La Hermandad Prerrafaelita

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Los Prerrafaelitas Aitor Merino Martínez Universidad Autónoma de Madrid 1 1. Contextualización Histórica: Será a finales del S.XIX, más concretamente en el verano de 1848, cuando se funde en Londres la conocida como Hermandad Prerrafaelita. Frente a la deriva capitalista y totalizadora que se imponía en Inglaterra, dichos artistas proponían la creación de un nuevo estilo nacional, personal y democrático. Sus obras debían tener algo que decir, un significado, un mensaje, igual que previamente había tenido la pintura religiosa. Será esta la razón por la que, un grupo de jóvenes artistas, puesto que sus edades no sobrepasaban los 23 años, se opongan al estilo Académico Inglés, den la espalda a los géneros tradicionales (principalmente al paisaje, el retrato y las escenas de género), teniendo como claro referente el arte de la Edad Media, “puro y sincero 1 ”. Paradójicamente, las fuentes que dichos artistas utilizaron en la creación de esas nuevas temáticas y estéticas no fueron excesivamente novedosas. Cierto es que se inspiraron en autores contemporáneos, pero sin olvidar textos fundamentales de la literatura inglesa, principalmente de Shakespeare, y las narraciones bíblicas cargadas del simbolismo que dichos artistas buscaban en sus pinturas. Podríamos hablar de una existencia efímera, puesto que su disolución suele datarse en torno a 1853, 5 años después de su creación. No obstante, la pervivencia de sus ideales, principalmente su minuciosidad en la plasmación de la naturaleza, nos permite hablar una segunda fase prerrafaelita, en la que aparecerán nuevas temáticas y materiales (principalmente reseñable es la utilización de las vidrieras). La Hermandad Prerrafaelita tomó como ejemplo a los Nazarenos, uno de los primeros movimientos románticos, surgido en la Viena de 1806 como oposición a las férreas enseñanzas de la Academia Vienesa. El menosprecio con el que dichos jóvenes artistas fueron tratados, les incitaría a la creación de una confraternidad: San Lucas, abandonando entonces Viena para trasladarse a Roma. La motivación de dichos artistas será la misma que posteriormente hereden los Prerrafaelitas: la búsqueda de un nuevo estilo nacional. No obstante, en su caso, se oponían al individualismo en pro de la comunidad, de ahí que el género que más trabajasen fuera la pintura de historia, de dimensiones colosales, y expuesta en edificios de carácter público. Mediante estos trabajos, pretendían difundir la historia nacional a una población mayoritariamente desinformada, pero plasmándola de una manera idealizada. Para los Nazarenos, el arte sería “una religión secularizada al servicio del bien común 2 ”, deriva religiosa que les motivaría a encerrarse en el convento de San Isidoro siguiendo los preceptos de San Lucas Evangelista, considerado históricamente como el retratista de la Virgen. Un arte creado en comunidad y para una comunidad. Los Nazarenos serían reticentes al erotismo, que por el contraría sí poseerá la pintura Prerrafaelita. Planteaban por el contrario un regreso a los orígenes virginales y casi infantiles, fuera de cualquier adoctrinamiento académico. Goethe, quien será precisamente el primero en mencionar el término Nazarenos, hablará de ellos como “alemanes santurrones” y considerará su técnica “imbecilidad nazarena 3 ”. 1 Birchall Heather, Prerrafaelitas, Taschen, Colonia, 2010, p. 6 2 Günter Metken, Los Prerrafaelitas, Editorial Blume, Colonia, 1974, p. 10. 3 Gabriele Crepaldi, Prerrafaelistas, Electra Bolsillo, Milán, 2000, p. 22

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Los Prerrafaelitas Aitor Merino Martínez

Universidad Autónoma de Madrid

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1. Contextualización Histórica:

Será a finales del S.XIX, más concretamente en el verano de 1848, cuando se

funde en Londres la conocida como Hermandad Prerrafaelita. Frente a la deriva capitalista

y totalizadora que se imponía en Inglaterra, dichos artistas proponían la creación de un

nuevo estilo nacional, personal y democrático. Sus obras debían tener algo que decir, un

significado, un mensaje, igual que previamente había tenido la pintura religiosa. Será esta

la razón por la que, un grupo de jóvenes artistas, puesto que sus edades no sobrepasaban

los 23 años, se opongan al estilo Académico Inglés, den la espalda a los géneros

tradicionales (principalmente al paisaje, el retrato y las escenas de género), teniendo como

claro referente el arte de la Edad Media, “puro y sincero1”. Paradójicamente, las fuentes

que dichos artistas utilizaron en la creación de esas nuevas temáticas y estéticas no fueron

excesivamente novedosas. Cierto es que se inspiraron en autores contemporáneos, pero

sin olvidar textos fundamentales de la literatura inglesa, principalmente de Shakespeare,

y las narraciones bíblicas cargadas del simbolismo que dichos artistas buscaban en sus

pinturas.

Podríamos hablar de una existencia efímera, puesto que su disolución suele

datarse en torno a 1853, 5 años después de su creación. No obstante, la pervivencia de sus

ideales, principalmente su minuciosidad en la plasmación de la naturaleza, nos permite

hablar una segunda fase prerrafaelita, en la que aparecerán nuevas temáticas y materiales

(principalmente reseñable es la utilización de las vidrieras).

La Hermandad Prerrafaelita tomó como ejemplo a los Nazarenos, uno de los

primeros movimientos románticos, surgido en la Viena de 1806 como oposición a las

férreas enseñanzas de la Academia Vienesa. El menosprecio con el que dichos jóvenes

artistas fueron tratados, les incitaría a la creación de una confraternidad: San Lucas,

abandonando entonces Viena para trasladarse a Roma. La motivación de dichos artistas

será la misma que posteriormente hereden los Prerrafaelitas: la búsqueda de un nuevo

estilo nacional. No obstante, en su caso, se oponían al individualismo en pro de la

comunidad, de ahí que el género que más trabajasen fuera la pintura de historia, de

dimensiones colosales, y expuesta en edificios de carácter público. Mediante estos

trabajos, pretendían difundir la historia nacional a una población mayoritariamente

desinformada, pero plasmándola de una manera idealizada. Para los Nazarenos, el arte

sería “una religión secularizada al servicio del bien común2”, deriva religiosa que les

motivaría a encerrarse en el convento de San Isidoro siguiendo los preceptos de San Lucas

Evangelista, considerado históricamente como el retratista de la Virgen. Un arte creado

en comunidad y para una comunidad.

Los Nazarenos serían reticentes al erotismo, que por el contraría sí poseerá la

pintura Prerrafaelita. Planteaban por el contrario un regreso a los orígenes virginales y

casi infantiles, fuera de cualquier adoctrinamiento académico. Goethe, quien será

precisamente el primero en mencionar el término Nazarenos, hablará de ellos como

“alemanes santurrones” y considerará su técnica “imbecilidad nazarena3”.

1 Birchall Heather, Prerrafaelitas, Taschen, Colonia, 2010, p. 6 2 Günter Metken, Los Prerrafaelitas, Editorial Blume, Colonia, 1974, p. 10. 3 Gabriele Crepaldi, Prerrafaelistas, Electra Bolsillo, Milán, 2000, p. 22

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No obstante, frente a la estética nazarena, más propia del Quattrocento toscano,

los Prerrafaelitas huyeron de las convenciones Renacentistas para aproximarse a una

estética más Medieval. Mantuvieron el carácter religiosos de los primeros, como vemos

en célebres lienzos como Wyclif lee su traducción de la Biblia ante Juan de Gante de

Ford Madox Brown, Cristo en casa de sus padres de John Everett Millais, La Vigilia de

Santa Inés de William Holman Hunt y sobretodo en el joven Dante Gabriel Rossetti. Este

joven pintor, de origen Napolitano y alta cuna, se convertiría en un reputado traductor al

inglés de literatura italiana, sintiéndose fascinado por la obra de Shakespeare, Goethe, El

Monje de Lewis, Rienzi de Bulwer, la épica medieval artúrica, la lírica romántica inglesa,

y especialmente Edgar Allan Poe, todos ellos temas de su producción pictórica. No

obstante, para la primera exposición en la que la Hermandad se presentaría como grupo,

acontecida en el verano de 1849, Rossetti escogería dos lienzos de carácter religioso: La

adolescencia de la Virgen María y Ecce Ancilla Domini (La Anunciación). Ambas

pinturas estarían ampliamente cargadas de simbolismo, puesto que el estandarte que

María aparece bordando en el primero de los cuadros bajo la atenta mirada de Santa Ana,

aparece ya concluido en la Anunciación, representándose en él 3 azucenas florecidas. Por

el contrario, la que el ángel Gabriel entrega a una asustada María, posee únicamente 2

flores, Dios Padre y Espíritu Santo, mientras que un tercer capullo cerrado representa a

Cristo aun no nacido4.

Pese a lo conocido del tema, el carácter realista en la representación de Rossetti

generó tal controversia que dicho autor no volvería a realizar obra alguna de temática

religiosa. No obstante, de las discusiones generadas por la exhibición de dichos trabajos,

surgirá una figura esencial para la defensa de la Hermandad: John Ruskin.

4 Birchall Heather, Op. Cit., p. 30.

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Los Prerrafaelitas Aitor Merino Martínez

Universidad Autónoma de Madrid

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El triunvirato que formaban estos tres inseparables artistas (Millais, Hunt y

Rossetti) ya conocía la obra de Ruskin, puesto que Hunt les había hablado de los cinco

volúmenes titulados Modern Painters en el trascurso de un debate acontecido en el

efímero Cyclographic Club, donde intercambiaban, comentaban y criticaban bocetos

propios. A lo largo de esos 5 volúmenes, Ruskin defendía a la joven generación de artistas

ingleses, prestando principal interés a J. M. William Turner, defendiendo “ir a la

naturaleza con corazón sincero, sin rechazar nada, sin seleccionar nada y sin menospreciar

nada5”. Será esta la razón por la que, en 1848, estos tres artistas se reuniesen junto a James

Collinson, Thomas Woolner y Frederic George Stephens en la casa familiar de Millais,

planteándose el difícil reto de crear unas nuevas bases para el arte Victoriano: Expresar

ideas auténticas, estudiar la naturaleza, abandonar los convencionalismos

autocomplacientes para buscar del sentimiento mutuo y realizar siempre buenas pinturas

y esculturas6.

Será este el germen de lo que hoy conocemos como Hermandad Prerrafaelita, una

homogeneidad que, como ya señalamos, durará apenas 5 años, pero que sentará unos

principios tan difundidos entre los artistas coetáneos que nos posibilitarán hablar de una

segunda etapa. Adoptaron como ideal los líricos y suaves maestros italianos del

Quattrocento, aunque pronto superaron esta premisa para obtener un realismo detallado

cargado de simbolismo, propio de la era positivista que generó la invención de la

fotografía. Será precisamente esto lo que genere, en algunas ocasiones, cierta sensación

de apretujamiento, de forzado escalonamiento, difusa profundidad del espacio y cierto

carácter de collage7. Los lienzos preparados con una densa capa blanca, que les dota de

cierto carácter frio, herencia gótica, junto a una figuración de carácter altamente

naturalista y preciosista.

La fijación de estos artistas por la antigüedad fue intentada explicar por Máximo

Gorki, según el cual buscaban en dichos “cementerios del pasado” la belleza que no

lograban encontrar en una vida contemporánea incolora y deslucida8. No obstante,

también podría existir una motivación erótica, ya que parapetándose en la antigüedad

clásica, realizaban pinturas de gran carga erótica que sería considerada indecorosa en la

sociedad Victoriana.

No obstante, como ya hemos dejado comentar, los Prerrafaelitas tomarían como

guía al influyente crítico inglés John Ruskin, quien además sería pintor naturalista y

viajero horrorizado por los puntos de encuentro clásicos. No soportaría San Pedro de

Roma, le repugnaría Guido Reni y aborrecería a Rafael, principal referente para la pintura

inglesa. Ruskin preferirá, por el contrario, la arquitectura gótica veneciana, las vidrieras,

los mosaicos, el colorido de las fachadas griegas y medievales que Gottfried Semper y

Hittorf acababan de descubrir9…

5 Birchall Heather, Op. Cit., p. 8. 6 Lisa Tickner, Dante Gabriel Rossetti, Tate Publishing, 2003. 7 Günter Metken, Op. Cit., p. 13. 8 Sagrario Aznar Almazán, “Pintura prerrafaelita, en el límite de la modernidad” en Espacio, Tiempo y

Forma, Serie VIl, Historia del Arte, t. 3, 1990, págs. 335. 9 Günter Metken, Op. Cit., p. 27.

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Se fijará sobretodo en la naturaleza a la que había que acudir con “corazón

sincero”, estudiará su geología y meteorología, dibujará acuarelas de glaciares, cascadas

y las cimas de los Alpes, como previamente había realizado su admirado Turner. No

buscaba en ningún momento la proporción o la coherencia, de ahí el desorden que

colmaba sus pinturas y escritos, con constantes cambios temáticos. Muestra visiones

fragmentadas, realiza vistas de ciudades desde puntos de vista inusuales (por ejemplo los

tejados de Friburgo)… “Nunca puede verse todo10”, como argumentaría para defender la

particular visión del arte que expondría en los primeros tomos de su Modern Painters.

Todas estas características las encontrará en los lienzos de los Prerrafaelitas, y de ahí la

enérgica defensa que hará de ellos en el periódico The Times, sobre todo tras las críticas

que recibieron en la ya comentada exposición de 1849.

Ambos compartían una misma visión de la historia del arte, que había perdido la

sinceridad y honradez que caracterizó a los artistas previos a Rafael a lo largo del

Renacimiento. No obstante, a pesar del interés que Ruskin tenía por la arquitectura

religiosa, y a la enérgica defensa que hizo de la Anunciación de Rossetti, no pudo

disimular su tiricia hacia lo que él denominó “estupideces monásticas11”. Serán estas las

razones por las que la hermandad abandone dichas temáticas religiosas manteniendo su

naturalismo y antiacademicismo.

El surgimiento de los Prerrafaelitas en un momento de gran desorden social,

provocado en parte por las malas cosechas de 1846 y 1847, la subida de los precios en los

alimentos, el surgimiento de alas radicales dentro de la iglesia que defendían la

reincorporación de rituales y tradiciones de la iglesia primitiva, la reivindicación política

del sufragio universal masculino... generó un incremento de la movilización ciudadana,

convocándose manifestaciones multitudinarias como la organizada por el “Cartismo” en

Kennington Common a la que acudieron 50.000 manifestantes, entre ellos Millais y Hunt.

Londres cambió por completo, la Revolución Industrial hizo acto de presencia,

convirtiendo dicha ciudad en la más grande del mundo. El censo de habitantes pasó de

850.000 habitantes a 6 millones, por lo que la mayor parte de la población había

abandonado la vida rural para trasladarse a esta gran urbe12. Las fábricas y manufacturas

se convirtieron en principal núcleo económico, cambiando por completo el paisaje de la

ciudad. Los prerrafaelitas, ante esta realidad, se acercaron a las ciudades, sus pinturas

comenzaron a narrar la realidad histórica del país, el progreso, la industrialización,

glorificando la figura del trabajador. Así lo veremos en lienzos como Hierro y Carbón de

Bell Scott o Trabajo de Brown.

Al comienzo de los años 50, cuando los Prerrafaelitas comenzaban a ser

respetados y sus pinturas colgaban en la Academia Real a la altura de la vista (lo que

permitía que fuesen más fácilmente adquiridas), el grupo comenzó a disolverse. Algunos

de sus integrantes, como es el caso de Thomas Woolner, incluso abandonarían Inglaterra

para emigrar a Australia, como veremos en su lienzo Adiós a Inglaterra.

10 Günter Metken, Op. Cit., p. 28. 11 Birchall Heather, Op. Cit., p. 12. 12 Gabriele Crepaldi, Op. Cit., p. 48.

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Otros, como fue el caso de Millais, ante el gran éxito y reconocimiento adquirido

por su lienzo Un Hugonote, pasaron a formar parte de la Academia que hasta entonces

habían repudiado. Rossetti, ante este hecho, “dio por disuelta la tabla redonda13”. Los

artistas que hasta ahora había conformado una Hermandad, empezaron a desarrollar

estilos personales. Por ejemplo, Rossetti, se acercaría a temas caballerescos medievales

mientras sentía cada vez mayor fascinación por los visionarios Füssli y Blake que

dominaron la pintura inglesa a principios del S. XIX14. Fueron ellos quienes ya ilustraron

las narraciones Shakesperianas y retrataron la arquitectura gótica de Westminster.

William Holman Hunt, por el contrario, con el dinero adquirido tras la venta del

lienzo Pastor veleidoso, viajaría a Egipto y Palestina recuperando entonces la temática

religiosa que puede verse en obras como Jesús hallado en el templo.

No obstante, como ya hemos insistido en varias ocasiones, los ideales

desarrollados por los primitivos 6 Prerrafaelitas pervivieron en el arte inglés de la segunda

mitad del S. XIX. Más que una pervivencia del naturalismo, deberíamos hablar de una

pervivencia estilística, representada esta vez por Rossetti, Edward Burne-Jones y William

Morris15. Aparecieron nuevos materiales artesanales, principalmente de la mano de

Morris, entre ellos las vidrieras, los papeles de empapelar, el mobiliario, las ilustraciones

xilográficas para libros y un largo etcétera, incluyendo nuevos elementos iconográficos

adquiridos tras el viaje que realizó por Islandia, de mayor carácter salvaje16.

Tanto Burne-Jones como Morris estaban predispuestos al sacerdocio, y así lo

demuestra el hecho de que se conocieran en el Exeter College de Oxford en 1853 mientras

estudiaban teología. Ambos serían grandes aficionados a la literatura inglesa

contemporánea pero de temática medieval, además de grandes estudiosos de los

manuscritos iluminados de la Bodleian Library. Tras conocer la obra de Rossetti,

principalmente su Primer aniversario de la muerte de Beatriz, ambos abandonarían los

votos sagrados para dedicarse a la pintura, sirviéndoles de evasión frente a la vida

moderna.

La primera obra que esta segunda generación llevaría a cabo serían los murales de

la Oxford Union, en la que además de Rossetti, Burne-Jones y Morris colaboraron Arthur

Hughes, Spencer Stanhope, Hungerford Pollen y Prinsep. Dicho ciclo, que venía a

representar la muerte del rey Arturo, utilizaría como modelos dossieres de dibujos.

Además, sería realizada al fresco, pese al desconocimiento de su técnica, de ahí el estado

tan débil en el que aun hoy se conservan.

Para Rossetti, como bien señala Günter Metken en su libro, la poesía se convirtió

el algo más real que la propia realidad17. Su trabajo, estaba a medio camino entre la pintura

y la poesía. Esto le generaría tantas críticas como alabanzas, lo que le acabaría obligando

a recluirse con la familia Morris desde 1871. Al año siguiente, igual que realizaría su

13 Lisa Tickner, Dante Gabriel Rossetti, Tate Publishing, 2003. 14 Gabriele Crepaldi, Op. Cit., p. 10. 15 José Vicente Selma, Los Prerrafaelitas: arte y sociedad en el debate victoriano, Montesinos Editor,

Barcelona, 1991, p. 90. 16 Gabriele Crepaldi, Op. Cit., p. 112. 17 Günter Metken, Op. Cit., p. 114.

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mujer 10 años atrás, Rossetti trataría de suicidarse con láudano. Pese a la depresión que

padecía, continuó realizando los encargos que recibía de los coleccionistas a los que

fascinaban sus mujeres eróticas y malignas. Finalmente, fallecería en la pascua de 1882

en la ciudad de Kent. Con su muerte se apagaba la vida de uno de los miembros más

importantes de la Hermandad desde su fundación en 1848. No obstante, la retrospectiva

realizada en Londres de la obra de Millais y Hunt en 1886 fascinaría a una gran cantidad

de nuevos artistas que mantuvieron vivas dichas características estilísticas: John William

Waterhouse, Frank Dicksee, Kate Bunce o John Byam Liston Shaw.

Estos nuevos artistas, que combinarían el romanticismo de Rossetti con el

realismo casi fotográfico de Millais y Hunt, realizarían series claramente inspiradas por

los Prerrafaelitas. No resulta excesivamente difícil realizar una comparación entre el

último lienzo de la serie que Waterhouse hizo a partir del relato de la Dama de Shalott y

la Ofelia de Millais. Pero las influencias de dicho movimiento llegarían aún más lejos,

desde Gustav Klimt a Salvador Dalí18, pasando por la obra de Elihu Vedder. No obstante,

el antiacademicismo que la Hermandad Prerrafaelita representó, podríamos considerarlo

todo un anticipo de los movimientos radicales de la vanguardia de principios del S.XX.

Aitor Merino Martínez

Universidad Autónoma de Madrid

18 Salvador Dalí, “El surrealismo fantasmagórico del eterno femenino en el arte prerrafaelita” en Günter

Metken, Los Prerrafaelitas, Editorial Blume, Colonia, 1974, p. 179.