La evolución del español

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La evolución del español: desde la conquista de Hispania hasta Cartagena de Indias Actualizado viernes 23/03/2007 19:04 (CET ) EFE BOGOTÁ.- Actualmente el español es la lengua de más de 400 millones de personas. Ésta es la cronología de la evolución del idioma desde que los romanos impusieron el latín en el territorio que convirtieron en Hispania. 206 años antes de Cristo: Los romanos emprenden la conquista de Hispania, nombre latino de la griega Iberia, e imponen en ese territorio el latín vulgar, una lengua itálica perteneciente al tronco indoeuropeo. La evolución del latín, que tuvo contacto en Hispania y otras regiones del Mediterráneo con las lenguas de los griegos y los vascones, dio lugar a las actualmente llamadas lenguas romances, entre ellas el español o castellano. Siglos III y V después de Cristo: La península Ibérica es fuertemente influida por los germanismos, debido al contacto del latín con los pueblos bárbaros, mezcla de la cual se heredaron palabras como 'guerra', 'ganar', 'heraldo' y 'burgos'. Siglo V: Termina la dominación romana en Hispania, tras sembrar la semilla de la lengua romance castellana, como 'hija' del latín vulgar y el griego, aunque en ese territorio se conservaron, incluso hasta hoy, varios sufijos del período prerromano, como 'arro' y 'orro', y la terminación en 'z' de muchos apellidos españoles. Siglo VII: Los musulmanes invadieron la península Ibérica y contribuyeron a la evolución del español con palabras de origen árabe como 'alcaldes', 'almacenes', 'alguaciles', 'quilates', 'arrobas', 'aljibe', 'albañil', 'alcantarilla', 'azadones', 'azoteas' y 'acequias'. Siglo X: Se escriben las Glosas Silenses y Emilianenses, consideradas los primeros textos en castellano. Siglo XIII: El Rey Alfonso X convirtió al castellano en la lengua oficial del reino de Castilla y León, el predominante en la península Ibérica, y ordenó componer en esa lengua romance, y no en latín, las obras legales, históricas y astronómicas del reino. Siglo XV: Elio Antonio de Nebrija publicó la Primera Gramática Castellana en 1492, año del Descubrimiento de América impulsado por

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Siglos XV y XVII : La lengua española o castellana se nutre de italianismos que Siglo V : Termina la dominación romana en Hispania, tras sembrar la semilla de la Siglo XV : Elio Antonio de Nebrija publicó la Primera Gramática Castellana en 1492, Siglo VII : Los musulmanes invadieron la península Ibérica y contribuyeron a la Siglos III y V después de Cristo: La península Ibérica es fuertemente influida por los textos en castellano. EFE        

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La evolución del español: desde la conquista de Hispania hasta Cartagena de IndiasActualizado viernes 23/03/2007 19:04 (CET)

EFEBOGOTÁ.- Actualmente el español es la lengua de más de 400 millones de personas. Ésta es la cronología de la evolución del idioma desde que los romanos impusieron el latín en el territorio que convirtieron en Hispania.

206 años antes de Cristo: Los romanos emprenden la conquista de Hispania, nombre latino de la griega Iberia, e imponen en ese territorio el latín vulgar, una lengua itálica perteneciente al tronco indoeuropeo. La evolución del latín, que tuvo contacto en Hispania y otras regiones del Mediterráneo con las lenguas de los griegos y los vascones, dio lugar a las actualmente llamadas lenguas romances, entre ellas el español o castellano.

Siglos III y V después de Cristo: La península Ibérica es fuertemente influida por los germanismos, debido al contacto del latín con los pueblos bárbaros, mezcla de la cual se heredaron palabras como 'guerra', 'ganar', 'heraldo' y 'burgos'.

Siglo V: Termina la dominación romana en Hispania, tras sembrar la semilla de la lengua romance castellana, como 'hija' del latín vulgar y el griego, aunque en ese territorio se conservaron, incluso hasta hoy, varios sufijos del período prerromano, como 'arro' y 'orro', y la terminación en 'z' de muchos apellidos españoles.

Siglo VII: Los musulmanes invadieron la península Ibérica y contribuyeron a la evolución del español con palabras de origen árabe como 'alcaldes', 'almacenes', 'alguaciles', 'quilates', 'arrobas', 'aljibe', 'albañil', 'alcantarilla', 'azadones', 'azoteas' y 'acequias'.

Siglo X: Se escriben las Glosas Silenses y Emilianenses, consideradas los primeros textos en castellano.

Siglo XIII: El Rey Alfonso X convirtió al castellano en la lengua oficial del reino de Castilla y León, el predominante en la península Ibérica, y ordenó componer en esa lengua romance, y no en latín, las obras legales, históricas y astronómicas del reino.

Siglo XV: Elio Antonio de Nebrija publicó la Primera Gramática Castellana en 1492, año del Descubrimiento de América impulsado por los Reyes Católicos Fernando de Aragón e Isabel de Castilla y de la toma de Granada, último reducto musulmán. La publicación de la Gramática marca el inicio del castellano moderno.

Siglos XV y XVII: La lengua española o castellana se nutre de italianismos que forman palabras como 'escopeta' y 'aspaviento'; galicismos que

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dieron origen a vocablos como 'paje', 'sargento', 'jardín' y 'jaula', y americanismos como 'cóndor', 'alpaca', 'vicuña', 'pampa', 'puma', 'canoa', 'huracán', 'maíz', 'colibrí', 'cacique', 'caribe', 'caníbal', 'chocolate', 'aguacate', 'tomate', 'hule' y 'cacao', que provienen de varias de las 123 familias de lenguas indígenas de América.

Siglo XVI: En 1539 nació en el Cuzco, actual Perú, Inca Garcilaso de la Vega, hijo de español e indígena. El libro de Garcilaso de la Vega 'Comentarios reales', cuya primera parte dedicada al imperio de los Incas se publicó en Lisboa en 1609, es considerado el primer texto en castellano escrito por un mestizo.

Siglo XVII: En 1605 se publica la primera parte de El Quijote, la obra cumbre de Miguel de Cervantes Saavedra, considerado el padre de las letras castellanas.

Siglo XVIII: En 1713 se fundó la Real Academia Española de la Lengua, hecho que marcó el inicio del español contemporáneo.

Siglo XIX: En 1867 nació el poeta nicaragüense Rubén Darío, quien en 1887 publicó 'Azul'.

En 1874 aparece la obra 'El libro talonario', del dramaturgo español José Echegaray.

1904: José Echegaray ganó el Premio Nobel de Literatura, convirtiéndose en el primer autor de lengua española en obtener el galardón.

1905: Se publica la obra 'Rosas de otoño', del dramaturgo español Jacinto Benavente.

1914: Se publica la obra 'Platero y yo', del poeta español Juan Ramón Jiménez.

1922: Jacinto Benavente gana el Premio Nobel de Literatura

1923: Se publica en México la obra 'Lectura para mujeres', de la poetisa chilena Gabriela Mistral.

1935: Se publica 'La historia universal de la infamia', del argentino Jorge Luis Borges.

1942: Se publica la obra 'La familia de Pascual Duarte', del español Camilo José Cela.

1945: La chilena Gabriela Mistral gana el Premio Nobel de Literatura

1946: Se publica la novela 'El señor presidente', del guatemalteco Miguel Ángel Asturias.

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1950: Se publica en México la obra 'Canto General', del chileno Pablo Neruda.

1950: Se publica la obra 'El laberinto de la soledad', del mexicano Octavio Paz.

1955: Se publica la novela 'Pedro Páramo', del mexicano Juan Rulfo.

1956: El español Juan Ramón Jiménez gana el Premio Nobel de Literatura.

1967: El guatemalteco Miguel Ángel Asturias gana el Premio Nobel de Literatura

1967: Se publica la novela 'Cien años de soledad', del colombiano Gabriel García Márquez.

1971: El chileno Pablo Neruda gana el Premio Nobel de Literatura.

1977: El español Vicente Aleixandre gana el Premio Nobel de Literatura.

1982: El colombiano Gabriel García Márquez gana el Premio Nobel de Literatura.

1989: El español Camilo José Cela gana el Premio Nobel de Literatura

1990: El mexicano Octavio Paz gana el Premio Nobel de Literatura.

1992-2007: se celebra en Sevilla (España) un Congreso de la Lengua Española. El primer Congreso formal se llevó a cabo en Zacatecas (México) en 1997, el segundo en Valladolid (España) en 2001, el tercero en Rosario (Argentina) en 2004 y el cuarto se celebrará entre el 26 y el 29 de marzo en Cartagena de Indias (Colombia).

 

  Palabra latina

evolución fonética

gallego catalán castellano

f- inicial latinafarina

facer

filiu

Se conserva

 

fariña, farinha, facer, filho

farina, fer, fill

 

Desaparece después de un periodo de aspiración

    harina, hacer, hijo

g- y j- iniciales delante de –e, -i átonas

germanu

januoriu

se conservan palatalizadas

xaneiro

germà, gener

 

desaparecen irmà   hermano, enero

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 grupos consonánticos

-ct-

-ult-

lacte

multu

nocte

suelen evolucionar a –IT

 

leite, moitu, muito

llet, molt, nit

 

palataliza en /c/

 

    leche, mucho, noche

grupo li+vocal

-c’l-

-g’l-

muliere, filiu

spec(u)lu, oc(u)lu

reg(u)la

 

palatalizan en “ll”

Fillo, espello, muller, rella

fill, muller, espill, reixa

 

velarizan en “j”

    hijo, espejo, reja

grupos iniciales

pl-

cl-

fl-

plovere, clave,

flanima 

palatalizan en “ch” o se conservan

Chover, chave, chama

ploure, clau, flama

 

palatalizan en ll

    llover, llave, llama

vocales tónicas

e

o

Petra, porta

no diptongan

 

pedra, porta

pedra, porta

 

diptongan en “ie”, “ue”

 

    piedra, puerta

diptongos

ai

au

auru, vaica

se mantienen oro, veiga

   

monoptongan

  or oro, vega

/p/ /t/ /k/ intervocálicas

Lupu, lacu

se mantienen

 

  llop, llac

 

se sonorizan y convierten en /b/, /d/, /g/

    lobo, lago

arriba

© Materiales de lengua y literatura CONTACTA: Lourdes Domenech y Ana Romeo

 

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El origen del español

Por Sergio Zamora

C omo dice Menéndez Pidal "la base del idioma es el latín vulgar, propagado en España desde fines del siglo III a.C., que se impuso a las lenguas ibéricas" y al vasco, caso de no ser una de ellas. De este substrato ibérico procede una serie de elementos léxicos autónomos conservados hasta nuestros días y que en algunos casos el latín asimiló, como: cervesia > cerveza, braca > braga, camisia > camisa, lancea > lanza.

Otros autores atribuyen a la entonación ibérica la peculiar manera de entonar y emitir el latín tardío en el norte peninsular, que sería el origen de una serie de cambios en las fronteras silábicas y en la evolución peculiar del sistema consonántico.

Otro elemento conformador del léxico en el español es el griego, puesto que en las costas mediterráneas hubo una importante colonización griega desde el siglo VII a.C.; como, por otro lado, esta lengua también influyó en el latín, voces helénicas han entrado en el español en diferentes momentos históricos. Por ejemplo, los términos huérfano, escuela, cuerda, gobernar, colpar y golpar (verbos antiguos origen del moderno golpear), púrpura (que en castellano antiguo fue pórpola y polba) proceden de épocas muy antiguas, así como los topónimos Denia, Calpe. A partir del Renacimiento siempre que se ha necesitado producir términos nuevos en español se ha empleado el inventario de las raíces griegas para crear palabras, como, por ejemplo, telemática, de reciente creación, o helicóptero. Entre los siglos III y VI entraron los germanismos y su grueso lo hizo a través del latín por su contacto con los pueblos bárbaros muy romanizados entre los siglos III y V.

Forman parte de este cuerpo léxico guerra, heraldo, robar, ganar, guiar, guisa (compárese con la raíz germánica de wais y way), guarecer y burgo, que significaba 'castillo' y después pasó a ser sinónimo de 'ciudad', tan presente en los topónimos europeos como en las tierras de Castilla, lo que explica Edimburgo, Estrasburgo y Rotemburgo junto a Burgos, Burguillo, Burguete, o burgués y burguesía, términos que entraron en la lengua tardíamente. Hay además numerosos patronímicos y sus apellidos correspondientes de origen germánico: Ramiro, Ramírez, Rosendo, Gonzalo, Bermudo, Elvira, Alfonso. Poseían una declinación especial para los nombres de varón en -a, -anis, o -an, de donde surgen Favila, Froilán, Fernán, e incluso sacristán. Junto a estos elementos lingüísticos también hay que tener en cuenta al vasco, idioma cuyo origen se desconoce, aunque hay varias teorías al respecto.

Algunos de sus hábitos articulatorios y ciertas particularidades gramaticales ejercieron poderosa influencia en la conformación del castellano por dos motivos: el condado de Castilla se fundó en un territorio de influencia vasca, entre Cantabria y el norte de León; junto a eso, las tierras que los castellanos iban ganando a los árabes se repoblaban con vascos, que, lógicamente, llevaron sus hábitos lingüísticos y, además, ocuparon puestos preeminentes en la corte castellana hasta el siglo XIV. Del substrato vasco proceden dos fenómenos fonéticos que serán característicos del castellano.

La introducción del sufijo -rro, presente en los vocablos carro, cerro, cazurro, guijarro, pizarra, llevaba consigo un fonema extravagante y ajeno al latín y a todas las lenguas románicas, que es, sin embargo, uno de los rasgos definidores del sistema fonético español; se trata del fonema ápico-alveolar vibrante múltiple de la (r). La otra herencia del vasco consiste en que ante la imposibilidad de pronunciar una f en posición inicial, las palabras latinas que empezaban por ese fonema lo sustituyeron en épocas tempranas por una aspiración, representada por una h en la escritura, que con el tiempo se perdió: así del latín farina > harina en castellano, pero farina en catalán, italiano y provenzal,

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fariña en gallego, farinha en portugués, farine en francés y faina en rumano; en vasco es irin. La lengua árabe fue decisiva en la configuración de las lenguas de España, y el español es una de ellas, pues en la península se asienta durante ocho siglos la dominación de este pueblo. Durante tan larga estancia hubo muchos momentos de convivencia y entendimiento. Los cristianos comprendieron muy pronto que los conquistadores no sólo eran superiores desde el punto de vista militar, sino también en cultura y refinamiento. De su organización social y política se aceptaron la función y la denominación de atalayas, alcaldes, robdas o rondas, alguaciles, almonedas, almacenes.

Aprendieron a contar y medir con ceros, quilates, quintales, fanegas y arrobas; aprendieron de sus alfayates (hoy sastres), alfareros, albañiles que construían zaguanes, alcantarillas o azoteas y cultivaron albaricoques, acelgas o algarrobas que cuidaban y regaban por medio de acequias, aljibes, albuferas, norias y azadones. Influyeron en la pronunciación de la s- inicial latina en j- como en jabón del latín 'saponem'. Añadieron el sufijo -í en la formación de los adjetivos y nombres como jabalí, marroquí, magrebí, alfonsí o carmesí. Se arabizaron numerosos topónimos como por ejemplo Zaragoza de "Caesara(u)gusta", o Baza de "Basti". No podría entenderse correctamente la evolución de la lengua y la cultura de la península sin conceder al árabe y su influencia el lugar que le corresponde. Si consideras que esta información es insuficiente o estás interesado en conocer más de la historia del idioma español, por favor envíame un correo y con gusto ampliaré el tema.

¿Castellano o Español?

Esta lengua también se llama castellano, por ser el nombre de la comunidad lingüística que habló esta modalidad románica en tiempos medievales: Castilla. Existe alguna polémica en torno a la denominación del idioma; el término español es relativamente reciente y no es admitido por los muchos hablantes bilingües del Estado Español, pues entienden que español incluye los términos valenciano, gallego, catalán y vasco, idiomas a su vez de consideración oficial dentro del territorio de sus comunidades autónomas respectivas; son esos hablantes bilingües quienes proponen volver a la denominación más antigua que tuvo la lengua, castellano entendido como 'lengua de Castilla'.

En los países hispanoamericanos se ha conservado esta denominación y no plantean dificultad especial a la hora de entender como sinónimos los términos castellano y español. En los primeros documentos tras la fundación de la Real Academia Española, sus miembros emplearon por acuerdo la denominación de lengua española. Quien mejor ha estudiado esta espinosa cuestión ha sido Amado Alonso en un libro titulado Castellano, español, idioma nacional. Historia espiritual de tres nombres (1943). Volver a llamar a este idioma castellano representa una vuelta a los orígenes y quién sabe si no sería dar satisfacción a los autores iberoamericanos que tanto esfuerzo y estudio le dedicaron, como Andrés Bello, J. Cuervo o la argentina Mabel Manacorda de Rossetti.   Renunciar al término español plantearía la dificultad de reconocer el carácter oficial de una lengua que tan abierta ha sido para acoger en su seno influencias y tolerancias que han contribuido a su condición. Por otro lado, tanto derecho tienen los españoles a nombrar castellano a su lengua como los argentinos, venezolanos, mexicanos, o panameños de calificarla como argentina, venezolana, mexicana o panameña, por citar algunos ejemplos. Lo cual podría significar el primer paso para la fragmentación de un idioma, que por número de hablantes ocupa el tercer lugar entre las lenguas del mundo. En España se hablan además el catalán y el gallego, idiomas de tronco románico, y el vasco, de origen controvertido. Sergio Zamora B. Guadalajara, Jalisco, México 1999

El español ayer y hoy

En la formación del español cabe distinguir tres grandes períodos: el medieval, también denominado del castellano antiguo, fechado entre los siglos X al XV; el español moderno, que evolucionó desde

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el sigloXVI a finales del XVII, y el contemporáneo, desde la fundación de la Real Academia Española hasta nuestros días.

El castellano medieval

El nombre de la lengua procede de la tierra de castillos que la configuró, Castilla, y antes del siglo X no puede hablarse de ella. Por entonces existían cuatro grandes dominios lingüísticos en la Península que pueden fijarse por el comportamiento de la vocal breve y tónica latina o en sílaba interior de palabra como la o de portam que diptongó en ué en el castellano, puerta, y vaciló entre ue, uo y ua en el leonés y aragonés (puorta) y mozárabe (puarta). En términos generales, se mantuvo la o del latín (porta) en la lengua del extremo occidental, el galaico-portugués -del que surgiría el gallego y el portugués-, y en el catalán del extremo oriental, que ejercería su influencia posterior por las tierras mediterráneas, fruto de la expansión política.

El castellano fue tan innovador en la evolución del latín como lo fueron los habitantes de Castilla en lo político. A esta época pertenecen las Glosas Silenses y las Emilianenses, del siglo X, que son anotaciones en romance a los textos en latín: contienen palabras y construcciones que no se entendían ya.

Las primeras se escribieron en el monasterio benedictino de Silos, donde para aclarar el texto de un penitencial puede leerse "quod: por ke", "ignorante: non sapiendo"; las Glosas Emilianenses se escriben en el monasterio de San Millán de la Cogolla o de Suso.

En el sur, bajo dominio árabe, hablaban mozárabe las comunidades hispanas que vivían en este territorio y conservaron su lengua heredada de épocas anteriores. La mantuvieron sin grandes alteraciones, bien por afirmación cultural que marcara la diferencia con las comunidades judía y árabe, bien por falta de contacto con las evoluciones que se estaban desarrollando en los territorios cristianos. En esta lengua se escriben algunos de los primeros poemas líricos romances: las jarchas, composiciones escritas en alfabeto árabe o hebreo, pero que transcritas corresponden a una lengua arábigo-andaluza.

De los cambios fonéticos que produjeron en esta época en el castellano, el más original consistió en convertir la f- inicial del latín en una aspiración en la lengua hablada, aunque conservada en la escritura.   El primer paso para convertir el castellano en la lengua oficial del reino de Castilla y León lo dio en el sigloXIII AlfonsoX, que mandó componer en romance, y no en latín, las grandes obras históricas, astronómicas y legales.

El castellano medieval desarrolló una serie de fonemas que hoy han desaparecido. Distinguía entre una -s- sonora intervocálica, que en la escritura se representaba por s, como en casa, y una s sorda, que podía estar en posición inicial de palabra como silla, o en posición interna en el grupo -ns-, como en pensar o en posición intervocálica que se escribía -ss- como en viniesse.

Las letras ç y z equivalían a los sonidos africados (equivalente a ts, si era sordo, y a ds, si era sonoro), como en plaça y facer. La letra x respondía a un sonido palatal fricativo sordo, como la actual ch del francés o la s final del portugués y también existía correspondiente sonoro, que se escribía mediante j o g ante e, i: así dixo, coger, o hijo. Distinguía entre una bilabial oclusiva sonora -b-, que procedía de la -p- intervocálica del latín o b de la inicial sonora del latín (y que es la que hoy se conserva), y la fricativa sonora, que procedía de la v del latín, cuyo sonido se mantiene hoy en Levante y algunos países americanos.

Desde el punto de vista gramatical ya habían desaparecido las declinaciones del latín y eran las preposiciones las que señalaban la función de las palabras en la oración. El verbo haber todavía tenía el significado posesivo tener, como en había dos fijos y se empleaba para tener y para formar las perífrasis verbales de obligación que originarían a partir del siglo XIV los tiempos compuestos; por eso, entre la forma del verbo haber y el infinitivo siguiente era posible interponer otro material léxico, hoy impensable, como en "Enrique vuestro hermano había vos de matar por las sus manos".

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Los adjetivos posesivos iban precedidos de artículo, como aún hoy ocurre en portugués; así, se decía los sus ojos alza.   El español del siglo XII ya era la lengua de los documentos notariales y de la Biblia que mandó traducir Alfonso X; uno de los manuscritos del siglo XIII se conserva en la biblioteca de El Escorial. Gracias al Camino de Santiago entraron en la lengua los primeros galicismos, escasos en número, y que se propagaron por la acción de los trovadores, de la poesía cortesana y la provenzal.

Éste y otros textos de Sergio Zamora pueden hallarse en la página La Lengua Española

Historia del español de América

Por Sergio Zamora

Cuando Colón llegó a América en 1492, el idioma español ya se encontraba consolidado en la Península, puesto que durante los siglosXIV y XV se produjeron hechos históricos e idiomáticos que contribuyeron a que el dialecto castellano fraguara de manera más sólida y rápida que los otros dialectos románicos que se hablaban en España, como el aragonés o el leonés, además de la normalización ortográfica y de la aparición de la Gramática de Nebrija; pero en este nuevo mundo se inició otro proceso, el del afianzamiento de esta lengua, llamado hispanización.

La América prehispánica se presentaba como un conglomerado de pueblos y lenguas diferentes que se articuló políticamente como parte del imperio español y bajo el alero de una lengua común.

La diversidad idiomática americana era tal, que algunos autores estiman que este continente es el más fragmentado lingüísticamente, con alrededor de 123 familias de lenguas, muchas de las cuales poseen, a su vez, decenas o incluso cientos de lenguas y dialectos. Sin embargo, algunas de las lenguas indígenas importantes -por su número de hablantes o por su aporte al español- son el náhuatl, el taíno, el maya, el quechua, el aimara, el guaraní y el mapuche, por citar algunas.

El español llegó al continente americano a través de los sucesivos viajes de Colón y, luego, con las oleadas de colonizadores que buscaban en América nuevas oportunidades. En su intento por comunicarse con los indígenas, recurrieron al uso de gestos y luego a intérpretes europeos o a indígenas cautivos para tal efecto, que permitiesen la intercomprensión de culturas tan disímiles entre sí.

Además, en varios casos, los conquistadores y misioneros fomentaron el uso de las llamadas lenguas generales, es decir, lenguas que, por su alto número de hablantes y por su aceptación como forma común de comunicación, eran utilizadas por diferentes pueblos, por ejemplo, para el comercio, como sucedió con el náhuatl en México o el quechua en Perú.

La influencia de la Iglesia fue muy importante en este proceso, puesto que realizó, especialmente a través de los franciscanos y jesuitas, una intensa labor de evangelización y educación de niños y jóvenes de distintos pueblos mediante la

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construcción de escuelas y de iglesias en todo el continente.

Sin embargo, aquellos primeros esfuerzos resultaron insuficientes, y la hispanización de América comenzó a desarrollarse sólo a través de la convivencia entre españoles e indios, la catequesis y -sobre todo- el mestizaje.

Pero no sólo la población indígena era heterogénea, sino que también lo era la hispana que llegó a colonizar el territorio americano, pues provenía de las distintas regiones de España, aunque especialmente de Andalucía.

Esta mayor proporción de andaluces, que se asentó sobre todo en la zona caribeña y antillana en los primeros años de la conquista, habría otorgado características especiales al español americano: el llamado andalucismo de América, que se manifiesta, especialmente en el aspecto fonético. Este periodo, que los autores sitúan entre 1492 y 1519, ha sido llamado -justamente- periodo antillano, y es en él donde se habrían enraizado las características que luego serían atribuidas a todo español americano.

En el plano fónico, por ejemplo, pérdida de la d entre vocales (aburrío por aburrido) y final de palabra (usté por usted, y virtú por virtud), confusión entre l y r (mardito por maldito) o aspiración de la s final de sílaba (pahtoh por pastos) o la pronunciación de x, y, g, j, antiguas como h, especialmente en las Antillas, América Central, Colombia, Venezuela, Panamá o Nuevo México, hasta Ecuador y la costa norte de Perú.

Por otra parte, los grupos de inmigrantes de toda España se reunían en Sevilla para su travesía y, de camino hacia el nuevo continente, aún quedaba el paso por las islas Canarias, lo que hace suponer que las personas comenzaron a utilizar ciertos rasgos lingüísticos que, hasta hoy, son compartidos por estas regiones, lo cual se ha dado en llamar español atlántico, cuya capital lingüística sería Sevilla -opuesto al español castizo o castellano- con capital lingüística en Madrid, y que englobaría el andaluz occidental, el canario y el español americano, aunque otros investigadores sostienen que sólo abarcaría, en América, las zonas costeras.

Si consideras que esta información es insuficiente o estás interesado en conocer más de la historia del idioma español, por favor enviame un correo y con gusto ampliaré el tema.

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que español incluye los términos valenciano, gallego, catalán y vasco, idiomas a su vez de consideración oficial dentro del territorio de sus comunidades autónomas respectivas; son esos hablantes bilingües quienes proponen volver a la denominación más antigua que tuvo la lengua, castellano entendido como 'lengua de Castilla'.

En los países hispanoamericanos se ha conservado esta denominación y no plantean dificultad especial a la hora de entender como sinónimos los términos castellano y español. En los primeros documentos tras la fundación de la Real Academia Española, sus miembros emplearon por acuerdo la denominación de lengua española. Quien mejor ha estudiado esta espinosa cuestión ha sido Amado Alonso en un libro titulado Castellano, español, idioma nacional. Historia espiritual de tres nombres (1943).

Volver a llamar a este idioma castellano representa una vuelta a los orígenes y quién sabe si no sería dar satisfacción a los autores iberoamericanos que tanto esfuerzo y estudio le dedicaron, como Andrés Bello, J. Cuervo o la argentina Mabel Manacorda de Rossetti.   Renunciar al término español plantearía la dificultad de reconocer el carácter oficial de una lengua que tan abierta ha sido para acoger en su seno influencias y tolerancias que han contribuido a su condición.

Por otro lado, tanto derecho tienen los españoles a nombrar castellano a su lengua como los argentinos, venezolanos, mexicanos, o panameños de calificarla como argentina, venezolana, mexicana o panameña, por citar algunos ejemplos. Lo cual podría significar el primer paso para la fragmentación de un idioma, que por número de hablantes ocupa el tercer lugar entre las lenguas del mundo. En España se hablan además el catalán y el gallego, idiomas de tronco románico, y el vasco, de origen controvertido.

Sergio Zamora B. Guadalajara, Jalisco, México 1999

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La diversidad lingüística en España

Javier Cubero

Cuando se pronuncia el nombre de un determinado país se suelen asociar a éste ciertos estereotipos fosilizados, por su uso y por su abuso, en el saber popular. La simplificación que conlleva el tópico conduce a una imagen uniforme y deformada de las complejas y variadas realidades que puede ofrecer cualquier Estado que atesore una larga Historia. De este modo, podría parecer que en España todas las personas gozan de la siesta, beben vino o sangría, comen paella, gustan de los espectáculos taurinos y hablan español. No se puede afirmar que la anterior sentencia sea totalmente falsa, tampoco que sea cierta, sino que no se ajusta a la realidad, y la realidad en España es un concepto plural que requiere muchos más matices que los que en este artículo se pueden ofrecer. En las líneas que aquí empiezan no se hablará de gastronomías o de costumbres, pero sí de esa parte esencial de la cultura que suponen los idiomas y de cómo las lenguas están fuertemente ligadas a la identidad de los colectivos humanos, identidades que, por otra parte, son difícilmente comparables.

Los españoles hablan español, pero no sólo español; una gran parte de la población es bilingüe y, en algunas ocasiones, trilingüe. El castellano, en un avance histórico continuo alcanzó todos los rincones de la geografía española, cruzó los mares y se alojó en lugares muy lejanos de la Península Ibérica, especialmente en América, donde crece con vigor enriqueciendo el importante acervo de los hispanohablantes. Esta lengua castellana o española, los dos nombres responden hoy en día al mismo idioma, se realiza gracias a una gran riqueza de dialectos y variedades, de algunas de estas formas de hablar tratará este texto, pero se ocupará especialmente de las otras lenguas que conviven en las tierras españolas.

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La palabra "dialecto" motiva, con frecuencia, actitudes defensivas y puede herir algunas sensibilidades, extraña reacción en tanto que todos hablamos algún dialecto, puesto que la lengua es siempre una entidad abstracta que engloba los distintos modos en que ésta se produce. No se pretende aquí avivar esta polémica y se utilizará la palabra "lengua" en su sentido más amplio, al entender que cuando se habla de un idioma estándar se hace referencia a un objeto sólo existente en los manuales y diccionarios, pero no en la vida cotidiana, en la que nos comunicamos con nuestras propias variedades de algún idioma distinguible de otros.

En la actualidad son cuatro, cuando menos, las lenguas más habladas en España: tres tienen su origen en el latín, español, catalán y gallego; la cuarta es más antigua y su origen no ha podido ser determinado, se trata de la lengua vasca o eusquera (euskera en vascuence). A éstas cabe añadir el aranés, dialecto del gascón hablado en el Valle de Arán, que también recibe un tratamiento de lengua cooficial en su territorio. Por otra parte, el aragonés y el leonés son dos grupos de hablas que, procedentes del latín, no llegaron a adquirir el reconocimiento de lenguas y hoy son considerados dialectos del español. Un mapa acompaña este texto con el objetivo de situar aproximadamente en la geografía peninsular las lenguas que se hablan en España y también los principales dialectos del español en el territorio nacional (las Islas Canarias no aparecen en el mapa aunque sí se hace mención del importante dialecto canario). Sin embargo, el mapa tendría poca utilidad si no se ofrecieran unos mínimos apuntes históricos de la evolución de las citadas lenguas.

Con anterioridad a la llegada de los romanos ya se hablaba en el Norte de la Península Ibérica el vascuence, único idioma que resistió la intensa romanización del territorio peninsular; el Sur estaba ocupado por los turdetanos; los íberos habitaban el Este y, hacia el siglo VII a J. C., los celtas se asentaron en la zona de la actual Galicia, las regiones altas del Centro y amplias zonas del Sur. Es fácil pensar que hubo otros pueblos, todos ellos con sus propias lenguas. Con la ocupación romana se inició un proceso de unificación idiomática que implantó el latín en casi todo el territorio. El latín hablado por los habitantes de la Península era el llamado latín vulgar, con influencias de las lenguas anteriores. Hacia el siglo V se produce la invasión de los germanos que adoptarían el latín y ejercerían una nueva influencia en el idioma de los romanos. Con posterioridad, la ocupación de los árabes obligaría a los cristianos a retroceder hacia el norte de la Península y asentarse en los territorios más resguardados y con un acceso más difícil, en estas zonas del Norte y debido a la incomunicación entre ellas la lengua iría evolucionando de forma distinta en los distintos núcleos de resistencia y daría lugar a las diferentes lenguas españolas derivadas del latín, de Este a Oeste: catalán, aragonés, castellano, leonés y gallego. El avance de los cristianos hacia el Sur extendió las citadas lenguas que continuaron su evolución con evidentes influencias de la lengua árabe. A partir del siglo X empezarán a escribirse textos en las distintas lenguas que se convertirán en la prueba evidente de su independencia respecto del latín y entre ellas.

La situación actual de las lenguas habladas en España es muy desigual, el español es hablado en todo el territorio nacional y, además, desde la Transición a la Democracia, en el último cuarto del siglo XX, se ha producido un proceso de reconocimiento y recuperación de las distintas identidades culturales y lingüísticas que, con evidentes dificultades, han resistido la presión de la que fue durante mucho tiempo única lengua oficialmente reconocida. El mapa intenta reflejar la

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ubicación geográfica de los principales dialectos del español en la Península y también de las lenguas distintas del español y, por tanto, las más desconocidas. Las siguientes líneas intentan esbozar algunas circunstancias de cada uno de estos idiomas.

El catalán

Se considera que el catalán hablado aparece entre los siglos VIII y IX. Los primeros textos escritos en catalán que están documentados datan del siglo XII, son el "Liber iudiciorum", traducción al catalán de un código de leyes visigodas, y las "Homilies d’Organyà", primer texto escrito directamente en catalán, en el que se comentan algunos pasajes de los Evangelios. El idioma catalán fue la lengua de la Corona catalano-aragonesa, potencia mediterránea en constante expansión durante la Edad Media. Entre los siglos XIII y XV fue llevada a las Islas Baleares y a Valencia, Cerdeña, Sicilia, Nápoles y Grecia. La producción literaria culta en catalán sufrió una decadencia desde el siglo XVI hasta el XVIII aunque nunca se dejó de hablar. A partir del siglo XIX se inicia una nueva etapa de esplendor literario y normalización que dará paso a la fijación de las normas de esta lengua durante el siglo XX.

En la actualidad, la lengua catalana se habla en cuatro estados europeos: España, en las comunidades autónomas de Cataluña, Islas Baleares, Comunidad Valenciana, Aragón y Murcia (la llamada "Franja" de Aragón, constituida por las zonas próximas a Cataluña de las tres provincias aragonesas, y en el Carxe, territorio próximo a la Comunidad Valenciana); Andorra, donde es la única lengua oficial; Francia, en cinco comarcas integradas en el Departamento de los Pirineos Orientales; Italia, en l'Alguer o Alghero, ciudad de Italia, en la isla de Cerdeña, provincia de Sassari.

Se estima que la lengua catalana es entendida por nueve millones de personas y hablada por más de siete millones de personas, lo que la convierte en la séptima lengua europea en cuanto al número de hablantes.

En 1861, Manuel Milà i Fontanals, estableció la división dialectal del catalán en dos grandes zonas, occidental y oriental, basándose en criterios fonéticos principalmente. El catalán oriental agrupa cuatro dialectos: rosellonés, central, balear, alguerés y sus correspondientes subdialectos. El catalán occidental se subdivide en catalán "norte-occidental" y valenciano.

En la Comunidad Valenciana, por razones políticas, el catalán se denomina valenciano o lengua valenciana de forma oficial.

El gallego

La lengua gallega se formó en la zona comprendida entre el norte y el sur del Río Miño. En el siglo XII la zona del norte fue otorgada a doña Urraca por su padre, Alfonso VI de Castilla y León, quien asignó la zona del sur, desde el Miño hasta el Tajo, a su otra hija, doña Teresa. La extrema rivalidad entre ambas ocasionó la posterior independencia de Portugal y la frontera entre los dos reinos favoreció la progresiva escisión del gallego-portugués en dos lenguas distintas a partir del siglo XV. Durante el siglo XIII, el gallego-portugués, fue la lengua de la poesía junto con el provenzal. Por esta razón, Alfonso X, que propició un impulso definitivo de

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la lengua castellana, escribió sus composiciones poéticas en gallego-portugués por ser este idioma el de mayor prestigio para la composición en verso. Tras esta época de esplendor sufrió siglos de decadencia, aunque no se dejó de hablar, y resurgió en el siglo XIX con los escritores románticos.

El gallego es hablado por más de dos millones de personas y su proceso de normalización ha provocado una controversia entre quienes defienden la situación actual de la lengua y quienes desearían una mayor aproximación al portugués. Esta última lengua tiene presencia en territorio español en algunas zonas fronterizas de Castilla y Extremadura.

El vascuence o euskera

La lengua más antigua entre las que se hablan en España cuenta con casi un millón de hablantes. Su territorio ocupa la mayor parte del País Vasco y la mitad norte de Navarra y se extiende hasta Francia, en el Departamento de los Bajos Pirineos, donde alcanza los cien mil hablantes.

Su situación es muy diferente a la de las otras lenguas citadas:

En primer lugar, su origen es incierto, algunas teorías proponen un parentesco con las lenguas caucásicas que se hablan entre Rusia y Turquía, otras estudian su relación con algunas lenguas africanas, ninguna de las dos teorías puede basarse en pruebas aceptables y el origen de este idioma sigue constituyendo un enigma. Sí se sabe que no es una lengua indoeuropea y que se hablaba antes de la romanización de la Península en una amplia zona del Norte, entre Cantabria y el Valle de Arán como mínimo ("Arán" es un topónimo de origen vasco, "aran" significa valle).

En segundo lugar, el euskera no tiene la tradición literaria secular de las lenguas romances, los vascos utilizaron el castellano como lengua de cultura durante mucho tiempo y el euskera estuvo durante siglos encerrado en un ambiente familiar y rural.

La recuperación de la lengua, iniciada durante el siglo XIX, impulsó una literatura que va tomando fuerza y que cuenta ya con prestigiosos autores.

Siete son las variedades del euskera, a partir de ellas se ha unificado el llamado euskera "batua" que actualmente se enseña en las escuelas del País Vasco.

El aranés

El Valle de Arán es una zona situada en la parte central de los Pirineos, en la provincia catalana de Lérida. La población censada se halla en torno a los 7.000 habitantes. La situación del valle, orientada hacia Francia, y su difícil acceso durante siglos desde Cataluña y Aragón favorecieron la conservación de la lengua aranesa, que en realidad es un dialecto del gascón.

La lengua de Oc pertenece al grupo de lenguas románicas o neolatinas y está constituido por cinco grupos dialectales: el provenzal, el lemosín, el languedocino, el auvernés y el gascón. De los cinco grupos, el más alejado del catalán es el gascón. El gascón es un conjunto de dialectos, desaparecidos algunos, hablados en la Gascuña francesa. El aranés es uno de esos dialectos, pero su aislamiento y el

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hecho de que no se haya perdido le confieren un tratamiento legal de lengua, así es reconocido como idioma oficial del Valle de Arán por el Estatuto de Autonomía de Cataluña, que también reconoce la autonomía y las instituciones propias del Valle (Conselh Generau d'Aran).

El aranés es la lengua de enseñanza en todos los centros de educación infantil y primaria del Valle de Aran. La población autóctona del Valle de Arán habla, por tanto, tres lenguas.

Respecto al español cabe recordar que es la lengua oficial de toda España y cooficial en aquellas comunidades donde se hablan los otros idiomas peninsulares que han sido reconocidos en sus correspondientes estatutos de autonomía. Tiene varios dialectos en el territorio español, entre ellos: el aragonés (recluido en los valles próximos a los Pirineos), el leonés, el bable o asturiano (en realidad se trata de un conjunto de dialectos muy próximos entre sí, llamados bables, hablados en Asturias); y dialectos meridionales como el andaluz (conjunto de hablas que tienen rasgos comunes), el canario, el extremeño (dialecto con base castellana e influjo leonés) y el murciano (dialecto con base castellana, pero con muchos rasgos de aragonés y de valenciano). Por otra parte, la línea divisoria entre las zonas norte de Aragón y Cataluña presenta una zona de hablas catalanas y aragonesas de transición, entre las que se puede destacar el benasqués.

Para concluir esta exposición debe mencionarse el caló, variante del romaní, hablado por las personas de etnia gitana y los dialectos árabes hablados en los territorios africanos de Ceuta, Melilla y en aquellas zonas que están acogiendo un gran número de inmigrantes norteafricanos durante los últimos años.

Aclaración final y referencias bibliográficas

El presente artículo constituye un modesto resumen realizado a partir de excelentes estudios publicados por prestigiosos lingüistas; aunque estos no hayan sido citados expresamente, sí se recogen las obras consultadas en la bibliografía. Las principales fuentes de información se detallan en este enlace y, en ellas, se contienen referencias mucho más amplias que, sin duda, ayudarán a quienes estén interesados en aumentar sus conocimientos más allá de esta mínima introducción.

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