LA FUNDACIÓN DEL MUSEO COLONIAL E … · Nueva historia argentina, Buenos Aires, Sudamericana,...

31
89 Boletín del Instituto de Historia Argentina y Americana “Dr. Emilio Ravignani” Tercera serie, núm. 25 LA FUNDACIÓN DEL MUSEO COLONIAL E HISTÓRICO DE LA PROVINCIA DE BUENOS AIRES. CULTURA Y POLÍTICA EN LUJÁN, 1918 MARÍA ÉLIDA BLASCO* 1. INTRODUCCIÓN La fundación de museos y las diversas funciones que el Estado le atribuye a estas instituciones, sobre todo desde fines del siglo XIX, ha sido abordada hasta ahora desde una perspectiva predominantemente institucional, privilegiando el análisis de los aspectos propiamente museográficos 1 y pedagógicos. 2 Recientemente * Universidad Nacional de Luján. 1 A propósito del tema planteado conviene diferenciar la actividad museográfica –en tanto disciplina que tiene por objeto el estudio sistemático, la clasificación ordenada y seleccionada y la exposición clara y precisa de los fondos del museo–, de la Museología como ciencia social y disciplina histórica capaz de producir un análisis reflexivo del fenómeno museográfico y por lo tanto de la realidad histórico-social en la que se enmarca. Un análisis más profundo respecto de estas diferencias en Aurora León, El Museo. Teoría, praxis y utopía, Madrid, Cátedra, 1995, pp. 91-114; Luis Alonso Fernández, Museología y museografía, Barcelona, Ediciones del Serbal, 1999. Respecto a los trabajos de museología histórica argentina, véase Antonio Castro, “Museos Históricos Nacionales Argenti- nos. La Creación de la Comisión Nacional de Museos”; en Argentina en Marcha, tomo I, Buenos Aires, 1947, pp. 141-171; Tomás Diego Benard, Experiencias en Museografía Histórica, Buenos Aires, Anaconda, 1957; Alfonso Enrique Rodríguez, Museología Argentina. Guía de Instituciones y Museos, Colegio de Museólogos de la Argentina, Instituto Argentino de Museología, 1978; “Museología histórica en la Argentina”, diálogo con el arquitecto Rodolfo J. Berbery, en Revista Summa, nº 1, 1983, pp. 38-39; Isabel Laumonier, Museo y sociedad, Buenos Aires, CEAL, 1993; Marta Dujovne, Entre musas y musarañas. Una visita al museo, Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, 1995. 2 Durante la década del 60, el Boletín de la Dirección de Museos, Monumentos y Lugares Históricos editado en la ciudad de La Plata, publicó numerosos trabajos que tuvieron como objetivo

Transcript of LA FUNDACIÓN DEL MUSEO COLONIAL E … · Nueva historia argentina, Buenos Aires, Sudamericana,...

  • 89

    Boletn del Instituto de Historia Argentina y Americana Dr. Emilio RavignaniTercera serie, nm. 25

    LA FUNDACIN DEL MUSEO COLONIAL E HISTRICODE LA PROVINCIA DE BUENOS AIRES.CULTURA Y POLTICA EN LUJN, 1918

    MARA LIDA BLASCO*

    1. INTRODUCCIN

    La fundacin de museos y las diversas funciones que el Estado le atribuye a estasinstituciones, sobre todo desde fines del siglo XIX, ha sido abordada hasta ahoradesde una perspectiva predominantemente institucional, privilegiando el anlisisde los aspectos propiamente museogrficos1 y pedaggicos.2 Recientemente

    * Universidad Nacional de Lujn.1 A propsito del tema planteado conviene diferenciar la actividad museogrfica en tanto

    disciplina que tiene por objeto el estudio sistemtico, la clasificacin ordenada y seleccionada y laexposicin clara y precisa de los fondos del museo, de la Museologa como ciencia social y disciplinahistrica capaz de producir un anlisis reflexivo del fenmeno museogrfico y por lo tanto de larealidad histrico-social en la que se enmarca. Un anlisis ms profundo respecto de estas diferenciasen Aurora Len, El Museo. Teora, praxis y utopa, Madrid, Ctedra, 1995, pp. 91-114; Luis AlonsoFernndez, Museologa y museografa, Barcelona, Ediciones del Serbal, 1999. Respecto a los trabajosde museologa histrica argentina, vase Antonio Castro, Museos Histricos Nacionales Argenti-nos. La Creacin de la Comisin Nacional de Museos; en Argentina en Marcha, tomo I, BuenosAires, 1947, pp. 141-171; Toms Diego Benard, Experiencias en Museografa Histrica, BuenosAires, Anaconda, 1957; Alfonso Enrique Rodrguez, Museologa Argentina. Gua de Instituciones yMuseos, Colegio de Muselogos de la Argentina, Instituto Argentino de Museologa, 1978; Museologahistrica en la Argentina, dilogo con el arquitecto Rodolfo J. Berbery, en Revista Summa, n 1,1983, pp. 38-39; Isabel Laumonier, Museo y sociedad, Buenos Aires, CEAL, 1993; Marta Dujovne,Entre musas y musaraas. Una visita al museo, Buenos Aires, Fondo de Cultura Econmica, 1995.

    2 Durante la dcada del 60, el Boletn de la Direccin de Museos, Monumentos y LugaresHistricos editado en la ciudad de La Plata, public numerosos trabajos que tuvieron como objetivo

  • 90 MARA LIDA BLASCO

    algunos trabajos antropolgicos han incursionado en el tema estableciendo lasrelaciones correspondientes entre los museos, la delimitacin territorial y la cons-truccin de la nacionalidad.3 En el mbito historiogrfico, bajo la influencia de losrenovados enfoques que ha suministrado la historia sociocultural4 se han realizado

    jerarquizar la funcin educativa de los museos, entre ellos pueden citarse Evangelina Bergada,Orgenes, evolucin y funcin de los museos pedaggicos, en Boletn n 2, 1959, pp. 41-60;Manuel Bejarano, Los museos y la enseanza de la historia; en Boletn n 4, 1964, pp. 57-63;Jorge A. Ferrer, Funcin de los museos en la educacin. Atraccin del pblico al museo a losfines de la educacin, en Boletn n 5, 1966, pp. 21-64; Miguel Alfonso Madrid, Un aspecto dela funcin pedaggica de los museos; tcnica de un visita explicada, en Boletn n 6, 1967, pp.51-68. Julin Cseres Freyre, Los museos folklricos al aire libre y su importancia educativa ycientfica para la Argentina, en Logos, n 13 y 14, 1977. Tercer Encuentro Nacional de Direc-tores de Museos. Conclusiones y recomendaciones, Mar del Plata, Secretara de Cultura de laNacin, Direccin Nacional de Museos, 1986. Entre los numerosos trabajos presentados nosparece relevante citar a Judith Spielbauer, Implicaciones de la identidad para los museos y lamuseologa (pp. 71-77); Bernard Deloche, El Museo y las ambigedades de la identidad patri-monial (pp. 78-84); Andr Desvalles, La identidad: algunos problemas planteados por sudefinicin y por el enfoque del museo en las cuestiones tericas y prcticas que plantea (pp. 85-88); Tomislav Sola, La identidad: reflexiones acerca de un problema crucial para los museos(pp. 89-91). En el ao 2000, se realizaron las III Jornadas Nacionales Ensear a travs de laciudad y el museo, y llamativamente, fueron muy escasos los trabajos referentes a la conforma-cin de las instituciones. Respecto a este tema slo podemos citar las investigaciones de Marangela Fernndez y Miguel ngel Taroncher, Una nueva escuela: empirismo y prcticas en elMuseo Escolar, 1895 y Mara Cristina Linares, Museo y educacin, una mirada sociohistrica;en C-D Ponencias, III Jornadas Nacionales Ensear a travs de la ciudad y el Museo, Mar delPlata, 26 al 28 de octubre de 2000.

    3 Irina Podgorny, Huesos y flechas para la Nacin: el acervo histrico de la Facultad deCiencias Naturales y Museo de la Universidad Nacional de La Plata, en Entrepasados, vol. 3, BuenosAires, 1992, pp. 157-165; De razn a facultad: ideas acerca de las funciones del Museo de La Plataen el perodo 1890-1918, en RUNA, Archivo para las Ciencias del hombre, vol. 22, Buenos Aires,1995, pp. 89-104; De la santidad laica del cientfico Florentino Ameghino y el espectculo de laciencia en la Argentina moderna, en Entrepasados, n 13, Buenos Aires, 1997, pp. 37-61; IrinaPodgorny y Gustavo Politis, Qu sucedi en la historia? Los esqueletos araucanos del museo de LaPlata, en Arqueologa Contempornea, vol. 3, Buenos Aires, 1992; Laura Ins Vugman, Conme-morando: del pasado del territorio a la historia de la Nacin Argentina en las ferias y exposicionesinternacionales del cuarto centenario, en RUNA, Archivo para las ciencias del hombre, vol. 22,Buenos Aires, 1995, pp. 69-87; dentro del campo de la historia ver Mnica Quijada, Ancestros,ciudadanos, piezas de museo. Francisco P. Moreno y la articulacin del indgena en la construccinnacional argentina (siglo XIX), en Estudios Interdisciplinarios de Amrica Latina y el Caribe, TelAviv, 1998, pp. 21-46.

    4 Peter Burke, La nueva historia sociocultural, en Historia Social, n 17, 1993, pp. 105-114;Roger Chartier, El mundo como representacin, en Historia Social, n 10, 1991, pp. 163-175, Dela historia social de la cultura a la historia cultural de lo social, en Historia Social, n 17, 1993, pp. 97-104; Natalie Davis, Las formas de la historia social, en Historia Social, n 10, 1991, pp. 177-178;Georges Iggers, La ciencia histrica en el siglo XX. Las tendencias actuales, Barcelona, Labor, 1995.

  • 91LA FUNDACIN DEL MUSEO COLONIAL E HISTRICO...

    novedosos estudios sobre la vida intelectual,5 la produccin artstica,6 elurbanismo7 y la formacin de la nacionalidad8 en la Argentina, entre las dcadasde 1880 y 1920. Sin embargo, parece ser que el proceso de transformacin de lascolecciones privadas en museos pblicos solventados por el Estado han desperta-do escaso inters en los historiadores.9 Las investigaciones realizadas no dan cuentade la enorme riqueza que propone el anlisis de la conformacin de los museosque actualmente funcionan en la Argentina y que, en su mayor parte, han sidofundados para dar cumplimiento a objetivos explcitos referentes a la consagra-cin de ciertos aspectos del pasado nacional que pareca necesario reivindicar.

    Con el propsito de explorar el complejo proceso a travs del cual las elitespolticas y culturales de las primeras dcadas del siglo XX pusieron en marchanovedosas estrategias de accin tendientes a construir y fortalecer procesosidentitarios, tanto a nivel municipal como provincial, y redefinir la identidad nacio-nal apelando a la nocin de tradicin hispano-catlica, concentraremos nuestrointers en un caso emblemtico y significativo de este proceso: la fundacin delMuseo Colonial e Histrico de Lujn desde una perspectiva amplia que relacionelos aspectos sociopolticos con los netamente culturales y educativos.

    5 Diana Quattrocchi-Woisson, Los males de la memoria, Buenos Aires, Emec, 1995; PabloBuchbinder, Vnculos privados, instituciones pblicas y reglas profesionales en los orgenes de lahistoriografa argentina; en Boletn del Instituto de Historia Argentina y Americana Dr. EmilioRavignani, n 13, Buenos Aires, 1996, pp. 59-82; Beatriz Sarlo y Carlos Altamirano, Ensayos argen-tinos: de Sarmiento a la vanguardia; Bs. As, Ariel, 1987; Oscar Tern, Vida intelectual en el BuenosAires fin de siglo (1880-1910). Derivas de la cultura cientfica, Buenos Aires, Fondo de CulturaEconmica, 2000; Maristella Svampa, El dilema argentino: civilizacin o barbarie. De Sarmiento alrevisionismo peronista, Buenos Aires, El Cielo por Asalto-Imago Mundi, 1994, pp. 85-134.

    6 Jos Emilio Buruca (dir.), Arte, sociedad y poltica. Nueva historia argentina, Buenos Aires,Sudamericana, 1999; Buruca, Jos Emilio y Ana Mara Telesca, El arte y los historiadores, en Lajunta de historia y numismtica y el movimiento historiogrfico en la Argentina (1893-1938),Buenos Aires, ANH, tomo II, 1996, pp. 225-238.

    7 Adrin Gorelik, La grilla y el parque. Espacio pblico y cultura urbana en Buenos Aires,1887-1936; Buenos Aires, Universidad Nacional de Quilmes, 1998; Jorge Francisco Liernur y GracielaSilvestrn, El umbral de la metrpolis. Transformaciones tcnicas y cultura en la modernizacin deBuenos Aires (1870-1930), Buenos Aires, Sudamericana, 1993; Jorge Francisco Liernur, Mestiza-je, criollismo, estilo propio, estilo americano, estilo neocolonial. Lecturas modernas de laarquitectura en Amrica Latina durante el dominio espaol; mimeo, Buenos Aires, 2000.

    8 Lilia Ana Bertoni, Patriotas, cosmopolitas y nacionalistas. La construccin de la nacionalidadargentina a fines del siglo XIX, Buenos Aires, Fondo de Cultura Econmica, 2001; Fernando Devoto,Nacionalismo, fascismo y tradicionalismo en la Argentina moderna, Buenos Aires, Siglo XXI, 2002.

    9 Respecto a este tema, la Academia Nacional de la Historia public, en 1996, dos importantesvolmenes que aportan numerosos datos sobre la conformacin de las primeras colecciones dedocumentos y objetos materiales reunidos, organizados y catalogados por los miembros fundadores dela Junta de Historia y Numismtica, la que a su vez, monitoreaba la labor realizada por los museos. VerLa junta de historia y numismtica y el movimiento historiogrfico en la Argentina (1893-1938),Academia Nacional de la Historia, Buenos Aires, Tomo 1, 1995; Tomo 2, 1996.

  • 92 MARA LIDA BLASCO

    Partimos de la hiptesis de que la fundacin del Museo Colonial e Histricoconstituy una estrategia esencial que fortaleci el desarrollo de un clima ideolgi-co particular que desde principios de siglo se fue gestando en la ciudad y queestaba caracterizado por un fuerte apego a las tradiciones hispanas y catlicas.10Estos componentes ideolgicos que fueron lentamente estimulados por el accio-nar conjunto de las diferentes esferas estatales y eclesisticas van a ser experi-mentados, apropiados y por lo tanto redefinidos por los grupos locales y constitui-rn, por lo tanto, las particularidades que irn diferenciando a la sociedad lujanensede las dems ciudades de la provincia.

    Para el abordaje de este tema, por tanto, apelamos a los estudios abocados alos procesos de invencin de la tradicin11 y a las nuevas perspectivashistoriogrficas que intentan reconstruir los dispositivos mediante los cuales searticulan los lugares de la memoria de los cuales los museos forman parte.12 Eneste contexto, el Museo de Lujn aparece como un caso paradigmtico ya que atravs del proceso de su fundacin, podemos observar concretamente la emer-gencia de una diversidad de actores sociales funcionarios pblicos, intelectuales,eclesisticos, vecinos, militares, sociedades de inmigrantes, escolares, docentescon capacidad de accin e interrelacin para llevar a cabo un proyecto culturalque con el correr de los aos ser internalizado como propio: las diversas formasde apropiacin que los sujetos harn de las tradiciones culturales que la elite difun-dir a travs del Museo, y las tensiones y distorsiones que ello implica, constitui-rn el xito mismo del proyecto.

    2. METODOLOGA Y FUENTES

    La contextualizacin de nuestro objeto de estudio es uno de los aspectosmetodolgicos al que hemos dedicado especial atencin. Con este objetivo re-cogimos los valiosos aportes realizados por Norberto Marquiegui sobre Lujnen los que se advierte, entre otras cosas, la enorme vitalidad y el alto grado de

    10 Mara lida Blasco, La tradicin colonial hispano-catlica en Lujn. El ciclo festivo delCentenario de la Revolucin de Mayo, en Anuario del IEHS n 17, Tandil, Facultad de CienciasHumanas, Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires, 2002, pp. 49-76.

    11 Eric Hobsbawm y Terence Ranger, La invencin de la tradicin, Barcelona, EUMOEditorial, 1988.

    12 Pierre Nor, La loi de la mmoire, en Le Debat, n 78, 1994, pp. 187-191; respecto a laimportancia de los museos en los procesos de construccin de la nacionalidad apelamos a los concep-tos definidos por Benedic Anderson, Comunidades imaginadas. Reflexiones sobre el origen y ladifusin del nacionalismo, Mxico, Fondo de Cultura Econmica, 1993, pp. 228-229.

  • 93LA FUNDACIN DEL MUSEO COLONIAL E HISTRICO...

    urbanizacin que presentaba la ciudad a principios de siglo XX.13 Esta caracters-tica constituye uno de los ejes centrales para entender la fundacin del Museo, yaque este hecho se producir en un espacio urbano inserto en un importante proce-so de transformaciones modernizadoras que deben entenderse, a su vez, en uncontexto caracterizado por la llegada masiva de grupos inmigratorios. Segn losdatos recogidos por Marquiegui, el censo de 1914 registraba en el partido deLujn, un total de 20.813 habitantes de los cuales 6.142 eran extranjeros, pertene-cientes sobre todo a la comunidad italiana, espaola, francesa y albanesa.14

    Respecto al original trazado urbano, Lujn contaba ya hacia 1910 con dosplazas principales estratgicamente interconectadas: una histrica y religiosa, laPlaza Belgrano que albergaba la Baslica, el edificio del antiguo Cabildo y la Casadel Virrey, y otra cvica y de un estilo ms moderno, la Plaza Coln, frente a la cualse encontraba el Palacio Municipal. En estos espacios se realizaron los festejos delCentenario de la Revolucin de Mayo que intensificaron el proceso de identifica-cin de los ciudadanos con su localidad y promocionaron la ciudad como capitalespiritual de la nacin.15 Para ello se deba encontrar la manera de insertar elpasado de la ciudad en la tradicin nacional; por lo tanto, como ya lo anticipa-mos, el ciclo festivo y los espacios urbanos dejaron entrever la vitalidad de unacorriente de pensamiento y de accin en la que predominaban los signos de unatradicin colonial, hispana y catlica. Por otro lado, la accin conjunta del Estadoy la Iglesia en la organizacin de los eventos intentaron mostrar el progreso mate-rial, la vital sociabilidad, la religiosidad y el culto a la tradicin, lo que favoreca lalenta pero vigorosa construccin de una doble identificacin: una identidad nacio-nal en donde el pasado lujanense se viera incluido en el pasado argentino. Sinembargo, a siete aos de los festejos del Centenario, una nueva estrategia poltica

    13 Norberto Marquiegui, Liderazgo tnico, redes de relacin y formacin de una identidadinmigrante en el destino. Un balance a partir de los casos de los espaoles, franceses e italianos deLujn, en Cuadernos de Trabajo, n 15, Departamento de Ciencias Sociales, Universidad Nacionalde Lujn, 2000, pp. 123-189. Respecto a las transformaciones socioeconmicas de Lujn y a lacomposicin de su poblacin vanse los trabajos de Norberto Marquiegui, en especial; Aproxima-cin al estudio de la inmigracin talo-albanesa en Lujn, en Estudios Migratorios Latinoamerica-nos, n 8, 1988, pp. 51-81; La inmigracin espaola en Lujn (1880-1920), en Estudios MigratoriosLatinoamericanos, n 13, 1989, pp. 525-562; La inmigracin gallega a la Argentina. El caso deLujn, 1880-1820, en Ciclos, n 4, 1993, pp. 133-153; Los inmigrantes en los orgenes de lasempresas argentinas. El caso de la Sociedad Annima de Electricidad de Lujn (1911-1930), enCuadernos de Historia Regional, n 16, Universidad Nacional de Lujn, Lujn, 1994, pp. 87-109; Elbarrio de los italianos. Los talo-albaneses de Lujn y los orgenes de Santa Elena, Lujn, Librerade Mayo, 1995; Migracin en cadenas, redes sociales y movilidad. Reflexiones a partir de los casosde los sorianos y albaneses de Lujn, en Hernn Otero y Mara Bejer (comps.), Inmigracin y redessociales en la Argentina moderna, IEHS-CEMLA, 1995, pp. 35-60.

    14 Norberto Marquiegui, Ana Mara Silvestrin y Elisabet Cipolleta, La inmigracin italiana enLujn, 1880-1914, en Cuadernos de Historia Regional, vol. 5, n 14, Lujn, 1989, p. 4.

    15 Mara lida Blasco, La tradicin colonial hispano-catlica en Lujn.

  • 94 MARA LIDA BLASCO

    y cultural sum a este espacio social una vitalidad inusitada: en 1917 el Comisiona-do Municipal de Lujn solicit al gobierno provincial fondos para rescatar elviejo Cabildo;16 en respuesta a ello Jos Luis Cantilo estableca por decreto lautilizacin de este edificio como asiento definitivo del nuevo Museo Colonial eHistrico de la Provincia de Buenos Aires.17

    El presente trabajo, por lo tanto, propone reconstruir y contextualizar el pro-ceso de fundacin del Museo Histrico y Colonial, teniendo presente las diferentesproblemticas sociopolticas imperantes a nivel local, nacional y provincial. Paraello hemos reducido nuestra escala de observacin retomando los principios bsi-cos de la microhistoria ya que partimos de la premisa de que esta metodologa nospermitir observar con mayor detenimiento la emergencia de elementos y proce-sos que parecen perder relevancia si los analizamos en contextos globales.18 Te-niendo presente lo sucedido en el resto de los pases hispanoamericanos,19 elproceso de construccin de una fuerte ideologa nacional en Espaa desde finesdel siglo XIX20 y los acontecimientos producidos a nivel mundial que indudable-mente influyeron sobremanera en la Argentina,21 intentaremos responder a los dosinterrogantes que consideramos esenciales para desentraar el complejo procesode construccin de identidades desde la accin poltica concreta de los actoressociales que las implementan: cules son las caractersticas espaciales ysociopolticas especficas de la ciudad de Lujn que hicieron posible la emergenciade elementos culturales e identitarios tan poderosos y perdurables que veremosactuar con posterioridad en la construccin de una ideologa nacional?; cmose combinaron y se seleccionaron estos elementos en la tradicin local para

    16 Vale recordar que hasta 1910, la sede municipal funcionaba en la planta edilicia del Cabildo. Enese ao, la municipalidad fue trasladada frente a la Plaza Coln, y en el edificio del Cabildo se installa comisara. Ante el deterioro de la edificacin, muchas veces se pens en derribarla, colocar en sulugar una placa recordatoria y construir una nueva planta como ya lo haba propuesto, en 1906, elarquitecto Cristophersen para el Cabildo de Buenos Aires. Respecto al proyecto de Christophersenver Alejandro Christophersen, Conmemoracin del gran centenario; en Revista de Arquitectura,Buenos Aires, julio-agosto de 1906, pp. 88-89.

    17 Desde 1972, esta institucin pas a denominarse Complejo Museogrfico Enrique Udaondo,en honor al que fue su director desde 1923 hasta 1962.

    18 Giovanni Levi, Sobre microhistoria, Buenos Aires, Biblos, 1993.19 Jos Emilio Buruca y Fabin A. Campagne, Los pases del Cono Sur, en A. Annino, L.

    Castro Leiva y F.-X. Guerra, De los imperios a las naciones: Iberoamrica, Zaragoza, Iber-Caja,1994, pp. 349-381; Mnica Quijada, Carmen Bernand y Arnd Schneider, Homogeneidad y nacincon un estado de caso: Argentina, siglos XIX y XX, Madrid, Consejo Superior de InvestigacionesCientficas, 2000.

    20 Joaqun Varela, La novela de Espaa. Los intelectuales y el problema espaol, Madrid, Taurus,1999; Carlos Serrano, El nacimiento de Carmen. Smbolos, mitos y nacin, Madrid, Taurus, 1999.

    21 Respecto a la nueva funcin desempeada por los intelectuales argentinos en la vida poltica ysocial del pas frente al estallido de la Primera Guerra Mundial y la Revolucin Rusa, ver Tulio HalperinDonghi, Vida y muerte de la repblica verdadera (1910-1930), Buenos Aires, Ariel, 1999, pp. 55-103.

  • 95LA FUNDACIN DEL MUSEO COLONIAL E HISTRICO...

    reivindicar a travs de ellos una identidad nacional hispano-catlica que se verplenamente formada en la dcada del 30? La fundacin del Museo Histrico y Colo-nial ser empleada a manera de prisma para dar cuenta de algunas respuestas.

    Las fuentes documentales con las que contamos muestran una amplia riquezapor su diversidad, por lo tanto, cada una de ellas ha sido explorada intentandoperseguir un objetivo preciso. En primer lugar, el libro de actas de la institucin,22permitir extraer informacin acerca de la conformacin de la Comisin Adminis-tradora del Museo, los miembros que la integraron y sus vinculaciones con lasautoridades gubernamentales, los proyectos y las primeras acciones que llev acabo. En segundo lugar, las fuentes periodsticas informarn sobre el desarrollode la ceremonia oficial de entrega del Cabildo por parte de las autoridades provin-ciales a dicha Comisin. Esta celebracin permitir prestar especial atencin a dosaspectos centrales: las acciones concretas de los grupos de poder que aspiraban alegitimar con su presencia su participacin en el proyecto Museo y las actuacio-nes de los destinatarios concretos del proyecto ideado: los vecinos, las asociacio-nes de inmigrantes, los docentes y sobre todo los escolares y los nios, quienes,como futuros ciudadanos, deban embriagarse de las mejores tradiciones pa-trias. Pero esas tradiciones estaban claramente delineadas y reformuladas por laselites polticas y culturales que administraban los diferentes niveles estatales. Deah que, teniendo presente el decreto de fundacin del Museo y los discursospronunciados por las autoridades, en el tercer apartado analizaremos el proceso atravs del cual la elite dirigente seleccionar23 algunos elementos del pasadotransformndolos en historia oficial e intentar resguardar los restos materialesde esa historia en el Museo Histrico y Colonial de la Provincia de Buenos Aires.Sin embargo, veremos que las desavenencias polticas abortaron el proceso: amanera de eplogo, por tanto, describimos la forma abrupta en que los miembrosde la Comisin del Museo renuncian a sus cargos hasta que las nuevas autoridadesprovinciales renuevan la iniciativa de poner en marcha el Museo. Nuevamente, ellibro de actas de la Comisin y el anlisis de la situacin poltica nos ayudarn acomprender mejor los conflictos y a visualizar su posterior solucin.

    22 Se trata de un libro de grandes dimensiones, foliado, que consta de cuatro actas labradas por losintegrantes de la Comisin Directiva del Museo. Agradezco a Mariana Luchetti y dems personal dearchivo del Complejo Museogrfico Enrique Udaondo de Lujn, por la gentileza con la que me hanpermitido acceder a l.

    23 Utilizamos el concepto de tradicin selectiva acuado por Raymond Williams, Marxismo yliteratura, Barcelona, Ediciones Pennsula, 1980, pp. 138-145.

  • 96 MARA LIDA BLASCO

    3. LA GESTACIN DEL PROYECTO MUSEO: LA FORMACINDE LA COMISIN ADMINISTRADORA

    Para evitar el derrumbe del edificio del Cabildo, en 1917 el Comisionado Municipalde Lujn, Domingo Fernndez Beschtedt,24 solicit ayuda monetaria al Interven-tor Nacional de la Provincia de Buenos Aires, Jos Luis Cantilo.25 Como respues-ta, el 31 de diciembre de 1917 se estableca por decreto la creacin en esta edifi-cacin del Museo Colonial e Histrico de la Provincia de Buenos Aires. A estosefectos, Cantilo encomendaba su restauracin a uno de los mximos exponentesdel estilo arquitectnico neocolonial, Martn S. Noel26 quien, entre enero y marzode 1918 deba realizar su trabajo. Los plazos eran demasiado cortos porque lostiempos polticos as lo exigan. Recordemos que Jos Luis Cantilo deba dejar elcargo de Interventor Nacional que Yrigoyen le haba asignado el 24 de abril de1917, ante la grave situacin de anormalidad poltica que atravesaba la provin-cia.27 Su funcin como administrador, en consecuencia, sera breve, lo que no leimpidi que, a ocho meses de asumir el gobierno y ante el pedido del Comisionadode Lujn, firmara el decreto de creacin del Museo y solicitara a Noel la restaura-cin del viejo edificio del Cabildo. Intentando una gestin rpida y eficaz paraborrar los vestigios conservadores, Cantilo no advirti que seran las divisionesinternas dentro de su propio partido las que haran tambalear el proyecto lujanenese.28

    24 Importante figura del radicalismo lujanense. Fue vicepresidente del Comit de la Unin Cvica deLujn y form parte de la juventud radical. Tuvo una de sus primeras actuaciones pblicas en 1893, cuandoparticip activamente, en Lujn, en la toma de la Municipalidad y la comisara, en un contexto de fuertesmanifestaciones sociales. En 1917, ante la intervencin federal de la provincia de Buenos Aires, fuedesignado Comisionado Municipal de Lujn. Un siglo de poltica y polticos, en 100 aos de laCoronacin de Nuestra Seora de Lujn 1887-1987; edicin especial de El Civismo, Lujn, 1987, p. 22.

    25 Cantilo participaba activamente en el radicalismo desde la dcada de 1890, integraba elComit Nacional de la UCR y haba sido diputado provincial y nacional por la Capital Federal. En 1915haba fundado el diario radical La poca, del que fue su primer director; Richard Walter, La provinciade Buenos Aires en la poltica Argentina, 1912-1943; Buenos Aires, Emec, 1987, p. 68.

    26 Ramn Gutirrez, Margarita Gutman y Vctor Prez Escolano, El arquitecto Martn Noel. Sutiempo y su obra, Sevilla, Junta de Andaluca, 1995.

    27 El objetivo principal de Yrigoyen era poner fin al predominio conservador y frenar las aspiracionespresidenciales de su lder, Marcelino Ugarte. De ah que Yrigoyen prest especial atencin a la regulariza-cin de la ley electoral de la provincia que negaba el derecho al voto, a los hombres de 18 a 21 aos de edad.

    28 Una aproximacin a la cuestin de la relacin entre el partido radical y la administracin pblica,entre 1916-1930, y las divisiones internas del radicalismo en Ana Virginia Persello, Administracinpblica y gobiernos radicales, 1916-1930, en Revista Sociohistrica, Cuadernos del CISH N 8, UNLP,2001. Para contextualizar esta problemtica dentro de un marco temporal ms amplio y analizar enprofundidad los cambios experimentados por la poltica de la provincia de Buenos Aires a lo largo delperodo 1880-1912, ver Roy Hora, Autonomistas, radicales y mitristas: el orden oligrquico en laprovincia de Buenos Aires (1880-1912), en Boletn de Historia Argentina y Americana Dr. EmilioRavignani, n 23, Buenos Aires, 2001, pp. 39-77.

  • 97LA FUNDACIN DEL MUSEO COLONIAL E HISTRICO...

    stas comenzaron a quedar al descubierto ante la proximidad de las elecciones: CamiloCrotto,29 candidato a gobernador por el radicalismo, result electo el 3 de marzo de1918, hecho que provoc una de las mayores crisis internas del radicalismo.30

    En este contexto, el 18 de abril de 1918 a slo un mes de producidas laselecciones un grupo de personalidades notables del ambiente intelectual de lapoca, se reunieron en el saln de Bellas Artes de la Capital Federal a invitacin delministro de gobierno de la provincia de Buenos Aires, doctor Jos O. Cass conel propsito de cumplir con el decreto dictado por el Seor Interventor Nacionalen la Provincia de Buenos Aires, don Jos Luis Cantilo, de fecha 21 de febrero delcorriente ao.31 El objetivo: dejar constituida la Comisin Administradora delMuseo Colonial e Histrico. Para dar slo algunos nombres podemos decir que seencontraban presentes Domingo Fernndez Beschtedt, Comisionado de la ciudadde Lujn, Rafael Obligado, Enrique Pea, J. J. Biedma, Enrique Rodrguez Larreta,Carlos M. Urien, Juan C. Amadeo, los hermanos Martn y Carlos Noel, ClementeOnelli, Jos Marc del Pont, Federico Leloir y Enrique Udaondo, entre otros.32

    Una vez realizado el escrutinio, con 24 votos a favor result elegido presiden-te el escritor Enrique Rodrguez Larreta. El arquitecto Martn Noel, que mesesantes haba estado a cargo de la restauracin del edificio del Cabildo, pas a ocu-par el cargo de secretario; Enrique Udaondo quien por entonces tena a su cargola organizacin del Museo Popular de Tigre33 fue designado prosecretario y por

    29 De ascendencia italiana, perteneca a la elite terrateniente y tena varias propiedades enTapalqu. Estudi en la Universidad de Buenos Aires y se gradu de abogado. Luego se dedic a laactividad poltica: particip en la formacin de la UCR y en la rebelin de 1903 y 1905. Entre 1907y 1917 ocup la presidencia del Comit Nacional de la UCR. En 1912, ocup la banca de senadornacional por la Capital Federal.

    30 Hacemos referencia a las hostilidades que durante casi tres aos enfrentaron al presidenteYrigoyen y al gobernador Crotto. Una explicacin detallada de estos conflictos en Richard Walter, Laprovincia de Buenos Aires..., pp. 66-88.

    31 Libro de actas de la constitucin del Museo Histrico y Colonial de la Provincia de BuenosAires. Archivo del Complejo Museogrfico Enrique Udaondo. En adelante actas, folio 1.

    32 Enrique Pea (1848-1924): coleccionista y numismtico. En 1893 se incorpor a la Junta deHistoria y Numismtica Americana, institucin que tuvo activa participacin en los debates acerca dela construccin de estatuas o monumentos histricos. En 1906 accedi a la vicepresidencia de la Junta.Carlos Mara Urien (1855-1921): historiador y abogado que se dedic especialmente a las investigacio-nes histricas en busca de exaltar los valores nacionales. J. J. Biedma (1864-1933): militar, publicista,autor de trabajos histricos y biogrficos y director, entre 1903 y 1905, del Archivo General de laNacin. Miembro de la Junta de Historia y Numismtica, entre 1897 y 1906. Jos Marc del Pont(1851-1917): abogado, numismtico y coleccionista; en 1893 asume el cargo de secretario de la Juntade Historia y Numismtica. Juan C. Amadeo (1862-1935): Coleccionista y anticuario; desde 1897miembro de la Junta de Historia y Numismtica. Si bien Rafael Obligado, Carlos Noel, Clemente Onelliy Federico Leloir no integraron la Junta de Historia y Numismtica, s formaban parte de la eliteintelectual de la poca y mantenan estrechas vinculaciones con sus miembros.

    33 Informe general. sobre las escuelas del partido de Las Conchas, Las Conchas, 30 de abril de1918. A travs de esta publicacin de diez pginas, Udaondo informa al interventor Cantilo respecto

  • 98 MARA LIDA BLASCO

    decisin de Larreta, las dems personas presentes quedaban incorporados a lajunta directiva como vocales.

    Los apellidos de renombre que conformaron la Comisin son bastante sugeren-tes para entender las vinculaciones polticas e intelectuales por las cuales Cantilo loshaba convocado. En primer lugar, no parece sorprendente que el cargo de presi-dente de la Comisin haya recado sobre Enrique Rodrguez Larreta, un prestigiosohombre de letras que, en 1908, haba publicado La gloria de don Ramiro. Una vidaen tiempos de Felipe II, donde evocaba con gran realismo la vida y el ambiente delsiglo de oro espaol. Esa obra le proporcion gran popularidad, por lo cual abando-n la Argentina y se radic en Francia, donde participaba de los ms selectos crcu-los intelectuales. Su retorno al pas se produjo no casualmente en 1916, luego deltriunfo del radicalismo. El 30 de noviembre de dicho ao se realiz un banquete debienvenida, en el Jockey Club de Buenos Aires. All, el homenajeado pronunci undiscurso en el que agradeci a los presentes la posibilidad de regresar al pas enmomentos en que parece surgir una nueva ilusin y una nueva confianza.34 Esevidente que sus vnculos con la renovada elite dirigente le ofrecan nuevas perspec-tivas: formar parte de la comisin del nuevo Museo, entre otras.

    Algo semejante parece haber sucedido con el arquitecto Martn Noel y conmuchos otros escritores y profesionales que se destacaban, tanto por sus obrascomo por haber compartido experiencias comunes en el campo intelectual, sobretodo en pases como Francia y Espaa. En el caso de Martn Noel,35 adems deestar vinculado al radicalismo porteo, era uno de los mximos exponentes delestilo arquitectnico neocolonial y mantena estrechas relaciones con los integran-tes de la Junta de Historia y Numismtica Americana.36 Luego de haber realizadosus estudios en Francia, se dedic a escribir, junto a Ricardo Rojas, en las pginasde la Revista de Arquitectura,37 donde hacen pblicas las primeras controversias

    al trabajo que est desempeando como Comisionado Escolar en ese distrito, destacando sobre todosu proyecto de conformar un Museo Escolar que ser inaugurado, finalmente, el 18 de noviembre de1918; Catlogo del Museo Popular de Las Conchas, Tigre, 1920.

    34 Enrique Larreta, Lo que buscaba don Juan. Artemis. Discursos, Madrid, Espasa Calpe, 1967, p. 110.35 Para analizar la trayectoria poltica y cultural de Noel, ver Mara Silvia Ospital, Vocacin

    hispanista y tradicin poltica radical. La revista Sntesis (1927-1930), en Noem Girbal-Blacha yDiana Quatrocchi-Woisson (dir.), Cuando opinar es actuar. Revistas argentinas del siglo XX, BuenosAires, Academia Nacional de la Historia, 1999, pp. 131-149. Segn la autora, a partir de 1927, Noelocup la direccin de la revista Sntesis, una publicacin que podra ubicarse en la confluencia de lavocacin hispanista y la tradicin poltica radical.

    36 Noel se incorpora a la Junta en 1918, luego de haber realizado el trabajo de restauracin deledificio del Cabildo y dos aos despus de producida la incorporacin de Ricado Rojas.

    37 Revista editada por la Sociedad Central de Arquitectos y el Centro de Estudiantes de Arquitec-tura, y vocera de los ms importantes debates acadmicos dentro de la disciplina arquitectnica; JosEmilio Buruca y Ana Mara Telesca, El arte y los historiadores, en La junta de historia ynumismtica..., tomo II, pp. 232-233.

  • 99LA FUNDACIN DEL MUSEO COLONIAL E HISTRICO...

    existentes sobre los estilos arquitectnicos e intentan adaptar el trabajo de losprofesionales en aras de la consolidacin de la nacionalidad.38 En este contextodeben enmarcase las reivindicaciones de Noel respecto de la autenticidad de lasexpresiones arquitectnicas hispanoamericanas de los siglos XVII y XVIII de lasque valoraba, sobre todo, la fusin de elementos criollos y espaoles y que poco apoco irn adquiriendo el nombre de neocolonial.39 Ideas semejantes sern plan-teadas por Ricardo Rojas40 y plasmadas posteriormente en Eurindia41 proponien-do la creacin de un mito integrador del indgena, el criollo y el inmigrante.42

    De ah que no es conveniente pensar slo en trminos de afinidades polticasal analizar la nmina de los miembros de la Comisin. Ella estaba integrada porpersonas de diferentes partidos polticos43 y sobre todo por una cantidad de nota-bles del ambiente intelectual que haban sido convocados para un proyecto cultu-ral, que si bien haba sido ideado por Cantilo y por ciertas personalidades afines alradicalismo Beschtedt y Martn Noel, por ejemplo, tena como finalidad unobjetivo mucho ms amplio: trabajar en pos de una cultura nacional homog-nea. Esto se presentaba no slo como algo necesario para la poca, sino tam-bin como todo un desafo. Debemos recordar que muchas de las personas queparticipaban en la Comisin eran miembros activos de la Junta de Historia yNumismtica Americana, que funcionaba en la sede del Archivo General de laNacin y que, desde 1909, por expresa resolucin de la Comisin Especial de

    38 Nacionalismo; en Revista de Arquitectura, n 13, Buenos Aires, 1917, p. 2.39 Es importante advertir el sentido integrador y aglutinante que Noel le otorga al trmino

    neocolonial, sobre todo teniendo presente los arduos debates producidos en los primeros aos delsiglo xx entre intelectuales espaoles y americanos, respecto al significado preciso del vocablo.Mientras en Espaa comenzaban a adquirir notable influencia las corrientes americanistas, losauditorios latinoamericanos miraban con desconfianza este reencuentro de la madre patria consus antiguas colonias. Fernando Ortiz, por ejemplo, antroplogo cubano formado en Espaa critic,en 1911, los planteamientos de acercamiento en su libro La reconquista de Amrica. Reflexionessobre el panhispanismo. All denunciaba que la relacin que se intentaba establecer tras el trminopanhispanismo estaba lejos de ser igualitaria. Quedaba claro, segn l, que Espaa proclamaba supreeminencia sobre los pueblos americanos y que trataba de llevar a cabo una tentativa neocolonialimponiendo un liderazgo intelectual a los pases americanos. Para describir este nuevo fenmeno,Ortiz invent la palabra neocolonial. Para mayor informacin respecto a este tema ver CarlosSerrano, El nacimiento de Carmen..., p. 324.

    40 Ricardo Rojas, La restauracin nacionalista. Crtica de la educacin argentina y bases parauna reforma en el estudio de las humanidades modernas, Buenos Aires, Pea Lillo, 1971.

    41 Ricardo Rojas, Eurindia, vol. 1, Buenos Aires, CEAL, 1993; vol. 2, Buenos Aires, CEAL, 1980.42 Buruca y Telesca El arte y los historiadores...; p. 232.43 En el mismo discurso Larreta le manifiesta su gratitud a Cantilo por haber puesto especial

    empeo en apartar al nuevo instituto de las pasiones y vicisitudes de la poltica. Agrega luego quehay entre nosotros personas de diferentes partidos y muchas que no pertenecen a ninguno y que,por lo tanto no ha de ser l quien perturbe la tranquilidad de la casa. Enrique Larreta, Lo quebuscaba don Juan..., p. 115.

  • 100 MARA LIDA BLASCO

    Estatuas y Monumentos de la Comisin Nacional del Centenario era la encargadade redactar todas las noticias histricas o biogrficas y de evacuar toda consultade historia nacional que le fuera requerida. Quizs, un dato central para el temaque nos ocupa lo constituyen las vinculaciones entabladas entre el mismo Cantiloy los miembros de la Junta, una relacin formalizada en 1909, mediante su incor-poracin como miembro de la institucin.44

    Luego de establecidos los cargos de la Comisin del Museo y de que Larretaagradeciera la designacin como presidente, plante a sus compaeros sus du-das sobre diversas cuestiones relacionadas con la misin que se le otorgaba y quea su juicio, deban ser resueltas por el Seor Interventor Nacional, o por el futurogobierno de la provincia una vez que estuviese constituido.45 Ante la incertidum-bre respecto de quin decidira, en el futuro, sobre la nueva institucin, Larretaexpres sus puntos de vista respecto a la misin cultural que corresponda alMuseo, expuso algunas ideas respecto de lo que se podra hacer una vez queestuviese inaugurado y para culminar la sesin manifest que la Comisin pro-pondra al Ministerio de Gobierno su reglamento y procedera a hacerse cargoinmediatamente de la direccin y organizacin del Museo Colonial e Histrico deLujn, primero de esta ndole que se fundaba en la provincia de Buenos Aires .46

    Todo deba resolverse en el menor tiempo posible ya que pronto Camilo Crottoasumira el cargo de gobernador. De ah que el 22 de abril, Cantilo firm undecreto en el que estableca la suma mensual de un mil quinientos pesos47 parafinanciar el museo proyectado por l mismo. Con este problema resuelto, se apre-sur tambin a fijar la fecha para entregar oficialmente el edificio del Cabildo a laComisin Administradora del Museo, accin que, por supuesto, no dejara enmanos de su sucesor.

    El 28 de abril, dos das antes de alejarse del cargo, fue el da elegido porCantilo y nuevamente los miembros de la Comisin Directiva se reunieron paradejar constancia de lo acontecido en la ceremonia.48 El acta redactada es suma-mente rica ya que describe minuciosamente lo ocurrido en esa fecha y no difiere

    44 Durante la dcada de 1910, el futuro Interventor haba iniciado un arduo debate entre loshistoriadores de la institucin a raz de los errores observados en la indumentaria de poca de losdistintos personajes relacionados con los hechos de 1810. Al parecer, Cantilo apuntaba a lograr quelas representaciones fuesen lo ms fieles posibles e insista en consultar toda la bibliografa disponiblepara fundamentar la labor artstica con una investigacin previa adecuada; Aurora Ravina, Lafundacin, el impulso mitrista y la definicin de los rasgos institucionales. Bartolom Mitre (1901-1906) y Enrique Pea (1906-1911); en La junta de historia..., p. 35.

    45 Actas, folio 2.46 Actas, folio 4.47 Actas, folio 9.48 Actas, folios 5-6-7.

  • 101LA FUNDACIN DEL MUSEO COLONIAL E HISTRICO...

    en rasgos generales con la informacin reproducida en las fuentes periodsticas.Concentrmonos de lleno en el desarrollo de la ceremonia oficial, claramente, unode los hechos ms esperados por el interventor saliente, y dejemos para msadelante las dificultades que comienzan a percibir los miembros de la Comisincuando intentan efectivamente poner en marcha el Museo.

    4. LA CELEBRACIN: LA CEREMONIA OFICIAL DE ENTREGA DEL CABILDOA LA COMISIN ADMINISTRADORA DEL MUSEO

    Los eventos festivos y las celebraciones son, ante todo, un tipo especfico deaccin social que pertenece a la esfera de las prcticas simblicas, entendiendopor tales aquellas orientadas a la creacin y transformacin de los smbolos queconfieren sentido a la vida humana.49 Por ello, el primer rasgo que merece sealar-se en la ceremonia oficial de entrega del Cabildo a la Comisin Administradora delMuseo es el hecho de que constituye una celebracin que no slo evoca un objetoo acontecimiento sino que muestra y patentiza el valor que le otorgan tanto losorganizadores como los receptores del evento.

    Como advertimos con anterioridad, el acta labrada por los miembros de laComisin del Museo deja traslucir lo ocurrido en Lujn, el 28 de abril. Sin embar-go, podemos ampliar la informacin consultando diversas fuentes periodsticasque reprodujeron en sus pginas los hechos ms relevantes del evento: es el casode los diarios capitalinos La Razn y La Nacin, de los peridicos locales ElCivismo,50 La Opinin51 y La Perla del Plata52 cuya informacin analizamos conespecial atencin por tratarse del rgano periodstico de la Baslica de Lujn.

    Concretamente, ni bien Jos Luis Cantilo se apresur a sealar la fecha de lacelebracin las autoridades de la localidad resolvieron asociarse al acontecimien-to.53 El Comisionado Municipal invit al vecindario a concurrir en manifestacinpblica e invit a preparar el escenario festivo: la poblacin local haba adornadosus casas con banderas argentinas y la propia Municipalidad distribuido insigniasnacionales, espaolas y sudamericanas, a lo largo del recorrido.54 Mientras tanto,

    49 Antonio Ario Villarroya, La ciudad ritual. La fiesta de las fallas, Barcelona, Anthropos,1992, p. 214.

    50 rgano periodstico que comenz a circular en 1916.51 rgano periodstico que comenz a circular en 1904.52 rgano periodstico de la Baslica de Lujn que comenz a circular en 1890.53 Actas, folio 5.54 Museo Colonial de histrico de la Provincia de Buenos Aires. Entrega del Cabildo de Lujn,

    Acto oficial, Festejos populares, en La Nacin, Buenos Aires, 29 de abril de 1918.

  • 102 MARA LIDA BLASCO

    la plaza histrica rodeada por el edificio capitular y la Baslica, en la que en 1910 sehaba colocado la piedra fundamental para construir el monumento ecuestre aBelgrano fue teatro de la constante animacin popular.55 No era para menos: elviejo Cabildo se transformaba en sede del nuevo Museo y, por lo tanto, su frenteestaba adornado por banderas espaolas y argentinas ondeando al viento.

    Pero los representantes del poder poltico local no slo delinearon el escena-rio: tambin organizaron algunas actividades destinadas a los vecinos de Lujn.Fernndez Beschtedt, vale recordarlo, adems de ocupar el cargo de ComisionadoMunicipal, haba sido designado delegado en Lujn por los miembros de la Co-misin Administradora del Museo. De ah que al medioda ofreci un asado concuero en el local del hipdromo y atrajo la atencin del vecindario con la reproduc-cin de escenas genuinamente criollas.56 La importancia de estas prcticas noradicaba en su novedad sino, por el contrario, en su arraigada tradicin: duranteel perodo rosista, por ejemplo, se denominaba asado federal al asado con cueroque se consuma en ciertas ocasiones festivas.57 En un contexto de reafirmacinde la tradicin gauchesca propia de mediados de la dcada del 10,58 los partidospolticos intentaban montar una serie de prcticas sociales arraigadas en la expe-riencia histrica tendientes a proyectar una imagen nacionalista y sobre todo criolladel pasado nacional.59

    Segn las fuentes periodsticas, la animacin popular alcanz su pico mximoa las dos de la tarde, con la llegada del tren expreso que conduca al interventorde la provincia, al obispo de La Plata, monseor Terrero, a varios funcionariosprovinciales y a los miembros de la comisin del museo, quienes fueron recibidospor el comisionado municipal, seor Fernndez Beschtedt, y por una considerablecantidad de pblico que agolpado en los andenes los aplaudi estruendosamente.

    55 Museo colonial e histrico de la provincia de Buenos Aires, en La Razn, Buenos Aires, 29de abril de 1918.

    56 Ibidem .57 Juan Carlos Garavaglia, Poder, conflicto y relaciones sociales. El Ro de la Plata, XVIII-XIX,

    Rosario, Ediciones Homo Sapiens, 1999, p. 170.58 Respecto a la reivindicacin de las virtudes mitolgicas del gaucho como atributos por exce-

    lencia del ser argentino, ver Beatriz Sarlo y Carlos Altamirano, Ensayos argentinos..., pp. 182-260; Maristella Svampa, El dilema argentino..., pp. 85-134; Ral Fradkin, Centaures de la pampa.Le gaucho, entre lhistorie et le mythe, en Annales HSS, janvier-fevrier, n 1, 2003, pp. 109-133.

    59 Los conservadores, por ejemplo, incluan en sus mitines preelectorales a un contingente dejinetes ataviados a la usanza gaucha, que lucan las boinas rojas (distintivo del partido de la Provinciade Buenos Aires). Los radicales que llevaban boinas blancas patrocinaban rodeos, peas y carreras decaballos. Los dos partidos realizaban el tradicional asado criollo tal vez con el objetivo de atraer a losargentinos nativos y tambin a los hijos o nietos de inmigrantes que, mediante la asimilacin de estoselementos culturales, buscaban acceder a integrarse con derechos plenos a la vida social. Respecto ala asimilacin del criollismo por los grupos inmigratorios ver Adolfo Prieto, El discurso criollista enla formacin de la Argentina moderna, Buenos Aires, Sudamericana, 1988, pp. 18, 98, 131.

  • 103LA FUNDACIN DEL MUSEO COLONIAL E HISTRICO...

    La comitiva se dirigi en carruajes y automviles a la Municipalidad de Lujn,trasladndose despus, a la cabeza de la columna popular, al Cabildo Histrico.60Al llegar a la Plaza Belgrano se sumaron a la manifestacin los alumnos de lasescuelas locales y la Banda del 6 de Infantera.61 Hubo estampido de petardos ymarchas marciales que no impidieron percibir los aplausos y vtores al interven-tor y a los miembros de la Comitiva.62

    Las diferentes esferas de poder local y provincial se hacan presentes en elgran escenario montado para que todos los sectores quedaran ubicados dentro deuna estricta jerarqua pero que, a su vez, ninguno de ellos pasara inadvertido. Deah el hecho de que la comitiva oficial pasara primeramente por la IntendenciaMunicipal ubicada frente a la Plaza Coln, en un acto de reconocimiento a lainstitucin como organizadora local del evento. Recordemos adems, que esteespacio tambin se converta en importante referente simblico si tomamos encuenta el nombre con el que se haba bautizado el terreno.

    Pero era en la plaza Belgrano donde se producira el encuentro entre las dife-rentes esferas de poder representando lo local y lo provincial, lo civil y lo religioso,el pasado, el presente y por qu no el futuro. se era el motivo por el cual lasautoridades penetraron en la sala capitular y estrecharon la mano a varios ancianos(antiguos pobladores de la villa) que se haban apostado a modo de guardia en elinterior del edificio,63 a un costado del estrado a travs del cual, entre banderasargentinas y espaolas apareca el retrato al leo de don Juan de Lezica y Torrezurifundador de la villa y protector en la primera centuria de su existencia.64 Valerecordar que Lezica y Torrezuri era recordado y venerado como el verdaderoPadre de Lujn65 por haber construido el primer templo a la Virgen inaugurado el

    60 La Razn, Buenos Aires, 29 de abril de 1918.61 Respecto a la influencia que los crculos militares comenzaban a tener en la sociedad civil, ver

    Loris Zanatta, Del estado liberal a la nacin catlica. Iglesia y ejrcito en los orgenes del peronismo,Buenos Aires, Universidad Nacional de Quilmes, 1996.

    62 La Razn, Buenos Aires, 29 de abril de 1918.63 Ibidem; el artculo periodstico menciona con nombre y apellido a los antiguos pobladores de

    Lujn.64 Actas, folio 6.65 Segn la tradicin local, Lezica y Torrezuri lleg al Ro de la Plata y recorriendo las estancias

    de Lujn sufri el impacto de la fervorosa fe que los pueblos del Virreinato le profesaban a la virgende las orillas del Ro Lujn. Al encontrarse enfermo, Lezica pidi que lo trajeran a los pies de laimagen de la virgen. All, con la sola frotacin de agua de un manantial cercano se produjo elmilagro de su curacin. En agradecimiento, entonces, comenz la construccin de un pequeotemplo en honor a la Virgen de Lujn; Revista Nosotros, n 64, ao VI, p. 26. Sobre Lezica y Torrezuriver Jorge G. Cortabarra, Don Juan de Lezica y Torrezuri. Actividades econmicas y sociales de ungran comerciante del Buenos Aires del siglo XVIII, en Res Gesta, n 22, Rosario, FDYCS UCA, julio-diciembre de 1987, y Dedier N. Marquiegui, Estancia y poder poltico en un partido de la campaabonaerense (Lujn, 1756-1821), Buenos Aires, Biblos, 1990, pp. 35 y 36.

  • 104 MARA LIDA BLASCO

    8 de diciembre de 1763: ubicados al costado del estrado, los ancianos daban con-tinuidad al mito fundador y legitimaban con su presencia al patriciado lujanensereforzando la identidad local y fijando sus orgenes prstinos.

    Acto seguido hicieron uso de la palabra los representantes polticos del pro-yecto Museo: el Comisionado Municipal, el Interventor Nacional, el arquitectoMartn Noel y Enrique Rodrguez Larreta, quien asuma pblicamente la respon-sabilidad de presidir la Comisin Administradora y, por lo tanto, llevar a feliz tr-mino la obra proyectada por Cantilo.66 Precisamente, el interventor dejara sucargo con una gran dosis de alivio si esta ltima cuestin quedaba claramenteregistrada por la comunidad local. Y parece haber logrado su objetivo ya queterminado el acto el pueblo que llenaba la plaza pblica, solicit vivamente lapalabra del Interventor Nacional, quien seal las proyecciones del Museo, refiriel alcance de la ceremonia, que haba ocurrido en el interior del edificio y agrade-ci la manifestacin cariosa y significativa tributada por el vecindario.67

    Mientras las damas y seoritas pasaban a la sala contigua para ser obsequia-das con un lunch, en el patio del futuro Museo se les daba activa participacin alos grupos escolares que, acompaados por sus docentes, saludaban con flores yaplausos al interventor y a la comitiva. Los nios no podan estar ausentes en elparticular evento ya que, de alguna manera, ellos deban ser los ms giles recep-tores del mensaje pedaggico que se pretenda transmitir: de ah que la seoritaElisa Gonzlez en representacin del personal docente de las escuelas locales pro-nunci un discurso que, segn el cronista de La Perla del Plata, constituy unhimno a los sentimientos de religiosidad y patriotismo, elementos que debenmarchar unidos en el futuro, pues fueron los que hicieron todo cuanto tiene deilustre la gloriosa villa.68

    Aunque algunos peridicos parecen no haberlo registrado,69 la ceremonia toda-va no llegaba a su fin: la revista del Santuario seala que posteriormente la comitivase traslad a la baslica. Monseor Terrero la acompa hasta el altar de la Virgen acuyos pies se arrodillaron junto con el prelado, el interventor y su comitiva.70 Elacto no slo dej traslucir el poder de la cpula eclesistica, tambin evidenci lasacciones coordinadas entre la esfera poltica y religiosa, sobre todo a nivel local.

    66 Los discursos pronunciados por el Comisionado Municipal y por el Interventor Provincial,Jos Luis Cantilo, aparecen transcriptos segn la publicacin de La Perla del Plata del 5 de mayo de1918, en Ral Fradkin y otros, Historia, memoria y tradicin: la fiesta de la quema del Judas enLujn, en Cuadernos de Trabajo n 17, Departamentos de Ciencias Sociales, Universidad Nacionalde Lujn, 2000, pp. 69-72.

    67 Actas, folio 6.68 La Perla del Plata, 5 de mayo de 1918.69 Tanto La Razn como La Nacin coinciden en relatar que, luego de la ceremonia en el patio del

    Cabildo, la comitiva se dirigi a la estacin del ferrocarril para emprender el regreso a Buenos Aires.70 La Perla del Plata, 5 de mayo de 1918.

  • 105LA FUNDACIN DEL MUSEO COLONIAL E HISTRICO...

    5. IDENTIDAD LOCAL, PROVINCIAL Y NACIONAL: EN BSQUEDA DE LA TRADICINCOLONIAL HISPANO-CATLICA

    El interventor federal Jos Luis Cantilo, estableca la creacin del Museo Colonial eHistrico de la Provincia de Buenos Aires en un intento de resaltar el rol cumplido porla provincia que tan principal y caracterstica actuacin tuvo en la poca de la coloniay en la emancipacin nacional.71 Este rescate de lo bonaerense como cuna de latradicin nacional criolla deba ir acompaado de reivindicaciones concretas en elmbito local; de ah que la ciudad de Lujn aparece como el nexo apropiado paradesarrollar fuertes sentimientos de pertenencia territorial: Que la Villa de Lujn debeelegirse como asiento del Museo Colonial e Histrico de la provincia de Buenos Aires,por existir en ella el venerable edificio capitular y por ser esta Villa la poblacin msantigua de la Provincia, centro verdadero de la tradicin gauchesca de la llanura, cuyoprimitivo ncleo de habitantes data del ao 1630, fecha en la cual aparece ya en lahistoria como atalaya de Buenos Aires en su lucha contra el salvaje.

    En la reelaboracin construida por Cantilo, el territorio la antigua Villa deLujn parece haber desempeado un papel fundamental en la historia de laprovincia y a la vez de la nacin. Considerando que Lujn fue la poblacin msantigua de la provincia, la historia bonaerense queda personificada en el terri-torio lujanense, ya que sta es la tierra de los antepasados y la de los orgenesmticos de la comunidad provincial a la que Cantilo representa polticamente. Enun contexto signado por la afluencia inmigratoria y, por lo tanto, carente deespecificidad cultural, parece importante percibir la importancia del factor terri-torial como elemento de singularizacin capaz de actuar como principio de dife-renciacin nacional,72 regional o local.

    Este importante papel desempeado por el territorio en la construccin nacio-nal argentina permite explicar el hecho de que, en el discurso de Cantilo, Lujn seconvirtiera en la cuna misma de la tradicin gauchesca de la llanura pampeana queadems particip activamente en la lucha contra la barbarie indgena. Sin em-bargo, en la reelaboracin del pasado, no es slo la poblacin criolla la queotorga importancia a esta ciudad. Son sobre todo sus ya nombradas institucionescoloniales que demarcaron el territorio: Que en el transcurso de nuestra evolucincvica reaparece Lujn con su Cabildo genuinamente criollo, defendiendo sus

    71 Decreto de fundacin del Museo Colonial e Histrico de la Provincia de Buenos Aires, LaPlata, 31 de diciembre de 1917, en folleto de propaganda editado por el Museo el 31 de diciembre de1927 conmemorando el dcimo aniversario de su fundacin. Archivo del Complejo MuseogrficoEnrique Udaondo. En adelante decreto.

    72 Mnica Quijada, Imaginando la homogeneidad: la alquimia de la tierra, en Mnica Quijada,Carmen Bernard y Arnd Schneider, Homogeneidad y nacin..., pp. 179-217.

  • 106 MARA LIDA BLASCO

    fueros contra la preponderancia del de Buenos Aires y se convierte ms tarde, conPueyrredn a la cabeza, en foco de resistencia contra el invasor de 1807.73

    Nuevamente, segn el interventor, el Cabildo genuinamente criollo aparececomo la institucin poltica originaria y a la vez primigenia de la provincia, lo quepermite diferenciarla tanto en el presente como en el pasado de la ciudad de Bue-nos Aires. Esta diferenciacin que transforma a la regin en la cuna de la tradicincolonial es reivindicada por Cantilo con especial nfasis ya que le permite redefinirla historia nacional desde una perspectiva provincial. Ms an, enfatizar la partici-pacin de Lujn en las invasiones inglesas permita mitigar la historia de un con-flicto resuelto por la poblacin eminentemente portea y recalcar la participacinbonaerense en la lucha contra el invasor. En definitiva, la activa intervencin deLujn, vale decir, de la provincia de Buenos Aires en el pasado nacional la convier-te en el nexo perfecto para redefinir la tradicin argentina ya que, segn el decreto,an por encima de estos honrosos antecedentes, debe recordarse que la simientede la libertad encontr en Lujn tierra propicia para su arraigo inicial, y en elpatriotismo ingnito de sus hijos, vigorosos elementos de difusin futura.

    De ah que el objetivo no era slo la restauracin del antiguo Cabildo: para sufiel conservacin es menester adaptarlo a un destino elevado y de carcter definiti-vo. Un museo que, como su nombre lo indica, se dedicara al rescate de la tradicincolonial. Esta caracterstica esencial lo diferenciaba del Museo Histrico Nacionaldedicado a rescatar los orgenes institucionales de la Argentina. El Museo de Lujnestara sustentado sobre la propia estructura edilicia del Cabildo, cuya arquitecturase empea en resaltar Cantilo es del ms puro estilo colonial.

    Efectivamente, en el acto oficial del 28 de abril, Martn Noel pronunci un discur-so en el que explicaba las razones que lo guiaron en el trabajo de reparacin del Cabil-do, un edificio que atesoraba el germen espiritual de la arquitectura de nuestra Pampa74 ypor lo tanto se trasformaba en la musa inspiradora de todos aquellos arquitectos yartistas que, como l, ansiaban el nacimiento de una esttica nacionalista.

    La asociacin complementaria entre estilo colonial y esttica nacionalistaestaba lejos de parecer descabellada. La evidente necesidad de proponer un estiloarquitectnico que remitiera al pasado colonial hispnico como expresinautnticamente nacional era planteada cada vez con mayor nfasis por los cr-culos polticos e intelectuales de fines de la dcada del diez.75 A su vez, como ya

    73 Decreto.74 Martn Noel, La arquitectura hispano-americana en el Cabildo de Lujn, en Contribucin a

    la historia de la arquitectura hispanoamericana, Buenos Aires, Ed. Peuser, 1921.75 Ramn Gutirrez, Martn Noel en el contexto Iberoamericano. La lucidez de un precursor, en

    Ramn Gutirrez, Margarita Gutman y Vctor Prez Escolano, El arquitecto Martn Noel..., p. 17; TulioHalperin Donghi, Espaa e Hispanoamrica: miradas a travs del Atlntico (1825-1975), en Elespejo de la historia, Buenos Aires, Sudamericana, 1987, pp. 78-91; Beatriz Sarlo y Carlos Altamirano,Ensayos argentinos..., pp. 161-209; Maristella Svampa, El dilema argentino..., pp. 85-134.

  • 107LA FUNDACIN DEL MUSEO COLONIAL E HISTRICO...

    lo haba hecho Cantilo a travs del decreto de creacin del Museo, Noel intentabarelacionar el concepto de regin pampeana-bonaerense con el de esttica na-cional hispnica. Concretamente, respecto al cabildo manifestaba que: Su fiso-noma caracterstica de la provincia de Buenos Aires ordenaba el respeto por latradicin regional [...] Dos eran las fbricas de nuestro Cabildo y a dos pocasdistintas pertenecieron [...] Traa la ms antigua que fue erigida a mediados delsiglo XVIII, los trazados remanentes del viejo virreinato del Per, que por vas deBolivia haban hecho camino por Salta, Tucumn y Crdoba hasta Buenos Aires[...] La segunda [...] se nos allegaba, quizs por vas ms directas, de una Espaaya saturada de galicismos. Asimismo, las dos hermanaron y adquirieron en nues-tro terruo un sabor indeleble de originalidad provinciana. Y era que, ya en unacorriente como en la otra, ocurra un proceso inconsciente, que fuerza es decirlo,haba hallado un crisol en la sierra andina la llanura pampeana atenu el enfervo-rizado barroquismo de sus firmas exaltando en ellas el ssamo balsmico de nues-tras praderas [...] A la sombra de este esparcimiento se construyeron nuestrasvillas coloniales, modestas s, pero ricas en esencia.76

    Capturar la esencia espiritual de estas villas coloniales en vas de desapari-cin parece ser el objetivo de Noel. Y para concretarlo, que mejor que reparar eledificio adoptando el estilo neocolonial, que, de alguna manera, intentaba resolverlas posibilidades de combinar la doble demanda de preservacin y cambio; o si sequiere, de modernidad y tradicin en un espacio pblico en vas de moderniza-cin. Sin embargo, no era tan sencillo: los debates dentro de la disciplina arquitec-tnica respecto de la posibilidad de aplicar el neocolonial eran arduos y complejos,tanto que se prolongaron durante las dcadas del veinte y del treinta. Las posibili-dades concretas de adaptar cierto tipo de edificios (cuyo valor radicaba en lasantiguas condiciones manuales de produccin y los materiales utilizados para suconstruccin) a las necesidades de la ciudad moderna eran escasas, por ello esteestilo arquitectnico no intentar reconstruir con exactitud los edificios histricossino recrearlos, modernizar las formas antiguas de acuerdo con las necesida-des espirituales, materiales y artsticas de la vida contempornea.77

    Pero cules eran las necesidades espirituales que ciertos sectores de la elitecultural perciban como necesarias? Evidentemente el reencuentro con Espaa.

    76 Martn Noel, Contribucin a la historia...77 ngel Guido, Palabras pronunciadas en el III Congreso Panamericano de Arquitectos reali-

    zado en Buenos Aires en 1927; extrado de Ramn Gutirrez, Martn Noel..., pp. 27 y 35. Estaconcepcin de la arquitectura estuvo lejos de ser aceptada en forma unnime: en 1948 se hacepblica la polmica entablada entre Martn Noel y Mario J. Buschiazzo: mientras el primerointentaba recrear antiguas formas desde la percepcin subjetiva, Buschiazzo haca hincapi enla necesidad de lograr la mxima precisin en el anlisis de las fuentes documentales para recons-truir el pasado. Para mayor informacin remitirse a Jos Emilio Buruca y Ana Mara Telesca, Elarte y los historiadores..., p. 235.

  • 108 MARA LIDA BLASCO

    De ah que una de las personas ms importantes del proyecto Museo fueseRodrguez Larreta, un reconocido hombre de letras de ascendencia espaola que,segn sus propias palabras, estaba profundamente convencido de que jams na-cin alguna podr sobrepujar las glorias espirituales y heroicas de Espaa.78

    Este mensaje era profundamente internalizado en Lujn. No por casualidad lainfanta Isabel de Borbn haba visitado la ciudad durante los festejos del Centena-rio de la Revolucin de Mayo79 y se haba sorprendido, no slo ante la grandiosadevocin popular de los lujanenses sino, tambin y sobre todo, al advertir lasenormes semejanzas urbansticas entre Lujn y las ciudades espaolas. Las cau-sas de este proceso de identificacin, no slo debemos buscarlas en la firmedecisin de los gobiernos comunales de construirlas y fomentarlas. La tempranaformacin de la colectividad espaola, su enorme influencia en la estructurasocioeconmica de la regin, y la accin propagandstica reforzada por la propiaelite espaola, sobre todo desde fines del siglo XIX, tendiente a reafirmar entre losinmigrantes el apego a los valores de su tierra originaria, exaltar sentimientos pa-triticos y recrear identidades de origen, estaban en el fondo mismo de la cues-tin; sobre todo, en una comunidad que, desde finales de siglo, recibi la enormeinfluencia de grupos inmigratorios italianos.80

    De ah que no puede sorprendernos el extraordinario culto a Espaa preva-leciente entre los lujanenses que fue activado por las autoridades con la creacindel Museo. Las similitudes materiales entre la escenografa urbana local y la ma-dre patria se transmutaban a su vez en semejanzas espirituales que aparecan noslo como vitales, sino, sobre todo, como propias de la comunidad lujanense.Dentro de ellas, el catolicismo ocupaba un lugar central: nuevamente la ciudad deLujn y Espaa tenan elementos comunes con los cuales identificarse.

    La mayor parte de los fieles catlicos del pas reconocan a la Baslica deLujn como uno de los mayores centros de peregrinaje, a los que concurrananualmente, muchas veces, estimulados por las propias autoridades polticas delgobierno de turno: el 8 de mayo de 1887 una peregrinacin nacional celebraba la

    78 Discurso pronunciado por Larreta en el banquete de bienvenida ofrecido en su honor en elJockey Club de Buenos Aires el 30 de noviembre de 1916; en Enrique Larreta, Lo que buscaba donJuan..., p. 113.

    79 En 1911 apareci en Espaa una publicacin en la que se relataban los acontecimientos produ-cidos durante el viaje realizado por la infanta Isabel de Borbn a la Argentina, en ocasin de celebrarselos festejos del Centenario de la Revolucin de Mayo; marqus de Valdeiglesias, Las fiestas del Centena-rio en la Argentina. Viaje de S. A. R. la infanta doa Isabel a Buenos Aires, Madrid, 1911.

    80 Norberto Marquiegui, Liderazgo tnico...; segn datos obtenidos de los tres primeros censosnacionales el autor advierte que, ya en 1869, los espaoles eran el grupo nacional europeo msrepresentativo de todos los arribados a Lujn. Si bien entre 1870 y 1880 se observa un declive conside-rable, desde 1881 se advierte una lenta pero sostenida recuperacin de grupos inmigratorios espaoles.Entre 1895 y 1914 los inmigrantes espaoles se convierten en el grupo de mayor crecimiento delperodo, consolidndose como la segunda comunidad en importancia detrs de los italianos.

  • 109LA FUNDACIN DEL MUSEO COLONIAL E HISTRICO...

    coronacin de la Virgen de Lujn y otra, realizada el 13 de mayo de 1900, laproclamaba Patrona de la provincia de Buenos Aires.81 A su vez, en un contex-to en el que el poder poltico y eclesistico parecan complementarse, otragran peregrinacin nacional se organiz, el 15 de mayo de 1910, para darinicio en la ciudad de Lujn a las fiestas en conmemoracin del Centenario dela Revolucin de Mayo.82 Y si bien esta manifestacin de fe y patriotismoestuvo organizada por las autoridades eclesisticas, no dejaron de asistir alevento los mximos representantes de los diferentes niveles del gobierno:83 laelite poltica nacional, provincial y local rememoraron juntos la veta religio-sa de los revolucionarios de Mayo, en especial del general Belgrano, que erahomenajeado especialmente por su devocin a la Virgen de Lujn. A travs desu figura era posible amalgamar la historia nacional con el pasado lujanensenada menos que a travs de la devocin popular a la Virgen, un fenmeno decatolizacin que si bien Zanatta advierte hacia la dcada del 20,84 en Lujnparece iniciarse mucho antes.85

    Los acontecimientos de 1910 deben entenderse, entonces, en un contextocaracterizado por la articulacin y consolidacin de la estructura jerrquica yorganizativa del catolicismo argentino, sobre todo a nivel nacional. Como lo ad-vierten Zanatta y Di Stfano, durante las tres primeras dcadas del siglo XX elcatolicismo comenz a influir mucho ms en la marcha de la vida poltica, sociale intelectual de la nacin.86 Por lo tanto, para examinar con mayor detenimiento eldesarrollo de las aproximaciones entre poder poltico y poder eclesistico, haciafines de la dcada del 10 y primeros aos de la dcada del 20, debemos tenerpresente las transformaciones sociopolticas introducidas por el triunfo del radi-calismo y, sobre todo, esa suerte de pluralismo poltico, social y cultural queeste hecho acarre como consecuencia. La puesta en marcha de la ley Senz Peamodific sustancialmente las relaciones entre la iglesia y la poltica, ya que ahoraera inevitable que los militantes catlicos tuvieran distintas referencias polticas.

    81 Enrique Udaondo, Resea histrica..., pp. 318-319. Respecto de la importancia de las peregri-naciones a Lujn, sobre todo en la experiencia de las colectividades inmigratorias, ver Daniel Santamara,Estado, iglesia e inmigracin en la Argentina moderna, en Estudios migratorios latinoamericanos,n 14, Buenos Aires, 1990, pp. 139-181.

    82 Antonio Scarella, Pequea historia de Nuestra Seora de Lujn. Su culto, su santuario y supueblo, Buenos Aires, 1925, p. 393.

    83 Para analizar la estrecha relacin entre las autoridades eclesisticas y el gobierno de FigueroaAlcorta en 1910, ver La iglesia y el mensaje presidencial y La iglesia y el Centenario de laIndependencia en la Revista del Santuario de Lujn La Perla del Plata, 15 de mayo de 1910, p. 36.

    84 Loris Zanatta, Del Estado liberal...85 Mara lida Blasco, La tradicin colonial hispano-catlica en Lujn....86 Loris Zanatta y Roberto Di Stfano, Historia de la iglesia argentina. Desde la conquista

    hasta fines del siglo XX; Buenos Aires, Grijalbo, 2000, pp. 354-355.

  • 110 MARA LIDA BLASCO

    De ah que, al menos durante las tres primeras dcadas del siglo, debemos cuidar-nos de identificar la consolidacin institucional de la iglesia con el conservaduris-mo o con el radicalismo.87 Si pensamos la relacin con este ltimo ya que es elaspecto que nos ocupa debemos tener presente que aun cuando Yrigoyen nopodra ser identificado como anticlerical,88 tambin es verdad que la dirigenciapoltica de su partido era ideolgicamente muy heterognea y no se acercaba en loms mnimo al proyecto de restauracin integral del orden cristiano, ideado por lajerarqua eclesistica argentina. Estos motivos hacen necesario introducir una ma-yor complejidad al problema y tomar en consideracin otros aspectos menos ex-plorados, tal vez ms sutiles, que permitieron a la elite poltica y eclesistica actuarconjuntamente en la conformacin de una identidad argentina que colocara comovalor supremo el respeto por la religin catlica.

    Como representante poltico de la provincia de Buenos Aires, Cantilo parecehaberlo comprendido. El Cabildo de Lujn y ahora el nuevo museo se hallabaubicado en el centro histrico de la ciudad, frente a la Iglesia y la Plaza Belgrano,un espacio urbano con amplia capacidad simblica para engendrar la devocinpopular.89 El proyecto de instalar el Museo en ese lugar, en el que se encontrabauno de los edificios ms importantes de la Iglesia Catlica, parece planeado conuna intencionalidad deducida de las propias palabras del interventor Cantilo. En eldiscurso pronunciado ante la Comisin Administradora del Museo identifica alCabildo y al templo como dos elementos de civilizacin, como dos columnassustensoras de la vida urbana90 erigidas en mitad del siglo XVIII. La primerareelaboracin del pasado estaba en marcha: el templo al que se refiere Cantilo es elque, segn la tradicin, fue construido por Lezica y Torrezuri y, posteriormente,demolido para construir la Baslica. Por lo tanto, es inexistente a la vista de losoyentes y pasa, entonces, a formar parte de la ms antigua tradicin. La mismaque permite identificar al templo catlico y a una institucin colonial como ele-mentos primigenios de la vida urbana y civilizada de la provincia de Buenos Aires.Prosigue Cantilo para finalizar su relato: En sus dos representaciones del esprituy la inteligencia, esos dos edificios vecinos, ideados por una misma mentalidad,constituyeron tambin un solo smbolo.

    Si las personas presentes giraron sus cabezas tratando de identificar los sig-nos ideados por la misma mentalidad no iban a encontrarlos a simple vista en losestilos arquitectnicos. Cada edificio templo-baslica y Cabildo-Museo remiten

    87 Ibidem, pp. 394-407.88 Respecto a las relaciones entabladas entre la iglesia y el radicalismo, ms especficamente

    entre Yrigoyen y Manuel Carls, presidente de la Liga Patritica, ver Tulio Halperin Donghi, Vida ymuerte..., pp. 124-142.

    89 Jos Luis Romero, Latinoamrica: las ciudades y las ideas, Buenos Aires, Siglo XXI, 1976,pp. 99-108.

    90 La Perla del Plata, Lujn, 5 de mayo de 1918.

  • 111LA FUNDACIN DEL MUSEO COLONIAL E HISTRICO...

    a estilos arquitectnicos bien diferentes y a procesos culturales e histricos distin-tos. El Cabildo comenz a construirse en 1772; en cambio la piedra fundamentaldel edificio de la Baslica fue colocada en 1887, y es un acabado representante delmovimiento neogtico europeo trasplantado a la Argentina. Resultado de la accinpersonal de Jorge M. Salvaire, nacido en Francia, ms precisamente en la reginde los Pirineos, el edificio responde a la filosofa y teoras de renovacin arquitec-tnica imperante en el mbito mundial que llevaba implcita una fuerte preocupa-cin por la valoracin y conservacin del arte medieval y por lo tanto catlico.91Sin embargo, si realizamos un anlisis ms complejo y elaborado, Cantilo tenarazn: un elemento central, una misma mentalidad, una los dos monumentoscaractersticos de la ciudad de Lujn pero tambin de la provincia a la cual repre-sentaba: la religin catlica. Al decidir el reciclaje del Cabildo, el Interventor y,sobre todo, el restaurador cre un estilo arquitectnico que remita a la pocacolonial. Era el lugar elegido para el nuevo museo. Sin embargo, frente a l seelevaba la baslica aludiendo a un mundo gtico y medieval. La heterogeneidad deestilos no parece contradictoria ya que ambos edificios remitan a momentos de lahistoria indiscutiblemente catlicos.

    Este mecanismo que permita reforzar la identidad religiosa y, a su vez, yuxta-ponerla a la historia patria, se haca muy evidente a nivel local. Las autoridadespolticas aun cuando respondieran a diferentes partidos polticos se cuidaron muchode no afectar los intereses de la cpula eclesistica. Por el contrario, al menos desdelos primeras dcadas del siglo XX, intentaron la actuacin conjunta para consolidary fortalecer la identidad local. As sucedi tambin con el proyectado Museo.

    La noche anterior a producirse la ceremonia oficial, el Comisionado Municipalinvit a Monseor Terrero para las fiestas del domingo para lo cual el Preladoorganiz un acto en la sala de recepciones de la Baslica. All el Obispo de La Platarealiz una imponente y merecida demostracin de aprecio92 al seor Comisio-nado Municipal y, como forma de exteriorizar su reconocimiento, le ofreci unavaliosa y artstica medalla de oro como recuerdo imperecedero de la obra derestauracin del viejo Cabildo y apertura de la gran avenida Baslica, que ha venidoa colocar a Lujn dentro de su verdadero rango de Villa Colonial e Histrica [...] enun hermoso discurso, puso de relieve la obra del seor Fernndez Beschtedt, susobresaliente gobierno comunal, sus relevantes prendas de carcter, el cario portodo lo tradicional y nacional, record la generosa cooperacin de su seor padreel doctor Domingo Fernndez, para las obras de la Baslica, agregando que el hijono desmereca en lo ms mnimo la valiosa herencia de patriotismo y virtudes desus mayores.

    91 Jorge O. Gazaneo, Complejidad y oportunidad. La Baslica de Lujn, en Revista Hbitat, n30, Buenos Aires, 2000, pp. 11-16.

    92 La Perla del Plata, Lujn, 5 de mayo de 1918.

  • 112 MARA LIDA BLASCO

    Como vemos, el plan de accin comunal del comisionado Fernndez Beschtedtse haba visto acompaado y respaldado por la cpula eclesistica. Y su decisinde enviar una nota al interventor Cantilo para recuperar y salvaguardar el Cabildohaba sido recibida con beneplcito por la iglesia local. El objetivo era preciso: sibien era evidente que la ciudad haba logrado congregar a miles de fieles, con locual colaboraba en la homogeneizacin social dentro de los parmetros propiosdel catolicismo, tambin era cierto que hacia mediados de la dcada del diez seencontraba en pleno proceso de modernizacin y de recepcin de gruposinmigratorios que era imperioso controlar, para que no se transformaran enreceptores activos de mensajes capaces de fomentar disturbios.

    Respecto a este tema, es preciso advertir la preocupacin de la iglesia localante la presencia de sectores sociales con amplia capacidad y disposicin de gene-rar conflictos y romper la aparente armona social de la que se jactaban, orgullo-sas, las autoridades de la ciudad. Sobre todo, porque Lujn no parece haber estadoal margen del movimiento ideolgico y cultural promovido por el anarquismo y elsocialismo que criticaban abiertamente la doctrina de la Iglesia Catlica.93 De ahque el mismo interventor Cantilo, como representante poltico de la provincia deBuenos Aires, en el acto oficial del 28 de abril, haya criticado la irreverente pre-tensin de quienes intentaron retirar del escudo del prtico [del Cabildo] la Imagende la Virgen de Lujn.94 Parece ser que la dirigencia poltica vea en el catolicismoun instrumento valioso para controlar el clima de descontento social que co-menzaba a hacerse evidente. Los conflictos internos agigantados por los episodiosque se estaban produciendo a nivel mundial la guerra y la revolucin bolchevi-que inquietaban a los grupos polticos, no slo pertenecientes al radicalismo. Yuna buena manera de afrontarlos era encontrar los mecanismos adecuados paraconsolidar la unidad y la integracin de los diversos grupos sociales, en aras de unproyecto futuro: el enaltecimiento de la nacin argentina hispana y catlica.

    El Museo Histrico y Colonial se converta de este modo en el templo cvicodonde podan confluir perfectamente estas tradiciones. Y la elite dirigente dedic

    93 El doctor Juan Creaghe, destacado militante anarquista vinculado a la redaccin de La Protes-ta, haba fundado, en 1907, la Escuela Moderna de Lujn, un innovador proyecto pedaggico que fueclausurado en 1909, ante la declaracin del estado de sitio; para mayor informacin ver DoraBarrancos, Anarquismo, educacin y costumbres en la Argentina de principios de siglo, BuenosAires, Contrapunto, 1990, pp. 98-127; Juan Suriano, Anarquistas. Poltica y cultura libertaria enBuenos Aires. 1890-1910, Buenos Aires, Manantial, 2001. Por otro lado, debemos tener presente losucedido en esta ciudad durante el Congreso de Librepensadores, realizado en 1913 por los integrantesde la Liga Nacional de Libre Pensamiento, que acapar la atencin y la crtica no slo de losrepresentantes de la iglesia local sino tambin de los rganos peridicos de la poca. Para mayorinformacin acerca del desarrollo de la jornada ver La Perla del Plata del 6, 13 y 27 de julio de 1913.

    94 La Razn, 29 de abril de 1918.

  • 113LA FUNDACIN DEL MUSEO COLONIAL E HISTRICO...

    todo su empeo en llevar a cabo este objetivo: recordemos que desde fines del sigloXIX, pero fundamentalmente en la primera dcada del siglo XX, las alternativaspromovidas desde los poderes pblicos para redefinir oficialmente la tradicinnacional giraban bsicamente sobre tres ejes: la construccin de monumentos hist-ricos,95 la fundacin de diversas instituciones oficiales encargadas de la investiga-cin histrica96 y los museos de historia, pensados no slo como lugar de resguardode los restos materiales del pasado, sino sobre todo, tambin, como instrumentoscomplementarios de la accin pedaggica y formativa ofrecida por la escuela pbli-ca.97 En este contexto, la propuesta de Cantilo para la ciudad de Lujn constituyuna estrategia destinada a fortalecer esta tendencia pero, tambin, a ampliarla. Laclave: el reciclaje del edifico del Cabildo y la complejidad del proyecto cultural.

    El museo provincial vena a dar cumplimiento a uno de los requerimientosimprescindibles en una Argentina que avanzaba a pasos agigantados hacia la mo-dernizacin: reunir los innumerables y ricos elementos de su tradicin, que seencuentran dispersos y olvidados en ella, con mengua de la cultura patria.98 Sinembargo, Cantilo lo proyectaba tambin como una institucin indispensable parala enseanza cvica y moral de nios y adultos ya que admitido como est que ensu carcter de objetividad histrica, el Museo es prolongacin y complemento dela escuela. Advirtiendo que desde fines del siglo XIX la educacin patritica sealzaba como dispositivo central para la creacin de una cultura homognea,99 elproyecto museo deba adquirir mayor complejidad haciendo hincapi en las ne-cesidades espirituales y, sobre todo, emocionales de la poblacin local.

    De ah que el Interventor Federal no dud en aprobar la propuesta que RodrguezLarreta haba lanzado en una de las primeras reuniones de la Comisin Administra-dora: poner en funcionamiento dentro del mbito del Museo una escuela-taller100de alfarera y tejido donde el zumbo de los telares se mezclara con el rumor de lasplegarias del santuario vecino y el tufillo de los hornos con el sahumerio de losincensarios.101 El objetivo del Presidente de la Comisin es claro al respecto:

    95 En 1897 se funda la Comisin Nacional de Bellas Artes que desde 1921 va a estar presidida porel arquitecto Martn Noel.

    96 En 1872 se funda el Instituto Bonaerense de Numismtica y Antigedades, en 1893 la Junta deHistoria y Numismtica Americana y en 1912, el Instituto de Investigaciones Histricas; al respectover Diana Quatrocchi-Woisson, Los males de la memoria...

    97 Si bien en 1887 se funda el Museo Histrico de Crdoba y en 1889 el Museo HistricoNacional, las advertencias de Pablo Pizzurno y posteriormente Ricardo Rojas respecto a la necesidadde que los escolares visitaran los museos histricos provocaron que hacia la segunda mitad de la dcadadel diez surgieran otras entidades destinadas al recuerdo del pasado nacional: el Museo Mitre en 1914,el Museo Naval en 1915, y el Museo Popular de Las Conchas en 1918.

    98 Decreto.99 Lilia Ana Bertoni, Patriotas, cosmopolitas y nacionalistas...100 Actas, folio 3.101 Enrique Larreta, Lo que buscaba don Juan..., p. 117.

  • 114 MARA LIDA BLASCO

    producir un encantamiento dentro de ese histrico edificio en el que habafuncionado el Cabildo; en otras palabras, devolverle el soplo de vida. El lugar erael adecuado ya que entrelazando la tradicin espaola y la indgena, la lanzaderay la llama, la alcatifa y el cacharro, la lana de nuestros rebaos y arcilla de nuestrosuelo posibilitara el surgimiento del futuro arte argentino. La sugerente idea deLarreta nos impone nuevamente una peculiar interpretacin del pasado y del futu-ro nacional que ya habamos advertido en el proyecto de Noel y de Ricardo Rojas,en favor de la integracin de elementos culturales espaoles e indgenas.102 Clara-mente, este grupo de intelectuales intentar plasmar una explicacin del pasadoque presentarn como alternativa ante la disyuntiva indigenismo-hispanismo. Sinembargo, el movimiento no podr ofrecer una salida al problema planteado ya quehaba surgido desde el mismo clima de ideas, controvertido y ambiguo por cierto,que haba comenzado a gestarse en los primeros aos del siglo, caracterizado poruna ruptura con el antiguo sistema de pensamiento eurocntrico y un reencuentrocon Espaa. Si bien es cierto el nfasis que otorgan Noel y Larreta a la fusin deelementos espaoles y americanos, no cabe duda de que, en el modelo explicativo,sern los componentes de raz netamente hispnica los predominantes. Esta con-troversia entre hispanistas y americanistas estar influenciada por el acercamien-to, cada vez ms estrecho y evidente, entre los grupos de intelectuales espaolesy argentinos que se profundizar a mediados de la dcada del 20 y sobre todo enlos aos 30,103 cuando el ncleo ideolgico dominante argentino se pronuncie afavor del importante bagaje cultural legado por la madre patria.

    Si bien la cuestin de conformar una identidad nacional exceda los lmitesdel municipio lujanense, el proceso de modernizacin acelerada producido a nivellocal y el peso decisivo de los contingentes inmigratorios sobre todo los con-flictos de identidades generados en los barrios tnicos de italianos, albaneses yespaoles advertan sobre la urgente necesidad de producir diferentes tipos dearticulacin intergrupal. Por un lado, el importante papel asignado en la historia alterritorio lujanense permiti la incorporacin de elementos culturalmenteheterogneos a partir de una condicin bsica de integracin e identificacin conel espacio.104 Por otro lado, tambin la preservacin de lugares patrimoniales105

    102 Encontramos sumamente interesante relacionar las ideas de museo-templo y escuela-tallerpropuestas por Larreta, Noel y Cantilo con las plasmadas posteriormente, en 1924, por Ricardo Rojasen Eurindia, vol. 2, pp. 75-79. En este trabajo, el autor realiza una potica descripcin respecto a lafuncionalidad de los monumentos arquitectnicos asocindolos con lugares de contemplacin y de culto(templos) en donde se lleven a cabo los ritos que recuerden la epopeya espiritual de la patria.

    103 Pedro Carlos Gonzlez Cuevas, Accin espaola. Teologa poltica y nacionalismo autorita-rio en Espaa (1913-1936), Madrid, Tecnos, 1998.

    104 Mnica Quijada, Imaginando la homogeneidad..., pp. 216-217.105 Grard Althabe, Produccin ejemplar de patrimonios urbanos, en Althabe y Schuster (comps.),

    Antropologa del presente, Buenos Aires, Edicial, 1999, pp. 182-184.

  • 115LA FUNDACIN DEL MUSEO COLONIAL E HISTRICO...

    con amplia capacidad de homogeneizacin cultural cumpla este objetivo. De ahque el Cabildo junto a los edificios anexos deban trasformarse en metforas visi-bles106 que engendraran su propia referencia simblica. Cargado de significadosideolgicos transmitidos por sus postulados estticos, el rea histrica de la ciu-dad se transfiguraba en un decorado que otorgaba una idea de continuidad tempo-ral con el pasado colonial y catlico. Pero adems, era importante otorgarle unafuncionalidad adecuada al contexto: el Cabildo se transformaba en Museo, la Bas-lica en el mayor templo catlico, y la plaza Belgrano en el lugar ideal para larealizacin de los eventos cvicos y religiosos.

    El paisaje urbano, como as tambin el desarrollo de la ceremonia oficial deabril de 1918, responda con total coherencia al relato del pasado local reelaboradopor intelectuales y polticos, y le otorgaba una implicancia mayor dentro de lahistoria provincial y a la vez nacional. Este tipo de memoria selectiva debe seranalizada como parte del proceso de invencin de tradiciones que tena, en estecaso particular, un objetivo concreto y explcito: la reinterpretacin hispnica ycolonial del pasado. Sin embargo, debemos tener presente que la elite dirigente notiene capacidad de inventar tradiciones provenientes del vaco. Por el contrario,en la dcada del diez, claramente son los diferentes grupos inmigratorios, losdescendientes de la elite local, los nios, las mujeres y los hombres que concurrena la iglesia y que se renen peridicamente para los festejos los que recuerdan yconstruyen as la memoria colectiva determinando lo que ser memorable. Al-gunos de estos elementos perduraron adquiriendo mayor relevancia local en losaos posteriores. Sin embargo, tambin debemos advertir respecto de los conflic-tos provocados por la existencia de grupos sociales poseedores de distintas visio-nes lo que es significativo o digno de recordarse; en otras palabras, tanto en ladcada del 10, como tambin actualmente, existen multiplicidad de identidadessociales que coexisten dentro de un mismo grupo de memorias opuestas y alterna-tivas: familiares, locales, de clase, nacionales, etctera.107 Para aglutinarlas, sehace necesario disear un plan tan eficaz como el proyectado por Cantilo y susseguidores que sea lo suficientemente amplio como para reunir lo heterogneo yperdurar en el tiempo. stos, quizs, sean los aportes ms importantes realizadospor la elite poltica y cultural de las primeras dcadas del siglo, en aras de unaconstruccin identitaria homognea.

    El presente trabajo, por lo tanto, nos permiti reconstruir el proceso de funda-cin del Museo Histrico y Colonial teniendo presente tanto los conflictos polticosimperantes a nivel local, nacional y provincial, como as tambin las repercusiones

    106 Alain Mons, La metfora social. Imagen, territorio, comunicacin, Buenos Aires, NuevaVisin, 1994, pp. 12-13.

    107 Peter Burke, Formas de historia cultural, Madrid, Alianza, 2000, pp. 66-80.

  • 116 MARA LIDA BLASCO

    en la Argentina de los acontecimientos producidos en el mundo. Dentro del pas,la emergencia del radicalismo como partido poltico de masas y los conflictospolticos internos que ello generaba, de los cuales Jos Luis Cantilo supo sacarprovecho, tuvieron un papel fundamental en la conformacin de la nueva institu-cin. Por un lado, los miembros que integraron la Comisin Administradora delMuseo mantuvieron diferentes vinculaciones con las autoridades gubernamenta-les, lo cual determin en muchos casos la concrecin o frustracin de los proyec-tos. En este contexto podemos hablar del proyecto Museo no slo como de unaestrategia cultural, sino tambin poltica, ideada por un sector de la elite dirigentedel radicalismo para satisfacer intereses concretos.

    Por otro lado, el anlisis de la ceremonia oficial de entrega del Cabildo porparte de las autoridades provinciales a la Comisin Administradora revel el modode accin concreto de los diferentes actores sociales que participaron o legitima-ron con su presencia la creacin del Museo. Claramente, la resonancia de losconflictos que afectaban al mundo en la segunda mitad de la dcada del 10, sehacan presentes en la Argentina. De ah que no parece casual que uno de losobjetivos centrales de proyecto Museo fuera rescatar las tradiciones hispano-catlicas de la ciudad de Lujn y de la provincia de Buenos Aires y, por lo tanto,fortalecer con ellas una doctrina nacional que intentaba ser redefinida dentro de lamisma matriz ideolgica.

    6. EPLOGO

    La ceremonia de abril de 1918 constituy un hecho decisivo, sobre todo para lapoblacin local ya que reforz la conciencia lujanense respecto a la importancia dela ciudad en la historia nacional y bonaerense. Sin embargo, la euforia de lasautoridades polticas y