La Gaba estudió en Medellín

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VIERNES, 17 DE ABRIL DE 2015 4 TEMA DEL DÍA Por MÓNICA QUINTERO RESTREPO L os recuerdos de sor Paula Quintero están resumidos en un álbum miniatura que ella no hizo y que se encontró una vez en la casa de unas tías. Se pone las gafas para mirar. En esa foto recortada, redonda, de dos centímetros de diámetro, está Mercedes Barcha. Hay otras, igual de pequeñas. Sor Paula y Mercedes estu- diaron en el mismo colegio, el María Auxiliadora de Medellín, el que todavía queda en el Palo con Cuba. –Es que yo conocí a Merce- des hablando de un tal Gabito. Yo estaba en noveno, ella iba más adelante, y hablando de amigos y de novios y de fiestas, ella era cerrada hablando de él. Las demás teníamos una con- versación más amplia. Se hicieron amigas por el de- porte. Mercedes llegó al colegio con otra costeña, Nidia García, y fueron internas, cuenta la her- mana Paula, cuando el colegio no había tenido nunca interna- do. Era un grupo pequeño. La amistad siguió, porque a ella también la internaron después. Eran tan buenas amigas que su mamá habló con la familia de la que aún no era la novia de Gabo, para que la dejara, de vez en cuando, pasar los fines de sema- na en su casa. En ese entonces viajar a la costa era difícil y aquí estaba sola. –No siempre, pero varias ve- ces fue a mi casa, con Nidia. Era una concesión especial, porque usted sabe el miedo que les da a unas hermanas dejar salir a una niña con otra. Mi mamá había hecho acto de presencia y las dos familias estaban de acuerdo. La cuidaban como a una hija, claro. Conocieron un poquito Medellín por eso. Me acuerdo que las llevé a Junín, al Astor. Yo era la guía turística (risas). Eran los años 50. Sor Paula se acuerda de que compartieron tres años de colegio y si sus cuentas no se pierden en el tiem- po, Mercedes se graduó en el 52, porque ella lo hizo en el 53. En ese entonces Gabo y su futura es- posa no se conversaban, aunque, se ha dicho, se conocieron cuan- do ella estaba por los 8 y que a los 12 él ya le había pedido matri- monio. Ella estaba muy niña, él no tanto: le llevaba cinco años. Durante el colegio, la herma- na no recuerda que hubiesen cartas o llamadas, solo que ella hablaba de un tal Gabito que era muy inquieto y muy inteligente. No tenían ni idea quién era, sal- vo que trabajaba en un periódi- co y escribía crónicas. También que le había dicho que se casa- ran, pero que ella primero tenía que estudiar. Estaba pequeña para esas lides. No hubo historias mágicas en esos días, y si bien se vie- ron, no fue en Medellín. En una entrevista que la Gaba le dio al periodista Héctor Felicia- no, se lee que en 1950 se en- contraron. El Napoleoncito del general Márquez vivía en Ba- rranquilla y escribía para El He- raldo. “Aunque no revela el nombre de su enamorada se sabe que en La Jirafa, la colum- na mencionada que publicaba el diario de la ciudad, hablaba de Mercedes cuando, en di- ciembre de ese año, tituló una de ellas ‘La amiga’. El escrito del joven periodista de 23 años es ya una declaración de amor y una descripción de la adoles- cente: ‘Creo que antes tenías los pómulos menos pronuncia- dos... Pareces una mujer orien- tal (…)’. ‘Yo conocía a Alfonso (Fuenmayor), a Germán (Var- gas), a Álvaro (Cepeda Samudio) –explica Mercedes. Eran ami- gos de papá. En ese momento ellos eran unos bohemios lo- cos. Yo, una niña pura. Yo iba al colegio de las monjas en Medellín”. En esa misma entre- vista dice que no sentía nada cuando lo leía. Le gustaba y solo comen- taba, “mira lo que escribe Gabito”. Nomás. En cambio Sor Paula la reme- mora mencionándolo, no tanto leyéndolo. Se acuerda que un do- mingo hasta les dijo que se ha- bía ido perdiendo entre la niebla. Gerald Martin, en la biogra- fía que hizo sobre García Már- quez, Una vida, expresa que en esa columna se dice que sus pro- tagonistas no se veían desde ha- cía tres años. “De hecho, 1947 fue el año en que García Már- quez se graduó de Zipaquirá, fue a casa a pasar el verano y luego se marchó a la universidad, a Bo- gotá; después de eso visitó a su familia lo menos posible, y en cualquier caso Mercedes no es- taba en Sucre, pues estudiaba en un colegio de monjas de Mede- llín y únicamente volvía a casa para las vacaciones, al acabar el curso (…). Todo apunta a que an- tes de que se encontraran lleva- ba tiempo esperando a que Mer- cedes regresara del colegio para pasar las Navidades”. Escribe Gerald que los del grupo de Barranquilla contaron que en el jeep de Cepeda daban vueltas sin cesar y Gabo le pedía a este que pasara despacio por delante de la farmacia, donde ella ayudaba, solo por si de pronto y la veía fugazmente. “Sea como fuere, en aque- llas Navidades de 1950 Gabito finalmente con- venció a Merce- des de que le die- ra una oportuni- dad y la llevó a bailar a El Prado en varias ocasio- nes. Ella se mos- traba socarronamente ambigua, sin rechazar de plano los avan- ces del joven, y él optó por creer que habían llegado a alguna cla- se de acuerdo tácito y que tenía posibilidades. Ésta era una situa- ción completamente nueva”. Es cuando Aida Márquez, la hermana del Nobel, comenta que bailaba con el papá de Mercedes para que Gabito y su chica querida pudieran bailar también. No se acuerda que los amores fueran durante la época de colegio, ni que hu- biera cartas. Lo serio, o lo ofi- cial, empezó después. En la escuela Mercedes era una buena estu- diante, dedicada a su oficio. La La Gaba estudió en Medellín Mercedes Barcha terminó el colegio en la María Auxiliadora. Sor Paula Quintero la recuerda como una niña alegre que ya hablaba de Gabito. Sor Paula Quintero señala a Mercedes Barcha en una de las fotos que todavía guarda. FOTO MANUEL SALDARRIAGA hermana Paula dice que hacía unos trabajos maravillosos. –Tenía una característica, era muy alegre, siendo muy senci- lla. No era de una alegría de las que hacen bulla. No. Era depor- tista, piadosa, una niña suave, delicada, muy buena estudiante, inteligente y consagrada. Era muy simpática, muy amiga de todo el mundo y entusiasta para el juego. A mí siempre me im- presionó su sencillez. En general las costeñas son muy vanidosas, apegadas a las joyas, a la ropa, a las cosas, en cambio ella era muy sencilla, muy bien vestida siempre, pero muy sencilla. Una vez le dijo a una compañera, Consuelo Arcila, cuando salía- mos de misa, tú tienes vocación salesiana, y sí señora, resultó. –Y Mercedes, ¿tenía voca- ción salesiana? –Ella no. Ella era Gabito. Después supo que se encon- tró con su Gabito y que se casa- ron, tiempo después que se fue del colegio. No la volvió a ver. Cuando García Márquez recibió el Nobel se sintió feliz por ella, y hasta trataron de invitarla al Ma- ría Auxiliadora, pero no coinci- dieron, nunca. Sor Paula luego se entró de monja y perdió el contacto. Sin embargo, Merce- des está ahí, en varias de esas pequeña fotos, en blanco y ne- gro, de ese miniálbum. Está en la memoria de los años mozos. Del resto de la historia entre los Gabos se sabe que tuvieron dos hijos y que fue- ron inseparables hasta que él se murió. De los detalles de sus amores se sabe muy poco –es su vida privada–, aunque se sabe lo importan- te: que se querían “Ella hablaba de un muchacho muy inquieto, muy inteligente, bohemio. Era periodista”. SOR PAULA QUINTERO // Gabo en la memoria

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Periódico EL COLOMBIANO. Abril 17, 2015.

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  • VIERNES, 17 DE ABRIL DE 20154 TEMA DEL DA

    Por MNICA QUINTERO RESTREPO

    Los recuerdos de sor Paula Quintero estn resumidos en un lbum miniatura que ella no hizo y que se encontr una vez en la casa de unas tas. Se pone las gafas para mirar. En esa foto recortada, redonda, de dos centmetros de dimetro, est Mercedes Barcha. Hay otras, igual de pequeas.

    Sor Paula y Mercedes estu-diaron en el mismo colegio, el Mara Auxiliadora de Medelln, el que todava queda en el Palo con Cuba.

    Es que yo conoc a Merce-des hablando de un tal Gabito. Yo estaba en noveno, ella iba ms adelante, y hablando de amigos y de novios y de fiestas, ella era cerrada hablando de l. Las dems tenamos una con-versacin ms amplia.

    Se hicieron amigas por el de-porte. Mercedes lleg al colegio con otra costea, Nidia Garca, y fueron internas, cuenta la her-mana Paula, cuando el colegio no haba tenido nunca interna-do. Era un grupo pequeo. La amistad sigui, porque a ella tambin la internaron despus. Eran tan buenas amigas que su mam habl con la familia de la que an no era la novia de Gabo, para que la dejara, de vez en cuando, pasar los fines de sema-na en su casa. En ese entonces viajar a la costa era difcil y aqu estaba sola.

    No siempre, pero varias ve-ces fue a mi casa, con Nidia. Era una concesin especial, porque usted sabe el miedo que les da a unas hermanas dejar salir a una nia con otra. Mi mam haba hecho acto de presencia y las dos familias estaban de acuerdo. La cuidaban como a una hija, claro. Conocieron un poquito Medelln por eso. Me acuerdo que las llev a Junn, al Astor. Yo era la gua turstica (risas).

    Eran los aos 50. Sor Paula se acuerda de que compartieron tres aos de colegio y si sus cuentas no se pierden en el tiem-po, Mercedes se gradu en el 52, porque ella lo hizo en el 53. En ese entonces Gabo y su futura es-posa no se conversaban, aunque, se ha dicho, se conocieron cuan-do ella estaba por los 8 y que a los 12 l ya le haba pedido matri-monio. Ella estaba muy nia, l no tanto: le llevaba cinco aos.

    Durante el colegio, la herma-na no recuerda que hubiesen cartas o llamadas, solo que ella hablaba de un tal Gabito que era muy inquieto y muy inteligente. No tenan ni idea quin era, sal-vo que trabajaba en un peridi-co y escriba crnicas. Tambin que le haba dicho que se casa-ran, pero que ella primero tena que estudiar. Estaba pequea para esas lides.

    No hubo historias mgicas en esos das, y si bien se vie-ron, no fue en Medelln. En una entrevista que la Gaba le dio al periodista Hctor Felicia-no, se lee que en 1950 se en-contraron. El Napoleoncito del general Mrquez viva en Ba-rranquilla y escriba para El He-

    raldo. Aunque no revela el nombre de su enamorada se sabe que en La Jirafa, la colum-na mencionada que publicaba el diario de la ciudad, hablaba de Mercedes cuando, en di-ciembre de ese ao, titul una de ellas La amiga. El escrito del joven periodista de 23 aos es ya una declaracin de amor y una descripcin de la adoles-cente: Creo que antes tenas los pmulos menos pronuncia-dos... Pareces una mujer orien-tal (). Yo conoca a Alfonso (Fuenmayor), a Germn (Var-gas), a lvaro (Cepeda Samudio) explica Mercedes. Eran ami-gos de pap. En ese momento ellos eran unos bohemios lo-cos. Yo, una nia pura. Yo iba al colegio de las monjas en Medelln.

    En esa misma entre-vista dice que no senta nada cuando lo lea. Le gustaba y solo comen-taba, mira lo que escribe Gabito. Noms.

    En cambio Sor Paula la reme-mora mencionndolo, no tanto leyndolo. Se acuerda que un do-mingo hasta les dijo que se ha-ba ido perdiendo entre la niebla.

    Gerald Martin, en la biogra-fa que hizo sobre Garca Mr-quez, Una vida, expresa que en esa columna se dice que sus pro-tagonistas no se vean desde ha-ca tres aos. De hecho, 1947 fue el ao en que Garca Mr-quez se gradu de Zipaquir, fue a casa a pasar el verano y luego se march a la universidad, a Bo-got; despus de eso visit a su familia lo menos posible, y en cualquier caso Mercedes no es-taba en Sucre, pues estudiaba en un colegio de monjas de Mede-

    lln y nicamente volva a casa para las vacaciones, al acabar el curso (). Todo apunta a que an-tes de que se encontraran lleva-ba tiempo esperando a que Mer-cedes regresara del colegio para pasar las Navidades.

    Escribe Gerald que los del grupo de Barranquilla contaron que en el jeep de Cepeda daban vueltas sin cesar y Gabo le peda a este que pasara despacio por delante de la farmacia, donde ella ayudaba, solo por si de

    pronto y la vea fugazmente.

    Sea como fuere, en aque-llas Navidades de 1950 Gabito finalmente con-venci a Merce-des de que le die-ra una oportuni-dad y la llev a bailar a El Prado en varias ocasio-nes. Ella se mos-

    traba socarronamente ambigua, sin rechazar de plano los avan-ces del joven, y l opt por creer que haban llegado a alguna cla-se de acuerdo tcito y que tena posibilidades. sta era una situa-cin completamente nueva.

    Es cuando Aida Mrquez, la hermana del Nobel, comenta que bailaba con el pap de Mercedes para que Gabito y su chica querida pudieran bailar tambin. No se acuerda que los amores fueran durante la poca de colegio, ni que hu-biera cartas. Lo serio, o lo ofi-cial, empez despus.

    En la escuela Mercedes era una buena estu-diante, dedicada a su oficio. La

    La Gaba estudi en MedellnMercedes Barcha termin el colegio

    en la Mara Auxiliadora. Sor

    Paula Quintero la recuerda como una nia alegre que ya hablaba

    de Gabito.

    Sor Paula Quintero seala a Mercedes Barcha en una de las fotos que todava guarda. FOTO MANUEL SALDARRIAGA

    hermana Paula dice que haca unos trabajos maravillosos.

    Tena una caracterstica, era muy alegre, siendo muy senci-lla. No era de una alegra de las que hacen bulla. No. Era depor-tista, piadosa, una nia suave, delicada, muy buena estudiante, inteligente y consagrada. Era muy simptica, muy amiga de todo el mundo y entusiasta para el juego. A m siempre me im-presion su sencillez. En general las costeas son muy vanidosas, apegadas a las joyas, a la ropa, a las cosas, en cambio ella era muy sencilla, muy bien vestida siempre, pero muy sencilla. Una vez le dijo a una compaera, Consuelo Arcila, cuando sala-mos de misa, t tienes vocacin salesiana, y s seora, result.

    Y Mercedes, tena voca-cin salesiana?

    Ella no. Ella era Gabito. Despus supo que se encon-

    tr con su Gabito y que se casa-ron, tiempo despus que se fue del colegio. No la volvi a ver. Cuando Garca Mrquez recibi el Nobel se sinti feliz por ella, y hasta trataron de invitarla al Ma-ra Auxiliadora, pero no coinci-dieron, nunca. Sor Paula luego se entr de monja y perdi el contacto. Sin embargo, Merce-des est ah, en varias de esas pequea fotos, en blanco y ne-gro, de ese minilbum. Est en la memoria de los aos mozos.

    Del resto de la historia entre los Gabos se sabe que tuvieron dos hijos y que fue-ron inseparables hasta que l se muri. De los detalles de sus amores se sabe muy poco es su vida privada, aunque se sabe lo importan-te: que se queran

    Ella hablaba de un muchacho muy inquieto, muy inteligente, bohemio. Era periodista.

    SOR PAULA QUINTERO

    // Gabo en la memoria