó a lo largo de toda América),

preside la Sociedad Patriótica, se une a la Logia Lautaro, de la cual se convierte en uno de los

cabecillas, y prepara con San Martin y Alvear el levantamiento que volteó al Primer Triunvirato y

la convocatoria a la Asamblea del Año XIII.

Durante esta histórica Asamblea, dominada por la Logia Lautaro, Monteagudo es el cerebro

detrás de las tentativas de declaración de independencia y dictado de una constitución, y de las

normas que promueven la libertad de vientres, la abolición de la Inquisición, la prohibición de la

tortura y la quema de sus instrumentos en la Plaza Mayor, la abolición de títulos y blasones, etc.

En 1817 lo encontramos ya en Chile, siguiendo los pasos de San Martín, ganándose la confianza

de O’ Higgins y escribiendo el Acta de Independencia de ese país (aunque la historiografía

chilena, por un nacionalismo mal entendido, pretende negarlo)

Acompaña a San Martín al Perú como su brazo derecho político, y es un creador y ejecutor de

estratagemas de la guerra psicológica que condujo al derrumbamiento del poder colonial en

Lima: una guerra sin balas, librada con una imprenta y con astucia, y que Rojas bautizó la “guerra

mágica del Perú”. Ingresa con San Martín en Lima -el objetivo soñado por Castelli y por los

patriotas de Buenos Aires y Caracas-, en medio de un terremoto metafórico –político- y un

terremoto real que parecía evocar aquel verso del Himno Nacional Argentino: “se conmueven

del Inca las tumbas”. Allí, es el superministro de San Martín, el alma del Protectorado y el

artífice, desde la conduccion de dos ministerios, de la transformación revolucionaria de la

sociedad peruana, hasta entonces centro de la contrarrevolución españolista. Se vanagloria de

haber expulsado en pocos meses a casi diez mil españoles ultrarreaccionarios que

monopolizaban el poder y las riquezas, porque “no se puede hacer la revolución con los mismos

elementos que se oponen a ella”.

Retirado San Martín, no tarda en ser hombre de confianza de Bolívar, consejero e inspirador del

Congreso de Panamá. Aún sabiendo el peligro que corría su vida, acepta acompañar a Bolívar al

Perú, donde es asesinado por la daga de dos sicarios, pagados por sectores de la oligarquía

peruana, a los 35 años de edad, cumpliéndose lo que él mismo había vaticinado: “Los que sirven

a la Patria deben contarse satisfechos si antes de erigirles estatuas no les levantan cadalsos.”

Toda esta increíble actividad, siempre en primera fila revolucionaria, exponiendo su vida, la

cumplió como vemos a una edad muy temprana. Y no provenía, como otros grandes hombres de

la época –Bolivar, Belgrano, Alvear, Pueyrredon, O”Higgins-, de familias pudientes o prestigiosas

que le allanaran el camino. Su padre era un militar de segundo órden, su madre una mujer de

condición humilde; se atribuía a Monteagudo ser hijo ilegítimo o adoptivo y tener sangre

indígena o negra: descalificación racista con la que tuvo que luchar toda su vida y que podría

Page 13: La ilustración en europa

haberle impedido hasta realizar sus estudios. Alcanzó posiciones de tanta preponderancia, no

por recomendaciones o parentesco sino por su talento extraordinario y firme decisión política.

En 1812 los artículos de Monteagudo muestran constantes apelaciones a los americanos del Sud,

como también lo hace Belgrano al enarbolar la bandera, no para una Argentina inexistente, sino

para que América del Sud sea el “templo de la Independencia y la Libertad”.

En la Asamblea del año XIII se ve con claridad la pugna de las visiones localista y continentalista,

a través de los dos proyectos de Constitución que encarga el Gobierno. El oficial es para las

Provincias Unidas. El de la Sociedad Patriótica, que confecciona Monteagudo, es una

CONSTITUCION PARA LOS ESTADOS UNIDOS DE AMÉRICA DEL SUR.

En 1822 se celebran los tratados peru-colombianos, expresión de alianza entre las naciones que

comandaban Bolívar y San Martín. En su confección intervienen Monteagudo y Joaquin

Mosquera. Consagran la unión militar de ambos países y la intención de convocar al resto a una

alianza superior.

Monteagudo, luego de afinar sus ideas continentalistas con la lectura de los escritos del patriota

centroamericano José Cecilio del Valle, las expone a Bolívar, a quien ve como único posible

factótum de este gran proyecto. Por encargo de Bolívar escribe su famoso “Ensayo de una

Federacion General de Estados hispanoamericanos y Plan para su organización”, el que se

encuentra inconcluso en su escritorio a su muerte.

Como inspirador y promotor del Congreso de Panamá, al cual no llegó a asistir a causa de su

asesinato, comprendió la importancia estratégica de la unión de los pueblos hispanoamericanos.

LA COLONIA HACIA PRINCIPIO DEL SIGLO XIX

El virreinato del Río de la Plata fue una división política y administrativa que España estableció

en sus colonias de América. Se creó en 1776, y lo formaban los siguientes territorios: Buenos

Aires, Paraguay, Tucumán, Potosí, Santa Cruz de la Sierra, Charcas (Alto Perú) y Cuyo. Era una

zona muy extensa de América del Sur. Para que te hagas una idea aproximada, el espacio del

virreinato del Río de la Plata era el que en la actualidad ocupan Argentina, Uruguay, Paraguay,

Bolivia y parte de Brasil y Chile.

Hasta 1776, toda esa extensa zona había formado parte de otro virreinato español, el del Perú,

que, lógicamente, desde ese momento se redujo no solo en tamaño, sino también en

importancia. El virreinato del Río de la Plata duró hasta que sus territorios lograron

independizarse de España, ya en el siglo XIX.

¿CÓMO SE ORGANIZÓ EL VIRREINATO DEL RÍO DE LA PLATA?

El rey español Carlos III envió a la zona del Río de la Plata una gran expedición. Su misión era

acabar con las disputas fronterizas entre los territorios que eran colonias españolas y los que

pertenecían a Portugal. El jefe de aquella expedición, Pedro Antonio de Cevallos, fue el primer

virrey del Río de la Plata. El nuevo virreinato se organizó en intendencias y gobernaciones

militares:

Page 14: La ilustración en europa

Las intendencias eran: Buenos Aires, Córdoba del Tucumán, Salta de Tucumán, Potosí, Paraguay,

Cochabamba, Chuquisaca, Charcas y La Paz. Las gobernaciones militares eran: Montevideo,

Misiones, Moxos y Chiquitos.

¿Cuáles eran las principales autoridades virreinales? Recuerda las tres siguientes...

La máxima autoridad en el virreinato era el virrey, que representaba a la autoridad real (es decir,

al rey de España) en el territorio. Al frente de las intendencias había un intendente. La

administración de cada gobernación estaba a cargo de un gobernador.

Las audiencias se ocupaban de la administración de justicia, y también tenían atribuciones en el

campo eclesiástico (como el control y cobro de un impuesto llamado diezmo). La audiencia de

Buenos Aires se creó en 1783. Los cabildos eran los órganos de gobierno de las ciudades. Tenían

funciones administrativas y judiciales; las administrativas eran ejercidas por los regidores, que

tenían bajo su responsabilidad la salud, las obras públicas, la inspección de los mercados y de los

precios, el control de la policía y de las cárceles, y la organización de las festividades; las

funciones de tipo judicial estaba en manos de los alcaldes, que eran dos. Los miembros del

cabildo eran elegidos cada año entre los vecinos de la ciudad.

La capital del virreinato del Río de la Plata era Buenos Aires, que, al independizarse de Lima,

consolidó su predominio como centro económico, político y administrativo sobre el resto del

territorio rioplatense. En torno al puerto de esta ciudad se desarrolló un activo comercio. Por

ello, la zona del litoral adquirió mayor importancia que los territorios del interior del virreinato.

LA INDEPENDENCIA

En 1806, los británicos quisieron conquistar Buenos Aires. Fracasaron, ya que la ciudad fue

reconquistada por Santiago Liniers y Bremond. Los británicos volvieron a intentarlo en 1807;

pero nuevamente fueron derrotados. La intervención de los criollos fue decisiva para la defensa

de Buenos Aires.

En 1808, los ejércitos franceses de Napoleón Bonaparte invadieron España, y el rey español,

Fernando VII, perdió su corona. En el Río de la Plata siguió existiendo un virrey (Baltasar Hidalgo

de Cisneros sustituyó a Liniers en 1809), pero muchas personas creyeron (no solo en el Río de la

Plata, sino también en el resto de la América española) que había llegado el momento de luchar

por la independencia. En Buenos Aires, la revolución comenzó en 1810. El 9 de julio de 1816, tras

seis años de guerra, el Congreso de Tucumán proclamó la independencia de las Provincias

Unidas del Río de la Plata.

INVASION INGLESA 1 Y 2

Preparativos para la defensa

Rafael de Sobremonte, III marqués de Sobremonte y virrey del Río de la Plata.

Page 15: La ilustración en europa

Hacia fines de 1805 la posibilidad de una invasión inglesa ya recorría Buenos Aires. Esta capital

sudamericana, con sus 45.000 habitantes, era uno de los puertos más prósperos del Nuevo

Mundo (Nueva York, la ciudad más grande por entonces en la América anglosajona, contaba con

unos 85.000 habitantes). El virrey del Río de la Plata, Rafael de Sobremonte, III marqués de

Sobremonte, había solicitado refuerzos militares a España en varias oportunidades. Los cuerpos

militares del virreinato habían sufrido muchas bajas en los últimos tiempos, en particular,

durante la sublevación indígena liderada por Túpac Amaru II. Sin embargo, la única respuesta

que obtuvo fueron unos cuantos cañones y la sugerencia de armar al pueblo para la defensa.

Pero el virrey entendía que dar armas a los criollos, muchos de ellos influenciados por ideas

revolucionarias, era una estrategia peligrosa para los intereses de la corona.

Ocupación británica de Buenos Aires

La flota británica fue avistada frente a Montevideo el 8 de junio. El 24 de junio Beresford amagó

un desembarco en Ensenada, realizando maniobras frente a Punta Lara y abriendo fuego contra

las fortificaciones.

El 25 de junio una fuerza de unos 1.600 hombres al mando de Beresford, entre ellos el

Regimiento 71 de Highlanders, desembarcó en las costas de Quilmes sin ser molestados. Recién

al día siguiente se dispuso en Buenos Aires marchar hacia ellos, bajo el mando del nuevo

Subinspector del Ejército, coronel Pedro de Arce. Cuando se estuvo frente al enemigo, se rompió

fuego, aunque la carga posterior de las tropas invasoras forzó a una retirada general de los

defensores.

Sobremonte intentó una estrategia de defensa, armando a la población y apostando a sus

hombres en la ribera norte del Riachuelo, confiando en poder atacar a los británicos de flanco.

Pero el reparto de armas fue un caos, y las tropas no pudieron detener el rápido avance inglés,

de modo que el virrey quedó fuera de la ciudad, sin posibilidad de intentar nada.

La rendición

El 27 de junio las autoridades virreinales aceptaron la intimación de Beresford y entregaron

Buenos Aires a los británicos. En la tarde de ese mismo día, las tropas británicas desfilaron por la

Plaza Mayor (la actual Plaza de Mayo) y enarbolaron la bandera del Reino Unido, que

permanecería allí por 46 días. El territorio bajo dominio británico fue rebautizado bajo el nombre

de Nueva Arcadia, en alusión a la tierra pastoril griega de tanto peso en las fábulas neoclásicas.

Manuel Belgrano, secretario del Consulado de Buenos Aires (y de todo el virreinato) y Capitán

Honorario de Milicias Urbanas, manifestó la necesidad de reubicar el Consulado en el lugar en

donde el virrey estuviese y se dirigió ante Beresford a presentar la solicitud. Mientras tanto, los

demás miembros del Consulado juraron el reconocimiento a la dominación británica. Belgrano

prefirió retirarse "casi fugado", según sus propias palabras, a la Banda Oriental del Río de la

Plata, a vivir en la capilla de Mercedes, dejando en claro su postura al pronunciar su célebre

frase: "Queremos al antiguo amo o a ninguno".

El virrey abandonó la capital en la mañana del 27 de junio y se retiró a Córdoba junto con

algunos centenares de milicianos que no tardaron en desertar: contrariamente a una persistente

leyenda, no llevaba consigo los caudales, ya que los mismos habían sido evacuados dos días

Page 16: La ilustración en europa

antes de acuerdo a un plan trazado el año anterior. Beresford demandó la entrega de los

caudales del Estado y advirtió a los comerciantes porteños que en caso contrario retendría las

embarcaciones de cabotaje capturadas e impondría contribuciones. El Cabildo no vaciló en

enviar una comisión a Sobremonte rogándole entregara el tesoro a un destacamento inglés

enviado en persecución del mismo. Este tesoro fue trasladado a Londres y paseado como trofeo

de guerra, antes de ser depositado en un banco.

El 14 de julio, Sobremonte declaró a Córdoba la capital provisoria del virreinato. Asimismo, instó

a que se desobedecieran todas las órdenes provenientes de Buenos Aires mientras durara la

ocupación. Se dedicó a organizar un ejército con el que reconquistar la capital, pero la tarea

tropezó con toda clase de dificultades, y sólo dos meses más tarde estuvo listo.

Los porteños estaban, en general, descontentos con la metrópoli y, por tanto, en un primer

momento los británicos fueron recibidos con entusiasmo. Sin embargo, los grupos partidarios de

la independencia reconocieron la amenaza latente en la ayuda británica. La ocupación era la

excusa perfecta para establecer el dominio que el Reino Unido anhelaba sobre la región. Una de

las primeras medidas que tomó Beresford fue decretar la libertad de comercio y la reducción de

aranceles. Al darse cuenta de que los ocupantes no tenían otros planes, sino convertir al Plata en

una colonia británica, los porteños comenzaron a agruparse para preparar una rebelión.

La Reconquista de Buenos Aires

Martín de Álzaga, el rico comerciante español de notoria actuación durante las Invasiones

Inglesas.

Ante la inmovilidad de las autoridades virreinales, los vecinos de la ciudad, criollos y españoles

por igual, comenzaron a armarse para defenderse por sus propias manos. Se organizaron varios

grupos clandestinos que planeaban atacar el Fuerte, residencia temporal de Beresford, con

explosivos caseros. Estos movimientos tuvieron el apoyo de los monopolistas como el rico y

poderoso comerciante español Martín de Álzaga, que se veían severamente perjudicados con el

libre comercio decretado por el representante de Jorge III de Inglaterra (y que fuera aprobado

por este soberano cuando los británicos ya no gobernaban el Río de la Plata).

A fines de julio partieron unos 450 hombres comandados por José Ignacio Garmendia y Alurralde

desde Tucumán. Al llegar a Santiago del Estero, recibieron una comunicación del virrey pidiendo

que una compañía fuera a marcha forzada para llegar cuanto antes a Buenos Aires. Salvador

Alberdi, a cargo de unos doscientos hombres, fue el encargado de hacerlo.

El 1 de agosto una guerrilla amparada por Martín de Álzaga en los Caseríos de Perdriel, fuera del

casco urbano (la actual Chacra Pueyrredón, en el partido de General San Martín),16 dirigida por

Juan Martín de Pueyrredón, fue derrotada por una fuerza inglesa de 550 hombres. Pero la mayor

parte de las tropas quedaron intactas para reconquistar la ciudad.

Plano del movimiento de las fuerzas durante la Reconquista.

Page 17: La ilustración en europa

Antes de que los rebeldes porteños pudieran llevar a cabo su plan, nuevas tropas arribaron a

Buenos Aires: estaban comandadas por Liniers, que había abandonado su posición en Ensenada

y cruzado el Plata para organizar las tropas para la reconquista. Desde Montevideo, y con la

ayuda de Pascual Ruiz Huidobro, gobernador de esa ciudad, el francés organizó un ejército que

partió el 23 de julio para Colonia y el 3 de agosto fue embarcado en una flota de 23 naves hacia

Buenos Aires para iniciar la Reconquista.

Cruzó el Río de la Plata aprovechando una sudestada, tempestad que dejó inmóviles a los

buques británicos y en medio de la niebla. Avanzando desde el Puerto de las Conchas, en Tigre,

se sumaron a este ejército miles de hombres entusiasmados.

La Reconquista de Buenos Aires. William CarrBeresford se rindió ante Santiago de Liniers.

El 12 de agosto, Liniers avanzó sobre la ciudad desatando una batalla campal en distintas calles

de Buenos Aires, hasta acorralar a los británicos en el Fuerte de la ciudad. Primero fue tomada la

Iglesia de la Merced, ubicada a pocos metros de la Plaza Mayor, y desde el atrio del templo se

lanzó la ofensiva al Fuerte. También salieron a la calle centenares de voluntarios organizados y

entrenados por Álzaga. Cerca de doscientos prisioneros ingleses fueron custodiados y llevados

por las tropas de Garmendia hasta la ciudad de Tucumán, que debía encargarse de alojar,

alimentar y custodiar.

Beresford se rindió y firmó la capitulación el 20 de agosto, en la que se acordaba el intercambio

de prisioneros entre ambos bandos. Temiendo un segundo ataque, el Cabildo presionó para que

los prisioneros británicos fueran enviados al interior, anulando así los términos de la rendición.

Retomada la ciudad, la Real Audiencia de Buenos Aires asumió el gobierno civil y decidió

entregar la Capitanía General a Liniers. Asimismo, la corona española le agregó el título "La muy

fiel y reconquistadora" a la ciudad de Montevideo y en el escudo de dicha ciudad se agregaron

banderas británicas caídas, indicando la derrota de los británicos frente a Montevideo.

Popham fue juzgado por una corte marcial británica por haber abandonado su misión en Cabo

de Buena Esperanza pero su castigo se limitó a ser "severamente amonestado". La ciudad de

Londres le otorgaría luego una espada de honor por sus esfuerzos por abrir nuevos mercados; la

sentencia nunca llegó a afectarlo.

Creación de las milicias urbanas

Tras la capitulación de Beresford y ante la posibilidad de una nueva invasión, Liniers emitió el 6

de septiembre de 1806 un documento instando al pueblo a organizarse en cuerpos separados

según su origen. Este documento contenía una proclama acerca de la creación de diversos

cuerpos urbanos, y una segunda orden de convocatoria fue emitida el 9 de septiembre. La

mayor parte de los hombres adultos se enlistó como miliciano de alguno de los diferentes

cuerpos y regimientos que se organizaron.

Page 18: La ilustración en europa

EL PROYECTO DE ARTIGAS

El proyecto de Artigas era organizar a las Provincias Unidas bajo el sistema federal. No incluía la

idea de la independencia de una parte de las Provincias Unidas, es decir, no quería separar a la

Banda Oriental de aquellas.

Es por eso que rechaza las propuestas de Alvear de independizar a la Banda Oriental y Entre Ríos

tomando como línea divisoria el Paraná.

Artigas fue fiel a las ideas revolucionarias de la época, que seguían la línea de libertad, igualdad,

prosperidad, felicidad y seguridad. Dentro de la idea de libertad estaba la religiosa.

El Congreso de Tres Cruces fue lugar para que declare la importancia de una Constitución que

ponga freno al despotismo y abuso de poder los gobiernos.

El Cabildo fue órgano de representación de los pueblos, a los que el caudillo oriental reconocía

derecho de rebelión ante el abuso de los gobernantes.

Durante la guerra creyó necesario la unión defensiva-ofensiva para enfrentarla, luego pensaba

en la federación.

El caudilo de los orientales y Protector de los Pueblos Libres llevó una politica opuesta al

centralismo porteño y rechazó las gestiones conciliadores del Directorio.

Conclusión: Artigas quería la independencia de España, la libertad de los pueblos que debían ser

gobernados bajo la forma federativa y la sanción de una Constitución.

Su proyecto era integrador y feder

LA INDEPENDENCIAY LA MILITARIZACION

Hacia 1808, el papel de los militares en el mundo hispanoamericano colonial se hallaba limitado

a su función específica: la defensa de las posesiones ultramarinas del rey. En la parte meridional,

las principales posiciones estaban dadas por las necesidades estratégicas del imperio: en Chile, la

frontera del Biobío y la latente amenaza mapuche, a pesar de que hacía más de un siglo no se

protagonizaba un enfrentamiento grave entre indígenas e hispanos, obligaban a la presencia de

un ejército permanente; en el Río de la Plata, el enclave portugués de Colonia del Sacramento y

la creación del Virreinato rioplatense justificaban la presencia de 20% del contingente militar

español en América[1].

Page 19: La ilustración en europa

Las reformas impulsadas por la corona borbónica en España, sumado a las crecientes

necesidades para financiar al Ejército indiano, tuvieron por consecuencia la americanización del

contingente. El flujo de militares profesionales se detuvo, y solamente llegaban aquellos que

contaban con un destino fijo. Por otro lado, desde la perspectiva de la elite hispanoamericana,

resultaba más atractiva la obtención de un grado miliciano, por el significado social que tenía,

sumado a los privilegios que les eran inherentes, entre los cuales se contaba el uso y goce del

fuero. La carrera militar, en cambio, implicaba un servicio permanente, una situación de vida

precaria, y una lenta dinámica en los ascensos[2]. En este sentido es que Tulio HalperínDonghi

nos señala que en el virreinato rioplatense existían solamente dos empleos militares de

importancia: el de Inspector General de Armas y Subinspector General de Armas, cuyos altos

sueldos y altas dignidades resultaban atractivos para el establecimiento de alianzas

matrimoniales con la elite burocrática y mercantil: un caso ejemplar fue el enlace entre Antonio

José de Escalada y Sarría, miembro del cabildo, del Real Consulado de Comercio y Canciller de la

Real Audiencia, con Tomasa de la Quintana y Aoiz, hija del Brigadier General de la Real Armada y

Mariscal de Campo de los Reales Ejércitos José Ignacio de la Quintana[3]. En cambio, el resto de

la jerarquía militar llevó a cabo una práctica de alianzas matrimoniales entre familias de

militares, lo que contribuyó a un notorio aislamiento de este segmento en la sociedad colonial

hispanoamericana[4].

Pero el rol político y social de los militares cambió ostensiblemente con el desarrollo de las

revoluciones norteamericanas y francesas. En el primer caso, la independencia de Estados

Unidos de Norteamérica se logró sobre la base de milicias provinciales y voluntarios, lo cual

redundaba en una tropa y oficialidad inexperimentada. Esta guerra significó la primera aparición

de una guerra popular, con participación de una gran cantidad de población masculina de

manera voluntaria y con un claro compromiso político[5]. Por otro lado, la Revolución Francesa

hizo posible que la guerra dejara de ser una “forma ampliada del complot aristocrático”,

abriendo la carrera militar a la totalidad de la población, dando inicio al concepto de la nación en

armas: eran los ciudadanos los que defendían a la patria en peligro. Pero con el advenimiento de

Napoleón, la oficialidad se iba a convertir en una elite, donde no primaba la calidad social, sino

que el honor, el mérito y la virtud: tal es el caso de los mariscales Michel Ney y JoachimMurat,

hijos de un panadero y un posadero respectivamente. Además, en el servicio al Estado, la carrera

militar se transformaba en la clave para lograr la preeminenciasocial[6].

Y, en efecto, bajo la influencia de la disputa generada por la revolución francesa es que se

producirán las invasiones inglesas, que tendrán una importancia para la revalorización del papel

de los militares en la vida política y social del Conosur hispanoamericano. La reacción a la

invasión liderada por el general británico Beresford provino de los vecinos notables y del cabildo

bonaerense, ante el repliegue del virrey Sobremonte hacia Córdoba. Se organizaron cuerpos

milicianos, algunos de ellos en sus denominaciones indicaban el origen de sus miembros: el

cuerpo de Patricios tenía relación con las familias de los principales vecinos bonaerenses,

mientras que el cuerpo de Arribeños aglutinaba a la población de las provincias del interior del

virreinato. También los peninsulares tuvieron representación en los tercios de gallegos,

Page 20: La ilustración en europa

catalanes, andaluces, etc. Hubo prácticas al interior de los cuerpos que permitieron el

perfilamiento de liderazgos, que resultarían importantes en el escenario posterior al 25 de

mayo, como lo fue la elección de los comandantes y oficiales en estos cuerpos, lo cual también

se traduciría en algunas rivalidades de implicancias políticas en el periodo independentista.

Las dos victorias sobre los ingleses pusieron de manifiesto la debilidad del sistema defensivo

español y reafirmó el valor de la actividad militar: el vecino había logrado derrotar a un ejército

profesional enemigo. A la vez que introdujo un importante factor identitario, que tendrá

relevancia en el debate sobre la soberanía y la instalación de una junta de gobierno. Los mismos

cuerpos armados lograrán sofocar el movimiento del capitular Martín de Álzaga para deponer al

héroe de la defensa, el virrey Santiago de Liniers. En menos de dos años, la mutación ideológica

llevaría a un cambio en las lealtades políticas, ya que sería la misma junta liderada por Cornelio

Saavedra la que ordenaría el fusilamiento de Liniers, lo que se verificó el 25 de agosto de 1810

en Córdoba. Como señalan acertadamente VictorGayol y Gabriela Tío Vallejos, el proceso

revolucionario del Río de la Plata “convirtió a los líderes civiles en militares a la fuerza y a los

militares en gobernantes forzados”[7].

Desde el 25 de mayo de 1810, la expansión de las ideas políticas fue de la mano del avance de

las sucesivas expediciones enviadas por la Junta. Este hecho evidenció que la guerra se convirtió

en el elemento transformador del orden colonial y de la realidad cotidiana (el caso de la

transformación de la provincia de Cuyo en un verdadero campo militar a gran escala, incluyendo

un cambio en las orientaciones que tenía la economía agroganadera de dicha provincia); la

oficialidad del ejército desplazó en términos de prestigio a la clase burocrática, destruyendo las

jerarquías tradicionales, aunque hubo una simbiosis entre las jerarquías y estructuras

clientelares tradicionales con la jerarquía de mando, solidaridades y prestigio que imponían los

nuevos ejércitos revolucionarios. En el plano cultural, se generó una cultura bélica que

acompañó al cambio en la visión que tenía la sociedad entera sobre la actividad militar[8].

Políticamente, la carrera militar abrió el camino para que los oficiales comenzaran a ocupar

empleos administrativos: a nivel estatal, la presencia de altos oficiales en el mando supremo de

las Provincias Unidas del Río de la Plata: al brigadier Carlos María de Alvear (1815); brigadier

Ignacio Álvarez Thomas (1815-1816); brigadier Juan Martín de Pueyrredón (1816-1819);

brigadier José Casimiro Rondeau (1819-1820). Mientras que a nivel provincial podemos citar el

caso del coronel José de San Martín en la provincia de Cuyo (1814-1815); al coronel Antonio

González Balcarce en Buenos Aires (1812-1814). En el caso del Ejército de los Andes durante su

permanencia en Chile, también se proyectó esta tendencia, ya que mientras San Martín se

hallaba en Buenos Aires negociando las bases para la expedición libertadora del Perú, y

O’Higgins asumía el mando de las operaciones contra el bastión realista en Talcahuano, quedaba

de manera interina a cargo de la dirección política de Chile el coronel Hilarión de la Quintana,

mientras que asumieron empleos de gobernador y comandante general de armas en Valparaíso

el teniente coronel Rudecindo Alvarado (1817) y el coronel José Matías Zapiola (1819); y en

Page 21: La ilustración en europa

Talca, los comandantes Francisco de Montes y Larrea (1817), Enrique Martínez (1817-1818) y el

coronel José Matías Zapiola (1818).

En cuanto a los aspectos sociales de la militarización, un caso paradigmático es el de José de San

Martín. El futuro libertador había nacido en el pueblo de Yapeyú, en 1778, hijo de dos españoles,

del Capitán Juan de San Martín y Gregoria Matorras, ambos de origen peninsular. El capitán San

Martín y su familia debieron regresar a España conforme a los ajustes realizados a la política

defensiva del imperio, que retiraba a los cuerpos profesionales de América. José de San Martín

comenzó en España una carrera militar, no teniendo mayores opciones conforme a ser hijo de

un oficial que había comenzado como soldado y había llegado al tope de sus posibilidades como

oficial. Cuando San Martín vuelve a América, en marzo de 1812, su inserción en la vida

bonaerense fue de la mano del desempeño profesional como militar: a poco de haber llegado se

le encomendó la creación de un escuadrón de caballería conforme a la táctica francesa. En

octubre del mismo año, su posición política se consolidaba al ser parte de los militares que, en

conjunto con los civiles de la Sociedad Patriótica, depusieron al triunvirato compuesto por Juan

Martín de Pueyrredón, Feliciano Chiclana y Manuel de Sarratea. Inclusive, el nuevo gobierno lo

dotó del empleo de Comandante General de Armas de Buenos Aires. En 1813 fue destinado

como General del Ejército del Norte. El ascenso de San Martín no se detendría, ya que en agosto

de 1814 se le destinaría como Gobernador Intendente de la Provincia de Mendoza y, en 1816,

como General en Jefe del Ejército de los Andes y la calidad de Capitán General de la Provincia de

Cuyo para efectos de la organización de la expedición de Chile. Sin embargo, la rápida carrera de

San Martín también implicó su incorporación a la sociedad porteña. De la mano de Carlos María

de Alvear, cuya amistad trabó en España y compañero de lides en el establecimiento de la Logia

Lautaro en Buenos Aires, fue presentado a la hija de Antonio José de Escalada y Tomasa de la

Quintana, hija de un encumbrado militar del periodo tardocolonial rioplatense. María Remedios

de Escalada, quien a la sazón tenía 15 años, se casó en septiembre de 1812 con José de San

Martín. En este sentido, el matrimonio le reportó a San Martín un importante capital familiar[9],

del cual se valdría para llevar a cabo su actividad político-militar por el Conosur

hispanoamericano: sus cuñados, Manuel y Mariano Escalada, se incorporarían al Regimiento de

Granaderos a Caballo, que comandaba San Martín, del cual llegarían a ser encumbrados

oficiales, coronel y teniente coronel, hasta su retiro, en 1819. También formaría parte de este

regimiento un primo de los hermanos Escalada, Rufino Guido. Por su parte, el abogado Tomás

Guido, quien se desempeñaría en el Despacho de Guerra de las Provincias Unidas del Río de la

Plata, como oficial primero, posteriormente se transformaría en el consejero de San Martín, y

redactor del proyecto de la expedición hacia Chile en 1816, y lo tendría a su lado durante la

campaña de Chile, al haber sido nombrado con calidad de representante del gobierno porteño

en Chile entre 1817 y 1820. También tendrían importancia en la aventura sanmartiniana hacia

Chile los tíos maternos de los Escalada Quintana: el brigadier Matías de Irigoyen, Secretario del

Despacho de Guerra de Pueyrredón y Rondeau, y el coronel Hilarión de la Quintana, oficial

agregado al Estado Mayor, y que como ya vimos sustituyó a O’Higgins en el año 1817. Inclusive,

un primo más lejano, Mariano de Larrazábal y Aspiazú, sería en Chile director interino de la

Academia Militar entre 1817 y 1818, y posteriormente, pasado al Ejército de Chile, acompañaría

a San Martín en la Expedición Libertadora al Perú, en calidad de Comandante del Regimiento N°4

de Chile

Page 22: La ilustración en europa

EL PLAN CONTINENTAL DE SAN MARTIN

En 1817 San Martín inicia una guerra contra los españoles desde Chile. Su plan se denominó

'Plan Continental', por medio del cual debía liberar a Chile, cruzando los Andes, y desde allí por

barco se dirigiría hasta el Perú donde también los libertaría.

En Mendoza armó su ejército con el apoyo de toda la ciudadanía. Obtuvo gran ayuda y

colaboración de Martín de Pueyrredón en el Directorio. Le enviaron dinero, armas , ponchos,

frazadas, hombres negros (esclavos).

En enero de 1817 comenzó la travesía con un ejército de 5,000 soldados y unos 1,000 animales

entre caballos y mulas. Cruzó la cordillera por el paso de los Patos y Uspallata. Las tropas

estaban a cargo de Soler, O'Higgins, San Martín y Las Heras.

Otras tropas menores (unos 800 soldados) cruzaron los Andes por otros sitios, para tratar de

confundir al enemigo.

Al llegar a Chile tuvo una importante victoria, la de Chacabuco, que le permitió entrar en

Santiago, allí O'Higgins fue nombrado Director de Chile (San Martín había rehusado

anteriormente el mismo cargo).

Luego fue derrotado por los realistas en Cancha Rayada, pero más tarde venció al enemigo en la

batalla de Maipú. Con el apoyo de O'Higgins armó una flota naval con barcos ingleses y con la

jefatura de militares irlandeses como Cochrane.

En junio de 1820 partió hacia Perú, desde Valparaíso con 4,500 hombres, 14 barcos y 8 naves de

guerra. En 1821 San Martín proclamó la independencia del Perú, donde fue nombrado Protector.

En 1822 renuncia a su cargo de Protector, regresa a Chile y permanece allí 3 meses para

restablecerse de su salud, después va a Mendoza, donde es informado de la muerte de su

esposa en Buenos Aires.

Como la situación del país era bastante grave, y los caudillos provinciales iban tomando día a día

mayor poder, San Martín decide alejarse de la patria.

Page 23: La ilustración en europa

Se fue a vivir con su hija Merceditas a Francia, y permaneció allí hasta su muerte, el 17 de agosto

de 1850. Treinta años más tarde sus restos fueron repatriados por el gobierno argentino y

depositados en el mausoleo de la Catedral de Buenos Aires.

SALTA Y LA REGION DURANTE LA GUERRA DE INDEPENDENCIA

En junio de 1810, el cabildo de Salta se sumó a la Revolución de Mayo, llegando en 1811 el

primer contingente del Ejército del Norte.

Durante la guerra de la Independencia Argentina, la ciudad de Salta fue invadida varias veces por

los realistas: 29 de enero-10 de marzo de 1812; 15 de abril-4 de mayo de 1817, por José de la

Serna (Invasión de De la Serna a Jujuy y Salta); 31 de mayo-fines de junio de 1820, por Juan

Ramírez Orozco; 7 de junio-14 de julio de 1821 por Pedro Antonio de Olañeta.3 Durante estas

ocupaciones, el caudillo Martín Miguel de Güemes organizó la resistencia y las ofensivas

patriotas, y lanzó una guerra de guerrillas popularmente llamada guerra gaucha, hasta su

asesinato, en 1821.

Con la decisiva batalla de Salta (20 de febrero de 1813), Manuel Belgrano logró que todo el

noroeste quedase libre, aunque se mantuvieron esporádicos ataques realistas desde el Alto Perú

hasta 1826.

Consolidada la independencia, Salta se hundió, junto con el resto del país, en el torbellino de

luchas entre unitarios y federales, siendo alternativamente gobernada por ambos bandos.

[editar]Formación del territorio de la Provincia de Salta (1814-1943)

Muy poco tiempo después de la Revolución de Mayo, en 1814, la antigua Intendencia de Salta

del Tucumán empezó a desintegrarse, y se inició un largo proceso durante el cual la provincia de

Salta fue formando su territorio, en medio de disputas con provincias vecinas, disputas entre la

Argentina y países vecinos, guerras con las tribus del Chaco, hasta que en 1943 la provincia

adquirió la forma y los límites que actualmente tiene.

Por decreto del 8 de octubre de 1814, el Director Supremo Gervasio Posadas dividió la

Intendencia de Salta del Tucumán en dos:

Page 24: La ilustración en europa

La Provincia de Salta, al norte (la actual Provincia de Salta, más Tarija con Chichas y Lípez, Jujuy y

el litoral de Antofagasta-Atacama).

La Gobernación Intendencia del Tucumán, al sur (actuales provincias de Tucumán, Catamarca y

Santiago del Estero)

El 26 de agosto de 1826 un golpe de estado separó a Tarija no sólo de Salta sino de toda la

Argentina, anexándola a Bolivia. Facilitaron ello la Guerra argentino brasileña, las luchas civiles

en Argentina y los intentos de ciertos gobernantes salteños por mantener a Tarija como

sufragánea de Salta. El Congreso nacional, por ley del 30 de noviembre de 1826, elevó a Tarija a

la categoría de provincia, aunque no volvió ya a territorio argentino.

Mapa de la Argentina, de mediados del siglo XIX, donde aún aparecen Salta y Jujuy como una

sola provincia.

El 22 de noviembre de 1834, Jujuy se separa de Salta y se transforma en una nueva provincia

argentina. Pero la región de Orán, al noreste de Jujuy, (actuales departamentos de Orán, Santa

Victoria, Iruya, Rivadavia y San Martín) se mantuvo unida a Salta, aunque hubo un intento (1881)

de separarla y transformarla en una nueva provincia argentina, con capital en San Ramón de la

Nueva Orán, que nunca prosperó. La unión de Orán con Salta explica la curiosa forma de

herradura que tiene actualmente la provincia.

En 1879 el ejército argentino lanzó una campaña militar en el Chaco, a fin de someter y a los

indígenas de la región. Como resultado de la misma, el Chaco Central y Austral fueron puestos

bajo la órbita del Estado Nacional. En la ofensiva fueron muertos millares de indígenas, y a las

tribus sobrevivientes se les despojó de sus tierras, que fueron entregadas a colonos, origen del

actual conflicto entre criollos y aborígenes en el Chaco salteño. Posteriormente, por Ley N° 1.532

de Organización de los Territorios Nacionales (16 de octubre de 1884), el Estado Nacional

estableció los límites entre Salta y los Territorios Nacionales del Chaco y de Formosa. La

provincia se ensancha hacia el este.

Por el tratado del 10 de mayo de 1889 con Bolivia, Argentina renunciaba a su reclamo sobre

Tarija. En compensación, Bolivia cedía la Puna de Atacama —territorio que, por otra parte, había

sido incorporado a Salta ya en 1818 por Martín Miguel de Güemes—, que se encontraba en

poder de Chile luego de la Guerra del Pacífico (1879-1880). Esta maniobra boliviana le otorgaba

a la Argentina un territorio que formó parte del Virreinato del Río de la Plata, pero que de hecho

estaba en manos de Chile, buscando forzar una guerra entre Chile y Argentina. Como Chile se

negara a entregar los territorios cedidos por Bolivia, se decidió someter la cuestión al arbitraje

del estadounidense William Buchanan, que en 1899 otorgó a Argentina el 75% del territorio en

Page 25: La ilustración en europa

disputa y el resto a Chile. También por el tratado de 1889 Argentina cedía un territorio que se

consideraba hasta entonces salteño: las Juntas de San Antonio. Las concesiones argentinas

favorables a Bolivia prosiguieron con las rectificaciones de 1904 (Esmoraca y Estarca) y Yacuiba,

Yacuiba recién fue aceptada como boliviana (en territorio tarijeño) por el el Tratado de límites

Carrillo-Díez de Medina (julio de 1925);4 en gran medida estos ajustes de límites que

beneficiaron a Bolivia se debían a que Argentina debía enfrentar otros litigios con Brasil

(Misiones Orientales) y con Chile motivos por los cuales el estado argentino trató de reducir al

máximo las fricciones con varios países limítrofes al mismo tiempo, reduciendo con ello los

riesgos de una guerra desventajosa en tres frentes y los riesgos de un mal intercambio de bienes

entre los distintos estados.

Por la Ley N° 3.906 (9 de enero de 1900) se creó el Territorio de Los Andes. Por decreto del 12 de

mayo de 1900, el Poder Ejecutivo Nacional dividió al Territorio de Los Andes en tres

departamentos administrativos: Susques (norte), que limitaba con la Provincia de Jujuy; Pastos

Grandes (centro), lindante con la Provincia de Salta; y Antofagasta de la Sierra (sur), limítrofe con

la Provincia de Catamarca.

En 1902, la Provincia de Salta cedió el pequeño departamento de San Antonio de los Cobres

(aproximadamente 5.500 km²) por Ley N° 4.059, para ser la capital del territorio, formándose

con ella un cuarto departamento en el Territorio de los Andes.

En 1925 la Argentina cede la soberanía de la localidad de Yacuiba a Bolivia, a pesar de estar al

sur del paralelo que porta el límite internacional acordado, debido a que Bolivia necesitaba

conservar una población en el área del Chaco.

En 1943 el Gobierno Nacional resolvió disolver el Territorio Nacional de Los Andes. Los

departamentos de San Antonio de Los Cobres y Pastos Grandes fueron fusionados y reintegrados

a la provincia de Salta, constituyendo el actual Departamento Los Andes. (Susques pasó a

pertenecer a la Jujuy y Antofagasta de la Sierra a la Catamarca).

El límite con la Provincia de Tucumán fue fijado mediante la Ley Nacional N° 22264 dictada por el

gobierno militar y publicada en el Boletín Oficial el 12 de agosto de 1980.

LA ACCION DE GUEMES

vastedad del escenario geográfico donde desplegó su lucha el general salteño Martín Miguel de

Güemes, fue proporcional a la magnitud de su empresa. Nacido en Salta 1785 y muerto 1821 en

una emboscada nocturna de tropas realistas, Güemes consagró veintidós años, de los treinta y

seis que vivió, a las armas.

Page 26: La ilustración en europa

Hijo de un funcionario borbónico santanderino enviado a América como Tesorero de la Real

Hacienda, y de una descendiente de vascos, a los 14 años se incorporó como cadete al

Regimiento Fijo, participó en la reconquista de Buenos Aires durante la primera invasión inglesa

y adhirió al movimiento independista inmediatamente después de llegada a Salta la noticia del

pronunciamiento del Cabildo de Buenos Aires.

En abril de 1814 San Martín le confió la comandancia de las fuerzas patriotas de avanzada

formada por gauchos de Salta y de Jujuy que operaban en el Alto Perú. Desde mayo de 1815, y

hasta su muerte, ejerció esas funciones y las de gobernador de su provincia que, desde 1784,

fuera sede de la Intendencia de Salta del Tucumán la que abarcaba las actuales provincias de

Salta, Tucumán, Santiago del Estero, Jujuy y Catamarca, a las que se añadía Tarija.

El escenario de la lucha librada por Güemes se extendía, al norte, hasta la Intendencia de Potosí,

y al este, hasta la Capitanía General de Chile. En ese extenso territorio Salta fue un nudo de

caminos y senderos por donde, desde el siglo XVI, fluía el tráfico de hombres, de animales y de

mercancías. En Salta termina la planicie argentina y comienza a dibujarse una enmarañada y, a

veces, áspera y desafiante geografía de altura, con temperaturas extremas, con sus valles, ríos y

quebradas.

Controlar el Alto Perú, para realistas y patriotas, era controlar la llave del largo corredor que

enlazaba a la capital virreinal de Lima con la rebelde Buenos Aires. Entre 1810 y 1821 ese

territorio será ocupado, alternativamente, por realistas y patriotas. Siete, según unos, y once, de

acuerdo a otros, fueron esas incursiones realistas, llamadas “invasiones” por nuestros

historiadores. Las más importantes que rechazó Güemes fueron seis: la cuarta del brigadier

Joaquín de la Pezuela en 1815; la quinta, de La Serna en 1817; dos de Pedro Antonio de Olañeta

también en 1817; la de Canterac en 1820 y la de Olañata en 1821, que le cuesta la vida.

En 1812, intentando abrirse paso hacia Buenos Aires, el general español Pío Tristán llegó hasta

Tucumán, donde fue derrotado y se vio forzado a replegarse a Salta donde sufrió un nuevo revés

frente a Belgrano en la batalla del 20 de febrero de 1813. La suerte de las armas oscilará de un

extremo al otro de ese tenso arco.

Page 27: La ilustración en europa

Por momentos, las tropas del Rey tienen el control de un territorio que, en otros momentos,

escapa de sus manos por la acción de las fuerzas patriotas irregulares altoperuanas que libran la

guerra de las republiquetas y por el constante asedio de las guerrillas de Güemes que las

someten a una extenuante guerra de recursos. La tierra debía ser hostil a un enemigo que

desesperaba por la falta de caballos, de forraje, de alimentos y hasta de agua en las acequias

que los gauchos obstruían y secaban.

La inferioridad de recursos materiales debía compensarse con la superioridad que otorgaba el

conocimiento del terreno, la adhesión popular a la independencia, el controlar los caballos

necesarios para los milicianos y el disponer del ganado para su alimentación. Güemes conocía a

sus paisanos. Ellos son, explicó al gobierno porteño, “habitantes de toda clase de terrenos y

climas y desde su tierna edad están acostumbrados a viajar en los Andes y serranías del Perú.

Son hombres más cauterizados con los trabajos más ásperos y penosos. Más breve: son propio

para militares”.

¿Quiénes eran esos gauchos que dejaban la labranza y montaban a caballo, armados con

machete o rifle, para seguir a Güemes? Estos hombres de la tierra eran criollos de entre 15 y 45

años. Ellos eran, dice Miguel Solá, pastores, arrieros, labradores y artesanos. San Martín los

designó como gauchos, sinónimo de hombres curtidos que conocían la tierra como la palma de

sus manos; de jinetes diestros, hábiles con el lazo con el que atrapaban a los godos, y valientes

hasta la temeridad. Esas cualidades, anotó el general español García Camba, “admiraban a los

militares europeos”.

¿Cómo organizó sus fuerzas Güemes? Lo hizo mediante una red de milicias que cubría un amplio

espacio, desde Humahuaca –con ramificaciones en Potosí-, pasando por Jujuy, la ciudad de Salta

y las poblaciones aledañas del Valle de Lerma, el Chaco salteño y el Valle Calchaquí. Los

milicianos fueron organizados en unidades de 20 a 30, bajo el mando de jefes locales, llamados

“capitanes de Güemes”, muchos de ellos estancieros. Estos grupos, explica Roger Haigh, “eran

parte de cuatro divisiones” comandadas por militares conducidos por Güemes.

¿Qué retribución recibían esos milicianos? Güemes combinó el pago en moneda con la

aplicación de una norma que se usó en España durante la invasión napoleónica y que consistía

en eximir a los gauchos del pago de arriendos y otras contribuciones, institución conocida como

“Fuero Gaucho”, que no implicó un reparto de tierras, sino un transitorio perdón de las deudas.

Page 28: La ilustración en europa

El fuerte componente popular de las milicias no sólo no trastornó sino que tampoco redujo los

vínculos de lealtad que unían a los gauchos y los peones con sus patrones.

San Martín integró a Güemes dentro de su plan estratégico y acordó modificar el diseño de la

guerra, ante las sucesivas derrotas de las fuerzas patriotas en el norte comandadas por

porteños. Ambos coincidieron en que las características del territorio, las posibilidades de las

fuerzas realistas, los recursos disponibles y la idiosincrasia de los habitantes, imponían la

necesidad de potenciar la guerra irregular, combinándola con acciones regulares. Según la

relación de fuerzas esas acciones debían adoptar, en un momento, un carácter defensivo y, en

otros, desplegarse en acciones ofensivas.

La derrota patriota en Sipe-Sipe imponía revisar el esquema aplicado por Buenos Aires desde

1810. Mientras las maltrechas fuerzas patriotas tenían en el norte 2.500 hombres, el realista

Pezuela tenía 6.000 soldados “aguerridos” y mejor equipados con los que controlaba “las cuatro

provincias más ricas y pobladas” del país. San Martín pensaba que el asedio de Lima por el norte

argentino era más incierto y costoso, y que resultaría más rápido y más eficaz si se reforzaban las

fuerzas que concentraba en Mendoza para pasar a Chile.

Gaucho del Regimiento de Infernales 1815

Por un lado, el primer movimiento era detener el avance realista no permitiéndole traspasar

territorio salteño. El segundo, aprovechar las ventajas que tenía San Martín en Mendoza, flanco

vulnerable de los realistas. Si los generales realistas trabajaban para doblegar a los independistas

por esos dos flancos, San Martín, Belgrano y Güemes trabajaban para construir un sistema de

pinzas capaz de derrotarlos.

Güemes, que había provocado los recelos y desconfianzas de los porteños, debió revalidar sus

títulos ante Belgrano, quien lo había castigado trasladándolo a Buenos Aires, y conquistar la

confianza de San Martín que lo integró como parte principal de su plan estratégico. Superadas

las diferencias con Rondeau, Güemes se convirtió en uno de los garantes del Congreso de

Page 29: La ilustración en europa

Tucumán cuando la restauración del Rey en España parecía condenar al fracaso a la empresa

independista. A partir de allí, elegido gobernador de Salta, Güemes fue también garante de una

autoridad nacional inestable, errática y sometida a luchas intestinas.

En mayo de 1815 Güemes es elegido Gobernador. Lo eligieron los miembros de la elite, los

“hombres educados y ricos” unidos entre sí por fuertes lazos de parentesco. Es también

Comandante General de Avanzadas. La guerra impone un combate tan arduo como el militar: la

lucha por los recursos para alimentar, vestir, armar y mover las milicias gauchas.

El campo, el forraje para el engorde de las vacas y también de las mulas que se vendían en el

Alto Perú y el Perú, habían dado a Salta cierta prosperidad. Si Buenos Aires retaceaba los fondos,

ellos saldrían de ese campo, de los aportes voluntarios de los hacendados y de las

contribuciones forzosas a los comerciantes, mucho de ellos españoles.

¿Con qué armas combatiremos?, preguntó un gaucho a uno de sus jefes. “Con las que le

tomemos al enemigo”, respondió. A miles de kilómetros de la península, esos jefes españoles

que habían enfrentado a las tropas napoleónicas con la guerra irregular resultaban víctimas de

esa misma táctica mortífera. El activo contrabando no alcanzó a compensar la clausura de la ruta

comercial con Potosí y con Lima.

Pero ésta es un arma de doble filo: no sólo hiere a los godos, también desangra la precaria

economía local que, por momentos, apenas puede asegurar la subsistencia. Una sola de esas

familias encumbradas, en un año donó 20.000 de los 26.000 pesos aportados por particulares. Y

en cinco años, 5.000 cabezas de ganado y más de 1.300 caballos. Hacia 1819 las necesidades

materiales crecieron a la misma velocidad que decrecían las posibilidades de satisfacerlas.

Güemes se disponía abrir una brecha en la muralla realista altoperuana para intentar cerrar la

pinza sobre Lima.

La prolongación de la guerra y la cada vez menor contribución económica por parte del gobierno

de Buenos Aires, colocó a la provincia al borde de la ruina y a sus comerciantes en la quiebra.

Parte del sector más rico de la sociedad comenzó a mostrar su descontento con el gobierno de

Güemes. Algunos, incluso, comenzaron a tramar una conjura contra él en alianza con militares

realistas.

Page 30: La ilustración en europa

Asediado por las tropas realistas, resistido por algunos jujeños, enemistado con el gobernador

de Tucumán (Bernabé Aráoz), aislado por las luchas entre los caudillos del Litoral y Buenos Aires,

abandonado de la mano del gobierno porteño y rechazado por parte de algunos comerciantes,

hacendados y hombres ilustrados, Güemes comenzó a sentir los efectos de esa combinación de

factores adversos.

El apoyo de una parte importante de la elite local se transformó en encono y hostilidad. Sus

opositores internos comenzaron a demandar el fin de la guerra o, al menos, la apertura de

negociaciones con algunos de los generales españoles liberales que se sentían –a su vez-

amenazados por las duras posiciones de los generales absolutistas. También demandaron la

fijación de límites al ejercicio de un poder que les parecía arbitrario y hasta despótico.

Güemes anteponía la independencia y la unidad a otros objetivos cuya prematura búsqueda

podía malograr el propósito central de la lucha independista. “Contra Buenos Aires, jamás”,

repetía Güemes mientras hacía enormes esfuerzos por armonizar la defensa del interés local con

el del conjunto nacional. Si aquel rasgo lo acerca al federalismo integrador, éste otro lo distancia

de los caudillos que irrumpieron en 1820. Junto a San Martín y a Belgrano, Güemes conforma el

pequeño grupo de hombres públicos argentinos cuyo patriotismo y entereza pocos discuten.

EL PROCESO SOCIAL Y ECONOMICO DE LA REVOLUCION

Cuando el virrey del Río de la Plata fue derrocado, la Junta revolucionaria de Buenos Aires

adoptó una política económica radicalizada. Se levantó la prohibición de comerciar con

extranjeros y de exportar lingotes de plata y oro. (1) Cuando en 1811 llegó al poder un nuevo

gobierno, denominado el Triunvirato, que era aún más radical en términos de política

económica, los impuestos de importación se redujeron enormemente. (2) La política

librecambista adoptada operó como un imán para los comerciantes extranjeros y

particularmente para los británicos. Por su parte, los comerciantes criollos y españoles que no

podían competir ventajosamente con los nuevos comerciantes de negocios de importación-

exportación británicos quedaron limitados al comercio interior.(3)

La política enfáticamente librecambista adoptada por las autoridades porteñas, cuyo sesgo

más pronunciado fue el desequilibrio de la balanza comercial por el peso avasallante de las

importaciones, generó particularmente en Buenos Aires una extensión del consumo a los

sectores populares, que se convertiría en otra fuente de recursos para el fisco del Estado

revolucionario, a pesar de la mencionada reducción de los impuestos a la importación y

exportación. En 1812 se establecieron las contribuciones extraordinarias para costear la guerra

revolucionaria, que hasta 1815 extrajeron del comercio (y por ende, del consumidor porteño)

una suma de 598.875 $, de la cual una parte importante debió ser costeada por los sectores

populares. (4) Los impuestos aduaneros tales como las alcabalas de distintas clases, la

contribución de hospital o la contribución patriótica registraron un sensible incremento: entre

1806 y 1810 totalizaban 839.284 $; entre 1811 y 1815, 2.086.037, 1 ½ $. Por su parte, los

Page 31: La ilustración en europa

ingresos vinculados a derechos de Aduana (que figuran como rubro "Aduana" en el período

1806-1810 y como "Derechos al comercio exterior" para el de 1811 a 1815) conocieron un salto

de 2.338.062,1(3/4) $ para el primer período a un monto de 6.453.318,2 ¼ $ para el segundo. (5)

La expansión de los ingresos vinculados con impuestos al comercio exterior será la base del

ordenamiento financiero porteño de aquí en adelante.

Si bien en expansión, la moderación que caracterizó a los gravámenes a la importación y

exportación en el primer quinquenio posterior a la Revolución de Mayo facilitó enormemente la

penetración del comercio británico hacia el Interior, del comercio "aventurero" de los hermanos

Robertson. (6) Los productos manufacturados británicos, competitivos y baratos, desplazaron a

la producción artesanal del Interior. Como consecuencia de la radical apertura económica

implantada desde Buenos Aires, la industria del ganado, que era la más competitiva por la

presencia de ventajas comparativas "naturales", eclipsó a las demás. Pero aquí debe

puntualizarse una distinción. Vera BlinnReber destaca el mecanismo de trueque como el que le

permitió a los hermanos Robertson acceder a los productos del Litoral e Interior y ganar dichos

mercados en el primer decenio posterior a la Revolución de Mayo, al permitir a los productores y

comerciantes locales el ahorro del desembolso de dinero. En cambio, Tulio HalperínDonghi

subraya que el empleo de metálico por parte de los comerciantes ingleses creó nuevos grupos

con capacidad de compra. (7)

Como se dijo antes en 1808 Gran Bretaña hizo la paz con España y al año siguiente se convirtió

en su aliada contra Napoleón. Por consiguiente, la política británica se tornó ambigua frente al

tema de la independencia sudamericana. Oficialmente, se suponía que Gran Bretaña apoyaba a

España, pero los intereses entre ambos Estados divergían fuertemente respecto del tradicional

monopolio comercial español. En 1813 el envío de un cónsul británico no oficial al Río de la Plata

simbolizaría esta ambigüedad.

A principios de 1811 llegó a Montevideo Francisco Javier de Elío nombrado por el Consejo de

Regencia como nuevo virrey del Río de la Plata. De inmediato declaró a dicha ciudad capital del

virreinato e intimó a la Junta porteña el acatamiento de su autoridad. Como su pretensión fue

rechazada, Elío declaró a Buenos Aires ciudad rebelde y decretó el bloqueo de su puerto. En esas

circunstancias pidió ayuda británica. A pesar de que inicialmente no supieron qué hacer, frente a

la insistencia de Elío las fuerzas británicas apoyaron el bloqueo. Esta actitud coincidía con la

política proclamada del Reino Unido, pero era en el fondo contraria a las intenciones más sutiles

(y secretas) del gabinete británico. Por ello, el gobierno inglés envió un almirante a Buenos Aires

con el objeto de asegurarse que el bloqueo no impidiera el legítimo comercio británico con

Buenos Aires. Por otra parte, la comunidad británica en Buenos Aires, libre de estas

ambigüedades, presionaba permanentemente por el reconocimiento del nuevo gobierno. Una

vez que Fernando VII fue restituido en su trono, Gran Bretaña se rehusó a darle el apoyo naval

que necesitaba para recuperar su imperio, y tampoco permitió a otras potencias ayudarlo. Sin

embargo, a pesar de estos factores y ambigüedades, la política británica fue de mediación y no

de apoyo directo a la independencia. Recién hacia 1820, cuando esa política de mediación se

había vuelto anacrónica, algunas potencias, incluyendo los Estados Unidos, comenzaron a

competir por la amistad de los nuevos Estados.

Page 32: La ilustración en europa

Por otro lado, la revolución en la América hispana fue extremadamente problemática. Los

primeros pasos hacia la revolución se llevaron a cabo pacíficamente en los cabildos, y

especialmente en su forma más inclusiva que fueron los cabildos abiertos, los cuales

establecieron las juntas que reemplazaron a las autoridades designadas por el gobierno español.

Así sucedió en Caracas en abril de 1810, en Buenos Aires el 25 de mayo, y en Santiago de Chile el

18 de septiembre. Las autoridades coloniales se inclinaron ante las nuevas autoridades. En

Buenos Aires, el virrey primero aprobó la reunión del cabildo abierto y luego apareció

encabezando la junta que finalmente fue rechazada. En Chile la junta fue presidida por el mismo

oficial al que se reemplazaba, aunque con otro carácter: el Conde de la Conquista, que era el

gobernandor interino designado por la Audiencia. De tal manera, se hizo todo lo posible para

preservar algún vestigio de legitimidad, y esto no resulta sorpresivo si tenemos en cuenta que

los revolucionarios eran abogados, oficiales y comerciantes prósperos que se habían visto

forzados a convertirse en oficiales militares. Lo que menos querían estos revolucionarios era el

caos y la anarquía típica de las revoluciones. Por otra parte, la revolución en América del Sur se

inició como una revuelta de una elite contra otra, la de los criollos blancos contra los españoles

peninsulares por tener intereses opuestos, pero en los catorce años que llevó la guerra de la

Independencia hubo otros factores que entraron a jugar en el proceso -la oposición de

absolutismo y liberalismo, la evolución del proceso económico iniciado con la revolución

perjudicial para algunas regiones, etc. que llevaron a reacciones y contrarreacciones y

produjeron situaciones peculiares, como el caso de militares nacidos en América que lucharon

para el ejército español.

Las autoridades revolucionarias además no lograron atraer automáticamente la lealtad de sus

subordinados. En una primera instancia Chile fue la excepción: en 1810 la revolución no

encontró oposición allí. Pero en el Río de la Plata la situación fue muy diferente. En el capítulo

siguiente se verá la costosa acción militar que debieron emprender los sucesivos gobiernos de

Buenos Aires para consolidar su autoridad, aunque con poco resultado en las regiones más

alejadas.

Por cierto debe señalarse también que hubo importantes divisiones dentro del movimiento

revolucionario. Por ejemplo en Buenos Aires la Primera Junta fue presidida por el moderado

Cornelio Saavedra, un próspero comerciante boliviano convertido en militar y que estaba en

desacuerdo con el secretario del cuerpo, Mariano Moreno. Este era un abogado relativamente

radicalizado cuya influencia crecía. Saavedra comenzó a tener mayor protagonismo por ser a la

vez presidente de la Junta y jefe del regimiento de Patricios, lo que le generó cierta oposición.

Moreno, por su parte, quería imitar a la Francia revolucionaria, un proyecto que gozaba de

escasas perspectivas de éxito. Cuando la Junta, que sólo representaba a Buenos Aires, fue

forzada a expandirse para permitir la representación a los cabildos del Interior, creció el poder

de los conservadores y Moreno se vio obligado a renunciar. Los conservadores partidarios de

Saavedra dominaron en la Junta Grande, pero fueron forzados a tomar medidas extremas contra

elementos que eran aún más conservadores.

En este contexto, y debido a la inestabilidad y a los fracasos militares de la Junta,

aprovechados por la oposición morenista, en septiembre de 1811 se debió crear un gobierno

más restringido, el Primer Triunvirato, que liberalizó la economía aún más, pero fue derrocado el

8 de octubre de 1812 por un golpe militar de los oficiales del ejército regular, los que ganaron

Page 33: La ilustración en europa

predominio sobre la milicia urbana (creada como consecuencia de las invasiones inglesas). Con

este golpe la Logia Masónica Lautaro, que tendría una gran influencia política hasta fines de la

década de 1810, apareció en escena, y con ella dos oficiales recién llegados de España se

volvieron prominentes: Carlos María de Alvear y José de San Martín.

Los revolucionarios de octubre de 1812 exigieron la convocatoria de una Asamblea General en

el término de noventa días. El 31 de enero de 1813 la Asamblea inició sus sesiones y eligió a

Carlos de Alvear como su presidente. Se declaró soberana, abolió los títulos nobiliarios, eliminó

el mayorazgo, declaró la libertad de vientres, prohibió los tributos y servicios personales de los

indios y oficializó el escudo de armas y el himno nacional, pero no declaró la independencia. Esto

último fue consecuencia del triunfo de la tendencia alvearista, que opuestamente a lo que

postulaba la sanmartiniana, no consideraba oportuna dicha declaración por consejo británico. En

realidad la situación se había vuelto crítica para las colonias americanas emancipadas y

especialmente para Buenos Aires. Los acontecimientos europeos anunciaban el próximo retorno

de Fernando VII al trono y había evidencia de que el monarca restaurado no tardaría en enviar

una expedición armada al Río de la Plata para sofocar la revolución con la colaboración de los

realistas de Montevideo. Esto empeoraba considerablemente la ya vulnerable situación a raíz

de los reveses militares sufridos por Belgrano en el Alto Perú en los últimos meses de 1813. En

vista de ello, la Asamblea decretó a fines de enero de 1814 la concentración del poder ejecutivo

en una sola persona, creando el cargo de director supremo del Río de la Plata que recayó en

Gervasio Antonio de Posadas.

Alvear sucedió a Posadas en enero de 1815 pero fue pronto derrocado por los mismos

militares que lo habían apoyado durante el auge de su influencia, y su caída arrojó al gobierno

de Buenos Aires a una severa crisis, agravada por el conflicto con Artigas en las provincias del

Litoral. De todas maneras, y a pesar del caos político interno, la parte sur del Río de la Plata

quedaría para esa época definitivamente libre del poder español, aun cuando tal cosa estaba

lejos de constituir una certeza en aquel momento.

A estas alturas se debe mencionar algo acerca de las transformaciones sociales que estaban

ocurriendo como consecuencia de la revolución que no sólo separaba a las colonias de España

sino que también estaba destruyendo el orden social. Las sangrientas persecuciones lanzadas,

según circunstancias, contra españoles o contra criollos, contra realistas o contra

revolucionarios, podían fácilmente convertirse en guerras sangrientas de los sumergidos contra

las clases superiores. Tanto los revolucionarios como los realistas debían reunir grandes ejércitos

cuyos soldados rasos provenían de los sectores pobres y de los grupos raciales subordinados,

que debían ser armados y cuyo descontento debía ser evitado. La movilidad social ascendente

debía ser aceptada. Aun en los ejércitos realistas, los líderes criollos comenzaron a predominar, y

generales mestizos con los que más adelante nos encontraremos, como Castilla, Santa Cruz y

Gamarra, comenzaron a emerger en los cuerpos de oficiales realistas.

Por otra parte, la guerra consumía y destruía enormes cantidades de recursos, tanto en

términos de plata y oro como de bienes. El libre comercio de tan reciente cosecha implicó el

desplazamiento de comerciantes locales por comerciantes británicos, mientras los comerciantes

de Cádiz, que antes predominaban, quebraron junto con las industrias artesanales que tenían

que competir contra bienes del exterior, que eran más baratos y de mejor calidad. En Buenos

Page 34: La ilustración en europa

Aires, los españoles fueron forzados a quedar fuera del comercio minorista, y se les prohibió

enseñar, montar a caballo, y hasta dejar sus casas de noche: fueron humillados. Por otra parte,

dondequiera que la revolución era derrotada, las elites criollas eran humilladas de la misma

forma, y hordas de mulatos y mestizos emprendían una venganza contra quienes habían

buscado subvertir el antiguo régimen.

Así es que tanto entre los revolucionarios como entre los realistas, las clases bajas y los grupos

raciales subordinados tuvieron participación en la victoria y reclamaron parte del botín. Esto

significó la ruptura del viejo orden social, en tanto las clases bajas y los grupos raciales

subordinados adquirieron un interés en la continuación de los disturbios, que generaban

oportunidades de ascenso por largo tiempo negadas. Chile fue afectado por este proceso en un

grado menor que el Río de la Plata, y el último fue menos afectado que Venezuela, pero este

tipo de fenómeno era observable en cualquier parte de la América hispana. La revolución y la

guerra civil entre revolucionarios y realistas locales, que después de la restitución de Fernando

VII en el trono se convertiría en guerra contra España, no era ya simplemente un conflicto entre

españoles y criollos blancos.

Posiblemente, estos factores sociales hayan hecho la reconquista más difícil para España,

incluso en momentos en que la causa revolucionaria parecía perdida. Aun otro revés español fue

la revolución liberal en España, producida por el mismo ejército que se suponía zarparía para

reconquistar Buenos Aires. Los españoles liberales podrían haber estado dispuestos a hacer

algunas concesiones a los revolucionarios hispanoamericanos más exitosos, y por ende eran

vistos con sospecha por los realistas hispanoamericanos, que habían resistido y en muchos casos

habían derrotado a los revolucionarios con recursos exclusivamente locales, y temían ser

traicionados por españoles dispuestos a transigir. Por último, cuando en 1823 España retornó al

absolutismo, ya era demasiado tarde para la causa realista.