La Educación Ambiental y La Dimensión Comunitaria

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La Educaci ó n Ambiental y la dimensi ó n comunitaria PabloÁ ngel Meira Cartea Universidad de Santiago de Compostela Para la Educaci ón Ambiental, al igual que para cualquier otra praxis educativa que pretenda afirmarse como proyecto social y cultural, el desarrollo comunitario constituye una referencia clave (Caride, 1998): en él, educaci ón y ambiente se integran de forma inequ í voca, tratando de transferir autoconfianza, protagonismo y capacidad autogesti ón a las comunidades locales y a los diferentes grupos sociales que las articulan, para convertirlos en sujetos del proceso de desarrollo y no en meros o deéste. En este sentido, se pretende reconocer a los agregados de personas no s ólo como una suma de individuos sino como una “comunidad” inscrita en un territorio, un pasado y un futuro “com ún”, desde la cotidianeidad hasta su progresiva integraci ón en otras comunidades y realidades (comarcales, regionales, nacionales, internacio sin renunciar a las mejores y m ás dignas condiciones de su calidad de vida. Como expresaba Unamuno, antes siquiera que se entreviese el estadio de globalizaci ón en el que ahora vivimos, “el ser humano se vuelve planetario cuando rescata el dominio í , el arraigo a su territorio inmediato, la identificaci ón de su naci ón y de su cultura local y luego, finalmente, su papel en el mundo. Este proceso de abajo hacia arriba le da a su existencia y lo hace part í cipe de un mundo que debe ser diverso no s ólo biol ógicamente sino culturalmente”. Cabe destacar, en las palabras de Unamuno y en la literatura sociol ógica moderna sobre el concepto de comunidad, la vinculaci ón entre “identidad” y “territorio” como dí ada clave en la delimitaci ón de una comunidad. En el mundo global contempor áneo esta d í ada se ha resignificado. El “territorio” entendido como espacio f í sico y social que comparten los miembros de una comunidad ha sido reemplazado po otros espacios virtuales: redes y redes de redes que conectan a personas y a comunidades al margen de su ubicaci ón f í sica en lugares concretos. La construcci ón de redes –entendidas como “comunidades virtuales”- al margen, en contra o transversalmente a las que teje el mercado global constituye una de las mejores estrategias para afrontar las tensiones entre lo local –o lo comunitario- y lo gl no es suficiente, como rezaba el viejo lema ecologista, “pensar globalmente y act localmente”, es preciso y necesario “pensar y actuar global y localmente”. Por otra parte, la convergencia entre la Educaci ón Ambiental y el Desarrollo Comunitario no puede ignorar que el “comunalismo” ha sido una de las fuentes ideol ógicas importantes tanto para la articulaci ón del pensamiento ecologista como para la construcci ón de las propuestas que fundamentan el desarrollo local (Boockhin, 1978 Schumacher, 1978; Bosquet, 1979). As í lo pone de relieve Dobson (1997: 171) cuando afirma “que un problema com ún de la estrategia de cambio de estilo de vida es que, en última instancia, est á separada del fin al que quiere llegar, por cuanto no es obvio c ómo el individualismo en que se basa se convertir á en el comunitarismo que es fundamental en la mayor í a de las descripciones de la sociedad sustentable”. De hecho, prosigue e autor, “parecer í a más sensato suscribir formas de acci ón pol í tica que son ya comunitarias y que, por tanto, son pr áctica y al mismo tiempo anticipo de la meta anunciada. De este modo, el futuro se inserta en el presente y el programa result ás

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Ensayo de la Univ de Stgo. de Compostela

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La Educacin Ambiental y la dimensin comunitariaPablo ngel Meira CarteaUniversidad de Santiago de CompostelaPara la Educacin Ambiental, al igual que para cualquier otra praxis educativaque pretenda afirmarse como proyecto social y cultural, el desarrollo comunitarioconstituye una referencia clave (Caride, 1998): en l, educacin y ambiente se integrande forma inequvoca, tratando de transferir autoconfianza, protagonismo y capacidad deautogestin a las comunidades locales y a los diferentes grupos sociales que lasarticulan, para convertirlos en sujetos del proceso de desarrollo y no en meros objetosde ste. En este sentido, se pretende reconocer a los agregados de personas no slocomo una suma de individuos sino como una comunidad inscrita en un territorio, conun pasado y un futuro comn, desde la cotidianeidad hasta su progresiva integracinen otras comunidades y realidades (comarcales, regionales, nacionales, internacionales),sin renunciar a las mejores y ms dignas condiciones de su calidad de vida. Comoexpresaba Unamuno, antes siquiera que se entreviese el estadio de globalizacin en elque ahora vivimos, el ser humano se vuelve planetario cuando rescata el dominio de s,el arraigo a su territorio inmediato, la identificacin de su nacin y de su cultura local yluego, finalmente, su papel en el mundo. Este proceso de abajo hacia arriba le da sentidoa su existencia y lo hace partcipe de un mundo que debe ser diverso no slobiolgicamente sino culturalmente.Cabe destacar, en las palabras de Unamuno y en la literatura sociolgicamoderna sobre el concepto de comunidad, la vinculacin entre identidad y territoriocomo dada clave en la delimitacin de una comunidad. En el mundo globalcontemporneo esta dada se ha resignificado. El territorio entendido como espaciofsico y social que comparten los miembros de una comunidad ha sido reemplazado porotros espacios virtuales: redes y redes de redes que conectan a personas y acomunidades al margen de su ubicacin fsica en lugares concretos. La construccin deredes entendidas como comunidades virtuales- al margen, en contra otransversalmente a las que teje el mercado global constituye una de las mejoresestrategias para afrontar las tensiones entre lo local o lo comunitario- y lo global. Yano es suficiente, como rezaba el viejo lema ecologista, pensar globalmente y actuarlocalmente, es preciso y necesario pensar y actuar global y localmente.Por otra parte, la convergencia entre la Educacin Ambiental y el DesarrolloComunitario no puede ignorar que el comunalismo ha sido una de las fuentesideolgicas importantes tanto para la articulacin del pensamiento ecologista como parala construccin de las propuestas que fundamentan el desarrollo local (Boockhin, 1978;Schumacher, 1978; Bosquet, 1979). As lo pone de relieve Dobson (1997: 171) cuandoafirma que un problema comn de la estrategia de cambio de estilo de vida es que, enltima instancia, est separada del fin al que quiere llegar, por cuanto no es obvio cmoel individualismo en que se basa se convertir en el comunitarismo que es fundamentalen la mayora de las descripciones de la sociedad sustentable. De hecho, prosigue elautor, parecera ms sensato suscribir formas de accin poltica que son yacomunitarias y que, por tanto, son prctica y al mismo tiempo anticipo de la metaanunciada. De este modo, el futuro se inserta en el presente y el programa resulta msconvincente intelectualmente y ms coherente prcticamente. Castells (1998: 141),realiza un pronunciamiento acorde con esta perspectiva; para l, la movilizacin de lascomunidades locales en defensa de su espacio, contra la intrusin de los usos

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indeseables, constituye la forma de accin ecologista de desarrollo ms rpido y la quequizs enlaza de forma ms directa las preocupaciones inmediatas de la gente con lostemas ms amplios del deterioro ambiental. Por decirlo de otra forma: en las respuestaslocales a la problemtica ambiental se estn ensayando formas de reaccin comunitariaante los desafos globales.De esta conviccin y de su congruencia tendr que alimentarse la EducacinAmbiental si pretende jugar un papel significativo en la construccin de los proyectoscomunitarios, aunque sin caer en el ilusionismo de una comunidad idealizada,pensada como un espacio mtico y utpico, tal y como nos previene Furter (1983), alconstatar como los valores de la cohesin comunitaria en buena medida, latentes en lassociedades rurales- se han visto sometidos a cambios profundos y contradictorios: laexpansin de nuevos modelos productivos, la mixtificacin de los referentes de laidentidad colectiva por el impacto homogeneizador de la cultura global, el incrementode la percepcin individualizada de la existencia, la tendencia a resolver los problemassociales en el mbito de la privacidad, el aumento de la movilidad obligada, laexpansin del urbanismo, la penetracin de las nuevas tecnologas de la comunicacin yla informacin, etc.Adems, hay que ponerse en guardia ante la creencia de que los micro-espaciossimplifican los problemas al reducir su dimensin. Si lo pequeo es hermoso comosugiri Schumacher, ello no quiere decir que su nivel sea menos complejo, mshomogneo o ms consensual que otros (Furter, 1983: 106). Utilizando una metforasugerida por Edgar Morn, en las comunidades contemporneas se expresan como en elfragmento de un holograma todos los problemas, las contradicciones y lascomplejidades propias del mundo globalizado; incluso en aquellas que no seanconscientes de pertenecer a l. Desde este punto de vista, como se expresa en la escalamundial del cambio climtico por poner un ejemplo-, la crisis ambiental forma partedel proceso de globalizacin.Ms all de estas argumentaciones, tambin con perspectiva histrica cabesignificar la importancia concedida en las ltimas dcadas a la deseable integracin delos procesos educativos en las dinmicas propias de cada realidad social, en particularlas que se construyendesde,conyparalas comunidades locales (pueblos, barrios,ciudades). El enfoque de la Agenda 21 Local, emanado de las recomendaciones de laCumbre de Ro de 1992, se inscribe en esta tendencia. En general, procurando contribuira crear condiciones de ciudadana y de bienestar social cada vez ms congruentes conlos principios que inspiran el desarrollo armnico, integral y sustentable de cada sujetoy de cada colectividad. Para Calvo y Franquesa (1998), tras admitir que durante aos enlos documentos de diferentes eventos internacionales de Educacin Ambiental se evitpor razones polticas una alusin expresa a la democracia como marco general, o a laprofundizacin democrtica como accin concreta, hoy podemos explicitar claramentela opcin por la equidad como principio y la democracia como marco idneo. Eldilogo, la participacin, la negociacin y el consenso resultan, as pues, losmecanismos para resolver los conflictos o, al menos, para plantearlos; y la implicacinde las personas en estos procedimientos, parte esencial de su capacitacin.En este sentido, se constata como planteamientos ideolgicos, socio-polticos ymetodolgicos que insisten en reivindicar el desarrollo social a partir de lo que escomn a las personas considerando aspectos tan diversos como el paisaje, la cultura,

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los sentimientos o las vivencias que se configuran en un determinado territorio-, tratande validar modelos y procesos de desarrollo comunitario en los que se enfatizan lasposibilidades de la educacin en el logro de tres objetivos principales:- Avanzar en las potencialidades que ofrece promover el reencuentro de lascomunidades locales consigo mismas, garantizando la supervivencia del territorio yde los colectivos sociales (desde la infancia hasta la personas mayores) que lohabitan, incluyendo una adecuada disponibilidad de sus recursos naturales y elrespeto a los valores que toman como referencia las diferentes manifestaciones delpatrimonio artstico-cultural legado por las generaciones precedentes. Para ello serequiere compatibilizar las dimensiones locales con las globales, la visin micro conla visin macro, la sociedad civil con el Estado, la autoestima con el aprecio de loajeno, lo identitario con lo universal, etc. Porque tal y como observa Bassand (1992:116), para el desarrollo local lo singular no es incompatible con lo local, lainiciativa local implica solidaridades endgenas pero tambin y sobre todoexgenas; los proyectos locales no estn opuestos a la apertura y al intercambio conel mundo, lo local no excluye lo global; la tradicin en la que a menudo arraiga laidentidad no rechaza la modernidad.- Responsabilizar y comprometer a las comunidades locales en los procesos decambio y de transformacin social, confrontando sus problemticas, necesidades ydemandas con las posibilidades y limitaciones (geogrficas, demogrficas,infraestructurales, econmicas, tecnolgicas, etc.) de la realidad de la que formanparte, ampliando sus capacidades de iniciativa y de crtica sin que por principio- serenuncie a las ventajas que pueden ofrecer el conocimiento cientfico y lainnovacin tecnolgica de cara a la promocin de un desarrollo cada vez msautnomo y sustentable. Dir Marchioni (1994: 25) que la vuelta a la comunidad enlas nuevas condiciones sociales y con un Estado de Bienestar en crisis, significaretomar un protagonismo que pareca olvidado o sumergido, revitalizando suvoluntad de contar, a tener un papel en los procesos sociales, en la toma dedecisiones, en una palabra su voluntad de participar. La demanda de la participacinvuelve a brotar de los estamentos y mbitos sociales de los que haba sido expulsadaen la creencia, de alguna manera compartida o asumida por demasiados sujetos, desu inutilidad.- Afirmar en cada persona su protagonismo como sujeto y agente de los procesos decambio social, desde su entorno inmediato y con la perspectiva de una sociedad cadavez ms interdependiente y globalizada. El sujeto del desarrollo, aunque seacalificado de sostenible, no es el ambiente. Porque, obviamente, el desarrollo serefiere a las personas y a las comunidades y no a los objetos, con todas lasconsecuencias que esto comporta: se trata de implicar a cada sujeto en la defensade su entorno natural y cultural, contribuyendo tanto a la promocin de identidadescomo a la redefinicin de las autonomas locales. Una misin que debe articularse apartir de la biografa que aporta cada persona a la historia comn,contextualizndola en los espacios y tiempos sociales que le son propios, desde unestricto respecto a los derechos humanos y a la irrenunciable aspiracin a que semejore progresivamente la calidad de vida (Caride, 1997: 225).No podemos obviar, tal y como enfatiza Leff (1986: 187-195), que los principiosambientales del desarrollo se fundan en una crtica a la homogeneizacin de los

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patrones productivos y culturales, reivindicando los valores de la pluralidad cultural y lapreservacin de las identidades tnicas de los pueblos. Lectura que ha sidoreiteradamente contravenida por los paradigmas dominantes en la economa demercado. Es por ello que es preciso definir el ambiente tambin como una estancia ticay poltica: como condicin para la puesta en prctica de proyectos de gestincomunitaria de los recursos naturales a escala local y como un medio eficaz para lograrlos objetivos del desarrollo sustentable... La naturaleza deja de ser tan slo un recursoeconmico y se transforma en un patrimonio cultural; las estrategias de manejo mltiplede recursos ofrecen principios para optimizar la oferta sostenida de recursosconservando las condiciones de sustentabilidad de la produccin, con base en unaapropiacin diferenciada de satisfactores en el tiempo y en el espacio, as como en unadistribucin ms equitativa de los recursos y de la riqueza. Todo ello ha de conducirhacia un nuevo orden econmico fundado en la gestin ambiental local, en cuyo seno setrata de facilitar a las poblaciones locales los apoyos y medios mnimos necesarios paraque desarrollen su propio potencial autogestionario en prcticas productivasecolgicamente adecuadas, mejorando sus condiciones de existencia y elevando sucalidad de vida conforme a sus propios valores culturales.Si como hemos argumentando en otros escritos (Caride y Meira, 1998, 2004;Meira, 2001), el crecimiento del mercado global y la instauracin de sus mecanismos deinterdependencia poltica, laboral, ambiental, etc. tiende a descomponer y fagotizar laseconomas de menor escala, hasta el extremo de amenazar las mismas bases de laexistencia humana y, a largo plazo, de la propia biosfera, es comprensible que paramuchas comunidades no occidentales la sustentabilidad signifique fundamentalmenteun modo de resistir al progreso; o, como explica Sauv (1999), traduciendo laperspectiva endgena en una forma alternativa de desarrollo, que ste en susdimensiones comunitaria y local- implique una manera de hacer frente a ladesintegracin cultural y de las pequeas economas. Esto es, no se trata nicamente detomar la iniciativa o de emprender transformaciones, sino de hacerlas observando lamxima coherencia posible entre los procesos locales y los globales, siempre conformea una visin del futuro humana y ecolgicamente deseable.Al margen de otras consideraciones, en las que se concretan diferentes procesosque toman a las comunidades locales como mbitos de explicacin y construccin derealidades sociales complejas (estrategias metodolgicas orientadas al conocimiento y ala intervencin social, modelos de accin e intervencin comunitarias, etc.) que sediversifican en denominaciones que le confieren cierta sustantividad al quehacercomunitario (estudios comunitarios, organizacin de la comunidad, desarrollocomunitario, promocin comunitaria, trabajo social comunitario, etc.), en relacin conla Educacin Ambiental cabe destacar la existencia de los llamadosProgramas deEducacin Ambiental Comunitaria(PEAC), definidos como aquellas actividadeseducativas que se desenvuelven en el marco de una comunidad pequea barrio opueblo- y orientadas a la consecucin de conocimientos y actividades en relacin aalgn problema ambiental de la propia comunidad (incendios, contaminacin, residuos,gestin del agua, etc.) (Sureda y Colom, 1989: 226). Los PEAC pueden formar parte ono de programas ms amplios (Agendas 21 locales, Programas de Desarrollo Integral,etc.), aunque normalmente se conciben como herramientas educativas en el marco deiniciativas de desarrollo ms amplias.

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La mayora de estos Programas, que comienzan por combatir el analfabetismofuncional que existe en materia ambiental en numerosas comunidades y sectoressociales, plantean, entre otros, los siguientes objetivos:- Incrementar la participacin de las comunidades en la tarea de reconstruir unmedio ambiente sano y de conseguir una mejor calidad de vida;- Promover la constitucin de grupos comunitarios en los mbitos del poder local,para la defensa y conservacin del medio ambiente, al tiempo que para abordartransversalmente otras finalidades sociales: la generacin de empleo, lapromocin de la salud pblica, la autoorganizacin de la comunidad, lademocratizacin en la toma de decisiones, etc.;- Incentivar el conocimiento y la investigacin de las comunidades acerca de supropia problemtica ambiental, orientada hacia la toma de conciencia y laautogestin;- Reforzar el compromiso pblico y el sentido de la responsabilidad personal ycolectiva en la toma de decisiones y en la aceptacin de las consecuencias de todotipo de medidas que generen impacto ambiental;- Fortalecer la identidad de los grupos humanos que se ven involucrados enprocesos migratorios, fundamentalmente en los que derivan del xodo del campoa las ciudades o del sur al norte socioeconmico, o cuya realidad se ve alteradapor impactos externos que cuestionan o transforman significativamente suexistencia;- Generar una mayor solidaridad y cooperacin entre las comunidades y loscolectivos sociales que comparten un mismo territorio, incentivando su co-participacin en la elaboracin y gestin de proyectos de desarrollo local.En la literatura anglosajona de la ltima dcada sobre el campo de la EA se hageneralizado el uso de dos conceptos para identificar los principios de este reenfoqueparticipativo y comunitario:empoweringyownership. El primero suele ser traducidoliteralmente al castellano con el anglicismo empoderamiento, y su originalidad es,cuando menos, cuestionable ya que nos remite a las propuestas del Movimiento de laEducacin Popular que se extendi por Amrica Latina en las dcadas de los aos 60 y70 del siglo pasado, con figuras tan relevantes e influyentes en el desarrollo posterior dela Pedagoga Crtica como Paulo Freire. El empoderamiento consiste en ofrecer losinstrumentos (educativos, polticos, sociales, culturales, etc.) a una comunidad para quesea consiente de su realidad, se organice y asuma el poder de transformarla. Elsegundo,ownership, puede ser traducido por apropiacin y nos remite al mismocampo terico: cul, sino, era el significado en la pedagoga freiriana del concepto deconcientizacin ms que una apropiacin crtica y consciente del mundo comopremisa para poder actuar en y sobre l para transformarlo. Son, en fin, nuevosconceptos revestidos de la hegemona cultural anglosajona, que no hacen ms queactualizar y vigorizar viejos paradigmas educativos.El encuentro interactivo y la actitud interactuante, que para Gudynas y Evia(1993: 97) son componentes bsicos en la iniciativa que emprendan los eclogos

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sociales a nivel comunitario, deben representar para los educadores objetivosprioritarios; una interaccin que se traduce en: intencionalidad de compartir ycomprender los componentes afectivos, ticos, cognitivos y polticos de la realidad; laactitud de respeto hacia las personas con las que se interacta; la actitud de observacinatenta de lo que sucede en el mbito de la praxis; la actitud de dedicacin a su praxis; yla actitud crtica y reflexiva, que no busca caer en la militancia fcil que perdona lasuperficialidad del trabajo, o que se ampara en los dogmatismos. El educador ambientalel eclogo social, en el vocabulario de Guydinas y Evia- debe poner atencin adiversos aspectos de lo que le rodea, por lo que debe comprender el marco natural ysocialmente construido del ambiente donde se desarrolla su praxis. En este sentido, lasidentidades diferenciales del medio en cada comunidad y para cada comunidad deben deser una referencia inevitable para la Educacin Ambiental.El discurso construido hasta aqu obliga, como conclusin, a plantear lanecesidad de que la Educacin Ambiental que se desarrolla en contextos comunitariosabandone su catalogacin como una educacin no formal, carente de sistemtica o deentidadporyens misma. Bien al contrario, se reclama formal y significativamenteconstituida en los escenarios sociales y las prcticas pedaggicas, con objetivos ymtodos, tcnicas y estrategias, contenidos y actores, experiencias y prcticas, etc. queno pueden interpretarse ni como una forma de hacer viables algn tipo de negacineducativa (en este caso, la representada por la educacin formal o escolar) ni como laexpresin de una actuacin paralela, subsidiaria o parcial de la educacin. De ah quereivindiquemos (Caride y Meira, 2004) la denominacin de Educacin AmbientalComunitaria como un modo de reconocer y delimitar los perfiles de una prcticapedaggica y social que hace suyos los compromisos de avanzar hacia una sociedadsustentable, al menos mientras las palabras sigan ejerciendo algn tipo de podersimblico y/o material.Referencias bibliogrficasBASSAND, M. (1992):Cultura y regiones de Europa. Oikos-Tau-Diputaci deBarcelona, Barcelona.BOOKCHIN, M. (1978):Por una sociedad ecolgica. Gustavo Gili, Barcelona.BOSQUET, M. (1979):Ecologa y Libertad. Tcnica, tcnicos y lucha de clases.Gustavo Gili, Barcelona.CALVO, S. y FRANQUESA, T. (1998): Sobre la nueva educacin ambiental o algoas.Cuadernos de Pedagoga, n 267, ps. 48-54.CARIDE, J.A. (1997): Accin e intervencin comunitarias. En PETRUS, A. (Coord.):Pedagoga Social, Ariel, Barcelona, ps. 222-247.CARIDE, J.A. (1998a): Educacin Ambiental e Desenvolvemento Comunitario.CONSELLO ESCOLAR DE GALICIA:As demandas sociais da escola. Xunta deGalicia, Santiago de Compostela, ps. 149-164.CARIDE, J.A. y MEIRA, P.A. (1998): Educacin Ambiental y desarrollo: lasustentabilidad y lo comunitario como alternativas.Revista Interuniversitaria de

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