La Educación Sarmientina y Yo

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Carpeta de ReflexionesExperiencias sobre Educación Popular

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Carpeta de ReflexionesExperiencias sobre Educacin Popular

Educacin PopularProfesoras Susana Reyes y Evangelina Aguilar

Instituto de Formacin Tcnica y Superior N 28Tecnicatura Superior en Pedagoga Social y DD HH

Micaela Lopez RodriguezBuenos Aires, Ao 2015

Consigna 1 - La Educacin Sarmientina y yoEstoy en el banco de una plaza, viendo como a las cinco de la tarde una bandada de pajaritos azules todos igualitos salen eyectados luego de haber cerrado otra jornada escolar en la escuela.Se quedan en una especie de callejn a donde desemboca la escuela, donde hay unos banquitos (yo estoy en uno de ellos). Uno patea una pelota de papel y cinta y se sale de la uniformidad al hablarme y pedirme perdn por chocarme. Su mam escucha la disculpa y lo reta; nada debe hacer jugando tan cerca de la gente, hay espacios y espacios; lugares donde se puede y lugares donde no, igual que en la escuela.Escuela que aparte de disciplinar y normatizar los espacios, hace otro tanto con los cuerpos; ponindonos todos un uniforme o un guardapolvo, parecemos iguales; pretendemos ser iguales, eliminando nuestras riquezas ms profundas que son nuestras peculiaridades, nuestra identidad.Mientras la pandilla de enanos azules sigue saliendo alborotada, y mientras ese callejn toma vida, entremezclado entre mams y abuelas que vienen a retirar nios y nias, entre muchachos y muchachas que vienen y van, jugando, charlando, despegndose de esa uniformidad azul, gritando a viva voz, quebrando el disciplinado silencio, yo espero, casi sin darme cuenta, verme salir con mi uniforme tan prolijo y mis reglamentarias medias blancas (impolutas, gracias a las manos de mi madre). Me doy cuenta de que mi educacin tambin estuvo -como la de estos pajaritos azules- empapada de marcas que me hicieron interpretar que existe una unvoca forma de ser, de estudiar, de aprender.Me lleva a un da en primer grado en el que al completar un ejercicio de geometra, la maestra iba anotando nuestros nombres en un papelgrafo gigante. Recuerdo que no saba cmo resolverlo, que tuve vergenza de preguntar y evidenciar mi flaqueza por temor al ridculo; era una escuela muy exigenteSe haca la hora de salir, de volver a casa, y todos mis compaeros estaban anotados en el papelgrafo. Todos menos yo. Y llorando, me acerqu a preguntarle a la maestra si poda ver mi trabajo. Mis compaeros ya estaban todos jugando en el patio, esperando la formacin final del da y yo segua en el aula, luchando contra mis miedos y mis inseguridades con escasos seis aos.Nunca pude lograrlo. Me fui ese da de clases cuando mi mam vino al aula a buscarme, preocupada porque yo an estaba en el aula. Me fui mirando al papelgrafo que no tena mi nombre, ni siquiera en el ltimo puesto. La maestra me haba dicho no sera justo para los dems si yo te agrego porque vos no supiste como se termina, Micky. Mi corazoncito y mi pequea autoestima quedaron un poco malheridos. Ese papelgrafo simplemente deca que yo no haba sido capaz de hacerlo. Que en los tiempos con los que contbamos, yo no haba sido capaz de resolver una tarea tan sencillaCapaz si me hubieran dado ms tiempo, Si tan slo lo hubiese entendido mejor, Por qu no le pregunt a la maestra, Soy tan bruta fueron algunas de las expresiones que sobrevolaron mi cabecita. Tena terror de decrselo a mi mam, quien con su vasta experiencia docente, ya se haba dado cuenta del marco general de lo que haba sucedido.Luego de ese episodio, capaz nfimo para otros, yo comenc a llorar cada vez que tena que ir al colegio. No quera entrar, me haca pis encima todos los domingos a la noche, exageraba mis dolencias eventuales -sin malicia alguna-, usando cada mecanismo de defensa que encontraba para evitar ese matadero, ese escenario de exposicin de lo que yo no poda hacer ni ser, que para m representaba la escuela.La siguiente maana, casi lo olvidaba, el papelgrafo sigui ah, para que todos mis compaeros pudiesen ver quines y en qu orden haban logrado terminar la actividad. Todava recuerdo el cantito de No sabe, no sabe que muy jocosamente mis compaeritos entonaron; sin suspicacia, sin dobles intenciones, como un juego sincero tal vez.Al finalizar ese ao, mis padres buscaron otras opciones de colegios. Que lejos de ser la panacea, tambin tuvieron sus deficiencias aunque estuvieron mucho ms nutridos de potencialidades que esta primera experiencia.Y mientras sigo en este banquito de plaza, mirando ya a los pocos rezagados que siguen jugando al ftbol con su pelota de papel y cinta scotch, me pregunto cundo fue que eleg este camino de transformarme en educadora popular.Quizs a los 11, cuando resista que todos leamos el mismo libro en quinto grado, y le ped ms lecturas a la profe, pero no se poda trabajar con diferentes guas de lectura sino todos con la misma; quizs a los 16, cuando la Historia que me enseaban dejaba afuera muchas cosas que a la clase no entraban por ser tab, pero que con algunos compaeros ya bamos leyendo por otros lados; quizs a los 25, cuando me sancionaron como trabajadora de la educacin por no rezar el padrenuestro en la formacin a la entrada en la escuela religiosa privada donde estaba haciendo una suplencia; quizs a los 27, cuando me fui a vivir a un barrio muy humilde un poco por necesidad y otro mucho por conviccin poltica y pude ver con mis propios ojos cun atrs corren la carrera los chicos de nuestros barrios, que van al cole sin comer, sin dormir, sin zapatillas ni cuadernos, sin abrazos ni nadie que los aliente a seguir en la mayora de los casos.Lo que s es que todas estas marcas -grandes o pequeas- fueron haciendo mella en m y un da, como los pjaros azules que ya se estn yendo de la plaza, decid volar y buscar mis propios significados (imperfectos, errados muchas veces, reinventados), desafiando y desafindome a una educacin diferente.Y se me corrieron los velos, esos a los que el gran Paulo Freire refiere en su obra, y ya no bast con el aula, el profe que manda y ejerce poder, el criterio unvoco de seleccin de contenidos. No bast con el deber ser, con los bancos en fila, los bustos de prceres en el patio y el himno cada maana.Y volando, volando, comenc a tejer redes con otros y otras, y a encontrarme anudada en otras hermosas redes que otros tejieron conmigo. Y me di cuenta de que a pesar de las heridas, los magullones, los dolores ms pequeos o ms grandes que podamos acarrear sobre los hombros, siempre se puede seguir soando.

Consigna 2 - La Educacin PopularLa primera vez que me sent en una ronda en la escuela formal, en las primeras clases del primer ao de la tecnicatura, luego de tantos pasos fallidos por otras experiencias de estudios formales superiores, no lo poda creer.El formato me resultaba habitual, lo usbamos siempre en la militancia cotidiana en la organizacin; en la asamblea, en los encuentros de formacin, en los espacios educativos. Pero esta vez era distinto; era en la escuela. La misma escuela a la que yo vena para ser una mejor educadora popular.La profe hablaba y nos interpelaba sobre nuestro rol en la sociedad. Sobre cmo entendernos como sujetos activos. De pronto me abstraje unos segundos. Yo estaba ah, sentada en el aula, rodeada de compaeros amigables y todos con una conciencia y sensibilidad social que les sale a flor de piel en cada intervencin que hacen; con una profesora que lejos de dogmatizar y plantear conceptos acabados, definidos, pre-procesados, nos incluye en su problematizacin, nos interpela, nos patea la pelota a nosotros a ver qu hacemos con esto que es el conocimiento.Yo estaba entusiasmadsima. Era la primera vez que alguien, en un espacio ulico formal, validaba con hechos lo que mi cabecita loca siempre pens respecto de cmo trabajar dentro de la escuela, no slo desde la disposicin del espacio, sino desde la posibilidad de dilogo, la empata, la socializacin de la palabra, y otros tantos ingredientes que hacen a una nueva lgica de encuentro entre docentes y estudiantes.La ronda de aquellas primeras clases me liber y me permiti descubrir y descubrirme. De pronto, me di cuenta de que las cosas que yo pensaba o senta o intua s eran vlidas para este otro contexto (el formal) a veces un poco hostil a los cambios. Me di cuenta de que estas ideas podan ser debatidas entre todos, sin que hiciesen mella las jerarquas o las divisiones entre diversas individualidades que nos marcan en la cotidianeidad. Me di cuenta de que los cuerpos podan circular sin tanto disciplinamiento, y que el mecanismo asambleario ac tambin funciona, y que los consensos lleganMi primera experiencia de educacin liberadora en el aula fue sin dudas sta. Estar cursando esta carrera. Haberme animado a pensar diferente dentro de mi misma trampa de creer que al pensar diferente, uno tiene carta blanca para dejar de problematizar hacia adentro. Yo era una triste convencida (a fuerza de realidades y golpes) de que este tipo de experiencias colectivas, cooperativas y solidarias no podan darse dentro del sistema formal. Y sin embargo, me liber de la unvoca forma que conceba para aprender en el aula, de la que haba vivenciado, mamado, la que me haban hecho creer que era la sobreviviente y triunfadora en un campo de tensiones.Ahora puedo mirarme al espejo y decirme bajito al odo Ves?? Era por ac!!! y seguir caminando por esta hermosa senda de liberarme y liberar a otros con el pequeo aporte que uno tenga para ofrendar, construyendo puentes, hermanndonos. De eso creo se trata la educacin.Cada da voy naturalizando ms y ms la manera de abordaje que estoy construyendo, y con suerte, cada vez voy olvidndome ms y ms de la anterior. Ojal algn da se me borre por completo y que al reaparecer, fuese como una cachetada violenta que nos desacomode de esta nueva naturalidad problematizadora y sana que estamos generando. Ojal nunca reaparezca, y si reaparece, ojal el repudio sea fuerte y colectivo. Ojal la educacin pudiese liberarnos a todos y que algn da, experiencias como esta sean lo normal y las otras, las repudiables, sean lo anacrnico.