La dimensión moral de la economía- Personas y mecanismos

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Revista Valores en la Sociedad Industrial 103 1. Veinte años históricos En los últimos 20 años hemos asistido al surgimiento de numerosos debates entre quienes niegan y quienes sostienen el carác- ter ético de la actividad económica. Sin duda la actividad económica es un campo de actividades humanas que, además de expresar un aspecto de la creatividad hu- mana, influye notablemente en la calidad de vida de personas y comunidades. Por eso no es extraño que en este período se haya difundido la conciencia de la necesidad de considerar el aspecto ético de la producción y de las transacciones. No se trata de una no- vedad absoluta, pero sigue siendo una nove- dad en un contexto generalmente reacio a poner freno al mecanismo del interés y de la oportunidad. Seguramente la actividad productiva, es- pecialmente desde la organización empre- sarial de los proyectos, desde la revolución industrial, necesita apoyarse en capitales pa- ra llevar a cabo su cometido; por eso no pa- rece fácil eliminar el capital como instru- mento eficaz para el dominio del mundo en respuesta a las necesidades humanas. Es más, la historia nos ha mostrado las insana- bles grietas de la versión colectivista de la producción, que, privada de la libertad y del incentivo del crecimiento personal, se caracteriza por el estancamiento crónico. Pero esto no significa, como demasiado a menudo se ha afirmado, que no se pueda intervenir en los mecanismos de la produc- ción. Muchos afirman que la capacidad pro- ductiva, tanto de individuos como de orga- nizaciones, depende en gran medida del li- bre juego de las partes, de tal manera que cualquier intervención ajena al mecanismo del interés tiene necesariamente el efecto de entorpecer los resultados. Sobre esta ba- se, han surgido teorías que intentan justifi- car la despreocupación por la moralidad del mercado financiero o del mercado en general. Un ejemplo clarísimo de esta pos- tura lo encontramos en George Soros, el exitoso financista húngaro, ahora también filántropo, que nos explica por qué los mer- cados financieros no son inmorales, son amorales: 1 “Cuando era un anónimo actor de los mercados financieros nunca tuve que sope- sar las consecuencias sociales de mis accio- nes. Era consciente de que en algunas cir- cunstancias las consecuencias podían ser perjudiciales, pero me sentía justificado al ig- norarlas por entender que jugaba de acuer- do a las reglas. El juego era muy competitivo y si me imponía limitaciones adicionales a mí mismo terminaría perdiendo. Por otra parte me daba cuenta que mis escrúpulos morales no representarían ninguna diferencia para el mundo real, dadas las condiciones de com- petencia efectiva o casi perfecta que prevale- ce en los mercados financieros: si me abste- nía, otro ocuparía mi lugar” 2 . MARIA PAOLA SCARINCI DE DELBOSCO La dimensión moral de la economía: personas y mecanismos

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1. Veinte años históricos

En los últimos 20 años hemos asistido als u rgimiento de numerosos debates entrequienes niegan y quienes sostienen el carác-ter ético de la actividad económica.

Sin duda la actividad económica es uncampo de actividades humanas que, ademásde expresar un aspecto de la creatividad hu-mana, influye notablemente en la calidadde vida de personas y comunidades. Por esono es extraño que en este período se hayadifundido la conciencia de la necesidad deconsiderar el aspecto éticode la producción yde las transacciones. No se trata de una no-vedad absoluta, pero sigue siendo una nove-dad en un contexto generalmente reacio aponer freno al mecanismodel interés y de laoportunidad.

Seguramente la actividad productiva, es-pecialmente desde la organización empre-sarial de los proyectos, desde la revoluciónindustrial, necesita apoyarse en capitales pa-ra llevar a cabo su cometido; por eso no pa-rece fácil eliminar el capital como instru-mento eficaz para el dominio del mundo enrespuesta a las necesidades humanas. Esmás, la historia nos ha mostrado las insana-bles grietas de la versión colectivista de lap roducción, que, privada de la libertad ydel incentivo del crecimiento personal, secaracteriza por el estancamiento crónico.

Pero esto no significa, como demasiado a

menudo se ha afirmado, que no se puedaintervenir en los mecanismos de la produc-ción. Muchos afirman que la capacidad pro-ductiva, tanto de individuos como de orga-nizaciones, depende en gran medida del li-bre juego de las partes, de tal manera quecualquier intervención ajena al mecanismodel interés tiene necesariamente el efectode entorpecer los resultados. Sobre esta ba-se, han surgido teorías que intentan justifi-car la despreocupación por la moralidaddel mercado financiero o del mercado engeneral. Un ejemplo clarísimo de esta pos-tura lo encontramos en George Soros, elexitoso financista húngaro, ahora tambiénfilántropo, que nos explica por qué los mer-cados financieros no son inmorales, sonamorales:1

“Cuando era un anónimo actor de losm e rcados financieros nunca tuve que sope-sar las consecuencias sociales de mis accio-nes. Era consciente de que en algunas cir-cunstancias las consecuencias podían serperjudiciales, pero me sentía justificado al ig-norarlas por entender que jugaba de acuer-do a las reglas. El juego era muy competitivoy si me imponía limitaciones adicionales a mímismo terminaría perdiendo. Por otra part eme daba cuenta que mis escrúpulos moralesno re p resentarían ninguna diferencia para elmundo real, dadas las condiciones de com-petencia efectiva o casi perfecta que pre v a l e-ce en los mercados financieros: si me abste-nía, otro ocuparía mi lugar”2.

MARIA PAOLA SCARINCI DE DELBOSCO

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Seguramente la de Soros3 no es la úni-ca postura sobre el carácter no moral de losm e rcados, pero nos parece que refleja demanera particularmente eficaz el argumen-to de muchos sobre la imposibilidad de mo-dificar los mecanismos que regulan las tran-sacciones comerciales o, simplemente, lasrelaciones entre capital y trabajo. En con-creto así aparece también en las objecionesque los mismos profesores del MBA de Har-v a rd opusieron, al comienzo de los ’80,frente a la propuesta de incorporar conteni-dos éticos en sus clases. Algunos de ellosafirmaron que la ética es más bien algo asícomo una doctrina de altruismo, que pocotiene que ver con la realidad competitivadel mercado; otros en cambio consideraronque se trata más bien de un asunto personalde creencias y sistema de valores, que notiene lugar en el curriculum de las escuelasde business4. Junto con estas objecionespueden aparecer otras que expresan lacreencia generalizada de que la ética aplica-da a los negocios solo puede introducir res-tricciones en un campo en el cual se apre-cia, por sobre todas las cosas, la acción con-fiada y decidida5.

2. Los 80 y la ética de los negocios

Sin embargo, a pesar de este generaliza-do modo de interpretar el mundo de losnegocios, de la producción y de las transac-ciones, algo debe haber inducido a rever lossupuestos sobre los que se basaba, porq u econstatamos que en los ’80 empiezan a di-fundirse rápidamente las escuelas de nego-cio que incorporan contenido ético a suscursos, así como se multiplican asombrosa-mente los títulos de libros con referencia ala dimensión ética de la actividad económi-ca. Aunque sea con acento escéptico, tam-bién el pensador postmoderno Gilles Lipo-vetsky constata este fenómeno:

“A semejanza de la bioética, la moda dela ética de los negocios ha nacido y se ha ex-tendido por los Estados Unidos, tomando elrelevo de la corriente de pensamiento lla-mada de "responsabilidad social de la em-presa". Desde la década de 1980, son innu-

merables las obras, artículos y conferenciasdedicados al tema, se enseña en las escuelasde dirección de empresa y en los depart a-mentos de filosofía, los consultores de éticavenden sus consejos a las empresas, propo-nen auditorías y tests de ética; en Wa l lStreet, los jesuitas han abierto un centro dereflexión moral para banqueros y directivoscatólicos”6.

Lo nuevo de esta ‘moda’ consiste en queno parece estar reñida la preocupación porla dimensión ética y el desarrollo normal delos negocios. Aquí no se trata de una op-ción entre la austeridad de un monasterio ylos lujos de la nueva Babilonia, sino en labúsqueda de un modo de hacer negociosque no destruya a los seres humanos. Undesencadenante de esta nueva pre o c u p a-ción seguramente ha sido la evidencia de lasituación de pobreza y marginación que lalógica del interés producen. En este marco,se enfatiza la responsabilidad de los que to-man decisiones que pueden modificar, pa-ra bien o para mal, la vida de enteras comu-nidades, sobre todo a partir de la constata-ción de la interconexión de la economía degrupos y países alejados entre sí. El gran de-safío es encontrar el modo de proponer atodos los actores del ámbito económico laconveniencia humana de encarar su activi-dad desde su condición de miembros deuna comunidad. El subrayado de la expre-sión conveniencia humana responde a lanecesidad de tomar distancia de otra inter-p retación de la llegada de la ética en elcampo de los negocios, la que la lee comouna variante del marketing, un fenómeno‘ c h i c ’7. En esta versión de la pre o c u p a c i ó nética, las empresas simplemente tomaríanacto de la actual preferencia por temas co-mo la defensa del medio ambiente, la pro-tección de especies en peligro de extinción,la no discriminación, la eliminación del tra-bajo infantil, etc., de tal modo que sus pro-ductos o servicios no se vean re c h a z a d o spor alguna de estas reservas de carácter ‘éti-co’ de los potenciales consumidores o usua-rios. Entonces, para el que ha captado el‘espíritu de la época’:

“La sustancia del discurso no tiene nin-guna importancia, todo es equivalente, to-

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do se vuelve legítimo apenas parpadea elsignificante "ética" y la invocación a los valo-res. (...) hoy, bajo los auspicios de la ética,todo puede venderse”8.

Esta versión ‘postmoralista’de la ética -para usar el mismo término de Lipovetsky -no reconoce otra motivación que el interés,siendo la propuesta moral solo un envolto-rio a la moda.

Sin embargo, no siempre el tono cínicode Lipovetsky logra desarmar lo que hay deauténtico en esta búsqueda del ro s t ro hu-mano de la actividad económica:

“Al igual que todo un bloque de la refle-xión bioética se orienta contra la espiral delos derechos del individuo soberano ,tam-bién la moral de los negocios desea una re-conversión del ethos individualista entrega-do a la búsqueda del interés personal sinp reocupación por el futuro.(..) Lo que hahecho necesaria la business ethics no es so-lo la desconfianza respecto de las grandesfirmas y la degradación de la imagen de losnegocios en la opinión pública, es tambiénla nueva conciencia de las contradiccionesdel individualismo del self-interest, de loscallejones sin salida de la maximización delbeneficio, de los abusos de la lógica de WallStreet”9.

También en Soros se insinúa la necesi-dad de considerar los ámbitos de la activi-dad económica desde la perspectiva huma-na, puesto que reconoce que las considera-ciones morales no pueden obviarse cuandouno se encuentra en contacto con personas.Curiosamente él admite la mayor libert a dde maniobra que conceden los merc a d o spor no ser entidades evidentemente ‘socia-les’, dando a entender que la definición de‘amoralidad’ del mercado solo puede soste-nerse si se olvida que el mercado tambiéntiene que ver con las personas:

"Si tuviera que tratar con personas en vezque con mercados, no podría haber evitadoelecciones morales y no habría tenido tantoéxito a la hora de ganar dinero. He bende-cido la suerte que me llevó a los mercadosf i n a n c i e ros y me permitió no mancharm elas manos10."

Pero en la medida en que se reconocecomo miembro de una comunidad con la

‘hipoteca’ de su conexión con los demás,Soros admite que hay que tener en cuentalos valores de la sociedad, y propone el librejuego democrático como el camino más vá-lido para ahuyentar el peligro tanto del in-dividualismo, en el cual las personas se des-p reocupan de las consecuencias de sus ac-tos, como el de los fundamentalismos decualquier signo – habla, por ejemplo, delfundamentalismo del mercado-, que impo-nen valores no compartidos por todos losciudadanos. La solución propuesta por So-ros es la de la sociedad abierta, es decir, lasociedad en la cual hay lugar para el debateen el respeto por las opiniones y posturasde los demás. Más allá de esta pre f e re n c i adictada por el principio de falibilidad, quepara Soros es el que, mucho más realistíca-mente, reemplaza la fe iluminista en la ra-zón, admite que para recuperar el sentidode lo correcto y de lo incorrecto en el senode una sociedad es necesario que haya indi-viduos que actúen sobre la base de sus valores in-dependientemente de lo que hagan los demás1 2.Esta afirmación nos permite compre n d e rque la sola confrontación de ideas no es su-ficiente para fundar la vigencia de valore sque no se reduzcan a simples gustos perso-nales. Parece ser necesario algún otro tipode consideración que amplíe el horizonte,p e rmitiendo salir de la abstracción de losnúmeros y de las entidades impersonales.

3. La economía y el desarrollo

En el pensamiento de Amartya Sen, pre-mio Nobel de Economía en 1998, encontra-mos un claro hito en esta búsqueda de com-binar la actividad económica con otro tipode consideraciones, que podríamos llamaréticas, sobre todo cuando está en juego latoma de decisiones importantes, por las quese influye poderosamente en la sociedad.No podemos definir su postura como unabusiness ethics, pero debemos re c o n o c e r l eel mérito de haber planteado el tema eco-nómico en relación con la capacidad deproducir el desarrollo de una sociedad. Nose trata entonces solo de confrontar los nú-meros, es decir, los resultados cuantificables

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de las diferentes ‘recetas’ económicas quese aplican sobre todo en los países en vía ded e s a rrollo, sino que es necesario observ a ro t ros aspectos que involucran part i c u l a r-mente las capacidades humanas para elejercicio de la libertad. A pesar de haber si-do tildado de ser poco preciso, de no ser uneconomista , de simplificar o de complicaren exceso el análisis de la realidad , es inne-gable que Amartya Sen ha enriquecido eldebate sobre economía y desarrollo justa-mente por haber ampliado el ámbito de loestrictamente económico, como le re c o n o-ce –muy a pesar suyo- Fareed Zakaria:

"...en un campo cada vez más obsesiona-do por virtuosismos estrictamente técnicos,Sen ha persistido haciendo preguntas im-p o rtantes y complejas, mezclando la éticacon sus ecuaciones13."

Efectivamente, nos encontramos frente aun intento de obviar la abstracción de losanálisis ‘científicos’ de la situación econó-mica de la personas o de las comunidades,que consiste en indicadores numéricos, pa-ra subrayar la complejidad del pro b l e m adel desarrollo. Al margen de las críticas quele han sido dirigidas por expertos de otraorientación, y sobretodo por los llamados‘ o rtodoxos’, es decir, re p resentantes de lateoría económica neoclásica, el punto devista Amartya Sen llama la atención sobrelos aspectos no numéricos de la economía,aspectos difíciles de describir y sobre tododifíciles de evaluar, pero más cercanos a lacomprensión de la compleja realidad de lasactividades humanas fruto de la libert a d .Además, en un contexto mundial tan clara-mente interconectado, no es posible no te-ner en cuenta los efectos próximos o remo-tos de las medidas económicas por las queuno opta, y el enfoque de Sen tiene claroque cuando se tocan temas económicos seestá hablando del desarrollo de personas ensus capacidades, y no solo de cantidades debienes para el consumo. Este distinto puntode vista se encuentra en la línea de unanueva óptica de lo económico que enfatizael carácter de ‘humano’ de la economía yde las actividades a ella ligadas. Pro b a b l e-mente estamos saliendo de un modelo abs-tracto de hombre para tomar en cuenta al

ser humano en su situación real: no solo ensus necesidades materiales, sino en su nece-sidad de elegir, de actuar, de lograr algopor sus medios. Sen se anima inclusive aafirmar que en el concepto de bienestar de-bemos considerar también lo que uno hacepor los demás:

“Por supuesto, esto no implica que el bie-nestar de una persona no pueda compren-der "la preocupación por otros". Más bien,el efecto de una "preocupación por otro s "en el bienestar propio tiene que operar me-diante algún rasgo del propio ser de la per-sona. Hacer el bien puede permitir que unapersona se sienta contenta o realizada, y és-tos son logros importantes de funciona-miento. En este enfoque, los funcionamien-tos se consideran centrales en la naturalezadel bienestar, aunque las fuentes del bienes-tar pueden fácilmente ser externas a la per-sona”14.

Haber enfatizado lo específicamente hu-mano significa tener en cuenta las diferen-cias personales y culturales, y buscar aten-der las necesidades complejas de una vidahumana digna de ser tal, como se manifies-ta en el texto precedente, en el cual apare-ce que también la capacidad de serv i c i opuede ser un rasgo de una vida lograda,m a rcando aquí una interesante dire c c i ó npara un desarrollo más completo.

Por otra parte, esta tendencia a comple-tar con otras consideraciones los indicado-res meramente numéricos de los estudiossociológicos de calidad de vida no es soloun caso aislado, sino que es una verdaderatendencia, que revela la conveniencia deanalizar con más precisión las condicionesde vida de las personas, teniendo en cuentatambién su dimensión social. No se trata dealimentar individuos y de cuidar su saludcomo receptores aislados y pasivos, sino quevuelve a ser importante su capacidad parael uso efectivo de la libertad y su capacidadpara la vida de relación. Éste es el sentidode la inclusión por parte del sociólogo fin-landés Eric Allard t1 5 del indicador ‘Amar’,además de ‘Ser’ y ‘Tener’, para obtener unadescripción más ajustada de la calidad de vi-da. Se re f i e re con ‘Amar’ a situaciones yfuncionamientos tales como el arraigo, los

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contactos con la comunidad local; el apegoa la familia y a los parientes; patrones acti-vos de amistad; relación con los compañe-ros de trabajo, etc. Si este cuadro de la vidahumana empieza a ser tenido en cuentacuando se deciden las medidas económicasy políticas a llevar a cabo, ya no será posiblemoverse solo con el criterio de la maximiza-ción de los beneficios, sino que habrá enjuego mucho más: la posibilidad de unmundo más humano.

4. Economía y comunidad

A partir de la noción de c o m u n i d a dc o m ohábitat natural para el ser humano, surge alfilo de los’90 otra corriente de pensamientoque vincula fuertemente la economía con laética. Se trata del llamado c o m u n i t a r i s m ootambién tercera vía, re p resentada por Ami-tai Etzioni y Anthony Giddens, entre otro s .El desarrollo de la postura de Etzioni tienesu historia. Cuenta él mismo que en los ‘80se encontraba en Harv a rd como profesor in-vitado, cuando le tocó asistir a un debate ‘in-soluble’ entre los mismos miembros delc l a u s t ro sobre la oportunidad de enseñar éti-ca en la Escuela de Negocios. Ya analizamosal comienzo de este trabajo1 6 algunas de lasmotivaciones contrarias a tal enseñanza, ob-jeciones por otra parte muy similares a lasque el mismo Etzioni escuchó de boca de losalumnos, podría sintetizarse que en generalla ética en el ámbito de lo económico eraconsiderada como un innecesario obstáculoañadido al mecanismo de la producción. Et-zioni queda sorprendido por un frente tancompacto de rechazo, sobre todo conside-rando que inclusive el primer Adam Smith,el de La teoría de los Sentimientos Morales,ya había vinculado a los hombres entre sípor un lazo natural1 7. Si se tiene en cuentaque el ser humano posee una dimensión in-dividual y una social que pueden distinguirsep e ro no separarse, la visión de la economía,así como también la de otras áreas de la acti-vidad humana libre, empieza a tener encuenta a la comunidad como algo esencial alser humano . Por esta razón Etzioni pro p o-ne sustituir el paradigma individualista del

self interest de la línea neoclásica de la eco-nomía con un nuevo paradigma sintetizadopor la fórmula I & We. Esta expresión quiereindicar la condición humana, imposible deo b v i a r, de ser miembros de una comunidad,condición que lejos de impedir la libertad in-dividual la permite, pues solo el que sabequién es hace uso de su libertad. Etzioniaclara que las personas no son simples depo-sitarios de los valores de su comunidad comotampoco son totalmente libres de ellos1 8. To-mar en consideración la dimensión socialdel ser humano implica ampliar las causas desu conducta, que el paradigma individualistareduce a la mera utilidad, porque la condi-ción de ser miembro de una comunidad ha-ce aparecer otras motivaciones y otras finali-dades. El análisis de la conducta humana seenriquece así con la consideración de los va-l o res implicados en la elección, constituyen-do un tipo de conducta que puede ser defi-nida como una acción moral, que difícilmen-te podría interpretarse en base al self intere s t.Etzioni propone el ejemplo de la atenciónbrindada a parientes enfermos, que se expli-ca solo porque "that is the right thing to do"1 9.Aceptada esta otra dimensión de la existen-cia humana, se modifica también la com-p rensión de la actividad económica. Si consi-deramos a la empresa, la explicación de surazón de ser en base a la mera utilidad deja-ría afuera los otros fundamentales aspectosque hoy constituyen su núcleo activo. Lase m p resas no son un cuerpo extraño re s p e c t ode la sociedad, porque están hechas por se-res humanos, y sus acciones involucran nece-sariamente a personas, por eso no es posibleexplicar todo en base a las leyes del merc a-do, así como el mercado mismo necesita serregulado para garantizar el buen funciona-miento de la sociedad:

"Al mismo tiempo la buena sociedad asu-me que si el mercado no tiene suficientescontroles, puede deshumanizar a las perso-nas y causar estragos en la comunidades lo-cales, en las familias y en las relaciones so-ciales. Y, por supuesto, un mercado sin con-trol puede perjudicar las relaciones ‘Yo-Tú’hasta conseguir que las relaciones ‘Yo-cosas’acaben dominando20."

En conclusión, para Etzioni es posible

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edificar una buena y próspera sociedad te-niendo en cuenta la dimensión moral de to-da acción humana, lo que permitirá un jue-go equilibrado entre las comunidades, el es-tado y el mercado, favoreciendo un ampliodiálogo sobre valores para garantizar el ple-no respeto de las necesidades de cada uno.

5. El desafío de humanizar la economía

Creemos oportuno incluir en este traba-jo a la visión sobre el trabajo y la economíaque aparece en los numerosos documentosde Juan Pablo II, porque constituye un cor-pus completo, que no solo refleja una mira-da perfectamente aggiornata sobre la reali-dad del mundo de la producción, sino que,centrada su preocupación en el bien de to-do el hombre y de todos los hombres, seanima a presentarnos audaces ideas para lac o n s t rucción de un mundo más humano.Entre ellas aparece la de combatir en todomomento la tendencia al funcionamiento me-cánicode la economía, en cualquiera de susaspectos, por ser la causa de muchas de lasinjusticias que sufren hoy un gran númerode personas y enteras comunidades.

El magisterio de Juan Pablo II, miradodesde la perspectiva de los 25 años de supontificado, ha enriquecido la reflexión hu-mana sobre una gran variedad de ámbitosde la actividad humana, teniendo comoúnica dirección esa verdad radical de que elmisterio del hombre solo se compre n d edesde el misterio de Cristo. Esta frase apare-cen uno de los documentos más frecuenta-dos del Vaticano II, la constitución Gaudiumet Spes, que contiene una fundamental an-tropología, que a la luz de la fe, ilumina alser humano de tal modo que su dignidadconstituye la base para la construcción deun mundo más humano. El principal redac-tor de este documento ha sido Karol Wojty-la, mucho antes de que fuera elegido comosucesor de Pedro en uno de los pontifica-dos más dignos de pasar a la historia por lose x t r a o rdinarios aportes al mundo de loshombres justamente en el sentido de la hu -manización.

No sorprende entonces que una cons-

tante del mensaje de Juan Pablo II haya si-do –y siga siendo hasta que Dios así lo dis-ponga- el recordatorio y la audaz propuestade humanizar todos los ámbitos de la exis-tencia humana. Desde la primera encíclica,Redemptor Hominis, la preocupación del Pa-pa se ha centrado en el ser humano, tantoen su dimensión interior, como en su di-mensión interpersonal, desde el primer nú-cleo natural, la familia, a su vocación comu-nitaria. Por eso hemos recibido su mensajerespecto de la necesaria rectificación de laconciencia a la luz de la verdad con la Verita-tis Splendor, así como hemos sido encamina-dos al enriquecimiento espiritual por la vi-da sacramental y las prácticas piadosas, reci-biendo inclusive la invitación a rezar el Ro-sario siguiendo cinco ‘nuevos’ misterios, losMisterios de la luz, para favorecer aun másla vivencia de la historia de la salvación.

Pero donde el magisterio de Juan PabloII impacta más en el mundo de hoy es sinduda en el campo de la actividad laboraldel hombre, de tal modo que también losh o m b res y mujeres de buena voluntad – alos que por primera vez Paulo VI dirigióuna encíclica, la P o p u l o rum Pro g re s s i o, en1967- se han sentido y se sienten convoca-dos para construir un mundo más acord econ la dignidad de las personas. Celebran-do los veinte años de la Populorum Progres-s i o, Juan Pablo II, en Sollicitudo Rei Socialis,empieza reconociendo a León XIII y a Pau-lo VI por “el mérito de haber señalado elcarácter ético y cultural de la problemáticarelativa al desarrollo, y asimismo a la legiti-midad y necesidad de la intervención de laIglesia en este campo21.”

La audacia de insertarse en la problemá-tica social no desde la perspectiva política,que implicaría alinearse con o contra lasideologías o los bloques enfrentados, sinodesde la realidad de la dignidad del hom-bre tiene como fuerza la capacidad de inno-var, proponiendo una búsqueda de desarro-llo centrada en los derechos humanos y enel uso responsable de la propia libertad y delos recursos materiales o intelectuales. Alsubrayar el carácter moral de toda actividadhumana, el Papa insiste continuamente enque el mayor peligro de prácticas contrarias

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al hombre proviene de la tentación de con-siderar las reglas de juego de la actividadeconómica y financiera como un mero me-canismo. También en el primer período dela industrialización los mayores perjuiciosen contra de los trabajadores procedían delhecho de haberlos incorporado al trabajocomo partes del mecanismo de la produc-ción, dejando de lado su carácter de perso-nas, que modifica sustancialmente el modode entender y organizar el trabajo humano.Ya en la encíclica Laborem Exercens, publica-da el 14 de septiembre del 1981, celebran-do los 90 años de la que se considera la pri-mera encíclica social, la Rerum Novarum deLeón XIII, el Papa nos recuerda que el tra-bajo no tiene solo un aspecto objetivo, di-rectamente referido a la producción de bie-nes o servicios, sino que tiene fundamental-mente un aspecto subjetivo, puesto que elque trabaja es una persona, que se manifies-ta en su trabajo. Considerando además queel tiempo que se dedica al trabajo es untiempo prolongado, se entiende que en lapreocupación de humanizar el mundo de laactividad productiva, habrá que pensar endisponer ámbitos de trabajo favorables a laspersonas, tanto a su vida personal y familiar,como a sus necesidades materiales, afectivasy espirituales. El Papa añade que tambiénhabrá que atender el ámbito religioso deltrabajador, y nos propone una inédita espi-ritualidad del trabajo:

“En el trabajo humano el cristiano descu-bre una pequeña parte de la cruz de Cristoy la acepta con el espíritu de re d e n c i ó n ,con el cual Cristo ha aceptado su cruz pornosotros .En el trabajo, merced a la luz quepenetra dentro de nosotros por la resurrec-ción de Cristo, encontramos siempre un te-nue resplandor de la vida nueva, del nuevobien, casi como un anuncio de los’ nuevoscielos y otra tierra nueva’(Ap.,2,21), los cua-les precisamente mediante la fatiga del tra-bajo son participados por el hombre y porel mundo. A través del cansancio y jamás sinél. Esto confirma, por una parte, lo indis-pensable de la cruz en la espiritualidad deltrabajo humano; pero, por otra parte, sedescubre en esta cruz y fatiga, un bien nue-vo que comienza con el mismo trabajo: con

el trabajo entendido en profundidad y bajotodos su aspectos, y jamás sin él”.22

F u e rtes de estas claridades, vemos conmayor intensidad cómo el Papa nos impulsaa luchar cada vez que realidades humanasse despojan del carácter de frutos de la li-b e rtad para transformarse en mecanismosinhumanos y deshumanizantes. Es el casode los préstamos del mundo desarrollado almundo en desarrollo, que se vuelven justa-mente lo contrario de lo que debían ser: dei n s t rumentos del desarrollo que eran, sonahora el freno más poderoso al despeguede la economía ya suficientemente castiga-da de los países pobres. Sólo el hombrepuede re v e rtir esta situación, teniendo encuenta que no existe tampoco un ‘mecanis-mo del pro g reso’, como cierta historiogra-fía de corte iluminista quería asegurar, por-que la historia es el campo de la libert a dhumana, y de ella puede salir tanto una res-puesta acorde al carácter comunitario de laexistencia humana como también a la sim-ple satisfacción del egoísmo. De hecho la li-bertad es la única garantía para un verdade-ro desarrollo, pues es la capacidad libre delh o m b re lo que abre el camino para unmundo más apto para la vida humana enpaz, pues, explorando con libertad y espíri-tu de iniciativa las posibilidades de la natu-raleza, se responde a las necesidades pro-pias y ajenas. El desarrollo tiene sin dudauna dimensión económica, porque hay quesaber resolver las carencias propias del sub-d e s a rrollo como son la falta de viviendasidóneas, el flagelo del desempleo, la paráli-sis productiva ocasionada por la excesivadeuda externa; pero el desarrollo humanono se agota en lo económico, sino que abar-ca la totalidad del hombre y la totalidad delos hombres, cada vez más conectados entresí, de tal manera que la solidaridad es real-mente el nuevo nombre de la paz. Esto nospermite decir, junto con Juan Pablo II, queen esta situación cada vez más evidente dei n t e rconexión, se enfatiza la re s p o n s a b i l i-dad de aquellos que se encuentran en pose-sión de los recursos económicos o intelec-tuales, aquellos que se ven en condicionesde predisponer los elementos para la pro-ducción. En este marco se entiende que el

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potencial extraordinario del capital no per-mite ignorar que su origen se encuentratambién en el trabajo humano:

“Este gigantesco y poderoso instrumento–el conjunto de los medios de producción,que son considerados , en cierto sentido co-mo sinónimo de ‘capital’-, ha nacido deltrabajo y lleva consigo las señas del trabajohumano”.23

En este mismo sentido, todos aquellosque poseen bienes, legítimamente conse-guidos, son también los que están llamadosa reconocer que pesa sobre la riqueza una‘hipoteca social’, derivada del destino co-mún de los bienes de la tierra, que los com-promete a usar esos recursos para permitirtambién a otros el acceso a la pro p i e d a d ,garantizándoles un empleo digno que loshaga partícipes del desarrollo:

“Es necesario recordar una vez más aquelprincipio peculiar de la doctrina cristiana:los bienes de este mundo están originaria-mente destinados a todos. El derecho a lapropiedad privada es válido y necesario, pe-ro no anula el valor de tal principio. Enefecto, sobre ella grava una hipoteca social,es decir , posee, como cualidad intrínseca,una función social fundada y justificada pre-cisamente sobre el principio del destinouniversal de los bienes”.24

P e ro esto no significa en absoluto unadescalificación del capitalismo, sino una to-ma de conciencia de su insustituible fun-ción social, pasando de la condición de me-canismo de producción a instrumento huma-no libre, y por lo tanto moral:

“Si por capitalismo se entiende un siste-ma económico que reconoce el papel fun-damental y positivo de la empresa, del mer-cado de la propiedad privada y de la conse-cuente responsabilidad para con los mediosde producción, de la libre creatividad hu-mana, la respuesta es ciertamente positiva,aunque quizás sería más apropiado hablarde economía de empresa, economía dem e rcado, o simplemente de economía li-bre”.25

Por eso mismo la empresa es entendidano como sociedad de capitales sino comosociedad de personas.26

No hay duda de que este enfoque permi-

te entender la posibilidad de ‘Hacer nuevastodas las cosas’ ( Ap.21,5), siendo para to-dos un desafío el modo en que llevaremos acabo la tarea.

Juan Pablo II ha elegido para concluir suencíclica Sollicitudo Rei Socialisun texto delMisal romano que constituye la mejor sínte-sis de su magisterio en campo económico;tiene forma de oración, porque todos nues-t ros esfuerzos solo en Dios encuentran sufuerza y su realización:

“Oh Dios , que diste origen a todos lospueblos y quisiste formar con ellos una solafamilia en tu amor, llena los corazones delfuego de tu caridad y suscita en todos losh o m b res el deseo de un pro g reso justo yf r a t e rnal, para que se realice en cada unocomo persona humana y reinen en el mun-do la igualdad y la paz”.27

1 Soros, George. La crisis del capitalismo global.Ed.Sudamericana, Buenos aires, 1999. p.229.1°ed.en inglés ‘The crisis of Global Capitalism’. 19982 Ibíd. p..2283 Inclusive, en el texto citado, el autor está buscandoidentificar el error en las reglas de juego del mundofinanciero que permiten actuar despreocupada-mente, por lo cual él propone que deberían se cam-biadas. 4 Gentile, Mary. Engaging the Power and Competence ofthe Faculty. En Piper, Thomas y otros, Can Ethics beT a u g h t ?,Harvard Business School Press, Boston,1993, Cáp.III, p.80 "Ethical discussion would in allcases involve discussion of personal belief and valuesystems. (..) Other faculty viewed business ethics as adoctrine of altruism that had little to do with com-petitive realities of the marketplace." 5 Ibíd. "Faculty who defined business ethics in termof attention to managerial misconduct perceived thefield to offer only restrictions to managerial choice,in a context in which confident, decisive action wasprized."6 Lipovetsky, Gilles. El crepúsculo del deber.Barcelona,Anagrama, 2000. p.245. 1°ed. en francés: Le crépus-cule du devoir.París, Gallimard,1992 7 Así por lo menos lo declara Peter Drucker en Ethi -cal chic. Forbes, 1981 p.160-173 (citado por GillesLipovetsky)8 Lipovetsky, Gilles. El crepúsculo del deber.Barcelona,Anagrama, 2000. p.253.9 Ibíd.. p.25910 op.cit.p.229

Page 9: La dimensión moral de la economía- Personas y mecanismos

Revista Valores en la Sociedad Industrial 111

1 1 "Por individuos hipotecados entiendo aquellosindividuos que necesitan a la sociedad, individuosque no pueden existir en espléndido aislamiento(...) El pensamiento de los individuos hipotecados seforma merced a su marco social, a su vínculos famil-iares y de otro tipo, la cultura en la que se crían. Noocupan una posición atemporal y sin perspectivas.No están dotados de un conocimiento perfecto y noestán desprovistos de intereses personales. Están dis-puestos a luchar por la supervivencia pero no sonautosuficientes; por muy bien que compitan, nosobrevivirán porque no son inmortales. Necesitanpertenecer a algo más grande y más duradero,aunque, al ser falibles, pueden no reconocer estanecesidad .En otras palabras, son personas de ver-dad, agentes pensantes cuyo pensamiento es falible,no personificaciones de la razón abstracta."Op.cit.p.12512 ibid. p.2441 3 Zakaria, Fareed. Beyond Money. New York Time.Nueva York 28 de noviembre 1999 (citado por MaríaEdo en su tesis de licenciatura Amartya Sen y eldesarrollo como libertad. Universidad Torcuato diTella. junio 2002) 14 Sen, Amartya Capacidad y bienestar, en Sen Amartya;

Nussbaum, Martha, (compil.) La calidad de vida.Fondo de Cultura Econom.México, 1996 p.62. 1°ed. en inglés The Quality of Life,199315 Allardt, Eric.Tener, amar,ser: una alternativa al mode-lo sueco de investigación sobre el bienestar, en Sen,Amartya, y Nussbaum, Martha (compil.) La Calidadde vida. FCE,. México, 199616 p.217 "How selfish a man may be supposed, there are evi-dently some principles in his nature , which interesthim in the fortune of others, and render their happi-ness necessary to him." 1 8 Etzioni, Amitai. The Moral Dimension. The FreePress, New York, 1988. p.1119 op.cit. p.472 0 Etzioni, Amitai. La Tercera Vía hacia una buenas o c i e d a d, ed.Trotta, Madrid, 2001., p.79. 1° ed. eninglés The third way to a good society. 2000 21 N.822 Laborem Exercensn.2723 Laborem Exercensn.12 24 Sollicitudo Rei Socialisn.4225 Centesimus Annusn4226 Ibid.n.4327 Citado en Sollicitudo Rei Socialisn.49