LA EVALUACIÓN PSICOLÓGICA. La importancia sobre EL USO DE CONCEPTOS
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LA EVALUACIÓN PSICOLÓGICA. EL USO DE CONCEPTOS
Autora: María Inés Acuña M.P. 5451
Psicólogos y estudiantes de psicología hemos leído, escuchado y reflexionado respecto al uso “indebido” de
los tests2 y de las prácticas evaluativas que los convocan. Asistimos a una serie de consideraciones respecto a la
pertinencia del uso y divulgación de los tests en las evaluaciones psicológicas. Probablemente sea este enlace en la
formación primero y en la práctica después, a la cual debamos el espacio conceptual confuso respecto al campo de
la evaluación psicológica.
Como señala Casullo (1999) “pocas veces se tiene presente que cualquier tipo de quehacer profesional o
académico requiere, en alguna medida, de la participación de recursos evaluativos. Tal error se debe en gran
medida al hecho de haber confundido evaluación con psicodiganóstico, por una parte, técnicas con tests por otra, o
a su vinculación casi exclusiva con el campo de la psicología clínica o de la salud”.
En Psicología, los conceptos tienen la característica de resultar polisémicos de acuerdo al contexto (laboral,
jurídico, clínico, etc.) y a los modelos teóricos (cognitivo, psicodinámico, psicométrico, etc.). La utilización de los
conceptos define dichas prácticas; los conceptos psicológicos son llamados a intervenir, por ello resulta importante
establecer en qué condiciones son solicitados, y cuáles son los motivos de dicha solicitud (Marino, 2009).
El presente artículo tiene por objetivo una aproximación a los conceptos fundamentales en la práctica
evaluativa del ejercicio profesional desde un enfoque integrador.
EVALUACIÓN PSICOLÓGICA
La evaluación psicológica se define como subdisciplina científica de la Psicología, que se ocupa de la
exploración y el análisis del comportamiento (en los niveles de complejidad que se estime oportunos) de un sujeto
(o grupo especificado de sujetos) con objetivos básicos y/o aplicados (descripción, diagnóstico,
selección/predicción, explicación, cambio y valoración) mediante un proceso de toma de decisión en el que se
incardinan la aplicación de dispositivos, tests y técnicas de evaluación que serán seleccionadas en función a los
objetivos y marco teórico del evaluador (Fernández Ballesteros, 2000).
Así, las tareas evaluativas se presentan en toda actividad o quehacer del psicólogo, cualquiera sea el ámbito
de intervención. La característica común a ellas es la formulación y contrastación de hipótesis siguiendo las reglas
del método hipotético deductivo. Este útlimo supuesto ha sido algo descuidado como consecuencia de la
sobreestimación de baterías de test que se administran siguiendo criterios a priori, de manera automática.
En la lógica del proceso evaluativo como un listado reglado de entrevistas y tests, también se ha pasado por
alto, la importancia del dominio social en la planificación de las evaluaciones y de las posteriores intervenciones.
1 Licenciada en Psicología, Especialista en Psicología Forense. Docente a cargo de las Asignaturas de Evaluación Psicológica I y II en la Carrera de Psicología de la Universidad Nacional del Comahue. 2 Publicación Revista del Colegio de Psicólogos de Neuquén, julio, 2012.
1
La evaluación psicológica no produce descubrimientos que surgen de una aplicación rígida del método
científico, pero tampoco de su descuido3. Se trata de resultados en los cuales el efecto del contexto socio-histórico y
cultural de los sujetos caracteriza y posibilita la comprensión y explicación de los comportamientos atribuyéndoles
significados específicos y válidos a los conceptos con los cuales trabajamos.
Por lo tanto, los procesos de toma de decisión constituyen el eje fundamental para el abordaje evaluativo. Las
baterías preestablecidas suponen una concepción a priori que debe revisarse en función a cada caso, donde la
secuencia no sólo debiese depender de las emociones ligadas a los estímulos de las pruebas y su lugar en la batería,
sino a las variables vinculadas al problema: qué del sujeto, qué de su grupo social, qué de su ambiente, es necesario
conocer para brindar una solución posible según objetivos diagnósticos, de selección, de orientación, de
explicación con las particularidades procedimentales que cada uno supone.
Debemos destacar que la evaluación psicológica involucra una relación relativamente breve con los sujetos,
por lo que la posibilidad de que algunas cuestiones sean malinterpretadas (p. e. si no están claramente fundadas las
conclusiones) se incrementan. No hay que olvidar el hecho de que los informes psicológicos forman parte de la
historia clínica, del legajo laboral, de una causa judicial, etc. que permanece toda la vida.
En todo proceso de evaluación psicológica se toman decisiones que afectan significativamente la vida de los
sujetos evaluados, lo cual exige un compromiso de competencia ineludible por parte del profesional. La sociedad en
su conjunto es perjudicada por decisiones inapropiadas, del mismo modo que la confianza en la disciplina resulta
dañada.
PSICODIAGNOSTICO
El concepto psicodiagnóstico ha sido utilizado por primera vez por Herman Rorschach para designar su conocida
técnica de interpretación de manchas de tinta. El mismo posee una semántica médica de origen europeo, que en
nuestro país muchas veces se presenta como sinónimo de la evaluación psicológica, resultando así nominaciones
tales como psicodiagnóstico laboral, psicodiagnóstico educativo, etc. que exceden la aplicabilidad subyugada
exclusivamente el objetivo de diagnostico psicopatológico, es decir la clasificación del sujeto en estudio con fines
clínicos (Fernández Ballesteros, 2010). La orientación médico psiquiátrica y psicodinámica ha tenido una posición
dominante en nuestra psicología argentina (Ardila, 1979; Klappenbach, 2000). Equiparar los conceptos de
evaluación y psicodiagnostico supone un error conceptual y metodológico (Casullo, 1999) como efectos
inadecuados en las prácticas. Pensemos por ejemplo la descripción y vicisitudes de un diagnóstico diferencial en
informes elaborados bajo los requisitos de un proceso psicotécnico.
En una primera aproximación, las características del psicodiagnóstico eran: a) conocimiento aplicado a arte,
en principio falible y susceptible de ser enseñado; b) predomina lo cualitativo y la experiencia personal, ajuste a un
pronóstico o predicción; c) se distingue de la intervención; d) se refiere a lo patológico, a aspectos negativos; e) se
3 Como sugerencia se proponen las Guías para la evaluación psicológica (GAP) – (Fernández Ballesteros et al. 2003). 2
trata de un acercamiento individualizado: los síntomas significan cosas distintas en personas diferentes (Pelechano,
1980). Debido a una variedad de críticas que aparecen a finales de los años 60 sobre el aparato conceptual y
metodológico del Psicodiagnóstico, de raíz medica y psicodinámico, aparece la aproximación conductual de la
evaluación, donde se ubica el estudio minucioso del comportamiento de un sujeto en una situación, a través de la
descripción y explicación de las relaciones funcionales observadas (Ávila Espada, 1992 citado por Fernández
Molina, 2003).
Actualmente, el concepto se utiliza cuando el objetivo de la evaluación psicológica es el diagnostico, o sea la
descripción de la clasificación del sujeto en estudio con fines clínicos (Fernández Ballesteros, 2000). Las
diferencias entre la evaluación y el psicodiagnóstico son:
el psicodiagnóstico apunta al conocimiento de cierto “qué”, la evaluación a la estimación de “cómo” y
“cuánto”;
el psicodiagnóstico apunta a un saber sobre ciertos estados del sujeto o diferencias individuales, la
evaluación al saber sobre las variaciones de procesos y los cambios que en las mismas se detectan, o
diferencias contextuales y situacionales
el psicodiagnóstico apunta a cierta “mente” que puede hallarse en distintos modos o estados, mientras la
evaluación subraya ante todo los aspectos comportamentales de los fenómenos estudiados por los
psicólogos.
TESTS Y TÉCNICAS DE EVALUACIÓN
En el año 2003, la Asociación Europea de Evaluación Psicológica afirmaba que:
“los test son solo uno de los tipos de procedimientos en la evaluación psicológica, y su aplicación solos una de las
muchas estrategias o clases de acciones disponibles durante el desarrollo del proceso evaluativo. Los tests y el testing
están estrechamente relacionados con el modelo de la psicometría” (Fernández Ballesteros, De Bruyn, Godoy,
Hornke, Ter Laak, Vizcarro, Westhoff, Westemeyer & Zaccagnini, 2003).
El concepto test aparece definido como “un procedimiento por medio del cual una muestra de
comportamiento de un dominio especificado es obtenida y posteriormente puntuada, empleando un proceso
estandarizado” (APA, 1999). otra definición propuesta por Fernández Ballesteros (1992) propone la distinción
entre test y técnicas de evaluación en términos de:
“un test es un instrumentos sistemático y tipificado que permite la comparación de un sujeto con un grupo normativo.
Una técnica de evaluación tan sólo supone dispositivos de recogida de información, sin que necesariamente requiera
tipificación de su material o con ella se permita comparaciones intersujetos.”
El testing (Anastasi, 1978) supone la administración, puntuación e interpretación de tests, mientras que la
evaluación psicológica es un concepto mucho más amplio referido a la actividad de analizar, hipotetizar, tomar
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decisiones en función a las hipótesis, recoger, valorar e integrar la información utilizando, en la medida de lo
posible, diferentes fuentes de información, de acuerdo con un plan previamente establecido. Se muestran en Tabla 1
las características diferenciales de dichas tareas.
Tabla 1. Diferencias entre testing y evaluación psicológica.
TESTING EVALUACIÓN PSICOLÓGICASe orienta a la medida. Se orienta al problema o demanda.Se relaciona con la aplicación de dispositivos de medida estandarizados.
Incluye otros procedimientos e instrumentos de recogida de datos además de los tests.
Requiere conocimientos sobre el test a utilizar. Requiere de conocimientos sobre procesos psicológicos, teorías y técnicas asociadas, criterios de selección, metodología, psicometría, etc.
Implica la utilización de instrumentos de medida para recoger datos.
Implica un complejo proceso de toma de decisiones en el que la recogida de datos es un paso importante, para responder a la demanda de un sujeto o grupo.
Otra cuestión que merece atención es la cualidad “objetiva” que tradicionalmente se ha atribuido a los tests,
fundado en el carácter estandarizado de la interpretación de las puntuaciones. Dicho criterio sin embargo, ha
producido confusión y no parece adecuado en relación a las técnicas psicométricas (tests) en general.
En sentido estricto, solo resultan técnicas “objetivas”, los procedimientos de recogida de información de
eventos psicológicos observables o amplificables (perceptivos, motores y/o cognitivos) que se aplican mediante
aparatos o métodos informáticos que permiten una administración, registro, puntuación y análisis objetivo,
generalmente mecánico o electrónico sin la intervención del evaluador (Fernández Ballesteros & Calero, 1992). Se
trata de los “procedimientos que permiten obtener una puntuación diferencial en un sujeto basada en su respuesta
a estímulos específicos o secuencias de estímulos de tal forma que el sujeto no conoce la implicación de sus
respuestas ni tampoco puede modificarlas” (Hundeleby, 1973, citado por Fernández Ballesteros, 2010).
¿Será por ello que encontramos actividades de formación en grado y postgrado principalmente abocadas a
los test y se ausentas enfoques sobre el manejo de las de técnicas de evaluación?.
VALORACION PSICOLÓGICA
Otro concepto con identidad propia en el campo de las tareas evaluativas es el de valoración. A través de un
estudio empírico Fernández Ballesteros (1985) distingue la evaluación (assessment) referida al examen o
exploración en el caso de personas, de la valoración (evaluation) que implica procesos de juicio de bondad referidos
a objetos (puestos de trabajo, tratamientos, programas, assessment, etc.). Si bien se trata de términos sinónimos en
la lengua castellana, proceden de un uso semántico distinto. La valoración supone el enjuiciamiento del grado en el
cual algo es útil, eficaz, meritorio y válido. Las evaluaciones que realizamos debiesen ser valoradas en todo práctica
evaluativa, como procedimiento para garantizar resultados útiles y válidos, como ejercicio metacognitivo por parte
del evaluador.
No debemos olvidar que cuando evaluamos nos vemos influidos por errores y sesgos atribucionales tales
como otorgar un sobrevalor a la teoría o vernos influidos por prejuicios, entre otros tantos posibles. La valoración
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de las propia práctica supone además, una oportunidad para destacar las garantías éticas y científicas de la
evaluación psicológica.
La valoración también debe extenderse a la comprensión de criterios de fiabilidad y validez, incluyendo las
consecuencias sociales de la evaluación (Messick, 1999) así como la utilidad del proceso mediante el análisis de los
conocimientos, reglas y prototipos que guían la toma de decisión (Hayes, Nelson & Jarret, 1987, citados por
Fernández Ballesteros, 2010).
UNA MIRADA POSIBLE SOBRE LA EVALUACIÓN
La psicología es una profesión enormemente plástica y flexible cuyos hallazgos son útiles en múltiples áreas
y ámbitos sociales en constante cambio y evolución. Necesitamos consolidar el área de la evaluación psicológica,
no sólo en el ámbito académico sino también el ámbito profesional. Para ello es menester, identificar las
particularidades de procedimientos que garanticen una práctica competente frente a las demandas de la sociedad en
la que intervenimos. En esa intervención nuestra posición no es neutra, formamos parte del proceso evaluativo.
Debemos incluir las variables que aportamos en calidad de participantes en los procesos evaluativos, conocerlas,
adecuarlas y analizarlas para propiciar mejoras en la tarea profesional. Sabemos que no son frecuentes en la
formación del psicólogo, actividades de análisis de valoración ambiental, diseño y valoración de programas en las
diferentes áreas de incumbencia. Sin embargo, debemos incluirlas, estudiarlas y desarrollarlas, el crecimiento de la
psicología también depende de ello. Las tareas evaluativas nos permiten poner a prueba las teorías, acceder a los
fenómenos y generar espacios para la investigación.
Resulta necesario el reconocimiento de las diferentes prácticas evaluativas, no sólo en la formación de grado
y posgrado, sino también por parte de los sistemas de prestación social de salud, ya que las particularidades que
ellas suponen exceden el uso de los tests proyectivos y psicométricos tal como son referidos en códigos de
prestación.
La formación de grado y posgrado debe ser clara e identificar los modelos teóricos, alcances y limitaciones
que ellos suponen en función a los objetivos de evaluación. No se trata de enseñar a administrar, puntuar e
interpretar pruebas de manera acrítica, cuasi dogmática. No existen pruebas válidas, la validez no es una
característica de la prueba sino de su utilización, de la decisión que se toma al considerarla como fuente de
información considerando objetivos y ámbitos. La distinción entre test y técnicas nos conduce a preguntarnos por el
desarrollo de estudios en el campo de la entrevista, de la observación, de las técnicas subjetivas y de los procesos
evaluativos, más allá de los test.
El concepto de evaluación psicológica nos permite ir mucho mas allá de los diagnósticos, nos convoca a un
avance para definir los problemas e intervenir de manera más efectiva, así como una modificación en el rol del
evaluador en tanto participe activo con capacidad reflexiva y autocritica con respecto a la tarea. Se trata en
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definitiva de una posición responsable y crítica para con nosotros, con nuestra disciplina y con nuestro servicio a la
sociedad.
REFERENCIAS
American Psychological Association (1999). Standards for educational and psychological testing. Recuperado de: http://www.apa.org/topics/testing/index.aspx
Anastasi, A. (1978). Tests Psicológicos. Ed. Aguilar, Madrid. España.
Ardila, R. (1979). La Psicología en Argentina: pasado, presente y futuro. Revista Latinoamericana de Psicología, 2, (1), 77-91.
Casullo, M. (1999). La evaluación psicológica: Modelos, técnicas y contexto sociocultural. Revista Iberoamericana de Evaluación Psicológica, 1, 97-113.
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Fernández Ballesteros, R. (1992). Conceptos y modelos básicos. En Fernández Ballesteros, R. (Ed.) Introducción a la Evaluación Psicológica. Tomo I. Madrid, Ed. Pirámide.
Fernández Ballesteros, R. (2010). Evaluación psicológica. Conceptos, métodos y estudio de casos. Ed. Pirámide, Madrid. España.
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Fernández Ballesteros, R., De Bruyn, E., Godoy, A., Hornke, L., Ter Laak, J., Vizcarro, C., Westhoff, K., Westemeyer, H. y Zaccagnini, J. (2003). Guías para el proceso de evaluación (GAP): un propuesta a discusión . Rev. Papeles del Psicólogo. 23, (84), 58-70
Klappenbach, H. (2000). El título profesional del psicólogo en Argentina. Antecedentes históricos y situación actual. Revista Latinoamericana de Psicología, 32 (3), 419-446.
Marino, J. (2009). La diversidad de los conceptos en Psicología. Análisis epistemológico y metodológico. Colección Metodología de la Investigación. Ed. Brujas Córdoba, Argentina.
Messick, S. (1998). Test validity: a matter of consequence. Social Indicators Research, 45, 35-44.
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