La espiritualidad n l final dTX -...

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  • Esta coleccin pretende aportar ideas yreflexiones, materiales y ejercicios que sirvandirectamente para aquellas personas quetrabajan en su propio crecimiento personal oque ayudan a facilitarlo en otros.

    Los contenidos sern variados, teniendocomo punto de mira el de la divulgacin declaves psicolgicas que estn al servicio de unamayora lo ms amplia posible. Desde laPsicologa, la Corporalidad y la Espiritualidadencontraremos sugerencias para que estecrecimiento pueda ser integrador de cuerpo,mente y espritu.

    El estilo "serendpico" pretende fomentarla lectura reposada, la mirada interior, elasombro... y le invitar tambin a quetransforme en vivencia lo ledo, o a manteneruna actitud de apertura hacia lo gratuito y endefinitiva a poder vivir desde la accin degracias la realidad del da a da.

    La Ciencia ha hecho descubrimientos asombro-sos y nos ha proporcionado avances inimaginables,pero todava quedan cosas que no se han descu-bierto o no se han podido demostrar, y quizsdebamos emplear otras formas de sabidura paraacercarnos a ellas.

    El psiclogo Iosu Cabodevilla hace una incur-sin en esa fina frontera de la Ciencia, para aden-trarnos de nuevo en el mundo de la espiritualidad;la dimensin del ser humano que, como explica alo largo de estas pginas, es justamente la que lehace ms humano, y que frecuentemente ha sidoconfundida e identificada con la religin.

    Cabodevilla explora la espiritualidad con unosojos limpios y sin prejuicios, compartiendo susobservaciones de un momento importante de lavida, como es la proximidad de la muerte. Se aden-tra sin tapujos en el lenguaje de los smbolos, delos sueos, de las sincronicidades, abriendo espaciospara una nueva y sin embargo ancestral interpre-tacin de lo sutil, invitndonos a bucear en lo queentiende como signos del Espritu.

    Este libro est escrito para todas las personasque quieren seguir creciendo en su desarrollopersonal y especialmente para quienes sienten quela muerte, la suya o la de algn ser querido, se estacercando y la quieren vivir de manera serena yconfiada. A lo largo de sus pginas nos ofrece unavisin cargada de esperanza y, con un lenguajeclido y amoroso, nos muestra la muerte comouna bella oportunidad, como el ltimo regalo.

    Serendipity: "la facultad de hacer por casualidad descubrimientos afortunados e inesperados"

    (Oxford Avanced Dictionary).

    Descle De Brouwer

    ISBN: 978-84-330-2172-4

    ,!7II4D3-acbhce!www.edesclee.com

    125

    Directora: Olga Castanyer

    D i recto ra : O lga Cas tanyer

    Iosu Cabodevilla Eraso (Pam-plona - Irua, 1959)Psiclogo Clnico, especialista enCuidados Paliativos. Compaginasu labor de psiclogo de la Uni-dad de Cuidados Paliativos en elHospital San Juan de Dios (Pam-plona) con la de psicoterapeutaen el Centro de Crecimiento Per-sonal Sendabide.Es miembro de la Asociacin dePsicoterapeutas Laureano Cuesta,de la Asociacin Vasca de TerapiaGestalt y de la Sociedad Espaolade Cuidados Paliativos (SECPAL).Autor de los libros Vivir y morirconscientemente (4 ed.) y En vs-peras del morir y coautor de loslibros Relatos para el crecimientopersonal (6 ed.) y 14 aprendizajesvitales (11 ed.). Todos ellos enesta misma editorial.Es coautor de la Gua de Salud yDesarrollo Personal (Gobierno deNavarra, 1996) y de la Gua Edu-cativa para trabajar con grupos depadres y madres (Gobierno de Na-varra, 1996) que obtuvieron laMencin Honorfica del premioEducacin y Sociedad 1996 delMinisterio de Educacin y Cultura.Imparte numerosos cursos, talle-res y conferencias sobre el temade la muerte y el crecimientopersonal desde una orientacinhumanista-existencial.

    Descle de Brouwer

    Iosu

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    I o s u C a b o d e v i l l a

    LA ESPIRITUALIDADen el final de la vida

    I o s u C a b o d e v i l l a

  • LA ESPIRITUALIDAD EN EL FINALDE LA VIDA

    Una inmersin en las fronteras de la ciencia

  • Iosu Cabodevi l la Eraso

    125

    LA ESPIRITUALIDAD EN EL FINALDE LA VIDA

    Una inmersin en las fronteras de la ciencia

    C r e c i m i e n t o p e r s o n a lC O L E C C I N

  • Iosu Cabodevilla Eraso, 2007

    EDITORIAL DESCLE DE BROUWER, S.A., 2007Henao, 6 - 48009 [email protected]

    Queda prohibida, salvo excepcin prevista en la ley, cualquier forma dereproduccin, distribucin, comunicacin pblica y transformacin de estaobra sin contar con la autorizacin de los titulares de propiedad intelectual.La infraccin de los derechos mencionados puede ser constitutiva de delitocontra la propiedad intelectual (arts. 270 y sgts. del Cdigo Penal). El CentroEspaol de Derechos Reprogrficos (www.cedro.org) vela por el respeto delos citados derechos.

    Diseo de coleccin: Luis Alonso

    Impreso en Espaa - Printed in SpainISNB: 978-84-330-2171-4Depsito Legal: BI-22272/07Impresin: RGM, S.A., Bilbao

  • A Corpus Cabodevilla, mi padre, in memoriam.A la estirpe de los Eraso, en honor a mi madre.

  • NDICE

    Prlogo por Eladi Freixa i Casas, Hermano de San Juan de Dios . 11

    Breve historia. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 15

    1. Preprate para la inmersin . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 17

    2. Presentacin. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 23

    3. Fuentes de inspiracin . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 27

    4. Dimensin espiritual . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 33

    5. En las fronteras de la ciencia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 455.1. Ciencia y espiritualidad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 545.2. La vivencia del tiempo en el final de la vida . . . . . . . 605.3. Nos esperan quienes nos precedieron?. . . . . . . . . . . . 62

    6. Hermana muerte . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 71

    7. Psicologa y espiritualidad en el final de la vida. . . . . . . . 817.1. Los sueos y el espritu . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 89

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    8. Sanar es algo ms que curar . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 958.1. El perdn al final de la vida . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1018.2. La espiritualidad y las relaciones interpersonales

    en el final de la vida. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1048.3. Silencio espeso. Un relato breve . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 114

    9. Visualizaciones para el espritu . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1199.1. Meditacin de luz. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1239.2. Visualizacin sobre la quimioterapia (intravenosa) . 1279.3. Visualizacin sobre la quimioterapia (oral). . . . . . . . . 1289.4. Visualizacin sobre sanacin. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1309.5. En memoria de la muerte de mi padre. . . . . . . . . . . . . 133

    10. Acompaamiento espiritual . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 13910.1. Reconciliacin con la propia vida . . . . . . . . . . . . . . . . 14410.2. Las elecciones y renuncias en la vida . . . . . . . . . . . . . 14810.3. Los hitos importantes . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 15010.4. Elaboracin del dolor de la separacin. . . . . . . . . . . . 15110.5. Mi vida sin m . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 15510.6. La esperanza . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 15610.7. Las actitudes del acompaante espiritual . . . . . . . . . 161

    11. La muerte, el ltimo regalo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 167

    LA ESPIRITUALIDAD EN EL FINAL DE LA VIDA

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    PRLOGOpor Eladi Freixa i Casas

    Nuestra sociedad est empeada en eliminar la conciencia de lamuerte. Tenemos un enfoque equivocado de la muerte y sobre todonuestro temor a la muerte est estrechamente relacionado con nues-tra actitud hacia la vejez.

    Hoy da el mito de la eterna juventud se ha convertido en unaobsesin colectiva. Hay sin embargo una saludable reaccin y muchagente est empezando a cuestionar los estereotipos dominantes sobrela juventud y los prejuicios sobre los ancianos.

    Sera muy til que hubiera ms genteQue hablara de la muerteComo de una parte intrnseca de la vida,De la misma manera que no vacilanEn hablar de que alguien est esperando otro nio.

    Elizabeth Kbler-Ross

    El entramado de la vida se va desenvolviendo con lo que uno vahaciendo y desarrollando y sigue los caminos que uno recorre. Aun-

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    que nos parece que somos nosotros los artfices de nuestra vida, elmismo entramado, es la Vida, la que se nos desenvuelve indicndo-nos el camino.

    Cada acontecimiento de nuestra existencia, cada situacin desufrimiento y dolor tienen un propsito. Para vivir en armona conla Vida, uno sin ms pretensin debe ofrecer lo que uno es para com-pletar lo que los otros no pueden ser.

    El ro de la vida nos lleva sin saber a dnde;En la corriente, nos podemos encontrar con todo tipo de accidentes, paisajes, cascadas...La gota de agua que cada uno somos, no puede decidir dnde quiere ir.

    Nuestra vida presente est limitada en el tiempo y el espacio,vivamos una actitud de renuncia, pues todo lo que tenemos y todo loque nos rodea lo tenemos que dejar. Nuestra vida es un aprendizaje.La paciencia de crear en cada momento, sin prisas y sin ansiedady considerar el momento presente como nico de un futuro desco-nocido.

    El alma ha venido a este mundo para aprender a vivir la eterni-dad en el presente, y viviendo as plenamente, la muerte no es elfinal del camino.

    Cuando la muerte nos sacude de cerca, por una muerte sbita deun amigo o familiar, o cuando uno tiene que cuidar a un moribun-do, lo inevitable de la muerte, nos da pie a analizar el sentido de laexistencia, que nos sita en el mundo y nos permite averiguar enqu direccin andamos.

    Todo ello nos condiciona y nos hace experimentar en nuestrapropia vida continuas transformaciones. Morimos muchas muertesantes de morir. Estas muertes que se nos presentan son causas demiedos, sufrimiento y enfermedades.

    LA ESPIRITUALIDAD EN EL FINAL DE LA VIDA

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    Hay un gran temor a ese proceso de transformacin e inclusoms temor que la propia muerte.

    Se nos ha dado la capacidad de poder descubrir el hilo conduc-tor de nuestra vida.

    Todo lo que hacemos en nuestra vida tiene realmente su sentido,lo que es necesario saberlo descubrir.

    Estamos aqu para aprender las lecciones que la vida nos va dan-do y cuando las dejamos que penetren y empapen nuestro corazn,se nos revela una realidad ms amplia, que sobrepasa todas lasestrategias que hemos desarrollado para sobrevivir; apareciendouna sensacin de paz que sobrepasa al entendimiento, y esta sensa-cin es sanadora.

    Vivir supone un caminar hacia la muerte. Todas las situacionesde prdida que acontecen en nuestra vida nos preparan para lamuerte.

    Para el que cree la nica muerte verdadera es el egosmo.Quienno ama permanece en la muerte (1Jn 3,14). La fe y la esperanzapasarn pero el amor no pasar nunca. Lo que queda son nuestrasrelaciones de amor y nuestra capacidad de amar.

    Quiero terminar con una cita de esta mujer entraable y sabiaque fue Kbler Ros:

    Los que aprenden a conocer la muerte,ms que tenerle miedo y luchar contra ella, se convierten en nuestros maestros sobre la vida.

    PRLOGO

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    BREVE HISTORIA

    Finales de agosto de 2006. Amets se muere de un cncer de coloncon metstasis hepticas. Se trata de una mujer casada, de 42 aoscon una hija adolescente a la que le cuesta aceptar la gravedad de sumadre.

    Esta fresca maana, cuando los olores de un otoo anticipadocomienzan a dejarse sentir, la habitacin del hospital en la que seencuentra Amets tiene un brillo especial (frecuencia de luz), dife-rente al de otros das.

    Ella se encuentra postrada en la cama, los ojos hundidos, la narizafilada, la vida se le escapa a ese cuerpo en extremo delgado. Ape-nas un hilo de respiracin entra en sus pulmones. Su rostro reflejapaz, serenidad, no hay tensin en l. A un lado de su cama su pare-ja, al otro su madre, a los pies su padre. Silencio intenso y nutriente.Tendra razn Eckart cuando afirmaba que no hay nada en el uni-verso que se parezca tanto a Dios como el silencio? Cunto chocaeste silencio con la sociedad que nos toca vivir! Hay quien es adictoal ruido, y busca pasar de un ruido a otro, personas que no viven enun lugar sino en un ruido, que huyen del silencio que les pone encontacto consigo mismas.

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    La habitacin de Amets no es el palpitar ansioso y brutal de unacaja de ritmos. Es un lugar donde el tiempo se ha vuelto espeso has-ta casi detenerse, donde la memoria es un presente infinito. Atrave-sar la puerta de su habitacin es sustraerse a las urgencias de nues-tra vida, para ejecutar un acto soberano y personal que pide sereni-dad, quiz silencio, quiz la quietud de un lugar. Tengo presenteuna visualizacin, realizada hace pocos das con ella, en la que sevea a s misma rodeada de luz, todo su cuerpo rodeado de luz y atravs de la coronilla de la cabeza se iba inundado tambin por den-tro. Toda ella era luz, por dentro y por fuera.

    Tomo la mano de Amets que haba dejado libre su madre, la aca-ricio con mi yo ms autntico que soy capaz de ser en ese momento.Su marido contina acariciando la otra mano cuando en unmomento la suelta precipitadamente y sale a la terracita de la habi-tacin rompiendo a llorar. Yo acudo detrs, en silencio, le toco en elhombro. Muestra su dolor y su rabia y me cuenta:

    Ayer le pregunt qu haca moviendo los labios. Ella me contest quehablar con Dios. Yo le volv a preguntar si le contestaba, ella me dijo quetodava no, pero que lo hara muy pronto.

    Es la tarde, estoy en mi despacho plasmando en el papel lo vivi-do esta maana. Una amiga me ha interrumpido al telfono y le hepedido su parecer sobre el ttulo del libro Una inmersin en lasfronteras de la ciencia. Apenas 15 horas despus de mi visita,Amets dej de respirar definitivamente.

    LA ESPIRITUALIDAD EN EL FINAL DE LA VIDA

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    PREPRATE PARA LA INMERSIN

    No hay ms que un templo en el Universo,y se es el cuerpo humano. Nada es mssagrado que esa forma elevada.Estamos tocando el cielo cuando posamosnuestra mano en el cuerpo humano.

    Novalis.

    Amigo lector, amiga lectora, si quieres, slo si t quieres, puedoser tu acompaante para hacer una incursin en las fronteras de laciencia. All donde brilla la esencia del Espritu que habita en ti, enun momento muy especial, cuando quizs estamos vivenciando lamuerte cercana, ya sea la propia o la de un ser querido.

    Una observacin preliminar se impone1, nos encontramos con laparadoja de tener que disertar y emitir juicios y valoraciones sobrealgo que escapa a nuestra experiencia personal. La muerte nos con-cierne a cada uno de nosotros profunda, ntima y personalmente,

    1

    1. ALEMANY, J. J., Misterio de la muerte, misterio pascual. Congreso Internacionalde Teologa. 9-12 de mayo de 2001. Ftima, Portugal. Universidad P. Comillas.Facultad de Teologa. Madrid 2001.

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    pero ninguno la hemos vivido directamente, y cuando nos toqueexperimentarla ya no podremos opinar sobre ella. No podemoshablar de ella sino como testigos ms o menos cercanos de muertesajenas y, en todo caso, como aqullos a quienes alguna vez sobre-vendr este destino. Y ambas situaciones son lo suficientementeimpactantes como para que la carencia de experiencia directa de lamuerte no disminuya nuestro inters.

    Para esta inmersin lo nico que posees es el momento presente.En el ahora2, en la ausencia de tiempo, todos tus problemas se disuel-ven. El sufrimiento necesita tiempo; no puede sobrevivir en el ahora.

    Durante todo este proceso ten siempre presente el observar sinjuzgar las voces de tus pensamientos, observar al pensador. Noanalices, simplemente observa.

    Evita el anlisis y deja que el significado surja de adentro. Cual-quier cambio sucede de dentro hacia fuera, a su propio ritmo. Nohay necesidad de hacer que ocurra algo. La transformacin y lasanacin se revelan espontneamente en una atmsfera amorosa,acogedora, de apoyo y cuidado. El nfasis del trabajo reside preci-samente en la creacin de esas condiciones, de esa atmsfera.

    Sin aferrarsea la mentey sin dejarla ir.Dejarla sersin tratarde agarrarlani de librarse de ella.

    Cntico del Mahamudra

    LA ESPIRITUALIDAD EN EL FINAL DE LA VIDA

    2. ECKHART, Tolle, El poder del ahora, Gaia, Madrid 2001.

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    Estar atento es distinto de prestar atencin. Al prestar atencinalgo queda bloqueado, de tal forma que la consciencia slo se pue-de focalizar en una cosa. Al estar atento no se bloquea nada. Unoest abierto a todo lo que existe. Es un estado de apertura relajante,todo nos puede llegar, una sensacin, un sentimiento, una visin,cualquier cosa puede acceder a nuestra conciencia abierta3.

    En la conciencia contemplativa desaparece momentneamentenuestro aferramiento al tiempo y descansamos en lo que contem-plamos tal cual es, ya sea un paisaje, una obra de arte, un senti-miento, o lo que fuera, sin intentar cambiarlo o modificarlo.

    Efectivamente, mientras contemplamos un objeto hermoso(natural o artstico), toda nuestra actividad queda en suspenso ysimplemente estamos atentos, slo queremos contemplar el objetoy que ese estado perdure; no queremos apropirnoslo, escapar del, ni modificarlo, sino slo contemplarlo, permanecer en su pre-sencia.

    La autntica obra de arte nos atrapa, incluso contra nuestravoluntad, y nos deja absortos y en silencio, liberados del deseo, aje-nos a todo intento de apresar.

    As lo expresaba Carl Rogers4:

    Quizs, la razn por la que apreciamos una puesta de sol sea queno la podemos controlar. Cuando observo una puesta de sol no meencuentro a m mismo diciendo: Suaviza el naranja de la esquinaderecha, pon un poco ms de violeta en la base, y usa ms rosa enel color de las nubes, no hago esto. No intento controlar ningunapuesta de sol. () creo que esto es una actitud oriental; para m esuna de las ms satisfactorias.

    PREPRATE PARA LA INMERSIN

    3. CABODEVILLA, I., En vsperas del morir, Descle De Brouwer, Bilbao 2001.4. ROGERS, C., El camino del ser, Kairs, Barcelona 1987.

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    Aprende a no identificarte con tu mente. Es necesario, nos re-cuerda Blay5, ver que yo no soy el personaje que ha vivido unosdisgustos, o unas tragedias. Yo soy el foco divino de Energa, Inteli-gencia y Amor, lo dems son slo formas mentales que creo reales.

    Acepta cualquier cosa que contenga el momento presente comosi la hubieras elegido. Trabaja siempre a favor del momento, no con-tra l.

    Recuerda que lo ms sagrado y espiritual que tenemos los sereshumanos es nuestro propio cuerpo. No niegues tu cuerpo, ni luchescontra l. La transformacin, la iluminacin se realiza a travs delcuerpo, no alejndose de l.

    Descarta las creencias y los pensamientos caducados. La expe-riencia tiene mucha ms fuerza que la creencia. Aprende de tus ex-periencias.

    Vamos a continuar, ahora te pido un paso ms.

    Quiero que emplees tus sentidos plenamente. Es una formasilenciosa, espaciosa, no violenta de prestar atencin a nuestra expe-riencia. No se trata de imponer nada, sino de mantener una actitudcuriosa, experimental. Para ello trata de estar donde ests. Mira a tualrededor. Simplemente mira sin interpretar. Observa los objetosque te rodean, puedes levantar ahora la vista de este libro (). Sconsciente del espacio que permite a cada cosa ser (). S conscien-te de la presencia silenciosa de cada objeto. Observa la luz, las for-mas, los colores, las texturas. Ahora prsta atencin a los sonidos.Escucha los sonidos; no los juzgues. Escucha el silencio debajo de lossonidos. Ahora toca algo cualquier cosa permtete sentir a travsde tu piel, siente y reconoce su ser. Lleva la atencin a tu respiracin,observa el ritmo, no intentes cambiarlo, ni variarlo; simplemente

    LA ESPIRITUALIDAD EN EL FINAL DE LA VIDA

    5. MARTI, M., Palabras de un maestro. Blay en sntesis, Ediciones ndigo, Barcelo-na 1990.

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    siente cmo fluye el aire dentro y fuera, cmo entra el aire a tus pul-mones que se llenan como si fuera un globo, una breve pausa y vuel-ve a salir. Siente la energa de vida dentro de tu cuerpo. Permite quetodo sea, tanto dentro como fuera. Entra profundamente en el aho-ra. Ests preparado?, ests preparada? Adelante.

    Ten en cuenta que el progreso no siempre es lineal. Puede quehayas avanzado mucho en cuanto a solidaridad y compasin, peroque te quede mucho por hacer en relacin con la ira, o la envidia, oquiz con la vinculacin o la paciencia.

    Profundizar es llegar al fondo y a la vez abrirse hacia fuera. Vivircada momento con todo el alma, como si fuese el ltimo momentode nuestras vidas, pero sin ansiedad. Profundizar es estar siempredispuesto, abierto a lo que sea.

    Una vez que te inicies en estas inmersiones, aprenders a abor-dar con ms paciencia y tranquilidad los obstculos y frustracionesde la vida. Te sentirs cada vez ms realizado y dejars de estar des-concertado y perdido. Aprenders que el dolor, la ansiedad o el mie-do son algo inevitable, e invertirs tu energa no a liberarte de ellosciegamente, sino a comprender su sentido y a atravesarlos. Vivirstu vida ms intensamente en el presente y disfrutars de sus place-res tambin con ms intensidad. Pero sobre todo, como dice BrianWeiss6, comprenders lo que todos tenemos en comn: estamos msall de la vida y de la muerte, ms all del espacio y del tiempo.Todos somos inmortales y existimos por toda la eternidad.

    PREPRATE PARA LA INMERSIN

    6. WEISS, B., Los mensajes de los sabios. Ediciones B, Barcelona 2002.

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    PRESENTACIN

    Me presento ante ti, amigo lector, amiga lectora, como un hom-bre sin ms. Casado, con tres hijos, apasionado por la naturaleza,amante de las conversaciones profundas y de la intimidad. Amigode sus amigos. Gustoso de andar en bicicleta, de subir a las cimas delas montaas, de pararse y observar. Me tengo por gran observador.Amante, amante de caminar por la hojarasca de los bosques dehayas de mi pequeo Pas del Pirineo, de pasear por la nieve yempaparme de su blancura y su silencio, sensible con la belleza ysolidario con el dolor. Disfruto tambin con lo que llamo las bur-bujas, me refiero a la fiesta, al buen humor, al compartir con inge-nio y risas una copa de champagne o un vaso de sidra. Te dir quetrabajo como psiclogo con ms de veinte aos de experiencia enpsicoterapia, y ms de 14 aos junto a los enfermos terminales (fun-damentalmente de cncer) con una corta esperanza de vida, en unaUnidad de Cuidados Paliativos. He pasado estos ltimos aosobservando y estudiando lo emocional y espiritual en el final de lavida, muchas veces en situaciones de gran deterioro fsico, conmuchos sntomas, algunos de difcil control.

    2

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    Estos aos han sido un viaje de transformacin personal y deautodescubrimiento, as como un proceso de exploracin cientfica.

    Este libro refleja mis esfuerzos para organizar, sintetizar e inte-grar de un modo comprensivo, un gran nmero de observacionesque a lo largo de estos aos han supuesto un reto diario a mi siste-ma de creencias cientficas, as como a mi sentido comn. No sonms que notas, apuntes tomados con la urgencia de quien sabe queobserva los ltimos trazos de una vida.

    No espero que a ti, amable lector, amable lectora, te resulte fcilcreer una buena parte de la informacin que te presento, y las con-clusiones (siempre provisionales) a las que voy llegando, a no serque hayas tenido experiencias personales semejantes. Para m hasido reconfortante y alentador encontrarme, a lo largo de estos lti-mos aos, con informaciones de otros profesionales, incluso de otrasculturas, confirmando experiencias parecidas a las recogidas en misobservaciones.

    Para comprender ms cosas sobre nuestra naturaleza espiritual,he empleado muchos aos a su estudio y ms de una dcada al acom-paamiento de personas en el final de su vida. Tambin he sido toca-do por un suceso cercano a la muerte1 que fue una experiencia espon-tnea, abrumadora y de gran fuerza y a la que hoy doy gracias.

    Pretendo en estas lneas ofrecerte un profundo y fresco mensajede esperanza al contemplar el significado de nuestra mortalidad.Ojal este deseo cale en tu alma como la fina lluvia que tanto megusta, y al finalizar la lectura puedas contemplar la muerte como unregalo, como una bella oportunidad.

    Escribo desde el corazn de lo vivido y experienciado.

    La fe en el Dios de la Vida me permite mostrarme con un talan-te positivo y de seguridad existencial que me lleva a ver las situa-

    LA ESPIRITUALIDAD EN EL FINAL DE LA VIDA

    1. CABODEVILLA, I., En vsperas del morir, Descle De Brouwer, Bilbao, 2001.

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    ciones nuevas como oportunidades. Esta fe me hace no cerrarmenunca en lo conocido, en lo ya adquirido, sino que me impulsacontinuamente a nuevos horizontes, a nuevas vivencias, a tener unaactitud de apertura y saltarme algunas convenciones sociales frutode actitudes defensivas y miedosas.

    Esta fe me permite vivir esperanzado que cualquier circunstan-cia por compleja y dolorosa que me parezca, es una oportunidadpara poder apreciar la realidad, la VIDA (con maysculas) en todasu extensin, en la que quizs lo que llamamos muerte no sea msque un renacer, y en el que Alguien acogedor, amoroso, nos estesperando.

    La fe me hace comprender y descubrir que no estamos solos, quesiempre hay otros que nos ayudan y a los que ayudamos. Que Diosse hace presente de mil formas si se sabe mirar bien y estar abiertos.

    La experiencia espiritual es compleja, plural, mltiple, en suma,diferente para cada persona, y al mismo tiempo con idntico saborcomn.

    Sin lugar a dudas me siento un privilegiado de poder compartirestos ltimos momentos de la vida de las personas a las que atien-do, y creo que la experiencia de los otros nos ensea otra realidaddistinta a la habitual y diferentes caminos del espritu.

    Creo profundamente en el potencial trasformador de la muerte,y creo que morir es ms significativamente un acontecimiento espi-ritual que un evento mdico. Y comparto plenamente las palabrasde Cicely Saunders2:

    Si podemos ver la vida que precede a la muerte como una pocapositiva con un sentido que hay que descubrir, entonces los pacien-tes y sus familias encontrarn ms fcil hacer lo mismo.

    PRESENTACIN

    2. SAUNDERS, C., Cuidados de la enfermedad maligna terminal, Salvat, Barcelona1980.

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    Este libro va dirigido a quienes vivencian cercano su final. Nohay nada que temer en su lectura. Tambin pienso en las personasque estn viviendo el dolor de que su ser querido les dejar en bre-ve y buscan anhelantes adaptarse a su ausencia definitiva. A aque-llos que por su profesin estn cerca de los enfermos terminales(profesionales de la medicina, de la enfermera, de la psicologa, deltrabajo social), y finalmente a todas aquellas personas interesadasen su crecimiento personal y en los aspectos espirituales, que ven enla hermana muerte una posibilidad excepcional para seguir desa-rrollando nuestra esencia de SER.

    LA ESPIRITUALIDAD EN EL FINAL DE LA VIDA

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    FUENTES DE INSPIRACIN

    Junto a un religioso de la Orden Hospitalaria de los Hermanosde San Juan de Dios, del que te voy a hablar a continuacin, han sidofuentes inagotables de sabidura la muerte de mi amigo Javier(noviembre de 2003) y la de mi padre (abril 2005) del que te hablaren otro captulo. No obstante quiero adelantarte que con ambosdise unas visualizaciones para ser ledas por ellos mismos o paraque se las leyeran mientras reciban los duros tratamientos de qui-mioterapia.

    Pero vayamos por orden, hoy resuenan en m las palabras de unHermano de San Juan de Dios (Orden religiosa que se dedica fun-damentalmente al cuidado de los enfermos), el Hermano Carmelo,que dos meses antes de morir a los 85 aos, me deca: la muerte esun regalo y lo mejor me queda por vivir. A este hombre enjuto, demirada franca y sonrisa limpia, lo conoc en un caluroso agosto de2003, cuando ingres en nuestra unidad de cuidados paliativosaquejado por una leucemia que se hizo incompatible con la vida.

    Sus palabras, sus gestos, su mirada, su ternura, la forma dehablarme, de revelar su intimidad y de escucharme, haciendo que

    3

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    fluyera mi propia intimidad, han sido fuente de inspiracin de estelibro que hoy tienes en tus manos. Me sent tocado por el espritu atravs de este hombre sencillo, entraable. Son muchas las veces queme acuerdo de l, a quien suelo dirigirme con el tratamiento desabio. Conoc a un sabio.

    Aprend algo en todas las entrevistas que mantuve con el Her-mano Carmelo. Nuestros encuentros, que hoy no dudo en llamarespirituales, eran ms un intercambio entre iguales que intentan evi-denciar la presencia del Espritu en nuestras vidas, que una relacinentre un Profesional-Psiclogo y su paciente, que estaba vivencian-do el final de su vida.

    He de reconocer que me sent atrado por este hombre que ejer-ci de maestro en esos encuentros y al que consider ms avanzadoque yo en su desarrollo espiritual, y que sin duda me ayud a atra-vesar parajes desconocidos para m, pero familiares para l. Sussugerencias concretas fueron un estmulo que me ayudaron enor-memente a detectar la presencia del Espritu en mi interior.

    Para m fue un autntico maestro, a quien identifiqu con cuali-dades como la energa, la amabilidad, la alegra, la apertura mental,la generosidad, la paciencia, la ternura, la sinceridad y la calma.Aprendi a manejar y controlar algunas caractersticas del propiocarcter que tambin estn en m. De esto tambin hablbamos ennuestros encuentros.

    El Hermano Carmelo no reclamaba como suyos sus criterios, nipretenda imponerlos, muy al contrario se mostraba comprensivocon quienes no pensaban como l y a veces le criticaban. Mostrabaun desapego y una aceptacin de la realidad tal como era.

    Siempre que evoco el recuerdo de aquellas maanas clidas, sen-tados frente a frente, con su botella de agua mineral, me produceuna agradable sensacin de serenidad, de confianza y de paz inte-rior.

    LA ESPIRITUALIDAD EN EL FINAL DE LA VIDA

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    El Hermano Carmelo (emulando a Francisco de Ass) fue ungran amante de introducirse en cuevas, que le proporcionaban unagran satisfaccin y ms de un susto. Buscaba lugares bonitos, carga-dos de energa, de encanto, de man (alimento para el espritu), debelleza.

    Nuestras citas se producan en m despachito que se convertaen una cueva sagrada, fresca, silenciosa, acogedora, donde reposarla propia enfermedad en su caso y los quehaceres agobiantes en elmo, para favorecer la meditacin y la oracin. Esas charlas se con-virtieron en mi alimento, que hoy, aos despus, da su fruto enforma de este libro que comparto contigo, amigo lector, amiga lec-tora.

    Sus observaciones serenas y desapasionadas tenan en m unefecto balsmico y teraputico inmediato.

    Comparto con Jackelin Small1 que cuando se da una relacinteraputica, ambas partes disuelven los lmites entre una personaque necesita ayuda y otra que la ofrece: se convierten en dos seresque se reflejan en la verdad. Entonces entra la luz. La verdad no esuna idea. Es un poder. El poder de ser reales, el poder de realizar-nos. Es el poder de ser.

    Mis observaciones en estos aos junto a los enfermos terminalesme han servido para darme cuenta de que algunas personas seenfrentan al final de su vida completamente despiertas. Es habi-tual que cuando estamos frente a alguien as, verdaderamente des-pierto, podamos llegar a sentirnos transparentes. Hay personas, yel hermano Carmelo era una de ellas, que parecen calar tan ntima yprofundamente en nuestro interior que, puede aterrorizarnos o lle-narnos de gozo segn estemos intentando ocultar algo o no.

    FUENTES DE INSPIRACIN

    1. SMALL, J., Hacernos naturalmente teraputicos, Los libros del comienzo, Madrid2004.

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    Pero no fui el nico a quien este hombre entraable haba toca-do el corazn. Un compaero suyo, el Hermano Alberto Garca2, conel que haba convivido veinte aos en la Comunidad de Terriente(Teruel), escriba al poco de la muerte de Carmelo:

    Nos has dejado un bello recuerdo lleno de alegra y frases denimo: el horizonte que se presenta es luminoso, optimista, esperanza-dor, no vuelvo atrs ... Todava remos cuando entre los amigoscontamos tus aventuras por esos mundos y las visitas cargadas deilusin, cmo salas airoso de cualquier situacin comprometida conel Obispo, y los transentes que metas en las sacristas, tus cuevasy ermitas

    Unos das antes de despedirte nos decas que slo estamos anteuna experiencia fsica, que no tengamos miedo a la enfermedad, queel len no es tan fiero como lo pintan. Comentabas que estabas des-plomado, pero a la vez enriquecido por el espritu, que la enferme-dad ensea mucho y bueno

    Tenas la seguridad de la presencia de Dios y ello te haca vivirfeliz y esperanzado de que esto es un lugar de paso y aprendizaje,una simple experiencia fsica, una labor a realizar

    Recordamos frases que nos decas unos das antes de marchar.Cuando te preguntbamos cmo estabas, respondas sin titubeos:Muy contento, tremendamente contento, Aqu, viviendo como un bur-gus la dulce vida, no le falta a uno nada, Me dicen que esto es inevita-ble, como si llegase el Coco. Los mdicos viven una conciencia del yo, no delSER ... y no pueden entender...

    Hasta el ltimo momento no quisiste pertenecer al grupo de losdel corral o acomodados de la sociedad, la autoridad o la Iglesia. Tcuestionabas, queras entender los porqus, y te preguntabas por

    LA ESPIRITUALIDAD EN EL FINAL DE LA VIDA

    2. Revista Informacin y Noticias, n 174, Barcelona, noviembre-diciembre2003.

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    todo lo que el poder mandaba. Y es que te habas forjado en ser delcamino pues slo estabas de paso, y queras pertenecer a una Iglesiabendita de sencillez y pobreza.

    Terriente, donde convivieron estos dos religiosos es un pueblode la Comunidad de Aragn, en la provincia de Teruel, al que estu-ve a punto de acudir en varias ocasiones, pero que finalmente notuve la oportunidad de conocer. All durante ms de 20 aos se hanimpartido cursos y talleres de salud integral que, basados en una ali-mentacin sana, ayudaban a mirar hacia el interior y descubrir laespiritualidad en nuestras vidas. Unas 12.000 personas pasaron porestos talleres3, utilizando tcnicas psicolgicas sencillas que permitea la persona tomar conciencia de sus actitudes y angustias. Fuerontres Hermanos de la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios los quellegaron a Terriente como una opcin contemplativa, de estar y tra-bajar en el mundo rural desde una opcin hospitalaria. Poco a pocofue acudiendo gente en busca de la salud fsica, espiritual y emocio-nal.

    Fueron doce mil personas las que pasaron durante 23 aos porunos talleres abiertos a todo tipo de gente, a pesar del recelo quedespierta la aplicacin de terapias alternativas consideradas pocoortodoxas por algunos sectores.

    Hasta aqu el entorno de este hombre que ha sido una de misfuentes de inspiracin. Conoc un sabio, tuve un maestro cuyas en-seanzas perduran en m.

    FUENTES DE INSPIRACIN

    3. Revista Informacin y Noticias, n 185, Barcelona, septiembre-octubre 2005.

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    DIMENSIN ESPIRITUAL

    Semillas de perase transforman en perales;semillas de nuezen nogales;y semillas de Diosen Dios.

    Eckhart1.

    El espritu, lo espiritual, es esa dimensin del ser humano quejunto a su ser biolgico o fsico (formado por un cuerpo concreto,sexualizado, con forma de hombre o de mujer, en el que se concretanuestro ser); su ser mental o cognitivo (formado por sus capacida-des racionales y de pensamiento); y su ser emocional (formado porel mundo afectivo de nuestros sentimientos), forman parte de lapersona a lo largo de toda la existencia, desde el nacimiento hasta

    4

    1. Citado por Jos Vicente BONET; Diario intensivo de Progoff, en Psicologa yEjercicios Ignacianos, Carlos ALEMANY y Jos A. GARCA-MONGE (Eds.) Mensa-jero-Sal Terrae, Bilbao 1997.

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    la muerte. La persona, finalmente, aparece no como un compuestode partes, sino como alguien integrado.

    Estas dimensiones se van desarrollando a lo largo de todas y cadauna de las etapas de la vida, de tal manera que no hay un solo momen-to vital en el cual dichas reas queden tan invariablemente estableci-das que no sean susceptibles de modificacin. En realidad estn sien-do modificadas constantemente, como resultado de una continua inte-raccin con el entorno exterior y el mundo interior de la persona, sibien tienden a consolidarse de una forma estable y organizada2.

    Cada dimensin necesita de alguna manera su alimento paradesarrollarse. As la comida permite a nuestro ser biolgico su buenfuncionamiento, y su ausencia har que nuestro cuerpo se vayadeteriorando. Para nuestro ser mental necesitaremos seguir mante-nindonos activos e interesados. Para que nuestro ser emocional estbien nutrido deberemos rodearnos de relaciones afectivas en las quepoder dar y recibir amor.

    Para Wilber3 la naturaleza de estos niveles de organizacin es-tructural e intercambio relacional (o necesidad de alimento) apare-cen de manera sucesiva en el proceso evolutivo del ser humano. Deeste modo la persona inicia aparentemente su crecimiento y desa-rrollo adaptndose al mundo fsico (y su necesidad de alimento-comida), luego aparecer su necesidad del mundo emocional (y sualimento-afectos), y seguidamente el mental, para terminar con lanecesidad espiritual. Ninguna de estas dimensiones aparecen demanera exclusiva, aunque sea una u otra la que surge con ms nfa-sis segn el momento evolutivo.

    Si bien el crecimiento personal es algo intrnseco a la propiavida, es el impulso vital de todo ser vivo de actualizar sus propias

    LA ESPIRITUALIDAD EN EL FINAL DE LA VIDA

    2. CABODEVILLA, I., En vsperas del morir, Descle De Brouwer, Bilbao 2001. 3. WILBER, K., Un Dios sociable, Kairs, Barcelona 1987.

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    potencialidades el que genera la energetizacin suficiente para elmovimiento4, en definitiva, el proceso de realizacin refleja el miste-rio intrnseco de la vida, y est ms all de la comprensin racional.

    Para el Dr. Marcos Gmez5 la espiritualidad es la capacidad ab-solutamente humana de vincularse con valores, la capacidad valo-rativa, que abre la posibilidad autotrascendente. Una idea, una causa,un amor, un dolor, son espirituales en tanto valores que modelanactitudes significativas de la vida.

    La Organizacin Mundial de la Salud6 afirma que Lo espiritualse refiere a aquellos aspectos de la vida humana que tienen que ver con expe-riencias que trascienden los fenmenos sensoriales. No es lo mismo quereligioso, aunque para muchas personas la dimensin espiritual de susvidas incluye un componente religioso. El aspecto espiritual de la vidahumana puede ser visto como un componente integrado junto con los com-ponentes fsicos, psicolgicos y sociales. A menudo se percibe como vincu-lado con el significado y el propsito y, para los que estn cercanos al finalde la vida, se asocia comnmente con las necesidades de perdn, reconcilia-cin y afirmacin de valores.

    Otra definicin sobre lo espiritual la encontramos en P.W. Specken el manual de Oxford de Cuidados Paliativos, donde describe laespiritualidad desde tres dimensiones: 1. La capacidad de trascen-der lo material; 2. La dimensin que tiene que ver con fines y valo-res ltimos., y 3. El significado existencial que cualquier ser huma-no busca.

    Admitir esta dimensin espiritual del ser humano es enfatizarcmo la persona valora e interpreta aquello que est experiencian-

    DIMENSIN ESPIRITUAL

    4. ROGERS, C., El Proceso de convertirse en persona. Paids, Barcelona 1996.5. GMEZ SANCHO, M., La dimensin espiritual del hombre, en Marcos

    GMEZ SANCHO, Medicina paliativa, Aran, Madrid 1998.6. WHO. Cancer Pain Relief and Palliative Care. Report of a WHO Expert

    Committee. Technical Report Series 804. Genova: WHO; 1990.

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    do y cmo utiliza esta informacin para afrontar y dar figura a esefondo de acontecimientos que van sucedindose en el devenir desu existencia7. Es admitir que en lo ms profundo del ser humanohabita una una semilla de plenitud y tambin una semilla dedivinidad.

    Muchas veces se identifica la dimensin espiritual con las de-mandas rituales o de culto de las diversas confesiones religiosas. Yello es, cuando menos, un claro indicador del desconocimiento de loque en realidad es la dimensin espiritual de la persona8.

    En primer lugar convendra asumir que esta dimensin espiri-tual no es exclusiva de los creyentes, sean de la confesin que sean.Todo ser humano posee una dimensin espiritual desde que se ubi-ca en la vida. Cierto es que algunas personas articulan esta dimen-sin desde una clave religiosa, pero obviamente no es la nica nirecoge todas las formas de espiritualidad.

    Ha llegado el momento de reconocer el significado de las dimen-siones espirituales del ser humano ms all de su limitadora identi-ficacin con la religin o con cuestiones de ritos de determinadacreencia. La espiritualidad es ms, mucho ms.

    El riesgo de esta dimensin sigue siendo el de ser tachada deirracional y acientfica, lo que equivale a declararla incompatible conel pensamiento-racional y con el criterio cientfico vigente.

    A pesar de algunas evidencias y del creciente inters de la comu-nidad cientfica por el tema, estos conocimientos todava no hansido integrados de un modo amplio y coherente para formular unnuevo paradigma cientfico de atencin a la persona en el final devida. Pero, personalmente, estoy convencido de que esta visin de la

    LA ESPIRITUALIDAD EN EL FINAL DE LA VIDA

    7. CABODEVILLA, I., Vivir y morir conscientemente, Descle De Brouwer, Bilbao1999.

    8. Editorial Necesidades espirituales?, Revista Labor Hospitalaria n: 263, enero-febrero-marzo 2002, 3-5.

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    espiritualidad como base fundamental de la asistencia a los enfer-mos terminales y a sus seres queridos, se ir ganando la aceptacindel mundo sanitario.

    Suelo, a veces, imaginarme trabajando junto a las personas, conuna muerte cercana desde esta base espiritual, en la que todos losprofesionales sanitarios que atendemos al paciente y la familia nade-mos en esta realidad, en la que los pacientes y sus seres queridos sedejan iluminar por esta dimensin. Suelo reflexionar sobre lo dife-rentes que seran algunos tratamientos mdicos, lo diferentes queseran algunas actitudes que se toman entre los profesionales sani-tarios, lo diferente de la comunicacin entre los familiares y el enfer-mo, y entre estos y los sanitarios, y los sanitarios y la familia. Todosdialogando y dejndonos inundar por la presencia del espritu en unmomento tan especial de la vida. Y con esta reflexin no niego, nimucho menos, la necesidad de controlar todos los sntomas moles-tos que pudieran aparecer.

    La muerte es el momento en el que la VIDA deja su forma limi-tada y limitante de nuestro cuerpo fsico. Probablemente la muertees la ms poderosa oportunidad espiritual de toda la vida.

    Slo podremos alcanzar la totalidad si aceptamos consciente-mente todo nuestro ser, incluida la dimensin espiritual. En estadimensin las actitudes ms idneas son el amor y la gratitud.Cuando estemos dispuestos a amarnos a nosotros mismos y a expre-sar nuestra gratitud por todo lo que somos, podremos abrirnos ple-namente al Espritu.

    He acompaado en los ltimos das de su vida a cientos de per-sonas, procurando estar muy atento, tanto a lo que decan como a loque callaban. Me ha tocado, he tenido el extrao privilegio de ser delas ltimas personas en hablar profundamente con quien se aproxi-maba a su final. Y ha sido mi voz quien ha tenido que darles permi-so para irse, dejarles marchar cuando ya era hora de partir.

    DIMENSIN ESPIRITUAL

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    Aqu quiero traer esa parte fundamental (espiritual) del ser hu-mano que se vuelve ntida cuando nos enfrentamos a nuestro final.

    Quiero que sepas, amigo lector, amiga lectora, que siento queDios es la dimensin ms profunda de toda realidad.

    El telogo Karl Rahner llamaba a Dios el horizonte de toda expe-riencia, es como el teln de fondo. Nuestros interrogantes se dirigena ese horizonte.

    Donde tocamos profundidad, tocamos a Dios. Y la profundidadest en las cosas sencillas y cotidianas que, desgraciadamente, muchasveces pasan desapercibidas. Esta maana Juan, un hombre de 75aos que se muere con un cncer de Vejiga, me hablaba de su aficina recoger setas y hongos, una de mis pasiones. Es esto profundo?,est Dios tambin en esta aficin?

    Carlos, hace ya algunos aos, me interrogaba pocos das antesde morir: Te has fijado Iosu en el verde de la hierba?. Hace unosdas suba en bicicleta el Tourmalet (puerto de montaa de los piri-neos franceses), dejndome impregnar por la montaa, por el paisa-je otoal y por la dureza de sus rampas. Tendr Dios forma demontaa o estar en el verde de la hierba? Josetxo vibraba con lamsica, con ella encontraba la paz, sonar la voz de Dios como unasinfona de Beethowen, o una sonata de Mozart, o quizs como unnocturno de Chopin?

    El hombre se alimenta de interrogantes. Lo mejor que tiene elhombre, deca Octavio Paz, es la capacidad de hacerse preguntas.

    Creer es fcil y sencillo, pero hacer realidad cualquier creenciadentro del yo como una forma de conferir sentido a la vida es unproceso largo, dificultoso y en ocasiones doloroso.

    A la totalidad, a la persona entera, pertenece tambin lo espiri-tual y le pertenece incluso como lo ms propiamente suyo, sealaVctor Frankl9.

    LA ESPIRITUALIDAD EN EL FINAL DE LA VIDA

    9. FRANKL, V., La presencia ignorada de Dios, Herder, Barcelona 1984.

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    Esta dimensin espiritual no est condicionada por nuestrasexperiencias en la vida, ni por nuestro contexto familiar, social o cul-tural, que modula y asocia nuevas experiencias y que reconocemosa travs de lo que sentimos, de lo que pensamos y de lo que hace-mos. La dimensin espiritual es la nica dimensin no condiciona-da del ser humano, reflejo del mismsimo principio de la vida. Noest dominado por las creencias y conceptos acumulados del yoemocional, sino que se trata de una dimensin que atraviesa nuestranaturaleza emocional, cognitiva y biolgica.

    Es justamente esta dimensin espiritual, exclusiva del ser huma-no, la que le caracteriza, por lo que no puede haber una asistencia decalidad a los que se enfrentan al final de sus vidas si no se tienen encuenta los aspectos espirituales, es decir, los aspectos autnticamen-te humanos.

    Para mucha gente, sobre todo en el mundo sanitario, esta dimen-sin es inaceptable10, porque parece contraria a nuestros esfuerzosracionales e inteligentes. Ellos lo escuchan como una invitacin a lareligiosidad ciega, o peor an, una regresin a la supersticin pri-mitiva.

    Dentro de la mente slo estn los pensamientos. Es por ello quela introspeccin mental no es una herramienta adecuada para tomarconciencia del Espritu. Slo cuando los pensamientos se sosiegan ycalman, emerge de su interior el espritu. Es por ello que el espritupuede trascender a la mente e ir ms all de ella11.

    Desde el Yo Espiritual expresamos cosas que nunca imaginba-mos saber. Y cuando hablamos desde esa dimensin, nuestras pala-bras trasmiten una fuerza viviente que penetra y emociona a cadauno de los que la escuchan. De la misma manera, cuando escucha-

    DIMENSIN ESPIRITUAL

    10. MOSS, R., La mariposa negra. Mutar, Barcelona 1992.11. WILBER, K., Psicologa integral, Kairs, Barcelona 1994.

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    mos desde la dimensin espiritual nos sentimos radicalmente uni-dos al otro, ya sea en su bienestar o en su dolor. El corazn, los cora-zones quedan abiertos al espritu.

    No es extrao que tengamos a lo largo de la vida experienciasque nos atrapan ms all de lo ordinario. Tal vez una composicinmusical nos dej cautivos, o quizs el sereno placer que experimen-tamos en la naturaleza, o ante una obra de arte. Esta toma de con-ciencia, esta apertura a esta forma de experiencia poco habitual,puede presentarse mientras vemos caer la lluvia o reparamos en loscolores de una flor, o mientras miramos libres de todo juicio los ojosde quien te mira con amor. Estos momentos de paz, de serenidad yde extraa conciencia, nos ocurren a todos a lo largo del ciclo de lavida y es ajeno a nuestra condicin social, creencias, edad, sexo. Sonexperiencias que solemos callar, ya que la civilizacin actual no nosproporciona ningn marco de referencia para poderlas comprendere integrar, y tendemos a silenciarlas en vez de profundizar en ellas.

    La espiritualidad tiende, en nuestro medio cultural, a identifi-carse con lo religioso, y no es as, ya que las manifestaciones religio-sas son una parte de la espiritualidad, pero no la incluyen en su tota-lidad y no estn en todas las personas. Este hecho tiene una grantrascendencia en la atencin a los moribundos, ya que se tiendeentre el personal sanitario a derivar las necesidades espirituales alpersonal de pastoral, cuando es algo que nos toca a todo ser huma-no por nuestra condicin de personas, y por lo tanto no debemosevitar esta dimensin en una atencin integral.

    La dimensin espiritual es una fuerza unificante que integra ytrasciende las dimensiones biolgicas, racionales y emocionales denuestro ser, y capacita y motiva para encontrar un propsito y unsignificado a la vida de cada uno. Establece adems un puentecomn entre las personas, pues trasciende y les permite compartirsus vivencias.

    LA ESPIRITUALIDAD EN EL FINAL DE LA VIDA

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    Una actitud espiritual es una actitud de confianza en el serhumano, de aceptacin de las cosas que nos encontramos y de quetodo tiene un equilibrio del que somos parte.

    Parece que va surgiendo cada vez con ms nfasis, aunque toda-va tmidamente, un inters en nuestros hospitales y en la atencina domicilio por los aspectos espirituales como elementos diagnsti-cos significativos o como potenciales recursos teraputicos en el cur-so evolutivo de una enfermedad terminal. Y cada vez son ms losprofesionales sanitarios que muestran inters por este tema y lamanera de poderlos manejar de forma operativa.

    Considero que el entrar en esta dimensin espiritual implicacierta madurez, as como una actitud de apertura y deseo de intros-peccin. Confesarse ignorante en este territorio puede ser una bue-na llave para introducirnos en esta dimensin.

    La aparicin del existencialismo europeo y, posteriormente, delhumanismo americano, con figuras como Binswanger y Frankl enEuropa, y Allport, May y Maslow, en Amrica, ha permitido a la Psi-cologa reencontrarse con su objeto, el ser humano, y aquello que loconstituye en humano: lo espiritual. Los autores antes mencionadosno han tenido temor en hablar de algo que cientficamente parecaprohibido. Si Freud comenz la gran revolucin de hablar de loinconsciente y lo sexual en un momento en el que la ciencia slo seocupaba de lo racional en un clima puritano, el existencialismo-humanismo gener una nueva revolucin al hablar de lo espiritual12.

    Estoy con Marie de Hennezel y Jean-Yves Leloup13 cuando sea-lan que el desafo de los tiempos que se acercan tal vez sea, precisa-mente, el de crear en el seno de un mundo laico un humanismo

    DIMENSIN ESPIRITUAL

    12. GMEZ SANCHO, M., La dimensin espiritual del hombre, en GMEZ SAN-CHO, M., Medicina Paliativa, Aran, Madrid 1998.13. HENNEZEL, M. y Jean y LELOUP, Jean-Yves, El arte de morir, Helios, Barcelona1998.

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    abierto, donde la trascendencia y lo sagrado encuentran su lugar, enpleno corazn de la persona, en pleno corazn de lo humano.

    Buscamos al Espritu en el mundo del tiempo, pero el Espritu esatemporal y no puede encontrarse all. Buscamos al Espritu en elmundo del espacio, pero el Espritu es aespacial y no puede encon-trarse all.

    Para descubrir la dimensin espiritual hay que aprender a mirar,a dejarse sorprender en medio de lo cotidiano. Necesitamos abrir, enel espacio y en el tiempo, huecos de receptividad para que sea posi-ble expandir esta dimensin.

    En cada uno de nosotros hay un yo condicionado por la familiaen la que se ha nacido, por el medio social en el que se ha desen-vuelto, por sus logros, sus fracasos, sus amores, sus desencuentros,sus tristezas, sus miserias, a esto es lo que Drckheim14 llama el yoexistencial. Pero cada uno de nosotros, aade, es tambin un serincondicionado que est ms all del tiempo y del espacio, es nues-tro yo espiritual.

    En trminos de Ken Wilber15 disponemos al menos de tres ojos:el ojo biolgico, el ojo de la mente y el ojo del espritu. Tres miradasdiferentes cuyo predominio da origen al empirismo, al racionalismoy al misticismo, respectivamente.

    Para poder apreciar la vida humana en toda su extensin y pro-fundidad, es necesario al menos valorarla a travs de estas tresmodalidades de conocimiento.

    El ojo biolgico (los sentidos y sus extensiones) pueden revelar-nos todo aquello que se percibe a travs de estos sentidos. El ojo dela mente y sus comprensiones a travs de disciplinas que ha desa-rrollado como las matemticas o la fsica, puede revelarnos otro

    LA ESPIRITUALIDAD EN EL FINAL DE LA VIDA

    14. DRCKHEIM, K.G., El centro del ser, Lucirnaga, Barcelona 1997.15. WILBER, K., El ojo del espritu, Kairs, Barcelona 1998.

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    campo importante del conocimiento. Sin embargo la naturaleza pro-funda del ser slo puede ser revelada mediante el ojo del espritu.

    Mientras los racionalistas y empiristas jams podrn accedermediante sus tcnicas al conocimiento de la espiritualidad, las cien-cias espirituales necesitarn de sus herramientas que son la medita-cin, la oracin y la contemplacin para profundizar en ello.

    La modernidad, seala Wilber16, se ha negado a atribuir cual-quier realidad al ojo del espritu. Sin embargo si t o yo seguimosperfeccionando con perseverancia aquellas prcticas, sean las quesean, que nos permiten discernir los fenmenos extraordinariamen-te sutiles, cotejarlos posteriormente con otras personas que hacensus prcticas, poco a poco iremos apreciando que el dominio de latrascendencia se tornar tan evidente como los rboles son para elojo biolgico, o la geometra para el ojo de la mente.

    Ni el empirismo, ni la razn, ni cualquier posible combinacinentre ellas nos permiten acceder al reino del Espritu.

    Tocar el Espritu requiere mucha perseverancia, mucha prctica,mucha sinceridad y mucha honestidad con uno mismo.17

    La dimensin espiritual forma parte de la especie humana y, portanto, habr que tenerla en cuenta si queremos alcanzar una visincompleta del ser humano y requiere, para la plena realizacin de lapersona, del desarrollo de dicha dimensin.

    La dimensin espiritual tiene mucho que ver con la experienciadel sentido de la vida que la persona anhela en su fuero interno,independiente de sus creencias. En este sentido, la espiritualidad serefiere a nuestros valores y deseos ms profundos, a lo ms nuclearde nuestra existencia.

    La espiritualidad busca orientarnos hacia la realidad que seencuentra ms all de nuestras percepciones.

    DIMENSIN ESPIRITUAL

    16. WILBER, K., Ciencia y religin, Kairs, Barcelona 1998.17. WIBER, K., Breve historia de todas las cosas, Kairs, Barcelona 1996.

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    La dimensin espiritual es el ocano en el que vivimos, nosmovemos y estamos. Es el principio y el fin de todo.

    Cedo ante el deseo de trasmitirles este breve texto lleno de sabi-dura:

    Cuentan que una olita iba saltando por el mar pasndolo muy bien,disfrutando del viento y del aire libre, hasta que ve que las dems olas quetiene delante rompen contra la costa.

    Dios mo, esto es terrible dice la ola.

    Mira lo que me va a pasar!.

    Entonces llega otra ola. Ve a la primera que pareca afligida, y le dice:Por qu ests tan triste?.

    La primera ola le contesta: Es que no lo entiendes? Todas vamos arompernos! Todas las olas vamos a deshacernos! No es terrible?.

    La segunda ola le seal: No. Eres t la que no lo entiendes. T no eresuna ola; formas parte del mar.

    Frankl est convencido de que el ncleo del ser humano es elespritu, y yo tambin. La existencia siempre est dirigida a algo queno es slo la propia existencia en s, sino un sentido de la vida quehay que cumplir o alguien a quien amar.

    Siempre que nos preguntamos sobre valores, o sobre el sentidoltimo de las cosas, siempre que surge en nosotros la necesidad deperdn, o de repasar con honestidad lo que ha sido nuestra vida, oante una enfermedad grave nos preguntamos por qu a m?, quhe hecho yo?, nos estamos refiriendo a la dimensin espiritual delser humano.

    LA ESPIRITUALIDAD EN EL FINAL DE LA VIDA

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    EN LAS FRONTERAS DE LA CIENCIA

    La ciencia es un mtodo de aproximacin a la realidad que sloadmite como cierto aquello que puede ser comprobado experimen-talmente. Pero no es ms que un camino y nunca el nico posible.Por su naturaleza, los conocimientos cientficos son siempre provi-sionales, valen en cuanto el avance posterior no demuestre la partede error que contenan. Desde esta perspectiva, la ciencia no dicenada sobre otros mtodos de acercarse a la realidad.

    Negar esos otros mtodos, ridiculizarlos apelando a la ciencia, esun despropsito que nada ayuda al conocimiento profundo del serhumano.

    Nuestra civilizacin basa su visin del mundo en la cienciamecanicista surgida en los siglos XVI y XVII. El mundo se nos apa-reca como una gran mquina. Los organismos evolucionaban porcombinaciones al azar de sus componentes genticos. Nuestro cuer-po humano era una mquina y cualquier alteracin de sus engrana-jes deba tratarse por separado. No ramos ms que un simple agre-gado de partculas subatmicas y toda nuestra vida intelectual yanmica se reduca a combinaciones qumicas.

    5

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    Sin lugar a dudas, en estos los trascurridos esa ciencia nos haproporcionado grandes conocimientos y ha originado avances tec-nolgicos incuestionables en todas las ramas del saber humano.

    Sin embargo, desde hace algunas dcadas, est emergiendo unnuevo paradigma que, sin rechazar las aportaciones de Galileo, Des-cartes o Newton, las integra en un contexto mucho ms amplio ycon mayor sentido. Y nos presenta el mundo no como una granmquina, sino como algo vivo e interconectado.

    Las sorpresas empezaron a principios del pasado siglo. Se com-prob que los tomos no eran partculas slidas y fijas, sino prcti-camente vacas y en continua vibracin. Y que en los niveles ntimosde la materia se altera todo lo que se pretende observar.

    Si imaginamos que el minsculo tomo fuera tan grande comoun campo de ftbol, su ncleo tendra el tamao de un guisante sus-pendido en su centro, y los electrones que danzan a su alrededor, avelocidades cercanas a la de la luz, seran menores que granos de salfina. Todo el resto es un vaco, que de alguna manera nos recuerdalo que los budistas vienen expresando desde hace siglos.

    Se vio tambin, como ya he dicho, que todo intento de observarlos niveles ntimos de la materia altera lo que se quera observar, conlo que se esfuma la supuesta objetividad de la observacin cientfi-ca. Como explica el principio de incertidumbre de Heisenberg1, siqueremos conocer la posicin de una partcula no podremos sabersu velocidad, y si queremos conocer su velocidad habremos de igno-rar su posicin. La teora cuntica se desarroll para intentar expli-car estos paradjicos fenmenos, que slo pueden entenderse vien-do el mundo subatmico no como un conjunto de piezas sino comouna red de relaciones.

    LA ESPIRITUALIDAD EN EL FINAL DE LA VIDA

    1. PIGEM, J., Deshilando la trama csmica en Nueva Conciencia, Integral Ediciones,Barcelona 1991.

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    La otra gran aportacin de la fsica moderna, descrita por Eins-tein, es la teora de la relatividad. As como la teora cuntica pene-tr en el mundo subatmico, la relatividad encontr paradojas en elmundo macroscpico. Descubri que la masa, la materia, no es msque una forma de energa comprimida, y que el tiempo y el espacioson mutuamente interdependientes. Cuanto mayor es la velocidad,ms lento trascurre el tiempo. Si pudiramos emprender un viaje depocos das a una velocidad cercana a la de la luz, al regresar a la Tie-rra aqu habran transcurrido aos o siglos. El espacio y el tiempo sevean como coordenadas separadas y absolutas, a partir de Einsteinel absolutismo desaparece de la fsica, y segn cual sea nuestra posi-cin y velocidad, nuestras mediciones darn resultados diferentes,pues no existe en el universo ningn punto de referencia fijo. Todose vuelve relativo, el peso, el tiempo, y el espacio se ven alteradospor la velocidad y nada est quieto.

    La nueva fsica ha abandonado las pretensiones de verdad abso-luta que tena la fsica clsica. La ciencia slo hace mapas de la rea-lidad, ms o menos adecuados, pero simples mapas. Con estahumildad se abre al misterio del universo y de la vida.

    Una de las premisas de la fsica clsica era que una cosa no pue-de influir en otra si no hay algo que las una. Sin embargo, la inter-conexin descubierta por la fsica cuntica estableca que lo que lesucede a una partcula puede influir simultneamente en otras par-tculas. Ello recuerda al concepto de sincronicidad postulado porJung.2

    Jung denomin sincronicidad a un principio no causal de cone-xin entre acontecimientos. De tal manera que existen relacionessincrnicas que nos hacen actuar en funcin de acontecimientos leja-nos en el tiempo o en el espacio, de los que no somos conscientes.

    EN LAS FRONTERAS DE LA CIENCIA

    2. JUNG, C.G., Sincronicidad, Sirio, Mlaga 1989.

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    Seran las capas profundas de nuestro inconsciente las que nosguan a actuar as, proporcionndonos a menudo intuiciones sor-prendentes e inexplicables para la ciencia convencional.

    Hace unos das so que andaba en bicicleta y que perda el con-trol. La bicicleta se me iba de un lado a otro de la carretera dandotumbos, temiendo caerme y tener un grave accidente. Finalmenteconsegu parar y me di cuenta de que la cadena se haba salido. Porla tarde record el tema de mi fantasa onrica cuando, bajando enbicicleta desde lo alto de una montaa, me tragu (es decir, que nolo esquiv) un bache de la carretera, y poco despus, tomando unacerveza con unos amigos, uno cont que le haban operado de lascervicales, haca algn tiempo, tras una cada en bicicleta por culpade la cadena que se le haba salido. Quin no ha experimentado enalguna ocasin una sucesin de curiosas coincidencias, por peque-as que sean?

    A los veinte aos yo ya estaba en la Universidad Comillas (Ma-drid) estudiando psicologa. Acababa de terminar el segundo ao yese verano, estando en mi ciudad natal (Pamplona), mi hermanaEsther me coment que la hermana de una amiga suya quera estu-diar psicologa y si no me importaba conocerla y contarle cmo erala carrera y la Universidad. Acced sin entusiasmo.

    Recuerdo que la cita con esta chica fue convulsa, nos encontr-bamos en los aos de la transicin de la dictadura de Franco y solahaber con frecuencia manifestaciones, desrdenes callejeros y cargaspoliciales.

    Finalmente pudimos vernos y conocernos, le cont cmo era miuniversidad y despus de pasar aquella tarde juntos la acompa asu casa. Fuimos de la mano algunos ratos (cosa poco habitual en men aquella poca atenazada por la timidez). Al despedirnos unalechuza sobrevol nuestras cabezas y present un buen augurio (nosoy supersticioso, ni lo era entonces).

    LA ESPIRITUALIDAD EN EL FINAL DE LA VIDA

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    No la volv a ver hasta que empez el curso en Madrid, pasadosun par de meses.

    La vida quiso que ella viviera en un piso muy cerquita del mo,algo realmente asombroso cuando se trata de una gran ciudad.Aquella chica de grandes ojos azules, de nombre Blanca, es hoy lamadre de mis hijas e hijo y mi esposa.

    No se pueden prever estas coincidencias, slo se pueden reco-nocer cuando acontecen. Tomar conciencia de estas coincidenciassignificativas que ocurren en la vida puede aclarar su sentido. Estascoincidencias significativas son evidencias de una dimensin de laexperiencia humana ms all de lo que podemos explicar razonan-do meramente en trminos de causa-efecto.

    Jung acu la expresin sincronicidad para referirse a ciertotipo de coincidencias significativas. La idea clave del trmino estri-ba, precisamente, en la condicin de significatividad de los fen-menos coincidentes, de manera que no es la mera simultaneidad delos acontecimientos lo que va a determinar su inclusin en la cate-gora de las sincronicidades. Para Jung la clave de la significacinde las sincronicidades estriba en el sentimiento subjetivo, en elestado de nimo que acompaa a la percepcin de los sucesosentrelazados.

    El riesgo de alumbrar explicaciones supersticiosas3, de engen-drar profecas de obligado autocumplimiento y, en definitiva, deincurrir en un indeseable aturdimiento personal, puede acechar aquien no tenga claro que el timn de su destino est siempre ensus propias manos y nunca en los acontecimientos externos. Nointeresa tanto aprender a leer la direccin que pueda parecer ence-rrar la ocurrencia de sucesos sincrnicos como aprovechar su apa-

    EN LAS FRONTERAS DE LA CIENCIA

    3. LVAREZ, R.J., El sentido de la sincronicidad, en ALEMANY, C., Relatos parael crecimiento personal, Descle De Brouwer, Bilbao 1996.

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    ricin para reflexionar, a partir de ellos, en qu direccin decidi-mos caminar en nuestra vida. En trminos de Vctor Frankl4, no setrata de hallar el sentido de la existencia, sino de dar sentido alpropio existir.

    El siguiente caso que les voy a presentar me result impresio-nante y me afianz en la idea de que no existen casualidades y medej llenar de interrogantes.

    Se trata de una chica joven, soltera, de 34 aos, de un pueble-cito de apenas 50 habitantes del pirineo navarro, a la que llamarIdoia.

    Idoia acudi a mi consulta y me cont que su padre haba muer-to hace unos meses. En su casa nativa slo vivan el padre y lamadre, Idoia y su hermano ya hace aos que viven en la ciudad ysuelen acudir al pueblo los fines de semana.

    En la entrevista Idoia comienza a hablar muy afectada.

    Dos semanas antes de morir mi padre, mi madre me dijo que lo veatorpe, y que haca das que ya no va al bar a echar la partida de cartas quetanto le gustaba.

    La relacin entre el padre de Idoia con su madre, y viceversa, nohaba sido fcil y entre ellos constantemente surga el conflicto, ladiferencia y la discusin.

    Aquel da yo vea a mi madre gritarle a mi padre, como en otras oca-siones, pero la diferencia que notaba es que mi padre no contestaba, sino quele sonrea con una sonrisa llena de paz.

    Dej a Idoia expresarse, sin interrumpirla, tan slo le ofrec unospauelos.

    LA ESPIRITUALIDAD EN EL FINAL DE LA VIDA

    4. FRANKL, V., La voluntad de sentido, Herder, Barcelona 1988.

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    Le pregunt a mi padre si le pasaba algo, y l me respondi que sen-ta la muerte cerca, lo dijo con naturalidad, con mucha tranquilidad. No ledi mucha importancia, ya que sola hablar de la muerte en otras ocasiones,pero le percib una mirada diferente, como si tuviera los ojos trasparentes.

    El fin de semana termin, e Idoia se march a su casa en laCiudad.

    A los pocos das fui a visitar a una amiga a otro pueblo, contina Idoia,y sin ser muy consciente de ello cog una carretera por la que no suelo ir nun-ca y repar en el desvo del pueblecito donde haba nacido mi padre, un pue-blo muy pequeo de apenas 8 o 10 casas. Pas de largo, pero me propuse a lavuelta de estar con mi amiga entrar a verlo. As lo hice. Entr en el pueblo,jams haba estado en l, y me entretuve viendo las casas con la idea de con-trselo a mi padre el siguiente fin de semana. Repar en unas lilas, mi florpreferida, cog dos, y me fui a mi casa. No tuve oportunidad de contarle a mipadre la visita a su pueblo. Antes del fin de semana mi hermano me llampor telfono para decirme que mi padre haba muerto.

    Idoia llora desconsoladamente y entre sollozos me sigue contan-do.

    Aquel da mi padre fue a jugar la partida de cartas y al volver se caya un lado del camino, all le encontraron muerto entre unas lilas, segura-mente le haba dado algo.

    Presenta este hombre su final?, se estaba volviendo transpa-rente en su mirada?, gui a su hija Idoia hasta su pueblo?, fue elpadre quien viaj a travs de su hija a su pueblo de origen?, le ense- las lilas donde l morira?...

    Lo que te estoy presentando, y no es nuevo, es la concepcin deun universo unitario donde toda vida es una y todas las condicionesde existencia estn en relacin unas con otras.

    EN LAS FRONTERAS DE LA CIENCIA

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    La fsica nuclear nos demuestra cmo las partculas subatmicasguardan una relacin compensatoria respecto a su movimiento rota-torio, de manera que si una gira hacia la izquierda, su homloga lohace hacia la derecha y mantienen el mismo vnculo cuando sondisociadas y se altera intencionadamente el movimiento de una deellas. Si nos fijamos en la naturaleza, estamos comprobando cmocualquier alteracin en un ecosistema determinado que ocurra en unlugar del mundo, por lejano que est, tiene su influencia en todo elplaneta.

    Si tal es la evidencia en los niveles micro y macrocsmicospodemos tener alguna razn para suponer que nuestro universopersonal, la realidad particular de cada uno de nosotros, e incluso dela propia vida humana, va a regirse por leyes diferentes? Ms bienparece que nuestra realizacin (llmese salvacin o resurreccin)tendr que ver con el desarrollo de la unidad global de la que for-mamos parte.

    En las experiencias cumbre transpersonales, o durante la medi-tacin profunda, podemos vislumbrar la existencia de una concien-cia que trasciende las fronteras del Yo existencial.

    Las investigaciones sobre estados de conciencia transpersonalnos van abriendo una desidentificacin con el Yo existencial y ego-cntrico. Al respecto Wilber5 nos seala que: ... en este momento evo-lutivo el Yo ya ha cumplido su tarea: ha servido para permitir la evolu-cin de la subconciencia a la autoconciencia, pero ahora debe ser abandona-do para dar paso a la superconciencia.

    El propio Albert Einstein, hace varias dcadas, ya nos iba mar-cando el camino al reflexionar. Un ser humano es parte de la totalidad,a la que llamamos Universo, una parte limitada en tiempo y espacio. Seexperimenta a s mismo, sus pensamientos y sentimientos, como algo sepa-

    LA ESPIRITUALIDAD EN EL FINAL DE LA VIDA

    5. WILBER, K., Proyecto Atman, Kairs, Barcelona 1988.

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    rado del resto, una especie de ilusin ptica de su conciencia. Esta ilusines para nosotros como una presin que nos confina a nuestros deseos per-sonales y a sentir afecto por unas cuantas personas, las ms prximas anosotros. Nuestra tarea debe ser liberarnos nosotros mismos de esta presinensanchando nuestro crculo de compasin para abrazar a todas las criatu-ras vivientes y a la naturaleza entera en toda su belleza.

    Aunque el trmino transpersonal, que vamos a utilizar con cier-ta frecuencia, signifique literalmente, ms all de lo personal, eso noinvalida la importancia de nuestra singularidad individual. La psi-cologa transpersonal se ocupa de las experiencias y aspiracionesque impulsan a los seres humanos a buscar la trascendencia.

    La prctica de la desidentificacin que nos permite despertar elYo transpersonal, slo es adecuada a partir de la identidad Yoicaexistencial. Para ello6 debemos tomar conciencia de que tenemospensamientos, sentimientos y sensaciones pero que no somos nues-tros pensamientos, nuestros sentimientos, ni nuestras sensaciones.Cuando somos capaces de diferenciar nuestras emociones, experi-mentarlas plenamente y desidentificarnos de ellas podemos operarcon ellas del modo adecuado, decidiendo conscientemente expre-sarlas o suprimirlas, atenderlas o ignorarlas.

    La desidentificacin es una prctica transpersonal que nos per-mite expandir el Yo a travs de lo personal y trascenderlo. El Yotranspersonal es, pues, un puente entre la autoconciencia existen-cial y la conciencia de unidad trascendente en la que no hay Yo se-parado.

    Hoy se est avanzando hacia una visin orgnica, en la que elcosmos aparece como una totalidad indivisible y dinmica, interco-nectada en todas sus partes. Numerosas evidencias experimentaleshan llevado a abandonar el paradigma mecanicista newtoniano; hoy

    EN LAS FRONTERAS DE LA CIENCIA

    6. VAUGHAN, F., El arco interno, Kairs, Barcelona 1991.

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    el mundo del universo fsico ya no es la mquina, sino la mente:Como expres hace cuatro dcadas Sir James Jeans7, fsico ingls:el universo empieza a parecerse ms a un gran pensamiento que a unagran mquina.

    5.1. Ciencia y espiritualidad

    La espiritualidad se ha identificado muchas veces con religin, yotras veces como algo vago o nebuloso, ms fruto de las creencias ode la fe que de una dimensin humana presente en todos los miem-bros de nuestra especie. Mi opinin es que esto es una concepcinerrnea. Quienes estudian realmente la espiritualidad, quienes laexperimentan, quienes la practican y tambin quienes escriben acer-ca de ella, saben muy bien que la experiencia espiritual no tienenada que ver con el pensamiento nebuloso y confuso. Quiz nosigue un mtodo cientfico mecanicista, ya que se trata de unadimensin diferente de la realidad espacio temporal en la que nosmovemos. No es confusa, ni nebulosa, ni vaga. Puede ser muy cla-ra, muy precisa y muy fiable.

    El pensamiento racional slo es una pequea parte de la inteli-gencia. Mientras que la belleza, el amor, la creatividad, la alegra, lapaz interna, surgen ms all de la mente8 y pertenecen al campo dela espiritualidad.

    A pesar de la tendencia imperante en nuestra cultura actual deno tener demasiado en cuanta la dimensin espiritual del ser huma-no, el futuro va a impulsar la plena inclusin de no slo lo cogniti-vo y emocional en el conocimiento integral del ser humano, sino laplena inclusin de otras categoras y saberes como la intuicin, la

    LA ESPIRITUALIDAD EN EL FINAL DE LA VIDA

    7. Nueva conciencia, Integral, Barcelona 1991.8. ECKHART, T., El poder del ahora, Gaia, Madrid 2001.

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    meditacin, la voluntad, las creencias y la experiencia acumulada,que nos posibilitarn entendernos ms profundamente.

    Hay que ser optimistas, estamos en los albores de una NuevaEra. En todos los continentes surgen multitud de grupos de basecomprometidos con la ecologa, con la igualdad de la mujer, la paz,los derechos humanos, el desarrollo de fuentes de energa alternati-vas, el desarrollo de los pueblos. Todas stas y otras muchas que sur-gen son aspectos de una misma y nueva visin del mundo, encabe-zada por miles y miles de miembros de nuestra especie que nos vanenseando y marcado el paso como vanguardia del desarrollohumano de nuestra especie.

    Lo que hoy llamamos experiencia mstica cabe que no sea msque nuestra inmersin en las dimensiones atemporales de la realidad.

    La ortodoxia, proclama Sam Keen9, nos aconseja que olvidemosel yo, que obedezcamos las leyes, que ejecutemos los rituales, nosmantengamos dentro de los roles sociales tradicionales. Los msticosproclaman que el conocimiento de s mismo es la senda que condu-ce a la liberacin. Dios dentro, nos dicen. Ms dentro es ms fue-ra. El reino de Dios est en nosotros, la eternidad est en cada granode arena.

    En la actualidad cada vez son ms los profesionales sanitarios dedistintas disciplinas (medicina, enfermera, psicologa, trabajosocial) que muestran inters en estos temas en los Congresos. Lafuria reduccionista de la ciencia mecanicista parece disminuir final-mente y se abre a sistemas y concepciones de una creatividad infini-ta. Todo esto demuestra que existe un inters profundo, serio y cre-ciente por las realidades espirituales y trascendentales del ser huma-no, incluso entre especialistas y campos que hace una dcada esta-ban totalmente despreocupados por estos asuntos.

    EN LAS FRONTERAS DE LA CIENCIA

    9. WILBER, K. y otros, El paradigma hologrfico, Kairs, Barcelona 1991.

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    La base de nuestra existencia es un misterio, afirmacin queincluso Einstein aceptaba. Fue l quien dijo que lo ms hermoso eslo misterioso.

    Como ha observado Hans Kng10, la respuesta normal a la pre-gunta de Cree usted en el espritu?, sola ser Claro que no, soy cien-tfico!. Pero muy pronto podra ser esta Claro que creo en el espritu.Soy cientfico.

    Ciertamente una de las pegas que nos encontramos para aden-trarnos en este campo es que el pensamiento lgico racional estligado al tiempo, y por lo tanto, no puede asir lo que yace ms allde un marco espacio-temporal finito.

    Quiz los cientficos o el mtodo cientfico hacen los mapas delterritorio que forma el ser humano. Un territorio compuesto bsica-mente de cuatro dimensiones Fsica u Orgnica, Psicolgica o Emo-cional, Social o Relacional y finalmente Espiritual. Va a ser a estaltima dimensin a la que nos vamos referir.

    Te deca antes, que quienes realizan los mapas, procuran ajus-tarse lo ms fidedignamente posible al territorio, pero ciertamente,el mapa no es el territorio.

    Los conocimientos que hoy disponemos, y el cambio de menta-lidad, hace que los mapas sobre la espiritualidad se vayan perfec-cionando continuamente, y este libro, no deja de ser ms que unahumilde contribucin a ese propsito.

    Si me permites te revelar que soy un apasionado de los mapas.Disfruto horas con ellos. Los mapas topogrficos de hace 100 aosresultaran obsoletos hoy en da para desenvolvernos por un deter-minado territorio. Quizs no hara falta retroceder tantos aos, paraapreciar los cambios tan importantes que se han producido en estaciencia. As hoy podemos encontrar mapas tridimensionales, y a

    LA ESPIRITUALIDAD EN EL FINAL DE LA VIDA

    10. WILBER, K. y otros, El paradigma hologrfico, Kairs, Barcelona 1991.

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    escalas mucho menores y por lo tanto, mucho ms exactos de lo querepresentan. Confo en que estos avances, tambin se den en ladimensin espiritual de la persona.

    Desde una orientacin mecanicista y materialista de la ciencia lamateria es lo principal, y la vida y la conciencia son slo sus pro-ductos accidentales, por lo que no reconoce una autntica dimen-sin espiritual de la existencia. Desde esa concepcin, una actitudcientfica verdadera es la que acepta nuestra insignificancia comohabitantes de uno de los innumerables cuerpos celestes, en un uni-verso compuesto por millones de galaxias11. Presupone reconocerque slo somos animales altamente desarrollados y mquinas bio-lgicas compuestas por clulas, tejidos y rganos. Y que la concien-cia y el comportamiento humano es fruto, o bien de condiciona-mientos aprendidos, o de fuerzas inconscientes de una naturalezainstintiva.

    Un enfoque mecanicista y materialista del mundo y de la exis-tencia, refleja una exclusin profunda de la esencia del propio Ser.Tambin significa que el individuo en cuestin se identifica de unmodo parcial con un slo aspecto de su naturaleza, el caracterizadopor el yo fsico corporal. Dicha posicin hacia uno mismo y la exis-tencia est impregnada de una sensacin de futilidad con relacin ala vida, de alienacin, de impulsos competitivos y ambiciones quefinalmente no producen satisfaccin.

    Frente a esta actitud existe un mundo, una realidad compuestade mltiples dimensiones, niveles y aspectos. Un asombroso y mis-terioso mundo12.

    As los fsicos y los msticos tratan de aspectos diferentes de unasola y misma realidad.

    EN LAS FRONTERAS DE LA CIENCIA

    11. GROF, S., Psicologa transpersonal, Kairs, Barcelona 1988.12. CASTANEDA, C., El arte de ensoar, Seix Barral, Barcelona 1993.

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    De tal manera que tenemos cientficos, seala Capra13, que expe-rimentan en la materia con ayuda de instrumentos muy sofisticados,y por otro lado msticos que experimentan en la conciencia con tc-nicas muy sofisticadas de meditacin. Ambos alcanzan niveles noordinarios de percepcin y en estos niveles no ordinarios parece queson muy semejantes los modelos y principios de organizacin queobservan. Ahora bien, ciertamente los elementos que observan noson los mismos. Los msticos no hablan de partculas, ni de tomos,ni de molculas, ni nada por el estilo.

    Se nos educa en la creencia de que slo es real aquello que pode-mos percibir con los sentidos ordinarios. Sin embargo todos tene-mos otro tipo de experiencias que nos infunden una gran paz y sere-nidad, que se nos quedan grabadas de un modo extrao.

    Para entrar en contacto con la Dimensin Espiritual debemosponer distancia con el ojo objetivante, necesario para el desarrollo delas ciencias y de las tcnicas pero que, de alguna manera, nos impi-de abrirnos a otra realidad y se vuelve un obstculo.

    Nuestra inteligencia racional, con toda su capacidad de anlisis,no es capaz de experimentar esta Dimensin Espiritual.

    La ciencia es un tipo de conocimiento correcto, pero parcial, yno debe desdear una modalidad de conocimiento por el simplehecho de que sea interior. Las interioridades no pueden ser obje-tivadas en el mundo sensoriomotor, sea a travs del microscopio,de la resonancia magntica o del escner. Se puede observar atravs de estos sofisticados instrumentos mi manera de amar, o misentido de la justicia, o la honradez, o la compasin o el per-dn? Todo esto pertenece al espritu y por lo tanto necesitamosde otro tipo de conocimiento y de herramientas para aproximar-nos a ello.

    LA ESPIRITUALIDAD EN EL FINAL DE LA VIDA

    13. CAPRA, F., El Tao de la fsica, Kairs, Barcelona 1991.

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    Ahora bien, si separramos el mtodo cientfico de su aplica-cin a un dominio concreto, descubriramos la posibilidad de va-lernos del mtodo cientfico para investigar de un modo fiable losdominios internos. Entonces, tal vez, podramos hablar de unaciencia de la experiencia sensorial, una ciencia de la experienciamental, una ciencia de la experiencia espiritual y entenderamosque la ciencia en sentido amplio no debe limitarse a fragmentossensoriales.

    Dicho con otras palabras, existe una evidencia que puede versecon el ojo biolgico, una evidencia que puede verse con el ojo de lamente y una evidencia que puede verse con el ojo del espritu14.

    He visto, odo, ledo y he sido testigo de muchas especulacionesvisionarias que nada tienen que ver con lo que yo estoy tratando depresentar en estas lneas. He conocido a personas que creen en ener-gas trascendentes, pero que en realidad no es ms que una formadogmtica de escape de sus propias dificultades o angustias, se tra-ta de una nueva forma de alienacin de la persona, otra forma dehuida de s mismo.

    Los valores humanos, nos recuerda Wilber15, no pueden deter-minarse por mtodos empricos o meramente objetivos, pues lasinteracciones humanas poseen significados, valores, objetivos y pro-psitos conscientes, y estas relaciones no son tan objetivas comointersubjetivas. En consecuencia, no se revelan tanto a travs de lamedicin y el anlisis objetivo como mediante la comunicacin y lainterpretacin intersubjetiva, que se deslizan en el sistema sin dejarhuellas completamente empricas y objetivas. El funcionalismo, ensu intento de ser emprico y objetivo, deja de lado la esencia de estossignificados y valores intersubjetivos.

    EN LAS FRONTERAS DE LA CIENCIA

    14. WILBER, K., Ciencia y religin, Kairs, Barcelona, 1998.15. WILBER, K., Un Dios sociable, Kairs, Barcelona, 1987.

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    Todas las enseanzas y revelaciones que aparecen en los librossagrados, como por ejemplo en la Biblia, slo pueden ser reveladaspor el ojo del espritu, y ante el ojo de la mente o el ojo biolgico apa-recern opacas, cuando no incomprensibles.

    5.2. La vivencia del tiempo en el final de vida

    Yo soy el que soy, en esta presentacin bblica no est implicadoel tiempo, slo la presencia

    Las regiones ms profundas de nuestra mente no estn sujetas alas leyes temporales. Sucesos del pasado pueden afectarnos con unapresencia constante, influyendo en nuestro sentir y actuar. Se trata deuna expansin de la conciencia ms all del tiempo y del espacio16.

    En la teora de la relatividad, uno de los desarrollos ms impor-tantes ha sido la unificacin del espacio y del tiempo. Einstein reco-noci que el espacio y el tiempo no estn separados, que estn nti-ma e inseparablemente conectados para formar un continuo cuatri-dimensional: espacio/tiempo. Consecuencia directa de este recono-cimiento es la equivalencia entre masa y energa y la ndole intrn-secamente dinmica de todos los fenmenos subatmicos. El hechode que el espacio y el tiempo estn tan ntimamente relacionadosimplica que las partculas subatmicas son modelos dinmicos, queson acontecimientos ms que objetos. As que el papel del espacio ydel tiempo y la ndole dinmica del objeto estudiado estn ntima-mente relacionados.

    En el budismo descubrimos exactamente lo mismo. En la escue-la Mahayana tienen una nocin de interpenetracin del espacio ydel tiempo, que dice asimismo que los objetos son realmente acon-tecimientos.

    LA ESPIRITUALIDAD EN EL FINAL DE LA VIDA

    16. WILBER, K. y otros, El paradigma hologrfico, Kairs, Barcelona 1991.

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    En la muerte es el momento en que la Vida deja su forma fsicalimitadora. Probablemente la muerte es la ms poderosa oportuni-dad espiritual de toda la vida.

    Permteme, amable lector, amable lectora, que concretemos unpoco todo este cmulo de informacin, que bsicamente nos pro-porciona la fsica cuntica. Te voy a pedir un poquito de imagina-cin. Imaginemos este instante, justamente este instante en el queests leyendo este libro, sin tiempo. S, s, sin tiempo. El tiempo noexiste. Esto quiere decir que ahora mismo est sucediendo lo que tupercepcin temporal crea haber realizado hace, digamos 20 minu-tos. Es decir, que lo que hiciste antes de coger este libro y la lecturaestn sucediendo en el mismo instante. S que esto es difcil de ima-ginar, pero sigamos. Si el tiempo no existe ms que en nuestra per-cepcin subjetiva, ahora tambin est ocurriendo nuestra infancia,y tambin nuestro nacimiento. Te das cuenta? Justo en este instan-te nacemos u ocurre lo que llamamos infancia de nuestros padres,o abuelos o tatarabuelos. Todo ahora. Pero si en este instante ocurrelo que creemos que ya ha pasado, tambin, efectivamente, est ocu-rriendo lo que llamamos futuro, pero que como ya hemos dicho noexiste. Ahora, en este instante, tambin est ocurriendo lo que lla-mamos muerte, y la muerte de nuestros hijos, y los hijos de nues-tros hijos.

    Esta misma maana atenda en mi despachito a la esposa de unhombre de 77 aos que se est muriendo. Ella me deca con ciertapreocupacin que vea que su marido estaba perdiendo la cabeza.

    Fjese que ayer se crea que estbamos en Sevilla, cuando hace ms decincuenta aos que salimos de all.

    Yo recoga su inquietud y me interrogaba internamente si estehombre no estar ya en ese umbral en el que lo temporal se vive deotra manera.

    EN LAS FRONTERAS DE LA CIENCIA

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    5.3. Nos esperan quienes nos precedieron?

    Aceptar todo lo que te voy a presentar a continuacin sin refle-xin, contemplacin y meditacin, sera tan insensato como recha-zarlo todo del mismo modo.

    Dados todos estos ejemplos y muchos ms, con sus evidencias,la hiptesis de trabajo ms factible es que un familiar o un amigoquerido (amiga querida), o un ser espiritual nos espera para reci-birnos una vez abandonado el cuerpo con el que hemos estado enesta vida.

    Una de las caractersticas ms comunes que aparecen en todoslos investigadores sobre experiencias cercanas a la muerte, es que lapersona en ese trance suele percibir una luz hermosa y reconfortan-te. No se trata de una reaccin neuroqumica que se produce en uncerebro daado, sino de un resquicio maravilloso que nos permitevislumbrar el mundo que hay ms all. Una luz que infunde paz yreconforta.

    A estas alturas del libro cedo a la tentacin de compartir contigouna experiencia vivida hace aproximadamente 17 aos. Quizs tepueda parecer insignificante, pero te aseguro que fue de una pro-fundidad inmensa, y con enorme efecto tranquilizador. Se trata de losiguiente: nuestra hija mayor (Ioar), cuando apenas tena un ao devida, sufri unas convulsiones debidas a un pico febril que requiriingreso hospitalario para su control y observacin. Te puedes ima-ginar que nosotros (su padre y su madre) estbamos aterrados deque nuestro querido beb hubiera sufrido semejantes convulsiones,que desconocamos y para las que no estbamos preparados.

    Aquella noche en el hospital me pareci ms larga y oscura quenunca. Yo me encontraba atemorizado, al lado de la cuna en la quemi hijita dorma. Una serie de pensamientos negativos rondaban omejor dicho danzaban libremente en mi cabeza. Hasta que de pron-

    LA ESPIRITUALIDAD EN EL FINAL DE LA VIDA

  • 63

    to una brillante chispita minscula, de una luz intensa y blanca sesitu encima de la c