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    1. Algunas caractersticas de la aristocracia chilena.La aristocracia chilena la formaban los llamados pelucones, estos eran la clase dirigente que se mantuvo quieta por 20 aos, lo quepermiti organizarnos, pues el apoyo desinteresado y pasivo que prest a los gobiernos, de debi a un milagro que inmortaliz aPortales. Esta aristocracia pudo derribar a la monarqua en 1810 y a OHiggins en 1823, que se mostraba hostil con sus autoridades ymuchas veces en abierta rebelin contra ellas, la misma que puso al borde de la ruina el decenio del gobierno de Montt. Antes ydespus, de este milagro, la historia poltica de nuestro pas, fue la de una fronda aristocrtica. El origen de esta estirpe fue de nuevosmercaderes y hombres de trabajo que por su figuracin social y con algunas generaciones de opulencia, absorbieron o desplazaron a

    las antiguas familias de conquistadores y encomenderos. As llega a dominar econmica y socialmente una aristocracia mixta,burguesa por su formacin, de hbitos regulares y ordenados, pero que por cuyas venas corra sangre de familias feudales. De estamezcla elementos burgueses y seoriales sac nuestra antigua clase dirigente su extraordinario vigor, y tambin algunas debilidadesEl amor al trabajo y la economa, el buen sentido prctico, la estrechez de criterio, son rasgos burgueses. El ansia de poder ydominacin, el orgullo, el espritu de fronda y rebelda, son cualidades del seor de la tierra. Su especial idiosincrasia en que semezcla el buen sentido burgus con la soberbia aristocrtica, la vigorosa cohesin de sus familias, sus cualidades y defectos comoelemento de organizacin poltica, hicieron de ella un grupo social lleno de originalidad y vigor, nico en la confusa historia del primersiglo de la Amrica espaola independiente.

    2. Ojeada sobre la sociedad chilena en 1810.Este artculo se ocupa de la situacin que la clase social alta ocupaba en el pas en 1810, cuando estall la primera y mstrascendental de nuestras frondas aristocrticas, que dio como resultado la independencia de la Repblica de Chile. Al iniciarse larevolucin de independencia, de todas las colonias espaolas, el Reino de Chile era la ms compacta unidad geogrfica y social. En e1800, nuestro pas contaba con 900.000 habitantes, de los cuales unos 100.000 eran araucanos no sometidos. Casi los 800.000restantes vivan entre La Serena y Bo Bo, en una zona agrcola. La provincia de Santiago, se extenda desde Choapa hasta el Maulecon unos 500.000 habitantes. Al norte del Choapa, Coquimbo tena a lo ms 75.000 pobladores. Concepcin entre el Maule y el BoBo contaba con 200.000 personas.

    Al sur del territorio araucano, las gobernaciones de Valdivia y Chilo, con 30 o 35 mil habitantes en conjunto, no eran significantespolticamente.Concepcin poco ms que aldea, haba de ejercer una cierta influencia en los acontecimientos polticos de los primeros aos de laRepblica, especialmente como provincia militar de Chile, donde sus habitantes vivan en estrecho contacto con los jefes del ejrcitoque protegan las fronteras de Arauco. OHiggins, Freire, Prieto, Bulnes, los caudillos armados de la Independencia y de la

    organizacin de la Repblica, fueron pencones por su nacimiento o por su origen y vinculaciones sociales. La Serena vivi un pocorezagada y fuera del movimiento general, bastante reducida y muy pobre antes de los grandes das mineros del siglo XIX. Realista en

    la poca de la independencia y su liberalismo de ms tarde tuvo caracteres de espritu regionalista y de soberbia lugarea.Como elementos polticos capaces de cierta accin, slo existan en Chile la sociedad aristocrtica de Santiago y el Ejrcito, cuyos

    jefes ms aguerridos y ms experimentados estaban vinculados a Concepcin. La clase media apenas exista, esta no alcanzaba aconstituir una clase, casi la totalidad de la poblacin era rural, donde no haba sitio para una clase intermedia entre los seores y einquilinaje vasallo. Los comerciantes y profesionales de rango, eran aristcratas, las ms de las veces por nacimiento o por susrelaciones y hbitos. Todos formaban una misma familia. Formaban parte de la sociedad, mercaderes, industriales y hombres menosletrados, funcionarios y militares subordinados, en parte el bajo clero, frailes, con apariencia de clase media muy reducida y sininfluencia.De los pipiolos el autor tiene una visin muy particular, pues considera que la importancia que los antiguos historiadores concedieronal pipiolaje, fue una de las muchas fantasas de la poca romntica de nuestra literatura, en parte tambin la adaptacin infeliz anuestra sociedad de problemas ledos en autores europeos, pero inaplicables en Chile.

    Si bien la clase media no tuvo una orientacin europea ni clsica, influy polticamente, como elemento favorable a la evolucindemocrtica, aunque sometida al vasallaje oficial u oligrquico.

    3. Los factores ideolgicos en la revolucin de 1810.Era nocin corriente an entre los intelectuales que la Independencia de Chile haba tenido por origen un movimiento espiritual ydoctrinario, de ndole democrtico. Pero en Chile no existe la menor prueba histrica o documental de la existencia de tal movimientode renovacin poltica antes de los acontecimientos de 1808. Las cartas privadas, las memorias ntimas de la poca no contienenvestigios de una agitacin ideolgica. Slo ms tarde, iniciado el conflicto esencialmente criollo, que dio como resultado laIndependencia de Chile, las doctrinas sociales del filosofismo contemporneo comenzaron a aparecer en los documentos oficiales oen los discursos o proclamas.

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    La repblica result de la falta de dinasta, no de un movimiento democrtico efectivo. El gobierno del pueblo por el pueblo apenas seha producido, alguna vez por accidente, en la Amrica espaola.

    4. La Fronda de 1810.La independencia de Chile se produjo en forma enteramente accidental. La usurpacin del trono espaol por parte de NapolenBonaparte dio en realidad fin a la metrpoli, tal como los americanos y peninsulares residentes en las colonias lo entendan. Loshabitantes de Amrica eran jurdicamente sbditos de Fernando VII y no de los espaoles peninsulares, y tenan igual derecho questos para organizarse polticamente mientras durase la cautividad del rey. La fronda aristocrtica comenz entonces a acentuarse

    con la complicidad a lo menos pasiva de los mismos peninsulares de cierto rango.Los continuos desastres de las armas legtimas en la pennsula exacerbaron las pasiones rencorosas del partido espaol y dieronaliento a sus adversarios. La Real Audiencia y la fraccin ms presuntuosa del partido espaol se dieron cuenta de la verdaderanaturaleza del conflicto. Sacar a Carrasco y reemplazarlo por un chileno, era lo nico que poda apaciguar los nimos, AmbrosioOHiggins asumi el poder, aun cuando quienes ejerceran en realidad era la aristocracia criolla. Poco ms tarde se supo que elConsejo de Regencia haba asignado para Chile un nuevo presidente espaol. La revuelta innata de los espritus patricios frente a estahumillacin precipit los acontecimientos. Los grandes seores chilenos dueos de la fortuna, de la tierra, de la influencia social, eranya tambin, sin haberlo soado, una clase poltica. No podan permitir que el poder se les escapara, y el 18 de septiembre de 1810una asamblea de la nobleza y corporaciones de Santiago, convocada por el presidente del Reino, puso en manos de los chilenos losdestinos de Chile. Desde ese da data la Independencia de nuestro pas.

    5. El primer ensayo de cesarismo.

    La palabra Repblica, indica simplemente la no existencia de una dinasta en el Estado, se da este nombre al sistema poltico de losEstados hispanoamericanos nacidos del gran trastorno de 1810. Aun as, bajo este nombre se han sucedido gobiernos de muy diversay opuesta ndole. Y uno que ha tenido preponderancia, en el espacio y en el tiempo, es el cesarismo, militar o poltico, estable oanrquico. En Chile, el sistema presidencial y la oligarqua parlamentaria, son casos de excepcin y es aqu donde resideprecisamente el inters particular de nuestra historia.En Chile, apenas transcurrido un ao de establecido el primer gobierno nacional, el movimiento revolucionario tuvo por cabeza a acaudillo militar Jos Miguel Carrera, quien ejerci el gobierno en forma absoluta. La accin de Carrera, como la de Portales, fue tanoscurecida por sus partidarios como por sus detractores, en la literatura histrica. Se quiso identificar estos grandes hombres conproblemas polticos de pocas futuras. Carrera hizo de la fronda revolucionaria un poder armado capaz de batirse en los campos debatalla. Portales reconstituy la nocin tradicional de Estado que se haba perdido en los trastornos de veinte aos. Sea como fuere,Carrera y Portales abrieron y cerraron en Chile el ciclo de los gobiernos personales; superiores a frmulas jurdicas y a las influenciassociales colectivas.

    OHiggins, intent la organizacin definitiva del pas bajo ese rgimen cesarista. Hizo milagros en la administracin y en la guerrapero a pesar de su prestigio y de la fuerza, nada pudo fundar estable. La fronda aristocrtica no tard en derribarlo. OHiggins deseabacon mucha razn un poder fuerte, pero nunca cuid de asegurarse el apoyo social. Hacia los tiempos de OHiggins y de Chile co mofuerzas polticas las mismas que haban puesto fin a la colonia, esto es la sociedad dirigente y el Ejrcito. La fronda aristocrtica y laambicin de los caudillos militares era lo que entonces haba que organizar o someter.

    6. El interregno anrquico.Las repblicas hispanoamericanas, han tenido muchas constituciones, pero ninguna, salvo Chile, logr formar una tradicinconstitucional, un rgimen permanente y ordenado sobre bases jurdicas o morales. Durante los primeros aos de Independencia, ecesarismo fue por lo general intermitente, inestable y anrquico. En Chile tuvimos una imitacin de aquel orden de las cosasnetamente sudamericano, durante los siete aos siguientes a la cada de OHiggins y la revolucin de 1829. Se ha d ado a aquellapoca el nombre de era de los pipiolos.

    Quienes sucedieron a OHiggins en el poder, especialmente Freire y Pinto, no eran hostiles a la aristocracia, como OHiggins; pero nofueron capaces de dominar o disciplinar a la fronda ni al Ejrcito. Se vivi en anarqua, y aunque no se derram mucha sangre, ladesorganizacin social y poltica se presentaba de da en da con caracteres ms alarmantes.Gracias al desorden y a los continuos cambios polticos, se levantaron, en la izquierda de la clase culta y dirigente, algunaspersonalidades aventureras de poca significacin social. Pero no fueron esos pipiolos genuinos los que dieron el tono a la poltica; suefmera elevacin fue el resultado de la anarqua. Esto sirvi de estmulo y comparsa a la inquieta ambicin de los caudillos, imitandomodesta y poco eficaz, la conducta de los jefes y aspirantes a la verdadera fronda aristocrtica. Cuando el nuevo Director Supremohizo suspender la vigencia de la Constitucin anrquica e impracticable de 1823, se produjo de nuevo el rompimiento.

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    Contra el general Pinto, se haba intentado, el establecimiento de un gobierno civil sujeto a normas constitucionales, la aristocracia, yadirigidas por la audaz e inteligente actividad de don Diego Portales levant nuevamente a Freire, como ya lo haba hecho contraOHiggins, en 1823.

    En 1829, el genial caudillo de la fronda supo utilizar en tal forma los encontrados y heterogneos elementos que los intereses ypasiones en lucha fueron poniendo en sus manos, que cuando vino el desenlace, se haba alzado ya sobre el caos confuso de losacontecimientos un poder nuevo e impersonal, un gobierno erigido otra vez en fuerza moral permanente y obedecida, superior a lasfacciones polticas y a los prestigios militares. Hijo de la fronda aristocrtica y de la revuelta militar, ese poder nuevo iba a dominar o adisciplinar a los mismos elementos de desorden que le haban dado vida.

    7. La ideologa de don Diego Portales.La transformacin operada en Chile y slo en espacio de pocos meses, bajo la poderosa mano de don Diego Portales, fue tan radical yprofunda, que se llega a imaginar que es la historia de otro pas, totalmente distinto despus de 1830, tanto en lo material de lasinstituciones y los acontecimientos como en el alma misma de la sociedad. El espritu de Portales, se convirti como por milagro en elespritu de la nacin entera, una concepcin poltica y social original y exclusivamente suya, que vino a ser el patrimonio comn detodo el mundo y el fundamento de la grandeza futura de la patria. Nadie se haba formulado en Chile una idea semejante.

    La obra de Portales fue la restauracin de un hecho y sentimiento, que haban servido de base al orden pblico, en los siglos de lacolonia. El hecho era la existencia de un poder fuerte y duradero; el sentimiento era el respeto tradicional por la autoridad en abstractopor el poder legtimamente establecido con independencia de quienes lo ejercan. Lo que hizo fue restaurar material y moralmente lamonarqua, en sus fundamentos espirituales como fuerza conservadora del orden y de las instituciones.

    Portales, no haba sido partidario de la Independencia. Naci en una familia ilustre, pero no opulenta, su padre en 1810, ocupaba el

    cargo de Superintendente de la Casa de Moneda. Figur al lado de Carrera en 1811. Hizo estudios de humanidades y de derechoconoca la administracin y la ciencia militar. El triunfo de la Independencia no le produjo entusiasmo, sino miedo; desde el primermomento adivin el caos anrquico en que iba a caer el continente.

    Su indiferencia por las instituciones escritas era slo relativa, y perfectamente de acuerdo con la idea superior que inspir su polticaLa tcnica constitucional le importaba poco, lo esencial, en su concepto, era arreglar lo que l llamaba el resorte principal de lamquina, esto es, la autoridad tradicional. El gobierno obedecido, fuerte respetable y respetado, eterno, inmutable, superior a lospartidos y a los prestigios personales.

    A fuerza de hombre positivo, acept el nuevo rgimen como un hecho consumado e irrevocable; pero haba que construir un podemuy fuerte, custodio de todos los grandes interese de la sociedad y que reposara en la sumisin y el respeto de los mismos interesesque defenda. Ese Gobierno haba de ser impersonal: no debe estar vinculado a nadie, y mucho menos que a nadie, a l mismo

    Luchaba por una abstraccin majestuosa, y si su nombre lleg a ser el smbolo encarnado del poder, es porque l mismo se lo habasacrificado todo al poder.El alma de Portales, profundamente legitimista en el sentido colonial, no conceba el poder sin forma, el poder occidental, el podecomo un hecho transitorio. Habra querido una Constitucin, aunque fuera sino para que el absolutismo quedase establecidolegalmente. Sin eso, el poder que iba a crear habra perdido una de sus grandes fuerzas tradicionales y permanentes.

    8. Portales, hombre de accin.La idea que inspir a Portales, era realizable y capaz de organizar un poder duradero y en forma, porque ella reposaba en una fuerzaespiritual orgnica que haba sobrevivido al triunfo de la Independencia, el sentimiento y el hbito de obedecer al Gobiernolegtimamente establecido. Pero nada ms difcil que llevarla a la prctica.Para restaurar moralmente el pas despus de veinte aos de anarqua -1810 y 1830- para restablecer la tradicin interrumpida, eranecesario un genio poltico tan paradojal y complejo como Portales. Quin para realizar la primera parte de su programa -1827 y 1829que consista en escalar el poder, logr reunir en su torno, los elementos ms contradictorios. A su crculo de amigos personalesformado de antiguos carrerinos, uni a los partidarios de OHiggins, enemigos irreconciliables de aquellos; a la aristocracia peluconaque derribara a OHiggins, y que era hostil a los Carrera, y la tradicin monrquica, a Freire al caudillo rival de OHiggins, y por ltimoa los radicales federalistas con Infante a la cabeza. No consider al pipiolaje, grupo de aspirantes y polticos salidos en virtud de lasturbulencias de la poca, pues Portales los haba desdeado siempre. Slo queda frente a Portales una mitad del ejrcito y Freire quevindose burlado, se pone a la cabeza de la resistencia; as comenz esa serie de golpes maestros que consumaron una revolucindentro de una revolucin. Pero, se da de baja a la mitad del ejrcito y se organiza la Guardia Nacional sobre el modelo de las miliciasde la Colonia, y la sociedad queda jerrquicamente armada frente a una posible resurreccin del caudillaje.En Santiago ya exista un poder que obraba con la tranquila regularidad y eficiencia de un gobierno legtimo y establecido desde largosaos atrs. Aunque nacido de la rebelin, castigaba la rebelin como un crimen. La revolucin de 1829 no aparece en el boletn de lasleyes. Nadie se atrevi a combatir un poder que no dudaba ni un solo instante de s mismo.

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    El da siguiente de la guerra civil en Lircay fue el de mayo peligro; el pipiolaje estaba aniquilado; los triunfadores se rep artiran el botnLos aristcratas discurran en las antecmaras de Santiago sobre candidaturas presidenciales; los idelogos estudiaban reformasconstitucionales; los ohigginistas batan palmas viendo a la cabeza del ejrcito vencedor al general Prieto. Portales, que tema a estegrupo, de un solo golpe los decapita y ahuyenta las esperanzas de politiquera civilista que comenzaba a levantar cabeza. As egeneral Prieto, es designado Presidente de la Repblica, por iniciativa y proteccin del mismo Portales. Este hombre fue diestramenteescogido; nadie en su tiempo pudo realizar mejor el ideal del omnipotente ministro dando al Gobierno el tono y el carcter que ldeseaba. La aristocracia santiaguina no habra escogido por su jefe a un militar ohigginista y pencn . El espritu frondista de laaristocracia haba sido dominado, y los ohigginistas, privados del apoyo militar, no eran ya de temer.Inaugurado, segn su corazn y de acuerdo con sus deseos, un gobierno impersonal, serio, estable, regularmente elegido, y que la

    masa del pas obedeca y respetaba; vencedor en su lucha contra la anarqua; dominados o impotentes los mismos elementospolticos que le sirvieran de instrumentos, Portales, en setiembre de 1831, haba llegado a la cumbre del xito y del podero. Abandonael poder y los honores y vuelve a Valparaso a luchar trabajosamente por la vida tras de su mostrador de comerciante. l quera unpoder muy fuerte, que no estuviese vinculado a nadie y mucho menos que a nadie a l mismo, ahora cumpla estoicamente la ltimaparte de su programa.

    9. La Fronda de desarme.Desde 1823 hasta 1830, la aristocracia no lucho ni poda luchar como un cuerpo poltico organizado contra una clase media que enrealdad no exista. Los patricios de Santiago no estuvieron unnimemente de acuerdo, ni siquiera para derribar a OHiggins y en losaos siguientes, aquellos que tomaron parte en la poltica, influyeron directa e indirectamente sobre los acontecimientos, formando enlas filas de todas las facciones en lucha, en el sequito de caudillo que se disputaban el mando. Ni Freire, ni Prieto, fueron hostiles a laaristocracia, sino al contrario.Despus de 1830, bajo un poder estable, que no dudaba de s mismo, el rgimen pelucn utiliz an ms que el precedente losservicios de hombres que distaban mucho de figurar socialmente en el primer rango, levantndose, a las ms altas dignidades deGobierno. En cuanto a los magnates, el mrito principal del sistema de Portales fue el de haber sabido disciplinarlos tambin,convirtindolos en un apoyo social formidable, aunque un tanto pasivo, del nuevo orden de cosas. Hacia 1830, la aristocracia habraestado dispuesta a aceptar todo en cambio de un poco de paz. Y quizs sin Portales, la reaccin ohigginista hubiera sido inconteniblePortales, que ya haba vencido a sus enemigos y a sus aliados, con la violencia o el ardid, acababa de triunfar tambin sobre la frondaaristocrtica, ganando su corazn, tan difcil de ganar.

    No existe en Amrica ejemplo de restauracin ms completa de todo los que poda ser restaurado despus de 1810, y ello no fue obrade leyes, del derecho pblico, y de las combinaciones constitucionales, sino el genial pensamiento del modesto comerciante de 1825.

    10. La Repblica "en forma".El significado de la expresin de Spengler, Estado en forma, es ms hondo de lo que parece, implica la sucesin regular delGobierno conforme a un orden jurdico o histrico, y tambin a la existencia en la sociedad de sentimientos hereditarios de fuerzasespirituales superiores que constituyen al Estado en un ser viviente, orgnico, provisto de alma colectiva. Por ejemplo, la monarquaespaola y sus colonias constituyen en Estado en forma; la mayor parte de las nuevas repblicas nacidas de los acontecimien tos de1810 ya no lo constituyen.

    En Chile, las condiciones geogrficas y la sencillez de estructura social, probablemente contribuyen la subsistencia de por variasgeneraciones de en Estado en forma, y tambin el aislamiento y relativo atraso de esta colonia, tuvieran parte en la mantencin deorden social.

    Dominados el caudillaje y la fronda aristocrtica, la tendencia general de la masa del pas a la obediencia pasiva y al reposo, de quehabla Portales, produjo como consecuencia la restauracin prctica del absolutismo en su forma tradicional, orgnica y permanente;esto es fundado en el sentimiento de su legitimidad jurdica. Este absolutismo prctico no tuvo ni poda tener otro enemigo serio que e

    espritu frondista de la aristocracia. Pero ese espritu permaneci dominado por lo menos durante veinte aos (1830-1850). Msadelante, ninguno de los movimientos polticos que se produjeron en el pas durante ms de medio siglo tuvo otro origen. Nada nacien espontneamente ni de las provincias ni del pueblo.

    11. La cbala filopolita.Un historiador norteamericano, deca que la historia poltica de Chile era la reproduccin casi exacta de la Inglaterra, durante el sigloXVIII, con sus facciones aristocrticas en lucha, y la realeza sirvindoles de equilibrio y procurando dominarlas alternativamente. Esmil es ingenioso, pero no del todo exacto. Los wigs y los tories disponan de grandes fuerzas electorales y de opinin, su influenciano era nicamente social y cortesana. Aqu ocurri lo contrario.

    Los crculos oligrquicos, aislados o reunidos, tuvieron en Chile muy escasa influencia sobre la masa del pas antes de 1891, ganaronsus batallas en las antesalas de la Moneda o en los salones de Santiago, nunca en las urnas. La fuerza electoral del Gobierno era

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    bastante poderosa para anular la de todos ellos. El hbito de obediencia pasiva, la conciencia de que al fin de cuentas, el Gobierno eraomnipotente e invencible, dominaba por completo. La masa numrica de la aristocracia territorial fue, despus de Portales, muchomenos frondista que sus cabezas directivas.

    A medida que, con el progreso de los tiempos, fue crendose una especie de clase media, compuesta por magistrados y funcionariosde pequeos comerciantes, propietarios y profesionales provincianos, el Gobierno no vio por ello disminuir su poder, porque esa claseconstituy antes de mucho su ms segura clientela. Montt la tuvo a su disposicin como Balmaceda treinta aos ms tarde, y as contodos los Gobiernos que se sucedieron en el pas.

    En provincias, los polticos entusiastas, de ideas definidas, sobre todo cuando eran opositores, ganaban fcilmente la reputacin dehombres dscolos, de malas cabezas.

    Aparentemente, nada ms absurdo que el movimiento filopolita. Intriga de antecmara, fraguada en el mismo Ministerio del generaPrieto. Sus jefes, aunque figuraban entre los hombres ms hbiles e ilustrados, y los ms sagaces de la poltica de entoncesconstituan el estado mayor de Portales, se embarcaron en una aventura slo comprensible muchos aos ms tarde en los tiempos desaln colorado y del saln verde del Club de la Unin. Sin embargo, algunos de sus jefes ms ambiciosos e influyentes, ErrzurizGandarillas, Benavente, haban soado con otro rgimen que la restauracin lisa y llana del absolutismo colonial. Los filopolitas noconsiguieron turbar ni la superficie del gran silencio. Su nico xito fue que Portales se viera obligado a salir de su retiro, paradispersarlos con su presencia. Se baj de su carruaje, junto a una humilde casa de la calle de Santo Domingo, al da siguiente obtenasus despachos de ministro, veinticuatro horas ms tarde, ya no haba filopolitas.

    12. La primera fronda parlamentaria.El movimiento filopolita fue el presagio de algo que tarde o temprano haba de suceder. Tres aos ms tarde, el Ministro del Interior,don Camilo Vial, al hacer una lista del nuevo congreso, la llena de miembros de su familia y protegidos, olvidando a algunos altosnombres de la poca, Varas, Tocornal, Garca Reyes, Gallo y Ortzar. Este hecho provoc cierto escndalo, y don Manuel Montt, querepresentaba de derecho extrema del portalismo, le pide explicaciones al presidente Bulnes, quien se niega a hacerlo, y Montt lenotifica que sus amigos van a trabajar independientes en las elecciones para hacer triunfar a los personajes excluidos. En lasprovincias ms feudales y conservadores, esa primera fronda de la extrema derecha, fue vencida. Una oposicin haba logrado elegia cuatro candidatos. Para el Gobierno ste fue un desastre sin precedentes. Vial fue despedido, y en el nuevo gabinete figuraron losanarquistas y traidores que se haban atrevido a hacer frente al poder en el campo electoral. Los amigos y parientes de Vial formabanun grupo numeroso que aspiraba a ganarse de nuevo al Presidente, por otro lado los adversarios de Vial, formaban un grupo biendefinido. Un hecho verdaderamente revolucionario, dentro de la cmara haba ya partidos. Uno de ellos, el de Vial, fue el origen de laprimera fronda liberal.

    Los diputados vialistas, se imaginaron que mediante el uso de facultades legales del Parlamento, podran rendir la voluntad del

    presidente y reconquistar el poder que haban perdido. Esta circunstancia accidental contribuy a teir de parlamentarismo, desde suorigen, a la nueva fronda.

    El Presidente, que se saba guardin de una gran tradicin, haba calificado de anarqua la simple presentacin de unas poc ascandidaturas parlamentarias, con independencia del Gobierno. Si exista un sentimiento poltico en el pas, era el deseo casi unnimede que no se alterase aquella paz de veinte aos, a cuyo amparo, se haba transformado en la Repblica ms prspera y ordenada decontinente.

    13. El primer intento de agitacin popular.Vencida en la Moneda y en las Cmaras lo primera fronda parlamentaria, los ms jvenes y ardorosos de sus caudillos no seresignaron, desde luego, a la derrota. El espritu de fronda y resistencia a la autoridad del Gobierno, desarrollado durante lascampaas parlamentarias de 1849, despert en los jvenes adalides de la oposicin, el germen de sentimientos francamente

    revolucionarios. As como las revoluciones francesas, de 1789, 1830 y 1848, se haban hecho en Paris, en Chile, imitacin deaquellas, haba de ser santiaguina, y a la vista y paciencia de aquel feroz e intransigente despotismo organizaron o prohijaron, bajo enombre de Sociedad de la Igualdad una serie de clubes, para ensear al pueblo el uso de sus derechos imprescriptibles, y ta mbinadiestrarlo en el motn. El autor de este idea fue don Santiago Arcos, joven chileno, educado en Paris. Aquel revolucionario positivo yplutocrtico, encontr un aliado el joven don Francisco Bilbao, que se haba dado a conocer por un escrito difuso, contra el ordensocial existente en Chile, pero adquiri cierto renombre debido a las severas persecuciones de que fuera objeto, que consistieron enuna multa a que lo conden una jurado de imprenta.

    En todo caso el intento de agitacin popular fracas por completo. Los obreros acudan a los clubes igualitarios por curiosidad. Pomuchos aos todava, las masas no seran en Chile una fuerza poltica eficaz. Pero, aunque en forma local y momentnea, el ordenpblico material haba sido perturbado, el Gobierno proclam estado de sitio en Santiago y Aconcagua; la Sociedad de la Igualdad fuedisuelta, y se conden a la deportacin a un corto nmero de cabecillas.

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    14. Los "pronunciamientos" de 1851.Por muchos aos hemos repetido el aforismo que dice que estas repblicas hispo-americanas son pases nuevos y que por suinexperiencia debemos atribuir sus desventuras y turbulencias. no somos ms jvenes que Espaa, dice el profesor don Carlos Kellersino tan viejos, por desgracia, como ella. Hemos recordado que despus de Portales, en Chile hubo tambin un trono.Los movimientos revolucionarios de 1851 pertenecen al tipo clsico del pronunciamiento espaol. Ni siquiera lo encabezan caudillosde ideas adversas al Gobierno, Urriola y Cruz son conservadores.

    Portales haba refrenado el caudillaje con su hbil tctica poltica, Concepcin era la metrpoli militar de Chile. La sociedad de aquelpequeo pueblo, ni rica, ni culta, ni influyente, pero s temible, estaba vinculada a los generales del Ejrcito de la Frontera. Desde laIndependencia Concepcin hubo de ser escuchada. Portales no lo ignoraba, y de all su empeo en poner a la cabeza del pas a ungeneral pencn. Por veinte aos, la sociedad poltica de Santiago, hizo leyes y administr el pas bajo el tranquilo amparo de la espadade Penco. Lo que pudo ser una amenaza se convirti en un elemento importando del Estado en forma. Cuando a principios de 1851, el intendente de Concepcin y jefe del Ejrcito del Sur, don Jos mara de la Cruz, se hizo proclamarcandidato a la presidencia de la repblica, en la capital de su provincia, no pens, ciertamente, en efectuar un acto revolucionario. YMontt fue candidato oficial. La oposicin ya vencida y desarmada, no tuvo otro remedio que plegarse a Cruz. Algunos jefes de lafronda se trasladaron a Concepcin a alentar la candidatura de Cruz contra el Gobierno, primero, y la de resistencia armada, despusOtros conspiraron con los jefes militares de la capital. El 20 de abril de 1851, el coronel Urriola sublev en Santiago un regimientoMilitar de prestigio y popularidad, en la era pipiola, haba sido uno de los caudillos ms esforzados de la fronda pelucona. Fue vencidopor las milicias y tropas fieles.Las elecciones presidenciales se verificaron en completa libertad. Montt triunf fcilmente en todo el pas, salvo en Concepcin. Cuyas

    autoridades eran crucistas. Este resultado origin el segundo pronunciamiento de aquel ao, el del Ejrcito del Sur. Pero la revuelta seencontr ante un pas indiferente u hostil a aquel movimiento que deca redimirlo, y en pocos meses fue vencido. Bulnes sali desdeSantiago a combatirlo, con una tropa de cincuenta granaderos de su escolta, iba a armar a los pueblos como lo hubiera hecho el jefede una revolucin democrtica.

    Dos meses ms tarde, falleci en Santiago el general Freire. El Gobierno hubiera querido rendirle honores militares, debido a su rangoy servicio; pero no pudo hacerlo, no haba un solo piquete de soldados.

    15. Los orgenes de la fronda Tory.Manuel Montt, alta personalidad de nuestra historia no se deja tomar, hay en ella un exceso de equilibrio, falta de sombras ycontrastes, una armona superclsica, no es posible dar relieve e inters a la descripcin de una figura geomtrica, aunque ella tengala majestad y proporciones de las pirmides. Don Manuel Montt estaba adornado con todas esas cualidades que nos hemos

    acostumbrado a considerar caractersticas del gran estadista burgus del siglo XIX, patriotismo, talento energa, buen sentidoelocuencia, saber, laboriosidad, respeto a la ley, honradez, correccin, consecuencia doctrinaria y espritu pblico. Su carrera no es lade un creador genial, como Portales. Se parece ms bien a la de los grandes ministros de las monarquas burocrticas. Lleg al primepuesto de la Repblica a temprana edad, pero por riguroso ascenso. En su vida privada nada tampoco hay de audaz, de improvisto,de pintoresco.

    Don Manuel Montt era el Presidente de la Repblica tal como sin duda lo soaron los constituyentes de 1833. Fue la Constitu cinhecha carne. La dominacin absoluta e impersonal era en l una especie de religin, la idea de un gobierno de partidos eracompletamente extraa a su mentalidad. Por otra parte, esa idea no vino a ser familiar en Chile sino algunos aos ms tarde, mercedal desarrollo paulatino del parlamentarismo. Hasta ese tiempo, la existencia misma de partidos, desde facciones en lucha eraconsiderada como un fenmeno funesto, sntoma de anarqua espiritual o de caudillaje. En esto los hombres de la escuela de Portalesy Montt eran tambin, sin saberlo, herederos de la tradicin monrquica espaola. Los mismos liberales de la poca tenan oafectaban un criterio anlogo, ningn gobierno se habra atrevido a decirse de partido, es decir, vinculado a un agrupo pol tico, a

    quien deba ventajas especiales en pago de su apoyo.

    Sin decirlo, ni confesarlo, sin siquiera darse cuenta de su pensamiento, muchos de los magnates pelucones haban credo triunfarcomo partido, llevando a la presidencia a su jefe. Por virtud de los acontecimientos mismos, la lucha en el fondo partidista iniciada

    en 1849, llevaba en s los grmenes de la fronda. Montt no se imagin jams haber triunfado como jefe de un partido, sino comoheredero y representante de un principio que era el de esa partido, y nada ms. Pero comenzaban a alborear ahora nuevos tiemposDesde 1830 hasta 1850, la aristocracia se haba resignado a su papel de apoyo sumiso y silencioso del poder. Pero, ahora, queraalgo ms que reinar sin gobernar.El presidente no era para estos magnates un poder superior, custodio del orden y de todos los derechos, y ante el cual debaninclinarse por tradicin o inters, comenzaban a considerarle algo ms que su hechura. Pero estos amagos de fronda latente nosalieron a la superficie, y los cinco aos del primer perodo del decenio transcurrieron en serena tranquilidad. Fue una poca de activay eficaz labor administrativa y de extraordinario progreso econmico. El pequeo grupo parlamentario y aristocrtico que comenzaba atitularse partido liberal, pareca muerto. Haba s algn combustible preparado, cuando el conflicto eclesistico produjo el incendio. No

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    fue el fervor religioso la nica causa de rebelin tory de 1857, hombres como don Diego Barros Arana o Anbal Pinto no rompieron conel gobierno por devocin.

    16. Antecedentes del conflicto teolgico.No es posible someter a proceso lo que ha ocurrido, para sentenciar, por ejemplo, diciendo que el mundo habra ido mejor por otrocamino. A lo ms, podemos llevar la filosofa hasta distinguir entre lo que ha sido accidente y lo que ha sido fatal en el curso de lasevoluciones humanas. El empobrecimiento gradual de las creencias religiosas de la civilizacin cristiana, durante los ltimos siglos, esun hecho y como tal debemos considerarlo. Ya el movimiento franciscano del siglo XIII, y la reforma del siglo XVI, fueron evoluciones

    humanas o racionalistas de la creencia. En el siglo XVIII la irreligin hizo grandes progresos. La rapidez con que se propag despusde la revolucin el espritu de rebelda contra la Iglesia, demuestra que l tena races ms antiguas. La hostilidad de la mejor parte declero no puso obstculos serios al movimiento separatista. Durante las turbulencias de la era pipiolas se produjeron casiespontneamente hechos sociales y actos pblicos que reflejan en nuevo estado de los espritus.

    Es verdad que en la superficie de las cosas, y hasta muy entrado en siglo XIX, la religin catlica apareca dominando en Chile sincontrapeso. La sociedad aristocrtica, vinculada estrechamente al alto clero y mejor instruida en los principios religiosos, continuabasiendo casi totalmente catlica. La devocin del bajo pueblo, aunque instintiva y un tanto supersticiosa, no pareca menos viva. Eindiferentismo o la irreligin comenzaban a hacer proslitos, ms o menos, declarados, sobre todo en la clase media y entre losartesanos que haban adquirido cierto barniz de ilustracin. No es posible apreciar exactamente la intensidad de este fenmeno, eroalgunos hechos prueban su existencia, y su robustez relativa, aun en 1830, cuando el gran silencio se produjo; en 1835, los filopolitasDiez aos ms tarde, una juventud entusiasta aclamaba a don Francisco Bilbao, autor de un escrito condenado por blasfemo, y en1850, algunos cortesanos de la capital hicieron coro a ese mismo agitador, cuyas doctrinas aparecan repudiadas por el propioliberalismo aristocrtico. Por otra parte la tibieza general alcanzaba al clero. Hasta la poca de Montt no hubo propiamente un soloperiodo religioso de lucha. Exista entre los frailes un marcado espritu de rebelin jerrquica y hasta dogmtica, en 1850, BilbaoExcomulgado por el arzobispo, fue recibido en triunfo por la comunidad de San Agustn.

    La iglesia, corporacin de derecho pblico, gozaba de autoridad y privilegios aun en el orden temporal; los sacerdotes eran slojusticiables ante los tribunales eclesisticos; la constitucin civil de la familia se rega por el derecho cannico y estaba sometida a lajurisdiccin de los obispos; slo era permitido en el pas el culto catlico; etc. En cambio el gobierno tena intervencin en enombramiento de los prelados, y las leyes de la iglesia slo eran obligatorias en virtud del consentimiento del poder civil. Estos dos ltimos derechos, el patronato y el exequtur, comenzaron a ser resistidos por el clero en muchos pases donde exista,desde que fue visible la creciente tibieza religiosa de los nuevos gobiernos burgueses, este movimiento que pretenda a la vezconservacin de los privilegios civiles y polticos de la Iglesia y su absoluta independencia del poder civil, fue los que se llamultramontanismo. En Chile, la nueva doctrina fue ganado terreno en los crculos ms devotos. El ilustre Arzobispo de Santiago, cuyocarcter dominador e independiente se avena mal con las cadenas regalistas, en las que vislumbraba a su vez un peligro para elporvenir de la Iglesia, se convirti muy luego en el jefe reconocido de los ultramontanos. Los magnates ms devotos de Santiagocomenzaron a agruparse alrededor de su arzobispo y en actitud defensiva, eran los primeros grmenes del nuevo partido conservadorcatlico. Los ultramontanos no se mostraban hostiles con el presidente, pero era sin duda una fraccin devota de la aristocracia la quemostraba ms resistencias contra don Antonio Varas y su probable candidatura presidencial.Don Manuel Montt divis el peligro con mucha mayor claridad de lo que pudiera creerse; pero fue incapaz de conjurarlo. La voluntad yel talento de un hombre, por ilustre y poderoso que sea, nada pueden contra las fatalidades de la historia, sobre todo cuando ellastienen su origen en hondas y espontneas transformaciones de la conciencia social.La reeleccin de Montt se llev a cabo sin sacudimientos, ni protestas. Pero al hacerse en agosto el escrutinio de segundo grado,aparecieron dos votos dispersos: uno por don Fernando Lazcano y el otro en blanco. Esos voto la primera manifestacin pblica declericalismo poltico, fueron como las nubecillas precursoras de una tempestad que no ta rdara en desencadenarse.

    17. La fronda ultramontana.La cuestin del sacristn no fue como se ha dicho, el origen de nuestros conflictos polticos -religiosos. Aquel incidente, de carctecasi domstico, sirvi de pretexto al estadillo de pasiones que existan ya en un estado latente. Con motivo de la suspensin de unsirviente de la Iglesia Metropolitana de Santiago, se produjo en 1856 un conflicto de atribuciones entre el Sacristn Mayor de laCatedral y el Cabildo Eclesistico. El vicario de la Arquidicesis dio la razn al primero, pero los cannigos no se conformaron con estefallo e interpusieron apelacin ante el Obispo de La Serena, negndose a dar cumplimiento a la sentencia. El vicario los priv deejercicio de su ministerio sacerdotal y la apelacin slo les fue concebida en el efecto de devolutivo, es decir, a ella no le importaba lasuspensin de la sentencia. Dos de los cannigos acudieron a la Corte Suprema en recurso de Fuerza. La Corte Suprema declarque la sentencia del Vicario de Santiago haca fuerza en cuanto no haba concedido en ambos efectos la apelacin interpuesta polos cannigos. El Arzobispo se neg a dar cumplimiento a la sentencia de la Corte, que estimaba atentatoria a su poder espiri tual y fueapercibido por este alto tribunal con la pena de destierro y ocupacin de sus temporalidades, en el caso de que persistiese en surebelda.

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    El seor Valdivieso acudi al Presidente de la Repblica como protector constitucional de la Iglesia. Dentro del orden jurdico, elEjecutivo no poda dejar sin cumplimiento un fallo de los tribunales de justicia, y as lo hizo presente el Ministerio de Justicia al

    Arzobispo, con prudencia e infinito tacto. Pero, al mismo tiempo, tanto el seor Varas como algunos amigos del gobierno, seesforzaron en poner trmino al conflicto y consiguieron que los cannigos se desistieran por su propia voluntad de su querella. As sepuso fin a la cuestin del sacristn.La prensa laica encabezada por El Ferrocarril, rgano del varismo, aprovech el conflicto teolgico para emprender campaa violentacontra el fanatismo del clero y la soberbia ultramontana Arzobispo. En el campo opuesto, la sentencia de destierro del Arzobispo,produjo, una verdadera tempestad. La casa del prelado se vio invadida por la sociedad y el pueblo, en actitud de amenazadoraprotesta. Las seoras de Santiago que cubriran las calles con sus cuerpos, para evitar la salida del seor Valdivieso. Las frondas

    polticas estaban mezcladas tambin en ese movimiento, o deseaban al menos aprovecharse de l. El vulgo no entiende de divisin depoderes, ni de frmulas jurdicas o constitucionales, todos los Poderes pblicos se identifican para l con el gobierno. Era pues ManueMontt quien desterraba al Arzobispo.

    La solucin del conflicto puso trmino a la alarma pblica, pero no logr evitar las trascendentales consecuencias de lo ocurrido. Perola contienda se haba trabado y esto es preciso recordarlo bien, no entre el Presidente y el Arzobispo, sino entre los crculos varistas ylaicos por una parte y la aristocracia devota, por la otra; crculos divididos ahora por un odio implacable.Sin que nadie lo hubiera declarado oficialmente, exista a fines de 1856, y por generacin espontnea, el partido conservador catlicoy tambin por contraste, el partido gubernamental laico. La vieja unidad pelucona se haba roto, y para siempre. Es cierto que la frondatory ultramontana no apareci teida exclusivamente con este ltimo carcter. Pero no eran por eso menos hostiles a Varas. Cuandocon el tiempo se acentuaron las tendencias religiosas que fueron desde el principio el alma del partido conservador, los hombres deotras ideas que figuran allegndose a los restos de la fronda de 1849, y acabaron por figurar entre los liberales. Porque esa fue laconsecuencia ms trascendental del conflicto de 1856. Existi desde entonces una idea poltica capaz de ser comprendida por la

    opinin vulgar. La cuestin religiosa contribuy a democratizar nuestra poltica. Por muchas dcadas, y hasta que surgieron losproblemas sociales y las luchas de casta, ella fue la nica que el pas comprendi de veras.18. La fusin de las frondas.

    Hacia 1856 haba en Chile partidos organizados. Los liberales de 1849 constituyen un grupo bastante reducido. En Santiago subsistenlos frondistas pero no la fronda. Tampoco se les hostiliza, se prescinde de ellos. En los crculos frondistas de la capital se haca unaoposicin de saln, encabezada por don Domingo Santa Mara y don Federico Errzuriz. Durante los das de intensa alarma delconflicto teolgico Errzuriz fue la cabeza oculta, pero activa, de la agitacin, y desde ese momento puede decirse que la fusinliberal-conservadora qued sellada en las almas. La inteligencia entre la fronda whig de 1849 y la fronda tory de 1856 fue casi unfenmeno espontneo, hasta tal punto parecan idnticos el espritu que las animaba y sus intereses. As es que, tanto los unos comolos otros, obedecan al impulso de un gran movimiento espiritual, cuyo resultado sera en lo futuro la oligarqua parlamentaria. Eliberalismo parlamentario es la forma que se adapta mejor a la idiosincrasia oligrquica sobre todo desde que un aumento de lariqueza o de la cultura las independiza moralmente y estimula su orgullo. En lo que respecta al rgimen poltico, exista en 1856mucho ms parentesco de lo que parece, entre ideas conservadoras de un Tocornal y las ideas liberales de un Santa Mara. Lasdiferencias eran ms bien de formas jurdicas, de tradicin constitucional, que de fondo. En cuanto a los ultramontanos, nada los ligaba especialmente al mantenimiento integral del antiguo orden de cosas. La gran crisis dela poca moderna consiste en la rebelin del alma social contra las antiguas fuerzas espirituales de la cultura. La Iglesia, fuerzaconservadora espiritual, ha visto siempre este problema bajo aspectos ms amplios y ms hondos, las formas polticas le son muchoms indiferentes que lo que se crey por muchos hace tiempo. Su alianza con los gobiernos tradicionales, el famoso pacto entre elaltar y el trono qued roto, desde que el poder pblico se tio de tibieza u hostilidad hacia las creencias. De all el ultramontanismo, lalucha por la independencia de la iglesia, que surge junto con los gobiernos neutros o irreligiosos a estilo burgus. El clero quiere sconservar tanta independencia y libertad de accin como sea posible, frente al poder laico, indiferente u hostil.

    Los elementos de la fusin, eran pues afines aunque no idnticos. Todos se sentan oscuramente impulsados por el mismomovimiento histrico, el ansia de independencia de las fuerzas sociales directivas, cuyo resultado final, ser el predominio del rgimen

    oligrquico sobre el poder absoluto. Pero el enemigo comn de todos era, por entonces, el poder. Los pelucones descontentosllevaban a la fusin su poder social, el nmero, la fortuna y las posiciones parlamentarias que ocupaban; los liberales de 1849, la

    juventud, la inteligencia, la audacia.

    19. La evolucin de 1861.En el viejo Chile, la nica fuerza electoral efectiva era el gobierno sobre este hecho prctico repos por sesenta aos y hasta 1891 laRepblica en forma. Para vencer en las urnas necesitaban, apoderarse del ministerio de la gobernacin, de la autoridad presidencialni ms ni menos que en Madrid. La fusin de las frondas saba o sospechaba aquello en 1857. La masa del pueblo no era entoncesms revolucionaria que en 1891. Por eso los procedimientos de la fusin fueron los mismos que bajo Balmaceda. Quiso imponerseprimero por medio de los recursos parlamentarios y, usando de ellos apoderarse legalmente del poder.

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    En 1856 y 1857, la peluconera de grueso calibre, habra preferido, una inteligencia amistosa con el presidente, quin estaba muchomenos lejos de ella de lo que pudiera creerse, y en una actitud anloga a la de Balmaceda frente a los conservadores en 1890. Earma ms eficaz de la fusin era la mayora del senado, esto es, un elemento parlamentario, tambin como en el caso de la coalicinde 1890.La ley de amnista fue la primera intimacin antes de iniciar el fuego. En agosto de 1857, el senado declara que no discutir lospresupuestos mientras no se organice un ministerio de garanta. Don Manuel Montt quiso dimitir.Los amigos de Montt y Varas, que ya haban adoptado el nombre de nacionales, triunfaron en toda la lnea. Otro tanto habra ocurridocon los partidarios de Balmaceda si este hubiera conseguido llegar hasta marzo de 1981, dentro del rgimen legal. Hubo, un abismo

    jurdico entre las revoluciones de 1859 y 1891. Fuera de esta circunstancia, verdaderamente trascendental, para un pas en forma, y

    de espritu legitimista ambas se parecen. Ambas revoluciones se parecen tambin en el desenlace, porque ambas triunfaron, aunquela primera fuese derrotada aparentemente en los campos de batalla. Se haba producido un fenmeno moral superior a todas lasideologas y a las ms poderosas voluntades humanas. La sociedad dirigente de Santiago, en sus elementos sociales e intelectualessenta ahora la conciencia de su fuerza colectiva.En Santiago, cada cual quiralo o no, era ya miembro de un partido, de un grupo. Los propios nacionales estaban en ese caso, al iguaque los otros. Ellos o los fusionistas iban a vencen y a gobernar con el futuro presidente. De all que la revolucin de 1859, si noconsagr como la de 1891, el predominio absoluto del rgimen de partidos fue una etapa en ese mismo camino.

    El gobierno design entonces candidato, por el rgano del partido nacional a un antiguo pelucn, ya en los umbrales de unaancianidad robusta, don Jos Joaqun Prez, era uno de esos hombres netamente chileno que no son una amenaza para nadieTodos los partidos le aclamaron entusiasta a su advenimiento; pero esos vtores no eran sntomas de conciliacin ni de paz en lasalmas. Ambas facciones esperaban hacer del jefe de estado un instrumento de dominacin exclusiva, y antes de ceir sobre su pechola bandera tricolor, don Jos Joaqun Prez no ignoraba que tena que elegir entre ser el presidente de los nacionales o el presidente

    de la fusin. Una nueva era, la del gobierno presidencial del partido iba a iniciarse en la historia de Chile.20. Las tres etapas de la Repblica "en forma".

    Desde el punto de vista de los progresos sucesivos de ese movimiento de emancipacin, de los crculos polticos y sociales deSantiago, la historia de nuestra repblica en forma, puede dividirse en tres perodos o etapas, de igual duracin. Duran te la primera(1830-1860), se gobierna sobre los partidos, en realidad, puede decirse que estos no existen todava. Durante la segunda (18601890), se gobierna con los partidos, hay una especie de equilibrios, no siempre estable, entre la autoridad presidencial y los crculosen que se apoya. Durante la tercera (1890-1920), la autoridad presidencia desaparece casi, y los partidos gobiernan solos, es elperodo clsico de la oligarqua parlamentaria. Para la segunda etapa de la Repblica en forma, ser necesario recordar algunosmayores detalles que para la primera.

    Don Jos Joaqun Prez, al subir a la presidencia, se encontr frente a una clase dirigente dividida en crculos, con opiniones propias

    perfectamente definidos, y vigorosamente organizados, los nacionales dueos de la administracin y del Congreso posean un brillanteestado mayor, compuesto en parte de notabilidades aristocrticas o financieras, pero dominaban los juristas y los hombres deadministracin. Los fusionistas arrastraban, tras de s en ncleo de la aristocracia devota y tradicional y como elementos de accincontaban con algunos de los polticos ms hbiles y prestigiosos de la poca, la intelectualidad, aun la que figuraba en el cortejo montvarista, era favorable a un cambio de rgimen. Era necesario elegir entre las fuerzas polticas activas. Muchas circunstanciascontribuyeron a inclinar la balanza en favor de los fusionistas. La falange frondista de 1849, aunque ms reducida en nmero e inferioen preparacin administrativa, contaba tambin con algunos hombres de primera lnea y con la enorme ventaja de tener de su lado eapoyo de la peluconera frondista y devota, y por tanto, un ambiente ms favorable en los crculos de la alta sociedad.

    No fue una sorpresa, sino para muy pocos, cuando al caer derrumbado el ministerio Alcalde en 1862, Prez, organiz en su reemplazouno decididamente fusionista, presidido por don Manuel Antonio Tocornal, el jefe ms prestigioso de la fronda tory; don DomingoSanta Mara representaba en l a los frondistas liberales de 1849, y don Miguel Gemes a los ultramontanos; un militar completaba egabinete segn la tradicin de la poca. Con ese ministerio se inici en Chile, el gobierno presidencial de partidos. Los crculospolticos dominantes continan reconociendo la alta y superior autoridad del jefe del Estado, pero ejercen sobre ella una influenciacreciente y con transcurso de los aos, la masa del pas se ir poco a poco habituando a las ideas de fuerzas sociales ms o menoslibres, oligrquicas si se quiere, pero que al principio van a ser contrapeso y ms tarde destruirn en formidable poder presidencial.

    21. La religin liberal.En pocas como la actual es casi imposible darse cuenta del espritu valiente y confiado de los tiempos de fe, cuando todos veanalejarse la ribera que dejaban atrs sin miedo. La fe absoluta en el progreso indefinido domina el alma del siglo XIX. El conservadorera ms tmido y prudente; el radical ms atrevido. Para Macaulay, los whigs y los tories no eran sino los partidarios de una mayocantidad de velamen o de una mayor cantidad de lastre en el equilibrio del navo social, los unos preferan la rapidez, los otros laseguridad en el avance hacia el porvenir. Los que s es un hecho es que el espritu de los tiempos modernos encierran la negacingradual y progresiva de las creencias, filosofas e instituciones del pasado, y que a lo menos bajo ese aspecto, significa la lucha contra

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    todas fuerzas espirituales de la tradicin, la iglesia, la monarqua, la organizacin jerrquica de la sociedad, el antiguo concepto defamilia y la propiedad, etc. Sus etapas se corresponden las unas con las otras y las del mismo significado y trascendencia son cascontemporneas.Primera etapa: idea religiosa del cristianismo integral, un solo Dios-Providencia, trascendente, creador y conservador del universo;metafsica espiritualista y cristiana, monarqua absoluta de derecho divino, unin del altar y el trono: regalismo catlico. Segunda etapa: desmo religioso, un dios smbolo, no providencia; el mundo regido por leyes eternas invariables, metafsicaespiritualista independiente del dogma, culto de la razn, monarqua constitucional, el rey smbolo: regalismo liberal.Tercera etapa: democracia religiosa, Dios identificado con la universalidad de las cosas o con la humanidad, pantesmo y positivismo;

    filosofa experimental, negacin de la metafsica, culto de la ciencia; divorcio absoluto de la religin y del estado, democracia poltica,la soberana reside el toda la nacin, pantesmo social.Cuarta etapa: atesmo, negacin religiosa absoluta; escepticismo religioso tambin absoluto; negacin de la filosofa, culto de losinstintos naturales, anarquismo; negacin del estado; pacifismo absoluto, negacin de la patria, negacin de la propiedad, comunismounin libre, negacin del matrimonio.El paralelismo es evidente, se trata de un solo movimiento espiritual que aunque lo consideremos negativo es en su esencia de ndolereligiosa, el alma colectiva de la sociedad se ha ido transformando o demoliendo; las reformas polticas o civiles no son sino efectos deesa honda revolucin moral. La masa y en especial la clase media se haban ido lentamente empapando en ese espritu y aunque losentan en forma diversa que los aristcratas y los doctos, no por eso fue en ellas el movimiento general menos perceptible. En Chilelos anhelos de libertad poltica de democracia constitucional no parecen que hayan penetrado hondamente hasta el pueblo en la pocaclsica del liberalismo.

    Antes de la cuestin del sacristn, eran visibles, aunque en forma espordica e inorgnica, los sntomas de esa rebelda teolgica que

    formar, por algunos lustros el alma de la religin liberal en Chile, pero slo a partir de 1861, comienza ese movimiento espiritual unaaccin indirecta pero eficaz en la marcha de la poltica. .22. La fusin y el liberalismo espiritual.

    Los adversarios del gobierno eran de dos clases, por una parte los nacionales, que a pesar de algunas defecciones continuaronmanteniendo una fuerte mayora en el congreso hasta las elecciones de 1864; por la otra los radicales, que as comenz a llamarse uncrculo de intelectuales batalladores. Para la masa de la juventud oligrquica comenz a figuran en el crculo gobiernista msmoderado, entre los liberales. Los conservadores contaban con pocos hombres nuevos, sus antiguos caudillos haban envejecidopolticamente antes de tiempo, o al menos no comulgaban con el espritu de la fusin, sino hasta cierto punto. Muerto Tocornal, epartido conservador quedo como decapitado, su verdadero jefe fue en adelante un liberal, don Federico Errzuriz, este fue el hombrede la fusin, el que mejor la representaba. l y Santa mara haban luchado desde 1849 a la cabeza de la fronda whig y aristocrtica.Cuando en 1864, la guerra de Espaa trajo la renuncia de Tocornal, Santa Mara crey llegada su hora y se retir a maniobrar en lasombra, sin cometer la torpeza de manifestar abiertamente su desagrado, con la esperanza de desquitarse en alguna ocasin y creyencontrarla en 1868. Ese ao famoso en nuestros anales polticos, la fraccin ms importante del fusionismo dirigida por Errzurizintent apoderarse del Poder Judicial, ltimo baluarte de los nacionales. La Corte Suprema fue acusada ante la cmara, quin aceptla acusacin. Al Senado corresponda decidir.Los ultramontanos y sus ms fieles aliados los errazuristas, figuraron en la primera lnea de los acusadores, los hombres de otroespritu desde los conservadores liberales empapados en el nuevo espritu anticlerical, se pusieron al lado de los nacionales. Laacusacin de la Corte tuvo el privilegio de forma frente al gobierno una fronda cuyo nico lazo real de unin era la hostilidad apredominio de Errzuriz; pero en el fondo de las cosas fue entonces cuando se encendi verdaderamente una campaa de opininpblica contra el clericalismo. Los radicales ya no estaban solos. La juventud y los hombres nuevos levantados por el anterior deceniocomenzaban a comulgar con los rojos de 1859 y 1863. Un poder nuevo se levantaba, el de la opinin laica, el del nuevo liberalismo,con races viejas en todo el pas.

    23. La alborada de la Alianza Liberal.El liberalismo o el espritu del siglo, no es en el fondo y principalmente un adoctrina poltica, sino una revolucin espiritual, unacreacin, una filosofa, que tiene sus telogos y doctores, tambin penetra en forma instintiva hasta lo ms profundo de las masas. Esel alma misma de la sociedad en rebelin contra las ideas y sentimientos hereditarios, y contra las formas histricas de la cultura.

    As en el pasado, pipiolos y pelucones, cualquiera fuesen sus opiniones religiosas, declaraban respetar y defender los dogmas denuestra santa religin catlica, desde 1875, los presidentes y los partidos debern declarar su adhesin a lo menos formalista, aldogma, a los principios liberales. Este carcter real del liberalismo explica su enorme popularidad y su escasa eficiencia, comoelemento constructivo y como disciplina de gobierno. Hacia 1870, el espritu del siglo haba penetrado tambin hasta los crculosaristocrticos e intelectuales de la oligarqua, y aun propios ultramontanos eran, desde cierto punto de vista, liberales.

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    Las ms elevadas concepciones de la inteligencia y el saber, las formas jurdicas del siglo, y hasta el sentimiento oscuro y religioso delas masas, concurran, hacia 1870, a dar un impulso poderoso e irresistible a la idea liberal espiritualista. Sin embargo, la mecnica delos acontecimientos, la inercia de la mayora, la voluntad del gobierno, dieron en 1871 la victoria a la fusin liberal-conservadora, perosu jefe Errzuriz triunf, para luego dar la razn a sus adversarios.

    24. La Alianza Liberal.Aun en las democracias de estilo ms puro, la gran masa social es inerte y se deja conducir por minoras activas y batalladoras. EnChile, desde 1830 hasta 1891, esa masa gobiernista, por tradicin, hbito o inters, el presidente era el gran lector; sobre ese cimiento

    repos durante ms de sesenta aos, nuestra repblica en forma. A partir de 1849 vemos acentuarse, cierto espritu deindependencia poltica en los crculos de la aristocracia santiaguina, que se tradujo en frondas sucesivas, ya de etilo whig, ya de estilotory, ya de estilo clerical. Bajo la desmayada y blanda administracin de don Jos Joaqun Prez, estas frondas comienzan a tomar elcarcter de partidos oligrquicos, creen en influencia y en libertad, y acaban por servir de equilibrio al absolutismo del poder. EPresidente se apoya desde entonces en un grupo poltico, esto es, en la fusin liberal-conservadora.

    Dentro de los elementos laicos de la fusin se haba ido formando tambin un grupo de izquierda, poco numeroso aun, pero intelectuay lleno de prestigio. Ms adelante este grupo liberal, sin pronunciarse abiertamente contra del gobierno fusionista de Errzuriz, trabajocon prudente empeo, tano en las antecmaras palaciegas como en congreso, por producir la liquidacin de la alianza con losultramontanos. Los radicales formaban, desde 1863, otro grupo pequeo, pero compacto, su origen mismo fue una protesta contra lafusin y su programa, el ms avanzado de todo en el sentido de la disolucin de las fuerzas espirituales y de las formas polticas delpasado. En vsperas de la ruptura de la fusin, el grupo conservador clerical, hostilizado por tanto y tan prestigiosos personajesintelectuales o de administracin, slo contaba con el apoyo fro desmayado y falto de fe de esos gobiernistas descoloridos, que enrealidad no tenan otro programa que el de obedecer las rdenes de la Moneda.En el fondo de las cosas, la fortuna de Errzuriz, fue la de haber comprendido el espritu de su poca, el sentido de las tendenciasespirituales dominantes. La aureola de la alianza cubri con un nimbo de gloria su administracin entera. Como fuerza constructiva, laalianza estuvo lejos de ser un xito, al menos nunca lleg a realizarse por completo. Histricamente pertenece ms bien a la msticapopular que a la poltica de las realidades. La obra de Errzuriz consisti en consagrar, desde las alturas del poder, dndole carta deciudadana, como programa poltico y de partido, una creencia, una bandera, inteligible para el vulgo. Desde entonces cada ciudadanopudo darle el lujo de tener una opinin.

    25. El oficialismo liberal y la Fronda.La organizacin de la alianza liberal en 1875, alter menos de lo que pudiera creerse el fondo del sistema poltico que caracteriza lasegunda etapa de nuestra repblica en forma. La influencia del presidente, no slo como supremo poder del estado, sino como jefe yrbitro de los partidos, pareci haberse agigantado, era tambin ahora algo as como la cabeza visible de una iglesia, de unmovimiento espiritual. Se organiz una convencin de la alianza liberal, abierta a todos los polticos y grandes propietarios territorialesde filiacin laica, pero en la cual el presidente tendra, a fin de cuentas, igual poder que en las cmaras y en el pas. El gobierno de Pinto fue una especie de preludio anticipado de la anarqua parlamentaria de ms tarde. La alianza prob desde suspaales, que su falta de cohesin poltica corra a parejas con su popularidad doctrinaria y espiritual. Los rigores de una crisiseconmica profunda y el psimo de las finanzas contribuyeron a levantar de nuevo vientos de fronda los misterios comenzaron asucederse con rapidez antes desconocida. El gobierno mantena su unidad y sus tradiciones administrativas, a pesar de los cambiosde gabinete y de la incertidumbre de la opinin. Los ministros que se sucedan en la Moneda no eran los representantes de tendenciasrevolucionarias o siquiera reformista. Esta especie de diletantismo poltico, que algunos aos ms tarde lleg a convertirse en ergimen liberal de Chile, caracteriza a las dominaciones oligrquicas en forma. Su result ado inmediato es ms bien la inercia que edesorden.

    La esplendida organizacin administrativa, como la solidez de que Chile dio tan elocuentes muestras durante la guerra del Pacficomanifiesta tambin que la enfermedad en sus comienzos no haba comprometido aun lo que Portales llamaba el resorte principal de lamquina, la continuidad de un orden legal. El Per y Bolivia fueron necesariamente vencidos por un pas superiormente organi zadoMuy luego, bajo la enrgica mano del sucesor de Pinto, don Domingo Santa mara, el oficialismo presidencial tom su desquite. Sucandidatura misma se impuso por s sola, al pas y a la moneda, venciendo las resistencias de elementos ms frondista de laaristocracia. Ningn hombre en 1881, representaba ms genuinamente que Santa Mara las tradiciones sociales y polticas del viejoChile. Las circunstancias ms que los principios le arrastraron a la oposicin whig de 1849, y en los aos subsiguientes mientras ellofue posible, todos sus esfuerzos tendieron a no perder contacto con los elementos conservadores al estilo antiguo. Se le creaescptico en materia de ideas, pero su fondo sicolgico era mucho ms slido de lo que sus contemporneos imaginaban.

    La fortuna le ayud, tambin mejor que a Pinto, se encontr con un pas victorioso y prspero, y con un fisco rico. A los pocos mesesde su presidencia, las cmaras hubieron de renovarse, y Santa Mara aprovech la oportunidad para hacerlas a su imagen ysemejanza; el partido radical fue prcticamente liquidado, el clericalismo opositor ni siquiera se atrevi a ir a las urnas, el oficialismoliberal lleg a la cumbre de su prepotencia.; los viejos tercios de Montt y Varas se convirtieron en el nervio del gobierno. El absolutismo

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    presidencial, que tanto decayera bajo la desmayada y tibia administracin de Pinto, volvi a vivir los mejores das de su pasado, fuetambin su ltimo destello de vigor.

    Sin embargo, ese gobierno no ha pasado a la historia como una reaccin poltica y es porque Santa mara, como Errzuriz, tuvo suaureola doctrinaria, las reformas teolgicas ganaron popularidad en el liberalismo espiritual y contribuyeron a formar las frondasoligrquicas, era peligros y difcil hostilizar a un gobierno que combata contra el clericalismo, el enemigo comn de la nueva religindominante el Chile.

    26. La reforma en accin.La palabra reforma tuvo un gran empleo en la literatura poltica chilena, desde 1849 hasta 1891; pero su sentido cambi un tanto conel tiempo. El primer movimiento reformista fue principalmente antimonrquico, tenda a la realizacin prctica de la Repblica. Por esetiempo, todos los hombres ilustrados y capaces de pensar, cualquiera que fuese el partido al que pertenecan, estimaban que lademocracia era la nica forma poltica de acuerdo con la razn, y el secreto de los progresos futuros, a ella llegaramos tarde otemprano. Las divergencias en el modo de apreciar este problema no eran de fondo sino de forma. Los unos queran marchar msrpidamente, y los otros con mayor lentitud.

    Entre los intelectuales de alto coturno, fue don Jos Victorino Lastarria, el primero en imprimir al movimiento reformista una direccinms onda. En su concepto, no bastaba destruir las instituciones de carcter monrquico, sino tambin las fuerzas espiritualesorgnicas en que descansaba el orden tradicional; la religin, el respeto hereditaria a la autoridad establecida, los sentimientos dedisciplina jerrquica, etc. Los ideales de reforma poltica no penetraron en el alma de la sociedad chilena y tuvieron sobre losacontecimientos muy escasa influencia. Muy diversa fue la fortuna del movimiento de emancipacin moral, porque este, aunqueideolgicamente paralelo del otro, pudo ser mejor comprendido, sobre todo por lo que tena de religioso. Desde 1868 cuando en las

    alturas sabias se hablaba de reforma, el vulgo entenda hostilidad al clericalismo, esto es, a las cadenas espirituales que c omenzaba aaborrecer o a desdear. Era natural que en este como en todos los fenmenos del mismo gnero que recuerda la historia, el derrumbede las creencias, precediera en el vulgo a la disociacin poltica, econmica y social. De all la popularidad casi exclusivamenteteolgica, de la alianza liberal hasta tiempo muy vecinos a los nuestros; slo mucho ms tarde, casi ayer, la alianza, esto es, el reflejopoltico de la revolucin moral, vino a teirse de caracteres de otro gnero; la hostilidad social por ejemplo. Es que el alma chilena casignor en todos los tiempos su aspecto poltico.

    El antiguo sistema de relaciones entre la iglesia y el estado, perfectamente lgico dentro de un pas de unidad moral catlica, ya no seadaptaba sino muy imperfectamente a las necesidades de los tiempos. El clero y los devotos le combatan al igual que los liberales ylos incrdulos, ninguno de los cnyuges se hallaba bien en un matrimonio en el cual no exista la unin de las almas. Elultramontanismo marchaba, hacia una misma solucin, el divorcio del antiguo pacto. Sin embargo la Corte Romana se neg apreconizar al electo, sin otro motivo aparente que la existencia de una irregularidad cannica que esas que el Papa dispensa conrelativa facilidad. La verdad de las cosas es que el alto clero chileno, ligado como estaba al partido conservador, no vea con agrado laelevacin a la silla metropolitana de un sacerdote partidario de solucionar por la concordia y las concesiones recprocas, los conflictosque se suscitaban entre la iglesia y el poder civil.El problema del matrimonio civil era de mucha ms difcil solucin, y la que se le dio bajo el gobierno de Santa Mara, examinada a laluz de sus resultados prcticos ha merecido crticas que no carecen de fundamento. La distincin entre le matrimonio sacramento y ematrimonio contrato, fue copiado de los jurisconsultos franceses, que escriban para un pas donde esa noble nocin de matrimonioexista en las costumbres. As la reforma contribuy a desquiciar el concepto tradicional de familia, por lo menos en las clasespopulares.

    Pero la fronda aristocrtica no vea las cosas en la misma forma simplista del vulgo. Las reformas teolgicas exacerbaron lasresistencia clericales; cualquiera que levantase pendn de revuelta sobre el orden de cosas establecido, poda contar en adelante conun aliado seguro.

    27. La agona del Presidencialismo.El equilibrio entre el poder presidencia y la influencia de los crculos oligrquicos se inclin alternativamente de uno y ot ro lado, durantela segunda etapa de la repblica en forma. El partido conservador haba cobrado nueva vida al calor de las reformas teolgicas; suactitud era de oposicin implacable; no le faltaba alguna popularidad, y su personal directivo vala ahora mucho ms que en la pocafusionista. Estas tendencia nuevas del partido conservador le pusieron en contacto con la fronda liberal y los restos del radicalismo, enlas elecciones de 1885, los conservadores conquistaron algunos asientos independientes y los radicales formaron un grupo mspequeo todava. Al aproximarse las elecciones presidenciales de 1886, la propia mayora liberal-nacional comenz a dar algunasmuestras de indisciplina. El sagaz presidente que nunca haba exteriorizado sus preferencias supo husmear el lado donde vena eviento y la candidatura de su ministro qued oficialmente consagrada. Ello fue seal de una fronda parlamentaria, cuyos elementosbastantes inconexos, no estaba unidos, sin por la comn hostilidad a la candidatura de Balmaceda. El ella formaron los radicales, losliberales independientes, los amigos de Aldunate, y por supuesto los conservadores.

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    El nuevo presidente era un hombre joven todava, de arrogante y distinguida figura, de modales finos y seductores, nacido en un altorango social y heredero de un nombre, trabaj sin embargo, con incansable celo en pro de las reformas religiosas, y tambin de laspolticas, el absolutismo de los presidentes n o tuvo un adversario ms temible que l. Balmaceda recibi la Repblica el 18 deseptiembre de 1886, en un estado de floreciente prosperidad y de relativa paz en las almas. Desde el primer momento hizo saber quedeseaba gobernar con el apoyo de todos los partidos laicos.Pax multa, haba escrito en su escudo el nuevo arzobispo de Santiago, don Mariano Casanova, prelado ilustre a quien correspondeen buena parte al haber puesto fin a la discordia ente la iglesia y el estado. Ese mismo era el lema de Balmaceda, quera paz, pararealizar su obra de progreso y su administracin. Pro precisamente de esos anhelos de paz iba a salir la guerra civil. Ningn hombreningn partido fue responsable de ella, la evolucin parlamentaria, es decir, oligrquica, de nuestro sistema poltico, vena

    insinundose desde largos atrs, la prosperidad pblica, la creciente riqueza del patriarcado, los triunfos militares de 1879, dieron alasal movimiento que tenda a independizar los crculos polticos, la aristocracia y el poder se encontraban solos frente a frente. La policade Chile, desde 1849 hasta 1891, se sintetiza principalmente en el conflicto entre dos elementos espirituales orgnicos, ambospertenecientes al pasado, la aristocracia y la monarqua. Por eso nuestras revoluciones, incluso la de 1891 fueron siempre frondasCuando en las angustia del combate final, Balmaceda, como los reyes de la antigua Europa en lucha con el feudalismo, quiso apelar apueblo, al sentimiento democrtico, los acontecimiento probaron que el infortunado presidente haba pedido amparo a algo que noexista.

    28. La revuelta de los partidos.Juzgando a primera vista, el plan poltico de Balmaceda pareca de fcil realizacin. El congreso en su inmensa mayora, casi en sutotalidad le era adicto, los liberales independientes, los radicales y los conservadores formaban grupos insignificantes por el nmero. Epartido oficial, los liberales de gobierno, constituan casi los dos tercios de la cmara, los nacionales eran mucho menos numerososLas tertulias polticas de Edward y Matte eran centros poderosos donde iban a buscar sus inspiraciones muchos de los congresa les dela mayora. As el parrido netamente gobiernista se encontraba de antemano dividido contra s mismo, haba all amigos de losnacionales y amigos de los independientes, el resto slo permaneci fiel y unido mientras no estuvo de actualidad el problema de lasucesin presidencial. El gabinete renunci, y Balmaceda, que an no haba abandonado su ortodoxia parlamentaria, cambi deministros, aunque mantuvo el nuevo gabinete la frmula del que acababa de dimitir. El nuevo gabinete bajo la jefatura de Antnezrenunci el junio de 1887, para dar lugar a otro, presidido por Zaartu, en que tuvo representacin el grupo opositor de Matte, lascarteras fueron elevadas a seis, y repartida por iguales partes entre liberales, nacionales e independientes. Era esta ven laconcentracin liberal, soada por Balmaceda. El ministerio Zaartu pareci funcionar con xito, pero por poco tiempo. Las cbalas desaln, las luchas por el predominio administrativo las zancadillas parlamentarias, se sucedan sin interrupcin. Se estaba solo n lospreludios de la tercera etapa de la repblica en forma.

    Un prestigioso nmero de liberales hizo causa comn con los proscriptos, y se constituy en partido aparte, bajo la denominacin dealiancistas. En la jerga del da se les apod mocetones, es decir, teniente de los viejos caudillos naciona les. En ningn momento

    Balmaceda vio menos claro.Lastarria, y sobre todo Matte, iniciaron una activa y casi desembozada campaa contra Sanfuentes, creyendo que Balmaceda,despus de su ruptura con los nacionales, estaba en la necesidad de tolerarles todo. En el fondo de las cosas esa era la verdad. Lasmaniobras de Matte ocasionaron al cabo de pocos meses su ruptura con el presidente, don Agustn Edwards fue llamado de nuevo ala Moneda y se le ofreci la restauracin del orden de cosas con que haba iniciado el gobierno en 1886. Edwards pidi un plazo y sefue en busca de Matte, esos hombres se estrecharon afectuosamente la mano, y cuando amaneci el siguiente da, Balmaceda ya noera dueo del Congreso. Nadie pudo imaginar entonces que ese pacto sellado en un saln de baile iba a traer, al cabo de pocosmeses consecuencias tan trgicas. La rebelin de los crculos oligrquicos era completa; se estaba ya en plena fronda.

    29. El triunfo de la Fronda.Los viejos elementos conservadores parecieron inclinarse a un acuerdo con el gobierno, pero los ms jvenes siguiendo a Irarrzaval

    estaban empapados en un espritu de fronda implacable.En el mensaje de 1890, el presidente expuso con elocuencia y altura de miras sus nuevas doctrinas de gobierno, no abogaba por larestauracin prctica del viejo absolutismo, sino por un sistema de independencia y equilibrio entre los poderes del estado. Estadoctrina, en modo alguno reaccionaria, le sirvi de bandera hasta su muerte. La formidable fronda parlamentaria se coloc en unterreno mucho ms prctico, la letra de la constitucin y los antecedentes histricos no haca posible la subsistencia de un gobiernoque no contara con el apoyo y la tolerancia del congreso. En efecto, las cmaras chilenas estaban armadas con todos los recursoslegales que caracterizan el sistema parlamentario.

    En junio de 1890, Balmaceda, al pedir la reforma de la constitucin, reconoca implcitamente, que para establecer el rgimenpreconizado, era necesario cambiar las instituciones escritas. Al abrirse las cmaras en ministerio fue censurado, y como no seretirase, se acord suspender la discusin de la ley que autorizaba el cobro de los subsidios, el pas qued sin contribuciones, ellas nose cobraron ni siquiera en las aduanas y correos, se estaba aun dentro de la legalidad. Pero semejante estado de cosas no pudomantenerse por mucho tiempo en un estado en forma.

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    En estas crticas circunstancia, el arzobispo de Santiago don Mariano Casanova, se ofreci como mediador. Pero ese lapso deconcordia fue de corta duracin, los partidos continuaron en armas y sin deponer su desconfianza. Al ser formadas las listas demayores contribuyentes para las elecciones de 1891, se vio que el oficialismo contaba con muchos ms recursos de opinin, por lomenos pasivas, de lo que imaginaran los frondistas. El parlamentarismo jurdico de forma no era comprendido por la masa delelectorado. El desastre slo poda ser evitado por medio de actos enrgicos que mostrasen a todos que la fronda era el amo.

    Si en 1891 el pas permaneci tranquilo y el ejrcito fiel, fue porque en las masas la idea de legalidad se confunda con la obedienciaal jefe del poder ejecutivo, pro el primero de enero de 1891, el poder se encontraba despojado de una parte de su legitimidad. En econcepto de las clases empapadas del espritu jurdico, Balmaceda ya no era presidente constitucional, haba renunciado, como lodijeron los presidentes de las cmaras a las fuerzas armadas. Balmaceda como don Manuel Montt, ser siempre un gran recuerdo. Su

    nombre pone fin a un periodo histrico, el de la segunda etapa de la repblica en forma. Ello se vea venir desde la poca de Prezlo que hemos llamado segunda etapa de la repblica en forma era el antecedente obligado de la tercera, la que se inic i con el triunfode la fronda, en los campos de La Placilla, el 28 de agosto de 1891.

    30. La oligarqua parlamentaria.En 1891, por primera vez en sesenta aos, un gobierno fue derribado en Chile por la violencia. Efectivamente la repblica continuaestando en forma. El sentimiento legitimista hereditario que constitua su fundamento espiritual se haba fortalecido y no debilita docon el desenlace de la crisis. El elemento aristocrtico y oligrquico del viejo Chile lleg a la edad de oro de su predominio, por treintaaos iba a dominar sin control.Por acuerdo unnime de los partidos, el capitn de navo don Jorge Montt, jefe de la escuadra constitucional, fue elegido Presidentede la Repblica. El capitn Montt, hombre modesto, desprovisto de ambiciones profundamente civilista, y a pesar de su apellido sin

    filiacin poltica muy determinada hubo de resignarse contra su voluntad a aceptar la presidencia. Los queran un jefe de estadoimparcial, ajeno a sus luchas y querellas, una especie de rey parlamentario. El nuevo presidente supo desempear ese pale pasivo.

    El desenlace de largas luchas entre el presidencialismo y la fronda trajo como consecuencia un periodo de letargia poltica, tal comoantes no lo haba conocido la repblica. A raz de la revolucin de 1891, las tendencias espirituales de carcter teolgico, las nicasque el electorado comprenda contribuyeron a favorecer en el reparto. En las elecciones de 1891, los conservadores tuvieron los dosquinto de la cmara, los liberales otros dos quintos, y los radicales el quinto restante. Cuando en 1894, los balmacedistas entraronnuevamente en accin, el Centro Liberal qued fortalecido, a costa de los conservadores, cuya cuota bajo a un tercio, mientras losradicales mantuvieron su cifra de tres aos antes. Desde entonces hasta 1918, por ms de veinte aos, la fisonoma poltica deelectorado permaneci invariable.

    La fisonoma de la clase dirigente conserv, en general, sus caracteres tradicionales, pero no pudo menos de teirse un poco ms enel sentido plutocrtico, los antiguos gobiernos, hasta el de Balmaceda, haban aprovechado su influencia electoral sin contrapeso, paradar entrada en la vida pblica a intelectuales y hombres de administracin sin fortuna ni situacin en sociedad. Debajo de los notables

    provincianos, enfeudados a la oligarqua, se encontraba la masa inconsciente y venal, que no perteneca espiritualmente a nadie, queignoraba hasta la significacin misma del voto, y cuyos sufragios era necesario comprar. En Chile, por tradicin hereditaria, un cargopblico, un asiento en las cmaras, equivala a un ttulo de nobleza; y el patriciado no ahorraba el dinero por conseguirlo. En cohechoelectoral alcanz proporciones monstruosas, hubo senaturias que costaron un milln. Compraban asientos en la cmara por losmismos motivos que sus padres compraron ttulos en la colonia.

    La repblica continuo en forma porque existan aun en ella ideas o sentimientos, herencias y atavismo, que nos ligaban a la viejaalma de la cultura; si la autoridad monrquica tradicional acab de perecer en La Placilla, quedaba aun el espritu de organizacinsocial jerrquica, que fue el verdadero triunfador de 1891.

    31. Alianzas y Coaliciones.En historia, como en pintura, es difcil representar lo indeciso, lo que carece de luces y sombras, de accidentes y contrastes, lo

    inmutable, lo que en realidad no tiene historia. Y as fue la ltima etapa de nuestra repblica en forma. Las pandillas pol ticas secombinaban para este juego, de todas las maneras posibles. Dos de ellas alcanzaron sin embargo, mayor fortuna y subsistieron hastael fin, la alianza liberal y la coalicin. La vieja frmula de Errzuriz tuvo larga vida; por Alianza Liberal se entenda cualquiercombinacin poltica de que estaban excluidos los conservadores, por coalicin, aquellas en que estos tenan parte. Ni la religincatlica ni la religin Liberal perecieron en el naufragio de 1891. Los partidos que ms genuinamente la representaban, el radical y elconservador, eran poderosos en casi todas las provincias y disponan, sobre todo, de elementos jvenes y activos, utilsimos en lascontiendas electorales. El liberalismo de centro, en sus diversos matices, casi omnipotentes en Santiago, dependa, hasta ciertopunto, de sus aliados ms o menos eventuales de la derecha o de la izquierda. Como problema de estado la cuestin religiosa habaperdido decididamente su actualidad y no volvi a ser tocada, en tal carcter, despus del gobierno de Santa Mara. Pero la polticareligiosa era la nica capaz de ser comprendida por el vulgo, por la masa consciente. La parte activa y pensante el electorado no pedaa los candidatos que fuesen autoritarios o liberales proteccionistas o libre-cambistas, presidenciales o parlamentarios, oreros opapeleros, sino que fuesen catlicos o liberales, al estilo espiritual.

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    Al rgimen parlamentario-oligrquico, inaugurado en 1891, le falto en absoluto el control de la opinin. Si la Alianza Liberal era unacreencia, una frmula desprovista de significado poltico prctico, la coalicin fue quiz menos que eso todava. La masa del pas nopudo, durante el periodo que estamos considerando, imprimir rumbo alguno. En cuanto a las clases dominadoras y oligrquicas suinercia no fue menos. Las aristocracias son por esencia conservadoras porque representan el rgimen de los satisfechos.Los problemas econmicos o financieros, que suelen ser el escollo no se plantearon con caracteres alarmantes, las riquezasconquistadas en la guerra del Pacfico, permitan gobernar cmodamente, sin necesidad de acudir a impuestos impopulares y lasubsistencia indefinida del papel moneda, lejos de perjudicar a los interese oligrquicos, los serva sin que las clases medias ni muchomenos el pueblo sospecharan siquiera el despojo sistemtico de que eran objeto. De all la prolongacin indefinida de esa suaveanarqua de saln, en la que la poltica se haba transformado en un deporte ms para amenizar la vida y distraer los ocios de algunos

    magnates opulentos. En vspera de las revoluciones que trastornas los estados, y que los llevan a la salvacin o a la ruina, se hanproducido casi siempre esos periodos letrgicos, en que se vive suavemente, al da, sin nocin del maana en que, bajo una calmaaparente, van acumulndose los combustibles de un incendio prximo, en que se baila al borde de la catstrofe, en que se bromeacon el presente y no se teme al porvenir.

    32. Formacin y progresos de la clase media.La estructura social de Chile es hoy harto ms completa que al iniciarse la repblica en forma. Algunos datos demogrficos ayudarana comprender la intensidad del cambio producido. En 1830, casi toda la poblacin e Chile era rural. Slo existan en el pas trespequeas ciudades de ms de 10 mil habitantes, Santiago, Valparaso y Concepcin, con unas 60 mil personas urbanas en conjuntoEn 1920, haba treinta ciudades, con 1 milln doscientos mil habitantes. El Santiago de hoy es una urbe moderna al estilocosmopolita, en que la vieja sociedad vive aislada en medio de un mundo heterogneo, casi desconocido para ella. En ciertasprovincias donde la accin del antiguo espritu tradicionalista era menos poderosa, estos nuevos burgueses llegaron poco a poco adominar, aunque por mucho tiempo no tuvieron consciencia de su fuerza. Hombres de origen reciente, sin lazos hereditarios que losunieran al alma de la antigua cultura, educados en las ideas librescas, sin otra base espiritual que la instruccin fragmentaria ypedantesca del liceo, exista entre ellos y el antiguo patriciado un abismo sicolgico que explica muchas de las contradicciones yanomalas de la ltima poca.Este crecimiento, a veces anormal de la burguesa, se observa por otra parte, en todos los pases modernos de nuestra cultura. Eprogreso de la industria, del comercio, de la administracin y de la enseanza, junto con las trasformaciones espirituales en el sentidoigualitario y urbano, que caracterizan a la poca, explican este fenmeno. Pocos aos ms tarde, la Universidad se haba convertidoen una especie de iglesia del liberalismo espiritual, independiente aunque pagada por el tesoro pblico, y que lleg a ser muy luego laciudadela poltica del partido radical. Se hablaba a veces en forma acadmica de reformar la enseanza, pero ninguna tentativa seriase inici para llevar a la prctica tal pensamiento. Un estado espiritual dentro del estado temporal y libre de este dict pues como quisolos rumbos de la instruccin pblica.La enseanza erudita y libresca que se recibe, el deprecio hereditario de la raza por el trabajo manual y aun por el comercio, el deseode saltar las barreras de clases para seguir ocupaciones que se consideren ms nobles, fueron otros tanto factores que, ayudadosartificialmente por el inters espiritual y pecuniario de la iglesia fiscal docente, formaron una clase media peculiar, improvisada en las

    aulas, que no deba su ascenso a la economa ni al trabajo de las generaciones, extremadamente pobre y sin perspectiva de adelantomaterial. Un enorme proletariado intelectual comenz a pulular por las ciudades, murindose de hambre y almacenadosilenciosamente sus rencores. Entre estas pobres gentes reclutaban todos los partidos sus agentes electorales, y entre ellas haban derepartir los empleos pblicos, cuando estaban de turno en el gobierno. Otras clases burguesas de formacin ms natural y robusta,pero no menos desligadas espiritual y socialmente del viejo patriciado fueron cobrando importancia y vigor por ese mismo tiempo.

    Cualquiera que sea la interpretacin que se d a los fenmenos que venimos anotando, el gran e hecho que a nuestro estudiosimporta en la formacin paulatina, natural o artificial, de clases desligadas de la cultura simple y armnica del viejo Chile. A medidaque estas clases crecieron en nmero y en influencia, el problema poltico de la repblica deba tomar nuevos caracteres. El materiahumano que servir de base a la historia, a las evoluciones del porvenir, es radicalmente diverso del que encontr Portales en 1830.

    33. La paz veneciana.Los grandes cambios que se venan desde antiguo produciendo en la estructura social del pas, en nada o muy poco, afectaron apanorama de la poltica. En cuerpo, pero sobre todo en espritu, la antigua oligarqua continu dominando. El personal poltico y losmiembros de la cmara se reclutaban en buena parte dentro de las mismas familias y crculos sociales de antao. El cohecho electoraimpeda el acceso a las cmaras de esos otros elementos que son los que hacen las revoluciones, los descontentos y los vencidos.Los izquierdistas de formacin reciente que el norte o la frontera enviaban a Santiago, eran hombres a quienes para convertirse enoligarqua, nada faltaba y mucho menos el deseo.

    La tranquilidad pblica perfecta, la paz en las almas, el decoro de los procedimientos, el profundo respeto de la legalidad, lacontinuidad del orden jurdico, la honradez personal de la inmensa mayora de los hombres de gobierno, la