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La Desheredada Por Benito Pérez Galdós

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LaDesheredada

Por

BenitoPérezGaldós

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PRIMERAPARTE

Saliendo a relucir aquí, sin saber cómo ni por qué, algunas dolenciassociales,nacidasdelafaltadenutriciónydelpocousoquesevienehaciendode los benéficos reconstituyentes llamados Aritmética, Lógica, Moral ySentido Común, convendría dedicar estas páginas... ¿a quién? ¿al infelizpaciente,aloscuranderosydroguistasque,llamándosefilósofosypolíticos,lerecetanunoyotrodía?...No;lasdedicoalosquesonodebenserverdaderosmédicos:alosmaestrosdeescuela.

B.P.G.

Madrid.—Enerode1881.

PERSONAJESDEESTAPRIMERAPARTE

ISIDORARUFETE,protagonista.

MARIANORUFETE,suhermano.

LASANGUIJUELERA,tía.

AUGUSTOMIQUIS,estudiantedeMedicina.

JOAQUÍNPEZ,Marquésviudode

SALDEORO,hijode

DONJUANMANUELJOSÉDELPEZ,DirectorgeneralenelMinisteriodeHacienda.

DONJOSÉDERELIMPIOYSASTRE,espejodelosvagos.

DOÑALAURA,suesposa

MELCHORDERELIMPIO,hijos

EMILIA,hijos

LEONOR,hijos

LAMARQUESADEARANSIS.

ELMAJITO,niño.

ZARAPICOS,pícaros

GONZALETE,pícaros

TOMÁSRUFETE.

ELSEÑORDECANENCIA.

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MATÍASALONSO,conserjedelacasadeAransis.

UNCONCEJAL.

UNCOMISARIODEBENEFICENCIA.

MITÍOELCANÓNIGO(quenosale).

Hombres y mujeres del pueblo, niños, Peces de ambos sexos, criados,guardiasciviles,etc.

LaescenaenMadrid,yempiezaenlaprimaverade1872.

CapítuloI

Finaldeotranovela

—I—

«...¿Sehan reunido todos losministros?... ¿PuedeempezarelConsejo?...¡El coche, el coche, o no llegaré a tiempo al Senado!... Esta vida esintolerable...¡Yelpaís,esebenditomonstruoconcabezadebarbarieycoladeingratitud,nosabeapreciarnuestraabnegación,paganuestrossacrificiosconinjurias,yse regocijadevernoshumillados!Peroya tearreglaréyo,paísdelasmonas.¿Cómotellamas?TellamasEnvidiópolis, laciudadsinalturas;ycomo eres puro suelo, simpatizas con todo lo que cae... ¿Cuánto va? Diezmillones, veinticuatro millones, ciento sesenta y siete millones, doscientastreinta y tresmil cuatrocientas doce pesetas con setenta y cinco céntimos...;esa es la cantidad. Ya no te me olvidarás, pícara; ya te pillé, ya no te meescapas,¡ohcantidadtemblorosa,escurridiza, inaprehensible,comounagotade mercurio! Aquí te tengo dentro del puño, y para que no vuelvas amarcharte,jugando,alcaosdelolvido,tepongoenestagavetademicerebro,dondedice:Subvenciónpersonal...PermítameSuSeñoríaquemeadmiredeladespreocupación con que Su Señoría y los amigos de Su Señoría confiesanhaber infringido laConstitución...Nome importan losmurmullos.Mandarédespejarlastribunas...¡Avotar,avotar!¿Votosamí?¿Queréissaberconquépoderesgobierno?Ahílostenéis:secarganporlaculata.Heaquímisvotos:me losha fabricadoKrupp...Pero¿qué ruidoes este?¿Quiéncorreteaenmicerebro?¡Eh!,¿quiénandaarriba?...Ya,ya;eslagotademercurio,quesehasalidodesugaveta...».

El que de talmodo habla (simerece nombre de lenguaje esta expresiónatropellada y difusa, en la cual los retazos de oraciones corresponden alespantosofraccionamientodeideas)esunodeesoshombresquehanllegadoaperderlanormalidaddelafisonomía,yconellalainscripciónaproximadade

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laedad.¿Hállaseenelpuntocentraldelavida,oenmiserabledecrepitud?Lamovilidad de sus facciones y el llamear de sus ojos, ¿anuncian exaltadoingenio,odesconsoladora imbecilidad?Noes fácildecirlo,ni el espectador,oyéndole y viéndole, sabe decidirse entre la compasión y la risa. Tiene lacabezacasitotalmenteexhaustadepelo,labarbaescasa,entrecanayafeitadaatrozos, como un prado amedio segar. El labio superior, demasiado largo ycolgante, parece haber crecido y ablandádose recientemente, y no cesa deagitarseconnerviosos temblores,quedana subocacierta semejanzaconelhocico gracioso del conejo royendo berzas. Es pálido su rostro, la pielpapirácea,laspiernasflacas,laestaturacorta,ligeramentecorvalaespalda.Suvozsonoraregalaríaeloídosisupalabranofuerauncompuestoatronadordetodaslasmanerasposiblesdereír,detodaslasmanerasposiblesdeincrepar,delostonosdelenfáticodiscursoydelplañiderosermón.

Acércasea élun señor serioybondadoso,pónele lamanoenelhombrocon blandura y cariño, le toma el pulso, lee brevemente en su extraviadafisonomía,ensusnegraspupilas,enelcaídolabio,yvolviéndoseaunjovenqueleacompaña,diceaeste:

«Bromuropotásico,dobledosis».

Sigue adelante elmédico, y el paciente toma de nuevo su tono oratorio,tratandodeconvenceraltroncodeunárbol.Porquelaescenapasaenungranpatio cuadrilongo, cerrado por altosmuros sin resalto ni relieve alguno quepuedanfacilitarlaevasión.Árbolesnomuygrandes,plantadosenfila,tristesyconpoca salud, si bien conmuchospájaros, dejan caer uniformesdiscosdesombrasobreelsuelodearena,sinunahoja,sinunapiedra,sinunguijarro,llanoy correcto cual alfombradepolvo.Como treinta individuosvaganporaquel triste espacio; los unos lentos y rígidos como espectros, los otrosprecipitados y jadeantes. Este da vueltas alrededor de dos árboles, trazandocon su paso infinitos ochos, sin cesar de mover brazos, manos y dedos,fatigadísimosinsudarybalbucientesindecirnada, rugosoelceño,huyendoconindeciblezozobradeunperseguidorimaginario.Aquel,arrojadoentierra,aplica la oreja al polvo para oír hablar a los antípodas, y su cara de idiota,plantadaenelsuelo,escomounamarillomelónqueseríe.Untercerocantaenvozalta,mostrandounpapeloestadosinópticodelosejércitoseuropeos,condivisióndearmasylosrespectivossoberanosojefes,todolocualdebeserpuestoenmúsica.

El médico va de uno a otro, interrogándoles, contemporizandograciosamenteconlasmaníasdeellos,sindejardehacerobjecionesdiscretasacadauna.Yasedetieneaecharunpárrafoconaquel,derostroestúpido,quelleva el pecho cargado de medallas, escapularios y amuletos; ya hablarápidamente con un viejecillo encanijado y risueño que, paseándose solo ytranquilojuntoalmuro,conunmugrientokempisenlamano,parecefilósofo

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anacoretaoDiógenesdelCristianismo,porelabandonodesutrajeylaunciónbondadosa de su fisonomía. Es un sacerdote que tuvo mucho seso. EstámeditandoahoralacartaquehadedirigiralPapaenestedía,siguiendounacostumbre que se repite infaliblemente en los trescientos sesenta y cinco decadaaño,yyallevaveintedeencierro.Estrechaconmuchoafectolamanodeldoctor,échaleunoscuantoslatinesmuybienencajadosenlaconversación,yporúltimopreguntasihasidoechadaalcorreosuepístoladeldíaanterior,aloque contesta el médico que sí, y que forzosamente Su Santidad anda muydistraído en Roma cuando no se digna contestar a comunicaciones de tantaimportancia.

Vuelveelmédicohaciadondeestáelqueenlosprimerosrengloneshemosdescrito,yantesdellegaraéldicealpracticante:

«EstedesgraciadoRufetevaapasaraPobres,porquehacetresmesesquesufamilianopagalapensióndesegunda.Élnosedarácuentadelcambiodesituación.Siseexacerbaestatarde,seráprecisoencerrarle».

Poniéndolelamanoenelhombro,elfacultativodiceaRufete:

«Basta, basta ya de violencias. Ya hemos dicho que seremos amigos,siemprequeustednosemesalgadelasvíaslegales...Elpaísleharájusticia...Calma, serenidad. Si pudiera usted dejar el poder por unos cuantos meses,¡québiennosvendría a los dos!Nosdedicaríamos a curar radicalmente eseconstipado...

—Noesconstipado—replicaRufeteconprontitud,describiendoarcosconlacabeza—.Esunagotademercurio...Andarodandoyescurriéndose...Ahoraestá aquí, en la sien derecha...Ahora corre y pasa a la sien izquierda... Soncientosesentaysietemillones,doscientas...

—Ya, ya sé...Yo quisiera que no se ocupase ustedmás de esa cantidad,puestoqueestásegura.

—No,noestásegura—diceRufete,demostrando terror—.Nosabeustedqué guerrame hacen esos pillos.Nome pueden ver. Pero yo gozo con susinfamias.Cuandounverdaderogenioseempeñaensubiralagloria,laenvidiale proporciona escaleras. Deme usted una envidia tan grande como unamontaña,yledoyaustedunareputaciónmásgrandequeelmundo...Adiós;me voy al Congreso. ¿No sabe usted que se han sublevado los maceros?...Abur,abur».

Elmédicohaceasucompañero laexpresivaseñadeno tieneremedio,ypasaadelante.

—II—

No consta si fue aquel día o el siguiente cuando trasladaron al infeliz

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Rufete desde el departamento de pensionistas al de pobres. En el primerohabía tenido ciertas ventajas de alimento, comodidad, luz, recreo; en elsegundo disfrutaba de un patio insano y estrecho, de un camastrón, de unrancho.¡Ay!Cualquieraquedespertarasúbitamentealarazónyseencontraseeneldepartamentodepobres,entreturbalastimosadeseresquesólotienendehumano la figura, y seviera enun corralmáspropioparagallinasqueparaenfermos,volveríaseguramenteacaerendemencia,conlamonomaníadeserbestia dañina. ¡En aquellos locales primitivos, apenas tocados aún por laadministraciónreformista,enellargopasillo,formadoporlargafiladejaulas,en el patio de tierra, donde se revuelcan los imbéciles y hacen piruetas losexaltados,allí,allíesdondesevetodoelhorrordeesasecciónespantosadelaBeneficencia, en que se reúnen la caridad cristiana y la defensa social,estableciendo una lúgubre fortaleza llamada manicomio, que juntamente eshospitalypresidio!¡Allíesdondeelsanosientequesusangresehielayquesuespírituseanonada,viendoaquellapartedelahumanidadaprisionadaporenferma,observandocómoloslocosrefinansulocuraconelmutuoejemplo,cómoperfeccionansusmanías,cómoseadiestranenaquelartehorrorosodehacerlocontrariodeloqueelbuensentidonosordena!

Si en unos la afasia excluye toda clase de dolor, en otros la superficiealborotada de su ser manifiesta indecibles tormentos... ¡Y considerar queaquellatristecolonianorepresentaotracosaquelaexageraciónoelextremoirritativodenuestrasmúltiplesparticularidadesmoraleso intelectuales...quetodos,cuálmás,cuálmenos,tenemoslainspiración,elestrodelosdisparates,yapocoquenosdescuidemosentramosdellenoenlossombríosdominiosdelacienciaalienista!Porqueno,nosontangrandeslasdiferencias.Lasideasdeestosdesgraciadossonnuestrasideas,perodesengarzadas,sueltas,sacadasdelamisteriosa hebra que gallardamente las enfila. Estos pobres orates somosnosotrosmismos que dormimos anoche nuestro pensamiento en la variedadesplendentedetodaslasideasposibles,yhoyporlamañanalodespertamosenlaaridezdeunasola. ¡Oh!Leganés,siquisieranrepresentarteenunaciudadteórica,asemejanzadelasqueantañotrazabanfilósofos,santosyestampistas,paraexpresarunplanmoraloreligioso,no,nohabríaarquitectosnifisiólogosque se atrevieran amarcar con seguramano tushospitalarias paredes. «Haymuchoscuerdosquesonlocosrazonables».EstasentenciaesdeRufete.

El cual no se dio cuenta de aquella caída brusca desde las grandezas depensionista a la humildad del asilado. El patio es estrecho. Se codeandemasiado los enfermos, simulando a veces la existencia de un benditosentimiento que rarísimavez habita en losmanicomios: la amistad.AquellopareceavecesunaBolsadecontratacióndemanías.Haydemandayofertadedesatinos.Semiransinverse.Cadacualestábastanteocupadoconsigomismoparacuidarsede losdemás.Elegoísmoha llegadoaquíasugradomáximo.Los imbéciles yacen por el suelo. Parece que están pastando. Algunos

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exaltados cantan en un rincón. Hay grupos que se forman y se deshacen,porque si no amistad, hay allí misteriosas simpatías o antipatías que en unmomentonacenomueren.

Dosloquerosgraves,membrudos,aburridosdesuoficio,sepaseanatentoscomopolizontesqueespíanelcrimen.Sonlosinquisidoresdeldisparate.Nohay compasión en sus rostros, ni blandura en susmanos, ni caridad en susalmas. De cuantos funcionarios ha podido inventar la tutela del Estado,ningunoestanantipáticocomoeldomadordelocos.Carcelero—enfermeroesunamáquinamuscularquehadeconstreñirensusbrazosdehierroalrebeldeyalfurioso;tuteaalosenfermos,losdadecomersincariño,losacogotasiesmenester,vivesiempreprevenidocontralosataques,cargacomocostalesalosimbéciles,vistealosimpedidos;seríaunsantosinofueraunbruto.Eldíaenquelaleyhagadesapareceralverdugo,seráundíagrandesialmismotiempolacaridadhacedesapareceralloquero.

Rufete huía maquinalmente de los loqueros, como si los odiara. Losfuncionarioseranparaél laoposición, laminoría, laprensa;eran tambiénelpaísquelevigilaba, lepedíacuentas, lepreguntabaporelcomercioabatido,porlaindustriaenmantillas,porlaagriculturarutinariaypobre,porelcréditomuerto.Peroyalepondríaéllasperasacuartoalseñorpaís,representadoenaquellosdosseñorestiesos,queentodoqueríanmeterse,quetodoloqueríansaber,comosiél,eleminentísimoRufete,estuvieraentanaltaposiciónparadargustoatalesespantajos.Lemirabanatentos,yconsusojosinvestigadoresle decían: «Somos la envidia que temancha para bruñirte y te arrastra paraencumbrarte».

Todosloshabitantesdelcorraltienensusitiodepreferencia.Estaatraccióndeuntrozodepared,deunángulo,deunamanchadesombra,esunrestodelasimpatía localqueaquellos infelices llevana laregiónde tinieblasenquevive su espíritu. Constantemente se agitaba Rufete en un ángulo del patio,tribunade susdiscursos, tronode supoder.Lapared remedaba lasmurallasegipcias, porque el yeso, cayéndose, y la lluvia, manchando, habíanbosquejadoallímilfigurasfaraónicas.

Cuando Rufete se cansaba de andar, sentábase. Tenía mucho que hacer,despacharmil asuntos, oír a una turba de secretarios, generales, arzobispos,archipámpanos, y después..., ¡ah!, después tenía que echarmiles de firmas,millones,billones,cuatrillonesdefirmas.Sesentabaenelsuelo,cruzabalosbrazossobrelasrodillas,hundíalacaraentrelasmanos,yasípasabaalgunashorasoyendoelsordoincesanteresbalardelmercuriodentrodesucabeza.Enaquella situación, el infeliz contaba los ciento sesenta y siete millones depesetas.Esto era fácil, sí,muy fácil; lo terrible era elpicode aquella suma.¿Por qué se escapaban las cifras, huyendo y desapareciendo en menudaspartículas delmetal líquidopor los intersticios del tul del pensamiento?Era

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preciso pensar fuerte y espesar la tela, para coger aquellas 233.412 pesetas,consusgraciosascríaslos75céntimos.

Los vestidos de este sujeto sin ventura eran puramente teóricos. Habíasobresusmiserablesysecascarnesalgunasformasdetelaquerespondíanenprincipio a la idea de camisa, de levita, de pantalón; pero más era por lospedazosquefaltabanqueporlospedazosquesubsistían.¡Hacíatantotiempoquesufamilianole llevabaropa!...Últimamentelepusieronunablusaazul.Pero unamañana se comió lamitad. Era elmás indócil y peor educado detodosloshabitantesdelacasa.Noobstante,sobreaquellosharaposseponíatodoslosdíasunacorbatanomala,liándoselaconarteyesmerodelantedelapared,hechaespejodeungolpedeimaginación.Aquelnegrodogalsobrelacarne desnuda del estirado cuello, impedíale a veces losmovimientos; perollevabaconpaciencialamolestiaengraciadelbienparecer.

Cuandoanochecíaocuandoel tiempoeramalo,Rufeteeraelúltimoquedejabaelpatio.Comúnmentelosloquerosseveíanenelcasodellevarlealafuerza.Dormíaenunasalabaja,húmeda,conrejasaunlargopasillo,elcuallas tenía a la huerta. Desde los duros camastros veíase la espesura delarbolado; pero, al través de las rejas dobles, la alegría del intenso verdorllegabaalosojosdelosoratesmermadaocasiperdida,conunefectodepaísbordadoencañamazo.Eneldormitorionocesaban,niaunahorasavanzadas,loscantosygritos.Las tinieblaseranpara lamayorpartedeellos lomismoqueelclarodía.Algunosdormíanconlosojosabiertos.Oíasedesdelasalalamurmuracióndelchorrodeunafuente,lacualcontalconstanciaestimulabaeloído,queRufete sepasabahorasenterasenconversación tiradaconel aguacharlatanaenestosoparecidostérminos:«EntodoloqueSuSeñoríamedice,señorchorro,haymuchapartederazónymuchoquenopuedeadmitirse.Subíalpoderempujadoporelpaísquemellamaba,quemenecesitaba.Elprimerescalónfuemimérito,elsegundomiresolución,eltercerolalisonja,elcuartola envidia... ¿Pero qué habla usted de convenios reservados, de pactosdeshonrosos? Cállese usted, tenga usted la bondad de callarse; le ruego, lemandoaustedquesecalle».

Y colérico se abalanzaba a la reja, ponía el oído, hacía señales deconformidad o denegación, oprimía los barrotes. La fluida elocuencia delchorro no tenía fin jamás. Era como uno de esos oradores incansables quesiempreestánhablandodesímismos.Laauroraleencontrabaengolfadoenlamismatesis,yaRufetediciendoconespantosajovialidad:«Nomeconvence,nomeconvenceSuSeñoría».

¡Laaurora!,aunenunacasade locosesalegre;aunallísonhermososelrisueñoabrirdeojosdeldíaylaprimeramiradaquecieloytierra,árbolesycasas, montes y valles se dirigen. Allí los pájarosmadrugadores gorjean lomismoqueenlasalamedasdelRetirosobrelasparejasdenovios;elsol,padre

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detodabelleza,esparceporallílosmismosprodigiosdeformaycolorqueenlasaldeasyciudades,yelpropioairecillopicantequemenealosárboles,queoreaelcampo,queestimulaaloshombresaltrabajoyllevaatodasparteslaalegría, el buen apetito, la sazón y la salud, derrama también por todas laszonasdelestablecimientosusoplovivificante.Lasfloresseabren,lasmoscasemprenden sus infinitos giros, las palomas se lanzan a sus remotos viajesatmosféricos; arriba y abajo cada cual cede al impulso excitante según sunaturaleza.Loslocossalendeloscuartosodormitoriosconsusfierosinstintospoderosamente estimulados. Redoblan, en aquella hora del despertamientogeneral, sus acostumbrados dislates, hablan más alto, ríen más fuerte, searrastranyseembrutecenmás;algunosrezan,otrosseadmirandequeelsolhayasalidodenoche,aquelrespondeallejanocantodelgallo,estesaludaalloqueroconurbanidadrefinada;quiénpidepapelytintaparaescribirlacarta,¡la indispensable carta del día!; quién se lanza a la carrera, huyendo de unperseguidor que aparece montado en el caballo del día, y todo aquelcarnavalescomundocomienzaconbríosuordinariaexistencia.

La numerosa servidumbre de la casa emprende la faena de limpieza, yestrépito de escobazos corre por salas y pasillos, confundiéndose con elsacudir de ropas, el arrastrar de muebles. A misa llama la campana de lacapilla, el Director administrativo sale de su despacho a inspeccionar losservicios, y las hermanas de la Caridad, alma y sostén del asilo por estarencargadasdesurégimendoméstico,vanyvienenconactividaddemadresdefamilia. Sus faldas azules, azotadas por enorme rosario, sus blancas tocasaladas,respetablesyrespetadascomoenseñadepaz,sevenportodaspartes,entre el verdor de la huerta, entre los estantes de la botica, en la enormecocina, cuyos hogares de hierro vomitan lumbre; en la despensa llena devíveres; en el lavadero, donde ya saltan los chorros de agua; en el altosecaderoquedomina lahuerta,yenelpatiodemujeres,en la regiónde laslocas,queeseldepartamentodetrabajomáspenosoydelasdificultadesmásterribles.

¡Laslocas!EstamosenellugarespeluznantedeaquelLimboenmascaradodemundo. Los hombres inspiran lástima y terror; las hijas de Eva inspiransentimientos de difícil determinación. Su locura es, por lo general, máspacíficaqueennosotros,exceptoenciertoscasospatológicosexclusivamentepropiosdesusexo.Supatio,defendidoenlapartedelsolporesteras,esungallinero donde cacarean hasta veinte o treinta hembras con murmullo decoquetería, de celos, de cháchara frívola y desacorde que no tiene fin, niprincipio, ni términos claros, ni pausa, ni variedad. Óyese desde lejos, cualdisputade cotorras en la soledaddeunbosque...Lashay también juiciosas.Algunas pensionistas, tratadas con esmero, están tranquilas y calladas enhabitaciónclaraylimpia,ocupándoseencoser,bajolavigilanciaydirecciónde dos hermanas de la Caridad. Otras se decoran con guirnaldas de trapo,

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flores secas o con plumas de gallina. Sonríen con estupidez o clavan en elvisitanteextraviadosojazos.

También la hermosa mitad tiene sus jaulas de dobles rejas. No seríanmujeres si no necesitaran alguna vez estar bajo llave. Es frecuente ver dosmanos flacas y nerviosas asidas a una reja, y oír la voz ronca de unadesgraciadaquepideledevuelvanloshijosquenuncahatenido.Hayunaquecorreporpasillosysalasbuscandosupropiapersona.

Volvamos al patio de varones pobres. Aquel día faltaba en él Rufete.Creeríasequehabíacrisis.Pocodespuésdeamanecersedirigióalloqueroyledijo:«Hoynoestoyparanadie,absolutamenteparanadie».Despuéscayóenunmarasmoprofundo.Enmudeció.Elchorrodelafuentepreguntabaporélyningunodelosasiladosallípresentessabíadarlerazón.

Lleváronlea laenfermería.Elmédicomandóque ledieranunaducha,yfue llevado en brazos a la inquisición de agua. Es un pequeño balneario,sabiamente construido, donde hay diversos aparatos de tormento. Allí danlanzazosenloscostados,azotesenlaespalda,barrenosenlacabeza,todoconmangas y tubos de agua. Esta tiene presión formidable, y sus golpes yembestidassonverdaderamenteferoces.Loschorrosafilados,oenláminas,odivididosenhilospenetrantescomoagujasdehielo,atacanencarnizadosconelásperochirridodelacero.Rufete,queyaconocíaellugarylamaquinaria,se defendió con fiero instinto.Le embrazaron, oprimiéndole en fuerte anillahorizontal de hierro sujeta a la pared, y allí, sin defensa posible, desnudo,recibiólaacometida.Pocodespuésyacíaaletargadoenunacamaconvisiblesaparienciasdebienestar.Alfin,durmióprofundamente.

—III—

A la misma hora que esto pasaba, una joven llegó a la puerta delestablecimiento.QueríaveralseñorDirector,alseñorfacultativo,queríaveraunenfermo,asuseñorpadre,auntaldonTomásRufete;queríaentraraunqueselovedaran;queríahablarconelseñorcapellán,conlashermanas,conlosloqueros;queríaverelestablecimiento;queríaentregarunacosa;queríadecirotracosa...

Estosmúltiplesdeseos,queseencerrabanenunosolo,fueronexpresadosatropelladamente y con turbación por la muchacha, que era más quemedianamente bonita, no por cierto muy bien vestida ni con gran esmerocalzada.Temblaba al hacer sus preguntas y ponía extraordinario ardor en laexpresióndesudeseo.Susojosexpresivoshabíanllorado,yaúnllorabanalgotodavía.Susmanosalgobastas,sindudaacausadeltrabajo,oprimíanunlíoderopaseminueva,malenvueltaenunpañuelorojo.Rojoeratambiénelqueellaensucabezallevaba,descuidadamenteliadodebajodelabarbaaestilodeMadrid.¿Conquéprendasecubría?¿Sotana,mantón,gabándehombre?No:

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era una prenda híbrida, un arreglo del ruso al español, un cubrepersona decortenomuyconformeconelusualpatrón.Elloesquesupañuelorojo,suslágrimas acabadas de secar, su gabán raído y demuy difícil calificación enindumentaria, su agraciado rostro, su ademán de resignación, sus botasmayoresquelospiesyyaentradasendías,inspirabanlástima.

No le fuedifícil llegaraldespachodelseñorDirector.AlverleydarseaconocerypreguntarporelSr.Rufete,selevinierontantaslágrimasalosojosy lagargantase leobstruyóde talmodo,que tuvoquecallarse.ElDirector,hombrecompasivo,lamandósentar,rogándolequesecalmase.

«Hace tres meses que no se ha pagado la pensión—dijo ella al cabo,metiendolamanoenalgunapartedesuextrañavestimenta».

Porqueelgabánteníaunbolsillohondo.Suautorahabíasidopródigaenesto, presumiendo tenermucho que guardar.De aquel pozo de tela sacó unpaquetedepapelqueparecíacontenerdinero.

«Luego,luegoveremos—dijoelDirector,resistiéndoseatomarlasuma—.¡Ah!¿Tambiéntraeropa?Veoquenosedescuidausted...Estábien,bien.Elpobre D. Tomás tenía ya mucha falta... Déjelo usted ahí. Luego... Siénteseustedydescanse.

—¿Peronoleveréahoramismo?—preguntóellaconansiedad.

—Noesfácil,noesfácil.Yasabeustedqueseexcitanmuchoalveralaspersonasdesufamilia.PrecisamenteelpobreSr.Rufeteestásufriendoahoraunacrisisbastantepeligrosa».

Ladelrusocruzólasmanos,ymiróaltecho.

«El señor facultativo está haciendo ahora la visita... Le hablaremos,veremosloquedice.Siélconsiente...Peronoloconsentirá.Noconvienequeustedveaasuseñorpadreahora.Mástarde...Siénteseusted,tranquilícese.Ya,yarecuerdocuandovinoustedconélhacebastantetiempo.Ustedsellama...

—Isidora, para servir a usted... ¡Pobrecito papá! Si no me le dejan ver,dígale ustedque estoy aquí, que está aquí su Isidorita, queviene a darle unbeso,quemañanatraeréaMariano,mihermanito...¡AhDiosmío!;peroélnoentenderá, no entenderánada. ¡Pobrehombre! ¿Ynohay esperanzasdequevuelvaalarazón?».

El Director hizo signos de cabeza y boca sumamente desconsoladores.Parecíaempeñadoenquitartodaesperanza.Isidora,rendidadecansancio,sesentóenunabanqueta.Habiéndolerecomendadoconfrasesconvencionales,sibien generosas, la resignación y una tranquilidad que era imposible, elDirectorsalió.

Nosequedósolalajoveneneldespacho.Enunángulodeestehabíauna

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mesa de escribir. Sentado tras ella, con la espalda a la pared, un hombreescribía, fija la vista en el papel, trazando con seguro pulso esos hermososcaracteresredondosyclarosdelacaligrafíaespañola.Lamesaestaballenadepapelesqueparecíanestados,listasdenombres,cuentasconinfinitasbateríasdenúmeros.UnaltoestanterepletodepapelesylibrosrayadosindicabaqueaquelbuenseñordeplumaysumaayudabaalDirector,cuyamesanodistabamucho, en la difícil administración del Establecimiento. Era el tipo delfuncionario antiguo, del ya fenecido covachuelista, conservado allí cualmuestra delmetódico, rutinario y honradísimopersonal de nuestra primitivaburocracia. Era de edad provecta, pequeño, arrugadito, bastante moreno ytotalmenteafeitadocomouncura.Cubríasucabezaconunbonetillocircular,nimuynuevonimuyraído,contemporáneodelosmanguitosverdesatadosasuscodos.Escribíacontrazostanseguros,uniformesyordenados,queparecíaescribientilmáquina.Sinalzarlosojosdelpapelestirabaderatoenratotodalapieldelaboca,mostrabalosdientesblancos,finosyclaros,yporentreloshuecosdeellossorbíaunagranporcióndeaire.Isidora,hartoocupadadesudolor, no hacía caso del anciano escribiente; pero este no cesaba de echarojeadas oblicuas a la joven como buscando un motivo de entablarconversación. Siendo al finmás fuerte que su timidez su apetito de charlar,rompióelsilenciodeestamanera:

«Señorita, ¿se cansausteddeesperar?...Todo seaporDios.Nohaymásremedioqueconformarseconsusantavoluntad».

A Isidora (¿por qué ocultarlo?) le gustó que la llamaran señorita. Perocomosuánimonoestabaparavanidades,fijótodasuatenciónenlaspalabrasconsoladoras que había oído, contestando a ellas con una mirada y unhondísimosuspiro.

«Estacasa—añadióelamanuensedandoaconocermejorsuvozmelodiosay dulce, que llegaba al alma—no es una casa de divertimiento; es un asilotristeyfúnebre,señorita.Yomehagocargo,sí,señorita,mehagocargodesudolordeusted...».

Y se envasó en el cuerpo, aspirándola por entre los dientes, otra grancantidad de aire. Jugaba graciosamente con la pluma, y mojándola ysacudiéndolaagolpecitosmetódicos,prosiguióasí:

«Peronodebeesperarsedeestepícaromundootracosaquepenas,¡ay!...penas y amarguras. Usted es joven, usted es una niña, y todavía... vamos,todavía no conoce más que las flores que suelen adornar al principio losbordesdelcamino;perocuandoustedandemás,más...».

Isidora dio otro suspiro. Grandísimo consuelo le infundían las palabrassensatasyfilosóficasdeaquelbondadososujeto,aquiendesdeentoncestuvoporsacerdote.

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«¿Esusted....porcasualidadsacerdote?—lepreguntócontimidez.

—No, señora—repuso el otro, escribiendo un poco—. Soy seglar. Hacetreinta y dos años que trabajo en esta oficina. Pero, volviendo al asunto, elmundo,señorita,esunvalledelágrimas.Váyaseustedacostumbrandoaestaidea. Afortunadamente hemos nacido y vivimos en el seno de la religiónverdadera, y sabemos que hay un más allá, sabemos que en ese más allá,señorita, nos aguarda el premio de nuestros afanes; sabemos que hemos devolveraveralosquehemosperdido...».

El anciano se conmovió un poco, Isidora tanto, que volvieron a salirlágrimasdesusojos.Llevándoseaelloslapuntadelpañuelorojo,exclamó:

«¡Mipobreenfermo!...

—¡Ah!... ¡qué bello es el dolor de una hija!—dijo el bebedor de airesoltando resueltamente la pluma—, ¡cuánmeritorio a losojosdeAquel quetodo love,que todo lopesa,quedaacadauno losuyo!...Lloreusted, lloreusted;noseréyoquientratedecombatirsupenaconconsuelostriviales.Loúnico que le diré es que la religión y el tiempo la curarán de este mal: lareligiónelevandosuespírituyhaciéndoleverunasegundavidadepremioydescanso donde los que hemos llorado seremos consolados, donde los quetuvimoshambreyseddejusticiaseremoshartos;eltiempo,pasandosumanosuave, suave,porestasnuestrasheridasycerrándolaspocoapoco.Ustedesaúnmuyjoven.PuedeserqueelSeñorlereserveaquíenlatierraalgodeloque, por no tener otra palabra, llamamos felicidades; usted será esposa dealgúnhombrehonrado,madredefamilia,dignísimaabuela...».

Acababadeliaruncigarrillo,yconmuchafinuradijoasí:

«¿Lemolestaaustedelhumodeltabaco?

—¡Oh!no,señor;no,señor.

—Máscómodamenteestaráustedenelsillónqueenesebanco.¿Porquénosesientaustedallí?

—No,señor;muchasgracias.Aquíestoybien».

Isidoraestabaencantada.Ladiscretapalabradeaquelbuenseñor,realzadaporunmetaldevozmuydulce,suurbanidadsintacha,unnoséquédetierno,paternal y simpático que en su semblante había, cautivaban a la doloridajoven, inspirándole tanta admiración como gratitud. El ancianito la mirabacomoparainundarla,digámosloasí,conlascorrientesdebondadqueafluíandesusojos.Habíaensumirartantacompasión,uninteréstanpuroycristiano,quelapobrejovensefelicitóinteriormentedeaquellaamistadqueledeparabaDiosenmomentosdeaflicción.PensándoloasíydandograciasaDiosporunsocorromoraldetantavalía,sesintiótocadadeldeseodeconfiarse,deabrir

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unpocosucorazónparamostrarsuspenas.Eranaturalmenteexpansiva,ylascircunstanciaslaponíanenelcasodeserlomásaúnquedeordinario.

«¿Conoceustedamipadre?—preguntó.

—Sí,hijamía,leconozcoymedamuchalástima...Bastantesehahechoen la casa por aliviar sus penas y combatir sus manías... Pero Dios no haquerido.ContraÉlnosepuedenada.Consolémonostodospensandoenquelagrandiosa armonía del mundo consiste en el cumplimiento de la voluntadsoberana».

EstasentenciaafectóaladeRufete,haciéndolepensarenlocaraqueaellasola le costaba la armoníade todos.Enjugándoseotravez las lágrimas, dijoasí:

«¡Y si viera ustedquébuenoha sido siempre!... ¡Cuántonosquería!Noteníamásqueundefecto,yesquenuncasecontentabaconsusuerte,sinoqueaspirabaamás,amás.Esqueelpobrecitoteníatalento,seencontrabasiempreen último lugar debiendo estar en el primero... ¡Hay en el mundo cadainjusticia...! Por eso él no se conformaba nunca, y estaba siempre de malhumoryseenojabayreñíaconmimadre.Comoeracaballeroysusposiblesnoledabanparaportarsecomocaballero,padecíaloindecible.Ynoesquenotrabajase...Ibaalaoficinacasitodoslosdíasysepasabaenellalomenosdoshoras.FuesecretariodetresGobiernosdeprovinciaynollegóagobernadorpor intrigas de los del partido. Mi madre le decía: «¡Ah!, mejor te valdríahaberaprendidounoficioquenovivircolgadoalosfaldonesdelosministros,hoymecaigo,hoymelevanto...».¡Peroquia!;élsabíadeoficinamásquelaGaceta, y cuando hablaba de las rentas, del presupuesto y de esas cosas degobernar, todos los que le oían estaban asombrados. Su padre,mi abuelito,habíasido tambiéndeoficina.Elpobremuriódemalamanera.¿Leconocióusted?...

—No,hijamía.Sigausted,quelaoigoconmuchointerés.

—Fue, en no sé qué tiempo, de la Milicia Nacional, hizo barricadas,hablabamucho,yparaéltodoslosquegobernabaneranladrones.Cuandoyoeraniñajugabaconelmorrióndemiabuelo...¡Quécosas!...Oigausted...Elque llamomi padre fuemás listo que el que llamomi abuelo. ¡Oh!, sí, eracaballeroyteníatalento.Enelpartidoletemían.Élmismolodecía:«Yotengoque llegar a donde debo llegar, o me volveré loco...» ¡Pobrecito! Cuandoestabacesantesedesesperaba.IbaalassesionesdelCongresoyhacíamuchoruidoen la tribunaaplaudiendoa laoposición.SalíadeMadridcon recadossecretos. No hablaba más que de la que se iba a armar, de una cosatremenda...,¿meentiendeusted?».

Elanciano,despuésde tragarse lamitadde laatmósferadel cuarto,hizo

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signosafirmativos,arqueandolascejasysonriendocomohombreconocedordelasdebilidadesdesussemejantes.

«Laúltimavezqueledejaroncesante,nosvimostanmal,tanmal,quenosepodíaesperaraquelecolocaran.Yotrabajaba;mimamácayóenferma;mipadre entró de corrector de pruebas en una imprenta donde se hacía unperiódicogrande,muygrande...Trabajabatodaslasnochesjuntoaunquinquéde petróleo que le abrasaba la frente. Se tragaba mil discursos, artículos,sueltos,decretos,ycuandollegabalamañana(porqueeltrabajodurabatodalanoche)yvolvíaacasa,nodescansaba,no,señor.¿Quécreeráustedquehacía?Pues ponerse a escribir.Todos los días entraba con unamano de papel y lallenabadecaboarabo.¿Quécreeráustedqueescribía?

—CartasalSoberano,alSantoPadre,a losembajadoresyministros.Porahíempiezanmuchos.

—¡Quia!; no, señor.Escribíadecretos, leyesy realesórdenes.Aunquealsalirdesucuartocerrabasiempre,yohalléunanochemediosdeabrir,yvimostodo.Mimamáyyodecíamos:«Quizásestécopiandopara traernosalgodecomer».¡Quéchasconosllevamos!;todosevolvía:Artículoprimero,talcosa;artículo segundo, tal cosa. Y luego: Quedo encargado de la ejecución delpresentedecreto.Hacíapreámbulosatestadosdedisparates.Conformellenabapliegoslosibacoleccionandoconmuchocuidado,yacadalegajoleponíaunletrero diciendo: Deuda Pública, o Clases Pasivas, Aduanas, Banco,Amillaramientos. También ponía en ciertos paquetes rótulos que noentendíamos, porque eran ya locura manifiesta, y decían: Ruinas, o bienFanatismo,Barbarie,UrbanizacióndeEnvidiópolis,Vidrios rotos,Sobornos,SubvenciónPersonal,yasíporesteestilo.«¡AyDiosmío!—dijimosmamáyyo—;yano tenemosmarido,yano tenemospadre.Estehombreestá loco».Estuvimosllorandotodalanoche.

—Todo sea por Dios—dijo, con emoción el viejo, al ver que Isidora seinterrumpíapara llorar—.Pero¿quéeseso,hijamía,comparadocon loqueCristopadeciópornosotros?

—Mi madre murió en aquellos días—prosiguió Isidora, casicompletamenteahogadaporelllanto—.Aqueldía,¡ohDiosmío,quédía!,mipadrehizolosdisparatesmásatroces;nolloró,noseafectónada.Cuandomimadre expiró en mis brazos, él dio dos o tres paseos por el cuarto, ymirándome con unos ojos..., ¡Jesús, qué ojos!..., me dijo: «Se le harán loshonoresdetenientageneralamuertaencampaña...».Nopuedorecordarestascosas;memuero de pena. Fue preciso encerrarle aquí.Un pariente bastanteacomodadoqueteníamosenelTomellososecondoliódemíyofreciódarlapensióndesegunda.YomefuialaManchaconél,ymihermanitosequedóaquí con una tía demimadre. Pasado algún tiempo,mi tío el canónigo se

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olvidó de pagar la pensión. Es el mejor de los hombres; pero tiene unasrarezas...».

Desdelamitaddeestarelación,yateníaIsidoraquebeberselaslágrimasentre palabra y palabra. El bendito señor que la oía, enternecido de tantadesdicha,levantosedesuasientoydioalgunospasosparavencersuemoción.

«Todo sea por Dios—dijo liando nerviosamente otro cigarrillo—.Noblecriatura, su juventud de usted ha sido muy triste; ha nacido usted en unpáramo...

—Y todo cuanto he padecido ha sido injusto—añadió ella prontamente,sorbiendotambiénunaregularporcióndeaire,porquetodoescontagiosoeneste mundo—. No sé si me explicaré bien; quiero decir que a mí no mecorrespondíacompartirlaspenasylamiseriadeTomásRufete,porqueaunquelellamomipadre,yasumujermimadre,esporquemecriaron,ynoporqueyoseaverdaderamentesuhija.Yosoy...».

Sedetuvobruscamenteportemordequesunaturalfrancoyexpansivolallevase,sinpensarlo,aunarevelaciónindiscreta.Peroelescribiente,conesarapacidaddepensamientoquedistinguealoshombresperspicaces,seapoderódelaideaapenasindicada,ydijoasí:

«Sí,entiendo,entiendo.Ustedporsunacimientoperteneceaotraclasemáselevada; sólo que circunstancias largas de referir la hicieron descender...¡Cosas de Nuestro Padre que está en los Cielos! Él sabrá por qué lo hace.Acatemos sus misterios divinos, que al fin y a la postre, siempre son paranuestro bien. Usted, señorita—añadió tras breve pausa, quitándosecortesanamentelagorra—,nove,nopuedeverenelinfelicísimoRufetemásqueunpadreputativo,talycomoelSantoPatriarcaSanJoséloeradeNuestroSeñorJesucristo».

¡De qué manera tan clara relampagueó el orgullo en el semblante deIsidora al oír aquellas palabras! Su rubor leve pasó pronto. Sus labiosvacilaron entre la sonrisa de vanidad y la denegación impuesta por lasconveniencias.

«Yonoquisierahablardeeso—dijotomandountonilloenfáticodecalmaydignidad,quenohacíabuenaconcordanciaconsuruso—.¡Respetotantoalque llamo mi padre, le quiero tanto, nos quiso él tanto a mí y a mihermanito!...,¡fuimostanmimadoscuandoéramosniños!...Noshacíaelgustoentodo,ycomoentoncesmandabaelpartidoyélteníaunabuenacolocación(porque estaba en Propiedades del Estado), vivíamosmuy bien. En aquellaépocaRufete puso nuestra casa conmucho lujo, con un lujo... ¡Dios demivida! Como él no tenía más idea que aparentar, aparentar, y ser personanotable...

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—Hijamía—dijoelancianoconvivacidad—,unadelasenfermedadesdelalma que más individuos trae a estas casas es la ambición, el afán deengrandecimiento,laenvidiaquelosbajostienendelosaltos,yesodequerersubiratropellandoa losqueestánarriba,nopor laescaleradelméritoydeltrabajo, sino por la escala suelta de la intriga, o de la violencia, como sidijéramos,empujando,empujando...».

Nobienhizoelvenerablesujetoestasustanciosaobservación,queindicabatantojuiciocomoexperiencia,marchóconacompasadoynomuylentoandarhaciaelrincónopuestodeldespacho.ReflexionabaIsidoraenaquellassabiaspalabras,fijoslosojosenlasrayasdelaesteradecordoncillo;perosupenaylasituaciónenqueestabalareclamaron,yvolvióasuspiraryaasombrarsedeque el Director tardase tanto. Cuando alzó los ojos, el anciano pasaba pordelante de ella en dirección de la mesa; en seguida pasaba de nuevo endireccióndelángulo.Sinadvertirqueelbuenseñorestabamuyagitado, sindudaporhacersegenerosamentepartícipedelaspenasquehabíaoídoreferir,Isidorasedistraíaunpoco,puesporgrandequeseaunadesdichaypormuchoqueembargueyahogue,haymomentosenquedejalibreelespírituparaquedéunpardevueltasopaseosporelcampode ladistracción,yse fortifiqueantes de volver al martirio. Un dilatado aburrimiento, un largo período deantesala,ayudanestefenómenodelalma.

Como en el despacho aquel reinaban el silencio y la calma; como en elpasar y repasar del anciano escribientehabía algodeoscilacióndepéndulo;como, además, del propio interior de Isidora se derivaba una dulcesomnolencia que aletargaba su dolor, la joven se entretuvo, pues, un ratitocontemplandolahabitación.¡QuébonitoeraelmapadeEspaña,todollenoderayas divisorias y compartimientos, de columnas de números que subíancreciendo,derengloncitosestadísticosquebajabanachicándose,decírculosybanderolas señalando pueblos, ciudades y villas! En la región azul querepresentabaelmar,multituddebarquitosprecedidosdeflechasmarcabanlaslíneas de navegación, y por la gran viñeta de la cabecera menudeaban laslocomotoras, los vapores, los faros, y además muelles llenos de fardos,chimeneasdefábricas,ruedasdentadas,globosgeográficos,todopresididoporun melenudo y furioso león y una señora con las carnes bastante másdescubiertasdeloquelahonestidadexige...¡Quésilenciotanhondoysuaveseaposentabaenlasosegadaestancia,ycómosesentíaelambientepurodelcampo!Sólocuandoseabríalapuertaentrabaunecolejanoyhorripilantederisasygritosquenoerancomolosgritosyrisasdelmundo.¡Ycuántosycuánbonitos libros encerraba el armario de caoba, sobre el cual gallardeaba unbusto de yeso! Aquel señor blanco sin niñas en los ojos, con los hombrosdesnudoscomounadamaescotada,debíadeseralgunodelosmuchossabiosquehuboentiemposremotos,yenél,enelestantedeloslibrosyenelmapagráfico—estadísticosecifrabatodalasabiduríadelossiglos.

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EnestereconocimientodellugarempleóIsidoramenosdeunminuto.Depronto se fijó en el anciano, que seguía pasando por delante de ella conrapidezcreciente,yseasombródeverlaagitacióndesusmanos,eltemblordesuslabiosylavivacidaddesusojos,aparienciasmuydistintasdeaquellasuanterior facha bondadosa y simpática. Parándose ante Isidora, exclamó conpalabratorpeymuyconmovida:

«Señora,nuncahubieracreídoestoenunapersonacomousted.

—¡Yo!—murmuróIsidora,llenadeespanto.

—¡Sí!—dijoelotroalzandolavoz—,ustedmeestáinsultando;ustedmeestáinsultando».

El disparatado juicio, la voz alterada del viejo, su agitación creciente,fueronunrayodeluzparaIsidora.Selevantóbuscandolapuerta;corrióhaciaelladespavorida.Elterrorledabaalas.Entretantoelancianogritaba:

«Insultándome,sí, sin respetoamiscanas,amissufrimientosdepadre...¡Oh,Señor!Perdónala,perdónala,Señor,porquenosabeloquesedice».

Isidora salió al pasillo cuando llegaba el Director, que al instantecomprendió la causa de su miedo. Sonriendo, la tomó de la mano paraobligarlaaentrar.

«El pobre Canencia...—dijo—. Cosa rara... Hace tanto tiempo que estátranquilo...Peroesunángel,esincapazdehacerelmenordaño».

Ambos le miraron. El semblante del anciano no expresaba ira, sinoemoción,ydoslágrimasrodabanporsusmejillas.

«Tambiénustedmeinsulta,señorDirector—dijooprimiéndoseelpecho,yconlaentonaciónylosademanesdeuncómicomediano—.Nopuedomás,nopuedomás...¡Adiós,adiós,ingratos!».

Ysalióescapado.

«Esolepasapronto—indicóelDirectoraIsidora,queaúnnohabíavueltodesuespanto—.Esunbendito;hacetreintaydosañosqueestáenlacasaypasalargastemporadas,avecesdosytresaños,sinlamásligeraperturbación.Susaccesosnosonmásqueloqueustedhavisto.Principiapordecirquetienedosmáquinaseléctricasen lacabezay luegosaleconque le insulto.Echaacorrer, da unos cuantos paseos por la huerta, y al cabo de un rato está yasereno.Trabajabien,meayudamucho,y,comoustedhabrávistosilehaoído,esdeencargoparadarconsejos.Pareceunsantoyunfilósofo.YolequieroalpobreCanencia.Vinoporcuestionesypleitosconsushijos...Historialargaytristequenoesdeeste lugar.Vamosaladeusted,quetampocoesalegre,yhoymenosquenunca».

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El Director dio un gran suspiro, expresión oficial de sus sentimientoscompasivos, e Isidora quedose fría, aguardando terribles noticias. ¡Cómomirabaalbuenseñor,deletreandoensucara,yquébienledecíaestaquenoesperaranadabueno!

«Yoquisieraverle...—balbucióIsidora.

—Eso es imposible. ¡Verle!, ¿y para qué?...Mal,muymal está el pobreRufete—afirmó el Director, moviendo la cabeza—. Llénese usted depaciencia,porque,verdaderamente,siestaenfermedadesincurable,sinocesadeatormentarseelque lapadece,mejoresque sevayaadescansar...Yo, lodigo con franqueza, si tuviera alguna persona de mi familia en ese estado,desearía...».

Trabajo le costó a Isidora admitir la funesta verdad que se le queríaanunciar con caritativas precauciones, y tragando saliva para deshacer aquelnudo que en su garganta se formaba, habló con medias palabras de estamanera:

«Quiénsabe...Todavía...Peroyoquieroverle.

—Vamos,queno...Ya...».

Elbuenseñorestabaimpaciente.Teníaquehacer.

«Siénteseusted...—murmuróacercandounsillón—.¿Quiereustedque letraigaunvasodeagua?».

Isidoranodecíanada.Susojos,aterrados,seclavaronenelbustodeyeso.Lo examinó bien y estúpidamente, viéndole con claridad, por esa atracciónraraqueenelmomentoderecibirunanoticiagraveejercesobrelossentidosunobjetomaterialcualquiera,queluegoquedaporalgúntiempoasociadoalanoticiamisma...

—IV—

Al mismo tiempo que Isidora contaba sus desdichas al inocentísimoCanencia,ocurríanolejosdeallíunhechoque,consermuytriste,noafectabagrandementea losque lopresenciaban.EranéstoselDirector facultativo,eladministrativo, un practicante, alumno de Medicina, el capellán y unenfermero.Elmoribundo,puesdemorirseunhombresetrata,eraRufete.Lacrisis era violenta y calmosa, de desarrollo fácil y término decidido. Elenfermo apenas teníamovimiento y vidamás que en la cabeza; no padecíanada; se iba por rápida y llana pendiente, sin choque, sin batalla, sinconvulsiones,sindefensa.

«Muerebien»—dijoenvozbajaelmédico.

Elpacientedioungransuspiro,abriólosojos,miróatodosunoporuno;y

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noconfuria,noconespasmosdeinsensato,niiracundasrecriminaciones,sinocon apagada voz, con sentimiento tranquilo, que más que nada eraprofundísimalástimadesímismo,pronuncióestaspalabras:«Caballeros,¿esciertoloquemefiguro?...¿EsciertoqueestoyenLeganés?».

Elmédicolequisoconsolarconpalabrascampechanas.

«Hombre,noseaustedtonto...;siestáustedensucasa...Vamos,quesevaustedaponerbueno».

El enfermo movió tristemente la cabeza. Permaneció largo rato mudo.Después tomó lamano del cura, la besó...Quiso hablar, no pudo, se le violucharconlapalabra.Alfin,trasundesesperadoesfuerzodevoluntad,pudodeciramediavoz:

«Mishijos...,lamarquesa...».

Ycallóparasiempre.Médicoyaprendizobservaroncon laatencióny lafrialdaddelacienciaaquelcasodetránsito,ydespuéssefueronaextenderelparte. Acercose a ellos el Director, manifestándoles con más lástima quealarmalapresenciaenlacasadeunahijadelmuerto.Elaprendizdemédicodeclaró al punto conocerla, y alegrándose de que allí estuviera, quisoparticipar de las dificultades de darle la noticia y del compromiso deconsolarlaydarlealgúnsocorrosilohabíamenester.

Fue el Director a su despacho en busca de Isidora, y allí pasó lo quereferidoqueda.Ya la desgraciada jovendel ruso empezaba a comprender lacerteza de su desdicha, cuando entró en el despacho un mozo como deveinticuatroaños,elcual,llegándoseaellaconmuestrasdeconfianza,ledijo:

«¿Conqueustedporaquí,Isidora?...¡Yenquémomentotantriste!...¿Peronome conoce usted? ¿Tan desmemoriada estamos, Isidora? ¿No se acuerdausteddeD.PedroMiquis,eldelToboso,queibamuchasvecesalTomellosoabuscarasutíodeusted,elseñorCanónigo,parasalirjuntosdecasa?PuesyosoyhijodeD.PedroMiquis.¿Noseacuerdausted tampocodemihermanoAlejandro? ¿No se acuerda de que algunas veces, por vacaciones, íbamosacompañandoamipadre?...PueshacecincoañosqueestoyaquíestudiandoMedicina.¿Ycómoestásuseñortío?¿HacemuchoquehadejadoustedaquelcélebreTomelloso?...».

Isidoralemirabaporunarasgadurahechaenlanubenegradesupena;lemiraba y le reconocía. Sí, su memoria se iba iluminando ante aquellafisonomíaqueconningunaotrapodíaconfundirse.Aquelsemblantepálidoymoreno, tan moreno y tan pálido que parecía una gran aceituna; aquellabrevedaddelanarizcontrastandoconelgrandoragraciadodelaboca,cuyosdientes blanquísimos estaban siempre demanifiesto; aquella ceja ancha, tannegrayespesaqueparecíacintade terciopelo,yaquellosojosgarzosdonde

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anidaban traidoras todas las malicias y toda la ironía del mundo; aquellafealdad graciosa, aquella desenvoltura de maneras, aquel abandono en elvestir, y, por último, la desenfadada manera de insinuarse, pregonaban, sindejar lugar a dudas, aAugustitoMiquis, el hijo deD. PedroMiquis, el delTomelloso.DegolpeentraronalamentedeIsidoraideasmilyrecuerdosdeuna época en que la infancia se confundía con la adolescencia, época detonterías, demiedos, de inocentes confianzas y de lances cuyamemoria nosiempreesagradable.Noacertóacontestarsinoconmediaspalabras.Miquissehizocargodelasituación,yponiéndosetodoloserioquepodía,cosaenéldegrandísimadificultad,dijoentonogrotescamentecompungido:

«Loprimeroesqueustedsalgadeestacasa...; ¡ay,quécasa!...Nadahayquehaceraquí.SivaustedaMadridtendrémuchogustoenacompañarla».

Isidoramanifestó deseos demarcharse pronto.Quiso dejar el dinero quehabíatraídoparapagarlosatrasosdelapensióndeRufete,peroelDirectornoloconsintió.Encuantoalasropas,tantoinstóalbondadososeñorparaquelasadmitiera, que este hubo de dejarlas, dando las gracias en nombre de losdemásenfermospobresquetantolasnecesitaban.

Salieron Isidora y Augusto de la morada de la sinrazón y se alejaronsilenciosos del tristísimo pueblo, en el cual casi todas las casas albergandementes.Isidoranohablaba,yelcharlatánMiquis,respetandosudolor, tansóloindicóesto:

«EnCarabanchelhallaremoscoches.Dicenquevanaponeruntranvía».

Al llegar al arroyo de Butarque, Miquis creyó oportuno distraer a sucompañeradeviaje,porque,realmente,¿aquéconducíaaquelllorarcontinuo,sinadapodíaremediarse?Eraprecisohacerfrentealdolor,fieroenemigoquesecebaenlosdébiles;conveníasobreponerse,pues...hacersecargodeque...Tras estos emolientesquehicieron, como siempre, un efecto completamentenulo, Miquis habló de la belleza del primaveral día (que era uno de loshermososdeabril),delbarrancodeButarque,aquiendioelnombredeoasis,y finalmente invitó a Isidora a descansar a la sombra de un espeso y verdeolmo,porquepicabaelsolylajornadaibaaserunpocolarga.

Sentadosuno juntoaotro, callaron largo rato, él contemplativo,doloridaella.Miquiscanturriabaentredientes.IsidoracuidabadeocultarsuspiesparaqueMiquisnovieralomalcalzadosqueestaban.

«Isidora...

—¿Qué?

—Nomeacuerdobiendeunacosa.Ayudeustedmimemoria.¿EsciertoonoqueenelTomellosonostuteábamos?».

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CapítuloII

LaSanguijuelera

Eneldomiciliodesuparienteypadrino,donJosédeRelimpio(dequiensehablarácuandoseamenester),pasóIsidoralanochedeaqueldíadeabril,esperando con impaciencia el amanecer del siguiente para visitar aEncarnación y a su hermanito, que habitaban en uno de los barrios másexcéntricosdeMadrid.Laquellamaremostodavía,porrespetoalarutina,hijade Rufete, tenía la costumbre de representarse en su imaginación, de unamaneramuyviva,losacontecimientosantesquefueranefectivos.Siesperabapara determinada hora un suceso cualquiera que la interesase, visita,entrevista, escena, diversión, desde mediodía o medianoche antes el sucesotomabaensumenteformasdeextraordinariorelieveycolor,desarrollándoseconsuscuadros,lugares,perspectivas,personas,figuras,actitudesylenguaje.Así,muchoantesdelalba,Isidora,despiertaynerviosa,imaginabaestarenlacasadesutíaydesuhermano;losveíacomosilostuvieradelante;hablabaconellospreguntandoyrespondiendo,yaconseriedad,yaconrisas,yoíalasinflexionesdelavozdecadauno.

Las ocho serían cuando salió para hacer verdadero lo imaginado; perocomo tenía que ir desde la calle deHernánCortés a la deMoratines, en elbarriodelasPeñuelas,deteniéndoseypreguntandopornoconocermuybienaMadrid, ya habían dado las diez cuando entró por el conocido y gigantescopaseodeEmbajadores.Nolefuedifícildesdeallídarconlamoradadesutía.A mano derecha hay una vía que empieza en calle y acaba en horribledesmonte,zanja,albañalovertedero,enlosbordesrotosydesportilladosdelazonaurbana.Antesdeentrarporestavía,Isidorahizorápidoexamendellugarenqueseencontraba,yquenoeramuydesugusto.Tenía,juntamenteconeldon de imaginar fuerte, la propiedad de extremar sus impresiones,recargándolas a veces hasta lo sumo; y así, lo que sus sentidos declarabangrande, su mente lo trocaba al punto en colosal; lo pequeño se le hacíaminúsculo, y lo feo o bonito enormemente horroroso, o divino sobre todaponderación.

Al ver, pues, las miserables tiendas, las fachadas mezquinas ydesconchadas,losletrerosinnobles,losrótulosdetorcidasletras,losfarolesdeaceiteamenazandocaerse;alvertambiénquemultituddeniñoscasidesnudosjugabanenelfango,amasándoloparahacerbolasyotrosdivertimientos;aloírel estrépito demachacar sartenes, los berridos de pregones ininteligibles, elpisar fatigoso de bestias tirando de carros atascados, y el susurro de los

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transeúntes,quealdarcadapasolomarcabanconunagrosería,creyóporunmomentoqueestabaenlacaricaturadeunaciudadhechadecartónpodrido.Aquellonoeraaldeanitampocociudad;eraunapiltrafadecapital,cortadayarrojadaporvíadelimpiezaparaquenocorrompieraelcentro.

Y siguiendo en sumanía de recargar las cosas, comoviera correr por lacalle—zanja aguas nada claras, que eran los residuos de varias industriastintóreas, alpunto leparecióqueporallí abajo sedespeñabanarroyuelosdesangre,vinagreybetún,juntoconunlicorverdequesindudaibaaformarríosde veneno. Alzose con cuidadosa mano las faldas, y avanzó venciendo surepugnancia.Notuvoqueandarmuchoparaencontrarlapuertaquebuscaba.Sí,allíera.Bienreconocía lamuestraqueañosatrásestabaen lacallede laTorrecilla,yquedecíaclarito, conazulescaracteres,Cacharrería.Reconociótambién una amistad vieja en la otra tablita blanquecina, donde,jeroglíficamente, se anunciaba un importante comercio. ¡Cómo recordabaIsidorahabervistoensuniñez la redomapintada,encuyocírculoaparecíannadando unas culebrillas, o curvas negras de todas formas, que servían deinsigniaindustrialaEncarnaciónGuillén,conocidaendistintosbarriosconelnombredelaSanguijuelera!

La puerta tenía una trampilla en la parte baja, la cual parecía servir demostrador,de resguardocontra losperrosy loschicos,yhastadebalcónencaso de que por allí, cosa no imposible, pasasen procesiones cívicas oreligiosas.Isidorasehabíafiguradoquesutía(omásbientíadesusupuestamadre) estaría en la puerta; pero esto, como otrasmuchas cosas de las queimaginaba, no resultó cierto. Asomose a la tienda, y de un golpe de vistaabarcó la menguada granjería, sacando consecuencias poco lisonjeras delestadopecuniariodeEncarnaciónGuillén.¡Cómohabíadescendidolainfelizdegradoengrado,desdesugrancomerciodelozaysanguijuelasdelaantiguacalledelCofre, en tiemposdesconocidospara Isidora,hastaaquelmiserableajuar de cacharros ordinarios! Y los anélidos que componían su escudo,¿dóndeestaban? ¡Oh!,nopodían faltar; allí se losveíaenenormesbotellas,con la viscosa trompa o ventosa pegada al cristal, enroscados, aburridos,quietos,comosiacecharanunavíctimayesperasenaqueentraraporlapuerta.Isidoraadmiródespuéselordenyaseoconquetodoestabapuestoyarregladoentiendadetanpocofuste.

LospucherosdeAlcorcón,losjarrosdeTalaverayAndújar,losbotijosylacristalería de Cadalso, las escobas, las cajas de arena y tierra de limpiarmetales revelaban unamano tan hacendosa como inteligente. Ni faltaba unpocodearteenaquelloscuatrotrebejoscolocadossobrecuatronomuyigualestablas. Pero lo que mejor declaraba la limpieza de Encarnación era unestantilloqueamanoizquierdadelapuertaestaba,yqueconteníadiversidaddeartículos,compañerosinfaliblesdelramodecacharrería.Enunhuecohabía

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flor de malva, en otro cercano violetas secas, más allá greda para limpiar,adormideras, cerillas de cartón. Seguía el pimentón molido, que sirve parapintar lacomidadelpueblo,y luego loscañamones,deque se sustentan lospajarillospresos.Elespliegosedabalamanoconlosestropajos,ynofaltabanalgunas resmas de papel picado con que las cocineras adornan los vasares.Entretantachuchería,Isidoraencontróotroantiguoconocido,otraamistaddesuinfancia.Erauncartelquedecía:

OjoalCristo.

Aquímurióelfiar

yelprestartambiénmurió,

yfueporqueleayudó

amorirelmalpagar.

Isidora sabía de memoria esta composición epigramática de su tía, queterminabaasí:

Sifío,

aventuroloqueesmío.

Ysipresto,

alpagarponenmalgesto.

Puesparalibrarmedeesto,

nidoy,nifío,nipresto.

Estasobservacionesyrecuerdosduraronsegundosnadamás.Isidoragritó:«¡Tía,tía!».

AparecióentonceslaSanguijuelera,ytíaysobrinaseabrazaronybesaron.La joven callaba llorando; la anciana empezó a charlar desde el primermomento,porquenohabíasituaciónenquepudieseguardarsilencio,yantesselavieramuertaquemuda.

«¡Oh quimerilla!..., ya estás aquí... Pues mira, te esperaba hoy. AnochesupequecerróelojoTomás...Noteaflijas,paloma.Másvaleasí...¿Quévasasacar de esos sentimientos? Siéntate... Espera que quite estos botijos... SiTomásyanovivía¡elpobre!Bienlodijeyohacecincomildomingos:«Esteacabará en Leganés». Nunca tuvo la cabeza buena, hija, y con sus locurasdespachóatumadre,aquellasanta,aquellapastadeángel,aquelcoraldelasmujeres...¡PobreFrancisca,niñamía!

—¿YMariano?—dijoIsidora,queextrañabanoverallíasuhermano.

—Está en el trabajo... Le he puesto a trabajar. ¡Hija, si me comía un

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carcañal!...EsmásmaloqueAnásyCaifásjuntos.Nopuedohacercarreradeél. ¡Vaya, que ha salido una pieza colunaria!... Yo le llamo Pecado, porqueparecequevinoalmundoporobraygraciadeldemonio.Me tieneasadaelalma.¿Sabesdóndeestá?PueslepuseenlafábricadesogasdeesequellamanDiente,¿estás?,ymetraedieciochorealestodaslassemanas...

—¿Ynovaalaescuela?—preguntóIsidoraexpresandonopocodisgusto.

—¡Escuela!Quesiquieres...¿Yquiénlesujetaalaescuela?Buenoeselniño.AhílepuseenesadelosHerejes,dondedicenlamisaporlatardeyelrosario por lamañana.Daban un panecillo a cadamuchacho, y esto ayuda.Peroaguárdate;undíasíyotrono,mehacíanovillosel tunante.Despuéslepuse en losCatólicos de ahí abajo, y seme escapaba a las pedreas... Es unpurgatorio saltando. Nada, nada, a trabajar. ¡Qué puñales!..., no están lostiemposparamimos.Estoymuymaldeacá,hija.Yavesesteescenario.¿Teacuerdasdemiestablecimientode lacallede laTorrecilla? ¡Aquéllossíqueeran tiemposmajos! Pero tu divina familiame arrumbó; tu papaíto, que deDios goce, ¡tres puñales,me trajo a estamiseria! ¡Ya ves qué polla estoy!;sesenta y ocho años, chiquilla, sesenta y ocho miércoles de Ceniza a laespalda.Todalavidatrabajandocomoelobispoysinsalirnuncadecristosaporras. Hoy ganado y mañana perdido. Todo se hace sal y agua. Eso sí,siempretiesacomounajo,ytodavía,aquídóndemeves,leacabodedarunapatada a la muerte porque el año pasado tuve una ronquera, pero unaronquera...Puesnada,Diosylaflordemalvaaclararonelmododehablar,yaquímetienes.SoylamismaSanguijuelera,mássaludablequeeltomillo,másfuertequelapuertadeAlcalá,siempreligeraparatodo,siemprelimpiacomoloschorrosdeloro,másfieraqueelleóndelRetiro,siseofrece,resignadaconlamalasuerte,sindebernadaanadie,ymáscharlatanaquetodosloscómicosdeMadrid».

Era Encarnación Guillén la vieja más acartonada, más tiesa, más ágil ydispuestaquesepudieraimaginar.Porunfenómenocomúnenlaspersonasdebuena sangre y portentosa salud, conservaba casi toda su dentadura, que nocesaba de mostrarse entre su labios secos y delgados durante aquel charlarcontinuoy sin fatiga.Sunarizpequeña, redonda, arrugadayduracomounanuececita, no paraba un instante: tanto la movían los músculos de su carapergaminosa, charolada por el fregoteo de agua fría que se daba todas lasmañanas.Susojos,quehabíansidograndesyhermosos,conservabantodavíaun chispazo azul, como el fuego fatuo bailando sobre el osario. Su frente,surcada de finísimas rayas curvas que se estiraban o se contraían conformeiban saliendo las frases de la boca, se guarnecía de guedejas blancas. Conestos reducidosmateriales se entretejía elmás gracioso peinado de esterillaque llevaron momias en el mundo, recogido a tirones y rematado en unaespeciedeovillo,aquiennosepodríadarconpropiedadelnombredemoño.

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Dos palillos mal forrados en un pellejo sobrante eran los brazos, que nocesabandemoverse,amenazandotocarunredoblesobrelacaradeloyente;ydosmanosdeesqueleto, con las falanges tanágilesqueparecían sueltas,noparabanensufantásticogiraralrededordelafrase,cualcomentariográficodesus desordenados pensamientos. Vestía una falda de diversos pedazos biencosidos y mejor remendados, mostrando un talle recto, liso, cual maderobifurcadoendospiernas.Teníaactitudesdegastadorypasodecartero.

Eramujerdebuenaíndole,aunquedegeniotanturbulentoydíscolo,quenadieque juntoaellaestuviesepodíavivirenpaz.Nohabía tenidohijosnihabíasidocasada.Crióaunasobrina,aquienquisoasumanera,queeraunamorentreveradodepescozonesyexigencias.LatalsobrinacasóconRufete,resultandodeestauniónunadesgraciadafamiliayelviolentísimoodioquelaSanguijuelera profesaba a todos los Rufetes nacidos y por nacer. Aquelmatrimonio de unamujer bondadosa y apocada conun hombre que tenía lamásdestornilladacabezadelorbe,consumiódiferentesveceslaseconomíasyla paciencia de Encarnación, que era trabajadora y comerciante, y tenía susbuenas libretas del Monte de Piedad. «Todo se lo comió ese descosido deRufete—decía—,eseholgazánconcabezadeviento.Micomerciodelacalledel Pez se hizo agua una noche para sacarle de la cárcel, cuando aquel feonegociodelosbilletesdelotería.LacacharreríadelacalledelaTorrecillaseresquebrajó después, y pieza por pieza se la fueron tragando elmédicoy elboticario,cuandocayóFranciscaenlacamaconlaenfermedadqueselallevó.He ido mermando, mermando, y aquí me tienen, ¡qué puñales!, en esteconfesonario,dondenomepuedorevolver.Quiensevioenaquelloslocales,conaquellasanaqueleríasyaquelmostradordondehabíauncajóndedineroque sonaba a cosa rica..., verse ahora en este nido de urracas, con cuatrotrastos,pocaparroquia,yenunbarriodondeserepicanlascampanascuandoseveunapeseta...,¡quépuñ...!».

Francisca murió; Rufete fue encerrado en Leganés. De los dos hijos,Encarnación recogió al pequeñuelo, e Isidora partió al Tomelloso a vivir alamparodesutíoelCanónigo.Delodemás,algosabeellector,yelresto,queesmuchoybueno,irásaliendo.

«¿Sabes que estás muy cesanta?»—dijo la Sanguijuelera, observando elvestidoylasbotasdeIsidora,cosasqueenverdaddejabanmuchoquedesear.

Isidora contestó con tristeza que su tío el Canónigo no era hombre demuchasliberalidades.DespuéslaSanguijueleraobservóconmaliciaelrostroytalledelajoven,diciéndole:

«Peroestásguapa.Puesnoloparecías...Cuandoniñateníasunempaque...Me acuerdo de verte en aquella casa..., ¡qué casa!... Era la jaula del león...,puesandabasporallíenpernetasconunmalfaldellín.ParecíaselCristodelas

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enagüillas. ¡Quéflaqueza!, ¡quécolor!Yodecíaque tehabíandestetadoconvinagreyque tedaban tu raciónenmoscas...Vaya,vaya,en laManchahasengordado...,¡quédurascarnes!—añadiópellizcándolaendiferentespartesdesucuerpo—.Yenlacaratienesángel.Deojosnoandamosmal.¡Québonitosdientestienes!Veremossitedurancomolosmíos.Mírateenesteespejo».

Yleenseñósudoblefiladedientes,muybienconservadosparasuedad.Isidoraseaburríaunpoco.Mirandocontristezaalacalle,preguntó:

«¿EndóndeestátrabajandoMariano?Yoquieroverle.

—Silavecinanotienequehaceryquiereguardarmelatienda,iremosallá.Noesalavueltadelaesquina;peroyoandomásqueunmolinodeviento...¡SeñáAgustina!...».

Gritódesdelapuerta;perocomonorespondieraalllamamientosuvecina,salióimpaciente.Notardócincominutosenvolveracompañadadeunamujerjoven y flacucha, insignificante, lacrimosa, horriblemente vestida, peropeinada con increíble esmero. Aquella gente tiene su lujo, su aseo y sueleganciadecejasarriba,yaunquesecubrademiserablestrapos,nopuedenfaltar el moñazo empapado en grasa y bandolina, ni los rizos abiertos yplanchadossobrelafrente,comounaguirnaldadenegrasplumas,pegadacongoma. Arrastraba aquella mujer una astrosa bata de lana roja con cuadrosnegros, que parecía haber servido de alfombra en un salón de baile deCapellanes.

«Guárdemelatiendaunratito—ledijolaSanguijuelera—,quevoyconmisobrinaaunrecado...¿Noconocíaustedamisobrina?¿Veustedquémoza?...Isidora,estaseñoraesunaamiga...,paredpormedio.SellamalaseñoraAtisuspiramos,porqueno resuella comono seapara lamentarse.Verdadesqueella está enferma, su marido es borracho, su padre ciego, y la casa, ¡quépuñales!,noestáempedradaconpesetas...».

Agustinadiounconmovedorsuspiro,seguidodedosexpectoraciones.Conestoanunciabaunrelatosentidísimodesusdesgracias.PerolaSanguijuelera,cortándole la palabra, se echó unmantón sobre los hombros y salió con susobrina, tomando el camino de la calle de las Amazonas, adonde llegaronpronto.

CapítuloIII

Pecado

«EsetunantedePecadillo—dijolaSanguijuelerametiéndoseporunportal

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obscuro—nosospechaquevieneaverlesuhermana.Noteconocerá.Erauncachorrocuandotefuiste.Peroqué...,¿noves?Agárrateamí,queyoveoenlonegrocomolaslechuzas».

Atravesaron un antro. Encarnación empujó una puerta. Halláronse enextrañolocaldetechotanbajoquesindificultadcualquierpersonademedianaestatura lo tocaba con la mano. Por la izquierda recibía la luz de un patioestrecho, elevadísimo, formado de corredores sobrepuestos, de los cualesdescendía un rumor de colmena, indicando la existencia de pequeñasviviendasnumeradas,oseadecasacelularparapobres.Laescasaclaridadquedeaquellaabertura,másquepatio,venía,llegabatandebilitadaallocalbajo,que era necesario acostumbrar la vista para distinguir los objetos; y aundespués de ver bien, no se podía abarcar todo el recinto, sino la zonamáscercana a la puerta, porque lo demás se perdía en ignoradas capacidades desombra. Era como un gran túnel, del cual no se distinguía sino la parteescasamente iluminada por la boca. El fondo se perdía en la indeterminadacavidad fría de un callejón tenebroso.En la parte clara de tan extraño localhabíagrandesfardosdecáñamoenrama,rollosdesogasblancasyflamantes,trabajo por hacer y trabajo rematado, residuos, fragmentos, recortes maltorcidos,yenelsueloyentodoslosbultosunapelusaáspera,filamentosmilque después de flotar por el aire, como espectros de insectos o almas demariposasmuertas, iban a posarse aquí y allá, sobre la ropa, el cabello y lanarizdelaspersonas.

Enelejedeaqueltúnelqueempezabaenluzyseperdíaentinieblas,habíauna soga tirante, blanca, limpia. Era el trabajo del día y del momento. Elcáñamo se retorcía con áspero gemir, enroscándose lentamente sobre símismo. Los hilos montaban unos sobre otros, quejándose de la torsiónviolenta,y en toda sumagnitud rectilíneahabíaunestremecimientode cosadoloridaymartirizadaqueirritabalosnerviosdelespectador,cualsitambién,altravésdelascarnes,losconductoresdelasensibilidadestuviesensometidosa una torsión semejante. Isidora lo sentía de esta manera, porque era muynerviosa, y solía ver en las formas y movimientos objetivos acciones yestremecimientosdesupropiapersona.

Miraba sin comprender de dónde recibía su horrible retorcedura la sogatrabajada. Allá en el fondo de aquella cisterna horizontal debía de estar lafuerzaimpulsora,almadeltaller.Isidorapusoatención,yenefecto,delfondoinvisibleveníaun rumorhondoypersistentecomoel zumbarde las alasdecolosal moscardón, zumbido semejante al de nuestros propios oídos, situviéramosporcerebrounagranbóvedametálica.

«Eslarueda—dijolaSanguijuelera,adivinandolacuriosidaddesusobrinayqueriendoiniciarlaenlosmisteriosdeaquellaconsiderableindustria.

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—¡Larueda!¿YMariano,dóndeestá?».

Miraba a todos lados y no veía ser vivo. Pero de pronto apareció unhombre,quesalíadelaoscuridadandandohaciaatrásmuylentamenteyconpasotanigualyuniformecomoeldeunamáquina.Ensucinturaseenrollabauna gran madeja de cáñamo, de la cual, pasando por su mano derecha ymanipulada por la izquierda, salía una hebra que se convertíainstantáneamente en tomiza, retorcida por el invisible mecanismo. Aquelhombredelpasoatrás,ovilloanimadoyhusoconpies,eraelprincipalobrerodelafábrica,yestabaarmandoloshilosparahacerotrasoga.

«¿NoestáD.Juan?»—lepreguntólaSanguijueleraextrañandonoverallíaldueñodelestablecimiento.

Elhusovivomovióbruscamentelacabezaparadecirqueno,sindignarseexpresarlodeotromodo.

«¿Perodóndeestámihermano?»—preguntóIsidoraconangustia.

Laancianaseñalóaloobscuro,diciendoconaterradorlaconismo:«Enlarueda».

Isidoraechóaandarhaciaadentro,dandolamanoasutía.Acausadelosaccidentes del piso y de la oscuridad, necesitaban apoyarse mutuamente.Anduvieron largo trecho tropezando. ¡Oh! La soga era larga, la cavernaparecía interminable.En lo obscuro, aun se veía la cuerda blancagimiendo,sola,tiesa,vibrante.Cuandolasdosmujeresanduvieronunpocomás,dejarondeverlasoga;perooyeronmásfuerteelzumbardelaruedaacompañadodeligeros chirridos. Se adivinaba el roce del eje sobre los cojinetes malengrasados y el estremecimiento de las transmisiones, de donde obtenían sugirar las roldanas,en lascualesestabanatadas lassogas.Peronadasepodíaver.

«¡Mariano, hermanito!—exclamó Isidora, que creía sentir su gargantaapretadaporunodeaquelloshorriblesdogales—.¿Endóndeestás?¿Erestúelquemueveesarueda?¿Noestáscansado?».

No se oyó contestación. Pero el artefacto amenguaba la rapidez de sumarcha.Lasroldanas,lastransmisiones,larueda,seemperezabancomoquienescucha.

«Pecado,¿quétalteva?»—gritóconbufonescoestilolaSanguijuelera.

Yañadió,volviéndoseasusobrina:

«Esunholgazán.Asícriarácallosenlasmanos,ysabráloqueestrabajary loquecuestaelpedazodepanquese llevaa laboca...¿Quécrees tú?Esbuenoficio...Nopodíahacercarreradeestegandul.Todoeldíajugandoenelarroyo y en la praderilla. Al menos, que me gane para zapatos. Tiene más

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maliciasqueunIscariote».

Desde el comienzo de este panegírico, redoblose bruscamente lamarchadelmecanismo,yacrecióelruidohastasertalqueparecíanmultiplicarselastransmisiones,lasroldanasylosejes.

«¡Mariano!—gritó Isidora extendiendo los brazos en la obscuridad—.¡Para, para unmomento y ven acá! Quiero abrazarte. Soy tu hermana, soyIsidora.¿Nomeconocesya?».

Elruidovolvióaceder,ylamaquinariatomabaunalentitudamorosa.

«Nopuedepararseeltrabajo»—dijoEncarnación.

Perocomorealmentesedetenía,oyoseungritodelhusovivientequedijo:«¡Aire!¡Airealarueda!».

Yenefecto,laruedavolvióatomarsuaireprimero,supasonatural.Lasdosmujerescallaron,consternadayatónitalajoven,aburridalavieja.Comohabíapasadoalgúntiempodesdesullegadaaltérminodelacaverna,losojosdeentrambascomenzaronadistinguirconfusamentelasiluetadelgrandiscodemadera,quetrazabafigurasemejantealasextrañasaberracionesópticasdelaretinacuandocerramoslosojosdeslumbradosporunaluzmuyviva.

«¿Vesaquellasdoscentellitasquebrillanjuntoalarueda?...SonlosojosdePecado...».

Isidoravio,enefecto,dospequeñasascuas.Suhermanolamiraba.

«Prontoseránlasdoce—indicólaanciana—.Esperemosaquelevanteneltrabajo,ynosiremoslostresacomer».

Lahoradeldescansonosehizoesperar.Soltóelobreroelcáñamo,paroselarueda,yelquelamovíasaliólentamentedelfondonegro,plegandolosojosa medida que avanzaba hacia la luz. Era un muchacho hermoso y robusto,comodetreceaños.Isidoraleabrazóylebesótiernamente,admirándosedeldesarrolloyesbeltezdesucuerpo,de lafuerzadesusbrazos,yafligiéndosemuchoalnotarsucansancio,elsudordesurostroencendido, laasperezadesusmanos,lafatigadesurespiración.

«Esungañán—dijoEncarnaciónexaminándolelaropacontantaseveridadcomaunjuezqueinterrogaalcriminalanteelcuerpodeldelito...—.Yameharotoloscalzones...Yaverás,Holofernes,yaverás».

Turbadoporlapresenciayloscariñosdesuhermana,aquiennoconocía,Mariano no despegaba sus labios. La miraba con atención semejante a laestupidez.Porúltimo,dijo así conaspereza, remedandoelhablar francoteybrutaldelagentedelbronce:

«Chicáaaa...,nomebesesmás,quenosoysanto.

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—Acasa»—dijolaSanguijuelera,saltandosobreelcáñamo.

AqueldíaañadióEncarnaciónasuollaalgoextraordinario.Comieronenlatrastienda,quemásbienerapasillopordondelatiendasecomunicabaconunpatio.Duranteelfestín,quetuvosuañadiduradepimientosysuconteradepasas, no habría sido fácil explicar cómo con una sola boca podía laSanguijuela engullir medianamente y hablar más que catorce diputados.Isidora, triste, cejijunta, ni hablaba ni hacía más que probar la comida.Observabaaratoscongozolavoracidaddesuhermano.

«YavesquélindobuitremehapuestoDiosencasa—decíaEncarnación—.Escapazdecomermeelmododeandar,siledejo.Élcomeyyosoyquienseharta;sí,mehartodetrabajarparasuseñoría.Perooye,león,¿dirásalgúndía:«Yanoquieromás»?».

Pecadodevorabaconelapetito insaciabledeunabestiaatadaalpesebre,despuésdeundíadeatroztrabajo.

«Y tú, linda mocosa, ¿no comes?—añadió la vieja—. ¿O es que te hasvueltotanpavaytanpersonadecentequenotegustanestosguisosordinarios?Vamos,queparaotrodía tepondréalasdeángel...SeconocequealláenelTomellososeestilamuchafinura».

Isidoranocontestó.Parecíaqueestabaatormentadadeunaidea.Cuandoseacabó la comida y semarchóPecado para jugar un poco antes de volver altrabajo, Isidora, sin dejar su asiento y mirando a su tía, que a toda prisalevantabamanteles,ledijo:

«TíaEncarnación,tengoquehablarconustedunacosa.

—Aunqueseancuatro».

Como quien se quita una máscara, Isidora dejó su aspecto de sumisamansedumbre,yentonoresueltopronuncióestaspalabras:

«No quiero que mi hermano trabaje más en ese taller de maromas; noquieroynoquiero.

—Le señalarás una renta—replicó la anciana con ironía—¡Le pondráscoche!Yparamispobreshuesos,¿nohabráunpardealmohadones?

—No estoy de humor de bromas. Mi hermano y yo somos personasdecentes...

—Yalocreo...

—Puesclaro.

—Puesturbio.

—Somospersonasdecentes.

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—YpríncipesdeAsturias.

—Aquel trabajo es para mulos, no para criaturas. Yo quiero que mihermanovayaalaescuela.

—Yalcolegio.

—Eso es, al colegio—replicó Isidora marcando sus afirmaciones con elpuñosobrelaendeblemesa—Yoloquieroasí...,ynadamás».

¡Qué fierecilla! ¡Cómo hinchaba las ventanillas de su nariz, y quéfuertemente respiraba, y qué enérgica expresión de voluntad tomó sufisonomía!TodoestolopudoobservarlaSanguijuelerasindejarsuocupación.Amoscándoseunpoco,ledijo:

«¿Sabesqueestáscargante,sobrina,contuscolegiosytuscharoles?Aver,echa aquí lo que tengas en el bolsillo. ¿Crees que la gente semantiene concañamones?¿Creesquehaycolegiosde aochavocomo losbuñuelos? ¡Quépuño!...Dameguitayverás.

—Tengoparanopordiosear.

—¿TehadadoelCanónigo?

—Lobastante para poner aMariano en una escuela y para vestirme condecencia.

—¡Ah!,canóniga...,túpitarás...Hablemosclaro».

Ysesentó,haciendosilladeunatinajarota.Puestoelcodoenlamesillayelhuesodelabarbaenlapalmadelamanoflaca,aguardólasexplicacionesdesusobrina.

«Tía...—murmuró esta sintiendo mucha dificultad para iniciar la cosagrave que iba a decir—.Usted sabe que yo yMariano... ¿Pero usted no losabe?

—Nosésinoquesoisunpardeperchasqueya,ya.Nadahabríaperdidoelmundoconqueoshubieraisquedadoporallá...,enelLimbo.VenísdeTomásRufete,yyaséquedemalacepanopuedevenirbuensarmiento.

—Aesovoy,tía,aesovoy.Precisamente...Ustedlodebesaber,comoyo...Precisamente,niyonimihermanovenimosdeTomásRufete.

—Justo,justo;miFrancisca,miángelosparióporobradelEspírituSanto,odeldemonio.

—¿Paraquéandarconfarsas?NosomoshijosdeD.TomásRufetenideD.ª Francisca Guillén. Esos dos señores, a quienes yo quiero mucho,muchísimo,no fueronnuestrospadresverdaderos.Noscriaron fingiendosernuestrospapásyllamándonoshijos,porqueelmundo...,¡quémundoeste!».

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La Sanguijuelera cambió bruscamente de disposición y de tono. Nopalideció, por ser esto cosa impropia de la inanimada sustancia de lospergaminos; pero abrió los ojos, y empuñando el brazo de su sobrina, legolpeóelcodocontralamesa,yledijoconira:

«¿Dedóndehassacadoesasandróminas?¿Quiéntehametidoesaestopaenlacabeza?

—MitíoelCanónigo.

—MepareceamíquetutíoelCanónigo...

—Él me ha contado todo—afirmó Isidora con acento de profundísimaconvicción—.Ustedsehacedenuevas,tía;ustedmeocultaloquesabe...Nosehagausted la tonta. ¿Es laprimeravezqueuna señoraprincipal tieneunhijo,dos,tres,yviéndoseenlaprecisióndeocultarlospormotivosdefamilia,lesdaacriaracualquierpobre,yellossecríanycrecenyviveninocentesdesubuennacimiento,hastaquederepenteundía,eldíaquemenossepiensa,seacaban las farsas, se presentan los verdaderos padres?... Eso, ¿no se estáviendotodoslosdías?

—Ensesentayochoañosnolohevistonunca...Meparecequetútehashartadode leer esos librotesque llamannovelas. ¡Cuántomejor esno saberleer! Mírate en mi espejo. No conozco una letra... ni falta. Para mentiras,bastantesentranporlasorejas...Peroacábameelcuento.SalimosconquesoishijosdelNuncio,conqueunaseñoritaprincipalosdioacriar,ydesapareció...

—¡Ustedlosabe,ustedlosabe!—exclamólajovenrebosandoalegría.

—No sé más sino que te caes de boba. Eres más sosa que la capillaprotestante.

—Mi madre—declaró Isidora poniéndose la mano en el corazón, paracomprimir,sinduda,unmovimientoafectuosodemasiadovivo—,mimadre...fuehijadeunamarquesa».

Como un petardo que estalla, así reventó en estrepitosa risa laSanguijuelera, apretándose la cintura y mostrando sus dos filas de dientessemisanos.Sedesbaratabariendo,ydespuésleacometióunatosdehilaridadquelehizosuspendereldiálogopormásdeuncuartodehora.Algoconfusa,Isidoraesperóaquesutíavolvieseensídeaquelsíncopeburlescoparaseguirhablando.Porúltimo,dijoconmalísimohumor:

«¡Québienfingeusted!

—Perdone vuecencia—replicó Encarnación en el tono más cómico delmundo—. Perdone vuecencia que no la hubiera conocido... Pero vuecenciatendráquehacerdiligenciasybuscarpapeles.

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—Tengopapeles...,¡yquépapeles!

—¿Quierevuecenciaque leprestedos reales?...,porque tendráqueuntarescribanos.

—Nocreoqueseapreciso,porqueestabienclaromiderecho.

—Vuestra serenísimamajestad cogerá una herencia, porque sin herenciatodoseríapulgas,¿verdad,hermosa?

—Mimadrenovive.Miabuelasí.

—¡Ah!,¿laabuelitadetuvuecenciavive?¿Yquiéneslaseñorapindonga?

—Noseburleusted, tía.Estoesmuyserio—declaróIsidoratocadaenlomásvivodesuorgullo—.Esustedlomásatroz...Yoqueveníaaquemediesepormenoresysuparecer...

—Voy a darte mi parecer, hijita de mi alma—repuso la Sanguijueleralevantándose—.Puestúhasqueridoqueyotedépormenores...,pobrealmitamía...».

Enelrincóndelpasillohabíaunalargacañaqueservíaparadescolgarloscacharros.Encarnaciónrevolviósusojosbuscándola.

«Vaya que ha sido una picardía haberle ocultado a estos angelitos quesalierondelvientredeunamarquesa».

Ytomólacaña.

«¡Quién será el dragón que ha querido birlarlos la herencia!... ¡A esetunante le sacaría yo las entrañas!... Cuidado que engañar así a mis niños,haciéndolospasarporhijosdeunRufete...Quitadallá,pillos,queminiñaesduquesayminiñoesvizconde...¡Re-puñales!».

Honradezycrueldad,ungransentidoparaapreciarlarealidaddelascosas,yunrigorextremadoybrutalparacastigarlasfaltasdelospequeños,sindejarpor eso de quererles, componían, con la verbosidad infinita, el carácter deEncarnación la Sanguijuelera. Su flaca pero fuertemano empuñó la caña, ydescargándolasinprevioanunciosobrelacabezadesusobrina, larompióalprimergolpe.Pusoelgritoenelcielolavíctima,exclamando:«¡Pero,tía!...».Lavieja recogióyunió losdospedazosde la caña, de loque resultabaquepodíapegarmásagusto,y¡zas!,emprendióunaseriedecañazostanfuertes,tan bien dirigidos, tan admirablemente repartidos por todo el cuerpo deIsidora, que esta, sin poder defenderse, gesticulaba, manoteaba, gemía, sedejaba caer en el suelo, se arrastraba, escondía la cabeza, se revolvía.Y entantolaferozvieja, incitadaalcastigoporelcastigomismo,encendíasemásenfuriaacadagolpe,ylosacompañabadeestaspalabras:

«¡Toma,toma,tomaduquesa,marquesa,puños,cachas!...Cabezallenade

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viento...Vivirásenlasmentirascomoelpezenelagua,yserássiempreunapisahormigas...MalditosRufetes,maldita raleadechiflados... ¡Ah,puño!, siyotecogierapormicuenta,conunpiedesolfeoscadadíatequitaríaelpolvo.Tomavanidad,tomalustre».

Y cada palabra era un golpe y cada golpe un cardenal leve (es decir,subdiácono), un rasguño o moledura. Incapaz Isidora de desarmar a suverdugo,aunquelointentódevolviendocóleraporcólera,huboderendirsealfin,ysucumbiódiciendocongemido:«PorDios,tía,nomepegueustedmás».

En sus veinte años, Isidora tenía menos fuerza que la sexagenariaEncarnación. Sin aliento yacía en tierra la víctima, recogiendo sus faldas ysacudiéndoleslatierra,tentándoseenpartesdiversasparaversiteníasangre,fractura o contusión grave, mientras la Sanguijuelera, respirando como unfuelleenplenaactividad,arrojabalosvencedorespedazosdecañayalargabasumanogenerosaalavíctimaparaayudarlaalevantarse.

«¡Cómoseconoce—dijoalfinlasobrinaconvivísimotonodedesprecio—quenoesustedpersonadecente!

—¡Másquetú,marquesadelpanpringao!—gritólavieja,esgrimiendodetal modo las manos, que Isidora vio los diez dedos de ella a punto demetérselosporlosojos.

—Ustednoesmitía.Ustednotienemisangre.

—Ni falta... A mucha honra... De gloria y descanso te sirva tu ducado,hartademiseria.Mira,comovuelvasaquí,¿sabesloquehago?

—¿Qué?—preguntóIsidora,sintiéndoseconmásfuerzaspararechazarunnuevoataque.

—Puessivuelvesaquí,cojolaescoba...ytebarro¡quépuño!,teechoalacallecomoseechaelpolvoycáscarasdefruta».

Isidoranodijonada,y recobrándosemarchóhacia lapuerta.Abiertacontrémulamanolatrampilla,salióandandoaprisa,cuestaarriba,enbuscadelarondadeEmbajadores, que debía conducirla a país civilizado.Temía que lavieja iríadetrás injuriándola,ynoseequivocó.LaSanguijuelera,echandolacabezafueradelapuerta,ladespedíaconunacarcajadaqueprodujosiniestrosecos de hilaridad en toda la calle. Asomaban caras curiosas, frentesguarnecidasderizos,bocasdeamarillosdientesdescubiertoshastalaraízporestúpidoasombro,bustosenvueltosenpañuelosdedistintoscolores;ymásdecuatroandrajososchiquillossaltarondetrásdeIsidoraparafestejarlacongritosycabriolas.

Sindetenerse,lajovenlanzódesdeloprofundodesualma,llenadepenayasco,estaspalabras:

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«¡Quéodioso,quésoez,quérepugnanteeselpueblo!».

CapítuloIV

ElcélebreMiquis

—I—

Salvo algunas ligeras neuralgias de cabeza, Isidora gozaba de excelentesalud.Tansóloeramolestadadefrecuentesypenososinsomnios,queaveceslahacíanpasardeclaroenclarolasnoches.Lacausadeestoparecíasercomounaseddesuespíritu,quesefomentaba,sinaplacarse,deaudacesprevisionesde lo futuro,deunperpetuo imaginarhechosquepasarían,que tendríanquepasar,quenopodíanmenosde tomarsupuestoen las infalibles seriesde larealidad. Era una segunda vida encajada en la vida fisiológica y que sedesarrollabapotente,construidaporlaimaginación,sinquefaltaseunapieza,niuncabo,niunaccesorio.

Enaquellasegundavida,Isidoraseloencontrabatodocompleto,sucesosypersonas.Interveníaenaquellos,hablabaconestas.Lasfuncionesdiversasdelavidasecumplíandetalladamente,yhabíamaternidad,amistades,sociedad,viajes, todoellodestacándose sobreun fondodebienestar,opulenciay lujo.Pasardeestavidaapócrifaalaprimeraauténtica,éralemenosfácildeloqueparece.Eranecesarioque lasdeRelimpio,conquienesvivía, lehablasendecosascomunes,quefuesemuygrandeeltrabajoyempezasemuytempranoelruidodelamáquinadecoser,oquesupadrino,elbondadosísimoD.JosédeRelimpio, lecontasealgodesuvidapasada.Comoestuvierasola,Isidoraseentregabamaquinalmente, sinnotarlo, sinquererlo, sinpensar siquiera en laposibilidad de evitarlo, al enfermizo trabajo de la fabricación mental de susegundavida.

CincodíasdespuésdesullegadaaMadridyaloscuatrodelaescenaconla Sanguijuelera, levantose Isidora más tarde que de costumbre, por haberdormidolamañana,ysearreglóaprisa.Aqueldíaestrenabaunasbotas.¡Québonitas eran y qué bien le sentaban! Esto pensó ella poniéndoselas yrecreándoseenlapequeñezyconfiguracióngraciosadesuspies,ydijoparasíconorgullo:«Hoy,almenos,nomeveráconelhorriblecalzadorotoquetrajedelTomelloso».Lavergüenzaque sintióalmirar lasbotasviejasqueenunrincón estaban, tambiénmuertas de vergüenza, no es para referida. Juró daraquellosmiserablesdespojosalprimerpobrequealapuertallegase.

Púsosesuvestidillonegro,quea todaprisasehabíahechoaquellosdías,colocose el velito en la cabeza y hombros, mirándose al espejo con

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movimientosdepájaro,ysedispusoasalir.Antesabrióelbalcón,ymirandoalacalle,dijo:«Allíestáya.¡Quépuntualyquécaballeroes!».

Salió.LasdeRelimpiolepreguntaronquedóndeiba.

«Voyenbuscademitía»—repusoella.

Ybajandolaescaleradecíaparasí:

«He tenido quementir.Cuandoyo esté enmi posición, enmi verdaderaposición, no diré jamás una mentira. ¡Cuánto me repugna lo que no esverdad!...¿PeroquépensaríaesagentesiyolesdijeraquevoydepaseoconMiquis?... Es domingo, hoy no tiene clase, y anoche me dijo que queríaenseñarmelascosasbonitasdeMadrid,elMuseo,elRetiro,laCastellana».

Yvolvióamirarselasbotitas.Losdocumentosdequesehaformadoestahistoria dicenque erande becerromate con cañade pañonegro cruzadadegraciosospespuntes.

«Me han costado tres duros—pensó Isidora en los últimos peldaños—.Consietedelvestidosondiez;seisquediadoñaLauraacuenta,sondieciséis.AúnmequedaparavestiraMarianoyponerloen laescuela.Despuésel tíomemandarámás,ydespués...».

Isidora vivía en el 23 de la calle de Hernán Cortés. Miquis se paseabadesdelalecheríaalaesquinadelacalledeHortaleza,yestabaembozadoensucapadevueltasrojas,porquesibieneldíaeraclaroyhermoso,sesentíafresco.

SaludáronseyemprendieronsumarchahaciaelRetiro.Isidora,conformeasu costumbre de anticiparse a las ideas y a las intenciones de los demás,pensaba así durante los primeros pasos: «Ahorame va a decir que parezcootra,quemehetransformadodesdequeestoyaquí...».

Pero también se equivocó esta vez, como otras muchas, porqueMiquishablódecosamuydistinta.

«Meparece—dijo—queyoconozcoaesasdeRelimpio.Lashevistoenlasregionesetéreas.¿Noentiendes?EnelparaísodelTeatroReal.

—Sí, allá van alguna vez. Son dos chicas, Emilia y Leonor. Trabajanmucho, cosen amáquina; pero ganan tan poco...Me han cedido un cuartitoconbalcónalacalle.Antesnosésiloocupabaunseñorsacerdote.Necesitanayudarse las pobres. Son muy buenas. Mi padrino D. José es el tipo máscélebredelmundo».

Isidorarompióareír,ydespués,haciendogaladeunodesustalentosmásbrillantes,elderetratarencuatrorasgosaunapersona,seexplicóasí:

«¿No le conoces?Si lehubierasvisto algunavezno leolvidarías.Esun

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galánviejoconlacarasonrosada.Tieneunbigotitorubioqueparececabellodeángel,yhaceplieguesconlaboca...Losojossondealmíbar;quéséyo...Parecendosuvasdemasiadomaduras.Usaungorroconborladeoro,yestanfino, tan relamido... Ha sido un tenorio, según dicen. Cose amáquina paraayudar a las chicas; pero su oficio es lo que llaman la Partida Doble. Seentretieneenponer todoslosgastosenunlibrogrande,¿sabes?...Esprecisoqueleconozcas.

—¿Hacefaltamédicoenlacasa?

—Hombre,sí.DoñaLaurasequejadeundolor...,nosédónde.

—Puesentrarécontigo.Iréahacerteunavisitadeceremonia,diciendoquememandatutíoeldeTomelloso.

—Yaveremoselmododequeentres».

Siguieronhablandodeotrascosas,yavanzabanpocoensupaseo,porqueIsidorasedeteníaantelosescaparatesparaveryadmirarlomuchoyvarioqueenelloshaysiempre.Tambiéneramotivodesusdetencioneseldeseoocultodemirarse en los cristales, pues es costumbre de lasmujeres, y aun en loshombres, echarse una ojeada en las vitrinas, para ver si van tan bien comosuponenopretenden.

En el Museo las impresiones de aquella singular joven fueron muydistintas,ysus ideas, levantandoelvuelo, llegaronazonasmuchomásaltasque aquella por donde andaban al rastrear en los muestrarios llenos dechucherías.Sinhaberadquiridoporlecturasnociónalgunadelverdaderoarte,nihabervistojamássinomamarrachos,comprendíalasuperioridaddeloqueasuvistasepresentaba;yconadmiraciónsilenciosa,suvistaibadecuadroencuadro, hallándolos todos, o casi todos, tan acabados y perfectos, que seprometióirconfrecuenciaaledificiodelPradoparasaborearmásaquelgoceinefable que hasta entonces le fuera desconocido. Preguntó a Miquis sitambién en aquel sitio destinado a albergar lo sublime dejaban entrar alpueblo,ycomoelestudiantelecontestaraquesí,seasombrómuchodeello.

Llegaron por fin alBuenRetiro, cuyo lindo nombre ha querido en vanocambiarse conel insulso rótulodeParquedeMadrid.Allí las emocionesdeIsidora fueron una alegría casi infantil, un deseo vivo de correr, dedespeinarse,deentrardescalzaen loscharcosde lasacequias,desubira lasramas en busca de nidos, de coger flores, de dormir a la sombra, de cantar.Aquellanaturalezahermosa,aunquedesvirtuadaporlacorrección,despertabaen su impresionable espíritu instintos de independencia y de candorososalvajismo.Pero bien pronto comprendió que aquello era un campourbano,una ciudad de árboles y arbustos.Había calles, plazas y hastamanzanas defollaje.Porallíandabandamasycaballeros,noenfachadepastorcillos,nial

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desgaire, ni en trenza y cabello, sino lomismo que iban por las calles, conguantes, sombrilla, bastón. Prontamente se acostumbró el espíritu de ella aconsiderarelRetiro(quesóloconocíaporvagosrecuerdosdesuniñez)comouna ingeniosa adaptación de la Naturaleza a la cultura; comprendió que elhombre, que ha domesticado a las bestias, ha sabido también civilizar albosque. Echando, pues, de su alma aquellos vagos deseos de correr ycolumpiarse,pensógravementedeestemodo:«Paraotravezquevenga,traeréyotambiénmisguantesymisombrilla».

DespuésdeadmirarelafeitadoParterre,fueronadarlavueltaalestanquegrande,queesunmardebolsillo,comodecíaMiquis.EstelallevóluegoporsitiosescondidosyporlascallejuelasylaberintosqueestánentreelestanqueylafuentedelaChina.Miquisestabaalegrecomounniño,porquetambiénenél, parroquiano constante del Retiro, hacía sentir su influjo la vegetaciónnuevadePrimavera,losjuegosdelsolentrelasramas,elmeneodelashojasacariciándose, y aquel ambiente, compuesto de frescura y tibieza, que almismo tiempoatemperaba el cuerpoy el alma.La capa ledaba calor.Se laquitóarrojándolaportierra.Hizodespuésunaalmohadadeellaysetendióenelsuelo.Isidorasesentófrenteaél.

«¿Oyeslospájaros?—dijoMiquis—Sonruiseñores».

Isidorahabíaoídohablardelosruiseñorescomocifrayresumendetodalapoesíade laNaturaleza;perono loshabíaoído.Estosartistasno ibannuncaporlaMancha.Pusoatención,creyendooírodasycanciones,ysusemblanteexpresabaunéxtasismelancólico,aunqueadecirverdadloqueseoíaeraunaconversacióndemilesdepicos,ungalimatíasparlamentario—forestal,dondeelmúsicomássutilnopodríaencontrarlasendechasamorosasdequetantoseha abusado en literatura.Miquis se echó a reír, y como si tuviera gusto endespoetizar la hermosa situación en que ambos se encontraban, dijo deimproviso:

«Isidora, ayer he estado trabajando en el anfiteatro con el Dr. MartínAlonsodesdelasdoshastalascinco.Éramostresalumnos.Leayudábamosahacerlaautopsiadeunviejoquemuriódecorazón.¡Sivieras,chica!...».

Isidorasepusolasmanosantelacaraconmuestrasdehorror.

«Eseltrabajomásbonito—añadióMiquis—.Tonta,¿porquénosehadehablar de esto?Si es la realidad, la ciencia... ¿Qué sería de la vida si no seestudiara lamuerte?Nadamegusta como laCirugía, chica.Ohede ser ungrancirujano,onada.Verás.Cuandoeldoctornoestabaallí,cogíamosunodelosbrazosdelmuerto,y¡zas!,nospegábamosbofetadasunosaotros...».

Isidoradioungrito.

«Erestonta...Puessivierasloqueyogozocuandolevantounmúsculocon

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miescalpelo,cuandomeapoderodeunaentraña...».

Isidoraselevantó,echandoacorrerymetiéndoseundedoencadaoído.

«Aguarda,ruiseñora,nohablarémásdeesto».

Luegose ibanaotrositio. Isidora,sentada juntoaun tronco,sequedabameditabunda,mirando por un hueco del ramaje las blancasmasas de nubesqueavanzabansobreloazuldelcieloconsoberanalentitud.Miquiscogíaunaramaseca,yacercándosecautelosamentepordetrásdelajoven,selapasabaporlacaraydecíaconvozlúgubre:«¡Lamanodelmuerto!».

Isidoradabaunchillido;después reían losdos.Miquiscantaba trozosdeópera,corríanunpoco;escondíaseéltraslasespesasmatasdealigustre,paraque ella le buscase; encontrábanse fácilmente; se cogían las manos; sesentabandenuevo;charlaban,convidadosdelahermosuradeldíaydellugar,donde todo parecía recién criado, como en aquellos días primeros de lafabricación del mundo, en que Dios iba haciendo las cosas y las daba porbuenas.

—II—

AugustoMiquis,porquien sabemos lospormenoresdeaquellas escenas,es hoy un médico joven de gran porvenir. Entonces era un estudianteaprovechadísimo,aunquerevoltoso, igualmentefanáticopor laCirugíayporlaMúsica, ¡quéantítesis!,dosextremosqueparecenno tocarsenunca,y sinembargo se tocan en la región inmensa, inmensamente heterogénea delhumanocerebro.Recordabalasmelodíaspatéticas, losgraciososritornelosylas cadencias sublimes allá en la cavidad taciturna del anfiteatro, entre losrestosdispersosdelcuerpodenuestrossemejantes.Él,enpresenciadeRaoulyValentina, o ante la sublime conjuración deGuillermo Tell, o en la sala deconciertos,pensabaenlaaponeurosisdelgransupinador.Él,posadosobreloslibros,comounavesobresuempolladura,soñabaconunmonumentocolosalqueexpresaselosesfuerzosdelgeniodelhombreenlaconquistadeloideal.Aquel monumento debía rematarse con un grupo sintético: ¡BeethovenabrazadoconAmbrosioParé!

Nació en una aldea tan célebre en el mundo como Babilonia o Atenas,aunqueenellanohapasadonuncanada:elToboso.DioleelCielointeligenciasuperior,queenaquellaedadera todavíaundesordenado instintogenial.Suaplicación no era constante como la de las medianías, sino intermitente ycaprichosa. Tan pronto devoraba libros, emprendía penosos estudios ypracticabaconardorlacirugía,comoloabandonabatodoparaleerpartiturasal piano, tocándolo con pocos dedos ymenos nociones deMúsica. Pero enestas alternativas de trabajo y holganza, se ha apoderado poco a poco de laciencia, y cada idea que llegaba a ser suya, daba al punto en su mente

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magníficosfrutos.

Todas las teorías novísimas le cautivaban, mayormente cuando eranenemigas de la tradición. El transformismo en ciencias naturales y elfederalismoenpolíticaleganaronporentero.Teníagranfacilidaddedicción.Se asimilaba prodigiosamente las ideas de los libros y las ideas de losmaestrosorales,susfrases,suestiloyhastasumetaldevoz.Burlaburlando,imitaba a todos los profesores de la Facultad, y como poseía extraordinariaretentiva, lo mismo era para él repetir un allegro lleno de dificultades, quepronunciardosotresdiscursossobreMedicinaoFilosofíanaturalista.

Su carácter siempre alegre, erizado de malicias, se manifestaba enpunzadas mil, en bromas a veces nada ligeras, en apropósitos y en charlarvoluble, compuesto ya de hipérboles, ya de pedanterías burlescas, queciertamente no indicaban que él fuese pedante, sino que, por bromear,bromeabahastacon laciencia.Tomandoun tonohueco,hacíapasarpor suslabios todas las palabras retumbantes, todas las frases obscuras de lafraseología científica, y las intercalaba de paradojas de su propia cosecha,graciosasyoriginales.

Aúnhoy,queesunhombredesabersólido,nohaperdidoMiquisaquellasmañas, y nos divierte con sus chuscas habladurías. A veces parece quererzaheriraquelloqueadora;peroenrealidadnohacemásquemofarsedeloqueesrealmentepedantesco.Entoncesno;susburlasnoperdonabannilaverdadmisma,ni lacienciaadorada.Enla leoneraqueteníaporviviendayqueeraunacavernadedisputas,seoíasuvozdeclamatoria,diciendoestasoparecidascosas:«...porque,señores,atodashorasestamosviendoque,unidasenfatalcoyundalasenfermedadesdiatésicas,determinanladepauperacióngeneral,lapropagación de los vicios herpético y tuberculoso, que son, señores,permitidme decirlo así, la carcoma de la raza humana, la polilla por dondeparece marchar a su ruina...». O bien, elevándose a lo teórico, gritaba:«Reconociendo, señores, la revolución que las ciencias naturales, yespecialmente la Química, han hecho en la materia médica moderna, noconviene afirmar que la Química, señores, forma un sistemamédico por sísola, porque antes que las leyes químico—orgánicas están las leyes vitales.Volvedlavista,señores,aParacelso,HelmoncioyAgrícola,y¿quéhallaréis,señores?...».

Isidoraviounarañaquesedescolgabadeunhilo,unpájaroque llevabapajas en el pico, una pareja de mariposas blancas que paseaban por laatmósfera con esa elegante desenvoltura que tanto ha dado que hablar enpoesía,ysobreestosaccidentesyotrosdijocosasquehicieronreíraMiquis.Hablandoyhablando,Augustollegóadecir:

«Señores, evolución tras evolución, enlazados el nacer y el morir, cada

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muerte es una vida, de donde resulta la armonía y el admirable plan delCosmos».

¡El Cosmos! ¡Qué bonito eco tuvo esta palabra en la mente de Isidora!¡Cuánto daría por saber qué era aquello del Cosmos!..., porqueverdaderamenteelladeseabaynecesitabainstruirse.

«¿Quieressaberloqueeseso,tonta?—lepreguntóMiquis—.Vamos,veoqueeresunpozodeignorancia.

—No sémás que leer y escribir; deseo aprender algomás, porque seríamuy triste paramí encontrarme dentro de algún tiempo tan ignorante comoahora.Enséñametú.Yomepongoapensarqueseráestodemorirse.Pueselnacertambién...

—También tiene bemoles—añadióAugusto en tono sumamente enfático—, porque, señores, debemos principiar declarando que todo el mundo secomponedelasmismassustanciasnocreadas,nodestructibles,ysesostienepor las mismas fuerzas imperecederas que actúan según las mismas leyes,desde el átomo invisible hasta la inmensa multitud de cuerpos celestes,conservándose invariables en el conjunto de su efecto total... ¿Te hasenterado?

—Eldemonioqueteentienda...¡Quéjerga!

—¡Québonitosojostienes!

—Tonto...Vamosaverlasfieras.

—Nomedalagana.¿Quémásfieraquetú?

—Elleón.

—¡Leoncitos a mí!... Esos dos hoyuelos que te abrió Natura entre elmúsculomaseter y el orbicularme tienen fuerademí...No te pongas seria,porquedesaparecenloshoyuelos.

—Vámonosdeaquí—dijoIsidoraconfastidio.

—Estamos en el lugar más recogido del laboratorio de la Naturaleza.Señores,hemossidoadmitidosapresenciarsustrabajosmisteriosos.Entremosenlaselvaprofundaysorprenderemoselpalpitarprimerodelasnuevasvidas.Ved, señores, cómo de los infinitos huevecillos acariciados por el sol saleninfinitos seres que ensayan entre las ramas su primer paso y su primerzumbido. ¿No oís cómo estrenan sus trompetillas esos niños alados, queviviránundíayenundíaalborotaránlavecindaddeesteolmo?Enelreinovegetal,señores,lanuevageneraciónseosanunciaconunafuerteemisióndearomasmareantes,algunodeloscualesosafectacomosilaesenciamismadevivirfueraapreciablealolfato.Lasoleadasdefecundidadcorrendeunaparte

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a otra, porque la atmósfera es mediadora, tercera o Celestina de invisiblesamores.Sentísafectadoporestasemanaciones lomás íntimodevuestro ser.Mirad los tiernos pimpollos,mirad cómo al influjo de esa fuerzamisteriosadesarrollan las menudas florecillas sus primeras galas, cómo se atavían lasmargaritasmirándoseenelespejodeaquelarroyo,cómoseacicalan...

—Cállate...Puesnotendríasprecioparacatedrático...

—Paracatedrático—poeta,queeslacalamidaddelasaulas.Mira:eldíaenqueyoseamédico,voyaponerunacátedraparaexplicar...

—¿Qué?

—Para dar una lección de armonía de la Naturaleza—dijo Miquis,mirándolaalosojos—,yexplicaresosradiosdeoroquenacenentupupilayseextiendenportuiris...Déjamequeloobservedecerca...

—¡Quépesado!Quita...enséñamelasfieras.

—Vamos,mujer, esposamía, aver esasalimañas—dijoAugustoen tonode paciencia—.Desde queme casé contigome traes sobre un pie.Eras tanamabledepolla,ahoradecasadatanregañonayexigente...Vamos,vamos,ymepondréuntigreencadadedo...¿Quémás?Seteantojaunajirafa.¡Isidora,Isidorilla!».

Ambossedetuvieronmirándoseentrerisas.

«Si nomedas un abrazomemeto en la jaula del león...Quieroquemealmuerce.Otuamoroelsuicidio.

—Siparecesunloco.

—El suicidio es la plena posesión de sí mismo, porque al echarse elhombreenlosamorososbrazosdelanada...Perovamosaveraesosseñoresmamíferos.

—¿Qué son mamíferos?—preguntó Isidora, firme en su propósito deinstruirse.

—Mamíferossoncoles.Vidita,notemehagassabia.Elmayorencantodelamujereslaignorancia.Dimequeelsolesunatinajallenadelumbre;dimequeelmundoesunaplazagrandeytequerrémás.Cadadisparateteharásubirun grado en el escalafón de la belleza. Sostén que tres y dos son ocho, ysuperarásaVenus.

—Yonoquierosersabia,vamos,sinosaberlopreciso,loquesabentodaslas personas de la buena sociedad, un poquito, una idea de todo..., ¿meentiendes?

—¿Sabescoser?

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—Sí.

—¿Sabesplanchar?

—Regularmente.

—¿Sabeszurcir?

—Talcual.

—Ydeguisar,¿cómoandamos?

—Así,así.

—Meconvienes, chica.Nada,nada, tedigoquemeconvienes,ynohaymásquehablar.

—Puesamínomeconvienestú.

—¡Boaconstrictor!

—¿Quéeseso?

—Tú.

—Peroque,¿escosadeMedicina?

—Esunaculebra.

—¿Laveremosaquí?...Entremos.¿EsestolaCasadeFieras?

—¿Quieresveraloso?Aquímetienes.

—Síqueloeres»—dijoIsidorariendocontodasualma.

Y entraron. Un tanto aburrido Miquis de su papel de indicador, ibamostrando a Isidora, jaula por jaula, los lobos entumecidos, las inquietas yferoceshienas,eláguilameditabunda, lospintorreados leopardos, losmonosacróbatas y el leónmonomaníaco, aburridísimo, flaco, comido de parásitos,que parece un soberano destronado y cesante. Vieron también las gacelas,competidoras del viento en la carrera, las descorteses llamas, que escupen aquien las visita, y los zancudos canguros, que se guardan a sus hijos en elbolsillo.SatisfechalacuriosidaddeIsidora,pocaimpresiónhizoensuespíritulamenguadacolecciónzoológica.Másqueadmiración,produjéronlelástimayrepugnancialosinfelicesbichosprivadosdelibertad.

«Esto es espectáculo para el pueblo—dijo con desdén—. Vámonos deaquí.

—Aunqueenamorado—indicóMiquisalsalir—,estoymuertodehambre.Lodivinonoquitalohumano.Amémonosyalmorcemos».

—III—

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TambiénIsidoraestabadesfallecida.Discutieronunratosobresidaríanporterminadoel paseo en aquel punto, yéndose cada cual a su casa; pero al finMiquis hizo triunfar su propósito de almorzar en uno de los ventorrilloscercanosalosCamposElíseos.Noeranciertamentemodelodeelegancianidecomodidad, como Isidora tuvoocasióndeadvertir al tomarposesióndeunamesa coja y trémula, de una silla ruinosa, y al ver los burdosmanteles y elburdísimoempaquedelamujersuciayahumadaquesalióaservirles.

Compareció sobre el mantel una tortilla fláccida que, por el color, másparteteníadecebollaquedehuevo,yMiquisladividióalpunto.Elvinoquellegócomoescuderodelatortillaerapicónynegro,cualnefandamixturadepimienta y tinta de escribir. El plato, mal llamado fuerte, que siguió a latortilla,yquesindudadebíalaanteriorcalificaciónaladurezadelacarnequelocomponía,nogustóaIsidoramásqueellocal,elvinoyladueñadelpuesto.Condespreciomezcladoderepugnanciaobservólapareddelventorrillo,queparecíaunmalestablo,elinteriordelatiendaotaberna,lasgroseraspinturasque publicaban el juego de la rayuela, el piso de tierra, lasmesas, el ajuartodo,loscajonesverdesconmatasdeevónymus,cuyashojasteníanunacostradeendurecidopolvo,elaspectodelpúblicodecapaymantónqueibapocoapocoocupando lospuestoscercanos,el rumorsoez, ladesagradablevistadelosbarrilesdeescabeche,chorreandosalmuera...

«¡Quéordinarioesesto!—exclamó,sinpodersecontener—.Vaya,quemetraesaunossitios...

—¡Bah,bah!...¿No tegustaconocer lascostumbrespopulares?Amímeencantaelcontactodelpueblo...Paraotravez,marquesa,iremosaunodelosbuenosrestaurantsdeMadrid...Perdónameporhoy...Teníascaritadehambreatrasada.

—Estonoesparamí—dijoIsidoraconremilgo.

—¡Impertinencia, tienes nombre demujer!—exclamó el estudiante, a untiempo riendoymascando—¡Descontentadiza, exigente!¿Aquévienenesosmelindres? Somos hijos del pueblo; en el seno del noble pueblo nacimos;manos callosasmecieron nuestras cunas demimbre; crecimos sin cuidados,mocosos,descalzos;ypormipartesédecirquenomeavergüenzodehaberdormido la siestaenun surcohúmedo, juntoa lapanzadeuncerdo.Usted,señora duquesa, viene sin duda de altos orígenes, y ha gateado sobrealfombras, y ha roto sonajeros de plata; pero usted se ha mamado el dedocomo yo, y ahora somos iguales, y estamos juntos en un ventorrillo, entrehonradaschaquetasymáshonradosmantones.Lahumanidadescomoelagua;siemprebuscasunivel.Losríosmásorgullososvanapararalmar,queeselpueblo;ydeesemar inmenso,deesepueblo,salen las lluvias,queasuvezformanlosríos.Detodolocualsededuce,marquesa,quetequierocomoalas

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niñasdemisojos.

—Vámonos—dijoIsidoraconfastidio.

—VámonosaPuertoRico—replicóMiquis,despuésdepagarelgasto—.Vámonos despacito hacia la Castellana, para que te hartes de ver coches,aristócrata, sanguijuela del pueblo... Si digo que te he de cortar la cabeza...Peroseráparacomérmela».

¡Conquéinocenteconfianzayabandonoibanlosdos,enfamiliarpareja,por los senderos torcidos que conducen desde el camino de Aragón aPajaritos! Bajaban a las hondonadas de tierra sembrada de mies raquítica;subíanalosvertederos,dondelentamente,conlatierraquevacíanloscarrosdel Municipio, se van bosquejando las calles futuras; pasaban junto a lascabañasdetraperos,hechasdetablas,puertasrotasoesteras,yblindadasconplanchasquefuerondelatasdepetróleo;luegoseparabanavermuchachosygallinas escarbando en la paja; daban vueltas a los tejares; se detenían, sesentaban,volvíanaandarunpoco,sinprisa,sinfatiga.

Miquis,aratos,hacíaburlescosencarecimientosdelpaisaje.«Allá—decía—las pirámides de Egipto, que llamamos tejares; aquí el despedazadoanfiteatro de estas tapias de adobes. ¡Qué vegetación!Observa estos cardosseculares que ocultan el sol con sus ramas; estas malvas vírgenes, en cuyaimpenetrableespesuraseescondelaformidablelagartija.Miraestosedificios,SanMarcosdeVenecia,SantaSofía,elEscorial...¡Ay!Isidora,Isidora,yoteamo, yo te idolatro. ¡Qué hermoso es el mundo! ¡Qué bella está la tarde!¡Cómoalumbraelsol!¡Quélindaeresyyoquéfeliz!».

Pasaban otras parejas como ellos; pasaban perros, algún guardia civilacompañando a una criada decente; pastores conduciendo cabras; pasabantambiénhormigas,ydecuandoencuandopasaba rapidísimapor el suelo lasombradeunavequevolabaporencimadesuscabezas.Yelloscharlaquecharla.Miquisempezócontándolesuhistoriadeestudiante,todadeperipeciasgraciosas.Suhermanomayor,AlejandroMiquis,queestudiabaLeyes,habíamuertoalgúntiempoantes,deunaenfermedadterrible.Augustodespuntaba,desdemuyniño,porlaMedicina,yjamásvacilóenlaeleccióndecarrera.Supadre le enviaba treinta y cinco duros almes, y él sabía arreglarse. ¡Habíatenido diez y siete patronas! Entregábale las mesadas, y tenía además elencargodevigilarleydarleconsejos,unhombredeposiciónhumildeysanascostumbres, bastante viejo, amigo y aun algo pariente de los Miquis delToboso.EstebravomanchegosellamabaMatíasAlonsoyeraconserjedelacasadeAransis.

Al oír este nombre Isidora palideció, y el corazón saltó en el pecho. Suespontaneidadquisodeciralgo;perosecontuvoasustadadelasindiscrecionesquepodríacometer.Despuéssalióarelucireltemamáscomúnenestospaseos

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de parejas. Hablaron de aspiraciones, del porvenir, de lo que cada cualesperabaser.Miquishablóseriamente,sindejarsuexpresiónirónica,porserlaironía,másquesuexpresión,sucaramisma.Élesperabaserunfacultativode fama y operador habilísimo. Llevaría un sentido por cada operación, yviviría con lujo, sin olvidar a su bondadoso y honrado padre, labrador demedianafortuna,quetantossacrificioshacíaparadarlecarrera.Encuantoestafuese concluida pensaba el buen Miquis hacer oposición a una plaza dehospitales.

«Enloshospitales—decía—,enesoslibrosdolientesesdondeseaprende.Allíestálateoríaunidaalaexperienciaporellazodeldolor.Elhospitalesunmuseodesíntomas,unriquísimoatlasdecasos,todopalpitante,todovivo.Loque falta a un enfermo le sobra a otro, y entre todos forman un cuerpo dedoctrina.Allí seestudianmilespeciesdevidasamenazadasymilcategoríasdemuertes.Las infinitasmanerasdequejarse acusan los infinitosmodosdesufrir,yestoslasinfinitasclasesdelesionesqueafligenalorganismohumano;dedonderesultaqueelsupremobien,laciencia,senutredetodoslosmalesyde ellos nace, así como la planta de flores hermosas y aromáticas essimplemente una transformación de las sustancias vulgares o repugnantescontenidasenlatierrayenelestiércol».

PensabaMiquistrabajaryaplicarsemucho,sindesdeñarespectáculotriste,ni dolencia asquerosa, ni agonía tremenda, porque de todas estas miseriashabía de nutrir su saber.Después vendrían las visitas bien remuneradas, lasconsultaspingües.Él sededicaríaaunaespecialidad.Al fincompletaría sussatisfacciones abonándose a diario a laÓpera, para que su espíritu, cansadodelexcesivoroceconlohumano,serestauraseenlasfrescasaurasdeunartedivino.

Luego tocaba a Isidora explanar suspretensiones. ¡Pero le era tandifícilhacerlo!...Sus idealeseranconfusos,y suposiciónparticular, sudelicadeza,nolepermitíanhablarmuchodeellos.¡Oh!,sidijeratodoloquepodíadecir,Miquis se asombraría, se quedaría hecho un poste. ¡Pero no, no podíaexplicarseconclaridad!Lacosaeragrave.Quizásentreelpresentetristeyelporvenir brillante habrían de mediar los enojos de un pleito, cuestiones defamilia, escándalos, revelaciones, proclamación de hechos hasta entoncessecretos,yquellenaríandeasombroalabuenasociedad,alabuenasociedad,fijarsebien,deMadrid.Entretanto,únicamentesepodíadecirqueellanoeralo que parecía, que ella no era Isidora Rufete, sino Isidora... A su tiempomaduraríanlasuvas;asutiemposesabríaelapellido,lacasa,eltítulo...Vivirparaver.Estascosasnoocurrentodoslosdías,peroalgunavez...

Pasóunnaranjero.

«¿Son de cáscara fina?—preguntóMiquis al comprar cuatro naranjas—.

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Toma,cómeteestaparaquesetevayarefrescandolasangre.Lafluidezdelasangredespejaelcerebro,daclaridadalasideas...

—Asíes—prosiguió Isidoraconcierta fatuidadmaldisimulada—,quesime preguntas cosas que no sean de lo que ahora está pasando, quizás no tepodrécontestar.¿Quéséyoloqueserádemí?¿Conseguiréloquedeseoyloquemecorresponde?¡Haytantapicardíaenestemundo!

—Verdaderamente que sí—dijo Augusto en el tono más enfáticamenteburlescoqueusarsabía—.Elmundoesunasentina,unacloacadevicios.Enélnohaymásquedoloryfalsía.Maloeselmundo,malo,malo,malo.¡Duroenél!Encambionosotrossomosmuybuenos;somosángeles.Laculpatodaes del pícaromundo, de ese tunante. Es el gato, hijamía, el gato, autor detodas las fechoríasqueocurrenen... elCosmos. ¡Ah,mundo,pillín, siyo tecogiera!...Perovenacá,almamía;puestoquevasadarunsaltotanbruscoenlaescalasocial...,dime:allá,enesosOlimpos,¿teacordarásdelpobreMiquis?

—¿Puesnomehedeacordar?Serásentoncesunmédicocélebre.

—¡Ytancélebre!...Vamosaloprincipal.¿YtendrásamenosseresposadeunGaleno?

—¿Deunqué?...¿Deunanotabilidad?...¡Oh,no!Pocoentiendodecosasdelmundo;peromeparecequelosgrandesdoctorespuedencasarsecon...

—Conlasreinas,conlasemperatrices.

—Y sobre todo chico—añadió Isidora—, de algo ha de valer que nosconozcamosahora.Yloqueesamí...».

¡Cuántaternurabrillóensusojos,mirandoaMiquis,queladevorabaconlossuyos!

«Lo que es amí... nome han de imponer unmarido que no sea demigusto,aunqueestémásaltoqueelsol.

—¡Bendita sea tu boca!—exclamó Augusto, apoderándose de las dosmanosdeella—.¡Ay!,prenda,¡quéfríastieneslasmanos!

—¡Ylastuyas,quécalientes!».

Isidoravolvióapensarenquenuncamássaldríaalacallesinguantes.

«¿QuerrássiempreaestepobreMiquis,quetequieremás?...Desdequetevi en Leganés, me estoy muriendo, no sé lo que me pasa, no estudio, noduermo,nopuedoapartardemíesosojos,eseperfildivinoytodolodemás».

Ella empezó a comer otra naranja, y él lamiraba embebecido.Nunca lehabíaparecidotanguapacomoentonces.Suslabios,empapadosenelácidodela fruta, tenían un carmín intensísimo, hasta el punto de que allí podían ser

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verdadlosrubíesmontadosenversosdequetantohanabusadolospoetas.Susdientecillos blancos, de extraordinaria igualdad y finísimo esmalte,mordíanlosdulcescascoscomoEvalamanzana,puesdesdeentoncesacáelmundonohavariadoenlamaneradecomerfruta.Saboreandoaquella,Isidoraponíaenmovimientolosdoshoyuelosdesucara,queyaseahondaban,yaseperdían,jugandoenlapiel.Lanarizerarecta.Susojosclaros,serenosycomovelados,eran,segúndecíaMiquis,delamismasustanciaconqueDioshabíahechoelcrepúsculodelatarde.

Miquis intentó abrazarla. Isidora había despuntado un casquillo conintencióndecomérselo.Variandodeideaalverlasfaccionesdesuamigotancercadelassuyas,alargóunpocolamanoypusoelpedazodenaranjaentrelosdientesdeMiquis.Élsecomióloqueeradecomeryretuvounratoentresuslabioslasyemasdeaquellosdedosrojosdefrío.

Isidoraselevantóbruscamente,yechóacorrerporelsendero.

Corrieron,corrieron...

«¡Yatecogí!—exclamóAugusto,fatigadísimoysinaliento,apoderándosedeella—.Perladelosmares,antesdecogerteseahogauno.

—Formalidad, formalidad, señor doctorcillo—dijo Isidora, poniéndosemuyseria.

—¡Formalidad al amor! El amor es vida, sangre, juventud, al mismotiempoidealyjuguete.NoeslaTabladeLogaritmos,nielFueroJuzgo,nilasOrdenanzasdeAduanas.

—Juicio,muchojuicio,Sr.Miquis.

—El juicio está claro, señorita.Yo sé lo quemedigo.Oyebien. Pormipadre,queesloquemásquiero,juroquemecasocontigo.

—¡Huy,quéprisa!...

—Estádicho.

—¡Miraéste!

—UnMiquisnovuelveatrás;unrenonmente;lapalabradeunMiquisessagrada.

—¡Bah,bah!

—Soy del Toboso, de ese pueblo ilustre entre los pueblos ilustres. Untobosinonopuedesertraidor.

—Peropuedesertinaja.

—Noterías;estoesserio.Estamoshablandodelacosamásgrave,dela

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cosamástrascendental».

Yeraverdadqueestabaserio.

«Nonosdetengamosaquí—dijoIsidoraviendoqueelestudiantebuscabaunsitioparasentarse—.Hacefresco.

—Sigamos.Enotrapartehablaremosmejor.

—¿Adóndequieresllevarme?Yonovoysinoamicasa.

—PorahorabajemosalaCastellana,paraqueveascosabuena.

—Sí,sí,alaCastellana.MitíoelCanónigomedecíaqueescosasiniguallaCastellana.

—EscribirémañanaatutíoelCanónigo.

—¿Paraqué?

—Parapedirte.Agárratedemibrazo.Vamosaprisa...Cuandodigoquemecaso...Sí,estudianteytodo.Mipadrepondráelgritoenelcielo;perocuandote conozca, cuando vea esta joya... desprendida de la corona delOmnipotente...».

Las risas de Isidora oíanse desde lejos.Al llegar al barrio deSalamancaguardaronmáscomposturaydesenlazaronsusbrazos.DescendíanporlacalledelaEse,cuandoIsidorasedetuvoasombradadeunrumorcontinuoquedeabajovenía.

—IV—

«¿Hayaquíalgúntorrente?—preguntóaMiquis.

—Sí,torrentehay...devanidad.

—¡Ah!¡Coches!...

—Sí,coches...Mucholujo,muchotren...Estoesunagloriaarrastrada».

Isidoranovolvíadesuasombro.Eraelmomentoenquelaaglomeracióndecarruajes llegabaa sumayorgrado,y se retardaba la fila.Laobstruccióndelpaseo impacientabaa loscocheros,dandoalgúndescansoa loscaballos.Miquis veía lo que todo elmundo ve:muchos trenes, algunosmuy buenos,otros publicando claramente el quiero y no puedo en la flaqueza de loscaballos,vejezdelosarnesesyenestatristezaespecialqueseadvierteenelsemblante de los cocheros de gente tronada; veía las elegantes damas, losperezosos señores, acomodados en las blanduras de la berlina, alegresmancebosguiandofaetones,ymuchasonrisa,vistosaconfusióndecoloresylíneas.PeroIsidora,paraquienaquelespectáculo,ademásdeserenteramentenuevo,teníaparticularesseducciones,vioalgomásdeloquevemostodos.Era

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la realización súbita de un presentimiento. Tanta grandeza no le eradesconocida.Habíala soñado, lahabíavisto, comoven losmísticos elCieloantes de morirse. Así la realidad se fantaseaba a sus ojos maravillados,tomandodimensionesyformaspropiasdelafiebreydelarte.Lahermosuradeloscaballosysugravepasoygallardascabezadas,eranasusojoscomoalos del artista la inverosímil figura del hipogrifo. Los bustos de las damas,apareciendo entre el desfilar de cocheros tiesos y entre tanta cabeza decaballos, los variados matices de las sombrillas, las libreas, las pieles,producían ante su vista un efecto igual al que en cualquiera de nosotrosproduciría lacontemplacióndeunmagnífico frescodeapoteosis,dondehayninfas,pegasos,nubes,carrostriunfalesyflotantespaños.

¡Qué gente aquella tan feliz! ¡Qué envidiable cosa aquel ir y venir encarruaje, viéndose, saludándose y comentándose! Era una gran recepcióndentrodeunasaladeárboles,ounrigodónsobreruedas.¡Québonitomareoelque producían las dos filas encontradas, y el cruzamiento de perfilesmarchandoendireccióndistinta!Losjinetesylasamazonasalegrabanconsurápidaapariciónelhermoso tumulto;perodecuandoencuando lapresenciadeunridículosimónlodescomponía.

«Debíanprohibir—dijoIsidoracontodasualma—quevinieranaquíesoshorriblescochesdepeseta.

—Déjalos...Enellosvanquizásalgunosprestamistasquevienenagozarseenlascarasaburridasdesusdeudores,losdelasberlinas.Elsimóndehoyesellandaudemañana...Estoesunanoria;cuandouncangilónsevacíaotrosellena».

Aparecióuncochedegranlujo,conlacayoycocherovestidosderojo.

«El Rey Amadeo—dijo Miquis—El Rey. Mira, mira, Isidora... No mequitaréyoelsombrerocomoesostontos.

—Si apenas le saludan...—observó Isidora con lástima—. Pues cuandovuelvaapasar, lehagoyolagrancortesía.Mí tíoelCanónigodicequeestáexcomulgadoestebuenseñor;peroelReyesRey».

Pasadosuprimerarrobamiento, Isidoraempezóaverconojosdemujer,fijándoseendetallesdevestidos,sombreros,adornosytrapos.

«¡Quévariedaddesombreros!¡Miraeste,miraaquel,Miquis!...¡Vayaunvestidito!Ytú,¿porquénomontasacaballo,paraparecerteaaqueljoven?...

—Esuncursi.

—Ytúunveterinario...¡Quéhermosassonlasmantillasblancas!Esmodanueva,quierodecir,modaviejaquehandesenterradoahora...Creoqueescosadepolítica.MitíoelCanónigodecía...

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—HazmeelfavordenonombrarmemásatutíoelCanónigo,quierodecir,a mi querido tío... Esto de las mantillas blancas es una manifestación, unaprotestacontraelReyextranjero.

—¡Quésalado!Siyotuvieraunamantillablancatambiénmelapondría.

—Yyoteahorcaríaconella.

—¡Ordinario!

—Tonta.

—Esta gente—afirmó Isidora conmucho tesón—sabe lo que hace.Es lagenteprincipaldelpaís,lagentefina,decente,rica;laquetiene,laquepuede,laquesabe.

—Trampas,fanatismo,ignorancia,presunción.

—¿Puesytú?...,grosero,salvaje,pedante...

—Isidora,miraqueeresmimujer.

—¿Yomujerdeunalbéitar?...

—Isidora,miraquetecojo...ynitutíoelCanónigotesacademismanos.

—Bastadebromas.¡Vaya,quetetomasunaslibertades!...Nuestrosgustossondiferentes.

—Sugustodeusted,señora,seamoldaráalgustomío.Esoseloenseñaráaustedmisecretario,queesunavaradefresno.

—¡Amítú!—exclamóellaconbrío,deteniéndoseymirándole.

—No hagas caso... Te quiero como a la Medicina... Haz de mí lo quegustes...

—Esoyaesotracosa...

—Cuando nos casemos, como yo he de ganar tanto dinero, tendrás trescoches,catorcesombrerosylamardevestidos...

—¡Si yo no me caso contigo!...»—declaró la joven en un momento deespontaneidad.

Habíaensuexpresiónuntonillodelástimaimpertinente,quepocomásomenosqueríadecir:«¡Siyosoymuchoparati,tanpequeño!».

«Faltasaberlo.Tecasarásporfuerza.Teobligaré.Túnomeconoces.Soyuntirano,unmonstruo,unHandeIslandia;beberétusangre...

—¿Qué es eso de Han de Islandia?—preguntó ella en su prurito deilustrarse.

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—Han de Islandia es berenjenas. Déjese usted de sabidurías. Coser,plancharyespumarelpuchero.

—Noespumaréyoeltuyo,paleto.

—¡Marquesadepañuelodehierbas!

—Sacamuelas».

Losdosseecharonareír.

«Notequiero—murmuróIsidora.

—Puesmeechoallorar.

—Notequieronipizca,niesto.

—Puesyo te adoro.Mientrasmásmedesdeñas,másmegustas.Cuandopiensoqueyaseacercalahoradesepararnos,noséquémeda...Semeantojarobarte.

—¡Y cuánta gente a pie!—exclamó ella sin hacer caso de las gracias deAugusto.

—Aquí, en días de fiesta, verás a todas las clases sociales. Vienen aobservarse,amedirseyaverlasrespectivasdistanciasquehayentrecadauna,para asaltarse.El caso es subir al escalón inmediato.Verásmuchas familiaselegantes que no tienen qué comer. Verás gente dominguera que es la finacrema de la cursilería, reventando por parecer otra cosa. Verás tambiéndespreocupadosquevistenconseismodasdeatraso.Veráshastalaspatronasde huéspedes disfrazadas de personas, y las costureras queriendo pasar porseñoritas.Todossecodeanysetolerantodos,porquereinalaigualdad.Nohayya envidia de nombres ilustres, sinode comodidades.Comocada cual tieneganas rabiosas de alcanzar una posición superior, principia por aparentarla.Lasimprovisacionesestimulanelapetito.Loquenosetienesepide,ynohayun solonúmerounoquenoquiera elevarse a la categoría dedos.El dos sequierehacerpasarportres;eltreshacecreerqueescuatro;elcuatrodice:«Siyosoycinco»,yasísucesivamente.

—Yasevanloscoches»—dijoIsidora,queapenashabíaoídolacharladesuamigo.

Eratarde.Llegabaelmomentoenque,cualsiobedecieraaunaconsigna,loscarruajesrompenfilasysedirigenhacíaelPrado.Estanreglamentarioelpaseo,quetodoslleganysevanalamismahora.Isidoranotólaconfusióndeldesfilealgalope,tomándoseunosaotrosladelantera,escurriéndoselosmásosadosentreeltumulto;yoíacondeliciaelchasquidodelátigos,el¡eh!...deloscocheros,yaquelprofundorumordetantaytantarueda,pautandoelsuelohúmedoentreloscrujidosdelagrava.Ellahabríadeseadocorrertambién.Su

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corazón,suespíritu,seibanconaqueloleaje.Allálejosbrillabanyanopocasluces de gas entre el polvo del Prado.Aquella neblina que se forma con elvahodelapoblación,lasevaporacionesdelriegoyelcontinuobarrer(dequeson escobas las colas de los vestidos), se iban iluminando hasta formar unaclaridad fantástica, cual irradiación lumínica del suelomismo.Viendo cómoloscochesseperdíanenaquelfondo,Isidoraapresuróelpaso.

«Vámonos por aquí—dijoMiquis, desviándola de los paseos para subirhaciaelSaladeroyacortarcamino.

—¡Jesús!,siempreme llevaspor lomásfeo,pordondenoseencuentranmásquetíos.¿Haytambiénaquíventorrillos?

—¿Quieresquecomamosjuntos?Iremosaunafonda.

—No,no,no.Bastadepaseos.Estonoestábien...¡Quésedirádemí!Paracalaverada,basta.

—¡Maldita sea la hora en que nací!—gruñó el estudiante—. ¿Dejarteahora,separarnos?...¿Vasatucasa?

—Sí,hombre.¡Quédirán!

—¡Oh!,sí,¡quédiránlosmarquesesdeRelimpio!

—Nosonmarqueses,perosonpersonashonradas.

—¿QuieresirestanochealTeatroReal?».

¡El teatro Real! Otro golpe mágico en el corazón y en la mente de lasobrinadelCanónigo.

«Peroaesoquellamasparaíso,¿vanpersonas?...

—¿Personasdecentes?...LomásdecentedeMadrid,laflorynata».

Como no estaba bien que ella saliese sola con Miquis por la noche,convinieron en que este convidaría también a las niñas deRelimpio.A estodebíaanteceder lapresentación reglamentariadeAugustoeneldomiciliodeD.ª Laura, para lo que se acordó, tras cortas vacilaciones, una mentirijillavenial. Isidora diría que al volver a su casa desde la de su tía se habíaencontrado al joven, amigo íntimo, deudo y aun pariente lejano del señorCanónigo.Era,noyaestudiante,sinomédicohechoyderecho,ybienpodíaprestarserviciostanexcelentescomogratuitosaunafamiliaquenogozabadeperfectasalud.

Despidiéronseconfuertesapretonesdemanos,queaMiquisnoleparecíannuncabastantefuertes.Isidorasubiósumamentefatigada.LasdeRelimpioledijeronquehabíavenidoavisitarlauncaballerodemuybuenporte.Entrólajovenensucuarto,dondelaesperabaunagratísimasorpresa.Sobrelacómoda

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habíaunatarjetaconelpicodoblado.

CapítuloV

Unatarjeta

El corazón quería salírsele del pecho al ver los bonitos caracteres quedecían:

ElmarquésviudodeSaldeoro.

Largoratoestuvoperpleja,lacartulinaenlamano,sinapartarlosojosdelsortilegioquesindudaconteníanlasletrasnegrasdelnombreylaspequeñitasde las señas: Jorge Juan, 13. Las emociones varias que se sucedieron enIsidora,lascosasquepensóenrápidogirodelamente,nosonparacontadas.Todose resolvióenalegría,de laquesederivaban,comodericomanantial,diversas corrientes de sentimientos expansivos; a saber: un profundoagradecimientoaldistinguidocaballeroquelavisitaba,yundeseovivodequellegasepronto,muypronto,lomásprontoposible,eldíasiguiente.

SubuentíohabíaescritoadosprincipalesseñoresdeMadrid,hijoypadre,para que la ampararan, defendieran y aconsejaran en el grave negocio dereclamarsuposiciónyherencia.¡Cosaextrañaydignadegratitud!Unadelaspersonas a quienes venía recomendada, el hijo, elmarqués de Saldeoro, decuyagallardíayproezasgalanteshabíanllegadonoticiasalmismoTomelloso,no esperaba a ser visitado por ella, sino que, dando una pruebamás de suacatamientoalbellosexo,apresurábaseavisitarlaentanhumildemorada...

Ycomolaimpresionablejoven,cuandoseentreteníaenverlascosasporsufazrisueñayenhacercombinacionesfelicesllegabaalímitesincalculables,empezó a ver llano y expedito el camino que antes le pareciera dificultoso;pensóqueseleabriríanvoluntariamentelaspuertasquecreyócerradas,yquetodoibabien,perfectamentebien.Usandoentoncesdeaquellapropiedadsuyaqueyaconocemos,diorealidadensumentealmarquésdeSaldeoro,favoritode las damas, según decían lenguas mil; le tuvo delante, le oyó hablaragradecida, le preguntó ruborizada; construyó, si así puede decirse, conmaterial de presunciones y elementos fantásticos, la visita personal que alsiguientedíanopodíamenosderealizarse.

Consecuencias precisas de esta febril concomitancia con un personaje aquienadornadosuponíadeseductorascualidades,fueronundesdénmuyvivohaciaelpobreMiquisyunavergüenzadelasescenasdeaqueldía.Elpaseoconelestudiante,laescenadelventorrillo,laviltortillacebolluna,lasnaranjascomidas en campo raso, las confianzas, las carreritas, se reprodujeron en su

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imaginación como un sabor amargo ymalsano, haciendo salir el rubor a susemblante.Habíansidoaquellasaventurillas tancontrariasasudignidadyasuposiciónfutura,quedieracualquiercosaporquenohubieranpasado.

Tanmetidaensímismaestabaconestosbochornosyaquellasalegrías,queapenascomió.ComorecordaraenlamesaquedebíahablaralgodeAugustoparaprepararsupresentación,dijoqueeraunestudiantepobre,unbuenchico,hijode labradores,algo tocadode lacabeza,másmúsicoquemédicoymásmédicoquefino.CuandoAugustollegó,negoseIsidoraairalteatro,porquelehabía dado jaqueca. Emilia y Leonor no quisieron ir tampoco, y el buenestudiantequedóenlasituaciónmásdesairadadelmundo.Perocomoeratanlisto,ymaravillosamenteatodoseplegaba,hastadominarlassituacionesmásdifíciles, bien pronto cautivó a la familia con sus donaires. Doña Laurapropusojugaralabrisca;trajoD.Josédesucuartounasebosabaraja,yenelcomedor,bajolapestíferallamadelpetróleomalencendido,formaronelmásalegrecorrilloquevieroncasasdehuéspedes.

Huyendo de tanta vulgaridad, retirose Isidora a su cuarto, donde seencerró.

«Ese pobreMiquis—decía—es un buen muchacho, pero tan ordinario...¡Pobrecillo!,medalástimadeél;pero¿quépuedohacer?¿PuedohaceryoquelascosasseandeotramaneraquecomoDioslashadispuesto?...EstáquenipintadoparaEmiliaoparaLeonor...Mealegrarémuchodequeseaunhombredeprovecho.Necesitaráprotecciónde laspersonasacomodadas,yen loquedemídependa...».

Seacostó,noparadormir,sinoparaseguirdandovidaficticiaenelhornosiempre encendido de su imaginación a la visita del día siguiente y a lasconsecuencias de la visita. El marqués de Saldeoro entraba; ella le recibíamediomuertadeemoción,lehablabatemblando;éllerespondíafinísimo.¡Yqué claramente le veía! Ella rebuscaba las palabras más propias, cuidandomuchodenodecirundisparatepordondesevinieraaconocerqueacababadellegar de un pueblo de la Mancha... Él era el más cumplido caballero delmundo... Ella se mostraba muy agradecida... Él dejaría su sombrero en unsillón...Ellatendríacuidadodeversialgunasillaestabaderrengada,nofueraque en lo mejor de la visita hubiera una catástrofe... Él había de dirigirlealguna galantería discreta... Ella tenía que prever todas las frases de él paraprepararseytenerdispuestasingeniosascontestaciones...¡Cielosanto!,yaúnfaltaba una larga noche y la mitad de un larguísimo día para que aqueldesvaríofuerarealidad...

Eraprecisoarreglarelcuartolomejorposible...¡Quépensaríaelcaballeroante aquellosmiserables trastos!... Isidoranopodíamirar sin sentirpena lastresláminasqueornabanlasparedesempapeladasdesucuarto.Aquíunavieja

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estampa sentimental representaba la Princesa Poniatowsky en momento derecibir la noticia de la muerte de su esposo; allí el cuadro del Hambre;enfrente, dos amantes escuálidos, esmirriados y de piemuy pequeño, él decasaca con mangas de pemil, ella con sombrero de dos pisos, se jurabanfidelidadjuntoaunarroyo...SiD.ªLauranoseincomodase,Isidoraarrojaríaala calle las tres laminotas... Pues, ¿y la cómoda con su cubierta de hulemanchado?Másvalíanoverla...Peroellaselevantaríatempranoyfregotearíabien la cómoda, el lavabo de tres patas y haría maravillas de orden ylimpieza...Despuéscompraríaunacorbatabonita...RogaríaaD.ªLauraqueladejase traer de la sala dos sillas de damasco con sus fundas de percal... Enfin...Nocontentaconpensarloquepasaríaalsiguientedía,pensólossucesosdeltercerdíaylosdelotroylosdelmespróximo,ylosdelañovenidero,ylosdedos,tresocuatroañosmás.

Dejémoslamaldormida, abrazadaconsigomisma, a las altashorasde lanoche,cuandotodoruidocesaraenlacasa.¿Eraaquellofelicidadomartirio?DiceMiquis, y quizás dice bien, que no existiría ni siquiera el nombre defelicidadsinosehubierandadoalhombre,comosedaalniñoeljuguete,elconsuelillodeesperarla.

CapítuloVI

¡Hombres!

—I—

AquellabuenamujerqueparedpormediodelaSanguijueleravivía,teníaporconsorteaunricomercaderamericano.Entiéndasebienquelodericoseleaplicaporsertalsuapellido(sellamabaModestoRico),ylodeamericanoportenerunestablecimiento,noenlasAméricasqueestándelaotrabandadelmar,sinoenaquellas,menospingüesylejanas,queseextiendenporlaRiverallamadadeCurtidores,pasanlaprocelosaRondadeToledoyvanaperderseentre basuras, escombros y residuos de carbón en las Pampas de laArganzuela, cerca de donde, por fétidas bocas, arroja Madrid sobre elManzanaresloquenonecesitaparanada.

Modesto Rico tenía un tingladillo de clavos usados, espuelas rotas,hebillas,cerradurasmohosas, jaulasde loros,abolladasalambrerasy tinterosdecobre.Eraademáslañadorylañabadelolindo.Ganabapoco,yestepocoseloquitabasuaficiónalahorchatadecepas.Animalmásdignodedesprecioy lástimanosehavistoniverá.Unayotravezenelcursode lasemana,yprincipalmentelosdomingosylunes,hacíasuscuentassobrelascostillasde

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sumujerconunavaradeacebucheosimplementeconlamano,másduraquegranito.

Puesdeestauniónhabíanacidounniño,elmásbonito,elmásgracioso,elmásesbelto,elmásengañadorysaladoqueenelbarriohabía.Contabaa lasazóndiezaños,queparecíandoce,segúnestabaelrapazdeespigadoysuelto.Sucaraerafinaysonrosada,elcortedelacabezaperfecto,losojosluceros,labocadeángelchapadoalogranuja,lasmejillasdosrosasconrocíodefango;ysufrenteclara,despejadayalegre,rodeadadegraciososrizos,convidabaadepositarbesosmilenella.Porestaslindezas,porlasolturadesusmiembrosygallardíadesucuerpoaltoydelicado,estabamásorgullosadeélsumadreque si hubiera parido un príncipe. Hablaba el lenguaje de su edad, congraciosossolecismos,comiéndosemedioidiomaydeshuesandoelotromedio.SienelCielohayalgúnidiomaodialecto,eloírcómolodestrozanlosángelesseráelmayorregocijoyentretenimientodelPadreEterno.

HacíagrandesesfuerzosAngustias (aquien llamaban tambiénPalo—con—ojos) porponer sobre aquellas tiernas carnes ropa apropiada a la preciosacara y al bonito cuerpo de su hijo. Su pobreza no le permitía el lujo másansiado de su corazón. Pero alláDios le daba a entender, con guiñapos delRastroyotrosarregladosporella,conseguíavestirleasuplacer,yserecreabaenél;mirábaseenaquelespejoqueerasuvidaysusamores;sehenchíadesatisfacciónoyendolosencomiosquedelmuchachohacíanlasvecinas.Paralosdomingosteníaunpantalónazul,másbienrecortadoquecorto,unasbotasusadas,desegundamano,omejor,desegundospies,yunacamisolaquesumadrecuidabadeplancharelsábado.Perolomáslindoeraunachaquetilladefelparoja,tanraídacomobienajustada,sobrelacualliabaAngustiasunafajahecha de dos o tres cintas de colores perfectamente cosidas, con lo que elmuchachoparecíaunsol,másqueunpríncipe,algodesobrenaturalenbellezay gallardía, como unNiño Jesús vestido de torero. Desde que apareció porprimeravezenlacalledeMoratines,lepusieronporapodoelMajito,yasísellamó toda su vida. Su nombre era Rafael. Decían los vecinos que todasaquellas galas habían sido de niños muertos y de despojos allegados, sabeDioscómo,delobscurobordedelatumba.Nonoscorrespondeaclararesto,ytuvieranonorazónlasmurmuradoras,elloesqueelMajitoestabamajísimoconaquellosarreos.

Loquevamosacontarpasóenundomingo.ElMajitosalióbrincandodesu casapara ir a enredar a las ajenas.Mirole salir gozosaPalo—con—ojos;mas no era fácil que el regocijo se pintase en su cara, por tenerla casi todacubiertaconunpañuelo,acausadeldolordemuelasyde lahinchazónqueestaba sufriendo aquel día.Y aun así no faltaban alrededor de su frente lassortijillaspegadascontragacanto,nilacanastillaypeinas.Eralacarátulamásgrotesca que imaginarse puede, pues uno de los lados de su rostro parecía

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calabaza,yeratalelpeso,quenoseparabadeaquellapartelamano.

ElMajitosemetiódeunsaltoenlatiendadelaSanguijuelera.Estasolíamimarleyleobsequiabaunasvecesconpiñonesyotrasconazotes.

«Hola,lagartijilla,¿yaestásaquí?...Noenredesenlatienda,porquevasacobrar.

—¿YPecado?

—Eneltaller...Diosletengaallá...».

Aqueldía,aunqueerafestivo,elsogueroteníatrabajohastalasdoce.Nohabía querido ir Mariano; pero su severa tía le cogió por una oreja, y...¡Valienteholgazán!

«¿YPecado?—volvióapreguntarelMajito.

—Tedigoqueestáenel trabajo...No temontessobre la tinaja.Sime larompes,vasaver.¡Eh,eh!Noteencarames,otevasdeaquímásprontoquelavista.

—¿EndóndeestáPecado?».

Para preguntar, los sabios y los chicos. La Sanguijuelera, cansada deresponder a la misma pregunta, le cogió con una mano los dos carrillos,estrujándoselos,conloquelabocadelMajitoresultócomounaguinda.Lediounbesoenella,diciéndole:«¡Quépesadoeres...,yquérebonito!».

«¡Suéltame,vieja!—exclamóRafael,limpiándoselacara.

—Esoes,frótate,bobo...Ymehasllenadodebabas.

—¿YPecado?

—¡TomaPecado!».

Ylearreódosnalgadas.ComounjilguerosaltóelMajito,ydeunbrincose puso en el pasillo, y de otro brinco en el patio interior, y con un tercerbrincosemetióenelaposentodondeEncarnaciónvivía,elcualnoeranotableporsudesahogoniporsusclaridades.Difícilmentesepodríadeterminar,sintener costumbre de andar dentro de tal laberinto, lo que allí había; pero elMajito,queconocíaellocalcomounratónconocelasentradasysalidasdelacasaquehabita, subióaeminenciasqueparecíancamas;descendióanegrosabismosqueparecíanarconesabiertos;trepóporlasgastadasgraderíasdeunestanteviejo;searrastróporsuelospolvorientos;metiósubrazoportortuosasgrietas formadasde informesbultos arrimados a la pared.Sindudabuscabaalgo.Su flexible cuerpecillo se escurría y deslizaba en silenciodehueco enhueco, hasta que al fin, apoyado en un cofre, dio una voltereta agitando laspatitasenelaire,ysesumergiócomoelnadadorenpersecucióndelaperla.

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Eraunrincónobscuro,polvoroso,llenodecachivaches,antesapreciablesal tacto que a la vista, objetos de cartón, de cuero, de metal, algo comomochilas, bayonetas, cartucheras, trozos de arreosmilitares, desechados porinútilesenlaliquidacióndeunbazardejuguetes.ElMajitomiróyseestuvoquieto, atento. Sus ratoniles ojos veían en la obscuridad aquel montón decosas.Era un cuadro en las profundidades delmar, con ansiedad de buzo yresplandordemariscosentreellívidoverdordelagua.Lasarañassepaseabansobre losobjetos,peroRafaelno les teníamiedo.Lascorrederasentrabanysalíanporlosintersticios,huyendoazoradasalruido,peroelMajitotampocolasteníamiedo.Estuvounratoenacecho,dudoso,mirandoyeligiendo.Fuertecosaeradecidircuálobjetotomaría.Porúltimo,decidido,tiródeunabrillanteempuñadura y sacó un sable. Después revolvió el conjunto y vio un brilloseductordegalones.Dioleunsaltoelcorazónderateroytomóloquebrillaba.Eraunsombreroqueparecíaescudilla,unrosdecartón,deforme,cuarteado,pero con tres tiras de papel dorado pegadas en redondo. ElMajito, que tanpoco sabía del mundo, sabía que los tres entorchados son la insignia delcapitángeneral,yqueestaeslajerarquíamásaltadelejército.¡Vayaustedaaveriguardóndeesosdiablosdechicosaprendenestascosas!

Se puso el ros y vio que era bueno. Empuñó el sable. Era un palitopinchante amarrado a una empuñadura de metal, que en su origen parecíahaber sido asa de un brasero de cobre. Había en la prenda militar unafabricacióntosca,peroingeniosa,quedenotabatantahabilidadcomofaltademedios.Autorydueñodeaquellosarreosera,comosehabrácomprendido,elfamosoPecado,granamigodecosasdeguerra,yquedesdesutiernainfanciasemostrabamuy precoz para las artes mecánicas. Él apandaba, no se sabedónde,aunqueesdepresumirquefueradesusviajesporlasAméricas,restosdejuguetes,pedazosdehojalata,demadera,dehierro;yconunclavoviejo,unacuerda,unanavajarotayunenormeguijarroqueservíademartilloydepiedradeafilar,hacíamaravillas.

Encuantoalros,justoesconsignarquenovinoasusmanosporcausaderapiña, sino que lo cogió en la calle, en elmomento de caer de un balcón,arrojadoporunosniños.Erapiezalastimosa;pero¡cómosetrasformóensushábilesmanos!Púsoleviseraquenoteníaparalocuallebastómediasueladeunazapatilla;lomoldeóyledioforma,quecasihabíaperdido;adornoleconunavistosaplaca,quesacódelachapacirculardeunbotecillodebetún,yporúltimo, con ciertos tirajos de papel dorado, sutilmente desprendidos de unacajademazapán, lepusosus tresentorchados. ¡Muybien! ¡Asísehacen lascosas! El ros tuvo en sus orígenes plata y oro, insignias de comandante.PecadolehizoganardeunsaltolamayorjerarquíamilitarconunaprontitudqueenvidiaríalamismaGaceta...,¡hala!

DejemosaMajitoconelrosencasquetado,elsableenladerechamano,en

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actitudtanbelicosa,quesilevieraelsultándeMarruecosconvocaraatodasugentealaguerrasanta.Conlamanosiniestraselimpióelpolvoylastelarañasquenoqueríandesprendersedelafelpadesuchaqueta,ydandodespuéstresocuatro brincos, se puso en la calle gritando con todo el vigor de su pechoinfantil:«SoyPlin».

¡SerPrim! ¡Ilusiónde los hijos del pueblo en los primeros albores de laambición, cuando los instintos de gloria comienzan a despuntar en el alma,entre el torpe balbucir de la lengua y el retoñar, casi insensible, de laspasiones!Estailusión,queeraentoncescomúnenlasturbasinfantiles,apesarde la reciente trágicamuerte del héroe, se va extinguiendo ya conforme sedesvanece aquella enérgica figura. Pero aún hoy persiste algo de tan bellailusión; aún se ven zamacucos de cinco años, con un palo al hombro y unagorradepapelen lacabeza,quequierenserPrimoserO'Donnell. ¡Lástimagrande que esto se acabe, y que los chicos que juegan al valor no puedaninvocarotrosnombresquelosgárrulosmotesdelostoreros!

Ya lo hicimos—dijo Encarnación mirando al Majito—. Apandó loschirimbolos,ycuandoelotrovengatendremosladenotemenees».

ElMajitosedejóircongravepasoporlacalledeMoratinesabajo.Eraeldíaventoso,fríoyseco,hijomalditodelamalditísimaprimaveradeMadrid.LaplumadelrosdelMajito(porqueunaplumadepavotenía)setorcíaconlafuerzadelviento.Lacoladelasgallinasqueandabanporlacallesedoblabatambién,obligándolasadartumbosentreelfango.Todoloquecolgabadelasparedes,ropa,trapos,sogas,seponíahorizontal;balanceábanselasbacíasdecobre colgadas en la puerta del barbero; las faldas de las mujeres searremolinaban;serompíanlasvidrieras;loshombresseibansujetandoconlamanosusgorrasysombreros,loscurasapenaspodíanandar;todoloflotantetendíaatomarlahorizontal,yenmediodeestadesolaciónrelativa,elMajitoavanzaba tieso y altanero, como hombre supinamente convencido de laimportanciadesusfunciones.

En la calle de Ercilla tenía ya un séquito de seis muchachos; en la delLabrador,yaselehabíaincorporadounapartidadediezysiete,entrehembrasyvarones,siendolasprimeras,¡cosaextraña!,lasquemásbullametían.Lostres chicos del capataz de la fundición de hierro salieron batiendo marchasobreunaplanchade latón,yprontoseagregaronaellos,paraaumentar tandulce orquesta, los dos del tendero, tañendo esas delicadas sonatas deNavidad, que consisten en descargar golpes a compás sobre una lata depetróleo. Eran estos enemigos del género humano pequeñuelos y sucios.Calzabanbotas indescifrables, pues no se podía decir a ciencia cierta dóndeacababalapielyempezabaelcordobán.Estabangaloneadosdelododesdelacabeza a los pies. Si la basura fuera una condecoración, los nombres deaquelloscaballeritossecogeríantodalaGuíadeforasteros.

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AldesembocarelyacrecidoejércitoenlaplazadelasPeñuelas,centrodelbarrio, agregose una chiquillería formidable. Eran los dos nietos de la TíaGordita, los cuatro hijos de Ponce el buñolero, las del sacamuelas y otrosmuchos.Mayorvariedaddeaspectoydefachasenlaunidaddelainocenciapicarescanosehavistojamás.Habíacaraslívidasyrostrossiniestrosentrelamuchedumbredesemblantesalegres.Elraquitismoheredadomarcabaconsuselloamarillomultituddecabezas,inscribiendolapredestinacióndelcrimen.Loscráneosachatados,lospómuloscubiertosdegranulacionesyelpeloralo,poníanunamáscaradeantipatíasobrelassiempreinteresantesfaccionesdelaniñez.Enunmomentosevioalapartidaproveersedepalosdeescoba,cañas,varas,conesarapidezpuramenteespañola,quenoesotracosaqueelinstintodearmarse;ysinsabercómosurgieronpicudosgorrosdepapelconflotantescenefas que arrebataba el viento, y aparecieron distintivos varios, hechos alarbitriodecadauno.Eraunapáginadelahistoriacontemporánea,puestaenaleluyasenunolvidadorincónde lacapital.Fueran losniñoshombresy lascallesprovincias,ylaaleluyahabríasidounapáginaseria,demasiadoseria.Yeradignodeversecómosecoordinabapocoapocoelmenudoejército;cómosinprodigarórdenesseformabancolumnas;cómoseeliminabaalashembras,aunque alguna hubo tan machorra que defendió a pescozones su puesto yjerarquía.

Crecía el estrépito, engrosaban las haces. ¿De dónde había salido todaaquellagente?Eranladiscordiadelporvenir,unapartecrecidadelaEspañafutura, tal que si no la quitaran el sarampión, las viruelas, las fiebres y elraquitismo,nosdaríaunaestadísticaconsiderabledentrodepocosaños.Eranlaalegríayel estorbodelbarrio, estímuloyapurode suspadres,desertoresmásbienquealumnosdelaescuela,unplantedelquesaldríanquizáshombresdeprovechoysindudavagosycriminales.Desuedadrespectivapocopuededecirse.Eran niños, y tenían la fisonomía común a todos los niños, la cual,como la de los pájaros, no determina bien los años de vida.La variedaddeestaturasmásbienindicabalosgradosderobustezocacoquimiaquelosañostranscurridos desde que vinieron al mundo. El mal comer y el peor vestirpasabasobretodosuntristenivel.Algunosllevabanentresuslabios,amodode cigarro, un caramelo largo, de esos que parecen cilindro de vidrioencarnado,yconunfácilmovimientodesucciónlehacíanentrarenlabocaosalirdeella,repitiendoestegraciosometeysacaconprestezaincreíble.

Elmilitarpaseoteníapormúsica,ademásdelestruendodelaslatas,elreírinmensodelabandada,elpíopíomezcladodevocesprematuramenteroncas,y salpicadodeesosdicharachosque,al serescupidosde labocadeunniñonos recuerdan al feo abejón cuando sale zumbando del cáliz de la azucena.Habíaenlasfilasrenacuajosdedospiesdealto,conlaspatasencurvay lacara mocosa, que blasfemaban como carreteros; había quien, mudando losdientes, escupía por el colmillo; había quien llevaba una colilla de cigarro

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detrásde laorejayunacajade fósforosenunhueco,quenobolsillo,de laropa. Había piernas blancas desnudas asomándose a las ventanas de unpantalónqueapedazossecaía;habíazancasnegras,esbeltascinturasceñidaspor sucia cuerdaopor tirajo informe; chaquetonesque fuerondeabuelos,ycalzones que fueron mangas; blusas que aún se acordaban de haber sidochalecos;gorraspeludasquefueron,¡ay!,manguitodeelegantesdamas.Perola animación principal de aquel cuadro era un centellear de ojos y unrelampaguear de alegrías divertidísimo. Con aquel lenguaje mudo decíaclaramenteelinfantilejército:«¡Yasomoshombres!».¡Cuántaspupilasnegrasbrillabanenelenjambrecondestellosdegenioychispazosdeiniciativa!¡Encuántas actitudes se observaban pinitos de fiereza! ¡Allí la envidia, aquí lagenerosidad, no lejos elmando,más allá el servilismo, claros embriones deegoísmo en todas partes! En aquel murmullo se concentraban los chillidosparadecir:«Somosgranujas;nosomosaúnlahumanidad,perosíuncroquisdeella.España,somostuspolluelos,ycansadosdejugaralostoros,jugamosalaguerracivil».

—II—

Llegaronalavíaférreadecircunvalaciónquecortaelbarrio,sinvalla,sinresguardo alguno. La miseria se familiariza con el peligro como con unpariente. Sintieron silbar lamáquina, y los condenados se pusieron a bailarsobre los carriles desafiando el tren mugidor que venía. Lo azuzaban, loescarnecían,hastaqueapareciólalocomotoraenlacurva,yalverlacercasedispersaroncomobandadadegorriones.Eltrendemercancíaspasó,enorme,pesado, haciendo temblar la tierra, y ellos a un lado y otro de la vía lesaludaban con espantosa rechifla, le amenazaban con puños y palos, letratabandetú,remedabanconinsolenteescarniolosbufidosdelamáquina,eldesengonzadomovimientodelasbielas,yporúltimopusieronalguardafrenocomo hoja de perejil. El tren les hacía tanto caso como a una nube demosquitos,ydesapareciódejandoatrássuhumoysuruido.

Volviose a ordenar la hueste y siguieronmarchando, con elMajito a lacabeza.¡Ah!Todavíamandaba.Goza,gozadelbrillodetualtaposición,quetiempo vendrá en que las grandezas se humillen y las altas torres sedesplomen. Avanzaban por la planicie que se extiende entre el hospital delNiño Jesús y los collados áridos que rodean el barranco. Allí no hay casastodavía,esdecir,nohaymiseria.¿Quiéndiréisquesalióarecibirlos?Puesunpavoquehabitabaenmuladarpróximo,yque todas lasmañanassepaseabasolo por el llano, con la gravedad enfática que tanta semejanza le da conciertospersonajes.Elpavolosmiró;elloslemiraronysedetuvieron.Hizoélla rueda y les echó una arenga, es decir, que después de soltar dos o tresestornudos,quesonlainterjecciónnaturaldelpavo,lessoltóesacarcajadaqueparece ladrido. Los chicos se echaron a reír en inmenso coro, y el animal

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volvió a hacer la rueda y a echarles otra arenga, diciendo «amadoscompatriciosmíos...»conelcuellorojocuallaesenciadelbermellón,elmocotieso,lascarúnculasinyectadascomounoradorherpético.Másgritabanellos,másgargajeabaél.Acadavoz respondía con sus estornudosy sucarcajada.Parecíanaclamacionesa lapatria,vivascontestadosconhurras.Despuésdiomedia vuelta ymarchó delante. Era esa caricaturamilitar de antaño que sellamaba tambormayor.Elviento ledespeinaba lasplumas,y al arrastrar lasalasydarelestornudoeraelpuroemblemadelavanidad.Nolefaltabanmásquelascruces,lapalabraylaedadprovectaparaserquienyomesé.

Había llegado el momento en que la partida necesitaba hacer algo parajustificarsuexistencia.¿Quéharía?¿Unasimplefiestamilitar,odividirseendosbandosparabatirseentodaregla?Elsusurroylaconfusiónindicabanquelafalangesehacíaasímismaaquellapregunta.Bienprontonadieseentendíaallí.Ladiscordiadescompusolasfilas,ytodoeranempujones,codazos,gritos.No había uno que no quisiera ser Prim, incluso el renacuajo de las patascorvas.Puesqué,¿elMajitonohabíanmandadoyabastante?Hastaelpavo,conaquellacarcajadaqueparecíaunvómitodesonidos,exclamaba:«¡Abaa...jojojoelMajito!».

«Miá este—dijo unode los chicos del carbonero, atacando al general enjefe con el codo, así como los pollos embisten con el ala—. Dice que mepongadetrás...Sinotecallas,puñales,tepegolabofetádelsiglo.

—Pega, hombre, pega—chilló Rafael preparándose a recibirle, animoso,imponente, con el puño cerrado, ypresentando también el codoy antebrazocomounescudo—.Vamos,hombre...

—Novusperdáis,muchachos;novusperdáis—dijoentonoconciliadoreldelherrero,interponiéndose.

—Ponteatrás,¡coles!—gritóelMajito—.¡Quécoles!Sinoteponesatrás,verás...

—Quenomedalagana,hombre...

—Achúchale,achúchale—dijeronalgunosquequeríanverreñiralMajitoconelhijodelcarbonero.

—Novusperdáis,muchachos—volvióadecirelotro,sinsoltardelabocasuciaelcaramelolargo.

—¡Queleachuche,queleachuche!»—graznaronvarios,arremolinándose.

ElMajitoyColilla,queasíse llamabaeldelcarbonero,sesacudieronelprimergolpeenloshombros.

«¡Leña!

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—¡Atiza!».

Alosprimerosgolpescayóatierraelros.MásprontoquelavistalocogióGaspar (el de las patas corvas), se lo puso, y echó a correr hacia abajo, endirecciónalasYeserías.Allíledetuvierondosmuchachosquesubíandelrío;lequitaronlacodiciadaprenda,yunodeellosselapuso.Miroseenuncharcoverdoso,yestallóenrisa.Entantolarefriegahabíacesado,yelMajito,conlacara soplada, los ojos encendidos, el corazón hirviendo de rabia, se habíasubidoaunacolinadelasinmediatasalbarranco,ydesdeallígritabaqueibaamataraunoyareventaraseissinoledevolvíansusombrero.

Losquesubíandelríoerancomodedoceaños,descalzos,negros,vestidosde harapos. El uno traía una espuerta de arena. Los dosmostraban grandesmanojosdeunahierbaquesecríaenaquellaspraderas.Esuna liliácea,quealgunosllamanmatacandilyotrosjacintosilvestreocebolladelagarto.Tieneuntallootuetanilloquesechupa,¡yesdulce!

«¡Matacandiles!»—chillaron muchos, arrojando las armas y saliendo arecibiralosdosindividuos,conocidosenlarepúblicadelaspicardíasconlosnombresdeZarapicosyGonzalete.

«¿Acómo?—preguntóunavoz.

—Acinco.

—¡Quécoles!...,acuatro.

—¡Acinco!Elquenodécinconochupa.

—Malditaseatumadre...,¡acuatro!

Yempezóunregatearfebril,unadisputadecontrataciónqueretrasabalasventas.Pero¿quésevendíayquésecomprabaallí?Losmatacandilesqueenlas tardes de primavera dan materia a un animado comercio infantil, ¿secambiaban por dinero? No, porque la escasez de numerario lo vedaba. Sinembargo, no puede decirse que no fuera metálico el segundo término delcambio,porquelosmatacandilessecambiabanporalfileres.

ZarapicosyGonzaleteerancomerciantes.Nodabanunpasoporaquellosmuladares habitados, ni aun por las calles deMadrid, sin que sacaran de élalgunaganancia.¡Bienporloshombresguapos!Vivíandesusobrasydesusmanos;sucasaeralacapitaldeEspaña,anchayventilada;sulechoelquiciodeunapuerta o cualquier rincónde casadedormir; suvestidouna serie deagujerospegadosunos aotrospormediode jironesde tela; su sombrero, elaire y el sol; sus zapatos, los adoquines y baldosas de las calles. No eranhermanos;eranamigos.HabíanllegadocadaunoaMadridpordistintavíaypuerta;Zarapicos,porelNorte;Gonzalete,porelSur.Teníanpadres;peroyano se acordaban de ellos. Vinieron pidiendo limosna. Después habían visto

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queMadrid es un campo inmenso para la actividad humana, y a la limosnahabíanunidootrasindustrias.

Zarapicosfuedurantealgúntiempolazarillodeunciego;Gonzaletesirvióaunamujerque,alpediren lapuertade la iglesia, lepresentabacomohijo.Unoy otro se cansaronde aquella vidamercenaria y poco independiente, yansiosos de libertad se lanzaron a trabajar por su cuenta. Entonces seconocieron, y entablaron cariñosa amistad. Ambos aspiraban a vender LaCorrespondencia o El Imparcial, pero ¡ay! ciertas posiciones, por humildesque parezcan, no están al alcance de todos los individuos. Eran demasiadogranujas todavía, demasiado novatos, demasiado pobres, y no tenían capitalparagarantizarlasprimerasmanos.UnodeelloslogróvenderElCencerroloslunes; otro merodeaba contraseñas en las puertas de los teatros. Eran dosmillonarios en capullo. Zarapicos decía a Gonzalete: «Verás, verás cómosemúscualquiercosa».

Antes de llegar a las altas posiciones comerciales tenían que pasar porhumillante aprendizaje y penoso noviciado. ¡Recoger colillas! Ved aquí unempleo bastante pingüe. Pero tal comercio tiene algo de trabajo, y exigerecorrer ciertas calles, instalarse en las puertas de los cafés, consagrarse alnegocio con cierta formalidad. Eran niños, necesitaban juego como el peznecesitaagua,yasíporlastardesseibanalríoarecogermatacandiles.Allísepresentaba inopinadamentealgúnbonito recreo, talcomocortar lacuerdadeunacabraqueestuvieraatadaenlosbardales,yavecessepresentabanbuenosnegocios.Ocurríaconfrecuenciaelcasodetropezarconunaherraduraenlacarretera del Sur, y ¡cuántas veces, junto a las fábricas, podían recogersepedazosdelingote,clavosyotrasmenudenciasque,reunidas,sevendíanenelRastro! Con estas cosillas resultaba que tanto Zarapicos como Gonzaletepudierantocarseeltituladopantalónparasentirsonaralgocomoretintíndeuncuartodandocontraotro.Eran ricos;peronogastabanunochavoencomer.DosvecesaldíalaguarnicióndePalaciodaaloschicoslassobrasdelrancho,atruequedequeestosleslavenlosplatosdelatón.Estasopaboba,alacuallos granujas llaman piri, atrae amucha gentemenuda a los alrededores delcuerpodeguardia,yseladisputanacoscorrones.

Despuésdebienllenalapanza,nuestrosdosamigosbajabanhaciaelrío.Si teníanganasde trabajar,ayudabana las lavanderasa subir la ropa; sino,tirabanhacialasYeserías.Aqueldíacogierontantosmatacandiles,queapenaspodíanllevarlos.Porlamuchaabundancia,Zarapicosfijóencincoalfilereselpreciode ladocenadematacandiles.Hubo temporadaenque secotizaronadiezyonce,manteniéndosefirmeestepreciodurantetodaunasemana.

Lo mismo Zarapicos que Gonzalete tenían las solapas de sus deformeschaquetasllenasdealfilerestanbienclavados,quesóloasomabanlacabeza.El borde de la tosca tela parecía claveteado como un mueble... Las

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transaccionesempezaronenseguida.Unosdabantallos,losotroschupabanypagaban. Muchos tenían repuesto de alfileres; otros corrían a sus casas,encontrabanasusmadrespeinándosealsol,enlaspuertasdelascasas,ylesquitabanlamonedaoselarobaban.

En tanto el Majito, desde la cumbre de una eminencia formada porescombros,increpabaalamuchedumbreinfantildeabajo,diciendoqueibaareventar apatadas a todosy cadauno si no ledevolvían su sombrero. ¡Quévergüenza!Zarapicosloteníapuesto,yestabatancontentodesuadquisición,queamenazóalMajitoconsubirysacarle las tripassinosecallaba.Conelviento y la bulla que el pavo metía apenas se sentían las chillonas vocesprovocativas.ElMajito,cansadodeparlamentarsinfrutoniresultadoalguno,lanzóunapiedraenmediode la turbadecomerciantes.Alvoltear,haciendohondade suelásticobrazo,parecíaungallitodeveleta,obedeciendomásalviento que al coraje. Gonzalete, al recibir la piedra en un hombro, gritó:«¡Repuñales!¡Malditaseatusangre!».

EntoncesZarapicos tiróalMajito; lapiedra silbóenel aireynohirióalmuchacho,quealpuntodisparólasegundasuya.Instantáneamente,sinquesedieranórdenesniseconcertaracosaalguna,generalizoselapelea.MuchossepasaronalbandodelMajito, sindarse la razóndeello;otrospermanecieronabajo,ytodostiraban,soldadosbravos,saliendoalaprimerafilaydesafiandoel proyectil que venía.Bajarse, elegir el guijarro, cogerlo, hacer elmolinetecon el brazo y lanzarlo, eranmovimientos que se hacían con una celeridadinconcebible.

ParaquenolesvieralagentemayordelbarrionilosdelOrdenPúblico,secorrieronalbarrancodeEmbajadores,lugarocultoylúgubre.Ningunaordensedioentreellosparaestehábilmovimiento,nacido,comolabatallamisma,deunsuperiorinstinto.ElMajitoylossuyosocupabanlaaltura,Zarapicosysumesnada el llano. Piedra va, piedra viene, empezaron las abolladuras denariz, las hinchazones de carrillos y los chichones como puños. Mientrasmayor era el estrago, mayor el denuedo: «¡Leña!, ¡atiza!, ¡dale!». ¡Quéardientesgritosdeguerra!Nilasmoscasseatrevíanapasarporelespacioenquesecruzabanlasvoladoraspiedras.Unadeestasalcanzóaunamujeryladetuvoensucamino,obligándolaaretirarseconlamanoenunojo.Muchoschiquillosseretirarontambiénberraqueando,porqueeldolorlesenfriabalosánimos,dandoaltrasteenunpuntocontodosucoraje.

El barranco de Embajadores, que baja del Salitre, es hoy en su primerazona una calle decente. Atraviesa la Ronda y se convierte en despeñadero,rodeadodecasuchasqueparecenhechasconamasadaceniza.Despuésnoesotracosaqueunasucesióndemuladares,formaintermediaentrelaviviendaylacloaca.Chozas,tinglados,construccionesquejuntamenteimitanelpalomarylapocilga,tienensucimientoenelladodelapendiente.Allísevenparedes

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hechas con la muestra de una tienda o el encerado negro de una clase deMatemáticas; techos de latas claveteadas; puertas que fueron portezuelas deómnibus,yvidrierassinvidriosdeantiquísimosbalcones.Todoesallívejez,polilla; todo está a punto de desquiciarse y caer. Es una ciudad movedizacompuestaderuinas.AlfindeaquellabarriadaestáloquequedadelaantiguaArganzuela,unllanoirregular,limitadodelapartedeMadridporlavaderos,yde la parte del campo por el arroyo propiamente dicho. Este precipita susaguas blanquecinas entre collados de tierra que parecen montones deescombrosyvertederosdederribos.

Lalíneadecircunvalaciónatraviesaestasoledad.Partedelsueloeslugarestratégico,llenodehoyos,eminencias,esconditesyburladeros,porloqueseprestaaljuegodeloschicosyalcrimendeloshombres.Aunqueabiertoportodos lados,esunsitioescondido.Desdeélseven lasaltaschimeneasy losventrudosgasómetrosdelafábricacercana;peroapenasseveaMadrid.Hayunrecodomatizadodeverdepordosotreshuertecillasdecoles,elcualsirvede unión entre la plaza de las Peñuelas y la Arganzuela. En este recodo eltranseúntecreeencontrarse lejosde todaviviendahumana.Sólohayallíunachoza guardada por un perro, dentro de la cual un individuo, al modo degitano,cuidalosplantíosdecoles.

Pues bien: por este paso, que se llama la Casa Blanca, los valientesmuchachossecorrierondesdelasPeñuelasalaArganzuela,lugarquenihechodeencargofueramejorparadescalabrarseatodasatisfacción.

¡Zas,zas!,ibanyveníanlospedruscosdelcampodelMajitoalcampodeZarapicos y viceversa. Ocupaba el primero, como hábil capitán, las alturassinuosas,ylosdesalmadosdelbandocontrariosedispersabanporelllano,alborde de los charcos verdosos.Habíalos seguido el pavo, y colocándose enlugarseguro,dedondedominarpudiera laperspectivadelcampodebatalla,lesanimabaconsusguerrerostoquesadegüello.Másenfurecidoselloscuantomayor era el número de los que se retiraban contusos, se atacaban concrecientefuror.Estabanrojos.Susbrazos,alparecerdescoyuntados,elásticos,flexiblescomounabandadecuero,funcionabanconaterradoraprontitud.NiZarapicos se acordaba ya de losmatacandiles, niGonzalete de los alfileres.Morirmatandoerasuilusión.Estabanebrios,ylosmásintrépidossereíandelospucherosdelosdesanimados...

De improviso hubo entre los combatientes de uno y otro ejército unmovimientodesorpresa.Oyoseunavoz,dos,veinte,quedijeron«¡Pecado!»,ycienojossevolvieronhaciaelbarranco.Porélvenía,descendiendoasaltos,unmuchachofornido, rechoncho, tanmalvestidocomo losdemás,elcualacadapasolanzabaunainterjecciónyamenazabaconelpuño.Eraelgallitodelbarrio,elperdonavidasdelapartida,capitándegorriones,bandoleromayordeaquellosreinosdelagranujería,angelónrespetadoytemidoporsufuerzacasi

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varonil,porsudescaro,porsudestrezaenartesguerrerasydejuego.Asínohubo en el cotarro uno solo que no temblara al oírle gritar: «¡Estarvusquietos!..,¡vusvoyareventar!...».

—III—

Detuviéronse las manos ardientes que empuñaban la piedra, y todos lemiraron.FundábaselasuperioridaddePecadoenlafuerza,dedondeveníalajusticia,esdecir,quesolíadirimircontiendasdechicos,unasvecesatrompadalimpiayotrasconatinadasycomedidasrazones,aunquetodohacecreerqueelprimerargumentoeraelqueconmásfrecuenciausaba.

«¿Porquévoszurráis?»—preguntóceñudo,tremendo.

El Majito había salido a su encuentro. Pecado era para él más que unamigo,unprotector,unmaestroamado.Alverle, todoaquelvalorhoméricodequediopruebasenlaaltura,setrocóenllantodedesconsuelo,cosanaturalen chicos, cuya rabia se deshiela en lágrimas, y haciendo pucheros quedesfigurabansuhermosura,exclamó:

«Picos...,misombrero...YosoyPlim.».

Envezdellorar,eldesvergonzadoZarapicosseechóareírcomounsátiro.Con inflamados ojos miró Pecado su querido ros en la cabeza de aquelmonstruodelarapacidad,yponiéndoselosbrazosenjarra,hablóasí:

«¿Sabesloquetedigo?...,quesinosueltaselrosterevientoapatás.

—¡Ladrón!»—chilló el Majito, sintiéndose otra vez más valiente por lapresenciadeMariano.

Al oírse llamar con nombre tan infamante, Zarapicos, que era un rapazhonrado, aunque pobre, no pudo contener el ímpetu de su ira, y echando lamanoalcuellodelinsolenteMajito,lederribóentierra,diciendo:

«¡Figuerero!...,¡coles!,¡tedeslomo!».

PeroelMajitosuporeponerse,sacudirse,levantarse,y,unavezenpie,susmanosalzaronuncantotangrandecomomedioadoquín.

«Suéltalo»—ledijoprontamentePecadoconvozygestodeprudencia.

El Majito soltó la piedra refunfuñando feroces amenazas de asesinato.Volviéndose a los desvergonzados comerciantes, Pecado les dijo conimperiosoademán,enquehabíatantaenergíacomoorgullo:

«Dirvos.

—Nonosdalagana.

—Dirvos,digo....yvengamisombrero.

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—Miale,miale...¿Tequierescallar?Elsombreroesmío».

Al oír Pecado una afirmación tan contraria a los sagrados derechos depropiedad,nosepudocontenermás.Huyódesucorazónlagenerosidad,desuespíritu la prudencia, y arremetió a Zarapicos con tal empuje que este dioalgunos pasos atrás, y habría caído en tierra si no fuera también unmuchachote robusto. Lucharon, ¡ay!, con varonil fiereza. Las bofetadas sesucedíanalasbofetadas,losporrazosalosporrazos.Decadagolpeseinflabaun carrillo. Trabados al fin demanos y brazos, cayeron rodando. Zarapicosdebajo, Pecado encima. Pecado vencía, y machacó sobre su víctima conferocidad.Elniñorabiososuperaenbarbariealhombre.¿Habéisvistoreñiradospájaros?Eltigreesunanimalblandoalladodeellos.

BienmolidoestabaZarapicos,cuandoacercóacogerentresusdientesundedodePecado.¡Oh!¡Conquéinefabledeliciaapretólasquijadas!Marianodioagudísimogrito,y saltócomogalloherido.Elotrose levantó.Su rostroeraunconjuntodedolor,devergüenza, totalmenteembadurnadode fangoylágrimas.Almismotiemporeíaylloraba.Pecadosecegó;noveíanada;llevólamanoa lacuerdaquesujetabasuscalzonesa lacintura.Laúltima injuriaquecambiaronfuereferenteasusrespectivasmadres.Cuandonadainmundolesquedapordecir,arrojanaquelpostrersalivazodeignominiasobrelacunaquepocoantesleshamecido.

«Tumadreesunaacáyunaallá.

—Tumadreesestoolootro».

Pecadonodijonioyómás;sacódelacinturaunanavajilla,cortaplumasocosaparecida,unpedazodeaceroquehastaentonceshabíasidojuguete,yconélatacóaZarapicos.Delgolpe,elinfelizchiquillocayóseco.

¡Hombresya!

Silencioterrorífico.Losmuchachostodossequedaronyertosdemiedo.Alprincipio no comprendían la realidad abominable del hecho. Cuando lacomprendieron, los unos echaron a correr llevados de un compasivo horror;los otros rompieron a llorar con ese clamor intenso, sonoro, dolorido, queindicaenelloslaintuicióndelasgrandesdesdichas.

Aquello no era una travesura; era algo más. Aquello de que estabamanchado Zarapicos no era el almagre de que se pintaban alguna vez parajugar;erasangre,¡sangre!Zarapicosnojugabaalmuerto;nohacíagestosparahacer reír a sus compañeros; no decía con voz doliente ¡madre! pararepresentar una comedia; era que semoría realmente...Temblando, pálido ysiniestro,conlosojossecos,sintenerclaraideadesuacción,Pecadoarrojóelarmaquehabíasidojuguete.Elinstintolemandabahuir,yhuyó.

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Alborotose en un instante el barrio de las Peñuelas. Salieron todas lasmujeres a la calle, gritando, algunas con el cabello a medio peinar. Loshombrescorríantambién.LaGuardiaCivil,quetienesupuestoenlacalledelLabrador,sepusoenmovimiento;yhastaunseñorconcejalyuncomisariodeBeneficencia, que a la sazón paseaban por el barrio eligiendo sitio para elemplazamiento de una escuela, corrieron al lugar del atentado. ¡Horror yescándalo!

Lasmujeresclamoreabanalzandoalcielosusmanos;loshombresgruñían;laSanguijueleramismasaliódesutiendaabuenpaso,mediomuertadeterroryvergüenza,yportodaspartesnoseoíasino:«Pecado,Pecado».

La Arganzuela se llenó de gente. Unos corrían en busca del juez; otrosdecían que el juez no le encontraría vivo; losmás hablaban de llevarle a laCasadeSocorro,ytodosdecían:«¡Pecado!».

Vino corriendo el boticario con árnica y vendajes, diciendo también:«¡Pecado!».Elconcejal, seguidodelcomisariodeBeneficencia (quepor serhombremuygruesonopodíaseguirleaprisa),hacía,siguiendoalamultitud,las consideraciones más sustanciosas sobre un hecho que, si bien algoextraordinario,noeranuevoenlosanalesdelacriminalidaddeMadrid.

«Van siete casos de esta naturaleza en diez años—decía el comisario deBeneficencia, harto sofocado, por ser poco compatibles su gordura y laceleridaddelpaso.

—Terrible es el matador hombre; pero el matador niño, ¿qué nombremerece?...Dicenqueestetienetreceaños.

—¡Quépaís!

—¡Peroquépaís!

—EnMálagasonfrecuentesestoscasos.

—YenMadridlovansiendotambién.

—¡Ynosocupamosdeescuelas!¡Presidiosesloquehacefalta!

—Escuelaspenitenciarias,ocárcelesescolares...Esmitema».

Cuando llegaron al sitio de la catástrofe, los dos señores, dignísimosrepresentantes de lo más meritorio y venerable que hay en los pueblosmodernos, se echaron recíprocamente el uno sobre el otro estas dramáticasexclamaciones:

«¡Estoesespantoso!

—Estoparteelcorazón

—Escuelas,Sr.deLamagorza.

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—Presidios,Sr.D.Jacinto.

—YodigoquejardinesFroebel.

—Yo digo que maestros de hierro que no usen palmeta, sino fusilRemington.

—Peroqué,¿selollevanya?

—Noestámuerto;peroparecegrave.

—¡Golpemásbiendado!—murmuróunchulo—.Esechicoesdebuten.

—¡Vaya, que lamadre que parió tal patíbulo!—apuntó una de estas quellamandelpartido.

—El asesino, el asesino, ¿dónde está?—gritó el concejal dándose granimportancia, y brujuleando en lamuchedumbre con fieros ojos—.Guardias,busquen ustedes al criminal... ¡Qué País!... Pero guardias..., los del OrdenPúblico,¿dóndeestán?».

PeroyalaGuardiaCivilhabíacomenzadosuspesquisas.Loschicos,queen estas cosas suelen ser más diligentes que los hombres, indicaban ladirección que siguió Pecado en su fuga. Las opiniones eran diversas. Unosdecíanquesehabía refugiadoen laQuintade laEsperanza;otrosquehabíatomadoporlavíaférreaadelante.Unnaranjero,queconsucomercioportátildenaranjas, cacahuetes y caramelos largos, se había acercado al lugar de lapelea,aseguróhabervistoalmatadorsaltarlatapiadeunacorralizainmediataa las huertecillas de coles y acelgas que rodean el arroyo. Fundada era ladeclaracióndelnaranjero.Acercáronsehombresymujeresalacorraliza;unosempinándosesobrelapuntadelospies,otrossubiéndoseaunapiedra,miraronpor encima de las bardas de adobes, y vieron al terrible chico tratando deesconderse en un ángulo. Pecado miró con receloso espanto la hilera decabezas que en el borde de la tapia se le aparecía, y ante aquella visión depesadillasesintiódomeñado,aunquenocobarde.Terriblecorodeamenazaseinjuriasbrotódeaquellafiladebocas,ymásdecincuentabrazosseextendíanrígidosporencimadelatapia.PeroelalmadePecadosecomponíadeorgulloyrebeldía.Sumaldaderatodavíaunaformaespecialdelvalorpueril,deesaarrogancia tontaqueconsisteenquererserelprimero.Elestadocasisalvajeen que aquella arrogancia crecía, trájole a tal extremo. De esta manera, unmuñecoabandonadoasusinstintosllegaaprobarellicoramargodelamaldadyasaborearloconinfernaldelicia.APecadoseleconquistabafácilmenteconhábilesternuras.Eratanbruto,queelMajitomismo,conunpocodemimoyotropocodeesaadulaciónquealgunoschicosmanejancomonadie, le teníaporsuyo.Perodeningúnmodoseleconquistabaconlafuerza.

Así, cuando vio aquel cerco de semblantes fieros; cuando se vio

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amenazado por tantas manos e injuriado por tantas lenguas, desde laprovocativa de las mujeronas hasta la severa y comedida del guardia civil;cuandonotó la sañaconque leperseguía lamuchedumbre, enquiendeunamaneraconfusaentreveíalaimagendelasociedadofendida,sintióquenacíanserpientesmilensupecho,seconsiderómenosniño,máshombre,yaunllegóa regocijarse del crimen cometido.Cosas tan tremendas como desconocidasparaélhastaentonces,lavenganza,laprotesta,larebelión,laterquedaddenoreconocerseculpable,penetraronensualma.Porbrevetiempolaocupabaelmiedo,y lágrimasdefuegoescaldabansusmejillas;peropronto laganóporentero el instinto de defensa.Entrevió, comoun—ideal glorioso, el burlar atodaaquellagente,escapándoseyaumentandoeldañoantescausadoconotrosdañosmayores.

EstaeralasituaciónmoraldePecadocuandoelcomisariodeBeneficencia,llevadodeunceloquenuncaseráencomiadobastante,seempinócomopudosobre una piedra, y asomando la cabeza y hombros por encima de la tapia,dirigióalcriminalsuautorizadayenciertomodopaternalpalabra,diciendo:

«Mequetrefe,salprontodeahí,overásquiénsoy».

¡Cuántohabríadadoelcriminalporquecadamiradasuyafueraunasaeta!Queríadespedirmuertesporlosojos.Cogióunladrillo,yapuntandoalaportantostítulosrespetabilísimacabezadelapóstoldelaBeneficenciaoficial, lodisparócontanfunestapuntería,queelbuenseñorgordogritó:«¡Carástolis!»,yestuvoapuntodecaerdesvanecido.Testigosrespetablesdicenqueenefectocayó.

¡Víctimailustreciertamente!

¿Nosatrevemosadecirquelaagresióninicuaycasisacrílegadequehabíasidoobjetoelseñorcomisario,provocóalgunassonrisasyaunrisotadasentreaquellagentuza,yquehuboquienentredientesdijoquehabíatenidoelchicolamejorsombradelmundo?...Digámoslo, sí,paraeternobaldónde laclasechulesca.

ZarapicosfuellevadoengravísimoestadoalaCasadeSocorro,ylanuevavíctimapateabayrabiabadeiraalsentireldolordesufrenteyojo,yalversemanchada de sangre aquella mano benéfica que sólo para alivio de losmenesterososexistía.

«¡Guardias, guardias, reventad a ese miserable!... ¡Vaya un monstruo!...¡Carástolis!¡Ay!,¡ay!Sr.Lamagorza,estetruhánmehamatado...¡Quépaís!,¡quépaís!».

Alguienapoyabaporallícercaestassentidasrazonesconotrasigualmenteenérgicas,querevelabanunaindignaciónfulminante.Eraelpavo,queavanzóhaciendo la rueday arrastrando las alas hacia el señor comisario herido.En

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tantoPecado,rápidocomoelpensamiento,sesubióalcobertizoysedejócaeren el arroyo por una vertical de más de cinco metros, deslizándose por laescabrosasuperficiedetierra.Dieronvueltahacialaotrapartelosguardiasyelpúblicoparacogerle;peroélseescurrióporelbordedelarroyo,metiólospies en el agua cuando le faltó el terreno, y buscó un refugio en el agujeronegro de la alcantarilla por donde aquella agua blanquecina y nada limpiadesembocaba.

«Que le cojan ahora—dijo una mujer del pueblo, que después de ladescalabradura del señor comisario, simpatizaba, ¡oh vilipendio!, con elcriminal.

—¡Que venga la guardia de la alcantarilla!»—exclamó el concejalinflamadodecoraje.

LosguardiascivilesylosdeOrdenPúblicotrataronderemontarelarroyo;pero venía muy crecido. Peligraba el lustre de las botas y aun las botasmismas.

«¿Quiénpescaahoraaesecondenado?

—Hayuna rejaqueno ledejará internarse.Hadeestar a cuatroo cincovarasdelaboca».

Miraban todos y no le veían. Un guardia civil arriesgó las botas,acercándosealaboca.Llevabafusil.

«Allíestá—gritó—.Leveolosojos».

El guardia distinguía dos luceros en la obscuridad. Desde allí Pecadoatisbabaasusperseguidoresconciertaserenidadprovocativa.

«¡Granuja!—gritóelcivil—,saldeahíotehagofuego.

—¡Fuego,fuego!»—clamóalolejoslavozdelcomisario,aquienpiadosaschulapasponíanunavenda.

Pecadohabíaentradoconánimodenopararhastaverseenlugarseguro,aunquetuvieraqueiralasentrañasdelatierra.Perolaobscuridadyelespantode aquel sitio acongojaron su corazón, aún no suficientemente varonil paraarrostrar ciertos lugares. Se detuvo; viose entre dos especies de muerte, yvaciló... Le consolaba que los guardias no podían entrar a cogerle. ¿Y si lehacían fuego?... Entonces se achicó tanto, que volvió a ser niño y a tenermiedo. Dirigió la mente a ciertas ideas confusas de su tierna niñez; peroaquellas ideas estaban tan borradas, tan lejanas, que poco o ningún alivioencontróenellas.DeDiosnoquedabaenélmásqueunnombre.Eracomounrótuloescritosobreunarcavacía,delacual,piezaporpieza,hanidosacandolosricostesoros.Nadasabía;sutíalehablabapocodeDios,yelmaestrodeescuelalehabíadichosobreelmismotemamilcosashuecasquenuncapudo

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comprender bien. Las nociones de su tía y las palabras del maestro se lehabíanolvidadoconelpenosotrabajodeltallerdesogasyaquellavidaerrantedejuegos,rateríasymiseria.

Sinsabercómo,esteordende ideas llevolea reconocerseculpable.Algochillabadentrodeélqueselodecía.Eracriminal,ysusperseguidoresteníanrazónenperseguirle,yaunenmatarleatándoleenunpaloyestrangulándole.Estolehizoestremecerdeespanto,¡aélquehabíavistounayotraejecuciónen elCampodeGuardias sin conmoverse!... Pero aunque se reconoció bienperseguido, su orgullo estaba allí para aconsejarle no entregarse... ¡Fueramiedo!... Desgraciadamente para él, estos fieros pensamientos se aplacabancon el agotamiento de las fuerzas físicas.Estaba cansado; en todo el día nohabíacomidomásqueelcurruscodepanquelediosutíaaliraltrabajo.¡Yhabíadadotantasvueltasalaruedaenelaposentoobscurodelsoguero!...¡YcorriótantodespuésparairdesdelacalledelasAmazonasasucasa!...¡Teníaunhambretanatrozyunased!...;sobre todo,unaseddepadreymuyseñormío.Aestasinsufriblesmolestiasseunióelfrío.Suspiesdesaparecíanenelagua,ydesdelo interiordelcañóndeladrilloveníaunalientoglacialqueleempujabahaciaafuera.¿Quéharía?

Determinoseentoncesenélesefenómenodeobservaciónretrospectivaquesuele acompañar a las situaciones de gran perplejidad. El espíritu turbadoabandonaelpalenquedeladuda,yserefugiaenloshechosquehanprecedidoinmediatamentealasituaciónterrible.Espantosedenohaberprevistoloquelepasaba,ycomparolaserenidaddelamañanaconelapuroydesasosiegodelatarde.¡Quélástimahabervividoaqueldía!...¡Quélejosestabadequeibaacometer barbaridad tan grande! No había ido con gusto al trabajo por serdomingo.Nunca iba con gusto, porque él daba a la rueda y su tía cobraba.Peroalfin,congustoosinél,alláfuetranquilo,pensandoenqueporlatardese divertiría en el Canal o en la Arganzuela. Había estado toda la mañanaesperandoconmuchoanhelolahoradesoltareltrabajo.Contabalossegundospor las vueltas de la odiosa rueda. Creíase motor del misterioso reloj deltiempo.Dalequeledale,habíallegadoalfinlahora,ylamanivela,queparaélerapartedesuspropiasmanos,sehabíaquedadosolaeneltaller,quietaymuda.

Sindeciradiósalmaestro,porqueelmaestronolesaludabaaélaningunahora,PecadohabíasalidoybajadoasaltosporlaRiberadeCurtidores.

Aún le parecía ver los puestos rastreros y las manos recogiendocachivaches.Eradíadetoros.Aquellosbarriosestabanmuyanimados.Todolorecordabaperfectamente;todoloveía,comosilotuvieradelante,revividoasusojosen laobscuridaddesuescondite.Seacordabadeque,al llegara laRonda, le había detenido el paso un perezoso carromato de cincomulas, deesos que no acaban de pasar nunca. El muchacho, impaciente y atrevido,

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atravesópordebajode lapanzadeunade lasmulas,quepormásseñaseratorda.Despuésviounentierro; luegoencontróadoschicasdelbarrioqueledieronuncacahuet,yél...,éllashabíaadministradounpardenalgadasacadauna, porque eranmuy bonitas... Representábase luego la llegada a su casa;recordabaquesutía,antesdedarledecomer,lehabíaanunciadoelhurtodelros,yqueél,sinpoderseconteneraloírtanatroznoticia,abandonólacomida,ysubiendootravezalaRonda,selanzóporelbarrancoabajoenbuscadelacuadrilla.Lodemás,por sermás recienteydesagradable, se le representabacon matices aún más vivos. El ensangrentado cuerpo de Zarapicos no sequitabayadedelantedesusojos...Suorgulloysusmalosinstintosrebuscabantodos los sofismas del egoísmo para producir una reacción; pero si estosganaban algún terreno, al punto lo perdían. Los sofismas hacían grandesesfuerzospordestruir lahermosa flordel arrepentimiento;perocuantasmáshojaslearrancaban,máslozanaslasechabaella.

«¡Date,date,canallita!—gritóelguardia—,otedejoseco».

Pecadomiróalguardia.No,noseentregaría.Antesmorirqueentregarse.Esodequelellamarancanallita,leexasperaba...Vislumbróelpresidio,comoen sus sueños infantiles había vislumbrado otras veces el Cielo... Pero si elhambre y la sed le devoraban, ¿qué podía hacer más que entregarse? Y elguardiaaqueleraprecisamenteunhombreaquienMarianoadmirabamuchoporsugallardíaysusimpáticorostro.SellamabaMateoGonzález,yservíaenelpuestodelacalledelLabrador.Pecadoleimitabaenelmododeandar.Ensus sueños de ambición, no se le ocurría jamás ser general, ni obispo, nibanquero,nicomerciantefamoso,sinoserMateoGonzález.

Este,queeraladino,tuvounaideafeliz.Pecadoleviodesaparecer,yporunmomentotemblódealegría.Peronolediotiempoelguardiaaregocijarse,porque otra vez apareció por el arroyo adelante. En vez de fusil, traía dosnaranjasenlamanoderecha.

«¡Eh,Marianín!—gritó inclinándose para verlemejor ymostrarle lo quellevaba—. Sal; no seas tonto. No te haremos nada... ¿Ves? Si sales, te doyestasdosnaranjas».

Pecadodiounsaltohaciafueraysearrojóenbrazosdelguardia.

«¡Ah tunante...!»—dijo este con alegría, echándole la zarpa al cuello ydejándosearrebatarlasnaranjas.

—IV—

Consagremosunrecuerdodeconsideraciónylástima,enelúltimorenglóndeesta tragedia,aldignoseñorcomisariodeBeneficencia,autorde tantosytanhermososexpedientes.Élsoloseríacapaz,siledejaran,deelevarenpocosañosaunaalturaincreíble,dentrodelosarchivosnacionales,esosgrandiosos

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monumentos papiráceos en que se cifra nuestra bienandanza. Sería precisotenercorazóndeestucoparanoafligirsealverledescalabrado,conlamanoenlafrenteyestaceñidaporunpañuelo,corriendoencochesimónhacialaCasadeSocorrodelacalledeEmbajadores,dondeporlanochesevistiódelaluzdelosserafineselpobrecitoZarapicos.

LaCorrespondenciarecogióenelJuzgadodeguardiaunanotadelsucesodeaqueldía,ylodioasuslectoresenunsueltecillocrudo.CuandololeyeronlosamigosqueacompañabanalseñordeLamagorzaensucasa,ycuandoestelesrefiriódetallesdelhecho,oyéronselasexclamacionesmásardientessobreel estado moral e intelectual del país; se recordaron otros hechos análogosocurridos antes enMadrid,Valencia yMálaga, y por último se declaró conunanimidad muy satisfactoria que era preciso hacer algo, ¡algo, sí!, yconsagrarmuchos ratos y no pocas pesetas a la curación del cuerpo social.Como la prensa alarmada acalorase el asunto en los días sucesivos, seformaron juntas, se nombraron comisiones, las cuales a su vez parierondiversasespeciesdesubcomisiones;yhubodiscursosseguidosdeaplausos...yse lucieron los oradores; y otros, que ávidos estaban de dar sus nombres alpúblico,adquirieronesacelebridadsemanalqueatantosdesvanece.

Tantaactividad,tantacharla,tantoproyectodeescuelas,depenitenciarías,de sistemas teóricos, prácticos, mixtos, sencillos y complejos, celulares ypanoscópicos,docentesy correccionales, fueroncayendoenelolvido, comolosjuguetesdelniño,abandonadosyrotosantelailusióndeljuguetenuevo.Eljuguetenuevodeaquellosdíasfueunproyectourbanomásprácticoyademásesencialmente lucrativo. Ocupáronse de él juntas y comisiones, las cualestrabajarontanbienycontantoespírituderealidad,quealpocotiemposealzógrandiosa,provocativamentebellaymonumental, todarojayferoz, lanuevaPlazadeToros.

CapítuloVII

TomandoposesióndeMadrid

La noticia de la barrabasada de su hermano fue para Isidora un golpeterrible. Precisamente, cuando supo el extraño caso, hallábase en la máslisonjerasituacióndeespírituqueunalma juvenilpuedeapetecer.Todassusideasteníancomountintedeaurora;detrásdecuantopensaba,creíanotarunresplandordelicioso,elcual,demasiadovivoparacontenerseensualma,salíapor los sentidos afuera ymatizaba de extrañas claridades todos los objetos.Nadaveíaquenofueraparaellaprecioso,seductor,magníficooporcualquierconcepto interesante,yhastauncarrodemuertosqueencontróalsalirde la

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casa,másqueporfúnebre,lechocóporsuntuoso.

Había salido temprano a comprar varias cosillas, o si se quiere, habíasalido por salir, por ver aquelMadrid tan bullicioso, tanmovible, espejo detantas alegrías, con sus calles llenas de luz, susmil tiendas, su desocupadogenioquevayvienecomoenperpetuopaseo.Losdomingosporlamañana,siesta es de abril o mayo, los encantos de Madrid se multiplican; crecen laanimaciónyelregocijo;haybullaquenoaturdeymovimientoquenomarea.Muchagentevaamisa,yacadapasohallael transeúntebandadasdelindaspollas, de cintura bien ceñida y velito en la frente, que salen de la iglesia,devocionarioenmano,jovialesycoquetuelas.

Las campanas dijeron algo a Isidora, y entró a oírmisa enSanLuis, encuyaescalerillaseestrujabalagente.Dentro,lasmisassucedíanalasmisas,ylos fieles se dividían en tandas. Unos se marchaban cuando otros caían derodillas.Allí sepersignabauna tandaentera,aquíseponíaenpieotra,y lascampanillas, anunciando los diversos actos del sacrificio, sonaban sininterrupción.

«¡QuébuenoeselSeñor—pensabaIsidoradelantedelaHostia—,quemeallanamicaminoymemanifiestasuprotección,desdeelprimerpasoquedoypara lograrmi puesto verdadero...! No podía ser de otramanera, porque lojustojustoes,yDiosnopuedequerercosasinjustas,ysiyonofueraanteelmundo lo que debo ser, o mejor dicho, lo que soy ante mí, resultaría unainjusticia,unabarbaridad...».

Yluego,cuandoelsacerdoteconsumía:

«Bendito sea el Señor que me ha deparado la ayuda del marqués deSaldeoro, ese caballero sin igual, fino y atento como no hay otro... ¡Y quéhermosos ojos tiene, qué guapo es y con qué elegancia viste! Aquello esvestirse; lo demás es taparse... ¡Qué bien habla, y cómo se interesa pormí!Tiene razón cuandome dice: «¡Oh!, esté usted tranquila, que si esto no searreglaporbien,comoyoespero,entonces... ahí tenemos los tribunales. ¡Esasunto ganado!». ¡Oh! Sí, los tribunales. ¡Qué bonitos son los tribunales!...Todoserácuestióndealgunosmeses.Después...».

PorlamentedeIsidorapasabaunavisióntanespléndida,queasolasyenpresenciadelsacerdote,delmonaguilloydelosfieles,laventurosamuchachasonreía.

«Noescasonuevonimuchomenos—decía—.Loslibrosestánllenosdecasossemejantes.¡Yoheleídomipropiahistoriatantasveces...!¿Yquécosahaymáslindaquecuandonospintanunajovenpobrecita,muypobrecita,queviveenunabuhardillay trabajaparamantenerse;yesa joven,queesbonitacomolosángelesy,porsupuesto,honrada,máshonradaquelosángeles,llora

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muchoypadece, porqueunospícaros la quieren infamar; y luego, en ciertodía,separaunagrancarretelaenlapuerta,ysubeunaseñoramarquesamuyguapa, y ve a la joven, y hablan, y se explican, y lloran mucho las dos,viniendoaresultarquelamuchachaeshijadelamarquesa,quelatuvodeuncierto conde calavera?Por lo cual de repente cambia de posición la niña, yhabitapalacios,ysecasaconunjovenqueya,enlostiemposdesupobreza,lapretendía, y ella le amaba... Pero ha concluido la misa. ¿Pies, para qué osquiero?».

Ycontantaprisaycontaldesgairebosquejabalaseñaldelacruzsobrelafrente,caraypechos,ytanatropelladamentemascullabaunPadreNuestro,aldespedirsedelsantoaltar,queparecíadecir:«Abur,Dios».

En la puerta, las vendedoras de flores entorpecían el pasode la gente, yalargaban susmanosconpuñadosde rosasyotras florecillas, gritando:«Unramito de olor...». «Cuatro cuartos de rosas». Isidora compró rosas paraacompañarsedesudelicadoaromapor todoelcaminoquepensabarecorrer.Al punto empezó a ver escaparates, solicitada de tanto objeto bonito, rico,suntuoso. Esta era su delicia mayor cuando a la calle salía, y origen devivísimosapetitosqueconmovíansualma,dándolejuntamenteardientegozoypunzantemartirio.Sindejardecontemplarsufazenelvidrioparaverquétaliba,devorabaconsusojoslasinfinitasvariedadesyformasdellujoydelamoda.

¡Cuántasinvencionesdelcapricho,cuántaspompasrealesosuperfluidadesllamativas! Aquí las soberbias telas, tan variadas y ricas que la Naturalezamismanoofrecieramayorriquezayvariedad;allílasjoyasqueresplandecen,asombradas de su propio mérito, en los estuches negros...; más lejos ricaspieles, trapos sin fin, corbatas, chucherías que enamoran la vista por suextrañeza, objetos en que se adunan el arte inventor y la dócil industria,poniendo a contribución el oro, la plata, el níquel, el cuero de Rusia, laceluloide, lacornalina,elazabache,elámbar,el latón,elcaucho,elcoral,elacero,elraso,elvidrio,eltalco,lamadreperla,elchagrín,laporcelanayhastaelcuerno...;despuésloscomestiblesfinos,eljabalícolmilludo,lachochayelfaisán asados, cubiertos de su propio plumaje, con otras mil y mil cosasaperitivas que Isidora desconocía y la mayor parte de los transeúntestambién...;másadelante losperegrinosmuebles, las recamadas tapicerías, elébanorasguñadoporelmarfil,elrobletalladoaestilofeudal,elnogalhechoencaje, las majestuosas camas de matrimonio, y por último, bronces,cerámicas, relojes, ánforas, candelabros y otros prodigios sin número queparecensoñados,segúnsonderarosybonitos.

El hechizo que estas brillantes instalaciones producían en el ánimo deIsidora eramuy particular.Más que como objetos enteramente nuevos paraella, los veía como si fueran recobrados después de un largo destierro. El

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entusiasmoylaesperanzaquellenabansualmalainducíanamirartodocomocosapropia,almenoscomocosacreadaparaella,ydecía:«Conesaspielesme abrigaré yo enmi coche; enmi casa no habrá otrosmuebles que esos;pisaréesasalfombras;lasamasdecríademisniñosllevaránesoscorales;miesposo..., porque he de tener esposo..., usará esas petacas, bastones,escribanías,fosforeras,alfileresdecorbata;ycuandoalgunoestéenfermoencasa, se tomará esasmedicinas tan buenas, guardadas en tan lindas cajas ybotecillos».

Pormirarlo todo, deteníase también a contemplar las encías con que losdentistasanunciansuarte,lascaricaturaspolíticasdelosperiódicos,colgadosenlasvidrierasdeloscafés,loslibros,loscromos,lospalillosdedientes,lasavesdisecadas,laspelucasypostizos,lascondecoraciones,lasfotografías,losdulcesyhastaloscomerciosambulantesenquetodoesareal.

Necesitaba comprar algo, poca cosa... Pero con el tiempo..., cuando ellasaliera de su destierro social, ¡qué gusto ir de tienda en tienda,mirar todo,escoger,estotomo,estodejo,pagar,mandarllevaracasaelobjetocomprado,volver al día siguiente...! Entró en una tienda de paraguas a comprar unasombrilla.¡Lepareciótanbarata!...Todoerabarato.Despuéscompróguantes.¿Cómo iba a salir sin guantes, cuando todo elmundo los llevaba? Sólo lospordioseros privaban a sus manos del honor de la cabritilla. Isidora hizopropósitodeusarlosconstantemente,conlocual,yconlaabstinenciadetodotrabajoduro,seleafinaríanlasmanoshastarivalizarconlamismaseda.

Despuésdeadquirirunabaniconopudoresistiralatentacióndecomprarun imperdible. ¡Cayó en la cuenta de que le hacía tanta falta!... Incapaz decalcular las mermas de su nada abundante peculio, vio en los DiamantesAmericanosciertospendientesque,unavezpuestos,habríandeparecercomonacidos en sus propias orejas. Comprolos, y no tardó en enamorarse de unportamonedas. ¿Cómo podía pasarse sin aquella útil prenda, tan necesariacuandose tienealgúndinero?Nohabíacosapeor, segúnella,que llevar lasmonedassueltasenelbolsillo,expuestasaperderse,aconfundirseyacaerenlas largasuñasde los rateros.Puestoel tesoroenel flamanteportamonedas,siguióviendocosas,yacadainstanteemigrabandeéllaspesetasylosduros,yaparatomaralgodeperfumería,yaparahorquillas,¡dequeteníatantafalta!,bienparaunapeinamodesta,bienparapapeldecartas,consuelegantetimbredeiniciales.Verdaderamentenosepodíapasarsinpapeldecartas,¡nidequéservíaunpapelquenotuvieratimbre!...

«Aún me queda bastante—dijo al regresar a su casa—para poner aMarianoenuncolegioycomprarlealgoderopa...».

Hacíacuentasmentalmente;perolascifrassustraídaserantanrebeldesasuespíritu,queniseacordababiendeellas,niacordándosesabíadarlessujusto

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valor.Comotodoslosgastadores(cuyaorganizaciónmentalparalaaritméticales hace formar un grupo aparte en la especie humana), veía siempreengrosadas lascifrasdel activo,yatrozmente flacase insignificantes lasdelpasivo.Estegrupodelosderrochadoresarrastraríaalahumanidadagrandescatástrofes,sinolocontrapesaraelgrupodelosavaros,creadosporlasleyesdelequilibrio.

Isidorasehabíadejadolacalderillasueltaenelbolsillo,comocosaindignadeocuparundepartamentoenlosplieguesderasodelportamonedas,yporlacalle iba dando limosna a todos los pobres que encontraba, que no eranciertamente pocos. Eso sí: corazón más blando ni que más fácilmente seenterneciera con ajenas lástimas y desdichas no existió jamás. En su manohabíaquizásunviciofisiológico,ydecimosvicio,porquesiestanoblepartede nuestro cuerpo parece hecha para el acto de la aprehensión, o por laaprehensiónformada(queenestohaygravesdiferenciasentrelosdoctores),lasuyaparecíahechaparaelactocontrario,ynohabríatenidorazóndeser,sieldarnoexistiera.

Entróensucasatarde,cargadadecompras,porqueañadióalasindicadasarriba dos cucuruchos con orejones y galletas para obsequiar a D. JoséRelimpio.Contantopaqueteentrelasmanosseleajaronlasrosas.Púsolasenunvasoconaguafresca,almorzó,yescribiódoscartas,gastandoenellas,porsu torpeza en la caligrafía, ocho plieguecillos del timbrado papel, y habríagastadomás si no ledieran a la sazón lanoticiadel crimende suhermano.Dejolotodoysalióagitada,paraenterarseenelJuzgado,visitaraMarianoenlacárcelyverelpartidoquedebíatomar.Entoncescayóenlacuentadequenecesitaría gastar algún dinero, y segura de tener bastante, registró loshuequecillos rojos del portamonedas, contó, revisó, pasó las piezas de unaparte a otra; pero pormás vueltas que daba y trasiegos que hacía, resultabasiemprequeapenasteníadosdocenasdepesetas.¿Endóndeestabalodemás?¿Lahabíanrobado?

Por un momento creyose Isidora víctima de los infinitos timadores quehormiguean enMadrid; pero repasando las compras y estableciendo por lafuerza incontrastablede laAritmética,queavecesse imponeasusmayoresenemigos, larealidadde lascifras,hizo liquidaciónnetade todoydeclaroseraterodesímisma.Susiemprevivaimaginaciónveíalasmonedasquehabíatenido,lamediaonza,lapiezadeacuatro,lostresdurosalgoanticuadosyporlomismomásvaliosos.¿Endóndeestaban?Pocoapocofuerecordandoquelaprimerahabía caídoen tal tienda, la segundamásallá,yqueaocupar sulugar venían pesetas gastadas y algún duro flamante que parecía de lata.Cuandoelmanirrotosueltalasmonedas,lequedaenelalma,alamaneradeundejonumismático,ciertacreenciadequeno lashasoltado,yconserva laideaoimagendeellas,ynoseconvencedesuerrorhastaquelanecesidadle

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impeleatrazarunacuenta.Entoncesvienenlosceñudosnúmeroscargadosdelógicayponenlascosasensulugar.

Nada sacó en limpio Isidora de las diligencias de aquella tarde, sino unnuevo gasto en coches y tranvías.AcompañábalaD. JoséRelimpio, el cualmostró talesdeseosde fumar, que Isidora, sensible a estanecesidad comoatodas, le obsequió con un paquete de puros de a medio real. Cuandoregresaron,elladesalentadaypesarosa,éltiesoyhumeante,D.ªLaurarecibióasudignoesposoconendemoniadogesto,yledijo:

«Quita allá; vicioso... Ya tenemos la chimenea encendida. ¡Contentametienes!Tú, conmirarte al espejoychupar elmalditocoracero, creesquenohacefaltanadamás.Mejortrabajaras...».

CapítuloVIII

DonJoséysufamilia

—I—

A lamano se viene ahora, reclamando su puesto, una de las principalesfigurasdeestahistoriadeverdadyanálisis.Reconocedalpuntoeloriginaldelretrato exacto y breve trazado con tanta destreza por Isidora. El bigotito decabello de ángel, de un dorado claro y húmedo; los ojos como dos uvas,blandos y amorosos; la cara arrebolada, fresca y risueña, con dos pómulosteñidosdecolorrosa,marchita;elmirarcomplaciente,laactitudcomplaciente,y todo él labrado en la pastamismade la complacencia (barro humano, delcualnohaceyamuchousoelCreador),formabanaquelconjuntodeinutilidady dulzura, aquel ramillete de confitería, que llevaba entre los hombres elletrero de José de Relimpio y Sastre, natural de Muchamiel, provincia deAlicante.Rematemosesteretratocondosbrochazos.Eraelhombremejordelmundo.Eraunhombrequenoservíaparanada.

Teníasesentaaños.Procedíadehonradaydecentísimafamilia.Habíasidomilitarensusmocedades;pero,pornoservirparalamilicia,vioseforzadoadejar la pesadez y estruendo de las armas.Había sido empleado enRentas,perocumplíatanmalysetomabatanlargasvacaciones,queledespidierondelaoficina.Fuecontadordeunteatro,ysearruinólaempresa.Fueasociadodeuncontratistadefielatos,yporrazóndesumalditaamabilidad,lapartemayorde las vituallas entraban sin pagar. Fue marido de D.ª Laura, y gastó elreducidopatrimoniodeestaenvariassuertesdeamabilidades.

Doña Laura, mujer de áspera naturaleza, agriada por la vejez y por elcansancio de aquella vida de tentativas penosas y sin fruto, le decía con

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dramáticoacento:

«Hombreinútil,hombre—muñeco.EldíaenquemecasécontigodebióelSeñorhabermellevadodeestemundo.¿Paraquésirvestú,comonoseaparacomer?

—Soytenedordelibros»—respondíaD.José,satisfechodeunarazónque,asujuicio,excusabatodaslasdemásrazones;yconsiderabaparasícuánlejosestáde lamentedelvulgoaquelpreciosoarteocienciaenqueeramaestro.Bien por su larga permanencia en oficinas, bien porque se dedicóresueltamenteaello,lociertoeraqueD.JoséconocíalaPartidaDoblecomoconoció Newton las Matemáticas y Colón la Náutica. Hay afinidadesverdaderamente extrañas entre el espíritu humano y los distintosmodos delsaber,yaquelqueporsuorganizaciónparecenoprendarsedelascosasidealesy halagüeñas, encuentra en las arideces de la Contabilidad los mayoresencantos.Habiendodominadoestaciencia,emprendióelescribiruntratadodeellaensusratosdeocio,queeranlosmásdelaño,ysinolodejaraalamitad,habría sido unmonumento de la humana sapiencia. Sobre cada parte de laTeneduríateníaescritossubstanciosostratados,yeradeverconquéinspiradasagacidadexplicaba laBancaencomisión, lasCuentasdeResaca, laGruesaventuraacobrar,lasFianzasyAvales,losDepósitosyMercaderías.Suspendióel trabajo al llegar a ocuparse del precioso tema deMi cuenta, Su cuenta yCuentacomún,yeslástimaqueentaninteresantepuntolosuspendiese.

LoextrañoeraquesiendoD.JoséposeedordelosmásescondidossecretosdelaContabilidad,notuvieranadaquecontar.Elmovimientodesusfondosyelmanejodelacasanomerecíanqueseempleaseenellosunagotadetinta;peroD. José, que tratándose de hacer números iba siempremás allá de lasnecesidades,teníaensucuartoellibroMayor,elDiario,elDiarioprovisional,elMayordemercancías,eldeCaja,eldeCuentascorrientes,eldeEfectosacobrar,eldeFacturas,yotrosvoluminososmamotretos,encuyashojasponíamásnúmerosquearenastieneelmar,sinquelafamiliasupiesequésustanciasacabadeello.

PeroloquemásaD.ªLauraenfurecíaeraque,conserviejoycascado,semirase tanto al espejo. En efecto; además de que en su cuarto, a solas, sepasabalashorasmuertasmirándose,noentrabaenpiezaalgunadondehubieseun espejillo sin que, ya con disimulo, ya sin él, se echase una visual paraexaminar su empaque, y atusarse después el bigote, o poner mano en loscontados cabellos que venían flébiles y pegajosos, desde la nuca, a tapar elgranclarodelacoronilla.

«Esoes,míratebien—ledecíaD.ªLaura—,paraquenoteolvidesdeesacarapreciosa.¡Lástimaquenovenganlospintoresasacartufiguradegorriónmojado!».

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Don José se reía con esto. ¡Era tan bueno!... Si la miel es condición ysubstanciaprecisaenlanaturalezadelhombre,aquelera,másquehombre,unmerengueandando.Riendodecíaasucaraconsorte:

«No todos tenemos la suerte de conservarnos como tú, que estás tanhermosayfrescachonacomocuandoteconocí.

—Calla,Sardanápalo.

—Laverdadpordelante.Todavía, todavía...Vamos,quealguiendaríaunresbalón.

—Quita, quita—clamaba la señora con expresión de asco—. ¿Me tomasporesas...?».

Don José había sido un galanteador de primera. No lo podía remediar:estabaensunaturaleza,ensudoblecondicióndetenedordelibrosydegalánjoven, y así, ya casado y viejo, no veíamujer bonita en la calle sin que lasiguierayaunsepropasaseadecirlealgunapalabreja.Entresusamigos,solíallevar la conversación desde los temas trillados a los motivos de amor yaventuras; y todo se volvía almíbar, hablando de pies pequeños, de talpantorrillahermosa,vistaalsubirdeuncoche,deunamirada,deungesto.Lasaventuras no pasaban generalmente de aquí y eran pura charla, porque sutimidezleponíagrillosparapasaracosasmayores.

Peroaunenaquellosdíasdevejezydecadencia,cuandosalíaa tomarelsol, embozado en su raída capita, iba a los lugares más concurridos demuchachas guapas. Si topaba con alguna que fuese sola, se aventuraba aseguirla con su paso vacilante, sinmalicia, sólo por rutina del oficio, comosolíadecir;ysiemprequeensitioyocasióndeapreturas,comoparadamilitaryprocesióndeCorpus,sehallabaencontactoinmediatoconalgunabeldad,elalmase lesalíaa los labios, todaacarameladay jaleosa,paradecir:«¡Cómomegusta usted, señora!... ¡Vaya una realmoza!...Dichoso elmortal que talposee».

Este libertino platónico era tío de Isidora en tercer grado, por ser primosegundodeTomásRufete;y además lahabía sacadodepila.Lahabíavistonacerycrecer,ydesdeaquellostiemposhabíaprofetizado,conlaseguridaddeun conocedor profundo en teneduría de destinos humanos, que la niña seríauna hermosa mujer, quizás elegante y famosa dama. ¡Cuánto se alegró devolveraverlayacrecida,ycuántocompadeciósusdesgracias,yconquépurointerésseofrecióaellaparaservirlaentodoloquehubiesemenester!

LafamiliaRelimpiovivíapobremente,porqueD.José,consertanmaestroen números, no había sacado de ellos ninguna sustancia. Doña LauraconservabaunacasayunaviñaenDolores,queledabanmilrealesalaño.Lasniñastrabajabanparalascamiserías.Teníanmáquina,ycosiendonocheydía,

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velando mucho y quedándose sin vista, allegaban de cinco a siete realesdiarios.Melchor,elvarón,nohabíallevadohastaentoncesunsolocéntimoala casa, como no fuera el caudal inmenso de ilusiones y proyectos; pero lafamiliafundabaenélgrandesesperanzas.Melchor,reciénsalidodelvientredelamadreUniversidad,tandesnudodesabercomovestidodepresunción,habíade ser pronto un personaje, una notabilidad. ¿No lo eran otros?Este era unpunto inconcuso, el axiomade la familia, puesnohay familia queno tengaalgúnaxioma.

Parapagarcondesahogolacasa,lafamiliateníaquecederungabineteacaballero decente, sacerdote, o señora viuda sin hijos. Durante tres añosproporcionáronle este alivio distintos sujetos. Vacó dos meses el gabinete,hastaquevinoIsidora,yconellaloscuatrorealesdiarios,yamáslosochodela comida. Sin este refuerzo la hacienda de Relimpio se habría resentidobastante.

Pero las cosas vienen según Dios quiere, y no según nuestro gusto yconveniencia,yDiosquisoqueaIsidoraseleacabaseeldinero,paralocualleinspiróaqueldesordenadoapetitodecompras,antesmencionado.Élsesabríalos motivos de esto. Doña Laura, que gustaba de meterse a descifrar losdesigniosdelOrdenadordetodaslascosas,decíaqueestelehabíamandadoaIsidora,comounaplagadeEgipto,paraprobarsupaciencia.

En suma, la de Rufete se quedó sin un cuarto, y su tío el Canónigomostrabalamayorpachorradelmundoparaenviarlefondos.¡Ay!,esagentede provincias cree que una onza es unmillón. ¡Unmes llevaba la pobre degrandesapuros,haciendodiligenciasinútilesenprodesuhermano,queenlacárcel seguía, y privada de todo, viendo tantas cosas bonitas sin podercomprarlas!Cumplidoelvencimientodelhospedaje,nosólonopudopagareldinerodelgabineteni losochorealesdelacomida,sinoque,porañadidura,tuvoquepedirprestadaciertacantidadaD.ªLaura.Dióselaestaconelgestomenosgraciosoquesepuedeimaginar;perolaesperanzadeunnuevoenvíodelCanónigo,atodosconsolaba.Remolóneraelbuenseñor,ytranscurrióotromessinqueentraseporlaspuertaslaansiadalibranza.ÁsperayrecelosaD.ªLaura, invitó a Isidora a trabajar con espaciosos argumentos. ¿No teníamanos?¿Nosabíacoser?¿Notrabajabancomonegrasaquellasdosseñoritasdecentes,EmiliayLeonor?

Isidora era hábil en la costura y en prepararla, pero no sabíamanejar lamáquina. En esto era consumada maestra Emilia, la más inteligente ytrabajadora de las dos hermanas.Había llegado a amar lamáquina como sequiereaunanimalquerido;conocíalossecretosdesumaravillosoartificio,yhabía hecho de este un esclavo sumiso. Semanalmente la engrasaba concariño,larecorríaconinterésfraternal,paraversialgunaparteomiembrodeellanecesitabareparación,ytodoslosdíascosíaenellaconprestezaincreíble.

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Cuandollegabalahoradelreposolacubríaylaabrigababienparaquenolecayesepolvo.Entre lasdoscostureras,unadehierroyotradecarne,hacíanlospespuntesmáspreciosos,largosomenudos,segúnfueramenester.Ademásde esto, Emilia, a quien inspiraba sin duda el espíritu venturoso de ElíasHowe,dominabalosmecanismosauxiliaresparahacerdobladillos,enjaretar,marcarycoserbastillas.

Don José conocía regularmente la máquina (que era la Canadiense deRaymond)ysabíaprepararla;peroaunquesushijasysumujerleapremiabana todas horas para que cosiese y las ayudase, él no se daba a partido, bienporqueleparecíaimpropiodevarónaqueltrabajo,bienporquecreyera(yestoeslomásprobable)queunacuentabienllevadaaprovechabaalafamiliamásquetodaslascosturasdelmundo.Aélquenolesacarandeapuntarnúmeros,de leer La Correspondencia, hacer cigarrillos y charlar. Todo lo demás eraocupacióndenigrante.Unanochedeverano,sinembargo,enqueestabatodalafamiliareunidaenelcomedor,comodecostumbre,D.Joséempezóamoverlamáquina.

«Papá—ledijoEmilia—,yaquenonos ayudausted, almenos enseñe acoseraIsidora».

DonJoséqueríatantoasuahijadaygustabatantodeversepróximoaella,queaceptógozoso.Lasprimerasexplicacionestuvieronpocoéxito.Isidoranopodía comprender aquel endiablado mete y saca de hilo superior, que portantos agujerillos tiene que pasar hasta que lo coge en su horadado pico laaguja,yempieza,debajodelaplaca,larápidaesgrimaconelhilointerior.Seatacan con encarnizamiento, se cruzan, se enlazan, se anudan y se retirantiesos, para volver a embestirse después que pasa una vigésima parte desegundo.

¡LástimaqueIsidoranotuvierasuespírituaquellanocheendisposicióndeatender a las sabias enseñanzas de su padrino! Estaba aburridísima. Habíanpasadotresmesessinquesusituaciónvariarasensiblemente.ElCanónigolahabíamandadofondos;maserantanescasosque,cubiertasalgunasatencionesperentorias,volvieronlasescasecesyapuros.Marianocontinuabaenlacárcel,y la causa seguía adelante. El interés que el público y la prensa habíanmostrado por aquel grave suceso, quitaba toda esperanza de arreglarlosatisfactoriamente. A estos motivos de pena añadía la de Rufete el ningúnadelantoqueentantosdíashabíatenidoelprincipalymásinteresantenegociode suvida, conmásotrascuitas, sobre las cuales,por tenerlasella comoendelicadosecreto,nonosatrevemosaaventurarpalabraalguna.Tandistraídaestaba,detalmodoseleescapabaelpensamientoparaentregarseasuviciosamañadereproducirescenasyhechospasados,presentesyfuturos,elhablayfiguradedistintaspersonas,quenoatendíaalalecciónmásqueconlosojosycon un mutismo respetuoso que Relimpio tomaba por la mejor forma de

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atenciónposible.

Empezaba el verano. El comedor, expuesto al Poniente, estaba caldeadocomounhorno.EmiliayLeonorhilvanabanjuntoalamesa,yadespojadademanteles,aratossilenciosas,aratoscharlandoporlobajosobrecosasquelashacían reír. Doña Laura había abierto la ventana que daba a un denegridopatio, por donde subía el vaho infecto de una cuadra de caballos de lujoinstalada en el fondo de él; y acomodándose en un sólido sillón que, comoseñora gruesa, tenía para su exclusivo uso, se quedó dormida. En lamismamesay en el ladoopuesto al ocupadopor las doshermanas, teníaRelimpiomáquina y discípula, y sobre aquel círculo amoroso de confianza y trabajoderramabaunacolgadalámparasumedialuz,tanpobreytriste,quelosquedeellaseservíannocesabanderecriminarla,achacandosufaltadeclaridadalaescasezdepetróleo,a la faltademecha,obiena lomalque lapreparara lamoza.Todoeradarlealallaveparasubirlamecha,conlocualseahumabaeltubo,oparabajarla,conloquesequedabantodosdeunmismocolor.Perosinacobardarseporlapestilenciadelpetróleoniporlapenumbradesuavaraluz,seguíantrabajandoaquellaspobreschicas,sometidasalaleydelanecesidad,queobligaacomprarelpandehoyconlosojosdemañana.

«Ahora voy a enseñarte a llenar una canilla—decíaD. José—. ¿Ves estecarretillo de acero que saco de la lanzadera? Pues hay que llenarlo de hilo,paralocualseponeaquí,yconelmismovolantedelamáquinaselehacedarvueltasy...».

Isidora fijaba los ojos en la operación; pero ¡cuán lejos andaba supensamiento!

«¡Qué tristevida!—decíapara sí—.LadeshonraquehaechadoMarianosobremímeimpidereclamarporahoranuestrosderechos...ParecequeDiosmedesampara...Unapersonamedemostróinterés.¿Porquénovieneavermeya?¿Quéhapasado?¿Quépiensademí?...».

«Ahora, ya que tenemos la canilla bien repleta de hilo lametemos en lalanzadera.Ajajá.Fíjatebienenlamañaconquehayqueponerla.Pif,yaestá.Ahoraviene lomásdelicado.Deestodependeel coserbieno el cosermal.Atiende,hija;ponaquítuscincosentidos.Hayquepasarlapuntadelhiloporestosagujeritos,¿ves?

—Será preciso que yo le escriba. ¿Nome recomendómi tío a él y a supadre?...Puesleescribiré.Asínopuedovivir.¡Quétristeeselveranoenestatierra! Toda la gente elegante se va, y yo me quedo sola, sin amigos, sinamparo...

—Cojolapuntadelhilo,sacándolaporlaizquierdadelacanilla,lametoconmuchocuidadoporelprimeragujero,pif,yaestá.Mira...Ahoramiseñor

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hilotienequemeterseporelsegundoagujero,pif.Muybien,ydespuésallávaporel tercero.Enseguida...,quenose teolvideestaparticularidad...,elhilopasapordebajodelauncella,yyaestá.Ahorapongomicanillitaensupuesto,enganchóelhilodeabajoconeldearriba,paralocualhastadarunavuelta,y...adelanteconlosfaroles.Niñas,tela.

—Hace cerca de veinte días que no viene a verme. ¿Se habrá ido averanearsindespedirsedemí?...¿Creeráquesoyunaimpostora?...Estaideamemata.

—Ahora,bajomipisatela,acortoelpunto,dándoleunavueltaaltornillo...,atiendebien...,ydespuésdeaflojarunpocoelhilosuperior,empiezo.Anda,maquinita,queacasavas...

—¡Quéideameocurre!Iréasucasa...No,esonodebeser...Leescribirécon cualquier pretexto... Quizás no sea preciso... El corazón me dice quevendrámañana...¡Oh!Diosdemivida,siviniera...».

—II—

Doña Laura dio varias cabezadas, y entre dormida y despierta, exclamóconira:«Siempremirándotealespejo».

«Mujer—dijo,riendoD.Josésindejarsuobra—.Sinomemiroalespejo,siestoycosiendo...».

Lasniñas sonreían.AlgoazaradaD.ªLauradespertabadel todo,ydecía:«No,noestabadormida.Yoséloquemedigo».

HabíaenelcomedorunrelojdeparedqueeraelMatusaléndelosrelojes.Sumecanismo tenía, al andar, son parecido a choque de huesos o baile deesqueletos.Supéndulodescubiertoparecíanotenerotramisiónqueahuyentarlas moscas, que acudían a posarse en las pesas. Su muestra amarilla sedecorabaconpintadaguirnaldadeperasymanzanas.Derepente,cuandomásdescuidadaestabalafamilia,dejóoírunrumoramenazante.Allídentroibaapasaralgotremendo.Perotantafanfarroneríadeásperasruedasseredujoadarlahora.Sonarononcegolpesdecencerro.

DoñaLaura se levantó y las niñas dejaron la costura. La criada tomó eldinero de la compra. Isidora desapareció, mientras Emilia guardaba lamáquina.DonJoséteníalacostumbredeacostarseunahoramástardequesuseñorayniñas,yesahoralaempleabaenleerLaCorrespondencia,deleitesinelcualnopodíapasar,ydespuésdehacercigarrillosdepapel,valiéndosedeun aparato conocido, cilindro de madera lleno de agujeritos, donde seintroduceelpapelliado,ysecarganyatascandespuésdepicadura.Echosealcuerpo el periódico, leyendo con extremada atención las conferencias dehombres políticos, y repasando al fin los muertos y los anuncios. Luego,

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mientrasatarugabalamáquinadepitillos,meditabasobrelossucesosdeldíaysobre política general. No carecía de convicciones arraigadas enmateria degobernación del reino. Declarábase enemigo de todos los partidos; sosteníaquelosespañolesdebíanunirseparabiendelapatria,yentoncesseacabaríanlas trapisondas y las revoluciones. Sentía por las glorias de su patria unentusiasmo ardiente. Tres cosas le indignaban: 1.ª Que los ingleses no nosdevolvieran Gibraltar. 2.ª Que los ministros tuvieran treinta mil reales decesantía.3.ªQuenosehubieralevantadounmonumentoaMéndezNúñez.Enaquellostiempos,elrepertoriodesusideassehabíaenriquecidoconuna,muyfirme,quenocesabademanifestarentodaslasocasiones.«Nada,nada—decía—;esteD.Amadeoesunapersonadecente».

Cuandoelrelojdiolasdoce,retiroseD.José,dejandoLaCorrespondenciasobre lamesa,paraque la leyeraMelchor,queentrabasiemprealrededordelas dos.Mucho sorprendió aRelimpio, cuando se acercó al lecho conyugal,verasucaramitadtodavíadespierta.

«¿Estásenvela,chica?—ledijoquitándosesugorrete—.Acabodeleerelperiódico... ¡Quécosaspasan! ¡Cómomareanaesepobre señor!Yosigoenmistrece;sostengoqueD.Amadeoesunapersonadecente.

—Déjameenpaz.¡Contentametienes!Estoydesveladapensandoenesa...Valientemocosasenoshaposadoencima.

—Quia,quia,mujer.Esunahuérfana...

—¿Esmicasahospicio?Nosvaaarruinaresa...Diosmeperdoneelmaljuicio;perocreoqueacabarámaltudichosaahijadita.Nolegustatrabajar,nohacemásqueemperifollarse,escribircartas,pasearylavarse.Esosí;másaguagastaellaenundíaquetodalafamiliaentresmeses.

—Quia, quia. Déjala que se lave. Pues también trabaja. Esta noche hatomadocontantaatenciónyempeñolaleccióndecostura,quedentrodepococoseráenmáquinamejorqueyo.

—Eresbobo,Relimpio.Esachica tendrámal fin. ¡Yquéhumos,benditoDios, qué pretensiones! ¡Y qué morros nos pone a veces, después que laestamosmanteniendo!Hayqueecharlememorialesalgunosdíasparapoderlehablar.

—Esunahuérfana.¿CreestúqueelCanónigoladesamparará?No,yonolocreo.

—FíatedelCanónigoynocorras.Lomásgracioso...,nosécómomerío,esqueellaestáechandochispasderabiaporquenopuedegastarenbicocas...Vamos,quesiesta tuvieradinero,gastaríaunlujoasiático,y tendría lacayoscoloradoscomoeseRey...

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—Elcual,laverdadpordelante,eslapersonamásdecente...

—¡Ay, Isidorita, Isidorita!,meparecequeustedesunabuenapieza,y eldíamenospensadolavoyaplantaraustedenlacalle.

—¡Laura!—exclamótímidamenteD.José,yaacostado.

—Quita, quita. Fuera moscones. No nos faltara quien ayude a pagar elalquiler.Noquierolíosenmicasa.

—¿Líos...?¡Quia!

—Líos, sí; ¿pues qué quieren decir las visitas delmarqués de Saldeoro?¿Sabesquiénesesedanzante?

—Unapersonadecentísima,uncaballero,unjoven...—murmuróRelimpioaletargándose.

—Sea lo que quiera, esas visitas me apestan. No es mi casa para estascosas,señoritadoñaIsidora.Tú,Relimpio,comoerestanalmadeDios,notefijas;yosí.Esemarquesito,oloquesea,vinoaquíundíayestuvodevisitaconellauncuartodehora.Volvióa la semana siguiente,y la encerrona fuemáslarga,¿teenteras?Despuéssiguióviniendocadatresocuatrodías.¡Oh,cómoseleconoceenlacaraaesaberganta,cuandoleespera,cuandotarda,cuando no ha de venir!Tú eres un simple y no ves nada.Yome he puestodetrás de la puerta a escucharles, y les he sentido charlar muy animados,sumamenteanimados;peronohepodidoentenderlesunasolapalabra.Lesheoídoreír, sí, reírmucho,pero¿dequé...?Aquíhayalgo,Relimpio;aquíhayalgo».

Don José, queya estaba, si no enteramentedormido, apuntode llegar aestarlo,murmuróclaramenteestasdulcespalabras,quesalierondesuslabiosenvueltasenunasonrisa:

«¡Yquéguapaes...!

—Quitaallá,quita,esperpento.¡Contentametienes!...

—Nada,mujer;decíaqueD.Amadeoesunapersona...

—¡Quita,quita...!

—¡Quia,quia...!».

—III—

Las relaciones de Isidora con las hijas de su padrino, si cordiales alprincipio de la vida común, fueron enfriándose poco a poco. Isidora nodisimulababiensuideadelainferioridaddeEmiliayLeonor,yaenposiciónsocial,yaenhermosura,buengustoymanerasdepresentarse.Secreíatanporencimadesusprimasenesto,quecuandosetratabadeprendasdevestir,dela

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eleccióndeuncolor,floresoadornocualquiera,ladeRufetemanifestabaalasdeRelimpio un desdén compasivo. «Estas pobres cursis—decía para sí—dedespepitanporimitarme,ynopuedenconseguirlo».

Algo de verdad había en esto. Isidora tenía una maestría singular y noaprendida para arreglarse. Con ella nació, como nace con el poeta lainspiración, aquella facultad de sus ojos para ver siempre lo más bello,sorprender loarmoniosoyelegirsiempredeunmodomagistral,asícomoladestrezadesusmanosparacolocarsobresímismacualquieradorno.Poseíalararísima afición a la sencillez, que comúnmente no se halla en las zonasmediasdelasociedad,sinoqueesdonespecialdelacivilizaciónprimitivaode la muy refinada cultura. Las niñas de don José, reconociendo estasuperioridad,seaconsejabandeella,consultándolesobretodoslosarreglosdetraposquehacían.Supobrezalesvedabaciertamenteellujo;perocomoesleyque todas lasclasesde la sociedad, a excepciónde la jornalera,vistande lamismamanera,ycomohayunverdaderodelirioenlospequeñosporimitarelmodo de presentarse de los grandes (de donde resulta que la hija de unempleadodedocemilrealesapenassedistingue,enlacalle,delahijadeunprócer), las de Relimpio se emperifollaban tan bien con recortes, desechos,pingosycosasviejasrejuvenecidas,quemásdeunavezdieronchascoa lospocoversadosenfisonomíasytiposmatritenses.

Eranambasagradables,yEmiliabastantebonita,deesetipofino,delicadoy esbelto que tanto enMadrid abunda. Largos meses vivieron con un solovestidobuenoparalasdos,unpardebotinascomunesyunapellizablancadeinvierno,deloqueresultaquecadadíaletocabaaunasolaniñasalirapaseoconD.ªLaura.Masa fuerzade trabajar,dedesvelosydecasi inverosímileseconomías, lograron vestirse y calzarse ambas de la misma manera, y auntener sendos sombrerosdemoda, arregladospor ellas, bajo la inspeccióndeIsidora,condespojosyreliquiasdeotrossombrerosqueconseguíandebaldeen una tienda para la cual trabajaban. ¿Quémujer no tiene sombrero en losañosquecorren?Sólo laspordioserasquepiden limosnasevenprivadasdeaquelatavío;perodíallegará,alpasoquevamos,enquetambiénlousen.Lahumanidad marcha, con los progresos de la industria y la baratura de lasconfecciones,asertodaellaeleganteotodacursi.

Con ser tiposperfectosde lamiseriadisimulada, lasniñasdeD. José sehabríanhorrorizadodequese lespropusieracasarseconunhábilmecánico,conunricotenderooconunpropietariodealdea.DoñaLauramisma,hechaya al vivir miserable, barnizado y compuesto para que no lo pareciese, nopensabaenalianzasdenigrantes.SusilusioneseranqueEmiliasecasaseconunmédico,deestoschicoslistosquesalenahora,porcuyarazónnoveíaconmalos ojos las visitas de Miquis. En cuanto a Leonor, a quien su madresuponíadotadadeun talentonocomún, levendríabienunoficialdeEstado

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Mayor,deIngenieros,ocosaasí.

En el paraíso delTeatroReal, adonde iban un par de veces por semana,teníanestasdosniñasfinassucírculodemozuelosgalanteadoresyestudiantesyempleadosdeesascategoríasínfimasquerayanenlomicroscópico.Ellassedabanunaimportanciacolosal,aparentando,particularmenteLeonor,loqueniensueñospodían tener;ycomoeranagradablesdecaraysueltasde lengua,muchos inocentes caían en el lazo, y las miraban como lo granadito de lasociedad.Laconfusióndeclasesenlamonedafalsadelaigualdad.

Hablemos ahora de Melchor, honra y gala de la familia, orgullo de sumadre, y esperanza de todos, pues primero se dudara allí de los CuatroEvangelios que de la próxima ascensión del jovenRelimpio a una posicióncoruscante. ¿Cómo no, siMelchor era, segúnD.ª Laura, lomás selecto delorbe en hermosura, talento y sociabilidad?Y verdaderamente, si la figura ybuentalleeslaescalerapordondeloshumanoshandesubiralagloriaoalariqueza,Melchordebíaempinarsemásqueningúnotroporqueteníalamejorfachada personal que pudiera desear un hombre. Era el primer fruto delmatrimonio de D. José con D.ª Laura, y aún decíanmalas lenguas que eratresmesino, cosa que no nos importa averiguar. Su edad no pasaba deveintiséis años. Tenía la barba negra, los ojos ídem, el pelo ídem, elentendimientoídem;massufiliacióneradifícilenlotocantealaprimeradeestasseñaspersonales,puesmuyamenudovariabalaornamentacióncapilardesucara;demodoquesiestemesseleveíaconbarbacorrida,elqueentrallevabapatillas;alañosiguienteaparecíaconbigotesolo;despuésconbigotey perilla, como si quisiera inscribir en su cara, con la navaja de afeitar, lacaprichosainconstanciadesuspensamientos.

Con ser primogénito y hombre, era elBenjamíny el niñomimadode lacasa. Todos los sacrificios parecían pocos, y se le había acostumbrado a lahumillacióndesuspadresantelamajestaddesusantojos.MirábanleD.JoséyD.ªLauracomounsersuperior,sagrado,queporcasualidadopormisteriosointentodelaProvidencia,habíanacidodelvientredeaquellamujerhumilde.Enlascuestionesconsushermanas,siempreteníarazónMelchor,ylasniñaspodíancarecerdelomásprecisoparaqueMelchordisfrutaradelosuperfluo.DoñaLauracomíamalonocomíaparaquesuhijofumasebien.AD.JoséselenegabaelvinoenlamesaparaqueMelchorpudiesetomarcaféynohacerunmalpapel entre sus amigos.En las casaspobres suelenvestirse loshijosconlaropadesechadadelospadres.Allí,porelcontrario,lehacíanaD.Joséchaquetas de los gabanes viejos de Melchor, y todas las corbatas de éstepasaban,despuésdeusadas,adecorarelcuellopaterno.

ElbolsillodeD. José estaba siempremás limpioquepatena, porque erahombretanderrochadorque,siallegabaalgúncuarto,cometíalavilaccióndecomprarcastañasysentarseacomérselasenunbancodelRetiro.Peroenel

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chaleco de Melchor siempre sonaba algo, aunque fuera media docena depesetas, reunidas por D.ª Laura, Dios sabe cómo, con mil apuros, con elenfermizovelardelasniñasyelahorrollevadoalímitesincreíbles.

Melchorhabía seguido la carreradeDerecho.Unchico tan sin segundo,tan extraordinariamente dotado por Dios en talento y finura, no podíadegradarseenoficiosmecánicosybajosmenesteres.Darlecarrerapocolucidahabría sido contrariar sus altos destinos.Tenía doñaLaura unhermano, queerayesafamadoortopédicodeMadrid,hombrequehalabradounafortunaensu taller.Este laborioso industrial, luegoqueMelchor,dequienerapadrino,llegó a los quince, quiso llevarle consigo y enseñarle aquel honrado oficio;pero tanto D.ª Laura como D. José consideraron esto como un insulto.¡Melchorortopedista,arregladordejorobas,correctordehernias,fabricantedemuletas y aparatos tan feos!... Vamos, vamos, esto era monstruoso. DoñaLauraoyólasproposicionesdesuhermano,noyaconindignación,sinoconasco. El joven mismo, cuando ya despuntaba en la Universidad y tenía subarnizliterario,reíasedesutíoelortopédico.Sólolaideadeiratrabajarconélenaquellaodiosatiendalesublevaba.¿Cómopodíanentenderseélysutío,éltansabio,tanlisto,llamadoasublimesdestinos,ysutíounhombretoscoyrudo que sólo sabía hacer suspensorios y cazar, un bárbaro que llamabacláusulasalascápsulas,yquecuandosepusoelprimertranvíahablabadelatripulacióndeloscoches,envezdedecirtrepidación?

SalióMelchor de laUniversidad hecho, como decíaMiquis, un pozo deignorancia.Entretodaslascienciasestudiadas,ningunateníaquequejarseporsermenosfavorecida;esdecir,quedeningunasabíaunapalabra.

Setratóentoncesdelanzarle.Eraunbonitobajel,reciénhechoypintado,alcualnofaltabayamásquehacerleflotarenelmarsinfindelasambiciones.EldiputadoporMonóvar le consiguióundestino en laDireccióndeRentasEstancadas,asuntodelcualMelchorentendíatantocomodecantarlaepístola.Vamos,vamos,queentrabaconpiederecho.Desgraciadamentepasóalgunosaños alternando entre colocaciones miserables y calamitosas cesantías. Eljovensedesesperaba,viendoladesproporcióngrandeentresuposiciónrealyla artificial, que se había creado con amistades de chicos pudientes, con lanecesidaddevestirbienysuseternaspretensiones,fomentadassincesarportodalafamilia.

No teníaamoralestudio,porqueoíadecirconstantementequeelestudiodepocoaprovecha.Peroel roceconmuchachos listos lehabía suministradounmedianocaudaldefraseshechasydeideasderepertorio,porlocualnoerade los más callados en los cafés. Disputaba sobre política, y aun metió sucuartoaespadasenella,escribiendoenalgúnperiodiquejo.EradenotarquesiemprelohacíaentonotanindignadoymostrandotaliracontraelGobierno,que sus trabajillos gustaban en las redacciones y aun le produjeron algunos

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cuartos.

Fuecolocado,yduranteunatemporadacortasededicóalespiritismo.Seleveíaennocturnasreunionesdeestasecta,queeslaantesaladelLimbo,yllegóaadquiriresasconvicciones tenacesquesóloseencuentranen losprosélitosdelossistemasmásabsurdos.Muchashorasdelanochepasabaensucasaentétricaconversaciónconlaspatasdelasmesas,obienescribiendoconmanotemblona lo que, según él, le decían este y el otro espíritu; y aunque talesmajaderías no agradabanmucho aD.ª Laura, por ser remachada católica, labenditaseñoranoledecíaunapalabra,nitratabadearrancardelamentedesuhijolastelarañasdeaquellaridículadoctrina.

Peropasóeltiempo,yconélelespiritismodeMelchor,dejandoelpuestoa otros ideales más prácticos. Veía transcurrir los años sin que sus mediospecuniariosestuvieranenarmoníaconsuspretensiones,niconaquelporvenirbrillante que su buenamadre le anunciaba. El no era rico, pero era precisoparecerlo; es decir, vestirse como los ricos, tratar con ricos.Es cruel esodeque todos seamosdistintospor la fortunay tengamosque ser iguales por laropa.Elinventordelaslevitassembróladesesperaciónenellinajehumano.

PadecíaconestoMelchorhorriblemente,ycadadíasufríaunahumillaciónnueva.Ellujodelosdemásleazotabalacara.Paseaba.¿Porquéerasuyoelcansancioydelosdemáselcoche?¿Porquérazónelsentíaelamor,yeraotroelqueteníalaquerida?Ibaalteatro.¿Porquéerasuyalaaficiónalamúsicayajeno el palco? Estas cuestiones brotaban sin cesar en su cerebro como laschispas en la fragua. Para colmo de pena, oía la historia de fortunasimprovisadas. En el café, en los círculos todos, se referían maravillososcuentos,comolosdemagia.Aquíunpobreteaudazhabíaredondeadocolosalgananciaenpocosmeses.Alláunaideafeliz,engendrandoelmáspingüedelos negocios, había hecho poderoso al que un año antes era mendigo. Milagentes bullían en Madrid, realizando, con maravillosos beneficios, esascombinacionesobscurasentreelTesoroylosusureros,entrelosserviciosylascontratas,dequeresultabanlosúnicosmilagrosdelsigloXIX.

Desde que le asaltaron estos pensamientos, Melchor ideaba todas lassemanasunplanoarbitrionuevo.Lomadurabaensumente,locomunicabaasu madre expuesto ya en claras cifras; encontrábalo de perlas D.ª Laura;trataba él de llevarlo a la práctica, y entonces, de las dificultades venía lamuertedelplanyelengendrodeotro.

Primero tratábase de una cosa muy sencilla: «Son habas contadas,mamá»—decía él. Consistía en combinar un sistema de anuncios con unsistemaderegalos,ofrecidosporlastiendasacuantoscomprasenenellas.Elplan era soberbio. Produciría millones, con tal que todos los tenderos deMadrid aceptaran la cosa, y con tal que todos los industriales facilitasen los

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anuncios.Yasehabíaentendidoélconunlitógrafoqueleharíalasprimerastarjetascrómicas.

Aestashabascontadassucedieronotras.Tratábasedeunareddetranvíasaéreos. ¿El capital? Seguridad tenía de encontrarlo cuando los banquerosconocieransuplan.Peroestosnosupieronverlainmensidaddemillonesquepodía dar de sí el negocio, y los tranvías aéreos se quedaron en los aires.Después se trató..., también habas contadas..., de conseguir delGobierno elprivilegiodeexpenderfósforos, luegodemontarunaagenciaparaconseguirdestinos,ysucesivamentedeotrosdeliriosyextravagancias.

Entre tantas combinaciones no se le ocurrió al joven Relimpio la mássencilladetodas,queeratrabajarencualquierarte,profesiónuoficio,conloque podía ganar, desde un peseta para arriba, cualquier dinero. Pero élfanatizadoporloqueoíadecirdefortunasrápidasycolosales,queríalasuyadeunapieza,deungolpe,noganadani conquistadaapulso, sinoadquiridapor arte igual al hallazgo de la mina de oro o del sepultado tesoro dediamantes.Enlosdíasaquenuestrahistoriaserefiere,andabaMelchoralgodesanimado, y grandísima confusión reinaba en su espíritu. En sumente loinverosímil luchaba en sombrío pugilato con lo posible. ¿Saldría de estebatallar alguna idea grande, algún plan jamás soñado de otro alguno? Lasvisiones de la riqueza real se peleaban dentro de él con las imágenes delbienestar ajeno, entre el estruendo de los rebeldes apetitos, tanto másrevoltososcuantomásdistantesdesersaciados.

Llegaba a su casa todas las noches entre una y dos de la madrugada,fatigado, triste,pensativo;soltaba lacapa;ponía loscodossobre lamesadelcomedor,lasquijadasentrelaspalmasdelasmanos,yasísequedabamediahoraomásenreposadameditación.Sihabíaentradofumando,queeralomásprobable, consagraba su atención a curar, ennegrecer o culotar (no hay otramaneradedecirlo)unaboquilladeespumademar,empeñoqueletraíamuyatareadoadiferenteshorasdeldía.Llevabaadelantesuobracontantoesmeroypaciencia,queenelcaféoíamásdeunelogioporlaperfeccióneigualdaddeella.Hayorgullosmuysingulares.ElqueMelchorfundabaensupipaeradisculpable,porquelapipaibapareciéndosealébanomáspuroyreluciente,yel artista, después de arrojar sobre ella, distribuyéndolos bien, chorros deespesohumo,lafrotabaconelpañuelo,ysemirabadespuésenaquelespejodeazabache...Cuandoconcluíadefumar,guardabalapipaenelestucheyseibaalacama,dedondenosalíahastalaunadelsiguientedía.

Isidora no simpatizaba con el mimado hijo de los Relimpios. Aquellahermosura tan ponderada por D.ª Laura parecíale a ella ordinaria, y losmodalesyvestirdeljovenafectadosycursis.Encuantoalasaltascualidadesmorales ymentales con que, en opinión de la familia, estaba agraciado porDios, Isidora no comprendía nada. Parecíale elmás desaforado holgazán, el

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másbárbaroegoístadelmundo.

CapítuloIX

Beethoven

—I—

ElpalaciodeAransis,situadoenlazonadelaparroquiadeSanPedro,esun edificio de apariencia vulgar, como todas las moradas señorialesconstruidas en el sigloXVII, las cuales parecen responder a la idea de queMadrid fuese una corte provisional. Seguros los grandes de que tarde otemprano se fijaría el Rey en otra parte, hacían, en vez de casas, enormespabellones o tiendas de campaña, empleando en vez de lienzo y tablas elladrillo y el yeso. La importancia artística de tales caserones es nula; susolidezmediana,yencuantoacomodidadesinteriores,solamenteeshabitableloquehasidoreformado,pueslosseñoresantiguospareceseacomodabanavivir sin luz y sin abrigo, ya en anchas cavidades desnudas, ya en obscurasestrecheces.

La casa deAransis es de las reformadas en el siglo pasado.Al exterior,fuera de su puerta almohadillada, por la cual entrarían sin inclinarse losgigantonesdelCorpus,nadaabsolutamente tienedeparticular. Interiormenteconservabastantesobrasdemérito,comotapices,mueblesycuadros,sinqueningunadeellasraye,niconmucho,enloextraordinario.Elabandonoenquesusdueñoslatienennótasedesdelapuertaaltejado,puesaunquetodoestáenordenybiendefendidodelapolilla,hayallíolordesoledadypresentimientode ruina.Digan lo que quieran los que se empeñan en que ha de ser buenotodo lo que no esmoderno, el interés artístico de los salones deAransis nopasademediano.

Desdeel63todoestabacerradoallí;sóloseabríalosdíasdelimpieza.Lacasa teníaporhabitantes el silencio, que se aposentaba en las alcobas, entreluengascolgadurashechasaimagendelsueño,ylaobscuridadseagasajabaenlas anchas estancias. Por algunas rendijas la luz metía sus dedos de rosa,arañando las tapicerías. De noche, ni ruido, ni claridad, ni espíritu vivientemorabanallí.

Undíadeotoñodel72alegrosedesúbitoelpalacio;abriéronsepuertasyventanas;entraronairey luza torrentes,y losplumerosdemediadocenadecriadosexpulsaronelpolvoquemansamentedormíasobrelosmuebles.Luegosucedió traqueteo de sillas, lavatorio de cristales y preparación de luces.Enmedio de este alboroto, oíanse las notas sueltas de un piano,martirizado en

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manosdel afinador.Aldía siguiente,huboestruendodebaúlesdescargados,oficiosaactividaddelacayos,rodartumultuosodecarruajesenlacalleyenelportal inmenso, desnudo, vacío.Una señora de cabello entrecano y gallardaestaturaenvueltaenpieles, tapadalaboca, trémuladefrío,subiólaescalera,dando el brazo a un señor cacoquimio, y pasó de pieza en pieza, sin pararhastaaquelladondedebíareposardelviaje.Acompañábanla,ademásdelseñorcacoquimio,unjovencitocomodecatorceaños,quellevabatrassí,atadodeunacadena,unenormeperronegro,ycerrabanlacomitivadoscriadasjóvenesyguapas,quenoteníanfachadegenteespañola.

LamarquesadeAransis,viudadesdeel54,vivíadeasientoenParís,enLondres durante la temporada o season, parte del verano en un puerto deBretaña, y algunos inviernos solía venir aEspaña para templar su salud, nomuybuena,enelclimadeCórdoba,dondeteníacasayposesiones.EnMadridno estaba sino cuatroo cincodías, depasoparaCórdobaoGranada.Aquelañoefectuabasuviajeafinesdeseptiembre,ymostrándose,sinsaberporqué,menoscariñosaqueotrasvecesconsupatria,habíadichoalentrarenlacasa:«Estaveznoestarésinotresdías».Eralunes.

Descansó hasta las dos, hora en que el jovencito que la acompañaba sepusoalpianoparatocardificilísimosejercicios,ynolodejóhastalahoradecomer. Recibió luego la señora muchas visitas, comió con el señorcacoquimio,elmuchachopianista,lamarquesadeSanSalomó,elapoderadodelacasaydospersonasmás,yretiroseasualcobadespuésderezarmucho.

Empleó casi todo el día siguiente en devolver visitas y se encerró a lascuatro.Noquería recibiranadie.Deseabaestarsola.Aquellacasa la repelíaarrojando sobre su alma una sombra triste y lúgubre, y almismo tiempo lallamabaasíylareteníanlosamorososrecuerdos.Llególatemprananoche.Lamarquesahabíaresueltoabrirelcuartodesuhijadifunta,queestabacerradodesde lamuertede esta, acaecidanueveaños antes.En tan largoespaciodetiempo no había permitido la madre que fuese abierta por nadie la fúnebrealcoba; no había querido abrirla ella misma, porque la miraba como a unatumba y las tumbas no se abren. Pero en aquella ocasión decidiose aquebrantarsupropósito.YadesdeParíshabíatraídolaideaderealizaraquelactotristísimo.Sudeseoprocedíadeunapiedadentrañable,deltemormismo,queavecesnosestimularobandosuaguijónalacuriosidad.

«Lo abriré esta noche»—, pensó dando un gran suspiro, y después decomersetrasladóaunhermosogabinete,lamejorymásricapiezadelacasa.EnunodelostesterosestabaelgranpianodeErarddondetocabamañanaytardeeljovencitoquehabíavenidoconlaseñora;enotroelespejodelagranchimenea reproducía con misteriosa indecisión la cavidad adornada de laestancia.Frentealespejo,laaberturadedoscortinas,pesadamenterecogidas,dejabaver unapuerta blanca, lisa, puerta en la cual se echabademenosun

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epitafio.

De las paredes colgaban cuadrosmodernos de dudosomérito y algunosretratos de señores de antaño, de esos que están metidos en cinceladaarmadura de ceremonia, el brazo tieso y en la mano un canuto, señal demando.Losmueblesnoerandelomásmoderno.Pertenecíanalostiemposdeltisú y de la madera dorada, y los bronces proclamaban con su afectadaestructura griega la disolución de losQuinientos y los senatus consultus deBonaparte.Aunquenohacíafrío,lahumedaddeladesamparadacasaeratal,quefueprecisoencenderlachimenea.

Eljoven,másbienniño,entrójugandoconelperro,aquienllamabaSaúl.

«Noalborotes,hijo—indicólaseñora,molestaporelruido—;dejaenpazaSaúl».

Pocodespuésestabael animal regiamente echadoenmediode la sala,yparecía un león de ébano. Su hermosa cabeza destacábase soberbia,inteligente, a un tiempo cariñosa y fiera, sobre el ramaje de colores de laalfombra,ysusojosdevolvíanenchispasvivísimaslalumbredelachimenea.

Tratódeabrirlamarquesalapuerta,masconmanotaninseguralohacía,que la llave tanteaba en el hierro sin acertar a introducirse. Al fin sonó elchasquidode lametálica lenguaal recogerse.Empujada,cedió lapuertaconlastimerosollozodeherrumbres,ymostróelámbitonegro,delcualsalíaunalientodehumedadestacionada,quesenutredelastinieblas,delaquietud,delasoledad.

Lamarquesa,quesehabíadetenidoenelumbral,paralizadadel temoryrespetoqueaquelinterior,noabiertoennueveaños,leinfundía,retrocedióuninstante; tomóunade las dos lámparasque en el gabinetehabía, y resuelta,con devoción y ánimo, penetró en la habitación, cuya puerta de par en parabrió.

«Hijademialma,yatehemosperdonado»—murmuróamaneraderezo,aldarlosprimerospasos.

En el centro había una mesa, sobre la cual dejó la señora la lámpara.Sentoseenunsillónjuntoalamesa,ycruzandolasmanosempezóalloraryarezar,derramandosuvistaportodoslosobjetosdelaestancia,losmueblesycortinas, y fijándola en algunos con la saña que a veces emplea contra símisma el alma dolorida. La sed de ver se nutría del temor de ver,englobándose uno en otro, miedo y apetito, para que el alma no supieradistinguirdelsuplicioelgoce.Entoncesoyéronselasnotasmediasdelpianoacordadasdulcemente,indicandounmotivolentoysencillodeescasointerésmusical, pero que semejaba una advertencia, el érase una vez del cuentomaravilloso.

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Lamarquesanohacíacasodeaquellamúsicaqueestabacansadadeoír.Sunietoeraunprecozpianista,unmonstruo,unfenómenodeagilidadydebuengusto.Habíasidodiscípuloyerayaémulodelosprimerospianistasfranceses.Orgullosade esta aptitud, lamarquesaobligabaalmuchachoa estudiardiezhorasaldía.Sinhacerlecasoaquellanoche,niaundarsecuentadeloqueelniño tocaba, la ilustre señora, solicitada de otros pensamientos y emocionesmáscrudasyrealesquelasqueproducelamúsica,seguíamirandotodo.Nohabía visto aquellos objetos desde el día en que expiró su hija. La muerteestampaba su sello tristeen todo.La faltade luzhabíadadoa la telade losmueblestonosdecadentes.Elpolvodeslustrabalashermosaslacas,ytendidosobre todo una neblina áspera y gris que no podía ser tocada sinestremecimiento de nervios. Sobre la chimenea permanecía un jarrón conflores que fueron naturales y frescas nueve años antes. Eran ya unindescriptible harapo cárdeno, que al ser tocado, caía en partículas secas ysonantes, como los despojos de cien otoños. En los muebles finísimos decaprichosa construcción, los dorados se habían vuelto negros. Un armarioroperodetriplelunateníalaspuertasentreabiertas,ydesusenodecedroseveíansalirdesordenadosvestidos,rasosygranadinas,fayasygrosriquísimos,todo ajado y descolorido, todo en tal manera invadido por la muerte, queparecíapróximoacaer;siseletocaba,enmenudaspartículascomolasfloresde antaño. Olor de polilla y de flores mustias y de perfumería podrida ydescompuestaporlavejez,salíadeaquellosdespojos.Veíansetambiénporelsuelo, junto al armario, zapatos y botitas apenas usados, y un corsé cuyocordónsueltodescribíarúbricasporelsuelo.

Mirandoesto,lamarquesarecordóelmástristedetalledeaqueldíatriste.Pocas horas antes de morir, su hija, creyéndose bien por una de esas rarasalucinacionesdeltemperamento,quesonlamástremendaironíadelamuerte,había tenidoelantojodeengalanarse.Sintiendoenaquel instanteengañosasfuerzas,sehabíavestidoconfebrilansiedaddiciendoqueyanoestabamalayque iría al teatro aquella noche.Después había sentido de súbito como unapuñalada en el corazón, y cayó al suelo. Le quitaron las ropas de lujo, ladescalzaron, le fueronarrancandounaauna lasbellasprendas,profanadorasdelsepulcro,ypocodespuésdejódeexistir.

Este recuerdo, que siempre la horrorizaba, llevó a la marquesa acontemplarunhermosocuadrocolocadosobrelachimenea.Eraunretratodemujer,encuyoagraciadorostrohacíacontrastelasonrisadeloslabiosfrescosconlamelancolíadelosojospardos,debajodelascejasmásgalanasquehanpodidoverse.Resultabaunadobleexpresióndeenamoradaydeburlona,yallíse echaba de ver el sentimiento hondo y fuerte, mal disimulado con lahipocresíadeuncaráctersuperficialmentepicaresco.

Lamarquesa no se saciaba demirar al retrato. ¡Era tan parecido; era la

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pintura,comodeMadrazo,tanfina,tanconformeconladistinción,eleganciay gracia del original! ¡Qué admirable aquella circumpostura del cabelloabundante,guarneciendoelrostro,nociertamentemuyoval,antesbientirandoaunaredondezalgovoluptuosa!¡Quépalideztanencantadora!¡Quéarmoníaentre lo enfermizo y las inexplicables seducciones! ¡Y aquellamano blancarecogiendo la negra mantilla, qué airosa, qué viva en su admirablemodelado!... A la madre se le escaparon en un murmullo de dolor estaspalabras:

«¡Pobrehijamía!¡Pobrepecadora!».

Ydiciendoesto,levantosedelacajadelpianopróximounmurmullovivo,queprontofueunlamento,expresióndeiracundaspasiones.Eralaelegíadelos dolores humanos, que a veces, pormisterioso capricho de estilo, usa ellenguaje del sarcasmo. Luego las expresiones festivas se trocaban en losacentos más patéticos que pudiera echar de sí la voz misma de ladesesperación.Unasolaidea,tansencillacomodesgarradora,aparecíaentreelvértigo de mil ideas secundarias, y se perdía luego en la más caprichosavariedaddediseñosquepuedeconcebirlafantasía,parareapareceralinstantetransformada. Si en el tono menor estaba aquella idea vestida de tinieblas,ahoraenelmayorsepresentababañadaenluzresplandeciente.Eldíasucedíaalanocheylaclaridadalassombrasenaquellaexpresióndelsentimientoporelórganomusical,tantomásintensocuantomásvago.

Demodulaciónenmodulación,laideaúnicaseibadesfigurandosindejardeserlamisma,asemejanzadeunhistriónquecambiadevestido.Sucuerposubsistía,suaspectovariaba.Avecesllevabaensussoneselmatizdurodelaconstancia;aveces,ensustrémoloslavacilaciónyladuda.Orasepresentabaprofundaenlasoctavasgraves,comoelsentimientoperseguidoqueserefugiaen la conciencia; ora formidable y guerrera en las altas octavas dobles,proclamándose vencedora y rebelde. Sentíase después acosada por bravíotumultodearpegios,escalascromáticaseimitaciones,yselaoíadescenderapasosdegigante,huir,descoyuntarseyhacersepedazos...Creyérasequetodoibaaconcluir;perounsoplodereacciónatravesabalaescalaenteradelpiano;los fragmentos dispersos se juntaban, se reconocían, como se reconocían,comosereconocerányjuntaránloshuesosdeunmismoesqueletoeneljuiciofinal, y la idea se presentaba de nuevo triunfante como cosa resucitada yredimida.Sindudaalgunaunavozdeotromundoclamabaentreelarmoniosobullicio del clave: «Yo fui pasión, duda, lucha, pecado, deshonra, pero fuitambiénarrepentimiento,expiación,redención,luzyParaíso».

—II—

Lamarquesa,quenohabíadejadodemirarelrostrodesuhijahastaquelas lágrimas echaron un velo sobre sus ojos, volvió a rezar, y mientras

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pronunciabaunaoraciónespecialmenteconsagradaalasánimas,pensabaasí:

«Diostehabráperdonado,pobrealmaquerida,comoteperdonéyo».

Yempezóatraeralamemoriarecuerdosmil,algunostristescomoreflejodel cariño herido, otros punzantes y terribles como la imagen del honorvulnerado.Recordóquesilasfaltasdelahijahabíansidodeestasqueenlostérminos sociales no tienen excusa, la severidad de la madre había sidoimplacable.Conestaslastimosasmemorias,lamarquesasintióalgoquepodríallamarse el remordimiento del deber. ¿Había sido cruel con su hija? Eldescubrimiento de liviandades que pronto se hicieron públicas, puso a laseñoraapuntodemorirdeindignaciónyvergüenza.¡Québienrecordabaesto,ycómoserenovabansuirasconlasmemorias,enardeciéndolelasangre!Ellaentonces encerró a su hija, con todo el rigor que la palabra indica.Habíalarecluidoenaquellahabitación,dedondenosalíanunca,niteníacomunicaciónalguna con el exterior.Vivió comoemparedada seismeses. ¿Dequemurió?Nosesabíabien.Muriódeencierro,yfuevíctimadelainquisicióndelhonor.

¡Oh rigor extremo! La marquesa era una mujer de otras edades. EstabaforjadaenelyunqueCalderonianoconelmartillodeladignidadsocial,porlasmanosdurasdelareligión.Nocabíanenellalasvilescondescendenciasquesonelfrutoamargodeunadelasmanerasdelacivilización.Mientrassuhijaestuvo prisionera, se le permitía engalanarse, pero no salir del cuarto. Lamarquesanohablabaconellamásquelopreciso,sinusarjamásfrasecariñosanivocabloatento.Labuenaseñorarecordaba,comoserecuerdalaimpresióndeunaquemadura,estaspalabrasdefuegodichasporsuhijaeldíaantesdecaerenferma:«Mamá,mátameconcuchillo;nomematescontusmiradas».

Desúbitolaenfermedad,incubadaperezosamente,estalló,desarrollándoseconrapidezenseisdías.Desdeelprimeroanuncioseunfindesgraciado.Todoelrigordelamadrecedióal instante,comoelhieloquesefunde.¡Québienrecordaba, al cabo de nueve años, la expresión de la cara del médico, lasmedicinas, los antojillos de la enferma, nacidos de terribles aberracionesnerviosas!Yapedíaflores,yaheladosquenohabíadetomar.Deprontopedíatodosloslibretosdeóperaquesepudieranadquirir.Otravezhizollevarasucasa gran parte del almacén demúsica deRomero. «Pájaros, pájaros...».Lellevaron media plaza de Santa Ana. «¡Oh! ¡Tengo que contestar tantascartas...!» Y se ponía a escribir. De estos deseos locos, ansiosos, que erancomo los tirones que daba lamuerte para arrancarlamás pronto de raíz, sealimentabasufiebregalopante.

«Moristecomounapobremártir—pensólamarquesa,rezandootravez—.MoristereconciliadaconDios,recitandooracionesybesandolasantaimagendeNuestroRedentor».

Oyoseotravezlavozdelclave,contristeelocuenciadesalmodia.Lafrase

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tenía un segundo miembro. Bien podría creerse que un alma doloridapreguntaba por su destino desde el hueco de una tumba, y que una vozcelestial contestaba desde las nubes con acentos de paz y esperanza.Descansaba el motivo sobre blandos acordes, y este fondo armónico teníacierta elasticidad vaga que sopesabamuellemente la frase melódica. A estaseguían remedos, ahora pálidos, ahora vivos, sombras diferentes que ibanproyectandolaideaportodosladosensugravedesarrollo.Lassabiasformaslaberínticasdelcanonsucedieronalasencillezsoberana,dedonderesultóquelahermosaideasemultiplicaba,yquedetantosejemplaresdeunamismacosaformábase un bello trenzado de peregrino efecto, por hablar mucho alsentimientoyunpocoalraciocinio,juntandolosencantosdelamísticapuraalos retruécanos de la erudición teológica. Bruscamente, una modulaciónsemejanteaunhachazovariaba,coneltono,elnúmero,ellenguaje,elsentido.Estrofaamorosa,impregnadadecandorpastoril,aparecíaluego,ydespuéselfestivorondó,erizadodedificultades,conextravaganciasdejuglaryesfuerzosdegimnasta.Enmascarándosefestivamente,agitabacascabeles.Sesubía,congestos risibles, a lasmásagudasnotasde la escala, comosubeelmonoporuna percha; descendía de un brinco al pozo de los acordes graves, dondesimulabarefunfuñosdeviejoygroseríasdefraile.Searrastrabadolienteenlosmedios imitando los gemidos burlescos del muchacho herido, y saltaba desúbito pregonando el placer, el baile, la embriaguez y el olvido de penas ytrabajos.

Abriendo el pupitre de un escritorio de ébano, la marquesa revolvíapapeles, cartas, objetos diversos. Sus ojos deseaban y temían encontrar lascosas; fijáronse en un paquete de cartas, recorrieron con sobresalto algunosrenglones,yseapartaronconhorrorcomodeunespectáculodeoprobio.«Sequemará todoesto»—dijoponiendoaun ladoelpaqueteexecrable.Despuéshalló un pliego en que estaba empezada una carta.La enfermahabía tenidodeliriodeescribircartas;peroapenascomenzadas,lasdejaba.Enalgunassóloseveíandeformesgarabatos, hechosal rasguearde lapluma temblorosa; enotras las letras clarasmanifestaban ideas sueltas, palabras tiernas agrupadassinsentidoalguno.Enalgúnpapellamelancolíahabíarepetidomuchasvecesuna misma palabra, trazándola primero con grandes letras, que luego ibandisminuyendohastasercomopuntos.

«Sequemarátodo»—volvióadecirlamarquesa,haciendounmontóndeloquesedestinabaalahoguera.

Revolviendomás, encontró un retrato.La señora pusomuymala cara alverlo. Le causaba horror; mas por lo mismo volvió a mirar la aborrecidaimagen, porque el odio tiene también sus embebecimientos. No bastabadestinar al fuego la cartulina. Era preciso descuartizar primero al reo. Lamarquesarompióenmenudospedazoselretrato.

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¡Cómo se reía entoncesBeethoven! Su alegría era como la deMephistodisfrazado de estudiante. Luego entonaba graciosa serenata, compuesta delágrimas de cocodrilo y arrullos de paloma. Pero la marquesa no poníaatenciónyseguíarebuscando.

«¿Quéseráesto?»—pensóal tomarunpaquetitoatadoconcintadecolorderosa.

Desdobló el paquete y vio un collar de perlitas, conunpapel quedecía:«Paramihija.Lesuplicoqueseabuenayrecepormí».

Lamarquesallorabadenuevo.Sumanohallóal instanteunpaquetemáschico.Abriolo.Dentroviounasortijapequeña,conunpapelquedecía:«Paraminiño,quehoycumplecincoaños.12deabrilde1863.Deseoqueseabuenoypienseenmí».

Lamarquesa lloraba ya con ruidosos gemidos. Acudió el perro negro ypuso suhermosa cabeza sobre las rodillas de la dama,mirándoladehito enhitoconsusojosnegrosycariñosos,acuyadulzuranadapodíacompararse.Dejó de oírse la voz inefable del piano, y Beethoven, con su mundo desentimientosydeformas,desaparecióenelsilenciocomounavivaluztragadapor las tinieblas. Acudió el niñomúsico, y asustado de ver a la señora tanafligida,lepreguntólacausadesuduelo.Lamarquesalebesóenlafrente,letomódespuéslamano,buscóenellaundedo...

«¿Esparamíesasortija?—preguntóelmuchacho.

—Parati.Quizásseademasiadopequeña...Peroenelmeñiquebienpuedeentrar.Yaestá.Nolapierdas.

—¿Esregalotuyo?

—Sí».

Ypocodespuéssevolvíaacerrarlatristealcoba,yretirándosepersonasyluces,todoquedabaensilencioysoledadtristísima.Yaldíasiguientesehizounamediana hoguera en la chimenea, donde ardieron con chisporroteo, queparecía una protesta contra la Inquisición, papeles varios, recuerdos, flores,mechones de cabello, cartulinas.Majestuosamente sentado sobre sus cuatroremos, el perrazo negro presenciaba con atención solemne aquel acto,retratando en sus pupilas de endrina la llama movible que se comía, sinhartarse, las páginas del ignorado drama. Cuando la llama se extinguía,lamiendolasúltimascenizas,Saúlbostezóconsoberanofastidio.

Ynohubomás.Elpianosonótambiéncasitodoaqueldía,yalsiguientelaseñoramarquesa,acompañadadelcaballerocacoquimio,delniñomúsico,delasdos criadas extranjerasydelperro, partióparaCórdoba;y el caseróndeAransissequedóotravezsolo,frío,obscuro,mudo,comoinagotablearcade

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tristezasque,despuésdesaqueada,conservaaúntristezassinnúmero.

CapítuloX

SigueBeethoven

Elcaserón,noobstante,teníasualegrenota.Comolavozdelgrilloenunagrietadelsepulcro,asíeralavozdelconserjeAlonso,cantandopetenerasensu habitación cercana al portal y en el patio. Era un hombre casi viejo, debuenapasta,honradoycomedido.Vivíaallíconsumujerenferma,delacualno teníahijos, y lamitaddel día se la pasaba trabajando en carpintería, porpura afición, bien haciendomarcos de láminas, para lo que tenía especialesaptitudes,bienarreglandomueblesantiguosparavenderlosalosaficionados.No se sabe qué funciones había desempeñado en la casa en su juventud.Creemosquefuemontero,porquesiempreacompañabaalmarquésdeAransisensusexcursionesvenatorias.LociertoesqueenunadeestastuvoAlonsoladesgraciadeperderunapierna,deloquelevinoaqueldestinosedentario.Apesardeserhombreacomodado(puesasusgajesyahorrosañadíaunaregularherencia),nuncaquisoabandonarelpuestohumildedeconserje.EranaturaldelToboso,yalgoparientedelosMiquis.Manejabaloscapitalitosdealgunosmanchegosquequeríancolocarsudineroenfondospúblicos.Yvedaquíunbanquero que pasaba horas largas limpiando metales, quitando el polvo,haciendo recorrer tejados y chimeneas, y cobrando, por ayudar aladministrador, los recibos de inquilinato de las muchas casas que elmarquesadodeAransisposeeenMadrid.

Estabaunamañanaelbuenhombreenelpatio,cuandoseabriólapuertayaparecierontrespersonas.UnadeellassaludóconmuchaafabilidadaAlonso,elcualdijoasí:

«¡Dichososlosojosqueteven,Augusto,cabezasintornillos...!Ayertuvecartadetupadre.Dicequeleescribespocoyqueandasdistraidillo.

—¡Pobreviejo!...Sileescribotodaslassemanas...¿YcómoestáRafaela?¿Quétalvaconlaspíldoras?

—Puesnovamal.Hoy,comoestáeldíatanbueno,ledije:«Anda,mujer,andaaque tedéunpocoel aire».Yconefecto,ha salido.YasabesqueunhermanosuyohavenidoaestablecerseenMadrid.Harádinero,porqueestoscatalanessabenganarlo.¿No lehasoídonombrar?JuanBou, litógrafo.Estáviudo;necesitaquien leayudeaarreglar sucasa...,yconefecto,Rafaelahaidoallá...EscalledeJuanelo.Yodebíahaberidotambién,yconefecto...

—Con efecto—dijo Miquis repitiendo el estribillo de su amigo—,

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veníamos...Yameparecequehabléausteddeello la semanapasada.Estosdos amigos, esta señorita y este caballero, deseanver el palaciodeAransis.Cuentanqueestanhermoso...».

Alonsoeracomplaciente.Entróensuvivienda,sacóunmanojodellaves,yseñalandolaescalera,dijoconformasrespetuosas:

«Pasenlosseñores.Veránloquehay».

Miquis, presentando a los que le acompañaban, no pudo reprimir susinstintosdemalignidadzumbona,yhablóasíconafectadafinura:

«ElSr.D.JosédeRelimpioySastre,¡consejerodeEstado!».

DonJoséseinclinóturbado,sinatreverseacontestar.

«Ysusobrina,laseñoritadeRufete,queacabadellegardeParís...».

Isidora miró a Miquis con tan indignados ojos, que el estudiante no seatrevióaseguir.ElconserjeechóunamiradaalapocoflamantelevitadeD.José y al traje sencillamente decoroso de Isidora, sin hallarse completaarmonía entre el vestido y las personas. O quizás, hecho a las burlas deMiquis,noquisollevaradelantesusinvestigaciones.Subieron.

«Esto es del género Luis XV—dijo con ínfulas de cicerone instruido,enseñándoleslaprimerasala—.Ladecoróelseñormarquésviejo.Aquítodoesantiguo».

Como en nuestra moderna edad, tan pronto demasiado enfatuada comodescontenta de símisma, se ha convenido en que sólo lo antiguo es bueno,Miquis,quehacíaelpapeldeartistamagistralmente,empezóamanifestaresaadmiraciónleladeviajeroentusiasta,yalanzarexclamaciones,yatorcerseelpescuezoparamirarel techo,quedándoseunabuenapiezade tiempocon labocaabierta.

«Estoesmaravilloso—decía—.Vayaconlaspatitasdelasconsolas...¡Quéelegancia de curvas! ¿Y esas cortinas con amorcillos y guirnaldas?... ¡Perodóndellegaeltecho...!¡MaríaSantísima!Yomeestaríatodalavidamirandoesaspastorasquedanbrincosyesosniñosquecabalganenuncisne.Hadeconvenirustedconmigo,Sr.D.José,enquehoyporhoynosehacenmásquemamarrachos.Aquítenemosunsalónqueusteddebíatomarpormodeloparaelpalacioqueestáustedconstruyendoen laCastellana.Verdadqueno tieneustedallíunapiezatangrande;peromuchosepuedehacertodavíamandandotiraralgúntabique».

DonJoséledabacondisimulocodazosymáscodazosparaquecesaraensusburlas.TambiénRelimpiocreíadesudeberhonrarlacasaquevisitaban,embobándosedeadmiraciónylanzandointerjeccionescadavezqueelbuenodeAlonso señalaba un espejo, un cuadrito o el biombo de cinco hojas, tan

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llenodepastoresquenilamismaMestaseleigualara.

«Y a ti, Isidora, ¿qué te parecen estas maravillas?—prosiguió Augusto,cuando pasaban a otra sala—. Probablemente no te llamarán mucho laatención,porquevienesdelcentromismodelaeleganciaydellujo,deaquelParís...Mira,miraestos retratosdecaballerosyseñorasde lossiglosXVIyXVII...¡Quénoblesfisonomías!Aquelqueempuñauncanuto,semejantealosdeloslicenciadosdelejército,debedeseralgúnguerreroilustre.¡Vayaunosnenes!Aquellaseñoradeempolvadopelo, ¡cuánhermosaesyquébienestádentrodesutonelete!¿Yaquellamonja?...

—Esel retratodesorTeodoradeAransis—indicóAlonsoconrespeto—,superioradelconventodeSanSalomó,dondemurióyamuyancianayenolordesantidadhacediezaños.

—¡Guapamonja!¿Quétal,D.José?».

DonJosédijoaloídodeMiquis:

«¡Sipestañeara!...».

Pasaron de sala en sala, cada vez más admirados; Miquis, enfático ygrandilocuente; D. José, repitiendo como un eco las exclamaciones de suamigo; Isidora, muda, absorta, abrumada de sentimientos extraños a lasemocionesdelarte;mirándolotodoconciertaansiedadmezcladaderespeto,que más bien parecía el devoto arrobamiento que inspiran las reliquiassagradas.

Llegaron al gabinete donde estaba el piano. Dejando que marcharandelanteAlonsoeIsidora,D.JosésellegóaMiquisyenvozbajaledijo:

«Oiga usted lo que pienso, amigo D. Augusto: ¡Lo que es el mundo!...¡Queunostengantantoyotrostanpoco!...Esuninsultoalahumanidadquehaya estos palacios tan ricos, y que tantos pobres tengan que dormir en lascalles... Vamos, le digo a usted que tiene que venir una revolución grande,atroz.

—Esodigoyo,Sr.D.José.¿Porquétodoestonohadesernuestro?Aver,¿quérazónhay?¿Quépecadohemoscometidoustedyyoparanoviviraquí?

—Justamente:eseesmitema.

—Hayquedecirlascosasmuyclaritas.

—Quevengaesarevolución,quevenga.¿Somosiguales,síono?

—Sí—afirmóMiquisconacentodeMirabeau.

—Asíesqueyonomeexplico...».

LamentedeD. José caía enunmarde confusiones, hundiéndosemás a

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medida que veía más objetos, ya de lujo, ya de comodidad. Iba a seguiremitiendo juiciosmuy filosóficos sobre aquella revolución próxima, cuandoMiquisacertóaverelpiano.Verlo,correrhaciaél,abrirlo,hojearlospapelesdemúsica,ydarconsuduramanounacordeenlaoctavacentral,fuecosadeuninstante.

Beethovenestabaenaquelingentelibrote,queporlogrande,lorevuelto,loobscuro,teníaalgodemar;allíestabasuturbulentogenioescondidodebajode mil líneas, puntos, rasgos, tildes y garabatos que parecen oscilar,encresparse y confundirse con la rítmica hinchazón de las olas. En lasuperficiealborotadadeunlibrodesonatasdifíciles,sóloesdadonavegaralmúsicoexperto.Tambiénestabaallílanave,admirableconstruccióndeErard.No faltaba más que el piloto, el músico, el intérprete, bastante hábil paralanzarse al abismo con ánimo valeroso y manos seguras. Miquis sentía lainspiraciónensumente;perosusdedos,tanadiestradosenlacirugía,apenasacertaban a manejar torpemente algunas teclas, esto es, que no sabíanapartarsedelaorilla.

Pero tocó. Apenas podía leer la enmarañada escritura del autor dePrometeo. Los sonidos equivocados, que eran los más, le desgarraban losoídos. El tono era difícil, y anunciaba sus asperezas una sarta de infamesbemoles, colgados junto a las dos claves, como espantajo para alejar a losprofanos.Noobstante,ayudadodesuvoluntadfirme,desuanhelo,desufurormúsico,Miquistocaba.Pero¡quésonidosroncos,quéacordessesquipedales,quéfrasestruncadas,quélentitud,quétanteos!Resultabalastimosacaricatura,cualsilapoesíasublimefuerarebajadaapuerilaleluya.

Entanto,Alonsoabríalapuertadelaalcoba,ysintraspasarelumbraldeella,envozbajayconrespetuosoacento,hablabadeunapersonamuertaallínueveañosantes,delapuertacerrada,delretrato,delaquemadepapeles,delapiedaddelaseñoramarquesa...

«Yconefecto—añadiótocándoselapuntadelanarizconlaídemdeldedoíndice—;dicen,yyoestoyenqueseráverdad,queparaelañoquevieneseharáaquíunacapilla...¡Quéguapaeralaseñorita!¿Noesverdad?».

Los tres contemplaron en silencio el retrato: Alonso, con lástima;Relimpio, con la curiosidad mundana del que se cree experto en cosasfemeninas; Isidora, con doloroso pasmo en toda su alma, el cual crecía,dándoletantascongojas,queretirósuvistadelcuadroyseapartódeallíparanodaraconocerloquesentía.

Ningunodelospresentesconocíaelsecretodesuvida.Noqueríaconfiarloa D. José, por ser demasiado sencillo, ni a Miquis, por excesivamentemalicioso.Enlasemanaanteriorfuegrandesudisgustoalsaber,porSaldeoro,que lamarquesadeAransishabíaestadoenMadrid tresdíasyqueella,por

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ignorarlo, no se había presentado a la noble señora. ¡Qué contrariedad tanpenosa!Pasadosalgunosdías,comosintiesecadavezmásvivoeldeseodeverelpalaciodeAransis,noquisodejardesatisfacerprontamenteaquelantojoysevaliódeMiquis,cuyaamistadconelguardiánde lacasa leeraconocida.¡Qué día aquel! Todo cuanto allí vio le había causado profundísimasemociones; pero el retrato, ¡cielos piadosos!, habíala dejado muerta deasombroyamor.

«¡Si pestañeara!—dijo para sí aquel calaverón incorregible de D. JoséRelimpio—. Yo he visto esa cara en alguna parte; esa fisonomía nome esdesconocida».

Alonsoseguíadandonoticiasdiscretasymostrandoalgunaspreciosidades,aloqueatendíaconmuchaurbanidadelpadrinodeIsidora.Peroestanoveíani oía nada. Se había quedado de color de cera, y temblaba de frío. Por uninstante sintioseapuntodeperderel conocimiento,ya su turbaciónuníase,parahacerlamáshonda,elmiedodedarlaaconocerridículamente.Sesentó;hizo firme propósito de serenarse. La endemoniada, balbuciente y atrozmúsicadeAugustolerompíaelcerebro.Noeraaquelloelcantonumerosoniel expresivo llorode lasMusas, sino el berraquear insoportabledeun chicomimosoyreciéncastigado.

«Música alemana, ¿eh?—indicó Relimpio con airecillo de suficiencia—.SeñordeMiquis,siesopareceunsolodezambomba...

—¡Pobre Beethoven mío!—exclamó el estudiante dejando de tocar yhaciendo un gesto de desesperación—. ¡Qué lejos estabas de caer entremisdedos!

—Me parece que debemos marcharnos—dijo el tenedor de librosofreciendounpitilloaAlonso,querespondió:«Nologasto»—.¿Nosvamos,Augusto?

—Aescape.Yanomeacordabadequetienenustedesqueiracomeralaembajadainglesa...».

Salieron,desandandolashabitaciones,nosinvolveracontemplardepasolo que ya detenidamente habían admirado. Isidora se quedó atrás. ¡Quéansiosasmiradas!Sindudaqueríanrecogeryguardarensílaspreciosidadesyesplendoresdelpalacio...Cuandollegóalaúltimasalaseoprimióelcorazón,dilatado por furioso anhelo, y no con palabras, sino con la voz honda,tumultuosadesudeliranteambición,exclamó:«¡Todoesmío!».

CapítuloXI

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Insomnionúmerocincuentaytantos

«¡Qué hermoso palacio, Dios de mi vida! ¡Cuánto habrá costado todoaquello!¡Pensarqueesmíopor laNaturaleza,por la ley,porDiosypor loshombres, y que no puedo poseerlo!... Esto me vuelve loca. Dios no quiereprotegerme,oquiereatormentarmeparaqueapreciedespuésmejorelbienquemedestina.Siasínofuera,DioshubierahechoqueyomeenteraradequelamarquesaestabaenMadrid.Elcorazónnopuedeengañarme,elcorazónmedicequecuandoyomepresenteaella,cuandomevea...No,noquieropleitos;quiero entrar enmi nueva, enmi verdadera familia con paz, no con guerra,recibiendounbesodemiabuelaysintiendoquelacarasememojaconsuslágrimas. ¡Es tan buena mi abuelita!... Y aquel Alonso cojo, ¡qué fiel yhonradoparece!...Siempre, siempre seguirá en la casa, con supatadepalo,queva tocandomarchapor lasescaleras...Mispapelesestánen regla.DebotomareltrenymarcharmeaCórdoba.¿Yconquédinero,VirgenSantísima?Vaya, que mi tío se porta... Tantas promesas y tan poca substancia. ¡Ah!¡SeñorCanónigo,cómoseconocelaavaricia!Temopresentarmeamiabuelaconestafachainnoble.Yamisbotasnoestándecentes,yamivestidoestámuycesante, como dice la Sanguijuelera. Tanta vergüenza tengo de mí, quequisieranohubieseespejosenelmundo...SientollegaraeselindogansodeMelchor:eslauna.Yodeberíadormirme.¡SiDiosquisieradarmeunpoquitodesueño!...Mevolverédeesteotrolado.

»Yasientounpocodesueño.Detrásdelosojosnotopesadez...Sinofueraporestepensarcontinuoyestodeveratodashorasloquehapasadoyloquehadepasar...Ven,sueñecito,ven...¿Perocómohededormir?Meacuerdodemihermanopreso,ylacabezasemedespeja,doliéndome.Estávisto,nomedormiréhasta lasdos. ¡Pobre, infelizhermano! ¡Quéafrenta tangrandeparamíyparaél!No,mientrasestonosearregleyMarianosalgadelacárcelnodiré una palabra, no daré un solo paso, no veré a mi abuela... ¡Ay, infelizIsidora, infeliz mujer, infeliz mil veces! ¿Cómo quieres dormir con tantaculebrillaenelpensamiento?Aquí,debajodeestecascodehueso,hayunnidoenelcualunamadregrandeyenroscadaestápariendosincesar...Elpalacio,mi abuela, mi hermano criminal, yo sin botas, yo llena de deudas, y luegoaquel,aquel,aquel,quehavenidoa trastornarmemás... ¡Quéhermosos,quédivinosojoslosdemimadre!Cuandolavienpinturameparecióverlaviva,quememirabaysereía,diciéndomecosasdeesasqueselesdicenaloshijos.Madrequerida,mándameunbesoyconélunpocodesueño.Quierodormir;peronoseduermesinolvidar,yyonopuedoechardemicabezatantaytantacosa. ¡Si se lograra dormir cerrando mucho los ojos; si se pudiera olvidarapretándoselassienes!...Mevolverédeesteotrolado.¿Paraqué,sialinstanteme he de cansar también? Más vale que abra los ojos, que me distraiga

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rezando o contándome cuentos. ¡Jesús, qué negro está mi cuarto! Si noduermo,valemásqueenciendaluzymelevante,yabraelbalcónymeasomea él... Pero no, tendré frío, me constiparé, cogeré una inflamación, unaerisipela.¡Ay,quéhorror!Mepondrétanfea...,yeslástima,¡porquesoytanguapa,meestoyponiendo...divina!Aquí,recogidaunaensí,yenestasoledaddelpensar, cuando sevive a cienmil leguasdelmundo, sepuedeunadecirciertascosas,quenialamejordelasamigasnialconfesorseledicennunca.¡Quéhermosasoy!Cadadíaestoymejor.Soycosarica,todosloafirmanyesverdad...¡Diosdemivida,lasdos!EstechasquidoqueoigoeselmuellecitodelacajaenqueMelchorguardasupipa.Elasnobonitoseacuesta...¡Lasdos,yyodespierta!...

»¡Quésilencioenlacasa!Mevolverédeesteotrolado...¡Oh!,¡quécalortengo!Me deslizaré a esta otra parte que estámás fresca. Tengo un cuerpoprecioso.Lodigoyoybasta...Vamos,¿puesnomeestoyriendo,cuandosonlasdosynohepodidodormirme?VirgenSantísima, sueño, sueño, olvido...Estaesotra;¿porquémepalpitaelcorazón?Lomismofuehacedosnoches.Yotengoalgo,yoestoyenferma.Estelatido,estesacudimientonoesnatural.Parecequesemesalta...¡Jesús,madremía!¿Quésiento?¡Pasosenmicuarto!¡Alguienhaentrado!...¡Ah!,no,nohaynada:escomounapesadilla...¡Cómosudo, y qué sudor tan frío! ¡Si al menos me durmiera! ¿Pero cómo, si elcorazón sigue palpitando fuerte?... Tengamos serenidad. Corazón, estatequieto.Nobailestanto,quemedueles...¡Cuidado,quetemerompes,queteme rompes!... ¡Qué cosas pienso! Cuando estoy despabilada y paso toda lanocheafinandoelpensar,hastasemefiguraquemeentratalento...Yvamosaver, ¿porquénohede teneryo talento?Síque lo tengo.Eso, antesque losdemás, lo conoce la misma persona que lo tiene. No, mamá mía, no hasechadotontosalmundo.Yo....yaves;yencuantoaMariano,dejaquesalgadeesamalditacárcel,queseafine,quesepulimente,queseinstruya...¡Diosmevalga!¡Lastres!

»¿Perolashorassehanvueltominutos?Lanochevuela,yyonoduermo.Daréotravueltaycerrarélosojos;losapretaréaunquemeduelan...¿Porquéno puedo estar quieta un ratito largo? ¿Qué es esto que salta dentro demí?¡Ah!,sonlosnervios,lospícarosnervios,quecuandoelcorazóntoca,ellossesacanabailarunosaotros.¡Quésuplicio!Memuerodeinsomnio...Unbaileen aquellos salones. Cielo santo, ¡qué hermoso será! ¡Cuándo verás en ti,gargantamía,enroscadaunaserpientedediamantes,ytú,cuerpo,arrastrandounacoladegro!...Megustan,sobretodaslascosas,loscoloresbajos,elrosaseco,elpajizoclaro,eltórtola,elperla.ParagustardeloscoloreschillonesahíestánesascursisdeEmiliayLeonor...¡Cómomeagradanlosterciopelosylasfelpasdetonoscambiantes!Untrajenegroconadornosdefuego,oclaroconhojasdeOtoñoresultalindísimo...Elbuengustonaceconlapersona...

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»Vamos,graciasaDiosquemeduermo.Poquitoapocomevaganandoelsueño. Al fin descansaré: bien lo necesito... Ya llegan los convidados, miabuelita me manda que los reciba. Estoy preciosa esta noche... Entran ya.¡Cuánta sonrisa, cuánto brillante, qué variedad de vestidos, qué bullamagnífica!y...enfin,¡quécosatanbuena!Hayunatibiezaenelairequemedesvanece;mezumbanlosoídos,yenlosespejosveountemblordefigurasquememarea.Peroestoesprecioso,yyaqueunahademorirse,porquenohaymásremedio,quesemueraaquí.¡Jesús,quécosatanbuena!Mivestidoesmotivodeadmiración.Esobienseconoce.AcabadellegarJoaquínysedirigehaciamí...¿Quécampanassonestas?¡Lascuatro!Siestoydespierta,sinohedormido nada, sí estoy en mi cuarto miserable... Dios no quiere que yodescanseestanoche.Mevolverédeesteotrolado...

»EltalmarquésviudodeSaldeoroestálocopormí;peronoserétonta,noledaréaconocerquemegusta... ¡Ycómomegusta!...Enfin,suspiremosyesperemos. Conviene tener dignidad. ¿Soy acaso como esas cursis que seenamorandelprimeroque llega?No,enmiclasenose rindeelcorazónsindefenderse.Firmeza,mujer.SiMiquisteesindiferenteyelmarquésviuditoteencanta, no des a entender tu preferencia... ¡Los hombres! ¡Ah!... que sefastidien.Sedicequesonmuymalos,yyolocreo...Peroelmarquesillomegusta tanto... Es lo que ambiciono para marido; y él me jura que lo será...¡Jesús,quécosatanbuena!¡Quéhermosafigura,quémodales,quémaneradevestirtansuya...!Peroyomepreguntounacosa:¿diráquemequiereporquesabequevoyaserriquísima?...Muchocuidado,mujer;notefíes,notefíes...Pordeprontoleagradezcosusinvencionesdelicadasparaofrecermedineroyobligarmeaaceptarlo...Pornadadelmundoloaceptaría...¡Humillarmeyo!...Antesmorir...¡Lascinco,VirgendelCarmen,yyodespierta!

»Noquieropensaren Joaquín,ni enmiabuela,ni enmihermano,ni enmisbotasrotas,aversideestemodomeolvidoyduermo.Meterélacabezadebajodelaalmohada.¡Ah!,estomedaalgúndescanso...HacedossemanasquenoveoaJoaquín,ymeparecequehacemilaños.¡Estuvetanfuerteaqueldía!...¡Mefingítanincomodada!Verdadesqueélfueatrevido,atrevidísimo...Estanapasionado,quenosabeloquesehace...Estabafueradesí.¡Quéojos,quéfuerzaladesusmanos!¡Peroquéseriaestuveyo!...Concuántafrialdadledespedí...,yahoramemueroporquevuelva...¡Jesús,acabandedarlascincoyyadanlasseis!Estonopuedeser.Eserelojestáborracho...Tengamoscalma.Sientomuchosueno.Alfinelcansanciomeharádormir.Siyonopensase...¡Quéfelicesdebendeserlosburros!...Firme,mujer;mientrasmásapasionadoestéJoaquín,másfríaytiesatú...YasientoaD.ªLauratrasteandoporlacasa.Yaentralaluzdelsolenmicuarto.¡Esdedíayyodespierta!Todos,todoslostalentosquehayenmicabeza, losdoy,Señor,porunpocodesueño.Señor,damesueñoydéjametonta...

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»Ya siento bulla en la calle... Pasan carros por la de Hortaleza; prontoempezarán lospregones.Mañana,¿quédigomañana?,hoyesmiércoles,17.¿Recibiré carta y libranza de mi tío? Mi tío no es; pero así le llamo. ¡Elpobrecito es tan bueno, pero tan avaro!... Doña Laura riñe con la criada...¡MalditaseaD.ªLaura!Eldíaenquetengaconquépagaraesamujerferoz,será el más alegre de mi vida... ¡Las siete ya! Quiero dormir, aunque nodespiertemás. Esta cama es un potro, un suplicio. Si dentro de un rato noduermo, me levantaré. No puedo estar así. En mi cabeza hay algo que nomarchabien.Esto es una enfermedad. ¿Si semorirá la gente de esto, denodormir?...Entonces lamuerteseráundespabilamiento terrible.Francamente,envidioalasostras.¡Cómoentraelsolpormicuarto!Elpícarovaderechoailuminarmispobresbotas,queyanosirvenparanada.Tambiéndadellenoenmi vestidillo para hacerle, con tantísima luz, más feo de lo que es. ¡Quémiserableestoy,Diosmío!Estonopuedeseguirasí;noseguirá.Voyaescribiramitío,alamarquesa,aD.ManuelPez,aJoaquín...¡Lasocho,Diosdemivida!Melevanto.Dormirémañanaalanoche».

CapítuloXII

LosPeces(sermón)

—I—

DijotambiénDios:Produzcanlasaguasreptilesdeánimaviviente...

YcrióDios lasgrandesballenas,y todaánimaqueviveysemueve,quereprodujeronlasaguassegúnsusespecies...YvioDiosqueerabueno.

Y las bendijo diciendo:Creced ymultiplicaos y henchid las aguas de lamar...

(Génesis,cap.I,versículos20,21y22.)

Amados hermanosmíos: Feliz mil veces la postrera de las tierras haciadondeelsolsepone,estanuestraEspaña,queconcibióensusenoycrioasuspechosaD.ManuelJoséRamóndelPez,lumbreradelaAdministración,fanalde las oficinas, astro de segunda magnitud en la política, padre de losexpedientes,hijodesusobras,hermanodedoscofradías,yernodesusuegroel Sr. D. Juan de Pipaón, indispensable en las comisiones, necesario en lasjuntas,laprimeracabezadelorbeparaacelerarodetenerunasunto,lamejormanopara trazarelplandeunempréstito, lanarizmásfinaparaolfatearunnegocio, servidor de sí mismo y de los demás, enciclopedia de chistespolíticos, apóstol nunca fatigado de esas venerandas rutinas sobre quedescansa el noble edificio denuestra gloriosa apatía nacional,maquinilla de

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hacer leyes, cortar reglamentos, picar ordenanzas y vaciar instrucciones,ordeñadormayorporjurodeheredaddelasubresdelpresupuesto,hombre,enfin, que vosotros y yo conocemos como los dedos de nuestra propiamano,porquemásquehombreesunageneración,ymásquepersonaesunaera,ymás que personaje es una casta, una tribu, un medio Madrid, cifra ycompendiodeunamediaEspaña.

DonManuel José Ramón Pez andaba, en la época a que se refiere estenuestropanegírico,entreloscincuentaylossesentaaños.Desdesutiernaedadservía en esta maternal Administración española. De niño había tenido elamparodeotrospecesmayoresydelosPipaones,quetambiéneranPecesporla ramamaterna.Más adelante se gobernó solo, y casi siempre desempeñóelevados y ubérrimos destinos, con intervalos de cesantías; que nada hayestablenicompletoenestemundo.Gozabareputacióndehonrado, loqueelpredicadordeclaracongusto,aunqueestodelahonradezbiensabemostodosqueha llegadoaseruna ideapuramenterelativa.Desusprincipiospolíticosnoqueremoshablar,porquenohayparaqué.Niestoimportagrancosa,contaldeestablecerqueaquellosprincipios,presupuestoque loshubiera, teníanporatributoprimerounaadaptacióntanmaravillosacomoladeloslíquidosalaformaycolordelvasoqueloscontiene.Eran,pues,principioslíquidos,loque no es ciertamente el colmo de la incohesión, pues también los haygaseosos. Si un carácter ha de formarse de una sola pieza y de una solasubstancia,descartando lasdemáscomopuramenteornamentales,elcarácterdeD.Manuelsecomponíadeunasolayhomogéneacualidad,ladeserviratodo el mundo, prefiriendo siempre, por la ley de gravitación social, a lospoderosos.

Esfamaquenohaycosa,debajodelajurisdiccióndelohumano,quenoseconsiguierapormediacióndePez,ydeaquíquePezestuvieraenaquellosdíasdeapogeo tanabrumadode recomendaciones como lo estáde ex—votosunsanto milagroso. La recomendación es entre nosotros una segundaProvidencia; equivale a lo que otros pueblos menos expedientescos llamansuerte,fortuna.Porellasepuedellegaracumbresaltísimas;porellaseabrenloscaminosquehallancerradoseltrabajoyeltalento.Debemosalmisticismoesaformaadministrativadelapacienciaquesellamaelexpediente;debemosal favoritismo esa forma gubernamental del soborno que se nombra larecomendación.

No como una segunda fase de su carácter servicial, sino como unaampliación de él, tenía don Manuel la virtud de la filogenitura, o seaprotección decidida, incondicional, una protección frenética y delirante, a lacopiosísima, a la inacabable, a la infinita familia de los Peces. En aquellosdías,amadoshermanosmíos,desempeñabaunadelasprincipalesdireccionesdeHacienda,y aun se le indicabaparaministro.En losmismosdíasveríais

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repartidos por toda la redondez de la Península número considerable defuncionariosqueporllevarelclaronombredePez,manifestabansersobrinos,primos segundos, cuartos o séptimos, o siquiera parientes lejanos de D.Manuel.HabíacuatroocincoPecesentrelosoficialesgeneralesdelejército,todosconbuenoslotesendireccionesocapitaníasgenerales.Losmagistradosy jueces y promotores fiscales del género Pez se contaban por centenares,distribuidosentodalaEspaña.Paraqueentodaslasjerarquíashubieraalgúnmiembrodeestaomnisciente familiadebendición, tambiénhabíaunobispopisciforme,yhastadocecanónigosybeneficiadosquepastabanenelbancodelCultoyClero.Enayudantesdeobraspúblicas,capataces,recaudadoresdecontribuciones, empleados de Sanidad, vistas de Aduanas, inspectores deConsumo,jefesdeFomento,oficialescuartos,séptimosyquincuagésimosdeGobiernos de provincia, el número era tal que ya no se podía contar.Invoquemoseltextodivino:Cresciteetmultiplicamini,etrepleteaguasmaris.

De la Mancha, centro y venturoso nido de aquella familia, no hay quehablar, porque allí los había hasta de las más bajas categorías. Sin contaralcaldes, secretarios de Ayuntamiento, cuyo parentesco con D. Manuel eraevidente,aunqueremotísimo,coleabanmilymilPececillos,sólorelacionadosconelilustrejefeporlosserviciosmutuosyelapellido,quetomabansupartede sopaboba, yadepeones camineros, yadepeatones, quier demaestrodeescuela,quierdesacristán.Paradecirlotododeunavez,yconcretándonosaldistrito perpetuo de D. Manuel, basta decir que era una pecera. Amadoshermanos míos, recordemos la opinión que acerca de esta gente formó elApóstol de las Escuelas, Augusto Miquis, manchego. De sus profundosestudios ictiológicos sacó la clasificación siguiente: Orden de losMalacopterigiosabdominales.Familia,Barbusvoracissimus.Especie,Rémoravastatrix.

—II—

Amadoshermanosmíos:sidelaManchapasamos,puestodoesEspaña,alaDireccióndequeerajefeD.Manuel,hallaremosunespectáculonomenospatriarcal.DesumatrimonioconunadelashijasdeD.JuandePipaón(quedeDiosgoza),habíatenidoD.Manuelsietecriaturas.Descontandoalhijomayor,JoaquínPez,dequiensehablarácuando le toque;descartando tambiéna lasdos señoritas de Pez, ya casaderas, quedaban cuatro pimpollos. Luis, deveintiséis años, tenía treinta mil reales en la Secretaría del Ministerio;Antoñito, de veintidós Navidades, gozaba veinticuatro en una Direcciónlimítrofe;Federico,dediezynueve, sedignabaprestar sus serviciosal ladodelpapáporlaremuneracióndecatorcemilreales;Adolfito,dequince,habíaadmitidounbollodeochomilentrelosescribientes,yelgato...,no,elgatonohabíarecibidoaúnlacredencial;perolarecibiríaenjustogalardóndesucelopersiguiendoalosratoncillosqueroíanlospapelesdelaoficina.

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No pasaremos adelante, por respeto al mismo Sr. de Pez, sin hacer unabreve excursión al campo de laAritmética. Es una observación o problemaqueelpúblicohaformadomuchasvecesanteciertasantítesis,que,afuerzaderepetirse,hanllegadoasernosfamiliares.CuandoD.ManueleraDirector,elboatodesufamiliaigualabaaldeunafamiliapropietariaconquinceoveintemil duros de renta. El no tenía bienes raíces de ninguna clase, no estabainscriptoenelgranlibro,nodebíadetenertampocoeconomías.Sumandosusueldoconelsueldodelospececillos,el totalnoalcanzaba,conlasmermasdel descuento, a seis mil duros. Problema: ¿por qué misteriosas alquimiaspasabaestacantidadparaalimentarlassiguientespartidas:casadediezyochomilreales,buenamesa,estrenoconstantederopaportodoslosindividuosdelafamilia,lujososvestidosdebaileparalasniñas,landó,palcoaprimerturnoalTeatroReal,excursionesa losotros teatros,viajesdeverano, imprevistos,etc...? Aun suponiendo doble el activo por lo que D. Manuel percibía dealgunascompañíasdeferrocarriles,quedabalamitaddelgastoenelaire.Peroestos rompecabezas, que en tiempos pasados preocupaban algo a los vagos,amigos de averiguar vidas ajenas, ya, por ser de todos los momentos, hanllegado a parecer cosa natural y corriente. Familiarizada la sociedad con sulepra,yanisiquieraserasca,porqueyanoleescuece.

IntroduzcámonosenelhogarPez;nademosunmomentoenelaguadeestaredoma de felicidad, donde brillan las escamas de plata y oro de estematrimoniodichoso,ydeestaproledichosísima.Lostiemposeranprósperos.Tocabaentoncesestararriba.Elárbolfecundísimodelpoderprotegíaconsuplácidasombraalafamilia.Bastabaalargarlamanoparacogersussabrosasfrutas.Elaromadesusfloresembriagaba.Desituacióntanbellaprocedíaentodosaqueldeseofebrildegocesyeldeliriodellamarlaatención,deparecermucho más de lo que realmente eran. La señora de Pez ya no aspirabasimplemente a que sus hijas casasen conhombres ricos y decentes.No; susyernos habían de ser millonarios, y además, duques, o cuando menos,marqueses; ellas mismas (dañadas ya sus inocentes almas por la fatuidad)habíanhechosuyaslasideasdesuendiosadamamá,yaúnibanmáslejos,ysoñabanconpríncipes,¿porquénoconreyes?

Erandosniñaspreciosas,dehermosuradelicadayfrágil,deesaqueluceenlajuventudconlabellezaenfermizadeunaflordeestufa,yluegosedisipaenelprimerañodematrimonio;rubias,delgadas,quebradizas,porcelanescas.Susojosclaroslucíandemasiadograndesenladelgadezlindayafiladadesuscaritas de cera.A fuerza de ser traídas y llevadas por sumamáde salón ensalón,deteatroenteatro,defiestaenfiesta,parecíanfatigadas,peronohartasde frívolos pasatiemposygoces.Se las educaba en la inmodestia, dedonderesultaba que estas tales niñas apenas podían esconder, bajo el barniz de laurbanidad,eldesprecioquesentíanhaciatodoloquefueraoparecieseinferiora la esfera en que ellas estaban.No se les caía de la boca la palabra cursi,

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aplicándolaaesteoaquelquenovivieseinmergidoenelmardefelicidadesdelafamiliaPez;yalhablardeestemodonocomprendíanlastontuelasqueellascaíantambiéndebajodelfuerodelacursilería,porqueestaesunmodosocialpropiodetodaslasclases,yquenacedelpruritodecompetenciaconlaclaseinmediatamentesuperior.Aquellasniñas,milvecesdichosas,nohabíanvistoelmundosinoporsuladofrívolo;noconocíanlasociedadnisumecanismo,ni sus orbes y gravitación admirables. Su instrucción se circunscribía a unpoco de Catecismo, una tintura de Historia, ¡y qué Historia!, algunosbrochazos de Francés y un poco de Aritmética. Pero ¿de que servían losrudimentos de esta cienciamadre a las preciosas Josefa y Rosita, si no lescabíaenlacabezaqueellascareciesendecosasquelahijadelduquedeTalposeíaenabundancia?Enaquelloscerebros, tanlimpiosdemaliciacomodesindéresis, cerebros atiborrados de hojas de rosa, para ahuyentar las ideas,comosiestasfuerancucarachas,nopodíaentrarlacomparaciónentrelosdiezmillonesderentadelduquedeTalyloscincuentamilrealesdelDirectordeHacienda,aunsuponiéndolePez,yPezgrandísimo.CreavitDeusCetegrandia(losgrandescetáceos).

Dejémoslas en paz. Eran dichosas. ¿A qué conturbar su felicidad,picoteándola con números? Que gocen de la vida, de los verdes años.OcupémonosdeAdolfito,elprecozfuncionario,queno ibaa laoficinasinocuandoledabalagana;quehabíaencargadounvelocípedoaLondresyhabíaextendidoélmismolaordenparaqueeladministradordelaAduanadeIrúnlodejasepasarsinderechos,¡quérasgodegenio!«Túirásmuylejos,niño»,ledijo el jefe de Negociado. Y realmente aquel rasgo valía una cartera.¡Genialidad infantil que anunciaba el embrión de un hombre de Estadoespañol!

Ocupémonos también, amados hermanos míos, de Federico y AntoñitoPez,queestabanapuntodeserabogados,yqueeranelunofilósofo(muchosfilósofos de hoy tienen diez y siete abriles) y el otro economista. ¡Ah! LaEconomía política es una ilusión que se pierde siempre a los veinte años.Federico se había distinguido en esos círculos de sabiduría temprana dondecentenares de ángeles juegan al discurso. Era oradorcito. Allí era de oír losiguiente:«Elseñorquemehaprecedidoenelusodelapalabra...».Yeltalpreopinantenollevabachichoneraporquehoyesmodaquelosniñosdetetausen sombrero. Las controversias de los menudos filósofos y economistastomaban siempre un tono de acaloramiento y personalismo, que agriaba losnobles caracteres. La Memoria escrita por Federico sobre no sé qué, pasódesde la tribuna a la prensa, apareció en una Revista; el niño se creció;inscribiose enun círculomásnombrado; hízoseoír; le aplaudieron.Primerohablabay luegogritaba.Ensordecía lospasillos.Llegóaenvanecerseconsufacilidad de palabra, y a creerse unMoret, unGabriel Rodríguez. Hubo devolverse locoporque ledijeronqueaúnmamaba. ¡Disparate!Elnomamaba

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sinodelpresupuesto.

Antoñito, que era el filósofo, empleaba las horas de oficina en hacerrevistasmusicalesparaunperiódicodeteatros.LaFilosofíaylaMúsicatienenunalmadediezynueveaños, unaafinidadquepareceparentesco.Sondoscuerdas distintas del laúd de la tontería. Antoñito, que había hecho en sucabeza una especie de pasta filosófica, amasando al padre Taparelli conAugustoComte,eraademásunwagneristafuribundo,aunque,laverdadantetodo,enjamásdelosjamaseshabíaoídomúsicadeWagner.Ensusartículosllamabaatodaslascantantesdivas,yatodalasobrasspartitos.Eraseverísimoconlosartistascuandonoledabanbutaca.

Ocupémonos, finalmente, de Luis Pez, el cual no era filósofo, nieconomista,nimúsico;erajinete.Habíacomenzadounacarreramilitar,perotuvo que abandonarla por falta de luces. Su pasión eran los caballos. Seocupabadelpropiotantocomodelosajenos,ydeplorabaquenotuviéramoshipódromo(1872).Comoeldesushermanas,estabasucerebrotanlimpiodeAritmética, que no acertaba a comprender por qué él tenía un solo caballo,mientras su amigo, el hijo de los duques de Tal, montaba alternativamentecinco,sincontarlosveintequeocupabanlacuadradelacalledeSanDámaso.HeaquíunacontradiccióneconómicaantelacualFedericoPez,unBastiatenestadodelarva,habríatenidoquizásalgoquedecir.Ibanuestrogaláncentauroalaoficinalomenosquepodía.EstabaagregadoalaComisióndeempleadosque redactaban las nuevas Ordenanzas de Aduanas. ¿Para qué había demolestarseestedignofuncionarioenasistirasutrabajosiélnosabíaloqueeracomercio;sinosabíaloqueeraunpuerto;sinohabíavistootramarqueelmarsinbarcosdeBiarritz;siignorabaloqueesunbuque,uncargamento,loquesonderechos,valores,rol,tasa,escalaalcohólica,arancel,ydemáscosasqueatañenaltráficoydesarrollodelcambio?Bostezabaenlaoficina,cobrabasu sueldo, esperaba con ansia la hora y la calle. Amados hermanos míos,tiempoesyadequedigamosconelángel.¡Ave,María!

—III—

Sorprendamos aD.Manuel José Ramón Pez (o del Pez) cuando, reciénabandonadaslasociosasplumas,entrabaensudespachoaenterarsedevariosasuntos,ajenosasuempleo,aunquemuchosteníanconélrelaciónmisteriosa,sólo de él conocida. Envuelto en su abrigadora bata, calados los lentes oquevedos, afeitada y descañonada ya la barbilla violácea, bien peinadas yperfumadas con colonia las patillas de un gris de estopa, revolvía cartas,consultabanotas,hojeabamemorándums,ordenaba inmente loqueno teníaorden, hacía cálculos, esbozaba proyectos, trazaba planes. La frase y elguarismoseentrecruzabanensucerebro,demarcandoensufrenteunaarrugafina,delicada,queparecíahechacontiralíneas;abismábaseenmeditaciones;después, tarareandounacancioncilla,pasabalavistapor losperiódicosdela

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mañana, daba algunas órdenes a sus escribientes y se ocupaba un poco deteatrosydiversiones.

A cada instante era visitado el despacho por un ángel que entrabaretozando.¡Quéchácharasuplicatoriayquémendicidadmezcladaderegocijo!«Papá,daleeldineroaFranciscoparaquevayaporelpalcodelaComedia...Papá,noolvidesquehoyserenuevaelabonodelReal...Papaíto,págameestacuentadeBach...Papá,elsastre...Papá,lamodista...Papa,laflorista...Papá,lacuentadeArias...Papá,nuestrosabanicos...Papá,elcaballo...Papá,papá,papá...».Eraunpíopíoquenocesaba.PorfortunadonManuelJoséRamóneralaimagenvivadelaProvidencia,segúngenerosamentedabayrepartía,sinquejarse, sin regañar; antes bien, regodeándose de ver tanto gusto y apetitosatisfechos.Adorabaa la familiay se recreabaenella.Tambiénél era feliz,porque si algún bien positivo hay en el mundo, es el que sienten mano ycorazónenelmomentodedaralgo.

Y en tanto, en el recibimiento de la casa se agolpaba un gentío fosco,siniestro,unaturbapreguntonayexigente,quequeríahablarconelseñor,veralseñor,decirdospalabritasalseñor.Sonabaacadainstantelacampanilla,yentrabaunomás.Eranlosdesfavorecidosdelafortuna,pretendientes,cesantesde distintas épocas, de la época de Pez y de la época del antecesor de Pez.Algunas bocas famélicas pedían pan; otras no pedían más que justicia.Aquellos,sofocadospor lanecesidad,pedíanparaelmomento;estosparaelmes que viene, y algunos estaban atrofiados ya y tan sin fuerzas parapretender, que pedían para cuando hubiese una vacante. Con este gentíocalagurritano se mezclaban los postulantes de otra esfera, personajes yseñorones que pasaban al despacho desde que llegaban. El criado no podíaconteneralaturbaimpaciente,desesperanzada,avecesrabiosa,queteníaensusmaneras el ímpetu del asalto.Unamujermal vestida atropelló en ciertaocasiónalcriado,semetióporelpasilloadelante,entrósinanunciarseeneldespacho,yencarándoseconD.Manuel,dijoconlágrimasygestosdeteatro:«Señor,soyviudadeunPez».

Don Manuel repartía promesas, limosnas, a veces credenciales de pocamonta,yparatodosteníaunconsuelo,unapalabraounduro.Erabondadosoymuy bien educado. Había en su mente, junto a la idea de su derecho alpresupuesto, la idea de ciertos deberes ineludibles para con la humanidadcesanteydesposeída.

Porconcluirnuestropanegíricoconunhechoconcretodelavidadelsanto,diremos que una mañana D. Manuel mandó que no entrase nadie. Estabafatigado. Quería ir pronto a la oficina, donde tenía cita con el marqués deFúcar y con el ministro para tratar de salvar al Tesoro, haciéndole unpréstamo.

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«¡Ah!, seme olvidaba...—murmuró, echando la vista sobre una carta—.Francisco,dilealseñoritoJoaquínquesuba».

Joaquín Pez, el mayor de los Pececillos, tenía treinta y cuatro años. SehabíacasadoporamorconlahijaúnicadelamarquesadeSaldeoro.Quedoseviudo a los ocho años dematrimonio, no exento de alborotos, y cuando lascosas de esta relación ocurren estaba asombrosamente consolado de susoledad.Pordoscalidades,demuchovalerambas,sedistinguía;físicalauna,moral laotra.Era sucorazónbuenoycariñoso.Era su figuray rostrode lomásapuesto,hermosoynoblequesepudieraimaginar.Teníatodalabellezaque es compatible con la dignidad del hombre, y a tales perfecciones seañadíanun airede franqueza, una agraciadadespreocupación, o sí sequieremás claro, una languidez moral muy simpática a ciertas personas, unacháchara frívola, pero llena de seducciones, y por último, manerasdistinguidísimas,humorfestivo,vestircorrectoyconmarcadosellopersonal,y todo loquecorrespondeaun tipodegalándelsigloXIX,queesunsiglomuyparticularenesteramodelosgalanes.

Y hablemos ahora, amados hermanosmíos, del defecto de Joaquín Pez,defecto enorme, colosal, reprobado por la Filosofía, por la Iglesia, por losSantosPadresyhastaporlagentedepocomásomenos.Estedefectoeraladebilidad, deplorable incuria para defenderse del mal, dejadez de ánimo yausenciacompletadevigormoral.Conocidaslascondicionesfísicasysocialesdel Pez, bien se comprenderá que este vicio del alma había de tener porexpresiónsintomáticaeldesenfrenodelaspasionesamorosas.

Disculpémosle.Eratanguapo,teníatantopartido,quemásqueeltipodelseductorleyendario,talcomonoslohantransmitidolosdramas,eraenvariasocasionesun incorregible seducido.Lasmujeresabsorbíansuatención, todosutiempoytodosudinero,muyabundantealrecibirlaherenciadesuesposa,peromuymermadoochoañosdespués.Cuandoleconocemos,Joaquínestabaenelapogeodesustriunfos,yentodoslosterrenossocialessepresentabaconsu carcaj y flechas; es decir, que no despreciaba ninguna pieza de caza, yaestuvieseenpalacios,yaencabañasoandurriales.

Ya os oigo decir, amados míos, que estas cacerías, lejos de fortificar alhombre, le desmedran y embrutecen. Tan claro es eso como el agua; peronuestrovigorosoPeznohabíallegadoaún,cuandoleconocimos,algradodeenvilecimientoqueeseltérminodelaspasioneslocas.Suvicioeratodavíaunviciodel corazón, intervenido con la fantasía.Aúnpersistían en él ilusionesjuveniles, con sus delicadezas y entusiasmos, con sus melancolías, susarrebatoseimpaciencias.Elcuerpoprincipiabaaenvejecerantesqueelalma,porque esta retardaba su extenuación con fantasmagorías y esfuerzos deiluminismo,dequenacían,aunquepormodoartificioso,afectosparecidosalaternura.

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Vivíasoloestejoven,enelpisobajodelacasa,cuyoprincipalocupabansuspadres.Levantábasetarde,almorzabaconsufamilia,ydespuésdelaunararavezlevolvíanaversuspadreshastaeldíasiguiente.

«Pero, hombre, ¿has visto?—le dijo el papá Pez, prejuzgando con sutonilloburlónelasuntodequeibaatratar—.OtracartadelCanónigoenqueviene con las mismas historias... Nos recomienda a esa tal Isidora y a suhermano para que les aconsejemos y les dirijamos..., ¡qué tonterías!, en supretensión...DicequesonnietosdelamarquesadeAransis;queélloprobaráantelosTribunales.¿Túcreesesto?

—Yo...,yo,verdaderamente...—manifestóJoaquínconaquella indolenciaquedesucuerpoasupensamientoseextendía—.Noloafirmoniloniego.

—Logomaquias,hombre—dijoD.ManuelapartandodesícondespreciolacartadesuamigoelCanónigo,caciqueyfarautedelosPecesenbuenapartedelaMancha—.Estoesnovela...¡NietosdelamarquesadeAransis!...CiertoesqueaquellapobreVirginia...¿ConocestúaesaIsidora?

—Sí.

—¿Yellasostiene...?

—ComoelEvangelio.

—Logomaquias. Estas historias demuchachosmendigos que a lomejorsalen con la patochada de tener por papás a duques o príncipes, no puedenpasareneldía,mejordicho,yocreoquenohanpasadonunca.Admitámosloen las novelas; ¡pero en la realidad...! En fin, sea lo que quiera, es precisoatender al Canónigo, que nos sirve bien. Entérate. Dice que pongamos adisposicióndelamuchachaalgunascantidades.Enloquenoleharéelgusto,porahora,esen lodehablardeelloa lamarquesadeAransis.Escosamuydelicada.Cumpliremosdiciéndoseloasuapoderado,elmarquésdeOnésimo...Logomaquias,hombre...

—Yomeencargarédeesto—replicódecididamenteJoaquín—.Yahevistoaesahijadereyes.Esunamuchachasimpática,discretaybuena,quemerece,sí,merece,sindudaalgomásdeloqueposee».

CuandoIsidorallegóaMadrid,recibiódonManuelunacartadelCanónigorecomendandoasusobrina,eindicandodeunmodovagoelasuntoquetantohabía hecho reír al señor Director. Por encargo de este, Joaquín la visitó;encontrola guapa el primer día, el segundo muy guapa, y el tercerodeliciosísima, con lo que la diputó por suya. Trazó las primeras paralelas;hallóresistencia;trazólassegundasyhallómásresistencia,unatenacidadqueanunciaba el heroísmo.De aquí vino aquella retiradahábil quedesconcertó,como antes se dijo, a la joven, no vencida por el ataque, sino por el

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aburrimientodenoverseatacada.¡Cuánciertoesqueelocioenervayrindealmásaguerridoejércitoantesqueelfuegoylasbalas!

LasdotesmilitaresdeJoaquín,másquedegeneraldetropasregladas,erandeguerrillerohábilengolpesdemano.Vieneestodelaíndoledelostiempos,querepugnanlaepopeya.Nopuedensubstraerselosamoresaestaleygeneraldel siglo prosaico... El atrevido capitán de partidas, desde que habló con supadre, ideó,pues, laemboscadamáshábilqueconcertaronguerrillerosenelmundo.Nopondría sitio.Enviaríaunparlamentarioalenemigoparahacerlesalirdelaplaza.Sielenemigocaíaenellazo,sipasabaelríodelaPrudenciayseponíabajolosfuegosdeldesfiladerodelaAudacia...

Enelcapítulosiguienteveréis,¡ohamadosfeligreses!,loquepasó.

CapítuloXIII

¡Cursilona!

SeríanlascuatrocuandoIsidora,acompañadadesupadrino,llegóalportaldelacasadeJoaquínPez.Suansiedaderagrande,porquehabíarecibidounaelegante esquela en que el viudito de Saldeoro, después de declararseimposibilitadodesaliralacalle,invitabaalaseñoritadeRufeteavenirasucasa, donde sería enterada de una comunicación del Canónigo en que se leenviaba dinero, y de un asunto extraordinariamente importante y venturoso.LoscomentariosquehizoIsidoradesdelacalledeHernánCortésaladeJorgeJuannocabríanenestevolumen,aunquefuesedoble.¡Dequémanerayconquéfecundidaddeimaginacióndiovidaensumentealaentrevistapróximaaverificarse!Alllegaralportal,yaldeciraD.José:«deseustedunavueltecitaporelbarrioyvuelvaaquídentrodemediahora»,yahabíaelladesarrolladoen sí misma cien visiones distintas de lo que había de pasar. Cuando ellaentraba,salíanlasdosniñasdePezconsumamáparasubiralcochequelasesperabaenlacalle.¡Quéelegantes!Isidoralasmiróbien;peroibaella,asuparecer, tan mal, con tan innoble traza, que de buena gana se hubieraescondido para no ser vista de las otras. Porque la de Rufete, pobre ymalataviada,seconsiderabafueradesucentro.Suapetitodeengrandecersenoeraundeseotansólo,sinounareclamación.Supobrezanoleparecíadesgracia,sino injusticia,yel lujode losdemásmirábalocomocosaque lehabía sidosustraída,yquetardeotempranodebíavolverasusmanos.

LasniñasdePezapenassefijaronenlamuchachaqueentraba.Peroestalasexaminóbien,yenmenosdeloquesedicehizodeellascríticaacerba,lasdesnudó,lesquitólossombreros,censuróaquellostallesdearaña,yconcluyó

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porconsiderarensumenteloqueresultaríasilamásguapadelaschicasdePezsevistieracon losarreosde Isidora,yesta sepusiera losde lachicadePez.

Entró en casade Joaquín,y el criado la encerró enungabinetemientraspasaba recado al señorito. ¡Qué hermosos y finos muebles, qué cómodosdivanes,quélucientesespejos,québlandaalfombra,quégraciosasfigurasdebronce,quésolemnidadladeaquelreloj,sostenidoenbrazosdeunaninfadesemblante severo, y sobre todo,quémagníficas estampasdemujeresbellas!LaescasaerudicióndeIsidoranolepermitíasabersiaquellasseñoraserandelaMitologíaodedóndeeran;perolacircunstanciadehallarsealgunasdeellasbastanteligerasdevestidoleindujoacreerqueeranDiosasocosatal.¡Yquébonitoelarmariodetalladoroble,todollenodelibrosiguales,doraditos,quemostrabanenlapurezadesuspielesrojasynegrasnohabersidojamásleídos!«Pero¿quéharánenlosrinconesaquellosdosseñoresflacos?¡Ah!Esaparejasevemuchoporahí.SonMefistófelesyD.Quijote,segúnhadichoMiquis.Yonoharénuncalatonteríadetenerenmicasanadaqueseveamuchoporahí. Vamos, que aún puedo yo dar lecciones a esta gente». Mirando yremirandolosojosdeIsidoratoparonconelCristodeVelázquez,yestabaellamuy pensativa tratando de averiguar qué haría nuestro Redentor entre tantadiosa,cuandoentróJoaquín.

«¡Albricias!—le dijo de buenas a primeras, tomándole las dos manos yapretándoselas mucho—. Papá ha tenido una carta del Canónigo... Papá sepropone hablar a lamarquesa deAransis. Todo se arreglará... Esto va bien.¿Nolodijeyo?».

Isidoraquedótanturbadaporestairrupciónbruscadebuenasnoticias,queno acertó a decir nada. Miraba embebecida a Joaquín. Pasada la primeraimpresión de las noticias, lo que dominó en el espíritu de la joven fue lavergüenzadequeJoaquín, tanadmiradordeella, laviesemalvestida.Habíaestadodoshorasarreglándoseparadisimularsumalafacha.Veníacompuestacon galana sencillez, respirando aseo y coquetería; pero todo el aseo delmundo, toda la gracia y sencillez no podían disimular la fea catadura deldescoloridotraje,nimenos,¡yestoeralomásatroz!,ladesgraciadísimavejezymuchousodelasbotas,quenosóloestabanusadasyviejas,sino¡rotas!LoqueIsidorapadecíaconestonoesdecible.Cuidadosamenteescondíabajolasfaldassuspies,tanpequeñoscomomalcalzados,paraqueJoaquínnoselosviera.

Peroyaélseloshabíavisto,sinperderporesoelamor,ollámesecomosequiera, que sentía; antes bien, exaltándose más. Por efecto de esasaberracionesdelgustoquemarcaneltránsitodelapasiónalvicio,Joaquínlaamabamásconaquelatavíogrosero;ysiestuvieracompletamentederrotada,comomendigadelascalles,vieraenellasublimadoelidealdelmomento.

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«¿Ycuándohablarásupapádeustedalamarquesa?—preguntóIsidorayamásdueñadesí—.LamarquesaestáenCórdoba...

—¿EnCórdoba?...Ya—murmurró Joaquín, aquienno le importabagrancosaquelamarquesaestuvieradondemejorleacomodase—.Esonoimporta.La marquesa vendrá... ¡Ah!, ya me olvidaba de decir a usted lo mejor.Tenemosordendel señorCanónigopara entregar a usted las cantidadesquenecesite.Usteddirá.

—¡Las cantidades que necesite!»—repitió Isidora embelesada, viendo ensuimaginaciónunacascadadedinero.

¡Tener dinero! ¡Qué alborozo! Parecía que en su alma, como en alegreselva iluminada de repente, empezaran a trinar y a saltar mil encantadorespajarillos.¡Detalmodoseleanunciabanlasnecesidadessatisfechas,losgocescumplidos, las deudas pagadas y otras satisfacciones más, traídas por lasoberanavirtuddeloro!

Conocedor Joaquín de la manera de tocar ciertos registros del almahumanayde losefectosde la sorpresa teatral en los sentidosdelhombre,ymásaúndelamujer,llegosealachimenea,tomódeellaunacajita,abriolaymostróalosojosadmiradosdeIsidoraporcióncumplidadedinero,monedasdeoroyplata,ydosotresmanojillosdebilletesdeBanco.

«Noséloquehabráaquí—dijoPezrevolviendoeltesoroconsusdedos,yafectandohacerloconindiferenciaparadaraentendersufamiliaridadconlosmillones—.Mil,dos,cuatro,ocho...Usteddirá».

Elefectofueinmenso.AtónitayembobadaestabaladeRufete,paseandosu alma con las miradas por el interior de la hermosa cajita, y si bien lacantidadnoerafabulosanimuchomenos,porsertodoslosbilletespequeños,lapobrejoven,quetantosedejaballevardelahipérbole,creíaverpasarporentrelosdedosdeJoaquinitoPeztodalacorrientedeldoradoPactolo.

«Usted dirá—repitió él, hojeando los cuadernillos de billetes como sifueran libritosdepapeldefumar—.Mipareceresqueusted,porquienesypor laposiciónqueocupará,nodebeseguirviviendoenaquellacasa.Usteddebe tomar una casa para sí y su hermano, ponerse en otro pie de vida, noescatimarciertascomodidades,enfin...¿Quiereustedqueyomeencarguedebuscarlecasa,deproporcionarlemuebles,modista...?».

Joaquín la miró. ¡Qué guapa era! Isidora le oía como si oyera unadescripción del Paraíso a quien realmente ha estado en él. Luego, cuandoJoaquínlamirótandecercaqueellapodíacontarlelospelosdelabarbarubiay losradiosdoradosde laspupilasobscuras,creyóveralmismoángelde lapuertadelParaísomostrandolasllavesdeél...PoruninstanteIsidoranohizomás que saltar la mirada de la cajita al rostro, y del rostro a la cajita. La

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profunda admiración que por el joven sentía se acrecentaba hasta parecercariñoentrañable.¡Eratanseductorsumododemirar!...¡Teníaunnoséquétan distinto de todos los demás hombres!... Así lo pensó Isidora, sintiendoherida y traspasada toda aquella parte de su corazón que dejaba libre elorgullo.

«Usted dirá»—volvió a indicar Joaquín, dejando a un lado la cajita ytomandolasmanosdeIsidora.

Estasepusoatemblar,tuvomiedo,porqueJoaquínselehizomásguapo,más seductor, más caballero, revistiéndose de todas las perfeccionesimaginables.

«¿Meportomal—dijo él convozblanda—;meportomal enpagode laofensa que usted me hizo despidiéndome y diciéndome que no podíaquererme?».

Isidorafluctuabaentreelreíryeltemer.Sereíayestabapálida.Despuéssintiófrío.

«Yo bien sé lo que pasará cuando usted llegue al fin de su camino—prosiguió él—. En vez de quererme entonces como ha prometido, medespreciará...¡Seráustedentoncestansuperioramí!...».

Laperfidia en estas palabras era tanta, queno cabía debajo de todos losplieguesdeldisimulo.

Isidora, ademásde reír, ademásde temer, ademásde tener frío, se sentíacomo mecida en un vagoroso y aéreo columpio. La cara hermosísima deljovenPezpasabaantesusojosconoscilaciónderesplandorescelestesquevanyvienen.¿Cómono,sideprontoempezóaoírretahíladepalabrasardientes,que jamás oyera ella sino en sueños? Joaquín la tuteaba, Joaquín seextralimitaba de palabra. Rápidamente conoció Isidora la proximidad de sumal,ytuvounadeesasinspiracionesdedignidadyhonorquesonpropiasenlas naturalezas no gastadas. Su debilidad tuvo por defensor y escudo alsentimientoque,porotraparte, era causade todos susmales: el orgullo.Sesalvóporsudefecto,asícomootrossesalvanporsumérito.Noesfácildefinirloquerápidamentepensó,lascosasquetrajoalamemoria,lassacudidasquedioasudignidaddeAransisparaquesedespertaseysalieseadefenderla.Elloesquesaltódelasientocontalrapidez,quenopudoJoaquíndetenerla,yconvelocidad de pájaro se puso en la puerta. El violento palpitar de su seno,cortándolelarespiración,apenaslepermitiódecir:

«Noquieronada,noquieronada».

Evidentemente,referíasealcontenidodelacajilla.Joaquíncorriótrasella,diciendo: «Formalidad, formalidad». Pero la de Rufete, valiente y decidida,

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tratódeabrir lapuerta.Estabacerrada.Eradeversu ligerezadegorrión,suprontitudparacorrerdeunpuntoaotro,perseguida,masnoalcanzada.Corrióalaventana,queporserdepisobajoestabaadosvarasdelacalle,abriola,yapoyándoseenelalféizar,vueltahaciadentro,dijoasíconanimosavoz:

«Si usted nome abre la puerta yme deja salir, grito desde aquí y pidosocorro».

Quedose parado el Pez; reflexionó un instante. De repente su amor sedeshizoendespechoysudespechoenrisa.

«¿Escenita?...¿Gritarenlacalle?¡Quéridiculez!Ustedseempeñaenquehagamoseloso».

La iraretozabaensus labios.MiróaIsidoracon tantoenojo,queestaseturbóycreyóhabersidodesconsideradayexcesivamentealtanera.Despuéseljovenabriólapuerta.IndicóaIsidoralasalida,dejandoescapardesuslabios,trémulosdeira,estapalabreja:

«¡Cursilona!...»

Tresminutosdespués,IsidoraseuníaadonJoséenlaesquinadelacalle,ymarchabahaciasucasaconelalmallenadeturbación,alegredelavictoriaytristedelapobreza,satisfechaydesconcertada,diciendoparasí:

«Meofendeporquesoyhuérfana,ymeinsultaporquesoypobre;yapesardetodo...».

CapítuloXIV

Navidad

—I—

AldíasiguienterecibióIsidoraunacartadeJoaquínincluyéndolealgunosbilletes de Banco, y pidiéndole perdones mil por el caso del día anterior.Decíale que si alguna palabra áspera y malsonante salió de sus labios aldespedirla,latuviesepordichaensondebromaopornodicha.Finalmente,lepedíapermisoparaverladenuevoen casadeRelimpio.Agradeció ella contodasualmaeldesagravio,ysusafliccionesdeaqueldíaseledisiparonconlagrata vista del pan bendito, o llámese papel—moneda. Dio al olvido susagravios;pero si perdonó fácilmente a Joaquín la injuria intentadacontra suhonor,tuvoquehacerunesfuerzodebondadparaperdonarleelquelehubierallamadocursilona.Taleslacondiciónhumana,queaveceselrasguñohechoalamorpropioduelemásquelapuñaladaasestadacontralahonra.Elmarqués

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viudolavisitódosdíasdespués,ysucomedimiento,despuésdelasaudaciasreferidas, la cautivaba más, o si se quiere de otro modo más claro, sucomedimiento tenía la virtud de hacer disculpable y aun amable la osadíapasada;queasísecontradicenloscorazonesensulógicademisterios.Pocoapoco,conlasvisitasyellargocharlardeellas,Isidoraibaqueriendoalviudo,y el viudo aficionándose tanto a ella, que llegó un punto en que hubo desorprenderse y asustarse de la formalidad de su cariño. En tanto el asuntomarchaba satisfactoriamente. Don Manuel Pez y el marqués de Onésimohabíanescritoa lamarquesadeAransis,yaunqueestanocontestaba,eradepresumir que contestaría pronto y a gusto de todos. También llevaba buencaminolodelacausacriminaldeMariano.Joaquínbebíalosvientosparaquelesoltaseel juez,aunquefuerabajofianza,porrazóndelairresponsabilidadque le daban sus pocos años. Isidora visitaba a su hermano dos veces porsemana,llevándoleropaygolosinas.AlgunasvecesseencontrabaenlacárcelalaSanguijuelera,queibaconfinsemejante;yambassetratabandepalabras,distinguiéndoselaviejaporlaprocacidaddesulenguajeyerizadodepuñosyelningúnrespetoqueasusobrinatenía.

Llegó Navidad, llegaron esos días de niebla y regocijo en que Madridpareceunmanicomiosuelto.Loshombressonatacadosdeunafiebrequesemanifiesta en tres modos distintos: el delirio de la gula, la calentura de laloteríayeltétanosdelaspropinas.Todoloqueesespiritual,moralydelicado,todoloqueesdelalma,huyeoseeclipsa.Laconmemoraciónmásgrandedelmundo cristiano se celebra con el desencadenamiento de todos los apetitos.Hasta el arte se encanalla. Los teatros danmamarracho, o la caricatura delGranMisterioennacimientosacrílegos.Loscómicoshacensuagosto;lagentedemalvivir,hembrasinclusive,alardeadesudesvergüenza;losborrachossemultiplican. Tabernas, lupanares y garitos revientan de gente, y con laspalabrasobscenasychabacanasquesepronuncianestosdíashabríabastanteponzoña para inficionar una generación entera. No hay más que unpensamiento:laorgía.Nosepuedeandarporlascalles,porquesetriplicaenellas el tránsito de la gente afanada, que va y viene aprisa. Los hombres,cargadosderegalos,nosatropellan,yalomejorsesienteunoabofeteadoporunacabezadecapónopavoqueanuestroladopasa.

Las confiterías y tiendas de comidas ofrecen en sus vitrinas unaabundancia eructante y pesada que, por la vista, ataruga el estómago. Nobastan las tiendas, y en esquinas y rincones se alzanmontañas demazapán,canterasdeturrón,dondeelhachadelalicantinocortayrecortasinagotarlasnunca.LaspescaderíasinundandecuantoDioscrióenmaresdelNorteydelSur.SobreunfondodeesterascolocaValenciasusnaranjas,cidrasygranadasrojas, llenas de apretados rubíes.En los barrios pobres las instalaciones sonigualmente abundantes; pero la baratura declara la inferioridad del género.Hayunacalizadulzonaquesevendeporturrón,yunasaceitunasnegrasque

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nadan en tinta. De la PlazaMayor hacia el Sur escasea el mazapán cuantoabunda el cascajo. La escala gradual de la gastronomía abraza desde losrefinamientosdePecastaing,PrastylaMahonesa,hastalacuartilladebellotay la pasta de higos pasados que se vende en una tabla portátil hacia lasYeserías.ElenormepezdePascuascomprendetodaslaspartesysubstanciasdecosapescada,desdeelrusocaviarhastaelescabecheyelarenquedebarril,quebrillacomoeloroyquemacomoelfuego.

Una familia podrá morirse toda entera; pero dejar de celebrar la NocheBuenaconcualquiercomistrajo,no.Paracomprarunpavo, las familiasmásrefractariasalahorroconsagrandesdenoviembrealgunoscuartosalahucha.¿Cómopodían faltar losdeRelimpioaesta tradicional costumbre?Tambiénellos,pobresysiemprealcanzados,teníansupavocomoelquemás,graciasalos estirones que D.ª Laura daba al dinero, y tenían, asimismo, sus tresbesugosde dos libras ymedia, que se presentarían engalanados de olorososajosy limón.DonJoséeraelhombremásventurosodeMadriddesdeeldía22.OcupábaseenrecorrerlospuestosdelaPlazadelCarmenparatraerasumujer noticias auténticas del precio de la merluza, el besugo, los pajeles.TratábasedeestoenConsejo,yD.Josédecíacongravedad:«Todoestáporlasnubes.Veremosmañana».El 23,D. JoséyD.ªLaura tomabanunberrincheporquenoleshabíacaídolalotería,fenómenoextrañoquetodoslosañossereproducía infaliblemente. Opinaba D.ª Laura que todos los premios se losembolsabaelGobierno,yquelaloteríaeraunpuroengaño;peromásjuiciosoD. José, aseguraba que el número jugado era muy bonito y que no habíanfaltado más que dos unidades (¡que te quemas!) para que tocara premio.Concluíanambosporexclamarconcristianapaciencia:«Otroañoserá».

Pero llegaba la mañana del 24, y entonces D. José era la imagen de lafelicidad,siemprequenosrepresentemosaestaembozadaensucapayconsugrancesto enganchadoen el brazoderecho.Don José llevabael cestoyD.ªLaura el dinero, y aquí era el recorrer tiendas, el mirar todo, el preguntarprecios,noarriesgándosealaempresadesuscomprashastanoestarsegurosdequecomprabanlomejor.YaRelimpioestabaenteradodelospuntosdondeeralegítimoelturróndeAlicanteyJijona,dondeeramásbaratoelmazapán,más dulces las granadas y más gordas las aceitunas. De todo comprabanaunquefueraencortísimacantidad.

Loscomentariosdeél sobre lacalidadde lascosascompradasno teníantérmino. Y luego, cuando entraban en la casa, ella con la bolsa vacía, éldobladobajoelgratopesodelacesta,¿quiénnoseconmoveríaviéndolesacartodo con amor para enseñarlo a las chicas, y poner cada cacho de turrónordenadamente sobre la mesa, diciendo a qué clase pertenecía cada uno, yregañandosialgúnignoranteconfundíaeldeyemaconeldenieve?LoquenopodíasufrirD.ªLauraeraqueélprobasedetodoparadarloporbueno,ycon

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este motivo había ruidosas peloteras; pero él aseguraba que todo estabariquísimo,quetodoeragloria,yconestoyconrecogerD.ªLauralascomprasparaguardarlasconsietellaves,concluíanlascuestiones.Después,D.Josésemetíatambiénenlacocinaparaayudarydarmásdeunconsejo;quealgoseleentendíadeartedeestofadosyotros culinarios estilos.Lasniñasdejaban lacosturaaqueldía;nosepensabamásqueenlacena,yentrecomponerseparairalTeatroMartínconMiquis,yayudarunpocoasumadre,selespasabalatarde.

DonJosé,aquienlashorasselehacíansiglos,nopensabaenapuntarenelDiario ni en elMayor los gastos extraordinarios de aquel día. Por la tardeocupábasedeinstalarlamesaenlasala,porserelcomedormuypequeñoparatangranfestín.Despuéssemirabadiezynuevevecesalespejo,seacicalaba,yenelcolmoyadelregocijo,lesquitabaaloschicosdelterceroeltamborconque atronaban la casa toda, y tocaba por los pasillos con furor y denuedo,seguidodelaturbainfantilyporéstaconalegreschillidosaclamado.

A la bendita y honesta cena de esta excelente familia no asistía nunca,desdemuchosaños,elseñoritoMelchor,quecenabaconsusamigos.Lejosdecensurar esto, D.ª Laura hallaba natural que su hijo, escogido entre losescogidos,nosesentasealavulgarmesadesuspadres.Mejorpapelharíaenotraparte.YaMelchorserozabaconliteratos,diputados,artistasyempleadosde cierta categoría. Probablemente, aquel año iría a cenar en casa de unmarqués.

Encambiolesacompañabaelortopédico,hermanodeD.ªLaura,yelhijodeeste,llamadoJuanJosé.¡Ah!Elortopédicoerasaladisímoparaunacena.Hombre de gran formalidad, se trocaba en el más gracioso del mundo encuanto bebía dos vasos de vino; decía los disparates más chuscos que sepodrían imaginar. Él y Relimpio, que también perdía la chaveta en cuantoempinabaunpoco,porestarprivadodemostoduranteelañoentero,eranloshéroesde la fiesta;brindabancongritos, seabrazaban riendocomo locos,ypor fin rompían a llorar. En suma, que era preciso llevarlos a cuestas a lacama, con gran algazara y risa de todos los comensales. Los únicosconvidadosdefueradecasaeranMiquisyunpoetapresentadoporesteenlacasa,llamadoSánchezBerande,elcualhacíamonosyversosnosesabebiensiaEmiliaoaLeonor.

Ea...,yatenemoslamesaarregladaenlasala,porserelcomedorpequeñopara tanto gentío. Don José, que se pintaba sólo para arreglar un banquete,contemplabasuobraconlegítimoorgullo,yserecreabaenelbrillodelalozay lacristalería, en lamuchedumbrede luces,enel adornoyopulenciade lamesa. Después esparcíamiradas de felicitación por toda la capacidad de lasala,porlasilleríaderepsquehabíasidodesnudadadesusfundasdepercal,ypor las cajitas de dulces, las bandejas de latón y demás chucherías... Todo

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estababien,perfectamentebien.Hastaelretratodeldueñodelacasa,alóleo,detestable, colgado en la pared principal, rebosaba satisfacción en suacaramelado semblante. «Estoy hablando», decía Relimpio siempre que lomiraba.Frentealretratohabíaunalaminota,enlacualD.ªLauraseinspirabasiempre para increpar a su marido. Era Sardanápalo quemándose con susqueridas...Completaban el decorado de la pieza tres o cuatro fotografías deniñosmuertos.EranloshijosqueselehabíanmalogradoaD.ªLauraenedadtemprana.Vistosalaluzdelasbujíasdelpróximofestín,lospobrecitosteníancarademuydesconsoladosporhaberseidodelmundotanprontosinalcanzarlahartazgadeaquellanoche.

—II—

Isidoranocabíaensídejúbilo.Aqueldía,el24,soltaríanaMariano.Ellamismaibaasacarledelahorrendacárcel.¡Oh!¡Sinosehallaramuymaldedinero,aqueldíahabríasidounodelosmásfelicesdesuvida!¿EnquéhabíagastadoloqueledieradosmesesanteselmarquésdeSaldeoroporcuentadelCanónigo?Verdaderamente ella no lo sabía.Había pagado a doñaLaura, sehabíacompradoropa...¿Perolodemásdóndeestaba?Isidorareflexionó.

En perfumería había adquirido lo bastante para tres años. ¿Y de qué leservíanaquelloscandelerosdebronce,yel jarrodeporcelana,yelcabásdecuerodeRusia?Cosaseranestasquecompróporlasolarazóndecomprarlas.¡Eran tan bonitas!... Pues ¿y aquel vaso de imitación de Sajonia, de qué leservía?...¿Ylasbotellasparaponercebollasdejacinto?

Másnecesarioerasindudaellibritodememorias,elplanodeMadrid,lascinco novelas y la jaula, aunque todavía le faltaba el pájaro. Estaba muydesconsolada por no tener un buen baño; ¿pero cómo podía satisfacer estegustoencasatanpequeña?Luego,lamalditaD.ªLauraseponíafrenéticaporlamuchaaguaqueIsidoragastaba.Siestanopodíadisfrutardeunahermosapilademármol,encambiosehabíaprovistodetarjetas,depapeltimbrado,deunacanastilladepajafinísima,deunaplegaderademarfilparaabrirlashojasdelasnovelas,deunantucás,dependientesdetornilloconbrillantesfalsos,deun juego de la cuestión romana y de algomás, tan lindo como caprichoso.Mucha,muchísimafaltalehacíaunbuenmundoparaponerlaropa;peroyalocompraría más adelante. Tampoco estaba bien de ropa blanca; pero tiempohabríadehacerseunhermosoequipo.

Gozosa,dabalaúltimamanoasuatavíoparasalirenbuscadelhermano.Laordendel juezparasoltarlodebíadeestaryaen lasoficinasde lacárcel.Salióradianteysatisfecha;masnoquisotomarelbrevecaminodelacalledeHortaleza, porque le daba vergüenza de pasar por cierta tienda donde debíaalgunascantidades,pocacosaenverdad.

YaanochecíacuandoIsidoraregresóacompañadadesuhermano,elcual,

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vergonzosoycohibido,bajabalosojosdelantedelagente.RecibioleD.JoséRelimpioconciertosasomosdeseveridad,dándoleunapalmadaenelhombroy diciendole: «Hombre, veremos cómo te portas ahora». Pero D.ª Laura,implacableyfiera,dijoqueMarianonosesentaríaasumesa,aunquebajaseCristoamandarlo.OyóestoIsidoraconrabia;masconteniéndose,devorótalafrenta y se amordazó la boca para que no saliesen las palabras que delcorazónlebrotaban.Encerroseconelchicoensucuarto,lelavóyvistió,paralo que tenía apercibida gran cantidad de agua y ropa nueva. El muchachoobservó en los ojos de Isidora una lágrima, más bien que del sentimiento,nacidadeldespecho,yledijo:

«¿Porquélloras?¿Porloquehadichoesatíabruja?

—¡Genteordinaria!...—murmuróIsidora.

—¿Porquénolecontestaste?—dijoMarianoconextrañarudeza.

—Nomerebajoyoatanto.

—¡Puño!».

Marianodiounpuñetazosobresupropiarodilla.LuegoIsidoraleechóunsermónsobresudetestablemañadedeciracadapasopalabrasmalsonantes,yaunque el muchacho alegó, para defenderse, que también las decían loscaballeros, ella semantuvo inflexible, decidida a castigar lasmalaspalabrascomosifueranmalasacciones.

«Ahora, señorito—le dijo con severidad—, ha de andar usted derecho.Pasequeenotrotiempo,cuandonuestradesgracianosteníapocomenosqueenlamiseria,ocurrieranciertascosas...,ciertasbarbaridades,Mariano,dequeno quiero acordarme... Echémosles una losa encima. Pero ahora ya hancambiadolascosas.Eresunbárbaro,yvasaempezaradesbastarte.Túnoseastonto; principia por convencerte de que eres persona decente, y así tendrásdignidad.DenuestratíaEncarnación,haztecuentadequenoexiste,porquenolavolverásaver.Eresyaotrapersona».

Oyóatentamenteelmuchachoestasadvertencias,yseprometióasímismohacer todo lo posible para entrar con pie derecho en aquella senda decaballería y decencia que su querida hermana le marcara. Tras esto IsidoracayóenlacuentadequeMarianoyellahabíandecenaraparteaquellanoche,puessielchiconopodíasentarsealamesadelosRelimpios,tampocoellasesentaríapornadadelmundo.Alpuntodeterminósalirenbuscadealgunacosaparaaderezarlacena.¡Muybien,excelenteidea!¡Marianoyellacenaríantanricamenteensucuarto,solos,ysinrozarseconaquellagenteordinaria!

Perosobrevinolamásgrandecontrariedadqueenvísperasdeunbanquetepuedeocurrir.Isidoranoteníadinero.Entrelasmúltiplespropiedadesdeeste

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metal,ellahabíanotadoprincipalmenteuna,ladeacabarseenlosmomentosen que más falta hacía. El portamonedas no contenía más que un par depesetas y algunos cuartos. Buscó y rebuscó Isidora en todos los bolsillos,gavetas y huecos, porque recordaba que en otra ocasión parecida habíaencontradoderepenteunamonedadeoroolvidadaenelfondodeuncajóndelacómoda;masningunamonedadeplatanideoroaparecióaquellavez,conloquesedioporvencida,yresolvióquelacenafueseunamodestacolación,más propia de día de ayunoque de noche deNavidad.Aunque aD.ªLauranada debía, antes muriera que pedirle dinero, después del atroz desairerecibidodeella.NoseatrevíatampocoaacudiraJoaquínPez.

Salió.Marianosequedósolo.Pornoserexcesivoelnúmerodesillasqueenelcuartohabía,estabasentadoenunbaúlbajo.Asulado,enunrincón,viopaquetes de papeles viejos liados fuertemente con bramante. Eran loscartapacios y protocolos que Tomás Rufete había emborronado durante suenfermedad,yquefueronguardadosencasadeRelimpio,hastaquesushijoslos recogieran, por si algo había de interés entre tal balumba de desatinos.Isidoraloshabíallevadodeldesvánasucuarto,yallílospusoconánimodesometerlosaunexamencualquierdía.Marianoleyó,nosintrabajo,losrótulosque decían: «Desolación... Hacienda pública... Desfalcos... Muerte...Latrocinio...»,yotrascosasextravagantes.Comoningunadistracciónsacabadeverletreros,empezóluegoarevolvertodoloquesuhermanateníasobrelacómoda, y después lo que en el primer cajón había. Todo lo revisaba, loexaminabapordentroyporfuera;hojeólasnovelas,levantódelasbotellaslascebollas de jacintos para ver las raíces, abrió el estuche de los tornillos dediamantesamericanos,revolviólacajaylossobresdepapeltimbrado;ycomoenelmomentodeestarsobandoelpapelechasedevereltinteroylapluma,tomóestaytrazósobreunplieguecillo,connopocosesfuerzos,alargandoelhocico y haciendo violentas contorsiones con el codo y la muñeca, estaspalabras: Mariano Rufete, alias Pecado. Contempló satisfecho su obra, yluego,congranligereza,echóunarúbricaqueparecíaeldibujodeunpuñal.Seechóareírcomounbruto,dejandoelpapelsobrelamesa.Luegodirigiósuatenciónaltocadordelahermana;fueviendounoporunolosbotesqueenélhabía,metiendoentodoslasnaricesydiciendo«¡québueno!»o«¡quérico!».Sepusopomada,seperfumóconesenciasyselavólasmanos,sonriendodegustoalvercómosedeslizabandedossobrededosalsuaveresbalardeljabón.

«¡Eh!,yamehasrevueltotodo—dijoIsidoraalentrardelacalle—.¡Jesús,quédesorden!Mira,tevoyapegar».

Marianoreía.

«¿Yquéhasescritoaquí?MarianoRufete,aliasPecado...¿QuéesesodePecado?¡Comoyovuelvaaoírtedándoteatimismoesosapodos...!

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—Comolostoreros—observóestúpidamenteMarianosincesardereír.

—A ver... ¿Es que no quieres ser persona decente?... ¿Pero qué haces,gandul?¿Teenjugaslasmanosenmivestido?Quitaallá,asqueroso.¿Novesla toalla? Lo que digo; no quieres entrar por el camino de las personasdecentes.Eresunsalvaje...Yaseve;nohastratadosinoconcafres».

Ydiciendoesto,deunpañueloquecogidoporlascuatropuntastraía,sacósucesivamente varios pedazos de turrón y algunos puñados de cascajo,castañas, nueces, avellanas y bellotas. Al poner sobre la cómoda la últimaporcióndetanvariadosbastimentos,lanzódesupechounsuspiroenorme.

«¿Todo eso has traído?—preguntó Mariano—. ¿Y el pavo? Yo quieropavo.

—Cenarásloqueteden—replicóellapasandodelapenaalenfado—.Esunamalaeducaciónpedirloquenohay.

—El año pasado—dijo Mariano con rudeza y desdén—mi tía laSanguijuelera tenía besugo, y pimientos encarnados, y turrón de frutas, ylombarda, y una granada de este tamaño.Yome la comí toda. ¡Estabamásrica...!».

Ceñudaypensativa, Isidorapuso lamesa.Mariano se sentó enuna sillaaltayellaenotrabaja.

«Mañana seráotrodía—dijo ella—.Esodeatracarse laNocheBuenaespropiodegenteordinaria.Ya teenseñaréyoa sercaballero...Vayaqueestáricoesteturrón.Pruébalo...».

NosehaciaderogarPecado,antesengullíasincumplimiento.Enlasaladela casa había empezado ya el alboroto;mas no la cena, porque esperaban aMiquis.La entrada de este se conoció desde el retiro de losRufetes por unrepentinoaumentodelbullicio.Un instantedespués Isidoravioque seabríasuavemente la puerta de su cuarto y que entraba la irónica fisonomía delestudiante.

«Vengo a tener el gusto de saludar a la señora archiduquesa—dijo este,sombreroenmano,conceremoniosacortesía—.Biensevequeestamosyaenplenaaristocracia.Estanochesequedaustedencasa;quierodecir,querecibeustedasusamigos...

—Toma—le dijo Isidora ofreciéndole una bellota—. Es lo mejor que tepuedoofrecer.

—Gracias, marquesa—repuso Miquis sentándose—. Es delicioso elobsequio.Vamosacuentasyhablemosconseriedad.¿Porquénocenasconnosotros?

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—Nosotros—manifestó Isidora ahogada por la pena y el despecho—nosomos dignos... Vete, vete pronto. Te esperan. Ya han sacado la sopa dealmendras.

—¡Ay,chiquilla!¡Cuántomásmegustantusbellotas!...Peronollores.Debuenaganateacompañaría...Peroestantiránicalasociedad...

—Vete, vete... Mi hermano y yo cenamos solos. Ya ves... Estamos tancontentos...Mejoresasí.Cadaunoensucasa».

Augusto lacontemplóensilencio,asombradode suhermosura,quecadadíaibaendichosoaumento,enriqueciéndoseconunencantonuevo.

«Aquívienebienaquellodeatuspies,marquesa»—dijo,levantándose.

Yluego,volviendolavistaparaobservarconunamiradaenredondotodoelcuarto,añadió:

«Estás perfectamente instalada, marquesa. Magnífico gabinete. Aquí losarconesderoble;ahíelgranarmariodetreslunas.CuadrosdeFortuny,tapicesde losGobelinos, porcelanas de Sèvres, y de Bernardo Palissy...Muy bien.Bronces,acuarelas...».

Mariano lemiraba con cierto espanto. Isidora entreveraba de sonrisas supena profundísima. Pero se sintió herida en lomás vivo de su alma cuandoMiquis, después de transformar el humilde cuarto en aristocrático gabinete,dijoconelmismotonodeencomio:

«Bienseconoceenestarica instalaciónelbuengustodelmarquésviudodeSaldeoro.Adiós,marquesa.CenoenelpalaciodeRelimpio».

—III—

Cuando Augusto se marchó, quedose Isidora meditabunda, clavados losojosensupropiafalda.

«¿Quiénesése?—lepreguntóMariano.

—Un tipo, un mequetrefe—repuso ella sin mirar a su hermano, señalesclaras por dondemanifestaba estar aún dentro de la esfera de atracción delpensamientoqueladominaba.

—Damemásturrón,marquesa—exclamóelmuchacho.

—¿Porquémellamasasí?—preguntóIsidorabruscamente,despertandodesumentalsueño.

—¿Esapodo?¡Puño!...¿Yporquéteponemotesesegatera?

—Mariano,cuidadocómosehabla.

—¡Se burla de ti!—gritó Pecado con aquel arrebato de infantil

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fanfarroneríaqueenélparecíacóleradehombre.

—Yo te juroquenoseburlarámás»—dijoellacon losojoshúmedosdelágrimas.

Marianolamiró,diciendo:

«Tonta,nohasidoparatanto...Lasmujereslloranporcualquiercosa.Quevengaamíconbromas;verácómolesacolasentrañas...

—Mariano, loco, bruto y salvaje—gritó ella, despertando otra vez en suletargodepenaydespecho—.Siteoigohablarasíotravez...

—Nodijenada,nada...Dameturrón».

La algazara de la sala crecía, y por las palabras sueltas, los plácemes yexclamacionesquede ellahasta el cuartode losRufetes llegaban, así comoporlosoloresculinariosqueinvadíantodalacasa,sepodíasaberaquéalturaandabaelfestín.Sesintiósucesivamentelaaparicióndelbesugo,ladelpavo,aclamadoconpalmoteoyvivas.DonJosélorecibiócantandolaMarchareal.Después seoyeron las ruidosas cuestiones aquediomotivo el gran actodetrincharlo.Lasrisassucedíanalasrisas,yloscomentariosaloscomentarios.AlmismotiemposeconocíanlosefectosdelValdepeñasydelCariñenaenlatorpe lenguadelortopédico,quedesgranaba laspalabras,yenelentusiasmoanacreóntico deD. JoséRelimpio, que no decía cosa alguna derecha y consentido.

LacriadaentróenelcuartodeIsidora,trayendounplatoconvariaslonjasdepechugayunpocoderelleno.EncendiéronseleaMarianoconlucesmillosojos,ynoparecíasinoquecadadestellodesumirareraunlargotenedor;peroIsidora,enquienelorgullonodabalugaralagradecimientonialperdón,viocon repugnancia aquel tardío obsequio. Aunque comprendió que este habíanacido en el bondadoso corazón de Emilia, siempre veía en él como unmensajedelástima.Rechazólafinezadiciendo:

«Quemuchasgraciasyquenoqueremosnada.

—Chica, chica, tú eres tonta—gruñó Mariano con su rudeza propia,exacerbadahastaelsalvajismo.

—Sinotecallas,tepego.

—Yoquierocenar—afirmóélconbrutal terquedad,echandoaunladolacabezaydandoungolpeconellasobrelamesa.

—Esoes,rómpetelacabeza.

—Malahermana,¡nodasdecenaratuhermanito!Miratú,mejorestabaenlacárcel...

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—Comovuelvasanombrar...

—¡Nombro!...¡Puño!

—Comovuelvasadecir...

—¡Puño!—repitióelbergantealzandolamano.

—¡Alzaslamano!...,¡amí!...,atuhermana.

—Yomequieroirconmitía.

—Sivuelvesanombrar...

—¡Malahermana...,marquesa!...».

Pecado hizo burla de su hermana con tanto descaro, que esta hubo deponerle a raya con dos bofetadas muy bien dadas que, o mucho nosengañamos, se oyeron desde la sala. No era ella mujer que se dejabaembromardeunmocoso,aunqueestetuvieralosbuenospuñosylosmedianosantecedentesdelseñoritoRufete.Dominadoesteporlaactituddesuhermanayporelcariñoque le tenía, secontuvo.Echadodebruces sobre lamesa, labarbaapoyadaenelarcoqueconsusbrazoshacía,aIsidoracontemplabaensilencioconlaseriedadyatenciónhoscadeunodeesosperrazosquemuerdenatodoelmundomenosasuamo.

El bullicio de la sala llegaba ya al delirio.Don José hacía el amor a sumujer echándole ternísimos requiebros entre los aplausos de los divertidoscomensales. Doña Laura llamaba a su marido Sardanápalo. El ortopédicohabíaempezadoacantarvillancicos,acompañándosedegolpesdadossobrelamesaconelmangodelcuchillo.SóloEmiliayLeonorconservabansuamableserenidad,launaobsequiandoaMiquis,laotraaSánchezBerande.Eljovenpoeta,Miquisyelhijodelortopédicoalborotabantambién,elprimeroconsusdiscursos,elsegundoconsuscantorriosdetangosymalagueñas.Despuéssehizounagrandey solemnepausa, porqueBerande, a ruegosde todos, iba arecitar versos. Creíase destinado a la inmortalidad; tenía un buen tomopreparadoparadarlo a la estampa, en el cual, comoenmuestrariodebazar,había de todo: elegías, odas, pequeños poemas, poemas grandes, epigramas,doloras, suspirillos germánicos, sáficos y octavas reales. La sala parecíatribunadelCongreso,quesehundíaconlosaplausosal terminarBerandesurecitación.

«Versos—dijoMariano,alzandosucabezayponiendoatención.

—¿Tegustan losversos?—preguntole Isidora, gozosade sorprender a suhermanounsíntomadedecencia.

—Sí—replicó elmuchacho—;me sé dememoria los deFrancisquillo elSastre,queempiezan:

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Salgaelaceroabrillar,

puessoyhijodelacero...

—Calla,bruto;esassonbarbaridades.

—TambiénsélosdelValerosoPortela,quedicen:

Escuchen,señoresmíos,

lesdirédeJuanPortela,

elladrónmásafamado

delagranSierraMorena.

—Calla, hijo, calla por Dios. Me estás envenenando con tus horriblescoplas.Ningúnjovenguapoydecenteaprendetalescosas.Estoestábienparaelpueblo,paraelpopulacho.¿Sabestúloqueeselpopulacho?

—MitíalaSanguijuelera—contestóelchicocontangraciosanaturalidad,queIsidoranopudocontenerlarisa.

—Ya aprenderásmil cosas que no sabes.Y dime ahora, ¿qué aspiracióntienestú?...¿Quéquieresser?...

—Yonoquierosernada—repusoélconapatía.

—Esprecisoqueestudiesyquetrabajes.Novolverásalafábricadesogas.Irásauncolegio.¿Quécarreraquieresseguir?».

Marianomeditóuninstante.Despuésdijoconresolución:

«Ladetenermuchodinero.

—¿Yparaquéquierestúeldinero?

—Toma...,miaésta...Puesparaserrico.

—Peroesprecisoqueseasalgo.

—Rico...

—¿Yenquégastaríaseldinero?

—En comer lomo, granadas, turrón y en beber buen vino. Tendré uncaballoymevestirétododeseda.

—¿Notegustaríamilitaryllegarageneral?

—Sí, sí—afirmó Pecado, despidiendo de sus ojos brillo de animación yalegría—.Parairmandandolatropayarreandopalos...,así...,¡toma!

—No, no, no se pega. No creas que los generales pegan... Hay carreraspreciosas,comoEstadoMayor,Ingenieros,Artillería.

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—¡Artillero, artillero!—gritóPecado,dandogolpesen lamesa—.Yameverás,cañonazova,cañonazoviene...¡Bum,bum!

—Dispararíascuandofueramenester...

—No,no,siempre...Alquemehicieraalgo,¡zas!...».

A esto llegaban cuando volvió la criada trayendo un plato con variospedazos de turrón, de parte de la señoritaEmilia y del señoritoMiquis.Noconsiderándose aún desagraviada Isidora con estos regalitos, negose aadmitirlos; pero Mariano se abalanzó al plato más pronto que la vista, yarrebatando el turrón, empezó a engullir con tanta prisa, que no pudo suhermanaevitarlo.

«¡Malcriado...,glotón!—ledijocuandootravezsequedaronsolos—.¿Nohascomidoyabastante?».

Marianonegóconlacabeza,pornopoderhacerloconlaboca.

«Tepondréinternoenuncolegio».

Marianohizoconlosdedosunaseñalquequeríadecir:«Meescaparé».

«No te escaparás. ¿Piensas que vas a lidiar con bobos?Hay unmaestromuyrígido.

—Delabofetadaquelepego—dijoMarianopudiendoyaarticularalgunaspalabras—,vavolandoaltejado.

—¡Fanfarrón!...».

Enlasala,lacenaparecíatocarasufin.Todaslasclasesdeturrónhabíansidoprobadas,asícomo lasgranadasy las ruedasdenaranjasespolvoreadasde azúcar. Relimpio, con la última copa de cariñena, dio con su cuerpo entierra.«¡AlaMisadelGallo,vamosa laMisa!»,gritabacontorpelenguaelinsigne galán rodando debajo de la mesa. Muertos de risa los demás, lecogieron por los cuatro remos para llevarle a la cama, y él iba cantando elKirie eleisónconvozde sochantre,y losdemás riendoyvociferando,de loqueresultabaelmásgrotescocuadroymúsicaquesepudieraimaginar.

«¡Cuántagrosería!¡Quégentetanordinaria!»—exclamóIsidora.

PocodespuésllegóEmiliaalcuartodeesta,ydioleexcusasporlasoledadenquesehabíaquedadoennochedetantaalegría.Mas,nodandosubrazoatorcer Isidora, replicóquehabíaestadoperfectamenteen sucuarto.TrajeronuncatredetijeraparaqueseacostaseMariano,ycuandoIsidoralemandóqueserecogiera,porseryamásdemedianoche,elmalditomuchachoseleplantódelanteyledijoconsusbruscosmodos:

«Damedinero.

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—¿Yparaquéquierestúdinero,tunante?Acuéstate.

—Meacostaré;peroyoquierodinero.Sinomedasdinero,notequiero...

—¿Paraquélonecesitas?

—Parairmañanaalostoros.

—Siahoranohaytoros,mentecato.

—Perohaynovillosymojiganga.

—¿Ycómosabeseso?

—Porloschicos...Sinomedasdinero,notequiero.

—Mañanatedaréunoscuartitos...

—¿Cuartitos? Tú eres rica—dijo pasando la vista conmalicioso examenpor los diversos objetos que Isidora poseía—. Tú tienes dinero, porque hascompradoestascosasricas,yyonotengonada,nada;soyunpobre».

Aldecirestosedesnudabaparaacostarse.

«Yo también soy pobre—afirmó Isidora—; pero con el tiempo, tal vezdentrodepoco, túyyoestaremosbieny tendremos todo lonecesarioyaúnmás.

—Laseñoritagastaycomebien,ytieneasuhermanitomuertodehambre—gruñóél,acostadoya.

—Noseastonto.Cállateyduerme.

—Simañananomedasdinero,salgoa lacalleypidolimosna.Yaséyocómosepide.Melohaenseñadounchico.

—¿Quéestásdiciendo,cafre?

—Quepedirélimosna.Verás.

—Nomesofoques...Auncolegio,auncolegio.

—Yameestoydurmiendo...Hastamañana.

—¿Norezas,herejote?».

Mariano murmuró algo que no era fácil descifrar, y se durmiósosegadamente.Todavíaquedabaenélalgodeniño.Suhermanalecontemplóuninstantemovidadeunsentimientoextrañoenquesecombinabanelcariñoyelterror.Ibaadarleunbeso;perocuandoyacasiletocabaconsuslabios,seapartódiciendo:«Temoquesedespierteymepidaloquenopuedodarle».

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CapítuloXV

Marianopromete

Ala siguientemañana,no repitióMarianosusexigenciasde lanochedeNavidad. Estaba de buen humor, alegre, saltón, inquieto y condescendiente.Gozosa también Isidora de verle sin las siniestras genialidades de la pasadanoche, hízolemil caricias, le vistió, le arregló, púsole una elegante corbata,que ha días tenía para él, le peinó, sacándole raya, y cuando estuvo, a suparecer,bastanteacicaladoycompuesto,llevoledelantedelespejoparaqueseviera,yledijo:«Ahorasíqueestáshechounapersonadecente».Élsemirabariendo,ydecíaunayotravez...«Quia,quia;esenosoyyo».

Después salieron juntos a pasear por las calles. A cada paso, Marianoquería que le comprara cosas; y en verdad que si ella tuviera algo en subolsillo, le tapara la boca más de una vez; pero nada tenía, y los dos sevolvieron a casa cariacontecidos. Él se preguntaba que de qué servía tantapomadaenelcabello,tallujodecorbataycamisablanca,sientrelosdosnotenían ni un ochavo partido. Por la tarde, Mariano salió solo, cuando suhermananoestabaenelcuarto,yvolvióyamuyentradalanoche,todosucio,desgarrado,lacamisarotaylacorbatahechajirones.PintarlairadeIsidoraalverle en tal facha, fuera imposible.Mariano confesó, con loable franqueza,quehabíaestado jugandoal toroconotroschicosen laplazade lasSalesas,conloqueredoblándoseelenojodelahermana,lediounvapuleodeesosqueduelenpoco.Lomásextrañoesqueelmuchacho,consertanbravíoyrebelde,no se defendió de los azotes, ni hizo ademán de volver golpe por golpe, nichistó siquiera... Por la noche ya habían hecho las paces; él prometía serbueno,y finoypersonadecente.Exigióque suhermana le llevaraal teatro,ellaloprometióasí;mascomonopudiesecumpliralsiguientedíaporlacausaquefácilmenteconoceráellector,seenfurecióelchico,pidiódinero,negóseloella, hablaron más de la cuenta, y él puso término a la disputa con estaamenazadorafrase:

«¡Dinero!Yaséyocómoseencuentracuandonolohay.Loschicosmelohanenseñado».

Isidoranohizocaso.EldíadeInocentessalióunrato.Alvolver,Marianohabíarevueltotodoelcajónaltodelacómoda.

«¿Quéhaces?—preguntolesuhermana,previniendoalgúndesastre.

—¿Aciértame que tengo aquí?»—le dijo Mariano mostrándole su puñocerrado.

Isidora trató de abrir el puño del muchacho; pero este apretaba tanfuertemente sus dedos, que los blandos y flojos de Isidora no pudieron

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moverlosniunpunto,nisepararlos.Consufuerzavaronil,Marianohacíadesumanounarcadehierro.

«Abrelamano,ábrela.

—Noquiero.

—¿Quétienesahí?...¿Quéhascogido?».

Mariano se puso de un salto en la puerta, siempre con el puño cerrado.Riendocomoundesvergonzadobruto,dijoasuhermana:«Abur,chica».

Al punto echó Isidora de menos sus diamantes de tornillo, que aunquefalsos, valían cuatro duros. ¡Cuántas lágrimas derramó aquel día! MarianoestuvounasemanasinparecerporlacasadeRelimpio.

Una noche, cuando menos se le esperaba, apareció al fin avergonzado,compungido,laropahechajirones,imagendelhijopródigo.Conlaalegríadeverle,nofuelaseveridaddeIsidoratangrandecomocumplía,yleperdonó.Tenía Mariano entre sus maldades, desarrolladas por el abandono, algunascosas buenas, y la cualidad mejor era la franqueza con que confesaba susdelitossinocultarnada,nidorarlosconcomentariosartificiososparahacerlospasar por donaires. Todo cuanto había hecho en la semana lo contópuntualísimamente;peroningunapartedeaquellaOdiseadetravesurascausótanpenosoefectoenelalmadelaseñoritadeRufetecomoestaspalabras:

«EstuveencasademitíaEncarnación,¿sabes?...,ymitíaEncarnaciónyla tíaPalo—con—ojoscomían juntas;ymí tíaEncarnaciónmedijo:«Anda,pillete,andacontuhermanaaquetedédecomerytevistadeseñorito,puesbienpuedehacerlo».EntoncesmitíaEncarnaciónylatíaPalo—con—ojossepusieron a hablar de ti, y mi tía Encarnación dijo que tú tienes un noviomarquésquetedamuchodinero».

Isidora se quedó yerta; pero como el mostrar enfado por aquel ultrajehabríasidoocasióndequeentraramásenmaliciaelchico,hartomaliciosoya,fingiótomarabromaelcaso,aunqueledestrozabaelalma,yseechóareír.Pero su fingimiento de buen humor fue de todo punto imposible cuandoMariano,conaqueldescaroquedeterminabael tránsitobruscodelcandoralcinismo,ledijo:

«Ya, ya. Lasmujeres sois todas unas... Bien sé lo que hacéis para tenersiempredinero.Loschicosmelohandicho».

Risas,azotes, lágrimassucedieronaestadeclaración;pero tambiénpacesal siguiente día. Isidora, que recibió del marqués de Saldeoro otra visitaplatónicayunanuevaremisióndefondosporcuenta,alparecer,delCanónigo,salió de aquella sombría situación de escaseces y apuros; pagó sus deudas,compróunDiccionariodelaLenguacastellanayllevóasuhermanoalteatro,

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de lo que este recibió tanto gusto, que en algunos días apareció comotransformado, encendida la imaginación por las escenas que había vistorepresentar, y manifestando vagas inclinaciones al heroísmo, a las accionesgrandesygenerosas.ContentaIsidoradeesto,comprendiócuántoinfluyeenlaformacióndelcarácterdelhombreelambientequerespira,laspersonasconquienestieneroce,laropaquevisteyhastaelartequedisfrutaypaladea.

Animada Isidora al ver queno carecía su hermanode algún fundamentobueno y sólido para construir en él la persona decente, determinó que nocorrieraundíamássinponerloenuncolegio.PasadosReyes,elseñoritofueconfiadoaunprofesorqueapacentabasurebañodechicosenuncolegiodelacalledeValverde.Mal,muymallesupoaldeRufetelasujeción,porquesobretodossus instintosmalosybuenosdominabaelde lavaganciayelgustodecorrer por calles y caminos, con cierto afán como de buscar aventuras. Lamortificaciónde su amorpropio alverque le eranmuy superioresniñosdemenos edad que él, aumentaba el horror que hacia el colegio y su malditoprofesor sentía.Eracasiunhombre,yen todas lasclasesocupabaelúltimolugar.Era el burro perpetuo, burla ymofa de los demás chicos.Subarbariellegóaserproverbialenlasclases;losalumnostodoscelebrabanconrisasypataleolosdislatesquedecíaensuslecciones,yelmaestromismo,cargandosobre él el peso de su desdén pedagógico, solía decir, reprendiendo acualquieradelosalumnos:«EsonoseleocurrenialmismoRufete.EresmástontoqueRufete».

La poca estimación que se le tenía mató en él sus escasos deseos deaprender.Concluyópordespreciarelcolegiocomoelcolegioledespreciabaaél,dedondevinosucostumbredehacernovillos,lacualaumentódetalmodoque, sin saberlo su hermana, dejó de asistir un mes entero al estudio. Enaquellosdíasdeaventurasypilladasyesparcimiento,cualquieraquehubiesetenidointerésenseguirlospasosdeestedesgraciadochicuelolehabríavistoencaramándose en la verja de la puerta principal de la Plaza de Toros paraalcanzaraveralgodelensayodelamojiganga,obienjugandoenlostejaresadyacentes,oenelríoentrelaslavanderas.Ensuscompañías,quealllegaralcolegio fueron de niños decentes, descendió poco a poco hasta elmás bajonivel, concluyendo por incorporarse a las turbas más compatibles con sufiereza y condición picaresca. Granujas de la peor estofa, aspirantes apuntilleros, todaclasede rapacesdesvergonzadosymiserables, formaban supandilla; y como Mariano solía tener algún dinero, eran de ver su boga ypopularidadentreestachuleríamenuda,quesincesarseofreceanuestravistaporcallesycaminosconescándalodelamoral,conbochornodelasociedadydelcristianismo,quenoaciertanarecogerysujetarestospresidiossueltosdelporvenir.

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CapítuloXVI

Anagnórisis

¡Hosanna, hosanna! A principios de febrero, Joaquín visitó una tarde aIsidora para anunciarle que la señoramarquesa deAransis había llegado deCórdobaydeseabaverla.ElregocijoqueestanuevaprodujoenIsidoraladejóaleladaporbreverato,yensuaturdimientonohacíamásquecontemplaralmensajeroy recrearseensubelleza.Sinohubierapuestoyaenél todos losafectosdisponiblesdesugrancorazón,bastaríaaquelactoparaqueleamasesobretodaslascosas.PeroJoaquíndijomás.LaseñoramarquesadeAransissehabíadignadofijareldíasiguiente,11defebrero,alascuatrodelatarde,pararecibiralaseñoritadeRufete.Estaseruborizódegolpeporlaideasolade aproximarse a la marquesa. ¡Qué minuto de asombro y congoja dulce!Despuéselmarquésviudohablóalgodelosgravessucesospolíticosdeldía;peroaIsidoraleimportabapocoquesellevaraeldiabloatodoslospolíticosynoseenteródenada.

Cuandosequedósola,¡quécosaspensóydijo!Yporlanoche,¡cómoseanticipó a los sucesos! ¡Con qué vigor y fuerza de fantasía construyó en sumente la persona de la marquesa, a quien nunca había visto, y qué bienimaginaba, falsificando la realidad, el cuadro que las dos harían, abrazadas,llorandojuntas,sinpoderexpresarlamultituddeafectospropiosdeunmodotansublime!Vioserepentinamentetransportadaalasaltasesferasqueellanoconocía sino por ese brillo lejano, ese eco y ese perfume tenue que laaristocracia arroja sobre el pueblo. Viose dueña del palacio de Aransis,mimada, festejada y querida.Dio gracias al Señor porque reparaba al fin lagran injusticiacometidaconellapor lasociedad;rezó,seespiritualizó,bañósualma,siasípuededecirse,enondasdehonradezyvirtud;laaromatizóconesencias sacadas de la dignidad, de lamagnanimidady nobleza.Hizo luegomilproyectos,todosgrandiososyhumanitarios,comosocorrerpobres,vestirdesnudos y consolar afligidos y menesterosos; y desde esta región de labeneficencia se precipitó a escape hacia los ensueños del lujo, en un carrotriunfal tirado por atrevidos pensamientos, corriendo por entre nubes desupuestasdelicias,hastaquefueacaersinaliento,fatigadaymoribundaenelabismoderosasdeunsueñodulce.

Aldespertarcreyoseporunmomentoenlosbrazosdesuabuela.¡Oh!Laluz de aquel día, de aquel jueves, 11 de febrero, tenía para ella un tintesonrosadoydivino,llenodepoesíaydeesperanza,comositodoeldíafueraaurora. Su primer juicio fue para apreciar lo que tardaba la hora de sudignificacióngloriosa; lahoradeunade lasmásgrandes justiciasquehabía

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vistolatierra.Eneltiempohabíaaqueldíaunmonstruosopliegue:lascuatrodelatarde.

Isidora empezó a arreglarse desde muy temprano. ¿Cómo iría? No eraconvenientepresentarseasuabuelaconaparienciasdenotoriobienestar.Todopruritode llamativaeleganciaensuhonradapobreza leparecíachocarreroyde mal gusto. Tampoco convenía presentarse con desaliño, anunciándosecomodemasiadoinfluidaporlabajacondiciónenquetaninjustamentehabíavivido.Eldesaseoyabandonoseríandemuymalefecto.Eraprecisoqueensuaparienciacomedida,modesta,honradaygraverevelara ladignidadconquepasaba de su estado miserable a otro esplendoroso. Así se mostraríamerecedoradelnuevopuesto,demostrandonohaberdeshonradosuorigenenlahumildad.Todalamañanalapasóenestospensamientos.TambiénmeditósiconvendríaonollevarconsigoaMariano,decidiéndoseporlanegativa,portemoraquelacomprometieseconsusalvajismo.TiempohabríadepresentarleytambiéndeponerleenuncolegiodeFrancia,dondeseguramentevendríaasercaballerodignodesuescogidolinaje.

Cuando se acercaba la hora, púsose la de Rufete su vestido de merinonegro,tandecentequenosepodíapedirmás,muybiencortadoyhecho;perosin perifollos ni afectados paramentos. Mirose mucho al espejo,embelesándose en su propia hermosura, de la cual muy pronto se había decongratular lamarquesacomodecosapropia,y sedioalgunos toquesenelpeinado. Uno de sus mayores encantos era la gracia con que compartía yderramaba suabundantecabellocastañoalrededorde la frente,detrásde lasorejasysobreelcuello.Aquelladiademadesombradabaasurostromaticesdepoesíacrepuscular,comosi todoélestuvieseformadocon tintasyrasgostomadosdelamelancolíaysosiegodelatarde.Susojoseranpardosydeunmirar cariñoso con somnolencias de siesta o fiebre de insomnio, según loscasos;unmirarqueloexpresabatodo,yalagenerosidad,yaelentusiasmoysiempre la nobleza.Raravez se le conocía el orgullo en sumirada afable yhonesta.Miquisdecíaquehabíaenaquellosojosmilelocuenciasdeamorypropagandade ilusiones.Tambiéndecíaqueeranunmarhondoy luminoso,en cuyo seno cristalino nadaban como nereidas la imaginación soñadora, laindolencia, la ignorancia del cálculo positivo y el desconocimiento de larealidad.

Mirosemucho al espejo y se puso el velo. ¡Bien, bien! Su dignidad, suhermosura, su derechomismo, resplandecíanmás en la decencia correcta ylimpia de su vestido negro. Mirose luego a los pies. ¡Bien, muy bien!Admirablementecalzada,aunquesinlujo,completabasupersonalidadconladecencia de las botas, parte tan principal del humano atavío, que por ellaquizássedividenlasclasessociales.

Dieron las tres. Tomó de una gaveta, dondemuy guardados estaban, los

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papeles que su tío le había dado, y que eran testimonio de su derechoincontestable; a saber: dos partidas de bautismo, varias cartas y otrodocumentointeresantísimo.Pasólavistaporellos,aunqueyaselossabíadememoria, y los guardó.No los necesitaba, sin duda, porque la cosa era tanclara...;peroquisollevarlosporprevisiónodelicadeza.Alsalirechósobresupobreaposentounamiradadelástimaenquetambiénhabíaalgodegratitud.Leparecíatanexcesivamentehumilde,queseadmirabadequeellasehubieradignado por tanto tiempo honrarlo con su presencia. La princesa dePoniatowskyparecíamástristealverlapartir,ylosdelcuadrodelHambresevolvían más flacos y macilentos. ¡Pobre cuarto..., tan pobre y tan rico enrecuerdos, sueños y emociones! Se lo hubiera llevado con gusto paraincrustarloenlosmurosvenerablesdelpalaciodeAransis.

AlsalirsedespidiómentalmentedelasdeRelimpio.Lesechóunarociadadedesprecio.Asípuededecirse,puestalerasuidea.Sefigurabaqueteníaenlamanounadeaquellasmangasderiegoquehabíavistoenlascalles,yque,apuntándolaaD.ªLaura,arrojabasobreella,enformadeinundación,todoeldesdénquepuedecaberenuncorazóntangrandecomoeldepósitodelCampode Guardias. Sólo exceptuaba de este chaparrón al bueno de D. José, paraquiendestinabainmentelaplazadetenedordelibrosenciertacasa.DonJosé,comosiempre,laacompañóaquellatarde.

SeríanlastresymediacuandopasaronporlaPuertadelSol.AmedidaqueseacercabaIsidoraalosbarriospróximosaSanPedroibasintiendoturbacióntangrande,quecreyólefaltaríanlasfuerzasparallegarallá.Mirabalahoraenlos relojes de las tiendasy tabernas.Unosmarcabanya las cuatro, otros lascuatromenos diez.Nueva confusión.El tiempo estaba también turbado.Nosabía si apresurarse o detenerse. No quería llegar ni antes ni después de lahora.Al finvioenel extremodeunacallejuelaunesquinazode revoco,unbalcón,elprimerodelargafiladebalcones,ysedetuvomirándolo.Allíera:tuvomiedo,fríoyganasdellorar...

Despidiose de D. José, el cual no comprendía por qué su ahijada lemandabaretirarse.

«¿Peroqué?¿Tequedasaquí?...¿Novuelvesacasa?...

—Nomepregunteustednada,padrinito.Prontolosabráustedtodo.Adiós.

—Atitepasaalgo.¡Quépálidaestás!...Peroaguarda...

—Adiós,adiós».

Dejándoleplantadoenmediodelacalle,dirigiosealapuertadelpalacio.Elgransobresaltodesualmacrecíaacadapaso.¡Oh!Sinduda,suabuelitalaesperabaconigualansiedad.Hastallegóaimaginarqueestaríaenunbalcónesperándola.Miró y no había nadie.La casa estabamuda, cerrada, como el

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retiro misterioso donde, para gozarse en sí mismo, se hubiera confinado elsilencio; la puerta principal entreabierta. Isidora, al tocarla, sintió como unvalor repentino. El contacto de su propiedad le devolvía el dominio de símisma.¡Revelaciónmagnéticadesuderecho!

Convoz clara preguntó al conserje por lamarquesa.El cojo, como si laesperara,lainvitóapasaradelanteysubir.Enloaltodelaescalerahabíaotrocriadoque, sinaguardaraqueellapreguntase,abrióconmuchorespetounamampara.EstoanimóaIsidora.Dentrodeellasereíaunsentimientoyllorabaotro. Andaba como una máquina. Su corazón no era corazón, sino unmartinetequedabagolpes terribles.Un tercercriado le salióalencuentro,ydiciéndole:«Paseusted»,lallevódesalaensalahastaungabinete.Elcriadodijo:«Laseñorasaldráalinstante».

Isidorasesentó.Instanteúnico,tremendo;ángelconelpielevantadoylasalasextendidas,quevaavolarynosesabesidirigirásuvueloalsuelooalinfinito;instantesoberano;dogalqueoprimelagarganta;espadadeuncabellosuspendida; es hermano del instante en que se nace o en que semuere, delinstanteenque sehunden los imperios,ydeaquel,noconocido todavía, enqueseacabaráelmundo...¡Ah!, lapuertadelgabineteseabría...Isidoravioentrarunadamadecabellocasiblanco,grave,hermosa,imagendeladignidadydelanobleza,comoreinaymadredereyes.TanturbadaestabaIsidora,queno acertó a contestar al saludo afectuoso de la señora. No sabía lo que lepasaba.Selevantó,volvióasentarse.Nopodíaasegurarsidijoonodijoalgo.Se sentía morir. ¡El semblante de la marquesa no expresaba nada..., lamarquesanolahabíaabrazado...,lamarquesanohabíaparadomientesensufisonomía!...Lasdossemiraron.

Entonces Isidora vio que la marquesa sacó unos lentes de oro, yaplicándolosasusojos, lamiraba, laobservabadetenidamente,callada, fría,como si examinara un objeto raro, pero no tan raro como para despertaradmiración.Isidoracreyóquelaseñorahabíaestadomirándolasigloymedio,añomás,añomenos.

Alfin,deaquellahermosaesfingeconlentessalióunapalabra.

«ElSr.dePezmehadichoqueusteddeseabahablarme.ElSr.dePezmeescribióaCórdobadiciéndomequeusted...,parecequeasegura...».

¡Cosarara!Tambiénparecíaturbadalamarquesa.PeroloquemáspasmóyconfundióaIsidorafuenoverenladignaseñoraseñalesdeenternecimiento.

«Esusted,segúncreo—dijoesta—,unajovenquesellamaIsidora,hijadeuntalRufete...

—No, señora—manifestó Isidora recobrando en un punto su valor, yusando un lenguaje en que se combinaba hábilmente la energía con la

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urbanidad—.He llevado y llevo ese nombre, que no es elmío.DonTomasRufetehapasado,hastaquemurióporpadremío,yportalletuveylequise;peroyomellamoIsidoradeAransis».

La marquesa la interrumpió con un gesto de enojo. Volvió a mirarlafijamenteypalideció.

«Me han asegurado—dijo—que usted pretende pasar por hija de midesgraciadaVirginia.¿Esciertoqueustedlocreeasí?

—¡Oh!, ¡quesi locreo!—exclamóIsidoraechándosea llorar—.Sino locreyera,noviviría...

—Parece—indicó la marquesa—que esa creencia en usted es sincera;parecequeesunaconvicciónarraigadayprofunda...Nopuedeustedfigurarse—añadióconciertocariño—loquemehadadoquepensarestaideadeusted.Cuandomeescribierondándomecuentadeunajovenquesellamabaminieta,estuvemuchosdíaspreocupadaconesto...Hetenidomuchacuriosidaddeverausted...,yahoraquelaveo,nopuedonegarlequemeinteresaunpoco.Silaapariencia,sielsemblantesonindiciosdelacondiciónmoraldelaspersonas,desdeluegoaseguroquealdeclararseustednietamía,nolahamovidoningúninterésmaligno.Ustedessincerayhonrada,ustedtienelaconvicción...

—Señora—exclamóIsidoracayendoderodillasalospiesdelaaristócrata—.Lavozde lasangremeha llamadohace tiempo; lavozde lasangremeponeahoraalospiesdelamadredemimadre».

Lebesólasmanosconreligiosorespeto.Yelalmaseleibatraslosbesos,con la más santa y sincera afección que es dado imaginar. Pero aquellasmanifestaciones tan extraordinariamente expresivas, lejos de enternecer a lamarquesa,laprovocaronarecogersuánimo,ydijoconsequedad:

«Pero¿quéesesto?...Levánteseusted,hija...Nopuedoconsentir...Ustednomehaentendidobien...».

Isidora se levantó. Creía que la marquesa quería llevar las cosas por elterreno de las explicaciones frías antes de entregarse a las expansiones delsentimiento.

«Usted no me ha entendido bien—replicó la de Aransis, viendo cómoIsidoraseenjugabalaslágrimasluegoquesesentó—.Hedichotansóloqueusted,porlamaneradeexpresarse,porciertosellodehonradezybondadquenoto en su fisonomía... (es ustedmuy hermosa...)me ha parecido desde unprincipiodignadeinterésyconsideración.Ustedsindudanohavenidoaquíarepresentarunacomedia;ustedsedeclarahijademidesgraciadahijaporqueasí lo cree, fundada enmotivos y circunstancias que ignoro; pero de eso, aadmitirqueustedtengarazón,hijamía,hayinmensadistancia,yasí,señorita,

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nopuedomenosdemanifestaraustedconlaseriedadqueexigeelcaso,queestáustedcompletamenteequivocada».

SiaIsidoralehubierandejadocaerdeungolpesobreelcorazóntodaslascataratas del Niágara, no habría experimentado sensación más dolorosa dechoqueduroy frío.Quedóconvertida en estatua, y sus lágrimas se secaron,evaporadasporelvivocalor internoque lesalióa losojos. ¡Completamenteequivocada!Decirle estoa ella era lomismoquedecirle:«Túnoexistes, túeres una sombra;menos aún, un ente convencional». ¡Tan profundas raícesteníaensualmaaquellacreencia!

«Yonosé—prosiguiólamarquesaconfrialdad—cómohallegadoustedaadquirireseabsurdoconvencimiento;nosé,niquierosaberlo,porquéseriedecircunstancias, de qui pro quo y de falsas apariencias, ha llegado usted acreersenacidademidesgraciadahija.Ignorosiensuerrorhaobrado,comocausa,unamalainteligencia,olaastuciadeseresmalignosqueesperansacarventajadeestascosas;loquesípuedoasegurarausted,yloaseguroporquelosé, es que ha sido usted atrozmente engañada, hija mía, y espero que noinsistiráenellodespuésdeloqueacabodemanifestar».

PediraIsidoraquenoinsistiera,eracomopediralsolquenoalumbrase.Eratodaconvicción,ylafedesualtoorigenresplandecíaenellacomolafedelcristianodandoluzasuinteligencia,firmezaasuvoluntadysólidabaseasuconciencia.Elqueapagaseaquellaantorchadesualma,habríaextinguidoenellatodoloqueteníadedivino,ylodivinoenellaeraelorgullo.Aloíralamarquesacreíaescucharlostérminosmásterriblesdelainjusticiahumana.Lapena que con esto sintiera la colmóde confusión y espanto en los primerosmomentos;perodespuéssuorgullocontrariadosehizobrutalsoberbia.Suirasurgiócomounaespadaquesedesenvaina,y ledioconcisaelocuenciaparadecir:

«PorDios quenos oye, juro que soyquien soy, y quemi hermanoyyonacimosdedoñaVirginiadeAransis.Senospodráarrebatarloqueesnuestro;senospodránegarnuestropatrimonioyhastanuestronombre;peroDios,queconocenuestroderecho,nosdefenderá.

—Envistadeesaterquedad—dijolamarquesaesforzándoseennollevarlacuestión a un terreno dramático y en huir de las declamaciones—mearrepientodehaberhechoaustedla justiciadecreerlasinceraysinmalicia.Unavezparasiempredigoaustedquedelosdosniñosdemiinfelizhija,lahembramurió,elvaroncitoviveyestáamilado.Siinsisteustedentraeramicasaesasfarsasestudiadas,ocapítulosdenovelas,meveréobligadaatenerlaaustedoporimpostoraopordemente...

—Tengodocumentos—exclamóIsidoramostrandosuspapeles.

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—Noquieroverlos.Supongoquépruebassonesas.Yolastengoclarísimasparaprobarloquehedicho.

—Yyo..., ¡yo tambiénprobaré!—balbució Isidora con el corazón, hechopedazos,enloslabios—.¡Ah!¡Quédesgraciadasoy,señora!Yomemuero».

Rompió a llorar con tanta amargura, que lamarquesa, la bondadmisma,tuvolástimadeella.

«He empleado con usted palabras muy duras—le dijo—. Pero usted hatenidolaculpa,hijamía.Ustedhasidoengañada.Noseráquizás impostora.Hablaráusteddebuenafe;perohanabusadomiserablementedesucredulidadydesuinocencia...Ustedparecebuena...Confiésemesuspenas,porquepenashay, lo sospecho. ¿Quién ha metido a usted en la cabeza esas historias?Cuénteme usted todo. Después, si necesita algo, si usted se ve en algunanecesidad...

—Hastaaquíhevividoarrojadademicasa,demiposición,privadademiverdaderonombre.Sinosemerestituyeloquedesdequenacímepertenece,nadaquiero.Pidojusticia,nolimosna».

Lamarquesanocreyódeberprolongaruncoloquiodeaquellaespecie.LasúltimaspalabrasdeIsidoratocabanenlainsolencia.Levantose,ymirandoalapobrejovenconmáslástimaquecólera,ledijo:

«Sitanconvencidaestáusted,acudaustedalosTribunales.

—Acudiré—exclamóIsidoraconfirmeconvicción.

—Entretanto,esinútilquedisputemosaquí.Puedeustedretirarse».

Lamarquesaintentótirardelcordóndelacampanilla.Conunmovimientoinesperado, Isidora la detuvo, y postrándose ante ella, exclamó con vivaexplosióndesentimientosnobles:

«Señora,ustedmeechadesucasa,cuandoyoesperabaqueme recibiríausted con los brazos abiertos... Usted me aborrece porque no cree en miderecho,yyolaadoroporquecreoenél.Nohayodioenmicorazónnipuedehaberloparalamadredemimadre...Déjemeustedbesarsusmanos».

Lamarquesa parecíamuy disgustada de tal escena. Volviendo el rostro,apartabadesíaIsidora.Estasepusoenpie.Tuvootrainspiraciónmásaudazque la anterior. Con gentil arrogancia separó su velo para mostrar máscompletoselrostroyelbusto.Sucarasesublimabapor lafe.¿Quédestellodivinoeraelquedesusojosemanaba?Nopuededarseideadeltimbredesuvozaldecir:

«¿Paraquéleyes?Soymipropiotestigo,ymicaraproclamaunderecho.Soyelretratovivodemimadre».

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La marquesa la miró otra vez palideciendo. ¿Cruzó por la mente de lanoble señora un rayo de duda?... ¿Vaciló su firme creencia? ¡Quién puedesaberlo!Asusojosasomaronlaslágrimas.

«Nointerpreteustedmislágrimascomounaconcesión—dijoaIsidora—.Lloroporelrecuerdodemiqueridahija.Encuantoalparecido...».

Volvió a observarla tan fijamente, que Isidora, al sentirse acariciada poraquelmirarprofundo,seestremeciódeesperanza.Lahermosuradelajoven,sudistinción innegable,sumododevestir,sencilloyhonesto,hicieronen lanobledamaprofundaimpresión.

«Encuantoalparecido—continuóesta—,nadatengoquedecir,porquesialgunohay,espuramentecasual...Meharáustedunfavorenretirarse».

Tiródelacampanilla,ysealejóserenamentesinprisaysincólera,comonosalejamosdespuésdeaplastaruninsecto.

Isidora se encontró sola en el gabinete.Un lacayo apareció en la puerta.Era señaldeque laponíanbonitamente en lade la calle.Levantosey salió.Andaba con la teatral arrogancia y la serenidad terrible de que se revistenalgunosalsubiralcadalso.Lassalasdelpalacioseibanquedandoatrás,comosedesvaneceelmundocuandonosmorimos.

Cuando bajaba la escalera, un lacayo subía. Tomola este por una de lasinfinitaspersonas,deaspectodecente,queibaapedirlimosnaalamarquesa,yledijo:«¡Québonitaesusted,prenda!».

Puedejuzgarsecómoestaríasuespíritu,cuandoesteultrajeapenaslehizoimpresión.EnelportalestabaAlonsoyunhombremuygordo,elcualalpasarlamiró con atención picaresca.Ambos le hicieron un frío saludo. Salió sindarsecuentadenadaydioalgunospasosporlacalle.Comositropezaraconunposte,hallosedeimprovisofrenteaD.JosédeRelimpio.Isidoradespertóalchoqueydijo:

«¿Peroestáustedaquí?

—Sí,hijamía—replicóelgalánviejomuyconmovido—.El corazónmedecíaquehabíasdesalirpronto,yesperé...Nomepodíaacostumbraralaideadenovolveraverte...¿Quéquierestú?...Yotomocariñoalaspersonasconmuchafacilidad...Aquísemehapasadoel tiempomirandocomounboboalosbalconesydiciendo:«Ellahadesalir,ellahadesalir».

CapítuloXVII

Igualdad.—SuicidiodeIsidora

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IsidoranoponíaatenciónenlascariñosaspalabrasdeD.José.Sintióensucerebrounaimpresiónextraña,comoelrastroaéreodeinmensacaídadesdelaalturaalosmáshondostérminosqueelpensamientopuedeconcebir.¡Yquémaneratanraradeverelmundoylascosastodasqueestándebajodelcielo,yaun,sisequiere,elcielomismo!Cambiogeneral.Elmundoeradeotromodo;laNaturalezamisma,elaireylaluzerandeotromodo.Lagenteylascasastambiénsehabían transformado;yparaque lamudanzafueracompleta,ellamisma,Isidora,erapuntomenosqueotrapersona.

«¿Peroadóndevamos,hija?»—preguntóRelimpioviendoqueandabanydesandabancalles,subíancostanillas,ydivagabanpasandomuchasvecesporunmismositio.

Isidoranolecontestabayadelanteseguía,llevándolocomorodrigón.Ellamirabaalsuelo,élelcielo.Sinsabercómo,halláronseenlasVistillas.Caíalatarde. Don José llamo la atención de su ahijada hacia la magnificencia delcrepúsculo que desde aquel despejado sitio se gozaba; alzó los ojos ella ymiró,arrojandounsuspirotangrandesobreelinmensopaisajequeasuvistateníaqueparecíaquererllenarlodetristeza.ComoIsidorasiempretratabadeencontrar armonías entre su estado moral y la Naturaleza, la hermosísimaretiradayapagamientodeldíanoeranextrañosaloccidentequehabíaensualma. Los destellos de oro fundido iban palideciendo poco a poco, o sehundíandejandotrassíunrastropálidoyverdoso.Aladerecha,lasierraazul,demasauniformeysincontornos,sealejaba,desvaneciéndoseenelfondodelfirmamento,dondealfinquedaríacomoelespectrodeunmundo.Marcábanselascurvasdel ríopor jironesdeniebladesvanecida,vellones sueltos,queseibanreuniendohastaformarunvelosalpicadodemotasblancas,osealaropadeloslavaderos.

«¡Qué feísimo es esto!»—murmuro Isidora con ira que indicaba ciertahostilidadcontralaNaturaleza.

EntonceselpatriarcalD. Josésepusoaadmirar labellezadelcielo,queestaba limpio, azul, profundo, expresando como nunca la proyecciónabovedadadelpensamientohumano.La lunanueva,comounahozdeplata,caía del lado del Poniente, precedida de Venus. Apenas, en lo restante delfirmamentoprincipiabaaverseunaqueotraestrellacomoelvagoapuntardela ideaenelcerebro.DonJosédesparramósuvistapor toda la redondezdearriba,yapuntandoconsuficienciadeastrónomoaunastroquebrillabamásacadainstante,dijolacónicamente:

«¡Júpiter!».

Isidoratambiénmiro,peroconescarnioydesdén.

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«¡Quéhorribleestálaluna!»—murmuró.

Ylacomparóalcortedeunauña.Volviéndoseasuembelesadopadrino,que osó hablar de distancias y magnitudes siderales, le dijo con muchadisplicencia:

«¿YquétengoyoqueverconJúpiter?...¿QuémevaadaramíJúpiter?».

BajaronalacalledeSegovia,elladelante,detrásél.

«Atitepasaalgo...¿Quétienes?—ledijoelmaestrodeTeneduría.

—¡Qué le importa a usted! Si no quiere usted acompañarme, puededejarmesola.

—¡Puesnofaltabamás!...Hastaelfindelmundo...».

Unasombralúgubrequesobrelacalleseproyectabaleshizoalzarlavista,y vieron la mole del viaducto en construcción, un bosque de andamiossosteniendoenormeenrejadodehierro.

«Cuandoestepuenteseacabe—dijoRelimpioentonodemuchaautoridad—,noservirásinoparaquesearrojendeéllosdesesperados».

Isidoramirócondesprecioalpuente,yrepuso:

«¡Quia!Esoesmuybajo».

Subieronpor la calle adelante.Deuna taberna,dondevociferabanmediadocenadehombresentrehumoyvaporesalcohólicos,salióunaexclamaciónqueasídecía:«Yatodossomosiguales»,cuyafrasehiriódetalmodoeloído,y por el oído el alma de Isidora, que dio algunos pasos atrás paramirar alinteriordeldespachodevinos.

«Seconfirmaloqueestamañanasedecía—murmuróD.Josédemostrandouna gran pesadumbre—.ElRey se va, renuncia a la corona, y amí no hayquienmequitedelacabezaqueeslapersonamásdecente...

—Todossomosiguales»—afirmóIsidorarepitiendolafrase.

Ylafraseparecíavolarmultiplicada,comounabandadadefrases,porqueacadapasooían:«Todossomosiguales...ElReyseva».Salíanestaspalabrasdelosgruposdehombres,yaundelosqueformabanmujeresychicosenlaspuertasdealgunascasas.

MientrasD. José dejaba oír con tímida voz consideraciones prudentes yjuiciosas sobre el suceso del día, Isidora pensaba que aquello de ser todosigualesymarcharseelReyasucasa,indicabaunacontecimientoexcepcionaldeesosquehacenépocaenlavidadelospueblos,ysealegróenloíntimodesu alma, considerando que habría cataclismo, hundimiento de cosasvenerables, terremoto social y desplome de antiguos colosos. Esta idea, no

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obstante, con ser tan conforme al hundimiento moral de Isidora, no laconsolaba.Alamomentáneaalegríasiguióagudísimapena.Poruninstantesesintióinvadidadeundolortangrande,quellegóapensarenquenodebíavivirmástiempo.Peroestadesesperacióntambiéndurópoco.Todoslosmediosdeapartarsevoluntariamentede lavida leparecíandolorosos,antipáticosyauncursis.Heridossuorgulloysudignidad,muertassus ilusiones,algo laatabaaúnalavida,aunquenofueramásquelacuriosidaddegocesysatisfaccionesquenohabíaprobadotodavía...No,morir,no.Tiempohabíaparaeso.

Amedidaqueseacercabaa lazonainteriordeMadridyrecibíasucalorcentral,seibarobusteciendoenellalaideadelvivir,delprobar,ydelverydelgustar.Habíasofocadounavidaparafomentarotra.Cuandoestamoría,justoesqueaquellaresucitara.

De la calleMayor pasaron a la plaza de Oriente, porque Isidora estabacansadísima y quería sentarse. No sólo tenía necesidad de reposo, sino demeditación,puestantocomosudesengañolamortificabaaquellanochelaideade tenerquevolveracasadeD.ªLaura.No;decididamenteallánovolveríaaunquetuvieraquequedarseadormirenaquelbancofríoyduro.EntantodonJosémirabaalPalacio,tratandodeadivinarloqueensuinteriorocurría;masnadarevelabaelcolosoensumudafazdepiedra.Enningúnbalcónseveíaluz. Todo estaba cerrado y sombrío como el disimulo que precede a lasgrandesresoluciones.

«¡Pobre señor!—exclamóRelimpio ofreciendo a la dinastía extranjera elhomenajedeunsuspiro—.Letienenmareado...,aburrido.Yomepongoensucaso...».

Despuésdesondearsualmaydepensaratropelladamentediversascosas,Isidoradijoestoasubuenpadrino:

«Debeustedmarcharse...Yonovoyacasatodavía.

—¡Marcharme!, ¡dejarte sola!... Tú estás loca—replicó él no sabiendorenunciaralgoceindecibledeestaralladodesuahijada.

—Esquenopuedoiracasatodavía...Márcheseusted,quesinolereñiráD.ªLaura.

—Déjala...Yoteacompañaréadondequieras.Nofaltaríamás...;¡irtúsola,de noche, por esas calles! EnMadrid hay mucho atrevido. Te lo digo confranqueza, porque yo no soy ningún anacoreta.A los pícaros españoles nosgustan tanto las hembras bonitas... No, hija, no. No puedes andar sola denoche. Estás cada día más guapa, y por dondequiera que vas llamas laatención.

—¡Llamolaatención!—,pensóella,yselevantódecidida.

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—¿Adóndevamos,hija?

—Nolosétodavía».

Alpenetrarenlascallesbulliciosas,cuyavidayanimaciónconvidanalosplaceres y a intentar gratas aventuras, sintió la joven que se amenguaba suprofundísimopesar,comoeldoloragudoquecedea laenergíanarcóticadelcalmante. Se sintió halagada por el contacto de la sociedad; percibió en sucerebrocomounsaludodebienvenida,yvocessimpáticasllamándolaaotromundo y esfera para ella desconocida. Y como la humana soberbia afectadesdeñarloquenopuedeobtener,ensuinteriorhizoungestodedesprecioatodoelpasadodeilusionesdespedazadasymuertas.Ellatambiéndespreciabaunacorona.Tambiénellaeraunareinaqueseiba.

Adelante. La Puerta del Sol, latiendo como un corazón siemprealborozado, le comunicó su vivir rápido y anheloso. Allí se cruzan lasansiedades;lasangresocialentraysale,llevandolassensacionesosacandoelimpulso.Madrid,alasochoymediadelanoche,esunencanto,abiertobazar,exposición de alegrías y amenidades sin cuento. Los teatros llaman con susrótulosdegas,lastiendasatraenconelcharlatanismodesusescaparates,loscafés fascinan con sumurmullo y su tibia atmósfera en que nadan la dulceperezay lachismografía.Elvagardeestahora tiene todos losatractivosdelpaseoylasseduccionesdelviajedeaventuras.Lagenteserecreaenlagente.

Isidoraobservóqueenellarenacía,dominandosuserporentero,aquelsuafán de ver tiendas, aquel apetito de comprar todo, de probar diversosmanjares, de conocer las infinitas variedades del sabor fisiológico y darsatisfacción a cuantos anhelos conmovieran el cuerpo vigoroso y el almasoñadora.Semirabaenloscristales,ysedeteníalarguísimosratosdelantedelastiendas,comosiescogiera.Noparabamientesenelsusurrodelosgrupos,quedecían:«ElReyseaburre,elReyseva».

A la entrada de la calle de laMontera la animación era, como siempre,excesiva.Esladesembocaduradeunríodegentequeseatragantacontenidoporunamareahumanaquesube.AIsidoralegustabaaquellanoche,sinsaberporqué,elchoquedelasmultitudesyaquelfrotamientodecodos.Susnerviossaltaban, heridos por lasmil impresiones repetidas del codazo, del roce, delempujón, de las cosas vistas y deseadas. El piso húmedo, untado de unaespeciedejabónnegro,eraresbaladizo;peroellasesosteníabien,yencasodeapuro se colgaba del protector brazo de su padrino. El ruido era infernal.Subían loscarrosde lacarnecon lasmoviblescortinasdecuerochorreandosangre,y suenormepesadezestremecíael suelo.Loscarreterosapaleabanalas mulas. Bajaban coches de lujo, cuyos cocheros gritaban para evitar eldesorden y los atropellos. Deteníanse los vehículos atarugados, y la gente,refugiándoseenlasaceras,seestrujabacomoenlosdíasdepánico.Latienda

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delviejoSchroppdeteníaalostranseúntes.ComoseacercabaCarnaval,todoera cosa de máscaras, disfraces, caretas. Estas llenaban los bordes de lasventanas y puertas, y la pared de la casamostraba una fachada demuecas.Enfrente, el escaparate del Marabini, lleno de magníficos brillantes,manifestabaalpúblicotentadorasriquezas.

«Dejemosesto,chica—dijoD.Joséasuahijada,quemirabaembebecidalasjoyas—.Estonoesparanosotros».

DerepenteladeRufeteanduvohacialaPuertadelSol.

«¿Otravez?

—QuieroirhaciaelCongreso—declaróella.

—Ya...,¿paraversisearma?...Nonosmetamosenapreturas,hija,noseaqueporartesdeldemonio...».

Menudeabanlosgrupos,todospacíficos.Noeranhordasdedescamisados,sino bandadas de curiosos. Se oía decir aquí y allí: «La República, laRepública», pero sin gritos ni amenazas. Se hablaba con frialdadde aquellacosagrandey temida.Nohabíaentusiasmoniembriaguezrevolucionaria,niamenazas.LaRepública entrabapara cubrir la vacantedelTrono, comopordisposicióntestamentaria.Nolaacompañaronlasbrutalidades,perotampocolasvictorias.Diríasequehabíavenidodelaboticatraslarecetadelmédico.Seleaceptabacomounbrebajedeignoradosabor,delcualnoseesperanisaludnimuerte.

¡Cuánta gente en la Carrera! Es abierta lonja de noticias. El Congreso,dondeseforjaelrayo;elCasino,dondeimperanlosdesocupados,yelcafédelaIberia,queeselParnasillodelospolíticos,danaestacalle,endíasonochesde crisis, un aspecto singular. Isidora y su padrino siguieron la corriente.¡Cuántos hombres, y también cuántas mujeres! El contacto de lamuchedumbre,aquelfluidomagnéticoconductordemisteriososapetitos,quesecomunicabadecuerpoacuerpoporelrocedehombrosybrazos,entróenellaylasacudió.

«Déjeme usted sola—dijo a su padrino—. Yo tengo que hacer. Le va areñirausteddoñaLaura.

—DejaaD.ªLauraqueselalleveeldemonio—exclamóRelimpio,aquienlaideadenoacompañarasusobrinaleponíafurioso—.¡Hayporaquítantohombre imprudente!... Ya ves que no cesan de echarte requiebros y decirteflores.Estoesindecoroso,ynoseríaextrañoqueyotuvieraunlance».

¡Ay Isidora! ¿Qué significó ese susurrode carcajadasque sentistedentrode ti?... ¿Era que empezaba a comprender la posibilidad de consolarse sinrenunciar a sus ideas? ¡Oh, no! Antes morir que abandonar sus sagrados

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derechos. «¡Las leyes!—pensó—. ¿Para qué son las leyes?». Esta idea leinfundióalgúncontento.Sí;ellaconfundiríaelnecioorgullodesuabuela;ellasubiríaporsuspropiasfuerzas,conlaespadadelaleyenlamano,alasalturasquelepertenecían.Sisuabuelanoqueríaadmitirladegrado,ella,¿quétal?...,ella echaría a su abuela del trono. Venían días a propósito para esto. ¿Noéramosya todos iguales?Elpueblohabía recogido lacoronaarrojadaenunrincón del Palacio y se la había puesto sobre sus sienes duras. ¡Bien, bien,bien!Yseaplaudióasímisma,sepalmoteóconesasmanosinmateriales,queparaapoyarsusdiscursostieneelcorazón.¡Pleito!Estapalabra,anunciadoradeunagranidea,selequedófijaenlamentedesdeentonces,comograbadaenfuego.Viounaturbainfinitadeescribanosyjueces,ypirámidesdepapelen cuya cúspidebrillabadeslumbrantey cegadora la inextinguible luzde suverdaderoestadocivil.

EnlacalledeFloridablancaelgentíoeramásespeso;peroloscuriososnohacíannada,nisiquieragritaban.Eranturbascomedidasquenodabanvivasnimueras. Se hablaba de la llovida República, como se habría hablado de unchubascoqueacabaradecaer.NadadeloquedentrodelasCortespasabasetraslucíafuera.

Aunque Isidora no iba sola, era demasiado guapa y D. José demasiadohumilde para que la joven dejase de oír una y otra vez algunas fórmulasequívocasdelrequiebrodelascalles,nacidodelamalaeducaciónydelafaltaderespetoalasmujeres.

«Vámonos a casa—dijo Relimpio algo amostazado—. Yo no me puedocontener. Soy una pólvora. Tú no conoces mi genio. Pues bien, me estáscomprometiendo.

—Váyaseusted,queyomequedo—replicóellaimpávida.

—¿Peroestásloca?...

—Noestoyloca.Esque...

—Pero¿túbuscasaalguien?¿Esperasaalguien?».

IsidoranoapartabasusojosdeaquellapuertapequeñapordondeentraysaletodalapolíticadeEspaña.

«Vaya,quetienesunascosas...Yavanadarlasdiez».

Isidora no le hizo caso. De repente avanzó hacia la calle del Sordo,mirando, no sin disimulo, a tres individuos que acababan de salir delCongreso.Unodeellossedistinguíaporsugabánclaro.

«¿Alfinnosvamos?—preguntóD.Joséconalegría.

—No se enfade usted conmigo, padrinito—dijo Isidoramirándole—. Le

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quieroaustedmucho».

AvanzabanporlacalledelTurco.Relimpionosehabíafijadoenlostresseñoresquedelante ibanadistanciacomodeunostreintapasos.Al llegaralextremodelacalle,D.José,quegozabamuchoporlosrecuerdoshistóricos,separóydijoconvozlúgubre:

«AquímataronaD.JuanPrim.Todavíaestánenlaparedlasseñalesdelasbalas».

Isidoranomirólasseñalesdelosproyectiles.Mirabaalostrescaballeros,que se habían detenido algo más arriba, junto al jardín de Casa—Riera.Parecíaquesedespedían.Enefecto,dossiguieronhacia laPresidencia,yeldelgabánclarobajóporlacalledeAlcalá.

¡Instante tremendo, que no olvidaría jamás D. José Relimpio aunquevivieramilaños!Cuandoelseñordelgabánclaropasóporlatrágicaesquina,Isidoraechóacorrer,llegoseaél,selecolgódelbrazo.Huboexclamacionesdesorpresayalegría...Despuéssiguieronjuntos,yseperdieronenlaniebla.

«¡Ah!—murmuró D. José con vivo dolor—. Es el marqués viudo deSaldeoro...¡Ingrata!...¡Yquéhermosa!».

Elpobreseñorseapoyóen laesquina:sudesconsueloeragrande.Pensóqueno laveríamás.Vuelta lacaraa lapared,¿quéhizoduranteel ratoquepermaneció allí?... ¿Lloró? Quién lo sabe. Tal vez estampó una lágrima enaquellapareddondeabalazosestabaescrita lapáginamásdeshonrosade lahistoriacontemporánea.

CapítuloXVIII

ÚltimosconsejosdemitíoelCanónigo

¡Quélástimanoserpoetaépicoparaexpresar,conlaelocuenciapropiadelcaso,elenojodeD.ªLaura,elcual, sino rayaba tanaltocomo la irade losdioses,hallábaseadosdedosdeella!Todoporque laseñorita Isidoranoseconducía decorosamente. Don José estaba profundamente afligido por nopoderlanzarsealadefensadesuqueridaahijada.Ysialgunatímidapalabrejasalía de su boca,D.ª Laura se le quería comer vivo. El cargo principal quecontraIsidoraseformulabaeraquesehabíaquedadofueradecasaenlanochedel 11. «Nada, nada—dijo la iracunda señora a su marido del modo másimperioso—.Esa...Sardanápalanotienequeponermáslospiesenmicasa.Silaves,dilequemandeporsuscuatropingosyporlospapelotesdesupadre».

Yenefecto,alanochecerdel12,Isidoramandóporsuequipaje.¡Temblad,

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humanos!...,¡poníacasa!ElfurordeD.ªLauracreció,yenellachocabanlaspalabrascon las ideasy las ideascon laspalabras, como lasolasdeunmarembravecido.Relimpio no podía disimular una aflicción honda que tenía suasiento en la región cardíaca. Parecía atacado de un aplanamiento general.Melchor dijo mil groserías de la ahijada de su padre, y las dos chicas,contenidasporelpudor,nodijeronnada.

Ytú,¡ohlector!,¿quédices?Yoteruegoquenosigasaestafamiliaporelpeligroso sendero de los juicios temerarios. Sabe que el poner casa la deRufete no puede atribuirse aún a sospechosos motivos; sabe, pues hayobligacióndequesetedigatodo,queelmismodía12porlamañanarecibiónuestra hermosa protagonista dos cartas de Tomelloso. En la una, su tío elCanónigo se despedía de ella para el otromundoy le dabamil consejos demucha substancia, amén de un legadillo para que ambos huérfanosprosiguieran laempresadereclamarsufiliaciónyherencia,siyanoestabanenposesióndeambascosas.Laotracartaanunciabalamuertedelsantovarón.

Elcual,horaesyadecirlo,noeratalCanónigonicosaquelovaliera,sinoun seglar soltero, viejo y extravagante, a quiendesde luengos años se habíaaplicadoaquelapodoporsuamoralavidadescansada,regalonaysibarítica.En sus buenos tiempos, D. Santiago Quijano—Quijada, primo carnal deTomás Rufete, había sido mayordomo de una casa grande, y despuésadministradordeotrasvarias.Cuando tuvoparavivir sinayudadenadie, seretiróasupueblo,dondeviviócélibe,entreprimasysobrinos,másdetreintaaños, dedicado a la caza, a la gastronomía y a la lectura de novelas. Teníaciertoshábitosdegrandeza,yensumododehablarydeescribirdistinguíasetantodesusconvecinos,queantesquelugareñoparecíadelomásrefinadoydiscreto de la corte. Eramuy avaro y sumamente excéntrico.Omitiendo lasmilaseveracionescontradictoriasquecorríanportodalaManchaacercadesucaballerosidad o de su avaricia, de su ingenio o de sus no comprendidaschifladuras,dejaremosquesenosmuestreélmismoenlacartaqueescribióaIsidora,yquecopiamosalaletra:

«ElTomelloso,a9defebrerode1873.

»Miqueridasobrina(ocosa tal):Cuandorecibasestosrenglones,yaestepecador,aquienllamastetíoyquemásquetíohasabidoserpadretuyo,estaráenlaEternidaddandocuentaaDiosdesusmuchasculpas.AquelladolenciaquenielmédicodeestepueblonieldeArgamasillaentendieron,mecogeyatoda el arca del pecho, quitándome la respiración de tal modo, que a cadamomentopiensoquesemevafueraelalma.Yaprovechoelpoquitotiempoque esta señora ha de estar dentro de mi cuerpo, para escribirte y darte ladespedida, sintiendomuchonopoderlohacerpormimano.Tengoqueestartendidobocaarribasinmovimiento,yelSr.RodríguezAraña,secretariodelAyuntamiento,mehaceelfavordeescribirloquedicto,puestoelpensamiento

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en ti y en tu hermano, a quienes supongo ya en pacífica posesión delmarquesado.

»Por tu última carta veo que esperabas aviso de la señora marquesa deAransis.Esabuenaseñoraoshabráreconocidocomonietos,porquenopuedeserdeotramanera.Ojaláfueratanseguroquehedealcanzarlagloriaeterna,como lo es que tú y Mariano nacisteis de aquella hermosa y sin venturaVirginia,dequiensacastetúlafigurayrostrodetalmaneraysemejanza,quevertea ti es lomismoqueverlaaella resucitada.Perosiporartesdealgúnenemigo o tontunas de la marquesa (que a esta gente endiosada hay quetenerle miedo) se te hubiese cerrado la puerta de Aransis, te aconsejo, temandoyordenoqueacudascontucuitaalosTribunalesdejusticia,puestanclaro y patente está tu derecho en los papeles que tienes y en otros que yoconservabaparaelcasoyqueteremito,queendosrepeloneshasdeganarelpleitoytomarporlaleyloquedeotromodonoquisierandarte.Yotengogranfe en la fuerza de la sangre, y me parece que estoy viendo a la señoramarquesa echándote los brazos al cuello y comiéndote a besos. Si las cosashanpasadodeotramanera,tratadequelaseñoratereconozcaporelparecido.Convienequeteregistresbienelcuerpotodo,aversitienesenélalgúnlunaroseñapordonde lamarquesavengaenconocimientodequeereshijadesuhija;queyohe leídocasossemejantes,en loscualesun lunarcillo,un ligerovellónocosaasíhanbastadoparaqueencarnizadosenemigossereconocierancomohijoypadreycomotalesseabrazaran.Deestoestánllenaslashistorias.

»Paraquelogocéis,siesqueyaestáisenvuestrotrono,oparaquesigaelpleito, si no lo estáis, os dejo un legado que no es cosamayor.Os doy porcuradoramiamigoelSr.D.ManuelPez,nuestrodiputado,personaaquienconocesyseguramentetendrásporlamismacaballerosidad.

»CuandoposeaslodeAransis,queesbuenbocado,nodejesquesetevayalamano en el gastar, pues las liberalidades consigomismoo con losdemássonelpeligrodelosricosylasangríadelasbolsas.Cásateconpersonadetucondición,puessilohacesconquienpordebajodetiesté,teexponesaqueelpesodetucónyugetetirehaciaabajoynotedejeflotarbien.Encasodenohallar exacta pareja, más vale que te unas con quien te sea superior, quetambiénhaypríncipesyduquesporestastierras.

»Notengasvanidad;perotampocodestubrazoatorcer.Hazlimosnas,quelospobresynecesitadostienenalosricosporprovidenciaintermediaentrelaProvidenciagrandeysumiseria.SoiscomodelegadosdelSumoRepartidordebienes,paraquedelovuestrodeisunapartealosquenadatienen.

»Quenoseconozcanuncaquehassidopobre,puessidescubresporentretussedaselpañoburdode tusprimerosaños,habrá tontosquese ríande ti.Instrúyetebienenlascosasquenohaspodidoaprenderenlapobreza.Túeres

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listayharásgrandesprogresos.Noolvidesdedartealgunas tareasdepiano,queesode tecleares,amimododever,cosafácilyqueseaprendeconunpocodepaciencia.

»Paranodescubrirte,muéstratealprincipiocircunspectaycallada,queconesto pasarás por modesta, y la modestia es virtud que en todas partes seaprecia;yenesteperiodoprimerodecircunspección,dedícateaobservar loquehacen losdemásparaaprenderloyhacerlo túmisma luegoque tevayassoltando. Observa cómo saludan, cómo manejan el abanico, cómo dan elbrazo,cómosesientanalamesayponenelabrigo.Hastadelamaneradedarlimosnaaunpobretienesquehacerparticularestudio.Dateunbuencursodetodasestascosasparasalirconsumadamaestra.

»Dicen que la sociedad camina a pasos de gigante a igualarse toda, a ladesaparicióndelasclases;dicenqueesostabiquesqueseparanalahumanidadencompartimientos,caenagolpesdemartillo.Yonolocreo.Siemprehabráclases.Pormásqueasegurenqueestaigualdadsehainiciadoyaenellenguajeyenelvestido,esdecir,quetodaslaspersonasvanhablandoyvistiendoyadelamismamanera,amínomeentraeso.¿Laeducacióngeneraltraeráalfinlauniformidaddemodales?Patarata.¿Lossalonesde laaristocraciaseabrenatodoelmundoydanentradaaloshumildesperiodistasyfolicularios?Aotroperroconesehueso.Dicenquelasseñorasdelagrandezacantanflamencoyquelosveterinariosechandiscursosdefilosofía.Esanocuela.Yonolocreeréaunquelovea.Sienalgúnmomentodeinundaciónsocialhapodidopasareso,lascosasvolveránasucauce.

»Haz lo posible por distinguirte de los demás sin humillar a nadie, seentiende. Usa siempre las mejores formas, y hasta cuando quieras ofender,hazloconpalabrasgraciosasysuaves.Sitienesquedarunabofetada,dalaconmanodealgodónperfumado,queasíduelemás.

»Unabuenamesaes cosaqueenalteceal ricoypone,pordecirloasí, elselloasugrandeza.Ennadaseconoceelbuengusto,noblezaydignidaddeunaltoseñorcomoensusguisosymaneradepresentarlosyservirlos.Dignacortedelosfinosmanjaresesunbuencírculodeconvidadosquesazonenlacomidaconlasespeciasfinísimasdelingeniodiscreto;especias,hijamía,quemásbiensonfloresdearomadelicado.Mirabienaquiénconvidas.Nosientesparásitosatumesa,queestos,despuésdeviviratucosta,tecriticarán.Eligediariamente un pequeño número de comensales, graves sin afectación,ingeniosossindescaro,festivossinchocarrería,yquecomansingulaybebansinembriaguez,honrandotucasaycelebrandotumesa.

»Mucho te hablaría de tu cocina, si mimal me diera espacio para ello.Solamente te diré, que pues la moda quiere que el arte francés con susinvenciones,enqueentranelgustoylaforma,prevalezcasobrenuestracocina

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nacional, no te dejes vencer del patriotismo, tratando de restablecer usosculinariosqueestányavencidos.Adoptalacocinafrancesa,tomaunbuenjefeyprovéetedecuantolamodaylaespeculacióntraenderemotospaíses.Perohasdesaberqueesdebuengustoelnocondenarenabsolutonuestrassabrosascomidas; y así, no hay cosa de más chispa que sorprender un día a tusconvidadosconunplatodesalmorejomanchego,biencargadodepimienta,oconunestofadodelatierra,bienespesoyoloroso.Esto,hechoatiempoytrasunaexhibiciónhábildefrusleríasfrancesas,nosólonoteserávituperado,sinoquetevaldrágrandesalabanzas.

»Vísteteconprimor.Huyetantodelavulgaridadponiéndoteloquetodassepongan,comodelaexcesivasingularidadponiéndote loqueanadiese lehaya ocurrido usar. Hay un término medio, delicadísimo, muy difícil dealcanzar, en el cual debe mantenerse la persona verdaderamente elegante.Muchosquequierenhuirdemasiadodelavulgaridad,danenlaextravagancia;procura que en tus atavíos, sin que falte lo común y corriente, haya algoexclusivamente tuyo,algopersonal,personalísimo,quenopuedan imitar losdemás,yhabráslogradoelobjeto.

»Sé siempre buena católica cristiana, que lo primero es salvar el alma.CumplelospreceptosdelaIglesia,quetodoellosepuedehacersinfatigarse.Pero no te entregues con excesivo afán a las prácticas religiosas; trata a loscuras con consideración, y dales para que coman, que a esta gente hay quetenerla contenta. De cuando en cuando costea novenas y alguna que otrafunción;perosinpasardeahíniabrirtupuertaalosseñoresdehábitonegro,loscuales,silesdejaras,prontoimperaríanentiyentucasa.Tencuentaquesi eres beata, dirá la gente que lo haces para encubrir alguna trapisonda, yconsideraqueyanohaysantosnicosaquelovalga.

»De un punto sumamente grave te quiero hablar ahora, y es de la vidaconyugal, cosa que, según oigo decir, anda ahora muy por los suelos. Yoquisieraquelatuyafueraejemplaryquenadiepudieseenningúnpuntoponerenduda la limpiezade tuhonorni la firmezade tu fematrimonial.Esmuyposiblequetuesposo,llevadodelacorrienteydelosperversosusosdeldía,sehastíeunpocodeti,ybusqueentretenimientoyvariedadenotrasmujeres.¡Atrozdesaireque teproduciránopocossofoconesy tepondráadosdedosdelmayorpeligroenquejamássehanvistotudignidadyvirtud!...Puessitedejasllevardeldespechoyrabiadeloscelos,siteimpacientasdemasiadoporlasoledadenquetuesposotetiene,tefaltarápocoparacaerenpecadoigualal suyo.Cuidado, hijamía,mucho cuidado.A su poligamia contesta con tucastidad, a su lascivia con tu abstinencia.Aguanta, resiste, ynodegrades tucorazóndándoloaalgúnmequetrefequelotomeporvanidad,yporhacergalade tu conquista entre los tontos y desocupados. Consérvate digna, recatada,siempreseñorainexpugnable;quealfinyalcabotumarido,porlafuerzade

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sus vicios, reventará, y entonces podrás volverte a casar eligiendo con todocuidadootromaridoqueteconsideremásyteatiendamejorqueelprimero.

»Otrasmuchascosasquisieradecirte;perocomocreohabermanifestadolasmásimportantes,nodigomás,porquelasfuerzasmefaltan.Acuérdatedelomucho que hemos hablado de esto en las largas noches de invierno.Mipensamiento se va nublando, y temo que, si no doy punto aquí, me faltenfuerzasparafirmaresta.Dentrodepocohabrécerradomisojosalaluzdeestemundo. Quiera Dios abrírmelos a los de la gloria eterna. He recibido losSantos Sacramentos, y espero el perdón demis culpas. Tengo la concienciatranquila; no temo la muerte, y me importan ya poco las molestias de micuerpo. Perdono amis enemigos;me despido demis amigos, y recibe tú elúltimopensamientoyelsuspiroúltimodetuamantísimotío(ocosatal),

SANTIAGOQUIJANOQUIJADA».

Madrid.—Juniode1881.

FINDELAPRIMERAPARTE

SEGUNDAPARTE

PERSONAJESDEESTASEGUNDAPARTE

ISIDORARUFETE,protagonista.

MARIANORUFETE,suhermano.

AUGUSTOMIQUIS,doctorenMedicina.

JOAQUÍNPEZ.

DONJOSÉDERELIMPIOYSASTRE,tenedordelibros.

MELCHORDERELIMPIO,arbitrista.

EMILIADERELIMPIODECASTAÑO.

LASANGUIJUELERA.

DONALEJANDROSÁNCHEZBOTÍN,padredelaPatria.

JUANBOU,litógrafo.

JUANJOSÉCASTAÑO,ortopedista.

MUÑOZYNONES,notario.

MADAMAEPONINA,modista.

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RIQUÍN,niño.

ELMAJITO.

MODESTORICO,tratantedevinos.

PALO—CON—OJOS.

GAITICA.

DIVERSOSPECES.

DIVERSOSPÁJAROS.

UNGRANPERSONAJE(quenohabla).DIVERSOSPERSONAJES(quenohablantampoco).

Un abogado, testigos, carceleros y carceleras, curiales, un oficial delitografía,hombresymujeresdelpueblo,porteros,tropa,etc.

LaescenaenMadridyprincipiaendiciembrede1875.

CapítuloI

Efemérides

La República, el Cantonalismo, el golpe de Estado del 3 de enero, laRestauración, tantas formas políticas, sucediéndose con rapidez, como laspáginasdeunmanualdeHistoria recorridaspor el fastidio, pasaron sinquellegara a nosotros noticia ni referencia alguna de los dos hijos de TomásRufete.PeroDiosquisoqueunadesgraciadacircunstancia(trocándoseenfelizparaelefectodelacomposicióndeestelibro)juntaseloscabosdelhiloroto,permitiendoalnarradorseguiradelante.AcontecióqueporcausadeunafuerteneuralgianecesitóestelaasistenciadeAugustoMiquis,doctorcilloflamante,queenlosprimerospasosdesucarreradabaaconocersugrandisposiciónyaltísimo porvenir. Enfermo y médico charlaban de diversas cosas. Un día,cuandoya se había iniciado la convalecencia, recayó la conversación en lossucesosreferidosenlaPrimeraparte,yMiquis,paraquiennopodíahaberuntemamásgustoso,hablólargamentedeIsidora,diciendo,entreotrascosas,losiguiente:

«Estáahoraesamujer...,vamos...,estáguapísima,encantadora.Parecequeha crecido un poco, que ha engrosado otro poco y que ha ganadoconsiderablementeengracia,enbelleza,enexpresión.Semefiguraqueseráunamujercélebre.Viveenlamismacasadondeseinstalóhacedosaños,alfinaldelacalledeHortaleza.Hatenidounhijo.—¡Unhijo!¿Quémecuenta

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usted?—Lo que usted oye. Ya tiene dos años. Es algo monstruoso; lo quellamamosunmacrocéfalo,esdecir,quetienelacabezamuygrande,deforme.¡Misterios de la herencia fisiológica! Sumadreme pregunta si toda aquellagran testa estará llenade talento.Yo ledigoque sudelirante ambicióny suviciomentalledaránunadescendenciadecabezudosraquíticos...Elchicoesgraciosoydeunaprecocidadalarmante...

»Pasandoaotra cosa, yo tengoparamíque elmarquésviudito estámástronadoquelanaciónespañola.Susdeudasseremontancomoeláguilaávidade las altas cumbres; sus gastos no disminuyen. Para estos tales, carecer esmorir, y pasarán por toda clase de ignominias antes que decapitarserenunciando al lujo y a la vida de rumbo y disipación. Por desgracia de lasociedad, siempreencuentran tontosque lespresten, cándidosque les fíenymalvadosquelosayuden.Observeustedquenuncamuerenenunhospital.Sumendicidadnotieneharapos;peropiden,yavecestomansinpedir.

»Yopregunto: ¿Nohabrá algúndía leyes para enfrenar la alta vagancia?¿No se crearán algún día palacios correccionales? ¿No establecerán lasgeneracionesveniderasasiloselegantes,forradosdeseda,paratenerarayalademagogiaazul,dándoledecomer?Yopreguntotambién:Puestoquetantosehahabladodel derechoa lavida, ¿existirá también el derechoal lujo?Si elpopulachonospide los talleresnacionales, laaltavagancianospediráalgúndía loscasinoscosteadosporelEstado.Lógica, lógica,digoyo.Ya losquepredican el comunismo les digo: «Estáis tocando el violón, porque elcomunismoexisteentrenosotroscontanprofundasraícescomolareligión:esnuestra segunda Fe. No falta más que perfilarlo, darle la última mano, yponerlobienclaritoenlasleyes,talcomoloestáennuestrascostumbres».

»Ahora bien, señores, si esto no os gusta, empecemos por renovar lasociedadtoda.Hagamosunarevoluciónparadestruirelcomunismo,yestoeslo práctico, porque hacer revolución por establecerlo es como siencendiéramos el gas de las calles en pleno día. Revolución, pues.Suprimamos laAdministración, que es una hipocresía del reparto universal;suprimamoselpresupuesto,queeslaformanuméricadelrestaurantnacional;suprimamos las contribuciones, que son el almacenaje omnímodo de que senutreel comunismo,yunavez suprimidoesto, lodemás, ejército,gobierno,armada...,sesuprimiráporsímismo.Entoncesdiremos:todoacabó;nadieseencargadenada...Quecadacualsalgapordondepueda.Fúndeseunasociedadnuevaentreelestruendodelospalos.¿Quétal?Sí,señores,elcomunismonomueresinoahogadoenunocéanodenegaciones.Luegoseuniránelinterésylafuerzaparacrearelnuevoderecho».

Todos losqueconozcanaMiquisveránquenoexageramosni añadimosnadaalponeraquísusfestivasparadojas.

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Efectivamente, Isidoravivíaal finde lacalledeHortalezaenunnúmerosuperior al 100. Su casa era nueva, bonita, alegre, nada grande. Constaba,como todas las casas deMadrid que, aunque nuevas, están fabricadas a laantiguausanza,desalamayordeloregular,gabinetespequeñosconchimenea,pasillo ni claro ni recto, comedor interior dando a un patio tubular, cuartosinterioresdediferentesformasyescasasluces.Losgabinetesdabanpasoalasalcobas por un intercolumnio de yeso, plagiado de las embocaduras de losteatros. No estaba mal decorada la casa, si bien dominaba en ella laheterogeneidad, gran falta de orden y simetría. La carencia de proporcionesindicaba que aquel hogar se había formado de improviso y poramontonamiento, no con la minuciosa yuxtaposición del verdadero hogardoméstico, labrado poco a poco por la paciencia y el cariño de una o dosgeneraciones.Allíseveíanpiezasdondeelexcesodemueblesapenaspermitíael paso, y otras donde la desnudez casi rayaba en pobreza. Algún mueblesoberbioserozabaconotrodetosquedadprimitiva.Habíamuchoprocedentedeliquidaciones,manifestandoalavezunorigennobleyunusoigualmenterespetable. Casi todo lo restante procedía de esas almonedas apócrifas,verdaderos baratillos de muebles chapeados, falsos, chapuceros y de cortaduración.

La sala lucía silleríadedamascoamarillo rameado; en imitacióndepalosanto,dosespejosnegros,yalfombrademoquetadelaclasemásinferior;dosjardineras de bazar y un centro o tarjetero de esas aleaciones que imitanbronce,ornadodecadenillascolgandoenondas,ydepiezastanfrágilesydetanpocopesoqueeraprecisopasar juntoaélconcuidado,porquealmenorrocedabaconsigoenelsuelo.Laconsolasustentabaunrelojillodeestosqueniporgraciamuevensusagujasunasolavez.Elmármoldeellaseescondíabajouna instalaciónabigarradadecajasdedulces,hechasconcromos,seda,papel cañamazo y todo lo más deleznable, vano y frágil que imaginarsepuede...AIsidoranogustabaestasala,queera,segúnella,eltipoymodelodelasalacursi.HabíasidocompradainsolidumporJoaquínenunaliquidación,yproveníadeunaactrizquenopudodisfrutarlamásdeunmes.Isidorateníapropósitodedeshacersealaprimeraoportunidaddeaquellashorrorosassillasde tieso respaldo, con cuyo damasco rameado había lo bastante paramediadocenadecasullas,yaúnsobrabaalgoparavestirunsantoyponerledetiroslargos.

Enelgabinetepróximoalasalaestabacasiconstantementelaheroínadeestahistoria.Alaizquierdadelachimeneateníasuarmariodeluna,mueblechapeadoydegranapariencia en losprimerosdíasdeuso,peroqueprontoempezó a perder su brillo y a desvencijarse, manifestando su origen, comonacido en talleres de pacotilla y vendido en un bazar por poco dinero.A laderecha,cercadelbalcón,estabaeltocador,muebleprecioso,peromuyusado.Había pertenecido a una casa grande que liquidó por quiebra.Un escritorio

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pequeñocongavetillasyalgúnsecretoocupabaunodelosladosdelapuerta,quedandoelotropara lacómoda.Sobreestaseelevabaunmontóndecosasrevueltas,encuyaingentemasapodíandistinguirsecajasdesombrerosycajasde sobres estropeados, libros, líos de ropa, un álbum de retratos, unDiccionariodelaLenguaCastellanayuncaballodecartón.

Enlachimenea,ysobregraciososcaballetesdeébanoyroble,habíavariosretratos, entre ellos el de Isidora, obra admirable por la perfección de lafotografía y la belleza de la figura. Parecía una duquesa, y ella mismaadmiraba allí, en ratos de soledad, su continente noble, su hermosuramelancólica,sumiradaserena,sugraveynaturalpostura.Enlaparednohabíaninguna lámina religiosa; todas eranprofanas; a saber: las parejas de frailespicarescos con que Ortego ha inundado las tiendas de cromos; canónigosglotones,cartujosquecatanvinos,elclérigofrancésquesecomelaostrayelquemuestraelgusanoenlahoja;además,borrachoslaicosyalgunasmajasychulos que entonces empezaban a ponerse de moda. Todo esto había sidoadquirido por Joaquín, que se reíamucho contemplando al fraile embobadojuntoalamuchacha,oalcapuchinobeodo.PeroaIsidoranolehacíanmalditagracia los cromos frailescos. Encontrábalos groseros, de mal gusto yordinarios, por ser cosa de estampa que se veía en todas partes. ¡Cuándorealizaríaellasugranidealderodearsedehermososcuadritosalóleo,delosprimerospintores!

Desde principios de marzo del 73, ocupaba Isidora aquella vivienda. Sihabíasidofelizodesgraciadaensumodestaybonitacasa,ellamismanoslodirá.Todoloocurridoeneselargoespaciodetreintaycuatromesesenquehaestado fuera de nuestra vista, merece algo de historia, y para elloaprovechemos las efemérides verbales de D. José de Relimpio, cuyaamabilidadparaelsuministrodenoticiasesinagotable.

1873. 1.º de marzo.—Instalación de Isidora en su casa de la calle deHortaleza,nosesabesinconpropiosrecursosoaexpensasdelmarquésviudode Saldeoro. Escándalo. Pronuncia D.ª Laura su célebre frase: «Ya veía yovenir esto». Disturbios en Barcelona; cunde la indisciplina militar.—LaSanguijueleravisitaalosdeRelimpioycalificalaconductadesusobrinaconpalabras que a pluma más hipócrita no podría velar con los disimulos dellenguaje.

Abril.—DesarmedelaMiliciaporlaMilicia.Doscobardíasseencuentranfrenteafrenteydelchoqueresultaunapáginahistórica.Nocorrelasangre.—Primera cuestión entre Isidora y Joaquín por lamanera de invertir el dineroheredadodelCanónigo.Isidoragastasinsubstanciaunabuenapartedeélenlos preliminares de su pleito. Se permite el esplendor de una berlina deAlonso, pero al mes tiene que privarse de este inocente lujo. La modistaapuntaconojocerteroalosfondosquequedandelaherencia.Enlacasareina

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unaabundanciaincongruente.Suelenescasear,yaunfaltardeltodo,lascosasnecesarias.Elpanaderoyelcarbonerosontanmaleducados,queseatrevenaquejarsedequenoselesatiendeconpuntualidad.—CélebrediscursodePi.

Junio.—ReúnenselasCortesConstituyentes.Laguerratomaproporcionesalarmantes,yenNavarrasevenysetocanlasdesastrosasconsecuenciasdeladesgraciadaaccióndeEraul.—JoaquínPezmarchaaBiarritz.Isidoratienequequedarse en Madrid para averiguar el paradero de su hermano, que hadesaparecido del colegio en que estaba.—Consternación. Nuevo Gabinete.Asesinato del coronel Llagostera. La guerra, la política, ofrecen unespectáculo de confusión lamentable. Don José de Relimpiomanifiesta congransesoque lacesantíade treintamil realesquedisfrutan losexministrosespañoleseslacausadeestastremolinas.

Julio.—Alcoy,Sevilla,Montilla.Sangre,fuego,crímenes,desbordamientogeneraldelfurorpolítico.—DoñaLauracaegravementeenferma.—Laguerracivil crece.Cada día le nace una nueva cabeza y un rabo nuevo a esta ideaexecrable.Isidora,sinesperanzasdeencontrarasuhermano,tomaeltrenysevaaSantander,dondellamalaatenciónysehacenacercadeellanovelescoscomentarios.—MinisterioSalmerón.

Septiembre.—Cartagena, excursiones de las fragatas. ¡Oh! Don José lesperdonaríaaloscantonalesensucalaveradasiaprovecharanelempujedelasfragataspara irseaGibraltaryconquistaraquelpedazodenuestro territorio,retenido por la pérfida Inglaterra. Si vivieraMéndez Núñez, otro gallo noscantara.—HorroresdelcuraSantaCruz.—DoñaLaura,comosifuerasímbolohumanodelaunidadyelhonordelapatria,sucumbeenaquellostristesdías.Antesdemorirtieneelinefableconsuelodeverasuhijogobernadordeunaprovincia de tercera clase.—Célebre apóstrofe deD.Manuel Pez contra lasimprovisaciones. Los prohombres de la tertulia de Pez exhalan, endesgarradorasquejas,susentimientodeveralapatriaensituacióntantriste.Todosquisieransalvarla.DonManuel,recordandosudestino, igualaaIsaíasengravedadelegíacayarrebatopoético.VerifícaseentodaEspañaunalimpiageneraldelcomederodetodoslosPeceshabidosyporhaber.Hayquiencreefirmemente que se acaba elmundo.—Dispersión de la familia deRelimpio.Isidora vuelve aMadrid; está algo desfigurada, pero, según sus cuentas, endiciembreconcluiráaquello.—Castelar,ministro.ElbuenRelimpio,enquiennosehabíaentibiadoniunpuntolanoblesimpatíaqueporsuahijadasentía,sevaavivirconella,lasirveentodoloquepuedeylaacompañacuandoestásolayaburrida.Recuerdaelnobleancianoasuesposa,yhonrandolamemoriadesuscualidades,dejaescaparmelancólicossuspirillos.

Diciembre.—Castelar reorganiza el Ejército. La patria da un suspiro deesperanza.Seconvencedequetienesietevidas,comovulgarmentesedicedelosgatos.Lamarearevolucionariaprincipiaabajar.Sevequesonmásduros

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de lo que se creía los cimientos de la unidad nacional. El 24,Nochebuena,Isidoradaaluzunniño,aquienponenpornombreJoaquín.—HáblaseyadelasimadeIgusquizaysecuentanhorroresdelferozSamaniego.

1874. Enero.—El día 3 Pavía destruye laRepública sin disparar un tiro.Desaloja el salón del Congreso y pone en las calles cañones que no hacenfuego.LlueveunPoderEjecutivo.—LaSanguijuelera,quepermaneceadictaal antiguo régimenynocreequehaymás reinaque Isabel II,daunvivaalpríncipeAlfonso.CélebreapotegmadeD.ManuelMaríaPezsobreelordenarmonizadoconlalibertad,ylalibertadarmonizadaconelorden.EstevaróninsigneocupaotravezlaDirecciónconbeneplácitodelosPeces, loscuales,multiplicándosedenuevo,coleanentodoelpaís.RecobranlosPeceshijossuspuestos, con lo que la Administración nacional queda asentada sobrefundamentosdiamantinos.Todovabien,admirablementebien.Laguerracivilavanza. Sobre las ruinas de las fortunas que desaparecen, elévanse lascolosales riquezas de los contratistas.ElTesoro público hacemilagros.—LaprovinciaquegobernabaMelchorsevelibredeesteazote.Melchor,reducidootravezalanada,davueltasensucerebroaunnuevoproyecto.Ahorasíquesonhabascontadas.Trátasedecomprarhabichuelaspodridasyarrozpicadopara vendérselo al Gobierno como bueno. Para realizar sus milagros, estetaumaturgo cuenta con amistades de valer en altos centros, y aun aparentaentusiasmo por el nuevo régimen, tomando una actitud completamentepisciforme.

Marzo.—SanPedroAbanto.InmensointerésdespiertanentodaEspañaelestado de la guerra y el sitio de Bilbao. Tristeza del marqués viudo deSaldeoro. Los últimos vencimientos le abruman. Su fortuna triplicada no lebastaría para pagar. Toma por modelo al Tesoro público y recibe dinero altrescientosporciento.Renuévanse lasdiscordiasentre Joaquíne Isidoraporcuestiones de celos y fondos. Padecimiento moral de la de Rufete por susituación social, su penuria y la poca esperanza de remedio. Comenzado elpleito,intentapleitearporpobre;peroelbienestaraparentedesucasayellujode su persona hacen fracasar la información. El viudito de Saldeoro, paraobtenerdeella el empeñode las alhajas, lehacemimosy repite suantigua,manoseada y ya gastadísima promesa de casarse con ella.—Sangrientoscombates del 25, 26 y 27, que ocupan la atención pública. Hay muchosliberales que, por ser enemigos del Gobierno, se alegran de las ventajascarlistas.ContraestostruenaenpatrióticaindignacióndonJosédeRelimpio,elcualsecompraunmapadeVizcayay,clavandosobreélalfileres,sigueyescudriñayestudiaconsublimeanhelolosmovimientosmilitares.

Mayo.—Bilbaoes libre.Alegría, repiques, farolitos.Crece a losojosdelpaís la gran figuramilitar delmarqués delDuero.—MarianoRufete, quehavuelto al lado de su hermana, parece inclinado a mejorar su conducta. Ha

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aprendido algunas cosas; en modales y lenguaje sus adelantos sonimperceptibles.Leebastante;perosuslecturasnosondelomásescogido.Suhermanadaríacuanto tiene (menos los ideales)porverlecorregido.—EmiliaRelimpio se casa con su primo Juan José, hijo del ortopedista; Leonor,ilícitamente unida a un sargento primero, desaparece deMadrid. Don José,recordandolosgrandiosospensamientosdeD.ªLauraacercadelhimeneodelas niñas con célebres médicos y oficiales de Estado Mayor, se afligeextraordinariamente,yaunderramaunalágrimaquevaacaersobreelmapade laguerracivil.ViveconstantementeconIsidora,yesta leapreciamucho.CreceelniñodeIsidora.Esbonitoysabedor,perotienelacabezamuygrande.DonJosélepasea,lemima,lecuida,leviste,lecanta.LaSanguijuelera,quealgunasvecesvisitaasusobrina, tienegrancariñoalcabezudito: lecoge, lezarandea, le da gritos, y le llama ¡rico!, ¡riquín!... De donde resulta que almuchachoselepegaestenombre,yenlosucesivotodoslellamanRiquín.

Junio.—MuertedelgeneralConcha.Pánicoyluto.Retirada.Lapatria,quecreía próxima su salvación, gime. Augusto Miquis expone con suacostumbradaoriginalidadunaperegrinaparadoja.Segúnél,lamejormanerade acabar con los carlistas esdejarlos triunfar, traer aD.Carlos aMadridyplantarleenelTrono.EnEspaña,elprimerpasoparalaruinadeunacausaessutriunfo.Elcarlismoguerrerosesostiene.Elcarlismoestablecidonopodrádurarunmes.Desdeelmomentoenquesetratedeaplicaralavidarealsusideales,sehundiráporsupropiopesoycaeráhechopolvo.

Diciembre.—La guerra sigue. La Restauración toca a las puertas de lapatriaconelaldabóndeSagunto.Asombro.LaRestauraciónvienesinbatalla,comohabíavenidolaRepública.LaProvidenciayelAcasojueganalajedrezsobreEspaña,quesiemprehasidountableroconcuartelesdesangreyplata.—Entusiasmo de la Sanguijuelera, que cada día simpatiza menos con lademagogia. Dice que los señores son siempre señores y los burros siempreburros.SeprometeirarecibiralnuevoSoberanoyaunmeditaunaarenga.

1875.—IsidoravisitaaEmiliaysequedaencantadadeladichosapazquereinaenlaortopedia.ElpadredeJuanJoséseharetiradodeltrabajo,ynoseocupamásquedecultivarlahuertaquehacompradoenPinto.JuanJoséestáal frente del establecimiento, y bajo su hábil mano este se conserva en elmismoestadodeprosperidad. Isidoraquisieraunaparatoparaque lacabezadeRiquínnocrecieratanto.JuanJosé,quealgoentiendedeMedicina,seríeyrecetaalhijoreconstituyentesyalamadreunManualdeDoctrinaCristiana.—Consternación.LosPecesgrandesychicossevendesterradosdelasclarasaguasde sus plazas y oficinas.Bienquisieran ellos aclamar también alReynuevo; pero la disciplina del partido les impone, ¡ay!, una consecuenciaaltamente nociva a sus intereses. Tienen que poner un freno a sus agallas.Además,laluchaporlaexistencia,leydelasleyes,hallevadoalosPájarosal

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Gobierno,yestosnoencuentranenlaAdministraciónbastantesramasenqueposarse.AlgunosPecesdemenortamañoydelgénerovoracissimusquedanenoficinasobscuras.SonPecesalados,transiciónzoológicaentrelasdosclases,pueslatriunfantetuvoensituacionesanterioressusavecillasconescamas.—Mariano torna a ser vagabundo. Gusta mucho de los toros. Asiste a unanovilladaenGetafe,ysupreciosavidaestáengranpeligro.Saldeoroparecereparar sus desastres. Terribles celos de Isidora, que descubre en su amantefervorosa inclinación a la secta de los mormones. Riñas y escándalos,acompañados de no pequeños apuros.—Todos los Peces, confirmando laantiguaideadequeenEspañaeldespechoesunaideapolítica,sealegrandelas ventajas de los carlistas.—Isidora activa su pleito. Pretende de nuevo lainformación de pobreza, pero no puede conseguirlo. Celebrado el juicio deconciliación, presenta su demanda.—Miquis gana por oposición la plaza demédico—directordeunodelosprincipaleshospitalesdeMadrid.EsnoviodelahijadelhonradonotarioMuñozyNones.—SábeseporbuenconductoqueLeonor tiene una casa de huéspedes en La Coruña.—Ocúpase la prensa decierta irregularidad administrativa en que ha intervenido, comoirregularizador,MelchordeRelimpio.Lagentesepreguntasiserámandadoapresidio,yefectivamente, laGaceta lenombra...oficialprimerodeAduanasenCuba. Parte decidido a concluir la insurrección, para lo cual no procedellevar tropas a Cuba, sino traerse a Cuba a España. Habas contadas. Él setraerádesegurolastrescuartaspartesdelaIsla,olasAntillastodas,dejandovacíoelMejicanoGolfo.

CapítuloII

Liquidación

—I—

«IsidoritaRufete,¿conocestúelequilibriodesentimientos,elritmosuavedeunvivirtemplado,deslizándoseentrelasrealidadescomunesdelavida,lasocupaciones y los intereses? ¿Conoces este ritmo que es como el pulso delhombre sano? No; tu espíritu está siempre en estado de fiebre. Lasexaltacionesfuertesnocesanentisinoresolviéndoseendepresionesterribles,ytualegríalocanocedesinoahogándoseentristezasamargas.¿PersistesencreertedelaestirpedeAransis?Sí;antesperderáslavidaquelaconviccióndetu derecho.Bien; sea. Pero deja al tiempo y a los Tribunales que resuelvanesto,ynoteatormentes,construyendoentuespírituunasegundavidailusoriay fantástica. Ten paciencia, no te anticipes a la realidad; no te trabajesinteriormente; no saborees con falsificada sensibilidad goces de que están

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privadostussentidos.Miquistehadicho,bienlosabes,queesoesunvicio,unpurovicio,comotantosotroshábitosrepugnantes,comolaembriaguezoeljuego,ydeesevicionaceunaverdaderaenfermedad.Elpensamientoseponemalo,comolasmuelasyelpulmón,y¡aydetisillegasaunestadomorbosoque te impida disfrutar luego de la realidad lo que ahora quieres gozar, ensueños,contraviniendoalasleyesdeltiempoydelsentidocomún!

»Sostienesqueesevicio,aberraciónocomoquierallamarleMiquis,esunafuentedeconsuelosparati.Ya,yaseconocetusistema.Despuésdeundíadepenas, apuros, celos y disputas, llega la noche, y para consolarte... das unbaile. ¡Qué gracioso! Satisfaces tu orgullo y tus apetitos determinando en tiuna gran excitación cerebral, de la cual irradian sensaciones y goces. Sabesvestir con tal arte lamentira, que túmisma llegas a tenerla por verdad. Teengañascontuspropiasfarsas,desgraciada.Teposeesdetupapelylosientes.Enseñasatusnerviosafalsificarlassensacionesyaobrarporsímismos,nocomoreceptoresdelaimpresión,sinocomoiniciadoresdeella.¡Bonitojuego!¡ViolacióndelosórdenesdelaNaturaleza!

»Mira, Isidorita; tu vida social está bastante desarreglada; pero tu vidamoral loestámásaún.Elprincipalde tusdesórdeneseselamordesaforadoquesientesporJoaquínPez.Leamasconlealtadyconstancia,prendadamásbiendelagraciaynoblezadesufachaquedeloqueenélconstituyeyformael ser moral. Bien dices tú que ya el amor no es ciego, sino tonto. Tienesrazón:yaseleconoceellargotratoquehatenidoconlosmalospoetas.¿PorquénohacesunesfuercitoparadesprendertedelcariñoquetienesaPez?Porahí debe empezar tu reforma. Tú le adoras y no le estimas. Él te ama ytampoco te estima gran cosa. Considera cuánto perjudican a tus planes deengrandecimientotusrelacionesconelhombrequehamanchadotuporvenirydeshonradotuvida.IsidoradeAransis...,puessegúntú,nohaymásremedioquedarteestenombre... IsidoradeAransis,míratebieneneseespejo socialquese llamaopinión,yconsiderasicon tuactual trazopuedespresentarteareclamar el nombre y la fortuna de una familia ilustre. Tonta, ¿has creídoalguna vez en la promesa de que Joaquín se casara contigo? Advierte quesiempretediceesocuandoestámaldefondos,yquierequeleayudesasalirdesusapuros...Casadaonoconél,esperasrehabilitarte;dicesqueelmundoolvida.Notefíes,notefíes,puestalpuedeserlaignominiaquealmundoseleacabelaindulgencia.Sedancasosdeestos.

»Hay otro desorden, Isidorita, que te hace muy desgraciada, y que tellevará lejos,muy lejos.Me refieroa las irregularidadesde tupeculio.Unasvecestienesmucho,otrasnada.Lorecibessinsaberdedóndeviene;losueltassinsaberadóndeva.Jamássetehaocurridocogerunlápiz(quecuestadoscuartos)yapuntarenunpedacitodepapelloqueposees,loquegastas,loquedebesyloquetedeben.Nohacescuentasmásqueconlacabeza,¡ytucabeza

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estanineptaparaesto!...LaAritmética,hija,nocabedentrodelajurisdiccióndelafantasía,ytúfantaseasconlascantidades;agrandasconsiderablementeelactivoyempequeñeceselpasivo.Devezenvezparecequequieresordenartupeculio;perotusapetitosdelujo tomanladelanteraa tusdébilescálculos,yempiezasagastarencaprichos,dejandosinatenderlasdeudassagradas.

»Tugenerosidadtehonraporqueindicatubuencorazón;peroteperturbalo indecible. Has sido estafada por algunos que, conociéndote el flaco y tuíndoleliberal,sehanfingidomenesterosos.Ydimeahora:¿quéhashechodelosdosmildurosqueatiyatuhermanoosdejóD.SantiagoQuijano?Yaloshas gastado en el pleito, en vestidos, en la educación de Mariano, y....confiésalo,que si esunmisteriopara todoelmundo,no lo esparaquien tehablaenestemomento...Noloocultes,puesnohayparaqué.MásdelamitaddeaqueldinerotelohadistraídoJoaquínPez».

Voz de la conciencia de Isidora o interrogatorio indiscreto del autor, loescritovale.

—II—

Unamañanadediciembrede1875,estabaIsidoratristeysinsosiego.Susidas y venidas dentro de la casa, sin motivo aparente de tal actividad,indicabanquealgomuygraveocurría.Se sentaba, leíaunacarta, llorabaunpoco, guardaba luego la carta, arrugándola en el bolsillo de la bata; iba enseguida al comedor, regresaba al gabinete, repetía la lectura, la lágrimay elestrujamientodeldichosopapel...¿Quéeseso,señora?¿Quépasa?

Desdeelgabineteseveíatodalacavidaddelaalcoba,dondelagrancamadorada se alzaba comoun catafalco, elevandohastamuy cerca del techo suarmaduradecobre,sincortinas.Laalcobasecomunicabaconotrocuarto,delcual venían dos voces distintas, pero acordadas en un tono de candorosaalegría.Eralaunadulce,angelicalyternísima.Eralaotracascadayaveceschillona. ¡Vaya con la pareja! Riquín y D. José de Relimpio jugabanarrastrándoseporelsuelo.Caballoyjinetesebesaban,locosderegocijo,enlaconfusióndelascaídasleves.

Abriose de pronto la puerta de la sala, y entró... nada menos que laSanguijuelera.

«Gracias aDios que viene usted, tía—le dijo Isidora reconviniéndola—.Siénteseusted;tenemosquehablardetenidamente.

—¡Hablardetenidamente!—exclamólaviejapuestaenjarras—.Nodigasmás; ya entiendo tus detenidamentes.Ya sé que es para pedir dinero.Sí, encuantollegóacasatuD.Joséyvisucaradecarneroamediomorir,dije:«OjoalCristo...».Puesmira,hija,tocaaotrapuerta».

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Isidora,hartoafligida,nopudoseguirasutíaporelcaminodelasbromas.Conlaconcisióndelosgrandesapuros,dijoqueeracuestióndevidaomuertepara ella reunir en aquella mañana cierta suma, y que contaba con lagenerosidad de su tía, a quien otras veces había pedido caudales,reembolsándoselosconbuenosintereses.

«Ciertoqueteheconsolado;ciertoquemehaspagado;peronolohay.Yasabesqueaquímurióelfiar...Puessí;queestánunostiemposdivinos...Perodi,quimerilla,esehombre,esehombre,¿enquépiensaquenoteda...?

—Leausted—replicóIsidoraalargandolacartaconungestoytonoqueseusanmuchoenlosdramas.

—¡Oh!,no;yasabesquemeestorbalonegro.

—Puesdice...Enfin,hemosreñido.Élestámal.ProbablementetendráqueirseconunempleoaLaHabana...¿Quélepareceaustedeso?

—Sopas en queso. ¿Amí quémásme da que se vaya aLaHabana o aSierra—Ullones,oalInfierno?

—En fin, hemos reñido. Todo se acabó. No hablemosmás de eso. Hoytengoungrancompromiso.

—¡Anda, anda, frutilla temprana!... ¡En la que te has metido!—dijoEncarnación encendida de ira—. ¿Y qué vas a hacer ahora? Ya no tienessalvación,yaestásperdida.Bienmelotemíybientelodijecuandotevienestos andares. Yo tengo mucho mundo—añadió señalando del modo másinsinuante suojoderecho—;aquí dentrohaymuchoquinqué.Pues, claro, aesto habías de venir a parar. Ahora empiezas, ahora. ¡Y quieres que te dédinero!...Anda,anda,castañapilonga,queotracosapodráfaltarteahora;perodinero...No,nocuentescontutía;noteacuerdesmásdeestaperlaviejadelahonradez».

Las groserías de su tía Encarnación enfadaban atrozmente a Isidora.Queriendoconcluirpronto,expusoentérminostanconcretoscomopavorosossu situación, y luego hizo una protesta enérgica de sus ideas morales. Ellaqueríayseproponíaserhonrada.Lasreticenciasdesutíalaheríanenlomásvivodelalma.

«No vengas con andróminas—replicó la cacharrera—. Tú podrás tenerbuenasideas;perohasdadoelpasito,yyanopuedesvolveratrás.¡Elpasito,hija! ¡Repuñales! De todo tiene la culpa ese hombre, ese hombre... Es unlameplatos.Sientoquenoestéaquíparadespotricarmeconélydecirlelasdelbarquero...Total,chica,queyonotengounrealpartidopormedio.

—No,nocreoqueustedmeveaentalesagoníasynomefavorezca.

—¿Yo?...¿Ydedóndelovoyasacar?

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—Delarca.

—NoestástúmalarcadeNoé.

—¡Tía!

—¡Si debes más que el Gobierno; si te has metido en unos belenes...!Suponte tú, y es mucho suponer, que yo, echando por zancas y barrancas,arañandoaquíyallá,reúnamilreales...

—Milrealesesmuypoco.

—¿Pues qué?... ¿Creías que te iba a dar un ojo de buey?—gritó la viejariendoatodoreír—.¡Miraésta!...

—Yoqueríalomenosdosmil—dijoIsidoraconterror.

—¡Jo...sús!¡Losdosmil los tienestúenelcantodelamemoria!Yolosquisiera para mí. En fin, y mismamente..., si me prometes devolvérmelospronto, podrébuscartemil... ¡Ay! arrastrada, ¿enquégastas tú el dinero?Sihubieras hecho lo que yo te aconsejé... Yo te decía: «Guarda, aprovéchate;sácale a ese hombre el redaño y ve poniendo en el Monte para el día demañana...».Pero tú, grandísimapandorga, congastarygastar...Aquíparecequesiempreestálagatadeparto,segúnsegastayderrocha.

—¡Tía,dosmil!

—Dosmilpuñales...

—Andeusted...

—No,notecaeráesabreva.

—Noladejaréaustedenpazhastaquemelosdé...

—Trabajotienes...Ganasdetrasquilarlamarrana.

—Puesvenganlosmil;peropronto,almomento».

Instantáneamente formó Isidora un plan distinto del que había hechocontandoconlosdosmil.

«Telostraeréparalasdoce.¡Ay!¿Enquépararáesto?...

—Antes de las doce, si puede ser.Váyase usted pronto para que vuelvapronto...Cojausteduncoche.

—Vengalapeseta.

—Tomeustedlapeseta.

—Otraparaelpapeldelrecibo...,porquenotepiensesquetelosvoyadarsinrecibo.

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—¿Otrapeseta?...Ahíva.Váyaseustedpronto.¡Ay!,¡quédíaestá!—dijoIsidoramirandocontristezaalbalcón,cuyoscristales,azotadosporlalluvia,sonabanconestrépitodeperdigonada.

—¡Sifueranmonedasdecincoduros...!VoyadarunbesoaRiquín.

—Después,después.

—¡Jo...sús!¡Quéprisa!...Agur,agur».

Luegoquelaancianaestuvofuera,Isidorasacódelacómodauncofrecilloydelcofrecillounlibro.Eraunanovelaentrecuyashojashabíavariospapeleso cédulas guardadas con cierto orden y clasificación. No debían de serciertamentebilletesdeBanco,porqueIsidora,alvolverdecadahoja,dabaunsuspiro y ponía cara de mal humor. Después de pasar revista a su tesoronegativo, gritó: «D. José», y comoD. José, a causadel ruidoque élmismohacía,jugandoconJoaquín,nopudieraoírlavozdesuahijada,estatuvoquelevantarseallamarleporlapuertadelaalcoba.

«¡Vengaustedacá,porDios!...

—¡Hija,notehabíaoído!».

VeríaisentoncesapareceralgranD.José,fatigadodetantoandaracuatropies, ligeramente encendido el rostro; perohecho todomiel, y tan risueñoybondadoso como antaño. Traía en brazos a Riquín, que era muy lindo,graciosoydicharachero.Sudeformidadincipientenoeratalqueleprivaradelos encantos de la niñez, antes bien daba risa verle erguir su cabezota concierto aire de valentía, comoun hijo deAtlante predestinado a superar a supadreenlafacultaddecargargrandespesos.

«Deje usted al niño... Riquín, hijito; vas a irte un rato con Ramona...¡Ramona!».

ElsucesordelosRufetes(oAransis,queelloestáporsaber)declaróconungestodefastidioypreludiodellantoelagravioqueasudignidadsehacíapasandode losbrazosdeD. Joséa losde laniñera.Perono levalieron susartimañas.Cargóconéllamoza,yD.Joséysuahijadasequedaronsolosenpresenciadelaspapeletas.

«Esprecisoecharunesfuerzo,echarmanodetodo.

—¡Cuánta papeleta!»—exclamó el santo varón cruzando sus manos conademánpiadoso.

Isidoralaspasaba,lasleía,lasibacontando.¡Ay!CuandoseentregabaalaAritmética, su cara se volvía lúgubre y desconcertada, cual si estuvierasometida a la acción de fenómenosmorbosos. LaAritmética tenía para ellaalgo de enfermedad cimótica, y así, desde que absorbía con su atención

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aquellos miasmas deletéreos llamados números, se ponía pálida y se lealterabaelpulso.¡Ypensarquenopuedehaberdinerosinquehayacifras!Loshombresloempequeñecentodo.Desdichadaslasalmasquesiendohermanasdeloinfinito,tienenqueentroncarsealafuerzaconestasmiseriasdelplanetallamadas cantidad, relación, gravedad. Verdaderamente, ¿qué cosa máscontrariaaloinfinitoyaloidealqueaquellosnefandospapeles?

«EstaesdelMonte—murmuróIsidoraconelcorazónoprimido—.Esta...¿aver?....eslademicalabrote.

—El calabrote está en la calle del Clavel—manifestó Relimpio con elaplomodeunagentedeBolsa,que tieneen lamemoria las colocacionesdefondosrealizadasentodoelaño.

—Esverdad...¿Yelbrillante?

—También,hija.¿Noteacuerdas?Lollevéelmespasado.DelMontehadehabercincopapeletas.

—Justo,cinco...Hayademásocho...

—Tu reloj...Sino recuerdomal, estáen treintaduros. ¿Peroqué tepasahoy?¿Vasasacartodo?

—¿A sacar?—repitió Isidora, herida por aquella ironía como por unporrazo.

—¿Quécálculoshaces?».

Isidora se auxiliaba de sus dedos para calcular. La tersura y fineza deaquellasextremidadesdesusmanosindicabannoestarocupadasyamásqueentrabajosmatemáticos.

«Yacomprendo,hija—dijoélentredossuspiros.

—¿Cuántodaránporesto?—preguntóella,mostrandoaquellascédulasqueporsunombredebíansermontaraces.

—Esonopuedodecirlo.SelasllevaréaRodríguez,eldelacalledeCádiz.Es amigo mío...; buena persona. Por papeletas, ya sabes que no se correnmucho».

Isidorasellevólasmanosalasorejas.

«¿Tuspendientes?...Espera,tevasahacerdaño.Yotelosdestornillaré».

Y con suma delicadeza realizó la operación, gozoso de que sus dedosjugaran, siquiera por un momento, con los pulpejos de las orejitas de suahijada.

«Yaestánaquí.

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—Pongámoslosenelestuche.

—Estos te los regalócuandovinoalmundoRiquín.Por estos tedarán...darán...».

Se cogió entre los dedos el labio inferior, y moviendo la cabeza yhundiendolabarbaenelpecho,metíalosojosdebajodelascejas.

«Enfin...,yohablaréconRodríguez...Esamigomío...,buenapersona.

—¡Dosmilquinientos!—murmuróla jovenensimismadaensuscálculos,comouncalenturientosumergidoeneldolorosocaosdesuestuporfebril.

—Veremos...Quizássepueda...

—Ahora—dijoIsidoraconresoluciónalargandolamanohaciaelchalecodelbuenhombre—,vengaelreloj...

—¿Elmío?...¿Ylacadena?

—Todo».

Algosedesconcertóelviejoalverseprivadodelusodeaquellaprenda,nodemuchavalía,queIsidoralehabíaregaladoel19demarzodelañoanterior.Pero como la voluntad de su ahijada era ley para él, no dijo más que losiguiente:

«Déjamelopuesto,puesyo lohede llevar...Darándiezyochooveinte.Recordarásquelaotravez...

—Ahoraloscubiertosdeplata.

—¿Los...?

—Sí—afirmóellalevantándoseconexpresióntriunfante—.Creoqueestávencidalasituaciónporhoy.Perolasemanaqueentra...

—Diosdirá.

—Lasemanaqueentra—declaróIsidora—vendolasala.

—¡Vendeslasala!

—Sí. Pásese usted luego por casa de la prendera. Que venga a verla.Veremosloqueda».

Despuésechóunamiradadecariñosodesconsueloalarmariodeluna.

«¿Yelarmariotambién?

—También.

—¿Ylacamadorada?».

Isidorameditóunrato.Despuésdijo:

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«No;mequedoconlacama».

EnestoandabancuandoreapareciólaSanguijuelera.Entrósacudiéndoseelmantón,caladodeagua.

«¡Jo...sús,quétiempo!Lluevencapuchinosdebronce.

—Pero¿nohavenidoustedencoche?

—¿Por quién me tomas, tonta? La peseta del coche es para mí, por elmandado.TengomássaludqueelBotánico,hija,yandomásqueunmolinode viento... Conque toma... Cuatrocientos y cuatrocientos son ochocientos...Nuevedurosenplata...

—Faltaunduro.

—¡Reparona!¿Quémásda?

—Sonnovecientosochenta—declaróD.José,haciendogaladesusaberdecuentas.

—¿Quiereustedcallar?...Usted,Sr.D.Pepe,notienequeponersucarneenestegarfio.

—Laequidad,amigaD.ªEncarnación...

—¡Amiga,doña!...Digausted,tíoLilaina,¿enquébodegónhemoscomidojuntos?¿Sequiereustedmeterensuscosasydejarmeamí?

—Faltaunduro—repitióIsidora.

—Total,quenohepodidoreunirmás.Aquíestáelpapelparaelrecibo...Ponmildoscientosrealesparaelmesqueviene.

—Mejorseráparaelotromes.

—Mira,mira,nopinteseldiabloenlapared.Ponelmesqueviene».

DonJoséempezóaextenderelrecibo.

«Bienclarito, señor escribano... ¡Hola,hola!, ¿está aquí tuHolofernes?...¡Vida!¡Gloria!».

HabíaentradoRiquínpasoapaso,porquesuspiernaserancortasydébiles.Selehabíadesatadoelfaldellín,corriéndoseporlacinturaabajo.Estaba,pues,en traje talar que le arrastraba, y por los bordes de él asomaban sus patitasvacilantes.TraíaempuñadoenambasmanoselbastóndeD.José,ycaminabaderechoa laSanguijuelera, todorisasyalegría,con laevidente intencióndedarleunpalo.Ellasedejópegar,lecogióluegoenbrazosylediotantosytansonorosbesos,queelmuchachoempezóagruñiryadefenderseacabezadas.

«Daleunpaloatumadre;anda,pégale...

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—No,no,nosepega—dijoIsidora,atándoleensusitiolafalda—.Nolegustamásquepegar.Enlaspiernasnotienefuerzas;peroenlosbrazos...

—Riquín,hijomío,dile:«Yovoya serunhombredepuños...». ¡Leñaaella!...Comotecoja...Cuidadocomoriñenamicabezudito.

—Elmédicome ha dicho que ahora se le desarrollará bien el cuerpo—afirmóIsidoracontemplándoleconsatisfaccióndemadre.

—Pues si no... ¡Yqué bonito es, qué rico, qué galán! ¡Le quieromás...!¡Quétontasoy!Medarabiaconmigomisma.Desdequeveounmocoso,yasemecaelababa».

Isidorareía.CogióaRiquínylehartódebesos.

«¡Pobrecitomío!Todoshandetenerquedeciralgosobresitienelacabezagrande.Puesyodigoquelatienetodallenadetalento.

—¿Sabesloquetedigo?—manifestólaSanguijueleraentonodemisterio—.PuesdigoqueestechicoeselAnticristo.Noterías.Sí;porloquesabe,parecequetienecuatroaños.

—No, mi niño no es un fenómeno; mi niño no es el Anticristo—dijoIsidora oprimiendo contra su garganta aquella cabeza, mayor de loconveniente,peromuyhermosa.

—Tedigoqueestechicohavenidoalmundoparaalgunatremolina.¿Vesesacabeza?¡Puesdentrodebedetraerunacosa...!Hija, tupimpolloescosamala.

—Nodigausteddisparates.

—Anticristooloqueseas—exclamóEncarnaciónvolviendoatomarleensusbrazos—,metienesboba.Tevoyacomer».

Yestallabanlosbesoscomocohetes.Enpieyaparamarcharse,despuésdetomarsurecibo,laSanguijuelera,sinsoltaraRiquín,dijoaIsidora:

«¡Peroquéalmatienes!Dijistequeleibasacomprarunpandero,ynoselohas comprado... ¡Anda,malamadre!Yo se lo compraré,yo,yo. ¿Verdad,hijo?...

—Venacá,venacá,quelatíasemarcha.

—Oyetú...,dameunapeseta.

—¿Paraqué?

—Vayaqueestáslela...Paraelpandero».

DioleIsidoralapeseta,ylaSanguijuelerasefuegruñendo.

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—III—

Decircómoaquellacasallenadecomodidadessedeshizoenunoscuantosdías; contar cómo las feroces prenderas llegaban, venían, tasaban, huían,llevándoseenlasgarras,cuálundoradoreloj,cuállaalfombraolavabo,seríalacerar el corazón de nuestros lectores. Isidora, que no sabía regatearcomprando, era vendiendo enemiga de entorpecer los negocios con prolijasdiscusiones.Tomabaloqueleofrecían,despuésdepedirtímidamenteunpocomás.Así,piezatraspieza,sedesmontabalacasa.Yesta,pocoapoco,seibaquedando vacía, se iba agrandando. El frío y la soledad se apresuraban ainvadirlospolvorientosytristísimoshuecosquelosmueblesdejabantrassí.

Cuando hubo concluido, la sala era un páramo. Para estar en ella habríasido necesario proveerse de tiendas de campaña. El gabinete conservaba sualfombra,lacómoda,unespejopequeñoyalgunassillas.Lacamadoradadelaalcoba permanecía como núcleo y fundamento de la casa. Interiormentehabían desaparecido la sillería y aparador de nogal tallado del comedor;subsistíanintactoselcuartodeRiquín,eldelbaño,parteprincipaldelacasa;elquesolíaocuparD.JoséRelimpiocuandoallípernoctaba,eldeMarianoyeldelamuchacha.Lacocineraydoncellahabíansidodespedidas;noquedabamásquelaniñera,aquienIsidorarevistiódelasmásextensasatribuciones.

«Hepagadomisdeudasytapadolabocaalprocurador—dijoIsidoraasupadrino lanochedelúltimodíade liquidación—.Estoy tranquila.Mequedaesto».

DioungransuspiromostrandounpapeldondehabíavaríasmonedasyunsuciobilletedeBanco.

«¿Cuántoes?

—Vamos a contar»—dijo ella extendiendo su tesoro sobre el veladorcitodelgabinete,muebledehierropintadoquesesalvópormilagro.

DonJosépusolaluzenelveladorytomóasiento.

«¡Sihayaquíundineral!Elbillete esdedoscientos...; veinte, cincuenta,ochenta.Total:setecientosveintiochorealesydosperritos.

—Ynodebonadaalcasero...Estamosbien.Ahoraseverásisoymujerdegobierno. Principio quieren las cosas... Señor don José—añadió en el tonoespecialdelascuentasgalanas—,desdehoyenadelantetrabajaré.

—Siesloqueyotevengodiciendodesdehacetresaños,hija—replicóelancianoconlasnariceshinchadasporesasatisfacciónvanidosaqueacompañaalasideasfelices—¡Siesmitema!Tútienesgrandeshabilidades.Siquieresentrarenunavidadeorden,economíaytrabajo,aquímetienesparaayudarte.

—Hesidomuytonta.Peroyaveoconclaridadloquemeconviene.Simi

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pleitomarchaadelante,comoespero,esprecisoquemientrasdure,ydespuésy siempre, nadie me tome en lenguas. Soy honrada, quiero ser honrada,honradísima, por respeto a mi nombre, a mi familia... ¡Ah!, mi familia—añadió,suspirandootravez...—.¡Simehubieranacogidoconamor,nohabríadadoyounmalpaso!Mifamiliatienelaculpa,¿noesverdad,padrino?

—Sí,sí,hijamía,ellatienelaculpa.Perovamosaloqueimporta...¿Conquécuentasparamantenerte?¿Quétequedadeloquetedejótutío?

—Nada—replicóconprofunda tristeza la joven,haciendoconsusmanosunsignificativomovimientoquerepresentabaelvacío—.¡Perotrabajaré!¿Notengoyomanos?».

Y diciendo esto se le representaron en la imaginación figuras y tiposinteresantísimosqueennovelashabíaleído.¿Quécosamásbonita,másideal,que aquella joven, olvidada hija de unos duques, que en su pobreza fuemodistadefino,hastaque,reconocidaporsuspadres,pasódelahumildaddela buhardilla al esplendor de un palacio y se casó con el joven Alfredo,Eduardo, Arturo o cosa tal? Bien se acordaba también de otra que habíapasado algunos años haciendo flores, y de otra cuyos finos dedos labrabandeslumbradoresencajes.¿Porquénohabíadeserellalomismo?Eltrabajonola degradaba. ¡La honrada pobreza y la lucha con la adversidad cuán bellasson! Pensó, pues, que la costura, la fabricación de flores o encajes lecuadraban bien, y no pensó en ninguna otra clase de industrias, pues no seacordaba de haber leído que ninguna de aquellas heroínas se ocupara demenesteresbajos,decosasmalolientesopocofinas.

«¡A trabajar, a trabajar!—exclamó inundadadeaquelentusiasmoque tanfácilmenteseposesionabadesualma.

—Yo te ayudaré. Si tuviéramos ahora la máquina... harías camisas dehombre...

—¿Camisasdehombre?Esonomegusta.

—Oropablancadeseñoras...Cosarica,cosabuena.

—Mejorsería...Yopensaré.

—Confecciones,sombreros...¿Quétal?Tútienesungusto...

—Gustosí.

—ConsultaconEmilia.Ellatedarábuenosconsejos

—Yolopensaré;yomeditarésobreestoylodecidirépronto.Ahoravamosaotracosa.Denadavaleeltrabajosinordenyeconomía.

—Perfectamente;muybien pensadoy dicho.—exclamóRelimpio, dandotodosuasentimientoatanhermosaidea—.Sino,acuérdatedeloquehacíami

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pobreLauraconlopocoqueseganaba.Hacíamilagros.

—Porconsiguiente,deaquíenadelante,gastarpoquitoy,sobretodo,saberloquesegasta,puessinosesabeseequivocauna.¿Creeráustedqueenmividaheapuntadounacifra?Todasmiscuentas lashehechosiempreconmicabeza.Asíhasalidoello.

—¡Oh! Malo, malo... La primera condición del orden es una buenacontabilidad.LaProvidenciatehadeparadoaunodeloshombres,nolodigoporalabarme,aunodeloshombresquenotemendesafiarsecontodoMadridenContabilidadyPartidaDoble.Hashechotusuerte,chica.Yaverás,yaverásquélibros.

—Todoloapuntaremos—dijoIsidora,jugandoconaquellaidea,comounniñojuegaconunamariposa—.Sedice,porejemplo:hayquegastartanto;lascosasvalencuanto;yluegoseapuntatodo...

—Nada,tehassalvado,chica.Vamosaver.¿Tomascriada?

—PiensopasarmeconRamona.

—Admirable.Yoteauxiliaréentodo...Ramonaesbuenayhumilde,peroalgotorpe.Yaladespabilaremos.Afequevaalidiarcontontos;ya,ya.Yotelainstruiréendospalotadas.Mira,ponatenciónyveráscómopuedoayudarte.Yo—dijomarcandoporlosdedoslasdistintasfuncionesquedesempeñaría—teharélacompra;yo...teaviarélasluces;yo...teharétodoslosrecadosqueexijan cierta inteligencia, como cobrar cuentas, tomar localidades en algúnteatro,etc...;yocoseréamáquinasidecidescompraruna;yoapuntaréenmislibrostodoslosgastoseingresos,sinolvidar,sinperdonarnielochavoqueseledaaunpobre;yo...,porúltimo,cuidaréaRiquínylepasearéyentretendrétodoeltiempoquemedejenlibresmisocupacionesprincipales.

—Bueno,bueno.

—Ytambiénentiendodelimpiarmetales,decomponeralgodecarpintería;hastadecocinaentiendounpoco...Ea,señora—dijorestregándoselasmanosuna con otra con tanta fuerza que a pocomás saca lumbre—, empecemos.Dispongaustedlacomprademañana.

—Unduro.

—Es un despilfarro. Vengan catorce reales. Yo me entiendo; basta demimos.Comeráustedloquehaya.

—Hayquetraercarbón.

—Esoesaparte.

—Ycerillas.

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—Lascompraréalpormayor.Unagruesa...Traeremosalpormayortodoloque sepueda, para lo cual destinaráusteduna cantidadque se carga a lacuentadelmes.Quédeseeldiarioendiezreales,ydemeustedseisdurosparaelpormayor.Adelante.¿Quéprincipiotraigo?

—Langosta.

—¡Unojodelacara!

—Noimporta.Porunavez...

—¿Quépostre?

—¿Tendremostangerinas?...CiruelasdeBurdeos.

—Eso es caro; pero yo lo sacaré barato. Regatearemos, sí señora;regatearemos.

—El queso de Italia, la cabeza de jabalí y las salchichas deBoloniamegustan.

—Todoeso,traídoalpormayor,puedeobtenerse...enbuenascondiciones.

—NotomaremosChampagne.Esmuycaro.

—Veremossihallounapartida...,pues...,enbuenascondiciones».

Noprolongaremos la relacióncircunstanciadade loquehablaronaquellanochepadrinoyahijada.Acostose IsidorapensativayD. Josése retirómuyentusiasmadoasucuartito.Durmiosecomounserafín,ysoñóqueestabaenlacontaduríadeunacasagrande,dondehabíacatorceempleadosymásdecienlibros. Ingresosygastosascendíanamillones;pero todo ibaalpelo.EraD.Josécomoundirectordeorquesta,sóloquelosmúsicoseranescribientesylasnotas números.Resultaba una sinfonía de orden, quemecía en embriagadorarrobamientoelespíritudeltenedordelibros.

Aldíasiguiente,cuandoIsidoraselevantó,yaestabasupadrinodevueltadelacompra.Traíaelcestobienrepleto,yfuesacandocosasymostrándoselasaIsidora,queadmirabalabondadybaraturadelgénero.

«Elprimergasto,hijita,hasidoparacomprarestostreslibrosdecuentas—dijoRelimpio,mostrandodosenormesyunopequeño.—ElMayor,elDiarioyel Provisional. Sin esto no haremos nada, porque la base del orden es unacontabilidadperfecta...¿Ves?Aquíestálalangosta.Tepermitoestelujo.Aquíestálacarne.Nocomprélasciruelas.Conténteseustedcondátiles.Tampocohe traído Champagne porque no lo hallé en buenas condiciones. Patatas.Faltanlosgarbanzosyelazúcar,quenopudecomprarporquesemeacabóeldinero...¡Ah!,unmazodecigarrosparamí.

—Muy bien—dijo Isidora con benevolencia, echando una mirada

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compasivaaloslibrosdecuentas—.Todoestámuybien».

DonJosé tuvoquesalira lacalledosvecesmásporqueerapreciso traergarbanzos, azúcar y huevos. Después volvió a salir porque no había sal, niperejil,nisopa.Trajotapioca,ydecaminotomónotadediversascosasquesepudieranadquirir...enbuenascondiciones.

Luegoquealmorzaron,alegresysatisfechosdelbuenprincipioque teníaunavidatanarregladayeconómica,IsidorafueavestiraRiquínyaendulzarconéllatristezaquenopodíavencer.Mástardesebañó,costumbreaquenopodíarenunciar.Lapeinadoravinoluegoysedistrajoconellaunrato.Éraledifíciladquirirelhábitodepeinarseporsímisma.Todaaquella tardeestuvopensandoen la clasedeocupaciónquemás le convendría; pero susgrandescavilaciones no llevaron luz ninguna a la confusión y perplejidad que en sumentereinaba.

EntantoD.Josésediocontodasualmaalagrantareadeabrirlascuentasen los libros. Con una importancia y gravedad indecibles, apuntó gastos eingresos,sinolvidarlomásmínimo;cargóyabonó;dibujópreciososnúmeros,tiró líneas con regla, hizo cuentas de varios a varios, de imprevistos, desuplidos y de deudores varios. En esta, dando una prueba de exquisitahonradez,pusoelimportedeloscigarrosqueconeldinerodeIsidorasehabíacomprado.

CapítuloIII

EntreactoconlaIglesia

Unmesnocompletohabíatranscurridodeestavidahonradayeconómica,sinqueIsidorapudierallegaradecidirenquéprofesión,arteuoficiohabíadeemplear su talento y ganas de ponerse al trabajo. Los libros deD. José, yarepletosdenúmeros,noconteníanmásquepartidasfallidas,ydabadolorverensusgarabateadaspáginaseltristepapelquehacíanlosHaberesjuntoalasnutridascolumnasdelDebe.

Veamos cómo pasaba el tiempo la dueña de la casa. Entre bañarse,peinarse, vestir y arreglar aRiquín, se le iba lamañana. Por la tarde, si notenía que ir a casa del procurador, solíamatar el fastidio en las iglesias, dedonderesultóqueenaquelperiodooyómássermonesyrezómásnovenasqueen el resto de su vida. Distraíase con estas superficiales devociones, y aunllegó a figurarse que se había perfeccionado interiormente. Recordaba lasprecesaprendidasensuniñez,ysedeleitabacon las formasdereligión,porpuranovelería.Peroestasantidaddecaprichonosofocaba,nimuchomenos,

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suorgullodentrodelaIglesia.Másqueelsermónampuloso,másqueelbrillodelaltar,másquelapoesíadeltemploylasimágenesexpresivas,lacautivabael señoríoque ibapor las tardes a laCasadeDios.CuandohabíanovenaoManifiesto costeado por alguna dama de la aristocracia, de aquellas queocupabanlosbancosdelanavecentralostentandoensupecholacintadelacofradía, Isidorano faltaba,ydesdeel rincóndeunacapillaobservaba todoconinterésprofundo,másatentaalasMagdalenasqueveníanconelbálsamoque a Jesúsmismo.Causábale admiración y envidia la señora del petitorio,quenocesabaderepiquetearconunamonedaenlabandejadeplata.

Polloselegantesyatrevidosseagolpabanenlasnaveslateralesparamirara las niñas y ser de ellas mirados. Había sonsonete de rezos y rumor decuchicheosmundanos,loscuales,unidosalrodardecochesdelujoenlacalle,nopermitíanoírconclaridadel sermón.¿Peroqué le importabaa Isidoraelsermón, aunque saliera de labios elocuentes?Lo que a ella le interesaba noeranlasmanotadasyenfurecimientodeaquelsantovarónquenocabíaenelpúlpito,sinoelaspectoybrillodelpúblico,deaquelpúblicoque,sihubierarevisteros de iglesia, sería distinguido, elegante y numeroso, como el de losteatros.¡Oh!¡Diosdemivida!¡Quéinjusticiatangrande!LapobreseñoritaIsidoranodebíaverseolvidadaenunrincón,alladodecuatroviejasrezonas,sinoen lagrannave,donde lucieracomomerecía,opidiendoen lamesadepetitorioentredosvelas.¡Québienrepicaríaellaenlabandeja,yquemañasedaría para que cuantos entraran aflojasen pesetas y duros!La belleza de laspostulantesaguzalacaridad.

Unatardenotóqueunseñorlamirabaconinsistencia.Susojos,distraídosde cuanto en la iglesia había, pasaban por delante del orador (con no pocairreverencia)eibanderechitosabuscaraIsidoraalfondodelacapilladondeponerse solía. A la tarde siguiente observó que aquel señor de los ojosirreverentes entraba con unas damasmuy guapetonas; que estas pasaban alcentro,adornadasconlacintadelacofradía,yqueélsequedabaentrelamasadehombres.Seguíamirándola,yellalemirabaalgunavezsinotromóvilqueel de la curiosidad.El caballero, en verdad, no tenía nadade simpático; eramuydescarado,bastantefeo,morenísimo,deedadentreloscuarentaycincoyloscincuenta.Mientras Isidorahacíaestasyotrasobservaciones,notabaquealgunas de las elegantes cofrades eran miradas tenazmente por loscaballeretes,yqueellassolíanmirarlos tambiénconafectadadistracción,dedondevino a considerar que si tanto flechazode ojos dejase una raya en elespacio, el interior de la iglesia parecería una gran tela de araña. ¡Míserahumanidad!

Tercera tarde. Cuando Isidora salió, ya anochecido, vio en la puerta alseñormirón.Hablaba conMiquis, y al pasar ella cuchichearon.Apresuró lajovenelpasoysefueasucasa,dondeRelimpio,celosodelbuendesempeño

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de su cargo, se creyó en el deber de manifestarle seriamente el horrorosodéficit que arrojaban los libros. Las cifras del Debe, encrespadas yamenazadoras, eran ya como las olas de un piélago tempestuoso dondenaufragaba el frágil esquife del Haber. ¡Oh! ¡Fugaz curso de las cosashumanas!Aquelorden tanperfectamente inaugurado,noeramásquehumo.Nosólosehabíaconcluidoeldinero,sinoquesedebíaatodoelmundo;yelpanadero,lalecherayeldelatiendaveníantodoslosdíasadartormentoconsugroseropedir.DonJosélosrecibíaconbondadosasonrisa,lesenseñabaloslibrosdecuentasporelforro,ylesdecía:«Nohaycuidado,señores;estamosesperandofondos,yyanopuedentardar».

Isidorapadecíahorriblementeconestegénerodevida,puessucarácter,sunobleza, no se avenían con las trampas. Gastar mucho, sí, pero pagar sindilaciónerasuideal.Habíallegadoacarecerdelomáspreciso.Lalimpiezadesusbolsilloseraabsoluta,yelcrédito,apuradoya,faltaba.¡Quéhabríasidodeellasisobreestoshorroresnoaparecieraunsoldevidayesperanza!¡Ganarelpleito!Laideadeuntriunfopróximoledabafuerzasparahacerfrenteatantashumillaciones.Sielprocuradorledecíaquehabíatareaparamuchotiempo,sudescorazonamiento rayaba endesesperación.En su casa se entretenía con elhijo,resucitabalosproyectosdetrabajar...,¿peroenqué?Convencíaseprontodequeeraimposible;sonabalacampanilladelapuertaanunciandoacreedoresque entraban fieros como leones; y a los tormentos de zozobra y vergüenzaseguíanhorasynochesenterasde tristezaydesaliento.Elnuevodía llegabaacompañadodelaescasez,delaprivación,delamiseria...

No se sabe cómo se puso al habla con Isidora el señor mirón; pero esindudable que se puso.Manifestó el caballero que conocía los antecedentestodos y la historia completa de la desgraciada joven, y se presentó conbienhechordelahumanidad,amparoyarrimodelaorfandaddesvalida.¡Eratanrico!...¡Perotanantipático!...

¡PobrecitoD. José!Ahora sí que eres elmás infeliz de los hombres.Nosólotehanquitadotusveneradoslibros,sinoquetehanpuestodepatitasenlacalle con orden expresa de no volver a presentarte en la casa de tu ahijada.¡Crueldadsinejemplo!Hayhombresqueparecenfieras...José,eresunmártir.

CapítuloIV

Aob...Palante

—I—

MientrasduraronencasadeIsidoralasabundanciasyelregalo,Mariano

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hizolavidadeseñoritoholgazán,rebeldealestudio,duroaltrabajo,blandoaladisipaciónyaljuego.Suprecocidadparadargustoalossentidosrevelabaque había de ser muy menguada en él la vida del espíritu. Diríase que laNaturaleza quiso hacer en aquella pareja sin ventura dos ejemplarescontrapuestosdemoraldesvarío;puessiellavivíadeunaaspiracióninsensataalascosasaltas,poniendo,comodiceSanAgustín,sunidoenlasestrellas,élseinclinabaporinstintoalascosasgroserasybajas.Recibíagustoespecialdeldesaliño, y recogía con lamentable asimilación todas las palabras necias ybárbaras para darse, usándolas desvergonzadamente, aires dematón. ProntocomprendióIsidoraquesuhermanonoseríanuncapersonadecente,yquenohabía bajado del sol colegio humano capaz de darle pulimento. Y si alprincipiopodíadominarle,valiéndosedelamor,mástardeelamordeMarianose enfrió; con el cariño huyó el respeto, y ya no fue posible contener laimpetuosainclinacióndelmuchachoalavidavagabundayaborrecimientodelestudio.Pasadoalgúntiempodeluchas,empezóatenerlemiedo,asustadaporsu bestial y aborrecido lenguaje. Donde suena un lenguaje soez sólo puedehabermalasaccionesypensamientospocodelicados.Dondecantanlasranas,¿quéhadehabersinocharcosycieno?

CuandoPecadocuródelasheridasquelehizoelnovillodeGetafe,Isidorasearmódevalor, echoleunsermón,y ledijomuyclaritoquenovolveríaatener un cuarto si él mismo no lo ganaba. Quedó, pues, convencido queaprendería un oficio; pero hasta en aquella ocasión excepcional descollaronsobreelenojodeIsidorasuspruritosaristocráticos,porquenoconsintióquesuhermanofuerazapatero,nialbañil,nicerrajero,nisastre,nimenospeluquero;ydiscurriendosobreacuálindustrialededicaría,vinoendeterminarqueseríagrabador, es decir, fabricante de esas preciosas estampas que adornan laspublicaciones ilustradasyde lasmagníficas reproduccionesde losMuseos...Paraquelaindustriapuedahacersepasarpornoble,necesitafingirparentescosconelarte.

Buscandoporahí,buscandoporacá,nosehallabanotrostalleresquelosdelitografía.Miquistomóconempeñoelasunto,yhablóalcuñadodeMatíasAlonso,untalJuanBou,quesehabíaestablecidorecientemente,ytenía,entreotras cualidades, la de ser muy severo con sus oficiales. Consintió Bou enadmitiraMariano,decuyasinclinacionesaviesasseledionoticiaparaqueletrataseconrigor,ysacaradeél,sieraposible,unobrerohábilylaborioso.

Juan Bou era un barcelonés duro y atlético, de más de cuarenta años,dotadodeesaavidezdetrabajarydeesapotenteiniciativaquedistinguenalpueblocatalán;saludablecomountoro,segúnsupropiaexpresión;dehumorfestivo y palabra trabajosa. Su cara, enfundada en copiosa barba negra yrevuelta, mostraba por entre tanto áspero pelo dos ojos desiguales, el unovivísimo, dotadodeun ligeromovimiento rotatorio, el otro fijo y sin brillo;

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másabajo,ypuestacomoalacaso,unanarizciclópea;másarribaunafrentelobulosa, que estaba pidiendo algunos golpes de escoplo para ser como lasdemás frentes humanas; ítem, una cicatriz sobre la ceja derecha, resultado,segúndecía,delbesodeunabala...

Podía pasar por marinero curtido en cien combates contra las olas, ytambién por bandido de las leyendas. Tenía en sus extremidades altas dosmanojos de dedos con que trabajaba; y ciertamente, nadie que viera latosquedaddeaquellasmanazascreeríaqueerandelicadísimasparaeldibujo.Suestructurabastalashacíamáspropiasparalamaromadelavelamayorolabarradelcantero.Respirabacomoelfuelledeunafragua,ysiempreteníatos;perounatostanbroncaysofocanteque,cuandoledabaelacceso,sequedabamihombrecabeceandoytodoencendido;creeríasequeibaareventar,yelojorotatorioseleechabafuera,mientraselapagadoseescondíaenlomáshondodelaórbita.

Tenía dos géneros de fanatismo: el del trabajo, pues no podía estarinactivo, y el de la política. Deliraba por los derechos del pueblo, laspreeminencias del pueblo y el pan del pueblo, fundando sobre esta palabra¡pueblo!unaseriedeteoríasacuálmásextravagantes.Realmenteestasteoríasnoeransuyas.Unageneraciónsehabíaembobadoconellas,mirándolascomopan bendito. Pero Juan Bou las había sublimado en su mente indocta,convirtiéndolas en una fórmula de brutal egoísmo. Según él, muchosmiembros importantes del organismo social no tenían derecho a sercomprendidos dentro de esa designación sublime y redentora: ¡el pueblo!Nosotros, losqueno tenemos lasmanos llenasdecallos,noéramospueblo;vosotros, los propietarios, los abogados, los comerciantes, tampoco eraispueblo...Detodaideaexclusivanaceunatiranía,ydeaquellatiraníanacióelobrero—sol:JuanBou,quedecía:«Elpueblosoyyo».

EnBarcelonahabía logradofundarunbuenestablecimientode litografía.Pero sus economías y el establecimiento mismo naufragaron por lasliviandadesdeunamujerconquien,porobradeldemoniosinduda,sehabíacasado. Su señora tampoco era pueblo; era una sanguijuela del país, comovosotroslosqueestoleéis.¡QuiénlemeteríaenlacabezaaJuanBoucasarseconlahijadeunrecaudadordecontribuciones!Desemejantevampiro,¿quépodía nacer sino una hembra disipadora, antojadiza, levantada de cascos?EnviudóJuanalfin,ypararehacersupeculiodestruido,sepusoatrabajardenuevo.Peroconel sacudimientodel68, encendioseel ánimodelobrero;demansosehizofuribundo,dediscretocharlatán;creyóqueelmundose ibaavolverdel revés,yque lasociedadalteraríasuselementos inmortales;vio laeternacolumnaconelligerocapitelenelsueloyelpesadoplintoenelaire;imaginóquedeallíenadelanteseandaríaconlacabezaysepensaríaconlospies;yllevadodeestasideas,tomóparteentodoslosmotines,trabajóentodas

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las sublevaciones, fue desterrado, perseguido, moró en calabozos y arrastródurantealgúntiempovidapenosaymiserable.

Cuandolosacontecimientospolíticosledieronrespiro,vinoaestablecersea Madrid, donde vivía su hermana, casada con el conserje de la casa deAransis.Peroantesquepudieraempezara trabajar,otrosacontecimientos learrastraron de nuevo a las aventuras; cayó enfermo, tuvo que abandonar lasluchas políticas, y en octubre del 73 estaba definitivamente establecido enMadrid,masnocuradodesusupersticiónredentorista.

Oyéndole contar sus proezas, era cosa de canonizarle. Él no era sólo unapóstol, era un mártir. La fama no tenía trompetas ni figles bastantes parallevar a todas partes la noticia de sus persecuciones. Las celebridades delpartido liberal nohabíanhechonada... ¡Farsa, pura farsa!Él lo había hechotodo,ysugranvanidadnoconocíafrenocuandodabaenformularplanesdeGobierno.Todoselosabía.Éranlefamiliarescosasypersonas,yfácilmenteloarreglaba todo. Sus procedimientos tenían el encanto de la sencillez. LoprimeroeracogercuatrodocenasdeindividuosycolgarlosdelosfarolesdelaPuerta del Sol. Después venían los decretos, todos de Artículo único. ¡Sisabríaélloqueteníaquehacer,unhombrequehabíaleídotanto,unhombreque arrastró grillos y cadenas y fue llevado de calabozo en calabozo!...Asícomoelsoldadomuestrasusheridas,élmostrabalahuelladelasesposasensusmanos...¡Habíacomidoratas!¿Quémástítulosnecesitabaparagobernarelmundo?

Sus primeros años de trabajo en Madrid fueron muy felices, y ganóbastantedinero.Entonceshabíaalgoderenacimientoindustrial,yempezabaadesarrollarse el gusto por presentar los objetos mercantiles con primor,halagando los ojos del que compra.HizoBoumuchosmillares de etiquetasparaalmacenesdevinos,tarjetasdeanuncios,cartelillosdetresocuatrotintasy cromos ordinarios para cajas de fósforos. ¡Qué iniciativa la suya! Fue elprimero que imaginó hacer en gran escala las cenefas con que adornan lascocineraslosvasares.Antesqueélnadiehabíahechoelsiguientecálculo:HayenMadrid 92.188 viviendas, que son 92.188 cocinas o lo que es lomismo,92.188cocineras.Suponiendoquehaya70.000querenuevenelpapeltansólouna vez almes, poniendo sólo tres tiras resultan 210.000 tiras a cuarto. Laresmade1.000tirassevendea tresduros.Las210resmashacen,pues,630duros mensuales. Ensayó, y bien pronto las cacharrerías todas de Madridexpendían papel picado, que en comparación del antiguo era unmodelo deelegancia,puesteníafigurasdemajas,torerosytipospopulares.

El único vicio de Juan Bou, si vicio puede llamarse, era la Lotería. Nohabíaextracciónenquenocomprasesupardedécimos.Eraparaélestejuegonacionalunaformahipócritadelaadministraciónsocialista.Teníamuymalasuerte;peronodesmayaba,ysabíaescogersiemprelosnúmerosmásbonitos.

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Contodo,nohabíatenidomásgananciasquelasdesutrabajo.Así,desdequesacó adelante el negocio de las cenefas, estableciose en la calle de Juanelo,dondeteníauntallergrande,aunqueincómodo.Compróalgunaspiedrasmásde gran tamaño, una hermosa máquina de Janiot, guillotina, glaseadora,buenas tintas, aparatos de reducciones y otras cosas. Su iniciativa nodescansaba.Comprendiendoquealgodeimprentanoveníamalcomoauxiliodelalitografía,adquiriócajasymáquinas,ysequedócontodaslasexistenciasde una casa que trabajaba en romances de ciegos y aleluyas.Elmaterial deplanchasygrabadoserainmenso,yselodieronporunpedazodepan.Montótambién esta especulación en gran escala, y los ciegos pudieron comprar lamano de romances a un precio fabulosamente barato. Las cacharrerías, lastiendasdearenayestropajoylosvendedoresambulantessesurtíanpormuypocodinerodealeluyasdelantiguorepertorio,ydeotrasnuevasconsoldadosfrancesesoespañoles,morosocristianos.

Elestablecimientoeraunverdadero laberinto,comoformadodedistintaspiezas, que se habían ido agregando poco a poco, según las necesidades deensanche lopedían.Ocupaba la imprentadestinadaa romancesyaleluyas lapeorymáslóbregaparte.Todoallíeraviejo,primitivoymohoso.Lamáquina,sonando como una desgranadora de maíz, tenía quejidos de herido yconvulsionesdeepiléptico.Consagradaduranteseisañosatirarunperiódicorojo, subsistía en ella un resto, un dejo de la fiebre literaria que por tantotiempoestuvopasandoentresusrodillosysutambor.Lascajas,dondeyacíaen pedazos de plomo el caos de la palabra humana, eran desvencijadas,polvorientas y sudaban tinta. Habían servido para componer papelesclandestinos,yconservabanelaspectodelanegrainsidia,quetramasusactosen la sombra. La horrible guillotina, cuya enorme cuchilla lo mismo podíacortarunlibrillodepapeldefumarqueunacabezahumana,ocupabaelángulomássombríode la suciaestancia,quemásparecíaunabodegao sótanoquetallerdelArtedeimprimir,soberanoinstrumentodelaDivinidad,vicariodelaProvidenciaenlaTierra.Viendoaquellostrebejos,sepodríasospecharqueeltalArtehabíasidoencarceladoallíparaexpiarlasculpasquealgunavez,porandarenmalasmanos,hapodidocometer.

—II—

EnestamazmorradeGutenbergfuemetidoMarianoparasuaprendizaje.PrimerolehabíapuestoJuanBouacopiardibujosfácilescontintaautógrafa;peromostró tanescasadisposiciónparaesto,que leconfirmóa la imprenta,mandándoleadiestrarseen lacaja.Susprimeras torpezas, susdescuidos, susmalasrespuestas, fueroncastigadas tanseveramenteporelmaestro,ayudadodeunacorrea,quebienprontoelmuchacho lecogiómiedo,yconelmiedovino el respeto y cierta convicción de que la obediencia y el trabajo leconveníanporelmomentomásquelaholganzaylamaldad.Enpocotiempo

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adquirióalgunadestreza,alamparodeuncajistaviejocasi inválidoydeunchicolistísimo,aquienañosatrásconocimosyconociómejorMarianoconelnombre de Majito. Este ganaba cuatro reales, y Pecado tan sólo dos; peroaquellahonradagananciallevabasemanalmenteasualmacomoungranodelegítimo orgullo, el cual bien podía con el tiempo, ser base sobre que seconstruyeraladignidaddequecarecía.

Elrigordelcastigoylaobligacióndeocuparseenunejerciciosedentarioymonótono, en local de mediana luz y nada alegre, hicieron a Marianotaciturno; palideció su rostro y adelgazó su cuerpo. A los cuatro meses yacomponía él solo, si no con ligereza, con exactitud, las leyendas de lasaleluyas, que eran en número fabuloso. Se las sabía todas dememoria y lebastabaverlatoscaviñetaparaadivinarycomponerenseguidalospareados.Él y su compañero el Majito se disparaban a cada instante los versillos,aplicándolos a cualquier idea o suceso del momento. Tan pronto sacaban areluciralgunaoportunacitadelaVidadelhombreflaco,asaber:Elverloenpaños menores—causaba risa, señores, como aquella de la Vida de donEspadón, que dice: Todo el día está bailando—y a su dama acariciando. Elaburrimiento de los dos chicos les llevaba por una especie de procesopsicológico que enlaza el bostezo con el arte, a poner en música los talespareados,y cuandoelMajito cantaba losde laProcesióndelViernesSanto,quedicen:Muchosniñosenseguida—vanconvelitaencendida,lecontestabaPecado:Delantevancondecencia—losdelaBeneficencia.

También sabían de memoria, sin olvidar una tilde, los romances dematones,guapezas,robos,asesinatos,anécdotasdelpatíbulo.

Cuando Mariano ganó tres reales, Juan Bou, haciendo justicia a susprogresos, atendió sus reclamaciones.Elmuchachoaborrecía lacaja.Queríatrabajarenlitografía;perocomonoteníaaptitudnipulsoparaeldibujo,quisoserestampador.Púsoseaello,ayudandoaloficialde laprensaymáquina,ybien pronto conoció Bou que Mariano había escogido bien. Aprendió amanejar con habilidad el ácido y la grasa, y también sabía marcar conprecisión.Lamáquinagustaba tanto aPecado,que siemprequepodíano sequitabadealrededordeella,atentoasusordenadosmovimientos.Almirarla,afanada, despidiendo de sus dientes y coyunturas un sudor negro y craso,sentía que se le comunicaba el vértigo de ella, y pormomentos se suponíatambién compuesto de piezas de hierro que marchaban a su objeto con laprecisiónfataldelaMecánica.

Apesardesusbaladronadaspolíticasydesuaspectoferoz,JuanBou,elursusspelæus,eraloquevulgarmentesellamauninfeliz,unbuenazo,unalmade Dios. Tenía corazón tierno, bondadoso y sensible, y no podía ver unadesgracia sin tratar de aliviarla. Si cuando estaba picado demalamosca sulenguajeeraconcisoybrutalysecomíaalosniñoscrudos,cuandolevolvíael

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buenhumorsudicciónsefluidificaba,adornándosecontodalahojarascadelafanfarronería.Conversabafamiliarmenteconlosmuchachos,mostrándoles,yalaexpresiónseductoradesussabiduríaspolíticas,yalosdramáticospasajesdesuhistoriademártir.

Cuando Mariano llevaba seis meses de aprendizaje con jornal de seisreales,era,¡cosarara!,eloficialconquienmássimpatizabaJuanBou.¿Habíaentre ellos semejanzagrandeodisparidad absoluta?No se sabebien.No sesabe tampoco cuál de estas dos cosas engendra la simpatía. Conste, sinembargo,quetambiénMarianoerafanfarrón,yqueeneltratodeseismesesconBouselehabíacomunicadolaidolatríadelentePueblo.Encuantoalassanguijuelas del país, que chupan la sangre del obrero, y en cuanto a todosnosotros, que no tenemos callosidades en las manos, Mariano creíaaborrecerlostantocomosumaestro;peroloquehacíaeraenvidiarlos,pueslaenvidiasueleusarlamáscaradelodio.

Enelfondodesualma,Pecadoanhelabasertambiénsanguijuelaychuparlo que pudiera, dejando al pueblo en los puros huesos; se desvivía porsatisfacer todos losapetitosde laconcupiscenciahumanaypor tenermuchodinero, viniera de donde viniese. En esto se distinguía radicalmente de sumaestro,amantísimodeltrabajo.Bounoqueríagalas,nilujo,nivicioscaros,ni palacios; lo que quería era que todos fuésemos pueblo; que todo el quetuviera boca tuviera una herramienta en la mano; que no hubiera más quetalleresysecerraranloslugaresdeholganza;quesesuprimieranlasrentasynohubieramásquejornales;quecadacualnofuerapropietarionadamásquedelacucharaconquehabíadecomerlasopanacional.

Enlasaladondeestabalamáquina,teníaBousumesadetrabajo,yenestalapiedraenquedibujaba,puestasobreundiscodemaderagiratorio,concuyomecanismoélledabavueltascomosifueraunpapel.Apocadistanciaveíaselaprensademanodondesesacaban laspruebasysehacían los reportes.Elestampadoreraun jovenmuyaficionadoa lacharla,hablaba sin tonni son,escapándosedeéleldiscursoylapalabracomoseescapaelairedeunfuelleagujereado.Eraunintellectusllenoderoturas.Marianoteníaensulaconismounabrutalidadsentenciosa.

«¿Que habláis ahí, muchachos?—dijo de pronto Juan Bou, que estabaaqueldíadebonísimotalante,porhabercobradounaantiguacuenta.

—Este—replicó el estampador con el sentimiento de modestia que leinspirabansuspocaslucesalponerlasfrentealasabiduríadelmaestro—,estedicequeelañoquevieneyanotrabajamás.

—Eso lodirá lacorrea—manifestóBousonriendoysin levantar losojosdelapiedra—.¿Yquévasacomersinotrabajas?...Meparecequetúeresdecastadesanguijuela...Yalgoheoídoyo.Noséquiénmedijosieresnobleo

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noeresnoble...

—Diceeste—prosiguióelestampador,gozosodequeelmaestropensasecomoél—quecuandosuhermanaganeelpleito,serácaballero.

—¿Elpleito?...¿Sabéiscomoharíayoqueseganarandeunaveztodoslospleitos?—dijo Bou, regocijándose con el efecto que sus admirables ideascausaban en los dos muchachos—. Pues mandaría pegar fuego a todos losarchivos,alaescribaníaAyalaescribaníaB.Total,quenodejaríaunpapelvivo.Lahumanidadnonecesitadepapeles.Hayqueliquidar...,¿estáis?Hayque decir: «Hasta aquí llegó la cosa»..., y palante... Yo diría a los jueces,escribanos, alguaciles, magistrados y demás pillería: «¿Queréis almorzar?Puesahítenéislaazada,elarado,elescoplooloquemásosconvenga.Perocon papeles no se come aquí, señores...». ¿Que no querían? Pues hacia unestanquedetinta,losahogabaenél...,ypalante.

—Diceeste—repitióeloficial,quesepirrabapordelatarlosdisparatesdesuamigo—quetodosnosonigualesyqueélestáyacargadodeserpobre.

—No hay pobreza en la honradez, no hay honra como la del trabajo—afirmóJuanBouincorporándoseydejandoverelesplendorlumínicodesuojorotatorio,queparecíaunaruedadefuegosartificiales—.¡Pobre!¿Quéeredeciresto? Es una necedad, una... lucubración contraria a los grandes principios.¿Tienessatisfechastusnecesidades?Sí.¿Tieneshambre?No.¿Estásvestido?Sí.PueserestanricocomoelduqueAoelcondeB,oquizámás».

Ydeestelenguajesencilloylapidario,quealaalturadeMarcoAurelioleponía,pasóporgradaciónsuaveaotromásacentuado,másenérgico,sibiennomáselocuente,diciendo:

«Todo lo demás es superfluidad y lujo, es explotar al obrero, chupar susangre, alimentarse de su sudor bendito, comerse los refinados manjaresamasados con las lágrimas del pobre.Ved esos que andan por ahí, toda esachumadeesosseñoresyholgazanes.¿Dequéviven?Denuestrotrabajo.Ellosno labran la tierra, ellos no cogen una herramienta, ellos no hacenmás quepasear, comer bien, ir al teatro y leer libros llenos de bobadas...Comparémonosahora.Nosotrossomoslasabejas,ellosloszánganos;nosotroshacemoslamiel,vienenellosyselacomen.Nosdejanlassobras,nosechanun pedazo de pan, por lástima, como a los perros... Pero todo se andará,tunantes,todoseandará;vendrálacosayharemoscuentas,sí,lagrancuenta,el Juicio Final de la humanidad. ¡Oh, pillos!, también nosotros tenemosnuestrovalledeJosafat.Allíseosaguarda.Allíestaremos.Conunpedazodelápiztamañoasí,yunpapeldecigarro,bastaparahacerelgranbalance.Eslaliquidaciónfácil,porqueeslaúltima...ypalante».

Marianoysucolegaleoíanabsortos.

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«Diceeste—continuóelestampador,incansableenladenuncia—queélhadepoderpocoohadesoltarprontolablusa.

—Vamosaver—manifestóelmaestrovolviendoasutrabajo—;explícanosloquetúpiensas...¿Aquéaspirastú?¿Quédeseastú?

—¿Yo?—dijoMarianoconterriblelaconismo—.Tenerdinero.

—¡Tenerdinero!Eldineroesunafórmula,unmediodecambio—declaróconolímpicasuficienciaJuanBou—.¿Ysillegaundíaenquenohayadinero,en que no represente nada el dinero, porque las cosas, o mejor dicho, elservicio A y el servicio B se cambien directamente sin necesidad de eseintermediario?

—Chúpateesa—dijoporlobajoelestampadoracompañero.

—Sí, se suprimirá el dinero, que no sirve más que para negociosindecentes.Suprimiendoelnumerario, quedarán suprimidos los ladrones... ypalante».

Ambosabrieronmediopalmodeboca.

«Peroeldinero—seaventuróadecirMariano—nosehadequitarhoynimañana...

—Quién sabe... La cosa estámal.Dicen que esto se va.Me escriben deBarcelonaqueseestátrabajando...

—Eldineronosesuprime—afirmóPecadorebelándosetenazmentecontralaincontrovertiblesabiduríadelmaestro.

—Hombre,quesí.

—Puesyoquieroserrico.

—¡Ser rico! ¿Y qué es la riqueza, bruto? Es una cosa convencional,acémila.Hayporahíunoscuantostunosquesecomenloquenoessuyo,loqueesdetodos,delcomún,yeldíaenquesediga:«Ea,bastantehaduradolamamancia...»,vaaserbueno,vaaserbueno.Nosotrosdiremos:«Aver,señorduque de Tal, ¿de dónde sacó usted las tierras A y las dehesas B? Señorbanquero Cuál, ¿de dónde sacó usted los millones A y B que tiene en elBanco?».—«Hombre, dirán ellos, pues yo...».—«Valientes pillos estánustedes, acaparadores, por no decir otra cosa...». Conque ya ves. No habráentoncesdinero,niBanco,niBolsa;nohabrámásqueserviciosmutuos,tomaydaca.Queyonecesitounjamón,elcomestibleAoelcomestibleB:mevoya la tienda,ymeencuentroqueel tenderonecesitaetiquetas,anuncios.Puesahí va, y venga. El sastre hará pantalones al zapatero, y el zapatero le harázapatos al sastre. Es un organismo sencillísimo, brutos. Vosotros no habéisestudiado la cosa, no habéis trabajado por la cosa, no habéis estado en

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calabozos, no habéis comido ratas desabridas... Se trata de un organismo;¿sabéisloqueesunorganismo?».

Amboscallaron.Creíanquesetratabadeunorganillo;peronoseatrevíanadecirlo.

«Estedicetambién—añadióeldenunciadorsinpodercontenerlarisa—quequieresercélebre.

—¡Célebre!Ta,ta,ta—exclamóJuanBou,radiante,alconsiderareltriunfoqueasuoratoriasepreparaba—.¿Conquecélebreytodo...,esdecir,hombregrande?¡Valientepapamoscas!¿Yquéentiendestúporcelebridad?Ladelosguerrerosycapitanes,ladeesosbobosquellamanpoetas,escritorzuelos...Losunosson losverdugosde lahumanidad:nohanhechomásquematargente.Losotroshanengañadoyextraviadoalahumanidad,contándolamilmentirasyembelecos.Cógemeatalocualguerrero,alpoetaAoalprosistaB.¿Quéhanhechoporelpueblo?Nada.Sucelebridadseacabarátambién,porquesesuprimirálaHistoria.SeharáunaHistorianueva,enquenofigurenmásquelos que han inventado unamáquina o perfeccionado la herramienta A o B.Esossí,esossíquetendránestatuas.

—¿Y quién... va a hacer las estatuas?—preguntó con gran viveza depensamientoMariano.

—Toma—dijo Bou, reponiéndose después de desconcertarse un poco—,losescultores.Habráescultoresqueharánlasestatuasdelosobreroscélebres,de los padres de la patria, y se les pagará con comestibles,mano de obra...Parecequeerestonto...Ahora,sitúquieressercélebreinventandoladirecciónde los globos, o cosa así, entonces nada te digo. Por ahí, por ahí... Pero noenvidiesalospersonajesdeldía,aesassanguijuelasdelpueblo.Miratúquétipos. ¿Prim?, un tunante. ¿O'Donnell?, un pillo. Tiranos todos y verdugos.Olózaga, Castelar, Sagasta, Cánovas. Parlanchines todos. ¿Y ese Thiers deFrancia?Otroquetal.Cuandotoquenabarrer,veréiscómoquedaesto...Nada,nada; aplícate a este oficio y puede que llegues a notabilidad. Ya sabes,comerásyvestiráscontutrabajo.Tomaydaca...ypalante.

—Peroestedicequequieresercélebre,aunqueparaellotengaquehacerunabarbaridad.

—Hombre, hombre, ¿tú quieres dar golpe? Valiente papamoscas. Puesdalo,hombre,dalo.No te faltaráocasión,cuandosegrite«abajo la tiranía»,pórtatebien. Inventacualquiercosa,aunqueseaunabarbaridad,comodices.Puedequenolosea.Hoysetieneporbarbaridadloquemañanaquizásemirecomounagranacción.Nada,hombre...palante,palantito...».

Siguió hablando en este tono y desarrollando su idea con tal copia deaudacesjuicios,quelosmuchachosleoíancomosifueraunasibila.

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«Loqueyoquieroesmoneda—volvióadecirMarianoconrudezaconcisa.

—¡Ah!, ya no quieres celebridad, sino plata. No era como tú el célebreErostrato.

—¿Quién?

—Unoquepegófuego—dijoBoureventandodeerudición—auntemplo...nosésideBabilonia,deVeneciaodedónde.

—¿Ysacódinero?

—Vueltaconeldinero.

—Condinerosetienetodo.

—Y tú quieres tener todo: gozar, disfrutar; lo mismo que cualquiera deesospillos,lomismoquelasanguijuelaAolasanguijuelaB.

Marianogruñía,dandoaconocer,conbárbaromodo,suardienteanhelodesersanguijuela.

«Ea, bastante se ha charlado—dijo el maestro echando un vistazo a laprensa—.Palante...Sacadmeesosreportesahoramismo».

Ysiguióunsilenciosóloturbadoporlosrumoresdelaactividadtaciturna.Oíaseelgemidodelaprensa,elrocedelpegajosorodillonegroyelrascardelaplumadelmaestrosobrelapiedra.JuanBou,queaunquebuencatalánteníaun oído infernal, destrozaba entre dientes La Marsellesa, como destroza elfumadorlacolilladelcigarro.Despuésescupíaunascuantasnotas,ycallabaparaempezardenuevoalpocorato.Sehabíacontagiadodelaaficióndesusaprendices a cantorrear los pareados de las aleluyas, y así, sin pensarlo,cantaba con la música de Rouget de L'Isle estos versos: Muchos niñospequeñitos—vanvestidosdeangelitos.

CapítuloV

Entreactoenelcafé

Mariano pasó algún tiempo en esta vida, sin que ocurriera cosa algunadigna de ser contada. Pero en la primavera del 76 ya empezó a fastidiarse.Dejabadeasistiraltallerconhartafrecuencia,ysepasabahorasymáshorasenelcafédelSur.Porelafándeaumentarsupeculiohabíacontraídoelviciodel juego, frecuentando innobles garitos, o agregándose a los nefandoscírculos que al aire libre, en las puertas de los ventorros de extramurosfuncionan. Su suerte era mala, se aturdía y perdía casi siempre. Cuando

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ganabasepermitía lujosdesenfrenados,comoiral teatrodelaInfantilyvertodas las funciones desde la primera a la última, convidarse a chuletas contomateencualquiertaberna,iralosbailesvespertinosdecriadasycostureras,donde danzaba y hacía conquistas. Cuando las ganancias habían sido porventurafenomenales,alquilabaunjamelgo,seibatrotandohastalaPuertadeHierro, o daba la vuelta aMadrid paseando por el Retiro entre las filas decochesdelujoyjinetesricos.Paraqueestaparodiavilynauseabundadelasdisipaciones de la clase superior fuese más completa, tenía sus pequeñasdeudasconelmozodelcaféyconlosamigos.

Ya faltase todo el día al taller deBou, ya asistiese puntualmente, nuncadejabadeiralcafédelSur.Avecesnoestabamásqueunrato,avecescuatroocincohoras.Se leveía solo, enblusaazulygorra, con loscodos sobre lamesa,elvasodecafédelanteyen labocaunpurodeacuarto,mirando lasnubecillasdehumoconestúpidasomnolencia.

¿Peroquiénesaquelseñorqueabre lapuertadelcaféyesparcesuvistaporellocal,comobuscandoaalguien,ydesdequeveaMarianovienehaciaél,yselesientaenfrente?¿QuiénhadesersinoelbenditoD.José?Bienseconoce en su faz su martirio y las tristezas que está pasando. Ved su carademacrada ymustia, sus ojos impregnados de ciertamelancolía de funeral;ved también susmejillas, antes competidoras de las rosas y claveles, ahorapálidas y surcadas de arrugas. ¿Qué le pasa? Él nos lo dirá. Durante algúntiempo su único consuelo ha sido agregarse aMariano en el café del Sur yfrenteaélexhalarsusquejas,semejantesalasdelospastoresdeantaño;yasícomo las ovejas (dicho está por los poetas) se olvidaban de pacer paraescuchar los cantos de los Salicios yNemorosos,Mariano dejaba enfriar elcaféporatenderaloqueD.Josélerefería.

«Hoytampocolahepodidover—dijoaqueldía(abrilde1876)—.EseSr.Botínesunverdugo:noladejasalirdecasa;noladejaasomarsealbalcón...Te digo que me gustaría que el señor Botín y yo nos viéramos un día lascaras...Yosoypadrinodetuhermana,yosoysusegundopadre,ydebovelarporella...¡LuegoelpobreRiquínestarátansolo,extrañarátantonovermeatodashorasynojugarconmigo,comoantes!...PorquehasdesaberqueRiquínnoquiereanadiemásqueamí;mequieremásqueasupropiamadre.LoqueesaBotínnolepuedever».

Aldeciresto,Relimpiodejabaconocer,altrasluzdesupena,elregocijodelavenganza.¡Riquínnoqueríaalotro!¡Ohplacerdelosdioses!

«Mihermana tiene laculpa—dijoMariano—.Ese tíoBotínesuna fiera.¿Por qué no le planta en la calle, como es debido? Pero vea usted..., deaquellas cosas que pasan, ¡puño!... Él es rico; ella se vemal... Si trabajaracomoyo,viviría comoesdebido...Deconsiguiente, yonopiensoponer los

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pies en su casa, porque una vez que fui me dijo que no volviera. Deconsiguiente, eseBotínnoquierequeni yo, ni usted, nimi tíaEncarnaciónvayamosallá.Noquiereestorbos.Yonovoy,porquesupongaustedquenosencontramos Botín y yo, hablamos, y sin saber cómo, pues..., de aquellascosas que pasan..., reñimos. Total, queme hago cuenta de que no tengo talhermana.

—Sialmenos ladejara salir a lacalle siemprequeellaquisiera—indicóRelimpio embuchándose el café,mientras el otro se rompía lasmandíbulasparasacarhumodeldurocigarro—Peroquia,quia.Tienequevalersedemiltretas para salir. La pobre lleva ya tres meses de esta vida y no sé cómoaguanta.¿Alteatro?Quesiquieres...Losdomingoslahaceiramisa,yaquípaz...Dicenqueeseseñoresmojigato.

—Es rico—afirmóMarianoconel tonodeasombromezcladode respetoqueempleabasiempreparaexpresaraquellaidea.

—Riquísimo.Ganamillones.SiledejansecomeaEspañaenmenosquepía un pollo. ¿Y no sabes lo mejor? Es casado. Mira, si yo no fuera unapersona decente, le escribiría un anónimo a su señora contándole losdevaneos... Perono está enmi sangre, no.La señoradeBotín es condesaobaronesa; él es conde o barón consorte, ¿te enteras? Ella es, según dicen,buena persona, y hace muchas caridades. Hablan de que va a fundar unhospital.

—Sanguijuelasdelpaísydelpobrequetrabaja,¡repuño!...Ellosgastanlonuestro... Pero ya, ya verán, ¡puño! El mejor día... de aquellas cosas quepasan...Elmundodaunavuelta, ypalante...Ahoranos toca anosotros.Deconsiguiente,vengadinero.Quetodoserepartacomoesdebido.

—Yelquenotrabajequenocoma.Lomismopiensoyo.DesdequesefueD.Amadeo,¡yaquelsíerapersonadecente!,estoestáperdido.Esverdadquese acabó laguerra; pero ¿cómo se acabó?A fuerzadedinero.Estagente esatroz.Aquínohayadministración,nisellevanloslibrosdecuentasdelEstadocomomandalaTeneduría.Miratú;mientrasnosesuprimaesodequelosexministros tengan treintamil reales...Yo no sé cómo no se les ocurren estascosas...Señor,quenopodemoscon laHacienda,quehaydéficit. ¿Puesquémás tiene usted que quitar tanto empleado vagabundo?... Señor, que lapolítica... Pues fuera política... Si quisieran, todo lo arreglarían bien.Con irdejandoaun ladoa lospiratasycolocandoa lagentehonrada...Mira tú,esbien fácil.Aver... ¿D.Fulano es unhombre honrado?Sí señor.Pues vengaacá. ¿Y D. Zutano? También. Venga. Ea, ya me tienes la Administraciónarreglada.Yoséquelostunanteschillarían;peroquechillaranhastareventar».

Estas sabias apreciaciones duraban poco, y luego volvía D. José a lamonotoníadesuslamentospastoriles.Durantevariosdíasrepitiólasmismas

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cosas... La había visto un momento... Estaba desmejorada y triste... Riquíntampocoera feliz...Enmayoañadióa tanenfadosos temasunoqueeramásagradablealaconcupiscenciadeMariano.

«¿Sabes—ledijo—quemihijoMelchorhaemprendidoungrannegocio?Llegóaquíelmespasado.Porciertoquemecogiódesprevenido.YolecreíaenlaHabana.PeroelCapitánGenerallequitóeldestinoalosveintedíasdehaber tomado posesión de él y me lo embarcó para la Península... Intrigaspolíticas...envidiasymiserias.

—De aquellas cosas que pasan...—murmuró Mariano, demostrandoperspicacia—.DonMelchortendríalasuñasunpocolargas;deconsiguiente...

—Quita,quita,hombre.Melchoreslamismahonradez.

—Sí; pero..., de aquellas cosas que pasan..., al verse allí entre tantodinero...,deconsiguiente...

—Hombre,no.

—Total,quesevolvióparaacásinunreal.

—No tanto.Algo ha traído... Pues te contaré el negocio, que es grande,tremendo.Esunsecretoquehadescubierto.

—¡Unsecreto!...Yloguardará...comoesdebido.

—No, lo pone a disposición de todo el mundo. Ha hecho unosprospectitos,¿sabes?Luegohapuestounanuncioenlosperiódicos,diciendoqueelquequierasaberelsecretodelnegociomandeveinterealesensellos.Ajajá.Nopuedes figurarte lossellosquehanentradoencasa.Peroyasevacansandolagenteyvienenpocascartas.

—¿Peroelsecreto...?

—Nosécuáles.

—¿Ysi...,deaquellascosasquepasan...,resultaquenohaytalsecreto...?

—Yo no sé... Desde que tomó la casa en la calle de los Abades, dondevivimos, se ocupa de otras cosas. Escribe artículos en un periódico. La hatomado con las compañías de ferrocarriles y otras empresas gordas, y, ¡sivieras!, las pone como hoja de perejil. Nada, que las mata, que las estámatando.Yoledigoqueyaqueescribe,escribadecosasútiles,porejemplo,dequelosinglesesdebendevolvernosaGibraltar.Esosí,yocreoquesiestosediceundíayotrodía,alfinhemosdelograrlo.Ysino,guerra,guerraconlosingleses.¡Ah!¿NohicimoslodelCallao?Aquellosiquefuegrande.Telocontaré,pueslosécomosilohubieravisto».

PeroMarianonoparabamientesenaquelinteresantecapítulodeHistoria.

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La epopeya de los veinte reales en sellos cautivaba más su espíritu,adormeciéndole en cálculos voluptuosos y combinaciones de riquezas yplaceres.

Algunosdíasdespués,Marianoeraelque llevabanoticiasdelhijodeD.José.

«Ayer—dijo—estuvo D. Melchor hablando más de dos horas con JuanBou.Hainventadounarifaparalospobres.Estáunidoconotrosseñores,ydeconsiguiente, tiene autorización del Gobierno, como es debido.¡Recontrapuño,quénegocito!JuanBouhacelosbilletesyledanparte.

—Siestoyenterado,hombre.Comoqueyohedellevarlacontabilidad.Esunaideahumanitaria.Yanohabrámáspobresporlascalles...Volviendoalomismo,Marianín,tediréquelaviayerenmisa.Porlatardefuiasacaralniñoa paseo. ¡Ah!¿No sabes? Lo del pleito va bien. Hombre, si te veremos alfin...».

Marianosedesperezóydespuésquehuboestiradobiensusextremidades,descargóelpuñosobrelamesa,diciendo:

«¡MalditasealaBiblia!».

Isidora,quevivíaenlacalledelasHuertas,salíaconfrecuenciaalbalcón,ysiveíaasupadrinopaseándosedearribaabajoyechandocondisimulounvistazoalpisosegundo,sentíapenaylástima.Unasveceslehacíaseñalesdeque entrase, otras de que no entrase, y D. José obedecía con humildad.Llamole un día con agraciado gesto, desde dentro, alzando el visillo ymostrandosucarapreciosatraselcristal.Relimpiosubió.

¡Cómo le palpitaba el corazón!Entró, cogió en sus brazos al niño, diolemilbesosenlafrente,enlosrizos,ycargadoconél,entróenlasala.Isidoravestíaunabataazuldecorteelegantísimo.Acababadepeinarsey sucabezaeraunamaravilla.Nadieque laviese, sin saberquiénera, podríadudarquepertenecía a la clasemás elevadade la sociedad.ContemplolaD. José,másque con amor, conveneración, con fanatismo, comoel salvaje contempla elfetiche,ypocofaltóparaqueselahincaradelante.

«Estás,estás...—ledijoturbadoporlaemoción—,queparecesunadiosa...Venganlasduquesasatomartepormodelo...¡Riquín!,hijomío,sol,damemásbesos...¡Benditaseatumadre!».

Mucho se alegraba también Isidora de ver a su padrino; pero un asuntourgentísimolessepararíamuypronto.

«¿Novienehoyesebruto?—dijoRelimpio.

—No;hoyhablaenelCongreso.

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—¿Demodoquemeestaréaquíhastaanochecida?

—No,porquetengoquehacer,tengoquesalir...».

¡DonJosépusounacaratantriste!...Susojosvivosseamortiguaroncomolallamadelaexhaustalámparacolgadadelantedelsanto.

«Tengo que hacer—dijo Isidora, sacando una carta—. Y usted me va ahacerelfavordellevarahoramismoestacartaaJoaquín».

DonJosédioungransuspiro.Puso lacaramásdesconsoladayagoniosadelmundo, la caraquepondría todapersona aquien seobligara abeberunvasodevinagre.

«¿Deverasquenoestáshoyencasa?

—No.Siustedquiere,puedevenirajugarconRiquín.

—Lesacaréapaseo.Estábuenoeldía.¿Quéteparece?

—Muybien.

—Puesvoy,voyahacer tuencargo»—murmuróelviejo,consolándolelaideadepasearalniño.

Isidorasalió.Sutrajerealizabaeldifícilprodigio,noatodasconcedido,deunir la riqueza a la modestia, pues todo en ella era selecto, nada chillón,sobrecargadoni llamativo.Llevabaensucarayensusmaneraslamásclaraejecutoriaquesepudieraimaginar,ypordondequieraqueibahacíasombradeblasones. Y sin embargo, por desgracia suya, empezaba a ser conocida, ycuantoslaencontrabansabíanquenoeraunalady.

¡Damaporlafigura,porlaelegancia,porelvestido!...Porelpensamientoyporlasacciones,¿quéera?...Lasentenciaesdifícil.

CapítuloVI

Escenavigésimaquinta

Aposentonomuygrande,cómodo,bienamuebladoyamedialuz

ISIDORAYJOAQUÍN

JOAQUÍN.—(Conadmiración)¡Peroquéguapaestás,omejordicho,quéhermosaeres!...Joyadignadeunrey,¿porquéestáscondenadaaencerrartubrillo dentro de la esfera de una posición mediana, obsura y equívoca?¡Tremendasironíasdeldestino!Fíatedequeelnacimientoyeltemperamentote hayan hecho ilustre... si la realidad y el mundo traidor no te permiten

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manifestarte comoeres...Perono suspires,no te entristezcas.Hoyesdíadealegríayjuntoslosdosaquíolvidaremostodasnuestraspenas...Cadadíameesmásdifícilvivirsinti.

ISIDORA.—(Con coquetería) ¡Embustero!... Me quieres cuando menecesitas,cuandoeresdesgraciado.¡Desdequeprosperasunpoco,¡adiós!,yano te acuerdas demí! Yo no debía hacerte caso; peromi debilidad esmásfuertequemifortaleza,¿entiendes?...¿Quiénnotieneuncastigoenelmundo?Micastigoerestú.Envezdedarmeenfermedadesodevolvermefea,Diosmehadicho:«Quiérele»;yyaves, tequieroypadezco.Elcorazónmedicequeseráconstante.Teamarésiempre,mientrasviva.Micorazónesdeunapieza.Nopuedeamarsinoaunosolo,yamarlesiempre...Loshombres,descartandoelmío,mehastían;lesaborrezco.Unosolomehaconquistado,ydeesesoy.Venga lo que viniere, a mi amorme atengo. No sé cómo haymujeres queadoran hoy a este y mañana al otro. Yo no soy así. (Con tristeza.) ¿No esverdadquenacíparaserhonrada?

JOAQUÍN.—Y para mí. (Entusiasmándose por grados.) Sólo yo tecomprendo,sóloyo.Losdemástejuzgaránmalquizás.Yo,queteconozco,séqueeresunángeldebondad.Laresponsabilidaddetusfaltaslastomoparamíytedejoatilagloriadetusbellasacciones.¡Yquéingratohesidocontigo!Peromehasdadounadeesasleccionesquesonpropiasdelasgrandesalmas.Amisligerezasrespondescontugenerosidad.

ISIDORA.—(Mirándolealosojos.)¿Estássatisfechodemí?

JOAQUÍN.—Teidolatro.

ISIDORA.—¿Meheportadobien?

JOAQUÍN.—Como una princesa, como una reina. No todas las coronasestándondedebenestar...¡Ay,Isidora,benditoseatuorgullo!Quiennotaensualmaesachispa,esenoséqué, signodeelevaciónsobreelnivelcomún,está preparado para las cosas grandes y sublimes. El orgullo no es en ti undefecto,esunainspiraciónsanta.

ISIDORA.—Peronotengolaconcienciatranquila...Yavesque...

JOAQUÍN.—Desecha las ideas convencionales. Cada acción tiene unpuntodevistadesdeelcualdebejuzgársela,locualpruebalagranvariedaddelasperspectivasdelalmahumana...

ISIDORA.—Yosientoalgúnremordimiento...

JOAQUÍN.—Porque no has hecho un análisis frío del hecho en sí y tedejasllevardelarutina.

ISIDORA.—(Gozosa.)¿Tepusistecontentocuandorecibistemicarta?

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JOAQUÍN.—Labesémilveces,yauncreoquesemeescapóunalágrima,cosaenmídesusada.

ISIDORA.—Yavesquecumplímipalabra.Eljueves,cuandomepintabastucompromisoymedecíasquetuhonorytubuennombreestabanenpeligro,tedije:«Yo,aquientangrandesdesaireshashecho,tehedesalvar...».Nohaynadaquemecautivetanto,quetantointereseamialma,comounactodeestosatrevidosydifíciles,enqueentrenlagenerosidadyelpeligro.Nacíparaestararriba,muyarriba.

JOAQUÍN.—Enlasestrellastepondríayo.

ISIDORA.—Lascosasbajasyfáciles,laspasionesmezquinasnocabenenmí.Túmehabíashechomuchaspicardías;puesahoraverás...Yosoyasí.Laidea de devolverte bien por mal me daba alegría y valor para vencer lasdificultades. Fui ami casa pensando en tus apuros.Yo calculaba, discurría,hacíacuentas.Amedianochenohabíadormidoaún;estabasola.Podíapensaramisanchas,ypensaren ticomomediera lagana.Llegó lamañana.¿Quécreerásquehice?Lacantidaderaenorme. ¡Milduritos!¿Dedóndehabíadesacaryoesedineral?Puesverás...Vendímispendientesdetornilloymialfilergrande.Saquédocemilreales.Compréotrosdiamantesfalsosparaqueélnoconocieraelengaño.Despuésempeñélapulsera,elreloj;peronuncabastaba,hijito.Portusuerte,élmehabíadadociertacantidadpararenovarpartedelasillería...,puesalmontónconella.Enfin,mitíaEncarnaciónmeproporcionóelresto...Yaquívienenlosescozoresquesientoenmiconciencia...

JOAQUÍN.—(Con escepticismo y fortaleza de espíritu.) Eres unachiquilla. Es preciso que tu inteligencia se ponga a la altura de tu grancorazón.

ISIDORA.—(Con monería.) Déjame, que yo me entiendo. Te diré laverdad pura. Por engañarle no tengo remordimientos. Es un animal a quienaborrezco con toda mi alma. No me merece... ¡Pero hay tantas clases detraición!...Tediré...

JOAQUÍN.—(Azotándolaconcariño.)Perovenacá,tonta...

ISIDORA.—(Abofeteándole con amor.) Escucha, idiota... Digo que lastraicionesdedineronomegustan.Hayalgoahoraenmíquelasrechaza.Tediré:congustoosingustomío,élmedacuantonecesito.Esverdadquelostornilloseranmíos;meloshabíasregaladotú.Peroelalfilermelodioél...,yeldineroparalasillería...Yaves.

JOAQUÍN.—Déjamehablarahora.

ISIDORA.—(Tapándolelaboca.)Aguarda.

JOAQUÍN.—(Quitándose a viva fuerza lamordaza y besándolamucho.)

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Déjamehablaramí.Escucha,escucha.Sieseanimal tuvieracienvecesmásdinero del que tiene; si en vez de haberse comido una parte del país se lohubiera comido entero, todo su caudal no bastaría para pagar una de tuscaricias,aunotorgadaconviolenciaysinamor.Esacantidadqueherecibidode timehasalvadode ladeshonra.Yo tequeríaya,yo teamabasiempre,apesardemisdevaneos.Peroahorateadoro,ahorasoytuesclavo.Estadeudaes sagrada, es doble; deuda del corazón y deuda de bolsillo. Te pagaréreligiosamente.

ISIDORA.—¡Pagarme! ¡Ay!Yonocobronunca.Mismanosnonacieronparaeso.Sienalgoestimaselbeneficioquedemíhasrecibido,yasabes larecompensaquequiero.

JOAQUÍN.—(Amoscado.)¿Cuál?

ISIDORA.—Telohedichomilveces.ElreconocimientodeJoaquín...

JOAQUÍN.—(Sintiéndoseatacadodesordera.)Noteoigo.

ISIDORA.—Quereconozcasanuestrohijo.

JOAQUÍN.—¡Ah!,ya...; esoes corriente. (Disimulando sucontrariedad.)En estos días me hallo en tal situación, que no podré celebrar ningún actocivil...¡Ay!,queridamía,confesormío,paratinodebotenersecretos.Delantedetinodebonipuedodisimularmisfaltas.Hesidouncalavera,undisipador;merezcoloquemeestápasando.Yoteníaunaregularfortuna.¿Sabestúcómoseme ha ido de entre lasmanos?Pues yo tampoco lo sé, yme confundo...Cosademagia,chica,porqueyo...tejuroquevivoconeconomía...Malditossean losusureros, fierasdesenjauladas,dragonessueltoscontraquienesnadapuede la humanidad indefensa. Y gracias que renovando a tiempo, con tudivino auxilio (Da un gran suspiro.), he podido salvar el honor por elmomento.Ati tedeboquenohayacaídounagranmanchasobreelhonradonombre de Pez... ¿Pero qué sucederá? Que dentro de poco llegará otrovencimiento.Chiquilla,conlasfechasnosejuega.Eltiempoesimplacable...Papámehahabladoseriamenteelotrodía.Hemoshechounbalance.Lehedescubiertotodosmislíos;sehaincomodado,yporfinhemosresueltoquenotengomásremedioqueirmealaHabana.

ISIDORA.—¡AlaHabana!

JOAQUÍN.—Sí,conundestinoenlaAduana,ungrandestino.Eselúnicoremedio. Los españoles tenemos esa ventaja sobre los habitantes de otrasnaciones. ¿Qué país tiene una Jauja tal, una isla deCuba para remediar losdesastresdesushijos?

ISIDORA.—¡Ya!

JOAQUÍN.—Me iré a la perla de las Antillas, como decimos por acá.

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¿Quieresirconmigo?

ISIDORA.—(Reflexionando seriamente.) Te diré...; ir contigo sería midicha.Yo tecuidaríasicaíasmalo,y tedesviaríade tuscalaveradas,porqueallá...Peronopuedo,nopuedosalirdeaquí.Tengoqueestaralamirademipleito. El abogadome ha dicho que lo ganaré si tengo paciencia. Ya se hahecho lo que llaman la réplica, y luego que la señora presente su dúplica,vendrálaprueba...Yaves,mevoyenterandodeestascosasfastidiosas.

JOAQUÍN.—Siloganaras...(Afectandoconfianza.)Yocreo...

ISIDORA.—Es el principal móvil de mi vida. Cuando consiento ensepararmedetiporpleitear,figúratesiescosadeimportancia.

JOAQUÍN.—(Conseriedad.)Yyolocomprendo...Nodebessalirdeaquí.Cuandoyovenga,¡toma!,deseguroteencontraréenpacíficaposesióndelacasadeAransis.

ISIDORA.—¡Diosteoiga!...Yotambiénlocreoasí.

JOAQUÍN.—Esevidente...Nada,nada;escosahecha.

ISIDORA.—Cosaclara. (Seabrazanparacomunicarserecíprocamentesuconfianza.)¿Ycuándotevas?

JOAQUÍN.—No lo sé. Dejaré pasar el verano. Papá y el ministro hanhabladoya.AunqueenelCongresosetiranamatar,allá,entrebastidores,sonamigos y se sirven bien. Cuando papá era Director, servía a este señor encuantolepedía,yahoraparaelMinistronohaymejorrecomendaciónquelademipadre.

ISIDORA.—(Conmuchomimo.)Peroyosientoquetevayas.¿Porquénotratasderemediarteaquí?¿Porquénotrabajasenalgo?

JOAQUÍN.—¿Aquí? ¡Trabajar aquí!... Tú te has caído de un nido. EnEspañanoserecompensaelmérito.¡Quépaís!Esclaro;yotrabajaría,yomededicaríaaalgo;pero¿quépasa?Losescritores,losartistas,losindustrialesyhastalostenderostodossemuerendehambre.Quetrabajeelobispo.NohaymásmediodeganardineroaquíquemetiéndoseennegociospatrocinadosporelGobierno.PídeledatosdeestoatuseñorSánchezBotín.Esungenio.

ISIDORA.—(Con malignidad.) Es un genio... inaguantable. Está muyhueco con el discurso que pronunció ayer. Es de..., de laComisión. ¿No sediceasí?

JOAQUÍN.—De la Comisión, justo. Todavía no he leído su discurso.(Incorpórase, y del bolsillo de su levita saca un diario.) Es un hatajo denecedadessoporíferas.Cuandohablaba,nohabíaseisdiputadosenelsalón,yde estos seis, cinco estaban dormidos. Todos los oradores versados en

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administración producen estos efectos de narcótico. Papá mismo, cuandohabla de esto, es el puro beleño. Pero ayer era el único que logró estardespabiladodurantelaoraciónfúnebre—administrativadeSánchezBotín.

ISIDORA.—Pueséldicequeapabullóatupadre.

JOAQUÍN.—¡Quégracia!Verás.(Amenazaleer.)

ISIDORA.—PorDios,dejoeso.

JOAQUÍN.—Oyequéadmirableestilo.(Lee.)«Losseñoresquesesientanenesosbancos...».

ISIDORA.—¡PorlaVirgenSantísima!

JOAQUÍN.—Si esto es muy divertido. (Sigue leyendo.) «... no quierenacabar de comprender que los que nos sentamos en estos bancos y laComisión...».

ISIDORA.—(Arrebatando el papel de manos de Joaquín.) Si tú leestuvierasoyendoatodashoras...

JOAQUÍN.—Es un bruto que merecía el desprecio si no mereciera elpresidio.Sudiscursoeselcolmodelasabiduría.Dicequeentiempodepapáeran mayores los escándalos y las irregularidades... Voy a contarte en dospalabraslasgradasdeBotín.

ISIDORA.—(Tristemente.) ¿Será tarde? (Hace un gorro con el periódicoenqueestáeldiscursodeBotín.)

JOAQUÍN.—No,querida;estemprano.

ISIDORA.—Parécemequeentrapocaluz,queanochece...

JOAQUÍN.—Esquesehanublado.

ISIDORA.—Miraelreloj.

JOAQUÍN.—Nomedalagana.

ISIDORA.—¡Quéhorastanfelicessinofuerantancortas!(Acabaelgorrodepapelyselopone.)¿Quétal?

JOAQUÍN.—(Dando su aprobación expresivamente.) ¡Mona!... Pues tecontarélasgraciasdeBotín.

ISIDORA.—¡Ay!Esasgraciasmehanhechollorarmucho.¡Siélsupieralasmías!...

JOAQUÍN.—Hace unos quince años Sánchez Botín era un zascandil.Andaba por ahí con un gabán perenne y sucio; pero ya dejaba traslucir susdisposicionespara la intriga;adulabaa todoelmundo,yagenciabacosasde

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pocovalor en las oficinas.Empezó a levantar cabeza, trabajando eleccionespor los pueblos del Alto Aragón. Hacía diabluras, resucitaba muertos,enterrabavivos,fabricabalistas,encantabaurnas.DespuéslecolocaronenelMinisterio,ycasóconladeCastroponce,queleaportódosmillones.HízosediputadoygerentedelferrocarrildeAlbarracín.Aquíempiezansus triunfos.Comotieneamistadconelministroyallásegobiernanbienlosdos,haceloque quiere. Figúrate, la ley autoriza a losAyuntamientos para auxiliar a lasCompañíasdeferrocarrilesconel80por100desusbienespropios.

ISIDORA.—(Bostezando.)¡Quécosas!

JOAQUÍN.—Túnoentenderásesto.Yotampoco.Elloesquehayunpapelque se llama Inscripciones, el cual está en la Caja de Depósitos. Botín searreglaparasacarlo,daunapequeñapartealAyuntamiento,yconelrestoylasubvención van construyendo el ferrocarril sin adelantar una peseta. ElGobiernolesdaprórrogas.

ISIDORA.—(Cerrandodulcementelosojos.)¡Quépicardía!

JOAQUÍN.—(Con verbosidad.) Pero esta tostada, con ser un negocioinmoral,noestanatrozcomolaqueresultadecomprarporunpedazodepanlos abonarés de los soldados de Cuba, que llegan aquí muertos demiseria,enfermosyconunpapelenelbolsillo.ElGobiernonopuedepagarles;peroBotínha reunidomillones en esos abonarés, y elmejor día se los admite elGobiernoenpagodeunempréstito...Puesenlassubastasnotedigonada.Ahíes donde están las ricas tostadas. Él hace lo que quiere. Es un bajáadministrativo, mejor dicho, un sultán que tiene las rentas públicas porserrallo.SeponedeacuerdoconelGobierno,yredactaasugustoelpliegodecondiciones,demaneraquenosepuedepresentarnadie...Pero¿quéeseso?...(Poniéndolelamanoenlafrente.)¿Isidora?...Sehadormido...¡Quéhermosaestá! ¡Qué cuello y hombros tan admirables!... Pura escuela veneciana...¡Isidora!

ISIDORA.—(Despertando.)Medormí arrulladapor lasgraciasdeBotín.¿Serátarde?Ahorasíqueanochece.

JOAQUÍN.—Esqueesunchubasco,tonta.Elcieloestánegro.

ISIDORA.—Eshorademarcharme.Miraelreloj.

JOAQUÍN.—Para que te desengañes. (Mira el reloj.) ¿Ves? Todavíamedebesunahora,segúnloconvenido.

ISIDORA.—¡Una hora! (Con pena.) Sesenta minutos me separan de lapresencia de ese bruto. No le puedo apartar de mi imaginación. Es unapesadillaquemeatormentanocheydía.¡Cuándodespertarédeesehombre!...Me parece que le veo entrar esta noche como todas. «Buenas noches»—,

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buenasnoches.«¿Dóndehasestado?Túhassalido...».Aquídemitalentoparainventarcosas.Yonohegustadonuncadedecirmentiras;perodesdequevivoconélmeheadiestradodetalmodoenellas,quelassueltosinpensar;semehadesarrolladountalentoparamentir...Puestediré.Entraél;comoentiendaquehesalidosinsupermiso.¡MaríaSantísima!Élgastaenmísudineroalacalladita;ymecompracuanto apetezcocon talqueno lo luzca, con talquenadiemevea.Quierequemepongaguapaparaél solo.Bastaquecualquierpersonamemireparaqueélseenfade,porquecreequeconlosojosselerobaalgo de lo que tiene por suyo. No quiere queme dé a conocer en la calle,porquenogustadeescándalos,yseasustadequeestosedescubra.Dicequeaquí no estamos en París, y que es preciso no chocar, no dar motivo a lamurmuración,nofaltaralasbuenasaparienciassociales.Esunegoistónyunhipócrita... Lo primero que me encarga es que vaya a misa todos losdomingos.Dicequeconvienenodarmalejemploalpueblo.Cuandoechaundiscursosobrelosbuenosprincipios,quesonlabasedelordensocial,meloleeconentonacióngrave...,¡sileoyeras!,ymedicecontodasualma:«Yonopuedodesmentirestasideas.Conquemuchocuidado...».Enteatrosnohayquepensar.Algunavezmepermite irde tapadillo,vestidadecualquiermodo,yme hace subir a los anfiteatros. Ni aun allí me deja libre, porque le veoatisbándomedesdelasbutacasyobservandosimiroonomiro,sihaymorospor la costa, o algún hombre sospechoso cerca de mí... En fin, es un tipoinsufrible.¡Quéceloso,Diosmío!Simeveasomadaalbalcón,yaselefigurano sé qué. ¡Ah!..., pues lomejor es que a cada instanteme está sacando arelucir sudinero. ¡Qué tonillo toma! (Remedandovozdehombre.) «Señora,yomegastoconustedmidinero,yustedhade serparamí...». ¡Paraél!Élquisiera que yo fuera un vaso de agua para beberme de un trago. Quiereabsorbermismiradastodasyempaparseenmispensamientos.

JOAQUÍN.—(Condesprecio.)¡Zopenco!

ISIDORA.—¡Ycuántomehacepadecer!Simerío,creequemeburlodeél;siestoyseria,dicequeno lequieroyqueestoypensandoenotro.Simecanso,mellamafría,pedazodemármol.Metomacuentadelrespirar,ysidoyunsuspiro,¡ayDiosmío!,yaestáarmadalatempestad.¡Ycómomeagobia!Nosabeloqueesdelicadeza.Avecesquieretenerla,ysusmelifluidadesmedan asco. Menos me repugna bruto y celoso que enamorado. Mi tíaEncamación dice que es el papamoscas de Burgos injertado en el bobo deCoria.Yomeríodeél,nolopuedoremediar.(Ríe.)Cuidadoqueesfeo,¿noesverdad?Notienemásquelafigura,queesmedianilla,aunquehaengordadodemasiado.¿Hasvistoaquellacaraapelmazada,queparecehechaenbarroapuñetazos?

JOAQUÍN.—Pues pocos habrá de más pretensiones. Dicen que en losescaños del Congreso está siempre mirándose el pie, porque lo tiene muy

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pequeño.Laverdadesqueotromásantipáticonohanacido...

ISIDORA.—Cuandopalideceseleponelacaradeuntintecenicientoquecausahorror.Sisequitalasgafassusojossontanfeos,tanraros...Tedigoqueno se le puede mirar, porque los ojos parecen dos huevos duros, todossurcadosdevenillasrojas.Cuandoelbigoteseledesengomaylabarbanegraycanaseledesordena,pareceunescobillóninglés.(Ríe.)Lasmanoslastienebonitas...;sindudaesdecontartantosbilletesdeBanco...Puesnodigonadadelagraciaquemehacecuandoseponeaecharmesermones,yareírsedemipleito y de mi nacimiento. Un día por poco le pego... Cuando está pormoralizar,medicequesimeportobienharémisuerteconél;quehaymuchosmodosdeserhonradaunamujer,yqueyopuedoserlo todavía.(Daungransuspiro.) «Si quieres llevar una buena vida, me dice, yo te protegeré. Tecasarás con un criado mío, que es ni pintado para el caso. (Con granindignación.)Y una vez que estés casada te daré un estanco». ¡Un estanco!(Riendoconestrépito.)Eseanimalnoséquésefigura...Hablamuypocodesumujer. Dice que es un ángel; pero que se ha hechomuymística, y que él,respetandomuchoelmisticismo,hatenidoquebuscarfueradesucasaloqueenellanoencontraba...Notienehijos.Unacosameagradadeél...paraqueveasquetodonohadesermalo...QuieremuchoamiJoaquín,loacaricia,lecuenta cuentos, lo pone a cabalgar sobre sus rodillas, le lleva dulces yjuguetes...Estosólohacequelerespeteyleestimeunpoco,yaquenopuedadeningúnmodoquererleniestimarle.

JOAQUÍN.—Has hecho de él la gran pintura. No tiene delicadeza niverdaderagenerosidad,porqueloquetedaesparaquerealcestusatractivosyteofrezcasmásricaysabrosaasusinsaciablesapetitos...Nocomprendoestoscaracteres. Me parece que son la escoria del género humano; me parecenhechosconalgopuramentematerialygroseroquesobródespuésdehacemosatodos,yquepudotalvezserdestinadoacrearlosanimales.Perolamentedivinaquisoformarlatransicióndelhombrealbruto,yfabricóaBotín.

ISIDORA.—(Riendo.)Esverdad,esverdad.Entrelapalabrayelrebuzno,¿quéhay?UndiscursodeBotín.

JOAQUÍN.—¡Bravísimo!... Vamos, cuando me comparo con él...Permítemequemealabe enpresenciade esebárbaro egoísta.Yovivode loideal,yosueño,yodeliroyacatolabellezapura,yotengoarrobosplatónicos.En otro tiempo, ¿quién sabe lo que hubiera sido yo? Quizás un D. JuanTenorio; quizás uno de esos grandes místicos que han escrito cosas tansublimes...Ahora,¿quésoy?Undesgraciado,porlomismoquemeestorbalonegroencuestionesdepositivismo.Y,sinembargo,yomecongratulodesercomosoy.Esverdadquefaltoalamoral,¿peroporqué?Porquenohesabidoponer freno ami fantasía; porque no he podido cerrar y soldarmi corazón,vaso riquísimo que cuanto más se derrama, más se llena... He querido a

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muchas mujeres; he hecho mil disparates; he derrochado una fortuna.¡Desventajasdelaconstanteaspiraciónaloinfinito,deestased,Isidora,queno se satisface nunca! ¿Ves mis calaveradas? Pues nunca he sidoverdaderamente vicioso. ¡Oh!, ¡quién hubiera sido poeta!... Derramando miidealidad enversos, habría conservadomi sermoral.Peronunca supehacerunacuarteta,nihesabidodistinguiraJúpiterdeNeptuno...¿Vescómoestoy?¿Vesmi ruina?Puesmira, tengo la conciencia tranquila.Nohedespojado anadie. Joaquín Pez pedirá limosna antes que comerciar con el hambre y ladesnudezdeunlicenciadodeCuba.Yonopuedoverenlacalleunpobresinecharmano al bolsillo; yo no puedo ver unamujer guapa sin prendarmedeella.(Isidoraledaunpellizco.)¡Ay!Serádebilidad,seráloquequieras.Yolollamo abundantia cordis, opulencia del corazón.No lo puedo remediar. Soycomounapelota.Lamanodelagenerosidadmearroja,yvoyaestrellarmeenlapareddelabelleza...¿VeslodemiproyectadoviajealaHabana?Puesseme figura que volveré de allá tan pobre como estoy aquí.Yo no sirvo paraesto.Nosoycomomipadreymishermanos,quesabenAritmética.Yonolaentiendo. Esa ciencia y yo... no nos hablamos hace tiempo... Yo la hedespreciado,¡yellasevengahaciéndomeunasperradas!...

ISIDORA.—(Conefusióndeamor.)Menosenlodequereralpormayor,¡cuánto nos parecemos! Yo también veo lo infinito, yo también deliro, yotambiénsueño,yotambiénsoygenerosa,yotambiénquisierateneruncaudalde felicidad tan grande, que pudiera dar a todos y quedarme siempre muyrica... Mi ideal es ser rica, querer a uno solo y recrearme yo misma en lafirmeza que le tenga. Mi ideal es que ese sea mi esposo, porque ningunafelicidadcomprendosinhonradez.Riqueza,mucha riqueza;unamontañadedinero;luegootramontañadehonradez,yalmismotiempounamontaña,unacordillera de amor legítimo...; eso es lo que quiero. ¡Oh, Dios de mi vida!(Llevándoselasmanosalacabeza.)¿Llegaráestoaserverdad?

JOAQUÍN.—¿Puesnohadellegaraserlo?...Abrázamefuerte.

ISIDORA.—Ahorasíqueestarde.(Alarmándose.)Mevoy,mevoy.

JOAQUÍN.—Todavía...

ISIDORA.—Sí,yahanencendidoelgas.(Miraaltecho.)Miralosdibujosquehaceneneltecholasombradelosárbolesdelacalleyelresplandordelosfaroles.

JOAQUÍN.—Sí.Sonólahoratriste.Yahora,¿quédía...?

ISIDORA.—¡Ay!, tontín, ¿sabes que no lo puedo decir? (Arreglándoseaprisa.) Se me figura que nuestro dragón está receloso. Me vigila mucho.Tengolaseguridaddequesospechaalgo.Elmejordíadescubremisgracias...

JOAQUÍN.—Nolocreas...

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ISIDORA.—¡Ah!,esmuytuno...Sí,yocreoquenossiguelapista.Estoyviendo que cualquier día regañamos, y lemando a paseo. Sin irmás lejos,mañanahabrácuestión.¿NoesmañanaSanIsidro?

JOAQUÍN.—Sí.

ISIDORA.—Puesyodeseoiralapraderayverlaromería,quenuncahevisto,yélseempeñaenquenohedeir...Alláveremos.¡Diosdemivida,quétarde!

JOAQUÍN.—¿Ycuándoteveré?

ISIDORA.—Teavisaréconmipadrino, (Despídenseconmanifestacionesdeardientecariño.)

JOAQUÍN.—Abur,chiquilla.

ISIDORA.—Riquín,adiós.(Alsalir.)Nomeolvides.

JOAQUÍN.—(Solo.)¡Benditaseaella!Valeinfinitamentemásqueyo.

CapítuloVII

FlamencaCytherea

Launiónnefandadeestosdosvocablos,bárbaroeluno,helénicoelotro,merecelaexecraciónuniversal;peronoimporta.Adelante.

Contraviniendo la voluntad y las amonestaciones claras del Excmo. Sr.(teníalaGranCruz)D.AlejandroSánchezBotín,IsidorafuealapraderadeSanIsidro,acompañadadesudoncella,deRiquín,deD.JosédeRelimpioyde Mariano. La prisionera del Sátiro no podía resistir ya el anhelo deexpansión, de correr libremente, de ser dueña de símisma un día entero, y,principalmente de darse el gusto de la desobediencia. Haciéndole rabiargozabamásquedivirtiéndoseella.Yaseaplacaríaeltirano,pronunciandounpar de buenos sermones, y si no se aplacaba,mejor. Estaba cansada de tangrandeymolestoestafermo,ybienpodíasucederquenohaciendocasodesusinsufribles exigencias llegase a dominarle y someterle. Para fundar esteimperioconveníaungolpedeEstado.

Entre su doncella y la peinadora la vistieron de chula rica. AquellamañanitadeSanIsidro,mientrasduróelatavíochulesco,todoeraregocijoenlacasa,todorisasyalegrías.DonJoséandabaagatassirviendodecaballoaRiquín,yavestidodesdeelamanecerdeDios,yMarianocantabaenlacocinarasgueandounaguitarra.El vestirse demujer depueblo, lejos deofender elorgullo de Isidora, encajaba bien dentro de él, porque era en verdad cosa

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bonita y graciosa que una gran dama tuviera el antojo de disfrazarse parapresenciarmás a su gusto las fiestas y divertimientos del pueblo. En variasnovelas de malos y de buenos autores había visto Isidora caprichossemejantes,ytambiénenunacélebrezarzuelayenunaópera.Siestopensabacuando la doncella y peinadora la estaban vistiendo, luego que se viototalmenteataviadaypudocontemplarseenteraenelgranespejodelarmariode luna, quedó prendada de sí misma, se miró absorta y se embebeciómirándose, ¡tan atrozmente guapa estaba! El peinado era una obramaestra,gransinfoníadecabellos,ysushermososojosbrillabanalamparodelafrenterameadadesortijillas,comolospolluelosdelsolanidadosenunanube.Nolefaltaba nada, ni el mantón de Manila, ni el pañuelo de seda en la cabeza,empingorotado comouna graciosamitra, ni el vestido negro de gran cola yaltopordelanteparamostraruncalzadomaravilloso,nilosricosanillos,entrelos cuales descollaba la indispensable haba de mar. En medio de Madridsurgía,comounesfuerzodelaNaturalezaqueamuchospareceríaaberracióndelartedelaforma,laVenusflamenca.DonJoséestabamediolelo,ysifuerapoetanodejaradecantarensáficoslanovísimaencarnacióndelahuéspedadeGnidoyPafos.

Salierongozosos,acomodándoseenunacarretelaquealquilóIsidora...,yavivir.Llegaronalapradera.Isidorasentíaunregocijofebrilysalvaje.Todolellamaba la atención, todo eraunmotivodegrata sorpresa, de asombroyderisa. Su alma revoloteaba en el espacio libre de la alegría, cual mariposaacabadadenacer.Almorzaronenunventorrillo.NuncahabíacomidoIsidoracosas tan ricas. ¡Cuánto rieron viendo cómo se atracabaMariano!Don Josécompródospitos,unoparaRiquínyotroparaél,yambosestuvieronpitaquetepitarástodoelsantodía.SihubierandejadoaIsidorahacersugusto,habríacomprado lo menos dos docenas de botijos, uno de cada forma. Pero nocomprómásquecuatro.Detodaslasfrusleríashizoacopio,ylosbolsillosdelapandilla llenáronsedeavellanas,piñones,garbanzos torrados,pastelillosycuantoDiosylatíaJavieracriaron.Nuncacomoentonceslesaltóeldineroenel bolsillo y le escoció en lasmanos, pidiéndole, por extrañomodo, que logastase.Logastabaamanosllenas,ysihubierallevadomilduros,loshabríaliquidadotambién.Alospobressinnúmerolesdabaloquesalíaenlamano.Atodosloscojos,estropeados,serescontrahechosylastimosos,lesarrojabaunamoneda.Porúltimo,seleantojótambiénpitar,ycompróelmáslargo,elmásfloreadoysonorodelospitosposibles.Marianoyladoncellatambiénpitaron.

Visitólaermitayelcementerio,yporúltimo,noqueriendoacabareldíasinexperimentartodaslasemocionesqueofrecíalapradera,visitóunaporunalasinnoblesinstalacionesdondeseencierranfenómenosparaasombrodelospaletos;violamujerconbarbas,lagiganta,laenana,elcorderoconseispatas,las serpientes, os ratas tigres provenientes do Japao, y otras mil rarezas yprodigios. Por dondequiera que pasaba, recibía una ovación. Preguntaban

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todos quién era, y oía una algarabía infinita de requiebros, flores,atrevimientos y galanterías, desde la más fina a la más grosera. Cuando seretiró estaba embriagada de todomenos de vino, porque apenas lo probara,embriagada de luz, de ruido, de placer, de sorpresa, de polvo, de gentío, depitazos, de coches, de ayes de mendigos, de pregones, de blasfemias, devanidad, de agua del Santo. Cuando llegó a su casa le dolía la cabeza;acordoseentoncesdeBotín,aquiendeseguroencontraría,esperándolaairado,y entonces cayó un velo negro sobre sus alegrías. Se volvieron obscuras, yandaban dentro de ella azoradas, corriéndosele del corazón a los labios ydejándoleunsaboramargoentodaslaspartesdesuserpordondepasaban.

Al subir la escalera, despacio, se representaba en la mente, según sucostumbre, loque lehabíadedecirBotíny loqueellahabíadecontestarle.Decididamente le pondría cara de perro; él echaría su sermónde costumbresobreelescándalo,ydespuésseaplacaría.Llegaronjadeantesalpisosegundo.DonJosé,quecargabaaRiquíndormido,ibadetráspitandotodavía.

Entróenlasalayvioluzenelgabinete.Allíestabasinduda.Pasóadelantey le halló sentado en una butaca fumando. Desde la primera miradacomprendió Isidora que la gresca sería fenomenal. Botín (a quien nodescribiremosporque Isidoramisma lohadescrito)estabapálido,conciertahinchazónen lasserosidadesdesucara lobulosa. Isidoraafectó indiferencia,dejándose caer en el sillón con la pesadez propia de su cansancio. ComoentrarontambiénirreflexivamenteRelimpioyMariano,Botínhizoungestodeexpulsión,diciendo:«Noquieroaquíanadie».

«Conpermiso...»—balbucióD.José.

Quedáronsesoloslosdosamantes.Isidora,viéndoseeneltrancedehacerfrentea la tempestadyaundeprovocarla,ofrecióelpitoaBotín,diciéndoleconsorna:

«Teheferiado.TomaelpitodelSanto».

Botínrompióendospedazoseltubodevidrioyloarrojóalsueloconira.

«TodoesefuroresporqueheidoaSanIsidrosintupermiso».

Botín vacilaba. En su alma luchaban la ira y el asombro, omás bien lapasiónquedespertabaenéllatrazachulescadeIsidora.Fuertesrazoneshabíasindudaparaquevencieralacólera.

«Mucho me enfada—dijo con cierta gravedad parlamentaria—que hayaustedidosinmipermisoalaromería.Perohubieraperdonadofácilmenteesafalta.Otrasnosepuedenperdonar...Estoyaquídesdelascuatroesparándolaaustedparadecirlequeseportaconmigodeunamanerainfame».

Isidora palideció. Subiendo la escalera había previsto la disputa; pero en

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estaresultabaunaespantablecosaqueellanohabíaprevisto.

«Deunamanerainfame—repitióSánchezBotín—.Acabemos.Megustanlascosasclarasylosjuiciosrápidos.¿Dóndeestánlospendientesdetornillo?

—Aquíestán—dijoIsidorallevándoselamanoalaoreja.

—¡Mentira! Esos son falsos. Los buenos los ha vendido usted... ¿Y elalfiler,lacadena,elmedallón...?

—Esas prendas son mías y puedo disponer de ellas a mi gusto—dijoIsidoraprontamente,dueñayadesímisma.

—Lashaempeñadousted.

—Las he pignorado—replicó ella con aplomo y burla—, como dicenustedesloshombresdenegocios.

—Séporeltapiceroquenohapagadoustedlassillas.Ysinembargo...

—Ustedmedioeldinero.Yopreferíemplearloenotracosa».

AldecirestoIsidorasepusomuyencarnada.Sulenguaestabatorpe.

«Seturbausted...

—Nome turbo,no»—dijoellasubiéndosedeunsaltoa lacúspidedesuorgulloycontemplandodesdeallílacóleramezquinadeBotín.

Durantelapausalúgubrequesiguióaestaúltimafrase,Isidorarevolviósumentehaciaelorigendeaquellaescena;consideróconvergüenzaydespechoque su infidelidadhabía sidodescubierta, ypasó revista a las circunstanciasquepudieronhabermotivadoeltaldescubrimiento.¡Ah!,lasindiscrecionesdeJoaquínPez, la falta de prudencia...Bien conocía ella que el viudito no erahombreparaguardarsecretos.Sindudaotrasmujeresandabanenaqueltorpelío...Pensóenlasprenderas,enlaspeinadoras,enloschismesyenredosqueformaninvisibleteladearañaentornodetodaexistenciaequívocaeinmoral;ylaignominiadeunhechotanpoconobleabatióporuninstanteelorgullodesualma.

«Haceustedunbonitousodemidinero»—dijoBotín.

Isidoraibaacontestarlosiguiente:«¿Yparaquémelodausted?».Perosuconciencia se alborotó, y sintiose llena de perplejidad, que nacía del fierotumultoycombateenqueestabandentrodeellalacólera,losremordimientos,elorgullo.Buscabaunasalidapronta,enérgica,quecortaseladisputa,dejandoaunladolacuestiónmoral.Encontrolaenestaspalabras:

«Ustedmeesmuyantipático.Déjemeustedenpaz.

—¡Ytieneelatrevimientodedespedirme!—exclamóBotínconsarcasmo

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—.Ustedqueestabamuertademiseriacuandoyo...».

Isidorasentíaqueveníanllamasasulengua.Nopudocontenerse,yabrasóaBotínconestaspalabras:

«Sudinerodeustednobastaapagarme...Valgoyoinfinitamentemás...».

Botín, cubriéndose con su calma egoísta y dando a la disputa un girotranquilo,queeracomoloscírculosquehacelaserpiente,dijoasí:

«No quiero incomodarme. Veremos quién desaloja... Isidora, he sabidotodo loquehapasado.Nohayque fiarsedeprecauciones...Esto seacabó...Ustedselohaganado...Ustedpierdemásqueyo.

—Meestáustedmareando.Déjemeustedenpaz.

—A eso voy, a dejar a usted en paz. A ver, a ver, las alhajas, todas lasalhajas que he dado a usted y que no estén... pignoradas, váyamelas ustedentregando».

Isidorasequitóconnerviosaprestezalassortijas;sacódeunacajitavariosobjetosdeoro,ytodolotiróalospiesdeBotín.

«Bien,bien—dijoelpadredelapatria,nodesdeñándosedeinclinarsepararecoger lo que estaba por el suelo—. Ahora quítese usted el mantón deManila».

Isidoraseloquitó,yhaciéndolocomounlíoselotiróalacara.

«¿Quiereustedqueleentreguetodosmisvestidos?

—Noesprecisoquemelosentregueusted—replicóBotínconcalmaferoz—.Yomeharécargodeellos.Quíteseustedelquellevapuesto».

BienprontolaCythereasequedóenenaguas.

«Es lástima que no se lleve usted también mis botas—dijo Isidorasentándose y apoderándose con verdadera furia de uno de sus pies paradescalzarlo—.Llévelasustedparaquelasusesuseñora».

Ysequitóunabota.

«No,notanto—dijoBotín—;conserveustedsucalzado».

Isidoradioalgunospasoscojosconunpiecalzadoyotrono,yentrandoensualcobasepusootrasbotas.

Enaquelinstante,Botíntuvoquedarasupasiónunanuevabatalla;peroelcasoeratangrave,queladignidadllevólamejorparte.Apartólosojosdeladespojadaimagenquedelantetenía,yparaverlalomenosposible,levantose,yconatencióndeprenderoavaro,abrióelarmariodelunaylasgavetasdelacómoda, entró en la alcoba, registró todo como un curial que embarga o

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inventaría.Isidoraentantoarrojabalaspreciosasbotasenmediodelgabinete,ydespuéshacíalomismoconsupeineta.

«Bien—dijoBotín,sentándoseotravezymirándosesupiepequeñocomohacía enelCongreso—.Ahorapóngaseustedelvestiditoqueusabacuandoibaarezaralaiglesiacontantadevoción.

—Lohedado.Yonoguardopingos».

Botínvolvióa laalcoba.Tomódeunaperchaunabata,yofreciéndolaaIsidoraconimperturbablefrialdad,ledijo:«Póngaseustedeste».

Volviólacaraparanoverla,paranoverlaslágrimasgruesasquecorríanpor las mejillas de Isidora, lava de su orgullo que como ardiente volcánbramabaensupecho.

Sindecirnada,vistioseella.Botíntomóentoncesuntonilloconciliatorio.Noeratodolofieraqueesnecesarioserparahabitarenmediodelosbosques.Teníaalgodehombre,sibiennadadecaballero.

«Puedeusteddisponerdetodalaropablanca—murmuró—.Mandeustedporellamañana.

—No quiero nada—replicó Isidora, bebiéndose sus lágrimas de fuego,pálida,trémula.Yandandohacialapuertatuvounainspiracióndedrama;sevolvió a él, le echó rodadas de desprecio por los ojos y le dijo: «Soy lavengadoradeloslicenciadosdeCuba».

Botínsesonreíacomoundemonioquehaganadounalma.

«Gozo,gozoconhaberultrajadoaunhombrecomousted.

—Todavía—dijoBotínhaciendoesfuerzosparareír,ygolpeándoseconelbastónelpiebonito—,todavíatieneustedalgoqueagradecerme.Puedeustedllevarsetodolodelniño.

—Mihijononecesitanada».

Isidoracorrióhaciaadentro.Enlacocina,Marianodormía,reclinadosobrelamesa. En el comedor, D. José y la doncella asistían a Riquín, que habíavomitado, y reclinando su hermosa cabeza grande sobre el hombro deRelimpio,sequejabaconagitadasomnolencia.

«Lehahechodañolacomida—dijoeltenedordelibros.

—Tienealgodecalentura»—indicóladoncella,tocándolelasmejillas.

Isidoraleexaminó.Suslágrimasvolvieronacorrer

«DonJosé—dijoresuelta—.CargueustedaRiquín.Envolvedlobienenunmantón.Nosvamosahoramismo.

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—¡Ahora!»—exclamóD.Joséconespanto.

EnlapuertadelcomedoraparecióBotín.Despuéssepaseóenelpasillo.SiIsidora estuviera fuerte en Mitología, le habría comparado al Minotaurovagando por las obscuras galerías del laberinto deCreta.Volvió la bestia algabinete,ydesdeallíllamóconvozfuerte:«¡Isidora,Isidora!».Yviendoqueestanoacudía,salióotravezalpasilloydijoentonomáshumanitario:

«Nollevemoslascosashastaelúltimoextremo.Riquínestámalo.Puedesquedarteaquíhastamañana».

PeroIsidoraibayveníarecogiendoalgunascosasenteramentesuyas.

«Quédate,mujer,quédatehastamañana».

Entróellaenlaalcoba.Botínsepaseabaconlentoandarenelgabinete.

«Vamos, vamos, no seas terca.No te perdono; pero te doy respiro hastamañana.Además...».

La miró atentamente, mientras ella revolvía en la cómoda. La miróembelesado,¿aquénegarlo?,yalgoconfusoledijo:

«Ymañanapodrásllevartetodostusvestidos».

Isidora no le contestó, ni lemiró siquiera. Pero él seguía dando paseos.Estabanervioso, incomodadoconsigomismo.Mitológicamentehablando, semordíasupropiacola.

«Estasmujereslocas—murmurógruñendo—,sicomprendieransuinterés;si supieran apreciar lo que valen las relaciones con una persona decente...Isidora,aguarda,oye lavozdeunamigo.Vuelveen ti, reflexiona,acuérdatede lo quemuchasveces te hedicho. ¿Por quénohas de entrar enunavidaordenada?Yoestoydispuestoaauxiliarte,proporcionándoteunestanco...».

Isidora salió sinconcederleniunamirada.Él fue trasella.Desde la salarepitióenvozalta:

«Puedescontarconelestanco...».

Norecibiócontestación.De repenteoyóelgolpede lapuertacerrándoseconviolencia.Todos,menosladoncella,habíansalido.

CapítuloVIII

EntreactoenlacalledelosAbades

—I—

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«¿Adóndevamos?—preguntóIsidoracuandosalieronalacalle.

—¡Qué pregunta!... A mi casa—replicó don José, estrechando a Riquínentresusbrazosconardientecariño—.Abades,40.Noparecesinoquehemosdequedarnosenlacalle.Noteapures,hija;demenosnoshizoDios.Encasanotefaltaránada.Melchorlahapuestomuyguapamente».

Yenmediodelaturbaciónqueelrepentinodesalojamientoleproducía,D.Josésintióíntimogozoalconsiderarseprotectordesuahijada,alsentirlatancerca de sí, sometida a su generoso amparo. Siempre que hacía algo enbeneficio de ella, el pobre señor se crecía y se hinchaba; que hay muchasespeciesdeorgullo. Ibansilenciosamentepor lacalle,éldelante,elladetrás,porquelaestrechezdelasacerasnolespermitíacaminarjuntos.

Cuandollegaron,Melchorestabaencasa.Habíahechodelasaladespachoyoficina,ytrabajabaenella,alaluzdeunalámparaconpantallaverdequederramaba un círculo de claridad sobre lamesa. Un hombre acompañaba aMelchor, trabajando con él en la misma mesa. Del cerebro del hombredescendíaalpupitreunainvisiblecorrientedecálculosquealtocarelpapelsecondensaba en números, como al influjo de la helada la humedad de laatmósfera cristaliza sobre el suelo. Melchor se levantó un momento pararecibir a Isidora, enterarse de lo ocurrido y ofrecerle su casa. Después sevolvió a sentar, y requiriendo la benéfica pluma, entonces consagrada a lahumanidaddoliente,siguiósutrabajo.

Rápida ojeada bastó a Isidora para observar a Melchor, quedefinitivamentesehabíadejadotodalabarbayteníaunaspectomuyvistoso,aunquenuncasimpático;paraobservartambiénalhombredelosnúmeros,quela miró con cierto azoramiento de bestia taurina al hallarse en medio delredondel. Vio también la desamparada sala con su estante, formando comonichosdecementerio,dondeyacíanordenadospapeles.UnplanodeMadridacompañaba al de la Península. Hacían ambos el papel emblemático de losplanosdeminaso ferrocarrilesen lasoficinasdeexplotación.Prospectosdecuatro tintas en que se pintaban figuras altamente conmovedoras, conHermanasdelaCaridadconduciendomendigosalAsilo;elfrontónmismodelAsiloidealconcolumnasgriegasyunsolconlainsigniatriangulardeJehová,difundíanportodalasalalaideadequeallísetrabajabaparaaliviarlasuertede los menesterosos. Las palabras Rifas, Grandes rifas, Tres sorteosmensuales, seismillones, impresas en colores, revoloteaban por las paredescual bandadas de pájaros tropicales; y como el papel en que aquellascampeaban era de ramos verdes, la fantasía loca de Isidora no había deesforzarsemuchoparahacerdeaquelrecintounaespeciedeselvaamericanaalumbradaporlaluna.Despuésvioelrestodelacasa,queeradeconstrucciónreciente,mas con tan sórdido aprovechamientodel terreno, quemásparecíamadrigueraquehumanavivienda.DonJosédestinóaIsidorasupropiocuarto,

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pornohaberotromejorenlacasa,yalpuntoseocupóendesalojarle.ÉlseiríaalaposentodelamuchachaylamuchachadormiríaDiossabedónde.Erainteriorelcuarto,ytanvasto,queaIsidoraleparecióunsepulcro.DonJoséibayveníacargandotrastos,ycuandoestuvoinstaladalacamayacostaronenellaaRiquín,díjoleIsidora:

«Vaya usted a buscar a Miquis, que ahora, para acabar de arreglar lahabitación,lamuchachayyonosentenderemos».

Lamuchachaeraunaalcarreñadeesasqueacababandellegaralmercadode criadas, y traía frescas la rudeza del pueblo, la suciedad, la torpeza demanos y de cabeza. Todo lo hacía al revés. Tenía buena voluntad, pero unaliento insoportable. Sus ropas parecían no haberse desprendido de surechoncho cuerpo desde que nació, y sus greñasmal peinadas, de color debarbas demaíz, despedían un olor a pomada de baratillo,más desagradablequesualiento.Isidorasentíahaciaellarepulsióninvencible;nolapodíamirar,nolapodíatocar,yalsentirlacerca,seestremecíadehorror.Antesmoriríadehambre que comer cosa guisada por ella.Loprimero que Isidora echaba demenoserasudoncella,Agustina,tanaseada,tanlista,tanligera,tanseñorita.«No, no—exclamó la joven con angustia—. Yo no nací para pobre, yo nopuedoserpobre».

Dioslaamparóenaquellanochedeprueba,porquealpocoratodehaberlanzadolaexclamacióndolorosa,salidadelomásvivodesusentrañas,llegósucaradoncella.TraíaenungranlíotodalaropadeRiquínyalgodeladelama.

«Lafiera—dijo—memandósacartodoesto.Estábramando.¡Ayseñorita!,si usted le dice dos palabras al salir, hay reconciliación...Yo lo siento.Estáarrepentidodesubarbaridad.Yoquería traermás;peronomedejó.Mañanallamaráalasprenderas...¡Ay!¡Quélástima!¡Quériquezahayallí!».

Agustina se ofreció a seguir a su servicio, e Isidora lo aceptó con gozo,aunquenoteníaensusbolsillosunasolamoneda.¡Terriblecontradicción!Ellanopodíaserpobre,ysinembargoloera.

Ocupándose de arreglar la habitación y de procurarse algunascomodidades,¡cuántascosasechabandemenos!...Empezaronanombrarestoylootro.Talcosahabíaquedadoenlaterceragavetadelacómoda;talotraenelarmariodeluna...Peroyanohabíaremedio.Porcadaobjetoquenotenía,Isidoraechabaavolarmediadocenadesuspiros,encargadosdetransmitirsudesconsueloalasinsondablesesferasdelopasado.

Riquínparecíamejor.Dormíatranquilamente,ysurespiraciónfácilsonabacomoelecodemúsicasserafinescastañidasalapartealládelovisible.

MiquisyD.Josétardaban.IsidorapasóalasalaporqueMelchorlehabía

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dicho que tenía que hablarle. Era para ampliar sus ofrecimientos. Podíadisponer de toda la casa si gustaba. Si era necesario llamar algún médicoafamado, que lo llamaran al momento, y de cuenta de él, del benéfico yfilantrópicoMelchor,corríanlosgastosdebotica.Loprincipaleraqueellasetranquilizase, que no tomara el cielo con lasmanos, pues estaba en casa deparientesquelaqueríandeverasydondenadalafaltaría...Entantoelhombrecorpulento que hacía números no quitaba del rostro de Isidora sus ojos, yparecíapasmado,fascinadoporreligiosaomitológicavisión.

ComoelgranRelimpiohablaraentoncesdemédicosyensalzaseaMiquis,elhombrazodijo:

«¡AhMiquis!...Esetodolocuraconaguafría.Leconozcomucho.AsisteamihermanaRafaela,lamujerdeAlonso,elconserjedelacasadeAransis».

Isidoranoesperabaoírcitarsucasailustre,yseinmutóunpoco.Sindejardemirarla,elhombrónprosiguióasí:

«Yahoraquenombroa lacasadeAransis,meparece... ¡Ah!,biendecíayo.Yameacuerdo.Undía...,haceaños,estabayoconmihermanaenelportaldelpalacioysalieronusted,Miquisyotrosujeto.Esoes...Biendecíayoqueno era la primera vez... Después he tratadomucho aMiquis. Es simpático.Como él tiene instrucción y yo... algo entiendo de ciertas cosas, discutimossobrelacuestiónAolacuestiónB.Yoleaprietodefirmeyélsedefiendeconretóricas...

—Vamos, vamos a concluir esto—dijo Melchor con impaciencia—.TenemosquedelosveinticuatromilbilletesquedansinvenderyabeneficiodelaAdministraciónseismilquinientos...».

Isidoranooyómás,porquellegaronMiquisyD.José.Elmédicoveníadefrac,quesealcanzabaaverbajounligeroabrigo.Ibaaunsaraodeciertacasadetono.Precursorasycompañerasdesufamaeranlasrelaciones,ylaentradaqueibateniendoenlosmásescogidoscírculosdelasociedad.

Examinado Riquín, le recetó un calomelano. Era cosa ligera, unaindigestión, y probablemente al venidero día estaría como si tal cosa.HablandodespuésconIsidoradelsucesodeaquellanoche,ledijoasí:

«Sientoesepercance,porquenohallarásotrafieracomoesa.NohaydosBotinesenelmundo.Siloshubiera,¿dóndeestaríayanuestraqueridapatria?Desde Pirene a Calpe habría sido devorada, y todos los españoles nosagitaríamos en una cárcel de tela, ¡ay!, en los bolsillos de ese afanador denaciones... ¡Tonta, si hubieras sabido aprovecharte!... Pero tú no hacesnúmeros,yenestaépocaelquenohacenúmerosestáperdido.

—Déjameamídenúmeros.¿Adóndevasahora?».

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Elfraclecautivaba,yyaseestabaellafigurandoensumentelosbrillantessalonesenqueibaaentrarAugustodentrodepoco,lamesariquísimaenquesesentaríaylaspersonascultasyelegantesconquieneshabíadeestarenrocefamiliarydiscretogranpartedelanoche.Eraestalaclasedeimaginacionesquemásfácilmentesemoldeabaensucerebro.Miquisloconocíaylepasabalamielporloslabios,contándolecosasestupendas,algunasdeellasfalsas,ydescribiéndole aquellos apartadosmundosdonde ella nopodíapenetrar sinoconlafantasía,mejoraún,consufervienteanhelo.

«Hace pocas noches—le dijo—comí en casa de la duquesa con tu Pez.ParecequesevaanadaralaHabana,porqueaquísequedaenseco.Lehanescamadolosusureros.¿Sabesquemedalástima?Esloquellamanunbuenmuchacho,servicial,amable,cariñoso,débil,yquenohacedañoanadiemásqueasímismo».

Isidora,turbadaynerviosa,variólaconversaciónyfingióganasdereír.

«¡Ah!,mehandichoquetecasas.¿Esverdad?

—Esodicen,sí.Ycuandoelríosuena,bodalleva.

—¿Conladelnotario?

—ConladeMuñozyNones.

—Biensabestúarrimarteabuenárbol.Esrica.

—Te juro que no me ha movido la riqueza. Desprecio las pompas yvanidadesdelmundo.Mecasoporamor,porpuroamordelcorazón.Estonolohacemosyamásquelospastoresyyo...

—¿Yesbonita?

—Paramínohayotraqueseleiguale.

—«Mejorandolopresente»,sedice.

—Ysinmejorarlo,vamos.Antesquetodoesmidama.

—¿Porquénodicesa tusuegrodospalabritasacercademipleito?Vaadeclararcomotestigo.AdemáseselnotariodelacasadeAransis.

—¡Culebra!Quierescorromperalavefénixdelosnotarios.

—No, no. Es justicia. Yo le pido que no se deje corromper por los deAransis.Conesomebasta.

—No conoces a mi presunto suegro. Con decirte que él, por sí solo,desmienteyhaceolvidar lamala famaque en todos tiemposhan tenido losseñores de pluma y sello... Muñoz y Nones ofrece a la admiración de lahumanidadelsiguientefenómeno:esunhombrequehahechounafortunacon

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su honradez, fortuna no muy grande, se entiende, como corresponde a lamateria de que está hecha. Mi suegro desacredita y niega mil cosasconvencionales y rutinarias. DesdeQuevedo acá, se ha tenido por corrientequelosescribanosseanrapaces,taimados,venalesy,porañadidura,feoscomodemonios, zanquilargos, flacos, largos de nariz y de uñas, sucios y maleducados.Estetipoamaneradohadesaparecido,yenpruebadeelloahítienesa mi suegro, que es honrado, franco, liberal, y además guapo, simpático,amabilísimoyde agradable trato.En estos tiemposde renovación social lasfigurasantiguasfenecieron,ynohayyaundeterminadomodelopersonalparacadaarteoprofesiónAsíveráshoyunjuezdeprimerainstanciaquepareceunGuardiadeCorps;verásunbarítonoquepareceunalcaldedeCasayCorte;verás marinos que parecen oidores, y hasta podrás ver un filósofo que seconfundiría con un canónigo. Dígolo porque Muñoz y Nones parece undiplomático. Tiene inclinaciones de gran señor y hábitos de sportman.¡Lástimaquenohayaabiertonuncamás libroque laLeydeEnjuiciamientocivil!Porlodemás,enlahonradezesunlince,ytieneporesteconceptocasitantafamacomolaqueotrostienenporpillos.Escostumbreennuestraedadsuponeryafirmarquenohayportodaspartessinomalosacciones,egoísmoyrapacidad.¡Error,disparate!Elmundosepudriríasilefaltaseenunmomentoeldesinfectantedelavirtud,cuyaacciónenérgicasenotaentodaspartes,enlasmásaltasasícomoen lasmásbajasesferas...Conquemevoy,porque teestoyaburriendo...

—Quedamosenquerecomendarásatusuegromipleito.

—Quedamosenqueesinútil.

—Bobalicón.

—Serpientedecascabel,abur».

—II—

DespuésquesefueMiquisentróMariano,quebuscabaasuhermanaparaque le proveyesede fondos.Tan lejos estabade encontrar allí a sumaestro,quealverlesedesconcertó,porquehacíaunasemanaquenoaparecíaporeltaller.Levantose contra él una tempestadde censuras. Increpole suhermanapor su mala conducta, hizo Juan Bou consideraciones morales, Melchor lellamóvago,pilleteypredestinadoalpresidio,yhastasuamigoycompañerode café, Relimpio, promulgó sobre la vagancia los conceptos más severos.Anonadado,ysinvalorparapedirasuhermanadinero,Marianoseretiróaunbancodepaloqueenelestrechorecintohabía,yallípermaneció larguísimorato solo, callado, hecho un ovillo, meditando sobre una sola idea, ya milveces apurada, como un perro que roe y voltea un solo hueso después dehaberlequitadohastalaúltimahilachadecarne.

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Elafándegoces,elapetitoysedardientedesatisfaccionesmaterialesquetangrandeparte tenían en el sermoral deMariano, yquehabíande tenerlamayorcuandofuerahombre formado,seobjetivaban,valga lapalabra,enelhijo de D. José Relimpio. Aquellas pasiones vagas siempre cristalizan, pordecirloasí,enenvidia,queesunipersonalyantropomórfica.

Mariano,arrinconadoenelrecibimiento,yoyendodesdeallíelrasgueardelasplumasqueenlasalahacíantanlucrativosnúmeros,sepreguntabaporquérazónteníaelseñoritoMelchorsombrerodecopayélno;porquémotivoelseñoritoMelchorvestíabienyélandabadeblusa;porquécausael señoritoMelchor comía en los cafés, galanteaba bailarinas, fumaba buenos puros ypaseaba con caballeros, mientras él, el pobre Pecado, comía y fumaba casicomo los mendigos, y tenía por amigos a otros tan pobres y desgraciadoscomoél.Lasoledadenquevivíaledespabilóantesdetiempo.Suprecocidadpara comparar y hacer cálculos, no era común en los chicos amparados porpadres o parientes cariñosos. Porque el abandono y el vivir entregado a sípropio,favorecenelcrecimientomoralenelniño.Delaíndolenativadependequeestecrecimientoseaenbuenomalsentido,yesevidentequeloscolososdel trabajo, así como los grandes criminales, han nutrido su espíritu en unaniñez solitaria. El árbol salvaje, juguete de los vientos en deshabitado país,adquiereunvigornotorio.

Marianoerarebeldepornaturaleza;nosedejabaquerer,nisabíaapreciarel dulce calor de la casa de familia.No quería vivir con su tíaEncarnaciónporque le tratabaconaspereza,ni con suhermanaporque le sermoneaba,nicon JuanBou porque vigilaba todas sus acciones.Gustaba de albergarse enfementidas casas de huéspedes de los barrios del Sur;mudaba de domicilioconfrecuencia,ypor temporadas,envezde tenerdomicilio fijo,pernoctabaen las casas de dormir y comía en las tabernas. El ejercicio de la vidaindependiente le dio cierto vigor de voluntad, que es propio de los vagos;aguzósuingenio,precipitósudesarrollointelectual.Convieneestudiarbienalvagoparacomprenderqueesunsercaracterizadoporeldesarrolloprematurode laadquisitividad,deldisimuloyde laadaptación.Noseexplicandeotromodo la gran precocidad ni los rasgos geniales que son desesperación de laPolicíayespantodelasociedadencriminalesdediezyochoyveinteaños.Elgitano,sersalvajedentrodelasociedad,esunprodigiodeagudeza,unarchivodetriquiñuelasjurídicasyunburladorhábildelaPolicía.Elvagoadolescente,otra manera de salvaje, sabe más mundo y más Economía política que losdoctoresreciénincubadosenlaUniversidad.

Hallábase Mariano a la sazón a punto de consumar su sabiduría enaritméticaparda;selehabíadesarrolladoyaelgeniodeloscálculos,elfurordelaadquisitividad,ylasfacultadesobscurasdelaadaptación,deldisimuloydeladoblez.

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Despuésdeaquellanocheenqueledejamosarrinconadoenelbancodelrecibimiento, asistió de nuevo con puntualidad al taller. Trabajaba porhipocresía.ElmaestroJuanBousemostrabatanamableconélaquellosdías,que no sabía qué hacerle.Y su amabilidad era tan extraordinaria, que hastallegóallamarlehijoyadepartirconélcomodeigualaigual.

«Bien, hijo, bien; vamos bien. Has sido algo calavera pero tú mismoconocesqueel trabajoes lavida, la religióndelpueblo...Voyahacerteunaproposición. ¿Quieres venirte a vivir conmigo? Yo estoy solo. Te daré uncuarto,unacama,unplatoyunacuchara.Enmicasanohaylujo,peronofaltanadadelonecesario».

DespuéslehacíaacercadeIsidoramilpreguntasenojosasyprolijas,alasque Mariano no sabía qué contestar. Si su hermana vivía contenta, si selevantabatardeotemprano,silegustabalafresayelrequesón,siibaalteatro.Además,elmaestroJuanBouparecíareventardegozo...Losoficialesnoseexplicabanlacausadeestaalegría;unoslaatribuyeronalabuenamarchadelnegocio de las Rifas; otros a que se había sacado el premio gordo de laLotería.PeroJuanBoudesconcertabatodaslasdisquisicionesdesusoficiales,porquederepentesevolvíatristeydabaunossuspirosquehabríanpartidolapiedra litográfica si esta fuera un poco menos dura. Creyérase que seincomodabaconsigomismoyquequeríaechardesíunamalaidea.Algunosdíastrabajabapoco,ymásdeunavezocurrióqueseretrasaranyembrollaranlosdibujosAoBporlasdistraccionesytorpezasdelmaestro,cosatotalmentedesusadaenhombretanmetódicoparaeltrabajo.

Otro suceso digno de llamar la atención ocurrió por aquellos días. JuanBou notó que la contabilidad en la empresa de las Rifas benéficas nomarchabacontodalalimpiezaquedebíaesperarse,yyafueraporobedecerasuconciencia,yaporcederalegoísmo,queleaconsejabanocomprometerseconlaJusticia,echosefueradelasociedad,renunciandoatodaparticipaciónen ella. Quedose, sí, con los trabajos de litografía, que le habían de pagarreligiosamente, según convenio.Desde entonces sus relaciones conMelchorfueronmenosestrechas.

Entrado el mes de junio, Mariano notó con envidioso asombro queMelchor avanzaba rápidamente por el camino de la prosperidad. Salía encoche de dos caballos, acompañado de señorones; comía siempre fuera decasa;recibíaregalosdepurosdelaHabanayotrascosasricas;elsastreletraíaropasymásropas;amueblabaconlujopartedelacasa...Ydetantopensarenla creciente prosperidad del señorito Melchor, Pecado perfeccionaba suintellectus, enriqueciéndolo con luces nuevas acerca de la propiedad, de laadquisicióndelnúmeroydelacantidad,lucesoideasqueburbujeabanensucerebro,comolosembrionesdelabellezayelvagoapuntardelplanartísticoenlamentedelpoeta,alpasardeniñoahombre.

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PorSanJuandejódetrabajar.Unanochefueapedirdineroasuhermana,ycomoestanoquisiesedárselo,seenfureció,trabáronsedepalabras,asustoseella,renegaronunodeotro,élledijoalgúnvocablomalsonante,lloróIsidora,intervinoconmásceloqueautoridaddonJosé,y,porfin,elchicosaliódelacasagruñendoasí:

«Nomequieresdarnada.PuesmelodaráGaitica...».

DesdeaquellanocheMarianodesapareció.Lebuscaronyno fuehalladoporningunaparte,nienmuchotiemposetuvonoticiadeél.

—III—

Conestasyotrascosas, Isidoracayóengrave tristeza.Sus insomnios serepetían casi todas las noches, atormentándola con el alternado suplicio deilusiones locas y de miserias reales, de delirio suntuario y de terror odesengaño. Un pensamiento, referente a cosa muy práctica, la punzaba yafligía,yeraelsiguiente:

«Por cierto que en mes y medio que llevo aquí, Melchor me ha idofacilitando,facilitandocantidades,queseráprecisopagarlealgúndía...Estancómodo el sistema paramí, que sin saberlo cómo,me estoy empeñando endinerales.MebastadeciraD. Josémisnecesidades;D. Josécorrea la sala,hablaconél,ydelfondodeRifas...¡Diosmío!,¿acuántosubiráya?Yonolosé, porque no apunto nada. Aquí vendrían bien los librotes del padrino.Melchorloapuntará,defijo,ypensarácobrarme,pero¿dequémanera?...».

Largosratospasabaencavilacionessobreelpleito,ydecía:

«Vamarchando. Ahora viene lo que llaman el alegato de bien probado.Pero hasta que pase el verano no habrá nada. El abogado me da grandesesperanzas. ¡Si esto se resolvieraprontoparapagaraMelchoryescapardellazoquemetiende!...».

PensandoenJuanBou,queamenudolaobsequiaba,decía:

«¡PobreBou!Eselanimalmáscariñosoqueconozco.Lequierocomosequierealburroenquesalimosapaseo».

Elbarrioenquesumalasuertelahabíatraídoavivir,eraparaladeRufeteatrozmente antipático. Algunas tardes salía con Riquín yD. José a dar unavueltaporlacalledelMesóndeParedes,elRastroycalledeToledo,ysentíatanta tristezacomorepugnancia.Elcaloreraya insoportable,ypor lanochetodoelvecindariose instalabaen lasaceras, loschicos jugando, lasmujerescharlando. Isidora hallaba en todo, casas, calle, gente, hombres, mujeres ychicos, un sello de grosería que su compañero de paseo no apreciaba comoella. La estrechez de las aceras, obligando al transeúnte a contradanzarconstantemente del arroyo a las baldosas, añadía nueva incomodidad a la

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molestiadelabulla,delmalolorydelpolvo.

Expulsadadeaquellossitiosporsupropiadelicadezaybuengusto, solíadirigirsehaciaelNorteyacercarsealaPuertadelSol«pararespirarunpocode civilización». Pero no se aventuraba mucho por los barrios del centro,porque la vista de los escaparates, llenos de objetos de vanidad y lujo, lecausabatantapenaydesconsuelo,queeracomosileclavasenundardodeoroy piedras preciosas en el corazón. La repugnancia de la zona del Sur y eldesconsuelode la del centro la llevaban a las afueras, congrangustodeD.José,queamabaelcampoylosretozospastoriles.

JuliohacíadeMadridunasartén.Riquínfueatacadodelastosferina,yeraprecisollevarleaotraparte.¡PobrecitoAnticristo!Dabapenaverle,cuandoledabaelataque, todoencendido,agarrotadoysinaliento,comosiestuvieseapuntodeperder lavidaenaquelmismo instante...Pero sumamácarecíaderecursosparaelviaje,deloquerecibíagrandísimapena.JoaquínPezestabaen Francia, y ni siquiera escribía... Afortunadamente (y quién sabe sídesgraciadamente),Melchorsebrindódemuybuengradoaresolvereldifícilproblema. ¡Porque lapobrecarecíade tantascosas!No teníaningúnvestidopropioparaviaje,nisombrero,ninadadeloqueordenaelimplacableimperiodelverano,queconsuschapuzonesigualaendispendiosal inviernoconsusbailesyfiestas.Riquínestabacasidesnudo.

«Nada,nada—dijoMelchorentonopaternal—;yonopuedoconsentirquecarezcas...Puesnofaltabamás...».

Empezaronafuncionarlasmodistas,yestas,asícomolaeleccióndetelasy de sombreros, tuvieron a Isidora febrilmente distraída y excitada durantealgunos días. La vanidad le hacía vivir doble y la engañaba, como a unchiquillo, con apariencias de bienaventuranza. Volvió a ver lucir su bellezadentro de un marco de percales finos, de cintas de seda, de florescontrahechas,demenudosvelos,yarecrearseconsuhermosaimagendelantedelespejo.¿Quéeslavida?Unjuguete.

MelchordecidióquefuesealEscorial,yélquisoacompañarla.AIsidorano lehacíamalditagracia la compañía; pero las circunstancias, ¡ay!, con suabrumadora lógica, la obligaron a aceptarla. Hallábase en las unas de suinsidioso prestamista, y no podía evadirse. Fue víctima de una emboscada,formadaenlastraidorassombrasdelamiseria;cayóenunatrampadeinfamedinero,armadaconelcebodelavanidad.Aúnpodíasalvarserompiendoportodo, declarándose insolvente y resignándose a la indigencia; pero Riquínteníalatosferina,estabacomounhilo,amenazadodemorirconsumidoenloscaloresdeMadridcomoaristaenelfuego.Eraforzosorendirsealafatalidad,segúnIsidoradecía,llamandofatalidadalaseriedehechosresultantesdesuspropiosdefectos.

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Melchordispusoque supadre sequedaraenMadridpara cuidar la casa.¡AtrozdestierroypesadumbreparaD.José!SegúnelbienmeditadoplandelsesudoMelchor,este iríayvendría, residiendoalgunosdíasenElEscorialyotros enMadrid, pues susnegociosno lepermitían abandonar laCorte sinoporpocotiempo.Cumpliosefielmenteelprograma.DonJoséibaaElEscoriallosdomingosenel trenderecreocuandoMelchorquedabaenMadrid.¡Quéfeliz aquel día! ¡Diez horas con Isidora y con Riquín! Algo enturbiaba sudichaelnotarensuahijadaunatristezasombríaycomoenfermiza.SihablabadeMelchor lohacía en los términosmásdesfavorablespara el aprovechadojoven. ¡Y qué ardientes deseos tenía de volver a Madrid! Riquín, ya muymejorado,saltabaycorríaporelcampo,yensusmejillasrenacíanlosfrescoscoloresdelasalud.TodoeldíalopasabaD.Joséembelesado,ynohartabasusojos de mirar a la madre y al hijo. Paseaban los tres por la montaña, sesentaban,hacíanvidadeidilio,semejantealaqueD.Joséhabíavistopintadaen los biombos de la casa de Aransis. Por la noche regresaba Relimpio aMadrid y a su casa; dormía como un santo y soñaba que era pájaro y quecantaba posadito en la rama de un árbol. También Riquín era pájaro yrevoloteaba dando sus primeros pasos por el mundo aéreo. Isidora era unaavecillamelancólica.Todoscantaban;peroD.Joséeraelquecantabamásyelquealaramamásaltasubía.

Amediados de septiembre regresó Isidora aMadrid, dejando fama en lacoloniaveraniegadeElEscorial.Entoncesocurrióen lavidadeMelchorunhechosingular.Derepentesuprosperidad,suboatoygrandezasehundieroncomo por escotillón, sin que se supiera la causa. Juan Bou decía que losseñores de la sociedad rifadora debieron de hallar sapos, culebras y otrasalimañasenlagestióndel jovenRelimpio.Lociertofuequeundíavinieronmozos de cuerda y se llevaron los libros y todo el material de la oficina.MelchorsedespidióporlatardedesupadreydeIsidora,diciéndolesqueallílesquedaba la casa, quehicierande ella loquegustaran, porque él se iba aBarcelonaaemprenderunnuevonegocio.

Quedáronse, pues, solos los tres: Isidora, Riquín y el viejo, y véase pordondevinoasercasirealelsueñoornitológicodeD.José:lostresgorjeandoen las ramas. Eran efectivamente pájaros, porque no tenían más que lopresentey loque laProvidenciadivinaquisieradarlesparapasardelhoyalmañana.Elmundosediferenciadelosbosquesenqueesnecesariopagarelnido. Nuestras tres avecillas tenían casa, pero no con qué pagarla, puesMelchorhabíadejadolasarcasentalestadodepulcritud,quenoseencontrabaen ellas rastros de moneda alguna. «Dios aprieta, pero no ahoga», dijoRelimpio. Isidora, para atender a las apremiantes necesidades de cada día,empezó a despojarse de su ropa. No era la primera vez que tenía quedesnudarseparacomer.Pocoapocolosvestidosfueronpasandodelacómodaalacocina,porconductodelasprenderas.Últimamente,enuntristeyhúmedo

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díadeoctubre,secomieronelsombrerodepajadeItalia.¡Eraelúltimoplato!

CapítuloIX

Lacariciadeloso

Entodoesteperiododedesastre,enquelostresdesgraciadoshabitantesdeaquella casa (Abades, 40) se iban desprendiendo de su equipaje, como elbuquenáufragoquearroja sucargaparamantenerseunahoramás sobre lasolas, Juan Bou los visitaba todas las noches después del trabajo. Isidoraocultaba cuidadosamente la lenta y dolorosa catástrofe, procurando dar a lacasaciertoaspectodeorden,yvelarsusafanesbajoaparienciasdementirosatranquilidad.Movidodeungalante respetohacia Isidora,Bouviolentaba supalabra para que no fuese áspera, y así, hablando del pueblo y de laliquidación social, usaba términos blandos y oraciones trabajosamentedelicadas que salían de su boca, como los gorjeos de un buey que sepropusiera ser émulo de los ruiseñores. En esto se conocía la pasta de sucorazón.

Miquis había hecho del buen litógrafo infinitas definiciones. Era, segúnnuestroamigo,untonelconmarcadealcoholyllenodeagua;unosotorcaz;unahidrasinhiel;unalfilerguardadoen lavainadeunsable;uncardoconcáliz de azucena; un gorrión vestido de camello, y un epigrama escrito enoctavas reales.Oírle contar sus épicas luchas por la causa del pueblo era elgranpasmodeD.JoséydeRiquín;peroIsidoranoconteníafácilmentelarisa.

Las galanterías de Bou con Isidora semejaban a las del oso que quisomostrarelcariñoasuamomatándoleunamoscasobrelafrente.Algunavez,dejando hablar a sus sentimientos, se expresaba con sencillez y naturalidad.Era como esos mascarones trágicos que en el arte decorativo aparecenechandofloresdesusbocasmonstruosas.

Una de las deferencias más expresivas que Bou tenía con Isidora y supadrino,eraofrecerlesparticipaciónenlosbilletesdeLoteríaquejugaba;perocomohabíatantafaltadedineroenlacasa,raravezserealizabalaoperación.El oso quería ceder gratuitamente la parte de billete, pero Isidora no loconsentía.Lasdemásatenciones eranacompañarlos apaseopor elRetiro, ycomprardulcesyjuguetesaRiquínydarlesdenochelargaycariñosatertulia.¡ErablandamenteobsequiosoconIsidoraylamirabaconmanifiestaintencióndedecirlealgodelicadoydifícil...!Aveces,enloslargospaseosquedaban,iba Juan Bou callado y suspirante. Parecía que su misma fiereza nutría sutimidez.En cambio, en la tertulia de la nochedesatábase a charlar de cosas

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diversas,ponderabaconinmodestiasuamoraltrabajo,susganancias,yhacíaplanesdevidaregaladayespléndidamentemetódica.Ademásteníanoticiasdelamuertedeunparientesuyo,muyrico,yesperabaunabonitaherencia.Seconceptuabaafortunadísimo,aunquealgolefaltaba,sí,algolefaltabaparasercompletamentefeliz.

También hacía mención de su hermana Rafaela, mujer de Alonso, queseguía enferma, y al oír mentar la casa de sus antepasados, Isidora seconmovíayalteraba.RepetidasveceslainvitóBouavisitarjuntoselpalaciodeAransis,cuyasbellezasélnohabíavisto;peroIsidoraseexcusabasiemprepor miedo a la exacerbación de sus sentimientos en presencia de aquellosveneradosyqueridossitios,supatriaperdida.

UndíaquelaRufeteveníadecasadesuprendera,encontróallitógrafoenlacalledelDuquedeAlba.

«Voy al palacio deAransis a ver ami hermana—le dijo—.Está peor, yanochelehandadolosSacramentos.¿Quiereustedvenir?».

Elprimer impulsodeella fue rechazar lacompañíadeBou;perocon talempeñoredoblóestesusinstanciasyruegos,que,porfinIsidoranoquisoseresquiva con él en tanto grado, y se fueron juntos. Por otra parte, lamismaemoción que temía la solicitaba con fuerza misteriosa. Hay en toda alma,juntamente con elmiedo a las emociones, la curiosidadde ellas, indefiniblesimpatía del humano corazón con lo patético. Como la vista en las alturassiente el llamamientodel abismo, así el alma siente la atracción alevosadeldrama.

Llegaron. Rafaelamejoró aquel día, y los Sacramentos, dando reposo yalegríaasuespíritu,habíanamansadoelmal.Alonsoparecíacontentoyconnopocasesperanzasdesalvarasumujer.IsidorayBouestuvieronlargoratoenlasalitadelaportería,hablandodeenfermedadesengeneralydelasmaenparticular, del clima de Madrid, del de Mataró, patria de los Bous, de losmédicos, del remedio A o B... Realmente, Isidora no tomaba parte en laconversaciónsinoconmonosílabosdecortésaquiescencia,porquesuscincosentidos estaban puestos en la observación de la portería de su casa, y enadmirarlaconfortablehumildaddeaquelnidodepobreshechoenunrincóndeunpalaciodericos.Laestera,lacómoda,losmuebles,desechogloriosodelaanteriorgeneracióndeAransis,ysobretodolasmúltiplesláminasdesantosy vírgenes, la estampa de los Comuneros y otros grabados de ilustraciones,pegadosen laparedcongraciosaconfusión, laocuparon todoel tiempoqueallíestuvo.Cansadodehablaryenormementesatisfechodelamejoríadesuhermana, levantoseBou del sofá de paja, emblandecido con colchonetes depercalrojo,yestirándose,dijo:

«Matías,damelasllaves,quequieroverlodearriba».

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Entregando un sonoro manojo de llaves, Alonso miró a Isidora conatenciónrecordativa.

«Meparece—indicó—quehevistoaquíotravezaestaseñorita...Enfin,subanustedesyveanloquehay».

JuanBou subió la gran escalera despaciosamente, porque su corpulenciaeradeclarada enemigade la agilidad. Isidora subió corriendoy en el últimopeldañoesperóasuamigo,echándoleunamiradatristeyunasonrisadiscretayamistosa,alacualsepodíadaratrevidainterpretacióndeburla.Lapersonadelbravocatalánsecomponíadedospartes:sucuerpoatlético,liadoenunaamericanadecuadros,yunbastón roten, cuyopuño, formadodeunastadeciervo,seencorvaba,ofreciendoalamanotodaslasfacilidadesdeadaptación,yaparaapoyarse,yaparahacerelmolinete,obienparaqueelpalofueraunaespeciedebatutadelapalabra.Jamás,fueradecasa,seseparabanelbastónyelhombre,yseapoyabanelunosobreelotro,segúnloscasos.Completabalapersona de Bou un sombrero hongo, de la forma más vulgar, ligeramenteinclinadoalladoderecho,comosideaquellaparteestuviesentodaslasideasqueeraprecisoprotegerdelaintemperie.

Y al subir canturriaba entre dientes. ¿En qué consiste que es tan difícilechar de los labios una tonadilla cuando a ellos se pega? Sin saber lo quedecía,Bouentonóamurmullosnosabemosquémúsicaconletradealeluyas.Isidoranopodíacontenerlarisaoyéndolecantar:Vienenluegolosciriales—conlasmangasparroquiales.

«¡Cómomecansode subir escaleras!—dijoeloso torcaz llegandoarriba—.Cuandosereformelasociedad,sesuprimiránlosescalones.Pisobajotodoelmundo».

Abrió la primera puerta y entraron; y mientras Bou seguía franqueandopuertas, Isidora hacía lo mismo con los balcones para que entrase la luz,ganosa de alumbrar los ricos antros. Creeríase que todo el contenido de lasvastassalasseregocijabaalverseiluminado.Despertabatodo,abriéndosecualojossoñolientos,ylaluz,acometiendolascavidadesnegras,resucitaba,comoabofetones,tapicerías,mueblesycuadros.

«Anda,anda,¿quiénseráesteanimal?—decíael litógrafoparándoseantelosretratos—.¡Vayaunatiesura!perdone,caballero;yocreíqueeraustedunpalo.Ynosmiraconciertoenfado...Nada,señor,nonoscomemoslagente...Toma; tambiénhayaquíunamonja. ¡Yesguapa...!Buenapiezaseríausted,hermana.¡Quétiempos!Sientoquesehayanustedesmuerto,señores,porqueasí no verán cómo vamos a arreglar a las sanguijuelas del pueblo, a losverdugosdelpobreobrero...¡Ah!,usted,eldelagolillaquepareceunplato,eldelacruzdeCalatrava,usted,caballerete,sivivieraenestostiemposdeahorayalcanzaraeldíade la justicia,nonosmiraríaconesosojos... ¡Quia!, se le

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pondría una escoba en la mano; mi señor cruzado barrería las calles..., ypalante».

Después,volviéndoseaIsidora,que,horrorizadadelbestiallenguajedesuamigo,mirabaalacallealtravésdelosvidrios,ledijo:

«Escosaqueaterra el pensar todoel sudordelpueblo, todos los afanes,todaslasvigilias,todoslosdolores,hambresyprivacionesquerepresentaestelujosuperfluo.Esoes;elpobreobrerosedeshuesatrabajandoparaqueestosholgazanessedenlabuenavidaenestospalaciosllenosdeviciosycrímenes,sí, de crímenes,nomearrepientode lodicho. ¡Maldita casta!... Isidora, ¿nopiensa usted como yo? Por ejemplo: el pobre obrero se rompe el espinazotrabajando,duermeenunamalacama,comeunmalpuchero,no tieneensucasamásqueunasilladuraenquesentarse,mientrasestos tíos...,estos tíos,pornodecirotracosa,sincogerunaherramientaenlamano,niocuparsedenada, pisan alfombras, comen de lo fino, beben y se recuestan en mueblesblandos,queellosnosabenfabricar».

Y uniendo la acción a la palabra, se recostó, mejor dicho, se dejó caersobreunsillóndemuellesenloscualessehundíasupesadocuerpo.

«VotovaDeu,¡québlandoesesto!, ¡quécomodidad!—exclamóriéndosedesupropiamalicia—.¡Valientespícaros!Yaosdaríayoenvezdesillonesdemuelles,porejemplo,unbancodecarpintería...¡Hala,ydarlealmazo!».

Tan groseras chocarrerías irritaron a Isidora. ¡Y el pobre Juan Bou taninocentedel efectoqueproducían sus ladridos!Acada instantedecía: «¿Nopiensa usted como yo?», y andando de un lado para otro, se tiraba conviolenciaensillasysofásparaprobarsublandura,searrodillabaenelcojíndeunreclinatorio,dabavueltasalrededordeunbiombo,sereíacomounsalvaje,ponía el dedo en los bronces, acariciaba las mejillas de las ninfas doradas,decíachicoleosa lasdamas retratadas,ysiempreque ibadeunasalaaotra,dabafuertesgolpesconsubastónsobreelpiso,comodeseandoquetambiénlaalfombrarecibiese,conellenguajedelospalos,laexpresióncontundentedelairadelpueblo...EntantoIsidoranolepodíamirar.Creíaverensuspalabras,ensusactitudesdeburla,ensuscarcajadas,ensupersonatodayensubastón,erigidoen intérpretedelpopulacho, laprofanaciónmásodiosa.Era comoelherejequepisotealahostia.Pormomentosleaborrecía,leexecraba,yhabríadadoalgodegranvalorporpoderplantarleenlacalle,despuésdemandarquelerompieransubastónenlascostillas.

«¡Y qué cortinas!—decíaBou tocándolas de unmodo irreverente con elroten—.Estagentenogustadetenerfrío.¡Toma!,elfríosehahechoparaelpobre obrero que anda sin trabajo por las calles.Eso es, hay dosDioses, elDiosdelosricosquedacortinas,yelDiosdelospobresquedanieve,hielo.Isidora, Isidora..., ¿no opina usted como yo, no cree usted que esta canalla

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debeserexterminada?Todoestoquevemoshasidoarrancadoalpueblo;todoes,porlotanto,nuestro.¿Nocreeustedlomismo?».

La deRufete, por no contestarle con la severidad quemerecía, no decíanada,yhacíacomoquemirabalasporcelanas.Bouadmirótambiénaquellasmilchucheríasquenoservíanparanada;lastocaba,lascogíaenlamanoylasvolvíaaponerconviolenciaensusitio,ariesgoderomperlas.Pasadounlargoratovolvioseparadeciralgodemucha importanciaa suamiga,yno lavio.Llamolaenvozbaja,despuésagritos;peroIsidoranorespondía.

PasóBou a otra sala; de allí a un hermoso gabinete, del gabinete a unarecatadayobscuraalcoba,yallícreyódistinguiralaquebuscaba.LaescasaclaridadnopermitíaaJuanBouverlosobjetos.Avanzó,empezóaverbien,yenefecto,allíestabaIsidora,sentadajuntoaunacamaenlacualapoyabasubrazo derecho. Reclinada la cabeza sobre el brazo, lloraba en silencio,expresandounapenavivaysinespasmos,undolortranquilo,comotodoslosdolores viejos que se normalizan con su monótona permanencia. Quedoseabsorto Juan Bou ante aquella escena, y después hizo una tras otra laspreguntasvulgarespropiasdelcaso.¿Estáustedmala?¿Tieneustedalgo?

ViendoqueIsidoranolecontestaba,Boutomóunasillaysesentójuntoaladolorida.Enelmomentodesentarseocurrioleunaideaquelecausógrandeaflicción. Había recordado súbitamente que Isidora pleiteaba con una casanoble. ¡Cielosanto!,aquellacasaera ladeAransis, sí, recordabahaberoídovagas noticias sobre ello, porque Isidora hablaba de su pleito sin nombrarjamásalamarquesa.SindudalascosasimportunasdichasporBoualvisitarlassalashabíanofendidoalajoven,quesesuponíaherederayloerasindudadetanilustrefamilia.

«¿Está usted enojada conmigo por las tonterías que he dicho? ¿Se haresentidousted?...».

Isidoranegóconlacabeza.

«¡Ah! ¡Ya sé, ya sé!»—exclamó él con regocijo, variando depensamientos.

Creyó penetrar entonces en la verdadera causa del dolor de su amiga.HabíaentendidoqueIsidoraestabamaldeintereses.Sindudaenaqueldíalosahogospecuniarioshabíanllegadoasumayorgrado,ylainfelizeinteresantejovenseveíaamenazadadeunconflictograve.¡Oh!¡Québellaocasiónselepresentaba a JuanBoupara realizar un actomoral queha tiempomeditaba!¡Soberbiacoyuntura!Enunpunto,enunmomentopodíaatenderalacaridadyalamor,doscosasquesonunasola,hemisferiosdiversosdeunsolomundoinfinito.

Algohabíaenellugarsolitarioyrecogido,asícomoenlapenadeIsidora,

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que le incitóano retardarmás tiemposugenerosa resolución. ¡OhDiosdelcielo!SientodaslasocasionesIsidoralehabíaparecidohermosa,enaquellalepareciópuntomenosquesobrenatural,engalanadaconladivinaexpresióndesupena.Lástimayamorjuntos,¡quépodertangrandesois!

«Isidora,Isidora»—dijobalbucientelahidrasinhiel.

Despuéssecallóporalgúntiempo.Pasóuncuartodehora,quefueparaéluncuartodesiglo.Deshaciéndosetodoenunsuspirocolosal,volvióadecir:«Isidora».

Esta lemirósinhablarle,fijandoenlaciclópeacataduradeBoususojosempañados por las lágrimas. Bou sintió que su corazón se partía en unaporcióndepedazos,yseexpresóasíconacongojadavoz:

«Isidora,yaqueustednoquiereconfiarmesuspenas,levoyaconfiarlasmías.Hacetiempo...,desdequetuveladichadeconocerlaausted...».

Isidora,consupenetraciónadmirable,comprendiótodo.Tuvounavisión.Rasgoseunveloyvioalmonstruoheridoquesepostrabaanteellaylelamíalasmanos.Tuvohorror,asco.Todalanoblezadesusersesublevoalborotada,llena de soberbia y despotismo. Era cosa semejante al allanamiento de lasmoradasaristocráticasporlairritadaysiempresuciaplebe.Sonabaelodiadotruenode las revoluciones,ydestruidas las clases, el fieropopulachoqueríainfamarlasgrandesrazasemparentándoseconellas.

«Mis intenciones han sido siempre buenas—dijo el catalán, que,imposibilitadode remontarse al drama, caía en lavulgaridad—.Primeromeagradóusted;despuésmehizosoñar;hízomepensardespués.Tornoseestoenunanecesidaddelcorazón,ycomoestoysolo,comonomegustaestarsolo...No tengo grandes riquezas que ofrecer a usted, pero soy trabajador, ganobastanteyholgura...¡Desdequelaviaustedmegustótanto!...Lavisalirdeesta casa, y dije: «¿Quién será?...». En fin, que usted vale mucho, es muybuena,yyoquierocasarmeconusted...Vamos,yalodije...ypalante».

Isidora, estupefacta, no sabía en qué términos responder. Tenía quecontestar negativamente, porque la idea de casarse con aquel bárbaro lecausaba horror. Pero Bou era un hombre sincero y honrado, que no debíarecibir el desaire con crudeza y desvío.Ella valía infinitamentemás que él,ellaeranoble;peroladudosaejemplaridaddesuvidapodíahacerlainferior.¡Enquévacilacióntangrandeestaba!Ensualmaelascoerainseparabledelagradecimiento.¿Cómocontestarleyexpresarenuna fraseeldesprecioy laconsideración?... ¡Que un ganso semejante se atreviese a poner sus ojos enpersona tan selecta!Eraparadarledepalosymandarle a la cuadra.Pero almismo tiempo... ¡cuán sencillo y generoso!Ofrecía sumano con verdaderaintenciónycreenciafirmedehacerunbien.¡Sielpobrenoalcanzabamás;si

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eraun zopenco; si ignoraba conquiénhablaba...! Isidorabuscó rápidamentelasfrasesmásconvenientes,yalfindijo:

«SeñorBou,yoleagradezcoaustedmuchosuproposición;yoleaprecioausted. Es usted una buena persona. Pero me veo obligada a no admitir...,porquequieroaotrohombre.

—¡Quiere a otro hombre!—repuso con aturdimiento el litógrafo—.Después que nos casemos le olvidará usted, ymequerrá amí.Yo soymuybueno».

Isidorasonrió.

«Yo soy bueno, aunque así, al pronto, meto miedo, por estas ideas quetengo y porque... Como he sido tan perseguido y... aunque me esté mal eldecirlo...,hehechoheroicidadesycosasgrandes, tengoestemododehablartantremendo.Esosí,nobajomicabezaaldespotismo.Soyhombrequevalgoparacualquiercosa,yenCataluñabastaqueyomepresenteparaquesearmelagorda...Pasandoaotracosa,yotrabajobienygano;esperounaherencia...Nolefaltaráaustednada.

—Quiero a otro hombre—repitió Isidora, creyendo que esta afirmacióndabaatanpenosoasuntoelcortebruscoquemásconvenía.

—Yahora—dijoJuanBou,conunnudoen lagarganta—,¿llorabaustedporese...?».

La sospecha de que su rival era una sanguijuela del pueblo, elevaba elaborrecimientodeJuanalosmásaltoslímites.

«Sí, sí; por él»—repuso decididamente Isidora, para ver si con esto secallabaelmonstruoyladejabaenpaz.

Ycomosedesgaja lapeñadelmontey rodandocaeal llanoyaplastaydestruyecuantoencuentra,hastaqueparayquedainerteotravez,rodeadodemuerteysilencio,asísedesprendiódelalmadeJuanBousuesperanza;rodó,hizo estrago, produjo cólera y despecho; pero bien pronto todo quedó enatonía dolorosa y muda. Miraba al suelo y su respiración sonaba como elmugidodeunatempestadlejana,queacadaratoestámáslejos.Lacólerafueinstantánea. Pasó dejando el abatimiento en el alma y la confusión en elcerebro del coloso. Y en el cerebro fluctuaban, como restos de un vaporfugitivo, las vagas notas de un canto acompañado de sílabas. ¿Por qué esasmúsicaspegajosas,quetomanposesióndeloídoydeloslabios,insistenensufastidioso dominio cuando el alma azarada, después de una catástrofe, sedesmaya en duelo y tristeza?No se sabe. Se sabe, sí, que entre el oído, elcerebroyloslabiosdeJuanBou,andabavagamenteunsonsonetequedecía:Loscurasvanalumbrando—elMiserererezando.

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Isidorahabíasecadosuslágrimas.Paraponerfinatanfastidiosaescena,lomejoreramarcharse.

«Yonopuedodetenermemás»—dijoandandolentamentehacialapuerta.

Bounocontestónada,nihizomovimientoalguno.

«¿Vieneusted?».

Al decir esto, la miró desconsolado. Isidora sintió provocación de risa,perosecontuvo.

«Nos iremos»—dijo Bou levantándose con tanta pesadez, que parecíahabersehechodebronce.

Isidora iba delante, él detrás, Salieron y bajaron sin decirse nada. En lapuertadelacalle,eldesairadoamantemanifestóquesequedaríaunratomásencasadesuhermana.

«Me ha matado usted—dijo al despedir a la ingrata—. Creo que estoymalo.Malditaseamisuerte».

Ycuandoellasealejó,elbárbaro,mirándoladesdeelportal,pensabacosastristísimas y abominables. Sus pensamientos desencadenados brotaban enburbujassueltas.

«¡Ingrata!, no conocer el valor del hombre que se le ha ofrecido... ¿Soyacasounchisgarabís,undanzante,unodeesosvampirosdelpueblo?...Yotantremendo;yotanformal;yotanútilalahumanidad;yoquetengoestasideastanelevadas...Yyopregunto:¿Porquéestanguapa?...Eldemoniolehizoaella la hermosura y amí los ojos... ¡Despreciarme amí!... Lamujer es unatrabasocial,unaformadelobscurantismo,ysielhombrenotuvieraquenacerdeella,deberíasersuprimida».

CapítuloX

LasrecetasdeMiquis

—I—

Día de prueba fue el siguiente. No sólo estaban agotados todos losrecursos, sino también todas las combinaciones para vencer los apuros delmomento. No había crédito, no había materia pignorable. ¡Oh situaciónhorrible!Faltabayadeunmodoabsolutoelsustento.Isidora,RiquínyD.Joséteníanhambre.

Inspirado por la desesperación, D. José tuvo una idea, ¡oh rasgo de

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humanidadydeamor!Seleocurriósalirdisfrazadoapedirlimosna,segurodeencontrar almas generosas. No llegó esto a efectuarse porque se opusoresueltamenteIsidora.¿Peroquéharían?¿PediraEmilia?Deningunamanera.Antesacudiralalimosna.¿Aquién,aquién,¡Diosdemivida!,siyaestabanexplotadastodaslasamistades?

Alguiensepresentóencasade Isidoraaofrecerlecuantonecesitaseparavencer dificultades tan angustiosas. Pero las condiciones de estos anticiposeran tales, que la joven los rechazó, espantada. El loco amor al lujo y lascomodidades eran los puntos débiles de Isidora; su necesidad la brecha pordonde la atacaban, prometiendole villas y castillos; pero no obstante estasdesventajas, resistía batiéndose con el arma de su orgullo y amparada delbroquel de su nobleza.Tanta fuerza tomó en esto, que cortó los vuelos a latentación, diciendo: «Antes pediré limosna». ¡Oh!, si Joaquín estuviese enMadrid, no pasaría ella tan crueles angustias. Pero a París, donde estaba, lehabíaescritosietevecesentresmesessinobtenercontestación.Volvíaseconel pensamiento a todas partes, como el habitante de la casa incendiada que,cercano a las llamas, busca un escape, un sostén, una cuerda... ¡Ah, cielosdivinos! De pronto vio Isidora su cuerda. Acordose de una persona, y laesperanzarielóenlasuperficiedesuennegrecidoespíritu.

Eradenoche.Aldía siguientepondríaenejecuciónsupensamiento.Porfortuna,D.Joséhabíatenidolainmensasuertedeencontraraquellatardeaunbondadoso amigo que le facilitó la cantidad precisa para un medianoalmuerzo. Segura, pues, Isidora de que habría con qué desayunarse a lavenideramañana,pasótranquilalanoche.Alasoncedelsiguientedíallamabaaunapuerta.

«¿EstáeldoctorMiquis?».

¡Quésuerte!Estaba.Pasólajovenaldespacho,yallí,solaconelmédico,no pudiendo contener la pena que se desbordaba de su corazón, rompió allorar. Recibiola conmucha bondadAugusto, la hizo sentar, preguntolemilcosas; pero ella, acongojada, no podía decir más que esto, que repitió tresveces:

«Damedecomerynometoques».

Augustosepusoserio,comprendiendoquelasituacióndesuamiganoerapara tratada en broma. Hablaron. Él, aunque joven, tenía el arte de lainterrogación,yellacomprendíacuánventajosasleseríanlaespontaneidadyfranqueza.Así, al cuarto de hora de confesión, yaMiquis sabía los últimosepisodiosdelavidadeella,elviajealEscorial,lapenuria,ladeclaracióndeBou, las proposiciones de aquellas tales... Cuando nada importante quedabapordeciryformulóIsidoralasíntesisdesuproblema,diciendo:«¿Quédebohacerparapodervivir?»,Miquissequedóensilenciounbuenrato,ydespués

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lecontestóasí:

«Noteapures,noteapures.Veremos.Estásenferma,estásllagada.Tumalesyaprofundo,peronoincurable».

Lainspiraciónbrotóensumente.Sugrandeyvivazingeniolesugirióunaidea,yconlaideaestaspalabras:

«Pueshedecurarte...LodijoMiquis,puntoredondo».

Isidorallenóeldespachoconunsuspiro.Eraelquejidodesuenfermedad,yaextendidayprofunda.

«Manosalaobra—dijoAugustocongransolemnidad—.¿Quieresquetecure?Responde¿síono?

—Sí.

—Pues bien: ¿Estás dispuesta a ponerte a mis órdenes, y a hacerciegamenteloqueyotemande?

—Sí,sí—replicóellaconansiedaddoliente.

—Puesempecemos.Loprimeroescambiardeaires.

—¿Memandasalcampo?

—No...Mejordicho,sí,temandoaunvalleurbano».

Y llevándola al balcón, le mostró la casa de enfrente. En el piso bajoveíanse unas rejas, por entre cuyos hierro salíanmatas de tiestos, colocadosdentro en una tabla. La casa hacía esquina, y el cuarto bajo a quecorrespondíanlasrejasteníaporlaotracalleunatiendacondosvitrinas.PeroestonoseveíadesdeelbalcóndeMiquis,aunqueseadivinaba,mirandounrótuloqueenáureasletrasdecía:Castaño,ortopedista.Otragrandeyaparatosamuestra, colgada más arriba, en el piso principal de la misma casa, decía:Eponina,modista.ComoIsidoralamirase,díjoleMiquis:

«Huyedeesaspeligrosasalturas,yvuelvetusojosalvalleamenoqueestáabajo.

—Sí;AhívivenEmiliayJuan.¡Quéfelicesson!

—Pues en esa casa, en ese establecimiento salutífero vas a vivir desdemañana.

—¡Oh!¡Sivierasquéenvidialestengo!Perono,nomeadmitirán.

—¿Te negarán ese favor si se lo pido yo?...He salvado del garrotillo almayordesuschicos.Losasistodebalde.Mellamancasitodoslosdías.

—Entoncestúlespedirásquemeadmitan...

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—Hoymismo;peroyacomprenderásqueleshederesponderdetubuenaconducta.Cuidado...

—¡Oh!,yotejuro...Loquedeseoestranquilidad,paz...

—Bien—dijoMiquis,retirándosedelbalcón—.Ahoravienelomejor.Unavezque cambiesde aires, hasde considerarque empiezas avivir denuevo.Tienesqueeducarte,aprendermilcosasque ignoras,someter tuespíritua lagimnasia de hacer cuentas, de apreciar la cantidad, el valor, el peso y larealidad de las cosas. Es preciso que se te administre una infusión deprincipiosmorales,paralocual,comotuestadoesprimitivo,bastaporahoraelcatecismo.¡Oh!¡Situvierasbuenavoluntad...!

—Latendré.

—Ahora viene lo gordo, hija. Después de entonarte, paso a recetarte elgran emético,medicinaunpoco fuerteydesagradable; peroque si la tomascon buena voluntad, ha de probarte maravillosamente con el tiempo yregenerarteporcompleto.

—¿Cuáleslamedicina?

—PuesquetecasesconJuanBou».

Isidora hizo unmovimiento de repeler cosamuy nauseabunda..., y pusounacara...,¡Jesús,quécara!

«Comprendoquenoteagradeporelpronto.Peroreflexiona.¿Nohasoídodecirquetodapersonatienelafortunaenlamanounasolavezenlavida?

—Síloheoído;perotediré...

—Puesconsiderasientusituaciónpuedehaberparatifortunamayorqueel que un hombre honrado te ofrezca su mano. No creo que pretendas unCoburgo Gotha. Reflexiona, observa el punto en que te hallas, echa unamirada atrás, otra delante, y di si mi medicamento no está perfectamenteindicado.

—Yo no sé si será eficaz o no—dijo Isidora con tristeza y confusión—.Podráserlo,mirandolascosasporlobajo...Peroencuestióndematrimonio,elgustoyelamorsonloprimero...

—Es verdad que Juan Bou no es un Adonis; pero no es tampoco unmonstruo... Es un hombre de bien, trabajador, sencillote, y, a pesar de susbravatas,tieneelcorazónmásbondadosoytiernodelmundo.

—Losé,losé...;pero...quitaallá,porlaVirgenSantísima;yonoserésumujer.No lopienses...Este casomíono es comootros casos—dijo Isidora,haciendo losmayores esfuerzos para que su acento expresase la convicciónfirmísimadesualma—.Para juzgar lascosasconvieneverlascompletas.Es

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verdadque si fuerayonadamásque loqueparezco, la cosano teníaduda;pero tú bien sabes que sostengo un pleito de filiación con una familiapoderosa;túdebesconsiderarqueelmejordíaganoelpleito,comoesdeley;quepasoaocuparmipuestoyaheredarlafortunayelnombredeesafamilia,que son míos y me pertenecen. Pues bien, ¿te parece bonito que al tomarposesióndemicasallevecolgadodelbrazoeselindodijedeJuanBou?Afequemelucía...Miquis,túestáslelo:yonosédóndetieneseltalento,cuandodicesciertascosas.

—¡Elpleito!Precisamentehasnombradoundesordenfisiológicoquemetraealamemoriaotradelasmásimportantesmedicinasquetevoyarecetar.

—¿Cuál?

—Resumamos. Primero mudar de aires; luego entonarte con unaenseñanzaprimaria; después sigue la gran toma, el casorio con JuanBou, yporúltimovienelaextirpacióndelcáncer,queeslaideadelmarquesado».

Isidoracreíaescucharelmayordelosinsultos.

«Si de ese modo quieres curarme—dijo con altivez—, renuncio a tusmedicinas.

—Entendámonos—añadióMiquis rectificando—. Si tus derechos no sonuna farsa, si hay algo de serio y legítimo en eso, enhorabuena que sigaadelantetupleito.Loqueyoquieroesquenoconsagrestuvidaalaideadeocupar una posición superior, que no vivas anticipadamente en ella con laimaginación, sinoque tengaspacienciay reposodeespíritu... ¿Queganaselpleito?Puesbien;teembolsastuherenciaysigues,contumarido,enlaesferade modestia, quietud y desahogo en que todos vivimos. ¿No quieres? ¿Noaceptasmiplan?

—Noloacepto,no—dijoIsidorademuymalhumor—.Esunplantonto.

—¡Ahmimosa!¿Sabesloquedeboyohacer,envistadeturebeldía?Puesno tenerte lástima,no interesarmepor ti, ymirarte como tierra comúnen lacual todos tienen derecho a sembrar sus deseos para recoger tu deshonra.Desgraciada,sinoacabasenlacasadeAransis,acabarásenunhospital.

—Bien,meagradaeso.Oenlomásaltooenlomásbajo.Nomegustantérminosmedios.

—Y sin embargo en ellos debemos mantenernos siempre... ¿Conquequedamoseneso?

—¿Enqué?

—En que, rechazado por ti mi tratamiento, te debo considerar comoincurableyhacerteelamor.

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—¡Quédisparatesdices!

—¿VámonosalRetiro?...¿Teacuerdasdeaquellospaseítos,delMuseo,delasfieras,delasnaranjasquenoscomimosentrelosdos?

—Bienmeacuerdo...Déjatedetonterías.

—No,nocreasquevoyarepetirahoraloqueentoncestedecía.Nohabráaquellode«mecasocontigo».Entoncestelodecía;peronopensabahacerlo,nocreas...

—Yalosuponía.

—¡Ylaverdadesquemegustabasmuchísimo!...Ysihedesertefranco,creía hacer contigo la gran conquista. Yo quería acreditarme entre miscompañeros,ydecíaparamí:«Estanosemeescapa.»¡Yquétraidoramenteseme escapó!Hoy nos encontramos otra vez. Tú, después de darmil vueltas,vienes a mí... Pues mira, simplona, te juro que en este momento, vista tuterquedadennodejartecurar,debierayoponerte lospuntos...,y sino fueraporesta...».

Se levantó, y, tomando un retrato que sobre lamesa estaba, lomostró aIsidora.

«¡Ah!, tunovia...Yaséque tecasaspronto,maulón.¿Sabesquenovalenada?

—Tepegosilovuelvesadecir.Valemásquetú.Noesmuyguapa;peroesunángel.

—Si no vale dos cominos—dijo Isidora riéndose descaradamente ante elretrato.

—¿Qué entiendes tú de eso? Esta, esta que ves aquí esmi salvaguardiacontrati;esmipatrona,miabogada,miVirgendelAmparo.Poresta,¿lavesbien?, por esta con quien me casaré el lunes, Dios mediante, me libro delpeligrodetenerteantemí,ymehagounseñorhéroe,yatropellandoportodo,tedoylabatallaytevenzoyporfinmesalvo,aunquenoquieras...Estatardemismahablaré conEmilia, ymañana te irás avivir con esagente, paraqueaprendas,víbora,paraqueveas,pantera,paraquesepas,demonioconfaldas,loqueeselbien».

A cada frase daba un paso hacia ella, amenazándola con el retrato. YaIsidorasehabíaserenadobastante,ynoveíalascosastantétricamentecomoantes.Él,porsuparte,ibadejandodemanolagravedaddemédico,elénfasisde moralista, y tomaba a ser, por gradación rápida, el Miquis de antaño,ingenioso,alegreyvivo,consufollajedepalabreríametafóricaysucorazónrepletodebondad.

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«No me acordaba de que tengo que escribir unas cartas—dijo Isidorarepentinamente—.¿Melasdejasescribiraquí,entumesa?

—Sí, sí, ángel ponzoñoso»—contestó Augusto, en cuya alma retoñabandevaneosestudiantiles.

Precipitadamente sacó papel, sobres. Isidora se sentó en el sillón de lamesadedespacho,élladioplumayellasepusoaescribir.Mientraslajovendespachaba su correspondencia, que era algo larga, Miquis se paseaba, lasmanos metidas en los bolsillos, y miraba a Isidora con expresiónentremezcladadeasombroymiedo,diciendoparasí:

«Fueraciencia, fueragravedad... Juventud,no temevayassindártemeaconocer...Tiempohaydeencerrarseenesaarmaduradecartónquese llamaseveridaddeprincipios».

Yvolvióalpaseo,yaecharleojeadasyameditar.

«Pero si me caso el lunes, y hoy es miércoles... ¡En qué ocasión se leocurre a uno casarse!... Estoy entre el altar y el abismo... Hombre, homosapiensdeLinneo,notedeslices,cogeunapiedraydateconellaenelpechocomoSanJerónimo.Honradez,tienescaradeperro...».

Isidoradejódeescribir,poniendolaplumaaunlado.

«Voyadescansarunratito.

—Aunque seandos ratitos, chica...Ya sabes que tengo elmayor gusto...Estásentucasa...

—Vayaquetienesunbonitocuarto.Pero,hombre,yapodíashaberpuestoeseesqueletoenotraparte.¡Quéhorror!

—Quieroestarcontemplandoatodashoraslamiseriahumana.

—¿Dequiénseríanesospobreshuesos?...

—Sondemujer.Quizásunatanhermosacomotú...Mírateeneseespejo.

—Gracias, chico.Tusespejos sonmuyparticulares. ¡Ycuánto librote!Aver. ¡Jesús,que títulos!TodoMedicina. ¡Qué lástimadedineroempleadoenesto!Tantolibroparanosabernada.Porquetúnosabesnada,Miquis;eresunignorante,untonto.

—Quizás estás diciendo la más profunda verdad que ha salido de esoslabios,deesasenvenenadasrosas.Sí,soyunmentecato.DespreciaaMiquis,quehabiendodescubiertountesoro,permitióqueesetesorofueraparatodosmenos para él. El simple y desventurado Miquis ha sido un libertino delestudio; suscalaveradashansido lascalaveras.Asu ladopasó,coronadaderosasyconlacopaenlamano,laimagendelavida,yMiquisvolviólosojos

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para contemplar embebecido, ¡ay!, la rugosa faz de los catedráticos. Laocasióndevivir,degozar,devercaraacaraelideal,detocarelcielo,selehapresentado varias veces; peroMiquis, estememo de losmemos, en vez deponerlamanoentodaocasiónhermosa,seibaadescuartizarcadáveres...¡YesteMiquissecasaellunes,esdecir,queellunescierralapuertaalajuventudyentraenlamadurezdelavida,enelrégimen,enlarutinaymétodo!Paraélseacabóloimprevisto;seacabaránlosdeliciososdisparates.¡Desgraciadalaboca tapiadaa la risa!Ahora,ciencia, trabajo,suegro,amasdecría.Terriblecosa es recibir el adiós a la libertad,yver la espalda a la juventud fugitiva.¡Bienaventuradosloschiquillos,porquedeelloseslavida!

—Tienes una bonita casa—dijo Isidora sin hacerle caso—. ¿Cuánto tecuesta?

—A ti nada te importa, pues nome la has de pagar. ¿Han concluido tuscartas?

—Voyaconcluirlas».

Yélvolvióapasearseyamirarla...¡Quéhermosaestaba!¿Quiénlometíaa él a moralista ni a redentor de samaritanas? Soltó una carcajada en lorecóndito de su ser, allí donde su alma contemplaba atónita la imagende laocasión.«Peromecasoellunes,ellunes...».Miróelretratodesunovia...

Deprontosuenalacampanilla,entraunseñorypasaalasala...EselpapádelanoviadeMiquis,quevieneaconsultarleunpuntodeHigiene.Augustodeja a Isidora en su despacho, y tiene que resistir durante una hora laembestidade su suegro, el cual lehabladeSanidadyde la fundaciónde laPenitenciaríaparajóvenesdelincuentes.

Cuandosusuegrosemarcha,Miquisvuelvealdespacho.Estáaturdido;lavisitalehadejadoinsensible.Hayensucuerpoalgodelefectodeunapaliza;peroestá fortificado interiormente. Isidoraaguardaansiosa.Estápálidayhallorado un poco, porque no puede apartar del pensamiento que su hijo y supadrinonotienenquécomeraquellatarde.

«¡Cuánto has tardado! Es pesadito ese señor. En fin, amigo, yo sientomolestarte.Acuérdatedeloquetedijealentrar».

Miquis hace una rápida exploración en su alma, encuentra en ella algúndesordenydisponequetodovuelvaasusitio.«Soyunhombresublime—dicepara sí—,unhombredehonorydecaridad, soy tambiénunhombreque secasaellunes».

Isidora le había dirigido al entrar una súplica angustiosa, elocuenteexpresión salida de los más sagrados senos del alma humana. Juntando elquejidodelanecesidadalasúplicadelpudor,Isidoralehabíadicho:«Dame

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decomerynometoques».

Miquisabresubolsaaladesvalidahermosa,yconmagnánimocorazónledice:

«MañanaestarásencasadeEmilia».

—II—

Laadmitieron.¡TantopesabaenaquellacasalarecomendacióndeMiquis,quehabíasalvadodelcroupalniñomayor,ydelospeligrosdeladenticiónalmáspequeño!

Yasabeel lectorcómoEmiliadeRelimpiosecasóconsuprimo,elhijodelortopédico,quellamabacláusulasalascápsulas;matrimoniodegradantesiselemiradesdelaalturadelaspretensionesdeD.ªLaura;peromuynatural,proporcionadoyacertadísimo,siemprequelainteresadalomirasealniveldesussentimientosydesuporvenirmoralypráctico.JuanJoséCastañoeratanhábil como su padre, y le superaba en inventiva y en asimilarse losdescubrimientos y novedades del arte ortopédico. Sostenía el crédito delestablecimiento y ganaba mucho dinero, porque, desgraciadamente para laHumanidad,parecequeestaesunaviejamáquinaquesedesvencijaydeshace,hallándose cada día más necesitada de remiendos y puntales, o llámensemuletas, cabestrillos, fajas, cinchas, suspensorios, etc. Nada, nada, nosdesbaratamos. Unos dicen que es por estudiar mucho, otros que por gozardemasiado,yalguienechalaculpaalasarmasdeprecisión;pero,cualquieraquesealacausa,elloesquelaOrtopediatieneunporvenirtanbrillantecomoel de laArtillería. Sondos ciencias complementarias como laFilosofía y elAlienismo.

Ensupacíficay laboriosavida,Emilia,mujerdebuenfondoyexcelentecorazón, se había curado de aquellas tonterías de aparentar y suponersepersona encumbrada.Novolvió aponerse sombreromásque cuando ibadeviajelosveranos,niatratardeparecersealasniñasdePez,lascuales(dichoseadepaso)continuabantratandodeimitaralasniñasdelosduquesdeTal.Poseíaunsólidobienestar;ella,sumaridoysushijossatisfacíanplenamentesusnecesidades,ydeañadidurateníanbuenosahorros,unestablecimientodeprimerorden,yademás,comoperspectivarisueña,lahermosafincadePinto,conotras riquezas que el viejoguardaba.En suma,Emilia había tomadounmagnífico sitio en el anfiteatro de la vida, donde tantos están en pie opésimamente sentados. Su marido era sencillo, bueno, cariñoso, sin másdefecto que el querer hacer las cosas demasiado bien y pronto, por lo quesiempreestabaenriñaconsusoficiales.

PormásqueIsidorareconocieralaimportanciamoraldeaquellacasa,nopodíaremediarquelefueranantipáticoselestablecimiento,latienda,llenade

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feísimos objetos, la trastienda donde trabajaban Rafael y sus oficiales, y laviviendatoda,honrada,virtuosísima,modelodedignidad,delaboriosidadydecristianismo,pero impregnadadeun ciertoolor debadana cruda, conmalaslucesyruidosdetaller.

EstejuicionoexcluíaelagradecimientoqueteníaaJuanJoséyaEmilia.¡Insigne mérito y bondad había en ellos al admitirla, cuando, si ladespreciaran, estaban en su derecho! Y véase aquí la eficaz influencia delmedioambiente.Alostresocuatrodíasdeestarallí,elespíritudeIsidoraseadaptabamansamentealaregularidadplacenteradelacasa,alapocaluz,alolordebadana,alavistadelosfeosobjetos,ynotabaensíunatranquilidad,un gozo que hasta entonces le fueron desconocidos.Riquín hizo tan buenasmigasconlosdoschicosdeEmilia,comosisehubierancriadoenlamismacuna.Todoelsantodíalopasabanenredandodesdelatrastiendaalacocinaeinventandodiabluras.DonJoséeraelqueparecíamenos feliz.Estaba triste,segúndecía,porlafaltadeocupación.Castaño,quenonecesitabatenedurías,le empleó en llevar recados y cobrar cuentas; pero aunque el buen señordesempeñabaestosencargoscondocilidad,bienseleconocíaquesuprincipalgusto era no hacer nada, contemplar a Isidora, pasear con ella, y prestarlecuantosservicioshubiesemenester.

Miquis solía pasar por allí, pero estaba muy poco tiempo. Como vivíaenfrente,porlastardesenviabaconsucriadaunospapelitosquehacíanreíraIsidora,aEmiliayalmismoD.Josétaciturno.Heaquíunamuestra:

«RÉCIPE.—Del extracto de paciencia, 100 gramos. Del ajetreo demáquinasdecoser,c.s.Mézcleseyagíteses.a.Paratomaratodashoras.

DOCTORMIQUIS».

«¿Ves?—decía Emilia, riendo—. Te manda que trabajes y me ayudes acoser en la máquina. Este Miquis es lo más salado... ¡Y qué razón tiene!Ocuparteenalgoes loquemás teconviene.Cuandosepone laatenciónencualquieralabor,nohaymediodepensartonterías».

Bien lo comprendía la enferma; así, desde el primer día empezó aadiestrarseen lasoberbiamáquinadeSingerqueEmiliaposeía. ¡Bien,bien!Conunpocodeaplicaciónllegaríaadominarla.Alsiguiente,otropapelito:

«RÉCIPE.—De la infusiónde raíz del olvido, 25gramos.De esenciademodestia,7toneladas.Disuélvaseenaguadegoma,añádaselaipecacuana,osea JuanBou, y háganse40.000píldoras para tomaruna cada segundo, conobservación.

DOCTORMIQUIS.

Nota.Elcualentramañanaencapilla.Cantadlasalvedelospresos».

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Aunque las recetas eran de burlas, no desestimaba Isidora la prudentelección contenida en ellas. Hizo propósito firme de trabajar, de poner enolvido ciertas cosas, originarias de su perdición, y de acortar los orgullososvuelosdesualma.Otropapelapareciódiciendo:

«Serecomiendaa laenfermaqueayudeasupatronaencosasde lacasaparaquesevayainstruyendo,yqueenlashorasdedescansosedéunatracónde lectura. Le recomiendo el Bertoldo, elAño cristiano o las Páginas de laInfancia.Adiéstreseencontarparaquese familiaricecon lascantidades.Enesto lepodrá servir el águiladePatmosde laContabilidad, supadrinito.SerecomiendaespecialmentealaenfermaquesivaJuanBou(aliasIpecacuana),lerecibaconamabilidad.Elpobreestátriste,aunqueesperaunaherencia.

»Nota.ElpatíbulodemielestáarmadoenlacapilladelosDesamparados.OradporMiquis».

Por la noche fue Miquis un momento cuando estaban comiendo. ¡Quéalgazara!Lostreschicoscorrieronhaciaél,ymientrasunoselecolgabadeunbrazo,elotrose leenredabaenunapierna,y todos leaclamabancomosieljovendoctorfueraelmásdivertidodelosjuguetes.IsidorayEmilialesacaronel tema de su boda, y ya le felicitaban, ya le hacían burla,mientras él, tanpronto hacía el panegírico de su futura como se lamentaba de perder sulibertad.Subióluegoalpisoprincipalaveraunaanciana,madredelacélebremodistaEponina.Estaeraunahabilidosafrancesademuchalabiaytrastienda,queenpocosañoshabíahechogranclientela.LavecindadfuecausadequeEponina y Emilia entablaran amistad. Algunas noches bajaba la francesa acasadelortopedista,yotraslosdeCastañosubíanaltallerdemodas.Isidoraya tenía conocimiento conEponina, porque esta le hizo algunosvestidos enlosprósperostiemposbotinescos.ConocedoraEponinadelbuengustodeladeRufete, siempre que esta subía mostrábale sus galanas obras, pidiéndoleparecer,deloqueIsidorarecibíamuchogusto,sibienestesedesvanecíaconeldesconsuelodevertantascosasricasquenoeranparaella.Luego,alvolveralaortopediaconelcerebrollenodeperegrinasvisionesdetraposyfaralaes,caíaenprofundatristeza...

De estamanera pasaron algunos días.Miquis les envió los dulces de laboda,acompañadosdeestosrenglones:

«Desdelamazmorradeflores,desdeeldeliciosoataúddelalunademiel,el inmoladoMiquis saluda a los señores de Castaño y a la señora de Bou.Recomiendoaestalacalma.Hesabidocondisgustoquehacontravenidomisprescripciones higiénicas, remontándose al taller de madama Eponina, yprobándose varios vestidos de baile para ver su buen efecto. Eso es muypeligroso y reproduce la fiebre. Prescribo el alejamiento absoluto de loscentros miasmáticos. En los ratos que tenga libres, dedíquese la enferma a

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bordar unas zapatillas al Sr. JuanBou, para lo cual dicho se está que ha deempleardosvarasdecañamazo.Esonoimporta.Yoregaloelcañamazoylaslanas.LaenfermairáaconvaleceralasombradelárboldelaIpecacuana,eseárbol milagroso, señoras, que está plantado en la litografía de la calle deJuanelo,yqueansíaestrecharentresusramasaladescendientedecienreyes.—Saludaatodoselmásnoveldelosmaridosyelmásfelizdelosmédicos.—MIQUIS».

Yanose reía Isidorade lascartasy recetas.Desdeeldíaanteriorestabamuy ensimismada, y hablaba muy poco. Atribuyendo Emilia y Castaño larepentinatristezadesuamigaaqueseveíaapremiadaporelprocuradorparaabonarloscrecidosgastosdelpleito,laexploraronconhabilidad;masningunaexplicación categórica pudieron obtener de su taciturna melancolía. Unaccidente habían notado que les hizo caer en desagradables sospechas: D.José, al volver de la calle, habló en secreto con Isidora, y de aquel secretodatabanelabatimientoytristezadelajovenenferma.Observandoconmalicia,los esposos notaron que Relimpio salía y entraba con frecuencia, como sitrajera y llevara recados, y que padrino y ahijada cambiaban recatadamentepalabras breves y cautelosas. Cuatro días pasaron así, cuando Isidora salióparair,segúndijo,acasadesuprocurador,ycomoalotrodíayalsiguienterepitiese el mismo viaje, los esposos se alarmaron y dieron en creer queIsidoranomerecíalacaritativahospitalidadquelehabíandado.

Fielcomounperroycalladocomouncenotafio,D.Joséfortalecíadetalmodo su discreción, que en esta no hallaba el más breve resquicio lacuriosidaddesuhija.¡José,eresunaalhaja!

—III—

Y en tanto, excesivamente distraída de sus trabajos, Isidora visitaba confrecuencia el taller de Eponina, y allí se encantaba contemplando losmagníficosvestidos,entreloscualesalasazónhabíatresdebaile.Eranparauna joven condesa que tenía la misma estatura y talle de nuestra enferma.Eponina quiso que esta se los pusiera para ver el efecto. ¡Ave MaríaPurísima!... Púsose el primero; estaba encantadora. Púsose el segundo. ¡Oh,arrebataba!Eltercero...,¡Cristo!,eltercerocaíatanbienasucuerpoyfigura,quesólolaideadetenerquequitárseloledabaescalofríos.Contemploseenelgranespejo, embelesadade suhermosura...Allí, enel campomisteriosodelcristal azogado, el raso, los encajes, los ojos, formaban un conjunto en quehabíaalgodelasinmensidadesmoviblesdelmaralumbradasporelastrodelanoche. Isidora encontraba mundos de poesía en aquella reproducción de símisma. ¡Qué diría la sociedad si pudiera gozar de tal imagen! ¡Cómo laadmirarían,yconquéentusiasmohabíandecelebrarlalaslenguasdelafama!¡Qué hombros, qué cuello, qué... todo! ¿Y tantos hechizos habían depermanecer en la obscuridad, como las perlas no sacadas del mar? No,

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¡absurdode losabsurdos!Ellaeranobleporsunacimiento,ysino lofuera,bastaríaadarle laejecutoriasugranbelleza, su figura, susgustosdelicados,sussimpatíasportodacosaeleganteysuperior.

Queda,pues,sentadoqueeranoble.¿Porquénoerasuyo,sinoprestado,aquel traje, y había que quitárselo en seguida, sin poder siquiera, como loscómicos,lucirlounmomento?Noerareinadecomedia,sinoreinaverdadera.Semirabaysevolvíaamirarsinhartarsenunca,ygirabaelcuerpoparavercomoseleenroscabalacola.Peroqué,¿ibaaentrarrealmenteenelsalóndebaile?Sumentirosa fantasía, excitándoseconenfermizaviolencia, remedabaloauténticohastaelpuntodeengañarseasímisma.

De repente oyéronse pasos. Isidora y Epinona miraron hacia la salainmediata,yvieronentraraunhombre.EraMiquis.

«Paseusted,doctor—dijolamodista—,yveráustedcosabuena.Ustednoestorbanunca».

Era Eponina mujer desordenada; mucho tiempo hacía que no pagaba almédico,elcualvisitabacongranceloalaancianamadredelamodista.Parahacerse perdonar su falta de conducta, la francesa era complaciente conAugusto, y le permitía entrar en su taller a todas horas y bromear con lasoficialas.Al ver aMiquis, Isidora se turbóunmomento.Después se echó areír.

«¿Te asombra de verme vestida de baile?—le dijo—. Sé queme has dereñir;pero,vamos,séfranco.¿Estoybienasí,síono?».

Absorto la miraba el joven, y con voz balbuciente, que declaraba susorpresayembeleso,dijo:

«Estás...,noyahermosa,niguapa,sino...¡divina!

—Vamos,quetehehechotilín.

—A un ahorcado no se le hace tilín tan fácilmente; pero... Abismo deflores, de veras te digo que si no estuviera con la soga al cuello... Pero no,¡fuerasimplezas!Elmédico,elmédicoeselquehablaahora».

Yesgrimióelbastónantelaimagenhechiceradeladamavestidadebaile.

«Hascontravenidomiplan;tehasburladodemisrecetas.Notesalvarás,Isidora.Yoteabandonoatudesgraciadasuerte.

—Siéntese usted, Augusto; deje usted el sombrero»—dijo Eponina conmelosaurbanidad.

Desasosegado,Miquis se sentaba primero en una silla, después en otra,luegopaseaba,ydepieyandando,noquitabalosojosdesuenferma.

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«Puesmira—ledijoIsidoraconciertodescaro—,nomeriñas,porquecontus medicinas tontas y con tu asquerosa ipecacuana no me he de curar, niquierocurarme.

—Ya lo sé que no quieres. ¿Piensas que no estoy enterado de tusmalospasosdeestosdías?Alosmédicosnosenosescapanada.¿Quieresquetelocuente?».

Isidoraseturbóotravez.

«Puesoye:lasemanapasadallegódeFranciaJoaquínPezenelestadomásdeplorable.Susacreedores,cansadosyadecontemplarle,lehancaídoencimacomo buitres hambrientos. Su padre ha decidido no ampararle más y le haechadodesucasa...

—Es verdad, es verdad—dijo la deRufete con emoción, preparándose aderramarlágrimas.

—Elpobrehombre,conelaguaalcuello,desesperadoysinfuerzasparalucharconsudestino,harecurridoati.Séquetehabuscado;quetemandóunrecaditocontupadrino;quefuisteaverle...Escierto,¿síono?

—Escierto.

—Seharefugiadoenunamiserablecasadehuéspedesdondenohaymásque torerosde invierno, jugadoresygenteperdida...Levisitastehacecuatrodías;has idodespuésvariasveces...Loséporelamade lacasa,queesunaAspasia jubilada, y tiene relaciones con uno de mis más desgraciadosenfermos.Reflexionaloquehaces,mirabienquépasosdasyentrequégentevasameterte.

—Es verdad lo que has dicho. ¿Cómo es que todo lo sabes y todo loaveriguas?—dijo Isidora, rompiendo a llorar—. Augusto, ten compasión demí.No,nomedigascosas...Élestáperseguido,huyedelajusticia,yhatenidoque refugiarse en un sitio, que por ser tanmalo, le ofrece seguridad.No secomunicaconningunodelacasa.Noledenuncies,nimeriñasamíporquenohequeridoabandonarleenladesgracia.

—Perdónemeusted,amiguita—indicóEponinaconbondad—,mevaustedaestropearelvestido;meloestáustedmojandoconsuslágrimas.

—Me lo quitaré—replicó Isidora haciendo un gesto de niña mimosa—.Miquis,hazelfavordepasartealasala,quemevoyamudardetraje».

Alejose un rato el médico. Cuando volvió, ya Isidora había tomado suformaprimera. Se abrochaba su vestidillo humilde diciendo: «Ya tengo otravezlalibreadelamiseria».

Eponina salió, dejándolos solos.De repente Isidora se fue derecha hacia

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Miquis, y cruzando las manos delante de él, le dijo con acento de intensodolor:

«¡Amigo,estoydesesperada!

—¿Qué tienes?—le preguntó él, sintiendo ante aquella pena y aquellaslágrimasunacobardíadulce.

—¡Estoy desesperada!A time dirijo, a ti que eres bueno yme conoceshacetiempo.

—¿Buenoyo?...—dijoAugustoconironía—.Aver,¿quéquieres?

—Necesito...,¿tendréquedecírtelo?...,necesitodinero.

—Ya...

—Yonopuedoestarasí.Váyansealdiablotusrecetas.Tediré...,yoquieroviviryestonoesvivir.

—DineroparaelPez.

—No, no; lo necesito para mi procurador y para mí. Estoy vestida deharapos...Nomeriñas,cadacualtienesumaneradeverlascosasdelavida.Séquemevasasermonear,yhablarmedemoralyquéséyo...Noentiendotusmedicinas.Tediré...Diosnoquierefavorecerme,Diosmepersigue,mehadeclaradolaguerra...

—¡Quépillín!

—Yoquieroirporlosbuenoscaminos,yÉlnomedeja—prosiguióIsidoracontantaagitaciónqueparecíademente—.Veremossialfinmefavorece.Tediré...; lo que importa es que yo gane ese pleito. Cuando lo gane, tomaréposesióndemicasa...Muchosientonopoderllegaraellacontodoelhonorquemicasamerece...,pero¿quéhacerya?Entretanto,amigo,lamiseriameesantipática,escontrariaaminaturalezayamisgustos.Lamiseriaesplebeya,yyosoynoble.

—Isidora—declaró Augusto con seriedad—, al nacer te equivocaste depatria.DebistenacerenFrancia.Eresdemasiadogrande,eresungenioynocabesaquí.¿Quiereselúltimoconsejo?PuesveteaParís.Allíencontrarástupuesto. Aquí te degradarás demasiado. Aquí no las gastamos de tanto lujocomotú».

Levantoseparamarcharse.

«No, no te vas—dijo ella deteniéndole con fuerza por un brazo—;no tevassindecirmesipuedocontarcontigo.

—¿Paraqué?»—murmuróelmédicotemblando.

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¡Sentíaunfrío...!

«Yonecesitounacantidad—dijoIsidorafebril,loslabiossecos.

—Nopuedo...complacerte—repusoeljoven,dejándosecaerenunasilla.

—Sí puedes, sí puedes. ¡Augusto, por amor de Dios!..., socórreme,socórreme.Tediré...

—Siesnadamásqueunsocorro...».

Miquis, turbado hasta lo sumo, aprecio con rápida ojeada interior susituación. ¡Sehabíacasado seisdías antes, estabaen la lunademiel!... ¡Sertraidorasujovenyamableesposa!«No,no,no»,gritóparasí,yluego,envozalta:

«Pobremujer,criminalodesgraciada,noble,plebeyaoloqueseas,yonotepuedoamparar...Buscaenotraparte...

—¡Ah!¡Quéamigosestos!—exclamóellaenloúltimodelaangustia—¡Yluego nos injurian si al vernos desamparadas corremos a la degradación!Bueno,bueno;meperderé,mearrastraré».

Miquis cerró los ojos para no verla. Si la veía unmomentomás estabaperdido...Porloque,sinañadirunapalabra,echóacorrerfueradelgabineteydelacasa.

Ibaporlacalleadelante,satisfechodesutriunfo,cuandosintiórápidosyleves pasos detrás de sí.Almismo tiempo oyó que le llamaban.Unamujercorríatrasél.AlreconoceraIsidora,elpobremédicotemblódenuevo.

«Tengo un recelo—le dijo Isidora agitadísima, la voz balbuciente, laexpresiónturbadayagoniosa—.Nomehascomprendido...Habráscreídotalvezquedeseoser tuquerida,que tehepropuestoquemecompres...Nomejuzguesmal;yoquieroserhonrada.Sinoloconsigoesporque...,tediré...

—¡Honrada!

—Sí, sí.Nome comprendes. Síme socorres, yo te pagaré..., dinero pordinero.

—Déjameenpaz—dijoMiquisretirándose.

—No, no te vas—replicó ella deteniéndole con fuerza—. Estoydesesperada.Necesito...Enúltimocaso,pasoportodo.

—Soypobre.

—Ladesesperación es ley,Augusto.Tehablaré con el corazón; te diré...Yonoquieromásqueaunhombre.Por éldoy lavida,y enúltimocasoelhonor...Di,¿mefavoreces?

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—Loquenecesitas,¿esparacomer?

—No;necesitomucho.

—Nopuedo,nopuedo».

«Augusto,Augusto—exclamóellacolgándoseledelbrazo—.Minecesidades tan grande, que no puedo tener tesón ni dignidad, ni nobleza. Yo no tequiero,nopuedoquererte;perocomoDiosmeabandona,yomevendo».

Pausa. Miquis la miraba pestañeando. Sobre ambos, un farol de gasalumbraba con rojiza luz aquella escena indefinible en que la necesidaddesesperada,deunladoylaintegridadvacilantedeotro,sebatíanconfuror.¡Dineroyhermosura,soislosdosfilosdelaespadadeSatanás!

«Soypobre—repitióMiquis,haciendounesfuerzo—;veteaParís.

—¡Augusto!».

Augusto sintió cólera. Aprovechándose de aquel movimiento del alma,desprendiósubrazodelamanodeIsidora,ycontodaenergíaledijo:

«Diosteampare».

Yaestabadistantecuandooyóestavozsarcástica:«¡Farsante!».

AquellamismanochedesaparecióIsidoradelacasadesusbuenosamigos,dejándolesunpapelitoquedecía:

«Emilia,JuanJosé,amigosqueridos:nosoydignadevivirenvuestracasa.Cuidaddemihijoestanoche.Tenedlástimademí».

CapítuloXI

Otroentreacto

Enelfamosopleitodefiliaciónhabíaterminadolaprueba;variostestigoshabíandeclaradoyambaspartesrespondidoainfinitaspreguntas,repreguntasy posiciones; una bandada de golillas revoloteaba en torno a las ramas deaquelárboldeescasofruto;sehabíapresentadoelalegatodebienprobado;seaproximabalavista,aqueseguiríalasentencia,yconestolademandanteselas prometía muy felices. Verdad que en la prueba, llamada Isidora amanifestar algún recuerdo de su niñez por donde se viniera a aclarar sunacimiento,nopudosuministrarnoticiaalgunaqueayudaraeficazmenteasudefensa.

Las declaraciones de los testigos eran desacordes y confusas por todo

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extremo. Un tal Arroyo, del Tomelloso, amigo del Canónigo y de TomásRufete,confirmabalapretensióndeIsidora.UntalAriasdepusoentérminosdiametralmenteopuestos,yD.JosédeRelimpio,llamadotambién,declaróentérminoscategóricosafavordelaquellamabasuahijada;massudeclaración,faltadesolidez,dabalugaradudasacercadelasinceridaddelanciano.Sobretanmisteriosoasunto,élnosabíagrancosa.Sabía,sí,yestonopodíadudarlo,queen1851habíasacadodepilaaunaniña,hijadeTomásRufete.Alosseismeses no cabales, Relimpio y Rufete riñeron por cuestión de una pequeñaherencia y estuvieron siete años sin hablarse ni tener trato ni comunicaciónalguna. Hechas las paces al cabo de tan largo tiempo, ambas familiasvolvieronaentrarenrelaciones.EntoncesvieronlosdeRelimpioqueencasadeRufetehabíadosniños,Isidorayunvaroncillodedosaños.TomásdijoaRelimpioconmisterioquesuhijahabíamuertoyqueaquellaquevivíayelniño se los había dado a criar una dama que no nombró.Don José, que nohabíavistoa Isidoradesde laedadde seismeses,nopodía,porel rostrodeella, discernir si era cierto o falso lo que afirmaba su pariente; pero porcostumbresiguióllamándolaahijada,ydesdeentoncescomenzóelcariñodequetangrandespruebasdieramástarde.EncuantoaFranciscaGuillén,nuncapudoRelimpioobtener de ella una declaración terminante acerca de las doscriaturas que pasaban por suyas. Cuando Tomás estaba en el Tomelloso, labuenamujer aventurábase a decir algo, que llenaba de gran confusión aD.José;perocuandoelotrovolvía,todoeranvaguedadesymisterios.

EstoeraloqueRelimpiosabía,yestosbrevesdatosysusconversaciones,no largas, con Tomás y Francisca, debieron de haber constituido sudeclaración; pero, llevado de un sentimiento de caballeresca protección a ladesgracia, hizo las afirmaciones más conformes con su deseo y el de suahijada. Sigamos ahora los pasos de Isidora, de cuyo paradero ni Emilia niJuanJosé teníannoticiaalguna.Tresvecesendosdíashabía ido lapícaraaveraRiquín,porquelaortopedistanoselohabíaqueridoentregar;peroniconpreguntascapciosaspudoobtenerdeellaunindiciodelsitioenquemoraba.Debía de saberlo don José; mas también guardaba fielmente el secreto.Tristezatanprofundadominabaalbuentenedordelibros,queconelpesodeellaparecíahabérseleaumentadolacuentadelosaños,extremandosuvejez.Casi todo el día lo pasaba fuera de su casa, y cuando entraba en ellaanunciábase con suspiros.Habíaperdidoel apetito, dormíamuymaly teníalossueñosmásrarosdelmundo.SoñabaquesebatíaenduelodehonorconPez,Botín y otros caballeros, y que a todos lesmataba, sacándoles hasta lapostreragotadesangre.¡Horrordeloshorrores!

Pero si Relimpio era la misma tristeza, otro personaje muy conocidonuestro,elgranBou,veíadesúbitocompensadassusdesdichasamorosasconunagranventuraencuestióndeintereses.¡Oh!Silaingrataseavinieraadarel deseado sí, el Obrero—Sol sería un ejemplo de hombre venturoso cual

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pocasvecessehavistosobrelaTierra.DiríasequelaProvidenciacristiana,nomenos caprichosa a veces que la pagana Fortuna, se había propuestoabrumarle de bienes positivos, negándole los que su corazón apetecía, y lecolmabadefrutosriquísimossindejarleverygozarlaflorhermosadelamor.DesdelavisitaalpalaciodeAransisempezólatalProvidenciaadivertirseconél.Enelespaciodequinceoveintedíaslequitabaporunladotodaesperanzade amor, y dábale por otros tres gollerías omomios pecuniarios a cuálmásvalioso. Primero: aseguró un buen negocio contratando cierto trabajo deimpresiones y etiquetas con un afamado industrial; segundo: percibió unaherenciadecientosetentamil reales; tercero: se sacóunsegundopremiodelotería,importandocincomilduros.¿Quétal?Aunconserestosembolsosunestorbo más para llegar a la deseada liquidación social, Bou se guardó sudinero y se puso muy contento, considerando en lo más escondido de sumente,quebienpodíaaplazarse la tal liquidación,oexceptuardeella,enelpuntoyhoraenquesehiciera,eldinerodelagentehonrada.

Miquis,queleapreciabaysereíaconél,fueadarlelaenhorabuena,yleencontróensutallertrabajandocomosiempre.Bouselevantó,saludóagritos,estrujólamanodesuamigo,ydespuésfueacometidodeunatostanviolenta,que su cara parecía un cuero de vino, y el ojo rotatorio estuvo a punto dedesalojarsuholgadaórbitaycaersealsuelo.

«Esealquitrán,hombre,esealquitrán...

—Déjese usted de alquitranes y de potingues.Ni curas ni boticariosmesacaríanuncuarto.Quecomanyerba...,¡hala!Yaustedeslosmédicos,siyoarreglara el mundo, los pondría a que me barrieran las calles, a que medesecaranlospantanos,aquemedesinfectaranlasalcantarillas...Ahíesdondeestánlasenfermedades.

—Puesa los litógrafos lospondríayoaquemeafeitaran todas las ranasquesepudierancoger...Perovamosalcaso...¿Convidaustedonoconvida?

—Sí,señor;convidoaunacopita...ynadamás.

—¡Quémiserable!Yoesperabaunbanqueteregio.

—Nomegustanaparatosnibulla.

—Hombre,siquierauncubiertodecincuentareales...,cuatroamigos...

—Puespalante—exclamóelcatalán,disparandosurisa—,yaunqueseadedoscientosreales.Perocuatroocincoamigosnadamás».

Siguieronhablandodelabuenafortuna.Boulahabíarecibidoconcalmayno pensaba hacer locuras. Si al fin se casaba, seguiría trabajando, con elmismo sistema de vida modesta y obscura. Pero si no se casaba, tenía elpensamientodeproporcionarsealgunassatisfacciones,porque¡votovaDeu!,

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nohaydineromássosoqueelqueunodejaasusherederoscuandosemuere.Es necesario irse al otro mundo sin poder contar por allá algo de lo pocobuenoquehayeneste;yluego,sivienelaliquidación,sitocanadesamortizar,estristecosaquelelimpienaunosinhabersidosanguijuelaporunpocodetiempo.Eltrabajoesbueno,magníficacosa,síseñor,admirableenextremo;ylosholgazanesqueseaprovechandel trabajodelpobreparagozar,sonunospillos, sí señor, grandes tunantes; pero el obrero que tiene una ocasión deintroducirse, siquiera sea por breve tiempo, en el palacio encantado de losgocesmundanos,debehacerlo,aunquenoseasinoporconocerelgénerodevida de las sanguijuelas y tenerlo en consideración el día en que se ajustencuentas.Él(JuanBou)habíapensadoesto,ysacadoenconsecuenciaquelasteoríaspurasnoresuelvenlacuestiónsocial;esprecisoestudiarprácticamentelosexcesosdelaholgazanería.

AprobóMiquiscumplidamenteestas ideasycontodaenergíaexcitóasuamigo a probar las escasas dulzuras de esta corta vida, ya que sin quererlotenemos siempre entre los labios sus amarguras, y pues la ocasión de serdichosonosepresentasiempre,aprovéchesecuandoviene,quetiempohaydesobraparaprivaciones,disgustosypenas.

«Supongo—añadió—queandaremosencocheyacaballo,quetendremosbuenamesaypalcoenelReal».

EchoseareírJuanBouydijoquenopensabacorrersemucho,nihacereloso, ni ponerse en ridículo como un indianete sin seso; que tan sóloobsequiaríaacuatroamigos,yquesinabandonarsutaller,trataríadeverquésabortienelasangredelpueblo.

DespuésnombróMiquisalaingrata,yoídosunombre,sepusotanserioelotro, queparecía haber perdido enun instante todo su contento.Nohabríandejado aquí un tema tan del gusto de ambos si en aquel punto no hubieraentradoD.José,elcualseturbóalveralmédico.Bou,tambiénalgoturbado,pidióperdónaMiquisysefueconRelimpioaundespachitocercano,dondeAugustolesoyósecretearse.

«Le ha traído una carta o recadillo—pensó el doctor, proponiéndose nodarseporentendido—.Ya,ya...».

Don José salió, al parecer con otra esquela o recadito verbal, aunque esmásprobablequellevaraloprimero,yalsalirhablóaMiquisdeltiempo,depolítica, de Cánovas y de que las tropelías de los ingleses en el campo deGibraltar dabanmotivo a España para exigir de Albión que nos devolvieraaquel pedazo de nuestro territorio. Augusto se mostró conforme con estaspatrióticas ideasy ledejómarchar,compadecidodesuaspectocaducoydelazoramientoqueelsemblantedelpobreviejodeclaraba.ConvidadoporBoualbanquetequecelebrabaalasiguientenoche,fueD.Josévestidoconsulevitita

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anticuadaysucorbataazuldealfiler.Graveysilenciosoestuvotodalanoche,sinque losdemáscomensalespudierancomunicarlesualegría.Era tanflojodecerebro,queencuantobebíadoscopasseponíaperdido,yheaquíquealprobarelChampagne,elbuentenedordelibros,despuésdehaberdadovariaspruebas de no ser dueño de sus ideas, se dirigió a Juan Bou y con lenguasolemneaunquetorpe,ledijo:

«¡Caballero,ustedmedaráunasatisfacción,omeveréobligadoallevarlacuestiónaunterreno...!».

Todosprorrumpieronenrisas.ExacerbadoconellaselhumorpendencierodeD. José, se puso éste como la grana, y uniendo el gesto impetuoso a ladicciónenfática,añadió:

«Porqueustedseempeñaenmancillarelhonordeuna jovendealtísimafamilia, y yo no permito, ¿lo entiende usted?, no permito... ¡yo que soy susegundopadre...!

—Tiene razón—dijo Miquis—. Esto no puede quedar así. El lance esinevitable.

—Inevitable—gritó Relimpio descargando el puño sobre la mesa yrompiendounplato—.Elijaustedhorayarma.Siquiereusted,alahoradelalba...

—Almatutinoalbore...».

LomásparticularfuequeBou,quetambiénerahombreincapazdellevarcon aplomo tres copas de vino blanco, empezó a disparatar. Primero se riómucho, después todo su empeño era abrazar aD. José y llamarle su amigo.Relimpio, por el contrario, más se enfurecía a cada instante. Los otros leincitaban, y sabe Dios cómo habría concluido el lance si el catalán, quebrindabaacadamomento,nodieradeimprovisoconlamoledesucuerpoentierra.

LevantoseenestoD.Joséyseñalandocondramáticoacentoelcuerpoqueparecíacadáver,dijo:

«¡Lasuertemehasidofavorable,caballeros,señaldemiderecho!¡Lehematado!...Hesalvadoelhonordeunaeminentedoncella,deaquellahermosaentrelashermosas,deaquellaorientalperla,deaquelserafín...».

Diotresocuatropasosenfalso,girócomountrompo,yfueacaerenundivándehule,dondeMiquislemojólacara.

CapítuloXII

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Escenas

—I—

JOAQUÍN.—(Solo,paseándosemeditabundoporlahabitación,queesdebajotecho,sucia,confeísimosyordinariosmuebles,todoendesorden.)Niundíamásduraráestavida.Protestocontodamienergíadeserracionalylibre,declaro absurdo y necio el deber de vivir. No hay tal deber. Cuando lasociedadnosdeclaralaguerra,ohayquerendirseentregándolelasllavesdelaplaza del alma, por otro nombre la vergüenza, o hay que tomar las deVilladiego, emigrando a la eternidad. Este es el dilema, the question, comodecía el otro: o vivir sin decoro, o buscar en la muerte la imposibilidadabsolutaderuborizarse.Optopormorir.(Daungransuspiro,alzalosojosdelsuelo,y fijándolosenunespejoquehayen lapared,suciodemoscasycongranpartedelazogueborrado,secontemplaensilencioungranrato.)—¿Erestú,imagenqueaquíveo,ladeJoaquínPez?Tedesconozco.Túnoeresyo.Yoera hermoso, y tú, con esa palidez de Santo Cristo viejo y sin barniz, dasgrima. Mis ojos derramaban la alegría y la felicidad y los tuyos estánmortecinosy sinbrillo. ¿CómopuedocreerqueelhombremejorvestidodeMadridseaestequeaquíveodentrodeestalevititaabotonadahastaelcuello,conlosojalesrotosylosbordesgrasientosyconflecos?No:elhombreque,alahoraquees,nohatomadomásqueuncaféyunpocodepan,nopuedeserel Joaquín Pez que yo conocí. (Da media vuelta y sigue paseando.) Merepugno,medoyasco.Vivirasíespeorquecienmuertes.

»Yanopuedopasarmucho tiemposinquemedescubran.Meprenderán,me meterán en la cárcel... ¡Qué iniquidad! (Se conmueve.) Soy undesgraciado,unhombredébilquenoconoceelorden;soyuntonto;notengosentidocomún,noséarreglarme...,novalgodoscuartos.Cuantosedigademíenestesentidoesjusto.¡Peroacusarmedeestafador!...QueenParíscontraigodeudas;quemevengoaEspañacon intencióndepagar;queun francéssaleescapadodetrásdemípersiguiéndome;que le entretengounosdías;quemeendosanunasletrasparaquelascobre;quelascobroypagoalfrancés;quelosacreedores de aquí, envidiosos de ver la buena suerte del extranjero, semeechanencima,meahogan,meembargan,medespojanlacasa;quemipadreseenfureceyriñeconmigoymeretirasuapoyo;queeldueñodelas letrasmeexigesudinero;quenoselopuedodar;quelepidounplazo;quemeloniega;y tomándolo por la tremenda da parte a la Justicia; que corro y me afanobuscandounprestamista,ynolopuedoencontrar;queprotestodemisbuenasintencionesydemisdeseosdecumplir,ynadiemecree;quemeacusandetrapisondistaydeestaf...No,nolopuedosufrir.Enmíhayerror;peromalafe,jamás.Laligereza,¿seráhermanadelcrimen?...

»Herecurridoal juegoynohe tenidosuerte;sehanconjuradocontramí

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hastalosabominablesganchosdelosgaritos.Esunaguerrauniversalcontraelinfeliz caído; es la venganza de la cursilería contra el que fue ídolo de lasociedad y de las damas, hombre demoda y verdadero tipo del bien vestir.(Dandoungransuspiro.)Yojuroquenosereirándemí;no,nomehumillaré;noharéelmamarracho.Esprecisoacabardignamente.Cadacosaquepierdeelcimientocaesegúnsunaturalcondición.Caeréconcatástrofe,comolastorres,ylosqueoiganelestrépitodemifindirán:«Esteesunhombre»...(Acércaseaun rincón en que hay una percha, de la cual pende un gabán. Toca la tela,reconociendo por fuera algo que abulta dentro de un bolsillo.) Aquí estás,pasaporte, billete de ida sin vuelta. Te guardaré en el cajón de lamesa (Lohace.)paraqueno teveaIsidora,queseasusta tantode lasarmasdefuego.Ayertevioyquisotirartealacalle.Estanoche,túyyonosentenderemos.Lashoras, que se arrastran pesadamente de la mañana a la noche, despidiendocomounababapegajosa,empapanmialmaendesesperación.Estoyanoesvivir.Hágomecuentadequeyaseacabótodo,yvoyaescribir.Noquieroirmesindeciralgoaciertaspersonas.(Sesientaenunaclaudicantesilla,juntoalamásderrengadamesaqueesposiblever,yescribe.)Suprimiremoslafórmulavulgar de «A nadie se acuse de mi muerte». Diré a mi padre que... Sientopasos. Isidora viene. Esta desgraciada es el único ser que ha tenido laabnegacióndeunirseamíyampararmecuandomehavistoabandonadoportodos. ¡Oh corazón generoso! Ha querido confortar mis penas con susilusionesymidesesperaciónconsuesperanza.Cuandolaveo,medanganasdevivirydeserbuenoyarregladoydeunirmeparasiempreconella.Aquíestá...».

—II—

ISIDORA.—(Entra con muestras de cansancio. Viene humildementevestidaytraeunlíoderopa.Siéntaseenunsofáinválidoqueseinclinamásde un lado que de otro, y poniendo sus ojos llenos de dulzura en Joaquín,esperaqueesteledirijalapalabra.)¡Diosmío,quéescalera!

JOAQUÍN.—Másgrandees ladelParaíso;almenosasí lodicen,queyonolahevisto.

ISIDORA.—¿Havenidomipadrino?

JOAQUÍN.—Nohetenidoelgustodeverasuseñoría.

ISIDORA.—¡Cuántoheandado,cuántohecorridohoy!...Hevueltoacasade Emilia para ver a Riquín. He querido traérmele, temiendo que lesmolestase;peroEmilianolohaconsentido...Hemosllorado...(Seconmueve.)

JOAQUÍN.—Hashechobienendejarleallí.Enningunaparteestarámejor.

ISIDORA.—(Suspirandofuerte.)¡Ay!Diosdemivida,¡quéangustia!Porfinhelogradoreunir...(Llevalamanoasubolsillocomoparadefenderlode

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unbruscomovimientodeJoaquín.)—No,notedoyuncuarto.Déjame,queyoiréarreglandolascosas.Pordeprontoesprecisoquesalgasdeaquí.Estacasaesunapocilga,y¡quévecindad,quéhuéspedes,quépatrona!Anochenomedejarondormirestostorerillosydemásgentuzaquecantabaydabapalmadasenelcomedor.Perodi,¿nohallasteotrositiomejorenquemeterte?

JOAQUÍN.—(Condesaliento.)Perseguido,aterrado,aturdidísimo,medejéconducirporunamigo,PepeNules.

ISIDORA.—Puesya tengoparapagar losochodíasquehasestadoaquí.Yo no he estadomás que tres. El gasto es poco. Hoy te haré traer comidabuenadelafonda.

JOAQUÍN.—Noteapuresporeso...;lomismomeda.

ISIDORA.—Ymañanairásaunacasamásdecente.

JOAQUÍN.—(Conindiferencia.)¿Paraqué?

ISIDORA.—Paraquevivasconmásdecoro.

JOAQUÍN.—¡Ideasconvencionales!

ISIDORA.—(Pensativa.)Ayertedijequetomaríaunacasita,ynosíbamosa vivir juntos, ocultamente, sin que nadie se enterara.Yahe reflexionado, yesonopuedeser.

JOAQUÍN.—Esas ideasdevivirocultamente,yesodehacerunnidoy...(Riendo.)Estupideces,hija.Esolopuedenhacerlospájaros,quenoconocenla acuñación demoneda.Estamos dejados de lamanodeDios.Nohay quepensarencasitaniensimplezas.Losnovelistashanintroducidoenlasociedadmultitud de ideas erróneas. Son los falsificadores de la vida, y por estodeberíanirtodosapresidio.

ISIDORA.—Notedesesperes.(Sonriendocondulzura.)¿Ysiyotedijesequetengoprobabilidadesdereuniralgúndinero?

JOAQUÍN.—Tu dinero nos serviría para ir pasar dos días, tres. Luegovolveríamosalamismasituacióndemiseria,ycomotusriquezasnohabíandesertalesqueyopudieraconellasromperestecercoenquemehallo...

ISIDORA.—(Concariño.)¿Ysiyopudiera...?

JOAQUÍN.—Ta, ta, ta. Tú vives de ilusiones. Aquí tenemos otra vez lafantasmagoría del pleito. Siempre crees quemañana te duermes Isidora y tedespiertasmarquesadeAransis,hartademillones.Nosécómo,con tubuentalento,vivesasí,engañadaporeldeseo.

ISIDORA.—Vamos,hoytodolovesnegro.

JOAQUÍN.—Esquetodosehavueltoyaretintoparamí.

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ISIDORA.—Si quieres que no riñamos, nome hables del pleito con esedesprecio. Yo tengo confianza, y quiero que tú la tengas también. Elprocuradormehadichoqueescosaganada...Tardaráalgúntiempo,porquemiabuelaapelará;perodequelogano,notequedelamenorduda.

JOAQUÍN.—Pues poniendo las cosas a tu gusto, siempre pasarán tres,cuatro o cinco años antes que lo ganes. Ayúdame a sentir. Ni cómo he deremediarmeyoahoraysortearmideshonra,conesoscaudalesquetodavíanosehanacuñado.

ISIDORA.—Aldarteesperanzas,nomereferíaprecisamentealpleito.Yopensabaconseguirteeldineroconunpréstamo.

JOAQUÍN.—¡Unpréstamo!(Conestupor.)

ISIDORA.—Enfin,yomeentiendo...Notedesesperes...

JOAQUÍN.—Nocreoyaenlospréstamos,comonocreoenlosmilagros.(Damediavueltaysepaseaotravez.)

ISIDORA.—(Aparte, y después de mirar un rato a Joaquín). Es precisosobreponersealadesgracia...Arreglaréelcuartoquepareceunaleonera.

Larga pausa. Durante un momento, ambos personajes callan. Isidoracoloca las sillas con cierto orden, arregla las camas, quita el polvo.Cuandolimpiaelespejo,semiraunpoco,ydice:«Parezcoqueséyoqué.(Alto.)Hoytraeremosdoscubiertosdelafonda.

JOAQUÍN.—Como tú quieras. El comer bien o el comer mal me esindiferente;pero,puestúloquieres,comamosbien,quenadasepierdeenello.

ISIDORA.—(Sentándosefatigada.)Lamiseria,hijo,meespanta.Notengounvestidodecentequeponerme...¿Puesytú?¡Yaestollamanvivir!...

JOAQUÍN.—Lavidasindineroesunaenfermedaddelcerebro,unafiebregalopante, unameningitis. Ni el amor es posible en la pobreza.Mete a losamantesmás finos ymás exaltados, aRomeo y Julieta, por ejemplo, en uncuchitril,dondenotenganmásqueelconsabidopanycebolla,yalosdosdíasse arañan la cara. Lamiseria es enemiga del alma humana. Con ella no esposible el talento, ni los afectos, ni la amistad, ni el arte, ni la dignidad, ninada.Eslaformasintéticadelmal.Oye,oye,Isidora:elrelojdelasmonjashadadolastres.Tengounadebilidad...Sipersistesenelsibaritismodetraeralgode la fonda, mándalo traer pronto, ya sea almuerzo, ya comida, porquememuerodehambre.

Nuevapausa,durantelacualentranunacriadadelacasayunmozodelafonda.Estesirveelalmuerzo.JoaquíndemuestramásapetitoqueIsidora.

ISIDORA.—(Desobremesa.)¿Quétal?

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JOAQUÍN.—Los langostinos estaban muy buenos; el bistec me harejuvenecido. ¡Bendita seas tú, que siempre tienes ideas grandes! Eso desorprendermecondosbotellasdeChampagnepruebaqueentitodoesnoble,lo mismo el corazón que la cabeza. Dejaremos una botella para mañana,porque la economía es la primera de las virtudes; no, la segunda, que laprimeraescuidarsebien.

ISIDORA.—Algunaotrasorpresahededartetodavía.Dime,¿merecestúloquehagoporti?

JOAQUÍN.—No lo merezco ciertamente. Muchas veces te lo he dicho.Eresunángel...,nodeesosángelesdesabridosquepintanenloscuadrosyenlas poesías, los cuales vienen con consuelillos de moral emoliente, sino unángelmundanoquederramasobreelcorazóndeldesgraciadobálsamoeficaz.Enunapalabra,eresunángelpráctico.Bienseconoceentodastusaccioneslanobleza.Podrásequivocarte,cometerfaltas;peroserinnoble,jamás.Nosésimeexplicarédiciendoquetieneslaeleganciadelalma.

ISIDORA.—Tienes razón. Seré cualquier cosa; seré... mala si se quiere,peroordinariajamás.

JOAQUÍN.—Indudablementeesoestáen lasangre. ¡Porvidade...!Sinoganaseseendiabladopleito,nohay justiciaen la tierra...nienelcielo. ¡Ay!Isidora,noséporquéelChampagnedaamialmaunvigorqueyanotenía.Ello es que siento deseos de echarme a pensar cosas agradables. Isidora,Isidora, mujer mía. (La abraza tiernamente.) Entretengámonos un momentoconilusiones...

ISIDORA.—(Riendo.)Mejoressoñarquever.

JOAQUÍN.—Ganaráselpleito...Yomecasarécontigo...

ISIDORA.—(Entristeciéndose súbitamente.) En lo primero creo, en losegundono.Esailusiónesdemasiadobonitaparaquepuedaengañar.

JOAQUÍN.—¿Por qué lo dices?... ¿Porque te lo he prometido muchasveces,ynuncalohecumplido?Ahora...

ISIDORA.—Niahoraninunca.Túnotecasarásconmigo.(Derramaunaslágrimas.)

JOAQUÍN.—Elmundoesolvidadizo,tontuela.

ISIDORA.—Peronotanolvidadizoque...

JOAQUÍN.—Yenseguidaquenoscasemos,haremosunviajeporItaliaySuiza.

ISIDORA.—OporInglaterrayEscocia.(Contodasualma.)¿SabesquedetantooírhablardeItaliameapestalatalItalia?MasquieroveraLondres,sus

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inmensascalles,susmuellesquenotienenfin,susparques...Aquellosíqueesgrandeza.Tediré...LuegoharíaunaexcursiónporEscocia,¡dondehayunoslagospreciososyunasmontañas...!Porallíandanlas ladysvisitandogrutas,escudriñandoruinasypintandopaisajes.NohaynadiequeentiendacomoesagenteinglesaelmododehacervidaeleganteenmediodelaNaturaleza.Botín,quehaestadoenInglaterra,mecontabacosasquemehacíanfeliz.

JOAQUÍN.—Puessiloprefieres,iremosaLondresyEscocia.

ISIDORA.—Calla, calla. Te diré... Iré yo sola, o contigo, si quieresacompañarme... Porque no me casaré, Joaquín; viviré soltera riéndome delmundo.

JOAQUÍN.—¡Soltera! Si yo no me casara contigo, tendrías ocho milpretendientesporsemana.

ISIDORA.—(Decidida.) A todos les daría con mi puerta dorada en loshocicos. ¡Soltera, libre!Vestirémuy bien, protegeré las artes, seré una granseñora.Tediré...Micasavaa tenerquever,porquenoentraráenellanadaquenoseadelomásescogido.Nohasdevernicosasvulgares,nitapiceríaschillonas, ni objetos demal gusto, ni cosa alguna que se vea en otra parte.Comprarécuadrosdelosgrandesmaestros,ytapicesyantigüedades,ytodoloqueseacurioso sindejarde serbello,porque las rarezas sinhermosurasmedesagradancomolasbellezascomunes.

JOAQUÍN.—¡Benditoseatutalento!

ISIDORA.—Enmi casa no entrarán los tontos; eso puedo jurártelo.Merodearédehombresdiscretos,distinguidos.Enfin, serámicasa laacademiadelbuengusto,delingenio,delacortesíaydelainteligencia.Daréconciertosdemúsicaclásica.

JOAQUÍN.—(Conunpocodemalicia.)¿Lahasoído?¿Tegusta?

ISIDORA.—Yo no sé si la he oído o no; pero puedo asegurar que megusta.Tediré...¿Hayunamúsicaenquenoseoiganesosmilsonsonetesdeóperaqueconocemospor losorganillos, lasbandasmilitaresy loscantantesdeafición?Puesesaesmimúsica.Loquetepuedoaseguraresqueundíafuial salón del Conservatorio a oír los cuartetos y me gustó tanto, que estabaembelesada... Aquello era un coro de serafines con guante blanco. ¡Quésensacionestandelicadas!Yomeremontabaauncieloquetambiénerasalón.

JOAQUÍN.—(Conarrobamiento.)¡Isidora,túeresnoble!

ISIDORA.—Tediré...Oyendoaquellamúsica,yomeolvidabade todoybendecía a Dios, que no me ha hecho vulgo... Vamos a otra cosa. Yo noentiendodepintura;perocuandotengamicasa,entrarásenella,ytedesafíoaqueencuentresalgoquenoseasuperior.Meatengoalosgrandesmaestros,y

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comohede sermuy rica,me formaréunabuena colección.También tendrécontemporáneos, siemprequeseanmuyescogidos.Tresocuatrovecesnadamás he estado en elMuseo. ¡Qué cosas, hijo!Aquello sí es grande.Con eltalentoquehaycolgadodeaquellasparedeshabíaparahacerunmundonuevosiesteseacabase.Yomefigurabaquehabíapasadoaotromundo,aVenecia,aRoma,a lacortedelBuenRetiro.UnasvecescreíaqueestabacubiertadebrocadosyotrasqueandabaalaligeracomoseandaporelOlimpo.Aquellaes belleza; chico, aquella es gracia.Yo decía: eso lo siento yo, esto es cosamía,estomepertenece...

JOAQUÍN.—(Conentusiasmo.)¡Eresnoble,eresnoble!

DONJOSÉ.—(Entrandosúbitamente,produce,conlairrupcióninesperadadesupersonalidad,unabatimientobruscodelexaltadovuelodesuahijada.)Aquíestoy.

ISIDORA.—¡Ah!...DonJosé...

DON JOSÉ.—(Aprovechando el momento en que Joaquín vuelve laespalda,daunpapelitoaIsidora.)Toma.

ISIDORA.—(Guardandoelpapelito.)Padrinito,ahoradebeustedretirarse.Esdenocheyestaráustedcansado.Mañana lenecesito.Peronosemolesteustedensubir.Aguárdemeenlapuertaymeacompañaráavariossitiosdondehedeir.(Despidiéndoseconunamiradacariñosa.)Abur.

DONJOSÉ.—(Conciertareconcentraciónshakespeariana.)Lasangrequedestilademicorazónamargamislabios.(Exit.)

—III—

Es de noche.Agonizante luz de un quinqué con pantalla torcida y suciaalumbra la estancia. JOAQUÍN, cansado de dar vueltas por el cuarto y defumarcigarrillos,searrojavestidoalacamayseduerme.ISIDORAsereclinaenelsofáycierralosojos.Peronopudiendodormir,hablaconsigomisma.

«Decididamenteoptaréporelcaneloconcombinaciónníquel,porelazuldeultramaryporelnegroconcombinacióndebrochado,oroycardenal...Enlos sombreros no determino nada hasta no enterarme bien. ¡Ay Jesús!, loprimeroque tengoquehaceres tomarunprofesorde francés...Supongamosque cuandomenos se piensa,mañana, o la semana que entra, o elmes queentra,ganoelpleito;bienporquelogano,bienporquelamarquesasecansa,reconocesuterquedad,ycedeymellamaymedice...Hacedíasquemeestoyfigurandoestoynadatendríadeparticularqueloquepiensoresultaseverdad.Puesbien:miabuelamellamaelmejordía;voyallá,subo,entro,esperounratitoenelgabinetedelpiano,saleella,memira,metomalasmanos,melasaprietamuchoymedice:«Bastadepleitos,hija;abracémonos».Ymeabraza,

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yyomeechoallorar,yellatambién,ytodoquedaconcluido,yyoenlacasayenposesióndeloqueesmío...Supongamosesto,queeslomásnatural,lomáslógico.¡Quéalegríatangrande,Diosdemivida!Entoncessíquepodrétenercuantonecesiteycuantomeagradesinhumillarme.Sacudirélatierraquesehayapegadoalassuelasdemisbotas,ydiré:«Yanomás,yanomáslododelascalles».Elcristalmáspuronopodrácompararseentoncesamiconciencia.Seré tanhonradacomo losángeles...Levantarémi frente... (Se interrumpeydaungransuspiro.)

»¿Peropodrélevantarlaconelpesodeciertascosasdemividapasada...ypresente?Estomevuelveloca.¡Malditasealanecesidad,quenoesotracosasinoloqueantessellamabaelDiablo!Ladecenciadelvestir,ladelicadezaenelcomer,elaseoylascomodidades,quesontannecesariasaciertaspersonascomo el aire y la luz, nos matan el alma... ¡Que venga Dios en persona asacarmedeestecírculomaldito!Simeprivodetodo,memuerodepena,ysino me privo me deshonro... ¡Oh Dios!, ¡quién fuera cursi, quién fuerapopulacho!...Me pasaría la vida haciendo cigarros, lavando ropa, comiendobodrio,durmiendoenunjergónasqueroso;mecasaríaconuncafrehediondo,tendría un chiquillo cada año, viviría como una bestia, toda imbécil, todasucia...; ¡pero sería feliz como son felices los que no conocen el dinero!...¿Quéesmejor,serunapiedra,queseestádondelaponen,oserunacriaturaracional que quiere ir a alguna parte? ¡No sé, no sé! ¡Benditos sean losadoquines,quenisiquierasientenlospisotonesquelesdan!...Vaya,vaya,quéduro es este sofá.Y el pobre Joaquín, ¡qué profundamente duerme! ¡Buenafalta le hace! ¡Cuánto has padecido estos días, desgraciado mártir de lasociedad! Tienes mala cabeza, pero eres bueno. Has gozado mucho,demasiadoquizás,yahoraloestáspagando.Losmuyfelicestienenquepagarsu felicidad con desgracias, y viceversa. Por eso yo, que he sido y soy tandesgraciada,hedecobrarprontolafelicidadquesemeadeuda...(Suspirayseaflige.)Sí, sí;nohaydebajodel solunapersonamásdesgraciada.Y,nomediganquesoymala.Yonosoymala.Esquelascircunstanciasmeobliganaparecerlo.Ysino,quebajeunasantadelcieloysepongaenmilugar,aversinoharíalomismo...(Sedaungolpeenlafrente.)

»Cuandopiensoloquemeesperamañana,medanganasdematarme.Yalmismo tiempo, ¡vayacon las jugarretasquemehacemidestino!Deseoquelleguemañana.Mis necesidades, los apuros de este infeliz y la urgencia depagar los gastos demi pleito,me hacen cerrar los ojos... El honorme echahaciaatrás;laansiedaddesatisfacermisnecesidadesmeechahaciaadelante.Puesnohayotroremedio,adelante.Elsíyelnomevuelvenigualmenteloca.(Rompeallorar,yparasofocarsuslamentosmuerdeelpañuelo.Largapausa.)¡Ycómoduermes tan tranquilo!...Siyono tequisiera tanto,podríasuprimiruno de los principalesmotivos que tengo para dar estemal paso, y quizás,quizáshallaríaotrosmedios...Peronopuedoremediarlo;semedespedazael

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almadeverteasí...Yparaqueveasloquesoy,siemprequeconsiderolomalque tehasportadoconmigo,meentranganasde servirte,de favorecerte.Tediré...,yosoyasí;Diosmío,¿porquémehicistenoble?¿Porquénomehicistenacerdevilpopulacho?¿Porquénomehicistecanalladelacabezaalospies,canallalafigura,canallalosmodales,canallaelalma?...(Granpausa,durantela cual se adormece.) No, no; me decidiré por el azul Ultramar concombinaciónrosayplata...

(Otrapausa,durantelacualamanece.)»Esdedía;melevantaréysaldrésinque élme vea.Aún es demasiado temprano. Procuraré no hacer ruido... Ledejaré el dinero suelto que me queda aquí y dos palabras escritas con estelápiz.(Escribe;ponesobrelamesaelpapelyalgunasmonedas.)Vaya,yaestiempo. (Afligidísima.) ¡Nopoderle decir adiós! ¡Quévida, qué humanidad!Mevoy,porquesidespierta,notendrévalorparasalir.(Vase.)

JOAQUÍN.—(Despertando,yaentradoeldía.) Isidora, Isidora...Noestá.Se ha ido.Me levantaré. Como estoy vestido,mi toilette no ofrece grandesdificultades.¿Habráporaquíellujodeunpeine?Esposible.(Levántaseydaalgunos pasos por la habitación.) ¡Que claridad! ¡Qué feo y antipático es eldía!Prefierolanoche,tapadoraydiscreta.¡Ah!,laseñoradelacasa,antesdemarcharse,hadejadoaquísusdisposiciones.(Tomadosdurosquehaysobrelamesa y el papelito, y lee.) Vamos, bien, me ha dejado el dinero para quealmuercehoy.(Lee.)«Mandatraerdelafondatualmuerzo.Noteapures.Novolveré hasta la noche, porque tengo que hacer». Esta pobre Isidora, ¡québuenaes!Sinofueralamalditamaníadelpleito,quenoganaránunca,seríaunamuchachaejemplar.Bien,bien;haremosloquemandalaseñora.Lafierapatrona no me envenenara con sus guisotes. Voy a llamar, a pedir agua, alavarme, y después esperaremos. Luego que almuerce dictaré mis últimasdisposiciones,yencuantolleguelanoche,laqueridanoche...

Pausa de algunas horas, durante la cual entra y sale una zafia criada,arréglaseelpersonaje,yluegoalmuerzaloquetetraendelafonda.

»MeolvidédelabotelladeChampagnequeestáenaquelarmario.Nomeimportaqueselabebaotro.Enmitestamentoladejaréaloshuéspedesdeestacasaparaquelavacíenpormisalvacióneterna...Yaqueestoysoloescribiréapapá y a Isidora. (Se sienta y escribe.) ¡Buenos cosas le digo a mi señorpadre!... Si los deslices del hijo han sido grandes, el padre no tiene aúnmotivosparadudardesubuenafe...Jamáshecometidounavileza.Misfaltasson debilidades, y además un efecto preciso de la mala, de la perversaeducaciónquehe recibido.¿Porquéeducaronenel lujoalhijodeunpobreempleado con treinta mil reales? ¿Por qué desde niño me enseñaban acompetirconloshijosdelosgrandesdeEspaña?¿Porquénomedieronunacarrera,porquénomeaplicaronacualquiertrabajo,envezdemetermeenunaoficina, que es la escuela de la vagancia? Estas son las consecuencias.Me

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criaronen lavanidad,y lavanidadmeconduceaeste findesastroso. (Sigueescribiendoconagitación,seponepálidoy,alconcluir,sumanotiembla.)

»Ahora escribiré a Isidora, a quien no veré más. La única persona porquiensienteemocionescariñosasmicorazónesella.¡Cuántomásvalestúqueotrasvirtudessecasyorgullosas!Nuestrasdosalmashansimpatizado,porqueson similares. Tú, como yo, fuiste educada en la idea de igualar a lossuperiores...(Escribe.)«Queridayadorableamiga:Próximoamorir,adquierounalucidezextraordinaria;veoelmundoylavidaensuverdaderoaspecto.Yono tengo ya salvación; tú puedes salvarte. Procura olvidar tus aspiraciones;renuncia a esepleito, haztehumilde, y si se te presentaunhombrehonradoquequieracasarsecontigo,cásate,aunqueseamuybruto».(Hablando.)No,nomientonadaaldecirquelaquierocontodomicorazón.Sulealtadconmigo,laconstanciadeafectoconquehapagadomisdesvíospruebanlagrandezadesualma.(Elpersonajeredactalargospárrafosamorososyllenacuatrocarillasdepapel...) ¡Ah!,meolvidabadeloprincipal,deRiquín,mihijo.¡Enestahoratriste me ha entrado un amor por él!... ¡Si estuviera aquí me lo comería abesos!. Le reconoceré. (Escribe otro larguísimo párrafo, y pasa el tiempo yavanza la tarde.) En fin, esto es hecho. Ahora, ánimo. Tremenda cosa esafrontareldudosoabismodelaeternidad.Peronopuedeserdeotramanera.Dios me perdonará mi crimen. ¡Todo antes de ser chacota de la gente ypresenciarlabefademihonor!Prontoanochecerá.Novacilomás.(Sedirigeala percha, saca el revólver y lo examina.)Aquí está.Me parece un juez dehierroquemecondenasinpermitirmedefensaniapelación.

UNAVOZ.—(Que suena cavernosa detrás de la puerta, acompañada dedosgolpecitos.)¿Sepuede?

JOAQUÍN.—Adelante.

DONJOSÉ.—(Entrando.)Buenastardes.

JOAQUÍN.—¿VieneustedenbuscadeIsidora?Noestá.

DONJOSÉ.—No,vengodepartedeella.Estacarta...

JOAQUÍN.—(Tomando la carta con mano temblorosa.) ¿A ver?... ¿EndóndeestáIsidora?

DON JOSÉ.—(Con sequedad.) Hace un rato estaba en una tienda de lacalledelCarmen,escogiendotelasparavestidos.

JOAQUÍN.—(Estupefacto) ¡Telas! (Abre la carta, que es voluminosa.Dentro del pliego aparecen risueños algunos billetes de Banco; Joaquínpalidece.) ¿Qué es esto? (Se sienta y lee. Palidece más y luego se poneencarnadoyvuelveapalidecer.)

DON JOSÉ.—(Aparte, mirando a Joaquín con expresión de poca

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simpatía.)Nolloroporquesoyhombre.Micorazónconcluiráporsercomolasrocasenquebateelmar.

JOAQUÍN.—(Guardandolacartaenelbolsillo,sepasea.)¡Estoysalvado!Lacantidadesredonda...¿Peroaceptaréesto?¿Dedóndeprocede?...¿Esunavileza aceptarlo? Sí que lo es; pero las circunstancias... ¡El abismo!...Supongamosqueundesventuradoestáalbordedelprecipicioyselepresentaeldemoniodelainfamiaylealzaensusmanos.No,no;antesrodaralfondodelabismo.(Alto.)DonJosévayaustedallá,ydevuelvaestoaIsidora.

DONJOSÉ.—(Aparteytétricamente,coincidiendoensusexpresionessinsospecharlo,conOtelo.)Ohflorgraciosaybella,¿porquéhasnacido?

JOAQUÍN.—(Vacilando.) No, no; deshonra por deshonra... Pesémoslasambas en la balanza de la fría razón. ¿Cuál pesa más? ¡Oh!, no hay quevacilar. Esta lleva en sí la imposición del acontecimiento, del hecho real.Tomaréeldinero...Mehesalvado.Pero¿porquénoestoytancontentocomodebiera?(Alto.)DonJosé,¿conquiénhahabladohoyIsidora?...¿Endóndehaestado?

DON JOSÉ.—No lo sé... (Aparte, lleno siempre de espíritushakespeariano.)—¡Estúpido!¿cómoquieresquetelodiga?Nomeatreveréadecirloniaunavosotras,¡ohcastasestrellas!

JOAQUÍN.—Usted nunca sabe nada. Usted está siempre en Babia.(Aparte.) ¡Malditas sean las circunstancias!... Me engañaré a mí mismo,haciéndomecreerqueestedineroesdeprocedenciahonrada.Es tan torpeelserhumano,quefácilmenteseleengaña...Perodiscutamosesto;abordemoslacuestiónconfilosofía.Siestedinerohavenidoamíporunavíapocohonrosa,esevidentequeyonoheidoabuscarlopordichavía.Losprocedimientosdela Providencia sonmisteriosos. Es irreverente y sacrílego ponerse a discutirsus designios. El hecho consumado lleva ya en sí una dosis tan grande delógica,quenonecesitaargumentacionesretóricas.(Alto.)¿Nopiensaustedlomismo,hombredeDios?

DONJOSÉ.—(Comoquiendespiertadeunsueño.)¿Yo?...Yonopienso.

JOAQUÍN.—(Volviendoamirarconcariñolosbilletes.)¡Ylacantidadesredondita!¡PobreIsidora!¿Cómonoamarla?Noséquédaríaporqueganaraelpleito.Perono,no loganará.Sólo lospillos tienen suerte. ¡Don José, señordonJosé!

DON JOSÉ.—(Pasándose la mano por la frente y el cráneo como paradetenerunaideaqueintentaescaparse.)¿Qué?...

JOAQUÍN.—LevoyaconvidaraustedaunacopadeChampagne.

DON JOSÉ.—(Con repugnancia.) Gracias, no..., memareo. (Vacilando.)

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Pero,sí,venga;asíseolvida.

JOAQUÍN.—¿Tieneustedmuchaspenasqueolvidar?

DONJOSÉ.—(Mirándoleconojosdulzones.)¿Yo?...¿Penasyo?(Contraehorriblementesusfaccionesaltratardecontenerlaemisióndeunsuspiro.)

JOAQUÍN.—(Escanciando.)Ahíva.

DON JOSÉ.—(Bebe.) ¡Cómo pica la maldita! (Apenas ha llegado a suestómago la primer gota del precioso líquido, inclina la cabeza y cierra losojos,diciendo.)¡Mundomiserable!

JOAQUÍN.—¿Qué?...¿Portanpocacosa?

DON JOSÉ.—(Levántase bruscamente, los ojos brillantes y airados, laactitudtrágica.)Sí,lorepito.Uncaballeronorecogesuspalabras.¡Esustedunmiserable,ylevoyaromperaustedelbautismo!

JOAQUÍN.—(Soltandolarisa.)¡DonPepe!

DONJOSÉ.—(Cuadrándose.)Asableoapistola,comoustedquiera.Mees igual. De todas maneras sabré castigar su infamia. ¡Usted, un hombreordinario,unmonstruo,uncafre,atreverseacogerensusgarrasaquel lirio!(Da algunas vueltas por la habitación, perseguido por espectros.)No, no ostengomiedo,no.Pez,Botín,Melchor,Bou,noostemo.Osmataréatodos,osharé polvo. Soy el defensor de la virginidad ultrajada, de la inocenciaperseguida,de lacastapaloma... ¡Vamos,almomento,almomento,mebatoconloscuatro!

JOAQUÍN.—(Leempujahaciaelsofá.)¡Pobrehombre!

DON JOSÉ.—(Cayendo en el sofá como un talego.)Me habéismatado,porquesoiscuatro.Osperdonoa todosmenosauno.Osperdonoa los tres;peroati,bestiarepugnante,ati,troncodelaIpecacuana,nopuedoperdonarte.(Sedesvanece.)

JOAQUÍN.—(Disponiéndoseasalir.)Ahítequedaráshastaquetepase.

—IV—

Mutación.Laescenarepresentaunaposentosemi—elegantequepareceserfonda.

ISIDORA.—(Mirando con zozobra hacia la puerta, en la cual ha dadogolpesunamanoindiscreta.)¿Quiénes?

DON JOSÉ.—(Levantándose de un sillón en que yace soñoliento.) Si esvisita,meretiraré.

UNSEÑOR.—(EntrandosombreroenmanoydirigiéndoseaIsidora.)¿Es

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usteddoñaIsidoraRufete?

ISIDORA.—(Trémula.)Servidora...

AQUELSEÑOR.—(Avanzando,seguidodeotroindividuopocosimpáticoy nada cortés.) Señora, el objeto de mi visita es poco agradable. Vengo aprenderausteddeordendeljuezdelHospicio.(Muestraelautodeprisión.)

ISIDORA.—(Aterrada.)¡Prenderme!...¡Amí!¿Estáustedseguro?...

ELESCRIBANO.—(Volviendoamostrarelauto.)Veausted...Conquesitieneustedlabondaddeseguirme...

DON JOSÉ.—(Aparte, deplorando no tener espada, y sobre todo no serhombrecapazdesacarlaencasodequelahubieratenido.)¡Quépicardía!

EL ESCRIBANO.—(Queriendo, como hombre humanitario, sacar aIsidoradesuextraordinariaperplejidad.)Yasabríaustedquelapartecontrariapidióquesesacaraeltantodeculpa...

ISIDORA.—(Confusaymareada.)Sí.

ELESCRIBANO.—Yeljuezhaencontradoelfundamento.

ISIDORA.—Puesdaréfianza...

ELESCRIBANO.—Precisamente... en el delitodeque se tratanopuedeconcedersefianza.

ISIDORA.—¡Delito!¿Estáustedsegurodeloquedice?

ELESCRIBANO.—Elpleitoesahoracausacriminal...

ISIDORA.—(Iracunda.)¿Ydequémeacusan?

ELESCRIBANO.—Defalsificación.

ISIDORA.—¿Falsificadorayo?...(Fueradesí.)

DON JOSÉ.—(Aparte, apretando los dientes, frunciendo las cejas ycontrayéndosetodo.)Notepierdas,José.

ISIDORA.—Esto es una infame trama demis enemigos... Pero Dios noconsentirá que me pierdan ni que me deshonren. (Llora.) ¡Y a esto llamanjusticia, ley! (Sobreponiéndose al dolor y secando sus lágrimas de talmodoqueparecequeseabofetea.)Yoprobarémiinocencia...Estomefaltaba,esto;sermártir.(Aparte,conenterezayorgullo.)Bienvenidaseaestanoblecorona.El martirio me purificará de mis culpas, y hará que resplandezcan misderechos de tal modo que lo puedan ver hasta los ciegos. (Alto.) Vamos,cuandoustedquiera.

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CapítuloXIII

EnelModelo

—I—

La irritación y la vergüenza, unidas a un desorden nervioso que casi laprivaba de sensibilidad, tuvieron a Isidora toda aquella tarde y noche en unestadoparecidoalsonambulismo.Veíalascosas,lastocaba,preguntaba,yaunrespondíacomocediendoaunafuerzamecánica.Noestabaseguradehallarsedespierta,nidequefueserealidadloquelepasaba;ibayveníamediociega,mareada, con algo en el cerebro, entre jaqueca ymanía, sorprendiéndosedevercómobrillabaninstantáneas,sobreladensalobreguezdesupena,algunosrelámpagos de alegría. Rindiola el cansancio después de medianoche; seacostó vestida, cerró los ojos tratando de adormecer el dolor de cabeza, yentoncesrevivióbajosucráneo,entrelavibracióndelosnerviosencefálicos,todoloacaecidodesdequeelescribanosepresentóensucasaparaprenderla.VeíaseenelcochedealquilerqueloscondujoalacalledeQuiñones,dondeestáelvulgarytristeedificiollamadoModelocondescaradaimpropiedad;elcocheparabajuntoaunapuertaenlacualhabíaunsoldadodeguardia,ymása la izquierdaungrupodepobresdisputándose las sobrasdel ranchode laspresas.

Isidora y el escribano entraban en un vestíbulo nada espacioso; salía arecibirlos un empleado con gorra galoneada, traspasaban un cancel decristales, y volviendo un poco a la derecha, encaraban con una puerta depesadoscerrojos,sobrelacualseleíaenletrasnegraslapalabraRastrillo.Unamujer de edad madura abría la puerta, Isidora pasaba, subía por la granescalerablanqueada,yalllegaraloaltomirabaelletrerodelaSalaprimera;yechando la vista por el hueco, veía un claustro grande y luminoso, en cuyacapacidad sesteaba, tomando el sol, el más bullicioso y pintoresco ganadofemeninoquesepudieraimaginar.LaideasoladetenerquevivirentreaquellagentehabíahorrorizadoaladeRufete.Peroellateníafondos;ellapagaríaunahabitacióndecente,yviviríaconciertascomodidadesycompletodecoro lospocosdíasque,asuparecer,habríadepermanecerenaqueltremendoasilo.

Unaseñoramayor,bondadosayamable,laacompañaba,yprecedíalaunaceladora, cabo femenino o presidiaria distinguida, de aspecto gitanesco yhombruno.HacialaizquierdaestabaelaposentoqueaIsidorasedestinaba,elcualteníaunaventanaenrejadaalacalle,uncamastróndehierro,mesaydossillas...Ladejabansola;pocodespuésentrabalaceladora,quien,conformasde adulación artera y llamándola señorita, ofreció servirla y acompañarla.Isidoralamirabaconrepulsión.Llegadalanocheleservíanunacena,quenoquisoprobar,yalfin,sola,encerrada,abrumadaporlapena,elcansancioyla

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jaqueca, se recostó en la cama,donde su cerebro le reprodujouna,dos, tresvecesomás,laseriedeimpresionesysucesosquehemosreferido.

Por lamañana, despertáronla los gritos y desaforadas blasfemias de unamujerquemorabaalotroladodeltabiquedesucuarto,elgraznidodeunavedomesticada,elruidodelacalle,elbulliciodelapróximaSalaprimera,yeltantandelacampanadeMontserrat,iglesiadelconventoquehoyesprisióndelbellosexo.Ysielalmahumanaenlassituacionesdegrantribulaciónsevesiempre sacudida por ráfagas de inexplicable alegría, quemás bien parecenprotesta aislada de algúnnervio rebelde contra el dolor, en Isidora había unmotivo para que aquellas ráfagas de alegría fueran algo más duraderas yeficaces,porquelaprisión,consertanodiosa,habíavenidoalibrarladeotraesclavitudatrozmenterepulsiva.

«Casimealegrodeesto—decía—,porquesinoestuvieraaquíestaríayamuertadehorroryasco...».

Además, la prisión no podía durar, porque los jueces, ¡cosa evidente!,habrían de convencerse pronto de la inocencia de la pobrecita demandante.Dios le había deparado sin duda aquel trance para probarla y darle deimproviso, cuando más afligida estuviese, el alegrón de ganar el pleito yconfundirasuimplacableabuela.Perodondelahallamosmásencarácteresen aquel punto y hora en que echabamano de su cualidad de idealizar lascosasparaobtenerlosmásdulcesconfortamientos.¿Noennobleceelmartirioalascriaturas?Silosculpables,cuandosonperseguidos,inspiranlástima,losinocentes que sufren tormento de la Justicia, ¡cuánto no se avaloran ysubliman en el concepto de las almas sensibles! Era inocente, sufríapersecuciones inauditas; luegoteníabastantemotivoparaerigirseencriaturacelestial. Poco le faltaba aquellamañana para figurarse que todoMadrid lacompadecía,queeraelídolodemultitudes,quesehacíainteresantísima,queerauntiponovelesco,yaunquesalíanporaquíyporallábravoscaballerosdispuestosahacercualquierbarrabasadaporsacarladeaquelmalpaso.

¡Peroquéfeo,quédesmanteladoelcuarto!¡Quécama,quemuebles,quédesnudasparedes!Eracosademorirsedeabatimiento.Ynoobstante,comoella,parahacerfrenteaunhecho,siempreteníaprontaunaidea,amparosedeuna bellísima, que le valió demucho para consolarse. ¿Con quién creerá ellectorquesecomparó?ConMaríaAntonietaenlaConserjería.Eranimásnimenosqueunareinainjuriadaporlacanalla.Determinó,pues,imitarentodossus actos y palabras, hasta donde la realidad lo permitiese, la dignidad deaquellainfelicísimaseñora,conloquesecrecíaasuspropiosojos,yseveíaidealizada por el martirio, grande en la humildad, rica en la pobreza ypurificada en los padecimientos. El día lo pasó en estas cavilaciones,acordándose mucho del Delfín, de Joaquín Pez y de otras personas.Mandáronle ropas,y JuanBou,aquienpidióun librodeentretenimiento, le

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envióLosGirondinos,deLamartine,yungranramodeflores.Isidoraleyóenel libro y deshojó las flores, dándose el gusto de pisotearlas.Le recordabancosasmuydesagradableslaosadíaydesparpajodelacanallaprofanadora.

Empezóelsumario.Cuandobajabaaprestardeclaraciónalasalitaderojodosel,queestájuntoaldespachodelalcaide,Isidoracontestabaalaspreguntasdel juez con serenidad tranquila, con confianza en su derecho y al mismotiempoconunairedesuperioridadquecautivaba,precisoesdecirlo,almismoseñor juezdignísimoyalescribano.Entodoel trayectodesdesucuartoa lasalita, lo mismo al subir que al bajar, la Rufete era gran incentivo a lacuriosidad de las presas, que se agolpaban a la puerta de la Sala para verlapasar,yluegoestabancomentándolatresocuatrohoras.Quiénasegurabaqueeraunaduquesaperseguidaporsumarido;quién la teníaporunacualquieradeesascallesdeDios;yalguna,quelaconocíaverdaderamente,referíapartede su vida y milagros, añadiendo maliciosas invenciones. Y ella, a solas,sumergida en hondas perplejidades y tristezas, repetía en su mente laspreguntasdeljuez,deplorabanohaberdadotalocualcontestación,revolvíalociertocon lodudoso, laacusaciónde la leycon losdatosdesumemoria,eltestimoniodesuconcienciaconciertaspresuncionesysospechas,paratratarde sondear aquel antroobscuroque, desde la acusaciónpor falsificadora, sehabíaabiertoantesusojos.Negabacontodasualma,yalnegar,suconcienciamostrábaseenlaplenituddelaverdad.Losdocumentosselehabíanentregadotalycomoestaban;yellanohabíaañadidoniquitadocosaalguna,ni teníanoticiadequenadielohubierahecho.NoeraposiblequesutíoelCanónigoalterase los talespapeles,y encuantoalprimitivoposeedordeellos,TomásRufete... Al llegar a este punto de su cavilación, Isidora fruncía el ceño yahondaba, ahondaba en aquel mar inmenso de lo dudoso. ¿Pero a quémartirizarelpensamiento?Losjueces,laley,lamarquesadeAransis,lacuriainfameyelseñoríoprepotenteeranlosverdaderosautoresdeaquelembrollo,conelinicuofindedesposeeraunahuérfananoble,aunángeldesvalido.PeroDiosloscastigaría,Diosvolveríaporlosfuerosdelaverdadydelainocencia.¡Puesnofaltabamás!

Durante el sumario, la incomunicación no fue tan rigurosa como la leyordena, porque los cerrojos de nuestras cárceles se ablandan fácilmente.Isidora, como persona de aspecto decente y algo adinerada, se captó lassimpatías de las compasivas mujeres que guardaban a sus compañeras. Asípudotenerelgustodever,aunqueporcortosratos,aRiquínyaD.José,asutíalaSanguijuelerayaMiquis.Eldíamismoenquecesólaincomunicaciónfue este a verla, y tuvo con su amiga largo y substancioso coloquio. Elsimpáticodoctorsintióvivaemocióncuandovioaparecerdetrásdelasdoblesrejasdellocutorioaquellafigurahermosa,aquelrostropálido,conexpresióndenobleconformidad.

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«Isidora,granmujer—ledijo fingiendoburlasparaocultar emociones—.Estás guapa. Eres el soborno de la ley y la sustancia corrosiva del Códigopenal.Comosigasasí,lacuria,envezdetomartedeclaraciones,telashará,yvasapisarunaalfombradetogasyasubirporunaescaleradebirretes.

—Déjatedetonterías—replicóellaapoyandoloscodosenlarejainteriorysosteniendolacabezaentre laspalmasdelasmanos,actituddeaburrimientoquetomabasiemprequeestabalargoratoenellocutorio—.¡Ay,Miquis,estoesmorir!

—Con tu permiso, eso es vivir. ¿Pues qué creías tú?... La vida toda escárcel,sóloqueenunasparteshayrejasyenotrasno.Unosestánentrehierrosyotrosentrelasparedesazulesdelfirmamento...Perovamosaotracosa,granmujer.Hoy vengo a darte noticias que serán para ti alegres o tristes, segúncomolastomes.

—Dímelaspronto.

—Misuegromehahabladodeti,mehahabladotambiéndelamarquesa».

Isidora,sindecirnada,demostrabainmensointerés.

«Lamarquesallegóayer,depasoparaCórdoba.Labuenaseñoraseponenerviosaytristesiemprequelehablandeestepleitoydetuprisión».«Muñozy Nones—dijo la señora a mi suegro—, yo quiero que usted arregle esto.Tómeloustedporsucuenta,hableaesadesgraciada,demuéstreleloinútildesutenacidad,yofrézcaleenminombreloqueaustedleparezca,contalquemedejeenpaz».

—¿Esoledijo?...

—Sí; ya sabes que el documento falso, porque la existencia de lafalsificación ya no ofrece duda, aparece otorgado porAndréu, compañero yamigo demi suegro. ¿Sabes lo quemi suegro dice?Que la falsificación noestáhechaporti».

Isidora callaba. Hasta que el diálogo tomó otro giro, estuvo como unaestatua,fijosenMiquislosojos:

«Oyes.¿SabesquetemeestáspareciendoalapanteradelRetiro?¿Porquémemirasasíynodicesnada?Puesbien:misuegro,queesnotariodelacasade Aransis, vendrá a hablarte; te anuncio esa grata visita. Te ofrecerá lalibertad, la declaración de tu inocencia, y aindamais, una gratificación, unsocorro.Pobrecita,hassidovíctimadeungrandeytremendoengaño.Bromamáspesadanosehadadonisedará.Quiénfueelautordeella,túlosabrás...Pero qué, ¿te has vuelto muda? ¿Eres de piedra? ¿A dónde miras? ¿Estasgozandodealgunavisión?¿Estásenéxtasis?».

Éltambiénsecallabaylamiraba.Metiólamanoporlarejaexteriorehizo

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algunascastañetasconlosdedos,comocuandosetratadellamarlaatenciónaunanimalperezoso.Niporesas.Isidoranodecíanada.

«Voyahablartedeotracosa—añadióMiquis—.Ayerhetenidounagratasorpresa.IbaporlacalledePreciadoscuandooíunavozquedecía:«SeñoritoMiquis,señoritoMiquis».Volvimeyviatutía,lasinparSanguijuelera.«¿Nosabe usted—me dijo—que hemos encontrado a la fiera perdida?...». «¿Aquién?».«APecado».Alláensulenguaespecialmecontóquelehabíandadonoticiasdetuhermanootrosmuchachos.Havividoalgúntiempoenuntejardetrásde lanuevaPlazadeToros. ¡Pobrechico!Fuimosallá,ydosmujeresqueencontramosyquenoserecomiendanporsufisonomía,nosdijeronque,habiendocaídoenfermoconcalenturas,lehabíanllevadoalhospital.

—¡Alhospital!—repitióIsidorasaliendodesuletargo.

—Corrimos al momento al Hospital General, y le encontramosconvaleciente. La enfermedad debe haber sido terrible, porque está pocomenosqueidiota,ytandesmejoradocomopuedessuponer.Desuvidaeneltejarydesuscorreríasyaltashazañas,antesdecaerenfermo,supimosalgoque contaremos cuando tengasmás tranquilidadde espíritu...Y ahoravoy ahablartedeunaterceracosa,deJuanBou.Dicequelehacesmuchosdesaires,quenocontestasasuscartas,quepisoteaslosramosqueteregala...Dicequeereslaingratitudmisma.

—Augusto—murmuróIsidoragravemente,apartándosedelareja—,eslahoradereglamento.Dispénsamequetedespida.Estoyfatigada.Adiós.Vuelvemañana».

Ysemarchócomounareina,segúndijoMiquisparasí,viéndolainternarseenlacárcel.Yélsesalióalacalle:repitiendo:«¡Granmujer,granmujer!».

—II—

¡Falsificación!¡Profanacióndeaquellasantaescrituradelacualemanabaelmás santode losderechos!Sihabíadelito, ¿quiénera el autordeél? ¿ElCanónigo o Tomás Rufete? ¡Enorme, endiablada confusión!... Pero lo quepusorematealadudaytrastornodelainfelizpresafuequesuabogadoledijoundíaestaspalabras:

«Desdeeltantodeculpalacuestiónhavariadoporcompleto.LacasadeAransisyelSr.MuñozyNonestratandeprobarlafalsedaddeundocumentoqueeslabasedenuestrademanda.Silaprueban,nosquedaremosenelaire,hija mía. El pleito toma un giro tal que difícilmente podremos obtener unresultado satisfactorio. Haremos los mayores esfuerzos, y llegaremos hastadonde se pueda llegar.En casodeque la falsificación resulte evidente, creofácil probar que no ha sido usted la falsificadora, y que en este asunto haprocedidodebuenafe.Enresumen:seguridadesdeéxitoenlacausacriminal;

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seguridades de un fracaso en el pleito de filiación.Ya sabe usted que en lapruebahemosestadomuyflojos,pornoconservarustedrecuerdosdelaniñezque nos favorecieran, y por resultar muy débiles los testimonios de otraspersonas».

Y dicho esto, el abogado, frío, honrado y cruel, se despidió dando unsuspiro,últimotributodelaleyalvolversehostil.

«¡También,tambiénmehancorrompidoamiabogado!—exclamóIsidoracuando se quedó sola—. ¡Bien, serémártir; quemematen de una vez, queacabenconmigo,quemellevenalcadalso!».

Pasadalacrisisdeira,estuvodosdíassinsalirdellecho;apenashablaba;no tenía fuerzas para nada; sentíase también algo idiota como su hermano,convalecientede intensa fiebre.A ratos injuriabacondura frasea la justiciahumana, exaltándose, para caer después prontamente en el desánimo yderramar abundantes lágrimas. Su sueño era entonces breve, erizado depesadillas, como un camino incierto y tortuoso, lleno de obstáculos. UnasvecesseleaparecíaRiquín,ladeandocongracialaenormecabezabonita,fusilal hombro,marchando al paso de soldado.Y el pícaroAnticristo lamiraba,echándoseelfusililloalacaraconinfantilgracejo,y¡zas!,disparabauntiroqueladejabamuertaenelacto;acudíanotroschicos,camaradasdeRiquín,yentrerisotadasygritoslacogíanylaarrastrabanporlascalles.Granalgazaraybefadelamultitud,quedecía:«¡Lamarquesa,lamarquesa!».

Otrasveceseragranseñora,yestabaensupalacio,cuandoderepenteveíaaparecerunesqueletodeniño,conlacabezamuyabultada,yloshuesostodosmuyfinosylimpios,cualsifuerandemarfil.Elesqueletotraíasufusilitoalhombroymarchabaconpasomilitar.Llegándoseella,movíalagrancabezaysereíayhablaba.PeroIsidora,sinpoderentendersuspalabras, temblabadeespantoaloírlas.Luegoseborrabaelniñodelcampodelossueños,yaparecíaJoaquínenmitaddeunaorgía,ebriodefelicidadydeChampagne.Pordelantede la mesa se paseaba una sombra andrajosa: era ella, Isidora. Todos lamirabanyprorrumpíanencarcajadas.Ellasereía también;pero,¡cosarara!,sereíadehambre.Ladebilidadcontraíasusmúsculoshaciéndolareír...,yporaquíseguíadedisparateendisparatehastaquedespertabayvolvíaaltormentodelarealidad,nomenoscruelqueeldelossueños.

Alostresmesesdeaquellatristísimavida,alacualllegóaacostumbrarse,porqueesleyquenosacostumbremosatodo,susguardianesleaplicabanconmucha laxitud el reglamento del Modelo, permitiéndole visitas largas, sinbajar al departamento de comunicación.La conducta de Isidora en la cárcelerairreprensible:nodabaescándalos;tratabaalasceladorasconurbanidadymiramientos;sehabíahechoquererdetodas,ylaspresasquepudierongozarde su intimidad, se hacían lenguas de su buen corazón, finura y agradable

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trato.Noteníapocaparteenestolagenerosidaddelaprocesadaysuprontitudobsequiosaen remunerar cuantos servicios se lehacían.Lopeordeesto eraque el dinero,mermado velozmente de día en día,marchaba a su completaextinción y acabamiento. Siempre que en esto pensaba, Isidora sentíatrasudoresycongojas,yechabaunasondaa lofuturoparaversiporalgunapartehabíaseñalesdecosametálica.Grandefuerasupenasinoladistrajeranaratoslosamigos.JuanBouibayapocasveces,porquelafranquezaconquelaingratademostrabasuantipatía,eralentoantídotodelvenenodelapasiónde él, y así, o por dignidad o por enfriamiento, el buen hombre se retraía yapartabadeaquelgranpeligrodesuvida.

«Calavera de undía—decía para sí—,vuelve a tu chozay nopierdas lachaveta. Bastante has gozado; ya supiste lo que es la vida de esas infamessanguijuelas... Vamos, que si nometen a esa divinidad en la cárcel, ¡pobreJuanBou,infelizobrero!...Sigamosahorasiendopueblollano,independiente,liberal,ycuandocaigaotrabreva,veremossiconvieneserpueblooecharunacanaalaireenelmundode losburgueses. ¡Valientespillos!Peroaquelloesvivir...».

LaSanguijueleraibacasitodoslosdíasaverasusobrina.CuandolellevóaMariano,Isidoraseafligiógrandemente,porqueestabatanflaco,extenuadoyconsumidoelchico,queapenasseleconocía.Lafiebrelehabíadejadoenlospuroshuesos,ylapielseletransparentaba.Ensusmodales,ensumanerade hablar, en su espíritu mismo, había dejado el mal huellas quizás másprofundas, porque hablaba poco, contestaba tardíamente, cual si necesitaramucho tiempopara recogerycoordinarsus ideasdesparramadasy fugitivas.Mirabaasuhermanaconespantadosojos.

«Ya ves—dijo Isidora, sin saber qué términos emplear para dar unaexplicación de su estado miserable—. Ya ves a dónde me han traído laspicardías,lasinfamiasdenuestrosenemigos...Paraquevayasformandoideadeloqueesestemundomiserable,dondenohayjusticia,niley...Ytú,¿quéhashecho?Cuéntame.¡Hasestadomalo!¿Ves?Sinohubierassalidodecasadelatía,ellatehabríacuidadobien.¡Quétremendalección!».

Mariano no decía nada, y con la barba hundida en el pecho, tan prontomirabaalsuelocomoalrostrodesuhermana.

«¿Nomedicesnada?—preguntóellaimpaciente—.¿Tehasvueltomudo?Esacara, esemirar, ¿qué son?, ¿arrepentimientoo señaldemayorbarbarie?¡Ah!Mariano,Mariano;elúnicoconsueloquepodríateneryoahoraesvertecorregido, verte caballero y persona decente. Levanta esa cabeza, abre esaboca,mueveesalengua,habla,contéstame...».

Y,dándoleungolpeenlabarba,lehizoalzarlacabeza.

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«Suseñoríagastaahorapocaspalabras—dijoEncarnación—.Lehemosdeponer dentro de un cántaro en un cuarto obscuro, como a lasmaricas, paraenseñarleahablar... ¿Quieresver túquepronto sedespabilaelpájaro?Puesenséñaleelcañamón.Verás...».

Metiendolamanoensubolsillo,sacóunapesetaylamostróalmuchacho,cuyos ojos soñolientos se reanimaron de súbito, y alzó la mano hacía lamoneda,diciendoconungruñido:

«Pamí.

—Sí, para ti estaba»—dijo, riendo la Sanguijuelera, guardándose lamonedaconmásvivezaqueunprestidigitador.

Mariano miró a su hermana, la cual, compadecida, echó mano a lafaltriquera,ysacandodospesetasdióselasalchico.

«Parati...,peroconlacondicióndequehasdecontarmeloquehashechoentodoestetiempo,cómocaísteenfermo,cómohasvivido,quiéntehadadodecomer...».

CongranprontitudseguardóPecadosudinero,yalzandoloshombrosyechandodesíunenormesuspiro,pronunciótorpementeestaspalabras:

«Yo...deaquellascosasquepasan...,locualquemevisolo,y...nomehapasadonada.

—Noshemosenterado.

—Tienesecoelentendimiento—indicólaSanguijuelera—.Lacalenturaleabrasólossesos.DiceelseñoritoMiquisqueledébañosenelrío.Oyetú—añadió alzando la voz, como cuando se habla con un sordo—: ¿quierestrabajar,quieresvolveraltallerdelSr.Bou?».

Comosinadaoyera,Marianoselevantódesperezándose,ydijo:

«Mevoy.

—Altoahí,amiguito—replicóEncarnaciónsiguiéndole—.Hasdearrastrarunacalzacomolospollos.Nosaldrássinmicompañía».

PeroMarianonolehacíacasoysalió.Laviejafuedetrásdeél,gritando:

«Aguarda,aguarda,malasangre.Nocreasquetemeescapas.Yotambiéntengobuenosremos».

Al quedarse sola, Isidora estuvo largo tiempo pensando en su infelizhermano,ydecía:

«¡Imbécil,imbécil!...Asínosentiránada...Yyo,cadavezconmástalentoparapensar,paracomparar...¡Quédesgraciadasoy,yélquéfeliz!».

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—III—

TresdíasdespuésvolvióMarianosolo.Parecíamáságil,másdespabilado,másdueñodesupensamientoydesupalabra.

«¿Vienessolo?—lepreguntóIsidora,asombradadequenoleacompañarasutía.

—Solito.

—¿YtutíaEncarnación?

—¿La vieja?En su casa.Yo soy hombre...De consiguiente, no necesitoquemellevenymetraigan.

—¿Hasidoaltrabajo?

—Sí.

—¡Mentiroso!

—Mira—dijoPecadoabriendosumanoymostrandoalgunaspesetas.

—¿Quiéntehadadoeso?

—Gaitica.

—¿Gai...?

—Tica,tica.¿Noloconoces?Esuncaballero,unamigomío.

—¿Yporquétehadadoesedinero?

—Porquemelogané.

—¿Cómo?».

Marianoguardólasmonedasparadejardesembarazadalamano,metióestaluegoporunaaberturadesupantalóny...

«¿Aquínonosvenadie?...—preguntórecelosomirandoalasparedesyalapuerta.

—Nadie.

—Porquesimeguipan...».

Y sacó del bolsillo un objeto cilíndrico, largo, comodemedia tercia, dedospulgadasdediámetro.Erauncanutofuertementeliadoconbramante.

«¿Quéeseso?

—Unpetardo.

—¡Ah!,¿esoqueestalla?—exclamóIsidoraconespanto—.¡Yvaaestallaraquí!...

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—Burra...noestallamientrasnoseleenciendelamecha.Esteesparaestanoche.Anochepuseunoenlapuertadelacasadelduque,ycuandoreventócayerontodosloscristalesdedoscasas.

—¿Y teocupaseneso? ¡Bárbaro!...No lodigoporqueme importenadaque el palacio del duque salte en cuatrocientosmil pedazos. Yo pondría, sipudiera,unpetardotangrande,quelevantarahastaelcielotodoslospalaciosdeesagenteegoístaquenosquitalonuestro.

—Lo pondremos—replicó Mariano, haciendo de la malignidad y de laestupidezunasolaexpresión.

—Peroesoesjuegodechicos...Escomoarmarguerraconcohetesenvezdehacerlaconcañones.¿Qué resulta?Quesuenamucho,queseasustan losquepasan,queserompendoscristales,quesecaenalgunaspersonas,ynadamás.¡Simplezasypamplinas!

—Pondremos uno de este tamaño—dijo Pecado, expresando con ladistanciadeunamanoaotralagrandezadesusplanesdepetardista—.HayenMadridmuchopillo.Ellosguardantodoeldineroquedebíaserparanosotros,¿eh?

—Lodemenosesqueguardeneldinero.Lopeoresquenosquitannuestronombre,nuestrarepresentaciónsocial;nosmetenencalabozosinmundos,nosmartirizan,yentretantoellosgozanysediviertenconloqueroban.Elmundoestáperdido.Sinosalealguienque levuelvadel revésyponga lodearribaabajoylodeabajoarriba...

—Lodeabajoarribaylodearribaabajo—repitióMarianoconelgozodequienhaencontradolafórmuladeunpensamientoquenohasabidoexpresar—.¿Sabes?...¡Cosasquepasan!AyerhevistoalseñoritoMelchorencochededos caballos. Iba condos señoras, dos tías, ¿eh?, yun caballero.Parecíaunmarqués.

—Nolenombresdelantedemí—dijoIsidoracerrandolosojos.

—¡Cuánto ha robado!—exclamó el muchacho con cierta efusión—. ¡Ynosotrostanpobres...,porquesomosbuenos,porquenorobamos!

—¡Oh!—exclamó Isidora sintiendo un nudo en la garganta—. Dios nosprotegerá.Laspersecuciones,losmartirios,sonnuestrascoronasporahora...;peroestohadecambiar.¿Quiénsabeloquepasaráelmejordía?Yoheleídoquelossoberbiosseránhumilladosyloshumildesensalzados».

Interpretación tan singular del texto evangélico cayó en el cerebro deMarianocomosemillaentierrafecunda,ybienprontonacieronyfructificaronenéllasideasmásextrañas.

«Ellosnoshanquitadoloqueesnuestro,¿verdad,hermana?».

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Isidorarompióallorar.

«Sí,sí,sí—dijoentrelágrimasysollozos—.Picardíatraspicardía,noshanquitado nuestro derecho, es decir, nos lo han negado... ¿Cómo? Inventandomentiras,comprandolaley.Laleysevende,hijo.Túyyotenemosderechoauna casa y a una herencia. Pues bien: nos la han quitado.Mira lo que hanhechoconmigo;metermeenunacárcel.Puescontigoharán lomismo,ynosahorcarán,sipueden».

OíaMariano absorto, y ella sacabade sudespecho admirables rasgosdeelocuencia.

«Unmarquesado,unafortunademillonesesloquenospertenecía.Puesyaves:cárcel,infamia,pobreza.TúyyoseremosmendigosoDiossabequé.¡YDiospermiteesto,yelcielonosehunde,ytodosiguelomismo!Yclamamosagritos,sinquenadienosoiga.Alcontrario,anuestrosclamoresrespondencon sus carcajadas, y nos llaman pordioseros, envidiosos, y nos desprecian,nosinjurian.Denadanosvaleinvocarlaley.Laleyessuya,porqueteniendoelloseldinero,tienenlaconcienciadelosjueces...Quemedenamíeldinero,aunquesóloseaporochodías,yveránloquesoy.Peroestamossinarmas,yyaves,nosabrasan,nosmatan.¿Quéeslaley?Unaengañifa,unafarsa.Losque la representan,¿quésonsino ladrones?Laautoridad..., ¡ah!, ¡quégraciamehaceamí laautoridad!Es lacomediadelascomedias,malrepresentadaparaengañarnos,paraexplotarnos.

—Lespondremosunpetardo,¿eh?

—¿Uno?¡Cuatromil;unmillón!...Túeresuninfeliz,chico,ynosabeslomalaqueesesagente».

Siguieron hablando de esto, y al día siguiente hablaron de lo mismo,porque Isidora, cuando tomaba en su boca este asunto, no lo soltabafácilmente.Amedidaquesusilusionesdecaían,determinábaseensualmauncambio de sentimientos; simpatizaba más con el pueblo, a quien creíaoprimido, y le entraba un vivo aborrecimiento de la gente grande. Lo másextraño era que, sin ceder en su vanidad ni en lo que pudiéramos llamarcoquetería de la desgracia, seguía encariñada con el bonito papel deMaríaAntonieta en la Conserjería. Pero en aquel caso la buena reina estabamartirizadaporlacruelyegoístaaristocracia,dedondeveníaquesimpatizaseenprincipioconelvulgo,conelpopulacho,conlosdescamisados;ydecimosenprincipio,porqueningunaideadelmundo,unidaatodoeldespechodesucorazón,lehubierahechotolerarlagroseríaysuciedaddelaspersonasbajas.Pensandoenesto,elladabavidaensumenteaunagallardautopía,esdecir,ala existencia posible de un populacho fino o de una plebe elegante y bienvestida.Peroesto,¿noeraunaatrevidaexcursiónalporvenir?Algodegenialhabíaenella,porque,confundidaymareadadetantopensar,solíaponerfina

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suscavilacionessobrelaplebefina,diciendo:«¡Quétalentotengoyquécosasmeocurren!».

CapítuloXIV

Deaquellascosasquepasan...

—I—

DesdequeMarianoempezóaentonarse,sutíaEncarnaciónnopodíahacercarrera de él. Halagos y amenazas, blanduras y rigores, eran igualmenteineficaces contra él.Más le habría gustado a la buenamujer verle travieso,enredador e indomable como en su niñez, que observar aquella indolenciataciturna,aquellatétricaquietud,semejantealacechodelasbestiascarnívoras,enlascualeslapacienciaesprecursoradelaferocidad.

«¿En qué piensas, animal?—le decía bruscamente—. ¿Vas a inventar lapólvoraoqué?Eresuntalego.¿Porquéteestásdoshorasmirandoalsuelo?Mirasiquieraalcieloestrellado,yaprendeparazaragozano,¡puñales!¿VasahacerelAlmanaquedelempedrado?¡Quéposte!Tuhermana,detantomirararriba,sehaperdido.Túllevasotrocamino,perollegarásalmismofin.¿Porquénotrabajas?

—Porquenomeda lagana..., hala...—respondíaMariano saliendode susomnolenciaintelectualporlavirtuddeunpellizco.

—Puesveaquetemantengaelobispo.

—Nonecesitoqueustedmemantenga.Tengodeacá.

—¡Anda,anda,chavaldesorejado!...¡Yconquétiposteajuntarástúparaallegar eso! ¿Quédiabluras haces? ¿Enqué te ocupaspor las noches? ¿Quéllevasaquídebajodelablusa?

—Elcopón.

—¡Jo... sús! ¡Qué blasfemias dices!Mira, mira, tú y yo haremos malasmigas.Sisiguesasí,desocupa,hijo,desocupaydejalacasa.Eldíaenquetedengarroteiréaverte.

—¡Aur!...»—murmuróPecadoconguturalsonido.

Ysemarchódespacio,lasmanosenlosbolsillos,lagorraencasquetada,lamiradavagabundaysin fijeza,comosuandarypensamiento.Algunosdías,dandoasuteóricopaseounadireccióndeterminada,íbaseacasadeJuanBou,noapedirtrabajo,sinoacharlarunpococonelmaestro,porquienconservaba

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ligera inclinación, parecida al afecto.Llegó al taller undía (enerodel 77) yencontróalbuencatalánfestivoyengolfadoeneltrabajo,comoensusbuenostiempos.

«Hola, tagarote, ¿qué buscas por aquí?—le dijo, tocado de aquellaverbosidad que fuera indeterminable si no le entrecortara la tos—. Siéntate.Puestodavíamejoraspoco.Hombre,aversiechasdeunavezesepelo.Tieneslacabezacomoladeunratónacabadodenacer...Tedigoquetesientesyquetepongaslagorra.Aquínosegastancumplidos.Conquecuéntame:¿trabajasono?».

Mariano quiso contestar que no trabajaría más a jornal; pero Bou teníatantas ganas de decir algo, que le cortó la palabra con la suya inagotable,diciéndoleasí:

«Aprovechoestaocasiónparadecirtequetuhermanaesunaloca,unamalagradecida, una mujer ligera, una tonta, una disipadora, una cabezadestornillada.Yo laquise comoyo séquerer, ymehubiera casadoconella.¡VotovaDeu,debuenamehelibrado!Porquetuhermanaesunacalamidad.Ahí la tienes en la cárcel por terca, porque se ha empeñado en que esmarquesa.Tanmarquesa es ella comoyo subdiácono.En fin, ella loquiere,consupanselocoma.Biensehacomidoelmío;ynocreasloquedicenporahí,no;noesciertoqueyomegastaraconellaloquemesaquéalaloteríaylaherenciademitío.Entotal,nomepellizcóarribadedosmilduros,porquecomo la Justiciame laquitódeentre lasmanoscuandomenos lopensaba...Diganloquequieran,chico,hayProvidencia.Midinerosesalvóenunpapel,elautodeprisión;porquetrapitosporaquí,trapitosporallá,elcaprichitoA,lachuchería B, ello es que se me evaporaron diez o doce mil reales en unamañana.Tuhermanaesunaliquidadoracomonosehavisto.Ensucorazón,lleno de apetitos, está escrito con letras de oro «¡abajo los ricos!». Buenapieza,sí.Esuntigreparaelbolsilloajeno.Quienveaquellacara,¿cómohadesospecharloquehaydentro?Quienveaquellosojosdivinos,dondetienensumadriguera los ángeles, ¡cómo ha de pensar que estos ángeles son unacuadrilla de secuestradores!... Yo estaba ciego, yo estaba tonto. Cuandomemandólaprimeracartaconsupadrino,pidiéndomesocorros,meparecióquesemeabríanlaspuertasdelcielo.Estaeslamía,dije,ycondosotrescartas,yo proponiendo, ella aceptando, nos arreglamos. La puse en una fondamientras arreglábamos una casita; yo estaba embobado; quería probar lasdelicias del mundo, cuando la Justicia..., ya sabes... Este animal de Bou sequedóconlacopaenloslabios...Ahoramealegro.Conlospocostragosquegusté,tengolobastanteparapoderdecir:conozcoelmundo,señores,conozcosusdeliciasmentirosas, susdulzurasy susquebrantos; sé loquecuestan losgoces.Desdelasobriedaddelpobrealadisipacióninmoraldelosricos,todolo conozco, todo es canalla, canalla arriba, canalla abajo. ¿Sehace el bien?,

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puesnadie loagradece.¿Sehaceelmal?,puesnadie locensura.Malybientodo es igual. Si amas te desprecian; si eres rico te adulan; si eres pobre teescupen.Osino,observaloquehahechotuhermanaconmigo.Lasaquédelamiseria,lavestí,lacalcé,lediregalo,comodidades,cuantopudieraapetecer.Ellaabríalabocayyoabríaelbolsillo,ypalantesiempre.Puesmiraelpago.Dicequesoyunbruto,quelerepugno,queledoyasco.Lemandounramodefloresylopisotea.Leescribocartasynomecontesta.Voyaverlaymerecibeconungesto...Enfin,lahemandadoapaseo.Tedigoestascosasparaqueselocuentesaella.Anda,anda,diletodo;nomeimporta.Veremosloquehacecuandoseleacabeeldineroynotengaconquépagarelcuartoenlacárcel.Lapondránenaquellasgrandiosassalas,dondepodrápasearseycomerydormirconaquellaslindasduquesasybaronesasqueestánalláporhurtos,lesionesyotrasgracias.Bienmerecido.Ellanotepreguntarápormí.Si tepregunta, ledicesqueelseñorIpecacuana(asímellama)estácontentodehaberlaperdidodevista,quehahecholaspacesconsubolsilloyconelsentidocomún,yquelevatanlindamente.Dilequetrabajocomoantes,quebuscaréunamujerdebienconquiencasarme;que,comohijodelpueblo,meríodesuaristocraciaestúpida,yquemealegraríadequetodoslosaristócratasychupadoresjuntosnotuvieranmásqueunsolopescuezoparaahorcarlosatodosdeunavez».

Máshubieradicho,perolatos,queporlohomérica,teníaciertasemejanzacon la risade losdioses, le invadióde súbitoyallí fueTroya.Concluidoelacceso,elojorotatorioderramóabundantelloro,mientraselotro,máscerradoquearcadeavaro,nodabaseñalesdeexistencia.

«Y ahora—continuó Bou, gozoso delmutismo deMariano—, si quieresquetedéconsejos,telosdaré.Porquetútancallado,tútansombrío,novienesaquetedétrabajo,nidinero,sinounbuenconsejo,quevalgamillones.Oyebien. Si quieres trabajar, trabaja; si no quieres trabajar, no trabajes. En estemundo,elquemás trabaja tieneprobabilidadesdemorirsedehambre, sinovieneensuayudalaloteríaoalgunaherencia.Túereslisto;buscaunnegocioatrevido,emprendealgo,especulaconlacandidezdelosdemás.Yohevistomuchomundo,yséquelosmáspillossonlosquetienenmásdinero.Cuandotú lo tengas, gástalo, que hay tontos que al verte tirar tu dinero te darán elsuyo;asíeselmundo.Hazcosasatrevidas,dateaconocer,aunqueseaconungranescándalo;procuraque tunombre suene, aunque seaparadecir: «¡Québárbaroes!».Aquíhaydospapeles,eldevíctimaoeldeverdugo.¿Cuálvalemás?El de verdugo.Chupar y chupar todo lo que se pueda.El pueblo estásacrificado.Losgrandessecomentodoloquehayenlanación.Nohaymásque dos caminos: o acabar de una vez con todos los grandes, lo cual no esfácil,ometerseentreellosyaprendersusmarrulleríasy latrocinios.Escoge,tomatusmedidasyechaaandarpalantito.

—Yo—dijoMarianoconsúbitaanimación—quieroquesehabledemí.

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—¡Quehablendeti!...,puesmeteruido.

—Loqueesruido...,yalometo—replicóMariano.

—¿Cómo?¿Conuncencerro?

—Conesto—dijoMarianomostrandouncanuto.

—¡Ah!¡Tunante!...—exclamóBoumuyasombradodeverel instrumentomúsicoqueelchicomostraba—.Conquetúteocupas...Puesmira:desdehoyperdemos las amistades, porque con esa clase de armas no se defiende alpueblo.¡Petardos,armatraidoradelosperdidos,truhanes,jugadoresydemásescoria!Oyetú,míramealacara.¿Mevesbien?Puesestequeaquíves,estenieto demi abuela, cuando quiere significar su desprecio al Poder público;cuando quiere dar una bofetada a cualquiera que represente la autoridadusurpadaylaleytiránica,lohacecaraacara,apechodescubierto,poniéndoseentreelpeligroylainmortalidad,entreelverdugoylagloria.¡Perodispararcohetes en la sombra, asustar a las mujeres y desesperar a los de Ordenpúblico!...Reflexiona,hijomío—añadió,despuésdeunapausa,contonillodepropagandaevangélicaquesabíaadoptarenciertoscasos—;reflexionaenquesiquiereseducartusvirtudescívicas,yllegaralgradodeestimaciónpúblicaaquehemos llegado losque estamos llenosdeheridas, los quehemos idodecalabozoencalabozo,losquehemoscomidoratas...».

Diossabeadóndehabríallegadoporestebrillantecamino,siMarianonosehubieselevantado,anhelosodemarcharse.Enelsingularestadofisiológicoen que se encontraba, su lúgubre atonía se interrumpió bruscamente porimpaciencias inexplicables. Con un poquillo de ironía dio las gracias almaestroporsusconsejos,ysefueaescape,comoalmaquellevaeldiablo.

«Estechicotienealgo»—dijoBouparasí.

Olvidándoseluegodelmuchacho,siguiópausadamentelospasoscontadosdesumetódicavida;paseóunpocoporla tarde,comiódespués,fuealcafé,regresóasucasa,ycuandoseestabaacostando,¡ayDios!,oyoseunestrépitotal,quenoparecíasinoquereventabaunaminajuntoalacasayqueestaseveníaabajodegolpe.ElestremecimientoyelruidodejaronaBouparadoysinaliento, los vidrios estallaron en pedazosmil, la puerta de la casa saltó delquicio, y el vecindario, alarmadísimo, salía gritando a la calle con pánicohorrible...

¡Ahpilletearistócrata!—dijoBouserenándosealcomprenderloqueera—.¡Sitecojo!...».

—II—

Y algunos días después de esto, Mariano estaba en la encrucijada quellaman las Cuatro Calles, mirando indeciso las vías que allí concurren, sin

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sabercuálescogerparaentrarporella.Oigámosle:

«¿Iréacasademitía?No,quellamaalosdeOrdenpúblicoymecogen.¿Iré a ver a mi hermana? No, que estará allí Gaitica. ¿A dónde iré?...Dejémonos ir. Por aquí, por laCarrera abajo, veré la gente que va a paseo,veré los coches, subiré alRetiro, yme estaré allí toda la tarde...Hace buentiempo,tengodosdurosynosemedacuidadodenada...Yaempiezaapasarla pillería. Allá va un coche..., y otro y otro. Toma, aquel es de ministro.Chupa—gente,¿sabeelcoche?Oigasté,¿ysiledijeran:«Suelteloquenoessuyo?...».Ahívaotro.¡Cuántohabrárobadoesehombreparallevarcocheroscontantogalón!...Anda,anda,yallívauncocheromontadoenelcaballodela derecha, con su gorrete azul y charretera... ¡Eh!, y en el coche van dosseñoras...¡Vayaunastías,ycómoserevuelcanenloscojines!Oiganustés,¿dedónde han sacado tanto encaje?Y qué abrigaditas con sus pieles... Pues yotuveanochemuchofrío,yandoconloszapatosrotos.Paren,parenelcoche,quevoyasubirunratito.Estoycansado.¡Valientestías!...SubiréporelDosdeMayo.Poraquívamuchagenteapie.

»EsteRetiroesbonito;sóloque...,deaquellascosasquepasan,habiendotantosquetienenfrío,elpueblodebíaveniraquíacortarleña...Entroporestepaseodelosmuñecosdepiedraconlasmanosylasnaricesrotas.¡Quéfeosson!... Hola, hola, ¿niñitos con guantes? ¡Y cuántos perifollos gasta estafamilia! Con lo que lleva encima la criada había para vestir a cuatro milpobres...Elpapádebedehaberrobadomucho.Estágordocomounlechón...Deconsiguiente,queloabranencanal...Tomemosporaquíaladerecha,parairalaCasadeFieras...Peronoentraré;estoycansadodeverlas.¡Puño,cuántocoche! Allá va D. Melchor acompañando a dos niñas. Sí, para ti estaban,bruto.SonlasniñasdePez.YelSr.PezvatambiénconlagrantripallenadebilletesdeBanco,quehatragado...Máscoches,máscoches,más.Biendiceelmaestro que lo bueno sería que toda esta gente no tuvieramás que un solopescuezoparaahorcarlatodadeunavez...Deconsiguiente,todosviviríamosalpelo...Pero¿quéesaquelloquevieneallí?¡Ah!,yasé.Primerounbatidoracaballo.Despuéselgrancocheconseiscaballos...Puño,ytodaesagentedegalones, ¿para qué sirve? Miale, miale, cómo saluda a todo el mundo,sombreroenmano;yellatambiénsaluda,moviendolacabeza.Descuidar,quealgunohabráquevusarregle.Yoloquedigoesquemuertoelperroseacabólarabia,yquemuertalacabeza,manosypiessemueren...Miales,miales;danvueltasparaquelesveanmejor.Ahoravuelvenparaacá;yavushemosvistobien.

»¡Valientesperdularios!Sihubieraunhombredecorazón,¿adóndeiríaisaparar todos?Todos os pasaríais al partido de los pobres. ¡Vivan los pobres!digoyo,ycaigaelquecaiga.¡Abajolosladrones!...Puño,vienenmáscoches,todoscontíasbrujasoconmozasguapasmuytiesas.Ya,ya;¿sombrillitapara

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queelsolnolesquemelascaras?Puesyo, tíasbrujas,andoalsolyalaire,conloszapatosrotos,ylablusarota,muertodefrío;conque...¡Eh!...¿Quiénes aquel que va a caballo? ¿No es Gaitica? Elmismo, un chulo vestido depersonadecente.Ysaludaadosquevanenuncoche.Todoporqueestosdíasha ganado al juego muchos miles. Ladrón, ruletero, chulapo, ordinario,canalla.Apuestoaquepasaporjuntoamíynomesaluda;¿apostamos?Aquíviene;meacercaréparaquemevea.Lehablaréenflamenco.«Buenastardes,zeñóZurupa».

EstodecíaMarianoacercándoseaunjinetequeavanzabaporlaorilladelpaseo,montadoenuncaballoespañolpuro,decuellocorvoymovimientostangallardoscomopesados.Eljinetevioalchico,yentrebromasyveras,sacudióel siniestro brazo, y con el látigo, quizás sin pensarlo, le cruzó la cara,diciéndole:«Granujilla...».

—III—

Enunacasa,queporsudesordenadoaspecto,lasuciedaddesusmueblesylacataduraordinariadesushabitaciones,parecíaserlamismaenqueJoaquíne Isidora pasaron las tristes horas que en otra parte de esta historia quedancontadas,halláronsejuntosotrodíaMarianoyelcaballero(llámaseasíporqueibaacaballo)designadoconelnombredeGaitica.EntróMarianoenelcuartoenqueeltalestabaysinsaludarleledijo:

«Vengoaporaquello.

—¡Ah!,quelistoandas.Agradecequelohay.Toma,roíoniño».

Sacótresdurosdelbolsilloysinmirarleselosarrojósobrelamesa.

«Elotrodía—dijoMarianocon timidezentre recelosaysalvaje—medioustedunlatigazo.

—Niño, fuesinquerer.Puesqué,¿aun roíocaballerocomo túse ledanlatigazos?...¡Taco,yquéorgullovasechando!...¡Roer!Átameesamosca.Porahoranonecesitode ti.Si algúndíanecesitasuna roíapeseta,venteacá.Sialgúndíanotienesquécomer,nofaltaráacáunroíopedazodepanquedarte.Comeráslassobrasdelamesa.Eresunroíogandul,unroíoholgazán,unroíobergante,yacabarásenpresidio.

—Comousted—dijoMarianocondescaro.

—¡Roer!, no teme subas a lasbarbas, porquedeun roíopuntapiévas apararaFlandes.Yosoyunapersonadecente.Losholgazanesygandulesmecargan,¡taco!Porquelanecesidadleobligueaunoaponerlaruleta,noquieredecirquenoseapersonadecente.Ahorasoyhombreformal,yvoyacomprarmulasparavenderlasalaArtillería;hombredenegocios,hombrequesepuedeponerdelantedelrey,sí,señor;porqueesunhombrequepagalacontribución,

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unhombredeorden,deley,quenogustadeoírhablardelroíopueblonidelaroíarevolución;unhombre,enfin,máshonradoqueDios,máscaritativoquelaroíaBiblia».

Marianoleoíaespantadoycondespecho.¡TambiénGaitica,aquelserdela última gradaciónmoral, aquel hombre a quien Pecado consideraba comoinferior, se sublimaba por la virtud de su pequeño capital, adquirido eninfamesjuegosdeazar,yqueríarevestirsedeladignidaddelburguéspacífico,del propietario conservador, y clasificarse entre los ciudadanos probos, quesonbase, sustentodelordensocial!Era loúltimoqueaMariano lequedabaquever.

«Sí—prosiguióaquelindividuo,cuyoretratonoharemosporqueunamanomáshábil loharádespués—,soyhombrecaritativo.Sabesquehevistoa tuhermana,yquelaheamparado.Laheconocidoestosdías,cuandoheidoalModeloaveraunaprimaqueestáallíporunasroíaslesiones...Tuhermanaesmuyguapa.Laheamparado;lavimuyafligidaporqueselehabíaacabadoeldineroyteníaquepasaralasalacomún.¡Roer!,¡unhombrecomoyoveresascosas!... Al momento arreglé con el alcaide el pago del cuarto. Yo soy unhombregeneroso,uncaballeroquesabegastar lasroíaspesetasenbeneficiodel pobre y necesitado... Tu hermana es muy buena y muy señora. Voy avisitarla todos losdíasyaofrecerlemis servicios. ¡Oh!,noescomo tú,queeresdeloquellamanunparásito,lapolilladelordensocial,unvago.Túytuscompañerosdebéisserexterminados,porquelaroíasociedad...,enfin,yomeentiendo.Márchate. ¡Roer!, ¿qué haces ahí como una estatua? Tú no tienesinteligencia,nocomprendesloqueyohablo...Abur».

En el cerebro de Mariano se repercutían, como vibraciones de unacampana, aquellos execrables conceptos, que son fiel copia de los textosauténticosdelcélebreGaitica.ConocidodetodoMadrid,estetipohavenidoanuestranarraciónporlapropiafuerzadelarealidad.Elnarradornohahechomásquelimpiartodoloposiblesulenguajeal transcribirlo,barriendoconlaplumatantagroseríaybestialidad,paranodejarsinolaescoriaabsolutamenteprecisa.

Cuando Mariano se retiró aquella noche a su miserable alojamiento,después de vagar toda la tarde y parte de la noche por las calles sin tomaralimento,sufrióunataqueepiléptico.Parecíaquesedesbaratabaenhorrorosasconvulsiones,ysemordiólasmanosysegolpeótodo,quedándosemaltrecho.Por fin le pasó,Dios sabe cómo, y al volver en sí encontrose con una grannovedadensucerebro:teníaunaidea;perounaideagrande,clara,categórica,sinceramenteadheridaasuinteligencia.Nodurmióentodalanoche,nocomiónadaa lamañanasiguiente.Teníamomentosdegran tembloryconfusión,yotrosenqueunaactividad febrilobligábaleacorrerpor lascalles, sinveranadie,sinfijarseennadamásqueenloscochesqueibanyvenían.

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Tomabaunbocadoencualquiertaberna,ypaseaba,paseaba.Pasearerasuvidayelpastodesuidea.Rompiótodaclasederelaciones,dejódeverasuhermana,asutía,aBou,aGaitica,yconquienúnicamentecambiabaalgunapalabra era con Modesto Rico, que vivía con él y estaba casi siempreembriagado.Lasnochessiguientes laspasó tambiénsindormir.Unmalestarinexplicablequeavecestomabaformascomodeentusiasmo,avecescomodeabatimientoletal,actuabasincesardentrodeél,absorbiendotodassusfuerzasy pensamiento.Repitiole el ataque epiléptico, y cuando le pasó, disparatabacual si hubiera perdido la razón. Durmió luego profundamente; levantosealegre,salió,ydirigiéndosealRastrodetúvoseenunpuestoacompraralgo.Regateócondiscreciónytacto,ydevueltaensucasaconelobjetoquehabíacomprado, lo escondió, lo agazapó debajo del colchón, diciendo estaspalabras:

«Estátequieta,ahí,quieta».

CapítuloXV

¿Esonoes?

—I—

¡GenerososeñoraquelqueevitóaIsidoralaangustiayelbochornodelasala común, apresurándose a pagar lamiserable cuota! ¿Quién era aquel serbenéficoquepracticaba la caridad tanoportunaynoblemente?Laagraciadano le conocíamás que de haberle visto dos o tres veces en el cuarto de suvecina (una tal Antoñita Surupa, que por ciertos porrazos, calificados delesionesgraves,estabaen lacasapurgandola impetuosidaddesunaturalezameridional),yporlomismoqueeratansuperficialelconocimiento,eramayorsu gratitud. Al día siguiente de aquel rasgo, merecedor de los mayoresencomios,elautordeél,FrasquitoSurupa,aquienpormotellamabanGaiticaencírculosqueapenaseslícitonombrar,visitósolemnementeaIsidora.

Segúnélmismodioaentender,erapersonanotableyacaudalada,hombrede gran mérito, que todo se lo debía a sí mismo, pues abandonado de susnobles padres y desheredado por sus nobilísimos abuelos (¡miserias ybribonadasdelmundoydelaley!),habíatenidoquecrearseunaposiciónconsu ingenioy su trabajo.Motivosdiferenteshalló Isidora en sunuevoamigoparasentirhaciaél simpatíayantipatía,enporcionescasi iguales,porquesibien aquello de ser hijo natural y abandonado, víctima del egoísmo de suspadres,lehacíasobremanerainteresante,encambiosusmodalesysulenguajeerande lomássoezychabacanoque imaginarsepodría.Su figurahermosa,

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juvenilyhastaciertopuntoelegante,querecordabaladeJoaquínPez,perdíatodas sus ventajas con lo que del alma salía a los labios de tan singularcriatura,enesaflorescenciadelserquesellamaconversación.PormomentosIsidora le encontraba agradable, pormomentos aborrecible.Él, hablando sincesarde las injusticiashumanasycontando losmartiriosypersecucionesdequehabíasidovíctima,cautivabamáslaatencióndelaprisionera.

LasoledaddeIsidoraeracadavezmayor.EmiliayCastañonolavisitabanya;Bouhabíarotoconella;Miquisibamuyraravez.SóloeranconstantesD.José y la Sanguijuelera, que llevaba a Riquín. Joaquín Pez, cuyo trato enaquella soledadhabría sidomuygrato a Isidora, estaba en laHabana, desdedonde le había escrito algunas cartas cariñosas. Riquín, Encarnación yRelimpio eran, pues, los únicos que llevaban la alegría, la distracción y laesperanza a la triste celda durante un rato, que se alargaba todo lo posible,contandoconlabondaddelaceladora.

Miquis fueaverlaundíaparaanunciarle lavisitadefinitivadeMuñozyNones.

«Oye tú, gran mujer—le dijo—: mañana viene mi querido suegro.Recíbelocomosemerece.Lehablédetiyvienedispuestoafavorecertetodoloposible.Tehablarálargodetupleitoydetucausacriminal,yponiendolascosasensuverdaderolugar,telasharáverclarasysintelarañas.Noteasustesde su franqueza. Es un hombre que dice las cosas como las siente. Dice avecesbarbaridades;perosusbarbaridadesvalenmásqueeloro,laplataylaspiedraspreciosas,porquesonverdadpura.LoqueéltedigatómalocomoelEvangelio. Si trata de encarrilarte por el caminoA o el camino B (aquí denuestroIpecacuana),marchaadelanteconlosojoscerrados.Dejaelorgulloaun lado, como se deja una corona de teatro después de acabada larepresentación.Asícomosehaceexamendeconcienciaantesdeconfesar,hazahoraexamendetonteríasparaquelasabjurestodas.Acopiasentidocomúnyensáyatetodaestanocheenapreciarlaextensiónverdadera,elnúmeroypesoexacto de las cosas humanas. Siempre que tu fantasía quiera llevarte a unaapreciación falsa de la realidad, date un gran pellizco..., y por último, nocoqueteesdelantedemisuegro,porque,aunquemuybueno,esmedianamenteaficionadoalasmuchachasguapas,ypodríasuceder...».

Laprimera impresiónde IsidoraalverentraraMuñozyNones fuemuygrata, porque el notario era un hombre admirablemente dotado por laNaturalezaenfigura,modales,graciadeexpresiónydondegentes.Suedadnopasabadecincuentaaños,yvestíaconpulcritudycorrección.Grancalvalustrosa, bajo la cual actuaba sin cesar el prurito de la fundación de unaPenitenciaría para jóvenes delincuentes, le caracterizaba, en primer término.Eraademáshombrequemirabaconextraordinariapenetraciónalaspersonascon quienes hablaba, y que para aprobar y afirmar decía siempre: Mucho,

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mucho, y para negar empleaba irrevocablemente la frase nohay tal cosa, niese es el camino. No usaba más que una comparación. Para él, todo era...como la luzdelmediodía.Si la costumbredeusar chalecosblancos, auneninvierno, significaba algo,Muñoz y Nones era un hombre singularísimo enestamateria.Sieldeseodenoparecerbarrigudodistingueaunhombregruesode otro, Muñoz y Nones debe ser puesto en la categoría de los que vivendecididos amorirse esbeltos.Decir que eraun tantopresumidoyunmuchosimpático,acabarádepintarleporfuera.Sufranquezalehabíavalidoalgunosdisgustos, pero también grandes triunfos, porque el culto de la verdad,proclamandolahonradez,traesiempreventajas,lascualesnoseconcretanalaconcienciayalamoral,sinoqueseextiendenalaesferautilitariadelavida.Poresto,yrelacionandosusvirtudesconsuséxitos,decíaelgrannotarioquetambiénlahonradezesnegocio.

«La señora marquesa—dijoMuñoz después de los saludos—está en lasmejoresdisposicionesrespectoausted.Nosésisabráustedqueesaseñoraesunángel,unacriaturacelestial.Sinolosabe,selodigoyo,ybasta.Imagíneseustedelsermásbondadoso,másprudente,mássensibleycariñoso,yloqueresultedeeseesfuerzodelaimaginaciónserásiempreinferioralamarquesadeAransis.

—No lo dudo—replicó Isidora, contrariada, porque habría querido oírhablarmaldesuabuela,dadoque lofuese—.Laseñoramarquesaserámuybuena,aunqueenestecasomío...

—Pero, criatura—dijoMuñoz sin poderse contener—, ¿todavía no se hacurado usted de la enfermedad de esa idea absurda?... ¿Todavía cree ustedperteneceralacasadeAransis?

—¿Acasomehanprobadolocontrario?

—¡Probado!... ¡Siestámásclaroque la luzdelmediodía!Nose tratayadel pleito de filiación, niEse es el camino.Eso es cosa juzgada.Empéñeseusted en seguirlo adelante, y consumirá su vida, su dinero y su saludinútilmente».

Isidorasudaba.

«¿Demodo—dijo esforzándose en vencer su abatimiento y espolear susánimos decaídos—, de modo que usted cree en esa gran paparrucha de lafalsificación?

—¿Conquepaparrucha?...¡Ayniña,niña,ustednosabeloquesedice!Lafalsificaciónestanclara,tanevidentecomolaluzdelmediodía.ElTribunallohadeclaradocategóricamente.Elpleitode filiacióncarecedebasey secae,comouncastillodenaipes».

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Isidora sintió que semareaba, que se le iba la vista, que el cuarto dabavueltas,queMuñozyNonessereproducíaeninfinitasimágenesocopiasdelmismoMuñozyNones.

«Explíquese usted...—balbució con voz dolorida, cerrando los ojos—Nopuedoentender...

—Puesmuysencillo...¿Peroseponeustedmala?Unvasitodeagua...

—Noesnada.Ustedquéentiendedeestascosas...

—Mucho,mucho.Lafalsificaciónexiste.Queustednoesautoradeella,notieneduda,puesseperpetróesedelito,segúntodaslasapariencias,cuandoustedteníatresaños.

—Entonces...

—Supadredeusted,TomásRufete,eraunhombreligero,decostumbresdesordenadas.Leconocí,letuvedeescribiente.Muchasvecesleprestédineroquenomedevolvió;peroestonohacealcasonieseeselcamino...

—¡Mipadre!...¿Ustedestásegurodequeeramipadre?—exclamóIsidorasacandofuerzasnosesabededónde—.Estascosasnosepuedenapreciarasí,señormío.

—¿Pues no se han de poder apreciar, señora mía? Yo me contento condecirquelacasadeAransisnohatenidopartemínimaenecharlaaustedalmundo.Doschicosnacierondeunaseñoritadesgraciada...

—¿Ustedlaconoció?—dijoIsidoraconenergíaapelandoaunrecursodegranefecto.

—Sí.

—¿Mehamiradoustedbien?».

Muñoz yNones, que ya la habíamirado bien, consecuente con la dulceaficióndeclaradaporMiquis,lavolvióamirar.

«Enefecto—dijosonriendo—,esustedmuyguapa.

—¿Ynohallaustedsemejanza...?

—En la Naturaleza—replicóMuñozmuy serio—se observan fenómenosde semejanza... Sin embargo, usted y Virginia sólo se parecen como dosmujeres hermosas.El cabello..., efectivamente. En los ojos hay algo..., perono,noestallasemejanzaquepuedainducirasuponerparentesco».

Isidoranopudocontenersudolor.Seechóallorar.

«Aunqueseaflija,paramí laverdades loprimero.Nohaysemejanzanieseeselcamino.

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—¡Oh!SeñorMuñoz—dijoellaconextraordinarioénfasis—;siustedenestoquemedice, en estoquehace,noprocededebuena fe, declaroque esustedelhombremásmalo,elmayormonstruo...

—Creaustedloquequiera.¿Tengoyofamademonstruo?

—No,no.Diréausted...».

Impaciente, inquieta en su asiento, como si por todas partes estuvieserodeada de púas, movía los brazos queriendo expresar con ellos unaconvicciónmásenérgicaquelaqueexpresabanloslabios.

«Demodoquesegúnusted,segúnusted,señorNones,yosoy,yosoy...unacualquiera.

—Segúnloqueustedentiendaporunacualquiera.LoqueyoafirmoesquealdeclararseustedsucesoradelacasadeAransis,hasidovíctimadeungranengaño.LasindagacionesquehemoshechonoshanllevadoaaveriguarqueelautordeesaexecrablecomediafueTomásRufete,lograndoengañarprimeroaD.SantiagoQuijanoydespuésasuhija...

—¿ConocióustedamitíoelCanónigo?

—Mucho,mucho,y tengoquedecir austedqueeraunode loshombresmás sencillos, hablemos claramente, más tonto que han comido pan en elmundo.Letratémucho.¡Quéhombre,SantoDios!Unavezlehicimoscreerqueconmigadepansequitabanlascanas,yandabaconlacabezahechaunapanadería.También lehicimos creerque lababadel conejo eravenenosa, yconsultócuatromédicosysecauterizóunbrazo.Seledabanlasbromasmásextraordinariasqueustedpuedafigurarse.Erapocovaliente,comoustedsabe,pero pundonoroso. Armábamos una camorra por cualquier tontería. Uno denosotros se fingía agraviado. Los demás acalorábamos la disputa. No habíamás remedioquebatirse.Quijanohacíade tripas corazón.Le llevábamos alcampo del honor, donde con mucho miedo, pero con tesón muy grande,apuntabaalpechodesucontrario;mascomolaspistolasestabancargadasconsal, no pasaba nada... Lo extraño es que siendo medianamente instruido,creyese en influencias de las estrellas, en barruntos y aun en maleficios.Escribía clásicamente, leía novelas, era muy apasionado de las cosasaristocráticas, se sabíadememoriaelBecerro,y teníaen lapuntade lauñatodosloslinajesdeEspaña.JuzgueustedsiesesantovaróneraquenipintadoparasostenerunbromazoqueTomásRufetequisodarasushijos.

—Esashistorias, señorNones—dijo Isidoraaparentandouna firmezaquenotenía—,nadameprueban.

—Mucho,mucho.Perosondatospreciosos.Vamosaotracosa.UncoroneldeArtillería, cuya nombre debe usted saber, se presentó en el despacho de

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Andréu,primoycompañeromío,hacequinceaños,y lehablódeunasuntopenosoydelicado.AldíasiguienteAndréuhabíaextendidoundocumentoquellamamos acta de reconocimiento. En él reconocía como hijos suyos a unaniña...(paciencia...,déjemeustedconcluir),aunaniñayunniño,nacidosdequienustedsabe,deaquelladesventurada jovenque,digámoslootravez,notieneconustedsemejanzadefisonomía,nieseeselcamino.Adelante.Enelmismodocumentohacíaconstarqueconfiabaambosmocososal cuidadodeun antiguo criadoydeudo suyo, retiradode laGuardia civil, el cual vivía...¿sabeusteddónde?

—¿Yoquéhedesaber?»—replicóIsidoracondesvíoydetestablehumor.

MuñozyNonesselevantó.Dirigiéndosealareja,ymirandohacialacalle,señalóunacasadelaaceradeenfrentehacialaplazueladelasComendadoras.

«¿Quiénvivíaenaquellacasa?

—Yo.

—TomásRufete teníaporvecinoenelpiso terceroaun licenciadode laGuardiacivil.¿Seacuerdausted?

—Yono.

—¿Tampocorecuerdaustedcuandosequemóesacasa?

—De eso tengo una idea; era yo muy niña. Mi hermanito empezaba aandarentonces.

—Mucho,mucho.Cuandosequemólacasa,NicolásFont...

—¿Elguardiacivil?

—Estabaenfermodegravedad.Loquepasóaqueldíanolosé.Fontmueremástarde;laniñatambién;laviudasevaaviviraGetafe;elniñoesrecogidomásadelanteporlamarquesadeAransis.Pasael tiempoysepresentaustedcon sus pretensiones apoyadas en el testimonio de su padre difunto, en unatradicióndefamiliayenvariosdocumentos.Laspartidasdebautismodelosdos hijos del coronel nada prueban.Debieron de ser substraídas de casa deFonteldíadelincendio.Perohayotrodocumento:elactahechaporAndréu.En ella aparece una novedad y es que el nombre de Nicolás Font aparecesustituido por el de Tomás Rufete. La falsificación está hecha con sumahabilidad, y las circunstancias le favorecen. Ha fallecido en Filipinas elcoronelaquienustedtieneporsupapá,yqueestanpapádeustedcomomío;hanmuertolamujerdeFontylostrestestigos;peroporfortunaviveAndréu.Se busca en el protocolo la matriz, y se encuentra la misma sustitución oenmienda. Tomás Rufete vivió en gran intimidad con un escribiente de micompañero...¿Vaustedatandocabos?...

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—Yo no ato ningún cabo, ni ese es el camino, Sr. Nones—dijo Isidora,dándose,ensudespecho,elgustoderemedarunpocoelestilodelnotario.

—Ahora lo veremos. Se busca al cómplice de Tomás Rufete, a quienAndréudespidióhaceañosporinfiel.Esmedioquímicoymuyhábil;perosuprincipalhabilidadestáenhuirdelajusticia.Seentregaeldocumentooriginala los peritos calígrafos y químicos, y al instante la falsedad salta a la vista.Hechaconprecipitación,esmuchomásgroseraqueladelacopia.ElTribunalveclaro,ycomoustedenelpleitodefiliaciónhapresentadotestimoniostandébiles;comolapruebahasidotanflojísima;comoningunodelosrecuerdosdesuinfanciafavoreceausted,escasiseguroqueiráapresidiopordelitodeusurpacióndeestadocivil.

—Yonosoyfalsificadora—afirmóIsidoraquedándosecomounamuerta...

—¡Qué gracia! No es usted falsificadora de un papel; pero lo es de underecho,ycontestimoniosdébilesydocumentosapócrifostratadeusurparunpuestoquenolecorresponde».

LadeRufeteestabahumilladayabatida.Difícilmenteentrabaensucabezala idea de no ser quien pensaba, y de la lucha que con sus dudas sostenía,resultabaundecaimientoparecido a la agoníademorir.Nones lamiraba ensilencio,esperandounapalabra.

«Dígameusted—murmuróella al fincon temor—,¿qué tengoquehacerparaevitar...esodeirapresidio?

—Declarar que ha sido engañada; descargar su responsabilidad sobre suseñorpapaíto,reconocerquenotienederechoalguno...

—¿Y quién me asegura que no lo tengo?...»—volvió a decir,reaccionándose.

Elinstintodeconservacióndesuerroreratangrande,queestenecesitabamuchos y muy fuertes golpes para someterse. Muñoz y Nones tomó susombrero.

«No se vaya usted, no—dijo ella, temiendo quedarse sola con sus fierasdudas—. Hábleme algo más. No estoy convencida, pero dudo. ¡Oh! Si memuriese hoymismo, simemuriese antes que empezara a destruirse esta fe,¡quédichosasería!SeñorNones,ustedesunhombrehonrado.Augustolohadicho.Ustednoescapazdefingir,nidementir,nideengañar.JúremeustedporDios,porsumadre,porsushijos,quenocreeenmiderecho;juremeustedque lo que dice es verdad, y entonces quizás pueda yo empezar aacostumbrarmeaestaidea...

—¡Jurar!Eso es anticuado.Basta la palabra de un hombre de bien...Nohaymotivoparatantaaflicciónnieseeselcamino.Unaexistenciahumildey

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sinlosdesasosiegosdelaambición,puedehacerlaausteddichosa.Laseñoramarquesa me ha autorizado para ofrecer a usted un auxilio siempre que sepresteadaraestaenojosacuestiónuncorterápidoydecisivo.Laseñoraestádisgustadísima;aborreceelescándaloylloramuchoalverqueelnombredesu pobre hija es traído y llevado por las lenguas que gozan en resucitardeshonraspasadas.Laseñoranoduda,nipuededudardelresultadodelpleito.Siustedesperaaún, consulte a todos losabogadosdeMadrid,y comohayaunoquealientesusesperanzas,medejocortarlacabeza.Peronuestrasleyesfavorecen a los pleiteantes tercos, y usted, empeñándose en seguir adelante,puedeprolongarellitigiosinningúnfrutoparaustedyconcienprobabilidadescontraningunadesercondenadaapresidio...Meretiroyledoyaustedunosdíasdetérminoparaquelopiensebien.Miyernomehadichoquétieneustedbuen fondo y clara inteligencia, aunque ofuscada por desvaríos y falsasapreciaciones de la vida. Si usted lograra ver cada cosa como es realmente,estábamos de la otra parte. Conque... ánimo. Y para concluir: sé que tieneustedunhermanitoqueesunaalhaja.Yoleprometoausteddarlelaprimeraplaza cuando inauguremos la Penitenciaría para jóvenes delincuentes. Lereformaremos,yusted...tratedereformarse».

—II—

¿Soyonosoy?EstapreguntafueparaIsidora,desdeaquellaentrevista,elejedetodossuspensamientos,detodoelsentiryobrardesuvida.Olvidadademolestiasyhumillacionesde la cárcel, no tenía sesoni corazónmásquepara raciocinar sobre aquel problema y dolerse de él; porque sí, era unproblema semejante a una llaga, un problema que la enloquecía como unlogogrifo indescifrable, y la lastimaba como una úlcera abierta en lo másdelicado y profundo de sus entrañas. La pavorosa duda tenía alternativas ylancesdebatalla.Yavencíalaconvicción,yechababravatasdepuerilorgullo;ya, por el contrario, triunfaba la sospecha, proclamando con gemidos deamarguraladerrotadesusvanasgrandezas.Conser tanabultadoslosautos,no contenían tantas ideas, tantas fórmulas de investigación, tantos ni tanvariadosargumentoscomolosqueella febrilmenteacumulabaensucerebroaquella tarde, aquella noche, y en las horas claras y obscuras de tres díassucesivos. Porque diabólica era ciertamente la claridad e insistencia conquesurgíanensumentetodoslosargumentosnegativosdesuderecho.Ellaqueríarechazarlos, y ellos crecían fortaleciéndose, vestidos con la inmaculadavestidurade loevidente.Sí,su tíoelCanónigoera tonto.¿Nopodíadarellamil testimonios de sus necias credulidades? Ella misma le había imbuidoalgunasvecesideassumamenteextrañas.

ComoD. José, su tío el Canónigo daba calor en su entendimiento a lasideasmásabsurdas,lasfomentabayseengreíaconellas.Sutío,engañadoporRufete,habíarepresentadoconellalacomediafunestaquetandesgraciadala

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había hecho. ¡Cuántas veces en las noches del invierno él la embelesabadiciéndolequeseríamarquesa,quetendríapalacio,coches,lacayos,lujossinfin,yriquezassemejantesalasdeLasmilyunanoches!Éllahabíaenseñadoanotrabajar,aesperarlotododeunaherencia,asoñarcongrandezaslocas,aenamorarse de fantasmagorías. Habíale llenado la cabeza de frivolidades,habíaleeducadoenlacontemplaciónmentaldeunordendevidamuysuperiorasuverdaderoestado.Él,cuandoellasecansaba,ledecía:«Tendráscoche».Cuando ella trataba de arreglarse un vestidillo, le decía: «Tendrás veintemodistasatusórdenes».Decíale:«¡Quépalacioeltuyo!»,yotrasexpresionesque encendían más y más en ella el volcán de ambición que ardía en supecho... Sí, su tío era tonto, tonto rematado, un hombre calamitoso, en subuenafe,unhombresinseso,unmaestrocontralarealidad,elapóstoldetodoloextravagante,ficticioyconvencionalqueengendraensuestadomorbosoelpensamientohumano.

Luego pensaba en su padre. Sí, sí, Tomás Rufete era un hombredesordenado, un hombre de insaciables apetitos y devorado por la envidia.BienpodíaserverdadloqueNonesdecía,yTomásautordeaqueldramáticosainete,porsatisfacersucodicia,osimplementeporobtenerdelamarquesa,mediante un pleito enojoso, cualquier suma, en calidad de transacción.Estoera razonable. ¿Qué demonio de lógica se escondía dentro de estas ideas,dándoles cuerpoy vida?...Tambiénpensaba en sumadre. ¿Por qué siemprequeTomásRufetehablabadelamarquesa,delosniñosdelamarquesaydelaindudable herencia y estado de estos niños, Francisca Guillén bajaba lacabeza,seponíademalhumorynoañadíapalabraalgunaalasexpresionesdesumarido?Sumadre, pues indudablemente debía darle ya este nombre, eraunamujerhonrada.Rufetelaatormentabayladominaba.Éllehabíaimpuestosuinfamecomedia,yella,pormiedoyquizásporlailusióndequesushijosfueranmarqueses, aunque usurpadores, callaba. ¿Por qué su tía (pues ya nohabíadudadequeerasutía)seburlabasiempredelmarquesadoydelasideasambiciosas deRufete?YD. José, que en la declaración de la prueba habíadadoporamoraellatestimoniofavorable,tambiéndudaba,sí,otalvezestabasegurodelafarsa.BienseleconocíaaltenedordelibrosquenoteníafeenlodeAransis,porquehablabapocodeestoysiempreentérminosindecisos.

Altercerdíadeandarenbregaconestasdudasysospechas,tomandomuypocoalimento,sindormir,llenadefiebreymediotrastornada,Isidorallegóalcolmo de la crisis. Una noche, hallándose sola, corrió furiosa a la reja, seagarróaella,deseosadehacerlapedazos,yagritos,quealborotaronlacalle,decía:

«Y, sinembargo, soynoble. ¡Jueces,notarios, abuela,gente todaquemetenéisaquí,yosoynoble!».

Luegorecorríadeunánguloaotroelcuartoconlasmanosenlacabeza,

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gritando:

«Soynoble,soynoble.Nomequitaréisminobleza,porqueesmiesencia,yyonopuedosersinella,nieseeselcamino,nieseeselcamino».

Entraronlaceladoraydosamigasyquisieroncalmarla,Trajéronlealgodecomerpara combatir el desvarío combatiendo ladebilidad;pero ella tiró losplatosydespidióalasmujeres.

«Amí no seme presenta ese bodrio. Eso no es paramí—exclamaba—.Quemetraiganmibaño.¡Yonopuedovivirsinbaño!Quemesaquendeestapocilga;quemetraiganmisvestidos,micoche;quevengaJoaquín...».

Todofueinútilparacalmarla;peroalfinelexcesodelairritacióntrajoalamañanasiguienteelagotamientoyconél la remisióndeunmal tanpenoso.Noobstante,eradetodopuntoimposiblehacerletomaralimento.Sequitóelvestido,diciendoquenopodíatenerencimatalesharapos,ypidióunayotravezsubaño, suqueridobaño.Porúltimo, le trajeronaRiquín,yviéndoleyacariciándole, descendió lentamente, en alas del cariño materno, de lasborrascosasalturasenquesurazónestabatannublada.

CapítuloXVI

LasideasdeMariano.—Lasíntesis

La Sanguijuelera acompañó a su sobrina a la siguiente mañana,obsequiándolaconunaretahíladepreciososconsejosquedebieranreunirseyarchivarsecomounodelosmejoresejemplosdelasabiduríahumana.

«Lode tuherenciaesyasalyagua.Despuésde tantosmareosybascas,hasvomitadoal fin lagranpandorga.Siquieres serhonrada te llevoavivirconmigo,tecedolatienda,ynotepongomásobligaciónquemantenermeycuidarme los huesos hasta que venga por ellos la muerte. Cuando te vi enmalos andares, te negué un ochavo y te saqué lo que pude; si ahora teenderezas,cuanto tengoespara tu ricapersonayparaestesolcabezudodelmundo...¿Vasaserhonrada,síono?Mira,tienesvarioscaminos:otecasasconelestampadordelacalledeJuanelo,otevasenbuscadeaquelSr.Botíndeotrostiemposylepideselestancoqueteprometió.Pondremosestancoycacharrería en dos tiendas juntas de una buena calle, y no habrá quien nostosa... Pero en mi casa no entran pantalones; ¿te conviene? Otra cosa tepropongo. ¿Quieres ser ama de cura? Yo conozco un capellán de monjas,ancianito,buencristiano,yqueconviertegentemala,porquetieneunpicodeoro, un gancho del Cielo que es un primor; el cual curitame está diciendosiempre que le busque un ama de fundamento... Decídete; ¿estampería,

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estancooreligiónconllaves?».

Isidora no contestó nada, porque ni siquiera oía lo que Encarnaciónhablaba.DespuésnombraronaMariano.

«Escosaperdida.Hagamoscuentadequeselohanllevadolosdemonios.EstáviviendoconModestoyAngustiasenuncuartodelacalledeMinistrilesquemáspareceochavoquecuarto.Modestosirveenunalmacéndevinos,yPalo—con—ojosvaal río.Viviríansiélnobebiera tanto.Esunpellejoconpies ymanos.Lo bueno es que ya no le pega a lamujer, porque en cuantolevantalamanopierdepieysecaealsuelo».

Isidoraseechóareír.Enelmismoinstante,Riquínledababofetadas.

«Nosepega,nosepega.

—Anda,cáscaleduro...Déjalequepegue.Estevaatenermástalento...Lecriaremos para cura de escopeta y perro. Verás qué sermones salen de esacabezota.¿Verdad,hijo?LehasdeverobispoypuedequePapa...¡Leñaalosherejesyprotestantes;duro,firme!».

Actoseguido,Encarnacióncogióalniñoporunbrazoysedispusoasalir.

«¿Adóndevausted?

—Aver la corte,quevahoyaAtochade todagala.Mepirroporver lagala de la corte de España, que es la primera del orbemundo. Pero ahora,hijita,todoesmiseria.YomeacuerdodelostiemposdelaReina,deaquellostiempos,hija,enqueelpanestabaadocecuartoslasdoslibrasyenquehabíamásreligión,másaquel,másprincipios,enquelosgrandeserangrandesyloschicoschicos,yhabíamásrespetoatodo.Yomeacuerdodeaqueltiempoyme dan ganas de llorar. Aquello era ser Majestad, aquello era señoría ygrandeza. Entonces se daban vivas a la Reina y le gustaba a uno verla tanfrescota,tanseñora,conaquelaire...¡Yconquécariñomirabaellaalpueblo!Parecíaqueibadiciendo:«Aquítenéisavuestramadre...».¡Peroahora...!Pasalacorte,ytodoelmundomutis.Dicenquelibertad...Miseria,hija.Lospobresestánmáspobres,ylaMinificencianopuederecogeratantos.¡Lalibertad!...Pillería, chica, pillería. Entonces había más señorío, créelo, y donde hayseñoríocorreeldineroyviveelpobre.Conqueabur,abur».

EncarnaciónsalióconRiquín,encaminándosehaciael centrodeMadrid.Era día de gran solemnidad cortesana por motivos que no es necesarioprecisar. Las calles del centro estaban animadísimas. La gente circulabaalegre, bulliciosa, con frivolidad y alegría propiamente madrileñas,arremolinándose en algunos parajes para dar paso a los regimientos quellegaban a cubrir la carrera. Los balcones, con abigarradas colgaduras,mostrabandamashermosas.Elmujerío,lamilitarmúsicayelcielodeMadrid,

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que es un cielo de encargo para festejos populares, concurrían a dar a lasolemnidadsuexpresióncaracterística.

La Sanguijuelera, que había visto y gozado un número infinito defuncionesdetalespeciedesdelaentradadeMaríaCristinahastaladeD.JuanPrim, desde esta hasta las festividades del actual reinado, hallaba en aquelespectáculodesinteresadosplaceres.Encarnabaensílanovelería,labullangayelentusiasmomonárquicodelantiguopueblodeMadrid.Ellaconocía,comoseconocenlosmueblesdelacasa,todosloscochesdePalacio,eldecarey,elde nácar, el de los globos, y hasta de los paramentos y arneses podía darcircunstanciadanoticia.Conocíatambiéncomolosdedosdesupropiamano,elceremonialyelordendeloscoches,elpuestodelosdistintosgruposdelaservidumbre,yotrasparticularidadesque interesabanmása lagenteantiguaquea lamoderna.Encuantoaelegir los sitiosmáspropiosycómodosparaverlotodo,nadielaigualaba.

En la calleMayor encontró a suantiguavecinaPalo—con—ojos.EstayEncarnación,quealzóensusbrazosaRiquín,secolocaronenlaembocaduradel callejón de San Ginés, lugar donde no era grande la aglomeración degente,conlaventajadeunaretiradaseguraencasodecorridaoapretujones.

«Todavíaestemprano.Tenemosparaunrato—dijoAngustiasdesatándosey liándoseelpañuelobajo labarba,conesemovimientomaquinalqueen lagentechulescahacelasvecesdelmovimientodeabanico.

—¿Ymibergante?

—Estamañana saliómuy temprano.Desde ayermeha estadomarcandoporqueletuvierahoycamisalimpia;hasalidohechounbrazodemar,conlacorbatanegrayamarillaquesecomprólasemanapasada.

—Anda,anda.

—Hoy estrena zapatos y calzones. Yo no sé de dónde ha sacado loscuartos.Yo ledije, digo: «¿Hasdescargado la borrica?»; y élmedijo, dice:«Váyaseustedalacáyalallá».Puesporahítepudras.Está...,vamos,siustedle ve, no le conoce. Le ha dado el accidente cinco veces, y parece unpergaminomojado.Losojosselesaltandelcasco,lasmanosletiemblanylalenguaesunestropajo.Avecesseponeadarvueltas,ymarea,hija,marea.Enfin,yonoséquévaaserdeél.Notrabaja,nosirveparanada.Modestoledaconsejos; calcule usted... ¡Modesto, consejos! Él, que es ya un puroaguardientedesdelacabezaalospies...

—TodoseaporDios»—dijoEncarnación,ymásibaadecir;peroenaquelmomentooyéronsecornetasyclarines, luego laMarchaRealyelmurmulloexpectante unido a las frases sueltas «Ya vienen, ya vienen». GranestupefaccióndeRiquín,quenuncahabíavistocosamásbonita;éxtasisdela

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Sanguijuelera, que no cerraba el pico unmomento al paso de la comitiva oprocesiónreal,poniendouncomentarioacadapartedeella.

«¡Quéviejecitosestánya los reyesdearmas!... ¿Veusted?Ahoravienenlos caballosde silla...Sigueel coche amarillo..., penachosmorados...Ahoravienenelmayordomoyelintendente...,penachosazulesyblancos.Mireustedquéguaposchicos...Ahoravieneelcochedenácar...,penachosverdes.¿Quiénserá este señor con tanto morrión y tanta cruz? Debe de ser de extranjis...Coche de concha..., penachos blancos... Ahora viene lo bueno... ¡Quépreciosasvan!...,penachosrojos».

Yasícontinuó,despachándoseasugustoconprogresivoentusiasmo,hastaelpasodelaescolta,colayrematedelaprocesión.

«¿Nosquedamosparaverlootravezalavuelta?»—dijoluego,nosaciadaaúndelgocedeaquelvariadoyteatralespectáculo.

Arremolinose la gente; la tropa maniobró, y entre la revueltamuchedumbre, Palo—con—ojos distinguió a un individuo que iba endirecciónalaPlazaMayor.

«¡Alláva,alláva!—gritóseñalando.

—¿Quién?

—Elbergante.

—Sí,éles...¡Mariano,Pecado...!».

PeroMarianoquelasvioyoyólosgritosdesutía,sehizoeltontoyapretóelpasocomoquiendeseaevitarunimportunoencuentro.Pocodespuésestabasentado en un banco de la PlazaMayor, junto a una de aquellas graciosasfuentes, en las cuales el agua, saliendodeuna fingida roca, formaungloboelástico,cuyasparedesseahuecanysedeprimensegúnlasbatemásomenoselaire.Enlamoviblecostralíquidahaceelsolcaprichososirisyseretratanconvexasimágenesdeljardínydelostranseúntes.Completabalafascinacióndel globito de agua un bullido juguetón, en el cual cualquier poeta habríapodido oír, con buena voluntad, las risotadas de los niños de las náyades.Mariano puso los codos en las rodillas, las quijadas en las palmas de lasmanos,yestuvomirandoelextrañosurtidor...Diossabecuántotiempo.

Así como su hermana, invadiendo con atrevido vuelo las esferas de lofuturo, se representaba siempre las cosas probables y no acontecidas aún,Pecado, cuando se sentía dispuesto a la meditación, resucitaba lopróximamente pasado, y se recreaba con un dejo de las impresiones yarecibidas.Erauntrabajoderumianteyunplacerdeperezoso.Vio,pues,todoloquehabíahechoaqueldía,casitanalovivocomosiaúnestuvierapasando.Sehabíalevantadomuytempranodespuésdeunanochededesvelosytortura;

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habíasepuestosucamisalimpiaylasdemásprendasqueestrenaba,mostrandoun empeño particular en aparecer con la facha más decente que le fueraposible;habíasalidoytomadocaféenunpuestodelacalledelAveMaría,ydespuéssefueavagarporlascalles.Aesodelasdiezalmorzóenunatabernajamón con tomate, que estaba muy rico, y después había comprado unperiódico y leído la mitad de él, indignándose con todas las picardías quedenunciaba, y participando de la noble ira de sus redactores contra elGobierno.

Más tarde paseó por la Carrera para ver la gente y la tropa que de loscuartelesvenía.Bonitoestaba todo;peroél lomirabacondesdény,sobre laimpresión recibida, ponía un pensamiento demelancólica burla y sarcasmo.EnunbalcónhabíavistoaMelchordeRelimpio,muyenfatuado,juntoaunasdamasqueleparecieronlasdePez.Nolejosdeallí,unodelosPeces(élnolosconocíabien,perodebíadeserLuisPez)acompañabaenotrobalcónalafamiliadelduquedeTal.Siguióadelante,yalavueltadeunaesquinaencaróconelnuncabienponderadoGaitica,queveníaacaballo,hechounpotentado,unsátrapa.LaextraviadaimaginacióndeMarianoveíaaestepersonajecualsifueseunresumendetodaslasaltascategoríasylacifradelencumbramientopersonal.«¡Cuántapillería!»,exclamóparasí.

Todostriunfabanyvivíanregaladamenteescalandocadadíaunlugarmáselevado,mientrasél,elpobreydesvalidoPecado,permanecíasiempreensuniveldemiseria,insignificante,sinquenadielehicieracasonifuesepornadiedistinguida supersonaenel inmensomarde lamuchedumbre. ¿Porquéeraesto,cuandoélvalíamásquetodaaquellagranujeríadelevita?Él,segúnlascreencias firmes de su hermana, había nacido de sangre noble. Le habíansustraído lo suyo, le habían despojado de todo, arrojándole desnudo ymiserablealsenodelpopulacho,comosearrojaalbasureroundespojoinútil.¿Quién sabía si muchas de aquellas casas, engalanadas con colgaduras devarioscolores, eran suyas?¿Quién sabía si eldinerodequedebíande tenerllenoslosbolsillostodosaquelloscaballerosydamasprocedíaderiquezasqueenrigorde la ley lepertenecíanaél?¿Yaquiensedirigíapara reclamar losuyo? A nadie, porque desde el primero al último todos eran grandísimospícaros.

La nación enmasa, ¿qué nación?, la sociedad entera estaba confabuladacontraél.¿Quéteníaquehacer,pues?Crecerse,crecersehastallegaraserporlafuerzasoladesuvoluntadtanconsiderablequepudieraélsolocastigaralasociedad,oalmenosvengarsedeella.¿Cómo?Porsumenterondabatiempohaciaunaideaqueresolvíalacuestión.Laideayelpropósitodeejecutarlasehabíanapoderadodeéljuntamente,dominándoleyllenándoleporentero.Ideaypropósitoerancomounallagaestimulanteenelcerebro,lacualledolíaylecomunicaba un vigor extraño.Repetidas veces había puesto en ejecución su

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pensamiento, ¿pero cómo?, en sueños, y también alguna vez despierto,cediendocomoaunafuerzaautomáticayfatalquenoerasupropiafuerza.Enestos casos de repetición o ensayomental del hecho, se quedaba fatigado yorgulloso, cual si lo hubiera ejecutado realmente. Sondeándose para vercuándohabíaaparecidoenélaquellaideayaquelpropósito,calculabaquelosteníadesdeantesdenacer.¡Tanviejos,tenacesyarraigadosleparecían!

Mirando siempre el globode agua, pensabaque si no fuera por el firmetesón que en aquelmomento tenía, sumiedo sería grande.Estaba viendo elterrorescondidodebajodelorgulloyasomandolacabeza;peroelorgullo,o,mejor, la terquedad,no ledejabasalir.Nosentíamiedo,sinodolor,undolorinexplicableenelpensamiento,unasensaciónraradenodormirnunca,denoreposarjamás,deunalertaeterno.Detrásdelpuntonegroqueteníadelanteyqueyaestabacerca,veíaseguroyclarountriunforesonante.Principalmentelaideadequetodoelmundoseocuparíadeéldentrodepocoleembriagaba,lehacíasonreírconciertomododiabólicoyjactancioso.Laaberracióndesupensamientolellevabaalasgeneralizaciones,comoenotrosmuchoscasosenque la demencia parece tener por pariente el talento. El mismo criminalinstintoleayudabaapersonalizar,yenefecto,siendotangrandeymúltipleelenemigo, ¿cómo aspirar a castigarle, sin hacer previamente de él una solapersona?

Rumordevoces,cornetasymúsicasanunciabanqueelgrancortejovolvíade Atocha. LevantoseMariano, y por la calle de Ciudad—Rodrigo ganó lacalle Mayor y la plaza de la Villa. Multitud, tropa, caballos, uniformes,penachos, colores,oropelesybullicio lemareabande talmodo,quenoveíamás que una masa movible y desvaída, semejante a los cambiantes ycontorsionesdelglobodeaguaquehabíaestadomirandomomentosantes.Selenublaronlosojos,yapoyándoseenunfarol,dijoparasí:«Quemeda,queme da». Era el ataque epiléptico, que se anunciaba; pero tanto pudo suexcitación,queloechófuera,irguiólacabeza,sesostuvofirme...

Pasóunmomento.Nuncahabíasentidomásenergía,másresolución,másbríos. El ruido de las músicas le embriagaba. Vio pasar uno y otro coche.Cuandollegóelqueesperaba,Marianoeratodoojos.Miróbien...Enelactosacódedebajode lablusaunapistolavieja,yapuntandoconmanonomuyfirme, salió el tiro con fugaz estruendo... Movimiento y estupor en lamuchedumbre, gritos, pánico, sacudidas. La bala se estrelló en la pared deenfrente sin hacer daño a nadie, y el autor del infame atentado cayó enunatrampa,laindignaciónpública,cuyoengranajedebrazosymanosleoprimía,comosiquisierapulverizarle.

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CapítuloXVII

Disolución

—I—

Lanoticiadeestehecho,llevadaporelvientodelanovelería,penetróenlos últimos y más apartados rincones de Madrid, en los palacios y en lascovachas, y cuandoya todoel vecindario lo sabía, se enterarondel caso lasmonjas de los conventos, los enfermos de los hospitales y los presos de lacárcel. Las presas fueron las últimas en saber la ocurrencia. Lo queagradecerían las cien lenguas delModelo aquel pasto riquísimo no es paradicho.Comentáronlodeinfinitosmodos.Unagitanaaseguróqueellalohabíasoñado lanocheanterioryotrahacíagaladeunentusiasmomonárquico tanestrepitoso,quehubierondeencerrarlaparaqueentraseenvíasrazonables.Lapiedad aconsejaba no se revelase a Isidora un suceso que debía deimpresionarlaterriblemente;peroasusamigaslesfaltótiempoparadecírselo.Ellanoloqueríacreer;decíaqueeraimposible,queciertascosasnopuedenpasar nunca. Poco a poco se fue convenciendo, y últimamente razonaba elcasodeestemodo:

«Sí, basta que sea disparatado y horrendo para que sea cierto. Dios sevuelvecontramí,Diosmedejadesumano».

Y diciéndolo, le entró una pena y una desesperación tal, que si noenderezarasuespírituenelmismoinstanteporlavíareligiosa,habríaestadoenpeligrodeperderlarazón.Pidióalaceladoraconvivasinstanciaslallavedelcoro,ysefueaélsola,decididaahacerunactoespiritualquediesesalidayrespiroaldolorcondensadoensuseno.Enelcorohizotentativasderezo,puesta de rodillas y mirando al altar. La cavidad sosegada, ancha yblanquecina del templo ofreció a la tensión de su espíritu un alivio dulce ylento;perocuandomásrecogidaestaba,seledesvaneciólacabeza,inclinosedeunlado,ynoteniendotiempoparaasirsealareja,cayóalsuelosinsentido.

Cuando la llevaron a su cuarto, el volver en sí fue la vuelta de ladesesperaciónydelosgritos;peroyanoseacordabadelareligión,sinodelalibertad,ydecía:

«Quemesaquendeaquí.SeñorNones,yofirmaréloqueustedquieracontal que me saquen de esta basura. Quiero aire, calle, mi baño, mi casa,vestirmecomodebo,yserhonradayfeliz».

Después,sinpoderapartardesumenteelcrimendesuhermano,increpabaa este con las frases más duras. Algo había en lo íntimo de su ser querepresentabacomounatímidaaprobacióndelintentodeMariano,sinodelaforma en que fuera realizado. Pero no, el crimen y la barbarie no hallarían

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jamás en su espíritu benevolencia ni simpatía. Su hermano era un bandidoincorregible;ellaeraunamártirangelical.Loqueprincipalmenteanhelabayaeralibertad,libertadaunsinnobleza,porqueelpapeldeMaríaAntonietaenlaConserjería,consermuypoético,empezabaaserleodioso.Elmalolordesuinmundoasilo,lafaltadecomodidades,eldetestablecomerypeorvestir,erancontrarios a su naturaleza aristocrática, y lamisma corona delmartirio, contodo su nobleza y su resplandor de gloria, le destrozaba las sienes tanhorriblemente, que prefería, sí, prefería mil veces un sombrero de últimamoda.Pero,¿ysusderechos?Yadudabadeellos;yacasinocreíaenellos.¡Aydeaqueldogmaqueescontaminadodeladuda!Enseguidasedañaymuere,ypara en ser ludibrio de quien antes lo adoraba. Y aun suponiendo que sudogma fuera verdadero, ¿qué podía obtener de su insistencia?Nada, porquelas leyes todas se habían conjurado contra ella, y la condenarían y laencerraríanenunpresidio.Libertad,pues,yadiósparasiemprelailusióndetoda su vida, el sostén y fundamento de su ser moral; adiós nobleza,marquesado,fortuna...

Mas ¿por qué afligirse tanto, si en sí misma hallaba Isidora indeciblesconsuelos? Libre y ya sin pretensiones, procuraría ser siempremuy señora.¿Acasoelverdadero señoríonopuedeexistir sin títulosygrandes riquezas?Sí, sí; sería muy señora, muy honrada, muy decente, arreglaría sus cosas,trabajaría (¡otravez!),pondríaelmayorordenen todos losactosdesuvida,educaría admirablemente a su hijo, se casaría con un hombre modesto yjuicioso... Al pensar esto, un sabor ideal de ipecacuana le hizo contraer loslabios.«Adelante,adelante—dijo—;cerrarlosojosyadentroconlamedicina,comodiceAugusto.Es forzoso amoldarse a las circunstancias, y templar elalmaenlasadversidades.Lamíanosedejarávencerdeladesesperación.Planmagnífico: mujer de bien, mujer ordenada, mujer trabajadora, mujerexclusivamentepráctica,esoes,práctica».¡Oh,quétarde!

Pensandoenesto,quetantoleayudabaacombatirsudesaliento,vioentraraD.José,elcualveníamuyerguido,conlosojosanimadísimos,lasonrisaenlos labios, y en su rostro una expresión particular y desusada que alarmó aIsidora. Sentándose en el único sillón que en la celda había, el anciano lacontempló con éxtasis. ¿Qué había en él? ¿Estupidez o desvarío? Isidora leobservócontantalástimacomosorpresa,diciendo:«¡Padrino...!».

Relimpiolamirócomosemiraunavisiónceleste,yponiendolosojosenblanco,todosuspensoycomotransportadoaunaesferaidealporeldeliriodelainspiraciónpoética,murmuróconarrulloestaspalabras:

«¡Hurí, hurí..., nadie osará yamancillar tu blancura!Los dragones todosfueronvencidosporelfuertebrazodetucaballero,aquienpertenecesyquetepertenece».

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Inmediatamente le entró como un acceso congestivo, inclinó la cabeza,cerró los ojos y empezó a roncar desaforadamente.Asustadísima, Isidora lemojólacabeza,lellamóavoces,agritos:«¡Padrino,padrino!».

Anunciado por un suspiro, reapareció en la persona de D. José elconocimiento de sí mismo. Abrió el viejo los ojos, suspirómás, y al ver aIsidorayhacersecargodesusituación,seavergonzóunpoco.

«Yamehapasado—dijofrotándoselafrenteconlapalmadelamano—.¿Hasidobreve?...¿Hedichomuchosdisparates?...Nomeriñas,nomeriñas.

—¿Peroquéeseso?

—Nada, nada. Ahora me dan... estos mareos... Todos tenemos nuestrasdebilidades,hija...¡Miseriahumana!Hecontraídounpequeñovicio;peronohasidoporrelajación,no;hasidoportristeza,porlafuerzademisdesgraciassinnúmero.Creoquemecomprenderás».

Isidora,enefecto,nocomprendíanada.

«Soy muy desgraciado; padezco los mayores tormentos..., tormentosmorales,delcorazón—dijoRelimpioconlavozmásdébilybalbucientequesepuedeoír—.CiertodíaunosamigosmehicierontomarChampagne.¿Quécreerás?Huboenmíunarevolución,meentróelmareo,yconelmareopaséaserotroserdistinto,quierodecirteque fuiotrohombre, fuiuncaballero,unjoven,unhéroe,quéséyo...¿Noescosabuenaseralgoporespaciodediezminutos? Luego he repetido la toma y los efectos han sido los mismos.Concluyetodoporunsoportanbrevecomoprofundo,yenseguidavuelvoami sernatural, ¡ay!, a lamiseriahumano,a la realidadasquerosa,a lavejezcaduca...

—¡DonJosé!¡DonJosédemialma!

—Nomeriñas; tedigoquenomeriñas. ¡Seralgodurantediezminutos!Losquenosomosnada,caemosenestospeligros.Puesteconfesarétodocontal que no me riñas. Me he comprado una botella de eso que llaman fineChampagne,ycuandoveoquemeentralagrantristeza,cuandosientoquesemedesgarraelcorazónysemeretuercetodaelalma,metomomicopita...

—¡Padrino!

—Somos frágiles... A mi edad... No te enfades. Cuando estoy con elmareo, teveo, tedefiendo, tepongoen lasnubes,hagopor ti lascosasmásbellas,arriesgadasysublimes...

—¡PorMaríaSantísima!—exclamóellaponiéndolelamanoenlaboca.

—Enfin,yaestavezmehapasado...Vinepor lacalleconelmareo.Alentrar,creíqueentrabaenunencantadoyhermosísimopalacio;laspresasme

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parecieron unas ninfas muy aéreas, unas como animadas flores, hijas delviento,¿quétal?Laescalera,unaescaleradeplataylaceladora,unángel...

—¡Jesús,basta,basta!...

—Basta,sí;yapasó,yapasó.Hablaréahoradeloquequieras.

—Es que yo no me fío de esa cabeza... Sin embargo, óigame usted,padrino. Estoy inclinada a renunciar a mis derechos para librarme de lapersecucióndelosmalos.¡Quéinfamespicardías!¿Deboonodebohacerlo?Respectoamisderechos,¿lostengoyo?¿Sonundelirioounaverdad?Ustedqueconocióamispadres,quedebiódeestaralcorrientedeloquepasabaensu casa, dígame al fin de una vez y con completa sinceridad lo que piensa;perolaverdad,laverdad.

—Hija,queridahijamía—repusoelviejoconunatorpezadepalabraydepensamientoqueanunciabanunlamentableestadocerebral—.¿Sabes loquemepasa?...

—¿Qué?

—Queheperdidocompletamentelamemoria.NomeacuerdodeningunacosaanterioralaépocaenquevinisteaviviramicasadelacalledeHernánCortés.Ayerestuve todoeldíapreocupadoconuna idea,yesqueyofuiunlinceenPartidadoble.

—Sí,sí.

—¿Pues creerás que trataba de recordar algo de esta ciencia sublime,madredetodaslasdemásciencias,ynopodía?...

—¡Pobrepadrino,pobrepadrino!...¿SehaenteradousteddelaaccióndeMariano?

—Sí,hija.¡Quédeshonra!

—¡Quédeshonra!...Diossehavueltocontramí,mehadejadodesumano.Peroyomeharémujerformal,mujerordenada,mujertrabajadora,mecasaré...

—¡Casarte!—exclamóelviejoconespanto.

—Casarmeconcualquierhombrehonrado...JuanBoumeofreciósumano,yaunquemegustapoco,esunhombredemérito...

—¿Casarte...?conelmonstruo,coneldragón...».

Yobedeciendoaunafuerzasuperiorquenacíanosesabeenquépartedesuturbadoser,eltemblorosoancianomarchóhacialapuerta.¿Ibaenbuscadelamilagrosacopita?...Deprontosedetuvo,dioseunamanotadaenlafrente,seechóareír,ymirandoaIsidoracongozo,dijo:

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«¡Malditamemoriamía!Yanomeacordaba...

—¿Dequé?

—Tranquilízate, José. JuanBouhapedidoayer lamanode lahijadeunherreromuyricodelacalledelasNavasdeTolosa;élmismomelohadicho».

Isidorameditó.

—II—

Laprimeraentrevistaque tuvoconlaSanguijueleradespuésdelatentadodeMarianofueconmovedora.LadeRufetenohabíavistonunca llorarasutía, la cual, envejecida considerablemente en aquellos tristes días, traía unmantónnegroechadoporlacabeza,conloquesuaspectoerahartolúgubreyrepulsivo. No decía sino: «¡Qué pena, qué bochorno!», y de susapergaminadoslabioshabíanhuidolosdonairesquizásparasiempre.Parecíaqueseduplicaba,con lacomúndesgracia,elcariñoqueasusobrina teníayquedelirabaporRiquín.Enlosdíassucesivoslabuenaanciananocesabadehacer preguntas a Isidora acerca de sus planes, y perseverando en elproyectillodecolocarlaventajosamente,ledecíaunayotravez:

«Decídete pronto, pronto, a ser capellana, que es lo que te conviene,porqueasímatasdeuntirodospájaros,verboygracia:quetecolocasyquesalvaselalma,porqueenlacompañíadeaquelsantovarónteharás,aunquenoloquieras,unasantamujer...¡Ayquépena,québochorno!».

No parecía la de Rufete muy inclinada a aceptar tales ofrecimientos, apesardelrisueñohorizonteespiritualqueleseñalabasutía.

«Elhonordelafamilia—decíaluegoEncarnación—estáenloscalabozosdelSaladeroyhadetenerqueverconlosseñoresdelaPazyCaridad.Yaquenonosesposiblesalvarelhonordelafamilia,¡puñales!,escondámonosdondenadie nos vea,metámonos en un rincón y vivamos tranquilas, diciéndole alSeñor: «Señor, nosotras no fuimos, nosotras no tuvimos culpa de aquellabarbaridad, nosotras quisimos que fuera bueno; pero él se juntó con lospícaros... y sacó de su cabeza otras picardías». Conque hija, vente a vivirconmigoyolvídatedetuslocuras,ysialguienquierepleito,quelosigaconelNunciodePuertaCerrada».

NoestabaaúncompletamentedecididaIsidoraacomprarlalibertadconlarenunciatotaldesuspretensiones.MuñozyNoneslehizootravisita,enquecharlaronmucho;mas losargumentosdeellaeran tanendebles,queelhábilnotariolosdestruíaconpocoesfuerzo.Encuantoalcasoextraordinariamentehorrible deMariano, Nones dio pocas esperanzas, y el único consuelo quepudoofreceralaatribuladahermanadeldelincuentefuequelacortaedadyelevidentedesordencerebraldeestepesaríanalgoenlabalanzadelaJusticia.

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UnmesdespuésdelaprimeraentrevistaconelsuegrodeMiquis,Isidorahabía perdido ya la fe en sus derechos a la casa de Aransis. De ellos noquedaba en su alma sino una grande y disolvente ironía. Ya no creía en simisma,oloqueeslomismo,yanocreíaennada.Deshojadapocoapocoporunalógicaalprincipiotímidayporúltimoirresistible,aquellavistosaflordesupresunciónaristocrática, lacual,afaltadeotrasmorales,desempeñabaensu alma un papel defensivo de primer orden, quedó completamente seca,muertaymáspropiaparairrisoriosambenito,queparaadornodelcuerpoydelalma... Un día llevó Muñoz un papel, firmolo Isidora, después de negarseresueltamente a aceptar el auxilio que le ofrecía la marquesa, y a las dossemanaseljuezdecretólaabsoluciónlibre.

«¿A dónde vas ahora?»—pregunto con interés de padre D. José deRelimpio.

Isidorateníaunpapelenquehabíaapuntadovariascantidades.Eramujerdeorden.Aquellosnumeritosrepresentabandeudascontraídasenlaprisión.

«No se preocupe usted de eso, niña—dijo una voz, la voz áspera yantipáticadeunserhumano(porlafigura)queaparecióenlaestanciacuandolajovenfijabasuatencióntodaenelfunestopapel—.¿Aquéhorasaleusted?¿A las tres? Dígolo por traer una carretela para llevarla a usted a mi casa.¿Ustedseentera?».

Isidora, sentada y apoyando la sien en el puño, parecía estar con supensamientoenelmáslejanodelosmundosposibles.

«Si usted no aceptara, me ofendería—prosiguió el ser humano a quienRelimpiomiraba (dígasedepaso)con laexpresiónmáshostil—.Micasaesunacasa—palacio.¿Ustedseentera?Noleharéaustedcompañíaestatarde,porque voy a comer con Frascuelo y el marqués de Torbiscón... Oigasté,Isidora,ustedmandaenmicasita,dondenofaltaráunroíopedazodepan.Unapersonaquesaledelacárcelnopuedehallarseendisposicióndeatenderalasprimerasnecesidades.Así,cuandoustedentreporaquellapuerta,hallaráunamodistayunchicodelatiendadesombrerosqueiráconmuestras...,¿ustedseentera?...Tengoallíelgrancuartodebaño;ustedcalcule...Conquehastalastres.Voyaveramihermana,quesevaaquedarmuytriste,ustedcalcule,conlamarchadesuamiga.Adiós...Abur,Pepillo».

Y al salir hizo un gesto tan irreverente ante las barbas venerables deD.José de Relimpio, que este, furioso ya por oírse llamar Pepillo, no pudocontenersuindignación,ycuandoelserhumanoestuvofuera,exclamó:

«¡Canalla!...¿Peroesposible,hija,quetú,tú,aceptes?...

—Provisionalmente—dijo Isidora,comosidespertaradeundesagradablesueño—.¡Estoytanmal...!Necesito...».

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¡Necesito!¡Cómosonóesteverboenelcerebrodelsantovarón!Lohabíaoído tantas veces en momentos terribles, que era para él como una voz dealarma que le erizaba el cabello y le detenía la circulación de la sangre. Suabatimiento era tan grande, que si tuviese allí la botella, quizás, quizás laapurasevalientementedeuntrago.

¡Libertad,comodidades,buenaropa,baño,casa,lujo,dinero!...AsícomoaD.José leentrabaelmareocon loqueel lectorsabe,a Isidora leatacabaelmismomal con sólo la probabilidad de hacer efectivas las ideas expresadasporaquellosmágicosvocablos.Cadasertienesusimanes.

¡Ohpenadelaspenas!CuandoD.JosélaviosaliryentrarenlacarreteladeaquelentequelellamabaPepillo,cuandolaviopartir...¡Oh,quéhorroresalumbra el desvergonzado sol, esa cínica lumbrera que no sabe llenar detinieblas la tierra cuando se consumen hechos tan contrarios a las hermosasleyesdelbien!Elpobrehombreolvidabaqueelerrortienetambiénsusleyes,y que en la marcha del universo cada prurito aspira a su satisfacción y laconsigue, resultando la armonía total, y este claro—obscuro enque consistetodalagraciadelahumanidadytodoelchistedelvivir.

Pero el buen viejo no podía ver aquello. Su espíritu se enardecía, sussentimientossesublevaban,quisodarseunfuertegolpeenlacabezacontralapared de la iglesia de Montserrat para concluir allí su preciosa y fatigadaexistencia;peronotuvovalorparaello.Necesitabamarearse,sí,darseunbuenpaseo por las doradas regiones de lo ideal. Esta necesidad se impuso a sunaturaleza de unmodo tan imperioso, que no tuvo paciencia para salvar ladistancia que le separaba de su casa, y semetió en la primera taberna queencontróalpaso.

—III—

Yun día Emilia y Juan JoséCastaño vieron entrar en su casa a la granIsidoraelegantementevestidadenegro, conun lujo, conun señorío, conunempaque tal, que ambos esposos se quedaron perplejos, como quien vevisiones,ynoacertaronacontestarasusprimeraspreguntas. Iba lamadreaver a su hijo, al noble, al precioso y cabezudo Riquín, que recogido yamparado en casa de Castaño durante los cincomeses de prisión,miraba aEmilia como madre y a los niños de aquella como sus hermanitos. Muyafligida Emilia al ver la resolución de Isidora de llevarse a su hijo, no seatrevióaponerresistencia;peroJuanJosé,hablandoconfirmezaytesón,dijoquenoentregaríaaJoaquinito,porqueIsidora,consumalaconducta,perdíalos derechos de madre, y que él estaba decidido a llevar la cuestión a losTribunales, seguro de que el juez le autorizaría para retener al desgraciadoniñoensupoder.

Irritada Isidora,manifestó que no admitía tales ideas, y ya se agriaba la

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cuestión, cuando abriose una puerta y apareció un señor obispo..., digo, eraRiquín, el cual traía en la cabeza una gran mitra de papel, y echando labendición graciosamente con su mano derecha, cantó en el latín másestropajosoquesehaoídojamás:Dominisvobiscum.

ConvienehacerconstarquelosdoschicosdeCastañoteníanlocaaficiónalos juguetes de Iglesia, que es un jugarmuy común en la infancia de estostiempos,en loscualescadacosagrande tiene sumanifestaciónpueril.Enelcomedordelacasateníansumagníficoaltar,ycadadíaponíanenélunobjetonuevo,bienaraña,biencálizomanga—cruz.Pordistintaspartesdelacasaseveían retablos diminutos, sagrarios y hasta púlpitos improvisados con sillas.Últimamentehabíanhechocasullasdepapel,ydecían susmisascomounoscanónigos,echandocadalatínquemetíamiedoyobservandotodaslasreglasde aquel acto con notorio puntualidad. Que el misal fuese una novela y elcopón una huevera, no era motivo de escándalo, porque la inocencia losantificabatodoconsucarácteraltamentedivino.Riquínhacíaalprincipiodesacristán;peroempezóamostrartalesdisposiciones,queprontodijotambiénsusmisas y echaba graciosos sermones. Las reyertas frecuentes y elmuchoruidoconqueamenudosedisputabanallílasjerarquíaseclesiásticas,exigíanen ocasiones la intervención deEmilia, quemás de una vez se prestó a sermonaguillo para apaciguar los ánimos y llevarlos a honrosas capitulaciones.Aquel día, que era domingo, Riquín había sido elevado a la sillametropolitana,yestabaoficiandodepontificialcuandosumamáyJuanJosédisputaban.

«Ven—ledijoIsidorasentándolesobresusrodillas,dándolemuchosbesos—,yteharéunacasulladeoroyunaltardeplata».

Elchiquillolamirabaespantado.

«Queéldecida—indicóJuanJosétomandoalmuchachoyponiéndoleenmediodelasala—.Riquín,¿quieresirtecontumadre?».

Tanfuertementenegóconsucabezota,queselecayólamitra.Enrealidadesfuertecosaqueleproponganaunhombreabandonarsudiócesisparairseconunamalamujer...

«¿Queno,dicesqueno?».

Elchicodijoentoncesclaramente:

«Noquielo».

Yechóacorrerparadentro.

«Novale,novale,esonovale—gritóIsidoraconafán—.Mihijovendráconmigo».

A esto siguieron algunas lágrimas, y tomando entoncesCastaño un tono

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conciliador,manifestóalaafligidamadrequeestandoelniñoenlaortopediamejor que en ninguna parte, le dejase aquí. Quizás ella, por sus muchasocupacionesde señoraprincipal,nopodríacuidaryatender aSu Ilustrísimacomo merecía, y así, quedándose él donde estaba, ganaban todos: losortopedistas, porque conservaban a Riquín, a quien miraban como hijo;Isidora,porqueestaríamásanchaypodríacamparporsusrespetoslibremente,yRiquínporquenoseveríaseparadodesucabildo.Isidoracedió,masnosinobtenerpermisoparairaverasuhijocuandoquisiera.

Y en efecto, venía dos, tres y hasta cuatro veces por semana, trayendogolosinas para Riquín y sus camaradas, y además velas de cera, cálices deplomo,efigies,estampasdelSagradoCorazón,mitras,estolas,yporúltimounmonumentodeSemanaSantatancompletoyhermosoquenohabíamásquepedir.Algunas veces se encontraba allí con la Sanguijuelera, que también amenudo visitaba a su adorado Anticristo; y ambas regañaban, si bienEncarnaciónhabíaperdidoelhumorfestivo,yestabamuycaducaysuspirona,nopudiendoapartarde sumenteniun instante ladeshonraquehabía caídosobrelafamilia.Cuandosehablabadeesto,lasdoslloraban,y,olvidandotodarencilla,confundíansusalmasenunsolosentimiento.

Miquisnovivíayafrentea laortopedia,nivisitaba tanfrecuentementeasusbuenos amigos; pero siempreque iba a casadeCastañopreguntaba conmuchointerésporIsidora.PasadostresmesesdesdequelaRufetesaliódelacárcel,Emilia,dandonoticiaalmédicode lasobservacionesquehacíaen lapersonadeaquella,ledecíaunanoche:

«Desdelaprimeravezquevinoenestatemporadahastaahorahavariadotanto...Yparecequevadescendiendo, que cadadía baja un escaloncito.Laprimera vez parecía una gran señora: traía un vestido de gro negro y unsombrero,queya,ya...Pocodespuésveníavestidademerinoyconmantilla,algodesmejoradalacara.Alasemanasiguientemeparecióquesutrajeteníaalgunasmanchas,ysusbotasalgunosagujeros.Porfinellunesdelasemanapasadavinomuypálidayquejándosedelpecho,conlavozronca.Elsábadocreí observar en su cara algunos cardenales, y traía una mano liada. Ayer,señordoctor,vinoconpañueloa lacabeza,conbatadepercal,zapatillas, lavozmuyronca,ylomássaladodetodofue...quemepidiódosreales...Debedeandarmal.Comosiempre...,¡quécarácteryquévida!».

Despuéshablarondel serhumanoconquien Isidoravivía,yacercadeéldijo Miquis cosas tan atroces como verdaderas, de que se escandalizaronmuchoEmiliaysumarido.Aqueltalerajefedegarito,ruletistayempresariode ganchos, un caballero de condición tan especial, que si le mandaran apresidio(ynolemandarían),losasesinosyladronessecreeríandeshonradosconsucompañía.

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«Nuestrapobreamiga—dijoAugusto—,llevadadesumiserabledestino,osi sequieremásclaro,de su imperfectísimacondiciónmoral,hadescendidomucho,ynoesesolopeor,sinoquehadedescendermástodavía.Suhermanoyellahancorridoalaperdición:élhallegado,ellallegará.Distintosmedioshaempleadocadauno:élhaidocontrotedebestia,ellaconvuelodepájaro;perodetodosmodosypor todaspartessepuedeira laperdición, lomismoporelsuelopolvorosoqueporelfirmamentoazul».

Desde que fueron dichas por el sabioMiquis estas sentenciosas frases yotrasqueomitimos,IsidoraestuvomuchosdíassinpresentarseenlacasadeEmilia. Don José también se había eclipsado, por lo que estaban los deCastañodisgustadísimosyllenosdetemor.Undía,porfin,entróRelimpioencasadeMiquis,yentrellorosoyturbado,ledijo:

«Vengausted,vengausted,Sr.D.Augusto,aversilasana.

—¿Quéhay,peroqué...? ¿estámala?—preguntóMiquis encasquetándoseelsombreroytomandoelbastón.

—No,señor...,sí,señor...,quierodecirquenoestábuena,aunquetampocoestáenferma,porqueyaselevanta.

—Esdecir,quehaestadomala.

—Sí,señor.

—¿Yporquénomeavisóusted,hombredeDios,mejordicho,hombredetodoslosdemonios?

—Porque ella no quiso... Hoy, sin su permiso, vengo a buscarle a ustedparaquelequitedelacabeza...

—¿Quélehedequitar,hombre?

—Unaidea—dijoRelimpio,cuandoambosandabanaprisaporlacalle.

—¿Ycreeustedqueyosoyquitadordeideas?...Vamosaver:¿ustedestáensusanojuicio,osehamareadohoy?

—No, Sr.D.Augusto; hace tiempo que nomemareo. Ella nome deja.Desdequevivimosjuntos...

—¿Cómo?

—Sí;esesalvaje,esecanalla,eseasquerosoreptil,eseinmundo...,perdoneusted, Sr. D. Augusto; me faltan palabras apropiadas... Para no cansar, esebasureroanimado,laabandonódespuésdedarletantosgolpes,queporpocolamata; después de cruzarle la cara...mire usted, por semejante parte, con unnavajazo.Porfortunasuheridanofuegrave,aunquelehadejadounacicatrizquedesfigurabastanteaquelrostrocelestial,aquelencantadorpalmito...».

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Selimpióunalágrimaconlamano.

«Puessí;desdeestesuceso, lapobrecita,conlospocoscuartosquepudosalvarylaescasaropa...,enfin,tomóuncuartoenlacalledePelayo,número93,pisocuarto,puertanúmero6,yallíhaestadounmesretiradadelmundosintratarseconnadiemásqueconmigo...,perohonradamente,Sr.D.Augusto,honradamente.Yolejuroaustedporlomássagrado...».

Y con la mano derecha abierta y puesta sobre el pecho como unacondecoración,losojosenblanco,protestóelancianodesuhonestaconducta.

«Locreo,hombre,locreo.

—Yolaacompañé,yolaasistí,mientrassecuraba;yolaheservido...¡Quédías, qué noches! Yo: «Voy a llamar aMiquis»; y ella: «No llame usted aMiquisnianadie;noquieroquenadiemeconozca,soyunapersonaanónima,yonoexisto».Enfin,estamañanamedijounascosasquemehanpartidoelcorazón.

—¿Qué cosas?—preguntóMiquis deteniéndose en el portal de la casa ymirandoatentamentealdesgraciadoviejo.

—¡Ay!,¡nopuedorepetirlas!»—exclamóRelimpiollorandocomounniño.

—IV—

Augustosubióyentróenlacasa.SipasmadayllenadeturbaciónsequedóIsidora al verle, mayor fue el asombro y pena del joven médico al ver endeplorable fachay catadura a la que conoció en forma tan distinta.No sólohabía perdido grandemente en el aspecto general de su persona, en su airedistinguidoydecoroso,sinoquesumismahermosurahabíapadecidobastante,a causa del decaimiento general, y más aún del chirlo que tenía en lamandíbula inferior, bajo la oreja izquierda. Estaba ella planchando unaschambras, y la ligereza de su vestido permitía ver sus bellas formasenflaquecidas.Dejó la plancha y se sentó en unmiserable sofá de paja.Unratitonomuylargoestuvollorando,ydespuésdijoasí:

«Noqueríaquenadiemevieseenesteestado.Comopiensosalirdeélyhallarmeenmejorposición,porquetodavía...Aver,¿quétalmeencuentras?

—Muymal,muymal.

—¿He perdido mucho? ¿No me respondes? He estado muy mala, ¡quépuño!...».

Miquisnodijonada.Lasorpresaque lecausó lavoz roncade Isidora,ymásque lavozoíralgunasexpresionesquede labocadeella seescaparon,túvoleperplejoymudoporbreverato.

«Teencuentromuyvariada;túnoeresIsidora.

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—Tediré...Yomismaconozcoquesoyotra,porquecuandoperdí laideaquemehacíaserseñora,mediotalrabia,quedije:«Yanonecesitoparanadala dignidad, ni la vergüenza». ¿Tú te enteras?... Por una idea se hace unapersonadecente,yporotraroíaideaseencanalla.Peronocreas,todavíahayalgo enmí que no perderé nunca, algo de nobleza, aunqueme esté mal eldecirlo...Mira tú, chavó,quéquieres..., el airehace a lapersona.Hevividotresmesesentreperrosdepresa.Noteasombresdequemuerdaalgunavez...

—Sí,esavoz,esasexpresiones,eseacentilloandaluz...Dime,¿quées loquetequedadenobleza?

—Nosé,nosé...—dijoIsidoraaturdida,cualsiregistraraensucorazónyen su pensamiento—. Me queda el delirio por las cosas buenas, lagenerosidad...¿Sabes?Ayernoteníamásquedosduros;estamañanavinounaamigaallorarseaquí...,total,quequedésinuncuarto.

—¿Necesitasalgo?»—dijoAugustollevándoselamanoalbolsillo.

Y sacó algunas monedas. Mirolas Isidora con codicia, alargó su manohacialamanodeAugusto...Derepentesecontuvodiciendo:

«No;todavíasoynoble.

—¿Enquéconsistetunobleza?

—Enquenorecibolimosna...Peroporserdeti...».

Vacilaba, mirando alternativamente al rostro y la mano de Miquis. Desúbitolanzóunaexclamaciónnomuydelicadaydijo:

«¿Sabes?...,yasemehaidoladelicadeza.Vengaeldinero».

YantesqueMiquisselodiera,ellalotomódelamanodesuamigo.

«¿Dequéteespantas,bobo?...¿demisnuevasmaneras?Ahorasoyasí.Tediré...Aloshombres,desplumarlosysacarles lasentrañas;quererlos,nunca.Soismuyantipáticos;osdesprecioatodos.

—¿Vasametertemonja...?

—¿Deveras?...¡Quésombra!¿Monjayo?

—Ya sabes que Joaquín Pez ha venido de la Habana, casado con unaamericanamuyrica.Dagustoverle,segúnestádecontentoysatisfecho».

Isidorapalideció.Despuésdijo:

«Yalosabía...Toma,silevi,leviunatarde.YoibaporlaReddeSanLuisypasóélencoche.Mevio,peroeltunantefingióquenomeveía.Elcorazónmediounbrinco;aquellanochelloré,peroyamevoydominandoyconcluiréporaborrecerletambién.Esuntipo.

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—PeroGaitica...

—¡Ah!Eseesdelosquedebensercogidosconunpapelcomosecogealascucarachas,y luego tiradosa labasura.Vamos,quesólodemirarlese teensucianlosojos...

—Ysinembargo,lehasquerido.

—¿Yo?...Hombre, tú estásmalo.Que se te quite eso de la cabeza.CondecirtequemeacordabadeJuanBouyestemeparecíaunramilletederosas...¡PobreGaitica!Eldíadeladisputa¡leescupímás...!Esunhombreconelcualnosedebehablarconpalabras,sinoconunazapatilla:esunbichoasqueroso.Aplastarloybarrerlo luego.Peroquéquieres,midestino,mi tristedestino...Yo empeñada en ser bueno, y Dios, la Providencia y mi roío destinoempeñadosenquehedesermala.Salídelacárcel,ledebíadinero,noteníasobrequécaermemuerta,mellevóasucasa,mediocuantonecesitaba,muchomásdecuantonecesitaba...Yotengoestedefectodevolvermelocaconellujo.Vilostrajes,eldineroylascomodidades,ynovialhombre.Pocoapocosemefuedandoaconocerelhombre.Principióporescatimarmelosgastos.Cadadíameparecíalavidamástristeyélmáshorroroso.Ynolodigoporsucara,que no es mala, aunque sí de un tipillo afeminado que no me gusta. ¿Leconoces?Ya ves qué carita de Pascua, qué patillas de azafrán, y qué barbaafeitaditayquélabiosdecarmín.Aquellasmejillasqueparecenafeitadasmedan un asco... Pero donde aparece de oro el tal es en el trato. Coge ladesvergüenza,latraición,larapiña,lacrueldad,júntalotodo,añádeletodalabasura que puedas encontrar, revuelve, haz un muñeco, sopla, dale vida ytendrás al que ha sidomi señor y dueño durante tresmeses: peor queBou,peorqueBotínyqueJoaquín,elcualerayamásmaloqueJudas.Enfin,loshombres sois todos unos. Hay que vengarse, perdiéndoos a todos yarrastrándoosalaignominia.Nosotrasnosvengamosconnosotrasmismas.

«Isidora,Isidora—ledijoAugustoconprofundapena—:valdríamilvecesmásquetemurieras.

—No pienso en tal cosa... Te diré. Cuando estaba en la cárcel quisematarme.Lavidamepesabacomounsombrerodeplomo.CuandoGaiticamemaltratóynopudehacerlepedazosniaplastarleconlazapatilla,tambiéntuveunmomentodebochorno,deiraydedesesperaciónenquequisesuicidarme.Perodespuésmeheserenado.Esodematarsesedejaparalostontos.Elquequieraviaducto,consupanselocoma.Avivir,vidita,queviviresloseguro.Almaatrás...Loquiereelmundo,puesadelante.Quelasociedadparaarribaylamoralparaabajo...;ahacerpuñales.Yomebastoymesobro.¿Noerayonoble?¿Noteníabuenasinclinaciones?¿Puesporquémecerraronlapuerta?

—Pobremujer,todavía,todavíaestiempo...

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—¿Dequé?

—Deadoptarunavidaarreglada.Yotebuscarétrabajo.

—Noséhacernada.

—Yotepasaréunapequeñapensión...

—Diránquesoytuquerida.Concluiréporserlo...

—Búscateunmododevivir.Vetecontutía...

—No hay tu tía, no, no...; déjame. ¿Para que has venido acá?Ni falta...Aire,aire.Nonecesitoconsejos.

—Aborreces a Surupa, y, sin embargo, ¡cuánto se te ha pegado de él!Cuandorecuerdocómoerasycómoeres,cómohablabasycómohablas,noséquémeda.

—Asíeselmundo:unossequedanyotrossevanYomefui,¿teenteras?Yome hemuerto.Aquella Isidora ya no existemás que en tu imaginación.Estaqueves,yanoconservadeaquellanisiquieraelnombre.

—Pues aquella eramibuena amiga—dijoAugusto con tesón—; estamerepugna».

Isidoraseconmovióaloíresto,perodisimulababien,esforzándoseporunainexplicablemodificacióndesuorgulloenparecerpeordeloqueera.

«Y no teniendo nada que hacer aquí—dijo Miquis levantándose—, meretiro».

Isidora lemiródeunmodoque indicabadeseosdequeno semarchara;perodespuésseinclinódehombros.

«Yamehan humillado tanto—murmuró entre dos suspiros—, que el versaliralúltimoamigonomecausaimpresión.

—Señor D. Augusto de mi alma—dijo a la sazón Relimpio, que hastaentonces,testigomudoydoliente,nosehabíaatrevidoadecirnada—;nosemarcheustedyexhórtela,predíquele,yamonésteleparaqueselequite...eso...delacabeza.

—¿Qué?

—Eso.

—¿Yquéeseso?

—El disparate que quiere hacer. Vea usted cómo calla y se sonríe lapícara...Amímelohadicho,peroaustednoseloquieredecir.

—¿Suicidio?

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—Porahí...

—No, no es suicidio—exclamó el anciano con desesperación,arrancándose(o tratandodearrancarse,queesmásverosímil)unmechóndecabellos—.¿Veusted?Se ríe...Yquenodigaque lohaceporno tenerquécomer.Yo...aúnpuedotrabajar».

Isidora,sindesplegarloslabios,clavabasusojosenlasascuasdecarbónsobrequesecalentabanlasplanchas.Parecíaquedeaquelrescoldoardienteymelancólicotomabasusideas.

«Pues yo le he de quitar de la cabeza esas tontunas—dijo el médicoinclinándosehacíaellaymirándoladecerca.

—¿Sabes loque tedigo?—replicóIsidoraconel tonoinsolentequese lehabía pegado de la sociedad gaitesca—. ¿Sabes lo que te digo?Que nomevengascondianas,quenomemarees.Notehagocaso;elcorazónsemehahechodepiedraymicabezaescomoesaplancha».

Levantose,ymurmurandonosesabequépalabras,aunqueesdesuponerno serían de lasmás finas, tomó el pesado hierro y se puso a planchar converdaderafuria.Miquissefuesinañadirunapalabra,yD.Josélesiguióhastalaescaleraconlasmanoscruzadas,elmirarcompungidoysuplicante.

«DonAugusto demi alma—le dijo—, porDios, no la abandone usted...Mireustedquelohace,ylohace...yyomemuero...».

CapítuloXVIII

MuertedeIsidora.—ConclusióndelosRufetes

AunqueAugustonomanifestósupropósito, lo tenía,ymuyfirme,denoabandonaralainfelizmujerquetansolayenpeligroderuinaestaba.Volvióaldíasiguiente;masquisoDiosquefueseaquelunodeesosdíaslúgubresqueanublan la perpetua alegría de los meses deMadrid, uno de esos días, pordesgracia no muy raros, en que el vecindario está tristísimamenteimpresionadoporunaterriblesolucióndelajusticiahumana,yencuentra,asupasoporciertascalles,manifestacionespatibulariasquellevanelpensamientoacosasypersonasdeedadmuyremota.

Yenla tardedeldíaanterior,unamujervestidadenegroconunmantónechadoporlacabeza,alta,flaca,vieja,semejanteaunamomiaanimadaporlaaflicción,acechabaenlasproximidadesdelPalacioReallasalidaypasodeuncoche.Suansiedaderagrande,suesperanzadébil,aunqueposeíaelmásvivofervor monárquico que ha existido quizás en el presente siglo. Su idea del

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poder,de lamisiónprovidencialde los reyes,yprincipalmente lasemejanzaquesuponíaentreelsoberanovisibleyelReydeloscielos,dábanleunpocodealiento.Poresocuandosalióelcoche,avanzóellaaescapesintemordeseratropellada por los caballos, llegó hasta la portezuela, y con la presteza delasesinoquealargaelpuñal,alargóunpapelarrolladoenformadecanuto.Elpapel cayóenel coche,y lasdospersonasque ibaneneste se inclinaronalmismo tiempo para cogerlo. ¡Oh dicha! Leían el memorial, o al menospasabanlavistaporél.¿Quiénsabesiaccederíanaloqueenélconformastanrespetuosas y sentimentales se solicitaba?Así como es propio del pueblo laofensa,propioydignodelosreyeseselperdón.¡Elperdón!Vedaquíelpuntodesemejanzayparentescoconladivinidad.«¿Paraquéserviríanlosreyes—dijo la Sanguijuelera concretando sus ideas monárquicas—, si no sirvieranparaindultar?».

Lapobremujer,enelmomentodearrojarsupapeldentrodelcoche,habíalanzadoconélunaexclamación,quesintetizabasurespetuosocariñohaciaelprimerpersonajedelaNación,ysupenaacerbaydesgarradora:«Reymío...Niño—DiosdeEspaña,piedadparaundesgraciadoloco».

Había invocado la juventud, la grandeza, el sentimiento religioso, parainteresarlos en su cuita. Satisfecha de lo que había realizado, y con ciertaconfianza en el éxito, se dirigió lentamente hacia el Saladero. ¡Largo ytremendo día, inmensa y pesada noche! Hay horas que parecen pedazosarrancados a las pavorosas eternidades del infierno. La Sanguijueleraesperaba,esperaba,yelindultonoaparecía.Lainfelizmujer,tanprendadadelospoderesautoritarios,nosabíaqueelSoberanotieneunaesposa,laLey,yque,segúnelarregloquehemoshecho,conelanillonupcialdeestehimeneosehandesellarlomismolasentenciaqueelperdón.

Hemos dicho queAugusto volvió a la casa de Isidora. Encontrola en elestadomásdeplorable,sentadaenunrincóndelcuarto,trasunsofáviejo,lospies desnudos, el vestido muy a la ligera, encorvada sobre sí misma, endesorden el precioso cabello. Con ambos índices se tapaba los oídos, y sumirar revelaba espanto de pesadilla. Contemplábala Augusto sin saber pordóndeempezarsuempresacaritativa,cuandoD.Josése leacercóyconvozcautelosaledijo:

«AmigoMiquis,hoynohemoscomido.Díatremendoeshoy...;yapuedeustedsuponerporquéestátanafligida».

AugustodiodineroaRelimpioparaquetrajeseconquéarreglarunabuenacomida, y quiso tranquilizar a Isidora y obligarla a que se acostase.Ella nodecíamásqueesto:«¡Hoy!,¡hoy!».

Ya de regreso el padrinito, lograron ambos, a fuerza de persuasiones yañadiendoaellasalgodeviolencia,queIsidoraseacostase.Relimpiopreparó

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lacomida.Augustoconsolabaasuamigaconlasfrasesmásescogidas,conlospensamientosmáscristianosquelesugeríasuricaimaginación;perotodasudialéctica, engalanada de formas poéticas y de bonitas paradojas, no logróllevarlaserenidadalperturbadoespíritudelapobremujer.Estaledijo:

«Mañana,mañanametocaráamí».

Dichoesto,susilenciofueabsolutodurantetodoeldía.MiquisyD.Josélehacían mil preguntas, pero ella no contestaba nada. Por la noche Augusto,después de prescribirle el reposo, se retiró seguro de hallarla mejor al díavenidero, lo queno resultó cierto, porque a la siguientemañana encontró elmédicoensuinfelizenfermaelmismosilencio,lamismoapatíalúgubreylapropia indiferencia del día precedente. Isidora, no obstante, comió conmedianoapetito,yMiquisnohallabaenellasíntomasclarosdeenfermedad.DonJosésuspirabaacadainstante;ibayveníasincesardeunaparteaotradela casa con gran desasosiego. Por la tarde, cuando Miquis, después de suterceravisita,seretiraba,D.Josécuchicheóconélenlaescalera.

«Nonosabandoneusted,señordoctor—ledijoangustiadísimo—.Hemosdeestarconcienojos...Haymorosporlacosta...

—¿Quéeseso?

—Queaunqueparecequenohabla,habla,sí,señor;hoyalasdoceestuvoaquí una mujer que la viene persiguiendo hace días... Es un dragón, ¿meentiendeusted?...PuesIsidoracharlólargamenteconella.Nopudeentenderloquedecían,porquememandósalirfuera;perohablabanconanimación,ylamujeraquella,aquienveayopartidaporunrayo,leenseñaba,¡ay!,muestrasdevestidos.

—Veremos; habrá que hacer algo decisivo—dijo Augusto bajandopausadamentelosúltimosescalones—.MañanatempranovendréconEmilia,RiquínyEncarnación.Trataremosdellevárnoslaacualquierparte».

DonJosémoviólacabezaconexpresióndeprofundísimaincredulidad,ycerrandolapuertaconllave,seguardóéstaenelbolsillo.

Isidora dormía, al parecer, sosegadamente; D. José, que desde algúntiempo antes se había sometido a un meritorio régimen de sobriedad enalimentoylecho,serecostóvestidoenunsofádepaja,fronteroalacamadesuahijada,elcualleservíadepuntodeacechoovigilanciaparanoperdernielmásligeromovimientodelaenferma.Todalanocheardíaunavela,puestadentrodeuna jofaina.Así, desdeque Isidora parecía intranquila,D. José selevantabadiligenteyacudíajuntoaella.

Las diez serían cuando Relimpio, que había descabezado un sueñecillo,despertó con sobresalto porque oyó la voz de Isidora. ¿Había alguien en la

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habitación?No,nohabíanadie. Isidorahablabaconsigomisma.DonJosé lamirabasinmoversedesuduroymartirizantesofá;perosuatenciónsetrocóen asombro al ver que la joven se levantaba, se vestía, aunque a la ligera,echándose labata, secalzabaysedirigíaalmezquino tocadorpróximoasulecho.UnterroracongojanteycomosupersticiosoqueseamparódelbuenodeD. José, le impedíamoverse y hablar. Le parecía contemplar una escena desonambulismo,oquizásservíctimadeunfenómenoóptico,formadoycomovaciado en su propiamente. «Puede ser—se dijo—que esto que veo sea unsueñomíoyquelapobrecitaestétantranquilaensucama,mientrasyolaveolevantadayenredandoeneltocador».

Isidora,puesellamismaeraynounavanaimagen,semirólargoratoenelespejo.Aunqueesteerapequeñoymalo,ellaqueríaverse,nosóloelrostro,sinoelcuerpo,ytomabalasactitudesmásextrañasyviolentas,ladeándoseyhaciendocontorsiones.Laligerezadesuropaeratal,quefácilmentesalíanalexteriorlasformasintachablesdesutalleytodoelconjuntograciosoyesbeltodesucuerpo.DonJosésequedólelo,frío,inerte,cuandooyóestaspalabras,pronunciadasclaramenteporIsidora:

«Todavíasoyguapa...,ycuandomerepongaseréguapísima.Valgomucho,yvaldrémuchísimomás».

Luego empezó a recoger tranquilamente algunas prendas de ropa queestabanarrojadasendiversoslugaresdelaestancia,yconellasformóunlío.Entonceselsantovarónhizounesfuerzoparavencersuinerciaterrorífica,sesacudiótodoyconunafuertevozdijo:

«Niñamía,¿adóndevas?

¡Ay!—exclamó ella sobresaltada, dando un chillido—. Me ha asustadousted.Yocreíqueestabasola».

¡Sola!Segúneso,D.Joséeraunmueble.Esta ideacausóal infelizviejograndísimaaflicción.

«¿Peroquéhaces,mujer?¿Tehasvueltoloca?Estásenfermaytelevantasasí...

—¿Enferma yo?—dijo Isidora echándose a reír con descaro—. Usted síqueloestá,delacabeza,lomismoqueesetontodeMiquis.Yoestoybuenaysana.

—¿Peroadóndevas?

—Alacalle.

—¡Alacalle!¿Yquévasahacerenlacalle?¿Necesitasalgo?Yosaldré.

—Ea,ea,noseaustedmajadero.Acuésteseusted,duermasitienesueño,y

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déjeme a mí, que yo sé lo que tengo que hacer. No dependo de nadie,¿estamos?Soydueñademivoluntad,¿estamos?».

La determinación firme que revelaban estas palabras llevó al benditoD.Joséalasmáselevadasregionesdelpasmo,delaturdimiento,delaconfusión.Antesqueélpudieradeciralgo,Isidoraprosiguiódeestemodo:

«Mefastidiaustedconsupreguntar,consuentremeterseentodo,consuscuidadostontos...».

Cada palabra era como un golpe de maza en el bondadoso corazón deRelimpio,elcual,apuntoderomperallorar,seincorporóenelmacizolechoyhablóasí:

«Hijamía,yotequieromásquealasniñasdemisojos.Meinteresoporti,portubien,ynoquieroquehagasdisparates,niquetepasemalalguno...

—Yo también lequieroausted;pero...vamos,deseoser libreyhacer loquesemeantoje,sinqueustedvengaconsusmimos,¿estamos?

—Todo sea por Dios—dijo Relimpio, conociendo que había llegado laocasióndemostrarenergía—.Sospechoquevasamalaparte,sospechoqueteperderemos para siempre, y no te puedo abandonar, no; tú eres lo quemásamo, tequieromásqueamishijas,porque tequierodedosmaneras, comopadreycomo...,enfin,yomeentiendo.Si,comosospecho,quieresperderte,quieresinfamarte,noloconsentirémientrastengaunalientodevida;primeroterogaré,tesuplicaréaunquemeseamenesterponermederodillasdelantedeti».

Hallábase tan acongojado, que la frase se le retortijó en la garganta, yjuzgando quemás que las palabras serían elocuentes las actitudes, se hincódelantedesuahijada,yletomólasmanosparabesárselas,yluegoquepasóunratoenestasmímicas,conmovidosellayél,pudoarticularRelimpioestaspalabras:

«Niñamía,nodesesepaso,detente...

—¡Quédesgracia!...—murmuróella llevándose lamanoa losojos,comoparadisimularunalágrima—.¿Yquiénmevaamantener?

—¡Yo!—exclamóRelimpiodándoseungolpe tan fuerte en el pechoqueesteresonóenhuecocomounacaja.

—¡Usted!...¡Ay,quégracia!¡Siustedmásestáparaquelemantenganqueparamantener!

—Trabajaré.

—Sí,ycomeremoscañamones...Padrino,padrino,déjemeustedenpaz;nosemeta usted enmis cosas... Yo vengo pensando hace tiempo lo que debo

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hacer;hetomadounpartido,yyanomevuelvoatrás».

El anciano había vuelto al sofá, donde estaba reclinado, sin fuerzas paraseguiradelanteenlalucha.

«Mira—ledijo,echandolumbreporlosojos—,yopuedotrabajar...;pediréundestinoymelodarán...

—¡Quéinocencia!

—YconloqueyoganeyalgoquetedaránEmiliayMiquis,viviremostanricamente.

—Sí, muy ricamente—replicó Isidora con terrible ironía—. ¡Miserias,harapos, suciedad, escaseces, privaciones! Guarde usted todo eso para lostórtolossimplesqueloquieran.

—Siesquetedanpesadumbrealgunoshechosdetuvidapasada,notratesdeborrarlosconunavergüenzamayor—dijoRelimpio,sintiéndosedotadoporlaProvidencia,enaquel instante,deunalucidezfilosóficaquenoerapropiade él—. Lo mejor es que borres lo pasado con una conducta ejemplar.¿Quieres un nombre, una posición?Pues yo te daré ambas cosas.Óyeme—añadiósolemnemente—;yomecasarécontigo;yparaquenointerpretesmalmiofrecimiento,teprometonosertuesposomásqueenelnombreymirartecomounahija».

PorlástimadelpobreviejonoseechóareírIsidoraconeldesenfadoquehabía adquirido últimamente. En la pérdida de tantas nobles cualidadesconservabaalgodepiedad.

«¿Conque nombre y posición?—dijo—; gracias, gracias; es usted muybueno.¿Conquenopuedoconminombreyquiereustedquetomeotrosobremí? ¡Quépuño!...Sipudieradesbautizarmeynooírmásconestasorejaselnombre de Isidora, lo haría... Me aborrezco; quiero concluir, ser anónima,llamarme con el nombre que se me antoje, no dar cuenta a nadie de misacciones.

—¡Isidora!...

—YanosoyIsidora.Novuelvaustedapronunciarestenombre».

¡No pronunciarle más, cuando a él le parecía tan dulce, tan armonioso,cifraycompendiodelamelodíainfinita!EchóD.Joséungransuspiroytrasélestaspalabras:

«Ha sido una tontería que te ofrezca la mano y el nombre de un viejocaduco.Tú no puedes vivir sin amor. ¿Cómohabías de quererme amí, quesólotengojuventudenelcorazón?...Óyeme...».

Cadavezquedecía«óyeme»tomabaunaactitudsacerdotalyeltonomás

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solemnedelmundo.

«Óyeme. Tú has amado a un solo hombre; ese hombre ha vuelto de laHabana.Detodostusamantes,éleraelmássimpático,elmáscaballero.Antesque verte caminar a la última degradación, consiento en que reanudes tusamores con él.Nome gusta esto, pero antes que lo otro... yome entiendo.¿Quieresquelelleveunrecaditotuyo,quieresquelebusque,quelehabledeti?...Odiosamisión,hijamía;perosiconellateapartodelaignominiafinal,creerérealizarunaacciónmeritoria.

—¿Joaquín, esepillo?...Lediré austed...Siempreque leveo,medaunvuelco el corazón.Lequisey aúnmeparecequepodríavolver aquererle...Pero déjele usted donde está.Yo estoymejor así.Es un canalla ingrato...Ybastantehemoshablado,Sr.D.José.Yomemarcho...

—PorDios,mujer...

—Hedadomipalabra.

—Esaspalabrasnosecumplen.¿Demodoquenoteverémás?

—Vendréporaquí...Nosemuevausteddeestacasa.Yoledaréalgoparaquesemantengaypagueelalquiler...».

Relimpiotemblóconsudorfrío.

«PormihijoyporustedconsientoenserIsidoraalgunosratitos.Conque...abur,abuelo...».

Corrióhacialapuerta,yhallandoquenoestabalallaveenella,comodecostumbre,retrocedióparabuscarla.

«No,no tedoy la llave;nosaldrásmientrasyoviva»—exclamóD.José,haciéndosesuperiorasímismoymostrandolaenergíaqueavecessurgedelflaco ánimo de los débiles, como en ciertos momentos de crisis lassublimidadesbrotandelcerebrodelostontos.

Isidora lemirócon ira,yrespirófuerteapretandocontrael talleel líoderopa.

«¡Lallave,lallave!

—No saldrás sino pasando sobremi cadáver»—gritó con cavernosa vozRelimpio,sintiéndosehéroedeteatro.

Yaldecirlo,oprimíacontrasupecholallaveparaprotegerladeunataquedesuenemiga.

«Vamos, vamos, que no tengo ganas de bromitas—dijo la de Rufeteencolerizada—. Venga la llave, o la tomaré dondequiera que la encuentre.Mireustedqueyanosoyloqueantesera:decordera,mehevueltoloba.Ya

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nosoynoble,Sr.D.José;yanosoynoble.

—Peroaunquenoseasnoble,noseráscapazdeultrajaratupobreviejo,atupadre...».

Acompañadasdelágrimas,estaspalabraseranhartoelocuentes.

«Vamos,abuelito,queyamecanso,quesemeacabalapaciencia,quelassimplezasmecargan,quenoestoydehumordemimos...».

Yconlalocaimpaciencia,airada,insensibleparatodoloquenofuerasudeseoypropósito,avanzólasmanoscontraelviejo,leatenazólosbrazos,lesacudióunmomento...¡Ay!,¡ay!Relimpiosintióquesusbrazossevolvíandealgodón.ComosielrocedelapieldeIsidorafueseuncontactomortífero,sequedóechounamomia.Ymientrasellalequitabalallave,él,inerte,sinvida,lamirabaconespanto,ynopodíadefenderse,nisabíadetenerla,nieradueñodeningunadelasenergíasdesuser,comonofueradelavoz,puesallácasientredientespudoarticulartressílabasydecir:«¡Bribona!...».

Isidora marchó hacía la puerta. Bruscamente arrepentida de su acción,retrocedióhaciaelsofádondeestabalayacenteestatuadeRelimpio,lemiróunsíesnoesconmovida(todavíaeraalgonoble),yponiéndolelamanosobrelacabezallenadecanas,ledijo:

«Padrinito,leheofendidoausted...,pero...nolopuedoremediar.Esteesmidestino...;quizásnonosveremosmás...Adiós».

Tuvo la singularísima piedad de inclinar sobre él su rostro y darle unrápidobesosobrelasvenerablescanas.Élnotuvofuerzasniespíritumásquepara verla salir. Salió, efectivamente, veloz, resuelta, con paso de suicida; ycomoestecaefurioso,aturdido,dementeenelabismoquelehasolicitadoconatraccióninvencible,asícayóelladespeñadaenelvoraginosolaberintodelascalles. La presa fue devorada, y poco después en la superficie social todoestabatranquilo.

Don José se levantó, anduvo como desconcertada máquina hasta unaposentillo interior donde tenía sus trastos, y tanteando con las temblorosasmanos en la obscuridad, encontró una botella. Apuró del contenido de ellaporciónbastante, y al tratar de volver al sofá, las piernas le faltaron y cayórodandoenmitaddelaposento.

Como lapuertahabíaquedadoabierta,Miquis,EmiliayRiquín entraronsin necesidad de fatigar la campanilla a una hora que, según cálculosaproximados,debíadeser lade lasnuevede lamañanadeldíasiguiente.Ycomo vieran a don José tendido en el suelo sin compañía, al punto coligióMiquisqueIsidoraestabaausente.MientrasEmiliacorríavelozalsocorrodesu padre, que parecía como a dos dedos de la muerte, Augusto hizo un

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rapidísimoreconocimientodelahabitación,buscandoaIsidora.¡Noestaba!

«¡Seha ido, seha ido!»—exclamóponiéndosede rodillas junto alpobreviejoparaprestarlealgúnauxilio.

Con un poco de trabajo transportaron a Relimpio al sofá, donde letendieron,yélentoncesentreabriólosojosyloslabiosechandounamiradayun suspiro sobre elmundo, de que se alejaba para siempre.La notabilísimaalteracióndelasfaccionesdelancianoalarmóaMiquis,elcualrespondíaconmudaexpresióndedesconsueloalasapremiantesinterrogacionesdeEmilia.

«¿Peroestoesembriaguez...oqué?...»—preguntólaatribuladahija.

YaloírloD.Josésereanimódesúbito,comolallamamoribundaqueserevuelcaenlastinieblas;echósuespírituunresplandordevida,ymoviendolalengua, no menos pesada que la de una campana, dijo pausadamente estaspalabras:

«Lahuríhabajadoalosinfiernos,yyovoy...enbuscasuya».

Alasazónentraronalgunosvecinos,yseofrecieronaprestarlosserviciospropios del caso. Miquis, sin dejar de tomar disposiciones, veía que losremedios serían inútiles. Cerca ya del fin, el espíritu de D. José volvió arelampaguear,diciendoconexpresiónenamoradaycaballeresca:

«La amé y la serví... Fui su paladín... Mas ved aquí que la ingrataabandonalarealmoradaysearrojaalascalles.Vasallos,esclavos,recogedla,respetad sus nobles hechizos. Tan celestial criatura es para reyes, no paravosotros.Hacaídoenvuestrocienopor la temeridaddequererremontarsealasalturasconalaspostizas».

Oyendoestosdisparates,Emiliaeraunmardelágrimas.Miquislallevóaun cercano aposento, y en él la encerró con el pobre Riquín, que tambiénlloraba, para que ambos no presenciasen el fin del buen Relimpio, el cualocurriómediahoramás tarde,y fue tranquiloy suave.Sumuerte remedóeldulce acceso de embriaguez que le transportaba, mediante una breve toma,desdelasmiseriasdelarealidadalasdeliciasdeunavidaapócrifa,compuestaconextrañosfingimientosdejuventud,pasiónyenergía.¿Entrabaalfinenunmareo eterno? ¿Iba ya derechamente a ser el noble, enamorado y valientecaballero, defensor y amparo de la hurí en las edades sin término y en losespaciossinmedida?José,eresunángel.

AbrazandoestrechamenteaRiquínycubriéndoledebesoslacara,Emilialedecía:

«Tanhuérfanoerestúcomoyo;peroenmítendráslamadrequetefalta.Aquellamamátuyanoexisteya,seha idoparasiempreynovolverá;sehacaídoalfondo,hijomío,alfondo...Yaloentenderásmásadelante».

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CapítuloXIX

Moraleja

Sisentísanhelodellegaraunadifícilyescabrosaaltura,noosfiéisdelasalaspostizas.Procurad echarlasnaturales, y en casodequeno lo consigáis,pueshayinfinitosejemplosqueconfirmanlanegativa, lomejor,creedme,lomejorseráquetoméisunaescalera.

Madrid.—Juniode1881

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