La fe que afirmamos

La fe que afirmamos

Creencias básicas de la Iglesia Cristiana (Discípulos de Cristo)

Ronald E. Osborn

Traducción de Glorimar Camareno Jiménez

Edición en español copyright © 2007 por Disciples Seminary Foundation.Edición original en inglés copyright © 1979 por Ronald E. Osborn.

Todos los derechos reservados. Para solicitar autorización para duplicar el contenido, favor de comunicarse con el Centro de Derechos Reservados (en inglés, Copyright Clearance Center) a la siguiente dirección: 222 Rosewood Drive, Danvers, MA 01923, (978) 750-8400, www.copyright.com.

Las citas bíblicas, a menos que se indique lo contrario, han sido tomadas de la Reina-Valera Revisión de 1995, derechos reservados, Sociedades Bíblicas Unidas. Utilizado con autorización. Todos los derechos reservados.

Arte de la portada: Los CrosiersDiseño interior y contraportada: Elizabeth Wright

Visite Chalice Press en la Internet en www.chalicepress.com

Library of Congress Cataloging-in-Publication DataOsborn, Ronald E. [Faith we affi rm. Spanish] La fe que afi rmamos : creencias básicas de la Iglesia Cristiana (Discípulos de Cristo) / escrito por Ronald E. Osborn ; traducido por Glorimar Camareno Jiménez. p. cm. ISBN 978-0-8272-1040-0 1. Christian Church (Disciples of Christ)—Doctrines. 2. Christian education—Textbooks for adults—Christian Church (Disciples of Christ) I. Title.

BX7321.3.O8218 2007 230'.663—dc22 2007017746

Impreso en los Estados Unidos de América

10 9 8 7 6 5 4 3 2 1 07 08 09 10 11 12 13 14

Tabla de contenido

Prólogo a la edición en español, por Pablo A. Jiménez vi

Prólogo del editor, por Herschell H. Richmond viii

Una afirmación de fe x

1. La luz de las Escrituras 1 La Biblia interpretada por los Discípulos

2. Jesús es el Cristo 17 Significado de la buena confesión

3. Nos regocijamos en Dios 33 La fe bíblica y el evangelio de la gracia

4. Unidos a Dios, y los unos a los otros 51 Iglesia, pacto, bautismo, comunión

5. Ministerio unido en discipulado 67 Compartir el acto de servicio en la iglesia

6. Reino que no tiene fin 83 Libertad en la voluntad de Dios

Prólogo a la edición en español

La fe que afirmamos es un libro muy importante dentro del pensamiento de la Iglesia Cristiana (Discípulos de Cristo) en los Estados Unidos y Canadá [conocida por sus siglas en inglés como la CCDC]. El Dr. Ronald Osborn lo publicó en un momento crucial de la historia de nuestro movimiento, poco tiempo después de la reorganización que transformó la Convención Internacional de Iglesias Cristianas (Discípulos de Cristo) en la denominación que conocemos hoy.

El doctor Osborn fue la persona perfecta para interpretar el pensamiento teológico de nuestra denominación en esta nueva coyuntura, ya que no sólo era un erudito en el campo de la teología sino que también estuvo involucrado en el proceso de reorganización. Manifestó su liderazgo colaborando en varios comités de trabajo, escribiendo documentos importantes para la vida administrativa de la iglesia y sirviendo como moderador de nuestra denominación.

La publicación de este libro se ha hecho posible gracias al liderazgo del Rev. Dr. Huberto Pimentel. Durante su tiempo de servicio como vicepresidente de la Fundación del Seminario Discípulos [en inglés, Disciples Seminary Foundation o DSF] en Claremont, California, Pimentel logró obtener los fondos y los permisos necesarios para traducir este libro. Al momento de publicar este libro, Pimentel sirve como Pastor Nacional para Ministerios Hispanos de la CCDC. También agradecemos el liderazgo de la Dra. Mary Ann Parrot, presidenta de DSF, a su junta de directores y su equipo de trabajo por hacer posible la publicación de este libro. Además, agradecemos la ardua labor de la traductora, Glorimar Camareno Jiménez, quien hizo un trabajo extraordinario.

vi

La publicación de este libro en español es importante, ya que el crecimiento de la Obra Hispana de los Discípulos de Cristo en los Estados Unidos es impresionante. Del mismo modo, el movimiento sigue creciendo en Puerto Rico, México, el Caribe, Centro y Sur América. Con toda seguridad, este libro será un aporte positivo al pensamiento teológico de nuestro movimiento.

El mismo se une a otros recursos publicados en español por la Junta Cristiana de Publicaciones [en inglés, Christian Board of Publication o CBP], tales como el himnario Cáliz de Bendiciones; el Manual para los Discípulos de Hoy, escrito por D. Duane Cummins; y el Somos Uno: Historia, teología y gobierno de la Iglesia Cristiana (Discípulos de Cristo), escrito por este servidor. Chalice Press se honra en servir a la Obra Hispana por medio de la publicación de este libro.

Dr. Pablo A. JiménezEditor, Chalice Press

Prólogo la edición en español vii

Prólogo del editor

La feligresía de la Iglesia Cristiana (Discípulos de Cristo), en la última parte del siglo XX, ha manifestado un renovado interés en explorar las creencias básicas de la fe cristiana. Mientras ampliamos nuestro compromiso ecuménico y reflexionamos en la historia a través de la cual Dios nos ha guiado, también bus-camos ampliar nuestra visión de la misión a la cual Dios llama a la iglesia de nuestro tiempo.

Es en respuesta a repetidas peticiones por una guía de estudio para asistirnos en nuestra búsqueda que se ofrece este libro. Su propósito principal es hacer entrar a los Discípulos en un pensa-miento responsable sobre la fe que afirmamos a la luz de nuestra herencia y en el contexto de nuestra situación contemporánea.

La fe que afirmamos como Discípulos es establecida sucin-tamente en el preámbulo de El Diseño para la Iglesia Cristiana (Discípulos de Cristo). Frases de esta afirmación, que aparece al comienzo del libro, se utilizan como títulos de los capítulos en este libro, y partes de la misma sirven para introducir cada capí-tulo. Este estudio se ofrece como sustituto de un curso anterior, Doctrina y Pensamiento de los Discípulos de Cristo, por Howard E. Short, el cual ya no se imprime.

El autor de La fe que afirmamos, Ronald E. Osborn, fue un distinguido maestro y escritor cuya fe personal estaba profunda-mente arraigada en esta tradición. Él fue el primer moderador de la iglesia en 1968 y con frecuencia ofrecía conferencias a minis-tros en institutos y asambleas de iglesias. Este volumen representa una vida de reflexión sobre el testimonio de los Discípulos. Su mayor interés es motivarnos a buscar una fe más madura y con más entendimiento.

Este libro está diseñado tanto para la lectura individual como para el uso con grupos de estudio de jóvenes y adultos,

viii

especialmente para participantes de clases para nuevos creyentes en la iglesia. Al dedicar una sesión para cada capítulo, el grupo puede completar el estudio en seis sesiones. Sin embargo, cada capítulo provee suficiente contenido para dos sesiones o más, haciéndolo un recurso para un estudio de tres meses.

Aunque no se incluye un plan para cada sesión, las preguntas al final de cada capítulo pueden proveer temas que las personas participantes desearían explorar en sus sesiones de grupo.

Para más información sobre nuestra herencia y cómo nuestra iglesia opera, puede consultar los siguientes recursos. Journey in Faith: A History of the Christian Church (Disciples of Christ), escrito por William E. Tucker y Lester G. McAllister (Bethany Press, 1975), reseña la historia de nuestra denominación. Para una descripción de cómo está organizada la iglesia y sus funcio-nes, véase We Call Ourselves Disciples, por Kenneth L. Teegarden (Bethany Press, 1975). El documento que delinea cómo nuestra vida en conjunto está ordenada, El Diseño para la Iglesia Cristiana (Discípulos de Cristo), también está disponible a través de la Junta Cristiana de Publicaciones (Christian Board of Publication).

Muchas congregaciones utilizan en su adoración a Dios la afirmación de fe que este estudio les invita a explorar. Una lectura cuidadosa de este libro le permitirá tener un mejor entendimiento de la fe que afirmamos.

Herschell H. Richmond

Prólogo del editor ix

Una afirmación de fe

AFIRMACIÓN DE FE DE LOS DISCÍPULOS DE CRISTO

Confesamos que Jesús es el Cristo,el Hijo del Dios viviente y lo proclamamos

Señor y Salvador del mundo.En el nombre de Cristo y por su gracia aceptamos

nuestra misión de testimonio y servicioa todas las personas.

Nos regocijamos en Dios, creador del cieloy de la tierra, y en el pacto de amor

que nos une a Él, y los unos a los otros.A través del bautismo en Cristo entramos auna nueva vida y venimos a ser uno junto

a todo el pueblo de Dios.En la comunión del Espíritu Santo nos unimos

en el discipuladoy en obediencia a Cristo.

En la mesa del Señor celebramos con acciónde gracias los hechos de salvación y

la presencia de Cristo.Dentro de la iglesia universal

recibimos el don del ministerioy la luz de las escrituras.

En los vínculos de la fe cristiana nosentregamos a Dios,

de modo que sirvamos aaquél cuyo reino no tiene fin.

Bendición, gloria y honor sean a DiosPara siempre. Amén.

Tomado del Preámbulo de El Diseño para la Iglesia Cristiana (Discípulos de Cristo). También se encuentra en la página 18 del himnario Cáliz de Bendiciones (Christian Board of Publication, 1996).

x

1

1

La luz de las escrituras

La Biblia, interpretada por los Discípulos

Confesamos que Jesús es el Cristo,el Hijo del Dios viviente…Dentro de la iglesia universalRecibimos…la luz de las Escrituras.

Debido a que el lenguaje sublime de la Biblia proclama la fe religiosa, muchas personas—tanto dentro como fuera de la iglesia—aparentemente no la comprenden. La fe para estos tiene que ver con sentimiento, con milagro, con misterio. Concluyen por consiguiente que un testimonio de creencia religiosa es nece-sariamente irracional o va más allá del entendimiento. Quienes están fuera de la iglesia imaginan que la fe no puede sobrevivir un examen crítico.

Algunas personas dentro de la iglesia tienen una visión sor-prendentemente parecida. Entienden que cualquier intento de someter a la Biblia o un credo a un análisis del pensamiento con-temporáneo es irreverente. Otros hasta suponen que si pueden explicar sus convicciones en términos racionales, ya no “creerían verdaderamente.” Identifican religión con misterio.

2 La fe que afi rmamos

Los Discípulos de Cristo, sin embargo, entrelazan el entendi-miento con la fe. La palabra discípulo, utilizada frecuentemente en el Nuevo Testamento, significa aprendiz y seguidor, uno que acompaña al maestro viajero. Se refiere a la persona cuya fe imparte visión, entendimiento y guía para vivir. Consecuente-mente, la fe evoca dedicación: un discípulo de Jesús es un parti-dario. Pero el compromiso no está separado de la comprensión. Más bien, cada uno intensifica al otro. (Examinaremos el tema del discipulado con más detalle en el capítulo 5.)

Fe, escritura y entendimiento

Aquí nos enfocamos en una línea de pensamiento que une a la fe y el entendimiento. Es esta unión la que permite al discí-pulo pensar responsablemente acerca de las creencias cristianas sobre las escrituras. El recibir “la luz de la escritura” requiere que tengamos respeto hacia nuestras mentes.

Dado que la Biblia se dirige a todo nuestro ser, ésta habla no sólo a nuestros corazones, sino también a nuestras mentes para evocar el entendimiento. Ha inspirado una larga tradición de respeto por la inteligencia humana en el servicio de Dios. El profeta Isaías ofreció este consejo: “Venid luego, dice Jehová, y estemos a cuenta” (Is. 1:18). Al establecer el mandamiento que tiene prioridad, Jesús estableció que las personas deben de amar “al Señor tu Dios…con toda tu mente” (Mr. 12:30).

Los cristianos de hoy son herederos de una noble tradición de actividad intelectual. San Anselmo, en el siglo XI, describió la acción de la teología como “fe que busca entendimiento.” Los primeros líderes de los Discípulos de Cristo lucharon por una fe caracterizada como sana, escritural y práctica. Estaban motivados por una fe que para ellos, “ tenía sentido.”

Los Discípulos que desean comprender la fe se darán a la tareas de aumentar el conocimiento y la comprensión. El hogar de fe será iluminado por el entendimiento, a medida que la luz de las escrituras se va adentrando. Tendrá una gran ventana lateral para inundar todos los espacios con la brillantez y tibieza que vienen de arriba.

La luz de las Escrituras 3

Alejandro Campbell quería que la Biblia iluminara la vida de la iglesia y las mentes de la gente. Por tal razón publicó una traducción fresca del Nuevo Testamento hecha por un grupo de estudiosos de la Biblia británicos. Comúnmente conocidos por el título de su carpeta de papeles, The Living Oracles (en español, Los oráculos vivientes) esta traducción fue pionera, presentando el principio de interpretar las escrituras en lenguaje moderno de modo que el lector pueda entenderla más fácilmente.

Por otra parte Campbell insistió, con obstinada convicción, en el uso del término “discípulo” para designar a un seguidor de Cristo. Otros líderes, como Barton W. Stone y Walter Scott, consideraban que el nombre “cristianos” era más apropiado. Por la persistencia de Campbell, nos hemos visto precisados a llamarnos a nosotros mismos Discípulos aunque vacilamos torpe-mente bajo nuestro nombre oficial, Iglesia Cristiana (Discípulos de Cristo). Tanto que en ocasiones nos llamamos a nosotros mismos “los del paréntesis.”

La intención de Campbell era enfatizar que todos somos aprendices. La fe de los seguidores de Cristo es un asunto que requiere de entendimiento creciente y de pensar acerca de la Biblia.

Un arzobispo de Yugoslavia, quien no sabía inglés, visitó en una ocasión el Seminario Cristiano Teológico (Christian Theological Seminary, en Indianápolis). Él conocía nuestro nombre en alemán, die Junger Christi, y su traductor le enseñó a dirigirse a nosotros como “pupilos de Jesús.” Nosotros son-reíamos. Pero ése es precisamente el punto del nombre discípulo; somos aprendices.

Muchas personas parecen no conocer acerca de la afinidad bíblica entre fe y sabiduría. No han escuchado sobre amar a Dios con toda su mente. Existe mucha ignorancia acerca de la Biblia y de los dogmas básicos de la fe cristiana. Aún para personas dentro de las iglesias, el vocabulario bíblico suena como una lengua extraña.

Confundidas sobre lo que la Biblia enseña, lo que la iglesia profesa y lo que ellas mismas creen, algunas personas acuden a las

4 La fe que afi rmamos

tiendas de colores brillantes de los vendedores ambulantes. Ponen su fe en toda clase de religión, psicología o puro engaño. En la televisión y en los enormes tabernáculos, algunos evangelistas pregonan una noción anti-intelectual del evangelio en la cual ofrecen una certeza al precio de una mente estrangulada. “Está en el libro” gritan. O, “¡La Biblia dice!” Así termina todo.

Hoy, una versión simplista y distorsionada del cristianismo ha venido apresuradamente a llenar un vacío intelectual. Recien-temente, en una asamblea de los Discípulos de todas partes del mundo, escuchamos informes sobre una nueva forma de inter-pretar la Biblia usando textos de prueba, aún en nuestras propias congregaciones. Parece que hemos levantado una generación que ya no piensa con la mente Discípulos.

La mente de los Discípulos

¿Qué queremos decir con eso de “la mente de los Discípu-los”? Es una forma de acercarse a las escrituras con inteligencia reverente. Este estilo de profesar la fe cristiana ha recibido el reproche de abogar por una “religión de la cabeza” lanzada por aquellos que profesan una “religión del corazón.” Al enfatizar la fe con entendimiento, la mente de los Discípulos coloca el interés mayor en la racionalidad y la fidelidad en acción. Esta fe se basa en la Biblia; se entiende a la luz de las escrituras.

Mientras la mente de los Discípulos es bíblica, es mucho más que eso. Es razonable: piensa la Biblia con sentido común. Es empírica: lee la Biblia a la luz del conocimiento que viene a través de las ciencias. Es pragmática: prueba en acción las enseñanzas de la escritura y todas las nociones religiosas.

Razonable, empírica, pragmática—estas tres características se describen con más detalle en el libro del fallecido W. B. Blakemore The Reformation of Tradition, editado por Ronald E. Osborn (Bethany Press, 1963). A esta lista podemos añadir ecuménica: la mente de los Discípulos busca el entendimiento bíblico a la luz de la mente común de toda la iglesia.

Pasemos a considerar cada uno de los cinco elementos de este proceso, comenzando con la Biblia.

La luz de las Escrituras 5

Una mente bíblicaTomás Campbell, en su documento titulado Declaración y

Discurso (en inglés, Declaration and Address), declaró: “Donde las escrituras hablan, nosotros hablamos; donde las escrituras guardan silencio, nosotros guardamos silencio.” ¿Qué significa esto?

La Biblia comunica un conocimiento de Dios. Nos deja conocer la imponente pero amigable presencia que acompañó a nuestros ancestros en los inicios de la raza humana. En ella escuchamos la voz de la promesa que llama a Abraham y Sara a una misión única. Contemplamos al divino emancipador quien, por la mano de Moisés, sacó al pueblo de la esclavitud e hizo un pacto santo con ellos. Aquí escuchamos al Santo que le habla a Israel a través de sacerdotes y profetas, poetas y sabios, mujeres y hombres de varias generaciones.

Mas aún, en la Biblia encontramos al Padre perdonador quien, en un supremo acto de revelación del cielo, nos dio a conocer su divinidad en la vida humana de Jesús de Nazaret. Encontramos el Poder Redentor cuyo santo Espíritu faculta a los seguidores de Jesús para proclamar las buenas nuevas del Cristo resucitado y para establecer una iglesia comprometida con el evangelio. A través de los siglos, la Biblia ha hablado de esta gran historia.

La iglesia, desde sus primeros días, ha llamado a la Biblia “la Palabra de Dios.” Por medio de sus escritos Dios nos habla. No es que Dios nos dé mandatos a través de estos textos antiguos, sino que el mismo Dios que confrontó al pueblo hace tanto tiempo atrás, nos confronta ahora a nosotros mientras ponderamos su historia. Para entender a Dios y la forma de la vida cristiana, vamos a la Biblia por luz.

El pueblo cristiano, por consiguiente, necesita conocer la Biblia. Para lidiar con asuntos de la fe y la vida hoy, debemos estar suficientemente familiarizados con las escrituras para extraer de sus recursos. Algunos de nuestros ancestros Discípulos tenían como apodo “Biblias ambulantes.” Walter Scott mantuvo que cualquier persona que fuera considerada para ser diácono en

6 La fe que afi rmamos

la iglesia debía conocer el Nuevo Testamento de memoria. Se dice de J. W. McGarvey, pasado presidente de uno de nuestros seminarios, que si todas las Biblias del mundo fueran destruidas, él podría reproducir el texto de memoria. Esto es probablemente una exageración, pero al menos él podía recitar grandes porciones de la Biblia de memoria.

Una mente descrita como bíblica ama las escrituras. Apren-der a conocerlas es una forma de servir a Dios.

Al conocer la Biblia, descubrimos en ella acontecimientos sorprendentes a través de vastos períodos de tiempo. Alejandro Campbell, en su “Sermón de la Ley,” hizo notar que la ley dada a Moisés sujetaba a Israel, pero que los cristianos pertenecen a una nueva dispensación. La iglesia, por consiguiente, no está bajo la ley mosaica. Más bien, los cristianos basan sus vidas en el testimonio de los apóstoles sobre Jesucristo. Son sus enseñanzas y prácticas las que dirigen a la iglesia. Aquellos que proclaman tomar la Biblia en serio deben usarla discriminadamente.

Alejandro Campbell habló orgullosamente sobre su posición como “verdadero biblista.” Con esto quería decir que la iglesia debe seguir un patrón en su vida y enseñanzas según los funda-mentos del cristianismo establecidos en el Nuevo Testamento. Cualquier requerimiento que la iglesia haga a sus miembros que no esté claramente establecido en el Nuevo Testamento, deberá ser eliminado.

Campbell también insistió en el uso de “palabras de la Biblia” para hablar de “cosas de la Biblia.” A él no le gustaba el lenguaje de la teología tradicional la cual consideraba muy técnica y abstracta, en agudo contraste con los discursos vívidos de Jesús y las palabras simples de los apóstoles. Él rehusaba utilizar términos tales como “trinidad” y “sacramento.” Sentía que cualquier cristiano que acudiera a la Biblia con una mente honesta podía entenderla sin la interpretación de un sacerdote, obispo o teólogo.

El compromiso bíblico de la mente de los Discípulos tendía a dar forma a las prácticas en las congregaciones. Se llamaban a sí mismos con nombres bíblicos: Discípulos, cristianos, iglesia

La luz de las Escrituras 7

cristiana, iglesia de Cristo. Se dieron a la tarea de restaurar la fe y el orden en la iglesia apostólica. Insistieron en el bautismo de los creyentes el cual veían como una norma de la iglesia primitiva. Practicaban la inmersión como forma de bautismo, convencidos de que era claramente enseñado en el Nuevo Tes-tamento, por la misma razón que observaban la Cena del Señor cada domingo.

A través de las generaciones, muchos Discípulos han deman-dado una prueba del texto para cada cosa que se hacía o se ense-ñaba. A esto lo llamaban “lo que dijo el Señor.” Como resultado cayeron en un nuevo legalismo, convirtiendo las palabras de la Biblia en un credo. Muchos Discípulos, no obstante, han evitado caer en esta trampa. Buscamos la luz de las escrituras con una mente razonable, empírica y pragmática.

Una mente razonable

Los Discípulos sienten orgullo de abogar por un sentido común religioso. Buscamos un acercamiento que sea sano al igual que bíblico, racional y práctico. Éste es un entendimiento de la fe que nuestros líderes pioneros sentían podían explicar con facilidad a cualquier persona y el cual podían abrazar tanto con su inteligencia como con sus corazones. En ocasiones hemos hecho nuestros pequeños sistemas demasiado apretados, demasiado simples. Pero el genio de la mentalidad Discípulos ha sostenido que no amamos a Dios como debemos a menos que examinemos los reclamos de la religión con mentes racionales.

El compromiso de razonar, sin embargo, no elimina del todo el misterio de la vida. Diariamente nos confrontamos con realidades más allá de nuestros poderes de comprensión, tales como la belleza, el mal, la muerte y Dios. La fe se postra en reverencia y humildad ante maravillas demasiado profundas para comprenderlas. Aún así los Discípulos no hacen una virtud del no entender. Una doctrina no se santifica simplemente porque sea incomprensible. Los Discípulos insisten en que el propósito de Dios es que el evangelio sea comprendido y que podamos entender las escrituras cuando las leamos razonablemente.

8 La fe que afi rmamos

Nosotros los Discípulos, como a menudo nos recordamos a nosotros mismos, nacimos en el despertar del movimiento de la Ilustración durante el siglo XVIII. Este hecho afectó notablemente el temperamento de nuestro pensamiento. La Reforma, por la cual muchas iglesias protestantes se originaron, marcó el clímax de la Edad Media. La Ilustración anunció una era moderna. Nuestros fundadores Discípulos conocieron las grandes mentes de la edad de la razón. Estaban familiarizados con John Locke, el filósofo escocés del sentido común, e intelectuales americanos tales como Jefferson, Adams y Franklin.

Los primeros Discípulos fueron campeones de la fe en los debates con escépticos, agnósticos e incrédulos. Alejandro Camp-bell utilizó al celebrado Robert Owen para defender la causa de la religión revelada. También debatió con líderes religiosos tales como el obispo católico romano Purcell con quien debatió sobre los reclamos de la autoridad jerárquica. De tales debates intelectuales, los Discípulos desarrollaron un planteamiento polémico para la predicación doctrinal y una mente escéptica. Consideraban la ignorancia y la superstición como cosas demo-níacas de las cuales el evangelio garantiza liberación.

Desde este punto de vista razonable, un reclamo religioso no es bueno necesariamente porque sus proponentes sean sinceros o se sientan bien sobre el mismo. Debe enfrentar escrutinio por su veracidad y su responsabilidad ética. No es suficiente para los predicadores enseñar a las personas a tener fe. Necesitan enseñar a los creyentes a hacer preguntas sobre la fe que afirman. Es crucial que nosotros los Discípulos continuemos enfatizando este aspecto de nuestra herencia.

En las formulaciones clásicas de la posición de los Discípu-los, la fe tiene dos aspectos. Primero, significa un compromiso personal con Jesucristo como Señor y una vida continua como discípulo de Jesús. Pero la fe también tiene un lado sustantivo. Es un conglomerado de creencias. Estas creencias, empero, no son para ser profesadas por emoción, ni para ser aceptadas meramente como aserción de alguna autoridad. La fe es expresada confe-

La luz de las Escrituras 9

sando las creencias cristianas por convicción intelectual. Se llega a ella con la base de la evidencia presentada en las escrituras.

Una creencia de que la Biblia, cuando es leída en la forma correcta, tiene sentido y debe tener sentido, ha sido un énfasis mayor de los Discípulos. Le han imputado integridad a la mente de Dios. Ocasionalmente, podemos encontrar personas quienes exaltan la autoridad divina sobre la sabiduría divina. Algunos hasta han dicho con gran unción: “Si la Biblia me manda a correr directo hacia una pared de piedra, ¡lo haría!” Los Discípulos, no obstante, mantienen que Dios según revelado en Jesucristo nunca es arbitrario o caprichoso. Señalan a los mandamientos que nos ordenan amar a Dios con toda nuestra mente.

Aún así, los Discípulos en ocasiones olvidan este punto cardinal. Algunos solían urgir a que, como la escritura dice que un anciano o diácono debe ser “marido de una sola mujer” (1 Ti. 3:2, 12), solamente personas casadas pueden tomar dichas posiciones. Un hermano británico insistía que si la esposa de un anciano moría, éste debía renunciar de una vez porque ya no sería elegible. Muchos Discípulos, leyendo este pasaje con sentido común, lo ven simplemente como una prohibición de la poligamia. En muchas de nuestras congregaciones hoy este pasaje se entiende de manera inclusiva, indicando que una anciana debe ser “la esposa de un marido.”

Una de las principales contribuciones de Alejandro Camp-bell a la herencia Discípulos fueron las reglas que él popularizara para una interpretación razonable de la Biblia. Éstas no fueron inventadas por él sino que él puso a la disposición de las congre-gaciones los principios con los cuales los estudiosos de la Biblia han estado trabajando desde el Renacimiento y la Reforma Protestante. Campbell publicó estas reglas en The Christian System (capítulo 2).

Campbell sugirió que el lector, al abrir cualquier libro de la Biblia, debía considerar las circunstancias históricas de su escri-tura, tales como autor, fecha, lugar y ocasión. También debemos observar quién está hablando, a quién se dirige y el mensaje que

10 La fe que afi rmamos

desea comunicar. Con relación a la interpretación, las mismas reglas deben ser aplicadas a su lenguaje como se aplicarían al lenguaje de cualquier otro libro.

Al discernir el mensaje de la escritura bíblica, Campbell sugirió que el significado de cualquier palabra siempre debe ser determinado de acuerdo a su uso común. Para las palabras que tienen más de un significado, el significado preciso deberá ser determinado de acuerdo al contexto o uso en pasajes paralelos. La interpretación del lenguaje figurado, símbolos y parábolas en las escrituras sigue el mismo patrón utilizado al interpretar estos recursos literarios en escritos seculares.

La regla final establecida por Campbell es que el lector busque llegar a la “distancia del entendimiento” en las escrituras. Él estaba convencido de que la Biblia tenía la intención de sernos de edificación y, con una búsqueda diligente, deberíamos estar capacitados para entenderla.

Con el propósito de producir cristianos informados y pen-santes, capaces de leer la Biblia con entendimiento y aplicando sus preceptos a sus vidas, los pioneros Discípulos fundaron escuelas alrededor de la nación. En lugar de seminarios que sólo dan adiestramiento al clero profesional, éstas eran escuelas de artes liberales para enseñarle al estudiantado a pensar y a convertirse en personas responsables en la sociedad. Aquí los estudiantes se preparaban para seguir carreras tales como educa-ción, medicina, leyes, literatura y administración de empresas a la vez que también eran equipados intelectualmente para servir como ancianos, diáconos y maestros en la iglesia.

La mente de los Discípulos es tanto bíblica como razonable. Estamos convencidos de que Dios desea que la Biblia tenga sentido.

Una mente empírica

La mente de los Discípulos también es empírica. Lee la Biblia razonablemente a la luz del conocimiento secular moderno. Todos los estudios empíricos—desde la astronomía, física, química, geología, biología, psicología, hasta la geografía,

La luz de las Escrituras 11

arqueología, antropología, sociología e historia—son pertinentes al pensamiento cristiano. No podemos leer la Biblia como si nunca hubiésemos escuchado sobre Copérnico, Darwin, Marx o Freud, Albert Einstein o Margaret Mead. El escuchar las escri-turas hoy requiere necesariamente un diálogo entre dos mundos, el mundo de la Biblia y el mundo contemporáneo.

Los fundadores Discípulos afilaron sus dientes intelectuales en los escritos de John Locke, el filósofo empírico que mantuvo que todo el conocimiento verificable viene a través de los sen-tidos. Alejandro Campbell aceptó este principio, aún para la religión. El evangelio, insistió él, consiste de unos datos a ser creídos, una serie de eventos históricos accesibles a la observación. Él pudo haber simplificado demasiado o razonado en exceso, pero su compromiso empírico es claro.

Mucha gente religiosa a mediados del siglo XIX se preocu-paron cuando unos geólogos hablaron sobre ciertas caracte-rísticas de la tierra que habían tomado su forma por procesos que requirieron de millones de años. Los ministros a menudo promovieron debates sobre “¿Geología o Génesis?” Un joven predicador Discípulo, James A. Garfield, quien más adelante fuera electo presidente de los Estados Unidos, defendió el punto de vista científico. Otro ministro Discípulo, Alexander Procter, ganó atención nacional en las noticias por defender la evolución en su predicación.

Los Discípulos también llevaron el empirismo al ámbito de la fe. Mucha gente pregunta: ¿Cómo sabes que eres salvo? Los Discípulos insisten que la convicción religiosa no es cosa de sentimientos. Más bien sostienen que Dios ha prometido salvación a toda persona que confiesa a Jesucristo y es bautizada en la fe y para arrepentimiento. La forma más alta de experiencia espiritual ofrecida por la fe cristiana es positiva y objetiva más que mística y carismática. Está centrada en un acto público, un acto corporal, una acción visible—el partimiento del pan por las congregaciones reunidas en la mesa del Señor.

Algunos de los puntos de vista que apoyaron nuestros fundadores Discípulos, no obstante, ya no son adecuados para

12 La fe que afi rmamos

nosotros. Estos descansaban en supuestos que hace mucho han sido probados falsos. Lo que es importante para nosotros es la honestidad de sus mentes, su temperamento razonable y prag-mático, no tanto como sus conclusiones, las cuales debemos corregir a la luz de datos nuevos.

Ellos consideraban que el Nuevo Testamento, por ejemplo, era una constitución divina dada a la iglesia. De esta forma asumían que debe reflejar una uniformidad de fe y práctica. Suponían que lo que leían acerca de la iglesia en Antioquía aplicaba igualmente a las iglesias en Jerusalén o en Roma, o que las congregaciones al final del primer siglo operaban en la misma forma que los discípulos inmediatamente después de Pentecostés. Perdieron de vista el esplendor de la diversidad de la vida del Nuevo Testamento.

Estudios empíricos más cuidadosos dejan ahora clara la asombrosa variedad en los inicios de la teología y práctica cris-tiana. Las congregaciones no hacían todo de la misma forma en Judea, en Samaria, y en los confines de la tierra. Con el pasar de las décadas, desarrollaron formas nuevas para hacer las cosas. Para hablar responsablemente de la iglesia del Nuevo Testamento necesitamos reconocer la diversidad en las diferentes comunida-des cristianas. La unicidad de la iglesia se deriva del Dios único, no de una uniformidad en la práctica.

Como nuestros pioneros Discípulos, necesitamos continuar estudiando la Biblia empíricamente. No estamos siendo fieles a las escrituras al leerlas simplemente a la luz de los datos estable-cidos desde que fueron escritos. El mirar a la Biblia sin tratar de olvidar lo que sabemos ahora es una parte de nuestra herencia de sentido común.

Una mente pragmática

Otro aspecto de la mente de los Discípulos es la convicción de que aprendemos de la experiencia. Es pragmática. Esto signi-fica que ponemos nuestras creencias ante una prueba práctica en nuestras propias vidas, en nuestras congregaciones y en la vida

La luz de las Escrituras 13

amplia de la iglesia. En base a esta experiencia, revisamos nuestro entendimiento anterior sobre lo que la Biblia busca decirnos.

Jesús advirtió a sus discípulos que estuvieran alertas ante los falsos maestros, insistiendo, “Por sus frutos los conoceréis” (Mt. 7:20). Este mismo principio pragmático se ilustra en la declara-ción de Jesús de que la persona que desea hacer la voluntad de Dios, “conocerá si la doctrina es de Dios” (Jn. 7:17). Alejandro Campbell dijo “Nada puede ser doctrina cristiana que no pueda ser traducido en la vida.”

Los Discípulos han tomado a mucho orgullo el llamar a su fe práctica tanto como el llamarla razonable. Su enfoque pragmático en la enseñanza bíblica se demostró bien temprano.

Comenzaron tratando de ordenar la vida de sus iglesias en estricta concordancia con el Nuevo Testamento. Pero pronto des-cubrieron que la Biblia mantiene silencio sobre muchos asuntos. No nos dice cuántos ancianos debe tener una congregación. No dice cuán frecuentemente debemos elegir miembros para la junta de oficiales o cuántos deben haber en la junta (de hecho, ni siquiera menciona una “junta de oficiales”). Tampoco nos dice cómo organizar el culto de adoración o cuán largo debe ser el sermón (“sermón” tampoco es un término de las escrituras).

Pronto los Discípulos comenzaron a hablar sobre la “ley de la conveniencia.” Esto significaba que las congregaciones tenían que usar su sentido común y reflexionar en las lecciones de las expe-riencias. Cuando las escrituras señalan algo que debemos hacer pero no nos dice cómo hacerlo, las congregaciones necesitan decidir un curso de acción que les parezca más conveniente.

Al recurrir a la ley de la conveniencia, las congregaciones desarrollaron patrones organizacionales: comités, posiciones específicas, escuelas, organizaciones para mujeres, jóvenes y caba-lleros. En nuestra vida general solíamos justificar las sociedades misioneras y varias agencias e instituciones para que llevaran a cabo el trabajo de las iglesias. Más recientemente, el pensamiento pragmático guió la formación de nuestra vida compartida unida en “El Diseño para la Iglesia Cristiana (Discípulos de Cristo).” Por

14 La fe que afi rmamos

consentimiento mutuo, en 1968, nuestra denominación adoptó esta estructura organizacional para dar testimonio responsable y efectivo del evangelio en el mundo actual.

Una mente ecuménica

Al describir el aspecto particular de la mente de los Discí-pulos de Cristo no queremos parecer jactanciosos o partidistas. Los Discípulos resisten cualquier tendencia hacia un énfasis sectario. Nuestra intención es leer el mensaje bíblico a la luz del juicio común de toda la comunidad cristiana y para el bienestar de toda la iglesia.

Nosotros los Discípulos no decidimos cuáles libros contiene la Biblia. La antigua iglesia católica lo decidió. Concurrimos en su juicio sobre este particular. De modo que debemos prestarle atención, hasta donde podamos, al juicio de las mejores mentes en todas las iglesias a lo largo de los siglos en lo que respecta al significado de la escritura.

Los Discípulos han insistido en el derecho de cada cristiano a leer la Biblia por sí mismo. Sobre este derecho, sin embargo, hemos balanceado la admonición: “Ninguna profecía de la escritura es de interpretación privada” (2 P. 1:20). Necesitamos escuchar a la “mente común” de la iglesia antes de que nos for-memos nuestra propia opinión individual.

Alejando Campbell no estaba dispuesto a basar su práctica en lo que consideraba como prácticas no escriturales de otras iglesias. No obstante, le dio especial atención al trabajo de otros líderes religiosos en su estudio de la Biblia. Es ésta la posición que se refleja en nuestra Afirmación de Fe: “Dentro de la iglesia universal recibimos…la luz de la escritura.”

La Biblia es un libro ecuménico. Para leerla correctamente, debemos leerla ecuménicamente. Los Discípulos han buscado para ellos mismos, y para todos los cristianos doquiera, una mente ecuménica.

Diálogo con la escritura

El modo de pensar que ha caracterizado a los Discípulos consta de los cinco aspectos discutidos en este capítulo y nos

La luz de las Escrituras 15

lleva a una dinámica de diálogo con las escrituras. La Biblia es una vasta biblioteca de testimonios sobre la realidad de Dios. Muchas personas a través de los siglos han sido inspiradas para contar la historia de los encuentros de Israel con Jehová, y de la revelación suprema de Dios en la persona de Jesús a quien lla-mamos el Cristo. Muchas otras se han dado a la tarea de ofrecer direcciones para vivir basadas en su entendimiento de la voluntad de Dios en sus situaciones particulares.

Cada uno de los textos bíblicos—sean narrativa, ley, salmo, proverbio, evangelio, o epístola—proviene de un tiempo en particular y trata sobre una circunstancia en particular. No todos llegan al mismo nivel de entendimiento ni todos están de acuerdo. Empero todos testifican sobre el Dios vivo. Por esta razón, la comunidad de fe—primero judía, luego cristiana—los ha reconocido como parte del canon de sagradas escrituras. La Biblia establece la medida de la fe que profesamos.

En nuestra interpretación de la Biblia hoy no siempre lle-gamos a las mismas conclusiones que las primeras generaciones de los Discípulos. La intensa erudición bíblica de casi dos siglos desde que Barton W. Stone y los Campbells comenzaron sus trabajos nos ha dado un entendimiento más claro de muchas partes de las escrituras. Sin embargo, estamos siendo fieles a la mente de los Discípulos cuando tomamos la Biblia seriamente, la leemos a la luz del conocimiento contemporáneo y reflexionamos en su mensaje para nuestra situación presente.

Bíblica, razonable, empírica, pragmática, ecuménica—al persistir en el uso de estos principios, podemos desarrollar un diálogo enriquecedor con la Biblia. Así “recibimos la luz de las escrituras.”

Para reflexión y discusión

1. ¿Cuál es la naturaleza de la Biblia? ¿En qué sentido la con-sidera como la palabra de Dios para la vida cristiana?

2. ¿Cuál es su entendimiento sobre cómo Dios se comunica con nosotros a través de las escrituras? ¿En qué formas busca usted la luz de la escritura sobre asuntos específicos que envuelven tomar alguna decisión?

16 La fe que afi rmamos

3. ¿Qué entiende usted que significa la fe? ¿Cuál es la relación entre la fe y el compromiso personal con Dios?

4. ¿Qué autoridad tiene la Biblia para la vida cristiana? ¿Cuál sería su respuesta si alguien le preguntara cómo decidimos qué partes de la Biblia tienen autoridad para nosotros hoy?

5. ¿Qué sugerencias podría ofrecer a alguna persona que quiere saber lo que la Biblia dice sobre un problema en particular?

6. ¿Podría pensar en algunos problemas en particular para los cuales la escritura no ofrece respuestas precisas? Si es así, ¿cómo decide qué es lo correcto en cada situación?

7. ¿Cuál es su entendimiento sobre cómo las personas deben “amar al Señor tu Dios…con toda tu mente” (Mr. 12:30)? ¿Cómo el amar a Dios con nuestras mentes influencia la forma en que pensamos y lo que hacemos como cristia-nos?

8. En este capítulo, el autor describe la mente de los Discípulos como bíblica, razonable, empírica, pragmática y ecuménica. ¿Hasta dónde considera estos cinco principios como una visión válida para interpretar las escrituras?

9. Reflexione en la afirmación de que “de la iglesia universal recibimos…la luz de las escrituras.” ¿Hasta dónde escucha la “mente común” de la iglesia para formular su propia interpretación de las escrituras?

10. ¿Cuán importante es para un discípulo de Jesús conocer la Biblia y estudiarla con regularidad? ¿Qué precisamente significa conocer la Biblia?

11. ¿Qué nuevos datos ha recibido en este capítulo con relación a cómo los Discípulos de Cristo han interpretado la Biblia? ¿Hasta qué punto esta discusión le ha sido de ayuda en la búsqueda de la luz de las escrituras para su propio enten-dimiento de la vida cristiana?