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1 LA DECISIVA PARTICIPACION DE LOS 6º Y 7º EJERCITOS ESPAÑOLES EN EL TRIUNFO ALIADO EN LAS CAMPAÑAS DE 1811 Y 1812 DURANTE LA GUERRA DE LA INDEPENDENCIA ARSENIO GARCÍA FUERTES FACULTAD DE FILOSOFIA Y LETRAS UNIVERSIDAD DE LEON Director, Francisco Carantoña Álvarez

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LA DECISIVA PARTICIPACION DE LOS 6º Y 7º

EJERCITOS ESPAÑOLES EN EL TRIUNFO

ALIADO EN LAS

CAMPAÑAS DE 1811 Y 1812

DURANTE LA

GUERRA DE LA INDEPENDENCIA

ARSENIO GARCÍA FUERTES

FACULTAD DE FILOSOFIA Y LETRAS

UNIVERSIDAD DE LEON

Director, Francisco Carantoña Álvarez

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INDICE

I.- Introducción……………………………………………………………….…….p. 8

II.- El gran olvidado, el Ejército español en la Guerra de la Independencia......p. 12

o Estado de la cuestión………………………………………………..p. 12

o El ejército real español al comienzo de la Guerra de la

Independencia…………………………………………………………..p. 18

o Organización y fuerza del ejército real español……………………..p. 22

1. La infantería…………………….……………………….p. 30

2. La artillería………………………………………………p. 33

3. La caballería……………………………………………..p. 34

4. Las academias militares…………………………………p. 38

5. La intendencia y sanidad………………………………..p. 41

6. Los mandos y las tácticas. Las incompletas reformas militares

de Manuel Godoy………………………………………p. 45

o La estrategia. La escuela prusiana, el concepto ofensivo…………...p. 50

o El levantamiento patriota y el ejército: revolución y guerra………..p. 57

o El ejército español en campaña……………………………………..p. 62

o Las campañas de 1809: esperanzas y nuevas derrotas. Batallas y

asedios………………………………………………………………….p. 70

o El comportamiento táctico del ejército español en combate (1808 –

1809)……………………………………………………………………p.74

o Enseñanzas y autocrítica de los mandos españoles…………………p.80

o Conclusiones al capítulo I…………………………………………..p. 83

II.- Muerte y resurrección del ejército español. Aprendizaje y reformas. El ejército

español en 1812……………………………………………………………………p. 91

III.- Las acciones ofensivas del verano de 1810 tras la caída de Astorga en manos

francesas. La toma de Puebla de Sanabria por las fuerzas españolas y

portuguesas……………………………………………………………………….p. 101

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IV.- El origen orgánico del 6º ejército. La 4ª división del ejército de la izquierda en

1810…………………………………...……………………………………………p. 117

o La creación del 6º ejército………………………………………………p. 120

o Un precedente desastroso, el combate de El Puelo, en Asturias, del 18 de

marzo de 1811…………………………………………………………..p. 124

V.- El Ejército Imperial francés en el NO de la Península Ibérica entre 1811 y

1812, una misión imposible.

o Las tierras llanas de León y la importancia estratégica de Astorga…….p 128

VI.- Los precedentes a los Arapiles: el verano de 1811. La campaña del 6º ejército

al mando de José María de Santocildes sobre León.

o La situación política y militar en el noroeste de la Península entre 1810 y

1811. Las conflictivas relaciones del Capitán General Nicolás Mahy y la

“Junta Superior de Subsidios, Armamento y Defensa del Reino de

Galicia”..…………………………………………………………….…p. 131

o El cese de Mahy y los nombramientos de Javier Castaños y José María de

Santocildes…………………………………………………….……….p. 140

o El 6º ejército pasa a la ofensiva. La evacuación francesa de Asturias y de

Astorga…………………………………………………………………p. 151

o La acción de los Altos de Cogorderos, 23 de junio de 1811…………..p. 156

o Consecuencias de la acción de Cogorderos: el carrusel del Orbigo (julio y

agosto de 1811)………………………………………………………...p. 163

o La contraofensiva francesa hacia el Bierzo: las acciones de Manzanal y

Riego de Ambros………………………………………………………p. 168

o Campaña militar y propaganda: el águila que no lo fue……………….p. 173

VII.- El contexto histórico de 1812 en Europa y en la Península. La campaña rusa

de Napoleón en el contexto de la Guerra de España……………………………p. 181

o El papel estratégico de los valles del Duero y del Tajo y el frente secundario

de León, Asturias y Galicia en el marco de la Guerra Peninsular. Ejércitos

contendientes en España en 1812………………………………………p. 182

o Generales enfrentados en el noroeste de España 1812…………………p. 184

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VIII.- Planes estratégicos y políticos enfrentados. La difícil alianza hispano

británica frente a Francia.

o Directrices del Consejo de Regencia en 1812 y el reforzamiento de la

alianza con Gran Bretaña……………………………………………….p. 203

IX.- La actuación del comisionado británico, el coronel Howard Douglas, como

enlace del gobierno británico y de Arthur Wellesley, ante los 6º y 7º ejércitos

españoles entre 1811 y 1812.

o Biografía y personalidad de Howard Douglas………………..……p. 207

o Howard Douglas en el inicio de la Guerra de la Independencia y la

campaña del general John Moore………………………………………p. 210

o La misión encomendada por Wellesley a Douglas en el NO de la

Península………………………………………………………………..p. 213

o La llegada de Howard Douglas al NO de España. Las intrincadas

relaciones británicas con las Juntas, los mandos militares y las guerrillas

españoles………………………………………………………………..p. 215

o La situación operativa del 6º ejército a ojos del mando militar

británico…...……………………………………………………………p. 222

o La actuación británica en el apoyo a las guerrillas del norte de

España………………………………………………………………….p. 225

X.- El 6º Ejército 1811-1812. Los generales y las juntas superiores de León y

Galicia……………………………………………………………………………..p. 230

o El común fenómeno de la deserción en los ejércitos durante la Guerra de

la Independencia……………………………….…………………..p. 238

o La “Junta Superior de Subsidios, Armamento y Defensa del Reino de

Galicia”, 1810-1812. Origen, funcionamiento y valoración….....….p. 250

o La Junta Superior del Reino de León”, 1810-1812. Integrantes y

funcionamiento……………………………………………………..p. 257

o La campaña invernal del general Abadía sobre León. El primer apoyo a

la ofensiva de Arthur Wellesley sobre Ciudad Rodrigo. Enero de

1812...………………………………………………………………p. 269

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o Siguen los conflictos con las Juntas. El cese del general Abadía (febrero-

marzo de 1812)……...…………………...…………………………p. 285

o La oposición británica al envío de refuerzos a América. El papel del

comisionado Howard Douglas……………………….……………..p. 295

o La toma de Badajoz por Arthur Wellesley (abril de 1812)……...….p. 302

o Santocildes vuelve a tomar el mando del 6º ejército, apresurada

reorganización…………………………………...………………….p. 305

o Planes para la ofensiva aliada y el asedio de Astorga por el 6º

ejército……………………………………………………………...p. 307

o Organización y efectivos del 6º ejército en la primavera de 1812…p. 314

o El espionaje militar español en León y el valle del Duero. Juan López de

Fraga………………………………………………………………..p. 318

XI.- Astorga, plaza imperial. La vida bajo la ocupación francesa, 1811 –

1812………………………………………………………………………………..p. 331

o Astorga a comienzos del siglo XIX………………………………..p. 332

o Astorga, Plaza fuerte fortificada por l’Armée de Portugal (agosto de 1811

– junio de 1812)………………………………………………………..p. 336

o Astorga, Capital de Prefectura……………………………………..p. 360

XII.- El 7º Ejército guerrillero del norte de España.

o Introducción………………………………………………………..p. 366

o Los orígenes del 7º ejército. La división de vanguardia cántabra….p. 368

o La rebelión y motín de las fuerzas de Renovales y su destitución del

mando (febrero-mayo de 1811)………………..……………….p. 382

o La formación de las grandes partidas guerrilleras del norte de España,

antecedentes organizativos (1808-1810)……..……………………...…p. 388

o El general Gabriel de Mendizábal y la creación del 7º ejército. El triunfo

organizativo del gobierno y los regulares españoles. Los vitales suministros

británicos……………………………………………….……………….p. 401

o Juan Díaz Porlier y Gabriel de Mendizábal (mayo-diciembre de

1811)………………………………………………………………...….p. 407

o Prosigue la organización del 7º ejército. Año de 1812……………..p. 434

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XIII.- Planes y operaciones aliados previos a la ofensiva sobre Astorga y el Duero,

(abril de 1812).

o Introducción…………………………………………………...……p. 444

o Auguste Marmont y l´Armée de Portugal frente a Arthur Wellesley. Un

mariscal y un ejército imperial aislados………………….……………..p. 448

XIV.- La ofensiva aliada de 1812: el 6º ejército amenaza Astorga y el valle del

Duero y la campaña británica de los Arapiles.

o Introducción………...………………………………………………p. 458

o El mes de mayo. Preparativos españoles…………...………………p. 461

o El mes de junio. El asedio. Los asedios en las guerras

napoleónicas…………………………………………………………….p. 465

o El mes de julio. Arapiles……………………………………………p. 489

o Howard Douglas regresa del 7º al 6º ejército……………………….p. 504

o La batalla de los Arapiles, 22 de julio de 1812……………………..p. 541

o La retirada del valle del Duero de l´Armée de Portugal……………p. 550

o El mes de agosto. Capitulación francesa en Astorga y avance aliado sobre

Madrid………………………………………………………………….p. 566

o Contraofensiva francesa y capitulación imperial en Astorga………p. 590

o El fracaso de la expedición del general Maximilien Foy…………..p. 620

o El destino de los prisioneros franceses…………………………......p. 627

o Los desastres de la guerra, Astorga, agosto y septiembre de 1812...p. 632

o Conclusiones al segundo sitio de Astorga………………………....p. 639

XV.- El decisivo apoyo del 7º ejército español a la ofensiva de Wellesley sobre el

Duero y sobre Burgos.

o Objetivo esencial: la fijación de l’Armée du Nord y el aislamiento del

mariscal Marmont y l´Armée de Portugal……………………………..p. 650

o La actuación del comisionado Howard Douglas con las guerrillas del

norte de España………………………………………………………..p. 650

o Orden de batalla del 7º ejército en diciembre de 1812……………p. 661

XVI.- Arthur Wellesley y el fracaso de la campaña de Burgos. El apoyo regular de

los 5º, 6º y 7º ejércitos españoles.

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o La ofensiva aliada y el sitio al castillo de Burgos………………….p. 690

o La retirada hacia el Duero y Portugal………………………………p. 699

o La defensa del castillo de Alba de Tormes……………………...….p. 703

o Conclusiones a la campaña de Burgos……………………………...p. 706

o Reorganización de los ejércitos españoles y el fin orgánico de los 6º y 7º

ejércitos…………………………………………………………………p. 709

o Santocildes solicita el relevo, noviembre de 1812……………….....p. 714

XVII.- Conclusiones. La aportación de los regulares del 6º ejército y los

guerrilleros y cuerpos francos del 7º ejército a la victoria aliada…..…………p. 716

XVIII.- Apéndices…………………………………………………………………p. 723

Bibliografía y Fuentes Documentales………………………………………...….p. 766

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I

INTRODUCCIÓN

“España no lidia por los Borbones ni por los Fernandos; lidia por sus propios derechos, derechos, originales, sagrados, prescriptibles, superiores e independientes de toda familia o dinastía. España lidia por su religión, por su constitución, por sus leyes, por sus costumbres, sus usos, en una palabra, por su libertad [...] ¿No sabrá vivir sin Rey y gobernarse por si misma?¿España no sabrá mejorar su constitución sin auxilio extranjero” (Melchor Gaspar de Jovellanos) "Os digo que España será la primera nación del continente que hará frente a Napoleón con una guerra popular. Aunque sus nobles estén envilecidos y su Gobierno sea despreciable, la gente aún tiene sentido del honor, sobriedad y odio a los franceses" (William Pitt, primer ministro británico, 1805)

Es conocido, y aceptado, que los seis años, a lo largo de los que transcurrió la guerra

de la independencia (llamada guerra de España por los franceses y guerra peninsular por

los británicos), fueron la palanca del cambio que dio inicio en España al final de un

mundo que dejaba paso a la contemporaneidad del liberalismo decimonónico.

Entre 1807 y 1808 Bonaparte jugó hábilmente con sus piezas, dando jaque mate a las

dinastías de Borbón y Braganza en la Península Ibérica. Con lo que nunca contó (ni él ni

todas las cortes europeas) fue con que, privados de sus reyes y piezas principales, los

peones se negaran a dar por perdida la partida, se rebelaran y comenzaran una larga

lucha.

El noroeste peninsular fue uno de los campos de operaciones principales del primer

año de guerra y vería el paso de ejércitos españoles, franceses y británicos, incluso la

llegada del mismo Bonaparte a Astorga el 1 de enero de 1809. Sin embargo, tras la

fallida campaña de John Moore y la expulsión de los ejércitos imperiales, mandados por

los mariscales Soult y Ney, del norte de Portugal y de Galicia en la primavera de 1809,

esta zona de la Península se convertirá en un frente secundario del conflicto hasta 1813.

Los poderosos aliados británicos harán de Portugal y su capital Lisboa, la base

logística de sus operaciones peninsulares, centrando su eje de avance en España, a partir

de 1811, sobre Extremadura y Salamanca.

En el noroeste de España (Galicia, Asturias, León, y Zamora) las tropas españolas allí

destacadas (sucesivamente renombradas como “ejército de Galicia”, de la “izquierda” y,

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finalmente, “6º ejército”) se convertirían, a partir de 1810, en el imprescindible flanco

norte del ejército aliado anglo lusitano de Arthur Wellesley hasta 1813.

El eje estratégico principal de este decisivo conflicto peninsular (en la historia de las

guerras napoleónicas) se libró entre los valles del Tajo y del Duero y la frontera

portuguesa. Wellesley, luego de tres años de intensa lucha (desde Vimeiro a Torres

Vedras), lograría expulsar por tercera vez a los franceses de Portugal, iniciando, entre

1811 y 1812 la ofensiva final sobre un territorio español que, en enero de 1812, había

visto alcanzar hasta el límite de su dominio a los ejércitos imperiales con la toma de

Valencia.

Como decimos, el conflicto se libró y decidió, a nivel estratégico, al sur del valle del

Duero. Esta zona era la puerta de entrada a Portugal desde España para el ejército

imperial (y viceversa para el ejército aliado de Wellesley; el único capaz de lograr

victorias decisivas de carácter estratégico que pudieran desequilibrar el dominio

bonapartista sobre la Península). Esta zona y estos ejércitos son los que,

tradicionalmente, se han llevado el peso del interés historiográfico y editorial en el

conocimiento militar de esta guerra.

En el resto de frentes de guerra, a lo largo y ancho de España, el ejército español,

(obligado a combatir, dividido y aislado, por líneas exteriores en siete pequeños cuerpos

de ejército) realizó, a partir de 1810, una tenaz guerra de movimientos y desgaste con

pequeñas operaciones (la única posible con los medios disponibles), que, sin embargo,

lograría fijar a la mayor parte de l’Armée de Espagne (con efectivos, a lo largo del

conflicto, entre los 250.000 y 300.000 hombres), en operaciones secundarias de control

del territorio y comunicaciones, impidiendo la concentración de su vasta fuerza, la cual

hubiera, sin duda, logrado batir a Wellesley, expulsando a los británicos de la Península

y decidiendo, así, la guerra en ella a favor de la causa napoleónica.

Derrotado estratégicamente, entre 1808 y 1809, el ejército regular español (muy

inferior al francés), junto con los nuevos contingentes armados, agrupados en el

fenómeno conocido como “guerrillas”, tuvieron que renunciar a una guerra clásica de

movimientos ofensivos de la escuela prusiana (en la que habían sido educados los

generales y mandos españoles). La alternativa fue la mencionada guerra defensiva, de

erosión y desgaste constante contra las fuerzas imperiales, sobre todo en la periferia

peninsular, pues los franceses dominaron enseguida, a partir de 1809, su centro

geográfico (Madrid y las dos Castillas). Con ello lograron, a partir de 1810, con ello la

gran ventaja estratégica de poder operar y combatir por líneas interiores, es decir, tener

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en rápida comunicación a todos sus cuerpos de ejército que podían ser apoyados y

reforzados, ventajosamente, ante los intentos de ofensiva españoles y anglo lusitanos

sobre cualquiera de los frentes de batalla periféricos. Algo que no podían hacer, por

ejemplo, los españoles.

El esfuerzo militar español durante el conflicto se vio también condicionado por la

conflictiva dialéctica entre el poder militar y el poder civil, supeditado el primero al

segundo (representado por las Juntas, las Cortes y el Consejo de Regencia), que

asumiría la dirección de la guerra (en sus inicios caótica y descentralizada) y el precario

sostenimiento económico del gran esfuerzo militar desarrollado entre 1808 y 1814, con

sus aciertos y graves desencuentros.

Dichos frentes de batalla de los siete ejércitos españoles se convertirían en “frentes

secundarios” a nivel estratégico, pero imprescindibles a nivel operacional y táctico, pues

de ellos dependía la inmovilización de la mayor parte de los contingentes imperiales, su

desgaste, y con todo ello, la única posibilidad estratégica de que, a partir de 1811, y,

sobre todo, de 1812 (en el contexto de la invasión napoleónica de Rusia, y el

debilitamiento, que ello supuso, para la continuación del esfuerzo militar imperial en

España), el ejército anglo lusitano de Wellesley, el único que a nivel operacional y

táctico podía batir en una campaña de batallas clásicas decisivas estratégicas, a las

fuerzas imperiales, pudiera pasar a la ofensiva.

Ofensiva aliada de Arthur Wellesley contra uno de los dos ejércitos imperiales que

operaban en el occidente peninsular, l´Armée Sud del mariscal Soult que ocupaba

Andalucía, o l´Armée de Portugal, al mando del mariscal Marmont, que se desplegaba

entre la frontera portuguesa y el valle del Duero.

Para lograr este éxito estratégico, evitando que los otros cuatro ejércitos imperiales

(Norte, Cataluña, Aragón y Centro) pudieran concentrarse en su socorro, era

imprescindible el papel activo de los siete ejércitos y guerrillas españoles.

Esta tesis doctoral abordará y demostrará, en su caso, como entre 1811 y 1812 (este

último, el año en que cambió el curso del conflicto), la aportación militar española fue

imprescindible para que Arthur Wellesley desarrollara, con libertad y éxito, sus planes

ofensivos estratégicos sobre el valle del Duero; planes y operaciones que llevarían a la

gran victoria de los Arapiles (22 de julio de 1812), a la liberación de Madrid (el 12 de

agosto) y a la ofensiva final, fallida, hasta Burgos (septiembre – octubre).

En esta decisiva aportación militar española, este trabajo de investigación se va a

centrar en el papel desempeñados por el 6º y 7º ejércitos al mando de los generales José

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María de Santocildes y Gabriel de Mendizábal. El primero amenazará, en el verano de

1812, la retaguardia de L´Armée de Portugal del mariscal Marmont (precipitando una

ofensiva prematura sobre Wellesley, el cual pudo combatir, gracias a ello, en igualdad

de condiciones en los Arapiles), mientras que el segundo (formado a partir de la

amalgama de las fuerzas guerrilleras del norte de España situadas entre los vértices que

van de Irún a Santander, y de estos puntos a Burgos y Pamplona), amenazaría y

disputaría, de manera constante y efectiva, el principal eje de comunicaciones

imperiales entre Francia y Madrid, obligando a Napoleón a tener que destinar a su

defensa a todo un ejército francés al completo, l´Armée du Nord.

El 7º ejército guerrillero español, además de atraer sobre sí, durante más de tres años,

al doble de fuerzas francesas de sus propios efectivos, ayudaría también al éxito de los

Arapiles imposibilitando el auxilio de l´Armée du Nord a l´Armée de Portugal.

Salvando, además, de un desastre, al ejército aliado de Wellesley cuando éste, tras su

fracaso ante el castillo de Burgos, hubo de emprender una precipitada retirada invernal

hacia Portugal en octubre de 1812.

Los imperiales perderían la guerra en la Península Ibérica (amén de contexto

estratégico europeo que se vuelve contra Napoleón a finales de 1812), porque fueron

incapaces de concentrar su esfuerzo militar sobre el eje estratégico principal que eran

los valles del Duero y del Tajo sobre la frontera portuguesa. Allí era donde, en verdad,

se jugaba la victoria y la derrota en la guerra.

Esa imposibilidad imperial de concentración de fuerzas, favorable a los aliados, fue

posible, sólo y gracias, al ejército regular y a las guerrillas españolas (por este orden), y

en especial, merced al 6º y 7º ejércitos españoles.

II

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El gran olvidado, el Ejército español en la Guerra de la Independencia.

“Los hombres no nacen valientes, llegan a serlo con el adiestramiento y la disciplina” (Veggecio, Epitoma Rei Militaris) “Los españoles poseen un mérito infinito y es que, aunque se vean derrotados, no se descorazonan jamás. Pueden huir, pero es para reagruparse a lo lejos y volver algunos días después con una confianza indestructible, que sobrevive a todas las derrotas” (Marbot, baron de; Mémoires du general baron de Mesnil-sur-l´Estrée.)

En Julio de 1809, en plena campaña de Talavera, establecido el cuartel general aliado

en Oropesa, y reunidos los estados mayores de ambos ejércitos, algunos oficiales

británicos no pudieron por menos que comentar el mal aspecto que tenían las tropas

españolas con las que habían iniciado el avance hacia Madrid. El coronel prusiano, y

posterior historiador, Berthold Schepeler, que combatía en las filas españolas, dejó

escrita la orgullosa respuesta dada por Pascual de Zayas, comandante de la división de

vanguardia del ejército español de Extremadura:

- “Señores, estos mismos soldados, sin zapatos y sin casacas, fueron los

defensores de El Ferrol, de Tenerife y de Buenos Aires”

A lo que Arthur Wellesley respondió a sus oficiales:

-”Señores, han merecido ustedes esta contestación”.1

Estado de la Cuestión.

Todavía hoy el ejército español sigue siendo uno de los grandes olvidados de la

historia militar de las guerras napoleónicas por muy diversas causas.

Desde el lado español, las derrotas que empezaron a sufrir sus pequeños ejércitos,

luego del espejismo de Bailén, junto con el posterior y caótico intervencionismo militar

en la política nacional durante los siglos XIX y XX, causó tal descrédito en la imagen

del ejército, dentro de su propio país, que su destacada lucha entablada entre 1808 y

1814 por la liberación de su territorio nacional, fue quedando relegada al olvido.

1 Schépeler de, Bertold A. von. (1829 – 1831) Histoire de la Révolution d´Espagne et de Portugal ainsi que de la guerre qui en resulta, [Liége], Desoer Editeur. Tome I, p. 111. Ver Maroto, J. (1999) Zayas, un general poco conocido de la Guerra de la Independencia. Revista R&D, nº 8, mayo, [Madrid], pp. 22 – 45.

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Igualmente, el inicio de las guerras civiles carlistas, la agónica derrota en las guerras

de emancipación americanas del ejército realista, su estrepitoso fracaso a la hora de

frenar la invasión legitimista de los cien mil hijos de San Luis en 1823, la multitud de

pronunciamientos y golpes de estado protagonizados por sus ”espadones”, la

inoperancia de los mismos en el gobierno del estado, la imposición, finalmente, de un

ejército barato de leva, hasta bien entrado el siglo XX, cuyas quintas recaían (a manera

de un doloroso ”impuesto de sangre”) únicamente sobre el pueblo llano2, todo ello

ahondó, aún más, en este alejamiento entre la institución militar y la sociedad civil

española.

Finalmente, el “Desastre del 98” frente a EEUU (cuya responsabilidad histórica ha de

recaer tanto sobre la clase política de la Restauración, como sobre los propios altos

mandos militares que dirigían sus propios ministerios de guerra y marina), que sume al

país en una profunda crisis de identidad nacional y de descrédito hacia el sistema

político bipartidista de Cánovas, hacia la monarquía y, de nuevo, hacia sus fuerzas

armadas, dio una nueva puntilla a este proceso sociológico de olvido y de descrédito de

todo lo militar en España.

Por otra parte, la visión liberal y romántica, decimonónicas, prefiere la visión idílica

de un pueblo alzado en armas contra la invasión napoleónica por mano de las famosas

guerrillas (reflejado en la Constitución gaditana de 1812 con la creación de una

poderosa milicia nacional que habría de suplantar buena parte de las funciones del

ejército regular). Así, la realidad histórica de un ejército que sin medios combatió con

perseverancia, contra la mayor máquina militar de la época, en una terrible guerra de

seis años (sostenido por un pueblo y unas juntas patriotas que lo mantuvieron vivo) se

fue perdiendo en la memoria y el silencio de los archivos.

Al olvido contribuyó también la reposición absolutista de Fernando VII. Ahondar en

el conocimiento del reciente conflicto, suponía revelar, más a las claras, el infame papel

desempeñado por la monarquía borbónica entre 1808 y 1814. 3

En conclusión, el antimilitarismo latente en buena parte de la sociedad española y sus

élites universitarias, desembocaron en 1908, Primer Centenario del inicio de la Guerra

de Independencia, en una exaltación de la leyenda del “pueblo en armas” identificado

con el fenómeno de la guerrilla, como triste consuelo del orgullo nacional humillado en

2 Puell de la Villa, F. (1996) El Soldado desconocido. De la Leva a la Mili.[Madrid]. 3 Las Cases, C. (1990) Memorial de Napoleón en Santa Elena. [Ciudad de Méjico], pp. 370 – 380. Fernando VII destacó durante la guerra por felicitar al Bonaparte tras cada una de las victorias que sus ejércitos conseguían sobre las tropas españolas, o por firmar proclamas pidiendo a los patriotas su sumisión al nuevo Rey José Bonaparte.

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Cuba y Filipinas diez años antes. La historia militar de la Guerra de la Independencia

quedó olvidada en la historiografía universitaria española, dejando su estudio en manos

de historiadores extranjeros, o de militares que, en obras globales, como la de Gómez de

Arteche en el siglo XIX o Priego López y su hijo Priego Fernández del Campo a finales

del siglo XX, han tratado de suplir esa carencia.4

Por parte francesa, la Guerre d´Espagne siempre ha sido vista con la mala conciencia

de una guerra sucia, emprendida a traición (por la desmesurada ambición de Bonaparte)

contra un antiguo aliado. Una guerra alejada de los oropeles de glorias y victorias de las

campañas llevadas a cabo en el resto de Europa contra prusianos, rusos, austriacos,

suecos o napolitanos. Una guerra total cuyos ecos se trataban infructuosamente de

ocultar en Europa con el espejismo de una nueva dinastía Bonaparte entronizada

felizmente en España y contra la que sólo luchaban partidas fanatizadas de bandoleros,

apoyadas por el clero.

Por lo tanto, no existió ni se reconoció (ocultándose durante buena parte de la guerra

por parte francesa) en sus boletines, partes imperiales y en sus gacetas, la existencia un

ejército regular español al que nunca consiguió doblegar. Oficialmente sólo se reconocía

(las más de las veces) la guerra habida en la Península Ibérica contra el ejército

británico-portugués de Arthur Wellesley, futuro duque de Wellington y miembro de una

destacada familia aristócrata que había situado a tres de sus hijos en algunos de los más

altos puestos del gobierno británico5. La guerra se fue convirtiendo en una pesadilla

para las fuerzas imperiales que se desangraron en un conflicto al que, por muchas veces,

el propio Bonaparte declaró finalizado victoriosamente, a la espera de algunas

operaciones menores de pacificación.

Dentro de esta mentalidad imperial, se llegó a regatear la propia concesión de

ascensos y condecoraciones al ejército francés destacado en España, porque el hacerlo

suponía revelar que España y sus fuerzas regulares seguían combatiendo.6

Por parte británica, su valiosa intervención militar en la Península Ibérica

(imprescindible para la victoria final en 1814) nunca respondió a un originario y

4 Arteche y Moro, J.G. (1868 – 1902) Guerra de la Independencia, historia Militar de España, 1808 – 1814, 14 Tomos. Priego López, J. & Priego Fernández del Campo, J. (1968 – 2007) La Guerra de la Independencia, 1808 – 1814. Servicio Histórico Militar & Instituto de Historia y Cultura Militar, [Madrid], 9 Tomos. 5 Richard, Marqués de Wellesley, Ministro de Exteriores; Henry, Barón de Cowley, Embajador en España desde 1811 (desde enero de 1810 había sido Ministro plenipotenciario en España), y Arthur (Vizconde de Arthur Wellesley) Comandante en Jefe de todas las fuerzas británicas en la Península desde 1809. 6 Marbot, baron de (2.002) Mémoires du General baron de Mesnil-sur-l´Estrée. [Mesnil – sur – l´Estrée]. Hay una versión en español en: Marbot, General barón de (1965) Memorias. Campañas de Napoleón en la Península Ibérica. Editorial Castalia. [Madrid]. El capítulo Iº de esta obra se corresponde con el XXXVIIIº del original, y el capítulo XXº final de la edición v acaba en el XVIIIº del 2º tomo de la obra original.

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desinteresado deseo de auxilio a Portugal o España, sino a sus propios y legítimos

intereses estratégicos y económicos en su lucha contra la hegemonía francesa en

Europa. Por lo tanto, el nuevo tratado de alianza entre España y Gran Bretaña, en la

segunda mitad de 1808 (enemigos seculares desde finales del siglo XVI) nació

inevitablemente viciado desde sus comienzos. 7

“La Alianza raramente se convirtió en amistad. Así, cuando en 1808, las circunstancias

de la guerra unieron a los españoles y los ingleses en una alianza que duraría hasta la

caída de Napoleón en 1814, no fue el resultado de un matrimonio feliz. Al contrario,

después de una luna de miel tan breve como apasionada, las relaciones se deterioraron

hasta el punto en que una guerra anglo española pareció al menos una posibilidad”. 8

Este desencuentro de motivaciones e intereses fue también el caldo de cultivo de toda

una posterior tradición británica, memorialista e historiográfica, que minusvaloró y

despreció, las más de las veces, las actuaciones del ejército regular español durante el

conflicto. 9

“Se luchaba por dos motivos distintos y esa diferente motivación explicará que los

españoles se empeñen, en ocasiones a la desesperada, en batallas cuyo planteamiento

no está claro y el éxito es dudoso, mientras que los ingleses actúen sólo cuando está

muy seguros de la victoria, porque el tiempo no les preocupa y la paciencia es un lujo

que pueden permitirse en un país ocupado que no es el suyo [...] De ahí la permanente

disponibilidad, muchas veces insensata, para dar batallas, para atacar al enemigo día y

noche, con tropas regulares, con guerrillas, con lo que fuera 10”.

Los ingleses no tenían prisa. Subsistir, ya se ha dicho antes, era un triunfo. Para los

españoles, en cambio, todo urgía: “Había que acabar cuanto antes con la invasión

extranjera, aunque fuese a costa de imprudencias y de sangre.”11

7Albi de La Cuesta, J. (2002) Guerra de la Península y de la Independencia, dos Guerras distintas. Revista Researching&Dragona, nº 17, mes de agosto [Madrid], pp.95 – 98. 8 Esdaile, Ch. (1992) América y las relaciones Anglo-Hispanas durante la Guerra de la Independencia española (1808-1814). IX Congreso Internacional de Historia de América. [Sevilla]. Actas, pp.513-528; p. 513. 9 El paradigma de tales obras es la Historia de la Guerra Peninsular escrita por el militar británico partícipe en el conflicto William Napier (1832 - 1840) History of the war in the Peninsula and in the South of France, from the year 1807 to the year 1814 [London]. 10 Albi de la Cuesta, J. Y Stampa, L. (1985) Campañas de la Caballería Española en el Siglo XIX [Madrid], pp. 167 – 168. 11 Albi de La Cuesta, J. (2002) Guerra de la Península y de la Independencia… Ob. cit., p. 96.

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Salvo excepciones12, el ejército español sigue siendo hoy un perfecto desconocido,

desdeñado por la bibliografía anglosajona.

Muchos testimonios y argumentos en memorias de guerra posteriores y en obras

historiográficas francesas y británicas, inciden siempre en la debilidad que presentaban

las tropas españolas en el combate a campo abierto, su mala instrucción y equipamiento,

así como en la mala calidad profesional de muchos de sus oficiales y generales. Todo

ello sin reparar en las causas que lo originaban, ni reconocer su capacidad de

aprendizaje, su constante moral de lucha, y la capacidad de seguir combatiendo, con los

pocos medios que una nación arruinada e invadida, les prestaba.

Sólo ya en el siglo XX, algunos autores anglosajones han tratado, con mayor o menor

fortuna, de ir rompiendo estos tópicos a favor de estudios más equilibrados y justos. 13

Por parte española, y a lo largo del siglo XIX y XX, se respondió a esta injusticia

histórica con obras autojustificativas, que se fueron reflejando hasta el siglo pasado en

textos escolares que ignoraban, tanto la participación británica y portuguesa en la

guerra, como (a manera de ejemplo) llegaban a calificar los Arapiles como una victoria

española, cuando es sabido que la participación de las armas hispanas en la misma fue

mínima.

Aún hoy, una cierta historiografía política y militar se empeña igualmente en ignorar

que si los 60.000 soldados británicos y portugueses de Arthur Wellesley consiguieron

mantenerse en la Península, durante cinco años, frente a unas fuerzas imperiales muy

superiores fue debido a la existencia de hasta siete pequeños ejércitos españoles que

combatieron sin descanso ni desánimo, muchas veces en solitario, contra las fuerzas de

Bonaparte.

Por ello, hoy se está empezando a reconocer que sin la actuación, continua y

abnegada, del ejército español entre 1808 y 1814, los aliados no hubieran podido

derrotar al Imperio francés en la Península Ibérica. Aunque aún hoy sigue causando

sonrojo, cuando no vergüenza ajena, escuchar y leer afirmaciones del tipo de que ”El

12 Oman, Ch. (1902) A History of the Peninsular War [Oxford] Volumen I. Section II, p. 89 – 102. Esdaile, Ch. (1988) The Spanish Army in the Peninsular War [Manchester]. Consultar Sañudo, J. J.; Oman´s View of the Spanish Army in the Peninsular War Reassessed by Colonel Juan José Sañudo, en VVAA (1999) A History of the Peninsular War, Volume IX, Modern Studies of the War in Spain and Portugal, 1808 – 1814, pp. 145 – 160. Chartrand, R. (1988) Spanish Army of the Napoleonic Wars”. Tomos I, II y III (1808 – 1814), Osprey. 13 Oman, Charles (1902 - 1930) A History of the Peninsular War [Oxford], 7 Vols. Gates, D. (1984) La Ulcera Española [Oxford]. Esdaile, Ch. (2004) La Guerra de la Independencia. Una nueva Historia [Barcelona], idem, (1988) The Spanish Army in the Peninsular War [Manchester], Tone, Jhon L. (1999) La Guerrilla española y la derrota de Napoleón [Madrid].

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Ejército español no hizo nada durante la Guerra contra Napoleón”, o que la “Guerra de

la Independencia la ganaron los británicos”.

A estas fuerzas regulares españolas se les unieron partidas guerrilleras con efectivos

de alrededor de otros 30.000 hombres. Su actuación efectiva ha sido sobredimensionada

por la tradición popular, las memorias de los contendientes y por sus propios oponentes

franceses. Se puede considerar que alrededor del 70 % de sus integrantes fueron

adquiriendo orgánica militar en los dos últimos años del conflicto, hasta llegar a

integrar, las que actuaban en el norte de España, todo un pequeño ejército guerrillero, el

7º al mando del general Gabriel de Mendizábal. Estas unidades actuarían con gran

efectividad a una y otra vertiente de la cordillera Cantábrica entre 1810 y 1813.14

El resto de muchas de esas guerrillas no pasarían de calificarse como simples partidas

dadas al bandidaje y al saqueo, y que fueron perseguidas tanto por franceses como por

los mismos españoles.15

En conclusión, podemos afirmar que, sin los suministros británicos la resistencia

española y portuguesa difícilmente hubiese podido mantenerse a partir de 1810.

Igualmente, sin la resistencia de las fuerzas regulares españolas, las tropas de Arthur

Wellesley hubiesen sido barridas de la Península desde el primer año de la guerra y no

hubieran podido protagonizar los momentos más estelares, y las victorias más

señaladas, del conflicto.

Talavera, Torres Vedras, Arapiles, la entrada aliada en Madrid o la admirable

campaña de Arthur Wellesley en 1813, nunca hubieran tenido lugar sin la presencia y la

combatividad, de los pequeños ejércitos españoles, que distrajeron a la mayor parte de

las fuerzas imperiales y protegieron los flancos del avance británico y portugués en

España en 1812 y 1813.

14 Formado por cuerpos reglados y uniformados de infantería de línea y ligera, caballería e, incluso, artillería. Estas unidades formarían la División de Vanguardia Cántabra de Juan Díez Porlier, la 1ª División Castellana de Jerónimo Merino, la 2ª Navarra de Espoz y Mina, la 3ª Alavesa de Francisco Longa y la 4ª Guipúzcoana y Vizcaína de Mariano Renovales. Ver: Lión Valderrábano, R. (2003) Húsares de Cantabria. La caballería del señor de la Riva [Madrid], pp. 93 – 95 y 162. 15 Esdaile, Ch. (2004) España contra Napoleón. Guerrillas, bandoleros y el mito del Pueblo en Armas (1808 – 1814) [Barcelona], y también: (2003) Los Guerrilleros Españoles, 1808 – 1814: el gran malentendido de la Guerra de la Independencia, Revista Trienio, Ilustración y Liberalismo, Revista de Historia, nº 42, (Noviembre 2003), pp. 55-76.

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El Ejército real Español al comienzo de la Guerra de Independencia.

“Al primer llamamiento acudían los hombres de todas las provincias, casi desnudos, a las grandes reuniones que ellos llamaban sus Ejércitos; y una vez en estos, el ardiente deseo que tenían de vencer les hacía soportar, con admirable paciencia, las privaciones a que todo el poder de la severa disciplina no hubiera podido someter a los mejores soldados de línea [...] ningún español se avenía a confesar que España estuviese vencida, y este sentimiento que estaba en el alma de todos, era el que hacía invencible a la Nación”16

Durante el siglo XVIII España se debatió entre la necesidad de dotarse de un fuerte

poder naval para mantener su Imperio Colonial Americano (la base económica

imprescindible para su mantenimiento como Potencia Europea) frente a las agresiones

británicas, y la de otro terrestre para oponerse a Francia (sobre todo a partir de 1793). La

oscilación entre dichas políticas acabó debilitando a ambas. Ya en 1751, el Marqués de

la Ensenada proponía a Fernando VI las bases de una, casi nunca lograda, neutralidad

armada:

“Proponer a V. M. que tenga iguales fuerzas de tierra que Francia y de Mar que

Inglaterra sería delirio; porque ni la población de España lo permite ni el erario puede

suplir tan formidables gastos; pero proponer que no se aumente el Ejército y que no se

haga una decente Marina sería querer que España continúe subordinada a Francia por

tierra y a Inglaterra por mar”.

La Guerra de la Independencia comienza para España en el contexto de un estado de

Antiguo Régimen en bancarrota económica (como le había sucedido a la Francia de

1793), declarada desde finales del siglo XVIII. A ello se le unía un sistema económico

basado en una agricultura tradicional que no daba ya más de si, y un comercio de

reexportación colonial atlántico interrumpido por la marina británica. Enseguida, al

caótico contexto se le unen unas colonias en efervescencia independentista, así como los

designios del poder imperial napoleónico que aspira a situar a una debilitada España en

la esfera de sus satélites.

Respecto a su “ultima ratio regis”, al ejército español la guerra le sorprendió en pleno

e incompleto proceso de modernización, con una amplia discusión sobre la idoneidad de

16 Rocca, M. de (1908) Memorias de Monsieur de Rocca. Traducidas arregladas y anotadas por Angel Salcedo Ruiz. [Madrid], p. 72.

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los modelos de instrucción franceses sobre los prusianos (utilizados, hasta entonces y

que habían quedado obsoletos en Jena ante el asombro de Europa).

Una conspiración dinástica en el seno de la propia familia real española, en torno al

Príncipe de Asturias y en contra de su padre Carlos IV y su favorito Manuel Godoy,

precipitan la actuación napoleónica con el cambio de dinastía en las jornadas de

Bayona.

Todo el organigrama burocrático de la monarquía absoluta española (Consejo de

Castilla, Chancillerías, Audiencias, Capitanías Militares, Corregimientos, etc) acata el

golpe de fuerza de mal o de buen grado, acudiendo mayoritariamente a las Cortes

convocadas en Bayona.

Serán las Provincias y sus autoridades municipales y eclesiásticas las que,

abandonadas a su suerte por los poderes centrales tanto ante la invasión francesa como

ante las violentas revueltas populares antifrancesas y también antiseñoriales, den el

paso, a lo largo de las semanas de mayo y junio de 1808, de sublevarse contra la nueva

dinastía Bonaparte y contra el Imperio.

En este sentido, se puede afirmar, que la rebelión patriota ante una invasión

consentida por los poderes centrales, partió de las provincias. Fueron los Poderes

Periféricos y Locales, los Ayuntamientos los que salvaron a la futura Nación.17

Dichas autoridades provinciales reasumirán el poder soberano en sus territorios

creando nuevas e improvisadas instituciones de poder, las Juntas Patriotas.

Desaparecido el poder central de la Monarquía, las nuevas Juntas Provinciales (se

forman hasta diez y siete) atomizan el antiguo poder y Soberanía. Ellas son las que

tienen el mérito de haber iniciado y encauzado la guerra contra Napoleón, manteniendo

siempre viva la llama de la causa fernandina; pero también son responsables de haber

dado rienda suelta a los consabidos intereses y particularismos regionales. Hasta el

extremo de haber intentado en varias ocasiones utilizar las fuerzas militares bajo su

control para su propio provecho político:

¡Desgraciada Nación si los Ejércitos hubiesen apoyado las ambiciosas ideas de

algunas Juntas Provinciales!18

17 Para el tema de las Juntas patriotas ver: Moliner Prada, Antonio (1987) Peculiaridad de la Revolución Española de 1808 [Madrid], Hispania Tomo XLVII, 1987, pp. 629-678. CSIC, (XV). También: (1997) Revolución Burguesa y Movimiento Juntero en España. [ Lérida ] 18 VVAA (1811) Boletín del 6º Ejército. Resumen de las Operaciones del 6º Exército hasta 17 de junio de 1811. [Villafranca del Bierzo], Imprenta del 6º Ejército. (IHCM, Museo de Literatura, Rollo 89-A, 1812/ 2), p. 114. Sabidos

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En pocas semanas, las Juntas fraccionarán los contingentes del ya débil ejército real

en pequeños y descoordinados Ejércitos Provinciales. Las disputas regionales entre unas

juntas que se identifican con los antiguos reinos medievales que configuraron la

monarquía hispánica restan efectividad al esfuerzo de guerra patriota.

La rebelión de las provincias y la creación de las Juntas Patriotas Provinciales

provocarían el debilitamiento de las tropas regulares españolas que comenzarían a

combatir divididas en pequeños “Ejércitos Provinciales”. A una eficaz dirección política

y militar de la guerra desde el bando imperial los españoles plantearían una resistencia

desorganizada y descentralizada, sólo la dirección política conseguiría reconstruirse

mediante diversas instituciones como la Junta Central y, posteriormente, la Regencia y

las Cortes de Cádiz. Sin embargo la dirección centralizada de la guerra no podría

lograrse por la negativa del poder político patriota a dar todo el poder militar a una solo

General y por la inexistencia de un líder militar, válido y reconocido.

El cargo de Generalísimo era ajeno a la tradición política y militar de España.19 El

recuerdo nefasto del gobierno de Manuel Godoy, que había ostentado dicho título y

prerrogativas por primera vez en la historia de España, hacían muy impopular e

impolítica su necesaria reimplantación para la dirección con éxito de la guerra.

Contra ello protestó el mismo marqués de La Romana en diciembre de 1808 desde

León, tras su regreso de Dinamarca:

“La unidad y el valor han de conducirnos al glorioso fin que nos proponemos. No

apellidemos nuestros Ejércitos por Provincias, todas las del Reino son España.

Gloriémonos pues con solo el nombre de Españoles. Desterremos la voz Mío, y

sustituyamos universalmente la de Nuestro. Una es la causa, seamos unos para su

defensa. Sean unos los esfuerzos y los auxilios [...]”20

El ejército real se suma en bloque a la rebelión de las provincias. Comenzando por la

guardia real y siguiendo por las tropas de línea, sus soldados, secundados por la

oficialidad y la inmensa mayoría de los mandos regimentales, desobedecen

son los intentos de presión e la Junta de Sevilla contra Castaños, o de la Junta de León contra Cuesta en el verano de 1808. 19 Cargo de origen francés creado por el rey Carlos IX. 20 Archivo Histórico Nacional, (AHN), Madrid, Sección Estado, Papeles de la Junta Suprema Central, Legajo 42 A, doc. nº 159.

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abiertamente las órdenes de los secretarios de guerra y marina y de la mayoría de los

capitanes generales y de algunos coroneles remisos a apoyar la revuelta de las

provincias.21

Las disensiones entre patriotas (favorables a aprovechar la guerra para convocar

Cortes con las que dar los primeros pasos para poner fin al Antiguo Régimen) y los

realistas puros o absolutistas, el ominoso recuerdo del anterior ”Generalísimo” Manuel

Godoy, y el temor de las Juntas Patriotas primero y de las Cortes después, a permitir un

poder militar central que pudiese anular el político, hacen imposible el crear un mando

militar unificado entre el generalato español.

Una de las características de la Guerra de la Independencia en el bando español fue,

también, la carencia de líderes políticos o militares de talla sobresaliente que fueran

capaces de dirigir al país. Ello sería un elemento más para explicar los desastres

militares de 1808 – 1810:

“Gran pueblo, pero sin grandes hombres, ni siquiera durante seis años en las

circunstancias más propicias para crearlos”22

Nada más comenzar el conflicto, los viejos regimientos borbónicos serán ”reforzados”

con miles de nuevos reclutas sin tiempo para ser adiestrados ni disciplinarse, y que,

finalmente, mermarán su calidad y resistencia en combate en campo abierto.

Es sintomático de esta realidad el que, dentro del Ejército de la Izquierda de Blake, se

considerara como unidad de elite a los restos de la División del Norte, llegada desde

Dinamarca, no porque se formara de unidades escogidas, sino por el olvidado hecho de

estar integrada exclusivamente por soldados regulares, sin haber sido reforzados sus

batallones por la conocida avalancha de nuevos reclutas de leva.

El Ejército real Español, disgregado en pequeños y aislados cuerpos provinciales,

emprende una guerra desesperada (con la mayor parte del país y las principales

fortalezas y plazas fuertes ya ocupadas por las fuerzas invasoras) y con pocas

probabilidades lógicas de éxito.

21 A manera de ejemplo, dos coroneles de la guarnición de Madrid durante el Dos de Mayo, y que se negaron a secundar la revuelta patriota, serían luego afrancesados al servicio de José I: Esteban Giráldez Sanz y Merino, marqués de Casapalacio y al mando de los Voluntarios de Estado, y Juan María Barrios, al frente del regimiento de Dragones del Rey. Otros coroneles tibios con la revuelta patriota fueron el Marqués de Villadangos y José Antonio de Terán, al mando de los regimientos Provinciales de León y Laredo respectivamente. El primero perdería el mando y el segundo se pasaría a los franceses en 1810. Para tener otro testimonio de la rebelión del regimiento de Infantería de Murcia, en junio de 1808, en contra de José I y de su propio Coronel Jorge Galván, consultar el Apéndice Nº 1. 22 Testimonio del Conde de Segur, en Roux, G. (1971) La Guerra Napoleónica de España [Madrid], p. 160.

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Todo ello nos lleva a comprender los informes de los capitanes británicos William

Parker, Thomas Dyer, y Charles Doyle (destacados como enlaces y observadores en el

ejército de Galicia) remitidos al secretario de guerra Castlereagh, en los meses de junio

y julio de 1808. En ellos, hablarán de las perentorias necesidades de abastecimiento y

organización del ”Ejército Revolucionario Español”, el cual debía de tener un aspecto

muy parecido al de aquellos abigarrados ejércitos revolucionarios franceses de 1792.

Tras su ”canto de cisne” en Bailén, el Ejército español (el primero en Europa que

consiga derrotar en batalla formal y hacer prisionero a un cuerpo de ejército imperial)

será arrollado en múltiples y repetidas ocasiones por la máquina de guerra napoleónica

durante los dos primeros años de guerra en los que intenta combatir a campo abierto.

Por otra parte, la rápida ocupación militar francesa, entre 1808 y 1809, de todo el

centro de España y de las principales ciudades y provincias más ricas y pobladas,

dejaría a la España patriota arrinconada en las provincias costeras, obligando a las

tropas regulares españolas a operar por “líneas exteriores” en cuerpos aislados, sin

poder ayudarse eficazmente y dejando la iniciativa de la guerra a los ejércitos imperiales

que, ocupando Madrid, y todo el centro peninsular, podían concentrarse y moverse

rápidamente ante cualquier amenaza.

Ante la superioridad francesa y, obligado a plantear batallas desesperadas en defensa

de su territorio (sin posibilidad material, ni política, ni moral de refugiarse en Portugal,

como si podían hacer los británicos ante cualquier revés y como así hicieron entre 1809

y 1812), el ejército español acude a la dispersión generalizada tras las batallas en las que

es derrotado.

Ningún otro ejército europeo combatió en mayor número de batallas, cosechando

tantas derrotas y siendo capaz de recuperarse siempre, volviendo a presentar batalla

continuamente.

Organización y fuerza del ejército real español.

“La actitud del pueblo cuando nuestras tropas hacían entrada en sus villas y ciudades, con su aspecto marcial y su alegre música, se caracterizaba por una calma afectada que llegaba, a veces, hasta parecer desdén. Podría creerse que los españoles se habían propuesto no admirarse de nada, y que nuestra pompa guerrera, lejos de deslumbrarles, les producía mediano efecto. No ocurría así con sus soldados, reconocían su inferioridad, pero la consideraban consecuencia de la manera que se les gobernaba, no de falta suya. Por lo demás, no afectaban jactancia, ni debilidad, se les veía tranquilos y resueltos ante nuestras tropas [...]”.

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(“Memoires du Vice Amiral baron de Grivel, Revolution et Empire”, Plon Nourrit&Cie, Paris 1914)

En 1808, a pesar de los sangrientos reveses y enseñanzas recibidos en las Campañas

de los Pirineos de 1792 – 1795, el Ejército español presentaba una orgánica anticuada,

heredada de los modelos prusianos. La inercia gubernativa de la Monarquía Ilustrada

absoluta del incapaz Carlos IV, las penurias económicas, el fracaso de los intentos de

modernización iniciados por el Secretario de Estado Manuel Godoy y las propias

resistencias y apego a la tradición de muchos de los altos mandos aristocráticos del

Ejército, contrarios al Duque de Alcudia, hicieron imposible su reforma.

Como ya hemos apuntado, durante el siglo XVIII los borbones habían desarrollado

unas fuerzas militares demasiado grandes y desproporcionadas para lo que un pequeño

país como España, con una débil base económica, era capaz de mantener: la Real

Armada y El Ejército real no se adecuaban en tamaño a las posibilidades económicas de

la Nación, y de ahí venía parte de su mala situación y desatención material. 23

Por su parte, Ejército y Marina, consumían a finales del reinado de Carlos IV, el 77%

de los recursos de la Hacienda Real. En 1807 se destinaban más de 362 millones para

sostener el Ejército real y 409 millones para la Real Armada. En 1811 apenas había 200

millones para sostener todos los gastos del Estado24.

Efectivamente, en vísperas de la guerra, la base económica que había de sustentar al

ejército estaba en abierta bancarrota. En 1807 los ingresos ordinarios de la monarquía

española no llegaban a los 500 millones reales, mientras que los gastos sumaban los 900 23 Un excelente trabajo para comprender esta situación así como los mandos y funciones del escalafón y la carrera militar en: Nevado – Batalla, P. T. El Militar en las Postrimerías del Siglo XVIII e inicios del Siglo XIX: entre un Ejército real y un Ejército Nacional, en VVAA (1997) Las Guerras en Salamanca, Nº 40 Monográfico de SA, Salamanca Revista de Estudios [Salamanca], p. 133 – 171. 24 Para los primeros cálculos ver: Fontana, J. y Garrabou, R. (1986) Guerra y Hacienda. La hacienda del gobierno central en los años de la Guerra de la Independencia (1808 – 1814) [Alicante], Guerrero Acosta, J. M. (2002) El Estado del Ejército y la Armada de Ordovás. Un ejército en el ocaso de la Ilustración”. [Madrid]. Y Gómez Ruiz, M. y Alonso Juanola, V. (1995) El Ejército de los Borbones, Reinado de Carlos IV (1788 – 1808), [Madrid], Tomo IV. Servicio Histórico Militar, pp. 599 – 646, pp. 645 – 646. Para los segundos datos ver los cálculos del famoso Ministro de Hacienda de la Regencia, José Canga Argüelles, en: Cabaña, A., Don José de Canga Argüelles. Academia de San Fernando. Madrid. Y el anexo 16º de VVAA (1818) Historia de la Guerra contra Napoleón Bonaparte. Escrita y publicada de orden de S.M.”. [Madrid], p. 318. Moliner Prada, A. (Edición) La Guerra de la Independencia en España, 1808 – 1814. Capítulo 2º, La España de Finales del Siglo XVIII y la Crisis de 1808, (2.007) [Barcelona], P. 46: “La Desamortización de Godoy de 1798 liquidó en diez años 1/6 de la propiedad urbana y rural de la Iglesia, se obtuvieron 1.635 millones de reales y se extinguieron 421 millones de vales Reales de los 2.315 que había en circulación” Herr, Richard (1971) hacia el derrumbe del Antiguo Régimen: Crisis fiscal y Desamortización bajo Carlos IV. Revista Moneda y Crédito, nº 118, pp. 37 – 100. Otras medidas posteriores concedidas por el papa Pío VII a Carlos IV en 1805 y 1807 posibilitaron la enajenación de hasta 1/7 de las propiedades pertenecientes a la Iglesia. Aún así en vísperas de la Guerra de la Independencia, los ingresos ordinarios del Estado no llegaban a los 500 millones reales, mientras que los gastos sumaban casi los 900, más los 200 millones de reales que devengaba la deuda acumulada. El endeudamiento del Estado llevaba a la quiebra ineludible de la monarquía como ha señalado Joseph Fontana.

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millones (a los que se añadían otros 200 en intereses de la Deuda). De ellos, el Ejército

y la Armada Reales, consumían el 77% de los recursos de la Hacienda.

Para agravar la situación, la alianza con Francia por el Tratado de Fontainebleau de

1807, llevó a permitir las expediciones a Dinamarca y a Portugal que extrajeron de

España a casi 35.000 efectivos. De ellos, casi 18.000 soldados españoles cayeron

prisioneros de Junot en Portugal, aunque 9.500 conseguirían regresar de Portugal antes

del escandaloso convenio de Cintra.

Iniciada la Guerra de la Independencia, la ocupación de la mayor parte del territorio

nacional y de las principales ciudades por las fuerzas imperiales, junto con la rebelión

de las colonias americanas, hicieron caer la Renta Nacional en más de un 50%. La

bancarrota económica de España llevó a sus pequeños ejércitos a la literal miseria,

hambre y desnudez. A pesar de ello serían reconstituidos con dispersos y nuevos

reclutas, una y otra vez tras cada derrota:

El Ejército real de la paz, mantenía un número excesivo de generales y jefes25, y por

el contrario, bajo de oficiales y mandos subalternos por el dispendio económico que

suponía pagar tantos sueldos. Ello hacía que en 1808 muchas vacantes estaban sin

cubrir. Unos 1.289 oficiales se hallaban agregados sin destinos de mando, y otros 1.519

estaban en situación de dispersos con licencia.26

Todo ello, junto con la creación de hasta 305 nuevos regimientos y batallones de

”Voluntarios” por las Juntas Patriotas durante la guerra, obligaría a incorporar como

oficiales a una gran cantidad de mandos subalternos o a jóvenes hidalgos carentes de los

conocimientos indispensables y la práctica para ejercer el mando. 27

“Empezaron las Juntas a formar Regimientos, aumentar la fuerza de los que había, y a

crear un diluvio (propiamente) de Oficiales sin perdonar la clase de Generales;

confieso que la necesidad era grande, que el tiempo era crítico, pero no se puede

perdonar la mala elección de muchos”28

Como veremos, la actuación de muchas Juntas provinciales, en este sentido, fue

verdaderamente lamentable. Así, la Junta de Asturias promovió al coronel retirado

25 Esdaile, Ch. (1988) The Spanish Army… Ob. cit., pp. 55 y ss. 26 Guerrero Acosta, J. M. (2002) El Estado del Ejército y la Armada de Ordovás [...] Ob. cit., p. 53. 27 Sañudo Bayón, J. J. (1994) El Ejército español en la Guerra de la Independencia. El gran Olvidado, II Seminario Internacional sobre la Guerra de la Independencia [Madrid], pp. 179 - 190; y (1990) Relación de las pequeñas unidades españolas en la Guerra de la Independencia [Madrid]. Revista de Historia Militar nº 68, pp. 43 – 82. 28 VVAA, Boletín del 6º Ejército…Ob. cit., p. 99.

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25

Vicente María de Acevedo al grado de capitán general, y en cuatro meses nombró once

tenientes generales y seis mariscales de campo. Para desesperación y asombro de los

militares profesionales, en Asturias, y otras muchas zonas de España:

“Charreteras, galones, fajas y bordados aparecieron por todas partes, y ninguno se

creía incapaz de manejar un Ejército, cuanto más una Compañía”29

Efectivamente, un grave problema que hubo de afrontar el Ejército regular español

durante el conflicto fue el continuo cambio de altos mandos por designios del poder

civil patriota. Al contrario que en las grandes partidas guerrilleras donde sus jefes se

mantuvieron al mando durante toda la guerra (adquiriendo así gran experiencia,

confianza mutua con sus tropas y un excelente aprendizaje: Mina, Longa, Merino, el

Empecinado) llegando a obtener el grado de generales.

Todo ello ocasionaría una rápida merma en la calidad y disciplina de las fuerzas

regulares españolas. Así lo certificó sin contemplaciones el marqués de La Romana a la

Junta Suprema Central el 14 de octubre de 1809:

“ [...] Se han confirmado los grados militares y otras gracias concedidas por las Juntas

Superiores de Provincia sin examinar la suficiencia, merito, y amor a la Patria de los

sujetos en quienes han recaído [...] siendo muchos ineptos por falta de conocimientos

militares, por no haber hecho la guerra, ni haber correspondido al desempeño de los

cargos que les confió el Pueblo [...] ¿Estarán nuestros ejércitos tan escasos de fuerzas,

tan faltos de subordinación, tan plagados de oficiales ignorantes y cobardes, tan

desprovistos de víveres, tan irregularmente pagados [...] ?”30

Efectivamente, la creación de multitud de nuevos cuerpos de Voluntarios, en lugar de

reforzar los viejos regimientos regulares, debilitó, aún más, la situación del Ejército

español:

29 Osuna Rey, J.M. (2006) Los franceses en Galicia. Historia Militar de la Guerra de Independencia en Galicia (1809) [La Coruña], p. 386. 30 Archivo Histórico Diocesano de Astorga, Sección ”Varios”, Sig. B-1.

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Año Unidades Veteranas Unidades de nueva creación totales

1808 139 305 444

1809 340 63 403

1810 290 72 362 31

Ante esta caótica situación, que llevaba al país y a sus Ejércitos al desastre, los

intentos de varios Capitanes Generales para poner coto a semejantes desmanes,

recortando la autoridad de varias Juntas Provinciales y enmendando errores cometidos,

fueron y son tachados hoy en día, de intolerables intromisiones del poder militar sobre

el poder civil. Estamos hablando de las actuaciones del marqués de La Romana contra

la egoísta Junta de Asturias, o de Gregorio de La Cuesta contra la rebelde Junta de León

y Castilla.

El hecho de que al ser Capitanes Generales tuvieran jurisdicción, más aún en tiempo

de guerra, sobre cualquier poder civil en su territorio, o que contasen con poderes y

autorización especiales, otorgados por la Junta Suprema Central, dentro de las terribles

circunstancias de la guerra en las que tenían que operar, parecen no ser tenidas en

cuenta en el juicio de la historia.32

Como veremos también, la falta de buenos oficiales instruidos se dejó notar muy

seriamente en los primeros meses de la guerra. Así tenemos, por carta del general Juan

Carlos Areizaga al ministro de la Guerra Antonio Cornel tras la batalla de Ocaña, como

el comandante en jefe del Ejército español del Centro exponía una de las causas de la

derrota habida:

“La notabilísima falta de oficiales que siempre se ha experimentado en los Cuerpos,

especialmente de Infantería, creo que tiene mucha influencia: ha habido cuerpos que

apenas se han hallado con seis oficiales, y no sé cómo pueden tan corto número

31 Sañudo Bayón, J.J. (1994) El Ejército español. El gran olvidado, Ob. cit., ”Se observa el control creciente sobre el abuso en la creación de unidades, para poder atender ordenadamente a su subsistencia. Decrece consiguientemente el número de unidades, no el de combatientes, que sólo estará limitado por los recursos económicos disponibles”, p. 181. 32 Ambos militares fueron condenados historiográficamente en la magna obra del Conde de Toreno Historia del Levantamiento, Guerra y Revolución de España, como prototipos del posterior militar golpista español del siglo XIX o XX. Por el contrario, las Juntas Patriotas salen muy favorecidas en el juicio de la historia sobre aquel conflicto.

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conducir a los enemigos mil doscientos hombres, mucho menos mantenerlos en orden y

tengo por imposible contener el desorden que es consiguiente al peligro [...]”33

Una situación, peor aún, tenían muchos de los nuevos regimientos de Voluntarios

levantados por las Juntas Patriotas. Así, entre las tropas del general Cuesta en agosto de

1808:

“Por lo que hace al Ejército de Castilla, que necesita una formal organización, que las

circunstancias no han permitido dársela, por falta de oficiales, sargentos y cabos que lo

entendiesen, pues hay cuerpo que llega al número de mil hombres, cual es el primero de

León, que no tiene más oficial veterano que su digno comandante don José Zapino,

Ayudante Mayor del Provincial de León. ¿Cómo es posible que este único oficial pueda

instruir esta tropa [...] en el manejo del arma y evoluciones, sino en el mecanismo de

las demás obligaciones del soldado [...] sobre las cuales descansa todo un Ejército?.”34

Por otra parte, en cuanto al elemento organizativo, en 1808 en España no se había

adoptado el nuevo “Cuerpo de Ejército” creado por Napoleón. Debido a las malas vías

de comunicaciones peninsulares se había creído preferible la más reducida organización

Divisionaria. La accidentada orografía española no permitía la facilidad de movimientos

ni de suministros que exigía un Cuerpo de Ejército, teniendo la “División” más

flexibilidad en el orden táctico y más facilidad en el logístico.35

Cuando se reunían varias divisiones de Infantería bajo un solo mando, al conjunto se

le llamaba ”Ejército”36. Las divisiones españolas tenían pequeños efectivos y eran, en

armamento, material, organización y disciplina muy inferiores a las francesas.

Los ejércitos españoles se articulan, pues, en divisiones. La denominada, de

”Vanguardia”, reunía a las tropas ligeras y los cuerpos más veteranos, desempeñando

las misiones más difíciles, y aún las mismas de exploración y vigilancia por la escasez

de caballería.

33 La Carolina, 25 de noviembre de 1809. Ontalba Juárez, F. y Ruiz Jaén, P. L. (2006) La Batalla de Ocaña. Campañas Militares en la Provincia de Toledo en 1809 [ Toledo ], p. 21. 34 VVAA (1812) Impugnación que hacen los individuos que compusieron la Suprema Junta Central al manifiesto del Capitán General don Gregorio de la Cuesta [ Cádiz ], Imprenta del Estado mayor General, documento nº 28, pp. 26 y 27. 35 Benavides Moro, N. & Yaque Laurel, J. (1960) El Capitán General Don Joaquín Blake y Joyes [Madrid], pp. 132 – 133 36 Equivalente, a duras penas, al Cuerpo de Ejército francés.

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28

El número de batallones por división estaba entre siete y diez, agrupando algunos

batallones de línea con otros de milicias provinciales y algunos de voluntarios de nueva

creación y de poca solidez. La división agregaba una compañía de artillería con cinco o

seis piezas, algún escuadrón suelto de caballería y una compañía de zapadores.

A nivel divisionario el ejército real no dispone, hasta bien adentrada la guerra, de

articulación en “brigadas” (o “secciones” según la terminología española). Ello reduce

muchísimo su capacidad de maniobra en campaña y lleva a la desorganización y

dispersión de las unidades, muchas de ellas bisoñas, al intentar sus generales hacerlas

evolucionar por el campo de batalla:

“Nuestras tropas marchan al enemigo con el mayor denuedo; pero si a su presencia se

las hace maniobrar, interpretan la evolución por derrota, se desordenan, y luego la

oficialidad ya no es dueña de sus movimientos. A mas de esto ¿de dónde nos ha de venir

el conocimiento de las evoluciones, cuando hace un siglo que no hacemos la guerra?

¿qué campamentos de instrucción hemos tenido en España ?. ¿Cuándo se ha visto en

nuestro Ejército que seis batallones maniobrasen juntos, que tropas de diferentes armas

evolucionasen bajo la dirección de un general, aprendiendo en estos ensayos el arte

grande y profundo de los movimientos y de la combinación de las diferentes armas?

¿Y en estas circunstancias queríamos vencer a los franceses que hace veinte años

tienen las armas en la mano?37

Por si fuera poco, el ejército en campaña adolecía de una falta de organización

intermedia que asistiera técnica y administrativamente al general superior al mando. En

palabras de Javier Castaños en 1807 al mismo generalísimo Manuel Godoy:

“Un general sale a campaña y va a mandar un ejército que no conoce, no se le dan más

auxilios ni materiales que los hombres y las armas; ha de guiarse por las ideas que su

talento le sugiere y valerse de los datos que con su trabajo puede adquirir. Los planos

topográficos, las descripciones político militares y otras noticias del país en que ha de

hacer la guerra son guías muy extrañas y totalmente desconocidas en nuestro sistema

militar; tiene que operar sin ellas y a ciegas, porque en el momento de hacer la guerra

37 Cabanes, F. J. (1809) Historia de las operaciones del Exército de Cataluña en la Guerra de la Usurpación o sea de la Independencia de España. Campaña primera”. Por el Teniente Coronel Francisco Javier Cabanes; pp. 78 y 79.

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29

no puede procurarse otras noticias que aquellas eventuales procedentes de las

disposiciones del enemigo.38”

Además, la inexistencia de un cuerpo de estado mayor, hace que el comandante en

jefe español se vea abrumado de trabajo administrativo que le priva de poder fijar su

atención principal en la conducción de la campaña y sus operaciones:

“No puede decidirse a levantar un campo, dar una batalla, ni un simple ataque del

algún puesto enemigo sin tener que expedir un cúmulo de órdenes según los diferentes

ramos militares que concurren en un ejército y descender hasta los últimos detalles;

ocupación que es muy ajena a un general en jefe, que tiene demasiado que pensar y

prever para decidir las operaciones previniendo las disposiciones oportunas para las

ocasiones que nunca hay tiempo de meditarlas en el momento […]

Un ejército debe pues estar constituido en términos que una sola orden ponga en

movimiento las tropas y todos los demás ramos que le son anejos en campaña, sin que

ninguno pueda dudar de lo que le compete, ni se note una falta”39

Nada de ello estaba establecido en el ejército real español en 1808; el mismo

empezaría la guerra en abrumadora inferioridad de fuerza, y, sobre todo, cualitativa

frente al ejército imperial napoleónico:

“Estas facultades sólo las tienen los ejércitos franceses que hacen marchas y

movimientos tácticos de celeridad increíble, porque tienen bien montadas, organizadas

y sujetas a un solo resorte todas las autoridades y dependencias que pertenecen a un

ejército bien constituido en todas sus partes”40

En palabras del veterano coronel de caballería, Juan López de Fraga, al frente, durante

la guerra, de una red de espionaje militar en la meseta norte, los nuevos ejércitos

patriotas, constituidos durante los primeros años de la guerra, no contaban con el

material humano experimentado, ni con tiempo para lograrlo, para hacer frente en

38 Informe sobre la Constitución del ejército del general Javier Castaños al generalísimo Manuel Godoy en 1807. Cuenca Toribio, J. M. ed. (2009) Andalucía en la guerra de la independencia (1808 – 1814), Universidad de Córdoba [Córdoba], Baldovín Ruiz, Eladio, Pensamiento militar del general Castaños. El ejército de 1807, pp. 33 – 59; p. 54. 39 Ibídem. 40 Ibídem, p. 55.

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30

campo abierto a las tropas imperiales, con un cuerpo de mandos superiores e

intermedios y con una doctrina de guerra muy superiores al ejército español:

“Los españoles solo podíamos oponer jóvenes, e inexpertos, que trocaban la esteba o el

cayado por el fusil y la espada”41

1. La Infantería.

La guardia real dispondrá de dos nutridos regimientos de guardias (uno español y otro

valón). Cada regimiento se formaba de tres batallones al completo de sus efectivos.

Lógicamente, ambas unidades recibían solo a soldados de la mejor presencia y

conducta. Bien pagados e instruidos, los batallones de la guardia desertarán, sin titubear,

del servicio josefino para unirse a la causa patriota. A pesar de ser consideradas

unidades de carácter cortesano y ceremonial, mantendrán durante todo el conflicto el

excelente concepto que ya habían ganado durante la Guerra de la Convención,

destacando por su combatividad y heroísmo en batallas como Gamonal, Medellín o La

Albuera.

En los batallones valones recalaban, además de sus naturales, todo tipo de soldados

centroeuropeos.

Respecto a la Infantería regular, ella será la sufrida protagonista y reina de la Guerra

de la Independencia en el bando español. Razonablemente instruida y equipada al

comienzo de la guerra, su valor, entusiasmo y eficacia quedan sobradamente probados

en los elogios recibidos por la División del Norte del Marqués de La Romana en sus

acciones contra los suecos en el sitio de Stralsund en el Báltico, en agosto de 1807.

El regimiento español de línea tiene una plantilla en paz de 70 mandos y 1.008

efectivos de tropa (en 3 batallones, dos de campaña y otro de depósito e instrucción en

retaguardia). En tiempo de guerra suben sus efectivos a 96 mandos y 2.160 de hombres

de tropa. Es decir, tras los primeros meses de la guerra y en el mejor de los casos, en las

unidades del viejo Ejército Regular, más de la mitad de los efectivos iban a ser reclutas

de nueva incorporación y muy bajo adiestramiento.

En la Infantería de línea, al principio de la guerra la media de hombres por batallón

(sin contar con los oficiales) era de 428 soldados (el 56,9% de la plantilla). En cambio,

41 López Fraga, J. L. (1814) El Coronel don Juan López de Fraga manifiesta a V. M. el desempeño de las comisiones que los generales de los Ejércitos pusieron a su cuidado, el procedimiento de los Pueblos y de varios individuos en suministrarle auxilios, sin los cuales no podía haber cumplido con los deberes, y finalmente hacer ver a S. M. que los empleados a sus órdenes son acreedores por su constancia y adhesión a que se les premie. [Madrid], p. 4.

Page 31: LA DECISIVA PARTICIPACION DE LOS 6º Y 7º EJERCITOS ...

31

los 43 batallones de los regimientos de la Milicia Provincial (que tan buen papel

desempeñaron al comienzo de la guerra) presentaban una situación mejor, pues

contaban con 574, 1 soldados de media. Ello suponía un porcentaje del 96, 3% de la

plantilla. 42

Como escasa enseñanza de la Guerra de la Convención contra Francia (1792 – 95),

cada una de las cuatro compañías del batallón español dispone de 8 tiradores ( 32 en

total por batallón), pero sin ningún oficial al mando, y sin estar encuadrados en una

unidad orgánica específica. Estos pocos infantes ligeros se verán siempre impotentes

para hacer frente a la compañía de voltigeurs con sus mandos (140 hombres) de que

dispone cada batallón francés de línea.43

Tras un intento, en enero de 1809, de establecer el regimiento de línea en dos

batallones de ocho compañías (una de cazadores y otra de granaderos incluidas)

imitando la orgánica francesa, al final se irá imponiendo la necesidad de agrupar los

restos regimentales de batallones minúsculos existentes en un solo batallón de 10

compañías (con una de cazadores y otra de granaderos incluidas). Se imita así la

organización del batallón británico de 1808, que se establecerá definitivamente en mayo

de 1812. 44

Por su parte, los viejos regimientos Provinciales de Milicias, desempeñarían un papel

tan bueno que serán reformados, el 1 de agosto de 1810, en regimientos de línea,

recibiendo el apelativo de ”2º” añadido al antiguo nombre de su provincia.45

La Infantería Ligera, a pesar de su utilidad reconocida, solo cuenta en 1808 con doce

batallones de seis compañías y una plantilla de 1.200 plazas. Su escasez obliga a

emplearlos por medidos batallones en las primeras campañas de la guerra, lo que les

restó eficacia al encontrarse, las más de las veces, en inferioridad numérica respecto a

sus homólogos franceses. Sus efectivos, al ser pocas unidades, estaban más al completo

que los de la infantería de línea. En 1808 con una media de 1.138 soldados por batallón

42 Cáceres Espejo, C. (1999) El Ejército de Andalucía en la Guerra de la Independencia [Málaga], p. 59; notas 31, 32 y 33. Es, especialmente interesante, la lectura del Capítulo II, El Ejército español, pp. 37 – 63. 43 Clonard, Conde de (Soto, Serafín), (1847 – 1856) Historia Orgánica de las Armas de Infantería y caballería Españolas [Madrid]. Tomo VI, p. 261. Clonard combatió durante la Guerra de la Independencia, acabando la misma como Teniente de Reales Guardias Españolas. 44 Sañudo Bayón, J. J. (1989) La Evolución de la Orgánica Militar durante la Guerra de la Independencia. [Madrid]. Revista de Historia Militar nº 66, pp. 97 – 113. 45 Instituto de Historia y Cultura Militar, Madrid, Colección ”Duque de Bailén”, Año de 1810, Carpeta 114,”Reglamento Orgánico expedido por el Consejo de Regencia estableciendo las plantillas que deben tener los Regimientos de Infantería de Línea y los Batallones de Infantería Ligera, comprendiéndose en los primeros los Regimientos de Milicias Provinciales, que han de considerarse en adelante exactamente iguales a los de Línea. Cádiz, 1 de agosto de 1810”.

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32

(sin incluir los mandos); sus plantillas estaban al pie de guerra, a un 94,8% de los

efectivos completos.

Había un claro acuerdo general sobre la necesidad de incrementar la fuerza de la

Infantería Ligera, así como de mejorar su instrucción. Un ejemplo claro de esto último

fue el adiestramiento especial dado a los regimientos ligeros “1º de Voluntarios de

Cataluña” y “1º de Voluntarios de Barcelona” que, en virtud de los acuerdos de Carlos

IV con Bonaparte partieron hacia Italia y Dinamarca como aliados. En la División

Española de Etruria al mando del general Gonzalo O´Farrill, se imprimió en Liorna

(Imprenta de Antonio Vignozzi) en 1806, una breve pero completa ”Instrucción que

deben seguir los oficiales y Tropa del 1º Batallón de Voluntarios de Cataluña cuando se

empleen en Guerrilla como Tiradores”, y que imitaba la reconocida solvencia de los

voltigeurs imperiales.46

Respecto a los diez regimientos de Infantería de Línea Extranjera ( seis suizos, tres

irlandeses y uno italiano), hay que decir que únicamente los suizos estaban formados

por naturales de aquel país. Únicamente dos de estos regimientos sobrevivieron al

conflicto, habiendo sido disueltos, destruidos o pasados al bando josefino, el resto.

Por su parte, la “brigada Irlandesa” procedía de un ”regalo” de Luis XIV a su sobrino

Felipe V de España durante la Guerra de Sucesión Española. En 1808 sus tres

regimientos (Irlanda, Hibernia y Ultonia) se integraban casi exclusivamente por

españoles, conservando únicamente la oficialidad el origen irlandés, y aún la mayoría de

ellos hay que decir que eran irlandeses nacidos en España de 2ª y 3ª generación.47

Idéntica situación presentaba el regimiento italiano de ”Nápoles”. Al comenzar la

guerra, recibió tal cantidad de reclutas gallegos, que a las pocas semanas y por propia

petición de sus mandos, cambió su nombre por el de ”voluntarios de Galicia”.48

46 Agradezco la localización en la Biblioteca Nacional, y copia de este documento al amigo, músico y erudito, Sr. Miguel del Barco. 47 Aparte de otros muchos testimonios, podemos aportar los libros de entradas y salidas y de defunciones del Hospital de San Juan de la Catedral de Astorga. Ciudad de paso obligado entre Galicia y la Meseta, durante muchos años, vio pasar por ella unidades militares del Ejército real. En el caso de soldados con plaza en estos regimientos extranjeros, en la decena de soldados enfermos de estas unidades irlandesas o italianas recibidos en este hospital, todos ellos presentan apellidos y nombres españoles. Archivo Histórico Diocesano de Astorga, Libro de Difuntos y Libro de Entradas del Hospital de San Juan, Años 1790 – 1843. 48 Por petición de su Coronel, don Pedro Quijano a la Junta del Reino de Galicia, conseguiría de ésta el 8 de agosto ( tras la batalla de Medina de Rioseco) el cambio del nombre del Regimiento en calidad de infantería de línea española con la antigüedad de esa misma fecha:” [...] Dicho Regimiento se compone de Voluntarios Conscriptos de este Reino, a excepción de un corto numero de oficiales, los cuales desean se apellide el Regimiento de Voluntarios de Galicia Infantería de Línea para perpetuar el entusiasmo con que se ofrecen a sacrificar su vida en defensa de su Rey y Patria [...] que en la realidad el Regimiento solo tiene de extranjero el nombre, el cual también debe alejarse de la memoria por ser de una capital en que Reina el intruso Rey de España”. Archivo Histórico Nacional, Madrid, Sección Estado,”Papeles de la Junta Suprema Central”,Legajo 76-A, doc. nº 3,”Actas de la Junta del Reino de Galicia”, día 8 de agosto de 1808; folio 29 recto.

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Durante la guerra, estas unidades serían las escogidas, junto con los regimientos

suizos y la guardia Valona, para encuadrar, preferentemente a los numerosos soldados

extranjeros del Ejército Imperial que desertaban hacia las filas españolas.

2. La Artillería.

La artillería estaba dotada de una elitista y preparada oficialidad, con una alta

instrucción científica y castrense impartida en el Real Colegio Militar de Segovia (una

de las más antiguas instituciones docentes militares de Europa). El Cuerpo estaba

equipado con armamento de calidad y normalizado del sistema Grimbeaul. Sin

embargo, durante el conflicto, se resentirá por la escasez de ganado de tiro y por seguir,

el transporte de sus piezas, sujeto a la contrata de arrieros civiles (hasta bien entrado el

conflicto). Todo ello tendrá como consecuencia el que nunca será capaz de alinear en el

campo de batalla un número suficiente de piezas, siempre inferiores a las que le

presentaba el Ejército Imperial.

Su calidad queda demostrada en los primeros meses de la guerra cuando, a pesar de

sus imponderables, supera en acción de guerra a la artillería francesa en victorias como

Bailén o Alcañiz. Con los meses, el desgaste en materiales y efectivos humanos

(imposibles de sustituir en un arma tan especializada y de lenta instrucción) harán que la

calidad de esta arma sufra un rápido deterioro.

Como decimos, la artillería española siempre estará muy lejos de alcanzar la

proporción ideal dada por Napoleón de 5 piezas por cada 1.000 hombres. Si observamos

la composición de las divisiones del Ejército de Galicia en la batalla de Medina de

Rioseco y del Ejército de Andalucía en Bailén, veremos que la proporción apenas

llegaba a las 5 piezas por cada 4.000 soldados en el primero y de 5 por cada 3.750 en el

segundo. En cambio, el Ejército Francés consiguió alinear 5 piezas por cada 2.280

soldados en Rioseco y 5 por cada 2.650 hombres en Bailén.

La Artillería de a pie se organizaba en 4 regimientos con 40 compañías 49(cada una de

ellas dotada de seis piezas) y unas 240 piezas de campaña de entre ”a 4” y ”a 12 libras”.

Se contaba también con otras 21 Compañías Fijas de guarnición en plazas fuertes. Al

comenzar la guerra y por razones de economía, apenas había 400 animales de tiro, por

lo que había un déficit de más de 1.300 caballerías, y ello sin contar los tiros de los

carros de municiones, y talleres (entre 6 y 8 animales más por cada uno). La escasez de

49Seis de las Compañías eran de a caballo repartidas en dos compañías en cada uno de los regimientos nº 1º, 2º y 3º

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caballos hizo que la mayor parte del ganado empleado fuesen mulos, e incluso a veces

se llegaron a utilizar hasta ¡bueyes! 50

Sobre el papel España disponía en sus arsenales de 6.020 cañones, 949 morteros y 745

obuses de diversos tipos y calibre. Pero para ser utilizados apenas había 6.971

artilleros.51 Por ello se tuvo que acudir a los artilleros de la Real Armada para completar

las baterías de dotación divisionarias del Ejército (en el Ejército de Galicia, en la

campaña de Medina de Rioseco, la mitad del personal de sus 5 baterías eran marinos).

3. La Caballería. “Todo el Exército insulta a la Caballería, y hasta los mismos franceses han dicho a las guerrillas de Infantería: - Ya sabemos que son valientes, no os expongáis que vuestra Caballería no os ha de socorrer -“. 52

Sabido es que la Guerra de la Independencia ”no fue la guerra de la caballería

española”. Tras el primer año y medio de guerra, muchas batallas y acciones se habían

perdido por su debilidad. Con una crónica escasez de caballos debido a las penurias

económicas de la Real Hacienda, carecía de consistencia como arma operativa. Fue el

punto débil y decisivo en la mayoría de todos los encuentros.

La crisis económica del estado borbónico había ocasionado la inexistencia de una

caballería numerosa e instruida que condujo a numerosas derrotas53. La falta de ganado

restaba también eficacia a la movilidad de la artillería y de los propios cuerpos militares

españoles que carecían de la capacidad necesaria de transportar los víveres y

municiones necesarios para poder operar con eficacia y rapidez.

La mayoría de los regimientos muy raramente pueden alinear al principio de la guerra,

más de dos escuadrones, de los cinco que teóricamente componían la unidad.

Igualmente, apenas se pueden citar media docena de acciones en las que cumpliera con

su deber como se esperaba de ella.54

50 Archivo General Militar de Segovia, 1ª Sección, Legajo M-31, Hoja de Servicios del capitán del Cuerpo Francisco Xavier Macía del 4º Regimiento. Dicho mando hubo de recurrir a este ganado para trasportar desde Villafranca del Bierzo hasta Astorga, en los primeros días del mes de julio de 1808, seis cañones de a cuatro libras y dos obuses con sus carros de municiones que había cedido la Junta de Galicia al general Cuesta para completar el Parque de Artillería del Ejército de Castilla que apenas contaba con ocho piezas. 51 Gómez Arteche, J.G. (1868 – 1902) Guerra de la Independencia. Historia Militar de España, 1808 – 1814 [Madrid], Tomo I, pp. 560 – 565. 52 Instituto de Historia y Cultura Militar, Madrid, Colección ”Duque de Bailén”, Año de 1809, Carpeta nº 12. Ejército de la Izquierda, Operaciones, Batalla de Alba de Tormes. Doc. nº 1, Informe de Francisco Javier Losada a Nicolás Mahy, Ciudad Rodrigo, 4 de diciembre de 1809. 53 Albi de la Cuesta, J. y Stampa, L. (1985) Campañas de la Caballería Española…Ob. cit. 54 De imprescindible consulta el excelente y pionero trabajo de: Albi de la Cuesta, J. y Stampa, L. (1985) Campañas de la Caballería Española en el Siglo XIX. SHM, [Madrid].

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35

El cuerpo contaba con veinticuatro regimientos (cada uno integrado por cinco

escuadrones con una plantilla de 670 hombres y 540 caballos). Estos cuerpos se

dividían en doce regimientos de Línea, ocho de Dragones, y otros cuatro de caballería

Ligera (dos de Cazadores y otros dos de Húsares).

Al contrario que en la dura Infantería, la caballería no solía tener problemas para

hacerse con los voluntarios necesarios para mantener sus reemplazos. Por ello, su

personal de tropa, en general, tenía una buena disposición para el servicio. La falta de

caballos de gran alzada y la ausencia del uso de protecciones como las corazas y cascos

para el jinete, hacían que los regimientos de línea no pudieran equipararse (ni mucho

menos hacer frente en combate en igualdad de condiciones) a los coraceros, granaderos

caballo o carabineros franceses de la caballería pesada imperial. Por ello apenas había

distinción en su empleo entre la caballería de línea española y la ligera.

Respecto a los caballos disponibles en España, parece ser que los únicos válidos y

abundantes eran los de pequeño tamaño, aptos únicamente para la Caballería Ligera:

“Los ejemplares de caballos españoles que he tenido que cabalgar durante alrededor

de trescientas millas inglesas, me convencen de que, aunque pequeños, son excelentes y

admirablemente capacitados para los húsares”55

Respecto al antiguo cuerpo de infantería montada o dragones, hay que decir que éste

había perdido (al contrario que sus homólogos franceses), su capacidad de combatir a

pie con eficacia, quedando asimilado su servicio al de la caballería Ligera y/o de Línea.

En 1808, la medía de hombres por regimiento de caballería estaba en 601,6 soldados

(sin incluir mandos), el 89,8% de la plantilla, pero con sólo 369,9 caballos (únicamente

el 68,5 % de la plantilla) 56. Para agravar más la situación buena parte de los monturas

existentes eran de mala calidad, habiéndose destinado las mejores a los regimientos del

Cuerpo que habían marchado a Dinamarca y Portugal. Así tenemos que, por ejemplo, el

Dos de Mayo de 1808, el regimiento de ”dragones del rey”, al mando del coronel Juan

María Barrios, de guarnición en Madrid, sólo disponía de 130 malas monturas para sus

554 hombres. 57

55 D´Urban, B. (1930) The Peninsular Journal, 1808-1817, Major - General Sir Benjamin D´Urban. Edited, with an Introduction by I.J. Rousseau, M.A., Gree nhill Books. 56 Cáceres Espejo, C. (1999) El Ejército de Andalucía…Ob. cit., p. 59, nota 35. 57 Archivo Histórico Nacional, Madrid, Sección ”Diversos”, Legajo 159. Escrito de don Diego Granados Carbonell, dirigido al Conde de Clonard.

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En el campo de la instrucción real para campaña y para el combate, el cuerpo de

caballería tampoco destacaba en ningún sentido por el desinterés de sus mismos

mandos. En palabras de Javier Castaños en 1807:

“La caballería no hace los ejercicios que requiere este Arma, pues todo su interés es en

mantener los caballos en lozanía, ahorrar herraduras y no estropear las monturas. Así,

ni el soldado, ni el caballo se acostumbran a las maniobras de batalla. Cuando salen a

campaña a los tres días los caballos pierden su lozanía, poniéndose en mucho peor

estado que lo estaría si hubiesen tenido menos regalo y más ejercicio”58

La dejadez, el olvido y los ahorros de los años previos a 1808 condujeron a muchos

desastres una vez comenzada la guerra:

“La caballería, este arma que puede llamarse por excelencia el arma de las conquistas;

este brazo fuerte de la milicia [...] y cuya decadencia lloramos con Lágrimas de

Sangre en esta época, a pesar del uso y abundancia con que de ella se sirve el enemigo,

de los clamores de los buenos y del esmero de algunos de sus dignos individuos [...] Un

arma que si parece cara a primera vista, paga en un día de victoria lo que tuvo de costa

en más de un siglo [...] ”59

Dos grandes batallas libradas, pese a todas las desventajas, por el Ejército español y

que pudieron haber acabado en victoria se trocaron en sangrientas derrotas por la

debilidad e inoperancia de los jinetes españoles: Medina de Rioseco (14 de julio de

1808) y Medellín (28 de marzo de 1809). En esta última, una previsible victoria táctica

de la Infantería Española que, pese a la bisoñez de la mayoría de sus regimientos,

arrinconó contra el río Guadiana a su homóloga imperial tras seis horas de sangriento

combate 60 , finalizó en otra sangrienta derrota cuando la caballería del general Lasalle

batió con facilidad a los jinetes españoles. El Ejército de Cuesta fue envuelto por los

flancos y masacrado.

58 Baldovín Ruiz, Eladio, Pensamiento militar del general Castaños…Ob. cit., p. 51. 59 Melgarejo y Quiroga, Marqués de (1809) Disertación sobre el origen y utilidad de la caballería y causas [...] de su decadencia” [Extremadura ], Imprenta del 5º Ejército. Coronel agregado al regimiento de caballería de Cazadores de Sevilla. 60 Rocca, M. de, Memorias [...] Ob. cit., pp. 34 y 35. Oficial del 2º de Húsares, p. 94.”Sus tiradores eran tan numerosos y atrevidos, que obligaban a veces a los nuestros a buscar refugio en las filas”

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En 1808, para los 16.000 jinetes de la caballería española apenas había 11.000

monturas de mediana calidad. Igualmente la proporción ideal napoleónica de 1 jinete

por cada 6 ó 7 infantes (en Waterloo se llegó a 1 por 4), quedaba muy lejos. En general,

muy raramente se alcanzó la proporción de 1 a 10. En Medina de Rioseco el general

Blake y Cuesta apenas alinearon ¡¡ 1 jinete por cada 29 infantes y artilleros !!, y en

Bailén, a pesar de ser una victoria española, no se llegó siquiera a la proporción de 1/12.

Entre tanto, los franceses desplegaron en dichos encuentros nada menos que 1 jinete por

cada 7 infantes y artilleros y 1/5 respectivamente.

Es de reseñar que (al contrarío que en la Infantería) la falta de instrucción en esta arma

continuó siendo, en general norma no escrita, hasta el final de la guerra. Según cuenta

en sus Memorias el fundador del banco de España, Ramón Santillán (oficial de

caballería en el regimiento húsares de Burgos de Jerónimo Merino durante la guerra)

acabando ésta:

“Nombrose por su coronel al brigadier don José María de Rivas, antiguo jefe del Arma

que, mandando el regimiento segundo de húsares de Extremadura, había sido

prisionero en la batalla de Ocaña, pero más acreditado por su valor que por su saber

[...] No solo ignoraba los más comunes rudimentos de esta arma, en cuyas filas, no

obstante, se había educado como hijo de un coronel del regimiento del Rey, sino que se

manifestaba enemigo de toda instrucción, repitiendo con frecuencia que para la guerra

no había más táctica que romperse la cabeza.

En la más completa ociosidad estuvo, pues, sumido nuestro regimiento, hasta que,

vuelto a Francia Napoleón desde su destierro de la Isla de Elba, fuimos destinados al

ejército en Aragón [...]” 61

Otro notable fallo de los generales españoles en los primeros meses del conflicto sería

su falta de preocupación por la obtención de información sobre sus enemigos. A ello

contribuiría en gran medida la falta de caballería, y su mal empleo por falta de

instrucción.

Sólo al final de la guerra, se dispuso de una buena caballería, equipada y entrenada (en

buena parte gracias a la regularización y encuadramiento militar de los grandes cuerpos

61 Santillán, Ramón (1996) Ramón Santillán. Primer Gobernador del Banco de España. Memorias 1808 – 1856 [Madrid], pp. 84 y 89.

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francos de guerrillas montadas del 5º y 7º ejércitos), pero cuando ya no era necesaria

por haber llegado la guerra a los Pirineos.

4. Las Academias Militares.

Otra consecuencia de las penurias económicas de los años finales del reinado de

Carlos IV fueron la ausencia, y discontinuidad, de las suficientes Academias Militares.

Ello hizo que quedase confiada la formación de la mayoría de los oficiales a las escuelas

regimentales, dejadas de la mano del interés personal y profesional de cada uno de sus

coroneles. La mayoría de dichas escuelas regimiéntales fomentaban el más rancio

tradicionalismo e inoperancia táctica y operativa, en palabras del general Javier castaños

a Carlos IV en 1807:

“Por desgracia la educación civil está muy descuidada y los jóvenes que a los doce o

catorce años vienen a servir de cadetes, generalmente puede decirse que no saben leer,

ni escribir, entran en la escuela de cadetes y aprenden lo material del servicio y de

memoria los artículos de las Ordenanzas; se les procura enseñar las primeras y

principales reglas de aritmética y algunas proposiciones de geometría salteadas, sin

orden ni aplicación a objeto alguno, sino de memoria y mal digeridas las especies,

dándose a esto el nombre de instrucción en los principios de matemáticas, que no

pueden ser principios de nada; pues no sacando los cadetes sustancia alguna de

semejante estudio les sirve de molestia y la toman aversión […] ni toman afición a la

lectura ni tienen aplicación que les pueda ser de provecho. Adquieren todos los vicios,

que se hallan muy arraigados, en los cafés y casas de juego y cuando más, ponen

cuidado en disimular sus defectos y tener contento a su maestro mientras llegan a ser

oficiales. Con cuyo paso adelantan mucho más en la escuela de los vicios y dejan

olvidar insensiblemente lo poco que aprendieron de memoria”62

La situación no afectaba solo a los cadetes incorporados al ejército, buena parte del

cuerpo de oficiales pecaba de los mismos defectos que transmitían a los futuros nuevos

mandos:

62 Baldovín Ruiz, Eladio, Pensamiento militar del general Castaños…Ob. cit., pp. 42 y 43.

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“El origen del estado de atraso de nuestros ejércitos ha sido el desgraciado punto de

degradación a que habían conducido a nuestra oficialidad la indolencia o la malicia en

los últimos tiempos; ni instrucción, ni costumbres, ni inclinación a ocuparse de su

oficio y cumplir con los deberes que como Ciudadanos y como militares les competían,

vagando por las calles, frecuentando a todas horas los cafés y casas públicas, hacían

como por fuerza el servicio mecánico y rutinero, creyendo haber desempeñando su

obligación con solo salir al día”63

Es por todo ello, que lo mejor del generalato español, era firme partidario de la

generalización y apoyo a los Colegios Militares. Así lo defendía en 1807 el mismo

Javier Castaños ante Manuel Godoy:

“Tengo pues por indispensable la institución de Colegios Militares, donde únicamente

puede establecerse la sujeción en los jóvenes para que adquieran la primera

instrucción, que es la base fundamental sin la cual no debe esperarse en adelante

grandes progresos en la ciencia militar. Colegios para todos los cadetes del ejército del

mismo modo que lo está el del Real Cuerpo de Artillería, sin otra variación que la de

los tratados de ciencia que se estudien”64

Las Academias Militares eran escasas en número de alumnos, dispersas y sin apenas

continuidad al estar sujetas al albur político de los sucesivos Secretarios de Guerra.

Durante los reinados de Carlos III y su hijo, hubo establecimientos en Orán, Ceuta,

Puerto de Santa María, Ocaña, Avila, Barcelona y Zamora. En 1795 se habían reducido

a las de Zamora, Barcelona y Cádiz. En 1805 sólo quedaba la de Zamora, a la que se la

añadió la nueva de Alcalá de Henares para el cuerpo de ingenieros.

Los profesores eran cualificados oficiales y jefes del arma de Ingenieros. Los estudios

para las armas generales (infantería y caballería) duraban 18 meses, y, por desgracia,

eran una minoría los cadetes que conseguían obtener una de las 60 plazas (6 para

guardias reales, 30 para infantería de línea y ligera, 16 para caballería y 8 para milicias).

En el plan de estudios, en los primeros 9 meses se estudiaba aritmética, geometría

especulativa y práctica, y, en los nueve siguientes, fortificación real y de campaña,

castrametación, artillería y dibujo. Tras su finalización los cadetes volvían a sus

63 Boletín del 6º Ejército…Ob. cit., nº 41, p. 187. 64 Ibídem.

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cuerpos, quedando algunos con aptitudes para ingenieros, a los que se enviaba a la

academia de pretendientes.

Para las armas especiales, la artillería disponía del Real Colegio de Segovia (con un

plan de estudios de 4 años y plazas para 100 cadetes), una de los más antiguos y

selectos centros de docencia militar en régimen de férreo internado y estudio que

lograban formar a oficiales de una calidad incuestionable.

De dicha institución salieron excelentes mandos del arma durante todo el siglo XVIII

y XIX. En sus planes de estudio figuraba el primer año la aritmética y el álgebra; en el

segundo la geometría, rectilínea, superficial, sólida y práctica (con operaciones sobre el

terreno), secciones cónicas, trigonometría plana y aplicación del álgebra a la geometría;

en el tercer año se estudiaba cálculo diferencial e integral, física experimental, estática,

hidroestática, dinámica, hidrodinámica, fortificación y dibujo militar, y en el 4º año se

finalizaba con el estudio de la artillería (el Tratado de Morla), fortificación y dibujo

militar.

Como materias accesorias estaban: en 1º año, religión y baile; en 2º, historia,

geografía, baile y francés; en 3º año, francés y esgrima, y en 4º curso, esgrima y

equitación.

Para su conocimiento preciso contamos con las excelentes y detalladas (pero difíciles

de localizar) memorias del general Tomás de Iriarte, cadete argentino que se formaría en

dicho colegio, sirviendo en España durante la Guerra de la Independencia, hasta su

marcha a América con los ejércitos realistas, de los que desertaría hacia la causa

patriota:

“No hay duda que la vida en el colegio era insoportable, estudiando incesantemente,

corregidos con severidad por las faltas más leves, y espiados en todas nuestras

acciones, palabras y movimientos por los brigadieres y subrigadieres que vivían entre

nosotros […] Nos ejercitábamos también en los ejercicios doctrinales de artillería de

cañón, obús y mortero, y en el de cabria. Durante el verano asistíamos una vez a la

semana a la escuela práctica, allí concurría también el regimiento de artillería y

compañías de artillería ligera; teníamos nuestras baterías de mampostería y

apuntábamos al blanco” 65

65 Iriarte, T. (1944) Memorias. Napoleón y la libertad hispanoamericana [Buenos Aires], Tomo I, pp. 86 y 89.

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Tras cuatro años de estudio, en un régimen férreo de estudio, obediencia y disciplina,

como en un monasterio, el cadete (que se examinaba dos veces al año, en junio y en

diciembre, y solo podía repetir curso un año) salía con el nombramiento de subteniente.

Entre tanto, durante los cuatro años, los profesores y mandos, formaban con rigor y

dureza los conocimientos, pero también el carácter y el cuerpo, de los futuros mandos

del arma de artillería:

“El sistema del colegio, no hay duda que estaba bien calculado para formar hombres

de guerra, pero se sufría mucho, se vivía en continua ansiedad y sobresalto, y siempre

en guardia para no ser sorprendido. Algo tenía de las leyes de Licurgo lo inexorable de

sus estatutos […] En las frías madrugadas del invierno, entraba el tambor a la sala

misma a aturdirnos con su diana, para hacernos levantar, aún con estrellas, e ir a la

plazuela cubierta de la nevada, muchas veces de la misma noche, a hacer el ejercicio

de fusil. Cuantas veces se me ha caído de las manos que tenía casi heladas;

marchábamos una hora sobre la nieve y materialmente abríamos camino”66

Por su parte, los Ingenieros disponían de la muy eficiente academia de Alcalá de

Henares (con otro programa de estudios de 3 años). Artilleros e ingenieros eran

reputados como los cuerpos mejor instruidos, siendo equiparables, o superiores incluso,

a cualquiera de los mejores ejércitos europeos.

Especial buen recuerdo dejaron las academias de Ocaña y Zamora, señalándose

muchos años después, muy por encima de los demás en solvencia profesional, a los

oficiales y jefes que de cadetes se habían formado en ellas. 67

5. La Intendencia y La Sanidad.-

En 1808 el ejército no disponía de un organismo específico dedicado a su

mantenimiento. La Real Hacienda nombraba los intendentes militares necesarios que

recibían el mando sobre la administración civil provincial y municipal en aquellos

territorios sobre los que se acantonaban o actuaban las tropas.

Cuando el ejército se movía por zonas ya arruinadas por el paso de otras tropas, o por

comarcas montañosas y poco habitadas (o avanzaba y retrocedía con demasiada

66 Ibídem, p. 93. 67 Clonard, Conde de (1847) Memoria Histórica de las Academias y Escuelas Militares de España con la creación y estado presente del Colegio General establecido en la Ciudad de Toledo. Dedícala el mismo a S.M. la Reina.. [Madrid].

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rapidez) el sistema fallaba estrepitosamente condenando al hambre y al

desabastecimiento a los hombres. Así le sucedió al ejército de la izquierda tras su

derrota en Espinosa de los Monteros en noviembre de 1808.

Por otra parte, en junio de 1808, recién empezada la guerra, las tropas del ejército de

Galicia, deseosas de batirse contra los franceses, en un apresurado y desordenado

avance hacia los Montes de León, para bajar desde ellos hacia Medina de Rioseco,

sufrieron muchas carencias de suministros que motivaron desórdenes y descontento de

las tropas hacia sus mandos en la comarca leonesa del Bierzo:

“Las tropas han padecido en su marcha hasta aquí muchísima hambre y sed; en

términos de pasarse días enteros sin comer ni probar vino. Vienen también sin ningún

dinero [...] para llegar aquí no esperaron orden tanto por el ardor que llevan todos de

batirse con los franceses, cuanto acosados del hambre que como he dicho han padecido

hasta aquí [...] todo el Ejercito se ha echado encima sin esperarse, no hay cosa con

cosa. La tropa hambrienta y sedienta por milagro guarda algún respeto”68

Testigo de los mismos hechos fue el brigadier Juan José Moscoso y Sequeira69, del

estado mayor de dicho ejército. Así nos lo relata en sus ”Memorias de la Izquierda

Militar de España”70

“Los ejércitos tal cual ellos se hallaban después de veinte años de abandono

marchaban a cubrir las fronteras de las provincias [...] En pocos días se hallaron

acampados con un gran número de paisanos alistados, sin vestuario, sin instrucción

alguna y sin tiempo ni proporción para empezarla [...]

68 García Fuertes, A. (2000) El Viento de la Libertad. La Junta Local de Astorga y la Batalla de Medina de Rioseco. [Madrid], Revista ”Researching & Dragona”, N° 11, pp. 45- 46. El Comisionado de la Junta Local de Astorga Pedro Manuel de Salazar y Nieto, 20 de junio de 1808, Villafranca del Bierzo. Archivo Histórico Municipal de Astorga, Legajo nº 8, Actas de la Junta Local de Defensa y Armamento de Astorga y Documentos anejos nº 285, 286, 287, 288, 289, 290, 296, 297, 299, 301 y 302. 69 AGMS, Primera Sección, Legajo M – 4.652. La historia de la Guerra de la Independencia en el Noroeste de España ha de hacer, algún día, justicia a este gran soldado que, en puestos de segunda fila y dentro del Estado mayor, contribuyó con un inmenso trabajo organizativo y logístico a mantener operativas las fuerzas españolas de Galicia, León y Asturias. Este gran soldado sería postergado y perseguido en la postguerra, como tantos otros, por sus ideas políticas liberales, obligado a entregar sus condecoraciones, confinado y privado de empleo y sueldo. Ese fue el premio que Fernando VII y su camarilla de absolutistas y militares cortesanos dieron a quienes habían vencido en la guerra y salvado el trono de tan indigno rey. 70 Moscoso, J.J. (1813) Memorias para la Campaña de la Yzquierda militar de España desde 1808 a 1812. Escritas por el Primer Ayudante General de Estado mayor J. José Moscoso, Instituto de Historia y Cultura Militar, [Madrid] Colección “Duque de Bailén”. Legajo 4, Carpeta 23. Manuscrito.

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El ejército carecía aun de lo más preciso; mendigo sin preparativo alguno, sin

auxilios, sin dinero, vivía a la merced de las ciudades y partidos de la carrera [...] Por

un país miserable, escaso de recursos, fácil es de imaginar cuales serian los trabajos y

miseria de la tropa y oficialidad aquellos días de marcha, continuamente acampados al

vivac, sin pan, sin vino, y sin nada”

Respecto a la comida, esta se cocinaba en grandes ollas, varias por compañía. Los

soldados no disponían de plato o escudilla, sino que comían todos por turno en torno a

una de las ollas por el procedimiento de “cucharada y paso atrás” y por orden de

graduación. El británico Tomkinson, que combatió junto a las tropas españolas en la

campaña final de Vitoria en 1813, aún fue testigo de esta curiosa práctica:

“Su caldero de campaña es parecido al que usa el ejército británico, y vi a los

hombres comer el rancho de él. Estaba colocado en la carretera, los hombres de pie

alrededor del mismo, cada uno con una cuchara y metiéndola en el caldero por turnos.

Creo que había doce hombres y, por tanto, había que esperar a que se tomaran once

cucharadas antes de que el primero pudiera tomar su segunda ración. Todo esto,

ejecutado con la gravedad y lentitud de los españoles, lo hacía ridículo y calculado

para exasperar más a un hombre hambriento que para satisfacerle, especialmente

teniendo en cuenta que ésta era la única comida que tenían cada día; pues son la gente

más sobria del mundo.

Se decía que antes de cada comida se hacía una inspección, para que uno no pudiera

tener la cuchara más grande que la de su vecino”71

En cuanto a la capacidad de movimientos, el viejo ejército borbónico no disponía de

un sistema de transportes militarizado. La deficiencia crónica de ganado de transporte

hacía que los cuerpos militares carecieran de capacidad para llevar con ellos los víveres

y municiones necesarios para poder operar con eficacia y rapidez en campaña,

condenando a las tropas a estar mal alimentadas y aprovisionadas en el tipo de guerra de

rápidos movimientos que imponían las tropas imperiales.

El mismo se basaba en tres sistemas que se ajustaban económicamente con

empresarios o particulares civiles:

71 Santayana y Gómez de Olea, J.P. de (2007) Francisco de Longa, de guerrillero a General en la Guerra de la Independencia [Madrid], p. 428.

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• Los ”bagajes” que se tomaban gratuitamente de pueblo en pueblo (caballerías y

carruajes que se utilizaban hasta llegar a la siguiente localidad de tránsito,

conducidos por sus dueños que regresaban a sus lugares, una vez realizado el

relevo).

• Las ”brigadas de carros”. Contaban con unos 10 carros tirados por 40 mulas.

Dirigidos por un capataz civil. Los carreteros recibían sólo medía paga a cuenta

para tratar de evitar deserciones.

• Las ”brigadas de mulas”. Ajustadas con arrieros civiles (como los famosos

maragatos leoneses que estaban exentos de levas desde la época de Felipe V a

fin de que pudieran prestar estos servicios), contaban con unas 40 mulas cada

una.

La ya mencionada bancarrota económica del estado borbónico, desde antes de 1808,

había ocasionado una deficiencia crónica también en la falta de ganado de transporte,

ello hacía que los cuerpos militares españoles carecieran de la capacidad necesaria para

llevar con ellos los víveres y municiones necesarios para poder operar con eficacia y

rapidez en campaña, condenando así a sus tropas a estar mal alimentadas y

aprovisionadas en el tipo de guerra de rápidos movimientos que imponían las tropas

imperiales. Así lo expresaba a la opinión pública el periódico militar del 6º ejército

español en el verano de 1811 en León:

“Los ejércitos no podrán conseguir victorias, sino ventajas precarias, debidas más bien

al valor individual, al patriotismo o a la casualidad, que a las combinaciones y planes

de campaña indispensables […] andando todo el día al calor ardiente de las Castillas,

y por la noche descansando en un campo o bosque húmedo, sin abrigo; cuando no es

preciso continuar el movimiento, pisando pantanos y atravesando vados para al

amanecer batirse con los enemigos sin haber tomado alimento alguno, por falta de

transportes para su conducción, por la pesadez o dificultad de los bagajes o porque

traído a hombres de sus compañeros, no es posible llegue a tiempo”72

72 Boletín del Estado mayor del 6º Ejército…Ob. cit., 18 de enero de 1812, nº 47, p. 35.

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En cuanto al Servicio Sanitario, los reglamentos de la época estimaban en un 10 % los

enfermos usuales del total de efectivos de las unidades en época de paz. Los Hospitales

se instalaban normalmente en conventos y debía haber un médico por cada 50 ó 60

enfermos. La calidad de los médicos y cirujanos españoles se destacaba, en general, por

su profesionalidad y calidad, distinguiéndose por su capacidad de curar heridas

traumáticas sin tener que acudir a las temidas (comunes en otros ejércitos)

amputaciones, salvo en los casos más inevitables.

Estos facultativos se formaban en centros de prestigiosa enseñanza médica como eran

el Real Estudio de Medicina, el Real Colegio de Medicina y el Real Colegio de Cirugía.

Los tres estaban establecidos en Madrid (atendido especialmente por el Estado el último

debido a que era el que proveía de cirujanos al Ejército y la Armada).

Con el comienzo de la guerra, hubo de acudirse también a la contratación de médicos

y cirujanos civiles.

El servicio se escalonaba según su cercanía al frente de operaciones en:

• Hospitales de Tránsito (a una legua en retaguardia de cada División y con unas

60 camas).

• Hospitales de Curación (a algunas jornadas de distancia).

• Hospitales de Convalecientes ( ya en plena retaguardia ).

La falta de medios y las urgencias de la guerra, convertían muchas veces estos

establecimientos (sobre todo los últimos) en verdaderos focos de nuevas infecciones y

enfermedades para los soldados convalecientes, causando a veces su estancia en ellos un

peligro para la salud semejante o peor al de cualquier acción o batalla.

Durante la Guerra de la Independencia, las sucesivas derrotas, la ocupación de la

mayor parte del territorio por el ejército imperial y la ruina económica del gobierno

patriota llevaron a una situación de miseria a los hospitales militares hasta tal extremo.

En palabras de un agregado militar británico, Howard Douglas en Galicia en el año

1811, la falta de medios hacía que los mismos fueran: “[…] pozos de miseria, donde el

sufrimiento se pudría en el abandono (la vista y el oído se estremecían por igual) y la

atmósfera hedía a enfermedad”73

73 Watson Fullom, St. & Douglas, H. (1863) The Life of general Sir Howard Douglas [London], p. 141.

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La ayuda británica sería vital para mejorar algo la situación. El calzado y ropa de

abrigo distribuida entre las tropas del 6º Ejército lograrían mermar el número de

enfermos:

“[…] la llegada a tiempo de los suministros procedentes de Inglaterra ha permitido

aplicar el único remedio; ya que casi la mitad del ejército se encuentra en los

hospitales (si se les puede llamar así). El gobierno británico puede estar bien seguro de

que las ayudas que he distribuido han salvado, al menos, a 6.000 hombres74.

6. Los Mandos y las Tácticas. Las incompletas reformas militares de Manuel

Godoy.

Un período de paz desde 1795 (en comparación con sus homólogos británicos o

franceses en guerra constante desde 1778 y 1793) junto con el desprecio a la vecina

nación revolucionaria, llevó a desatender el estudio y conocimiento de los nuevos

avances militares logrados por Francia, “de la que nada bueno se podía aprender”.

De esta manera certificaba en 1808 un joven militar español reformista las escasas

enseñanzas aprendidas durante la Guerra de la Convención de 1792 – 1795:

“La Infantería nada adelantó, pues aunque se vio con evidencia que su táctica era

defectuosísima, sin embargo se ha conservado hasta la época de nuestra gloriosa

revolución. La Caballería se contentó con admitir en el número de sus uniformes el de

húsar, no conocido entonces en nuestro Ejército. Las tropas Ligeras tuvieron un gran

incremento, pero esto no provino ni dimanó de alguna utilidad que se conociese en esta

especie de tropa. La Artillería fue la única que se aprovechó de aquella guerra, y el

adelantamiento que obtuvo lo debió sin duda a las memorias que escribieron sus

oficiales, y a las observaciones que hacían en cada una de las acciones”75

Por ello las técnicas de combate en vigor en 1808 estaban ancladas en los sistemas

prusianos de medio siglo antes y anquilosados además por décadas de instrucción

mecánica y farragosas ampliaciones de los reglamentos. Sin embargo, muy poco decían

74 Ibídem, p. 141. 75 Cabanes, F. J. (1809) Historia de las operaciones del Exército…Ob. cit., p. 14.

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los tratados teóricos existentes del modo de empleo en el campo de batalla de grandes

unidades (Divisiones y Brigadas), así como de la combinación de las tres armas.

En palabras de muchos militares, antes de la guerra se alababa la calidad de un

regimiento únicamente por su buena presencia y su capacidad de desfilar y maniobrar

en orden cerrado al mejor estilo prusiano.

Acabada la guerra de la Convención, en 1796, y merced a los oficios del marqués de

Casa Cagigal, se establecieron en Mérida, Málaga y Ares acantonamientos para la

instrucción táctica de las tropas con soldados y oficiales comisionados desde sus

regimientos. Su permanencia fue efímera por la caída en desgracia de su promotor. Así

pues, los coroneles de cada regimiento continuaron disponiendo a su parecer y capricho

de las normas tácticas a seguir, y todo lo aprendido en la reciente guerra fue cayendo en

saco roto. A ello se unió la práctica ausencia de tradición militar en la elaboración de

Memorias de Guerra y Estudios Militares de Campañas.

“Si un oficial inteligente se hubiese tomado el trabajo de escribir la historia imparcial

de las operaciones de cualquiera de nuestros Exércitos, encontraríamos en sus

observaciones que tal acción se perdió por el lento movimiento de la Infantería y por lo

defectuoso de su táctica.

Que la caballería dispersó al enemigo por la intrepidez y celeridad con que se decidió

a cargar. Que esta misma no correspondió a lo que se esperaba de ella, por la

complicación de los movimientos preparatorios que tuvo que hacer antes del combate.

Que la artillería que había dirigido sus fuegos con el mayor acierto desde una

batería, no tuvo la misma felicidad en las piezas de batallón”76

Sin embargo Godoy era consciente de la necesidad de renovar el adiestramiento

táctico de la Infantería Española. En ese sentido, en 1803 fue comisionado a varias

cortes europeas el joven coronel de 26 años de Voluntarios de Estado, Esteban Giráldez

y Sanz-Merino, marqués de Casa Palacio77, con uno de sus capitanes, Juan Manuel de

76 Cabanes, F. J. (1809) Historia de las operaciones del Exército [...] , Ob. cit., p. 13. 77 Casa Palacio, Marqués de, D. Esteban Giráldez y Sanz-Merino (La Plata (Bolivia) 5-IX-1777 - ¿? ): Su familia tenía minas de plata en Potosí. Caballero de Santiago (1798), Coronel de Granaderos del Estado, en 1803, junto a Juan Manuel de Goyeneche, amigo y Capitán en su regimiento, fue comisionado “ para que estudiase los progresos de la táctica militar en diferentes países de Europa". En Berlín y Potsdám presenció maniobras de los ejércitos mandados por Federico Guillermo III de Prusia, así como las que dirigió el Archiduque Carlos, en Viena, y luego las efectuadas por Napoleón en París y Bruselas. También visitó Inglaterra, Holanda, Suiza, Alemania e Italia, países estos en los cuales estudió sus ejércitos anotando adecuadas observaciones sobre organización, movilización, reemplazos, logísticas, sueldos y gratificaciones, y por sobre todo su preparación para la guerra. En mayo de 1805, el capitán Goyeneche y el marqués de Casa Palacio, comisionado junto al primero para hacer "el estudio de las

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Goyeneche. La finalidad de la misión militar era el de estudiar los progresos de la

táctica militar en diferentes países de Europa. En Berlín y Potsdam presenciaron

maniobras del ejército prusiano de Federico Guillermo III, así como las que dirigió el

Archiduque Carlos, en Viena, y luego las efectuadas por Napoleón en París y Bruselas.

También visitaron Inglaterra, Holanda, Suiza, Alemania e Italia, países en los que

estudió sus ejércitos anotando observaciones sobre organización, movilización,

reemplazos, logísticas, sueldos y gratificaciones, y, sobre todo, su preparación para la

guerra. En mayo de 1805, Casa Palacio elevó al Generalísimo Manuel Godoy su

informe con los “Quadernos Manuscritos y los planos y láminas que a él acompañan".

La memoria de Casa Palacio fue estudiada por las autoridades españolas y su

contenido aprobado. El Inspector General de Infantería la declaró "Adaptable a nuestro

adelantamiento militar" y Godoy expresó que se haría uso de él en provecho de la

Patria.

A este respecto, la aplastante victoria de Bonaparte sobre el gran Ejército Prusiano en

Jena – Auerstaedt el 14 de octubre de 1805, causó una gran inquietud entre buena parte

del Alto Mando español y del propio Generalísimo Manuel Godoy 78. Los trabajos para

que el Ejército español adoptara la nueva Táctica francesa se aceleraron.

Así, en 1806, tres regimientos de línea: Voluntarios de Estado, Ordenes Militares y

Voluntarios de la Corona (al mando éste último del brillante Joaquín Blake), recibieron

órdenes de pasar a Madrid a fin de participar en los ensayos de la nueva Táctica

Francesa de infantería cuyo Reglamento había traducido el mariscal de campo Benito

Prado.

Bajo la inspección de los mariscales de campo Antonio Samper y José Navarro, y la

presidencia del mismo Godoy, las maniobras desarrolladas demostraron la solvencia de

instituciones, progreso y estado de los ejércitos más florecientes" elevaban a don Manuel Godoy, "Príncipe de la Paz, nuestro dignísimo Generalísimo" su informe. Días después los nombrados recibían el acuse recibo de los "Quadernos Manuscritos y los planos y láminas que a él acompañan". Este Informe o Memoria fue estudiado por las autoridades españolas y su contenido aprobado. El Inspector General de Infantería lo declaró "adaptable a nuestro adelantamiento militar" y Godoy expresó que se haría uso de él en provecho de la patria. Casó con una hija del General Doná (Gobernador del Palacio Real). Coronel del Rgto. de infantería Voluntarios del Estado, el 2 de mayo dejó salir al Tte. Ruiz con 1 cía., pero íntimo amigo del ministro O’Farrill se pasó al bando de José, que le hizo coronel del Rgto. Infantería nº 1 ( I-1809), Mariscal de Campo y Edecán del Rey José, Caballero de la orden de España (25-X-1809), caballero Comendador de la misma (22-XII-1809), Decreto de la Junta para confiscar sus bienes, 2-V-1809En 1810 se secuestraron sus bienes en Buenos Aires ( Argentina), Gran banda (26-II-1813); en septiembre con su Brigada, mujer e hijos en el cuartel general, en Francia, circulo el falso rumor de que en Octubre sus oficiales, de acuerdo con Arthur Wellesley, le apresaron y regresaron con el a España, pero esto le pasó a Corvalán. En 1825 vive en Burdeos, c/ Covas de Maneye nº 120. 78 Benavides Moro, Nicolás y Yaque Laurel, José A. (1960) El Capitán General Don Joaquín Blake y Joyes [Madrid], p. 56.

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la nueva Táctica adoptada para el Arma. Sin embargo, el que se llegara a aplicar y

enseñar en todos los regimientos comportaría mucho tiempo y no pocos problemas.79

Hubo casos en que los intentos por introducir las nuevas tácticas de infantería francesa

en sus cuerpos se encontraron con la oposición de muchos oficiales. Un ejemplo típico

fue el del coronel del regimiento de línea ”Soria”, Francisco Cabrera Ramírez, formado

como cadete en la desaparecida Academia de Ocaña, y de guarnición en Palma de

Mallorca en 1808. Tras intentar aplicar el nuevo reglamento infructuosamente y con el

comienzo de la revuelta patriota fue denunciado por varios de sus oficiales como

afrancesado ”molestos con él porque había querido enseñarles la Táctica Moderna”80.

* * * *

Por otra parte, y respecto al Alto Mando español, en 1808 la edad media de un general

español jefe de ejército era de 54 años de edad, mientras que el jefe de un cuerpo de

ejército francés era de 42 años. Ello era una desventaja añadida ante el esfuerzo mental

y físico, agotadores que los puestos de mando de ejércitos imponían a los generales en

campaña.

Ello no fue obstáculo, sin embargo, para que uno de los más activos generales

españoles en el comienzo de la guerra, y más respetado por los franceses, Gregorio de la

Cuesta (con 68 años en 1808) desarrollase, en el mejor espíritu de Federico II, una

táctica ofensiva continua. Sin embargo, todo el agotador esfuerzo realizado en un año de

campaña, en las peores condiciones, junto con las heridas recibidas en la batalla de

Medellín, llevarían a Cuesta a su agotamiento y a su cese del mando tras un amago de

derrame cerebral, luego de la batalla de Talavera.

Un notable fallo de los generales españoles, por otra parte, en los primeros meses del

conflicto (incomprensible al librarse la lucha en su propio territorio nacional) fue que se

preocuparon muy poco por la obtención de información sobre sus enemigos, avanzando

a ciegas muchas veces (sobre todo en el primer año de guerra). A ello contribuiría en

gran medida la falta de caballería, y su mal empleo por falta de instrucción. Estas

carencias fueron las causas principales de la derrota de Medina de Rioseco, así como de

79 Rey Joly, C. (1903) Historia del Regimiento de Infantería Alava nº 56 [Cádiz], p. 16. 80 Archivo General Militar de Segovia (AGMS), Hoja de Servicios, Legajo C-195. Malagueño, veterano de las campañas de Pensacola, Orán, los Pirineos y Portugal; con 42 años en 1808. Ascendido a Mariscal de Campo en 1811. Privado del mando sería rehabilitado en 1809, recibiendo el ascenso a Brigadier y tomando el mando de la 3ª División del 6º Ejército en León en 1811 que dirigió con gran distinción.

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la imposibilidad española por hacer frente a la contraofensiva de Bonaparte en octubre

de 1808.

Por otra parte, a nivel táctico y profesional, algunos patriotas no dudaron en

generalizar, con la falta de instrucción y preparación profesional de muchos oficiales del

Ejército:

“Muchos son las causas que contribuyen a la dispersión de nuestros soldados, y a la

dificultad de dar una batalla con ventaja y ser vencedores. Pero los principales son

tres: Ignorancia, Mala Organización y Falta de Disciplina. La opinión brutal de que

para la carrera militar no era necesario saber mucho, contribuyó a que nuestros

oficiales se aplicasen muy poco, de lo que resulta esa falta de instrucción y teórica que

tanto echamos de menos [...]

¡Que pocos oficiales hay en nuestros ejércitos que tengan nociones de geometría,

táctica, topografía, geografía, historia [...]!

[...] Hay oficial que en su vida ha reconocido un mapa, y así son muy raros los que se

encuentran en nuestros ejércitos, donde también es casi desconocido el uso de

imprentas para la más expedita publicación de órdenes, proclamas, avisos, noticias y

otras cosas de esta naturaleza que pudieran instruir al soldado y excitar su

entusiasmo”.81

Esta falta de instrucción existía, como en muchos otros ejércitos de la época, tal vez

en mayor grado, pero también es cierto que la misma se agravaba por todos los

problemas ya citados que pesaban sobre el ejército español.

La Estrategia. La Escuela Prusiana, el concepto ofensivo. “En la llanura soy de la opinión de Federico: Siempre hay que atacar el primero”

(Napoleón)

Las técnicas de combate en vigor en 1808 estaban ancladas en los sistemas prusianos

de medio siglo antes y anquilosados por décadas de instrucción mecánica. Los coroneles

de cada regimiento continuaron disponiendo a su parecer de las normas tácticas a seguir

81 Anónimo, El Duende [...] ., Ob. cit., p. 4.

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(muchos de ellos, además, dejaban el mando de sus unidades, en tiempo de maniobras, a

sus sargentos mayores).

Los generales españoles buscarán obsesivamente el encuentro con el contrario para

entablar batalla campal con él. En ello se ve el influjo de las ideas de Federico II. Los

principales representantes de esta estrategia serían Gregorio de la Cuesta y Joaquín

Blake. Ello explica, en buena parte, que fueran también repetidamente vencidos por los

franceses en la mayor parte de los encuentros. Cuesta sería derrotado en Cabezón,

Medina de Rioseco y Medellín. Mientras que Joaquín Blake sería vencido también en

Medina de Rioseco, Espinosa de los Monteros, María, Belchite, Sagunto y Valencia.

Sólo lograría una victoria en Alcañiz Blake. Y, en unión con los británicos y

portugueses, Cuesta en Talavera y Blake en la Albuera.

Sin embargo este concepto ofensivo de los generales españoles es limitado, no busca

la destrucción total del enemigo, sino desalojarlo de sus posiciones y lograr su rendición

o retirada. Es la clásica concepción bélica del Antiguo Régimen que explica en parte,

también, la parsimonia de Javier Castaños en toda la campaña de Bailén.

Esta concepción ofensiva se vio reforzada por los triunfos españoles del verano de

1808 (en Bailén, Zaragoza y Valencia) que obligaron a los franceses a replegarse hasta

la línea del río Ebro dando a los patriotas una imagen equivocada del potencial militar

de España:

“Los españoles, sin gobierno, sin ninguna comunicación previa entre las distintas

provincias, sin tropas regulares concentradas en un punto único, sin fortalezas; es más,

ya he dicho que casi sin armas, antes de que hubieran pasado cuatro meses desde la

matanza del 2 de mayo, habían ya obligado a los franceses a retirar sus enormes

fuerzas de la avanzada posición que habían tenido y a actuar por algún tiempo

solamente a la defensiva.

Hay que reconocer que todo esto explicaba perfectamente el que en los españoles

naciera una confianza excesiva en el éxito, que, según se vio, debilitó después sus

esfuerzos [...] y se arriesgaran a una campaña contra el más grande poder militar de

Europa [...]”82

82 Vaughan, Ch. R.. (1987) Viaje por España. Traducción y estudio de Manuel Rodríguez Alonso; Universidad Autónoma [Madrid], pp. 82 y 122.

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Uno de los mayores defectos del generalato español fue el de (conociendo las

limitaciones de sus tropas) tratar de luchar a campo abierto en busca de la batalla

decisiva de grandes proporciones que les habían enseñado en sus carreras militares.

Cuesta y Blake fueron los mejores representantes de este espíritu. En cambio, los más

prudentes Castaños y La Romana, conocían bien los peligros de esa estrategia:

“Blak es un buen militar y honrado Español, pero no entendió ni entiende esta Guerra,

porque se empeña en pelear con los franceses del mismo modo que si nuestros llamados

ejércitos pudiesen medir sus fuerzas con las tropas enemigas, aguerridas, disciplinadas

y provistas de todo”83

En cuanto a las tácticas de batalla, la maniobra envolvente, del orden oblicuo

prusiano, será la preferida de los generales españoles cuando actuaron en solitario sin la

asistencia británica (así se hizo estratégica y tácticamente en la campaña de Bailén). La

obstinación española en ejecutar estas maniobras envolventes puso siempre en más

peligro a sus propias tropas que a las enemigas:

• Bailén: En las dos alas españolas las órdenes del general Teodoro Reading

llevaron al desastre a dos regimientos de infantería de línea: Jaén y Ordenes

Militares por la falta de apoyo de la caballería propia al realizar tales maniobras

y el ataque de la francesa.

• Espinosa de los Monteros: un intento de flanqueo de la División Asturiana de

Acevedo, que avanzaba en línea cerrada sin suficientes tiradores, fue frenado y

batido por los voltigeurs imperiales que dejaron sin sus generales, coroneles y

oficiales a la mayoría de los regimientos asturianos, provocando su desbandada.

• Medellín. Un similar intento de Cuesta para envolver a los franceses por las dos

alas, condujo al final a otro desastre por la debilidad de la caballería española y

la ausencia de reservas tras la primera línea de despliegue (Como señalaba la

vieja táctica prusiana, la mayor parte de los efectivos había de desplegarse en la

primera línea para efectuar un único y demoledor ataque).

83 Conversación del marqués de la Romana publicada en el periódico ”El Sensato”, Jueves 9 de abril de 1812 (p. 532), Santiago de Compostela. Editor Juan Francisco Montero.

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Por el contrario, las tropas imperiales, siguiendo la eficaz táctica napoleónica,

buscarán siempre el ataque concentrado y directo al centro de la línea de batalla

enemiga.

En este aspecto, la pérdida de calidad de la Infantería española con el aluvión de

reclutas, recibidos en los primeros meses de guerra, y el débil adiestramiento y pésima

instrucción de tiro recibidas, hacen que, en la mayoría de las ocasiones, las líneas

españolas se vean impotentes para frenar en combate a las columnas francesas. Tal es

así que en abril de 1809 el Cuartel general del Ejército de la Izquierda en Galicia, por

orden de La Romana, da instrucciones a todos los Comandantes de División para que

las unidades de infantería reforzaran la utilización de tiradores en orden abierto y, sobre

todo, que no se emplease la formación de Línea de Batalla en tanto no se pudiera

instruir en condiciones a las tropas:

“Que las divisiones ataquen en Columnas llevando muchos tiradores, que se vayan

continuamente reforzando, antes que se retiren las Guerrillas.

Que no se haga fuego de Línea sino en los casos extremos, y cuando el enemigo se

presente también en Batalla y a tiro”84

Sin embargo, a nivel individual y a pesar de todas las deficiencias de instrucción y

disciplina, el soldado español era un digno oponente a las fuerzas imperiales. De

extracción mayoritariamente campesina y habituado a una vida dura y de trabajo, su

valor, paciencia y sobriedad eran la mejor materia prima para hacer de él un excelente

soldado si tenía buenos mandos y si había unos mínimos medios para equiparlo,

instruirlo y alimentarlo (siempre muchos menos que los que necesitaban británicos o

franceses).

Un acertado juicio del soldado español nos lo da el general francés Maximiliam Foy

que combatió contra ellos durante la Guerra de la Independencia:

“El español ha recibido de la naturaleza la mayor parte de las cualidades para hacer

de él un buen Soldado: es Religioso, y la religión al elevar los pensamientos de los

hombres, les prepara para la abnegación y para una exaltación moral al sacrificio en

todos aquellos momentos en que la guerra ofrece ocasión.

84 IHCM, Colección Duque de Bailén, Año de 1809, Carpeta 18, Ejército de Galicia, Comunicaciones. Orden General a los Comandantes de División del 24 de abril de 1809.

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Es calmado y se deja llevar por los principios de la justicia; es subordinado por

naturaleza, si la orden no es absurda; es susceptible de ser llevado al entusiasmo por

un jefe hábil y capaz. Su sobriedad es extrema, su paciencia a toda prueba. Vive con

una sardina o con un trozo de pan untado de ajo, la cama es para él algo superfluo,

está habituado a dormir en el duro suelo a la luz de la estrellas. Después de los

franceses, los españoles son los primeros en ser capaces de hacer grandes marchas o

de franquear montañas. El Soldado español no es murmurador, ni intrigante, ni

pendenciero, ni libertino, se emborracha muy raramente. Es menos inteligente que los

franceses, pero más que los alemanes o los ingleses. Ama a su Patria, de la que habla

con entusiasmo [...]” 85

También Foy nos enjuicia el estado general del Ejército español en 1808:

“La valentía como el amor tienen necesidad de alimento y estímulo; una paz duradera,

el aislamiento geográfico y el adormecimiento del Gobierno habían casi apagado el

espíritu guerrero de una nación que había llenado el mundo con su renombre…

Aunque los ascensos fueran arbitrarios, los Oficiales Generales no llegaban

normalmente a este empleo más que tras un buen y largo servicio. Todos habían hecho

la guerra de 1793 contra Francia; la mayor parte se habían distinguido en ella en

funciones de Estado mayor al mando de regimientos…

España tenía en 1806 un ejército donde los generales y los hombres capaces se

contaban en poco número, pero en circunstancias normales hubieran podido luchar

contra cualquiera otro, manteniendo en su seno el germen de su mejora”86

Hay que señalar también una virtud de los generales y tropas españolas (pocas veces

citada) y que habla mucho en su favor: en seis años de guerra, y excepto tras las

rendiciones de ciudades sitiadas y una batalla menor como Uclés (13 de enero de 1809),

ningún Ejército español fue nunca copado ni obligado a rendirse en bloque por las

fuerzas imperiales. Los generales españoles conocían bien los éxitos de tales maniobras

napoleónicas frente a austriacos y prusianos y procuraron (apoyándose siempre en la

85 Foy, Maximiliam (1829) History of the War in the Peninsular under Napoleon [London] Worley Publications, vol. I, p. 371. 86 Foy, Maximiliam, Ob. cit., pp. 370, 374 y 386.

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capacidad de realizar grandes marchas y en la escabrosidad de la orografía peninsular)

evitarlas.

Respecto al adiestramiento de la tropa, éste dejaba bastante que desear. La instrucción

de tiro era muy deficiente; el soldado recibía anualmente 40 onzas de pólvora (1,120

kg), 10 balas de plomo y 4 piedras de chispa (se realizaban 10 disparos con bala y 70 de

fogueo). Los reclutas disponían de 12 onzas de pólvora (336 gramos), 6 balas y dos

piedras durante su primer año (realizando 6 disparos con bala y 24 de fogueo). El

rendimiento individual de tiro era muy bajo; se estimaba que sólo uno de cada 100

disparos daba en el blanco. Antes que en la puntería individual se hacía mayor énfasis

en la rapidez para realizar todos los movimientos de carga y disparo al unísono y a la

orden de batallón. 87

Por ello, la táctica española de infantería consistía en tratar de cerrar distancias cuanto

antes con el enemigo para cargarle a la bayoneta, lo cual muy pocas veces conseguirán

hacer los infantes españoles durante la guerra. Precisamente dos de las victorias

logradas por los ejércitos hispanos a lo largo de la guerra, Tamames (1809) y San

Marcial (1813), se decidieron, tras varias horas de batalla y fuego, con varias cargas a la

bayoneta de las líneas españolas contra las francesas.

Así lo recomendaban ya, en junio de 1808, los veteranos vocales militares de la Junta

del Reino de Galicia al general Joaquín Blake días entes de la batalla de Medina de

Rioseco:

“Las Tropas de Galicia en un ataque harán mejor la guerra llegando a las manos, o

con el arma blanca [...] en el fuego y en el uso de cañones podrán excedernos los

franceses, pero serán deshechos seguramente si se les hace la guerra del modo que

queda indicado, y con el cual ya los Granaderos Provinciales en Italia se hicieron

temibles a sus enemigos”.88

Dichas recomendaciones demostrarían su validez durante dicha batalla y, en

particular, en la victoriosa carga a la bayoneta de los dos batallones de granaderos

87 Casinello, A. (2004) La Guarnición del Ejército español en Madrid. Mayo de 1808 [Madrid]. Revista de Historia Militar. Número Extraordinario, año 2.004, Madrid., pp. 61 a 98. 88 (AHN), Sección ”Estado”.”Papeles de la Junta Suprema Central”, Legajo 64 G, documento nº 199, 2 – b.

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reunidos de la 4ª División del marqués de Portago contra la artillería de la Joven

Guardia de Bessières.89

En conclusión, podemos afirmar que el Ejército español de maniobrabilidad lenta

(reducida al paso de su artillería, dotada con poco ganado de tiro) será casi siempre

desbordado por el Cuerpo de Ejército Francés. Siempre estará en peligro de ser cortado

por la poderosa caballería imperial, ante la cual la española, siempre inferior en número

y calidad, apenas se podrá oponer.

La moral del soldado español de infantería se resentirá por ello, sabedor de que

quedará abandonado a su suerte en las primeras fases de la batalla. En consecuencia con

las grandes derrotas y pérdidas de efectivos en las campañas de 1808 y 1809 (que

mermaron dramáticamente los cuadros de mando profesionales del viejo Ejército) las

masas de nuevas tropas de Infantería desconfiaban, y con razón, de las formaciones de

orden cerrado para combatir (ya fuera en línea o en columna); la falta de adiestramiento,

de disciplina y de confianza, les hacían romper filas al verse acometidos por las cerradas

columnas imperiales, sabiendo bien que ni su débil caballería, ni su escasa artillería, ni

su propia y deficiente instrucción de tiro, podían diezmar y detener tales ataques.

En batalla, las unidades españolas solo serán capaces de resistir desde fuertes

posiciones naturales que impidan, o limiten, la actuación de los jinetes franceses (así se

conseguirían las victorias de Tamames, Alcañiz y San Marcial).

Las dispersiones tras cada derrota facilitaban la posterior reunión en torno a sus

banderas, para reanudar la lucha utilizando las famosas tácticas de combate ligero,

apoyándose en el terreno, de las que tantos éxitos cosecharían las afamadas guerrillas.

A partir de 1811 y 1812, los mandos del Ejército español, tras ímprobos esfuerzos de

reorganización e instrucción, lograrían cerrar el ciclo, con tropas de nuevo curtidas y

veteranas en la dura escuela de la Guerra, y, a pesar de que continuaría la falta

dramática de dinero y medios para sostener a las tropas, éstas, bien apoyadas por el

Ejército aliado, redescubrirían el valor del combate en formación cerrada, propio de las

mejores tropas regulares.

Ya a finales de 1811, en el seno del 6º ejército, su estado mayor certificaba la

existencia de regimientos de gran calidad gracias a la experiencia acumulada y al celo

de sus mandos superiores e intermedios:

89 García Fuertes, A. (2002 – 2003) Moclín, 14 de julio de 1808. Nuevos y viejos datos sobra la batalla de Medina de Rioseco. Revista ”Researching & Dragona”, N° 18 y nº 20 [Madrid]. Pp. 90 – 95.

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“[…] algunos regimientos españoles han llegado a igualarse en esta parte a los

mejores extranjeros, prueba incontestable de que el celo, el cuidado y la actividad de

los jefes y oficiales llegan a conseguir cuanto se intenta, si empiezan daando ellos

mismos el ejemplo”90

Así se verificaría en San Marcial y en Tolouse al final del conflicto.

El levantamiento patriota y el ejército: revolución y guerra.

Con el comienzo de la revuelta patriota, cuatro capitanes generales serán asesinados

por la multitud tras negarse a reconocer a Fernando VII o parecer sospechosos a los

amotinados: el de Extremadura, conde de la Torre del Fresno (30 de mayo), el de

Andalucía, Francisco María Solano (29 de mayo), el de Galicia Antonio Filangieri (24

de junio), y el del Departamento de Cartagena Francisco de Borja. Otros tres son

destituidos (el de Valencia, marqués de la Conquista, el de Zaragoza, Guillelmi, y el de

Canarias, marqués de Casa Cagigal). Dos más son obligados, bajo amenazas de

linchamiento, a sublevarse (Gregorio de la Cuesta en Valladolid, y Ventura Escalante

en Granada). 91

Al comienzo de la guerra, tanto las Juntas Patriotas como aquellos generales que

carecían de tropas regulares en sus territorios (véase Cuesta), inician una frenética

actividad de levas para levantar multitud de nuevos cuerpos de Voluntarios. Si

aplicamos los estudios hechos sobre las fuerzas patriotas leonesas, levadas en el verano

de 1808, podríamos hablar, entre el total de hombres alistados, de un 35% de

voluntarios, un 53% de reclutas forzosos, y un 12% restante que tuvieron que ser

alistados a la fuerza. 92

Estos nuevos batallones y regimientos de infantería, relativamente baratos y sencillos

de alistar, serán mandados por nuevos oficiales improvisados y sin ninguna preparación

militar la mayoría. Representarán para la Junta respectiva una formidable arma que

90 Boletín del 6º ejército…Ob. cit., nº41, p. 196. 91 Acosta Guerrero, J.M. (2003) El Ejército español en la Guerra de la Independencia. Congreso de la Asociación Española para el Estudio de la Guerra de la Independencia [Madrid]. 92 García Fuertes, A. (2005) La División leonesa del Ejército de Castilla. Actuaciones políticas y militares de la Junta Suprema del Reino de León en los comienzos de la Guerra de la Independencia”. Congreso Internacional, Ocupación y Resistencia en la Guerra de la Independencia (1808 – 1814), [ Barcelona ], 5 al 8 de octubre del 2.005. Tomo II, pp. 759 – 811. P. 785.

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puede manejar mucho más dócilmente que los generales, mandos y regimientos

profesionales del viejo Ejército real.

Tratando de imitar el éxito revolucionario francés de la leva en masa, se buscó en

estos primeros meses más el número que la calidad e instrucción de las tropas llevadas

al combate. Estas movilizaciones tumultuarias llevaron a la paradoja de la imposibilidad

para las Juntas patriotas de armar, vestir y equipar a tales contingentes de civiles por la

falta de medios y dinero. Los resultados, a pesar del entusiasmo mostrado por algunos

de estos cuerpos de Voluntarios, fueron decepcionantes. Así lo certificaron varios

testigos como el vocal de la Junta Suprema Central, el famoso ilustrado Gaspar de

Jovellanos

“Solo buscamos el número, y no es el número sino la destreza quien hace vencer”

En la provincia de León, cuya Junta reclutó más de 8.000 hombres para formar 12

nuevos batallones de infantería (improvisando jefes y oficiales93) hubo voces críticas y

que dudaron, con fundamento que se verificaría en las semanas posteriores, del éxito de

esta pretendida leva tumultuaria y en masa:

“Se colocó en los empleos civiles y militares a los que tenían de ambas partes más

empeños, más descaro, y muy raras veces a los que tenían más talentos y más virtudes.

No querían más que soldados para destruir la Francia, sin tener la disciplina y las

demás circunstancias para ello”94

Era ésta un tipo de guerra nunca visto antes en España, una guerra total, muy alejada

de las del Antiguo Régimen. Comenzaba en medio de una revolución contra los

invasores y buena parte de las propias clases dirigentes españolas. Así lo manifestaba la

Junta Patriota de León a la de Galicia solicitándole ayuda el 6 de junio de 1808:

93 Como ejemplo, al frente del 3º Tercio de Voluntarios de León, se puso como comandante al subteniente Fernando Capacete ascendido a Sargento Mayor. García Fuertes, A. (2002) Leoneses en la Independencia. Astorga y el Batallón de Clavijo en la batalla de Medina de Rioseco, 14 de Julio de 1808 [ Astorga ]. 94 Posse, J. (1984) Memorias del cura liberal don Juan Antonio Posse con su Discurso sobre la Constitución de 1812. Edición a cargo de Richard Herr. CIS [Madrid], p. 116.

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“[...] apenas tiene recursos para ocurrir por pocos meses a la manutención de ellas (las

tropas de voluntarios) y a costear los infinitos gastos que ocasiona la guerra de esta

clase emprendida tumultuariamente sin principios ni reglas”95

Con todos estos efectivos y a pesar de las dificultades, en el verano de 1808, se

lograrán constituir ocho ejércitos principales que recibirían los nombres de su zona de

creación y despliegue original: “Galicia”, “Cataluña”, “Andalucía”, “Valencia”,

“Extremadura”, “Asturias” y “Castilla”.

Posteriormente, el 2 de octubre de 1808, la nueva Junta Suprema Central da la orden

(para evitar los celos y rivalidades regionales entre las diversas Juntas Provinciales y sus

Ejércitos) de fusión de varios de los anteriores, suprimiéndose los nombres territoriales

de los mismos en favor de simples denominaciones ”espaciales” (aparecerán así el

”Ejército de la Izquierda” al mando de Blake y La Romana, el del ”Centro” al mando de

Castaños, el de la ”Derecha” bajo el general Vives y el de ”Reserva” dirigido por

Palafox).

En total, integrarán apenas a 130.000 hombres que no podrán hacer frente (luego de

Bailén) a la contraofensiva de Bonaparte con 240.000 veteranos adiestrados.

Respecto a los problemas de deserción experimentados por estas nuevas unidades de

voluntarios (que aparecen rápidamente), éstos hay que enmarcarlos en la corrupción y

exenciones indebidas concedidas por las autoridades municipales y Juntas Provinciales.

Así tenemos el caso de los nuevos regimientos de voluntarios levados por la Junta de

León. En su camino hacia Valladolid y Segovia en septiembre de 1808, sus batallones

comenzarían a sufrir deserciones. Los indignados coroneles del 1º y 2º de voluntarios,

José Antonio Zapino y José Baca, informan a la Junta:

“ [...] en sus tres primeros días de marcha han experimentado una fuerte deserción,

pues el Primero cuenta con más de cien hombres de baja, y el 2º con la de sesenta,

manifestándome que según la producción de todos en general, son causantes a este

delito las muchas exenciones que injustamente se han conseguido por el fraude de que

se valen para sorprender a los señores de la Junta con documentos falsos, siendo los

principales que corroboran estos, los curas en sus certificaciones, y las Justicias [...]

que disimulan estos fraudes”96

95 Archivo Histórico Municipal de León (AHML), Correspondencia, 1808, abril – junio, Legajo 181, nº 61. 96 Actas de la Junta Superior del Reino de León, 22 de septiembre, f º 45. Archivo de la Diputación de León.

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También, a veces, la deserción venía por la resistencia a combatir alejados de sus

provincias y familias (la idea de nación comunitaria es todavía débil entre las clases

populares que la identifican con la fidelidad y servicio a la persona del rey). Sin

embargo, la principal causa detectada serán las penosas condiciones de vida en las filas

del Ejército del Español:

“Estos infelices Soldados claman por las mudas de sus camisas, porque las que tienen

puestas son las que han sacado de esa; de suerte que se ven llenos de piojos; lo que no

se como no les obliga a desertarse, como lo han hecho muchos por esta razón [...]

Tengo la tropa desnuda y descalza, y si no fuese por los 300 capotes que he recibido,

acaso se me hubieran muerto de frío en la penosa marcha a la Carretera de Castilla

[...] Tengo muchos hombres desarmados y se enferman muchos por el poco abrigo y

escasas raciones [...] Sólo tengo 286 fusiles útiles, los cuales por falta de aceite no

están corrientes la mayor parte de ellos, y solo 37 bayonetas”97

El oficial británico Whittingham, que servía como observador en la plana mayor del

general Javier Castaños, tuvo, a pesar de sus simpatías por la causa española, una muy

profesional y desfavorable impresión (en carta del 28 de octubre de 1808 al general

William Bentinck) de las tropas españolas que defendían Logroño. Fuerzas compuestas

en su mayor parte por nuevos regimientos de voluntarios leoneses y castellanos:

“El Ejército de Castilla [...] constaba de unos 11000 hombres, pero para hacerse una

idea de su composición sería absolutamente necesario haberlo visto. Eran una gran

masa de pobres campesinos, mal vestidos, mal organizados y con pocos oficiales que

mereciesen tal nombre. El General y los oficiales de mayor graduación no tienen la

mayor confianza en sus tropas; y lo que es peor todavía, los hombres no tienen

confianza en sí mismos. Esto no es una exageración sino un fiel retrato”98

97 Biblioteca Nacional, Madrid. Colección ”Gómez Imaz”, Correspondencia del coronel Pedro Méndez Vigo de los regimientos asturianos de Covadonga y Oviedo. Docs. nº 8 (15 de junio de 1808, Mayorga de Campos) y nº 27 (23 de noviembre de 1810, Santullano), y doc. nº 61 (28 de enero de 1811, Godas de Salas). Signaturas R 62764 y R 62766 98 Estampa Piñeiro, L (1997) El General Whittingham: La lucha olvidada (1808 – 1814) [Madrid]. Revista de Historia Militar, n° 83, p. 125. Fuente original: Public Record Office, War Office (WO), Londres, 1/230, f º. 140; agradezco este último dato al historiador británico Charles Esdaile.

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Sin embargo estos mismos” pobres campesinos”, encuadrados por veteranos del viejo

Ejército, a los que aludía Whittingham eran los mismos a los que pudo contemplar días

antes en Segovia el diplomático británico Charles Stuart y su secretario Charles Richard

Vaughan. La impresión de fuerza y moral que observaron en las noveles tropas del

Ejército de Castilla, al mando del Teniente General Francisco de Eguía, difiere mucho

de lo que se contaría de las mismas cuatro semanas después en Logroño. El hispanófilo

y romántico Vaughan nos transmite un inapreciable y vívido retrato de aquel ejército

patriota:

“En Segovia nos encontramos con el ejército del general Cuesta, que, según nos

dijeron, constaba de unos ocho mil soldados nuevos, reclutados entre los campesinos

castellanos y leoneses, y de un destacamento de caballería regular, de los que no

estaban equipados para el servicio más de quinientos, constituyendo todos el ala

izquierda de la línea española que avanzaba hacia el Ebro. La infantería vestía el

atuendo de los campesinos, con la chaqueta adaptada al estilo militar y los que, en

lugar de gorro, llevaban sombreros redondos de ala ancha, les habían doblado hacia

arriba un lado con la escarapela nacional. Los que poseían mosquetones nos pasaron

marchando en muy buen orden, pero una gran proporción de estas tropas carecía de

armas. El tipo de los campesinos castellanos era de mediana estatura y más que fuerza

mostraban dinamismo; en sus semblantes había una cierta distinción y grandeza, y,

aunque la mayor parte de ellos provenían de las labores agrícolas, estaban alertas y

eran correctos en sus movimientos militares”99

Por encima de los discursos inflamados de la propaganda fernandina y de muchos

historiadores del Siglo XIX, la unanimidad y el patriotismo se quedaban, a veces, en

meras palabras una vez pasado el entusiasmo inicial. La situación económica de España

era tan precaria y las carestías tan grandes, ya antes de comenzar la guerra, que, una vez

iniciada ésta, quien primero sufría estos males eran las propias tropas españolas,

desabastecidas y muertas de hambre en su propio país en muchas ocasiones.

Si el ejército expedicionario británico del general John Moore sufrió estas deficiencias

en su retirada invernal hacia La Coruña, hay que anotar que las tropas españolas

padecieron una situación mucho peor aún. Así lo denunció, en diciembre de 1808, el

99 Vaughan, Ch. R. (1987) Viaje por España [Madrid]. Traducción y estudio de Manuel Rodríguez Alonso; Universidad Autónoma de Madrid, 1987, p. 128.

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marqués de La Romana en León a las autoridades civiles tras la retirada de Espinosa de

los Monteros:

“La presente guerra no es del Ejército, es de la Nación entera y nos obliga, no solo a

tomar las armas; sino también a franquear generosamente nuestros bienes [...]

A los ejércitos que trabajan por la salud de la Patria, por sostener como es debido la

Santa Religión que profesamos, defender los legítimos derechos de nuestro augusto Rey

[...] , evitar a nuestros hermanos los males que sufren, y por último, por nuestra propia

Libertad e Independencia, no se les asiste, ni se les auxilia por las Justicias y vecinos,

se les deja perecer de hambre, ven con la más reprensible indiferencia su desnudez y

miseria, y ni con el dinero se les facilita el pan y demás víveres, ni hay un vecino que se

preste voluntariamente a conducirlo a los puntos en que se hallen las Tropas, y, lo que

es más reprensible, que aun el simple cubierto para reposar de sus fatigas, se les da

con el mayor desagrado”100

A pesar de los suministros en armas, vestuario y dinero proporcionados por Gran

Bretaña 101, las penurias continuarán durante toda la guerra. Se dará el caso de soldados

a los que se tiene que permitir ausentarse durante varias semanas para marchar a sus

casas a dotarse de calzado, o de regimientos al completo que tienen que ser retirados de

las líneas del frente en las montañas de León, enviándolos hacia la retaguardia en

Galicia, al no poder ser alimentados sobre el terreno en los inviernos de 1810 y 1811. 102

El Ejército español en Campaña. “Si estos hombres hubieran sabido batirse como sabían morir, no habríamos traspasado tan fácilmente los Pirineos” (Rocca, Albert de)

En el verano de 1808, al producirse el levantamiento patriota, el Ejército español

mostraba un despliegue disperso y periférico a fin de hacer frente a previsibles ataques

británicos en las costas peninsulares y sus archipiélagos, no para combatir a una

100 (AHN), Madrid, Sección Estado, Papeles de la Junta Suprema Central, Legajo 42 A, doc. nº 159. 101 Laspra, A. (2005) Entre el Dos de Mayo y Napoleón en Chamartín: Los avatares de la Guerra Peninsular y la intervención Británica [Madrid], Separata de la Revista de Historia Militar, Número Extra. Instituto de Historia y Cultura Militar. 102 Instituto de Historia y Cultura Militar (IHCM), Colección ”Duque de Bailén” (CDB), 1810, Carpetas nº 19 y 80, 1811, Carpetas nº 138 y 139.

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invasión francesa, cuyas fuerzas concentradas ocupaban ya el interior del país y las

fortalezas fronterizas.

Los imperiales dominarán desde el principio y durante casi toda la Guerra (hasta el

verano de 1813) el centro peninsular (Madrid) y sus líneas interiores (dominio

favorecido por el diseño radial de la red de Caminos Reales españoles) consiguiendo así

una notable ventaja estratégica al poder concentrar la mayor parte de su fuerza,

alternativamente, en distintos puntos de la periferia donde se establecían las fuerzas

españolas y británicas que dominaban los mares.103 Por el contrario, ello obligaba a las

fuerzas españolas, más débiles siempre cualitativa y numéricamente (y sin apenas

caballería digna de tal nombre con la que operar en las llanuras de Castilla) a actuar

dispersas y divididas por líneas exteriores.

El levantamiento patriota, de claros tintes revolucionarios y antiseñoriales en sus

comienzos, junto con la llegada de miles de reclutas y nuevos oficiales habilitados de

extracción civil, llevó a un relajamiento de la disciplina y a una frecuente

insubordinación de las tropas en los primeros meses de la guerra contra sus mandos. En

más de una ocasión los generales y jefes se ven obligados por sus soldados a combatir

en contra de su voluntad, para no ser tachados de cobardes o traidores, con lamentables

consecuencias las más de las veces. Así Castaños tuvo que renunciar a su plan original

de fortificarse en Bujalance para completar la instrucción de su ejército antes de

enfrentarse a Dupont porque las tropas querían luchar, registrándose incluso, un conato

de motín.

En el mes de julio de 1808 tendrían lugar las dos primeras y grandes batallas dadas

por el Ejército español contra los Imperiales: Medina de Rioseco y Bailén.

Medina de Rioseco (14 de julio de 1808) 104

Sobre esta batalla que abrió la guerra, son muy reveladores los testimonios, en 1811,

de varios oficiales de Estado mayor de los antiguos Ejércitos de Galicia y de Castilla

que estuvieron presentes en la misma. De los 23.733 hombres que presentaron Blake y

Cuesta en la batalla, nada menos que 10.473 eran campesinos gallegos, leoneses,

castellanos y asturianos recién alistados, sin uniformar, con apenas cuatro semanas bajo

103 De todas maneras, los Imperiales no fueron capaces de aprovechar del todo esta gran ventaja debido a la falta de un verdadero mando único central en la Península y a las rivalidades entre los propios mariscales y generales franceses, aspectos, los dos, permitidos y fomentados por el propio Bonaparte. Pardo de Santayana, Francisco de Longa...Ob. cit., p. 52. 104 García Fuertes, A. (2002 – 2003) Moclín, 14 de julio de 1808. Nuevos y viejos datos [...] Ob. cit.

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las armas y un muy deficiente adiestramiento. Algunos de ellos dispararon su fusil por

primera vez el día de la batalla:

“ [...] Atento el Estado de los soldados que componían nuestras divisiones; estas eran

de dos clases, la una de soldados llamados veteranos porque llevaban algunos años de

servicio, pero bisoños al fuego, y por lo mismo muy arriesgado y antimilitar estrenarlos

sin descanso ni preparación con una batalla.

De estos, no obstante, hubo una gran parte que se defendieron como héroes [...] la 2ª

clase de los que formaban nuestras filas, eran hombres, que el que mas, estaba alistado

hacía 24 días, sin más armas que un fusil, cuyo uso no conocía, pues bayoneta no

llevaban los mas, por no tener donde, y los que la tenían no conocían su uso; sin

cartuchera, sin resguardo alguno en su Cabeza, y en fin, sin saber cargar ni disparar

un fusil por no haberlo hecho jamás, ni haber sido posible enseñárselo, por la

precipitación con que se anhelaba sacrificarlos [...] Hubo no pocos soldados que

cargaron sus fusiles con la pólvora sobre la bala.”105

El capitán de infantería López de Barañano del regimiento de Voluntarios de

Estado (huido de Madrid tras el Dos de Mayo junto con uno de sus cadetes) se puso a

las órdenes del general Gregorio de La Cuesta. Este le nombró enseguida, Sargento

Mayor del Tercio de Benavente; nueva unidad formada de campesinos recién sacados

de sus casas. Años después dejó escrito sobre los hombres que componían el batallón

que llevó al combate en Rioseco:

“El dicho Ejército había pasado a Rioseco con lo que proseguimos la marcha hasta la

citada villa donde nos presentamos al General. Al cadete le nombraron Ayudante de

uno de aquellos Tercios de Paisanos, y a mi Sargento Mayor del 2º de Benavente

compuesto de gente que acababa de venir de sus casas y no sabían siquiera girar;

aquella misma noche los dieron cartuchos”106

105 VVAA (1811) Boletín del Estado mayor del 6º Ejército, nº 12 y nº 13, pp. 41 - 47. Imprenta Militar del 6º Ejército. Agosto de 1811 [ Villafranca del Bierzo ]. IHCM, Madrid, Biblioteca Central Militar, Museo de Literatura. 106 Guerrero Acosta, J. M. (1999) Diario del Capitán López de Barañano, recogido y extractado por este autor en”El Ejército español en la Guerra de la Independencia”. Ponencia presentada en el I Congreso sobre la batalla de Bailén [Bailén].

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Sin embargo, y a pesar de ello, en la batalla, las tropas españolas se ganaron el respeto

de sus oponentes, como así nos relata el general francés Sarrazin:

“Los españoles hicieron una brillante defensa. Aunque más de la mitad de su Ejército

estaba compuesto de nuevas levas, su entusiasmo y coraje, suplieron a la instrucción y

la experiencia, dejando indecisa la batalla durante largo tiempo. Bessières tuvo que

acudir a una estratagema para vencerlos”107

Otro general francés, ya citado, Maximilien Foy, no dejó de hacer justicia a los dos

improvisados ejércitos españoles de Galicia y Castilla:

“La batalla de Rioseco no fue en absoluto deshonrosa para los españoles: eran más

numerosos y fueron derrotados, pero disputaron la victoria. Eran una muestra del viejo

Ejército español, y demostraron lo que eran capaces de hacer. Fue un gran reto para

un ejército nuevo probar sus fuerzas, por primera vez contra tropas curtidas en la

guerra como eran las francesas [...]

Desprovisto de caballería, Blake se aventuró en terreno abierto contra 1.500 jinetes,

conducidos por el general Lasalle, uno de los mejores generales de caballería que

Francia jamás haya tenido [...]”108

Bailén (19 de julio de 1808)

Respecto a Bailén hay que reseñar que fue una batalla en la que la fortuna acompañó,

por una vez, a los generales españoles. El Cuerpo de Ejército francés del general

Dupont, fracasado en su misión de llegar a Cádiz, se retiraba hacia Despeñaperros

luego del saqueo de Córdoba. Dividido en su marcha en varios destacamentos, fue

rodeado por las tropas españolas de las Capitanías de Andalucía y Granada (compuestas

por soldados regulares).

Entablada la batalla entre dos fuerzas muy aproximadas en número y a pesar de la

inferioridad española en caballería, la artillería patriota consigue imponerse a la

francesa; las líneas españolas de infantería se ven libres así de su fuego y con la moral

intacta y perseverancia vencen todos los intentos franceses de abrirse paso hacia el

107 Sarrazin (1815) History of the War in Spain and Portugal, from 1807 to 1814 [London], p. 39. 108 Foy, M.; Ob. cit., pp. 277 –278. Se refiere a la carga de los dos batallones de granaderos reunidos de la 4ª División Portago.

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norte. Agotadas sus fuerzas, y llegado Castaños a la retaguardia de Dupont, los

franceses capitularán. En un primer momento, para evacuar España como en la

Convención de Cintra, pero al final las autoridades patriotas les mantendrán,

acertadamente, como prisioneros. Recluyéndoles después en el infierno de Cabrera.

Las Batallas de Gamonal (10 de noviembre de 1808), Espinosa de los Monteros, (10

y 11 de noviembre de 1808), y Tudela (23 de noviembre de 1808).

Tras la victoria en Bailén y la retirada de las fuerzas imperiales a la línea del río Ebro,

las fuerzas patriotas perderán dos meses preciosos para reforzarse y atacar de nuevo,

antes de la llegada de los refuerzos franceses con Bonaparte en persona.

Las discusiones políticas entre las Juntas Patriotas y las rivalidades y celos del

generalato español lo hicieron imposible. Cuando comience la contraofensiva de

Napoleón, los débiles y confiados Ejércitos españoles irán perdiendo, una a una, cada

batalla entablada. El Ejército de la Izquierda es derrotado el 11 de noviembre en

Espinosa de los Monteros, el de Extremadura lo es en Burgos el día anterior, el del

Centro es vencido en Tudela el 23 de noviembre, el de la Derecha, en Cataluña, en

Molins de Rey el 21 de diciembre, y, posteriormente, desecho del todo en Valls en

febrero. Por su parte, el Ejército de Reserva será destruido en la hecatombe de

Zaragoza, tras dos meses de asedio, gracias a otra nueva incompetencia, esta vez, de

Palafox.

A las puertas de Burgos, en el bosque de Gamonal, un intento del pequeño e

improvisado Ejército de Extremadura, al mando del conde de Belveder, para detener el

avance del mariscal Soult acaba en una completa derrota. Sólo hay que mencionar que a

los 958 jinetes españoles, los franceses, dirigidos por Lasalle, oponen nada menos que

4.253 veteranos cazadores a caballo y dragones. La mayoría de los soldados españoles

eran campesinos recién alistados, sin uniformar, mal disciplinados y adiestrados:

“Sólo habían llevado, desde su salida de Extremadura, un grande sentido patrio, de

defensa de la tierra que les había visto nacer, y tristemente [...] de su Rey”109

109 G. de Bartehèlemy, R. (1995) El Marquesito, Juan Díaz Porlier, General que fue de los Ejércitos Nacionales (1788 – 1815) [Santiago de Compostela], p. 45.

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De esta manera, en diciembre de 1808, Bonaparte, tras forzar el puerto de Somosierra,

logrará entrar en Madrid. La Corte, ciudad abierta y sin defensas, opondrá también (caso

único de entre las capitales europeas ocupadas por Bonaparte) una valerosa (y

condenada al fracaso) defensa durante los días 3 y 4 de diciembre. 110

Así, batidos y dispersos todos los ejércitos españoles, con el ejército auxiliar británico

del general John Moore (llegado tarde desde Portugal – y aquí vemos que no sólo los

ejércitos españoles eran lentos de movimientos -) reembarcado en Vigo y La Coruña,

todo parecía mostrar a Europa la derrota de España. Sin embargo, para sorpresa de

muchos, empezando por el propio Bonaparte, España y sus Ejércitos continuarían

luchando.

Al comenzar 1809, la situación de los Ejércitos españoles es desastrosa. Han dejado

de existir como fuerzas operativas. Sin embargo consiguen burlar el cerco francés y

retirarse al interior de España.

Durante estas apresuradas retiradas invernales, tanto el Ejército de la Izquierda de

Blake y La Romana, como el del Centro de Castaños, sufrirían un terrible desgaste al

ser emprendidas por terrenos montañosos para evitar a la caballería francesa (Cordillera

Cantábrica y Sistema Ibérico y Sierras de Cuenca).

Un testigo británico, el médico Henry Milburne, en su marcha de avance hacia León

desde La Coruña en diciembre de 1808, se encontró con varios destacamentos de

heridos españoles del Ejército de Blake en retirada:

“Encontré gran número de enfermos y heridos españoles en mi viaje desde La Coruña,

particularmente entre Lugo y Villafranca, acompañados por hombres armados en no

mucho mejor estado que aquellos a los que escoltaban. Los hombres y oficiales

exhibían una apariencia de miseria y fatiga extrema”111

También el capitán británico del ejército de John Moore, Alexander Gordon del 15º de

húsares, fue testigo del terrible estado de las tropas españolas, ahora ya al mando de La

Romana, cuando ambos Ejércitos se encontraron en Astorga:

110 García Fuertes, A. (2007) El Laurel y la Ceniza. De Bailén a la reconquista de Madrid por Bonaparte. Revista Madrid Histórico, nº 5, enero del 2.007 [Madrid]. 111 Milburne, Henry (1809) A Narrative of the retreat of the British Army under the commander of the sir John Moore in a letter adresed to the honourable lordviscount Castlereagh [ London ].

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“La ciudad, en efecto, se encontraba ocupada por las tropas del Marqués de La

Romana, por lo que nos resultó difícil encontrar alojamientos. Esta fuerza española

constaba de unos seis mil hombres en las condiciones más deplorables. Estaban mal

vestidos, muchos sin zapatos e incluso sin armas; una fiebre pestilente los diezmaba;

habían estado sin comer durante muchos días, y apenas tenían dinero [...] en casi todas

las casas de Astorga había alguno de ellos muerto o moribundo [...]

Por la noche uno de sus piquetes vino al patio de la casa que ocupábamos para

calentarse en una gran hoguera que habían preparado nuestros húsares. Hablé con

alguno de los soldados; mostraban signos de desnutrición y agotamiento; decían no

haber comido durante tres días, y cuando les dimos los restos de nuestra comida y

dinero para comprar vino, sus expresiones de gratitud fueron muy grandes.”112

En estos testimonios suelen pararse la mayoría de los historiadores británicos a la hora

de enjuiciar la pretendida falta de combatividad de las fuerzas españolas en aquellos

meses. Habría que recordar que cuando el general Moore inicia su retirada desde

Sahagún, después de la victoria en Bailén los Ejércitos españoles habían librado ya más

de seis batallas en solitario contra lo mejor del Ejército Imperial, con Bonaparte al

frente (Zornoza, Balmaseda, Espinosa de los Monteros, Gamonal, Tudela, Molins de

Rey…), siendo derrotado en todas ellas, pero evitando ser cercados y rendidos.

En particular, las tropas del Ejército de la Izquierda, que los británicos contemplaban

en Astorga, habían librado en el espacio de cinco meses otras tantas batallas, sin

conseguir vencer en ninguna. Lo admirable hubiera sido el pensar que tras la primera en

Medina de Rioseco hubieran podido seguir buscando al enemigo, empujándole (durante

el verano de 1808) hasta Vizcaya, para seguir presentándole una tras otra batalla.

Así pareció percibirlo otro testigo británico en Astorga, el sargento Anthony Hamilton

del 43º de Infantería Ligera:

“Se debe también recordar que este valiente y sufrido grupo aguantó sus innumerables

privaciones con estoica paciencia; que constantemente mostraban, incluso en la más

profunda adversidad, un coraje y devoción completos a la causa por la que luchaban,

por la que estaban dispuestos a sufrir y a derramar su sangre”.113

112 Gordon, A. (1990) A Cavalry Officer in the Corunna Campaing, 1808 – 1809. The Journal of Captain Gordon of the 15th Hussars. Felling, [ Worley ]. First published 1913. 113 Hamilton, Anthony (1998) Hamilton´s Campaing with Moore and Arthur Wellesley during The Peninsular War”. By The Serjeant Anthony Hamilton. New York 1847 [Spellmount], p. 40.

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Esta penuria y desabastecimiento de suministros se siguió repitiendo durante toda la

guerra. Dos años después en Badajoz, el autor del famoso, ”El Duende de nuestros

Ejércitos descubierto por un buen patriota”, exclamaba:

“Por más valiente y disciplinado que sea el soldado, jamás peleará con valor sino está

bien vestido y alimentado [...] Es un dolor ver que los defensores de nuestros derechos,

nuestros bienes y nuestras vidas, esos mismos que con sus pechos sirven de muralla

contra la rapacidad de un enemigo feroz, se hallan sumergidos en la más humillante

miseria. ¡Qué entusiasmo ni qué valor tendrá un hombre hambriento, desnudo y

envilecido!”114

Por otra parte, en Navarra, había tenido lugar, el 23 de noviembre la gran batalla de

Tudela entre las fuerzas españolas del general Javier Castaños y las imperiales al mando

del mariscal Lannes, que acaba en la previsible derrota para el Ejército del Centro. 115

Incapaz de socorrer a Madrid, con un ejército hambriento y desmoralizado, el paciente

y hábil Castaños conseguirá librarlo de caer prisionero de las tradicionales maniobras de

flanqueo del ejército imperial. El general español consigue retirarse hacia Calatayud y

Sigüenza ante la presencia de Ney, Lannes y el propio Napoleón en persona. A pesar de

ello, Castaños es culpabilizado de la derrota y destituido del mando del Ejército por la

Junta Central el 29 de noviembre.

Toma el mando el duque del Infantado. La revista que hace de sus tropas en la

mañana del 4 de diciembre no puede ser más descorazonadora para los jefes españoles:

“Vi un Ejército destrozado, y unas tropas que presentaban el aspecto más lastimoso.

Unos descalzos enteramente, otros casi desnudos y todos desfigurados, pálidos y

debilitados por el hambre más canina (hubo muchísimos que en ocho días no vieron el

pan; y llegó la miseria y el hambre a tanto, hasta la entrada en Guadalajara, que

fueron demasiados los que en los caminos y montes quedaron muertos de hambre),

114 Anónimo (1810) El Duende de nuestros Exércitos descubierto por un buen patriota [Badajoz], Imprenta del Gobierno (16 páginas). Ambos en: García Fuertes, A (1999 y 2000) Recuerdos y Memorias de la Independencia. Los Soldados Británicos del General Moore en Astorga y el Reino de León, 1808”. Contiene el extracto de siete memoriales de oficiales y soldados británicos del Ejército de los generales Moore y Baird, en su campaña por las tierras de León de septiembre a diciembre de 1808. Revista ”Astórica”, Números 18 (1.999) y 19 (2.000), Centro Marcelo Macías [ Astorga ]. 115 Sañudo Bayón, J.J., Vela Santiago, F. (1999) La batalla de Tudela, 23 de noviembre de 1808 [Madrid].Revista Researching&Dragona, nº 9, octubre 1999, pp. 82 – 108.

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parecían más bien cadáveres ambulantes que hombres dispuesto a la defensa del patrio

suelo “.116

La situación de indisciplina y desmoralización de las tropas había llegado a tal

extremo que Castaños hubo de defenderse en un Consejo de Guerra de las acusaciones

de traición hechas por sus propias tropas. Afortunadamente en los meses posteriores

pudo restablecerse la situación. Castaños se defendió así:

“La voz Traición ya no significa lo que antes: traidor es un General que no ataca

cuando se le antoja a un soldado o a un cualquiera que está a doscientas leguas del

enemigo, traidor si se retira el Ejército que va a ser envuelto; traición se dice si alguna

vez falta pan al soldado; traición si el enemigo ataca, porque se supone ha sido avisado

por el general en jefe para entregarle el Ejército, y traidores todos los jefes si se pierde

una acción. Por este mismo estilo son traidores los Alcaldes, las Justicias, los

Magistrados y el Gobierno, si se oponen, no apoyan al capricho de cualquiera que por

malicia, enemistad o venganza levanta esta voz contra otro”117

La Campaña de 1809. Esperanzas y nuevas Derrotas, batallas y asedios. “Si estos hombres hubieran sabido batirse como sabían morir, no habríamos traspasado tan fácilmente los Pirineos” (Albert de Rocca, oficial del 2º de húsares, 1814)

A pesar de todo, España resiste animada por la expulsión de la montañosa Galicia de

dos Cuerpos de Ejércitos Imperiales al mando de los mariscales Soult y Ney en la

primavera de 1809. Los franceses serán derrotados por las acciones combinadas de

guerrilla popular y pequeñas ofensivas de las recuperadas fuerzas regulares de La

Romana. Los británicos mandan nuevos refuerzos al norte de Portugal que es liberado

de nuevo de la presencia francesa.

116 Infantado, Duque de (1809) Manifiesto de las Operaciones del Ejército del Centro (3 de diciembre de 1808 a 11 de febrero de 1809) [ Sevilla ]. Pp. 16 – 18. (Pedro Alcántara de Toledo y Salm (1773 – 1841), XIII Duque del Infantado. 117 VVAA (1809) Reales Ordenes de la Junta Central Suprema de Gobierno del Reino y representaciones de la de Sevilla y del general Castaños acerca de su separación del mando del Ejército del Centro con las demás contestaciones que ha producido este asunto [ Sevilla ], p. 70.

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Sin embargo, a pesar de todo, 1809 veremos que acabará con peores resultados que el

mismo año anterior. El Ejército español reemprende en 1809 la lucha en solitario y las

derrotas se suceden en el nuevo año:

El nuevo 1º ejército de la derecha es deshecho en Valls en abril muriendo su

general al mando de Teodoro Reding. El 2º Ejército, al mando de Blake consigue

una meritoria victoria en Alcañiz el 23 de mayo, pero es derrotado a posteriori en

María, 15 de junio y en Belchite tres días después dispersándose totalmente.

El ejército de la Mancha al mando de Javier Venegas, tras ser incapaz de colaborar

con Cuesta y Arthur Wellesley en la campaña de Talavera, es derrotado en

Almonacid el 11 de agosto, y luego deshecho totalmente en Ocaña el 19 de

noviembre. Andalucía queda abierta a la libre invasión de las fuerzas imperiales.

El ejército de la izquierda, al mando ahora del duque del Parque, tras conseguir

expulsar de Galicia a los Cuerpos de Ejército de Ney y Soult, logra una brillante

victoria en Tamames el 18 de octubre, y arrollar de nuevo a los imperiales días

después en Medina del Campo el 23 de noviembre, pero, escaso de caballería es

derrotado en Alba de Tormes cinco días después, dispersándose la mayor parte de

sus fuerzas.

Ya en la acción de Medina del Campo la caballería española había sido arrollada por

la francesa, salvándose la jornada gracias a la serenidad y valor de la Infantería. Como

ya hemos apuntado, el mariscal de campo Francisco Javier Losada (comandante de la 1º

división del ejército de la izquierda) informó días después al capitán general de Galicia

(Nicolás Mahy) tras la derrota:

“Todo el Exército insulta a la Caballería, y hasta los mismos franceses han dicho a las

guerrillas de Infantería: - Ya sabemos que son valientes, no os expongáis que vuestra

Caballería no os ha de socorrer“118

118 IHCM, CDB, 1809, carpeta 12.

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72

Por su parte, el general Cuesta, que había sido arrestado del mando por la Junta

Suprema Central, es repuesto al mando del Ejército de Extremadura, disperso tras la

derrota de Gamonal. En pocas semanas conseguirá reconstituirlo, con muy pocos

medios, llevándolo al combate en busca de otra ”batalla decisiva”, cuya victoria, por

muy poco, no podrá conseguir. En la batalla de Medellín, la infantería ligera española

aprendió la lección de los meses pasados, hasta el extremo de conseguir empujar a los

voltigeurs imperiales contra sus líneas (19 de julio de 1809).

Más numeroso en su infantería, aunque poco adiestrada, Cuesta plantea una batalla de

envolvimiento que consigue hacer retroceder a las fuerzas francesas de Víctor. Al final,

la debilidad de su caballería, de nuevo, le lleva a una sangrienta derrota en la que el

mismo será herido.

En una carta interceptada a un oficial del estado mayor del general Víctor, luego de la

batalla, se podía leer:

“En Medellín hemos tenido últimamente una función magnífica. El general Cuesta, que

es el mejor general de los españoles, vino a presentarnos la batalla. Trabada la

acción, logró Cuesta con sus maniobras flanquearnos el ala izquierda en la extensión

lo menos de un cuarto de legua, y habiéndonos hecho cejar hasta el río, estaba ya para

apoderarse del puente, con lo cual nos hubiera cortado la retirada, tomándonos la

artillería y derrotado completamente nuestro ejército. Pero nuestro general Latour –

Maubourg, aventurando el todo por el todo, hizo entonces cargar su caballería sobre la

línea enemiga, que avanzaba en el mejor orden posible, acribillándonos a descargas de

metralla y fusilería. A veinte pasos estábamos ya, y ellos con bayoneta calada

esperándonos a pie firme, cuando su caballería que estaba en columna cerrada detrás

de ellos para sostenerlos, dio una media vuelta, la infantería empezó a replegarse, y

desde entonces todo fue una matanza continua hasta la noche.”119

El oficial de húsares francés Rocca, presente en la batalla de Medellín, rindió

homenaje a unos enemigos capaces de recuperarse rápidamente de semejante derrota:

119 García de la Cuesta, G. (1811) Manifiesto que presenta a la Europa el Capitán de los Reales Egércitos Don Gregorio García de la Cuesta, sobre sus operaciones militares y políticas desde el mes de junio de 1808 hasta el día 12 de agosto de 1809 en que dejó el mando del Egército de Extremadura”. [ Palma de Mallorca ], p. 50, nota nº 1.

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“El gobierno español no se dejó, sin embargo, abatir por tan grandes reveses. Como el

senado romano, que, después de la batalla de Cannas, dio las gracias al cónsul Varrón

por no haber desesperado de la salvación de la república, la Junta de Sevilla declaró,

por un decreto, que Cuesta y su Ejército habían merecido bien de la Patria, y les otorgó

las mismas recompensas que si hubiesen sido vencedores [...] Quince días después de la

derrota de Medellín, el ejército español, repuesto de sus pérdidas, y con cerca otra vez

de 30.000 hombres, vino a ocupar delante de nosotros los pasos de las montañas”120

Por su parte, en la batalla de Almonacid del 11 de agosto de 1809, sucede otro tanto.

El Ejército de la Mancha al mando del general Venegas, tras fracasar en su cooperación

con Cuesta y Arthur Wellesley en la campaña de Talavera, será también batido por los

imperiales. Se vuelven a repetir los errores de base que llevan a una nueva derrota. Así

lo certificaba años después en sus ”Recuerdos” el coronel Pedro Agustín Girón presente

en la misma:

“Los enemigos, ocupadas las Alturas de la izquierda, nos habían tomado ya el flanco, y

marchaban por el llano para envolvernos. Un general hábil y acostumbrado a mandar

en medio del conflicto de las batallas, hubiera podido hacer aún muchas cosas, y de

contado un cambio de frente a retaguardia sobre el ala derecha, pero ni nuestros

generales ni nuestras tropas saben maniobrar, y no culpo al bizarro general Venegas

de no hacer lo que nadie le había enseñado ni sabía, pero el hecho es que no hizo nada

[...] En general hubo valor, pero faltó la dirección, o más bien el hábito de mandar

grandes masas.”121

Igualmente, se repitió una rápida retirada que evitó la persecución y cerco francés

pero que degeneró en otra dispersión generalizada:

“ [...] Todo iba bien: las tropas marchaban con orden, y se podría llamar a aquella

operación una verdadera retirada; pero como el calor era excesivo, así que, no

siguiéndonos ya de cerca los enemigos, llegamos a un paraje donde había agua, como

a dos leguas del campo de batalla, no hubo posibilidad de contener al soldado, y allí

120 Idem, p. 102. 121 Girón, P. (1978) Recuerdos, 1778 - 1837 [ Pamplona ]. Tomo I, p. 252.

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empezó una dispersión o retirada en desorden que son las geniales a los españoles y

quedó muy poca gente en las banderas de todos los batallones”

A ella siguió, según Girón, otra rápida concentración y recuperación de las tropas

españolas, para consternación de los generales y soldados franceses. Si era

relativamente fácil derrotar a campo abierto al Ejército español, era muy difícil

destruirlo del todo:

“El efecto moral de este descalabro no fue tan funesto como era de temer; las tropas

creyeron que otra vez podrían batir al enemigo; y los pueblos también; y no hubo nada

perdido salvo los hombres que quedaron allí; pero en esta especie de guerra, nadie se

paraba en esto, ni el gobierno, ni los pueblos; el objeto de todos era vencer, y echar de

España a los franceses, sin reparar en lo que nos costase.”

Respecto a los famosos asedios a ciudades, hay que anotar que los mismos (Zaragoza

y Gerona principalmente entre 1808 y 1809), si bien, retuvieron tropas francesas en el

norte de España, y supusieron notables inyecciones de moral y gran crédito para la

causa patriota dentro y fuera de España (hasta el extremo de convertirse en mitos),

desde el punto de vista militar fueron rotundos desastres que pusieron fuera de combate

a miles de escasos soldados instruidos de los que no se podía prescindir.

A pesar de la leyenda, la mayor parte de los famosos defensores y caídos en el

segundo Sitio de Zaragoza eran soldados y oficiales del ejército regular. En los débiles

muros de aquella ciudad hallaron la capacidad táctica para resistir a los franceses que su

falta de instrucción y medios les impedían desarrollar, las más de las veces, a campo

abierto:

“Si Zaragoza resistió 62 días en medio de las tristes ocurrencias que la oprimieron

dentro de su recinto, bien podrá graduarse su constancia [...] Más de 30.000 soldados,

la flor de nuestros Ejércitos, 160 piezas de artillería, sesenta mil fusiles, todo se perdió

en Zaragoza. Quinientos oficiales yacen bajo aquellas ruinas venerables.

Tantos sacrificios [...] libraron de la invasión enemiga las provincias meridionales de

España”.122

122 VVAA (1809) Semanario Patriótico, nº XXX, Jueves 17 de agosto de 1809 [ Sevilla ].

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Algunos autores certifican que el Ejército español contabilizó unas bajas de unos

106.000 soldados, jefes y oficiales muertos sólo en sitios y asedios de ciudades durante

el conflicto (Zaragoza, Gerona, Badajoz, Tarragona, Ciudad Rodrigo, Astorga,

Valencia, Tarifa…). En contraposición, “apenas”, sufrió 80.0000 muertos en batalla.123

El comportamiento táctico del Ejército español en combate (1808 – 1809)

Para valorar este importante factor, vamos a acudir a un pequeño y valioso

documento, redactado e impreso, durante la retirada del ejército de la izquierda, en

noviembre de 1808, por uno de sus más famosos y valiosos jefes de estado mayor, el

teniente coronel Juan José Moscoso 124. En el mismo, este militar intentaba trasmitir a

sus compañeros, tras las sangrientas experiencias extraídas después de cuatro batallas

habidas contra los franceses (Medina de Rioseco, Zornoza, Valmaseda y Espinosa de

los Monteros), todas las deficiencias que las tropas españolas habían de subsanar para

evitar nuevas derrotas:

“He visto a nuestras tropas batirse con el mayor ardimiento; pero batirse, por falta de

práctica, con no suficiente conocimiento; sin saber oponer sus fuerzas del modo

conveniente, necesario, igualando las situaciones; las he visto presentar siempre su

pecho descubierto, su cuerpo todo a quien cauteloso, más experimentado no adelantaba

sino ligeros brazos sin ofrecer objeto. Este ha sido el mal”

Ante la táctica francesa de avanzar en columnas precedidas de fuertes líneas de

tiradores, ”siempre desparramados y sin ofrecer masa notable”, que van fijando y

flanqueando a la línea de batalla española, y dañando sus grandes masas con un fuego

certero, la táctica española propia de la infantería prusiana de Antiguo Régimen

presentaba una respuesta inadecuada:

123 Casinello, A. (2006) El Primer Ejército,Congreso Internacional, Ocupación y Resistencia en la Guerra de la Independencia (1808 – 1814), [ Barcelona ]. Tomo II, pp. 671 - 702. 124 Moscoso y Sequeira, J.J. (1808) Avisos Militares al Exército de la Izquierda para la presente Guerra, escritos por el primer Ayudante General D. J. M., Teniente Coronel y Capitán del Real Cuerpo de Artillería, después de la retirada del Exército sobre León en Noviembre de 1808.[Oviedo], por Don Josef Díaz Pedregal y Peón, Impresor del Principado, 20 p..

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“Nuestra divisiones forman en batalla (línea) para recibir a los enemigos; adelantan

sus guerrillas en corto número, no bien manejadas, sin caja ni corneta para entenderse,

y en vez de sostenerse se baten en regla contra los que se adelantan y en lugar de ser

reforzadas continuamente de las reservas que deben de dejar siempre detrás, se

repliegan a corto tiempo sin ningún género de orden, en absoluta dispersión, sin cuidar

de su colocación en los claros de los Batallones, o a retaguardia de ellos, a fin de

reunirse y volver a cargar por donde y cuando convenga”

La escasez de tropas de infantería ligera de cobertura deja siempre a las líneas

españolas en desventaja frente a los franceses en todos los combates trabados. Además,

y a pesar del valor y coraje empleados, la falta de instrucción y órdenes precisas de las

tropas ligeras merman su rendimiento final:

“Por desgracia se ha introducido el abuso de retirarse a voluntad, sin volver más al

fuego, creyendo haber llenado su deber con haber abierto la acción, batiéndose delante

de sus divisiones, abandonándolas, algunas veces, totalmente después”

En unas breves líneas, traza Moscoso la secuencia modelo de combate habido en,

prácticamente, todas las batallas trabadas con las fuerzas imperiales; la mayoría de ellas

siempre perdidas:

“Inmediatamente rompe el fuego la línea de batalla sobre un puñado de hombres, sin

poder ofender la columna enemiga que se mantiene fuera del alcance, o dentro con

poco riesgo, pues presenta poco frente. Las punterías por esta razón no son acertadas,

y por carecerse absolutamente de la práctica de tirar al blanco, las municiones se

consumen inútilmente, porque se tira antes de tiempo; las armas se calientan, y

disminuyen sus alcances; las piedras se rompen; los tiros van faltando, y entretanto, la

columna enemiga sin pérdida y sin hacer fuego se va acercando; las municiones

empiezan a escasear, crece ya el número de muertos y heridos; y las tropas sin conocer

su clarísimo error, es preciso que empiecen a vacilar, y sea muy difícil contener su

retroceso y desorden”

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El memorial para la reforma militar del ejército, redactado por el ayudante 1º de estado

mayor, Antonio Puig, en Baza el 1 de agosto de 1811, tras tres años de guerra, es muy

revelador del estado operativo del ejército real español al comienzo de la guerra de la

independencia:

“¿Cuántas veces mayor número español con tanto o más valor individual, ha sido

vencido, envuelto y derrotado por menores fuerzas enemigas?¿ en qué consiste pues

que en acciones de guerrillas en que hay poco que discurrir y el valor es quien tiene la

mayor parte, salen siempre vencedoras nuestras tropas? La razón es bien clara; en que

no sabemos manejar con oportunidad las grandes masas. Escogemos una posición, el

enemigo la reconoce, y con la experiencia que tiene advierte donde está su débil. Nos

aparenta unos movimientos, hace otros con la facilidad que le presta su práctica, y

nosotros no sabemos ya menearnos ni cuales nos conviene hacer; de aquí resulta que, a

poco tiempo nos envuelve un flanco, nos toma una altura próxima, y muchas veces nos

bate sin ser batido, de aquí el desorden y la desconfianza, y la desunión, el enemigo lo

espera, lo advierte, aprovecha el momento de cargarnos y, mientras unos a otros nos

preguntamos que se hace, nos vemos sin saber cómo, derrotados”125

A pesar de las afirmaciones del ayudante Antonio Puig, Moscoso advierte en sus

Avisos, de la necesidad de contar con más tropas instruidas en combate de guerrillas se

muestra como de una urgencia ineludible. El viejo modelo orgánico de la división

española con batallones separados de infantería de línea y de ligera, se muestra ya

inoperante:

“Además de los dos batallones ligeros que ordinariamente tiene cada división es

indispensable en el modo actual de hacer la guerra (la mayor parte en forma de tropas

ligeras) que cada Batallón tenga ejercitada una compañía o mejor todas, para hacerlas

alternar en este servicio, tanto para el orden general de la batalla, como para cuando

tiene que trabajar solo en acciones particulares”

125 IHCM, CDB, Año 1811, carpeta 89, Memorial de reforma del ejército redactado por el ayudante 1º de estado mayor, Antonio Puig, Baza, 1 de agosto de 1811.

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Igualmente, se constataba la necesidad de destinar hombres jóvenes a los cuerpos de

infantería ligera, y el mejoramiento de su instrucción, pues su utilización habitual en

épocas de paz como cuerpos de policía armada, relajaban su disciplina:

“En las tropas ligeras el hombre que llega a los cuarenta años, si no está inútil ha de

considerarse pasado para continuar el servicio activo en esta clase de batallones y, por

consiguiente, de esta edad deben pasarse a los regimientos de línea […]

Estas tropas hacen un servicio activo diferente de las de línea. Sus oficiales, soldados,

vestuarios y armamento no pueden durar tanto como en estas; empleados durante la

paz en la persecución de contrabandistas y malhechores se habitúan a un género de

vida contrario a la disciplina militar, los oficiales bajo este sistema no pueden tener

aquella instrucción que corresponde a las circunstancias […] estos cuerpos que nunca

ven reunidos en banderas a todos sus individuos, carecen de instrucción y de otras

muchas cualidades que no se adquieren sino con la sujeción del cuartel y a la vista de

sus jefes”126

Otro joven mando español, el teniente coronel Javier Cabanes, manifestó también

por escrito en esas semanas, a sus compañeros de milicia, las razones de tantas derrotas:

“Siendo nuestras tropas bisoñas y mal organizadas, fue un error presentarlas a un

enemigo, cuyos ejércitos tienen la mejor disciplina, y cuyos generales cuando no fuese

sino a fuerza de experiencia, deben conocer a fondo el arte de mover las grandes masas

y el sistema de las líneas de operación [...]”127

José Moscoso acaba su impreso certificando la necesidad de modificar los métodos de

adiestramiento de las tropas, fijando en seis puntos todo aquello que se había de mejorar

a toda costa:

“La instrucción de los reclutas, de los conscriptos de los ejércitos debe arreglarse y

acomodarse a las circunstancias; el rigor y la prolijidad, la precisión en los

movimientos, evoluciones y manejo del arma pertenecen al tiempo de paz y

tranquilidad. En tiempo de guerra, en situaciones en que los sucesos se alcanzan unos a

126 Baldovín Ruiz, Eladio, Pensamiento militar del general Castaños…Ob. cit., p. 51. 127 Cabanes, F.J. Historia de las operaciones [...] , Ob. cit., p. 79.

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otros, y apenas puede haber lugar para la reunión y organización general de los

Ejércitos es de absoluta imposibilidad el seguir el mismo sistema [...] reducidos

únicamente, a la carga con viveza, a la puntería con firme certeza, y al conocimiento de

las distancias al poco más o menos a que puede y debe tirar alto, bajo o apuntando al

centro del objeto”

Dicha realidad estaba muy presente en las mentes y actitudes de reforma de la

enseñanza castrense, de muchos de los militares más ilustrados y mejor formados del

Ejército español:

“Ustedes mismos que la mayor parte han presenciado con tanto honor acciones ya

parciales, ya generales, ¿cómo podrían dudar de esta verdad ? Ustedes, pues, deben

ser testigos de que la excesiva distancia, por ejemplo, en que operen las guerrillas

respecto a sus masas, hace que aquellas no puedan llenar su objeto de despejar el

terreno, avisando con oportunidad a los cuerpos a que pertenecen, para que prevengan

sus operaciones.

Habrán vds. visto muchas veces que por no haberse verificado un despliegue a

tiempo, ha entrado la confusión y el desorden. En cuantas circunstancias habrán vds.

notado que por no poder obrar la caballería con oportunidad, ya por su distante

posición, ya por la calidad del terreno en que debiera haber maniobrado, se han

ocasionado mil desastres a nuestros compañeros de armas? [...] ¿Cuántos de vds.

habrán sido testigos de que una orden mal entendida o mal ejecutada por un solo

subalterno, ha cubierto de luto los campos que deberían haber quedado sembrados de

laureles [...]”128

El resultado final de la acción o de la batalla, era la derrota, el baño de sangre, la

dispersión de las unidades, la petición de responsabilidades y la búsqueda de culpables:

128 Palabras del coronel director, Francisco Serrrach, del Real Colegio Militar de Santiago de Compostela a sus cadetes, el día de la inauguración de su primer curso, 27 de julio de 1812. Clonard, Conde de (1854). Memoria Histórica de las Academias y Escuelas Militares de España [...] Ob. cit., p. 125 - 126. El Real colegio Militar de Santiago estuvo en funcionamiento hasta el 12 de febrero de 1818.

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“El cobarde huye, el valiente o muere o se desespera, el sabio se aburre, y se retira, el

Pueblo se irrita, y con razón, y el Gobierno se cansa, en vano, de buscar quien tiene la

culpa”129

Por desgracia, en plena guerra, y con un Gobierno Patriota en permanente estado de

bancarrota económica, eran muy difíciles de conseguir los medios para poner remedio a

tales males. No obstante, en el seno de los futuros 6º y 4º Ejércitos españoles que

actuaron durante la guerra en el noroeste peninsular, en los años venideros, Moscoso y

los diversos Comandantes en Jefe bajo los que sirvió (Romana, Mahy, Santocildes,

Castaños y Freyre), conseguirían aplicar bastantes de estos preceptos. El resultado se

vería en las brillantes actuaciones de las tropas españolas en las batallas de San Marcial

y Toulouse en 1813 y 1814 respectivamente.

Enseñanzas y autocrítica de los mandos españoles.

A finales de 1809 un ominoso futuro parecía cernirse sobre la causa patriota. Tras el

espejismo de Bailén las derrotas se habían sucedido para los Ejércitos españoles. Con

toda lógica, la guerra ya se había perdido dos veces: la primera en el invierno de 1808,

la segunda tras la infructuosa campaña de Talavera, con la nueva retirada de los

británicos hacia Portugal, y la derrota del último gran Ejército español en Ocaña el 11

de noviembre (acompañada días después por la de Alba de Tormes) que dejaba abierta

la invasión de Andalucía.

Lo sensato hubiera sido pedir la paz, así lo hicieron rusos, austriacos, prusianos…

Pero la nueva Nación que nacía y su Ejército no se rindieron y siguieron combatiendo.

Este era el pequeño aspecto positivo en medio de tantos desastres:

“Si la fiera tenacidad y la delirante ambición de Bonaparte no le alucinasen echaría de

ver, desde luego, la imposibilidad de sujetar a España. Con una batalla dio la ley a la

Prusia; con otra atrajo a su partido al incauto Bonaparte de la Rusia; otra destrozó al

Austria, precisándola a firmar una paz vergonzosa, y todo fue obra de pocos meses.

129 IHCM, CDB, Año 1811, carpeta 89, Memorial de reforma del ejército...Ob. cit..

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Hace dos años que sus tropas están en España, donde entraron con astucia; han

ocupado con viles artificios las plazas fuertes de nuestra frontera y el Portugal, y nos

han ganado veinte y dos o veinte y tres batallas, cada una de las cuales hubiera

obligado a cualquiera otra potencia a someterse. ¿Y qué ha adelantado con esto

Napoleón? Perder 150.000 hombres, que no es fácil pueda reemplazar y hallarse en el

mismo estado, o peor, que cuando la Nación se declaró contra él.

Mientras tanto nuestros oficiales adquieren experiencia; los soldados se hacen

aguerridos; y nuestros ejércitos toman consistencia, mejoran su organización y se

perfeccionan. Conseguido esto, ¿qué será de los franceses, si derrotados tantas veces

han adelantando tan poco?, ¿qué sucederá cuando nosotros los derrotemos dos o tres

veces?130

A comienzos de 1810 era ya aceptado por la mayoría de los generales españoles,

incluido el propio Cuesta, el gran error cometido en querer ganar la guerra con la

búsqueda de nuevas batallas decisivas como la de Bailén:

“El frenesí de querer dar batallas ha sido general hasta ahora entre nosotros; pero es

forzoso que confesemos que para una operación de esta clase sabemos aún muy poco el

oficio, y nuestra tropas no tienen aún toda la organización y disciplina que son

necesarios.”131

A partir de 1810, tras el gran desastre de Ocaña, los generales españoles renuncian a la

estrategia de dar grandes batallas. No desaparece el Ejército español, como falsa y

repetitivamente escriben memorialistas y pretendidos historiadores. Al contrario,

multiplica su actividad en una guerra de maniobras, pequeñas acciones y desgaste, a la

espera de ganar tiempo para reconstituir sus Ejército e instruirlos mejor. La nueva

derrota cosechada el 25 de octubre de 1811 por Blake en Sagunto, que llevó a la caída

de Valencia, no hizo sino reforzar esta convicción.

Por aquellas fechas (el 27 de noviembre de 1811) el comandante en jefe británico del

ejército anglolusitano, Arthur Wellesley, expresaría su preocupación al secretario de la

guerra de su gobierno, el conde de Liverpool:

130 Anónimo (1810) El Duende de nuestros Exércitos [...] Ob. cit., p. 3. 131 Idem.

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“Los españoles deberán la pérdida de otro reino […] al insaciable deseo de entablar

batallas campales con tropas indisciplinadas dirigidas por oficiales inexpertos”132

Sin embargo, se ha afirmado también, que lo españoles tuvieron que combatir en

muchas ocasiones en situaciones desesperadas (a sabiendas de que se iba a ser

derrotado) bajo las órdenes estrictas de sus autoridades políticas acuciadas en la defensa

de territorios y ciudades de las que dependía el crédito de la causa patriota y, aún la

mera subsistencia material de las tropas nacionales.133

Cuando llegase el momento de librar nuevas batallas decisivas, éstas habrían de darse

en conjunción con las fuerzas de Arthur Wellesley. Así lo defendieron, y llevaron a la

práctica, generales prudentes como Castaños y La Romana.

Las fuerzas patriotas, tanto del Ejército Regular como de las partidas de Guerrilla,

pasarían a concentrase en librar un nuevo tipo de guerra, menos vistoso, de resultado

más largo, pero también más seguro: debilitar al enemigo atacando pequeños

destacamentos y dificultando las comunicaciones, el cobro de impuestos y requisiciones

de víveres. Una nueva guerra sin grandes batallas campales. Así lo certificaba en

Asturias general Pedro de la Bárcena:

“No me meto a farolero porque la experiencia me ha enseñado que no nos conviene

obrar sin probabilidades de ventaja. En efecto, los soldados entran bien en una acción

que acaba pronto, pero si encuentran una resistencia que exceda de hora y media, no

tienen la constancia necesaria para continuar; si algunos reculan un paso, todos siguen

su ejemplo y retornan pronto a sus casas. Lo que es necesario, en mi opinión, es enviar

partidas sacadas de los cuerpos de ejército y mandadas por oficiales experimentados,

con órdenes de efectuar marchas rápidas, de atacar por sorpresa los lugares en donde

más confiado se halle el enemigo, sin pensar en un peligro próximo, y volver

enseguida”134

Las tesis defendidas por La Romana o Castaños llevaron a plantear, pues, una guerra

de pequeñas acciones y desgaste, esperando ocasión favorable para plantear “batallas

decisivas”, en las que sólo la asistencia de las fuerzas aliadas de Arthur Wellesley (al

132 Esdaile, Ch. (2004) La Guerra de la Independencia…Ob. cit., pp. 424 y 425. 133 Albi de la Cuesta, J. (2002) Guerra de la Península y de la Independencia…Ob. cit., pp. 98 – 115. 134 Fugier, André (1931) La Junta Superior de Asturias y la invasión francesa (1810 – 1811), 2 vols. [Oviedo]. Vol. I, p. 53.

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que necesariamente se tuvo que dejar la iniciativa estratégica), daban posibilidades

reales de victoria.

Así lo argumentaba La Romana a su subordinado Nicolás Mahy desde Oviedo en abril

de 1809, en plena sublevación gallega contra las fuerzas de Ney:

“Amigo Mahy [...] crea que uno, aunque poca, tiene alguna experiencia de la guerra

y ha leído y meditado sobre ella; esos vapores de atacar sin calcular los medios y tener

asegurada la probabilidad de la victoria, no deben escucharse, ni darles mérito; y no

haremos poco si empleando con oportunidad nuestras pocas y miserables fuerzas

logramos embarcar al enemigo en La Coruña. Yo creo que Vd se persuadirá de la

sinceridad de mis sentimientos [...] y que procuraría por todos los medios disipar todas

las habladurías del Ejército, sobre si avanzamos u si no avanzamos, acuérdese Vd. de

Fabio Máximo que nunca se atrevió de presentar batalla ni a descender en llano,

provocado por Aníbal; le cubrieron de dicterios, pero salvó a Roma”135

Conclusiones al capítulo I.

“Nuestras banderas tremolaban al fin sobre ellas, con espanto de todo el Imperio […] Nosotros tuvimos la gloria de ser los primeros que le pisamos, bastante antes que los formidables Ejércitos Aliados del Norte, habiendo metido en él la guerra […] los que por tanto tiempo llamó brigands. Loor eterno a los bravos españoles, que no impunemente se les ultraja, y a sus aliados, los ingleses y portugueses, las mejores tropas del mundo” (Matías Lamadrid. Las tropas españolas cruzan el Bidasoa combatiendo y coronan las primeras colinas de Francia, 7 de octubre de 1813)

Con la historia de aquel conflicto en perspectiva, podemos afirmar que el Ejército

español llevó la mayor parte del peso de la Guerra en España (muy por encima de las

tropas británicas o portuguesas). No se trata aquí de restar méritos a nadie, sino de

reivindicar aquellos que siempre se han sustraído a las fuerzas regulares españolas. Ya

hemos establecido que sin la conjunción de los tres ejércitos aliados y la guerrilla, el

resultado de la guerra hubiese estado más indeciso.

135 Instituto de Historia y Cultura Militar, Madrid, Colección ”Duque de Bailén”, Caja 9, Legajo 12, Carpeta 45, doc. nº 22. Año de 1809.

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De especial gratitud histórica debe ser para los españoles la decisión portuguesa de

seguir combatiendo en España cuando Portugal ya se había visto liberada de los

imperiales en 1811. Gratitud devuelta, sólo en parte, con la heroica resistencia de

Ciudad Rodrigo y Astorga en 1810, cuyos sitios dieron tiempo a preparar las defensas

de Torres Vedras y salvar a Portugal.

Recapitulando y sin contar los sitios y asedios, de las 22 batallas libradas durante la

Guerra de la Independencia, los españoles combatieron solos en 15, perdiendo 11 y

ganando 4 (Bailén, Tamames, Alcañiz y San Marcial)136.

Por otra parte, de los 45 grandes combates y acciones habidos durante aquellos seis

años, el Ejército español luchó en solitario en 30, perdiendo 20 y ganando 10. Ningún

otro ejército europeo tuvo tal capacidad de resistencia ante tal número de reveses, sin

perder el ánimo y siguiendo combatiendo, sin pensar nunca en la rendición o el

armisticio. Ello es un hecho.

Ante la superioridad francesa las tropas españolas acuden a la dispersión generalizada

tras las batallas, para volver a reconstituirse una y otra vez. El Ejército español será

abastecido y sostenido por los suministros británicos, y reforzado tras las líneas

francesas, por numerosos contingentes de guerrillas, militarizadas la mayor parte de las

dignas de tal nombre. Las mismas, a finales de 1812, el gobierno español las llegó a

contabilizar en unos 38.500 hombres organizados en 22 grandes cuerpos francos o

partidas137

A pesar de todas sus limitaciones y descalabros, las tropas españolas desempeñarán el

papel oscuro y sucio de fijar y erosionar, con una guerra de movimientos y pequeñas

acciones, a la mayor parte del ejército imperial francés en España, que, de otra manera,

hubiera barrido a Arthur Wellesley de la Península.

El débil Ejército español de 1808 (el propio de una potencia naval138 que atravesaba,

además, un aguda Crisis Económica) junto con las nuevas unidades levadas, sería capaz

de hacer fracasar, en aquel verano, el primer intento de invasión francesa (Bailén,

Valencia, Zaragoza…); después, a finales de 1808 y comienzos de 1809, lograría frenar

la segunda envestida francesa, dando tiempo y lugar al reforzamiento británico en

136 En 1808: Medina de Rioseco, Gamonal, Espinosa de los Monteros y Tudela. En 1809: Uclés, Ciudad Real, Medellín, María, Almonacid, Alba de Tormes y Ocaña. Y en 1811, Sagunto. 137 IHCM, Colección el Fraile, Legajo 132, Diario Redactor de Sevilla, 5 de noviembre de 1812. Todo un pequeño ejército se llegó a formar así, el 7º al mando de Gabriel de Mendizábal. También la misma 5ª División del 2º Ejército español, tuvo un origen guerrillero, al estar integrada por las tropas del brigadier Juan Díaz, el”Empecinado”, que llegaron a contar incluso con artillería propia. 138 Al igual que Gran Bretaña, el Ejército real era más reducido que el resto de las Potencias Continentales Europeas y tenía una menor experiencia en grandes Campañas.

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Portugal y a los triunfos en Galicia, Oporto y Talavera. Las ofensivas españolas de

finales de 1809, aunque acabaran en derrotas (Ocaña y Alba de Tormes), prolongarían

la guerra haciendo posible el nacimiento y consolidación de las Guerrillas. Por último,

entre 1810 y 1813, los pequeños y aislados Ejércitos españoles defendieron con

determinación los restos de territorio nacional libre, inmovilizando a la mayor parte de

las fuerzas imperiales en la Península, dando así a Arthur Wellesley una seguridad y una

libertad estratégicas imprescindibles para el triunfo final.

Muchos generales y políticos españoles, fueron aprendiendo bien, que, a pesar de las

derrotas sufridas, en la terrible situación en que se hallaba el país, con un Gobierno

débil que apenas controlaba una cuarta parte del territorio nacional, sin poder contar con

la mayor parte de los recursos económicos en manos imperiales, y con muy pocas

ayudas llegadas de sus colonias americanas (que aprovechan el momento para

sublevarse contra su desventurada metrópoli), el conseguir organizar un nuevo ejército,

y llevarlo al combate, aun sabiendo muchas veces, que seguramente se iba a perder la

batalla, era ya una pequeña victoria. Demostraba al enemigo, y al propio Pueblo español

que su Ejército no se rendía.

Como tiempo después escribiría Pedro Girón, sobrino del general Castaños y Marqués

de las Amarillas, por entonces coronel de infantería:

“Forzoso es también que no nos hagamos ilusión y convengamos en que ni nuestros

generales ni nuestras tropas podían luchar en grandes masas con las del primer

Capitán del Siglo [...] La resistencia era más por el honor que por la victoria [...]

Descuidada, si no vilipendiada la carrera militar, olvidado el Ejército, sin instrucción

su oficialidad, falto de Estado mayor activo e inteligente, incapaces los Generales, sin

escuela ni medios de estudiar su profesión [...] ¿Qué podían dar de si sino desgracias y

derrotas, lo que por mucho tiempo dieron? Todos sabíamos esto, pero era preciso

pelear para aprender a vencer y empezar por ser vencidos para salvar a nuestro

país.”139

Se necesitaba mucha constancia, sacrificio y patriotismo, para sabiendo esto, volver a

presentar batalla, una y otra vez, a las órdenes de unos mandos que no tenían ni los

139 Girón, P. Recuerdos… Ob. cit., Tomo I, p. 253.

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conocimientos ni la práctica para alcanzar la victoria sobre un muy experimentado

enemigo:

“He aquí la historia de casi todas las batallas campales en que nos hemos empeñado

con muchas fuerzas; los más valientes se están firmes, pero son sacrificados, y la

repetición de estas desgracias no puede menos que escarmentar al que obedece, y

pronto queda convencido de que no es solo el valor quien decide las acciones, conoce

la necesidad de saber lo que sabe el enemigo y cuando advierte que el que le manda no

lo sabe, y que hay otros muchos como él, es necesaria toda la constancia de un español

para presentarse otra vez a las órdenes del mismo jefe, u otros tales al frente del

enemigo, y es necesaria después toda la virtud de un sabio para sufrir después los

insultos del pueblo, o los cargos del gobierno contra aquellos mismos militares a

quienes su poca reflexión acababa de sacrificar”140

Muchos años después, en 1854, un famoso autor, muy ajeno al campo de la Historia

Militar, Karl Marx, supo, sin embargo, hacer un juicio muy perspicaz y de gran valor,

sobre el Ejército español de 1808 – 1814:

“El Ejército Regular Español, aunque derrotado en todas partes, se presentaba en

todos sitios. Dispersado más de veinte veces, siempre aparecía dispuesto a hacer de

nuevo frente al enemigo, y a menudo, reaparecía con fuerzas renovadas después de una

derrota. De nada valía derrotarle, porque, presto a la huida, sus bajas solían ser pocas,

y en cuanto a la pérdida de terreno, le tenía sin cuidado. Se retiraba en desorden a las

sierras, volvía a reunirse y reaparecía indefectiblemente cuando menos lo esperaban,

robustecido con nuevos refuerzos y en condiciones, si no de resistir a los ejércitos

franceses, al menos de tenerlos en continuo movimiento y de obligarles a diseminar sus

fuerzas.

Más afortunados que los rusos, los españoles no tuvieron siquiera necesidad de morir

para resucitar de entre los muertos.”141

140 IHCM, CDB, Año 1811, carpeta 89, Memorial de reforma del ejército…Ob. cit. 141 Artículo publicado en el New York Daily Tribune, 30 de octubre de 1854, recogido en: Karl Marx y Fiedrich Engels (1978) La Revolución en España [Moscú], editorial Progreso, p. 33.

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Tras casi dos siglos y en el juicio de la Historia, podemos pensar si por parte española

¿se pudo hacerse otra cosa? Con los medios que había seguramente que no: falta

angustiosa de dinero, ausencia de un mando unificado hasta el nombramiento de Arthur

Wellesley como Generalísimo, Ejércitos hambrientos y desnudos de equipo…, sabido

es que en la guerra no hay cabida para la improvisación.

El tribunal militar que juzgó la conducta, a petición propia, del conde de Belveder en

la batalla de Gamonal nos lo certifica. Sus juicios de valor y conclusiones (exonerando

de la derrota al comandante en jefe español del ejército de Extremadura) son extensibles

a la mayor parte de las nuevas tropas patriotas españolas levadas al comienzo del

conflicto:

“Por la naturaleza de las Tropas [...] hubiera sido un obstáculo insuperable para que

después de batidos, hubieran verificado su retirada en orden. El terror inevitable que

los soldados bisoños sienten a sufrir el fuego, y el horrible estruendo del Cañón, los

pone en fuga las más de las veces, y solo puede evitarlo la fuerza de la disciplina. ¿Y

pudiera someterse a ella un cuerpo animado de un espíritu revolucionario, y cuya 3ª

división casi se dispersó y fugó por haber oído decir que el general Castaños había

incorporado algunos batallones de voluntarios a otros de tropas vivas?”142

La siguiente reflexión con la que continua el tribunal militar, nos da todo un

clarividente cuadro de la casi imposible misión con la que se encontraron los militares

profesionales españoles (y las Juntas Patriotas) en los comienzos de aquella guerra

contra las fuerzas imperiales. La situación, para desgracia de la España patriota, se

repetiría durante los años siguientes en demasiadas ocasiones:

“No debe olvidarse que cuando un Pueblo pasa de un Gobierno a otro, la anarquía

reina en el tiempo que media, hasta consolidar el nuevo Gobierno, y extiende su influjo

a todos los Cuerpos del Estado. Solo la energía de las nuevas Autoridades puede

encadenar aquel Monstruo, y establecer el Orden Social sobre bases sólidas. Esta

observación meditada y desenvuelta en todas sus relaciones, descubrirá la causa de la

142AGMS, 1ª Sección, Legajo P – 739. Hoja de Servicios del Brigadier Ramón Patiño Rufino y Pérez Osorio Conde de Belveder. Conclusiones del Juez Fiscal, Don Joaquín Ruiz de Porras, coronel de Artillería, sobre la”Sumaria formada de orden de la Suprema Junta Central Gubernativa del Reino“.Folios 195 y 196.

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gran dificultad que han experimentado los Generales para establecer, en iguales

circunstancias, una Severa Disciplina en los Ejércitos que les están confiados”

Al final y como afirmaba el autor del ”Duende de nuestros Ejércitos”, el desgaste de

las fuerzas imperiales en España, junto con el agravamiento de la situación de

Bonaparte en el resto de Europa tras 1812, llevaría a su postrer derrota. Derrota

“oficializada” en aquellas dos o tres ”batallas decisivas” que el mismo autor reclamaba

con esperanza. Sin embargo éstas no pudieron ser protagonizadas por los Ejércitos

españoles. Las batallas de los Arapiles (Salamanca para los británicos) y Vitoria fueron

conseguidas fundamentalmente por las fuerzas angloportuguesas.

El ejército aliado se llevará los mayores laureles en la guerra y en el ”protagonismo

historiográfico” de aquel conflicto, al plantear y vencer en las batallas decisivas, cuando

las condiciones para hacerlo eran las más favorables.

El honor de las armas españolas quedaría a salvo con las batallas de San Marcial, el

Paso del Bidasoa y la sangrienta de Toulouse. Aún así y, a pesar de la victoria, un poso

de abatimiento y amargura quedaría en el ánimo de muchos de sus integrantes por el

poco reconocimiento que sus duros servicios recibieron, tanto de las Cortes de la

Nación como del regresado e infame rey Fernando VII.

Esas batallas decisivas, las que gustan de salir en los libros y manuales de Historia,

logradas por Arthur Wellesley y su magnífico Ejército, nunca hubieran tenido lugar sin

la existencia de hasta siete Ejércitos españoles (refundidos en cuatro al final de la

guerra) que sin cesar de maniobrar y combatir, con mayor o menor fortuna, evitaron la

concentración de todas las fuerzas imperiales en la Península a las que Arthur Wellesley

difícilmente hubiese podido resistir, Torres Vedras incluidas.

También se puede recordar que la historia nos muestra a ejércitos que han ganado una

guerra, obligando a retirarse a un poderoso invasor, a pesar de sufrir derrotas y sin

necesidad de vencer en batallas decisivas.

Si, como afirma el viejo adagio militar, las ”cualidades de un buen ejército se

demuestran en las derrotas”, el ejército español las demostró sobradamente durante la

Guerra de la Independencia, en la que, al final, fue imprescindible participe de la

victoria en 1814. Por más que el propio Arthur Wellesley y parte de la historiografía

napoleónica nunca hayan querido reconocer sus méritos:

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“Se encontraban sin gobierno, sin ministros y sin generales; y a pesar de tantas

adversidades permanecieron fieles a la acusa, por lo que debemos nuestra victoria final

a sus aislados y constantes combates con los contingentes franceses esparcidos por

todos los confines del país […]”143

Los historiadores que aborden nuevos estudios sobre la Guerra de la Independencia,

no necesitan a la hora de reconocer (y enaltecer si se quiere así por otros) los grandes

logros de Arthur Wellesley y del gran ejército británico y portugués por él creado en la

Península, o los del ejército napoleónico, restar los que con sangre y dureza labró el

Ejército español en las peores condiciones de lucha posibles.

Es muy cierto que ambos ejércitos, británicos, españoles y portugueses luchaban por

motivaciones distintas. Una anécdota referida por el historiador español Gómez de

Arteche por boca de su padre, antiguo soldado en aquel conflicto, nos ilustra muy bien

sobre ello. Tras la toma y destrucción de buena parte de la ciudad de san Sebastián, las

tropas británicas tuvieron un conato de motín por la mala calidad de los víveres que se

les había entregado. Cuando Arthur Wellesley les reprochó que los españoles no

protestaban comer lo que ellos desdeñaban:

“ [...] Se adelantó a la fila, en que formaba, un sargento, y con voz entera y no muy

respetuoso tono le expuso que, si los españoles soportaban sin quejarse tantas

privaciones, era porque el patriotismo se las imponía, peleando por los fueros de su

independencia y los objetos de su amor y veneración; pero que los ingleses combatían y

derramaban sus sangre mediante un contrato, entre cuyas primeras obligaciones estaba

consignada la de una alimentación sana y abundante, de que carecían, y un sueldo que

no se les abonaba con la puntualidad convenida [...] el Lordsin contestación que dar

sino apelando a los sentimientos de honor, conjurándolos en su nombre a resistir tantas

privaciones, y prometiéndolos un pronto remedio, picó espuelas y se alejó de aquel

campo de Agramante entre las protestas de sus soldados y la mayor admiración de los

españoles que presenciaban escena tan edificante”144

143 Sheerer, M. (1824) Recollections of the Peninsula (1824) [London], p. 183. 144 Gómez de Arteche, J.G., Ob. cit. Tomo XIV, Apéndice nº VII, p. 352. Discurso leído en el Ateneo de Madrid la noche del 19 de abril de 1887 por el general Don José Gómez de Arreche, de la Real Academia de la Historia.

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Acabemos aquí con las palabras de tres autores lejanos en el tiempo pero que

conocieron muy bien los hechos de aquella guerra. Uno británico, Charles Oman,

porque los estudió para escribir su gran obra sobre la Guerra Peninsular:

“Es más justo admirar la constancia con la cual una Nación en tales circunstancias

persistió en una lucha sin esperanzas, que condenarla por la incapacidad de sus

generales, la ignorancia de sus oficiales, la inconstancia de sus poco instruidos

reclutas. Si España hubiera sido una potencia militar de primer orden, hubiera

supuesto comparativamente poco mérito su lucha de seis años contra Bonaparte. Pero

cuando consideramos su debilidad y su desorganización, nos encontramos más

inclinados a maravillarnos de su persistencia que a burlarnos de su desgracia”145

El otro testimonio es de un sargento español, Juan Manuel Sarasa, veterano de la

División del Norte en Dinamarca, soldado regular que nuca desamparó sus banderas, a

pesar de que las comodidades, la gloria y los ascensos se hallaban antes en los cuerpos

de Guerrillas:

“Si la ambición hubiera guiado mis pasos, hubiera ascendido y evitado muchas

penalidades. Si a mi regreso del Norte hubiese imitado la mala conducta de muchos que

desertando del Ejército marcharon a sus países a aumentar sus guerrillas, de seguro

hubiese ascendido y padecido menos, porque sabido es que en un ejército es más difícil

distinguirse que en una guerrilla. Sabido es también que las penalidades que sufre un

Ejército no se sienten en una guerrilla. Mil hombres dondequiera encuentran pan y

techado, no así sesenta o setenta mil.

Más grato me hubiese sido batirme en mi país a las órdenes del célebre Mina, en

donde nada me hubiese faltado, donde tenía los amigos de mi niñez y aún los

camaradas del Ejército del Norte, y sin embargo, cumpliendo con mi deber (guía de

todas mis acciones) no me separé del ejército y sufrí todas las consecuencias.

En ello, y sólo en ello, cifro mi orgullo”146

145 Oman, Ch. (1902) A History of the Peninsular War. Vol I. [London]. Reed Greenhill Books, 1995, p. 102. 146 Sarasa, J. M. (1952) Vida y hechos militares del mariscal de campo don Juan Manuel Sarasa [Pamplona], p. 16.

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II MUERTE Y RESURRECCIÓN DEL EJÉRCITO ESPAÑOL

APRENDIZAJE Y REFORMAS. EL EJÉRCITO ESPAÑOL EN 1812

“Resignación, sufrimiento, constancia”

(Javier Castaños a José María de Santocildes, Valencia de Alcántara, 14 de Octubre de 1811)

En 1812 la situación económica de la España patriota era de bancarrota total. La

ocupación de la mayor parte del país por las fuerzas francesas y la situación de abierta

rebelión de los Virreinatos de América habían llevado al Gobierno español a pasar de

unos ingresos mínimos de 407.700.000 reales en 1810, a 201.600.000 reales en 1811 y

apenas 138.000.000 en 1812. Ello llevaría a la miseria a los Ejércitos españoles que

combatían la invasión.147

De no ser por los subsidios británicos, la España patriota se hubiera visto sin dinero

alguno para poder mantener a unos Ejércitos que combatían ya, desde hacía cuatro años

con soldados hambrientos, casi descalzos y sin medios para ser instruidos ni equipados.

“La pérdida de Andalucía y Valencia amenazó con sepultar la resistencia española, ya

que solo unas pocas provincias, pobres y aisladas, se mantuvieron bajo el control del

Gobierno de Cádiz, y no tenían la población ni los medios económicos como para

formar Ejércitos regulares capaces de rechazar a los franceses” 148

Hay que recordar que el pequeño Ejército real Español fue prácticamente destruido

entre 1808 y 1811, luego de 13 batallas campales (sin contar los Sitios), en las que fue

derrotado en diez ocasiones. 149

“Los oficiales profesionales de 1808 cayeron en las primeras batallas y fueron

sustituidos por los mandos improvisados designados por las Juntas […] en los primeros

meses de guerra muchos soldados y cuadros de mando profesionales desaparecieron

147 Esdaile, Ch. (2004) La Guerra de la Independencia…Ob. cit., p. 459. 148 Muir, R. (2001) Salamanca 1812…Ob. cit., p. 16. 149 Derrotas: Medina de Rioseco, Tudela, Uclés, Valls, Medellín, María, Almonacid, Ocaña, Alba de Tormes y Sagunto. Victorias: Bailén, Alcañiz y Tamames. García Fuertes, A. (2007) El Ejército español en Campaña en los comienzos de la Guerra de la Independencia, 1808 – 1809. Revista Monte Buceiro, Nº 13, pp. 102 – 166 [Santoña], y una versión más reducida en Comunicación del mismo Título para el Congreso Internacional de Bailén, 15 – 21 de abril del 2008. Actas del Congreso Internacional de Bailén. Bailén: su impacto en la nueva Europa del siglo XIX y su proyección futura. Universidad de Jaén [Jaén], pp. 737 – 766.

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para siempre en las matanzas causadas por las catastróficas derrotas españolas y hasta

que una cantidad razonable de cuadros de mando improvisados y de soldados bisoños

adquirió veteranía el Ejército no volvió a alcanzar el nivel de calidad que tenía en

1807. En el lado positivo de este balance estaba la increíble tenacidad, la inagotable

combatividad y la moral de victoria que animó constantemente a los Ejércitos

españoles”150

A pesar de todos los desastres habidos en estos años, se supo aprender de los errores.

La Junta Central y luego el Consejo de Regencia y las Cortes, junto con los propios

militares españoles, llevarían a cabo profundos análisis e intentos de reforma:

“Notable lucidez y honradez intelectual, imposibles de imaginar en el lado francés,

incluso después de las derrotas de Vitoria y Orthez”151

Otro aspecto que no se puede pasar por alto, es el de las divergencias que el

planteamiento y desarrollo de la guerra abrió continuamente entre los miembros de la

nueva Alianza anti napoleónica en la Península; enemigos tradicionales, y a los que solo

las circunstancias de la guerra habían convertido aliados: España y Gran Bretaña.152

Las divergencias no eran sino un reflejo de las grandes diferencias de concepción con

que españoles y británicos llevaban a cabo la guerra. Para los primeros, con el país

devastado tras cuatro años de guerra, sin grandes Ejércitos ni medios con que llevar a

cabo grandes campañas, la guerra había de conducirse con un incasable número de

pequeñas operaciones de desgaste que, como en un lento pulso de ajedrez, pudieran ir

mermando los efectivos de las fuerzas imperiales, no dejando de lado ninguna

oportunidad favorable para conseguirlo, y, a veces, viéndose obligados a entablar

combates desfavorables y costosos para defender su territorio nacional.153

Los británicos, en cambio, haciendo la guerra en un país extranjero, podían llevarla a

acabo sin prisas (gracias a los continuos y pequeños combates, menos vistosos y

silenciados en los libros de historia, librados por las fuerzas regulares y guerrillas

150 Sánchez de Toca y Catalá, J. M. (2007) Los desastres de la Guerra… Ob. cit, p. 116. 151 Aymes, J-R. (2008) La Guerra de la Independencia…Ob. cit., p. 178. 152 Esdaile, Ch.

• (1992) América y las relaciones anglo-hispanas durante la Guerra de la Independencia Española (1808 – 1814). IX Congreso Internacional de Historia de América [Sevilla].

• (2002) Relaciones Hispano Británicas en la Guerra de la Independencia. III Jornadas sobre la batalla de Bailén [Jaén].

153 Albi de la Cuesta, J. (2002) Guerra de la Península y de la Independencia…Ob. cit., pp. 95 - 98.

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militarizadas españolas, con acciones que mantenían fijados a grandes contingentes

franceses ) concentrándose en las grandes operaciones, que sólo, en muy contadas y

favorables ocasiones, decidieron a Arthur Wellesley a entablar batalla, obteniendo las

victorias y los laureles de la Guerra y de la Historia.

Por otra parte, los militares españoles observaban con amargura y enojo la falta de

medios que el Consejo de Regencia y las Cortes les proporcionaban para poder

continuar la guerra. Incomprensión, que algunos debates políticos protagonizados en las

Cortes por muchos patriotas de salón, no hacían sino que incrementar:

“Nuestro antiguos monarcas más fanáticos que ilustrados sobre su verdadero interés,

han prodigado con una profusión criminal a otras Corporaciones154 inmensas riquezas,

que han empobrecido al resto de la Nación… ¿Cómo puede volar a los peligros aquel

que se espera por premio a sus esfuerzos, el olvido, el desprecio, la falta de

hospitalidad y de gratitud de aquellos cuyos hogares defiende? ¿Cómo puede aspirar al

heroísmo aquel que se ve mirado por sus conciudadanos como una carga insoportable,

y que se oye titular por un impolítico Ministro de Asesino pagado por el Estado?155

El sentir de muchos militares, de haber sido desatendidos, cuando no simplemente

olvidados, por su gobierno y cortes durante la guerra librada estuvo muy presente

durante el conflicto y se acentuó notablemente al finalizar el mismo. Un testimonio de

este sentir nos lo da el coronel de caballería Juan López de Fraga al cargo de una red de

espionaje patriota en la Meseta norte entre 1809 y 1813, y que se adscribió al

absolutismo durante la postguerra:

“Si volvemos los ojos a la época antigua encontraremos que los generales tenían

omnímodas facultades y caudales de que disponer, pero los que en nuestra revolución

han tenido la gloria de mandar, no ha disfrutado de otras que de ver sufrir hambre y

miseria a sus soldados, de batirse con los enemigos, de escuchar dicterios y verter

criminosas sentencias contra ellos ¿Pero por quienes? Por los que se llamaban padres

de la patria, por los que se hallaban en el navío de piedra (Cádiz) disfrutando de

sueldos excesivos, por los que sin acordarse de la desnudez, miseria e intemperie del

154 La Iglesia y la Aristocracia. 155 IHCM, Museo de Literatura: Rollo 89-A, 1812/ 2: VVAA, Boletín del 6º Ejército…Ob. cit., nº 52, pp. 246. Artículo de Opinión de un Oficial del E. M.

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soldado, ni de los sacrificios que hacían sus respectivas provincias para sostenerlos

con decoro, no invertían el tiempo en otra cosa que en contravenir los ánimos […]”156

En este estado de cosas, la vida del soldado español en campaña, de por sí, ya dura, se

tornaba una verdadera prueba de mortificación y privaciones. Los combates eran la

causa menor de bajas y penalidades, más bien una liberación del tedio y la miseria. El

mismo marqués de Portago, Comandante interino del 6º Ejército, escribiría en

noviembre de 1811 a la Junta de Galicia, en nombre de la de León que presidía:

“El soldado careciendo de lo necesario para su subsistencia y abrigo no tiene más que

dos sendas que tomar, a cual peor, o desertarse de sus banderas y auxiliar a las del

enemigo, o se vale de la fuerza para arrancar al pacífico labrador los frugales

resididos de su estéril cosecha”157

Uno de los muchos testimonios de soldados españoles durante la guerra, nos ilustra

esta situación:

“La división a la cual yo pertenecía estuvo tres días sin raciones de ninguna clase y los

ranchos solo se componían de bellotas sin cáscara cocidas en agua sola; el pan, la sal

y el aceite estaban en otra parte. Los caballos se alimentaban con hojas de las ramas

de los árboles…varios escuadrones ingleses estaban bien suministrados pues tenían de

antemano brigadas montadas en su Exército y nada les faltaba. Solo el Ejército español

podía sufrir aquellos apuros, los extranjeros se admiraban de semejante abnegación y

sufrimiento” 158

El que el Ejército español, fuese capaz de seguir combatiendo en semejantes

condiciones, perseverando de sus derrotas y de las enormes limitaciones que una Nación

ocupada y arruinada le imponía, es un elemento capital para tener en cuenta en

cualquier juicio objetivo que se haga de aquel conflicto.

156 López Fraga, J. L. (1814) El Coronel don Juan López de manifiesta a V. M…. Ob. cit., p. 45. 157 AGRG, Guerra de la Independencia, Caja 6-A, Correspondencia con la Junta de León, A-121, 12 de noviembre de 1811, Villafranca del Bierzo. 158 Alonso, J. (2008) Un veterano de la Guerra de la Independencia. Memorias de Juan Alonso. Edición de Manuel Espadas Burgos [Universidad de Castilla la Mancha], p. 79. Sirvió en el Escuadrón de Cazadores de Numancia.

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Como bien apuntó un oficial británico que supo apreciar estos terribles condicionantes

entre sus desventurados aliados:

“[…] bien armados, aunque medio desnudos y mal alimentados, no prometían, a juzgar

por su aspecto, más de lo que luego, con sus hechos, demostraron. No es que el

campesino español careciera de coraje (y en general sus soldados sólo eran

campesinos a los que se había dado un mosquete), sino que a sus unidades les faltaban

oficiales y su Intendencia era tan pobre en suministros, que lo más sorprendente es que,

a pesar de todo, estuvieran dispuestos a luchar”159

Hay que recordar aquí, que, enfrentado al mayor poder militar de su tiempo, el

pequeño ejército español perdió la guerra en noviembre de 1808, y de nuevo al año

siguiente. Sin embargo, se negó a reconocerlo y apoyado por el Pueblo y las Provincias,

siguió combatiendo, hasta que seis años después, con la ayuda británica y portuguesa,

venció.

Pasados los difíciles primeros años de la guerra, el Consejo de Regencia y las Cortes

habían reorganizado, desde Cádiz, a las fuerzas armadas españolas. Tras abandonarse el

nefasto sistema tradicional de formación de cadetes en los propios regimientos (que tan

malos resultados había dado durante los reinados de Carlos III y Carlos IV), el Gobierno

copió el sistema francés y reforzó la existencia de centros de Enseñanza Militar160. En

razón a ello, en la retaguardia de cada uno de los siete ejércitos españoles de campaña,

se había organizado por real decreto de 1 de marzo de 1811, un Colegio Militar en el

que obligatoriamente habían de ingresar todos los cadetes del Ejército, así como los

jóvenes que desde la vida civil, optaran a la carrera de las armas. En dicha institución y

tras dos años de duros estudios y prácticas de adiestramiento, a cargo de profesores

escogidos entre veteranos oficiales (curtidos por cuatro campañas contra el mejor

159 Gleig, G. R. (1825) The Subaltern [London]. Referencia en la obra de Close, I. (1988) Testimonios literarios británicos del periodo bélico; libros de viajes y relatos. La Alianza de dos monarquías: Arthur Wellesley en España [Madrid], p. 130. 160 Ya en la época borbónica se habían creado varias Escuelas Militares en Orán, Barcelona, Cádiz, Badajoz y Zamora, que no habían llegado a poder consolidarse debido a los cambios ministeriales y a las estrecheces económicas. Por ello se fue dejando la formación de los nuevos oficiales a las escuelas regimentales, dejadas de la mano y al albur del interés personal y profesional de cada uno de los coroneles. Dichas escuelas regimentales fomentaban el más rancio tradicionalismo e inoperancia táctica y operativa. En 1808 era notorio que la calidad de la oficialidad de las Armas de Infantería y Caballería era pésima. Ello condujo a numerosas derrotas y desastres en los primeros años de la Guerra de la Independencia. En cambio, los jefes y oficiales españoles de Artillería e Ingenieros, dotados de excelentes Academias en Segovia y Alcalá de Henares, se consideraban reputados como de los mejores de Europa. García Fuertes, A. (2007) Benito Rubín de Célis y Lastra (Astorga, 1796 – Algeciras, 1850), Brigadier de los Reales Ejércitos de España en América y la 1ª Guerra Carlista. Dos veces Benemérito de la Patria en Grado Heroico, Centro de Estudios Astorganos Marcelo Macías, Revista Astórica, nº 26 [Astorga].

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ejército de la época), recibían sus despachos. Rápidamente se incorporaban a los

regimientos en campaña, siempre necesitados de cubrir la angustiosa falta de cuadros de

mando provocada por la casi destrucción del cuadro de mandos español tras las

numerosas derrotas (en batallas campales y asedios) cosechadas entre 1808 y 1809 y por

la carencia de academias militares estables en los años previos al conflicto:

“Vino el mayo de 1808, estalló la santa y sangrienta lucha de la independencia, y

entonces se palparon las fatales consecuencias de una medida imprudente. Habiendo

sucumbido en los primeros encuentros la mayor parte de los oficiales de instrucción y

mérito que contaba nuestro ejército, aquellas innumerables masas, que por todas partes

acudían a sellar con su sangre la más sagrada de las causas, viéronse entregadas a la

imprevisora y casi ciega dirección de hombres ignorantes, y por tanto, incapaces de

dirigirlas por el camino de la victoria. Entonces se lamentó la falta de aquellos

establecimientos que produjeron tantos y tan distinguidos oficiales, y forzoso fue

restablecer los colegios militares”161

Efectivamente, a partir de 1810 cada uno de los ejércitos españoles mencionados,

establecieron en sus retaguardias varios Colegios Militares (Toledo, Granada, San

Carlos, Tarragona, Murcia, Játiva, Santiago de Compostela, Olivenza y Palma de

Mallorca) que rápidamente ayudaron a mejorar la calidad de la oficialidad y en los que

los méritos profesionales estaban ya por encima de los de cuna.

La calidad de los mismos, a pesar de las penurias de la guerra, sería muy alta. Así nos

lo reconoce el agregado militar británico, en Galicia, el teniente coronel Howard

Douglas en su visita en Santiago, a la Real Escuela Militar, establecida en el colegio

mayor universitario de San Clemente. Esta academia había sido impulsada por el

comandante del 6º Ejército, Javier Abadía, al ordenar, el 20 de agosto de 1811, agrupar

a todos los cadetes del 6º ejército en un batallón de alumnos que habrían de completar

su formación, alejados de los frentes de batalla. El centro se formó con 400 alumnos, en

régimen de externos, a los que la Junta de Galicia destinó a Santiago de Compostela.

Esta Real Escuela militar precedería, y sería complemento, a la apertura del Real

Colegio Militar del 6º Ejército, impulsado por Nicolás Mahy, y que se inauguraría (por

real decreto del Consejo de Regencia) el 27 de julio de 1812 con nuevos jóvenes

161 Clonard, Conde de (1847) Memoria Histórica de las Academias y Escuelas Militares…Ob. cit., p.75.

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97

alistados en régimen de internos162. El centro de docencia militar se establecería en los

colegios universitarios de Fonseca y San Gerónimo.

En los planes de estudio se abordaban la contabilidad y el manejo de las armas y

tácticas de infantería, las ordenanzas, matemáticas y fortificación, dibujo topográfico,

francés, esgrima, equitación, música y baile.

Al comisionado británico Howard Douglas (antiguo profesor del Royal Military

College en Inglaterra) la visita a la Real Escuela Militar le causaría una muy buena

impresión profesional, a pesar de las carencias materiales que la guerra imponía en la

España patriota:

“Se encontró con el ala militar en un estado abandonado, aunque todavía alojaba a los

profesores, y ofrecía el atractivo de un buen sistema de enseñanza. Los cadetes eran

pocos, aunque bien entrenados, y ejecutaron su instrucción en una manera que mereció

su elogio. Decidió hacer un esfuerzo en favor de la continuidad de la institución, y

escribió a la Junta Superior ese mismo día, recordándole la necesidad que tenían de

oficiales entrenados para sus ejércitos, y señalando a la academia como su fuente

natural, que corría el peligro de ser cegada, sino se la subvencionaba ex profeso163.

Douglas se las arregló para volver a visitar la real escuela, acompañado del arzobispo

(el absolutista Rafael de Múzquiz y Aldunate) y del secretario de la Junta de Galicia

(Luis López Ballesteros), logrando implicarles en su sostenimiento:

“Pasaron revista a los cadetes y supervisaron su instrucción y los movimientos de línea

que su pequeño número permitía, mostrando en ambos su maestría y las ventajas de su

instrucción. Luego fueron a las aulas donde realizaron un examen con los profesores,

seguido de unas preguntas que él mismo realizó; ello influenció al arzobispo y al sr.

Ballesteros en favor de la conservación del colegio, convirtiéndose en sus valedores

ante el gobierno”164.

Como ya hemos apuntado, este establecimiento de docencia militar para cadetes que

ya habían servido en los frentes de batalla, fue complementado en el verano de 1812 con

162 Ibídem, pp. 122 - 134. Idénticos Colegios se crearon en las retaguardias de cada uno de los restantes seis ejércitos de campaña españoles. 163 Watson Fullom, St. & Douglas, H. (1863) The Life of general Sir Howard..., Ob. cit., p. 136. 164 Ibídem, p. 137.

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la apertura de otro centro en la misma ciudad para acoger a nuevos cadetes que llegaba

directamente de la vida civil, hablamos del Real Colegio Militar de Santiago de

Compostela165. El discurso de apertura a los nuevos cadetes del centro, dado por su

director, el coronel de Ingenieros don Francisco Serrallach, el 27 de julio de 1812, nos

encuadran muy bien la precaria situación con la que había empezado la guerra el cuerpo

de jefes y oficiales del ejército real, los medios con los que se esperaba poder ponerles

remedio, y lo que la nación esperaba de todos ellos:

“El objeto del establecimiento, señores, se reduce a cimentar en tan dignos alumnos la

base de un Ejército que en breve pueda competir con los tan decantados de los

enemigos. Es apreciabilísima la mayor parte de los dignos oficiales del Ejército que

subsisten en sus banderas; pero estos nuestros compañeros de armas no podrían

enseñar a vds. con el ejemplo sólo del valor cuanto necesita un joven en los primeros

pasos de su carrera [...]

La intención de los jefes que nos mandan es que saquen vds. de este Colegio

aquellos principios que en tiempo ya distantes, llenaron de gloria los campos de

nuestro amado suelo: Valor, subordinación, inteligencia en la táctica de las diferentes

armas que componen un Ejército, cálculo aritmético, exactitud geométrica, máximas de

fortificación real y de campaña, ideas de geografía y práctica de dibujo para

representar el terreno donde se ha de guerrear, son las que hacen conseguir victorias.

Emprender gustosos la reclusión de este pequeño intervalo de la vida, para ser en lo

sucesivo útiles a la Patria afligida que les llama a su socorro [...] apresurando lo

posible los resultados de la instrucción para infundirles, sobre todo, las ideas y

preceptos que formen el corazón aguerrido de quien debe aspirar sólo a la Gloria [...]

Es preciso desengañarse, señores; la guerra es verdaderamente una ciencia para el

que debe mandar. Cualquiera expone su pecho a las bayonetas enemigas si está

poseído del verdadero valor, pero esto no basta para mandar y disponer; las sabias

combinaciones, los planes bien meditados, son los que deciden las batallas y el feliz

165 Creado por orden del Consejo de Regencia del 1 de marzo de 1811, el Colegio Militar de Santiago no recibiría a sus 22 primeros cadetes hasta el 27 de julio del año siguiente. En los meses siguientes el Colegio llegaría a contar con una compañía de 132 cadetes dividida en cuatro escuadras. Los profesores del Colegio se escogieron de entre los oficiales más destacados del Ejército y la Armada, dando tanta importancia a su trabajo que se consideró su servicio como “de campaña“ a la hora de aspirar a futuros ascensos. Se estableció que la formación militar duraría cuatro años, aunque por las necesidades de la guerra se redujo a menos de la mitad. Al cabo de dicho periodo, los cadetes recibían el grado de Subtenientes de Infantería y Caballería; pasando a prolongar sus estudios en las Escuelas Específicas los que optaban a las armas de Artillería o Ingenieros. Clonard, Conde de (1847) Memoria Histórica de las Academias y Escuelas Militares…Ob. cit.

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éxito de las campañas [...] Esperaré tener la satisfacción, después de que salgan vds. a

ocupar honrosos puestos en la Milicia, de oír: Este oficial fue alumno del Real Colegio

Militar de Santiago“ 166

Igualmente, desde el gobierno se dieron los pasos necesarios para ser creado el

cuerpo de estado mayor de la mano del general Joaquín Blake y del coronel Moscoso,

estableciéndose también el servicio militar universal y suprimiéndose las pruebas de

nobleza para acceder al grado de oficial.

A partir de 1811, una vez estabilizada la guerra, los cuerpos españoles comenzarían a

realizar intensas y continuas maniobras y ejercicios de instrucción para empezar a

aplicar las enseñanzas recibidas a manos de sus enemigos. 167

Un logro señalado en este proceso de mejora sería la creación de campos de

instrucción en la retaguardia de los ejércitos españoles de campaña a partir de 1811:

“El adelantamiento general en la instrucción y disciplina debe esperarse de los campos

de instrucción, establecidos en los ejércitos con solidez y con buena elección de sujetos.

El restablecimiento en ellos de las menudas prácticas militares hará renacer la

disciplina, la precisión en el servicio, la uniformidad en maniobras, en vestir, el orden

de vida que hacen aproximarse unos individuos a otros, asemejarse, estrechar sus

relaciones amistosas y establecer el espíritu de cuerpo tan indispensable entre los

militares. El oficial y el soldado con la ocupación y sujeción rigorosa mejorarán sus

costumbres, adquirirán amor al servicio, se irá disipando la ignorancia y el amor

propio puesto a la prueba cada día, irá formando aquel orgullo marcial que nos

conduce a despreciar la vida y a buscar los riesgos por hacernos lugar entre nuestros

compañeros, por ser considerados en la sociedad”168

166 Clonard, Conde de (1847) Memoria Histórica de las Academias y Escuelas Militares…Ob. cit., p. 123. El Real colegio Militar de Santiago estuvo en funcionamiento hasta el 12 de febrero de 1818. 167 Un ejemplo de ello lo darían varias divisiones del 6º Ejército tras los puertos de Foncebadón y Manzanal de los montes de León, en las llanuras del Bierzo en octubre de 1811: “Ayer se hizo día militar en el gran llano de Naraya, a las inmediaciones de Ponferrada. Maniobraron con fuego dos divisiones de Infantería, una Compañía de Artillería a Caballo y un escuadrón de Caballería. Se comió en el bosque de Fuentesnuevas, continuando a la tarde tan agradable y útil entretenimiento que ha proporcionando adelantamientos, y cuya repetición a menudo, hará soltar las tropas mas nuevas de todas armas, y los Jefes y Oficiales, se acostumbrarán, sobre el terreno, a practicar las reglas del arte aprendidas antes en el bufete, consiguiendo adquirir el desembarazo que exige la buena dirección de las Armas VVAA, Boletín del 6º Ejército….Ob. cit., p. 111. 168 Boletín del 6º ejército…Ob. cit., nº 41, p. 189.

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El boletín del estado mayor del 6º ejército, nos refiere unos de estos ejercicios habidos

en octubre de 1811:

“Ayer se hizo gran día militar en el gran llano de Camponaraya, a las inmediaciones

de Ponferrada. Maniobraron con fuego dos divisiones de Infantería, una Compañía de

Artillería a Caballo y un Escuadrón de Caballería. Se comió en el bosque de

Fuentesnuevas, continuando a la tarde tan útil entretenimiento que ha proporcionado

motivos de adelantamiento; y cuya repetición, a menudo, hará soltar las tropas más

nuevas de todas las armas y los Jefes y Oficiales, se acostumbrarán, sobre el terreno, a

practicar las reglas del arte aprendidas antes en el bufete, consiguiendo adquirir el

desembarazo que exige la buena dirección de las armas”

A nivel individual el soldado español era un digno oponente a las fuerzas imperiales.

Un acertado juicio del mismo nos lo da el general francés Foy que combatió contra

ellos:

“El español ha recibido de la naturaleza la mayor parte de las cualidades para hacer

de él un buen Soldado: es Religioso, y la religión al elevar los pensamientos de los

hombres, les prepara para la abnegación y para una exaltación moral al sacrificio en

todos aquellos momentos en que la guerra ofrece ocasión.

Es calmado y se deja llevar por los principios de la justicia; es subordinado por

naturaleza, si la orden no es absurda; es susceptible de ser llevado al entusiasmo por

un jefe hábil y capaz. Su sobriedad es extrema, su paciencia a toda prueba. Vive con

una sardina o con un trozo de pan untado de ajo, la cama es para él algo superfluo,

está habituado a dormir en el duro suelo a la luz de la estrellas. Después de los

franceses, los españoles son los primeros en ser capaces de hacer grandes marchas o

de franquear montañas. El Soldado español no es murmurador, ni intrigante, ni

pendenciero, ni libertino, se emborracha muy raramente. Es menos inteligente que los

franceses, pero más que los alemanes o los ingleses. Ama a su Patria, de la que habla

con entusiasmo [...]”

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101

III LAS ACCIONES OFENSIVAS DEL VERANO DE 1810 TRAS LA CAÍDA DE

ASTORGA EN MANOS FRANCESAS. LA TOMA DE PUEBLA DE SANABRIA

POR LAS FUERZAS ESPAÑOLAS Y PORTUGUESAS.

La caída de Astorga en manos francesas en abril de 1810169 fue un duro golpe para el

capitán general de Galicia, Nicolás Mahy, tanto en el plano militar, como en el político.

En Galicia se llegó a temer una nueva invasión del fidelísimo reino.

La Junta Superior de Galicia, encabezada por el arzobispo Rafael Múzquiz, reprochó

públicamente Mahy que no hubiera podido auxiliar a su guarnición (al mando del

coronel José María de Santocildes), o, a lo menos, haberla dado orden de evacuar la

plaza.

Por su importancia y el carácter científico de este trabajo, reproducimos íntegra esta

carta de la junta gallega a Nicolás Mahy:

“Reservada.

Excmo Sr.

Esta Junta que se halla consternada con la Infausta noticia del desgraciado

acaecimiento de Astorga, tiene a la vista de los tres oficios de V.E. fecha 23 y 24 a que

responde que no quisiera entrar en las contestaciones desagradables que excita el

primero, especialmente cuando no puede remediarse un mal sucedido.

Si V.E. tuviese presente su oficio de 21 en que viéndose en una situación embarazosa,

ocasionada por un error, preguntaba a esta Junta lo que debería hacer, no extrañaría

su contestación, o las expresiones que raya y nada ofenden a V.E. La Junta no podía ni

debía señalar a V.E. sin agraviarle cuales debían ser sus movimientos y operaciones, y

se limitó a solo manifestarle su deseo, pareciéndola como le parece que con la fuerza

que tiene y el auxilio de la Alarma170, podría defender muy bien las entradas de este

Reyno, por lo demás bien conocía la Junta que sin el auxilio de Silbeyra no podía V.E.

libertar a Astorga desde el día 14 en adelante.

169 García Fuertes, A. (2003) Resumen Histórico de los Ataques, Sitio y Rendición de Astorga escrito por el Teniente General José María de Santocildes. Madrid, 1815. Edición crítica con prólogo, introducción y un nuevo apéndice documental [Astorga]. 170 Paisanos en armas y con una precaria organización paramilitar que se reunían en caso de emergencia y de invasión enemiga. Fueron muy numerosas en Galicia durante la guerra de independencia.

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102

Es verdad que esta Junta se propuso levantar un Ejército de Reserva de 20.000

hombres, y no de 21.000 como V.E. dice, para defender el Reyno de una invasión, y

también para operar más adelante en caso necesario; pero esta defensa siempre la

entendió comprendida en el puerto de Foncebadón y Manzanal, como primera línea

que debía sostenerse; pero nunca contó como V.E. asienta con la fuerza de la 4ª

División, pues como parte integrante del Ejército de la Izquierda que iba operando a

mayor distancia, debía de presumir que su Jefe la reclamaría, especialmente viendo

que reemplazaba su objeto otra igual o mayor fuerza; y de esto sacará V.E. la

consecuencia que no podíamos contar como V.E. pretende con un Ejército de pura

Observación de más de 30.000 hombres.171

No hay duda, pues, que Galicia se propuso poner 20.000 hombres, y lo hubiera ya

conseguido sino lo hubieran estorbado los motivos que V.E. no ignora, y cuyo remedio

no está al alcance de sus facultades y posibilidad. Cuando a V.E. se le encargó el

mando, sabe el estado exhausto en que nos hallábamos de dinero, hombres, munición y

principalmente de armas, y que estos vacios no podían llenarse en dos meses. Sabe

también que inmediatamente mandamos a Inglaterra un Diputado en una fragata

pidiendo Fusiles y Municiones que hasta ahora no han llegado; y finalmente no ignora

V.E. que a pesar de la penuria de nuestra situación hemos hecho milagros en la fuerza

y provisiones con que se ha aumentado y surtido ese Exército.

Finalmente concluye V.E. diciendo y con razón que con una fuerza tan limitada y

dividida, con el aumento de la del enemigo, y la retracción del auxilio prometido por el

general Portugués, no podrá V.E. intentar solo alzar el sitio de Astorga. La Junta

conoce no solo esta verdad, sino que ha previsto el suceso como V.E. puede conocerlo

de sus anteriores oficios. Desde que V.E. tomo el mando de la 4ª División, y que aunque

mas distante notaba los movimientos del enemigo, rogó y pidió a V.E. saliese de Lugo y

Villafranca avanzando sobre Astorga para estar a la mira de aquella Plaza y facilitar

con su presencia la introducción de Granos en el Bierzo y Galicia.

Repetidas veces ha manifestado a V.E. la consideración que la merecía Astorga y su

Valerosa Guarnición. V.E. ha visto que el enemigo aumentaba su fuerza: ha recelado

con acierto que el Portugués no auxiliaría; no ignoraba tampoco V.E. que nosotros no

podíamos absolutamente aumentar en mucho sus tropas, por la falta total de Fusiles; y

si esto es verdad y que V.E. confiesa la imposibilidad de sostener la defensa de aquella

171 La Junta gallega no estaba dispuesta a reclutar y equipar nuevas unidades que serían inmediatamente enviadas a Extremadura sacándolas de la defensa del frente del Bierzo, Sanabria y Asturias.

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103

Plaza, y aún la de este Reyno sin mucho mayor aumento de fuerza: ¿No hubiera sido

muy prudente y preciso que V.E. hubiese mandado replegar a su Exército aquella

Guarnición y el armamento de Plaza ?.

Tal vez que si su Gobernador hubiera visto alguna gruesa columna de nuestras tropas

a la caída de las Montañas sobre el Rabanal donde no podría maniobrar la caballería

enemiga, se habría arriesgado con su Guarnición a una ligera huida. V. E. Sr. General

podrá deducir las consecuencias, mientras que llorándolas la Junta, pasa rápidamente

a contestar al segundo oficio.

Por él y los partes que acompaña, ve la Junta que el día 22 fue entregada al Enemigo

por Capitulación aquella Plaza y Guarnición; pero se admira que lo hubiese sabido

V.E. tan tarde, y que las Avanzadas no hubiesen observado mas por sí mismas, ya que

faltaron hasta espías y exploradores que diesen a V.E. noticias prontas y exactas. Todo

ha ocurrido a hacer

Desgraciado este acaecimiento, que llora la Junta y con ella todo el Reyno, no por la

Plaza, sino por la pérdida de sus hijos en el tiempo que más los necesitaba, siendo lo

mas lastimoso, cuanto desanima su Valor y sus esperanzas. Ya no tiene remedio y solo

es preciso tratar de reanimarlos, restablecer y fortificar la confianza que deben tener

en V.E., y en los posibles esfuerzos de esta Junta.

Ella opina como V.E. de que los Enemigos más orgullosos y audaces por el resultado

que acaban de obtener, intentarán penetrar en ese Valle y lo conseguirán por la

cualidad del terreno y sus fuerzas a menos que otra atención más urgente por su

izquierda los distraiga.

En el primer caso ya conoce la Junta que no le queda a V.E. mas arbitrio que

replegarse y colocar su Ejército a la caídas de las montañas del Cebrero y Portillas,

fortificando sus pasos, y teniendo bien ordenados sobre las eminencias y desfiladeros

los trozos de la Alarma, y sin mayor aumento de fuerzas, no cree la Junta que el

enemigo intente forzar unos pasos tan difíciles y penetrar en el Reyno; pues no es lo

mismo tener que batirse en ellos que perseguir en el año pasado un Ejército que venía

en precipitada retirada o huida.

En el segundo caso de que aquellos se hayan replegado sobre Castilla, o que el Sr.

Silveyra por resultas de la misión de nuestro Diputado quiera efectiva y eficazmente

auxiliar las operaciones de V.E., sería quizá oportuno tomar la primera línea sobre

Foncebadón y Manzanal, ya fuese con la idea de imponer respeto Al enemigo, o ya

principalmente por proporcionar con más facilidad la concurrencia de granos de León,

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104

porque sin este auxilio por aquella parte será imposible sostener al ejército, ni al Reyno

mismo, pues a pesar de nuestras incesantes diligencias, no hay esperanzas de que

lleguen de sobre el mar.

Sirva todo esto a V.E. de inteligencia y de consejo, pues teniendo V.E. como ha tenido

desde el principio todas las facultades de esta Junta para obrar según la exigencia de

las circunstancias, no debe esperar sus ordenes terminantes, pues nadie mejor que V.E.

se halla en estado y proporción de conocer y atender a las que lo exijan y necesiten.

Dios Guarde a V.E. Ms. As, Coruña 27 de abril de 1810.

Fdo. Rafael, Arzobispo de Santiago. Por Acuerdo de la Junta. Fdo. José

Antonio Rivadeneyra, Vocal Secretario.

Al Excmo. Sr. Dn. Nicolás Mahy “.172

A pesar de todo, Galicia no se vio amenazada. Los franceses tenían centrados sus

planes estratégicos en la nueva invasión de Portugal ordenada por Bonaparte el mariscal

Massena y que acabaría estrellada, meses después, ante las líneas de Torres Vedras.

Así, el grueso de las tropas francesas del 8º cuerpo de ejército de Junot abandonaría

León para reabastecerse y marchar al sur a fin de participar en la invasión de Portugal.

Ello llevaría a los franceses a dejar en León unas mínimas fuerzas de ocupación y

vigilancia para contener a las débiles fuerzas españolas asentadas entre Asturias y el

norte de Zamora; marchando el grueso del ejército imperial hacia el sur.

Fiado en esta momentánea debilidad de las tropas francesas en León y acuciado por las

críticas que le llovían desde Galicia (tras la caída de Astorga), Mahy ordenaría llevar a

cabo dos contundentes incursiones sobre Astorga y León los días 6 y 7 de junio a fin de

demostrar al mando francés la voluntad de resistencia de las fuerzas patriotas.

El ataque sobre Astorga lo efectuó el brigadier José de Meneses173 al frente de cuatro

compañías de tiradores de los cuerpos de la vanguardia de la 4ª división (con la de

infantería de marina, al mando del alférez de navío Andrés Pita da Veiga, al frente) y el

apoyo de los batallones de Cazadores del Rey y del mencionado 6º de Infantería de

Marina. Comenzado el ataque al amanecer, se desalojó violentamente a los franceses de

172 IHCM, CDB, Año 1810, Caja 16, Legajo 20, carpeta nº 57. 173 Archivo de la Armada “Alvaro de Bazán“, Viso del marqués, Ciudad Real. Joseph Meneses y Cler. Natural de la villa toledana de Mondejar. Guardia de Corps en 1774. Con 50 años en 1808. Comandante del 1º Batallón de Marina del Ejército de la Izquierda en junio de 1808. Por orden del general Joaquín Blake tomó el mando de los tres batallones de marina en septiembre de 1810, presente en las acciones en Zornoza, y Espinosa de los Monteros. Acciones de Orrontía, Lugo, Astorga, Sanabria. Ascendido a Brigadier en 23 de febrero de 1809. Recibe el mando de la Vanguardia del Ejército de la Izquierda y del 6º de marina el 5 de abril de 1810, hasta 16 de mayo de 1811, en que se le da licencia por enfermedad. Empezó de Guardia de Corps en 1774. Signatura: Legajo 620/743.

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105

los arrabales de Rectivía y San Andrés obligándoles a encerrarse en la plaza e

intimando, incluso, al general gobernador Lauberdiere a la rendición. 174

El hecho de que varios batallones españoles aparecieran vestidos con unas 1.000

casacas rojas de las suministradas por Gran Bretaña causó no poca alarma al alto mando

francés en la provincia, el cual temió, durante algunos días, que tropas británicas habían

desembarcado, de nuevo, en Galicia.

En León el ataque lo dirigió el coronel Félix Carrera con su regimiento del Rivero y el

del 2º de Tiradores de Castilla al mando de Francisco Hevia. Este episodio se saldó con

un valeroso y sangriento, pero mal dirigido, combate urbano contra la guarnición

imperial, que pudo rechazar la incursión española. El ataque había comenzado a las

cuatro de la mañana, al lograr sorprender los españoles a las guardias avanzadas

francesas del convento de San Marcos en las cercanías de la ciudad. Tras conseguir

franquear varias puertas de la muralla oeste, en la zona del hospital de San Antonio

(gracias a la ayuda de varios vecinos según el mando francés), las tropas de Carrera y

Hevia avanzaron rápidamente por varias calles intentando copar a las tropas imperiales

que creían concentradas en la iglesia y convento de San Isidoro. Sin embargo, la

situación para los españoles se complicó, la guarnición francesa era más numerosa de lo

que se había supuesto (unos 625 hombres frente a los 300 que esperaban encontrar175), y

además, se hallaba repartida en varios caserones fortificados del vecindario. En los

descoordinados combates callejeros que comenzaron a sucederse, las tropas españolas,

luchando a pecho descubierto, comenzaron a sufrir numerosas bajas; aún así, los

combates se mantuvieron con vigor hasta las 11 de la mañana, hora en que Hevia y

Carrera retiraron sus fuerzas.

Tenemos el testimonio del capitán de una de las compañías del Rivero, don José

Moure, sobre los fuertes combates que tuvo que afrontar la fuerza bajo su mando:

174 Un parte del gobernador francés de León de día 6 interceptado, elogiaba el ataque y, en particular, la actuación de los húsares españoles que se habían incorporado recientemente desde Santiago de Compostela ( se refiere al regimiento de reciente creación “ Húsares de Galicia “, antiguo “ Húsares de León “ al mando del coronel Francisco Mahy Romo ). Unica unidad regular de caballería española adscrita a la 4ª división. En proceso de formación y equipamiento en Santiago de Compostela. Apenas un piquete de 12 húsares había podido ser enviada a Santocildes a Astorga. En el mes de julio contaba ya con cuatro Escuadrones y 381 jinetes montados. Ese mismo mes decidiría la Junta de Galicia cambiarle el nombre por el de “ Húsares de Galicia “, dando los siguientes nombres a sus 8 Compañías: 1ª “ Coruña “, 2ª “ Orense “, 3ª “ Tuy “, 4ª “ Betanzos “, 5ª “ Lugo “, 6ª “ Mondoñedo “, 7ª “ Santiago “ y la 8ª “ León “. Su coronel sería Francisco Mahy Romo, Guardia de Corps de la Compañía Flamenca en 1808 (AGMS, Legajo M- 185), y hermano pequeño del capitán general Nicolás Mahy. Ese mismo verano de 1810 sería este regimiento enviado al frente. Archivo Histórico del Reino de Galicia, La Coruña, Sección Guerra de Independencia, Caja 36 – B, “Húsares de León“. IHCM, Madrid, CDB, Año de 1810, legajo 15, carpeta 19, y año de 1811, Legajo 35, carpeta nº 29. 175 García Gutiérrez, P. (1991) La Ciudad de león durante la Guerra de la Independencia [Valladolid], pp. 213 – 220.

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106

“Asalto del 7 de junio en la Ciudad de León.

Mandó las tropas que forzaron las puertas y se introdujeron en lo interior de la ciudad,

recibiendo una herida de bala en la cabeza, y perdiendo en la defensa de su punto más

de la 3ª parte de la gente que mandaba “176

Otro factor que hizo perder vigor al ataque de Carrera y Hevia fue el que, algunos de

sus soldados, aprovechando la confusión de los combates se habían dado al saqueo de

víveres.177

Curiosamente, y sin que ningún historiador se haya preocupado, hasta ahora, de

aclararlo, esta acción daría lugar al famoso y falso mito de los patriotas mártires del

“Corral de San Guisán“, en la que la calenturienta imaginación del erudito local

Honorato García Luengo178 (en una pequeña monografía publicada en el primer

centenario de la guerra de la independencia) vio una supuesta rebelión de la población

leonesa donde lo que hubo fue un ataque de fuerzas regulares españolas. Es más, según

los propios mandos españoles, los habitantes de la ciudad mostraron muy poco ardor

patriótico pues, en medio de los combates, cerraron las puertas de sus casas a los

soldados y heridos españoles que peleaban contra la guarnición francesa.

Un airado Félix Carrera comunicaba al día siguiente del ataque desde Vega Arienza a

Mahy, cargando tal vez las tintas, y puede que buscando hallar causas al revés sufrido,

sobre la actitud tan tibia de la población de la capital:

“Todos confirman el que los habitantes han obedecido ciegamente la orden del

gobernador de que los paisanos tomasen las armas y les auxiliasen contra nosotros, no

permitiéndonos entrar en sus casas para refugiarnos de ellos pues se ha verificado que

las mujeres que no podían hacer fuego cargaban los fusiles para que nos lo

hiciesen“179

176 AGMS, 1ª Sección, Legajo M – 4.689. 177 Sin que sea disculpa, hay que anotar que las tropas españolas en León padecían tal carencia de suministros que muchas veces los hombres pasaban a media ración o sin comer, incluso, muchos días. La Guarnición francesa ascendía a 621 hombres de varios cuerpos: 3º Suizo, tres destacamentos provisionales de dragones con 28 caballos, y otros tres auxiliares de infantería. IHCM, CDB, Año de 1810, legajo 26, carpeta nº 112. Según el historiador suizo H. de Schaller, en su Histoire des Troupes Suisses au Service de France sous le Règne de Napoleón Iº, pp. 105 – 109 , la guarnición imperial se componía de 300 suizos, casi medio centenar de infantes franceses y 200 dragones. 178 García Luengo, H. (1908) León y su Provincia en la Guerra de la Independencia [León]. 179 IHCM, CDB, Año de 1810, Legajo 15, Carpeta 13. Correspondencia entre el capitán general de Galicia y el coronel Félix Carrera.

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107

Tenemos el testimonio de un vecino de León, el boticario del Hospital de San

Antonio, Alonso Tomé (adicto, al parecer, al partido afrancesado), que fue testigo de los

combates desde dicho hospital, el ataque había fracasado porque algunos soldados se

habían entretenido al darse al saqueo:

“El día 7 de Junio de 1810 a la hora de las cuatro de la mañana entraron las tropas

españolas por la puerta del Malbar. Pudieron sorprender a los franceses; no lo

hicieron por su mal gobierno. Con todo, el mucho valor de las guerrillas, que

avanzaron en corto número por la Ciudad, los pasmó.

[...] las tropas españolas fueron [...] excelentes tropas dignas de todo honor; sus

comandantes muy poco juicio, por cuyo motivo no pongo aquí sus nombres.

Las puertas de la Botica demuestran bien, por los muchos balazos que tienen, que día

sería para los vecinos de la Ciudad. Entre los botes que se quebraron por las balas que

entraron, quedó éste donde está este papel. Duró el fuego hasta las diez “180

Entre las tropas imperiales de guarnición había soldados suizos al servicio de Francia.

La historia regimental de su unidad, dejó constancia de los duros combates habidos en

la ciudad:

“En mayo de 1810 un batallón del 3º regimiento suizo (comandante Jonathan de

Graffenried), reducido a unos 300 hombres, fue enviado de guarnición a León, con 4

compañías de infantería francesa y 200 dragones. Fue sorprendido el 7 de junio,

gracias a la traición de los vecinos, por una tropa de 4.000 españoles y portugueses,

que se introdujeron en la ciudad a través de una puerta en la muralla del Hospital

Civil que daba a la campiña.181

El teniente Amiet de Soleure, que estaba al frente del cuerpo de guardia, y el teniente

Fuchs hacen frente inmediatamente al ataque con sus hombres disponibles.

El batallón suizo, reunido precipitadamente, combate con gran valor en las calles de

la villa. Expulsa a los asaltantes, tras haberles hecho 150 prisioneros (de ellos 4

oficiales y 6 cadetes) y de haberles muerto o herido a un número considerable de

hombres.

180 Archivo Histórico Provincial de León, Fondo “Bravo“, Caja 11.595, signatura 94. 181 Apenas llegaban a los 2.000 hombres y eran todos españoles del ejército regular.

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108

El capitán Hundbins, al mando de los voltigeurs, oficial de gran mérito y que había

contribuido mucho al buen resultado de la jornada, encuentra, en este combate, una

muerte gloriosa. El día anterior, el batallón Goeldlin182 debe, igualmente, responder,

en la ciudad de Astorga, al ataque de numerosas guerrillas [...]”183

La guarnición francesa hizo una salida en persecución de los españoles, sin lograr

establecer contacto. Así nos lo refiere en sus memorias el párroco de la cercana

localidad de San Andrés del Rabanedo Juan Antonio Posse:

“Pasaron los franceses en seguimiento de nuestra tropas hasta el Ferral. De vuelta

entraron en mi casa el comandante y los oficiales; me mandaron darles almuerzo y, no

teniendo vino, se contentaron con dos fuentes de ricas manzanas que les presenté. Me

hicieron varias cuestiones sobre nuestras tropas y por donde habían tomado. Me

disculpé como pude, y les pregunté de mi lado lo que habían hecho los españoles en

León, y respondieron haber sido sorprendidos y que fueran prisioneros si los españoles,

entregados al saqueo, no hubiesen malogrado su empresa”184

Las noticias sobre el fracaso de una paralela ofensiva española sobre la línea del río

Nalón en Asturias y de la llegada de la división francesa del general Sèras, desde

Zamora, aconsejaron detener estas operaciones ofensivas. Aprovechando el mal tiempo

y la niebla que cubría los puertos de Manzanal y Foncebadón, las tropas españolas se

retiraron sin más pérdidas.

* * * *

Sin embargo, la demostración de fuerza española cobró sus frutos; la marcha de Sèras

hacia León dejó aislada a una guarnición francesa en Puebla de Sanabria, compuesta por

unos 400 soldados suizos del 2º batallón, al mando del comandante Jonathan de

Graffenried.

182 El 4º batallón del 4º Regimiento suizo, al mando del Comandante Jean Baptiste Goeldlin de Tiefenau. Había partido desde Rennes rumbo a España el 6 de diciembre de 1809, llegando sus 800 hombres el 22 de febrero a Valladolid; allí sería encuadrado en la brigada Lauberdière, de la División Seras, siendo adscrito a la guarnición imperial de Astorga. 183 Schaller, H. (1995) Histoire des Troupes Suisses au Service de France sous le Règne de Napoleón Iº “. C. Térana Editeur, [Paris], edición facsímil de la publicada en 1883, pp. 105 – 109. 184 Posse, J. (1984) Memorias del cura liberal don Juan Antonio Posse…Ob. cit., p. 121.

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109

Días antes, el 27 de julio, ante un vigoroso ataque francés, el general Francisco

Taboada Gil y su pequeña división de la “derecha”185 (compuesta por los apenas 1.500

hombres de tres batallones pertenecientes a los regimientos de Benavente, Toledo y

Sevilla, más una pequeña batería con dos piezas ligeras de artillería) había tenido que

retirarse de Puebla de Sanabria, desechando el hacerse fuerte en la plaza que contaba

con algunas fortificaciones.

Desde la caída de Astorga, tres meses antes (con su guarnición de 2.700 hombres

formada por los mejores regimientos disponibles de la 4ª división), los mandos militares

y las autoridades patriotas tenían claro que no se podían defender puntos a ultranza que

no pudieran ser socorridos. Así lo había rogado la Junta de Galicia, por boca de uno de

sus señalados vocales, el arzobispo Múzquiz, al capitán general Mahy el 30 de abril:

“Se ha enterado esta Junta de las noticias que VE la comunica con fecha de anteayer y

de los avisos que en su consecuencia ha pasado a las Asturias y al general Taboada

[…] lo acaecido en Astorga debe de servirnos de gobierno para no comprometer la

guarnición de Sanabria como que tampoco conviene perder de vista la división de

Asturias si resultase cierto el refuerzo enemigo que VE anuncia en aquel

Principado”186

La decisión fue muy acertada. Taboada se refugió en la comarca fronteriza portuguesa

de Tras os Montes, donde el general Silveira alertó a todas las milicias portuguesas y se

aprestó a colaborar con el general español a la petición de auxilio de éste.

Sin embargo, Serás retrocedió de nuevo sobre Zamora, tras dejar la plaza de Puebla

ocupada por el 2º batallón suizo de su división. Ello animó al general español a

aprovechar la oportunidad y tratar de dar un golpe de mano sobre Puebla de Sanabria.

Así, Taboada pediría el 2 de agosto a Silveira, desde su cuartel general en el pueblo de

Requejo, a tres leguas de Puebla (en el camino real hacia las Portelas y la entrada a

Galicia) su colaboración para que, cruzando la frontera, le ayudara a caer sobre la

aislada guarnición imperial en Puebla. Así lo informó Taboada el mismo día a Mahy por

escrito:

185 Según el despliegue español en el noroeste peninsular en la segunda mitad de 1810 y antes de la creación del 6º ejército, las fuerzas españolas en Asturias eran la “Izquierda”, las del Bierzo el “Centro”, las situadas en Lugo la “Reserva” y las desplegadas en Puebla de Sanabria la “Derecha”. 186 IHCM, CDB, Año 1810, legajo 15, carpeta 9, Múzquiz a Mahy, la Coruña, 30 de abril de 1810.

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110

“Excmo. Sr. Habiendo sabido que los enemigos tienen solamente en la Plaza de la

Puebla 400 hombres escasos, aunque se fortifican en el castillo, y que las otras tropas

habían marchado, dejando en Mombuey y Asturianos algunas, cuya distancia es de tres

y cuatro leguas, traté con Silveira para que auxiliándome con sus tropas, ver si los

podíamos echar; así me lo ofreció y que esta noche las aproximaría a Pedralba187, que

dista legua y media, por lo que dispuse con las mías emprender al amanecer esta

operación, llegando a las nueve de la noche a este pueblo, que está enfrente de

Pedralba, y media legua de distancia, despachando inmediatamente al coronel de

Benavente y un oficial a saber si llegó Silveira y manifestarle el plan de cómo debemos

tomar las posiciones y cercar la plaza, para asaltarla por cualquier parte que es fácil;

esto en el caso de que los enemigos no tengan lugar a concurrir con fuerzas superiores

y no consigamos el fin, porque entonces replegaremos a los puntos que teníamos”.

Taboada finalizaba su oficio al capitán general de Galicia certificando la usual falta de

suministros, y acudiendo al humor negro castrense para denunciar, educadamente, la

desatención de sus tropas por la Junta Superior de Galicia:

“Las tropas hace tres días que no tienen ración de pan, ni sé cuando lo tendrán, y solo

un poco de arroz que yo tenía reservado en las Portillas […] y buenas esperanzas que

les doy, y todos estamos sin pagas y dinero para cosa alguna, con que la Providencia

de Dios es el consuelo de los afligidos, para que se cumpla su santísima voluntad”188

Taboada y Silveira se revolvieron sobre Puebla de Sanabria al día siguiente, tomando

sus débiles murallas y sitiando a su guarnición en el castillo.

En su Histoire des Troupes Suisses au Service de France sous le Règne de Napoleón

I, publicada en París en 1883, el autor suizo Schaller relata detalladamente, a partir de

los informes de los mandos del 2º batallón, los pormenores del asedio:

“El general de división conde de Seras189, había llegado a ocupar el noroeste de

Castilla la Vieja y del reino de León. Un numeroso cuerpo de portugueses y españoles

187 Pedralba de la Pradería. 188 IHCM, CDB, año de 1810, Legajo 23, carpeta 86, Informe de Taboada a Mahy. 189 Jean Mathieu Seras, nacido en Oza (Piémont) 16 de abril de 1765 y muerto en la campaña de Grenoble el 14 de abril de 1815. Six, G. (1934) Dictionnaire Biographique des Généraux&Amiraux français de la Révolution et de L´Empire, (1792 – 1814) [Paris], Tomo II, pp. 447 – 448.

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111

habían avanzado por la Puebla de Sanabria, pequeña ciudad cercana a la frontera con

Portugal.

Al aproximarse las tropas francesas, la guarnición española de 3.000 hombres,

abandona la ciudad. Seras la ocupa y deja al 2º batallón suizo de Graffenried,

compuesto de 333 hombres, con la orden de defender la plaza hasta el último extremo;

después de lo cual se retira sobre Benavente.

La Puebla está edificada sobre un cerro, dividida en una ciudad alta y otra baja,

provista de unas malas fortificaciones, dominada, en sus flancos, por colinas al alcance

del fuego de fusil. La ciudad alta encierra un viejo castillo fortificado pero desprovisto

de aljibes de agua y dominado por dos robustas iglesias distantes unos 15 pasos una de

otra.

La guarnición comienza por hacer una requisa de víveres, reuniendo unas 2.000

raciones de pan y galleta, pero falta el agua, pues los pozos del castillo estaban

contaminados con pólvora y con los cadáveres de animales que los españoles habían

arrojado al evacuar la villa. Cada hombre tenía alrededor de 80 cartuchos. La

guarnición había conseguido desenclavar, además, seis cañones, pero carecía de

pólvora de artillería.

El día 3 de agosto la plaza fue embestida por los cuerpos del general portugués

Silveyra y del general español Taborda190, en total 10.000 hombres; ante la negativa

del comandante a rendirse, comienza el ataque, que durará hasta el día 9. La pequeña

tropa suiza se ha retirado a la parte alta de la villa, pero carece de agua y de pan; se

halla además, agotada por los trabajos de la defensa. El día 6 el cabo fiburgués

Tinquely se ofrece voluntario para atravesar las líneas enemigas y pedir socorro, ya al

Comandante Seras, ya a la brigada Paillard destacada en Santa Marta. Pero tres días

transcurren sin que ninguna noticia llegue. El teniente Freunden Reich es muerto en la

almenas de un disparo de fusil y 23 hombres están heridos. El día 9, al atardecer, la

explosión de dos minas191 practicadas por el enemigo al abrigo de las casas cercanas,

abre una brecha. Los soldados tenían aún seis cartuchos por cabeza, pero la mayor

parte de las piedras de chispa de los fusiles estaban fuera de servicio.

190 Francisco Taboada Mosquera y Gil. Mariscal de Campo. AGMS, 1ª Sección, Legajo. T-23. 191 En realidad se trató de una sola mina, excavada por un subteniente y varios soldados del regimiento de Benavente, al amparo de varias casas situadas cerca del castillo, y que fue volada con dos hornillos habilitados con pólvora de cañón. Informes españoles sobre la toma de Puebla de Sanabria en: IHCM, CDB, año de 1810, Legajo 23, carpeta 86, Informe de Taboada a Mahy sobre la toma de Puebla a los suizos de Graffenried. Informe del 19 de agosto de 1810.

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112

Para colmo de desgracias, hay entre los asaltantes algunos desertores suizos, entre

otros el tambor Gillabert, natural de Vaud, que animan constantemente a sus antiguos

compañeros a la deserción, haciéndoles creer que serán todos pasados a cuchillo si

continúan su resistencia; mientras que, si por el contrario, capitulan, serán enviados de

vuelta a Suiza (regreso al que, por otra parte, tenían ya derecho, puesto que su contrato

de alistamiento había expirado). Cuarenta y ocho hombres de la guarnición, entre ellos

veinte granaderos, escuchan estos pérfidos consejos, pasándose al enemigo en la noche

del 10 de agosto. El 29 de mayo de 1811, serían todos condenados a muerte en

rebeldía.

El resto de los soldados, reducidos a 244 hombres, se niegan a combatir contra

10.000 enemigos y, hacia la una de la mañana, Graffenried, decaído su ánimo, es

obligado a firmar, sobre la brecha, una capitulación, por lo demás, honorable.

Consiente, en sustancia, que la tropa conserve sus pertenencias, los oficiales sus

espadas, y que la guarnición será embarcada con destino a Suiza, bajo el juramento de

no volver a servir contra las naciones aliadas...”

Efectivamente, en la tarde del 9 de agosto, Taboada ordenó dar fuego a los hornillos

con éxito, de tal manera que se produjo una brecha en la muralla del castillo de unos

nueve metros de anchura. Tras ello, el español envió de nuevo parlamento al

comandante suizo, que aceptó negociar sobre la misma brecha. Entrada ya la noche y

con la presencia de Silveira, tras concederle una hora de tregua, Taboada conminó al

comandante suizo a deponer las armas bajo amenaza de asaltar el castillo y pasar a

cuchillo a todos sus hombres. El comandante Graffenried aceptaría, finalmente, la

capitulación, con honores de guerra y la promesa de dejar regresar por mar a Francia, y

de allí a Suiza, a sus hombres, dado que:

“[…] toda la guarnición eran suizos y tenían concluida su contrata, y que, por

consiguiente debían ser licenciados”192

A las cinco de la mañana del 10 de agosto, formando las tropas españolas en el arrabal

de Puebla, con la presencia de dos batallones portugueses en la rampa del antiguo fuerte

extramuros de la villa, con los dos generales y sus estados mayores presentes, desfiló la

192 Ibídem, Informe de Taboada a Mahy del 22 de agosto desde Puebla de Sanabria.

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113

guarnición suiza, tambor batiente, entregando a continuación las armas y bandera con el

águila imperial.

Según los informes del asedio remitidos por Taboada a Mahy, los suizos tuvieron 19

muertos y 25 heridos durante los combates por la plaza y rendición del castillo (además

de haber sufrido la deserción real de 62 soldados y un tambor). La capitulación

contempló la entrega final de las armas por 340 hombres.

En recompensa por la ayuda prestada, Taboada, a petición de Silveira, entregó el

águila imperial del batallón suizo rendido en obsequio a las tropas portuguesas aliadas

presentes. En palabras de Taboada a Mahy:

“[…] como las valerosas tropas que mando no necesitan de aquellas alas para volar a

buscar el enemigo, tomé el Aguila y se la di”193

Por su parte, las tropas españolas de la denominada “División de la Derecha”, del que,

empezaba a denominarse “Ejército de Reserva de Galicia”, al mando de Taboada,

sufrieron 14 muertos y 44 heridos194.

Por su parte, el general Serás acudió, tarde, en ayuda de su guarnición, entrando en

Puebla once horas después de la capitulación y encontrando la villa vacía por haberse

replegado de nuevo Taboada y Silveira a las montañas:

“En la mañana del 11 de agosto, diez horas después de la capitulación de Graffenried,

el general Seras, que había recibido el aviso llevado por Tinquely, llega a la Puebla

con refuerzos, y el mismo Kellerman (desde Valladolid) se pone en marcha con

numerosos batallones, entre ellos el de Bleuler, para levantar el asedio de esta pequeña

población. Los españoles habían evacuado ya la plaza, y era demasiado tarde para

salvar a la guarnición”195

Serás se retiró a Benavente con sus tropas (en palabras de Taboada: “Aburridos de no

haber logrado, al fin, salvar la guarnición, con bastante aceleración”196), dejando

definitivamente la villa a los españoles, que, rápidamente reocuparon Puebla a las pocas

horas. El francés tendría que partir, de nuevo, con parte de sus fuerzas hacia el norte de

193 Ibídem. 194 Ibídem. 195 Ibídem. 196 CDB, Año de 1810, Legajo 23, Carpeta 86. Informe de Taboada a Mahy del 22 de agosto desde Puebla.

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León en apoyo del general de división Jean Pierre Bonet que, en Asturias, había sufrido

otra vez un corte de sus comunicaciones con Santander por obra de las tropas cántabras

de Díaz Porlier.

Por su parte, los suizos cautivos marcharon hacia La Coruña:

“El batallón es enviado a La Coruña escoltado […] siendo saqueado, durante la

marcha, por los españoles, con la complicidad de sus jefes. Embarcado el 22 de agosto

en un pontón, parten para Inglaterra el 22 de septiembre, entrando en Portsmouth el 7

de octubre [...]

En noviembre, finalmente, son desembarcados, después de incesantes reclamaciones,

en Morlaix, tras haber sufrido una fuerte tempestad durante la travesía. No quedaban,

a su entrada en Francia, más que 133 oficiales y soldados, el resto de los prisioneros

habían entrado al servicio de los españoles y, sobre todo, de los ingleses, cuyo general

Meck, que había acompañado al convoy, no desdeñó el fomentar este alistamiento

durante la larga travesía […]

Seras busca justificarse mostrando un despacho de Graffenried del 1 de agosto donde

le anunciaba tenía, al menos, 70 bueyes, 8.000 raciones y 6.000 disparos de cañón.

Este despacho había sido escrito para engañar al enemigo que habría de interceptarlo,

pero los soldados de la división conocían la verdad, y no había lugar a la confusión.

Bonaparte se irritó violentamente con la noticia de la capitulación de la Puebla. El

infortunado Graffenried fue llevado ante un consejo de guerra, pero fue absuelto por

sentencia del 2 de febrero de 1811; sentencia que fue remitida a todos los regimientos

suizos y de la Dieta Helvética”197

La noticia de la rendición imperial en Puebla de Sanabria, elevó los ánimos patriotas

en Galicia, decaídos tras la caída de Astorga:

“El feliz suceso de la Puebla de Sanabria ha llenado de gozo a esta Junta Superior, y le

ha consolado del disgusto que le habían ocasionado los reveses anteriores. Esta

sumamente satisfecha de aquella División que, a pesar de tantas privaciones, dio

pruebas de la mayor constancia, y desea se sirva V.E. manifestárselo así a su nombre al

digno General que la manda “198

197 Schaller, H. (1995) Histoire des Troupes Suisses…Ob. cit. 198 IHCM, CDB, Año de 1810, Legajo 17, carpeta 26. La Junta de Galicia al general Mahy, La Coruña a 14 de agosto.

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El mismo Taboada certificó su entusiasmo por la victoria lograda, pequeña, en el

cómputo general de la guerra, pero muy significativa tras la caída de Astorga tres meses

antes:

“Este glorioso suceso, debido a mis guías, la purísima Concepción y el Apostol

Santiago, patrones de España, me llena de la mayor satisfacción, por ver, que es la

primera Plaza que se reconquista en esta campaña, aprisionando su guarnición, lo que

se puede atribuir al ardor, valor y sufrimiento de las tropas que mando; pues han

padecido en los siete días de sitio, todas las vicisitudes de los difíciles auxilios,

trabajando, día y noche, incesantemente”199

Significativamente, y a fin fomentar la deserción de las tropas imperiales no francesas,

Mahy ordenó cumplir escrupulosamente las cláusulas de la capitulación de la guarnición

suiza de Puebla de Sanabria. Se debería de permitir, pues, a los prisioneros volver a

Suiza:

“[...] a fin de que se lleve a debido efecto por ser prisioneros suizos y por consiguiente

forzados a hacer la guerra, lo que no se observaría si fuesen franceses, por haber

faltado a todas las que han celebrado los generales franceses con las guarniciones

españolas de Gerona, Astorga, Lérida y Ciudad Rodrigo“.200

La pequeña victoria iba a tener resultados positivos. Los franceses nunca volverían a

intentar ocupar Puebla de Sanabria de manera permanente durante la guerra:

“Las consecuencias de esta victoria son mayores de lo que comúnmente se pueden

creer, pues por ella se halla el partido de Sanabria libre de enemigos, y estos

imposibilitados de poder poseerla por largo tiempo, siempre que quieran invadirla; y

por consiguiente, las fronteras de Portugal y Galicia por esta parte cubiertas por

ahora; habiéndose además conseguido que con el movimiento de hicieron para el

socorro de esta Plaza, quedasen muchos pueblos de Castilla sin guarnición, motivo por

199 Ibídem, Informe del 22 de agosto. 200 Idem, Carta de Mahy a la Junta de Galicia, Villafranca del Bierzo, 14 de agosto de 1810.

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el que las Partidas de Guerrillas podrán aprovecharse de esta ocasión y quitarles

alguna parte de lo mucho que nos han robado”201

201 Ibídem.

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117

IV EL ORIGEN ORGÁNICO DEL 6º EJÉRCITO.

LA 4ª DIVISIÓN DEL EJÉRCITO DE LA IZQUIERDA.

Tras la marcha, en agosto de 1809, del Marqués de La Romana con la mayor parte del

ejército español de la Izquierda hacia Extremadura, únicamente quedaron en León y

norte de Zamora los 6.000 hombres de la 4ª división, de aquel ejército, al mando del

capaz brigadier de la armada don Juan José García de Velasco. Su misión, con tan

débiles efectivos, era guardar las entradas a Galicia por Sanabria y el Bierzo, y apoyar a

las tropas españolas de Asturias.

Este contingente se hallaba muy debilitado; formado por una amalgama de

regimientos regulares reconstruidos y otros de nueva creación, todos en proceso de

reorganización y entrenamiento. Estas tropas españolas se encontraban, igualmente,

desprovistas de cualquier contingente de caballería digno de tal nombre, lo cual las

incapacitaba para actuar en los llanos de León.

Como ejemplo de esta precariedad de medios, hay que decir que el Teniente General

Nicolás Mahy, comandante de las reducidas tropas españolas en Galicia, apenas había

podido enviar, en enero de 1810, como refuerzo para la guarnición de Astorga un

piquete de 12 soldados de caballería ligera. En el resto de las tropas españolas de

Galicia solo había 300 jinetes más!202

Fue en febrero de 1810, cuando La Romana escribiría a Mahy, desde Badajoz,

dándole el mando directo de la 4ª división del ejército de la izquierda, y apremiándole,

tanto, a la defensa de Astorga, como a incrementar las fuerzas disponibles:

“Excmo. Sr.

Al Teniente General Don Nicolás Mahy digo con esta fecha lo siguiente:

Debiendo reforzar la cuarta División de este Ejército, y pareciéndome conveniente

que la mande un Teniente General, he dispuesto quede al cargo de V.E. recibiéndola

del Mariscal de Campo don Juan José García, que hasta ahora la tuvo a su cuidado, y

a quien comunico la orden correspondiente para el efecto. Con ella y las fuerzas que la

Junta Superior de Galicia le tenga confiadas, podrá V.E., según presumo, no solo

atender a la defensa de ese importante Reyno, sino también proteger eficazmente la

202 Las tropas francesas del 8º cuerpo en abril de 1810 que asediaron Astorga contaban con más de 5.000 jinetes.

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Plaza de Astorga, cuya conservación no es del mayor interés, como lo prueban las

varias tentativas, que sobre ella han hecho los Enemigos, aunque infructuosas hasta

ahora.

Sería muy conveniente, si las circunstancias lo permiten, que V. E. tratase de ocupar

León, pero es empresa que debe meditarse, y hacerse en tiempo oportuno, y después de

pasadas las nieves.

V.E. podrá hacerme la objeción de la falta de caballería; a la verdad que es notable,

y para repararla no tengo otro arbitrio que el proponer a V.E. el que reúna la que tiene

don Juan Díaz Porlier y tratar con la Junta de León el modo de aumentarla, pues en

cuanto a su organización, V.E. podrá atender a ella. Si me cabe algún arbitrio, enviaré

a V.E. la que yo pueda sacar de este Ejército, sin perjuicio de el.

Ocupando León y fortificándolo del modo más análogo a las circunstancias, se

formará una línea de vanguardia con Astorga que al paso que cubrirá perfectamente el

Reyno de Galicia, tendrá la comunicación desahogada con Asturias por Pajares. Se

precaverán las incursiones del Enemigo por toda la rivera del Orbigo y se facilitará la

extracción de granos de todo el Partido de Campos.

Atendida la poca disciplina que se ha podido infundir hasta ahora en nuestras tropas,

no podremos meternos en empresas de grueso calibre, sino ir poco a poco ganando

terreno al modo de los que van adelantando paralelas para sitiar una Plaza.

He visto las observaciones de V.E. al plan de defensa propuesto por el Ingeniero

Vera, y me parecen muy juiciosas, y que se deben tener presentes para el que se adopte.

Es muy evidente que lo principalmente se ha de defender es el camino Real, que es por

donde el Enemigo dirigirá el grueso de su Ejército, su Artillería y pertrechos; que la

entrada por Valedorras a poca costa se defiende, y con mucha mayor facilidad las

Portillas o Sanabria.

En fin, yo confío en las luces y actividad de V.E. no menos que en las de los jefes y

oficiales que están a sus órdenes, que obrarán con todo el pulso y acuerdo necesario en

unas circunstancias tan críticas como las en que nos hallamos, bien persuadido que

cuantos auxilios pueda yo prestar a V.E. y estén en mi mano, se los facilitaré.

Y lo traslado a V.E. para su gobierno.

Dios guarde a V.E. muchos años, Badajoz 28 de febrero de 1810.

El Marqués de La Romana “203

203 AHRG, Guerra de la Independencia, Legajo 26, Caja 37.

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119

Efectivamente, a partir de la base de la 4ª división y los restos de las tropas asturianas,

Mahy habría de incrementar sus efectivos hasta lograr organizar, a partir de la segunda

mitad de 1810, un nuevo ejército al que se le denominaría “Ejército de Observación de

Galicia”. En los meses siguientes, Mahy lograría alcanzar unos efectivos de 20.000

hombres (aunque su mantenimiento y asistencia entre 1811 y 1813 dejaría mucho que

desear). Se constató, que su sostenimiento mensual supondría unos 8.5 millones de

reales (habiendo meses en que se llegó hasta los 14 millones de reales204).

La puesta en marcha de un nuevo ejército de operaciones en Galicia a partir de la base

de la 4ª división del Ejército de la Izquierda y de los restos del llamado “ejército

asturiano”205 (levado con voluntarios y conscriptos en el verano de 1808), no fue

sencilla.

Tras la proclama del conde de Noroña en enero de 1810, en un primer momento, la

Junta Superior de Galicia mostró abiertamente a Nicolás Mahy sus dudas el 17 de

marzo y el 27 de abril. Los vocales gallegos pidieron al marqués de La Romana

(manifestándole que, de no ser atendidos su ruegos, acudirían al nuevo Consejo de

Regencia) en primer lugar, que la 4ª división quedara separada orgánicamente del

Ejército de la Izquierda desplegado en Extremadura, como una manera de evitar que se

la pudiera destinar fuera de las fronteras de Galicia. Igualmente, la Junta de Galicia

mostró sus dudas, y preocupación, de que el incrementar la fuerza del nuevo “Ejército

de Observación de Galicia” hasta los 20.000 hombres (organizado en nuevas

divisiones), podría conducir, como había sucedido en los veranos de 1808 y 1809, a que

los altos mandos militares y el gobierno patriota los apartaran de la defensa exclusiva de

Galicia, llevándolos a operar en otras regiones de España. Es decir, la Junta gallega no

quería realizar el esfuerzo organizativo y económico (con el coste social y político que

ello le supondría) de reclutar y equipar otro nuevo ejército, sino era para contar con la

seguridad de que el mismo se iba a dedicar, en exclusiva, a defender las fronteras del

fidelísimo reino.

“Además que el mismo marqués no hará uso para fuera del reino de la cuarta división,

ni por conferir el mando de ella a VE le separa del de las tropas y ejércitos que va

204 Martínez Salazar, A. (19953) De la Guerra de la Independencia en Galicia [Buenos Aires], Centro Gallego de Buenos Aires, p. 12. 205 Calvo Pérez, J. L. (1998) La orgánica de los regimientos asturianos durante la Guerra de la Independencia (1808-1814), Boletín del Real Instituto de Estudios Asturianos, nº 12, Oviedo.

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disponiendo esta Junta, pues todas entrarán al mando de VE, se encarga de pedir a

aquel Jefe, que mediante el mucho aumento de fuerza que va a poner este reino,

debilidad de la 4ª división, y mucho desvió del ejército a que pertenece, quede

suprimida o separada como parte de él, y que esta fuerza y la más que se aumente hasta

el número propuesto de veinte mil hombres, sea considerada con el título de Ejército de

Observación de Galicia, a las órdenes de VE, y se lisonjea la Junta de que dicho sr.

accederá a ello y que el nuevo gobierno aprobará esta determinación” 206

Finalmente se acordaría, por parte del gobierno y autoridades militares, que así fuera.

El nuevo ejército, al que, en diciembre, pasaría a denominarse como 6º, se dedicaría a

combatir, y disputar, al ejército francés del norte, los frentes de batalla de Asturias,

León y norte de Zamora; aunque no por complacer el deseo egoísta de la Junta Superior

de Galicia, sino porque estos objetivos respondían a las directrices estratégicas del

estado mayor conjunto español en Cádiz, y a las más elementales normas del sentido

común.

La creación del 6º Ejército.

En Galicia, Mahy lograría reconstruir, en la segunda mitad de 1810, con la asistencia

de su jefe de estado mayor el muy eficaz brigadier Juan José Moscoso (verdadero padre

organizador del 6º ejército), las tropas dejadas por el marqués de La Romana en el

noroeste español, en el verano de 1809, hasta elevarlas a unos efectivos de unos 12.000

hombres en Galicia, el Bierzo y Sanabria (la mayoría bisoños).

En Asturias se desplegaban otros 6.000 hombres, al mando de Pedro de la Bárcena,

tras la línea del Navia y en las montañas, muy desmoralizados luego de continuos

reveses sufridos frente a las tropas del general Bonet207.

A este total de 18.000 españoles, se unían los 7.000 milicianos y regulares

portugueses de Silveira en Tras os Montes.

206 IHCM, CDB, Año 1810, Legajo 15, carpeta nº 9. La Junta de Galicia a Nicolás Mahy, La Coruña, 17 de marzo de 1810. 207 El 19 de octubre de 1809 la mayor parte del ejército asturiano, agrupada en la denominada división Ballesteros, había partido hacia el sur para incorporarse al Ejército de la Izquierda del duque del Parque.

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Los contingentes españoles comenzarían a articularse, dentro de los denominados

“Ejército de Reserva de Galicia” y “Ejército Asturiano”, en la segunda mitad de 1810 en

cuatro cuerpos:

1. Las tropas asturianas, organizadas en cuatro pequeñas divisiones

(“izquierda” o auxiliar de Galicia del conde de Priegue; “vanguardia” de

Pedro de la Bárcena; “cántabra” del brigadier Juan Porlier, y “oriente” del

brigadier Federico Castañón; con unos cuadros de reserva al mando del

brigadier Jaime Carvajal), se agruparían en la nueva 1ª división, al mando,

desde marzo de 1811, del general Javier Losada.208

2. Respecto a la antigua 4º división del Ejército de la Izquierda, reorganizada

en tres cuerpos, de los cuales dos estaban en León (nombradas como de

“vanguardia” al mando del brigadier José Meneses y del “centro” al mando

del coronel Domingo Sierra) se refundirán en la 2ª división, al mando desde

marzo de 1811, del general Francisco Taboada y Gil.

3. Por su parte, el tercer cuerpo, la división de la ”derecha”, situada en Sanabria

(al mando del coronel Manuel Nava), pasará a ser la 3ª división, al mando en

marzo de 1811, del general Francisco Cabrera.

4. Igualmente, en Lugo, se creará el germen de una división de “reserva”.

Además, en Galicia, su Junta Superior exigirá dejar varios cuerpos de

guarnición en diversas ciudades y puertos.

A su frente, en el noroeste peninsular, los españoles tenían nada menos que a 68.000

imperiales, a uno y otro lado de la cordillera cantábrica. Esta superioridad se vio

aminorada por la creciente actividad guerrillera patriota (de la que, en unos meses,

surgiría el 7º ejército) y el dominio de la costa cantábrica por las naves británicas y

españolas que, desde La Coruña y El Ferrol, patrullaban la costa realizando incursiones,

bloqueos y suministros a las fuerzas patriotas.209

Finalmente, el 16 de diciembre de 1810, el Consejo de Regencia promulgaría un

famoso Decreto en el que reorganizaba las fuerzas regulares españolas en seis pequeños

208 Ramos Oliver, F. Organización y operaciones del Ejército de Galicia (1810 – 1812), en (2014) Más que una Guerra. Astorga y el noroeste de España en la Guerra Peninsular (1808 – 1814) [Valladolid], pp. 205 – 234; pp. 223 – 224. 209 Priego López, J. (1994) La Guerra de la Independencia [Madrid], Tomo V, p. 359.

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Ejércitos210, tratando de constituir otro con parte de las fuerzas guerrilleras del norte de

España.

Organizado el 6º Ejército con una fuerza de 20.000 infantes (aunque con una

caballería y artillerías muy débiles por falta de ganado) en tres divisiones, al mando la 1ª

de Francisco Javier Losada en Asturias211, la 2ª de Francisco Taboada Mosquera y Gil

en el Bierzo 212 y la 3ª por Francisco Cabrera en Puebla de Sanabria213 ( más una cuarta

de reserva acantonada en Lugo ), podría Santocildes, durante el verano de 1811 (bien

asistido por un eficaz cuerpo de estado mayor al mando del laborioso brigadier Juan

José Moscoso214), apoyar indirectamente con brillantez y tenacidad los planes de Arthur

Wellesley sobre Extremadura y Salamanca.

Dentro del vasto plan de reorganización y mejora del 6º ejército, Juan José Moscoso y

sus oficiales de estado mayor, pusieron en marcha la redacción y edición (a través de

una imprenta militar situada en Villafranca del Bierzo) del Boletín del Estado mayor del

6º Ejército. Los fines de esta publicación serían el de ser el canal de comunicación y

difusión (para la opinión pública patriota y para el propio colectivo militar) del ejército

de operaciones español en el NO de España. Igualmente, este periódico militar tendría

entre sus objetivos el difundir el reformismo táctico y organizativo, la autocrítica, la

defensa e implantación de la meritocracia (también, la reivindicación profesional del

estamento militar español) y una adhesión, no disimulada, a los principios liberales de

Cádiz215. Todo ello conformaría las bases de su línea “editorial”, junto con la difusión

de las operaciones militares del 6º ejército:

“Es pues imprescindible presentar al público la conducta de esta benemérita clase del

estado que tan dignamente ha sabido granjearse los respetos y sacrificios de sus

compatriotas; dedicando algunos individuos del 6º ejército los momentos que permitan

sus obligaciones a dirigir en tan delicada materia la opinión vulgar en vez de

210 Cada uno de ellos ni de lejos alcanzaba el tamaño y potencia de un cuerpo de ejército imperial. 211 Francisco Javier de Losada Pardo y Figueroa, conde de Maceda. AGMS, 1ª sección, Legajo L – 1907. 212 Francisco Taboada Mosquera y Gil. Mariscal de Campo. AGMS, 1ª Sección, Legajo. T-23 213 Francisco Cabrera Ramírez, Mariscal de Campo en 1811. Legajo C- 195. 214 AGMS, 1ª división, Legajo M- 4.652. Juan José Moscoso y Sequeira. La historia de la Guerra de la Independencia en el Noroeste de España ha de hacer, todavía algún día, justicia a este gran soldado que, en puestos de segunda fila dentro del Estado mayor, contribuyó con un inmenso trabajo organizativo y logístico a mantener operativas las fuerzas españolas de Galicia, León y Asturias. Este gran soldado sería postergado y perseguido en la postguerra, como tantos otros, por sus ideas políticas liberales. Obligado a entregar sus condecoraciones, confinado y privado de empleo y sueldo. Ese fue el premio que Fernando VII y su camarilla de absolutistas y militares cortesanos dieron a quienes habían vencido en la guerra y salvado el trono de tan indigno rey y vergonzosa ideología política. 215 Este espíritu reformista y liberal del Boletín del 6º ejército no era sino reflejo de la personalidad y pensamiento del, poderoso y muy respetado, jefe del estado mayor del ejército Juan José Moscoso, que sería impurificado por liberal en 1815 y 1823.

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extraviarla, seguros de que los buenos españoles y sus compañeros de armas

cooperarán con su ilustración y conocimientos a tan importante objeto. La Imprenta

militar se empleará desde el principio de julio próximo en la publicación de varias

memorias militares, o relativas a este ramo, de los sucesos más interesantes de la

presente guerra, exponiendo con extensión los que ocurran en este ejército, sin omitir

las reflexiones que su débil instrucción les sugiera, sobre los resultados, ya prósperos,

ya adversos […] pudiendo asegurar que en esta parte se hallarán considerables

ventajas respecto a los demás papeles públicos tanto en la veracidad como en la

prontitud de tenerlas en dependencia de este Estado mayor, que mantiene una seguida

correspondencia con el Estado mayor General establecido en la Corte y los de los

demás Ejércitos”216

Efectivamente, en el seno del estado mayor del 6º ejército, no había reparos en

denunciar el exceso de gerontocracia y el favoritismo que habían minado la calidad de

un ejército necesitado de reformas. Estos testimonios, de una sinceridad brutal, eran una

notoria prueba del estado de autocrítica que reinaba en el seno de la institución militar

española, y un buen síntoma de que algo estaba cambiando. La elección de Santocildes

como comandante en jefe interino del 6º ejército, y nada menos que de la mano de

Castaños, eran causa y consecuencia de ello:

“Se mudan los gobiernos, se alteran los generales; pero no se muda de sistema,

siempre el antiguo régimen conserva su divisa; la antigüedad, la vejez o el favor cubren

los primeros puestos militares y en sus ineptas suele estar ciegamente entregada la

fuerza física del Estado. A la juventud está ordinariamente negada la elevación y la

opción a los primeros cargos, sino está protegida por las relaciones de sangre u otras

mil diversas causas. Se buscan los empleos para los sujetos, y no sujetos para los

empleos”217

216 Boletín del Estado mayor del 6º Ejército…Ob. cit., preámbulo. 217 Ibídem, nº 41, p. 182.

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Un precedente desastroso, el combate de El Puelo en Asturias del 18 de marzo de

1811.

Una acción de comienzos de año al norte de la cordillera, en Asturias, llevada a cabo

por tropas de la 1ª división, al mando de Javier Losada, demostraría a los mandos

españoles que la situación operativa y solidez de las tropas regulares del nuevo 6º

ejército, seguía siendo precaria. Si, ya hemos visto que, la segunda mitad de 1810 había

acabado con pequeñas ofensivas españolas, donde los regulares habían obtenido buenos

resultados en pequeñas acciones (incursiones sobre Astorga y sobre León en junio; la

toma de Puebla de Sanabria en agosto), el nuevo año de 1811 comenzó bien con la

sorpresa de La Bañeza del 22 de enero en la que tropas de la división de la “derecha” de

Puebla de Sanabria, al mando del comandante interino Manuel de Nava, atacaron,

derrotaron y aprisionaron a la guarnición imperial, retirándose después hacia el oeste.

Sin embargo, el gran combate dado en la localidad asturiana de El Puelo, el 18 de

marzo, entre una pequeña fuerza imperial al mando del brigadier Valletaux, de la

división Bonet, y tropas de la 1ª división de Javier Losada, con el apoyo de la caballería

de la división cántabra de Porlier, acabó en un rotundo fracaso. Se confirmó que en

combates de línea de batalla y ante un decidido ataque, los cuerpos españoles seguían

desmoronándose y huían.

La acción comenzó con un reconocimiento en fuerza, el 9 de marzo, francés, ordenado

por Bonet, al oeste de la línea Nalón – Narcea, sobre las alturas de Salas y hasta Tineo,

el 9 de marzo. Siguiendo sus movimientos, el general Losada salió al encuentro de los

franceses fiado en su superioridad numérica y en la fortísima posición elegida, las

alturas de la localidad de El Puelo. La vanguardia española al mando de Bárcena chocó

con los franceses sobre el río Gera, retirándose hacia las posiciones de Losada en El

Puelo. Valletaux, con apenas dos batallones y 1.500 hombres reconoció la posición, y

tras desplegar una pantalla de tiradores, formó dos columnas y las lanzó decidido sobre

las alturas en manos españolas, donde desplegaban unos 7.000 hombres que agrupaban

a la división auxiliar gallega, la cántabra y los cuadros218.

En palabras del general Bonet al mariscal Bessières en Valladolid, seis días después:

218 Regimientos de 1º y 2º del Ribeiro, Aragón, Unión y Zamora.

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“Las tropas estaban demasiado comprometidas para no atacarle allí, a pesar de la

gran supremacía y la ventaja de una posición imponente que era necesario subir

durante dos horas bajo el fuego de mosquetería. El general Valletaux no lo dudó;

tomadas sus disposiciones, su movimiento fue decidido con el fin de imponer respeto al

enemigo […] estas primeras tropas, seguidas por el grueso y la caballería, infundieron

vacilación en las filas de los insurrectos, que, a pesar de un fuego muy nutrido, no

quisieron esperar a los 1.500 valientes, que les hubieran aniquilado a golpe de

bayoneta”219

Tras dos horas de combates los franceses tomaron el pueblo, fortificándose en él y

descansando durante una hora. Tras ella y antes de que Losada pudiera montar un

contraataque efectivo de frente y por el flanco derecho francés, las líneas españolas

comenzaron a desmoronarse al ver marchar sobre ellas, de nuevo, a las dos columnas

francesas, que reiniciaban el ataque, a pesar de los esfuerzos frenéticos de los mandos.

En palabras de Losada a Mahy, desde Grandas el 23 de marzo:

“[…] el grueso de su fuerza hacía algunos movimientos, cuyo objeto acaso no era otro

que intimidar a nuestros soldados, los cuales, sin saberse porque cedieron sin casi

hacer resistencia, replegándose, o más bien, huyendo en confusión”220

Losada hizo avanzar a su segunda línea, pero con pocos resultados. Por si fuera poco,

unidades gallegas y asturianos comenzaron a increparse entre ellas al iniciarse el

repliegue:

“[…] el ejemplo de los primeros cundió a todos en pocos minutos, y aún los que

manifestaban más entusiasmo, más orden y firmeza, al ver que tanto número huía

precipitadamente, se contentaban con llegar hasta la vista de los enemigos, y sin

hacerles siquiera fuego, volvían la espalda para hacer lo mismo que a voces afeaban a

los otros. Mis esfuerzos, los de los jefes y de muchos oficiales que debo confesar he

visto enardecidos hacer cuanto estaba en su arbitrio, todo fue inútil, y ni tampoco

219 Rodríguez Fernández, P. (1991) La Guerra de la Independencia en Asturias. Correspondencia del General Bonet (diciembre de 1809 – mayo de 1812) [Gijón], Bonet al duque de Istria, Comandante en jefe del Ejército del Norte, 24 de marzo de 1811, pp. 121 y 122. 220 IHCM, CDB, Año de 1811, carpeta 22, operaciones en Asturias.

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pudieron lograr más mis ordenanzas de caballería, y la del brigadier Porlier, que a

fuerza de voces, de amenazas y sablazos procuraban contener la tropa”221

Efectivamente, si no hubo una desbandada mayor, con cientos de bajas y prisioneros,

fue por la oportuna actuación de Porlier que con un escuadrón de húsares de Cantabria

cargó contra los franceses deteniéndolos.

Prosigue Javier Losada:

“Lleno de rabia y desesperación me dirigí a los húsares cántabros que en número de

unos sesenta se habían colocado a retaguardia porque el terreno no les permitía obrar

[…] debo repetirlo mil veces, que estos valientes soldados libertaron a la infantería

toda, impidiendo que quedase una buena parte prisionera o acuchillada”222

Para los mandos españoles la conclusión del combate fue desoladora; las tropas de la

1ª división, integradas en buena parte por reclutas a los que se había llevado, alegre e

inconscientemente, a su bautismo de fuego en una acción general frente a tropas

veteranas, seguían siendo incapaces de combatir en línea; su instrucción de tiro era muy

deficiente y no tenían la solidez ni la confianza suficientes para luchar en línea de

batalla, en orden cerrado.

Así lo certificaba Juan Díaz Porlier en su propio informe a Mahy, desde Grado el 21

de marzo; las tropas no estaban bien adiestradas y eran incapaces de combatir en línea

en un fuego sostenido contra las tropas imperiales:

“[…] no pudieron lograr ventajas por la superior posición del enemigo y por no haber

podido lograrse el golpe de bayoneta que tenía proyectado, pues bien conocía que con

un fuego sostenido conseguirían superiorizarse (los franceses), por ser nuestras tropas

reclutas la mayor parte y la primera vez que entraban en acción”223

A ello se unía también la, ya mencionada, descoordinación y desconfianza entre

tropas regionales (gallegas y asturianas) no acostumbradas a combatir juntas:

221 Ibídem. 222 Ibídem. 223 Ibídem, Porlier a Mahy.

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“Es preciso además que se aniquilen las parcialidades y el espíritu de provincianismo

que fomenta las divisiones más perjudiciales. Digo esto por lo que ocurrió en la última

acción en la que habríamos perdido la mitad de las tropas si la caballería no las

hubieses salvado todas. Fue imposible contener el desorden de la Infantería, y nada

bastó a impedir su azoramiento y pavura”224

Había, pues, mucho trabajo que realizar en el 6º ejército, antes de que llegara la

primavera.

224 IHCM, CDB, Año 1811, Legajo 35, carpeta 24. Correspondencia entre Porlier y Mahy.

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V EL EJÉRCITO IMPERIAL FRANCÉS EN EL NOROESTE DE LA PENÍNSULA

IBÉRICA ENTRE 1811 Y 1812.

UNA MISIÓN IMPOSIBLE.

Las tierras llanas de León y la importancia estratégica de Astorga

Por decreto imperial del 15 de enero de 1811, había quedado organizado el

denominado “Ejército del Norte”, al mando del mariscal Bessières, duque de Istria. El

mismo se componía de unos 50.000 hombres (20.000 de ellos en guarniciones). El

territorio bajo sus responsabilidad era vasto, iba desde Navarra (3º gobierno militar), a

Vascongadas y Santander (4º gobierno); Burgos, Logroño y Soria (5º gobierno);

Valladolid, León y Zamora (6º gobierno); Salamanca (7º gobierno), y Asturias.

Este ejército imperial tenía cuatro misiones encomendadas:

1. Vigilar los 330 km de costa desde Avilés a Pasajes.

2. Controla y mantener abierta la principal ruta de comunicaciones con Francia,

el camino real Madrid – Irún, hasta Olmedo, con más de 400 km de longitud.

3. Mantener abiertas las comunicaciones con el ejército de Portugal (hacia

Ciudad Rodrigo) y con el ejército de Aragón (por Tudela).

4. Mantener a raya al 6º ejército español de Galicia y a las fuerzas portuguesas

de Tras os Montes en sus amenazas sobre Asturias, León y Zamora.

Las fuerzas encargadas de defender en 1811 el noroeste eran las divisiones de los

generales Bonet (con 5.000 hombres en Asturias) y Serás (5.000 hombres en León y

Zamora), con una fuerte reserva en Valladolid, la Joven Guardia.225

Los imperiales, con su cuartel general en Valladolid, extendían su autoridad militar

por medio de guarniciones, destacamentos y columnas volantes. En León y Benavente

el mando francés mantenía fuertes guarniciones y para avituallarlas, enlazarlas, recaudar

contribuciones, grano y escenificar su dominio territorial, disponía el continuo

movimiento de una o dos columnas de todas las armas.

225 Sarramon, J. (1965) “Operaciones en el Reino de León, mayo – septiembre de 1811”. Revista de Historia Militar, 19, [Madrid], pp. 81 – 144.

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Sobre las tierras llanas de León operaba siempre una de estas fuertes columnas sobre

las líneas que iban por el camino Real desde Benavente al puerto de Manzanal y desde

Astorga a León. Astorga era pues el vértice donde las dos líneas convergían y paso

obligado de las columnas francesas.

Para el mando español en el Bierzo, era de importancia vital tratar de dominar Astorga

para interrumpir el movimiento desembarazado de las columnas francesas entre el río

Esla y las montañas, asegurando así una mejor comunicación con Ciudad Rodrigo y

demostrando que el dominio patriota no se limitaba a las cumbres de los Montes de

León, sino que se adentraba en el páramo leonés. Se conseguía también así, reforzar la

autoridad y mejorar las relaciones con la Junta patriota de León que había perdido gran

parte del territorio bajo su jurisdicción y que, en la cuenca del Bierzo, no hallaba

recursos ni víveres suficientes para poder avituallar a las tropas españolas. Esta terrible

precariedad en el abastecimiento a las tropas españolas obligó en varias ocasiones a

retirar batallones enteros de la línea del frente por no poder alimentarlos, llevaría en los

meses siguientes a agrias disputas entre la Junta de León y la de Galicia, con el mando

español de por medio.

Los españoles trataron durante toda la guerra en el noroeste de controlar Astorga y

Puebla de Sanabria, para, desde ellas, ser capaces de recoger grano de la cercana Tierra

de Campos arrebatándoselo a las columnas francesas.

Para los franceses, en cambio, su misión en las provincias de Asturias, León y Zamora,

era puramente defensiva: desde sus plazas fuertes en Oviedo, Astorga, La Bañeza, León,

Zamora, Puebla de Sanabria, Toro y Benavente, las guarniciones imperiales, apoyadas

por una caballería más numerosa que la española, patrullaba continuamente por las

llanuras y carreteras, limitándose a mantener encerradas a las tropas españolas de

Galicia en los Montes de León y expeditas las rutas hacia Asturias y Extremadura.

Los pequeños encuentros y escaramuzas eran, en cambio constantes tanto en las líneas

de avanzada en los montes, como sobre las guarniciones francesas en forma de

incursiones que buscaban tanto el acosar al enemigo como el requisar granos y otros

suministros para quitárselos a los franceses y asegurar la propia subsistencia de las

tropas españolas.

Ya, a comienzos de junio de 1811, el mariscal Bessières había comunicado al

Bonaparte, a través del mariscal Luis Berthier, ministro de la guerra, su pesimismo y su

acertado juicio militar sobre la marcha del conflicto en España. Su sinceridad y los

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fracasos cosechados ante el pequeño 6º ejército español, en aquel verano, le costarían su

sustitución dos meses después:

“La pacificación de la Península no dependen de una batalla contra los ingleses. Si

ellos son más fuertes, la aceptarán o la ofrecerán; en condiciones de igualdad, la

rehuirán, y con mayor razón si son más débiles […] si la pierden, se retirarán a

Portugal, donde sólo les importa la seguridad de sus navíos. Todo el mundo es

consciente de nuestro vicioso sistema de operaciones. Todos están conformes en que

nuestras fuerzas se hallan con gran desánimo. Ocupamos un territorio excesivo y

malgastamos nuestros medios sin provecho y sin necesidad; nos aferramos a quimeras,

Cádiz y Badajoz absorberán nuestros recursos; Cádiz porque no será conquistado y

Badajoz, porque exige un ejército para sostenerla […] Hay que concentrarse, disponer

de puntos de apoyo para nuestros almacenes y hospitales, y considerar los dos tercios

de España como un vasto campo de batalla, que una victoria nos hará ganar o perder;

hasta que cambiemos de sistema y nos propongamos verdaderamente conquistar y

pacificar España”226

Efectivamente, el destino de la guerra en la Península se jugaba estratégicamente entre

los valles del Duero y del Tajo y Lisboa, base logística del ejército anglo lusitano de

Arthur Wellesley. Ello lo sabían muy bien los mandos aliados e imperiales. El mérito y

el valor de la aportación española a la victoria final en 1814 estuvo en su capacidad de

desviar de esta zona vital, con seis de sus siete pequeños ejércitos (el 1º, 2º, 3º, 4º, 6º y

7º ejércitos) hasta cuatro de los seis grandes ejércitos que Napoleón mantenía en España

entre 1811 y 1812: el ejército de Cataluña, el ejército de Aragón, el ejército de

Andalucía y el ejército del Norte. Solo el ejército de Portugal y el ejército del centro al

mando del rey José estaban situados en dicha zona. Y contra ellos solos, si que podía

actuar el ejército aliado de Wellesley.

Esa y no otra fue la causa final (junto con la derrota de Bonaparte en Rusia en 1812),

de la victoria aliada en la Península Ibérica en 1813. Y en esa victoria tuvo un papel

fundamental, en el verano, otoño e invierno de 1812, el 6º y 7º ejércitos españoles.

226 Sarramon, J. (1965) Operaciones en el Reino de León…Ob. cit., p. 84.

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VI LOS PRECEDENTES A LOS ARAPILES. EL VERANO DE 1811.

LA CAMPAÑA DEL 6º EJÉRCITO AL MANDO DE JOSÉ MARÍA DE

SANTOCILDES SOBRE LEÓN.

La situación política y militar en el noroeste peninsular en 1810 y 1811. Las

conflictivas relaciones del Capitán General Nicolás Mahy y la Junta Superior de

Subsidios, Armamento y Defensa del Reino de Galicia.

En 1831, diecisiete años después de acabada la Guerra de la Independencia, el militar

e historiador alemán (al servicio de España durante el conflicto) Bertold A. von

Schepeler227, en su célebre y meritoria obra, publicada en Lieja, “Histoire de la

Révolution d´Espagne et de Portugal ainsi que de la guerre qui en resulta“, nos relata

con mayor precisión que otro de sus contemporáneos (como el conde de Toreno, por

ejemplo), la naturaleza de las querellas que, durante el año de 1810, enfrentaron

públicamente al poder militar español con el poder civil en Galicia, menoscabando y

debilitando el esfuerzo militar de la causa patriota en el norte de España.

El primero estaba representado por el general Nicolás Mahy capitán general de

Galicia (apoyado indirectamente por varios miembros de la Real Audiencia de La

Coruña), y el segundo por la nueva Junta Superior de Subsidios, Armamento y Defensa

del Reino de Galicia, constituida el 22 de enero de aquel año de 1810.

Mahy era de tendencia liberal, leal al gobierno y a las nuevas Cortes convocadas, en

Cádiz, mientras que, parte de los miembros de la Junta, mostraban lealtad al antecesor

de Mahy, el marqués de La Romana, de conocidas simpatías por el antiguo régimen y el

orden tradicional político absolutista.

A todo ello se unía el que Mahy, como muchos de los antiguos mandos divisionarios

del ejército de Galicia desde el comienzo de la guerra, era leal a su antiguo comandante

en jefe, Joaquín Blake, sustituído en octubre de 1808 por el marqués de La Romana en

227 Sobre este famoso e importante autor alemán, contemporáneo de los hechos del conflicto que vivió y conoció en primera persona, el mejor trabajo disponible es: Juretscheke, H. (1963) El coronel von Schepeler. Carácter y valor informativo de su obra historiográfica sobre el reinado de Fernando VII [Madrid], Instituto de Estudios Políticos, pp. 229 – 249. El autor realza el valor de la obra de Schepeler en las líneas finales de su trabajo sobre el mismo: “Se recomienda la lectura de su obra por las observaciones que emite sobre personas concretas. No conozco ninguna que contenga tantos datos verídicos sobre la evolución política de los grandes soldados de la guerra, los diputados de Cádiz o los altos funcionarios de las Regencias y gobiernos posteriores de Fernando VII. Por ello solo, su obra sigue siendo de gran interés”. Ob. cit., p. 248.

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una polémica decisión, de la Junta Suprema Central, que fue muy mal acogida tanto por

la Junta del Reino de Galicia, como por los propios mandos del Ejército de la Izquierda.

Tras la derrota de Espinosa de los Monteros y la retirada del ejército de la izquierda a

León, La Romana dictó en la capital leonesa, el 13 de diciembre de 1808, numerosas

órdenes de reorganización y de disciplina en las que criticó agriamente la capacidad y

profesionalidad de todos los mandos del ejército bajo su nuevo mando228. Ello agravaría

la animadversión de buena parte de ellos contra La Romana (como Mahy, o como el

coronel de ingenieros Joaquín Ortiz de Zárate229 que llegaría a ser arrestado y confinado

en el fuerte salmantino de la Concepción por criticar abiertamente al marqués).

En palabras de Schepeler :

“El capitán general de Galicia, Mahy, se adentró demasiado en la querella abierta

entre los partidarios de La Romana y los de la Real Audiencia, a los que decidió apoyar

a pesar de que muchos de sus miembros habían colaborado con los franceses durante

la ocupación de Galicia. Estos temían por sus puestos (el general también) y estaban

enfrentados al partido de La Romana.

La ambición del marqués favorecía las discordias […] Mahy interceptó en la posta

varias cartas de Casqueiro230, una de las cuales contenía una proposición de Acuña231

para establecer correspondencia con La Romana ¡Conjuración – gritó Mahy-!

¡Revolución! – respondió la Audiencia -. Casqueiro y Acuña fueron recluidos en el

castillo de san Antón de La Coruña y sus enemigos les abrieron proceso.

Como sucede de ordinario en las investigaciones por conjuras, se aderezó el tema de

muchas tonterías, cometiéndose varias injusticias. El Pueblo comenzó a murmurar,

sobre todo acerca de Mahy (buen hombre) porque el esfuerzo militar para la formación

del nuevo ejército y otros muchos temas se paralizaron.232

228 AHN, Sección Estado, Papeles de la Junta Suprema Central, Legajo 42 A. Documentos nº 155: León, 13 de diciembre, Proclama de 19 artículos para restablecer la disciplina de las tropas. Sobre la uniformidad y el estado de las armas…, y nº 156. Bando militar de La Romana a sus tropas, del mismo día en León: critica la escandalosa retirada, la desmoralización y el desorden, prefiere que los mandos y oficiales cobardes se vuelvan para su casa libremente. 229 AGMS, 1ª Sección, Legajo O – 731. 230 Baltasar Casqueiro, abogado y relator de la Audiencia de Galicia, declarado absolutista. 231 Pedro Acuña, ex ministro de Gracia y Justicia con Godoy. 232 Por bando del anterior capitán general, el conde de Noroña, del 16 de diciembre de 1809, se había establecido tanto la formación de una nueva Junta de Superior de Galicia (privada de soberanía y sometida a la Junta Central, y posterior Consejo de Regencia y Cortes) como la creación de un nuevo ejército de 20.000 hombres, que con la base de la 4ª división del ejército de la izquierda que la Romana había dejado en el Bierzo y Sanabria a su marcha hacia Extremadura, habría de defender ofensivamente las entradas a Galicia de otra posible amenaza francesa. Díaz Otero, A. (1981) Orígenes, estructura y evolución de la Junta Suprema de Galicia, 1808 – 1813 [Universidad de Santiago de Compostela], Memoria de Licenciatura, Facultad de Geografía e Historia, Departamento de Historia Contemporánea, pp. 197 – 204.

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Una circunstancia empeoró el conflicto. Con la invasión de Portugal por Massena,

los jefes de partidas de las alarmas (que en 1809 habían expulsado a los franceses de

Galicia) junto con algunos patriotas eminentes, habían enviado a las Cortes unas

propuestas a fin de que Galicia pudiera contribuir a la guerra de una manera digna de

ella. Siguiendo los trámites habituales, la representación fue remitida a Mahy para su

examen, que luego la pasó a la Audiencia en enero de 1811. ¡Cabezas inquietas!

¡Revolucionarios! Gritaron estos señores […] y el proyecto fue abandonado con el

mayor desabrimiento.”233 Esta conspiración absolutista, citada por Schepeler, en Galicia, fue el inicio de un

grave desencuentro y conflictos entre la autoridad militar patriota y el poder civil en

Galicia. Nicolás Mahy, absorto en estas querellas, descuidó la tarea de levantar aquel

ejército de 20.000 hombres del que había hablado su antecesor, el conde de Noroña, en

su proclama a los gallegos del 16 de diciembre de 1809, en la que anunciaba también, la

constitución de una nueva “Junta Superior de Subsidios, Armamento y Defensa del

Reino de Galicia”, la cual habría de llevar, al menos sobre el papel, el peso del apoyo

logístico al ejército español del noroeste peninsular, durante el resto de la guerra.

A decir de sus contemporáneos, el teniente general Nicolás Mahy, hombre de buenas

cualidades, se distrajo de su misión principal de levantar un nuevo ejército de Galicia

con los abundantes recursos humanos y materiales de los que disponía esta amplia

región del noroeste de España:

“Hombre de sanas intenciones, escaseaba de nervio y de aquella voluntad firme que

imprime en la mente de los demás respeto y sumisión […] Nicolás Mahy conservó el

mando hasta entrado el año de 1811, y ocupose, más que en la organización de su

ejército, en disputas y reyertas provinciales. El bondadoso y recto natural de aquel jefe

lo inclinaba a la suavidad y justicia; pero desviábanle a veces malos consejos o

particulares afectos puestos en quien no lo merecía […]”234

El mejor estudio que trata la conspiración absolutista abortada a comienzos de 1810

en Galicia, es el de José Ramón Barreiro Fernández235. Otros trabajos, publicados e

233 Schepeler de, Bertold A. von (1829 – 1831) Histoire de la Révolution d´Espagne et de Portugal ainsi que de la guerre qui en resulta [Liége], pp. 328 – 331. 234 Toreno, Conde de, Ob. cit., Libro XII, p. 146 y Libro XV, pp. 357 y 358. 235 Barreiro Fernández, José R. (2009) Historia Social da guerra da independencia en Galicia [Pontevedra], pp. 162 – 176.

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inéditos, que tratan con profundidad el papel de la Junta Superior de Galicia entre 1810

y 1813 son la monografía de Fernando Martínez Morás236, y, sobre todo, la excelente

memoria de licenciatura de Antonio Díaz Otero237, depositada en 1981 en el

Departamento de Historia Contemporánea de la Universidad de Santiago de Compostela

y que, aún hoy, a nuestro juicio sigue siendo de imprescindible consulta y sigue sin estar

superada.

Respecto al alcance y desarrollo del conato de conspiración absolutista que contribuyó

a enconar los ánimos entre el poder militar y el civil en Galicia (debilitando entre 1810

y 1811 el esfuerzo militar español en el noroeste peninsular) podemos decir que la

misma fue dada a conocer públicamente el 30 de diciembre de 1810 por el capitán

general de Galicia, y presidente de la misma Junta Superior, Nicolás Mahy. En una

proclama Mahy denunció una conspiración tramada contra las Cortes convocadas en

Cádiz y contra el proyecto de la nueva constitución de la monarquía; conspiración que

atentaba contra el concepto de soberanía nacional y contra el nuevo régimen político y

sus autoridades; sedición, en suma, contra unas cortes destinadas a:

“[…] proporcionar una constitución liberal fundada en las bases sólidas del orden

social; no faltan algunos, aunque pocos, espíritus díscolos, que, o bien, hallados con el

desorden y confusión o estimulados de sus ideas y proyectos ambiciosos, o favoreciendo

ocultamente al enemigo, intentan fomentar una sedición con tramas oscuras, pervertir a

los ciudadanos tranquilos y honrados, conspirar contra las leyes y soberanía de la

Nación reunida en Cortes y derramar las ponzoñosas semillas de la guerra civil y de la

anarquía. Desde los primeros momentos un grande número de patriotas, celosos y

amantes del honor que acompaña el nombre de “gallego”, dieron avisos

circunstanciales a las primeras autoridades constituidas de este Reyno, y éstas han

seguido con la mayor atención los tortuosos y ocultos movimientos de los sediciosos.

Constan las reuniones que ha habido, los individuos que han concurrido, los agentes

que han intervenido, los recursos con que han contado y aún el dinero que se ha

derramado y no se ignora que bajo apariencias seductoras, se ha querido conspirar

contra los fundamentos de la autoridad del gobierno […] están tomadas todas las

236 Martínez Morás, F. (1955) La Junta Superior de Subsidios, Armamento y Defensa del Reino de Galicia, Juntas Subalterna o Comisiones Provinciales. La Primera Diputación, única, de Galicia (1810 – 1814) [La Coruña]. 237 Díaz Otero, A. (1981) Orígenes, Estructura y Evolución de la Junta Suprema de Galicia, 1808 – 1813 [Santiago de Compostela], Universidad de Santiago de Compostela, Facultad de Geografía e Historia, Departamento de Historia Contemporánea, inédita. Agradezco muy sinceramente al profesor Manuel María de Artaza Montero las facilidades dadas para poder consultar esta obra.

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medidas más oportunas para comprimir y castigar a unos hombres indignos del nombre

de ciudadanos, a quienes perseguiré con todo el rigor de las leyes, cualquiera que sea

su clase y dignidad”238

La causa judicial abierta por la Real Audiencia de La Coruña contra los detenidos

llegó a estar formada por 14 piezas documentales, aunque hoy, permanece desaparecida.

Las raíces de esta conspiración contra las Cortes arranca en Galicia, en parte, del

descontento de muchos comandantes de alarmas que se sintieron postergados en el

reconocimiento de honores y en la asunción de cargos de poder en la administración

patriota gallega, tras haberse rechazado la invasión francesa en el verano de 1809.

La marcha hacia Extremadura, ese mismo verano del marqués de La Romana (capitán

general de Castilla la Vieja, Asturias, León y Galicia y comandante en jefe del ejército

de la izquierda) preocupó, sobremanera, a las fuerzas sociales, civiles y eclesiásticas,

más conservadoras de Galicia. Estas lo veían como un puntal en la defensa del orden

tradicional constituido del antiguo régimen, frente a las crecientes amenazas del nuevo

orden liberal que se manifestaba, de manera creciente en la prensa, la imprenta, los

debates y en la misma Cádiz, sede del gobierno central de la España patriota.

Verdaderamente La Romana, en sus concepciones políticas se había mostrado siempre

contrario al fenómeno Juntista durante el conflicto, siendo un abierto partidario de

establecer un Consejo de Regencia. Durante su mando en Galicia así lo demostró,

dejando órdenes al conde Noroña (a su marcha hacia León y Extremadura en el verano

de 1809) de volver institucionalmente al orden tradicional, entregando la autoridad

política suprema en Galicia no a una nueva Junta, sino a la Real Audiencia, en la cabeza

de su presidente, el mismo Capitán General.239

Dos hechos alertaron especialmente a los elementos absolutistas en Galicia, el cese de

La Romana como jefe del ejército de la izquierda y como capitán general de Galicia, y

la apertura de las cortes el 24 de septiembre de 1810. Ya el 20 de agosto, la nueva Junta

Superior de Galicia había mostrado su preocupación al Consejo de Regencia por lo que

consideraban una campaña de desprestigio hacia el marqués (ferviente partidario del

mismo en el seno de la Junta, era el arzobispo de Santiago, Rafael de Múzquiz y

238 Barreiro Fernández, José R. (2009) Historia Social da guerra…Ob. cit., pp. 162 – 163. 239 Carantoña Alvarez, F., De la revolución de 1808 al sistema constitucional: las elecciones a cortes y el establecimiento de la constitución de 1812 en el noroeste peninsular; en: (2014) Astorga y el Noroeste de España en el conflicto Peninsular (1808 – 1814). Editores García Fuertes, A., Carantoña Alvarez, F. y González García, O. [Valladolid], p. 437.

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Aldunate), sustituido en Galicia por el gobierno, el 7 de julio, por un subordinado que

no les merecía mayor consideración, el mariscal de campo Nicolás Mahy:

“[…] manifestar a S. M. la sensibilidad de esta Junta por la separación del mando en

jefe de este ejército del marqués de La Romana, confiriéndoselo con independencia a

otro que no merece ni puede merecer igual confianza. Esta Junta no puede olvidarse de

cuánto debe la Monarquía al marqués y particularmente este Reyno en la libertad que

goza y entiende que precisamente hay un plan o intriga para derribarle o minorar su

opinión y acendrado patriotismo y no quisiera que un error producido por la

maledicencia, aumentase nuestras desgracias como se recela”240

Efectivamente, en una carta de la Junta, desde La Coruña, del 14 de agosto de 1810,

ésta había manifestado a Mahy a su abierto disgusto por sus actuaciones:

“La Junta continuará sofocando sus justos resentimientos y los desaires que V.E.

intenta darla, separándose de su natural atención y reconocimiento; pero son tan

repetidos, y en un estilo tan poco conforme a la buena armonía y correspondencia, que

no puede dispensarse de hacer a V.E. estas ligeras insinuaciones por lo que se debe así

misma y al Pueblo a quien representa y con cuyos sudores se sostiene ese Ejército “241

Igualmente, el arzobispo Múzquiz, tras comprobar que el primer decreto de

convocatoria de las cortes, preparado por Jovellanos, no se ejecutaba, no convocándose

a los representantes de la Cámara de Dignidades (nobleza y clero), sino solo a la

primera Cámara de Procuradores de las Provincias de España y América, redactó una

representación de protesta a las Cortes, firmada también por los obispos de Lugo, Tuy,

Mondoñedo y Santander, que sería impresa en Santiago en 1811242.

Estos sectores ultramontanos gallegos243 empezarían a actuar agitando el seno de

muchas Alarmas (dirigidas por hidalgos y clérigos favorables a la permanencia de un

240 Barreiro Fernández, José R. (2009) Historia Social da guerra…Ob. cit., p. 166. 241 IHCM, CDB, Año 1810, Leg. 17, carpeta 26, 242 Múzquiz y Aldunate, R. (1811) Representación dirigida a las Cortes por el M. R. Arzobispo de Santiago y RR. Obispos de Lugo, Mondoñedo, Tuy y Santander [Santiago de Compostela], imprenta de Montero. 243 Las Alarmas, integradas por el pueblo llano bajo el mando de la pequeña nobleza y clero rurales (como en muchos lugares de España otros sectores sociales y organismos locales) se mostraron inmunes al influjo de las nuevas ideas liberales.

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137

antiguo régimen que les permitiría seguir controlando los resortes del poder político y

económico en sus sociedades locales, durante y después de la guerra).

A esta creciente politización de las alarmas se le unió el inicio de luchas de poder

internas en su seno entre la hidalguía local y el clero gallegos por controlar su mando,

con elecciones de comandantes de alarmas anuladas, reclamaciones, e, incluso, algunos

motines. El proceso de regularización y potenciación de las Alarmas se había acelerado

en 1810 cuando se temió en dos ocasiones una nueva invasión francesa de Galicia; en

abril tras la caída de Astorga, y, a finales de agosto, cuando el contraataque de las

fuerzas imperiales tras la brillante campaña en el Orbigo del 6º ejército de Santocildes,

llevó a las fuerzas francesas del general Bonet al Bierzo y a vislumbrar las cumbres de

Piedrafita.

El que este subpoder, cívico militar en la sombra, que, en el verano de 1811, llegaría a

encuadrar en Galicia a 262 alarmas con unos 206.924 hombres (aunque mal armados y

equipados), atomizado regionalmente por su propia naturaleza, pudiese llegar a unirse

en una especie de federalización, con fines políticos, con una o varias cabezas

directoras, podría suponer la aparición de un fuerte, y muy peligroso, contrapoder a la

Junta Superior, al Capitán General y al propio ejército regular.

Con todos estos antecedentes, podemos contextualizar que el arzobispo Múzquiz y su

poderosa camarilla cívica - clerical gallega, desde su palacio arzobispal, comenzaron, a

lo largo de 1810, a oponerse a todas las actuaciones de las Cortes que menoscabaran sus

privilegios estamentales.

El nexo de unión entre estas cabezas absolutistas y los más de dos centenares de

Alarmas dispersas por toda la geografía gallega, sería un impulsivo abogado gallego

(originario de la provincia de Tuy), Baltasar Casqueiro, el cual, de alguna manera entró

en contacto con este sector conservador contrario a las cortes y a Mahy. Casqueiro, de

ideas ultramontanas, había logrado hacer valer sus méritos de patriota (luego de ser

rechazado en sus reivindicaciones por las autoridades gallegas en 1809) ante el Consejo

de Regencia, que le nombraría relator de la Real Audiencia de La Coruña244.

Casqueiro (con un acendrado don de gentes y carácter exaltado) comenzaría a trabar

una red de contactos entre personalidades vinculadas a las Alarmas contrarias a las

Cortes, e, incluso, atrayéndose a otro poderoso eclesiástico, Pedro Acuña y Malvar245,

244 AHN, Sección Estado, Legajo 32 A, Sección de Gracia y Justicia. Correspondencia con la Secretaría de Estado y del Despacho de Gracia y Justicia (1808-05-18 Llerena / 1810-01-22 Sevilla). 245 Nacido en Salcedo (Pontevedra) en 1755, muerto en 1814. Fue sacerdote y acompañó a su tío, Sebastián Malvar, cuando fue ordenado obispo de Buenos Aires. Cuando éste fue nombrado arzobispo de Santiago, regresó a España.

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antiguo ministro de Godoy. El que fuera Múzquiz (integrante de la misma Junta

Superior de Galicia) el que moviera los hilos de la trama es algo que hoy se puede

evidenciar, aunque nunca se logró demostrar judicialmente.

Por su parte, el antiguo ministro Acuña (que abrazó rápidamente, en el verano de

1808, la causa patriota para evitar las acusaciones de afrancesado, lo cual no le evitó un

primer proceso del que salió librado con una fuerte contribución pecuniaria a la Junta

del Reino), mantenía, además, una estrecha amistad con el marqués de La Romana.

Rápidamente, Casqueiro establecería contactos e inicio de acuerdos con varias

comandancias de Alarmas dirigidas por personas afines al absolutismo en la zona de El

Ferrol, Mondoñedo y Betanzos, y en la zona de Cotobade, Montes, Caldevergazo,

Trasdez, Orcellón, Laxinde, Amoeiro, Melon y Xeve (en las por entonces provincias de

Santiago, Orense y Lugo).

Sin embargo, el carácter imprudente de Casqueiro delató sus andanzas a los cuatro

meses de haberlas dado comienzo, siendo denunciado ante el Capitán General tanto por

varios anónimos como por otras cartas firmadas con nombres y apellidos por sus

autores.

Así, el 3 de diciembre de 1810, Nicolás Mahy recibió la denuncia de dos sacerdotes

arrepentidos que habían asistido a varias reuniones. El capitán general, sin comunicar

nada ni a la Junta Superior ni a la Real Audiencia (en esta última trabajaba el mismo

Casqueiro, y en las dos había significados absolutistas sospechosos de estar en la

trama), ordenó interceptar el correo a Casqueiro y a sus colaboradores. Tras un mes de

investigaciones y, reunida toda la información a finales de mes, Mahy ordenó las

detenciones, informando a la Junta y a la Audiencia.

Casqueiro y Acuña fueron arrestados públicamente; en especial el último, que fue

llevado desde su pazo en Pontevedra hasta La Coruña con escolta militar, sobre una

mula y sometido a escarnio público a su paso por todos los pueblos y villas de la ruta.

Las investigaciones acotaron el grupo de conspiradores vinculados a Casqueiro en más

de treinta personas. Entre ellas se encontraban un ex vocal de la Junta Superior de

Galicia, cuatro abogados, el secretario y dos vocales de la Junta subalterna de Betanzos,

En 1784 fue nombrado provisor y gobernador de la Diócesis de Lugo y al año siguiente maestreescuela de su cabildo. En 1789 recibió la Gran Cruz de Carlos III y dos años más tarde, en 1791, ocupó el cargo de sumiller supernumerario y oratorio en Madrid y le fue concedido el priorato de O Sar por el rey. Ese año entró a formar parte del Consejo de Castilla. En 1792 fue designado secretario de Estado, secretario del Despacho de Gracia y Justicia, y en 1794 consejero de Estado. Fue perseguido y huyó a Francia, regresando poco tiempo después. En 1811 fue detenido en Galicia y encerrado en San Antón (La Coruña). Antes de su fallecimiento, legó su biblioteca y su colección de tapices al Cabildo de Santiago. http://galegos.galiciadigital.com/es/pedro-acuna-y-malvar, 30/10/2015.

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seis comandantes de alarmas y varios comandantes segundos, además de cinco

párrocos.

Se comprobó que los conspiradores habían celebrado ya tres reuniones sin

conocimiento del Capitán General, ni autoridad militar o civil alguna (una en

septiembre y dos en diciembre).

La causa abierta certificó que los objetivos generales de los conspiradores (detenidos

antes de que la misma pudiera profundizar realmente en sus contactos y fines) eran dar

un golpe de estado en Galicia para destituir a todas las autoridades civiles y militares

leales a las Cortes, sustituyéndolas por otras afines al orden tradicional. Las mismas

habrían de poner a Galicia como muro ante los designios liberales emanados de Cádiz,

habiéndose llegado a tratar los conspiradores, en su extremo, de llevar a Galicia a la

secesión de una España liberal246.

Los sectores absolutistas protestaron por el trato dado a los detenidos, encarcelados e

incomunicados en el castillo de San Antón y la real cárcel de La Coruña, y en la de

Santiago.

Acuña, con fuertes amistades en el mismo Consejo de Regencia, conseguiría su

exoneración, acusando a su vez a Mahy y a la Real Audiencia de haberle procesado sin

pruebas. Con el tiempo, el resto de acusados fueron logrando su libertad y el Consejo de

Regencia dejaría correr el asunto, al que las sucesivas muertes de La Romana en enero

de 1811, y de Acuña en 1814, pondrían el punto final, archivándose la causa, y

desapareciendo todos sus legajos del archivo de la Real Audiencia.

El proceso, que sirvió para dar un escarmiento público de la mano de un decidido

soldado, leal con las Cortes, como Mahy, erosionaría a la vez su posición en tal grado

(desviándole también de la dirección y acrecentamiento de la fuerza militar del 6º

ejército) que las protestas contra él en las Cortes, sus conflictos con la Junta Superior de

Galicia y los mismos testimonios de algunos de los diputados gallegos en Cádiz,

llevarían a su cese y sustitución por Javier Castaños en febrero de 1811.

A pesar de ello, el gobierno, presionado por su gran valedor y antiguo superior,

Joaquín Blake, rehabilitaría a Mahy, que recibió un apoyo expreso del mismo Consejo

246 Estas propuestas seguirían siendo recurrentes en el tiempo. Diez años después, otro gallego más ilustre, y en este caso liberal, el sacerdote Juan Antonio Posse, asustado por la deriva radical que tomaban los gobiernos del Trienio, llegaría a plantear públicamente en Galicia que “[…] por esta desconfianza y presentimiento de nuestra ruina escribí a La Coruña y a mi país para tratar de hacerse independiente, erigiéndose en República libre y separada de los demás, pues tenían todo lo necesario para poderse gobernar por si mismos. Y en este caso podían hacerse confederados de los otros españoles, aliados natos de los ingleses […]”. Posse, J. (1984) Memorias del cura liberal don Juan Antonio Posse…Ob. cit., p. 249.

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de Regencia el 25 de junio247 (a petición de interesado, tras recibir varios ataques en las

sesiones de las Cortes), el cual le nombraría comandante en jefe del 3º Ejército

(Murcia); cargo que hizo efectivo el 7 de septiembre de 1811.

El cese de Nicolás Mahy y los nombramientos de Javier Castaños y José María de

Santocildes.

La campaña de acoso y derribo a Nicolás Mahy desde Galicia haría que el Consejo de

Regencia (acuciado además por la muerte de La Romana en enero) lo sustituyera por el

teniente general José Miguel de la Cueva Velasco, duque de Alburquerque, como nuevo

comandante en jefe del 6º ejército. Sin embargo, al morir repentinamente en febrero en

Londres, donde había sido enviado como embajador extraordinario248, la Regencia, por

influencia británica, lo sustituyó por Javier Castaños, al que hizo capitán general de

Extremadura, Galicia, León, Asturias, Castilla la Vieja y Vizcaya, con el mando sobre el

5º y 6º ejércitos (más el 7º que se crearía en los meses siguientes con las partidas

guerrilleras del norte de España). Como Castaños estableció su cuartel general junto a

Wellesley en Extremadura, al no poder mandar directamente al 6º ejército de Galicia,

daría, provisionalmente, el mando del mismo al brigadier José María de Santocildes

(distinguido por su brava e inteligente defensa de Astorga el año anterior de 1810 y que

había conseguido fugarse de su confinamiento en Francia y muy querido en Galicia).

El nombramiento final de Castaños por el Consejo de Regencia cerraba el paso,

también, a los deseos británicos de dar el mando de las fuerzas españolas en el occidente

peninsular al británico Arthur Wellesley, que lo reclamaba para sí.

Ya hemos apuntado que el mando del capaz general Nicolás Mahy al frente de la

Capitanía de Galicia estuvo, desde el principio, minado por las discordias y

desconfianzas mutuas con la Junta de Galicia. El hecho de que su mando lo

247 Boletín del 6º Ejército…Ob. cit., nº 16, p. 65. 248 Tras la invasión francesa de Andalucía acudió con sus tropas a guarecer la ciudad, siendo el salvador de Cádiz. Nombrado gobernador político y militar de Cádiz el 2 de marzo de 1810. El cargo conllevaba la presidencia de la Junta, pero no se llevó nunca bien con ella, acaso por las rivalidades entre los militares españoles de aquella hora, acaso también porque se apresuró a reconocer a la Regencia, o también por la vanidad de los junteros. Le preocupaba la situación de su ejército, sin vestuario, sin leña y aceite, cebada y paja para la caballería, por lo que mueren muchos caballos, con hospitales muy deficientes. Sobre el tema mantuvo en marzo de 1810 un cruce de oficios con la Junta gaditana. El pueblo se puso en contra de Alburquerque, y para cortar por lo sano la Regencia le nombró embajador en Londres. Las Cortes le declararon benemérito de la Patria el 13 de enero de 1811. Martín-Lanuza Martínez, A. (2012) Diccionario Biográfico del Generalato Español. Reinados de Carlos IV y Fernando VII (1788-1833), Foro Para el Estudio de la Historia Militar de España [Madrid], pp. 113- 114.

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desempeñara desde La Coruña, no moviendo su cuartel general hasta el Bierzo cuando

la situación de Santocildes, asediado en Astorga en abril de 1810, era ya crítica, no

ayudó a mejorar las cosas.

Castaños, que desde Extremadura y la jefatura del 5º ejército no podía atender los

asuntos de Galicia, tras acordarlo con Wellesley, pensaría en el joven brigadier catalán,

como mando interino para las tropas de Galicia, rebautizadas con el nombre de 6º

Ejército. Santocildes había conseguido escapar de su confinamiento en Francia, tras caer

cautivo con su guarnición en Astorga el año anterior, presentándose en Cádiz. Allí, el

Consejo de Regencia le confirmó su ascenso a brigadier (que trató de rechazar al querer

limitarse a volver a su puesto de coronel del provincial de Santiago) concedido por la

Junta Suprema Central tras su brava defensa de Astorga del 9 de octubre de 1809.

Desde el estado mayor general en Cádiz, se había dado un objetivo de operaciones al

6º ejército para la primavera del nuevo año; las dificultades y escasez de medios habrían

de ser superadas con sacrificio:

“La ninguna esperanza de concluir tan en breve como se deseaba la organización,

equipo e instrucción del 6º ejército, indispensables para poder prometerse resultados

favorables, y la imperiosa necesidad de llamar la atención del enemigo hacia el norte

de España, hicieron arrostrar el cúmulo de dificultades que se presentaban , al

combinar el más pequeño movimiento”249

Ya en marzo, el jefe del estado mayor del 6º ejército, el brigadier Juan José Moscoso

desde el cuartel general en Lugo, había ofrecido a Mahy la posibilidad de tener al

ejército en estado de salir a campaña a principios de junio, contando para esas fechas

con tener a la caballería bien vestida y armada, y a la infantería, por ejemplo, bien

calzada (con dos pares de zapatos por soldado) y con todas las ollas portátiles de

campaña para ranchos renovadas250.

Ese mismo me, el 29 de marzo de 1811, en Santiago de Compostela, Santocildes

había elevado una petición al Consejo de Regencia representando la urgente necesidad y

justicia de recompensarle no sólo a él por la defensa de Astorga, sino, igualmente, a

249 Boletín del Estado mayor del 6º Ejército…Ob. cit., p.15. 250 Ibídem, p. 113.

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todos los jefes, oficiales y soldados de la guarnición que se habían distinguido durante

el sitio.251

“Don Josef María de Santocildes Brigadier de los Reales Ejércitos y Gobernador que

fue de la Plaza de Astorga P. A.L.R.P.de V.M. con la devida veneración expone: que

penetrado de un Sentimiento el mas amargo, no puede sin lagrimas contemplar la fatal

suerte que ha cabido a los Gefes, Oficiales, Sargentos y Tropa que tan dignamente

defendieron aquella Ciudad... solo premiada con el distintivo de una Medalla que las

insinuaciones de las Corporaciones Eclesiástica y Secular lograron concedida en

comprensión hasta de aquellos Habitantes menos contribuyentes a su Defensa [...]

Suplique se digne a impulsos de su peculiar integridad atender con la promoción de

un Grado a los Gefes, Oficiales y sargentos y con algún socorro u otra recompensa que

fuese de su mayor agrado a los heridos y familias de los que supieron dar allí el último

testimonio de sus Cívicas Virtudes. De este modo tendría efecto lo que V.M. ha

discutido ya por varias veces relativo al premio que debía concederse a aquella

Guarnición Vizarra”252

Santocildes tenía muy claro tanto la justicia de su reclamación como que su no

concesión invalidaba moralmente su nueva graduación, conseguida con el esfuerzo y la

sangre de los hombres que había tenido bajo su mando en Astorga, y de los que ya no

podría seguir esperando la misma entrega y lealtad:

“[...] de lo contrario permítasele, Sr., a su gobernador hacer dimisión del grado de

brigadier que la Junta Central le tuvo a bien conferirle por la feliz defensa que el nueve

de octubre de mil ochocientos y nueve, hizo la plaza al ser atacada, porque ni cabe en

sus sentimientos un premio tan exclusivo, ni puede ser susceptible de toda aquella

confianza que debe tener de los mismos hombres a quien nuevamente tiene el honor de

mandar “253

251 ME, Exp. Santocildes, Legajo 29, Expediente nº 18, doc. nº 2. 252 Ibídem. 253 Idem.

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143

El gesto, conocido en Galicia y en el seno del 6º ejército, aumentó el crédito y estima

por el joven brigadier. El Consejo de Regencia accedería en parte a tales peticiones; así,

por resolución de las Cortes el 30 de junio de ese mismo año, se resolvería conceder una

serie de recompensas a la ciudad, guarnición y vecinos de la misma, aunque rechazando

conceder una promoción general de grados a toda la guarnición. Se determinarían solo

algunos, a los que más se hubiesen distinguido.

Sería, pues, el 21 de abril cuando, desde Fuentes del Maestre, al sureste de Badajoz,

Castaños comunicaría a Santocildes, comandante de la división de reserva del 6º

ejército, en Lugo, su nombramiento como comandante interino del 6º Ejército:

“Mi estimado Amigo. Como no altero mi sistema de obedecer y marchar adonde se me

crea útil, vine a Portugal cuando no existía el 5º Exército y la Divina Providencia

premia mi ciega obediencia, pues en 15 días se han expulsado por los Ingleses

mandados por Beresford todos los Franceses que invadieron Extremadura, se ha

reconquistado Olivenza, ahora se va a poner sitio a Badajoz, y se me ha reunido tanta

gente que si tuviera armas y dinero podría presentarme sin auxilio de los aliados.

Ahora dispone el Gobierno que reúna el mando del 6º Exército y que unido con

Arthur Wellesley que ayer debió de estar en Yelbes dirija todas las operaciones y en

consecuencia de las instrucciones y facultades que se me han dado, se encargará V.M.

del mando de ese Exército ínterin se presenta el 2º que hayan elegido. Conozco la

actividad de V., la confianza que merece a esos naturales, y así no dudo que sin perder

momento y con la actividad que exigen las circunstancias, pues tanto Arthur Wellesley

como yo tememos que Bessières piense atacar esa provincia, complete V. y organice ese

Ejército ya que hasta ahora se ha adelantado tan poco, y considero conveniente sacar

de la Coruña el Estado mayor y la multitud de oficiales que allí existan, para evitar las

continuas quejas y mentiras que han ido a la superioridad y perjudicado mucho a

Mahy.

No tengo que dar instrucciones a quien como yo se educó cuando en la Infantería se

observaba rigurosamente la Ordenanza, en cuanto sea posible procure V.M. que

renazca aquel tiempo, no creo halle Vm. tropiezos en los jefes, pero si los hubiese es

preciso no andar con contemplaciones, pues el tiempo urge; avise V. canto le ocurra,

salgamos de la apatía en que hemos estado, sea todo actividad y con esto salvaremos la

patria que es lo único a que como Vm. aspira su apasionado amigo.

Page 144: LA DECISIVA PARTICIPACION DE LOS 6º Y 7º EJERCITOS ...

144

Fdo. Xavier Castaños.

Pdta. Di el mando de la caballería que me había quedado al Brigadier Conde de

Penne y tengo la satisfacción que ha batido a los franceses en los varios encuentros que

ha tenido estos días, y en el de hoy se halla establecido en Llerena y Guadalcanal

habiendo tomado los enemigos el camino de Córdoba por Alanís Azuaga“ 254

En La Coruña, Nicolás Mahy, conocedor de sus remoción del mando por Castaños,

rubricó el 29 de abril dos escritos destinados a la Junta Superior de Galicia. En el

primero, de carácter oficial, les comunicaba que, por orden superior, entregaba el mando

del ejército al brigadier Santocildes:

“Excmo. Sr.

En el día de ayer se me ha anunciado por extraordinario el excmo. Sr. don Francisco

Javier Castaños, como general nombrado por el Supremo Consejo de Regencia para

este 6º Ejército, además del 5º que ya mandaba; y que ínterin llegaba quien hubiere de

ser su segundo en este destino, entregase el mando al brigadier José María de

Santocildes, como así lo he verificado ayer mismo con el propio extraordinario; y lo

comunico a VE para su inteligencia y a fin de que se sirva noticiarlo a las provincias

para su gobierno. Asegurándole a VE al mismo tiempo, mi amor y consideración hacia

este Reino donde quiera que me lleve mi suerte.

Dios guarde a VE ms as Coruña, 29 de abril de 1811.

Excmo. Sr Presidente y Junta Superior de este Reino”255

En el segundo oficio, Mahy se sinceraba con la Junta de Galicia, y sin dejar de ser

elegante, les manifestaba la realidad de lo que pensaba sobre su mando como capitán

general, reafirmándose en sus ideas militares, y también políticas, situando en primer

lugar de todos sus desvelos el bien de la Nación a la que servía:

“A la Junta Superior.

Las Cortes Generales y Extraordinarias y el Supremo Consejo de Regencia han

tenido a bien acceder a la dimisión del mando de este Reino que me ha obligado a

hacer el empeño con que sus representantes en las Cortes generales han pedido mi

254 Museo del Ejército, Madrid, Sección Manuscritos. Legajo 29, Expediente nº 1, doc. nº 282. 255 IHCM, CDB, Legajo 35, carpeta 25.

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145

separación a nombre del Pueblo Gallego, y se me ha conferido el mando del 3 ejército,

dándome por sucesor al excmo. sr. dn. Javier Castaños, general en jefe al mismo

tiempo del 5º, nombrando por interino al brigadier dn. José María Santocildes.

La felicidad de la Nación y la restauración de nuestro amado legítimo soberano don

Fernando Séptimo (que Dios guarde) han sido siempre el norte de mi conducta militar

y política. Estos son los sentimientos de que abundará siempre su corazón, todo

Español y fiel a los sagrados deberes que le impone este glorioso renombre bajo cuyo

concepto podrá el Reyno de Galicia contar con mi perfecta adhesión a la defensa de la

justa causa que defendemos, en que tanta gloria han adquirido los gallegos, para

disponer de mi como ahijado suyo, que quiero considerarme después de tantos años de

empleado en el Reyno.

Deseo a VE felicidades en sus empresas patrióticas.

Dios guarde a VE ms as, La Coruña, 29 Abril 1811”256

Santocildes comunicaría el 3 de mayo, a la Junta de Galicia su nombramiento como

comandante interino del 6º ejército, recalcando el honor y la responsabilidad que ello le

comportaba:

“Excmo. Sr. La autoridad que ha tenido a bien cometer a mi cuidado el mando interino

de este 6º ejército, al paso que me ha dispensado la más alta distinción, ha

comprometido mi responsabilidad para el adelantamiento de su organización, equipo y

movilidad. Las facultades concedidas a VE son amplias para buscarle recursos

extraordinarios”257

En su oficio argumentó Santocildes a las autoridades gallegas la necesidad de recursos

extraordinarios que se necesitaban para sostener al 6º ejército. La inteligencia española

había detectado el inicio de una ofensiva imperial en el norte peninsular y la misma solo

podía evitarse anticipándose con una concentración de fuerzas del 6º ejército,

posibilitando que el mismo pasase a la ofensiva:

“[…] los movimientos de los enemigos, la reunión de fuerzas acercándose a la parte de

norte de España pueden indicar operaciones que no se evitan sino con anticipadas

256 Ibídem. 257 AHRG, caja 37-A. Junta de Galicia, correspondencia con generales.

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preparaciones. La combinación con que han de operar nuestras fuerzas y las

instrucciones con que me hallo no permiten diferir un momento poner el ejército en

estado de obrar y salir de las posiciones en que se hallará siempre paralizado con

perjuicio del país y de la Nación sino se ocurre, desde luego con auxilios

extraordinarios y se fijan los estables y duraderos […]

Las escaseces y miserias de los ejércitos no pueden producir sino desgracias, pues

mientras se albergue en ellos no tiene lugar la disciplina, la instrucción ni el orden

riguroso que conduce a los triunfos”258

Esas eran las órdenes que Santocildes había recibido de Castaños, el ejército habría de

salir de sus posiciones habituales. El nuevo comandante español interrogaba a la Junta

de Galicia, al final de su carta, con qué recursos podía contar.

Igualmente, José María de Santocildes, abrumado por la responsabilidad de un cargo

que nunca había ambicionado (aunque fuera con carácter provisional e interino) trató de

excusar su nombramiento al Consejo de Regencia en un documento muy poco conocido

y que extractamos aquí:

“Serenísimo Sr.

No cesaría un momento de remorderme la conciencia si sin perderle, no acudiese a la

persona de Vuestra Alteza a hacerle dimisión del mando interino del 6º Exército que

con acuerdo del general Wellington me confirió el Excmo. Sr. Don Javier Castaños.

Treinta años hace que sigo la carrera de las armas, en ellos e conservado ilesa mi

opinión desempeñando a toda costa, lo que se ha puesto a mi cargo porque siempre ha

sido proporcionado a mis luces y experiencia; las necesarias para el vasto mando de un

Ejército me faltan absolutamente y no me será posible adquirirlas, sin subir el escalón

de general de división en el que tenía el pie puesto.

La gloriosa defensa de Astorga que dirigí, el buen desempeño de pequeños mandos

que he tenido, y algunas heridas recibidas en varias campañas es cierto que me han

adquirido la confianza del Reino de Galicia, a pesar de cuanto e practicado para

substraerme de lo que pudiera dar idea de buscar partido pues tengo la satisfacción de

258 Ibídem.

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147

añadir que hasta a V.A. se la di de no apetecer mando, cuando en enero último me

condujo la suerte a esa Corte259

Si no tuviese bien acreditada mi adhesión a la fatiga recelaría se atribuyese esta

exposición a evadirme de ella; V.A. es justo y no me hará este agravio, antes bien,

cerciorado es mi corazón el que habla, no permitirá continúe en un mando del que no

solo pende perder mi honor (pues si debo sacrificarlo gustoso por la Patria), sino que

contra ella y V.A. desde ahora recaerán los errores de Entendimiento que cometa sino

me atiende.

Finalmente, Serenísimo Sr. para mandar en Jefe concibo que en la actualidad se

necesita dureza de carácter, yo no lo tengo, ni siento con fuerza suficiente para por más

que trabaje variar el que me asiste, puedo ser útil en la clase que me compete, y soy

perjudicial en la que ocupo; por todo lo cual suplico a V.A. se digne sin perder tiempo,

elegir sujeto a quien deba entregar el mando, permitiéndome continuar la Guerra sin

salir de la Clase de Coronel que es para lo único que me reconozco capaz.

Cuartel general de Lugo, 12 de mayo de 1811 “260

Cuando menos su nombramiento, aunque fuese con el carácter provisional de interino,

era sorprendente y ajeno a las reglas y ordenanzas del rígido escalafón y cadena de

mando. Santocildes detentaría un cargo adscrito al rango de teniente general únicamente

con la graduación de brigadier (dos grados inferiores). El joven comandante en jefe

español tendría que hacerse obedecer por mandos de similar y superior, incluso,

graduación, a la que él tenía.

Sus superiores, que debían conocer sus virtudes en el mando mejor que él mismo, no

aceptarían su dimisión. El no ambicionar el cargo (de manera tan sincera y modesta)

debió, incluso, reafirmar en su decisión al general Castaños que demostró ser un buen

conocedor del carácter del joven brigadier.

Tras tres terribles años de guerra, algo estaba cambiando ya en la mentalidad del alto

mando español; a semejanza del ejército imperial, comenzaban a promocionarse a

jóvenes coroneles al mando de brigadas, divisiones, e, incluso, al mando de ejércitos. La

valía y el mérito comenzaban a sustituir a los títulos de nobleza, los méritos políticos, o

la anodina antigüedad. El que un muy veterano general como Castaños, soldado de la

vieja escuela, reconociera tales cualidades en Santocildes y arriesgara su buen juicio en

259 Cádiz. 260 ME, Exp. Santocildes, Legajo 29, exp. nº 1, doc. nº 284.

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148

tal elección, le honran. Por su parte, Santocildes, sabría responder con creces a la

confianza sobre él depositada en los meses siguientes.

Entretanto, el nuevo comandante interino del 6º ejército comenzó a trabajar. Por carta

a la Junta de Galicia del 12 de mayo, comunicó a sus miembros la necesidad de reforzar

a la 1ª división acantonada en Asturias, muy desmoralizada tras los últimos reveses.

Los males de dicho cuerpo venían de lejos; tradicionalmente, la 1ª división había

estado peor abastecida desde Galicia que la 2ª y 3ª divisiones (la Junta gallega

consideraba que la división del general Losada era responsabilidad principal de la Junta

Superior de Asturias):

“Nada hay que disguste más al soldado ni que atraiga perores circunstancias en un

ejército que la distinción o preferencia entre los cuerpos que le componen; en este caso

están los del Principado de Asturias con respecto a los de este reino que cubre la

izquierda. Unos y otros son españoles, cooperan a un mismo objeto y sin embargo, los

segundos están mucho mejor auxiliados que los primeros, conviene pues remediar estos

males que, sin duda, han sido una de las causas primarias de los que se han

experimentado en la 1ª División. Para esto he dispuesto que en el próximo mes, aunque

sea forzoso cercenar algún tanto el numerario de las buenas cuentas de los otros

cuerpos, satisfacer alguna a los asturianos, y con esta y otras providencias, que espero

tomar, cortar de una vez la perniciosa rivalidad que reina entre aquellos y los gallegos

[…] Para que no resulte gravamen a Galicia y alivio a Asturias, si a VE le pareciese

bien, podrán ponerse de acuerdo ambas Juntas para que la de Asturias compense en

raciones efectivas la parte proporcionada al numerario que reciben sus cuerpos

nacionales […] todas las tropas componen el 6º ejército”261

Era necesario, pues, cortar de raíz las rivalidades provinciales entre los cuerpos del 6º

ejército, de base asturiana y gallega, repartiendo equitativamente el dinero, el equipo y

los víveres disponibles, trabajando en la formación de un “solo” ejército.

Para llevar a buen fin estos objetivos Santocildes ordenó (con excelente criterio)

intercambiar las brigadas de la 1ª y 2ª divisiones, a fin de hacer operar juntos a

regimientos asturianos y gallegos, equilibrando los esfuerzos, repartiendo los riesgos,

homogeneizando la operatividad y elevando la moral.262

261 AHRG, Caja 6 B, B-2, Santocildes a la Junta de Galicia, Cuartel general de Lugo, 12 de mayo. 262 Ramos Oliver, F. Organización y operaciones del Ejército de Galicia (1810 – 1812)…Ob. cit., p. 216.

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149

Igualmente, y en acuerdo con su jefe de estado mayor, el brigadier Juan José Moscoso,

Santocildes daría instrucciones a sus comandantes de división, expresándoles la

necesidad de cambiar de estrategia, siguiendo el ejemplo del ejército francés:

“Hay que estar concentrados y partir desde un centro a diversos puntos de una

circunferencia. No como nosotros que hacemos al revés. No adelantamos nada, los

franceses no se extienden más porque no les conviene, no por nuestros méritos”263

En carta del 20 de mayo desde Valverde de Leganés (Extremadura), apenas cuatro

días después de la sangrienta victoria aliada en La Albuera, Castaños comunicaba a la

Junta Superior de Galicia la misma, así como la retirada del mariscal Soult hacia

Sevilla, y que la plaza de Badajoz, en manos francesas, permanecía bloqueada por las

fuerzas aliadas264. También escribiría Castaños, el mismo día, a Santocildes a fin de que

acelerara la reorganización del disminuido 6º Ejército, manifestándole la imposibilidad

de remitirle ningún auxilio en dinero por carecer el mismo de ninguno para las tropas

del 5º ejército bajo su mando en Extremadura. P todo ello, le recomendaba usar de la

confianza que de él se tenía en Galicia:

“Mi estimado amigo

Vm tiene talento económico, conoce el carácter de esas gentes, y puede sacar más

partido que cualquiera otro procurando emplear únicamente en todo lo que sea manejo

de caudales y requisiciones las justicias o personas que merezcan mayor confianza,

separando el enjambre de Comisionados que tanto mal han hecho en todas partes.

Espero que se habrá Vm. dedicado a restablecer el orden y la disciplina vigilando sin

la menor contemplación en que todos aprendan y cumplan la Ordenanza al pie de la

letra, desterrando de ese Exército todo lo que tenga apariencia de lujo y molicie, y

aunque me consta cuán difícil es desterrar el juego en los Ejércitos, particularmente en

un país donde se adolece tanto de ese vicio, procure Vm. a lo menos que no reine a su

inmediación pues es uno de los puntos sobre los que he visto mas representaciones en

tiempos anteriores.

263 IHCM, CDB, Año de 1811, Legajo 45, carpeta 137. Reorganización del 6º Ejército. 264 AHRG, Caja 45 F, F-15.

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150

Lord Wellington ha quedado muy satisfecho de la carta de Vm., desde anoche esta en

Yelves, mañana espero verle reuniéndonos con el general Blake que se halla a dos

leguas de aquí en el Almendral y Beresford que permanece en la Albuera, pero los

enemigos estaban hoy en Fuente del Maestre con dirección al camino de Sevilla

persiguiéndolos nuestra caballería y la vanguardia. Espero que pronto tomaremos

Badajoz y dejando dadas las disposiciones para la formación y arreglo del Exército, me

encaminaré a ese Reyno a fin de que uniendo nuestros esfuerzos consigamos levantar

un Ejército respetable y bien organizado, entre tanto estoy bien seguro de que

adelantará Vm. cuanto sea posible y que el buen concepto que ha sabido adquirirse,

dado a la confianza que tiene en Vm. Galicia minorarán inconvenientes que

seguramente causa la inferioridad de graduación; pero siempre ha tenido Vm. mucha

maña y de sobra sabrá emplearla...

Su afecto amigo y servidor (fdo.) Castaños” 265

Efectivamente, ya hemos apuntado que la elección de Santocildes, muy respetado en

Galicia, consiguió el rápido apoyo y beneplácito general de las tropas y de las

autoridades leonesas, asturianas y gallegas:

“Ambas elecciones parecieron con razón acertadas [...] Se notaron luego los buenos

efectos de estos nombramientos. En el país agradaron a punto que se esmeraron todos

en favorecer los intentos de dichos jefes, y hubo quien ofreció donativos de

consideración“266

Santocildes escribiría desde Lugo a la Junta Superior de Galicia sita en La Coruña, el

1 de junio. En su oficio les comunicaba que pasaba con su cuartel general y estado

mayor al Bierzo y que toda la correspondencia se la remitieran allí. Igualmente

solicitaba el envío urgente de fusiles para la 1ª división en Asturias, y equipo de

cartucheras, vestuarios y sables para la 2ª división en el Bierzo. También eran muy

265 ME, Toledo, Exp. Santocildes, Legajo 29/1, doc. 285. Castaños confirma a Santocildes su nombramiento como Comandante interino del 6º Ejército, Valverde de Leganés, 20 de mayo de 1811 . 266 Queipo de Llano, J.M. (Conde de Toreno) (reedición del 2008) Historia del Levantamiento, Guerra y Revolución de España, Biblioteca de Autores Españoles, Tomo LXIV, [Astorga], libro XV, p. 332.

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151

necesarios los zapatos (sin los que cualquier movimiento de tropas se veía

ralentizado267), víveres y dinero:

“Sin cuyos artículos no podrán realizarse mis ideas”268.

* * * *

Pasando a las operaciones militares. En el sur peninsular, Arthur Wellesley, tras haber

expulsado de nuevo a los franceses de Portugal, luego de su victoria defensiva en Torres

Vedras a las puertas de Lisboa ( a la que uniría la sangrienta victoria hispano-luso-

británica de la Albuera del 17 de mayo en Extremadura), emprendió un primer y

fracasado intento de tomar Badajoz en manos francesas, el mismo motivó una rápida

marcha de muchas tropas francesas desde el reino de León hacia Extremadura en la

primavera de 1811.

Aprovechando este movimiento, Santocildes descendería de las montañas, dando

comienzo a diversas acciones de envergadura para acosar a las debilitadas guarniciones

francesas en las llanuras de León y Zamora.

El 6º Ejército pasa a la ofensiva. La evacuación francesa de Asturias y de Astorga.

El 6º Ejército español, a finales de mayo de 1811, disponía de una fuerza de 21.757

infantes y apenas 490 jinetes, con apenas dos baterías de artillería a caballo (artillería y

caballería muy débiles, con un tren de suministros casi inexistente, por falta de dinero y

ganado)269.

Por las imposiciones de la Junta de Galicia de cuerpos para guarnecer las plazas

costeras de La Coruña, El Ferrol y Vigo (y otros puntos del interior de Galicia), la

267 Se había constatado que, durante las marchas invernales por nieve y barro, los zapatos suministrados al ejército, de mala calidad, apenas duraban 15 días. IHCM, CDB, legajo 44, carpeta 112, el coronel Manuel Nava desde Puebla de Sanabria al general Mahy, 8 de enero de 1811. 268 AHRG, Caja 37- A. Asegurando Santocildes a la Junta de Galicia que su buena fama y crédito de nada servirían sino se le facilitaban medios para poner al 6º ejército en campaña. 269 Santocildes, José María de (1815) Resumen Histórico de los Ataques, Sitio y Rendición de Astorga; de su reconquista y segundo sitio puesto a la ciudad, siendo Gobernador en la primera época y comandante general del Sexto Ejército en la segunda el mariscal de Campo de los Reales Ejércitos don José María de Santocildes, escrita por el mismo [Madrid], p. 69.

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fuerza operativa se reducía a unos 16.000 hombres, agrupados en tres divisiones. La 1ª

en Asturias al mando de Francisco Javier Losada270, la 2ª de Francisco Taboada

Mosquera y Gil271, en el Bierzo, y la 3ª en Sanabria a las órdenes de Francisco

Cabrera272 (más una cuarta de Reserva acantonada en Lugo).

* * * *

Por parte francesa, en Asturias se desplegaba la división del general Bonet

(perteneciente al ejército del norte del mariscal Bessiéres) con 7.700 hombres que

ocupaba la zona central del Principado desde enero de 1810. Bonet demostraría ser un

general enérgico, de gran capacidad y muy apto para operar de manera independiente

alejado de su cuerpo de ejército principal como era el Ejército del Norte. El propio

Bonaparte había definido los objetivos de la presencia francesa en Asturias:

“Su operación principal consiste en entretener con su división a todas las fuerzas de

Galicia y en amenazar constantemente esta provincia desde Asturias, lo que fijará a las

tropas que el enemigo tiene allí y les impedirá trasladarse a otro punto”273

A su frente, Bonet tenía a la 1ª división del 6º ejército, heredera orgánica, en buena

parte, del antiguo ejército asturiano (formado apresuradamente con cuerpos de

voluntarios y conscriptos en el verano de 1808). Sus orígenes (a pesar de ser reforzada

en sus cuadros por mandos de los regulares del antiguo ejército de la izquierda) la

condicionaron, hasta bien entrado 1811, en una capacidad de combate menor que sus

divisiones hermanas, la 2ª y la 3ª en León y Sanabria, como se comprobaría a lo largo

de la campaña de 1811.

Por todo ello, la 1ª división (y más tras el desastre operacional del gran combate de

marzo en El Puelo), actuaba retirándose ante las incursiones francesas (ocasiones en que

la retaguardia francesa en Oviedo era acosada por las fuerzas volantes de Porlier,

Castañón y Escandón, situadas en la montaña oriental del Principado) y avanzando,

rápidamente, cuando los imperiales retrocedían a sus líneas habituales sobre los ríos

Narcea o Nalón.

270 AGMS, Legajo L – 1907. Francisco Javier de Losada Pardo y Figueroa, Conde de Maceda y de San Román.. 271 AGMS, Legajo. T-23. Francisco Taboada Mosquera y Gil. Mariscal de Campo. 272 AGMS, Legajo C- 195. Francisco Cabrera Ramírez, Mariscal de Campo en 1811. 273 Sarramon, J. (1965) Operaciones en el Reino de León…Ob. cit., p. 89.

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153

Con esta estrategia española, Bonet apenas lograba mantenerse en la provincia, con

unas comunicaciones hacia León y Santander precarias, y, desde luego, sin poder

apoyar eficazmente a la división francesa que ocupaba las tierras llanas de León.

Por todo ello, las dos únicas vías reales de ofensivas limitadas españolas del 6º

ejército sobre el ejército del norte de Bessières venían desde el Bierzo, desde Puebla de

Sanabria y desde la frontera portuguesa en Tras os Montes.

Como ya hemos apuntado, las acciones ofensivas de agosto de 1810 sobre Puebla de

Sanabria y del 22 de enero de 1811 sobre La Bañeza (a cargo las dos de fuerzas

españolas de la 3ª división) habían logrado sorprender y hacer capitular a los dos

batallones imperiales de guarnición.

La división francesa que ocupaba León, con su cuartel general en Benavente, era la del

general Jean Mathieu Serás274 (piamontés al servicio de Francia de 46 años en 1811 y

que no igualaba a Bonet en capacidad militar). Serás disponía de unos 5.000 hombres,

en su mayoría italianos y polacos que mostraban una tendencia continua a la deserción

hacia el campo español. Solo la debilidad de las fuerzas españolas del 6º ejército y las

portuguesas de Silveira, con la inacción operacional impuesta por Mahy a las primeras,

habían permitido a estas débiles tropas imperiales enseñorearse sobre las líneas del Esla

y del Orbigo hasta la primavera de 1811.

* * * *

Los movimientos ofensivos de Wellesley sobre Badajoz (que había caído en manos

imperiales el 10 de marzo tras un largo asedio), saliendo desde Portugal, dando las dos

batallas de Fuentes de Oñoro (del 3 y 5 de mayo), iniciando un primer asedio a Badajoz

(6 de mayo) y librando la gran batalla de La Albuera (16 de mayo), provocarían una

grave alarma entre los imperiales, la cual daría lugar a la llamada “gran crisis de junio

de 1811 en Extremadura”. Un gran número de fuerzas francesas tuvieron que marchar

del noroeste y centro de España hacia el suroeste en auxilio de Soult; en particular las

del mando del mariscal Marmont (que había sustituido en mayo a Massena en el mando

de L’Armée de Portugal); las cuales, al marchar hacia el valle de Tajo, dejaron casi

desguarnecidas las provincias de Salamanca, Toro y Zamora.

274 Six, G. (1934) Dictionnaire Biographique… Ob. Cit., Tomo II, pp. 447 – 448.

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El incremento de las acciones ofensivas en Navarra por Espoz y Mina (el cual

destruyó un fuerte convoy imperial el 25 de mayo en el puerto de Arlabán, cerca de

Vitoria) imposibilitaba al mariscal Bessiéres, al mando del ejército del norte, a destinar

fuerzas de su reserva en Valladolid para hacer frente al inicio de la ofensiva española

del 6º ejército que el espionaje francés ya había detectado. Es por ello que, el

comandante en jefe del ejército del norte, dio la orden a Bonet el 6 de junio de

abandonar Asturias para concentrarse en León. Tras la llegada de los despachos a

Oviedo el día 11, Bonet iniciaría el repliegue de su división el 14 de junio, llegando a

León tres días después.

En medio de grandes celebraciones, la 1ª división del general Losada ocupó Oviedo,

seguida por la Junta Superior de Asturias.

La llegada de la poderosa división Bonet a León equilibró las fuerzas contendientes de

manera muy oportuna para los imperiales en esta zona, pues Santocildes, al confirmarse

la marcha de l´Armée de Portugal hacia el sur, había decidido pasar a la ofensiva sobre

el Orbigo y el Esla, ordenando el 12 de junio el avance de la 3ª división del general

Cabrera sobre La Bañeza y de la 2ª división del general Taboada sobre Astorga. En ella,

la guarnición francesa al mando del general Jeanin quedaría bloqueada por 1.500

hombres de Taboada, avanzando el resto de fuerzas españolas hacia el Orbigo y el Esla:

“Las fuerzas españolas que componían el 6º ejército se reunían desde los puntos donde

las tenía diseminadas la falta de medios, o el no querer buscarlos […] las miras de

poner al ejército en movimiento, avivadas por el feliz resultado de la batalla de La

Albuera, hicieron que desembocase las gargantas del Bierzo”275

Al estar la 1ª división desplegada en Asturias, el general español disponía solo de la 2ª

y 3º división del 6º ejército, con unos 11.000 hombres (7.000 en el Bierzo y 4.000 en

Sanabria), para llevar a cabo sus operaciones. Contaría con el apoyo de las fuerzas de

varios cuerpos francos en proceso de regularización en la retaguardia francesa, como la

2ª Legión de Castilla, al mando del coronel Pablo Mier, que se había hecho fuerte en la

comarca de Sahagún:

275 Boletín del 6º ejército…Ob. cit., pp. 113- 114.

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155

“Se trabajó en reunir y organizar militarmente, bajo la denominación de 2ª Legión de

Castilla a las órdenes del coronel Pablo Mier, las partidas de guerrilla que hacía la

guerra en el país de Campos”276

A pesar de los planes ofensivos propugnados por Santocildes, Arthur Wellesley había

comunicado al comisionado militar británico en Galicia, el brigadier Walker el 8 de

junio que, a su juicio, el 6º ejército español no debía de aventurarse en las tierras llanas

de León mientras no dispusiera de “un buen cuerpo de caballería y de artillería y de

una infantería bien disciplinada”. Ello haría posible que pudieran poner sitio a Astorga.

Mientras se conseguían esas capacidades, el comandante en jefe británico pensaba que

el papel del 6º español habría de limitarse a asegurar la defensa de Galicia y a maniobra

intentando conseguir la evacuación de Asturias y, tal vez, Santander.277

Es mérito reseñar que el 6º ejército, al mando de Santocildes, lograría superar este

limitado objetivo durante el mes de junio de 1811; combatiendo de tú a tú a los

franceses, por primera vez durante la guerra, sin ser derrotado y aún consiguiendo éxitos

tácticos en combate.

Ya desde el día 10 de junio los franceses tenían confirmación del inicio de la ofensiva

del 6º ejército; ante ello, en Valladolid, Bessières concentró fuerzas (5.000 infantes,

1.000 jinetes y doce piezas de la Joven Guardia) para acudir en auxilio de las débiles

fuerzas imperiales en León, a cuya capital llegaría, encontrándose en ella con Bonet el

17.

Ante la concentración de fuerzas imperiales, Santocildes retiró sus fuerzas desde el

Orbigo hacia los puertos de Foncebadón y Manzanal y el valle alto del Tuero.

El 18 las fuerzas imperiales llegaba a Astorga, que fue evacuada por órdenes de

Bessières, haciendo volar el gobernador Jeanin, en la noche del 20, varios puntos de sus

murallas con catorce minas. La guarnición se retiraría hacia Benavente, con la columna

de socorro al mando, ahora, del general Seras, cuya débil división fue disuelta por

Bessières, marchando Serás a Valladolid para hacerse cargo del mando del 6º gobierno

militar imperial.

Bessières justificó el abandono de Astorga al mayor general Berthier aduciendo que

era una posición inútil y su guarnición corría el peligro de caer en manos españolas.278

276 Boletín del Estado mayor del 6º Ejército…Ob. cit.,, p. 23. 277 Sarramon, J. (1965) Operaciones en el Reino de León…Ob. cit., p. 101. 278 Ibídem, p. 109.

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156

Bessières había decidido regresar a Valladolid con sus fuerzas el 18, tranquilizado por

la presencia en León de Bonet (la provincia quedaba defendida por las fuerzas bajo su

mando: unos efectivos reforzados de 9.400 infantes y 600 jinetes).

Conocedor de ello, Santocildes pasó de nuevo a la ofensiva, entrando en Astorga el 22

de junio; paradójicamente, la misma plaza que había abandonado 14 meses antes

cautivo, camino de Francia, tras su primer asedio.

Los dos éxitos cosechados por el pequeño 6º ejército elevaron los ánimos patriotas y

el crédito de Santocildes; en menos de tres semanas se había logrado la evacuación de

Asturias y la liberación de Astorga. Bessières tenía sus razones militares para haber

dado aquellas órdenes, pero el coste político para la causa bonapartista en España, le

atraerían la crítica y el enojo de Bonaparte.

Por su parte, Santocildes volvió a hacer avanzar a las tropas de su 2ª división,

escalonándolas en la ribera derecha del Tuerto, a lo largo de la comarca de la Cepeda, al

norte de Astorga, entre Sueros y dicha ciudad. Su 3ª división permanecía en

Castrocontrigo, amenazando el punto de La Bañeza. Los franceses se desplegaban en la

orilla del Orbigo, quedando una tierra de nadie entre los dos ríos. Al norte, la 1ª división

de Losada, permanecía en los puertos de la cordillera; solamente una de sus brigadas, la

denominada “volante” del general Federico Castañón; estaba apostada desde el 21 de

junio al norte del concejo de Luna.

Bonet había dado orden a sus brigadieres de ser prudentes; sin embargo, el mejor de

sus subordinados, André Valletaux, acantonado en Hospital de Orbigo y Benavides,

fiado en sus numerosas victorias en Asturias sobre la 1ª división, llevaría a su brigada a

un combate frontal con la 2ª división de Taboada, de funestas consecuencias, en los

altos de Cogorderos en la jornada del 23 de junio.

La acción de los Altos de Cogorderos, 23 de junio de 1811.

Como suele acontecer en la guerra, esta gran acción279 (las fuerzas empeñadas no

permiten hablar de batalla), comenzó con una escaramuza entre las avanzadillas de los

dos ejércitos sobre la villa de Benavides en la mañana del 23.

279 AHN, Colección - Diversos, Legajo 75, Nº 55. Expediente del Parte del Estado mayor sobre la acción del 6º Ejército en Cogorderos, Junio de 1811 y

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157

La vanguardia española hizo abandonar Benavides a los franceses, provocando el

contraataque de Valletaux desde Hospital de Orbigo con fuerzas de su brigada

(integrada por tres batallones del 122º y dos del 119º de línea con 50 jinetes del 28º de

cazadores).280 Benavides fue recuperada y Valletaux decidió perseguir a las fuerzas

españolas que se replegaban, ordenadamente, hacia Quintanilla del Monte y

Cogorderos. Llegado a esta última localidad, el brigadier francés se topó, desplegada

sobre unas pequeñas alturas al oeste de Cogorderos (con el río Tuerto de por medio), a

la 2ª brigada del coronel Manuel Mascareñas Sardías281, de la 2ª división de Taboada.

Eran las 13.00 horas de la tarde y los avisos españoles hicieron que rápidamente

acudieran, desde el sur, la 1ª brigada de la 2ª división, y la brigada volante de Federico

Castañón desde el norte:

“Para poder observar de cerca los movimientos de la división del general Bonet, que

situada en León tenía extendidas sus principales fuerzas sobre el Orbigo, y para

impedir que sus partidas hostigasen el país de la orilla derecha, se situaron las tropas

de la 1ª Sección de la 1ª División, y la 2ª de la 2ª el día 22, en una línea comprendida

desde el lugar de Sueros a Fontoria, ocupando a Astorga con un destacamento, y

dejando la 1ª Sección de la 2ª colocada sobre el camino real de Manzanal, para que

sirviese de reserva a las tropas avanzadas, teniendo además observado con un cuerpo y

40 caballos el camino de la Bañeza a Astorga.

En esta posición, colocadas en Antoñán del Valle una compañía de Monterrey y otras

de húsares de Galicia, se extendieron hasta el pueblo de Benavides, donde acudió a las

8 de la mañana del 23 de junio el escuadrón de húsares asturianos en auxilio de la gran

guardia de 30 caballos que estaban en este pueblo batiéndose; y desalojando con la

mitad del escuadrón a los enemigos, que eran 200 infantes y 40 caballos, los persiguió

media legua; pero observando que de Orbigo salían considerables fuerzas de infantería

y caballería, que fueron todas las del general Valletaux, emprendió su retirada, que

hubiera concluido sin desgracia, a no encontrar a su paso por Benavides una porción

de infantería de Monterrey muy expuesta, a la que se propuso salvar, y lo consiguió,

pero con la pérdida del alférez don Francisco Riaño y 6 hombres, de que recogió 4

caballos por lo respectivo a su escuadrón.

280 Priego López, J. (1994) La Guerra de la Independencia [Madrid], Tomo VI, Campaña de 1811, segundo periodo, pp. 20 – 22. 281 AGMS, 1ª Sección, Legajo M – 2.149.

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Continuaron la retirada las tropas de Monterrey y húsares de Galicia, y

sosteniéndose mutuamente, se replegaron hasta colocarse delante de las columnas de la

Sección. El comandante de ésta, el coronel don Manuel Mascareñas, después de

tomadas las primeras medidas, avisó al general de la División, y trasladado éste hacia

Cogorderos situó las tropas de la 2ª Sección en las lomas de la derecha del río Tuerto,

que en el día es de corto caudal, ocupándolas con los cuerpos de Monterrey,

Voluntarios de León y 3º de Zamora en masa, y previno a la 1ª Sección lo conveniente

para que apoyase a la 2ª, en caso de verse precisada a replegarse”.282

Como ya hemos apuntado, el brigadier francés, encorajinado por sus victorias de los

meses pasados en Asturias, atacó imprudentemente con sus 4 batallones a los 6

españoles de la 2ª brigada de Taboada al norte de Astorga. Pero se encontró con un

hueso duro de roer, al contrario que en la acción de El Puelo, en marzo, las líneas

españolas se mantuvieron firmes. Hoy sabemos que la lucha, que se prolongó durante

varias horas hasta el anochecer, se entabló por las guerrillas de los dos ejércitos sin

llegarse al combate en línea de batalla. Ello fue un gran mérito de las tropas de Taboada.

Las guerrillas españolas consiguieron detener el avance de los batallones imperiales,

cuyos voltigeurs no consiguieron abrirse paso ante la tenacidad de la infantería ligera

española. Así nos refiere la “Acción de los Altos de Cogorderos“ el Boletín Oficial del

Estado mayor del 6º Ejército en el Resumen Histórico de las Operaciones del Ejército,

Junio de 1810:

“Hicieron los enemigos un reconocimiento hacia Cogorderos, posición que ocupaban

parte de nuestras tropas, empezando la acción por las avanzadas de ambas armas que

se sostuvieron con el mayor orden, y llegados a la posición de Cogorderos, se continuó

un fuego de guerrillas que duró 7 ½ horas“283

Por primera vez, desde el comienzo de la guerra, un ejército regular español consiguió

aplicar en el campo de batalla las duras lecciones tácticas, aprendidas con sangre, tras

tres años de conflicto:

282 Gaceta de la Regencia de España e Indias, Jueves 1 de Agosto de 1811, p. 797. Informe del jefe de estado mayor del 6º ejército, el brigadier Juan José Moscoso. 283 “Boletín del Estado mayor del 6º Ejército, nº 6, p. 23. Imprenta Militar del 6º Ejército. Julio de 1811, Cuartel general de Villafranca del Bierzo“. IHCM, Madrid, Biblioteca Central Militar, Museo de Literatura.

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159

“Las compañías avanzadas se batían en retirada con el mayor orden y serenidad, y que

llegadas a la vista de las columnas ya no retrocedieron un paso; al momento fueron

destinadas guerrillas fuertes de los tres cuerpos, que sostuvieron el fuego por espacio

de 7 horas, y cogía la extensión de cerca de media legua, sin que a pesar de la

ventajosa posición de las enemigas, lograsen estas hacer aflojar a un solo soldado de

los que componían las nuestras, que eran reforzadas a proporción que lo hacían las

contrarias, con lo que se empeñó un vivísimo fuego”284

Es de reseñar, que la infantería ligera española actuó tan bien que impidió a los

voltigeurs franceses llegar a acercarse a la infantería de línea de Taboada, que

aguardaba en batalla el momento de actuar.

Cuando empezaba a oscurecer, acudiendo al ruido del cañón, y tras una marcha

forzada de seis horas, llegaron al campo de batalla, por el flanco norte, los tres

batallones del regimiento de Oviedo de la brigada volante asturiana del general Federico

Castañón. Sin apenas tiempo para tomar aliento, los españoles, precedidos por sus

compañías de cazadores, cargaron a la bayoneta contra los batallones franceses del 119º

y 122º de línea por su flanco derecho:

“ […] la 1ª sección de la 1ª división, mandada por su comandante interino, el brigadier

don Federico Castañón, que estaba situada en Sueros, valiéndose de la proporción que

su colocación le presentaba, maniobró con tal inteligencia e intrepidez, que si la noche

no hubiese sido obstáculo a concluir la carga, hubieran perdido los enemigos toda o la

mayor parte de los 3.000 hombres con que atacaron; pues las compañías de cazadores

de Oviedo, disputándose la preferencia en atacar a la bayoneta, lo ejecutaron ambas,

consiguiendo poner a los enemigos en fuga precipitada, en la cual, a pesar de la

oscuridad fueron algunos acuchillados por nuestra caballería.

Las dos piezas de artillería volante al cargo del teniente don Vicente Vázquez,

hicieron un acertado fuego sobre las masas enemigas que sostenían sus guerrillas”285

284 Gaceta de la Regencia de España e Indias, Jueves 1 de Agosto de 1811. Informe al Consejo de Regencia del jefe de estado mayor del 6º ejército, el brigadier Juan José Moscoso. 285 Ibídem.

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160

La brigada de Valletaux fue batida, el mismo brigadier francés, que se puso al frente

de sus compañías de élite para intentar detener el ataque, fue herido de muerte en la

primera carga a la bayoneta de los asturianos dirigidos por Castañón.286

“Fue entonces cuando el esforzado jefe de la sección la pliega en columna, y llevándola

cubierta con tiradores, cae impetuosamente sobre el flaco derecho enemigo, quien

estando a su defensa cedió el campo. El mismo Baltó, que observó la intrepidez de

nuestra victoriosa columna, quiso cargarla, puesto a la cabeza de una terrible manga

de granaderos, más pagó su temeridad, recibiendo una herida mortal, feliz accidente

que llegando a trastornar a los franceses, se pusieron en retirada desordenada”287

Como se cuenta, aún hoy, por tradición oral en la zona, al final de la lucha y al

empezar la desbandada francesa, la caballería española tocó a “ degüello “, y sus jinetes,

junto con toda la infantería persiguieron a los franceses durante varios kilómetros hasta

el río Orbigo, “matándoles como gusanos“ allí donde les alcanzaban288.

“[…] obligando a estos a retirarse a sus antiguas posiciones, perseguidos por nuestra

caballería y tropas ligeras, dejando cubierto el campo de batalla y el camino de

cadáveres, fusiles, mochilas, cajas de guerra etc.“289

El combate fue largo y sangriento; en la persecución los españoles apenas hicieron

prisioneros; enseguida se haría recuento del botín y las bajas, causadas y sufridas:

“La perdida de los enemigos, que los primeros avisos supusieron de 300 hombres con

muchos oficiales, el general Valletaux muerto, y el coronel Gautier herido, se ha sabido

por carta interceptada del general Bonnet a Bessières que es de cerca de 500 hombres

con muchos oficiales y la muerte del referido general, sin hablar cosa alguna de

Gautier. Las tropas de la 1ª Sección de la 1ª División cogieron 6 prisioneros, 7 cajas de

guerra, 34 fusiles, 40 mochilas, y 3 caballerías con otra porción de efectos y prendas

sueltas que abandonaron en el primer momento de la fuga.

286 Servicio Geográfico del Ejército, Madrid, Armario E, Tabla 7, Carpeta 1ª, nº 398: “Croquis de la acción sobre las Alturas de Cogorderos ganada por la 2ª Sección de la 2ª División del 6º Exército el 23 de junio de 1811“. Recogido por Alonso García, F. (1996) León en la Cartografía Histórica [León], p. 105. 287 IHCM; CGD, Historial del Regimiento 2º de Asturias, Rollo 41, Sig. 4-2-8-1, folios 5 y 6. 288 Palabras del Sr. Alcalde de Cogorderos a este historiador en noviembre del 2003. 289 Gaceta de la Regencia de España e Indias, jueves 11 de Julio de 1811, p. 731.

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Nuestra pérdida consiste en 16 muertos de los cuerpos de Monterrey, Voluntarios de

León y húsares de Galicia, y de los de Asturias, 72 heridos con 3 oficiales y 3

sargentos, 12 contusos con un oficial y 15 prisioneros con otro oficial, de los que se

han fugado 5 húsares asturianos, y se han perdido 11 caballos y otro herido”290

Por su parte, el brigadier Federico Castañón, nos refiere su versión del victorioso

combate en su hoja de servicios:

“Se le nombró comandante general interino de la 1ª sección de la 1ª división, y en

propiedad de la 3ª de la misma, con las que situado en el flanco izquierdo de la línea

sobre Astorga, atacó con rapidez y un rápido movimiento el 23 de junio en Cogorderos,

donde decidió en momentos las acción a la bayoneta y causó a los enemigos notable

pérdida, batiéndose en facha con el general Waletó, que fue despojo de su campo

recibiendo la muerte a la primera carga; cogió 30 prisioneros, 3 águilas, 28 cajas de

guerra, mucho armamento y recibiendo, sobre todo, el placer de vestir la mayor parte

de su división con el despojo de los muertos, y de ser herido levemente en la frente;

mereciendo por la gloriosa jornada de este día la recomendación del general en

jefe“291

Ningún historiador confirma el hecho de que los españoles capturaran tres águilas

francesas en el combate. Respecto a las bajas, el historiador francés Martinien292 en su

monumental estudio sobre las pérdidas en oficiales de las unidades imperiales en las

guerras napoleónicas, nos confirma que, solamente en mandos, el 119º y el 122º

regimientos franceses tuvieron un teniente y dos subtenientes muertos, y dos jefes de

batallón ( Paty y Sauvaire ), seis capitanes y dos tenientes heridos. Igualmente el mando

español certificó que el mayor Etienne Gauthier, del estado mayor de la división Bonet,

fue herido también en el combate. 293

Por su parte, Bonet trató de minimizar ante Bessiéres, la derrota sufrida mintiendo

descaradamente:

290 Gaceta de la Regencia de España e Indias, Jueves 1 de Agosto de 1811, Ob. cit. 291 AGMS, 1ª sección, Federico Castañón y Lorenzana, Legajo C - 1982. Acabaría la guerra con el grado de Mariscal de Campo que gano por su mando accidental de la 4ª División del 4º Ejército en la batalla de San Marcial de 31 de agosto de 1813 donde fue gravemente herido. 292 Martinien, A. (1890) Tableaux par Corps et par Batailles des Officiers Tués et Blessés pendant les Guerres de l´Empire, 1805 – 1815 [Paris], pp. 346 y 352. 293 Smith, D. (1998) The Greenhill Napoleonic Wars Data Book, Actions and Losses in Personnel, Colours, Standards and Artillery, 1792 – 1815 [London], p. 365. Nos ofrece también más datos al respecto.

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“Los españoles han tenido 500 hombres muertos y un gran número de heridos; ha

estado en muy poco que con corto número de gente no hubiera tomado o dispersado

todo el ejército enemigo, la acción hubiera sido la más brillante a no ser la dolorosa

pérdida del general Valletaux”294

Orden de batalla español295

Sexto Ejército. Mariscal del campo José María Silvestre de Santocildes.

2ª División. Mariscal de Campo Francisco Taboada y Gil.

1ª Sección (brigada), Comandante el Brigadier José Meneses

o 6º de Marina: 1.364 hombres (3 batallones), brigadier José Meneses.

o Tuy: 683 hombres (1 batallón), sargento mayor Gaspar Gisbert.

o Cazadores del Rey: 505 hombres (1 batallón), sargento mayor Joaquín

Bilbao.

2ª Sección (brigada), Comandante el Coronel Manuel Mascareñas.

o Monterrey: 1.947 hombres (3 batallones), coronel Manuel Mascareñas.

o Voluntarios de León: 1.004 hombres (2 batallones), coronel Domingo de

Sierra.

o Zamora: 242 hombres (1 batallón), se ignora el mando.

Caballería: 1 Escuadrón (dos compañías) de Húsares de Galicia, 121 jinetes (capitán

Antonio Gallarza). Comandante de la Caballería: el Ayudante Mayor de los Húsares

de Galicia, Miguel Domínguez, conde de San Antonio.

Artillería: 1 batería de artillería a caballo del 4º Regimiento, capitán Vicente

Vázquez.

1ª División. Mariscal de Campo Francisco Javier Losada.

1ª Sección (brigada volante), Brigadier Federico Castañón y Lorenzana.

o Regimiento de Oviedo: 1.268 hombres (3 batallones), Coronel Pedro

Méndez de Vigo.

Caballería: una compañía de Húsares de Asturias, 53 jinetes (teniente José Fombella)

294 Boletín del 6º Ejército…Ob. cit., carta interceptada, Astorga, 2 de agosto. 295 IHCM, Colección Duque de Bailén, CDB, Año de 1810, carpeta 138, y año de 1811, carpeta 119; Estados de Fuerza del 6º Ejército.

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Orden de batalla francés296

Ejército del Norte. General Jean Baptiste Bessières.

División del General Jean Pierre Bonet.

Brigada Jean-André Valletaux297: 2.500 hombres aprox.

o Regimiento 119º de línea (3 batallones). Coronel Jean Baptiste Cretin, 44

años.

o Regimiento 122º de línea (2 batallones). Coronel Nicolas Gruardet, 47

años.

o Una Compañía del 28º de Cazadores a Caballo (50 jinetes).

Consecuencias de la acción de Cogorderos. El carrusel del Orbigo, julio y agosto de

1811

El feliz resultado de esta acción causó tal alarma a Bessières y a Bonet, que se

interrumpió la marcha de más fuerzas francesas hacia el sur de la Península,

favoreciendo así los planes de Arthur Wellesley.

Previendo las consecuencias de la derrota de la brigada Valletaux, Bonet ordenó

concentrar las fuerzas de su división, marchando en persona a apostarse en el peligros

punto de Hospital de Orbigo, pidiendo también refuerzos a Bessiéres.

Por su parte, Santocildes, previendo un contraataque francés dio idénticas órdenes,

haciendo que Cabrera y su 3ª división se le uniera desde Castrocontrigo, a la par que la

mayor parte de la 1ª división de Losada, se le fue reuniendo también. Con ello, sus

efectivos, unos 15.000 hombres, volvían a superar a los de Bonet.

Tras ello y durante todo el mes de julio se producirían, en las llanuras del Orbigo,

cinco ofensivas seguidas en las que españoles y franceses maniobraron para enfrentarse

296 IHCM, CDB, Año de 1810, carpeta 138, y año de 1811, carpeta 119; Estados de Fuerza del 6º Ejército. 297 Valletaux, Jean-André (Hiersac 23 de noviembre de 1757 – Cogorderos 23 de junio de 1811), alistado como soldado en el 31 de infantería en 1779, Teniente coronel en 1792, general de brigada en 1794, caballero de la Legión de Honor en 1803. Su nombre está inscrito en el Arco de Triunfo de la Estrella de París. Six, G. (1934) Dictionnaire Biographique… Ob. Cit., Tomo II, pp. 524 – 525.

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164

en condiciones ventajosas, intentando batir a su oponente. En estas operaciones los

españoles, con poca caballería y artillería, utilizaron las tácticas tradicionales de

flanqueo del orden oblicuo prusiano, mientras que los imperiales preferirían ataques

concentrados y frontales.

Los españoles iniciaron el carrusel con sendas ofensivas el 1 y 8 de julio. En la tarde

del 1 de julio, las tropas de Santocildes marcharon sobre el Orbigo en cuatro columnas,

fijando una de ellas (la del mando del general Antonio María Peón) a las tropas de

Bonet en el puente medieval de Hospital; aprovechando la noche para vadear el río

Orbigo las otras tres (al mando cada una de Cabrera, Mascareñas y Castañón), aguas

arriba de Hospital de Orbigo, atacando la retaguardia francesa en Villadangos y

obligando a Bonet a abandonar sus posiciones, retrocediendo hasta esta localidad. Tras

la llegada de refuerzos desde León, Bonet contraatacaría recuperando la línea del

Orbigo, retrocediendo los españoles hasta Astorga y el valle del Tuerto298.

En la retirada hacia Astorga del 2 de julio los franceses pudieron comprobar lo mucho

que habían adelantado, en su adiestramiento y disciplina, las tropas españolas. Al

replegarse desde el Orbigo, por la vasta llanura hacia los montes de Estébanez, la

infantería española de la 3ª división del general Cabrera maniobró escalonadamente sus

batallones, con tal maestría y serenidad, que un cuerpo de caballería e infantería

imperiales que intentaron cortarla, no pudieron detener su marcha.

“La 3ª división al mando del brigadier Cabrera ejecutó brillantemente su maniobra,

retirándose en la más perfecta unión, cargada de los enemigos y de los cuerpos más

gruesos de su caballería, con una marcha de flanco cubierta de su caballería y de sus

cazadores que se sostenían protegidos de los de la 1ª sección del mando del brigadier

Castañón que se mantenía en el mismo llano. Se reunió por fin la 3ª división sobre la

derecha ocupando las alturas y dejando sus cazadores por la falda y en el llano, y su

caballería sobre el flanco derecho. Estas tropas merecieron los mayores elogios de

todos los espectadores imponiendo al enemigo, que no adelantó ya sino guerrillas de

infantería y caballería, dejando sus columnas en la arboleda del río y una fuerte

reserva al otro lado, enfrente de un vado”299

298 Boletín del Estado mayor del 6º Ejército…Ob. cit., 2 de julio de 1811, pp. 1 – 2. 299 Ibídem, pp. 3 – 4.

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165

La hazaña, hecha a la vista de todo el ejército, llevaría al brigadier Cabrera a ser

ascendido a mariscal de campo el 4 de noviembre.

La operación ofensiva sobre Bonet y la retirada sin pérdidas, en orden y dando la cara

al enemigo, por una vasta llanura hasta llegar a los montes de Estébanez cercanos a

Astorga, aumentó el crédito, propio y del mismo enemigo, en el seno del 6º ejército.

Verdaderamente, en la jornada del 1 y 2 de julio, las tropas españolas habían ejecutado

en las llanuras de León, siguiendo las máximas romanas de la guerra, unas verdaderas

maniobras sangrientas:

“Las ventajas de esta jornada, aunque no fuesen otras que el de habernos

proporcionado a todos muchos motivos de aprender, habiéndose hecho el más completo

ensayo en todas las armas, dirigido con mucha parte de tropas nuevas, son de un

tamaño de consideración y nos ofrecen para lo sucesivo campo para corregir los

defectos y para esperar sucesos muy favorables”300

El 8 de julio Santocildes repitió la maniobra de flanqueo para desbordar por el norte

las posiciones imperiales en Hospital de Orbigo, ahora al mando del general Jeanin. El

resultado fue el mismo, obligando a los franceses a acudir con refuerzos desde León.

Tres días después se produciría un relevo en el mando de la 2ª división del 6º ejército.

La mala salud de Taboada impuso a Santocildes la necesidad de sustituirlo por el conde

de Belvedere. Con todo, Taboada seguía siendo un hombre muy útil y de gran

experiencia y prestigio; las dos notables victorias logradas por las tropas españolas en el

noroeste en los veranos de 1810 y 1811, en Puebla de Sanabria y en Cogorderos, se

habían logrado bajo su mando. Por ello, Taboada continuó, de momento, al frente de la

presidencia de la Junta Superior del Reino de León:

“El sr. comandante general anuncia que, sin quedar separado del ejército por ahora, el

mariscal de campo, don Francisco Taboada y Gil debe pasar a continuar en la

Presidencia de la Junta Provincial de León, con el importante objeto de cooperar a las

enérgicas providencias de esta celosa corporación en benéfico de la subsistencia y

equipo de las tropas de su mando, dedicándose exclusivamente, como su segundo, en

dicha provincia y la parte de las de Valladolid y Zamora pertenecientes al 6º distrito, a

300 Ibídem, p. 4.

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su gobierno político. Esperando que un género de vida menos activo restablezca la

salud de tan digno general cuyos sabios consejos han sido del mayor influjo en las

últimas operaciones militares […] El mariscal de campo excmo. Sr conde de Belvedere,

quedará encargado del mando de la 2ª división”301

Entretanto, en el lado francés, el general Jeanin, tras haber recibido refuerzos, retomó

la ofensiva el 12 de julio sobre Astorga. Marchando desde el Orbigo, al coronar el

crucero de San Justo, sobre el valle del Tuerto, Jeanin se topó con los 15.000 hombres

del 6º ejército formados en batalla. El combate se limitó a una larga escaramuza entre

las guerrillas de los dos ejércitos a la que la llegada de la noche puso fin. Los informes

remitidos por Jeanin a Bonet ese mismo día, avisando de la concentración de la mayor

parte del 6º ejército sobre Astorga, llegarían a manos del comandante en jefe del ejército

del Norte el 14 de julio en Valladolid.

Bessiéres constató la gravedad de los hechos. Debido a la falta de recursos, ganado y

dinero, las tropas españolas en el noroeste de España llevaban sin concentrarse desde el

otoño de 1809. Las divisiones del ejército de Galicia se desplegaban y actuaban aisladas

desde Asturias a Sanabria, pasando por el Bierzo, utilizando líneas de operaciones

propias donde apenas podían hallar recursos para alimentar a las tropas. Una

concentración así, de la mayor parte de los efectivos del 6º ejército, era una muestra de

que algo estaba cambiando en el lado español.

La llegada de nuevos refuerzos franceses elevó las fuerzas imperiales sobre el Orbigo

a los 10.000 hombres, planeando Bonet tomar la ofensiva contra el 6º ejército el día 16,

sin embargo, la llegada desde Valladolid de Bessiéres le hizo mantenerse a la espera.

El duque de Istria acudía con el doble objetivo de rechazar al 6º ejército español hacia

las montañas, como paso previo para volver a acudir a su objetivo principal (retrasado

continuamente por las acciones de los españoles), de reforzar los suministros a la plaza

de Ciudad Rodrigo, amenazada ahora por Wellesley.

La llegada de Bessiéres fue detectada por el espionaje español con lo que Santocildes

retiró rápidamente sus tropas el 16, de nuevo, hacia los puertos de Manzanal y

Foncebadón. La caballería francesa se limitó el 18 a entrar en Astorga, cerciorándose de

las nuevas posiciones españolas en las montañas.

301 Boletín del Estado mayor del 6º Ejército…Ob. cit., 13 de julio de 1811, p. 17.

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167

El mariscal francés regresó a Valladolid por segunda vez en menos de un mes. Es

posible que tuviera conocimiento ya de su sustitución por el general Jean Marie

Dorsenne302, por decreto imperial el 8 de julio (en clara reprensión a sus fracasos ante

las tropas españolas y a la evacuación de Asturias y el abandono de Astorga).

Llegado a Valladolid el día 20, Bessiéres se encontró ya allí a Dorsenne, entregándole

el mando al día siguiente y marchando hacia Paris donde se reincorporó a la

comandancia de la caballería de la guardia imperial.

Con esta marcha, Santocildes se animaría el 22 a volver a avanzar, ocupando sus tres

divisiones y la reserva, Astorga y la línea del río Tuerto. Cuatro días después las tropas

del 6º ejército (9.000 infantes y 400 jinetes) avanzarían otra vez sobre el Orbigo,

logrando que el brigadier Corsin evacuara La Bañeza hacia Villamañán y el general

Jeanin Hospital de Orbigo hacia Villadangos; con ello los franceses eran obligados, de

nuevo, a replegarse del Orbigo hacia el Esla.

El movimiento ofensivo español se acompañó, nueve días después, de una incursión en

fuerza de la 3ª división del general Cabrera sobre Benavente, cuya guarnición tuvo que

abandonar la villa; entretanto, dos días antes, otro batallón francés (600 infantes del

118º y 60 jinetes) había sido desalojado de Sahagún por las fuerzas de la 2ª Legión de

Castilla de Pablo Mier (y su teniente coronel al mando de la caballería de 2ª Legión,

Cayetano Lapuente), con el apoyo de los escuadrones francos de Losada, Padilla y

Marquínez. Tras varias horas de combate los españoles desalojaron a los franceses de

Sahagún, incendiando el convento en el que se fortificaban y haciéndoles retroceder,

derrotados, hacia Medina de Rioseco. Todo el grano de la próxima cosecha de la fértil

comarca se arrebataba así a los imperiales. Un exultante Pablo Mier felicitaría a sus

antiguos guerrilleros en una proclama pública ese mismo 28 de julio:

“Soldados, hoy habéis presentado en vuestra conducta el cuadro más grato a la

Nación, habéis medido con igual número de fuerza vuestro valor, con una de las

legiones más respetables de Napoleón; habéis batido y causado terror, al orgulloso

batallón 118º, los volteadores de Bonet, que pocos instantes antes se jactaba de que

cinco mil españoles nada le imponían, pero en breve se ha desengañado, y habéis visto

quien es el enemigo y quien vosotros; habéis puesto en confusión a su gobierno; tal vez

302 Six, G. (1934) Dictionnaire biographique…Ob. Cit., Tomo I, p. 369. Ejercería este mando desde el 8 de julio de 1811 hasta el 5 de mayo de 1812. Muerto en París el 24 de julio de 1812 tras una operación de trepanación para intentar curar una herida recibida en la cabeza, tres años antes, en la batalla de Essling.

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168

al nuestro 6º ejército de que dependéis, habéis proporcionado algunas ventajas sobre

las que ocupan la izquierda del Orbigo. Habéis libertado a estos naturales del apremio

con que intentaban arrebatarles el fruto de todas sus fatigas; habéis vencido, y ya os

conozco”303

El nuevo comandante en jefe del ejército del norte, Dorsenne, evaluó con sus mandos

la necesidad de dar una solución definitiva a la constante amenaza del 6º ejército,

empujándolo y batiéndolo más allá de las montañas. De no hacerlo Santocildes seguiría

inmovilizando a buena parte de las fuerzas imperiales del ejército del norte. Así lo

comunicó Dorsenne al mayor general Berthier el 31 de julio.304

La Contraofensiva francesa hacia el Bierzo. Las Acciones de Manzanal y Riego de

Ambros.

En el lado español también se producirían cambios. A instancias de Arthur Wellesley,

Castaños relevó a Santocildes de su mando interino dándoselo en propiedad al general

Francisco Javier Abadía305 (al que el general británico considera infundadamente dotado

de excelentes dotes de mando). La buena sintonía de Santocildes con sus tropas y con la

propia Junta Superior de Galicia se vieron mermadas con la llegada de Abadía, que

carecía del tacto y capacidad organizativa que había demostrado Santocildes, a pesar de

que había desempeñado labores de mayor general con Reading en Bailén y de inspector

de la reserva de infantería en Andalucía hasta 1810.

Abadía llegaría al cuartel general del 6º ejército el 15 de agosto. Haciéndose cargo

formal del mando al día siguiente, aunque, de momento, Abadía seguiría dejando el

mando de las operaciones al comandante interino Santocildes. El ejército fue pasado

revista por los dos comandantes generales, en la vasta planicie de las alturas sobre San

Justo que miraba hacia Estébanez.

Por su parte, Santocildes, haciendo gala de la honestidad y modestia que le habían

hecho ganar el aprecio y devoción de los que le conocían, comunicaría a las tropas el

cambio de mando en una proclama. Los meses posteriores demostrarían, por desgracia

303 Boletín del 6º Ejército…Ob. cit., pp. 38 – 40. 304 Sarramon, J. (1965) Operaciones en el Reino de León…Ob. cit., p. 120. 305 AGMS, Francisco Javier Abadía y Aragorri (Barcelona 1770-Málaga 1836), Célebres, caja 1, exp. 1, carpeta 2.

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para la causa patriota, lo equivocado que estaba enalteciendo a su sucesor y acallando

los méritos propios:

“Individuos del 6º Ejército.

El digno general que hace unos días anuncié debía mandarnos, acaba de unírsenos,

el mariscal de campo don Francisco Javier Abadía, será el caudillo que desde hoy en

adelante nos dirigirá y conducirá a la lid; su crédito, su talento y virtudes militares nos

aseguran prósperos sucesos, que jamás podrían lograrse estando yo a vuestra cabeza,

por carecer de algunas de las calidades necesarias para tan elevado mando: si algunas

ventajas henos conseguido hasta aquí no las atribuyáis a mis disposiciones, pues no

han sido otra cosa que los precisos resultados de los mediados planes y ejecución de

unos y otros jefes superiores del ejército, de vuestro valor, sufrimiento y disciplina; a

esto habéis unido una singular adhesión a mi persona, y por lo mismo, en el instante

que voy a dejar de ser vuestro principal jefe, no puedo excusar aseguraros, mi eterna

gratitud y la satisfacción que me cabe, considerando el honor que tengo en continuar

siendo vuestro fiel compañero. Santocildes”.306

Castaños no pudo por menos que felicitar a Santocildes por su campaña sobre el

Orbigo:

“En el mando interino de ese Ejército ha dado VS pruebas tan notorias de su

prudencia, actividad y conocimientos militares que, aunque el resultado de sus

operaciones no hubiera sido tan feliz y glorioso, siempre la Nación habría conocido

cuan fundado era el concepto que había formado de VS […] como la moderación es una

de las calidades que mas resplandecen en VS”307

* * * *

Paralelamente, Dorsenne vería reforzado su ejército del norte con la llegada de 43.000

hombres de refuerzo desde el sur de Francia (procedentes del cuerpo de observación de

reserva), de los que alinearía en León, a mediados de agosto, unos 25.000 hombres (con

306 Boletín del 6º Ejército…Ob. cit., p. 66. 307 ME, Toledo, Exp Santocildes, Legajo 29/1, doc. 288.

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unidades de la Guardia Joven Imperial), de ellos 2.500 jinetes. Con estas fuerzas

superiores, en cantidad y calidad, Dorsenne daría órdenes perentorias para recuperar

Astorga, arrojando hacia Galicia al 6º Ejército. Este, tras dos meses continuos de

campaña, había reducido sus efectivos a unos 15.000 hombres, con graves deficiencias

en equipo y suministros; aunque permanecían animados por sus logros y la confianza

que tenían en su comandante Santocildes.

Tras una calma completa durante las tres primeras semanas de agosto, con los dos

ejércitos desplegados entre a la derecha del Orbigo y la izquierda del Esla (con una

amplia tierra de nadie entre los dos valles), el 25 de agosto, a las cuatro de la mañana,

las tropas del ejército del Norte, mandadas por general Dorsenne cruzaron el rio Esla

para atacar al 6º Ejército. Las tropas españolas iniciaron una rápida retirada por

escalones dando siempre la cara al enemigo. Aquella mañana, en un duro combate, 400

jinetes del regimiento de húsares de Galicia detuvieron a los cazadores a caballo de la

Guardia Imperial y a la caballería polaca, a las puertas de La Bañeza, hasta que, tras

perder sesenta hombres, y superados en número, tuvieron que retirase a escape

protegiéndose tras la infantería del brigadier Federico Castañón en Palacios de la

Valduerna, la cual logró frenar las cargas de la caballería imperial. Por parte francesa se

sabe que sólo los lanceros de Berg perdieron dos oficiales y 27 hombres308.

La retirada española prosiguió, y el 26 de agosto los franceses reocupaban Astorga.

Dorsenne quedó en la misma, ordenando a Bonet que llevara a cabo la persecución del

6º ejército español hasta el Bierzo.

Santocildes había dado la orden de repliegue a su 1ª, 2ª y división de reserva por los

puertos de Manzanal y Foncebadón hacia el Bierzo (cubriendo de manera excéntrica

todas las entradas a Galicia y Asturias), mientras que su 3ª división se volvería hacia

Puebla de Sanabria por Castrocontrigo.

El propio general Abadía refiere en carta a la Junta de Galicia (a mediodía de ese 26

de agosto, desde el pueblo maragato de Andiñuela al pie del puerto de Foncebadón), la

difícil situación de muchas unidades del 6º Ejército en retirada dando la cara a un

enemigo superior, a fin de ganar tiempo para lograr una retirada ordenada. Los

debilitados batallones españoles, que formaban la retaguardia, tuvieron que hacer

marchar hacia el Bierzo a una cuarta parte de sus efectivos que no se hallaban en

308 Sarramon, J. (1965) Operaciones en el Reino de León…Ob. cit., p. 132.

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condiciones de poder combatir abatidos por el hambre, el agotamiento y la falta de

calzado:309

“[...] hemos logrado replegarnos sobre este punto de Foncebadón sin haberse

extraviado un hombre ni una acémila, trayendo con nosotros la ración de pan y carne

de hoy que eran todos nuestros almacenes [...] son las doce del día en que nos

disponemos para formar una línea sobre Foncebadón para esperar en ella al enemigo y

obrar según lo indiquen las circunstancias, y la desesperada situación de unos valientes

que en su mayoridad están desnudos y descalzos, centenares de ellos forzados a ser

trasladados a los hospitales sin más que el movimiento de ayer, y el de los días

anteriores, pues que sus pies brotan sangre, y sin poderles yo asegurar para mañana

una ración de pan siquiera [...]

De todo esto ha sido buen testigo el señor Walker, general de S.M.B., que se separó

de nosotros en la tarde de ayer, y lo supongo a estas horas en la inmediación de esa

Junta para enterarla de nuestra situación, y que en su consecuencia se obre de un modo

extraordinario para remediarla [...]

Pdta. El enemigo viene en dos fuertes columnas en la dirección del camino Real y de

Foncebadón, y se halla como a distancia de dos leguas de este punto [...]310

Ese día 27, la brigada francesa del general André-Philippe Corsin (regimientos 34º

ligero, 4º del Vístula y 120º de línea) con la caballería de la Guardia, comenzó el ataque

en Foncebadón sobre las tropas españolas del brigadier Federico Castañón311. Por su

parte, la brigada del general Jean Baptiste Jeanin (118º, 119º y 122º de línea con el 28º

de cazadores a caballo) lo hizo sobre el puerto de Manzanal defendido por cuatro

regimientos españoles al mando de Félix Carrera 312 (1º del Ribero, Tiradores de

Castilla, 2º de Asturias y Toledo).

En palabras de Castañón en su hoja de servicios:

“ El 27 de agosto mismo fue atacado en Riego por todo el grueso de los enemigos

contra quien se batió con asombro de los mismos por el término de 4 horas, hasta que

309 Archivo Histórico del Reyno de Galicia (AHRG), La Coruña, Guerra de Independencia, Sección Guerra de Independencia, Legajo 45 – F 12. 310 AHRG, Ob. cit., Legajo 45 – F 10. 311 Castañón estaba al mando de la 1ª brigada, formada por: Voluntarios de Asturias (1 bat.), el 2º de Marina (1 bat.), el 2º de Toledo (1 bat.) y el regimiento de Santiago (2 bats.) 312 AGMS, Legajo C – 1.581.

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172

se puso el Exército Español en franquía con sus trenes y provisiones, causándoles una

pérdida considerable y además la mortal herida del general Corsé que murió a pocos

días en Valladolid, mereciendo por los sucesos de este día la distinción del general en

jefe don Francisco Xavier Abadía quien lo recomendó al Gobierno y le confirmó el

mando en propiedad de la División de Vanguardia “

Efectivamente, en los combates de Riego de Ambrós sería malherido el general Corsín

(con tres heridas de bala) en una porfiada lucha contra la retaguardia española. Pese a la

dura resistencia, ante la llegada de más refuerzos imperiales, los españoles se retiraron

hacia Molinaseca y el Bierzo. Cubriendo el grueso de las fuerzas españolas la ruta hacia

Orense por Puente de Domingo Flórez.

Según informes españoles, el 34º regimiento ligero francés perdió a su coronel,

Jacques Bertet313 y un águila314.

“Penetró el francés por Fuencebadón, defendiéndose largo tiempo Castañón y la

reserva en las alturas colocadas entre Riego y Molinaseca. Aquí no menos que en

Manzanal, fueron escarmentados los enemigos, pues tuvieron mucha pérdida, y

contaron entre los muertos al general Corsin y al coronel Barthez, quedando a los

nuestros por trofeo el águila del sexto regimiento de infantería “315

Mientras, Bonet atacó por Manzanal, y pese a resistencia española logró franquear el

puerto, entrando en Villafranca del Bierzo al día siguiente, 28 de agosto, para someterla

a tres horas de saqueo.

313 Bonet a Dorsenne el 29-VIII desde Bembibre: “El 34 ligero, que es el único empleado en esta acción ha llenado mis expectativas. El coronel Berthol ha sido herido. El General Corsin [...] no pudo ascender con bastante rapidez, se dirigió a toda prisa a cortar la retirada y fue alcanzado por tres balas [...]”. Y el 30 desde Astorga: “[...] He podido asegurar que los cuerpos estaban mal mandados, sobre todo el 34. Este regimiento se deshará si no se le da rápidamente un jefe [...] Usted podrá constatar en el primer estado de situación del 34 que este regimiento ha dejado atrás muchos hombres. Es culpa de los oficiales y sobre todo del jefe”. 314 Regimiento creado en España en 1811 a partir de los batallones auxiliares 2º, 4º, 5º, y 7º de infantería. Smith, D., The Greenhill Napoleonic Wars Data Book... Ob. Cit., pp. 207 y 208. Ver también, Quintin, Danielle et Bernard (1996) Dictionnaire des Colonels de Napolèon [Paris], pp. 95 y 96. El coronel Bartet moriría a consecuencia de sus heridas el 18 de septiembre en Valladolid. Respecto a la muerte del general Corsín, los datos son contradictorios, según las fuentes francesas, a pesar de que recibió tres balazos, no murió a resultas de la acción; en enero de 1812 estaba sirviendo en el Cuerpo de Observación del Océano, moriría, anciano en 1854, Six, G. (1934) Dictionnaire biographique…Ob. cit., pp. 264 y 265. 315 Queipo de Llano, J.M. (Conde de Toreno) (reedición del 2008) Historia del Levantamiento…Ob. cit., libro XVII, p. 369. En adelante: Conde Toreno, Ob. cit. Según recoge el propio Abadía en su Hoja de Servicios, el Aguila capturada correspondía el regimiento nº 92 de línea. AGMS, Célebres, caja 1, expediente 1, carpeta 1, p. 30. Francisco Javier Abadía y Aragorri, Mariscal de Campo en 1811. Ver también: Schépeler, A. (1829) Histoire de la Révolution d´Espagne et de Portugal [Lieja], Tomo III, p. 340.

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En Galicia, ante las noticias de la nueva invasión francesa del Bierzo, y con el temor

de que la misma pudiera ser el preludio de un nuevo ataque contra las fronteras del

reino, la Junta Superior ordenaría desde La Coruña dos días después, el 30, la activación

de las Alarmas, enviando correos comisionados a Santiago, Orense, Tuy, Betanzos y

Mondoñedo. También se solicitaría un inmediato envío de municiones para las mismas

al comisionado británico George Walker, recién llegado a La Coruña desde

Ponferrada.316

Campaña militar y propaganda, el Aguila que no lo fue.

En el parte español de las acciones sobre Foncebadón y Riego de Ambrós317, se habla

dentro de las bajas causadas a los franceses, de las heridas del general Corsin y la

muerte del coronel Bertel, pero en absoluto se menciona la toma de trofeos, lo que

resulta extraño, ya que pese a su resistencia, lo cierto es que las tropas españolas

terminaron por retirarse, dejando el paso libre a los franceses hacia El Bierzo.

Sin embargo Félix Estrada, en su “Historia de los Ejércitos Gallegos durante la Guerra

de la Independencia” afirma que:

“En comunicación del general del 6º Ejército [...] al relacionar los heridos y

prisioneros que dejaron los enemigos en su poder dice: En la batalla del 27 pasado se

han encontrado algunos despojos y en ellos el águila imperial del regimiento de

infantería nº 6, que según todas las señales y datos más conformes, fue muerto el que la

llevaba en la acción, siéndolo enseguida otro soldado que la recogió y metió en la

mochila” 318

Dicho trofeo fue enviado por Abadía al comandante general de la provincia de

Santiago de Compostela, Manuel Mascareñas Sardías319, con la siguiente nota:

316 AHRG, Legajo 45, f-13. 317 Parte de Abadía, Comandante General del 6º Ejército, al Capitán General D. Francisco Xavier Castaños ( Puente de Domingo Flórez 28-VIII-1811), copiado en la Gaceta de la Regencia 24-IX-1811, p. 1005- 1008, y Nota del 2-IX-1811 en Gaceta de la Regencia 19-IX-1811, p. 987- 988. 318 Félix Estrada Catoyra, F. (1916) Historia de los Ejércitos Gallegos durante la Guerra de la Independencia [Santiago], p. 235. 319 AGMS, Manuel Mascareñas Sardías. Coronel del Regimiento de Monterrey en 1810. De 49 años en 1808, muere en Verín el 8 de junio de 1814. Legajo M – 2.149.

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“Teniendo motivos para no dudar que no es otro el deseo y voto de los valientes de su

mando que el que este trofeo se ofrezca al Apóstol Santiago, ha creído de su deber el

remitírselo para que se dirija en persona a la capilla del Santo Apóstol y colocándolo a

donde corresponda se haga público este testimonio de gratitud y devoción de los

primeros soldados del mundo” 320.

El depósito del águila en la catedral tuvo lugar el 19 de septiembre, con repique de

campanas y Te-Deum durante la ceremonia321.

Hoy, podemos afirmar que éste águila no pudo ser tomada en la acción de

Foncebadón, sencillamente porque entre las fuerzas de Dorsenne no había ningún

regimiento que tuviese dicha numeración322.

¿De dónde procede entonces aquel trofeo? Hay que decir que fue dos años antes, el 18

de marzo de 1809, cuando los 700 hombres del 3º batallón del 6º ligero imperial

tuvieron que rendirse en Villafranca del Bierzo ante las tropas de la Vanguardia del

ejército de la Izquierda323. En aquella ocasión sí que entregaron su bandera y águila, que

fue enviada al marqués de la Romana324 para perderse su rastro después.

Por todo ello, en nuestra opinión, el águila entregada en la catedral de Santiago como

procedente de Foncebadón era en realidad la tomada en Villafranca dos años y medio

antes, olvidada y sacada de nuevo a la luz con fines propagandísticos, a fin de animar a

la opinión pública gallega, leonesa y asturiana ante un nuevo intento de invasión del

Bierzo y Galicia.

Durante muchos años permaneció este águila, con el número 6º en el zócalo del altar

mayor de la catedral de Santiago, colocada sobre el tabernáculo del apóstol, junto a 3

banderas tomadas en Ciudad Rodrigo (en 1707) y enviadas a la catedral por el conde de

Fefiñanes, y otras 4 tomadas en Pensacola (en 1788) por Bernardo de Gálvez, siendo de

320 Félix Estrada, Ob. cit., p. 235. 321 Estado mayor del 6º ejército a la Gaceta ( 11-XI-1811), publicado en la Gaceta de la Regencia del jueves 5-XII-1811, p. 1321: “Entre los despojos que los franceses dexaron en nuestro poder de resultas de la acción del 27 de agosto, se encontró el águila del Regimiento núm. 6 de infantería, la que a nombre del exército dedicó su comandante general D. Francisco Xavier Abadía al apóstol Santiago, previniendo al Comandante General de la Provincia D. Manuel Mascareños, pasase personalmente a colocar este trofeo en la capilla del glorioso patrón de España”. Acta del Cabildo Catedral de Santiago: "Teniendo motivos pare no dudar que no es otro el deseo y voto de los valientes de su mando que el que es te trofeo se ofrezca al Apóstol Santiago, ha creído de su deber el remitírsela para que se dirija en persona a la Capilla del Santo Apóstol y colocando a donde corresponda se haga público este testimonio de gratitud y devoción de los primeros soldados del mundo". 322 Agradezco al eminente historiador zaragozano, Luis Sorando Muzas, la ayuda en la resolución a este enigma. 323 González González, F. (1990) Asalto y conquista de Villafranca, Revista de Estudios Bercianos (1990), nº 12, [Ponferrada], pp. 15 – 52, y Diario de Mallorca, nº 130, miércoles 10 de mayo de 1809. 324 Parte de Mendizábal a La Romana, “Gaceta de la Regencia” 1809, p. 361- 363.

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destacar el que en las diversas guías de la catedral325 se la cita erróneamente como

águila del regimiento nº 16, enviada por Castaños y tomada en Arroyo Molinos, el 28-

XI-1811, combate en el que los españoles no tomaron trofeo alguno, y menos un

águila326.

Retirada de allí hacia 1960, desconocemos su paradero actual327, si bien sabemos que

aún sigue figurando en los inventarios del tesoro catedralicio328.

* * * *

Volviendo al relato de la campaña. Los franceses penetraron en el Bierzo entrando en

la mañana del 28 el general Bonet en Villafranca del Bierzo, sin embargo las tropas de

Abadía, aún mandadas formalmente por Santocildes, consiguieron retirase evitando ser

copadas y cubriendo todas las entradas a Galicia desde el Bierzo de norte a sur.

Imposibilitado a subsistir en un Bierzo en el que aún no se habían recogido las

cosechas y ya exhausto por suministros a las tropas españolas, los franceses se

contentaron con lo conseguido, volviendo sobre sus pasos, y regresando a Astorga el día

30, cerca de las fáciles subsistencias de víveres de las llanuras leonesas y castellanas.

En su retirada, los pueblos del Bierzo sufrieron toda clase de desmanes, saqueos,

quema de cosechas y pueblos, secuestro de personas y autoridades, en tal grado que el

mismo general Dorsenne reconvino a sus mandos por la indisciplina de sus tropas.

Dorsenne daría orden a Bonet de mantenerse en León, ocupando y fortificando

Astorga, manteniendo a toda costa la línea del Esla con su división (con un primer

escalón sobre el Orbigo) ahora reducida a 7.033 infantes y 164 jinetes. El resto de su

ejército habría de partir hacia el sur para auxiliar a la guarnición imperial de Ciudad

Rodrigo, que seguía amenazada por Wellesley.

En pocos días, las fuerzas españolas del 6º ejército volvían a ocupar sus antiguas

posiciones sobre los puertos de montaña de Pajares, de Manzanal, de Foncebadón y la

localidad de Castrocalbón al sur:

325 P. Fidel Fita y Aureliano Fernández Guerra, “Recuerdos de un viaje a Santiago de Galicia”, 1880. Y Román López, Guía oficial del año 1955. 326 En la acción de Arroyo los Molinos, que en realidad tuvo lugar el 21-X-1811, tomaron los ingleses un único trofeo: la bandera- sin águila- del 4º batallón del 40º regimiento francés de línea. 327 En este sentido han sido infructuosas todas las gestiones llevadas a cabo ante el Cabildo en este asunto. 328 Nuestro buen amigo Manuel Arenas, de La Coruña, tuvo ocasión de consultar dichos inventarios y de confirmar este punto.

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“Los Enemigos se dirigen en tres columnas con dirección al Orbigo, Astorga y la

Bañeza, y las cabezas de las columnas deberán marchar sobre Benavente y León, en

esta tarde estaba su retaguardia en Astorga, pero entre este punto y el de Santa

Catalina han dejado un Cuerpo de caballería muy superior al que yo tengo de esta

arma; su retirada es tan precipitada que han dejado en mis manos algunos de sus

heridos, ya aún subsistencias para mantener mi Ejército tres días, que en las

circunstancias actuales es un hallazgo de la mayor consideración. En fin, espero

informes exactos de mis exploradores antes del medio día de mañana, y según los

medios que pueda reunir, me decidiré a hacer un reconocimiento sobre Astorga;

aunque sin comprometerme ni perder de vista la necesidad que tiene este Ejército de

reponerse y de remediar sus primeras necesidades estas son tales que de dos días a esta

parte ha progresado la hospitalidad de un modo extraordinario, particularmente por el

excesivo número de despeados329, que habiendo llegado a echar sangre se han

graduado demasiado sus dolencias, y por grande que sea este número nunca deberá

sorprender si se observa que el día del combate fue necesario separar como una cuarta

parte de la fuerza del Exército de los que se hallaban en este caso; y a no haberse

tomado esta medida hubiera resultado infaliblemente el que todos ellos fuesen

prisioneros, y aun quizás se hubieran visto los efectos de una dispersión escandalosa,

que felizmente no ha existido, antes bien, nunca se ha visto mas orden ni más exactitud

en las reuniones que se indicaban, sobre lo cual los mismos enemigos nos han

prodigado elogios que han sido bien públicos y manifiestos.”330

Sin embargo la capacidad operativa del 6º Ejército se había reducido de tal manera

que harían falta mucho tiempo y suministros para volverlo a poner en estado de

emprender nuevas operaciones ofensivas de envergadura. Tardaría un año en

conseguirlo. En palabras del enlace británico en el 6º Ejército, el general George Walker

al conde de Liverpool, secretario de guerra y colonias, desde La Coruña, el 5 de

septiembre:

329 Soldados con los pies malheridos por el mucho caminar y la falta o mala calidad del calzado. 330 AHRG, Sección Guerra de la Independencia, Legajo 45 – F 12.

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177

“Las tropas se hallan en un estado lastimoso, faltas de casi todo, un tercio de ellas, al

menos, están sin calzado y dependen para su subsistencia de lo que se requisa de un día

para otro”331

Astorga comenzó a ser puesta en estado de defensa por los ingenieros militares

franceses, con un imponente y acelerado programa de fortificaciones en las que los

astorganos y los vecinos de los pueblos de la comarca, fueron obligados a trabajar en las

mismas.

Por su parte, Santocildes, tras cesar en su mando interino, recibió el mando de la

Inspección de las milicias de alarmas civiles del reyno, y fue ascendido, previo informe

de Castaños al consejo de la guerra en Cádiz, al grado de mariscal de campo332.

“Excmo. Sr.

La modestia y patriotismo del Brigadier don José Mª de Santocildes que con tanta

distinción y acierto ha mandado el 6º Ejército no debe perjudicarle para que su

brillante mérito sea premiado con el ascenso a Mariscal de Campo que realmente

debería haber obtenido, según el Decreto de las Cortes, por la gloriosa defensa de

Astorga, pues consta en este Ejército que el Marqués de La Romana lo promovió a

Brigadier por la bizarra acción en las inmediaciones del mismo Astorga en 9 de

octubre de 1809, pero Santocildes tan buen militar como poco ambicioso nada ha

representado sobre esto, ni aun me ha insinuado sus justos deseos de ser ahora

promovido a Mariscal de Campo por los felices sucesos que ha tenido el Ejército bajo

su mando, y esto mismo me obliga a interesarme con S.A. para que promueva a general

a uno que ha dado tantas pruebas de que es digno de hallarse en esta clase.

Dios guarde a VE. muchos años, Cuartel general de Valencia de Alcántara, 18 de

agosto de 1811.

( Fdo.) Excmo. Sr. Xavier Castaños

Dirigido a Don José de Heredia.

(Al margen) Concedido el empleo de Mariscal de Campo a Santocildes y se deja a

Castaños si le parecerá útil darle la Comandancia de Asturias. Fecho en Cádiz a 26 de

Agosto de 1811" 333

331 Esdaile, Ch. (2004) La Guerra de la Independencia…Ob. cit., p. 410. 332 General de división

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178

El recuerdo de su brillante actuación al frente del 6º Ejército, motivó también una

breve y elogiosa misiva que Arthur Wellesley envió al nuevo mariscal español:

“He recibido la carta de VS. en que se sirve manifestarme ha entregado el mando del

Ejército de Galicia al General Abadía.

Desde que VS. tomó el mando de aquel Exército comenzó una era feliz en aquella

parte de España, y confío en que, con la asistencia de VS. continuará bajo las ordenes

de su digno sucesor.

Dios Guarde a VS. muchos años. Fuente Guinaldo, 5 de Septiembre de 1811.

Arthur Wellesley.

Señor Don Josef María de Santocildes “.334

Ese mismo día, Javier Castaños, que se había restablecido de unas fiebres fruto del

excesivo agotamiento físico, escribió, desde Valencia de Alcántara, una carta personal a

Santocildes, comunicándole su pronto ascenso al grado de mariscal y elogiando su

reciente conducta:

“ Mi estimado amigo, alguna vez debe Vm. ir contra la opinión general, y así sucede

ahora con la experiencia que se ha hecho de Vm., para el mando del exército y estoy

tan poco arrepentido de lo que hice que he juzgado indispensable procurar colocar a

Vm en clase donde no pueda eximirse de mandar y aunque pensaba guardar silencio

hasta que se concedieses mi petición me ha puesto Vm. en la precisión de contestarle de

oficio, y en la de manifestar a Vm. el concepto que había formado con su interino

mando.

Lo cierto es que los franceses temen ya al 6º Exército del que antes no hacían caso y

deseo libertar un poco a Extremadura, organizar aquí un pie de Exército y marchar

luego a ese Reyno donde uniendo todos nuestros esfuerzos y buena voluntad haremos

algo de provecho [...]

Sin arrepentirme de lo hecho, siempre tendrá a Vm. muy presente para todo su

apasionado amigo.

333AGMS, 1ª Sección, Expediente Personal y Hoja de Servicios del Teniente General don José María de Santocildes, Legajo S – 1742. 334 Museo del Ejército, Exp. Santocildes, Legajo 29/1.

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179

(Fdo) Castaños.

Sr. Dn. Josef María de Santocildes “.335

Desde sus nuevos acantonamientos, en los puertos de los montes de León, las tropas

del 6º ejército mostraban el terrible desgaste sufrido por la falta de suministros (víveres

y calzado), que habían dado lugar a una gran dispersión de la tropa y a cientos de bajas,

reduciendo los efectivos, en el mes de septiembre, a apenas 10.000 hombres sobre las

armas:

“[…] a pesar de no tener ninguno de los artículos con que se contaba y que fueron

retardados por el nuevo sistema de las Juntas Provinciales, cuyas facultades, aunque

bien explicadas en el último reglamento, se entienden o se interpretan, sin saber

porqué, como se quiere, oponiéndose al espíritu de las determinaciones del Gobierno

[…] la constancia y sufrimiento de todos sus soldados no han podido libertarle de vivir

en la miseria y desnudez”336

Aún así, este pequeño ejército español había conseguido los objetivos asignados

(apoyados sobre manera por la incesante actuación de los cuerpos de guerrillas de Mier,

Porlier, Longa, Merino y Julián Sánchez en la retaguardia francesa) de contener, durante

todo el verano, a buena parte del ejército francés del norte favoreciendo, así, las

operaciones de Arthur Wellesley en el sur.

En el balance final de la campaña tenemos que reseñar las palabras del historiador

militar francés Jean Sarramon:

“Conviene subrayar el mérito contraído por el 6º ejército español y su jefe Santocildes,

que, con medios extremadamente limitados desde todos los puntos de vista, había

conseguido inquietar seriamente al ocupante. De este modo obligaron a Dorsenne a

llevar muy lejos, hacia el suroeste, a la mayor parte del cuerpo de observación de

reserva. La crisis del verano de 1811 en torno a Astorga, iba a tener, pues,

consecuencia directa, aunque lejana en el espacio, el retraso experimentado por Suchet

en su ataque a Valencia. Indirectamente, la ofensiva de las tropas gallegas en el reino

335 Idem. 336 Boletín del 6º ejército…Ob. cit., p. 114.

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180

de león, en el curso del verano anteriormente citado, había de favorecer también la

conquista de Ciudad Rodrigo por Wellington en enero de 1812”337

Entretanto, en el frente, el invierno transcurriría con continuas escaramuzas en los

puertos y grandes estrecheces entre las tropas españolas. Ello motivo el cese de todas las

operaciones ofensivas de envergadura de las tropas del 6º ejército, ahora al mando de

Javier Abadía, levantando no pocas críticas entre la Junta Superior y la propia opinión

pública de Galicia.

337 337 Sarramon, J. (1965) Operaciones en el Reino de León…Ob. cit., p. 144.

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181

VII EL CONTEXTO HISTÓRICO DE 1812

EN EUROPA Y EN LA PENÍNSULA.

LA CAMPAÑA RUSA DE NAPOLEÓN EN EL CONTEXTO DE LA GUERRA

DE ESPAÑA

En el otoño de 1811 los planes de Bonaparte para la invasión de Rusia le llevarían a

retirar de España, en 1812, a 30.000 veteranos (entre ellos la Guardia Joven y tropas

polacas, junto con amplios cuadros de mandos de batallón, y escuadrones, para formar

nuevas unidades de reclutas en Francia) para nutrir a su Guardia Imperial. En su

sustitución apenas 20.000 jóvenes y desmotivados reclutas serían enviados a España.

Ello supuso un grave debilitamiento de las tropas imperiales en España, en particular

del Ejército del Norte, cuyo comandante en jefe, Jean Marie Dorsenne, perdió dos

divisiones de infantería y sus mejores cuerpos de caballería para cubrir los extensos

territorios que iban desde Francia a Madrid y desde el mar Cantábrico hasta Astorga y el

Duero. Por su parte, los mariscales Suchet y Soult, al mando de los ejércitos de Aragón

y Andalucía, perdían 6.000 infantes cada uno.

Todo ello habría debido conducir a una estrategia defensiva en España hasta que

finalizase la campaña de Rusia. Sin embargo, movido por cuestiones de prestigio y

desprecio a las fuerzas regulares e irregulares españolas, Bonaparte insistió en seguir

adelante con sus planes ofensivos sobre Valencia, Tarragona y Asturias. En 1812 los

ejércitos imperiales se hallaban al límite de sus fuerzas en el intento de dominar

territorialmente un país que se resistía a someterse y seguía combatiendo con sus

dispersas fuerzas regulares y partidas de cuerpos francos.338

La marcha de numerosos contingentes imperiales hacia Rusia favoreció, pues, la

causa aliada, elevando la moral de los combatientes españoles:

“[…] los españoles, pacientes en la desgracia, se reanimaron. La moral de sus

soldados se reforzó y todos volvieron al combate a los gritos de Fernando VII, la Patria

y la Religión. Su esperanza recobró nuevos bríos con la marcha de muchos regimientos

que retornaron a Francia, lo que debilitó mucho al ejército francés y aumentó las filas

338 Esdaile, Ch. (2004) La Guerra de la Independencia…Ob. cit., p. 420.

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182

del español, cada día más temible, ayudado por los ingleses y portugueses, que

retomaron la ofensiva”339

El papel estratégico de los valles del Duero y del Tajo y el frente secundario de

León, Asturias y Galicia en el marco de la Guerra Peninsular. Ejércitos

contendientes en España en 1812.

A pesar del ya aludido desvío de efectivos a Polonia para preparar la invasión de Rusia,

Bonaparte seguía manteniendo en España, en 1812, más de 250.000 Soldados:

Fuerzas Imperiales en la Península a mediados de 1812

• Ejército de Portugal340, comandante en jefe Marmont: 47.721 hombres (de

ellos 3.339 jinetes), y 78 cañones.

• Ejército del Norte, comandante en jefe Caffarelli: 42.833 hombres (de ellos

unos 2.000 jinetes).

• Ejército del Centro, comandante en jefe el rey José I: 17.822 hombres (de

ellos unos 2.000 jinetes).

• Ejército del Sur, comandante en jefe Soult: 58.381 hombres (de ellos 7.350

jinetes). Marzo de 1812.

• Ejército de Aragón, comandante en jefe Suchet: 55.530 (de ellos 4353

jinetes). Octubre de 1812.

• Ejército de Cataluña, comandante en jefe Decaen: 36.053 hombres (de ellos

1.300 jinetes). Octubre de 1812.

• Reserva en Bayona: 7.978 hombres.

Total del Ejército Imperial en España en octubre de 1812: 261.933 hombres, de ellos

35.650 estaba hospitalizados y 11.846 eran no combatientes. Fuerza efectiva: 214.330

hombres.

339 Graindor, J. A. (2002) Mémoires de la Guerre d´Espagne 1808 – 1814 [Eguzon], p. 89. Traducción de Moliner Prada, A. (2009) El Movimiento Guerrillero en la Guerra de la Independencia [Madrid]; en: Actas del VI Congreso de Historia Militar, La Guerra de la Independencia Española. Una visión Militar. Zaragoza, 31 de marzo al 4 de Abril de 2.008, p. 192. 340 Creado el 17 de abril de 1810 por orden de Bonaparte para acometer la invasión del reino luso.

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183

Como bien coinciden todos los historiadores, todo este vasto contingente del “Ejército

de España”, de haberse podido concentrar, hubiera barrido al ejército británico-luso de

Arthur Wellesley con base en Portugal (unos 60.000 hombres operativos). Si no sucedió

así fue debido a tres causas:

• La existencia y actuación constante de combate de siete pequeños ejércitos

españoles con 120.000 hombres.

1º Ejército: Cataluña.

2º Ejército: Valencia.

3º Ejército: Murcia.

4º Ejército: Cádiz.

5º Ejército: Extremadura.

6º Ejército: León, Asturias y Galicia.

7º Ejército guerrillero: Cornisa Cantábrica, norte de Castilla,

Vascongadas y Navarra.

• La dificultad para abastecer de víveres, en un país levantado en armas, a un gran

cuerpo militar concentrado. En este aspecto el más pequeño ejército

anglolusitano de Arthur Wellesley se adaptaba mejor a las duras condiciones de

las campañas peninsulares y podía mantenerse concentrado gracias a los

continuos suministros de la flota británica en los puertos lusos.

• Las divisiones y rivalidades existentes entre los mariscales y generales

imperiales y la debilidad del rey José, fomentadas por el propio Bonaparte.

Por su parte, en la Meseta Norte, el conde Dorsenne, comandante en jefe del ejército

del norte (cuyo cuartel general estaba en Burgos) se venía enfrentando, desde el verano

de 1811, a una tarea imposible:

• Mantener abiertas las comunicaciones entre Hendaya y Madrid frente a unas

partidas de guerrillas cada vez más poderosas y audaces a las que,

oficialmente, el gobierno español había elevado a la categoría de ejército

regular, el 7º al mando del general Gabriel de Mendizábal.

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184

• Frenar los ataques del 6º ejército español sobre León y Asturias.

Para corregir esta debilidad Bonaparte recortó el territorio a defender por el ejército

del norte a finales de 1811. Asturias y León pasaron a ser jurisdicción del Ejército

francés de Portugal al mando del mariscal Marmont. Dorsenne se limitaría a defender

con su ejército Santander, Vascongadas, Burgos y Navarra.

Pero esta decisión imperial debilitaría al ejército de Portugal ante la ofensiva que

habría de llegar en primavera de 1812 a cargo de Arthur Wellesley y de su apoyo, el

pequeño 6º Ejército español.

Generales enfrentados en el noroeste de España, 1812.

Como reflejo de la caótica situación que sufrió el Ejército español que combatía

desde el inicio de la guerra en el noroeste de la Península, hay que recordar que, entre

1808 y 1812, tendría doce Capitanes Generales o Comandante en Jefe al mando, con

una media de apenas tres meses en el desempeño de su cargo. Solo la llegada de

Castaños y Santocildes, en la primavera de 1812, ayudarían a poner fin a semejante

dislate.341

A continuación presentamos al lector unas notas biográficas de los hombres que como

Comandantes de Ejército, de División, Gobernadores de Plaza, mencionaremos

continuamente a lo largo de este libro.

Francisco Javier Castaños y Aragorri, Teniente General.342

Duque de Bailén. Comandante en Jefe del 5º, 6º y 7º Ejércitos españoles

(Madrid 1758- Madrid 1852)

341 Francisco Taranco y Llano, Antonio Filangieri Frey (AGMS, 1ª Sección, Legajo F- 1464), Joaquín Blake y Joyes (AGMS, Sección Célebres, Caja 19.1), Pedro Caro y Sureda, marqués de la Romana (AGMS, Sección Célebres, Caja 26.19), Nicolás Mahy Romo (AGMS, Sección Célebres, Caja 96.1), Conde de Noroña, Francisco Taboada Mosquera y Gil (AGMS, 1ª Sección, Legajo T - 23), J. María de Santocildes (AGMS, 1ª Sección, Legajo S- 1.742), Francisco Javier Abadía y Aragorri (AGMS, Célebres, Caja 1.1), Francisco de Paula Gómez de Terán, marqués de Portago (AGMS, 1ª Sección, Legajo G - 2.398) y Pedro Agustín Girón, marqués de las Amarillas (AGMS, Sección Célebres, 067, Exp. 12). 342 AGMS, Sección Célebres, 1.3, Legajo 28/3.

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185

El veterano Teniente General de 54 años había llegado en 1812 al mando de todas las

fuerzas regulares e irregulares españolas del Oeste y Norte de España, luego de una

larga vida militar y de conocer, en la presente guerra, las mieles de la gloria en Bailén y

las del fracaso que habían llevado a su destitución por la Junta Suprema Central tras la

serie de derrotas que llevaron a la entrada de Napoleón en Madrid en diciembre de

1808.

Javier Castaños procedía de una familia de militares y había sentado plaza de cadete a

la edad de 10 años. Tras estudiar en el Seminario de Nobles de Madrid y la Academia

Militar de Barcelona sería nombrado Capitán de Infantería en el Regimiento de Saboya.

Con el mismo hizo sus primeras armas en la reconquista de Menorca y el bloqueo a

Gibraltar entre 1780 y 1783. Luego de ocho años de servicios en las defensas de Orán y

Ceuta es ascendido, en 1791, a Coronel y obtiene el mando del regimiento de Africa.

En la Guerra de la Convención o de los Pirineos (1792-1795) fue herido de gravedad

en la cabeza en la defensa de San Marcial, sobre Irún, siendo famosa la hazaña de sus

granaderos que le salvaron la vida logrando bajarle en brazos por una áspera sierra. En

agradecimiento siempre vestiría el uniforme, de divisa negra, de este regimiento, incluso

años después cuando llegara a ser General. Su brava defensa del monte de San Marcial

sobre el Bidasoa sería recompensada con el ascenso a Brigadier (Coronel distinguido

para mando de una brigada de Infantería). Al acabar la guerra es ya Mariscal de Campo

(General de División en el escalafón actual).

En agosto de 1800 estaba destinado en el Ferrol, donde contribuyó a rechazar el

desembarco británico que aspiraba a destruir el Arsenal y Base naval. En octubre de

1802 era ascendido a Teniente General (General con mando de Ejército).

Destinado en los meses siguientes al Campo Militar de San Roque ante Gibraltar, al

comenzar la Guerra de la Independencia se hallaba de Comandante del mismo,

habiendo iniciado desde abril conversaciones secretas con el Gobernador británico del

Peñón, Sir Hew Dalrymple, con el fin de establecer una posible colaboración ante la

invasión encubierta francesa de la Península.

Iniciada la rebelión patriota, la Junta de Sevilla, a cuyas órdenes se pone Castaños,

crea el llamado Ejército de Andalucía. Con el mismo logrará copar y derrotar, el 19 de

julio en Bailén, tras una brillante batalla a todo un Cuerpo de Ejército francés que

intentaba ocupar Andalucía y llegar a Cádiz. Sin embargo, en la contraofensiva imperial

de octubre, con el propio Bonaparte a la cabeza, es derrotado en Tudela, aunque

consigue retirar su Ejército hacia Cuenca. Las intrigas políticas en el seno de la Junta

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186

Central hacen que sea destituido y sometido a Consejo de Guerra, del que saldrá

exonerado, aunque no se le restituye en el mando.

Refugiado en Cádiz con el nuevo Gobierno (el Consejo de Regencia) su oportunidad

de rehabilitarse le llega en enero de 1811, cuando la muerte del marqués de La Romana

deja sin mando al antiguo Ejército de Extremadura & Izquierda (ahora renombrado

como 5º Ejército). Para contrarrestar las pretensiones de Arthur Wellesley que

reclamaba el mando de los Ejércitos españoles, el Consejo de Regencia de España e

Indias, le entrega el mando de los pequeños 5º y 6º Ejércitos. Posteriormente se le

añadió el mando superior del 7º Ejército.

Al tener su Cuartel general en Extremadura, Castaños solo ejerció el mando efectivo

sobre el 5º Ejército, eligiendo como comandante del 6º Ejército (provisionalmente y

contra todas las reglas del escalafón) a un joven Brigadier, José María de Santocildes, el

cual desarrollaría una brillante campaña en León durante el verano de 1811.

Cuando Castaños llega a su nuevo destino en Extremadura se encuentra al 5º Ejército

reducido y abatido por la reciente derrota del Gévora, sufrida tras intentar auxiliar la

Plaza de Badajoz sitiada por los franceses.

A pesar de todos los reveses, Castaños no se amilana. Tras establecer una estrecha

colaboración con las fuerzas aliadas de Arthur Wellesley en Portugal, colabora con las

mismas en un primer intento de reconquistar Badajoz, lo cual conducirá a la sangrienta

batalla de La Albuera, el 16 de mayo de 1811, librada gracias a su insistencia. En ella, el

Ejército del Mariscal Soult es derrotado por las fuerzas españolas, británicas y lusas.

En la primavera de 1812, y en acuerdo con el Consejo de Regencia y el Estado mayor

Conjunto en Cádiz, acordaría una estrategia de apoyo a la ofensiva planeada por Arthur

Wellesley contra el ejército de Portugal del Mariscal Marmont.

Pero a pesar de la brillante Campaña de 1812, Castaños volvería a perder el mando

(con gran enojo de Arthur Wellesley que, a pesar de criticarlo, lo consideraba un eficaz

colaborador) por intrigas políticas del sector liberal de las Cortes que lo tenía,

infundadamente, como poco proclive a la nueva Constitución.

En el juicio de la Historia Castaños se nos muestra como un soldado del siglo XVIII,

alejado de las ideas políticas, fiel servidor del Gobierno constituido (fuera del signo que

fuese) y obediente a las Ordenanzas de Carlos III, la “Biblia” del militar español

ilustrado. A pesar de su victoria en Bailén no destacó como táctico ni como estratega

excepcional, habiendo de señalarse, sin embargo, que, como el resto de Generales

españoles de esta guerra, las tropas que tuvo a su mando fueron siempre (salvo

Page 187: LA DECISIVA PARTICIPACION DE LOS 6º Y 7º EJERCITOS ...

187

excepciones) unidades con bajo adiestramiento, mal equipo y peor asistidas; las propias

de un país arruinado y con la mayor parte de su territorio ocupado por un invasor que

disponía además del mejor Ejército del mundo.

Castaños mostraría durante la guerra prudencia, paciencia a toda prueba, y sangre

fría, sin perder por ello su humanidad y la cercanía con sus subordinados. Sabía muy

bien jugar sus tiempos y “maniobrar” en salones hasta conseguir que las autoridades

civiles y militares, fueran asumiendo como propias sus ideas. No imponía (bien

conocedor de la realidad española) sino que convencía. Se le ha achacado que no era un

“conductor de hombres” en el campo de batalla, sino más bien, un general político, más

dado a la gran estrategia y a conseguir acuerdos entre el poder civil y el militar en la

retaguardia y en los estados mayores que a la táctica de combate en un frente de batalla.

Tal vez por ello no era apreciado en exceso por las tropas de la primera línea del frente:

343 Como puntos añadidos a su favor destacaba Castaños por un carácter afable, por un

optimismo y serenidad a toda prueba, por un jocoso sentido del humor y por una

excelente intuición y sentido común que le harían ver (al igual que el fallecido marqués

de La Romana) que, dadas las circunstancias, la única posibilidad de ganar la guerra era

establecer una estrecha alianza y colaboración con las fuerzas aliadas de Arthur

Wellesley, a las que no dudó en dejar la iniciativa de las operaciones principales de

carácter estratégico, destinando a los Ejércitos españoles bajo su mando a las (vitales

pero menos lucidas) operaciones de apoyo y desgaste, que sin embargo, y como

reconocen hoy la mayoría de historiadores, causarían el mayor número de bajas a los

Ejércitos Imperiales en la Península.

En la compleja situación política de España en 1812, con una rivalidad exacerbada

entre las Juntas Provinciales, con la falta de dinero y medios para hacer la guerra y con

la acuciante presión de las Cortes y la Opinión Pública por lograr resultados positivos,

la elección de Castaños (hábil negociador con las Juntas y el Clero y que sabía tomarse

sus tiempos, para exasperación de los británicos) demostraría ser una bendición para la

causa patriota española en el noroeste de la Península.

“Suave de condición, amábanle sus subalternos; mañero en su conducta”344

343 Lamadrid Manrique de la Vega, M. de (2009) Diario de un oficial en la Guerra de la Independencia (1813 – 1814) [Asturias], p.

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188

A la postre, la Capitulación de Astorga el 19 de agosto de 1812, se debió

principalmente a sus cualidades negociadoras y a su conocimiento de la naturaleza

humana y del honor militar.

El tiempo le daría la razón, y solo las intrigas políticas le harían ser destituido del

mando y le privarían de participar en las campañas finales de 1813 y 1814.

Al acabar la guerra es recompensado con el nombramiento de Consejero de Estado y el

de Capitán General de Cataluña, puesto del que dimite con el triunfo del

Pronunciamiento de Riego en 1820.

Respetado y admirado, viviría hasta los 94 años.

Arthur Wellesley, Duque de Wellington

Comandante en Jefe del Ejército aliado anglo portugués.

(1769-1852)

El mayor héroe británico de las guerras napoleónicas nacería en Irlanda, ingresando en

el Ejército, donde su familia lograría comprarle el grado de oficial. Tras servir en las

Guerras de la Revolución Francesa en Flandes en 1794 y 1795, pasaría a servir en el

Ejército británico de la India, donde adquiría una reputación de buen organizador y de

General prudente, metódico y, a la vez, resuelto.

A comienzos de 1808 había sido puesto al mando de una poderosa fuerza

expedicionaria destinada a atacar al Imperio Español en Venezuela. Sin embargo, el

estallido de la rebelión patriota española contra la imposición Josefina llevaría a los

enemigos de ayer a convertirse en aliados. Su fuerza expedicionaria fue destinada a

Portugal con la misión de expulsar del país al Ejército francés de ocupación. A partir de

1809, el Gobierno Británico decidiría hacer de Portugal la base de apoyo para empezar a

minar el poder imperial de Bonaparte desde la Península, en una larga guerra de

desgaste.

Wellesley recibiría el mando del Ejército anglolusitano y lo ejercería, sin interrupción

entre 1809 y 1814. En este periodo nunca fue derrotado, pues al contrario que los

generales españoles, combatía en dos países que no eran los suyos y en los que podía

344 Toreno, Conde de, Ob. cit., Libro LXIV, p. 107.

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189

permitirse el “lujo” de esperar las circunstancias favorables para iniciar una campaña o

librar una batalla, dejando, entretanto, campar a sus anchas a los Ejércitos Imperiales y

abandonando a su suerte y sin apoyos a los Ejércitos españoles que sufrieron numerosas

derrotas entre 1808 y 1810, al combatir en solitario.

Esta actitud de fría y objetiva profesionalidad, junto con un carácter altanero, le haría

objeto de críticas y de no ser un Comandante querido (a lo sumo respetado, y a

regañadientes admirado) por sus propias tropas.

Arthur Wellesley dispondría durante la guerra de un pequeño Ejército profesional de

gran calidad y adiestramiento, con unos efectivos de unos 60.000 hombres (la mitad de

ellos Portugueses); bien equipado y sostenido pero que era difícilmente sustituible si era

derrotado. Por ello no será hasta 1811, cuando, bien asegurado Portugal, iniciaría su

ofensiva sobre España, la cual culminará en julio 1812 con la gran victoria estratégica

de los Arapiles y que tendrá su coronación con la Campaña Admirable de 1813. En este

año (ya convertido en Generalísimo de los Ejércitos españoles) lograría la retirada final

francesa hasta los Pirineos con numerosas maniobras y una sola batalla, Vitoria.

Francisco Javier Abadía y Aragorri, Mariscal de Campo.345

Comandante en Jefe saliente del 6º Ejército.

(Barcelona 1770 - Málaga 1836)

El Mariscal de Campo Javier Abadía, que dirigió el 6º Ejército entre agosto de 1811 y

abril de 1812, nos representa el ejemplo de un buen militar (honesto, trabajador y

valiente) para mandos intermedios de Brigada, División o de Estado mayor, pero que

elevado a la dirección superior de un Ejército se muestra incapaz de desempeñar sus

responsabilidades, no ya en acciones de guerra, sino en toda la labor organizativa, de

adiestramiento, suministro y aún en las relaciones políticas con las autoridades civiles

patriotas de las que dependía para su subsistencia el Ejército que se le había confiado.

Abadía había ingresado en el Ejército a la edad de quince años, como Cadete de

Infantería en el regimiento de Toledo; cinco años después, luego de servir en las Plazas

de Ceuta y Melilla, era ya Subteniente y al comenzar la Guerra de la Convención servía

en el regimiento de Málaga. Durante dicha guerra asistiría a la toma y defensa de Tolón.

345 AGMS, Sección Célebres, Caja 1, Exp. 1, Carpeta 2.

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190

En la misma se distinguiría en el asalto y toma de una batería de artillería francesa,

acción que le valió el ascenso a Teniente. Durante el resto de esta guerra combatió en el

frente de Cataluña, cayendo prisionero tras la Capitulación de Rosas y recibiendo el

ascenso a Capitán.

Tomaría parte en la breve Guerra de las Naranjas contra Portugal en 1801, pasando

luego a servir en la Plaza de Cádiz como Teniente Coronel.

Al comenzar la Guerra de la Independencia (era ya Coronel desde el año anterior)

entraría a formar parte del Ejército de Andalucía. Con el mismo, y a las órdenes del

General Teodoro Reding, serviría como su Mayor General en la acción de Menjíbar y

en la famosa batalla de Bailén. Tras la misma es ascendido a Brigadier y nombrado

Subinspector de las tropas organizadas en la Capitanía de Granada. De allí pasa a servir

como Mayor General del Ejército del Centro, a las órdenes de Javier Castaños, y recibe

el ascenso a Mariscal de Campo en diciembre de 1808.

En 1809 sigue en el mismo destino y en mayo de 1810, tras la invasión francesa de

Andalucía es nombrado Comandante General del Campo de Gibraltar y de la Costa de

Málaga y Serranía de Ronda. En noviembre del mismo año pasa a ser Inspector de

Infantería de las tropas acantonadas en la Isla del León.

En abril de 1811 sería comisionado ante los Cuarteles Generales de Castaños en el 5º

Ejército de Extremadura, y el de Arthur Wellesley en Yelves. En este punto, y sin haber

tenido nunca el mando directo de tropas en combate (ni siquiera de un regimiento),

causaría tan buena, y equivocada, impresión en los dos Comandantes Aliados que sería

designado el 1 de mayo para pasar a Galicia a hacerse cargo del mando del 6º Ejército

(el cual implicaba también el detentar la máxima Autoridad Civil en Galicia, Asturias,

León y Zamora); Ejército que acababa de pasar a manos, interinamente, del Brigadier

Santocildes. Sin embargo, y contra todo pronóstico, Santocildes realizaría una

admirable Campaña sobre el río Orbigo. Aún así, el nombramiento ya no tenía marcha

atrás y Abadía sustituiría a Santocildes el 15 de agosto.

Su labor como Comandante en Jefe sería desastrosa, al trastocar la eficaz línea de

trabajo de su Estado mayor dirigido por el Brigadier Juan José Moscoso. Durante el

invierno de 1811 a 1812 el 6º Ejército cayó en un caos logístico. Deseoso Abadía de

aumentar la fuerza del Ejército puso en pie nuevos batallones y regimientos, pero para

dotarlos extrajo efectivos de los cuerpos veteranos. Como el completo de los cuerpos no

pudo finalizarse ante la falta de armas y equipo, el Ejército se encontró en una pésima

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191

situación al tener la mayor parte de sus unidades muy débiles de fuerza y sin capacidad

operativa.

Como ya explicaremos, el descontento creado por Abadía en el seno del Ejército, y

sobre todo con la Junta de Galicia (que no le perdonó echar a perder un Ejército,

victorioso en el verano de 1811 con Santocildes, que tantos sacrificios había costado

levantar y mantener) llevarían a su cese por Castaños el 1 de abril de 1812.

Abadía sería destinado, de nuevo al sur de España. Allí, tras rechazar el cargo de

Consejero de Guerra, recibiría el mando de la 1ª División del Ejército de Reserva de

Andalucía y, posteriormente, el cargo Inspector de los Cuerpos destinados a pasar a

Ultramar para sofocar las rebeliones de Independencia en América. En este cargo

asistiría al final de le guerra, recibiendo el ascenso a Teniente General en 1815.

Durante el Trienio Liberal mantendría posturas afines al Rey y contrarias a los

liberales exaltados, siendo arrestado por orden de Rafael de Riego en agosto de 1823.

José María de Santocildes, Mariscal de Campo.346

Comandante en Jefe del 6º Ejército.

(Barcelona 1771 – Barcelona 1835)

En la Historia de la Guerra de la Independencia en el noroeste peninsular destacará

siempre la figura de José María de Santocildes, brillante soldado, salido de entre las

filas de los mandos intermedios del Ejército español. Santocildes responderá al modelo

del típico soldado profesional que, al igual que Castaños, se había formado en el viejo

Ejército real borbónico, con sus virtudes y sus defectos. Alejado siempre de la política,

Santocildes, escalaría los más altos puestos de la milicia y del reconocimiento popular

patriota, gracias a sus méritos en combate y a su valía personal. La misma se vio

acrecentada por su modestia y por un gran sentido común. Ello, le llevó a tratar siempre

de rehuír el mando de un Ejército de Campaña, que al final tuvo, que aceptar (en 1811

con carácter interino, y en 1812 como titular), muy a su pesar y obligado por su

superior, Javier Castaños.

La historia demuestra que Castaños, al elevar, por encima de otros Generales más

antiguos, a Santocildes al mando del 6º Ejército, no erraría. Las Campañas de

Santocildes en 1811 y 1812 así lo demostraron. 346 AGMS, 1ª Sección, Legajo S- 1.742.

Page 192: LA DECISIVA PARTICIPACION DE LOS 6º Y 7º EJERCITOS ...

192

Según testimonios de su época fue Santocildes un hombre:

“Disciplinado y fiel cumplidor de las Ordenanzas… enérgico sin violencia y severo sin

despotismo, cuidó primero de hacerse obedecer, no por el temor y si por el

convencimiento… aguerrido, inteligente… modesto y afable”347

Hijo de un Sargento Mayor del regimiento de Murcia y barcelonés de madre genovesa,

se había alistado como cadete de Infantería en 1781 con diez años de edad. Siete años

después era Subteniente en el regimiento de su padre. Coincidiría con, su luego

superior, Castaños en la reconquista de Menorca en 1782, siendo un cadete de apenas

doce años. Tomaría parte también del bloqueo a Gibraltar y de la defensa de Melilla.

Sirviendo también de Orán, hasta el abandono de la Plaza en 1792.

Vuelto a España estudia en la Academia Militar de Barcelona en 1787, y en 1790

alcanza el grado de 2º Teniente.

Al comenzar la Guerra de la Convención contra la República Francesa participa en

varios combates en los frentes de Aragón y Cataluña. En octubre de 1793 se distinguió

en la defensa de la “Batería de la Sangre”, recibiendo un disparo en el vientre; herida

mortal en la época, de la que milagrosamente se recuperó. Sin embargo, su salud

quedaría tan resentida que, al cabo de unos años, tuvo que solicitar el paso a los cuerpos

de Milicias Provinciales:

“[...] de resultas de las graves heridas recibidas en la anterior Guerra con Francia

quedó imposibilitado de seguir la carrera activa de Infantería en que servía. Por esto

en el 1804 solicitó retiro, pero como en aquella época Su Majestad tuviese por

conveniente no acordarlo a nadie, penetrado de lo justo de la pretensión se le confirió

la Sargentía Mayor del Provincial de Betanzos bajo el supuesto que entonces se

hallaban constituidos estos Cuerpos que sus Jefes y Oficiales, ni aun en tiempo de

Guerra se separaban de sus destinos“348

En junio de 1808 continuaba desempeñando el cargo de Sargento Mayor en el

Regimiento Provincial de Betanzos. Al comenzar la guerra fue destinado con la misma

graduación a la 4ª División de Granaderos Provinciales, con la que hizo las dos 347 Fernández de Arellano, P. & Rutilio, M. (1912) Astorga Heroica [León], pp. 88 y 89. 348 ME, Toledo, Exp. Santocildes, Legajo 29/15, doc. 306.

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193

Campañas del Ejército de Galicia en 1808, combatiendo en las batallas de Medina de

Rioseco, Zornoza y Espinosa de los Monteros.

Retirado a Galicia con el marqués de La Romana, es herido de nuevo en un hombro en

la acción de Lugo del 19 de mayo de 1809. Ya repuesto, es hecho Coronel del

regimiento de Milicias Provinciales de Santiago, y en septiembre pasa a mandar toda la

Vanguardia de la 4ª División del Ejército de la Izquierda. Al mes siguiente, el

Comandante de la 4ª División, el Jefe de Escuadra Juan José García de Velasco, le

designa como nuevo Gobernador de Astorga, con la orden de defenderla hasta el último

extremo.

Tras varias intentonas francesas por tomar la ciudad (en las que Santocildes sale

victorioso) Astorga sería cercada en febrero de 1810, comenzando su Sitio, a cargo del

8º Cuerpo Imperial del General Junot, el 20 de marzo. La brava e inteligente defensa

organizada por Santocildes, resistiendo hasta el 22 de abril, le comportaría, tanto el

reconocimiento y aplauso del Ejército, de las Autoridades y de la Opinión Pública

patriotas, como el respeto de sus enemigos.

Llevado preso a Francia, lograría evadirse regresando a España. El 14 de diciembre de

1810 Santocildes escribiría desde Tarragona a la Junta de Galicia comunicándoles su

libertad:

“El concepto y honor que tuve el honor de merecer a V E cuando me hallaba

mandando en Astorga, y que espero no haber desmerecido, si VE ha podido enterarse

por menor de las imperiosas razones que en 22 de abril me obligaron a capitular con

los enemigos, me obligan a participar a VE haber tenido la feliz suerte de obtener mi

libertad por medio de una arriesgada fuga que emprendí desde el depósito de Macon, el

22 del próximo pasado, para la cual creí hallarme autorizado, así por las

circunstancias en que se mira nuestra nación, como por no hallarse comprometida mi

palabra de honor desde la llegada a aquel depósito. Mi objeto desde que llegué a esta

plaza, que fue el 5 del corriente, era continuar a Cádiz para recibir las órdenes de la

regencia, pero el general en jefe de este ejército don Enrique O´Donnell, ha tenido por

conveniente emplearme en el mismo […]

Aunque a mi dichoso arribo he recibido algunas luces por las que concibo que la

Nación está convencida de que cumplí mis deberes en la defensa de Astorga, escribo

con esta fecha a mis Jefes, por si tienen a bien dé mis descargos, o remita copia del

Diario del sitio (que conservo), cuyo documento tendré igualmente el honor de dirigir a

Page 194: LA DECISIVA PARTICIPACION DE LOS 6º Y 7º EJERCITOS ...

194

VE si lo apetece, para mayor justificación de mi conducta en el mando de la referida

ciudad.

Ahora y siempre protesto a VE tendré especial complacencia en ser digno de los

preceptos de ese sabio y respetable Congreso, a quien con el más profundo respeto, me

repito su seguro servidor q. b. la m. de VE.

Tarragona, 14 de diciembre de 1810. José María de Santocildes.

Excmos. Srs. Del Congreso Superior de Galicia”.349

Finalmente, Santocildes lograría pasar por mar a Cádiz, donde, el 8 de abril de 1811,

ante su sorpresa, fue recibido en triunfo:

“Antes de ayer entró en esta Plaza el ilustre defensor de Astorga, el Brigadier don José

de Santocildes, Coronel del regimiento de Santiago. Salió a recibirle un gentío inmenso

a imitación del Capitán General de este reyno, que lo hizo acompañado de sus

ayudantes de campo. Las músicas militares y los saludos de los buques del puerto

concurrieron a solemnizar esta especie de triunfo, que como testimonio de la general

admiración y aprecio de sus conciudadanos, es el premio más digno y apreciado de las

almas elevadas y generosas“350

Destinado de regreso al noroeste de España, las peticiones, del ahora Brigadier, para

volver a desempeñar el mando de su regimiento de Santiago, son desestimadas y, tras

un breve mando de la División de Reserva del 6º Ejército, para sorpresa y espanto de

Santocildes, Castaños le designa como nuevo Comandante Interino del 6º Ejército

español en la primavera de 1811.

El nombramiento fue toda una novedad; Santocildes era apenas un Brigadier (Coronel

distinguido) que pasaba a tener bajo su mando a un Teniente General, el marqués de

Portago, a tres Mariscales de Campo (Alejandro de Ogea, Francisco Taboada y Javier

Losada) y a varios Brigadieres más antiguos que él (Federico Castañón y Díaz Porlier).

Es notorio que el mismo Santocildes trató, vanamente, de oponerse a tal

nombramiento, abrumado tanto por la responsabilidad como por su baja graduación.351

349 Martínez Salazar, A. (19953) De la Guerra de la Independencia…Ob. cit., pp. 63 – 64. 350 Gaceta de la Regencia de España e Indias; martes 9 de abril de 1811, p. 362. 351 Museo del Ejército (ME), Toledo, Exp. Santocildes, Legajo 29/1, doc. 284; 12 de mayo de 1811, Lugo.

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195

Como ya sabemos, por otro capítulo de este trabajo, pese a las protestas, Castaños,

fiado en su intuición y en las notables cualidades mostradas por el joven Brigadier, le

mantuvo en el mando. A partir de aquel día, Santocildes (eficazmente apoyada por su

excelente Jefe de Estado mayor, el Brigadier Juan José Moscoso) reorganizó el Ejército

y los mandos a su gusto, buscando la racionalidad y la máxima, eficacia. Para ello no

dudó en dar mandos a los mejores Comandantes sin hacer distinción en la antigüedad y

el grado.352

El resultado final se vería en la brillante campaña estival realizada por Santocildes

sobre las llanuras de León en el verano de 1811. La misma llevaría a una breve

reconquista de Astorga y a la victoria de los Altos de Cogorderos, el 23 de junio.

En ella supo utilizar hábilmente todas las armas de un Comandante en Jefe; hasta la de

la Información:

“Santocildes tiene la costumbre de propagar rumores hostiles para entretener a los

habitantes con la idea de vernos abandonar el país…lanza comunicados de

movimientos de retirada y ataque; de todo ello yo no me creo nada…”353

Esta ofensiva del 6º Ejército sería la primera acción ofensiva, coordinada y victoriosa

de un Ejército español desde el verano de 1808.

Sin embargo, dado el carácter interino de su cargo, y ya antes de que demostrara sus

dotes de mando en esta campaña, a instancias de Arthur Wellesley, Castaños había

elegido un Comandante ya titular, el Mariscal de Campo Francisco Javier Abadía (al

que el General británico consideraba, infundadamente, dotado de excelentes dotes de

mando). En esta desafortunada decisión pesarían los negativos y equivocados informes

que de Santocildes daría, desde Galicia, el general George Walker.354

Santocildes volvería a mostrar sus dotes en el verano de 1812 tras recibir el mando en

propiedad del 6º Ejército, luego del desastroso paréntesis en el mando del General

Javier Abadía.

Sin apenas tiempo para poner orden en un Ejército que carecía de él y estaba mal

equipado, Santocildes tendría que entrar en campaña en apoyo de la ofensiva de Arthur

352 En el verano de 1811 había un Coronel (Manuel Mascareñas Sardías, AGMS, 1ª Sección, Legajo M-2.149) al mando de la 2ª Brigada de la 2ª División del 6º Ejército y un General de División (José Mª Peón, AGMS, 1ª Sección, Legajo P) al mando de la 1ª Brigada de la misma. 353 Rodríguez Fernández, P. (1991) La Guerra de la Independencia... Ob. cit., Bonet al Conde de Dorsenne, Comandante en jefe del Ejército del Norte, León, 15 y 16 de agosto de 1811, pp. 133 y 134. 354 Gurwood, J. (1852) Arthur Wellesley´s Dispatchs [London], Vol. IV, p. 750.

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196

Wellesley contra Marmont sobre el Duero. Para ello avanzaría hasta poner Sitio a

Astorga, aunque se carecía casi de todo lo necesario para tomar la ciudad en un corto

asedio. Respondería también a las peticiones de Arthur Wellesley de que amenazara el

flanco y retaguardia del ejército de Portugal; y no lo hizo con la prontitud y las fuerzas

que hubiera deseado el británico, pero su valiente avance, adentrándose en las llanuras

del Duero, sin Artillería y con muy poca Caballería, lograría alterar los planes de

Marmont.

Tras los Arapiles y ante la contundente ofensiva de Clauzel y Foy sobre Valladolid y

Astorga, Santocildes ejecutaría una arriesgada retirada en la que conseguiría poner a

salvo a sus tropas hasta llegar a Astorga, a tiempo de ver rendida la Plaza ante su

superior Castaños.

Durante esta frenética retirada, sus siempre latentes dolencias reaparecían con el

esfuerzo continuado, llevándole a tener que dejar el mando. Una recaída en octubre que

casi le llevó al borde de la muerte, le haría ser evacuado a Asturias.

Ya recuperado, sería designado en febrero de 1813 Comandante General de Galicia y

de su Ejército de Reserva, puesto en el que se mantiene hasta el final de la Guerra.

En 1816 es ascendido a Teniente General, y es nombrado Capitán General de

Extremadura en 1820, dimitiendo ante el triunfo liberal de Riego. Vuelto a Cataluña es

confinado por el Gobierno Liberal en Mallorca, hasta que en mayo de 1823 se le destinó

al Ejército de Reserva de Andalucía, con el que capitula, ante los Cien Mil Hijos de San

Luís en Málaga.

Rehabilitado en 1825 es nombrado sucesivamente Capitán General de Puerto Rico (no

se incorporó por razones de salud), de Valencia y de Cataluña.

Muere en Barcelona en 1835.

En los actos del 1º Centenario de los Sitios de Astorga, en 1910, sus restos fueron

traídos desde Barcelona para ser enterrados en la Catedral de Astorga. Allí siguen

reposando, en el olvido a veces de los desmemoriados355, al lado de la brecha en la que,

junto a sus tropas, adquiriría la mayor gloria militar de su carrera.

355 Aún en la reciente celebración de la magnífica Exposición de las Edades del Hombre, “ Encrucijadas “, en dicho Templo astorgano, su tumba fue ocultada a la vista, sin consideración alguna durante los meses que duró el evento, por varios paneles expositivos.

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197

Auguste Marmont, Mariscal de Campo.

Duque de Ragusa, Comandante en Jefe de l´Armée de Portugal

(Châtillon-sur-Seine 1774- Venecia 1852)

Todas las tropas imperiales establecidas en el noroeste de España en 1812, y que

participaron en la Campaña de los Arapiles (integrando la Guarnición de Astorga),

pertenecían a la llamada “Armeé de Portugal”, es decir, el Ejército francés de Portugal,

pues originariamente había sido organizado para invadir y ocupar el país luso.

Al frente de 50.000 soldados, organizados en ocho divisiones de Infantería y otras dos

divisiones de Caballería, estaba el Mariscal de Campo356 Auguste Marmont, duque de

Ragusa y con 38 años de edad. Alistado con 16 años en 1790 como Subteniente, se

forma posteriormente como artillero. Veterano de las campañas de la Revolución

Francesa en Tolón, Alemania e Italia, su estrella se ilumina al empezar a servir en 1796

como Ayudante de Campo de un joven General victorioso, Napoleón, al que acompaña

hasta Egipto y que le brinda su amistad y apoyo. Allí será ascendido a General de

Brigada de artillería a caballo. De regreso a Francia apoya a su mentor en el golpe de

estado del 18 Brumario y es nombrado Comandante de la Artillería del Ejército de

Reserva y luego del Ejército francés de Italia. Allí se distinguiría en la batalla de

Marengo, donde tuvo el mando de la artillería francesa, que manejó con tal maestría que

fue ascendido al grado de General de División con apenas 26 años. En la Península

Itálica y en las costas de Dalmacia combatirá con distinción hasta 1810 contra los

austriacos, alcanzando en 1808 de manos de un Napoleón, ya convertido en Bonaparte

de Francia, el Ducado de Ragusa, tras expulsar de esta ciudad al Ejército Ruso. Un año

después era Mariscal del Imperio.

En mayo de 1811 Napoleón le envía a España para que sustituya al Mariscal Massena

en el mando del Ejército francés de Portugal tras su fracaso en llegar a Lisboa. En

apenas un mes demostraría su valía acudiendo en ayuda del Mariscal Soult, y su

“Ejército del Sur”, logrando que Arthur Wellesley levantara su primer asedio a Badajoz.

Durante los doce meses siguientes, Marmont se familiarizaría con su Ejército, al que

reorganizaría y devolvería la moral. De París y de Madrid recibiría las órdenes, tanto de

contener los ataques de Arthur Wellesley desde Portugal, como de mantener a raya a los

356 Equivalente al Teniente General español y por lo tanto Comandante en Jefe de un Ejército de Operaciones. Por el contrario, el Mariscal de Campo español tenía un rango inferior, al considerársele equivalente al General de División francés.

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198

pequeños pero incansables 6º y 7º Ejércitos españoles que le disputaban el control de la

Meseta Norte y de la Cornisa Cantábrica.

Marmont nunca había dirigido un Ejército en una batalla. Su ambición por alcanzar la

victoria en solitario frente a Arthur Wellesley le llevaría al fracaso en los Arapiles el 22

de julio de 1812, batalla en la que, además, fue gravemente herido.

Tras su derrota, se recupera de sus heridas en Francia y vuelve al servicio al frente de

diversos Cuerpos de Ejército en Alemania, combatiendo en Lutzen y Leipzick. En la

Campaña de 1814 (en la que los aliados invaden Francia) combate hasta el final,

defendiendo Paris hasta su Capitulación el 30 de marzo. Con la abdicación de

Napoleón, jura lealtad a Luís XVIII, no rompiendo su juramento durante el Imperio de

los Cien Días, lo que le valió ser proscrito por Napoleón.

Tras Waterloo desempeña altos cargos en la Administración del Estado, como el de

Embajador en Rusia. Tras la Revolución Liberal de 1830, luego de apoyar a Carlos X,

cae en desgracia y se exilia, viajando por Europa y Oriente, estableciéndose en Venecia.

Charles François Rémond, General de Brigada.

Barón del Imperio, Gobernador de la Plaza de Astorga.

(Comologno 1761- Paris 1843)

El general de brigada, Rémond (apodado “Rémonda” por sus hombres), y puesto por

Marmont al frente de la Plaza de Astorga en 1812, era un veterano soldado de Infantería

de 51 años (de origen suizo y naturalizado francés), que servía como voluntario en el

Ejército Francés desde 1792. Su carrera no fue meteórica, sino la propia de un soldado

profesional. Rémond iría ascendiendo, lentamente, desde el grado de Capitán en 1792,

al de Coronel en 1806. Veterano de las campañas de la Revolución Francesa, combatiría

en Alemania y Bélgica. Hecho prisionero por los austriacos en mayo de 1796 sería

canjeado a las pocas semanas. En agosto de 1800 es hecho Comandante de batallón con

el grado de Mayor tras distinguirse en la defensa de un desfiladero contra los rusos

cerca de la ciudad de Schwyz.

Entre 1801 y 1805 sirve en Francia en diversas guarniciones, y en 1806 regresa a la

acción dentro de la Grand Armeé combatiendo en Prusia y Polonia hasta marzo de

1808, en que es nombrado Coronel del 34º de línea.

Page 199: LA DECISIVA PARTICIPACION DE LOS 6º Y 7º EJERCITOS ...

199

En el otoño de 1808 viene a España con la Grand Armeé, mandada por Napoleón en

persona, a fin de vengar la derrota de Bailén. Es hecho barón de Imperio en marzo de

1809 y en noviembre participa en la gran batalla de Ocaña, por la que recibe la Legión

de Honor.

El 11 de agosto de 1811, participa en la acción de Villagarcía, en Extremadura, en la

que el general Girard bate a los generales españoles La Carrera y Ballesteros, y en la

que Rémond es herido en una pierna de un disparo de fusil. Repuesto, vuelve al servicio

y participa el 19 de febrero de 1811 en la batalla del Gévora ante Badajoz, en la que el

mariscal Soult derrota al general español Gabriel de Mendizábal.

El 6 de agosto le llega el ansiado ascenso a general de Brigada, siendo destinado al

ejército de Portugal. En abril de 1812 Marmont le dará el mando de la Plaza de Astorga

por su experiencia y valía, siendo muy apreciado por sus hombres.

Tras la caída de Astorga el 19 de agosto, será llevado preso a La Coruña, de la que

conseguirá evadirse en un bote, con varios oficiales, llegando hasta Santoña, en manos

francesas. De allí pasa a Francia, donde tras justificar su conducta durante el Asedio de

Astorga, regresa a España al mando de una Brigada de la 3ª División del Ejército del

Sur de España del mando de D´Erlon. En 1814 es puesto al mando de unidades de

Reserva en el sur de Francia hasta el final de la guerra. Pasa a segunda actividad y en

junio de 1832 abandona la vida militar estableciéndose en Paris.

Jean Pierre François Bonet, General de División.

Comandante de la 8ª División de l´Armée de Portugal.

(Alençon 1768-Paris 1857)

Hijo de un pastelero, se alistó como soldado raso en el Ejército de Luís XVI en 1786

con 18 años. Su fuerte carácter y espíritu rebelde le harían desertar de su regimiento,

para reincorporarse a las pocas semanas, lo

que no le evitó ser condenado a una prolongación en el servicio de cuatro años. En junio

de 1790 y en plena Revolución vuelve a desertar para unirse a un batallón de

Voluntarios donde es elevado (por méritos) a Teniente a los pocos meses. Integrado en

el Ejército del Norte combate en Alemania, y en septiembre de 1793, en la batalla de

Hondschoote, siendo ya Capitán, una bala que le entra por la oreja izquierda le deja

Page 200: LA DECISIVA PARTICIPACION DE LOS 6º Y 7º EJERCITOS ...

200

tuerto.

Ya recuperado, sus dotes de trabajo y organización le hacen ser nombrado Jefe de

Estado mayor de una División y en 1795 es ya Brigadier. En 1796 problemas en la

visión del ojo que le quedaba (dolencia de la que nunca curó del todo) le obligan a una

licencia de seis meses. En 1797 sirve en el Ejército del Rhin y allí su afición al dinero

fácil (fruto de requisiciones arbitrarias y pillaje) le lleva a ser privado provisionalmente

del mando a la espera de un Consejo de Guerra que, al final, le exonera.

En 1799 sirve con el futuro Mariscal Ney, acumulando campañas y acciones contra

austriacos y prusianos. En agosto de 1803 es ascendido a General de División y sirve

embarcado en la Escuadra de Brest en 1805.

Al comenzar la invasión encubierta de la Península en octubre de 1807, llega al frente

de la 3ª División del Cuerpo de Ejército del Mariscal Bessiéres y luego de Soult.

Iniciada la guerra actúa al frente de su División en la costa Cantábrica, entre Santander

y Asturias (donde ejerce el mando militar y político entre marzo de 1809 y junio de

1811) librando numerosas acciones de guerra. En el verano de 1811 es adscrito al

mando de la 8ª División del Ejército del Norte y combate entre el Orbigo y el Bierzo

contra las tropas españolas del 6º Ejército. En 1812 y tras una nueva invasión y retirada

de Asturias, se le da el mando de la Prefectura de Astorga, dirigiendo los trabajos de

fortificación de la Ciudad como nueva Plaza fuerte que habría de sostener al flanco

derecho del ejército de Portugal contra el 6º Ejército español.

En la batalla de los Arapiles, recibe el mando del Ejército, al ser herido Marmont, pero

lo ha de ceder a los pocos minutos al ser también alcanzado por el fuego enemigo.

Convaleciente, es evacuado a Francia, de donde será destinado al Ejército de Alemania.

En la campaña de 1813, participa en la batalla de Dresde, donde cae prisionero.

Acabada la guerra se reintegra en el Ejército de Luís XVIII, pero acepta servir a

Napoleón a su regreso de Elba, defendiendo parte del perímetro de Paris tras la derrota

de Waterloo.

Con la Restauración borbónica abandona el Ejército, aunque es llamado en 1818 como

Inspector General de Infantería. Desempeñará diversos cargos administrativos del

Ejército real. En 1852 es nombrado Senador.

Su fuerte y rebelde temperamento no empalidecían una gran valía profesional y

capacidad de trabajo. Gran organizador, era el Comandante ideal para designarle

mandos independientes alejados del Ejército principal, como supo desempeñar

admirablemente en Asturias y en León, entre 1810 y la primavera de 1812.

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201

Maximilien Sebastien Foy, General de División.

Comandante de la 1ª División de l´Armée de Portugal.

(Ham 1775-Paris 1825)

Foy era uno de los mejores Comandantes de División del ejército de Portugal. Llevaba

en la Península desde 1807, siendo veterano de la primera invasión de Portugal con

Junot (habiendo estado presente en las campañas de Vimeiro, La Coruña, Oporto y

Buçaco). Era buen conocedor de los ejércitos español (al que respetaba) y británico.

Dotado además de una amplia cultura, escribiría, tras las Guerras Napoleónicas, su

propia Historia de la Guerra Peninsular, aunque por desgracia esta abarca solo sus dos

primeros años.

Al igual que Marmont, Foy era artillero de formación desde su entrada en la Escuela

Militar de la Fére en noviembre de 1790 con 15 años de edad. Tres años después era ya

Capitán en el nuevo Ejército de la República Francesa. Sus simpatías con los

Girondinos le llevaron a ser detenido en la época del terror jacobino y arrestado con

pérdida de su graduación. Vueltos al poder los Girondinos, es puesto en libertad y se

reintegra al servicio, pasando a servir en el Ejército del Rhin, combatiendo en sucesivas

campañas entre 1796 y 1800, pasando luego al Ejército francés de Italia, ya como

Comandante de artillería de División. Sirve a las órdenes de Marmont en 1805. En 1807

forma parte de una Comisión Militar francesa en Turquía, asesorando al Sultán en la

defensa de los Dardanelos frente a las amenazas rusas y británicas.

En 1807 viene a España con Junot. Tras la derrota y evacuación de Portugal por mar,

regresa a España en septiembre de 1808, ya como General de Brigada en el 2º Cuerpo

del Mariscal Soult. Con él persigue a los británicos desde Astorga a La Coruña en

diciembre de 1808. Toma parte en la fallida invasión del norte de Portugal en 1809. En

1810 combate en Extremadura contra los españoles, y vuelve a formar parte del último

intento de invasión de Portugal, a las órdenes del Mariscal Massena (que quedará

bloqueado ante las líneas fortificadas de Torres Vedras). Tras ser herido en la batalla de

Busaço, es enviado por su superior a París para informar a Napoleón de la imposibilidad

de tomar Lisboa. Bonaparte le asciende al grado de General de División. De regreso

recibe el mando de la 1ª División del ejército de Portugal, ahora ya bajo el mando de

Marmont, en mayo de 1811.

En la batalla de los Arapiles se distinguirá protegiendo la retirada del Ejército

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202

derrotado, y luego encabezando una expedición de socorro para liberar las guarniciones

francesas de Astorga, Tordesillas, Toro y Zamora, lo que lograría con las dos últimas.

Seguirá combatiendo entre 1812 y 1814 en España y el sur de Francia, hasta la entrada

de los aliados en París y la abdicación de Napoleón. Jura fidelidad a Luís XVIII que le

hace Inspector General de Infantería. Con la vuelta de Bonaparte se suma a su causa,

luchando en Waterloo donde cae herido. Con la Restauración borbónica abandona el

Ejército y entra en política siendo elegido diputado liberal en 1819 y 1824. Fallece al

año siguiente de una enfermedad cardiaca.

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203

VIII MANDOS Y PLANES ESTRATÉGICOS Y POLÍTICOS ENFRENTADOS. LA

DIFÍCIL ALIANZA HISPANO BRITÁNICA FRENTE A FRANCIA.

Directrices del Consejo de Regencia en 1812 y el reforzamiento operativo de la

alianza con Gran Bretaña.

A comienzos de junio de 1812, el teniente general Javier Castaños recibiría en Galicia

un correo de la máxima autoridad ejecutiva de España, el Consejo de Regencia de

España e Indias, fechado en Cádiz el 31 de mayo. El mismo llegaba con la calificación

de Secreto de Estado.

El vencedor de Bailén abrió el sobre sabiendo ya, a grandes rasgos, su contenido. Se le

confirmaba una orden remitida a los siete pequeños Ejércitos españoles que seguían

combatiendo, a lo largo y ancho de toda la periferia peninsular:

“MUY RESERVADO

Teniendo el Gobierno noticia de que el duque de Ciudad Rodrigo intenta operar

vigorosamente en Castilla la Vieja contra el Ejército del Mariscal Marmont, y

precavido de que el feliz éxito de estos movimientos es importantísima a la causa

Nacional, me manda que prevenga a V.E. que valiéndose de todos los medios

extraordinarios que le dicte su bien acreditado celo, patriotismo y energía ponga en

pronto movimiento, en combinación de las fuerzas del duque de Ciudad Rodrigo, todas

las disponibles de los tres Ejércitos de su mando, y muy particularmente las del 6º y 7º,

con la menor desmembración posible a fin de que poniéndose V. E. o el General de su

mayor confianza a la cabeza, y de la reunión de todas, haga tan poderosa diversión a

favor del Ejército aliado, que esta pueda con más facilidad verificar sus

interesantísimas operaciones.

La Regencia que ha depositado en la persona de V. E. el mando de la más importante

parte de la Península está muy persuadida de que convencido de la necesidad absoluta

en que nos hallamos de estorbar las vacilantes fuerzas enemigas antes de que puedan

ser reforzadas, se valdrá de los medios vigorosos que le dicte el conocimiento de los

obstáculos que puedan oponerse a los prontos movimientos del 6º y 7º Ejércitos; a fin

de obligar a todas las autoridades dependientes de su mando a que proporcionen sin

Page 204: LA DECISIVA PARTICIPACION DE LOS 6º Y 7º EJERCITOS ...

204

réplica cuantos auxilios pueda necesitar para poner en ejecución esta superior orden

autoriza a V. E. completamente para que así pueda verificarlo […]

Con esta misma fecha se comunica al duque de Ciudad Rodrigo copia de esta Real

Orden” 357

Javier Castaños cerró la misiva y repasó para si los últimos meses de la guerra…

A la muerte del marqués de La Romana el 23 de enero de 1811, el 5º Ejército de

Extremadura había quedado sin mando, para remediarlo y contrarrestar las pretensiones

de Arthur Wellesley, que reclamaba el mando de los ejércitos españoles, el Consejo de

Regencia, dio el mando a Castaños de los pequeños 5º (Extremadura) y 6º Ejércitos

(Galicia, León y Asturias).

La misión no era fácil. El hueco dejado por la figura del marqués de La Romana, con

todas sus luces y sombras, era difícil de subsanar, tanto ante Wellesley, como ante los

pueblos y las propias tropas españolas. Aún así, Castaños supo salir airoso del reto

como nos confirma el teniente coronel Juan López de Fraga, jefe de la red de espionaje

española establecida por La Romana en 1809 en la Meseta norte:

“Si los anteriores reveses inspiraron desalientos, un nuevo orden de cosas estableció

sobre bases sólidas nuestra seguridad y confianza. La muerte del marqués fue

compensada con la elección de un sucesor que llenó el gran vacío de aquel ilustre

caudillo, el Excmo. Sr. D. Francisco Javier Castaños, quien supo granjearse bien

pronto la aceptación general de los pueblos y del ejército”358

Posteriormente se le añadiría a Castaños el mando del 7º Ejército (Cantabria, norte de

Castilla, Navarra y Vascongadas). Como ya hemos apuntado, al tener su cuartel general

en Extremadura, Castaños se había limitado a ejercer el mando directo sobre el 5º

Ejército, cursando directrices generales a los comandantes en Jefe del 6º y 7º Ejércitos.

El 30 de noviembre de 1811 Castaños había salido de Valencia de Alcántara (Cuartel

general del 5º Ejército) en dirección a Salamanca. Le acompañaba Pedro Agustín Girón

(Jefe del Estado mayor combinado del 5º, 6º y 7º Ejércitos). Tras entrevistarse con el

general Rowland Hill (segundo de Arthur Wellesley) en Portalegre, llegaría el 8 de

357 IHCM, CDB, Legajo 49, Año 1812, Carpeta nº 23. 358 López Fraga, J. L. (1814) El Coronel don Juan López de manifiesta a V. M…. Ob. cit., p. 44.

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205

diciembre a Fuentes de Oñoro, donde le pasaría a ver Arthur Wellesley359. El 15 de

febrero se anunciaba que Castaños saldría en breve para Galicia. Tras pasar a Portugal y

llegar a Oporto, el 1 de abril saldría en dirección a Galicia, entrando en Vigo el 10 de

abril, tras pasar por Braga y Valencia do Miño.360

Desde Pontevedra, el 14 de abril, Javier Castaños daría a la luz una Proclama al

pueblo gallego, en la que anunciaba su llegada a Galicia y la firme intención que tenía,

tanto de dar a conocer la recién aprobada Constitución, como de poner en marcha toda

la máquina militar del 6º Ejército a fin de iniciar una ofensiva en primavera. Ofensiva

acordada por el Consejo de Regencia con Arthur Wellesley; ofensiva que pudiera llevar

a una primera y severa derrota del poder imperial en España:

“[…] llego ya a tomar el mando de este reino fiel y valiente, y mi buena suerte me

proporciona ser quien ponga en ejecución en él la nueva Constitución del Imperio

Español; ese gran monumento del saber y energía de nuestro Congreso Nacional, que

asegura nuestra libertad […]

Se trata de aprovechar el momento más oportuno que ha habido jamás para arrojar

de nuestro suelo a esos bandidos feroces, cuya verdadera misión es saquearlo y

destruirlo. Se trata de coadyuvar de un modo enérgico y eficaz las grandes operaciones

del victorioso Exército Británico, que manda mi ilustre amigo el invencible lord, duque

de Ciudad Rodrigo, se trata de salvar la Patria”

Continuaba Castaños su proclama reclamando el auxilio de todo el reino de Galicia,

advirtiendo, igualmente, que el peso de la autoridad de la Nación, por su mano, caería

inexorablemente sobre quien fuera remiso a dar todos los apoyos materiales que el

ejército necesitaba para ponerse en campaña. Finalmente, y calibrando las enormes

dificultades logísticas que padecía el 6º ejército, y ya fuera en una prueba de sincera fe

religiosa, de hábil política patriota o de un cierto humor de soldado viejo, Castaños

ponía una rúbrica moral a su proclama al pueblo gallego:

359 Gaceta de la Regencia, jueves 9 de enero de 1812, nº 4, p.31. El Comandante General del 5º Ejército en Extremadura era el marqués de Monsalud. 360 Ibídem, jueves 30 de abril, nº 54, p. 448.

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“El Dios de los Ejércitos, sin cuyo auxilio en vano nos afanaríamos, estará con

nosotros, y la intercesión del gran Patrón de las Españas, vuestro particular protector,

acabará lo que nosotros empecemos” 361

El dos de mayo de 1812, Castaños llegaría a Santiago de Compostela, acompañado

del muy querido y respetado en Galicia, José María de Santocildes, nuevo Comandante

en funciones del 6º Ejército. Su entrada en la Catedral, en el momento en que se

celebraba el aniversario de la revuelta madrileña que había dado inicio a la guerra cuatro

años antes, causó gran revuelo y regocijo entre las autoridades y el pueblo.

La Junta de Galicia, presidida por el marqués de Campo Sagrado, llegaría a los pocos

días, desde La Coruña a petición del Capitán General el 8 de mayo, su nuevo presidente

efectivo y que deseaba poder reunirse habitualmente con ella362. Todos los movimientos

apuntaban al inicio de una nueva ofensiva del 6º ejército sobre las tierras llanas de León.

La ofensiva estival del año anterior había sido fructífera, sin embargo pocos conocían

que la nueva que se proyectaba formaba parte de un complejo plan de operaciones que

conduciría a la gran victoria estratégica de los Arapiles (apenas dos meses y medio

después); batalla que cambiaría el curso de la guerra en la Península Ibérica.

El 17 de mayo Santocildes recibiría de la Regencia el mando efectivo del 6º Ejército,

cesando el general Javier Abadía cuyo mando de diez meses había desarticulado la

capacidad operativa del 6º Ejército durante cerca de un año.363

“Satisfecha la Regencia del Reyno de los distinguidos servicios y apreciables calidades

que concurren en los Mariscales de campo don José María de Santocildes y don

Francisco Espoz y Mina, se ha servido nombrar al primero Comandante General del

Reyno de Galicia y al segundo, por segundo General del Séptimo Ejército”364

A fin de elevar la moral de las instituciones patriotas, Castaños ordenaría celebrar por

todo lo alto el 30 de mayo, el cumpleaños de Fernando VII. Todas las instituciones

santiaguesas, el Ayuntamiento, el Arzobispo, el Cabildo, y los cuerpos militares de

361 Gaceta de la Regencia, nº 57, jueves 7 de mayo de 1812, p. 474. 362 Ibídem, martes 26 de mayo de 1812, p. 538. La Junta Superior de Galicia permanecería en Santiago hasta su disolución final, el 8 de marzo de 1813, en virtud de la entrada en vigor de las nuevas autoridades e instituciones promulgada en la Constitución de Cádiz. Díaz Otero, A. (1981) Orígenes, estructura y evolución de la Junta Suprema de Galicia…Ob. cit., p. 249. 363 AGMS, 1ª Sección, Hoja de Servicios de Santocildes, Legajo S-1.742. 364 Gaceta de la Regencia, martes 9 de junio de 1812, p. 591.

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207

guarnición, tendrían parte y asistirían a una parada militar, a un baile en la Universidad

y a la iluminación nocturna de sus calles.365

Pero no todo eran celebraciones. El ejército español había comenzado 1812 con la

desastrosa perdida de Valencia y del ejército del incapaz Joaquín Blake. Parecía que las

fuerzas regulares españolas se acercaban, de nuevo, a un desastre semejante a los

acaecidos en 1808 y 1809.

A ello se le añadiría que el año de 1812 iba a ser especialmente dramático para España.

Los cuatro años consecutivos de guerra provocaron unas cosechas tan paupérrimas en el

verano de 1812 que el hambre más atroz se enseñoreó de buena parte de la Península.

La inflación de los precios de los alimentos rondaría el 600%, subiendo a los 1.000

reales la carga de trigo que en 1808 no llegaba a los 140 reales.366

Para la puesta en campaña del 6º ejército en la primavera de 1812, serían vitales los

suministros de equipo militar proporcionados por el gobierno británico, coordinados

desde el otoño de 1811 por el nuevo comisionado militar británico en Galicia Howard

Douglas.

* * * *

Javier Castaños volvió a repasar los acontecimientos acaecidos durante el invierno de

1811 a 1812. El mando de Javier Abadía había sido un verdadero desastre. Solo la

vuelta al mando de Santocildes en la primavera de 1812 y la firme cooperación de los

británicos, había vuelto a dar al 6º y 7º ejércitos españoles en el norte de España la

capacidad de retomar la ofensiva sobre el ejército de Portugal del mariscal Marmont y el

del norte, ahora al mando del general Marie François Caffarelli367.

De todos aquellos acontecimientos fue testigo privilegiado, el citado coronel Howard

Douglas. Sus poco conocidas memorias son un valioso testimonio de los sucesos que

estamos estudiando.

Vamos a presentar su trayectoria militar y cuál fue el destacado papel que tuvo

durante aquellos meses previos a la ofensiva aliada del verano de 1812.

365 Gaceta de la Regencia, nº 74, martes 16 de junio de 1812, p. 617. 366 AHDA, Actas Capitulares del Cabildo Catedralicio de Astorga, Signatura 5/4, Tomo II, folio 63 vuelto. 367 Marie François Caffarelli (1766-1849). Veterano de las campañas de Marengo y Roma. general de división en 1805. ministro de la Guerra del Reino de Italia en 1806. Combate en el segundo sitio de Zaragoza en febrero de 1809. Nombrado comandante del 4º gobierno Militar de España (Vizcaya y Santander) en septiembre de 1810. comandante de división del ejército del norte bajo Dorsenne en enero de 1812. El 13 de abril recibe su nombramiento de comandante del ejército del norte; cargo que desempeña hasta febrero de 1813. Six, G.: Ob. cit., Tomo I, pp. 178 y 179.

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208

IX

LA ACTUACIÓN DEL COMISIONADO BRITÁNICO, EL CORONEL

HOWARD DOUGLAS, COMO ENLACE DEL GOBIERNO BRITÁNICO Y DE

ARTHUR WELLESLEY, ANTE EL 6º Y 7º EJÉRCITOS ESPAÑOLES,

ENTRE 1811 Y 1812.

Biografía y personalidad de Howard Douglas.

Mi interés por la figura del teniente coronel británico Howard Douglas (el cual estuvo

destacado, por su gobierno y por Arthur Wellesley, como enlace con el 6º y 7º ejércitos

españoles entre 1811 y 1812) comenzó con una breve cita que de él hizo, en 1994, el

historiador militar Juan Priego López368. La misma recogía un valioso testimonio de

este militar británico sobre el estado del 6º ejército a finales de 1811. Ello me hizo

reflexionar sobre el hecho de que Howard Douglas debía de haber realizado numerosos

informes semejantes para sus superiores. Pude comprobar que esos informes existían,

pero eran poco accesibles para mí al estar depositados en los archivos británicos del

Foreing y del War Office en Londres.

Sólo algunos autores han citado en sus trabajos a este militar británico, en particular la

española Alicia Laspra (la mejor conocedora de los archivos británicos sobre la “Guerra

Peninsular”), José Pardo de Santayana, o el británico Charles Esdaile369.

En su momento pude conocer, también, la existencia de una importante fuente

bibliográfica referida a este personaje (la misma que había consultado Priego); me

refiero a una biografía autorizada por el propio Howard Douglas y escrita, con su

colaboración, por Stephen Watson Fullom. Dicha obra fue publicada en Londres en

1863, a los dos años de la muerte de Douglas: “The Life of general sir Howard

Douglas” 370

368 Priego López, J.: La Guerra de la Independencia, Madrid, 1994, vol. 6º, tomo II, p. 38. 369 Laspra Rodríguez, A.: Intervencionismo y Revolución: Asturias y Gran Bretaña durante la Guerra de la Independencia, 1808 – 1813, Oviedo, 1992, p. 268; también de la misma autora: Las Relaciones entre la Junta general del Principado de Asturias y el Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda en la Guerra de la Independencia. Repertorio Documental, Oviedo, 1999, y La Guerra de la Independencia en los Archivos británicos del War Office. Colección documental, volumen I, 1808 – 1809, Madrid, 2010. Pardo de Santayana, Francisco de Longa...Ob. cit., pp. 252, 253, 272, 286 y 303. Esdaile, Ch. J.: La Guerra de la Independencia. Una nueva Historia, Barcelona, 2004, pp. 336, 364 y 376. 370 Watson Fullom, St. & Douglas, H.: The Life of general sir Howard Douglas, London, 1863. Tengo que agradecer aquí mi colega y amigo, Miguel Ángel García García, el que me facilitara una copia digital de esta obra.

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La obra es la clásica biografía laudatoria decimonónica (y es conveniente para centrar

el alcance real y objetividad de las actuaciones de Howard Douglas revisar, en paralelo,

la correspondencia de Arthur Wellesley en aquellos meses371). Pero es, también, un

testimonio de primera mano de los avatares políticos y militares de la España patriota

del noroeste peninsular entre 1811 y 1812.

Dentro de esta tesis doctoral me planteo también el objetivo de dar a conocer a la

historiografía y a los lectores españoles los testimonios de este militar británico (cuya

biografía nunca se ha editado en castellano)372.

* * * *

Howard Douglas nació en Gosport, Escocia, el 23 de enero de 1776. Era el hijo menor

del almirante sir Charles Douglas, descendiente de los condes de Morton. Dos de sus

hermanos servirían en la armada real. A los 13 años quedó huérfano decidiendo sus

tutores que siguiera la carrera militar, pero no en la armada, como era su deseo inicial,

sino en el ejército. En 1790 ingresa en la Real Academia Militar de Woolwich, y, cuatro

años después, se gradúa como 2º teniente de artillería.

Siendo 1º teniente parte hacia Canadá, sobreviviendo a un naufragio en las costas del

Labrador. De regreso a Inglaterra en 1799, contrae matrimonio373 y es ascendido a 2º

capitán, profundizando en sus estudios del arma de artillería, llegando a labrarse una

sólida reputación profesional, lo que le llevó en 1804 (siendo ya capitán 1º) a ser

nombrado profesor del Royal Military College, en Hig Wycombe, al oeste de Londres.

En 1806 asciende a teniente coronel. En el verano de 1808, Howard Douglas

permanecía en este destino académico en el momento de comenzar la Guerra de

Independencia española.

Howard Douglas fue un hombre meticuloso, inteligente y trabajador. Los hechos

demostraron, también, que tenía dotes, tanto para el trabajo administrativo, como para

las relaciones políticas y el servicio en campaña.

Durante su estancia en España, Douglas sabrá lograr acuerdos y aunar voluntades

aunque para ello contó con la gran baza de ser la persona que distribuía, desde La

371 Especialmente: Largo Martín, M. A. (2013) Fuenteguinaldo. Cuartel general de lord Arthur Wellesley. Despachos [Valladolid]. 372 También R. S. Lambert publicó en 1957 en Toronto otra monografía centrada, particularmente, en las actuaciones de Howard Douglas en Canadá: Redcoat Sailor, the adventures of sir Howard Douglas. 373 Con Anne Dundas (hija de un caballero acomodado de Edimburgo) con la que tendría diez hijos.

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210

Coruña, los imprescindibles suministros de equipo militar para el ejército y las

guerrillas del norte de España. Se convertiría así, durante unos cruciales meses, en una

persona a la que se tenía que agradar y con la que ninguna autoridad patriota española se

podía permitir el lujo de enfrentarse.

Douglas (sin dejar de anteponer los intereses británicos) sería un sincero y

comprometido defensor de la causa patriota española, siendo objetivo en sus juicios

sobre el ejército español y sobre las guerrillas. Otras facetas de su carácter (cierta

tendencia a la arrogancia y a extralimitarse en sus funciones) ocasionaron roces con los

mandos militares españoles. Los deseos del británico por cumplir los objetivos que se le

habían encomendado, le llevaron, en muchas ocasiones, a ser puntilloso y exasperante.

Su superior en la Península Ibérica, Arthur Wellesley (miembro de una destacada

familia aristócrata que había situado a tres de sus hijos en algunos de los más altos

puestos del gobierno y del ejército británicos374), supo definir este carácter ambivalente

de Douglas. En una ocasión, tras el fallido asedio británico al castillo de Burgos, a

finales de 1812: “Douglas tenía razón: fue el único hombre que me dijo la verdad375”. Y

con otro motivo, semanas antes: “¡Douglas is a dammed clever fellow!”376.

Howard Douglas en el inicio de la Guerra de la Independencia y la campaña del

general John Moore.

Con el comienzo de la rebelión patriota en España, la causa del antiguo enemigo

español se trocó en una abierta simpatía en Gran Bretaña:377

“Douglas se sintió profundamente interesado en el conflicto desatado en España, y sus

sentimientos eran los de cualquier ciudadano inglés. No se podía contener la simpatía de la

nación hacia un Pueblo que luchaba por su patria, fustigado por un déspota extranjero e

invadido por los ejércitos de un enemigo común [...] las heridas de España podrían mañana ser

las nuestras; ello avivó el deseo de apoyar militarmente a los españoles”378

374 Richard, marqués de Wellesley, ministro de Exteriores; Henry, barón de Cowley, embajador en España desde 1811 (desde enero de 1810 había sido ministro plenipotenciario en España), y Arthur (vizconde de Arthur Wellesley) comandante en jefe de todas las fuerzas británicas en la Península desde 1809. 375 Watson Fullom, St. & Douglas, H. (1863) The Life of general Sir Howard..., Ob. cit., p. 217. 376 Ibídem, p. 93. En español, lo podríamos traducir por: “¡Este Douglas es un p… listillo!” 377 Esdaile, Ch. (1992) América y las relaciones Anglo-Hispanas durante la Guerra de la Independencia española (1808-1814). IX Congreso Internacional de Historia de América. [Sevilla], Actas, pp.513-528. 378 Watson Fullom, St. & Douglas, H. (1863) The Life of general Sir Howard..., Ob. cit.

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211

Douglas solicitaría participar en la fuerza expedicionaria que, rápidamente, fue enviada

a la Península Ibérica. Tras ser admitido sería nombrado asistente general del estado

mayor en el ejército de John Moore.

Douglas partiría a finales de otoño con despachos del gobierno para Moore. Tras

desembarcar en Vigo se uniría al grueso del ejército británico en Benavente, a finales de

diciembre, cuando éste se hallaba ya en plena retirada hacia Galicia.379

Es de reseñar que en su biografía, Douglas apenas dedica unas pocas líneas a relatar su

participación en esta célebre y funesta campaña (en comparación con el detalle con el

que relatará su misión en España entre 1811 y 1812). Douglas realizaría funciones

logísticas, mencionando que, llegado a Astorga, en plena retirada, sus gestiones

consiguieron evitar la destrucción de muchos suministros almacenados en la ciudad,

logrando entregar a cada uno de los regimientos británicos, en apenas dos días, una

media de 150 pares de botas y mantas.

De todos es conocida la discutible decisión de Moore de ordenar una alocada retirada

hacia La Coruña y Vigo de sus fuerzas a fin de ponerlas a salvo de la contraofensiva que

Napoleón, en persona, había puesto en marcha desde Madrid:

“La retirada fue una de las más severas jamás impuestas a soldados británicos, solo superada

por la huida de los franceses desde Moscú. Hombres y oficiales soportaron las mismas

privaciones, apresurándose por un territorio desolado, sin comida, con los uniformes

destrozados, expuestos a los peores rigores del clima y a los incesantes ataques del enemigo”380

Douglas sería de los primeros en llegar a La Coruña con la caballería y toda la

impedimenta que se había podido retirar a lo largo de la ruta de tránsito. Allí trabajaría

en la organización del frenético embarque del Ejército, antes, durante e inmediatamente

después de la célebre batalla de Elviña:

“La impedimenta se embarcó el día 13, bajo la supervisión del Coronel Douglas y su

departamento; sus excelentes preparativos evitaron confusión, ya que las tropas,

379 García Fuertes, A. (1999) La Junta Local de Defensa y Armamento de Astorga y el Ejército Auxiliar Británico del General sir John Moore en la Campaña de 1808. III Congreso Internacional sobre la Guerra de la Independencia, Tomo II, pp. 821 - 847 [Zaragoza], y (1999) Recuerdos y Memorias de la Independencia: los Soldados Británicos del General Moore en Astorga y el Reino de León, 1808 [Astorga], Revista Astórica, Centro de Estudios Astorganos Marcelo Macías, (I) Nº 18, pp. 114 - 180 y Nº 19 (2000) Idem, (II) pp. 125 – 199 [Astorga]. 380 Watson Fullom, St. & Douglas, H. (1863) The Life of general Sir Howard..., Ob. cit. La misma, provocó casi 5.000 bajas.

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212

artillería y heridos se desparramaban por las calles, alumbradas por el fuego de los

piquetes”381

En dicho embarque, tendría una aportación decisiva la guarnición española de la

ciudad al mando del general Antonio de Alcedo y Herrera382. Este mantuvo la defensa

de la plaza hasta que el último soldado británico hubo embarcado, negociando luego una

capitulación que salvaguardó la ciudad del saqueo francés:

“Douglas […] contactó con las autoridades españolas, y les hizo ver que La Coruña

sería capturada al asalto si el enemigo encontraba las fortificaciones abandonadas tras

la retirada de los ingleses, y que las mismas debían ser sostenidas por los restos del

Ejército de La Romana, manteniendo su defensa el tiempo suficiente para cubrir el

embarque de la retaguardia británica y consiguiendo una Capitulación negociada, ya

que no estaban preparados para sostener una resistencia prolongada. Se comunicaron

sus sugerencias al gobernador español, el cual despachó un mensaje al general Hill, en

el que empeñaba su honor para mantener las fortificaciones hasta que los ingleses

hubieran embarcado. Estas disposiciones se llevaron a cabo, no sin ser percibidas por

los franceses, que emplazaron sus baterías y abrieron fuego sobre los transportes. Los

horrores de este escenario se incrementaron con la oscuridad de la noche”383

Douglas sería de los últimos en embarcar. No quedaban trasportes a mano, y el

almirante Hood envió desde dos de sus navíos, el Barfleur y el Resolution, todos los

botes disponibles para embarcar en ellos a las últimas tropas que cubrían la retirada.

* * * *

Durante 1809 el gobierno británico, a pesar del fracaso cosechado en la Campaña de

Moore, mantendría y reforzaría sus fuerzas militares en Portugal (ahora al mando del

general Arthur Wellesley), intentando, además, establecer una poderosa cabeza de playa

en las costas de Holanda, en la Isla de Walcheren. La operación, llevada a cabo el 30 de

381 Watson Fullom, St. & Douglas, H. (1863) The Life of general Sir Howard..., Ob. cit. 382 Martín-Lanuza Martínez, A. (1812) Diccionario Biográfico del Generalato Español. Reinados de Carlos IV y Fernando VII (1788 – 1833) [Madrid], pp. 34 y 35. 383 Watson Fullom, St. & Douglas, H. (1863) The Life of general Sir Howard..., Ob. cit.

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julio, fue exitosa en su inicio, pero su desarrollo se estancaría por el bloqueo de las

fuerzas imperiales y holandesas, padeciendo los británicos un sin número de bajas por

el clima insalubre de las marismas holandesas (de las 4.000 bajas sufridas durante la

Campaña, sólo 106 serían en combate).

Howard Douglas participaría en el nuevo desastre, realizando idénticas funciones de

Estado mayor. El 9 de diciembre de 1809 se pondría final a esta operación, llevándose a

cabo otro peligroso reembarque. Douglas volvería a demostrar su valía acudiendo en

rescate de varios oficiales superiores que no habían podido embarcar a tiempo y corrían

el peligro de caer prisioneros.

Conocería personalmente, en esta ocasión, al Comodoro Home Popham con el que tres

años después colaboraría estrechamente en las costas cantábricas de España.

De regreso a Inglaterra Douglas se reincorporaría a la Academia Militar de Woolwich.

Poco después conocería el fallecimiento de su hermanastro (el Vicealmirante William

Henry Douglas) pasando entonces a detentar los derechos sobre la Baronía de Carr.

La misión encomendada por Wellesley a Douglas en el NO de la Península.

Durante el año y medio siguiente, Douglas siguió los avatares de las campañas de

Bonaparte en Europa, así como los sucesos de la Guerra Peninsular:

“En su tranquilo retiro en la Academia recibió cartas de sus alumnos desde todos los

campos de batalla […] sus crudos relatos le hicieron sentirse incomodo por la inacción

en su destino académico. Sin embargo, era la Guerra en España la que más le

interesaba; su campaña en España le había interesado por sus gentes, impulsándole

vivos deseos de servir bajo el mando de lord Arthur Wellesley384.

Tras cursar una petición oficial, la misma coincidió en el War Office londinense con

los deseos del gobierno (dirigido por el primer ministro tory Spencer Perceval385) de

situar en Galicia (a petición de Arthur Wellesley) un comisionado militar, con amplios

384 Ibídem, p. 112. 385 Primer ministro desde el 4 de octubre de 1809. El 11 de mayo de 1812 sería asesinado ante la Cámara de los Comunes por un ciudadano descontento con el gobierno, siendo sustituido por el secretario de guerra y colonias Robert Banks Jenkinson.

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poderes, como enlace con las autoridades españolas. Hasta ese momento había

desempeñado estas funciones en La Coruña, a un nivel inferior, el vice comisario militar

George White.386

Desde el War Office se recomendaría a Howard Douglas. En un informe remitido al

gobierno se destacaba su decisiva actuación en la retirada de Walcheren. La propuesta

fue aprobada por el secretario de guerra y colonias, Robert Banks Jenkinson, II conde de

Liverpool, político tory de amplia experiencia387. Las primeras noticias que recibió

Douglas para volver al servicio activo le llegaron el 29 de julio de 1811:

“Se ha juzgado conveniente, en las actuales circunstancias, que un oficial del ejército

británico sea destinado a vivir en la provincia de Galicia, con el propósito de mantener

comunicación con los comandantes de los ejércitos españoles de esa provincia y

limítrofes, y de distribuir armas y suministros que puedan ser enviadas desde este país.

Su alteza real, el príncipe regente ha decidido seleccionarle para este servicio”388.

La carta le ordenaba emprender viaje para entrevistarse con Arthur Wellesley en la

Península. Al teniente coronel se le recalcó que debería mantener una correspondencia

continua con sus dos superiores: el político, Lord Liverpool, y el militar, Arthur

Wellesley (vizconde de Arthur Wellesley)389.

Douglas partió de Plymouth el 2 de agosto, desembarcando en Lisboa ocho días

después. Llegado al cuartel general de Fuenteguinaldo, en el sur de Salamanca y raya

con Portugal, el 19 de agosto390, su misión comenzó con buen paso pues Douglas se las

arregló para causar una buena impresión a Wellesley. Este detalló a Douglas los

pormenores de la misión que había de afrontar, así como los objetivos a conseguir

dentro de la estrategia global británica en la Península, acordada por él con Lord

Liverpool. Wellesley le reveló que, una vez asegurado Portugal, tenía planeado entrar

386 George White, militar británico. Había sido destinado, en el verano de 1808, como comisionado ante la Junta de Asturias. En 1809 se refugia en La Coruña y continúa allí su labor hasta febrero de 1812. Laspra, A.: Las Relaciones…, Ob. cit., p. 691. 387 Robert Banks Jenkinson (1770 – 1828), II conde de Liverpool. De 1796 a 1808 sería también conocido como barón Hawkesbury. Político conservador británico. Se convertiría en primer ministro el 8 de junio de 1812, desempeñando el cargo hasta el 17 de febrero de 1817. De menor peso político que Canning, Castlereagh o Arthur Wellesley. Comienza a trabajar para la administración en 1790, desempeñando varios cargos: secretario del Foreing Office entre 1801 y 1804, secretario del Home Office entre 1804 y 1809, secretario de guerra y colonias entre noviembre de 1809 y mayo de 1812. Laspra, A.: Las Relaciones…, cit., p. 688. 388 Fullom, S…, Ob. Cit.., p. 112, p. 113, Lord Liverpool a Howard Douglas. 389 Recibió este título tras la victoria en Talavera, en julio de 1809, en unión con el ejército de Extremadura del general Cuesta. Luego de los Arapiles, sería nombrado marqués de Arthur Wellesley en octubre de 1812, y duque en 1814, luego de la derrota de Bonaparte y de su exilio en Elba. 390 Largo Martín, M.A. (2013) Fuenteguinaldo…Ob. cit, p. 60.

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en España en 1812. Ese objetivo implicaba la necesidad estratégica imprescindible de

que su flanco norte (Galicia) permaneciera a salvo de una posible invasión francesa.

Hasta ese momento la región española se mantenía segura, indirectamente, gracias a la

presencia amenazadora de Arthur Wellesley en la frontera portuguesa, al sur de Ciudad

Rodrigo. Pero cuando el británico pasara a la ofensiva, Galicia habría de quedar

asegurada con la única defensa del ejército español, el cual, además, debería apoyarle en

su avance sobre la Meseta391:

“Arthur Wellesley dejó de lado sus reservas al comprobar el talante de sir Howard, y

accedió a explicarle sus objetivos, en vez de darle órdenes sin más. Declaró su

intención de sitiar Ciudad Rodrigo tan pronto como los movimientos del enemigo le

permitieran llevar a cabo esta operación sin interrupciones; pero remarcó que incluso

la caída de esta plaza no liberaría al ejército para otra misión mientras que las

autoridades españolas no pudieran asegurar la defensa de Galicia.

Así, era de la mayor importancia que sir Howard se esforzara en que los españoles

cumplieran su cometido, cosa que solo se podría lograr mediante la reorganización del

debilitado ejército de Galicia, a fin de que pudiera ser utilizado para desviar la

atención francesa sobre el comandante británico”392.

La llegada de Howard Douglas al NO de España. Las intrincadas relaciones

británicas con las Juntas, los mandos militares y las guerrillas españolas.

Douglas llegó a La Coruña, ciudad que habría de ser la base de su comisionado, en la

primera semana de septiembre. Por concesión de Arthur Wellesley, su sobrino, el

capitán Charles Douglas (que servía en el 51º regimiento), le acompañaría como

asistente393. Arthur Wellesley daría a Douglas una carta de presentación ante Javier

Abadía, comandante en jefe del 6º ejército español:

391 Largo Martín, M.A. (2013) Fuenteguinaldo…Ob. cit, pp. 67 y 68. Despachos de Arthur Wellesley a Beresford, 22 de agosto de 1811, y a Javier Abadía, 30 de agosto de 1811, p. 95. 392 Watson Fullom, St. & Douglas, H. (1863) The Life of general Sir Howard..., Ob. cit., pp. 115 – 116. 393 Laspra, A.: Las Relaciones…Ob. cit., doc. 617, p. 658. Así lo comunicaría a William Hamilton (Subsecretario del Foreing Office), el Vicecomisario George White.

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216

“Howard Douglas […] ha sido nombrado por el gobierno británico para residir en Galicia, y

comunicar las cuestiones, para información de su alteza real el príncipe regente, que puedan

ser interesantes para su alteza real saber, y entregar a vuestra excelencia los suministros de

armas, etc., cuando el gobierno británico tenga en su mano enviárselos. Me permito

recomendar a sir Howard Douglas a su atención”394.

Las primeras impresiones que pudo recibir Douglas, de manos de George White, no

fueron buenas. La población se hallaba desmoralizada y la alianza con Gran Bretaña no

despertaba entusiasmo. El comienzo de las revueltas secesionistas en la América

colonial española y la actitud ambigua del gobierno británico, cuando no de

comprensión y colaboración con los rebeldes criollos (dada a la luz de forma virulenta

por la prensa patriota española) llevaba meses causando indignación en la opinión

pública.

La acogida de Douglas por las autoridades gallegas fue educada pero fría. El británico

se dio cuenta de que habría de trabajar mucho para cambiar esos sentimientos. Así lo

transmitió al conde de Liverpool el 13 de septiembre:

“En cuanto a los británicos se les consideraba con mayor hostilidad que nunca […]

escribiendo desde La Coruña, observaba una inquietante tendencia a atribuir todas

nuestras decisiones al egoísmo político”395.

Los británicos temían acabar convertidos en el chivo expiatorio de los males

españoles. Ello podía hacer imposible su permanencia militar en la Península pues sin

los españoles la estrategia británica carecía de cualquier base. Arthur Wellesley,

profundamente conservador, atribuía buena parte de los males que enturbiaban la

alianza hispano británica, a la prensa española:

“Esta desunión se vio incrementada por periódicos pagados por los franceses, que

trabajaban para generar desconfianza hacia Inglaterra, reduciendo su intervención en

España a una política de egoísmo, y presentando como su objetivo la apropiación de

las colonias españolas en América. Tales aseveraciones causaban profunda impresión

394 Largo Martín, M.A. (2013) Fuenteguinaldo…Ob. cit, Despacho de Arthur Wellesley a Javier Abadía, Fuenteguinaldo, 20 de agosto de 1811, p. 57. 395 Esdaile, Ch.: La Guerra de la Independencia…op. cit., p. 336.

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217

en una nación recelosa de los extranjeros. Lord Arthur Wellesley aconsejó a Mr.

Wellesley396 que alquilara uno o dos periódicos para rebatir estos ataques”397.

El comandante en jefe británico había aconsejado a Douglas cómo actuar con la

prensa española:

“Es totalmente necesario manejarse con gran secreto y discreción; cualquier cosa que

considere apropiado publicar deberá de limitarse a una simple presentación de hechos

y fechas, en lenguaje sencillo, con conclusiones resultantes obvias”398.

Sobre estas consideraciones el historiador está obligado a matizar. Es un mayúsculo

error de apreciación el poder pensar que en la España patriota pudieran existir

periódicos pagados por la causa josefina. Los británicos confundían la ilusoria

existencia de publicaciones pro francesas en la España patriota con la realidad de una

prensa española que gozaba de libertad de imprenta (desde noviembre de 1810) merced

a las Cortes reunidas en Cádiz. Libertades que los militares británicos podían asumir en

Gran Bretaña pero que les eran incómodas en la España patriota. Aún así:

“La fe de sir Howard en los españoles no se vio socavada por la penosa situación que

los tenía abatidos; Galicia padecía los horrores de la anarquía y la indisciplina militar.

Las autoridades se encontraban divididas y distraídas, la gente aterrorizada, el ejército

casi desnudo; el enemigo se encontraba con grandes fuerzas en la frontera y con el

camino expedito hacia La Coruña. De esta forma los temores aumentaban de continuo,

dejando a la junta sin ningún tipo de poder; la ciudad se encontraba en el mayor estado

de miseria […]

Lord Arthur Wellesley había advertido a sir Howard que su misión estaría llena de

dificultades. Pero aun así no estaba al tanto de los obstáculos con los que se iba a

encontrar, ni de los diferentes intereses a reconciliar. El desamparo del ejército de

Galicia le había obligado a depredar el mismo territorio que era casi incapaz de

defender; volviéndose así, casi, tan opresivo como el enemigo, y casi tan odiado. Este

desapego hacia las fuerzas regulares había aumentado con la aparición de las

396 Su hermano Henry Wellesley, barón de Cowley, embajador británico en Cádiz. 397 Watson Fullom, St. & Douglas, H. (1863) The Life of general Sir Howard..., Ob. cit., pp.120 – 121. 398 Ibídem, p. 121.

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guerrillas al mantener éstas una resistencia que el ejército parecía haber abandonado.

No había ahora menos desacuerdo entre las autoridades. No había dos generales que

actuaran en común; los comandantes guerrilleros seguían sus propios impulsos, las

juntas locales gallegas no obedecían a su Junta Suprema, y sus medidas no tenían la

confianza del pueblo”399.

Esta situación era el resultado de tres años de guerra, con un enorme costo humano y

económico. La desilusión se había acrecentado tras la brillante campaña que en el

verano de 1811 el comandante interino del 6º ejército, José María de Santocildes, había

llevado a cabo sobre León400. Su posterior sustitución por Javier Abadía401, había

resultado un desastre, ocasionando graves motivos de conflicto entre el mando militar y

las autoridades patriotas que, a duras penas, mantenían la logística del 6º ejército402.

Como veremos, Abadía trastocaría la eficaz línea de trabajo de su estado mayor.

Durante el invierno de 1811 a 1812 el 6º ejército cayó en un caos logístico. Deseoso

Abadía de aumentar la fuerza del ejército puso en pie nuevos batallones, pero para

dotarlos extrajo efectivos de los cuerpos veteranos. Como el completo de los cuerpos no

pudo finalizarse ante la falta de los suficientes reclutas, armas y equipo, el ejército se

encontró en una pésima situación al tener la mayor parte de sus unidades muy débiles de

fuerza y sin capacidad operativa tras marchar dos quintas partes del ejército hacia la

retaguardia en Galicia, en el invierno de 1811403.

Cuando Howard Douglas llega a La Coruña se encuentra en pleno conflicto abierto

entre Abadía y la Junta Superior de Galicia. La segunda se negaba a aportar más

hombres y dinero para un ejército colocado a la defensiva. Las autoridades gallegas

manifestaban, además, un temor creciente a que la aplicación de impuestos

extraordinarios de guerra y nuevas levas, provocaran motines populares. A pesar de

todo, el británico percibió que la voluntad de resistencia seguía siendo alta entre los

patriotas:

399 Ibídem, pp.118 – 119. 400 Sarramon, J. (1965) Operaciones en el Reino de León…Ob. cit., pp. 81 – 144, y Sánchez de Toca, J. M.: Los desastres de la Guerra. Astorga en la Guerra de la Independencia, Astorga, 2009. 401 Archivo General Militar de Segovia (AGMS), sección célebres, caja 1, exp. 1, carpeta 2. (Barcelona 1770 - Málaga 1836). 402 Para un estudio más detallado de las problemáticas relaciones entre las autoridades civiles patriotas y las militares del 6º ejército español: García Fuertes, A.: El sitio de Astorga de 1812. Una ofensiva para la Victoria. De cómo el 6º ejército español posibilitó que Arthur Wellesley venciera en la batalla de los Arapiles, Astorga, CEAMM, 2012. 403 Archivo general del Reino de Galicia (AGRG), La Coruña, sección: Guerra de la Independencia, caja 36-D, II.

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219

“La población era valiente y leal, animada por el más noble espíritu y preparada para

enfrentarse al enemigo si se les procuraba armas y un líder. Este era el estado de las

cosas cuando los barcos británicos descargaron un amplio suministro de armas y

ropas, que se almacenaron en la ciudad; los rumores anunciaron la llegada de un

oficial inglés al cargo de su distribución y la organización de la resistencia. Las

noticias atrajeron a una multitud al alojamiento de sir Howard; los jefes guerrilleros

irrumpieron hasta su puerta; las autoridades civiles vinieron a presentar sus respetos y

se elevó el sentimiento de que todavía había esperanza para Galicia”404.

Una de las primeras actuaciones de Douglas en La Coruña fue dar cumplimiento a

órdenes del gobierno británico para dotar de una estructura permanente a la tumba del

general Moore, sobre la que el marqués de La Romana había erigido un pequeño

monumento en madera tras la liberación de la ciudad, en el verano de 1809. Douglas

reafirma en su biografía que dicho monumento había sido erigido por el general

español, y no por el mariscal Soult, como relataría, años después, el coronel William

Napier405:

“El memorial no fue erigido por Soult, sino por el marqués de La Romana que

regresó a La Coruña a la cabeza del ejército español cuando los franceses avanzaban

en dirección a Portugal. El valiente español vio la tumba sin señalar, y colocó sobre

ella un memorial de madera, pintado imitando la piedra, representando el astil roto de

una columna, elevándose desde un frontispicio, con trofeos de cañones y obuses. Una

vez acabado el monumento se acercó a inaugurarlo acompañado por su estado mayor,

las autoridades locales, y la guarnición, mientras la población se alineaba por el

camino y la solemnidad del momento se elevaba con el quejumbroso duelo de las

bandas de música militares. El marqués descubrió el monumento en presencia de esta

comitiva, y escribió sobre él, de propia mano, la siguiente inscripción con un tizón:

A la gloria del excmo. Señor

Don Juan Moore,

General en jefe del Exércitos británicos,

404 Watson Fullom, St. & Douglas, H. (1863) The Life of general Sir Howard..., Ob. cit., p. 119. 405 Napier, W. (1832 - 1840) History of the war in the Peninsula and in the South of France. From the year 1807 to the year 1814 [London].

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220

Y a la de sus valientes soldados.

La España agradecida.

Batalla de Elviña, enero 16 de 1809.

Douglas enmienda la plana a su compañero de armas Napier, reparando, en parte, la

injusticia vertida en sus memorias de guerra hacia sus aliados españoles: “A España se

le ha reprochado cierta ingratitud hacia Inglaterra, pero la gratitud nunca pareció más

noble que en este acontecimiento”406. El teniente coronel británico llevaría a cabo el

trabajo erigiendo un nuevo monumento en mármol. Se tenía previsto colocar un nuevo

epitafio, pero Douglas decidió que nada podía igualar lo que había sido ya inscrito por

La Romana. El gobierno británico aceptó su consejo, lo cual causó buena impresión en

La Coruña.

Pasando a su misión, Douglas consiguió superar, lentamente, la desconfianza de los

españoles. Tenía a su favor, como ya hemos apuntado, la baza de los suministros de

equipo militar:

“Se llegó a saber qué quería decir lo que sus palabras expresaban, que solo decía la

verdad y que nunca dudaría de lo acordado. La gente vio que persistía en cumplir sus

objetivos a través de cualquier dificultad […] su carácter inspiraba respeto y confianza

- ya debido a su talento y capacidad de trabajo, ya debido a su conducta y celo - su

amabilidad y seductoras maneras, y su aprecio del carácter nacional español,

disiparon los orgullosos ánimos de las gentes con las que se encontró. En pocas

semanas se ganó su autoridad, y su influencia se extendió, de tal manera, que pronto

comenzarían a llegar mensajeros desde los Pirineos solicitando ayuda”407.

Desde La Coruña, el Comisionado militar Douglas tuvo que desarrollar una actividad

frenética, intercalando su trabajo de apoyo logístico con los deberes sociales y la

política local con las autoridades coruñesas. En palabras a su esposa en Inglaterra:

“He estado continuamente agobiado con honores y atenciones […] Ayer, durante un

magnifico divertimento ofrecido en mi honor, un amigo, que a menudo me ha oído

hablar de ti y de los niños, pidió silencio a la concurrencia; y se bebió a tu salud a la

406 Watson Fullom, St. & Douglas, H. (1863) The Life of general Sir Howard..., Ob. cit., pp. 98 – 99. 407 Ibídem, p. 121.

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221

manera inglesa, y se honró el brindis con una salva de fuegos artificiales y una música

excelente. Imagínate cómo me sentí […] Ofrecí un baile para las familias más notables,

y te aseguro que estuvo muy bien. Danzaron hasta las cinco de la mañana, y por

supuesto me vi obligado a presenciar hasta el último baile. Eran vals y danzas de la

tierra, muy vistosas, pero que espero no volver a ver nunca. Charles comienza a bailar

un poco el vals. Yo no soy muy bueno, y piso a las damas”408.

Douglas tenía que mantener correspondencia diaria con sus superiores (Arthur

Wellesley409 y lord Liverpool), además de con la Junta de Galicia, con los generales

Castaños, Abadía y Mendizábal, y con el portugués Silveira (conde de Amarante), amén

de con los numerosos comandantes de guerrilla y jefes de las alarmas que

continuamente le requerían. De toda esta correspondencia Douglas, debía, igualmente,

remitir copias e informes a Londres y a Arthur Wellesley.

Junto a ello el teniente coronel debía de llevar al día un detallado inventario de los

suministros entregados, así como el sostenimiento de un pequeño servicio de

información410. En palabras de su biógrafo:

“Transmitía informes a lord Arthur Wellesley, suministrándole datos de todo el

territorio; aunque no vemos el trabajo que ello implicaba, sino los resultados. Es cierto

que contaba con la ayuda de un secretario, pero gran parte del trabajo era de tal

naturaleza que solo lo podía efectuar por él mismo; nos damos cuenta de la poca ayuda

que recibió cuando nos encontramos con despachos de su puño y letra en sus

cuadernos de cartas”411.

En estos Informes Douglas comunicaría de manera regular, información reservada

sobre los ingresos fiscales de las juntas, la producción de víveres, los gastos financieros,

la situación y actuaciones del 6º y 7º Ejércitos españoles en el norte de España, etc.

408 Watson Fullom, St. & Douglas, H. (1863) The Life of general Sir Howard..., Ob. cit., pp. 139 – 140. 409 Le remitía también prensa británica, y española del norte peninsular. Largo Martín, M.A. (2013) Fuenteguinaldo…Ob. cit, p. 271. 410 Los espías reclutados por Longa, cuyos informes se remitían a Douglas en La Coruña, cobraban a razón de 8 reales diarios según los días que dedicaban a labores de espionaje. Pardo de Santayana, Francisco de Longa...Ob. cit., p. 101. 411 Watson Fullom, St. & Douglas, H. (1863) The Life of general Sir Howard..., Ob. cit., p. 142.

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A los pocos meses de iniciar su misión en el norte de España, Douglas tendría la

satisfacción de ver reconocido su trabajo, al recibir la felicitación del secretario privado

del rey Jorge III, lordBloomfield, por los progresos logrados:

“Parece que está acometiendo los objetivos de su misión con gran destreza y éxito, y

tengo gran satisfacción en asegurarle que el príncipe habla de usted con gran respeto.

Sin duda su tarea está llena de dificultades, pero no conozco a otra persona capaz de

superarlas”412.

La situación operativa del 6º ejército a ojos del mando militar británico.

En aquellas primeras semanas, tras remitir un convoy al Bierzo con uniformes y

equipo para el 6º ejército, Douglas realizó otro envío a las partidas guerrilleras (de

Longa y de Mina) de 300 carabinas y 1.200 mosquetes.

Tras ello, partió hacia el Bierzo en la primera semana de diciembre. Su intención era

presentarse ante el general Abadía en su cuartel general de Ponferrada. Durante su

marcha se alegró de comprobar que (al reconocer quien era y a quien representaba) era

bien recibido:

“Los viajeros que encontró por el camino levantaban los sombreros a su paso, los

encargados de las postas rehusaban el pago por sus caballos”413.

A su llegada a Ponferrada, el 9 de diciembre, el general Abadía, con todo su estado

mayor, le aguardaba para la recepción de rigor que, en propias palabras de Douglas,

sería muy cordial. A la mañana siguiente, el británico presenció una revista general a las

unidades de la división de vanguardia y la 2ª división del 6º ejército (acantonadas en

Ponferrada y Cacabelos):

“El comandante general del ejército don Javier Abadía ha pasado ayer revista […]

los cuerpos han hecho el manejo del arma y evolucionado en presencia de dicho

superior jefe, que ha quedado muy satisfecho de los progresos que ha manifestado la

412 Watson Fullom, St. & Douglas, H. (1863) The Life of general Sir Howard..., Ob. cit., p. 143. 413 Ibídem, p. 122.

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oficialidad y la tropa. Le acompañaron a este acto el brigadier general al servicio de S.

M. B. el sr. Howard Douglas, y el jefe del estado mayor con algunos oficiales de este

cuerpo”414.

Sin embargo, la impresión que recibió el británico sería muy distinta:

“A la mañana siguiente pasó revista al ejército, y lo encontró en peores condiciones

de las esperadas, la mitad de los soldados carecían de pantalones y no tenían más que

capotes; los uniformes de los demás ofrecían un estado lamentable. Los hombres eran

robustos y de buena presencia, pero mostraban las huellas de las privaciones sufridas y

estaban mal instruidos y equipados; ciertos cuerpos de infantería maniobraban bien

aisladamente, pero era preferible no hacerles formar en línea. Un batallón del

regimiento de Toledo rompió la formación al tratar de realizar una variación. La

caballería estaba al mismo nivel que la infantería, al moverse dejaban grandes huecos

entre los escuadrones y no estaban bien instruidos en el manejo del sable; sus caballos,

como los de la artillería, parecían verdaderos rocinantes415.

Douglas comprobó, además, que los efectivos oficiales de muchos cuerpos (a partir de

los que se les asignaban suministros) no se correspondían con los hombres realmente

presentes:

“[…] supo que casi la mitad del ejército se empleaba como cocineros y asistentes por

los oficiales. Se sintió obligado a urgir al general Abadía a que corrigiera este abuso y

que incrementara la calidad de las tropas ejercitándolas”416

La afirmación de Douglas no era cierta. Efectivamente faltaban hombres en las

unidades, pero no era debido a la causa escandalosa apuntada por Douglas (aunque si

fuera cierta la existencia de demasiados asistentes), sino que se debía, más bien, a la

reciente reorganización del 6º ejército por Abadía. Su intención de aumentar los

efectivos del ejército le había obligado a sacar muchos soldados veteranos (“cuadros”)

414 Gaceta de la Regencia, nº 8, sábado 18 de enero de 1812, p. 64. 415 Watson Fullom, St. & Douglas, H. (1863) The Life of general Sir Howard..., Ob. cit., pp. 122 – 123. 416 Ibídem, p. 123.

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con sus mandos de los regimientos de primera línea para enviarlos a la retaguardia

gallega.

En diciembre de 1811, de sus 33.605 hombres teóricos, el 6º ejército tenía 4.306

enfermos; otros 2.679 estaban comisionados en labores de suministros, instrucción, con

licencia temporal o estaban arrestados; otros 1.437 eran asistentes y 1.152 eran

rancheros y cuarteleros. Por todo ello, restando los 10 batallones (con 3.966 hombres)

en diversas guarniciones en Galicia, quedaban como fuerza disponible de combate

24.031 hombres (de ellos 743 jinetes), distribuidos en 34 batallones, 2 escuadrones, 2

baterías y 1 Compañía de zapadores417. Por lo tanto, y corrigiendo a Douglas, el

porcentaje de asistentes y rancheros se reducía al 7,8% de los efectivos en la división de

vanguardia, y al 7,2% en la 2ª división418.

La egoísta negativa de la Junta de Galicia para afrontar un aumento de los costes de

mantenimiento del ejército y su temor a arrostrar el gran descontento social que podría

provocar una nueva y considerable leva de hombres, dejaría en nada el proyecto de

Abadía. La desesperación de Abadía aumentaría al comprobar que el fracaso de su

quimérico plan de reorganización del 6º ejército dejaba a sus divisiones desorganizadas,

obligándole a poner al 6º ejército a la defensiva, retrasando hacia Galicia sus líneas de

combate en León y Asturias.

Esta reorganización se había hecho por Abadía en contra de la opinión de su estado

mayor y del muy influyente jefe del mismo, el brigadier Juan José Moscoso y

Sequeira419, (padre organizativo de este ejército desde su creación en la primavera de

1808) enfrentado a su superior.

Por otra parte, las deficiencias en la instrucción de combate en orden cerrado se debía

al gran porcentaje de nuevos reclutas que, periódicamente, recibían las unidades para

cubrir el enorme desgate de bajas por enfermedad, combate y deserciones420.

Douglas pediría revisar los manuales de instrucción. Para contentar al británico Abadía

accedería, provocando un sonoro descontento entre sus mandos:

417 Estos 24.000 hombres se organizaban, a su vez, en cinco divisiones: vanguardia, reserva y tres divisiones de campaña. 418 Archivo Histórico Nacional (AHN), Madrid, Diversos-Colecciones, legajo 151, Nº 2, Estados generales de Fuerza, 6º ejército, estado mayor general, 30 de noviembre de 1811. 419 AGMS, 1ª sección, legajo M-652. Sus Informes al secretario de la guerra en Cádiz, causarían, en buena medida, la fulminante destitución de Abadía en la primavera de 1812. Pero el mal ya estaba hecho, el 6º ejército padeció enormes problemas logísticos que mermaron su capacidad de combate durante todo el año de 1812. 420 A nivel de tropa, documentación del estado mayor del ejército español en el noroeste de España, nos muestra que la mayoría de los regimientos en campaña tenían que cubrir anualmente sus bajas en porcentajes, aproximados, superiores al 30 %.

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225

“Sus sugerencias no fueron tomadas de buen grado por los oficiales del ejército, y la

buena disposición que su persona había suscitado se esfumó […] Mostraron su

resentimiento a la primera oportunidad, que se elevó sobre una orden del general

Abadía de enviar el libro del reglamento al comisionado inglés para su revisión y

puesta al día, según la costumbre de los ejércitos regulares. El jefe del estado mayor

anunció que elevaría una queja si no se revocaba esta orden. Así estaban las relaciones

de los oficiales con su comandante […] Howard se dio cuenta que lo sucedido era fruto

de la irritación de un ejército derrotado y por lo tanto suspicaz a cualquier injerencia,

y no se lo tomó como una ofensa […] consideró que era una situación para mostrar

buena voluntad”421.

Douglas retiró su petición y comenzó a visitar las unidades, tratando de aumentar los

pertrechos vitales para el ejército: “Los sentimientos encontrados contra él fueron

amainando gradualmente, ya que todos reconocieron su celo y diligencia, su interés por

los soldados, la atención a los enfermos, y su constante cortesía y buenos maneras”422.

A través de sucesivas entrevistas, el británico se hizo cargo de que Abadía no

mostraba disposición alguna a utilizar las fuerzas bajo su mando en operaciones

ofensivas en apoyo de Arthur Wellesley. Es más, Douglas y, lo que es peor, el propio

Abadía (como comprobaría en las semanas siguientes el británico) dudaban de que el 6º

ejército pudiera defender Galicia de una nueva invasión francesa.

La actuación británica en el apoyo a las guerrillas del norte de España

Ante la debilidad del 6º ejército y la renuencia de Abadía a realizar planes ofensivos

en apoyo a la estrategia de Wellesley el comisionado británico trazaría planes

alternativos para asegurar la defensa del flanco norte de Arthur Wellesley (mientras se

intentaba mejorar la operatividad del 6º ejército). Estos planes consistían en reforzar la

capacidad militar de las guerrillas que actuaban a caballo de la cordillera cantábrica y en

poner en estado operativo las milicias populares gallegas, las “alarmas”, que tan buen

resultado habían cosechado en 1809 (ellas habían sido, en conjunción con el ejército

421 Watson Fullom, St. & Douglas, H. (1863) The Life of general Sir Howard..., Ob. cit., p. 123. 422 Ibídem, p. 124.

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regular, el protagonista esencial en la derrota y expulsión de Galicia de los mariscales

Ney y Soult).

Respecto a los guerrilleros, el británico informaría a su gobierno positivamente sobre

los cuerpos francos de Longa, Mina, Porlier y Merino.

En este punto, el biógrafo de Douglas, Stephen Fullom, le atribuye en su obra un

protagonismo especial en la entrega de armas y municiones a las partidas guerrilleras.

Lo cierto es que el gobierno británico conocía ya las actuaciones de estos combatientes

irregulares desde hacía meses, y había dado orden de que los antecesores de Douglas en

La Coruña, les apoyaran con suministros. Así, el general de brigada, George Walker

había hecho su primer contacto con los emisarios de Longa el 21 de diciembre de 1810.

El mismo había sido posible con la intermediación del mando militar español y de un

comerciante santanderino, refugiado en La Coruña, que pasaría a convertirse en el

agente de enlace de las fuerzas guerrilleras del 7º ejército con el gobierno británico,

Francisco Sayús423.

Rápidamente Walker ofrecería el apoyo del gobierno británico a “Los bravos y

esforzados patriotas de las provincias del norte” con la entrega de armas y municiones

que habrían de ser enviadas por mar, pero no antes de abril, cuando el tiempo invernal

amainara en la peligrosa costa cantábrica. A cambio Walker solicitaba toda la

información posible sobre las fuerzas imperiales en España424. La primera entrega de

equipo se retrasaría hasta junio de 1811425. Rápidamente se organizarían otros envíos a

los cuerpos de Porlier, Mina y Campillo426.

423 Su padre, Bernard Sayons, había sido un comerciante francés afincado en Santander ya en 1752, naturalizado como Bernardo Sayones y casado con una santanderina de la acomodada familia de las Pedruecas (agradezco estos datos a Miguel Angel Sánchez Gómez de la UC). Su hijo, Francisco Sayús fue fabricante de harinas, armador y comerciante con América antes de la Guerra. Sería recompensado por el gobierno británico con el regalo de dos pistolas de duelo de lujo grabadas y dedicadas por el príncipe regente. El gobierno español le concedería la cruz de honor patriótico y le haría comisario de guerra honorario en 1816. Nunca se recuperaría de los grandes gastos invertidos de su bolsillo en su comisión al servicio de España, sin serle reembolsados por el estado. Tras abrir una fábrica de sombreros en Santander moriría arruinado en 1821. Maruri Villanueva, R.: La Burguesía Mercantil Santanderina, 1700 – 1850, Santander, 1990, y Atanasio Jaramillo, G.: Guía de la Real Hacienda de España, Madrid, 1815. 424 Pardo de Santayana, Francisco de Longa...Ob. cit., p. 170 – 171, 193, 206 y 207. Longa contestaría a Walker el 24 de febrero agradeciendo la oferta de ayuda y asegurando que podría encuadrar a otros 2.000 hombres si le suministraban armas y municiones. Coincidía con el británico que la mejor forma de enviar las armas sería por mar a partir de abril y le remitía información de los movimientos franceses desde enero a través de la frontera en Irún. El 27 de abril Longa solicitaría a Walker el suministro de 500 fusiles, 700 cartucheras, 2.000 piedras, 100 sables y 30.000 cartuchos. Los mismos serían traídos desde La Coruña por una partida de arrieros enviada por Longa. 425 El 9 de mayo de 1811 el departamento de guerra británico había ordenado el primer envío de un buque con armas y municiones para los guerrilleros del norte de España. Según el, por entonces, secretario de guerra y colonias, Lord Liverpool, dicha entrega habría de servir para concertar otras posteriores más amplias: “Me manda Lord Liverpool que le ordene informar a los lores comisarios del almirantazgo que se considera muy importante, en el momento presente, enviar un buque de guerra a la costa norte de España para establecer contacto con los jefes de guerrillas de esa parte del reino, a fin de conocer por los mismos el estado real de las cosas, entregarle una partida de armas y municiones, y consultar con ellos las medidas que de común acuerdo deban disponerse para garantizar la entrega de un segundo y más amplio suministro[…] Dicho navío debe dirigirse en primera instancia a La Coruña, desde donde

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227

Gracias a todo este trabajo previo (del que Walker informaría detalladamente a su

sustituto) sería el que Douglas pudo remitir a Francisco Longa, ya el 9 de septiembre,

una carta detallada presentándose y asegurándole la continuación en el envío de

suministros. El teniente coronel británico, a cambio, solicitó del comandante guerrillero

varias cosas: que ampliara su red de información al otro lado de la frontera francesa427 y

que le enviara toda la correspondencia original interceptada a los correos enemigos,

pues el mismo se ocuparía en La Coruña de su traducción. Por último, Douglas se

descolgó con una petición privada a Longa, ante la escasez de caballos en Galicia, el

británico solicitó al comandante guerrillero que le enviara dos monturas428.

Longa le respondería el 26 de septiembre por medio de uno de sus oficiales, León

Robledo, enviándole un excelente caballo. Respecto a la correspondencia interceptada,

Longa enviaría razón de toda ella al británico, pero sin dejar de remitir los originales a

sus superiores, los generales Abadía y Mendizábal. Junto con la montura, el alavés

entregó a Douglas dos cartas dirigidas al mismo Arthur Wellesley, presentándose como

comandante guerrillero y solicitando su apoyo en la remisión de suministros. Este

respondería a Longa el 30 de octubre desde Fresnedas animándole a perseverar en la

lucha común: “Me consta se halla usted en comunicación con el general Abadía y el

coronel sir Howard Douglas, éste último auxiliará a usted en cuanto necesitare”429.

Que la fuerza y organización militar de estas partidas guerrilleras eran un hecho ya

había sido constatado por el gobierno español en Cádiz, de tal manera que, además de

proporcionarlas numerosos cuadros regulares de oficiales y “suboficiales” para mejorar

su adiestramiento, por real orden del 20 de febrero de 1811, se había decidido agrupar

orgánicamente todas aquellas grandes partidas en divisiones ligeras de infantería que

habrían de formar un nuevo ejército español, el 7º, al mando del general Guipuzcoano

se despacharían por el interior algunas personas de confianza para comunicar a los jefes de guerrillas el punto exacto de la costa donde se juzgue aconsejable citarlos y desembarcar las existencias; ese punto sería probablemente cerca de Santoña...”. En: Laspra Rodríguez, A.: Las Relaciones…, Ob. cit.., doc. 610, p. 651. El barco enviado sería la fragata Iris al mando del capitán Christian. Tras llegar a La Coruña partiría de la misma el 6 de junio de 1811; el encargado de realizar la entrega sería el capitán James Johnson, ayudante de campo de Walker. Entregaría armas a Gaspar de Jáuregui en Motrico el 10 de julio, a Mina en el mismo puerto el 7 de agosto y a Longa en Llanes la semana siguiente. Otra fragata, la Surveillante, al mando del capitán George Collier, entregaría armas a Porlier en Llanes el 12 de agosto. Para ser reconocidas las fragatas llevarían una bandera española en lo alto de cada palo y desde tierra los guerrilleros haría fuegos en forma de triángulo desde zonas elevadas. Pardo de Santayana, Francisco de Longa...Ob. cit., pp. 215-218, y 228. 426 James Johnston, pondría en manos de Mina, ese verano de 1811: 500 sables, 500 pares de pistolas con 100.000 balas y 2.000 mosquetes con sus bayonetas y 200.000 balas. Chartrand, R.: Spanish guerrillas in the Peninsular War, 1808 – 1814, Oxford, 2004, p. 29. En uno de sus informes Johnston concluía que las primeras necesidades de los cuerpos francos, de momento, eran municiones, calzado y ropa. El suministro de muchas armas sería más bien un estorbo, y hasta peligroso al tener que ser almacenadas y ocultadas. 427 A tal fin y para demostrarlo Douglas pidió a Longa que le enviara regularmente gacetas de Bayona. 428 Pardo de Santayana, Francisco de Longa...Ob. cit., p. 252. 429 Ibídem, p. 252

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Gabriel de Mendizábal e Iraeta, enviado desde Extremadura a tal fin. Este “ejército

fantasma” guerrillero, de apenas 12.000 hombres en sus comienzos, se convertiría en

una pesadilla para las fuerzas imperiales del norte de España430.

Douglas reforzaría los envíos de armas y municiones a estos jefes de partida que

responderían estableciendo con él una correspondencia regular: informes periódicos

sobre sus acciones de guerra de las que el británico exigía estar informado431:

“Sir Howard hizo saber de la valentía de estos dos jefes (Longa y Mina) a lord

Liverpool, solicitándole para ellos cierto reconocimiento; y en su momento recibieron

un suministro de armas en nombre del gobierno británico. El cumplido satisfizo su

orgullo e hizo cundir el ejemplo entre el resto”432.

Sin embargo, estas actividades de Douglas en apoyo a las guerrillas, y a las alarmas

gallegas, crearían fricciones con Abadía y los mandos del 6º ejército.

Douglas recibió también confirmación de Lord Liverpool de que el Gobierno británico

se comprometía a suministrar para el año de 1812 armas, uniformes y equipo para

100.000 españoles. Parte de dichos equipos serían destinados a Galicia.

En el tema de los suministros de armas a los cuerpos del 7º Ejército, Douglas,

haciéndose eco de los numerosos testimonios de los Comandantes de Guerrilla sobre la

necesidad de contar con artillería de montaña, decidió solicitar tales armas a Londres:

“Sugirió la fabricación de pequeños cañones (trasportables a lomos de mulas) para el

uso por los guerrilleros en el desalojo de los enemigos de los puestos fortificados,

donde solían refugiarse cuando les atacaban. Estas piezas ligeras resultaron muy útiles

en posteriores operaciones”433

430 García Fuertes, A.: Los Granaderos de Castilla y el 7º ejército español. Génesis y Victoria de una nación en Armas, Madrid, Foro para el Estudio de la Historia Militar de España (FEHME), 2009. La “división Navarra” fue la primera gran partida guerrillera en ser reconocida como una unidad regular del ejército español por real decreto de 5 de Junio de 1811. Ello se logró gracias a la victoria conseguida por Mina en el puerto de Arlabán (en la frontera entre Alava y Guipúzcoa) el 25 de mayo de 1811. Una columna de un millar de prisioneros españoles y británicos escoltados por 1.650 soldados franceses del mariscal Massena fue derrotada, en toda regla, por las tropas de Mina que necesitaron hacer una marcha forzada de 84 km en dos días para concentrarse. Trescientos muertos y ochocientos prisioneros imperiales, junto con la liberación de otros tantos soldados españoles cautivos, y cuatro millones de reales de botín, fueron el fruto de la victoria. Este primer gran éxito de una fuerza guerrillera llevó la fama de Mina a toda España. El Consejo de Regencia hubo de cambiar de opinión sobre los guerrilleros de Mina; de ser considerada una banda armada casi de bandoleros, la división ”Navarra” fue reconocida como una unidad regular del ejército español. Espoz y Mina, F.: Memorias. Madrid, Biblioteca de Autores españoles, vols. 146 y 147, 1962, vol. I, p. 51. 431 Estos Informes, se conservan hoy en los Archivos británicos, siendo la profesora Alicia Laspra los que los lleva años dándolos a la luz. 432 Watson Fullom, St. & Douglas, H. (1863) The Life of general Sir Howard..., Ob. cit., p. 129. 433 Ibídem, p. 144.

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En este asunto hay que puntualizar que la división “Iberia” de Longa ya había recibido

del mando español, en diciembre de 1811, tres piezas ligeras de artillería con su

munición y una remesa de granadas de mano. El envío se hizo a lomos de mulos por el

Teniente José Antonio Mayoral, del Estado mayor del 7º Ejército.

Por su parte, Douglas intrigaría, también, en la sombra, tratando de retrasar la

adscripción de los cuerpos francos al nuevo 7º Ejército, en la creencia que ello restaría

eficacia de combate a las antiguas partidas guerrilleras:

“En el pasado, los Generales españoles se han esforzado para someter bajo su mando a

las partidas de guerrilleros, aunque fuera oficiosamente, situándolos bajo la autoridad

del Gobierno Supremo, tratando, al mismo tiempo, de hacerse con las armas y

suministros bajo mi control. Rechacé este último punto. Con respecto al primero me he

mostrado contrario, particularmente y en secreto, accediendo al deseo de Mina”434

434 Howard Douglas al coronel Torrens. Villagarcía 22 de Marzo de 1812. PRO WO 1/262. En: Oman, Ch. (1999) A History of the Peninsular War [London], Volume IX, Modern Studies of the War in Spain and Portugal, 1808-1814 [London], Appendix 4, Documents on the Guerrilla Movement, Collected by René Chartrand, Doc. Nº 7, pp. 414 – 415.

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X EL 6º EJÉRCITO 1811-1812. LOS GENERALES Y LAS JUNTAS SUPERIORES

DE LEÓN Y GALICIA

“Si el valiente 6º Ejército, hijo de ese leal Reino cede de su espíritu guerrero por falta de alimento y vestuario es inevitable la total ruina de la Península por ser la única formidable

barrera capaz de oponerse a los ansiosos pasos de Napoleón”

(El marqués de Portago a la Junta de Galicia, Villafranca del Bierzo, 12 de noviembre de 1811)

El 16 de diciembre de 1810, el Consejo de Regencia había promulgado un famoso

decreto en el que reorganizaba las fuerzas regulares españolas en seis pequeños

ejércitos435, tratando de constituir otro con parte de las fuerzas guerrilleras del norte de

España.

Las fuerzas regulares españolas desplegadas en León, norte de Zamora, Asturias y

Galicia: “[…] todo el país situado desde la orilla derecha del Duero hasta el océano,

que está gobernado por las tres Juntas Superiores de los Reynos de Galicia, de León y

del Principado de Asturias” serían reagrupadas en un nuevo Ejército, el 6º. Como ya

hemos apuntado, la base del mismo sería la 4ª división del ejército de la izquierda que

dejara el marqués de La Romana en León, en el verano de 1809, cuando tras expulsar a

Ney de Galicia, se lo llevara hacia Extremadura.

El 6º ejército nunca tendría ni la fuerza ni los medios suficientes para poder convertirse

en una verdadera amenaza para las fuerzas imperiales que dominaban la Meseta norte,

al menos hasta el verano de 1811. Su exitosa campaña de aquel verano sobre las riberas

del Orbigo (que culminaría con una breve liberación de Astorga y la victoria en los altos

de Cogorderos) hizo cundir el temor en el estado mayor imperial de España. El 6º

Ejército empezó a ser temido por los franceses.

Sin embargo, el nuevo general, Javier Abadía, con buenas intenciones pero mucha

torpeza, desorganizaría de tal manera al 6º Ejército, en el invierno de 1811 al 1812,

enfrentándose además a la poderosa Junta de Galicia que se negaba a recabar más

recursos extraordinarios para su sostenimiento.

Ya hemos apuntado que Javier Abadía demostraría sus nulas capacidades

organizativas al trastocar la línea de trabajo de su estado mayor dirigido por el brigadier

435 Cada uno de ellos ni de lejos alcanzaba el tamaño y potencia de un Cuerpo de Ejército Imperial.

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Juan José Moscoso que no pudo hacer nada para impedirlo. Durante el invierno de 1811

a 1812 el 6º Ejército cayó en un apreciable caos logístico. Deseoso Abadía de aumentar

la fuerza del Ejército puso en pie nuevos cuerpos pero para dotarlos extrajo efectivos de

los cuerpos veteranos que ya se habían formado durante el año anterior; como el

completo de los cuerpos no pudo finalizarse ante la falta de armas y equipo, el ejército

se encontró en una muy mala situación al tener la mayor parte de sus regimientos y

batallones de infantería muy débiles de fuerza y sin capacidad operativa.

Además, en virtud de sus facultades de capitán general, Abadía reorganizó, sin

consultar ni consensuar su decisión con la Junta Superior de Galicia, toda la división

administrativa, civil y militar, del reino en unas alocadas disposiciones que mostraban

su total desconocimiento del estado de la región y de los recursos humanos y materiales

disponibles436. En primer lugar superpuso a las siete provincias gallegas (Santiago, La

Coruña, Betanzos, Lugo, Mondoñedo, Orense y Tuy437) otros tantos distritos militares,

cada uno al cargo de un comandante general militar de la Provincia. En cada distrito

habría una fuerza militar denominada División de Reserva Interior (creada con cuadros

de mando de las tropas, retirados del frente y nuevos alistados).

La Junta Superior de Galicia no pudo ocultar su enojo contra Abadía con estas

disposiciones por las que suplantaba la autoridad civil e intentaba duplicar el tamaño del

6º ejército, empezando por su maquinaria burocrática y logística. El enfadó se

incrementó, poco después, cuando el capitán general cumplió sin vacilar una polémica

orden del Consejo de Regencia por la que separó varios batallones del Ejército en

noviembre de 1811 a fin de enviarlos a las colonias americanas que habían iniciado su

guerra de emancipación de España. El debilitamiento de unas tropas, tan costosamente

reunidas y equipadas, que defendían León, Asturias y Galicia, era más de lo que la Junta

gallega podía soportar en silencio. El 29 de enero de 1812, la Junta de Galicia reconvino

las actuaciones del general Abadía ante las Cortes y el Consejo de Regencia en Cádiz:

“Serenísimo Señor.

Esta Junta Superior […] se ve precisada con mucho sentimiento suyo a representar el

ningún apoyo que promete el 6º Exército a la lucha en la que la Nación se ve

436 Boletín del 6º ejército…Ob. cit. N18, pp. 73 – 76. 437 Abadía nombró por comandantes de estos siete distritos al brigadier Esteban Porlier en Mondoñedo, al coronel Francisco Canredondo en Lugo, al brigadier José Trelles en Orense, al brigadier Remigio O´Hara en Tuy, al coronel Manuel Mascareñas en Santiago y al mariscal de campo Francisco Taboada y Gil en La Coruña y Betanzos. Ibídem, nº 18, p. 71

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232

empeñada; no por falta de sacrificios de la Provincia que los sostiene, no por falta de

condescendencias de esta Corporación, no por falta de concurrencia a todos los planes

del Comandante General, sino por una desorganización increíble y por un estado de

nulidad, desde que, por desgracia de Galicia, tomó el mando del Exército el Mariscal

de Campo don Francisco Xavier Abadía.

¿Dónde está, dicen todos, la fuerza armada que había reunido y conservado con

Gloria José María de Santocildes? ¿Qué acciones, que movimientos se han notado en

el Exército, que puedan ceder en honor de las Armas de la Nación, y aumento y

conservación de su seguridad? El General Abadía dirá que las privaciones del Soldado

le han obligado a la inacción; pero miles y miles de quintales de arroz, de galleta, de

trigo, de carnes, de cebada, bacalao y otros artículos, cargamentos enteros de buques

extranjero, miles de capotes construidos en el Reyno... diferentes efectos entregados por

los aliados, miles de zapatos, uniformes, monturas, mochilas, morriones y todo cuanto

constituye un gran surtido de campaña prueban hasta la evidencia que la Junta

Superior de Galicia y la Gran Bretaña han dado al Comandante General cuantos

auxilios son imaginables [...]

Los movimientos siempre retrógrados a lo interior de Galicia, establecimientos de

Plazas y Estados Mayores en todas las ciudades, villas y pueblos, la diseminación de

todos los cuerpos, el continuo tránsito de tropas que van, vienen y tornan a ir a unos

mismos puntos... la multitud de Comisiones y Comisionados que cruzan por todas

partes sin conocimiento de las oficinas de Exército, la falta de disciplina de este, la

venta impune de las ventas que se dan al soldado, son cargos a que difícilmente podrá

responder el general Abadía [...]

La Junta no hablará ya de los trastornos que el General Abadía hizo en el Exército,

mudando los soldados y Oficiales de unos Cuerpos a otros, introduciendo en la parte

administrativa y económica un entorpecimiento fatal a la Real Hacienda, sin cuya

intervención se han hecho pagos arbitrarios y casuales por el mismo General, que

jamás da conocimiento a las oficinas de Cuenta y Razón de la fuerza de los Cuerpos

que hoy son batallones, mañana cuadros, pasado regimientos y otro día se reforman:

siendo ya imposible ajustar los Cuerpos cuya misma existencia se ignora [...]

A fuerza de sacrificios y convencida la Junta de que convenía socorrer a la América,

se habilitó en noviembre la expedición para esta parte. Ahora dice el General que tiene

órdenes del Supremo Gobierno para aprestar otra mucho más considerable, y para

realizarlo exige los caballos y monturas de los Cuerpos de Caballería que se están

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233

organizando en Santiago, de suerte que en un país donde se han apurado las tallas de

seis quartas y media, se intenta cometer un suicidio político destruyendo las triste

reliquias de un Arma por cuya falta dixo el verano pasado el mismo Comandante

General que no podía maniobrar el Exército.

Esta disposición y considerar los resultados que son consiguientes a salir del Reyno

las tropas más escogidas, mas bien equipadas y dispuestas de propósito ha llamado

toda la atención de sir Howard Douglas, Coronel de S.M.B., Comisionado en este

Reyno, en virtud de cuyas instancias y de la opinión pública manifestada bien

claramente contra esta providencia del Comandante General, la Junta se opondrá en lo

posible a lo determinado por el mismo sobre este asunto, mientras no la instruya de una

orden terminante de Vuestra Alteza“438

Sólo respecto a la cantidad de suministros enviada al ejército se puede dudar en algo

de la sinceridad de la Junta Superior de Galicia; sea por las razones que fuesen (caos

organizativo, falta de trasportes, corrupción, etc.) lo cierto es que Abadía tuvo, durante

ese invierno de 1811 a 1812, que retirar del frente del Bierzo varios cuerpos ante la

imposibilidad de poder alimentarlos. Igualmente y de esta extrema necesidad venía la

explicación de que algunos soldados y oficiales, con retrasos de meses en sus pagas,

tuvieran que vender prendas de su equipo para poder conseguir alimentarse o atender

otras necesidades perentorias como el sostén de sus familias.

Igualmente el brigadier Moscoso clamó por la situación a la que se había reducido al

6º Ejército. En carta del 20 de octubre al destituido general Mahy refería lo siguiente:

“Mi querido general y amigo, ¡con que placer he recibido el lienzo en que venían

escritas sus noticias por donde sabemos con certeza su existencia con felicidad en su

Ejército439 y su buena salud que es todo lo más que en estos tiempos se puede desear y

esperar!

Ya habrá Vm. sabido nuestras operaciones y mas acciones sobre el llano y por fin

nuestra bien ordenada retirada desconcertando el Plan de los enemigos y causándoles

alguna pérdida.

438 Publicado en la Voz de Galicia, 5 de mayo de 1908. Tomado de Martínez Salazar, A. (19953) De la Guerra de la Independencia…Ob. cit., pp. 86 – 89. 439 Había sido traslado al sureste de España como nuevo Comandante en Jefe del 3º Ejército español de Operaciones.

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234

Nuestro Ejército progresaba y se organizaba insensiblemente, pero la fatalidad que

nos persigue nos ha traído un hombre que introduciéndose con capa de la mayor unión

al parecer de Santocildes, luego que hubo extendido algún tanto esta idea, empezó a

rajar para arriba y para abajo, y al pobre Ejército lo hizo trozos, de modo que en pocos

días nadie le conocía, ni quería creer que era el mismo que había pisado con seguridad

los llanos.

Empezó a enviar cuadros de Regimientos a lo interior, mudó oficiales, quitó gente de

unos Cuerpos, lo alteró todo y dejó la división de campaña sin oficiales, cabos ni

sargentos [...] con la errada idea de que teniendo muchos batallones se tiene mucha

fuerza. Hizo una gran promoción (y por nuestra elección se han hecho muchos jefes

buenos).

Empezó a mudar tropas sin ton ni son, ni conocimiento del País, y lo hizo todo una

ensalada que no se acaba de revolver porque a los pocos días, dejándolo todo revuelto

se fue a lo interior (de Galicia) para arreglar lo demás. Por fin de fiesta, determinó

entregar el mando al marqués de Portago, y dejarme a mi comprometido así [...] Le

hice presente hasta de oficio, los males que se originarán, pero no me ha hecho caso

[...] Hemos hecho con Santocildes una Campaña la más bonita y útil, y si él hubiera

continuado en el mando (pero no interino, porque así hemos malogrado muchas cosas y

hemos dejado de batir por esto, completamente, a los enemigos) hubiéramos, tal vez,

hecho cosas más lucidas y el Exército crecería en constitución y solidez [...]

Con harto sentimiento mío veo que tal vez no quedaré en este Exército, que he llegado

a creer algunas veces que se tiraba a deshacer; así puede Vm. Figurarse como me

habré tirado de los pelos, de modo que pronto no deberé tener ni uno solo; y por fiar,

será imposible que estemos acordes y en paz su Jefe si esto sigue así.

[...] en Astorga se fortifican; han puesto cañones pero se les han venido abajo sus

obras, y este invierno se acabará de caer la muralla.440

Los generales Valletaux y Corsin, con varios Jefes ya sabrá Vm. que tronaron; estos

días ha caído sobre la Robla uno de los edecanes de Bonet.441 [...] es tanto lo que tengo

que decir que la pluma se atropella y no sé si Vm lo entenderá.

440 En esta apreciación se equivocaría Juan Moscoso; convencidos de la importancia de Astorga, el mando francés enviaría a la Ciudad varios oficiales de ingenieros los que con el concurso de la guarnición y del trabajo forzado de los vecinos reconstruirían las murallas y dotarían a la Plaza de nuevas obras de fortificación que ya estaban finalizadas en la primavera de 1812. 441 Esto es, muertos en acción.

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235

La división de la Puebla (de Sanabria) está muy buena porque no la han tocado, se

compone de “Benavente“, “Compostela“, “Voluntarios de Asturias“, y “Castilla“, que

se está formando […]”.

Como suele suceder cuando un general apreciado por sus tropas y los jefes y oficiales

a su mando, es sustituido por cuestiones o presiones políticas, el general sustituto lo

tiene difícil en su nuevo puesto, y ha de ganarse la confianza de sus subordinados con su

trabajo y capacidad. Tal había sido el caso del marqués de La Romana cuando sustituyó

por orden de la Junta Suprema Central al general Joaquín Blake a finales de 1808, el

cual, ya hemos mencionado, encontró no poca hostilidad entre los oficiales del Estado

mayor del Ejército de la Izquierda442. Igual le sucedería a Abadía tras suceder en el

mando al modesto y muy capaz Santocildes:

“[…] creerá Vm. que tiene (Abadía) menos carácter que nuestro marqués de las

romerías y muchas arbitrariedades; en un mismo día se dice y contradice 20 veces; no

entiende una palabra ni sabe lo que es dirigir un Ejército; su fuerte es la Política de las

Ciudades, el arreglo de lo interior de ellas, y su divisa es hacer, hacer, hacer sin

detenerse y sin reflexionar, y más que se haga al revés; tiene disparatada viveza sin

solidez, y superficialidades que lo han pasar por una Cabeza organizada; lo peor es

que todo el mundo lo va conociendo, y al fin encontrará una Calabaza con un Ratón

dentro.

A Santocildes le han hecho Mariscal de campo, y para liarlo todo no le han declarado

destino, de modo que no sabe lo que hará [...]

Deseo a Vm. la mejor salud y las satisfacciones que merece y espero que no dejará

Vm. de avisarme de cuanto ocurra por esos Países, que yo participaré a Vm. lo de esta

parte del Norte. Juan Moscoso“443

Por todo ello, tras la apariencia de éxito cosechada en el verano de 1811, la situación

del 6º Ejército seguía siendo penosa por la falta de dinero con que sostenerlo. La

retirada final sobre el Bierzo, la inacción forzosa que la llegada del invierno imponía,

442 A ello contribuiría no poco las acerbas críticas al estado de las tropas que dictó en forma de órdenes generales en León durante el mes de diciembre de 1808. Entre los más contrarios a él, Moscoso y Ortiz de Zárate que acabaría incluso preso en el Real Fuerte de la Concepción con causa abierta por La Romana, posteriormente sería absuelto y rehabilitado. 443 IHCM, Colección Duque de Bailén, año de 1811, Carpeta nº 31.

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236

junto con los efectos muy negativos de la reorganización del Ejército, iniciada, sin

necesidad, por el nuevo comandante en jefe, atraerían numerosas críticas de la Junta de

Galicia y de la opinión pública. En respuesta a estas opiniones (publicadas en la Gaceta

Instructiva de la Junta de Galicia), en el Boletín nº 47 del Estado mayor del 6º ejército

(fechado el 18 de enero de 1812) el mando español revelaba las muy precarias

condiciones en las que se había llevado la campaña del verano pasado:

“Nadie ignora la brillante y ventajosa campaña del 6º Exército en el último verano, la

que ha sido terminada por una retirada necesaria, oportuna y gloriosa. En ella nuestra

bizarra y sufrida tropa, descalza en gran parte, se batió con denuedo, orden y pericia,

arrancando elogios a nuestros enemigos [...] pues sepa Vms. y el Publico, con

admiración, que el mismo Ejército ha sufrido en julio y agosto último sobre Astorga las

mayores necesidades, hasta el caso de mendigar el Soldado y perecer algunos de

hambre, sin que los cortos y únicos auxilios que la Junta Provincial de León se esmeró

en proporcionar, las exacciones en aquel desastrado país y el pelear para comer,

fuesen suficientes medios a mejorar tan fatal situación [...]

Últimamente una Sección444 ha estado cinco días a media ración, siendo muy común

el no recibirla completa, como es natural en un país agobiado cuando no se traen de

lejos los medios de subsistencia [...] Los Generales y Oficiales, que por su carácter o

clase de servicio deben tener caballos, los ven perecer diariamente por no poder

mantenerlos de su bolsillo, y pasarse a veces una semana sin que se dé una sola ración

completa [...] confúndanse los que preguntan: ¿Por qué no avanzan?“445

Esta crítica situación fue corroborada, en sus informes al Gobierno británico, por el citado

coronel, adscrito al estado mayor del General Abadía, Howard Douglas:

“La mitad de los soldados carecían de pantalones y no tenían más que capotes; los

uniformes de los demás ofrecían un estado lamentable; los hombres eran robustos y de

buena presencia, pero mostraban las huellas de las privaciones sufridas y estaban mal

instruidos y equipados; ciertos cuerpos de Infantería maniobraban bien aisladamente,

pero era preferible no hacerles formar en línea: al moverse dejaban grandes huecos

444 Brigada de infantería. 445 Boletín del Estado mayor del 6º Ejército…Ob. cit., 18 de enero de 1812, nº 47, pp. 222 - 223.

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237

entre los escuadrones y no estaban bien instruidos en el manejo del sable, sus caballos,

como los de Artillería, parecían verdaderos rocinantes “446

Esta pobreza de medios con la que combatían las tropas españolas era apreciada por

los mismos franceses. En agosto de 1811, durante la contraofensiva francesa que logró

penetrar, brevemente, en el Bierzo, el General Bonet había escrito a sus superiores:

“Da la impresión de que los insurgentes carecían de todo, puesto que no hemos

encontrado almacenes, y que, además, les llegaban bizcochos y arroz en pequeñas

cantidades”447

Por su parte, Santocildes se retiraría a Galicia, como ya hemos comentado, con el

nombramiento de inspector de las milicias de alarmas civiles del reyno con el encargo

de reorganizarlas y ponerlas en el estado de ser operativas si los franceses intentaban

una nueva invasión. 448

Entretanto, Abadía comenzaría a acumular torpezas y errores que dejarían, “patas

arriba” al 6º Ejército.

Efectivamente, en pocos meses Abadía se daría cuenta de la imposibilidad de

aumentar la fuerza de los regimientos (creando segundos batallones) ante la falta de

medios económicos y la resistencia de la Junta de Galicia a reclutar más hombres. Entre

septiembre y octubre de 1811, Javier Abadía tuvo que reformar y refundir con otros

cuerpos, los regimientos de Lobera, 2º y 3º del Ribero, Provincial de Lugo, 3º de

Asturias, Sevilla, Provincial de Betanzos, Zamora y el Provincial de Toro. Todas estas

unidades, muy bajas de efectivos, quedarían en cuadro, pasando su tropa a cubrir las

bajas existentes en otros regimientos.449

Estas alocadas decisiones de Abadía, en contra de su Estado mayor, provocarían un

sonoro conflicto con la Junta de Galicia, el cual se prolongaría durante varios meses. La

446 Priego López, J. (1994) La Guerra de la Independencia [Madrid] Volumen VI, Campaña de 1811, Segundo Periodo, p. 38. Sus informes al gobierno británico durante los años 1811 y 1812, en que estuvo destinado en Galicia, se encuentran en el War Office (Public Record Office, Kew, Londres), 1/ 262 – 1/ 263, VIII, con 521 folios. Ver: Laspra Rodríguez, A. (1999) Las Relaciones entre la Junta General del Principado de Asturias y el Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda en la Guerra de la Independencia. Repertorio Documental [Oviedo]. 447 Rodríguez Fernández, P. (1991) La Guerra de Independencia…Ob. cit., Bonet al Conde de Dorsenne, Villafranca, 28 de agosto de 1811, pp. 137 y 138. 448 AHN, Sección “Diversos – Gobierno, Legajo 152, Nº 24. Correspondencia del General Vives con otros generales para formar la Historia de la Guerra de la Independencia, año 1816: Relación de J. M. de Santocildes, Docs. Nº 6 y 7; Abadía a Santocildes, La Coruña, 4 de octubre de 1811 y respuesta del día 16. 449 AGRG, Caja 36-D, D-20. Villafranca, 24 de enero de 1812. Abadía a la Junta de Galicia.

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238

marcha de dos quintas partes del Ejército hacia la retaguardia en Galicia, en el invierno

de 1811, a fin de levar segundos batallones, supuso que esos varios miles de hombres

pasaban a ser alojados y alimentados por la Junta de Galicia, mientras que antes lo eran

por las Juntas de León y del Principado:

“El ejército que antes estaba pagado, se ve sin socorros pecuniarios, porque todo lo

absorben los hospitales, provisiones y carnes de que antes se surtía del país en que se

hallaba avanzado el ejército”450

El común fenómeno de la deserción en los ejércitos durante la Guerra de la

Independencia.

En cuanto al fenómeno de la deserción, éste no era un problema que afectara solo a los

patriotas; el ejército imperial se vio muy perjudicado por este fenómeno que se agravó

en la Península Ibérica debido a la dureza de la guerra y al gran porcentaje de

extranjeros obligados a servir a la fuerza en los contingentes napoleónicos.

En las guarniciones francesas frente al 6º ejército de Astorga y León, comenzaron a

producirse deserciones al campo español de las tropas extranjeras ya a partir de 1810.

Así, el capitán general de Galicia, Nicolás Mahy comunicaba el 26 de junio desde

Villafranca a la Junta de Galicia:

“ Muchos de los soldados alemanes y suizos que se pasan piden ser incorporados en el

Regimiento de Castilla donde hay varios de estas naciones, de que está muy contento el

Coronel por ser buenos soldados; como el riesgo a que se exponen 451no deja lugar

para dudar de su buena fe, no siendo Franceses como se dudaría si lo fuesen; creo que

no se aventura nada, antes bien, se consigue tener desde luego soldados que se baten

bien desde el momento en que son recibidos, y si a V.E. le parece destinaré los que

quieran quedarse voluntariamente.

450 AGRG, Caja 36-D, II. 451 Si eran capturados por las tropas francesas no se les daba cuartel y eran fusilados sobre el terreno.

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239

Otros quieren pasar al ejército inglés, y como allí es donde han de recibir sus

gratificaciones, no encuentro tampoco dificultad en remitirlos pues siendo el objeto la

deserción lo mismo es que se enganchen aquí que allá “452

El mando francés decidió relevar a la guarnición suiza de Astorga relevándola con

polacos, pero la solución agravó el problema:

“Los enemigos relevaron la guarnición de Astorga, que era de suizos, con polacos para

evitar la deserción, y se equivocaron en el cambio pues en los pocos días que han

pasado se nos han presentado 35, de modo que hasta el día se nos han pasado 216 por

este punto, desde que tomé la determinación de hacer escribir cartas por los desertores

para sus compañeros y que se les gratifica cuantiosamente por el Reyno de Galicia, y

no dudo que por más precauciones que tomen los jefes, corten el vicio alimentando con

la pronta paga de la gratificación que se busca por toda la villa para satisfacerla“.453

La deserción sería un continuo problema para las fuerzas imperiales destacadas en la

Península, a la conciencia de muchos de estos soldados extranjeros obligados a la fuerza

a combatir en España contra un pueblo que si se resistía a la ocupación napoleónica, se

sumaba el carácter de guerra feroz, continua y sin cuartel que las tropas regulares

españolas, los guerrilleros, y aún la permanente hostilidad de la misma población civil,

les mostraban. Las palabras del luego general francés, Jean Baptiste Marbot, que

combatió en la Península inciden sobre este punto:

“Napoleón contribuía también mucho al reclutamiento perpetuo de los enemigos a

quienes combatía en España y en Portugal, pues no queriendo debilitar demasiado al

ejército francés de más allá del Rhin, había cargado sobre sus aliados la obligación de

452 IHCM, CDB, Año de 1810, Legajo 15 ?, Carpeta 19. También sucedió con soldados italianos de la guarnición de Astorga. 453 IHCM, CDB, Año 1810, Leg. 17, carpeta 26, “Correspondencia“, El general Nicolás Mahy a la Junta del reino de Galicia, Villafranca del Bierzo, 7 de agosto de 1810. A pesar de todo ello, la situación bélica era tan paradójica que ese mismo día Mahy informaba también de la deserción propia de diez Húsares de Galicia. La altas recompensas a los imperiales desertores no contribuía precisamente a mantener alta la moral de las tropas españolas descontentas por la falta de pagas y aún de las mismas raciones de víveres. Hay que anotar que su deserción no solía llegar a pasarse al ejército francés, sino más bien, el de regresarse a sus pueblos o tomarse una “licencia“ ilegal. El día 21 de agosto Mahy da nuevo aviso a la Junta en La Coruña de la deserción, desde Astorga, de 8 dragones franceses y un cabo con sus armas y monturas, además de otros dos infantes polacos. Los caballos fueron cedidos a la artillería y a la caballería. Se anota que los dragones serían agregados a los Húsares de León.

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240

suministrarle una parte de los contingentes estipulados en los tratados, enviando estas

tropas a la Península, a fin de ahorrar sangre francesa [...]

En efecto, si el empleo de extranjeros puede ser útil en una campaña regular de corta

duración, no es ya lo mismo cuando se trata de combatir varios años a unos enemigos

como los españoles y los portugueses que os hostilizan incesantemente y no se les puede

alcanzar en ninguna parte. Para soportar las fatigas continuas de este género de

guerra hay que sentirse estimulado por el deseo de vencer y un entusiasmo que no se

encuentra nunca entre tropas auxiliares; de suerte que las que Bonaparte obtenía de

sus aliados, no sólo no cumplieron en nuestras filas, sino que gran número de soldados,

seducidos por el alto salario que los ejércitos enemigos ofrecían a los que se

incorporasen a sus filas, desertaban diariamente. Así, los italianos, suizos, sajones,

bávaros, westfalianos, hessianos, wutemburgueses [...] y los polacos, esos polacos que

después han pregonado tan alto su devoción a Francia [...]”454

A la numerosa presencia de ex - prisioneros de múltiples nacionalidades (prusianos,

austriacos e italianos), obligados a alistarse en los regimientos extranjeros del ejército

imperial (incluidos los suizos), se unía el ya aludido terrible desgaste de la guerra

española:

“Los batallones suizos de la división Kellerman, reforzados por todos aquellos

destacamentos que se encontraban a mano, desertores y enfermos sacados de los

hospitales, fueron sacrificados, uno a uno, en esta guerra de partisanos, sin gloria y sin

resultados [...] ”455

Las continuas deserciones tenían, también, lugar en la línea de norte de Zamora. Con

fecha del 22 de agosto, el general Francisco de Taboada comunicaba desde la Puebla de

Sanabria a la Junta de Galicia que, desde el 16 de julio se le habían pasado 127

soldados, furrieles, cabos y sargentos, desertores del ejército imperial.456

Los mismos comandante guerrilleros del norte de España, que luego formarían el 7º

ejército regular español, supieron explotar también el descontento de muchos

454 Marbot, baron de (1965) Memorias. Campañas de Napoleón en la Península Ibérica [Madrid], pp. 256 – 257. 455 H. de Schaller, H. de (1995) Histoire des Troupes Suisses au Service de France sous le Règne de Napoleón Iº [Paris], edición Facsímil de la publicada en 1883, pp. 107. 456 De ellos 20 suizos, 40 italianos, 7 franceses, 7 alemanes y 53 polacos. IHCM, CDB, Año 1810, carpeta nº 157,

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extranjeros que servían a la fuerza en el Ejército Imperial para nutrir sus filas con

soldados bien instruidos y motivados. Así, por ejemplo, Longa llegó a reclutar varios

cientos de desertores imperiales (alemanes -señaladamente los hannoverianos-,

italianos, polacos e irlandeses) de los Regimientos extranjeros de Prusia, del Vístula y

de Issembourg, ofreciéndoles dinero por medio de agentes en sus guarniciones:

“Por este medio logró poner en su partida más de 500 extranjeros que hicieron en ella

un buen servicio a la patria”457

Igualmente, el comisionado británico en La Coruña (entre el otoño de 1811 y 1812), el

coronel Howard Douglas, fomentaría la deserción entre los extranjeros que servían en el

Ejército Imperial. Una proclama redactada por él mismo en francés, alemán e italiano,

para atraerles al servicio británico (con fuertes recompensas en metálico) y distribuida

en Asturias, León y Zamora por sus agentes, tendría un apreciable éxito.

La misma fue distribuida en la zona francesa gracias a la colaboración de las fuerzas

guerrilleras, en particular de Longa, al que escribió Douglas el 12 de enero desde

Villafranca del Bierzo:

“Hará usted un gran servicio en informar a los soldados enemigos que la recompensa

ofrecida se dará puntualmente a todos los que dejen el servicio francés (400 reales a

cada sargento y 200 a cada cabo y soldado) […] me hallo autorizado a dar 1.000 reales

a cada soldado de caballería que trae consigo un caballo útil […] en caso de que usted

tuviera necesidad de los caballos que se hubiesen pasado podrá tomar los que quisiese

dando un certificado”458

Howard relata que su éxito animó al general Abadía a imitarle, logrando reunir el

español en pocas semanas hasta 400 desertores imperiales. Douglas trató de interrumpir

esta actividad, con los argumentos de que una causa nacional debería de ser defendida

por soldados españoles y no por mercenarios extranjeros. La Junta de Galicia apoyaría

su petición, haciendo desistir a Javier Abadía.

457 Hoja de Servicios de Longa, AGMS, 1ª Sección, L-916. Su motivación venía del hecho de ser fusilados si eran tomados prisioneros por sus antiguos compañeros de armas. 458 Pardo de Santayana, Francisco de Longa...Ob. cit., pp. 252 y 253.

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242

En este curioso episodio hay que dejar claros dos hechos. En primer lugar el fomento

de las deserciones hacia el Ejército español en el frente del 6º Ejército no surgió por

imitación de la iniciativa de Douglas, existía ya desde el comienzo de la guerra. En

1810 el general Nicolás Mahy había cosechado un considerable éxito con soldados

alemanes, suizos e italianos de las guarniciones imperiales en León, Asturias y

Zamora.459 En segundo lugar, el anular la remisión de estos desertores (bien recibidos

por los mandos españoles por considerarlos muy buenos soldados) hacia el Ejército

español no respondía a otra motivación que la de intentar desviarlos hacia el Ejército

británico siempre muy necesitado de nuevos efectivos.460

En septiembre de 1812, el capitán general Castaños reanudaría estas actividades

logrando formar en Galicia todo un nuevo regimiento de Infantería Ligera integrado por

desertores imperiales.461

* * * *

Volviendo al 6º ejército y siguiendo con el fenómeno de la deserción, ya hemos

apuntado que común a todos los ejércitos de leva, el 10 de enero de 1812, Javier Abadía

daría desde el cuartel general de Villafranca del Bierzo, un bando general para toda

Galicia exhortando a los desertores a presentarse en sus unidades antes del 20 de

febrero. En caso contrario serían capturados, sometidos a consejo de guerra y fusilados,

459 Instituto de Historia y Cultura Militar (IHCM), Madrid, Colección Duque de Bailén (CDB), Año de 1810, Legajo 16, Carpeta 19. Nicolás Mahy, el 26 de junio de 1810, Villafranca del Bierzo, a la Junta de Galicia: “Muchos de los soldados Alemanes y Suizos que se pasan piden ser incorporados en el Regimiento de Castilla donde hay varios de estas Naciones, de que está muy contento el Coronel por ser buenos soldados; como el riesgo a que se exponen no deja lugar para dudar de su buena fe, no siendo franceses como se dudaría si lo fuesen; creo que no se aventura nada, antes bien, se consigue tener desde luego soldados que se baten bien desde el momento en que son recibidos, y si a V.E. le parece destinaré los que quieran quedarse voluntariamente. Otros quieren pasar al Ejército Inglés, y como allí es donde han de recibir sus gratificaciones, no encuentro tampoco dificultad en remitirlos pues siendo el objeto la deserción lo mismo es que se enganchen aquí que allá“. 460 Sin embargo, Arthur Wellesley no era muy partidario de recibir en sus unidades desertores imperiales, Largo Largo Martín, M.A. (2013) Fuenteguinaldo…Ob. cit, p. 131: Arthur Wellesley a Lord Liverpool, 18 de Septiembre: “Tengo una gran objeción a los extranjeros en este Ejército, ya que desertan terriblemente, y no solo dan al espionaje enemigo datos que le resultaría difícil conseguir de cualquier otra forma, sino que sus relatos e historias del modo en el que los desertores del Ejército francés son tratados por nosotros ponen casi fin a la deserción. Por tanto, preferiría no tener a ninguno de ellos aquí…”. Arthur Wellesley al General Graham, Fuente Guinaldo, 16 de septiembre de 1811:“Los hombres que desertan ahora, prefieren mejor tener su oportunidad con los españoles en vez de venir con nosotros; y piden encarecidamente que no los envíen con nosotros, ya que han sido informados por los desertores de nuestro Ejército de que los desertores del enemigo son enviados a las Islas de la India Occidental, y que no tienen ninguna posibilidad de retornar a Europa”. Tal fue así que Arthur Wellesley solicitaría, con éxito, del Gobierno español permiso para reclutar 5.000 españoles para nutrir los regimientos británicos en la Península mientras durase la guerra. Largo Martín, M.A. (2013) Fuenteguinaldo…Ob. cit, Arthur Wellesley a Liverpool, 20 de mayo de 1812, p. 239. Al final se reclutaron 4.100 españoles que se distribuyeron en cupos de 100 a cada regimiento británico. Arthur Wellesley a Henry Wellesley, 27 de mayo de 1812, Largo Martín, M.A. (2013) Fuenteguinaldo…Ob. cit, p. 258. 461 IHCM, Colección General de Documentos (CGD), Rollo 65, Sig. 5-4-9-11, Historial del Regimiento de Cazadores Extranjeros.

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secuestrándose sus bienes, así como de los que les encubriesen (aunque fuesen

eclesiásticos) recompensando con los mismos a quienes les delatasen y/o condujesen

detenidos ante cualquier cuerpo militar.462

Igualmente, se detectaron casos de mozos con auto mutilaciones en los dedos para

evitar el servicio. Cuando las mismas eran recientes, y se podía demostrar la

intencionalidad de evitar el servicio de las armas, los castigos fueron ejemplares:

apaleamiento delante de todos los conscriptos, o, en caso de no poder ser probada,

admitiéndoles igualmente en el Ejército en destinos de abastecimiento y transporte a las

tropas, o siendo destinados a Presidio.463

En la circular, Abadía pedía expresamente la ayuda del clero gallego para que con sus

prédicas y exhortaciones influyeran en el ánimo de los desertores:

“Haciéndose cargo por una parte, del gran número de víctimas que hay que sacrificar

si se aplican las penas prescritas por las Ordenanzas [...] La urgente necesidad de

completar al pie de la guerra los cuerpos de este Exército, haría inevitable un nuevo

alistamiento, privando a su distrito464 de los brazos más útiles a la agricultura e

industria, si no abrigase en él, y señaladamente en Galicia, un excesivo número de

soldados dispersos o desertores, que pueden cubrir superabundantemente aquella

atención”465

Sin embargo la necesidad voraz de hombres para cubrir las ingentes bajas por

enfermedad que sufrían los batallones de infantería llevaba a que los mandos militares

no respetasen muchas veces las exenciones concedidas por las autoridades civiles. Así

fue el caso del Tribunal de Agravios de la Junta Superior de León, sobre mozos

sorteados en las comarcas libres del Bierzo y Laciana. Ello ocasionó quejas de la Junta

leonesa contra Abadía:

“Algunos mozos han sido declarados por el Tribunal de Agravios, creado en esta villa

a el efecto, exentos del servicio, y que no obstante han sido sin embargo conducidos a

462 AGRG, Caja 36-D, doc. 12: 100 reales para el delator y 160 reales para cada partida de soldados por cada desertor capturado. 463 AGRG, Caja 36-D, doc. 18. 464 El 6º Distrito Militar, es decir, el Reino de Galicia, el Principado de Asturias y el Reino de León. 465 Gaceta de la Regencia, Jueves 27 de febrero, pp. 228 y 229.

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los Regimientos en perjuicio de sus respectivas familias y del estado en general

recogiéndoles las licencias y negándoles el uso de su libertad”466

Por otra parte, la falta de una fuerza militar permanente al servicio de las Juntas, de sus

comisionados y del propio Tribunal de Agravios, llevaba también a que sus órdenes de

alistamiento eran burladas con frecuencia, dando alas, igualmente, a la práctica de

sobornos y amenazas que algunos alistados y sus familias ejercían sobre las autoridades

locales467. Así lo reconocía la misma Junta de León, días después, a uno de sus

comisionados para alistamientos en Ponferrada, Calixto Gómez:

“Las Justicias y aún los curas párrocos ocultan a los dispersos, que el Tribunal de

Agravios observa poca formalidad por haber declarado agraviados algunos sujetos

antes de podérseles hacer agravio, con otros muchos particulares que comprende; que

castigue con arreglo a ordenanza, y en cuanto a los párrocos que expresa que exija 100

ducados a cada uno, y a los demás que se hallan en igual caso”468

Al día siguiente, una partida del regimiento de Voluntarios de Asturias traería

arrestados (y multados) a Villafranca del Bierzo a los alcaldes de Cascallana y Coruñón,

obligándoles además a pagar a los soldados, y el sargento de la partida, una soldada

triple.469

Siguiendo con este punto, por decreto del Consejo de Regencia del 3 de septiembre de

1811, en el sorteo nacional de reemplazos para cubrir las bajas de los cuerpos causadas

por la guerra, a la Provincia de León le corresponderían aportar mil hombres. La Junta

Superior de León inició el alistamiento, y ante la falta de efectivos del regimiento de

Voluntarios de la Provincia (que contaba sólo con 400 hombres a finales de año),

conseguiría de Javier Abadía el que fueran destinados a los Voluntarios de León, para

dejarlo al pie de dos batallones.470

En este sentido, la posterior orden del ministro de la guerra, del 21 febrero de 1812, a

las Juntas de Galicia, Asturias y León para que ayudaran a la Capitanía General para

triplicar los efectivos del 6º Ejército hasta los 60.000 hombres bajo las armas, se

466 Actas de la Junta de León…Ob. cit, 19 de enero de 1812. 467 Ibídem, 8 de abril de 1812. 468 Ibídem, 26 de enero de 1812. 469 Actas de la Junta de León…Ob. cit., 27 de enero de 1812. 470 Circular Impresa de la Junta de León del 22 de diciembre de 1811 en Villafranca del Bierzo, Fondo Bravo (AHPL). Actas de la Junta de León…Ob. cit., Año de 1812, Junta del 5 de enero y del 16 de febrero.

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mostraría totalmente alejada de la realidad, siendo, a todas luces irrealizable dado el

nulo compromiso a cumplirla por la Junta de Galicia. La Junta de León respondería a

Cádiz, con cierta sorna (consciente del alcance real de la utópica orden) y deseando

dejar en mal lugar a sus colegas gallegos, que León estaba dispuesta a añadir más

hombres, a los mil que estaba ya alistando por el llamamiento anterior.471

Aún con todo, las tropas del 6º Ejército acantonadas en el Bierzo, trataban de

mantenerse en estado de instrucción en aquellos meses de invierno, el cual no detendría

la guerra.

En la línea de puestos avanzados sobre la línea del Orbigo las escaramuzas y

encuentros se sucedían. Las llamadas “columnas volantes”, formadas por las compañías

de élite de cazadores y granaderos de varios regimientos, realizan incursiones en

profundidad sobre la retaguardia francesa:

“Estado mayor del 6º Ejército, Cuartel general, 11 de diciembre de 1811.

La Columna Volante de este Exército a las órdenes del Comandante don Fernando

Miranda, se ha batido el doce del corriente en el pueblo de Benavides, obligando a los

enemigos a repasar con vergonzosa precipitación el río, y retirarse a Puente de Orbigo,

dejando en el campo diez muertos y llevando algunos heridos. Elogia dicho jefe la

bizarría de las Compañías de Rivero y 3ª de Húsares de Galicia que, con decidido

arrojo arrollaron y deshicieron a los enemigos”472

Sin embargo, las condiciones en que operaban las fuerzas del 6º Ejército en León

seguían siendo penosas. En el mes de abril de 1812, un artículo remitido por un oficial

anónimo desde Ponferrada (publicado en un periódico de Santiago de Compostela),

denunciaba tan lamentable situación, reprochando a los “patriotas de salón” que, en la

retaguardia gallega, se deshacían en invectivas contra un 6º Ejército que les parecía

vegetar en la inacción:

“Sepa el declamador y los de su calaña que, a excepción de seis batallones que se

hallan medianamente vestidos, en los demás es un capote y un pantalón todo el

equipaje del soldado. Que en unos y otros hay un gran número de ellos sin camisa. Que

en los Cuerpos del Bierzo hay centenares de Soldados que ni al ejercicio pueden salir,

471 Actas de la Junta de León…Ob. cit., 15 de marzo de 1812. 472 Gaceta de la Regencia, Nº 8, sábado 18 de enero de 1812, p. 65.

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porque están descalzos de pie y pierna; que los Oficiales está por el mismo tenor, y la

mayor parte se mantienen con la misma ración de un Soldado; que de resultas de haber

faltado varios al ejercicio general que se tuvo el 21 en celebridad de la toma de

Badajoz, se preguntó a los jefes por sus destinos, y contestaron no poder presentarse

por no tener con que hacerlo con la decencia propia de su empleo… y por último, que

hace cuatro días que un Oficial, que estaba de guardia avanzada, tuvo que vender la

ración de menestra (por la que le dieron seis cuartos) para comprar papel con que

poder dar el parte”473

Continuaba el oficial afirmando que en los pocos escuadrones de caballería y brigadas

de acémilas de que se disponía, los animales apenas veían la cebada cada diez y quince

días (y ésta reducida, las más de las veces, a raciones de apenas un celemín474), y hasta

la hierba se tenía que traer requisada de los pueblos gallegos más próximos a

Piedrafita475. Por otra parte, la Tropa no había recibido, desde noviembre del año

anterior, más que diez reales (cinco por nochebuena y otros cinco a la vuelta de la

pequeña ofensiva que sobre Astorga Abadía había ordenado en enero). Como ejemplo,

uno de los Secretarios de la Junta de León cobraba de sueldo 15 reales diarios476. Por su

parte, a los Oficiales solo se les había abonado una paga incompleta en seis meses.477

La falta de ganado para transportar víveres y municiones lastraba la capacidad de la

infantería para realizar movimientos ofensivos. En las desoladas zonas de vanguardia

aledañas a Astorga no se encontraba con que alimentar a la tropa, como denunciaba el

anónimo Oficial del 6º Ejército:

“De raciones aunque con trabajo se va saliendo; pero en pasando el puerto se

perece.478 Una Compañía de Cazadores que se adelantó a estos últimos días a

Turienzo, de donde echó a los franceses, tuvo que volverse al día siguiente por no tener

473 Gaceta Marcial y Política de Santiago, nº 30, 23 de abril de 1812. Periódico patriota de tendencia liberal, publicado en Santiago de Compostela entre 1812 y 1813. Gómez Imaz, M. (1910) Los Periódicos durante la Guerra de la Independencia (1808 – 1814) [Madrid]. Reedición del 2008, Sevilla, Centro de Estudios Andaluces, p. 174. Citado por la Gaceta de Madrid, nº 190, miércoles 2 de julio de 1812, p. 764 y 765. 474 Medida de áridos castellana equivalente a 4.625 mililitros. AGRG, Caja 6-B, B-26. El Intendente Niceto Larreta a la Comisión de las tres Juntas. 475 Pueblos del Partido de Cervantes. Actas de la Junta de León, Ob. cit., 29 de marzo de 1812. 476 Actas de la Junta de León…Ob. cit., 14 de junio de 1812. 477 Sobre las mismas fechas una ración de pan costaba un real, una de vino doce maravedíes, una de carne un real, una de legumbres diez maravedíes, una de cebada tres reales, una libra de de tabaco costaba 48 reales, y un par de zapatos 19 reales (un real constaba de 34 maravedíes). Actas de la Junta de León Superior de León, 19 de enero de 1812. 478 Es decir, franqueando los puertos de montaña de Manzanal y Foncebadón y entrando en Maragatería.

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que comer y haberse quedado la mitad descalzos. Lo mismo sucede en las demás

direcciones.

Por lo demás apenas hay un cuerpo que tenga acémila en que llevar las ollas de

rancho, y aunque a la verdad esto solo no sería un obstáculo, pues ya están

acostumbrados a llevarlas a cuestas, es un daño, pues se emplean 50 ó 60 hombres por

batallón en vez de 10 ó 12, y aquellos menos hay para combatir”

Todo lo expuesto mostraba la cruda situación de un Ejército sin medios materiales

para, siquiera, ser digno de poder considerarse como tal. La Junta Superior de León

venía haciendo, desde el verano de 1811, idénticas denuncias a las que el gobierno

patriota desde Cádiz poco podía hacer, salvo dar buenas palabras e ir sustituyendo a los

capitanes generales de Galicia, y comandantes en jefe, en busca de una solución mágica

que no existía.

El anónimo oficial español, cansado de los reproches de un sector de la opinión

pública, orquestados desde dentro de la propia Junta Superior de Galicia (que parecía

además anteponer los éxitos británicos a la supuesta ineficacia de la armas Españolas),

remataba su artículo con ironía y amargura:

“Amigo, si con tropas tan bien asistidas, sin caballería, sin transportes, y rodeados de

las circunstancias que he tocado muy por encima, quieren los tranquilos pero fogosos

vecinos de esas ciudades, y otros que conocemos, que salgamos a pasear por Castilla,

será mejor que dejen por un par de meses su regalada vida, y vengan a decir cómo se

hace”

En este contexto, actuaciones altruistas como la del marqués de Astorga cediendo,

desde Cádiz, el fruto de todas sus rentas en la Provincia de León para el sostenimiento

del 6º Ejército, no pasaban de ser, meritorios, pero insuficientes, brindis al sol.479

En otro sentido, a veces las quejas del cuartel general del 6º Ejército llegaban a buen

término. Así el 18 de abril, ante la manifestación de que las 2ª y 3ª divisiones estaban

sin calzado, la Junta de Galicia respondería el 1 de mayo con el envío de 6.000 pares de

zapatos.480

479 Actas de la Junta de León…, Ob. Cit, 12 de abril y 20 de junio de 1812. 480 AGRG, Caja 36-D, doc. 85. Ello sería crucial, pues al inicio de la ofensiva, el 14 de junio, la Infantería del 6º Ejército, disponía en su mayor parte de calzado nuevo.

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Hoy puede extrañar la continua necesidad de calzado por las tropas. La explicación nos

viene de la mala calidad que tenía el calzado destinado al Soldado: un par de zapatos

(las botas se reservaban a los oficiales y jinetes y eran diseñadas sólo para su uso a

caballo). El calzado solo tenía tres medidas normalizadas (pequeña, mediana y grande)

y aptos en su forma para usarse indistintamente al izquierdo y derecho. Las continuas

marchas a pie los desgastaban rápidamente. El estado mayor del 6º Ejército manifestaba

en mayo de 1810 que eran necesarios reponer 15.000 pares de zapatos mensualmente

(junto con 1.500 uniformes) para un ejército de 30.000 hombres.481

Respecto a las armas, Gran Bretaña se hacía cargo del envío de varios miles de fusiles

cada año, toda vez que la mayor parte de las fábricas de armas españolas habían caído

en manos francesas. Por ello, a partir de 1809 buena parte de las armas de fuego y

blancas usadas por el Ejército español eran de fabricación británica. También se

utilizaba armamento español y francés capturado, aunque con el inconveniente de ser de

calibres distintos (mosquetes españoles 18,3 mm, franceses 17,5 mm y británicos 19

mm.), por lo que la munición británica solo servía para sus mosquetes. Debido a ello

había batallones españoles armados sólo con mosquetes británicos, otros con españoles,

y alguno, incluso, con armas francesas.482

La asistencia británica, a través de comisionado general Howard Douglas, sería vital

para mantener en campaña, aunque fuese precariamente, no solo al 6º Ejército, sino a

todas las fuerzas patriotas de la Cordillera Cantábrica que formaban el 7º Ejército

guerrillero. Así se certificaba desde Santiago de Compostela el 15 de marzo:

“En estos últimos cinco meses llegan a 50.000 los fusiles ingleses que se han enviado,

tanto para los exércitos como para las partidas de guerrilla483

El coste de fabricación de las armas, según la Maestranza de La Coruña, se cifraba así:

un mosquete: 140 reales; un sable con su vaina: 35 reales y 12 maravedíes; un quintal484

de pólvora de fusil o cañón: 800 reales; y un cartucho de mosquete con su bala: 30

481 Memoria de varios artículos esenciales para obtener la organización del Ejército y sostenerle, calculando este de 30.000 Hombres. La Coruña, 3 de mayo de 1811. Se consideraba que la vida de un uniforme eran 20 meses. AGRG, Caja 37-A-B. Correspondencia con varios Generales (1810-1811). 482 En este sentido, el 17 de julio Losada ordenaría que varios Regimientos de su División de Reserva intercambiaran mosquetes españoles y británicos para tener de un solo tipo. AHN, Diversos-Colecciones, Legajo 127, Libro de Ordenes de la División de Reserva de la División de Reserva del 6º Ejército, folio 53. 483 Gaceta de la Regencia, nº 46, sábado 11 de abril de 1812, p. 383. 484 Unos 46 kg.

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249

maravedíes. La Maestranza afirmaba, igualmente, que el precio de las armas españolas

era mayor por ser mejor su calidad, sobre todo en las armas blancas.485

Respecto a la uniformidad y equipamiento (correajes, mochilas, herramientas y útiles

de cocina y campamento), dos tercios del mismo necesitaban ser renovados para

primavera, confiándose en la llegada de suministros británicos a tal fin.486

En este sentido, las láminas de uniformes que reproducimos en este trabajo, responden

a la teoría de lo que oficialmente debían de vestir cada una de las unidades (con arreglo

a la uniformidad con que todos estos regimientos acabaron la Guerra). La realidad,

sabemos, sería otra; incluso, varios regimientos utilizarían telas de color pardo (más

baratas y fáciles de conseguir) para sus uniformes, en lugar del oficial “azul turquí”.487

Otro de los puntos débiles del 6º ejército era el de la caballería. Sin embargo, a pesar

de ser poco numerosa y estar montada con caballos de pequeña alzada, se podía confiar

en ella, según el brigadier Juan José Moscoso:

“Mi venerado General, ya tendrá Vmd.. noticias de nuestras últimas operaciones que

produjeron además de la libertad del Principado y otras pequeñas ventajas, la reunión

de un Cuerpo de Ejército que se organizó un tanto, y se adiestró y tomó confianza aún

en el llano apoyado de un Cuerpo de Caballería que aunque no considerable, ni de

mucha escuela, a lo menos es muy Valiente y bien dispuesta” 488

Hay que hacer constar que la raza de caballos, disponibles en el norte de España (la

mayoría de pequeña alzada), condicionaban también el tipo de caballería de que podía

disponer el 6º Ejército. Los jinetes de los escuadrones de húsares, cazadores y

granaderos provinciales a caballo, habían recibido el entrenamiento para operar en línea,

pero carecían de monturas adecuadas para poder hacerlo en combate (se confiaba en que

los jinetes pudieran hacerse con nuevas monturas en Castilla si el Ejército avanzaba). En

palabras del coronel Francisco Ramonet, responsable del depósito militar de caballería

establecido en Santiago de Compostela (respondiendo a las críticas de la Junta de

485 Relación del costo que gradúa la Junta Económica de la Real Maestranza de Artillería de esta Plaza, tendrán en las Reales Fábricas de España las Armas de chispa y blancas y Municiones que se expresan. AGRG, Caja 41 – A. Maestranza de Artillería de La Coruña, 9 de febrero de 1810. 486 ME, Toledo, Exp. Santocildes, Legajo 249/5, doc. 354. 487 Como novedad damos a conocer en esta obra el uniforme del Regimiento de Caballería de Cazadores Provinciales de Galicia del que no se tenía testimonio alguno. AGRG, Junta de Galicia, Legajo 26, Caja 37, docs. 7 y 8, Ponferrada, 17 de Septiembre de 1811. Igualmente aclaramos que los emblemas de los cuellos de las casacas de cada regimiento no serían oficiales hasta Orden del 24 de enero de 1813. AHN, Colecciones – Diversos, Legajo 127, Libro de Ordenes de la División de Reserva del 6º Ejército. 488 IHCM, CDB, Año de 1811, Carpeta nº 31. Correspondencia Particular.

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250

Galicia por los gastos que comportaba admitir caballos de pequeña alzada en teoría

poco útiles para el servicio), estos escuadrones harían un buen papel como exploradores

y para el combate en guerrillas:

“El creer por resultado que no se sacará partido de ellos, es desesperar del que yo me

prometo, y prometí a su admisión. Como mi objeto es formar oficiales y soldados de

Caballería, en toda la extensión del término que necesita absolutamente este

Ejército…cuyos jinetes que he visto, muy despacio y admirado, podrán servir mejor en

escaramuza que en línea, cuyos efectos necesitan mayor masa, al paso que los de

aquella solo piden mucha revolución en los espacios más cortos y menores tiempos”489

El 6º Ejército había tenido que concentrar, a finales de 1811, sus cinco escuadrones

disponibles del arma con la 2ª División en el Bierzo, ante la falta de forrajes disponibles

en Sanabria y Asturias. En palabras del jefe del estado mayor, Juan José Moscoso, al

general Abadía, la caballería tenía que ir habitualmente a buscar su sustento “espada en

mano”, junto con las columnas volantes490 de Infantería al territorio enemigo en las

riberas del Orbigo. Y en ocasiones, los jefes y oficiales tenían que pagar de sus bolsillos

el alimento de sus caballos para que no murieran de hambre.491

En enero de 1812 los contados escuadrones del 6º Ejército tenían también problemas

con el abastecimiento de herraduras para sus monturas por no haber dinero para

comprarlas en la tesorería de campaña. Ante ello sería la Junta Superior de León la que

hubo de hacer entregar dos quintales de hierro al arrendatario de la Herrería de

Valcárcel a cuenta de su arriendo anual. Cada uno del medio millar de caballos

disponibles consumía un juego de cuatro herraduras, cada tres meses.492

La Junta Superior de Subsidios, Armamento y Defensa del Reino de Galicia, 1810

– 1812. Origen, funcionamiento y valoración.

489 AGRG, Caja 36-D, D-16. Santiago, 1 de enero de 1812. 490 Dos batallones formados, “ad hoc”, con las Compañías de Cazadores y Granaderos de varios Regimientos. 491 AGRG, Caja 6-B, B-28, Villafranca del Bierzo, 23 de diciembre de 1811. 492 Actas de la Junta de León…Ob. cit., 18 de enero de 1812. El 11 de marzo la Junta tuvo que proporcionar otras 2.000 herraduras más con sus clavos al 6º Ejército, Actas de la Junta de León, Ob. cit., 11 de marzo. A finales de junio se necesitarían otras 2.000 más, Actas del 28 de junio.

Page 251: LA DECISIVA PARTICIPACION DE LOS 6º Y 7º EJERCITOS ...

251

Para conocer y contextualizar el esfuerzo militar en el noroeste de España es necesario

estudiar la formación y funcionamiento de la Junta Superior de Galicia.

Tras la existencia, durante ocho meses, de la Junta del Reino de Galicia (creada en

junio de 1808), la invasión francesa del reino en enero de 1809 y su liberación por las

alarmas gallegas y el ejército regular español, se tardaría un año en constituirse la nueva

Junta Superior del Reino que la sustituyera, el 22 de enero de 1810.

Para abordar el conocimiento de esta institución, el mejor estudio, aún hoy, sigue

siendo la, ya mencionada e inédita, Memoria de Licenciatura de Antonio Díaz Otero

defendida en 1980 en la Universidad de Santiago de Compostela.493

Efectivamente, en acuerdo con el marqués de La Romana, el conde de Noroña,

segundo comandante general del reino de Galicia y del ejército (enviado por la Junta

Suprema Central), habían decidido tratar de cerrar el proceso juntista patriota en el

fidelísimo reino volviendo a centrar el poder y autoridad en las instituciones

tradicionales de la monarquía anteriores al inicio de la guerra, la Capitanía General y la

Real Audiencia.

De este modo, el 29 de mayo de 1809, cuando aún se estaba arrojando a las fuerzas de

Ney de Galicia, Ramón de Castro, conde de Noroña, publicó en Santiago un famoso

bando en el que mostraba claramente las intenciones de no volver a restituir la Junta del

Reino:

“Con mi venida ha cesado el ejercicio de las autoridades que no sean legítimas. La

única superior de este reino es la del excelentísimo señor marqués de La Romana, como

Capitán general del mismo, y Presidente de su Real Audiencia, fuera de esta potestad

ninguna otra de su clase debe ser obedecida, y solo yo puedo suplirla en sus ausencias;

y como 2º comandante general comunicar sus órdenes. Los que se han valido del

sagrado nombre del Rey para defender su causa, y el de la Nación, reunirán al mérito

que han contraído el de la sumisión, para engrandecer el premio de su fidelidad, y los

testimonios de su amor a la patria”494

493 Díaz Otero, A. (1981) Orígenes, Estructura y Evolución de la Junta Suprema de Galicia, 1808 – 1813 [Santiago de Compostela], inédita. 494 AHN, Estado, Legajo 77 A, doc. Nº 48.

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252

Por esta medida, ratificada días después por La Romana, cesaban en sus funciones

todas las Juntas locales y provinciales en Galicia en virtud de la supremacía

institucional del marqués, capitán general de Galicia.

El bando ocasionó malestar, presiones y protestas de los grupos sociales gallegos

dominantes (nobleza, clero y burguesía mercantil495), a la Junta Suprema Central, de tal

manera que, seis meses después, Noroña, tras intensas negociaciones con las diversas

autoridades civiles y religiosas de Galicia, se vio impelido a publicar el 16 de diciembre

un bando por el que se restablecía una Junta Superior de Galicia, a la vez que se

señalaba la necesidad de crear un nuevo ejército de 20.000 hombres que defendiera las

fronteras del reino. Al día siguiente se publicaba el Reglamento para el establecimiento

de una “Junta Provincial Nacional” junto con otras siete subalternas de partido

(correspondientes con las siete provincias gallegas).496

Dentro del reglamento se establecían unos principios y objetivos claros que habían de

marcar el funcionamiento y competencias de la nueva Junta. El primero de ellos era que,

al contrario que la anterior Junta del Reino (constituida en el levantamiento patriota de

junio de 1808) esta nueva Junta no asumiría la soberanía y nacía no por la presión del

pueblo, sino por la de los estamentos privilegiados y autoridades establecidas que

querían disponer de una institución representativa que pudiera conocer, colaborar e

inspeccionar la gestión del capitán general, del poder militar.

Además, según el conde de Noroña:

• La Junta encarnaría la representación del pueblo gallego, sujeta a la Junta

Suprema Central, única depositaria de la soberanía.

• Su misión exclusiva sería la asistencia para el armamento y defensa del reino y

el apoyo y sostenimiento de las fuerzas militares que lo defendían, sin

inmiscuirse en otras atribuciones y competencias ya establecidas en manos de la

Capitanía General y la Real Audiencia. Por lo tanto la nueva Junta no asumiría

atribuciones políticas, solo las militares y algunas del ramo de hacienda.

• Se establecería una única Tesorería y en el ramo de Hacienda la Junta solo

podría actuar sobre las nuevas contribuciones extraordinarias.

495 Llegaron a aparecer pasquines anónimos y amenazantes en La Coruña. Díaz Otero, A. (1981) Orígenes, Estructura y Evolución de la Junta Suprema de Galicia…Ob. cit., p. 200. 496Ibídem, p. 201.

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253

• La Junta estaría compuesta por 29 personas: el capitán general como presidente

(Noroña), el intendente general (Cesáreo Gardoqui), el director general de

víveres del ejército, un representante de la Audiencia, dos comandantes del

ejército, un marino de guerra, dos comerciantes, dos representantes del clero

regular, tres representantes de la provincia de Santiago, uno por la de Tuy, dos

por Orense, dos por Lugo, uno por Mondoñedo, uno por Betanzos, uno por La

Coruña, dos religiosos del arzobispado de Santiago (uno de ellos el propio

arzobispo Múzquiz), uno por el obispado de Tuy, dos por el de Lugo, uno por el

de Orense y uno por el de Mondoñedo. Por lo tanto 18 nobles, apenas 2

burgueses y 9 eclesiásticos.

• Las siete Juntas subalternas, o de partido, de Galicia, estarían presididas por el

Alcalde Mayor, y contarían en su seno con el síndico personero, dos vocales

nombrados por el ayuntamiento de la capital y cinco designados por una junta de

electores.

El 16 de enero de 1811 tendría lugar en La Coruña una asamblea preparatoria que

daría lugar seis días después a la instauración de la “Junta Superior de Subsidios,

Armamento y Defensa de Galicia”. El juramento hecho por sus componentes, enviado a

la Junta Suprema Central, dejaba bien definidas sus atribuciones y alcance:

“Conservar y defender nuestra santa Religión; prestar obediencia y fidelidad a nuestro

soberano el sr. D. Fernando Séptimo; vivir unidos al cuerpo entero de la Nación y

subordinados al Gobierno Superior legítimo que la represente […] Su objeto principal

deberá ser la defensa, armamento y subsidios, para hacer impenetrables las entradas

de este reino y mantener 20.000 hombres de reserva, dando una verdadera

representación al pueblo para el nombramiento de sus diputados”497

Si la Junta del Reino de Galicia creada en junio de 1808 había supuesto la ruptura de

la legalidad vigente del antiguo régimen, la nueva Junta Superior se circunscribe, de

pleno, en el orden institucional tradicional, alterado solo en parte, en este caso, por la

guerra. Verdaderamente, la nueva Junta reflejaba mejor el peso estamental de la

sociedad gallega tradicional que la precedente Junta del Reino, la cual en su

497 Ibídem, p. 202.

Page 254: LA DECISIVA PARTICIPACION DE LOS 6º Y 7º EJERCITOS ...

254

composición, más “revolucionaria”, había dado mayor peso al tercer estado, provocando

con ello no pequeñas tensiones sociales y políticas a lo largo de la segunda mitad de

1808.

En octubre de 1810, la Junta Superior hubo de reducir a 9 sus miembros, y las

subalternas a 5 (no sin abiertas protestas) por el real decreto del Consejo de regencia del

17 de junio. La Junta Superior de Galicia quedaría así formada por 7 nobles y 2

eclesiásticos, desapareciendo de su seno el ramo del comercio (burguesía), en un claro

cierre de filas de los privilegiados498.

Sin embargo, las características propias de Galicia hicieron que, finalmente, por el

nuevo reglamento de Juntas Provinciales del 18 de marzo de 1811, se ampliaba la

composición de la gallega hasta las 13 personas. Por el citado reglamento, además, se

restringían sus atribuciones, quedando las Juntas Provinciales como “Simples auxiliares

y ejecutores de las órdenes del Gobierno Supremo”499.

El proceso de supeditación culminaría a partir de 1812 cuando sus funciones fueron

siendo asumidas por las autoridades tradicionales y las Cortes comenzaron a plantear la

sustitución de la Junta Superior por nuevas instituciones provinciales como los Jefes

Políticos y las Diputaciones.

Durante los años de la guerra, entre 1810 y 1812, la Junta de Galicia, compuesta y

controlada por los estamentos privilegiados, se negó sordamente a reformar e

incrementar la presión fiscal, tanto porque la misma hubiera supuesto un atentado contra

sus privilegios estamentales como para evitar mayores presiones y malestar social del

pueblo llano. Es por ello, que una de las fuentes principales de financiación de los

gastos militares estuvo en el sistema de préstamos o empréstitos, a cargo de la Deuda

Pública del Estado (la “pólvora del rey”), y en los impuestos indirectos sobre el

consumo y el comercio (que afectaba principalmente a las clases medias y bajas, que

fueron las que soportaron y sobrellevaron el peso de la economía de guerra, además de

la principal contribución al “impuesto de sangre”, las levas500).

En las acertadas palabras de Antonio Díaz Otero:

“El repetido recurso al endeudamiento no es sino una manifestación de la impotencia

por hacerse con fondos procedentes del normal funcionamiento de la presión fiscal.

498 Ibídem, p. 217. 499 Martínez Moras, La Junta Superior de Subsidios, Armamento y Defensa…Ob. cit., p. 109. 500 Díaz Otero, A. (1981) Orígenes, Estructura y Evolución de la Junta Suprema de Galicia…Ob. cit., p. 235.

Page 255: LA DECISIVA PARTICIPACION DE LOS 6º Y 7º EJERCITOS ...

255

Este hecho constituiría, en consecuencia, una señal del deficiente funcionamiento del

aparato hacendístico”

Por todo ello, la Junta Superior de Galicia se encontraría, habitualmente, con las

protestas y resistencia del Consulado de comercio de La Coruña. Así por ejemplo, la

puesta en marcha del cobro de la contribución extraordinaria ordenada por el Consejo

de Regencia en 1811 (de carácter liberal y progresista pues tenía un carácter directo,

sobre la riqueza del contribuyente), acabaría en un sonoro fracaso, al igual que la

contribución subrogada de guerra con la que se la trató de sustituir (un reparto de

imposiciones que seguía el modelo del subsidio pedido al reino por Carlos IV en 1800,

profundamente injusta pues imponía el mismo gravamen a las clases populares y medias

que a las altas).

La contribución subrogada, suscitó tales protestas sociales, que, en mayo de 1812, el

gobierno central la suspendería desde Cádiz, reimplantando la contribución

extraordinaria.

Esta repetida y egoísta ineficacia de la Junta Superior de Galicia para apoyar

decididamente el esfuerzo militar del ejército regular español, que actuaba en sus

fronteras, condujo a la miseria a las tropas españolas del 6º ejército, el llamado por

Wellesley “Ejército de Galicia”, el cual vio muy mermadas sus capacidades operativas

entre 1810 y 1813. En estos años, habría pues, un descenso gradual en la presión fiscal

en Galicia a través de las contribuciones extraordinarias, debidas a la ineficacia de los

sistemas empleados, al desinterés de la propia Junta y a la impotencia para vencer las

resistencias planteadas por los estamentos privilegiados, la nobleza (el estamento que se

vio más favorecido por la política fiscal de la Junta) y el clero (también favorecido, pero

en menor proporción que la nobleza)501.

“Como balance de la actuación económica de la Junta Superior en lo referente a su

comportamiento respecto a los distintos estamentos, nos pronunciamos por una total y

absoluta correspondencia entre la composición de la misma y los intereses defendidos a

lo largo de su actuación. Los sectores privilegiados, poseedores del control político de

la Junta Superior, no aplicaron medida alguna lesiva para sus intereses, desviando la

presión fiscal hacia otros sectores, en especial vía empréstitos. La negligencia

501 Díaz Otero, A. (1981) Orígenes, Estructura y Evolución de la Junta…Ob. cit., pp. 231 – 238.

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observada en el cumplimiento de las órdenes por ellos mismos dictadas no hacía sino

reforzar sus situación de privilegio, haciendo recaer el peso de los graves momentos

sobre los hombros de estado llano, quien tuvo que soportar tal situación teniendo como

única válvula de escape las esporádicas protestas que tuvieron como escenario

distintas localidades de Galicia”502

Como veremos, esta egoísta e interesada ineficacia de la Junta de Galicia, ocasionaría

muy graves desencuentros tanto con los sucesivos capitanes generales y comandantes

del 6º ejército, como con las vecinas Juntas Superiores de León y de Asturias.

Esta ineficacia de la Junta Superior de Galicia provocaría el descontento del mismo

Arthur Wellesley, que, en agosto de 1811, escribiría al comisionado británico en La

Coruña, George Walker, con su habitual y cruda franqueza:

“No tengo duda en declarar, por lo que he visto ha sucedido en otras partes de España,

que si la Junta Suprema de Galicia no hace que aquel reino contribuya para la

subsistencia del ejército destinado a su defensa, los franceses sabrán cómo hacerle

contribuir para pagar y mantener un ejército más costoso que habrá efectuado su

conquista.

Ruego a la Suprema Junta pase una ojeada por las contribuciones exigidas por los

franceses en los inmediatos reinos de León y Castilla, y pido presten una mirada a las

rentas reales del vecino reino de Portugal, no obstante que aquel país ha sido tres

veces, en lugar de una, invadido y arrasado por el enemigo en el discurso de la

presente guerra.

Menciono estas circunstancias por estar completamente convencido de que les es

imposible a la Gran Bretaña suministra a Galicia auxilios pecuniarios de

consideración con respecto a su existencia. La Gran Bretaña puede ser que

proporcione armas, o vestuario, efectos del parque, relativamente a todo lo cual se

entenderá el coronel sir Howard Douglas con el general Abadía, pero la Gran Bretaña

no puede proporcionar dinero.

Además, no quiero ocultar a VE mis sentimientos. El dinero que se hubiese de enviar a

Galicia se saca de contribuciones, no cortas, de los habitantes de Inglaterra; y confieso

dudar de si podrían con justicia y propiedad exigirse semejantes contribuciones para

502 Ibídem, p. 238.

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257

auxiliar a la Supremas Junta de Galicia que no ha hecho esfuerzo alguno para

establecer sobre los naturales, impuestos capaces de suplir a sus propias

necesidades”503

En sus conclusiones sobre la gestión de la Junta Superior de Galicia, Antonio Díaz

Otero acierta al resumir que la misma fue:

“[…] una gestión que podríamos catalogar como legalista, socialmente parcial y pobre

en resultados prácticos”504

La Junta Superior del Reino de León, 1810 – 1812. Integrantes y funcionamiento.

Es conocido que al comienzo de la Guerra de Independencia, en mayo de 1808, y

abandonadas las provincias a su suerte por la traición que los poderes del Estado de la

monarquía borbónica (gobierno, consejos y capitanías) hicieron a su pueblo al aceptar

las renuncias de Bayona, la ocupación militar francesa y la entronización de la dinastía

Bonaparte, serían los poderes municipales de las provincias los que inicien (por propia

iniciativa o amenazados por la rebelión popular) la guerra contra el invasor.

A tal fin se crearían hasta 18 Juntas Provinciales Patriotas, y supeditadas a ellas,

docenas de Juntas Locales de Defensa y Armamento que sustituirían a los

Ayuntamientos en todas las ciudades y villas menores. Todas ellas, en medio de

innumerables dificultades se pondrían a recabar medios para apoyar a las tropas

españolas en la guerra que comenzaba. Se puede afirmar que, en el verano de 1808,

quien salvó a España fue el Poder Municipal de las Provincias. 505

Respecto a la Junta Superior del Reino de León, hay que anotar como mérito, que fue

la única de todas las Juntas Superiores del noroeste de España, que, aun a pesar de ser

ocupado su territorio por las fuerza imperiales durante la mayor parte del conflicto,

pervivió institucionalmente, sin interrupción, entre 1808 y 1813.506

503 AHRG, papeles de la Junta Superior, caja 52, y Díaz Otero, A. (1981) Orígenes, Estructura y Evolución de la Junta Suprema de Galicia…Ob. cit., pp. 239 – 240. 504 Díaz Otero, A. (1981) Orígenes, estructura y evolución de la Junta Suprema de Galicia…Ob. cit., p. 241. 505 García Fuertes, A. (2008) El Levantamiento Patriota en Asturias, León y Galicia (marzo – junio de 1808. Revista de Historia Contemporánea Aportes, Nº 67, Año XXIII – 2/2008, pp. 36 – 56 [Madrid]. 506 Carantoña Alvarez, F., De la revolución de 1808 al sistema constitucional…Ob. cit., p. 435.

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258

* * * *

En 1812, la Junta Superior de León (instalada en Villafranca del Bierzo al amparo de

las tropas del 6º Ejército, “…este resto del Reyno de León desocupado por el

enemigo”507) se componía de ocho Vocales, asistidos por cuatro Secretarios y

Escribanos. Por el ya mencionado “Reglamento de Juntas Superiores” del Consejo de

Regencia del 18 de marzo de 1811, la Junta había de haberse formado con nueve

Vocales representantes de los nueve Partidos de la Provincia. Sin embargo, de ellos, en

1812, solo estaban libres cinco508: tres del Bierzo (Ponferrada, Villafranca y Bembibre)

y dos de la Montaña (Valdeburón y Babia). Por ello se había decidido que mientras se

mantuviese la ocupación francesa sólo se nombrarían ocho Vocales, de los cuales el

Bierzo designaría cuatro (dos titulares y dos suplentes), y Babia y Valdeburón otros dos

cada una (uno titular y otro suplente), de suerte que, cuando las tropas españolas

pudieran liberar el resto del territorio leonés, cesaran los suplentes a favor de nuevos

Vocales electos.509

Por otra parte, la Presidencia de la Junta la ostentaba nominalmente (desde enero de

1811) una autoridad militar, el Comandante General de la Provincia. Con ello se

cumplía el Real Decreto del Consejo de Regencia del 17 de junio de 1810 que establecía

tal norma según un nuevo Reglamento a aplicar a las Juntas Superiores Provinciales510.

La Vicepresidencia quedaría reservada al Vocal que ellas mismas eligieran. Ello vendría

a poner cierta paz a las numerosas divisiones y querellas internas habidas en el seno de

la Junta de León (desde el momento mismo de su creación a finales de mayo de

1808511) y que culminarían con el fiasco que había supuesto el intento de poner en el

cargo al absolutista obispo de Astorga, Manuel Vicente Martínez Jiménez.512

Por lo tanto, la Presidencia de la Junta de León había sido desempeñada desde abril

de 1811, por el general Francisco Taboada Mosquera y Gil513. Este era el Comandante

507 AGRG, Caja 6-A, Correspondencia con la Junta de León, doc. A-93. 508 Los mismos agrupaban 790 Pueblos con 28.718 vecinos y unas 133.208 almas. Actas de la Junta de León…Ob. cit. Elecciones de Diputados a Cortes, junio de 1810 a julio de 1811, folios 169 – 184. 509 Actas de la Junta de León… Ob. cit., 22 de junio de 1812. 510 AGRG, Caja 6-A, Correspondencia con la Junta de León, doc A 102; Villafranca, 14 de enero de 1811. 511 García Fuertes, A. (2007) La División Leonesa del Ejército de Castilla. Actuaciones políticas y militares de la Junta Suprema del Reyno de León en los comienzos de la Guerra de la Independencia. Congreso Internacional de Barcelona, octubre del 2.006 [Barcelona]. 512 Rodríguez López, P. (1908) Episcopologio Asturicense, Manuel Vicente Martínez Jiménez, Años de 1806 a 1816. Tomo IV [Astorga], pp. 69 – 146. 513 AGMS, 1ª Sección, Legajo. T-23

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259

en Jefe de la 2ª división del 6º ejército que defendía el Bierzo (en una línea de frente

móvil que cubría desde los puertos de Manzanal y Foncebadón hasta la Cabrera al sur, y

la cordillera Cantábrica al norte). Taboada había sido designado por José María de

Santocildes, ya el año anterior, comandante general del Reino de León y presidente de

su Junta Superior. El 11 de octubre de 1811 Taboada sería sustituido por un nuevo

comandante general, Francisco de Paula Gómez de Terán, marqués de Portago.514

Aunque Taboada se tomaría muy en serio su nuevo cargo, presidiendo numerosas

sesiones de la Junta (manteniendo también correspondencia como Presidente de la

misma) su sucesor, Portago, apenas asistiría a la misma, dejándola libertad para

desarrollar su labor de apoyo logístico al 6º Ejército. Por todo ello, era el vicepresidente

el que ejercía de facto la jefatura de la Junta Superior de León.

De esta manera podemos referir la composición global de la Junta Superior de León

(contando a todos su Vocales: suplentes, cesados y nuevos nombramientos) a lo largo

de 1812, así:

• Felipe Sierra Pambley. Antiguo Director de la Caja de Consolidación de Vales

Reales de León, Vicepresidente.

• José Fernández Asturias, canónigo de la colegiata de Villafranca, vocal.

• Rodrigo Alonso Flórez, Vocal (Abogado y antiguo Tesorero de Expolios del

Obispado y Regidor de Astorga515).

• José Santos de Prado, Vocal (cura párroco de Congosto).

• Pedro Valgoma, Vocal por Ponferrada, hidalgo de Albares de la Ribera.

• Antonio Valcarce Peña, abogado de Ponferrada, Vocal y Secretario.

• José Baeza Flórez, Intendente de la Provincia y antiguo Presidente de la Junta.

• Juan Facón, hidalgo vecino de Pedrosa, Vocal.

• José Queipo, Vocal, Comisionado en la Diputación de los Tres Reinos.

• Juan Antonio Tallo y Ponce, Corregidor de Villafranca, Vocal, Comisionado en

la Diputación de los Tres Reinos.

• Juan Bautista Gómez de Caso, Vocal.

514 AGMS, 1ª Sección, Legajo G- 2.398. 515 Natural Cabrillanes, en la comarca leonesa de Babia. Procurador Síndico en el Ayuntamiento de León en 1803. Gobernador y Justicia de las 37 Villas y Lugares de la Obispalía de Astorga desde 1806. Regidor perpetuo de Astorga desde 1809. Como todos los miembros de la Junta fue declarado proscrito por el Gobierno Josefino. En 1812 tenía 38 años. Martínez Martínez, M. (2011) Cinco testigos de la Guerra de la Independencia en Astorga [Astorga]. Revista: Astórica, nº 30, pp. 35 -56. Pp. 38 y 39.

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260

Desde diciembre de 1810, y tras muchos avatares, la Junta de León había logrando

poner en marcha en Villafranca del Bierzo una pequeña máquina administrativa con la

que hacer llegar su poder y autoridad al resto de la provincia libre de la ocupación

francesa. Para tal fin (y también para dar igual servicio al cuartel general del 6º Ejército)

era vital el poder contar con una imprenta; siendo imposible poder contar con las dos

establecidas en León, Taboada hubo de hacer venir una de Galicia:

“No siendo posible rehacerse con alguna de las dos de que antes se servía por estar

ambas dentro de León, y muy espiadas de los enemigos, ha tomado el arbitrio de

concertarse con don Manuel Antonio Rey, vecino de Santiago, quien se halla ya en

estado de emprender su viaje”516

El trabajo y responsabilidades que estos patriotas tuvieron que afrontar

voluntariamente durante el conflicto fueron enormes. Quedarían, además proscritos por

el gobierno Josefino, sufriendo el embargo de sus bienes, la persecución de sus familias

y algunos, hasta el ser condenados a muerte en rebeldía.

En las palabras de la junta leonesa al general Abadía, en abril de 1812, vemos el

devenir cotidiano de esta Institución patriota:

“La Junta consta solo de ocho individuos de los cuales están por lo común en

comisiones y ausentes tres, cuando no cuatro, y por consiguiente está en el día, y casi

siempre, reducida al número puramente preciso de cinco, y a veces de menos, sin cuya

concurrencia, que forma la pluralidad, no puede, según estatuto, deliberar y resolver

en los negocios de sus atribuciones, o lo que es lo mismo, no puede formar Junta”517

En el noroeste de España pervivían en 1812 tres Juntas Patriotas Superiores: la del

Reino de León, la del Reino de Galicia y la del Principado de Asturias. Durante la

guerra sus relaciones fueron de colaboración, pero también de rivalidades y conflictos.

Además de la desatención de la Junta de Galicia, en el esfuerzo de guerra, hacia sus

juntas hermanas de León y de Asturias, en el caso de la primera se unieron, también,

desavenencias y disputas con la de León por la recaudación de contribuciones en

516 AGRG, Caja 6-A, Correspondencia con la Junta de León, doc. A 100; Villafranca del Bierzo, 29 de diciembre de 1810. 517 Actas de la Junta de León… Ob. cit., 2 de abril de 1812.

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261

territorios limítrofes. Así sucedió cuando la Junta Provincial de Orense se apropió de

rentas eclesiásticas en su provincia que eran jurisdicción del obispado de Astorga, y

trató de aplicar derechos a las rentas que percibía la colegiata de Villafranca del Bierzo,

en Valdeorras, Viana y el Bolo. Las disputas llegaron a plantear serios litigios y

agriaron unas relaciones, de por sí, ya difíciles518.

En el verano de 1811, a fin de asistir y sostener al 6º Ejército, las tres Juntas

negociarían un acuerdo de asistencia mutua para contribuir con hombres, dinero, víveres

y medios de todo tipo, al sostenimiento y, aún, al aumento, del 6º Ejército.

Los acuerdos de la llamada “Comisión de las Tres Juntas”, acordados el 17 de julio, se

firmarían en La Coruña doce días después por los diputados comisionados por cada

Junta.

• Por Galicia: Cesáreo Gardoqui, Fernando Agar y Bustillo e Inocencio de

Nograrao.

• Por León: Felipe de Sierra Pambley, José Queypo y José Antonio Blanco.

• Por Asturias: Blas de Posada.

El tratado constaba de 13 Artículos y abogaba por uniformizar todos los impuestos,

ordinarios y extraordinarios (de los dos Reinos y del Principado), destinando todas las

rentas al sostenimiento del ejército, habiendo de cesar las requisiciones por fuerza

militar. El tratado sería aplicado por el Intendente del Ejército junto con una Comisión

permanente de seis Diputados (dos de cada una de las tres Juntas, aunque no era

obligatorio que fuesen Vocales de las mismas). Además, en cada una de las cuatro

divisiones del 6º ejército se habría de colocar, en su estado mayor, una personalidad

civil de confianza y prestigio que supervisara las cuentas, los suministros y las revistas

mensuales de comisario a los cuerpos para verificar los efectivos reales de cada unidad

impidiendo así los tradicionales fraudes de entrega de exceso de raciones a plazas que

no eran reales.519

Pero esta “Concordia” nació muerta porque enseguida la Junta de Galicia se negaría a

aportar más medios a los que su mayor extensión, población y el estar alejada de los

frentes de guerra, le obligaban, para disgusto e ira de las Juntas Superiores de León y

del Principado.

518 Díaz Otero, A. (1981) Orígenes, estructura y evolución de la Junta Suprema de Galicia…Ob. cit., p. 252. 519 AGRG, Caja 6-B, Comisión de las Tres Juntas Reunidas, doc. B-11.

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262

Las razones esgrimidas por la Junta de Galicia (enviadas por escrito a sus tres

diputados comisionados en la Concordia520) eran las de que Galicia había de sostener en

solitario toda la logística y retaguardia del 6º Ejército (hospitales, fábricas de

municiones y armas, confección de vestuarios y equipo, fortificaciones costeras, base

naval de El Ferrol, etc.). Lo cual era cierto sólo en parte, pues el grueso del

equipamiento (uniformes y fusiles) venían en su mayor parte de Inglaterra con cargo a

la Deuda Nacional acordada por el Consejo de Regencia en Cádiz, y porque los mayores

costes de las tropas eran los de su manutención, que recaían en su mayor parte en las

esquilmadas Provincias de León y Asturias donde se combatía de continuo.

En realidad y como afirma Díaz Otero sobre la Comisión de las Tres Juntas:

“La firma del acuerdo no conllevó una finalización de las hostilidades, pues desde el

primer momento se trasladó al propio seno de la Comisión la lucha antes mantenida

por las respectivas Juntas. Ante la firma del protocolo, que venía a significar la pérdida

de la independencia en la gestión administrativa gallega por parte de la Junta, así

como del Intendente, ambos inician un proceso de retirada”521

Aprovechando dos decretos dictados por el Gobierno en noviembre de 1811 sobre la

adscripción de Asturias al nuevo 7º ejército, y al establecimiento en ella de una

subdelegación de hacienda, la Junta de Galicia y su Intendente consideraron que la

Comisión de las Tres Juntas ya no tenía sentido de ser y la declararon disuelta (ante las

protestas de leoneses y asturianos). Sin embargo, el Consejo de Regencia, por real

decreto del 27 de diciembre, echaría abajo la decisión de la Junta gallega determinando

que:

“[…] sigan reunidas las provincias de Galicia, León y Asturias, por lo relativo a sus

fondos”522

Con estas maniobras dilatorias se abrió un periodo largo de reproches, acusaciones y

defensas entre dos bandos, uno el formado por la Junta Superior y el Intendente de

520 AGRG, Caja 6-B, Oficio del Presidente de la Junta, La Coruña, 7 de julio de 1811, doc. B-11. 521 Díaz Otero, A. (1981) Orígenes, estructura y evolución de la Junta Suprema de Galicia…Ob. cit., pp. 253 – 254. 522 AHRG, Papeles de la Junta Superior, Legajo 4, Comisión de las tres Juntas.

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263

Galicia, y el otro por las dos Juntas Superiores de León y Asturias con el Capitán

General y comandante del 6º ejército, en particular con el general Javier Abadía.

La controversia de fondo estaba en la unificación, o no, de la gestión económica de las

tres Juntas; con ella se incorporaría a Galicia y a sus mayores recursos al soporte del

esfuerzo de guerra, a través de un control más efectivo de la política fiscal. De ahí venía

la resistencia abierta de la Junta de Galicia a someterse a dicho control y gestión

compartida con León y Asturias.

La Junta de Galicia seguiría reclamando la nulidad del Tratado de las Tres Juntas al

Consejo de Regencia por escrito del 9 de marzo del año siguiente de 1812. Sin embargo,

la llegada de Castaños a Galicia y el traslado de la Junta a Santiago en mayo de ese año,

irían aminorando ésta abierta resistencia.

Leoneses y asturianos reprochaban a la Junta de Galicia que tras verse libres de la

ocupación francesa, en el verano de 1809, parecían desentenderse de la prosecución de

la guerra, no asistiendo como debían a las Juntas de León y de Asturias, las cuales

parecían mantener en solitario el mayor peso de la onerosa logística del 6º Ejército.

Esta actitud de la Junta de Galicia es tanto más cuestionable y difícil de justificar, aún

hoy en día, cuando observamos que el 6º Ejército estaba formado por un tan alto

porcentaje por gallegos, que los franceses, Arthur Wellesley, y hasta la misma

población civil española, lo denominaban el “Ejército de Galicia”.

Continuando en la línea de lo anteriormente expuesto, la provincia de Tuy, por medio

de su comisión de partido, remitiría a la Junta de Galicia el 9 de febrero de 1812 un

oficio en el que le manifestaba que era su deber transmitirle la censura general que el

“Tratado de Concordia entre las Tres Juntas” despertaba en la opinión pública gallega.

Las dos primeras razones que expone del descontento podían ser comprensibles: que

fuera la Comisión Permanente de las Tres Juntas la que hubiera pasado a controlar las

contribuciones en dinero y especie que se hacían en Galicia en detrimento de la Junta

Superior del Fidelísimo Reino, y el que Galicia, con mayor extensión territorial y mayor

población que León y Asturias tuviera en la comisión el mismo número de vocales que

aquellas (dos).

Sin embargo la última razón aducida se contradecía con las dos anteriores y revelaba

una profunda incomprensión y egoísmo respecto a los dos territorios vecinos de León y

Asturias, devastados por la guerra:

Page 264: LA DECISIVA PARTICIPACION DE LOS 6º Y 7º EJERCITOS ...

264

“Las dos Provincias de León y Asturias no concurren con la misma proporción que

Galicia a sostener la masa común de fondos de las tres Provincias que prescribe la

Concordia; pues que sobre no contribuir de modo alguno toda la parte que de las dos

ocupa el enemigo no sufre la que está libre los mismos impuestos que Galicia, ni paga

el mismo valor por los géneros estancados” 523

El que algunas autoridades locales gallegas adujeran el alto peso de los impuestos,

cuando sus compatriotas en Asturias y en León llevaban cuatro años seguidos viendo

destruidos sus pueblos y saqueados sus campos y graneros por los dos ejércitos

contendientes (padeciendo y muriendo de miseria, en casos extremos, tanto civiles

como soldados) no requiere del historiador mayores argumentos para exponer la

situación de indefensión y postración al que las autoridades civiles patriotas habían

llevado al 6º Ejército español a comienzos de 1812 en el noroeste de la Península.

Como bien trataban de argumentar los vocales de la Junta de León con los fríos

números:

“Los Pueblos libres de la Provincia de León, apenas equivalen a la 16ª parte del Reino

de Galicia”524

Aún sin contar con la ocupación francesa, según el Censo de Godoy de 1797, Galicia

tenía una población de 1.142.630 habitantes, mientras que Asturias contaba con 364.238

personas y León censaba tan solo 239.812 moradores (de ellos, la Junta de León calculó

vivían en 1810 en la zona libre de la ocupación francesa apenas 133.208 personas;

situación que se repetía en el Principado).525

Por lo tanto, el querer que León y Asturias, que eran frentes de batalla, y que contaban

con sólo una sexta y una séptima parte de la población de Galicia (formada por siete

provincias), aportaran 2/3 del dinero, víveres y medios que requería el 6º Ejército para

su mantenimiento, era un claro insulto al sentido común de sus comandantes en jefe y a

la dignidad y a la paciencia de las Juntas de León y de Asturias:

523 Tabaco, Sal, Vino. AGRG, Caja 6-B, B-41. Tuy a la Junta de Galicia, 9 de febrero de 1812. 524 Actas de la Junta de León de León… Ob. cit., 29 de mayo de 1812. 525 Real Academia de la Historia, Censo de Godoy de 1797, Sig. 13/5.992 (Edición facsímil), y Actas de la Junta de León Superior de León, Año de 1810, Instrucciones para la elección de Diputados a Cortes.

Page 265: LA DECISIVA PARTICIPACION DE LOS 6º Y 7º EJERCITOS ...

265

“En atención a que el Reyno de Galicia no quiere cumplir con la Concordia del 15 de

julio, aprobada con tanta satisfacción por S. A. el Consejo de Regencia y la Diputación

de las Tres Juntas establecidas en su consecuencia y presenciando la miseria del

Ejército y la desolación de los Pueblos de esta Provincia, la conducta escandalosa del

Intendente de dicho Reino, y de los medios que se han valido para no dar al Asentista

de carnes ni al Director de Provisiones los fondos que necesitaban para proveer al

Ejército, y que esta Provincia se halla en los últimos instantes de su existencia, cuando

el Ejército por haber consumido todo cuanto tenían sus habitantes va a abandonarla a

las garras del enemigo y a los horrores del hambre y de la muerte”526

El 31 de diciembre la Junta de León (con José Baeza y Felipe Sierra Pambley a la

cabeza) decidiría acusar formalmente ante el Consejo de Regencia, a la Junta de Galicia

de dejación de sus funciones y de abandonar al 6º Ejército en manos de la exhausta

Junta de León. La Junta de Galicia se negaba a imponer la contribución de guerra

extraordinaria acordada y apenas aportaba una vigésima parte de lo que debería en

forma de meras contribuciones ordinarias:

“[…] Galicia que ha estado siempre y permanece aún fría espectadora de sus males

[…] desde el principio fatal de esta guerra cruel y exterminadora, la Provincia de León

ha sido el teatro de ella y la residencia ordinaria de los Ejércitos nacionales, aliados y

enemigos; a ella han venido siempre sin almacenes y sin dinero; en ella han tomado

hasta ahora cuanto han necesitado para vivir los soldados y los caballos; los campos

han quedado eriales por acudir con las yuntas y con las bestias de labor a conducir los

trenes, los equipajes y a servir todos los bagajes: los ganados y hasta los bueyes

mismos del yugo han sido comidos por los soldados; ya es menester ir a la distancia de

diez y doce leguas en busca de los forrajes y de las parejas para servir a los

Regimientos, y ya en fin no se ve por todas partes más que hombres convertidos en

bestias, haciendo su oficio y conduciendo en hombros la leña, la hierba, la paja y hasta

los equipajes del Soldado[…] Un Ejército mantenido a este precio y por estos medios

no puede subsistir mucho tiempo, y perecerá necesariamente al mismo tiempo que los

Pueblos que pisa.

526 Actas de la Junta de León de León…Ob. cit., 31 de diciembre de 1811.

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266

La Diputación permanente de las tres Juntas establecida en su consecuencia parece

que deberían haber puesto fin a tantos males…asegurando por este medio el pago y la

manutención del Ejército con preferencia a cualquiera otra obligación por urgente y

sagrada que sea, ¡pero quien lo creyera! La Junta de Galicia no había concordado más

que en la apariencia, no había podido resistir a las razones, a las luces, y a la eficacia

de los Diputados de Asturias y León […] firmó manifestando sinceridad y ocultando

pérfidamente sus criminales intenciones […]”527

Si no se ponía solución era imposible sostener el frente de batalla en León:

“La necesidad inevitable de que el Ejército se retirase a Lugo y abandonase estos

escombros y estos cadáveres a ser presa del enemigo feroz que tenemos a la vista […]”

En el informe a la Regencia de los leoneses, el general Abadía tampoco salía bien

librado ante su falta de energía y liderazgo con la Junta de Galicia:

“El Sr. Comandante General, que mientras permaneció en La Coruña con el látigo

levantado, hizo venir al Ejército cuanto necesitó; que a pesar de su moderación y de su

delicadeza para con aquellas autoridades y con aquellos pueblos, todavía querrá

suponérsele duro y arbitrario. Este General que en su dictamen de la Junta podría sin

riesgo y haciendo el bien, allanar todas estas dificultades, está tan lleno de

consideraciones que a nada se atreve sin que se lo ordene antes VAS o el Excmo. Sr

General en Jefe del 5º, 6º y 7º Ejércitos”

Entre otras cuestiones, exigía la Junta Superior de León que la Intendencia de Galicia,

la mayor responsable del manteniendo del 6º Ejército (con todas sus oficinas y

dependencias) saliera de La Coruña y se estableciera en Santiago o Lugo, más cerca de

los frentes de combate.

La situación había llegado hasta el extremo de que en enero de 1812, el Factor de

Provisiones de Ponferrada para el Ejército confirmaba la falta de víveres por la escasez

de dinero, de tal modo “[…] que el soldado recibe un tercio menos de su ración”528

527 AGRG, Caja 6-A, Correspondencia con la Junta de León, doc. A-123. 528 Actas de la Junta de León de León, 4 de enero de 1812.

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En virtud de quejas previas de la Junta de León, el Consejo de Regencia ordenaría ya

el 4 de enero de 1812, que se llevara a efecto inmediatamente la Concordia celebrada,

aprobada y publicada por Galicia, León y Asturias.

Por otra parte, el 17 de febrero llegaría a Villafranca la respuesta del Consejo de

Regencia a la queja presentada contra la Junta de Galicia en diciembre. Por boca de José

Canga Argüelles, la Regencia daba la razón a los leoneses y asturianos; agradeciendo

igualmente “los heroicos servicios” de la Junta Superior de León. La Regencia les

remitía al Capitán General, Javier Castaños, que pronto habría de llegar a Galicia para

hacer cumplir con sus deberes a la Junta de Galicia. La Junta Superior de León

escribiría inmediatamente a Castaños en términos contundentes:

“[…] o consigue de una vez romper las trabas que se oponen a la conservación,

aumento y progresos del 6º Ejército, o se desengaña por entero de que Galicia, mal

avenida con todo lo que no sea dar la Ley a León y Asturias, abiertamente aspira a

cimentar sus prosperidad sobre la ruina de estas dos fidelísimas Provincias”529

Por su parte, el Capitán General Javier Castaños cesaría por desobediencia al

Intendente del Reino de Galicia Cesáreo Gardoqui, sustituyéndolo interinamente por

Niceto Larreta el 18 de febrero de 1812, comunicándolo rápidamente a la Regencia, la

cual aprobaría su actuación. Desde La Coruña, la Junta Superior de Galicia se limitaría a

acatar la orden sin hacer protesta alguna.530

El anterior Comandante Militar de León y Presidente de su Junta, el Mariscal de

Campo Francisco Taboada y Gil, había afeado, ya el año anterior, la conducta de sus

paisanos de la Junta gallega recordándoles la riqueza de Galicia:

“VE no ignora que Galicia surtía de carnes en tiempos felices a las dos Castillas

excediendo de doscientas mil cabezas animales que salían de ella. Hace tres años que

este tráfico está interrumpido y por consiguiente sin salidas, supongamos que de

requisición se consumieron cincuenta mil reses y que nuestras tropas y las aliadas por

su dinero lo hiciesen de ciento cincuenta a doscientas mil, siempre queda un sobrante

529 Actas de la Junta de León de León, 19 de febrero de 1812. 530 AGRG, Caja 40–A. Correspondencia del Capitán General Castaños con la Junta de Galicia, doc. A-7.

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268

de trescientas cincuenta a cuatrocientas mil cabezas de ganado […] esta Provincia

(León), aún para su labranza siempre se surtió de bueyes de ese Reyno”531

Pero la situación no empezaría a arreglarse hasta el inicio de la ofensiva de verano.

Así, la Junta de León aseguraba el 24 de mayo al Comandante General interino del

Ejército, marqués de Portago532, que las dos divisiones del 6º Ejército acantonadas en

León (2ª división y la de reserva, llegada desde Lugo) habían consumido en quince días

carne por valor de 500.000 reales, los cuales habían sido suministrados por la Junta de

León sin asistencia alguna de Galicia, a una media de suministros diarios de 30.000

reales. En posteriores certificaciones la Junta manifestaba que solo la cantidad de carne

asignada a cada soldado, constituía en si la mitad del coste de una ración diaria.533

La mayor parte de la Provincia de León (y la más rica) seguía en manos francesas.

Solamente un 40% de sus partidos estaban libres y en disposición de proporcionar

víveres y bagajes a las tropas del 6º Ejército. Las poblaciones leonesas sostenían además

a las tropas imperiales de ocupación, a parte de las tropas del 7º Ejército guerrillero que

actuaba en las montañas orientales y a varias partidas guerrilleras. Como repetía

constantemente la Junta de León a su homóloga gallega:

“No es posible recargar más que lo está a las clases de cortos hacendados y labradores

de que se compone la Provincia sin acabar de arruinarles, porque además de estárseles

debiendo las exacciones de tres años, se le obliga a pagar las contribuciones sin

admitirles los descuentos […] se ha sacado a los infelices hasta el trigo tremesino que

tenían para sembrar […]

Si fuese posible que el Ejército avanzase y pudiésemos contar con el terreno más

pingüe de esta Provincia […]”534

Por último, hay que reseñar que la Junta de Galicia tendría sonoros enfrentamientos

(con la excepción de Santocildes) con los sucesivos capitanes generales de Galicia y

comandantes generales del ejército español en el NO peninsular entre 1809 y 1811:

Ramón de Castro (conde de Noroña), Nicolás Mahy y, sobre todo, Javier Abadía.

531 AGRG, Caja 6-A, Correspondencia con la Junta de León, doc. A-114. Villafranca, 20 de julio de 1811. 532 Este aparece firmando ya documentos como Comandante del 6º Ejército el 14 de abril, y Abadía firma el último el 28 de marzo (AGRG, Caja 36-D). 533 Actas de la Junta de León… Ob. cit. Sesiones del 24 y 29 de mayo, y del 9 de julio de 1812. 534 AGRG, Caja 6-A, Correspondencia con la Junta de León, doc. A-107.

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269

Sobre los dos últimos personajes conseguiría la Junta Superior de Galicia su

destitución por el gobierno central gaditano.

Con Abadía, el enfrentamiento fue total, y el conflicto fue desatado por la negativa

rotunda de la Junta a incrementar los efectivos del 6º ejército, por el apoyo de Abadía a

las Juntas de León y Asturias en su controversia con la de Galicia, además de por la, ya

citada, decisión de Abadía de nombrar siete nuevos gobernadores militares para las

provincias gallegas, por encima de la autoridad civil y las juntas provinciales

subalternas, a los que pretendió, también, hacer superintendentes en el ramo económico.

Se puede considerar que el traslado final de la Junta Superior a Santiago, en mayo de

1812, supondría un cierto triunfo del poder militar. Éste, representado por Javier

Castaños, lograría convertir a la Junta en el portavoz legal de las Cortes, provocando

con ello una clara resistencia de los sectores más absolutistas gallegos, como el

arzobispo Múzquiz y el cabildo compostelano (principal promotor de la oposición

antiliberal en Galicia).

La campaña invernal del general Abadía sobre León. El primer apoyo a la

ofensiva de Arthur Wellesley sobre Ciudad Rodrigo. Enero de 1812

Los esfuerzos del 6º Ejército por distraer fuerzas imperiales del noroeste de España a

fin, tanto de aliviar la presión ejercida sobre Valencia, como para que el ejército francés

de Portugal no pudiera actuar ofensivamente contra el ejército de Arthur Wellesley que

había iniciado su asedio a Ciudad Rodrigo, dieron lugar a una pequeña ofensiva

española, en enero de 1812, sobre las guarniciones imperiales en el Orbigo y el Esla, y

en particular, sobre la Plaza de Astorga.

En estos movimientos del 6º ejército no sería ajeno el comisionado británico Howard

Douglas. Este hubo de presionar al general Javier Abadía para que se iniciara la

ofensiva desde el Bierzo y Sanabria en dirección a León y Benavente, a fin de distraer a

los posibles auxilios franceses hacia el sur de Salamanca. En España, Arthur Wellesley

tenía ante sí al mariscal Marmont, al mando de l´Armée de Portugal (con su cuartel

general en Salamanca) desplegado desde Asturias (parte del principado había vuelto a

ser ocupado, a comienzos de noviembre, por las tropas del general Bonet, retirándose el

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270

general Losada de nuevo a la línea del Narcea535) al valle del Duero, y al conde

Dorsenne, comandante en jefe del ejército del norte (cuyo cuartel general estaba en

Burgos).

Las fechas no eran las más propicias como reconocía el Estado mayor del 6º Ejército:

“El estado de estrechez en que por razones militares se debía temer hallarse Valencia,

hubiera precisamente obligado a hacer un esfuerzo al 6º Ejército, si sus medios fueran

otros y lo arduo de la estación no ofreciese grandes obstáculos en nuestro estado a

cualquier operación, entorpeciendo al mismo tiempo las nieves, aguas y hielos las

comunicaciones, y ofreciendo considerables dificultades y riesgos a cualquier empresa

militar sobre montañas”536

A pesar de sus carencias, Douglas consideraba que el 6º ejército podía llevar a cabo

una ofensiva, aunque fuera limitada. Pero Abadía se negó en redondo. Adujo que sus

tropas seguían en proceso de reorganización y carecían de capacidad para acciones

ofensivas. En realidad, Abadía, en apenas seis meses al mando, había cosechado tantos

enfrentamientos con las juntas patriotas de Galicia, León y Asturias, y con sus propios

subordinados, que había solicitado ya, a Cádiz, su relevo. Por ello, y a la espera de su

remoción, tenía pocos deseos de emprender ninguna operación. Según Douglas:

“Las tropas se encontraban en condiciones de marchar, e informó de este hecho a

lord Arthur Wellesley, aunque persistían las dificultades con Abadía. Sus temores se

vieron confirmados, porque el general resultó inamovible. Sir Howard defendió la

importancia de un avance, ya como apoyo a las operaciones de lord Arthur Wellesley,

ya para ganarse la confianza del pueblo, además de que tendría el mejor efecto sobre el

ejército. Pero Abadía mantenía que no había cohesión en el mismo, ni medios de

subsistencia en el terreno sobre el que se iba a avanzar. Siguió alegando una excusa

tras otra, mientras Douglas rebatía sus objeciones”537.

535 Boletín del 6º Ejército…Ob. cit., pp. 143 – 145. Huyendo de esta nueva invasión y de la ocupación francesa, que motivó duras críticas a Losada y su 1ª división, moriría el 27 de noviembre de 1811 en el puerto de Vega Melchos Gaspar de Jovellanos. 536 Ibídem, p. 241. 537 Watson Fullom, St. & Douglas, H. (1863) The Life of general Sir Howard..., Ob. cit., p. 124.

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271

El británico, acudiendo a todo su tacto (presentando hechos y números), trató de

convencer al español, pero:

“El general exclamó abruptamente que dejaría la tarea a su sucesor, y mostró una

carta que había preparado para la Junta Superior (de Galicia) en la que la acusaba de

haberle dejado indefenso por falta de recursos, afirmando que estaba resuelto a colgar

el uniforme si no aprobaban su cese y si dejaban al ejército en la situación actual, ya

que no podía ejercer el mando con honor, y el honor era más preciado para él que la

vida”538.

Douglas no forzó la situación; se sentía “terriblemente preocupado”. El éxito de la

ofensiva aliada sobre Ciudad Rodrigo podía quedar comprometido si el 6º ejército

permanecía inmóvil, demostrando debilidad al mando imperial. Viendo que no podía

asegurar una ofensiva, aunque fuera limitada, Douglas se volvió a La Coruña. Allí

tendría noticias de otra actuación de Abadía que provocaría un gran descontento en la

opinión pública y en las autoridades gallegas; algunas unidades del 6º ejército se

estaban concentrando en Vigo para pasar a América.

Efectivamente, el Consejo de Regencia en Cádiz había ordenado, en septiembre de

1811, el envío de refuerzos a ultramar ante el estallido de las rebeliones (ya

abiertamente de independencia) en la América colonial. Estas órdenes llegaron a Galicia

a mediados de octubre, causando más preocupaciones en Abadía; el cual, como soldado

que era, se aplicó en cumplir las órdenes de su gobierno.

La negativa de Abadía a emprender la ofensiva, junto con la partida hacia América de

las expediciones de Vigo, llevaría a Douglas a restringir (en un ejemplo claro de la

política del “palo y la zanahoria”) el flujo de suministros al 6º ejército. Por otra parte,

una carta de Arthur Wellesley hizo saber a Douglas que el ejército aliado había iniciado

el sitio a Ciudad Rodrigo:

“San Felices de Gallegos 10 de enero de 1812.

Querido Señor. Le solicito que informe al general Abadía de que me encuentro ocupado

en el sitio de Ciudad Rodrigo, que estamos llevando a cabo con la mayor diligencia.

Hemos ganado unas 600 yardas de terreno la noche del día 8, avanzando nuestros

538 Ibídem, p. 125.

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272

atrincheramientos, tras varios asaltos, a esa distancia. Nuestra artillería abrirá fuego,

espero, el día 13 desde la paralela. Sería deseable que el general Abadía se esforzara

en hacer algún movimiento para atraer la atención del enemigo lejos de nosotros, ya

que creo probable que concentrarán todas sus fuerzas para tratar de interrumpir

nuestras operaciones.

Su más atento servidor, Arthur Wellesley. Al teniente coronel sir Howard

Douglas”539.

Douglas pondría estas noticias en conocimiento de Abadía. Pero éste volvió a rehusar,

enviando al comisionado británico una misiva en la que le manifestaba que: “Había

notificado al general Castaños540 su intención de retirarse sobre Lugo, al no poder

mantener su actual posición por falta de suministros”541. De llevarse a cabo la amenaza

de Abadía, el resultado podía comprometer, gravemente, la estrategia de Arthur

Wellesley. Por ello, deseando asegurar, a toda costa, el flanco norte de Arthur Wellesley

en Galicia si se producía una ofensiva francesa sobre este punto Douglas, “determinó

armar al pueblo”, desviando buena parte de los suministros retenidos hacia las alarmas

gallegas.

La Junta Superior de Galicia daría, encantada, su visto bueno a la activación de las

alarmas. Sobre el papel, las alarmas contaban con un gran potencial militar defensivo.

Teóricamente, las alarmas de las siete provincias gallegas (Orense, Santiago, Tuy,

Betanzos, Mondoñedo, Lugo y La Coruña) encuadraban, desde junio de 1811, a un total

de 206.924 civiles entre los 16 y los 50 años. Aunque su talón de aquiles residía en la

falta de armas de fuego (solo había disponibles 26.860 armas, muchas de ellas en mal

estado), la escasez de municiones y la carencia de organización y adiestramiento

efectivos542.

539 Watson Fullom, St. & Douglas, H. (1863) The Life of general Sir Howard..., Ob. cit., p. 127. 540 Comandante en jefe del 5º, 6º y 7º ejércitos, y capitán general de Extremadura, Galicia, León, Castilla la Vieja, Asturias, Cantabria, Vascongadas y Navarra, desde febrero de 1811. 541 Watson Fullom, St. & Douglas, H. (1863) The Life of general Sir Howard..., Ob. cit., p. 127. 542 VVAA: “Reyno de Galicia. Estado que manifiesta la fuerza de las alarmas de las siete provincias de que se compone”. En VVAA: Ciudades en Guerra 1808 – 1814. Vigo en la Guerra de la Independencia. Catálogo de la Exposición del mismo nombre realizada en Vigo del 13 de mayo al 12 de julio de 2009 Madrid, Sociedad Estatal de Conmemoraciones Culturales (SECC), 2009, p. 180. Los 206.924 hombres movilizables apenas disponían en el verano de 1811, de 13.920 mosquetes y 12.940 carabinas con muy pocas municiones (40 cartuchos por mosquete y 23 por carabina); el resto se tenían que contentar con chuzos y armas blancas. Según los 18 artículos de la “Instrucción para el arreglo del Armamento en masa de todos los pueblos del reyno de Galicia promulgado en La Coruña el 13 de febrero de 1810”, las alarmas se organizarían nombrando un comandante general cada jurisidicción que agrupara 1.500 vecinos, reclutando a todos los varones útiles entre 16 y 50 años; en cada jurisdicción la alarma se dividiría en dos trozos (o “medios batallones”). Cada trozo nombraría por votación de sus integrantes un comandante subalterno; el trozo se dividiría en partidas (“compañías”) de 50 a 70 hombres, cuyos capitanes serían nombrados por el comandante subalterno, bajo supervisión del comandante general. Cada partida se dividiría, a su vez, en escuadras

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273

Orgánicamente se contabilizaban 262 alarmas (con unos 790 hombres de promedio

cada una de ellas), divididas en 3.619 compañías (con una media de 57 hombres). Las

alarmas más numerosas y mejor armadas eran las de las provincias fronterizas con

Zamora, León y Asturias (de donde podían provenir los ataques imperiales si el 6º

ejército español era batido): las de Orense y Lugo. Algunas contaban incluso con

pequeños cañones de montaña y “violentos” de infantería, hasta un total de 138 piezas,

aunque con muy poca munición (apenas 13 cartuchos por pieza).

Tras la propuesta de Douglas, la Junta de Galicia haría público el decreto de activación:

“La oferta fue aceptada; se llevaron a cabo los preparativos para una inmediata

agrupación, y la proclamación de una leva se hizo pública en pocos días. El efecto que

surtió sobrepasó todas las expectativas; el fervor patriótico se elevó desde todas las

clases sociales, y todos se aprestaron para enrolarse al servicio”543. La Junta de

Galicia solicitó a Douglas que llevara a cabo una visita de inspección a las localidades

cabeza de cada una de las principales alarmas: “Partió acompañado del secretario de

la junta544, asistido por su ayudante. Se encontró con el más cordial recibimiento por

todas partes, evidenciándose la gratitud de los hombres, mujeres y niños, que se

reunían a su alrededor en multitudes, y le saludaban como su libertador”545.

La decisión de activar las alarmas provocó gran enojo en el seno de los regulares del

6º ejército. El mismo malvivía al límite de una logística precaria, y ahora, habría de

asistir a la distribución de equipo militar británico (que necesitaba angustiosamente al

tener cientos de reclutas sin armas ni uniformes) entre unas milicias populares que

quedaban fuera de su control y de cuya efectividad militar había serias dudas. Unas

alarmas bien armadas representaban, además, para la autoridad militar (e incluso para la

de un máximo de 25 hombres con un cabo al mando. La instrucción se haría en días festivos en lugares equidistantes al centro de cada alarma y su jurisdicción. La misma habría de centrarse en el combate en orden ligero y en la realización de emboscadas, preconizando y premiando la puntería con las armas de fuego, así como la construcción de obstáculos y obras defensivas de campaña; las municiones serían custodiadas por el comandante general. Cuando varias alarmas se juntasen quedaría al mando, de todas, el comandante general de la alarma cuyo territorio estuviera siendo atacado. Para las comunicaciones las alarmas habrían de establecer un código de señales con campanas, hogueras, cohetes, cornetas y mensajeros. Todos los mandos deberían de conocer a la perfección su comarca (caminos, veredas, bosques, pasos, vados, etc.), y en caso de ser activada la alarma, si sus hombres era puestos bajo el mando militar, habrían de recibir el mismo sueldo que los soldados regulares, y si obraban independientemente, en cada día de servicio recibirían libra y media de pan a cargo de su jurisdicción y un real a cuenta del estado. Por último, en cualquier situación, las alarmas podían ser requeridas por las autoridades para detener desertores y realizar labores de seguridad pública. 543 Watson Fullom, St. & Douglas, H. (1863) The Life of general Sir Howard..., Ob. cit., p. 128. 544 Luis López Ballesteros; liberal moderado, sería el último secretario de la Junta Superior de Galicia entre 1812 y 1813. 545 Watson Fullom, St. & Douglas, H. (1863) The Life of general Sir Howard..., Ob. cit., p. 129.

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civil -aunque Douglas lo oculte en su biografía-) un peligro real: el grave descontento

social latente por las duras condiciones que la guerra imponía (altas contribuciones y

levas forzosas) era un primer paso a motines y violencia armada, además de contribuir a

incrementar el bandidaje rural. Igualmente, desde su creación se dieron casos de

rivalidades en el mando de las alarmas entre las oligarquías gallegas, así como de

abiertos casos de desobediencia y desórdenes contra la autoridad de la Junta de Galicia

y de los mandos militares a finales de 1810. Entre estos casos destacaron las alarmas de

los partidos de Cuesta de Laxinde, Caldevergazo, Cotobade y Montes, cuyos

comandantes tuvieron que ser expedientados. En otros casos serían los mandos

inferiores, los capitanes de partidas de las alarmas de La Guardia, Salcidos y

Camposancos (en la Provincia de Tuy), los que tuvieron que ser destituidos por negarse

a obedecer las órdenes de su comandante general, al que no querían reconocer por tener

otro candidato al mando.546

Por último, desde la conspiración de Baltasar Casqueiro (ya hemos contado que

abortada en diciembre de 1810 por Nicolás Mahy) se había constado el peligro que

suponían las alarmas dentro de la creciente lucha política en Galicia entre los incipientes

partido liberal y absolutista.

Todos estos desórdenes habían sembrado, pues, una profunda desconfianza entre los

regulares del 6º ejército. Ya en septiembre de 1810 el entonces capitán general de

Galicia, Nicolás Mahy, había dictado una “Instrucción formada para el régimen y

disciplina del paisanaje armado de este reyno de Galicia”; instrucción que era un

verdadero código penal para intentar disciplinar las alarmas:

“Estos acontecimientos enfurecieron al general Abadía, que vio disminuir aún más su

poca relevancia, y alejarse de sus manos el timón del mando”547.

Pero Howard Douglas no estaba interesado en dejar fuera de juego al 6º ejército ni a

su comandante en jefe. Su maniobra estribaba en obligar a los regulares españoles a

pasar a la ofensiva sobre las llanuras de León. Nuevamente el británico volvió a

presentarse ante Abadía, el cual:

546 Vázquez Gómez, J.: “Las alarmas. Un ejército Popular Gallego”, en VVAA: Las Guerras Napoleónicas en Galicia: 175 Aniversario, La Coruña, 1984, Cap., pp. 69 -74. 547 Watson Fullom, St. & Douglas, H. (1863) The Life of general Sir Howard..., Ob. cit., pp. 129 – 130.

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“[…] estalló en exclamaciones en presencia de su estado mayor, quejándose de la

proclama de la junta, así como de los regalos hechos a Longa y Mina. Pero Howard

justificó ambos, argumentando que ni la junta ni él mismo podrían haber actuado de

manera diferente, ya que lord Arthur Wellesley les apremiaba para recibir su ayuda;

respecto a los obsequios hechos a los jefes de guerrilla, los mismos ponían de relieve

los buenos sentimientos del gobierno británico.548 A continuación le mostró un

despacho que acababa de recibir de lord Arthur Wellesley, solicitándole de nuevo un

movimiento del ejército, y le convenció de que un avance restituiría todo su

crédito”549.

Para pasar a la acción Abadía tendría que acudir de nuevo a la Junta Superior de León,

pues la tesorería del 6º Ejército carecía, una vez más, de fondos.

En este sentido, el 14 de enero Abadía comunicaría a la Junta de Galicia que estaba de

nuevo sin dinero, y únicamente disponía de víveres, caballerías y transportes para poner

en movimiento a una sola de las seis brigadas del ejército. Por ello, Abadía amenazó

con retirar a Lugo dos de los cuatro regimientos de la 3ª división establecida en Puebla

de Sanabria, por falta de víveres550. Igualmente, aclaró Abadía, que si había conseguido,

en los últimos días, raciones de carne para las tropas de su 2ª división en el Bierzo,

había sido:

548 En este punto de la biografía de Howard Douglas hay que señalar un error de fechas; no sería hasta el mes de abril de 1812 cuando Lord Liverpool notificaría a Arthur Wellesley su intención, ya acordada con Douglas, de obsequiar con armas personales de lujo a los principales comandantes guerrilleros del 7º ejército en el norte de España; armas que habrían de ser enviadas a nombre del comandante británico: “Estimado sr., hace algún tiempo que he puesto al tanto a sir Howard de mi intención de enviar a La Coruña algunos sables y pistolas de la mejor manufactura y soberbiamente repujadas para que él las entregara, en nombre del gobierno británico, a los más distinguidos líderes guerrilleros, que han cooperado con celo y eficiencia durante la última campaña. He pensado que sería más aconsejable entregar estos presentes en nombre de su Señoría, mejor que en nombre del gobierno del príncipe regente, y se enviarán instrucciones a sir Howard para que espere a conocer su parecer al respecto, antes de entregar las armas a los diferentes líderes. Las armas están listas para embarcar y se enviarán a La Coruña a la primera oportunidad. Consisten en 2 parejas de pistolas de 2 ánimas profusamente decoradas de la mejor manufactura, y 6 parejas de pistolas de 2 ánimas de una manufactura inferior. También 2 sables espléndidamente montados con 2 vainas profusamente repujadas en plata, y 6 más de excelente apariencia, pero de menor valor. Estas armas son excelentes para el servicio y su aspecto es magnífico. Mi primera intención a su recibo, había sido el ofrecer los dos sables y las pistolas de mayor valor a Mina y el Empecinado y ofrecer el resto a don Julián Sánchez, a don Francisco Longa, a Campillo y a otros de rango e importancia secundaria. Pero al haberse determinado ahora que estas armas pasen a su disposición, tengo que pedirle que sea discreto en su distribución y que de las adecuadas instrucciones a sir Howard”. Oman, Ch.: A History of the Peninsular War, London, volume IX, Modern Studies of the War in Spain and Portugal, 1808-1814, London, 1999, Appendix 4, Documents on the guerrilla Movement, Collected by René Chartrand, Doc. Nº 8, pp. 415 - 416. PRO WO 6/36. 549 Watson Fullom, St. & Douglas, H. (1863) The Life of general Sir Howard..., Ob. cit., p. 130. 550AGRG, Caja 36-D, doc. 13. Villafranca del Bierzo, 7 de enero de 1812. Amenazaba retirar los regimientos de Benavente y Voluntarios de Asturias dejando solo los de Compostela y Orense.

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“…valiéndome de la fuerza y amenazando con el último suplicio al Contratista, el cual

se ha venido como fugado de Ponferrada”551

De igual manera Abadía escribiría a Castaños desde Villafranca el 10 de enero, que la

ayuda de las Juntas era insignificante por su falta de autoridad, agravada por la

animosidad que tenían entre ellas. Abadía se mostraba dispuesto a presentarse en La

Coruña y en Santiago para tratar de sacar de su sopor a las autoridades gallegas, aunque

para ello no contaba con un subordinado capaz de tomar el mando, a excepción del

marqués de Portago:

“[…] el cual no tiene a su favor ni la confianza del Ejército ni la del Reino; y como le

he manifestado a V.E. anteriormente, ni el general Santocildes se halla restablecido

enteramente de lo que ha padecido, ni lo veo dispuesto a volver a admitir un mando de

tanta responsabilidad y con tan cortas facultades”552

Abadía rogaba a Castaños que hiciera que la Junta de Galicia abandonase La Coruña y

se acercara más a la retaguardia del ejército, haciendo votos, igualmente, porque el

mismo capitán general pudiese pasar de Extremadura a Galicia para reforzar con su

presencia la autoridad militar y poner fin al desorden presente.

Javier Abadía se presentaría en Villafranca, el 22 de enero (cinco días antes de la

ofensiva), ante los vocales de la Junta Superior de León, presididos por Felipe Sierra

Pambley, en calidad de Vicepresidente:553

“En atención a la demanda verbal que ha hecho a la Junta el señor don Francisco

Abadía, Comandante General del 6º Ejército de que necesita el auxilio de 80.000 reales

de vellón para el movimiento que tiene que hacer, sin cuyo auxilio no podía verificarlo,

pues solo cuenta con los desvelos de esta Junta, mediante a que Galicia no cumple con

551 AGRG, Caja 36-D, doc. 13. Villafranca del Bierzo, 14 de enero de 1812. El Asentista era Juan Antonio Barbeito, en carta del 15 de enero desde Coruña, aseguraba que le era imposible continuar con el suministro de raciones pues se le debían ya dos millones cien mil reales en suministros ya realizados para el 6º Ejército. 552 Sánchez de Toca, J. M. (2009) Los desastres de la Guerra…Ob. cit., pp. 538 – 540. 553 Famoso Ilustrado leonés, Felipe de Sierra y Pambley, era representante de otro rancio linaje de la pequeña nobleza leonesa de la montaña de Laciana. Abogado adscrito a la Ilustración y a Manuel Godoy, era en 1808 Director de la Caja de Consolidación de Vales Reales en la Provincia de León. Sería un declarado patriota durante la Guerra de la Independencia y evolucionaría hacia al liberalismo moderado. En: Carantoña Alvarez, F. y Aguado Cabezas, E. (2.008) Actas del Congreso: Ideas Reformistas y Reformadores en la España del siglo XIX. Los Sierra y Pambley y su tiempo [Madrid]: Carantoña Alvarez, F. De la Ilustración al Liberalismo Moderado. La trayectoria política de Felipe de Sierra Pambley, pp. 21 - 56.

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lo estipulado en la Concordia de quince de Julio, se acordó que tomando razón de los

descubiertos que haya a favor de la Real Hacienda por cualquier ramo se despachen

avisos de apremio contra los que resulten deudores, y por ahora se los libramientos

contra Consolidación y otro contra la Tesorería de Provincia”554

En pocas horas la Junta pudo entregar al tesorero del 6º Ejército, Juan Manuel

Gandarias, unos 40.000 reales, comprometiéndose a entregar el resto en dos plazos, en

pocos días.

Superado y obligado por las circunstancias, Abadía consintió, finalmente, pasar a una

ofensiva limitada en dos direcciones, un avance sobre Asturias, y otro sobre Astorga.

Douglas prefería concentrar la ofensiva en un solo punto, sobre Astorga y más allá de

los ríos Orbigo y Esla. Pero aquí Abadía y sus comandantes divisionarios se

mantuvieron inflexibles:

“Sus deliberaciones se vieron interrumpidas por la intervención del general

Mendizábal, que apoyó a su compañero, manteniendo que el ejército de Galicia no

podía adentrarse en las llanuras por falta de caballería”555

El argumento de Gabriel de Mendizábal e Iraeta556 (nuevo comandante en jefe del 7º

ejército guerrillero que aguardaba en Ponferrada el momento de marchar hacia la

cordillera cantábrica) era irrebatible y bien fundado en la experiencia de los más de tres

años de guerra. Nuevos desastres como los Medina de Rioseco en julio de 1808 o Alba

de Tormes en noviembre de 1809, no podían volver a repetirse557.

Por su parte, el comisionado británico Douglas se pondría en comunicación, también,

con varios comandantes guerrilleros del 7º ejército, así lo haría con Longa el 18 de

enero desde Villafranca del Bierzo:

554 Actas de la Junta de León…Ob. cit., 22 de enero de 1812. 555 Ibídem, p. 130. 556 AGMS, 1ª sección, legajo M – 2.766. Tenemos aquí otro error de fechas en la biografía de Douglas. Esta conversación con Mendizábal no pudo tener lugar en estas fechas (enero de 1812), sino a poco de la llegada de Douglas a La Coruña. El comandante español del 7º ejército había llegado a La Coruña desde Extremadura el 3 de agosto de 1811, permaneciendo en ella hasta el 3 de octubre, fecha en la que embarcaría en la fragata británica Surveillante rumbo a las costa cantábrica y a su destino final en Potes, al que llegaría, vía Gijón y Villaviciosa, el 16 de octubre. 557 Grandes batallas perdidas en las llanuras de Castilla la Vieja y Salamanca, por el ejército de Galicia debido a la debilidad de la caballería española y a la gran superioridad de la francesa. En ambas habían estado presentes Gabriel de Mendizábal y muchos mandos del 6º ejército.

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“El ejército británico tiene puesto sitio a Ciudad Rodrigo y el enemigo está reuniendo

todas sus fuerzas para estorbarlo. Será de mucha importancia que usted haga todos los

esfuerzos en su poder para llamar la atención del enemigo”558.

Sin embargo las partidas de Longa atravesaban en estas semanas una acuciante falta

de municiones, lo que, junto la reorganización de la división (renombrada “Iberia” por

Mendizábal el 27 de octubre) con la agregación de nuevos batallones, reducirían

temporalmente su actividad. Tal es así que su jefe de estado mayor, el sargento mayor

Pedro Pablo Alvarez559 enviraría el 21 de enero a La Coruña un destacamento, al mando

de Antonio Asura, en busca de municiones. Pero el comisionado de enlace de las

guerrillas en Galicia, Francisco Sayús comunicó a Longa que los almacenes británicos

en La Coruña se habían vaciado tras atender los grandes pedidos de las alarmas y de

algunas partidas de Castilla la Vieja. Habría que esperar la arribada de nuevos barcos560.

Por otro lado, en el Bierzo y norte de Zamora, la ofensiva implicaría poner en

movimiento, el día 27, a las divisiones 2ª y 3ª del 6º Ejército que, desde el Bierzo y

Puebla de Sanabria, habrían de atacar simultáneamente Astorga y la Bañeza. Otra

Columna Volante, al mando del Brigadier Fernando Miranda, avanzaría hasta León

cortando la comunicación de la capital con el puerto de Pajares en Asturias.

Igualmente, se había ordenado el 19 de enero al 1º de Asturias que, desde La Coruña,

y el regimiento de Santiago desde Lugo, salieran a marchas forzadas para llegar juntos

al río Narcea a tiempo de iniciarse la ofensiva. A este río habría de llegar también desde

el puerto de Leitariegos la brigada volante de Federico Castañón:

“[…] marchando días enteros por continuas nieves e hielos […] atravesando un país

excesivamente montañoso, rompiendo en parte por cinco cuartas de nieve”561

Estas fuerzas (tras reforzar a la 1ª división) habrían de iniciar desde el Narcea la

ofensiva sobre la división francesa del general Bonet.562

558 Pardo de Santayana, Francisco de Longa...Ob. cit., p. 286. 559 AGMS, 1ª sección, legajo A – 893. 560 Pardo de Santayana, Francisco de Longa...Ob. cit., pp. 287 y 305. El 4 de marzo, la llegada de un nuevo convoy posibilitaría el envío del quechemarín “Graciosa” con armas para Longa y Mina. Tras llegar a Ribadesella, el envío llegaría a Villarcayo el 6 de abril. 561 Boletín del 6º Ejército… Ob. cit., nº 51, p. 243. 562 Ibídem.

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Sin embargo, sea porque los franceses detectaron estos movimientos, sea por la

amenaza de Wellesley sobre Ciudad Rodrigo, en el momento de iniciarse la ofensiva,

Abadía tendría noticia de la retirada de Asturias de la división de Bonet. Finalmente, el

mariscal Marmont había ordenado evacuar Asturias para concentrar sus fuerzas en el

Reino de León.

Pero también supo Abadía por Castaños (a través de un correo traído desde

Extremadura por un oficial de Estado mayor) que Arthur Wellesley había tomado ya

Ciudad Rodrigo el día 19. Aún así, Abadía decidió no detener la ofensiva563. En

palabras del estado mayor del 6º ejército:

“El estado de estrechez en que por todas razones militares se debía temer podía

hallarse Valencia, hubiera, precisamente obligado a hacer un esfuerzo al 6º ejército, si

sus medios fuesen otros y lo crudo de la estación no ofreciese grandes obstáculos en

nuestro estado a cualquier operación, entorpeciendo al mismo tiempo las nieves, aguas

y hielos las comunicaciones, y ofreciendo considerables dificultades y riesgos cualquier

empresa militar sobre montañas. La decisión del sitio de Ciudad Rodrigo el 13 del

corriente, la seguridad de que los enemigos se preparaban a hacerlo levantar, la

libertad del principado de Asturias […] y la reunión de algunos medios movieron al

comandante general del ejército don Javier Abadía a superarlo todo”564

Finalmente, la confirmación de que la división del general Bonet se retiraba de

Asturias hacia León, aceleraron la orden de avance del 6º ejército bajo un terrible

tiempo invernal el 27 de enero. La 2ª división, con el cuartel general del 6º ejército y

solo cuatro piezas de artillería avanzó bajando de los puertos nevados de Foncebadón y

Manzanal sobre la plaza de Astorga. Por su parte, la 3ª división, desde Puebla de

Sanabria habría de amenazar La Bañeza, y una columna volante, al mando del coronel

Fernando Miranda, habría de dejarse ver sobre la ciudad de León:

“El ejército de Galicia avanzó desde sus posiciones bajo una fuerte nevada,

marchando por pésimas carreteras a través de las montañas, a través de torrenteras,

soportando un viento cortante, a menudo hundiéndose hasta las rodillas en la nieve. La

gente supo de su avance con alegría, los franceses con asombro, y se retiraron ante su

563 Ibídem. 564 Ibídem.

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avance, sin aventurar ninguna acción. Cuatro días más tarde sir Howard recibió la

noticia de que Ciudad Rodrigo había caído”565.

Efectivamente, las tropas acantonadas en el Bierzo tuvieran que atravesar, en pleno

invierno, los nevados puertos de montaña de Foncebadón y Manzanal. La abnegación y

esfuerzo de las tropas fue alabada por Abadía en la orden general del día del 31 de enero

dada en el cuartel general de Viñales.

“Faltaría a los sentimiento de gratitud que me inspira la constancia, valor, orden y

disciplina que todos los individuos del Ejército, han manifestado en el movimiento que

acaban de practicar, para distraer las fuerzas que debían reunirse contra el Ejército

aliado que sitiaba Ciudad Rodrigo, y para conseguir la evacuación del principado de

Asturias, sino manifestara a todos los oficiales y tropa, que ha superado mis deseos, el

sufrimiento, orden y disciplina que ha observado, en medio de los terribles obstáculos

que han presentado la desnudez, y lo irresistible de la estación.

He visto con admiración, marchar a la Columna de Granaderos, al 2º de Asturias y

Oviedo, por pantanos continuados, y con una constante y fuerte lluvia, conservando

una unión y orden sin ejemplo en cuantos cuerpos he visto. Me ha llenado de júbilo el

ver los oficiales y tropa de Real Cuerpo de Artillería, superar con un celo e inteligencia

inexplicables, las dificultades que presentaba a cada paso, la lluvia, las nieves y lo

escabroso del país”566

La maniobra de diversión culminó con un avance hasta los arrabales de Astorga el 28

de enero. Abadía, acompañado de su jefe de Estado mayor, Juan José Moscoso, y de

Howard Douglas, con la escolta de los húsares de Galicia, inspeccionaría, bajo el fuego

de cañón y de fusilería de la plaza, las obras de fortificación que los franceses tenían en

marcha. La guarnición se encerró en la ciudad sin combatir, dando, enseguida, la alerta

a todas las guarniciones imperiales en León.

“Todo elogio es corto para corresponder al entusiasmo y orden con que la 1ª Sección

de la 2ª División, y principalmente el batallón 1º del Rivero, aproximó sus guerrillas al

tiro de fusil de la Plaza de Astorga para el reconocimiento practicado el día 28,

565 Watson Fullom, St. & Douglas, H. (1863) The Life of general Sir Howard..., Ob. cit., p. 131. 566 Boletín del 6º Ejército… Ob. cit., nº 52, pp. 247-248.

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despreciando el infructuoso fuego de fusil y metralla, y llegando al extremo de

manifestar en sus conversaciones los soldados de este valiente cuerpo, el mayor

sentimiento porque no saliesen de la Plaza enemigos con quienes batirse…el

reconocimiento duró dos horas sin que por nuestra parte haya habido la menor

desgracia a pesar del fuego de metralla y bala rasa con que los enemigos quisieron

impedir nuestras operaciones”567

En el norte de la provincia, la columna volante acosaría a las tropas de Bonet en la

carretera del puerto de Pajares. En una escaramuza, en la madrugada del día 28, la

Compañía de Cazadores de los Voluntarios de León pondría en fuga a una columna del

120º de línea del coronel Etienne Gauthier568 que marchaba hacia León.

Astorga sería rápidamente reforzada desde León por los franceses con la llegada, esa

misma noche del 28 de enero, de un batallón de 900 hombres a los que se tuvo que

alojar a toda prisa en las pocas casas del vecindario que seguían habitadas. Hubo

astorganos que tuvieron que alojar a 12, a 16 y hasta 20 soldados en sus hogares.569

Los movimientos coordinados que hicieron, en la misma fecha, la 3ª división del

general Cabrera desde Puebla de Sanabria hacia Benavente (llegando a ocupar La

Bañeza el día 29), y la 1ª división destacada en Asturias, (junto con la brigada

independiente de Federico Castañón) lograrían cumplir, igualmente, los limitados

objetivos asignados. También Abadía tuvo un reconocimiento para ellos:

“ He sabido por los generales don Francisco Cabrera y don Federico Castañón que sus

respectivas tropas se han conducido del mismo modo que las que han estado a mi vista,

y espero con la más fundada confianza, el que las de la 1ª división, no habrán contraído

menos mérito operando contra las tropas del Principado de Asturias […]

La Nación agradecerá tanta fatiga sufrida en pocos días, y el Gobierno a cuya

consideración lo elevo con el fruto de ellas, manifestará su gratitud, cuando las

circunstancias se lo permitan”570

567 Actas de la Junta de León de León…, Ob. cit., 31 de marzo de 1812. 568 Six, G. (1934) Dictionnaire biographique… Ob. cit., Tomo I, p. 488. Ascendería al grado de General de Brigada en febrero. 569 Rodríguez Diez, M. (1909) Historia de la Ciudad de Astorga [Astorga], p. 498, nota 447ª. 570 Boletín del 6º ejército…Ob. cit., nº 52, p. 248.

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La pequeña demostración fue exitosa. Iniciado por Wellesley el asedio a Ciudad

Rodrigo el 8 de enero, el comandante en jefe de l’Armée de Portugal, el mariscal

Marmont, no conocería hasta seis días después que la plaza estaba siendo atacada

(debido a la eficaz actuación del 1º y 2º de Lanceros Cazadores de Castilla del brigadier

Julián Sánchez que interceptaron a los correos franceses). Para cuando quiso actuar, tras

un frenético y sangriento sitio de once días, Ciudad Rodrigo fue tomada al asalto y la

guarnición francesa hubo de capitular571. Marmont sopesó realizar un contraataque

inmediato para recuperar la plaza, pero el tiempo invernal y la llegada de noticias de que

el Ejército del Norte estaba enfrascado en una dura lucha contra Espoz y Mina (que

acaba de derrotar en Rocaforte al gobernador de Navarra), le hicieron desistir.

En León los objetivos españoles se habían cumplido.572 Varios contingentes

imperiales al norte del Duero tuvieron que concentrarse a fin de hacer frente al avance

español, no pudiendo ser enviados hacia el sur:

“Bonet concentraba en estos momentos una fuerza sobre Astorga, y Abadía determinó

retirarse, a lo que sir Howard no opuso objeción, al haberse conseguido el objetivo

propuesto con el avance. Su éxito provocó júbilo en Galicia, y el comisionado inglés

era saludado con entusiasmo por dondequiera que apareciera; a él se le atribuía el

crédito de la operación”573.

Abadía trataría de sumarse el mérito de la evacuación francesa del Principado, aunque

sabemos que ésta se debió más bien a las órdenes previas de Marmont. Aún así, la Junta

Superior de León no pudo por menos que felicitarse con la Junta del Principado:

“Contéstese al oficio [...] en que noticia la libertad del Principado y que los enemigos

que devastaban sus pueblos se han retirado a León por el camino de Pajares bien

cargados y escarmentados por las tropas de la Nación”574

571 Que tras el asalto parte de la soldadesca británica se dedicara al saqueo y maltrato de la población civil empañó en parte la alegría del gobierno español, aunque tales hechos se trataran de ocultar a la opinión pública. 572 Abadía (acompañado de su jefe de estado mayor, Juan José Moscoso, y de Howard Douglas) inspeccionó, bajo el fuego de cañón y de fusilería de la Plaza, las obras de fortificación que los franceses tenían en marcha. La guarnición se encerró en la Ciudad sin combatir, dando, enseguida, la alerta al resto de guarniciones imperiales en León. 573 Watson Fullom, St. & Douglas, H. (1863) The Life of general Sir Howard..., Ob. cit., p. 132. 574 Actas de la Junta de León…Ob. cit., 1 de febrero de 1812.

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Sin embargo, detrás de las palabras de agradecimiento del alto mando, y de alegría

entre las Juntas Provinciales, la tropa sobrellevaba la pobreza de medios y la falta de

dinero para mantener al ejército con un alto coste en bajas por enfermedad, que los

hospitales militares apenas tenían espacio ni medios para atender.575

El general Francisco Cabrera hubo de abandonar rápidamente La Bañeza retirándose

hacia Castrocontrigo por no tener con que alimentar a las tropas de su división576, al

haber tenido que iniciar la ofensiva sin las suficientes caballerías en las que transportar

unos víveres que no pudo hallar en la villa leonesa. En sí todos los pueblos del sur de

León y norte de Zamora (entre la Bañeza y Benavente) estaban esquilmados. Los

campesinos tenían que recurrir a alimentarse de nabos y bellotas:

“Habiendo perdido ya en algunos la costumbre de comer pan por habernos entregado

el grano que correspondía a la Nación y por las continuas exacciones de los

enemigos”577

Era por ello, que columnas volantes de la 3ª División en Sanabria llevaban meses

adentrándose en territorio enemigo, no en misiones de combate, sino para hacerse con

víveres:

“Las partidas de la División se han expuesto hasta pasar el Orbigo y el Esla para

proporcionar la subsistencia a sus Compañeros”578

Para los franceses, el mantenimiento de una guarnición en La Bañeza tampoco era una

tarea fácil. Requería disponer de un comandante acreditado, pues el puesto era de difícil

defensa y obligaba a su tropa estuviera en constantes movimientos de reconocimiento

para prever un ataque español579. A ello se le unía que la localidad se encontraba en la

confluencia de los ríos Tuerto y Orbigo, que no eran vadeables en invierno, y por lo

tanto se podía cortar su comunicación con León y Hospital de Orbigo. 580

575 Un Hospital en Villafranca del Bierzo con 60 camas y otro más pequeño de vanguardia en Ponferrada. Actas de la Junta de León…Ob. cit., 15 de febrero de 1812. 576 AGRG, Caja 36-D, doc. 23. 577 AGRG, Caja 6-B, B-28. Estado mayor de la 3ª División en Puebla de Sanabria a Juan Moscoso, Jefe del Estado mayor del 6º Ejército, 21 de diciembre de 1811. 578AGRG, Caja 36-D, doc. 13. 579 En enero de 1811 los imperiales perdieron el batallón que guarnecía la villa en una incursión exitosa española del 6º ejército. 580 Rodríguez Fernández, P. (1991) La Guerra [...] Ob. cit., Bonet a Marmont, León, 11 de febrero de 1812.

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Por otra parte, en la misma mañana del 28 de enero Abadía tendría que acudir, de

nuevo, de urgencia a la Junta Superior de León en busca de víveres. Las tropas que

regresaban al Bierzo, franqueando los puertos de montaña nevados, no tenían, una vez

más, nada que llevarse a la boca581:

“A estas horas no puedo asegurar la ración de esta tarde, ni aún la de pan para

mañana, que la tropa se ha distinguido en las dos marchas dando pruebas de su

sufrimiento, honor y disciplina, sin que un solo individuo se haya separado, o atrasado,

habiendo habido Columna que dos leguas ha estado marchando con la nieve a la

cintura, y sus Jefes y Oficiales pie a tierra”582

Verdaderamente, la situación real operativa de los cuerpos del 6º Ejército implicaba

que éste había de limitarse a misiones defensivas en la línea de los montes de León.

Sin embargo el limitado optimismo por las acciones de los últimos días se truncó el 1

de febrero cuando Abadía comunicaría a la Junta de Galicia que los rumores de los

últimos días sobre la capitulación de Valencia y la derrota del 2º y 3º ejércitos (junto

con el cuerpo expedicionario del 4º ejército) al mando del General Joaquín Blake se

confirmaban. Ya el 24 de enero Abadía había recibido de un sacerdote español en

Valladolid que hacía labores de inteligencia para el 6º Ejército, un ejemplar de la Gaceta

de Madrid583 en la que se anunciaba la caída de Valencia el 9 de enero. Abadía había

mantenido en secreto la desmoralizadora noticia esperando que fuera un bulo de la

propaganda josefina, pero el 1 de febrero, el comisionado británico en Galicia, Howard

Douglas, le había pasado copia de una carta del embajador británico en Lisboa, Charles

Stuart, en la que le confirmaba la debacle patriota en levante:

“Se confirma nuestra derrota sobre Valencia en los días 26 y 27 de Diciembre,

añadiendo que perdimos toda la artillería y bagajes; que todos los atrincheramientos

fueron tomados por asalto, que los generales Mahy y Carrera pudieron salvarse en la

dirección de Alicante con cuatro mil hombres, y en fin, que todo presenta una jornada

terrible y desastrosa”584

581 La comida básica se componía de las raciones de pan y de ollas de campaña en las que se cocían legumbres y arroz, acompañadas de carne y bacalao cuando se disponía de ellos. 582 AGRG, Caja 36-D, doc. 21. Abadía a la Junta de Galicia, Cuartel general de Requejo, 27 de enero de 1812. y Actas de la Junta de León…Ob. cit., 28 de enero de 1812. 583 Gaceta del lunes 13 de enero de 1812, nº 13, p. 50. 584 AGRG, Caja 36-D, doc. 24. Cuartel general de Viñales del Bierzo, 3 de febrero de 1812.

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La noticia de la caída de Valencia era una catástrofe. El desánimo de las Juntas y de la

opinión pública patriotas, así como el enfado y desconfianza hacia los generales y hacia

el gobierno central en la dirección de la guerra (que entraba ya en su cuarto año y no se

veía que se estuviera ganando) llegarían a sus cotas más altas. En el noroeste peninsular

ello aumentaría el encono de la Junta de Galicia contra Javier Abadía:

“Contéstese al Sr. comandante general extrañando la impensada renovación de las

desgracias que tantas veces ha sufrido la Nación en la destrucción de sus Ejércitos […]

la Junta se cree con fundamento para esperar de VS y de los valientes militares que

componen el 6º Ejército que este Reyno será defendido y no quedarán frustrados los

sacrificios innumerables que hizo para sostenerlo”585

Siguen los conflictos con las Juntas. El cese del general Abadía (febrero – marzo de

1812)

Acabada la pequeña ofensiva de enero (cuyas marchas en medio de la nieve causaron

más bajas por enfermedad que las de una acción de combate al uso), Abadía ordenaría

realizar un alistamiento de 3.000 hombres. Al mismo añadiría otro requerimiento para

presentar en Lugo otros 400 reclutas a fin de formar un batallón de zapadores del que

carecía el 6º ejército586.

Las dos órdenes serían desobedecidas por la Junta de Galicia que no tuvo reparos en

comunicárselo abiertamente al comandante del 6º ejército, asegurando con descaro, que

el mismo Consejo de Regencia estaba de acuerdo en la necesidad de reducir los

efectivos del Ejército:

“Mientras no pueda sostenerse bien el Ejército del mando de V.S. en el pie de guerra

de que consta, parece en vano aumentarlo, o por mejor decir perjudicial; pues que con

esta medida no se lograría otra cosa que poblar los hospitales”587

585 AGRG, Caja 36-D, doc. 24. La Coruña, 8 de febrero de 1812. 586 AGRG, Caja 36-D, doc. 39. Cuartel general de Ponferrada, 15 de febrero de 1812. 587 AGRG, Caja 36- D, docs. 2-3. La Coruña, 5 de febrero de 1812.

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El que Abadía respondiese indignado que los 3.000 reemplazos no eran para aumentar

la fuerza operativa del Ejército sino, más bien, para cubrir las bajas sufridas en los

meses de invierno (por enfermedad, combates, deserciones o comisiones a otros

destinos) no hizo cambiar de opinión a la Junta gallega. Cinco meses después la falta de

un batallón de zapadores se haría sentir con gran perjuicio de las operaciones del sitio a

Astorga, contribuyendo enormemente a la lentitud y retraso de las obras de asedio.

Sólo la Junta de León aceptaría sortear 1.000 hombres más en los pueblos libres de la

provincia.

Por su parte, el 19 de febrero la Junta de Galicia, haciéndose (según sus palabras) eco

de un gran descontento y desánimo popular se reafirmaría en su decisión de no aportar

ni más dinero, ni más recursos al 6º Ejército (descargando responsabilidades propias en

terceros) en carta remitida al jefe del estado mayor del 6º ejército:

“[…] la sin igual falta de caudales en el día, el disgusto general de los naturales de este

Reino que rehúsan pagar la Contribución de Guerra, y que no pueden dejar de prever

que cuanto más se aumente el Ejército tanto mayores han de ser las contribuciones que

recaigan sobre ellos, son obstáculos invencibles, que han decidido a la Junta, aunque

con el mayor dolor, a no facilitar más conscriptos para aumentar el Ejército mientras

que por el Gobierno Supremo, o por otro conducto, no se reciban los suficientes

auxilios, que deben de ser muy pingues para cubrir el enorme déficit en que está la

Tesorería del Reino y permitan aumentar la fuerza del 6º Ejército que tanto nos

convendría […] Sírvase VS pues manifestar al Sr. comandante general esta firme

resolución de la junta”588

Días después, la Junta de Galicia uniría a la desobediencia, la deslealtad de publicar

en la prensa de Galicia su negativa y argumentos, con la clara intención de enfrentar al

comandante general del 6º ejército con la opinión pública gallega. 589 Diez días después

volvería a la carga la Junta contra el general Abadía, finalizando su exposición con un

claro chantaje; si el ejército quería víveres y dinero tendría que entrar en acción y

combatir:

588 AGRG, Caja 36-D, D-39. La Coruña, 19 de febrero de 1812. 589 Abadía les reconvendría el feo gesto. Carta de respuesta a los oficios de la Junta de los días 27 y 29 de febrero y 1 de marzo. AGRG, Caja 36-D, D-54.

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“[…] el Pueblo se halla mortificado hasta lo sumo y persuadido de que con estos

sacrificios nada aventaja el Ejército así diseminado. El Público que observa

atentamente sus movimientos, manifiesta ya con franqueza que las disposiciones

militares que ve son diametralmente opuestas a las que se necesitan; y así es que la

Junta recibe todos los correos, representaciones, anónimos y amenazas que la ponen en

precisión de instar a VS por la reunión de las fuerzas en términos que se vea que existe

aún el 6º Ejército. Asegurando a VS que por los esfuerzos que haga este, Galicia

medirá los suyos a favor de él, que cuantos más sean sus progresos, o los intente a lo

menos, mayor será el empeño de la Provincia en sostenerlo por larga que sea la

distancia a que se halle […] Vs tendrá razones para desvanecer la crítica del Público

contra la nulidad del 6º Ejército y la Junta le ruega se las patentice para ilustración

suya y desengaño del Pueblo”590

El que las divisiones del 6º ejército tuvieran que permanecer desplegadas de manera

dispersa, por la falta de recursos que las Juntas no aportaban, para poder alimentarlas

(en contra de los propios deseos de los mandos militares), era obviado por las

autoridades patriotas gallegas.

* * * *

Otro conflicto que agravaría los desencuentros entre el general Javier Abadía y el 6º

ejército con la Junta de Galicia, ya hemos apuntado anteriormente, se desencadenaría

con la situación y organización de las denominadas alarmas gallegas, los cuerpos cívico

militares de autodefensa armada que tan buen papel habían desempeñado en la defensa

y expulsión de Galicia de las fuerzas imperiales de Soult y Ney en la primera mitad de

1809. Su existencia y funcionamiento era una fuente continua de conflictos entre las

autoridades locales y regionales gallegas y el alto mando militar patriota; dicho avispero

fue “revuelto” por la actuación interesada del comisionado británico en Galicia Howard

Douglas.

En el transcurso de estas jornadas, Douglas continuaría los trabajos para mejorar el

estado de las alarmas gallegas. Su compromiso y empeño llevaron a la Junta de Galicia

a ofrecer al británico (según su testimonio) el mando de las mismas; mando que

590 AGRG, Caja 36-D, D-53. La Coruña, 29 de febrero de 1812.

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Douglas, prudentemente, rechazó: “…comprendía el carácter español, y sabía hasta

donde podía llegar; así que declinó el mando de las alarmas señalando que un extranjero

sería considerado como un intruso”591. La Junta de Galicia insistió al británico el 1 de

marzo en que, al menos, supervisara su organización e instrucción. Propuesta a la que

Douglas accedió:

“Acometió su organización, y trabajó en esta tarea sin descanso, cabalgando de una a

otra localidad, reuniendo y pasando revista a los voluntarios. Tales actuaciones

demostraron la sinceridad de sus compromisos y se ganó un respeto general […]

Nunca perdió de vista el trabajo organizativo de las alarmas, a quienes había dado un

buen entrenamiento, aunque limitó la instrucción a los movimientos más sencillos,

dejando el resto al buen juicio de los mandos locales, tras haberles enseñado a actuar

en coordinación y en apoyo de sus compañeros”592.

Logrados estos objetivos, Douglas decidió apartarse para acallar suspicacias en los

mandos del 6º ejército. Pero ello, según Douglas, despertó las protestas de las mismas

alarmas:

“Los pueblos y alarmas protestan y se agitan al ver que Douglas ya no está con ellos,

se corre el rumor que el gobierno se lo impide, aunque continuó suministrándoles

armas y municiones y siguió manteniendo correspondencia con sus jefes […]

Multitudes exasperadas poblaron las calles de las ciudades y las alarmas generales se

separaron de sus agrupaciones con gritos amenazadores”593.

Estas protestas llevaron a que la autoridad militar presionara para desarmar, en su

mayor parte, a las alarmas:

“Los militares se asustaron ante estas demostraciones y propusieron que las partidas

fueran desarmadas; haciendo efectiva esta medida en varios pueblos, aunque con tales

problemas que no se continuó realizando. De hecho, la Junta Superior ordenó que

cesaran, y que se restituyeran las armas, censurando al mismo tiempo a los generales.

591 Fullom, S.: op. cit., p. 137. 592 Ibídem, p. 137. Ver el apéndice nº I. 593 Ibídem, p. 152.

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Pidieron a sir Howard que reanudara sus inspecciones de las alarmas, de cuya

interrupción tenían ahora noticias. Douglas presintió que tal medida confirmaría la

impresión popular, aumentando la brecha que existía con el ejército, que él deseaba

subsanar. Por ello convenció a la Junta de que sería mejor señalar que abandonaba las

tareas de supervisión debido a otros deberes designados por su gobierno, lo cual era

cierto”594.

Semanas después, para cerrar el paso a Douglas a nuevas interferencias en la dirección

y organización de las alarmas, el capitán general Castaños daría el mando e inspección

de las mismas a un veterano y reconocido militar gallego, el ya conocido general

Francisco Taboada Mosquera y Gil, recién nombrado gobernador militar de La

Coruña595. Taboada pondría orden recogiendo armas de fuego y disolviendo sin

contemplaciones aquellas alarmas remisas a someterse a la disciplina militar.

Aún siendo gallego, Taboada consideraba que la existencia de unas alarmas armadas y

sin control, podían causar más daño que beneficio a la causa patriota:

“Conociendo lo conveniente que es el que se extingan las alarmas y milicia honrada,

recogiendo las armas, municiones y más efectos de guerra que tienen dichos cuerpos y

que no haya más fuerza armada sino la que v. m. determina; además de que siendo

creadas en los apuros y necesidad que había de armar toda clase de gentes, así

seculares como eclesiásticos, y religiosos de que se compone dicha fuerza, que pasa de

doscientos mil hombres, quedando los más, de muchos de sus individuos, sin

destino”596.

Siendo justos, y tratando de centrar el debate sobre las alarmas, el juicio favorable

sobre su eficacia a la hora de intentar bloquear una nueva invasión imperial de Galicia

era contestado por la misma prensa gallega, incluso por periódicos liberales nada

sospechosos de connivencia con la autoridad militar:

594 Ibídem, p. 153. 595 AGMS, 1ª sección, legajo T – 23. Dada su experiencia profesional (había hecho buena parte de su carrera en los regimientos de milicias provinciales de Compostela y Santiago), en enero de 1809 el marqués de La Romana le había nombrado subinspector de los cuerpos de milicias provinciales bajo la jurisdicción del ejército de la izquierda y de su capitanía general. 596 AGMS, 1ª sección, legajo T – 23. Memorial al rey, 28 de julio de 1814, Santiago de Compostela.

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“Es patente que los cien mil hombres de Alarma no podrían nunca impedir la entrada

del enemigo en Galicia, ya porque nunca se podrían reunir, y ya principalmente porque

las alarmas no pueden nunca tener aquella instrucción que es necesaria en semejantes

casos, y mucho menos la disciplina tan precisa e indispensable para las victorias.

También es patente que para reemplazar al ejército no pueden apenas contribuir las

alarmas. Es necesario también tener presente que para que el enemigo respete en cierta

manera, o a lo menos, tenga menos pretextos para violar el derecho de guerra y de

naciones, es indispensable que los que peleen contra él estén en regimentados y formen

cuerpo que dependa de un general de ejército. Por falta de estas circunstancias el

enemigo ha tomado pretexto, y no una sola vez, para sacrificar bárbaramente a algunas

de nuestras partidas”597

Toda esta situación de abierto enfrentamiento entre la Junta de Galicia y Javier

Abadía, y entre éste y buena parte de sus propios subordinados, darían lugar a que,

finalmente, desde Cádiz, el Consejo de Regencia (una vez analizado el demoledor

informe aportado por el jefe del estado mayor del 6º ejército, Juan José Moscoso)

decidiera ya en enero de 1812, y de acuerdo con Castaños, relevar Abadía, devolviendo

el mando a José María de Santocildes.

Es notorio que Santocildes trató de nuevo de eludir el mando del 6º Ejército, aunque,

como soldado del viejo ejército, terminó por obedecer. Así manifestaba, el 8 de febrero,

sus temores y dudas al miembro del Consejo de Castilla, Arias Prada, en Cádiz:

“[…] mi salud en primer lugar es positivo se halla quebrantada de lo mucho que he

sufrido en 32 años de servicio, así por heridas como de penalidades, habiendo

contribuido no poco a experimentar sus efectos la última fiebre que pasé en casa de un

hermano de Vd. El Gobierno insiste que mande un Ejército, y yo, de la más buena fe en

que no conviene a los intereses de la Nación, lo verificaré, pero la falta que tengo de

los principales conocimientos para el desempeño del encargo, tanto más cuanto está

entredicha, de cierto modo, la autoridad de los Generales en Jefe con la que ejercen las

Juntas Provinciales”.598

597 Saurín de la Iglesia, M. R. (1997) El Ciudadano por la Constitución [La Coruña], nº 86, jueves 10 de diciembre de 1812 [La Coruña], p. 189., edición facsímil del periódico coruñés. 598 ME, Toledo, Exp. Santocildes, Legajo 29/4, doc. 267.

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Otro aspecto poco conocido (aunque no fuese el motivo principal de sus reparos para

tomar el mando) es que Santocildes, al ser un prisionero evadido de Francia, temía,

(como así se lo expresó por carta al general O´Donnell) que de ser capturado no iba a

recibir cuartel, como veladamente se le había amenazado de ello por el mando francés

en León.599

Santocildes recibiría confirmación de que asumiría el mando del 6º ejército, del

mismo Abadía desde su cuartel general de Ponferrada, el 25 de febrero. El relevo de

Abadía se justificaba con una licencia por razones de salud que, al menos, dejaba a

salvo en alguna medida la reputación del general destituido:

“He recibido en el día de ayer un oficio del Excmo. Sr. Dn. José de Heredia, Ministro

de la Guerra, su fecha 14 del mes anterior; por el que me comunica SE haberme

concedido el Consejo de Regencia los dos meses de licencia que solicitaba para

restablecer mi salud y que en este caso debería dejar a VS el mando de este Ejército,

confiando a su noticia las instrucciones reservadas que se me han comunicado en los

meses anteriores”600

Sin saber que Abadía había sido ya cesado, el 29 de febrero, la Junta de Galicia había

acordado enviar al Consejo de Regencia un extenso Oficio en el que justificaba sus

acciones y críticas al ineficaz mando ejercido por el Comandante General Javier

Abadía:

“Serenísimo Sr., esta Junta Superior […] se ve precisada con mucho sentimiento suyo a

representar el ninguno apoyo que promete el 6º Ejército la lucha en que la Nación se ve

empeñada […] por una desorganización increíble y por un estado de nulidad, desde

que, por desgracia de Galicia, tomó el mando del Ejército el Mariscal de Campo don

Francisco Javier de Abadía.

¿Dónde están, dicen todos, la fuerza armada que había reunido y conservado con

gloria José María de Santocildes? ¿Qué acciones, qué movimientos se han notado en el

Ejército, qué puedan ceder en honor a las Armas de la Nación y aumento y

conservación de su seguridad? El General Abadía dirá que las privaciones del Soldado

le han obligado a la inacción, pero miles y miles de quintales de arroz, de galleta, de

599 ME, Toledo, Exp. Santocildes, Legajo 29/5, doc. 250. 600 AHN, Sección “Diversos – Gobierno”, Legajo 152, Nº 24, doc. 8.

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trigo, de carnes, de cebada, bacalao y otros artículos, cargamentos enteros de buques

extranjeros, miles de capotes construidos en el Reino, mucho mayor número de estos y

diferentes efectos entregados por los Aliados, miles de zapatos, uniformes, monturas,

mochilas, morriones […] prueban hasta la evidencia que la Junta Superior de Galicia y

la Gran Bretaña han dado al Comandante General cuantos auxilios son imaginables

[…]

No será tan fácil al Comandante General probar que desde que tomó el mando del

Ejército que no ha tratado de inutilizarlo, y no poner el todo o parte de él en

disposición de no hacer algo en honor y defensa de la Nación. Los movimientos siempre

retrógrados a lo interior de Galicia, establecimientos de Plaza y Estados Mayores en

todas las Ciudades, Villas y Pueblos, la diseminación de todos los Cuerpos […] la

multitud de Comisiones y Comisionados que cruzan por todas partes sin conocimiento

de las Oficinas del Ejército, la falta de disciplina de éste… son cargos a que

difícilmente podrá responder el General Abadía […]

La Junta recibe todos los correos, representaciones, anónimos y amenazas;

particularmente desde que se ha impuesto la Contribución subrogada de Guerra contra

la cual gritan todos como insoportable.

La Junta no hablará ya de los trastornos que el General Abadía hizo en el Ejército,

mudando los Soldados y Oficiales de unos Cuerpos a otros, introduciendo en la parte

administrativa y económica un entorpecimiento fatal a la Real Hacienda […] fuerzas de

los Cuerpos que hoy son Batallones, mañana Cuadros, pasado Regimientos y otro día

se reforman, siendo ya imposible ajustar los Cuerpos cuya misma existencia se ignora

[…]

A fuerza de sacrificios, y convencida la Junta de que convenía socorrer la América, se

habilitó en noviembre la expedición para esta parte. Ahora dice el General que tiene

órdenes del Supremo Gobierno para aprestar otra mucho más considerable, y para

realizarlo exige los caballos y monturas de los Cuerpos de Caballería que se están

organizando en Santiago […] destruyendo las reliquias de una Arma por cuya falta dijo

el verano pasado el mismo Comandante General que no podía maniobrar el

Ejército”601

601 Martínez Salazar, A. (1953) De la Guerra de la Independencia…Ob. cit., pp. 86 – 89.

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Sólo respecto a la cantidad de suministros enviada al ejército se puede dudar en algo

de la sinceridad de la Junta Superior de Galicia; sea por las razones que fuesen (caos

organizativo, falta de trasportes, corrupción, etc.), lo cierto es que Abadía tuvo durante

ese invierno que retirar del frente del Bierzo varios cuerpos ante la imposibilidad de

poder alimentarlos. Igualmente y de esta extrema necesidad venía la explicación de que

algunos soldados y oficiales, con retrasos de meses en sus pagas, tuvieran que vender

prendas de su equipo para poder conseguir alimentarse o atender otras necesidades

perentorias como el sostén de sus familias.

Por otra lado, efectivamente, la Regencia había ordenado a partir de septiembre de

1811 (y a través del Tribunal del Consulado de Cádiz) la formación de un Plan de envío

de refuerzos a ultramar ante el estallido de las rebeliones, ya abiertamente de

independencia, en la América Colonial. Estas órdenes llegarían a Galicia a mediados de

octubre, causando más preocupaciones en Abadía, que, sin embargo, como soldado que

era, se callaría su opinión y se aplicaría a cumplir las órdenes del Gobierno.

Así, a finales de 1811, se enviarían desde España los primeros 1.000 hombres, en tres

expediciones con destino a La Habana, Montevideo y Puerto Rico. En 1812 se enviarían

otras siete expediciones con cerca de 5.600 hombres.602

Todas ellas saldrían desde Cádiz y Vigo. Parte de estos hombres pertenecían al 6º

Ejército603. Otro contingente expedicionario 604perteneciente al 6º ejército partió de La

Coruña y Vigo el 15 de noviembre de 1811605. Todo ello cual abrió más conflictos entre

la Junta de Galicia y el general Abadía en los meses de febrero y marzo de 1812:

“La Junta ruega a VS se sirva parar en su consideración sobre el estado convulsivo en

que se halla Galicia, reducida España a este Reino. Perdida Valencia, desechos los

Ejércitos, diseminado el 6º Ejército por todas partes, amenazando los enemigos con

una invasión, sin tropas que la puedan evitar, y ejecutados militarmente los Pueblos

por el apronto de una Contribución sin igual, se presentan en Vigo buques en que se

dice va a salir una Expedición considerable dispuesta por VS. El disgusto es general,

las murmuraciones toman cuerpo, y el respeto al Gobierno no es capaz ya de contener

602 Albi, J. (1990) Banderas Olvidadas…, pp. 92 y 402. 603 El regimiento gallego de Lobera con 6 compañías y unos 900 hombres, saldría de La Coruña y Vigo el 15 y 16 de noviembre de 1811. Sañudo Bayón, J. J. (2007) Base de datos… Ob. cit. 604 Albi de la Cuesta, J. (1990) Banderas Olvidadas….Ob. cit., pp. 92 y 402. 605 Sañudo Bayón, J. J.: Base de datos sobre las Unidades Militares en la Guerra de la Independencia española, Madrid, Ministerio de Defensa & Secretaria General Técnica, 2007. De las unidades enviadas hacia América ninguna era de élite.

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las quejas de todos que no recelan amenazar con un trastorno general de todas las

autoridades…La Junta ha recibido y recibe continuos anónimos y amenazas…ha

determinado despachar un expreso al Gobierno oficiando a VS entre tanto para que

suspenda la escandalosa salida de esta Expedición en circunstancias tan delicadas…si

VS no asintiese a esta propuesta se servirá no extrañarse que los Vocales de la Junta se

retiren de esta Corporación anunciando al Público su conducta”606

En este aspecto, la Regencia había pensado en formar en Vigo un Depósito de

Infantería que iría enviando a América reemplazos de destacamentos o medios

batallones de 300 hombres, y no Batallones o Regimientos enteros que “llaman

demasiado la atención pública en la cual puede haber inconvenientes”.607

Ante las iras de la Junta de Galicia, Abadía se limitaría a responder con gran firmeza

que estaba con las manos atadas respecto a la salida de la Expedición de Vigo. Como

militar su primera obligación era la de obedecer al Gobierno Supremo. Igualmente, ante

las continuas contradicciones en que caía la Junta gallega, Abadía no pudo por menos

que apuntarles con fina ironía, que ya que Galicia no podía sostener un incremento en

los efectivos del 6º Ejército (razón por la que la habían negado incluso los 3.400

reemplazos últimos para cubrir las bajas del mismo y poder crear un corto batallón de

zapadores) la salida de hombres hacia América iba sin duda a aliviar las arcas de la

Junta y las contribuciones de los Pueblos.

Abadía afeó igualmente la falta de entereza de los miembros de la Junta,

recordándoles que entre sus mayores enemigos habría que buscar tal vez a las antiguas

autoridades del reino sustituidas por la revuelta patriota de mayo y junio de 1808:

“[…] todas estas cosas reunidas me afirman más y más el que se halla VE bastante

equivocado sobre su verdadera situación, tanto por lo que debe y puede temer de los

individuos de todas clases, como quizás de las mismas autoridades primeras del Reino

que a estas horas podrán hallarse resentidas o creerse maltratadas por la conducta y

manejo que VE puede haber tenido en los últimos tiempos ¿Ha creído VE gozar una

inmunidad tal que no deba ser objeto de los sarcasmos y acechanzas de los anónimos?

606 AGRG, Caja 36-D, doc. 54. La Junta de Galicia al General Abadía, La Coruña, 1 de marzo de 1812. 607 Albi, J. (1990) Banderas Olvidadas…Ob. cit., p. 93.

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295

Pues no lo crea VE, de un mes a esta parte se la podrían enseñar a VE hasta cuatro, los

más infames y soeces que pudieran salir del burdel más indecente” 608

Además, en la expedición destinada a América (formada por un batallón de Infantería

y una batería de artillería) apenas había gallegos:

“[…] en las dos Expediciones apenas hay un 8º de su fuerza compuesta de gentes del

País, pues todos los demás son Castellanos y Asturianos, y que al fin, si la primera

Corporación de la Provincia más poblada y virgen de la Península se muestra

indiferente y abandona a sus hermanos de América a la merced de sus asesinos, ni

podrá tener un derecho alguno a los subsidios que puedan venir en lo sucesivo de

aquella parte del Imperio Español, ni podrá justificarse en ningún tiempo de las

reconvenciones que deberían hacerle la Nación entera”

Respecto al descontento popular, Abadía no dudaba que el mismo era consecuencia

del mal gobierno y de la falta de autoridad de la que la Junta hacía gala. Respecto a la

seguridad de los diputados gallegos Abadía respondía de ella, no sin dejar deslizar una

sutil amenaza que recordaba los usos del marqués de La Romana en Asturias en 1809:

“[…] sin que precedan otros preparaciones dirigidas por el espíritu de facción, por el

orgullo o interés mal entendido de algunos demagogos con la máscara del patriotismo,

cuyas maquinaciones, tarde o temprano deben descubrirse y jamás podrá peligrar ni la

opinión, ni la existencia física y política de esta Corporación mientras que sus

individuos se conduzcan con circunspección, y que el Jefe de la Fuerza Armada sepa

conservar su disciplina y emplearla con discreción” 609

La oposición británica al envío de refuerzos a América. El papel del comisionado

Howard Douglas.

Respecto al conflicto desatado en Galicia con el comienzo en la organización y partida

hacia América de cuerpos expedicionarios procedentes del 6º Ejército, por orden del

608 AGRG, Caja 36-D, doc. 54. Abadía a la Junta de Galicia, Ponferrada, 3 de marzo de 1812. 609 Ibídem, Abadía a la Junta de Galicia, Ponferrada, 10 de marzo de 1812.

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Consejo de Regencia, el Comisionado británico Howard Douglas tomaría parte

interesada también apoyando a las autoridades gallegas y presionando al alto mando

español para detener las mismas.

El comisionado británico Howard Douglas tuvo conocimiento de esta expedición al

recibir una petición de suministros para completar su equipamiento. En unión de las

autoridades gallegas, el británico mostraría su perplejidad. Douglas reprochó a Abadía

el que se desprendiera de sus mejores regimientos; la Junta de Galicia, por su parte, el

que se enviaran soldados gallegos hacia América, cuando su misión principal era la

defensa de Galicia.

Efectivamente, en una inspección a la maestranza de La Coruña, Douglas observó una

batería de piezas ya preparada, pero para su sorpresa, la misma estaba destinada a ser

embarcada en otra expedición de socorro a América (que Abadía preparaba en secreto

en Vigo). Rápidamente Douglas lo comunicó al embajador Henry Wellesley en Cádiz.

Douglas logró retrasar su embarque al solicitar que dichas armas fueran destinadas para

el 6º ejército. El embajador británico en España aprobaría las gestiones de Douglas:

“Sus esfuerzos para desbaratar una medida tan injuriosa para los intereses de Galicia -

escribió sir Henry Wellesley- no pueden ser desaprobados por el gobierno de su alteza

real, el príncipe regente, y hará bien en utilizar todos los medios a su alcance para

desbaratar cualquier proyecto similar en el futuro”610

Douglas puso los hechos en conocimiento de la Junta de Galicia y de varias

autoridades locales. El británico acudió también ante Castaños, pero éste, al igual que su

subordinado Abadía, se encontraba con las manos atadas al ser una orden del gobierno

español (muy presionado por el poderoso gremio del comercio gaditano):

“Sir Howard tuvo conocimiento de que la Junta estaba muy irritada al conocer que

aquellas piezas se habían destinado a las colonias, aunque hubieran sido compradas

con el presupuesto de los gallegos. Ese mismo día se embarcaron las baterías para el

Ferrol, donde esperaba una fragata española para llevarlos a América; la Regencia

cometió la estupidez una vez más de destinar las mejores tropas del general Abadía al

610 Watson Fullom, St. & Douglas, H. (1863) The Life of general Sir Howard..., Ob. cit., p. 160.

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mismo servicio. Estos regimientos se habían armado con mosquetes y carabinas

ingleses, y uniformados en parte con los suministros británicos”611.

Ya hemos apuntado anteriormente que las tropas enviadas a las colonias en rebelión

contra España no eran escogidas, ni siquiera numerosas. Aun así, un lógico malestar

sacudía Galicia, como Douglas comunicó a Henry Wellesley:

“La junta superior protestó contra la continuidad del conflicto en América mientras

que los franceses permanecían en territorio español. Sir Howard no consiguió detener

la empresa, pero había alentado una oposición, y su papel en este asunto aumentó su

popularidad e influencia. Por otra parte, a cada día se presentaban pruebas de la

locura del gobierno, ya que sus ejércitos se morían de hambre […] Apenas se pudo

contener una insurrección popular cuando se conocieron los hechos; hubo división

entre las mismas autoridades, ya que el obispo de Orense612 se distanció de la Regencia

al mostrar su desacuerdo”613.

El 5 de abril, el 2º de tiradores de Castilla partiría en las fragatas Dido, Hermida y

Carlota. El regimiento de Zamora, con una batería de artillería, retrasaría su marcha

hasta el 18 de junio614. La salida de esta expedición naval consumió buena parte del

dinero existente, de tal manera que la llegada de un envío de harina desde Inglaterra con

destino al 6º ejército corría el peligro de quedarse en los almacenes. Conocedor de la

situación, Arthur Wellesley había mostrado su preocupación a su hermano Henry

Wellesley en Cádiz el 28 de abril, por carta desde el cuartel general de Fuenteguinaldo,

al suroeste de Ciudad Rodrigo, sobre la raya con Portugal:

“Te adjunto la posdata a una carta del día 13 de sir Howard Douglas, que bien podría

ser comunicada privadamente al gobierno. Si las circunstancias que relaciona se llegan

611 Ibídem, p. 155. 612 Pedro Quevedo y Quintano. 613 Watson Fullom, St. & Douglas, H. (1863) The Life of general Sir Howard..., Ob. cit., p. 155. 614 En abril partirían 948 hombres del 2º de Tiradores de Castilla, 292 del Lobera, 92 artilleros y 10 del regimiento de Asturias. En junio serían 818 hombres del 1º batallón del regimiento de Zamora al completo, un pequeño destacamento del Lobera y del 2º de Tiradores de Castilla (41 y 38 hombres) y otro de artillería (106 hombres). En: Albi, J.: Banderas olvidadas Ob. Cit.., pp. 92 y 402, Expediciones nº 4 y nº 9. También: IHCM, AGMM, CGD, Sig. 4-2-7-10. En total, en 1812 se enviarían otras siete expediciones más con cerca de 5.600 hombres.

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a hacer públicas en Inglaterra, habrá un revuelo; pero no veo la forma en que pueda

mantenerse en secreto. Deberé escribir privadamente a Castaños sobre el tema”615.

Estas actuaciones de Douglas volvieron a enconar los ánimos de muchos mandos

regulares españoles contra los británicos:

“Un convoy de refuerzos para lord Arthur Wellesley se vio sorprendido por una

tormenta en su camino a Lisboa, dañando uno de sus transportes que se refugió en la

bahía de La Coruña. Douglas solicitó formalmente al gobernador permiso para llevar

las tropas a tierra, no esperando, ni por asomo, objeción alguna; pero el general

Taboada le replicó que el desembarco de tropas extranjeras supondría quebrantar las

órdenes que tenía. Sir Howard le recordó que se suponía que estas tropas eran aliadas,

y le suplicó que trasladara la cuestión al general Abadía, y éste lo aceptó como árbitro.

Pero aquel decidió que se desembarcara a los soldados, desarmados, a la luz del día y

al otro lado de la bahía. Tal propuesta pareció un insulto, y así, como oficial británico,

se lo tomó sir Howard, declinando el ofrecimiento, y asegurando al gobernador que los

términos prescritos jamás se darían a conocer a las tropas que habían acudido en

socorro de España”616.

Igualmente, Francisco Taboada se volvió a oponer a una inspección que Douglas

quería realizar en las islas de Bayona (concretamente la isla de Arosa) como posible

lugar de desembarco de suministros.

“El plan de lord Arthur Wellesley para la campaña incluía operaciones en el norte por

las fuerzas españolas, apoyados en un depósito de suministros a establecer en la costa;

y se dirigió a Douglas para que le informara sobre la idoneidad de las islas de Bayona

para este servicio. Douglas comunicó su misión al gobernador del distrito, pidiéndole

que tuviera en consideración las órdenes de lord Arthur Wellesley. Pero los proyectos

del general inglés, no tenían importancia para este comandante, que rechazó el

permiso alegando que dichos informes se utilizarían contra España en caso de guerra

615 Largo Martín, M.A. (2013) Fuenteguinaldo…Ob. cit, p. 175. Fuenteguinaldo, 28 de abril de 1812. 616 Watson Fullom, St. & Douglas, H. (1863) The Life of general Sir Howard..., Ob. cit., pp. 160 y 161.

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con Inglaterra. Tal objeción le pareció algo monstruoso en una situación en que las dos

naciones eran aliadas”617.

Douglas acudió, de nuevo, ante Castaños, que autorizó, finalmente, dicha

inspección618. Afortunadamente su reciente llegada a Galicia, desde Extremadura,

renovó las esperanzas de Douglas en poder ofrecer apoyo material a Arthur Wellesley.

Castaños (sin ser un general anglófilo como el fallecido marqués de La Romana) era un

convencido de la necesidad de cooperación de las fuerzas patriotas (regulares y

guerrilleros) con los británicos si se quería tener alguna posibilidad de ganar la guerra.

El capitán general sabría atraerse al teniente coronel británico, logrando atemperar el

fuerte carácter del comisionado. En estas gestiones tendría, también, un papel principal

el jefe del estado mayor conjunto del 5º, 6º y 7º ejércitos, Pedro Agustín Girón, sobrino

de Castaños, el cual llegó a trabar una cierta amistad con Douglas619.

Pero, a pesar de las buenas maneras de Castaños, la intromisión de Douglas en las

directrices políticas del gobierno español (a pesar de que hubiera recabado el apoyo de

las autoridades gallegas) ocasionó una quiebra, irreparable, en la confianza con los

mandos del 6º ejército620.

El mismo Arthur Wellesley (tras apoyarle en el dictamen de que las armas y

suministros británicos no debían de utilizarse para equipar a las tropas que pasaban a

América a fin de “[…] intentar cualquier cosa tan inútil como la conquista de las

Colonias” reconvendría severamente a Douglas. Según el comandante en jefe británico,

las extralimitaciones de Douglas en sus funciones habían debilitado su propia posición

en Galicia:

“Me permito sugerirle la conveniencia de abstenerse de hacer protestas sobre el

destacamento de tropas de Galicia a América, hasta que reciba órdenes de lo que debe

hacer desde el gobierno de su majestad. Su deber es hacer las gestiones que pueda

efectuar al oficial general al mando en Galicia en lo que respecta a sus operaciones

[…] usted no tiene nada que decir sobre medidas políticas […] Es obvio que el

617 Ibídem, p. 161. 618 Finalmente Arthur Wellesley desecharía dicho proyecto por su alto coste. Largo Martín, M.A. (2013) Fuenteguinaldo…Ob. cit, Arthur Wellesley a Douglas, 29 de abril y 17 de mayo, pp. 179 y 228. 619 AGMS, Sección Célebres, Sig. 067, Expdte. 12. Pedro Agustín Girón de la Casa, mariscal de campo de 35 años de edad en 1812. 620 Estos hechos, causa principal del cese de Douglas por su gobierno, son ocultados en su biografía; hay que acudir a la correspondencia de Arthur Wellesley para tener conocimiento de ellos.

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general Abadía, o el general Castaños, no pueden hacer esas expediciones sin órdenes

de su gobierno; y no debe tratar de convencerles para desobedecer las órdenes que

puedan recibir”621.

Este episodio pasaría, pues, factura a Howard Douglas. Arthur Wellesley informó al

primer ministro Lord Liverpool (el cual acabaría destituyendo a Howard Douglas de su

comisión):

“[…] discusiones de una desagradable naturaleza han tenido lugar entre sir Howard

Douglas y el general Abadía en Galicia […] su injerencia directa para evitar que un

destacamento de tropas embarque desde Galicia a América debe de ser bastante inútil,

si el embajador de su majestad en Cádiz no puede convencer a la Regencia de que se

abstenga de esa medida; y ha sido causa de las discusiones a las que me refiero, cuya

existencia ha tendido a debilitar la influencia de sir Howard en Galicia y a disminuir la

ventaja esperada de su cargo en esa zona.

La verdad es que cuando el gobierno español o de la nación están decididos a

adoptar una medida, aunque perjudicial a su causa, nada puede impedirles llevarla a

cabo. La medida de enviar tropas a América se ha insistido desde la ciudad de Cádiz,

de la que sólo el gobierno recibe ayuda monetaria, y que posee influencia ilimitada

sobre las Cortes, y de esto puede depender que ningún poder, que pueda ser ejercido, evitará

su ejecución”622.

Respecto al conflicto abierto entre la Junta de León contra la de Galicia, Abadía, antes

de cesar en su cargo, no pudo, por menos, que dar la razón a los leoneses ante la Junta

de Galicia:

“V. S. sabe mejor que nadie el estado de desolación y miseria y hambre en que se

encuentra los poco más de cuatrocientos pueblos libres de esta desdichada Provincia.

Sabe que han dado en granos desde la cosecha para la manutención del Ejército más

de 24.000 fanegas, en una palabra, todo lo que tenían hasta verse los tristes habitantes

621 Largo Martín, M.A. (2013) Fuenteguinaldo…Ob. cit, Arthur Wellesley a Douglas, Fuenteguinaldo, 6 de mayo de 1812, pp. 195- 197. 622 Ibídem, pp. 205 – 206.

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en la necesidad de mantenerse la mayor parte con raíces. Sabe que ha mantenido y

mantiene sola al Ejército…”623

A estas justas protestas de los leoneses la Junta de Galicia se limitaba, no siempre, a

contestar con buenas palabras, reconociendo el esfuerzo hecho por los Pueblos libres de

León:

“Conoce la Junta y compadece los sacrificios de los habitantes del Reino de León y la

miseria y estrechez a que están reducidos. Convencida de esto les ha aliviado

constantemente hasta donde se lo permitieron sus facultades. El triste estado de ellos

no autoriza a VE ni a nadie para deprimirla y faltar al decoro que se merece. Más

pudiera decir la Junta; pero quiere que si alguna vez estas contestaciones llegasen a

publicarse resalte su moderación a la faz de toda la España”624

Lo cierto es que, desde finales de 1811, sea por cansancio de la guerra, por desánimo

ante la falta de éxitos militares, por los pésimos resultados del mando del general

Abadía, por temor al estallido de revueltas populares ante el rechazo de las

contribuciones extraordinarias para financiar el esfuerzo de guerra, por temor a las

quintas, o por simple y ciego egoísmo, la Junta de Galicia dejaría en la miseria a las

divisiones del 6º ejército, no reanudando un suministro logístico regular hasta que

Castaños y Santocildes se hicieron de nuevo con el mando efectivo e iniciaron la

improvisada ofensiva hacia Astorga, el Esla y el Duero, en el verano de 1812 y de la

que trata este libro.

El esfuerzo fiscal de la Junta Superior de Galicia fue decepcionante a lo largo de la

guerra, si en 1808 se cifraba en 46 millones de reales anuales, en 1810, con todas las

urgencias de una guerra de supervivencia y con un territorio libre de la ocupación

francesa, la Junta fue incapaz de recaudar más de 38.5 millones de reales.625

Reconocidos historiadores como el francés Jean Sarramon o el español José María

Sánchez de Toca, han corroborado con idénticos datos y documentos que a partir de

1810:

623 Actas de la Junta de León… Ob. cit., 31 de marzo de 1812. 624 AGRG, Caja 6-B, doc. B-23. La Junta de Galicia a la de León, La Coruña, 28 de diciembre de 1811. 625 Esdaile, Ch. (2004) La Guerra de la Independencia… Ob. cit., p. 337.

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“Galicia, rica en hombres y recursos, no se había esforzado lo suficiente” 626

Testimonio y sentir que los propios contemporáneos nos confirman también, como el

mismo Conde de Toreno en su monumental obra sobre la guerra de la independencia,

apuntando acertadamente a la verdadera causa de la falta de actividad de la Junta

Superior de Galicia, integrada en la mayor parte de sus vocales por nobles y clérigos,

los cuales se negaron, callada y repetidamente, a partir de 1811, tanto a perjudicar a sus

intereses de clase a la hora de aportar recursos económicos para la guerra, como a

afrontar la toma de decisiones firmes frente a la población en el tema de imposiciones

extraordinarias y nuevos reclutamientos, como muy bien ha estudiado y descrito

Antonio Díaz Otero627.

Todo ello llevó, entre 1811 y 1812, a un muy débil impulso en el sostenimiento del

esfuerzo militar del 6º ejército, integrado, mayoritariamente por gallegos:

“Y ¡cosa de admirar! los gallegos que se habían esmerado tanto en defender sus

propios hogares, mostráronse perezosos en cooperar fuera de su suelo en triunfo de la

buena causa. Más esto pendió mucho aquí como en las demás partes, de las

autoridades y no de reprensible falta en el carácter de los habitantes. Aquellas por lo

general eran flojas y adolecían de los vicios de los gobiernos anteriores, careciendo de

la previsión y bien entendida energía que da la ciencia práctica del gobierno”628

La toma de Badajoz por Arthur Wellesley. Abril de 1812

Entre tanto, en el sur, tras la toma de Ciudad Rodrigo, Wellesley, en coordinación

con Castaños y el Consejo de Regencia planeaba su próximo objetivo. En los primeros

días de febrero de 1812 Douglas había recibido en Santiago un despacho de Arthur

Wellesley, fechado en San Felices de Gallegos el 22 de enero. El comandante en jefe

626 Sarramon, J. (1978) Contribution à la histoire de la Guerre de l´Independance de la Péninsule Ibérique contre Napoleón Ier. 9éme partie [Toulouse], p. 96 y Sánchez de Toca, J. M. (2009) Los desastres de la Guerra…Ob. cit., pp. 394 y 398. 627 Díaz Otero, A. (1981) Orígenes, estructura y evolución de la Junta Suprema de Galicia…Ob. cit.. en especial, pp. 197 – 267. 628 Toreno, Conde de, Ob. cit., libro XII, p. 145.

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británico se había marcado el siguiente objetivo para despejar de plazas imperiales la

frontera hispano portuguesa:

“Tras haber tomado Ciudad Rodrigo, es deseable que me mueva de este punto. Si el

general Abadía no puede avanzar, para atraer la atención del enemigo sobre mí, o

sobre otros puntos, ¿podrá al menos, en los meses de marzo y abril, defender Galicia

cuando todos los ríos estén crecidos? Por favor, hágame saber la respuesta pronto. Los

franceses hablan de moverse en esta dirección, pero todavía no saben de la caída de

Ciudad Rodrigo. Si toman este camino espero dar buena cuenta de ellos”629.

Entrevistado con Abadía en Ponferrada, éste le respondió con evasivas, siendo igual

de ambiguo a la hora de garantizarle el que Galicia estuviera libre de una invasión. Un

apesadumbrado Douglas escribió el 4 de febrero a Arthur Wellesley: “No eludo mi

responsabilidad al respecto, señor, pero hubiera sido más satisfactorio para ambos, el

haber conseguido una respuesta más explícita de Abadía”630. Douglas le refirió el

precario estado organizativo del 6º ejército. Sin embargo, el comisionado británico

respondía de la defensa de Galicia en los meses de invierno gracias a la fuerza de sus

alarmas. Igualmente, las guerrillas del 7º ejército en la cordillera cantábrica y en

Navarra eran otra garantía de que las fuerzas francesas en el norte de España no podrían

acudir en masa en auxilio de Badajoz:

“[…] lo impracticable del terreno en esta época y la falta de grano, por encima de la

capacidad del ejército, hacen que no me sienta preocupado por Galicia durante los

meses de marzo y abril”631.

Douglas acució a la Junta de Galicia para acelerar la reorganización de las alarmas y

se puso en contacto con el general portugués Silveira (gobernador de Tras os Montes

que había activado a varios de sus regimientos de milicias) a fin de concertar su

cooperación ante una posible ofensiva francesa632. Igualmente, se comunicó con todos

629 Watson Fullom, St. & Douglas, H. (1863) The Life of general Sir Howard..., Ob. cit., pp. 144 y 145. 630 Ibídem, p. 145. 631 Ibídem, p. 145. 632 Largo Martín, M.A. (2013) Fuenteguinaldo…Ob. cit, p. 166, Arthur Wellesley a Silveira, 26 de abril de 1812. El británico tuvo que recordarle que su principal misión era proteger la frontera y comarca de Tras os Montes, y a apoyar a Abadía si aquel salía de Galicia, pero sin arriesgar sus débiles tropas: “[…] le recomiendo no hacer el movimiento que usted propone sobre Tábara y Carbajales, al ser totalmente incompatible con los objetivos a la vista […] y poniendo en riesgo nuestras tropas sin ningún objetivo”.

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los comandantes de partidas en el norte de España y en el Duero: Juan Díez Porlier633,

el general “Pol”634 (al mando de los regulares de la 1ª división del 6º ejército destacada

en Asturias), Francisco Espoz y Mina635, Francisco Longa636, Padilla637, Campillo638,

Salazar639 y Salcedo640. De todas estas comunicaciones Douglas tuvo el buen juicio de

dar parte a Gabriel de Mendizábal. De este general Guipuzcoano (procedente del

ejército regular), que había llegado ya a Potes (cuartel general del 7º ejército),

dependían orgánicamente todos estos grandes cuerpos de guerrillas que iban

progresando en su organización regular. En estos trabajos organizativos, la ayuda de

Douglas, con los vitales suministros británicos continuó siendo esencial641.

En estos comunicados a los comandantes de guerrillas (directos o a través de sus

oficiales comisionados en La Coruña en busca de armas, municiones y equipo) Douglas

les recalcaba la necesidad de seguir justificando el envío de suministros con acciones

de guerra contra los imperiales. Acciones que había que justificar con informes

periódicos y contrastados que se le debían de remitir, como le recordaba Juan José de

Abecía a su superior, el gran comandante guerrillero alavés, Francisco Longa:

“El último día que estuve con el señor Douglas me dio a entender se nos había

olvidado salir a los convoyes y correos […] me tiró puntadas mortales y al señor Sayús

le dijo que somos gravosos esta temporada en raciones, dándole a nota no hacíamos

para el nombre que teníamos, que no se contaba hace tiempo de acción nuestra que

mereciere la pena, pero que trabajando o matando franceses tendríamos cuanto

deseamos. En fin, espero que usted en breve le de ese gusto […]”642.

633 AGMS, 1ª sección, legajo D – 568. 634 Francisco Javier Losada Pardo Pol y Figueroa, mariscal de campo, conde de Maceda. Entre julio de 1810 y comienzos de 1812, ejercería el cargo de segundo comandante general del principado de Asturias y presidente de su audiencia. 635AGMS, célebres, O47, exp. 5. Llegaría ser comandante de la 2ª división guerrillera del 7º ejército, “Navarra”. 636 AGMS, 1ª sección, L – 916. Comandante de la 3ª división guerrillera “Iberia”. 637 Santos Padilla, futuro teniente coronel al mando de la 2ª sección (Cazadores a Caballo y Tiradores de Castilla) de la brigada castellana de la 1ª división guerrillera “Castilla” de Jerónimo Merino. García Fuertes, A.: Los Granaderos…, cit., pp. 169-174. 638 AGMS, AGMS, 1ª sección, L – 1.466. Juan López Campillo, comandante guerrillero del 2º batallón de Tiradores de Cantabria de la división de vanguardia del 7º ejército, al mando de Juan Porlier. 639 El sacerdote Francisco Salazar, comandante de la brigada guerrillera de la “Bureba” (un batallón de infantería y un escuadrón de lanceros), adscrita a la 1ª división guerrillera “Castilla”. 640 Fermín Salcedo, comandante guerrillero del batallón 1º de Alava, 3ª división “Iberia”, del 7º ejército. 641 Como ejemplo, en abril de 1812, un oficial de guerrillas, Ramón Santillán, teniente de los húsares de Burgos, fue comisionado por Jerónimo Merino en busca de suministros ante Abadía, siendo remitido por éste ante Douglas. Santillán se presentaría en La Coruña, ofreciéndole Douglas “La cantidad de armas que pudiera llevarse”. El oficial guerrillero se limitó a tomar sólo lo que lo que podía transportar: 500 fusiles, 400 carabinas, 200 pares de pistolas y 200 arrobas de cartuchos. El trasporte clandestino de los mismos por mar hasta la costa Cantábrica y con arrieros, atravesando la cordillera, fue toda una odisea. Viajes semejante se repetirían a lo largo de los meses siguientes con destino a todas las divisiones del 7º ejército. Santillán, R. (1996) Memorias…, Ob. cit., pp. 73 – 74. 642 Fecha del 3 de abril de 1812. Pardo de Santayana, Francisco de Longa...Ob. cit., p. 303.

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Por su parte, Douglas volvería a recalcar a Longa la necesidad de seguir apoyando a

Arthur Wellesley tras la caída de Ciudad Rodrigo:

“Después de los gloriosos sucesos de las armas británicas en la toma de Ciudad

Rodrigo, el ejército aliado está preparado para nuevas empresas contra los enemigos

de vuestra libertad […] sería pues de la mayor importancia el que las fuerzas del norte

hiciesen un movimiento general que llamara la atención del enemigo”643.

Arthur Wellesley, ante las garantías que le había dado Douglas de que su flanco norte

estaba a salvo de una invasión de flanqueo francesa hacia Galicia, pondrá en marcha el

sitio a Badajoz el 16 de marzo:

“Lord Arthur Wellesley se sintió reconfortado con su promesa sobre Galicia y liberado

para acometer el sitio de Badajoz, a donde se movió de inmediato. El sitio se llevó a

cabo rápidamente. El general Mendizábal efectuó un rápido movimiento sobre el

Duero644, con la intención de mantener ocupado al enemigo en esa zona del norte de

España; el resto de cuerpos regulares mantuvieran una actitud amenazante en diversos

puntos, mientras que el enemigo era hostigado en todas partes por las guerrillas […].

Muchos de estos logros tuvieron un carácter heroico, y devolvieron a la nación el

renombre perdido por sus generales”645.

Efectivamente, Mendizábal y sus comandantes guerrilleros del nuevo 7º ejército,

apoyarían eficazmente la ofensiva de Arthur Wellesley en los comienzos de 1812:

derrota del general Abbé por Mina en Rocaforte el 11 de enero, nueva victoria de Mina

en Arlabán el 9 de abril, bloqueo de Burgos el 5 de junio (sede del 5º gobierno imperial

en el norte de España). Por su parte, en Castilla la Vieja, la misma guarnición imperial

de Valladolid quedó aislada durante semanas enteras. El dominio guerrillero fue tal que,

643 Ibídem, p. 306. 644 A finales de abril de 1812, Mendizábal ideó un plan para retener fuerzas francesas en el norte, bloqueando durante algunos días Burgos con una inusual concentración de 6.000 infantes y 2.000 jinetes de las divisiones “Iberia” y “Cántabra”, así como de las brigadas castellanas de la “Bureba” de Francisco Salazar, la de “Burgos” de Jerónimo Merino y la caballería de Benito Marquínez (todas integrantes del 7º ejército). 645 Es cierto que durante los años centrales de la guerra cosecharon más éxitos las guerrillas que los ejércitos regulares españoles, pero es evidente, igualmente, que la guerra no se ganaría, a partir de 1812, hasta que no llegaron las victorias estratégicas conseguidas en grandes batallas campales (Arapiles y Vitoria) por los ejércitos regulares aliados (entre ellos los españoles) que hicieron perder el control de grandes territorios a los imperiales.

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306

en junio, se tuvo que colocar en la torre catedralicia una banderola para advertir de los

movimientos de los cuerpos francos del 5º ejército español que llegaban ante la misma

ciudad646.

Todas estas acciones guerrilleras del 7º ejército español, en la primera mitad de 1812,

habían tenido lugar en medio del relevo, en Vitoria, el 3 de mayo, del general

Dorsenne647(como comandante en jefe del ejército imperial del norte) por el general

Caffarelli.

Por su parte, Arthur Wellesley comunicó estas operaciones en marcha a Lord

Liverpool:

“Las tropas al mando del general Mendizábal están en posesión de la ciudad de

Burgos, el enemigo aún mantiene el castillo; y en todas partes del país la audacia y la

actividad de los jefes de la guerrilla están en aumento, y sus operaciones contra el

enemigo se vuelven cada día más importantes”648.

Merced a todos estos esfuerzos de diversión, Badajoz no podría ser socorrida a tiempo

por los imperiales. La plaza fronteriza, luego de tres semanas de frenético sitio, fue

tomada en la noche del 6 de abril, tras otro bombardeo y asalto sangriento:

“Estos fueron algunos de los logros de las fuerzas irregulares durante el tiempo que sir

Howard estuvo al cargo en Galicia de mantener ocupados a los franceses en el norte de

España. Tuvieron el efecto deseado, dejando tranquilo al general Arthur Wellesley en

este periodo crítico. Sir Howard recibió un despacho de lordFitzroy Somerset hacia

finales de abril, comunicándole la toma de Badajoz”649.

Santocildes vuelve a tomar el mando del 6º Ejército. Apresurada reorganización.

646 Sánchez Fernández, J. : Valladolid durante la Guerra de la Independencia española (1808 – 1814), Valladolid, 2002, ver el Capítulo 3.5.2 647Six, G.: Dictionnaire Biographique …Ob. Cit., Tomo I, p. 369. Había ejercido este mando desde el 8 de julio de 1811 hasta el 5 de mayo de 1812. Muerto en París el 24 de julio de 1812 tras una operación de trepanación para intentar curar una herida recibida en la cabeza, tres años antes, en la batalla de Essling. 648 Largo Martín, M.A. (2013) Fuenteguinaldo…Ob. cit, p. 269. Fuenteguinaldo, 28 de mayo de 1812. 649 Watson Fullom, St. & Douglas, H. (1863) The Life of general Sir Howard..., Ob. cit., p. 151.

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307

Como hemos relatado anteriormente, ya, a finales de noviembre de 1811, el Consejo

de Regencia había tenido cocimiento en Cádiz del estado calamitoso al que el general

Abadía había conducido al 6º ejército. El conducto había sido un primer y detallado

informe que el Jefe de su Estado mayor, el Brigadier Juan José Moscoso, había remitido

desde el Bierzo. Moscoso era el verdadero cerebro y organizador del Ejército español

del noroeste peninsular desde el inicio de la guerra. Cubano de nacimiento (y uña y

carne de sus antiguos comandantes, Joaquín Blake y Nicolás Mahy) su valía, capacidad

de trabajo y actividad eran excepcionales. Sin embargo, la desorganización causada en

“su” Ejército por Abadía fue más de lo que pudo aguantar; por ello, hastiado y en virtud

de haber sido nombrado segundo Jefe del nuevo cuerpo del estado mayor conjunto,

solicitaría su traslado a Cádiz.

Su informe haría mucho daño a Javier Abadía. El Gobierno amonestaría

indirectamente al comandante en jefe del 5º, 6º y 7º ejércitos, Javier Castaños,

ordenándole que pasara a Galicia (como ya hemos relatado), para poner orden en el 6º

distrito militar y su ejército de campaña.

Ante tal situación, corroborada por los informes del comisionado británico en La

Coruña, Howard Douglas, y de los diputados gallegos en Cortes, el 1 de abril de 1812

Castaños destituía definitivamente a Javier Abadía, dando el mando provisional del 6º

ejército al marqués de Portago.

Por su parte, y a instancias de Castaños, el 5 de abril, la Regencia, en la persona del

ministro Carvajal, comunicaría desde Cádiz a Santocildes que volvía a recibir el mando,

de momento interino, del 6º Ejército:

“Enterada la Regencia del Reyno de lo que VS expone en su oficio del 11 del próximo

pasado marzo, me manda decirle que satisfecha de los conocimientos, actividad y celo

de VS, está bien persuadida puede muy bien desempeñar el mando del Ejército, a cuya

cabeza se halla interinamente, y que así espera que VS continuará en el destino que se

le ha confiado y que haciendo los últimos sacrificios por su Patria dará nuevas pruebas

de la opinión que tan justamente tiene merecida entre los militares”650

Planes para la ofensiva aliada y el asedio de Astorga por el 6º ejército.

650 ME, Toledo, Exp. Santocildes, Legajo 248/57, doc. 248.

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En manos aliadas Ciudad Rodrigo y Badajoz, y destruido el puente de Almaraz sobre

el Tajo (que interrumpía la comunicación directa entre el ejército imperial de Andalucía

y el de Portugal en el Duero), Arthur Wellesley tenía expedito el camino para entrar en

España. En la primavera de 1812, el británico lograría el acuerdo con el Consejo de

Regencia y con estado mayor conjunto español en Cádiz, para (conocedores del inicio

de la invasión de Rusia por Bonaparte) apoyar su ofensiva contra el ejército de Portugal

del mariscal Marmont. Todos los ejércitos españoles (en especial el 6º y el 7º) deberían

de tomar la ofensiva para evitar que llegara cualquier refuerzo al mariscal Marmont. La

persona encargada de asegurar y coordinar en el norte de España, con los generales

españoles, ese apoyo no era otro que Douglas.

El británico, a fin de reforzar la capacidad de combate del 7º ejército, había

transmitido a Londres (ya a comienzos de 1812) una solicitud de apoyo naval sobre la

costa cantábrica. En aquellos meses los corsarios franceses (con base en Santoña) y las

fuerzas de ocupación habían obstaculizado los desembarcos de armas:

“Al observar sir Howard el éxito del enemigo en cortar los suministros desde la costa,

y la ventaja que obtendrían de asegurar las comunicaciones por mar, consideró

también que si lord Arthur Wellesley hacia algún progreso en la campaña que iba a

tener lugar, sería deseable contar con nuevas líneas de comunicación al mar, y propuso

que un escuadrón naval fuertemente armado, con un batallón de marines y una batería

de artillería, se prepararan en secreto con destino al golfo de Vizcaya para una acción

sobre el litoral. Esta sugerencia fue aprobada, y se envió en mayo a sir Home Popham

desde Inglaterra”651.

Douglas transmitió estas nuevas a Mendizábal, comenzando a planear una serie de

operaciones conjuntas sobre la costa cantábrica, entre Santander e Irún. Estos ataques

servirían para hacer que Caffarelli no pudiera auxiliar a Marmont.

Por su parte, Wellesley reconocería los esfuerzos de los cuerpos francos del 7º ejército

en carta a Lord Liverpool del 13 de mayo:

651 Napier, W.: History of the war in the Peninsula and in the South of France, From the year 1807 to the year 1814, London, 1832 – 1840, vol. V, Lib. 27.

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309

“Las guerrillas están muy activas en todas las regiones del país; algunas empleadas en

la formación y disciplina de sus tropas, y otras en actividades contra el enemigo,

muchas de ellas teniendo últimamente mucho éxito”652.

El cambio de comandante en jefe del 6º Ejército, unido a la marcha del Brigadier

Juan José Moscoso (con destino al estado mayor general de los ejércitos en Cádiz),

llevó a una situación de provisionalidad tal, que al tomar el mando Santocildes no se

había adoptado ninguna medida para preparar al ejército para una ofensiva de

envergadura, ni menos aún para llevar a cabo un asedio prolongado a una plaza como

Astorga. Ello requería la reunión de abundantes depósitos de víveres y municiones, de

un conjunto de piezas de artillería de grueso calibre necesarias para batir las murallas de

Astorga, y de cientos de caballerías para llevar todo aquel material, franqueando las

montañas, desde Galicia a las cercanías de Astorga. Y por encima de todo hacía falta

dinero para poner en marcha toda la maquinaria logística de un ejército desplegado en

posiciones defensivas, entre Asturias y Puebla de Sanabria; un dinero que no existía en

las cajas de la intendencia militar, ni en las exhaustas arcas de la Junta Superior de

León; un dinero que la Junta de Galicia tenía muy poca disposición para buscar.

Precisamente, en sus conversaciones con Javier Castaños, el comisionado Howard

Douglas le había insistido en la necesidad de retomar Astorga como paso

imprescindible para la ofensiva del 6º ejército sobre el Duero:

“Douglas consideró que el objetivo más importante era la rendición de Astorga, que

privaría a los franceses de un puesto de la mayor importancia; Douglas se empeñó en

ello con tal énfasis que Castaños reunió un consejo de guerra para considerar el

proyecto”653.

En realidad, ni Castaños ni el 6º ejército necesitaban ser animados a reconquistar

Astorga. Los regulares españoles llevaban tres años disputando esta ciudad a los

imperiales; la misma era una espina clavada en el orgullo del 6º ejército y su posesión

era vital para la conducción de la guerra en el noroeste de España. Pero el consejo de

guerra reunido en Villafranca del Bierzo:

652 Largo Martín, M.A. (2013) Fuenteguinaldo…Ob. cit, p. 222. 653 Watson Fullom, St. & Douglas, H. (1863) The Life of general Sir Howard..., Ob. cit., p. 156.

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310

“Apeló al comandante de la artillería654 que informó que el ejército no poseía medios

para acometer tal empresa, lo que el consejo reconoció, dictaminando inviable el

proyecto de asedio. Sir Howard sabía de la escasez de artillería, pero estaba

convencido de que podían reunirse algunos medios para realizar el ataque sobre

Astorga y meditó como proceder para utilizarlos en este cometido”655.

El 6º ejército no tenía operativos en su parque cañones pesados de asedio. Aun así, la

maestranza de La Coruña y, sobre todo, el arsenal de la armada en El Ferrol, ofrecían la

posibilidad de reunir aquellas piezas:

“Douglas determinó transmitir esta idea a su amigo el general Girón, jefe del estado

mayor. Girón se encontraba con el mejor ánimo y un deseo sincero de promover el

crédito del ejército, llevándolo a entrar de nuevo en acción. Sir Howard le convenció

rápidamente de las ventajas de la operación de reconquista de Astorga; reconociendo

Girón que tomar la ciudad aumentaría la seguridad de Galicia, y que, incluso,

obligaría a los franceses a evacuar Asturias”656.

Aun así, cualquier soldado profesional era consciente de que la toma de Astorga no

iba a ser fácil: “Astorga había mantenido una larga resistencia (en abril de 1810) contra

Junot y un poderoso ejército Francés, lo que la había dado reputación de ser una Plaza

susceptible de defensa”657. Douglas afirma en su biografía que, tras su inspección de la

maestranza de La Coruña, pudo confirmar la existencia de seis cañones pesados de a 16

libras:

“Douglas manifestó que trataría de añadir una batería de obuses de 5.5 pulgadas

procedente de los depósitos ingleses como equipamiento extra. El arsenal contaba con

abundantes materiales para la construcción de carromatos y vagones de transporte, y

sugirió a Girón que fuera a La Coruña para hacerse un juicio adecuado de los

suministros con que se podía contar, dándole las direcciones donde podía encontrar los

654AGMS, 1ª sección, legajo G – 1.244, comandante general de la artillería del 5º, 6º y 7º ejércitos, mariscal de campo José Carlos García de Paredes. 655Watson Fullom, St. & Douglas, H. (1863) The Life of general Sir Howard..., Ob. cit., p. 156. 656 Ibídem, pp. 156 y 157. 657 Ibídem, p. 157.

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311

suministros referidos, e incluso le aportó planos de los lugares donde se encontraban

almacenados […]

Agustín Girón partió esa misma noche, regresando a los pocos días para confirmar

los informes de Douglas. Girón acudió ante su tío para proponerle que la decisión del

consejo habría de ser reconsiderada: “Convenció a Castaños, el cual llevó el asunto a

un nuevo consejo de guerra. Se dieron órdenes para acometer los preparativos

necesarios, que se efectuaron con gran energía, aunque hubo algún retraso por la falta

de dinero, tan importante como la artillería. Pero los esfuerzos vencieron todas las

dificultades”658.

Aún con todo, la falta de una amplia reserva de municiones de artillería y de ganado

de tiro, se mostraría con gravedad una vez iniciada la campaña.

Sin embargo, el optimismo innato de Castaños, sus dotes para la política y la

diplomacia, junto con el prestigio y confianza que Santocildes (el Defensor de Astorga

en 1810) despertaban en Galicia, pudieron ir empezando a mover la débil máquina

logística del 6º Ejército.

En este sentido Castaños trasmitiría desde su Cuartel general en Pontevedra a la Junta

de Galicia, el 27 de abril, la urgente necesidad que había para dar a las tropas los medios

necesarios para ponerlo en capacidad de entrar en campaña en un mes.

Poniendo en su boca los informes previos del comandante general interino del 6º

ejército, el marqués de Portago, apenas había víveres en los almacenes para un día,

siendo indispensable el envío de calzado para que los soldados pudieran iniciar las

marchas y movimientos continuos que una ofensiva, combinada con las tropas aliadas

de Arthur Wellesley desde Portugal, implicaba. Como buen “general político”, Javier

Castaños apeló a la Junta a que acudiese en caso necesario a pedir un préstamo al

próspero Consulado de comercio de La Coruña, poniéndose él como garante de la

devolución de dichos fondos a cuenta de las Contribuciones Ordinarias a cobrar, y

haciendo publicar en la Gaceta de la Regencia dicho empréstito para asegurar su

legitimidad.

Por último, Castaños aseguraba a unos incrédulos vocales gallegos que el 6º Ejército,

después de tantos meses, por fin iba a desplegarse y atacar a los imperiales en León y

Zamora:

658 Ibídem, pp. 157 y 158.

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312

“[…] en la segura confianza de que debe tomar la ofensiva dentro de breves días”659

Dos días después, el 29 de abril, Castaños decidiría mover su Cuartel general a

Santiago, comunicándolo a la comisión permanente de las tres Juntas para que se

estableciera en la misma. Igualmente, Castaños rogó a la Junta de Galicia que dejara su

sede en La Coruña para establecerse igualmente en Santiago, o, a lo menos, dos de sus

vocales. La Junta accedería a pasar a Santiago mientras las circunstancias lo hicieran

necesario.660

Por otra parte, a pocos días de iniciarse la ofensiva, la Junta de León, por boca de su

presidente nominal el marqués de Portago (comandante interino del 6º Ejército), puso

en noticia del Capitán General Castaños, que a partir del 21 de mayo, y en virtud de la

concordia restablecida de los tres Reinos, cesaría de suministrar raciones de carnes León

para ser sustituida por Galicia.

Como reflejo de los nuevos tiempos de armonía y confianza restablecida con la toma

del mando de Santocildes y de los buenos oficios de Castaños, los vocales gallegos

responderían afirmativamente cinco días después:

“La Junta jamás has distinguido entre intereses de Provincias, sino que ha creído que

todo lo que tienen es debido a los Ejércitos de la Nación. La Junta y Reyno de Galicia

han enviado y enviarán al Ejército todo cuanto tenga sin que jamás diga a las

autoridades militares que solo a la fuerza dará raciones de carne y más provisiones”661

Sin embargo, la petición de Portago a la Junta de Galicia, el 21 de abril, de fondos para

poder abonar al menos una paga a la tropa y mandos del 6º Ejército, como una manera

de elevar su moral (y sin duda, para intentar aumentar su ascendiente sobre el mismo)

ante los preparativos de la ofensiva de primavera, no pudo ser atendida por Galicia.662

Días después se haría oficial lo que era ya un secreto a voces, el Consejo de

Regencia, a instancias de Castaños, comunicaría el 17 de mayo que volvía a dar el

mando del 6º Ejército, esta vez ya en propiedad, a José María de Santocildes. 663

659 AGRG, Caja 40–A. Correspondencia…doc. A-8. 660 Ibídem, doc. A-9. 661 Ibídem, doc. A-26. 662 Ibídem, Caja 36-D, doc. 56. 663 AHN, Sección “Diversos – Gobierno”, Legajo 152, Nº 24, doc. nº 9. Y: AGMS, 1ª Sección, Legajo S- 1.742, y ME, Toledo, Exp. Santocildes.

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No sería hasta el 6 de junio cuando Castaños comunicaría a José María Santocildes

que pasaba a tener el mando total del 6º Ejército. El barcelonés se hacía cargo de un

ejército desorganizado y sin tiempo material para ponerlo en estado operativo. Sin

embargo, los hombres del 6º Ejército deseaban combatir, y Castaños y Santocildes

deseaban, y tenían la voluntad de obedecer las órdenes de su Gobierno, así como

cumplir la palabra dada a Arthur Wellesley.

Por su parte, Abadía habría de regresar a Cádiz:

“La Regencia del Reino, bien satisfecha del celo, pericia, conocimientos militares y

demás circunstancias que concurren en el Mariscal de Campo don José María de

Santocildes, se ha servido nombrarle Comandante General del Reino de Galicia,

reuniendo al mismo tiempo el mando del Ejército a las inmediatas órdenes de V. E.”664

Los vocales gallegos, asentados en Santiago desde el día 10 de mayo, celebrarían la

elección, satisfechos por la excelente reputación que Santocildes se había labrado, no en

las alfombras de las Cortes o en las asambleas de las Juntas, sino en el campo de batalla

en 1810 y 1811, en Astorga y en las tierras llanas de León.

Los británicos, a través de su comisionado en La Coruña, el teniente coronel Howard

Douglas, supervisaban el inicio de la ofensiva de verano del 6º ejército para amenazar la

retaguardia del mariscal Marmont en cuanto Wellesley se abalanzara sobre él.

Gracias a los últimos suministros el 6º ejército mejoraría, durante los meses de mayo y

junio, su estado operativo. En su última visita a Javier Abadía, el español, a pesar de los

desencuentros habidos, le demostró la nobleza de su carácter:

“Había puesto al ejército en condiciones operativas, suministrándoles armas y

uniformes; la influencia que así consiguió se utilizó para asegurar los avances en su

entrenamiento. El abandono de Douglas en la supervisión de las alarmas agradó al

general Abadía […] le recibió con cumplidos y le hizo sentirse orgulloso que alguien

tan mal predispuesto hacia él, le reconociera los servicios prestados, expresándole su

aprecio por lo que había hecho por España665.

664 AHN, Diversos-Colecciones, Legajo 152, nº 24. Castaños a la Junta de Galicia, Santiago de Compostela, 6 de junio de 1812. 665 Watson Fullom, St. & Douglas, H. (1863) The Life of general Sir Howard..., Ob. cit., p. 153.

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Abadía conocía ya los planes de Arthur Wellesley y las órdenes del gobierno español:

“Desveló el plan de lord Arthur Wellesley, que contemplaba el avance de Castaños con el

ejército de Galicia sobre el Orbigo y el Esla, manteniendo así ocupados a los franceses. Rogó a

Abadía que actuaran en conjunto, y éste le replicó que solo tenía una objeción, su falta de

artillería, ante la que sir Howard no podía negar su justificada inacción. Howard determinó

ver si se podía ponerle remedio, apresurando su vuelta a La Coruña”666.

En las tierras de León, como buen augurio de la ofensiva que habría de llegar, la Junta

Superior del Reino de León había conocido el 19 de abril la buena nueva de la toma de

Badajoz por Arthur Wellesley el 6 del mismo mes.

Villafranca del Bierzo celebraría al día siguiente la victoria con una misa con Te

Deum en la colegiata de la villa. 667

Organización y efectivos del 6º Ejército en la primavera de 1812. 668

El 17 mayo de 1812 el pequeño 6º Ejército contaba con 28.478 hombres bajo las

armas; unos 5.000 efectivos menos que en noviembre de 1811. Las bajas por

enfermedad, los cuadros de mando enviados al 7º ejército, así como las tropas remitidas

a América, no habían podido ser repuestas debido a la negativa de la Junta de Galicia

para decretar levas extraordinarias.

Las cinco divisiones del 6º Ejército en 1811 (vanguardia, 1ª, 2ª, 3ª y reserva) se habían

reducido a cuatro. Estas se agrupaban en tres divisiones de campaña, más otra de

reserva; fuertes guarniciones permanecían en la retaguardia gallega por imposición de

su Junta.

666 Ibídem, p. 153. 667 Actas de la Junta de León…Ob. cit., 19 de abril de 1812. 668 Su organigrama de mando era:

• General en jefe del 5º, 6º y 7º ejércitos, el capitán general Francisco Javier Castaños. • Comandante general del 6º ejército, el mariscal de campo José María Francisco de Santocildes. • Jefe de estado mayor del 5º, 6º y 7º ejércitos, el mariscal de campo Pedro Agustín Girón. • Jefe de estado mayor del 6º ejército, brigadier Estanislao Sánchez Salvador. • Comandante general de la artillería, mariscal de campo José García de Paredes. • Comandante general de ingenieros, mariscal de campo Felipe Paz. • Intendente del ejército, Niceto Larreta • Director de medicina y cirugía, Manuel Abreu. Cirujano mayor, José Manuel de Lazcano.

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El 6º Ejército se desplegaba en un amplio frente que iba desde la frontera norte de

Portugal, en Sanabria, hasta Asturias.

La fuerza efectiva del ejército se reducía a 21.160 hombres, pues había en los

hospitales 4.677 soldados (la mayoría por enfermedades causadas por la falta de ropa de

abrigo, de calzado y por la mala alimentación); mientras que otros 2.641 estaban

comisionados por sus unidades en tareas administrativas, logísticas y de adiestramiento

a nuevos reemplazos.669

La situación de estas tropas había ido mejorando en la primavera de 1812 merced a los

suministros llegados de Gran Bretaña. En los últimos cinco meses Douglas había

entregado 50.000 fusiles al 6º y 7º ejércitos670.

Ello resolvería buena parte de las carencias del 6º ejército que, a comienzos de 1812,

tenía 3.864 hombres sin fusiles y necesitaba con urgencia: 4.766 bayonetas, 6.892

sables, 5.518 cartucheras, 21.661 zapatos, 13.252 morriones, 10.318 casacas, 10.969

pantalones de paño (y otros 11.364 de lienzo), 11.751 capotes y 14.762 mochilas. Por lo

demás, ¡en todo el 6º ejército sólo había dos carros de transporte y 165 acémilas671!

Los 21.160 soldados disponibles como fuerza de combate se distribuían así:

• 1ª División (Cuartel general: Pola de Lena): Este y Centro de Asturias.

Mariscal de Campo Pedro de la Bárcena. Fuerza de nueve batallones,

agrupados en dos Brigadas (la 1ª ocupaba el puerto de Pajares con un

batallón avanzado en el Camino hacia León), con 6.054 hombres.

• 2ª División (Cuartel general: Ponferrada): El Bierzo. Teniente General672

Conde de Belvedere. Fuerza de 6 batallones, agrupados en dos Brigadas con

5.200 hombres.

• 3ª División (Cuartel general: Puebla de Sanabria): Noroeste de Zamora.

Mariscal de Campo Francisco Cabrera y Ramírez. Fuerza de 6 reducidos

batallones (uno de ellos adelantado en la villa de Carbajales) agrupados en

dos Brigadas con 2.015 hombres.

669 AGRG, Correspondencia del 6º Ejército (febrero – diciembre de 1812), Caja 36-D, doc. 87. “Estado mayor del 6º Ejército. Estado que manifiesta la tropa de que se compone dicho Ejército y Guarniciones de su Distrito, con expresión de Presentes, en los Hospitales y en Comisiones”. Cuartel general de Ponferrada, 28 de abril de 1812, firmado por Luís Laviña, Capitán de Ingenieros y Coronel de Estado mayor, (AGMS, 1ª Sección, Legajo B-2.957). 670 Gaceta de la Regencia, nº 46, sábado 11 de abril de 1812, Declaración de la Junta de Galicia, p. 383. 671 AHN, Diversos, Colecciones, legajo 130, nº 6. “Estados de transportes, armamento, municiones y vestuario en los cuarteles de Villafranca, La Coruña, Lugo, Vega de Magaz, Astorga y Potes”. Estadillo del 31 de diciembre de 1811. 672 Graduación de “General de Ejército”, aunque en este caso mandara sólo una División y estuviera a las órdenes de Santocildes que tenía una graduación inferior a la suya al ser Mariscal de Campo, pero habilitado por méritos al mando del 6º Ejército.

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• División de Reserva (Cuartel general de Lugo): Mariscal de Campo

Francisco Javier Losada. Fuerza de 6 reducidos batallones con 2.595

hombres.

Por otra parte, la falta de dinero y de caballos, hacía que el ejército de campaña

dispusiera sólo de dos baterías de artillería caballo (con piezas ligeras de a 4 libras) y de

apenas 500 jinetes (distribuidos en 6 escuadrones pertenecientes a tres regimientos de

“voluntarios”) de nueva creación. En una situación anómala que no pudo ser resuelta

hasta el final de la guerra, el 6º ejército español fue el único de los españoles que

careció de efectivos reglados de caballería procedentes de los regimiento regulares de

1808673.

En la Retaguardia gallega se situaban de guarnición otras unidades del 6º Ejército:674

• Santiago de Compostela: Depósitos Generales de Infantería y Caballería,

batallón de Cadetes de la Real Escuela Militar de Santiago675, batallón ligero

de Monforte y el Consejo de Guerra. Total: 1.621 hombres.

• Orense: 3º batallón del Regimiento de Monterrey con 128 hombres.

• Tuy: Compañía de Inválidos con 126 hombres.

• La Coruña: 1º y 2º batallones del 1º de Asturias, 4º Regimiento de Artillería,

y cuadro del 1º batallón del Regimiento de Toledo, Maestranza de Artillería.

Total: 1.538 hombres.

• El Ferrol: Compañía de Cansados, Legión Extranjera y Regimiento de

Borbón676. Total: 411 hombres.

• Betanzos: Compañías de Artillería a Caballo con 272 hombres.

• Pontevedra y Vigo: en proceso de concentración para la Expedición a

Veracruz677, 1º batallón del Regimiento de Zamora678, una Compañía suelta

673 IHCM, CDB, Año de 1811, legajo 43, carpeta 96, Informe de la Inspección de caballería del ejército al gobierno. 674 Elaboración a partir de: AGRG, Caja 6-B, B-29, y Caja 36-D, doc. 87. 675 Creado este batallón con Cadetes extraídos de los Regimientos y reunidos en Villafranca del Bierzo el 20 de agosto de 1811 por el General Javier Abadía (según el Reglamento del Consejo de Regencia del 1 de marzo del mismo año). Constaba de cuatro Compañías con 400 Cadetes, trasladándose el 20 de noviembre al Colegio Universitario de San Clemente en Santiago de Compostela, por orden de la Junta de Galicia, para formar allí una Escuela de mandos. No confundir con el Real Colegio Militar creado en la misma ciudad (en los Colegios de Fonseca y San Jerónimo) con Cadetes más jóvenes de nueva incorporación, el 27 de julio de 1812. Clonard, Conde de (1847) Memoria Histórica de las Academias y Escuelas Militares…Ob. cit., pp. 122- 136. 676 Reorganizado en Ferrol con 322 desertores del Ejército Imperial en julio de 1811, pasaría luego por mar al 1º Ejército en Cataluña. Sañudo, J. J. (2007) Base de datos…Ob. cit.

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del Regimiento de Lobera con otro pequeño destacamento del mismo, más

una batería de artillería a caballo. Total: 818 hombres.

• Ribadeo: Campo de Instrucción de la 1ª División con 252 hombres.

• Mondoñedo: Compañía de Tiradores con 130 hombres.

• Isla de Bayona: Reunión de Desertores y Dispersos.679

La información que nos proporciona dicho despliegue nos muestra un ejército de

campaña con sólo el 59 % de sus efectivos totales preparados para entrar en acción (y

sumando aquí la división de reserva) y con otro 16% de su fuerza de baja en hospitales.

Igualmente vemos que la fuerza de combate principal se concentraba en las 1ª y 2ª

divisiones, desplegadas, para fines defensivos y ofensivos, en los frentes principales de

batalla que eran Asturias y León. La reducida 3ª división en Sanabria se limitaba a

defender las entradas a Galicia por el puerto de las Portelas.

Llegados aquí, la opinión de Arthur Wellesley de cómo administraban las autoridades

españolas los escasos recursos monetarios para el sostén del 6º Ejército, no podía ser

más desfavorable, según escribió a su hermano, Henry Wellesley, embajador británico

en Cádiz:

“Si quieres saber que sucede con el dinero que diste al Gobierno, y éste envió al

General Abadía, te remito a los partes de Sir Howard Douglas sobre la financiación de

Galicia, podrás ver un ejemplo de la forma en la que pensionistas civiles y militares, y

gran parte del personal civil y militar del Estado mayor, pueden comer, por completo,

los ingresos de un reino, y no dejar nada para los hombres empleados en luchar por su

defensa…no se hace como nosotros, primero pagar a los soldados, y al Estado mayor

al final; sino que (los generales) primero cogen los atrasos de sus propios

nombramientos, y los de los oficiales de su Estado mayor, luego abonan a los oficiales

una parte de su paga, y a los hombres nada…hay más de 1.500 personas destacadas en

el cuartel general, cada uno de los cuales ha recibido más paga que los oficiales que

677 Expediciones nº 4 y nº 9. Albi, J. (1990) Banderas Olvidadas….Ob. cit., pp. 92 y 402. El 2º de Tiradores de Castilla ya había partido el 5 de abril en las fragatas Dido, Hermida y Carlota. El Regimiento de Zamora con la batería de artillería lo haría el 18 de junio. 678 Al mando del Coronel Rafael Bracho. Hasta el mes de marzo había estado acantonado en Orense. AHN, Diversos-Colecciones, 101, Nº 60, Oficio de Agustín Girón al Estado mayor General, Pontevedra, 25 de abril de 1812. 679 AGRG, Caja 36-D, doc. 54. Abadía a la Junta de Galicia, 15 de febrero de 1812.

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hasta ahora cumplen su deber con sus regimientos […] estos son los abusos que han

hundido a España”680

Hay que volver a recordar, sin embargo, que, tanto Santocildes como Javier Castaños,

se habían hecho cargo del 6º ejército hacía pocas semanas. El ya destituido Abadía

había perdido, en los meses anteriores, un tiempo precioso para acopiar unos materiales,

víveres, caballerías y municiones de las que el ejército disponía sólo a un mínimo nivel.

Al margen de las gestiones de Douglas, Santocildes tenía ya acordado con su superior

Castaños el actuar ofensivamente para apoyar a Arthur Wellesley681. Por ello, el 16 de

junio, tras varias semanas de preparativos, Santocildes ordenó al comandante interino

del ejército, el marqués de Portago682, avanzar para iniciar el bloqueo sobre la plaza de

Astorga, cortando las comunicaciones de su guarnición.

Douglas anotó en su diario la alegría que le embargó cuando, por fin, vio partir a los

regimientos del 6º ejército al otro lado de las montañas:

“[…] y 16.000 hombres marcharon sobre Astorga”683.

Por su parte, Arthur Wellesley había escrito a Douglas, para tranquilizarle, el 25 de

mayo desde Fuenteguinaldo (tres semanas antes de iniciar su ofensiva sobre el Duero

que le llevaría a los Arapiles):

“He recibido ayer su carta fechada el día 18, y recibí al mismo tiempo otra del conde

de Amarante fechada el 20 […]. No hay posibilidad de que los franceses ataquen

Galicia mientras mi ejército permanezca en esta frontera”684.

680 Largo Martín, M.A. (2013) Fuenteguinaldo…Ob. cit, Arthur Wellesley a Henry Wellesley, Fuenteguinaldo, 14 de mayo de 1812, pp. 224-226. 681 A comienzos de junio de 1812 Javier Castaños recibiría en Galicia un correo del Consejo de Regencia, fechado en Cádiz el 31 de mayo: “MUY RESERVADO. Teniendo el gobierno noticia de que el duque de Ciudad Rodrigo intenta operar vigorosamente en Castilla la Vieja contra el ejército del mariscal Marmont, y precavido de que el feliz éxito de estos movimientos es importantísima a la causa nacional, me manda que prevenga a V.E. que valiéndose de todos los medios extraordinarios que le dicte su bien acreditado celo, patriotismo y energía ponga en pronto movimiento, en combinación de las fuerzas del duque de Ciudad Rodrigo, todas las disponibles de los tres ejércitos de su mando, y muy particularmente las del 6º y 7º, con la menor desmembración posible a fin de que poniéndose V. E. o el general de su mayor confianza a la cabeza, y de la reunión de todas, haga tan poderosa diversión a favor del ejército aliado, que esta pueda con más facilidad verificar sus interesantísimas operaciones […]. Con esta misma fecha se comunica al duque de Ciudad Rodrigo copia de esta Real Orden”. IHCM, AGMM, CDB, legajo 49, Año 1812, carpeta nº 23. 682 AGMS, 1ª sección, legajo G- 2.398. Francisco de Paula Gómez de Terán. 683 Watson Fullom, St. & Douglas, H. (1863) The Life of general Sir Howard..., Ob. cit., p. 158. 684 Ibídem, p. 158.

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El espionaje militar español en León y el valle del Duero. El coronel Juan López de

Fraga.

Esta arma de guerra sería vital durante la campaña de 1812685. Gracias a la actividad

de los guerrilleros y del espionaje militar español, Arthur Wellesley estaría

puntualmente informado de todos los movimientos de las tropas imperiales en el

occidente peninsular. Otro logro sería el que la vital correspondencia entre el rey José y

el Mariscal Marmont, y la de estos con otros mandos imperiales, fuera cortada en

numerosas ocasiones durante la primavera y el verano de 1812. Durante esta campaña,

gracias a los españoles, Arthur Wellesley supo más de los movimientos y planes

franceses que los mismos mandos imperiales.686

“Los españoles son muy buenos para obtener y mandar información…Averiguan todos

los destacamentos en la comarca y el número de cualquier reunión grande de tropas,

teniendo personas que les cuentan al entrar en los pueblos, o por listas, que se mandan

a los alcaldes para provisiones. Al conseguir estas, se mandan por un mensajero a pie,

quien andará diez leguas al día y si es necesario se pueden mandar de un lugar a otro

por curas o alcaldes en los que se puede confiar encontrando mensajeros en cada

lugar. Van con mucha frecuencia día y noche”687

Este gran número de mensajes interceptados por las guerrillas españolas era

descifrado por el coronel George Scovell del servicio de inteligencia aliado en el cuartel

general de Arthur Wellesley.688

Desde allí, el enlace español en el ejército aliado (el Brigadier José O´Lawlor689

destinado por el gobierno español en el ejército de Arthur Wellesley junto con el

mariscal de campo Miguel de Alava), informaba al Teniente General Castaños.

685 Pereira Cuadrado, A.; La Guerra de la Independencia y la desorganización de los servicios secretos, en (2014) Más que una Guerra. Astorga y el noroeste de España en la Guerra Peninsular (1808 – 1814) [Valladolid], pp. 425 – 433. 686 Así los informes y órdenes imperiales llegaban a manos de Arthur Wellesley antes que a los propios interesados. Como ejemplo de ello, no sería hasta el día 19 de junio, seis días después de los hechos, en que llegaría a Madrid la carta de Marmont anunciado el inicio de la ofensiva de Arthur Wellesley. Page, J. (1986) Intelligence Officer in the Peninsula: Letters and Diaries of Major The Hon. Edward Charles Cocks, 1786 – 1812 [Spellmount]. 687 Santácara, C. (2005) La Guerra de la Independencia vista por los ingleses, 1808 – 1814 [Madrid], p. 429. 688 Oman, Ch. (Reed. 1995), A History of the Peninsular…Ob. cit., Vol. V, p. 611, y Muir, R. (2001) Salamanca 1812…Ob. cit., p. 10.

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Como ejemplo de esta actividad en la sombra, el 6º Ejército conseguiría aislar, a partir

del mes de junio, totalmente del mundo exterior a la guarnición francesa de Astorga,

interceptando todos los mensajes destinados o que salieran de ella.

El espionaje militar español en el noroeste peninsular había establecido sus bases en

noviembre de 1808 cuando el marqués de La Romana, nuevo capitán general de Galicia,

Asturias, León y Castilla la Vieja, y comandante en jefe del ejército de la izquierda,

ordena al capitán de caballería Juan López de Fraga690 (veterano del cuerpo de

blandengues de la frontera en el virreinato del Plata), organizar un servicio de

información militar que recabara información fidedigna desde Irún a León y desde la

cordillera cantábrica hasta el sistema central:

“En virtud de haber creado el general Blech un escuadrón de caballería de su mismo

nombre, de las tropas de esta arma que servían incorporadas en dicho batallón, y

pertenecer yo a ellas, como capitán de blandengues de aquella provincia. Pasé con el

escuadrón a la ciudad de Astorga a esperar monturas y caballos, que debían venir de

Galicia, y permanezco en esta ciudad ínterin el ejército toma movimiento con dirección

a Vizcaya. Desembarca el excmo. señor marqués de La Romana en La Coruña, y arriba

a la ciudad de Astorga, donde pasa revista al escuadrón, y me manda pasar a León a

tomar sus órdenes. Lo ejecuto el 4 de noviembre, y S. E. me hace salir para Palencia,

donde debo esperar sus instrucciones para el giro y desempeño de la comisión de

observación, con que me honra”691

689 José O´Lawlor y O´Brenham (Kildare, Irlanda, 1772 – Madrid, 1850). Martín-Lanuza Martínez, A. (2012) Diccionario Biográfico…Ob. cit., pp. 648 – 649. De guarnición en Madrid el Dos de Mayo de 1808, huiría hacia Andalucía. La Junta Central le destinaría como enlace con John Moore, al que acompañaría desde Benavente hasta La Coruña, embarcando en la flota inglesa. De regreso a España pasaría con Cuesta al Ejército de Extremadura, tras Talavera, y con el rango de Coronel, pasaría adscrito al Cuartel general de Arthur Wellesley con el que permaneció ya toda la guerra. Teniente General en 1846. 690 AGMS, 1ª Sección, Legajo L – 1.477. Infantería 1777. Noble. Vallisoletano nacido el 27 de Junio de 1754. Alistado en la infantería en 1777. Oficial veterano de caballería de los Blandengues de la Frontera de Montevideo, caído prisionero en las invasiones británicas, y regresado a España en el verano de 1808, es adscrito al batallón de Blandengues de Buenos Aires, en el Ejército de Galicia, y combate en la batalla de Rioseco donde sale contuso. Por orden de Joaquín Blake es adscrito para la formación de un escuadrón de caballería del mismo nombre en Astorga, pero el marqués de La Romana le ordena la formación de un servicio de espionaje en la meseta norte. Trabajó en contacto con Wellington, el duque del Parque, Gabriel de Mendizábal, La Carrera, Carlos de España y Javier Castaños y Gabriel. Pide, durante la guerra regresar a América al estar allí su mujer e hijos sin recursos en medio de la rebelión de independencia; se le niega. Nombrado subinspector de los cuerpos francos de guerrillas en Castilla la Vieja y León desde 1811. Declarado absolutista en 1814. En mayo de 1815 figura como coronel del regimiento Provincial de León. Y, Sánchez Fernández, J. (2001) Un espía español en la Guerra de la Independencia. El Capitán Juan López de Fraga. Revista de Historia 16, nº 298 [Madrid], pp. 106 – 108. 691 López Fraga, J. L. (1814) El Coronel don Juan López de manifiesta a V. M…. Ob. cit., pp. 6 y 7.

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Sin embargo, las sucesivas derrotas de los pequeños ejércitos españoles, a lo largo de

los meses de octubre y noviembre de 1808, con la llegada del mismo Bonaparte a

España, provocan la caótica retirada invernal hacia León y Galicia de las tropas del

marqués de La Romana (y de las británicas del general John Moore692). Fraga hubo de

abandonar Palencia hacia León y en el camino pudo hacerse con un muy valioso

informe que el administrador de correos de Burgos había recabado de sus colegas en

Irún; en el mismo se certificaba que habían entrado en España por aquel punto tras

Bailén 360.000 hombres de todas las armas. Rápidamente, y por medio de un agente de

enlace, Fraga (que quedaría de observación recabando más información en Castilla)

conseguiría hacer llegar el informe a La Romana. Este, quedaría tan gratamente

impresionado del trabajo del capitán de caballería vallisoletano que le respondería a los

tres días a través del enlace, agradeciéndole sus servicios y comisionándolo ya

oficialmente para que formase una red de espionaje en la Meseta norte:

“Considerando a V. con suficientes conocimientos en Castilla la Vieja, por medio de

los que podemos tener noticias individuales de las fuerzas enemigas, sus situaciones y

movimientos, prevengo a V. pase a colocarse en un punto del que pueda adquirir lo que

deseamos”693

Esta orden sería el inicio de la creación por Juan López de Fraga de una amplia red de

espionaje conectada directamente al alto mando español del ejército de la izquierda

(reorganizado a partir de 1810 en el 6º y 5º ejércitos acantonados en el noroeste

peninsular y en Extremadura respectivamente) y, posteriormente también, con el mismo

Arthur Wellesley comandante de las fuerzas aliadas anglo lusitanas en Portugal.

Fraga, con algunos recursos económicos librados por la Romana y con otros

facilitados por acaudalados patriotas y autoridades locales a los que el marqués solicitó

apoyaran la comisión del capitán español, lograría establecer una red de colaboradores y

agentes, muchos de ellos eclesiásticos (varios conventos formaron parte de la red) y

miembros de la administración municipal (corregidores y alcaldes, secretarios) y real

(oficiales de correos, abogados de la real chancillería de Valladolid, oficiales de

692 García Fuertes, A. (1999) La Junta Local de Defensa y Armamento de Astorga y el Ejército auxiliar británico del General sir John Moore en la Campaña de 1808. Comunicación presentada en el III Congreso Internacional sobre la Guerra de la Independencia, Tomo II, pags. 821 - 847 [Zaragoza], celebrado en diciembre de 1997. 693 López Fraga, J. L. (1814) El Coronel don Juan López de manifiesta a V. M…. Ob. cit., p. 8.

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hacienda, etc.) y profesiones liberales (cirujanos, abogados, notarios) en el territorio

ocupado.

La red tuvo uno de sus centros operativos en Tordesillas, contando con “células”

activas en grandes localidades como Valladolid, Zamora, Salamanca, Medina del

Campo, Arévalo, Avila, Madrid, Burgos, Vitoria, Bayona, y en otras menores como

Torrecilla de la Orden, Pollos, Nava del Rey, Velliza, Piedrahita, Simancas, Béjar,

Gallegos de Crespo, Aldea Nueva de Figueroa, Torrecilla de la Abadesa, Cespedosa de

Tormes, Rueda, Braojos, Robladillo, Orcajo y Sayago.

En dichos puntos, urbanos y rurales, trabajarían más de cincuenta personas que, sin

dejar sus ocupaciones diarias, ni sus lugares de residencia, recabarían y trasmitirían

información, protegiendo y enviando, también, a la zona patriota a prisioneros españoles

y aliados evadidos, difundiendo clandestinamente gacetas, proclamas y órdenes del

gobierno patriota y de sus generales, y fomentando el reclutamiento de hombres para los

cuerpos regulares y las partidas guerrilleras.

Fruto del trabajo ingente y peligroso a desarrollar (que hizo que Fraga estuviera a

punto de ser detenido en varias ocasiones a comienzos de 1809) el capitán de caballería

español logró avisar con varios días de antelación a La Romana y a Moore de la

contraofensiva que, desde Madrid, Napoleón había puesto en marcha cruzando el

Guadarrama y que le llevaría hasta Astorga en enero de 1809; igualmente, tanto en la

afortunada campaña del duque del Parque tras la victoria en Tamames en octubre del

mismo año, como el posterior desastre en Alba de Tormes un mes después, tendría parte

la red de información de Fraga (la derrota en Alba de Tormes pudo haber sido evitada si

la información enviada por el vallisoletano hubiera llegado a tiempo a del Parque).

Juan López de Fraga trabajaría también, en los dos años siguientes, a las órdenes de

los sucesivos comandantes de la fuerzas españolas en el noroeste de la Península y raya

con Portugal: La Romana, Cuesta, del Parque, Martín de la Carrera, Herrasti, Gabriel de

Mendizábal, Javier Castaños, Santocildes, Carlos de España y el mismo Arthur

Wellesley. En sus actividades entre 1810 y 1811, Fraga, por orden del duque del

Parque, tendría como colaborador y acompañante a un capitán británico, Lewis Ruman

(de origen alemán), del 97º de Infantería, posteriormente adscrito a la Legión Lusitana

de Beresford. Dicho oficial estaba dotado de una gran inteligencia y era un gran

lingüista (lo que le facilitaba el trabajo de encriptado y descifrado).694

694 Santácara, C. (2005) La Guerra de la Independencia vista por…Ob. cit., p. 181.

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Esta red continuaría funcionando hasta la abril de 1812, en que los franceses

descubrieron al principal agente de Fraga, Remigio Tiedra, residente en Tordesillas y

miembro de la pequeña nobleza acomodada local.

A pesar de ello, el general francés Boyer estuvo a punto de poder desmontar toda la

red patriota de Fraga que iba desde León hasta Irún. Varios implicados fueron detenidos

y sus casas arrasadas por el fuego hasta los cimientos. Si la red no cayó en su totalidad

fue debido a la ofensiva aliada de aquel verano que llevaría a la victoria en los Arapiles

y a la precipitada retirada francesa hacia el Ebro y hacia levante:

“Boyer había descubierto y ocupado muchos papeles, por donde resultaba la

complicidad de la mayor parte de confidentes, y en este caso presenta la multitud de

desgracias que iban necesariamente a seguirse; pues la correspondencia se extendía

por el norte hasta Vitoria, y a infinitos pueblos por el medio día; y si llegaban a

descubrirse tantos buenos españoles inculcados en la causa, se perdía la mayor ventaja

que hemos tenido en la gran lucha […] pero el avance de los ejércitos aliados mejoró

la suerte, quitando a Boyer facultad moral de desplegar su furor sobre más víctimas”695

El mismo Arthur Wellesley notificó el 3 de junio desde su cuartel general en Fuente

Guinaldo a su hermano Henry, embajador británico en Cádiz, la detención del agente

tordesillano, y la huída hacia la zona patriota de varios agentes españoles implicados en

la red de espionaje:

“Esta carta le será entregada por don Félix Lopón de Baños y Monsalve y don Vicente

Callejo Bayón, dos caballeros de Castilla, a quienes me permito recomendar a su

atención y asistencia.

Residían en Rueda y eran amigos y agentes de un caballero llamado don Remigio

Tiedra, que residía en Tordesillas, quien fue agente mío, y estaba en conexión con los

oficiales generales españoles en Galicia.

Por un acto de traición el general francés Boyer, quien estaba acantonado en

Tordesillas, descubrió recientemente los servicios prestados por Tiedra a la causa de su

país, y fue inmediatamente detenido y su casa fue registrada. Entre sus papeles estaban

695 Fueron cuatro los detenidos, Remigio Tiedra, un fraile descalzo de Tordesillas, y el presbítero y el cirujano de Torrecilla de la Abadesa. López Fraga, J. L. (1814) El Coronel don Juan López de manifiesta a V. M…. Ob. cit., pp. 49 y 50.

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cartas encontradas de los dos caballeros que ahora le recomiendo; los franceses

intentaron detenerlos en vano, y sus casas fueron quemadas. Van camino de Cádiz para

solicitar la protección de su gobierno, la cual me permito recomendar con más fuerza

para ellos.

Wellington”696

Remigio Tiedra fue condenado a muerte, aunque los ruegos y presión de muchas

personalidades de Salamanca y Valladolid lograron el indulto de la última pena por el

mariscal Marmont, siendo enviado a Francia para su confinamiento (con dos religiosos

y un cirujano implicados en la red de espionaje), el 13 de mayo.697

Juan López de Fraga tuvo noticia del perdón a Tiedra a su llegada a La Coruña, donde

había sido convocado por el capitán general Javier Castaños:

“Habiendo llegado a la presencia del general Castaños me llenó de consuelo y regocijo

la voz de S.E.: Marmont – me dijo – ha indultado de la muerte a nuestro Tiedra”698

Una de las artífices de la conmutación de la pena capital de Remigio fue su propia

hermana, Angela Tiedra, que, según testimonio de Fraga, la había logrado de Marmont

con el ofrecimiento de ésta de ofrecerle información sobre la situación y fuerza del

ejército de Arthur Wellesley.

Al parecer y, según el testimonio de Fraga, la española habría logrado convencer con

su propuesta al mariscal francés que la dejó partir hacia el sur, y ésta, llevada ante el

general británico lograría del mismo un estado de fuerzas y cuerpos falso del ejército

aliado (entre otra información) que fue, finalmente, entregado a Marmont.

Sin embargo, debemos de dudar de esta información, pues dicha situación tuvo lugar

en los momentos de incertidumbre, entre el 15 de junio y el 7 de julio de 1812, cuando

los dos ejércitos enemigos, el aliado y el francés, se apostaron a una y otra orilla del

Duero en el que se llamaría el “empate estratégico del Duero”; el mismo no se rompería

hasta la reunión de la división Bonet con Marmont, que se animaría entonces a cruzar el

Duero y atacar a Wellesley. La conmutación de la pena de muerte a Remigio ya se había

696 Largo Martín, M.A. (2013) Fuenteguinaldo….Ob. cit., p. 287. 697 Permanecieron presos en Francia hasta el final de la guerra en el verano de 1814. Ibídem. 698 Ibídem, p. 49.

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producido, según Fraga, en la segunda semana de mayo, partiendo el día 12, con sus

compañeros de cautiverio, hacia Francia.

Fraga compaginaría durante la guerra esta labor de espionaje (por orden del duque del

Parque desde el 27 de octubre de 1809 en su cuartel general de Salamanca y que le

llevaría a estar en permanente movimiento entre la zona ocupada, la patriota y el mismo

Portugal) con el de la subinspección y comandancia general de todas las partidas de

guerrillas entre la izquierda del Duero y Guadarrama.

El marqués de La Romana, reincorporado en el mando del ejército de la izquierda

(posterior 5º ejército), le confirmaría en su cargo el 24 de marzo del año siguiente de

1810:

“En presencia del escrito de mi antecesor, el duque del Parque, su fecha en el cuartele

general de Salamanca, a 27 de octubre del año pasado, en que se da a Vd. El encargo

de establecer el método y disciplina de las partidas de guerrillas de Castilla la Vieja

para corregir los excesos de muchas de ellas, nombrándole comandante de todas las de

esta provincia, he dispuesto confirmar a Vd., como le confirmo, en el referido

nombramiento y comisión, previniéndole que deberá entenderse directamente en todo lo

perteneciente a este ramo con el mariscal de campo don Martín de la Carrera, cuya

división ocupa los puntos más inmediatos a Castilla”699

Labor ardua y de resultados discutibles (como el mismo afirma y comentaremos en

otro capítulo). Los intentos de las autoridades patriotas y mandos militares por poner

orden en las guerrillas resultaron, muchas veces, baldíos, teniéndose que acudir, como el

mismo afirma en su manifiesto, más a la “diplomacia” que a intentar aplicar medidas

severas que hubieran sido contraproducentes:

“La política hacia comprimir a los generales la expresión de sus sentimientos contra

unos procederes tan atroces. Se persuadían, con razón, a que sería más útil al estado

ganar sus corazones con la suavidad, que extraviarles con la aspereza a otros deportes

más ruinosos. Con esta idea se trató de condecorarles con graduaciones de milicias

urbanas y atraerles caricias al conocimiento de sus deberes”700

699 AHN, Sección Diversos-Colecciones, Legajo 87, nº 3. 700 López Fraga, J. L. (1814) El Coronel don Juan López de manifiesta a V. M…. Ob. cit., pp. 34 – 35.

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En palabras del contemporáneo de los hechos y buen conocedor de ellos, el conde de

Toreno (en su ya citada obra sobre la guerra de la independencia) a pesar de muchos

esfuerzos baldíos e incompletos, el resultado final para el gobierno patriota no dejó por

menos que ser, a la postre, positivo:

“Si no se estableció en todas partes entero y cumplido orden, incompatible con las

circunstancias y a presencia del enemigo, por lo menos adoptose un género de

gobernación que, aunque llevaba visos de solo concertado desorden, remedió ciertos

males, evitó otros, y mantuvo siempre viva la llama de la insurrección” 701

Por su parte, el ya coronel Juan López de Fraga llegaría ser el organizador de tres

grandes partidas de guerrillas en la zona de Nava del Rey (las de Félix de la Fuente y

Felipe Zarzuelo, que acabarían ejecutados por los franceses en Valladolid) y la del fraile

Juan Delcia, alias el “Capuchino”; las mismas comenzarían a actuar, por orden suya en

las comunicaciones entre Toro, Valladolid y Galicia, con tal efectividad que, a las pocas

semanas, Delcia lograría capturar al famoso general francés Franchesqui.

Igualmente, Fraga llegó a tener bajo su jurisdicción – que no bajo su mando- hasta

nueve partidas más: las de Gerónimo Saornil, Diego de la Fuente, Juan Abril, José

Rodríguez Vardés (el “cocinero”), Juan Ortega, Francisco López, Antonio Solechero,

Antonio temprano y Narciso Morales (que se pasó a los franceses).702

Fraga desempeñaría esta subinspección y comandancia de manera alternativa con

otros mandos, como el coronel Ramón Acedo Rico, que le sustituye, momentáneamente

en noviembre de 1810703, debido a discusiones de Fraga con el capitán general de

Galicia, Nicolás Mahy, que estaba enfrentado políticamente a La Romana (de tendencia

liberal el primero y absolutista el segundo) y no se avenía tampoco bien con el mismo

Arthur Wellesley704. López de Fraga, que tendría también serios enfrentamientos con el

brigadier Francisco Taboada, comandante de las fuerzas españolas en Puebla de

Sanabria705, mostraría igualmente ideas absolutistas al final de la guerra, como el mismo

declara en su manifiesto.

701 Toreno, Conde de, Ob. cit. Libro XII, p. 173. 702 López Fraga, J. L. (1814) El Coronel don Juan López de manifiesta a V. M…. Ob. cit., pp. 31 y 32. 703 Cassinello Pérez, A. (2012) El Capitán General Marqués de La Romana (1761-1811) [Madrid], p. 342. 704 Ibídem, p. 344. 705 Ante la falta de resultados de Fraga en la organización de las guerrillas en Zamora y Campos, Taboada escribiría a Mahy el 1 de enero desde Villafranca del Bierzo, que “Fraga es un cordero y solo sigue en su puesto por el favor que le muestran La Romana y Wellington”. IHCM, CDB, Año 1811, legajo 44, carpeta 112.

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327

Es muy posible que ello le hubiera llevado, igualmente, a simpatizar con el fallecido

marqués y a no congeniar, precisamente, con Nicolás Mahy.

Llegada la guerra a los Pirineos, a comienzos de 1813 Juan López de Fraga dejaría el

mando de la red para marchar a Cádiz con el permiso de Wellington, agotado por cuatro

años de actividad y peligros y deseoso de pasar a Montevideo donde residía su esposa

de la que no tenía noticias desde hacía años.

* * * *

Dentro de esta actividad de espionaje en la Meseta destacarían también otras personas

como el oficial leonés de milicias de caballería, Santiago Urién Valle.706 Este mando

español colaboraría estrechamente (junto con otro oficial de los Voluntarios de León,

Mateo Domínguez707), con el ya mencionado, Juan López de Fraga.

En el mes de agosto de 1812, en plena campaña, Castaños en carta reservada a

Santocildes, mencionaría, de pasada, y sin entrar en detalles que no se podían consignar

por escrito, los servicios de Santiago Urién, oficial en cuyos informes podía confiar y

que merecían todo el crédito, aún del mismo Arthur Wellesley:

“Sobre lo que me decía VM. en la carta del 22 relativo a Urién Valle, es cierto que en

el día no puede ser tan interesante su servicio, pero esta empleado en él desde el tiempo

del marqués de La Romana a quien sirvió muy bien según consta en mi Secretaría,

merece una gran confianza al general aliado y todo esto es preciso tenerlo en

consideración”

La valía de este oficial, que, tras tres años de servicios, ya estaba siendo perseguido

por el contraespionaje imperial, se nos reseña en que, meses después, sería capturado

cerca de Carbajales por una patrulla francesa. Urién lograría hacerse pasar por un simple

oficial español disperso y propondría a sus captores ser canjeado por un oficial francés.

El mismo Castaños intervendría personalmente en las negociaciones aceptando la

inusual práctica del canje.

706 AGMS, 1ª Sección, Legajo U-279. Curiosamente en su Expediente Personal, y en la mejor tradición de los espías, apenas se conserva documentación detallada; su Hoja de Servicios más antigua llega sólo hasta 1803 y sólo hay un documento fechado en 1815 en que se menciona que era Capitán del Regimiento 2º de Guadalajara. 707 AGMS, 1ª Sección, Legajo T-1085.

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328

Por su parte, el teniente de Voluntarios de León, Mateo Domínguez había sido

enviado de vuelta a su pueblo natal (Toral de los Guzmanes) en 1809 por Juan José

García, aparentemente licenciado pero con la misión de tejer una red de espionaje sobre

Tierra de Campos y en el occidente de Castilla la Vieja. Ante la falta de medios la tuvo

que costear, a veces, de su peculio familiar.

En su hoja de servicios dejó por escrito testimonio de sus servicios:

“[…] en cuya siempre activa y peligrosa ocupación, asistido por soldados disfrazados y

otros de su confianza (aunque no todos correspondieron a ella), ha seguido desde

entonces por disposición de los Generales Mahy, Taboada, Santocildes, Portazgo,

Abadía, Belveder, Girón, Freyre, y aún directamente por el Sr. Duque de Ciudad

Rodrigo, que teniendo un comisionado, recibía por su medio los avisos más importantes

que les comunicaba el exponente, disfrutando aquel de las cuantiosas sumas que

recibió de la generosidad de los ingleses para gratificar a los confidentes, sin que el

suplicante pidiese auxilios pecuniarios para los exploradores españoles únicos

ocupados en tan peligroso servicio, recompensando en parte a costa de los bienes

propios, del que así lo expone, con el dolor de haber visto a su Tropa desnuda y

descalza por no decir a los aliados que se les servía con otro interés que el de la causa

común a todos…no cesó esta actividad salvo dos meses ( en 1811 ) en que se le llamó al

Cuartel general de Astorga”

Al igual que Urién, Mateo Domínguez sería capturado y conducido a Valladolid,

donde fue reconocido. Pero logró escaparse cuando estaba a punto de ser fusilado.

Vuelto a su regimiento de Voluntarios de León continuó la guerra hasta finales de 1813,

en que por enfermedad hubo de tomar licencia.

El mismo Santocildes certificaría el 26 de mayo de 1813, en Betanzos, sus servicios:

“[…] ejercer su encargo que constantemente ha desempeñado con el mayor celo, tino y

desinterés, sacrificio de él y su familia los propios intereses para no grabar a la Nación

con los crecidos dispendios que eran precisos para llenar el objeto que se le había

confiado[…] Ha conseguido dando circulación a varias proclamas y papeles públicos

avivar la llama del Patriotismo en los Pueblos del Reyno de León y confinantes

ocupados por los enemigos y a cuyas inmediaciones ha existido siempre para conservar

continua correspondencia con los más decididos patriotas […] no ha recibido hasta

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329

ahora recompensa alguna sino es la buena opinión que disfruta hoy al presente en el

cuartel general“

En 1815 Mateo Domínguez recibiría su licencia definitiva con el ascenso al grado de

Capitán.

Otro mando comisionado español destinado para recabar información en el norte de

Zamora y sur de León sería Francisco Arias708. Recientemente se han dado a conocer

varias cartas escritas entre septiembre y octubre de 1810 por una vecina de

Castrocalbón, Eduarda Nieto, y este oficial español en las que se detalla información

sobre la presencia y movimientos de fuerzas francesas en la zona que era frente de

batalla con la “división de la derecha del ejército de observación de Galicia” establecida

en Puebla de Sanabria (futura 3ª división del 6º ejército).709

La preponderancia de oficiales leoneses y castellanos en esta red de información, y no,

por ejemplo, gallegos o asturianos, se nos explica en que por su lugar de origen y acento

podían pasar más desapercibidos en las ciudades y villas de la meseta norte.

Igualmente, los generales y juntas españolas echarían mano de los arrieros, en

especial de los maragatos leoneses, que continuamente cruzaban las líneas para seguir

con su comercio entre Galicia y Castilla, muchas veces contraviniendo las órdenes del

gobierno patriota de no comerciar con productos coloniales con las zonas ocupadas. En

muchas ocasiones se prestaron a llevar correspondencia secreta y mensajes cifrados,

pero también, en alguna ocasión se les descubrió actuando de agentes dobles (por dinero

o chantaje) a favor de los franceses. En este caso eran inmediatamente detenidos y

ejecutados, como le sucedió al maragato, Gaspar Rodríguez, natural de Argañoso, que

fue ejecutado junto a varios desertores, en octubre de 1811, en Villafranca del Bierzo; el

maragato fue fusilado por la espalda, por traidor.710

Por otra parte, el 6º Ejército vigiló estrechamente todos los movimientos y obras de

fortificación imperiales en Astorga, periódicamente oficiales y soldados, con ropas

civiles, se acercaban a la ciudad para recabar información, llegando alguno, incluso, a

entrar en la Ciudad711. El alto mando enviaba a naturales de la provincia que podían

camuflarse mejor entre la población civil. Sin embargo, a veces eran descubiertos por

708 Nuestras pesquisas en el AGMS nos han llevado a localizar la figura solo la figura de un capellán militar del mismo nombre, que pudiera ser la aludida en el texto, 1ª Sección, Legajo A-2.257. 709 Del Prado, D. (2013) Napoleón en La Bañeza. La Guerra de la Independencia en tierras bañezanas [La Bañeza], pp. 203 – 226. 710 Boletín del 6º Ejército…Ob. cit., Nº 36, 30 de noviembre de 1811, p. 161. 711 Quintana Prieto, A. (1962) Astorga en 1812 [Astorga], pp. 22 – 23.

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330

los franceses, acabando algunos ante el pelotón de ejecución por ser apresados con

ropas civiles. Así fue el caso de dos voluntarios de León, un soldado y un sargento

(Ramón Bastón y Vicente Morán), fusilados en Astorga el 21 de marzo y el 4 de

noviembre de 1811.712

Por su parte, la Junta Superior del Reino de León, tendría también su propia red de

información desplegada, incluso más allá del territorio provincial. Varios vocales serían

comisionados durante la guerra para atender y dirigir dicha actividad. Entre 1811 y 1812

se haría cargo de la misma el vocal y abogado leonés de 37 años (asentado en Astorga y

refugiado en el Bierzo) Rodrigo Alonso Flórez, patriota proscrito por los franceses:

“Durante este tiempo mereció la mayor satisfacción de loa señores Comandantes

Generales de Distrito, consultando y asesorándose con él en asuntos de infidencias y

espionaje, y otros de la mayor trascendencia.

Mereció también la confianza de la Junta Superior del Reino, y de su sección cerca

del Ejército[…] sostuvo a sus expensa comunicaciones con León, Benavente y otros

Pueblos ocupados por los enemigos, por medio de confidentes, proporcionando exactas

noticias a los señores Generales del Ejército de Operaciones”713

La prensa jugó también un papel importante en la información militar. Javier Abadía

llegaría a pedir, en enero de 1812, a la Junta de Galicia que se censuraran los partes

oficiales de las operaciones del Ejército y otras informaciones sobre su estado y

carencias. El objetivo era que no se publicaran en la prensa patriota pues servirían tanto

al enemigo, como podían ser causantes de la desmoralización de la Población.714

También los mandos militares solicitaron, en numerosas ocasiones, a la prensa

patriota que “arrimara el hombro”, enalteciendo las actuaciones de las tropas nacionales

y minusvalorando las de las imperiales.715

712 AHDA, Libro de Defunciones de la Parroquia de Santa Marta, Año de 1783, folio 283, y Libro de Defunciones de la Parroquia Castrense de San Miguel, folio 141. 713 Natural de Cabrillanes, ejercería diversos cargos jurisdiccionales, judiciales y políticos en varios municipios de la Provincia, antes, durante y después de la Guerra. Fue también Vocal de la Junta de León, proscrito, y condenado por insurgente a la expropiación de sus bienes en Astorga. Fuente: documento impreso de tres p.: Relación de los Méritos y Servicios del Licenciado Don Rodrigo Alonso Flórez, Abogado de los Reales Consejos. AHMA, Caja 2.363. Memoriales e Instancias, 1814 – 1844. 714 AGRG, Caja 36-D, doc. 21. Abadía a la Junta de Galicia, Sueros de Cepeda, 28 de enero de 1812. 715 IHCM, CDB, Año 1811, Legajo 44, carpeta 112. Taboada a Mahy, Villafranca del Bierzo, 8 de enero.

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XI ASTORGA, PLAZA IMPERIAL.

LA VIDA BAJO LA OCUPACIÓN FRANCESA, 1811 - 1812716.

El dos de junio de 1813, casi un año después del inicio del segundo sitio de Astorga,

cuando ya la guerra había alejado, definitivamente, sus frentes de batalla hacia el Ebro y

los Pirineos, un joven oficial español, Matías de Lamadrid, teniente del regimiento de

infantería de línea 1º Cántabro, hizo noche con su unidad en Astorga. Durante unas

horas visitó la pequeña ciudad que se había hecho ya célebre en toda España. Las

cicatrices de la guerra seguirían siendo visibles durante años.

Le sorprendió, y agradó, la entereza y el patriotismo (que pese a cuatro años continuos

de penalidades) mostraban con sencillez los astorganos:

716 Para un conocimiento más preciso del devenir político de la ciudad y su provincia durante la guerra, así como la introducción de las nuevas reformas políticas promovidas por la Constitución de Cádiz es de imprescindible consulta la excelente obra de Alvarez García, M. J. (en imprenta, fecha previsible de publicación: 2016) De súbditos a ciudadanos. La configuración del poder local en la legislación gaditana. La génesis de la diputación provincial de León (1813 – 1814) y el primer Ayuntamiento constitucional de Astorga (1812 – 1814), ILC [León].

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“Astorga es una ciudad mediana, en la actualidad arruinadísima (por los dos terribles

Sitios que han sufrido, el primero gloriosísimo, que defendió el general Santocildes con

pasmo del mando, el segundo cuando fue reconquistada por los españoles) y de que no

se reparará en algunos años.

Sus murallas están voladas y los edificios más contiguos a ellas son todo escombro.

El centro de la ciudad está bastante bueno, y la Plaza y alojamientos a otra calle son

bastantes bonitos. La Catedral es hermoso edificio, y el mejor, aunque no muy grande.

El reloj de la Plaza, cuya campana da la hora con golpes alternativos que la descargan

dos grandes figuras de un maragato y una maragata (que tienen en la mano cada cual

su martillo) llama la atención y es particular. El edificio del Consistorio en que está no

es malo.

El carácter de los naturales, como de todo el Reino, es honrado y bastante sencillo,

son fieles en sus tratos y muy amantes de su Rey. Las mujeres no son despreciables,

robustas, como igualmente los hombres” 717

Astorga a comienzos del siglo XIX.

A comienzos del siglo XIX, era Astorga un núcleo urbano de mediana entidad que no

rebasaba los 3.000 habitantes. Cabeza de Obispado y de Corregimiento es, a su vez,

Señorío Jurisdiccional – Marquesado – de los Osorio (también Condes de Altamira,

Duques de Sessa y Marqueses de Velada) que residían habitualmente en la Corte.718

Se significa Astorga como un típico centro urbano de provincias del Antiguo

Régimen. Lugar de residencia de élites acomodadas eclesiásticas y de la baja nobleza

hidalga y rentista que controlan todos los resortes de la vida política, administrativa y

económica, desde el regimiento municipal de la ciudad, rebasándola a veces.719

Astorga se configura, por una parte, en un casco urbano amurallado, sede de élites

rentistas, profesiones liberales y pequeños comerciantes y artesanos acomodados. Por

otra parte, hay tres arrabales con un claro predominio de campesinos, jornaleros y

717 Lamadrid Manrique de la Vega, M. de (2009) Diario de un oficial…Ob. cit., p. 12. 718 Martín Fuertes, J. A. (1988) De la Nobleza Leonesa, el Marquesado de Astorga [León]. 719 Los llamados “Cuartos y Alfoces”, a saber, los pueblos de: San Justo, San Román, Carneros y Sopeña, Brimeda, Valdeviejas, Murias, Castrillo de los Polvazares, Santa Catalina, Nistal, Celada y Bustos. Archivo Histórico Municipal de Astorga, AHMA, Legajo Nº 9, Caja Nº 2.359, Datos sobre la Guerra de la Independencia, doc. Nº 292.

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pequeños artesanos, dependientes y al servicio de los primeros. Cuenta la Ciudad,

asimismo, con un importante número de eclesiásticos (seculares y regulares) y de casas

religiosas (palacio episcopal, seminario, conventos, hospitales, hospicio y cofradías).720

Se organiza Astorga en siete parroquias (cuatro urbanas: Santa Marta, San Miguel –

esta Castrense-, San Julián y San Bartolomé; y tres extramuros: Puerta de Rey, San

Andrés y Rectivía). Su privilegiada situación geográfica natural, como nudo de

comunicaciones desde su fundación romana, etapa señalada en el Camino de Santiago y

de la Ruta de la Plata en época Medieval, y en los tiempos Modernos, lugar de paso

obligado entre Galicia y la Meseta (a través del Puerto de Foncebadón, en el viejo

Camino Francés, y del nuevo Camino Real, por el puerto de Manzanal) dieron a

Astorga, durante la Guerra de la Independencia, un protagonismo no deseado por sus

habitantes y no acorde a su entidad política o demográfica, sino debida a su estratégica

posición geográfica.721

Su actividad económica (según los Censos de finales del siglo XVIII y primer tercio

del siglo XIX) se nos muestra en los porcentajes de sus tres Sectores Económicos:

Población Activa.- 722

o Sector Primario: Concentrado mayoritariamente en los Arrabales (Labradores,

Jornaleros y Hortelanos): el 16´4 % de los Vecinos.

o Sector Secundario: Concentrado mayoritariamente en los Arrabales

(Alimentación: panaderos, confiteros y molineros/ Textil: sastres, tejedores,

hilanderas y costureras/ Construcción: albañiles y canteros/ Madera: carpinteros,

tallistas, torneros, carreteros/Metalurgia y Mecánica: plateros, relojeros y

campaneros/ Piel: zapateros, guarnicioneros y curtidores/ Aprendices): el 42´3 %

de los vecinos.

o Sector Terciario: Concentrado mayoritariamente en las parroquias urbanas

(Clero/Administración y Funcionarios/ Profesiones liberales: letrados, notarios,

720 Rubio Pérez, L. (1991) Astorga, un enclave Señorial de los Siglos XVII y XVIII [Astorga]. García Fuertes, A. (1997) Astorga según los Padrones de 1792 y 1837. Universidad de León, Departamento de Historia, Programa de Doctorado [Inédito]. 721 Entre 1808 y 1813 la ciudad estuvo siempre en primera línea de conflicto, como lugar continuo de paso de todos los contendientes; dos veces sitiada, y sometida a toda serie de contribuciones y exacciones en suministros y en dinero por los ejércitos, tanto franceses como españoles y británicos (éste último a finales de 1808). La guerra arruinaría a la ciudad y a sus moradores, sumiéndola en una profunda crisis demográfica y económica. Las Cortes de Cádiz reconocerían los sacrificios de la Ciudad en su Real Decreto Nº LXXIV del 30 de junio de 1811. 722 García Fuertes, A (1998) Astorga según los Padrones de 1792 y 1837. Cambios Sociales y Económicos. Trabajo de Investigación de los Programas de Doctorado de la Universidad de León (Inédito). Y Cabero Diéguez, V. (1973) Evolución y Estructura Urbana de Astorga [León]

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escribanos, médicos, veterinarios/Cultura y Educación: maestros,

músicos/Comercio/Nobles rentistas): el 41´3 % de los vecinos.

Respecto a su Población en 1808 no se puede dar una cifra exacta por la inexistencia

en el Archivo Municipal de un Censo preciso próximo a esas fechas. Según nos presenta

la historiadora astorgana Mª del Carmen Gómez Bajo (en el mejor y más completo

estudio existente a nivel económico y demográfico de Astorga en 1808723), en 1752,

según el Catastro del marqués de la Ensenada la ciudad contaba con unos 692 vecinos,

lo que nos daría una población (aplicando el coeficiente multiplicador de 4 habitantes

por vecino) de un total de 2.768 habitantes, a los que habría que sumar 130 religiosos de

clero regular (frailes y monjas), en total unos 2.898 habitantes.

Por otra parte y según datos de la posguerra, Astorga tenía 330 casas en sus

Parroquias Urbanas y 496 en sus tres Arrabales (Puerta de Rey 182, San Andrés 187 y

Rectivía 127).724

Para las fechas de inicio de la Guerra de la Independencia, el General Santocildes nos

habla de una Ciudad estancada en los 600 vecinos (tras las graves Crisis de Mortalidad

catastrófica `por hambrunas y epidemias que afectaron a España entre 1804 y 1805).

Un documento del 9 de septiembre de 1808 del Ayuntamiento al General Ballesteros

nos confirma esos 600 vecinos, especificando que de ellos, hasta 200 eran religiosos y

otros 150 eran jornaleros pobres de los Arrabales. Un año después comienza el

desplome demográfico por el abandono de la Ciudad por sus vecinos; el 7 de septiembre

de 1809, el Ayuntamiento habla de 675 habitantes, 270 en el casco urbano y 405 en los

arrabales.725

Esta Población disminuiría en dos tercios a causa del conflicto y de los dos Asedios

que sufrió Astorga en 1810 y 1812.

Así, si hemos de creer a los Regidores astorganos, en enero de 1812 apenas quedaba

en la ciudad 456 personas.726

Por otra parte, otras características claves de la Sociedad Astorgana de 1808 eran:

723 Gómez Bajo, Mª C. (1986) La Guerra de la Independencia en Astorga, 1808 – 1814 [León], pp. 23-46. 724 Marcelo, M. (1929) Astorga en 1842 [no consta lugar de Publicación], p. 10. 725 AHMA, Caja 2.359, doc. 865. 726 AHMA, Legajo nº 8, Caja nº 2.357. Actas de la Junta de León de Defensa y Armamento de Astorga (Junio- Noviembre de 1808), doc. 187. Informe de la Comisión de Alojamientos, 9 de septiembre de 1808, y Rodríguez Diez, M. (1909) Historia de Astorga…Ob. cit., p. 498, nota 447ª.

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• El peso abrumador del Sector Eclesiástico, en virtud de ser la Ciudad cabeza de

Obispado y sede de numerosos conventos, con un gran poder económico (a

manera de ejemplo 400 casas astorganas eran de su propiedad). El Clero

astorgano mantenía una continua pugna y rivalidad con la pequeña nobleza

local rentista que dominaba el Poder Municipal.

• La presencia de una población muy joven (debido no tanto al alto índice de

natalidad del 37´7 %º, como a la existencia de un enorme grupo de jóvenes, de

ambos sexos, llegados de fuera de la ciudad a fin de trabajar como criados y en

el servicio doméstico).

• El ser un gran núcleo productor de harinas y pan cocido que se exportaban a

Galicia (y que explica el grandísimo número de panaderos asentados en los

Arrabales). Al igual como de cebada para caballerías, que se enviaba a

Maragatería727.

• La riqueza de las élites laicas y religiosas astorganas, explican, junto con el ser

un nudo de comunicaciones, la atracción fatal que sufrió durante la guerra

(como centro logístico y lugar donde aprovisionarse de víveres) atrayendo ante

sus murallas, y disputándose su dominio, los Ejércitos Español y Francés entre

1808 y 1812.

Así lo expresaba, en ese sentido, el 4 de agosto de 1809 el Comandante de la

División de Vanguardia del Ejército de la Izquierda, el General Gabriel de

Mendizábal, al Ayuntamiento de Astorga:

“ Nadie ignora lo mucho que ha sufrido esa Ciudad y su Distrito, pero también es cierto

que siempre ha sido considerada como uno de los mayores graneros de Castilla y que

los muchos Hacendados de que abunda, siendo los más interesados en la Causa

Pública, deben asimismo distinguirse en los suministros en obsequio de las tropas”728

La guerra afectaría de manera muy negativa a Astorga. Pasados ya casi 30 años del fin

del conflicto, en 1842 y según el Censo del Ministro Liberal Pascual Madoz, apenas

727 Marcelo M. (1929) Astorga en 1842…Ob. cit., p. 30; y: Revilla Casado, J. (2009) Las Fábricas de harina en la Provincia de León, Historia y Patrimonio [Villalar] y (2010) Inventario del patrimonio Industrial y Preindustrial de la Provincia de León [Valladolid]. 728 AHMA, Caja 2.359, Legajo 9, doc. 772.

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tenía 634 vecinos. Aunque otras fuentes nos dan la cifra de 768 vecinos y 2.970

habitantes.729

Es también importante reseñar que uno de sus vecinos más distinguidos, el Obispo,

Manuel Vicente Jiménez, patriota y absolutista, abandonaría la ciudad en enero de 1809,

tras ser obligado por Napoleón a marchar a Madrid a rendir pleitesía a su hermano José

I. El Obispo aprovecharía el viaje para refugiarse en la parte gallega de su Diócesis (el

Santuario de las Ermitas) que estaba en la zona libre patriota. Allí pasaría el resto del

conflicto, haciendo caso omiso del Real Decreto de José Bonaparte, del 1 de mayo de

1809, que le privaba de su mitra por rebelde.730

Durante la guerra, Astorga sufriría los siguientes periodos de ocupación francesa:

• El primero de ellos iniciado el 1 de enero de 1809 con la propia llegada a la

ciudad de napoleón Bonaparte, y que se prolongaría hasta el 26 de julio de

1809.

• El segundo periodo tendría lugar tras la rendición de la Ciudad, luego de su

Primer sitio y defensa por las fuerzas del Brigadier Santocildes, comenzando el

22 de abril de 1810 y prolongándose hasta el 20 de junio de 1811, aquel día la

Guarnición francesa abandonó la Ciudad, después de inutilizar sus

fortificaciones, ante la ofensiva del 6º Ejército.

• El tercer periodo de ocupación se iniciaría apenas un mes después, cuando la

contraofensiva del Ejército del Norte del General Dorsenne volvería a situar a

Astorga en manos imperiales. Esta situación se prolongaría durante varios

meses, hasta llegar al mes de junio de 1812.

Astorga, Plaza fuerte fortificada por l’Armée de Portugal (agosto de 1811 – junio

de 1812).

Nuestra historia de la ciudad, en este trabajo, da comienzo en el tercer periodo de

ocupación Imperial.

729 Marcelo, M. (1929) Astorga en 1842…Ob. cit., p. 28. Comprobamos que el coeficiente multiplicador de 4 habitantes/vecino no se alcanza. 730 AHDA, Actas Capitulares, 4 de julio de 1810, folios 399 y 402.

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Efectivamente, Astorga volvería a manos francesas en agosto de 1811, luego de la

campaña que el 6º Ejército, de la mano de Santocildes, había librado con éxito sobre el

Orbigo. La victoria española en los Altos de Cogorderos el 23 de junio, provocó una

vigorosa contraofensiva imperial del Ejército del Norte.

Así nos narran las Actas del Cabildo Catedralicio la entrada en Astorga del general

Dorsenne el 11 de agosto:

“En este día, a las diez de la mañana llegó a esta Ciudad el Sr Conde Dorsenne,

Gobernador General del Norte de España, con 15.000 hombres, 40 cañones, la

Caballería de la Guardia Imperial, Lanceros Polacos, Gendarmes de Armas y

Mamelucos, y queriendo instruirse si se hallaba en la Ciudad el Cabildo y

Ayuntamiento, se le contestó que de la primera comunidad habían quedado en el pueblo

seis u ocho individuos y que por la ausencia de cuasi todos los Vocales del

Ayuntamiento no podía este ejercer sus funciones. En consecuencia mandó el General,

a las seis de la tarde de dicho día, que reunidos los individuos del cabildo y los

principales habitantes (que en dicha hora se hallasen en el alojamiento de dicho Sr.)

con el Vecindario, se nombrase luego inmediatamente Corregidor y Vocales del

Ayuntamiento; se procedió a ejecutar lo mandado en los términos que permitió la

estrechez del tiempo y circunstancias (entrando por momentos los Coroneles, Jefes de

batallón y Comisarios en la sala de las Juntas a hacer con premura diferentes pedidos)

se continuaba el acto de elección de Vocales del Ayuntamiento o Municipalidad, y a las

ocho de la tarde entró el Coronel Mr. Panoleti, Comandante de la Plaza, e hizo saber

que de orden del General quedaban arrestados todos los individuos eclesiásticos y

seculares reunidos en el Consistorio, entretanto que se daban las disposiciones

convenientes para la provisión de víveres…se puso Guardia de Oficial con dos

centinelas en la Sala Consistorial”731

El arresto de la Corporación y del Cabildo duraría dos días, siendo puestos en libertad

el 28 de agosto, pero ese mismo día Dorsenne impuso como castigo una Contribución

Extraordinaria de 40.000 pesetas sobre los vecinos que habían huido de la Ciudad y que,

curiosamente, habían de adelantar los que permanecían en ella.

731 ADA, Actas Capitulares del 26 de agosto de 1811, folios 543 y 544:

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338

El destino del dinero sería para las reparaciones de las fortificaciones de la Plaza. Con

muchos esfuerzos los astorganos aportarían apenas 30.000 reales, tratando así de

“templar el enojo de los jefes y preservar al Pueblo de otros males”. A continuación se

formó una Junta con varios corporativos, canónigos y vecinos acomodados de la Ciudad

para tratar de afrontar el repartimiento y pago de la Contribución establecida por el

decreto de Dorsenne:

“Pero como se vio la imposibilidad de verificar el pago de esta cantidad se acordó

representar al Sr. Conde Dorsenne pidiendo rebaja y el Sr. General Jeanin,

Gobernador de esta Plaza dirigió y recomendó la representación en fecha del 5 de

septiembre”

Tras la ofensiva del 6º Ejército, las Autoridades Imperiales habían decidido convertir a

la disputada Plaza en un punto fuerte desde el que frenar cualquier nuevo intento

ofensivo del Ejército español sobre las tierras bajas de León y sobre Castilla la Vieja.

Efectivamente, su posesión cerraba la salida a cualquier posible ofensiva seria del 6º

Ejército sobre el valle del Duero y sus vastas llanuras, ricas en cereales y capaces de

aprovisionar a cualquier Ejército.

Astorga necesitaba para ello ser puesta en estado de defensa. Al retirarse los franceses

de ella en (ante la ofensiva española) la habían dejado indefensa al volar el 19 de junio

con seis minas varios tramos de la muralla, para que los españoles no pudieran hacerse

fuertes dentro de ella.

Es por ello, que, hasta que se reconstruyeran las brechas, la Guarnición francesa que

se pudiera dejar en Astorga iba a estar muy amenazada por una posible ofensiva

española. Así lo manifestaba el general Jean Pierre Bonet (responsable con su división

de la ocupación y defensa de la provincia de León) a su superior el conde Dorsenne:

“Aún le diré más, la Plaza de Astorga estaba, se lo puedo asegurar, abierta. Decidiré,

en las circunstancias difíciles si no valdrá más evacuarla para salvar mil hombres que

dejarles caer en manos de los insurrectos, en el caso de que yo pueda ser prevenido a

tiempo, para que el número no me impida salvarles”732

732 Rodríguez Fernández, P. (1991) La Guerra [...] Ob. cit., Astorga, 30 de agosto de 1811, p. 140.

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339

Pero Dorsenne insistió y a Bonet no le quedó otra que obedecer. Antes de regresar a

Castilla para desde allí acudir en ayuda de Marmont y de Ciudad Rodrigo (que sufría un

primer intento de sitio por los británicos), Dorsenne y Bonet reconocerían la Plaza de

Astorga. Las murallas presentaban varias brechas. Al abandonar la Plaza ante la

ofensiva de Santocildes, los zapadores franceses habían dado fuego a varios hornillos

que habían demolido con sus explosiones las Puertas del Rey y del Obispo; los mismos

escombros había formado, además, rampas de acceso a las brechas de la muralla.733

Dorsenne dejaría a Bonet al cargo de guarnecer la Provincia de León con los 5.000

hombres de su veterana División (desplegados su mayor parte en Astorga, y el resto en

León, La Bañeza, el Esla y el Orbigo).

A pesar de los temores de Bonet, los franceses tendrían tiempo de sobra para

refortificar Astorga con un ambicioso plan de trabajos. La reorganización a la que

Abadía sometería al 6º Ejército prácticamente anuló su capacidad operativa durante

varios meses.

Pero el trabajo de refortificación iba a ser (al contrario de lo que pensaba Dorsenne)

largo. Aparte de la reconstrucción de las brechas, los ingenieros militares franceses

elaborarían un ambicioso plan de obras exteriores de fortificación de campaña para

proteger las murallas medievales:

“El señor Oficial de Ingenieros no me ofrece posibilidad de una reparación tan rápida

como espera usted para Astorga, y pienso que la Artillería ha sido enviada allí muy

pronto. Puede haber problemas si el enemigo se presentase delante de esta Plaza antes

de quince días o me forzase a aislarme. He encontrado los almacenes vacíos, sin

víveres…”734

Siguiendo la consabida política imperial, todos estos trabajos, dirigidos por el

Comandante militar de la Prefectura de Astorga, el General Jean Baptiste Jeanin735,

serían sufragados por los propios habitantes de la Ciudad y de todos los pueblos de su

Cantón Militar, organizado rápidamente por la administración josefina.736

733 Sánchez de Toca y Catalá, J. M. (2007) Los desastres de la Guerra… Ob. cit., p. 373. 734 Rodríguez Fernández, P. (1991) La Guerra…Ob. cit., Bonet al Conde de Dorsenne, Astorga 31 de agosto de 1811, pp. 141 y 142. 735 General de brigada de 43 años. Desempeñaría este cargo entre julio de 1810 y octubre de 1811. Estaría al frente de la 20ª División de Infantería en Waterloo, cuatro años después. Six, G. (1.934) Dictionnaire Biographique … Ob. cit., Tomo I, p. 600. 736 Circunscripción creada por la Administración militar francesa a fin de facilitar la recaudación y requisición de dinero, víveres y bagajes para sostener a las tropas imperiales de Guarnición en Astorga. El Cantón de Astorga

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340

El 5 de septiembre, las obras sobre la muralla habían comenzado a buen ritmo,

empleándose en los trabajos tanto a vecinos de la ciudad como de los pueblos de su

contorno (a los que se había convocado bajo apremio militar).

En la vida diaria no en todas las ocasiones se imponía la amenaza y los modos

violentos del invasor sobre el ocupado. Así, el 31 de diciembre, con ocasión del

fallecimiento, por enfermedad, de un Capitán del 1º Batallón del 4º Regimiento de

Voltigeurs de la Guardia Joven, acuartelado en Astorga, en su sepelio y entierro a cargo

(por petición de sus compañeros) del Cabildo Catedralicio, éste rehusaría cobrar nada

por los gastos, lo cual fue agradecido públicamente por el Gobernador Imperial

alabando el desinterés de los capitulares.737

Pero a pesar de estos pequeños gestos, la vida en la Ciudad no era fácil para la

población civil. El pueblo llano literalmente vivía en la miseria, y las clases acomodadas

veían sus casas ocupadas por las tropas imperiales a las que debían, además, de

alimentar, con unas rentas patrimoniales disminuidas. A ello se unía, a veces, el simple

y descarado robo que, hasta los altos mandos imperiales, hacían sobre los bienes de los

vecinos que les alojaban:

“Consta, igualmente, por haberse hecho bien público y oídolo varias veces al difunto

don Diego Manuel Moreno, que habiendo estado alojado en su casa, con mayor

comitiva, el mariscal Ney, pretextando un edecán tener orden de éste, le hizo franquear

todas las oficinas738, armarios, roperos, baúles, y cuanto se le antojó se le robó y llevó

muchas alhajas de oro, plata, ropas de lujo y otras preciosidades, lo cual, y sucesivas

Contribuciones, no duda contribuiría a abreviar la vida de dicho don Diego que se

verificó en diciembre de ochocientos once […]”739

El anterior testimonio notarial de la posguerra, nos sigue dejando constancia de estas

duras circunstancias que suponía, para los astorganos, el vivir sin libertad:

comprendía, en marzo de 1812, 137 pueblos de las Jurisdicciones de Astorga, la Obispalía, Val de Magaz, Lucillo, Cepeda, Palacios, Otero, Benavides, Turienzo y Llamas, con todos sus vecinos con casa abierta (3.134 contabilizados) como contribuyentes. AHMA, Caja 2.359, doc. 305. 737 AHDA; Actas Capitulares, 31 de diciembre de 1811, folio 570, y 2 de enero de 1812, folio 1º. 738 Habitaciones. 739 Información Notarial de los herederos de don Diego Manuel Moreno, caballero y vecino de Astorga, por los quebrantos que sufrió su Casa y Hacienda durante la Guerra, 27 de Septiembre de 1813. AHPL, Protocolos Notariales de Manuel Cureses, Caja 10.909, folios 476-479.

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341

“Es público y notorio que desde el primero de enero del año próximo pasado de mil

ochocientos nueve, hasta el presente que evacuaron las tropas francesas esta Ciudad e

inmediaciones, todos los habitantes de aquella y éstas, han sufrido todos los males

consiguientes a la ocupación de Tropas Extranjeras que tratan a los moradores como

conquistados, se han apropiado de cuanto les acomodaba, de lo que tenían, y les

obligaban a buscar lo que no tenían […] nada había que estuviese reservado de su

apropiamiento y pillaje sin que pudiese estorbárselo alguno, antes bien, se daba por

satisfecho si no se le pedía más, y para conseguirlo, algunas veces se les franqueaban

todas las oficinas y muebles cerrados, para que no importunasen y se contentasen con

lo que había […]

En los edificios y casas no habitadas […] con motivo de la falta de leña para quemar

los Soldados se apoderaban subrepticia y públicamente de ellas, extrayendo y haciendo

pedazos todo su maderaje y hierro, hasta echarlas por tierra […]”

La ocupación, y las onerosas cargas que ello comportaba, obligó a muchos astorganos

al abandono clandestino de la Ciudad740 al no poder seguir soportando, tanto el nivel de

las exacciones, como la bajada de las rentas que cobraban usualmente de los campesinos

y colonos a los que arrendaban unas tierras cuyo cultivo se abandonaba con la guerra:

“Asimismo es igualmente cierto que en todo este tiempo se hallaba privada (Astorga)

de toda comunicación libre con los Pueblos de las inmediaciones y de las distantes por

la falta de correos y transeúntes, por cuya causa los propietarios no podían cuidar de

sus haciendas, ni apenas saber de ellas, y los colonos, sin aquella libertad competente

para cuidarlas, lo que era suficiente para que padeciesen todos los atrasos y ruinas que

son propias de las cosas abandonadas”

Ello sería un problema de especial importancia para el Clero y la pequeña Nobleza

rentistas astorganos al no poder arrendar sus tierras de labranza:

“Se observó que era más difícil cada día efectuar las cobranzas, teniendo sobre sí los

colonos el grave peso de las requisiciones y que muchos de ellos, habiendo perdido los

740 Uno de ellos sería el hidalgo Pedro Rubín de Célis y Argüero, muy querido por el Pueblo y que en octubre de 1812 sería elegido primer Alcalde Constitucional de Astorga.

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ganados de labor y parte de su haber dimitían las heredades con presencia de los

inconvenientes que resultarían de quedar las posesiones sin cultivo”741

Un distinguido vecino de Astorga, el ya aludido abogado Rodrigo Alonso Flórez

(Regidor desde 1809 y Vocal de la Junta Superior de León en 1811), nos dejó también

testimonio de las duras condiciones de vida bajo la ocupación que le empujaron a huir

de la Ciudad, refugiándose en el Bierzo:

“Fue perseguido, y tratado como Insurgente por los enemigos, sufrió un arresto de

cuarenta y seis días en la Capital con otros sus compañeros Regidores, amenazados

todos de pena Capital por haberse hallado en el Consistorio un depósito de armas y

algunos capotes de campaña (retirados en una oficina escusada) cuya invención y

arresto se ejecutó de un modo terrible por el General de Brigada Gobernador de esta

Plaza barón de Jeanin. Fueron sus bienes declarados en Confiscos por el Gobierno

Intruso, y ocupada su casa de esta Ciudad por un Agente del mismo Gobierno,

disfrutándola con el peor uso y destrucción […]”742

En Astorga, la marcha de muchos religiosos (siguiendo el mal ejemplo de su Obispo)

había llevado a que, incluso, corriera peligro el Culto Catedralicio:

“Se tomó en consideración el punto grave sobre el cargo de alojamientos que recae en

los Srs. capitulares, por cuyos motivos era de imperiosa necesidad se les

proporcionasen algunos auxilios de maravedíes para atender a las expresas más

preciadas y diarias, pues de lo contrario se hacía absolutamente imposible su mansión

en la ciudad de la que se ausentarían por no tener con que vivir y ello implicaría cerrar

el culto divino en nuestra Santa Iglesia, una de las más antiguas de España”743

La Catedral llevaba cerrada al culto desde abril de 1810 con motivo de los graves

desperfectos que había sufrido durante el bombardeo francés en la época del primer

asedio. El culto catedralicio se trasladó a la próxima iglesia del Convento de Santi

741 AHDA, Actas Capitulares, 24 de febrero de 1812, folio 27 vlto. 742 Información con Testigos a favor de don Rodrigo Alonso Flórez, vecino de esta Ciudad, 29 de Abril de 1814. AHPL, Protocolos Notariales de Juan de la Cruz García, Caja 10.894, folios 448 – 452. 743 AHDA, Actas Capitulares, 29 de mayo de 1811, folio 533 vlto. y 534 recto.

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Espíritus hasta octubre de 1811 en que, tras realizarse unas reparaciones mínimas, se

pudo reabrir la Catedral.744

Por otra parte, una vez decidido el establecimiento de una Guarnición militar

permanente en Astorga, el Intendente de la Prefectura, con sede en la Ciudad,

D´Escalonne, trató de asegurar el suministro de víveres estableciendo tres contratas (con

varios vecinos de la ciudad) para el asiento y abastecimiento de pan, de carne, de aceite

e, incluso, de velas para la iluminación.

Así, el 14 de enero del nuevo año de 1812, ante el notario astorgano Manuel Cureses

(que era también el Secretario Municipal), 27 panaderos de los dos arrabales de Puerta

de Rey y San Andrés se obligaron (con el dinero que los pueblos del Cantón de Astorga

entregaban a la Junta de Subsistencias del Ayuntamiento) a comprar el trigo y centeno

necesarios para con su harina cocer todas las raciones de pan necesarias para el alimento

de la guarnición y resto de tropas imperiales transeúntes por Astorga. En la contrata se

establecía que los panaderos firmantes presentarían diariamente en los almacenes de la

provisión militar 1.500 raciones de pan, estipulándose igualmente que, previo aviso, la

entrega podría subir hasta un máximo de 2.500 raciones. Para los oficiales las raciones

de pan serían de trigo, y para la tropa con mezcla de dos terceras partes de trigo y otra

de centeno, a razón de una libra y una onza por ración.745 Todo el pan se pagaría

puntualmente según el precio estipulado a partir del que tuvieran los granos en el

mercado semanal de la Bañeza.746

Posteriormente, y aplicando el viejo principio de que “lo que se ocultaba o se negaba

por la fuerza, los campesinos si estaban dispuestos a venderlo a precios razonables”, el

Intendente contraría el 13 de marzo el Asiento de carnes (desterrando el sistema de

requisar ganado en los pueblos que dejaba, por lo demás sin bueyes a la agricultura).

Tras el anuncio del Ayuntamiento convocando a licitadores que quisieran optar a la

contrata, cuatro vecinos de Astorga (uno de ellos con su mujer de fiadora) la aceptarían.

Al igual que con el pan, las fuerzas imperiales obligaban a la municipalidad a hacerse

cargo del coste de este suministro (aunque permitiendo que los pagos se hiciesen con el

fruto de la Contribución Extraordinaria impuesta a los pueblos del Cantón el 29 de julio

de 1811 por el Conde de Dorsenne). En virtud de la misma, la carne (de buey, vaca o

carnero) había de ser de buena calidad, sana y bien sangrada, constando cada ración, de

744 Rodríguez López, P. (1908) Episcopologio Asturicense… Ob. cit., p. 106. 745 Una libra eran 460 gramos, y se dividía en 16 onzas. 746 AHPL, León, Protocolos Notariales, Astorga, Caja 10.908, Manuel Cureses, años 1812 -1813, folios 15 – 17.

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una libra de peso, a un precio de 14 cuartos o 56 maravedíes747 que se abonarían, por

parte del Regidor Antonio José Salvadores (comisionado para recibir el dinero de los

pueblos), cada diez días a los asentistas. Por otra parte, éstos habrían de tener siempre

en reserva un fondo de anticipación de 20.000 raciones de carne disponibles en reses

vivas.748

Al día siguiente, el 19 de marzo, se haría la contrata para el suministro de aceite de

olivas y velas de sebo (una libra habría de proporcionar seis velas) para el consumo de

la tropa de Guarnición, puestos de guardia y cuarteles. El asentista ganador sería otro

vecino de Astorga, José Rodríguez Boto. Otro Regidor del Ayuntamiento, Manuel Pérez

(Director de Cuarteles) le haría los pagos cada diez días, con fondos municipales

provenientes de los ingresos de Propios y Arbitrios749. Cada libra de aceite de oliva se

valoraba en cuatro reales y medio, y la de velas en cuatro reales.750

En los meses siguientes, se tuvo que optar por la participación de la tropa imperial en

las obras ante la disminución del vecindario de Astorga. Así, el 27 de enero, el

gobernador de Astorga, el coronel Jean Baptiste Deshayes751 (Comandante del 2º

regimiento de voltigeurs752 de la Guardia Joven) ordenaba al Ayuntamiento de Astorga

establecer un turno de servicio en los trabajos para los vecinos de la Ciudad, la cual

habría de aportar 150 trabajadores cada día, que junto con los 250 que venían de los

pueblos de la comarca de Astorga, completarían los 400 trabajadores civiles que los

franceses consideraban necesarios para que trabajasen cada jornada en las obras.

Sin embargo, en Astorga, según el Ayuntamiento, apenas quedaban 456 vecinos y

muchos se hallaban comisionados por lo franceses en servicios de acopio de víveres y

transportes, por lo que no se conseguía reunir a los trabajadores necesarios. Ante ello

Deshayes llegaría a amenazar al Corregidor Lorenzo Hernández con arrestarlo en

prisión y a los vecinos que se negaran a concurrir a los trabajos con la expulsión de la

ciudad y la incautación de sus bienes, que serían vendidos en beneficio de los trabajos

de fortificación. Ello produjo un gran revuelo y temor en la ciudad, de tal manera que la

747 Un real de vellón tenía 34 maravedíes. 748 AHPL, León, Protocolos Notariales, Astorga, Caja 10.908, Manuel Cureses, años 1812 -1813, folios 116 – 117. Asentistas Lucas Porqueras y Manuel Vitorio Mogrovejo. Testigos Agustín Díaz de Poule, Diego Pedro Paramio y José Benito Mínguez Mena. 749 Propios: Rentas que el Ayuntamiento recibía por el arriendo anual de propiedades municipales, generalmente tierras de labor, pastos e inmuebles. Arbitrios: Impuestos municipales. 750 AHPL, León, Protocolos Notariales, Astorga, Caja 10.908, Manuel Cureses, años 1812 -1813, folio 118. Testigos, Agustín Díaz de Poule, Blas Suárez de Losada y Diego Paramio. Todas las Contratas eran de un año de duración. 751 Six, G. (1.934) Dictionnaire Biographique ... Ob. cit., Tomo II, pp. 271-272. 752 Infantería ligera.

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Corporación tuvo que acudir ante el gobernador francés para convencerle de que era la

dramática disminución del vecindario la que motivaba la falta de trabajadores.

Por otra parte, la requisición de trabajadores de los pueblos de la contorna implicaba

también la necesidad de alojarlos y alimentarlos, incrementando con ello los gastos. Por

ello, y dado que las tropas imperiales (en palabras del propio general Bonet), llevaban

15 meses sin cobrar sus sueldos, Deshayes accedería a que sus soldados sustituyeran a

los trabajadores civiles siempre que la ciudad pagara en metálico el coste de sus

jornales, seis reales diarios; lo cual fue aceptado inmediatamente por el

Ayuntamiento.753

En el Bierzo, el Comandante del 6º ejército, Javier Abadía conocería inmediatamente

los trabajos iniciados en Astorga. Gracias a una argucia lograría, incluso, tener

información de primera mano: un oficial español enviado como parlamentario ante

Bonet, con la excusa de intercambio de prisioneros y heridos, pudo observar

atentamente los trabajos. A ello se le sumaría que la Caballería española comenzaría a

practicar continuos reconocimientos sobre Astorga y su comarca, difíciles de

contrarrestar por la falta que tenían de dicha Arma los franceses, como así se quejaba

Bonet ante su superior Dorsenne.754

Bonet no enviaría la artillería destinada a defender la plaza a León hasta que Astorga

no estuviera en estado de defensa. El general de División francés, Gobernador de la

Provincia, tenía constancia que el 6º Ejército de Abadía volvía a ocupar el Bierzo y los

Puertos de Manzanal y Foncebadón con diez mil hombres al menos. Francisco Cabrera

mantenía Puebla de Sanabria, y Federico Castañón maniobraba continuamente desde las

montañas sobre la Cepeda:

“El estado de la Plaza, que se encuentra enteramente abierta por el desescombro de las

cinco brechas, me ha forzado a tomar precauciones con la Artillería que se hallaba

muy comprometida. He tomado estas medidas de acuerdo con la indicación del oficial

de Ingenieros cuya autoridad y opinión es respetable”755

753 Rodríguez Diez, M. (1909) Historia de Astorga…Ob. cit., p. 498, nota 447ª. 754 Rodríguez Fernández, P. (1991) La Guerra…Ob. cit., Bonet al Conde de Dorsenne, León 5 de octubre de 1811, p. 191. 755 Rodríguez Fernández, P. (1991) La Guerra…Ob. cit., Bonet al Conde de Dorsenne, Astorga 5 de septiembre de 1811, p. 143.

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El 11 de septiembre, Astorga contaba ya con una guarnición de 1.800 franceses. Para

sufragar los trabajos ya hemos contado que Dorsenne había impuesto una Contribución

de 40.000 pesetas sobre la Ciudad y su Cantón, pero apenas se había podido recaudar

12.000 por el abandono de sus hogares de muchos vecinos. Ante ello, Dorsenne había

ordenado hacer recaer las Contribuciones que quedaban desiertas, sobre los familiares y

vecinos presentes.

Los astorganos contemplarían con preocupación creciente los preparativos franceses

para refortificar Astorga. Los apremios para recaudar el dinero con que financiar las

obras caían sobre una población muy disminuida por la guerra. Además de las muertes

debidas a la guerra y a la epidemia de tifus que había asolado la ciudad (traída en el

invierno de 1808 por las tropas españolas en retirada del marqués de La Romana756), las

continuas requisiciones de víveres, dinero, servicios de bagajes y acuartelamiento de

tropas españolas, británicas e imperiales, con un asedio incluido el año anterior, habían

arruinado la ciudad hasta el extremo de hacer huir de la misma a casi dos tercios de su

población original.

A través de la Corporación municipal los astorganos manifestaron reiteradamente su

incapacidad para aportar los trabajadores necesarios y para financiar la reparación de

unas murallas que, a ojos del vecindario, solo iban a incrementar el peligro de que la

Ciudad sufriese las calamidades de otro asedio. Así lo representaría el Corregidor

Lorenzo Hernández al Comandante Militar de la Prefectura de Astorga, el General Jean

Baptiste Jeanin. Este, que meses antes había obligado al Corregidor a picar el escudo del

marqués de Astorga757 de la fachada del Ayuntamiento, bajo la amenaza de retirarlo él a

cañonazos, se mostró, en esta ocasión, comprensible y humano ante la petición de los

astorganos, dando curso ante Dorsenne al oficio del Corregidor.

El 15 de septiembre Jeanin informaría al Corregidor Hernández de los escasos

resultados que había conseguido el oficio ante Dorsenne:

“Sr. Corregidor.

He enviado a S. E. el General en Jefe la representación que la Municipalidad me ha

remitido relativa a la Contribución de cuarenta mil pesetas destinadas a pagar las

756 García Fuertes, A. (1999) La Junta Local de Defensa y Armamento de Astorga y el Ejército Auxiliar Británico del General sir John Moore en la Campaña de 1808. Comunicación presentada en el III Congreso Internacional sobre la Guerra de la Independencia, Tomo II, pp. 821 - 847 [Zaragoza]. 757 El marqués se había negado a reconocer a José I Bonaparte como rey y había sido Presidente de la Junta Central a la muerte del conde de Floridablanca.

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347

obras y restablecimiento de fortificación de esta Ciudad, buscando los medios que me

ha sido posible a fin de hacer ver al General que la Contribución estaba mal

establecida, que en este caso los inocentes pagaban por los reos, que esta

determinación impedía a los fugitivos el volver a la Ciudad y obligaba a marcharse de

ella a los parientes, que se les obliga a pagar por ellos. He demostrado y enviado la

razón de las exorbitantes Contribuciones que ya entregó la Ciudad, que los habitantes

habían ya satisfecho dos veces el valor de sus casas. Que el restablecimiento de las

Murallas acaso les impondrán en el horror y trabajos de un nuevo Sitio y les causarán

la triste y punible situación de ver sus casas arruinadas y obligados a hacerlas de

nuevo.

Pero no ha contestado y tengo órdenes estrechamente severas y se me fuerza a ir

adelante.

Los cinco mil reales están acabados. Es de rigor y de necesidad, ínterin responde el

Sr. General en Jefe, proporcionar fondos.

Si el General en Jefe, exenta a esta Ciudad de esta Contribución, yo lo deseo, las

cantidades dadas serán reemplazadas de los fondos que el General señale.

Cualquiera que sea su determinación no puedo interrumpir los trabajos. Ruego al Sr.

Corregidor de no obligarme a suspender las obras”.758

Desde luego, los trabajos no se detendrían, pero la llegada de las lluvias de otoño

ralentizarían las obras. Además, parte de las obras, realizadas con precipitación, se

vendrían abajo con las primeras nieves y lluvias, de lo cual sería informado el mando

español en el Bierzo:

“…En Astorga se fortifican; han puesto cañones pero se les han venido abajo sus

obras, y este invierno se acabará de caer la muralla” 759

Por otra parte, para los franceses, la comunicación de Astorga con León quedaba

comprometida. La crecida del Orbigo hacía que solo pudiera cruzarse por el puente de

Hospital, puesto fortificado que había que mantener a toda costa, reforzándolo con más

tropas:

758 AHMA, Legajo nº 9, Caja 2.359, Documento nº 1.059. 759 IHCM, CDB, Año de 1811, Carpeta nº 31.

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“Los trabajos de Astorga no van tan rápido como usted había creído. Las lluvias que

tenemos aquí van a alargar probablemente las reparaciones, y, si continúan, yo deberé

dejar esta Plaza a sus propias fuerzas. El Orbigo no es vadeable y la inundación de sus

alrededores ocasiona muchas enfermedades, cuyos efectos nocivos experimento ya por

la mala alimentación y la escasez de los víveres que son además de mala calidad”760

El servicio de Inteligencia del 6º Ejército recabaría, en septiembre, nuevos informes de

que, en contra de lo que se pensaba, la reparación y mejora de las fortificaciones de

Astorga se habían reanudado. Las brechas de las murallas estaba ya cerradas, y todo el

conjunto mostraba la firme intención francesa de hacerse fuertes en ella:

“La Cerca de Astorga está ya casi enteramente habilitada por los enemigos. En el

paraje en que se había establecido la batería de brecha en el sitio de 1810 se está

construyendo una obra exterior. La Muralla de la Ciudad tiene 7 cañones en diferentes

puntos y parece que tres más, que aún están sin destino, serán para el fuerte.

Los enemigos han reforzado su línea militar del Esla”761

Las penalidades de los imperiales, contribuían a aumentar las deserciones. Inducidos

además por las fuertes recompensas en dinero que el Ejército español concedía a los

desertores imperiales que se pasaran a sus banderas con armas y equipo, el fenómeno

llegaba a ser crónico entre los muchos extranjeros que servían en las tropas

napoleónicas. Estos desertores daban una preciosa información del estado de las obras

de Astorga. A comienzos de 1812 este mal se recrudecería en varias unidades de la 8ª

División de Bonet:

“Tengo muchos enfermos. Siete Cazadores a Caballo del 28º han desertado desde hace

unos días; cinco se han llevado sus caballos. En el 120º de Infantería, dos extranjeros

han desertado igualmente” 762

El 26 de octubre, Jeanin abandonaría Astorga, cayendo la primera gran nevada en las

cumbres de los Montes de León. Días después, el 4 de noviembre, Bonet (cumpliendo

760 Rodríguez Fernández, P. (1991) La Guerra…Ob. cit., Bonet al Conde de Dorsenne, Astorga 13 de septiembre de 1811, pp. 145 y 146. 761 Boletín del 6º Ejército…Ob. cit., Nº 26, 11 de octubre de 1811, p. 111, Informe del 14 de septiembre. 762 Rodríguez Fernández, P. (1991) La Guerra [...] Ob. cit., Bonet a Marmont, León a 8 de marzo de 1812, p. 190.

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órdenes expresas de Bonaparte desde Francia) iniciaría una ofensiva sobre Asturias.

Tras abrirse paso combatiendo a través de Pajares, Campomanes y el Puente de los

Fierros, ocuparía Oviedo dos días después.

Al abandonar Bonet León, la Guarnición de Astorga sería cubierta por unidades de la

2ª División de Voltigeurs del General Pierre Dumoustier (pertenecientes al Ejército del

Norte), en concreto su regimiento nº 4 de la Guardia Imperial Joven, al mando de su

coronel Regis-Barthèlemy Mouton-Duvernet, y con una fuerza de 1.037 hombres.763

Bonet permanecería en Asturias hasta el 23 de enero de 1812. Dos días antes, tras las

noticias del Asedio de Arthur Wellesley a Ciudad Rodrigo, su nuevo superior, el

Comandante en Jefe del ejército de Portugal, Auguste Marmont, duque de Ragusa,

reclamaría su presencia en León. Su retirada por un nevado Pajares sería en extremo

penosa, logrando salvar la artillería al coste de perder hombres y caballerías, además de

casi todos los equipajes de los oficiales que hubieron de ser abandonados.

Bonet llegaría a León tres días después (en el momento que Abadía ponía fin a su

pequeña ofensiva sobre Astorga y La Bañeza). La pérdida de hombres en la travesía del

Pajares se había agravado debido a que un Comisario de Intendencia había facilitado

vino y aguardiente a la tropa de manera que muchos soldados se habían emborrachado

cayendo sin conocimiento sobre la nieve y muriendo.764

Cuando Bonet se hallaba ya con su 8ª División el día 29 en Villamañán (camino del

Duero) recibiría la contraorden de Marmont para que permaneciera en León, pues

Ciudad Rodrigo había caído, ya diez días antes, en manos aliadas y era inútil cualquier

intento de socorro. Bonet obedeció, declarando tajantemente a su superior que la vuelta

a Asturias en pleno invierno era imposible. 765

Bonet volvería a instalar su Cuartel general en León. Desde allí comunicaría el 31 de

enero a Marmont que Astorga aún no se hallaba en estado defensa y que necesitaba el

envío de un buen Oficial Superior para darle el mando de la Plaza:

“Astorga está ocupada por las tropas del Ejército del Norte y yo debo de ocupar este

puesto. Debo de advertir a VE que el estado de esta Plaza no es nada seguro. La

763 Sañudo Bayón, J. J. (2007) Base de datos…Ob. cit. 764 Semanas después, Bonet confesaría a Marmont que había perdido 115 hombres en la retirada de Oviedo a Pajares, entre desertores, prisioneros y muertos. Rodríguez Fernández, P. (1991) La Guerra [...] Ob. cit., Bonet a Marmont, León 23 de marzo de 1812, pp. 193 y 194. 765 Sólo pudo traer de regreso siete piezas ligeras de montaña (cuatro cañones de a 3 libras y 3 obuses de a cuatro), inservibles en las llanuras de León. Carta de Bonet a Marmont desde León el 27 y el 31 de enero. Rodríguez Fernández, P. (1991) La Guerra…Ob. cit., pp. 183 - 185.

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fortificación, o mejor dicho, la muralla, es muy mala. No hay víveres para la

Guarnición y temo que el 122º, que va destinado allí no pueda recibir sus pagas. No

puedo ocultar a VE que estoy sin Oficiales Generales o Superiores para este mando,

que va a recaer en un Jefe de batallón que es una nulidad, el Mayor Jouardet”766

En los meses siguientes Bonet y su 8ª División se asentaría en la Provincia de León,

estableciendo su dominio desde Tierra de Campos al Orbigo, manteniendo Astorga

como Plaza fuerte adelantada. Por su parte, el General José Souham767, con la 7ª

División del ejército de Portugal, ocuparía el norte de Zamora, estableciendo

guarniciones en su capital, en Toro y Tordesillas.

En Astorga, los trabajos de fortificación continuaban. Marmont había decidido

establecer en ella una Guarnición de al menos 1.500 hombres. De momento, Bonet

había enviado a Astorga dos batallones del 122º regimiento de su 8ª División (16

compañías) al mando del Coronel François Bouthmy768, el cual sustituyó al 4º de la

Guardia Imperial que regresaba (con el resto de la División de la Guardia Joven), a

Francia para participar en la invasión de Rusia.

La ruta hacia León sería cubierta con otro batallón y dos puntos fortificados (en

Villadangos y en Hospital de Orbigo) a fin de prevenir algún golpe de mano español.

Desde León, el Coronel Gauthier con el 120º regimiento podría mantener abierta la

llegada de suministros a la Plaza de Astorga, siempre que el 6º Ejército no atacase con

fuerza. Con las fortificaciones cada vez en mejor estado, Astorga se convertía en una

Plaza de importancia capital para frenar la salida de los españoles desde el Bierzo:

“Astorga es un buen puesto, que da el dominio del país, pero no puede ser abandonado

a sus propias fuerzas, sin temor a que el enemigo se apodere de él. Hay que estar, pues,

en situación de poder socorrerlo, y el Coronel Gauthier no tendrá los medios, puesto

que no tiene más que su Regimiento para mantener León y Puente Orbigo, que no se

pueden desguarnecer.

Astorga no tiene víveres más que para veinte días, siendo el pan en sus dos tercios de

centeno”769

766 Rodríguez Fernández, P. (1991) La Guerra…Ob. cit., p. 185. Bonet a Marmont, León, 31 de enero de 1812. 767 Six, G. (1.934) Dictionnaire Biographique … Ob. cit., Tomo II, pp. 468 – 469. 768 Quintin, D. et B. (1996) Dictionnaire des Colonels de Napolèon [Paris], pp. 132 - 133. 769 Rodríguez Fernández, P. (1991) La Guerra [...] Ob. cit., Bonet a Marmont, León 11 de febrero de 1812, pp. 186 y 187.

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351

En informes posteriores Bonet insistiría ante Marmont en un hecho que los

acontecimientos del verano de 1812 demostrarían: la posesión francesa de Astorga

implicaba que a su Guarnición no se la podía dejar aislada y sin apoyos; Bonet

manifestaba que se necesitaba una fuerza de 10.000 infantes, con al menos 200 jinetes

de Caballería, para poder acudir en su auxilio si era sitiada por el 6º Ejército.

Igualmente la Plaza necesitaba disponer en sus almacenes de 400.000 cartuchos de fusil,

3.000 fanegas770 de cereal, bizcocho para quince días, una brigada de mulas de

transporte y 30.000 francos para sostener el servicio y los trabajos de la Artillería y de

los Ingenieros, además de otros fondos destinados al Hospital Militar de Astorga.

En la correspondencia de Bonet con el duque de Ragusa, se aprecia que Marmont

intentó dar a Bonet todos los medios disponibles para hacer de Astorga el baluarte que

protegiera su flanco derecho ante una previsible ofensiva del 6º Ejército español al final

de la primavera.771

Por otra parte, el espionaje francés estaba detectando, que pese a sus dificultades, el 6º

Ejército español se preparaba lentamente para pasar a la ofensiva. Así lo comunicaba

Bonet a Marmont a mediados de febrero:

“El enemigo no hace movimientos, pero su organización da a entender que está

preparado y espera órdenes”772

Durante estos meses la Guarnición imperial de Astorga no se limitó a estar encerrada,

sino que realizaba periódicas salidas de reconocimiento. Estos movimientos eran

comunes entre españoles e imperiales, chocando a veces las columnas y partidas a

caballo en escaramuzas sangrientas. En una de ellas, en febrero de 1812 (en esta ocasión

favorable a los franceses) los imperiales conseguirían tomar un pequeño convoy de

aprovisionamiento que los españoles intentaban pasar de la zona ocupada al Bierzo:

“Tropas de la Guarnición de Astorga han apresado al lado de Manzanal un convoy de

aceite, vino, cebada y alubias, escoltado por jinetes españoles, que lo conducía a

Galicia”773

770 Medida de áridos castellana; una fanega se componía de doce celemines, en total 55,5 litros de capacidad. 771 Rodríguez Fernández, P. (1991) La Guerra [...] Ob. cit., Bonet a Marmont, León 15 de marzo de 1812, pp. 190-191. 772 Rodríguez Fernández, P. (1991) La Guerra [...] Ob. cit., Bonet a Marmont, León 18 de febrero de 1812, P. 188.

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352

A finales de febrero el espionaje español informó que en Astorga su guarnición, en

previsión de un asedio, estaba convirtiendo en galleta todo el trigo disponible y que

habían evacuado todos sus enfermos hacia Valladolid.774

A comienzos de marzo de 1812, los trabajos de fortificación en Astorga progresaban

lentos. Sin embargo, la Plaza, en palabras de Bonet al duque de Ragusa, presentaba cada

vez un mejor estado de defensa. Además, Marmont había nombrado ya un Gobernador

adecuado para la difícil misión de defender Astorga; los hechos demostrarían que la

elección del General de Brigada Charles François Rémond había sido la idónea.

Rémond conocía Astorga pues había formado parte, dos años antes, de las fuerzas

sitiadoras que la habían tomado. En abril de 1810 Rémond era Coronel del 34º de línea

de la 1ª División del General Bertrand Clauzel: 775

“[…] he visitado Astorga. Los trabajos no tienen la actividad que yo deseaba; los

fondos no están a disposición de los servicios de ingeniería. El comandante de artillería

me ha dicho que había en Valladolid cuatro piezas destinadas a Astorga; podrían ser

conducidas allí bajo la custodia del batallón del 122º, cuyo relevo en Torquemada

usted me ha prometido. Le ruego de órdenes para que sea al mismo tiempo encargado

de transportar cartuchos y piedras de chispa para fusil. La promoción del Oficial

Comandante en Astorga le lleva de vuelta a su Regimiento, que no puede permanecer

sin Jefe. Habiendo nombrado Vuestra Excelencia al General Rémond para esta Plaza,

lo recibiré con mucho gusto, siendo indispensable su presencia”776

Entretanto, como ya se empezaba a barruntar que, en cuanto llegase la primavera,

habría que reocupar Asturias, Marmont comenzaría a disponer que las unidades que

Bonet tenía de su 8ª División guarneciendo Astorga, fueran yendo sustituidas por otros

batallones de la 7ª División del General Souham777 (éste sería relevado, con carácter

provisional, por el General Jean Thomières778 en el mes de mayo). Así, en la segunda

773 Rodríguez Fernández, P. (1991) La Guerra [...] Ob. cit., Bonet a Marmont, León 18 de febrero de 1812, p. 188. 774 Gaceta de la Regencia, Nº 40, martes 31 de marzo de 1812, p. 341. 775 Algunos autores afirman incluso que Rémond fue herido de bala de fusil durante el 1º Sitio de Astorga, lo cual no es cierto; según el Martinien, Rémond sería herido el 11 de agosto de 1810 en una reñida acción en la localidad extremeña de Villagarcía de la Torre; en la misma serían muertos también un Capitán y un subteniente de su regimiento. Martinien, A. (1890) Tableaux par Corps et par Batailles des Officiers Tués et Blessés pendant les Guerres de l´Empire, 1805 – 1815 [Paris], Tomo I, p. 198. 776 Rodríguez Fernández, P. (1991) La Guerra [...] Ob. cit., Bonet a Marmont, León a 10 de marzo de 1812, p. 190. 777 Six, G. (1.934) Dictionnaire Biographique… Ob. cit., Tomo II, pp. 468 – 469. 778 Six, G. (1934) Dictionaire Biographique …Ob. cit. Tomo II, pp. 498 y 499.

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semana de marzo, Marmont comunicaba a Bonet que dos batallones del 23º Regimiento

ligero habían recibido órdenes de marchar desde Ledesma hacia Astorga para relevar al

122º Regimiento de línea, que había de establecerse en León.779

En aquellos días de marzo ejercía el cargo de Gobernador Militar de Astorga Etienne

Gauthier780, que acaba de recibir el ascenso a Brigadier. Gauthier no olvidaría, en medio

de todos estos trabajos y del devenir de la guerra, que el 19 de marzo se celebraba la

onomástica del Rey José I Bonaparte. Por ello comunicaría al Ayuntamiento astorgano

la necesidad de realizar los preparativos necesarios:

“El Sr. Deán hizo presente que don Vicente Hernández y don Antonio González,

Regidores del Ayuntamiento de esta Ciudad, le habían hecho saber la determinación

del mismo de que el día 19 del mes que rige se celebrase Misa solemne de la festividad

de San José en la Iglesia Catedral por haberlo así pedido el sr General Gauthier,

Gobernador de la Plaza, y V.S. acordó que el Maestro de Ceremonias disponga de todo

lo necesario”781

El acto se celebraría con todo el boato posible que las circunstancias y la amenaza del

ocupante imponían. Los astorganos no podían saber que ese mismo día, en el extremo

sur de la Península, los Diputados de la Nación Española (Peninsulares, Insulares y

Americanos) aprobaban la Constitución de Cádiz que habría de cambiar la Historia de

España.

Por otra parte, ese mismo día asistió a las celebraciones en la Catedral el nuevo

Gobernador Militar de Astorga. Bonet comunicó a Marmont que el Brigadier Charles

Rémond, estaba ya en Astorga y había tomado posesión de la Plaza. Como Comandante

de Armas figuraba el jefe de batallón del cuerpo de ingenieros Pierre François Bouchon,

caballero de la Legión de Honor782.

* * * *

779 Rodríguez Fernández, P. (1991) La Guerra [...] Ob. cit., Bonet a Marmont, León 15 de marzo de 1812, p. 191. Idénticas órdenes recibiría el 2º batallón del 1º regimiento de línea que estaba acantonado en Zamora. 780 Six, G. (1934) Dictionaire Biographique…Ob. cit. Tomo I, p. 488. 781 AHDA, Actas Capitulares, Año de 1812, Tomo II, folio 39º, 16 de marzo. 782 Service Historique de l´Etat-Major de l´Armée, Defense (ShD). Chateaux de Vincennes, París. Gr1 VN74. Journal (en espagnol) du Siège de la Place d´Astorga fait en juin, juillet et août 1812 par l´armée Espagnole de Galice. Extract de l´Exacto Correo de España en La Coruña, manuscrito, p. 3.

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354

El invierno se siguió haciendo notar con nuevas nevadas que cubrieron de blanco la

ciudad y toda la campiña. Ello dificultaría busca de grano, en Tierra de Campos, para

los almacenes de la Guarnición de Astorga.

En los días finales de marzo, entraría en la ciudad el 3º Batallón del 23º ligero, no

llegando el 4º Batallón a León hasta el 1 de abril. Bonet comunicaría desde la ciudad de

León a Marmont sus últimas disposiciones sobre Astorga, así como sus temores de

como se debilitaría el dominio de la Provincia cuando volviera a entrar en Asturias con

su División (como había reclamado desde París Bonaparte):

“El batallón del 2º regimiento de infantería ligera ha llegado a esta Plaza destinado a

completar la guarnición de Astorga. Lo envío a Puente Orbigo, a disposición del

general señor Rémond, a quien advierto que, en el momento en que yo decida actuar,

llamaré al batallón del 122º que tengo todavía en aquella Plaza. Pero el General

Rémond no dispondrá de los 1.500 hombres que V.E. quiere tener en Astorga; además,

el Puente Orbigo será abandonado. Considero a este puesto como muy útil para la

comunicación de León con Astorga y la seguridad del País.

[…] los soldados se cubren con capotes en mal estado, no tienen zapatos y el pan es

frecuentemente malo. No es extraño se produzcan deserciones […] temo tener que

combatir también el hambre” 783

Antes de tener que volver a invadir el Principado, Bonet pondría a muchas de sus

unidades a requisar grano y dinero en toda la Provincia para tratar de dar al menos un

mes de paga a su División. Sin embargo, la huida de los campesinos de sus pueblos y la

pobreza hacían difícil incluso reunir víveres para más de 15 días.

Por otra parte la falta de dinero ocasionaba también que el Comisario de Policía de

Astorga, Mr. de Grenollean, no pudiera pagar siquiera a los correos y confidentes

encargados de traer los informes sobre el 6º Ejército. 784

Los trabajos de fortificación fueron avanzando y dando sus frutos. Astorga iba

mostrando una fisonomía muy distinta a la que había tenido en el primer sitio de abril

de 1810:

783 Rodríguez Fernández, P. (1991) La Guerra [...] Ob. cit., Bonet a Marmont, León 19, 20, 25 de marzo y 1 de abril de 1812, pp. 192 – 197. 784 AHDA, Actas Capitulares, 5 de febrero de 1812, folio 19.

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355

“El enemigo […] había puesto la citada plaza en estado de defensa, derribando

totalmente el arrabal de Rectivía, y todos los edificios contiguos á la muralla, dejando

despejados los puntos más atacables de la Plaza; había cubierto las Puertas del Obispo

y del Rey con recientes, fosos y palizadas, y en la prolongación de la capital del torreón

de la de hierro había construido otro reducto785 bastante separado de ella, y que en

cierto modo flanqueaba los recientes construidos en las puertas. Este, además de su

foso y estacada, estaba cerrado por la gola con un muro aspillerado; y por último

había hecho de mampostería todos los parapetos786 del recinto principal, ensanchando

en parte sus terraplenes y artillado la Plaza”787

Efectivamente, los arrabales sufrieron mucho durante estos meses previos al Sitio del

verano de 1812. Muchos vecinos de los arrabales de San Andrés y Puerta de Rey

tuvieron que abandonar sus casas al ser demolidas por los franceses para despejar de

edificios las inmediaciones de la muralla y facilitar la defensa de la Plaza. Por su parte,

Rectivía, lisa y llanamente ya no existía. Ya tras el primer sitio de abril de 1810, el

Gobernador Jeanin había ordenado demoler la mayor parte de las casas del arrabal que

estaban más pegadas a la muralla, entre la Casa de los Niños de Coro y la Puerta del

Obispo. Las Actas Capitulares del Cabildo nos confirmar estos hechos:

“José Fuertes y Juan de la Iglesia y otros vecinos del Arrabal de Rectivía, suplican se

les afore o venda una posesión propia del Cabildo contigua al lugar de Valdeviejas

para edificar un pequeño albergue o casa donde recogerse, del cual absolutamente

carecen después que por orden del Jefes Militares M. Kellerman y Jeanin fue demolido

dicho arrabal en agosto y septiembre último para dar mayor explanada y asegurar las

fortificaciones de la Plaza”788

Los libros de bautismos y defunciones de las parroquias astorganas extramuros nos

dan testimonios que nos confirman que los vecinos de estos arrabales hubieron de

buscar acomodo, unos pocos dentro del casco amurallado, y la mayoría en los pueblos

de la contorna, y en particular en Valdeviejas:

785 Fortificación de piedra o de campaña - de tierra apisonada en este caso - que está aislada de la fortificación principal y que tiene defensas por sus cuatro lados en forma de terraplenes y fosos con empalizadas. 786 Terraplén de tierra apisonada, o muro de piedra, que cubren a un Infante hasta la altura del pecho y que le permite hacer fuego de fusil a resguardo. 787 Santocildes, J. M. (1815) Resumen Histórico de los Ataques, Sitio…Ob. cit. 788 AHDA, Actas Capitulares, 22 de noviembre de 1810, folio 453; y del 22 de febrero de 1811, folios 485-488 vlto.

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“Fue bautizada una niña, cuyo nombre era Petra, es hija legítima de Lorenzo Vicente y

de Gregoria Fernández, vecinos del Arrabal de San Andrés, por indisposición de las

tropas enemigas se venían a dicho Pueblo”789

Dentro de este plan de obras sería, igualmente, cuando se demolió la Iglesia

Parroquial de Santa Colomba, en el otro arrabal de Puerta de Rey, entre los meses de

febrero y abril de 1812. Los Ingenieros Militares imperiales habían construido un

Camino Cubierto que, saliendo desde la Muralla en la Puerta del Rey, conducía a un

fuerte de campaña en los altos del “barrerro”, teso de arcilla que dominaba el arrabal.

Como la cercana Iglesia Parroquial dominaba desde su campanario el camino, se

decidió demoler el templo.790

Para corroborarlo tenemos el testimonio del párroco Martín Miñambres que en el libro

de difuntos de la parroquia urbana de San Miguel, anotaría la siguiente entrada:

“En 14 de mayo del año de 1812, yo el infrascrito Vicario en vacante de la Parroquia

de San Julián y San Miguel de esta Ciudad de Astorga di sepultura eclesiástica en la

ermita de Jesús de Nazareno (que hace de Parroquia) por haber sido demolida la de

Santa Colomba, y por tener prohibición del Gobernador Francés militar de esta Plaza

para enterrar en las Iglesias contenidas dentro de los muros de esta Ciudad” 791

Efectivamente, una de las directrices del Gobierno Josefino había sido la hacer

cumplir una vieja aspiración de los ministros Ilustrados del siglo XVIII que era la

prohibición de enterrar a los difuntos en las Iglesias intramuros de las ciudades. La

tradición y costumbres religiosas del Pueblo, junto con la resistencia de un importante

sector del clero, habían dejado en papel mojado las sucesivas Reales Cédulas

borbónicas. Hubo que esperarse a la Guerra para que el Gobierno Intruso, manu militari,

obligase a las autoridades municipales a habilitar cementerios extramuros y hacer

obligatoria la inhumación allí de los difuntos. En el caso de Astorga se habilitó la

amplia huerta cercada del Convento de Santa Clara. Así nos lo vuelve a certificar el

párroco Viñambres:

789 AHDA, Libro de Bautismos de la Parroquia de Valdeviejas, folio 134, 1 de agosto de 1812. 790 Quintana Prieto, A. (1962) Astorga en 1812 [Astorga], pp. 9 y 10. 791 Libro de Difuntos de la Parroquia de San Julián: AHDA, Libro de 1808 – 1820, folio 89 vuelto.

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“En 16 de junio de 1812, yo el infrascrito Vicario en vacante de la parroquia de San

Miguel y San Julián de esta Ciudad de Astorga di sepultura eclesiástica en el Convento

que fue de Santa Clara extramuros de esta Ciudad y ahora destinado para Cementerio

público […]”

Otra disposición del Gobernador francés, sería la instalación del Hospital General de

la Plaza en el Seminario. Así, el 19 de abril el Ayuntamiento apeló a la colaboración del

Cabildo Catedralicio para su apertura:

“[…] los medios convenientes al establecimiento de un Hospital Civil en esta Ciudad

tan necesario en los tiempos calamitosos como son los presentes”792

Estas disposiciones se lograrían con prontitud, así como el establecimiento de un

primer servicio de recogida de basuras por medio de un carro de mulas. Por el contrario,

la creación de un Instituto de Enseñanza Media, dictada por el Gobierno Josefino desde

Madrid, no pudo llevarse a cabo por las lógicas circunstancias de la guerra.793

En la vida diaria de la Ciudad la ocupación se dejaba notar en multitud de detalles que

rastreamos en la documentación parroquial. Así por ejemplo, se necesitaba el permiso

expreso del Gobernador Militar para poder hacerse hasta los toques de campanas en la

Catedral pues, por razones de seguridad, estas señales acústicas habían quedado

severamente censuradas por el mando militar francés ante el temor que pudieran ser

utilizadas para dar avisos a las patrullas españolas que solían acercarse a la ciudad

bajando de los puertos de Manzanal o Foncebadón.794

Por otra parte, ante la llegada de la celebración del Corpus, el Cabildo Catedralicio

debatió el 23 de mayo la conveniencia de realizar la tradicional procesión pública por

las calles de la Ciudad; para lo que se determinó consultarlo de nuevo a Rémond:

“El maestro de ceremonias propuso si sería conveniente o no el que hubiese Procesión

de Corpus atendida la falta de alhajas de que carecía la Iglesia y el corto número de

792 AHDA, Actas Capitulares, folio 48. 793 AHDA, Libro de Difuntos de la Parroquia de San Julián, Ob. cit., “En 11 de Julio de 1812, murió en el Seminario Conciliar de esta Ciudad, y destinado al presente para Hospital Militar, Toribio Suárez, enfermero de dicho Hospital, y conjunto que fue de María Sevillano de esta feligresía de San Julián”. 794 AHDA, Actas Capitulares, 13 de octubre de 1810, folio 424.

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ministros para la magnificencia correspondiente a esta solemnidad, y V. S. acordó dar

comisión a los srs. Deán y Doctoral para tratar este punto con el Sr. General Rémond,

Gobernador de esta Ciudad […] consultado, se determinó se hiciese el acto dentro de la

Iglesia”795

Otra actividad desarrollada por parte de la oficialidad francesa en las largas semanas

del duro invierno en Astorga, y que no ha dejado rastro documental en nuestros archivos

(por su propia naturaleza) y que conocemos por una contrastada tradición oral que ha

llegado hasta nuestros días, sería el establecimiento de una Logia Masónica, cuya

actividad se nos oculta al historiador en las sombras de la mera especulación.

Regresando a las obras militares de la Plaza, según el espionaje español los trabajos

realizados habían convertido la ciudad en una Plaza fortificada de bastante entidad:

“[…] recompuesta en todo su antiguo recinto, recalzados sus torreones , y derribados

algunos que privaban la defensa, los mas de los parapetos aspillerados, aumentada la

espesura en parte de sus terraplenes, cubiertas las Puertas con Tambores, y demás

obras exteriores, blindajes, estacadas, y en ciertas partes abierto el foso. Piezas de

artillería colocadas en los nuevos reductos, esto es aumentada y separada del cuerpo

principal, la defensa; los Arrabales unos derribados enteramente, como el de Rectivía,

otros incendiados como el de San Andrés, y parte del de Santa Clara; y en fin, todos los

frentes en estado más militar […]

El número de piezas que hay en la Plaza asciende a de varios calibres y un obús de a

siete pulgadas, seiscientas granadas, gran cantidad de metralla, polladas, y aunque

algo escasos de bala rasa, abundantísima de cartuchos de fusil; cantidad de trigo para

dos meses, y más bien para ochenta días, bastante ganado, y todos los comestibles de

los habitantes suyos por el derecho de la fuerza“796

Según el pequeño Diario del Capitán francés, Courtot del 23º ligero, la Guarnición de

Astorga, en la primavera de 1812, contaba con 17 piezas de artillería: cinco gruesas (de

795 AHDA, Actas Capitulares, 23 de mayo de 1812, folio 68. 796 SGE, Memorias e Itinerarios, León, C 64-Nº 17, “Memoria del Estado de la Plaza de Astorga defendida por el General Santocildes“. Este documento manuscrito hace referencia también al Sitio de 1812.

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a doce y a ocho libras), cuatro ligeras, un mortero y dos obuses, con un total de 1.200

hombres.797

* * * *

Entre tanto, en los frentes del 6º Ejército las escaramuzas proseguían entre las tropas

españolas y las imperiales. Así, en la madrugada del 6 de abril, el General Losada, al

mando de la 1ª División desplegada en Asturias, ordenaría a la 2ª Brigada del gaditano

Vicente González Moreno, desalojar de Otero de las Dueñas (villa enclavada en la

vertiente sur del puerto de Pajares) a una columna imperial que, con una fuerza de 1.000

hombres, se había destacado desde León para acopiar víveres y cobrar contribuciones a

los pueblos. Tras una marcha forzada nocturna (franqueando con nieve los desfiladeros

de Barrios de Gordón y Urdiales y vadeando cinco veces dos ríos con el agua a la

cintura) tres columnas de los regimientos de Tuy, Monterrey y Voluntarios de León

arrollaron a los franceses, que trataron de hacerse fuertes en el Puente de Canales sobre

la Magdalena, de donde fueron desalojados, retirándose batidos hacia la Robla y desde

allí hacia León. Así nos refiere la victoriosa acción ( y el número de bajas causadas a los

imperiales) el Brigadier Moreno en su Hoja de Servicios:

“El 6 de abril atacó el cuerpo enemigo que se avanzó sobre Otero de las Dueñas,

habiéndole derrotado completamente, con siete Oficiales y ciento setenta Soldados de

pérdida por lo que se le dieron las gracias”798

Según Losada, en el parte remitido a Castaños, el combate fue tan largo y duro, que

los hombres de la 2ª Brigada se habían negado a hacer prisioneros799.

En pocas horas otros destacamentos franceses en Riello y Carrizo retrocedieron

también hacia el sur. Posteriores informes de la Inteligencia del 6º ejército, confirmarían

que todos los franceses batidos pertenecían a un experimentado cuerpo de la 8ª División

del general Bonet, el 120º regimiento.800

797 Courtot, Capitán del 23º Regimiento de Infantería Ligera. Carnet de la Sabretache, Episode de la Guerre D´Espagne, Nº 132, vol. 12, pp. 350 – 352 (1903). 798 AGMS, 1ª Sección, Legajo G-2.857. 799 AHN, Sección Diversos-Colecciones, Legajo 101, nº 83. Oviedo, 11 de abril de 1812. 800 Ibídem, Legajo 101, nº 60. Pola de Lena, Losada al general Abadía, 8 de abril de 1812.

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El 9 de abril el mismo Bonet informaría desde León de dicha acción a su superior

Marmont reconociendo el revés pero aminorando, como era usual, sus consecuencias:

“Un batallón del regimiento 120º enviado al concejo de Luna para la recaudación de

contribuciones ha sido atacado el día 6 a las 8 de la mañana, por aproximadamente

2.000 insurrectos. Este batallón, que tenía dos compañías destacadas, hizo frente al

enemigo durante una hora, pero la desventaja del terreno y el número de atacantes

forzó la retirada de esta tropa. Hemos tenido 43 heridos y 4 muertos. Esta acción, a

pesar de resultar desafortunada, hace honor al 120º, que ha hecho más daño al

enemigo que el que ha recibido. Parece que tropas del Bierzo se han dirigido a

Asturias, cuyos puertos parecen bien defendidos, sobre todo el desfiladero de Pajares,

que el enemigo defiende hasta Pola de Gordón”801

En la misma misiva, Bonet comunicaba que la guarnición de Astorga aún no llegaba a

los efectivos que había considerado necesarios, el comandante en jefe del ejército de

Portugal, para su defensa prolongada:

“He tenido el honor de decirle que la guarnición de Astorga no alcanzaba todavía los

1.500 hombres, a pesar de que las tropas que estaban destinadas para esta Plaza se

hayan dirigido allí, y que el general Rémond no puede ocupar Puente Orbigo […]

Adjunto copia de los informes del comisario de Policía de Astorga”

El 17 de abril serían fuerzas avanzadas de la 2ª división las que desalojarían de

Maragatería a otra fuerza francesa de la guarnición de Astorga que había salido en

expedición con idéntica misión: saquear los pueblos en busca de víveres y dinero:

“Cuatrocientos infantes y quince caballos procedentes de Astorga, que vinieron ayer a

exigir Contribuciones de la Maragatería, dirigiéndose al lugar de Andiñuela fueron

rechazados por una compañía que se destacó de la columna de cazadores, y reforzada

por las compañías de granaderos de Santiago que cubren en la actualidad el servicio

avanzado, persiguieron a los enemigos”802

801 Rodríguez Fernández, P. (1991) La Guerra…Ob. cit., p. 198, Bonet a Marmont, León, 9 de abril de 1812. 802 AHN, Sección Diversos-Colecciones, Legajo 101, nº 60. Informe del Estado mayor del 6º Ejército, Cuartel general de Ponferrada, 18 de abril de 1812, Agustín Girón.

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361

Astorga. Capital de Prefectura.

Otro aspecto importante de la historia de Astorga es que la administración josefina

había llevado a la práctica los Reales Decretos de abril de 1810 que convertían a

Astorga en nueva Capital de Prefectura (nuevo nombre de las Provincias) y de Capitanía

General, en detrimento de León que quedaría supeditada a Astorga, como Subprefectura

o Partido Judicial dependiente.

Efectivamente, José Napoleón I, como Rey de España e Indias, había dictado con su

gobierno, el 16 de abril de 1810, desde los Reales Alcázares de Sevilla, un célebre

decreto con el que reorganizaba y uniformizaba (según el modelo francés) todo el mapa

administrativo de España para su gobierno civil en 38 Prefecturas.803 En el Real Decreto

se daba a Astorga la capitalidad de la Prefectura del Esla, con una dotación anual de

100.000 reales. El nombramiento de Astorga, en detrimento de León, se hacía en un

claro signo de castigo a la antigua capital por haber sido uno de los núcleos de rebelión

patriota en mayo de 1808.804

Con el nuevo decreto, León y Benavente quedaban supeditadas a Astorga como

Subprefecturas, que se dividían a su vez en Municipalidades (en ellas se mantenía a los

Corregidores y Regidores tradicionales, pero supeditados al Prefecto y con atribuciones

recortadas). El Prefecto, asistido por un Consejo y una Junta General de Prefectura,

pasaría a asumir todo el Gobierno Civil de la antigua Provincia Económica borbónica,

con atribuciones fiscales, asistenciales, de seguridad, educativas, de fomento económico

y de obras públicas, respondiendo de sus actos ante el Ministro del Interior regio.

Es curioso que dicho Real Decreto se había publicado en el número 124º de la Gaceta

de Madrid (que en la época hacía las veces de Boletín Oficial del Estado) del viernes 4

de mayo de 1810; en el mismo número en que se anunció la Capitulación de Astorga

por Santocildes ante Junot en su primer sitio.

803 Gaceta de Madrid, Nº 124º, viernes 4 de mayo de 1810, pp. 517 – 520. Cabezas de Prefectura: Alicante, Astorga, Barcelona, Burgos, Cáceres, Ciudad Real, Ciudad Rodrigo, Córdoba, La Coruña, Cuenca, Gerona, Granada, Guadalajara, Huesca, Jaén, Jerez, Lérida, Lugo, Madrid, Málaga, Mérida, Murcia, Orense, Oviedo, Palencia, Pamplona, Salamanca, Santander, Sevilla, Soria, Tarragona, Teruel, Toledo, Valencia, Valladolid, Vigo, Vitoria, Zaragoza. 804 García Fuertes, A. (2008) El Levantamiento patriota en Asturias, León y Galicia (marzo – junio de 1808. Revista de Historia Contemporánea Aportes, Nº 67, Año XXIII – 2/2008, pp. 36 – 56 [Madrid]. Y Carantoña Alvarez, F., (2008) Rugió el León. Todo el Mundo tiemble. El Levantamiento de León en 1808 [León].

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362

Este decreto de reorganización administrativa de España (de claro carácter centralista

y jacobino) hubiera sido, sin duda, de gran eficacia para la modernización del Estado,

pero en la circunstancias de la guerra, apenas pudo (como tantos otros Decretos

Josefinos) ser puesto en marcha. Astorga, en primera línea del frente de guerra y Plaza

militar imperial, sería cabeza de Prefectura nominalmente desde agosto de 1811 hasta el

mismo mes de 1812, activándose, únicamente, aquellos organismos políticos y

administrativos que aseguraban la asistencia económica y material a las tropas

imperiales.

Por otra parte, el Ayuntamiento constituido en Astorga, en enero de 1812 (bajo la

tutela francesa), estaba constituido por un Alcalde - Corregidor (el Licenciado Lorenzo

Hernández), seis Regidores (Vicente Hernández Gil805, Antonio Salvadores, Manuel

Pérez, Pedro Manuel de Salazar y Nieto806, Antonio Alonso González y Santiago

García), más un Procurador (Santiago Carro, con Pedro Raba como sustituto). El

Consistorio había sido elegido por compromisarios nombrados por las Parroquias de la

Ciudad según instrucciones del Gobernador francés del 10 de diciembre.807

Por su parte, respecto al otro gran poder de la Ciudad, el Cabildo Catedralicio, en

1812 se mantenían en todos los cargos los mismos religiosos que los detentaban desde

abril de 1810. La escasez de capitulares (tras la huida de muchos de ellos de Astorga),

imposibilitaba la renovación habitual de estos oficios. Así como Contador de Hacienda,

estaba Manuel de Medina (arcediano de Carballeda), como Secretario Capitular, Juan

Baltasar Toledano (lectoral); como Administrador de la Fábrica, Jerónimo Hernán

(arcediano de Ribas del Sil); como Procurador Capitular, Vicente Salamanca; como

Administrador del Hospital de San Juan y Tesorero, Manuel Avello; como Maestro de

Ceremonias, Martín Quintano (el lectoral más moderno); como Administrador de

Medias Anatas el anterior, y Antonio López (Chantre); como Contador de Horas,

Manuel Ariza, y como Diputados de Rentas de San Bernabé, Anselmo del Valle y Juan

Baltasar Toledano.808

Volviendo al poder municipal, sobre el Corregidor Lorenzo Hernández, podemos

apuntar que, aunque elegido por la autoridad militar francesa en agosto de 1811

805 Tras la rendición francesa, sería nombrado Corregidor por Santocildes, puesto que desempeñaría durante apenas dos meses, hasta la elección en octubre del primer Alcalde Constitucional de la Ciudad del enérgico y combativo Pedro Rubín de Celis y Argüero. Quintana Prieto, A. (1978) Los Regidores Astorganos en la Guerra de la Independencia [Astorga], pp. 77 – 79. 806 García Fuertes, A. (2000) La Junta de Astorga en los prolegómenos a la Batalla de Medina de Rioseco. Junio de 1808 (I). Revista “Researching & Dragona “, N° 11, pp. [Madrid]. 807 Quintana Prieto, A. (1978) Los Regidores Astorganos en la Guerra de la Independencia [Astorga], pp. 73 – 75. 808 AHDA, Actas Capitulares, 29 de abril de 1811, folio 519 recto y vlto.

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demostraría ser un hombre recto y que con su serenidad sabría atenuar los rígidos

dictados de la autoridad militar imperial. Su labor contentaría también a los franceses,

de tal manera que en la renovación del Corporación Municipal, en enero de 1812,

impusieron su reelección como Corregidor - Alcalde.

Para la elección de esta nueva Corporación, la autoridad francesa hizo aplicar un

Decreto Josefino del 10 de diciembre de 1810. Por el mismo quedaban anulados de la

corporaciones municipales, tanto el Diputado del Común (que desde época de Carlos III

defendía los intereses del pueblo llano en los Ayuntamientos aristocráticos del Antiguo

Régimen) como los dos representantes del Cabildo Catedralicio.809

Esta elección, dirigida por la autoridad militar francesa, despertó la lógica resistencia

entre muchos de los interesados. A la obligación de tener que colaborar con el poder

invasor (en una época de terribles estrecheces y pobreza) se unían onerosas

responsabilidades en los suministros de víveres, dinero y alojamientos a las fuerzas

contendientes, cuyo incumplimiento acarreaba continuas amenazas, castigos penales y

multas de todo tipo, incluyendo el secuestro y la toma de rehenes (con el consiguiente

pago de rescates a cargo de las familias y de los Ayuntamientos) por el Ejército

Imperial.

Un caso llamativo de secuestro sería el realizado por orden del Mariscal Bessières en

la madrugada del 5 de junio de 1811, cuando, días antes de abandonar la Ciudad ante la

ofensiva del 6º Ejército, impuso una Contribución extraordinaria de 50.000 reales al

Clero astorgano. Ante la imposibilidad de hacer frente a la totalidad de la cantidad

reclamada, 38 religiosos fueron arrestados y conducidos a Valladolid. Una semana

después el comandante del ejército del norte liberaría a la mayoría, pero manteniendo a

siete en la cárcel de la chancillería, y aumentando a medio millón de reales la

contribución que tendría que abonar todo el clero del Obispado de Astorga.

Tras reunir trabajosamente la mayor parte de los 50.000 reales, la llegada a Valladolid

del rey José I (el 12 de julio) conseguiría, tras el ruego del Clero astorgano, el indulto de

la contribución extraordinaria a la Diócesis, así como la liberación de los rehenes.810

Por otra parte, y a efectos económicos, Astorga era también cabeza de Subintendencia

desde abril de 1810. 811 Por ello, su guarnición francesa realizaba periódicas visitas

809 Fernández de Arellano, P. & Manrique, R. M. (1912) Astorga Heroica [León], pp. 156 – 157. 810 AHDA, Actas Capitulares, Tomo I, Año de 1811, folios 536–538. Y: Rodríguez López, P. (1908) Episcopologio Asturicense…Ob. cit., pp. 101-105. 811 La Subintendencia englobaba la Comarca de Astorga, La Bañeza y Villafranca del Bierzo; aunque sobre esta última apenas tendrían jurisdicción efectiva los Subintendentes Josefinos al estar el Bierzo en zona controlada por las fuerza regulares españolas durante casi toda la guerra.

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sobre los pueblos del “Cantón de Astorga” a fin de hacer cobrar por la fuerza militar las

contribuciones con las que se mantenían las fuerzas de ocupación imperiales, tanto en su

manutención como, incluso, en sus soldadas. 812 En concreto, las poblaciones de

Astorga y su cantón habían de satisfacer mensualmente al Subintendente imperial de

Astorga, Descalonnes, 60.300 reales.813

Así, en el mes de abril de 1812, ante la renuencia de varias poblaciones de la Cepeda a

pagar las contribuciones al gobierno josefino, el gobernador militar francés, el coronel

Gauthier amenazó con prender fuego a todos los hogares en los que no estuviese

presente el cabeza de familia cuando llegase el Subintendente (argucia utilizada por los

vecinos para no abonar el pago).

Estas amenazas se llevaban a la práctica, como informaba la Junta de León a la de

Galicia para hacerla entender que en muchas ocasiones los imperiales se la adelantaban

a la hora de recabar tributos y víveres:

“No puede contar esta Junta con producto alguno de los Partidos de las Montañas de

León porque aunque no están con guarniciones permanentes del Enemigo, sufren las

visitas mensuales de las fuerzas de la Capital y de Astorga, que además de cobrarles

las Contribuciones les arrasan las campiñas, arruinan los pueblos y devoran los

ganados”814

Naturalmente, el Real Decreto Josefino que daba traslado a la Capital de la Provincia

de León a Astorga, causó una conmoción en la primera.

En pleno extraordinario, el Corregidor de León, Alejandro Reyero, leería a su

Corporación el Informe que el Procurador General Sancho Antonio Vigil había

redactado sobre los perjuicios que ocasionaría a la Capital del Viejo Reino la llevada a

la práctica de los Decretos de José I Bonaparte:

“Este asunto es de muchísima gravedad y de grandísima trascendencia para la suerte

futura de esta Capital y su Comarca. Por este hecho quedaría esta Ciudad Privada

para siempre de todas las prerrogativas de Capital y reducida a una representación

subalterna respecto de otra que siempre ha sido de inferior clase y honor […] por las

812 AHMA, Caja 2.359, doc. 305. 813 Fernández de Arellano, P. & Manrique, R. M. (1912) Astorga Heroica [León], pp. 158. 814 AGRG, Caja 6-A, Correspondencia con la Junta de León, doc A 107.

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atribuciones de Prefectura y de Capitanía General se ve claro que deben pasar a

Astorga todas las Oficinas que constituyen la recaudación de las Rentas Reales, la

Administración de los Bienes Nacionales, los Consejos y la Administración Principal de

Justicia, con la Policía y demás que es anexo a la Prefectura; por consiguiente es

indispensable que siga a esta masa de Cuerpos distinguidos y bien dotados, todos los

artistas, la industria y el comercio, y que esta Ciudad se quede en la clase de una pobre

villa, reducida a una mediana y decadente agricultura”

A fin de recabar el apoyo del Cabildo catedralicio legionense, el procurador municipal

no dudaba en afirmar que la decadencia les afectaría igualmente:

“[…] decaerá la Catedral perdiendo todo el lustre y bienes que adquirirá la de Astorga

con el tiempo […] se anonadará el comercio pasando los capitales y las casas, ahora

existentes, a otra parte donde encuentren sus ventajas”

Antonio Vigil finalizaría su alegato exhortando al Ayuntamiento leonés a enviar a

Madrid una representación de protesta a la que se uniesen el Cabildo Catedralicio y

todos los Gremios de la Ciudad. El Ayuntamiento leonés aprobaría el Informe y el

Acuerdo de formar dicha Comisión de representación ante José I.

Conocemos por la historia que estos Reales Decretos Josefinos, como tantos otros,

quedarían finalmente en papel mojado. Astorga no recibiría la Capitalidad en detrimento

de León, pero ello no sería a causa de las actuaciones del Ayuntamiento leonés, sino del

propio curso de la guerra. La destacada posición de Astorga durante el conflicto y la

permanente disputa que por ella libraron, durante cuatro años, el Ejército real Español y

el Ejército Imperial Francés revalorizarían su valor a ojos de los franceses y de la

administración Josefina.

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XII EL 7º EJÉRCITO GUERRILLERO DEL NORTE DE ESPAÑA.

“José Aragón, Teniente del Regimiento de Infantería Cazadores de Guipúzcoa, 3º Batallón […] con el

mayor respeto a Vuestra Real Majestad expone. Que hace años está sirviendo en vuestros Reales

Ejércitos en los que ha hecho servicios importantísimos a Vuestra Majestad y privándose de sus bienes

para auxiliar a la Madre Patria, pues ha sido saqueada su casa por los enemigos por haber sabido estos

el grande socorro que el exponente daba a nuestro ejército y particularmente a todos los batallones de

Guipúzcoa, de cuyas resultas hasta su pobre mujer y cuatro hijos de tierna edad que tiene sufrieron la

suerte de ser prisioneros y estar ya para arcabucearlos los enemigos; todo lo cual ha sido bien público

en su pueblo de Villareal en Guipúzcoa”

Introducción

La Historia de los Ejércitos españoles de la Guerra de la Independencia está aún por

escribir, y la del 7º Ejército no es una excepción. Mi primera aproximación al 7º

Ejército (el que combatió con éxito a las fuerzas imperiales en la cordillera cantábrica y

en el eje entre Irún y Burgos, principal ruta de entrada de los imperiales a la

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Península815) se produjo a raíz de la localización en la biblioteca del Senado de un

manuscrito816 inédito que relataba el nacimiento y operaciones de los “Granaderos de

Castilla”, uno de los regimientos de infantería creado, a finales de 1811 en las montañas

de Palencia, por orden del general Mendizábal para reforzar al 7º Ejército bajo su

mando.

Recientes aportaciones al conocimiento de este gran cuerpo militar patriota surgido a

partir del fenómeno guerrillero, como el trabajo de José Daniel García Belando: “El

Séptimo Ejército o la normalización de las Partidas en el Norte”817, o de Rafael

Palacio, “Del Armamento Cántabro a la División Volante Cántabra: los primeros años

(1808 – 1810) de la División de Vanguardia del 7º Ejército”818 han contribuido a

mejorar, asimismo, el conocimiento de esta gran unidad militar, de la que (junto con el

6º Ejército) sin su aportación nunca se hubiera llegado a la victoria estratégica de los

Arapiles que cambiaría el curso de la guerra en la Península en el verano de 1812.

Por todo ello, en este capítulo de la Tesis, vamos a concentrarnos, no en las vidas de

los grandes jefes guerrilleros, bastante conocidas y de fácil acceso bibliográfico para el

interesado819, sino en dos elementos novedosos para el conocimiento del “7º Ejército”:

815 Las dos principales rutas de entrada a España durante la guerra fueron el Camino Real Irún-Vitoria-Burgos, y su ramal Irún-Vitoria-Pamplona-Zaragoza. Por ellas entraron, entre 1807 y 1813, el 90% de las fuerzas imperiales y el 100% de su artillería pesada, así como la vital correspondencia con Francia. 816 Castellanos, A. (1815) Manuscrito:“Memoria Histórica del Regimiento de Infantería Granaderos de Castilla, escrita por Don Angel de Castellanos, Teniente Coronel de los Reales Exércitos, en el año de 1815”. Biblioteca del Senado, Colección “Gómez de Arteche”, Signatura nº 39.881. 817 El mismo forma parte de un Curso de Doctorado, “Sociedad y Política en la España Contemporánea”, dirigido por la Profesora Blanca Esther Buldaín Jaca, de la UNED como trabajo de investigación del DEA, presentado el 5 de septiembre de 2012 (inédito, 98 pp.). 818 Obra publicada en Cuadernos del Bicentenario del Foro para el Estudio de la Historia Militar de España. 819 Las biografías de Porlier, Mina, Longa, Merino o Renovales, han sido tratadas ampliamente por numerosos autores (con desigual fortuna). Damos aquí una breve referencia bibliográfica para tener una visión sobre la vida y obra de los principales Comandante que organizaron y mandaron los grandes cuerpos del que luego fue el 7º Ejército.

• Juan Díaz Porlier (1788 - 1815): Bartehèlemy, Rodolfo G. de (1995) El Marquesito Porlier [Santiago de Compostela]. Dos tomos.

• Jerónimo Merino Cob (1769 - 1844): Santillán, R. (1996) Memorias 1808 – 1856 [Madrid], y Benito Rica, A., El cura Merino. Nuevas aportaciones a su figura histórica, en (2015) Cuadernos del Bicentenario, nº 23, [Madrid], pp. 5 – 32.

• Francisco Tomás de Anchía y Urquiza (Longa) (1783 – 1831): Santayana y Gómez de Olea, J.P. de (2007) Francisco de Longa, de guerrillero a General en la Guerra de la Independencia [Madrid].

• Francisco Espoz Llundain (Mina) (1781 – 1836): Espoz y Mina, F. (2008) Memorias de un guerrillero (1808 – 1814) [Barcelona].

• Mariano Renovales Rebollar (1774 - 1820): El último de los grandes Comandantes divisionarios guerrilleros del 7º Ejército sigue careciendo hoy día de un estudio u obra biográfica de entidad; no obstante se pueden consultar una monografía y un artículo de revista del autor Sánchez Arreseigor, J. J. (2004) Mariano de Renovales, hombre de acción. En la revista Ristre Napoleónico, nº 4 [Madrid], pp. 41-48, y (2010) Vascos Contra Napoleón. El Pueblo que decidió la salvación de la Independencia Nacional Española [Madrid].

• Para todos ellos también una obra que desde hace poco tiempo se ha convertido en la “Biblia” del historiador de la Guerra de la Independencia desde el punto de vista del Ejército español, nos referimos a la magnífica obra de Alberto Martín Lanuza – Martínez (2012) Diccionario Biográfico…Ob. cit.

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- Los primeros pasos organizativos, dados en los meses de junio a diciembre de

1811, que llevarían a la génesis del 7º Ejército.

- La organización y orden de batalla del 7º Ejército guerrillero con los historiales

de la mayor parte de sus cuerpos y mandos divisionarios y regimentales.

Este denominado 7º ejército, llegaría a ser el gran cuerpo de ejército guerrillero

“fantasma” que desgastó y fijó al ejército imperial del norte, reduciendo la superioridad

estratégica imperial en el centro y norte peninsular, contribuyendo decisivamente al

triunfo aliado del verano de 1812.

Los orígenes del 7º Ejército. La división de vanguardia cántabra820.

“Ahora, haciendo corta pausa, séanos lícito examinar la opinión de ciertos escritores que, al ver tantas derrotas y dispersiones, han querido privar a los españoles de la gloria adquirida en la Guerra de la Independencia… La Holanda, los Estados Unidos, todas las naciones en fin, que se han visto en el caso de España, comenzaron por padecer descalabros y completas derrotas, hasta que la continuación de la guerra convirtió en Soldados a los que no eran sino meros Ciudadanos… Y en enero de 1809, embarcados los ingleses, solos los españoles, teniendo contra si más de 200.000 enemigos, mirada ya en Europa como perdida su justísima causa, no sólo se desdeñó todo acomodamiento, sino que, peleándose por doquiera transitaban franceses, aparecieron de nuevo ejércitos que osaron aventurar batallas, desgraciadas, es cierto, pero que demostraban los redoblados esfuerzos que se hacían… Brilló con luz muy pura el elevado carácter de la Nación. La sobriedad y valor de sus habitantes, su desprendimiento, su conformidad e inalterable constancia en los reveses y trabajos; virtudes raras, exquisitas, más difíciles que adquirir que la táctica y disciplina de tropas mercenarias… Abulte en buen hora la envidia, el despecho, la ignorancia, los errores en que incurrimos: su voz nunca ahogará la de la Verdad” Conde de Toreno821

820 También conocida como división Porlier, volante o franca. 821 Queipo de Llano, J. M. (1953) Historia del Levantamiento…Ob. cit., Libro VIII, p. 181.

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La historia de la génesis y actuación del 7º Ejército español es la de una señalada

excepción en el contexto de las Guerras Napoleónicas en Europa.

Esta especificad nace de que el 7º fue un ejército “guerrillero” creado desde la base del

armamento cántabro o “División de Cantabria”, organizada al comienzo del

levantamiento patriota en Santander por su Junta Particular de Gobierno y Defensa que

encargaría tal cometido al teniente coronel de milicias provinciales Juan Manuel

Fernández Velarde, y al capitán retirado de guardias españolas José María Calderón de

la Barca822.

Estas tropas, tras muchas vicisitudes quedarían al mando del brigadier Juan Díaz

Porlier823, el cual las regularizaría definitivamente entre 1810 y 1811 en la poderosa

“División de Vanguardia Cántabra del 7º Ejército”.

El 7º ejército se originaría, pues, en una gran unidad militar resultante de la

amalgamación también de múltiples partidas guerrilleras castellanas, navarras, alavesas,

vizcaínas y Guipúzcoanas, del también llamado “Corso Terrestre”. Este ejército824

combatió en la retaguardia enemiga en el norte de España, siempre de manera dispersa,

en una guerra de desgaste y en continuo movimiento para no ser destruido por el poder

imperial ocupante825.

Respecto a la llamada “División Cántabra”, esta unidad de origen regular se creó,

como hemos apuntado, entre el verano y otoño de 1808 por decisión de las autoridades

civiles y militares patriotas de la Junta Provincial de Santander al comenzar la Guerra de

la Independencia. La denominada “División Cántabra” habría de estar formada, a partir

de la base del regimiento de milicias provinciales de Laredo, por seis batallones de

822 Palacios Ramos, R. (2015) Del Armamento cántabro…Ob. cit., pp. 3 y 6. 823 AGMS, 1ª Sección, Legajo D – 568. Juan Díaz Porlier nació en Cartagena de Indias en 1788. Vino a la Península con su tío Rosendo Porlier, oficial de la Armada, y embarcado junto a él en el navío Príncipe de Asturias participó en las batallas del Cabo Finisterre y Trafalgar; tras ellas solicitó el traslado al Ejército, figurando en enero de 1806 como Capitán en el regimiento de Infantería de Mallorca 824 El estudio de esta gran unidad militar de origen guerrillero presenta notables dificultades, pues las partidas guerrilleras que lo originaron no se regularizan hasta bien entrado el tercer año de la guerra, 1811. Ibídem, p. 1: “Una de las mayores dificultades que encontramos al estudiar los primeros momentos de la trayectoria de las unidades militares creadas durante la Guerra de la Independencia está en dilucidar sus fechas reales de creación y evolución orgánica. Los historiales y las hojas de servicio suelen ser bastante posteriores a los hechos y por regla general ofrecen datos contradictorios y poco fiables. Esta realidad se acrecienta en el caso de aquellas unidades que tuvieron su origen en partidas posteriormente reglamentadas, ya que con el fin de conseguir tanto un empleo militar como apoyo logístico para sus tropas, sus líderes a menudo maquillaban su origen y trayectoria”. 825 Este llegaría a necesitar a partir de 1811 una superioridad de 5 a 1, para actuar eficazmente contra los Cuerpos francos y establecer un dominio efectivo sobre el territorio y sus recursos. Carrasco Alvarez, A. (2013) La Guerra interminable. Claves de la Guerra de Guerrillas en España, 1808 – 1814 [Astorga], p. 186 y 191.

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infantería de línea de nueva creación (agrupados en tres regimientos); siete batallones en

total826:

“La Junta de la Provincia se ocupó hasta el 8 de noviembre en formar una División de

4.000 hombres bajo el nombre de “Cántabra”, y pie de Infantería de Línea creando por

Comandante General, con el grado de Mariscal de Campo, a el Conde de Villanueva de

la Barca, Capitán retirado de Reales Guardias de Infantería Española.827

El verdadero organizador y mando superior de esta división sería, sin embargo, el

oficial de ingenieros (destinado en Santander al comienzo de la guerra) Julián Albo

Helguero828, asistido por el teniente coronel Juan Antonio López de Barañano829.

Pero los tres regimientos cántabros de nueva leva (numerados del 1º al 3º) apenas

pudieron entrar en acción en la ofensiva sobre el Ebro (tras la victoria de Bailén)

durante el otoño de 1808. Las derrotas españolas comenzaron a sucederse con la llegada

de Bonaparte a España. Tras las funestas y grandes batallas de Gamonal y Espinosa de

los Monteros (trabadas entre el 10 y 11 de noviembre), todas las fuerzas españolas en el

norte de la Península (que defendían el triángulo Bilbao – Santander – Burgos) se

replegaron hacia Asturias, León y Castilla la Vieja. Así nos lo relata el historial del

provincial de Laredo:

826 Otras fuentes de primera mano consultadas por Rafael Palacio Ramos, nos indican que esta organización fue más teórica que real, pues en un primer momento se trataron de organizar varios batallones sueltos y un cuerpo de caballería: El 14 de octubre de 1808 se anunciaba desde Santander que “…los jóvenes alistados, que han de componer el ejército montañés”, se habían reunido “a las órdenes de su General, Conde de la Barca”, y que dos compañías de “milicianos” (Provincial de Laredo) ya habían salido para la villa de Castro Urdiales, amenazada por el invasor. Este “Ejército” se había organizado en un regimiento formado por varios batallones Cántabros, según testimonio (de 1812) de uno de los Tenientes nombrados por el Obispo para el primer Batallón, y de un “Cuerpo” de Caballería a cargo del Brigadier Juan Caro y Sureda, hermano del Marqués de La Romana. Con agradecimiento a Rafael Palacio por las consultas sobre este trabajo de investigación aún en imprenta: Palacio Ramos, R. (2013) “Del Armamento Cántabro a la División Volante Cántabra: los primeros años (1808-1810) de la División de Vanguardia del 7º Ejército”, Actas del I Congreso Internacional de la Cátedra Complutense de Historia Militar [Madrid] (en prensa). 827 AHN, D-C, Legajo 125. Historial del Regimiento de Milicias de Laredo redactado por el Teniente Coronel Jacinto María de Narganes; nos aparece firmado en Laredo el 25 de Septiembre de 1816. Ver también: Biblioteca del Senado (Madrid). Colección “Gómez de Arteche“, Varios, Oscariz (1850) “Resumen de Operaciones de los Regimientos de Milicias Provinciales desde 1795 a 1807, y desde 1808 a 1810”. Manuscrito de 34 p.. 828 AGMS, 1ª Sección, Legajo A - 1.025. Coronel santanderino de ingenieros destinado en Pamplona al comienzo de la guerra. En septiembre de 1808 se presenta en Cantabria donde las autoridades patriotas le darían el nombramiento de coronel de infantería, comandante de ingenieros y, posteriormente, comandante del 2º regimiento Cántabro que había de formarse. El marqués de La Romana le encargaría también varios planes de defensa de la provincia. 829 AGMS, 1ª Sección, Legajo L – 1.459. Este militar se encontraba de guarnición en Madrid el dos de mayo de 1808, siendo Capitán de Infantería en el Regimiento de Voluntarios de Estado. Tras huir de Madrid serviría en el Ejército de Castilla con el General Gregorio García de la Cuesta y luego en la División Cántabra con Porlier. García Fuertes, A. (2003) Moclín, 14 de julio de 1808. Nuevos y viejos datos sobra la batalla de Medina de Rioseco“. Revista “Researching & Dragona“, N° 19 y nº 21 [Madrid].

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“El regimiento, casi en toda su fuerza, salió el 6 del mismo, de orden de la Junta

Central, con destino a el Ejército que mandaba el general Castaños; pero a las tres

jornadas, fue detenido por el Marqués de La Romana que llegaba a encargarse del de

la Izquierda para que estaba nombrado en Jefe, y por resultas, empleado en sostener la

retirada de las tropas batidas y dispersas en las sangrientas acciones de Balmaseda y

Espinosa de los Monteros, al mando entonces del general Blake.

Esto hizo que la División Cántabra no pudiese organizarse ni reunirse en toda su

fuerza para la retirada que tuvo que emprender desde la ciudad de Santander, que

ocuparon nuevamente los enemigos, y así siguió, muy diminuta, al Principado de

Asturias, sostenida por el Regimiento que cubrió hasta allí la propuesta retirada.

Dicha división permaneció algunos días en la ciudad de Oviedo, de donde salió para

Peñamillera y Provincia de Liébana, de orden del Marqués de La Romana, con el fin de

organizarse. Pero la falta de subsistencias y otros acontecimientos la disminuyeron

considerablemente […]830

El regimiento (de Laredo) quedó de dotación de aquel Principado con el de infantería

de Toledo, de orden de dicho señor marqués a petición de las juntas” 831.

La dura retirada invernal del ejército de la izquierda (al mando de Joaquín Blake y de

su sustituto el marqués de La Romana), provocó que los batallones cántabros sufrieran

una verdadera dispersión, o simple deserción, de sus efectivos. Los restos de sus siete

batallones establecidos en Asturias eran, en enero del nuevo año de 1809, apenas un

esqueleto de sus plantillas teóricas832.

La división cántabra, de que se trata, no pudo organizarse, habiendo quedado en

esqueleto a comienzos de 1809:

830 Seis días en continuos combates duró la retirada cubierta por el Regimiento Provincial de Laredo: “Lo que contribuyó a que se salvasen aquellas tropas, si la pérdida de hombre alguno por su parte, debido en su mayor parte y en particular, en la noche del cuarto día en que se vio cercado entre San Vicente y Comillas, a la estratagema de multitud de hogueras, velando el campo don Antonio Ramón de la Guerra y el Teniente don Joaquín María Casaso, mientras el regimiento se retiraba“. Ver: VVAA, Resumen de Operaciones de los Regimientos de Milicias Provinciales [...] Ob. cit. 831Archivo Histórico Nacional (Madrid), Colección “Diversos“, Legajo 125. Historial del Regimiento de Milicias Provinciales de Laredo.Ver también en la Biblioteca del Senado (Madrid). Colección “Gómez de Arteche“. Oscariz (1815) Manuscrito de 34 p.: “Resumen de Operaciones de los Regimientos de Milicias Provinciales desde 1795 a 1807 & 1808 a 1810 “. 832 AGMS, 1ª Sección, Legajo I – 175. Según la Hoja de Servicios del Teniente santanderino Pedro Antonio Hidalgo Ballesteros (alistado como soldado voluntario el 28 de mayo de 1808 en el 1º Cántabro), apenas quedaban bajo sus banderas los efectivos de dos Compañías de Infantería: “…a poco tiempo después que salió a campaña se disolvió su División, concediendo pasaporte a los oficiales de ella para pasar a otros cuerpos y a sus casas o a permanecer en las dos Compañías a que quedaba reducida”. Nacido el 24 de febrero de 1795 en Santander, muerto el 20 de enero de 1854. Su hermano mayor, Hermenegildo Hidalgo, fue un notable patriota santanderino y rico hacendado que ayudó, en la sombra, a las fuerzas patriotas.

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“Se derramó su oficialidad y tropa (exceptuando la de que se formó el Regimiento de

infantería 1º Cántabro) en varios cuerpos que tomaron después nombre de Regimientos

de infantería ligera con el Título 1º, 2º y 3º de Tiradores de Cantabria, que fueron

sobresalientes y compuestos, lo principal de ellos, de la Juventud comprendida en la

demarcación de este regimiento Provincial833.”

Efectivamente, durante la terrible retirada hacia León el marqués de La Romana

había ordenado que varias de sus unidades quedaran atrás, dejándose rebasar por las

tropas imperiales para ocultarse en la cordillera Cantábrica. A su abrigo, habrían de

mantener viva la lucha en el norte. Los restos de estas tropas cántabras (junto a otros

mandos y soldados dispersos de antiguas unidades regulares) serían el germen, en la

primavera de 1809, de la reconstituida división, la cual pasaría a denominarse,”

División Volante”. La misma sería puesta al mando de un desconocido teniente coronel,

Juan Díaz Porlier834. Este, tras el desastre de Gamonal, y quedar disperso, había

comenzado a librar su “guerra particular” contra los franceses, luego de haber intentado

unirse al ejército de La Romana infructuosamente. Sus éxitos le llevarían a recibir el

apoyo del mismo marqués835, el cual destituiría del mando a Julián Albo. Este último, a

pesar de las protestas y apoyo de sus oficiales, había fracasado a la hora de mandar y

mantener unidos a los batallones cántabros de su bisoña división836. El joven y animoso

Porlier recibiría la orden de La Romana para refundir los esqueletos de sus batallones en

un solo regimiento, el 1º Cántabro.

Efectivamente, en una decisión cuanto menos polémica, el 17 de mayo de 1809, La

Romana ordenaría a Julián Albo abandonar Liébana para presentarse en el cuartel

general de Oviedo. Allí se le ordenó ponerse a las órdenes de los generales Francisco

833 AHN, D - C, Legajo 125, Historial del Provincial de Laredo. Es decir, buena parte de la antigua Provincia de Santander o la Castilla de la Montaña. 834 AGMS, 1ª Sección, Legajo D – 568. Nació en Cartagena de Indias en 1788. Vino a la Península con su tío Rosendo Porlier, oficial de la Armada, y embarcado junto a él en el buque de la Armada “Príncipe de Asturias”. Participó en las batallas navales del Cabo de Finisterre y Trafalgar. Tras ellas solicitó su pase al Ejército, figurando en enero de 1806 como Capitán en el Regimiento de Infantería de Mallorca. 835 Cassinello Pérez, A. (2012) El Capitán General…Ob. cit.. 836 Este cambio en el mando no se hizo sin el malestar y la protesta de varios Jefes y Oficiales de los batallones cántabros. Palacio Ramos, R. (2013) Del Armamento Cántabro a la División… Ob. cit., p. 9: “La decisión cayó como un mazazo en la División. Todos sus capitanes firmaron una exposición (fechada en Castro Urdiales el 27 de mayo)

lamentando esta decisión y tachando a Porlier de desleal. Ya que “la pérdida de tan digno Jefe le sería menos sensible a los que representan si no observaren y conociesen que para ella ha mediado la más acendrada intriga, y suponer todo aquello que las Reales Ordenanzas derogan abatiendo el honor de un jefe y oficiales veteranos que componen una División Honrada de Cantabria”, solicitaban además ser trasladados “al Cuerpo a que V. E. tenga a bien destinar a este benemérito Jefe”.

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Ballesteros837 y José María Calderón, y entregar sus tropas (que se debían refundir en

un solo cuerpo) al coronel Díaz Porlier838 “que lo es (comandante) del Cuerpo franco

de su nombre”839.

Tras concentrar los restos de los cuerpos cántabros en San Cebrián de Campos840, en

agosto de 1809 (y empezar a recibir auxilios de la Junta de Asturias) Porlier se pondría

bajo el mando del Comandante General del Principado, Nicolás Mahy Romo.

La situación para la futura división cántabra mejoró a finales de julio de 1809 cuando

se separaría la comandancia general de Asturias y Cantabria de la Capitanía General de

Galicia, nombrándose para dirigirla a Antonio Vicente de Arce. Entre tanto y hasta

noviembre, el Capitán General Nicolás Mahy asumió el mando interino. A pesar de los

primeros ataques que empezaba a recibir Porlier, por como organizaba y dirigía su

unidad, a medio camino entre un cuerpo regular y otro franco de guerrilla, Mahy

protegió la andadura de Porlier y sus hombres:

“La División Volante de Porlier ha nacido y se ha formado de sí misma con oficiales y

soldados dispersos en las retiradas del Ejército, habiéndose reunido por su Jefe y

mantenidos casi siempre con muy pocos auxilios de la Nación, viviendo de las presas

hechas a los enemigos, y de los socorros de víveres que podía suministrarles el país que

ocupaban. Este género de guerra libre y por consiguiente sujeto a algunos desórdenes

particulares […] incomoda sin cesar al enemigo, le arrebata de las manos sus presas,

interrumpe sus comunicaciones y correspondencia y no le permite repartirse en

pequeñas partidas que asolan y saquean el país. Los hechos notables de este Cuerpo

son innegables aunque oscurecidos en algún modo[…] por la relajación de algunos de

sus individuos” 841

837 Comandante general del Ejército Asturiano desde el 26 de noviembre de 1808 tras la muerte del general Acevedo en la batalla de Espinosa de los Monteros. Martín Lanuza, A. (2012) Diccionario biográfico Ob. cit., p. 23. 838 Al comenzar la guerra Porlier, militar de carrera, estaba al mando de una “Columna de Granaderos Provinciales del Ejército de Extremadura”. Tras la batalla de Gamonal, no pudiendo reunirse con el Ejército en retirada, se dedicó a reunir dispersos y realizar acciones de guerrilla desde su base en la villa palentina de San Cebrián de Campos. Bienquisto por la superioridad, la toma de Aguilar de Campoo y la captura de la guarnición francesa, junto con la liberación de numerosos prisioneros españoles, a comienzos de 1809, le conseguiría el ascenso a brigadier. Ello le favorecería para lograr el mando de una unidad legalmente reconocida (la cántabra). 839 La orden de La Romana está fechada en Oviedo el 17-5-1809. AGMS, 1ª, A-1025. 840 Sobre esta misma villa había realizado su primer golpe de mano (tras reunir una treintena de soldados dispersos) logrando batir a 25 dragones que llevaban presos a 63 soldados británicos y 18 españoles (entre ellos el coronel del regimiento de milicias provinciales de Córdoba, conde de Prado). AHN, Consejos Legajo 11.996, Expediente nº 4. Agradezco a Rafael Palacio, la procedencia de esta documentación. 841 AHN, Consejos, Legajo 11.996, Expediente nº 4. Informe de la Junta de Asturias al ministro de la Guerra Antonio Cornel sobre la División Volante de Porlier. Oviedo, 23 de agosto de 1.809. Agradezco a Rafael Palacio, Director de la Casa de Cultura de Santoña, la procedencia de esta Documentación.

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En estos ataques a Porlier destacó enseguida, entre otros, el polémico general

Francisco Ballesteros, enemistado con el primero tras sonoro el fracaso en la incursión y

toma de Santander, el 10 de junio de dicho 1809842.

Así nos transmite aquellos hechos el teniente coronel Juan Antonio López de

Barañano en diciembre de 1809:

“Que por una orden expedida por el Excmo. Sr. marqués de La Romana en el mes de

mayo próximo pasado, las reliquias de los tres regimientos Cántabros, comandadas en

la Provincia de Liébana por el coronel don Julián Albo, se pusieron a la disposición del

referido Don Juan Díez Porlier Coronel entonces, quien desde luego reunió todas las

fuerzas en solo el Primer Regimiento, trató de aumentarlas, creo el Regimiento de

Castilla, una Compañía de Artillería y un Cuerpo de Caballería, sacando los reclutas o

quintos de entre los enemigos y organizándolos siempre a su frente843.”

Las tropas, reagrupadas en un solo regimiento de tres batallones, el 1º de línea

Cántabro844, y sumadas a las propias de Porlier (desconocemos cuál era el número y

calidad de la partida que mandaba en origen, dato que nunca aparece mencionado en la

documentación de Porlier ni en la de la división cántabra), pasarán a llamarse “División

Volante Cántabra”, no sujeta al Ejército del Principado y sólo al “Capitán General de

Asturias y Costa de Cantabria”, Pedro de la Bárcena.

Desde su base en Potes, Porlier comenzaría a moverse por la región:

“Con varios objetos, el uno de ellos recoger los muchos dispersos, o desertores, y

sorteados no presentados”845

Sobre el nuevo cuerpo de caballería a formar, mencionado anteriormente por el

teniente coronel Barañano, podemos decir que sería un capitán del arma, veterano de

842 Ballesteros consideraba: “…incomparablemente más perjudiciales a estos hombres que a los mismos franceses mientras subsista este cuerpo o cueva de bandidos, los cuerpos de este Ejército no podrán conseguir la disciplina militar, porque como V.E. sabe mejor que yo, el soldado malo se abriga siempre donde puede impunemente usar con libertad de sus vicios y atentados; este es el estado verdadero del cuerpo franco de Porlier”. Palacio Ramos, R. (2015), Del

Armamento cántabro… Ob. cit., p. 11. 843 AGMS, 1ª Sección, legajo L – 1.459. Informe a la Junta Central, Sevilla, 4 de diciembre de 1809. 844 En la “Historia de los regimientos españoles” conservada en el AGMM, Colección General de Documentos, sig. 4-2-7-10, f. 7, se da al Regimiento Cántabro como creado en 1808. 845 AGMS, 1ª Sección, legajo L-1459.

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Dinamarca, Juan José de la Riva846, el que recibiría dicho encargo por parte de La

Romana. En la montaña de la Liébana habría de organizarse este regimiento de

caballería ligera (los húsares de Cantabria), con pequeños y duros caballos montañeses,

a fin de llevar la “guerra de partidas” al francés. Este nuevo cuerpo montado pasaría a

formar parte también de la “División Volante” de Porlier:

“Sin haberes ni armas, sufriendo y superando mil peligros, pudimos extender nuestras

ideas y realizar el plan de don Juan José de La Riva, levantando una fuerza con

nuestros jóvenes; y conseguimos el intento sin más gasto a la Hacienda que 50 pares de

pistolas, ya que las demás armas fueron tomadas al enemigo en diversas acciones y

sorpresas hasta completar el número suficiente a fuerza de puños y valor847.”

Por lo tanto, sería la “División Cántabra”, refundada en mayo de 1809 (y compuesta

de los batallones: provincial de Laredo, 1º Cántabro, Tiradores de Castilla y Tiradores

de Cantabria), de claro origen regular (a pesar de que combatiría desde sus orígenes con

tácticas de guerrilla) la base sobre la que se empezaría a organizar el nuevo 7º Ejército

del norte de España dos años después. Entretanto, en julio de 1809, los efectivos de

Porlier rondaban ya cerca de los 3.000 hombres (la mitad de ellos sin fusiles)848.

Estas fuerzas pronto se vieron aumentadas gracias un destacamento montado que

envió a Vizcaya: “Con objeto de sorprender los correos de Francia para Madrid y de

hacer la requisición de Mozos”, objetivo que cumplió sobradamente pues aquélla,

además de haber trabado diferentes combates con resultados favorables, creció hasta los

300 jinetes y 1.000 infantes849.

Aún así, las críticas contra Díaz Porlier continuaron, llegándose a pedir al alto mando

regular patriota la disolución de la División Volante. En diciembre de 1809, el

comandante del 3º batallón del 1º Cántabro, López de Barañano, que se hallaba en

Sevilla, hubo de rebatir las acusaciones que se le hacían, solicitando de la Junta Central:

846 Nacido en Salaya (Santander) en 1774. Capitán de caballería en 1807. Adscrito al Estado mayor de la División del Norte. En noviembre de 1808 La Romana le hace Teniente Coronel. Lión Valderrábano, R. (2003) Húsares de Cantabria. La caballería del señor de La Riva [Madrid], pp. 37 – 38. 847 Lión Valderrábano, R. (2003) Húsares de Cantabria… Ob. cit., p. 52. 848 Palacio Ramos, R. (2015) Del Armamento cántabro…Ob. cit., p. 11. Carta de Porlier al gobierno patriota solicitando ayuda. Oviedo, 23 de julio de 1809. AHN, Consejos, 11.996, nº 4. 849 Ibídem. Porlier al presidente de la Junta del Principado. Oviedo, 23-7-1809. AHN, CON, 11995, 70.

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“Los mismos auxilios que los demás compatriotas; se les dé a los oficiales los Reales

Despachos según sus últimos empleos, y que se señale Tesorería a la que acudan los

habilitados para percibir las buenas cuentas”, pues si bien:

“Es verdad que en un principio el referido brigadier don Juan Díez Porlier empezó a

incomodar en sumo a los enemigos con un grupo de gente, bien desertores, bien

dispersos o fugados del enemigo, sin tener sargentos ni oficiales que los hiciesen

observar el rigor de la subordinación, mas después que los tuvo por la unión de la

tropa cántabra, ha sido muy distinto”850

Con su cuartel general situado en Boñar, la división fue desplegada para proteger el

Principado entre León (cubriendo la capital el 1º Cántabro, que tenía en esa fecha 500

infantes, y un escuadrón de húsares851) y el norte de Palencia. Su misión era doble:

“[…] hacer movimientos para interceptarles víveres y más efectos al tiempo que la

comunicación, y si los progresos tanto de estas fuerzas como de los Ejércitos de la

Izquierda y Centro fuesen tales que podamos ocupar Santander y toda la Montaña, se

efectuará”

Sobre las actuaciones de las fuerzas bajo Porlier habría que destacar que, en junio de

1810, el Capitán General de Galicia, Nicolás Mahy, deseoso de recuperar el ánimo

patriota tras la caída de la plaza de Astorga en manos francesas, dos meses antes,

iniciaría un plan de acciones ofensivas sobre las fuerzas imperiales. Dentro del mismo

destacaría una expedición anfibia que, desde Ribadeo, habría de atacar varios puertos

cantábricos en manos francesas de la costa santanderina y vasca. El mando de dicha

expedición recayó en Porlier, y las fuerzas a emplear serían los batallones de su

División. La operación, iniciada en los primeros días de julio, culminó con éxito el 22

de julio con el regreso de las tropas a La Coruña. A esta la seguiría, en agosto, otra

expedición que desembarcaría cerca de Ribadesella y se internaría en las montañas.

Estos sucesivos éxitos animaron al Consejo de Regencia a organizar desde Cádiz otra

nueva operación, a mayor escala. Su objetivo sería levantar en armas Cantabria y

850 AGMS, 1ª Sección, Leg. L-1459. 851 Parte de Ruiz Escalera a Porlier, de 4-8-1809. AHN, D-C, 128, 3.

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Vascongadas. Hablamos de la funesta “Expedición Cántabra”852 al mando de un

comandante patriota de nuevo cuño, Mariano Renovales. Este conseguiría del Consejo

de Regencia, en abril de 1810, un nombramiento militar para formar una “División

Volante” destinada a realizar desembarcos anfibios sobre la costa Cantábrica. Estaba

claro que el Gobierno se proponía emular las exitosas operaciones llevadas a cabo por

Porlier. El primer objetivo sería la ocupación y fortificación del Peñón de Santoña para,

desde allí, fomentar una rebelión generalizada de Cantabria y Vascongadas.

Además de recibir el grado de mariscal el 10 de mayo, el Gobierno aportaría desde

Cádiz 1.500 fusiles y medio millón de reales para costear la empresa. Igualmente:

“[…] habrían de ir con la expedición algunos sargentos y cabos vizcaínos reclutados

en el ejército de la Isla de León que, por ser conocedores de aquel terreno y de la

lengua vascongada, serían muy buenos guías y tendrían en gran predicamento entre sus

paisanos”853

Renovales recibió además de la Regencia el mando de todas las fuerzas patriotas que

operaban en la Cordillera Cantábrica como “Comandante General de las Provincias del

Norte de España”. El 9 de julio de 1810 Renovales emitiría desde Cádiz una Proclama

852 Instituto de Historia y Cultura Militar (IHCM), Madrid, Colección “Duque de Bailén” (CDB), Año de 1810, Legajo19, Carpeta 42, Correspondencia. Relativas a las disposiciones de la Suprema Regencia referente a la expedición a las costas de Cantabria del Brigadier don Mariano Renovales, y Legajo 20, Carpeta 58, Correspondencia. Entre Nicolás Mahy y Mariano Renovales relativa al fracaso de la expedición a Cantabria. También: Arteche y Moro, J.G. (1895) Guerra de la Independencia, historia Militar de España, 1808 – 1814 [Madrid], Tomo IX, pp. 423 – 426 y Martínez Valverde, C. (1973) La Expedición Cántabra del Mariscal de Campo don Mariano Renovales, en Revista de Historia Militar (SHM), nº 34, pp. 60 - 81 [Madrid]. Sería en el mes de octubre de 1810 cuando tuvo lugar la desgraciada “Expedición Cántabra”, de gran importancia por sus efectivos, su preparación y su desastroso resultado final. Esta operación fue proyectada por el Consejo de Regencia en Cádiz con el objetivo final de apoderarse de los puertos de Santoña y Guetaria, desalojando a los franceses y artillándolos, para convertirlos en fortalezas permanentes. La Expedición al mando del Mariscal de Campo Renovales llegó el 23 de octubre a Santoña desde La Coruña, al mando del Capitán de Navío Joaquín Zarauz, quedando fondeada frente al Fraile. La flotilla se componía de 20 unidades mercantes de transporte; la fragata Magdalena, de 38 cañones mandada por el Capitán de Fragata Salcedo; el bergantín Palomo de 18 cañones mandada por el Teniente de Fragata Diego Quevedo; la goleta corsaria Insurgente Roncalesa y una balandra inglesa del Comodoro Mends. A estos buques se habían unido el 16 de octubre, en aguas de Ribadeo la goleta Liniers, los cañoneros Corzo, Estrago, Gorrión y Sorpresa y otros 15 transportes más. La expedición es sorprendida por un temporal del noroeste, que obligó a todos los buques a levar anclas y hacerse a la mar. El cañonero Corzo, mandado por el Teniente de Fragata Ramón Rato y el Sorpresa mandado por el Teniente de Brulote Juan Velondo, naufragan en la misma barra santoñesa el día 26, así como el Gorrión. El Estrago, mandado por el Alférez de Navío José Aguiar y Mella, fue a parar a Elanchove, en donde quiso entrar a remolque de un bergantín inglés sin conseguirlo, perdiéndose en la boca del puerto. Toda su dotación se salvó y a pie, atravesando la zona enemiga, consiguió llegar completa a El Ferrol. El resto de los buques consiguieron llegar a Vivero, en donde se produjo el naufragio de la Magdalena y del Palomo el 2 de noviembre (ambos venían ya sin anclas desde Santoña). Pereció prácticamente la totalidad de la tripulación de ambas unidades. 853 Martínez Valverde, C. (1973) La Expedición Cántabra…Ob. cit., p. 66.

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a los vascongados, riojanos y montañeses, presentándose como su nuevo comandante en

jefe, exhortándoles a unirse a sus banderas en la lucha contra el invasor.

Sería Renovales, pues, el primer gran jefe militar sobre el que el gobierno español

depositaría las facultades y medios para poner en marcha lo que, meses después, se

conocería como el 7º ejército.

Sin embargo, la compleja misión le vendría grande a Renovales. La improvisación y

los retrasos en montar la operación (que no saldría de La Coruña hasta el 14 de

octubre854) y el no aceptar los avisos de los comandantes de la Real Armada en el

sentido de que, desde octubre a marzo, el mar Cantábrico padecía numerosos y temibles

temporales del oeste, llevarían la operación al desastre. Efectivamente, tras perder

varios días apoyando un ataque de Porlier, Rafael Salvador Escandón855 y Federico

Castañón856 sobre Gijón, una borrasca se desataría el 24 de octubre sobre el escuadrón

naval aliado en la bahía de Santoña, dispersando la flota; la cual, refugiada en la ría de

Vivero, se vio sorprendida por otra galerna el 2 de noviembre que hundió varias naves

y causó la muerte de cientos de hombres857.

Renovales, más un aventurero que un profesional de la milicia, carecía de formación

militar y de las cualidades personales necesarias (tacto, prudencia y sentido común) para

concluir con éxito también el proyecto de consolidar la rebelión patriota en el Norte.

A pesar de ello, tras regresar con las naves supervivientes a La Coruña, Renovales se

puso en marcha en enero del nuevo año de 1811, con sus debilitados batallones, hacia

Asturias. Su propósito era aprovechar el invierno para cruzar las líneas francesas y

penetrar en Santander a través de las montañas.

Así lo haría, haciendo marchar a dos de sus débiles batallones (Encartaciones y

Voluntarios Guipuzcoanos) por la nieve de los Picos de Europa, logrando establecerse

en la Liébana y Potes. El comandante vizcaíno mantenía el firme propósito de reiniciar

el levantamiento armado en el norte. Aún retenía bajo su mando una pequeña y

854 Contaba con una fuerza de desembarco de 1.200 españoles y 800 británicos. 855 Coronel del Ejército Asturiano, puesto al mando del nuevo Regimiento de Cangas de Onís el 8 de julio de 1808. Serviría alternativamente en las divisiones de Porlier, Ballesteros, Llano Ponte y Castañón. El regimiento sería reformado, en marzo de 1811, en el 1º de Asturias. Priego Fernández del Campo, J. (2007) Los Regimientos Asturianos en la Guerra de la Independencia. Militaria. Revista de Cultura Militar [Madrid], Volumen 21, pp. 89 – 136. 856 AGMS, 1ª Sección, Legajo C – 1.982. Teniente de Guardias de Corps leonés en mayo de 1808. Hecho Teniente Coronel de los Voluntarios de León por la Junta del Viejo Reino en el verano de 1808. Veterano del segundo Sitio de Zaragoza. Comandante General del Oriente en el Principado de Asturias al mando de una fuerza de 3.000 hombres en 1810. Realizaría una activa guerra de guerrillas con fuerzas regulares. 857 Integrados por 1.200 infantes españoles y 800 marines británicos. Los cuerpos españoles participantes eran tres batallones recién creados e integrados mayoritariamente por naturales de las zonas en las que se iba a operar: Observadores de Guipúzcoa, Encartaciones de Vizcaya y batallón de Santander. Llevaban consigo equipo y fusiles para levar nuevas unidades de voluntarios e, incluso, artillería de montaña.

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esquelética división de cuatro batallones (los dos anteriores más el de Santander y el de

Guardias Naciones), con el teniente coronel Juan José de Ugartemendía como jefe de

estado mayor858.

El 26 de enero de 1811, Julián Prieto, militar que actuaba como contacto del

comandante guerrillero Francisco Longa en el cuartel general de Mahy, en el Bierzo,

comunicaba al guerrillero alavés que, tras su fracaso, el polémico Renovales había

logrado reagrupar sus fuerzas y se internaba en las montañas hacia Santander y

Vascongadas:

“El señor Renovales se hallará a esta hora con su división hacia Potes que creo se va a

internar hacia ese país, y no le faltarán a usted quebraderos de cabeza con ese gran

señor que aquí bien hartos nos tiene y creo que lo mismo sucede al gobierno”859

Llegado a Potes, Renovales creó una Junta Provincial no autorizada por la Regencia y

dependiente de su persona. Igualmente, y a fin de proseguir con los planes del Gobierno

de reunir y disciplinar a las partidas de guerrillas presentes en las Vascongadas, e

incrementar su fuerza, reuniendo nuevos reclutas, Renovales enviaría sendos

destacamentos hacia Vizcaya y hacia Guipúzcoa. El primero estaba formado por 34

hombres escogidos del batallón de Encartaciones860 al mando del teniente Francisco

Mugártegui y del subteniente Antonio Calbetón, y el segundo por otro número

semejante del batallón de Guipúzcoa, al mando del subteniente José Gómez de

Arteche861 (padre del luego famoso historiador de la Guerra de la Independencia).

Entre tanto, el 16 de diciembre de 1810, el Consejo de Regencia había promulgado el,

ya citado en otros capítulos, decreto en el que reorganizaba las fuerzas regulares

españolas en seis pequeños Ejércitos: 1º de Cataluña, 2º de Aragón y Valencia, 3º de

858 Una vez en la Liébana Renovales unió a estas fuerzas el batallón de Santander y el de Guardias Nacionales al mando del Capitán Manuel de Aranguren. Ambos estaban acantonados en la montaña occidental leonesa, en la comarca de Laciana, pasando muchas privaciones, a una semana de marcha de Potes y dos de Villafranca del Bierzo. IHCM, CDB, Legajo 20, Carpeta 58. 859 Pardo de Santayana, Francisco de Longa...Ob. cit., p. 170. 860 IHCM, CDB, Legajo 20, Carpeta 58. Correspondencia. Entre Nicolás Mahy y Mariano Renovales relativa al fracaso de la expedición a Cantabria. Según esta documentación, se habla de un Capitán, un Teniente, un Tambor, dos Cabos y Treinta Soldados. 861 Gómez de Arteche y Valluezca, J. (¿?) “1810 – 1813. Memoria de los Sucesos ocurridos en Vizcaya” Manuscrito del Coronel José Gómez de Arteche y Valluezca. Inédito y en posesión de sus descendientes. En proceso de edición por el FEHME, a cuyo presidente José María Espinosa de los Monteros Jaraquemada agradezco el que me haya permitido leer alguna de sus páginas. Los soldados de Encartaciones y de los Voluntarios de Guipúzcoa causaron muy buena impresión en los pueblos de paso al estar perfectamente equipados, uniformados y mostrar una gran disciplina. Este primer intento, de un destacamento militar, por regularizar a las guerrillas en Vizcaya y Guipúzcoa acabaría en fracaso y estuvo a punto de costar la vida a los mandos enviados por la situación de violencia y desorden que imperaban en las partidas con las que se encontraron.

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Murcia, 4º de la Isla del león, 5º de Extremadura y 6º de Galicia, León y Asturias862.

Dos meses después, y tras meditar sobre el fracaso de la “Expedición Cántabra” de

Renovales, el Consejo de Regencia establecería, por Real Orden de 20 de febrero de

1811863, la creación de un 7º ejército que, desde la base de la división cántabra de

Porlier, habría de agrupar a todos los grandes cuerpos de guerrillas que actuaban en

torno a la cordillera Cantábrica y al reino de Navarra. Con ello, Renovales quedaba

fuera de juego y perdía su nombramiento anterior.

En esta ocasión la Regencia no improvisó ni se dejó seducir por caudillos de última

hora. El elegido para mandar el nuevo ejército fue el teniente general Gabriel de

Mendizábal e Iraeta864, Guipuzcoano de Vergara y soldado profesional desde 1784. En

su juventud había combatido en la misma zona durante la Guerra de la Convención

(como capitán de los batallones de voluntarios Guipuzcoanos contra la República

francesa entre 1792 y 1795) alcanzando el grado de teniente coronel por méritos de

guerra.

Mendizábal se hallaba en aquellos momentos actuando como Capitán General interino

en Extremadura en muy críticas circunstancias, tras la repentina muerte del marqués de

La Romana el 23 de enero de 1811.

La derrota de Mendizábal al frente del 5º Ejército, en la batalla del Gévora el 19 de

febrero (cuando intentaba socorrer la plaza de Badajoz sitiada por los imperiales) no

hizo cambiar de opinión al gobierno patriota.

A un apesadumbrado Mendizábal le llegaría el nuevo nombramiento. La misión a la que

se enfrentaba era de dudoso éxito y suponía un doble reto:

• Poner bajo su autoridad a numerosas Guerrillas indisciplinadas (a los ojos de un

militar profesional) y acostumbradas a obrar al antojo de sus caudillos.

• Transformar las Guerrillas en unidades regulares, mejorando su adiestramiento,

e incrementando sus fuerzas hasta el máximo que permitieran los escasos

recursos de armamento, dinero y víveres.

Como único auxilio, el Consejo de Regencia ponía a disposición de Mendizábal varias

docenas de veteranos jefes, oficiales y subalternos del 5º y 6º Ejércitos (muchos de ellos

862 Gaceta de la Regencia de las Españas e Indias, 26 de enero de 1811. 863 AHN, D-C, Legajo 139, nº 71. 864 AGMS, 1ª Sección, Legajo M – 2.766.

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381

oriundos del norte de España) para que marcharan con él hacia Galicia y desde allí

llegaran al norte de España. Estos se unirían a los que ya estaban con Renovales en

Potes. Con sus conocimientos y experiencia habrían de mejorar el adiestramiento y

disciplina de los cuerpos francos guerrilleros, que actuaban en la retaguardia francesa:

“Estado mayor General. Al Teniente General Don Gabriel de Mendizábal, digo con

esta fecha lo que sigue.

El Consejo de Regencia ha tenido a bien resolver que se forme un 7º Ejército, cuyo

distrito comprenderá el Reyno de Navarra, la Provincia de Guipúzcoa, la de Alava,

Señorío de Vizcaya y la parte de Castilla que se halla a la izquierda del Ebro,

incluyendo las Montañas y costa de Santander.

Y Su Alteza, atendiendo a los conocimientos y servicios particulares de V.E., su celo y

acendrado patriotismo, se ha servido conferirle el mando en Jefe de dicho Ejército para

cuando se realice su formación y arreglo.

Ha nombrado al mismo tiempo Comandante de la Vanguardia al Brigadier Don Juan

Díaz Porlier con la División de su mando, el cual será Comandante General interino de

aquella demarcación, exceptuando por ahora la de Navarra, donde obra la División de

Espoz y Mina, hasta que desembarazado V.E. de las graves atenciones que le rodean, y

dadas por el Gobierno las disposiciones convenientes para la organización de aquel

Ejército, reciba V.E. de Su Alteza nuevas órdenes, que al efecto se le comunicarán.

De todo lo cual doy también el correspondiente aviso con esta fecha a Porlier. Lo

traslado a V.S. de orden del Consejo de Regencia para su inteligencia. Dios guarde a

V.S. ms. Años. Isla de León, 20 de febrero de 1811”865

Gabriel de Mendizábal, con admirable brevedad y laconismo supo resumir, en apenas

una línea de su hoja de servicios, la ardua misión que se le encomendaba:

“En julio de 1811 se le dio el dificilísimo mando del 7º Ejército, siempre rodeado de

enemigos y siempre observado866“

Desde luego, la puesta en marcha del nuevo 7º Ejército y el reconocimiento de la

autoridad de Gabriel de Mendizábal y de Juan Díaz Porlier por los grandes comandantes

865 AGMS, 1ª Sección, Legajo M-2.766. 866 Ibídem.

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382

guerrilleros castellanos, navarros, vascos y cántabros, no fue sencilla ni inmediata. Se

iba a necesitar de tiempo, y mucha mano izquierda, en el ejercicio del mando.

Mendizábal habría de encontrar los puntos de interés comunes entre el gobierno, el alto

mando militar y los jefes guerrilleros para lograr el objetivo colectivo de vencer al

invasor. En su haber hay que señalar que Mendizábal lo logró:

“Con esfuerzos y acciones que solo pueden graduarse por quien esté enterado del

estado y circunstancias de aquella época en que hubieron de hacerse cosas superiores

a toda esperanza en el año de 1811, y por las que las Cortes le escribieron un oficio de

gracias “867

La rebelión y motín de las fuerzas de Renovales y su destitución del mando

(febrero – mayo de 1811)

“Los esfuerzos de Mendizábal por reunir a unas guerrillas que se formaban sin cesar, como ruinas dispersas con las que formar algo superior y útil y a veces vano, sin embargo, con gran tesón y voluntad gracias a activos mandos, lograron mantener unos vínculos entre unas guerrillas dispersas y el gobierno del reino. Lograr someter a todas las guerrillas a una dirección iba a suponer la mayor de las ventajas. Sin embargo, actuando como ejército regular, las guerrillas solo podrían sostenerse por poco tiempo ante un enemigo muy superior debido a la falta de suministros” Schépeler de, Bertold A. von. (1829 – 1831) 868

Como ya hemos relatado, los nombramientos de Mendizábal y Porlier por la Regencia

anulaban el anterior mando de Renovales de Comandante General de las Provincias del

Norte. Por carta del 23 de marzo desde Ribadeo a su superior Mahy en La Coruña,

Porlier le daba cuenta de los primeros pasos que estaba dando para cumplir las órdenes

867 Ibídem. 868 Schépeler de, Bertold A. von. (1829 – 1831) Histoire de la Révolution d´Espagne et de Portugal ainsi que de la guerre qui en resulta, [Liége], Desoer Editeur. Tome III, p. 338.

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383

del gobierno. Las mismas llegaban a tiempo de empezar a solucionar un grave problema

de organización y disciplina de las tropas regulares y cuerpos francos que combatían sin

coordinación, ni el suficiente apoyo logístico de cada Junta Provincial:

“Mi estimado general, seremos desgraciados por mucho tiempo y difícilmente se podrá

sacar partido alguno de las tropas mientras no se las organice y entrene como

corresponde. Es preciso además que se aniquilen las parcialidades y el espíritu de

Provincialismo que fomenta las divisiones más perjudiciales. Digo esto por lo que

ocurrió en la última acción en la que habríamos perdido la mitad de las tropas si la

caballería no las hubieses salvado todas. Fue imposible contener el desorden de la

Infantería y nada bastó a impedir su azoramiento y pavura.

Yo recibí al día siguiente de la acción la orden del Rey para mi nuevo destino y me

vine a esta para trabajar e ir dando los primeros pasos con que pueda preparar el buen

éxito de la empresa.

Por ahora no pienso salir tan pronto del Principado, ya porque no me parece que

conviene con las últimas ocurrencias, ya porque antes de todo es preciso que sin llamar

la atención del enemigo y quitándole antes bien todo recelo, vaya organizando en la

montaña alguna fuerza con que pueda sostener las medidas que quiera el Gobierno

tomar para la formación del Séptimo Ejército […]”

Porlier iba a enviar también a varios puntos de la montaña cuadros de oficiales y

subalternos de sus unidades (junto con suministros de armas y municiones establecidos

en almacenes ocultos y de difícil acceso) para efectuar reclutamientos. Para ello Porlier

solicitaba a Mahy que le enviaran oficiales escogidos para completar sus cuerpos, y

entre ellos dos más experimentados de ingenieros y artillería. Igual, y acertadamente,

establecía Porlier que, en primer lugar, había que lograr el establecimiento de una ruta

segura entre Galicia y todos los distritos del Séptimo Ejército (Cantabria, Vascongadas,

Navarra y norte de Castilla la Vieja) por la cordillera, y que ello iba a ser su primer

objetivo operacional. Entre tanto, había dado órdenes para reunir bajo su mando algunos

de los cuerpos no adscritos a su veterana “División de Vanguardia”:

“He mandado ya reunir las Partidas de Renovales y de Laredo, y la mayor parte de la

infantería de esta división está en Laciana para proteger los primeros pasos de esta

Page 384: LA DECISIVA PARTICIPACION DE LOS 6º Y 7º EJERCITOS ...

384

empresa y auxiliar al mismo tiempo las operaciones de Asturias. La caballería con

algunos reclutas y los cuadros están en el Navia.

Dígame Vs si aprueba mis primeros pensamientos y ayúdeme cuanto pueda a

ejecutarlos […]”869

El 18 de abril Porlier recibiría confirmación expresa de su capitán general, Nicolás

Mahy, de poner a sus órdenes a las fuerzas de Renovales. Igualmente y previéndose que

Mendizábal tardaría en tomar posesión de su nuevo puesto, la Regencia elegiría como 2º

al mando y comandante general interino del nuevo 7º ejército al brigadier Juan Díaz

Porlier el 19 de mayo de 1811, que, tras los éxitos de sus operaciones en el verano

anterior, se hallaba en aquel entonces en Ribadeo intentando recabar más hombres y

recursos para potenciar su división, muy debilitada y que apenas llegaba a los efectivos

de una brigada. Así nos lo certifica el mismo Nicolás Mahy:

“Habiendo determinado Su Alteza, la Regencia del Reino que pasase el citado

Brigadier (Porlier) con su División a organizar el 7º Ejército y establecer su base

ínterin llegaba el General Mendizábal, me pidió el referido Brigadier algunos cuadros

de oficiales y yo le entregué los que pertenecían a los cuerpos del General Renovales

con los que se principió a fomentar aquel Ejército” 870

Efectivamente, ya el 2 de febrero de 1811, Mahy (tras tener conocimiento en La

Coruña de la Real Orden de la Regencia del 30 de diciembre que reorganizaba todos los

ejércitos de campaña españoles), habría enviado órdenes a Renovales para que

contramarchara desde la Liébana hacia Villafranca del Bierzo a la espera de nuevas

resoluciones del alto mando. Pero el vizcaíno desobedeciendo, reafirmó sus propósitos

de establecerse en Potes como comandante general de las Provincias del Norte.

Mariano de Renovales chocaría rápidamente con Porlier. Ya el 24 de marzo, Porlier

había comunicado a Mahy que:

869 IHCM, CDB, Año de 1811, Carpeta 34. 870 Certificación del Teniente General Nicolás Mahy Romo de los servicios prestados por Juan Díaz Porlier, El Ferrol, 30 de mayo de 1811. AGMS, 1ª Sección, Legajo D – 568.

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385

“Renovales intercepta todos los pliegos, arresta a mis oficiales y soldados, arresta a los

suyos que quieren separarse de él, como ha sucedido con el que hacía de Sargento

Mayor del Batallón de Guipúzcoa”871

Efectivamente, el conocimiento en Potes por los jefes y oficiales de los cuerpos de

Renovales, de las órdenes recibidas desde La Coruña y el ver la situación de

desobediencia en la que iban a incurrir con su capitán general, crearon serias

disensiones entre los partidarios de seguir con comandante vizcaíno y los que deseaban

dar cumplimiento a los mandatos recibidos desde La Coruña.

La situación interna se iría agravando durante el mes de marzo, solo aminorada el día

17 por el combate trabado por Renovales con sus batallones en el puente de Santa Lucía

(valle de Cabezón de la Sal) contra una columna francesa sobre la ruta de Santander a

Castilla. En la misma Renovales sería gravemente herido por un disparo en el cuello, lo

que le obligó a retirarse a Potes y guardar cama.

En las órdenes remitidas a Renovales, Mahy le había pedido que sus batallones de

Guipúzcoa y Santander debían de regresar a Villafranca del Bierzo, a fin de ser allí

reequipados y completadas sus plantillas (dentro del plan de reorganización que Porlier

había establecido para reforzar a la división cántabra, la cual habría de convertirse en la

Vanguardia del 7º Ejército). Sólo habría de quedar en la Liébana el Batallón de

Encartaciones a fin de mantener viva la llama de la insurrección.

Porlier, tras dar cuenta de las órdenes que tenía a Renovales enviaría a Potes al

Coronel Andrés Marquestá872 del 2º de Tiradores de Castilla, para hacerse con el mando

de sus batallones.

El Comandante vizcaíno, que permanecía convaleciente en el pueblo de Perroso,

cercano a Potes, de su grave herida, volvería a negarse en redondo a perder su mando,

exigiendo a Porlier y a Mahy que se le remitiera documentación oficial en que se

certificara el cambio de su anterior nombramiento por el Gobierno.

Igualmente, Renovales arrestó al teniente coronel Pedro Velarde del 1º de Tiradores

cántabros que se había adelantado a Marquestá para reconocer la ruta. También, y bajo

871 IHCM, CDB, Legajo 20, Carpeta 58. 872 AGMS, 1ª Sección, Legajo M – 800. Natural de Gandía, Noble, alistado en 1787 como Cadete en el Regimiento de Aragón. Veterano de la defensa de Ceuta y de la Guerra de la Convención en el frente de Aragón. También de la Campaña de Portugal en 1801. Al comienzo de la Guerra de la Independencia es Capitán de Granaderos en su regimiento, participando en las batallas y acciones de Medina de Rioseco, Bilbao, Zornoza, Valmaseda y cae prisionero en el Puerto de Manzanal durante la retirada invernal de La Romana a Galicia. Se fuga y llega a Asturias, siendo destinado con Porlier y ascendido a teniente coronel, con el que sirve durante la mayor parte de la guerra.

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386

amenaza de ser fusilados por rebelión, dos de los sargentos mayores de Renovales que,

junto a varios de sus oficiales, se habían manifestado dispuestos a acatar las órdenes

recibidas de Nicolás Mahy, fueron arrestados en la noche del 28 de marzo:

Buenaventura Tomasa (del batallón de voluntarios de Guipúzcoa) y José Ramírez de

Aburruza (batallón de Encartaciones). Por carta que lograron hacer pasar a Mahy del 8

de abril desde Potes, Tomasa y Aburruza, relataron lo sucedido. Como la mayor parte

de los oficiales (salvo los comandantes de batallón, Fermín Iriarte y Mariano Cortés),

estaban dispuestos a partir hacia el Bierzo, se les había detenido con guardia militar;

asegurando Renovales, a voz en grito, que los iba a hacer fusilar, cosa que impidió el

buen juicio de un ayudante de campo (Manuel Quintana). Aún así, el vizcaíno trató de

que fueran juzgados por la Junta establecida en Potes sin ninguna garantía; y al saber

que llegaba el destacamento cántabro del coronel Marquestá, Renovales había ordenado

que los sacaran al monte para, según ellos, fusilarlos. Afortunadamente la intervención

del comisionado de Porlier lo impidió. Ambos sargentos mayores solicitaban de Mahy

justicia y el que se viera su causa en un consejo de guerra para quedar exonerados873.

Efectivamente, Andrés de Marquestá, con resolución y gran presencia de ánimo había

actuado con rapidez. Tras lograr comunicarse con Velarde y conocer lo sucedido avanzó

tomando los accesos a Potes y Perroso para, a continuación, el 4 de abril, conminar a

Renovales a acatar las órdenes del Consejo de Regencia. Marquestá comunicó también

a los comandantes de Renovales que no obedecieran otras órdenes que las suyas.

Como ni Renovales ni sus leales (en especial el batallón de Santander874) hicieron

intención de someterse, Marquestá entró con sus fuerzas en Potes y Perroso. No hubo

resistencia y los cántabros liberaron a Velarde, a Tomasa y a Aburruza, arrestando a su

vez a Renovales (que fue tratado con consideración por su grado y sus heridas). Los

liberados aseguraron a Porlier que debían la vida a la resolución del coronel Marquestá.

A todo esto, Mahy había remitido el 30 de marzo, igualmente, órdenes personales y

terminantes a los jefes de los batallones de Guipúzcoa y de Encartaciones haciéndoles

saber que pasaban a estar al mando de Juan Díaz Porlier:

873 Ibídem. 874 Este Batallón, de corta vida, había sido creado en noviembre de 1810 en El Bierzo. Comandante al mando, Juan de Ugartemendía. Este cuerpo sería disuelto por orden de Mahy, tanto para dar ejemplo como para reforzar con sus efectivos a los otros tres batallones de Renovales. AHN, D - C, Legajo 139, nº 1, Estado de fuerza de la División de Vanguardia del 28 de julio de 1811, Potes, nota 2ª, y Sañudo Bayón, J. J. (2007) Base de datos…Ob. cit.

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“[…] El Supremo Gobierno ha supuesto se forme el 7º ejército a las órdenes del

Teniente General don Gabriel de Mendizábal y de su segundo interino el Brigadier don

Juan Díaz Porlier, cuyo mando comprende desde las montañas de Santander, inclusive,

hasta la Navarra por toda la izquierda del Ebro. Vuestras mercedes se encuentran ya

en la Liébana y deberán reconocer por su jefe natural al expresado Sr. dn Juan Díaz

Porlier, porque así lo manda el Rey y en su Real Nombre el Supremo Consejo de

Regencia, y de quedar ejecutada la voluntad de Su Majestad por Vms y su Tropa espero

el correspondiente aviso para trasladarlo a su Soberana noticia”875

El 13 de abril Mahy hacía votos al mayor general de la disuelta división Renovales,

Juan de Ugartemendía, por el pronto establecimiento de un 7º ejército en el norte de

España que pudiera apoyar al 6º ejército de Galicia:

“Las circunstancias del día exigen que VS reúna bajo sus órdenes todas las tropas que

componían la división del general Renovales a la de la Cántabra que VS mandaba, a

fin de poder sostenerse en aquel País e imponer al enemigo, a este efecto daré orden al

comandante de Guardias Nacionales a quien se reunió la oficialidad y algunos

individuos del Batallón de Santander, cuyo Jefe don Juan de Ugartemendía es oficial de

mucho mérito[…] Cuente VS que cuantos auxilios estén de mi parte prestarle se los

franquearé en justa retribución de las ventajas que deben resultar a este 6º ejército de

que el 7º se ponga cuanto antes en disposición de poder obrar en conveniencia”876

Con la misma fecha, el capitán general de Galicia, ordenaba a Ugartemendía seguir

fielmente las órdenes del comandante interino del 7º ejército, Díaz Porlier:

“La necesidad de proporcionar al 7º Ejército un pie de tropa bien disciplinado y siendo

virtualmente perteneciente a él la que fue destinada a operar en las Provincias

Vascongadas bajo las órdenes del General Renovales, a pesar de la Real Orden que

motivó la frustración de la Expedición a la costa cantábrica para que hiciera parte del

Ejército ínterin Su Majestad ordenaba otra cosa, he determinado que VS con el cuerpo

que manda, reunido al de Santander, se considere desde luego a las órdenes inmediatas

875 IHCM, CDB, Legajo Carpeta 58. El 22 de marzo de 1811 Mahy había comunicado también a Francisco de Longa la creación del 7º Ejército, aclarándole que dejaba de estar a sus órdenes, y que sus nuevos superiores serían Gabriel de Mendizábal y Juan Díaz Porlier. 876 Ibídem.

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388

del Brigadier don Juan Díaz Porlier, Comandante General interino del 7º Ejército que

se halla disponiéndose en Ribadeo para pasar a tomar el mando que la Suprema

Regencia le ha conferido.

VS como que reúne a la inteligencia en táctica y manejo de la tropa ligera los

conocimientos facultativos del ramo de Artillería deberá ser de la mayor importancia

para llenar las intenciones del Gobierno Supremo en la formación de un Ejército que

comprende todo el País que VS conoce como el de su oriundez, y lo es también de la

mayor parte de los oficiales bajo sus órdenes”877

Por su parte, el pueblo de Potes y la Junta de Santander allí establecida (que habían

apoyado a Renovales hasta su arresto) protestaron de lo sucedido ante la Regencia, sin

mayores consecuencias.

Para acabar de aquietar la situación en la Liébana, Porlier nombró gobernador militar

y comandante general de la provincia montañesa al activo coronel Marquestá y partió

desde Asturias, haciendo su entrada, a primeros de mayo, en Potes con su estado mayor

y el resto de cuerpos de la división cántabra. Desde allí, el brigadier iniciaría la

organización del 7º ejército, a la espera que llegara desde Extremadura Mendizábal.

Potes se convertía en el cuartel general del 7º Ejército.

Respecto a Renovales, no sería hasta pasados varios meses en que el vizcaíno

aceptaría, de mala gana, la autoridad de Mendizábal, recibiendo en premio de

“consolación” el mando de una de las nuevas divisiones guerrilleras del 7º ejército, la 4ª

Vascongada.

La formación de las grandes partidas guerrilleras del norte de España,

antecedentes organizativos (1808 – 1810)

En enero de 1809, tras la contraofensiva imperial, encabezada por Napoleón en

persona, con la toma de Madrid, la derrota campal de los ejércitos españoles y británico,

y la ocupación de todo el norte peninsular, aparentemente la guerra estaba finalizada.

877 Ibídem.

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389

Madrid había caído y todas las fuerzas regulares españoles se encontraban en retirada y

dispersas. Así lo creyó Napoleón, Europa y las colonias americanas.

Pero la España patriota no se dio por vencida; ni las juntas, ni el pueblo, ni los

mandos militares y tropas españolas. Los ejércitos volverían a levantarse y en los

territorios controlados por los imperiales, partidas irregulares (mezcla de civiles,

soldados dispersos, y, a veces, simples delincuentes) comenzarían a hacer la guerra por

su cuenta. Algunas de estos “Partidarios” trataban sólo de sobrevivir como fuera. El año

de 1809 vería aparecer, pues, una nueva forma de hacer la guerra en varias regiones de

España:

“Hubo sitios en que combatía toda la población; así acontecía en Cataluña, así en

Galicia […] en otros parajes levantáronse bandas de hombres armados, a las que se

dio el nombre de guerrillas […] engruesábanlas con gente las dispersiones de los

Ejércitos, la falta de ocupación y trabajo, la pobreza que resultaba, y, sobre todo, la

aversión contra los invasores”878

Está estudiado, y es conocido en bastante profundidad, como este tipo de guerra

irregular (revolucionaria si se quiere y que causaba temor entre las propias clases

dirigentes, y mandos militares patriotas, por escapar a la disciplina militar y ocultar, a

veces, actos de puro y endémico bandolerismo y delincuencia 879) se convirtió, tras los

desastres de las fuerzas regulares aliadas en 1808 y 1809, en un poderoso resorte para

reactivar la guerra contra el invasor.

La derrota de los mariscales Ney y Soult de Galicia en el verano de 1809 en el

noroeste de la Península Ibérica, demostró a los líderes patriotas lo que la guerra

irregular y popular podía llegar a lograr. En concierto con las tropas regulares de La

Romana y las británicas de Arthur Wellesley en Oporto, la fuerza de la guerra popular

(en su versión gallega de las famosas alarmas) había contribuido positivamente a liberar

Galicia y Portugal. Como bien afirma Charles Esdaile, la Junta Central comprobó con

alivio que, a pesar del colaboracionismo afrancesado, de la pérdida de las ciudades y de

la derrota de sus ejércitos regulares, había posibilidades de defender con éxito la España

rural. La “guerra de partidas” obligaba a diseminar sus fuerzas a las tropas imperiales de

878 Queipo de Llano, J. M. (1953) Historia del Levantamiento… Ob. cit., Libro VIII, p. 186. 879 Esdaile, Ch. (2003) Los Guerrilleros españoles, 1808 – 1814: el gran malentendido de la guerra de la Independencia, Revista Trienio, Ilustración y Liberalismo, Revista de Historia, nº 42, Pp. 55-76 [Madrid], y (2004) España contra Napoleón. Guerrillas, bandoleros y el mito del Pueblo en Armas (1808 – 1814).

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390

tal manera que llegaban a ser vulnerables y debilitaban los intentos de los generales

franceses para concentrar sus fuerzas contra las tropas regulares aliadas.880

Ya el 5 de abril de 1809, el general Kellerman (gobernador militar del norte de

España) había dictado desde Valladolid una primera orden general de 13 artículos

destinada a la población y autoridades locales de Guipúzcoa, Vizcaya, Alava, Burgos,

Santander, Valladolid, Palencia, León, Zamora, Toro, Salamanca y Avila. En ella y ante

los ataques (que no cesaban) a soldados franceses aislados, los correos, y aún hasta a

pequeños destacamentos, el mando imperial imponía un férreo régimen policial y las

penas militares más severas.

Por otra parte, un punto que no ha llamado demasiado la atención de los historiadores

es la figura del, poco valorado, marqués de La Romana (un alto mando aristocrático del

ejército, veterano de la guerra de la Convención y buen conocedor del ejército imperial

con el que había servido en Alemania y Dinamarca) como impulsor de la guerra

irregular de pequeñas partidas (tanto de soldados como de civiles, o mixtas).

Ya por orden suya (durante la retirada invernal de 1808 del Ejército de la Izquierda

hacia León tras la derrota en Espinosa de los Monteros) varias unidades regulares

quedaron en la cordillera Cantábrica a fin de mantener viva la guerra en las montañas

del norte peninsular.

Igualmente, en los primeros meses de 1809 y como capitán general de Galicia, La

Romana impulsaría la guerra de guerrillas en todo el noroeste español, auxiliado por su

excelente jefe de estado mayor, el ya mencionado brigadier de artillería Juan José

Moscoso y Sequeira. Este redactaría incluso un pequeño manual titulado “Guerra de

Partidas” que se distribuiría a las autoridades locales y mandos regulares del ejército.

Durante los aciagos días del comienzo de 1809 en Galicia, La Romana haría un

llamamiento a la movilización y armamento general de toda la población gallega en

edad militar para que se enfrentase al invasor y diera tiempo, así, a reconstruir las

fuerzas regulares:

“Hostigar al enemigo sin cesar y vencerlo hasta en el menor detalle”881

También, los mandos del agotado Ejército de la Izquierda en Galicia, León y Asturias

recibirían instrucciones de no hacer combatir a sus batallones en línea, sino de

880 VVAA (1809) El Semanario Político [Sevilla], 27 de julio de 1809. 881 Esdaile, Ch (2006) España contra Napoleón…Ob. cit., p. 184.

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utilizarlos en orden abierto y en pequeñas Partidas882. Siguiendo el ejemplo de guerras

de la antigüedad, ante la superioridad de un enemigo imbatible en una guerra

tradicional, se imponían nuevos métodos de lucha irregular.

Por su parte, la Junta Suprema Central intentaría, ya a finales de 1808, promover y

regularizar este tipo de “guerra pequeña” llevada a cabo por civiles armados, con

medidas legales que la reconocían, y aseguraban a los guerrilleros, incluso, un

porcentaje del botín conseguido:

“La Junta Central, sin embargo, previendo cuan provechoso sería no dar descanso al

enemigo […] imaginó la formación de estos cuerpos francos, y al efecto publicó un

reglamento en 28 de diciembre de 1808883 en que despertando la ambición y excitando

el interés personal, trataba al mismo tiempo de poner coto a los desmanes y excesos

que pudieran cometer tropas no sujetas a la rigurosa disciplina de un ejército. Nunca

se practicó este reglamento en muchas de sus partes, y aún no había circulado por las

provincias, cuando ya las recorrían algunos partidarios”884

A este reglamento seguiría el 17 de abril de 1809 “La Instrucción para el Corso

Terrestre”. Por la misma, la Junta Central daba cobertura legal a la guerra de civiles

armados contra las fuerzas imperiales, como si se tratara de la guerra en el mar. Así

rezaba el capítulo 1º:

“Todos los habitantes de las Provincias ocupadas por las tropas francesas, que se

hallen en estado de armarse, están autorizadas para hacerlo, hasta con armas

prohibidas, para asaltar y despojar, siempre que hallen coyuntura favorable en

particular y común a los soldados franceses, apoderándose de los víveres y efectos que

se destinen a su subsistencia; y, en suma, para hacerles todo el mal y daño que sea

posible; en el concepto de que se considerará este servicio como hecho a la Nación y

será recompensado en proporción de su entidad y consecuencias”885

882 Instituto de Historia y Cultura Militar, Colección ”Duque de Bailén”, Año de 1809, Carpeta 18, Ejército de Galicia, Comunicaciones. Orden General a los Comandantes de División del 24 de abril de 1809. 883 Gaceta del Gobierno, Nº 6, Año de 1809, 3 de febrero, pp. 2 – 7. 884 Queipo de Llano, J. M. (1953) Historia del Levantamiento…Ob. cit., 885 Moliner Prada, A. (Edición) (2.007) La Guerra de la Independencia en España, 1808 – 1814. Capítulo 4º El Fenómeno Guerrillero [Barcelona], P. 134. En el artículo 21º de dicho reglamento la Central prohibía expresamente que dichas Partidas se nutrieran con dispersos y desertores del Ejército.

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392

A esta normativa seguiría en julio de 1812 “El Reglamento para las Partidas de

Guerrilleros”.

El 1 de enero de 1809, la Junta Central había aprobado un “Manifiesto de la Nación

Española a la Europa” en el que justificaba la movilización para la guerra de toda la

población civil ante los actos de barbarie cometidos por las tropas imperiales desde el

comienzo de la guerra. A su juicio, los franceses eran:

“[…] monstruos feroces, no hombres, contra los cuales todos los medios de venganza,

todos los medios de exterminio, por horribles, y sin ejemplo que se los suponga, están

autorizados”886

El tipo de guerra de partidas a desarrollar no era sólo exclusiva de los cuerpos francos.

Ya desde 1809 en León, Zamora y Asturias, por órdenes del comandante de división

Francisco Taboada Mosquera y Gil, varios destacamentos regulares del 6º ejército

llevaban tiempo ejecutando acciones de guerra irregular. Dos “columnas volantes” de

2.000 soldados, escogidos de entre las compañías de cazadores de varios regimientos, al

mando de dos experimentados coroneles de milicias provinciales, Manuel

Mascareñas887 y Manuel de Navas888, habían venido realizando numerosas incursiones

en profundidad, por entre las líneas imperiales y al abrigo de los montes de León,

logrando con ello fijar numerosas tropas francesas en las riberas del Esla y del

Orbigo.889

Por su parte, en la cordillera Cantábrica, el Coronel Federico Castañón y Lorenzana,

tras conseguir escapar de la rendición de Zaragoza, había formado en septiembre de

1809 (luego de su ascenso a brigadier) un batallón provisional de Tiradores de León y

otro escuadrón de húsares del mismo nombre. Tras ser nombrado “Comandante de

Reunión” por el general de la 4ª división del ejército de la izquierda, Juan José García,

combatiría con un contingente de unos 500 soldados (procedentes de varias unidades y

dispersos), en los meses siguientes y al abrigo de las montañas, contra las tropas del

general Bonnet. Sus exitosas acciones de guerra irregular y golpes de mano le

886 Archivo Histórico Nacional (AHN), Sección Estado, Papeles de la Junta Suprema Central, Legajo nº 13, Manifiestos y Proclamas de la J. C. S. G. del Reino (1808). 887 AGMS, 1ª Sección, Legajo M – 2.149. Manuel Mascareñas Sardías. Coronel del regimiento de Monterrey en 1810. 888 AGMS, 1ª Sección, Legajo N – 181. Manuel Navas Campomanes. Sargento Mayor del Provincial de Lugo en 1808. Coronel del regimiento de Benavente en 1810. 889 Queipo de Llano, Memorias del levantamiento…Ob. cit. Libro XII, 1810, p. 270

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asimilarían a los cuerpos francos de guerrillas de tal manera que, incluso hoy, sigue

apareciendo equivocadamente, en algunas obras, como jefe guerrillero cuando en

realidad era un soldado profesional de 39 años procedente de las Reales Guardias de

Corps, donde había alcanzado el grado de teniente en la compañía italiana.890

En 1810 Castañón sería reforzado con dos regimientos y nombrado Comandante

General del Oriente del Principado, estando al mando de la División de la Derecha. Al

frente de ella colaboraría estrechamente con los Brigadieres Porlier y Pedro de la

Bárcena.

Por otra parte, ya a finales de 1810 el marqués de La Romana había dado

instrucciones precisas a la Junta de León para que se regularizaran, por todos los

medios, los Cuerpos francos de Guerrillas que actuaban en León y Tierra de Campos,

sujetándolos a la disciplina militar. Así lo consignó, el luego Presidente de la Junta de

Gobierno, Armamento y Defensa de León, Bernardo Escobar. Este regidor perpetuo del

Ayuntamiento de León en 1808, sería miembro activo de su Junta y elegido diputado a

Cortes en 1813, decantándose por el absolutismo al ser uno de los famosos firmantes del

Manifiesto de los Persas. El detallado Informe que hace el 25 de agosto de 1816 al

Capitán General de Castilla la Vieja, Francisco de Eguía, nos relata aquel proceso:

“Habiendo venido yo desde Badajoz, según lo acordado con el excmo. Marqués de La

Romana, para arreglar y dirigir las Partidas de Guerrilla en la Provincia y Reyno de

León, y llegado a la ribera de Gradefes en principios de septiembre de 1810, solo

encontré varios soldados dispersos que con el título de Defensores de la Patria

vagaban por los pueblos y aumentaban su aflicción. Procuré reunirlos, y con efecto lo

hice, y formé dos Partidas o Cuerpos francos, que fueron los titulados de (Benito)

Losada891 y Atanasio o “Manco”892. Aquel de 60 hombres, y este de 40 a caballo.

Enseguida, en el próximo enero de 1811, se formaron las Partidas de Granero o

Balmaseda893, de Gil, y de Carrande. La 1ª de unos 20 caballos, la 2ª de 14 infantes, y

la 3ª de 40 caballos.

890 AGMS, 1ª Sección, Federico Castañón y Lorenzana. Legajo C – 1.982. 891 Dedicado tanto a hacer la guerra a los franceses como (según varios informes) a incrementar su fortuna personal, ayudaría también en ocasiones a la Junta de León en la reunión de víveres; así hay constancia el 27 de noviembre de 1810 en las Actas de la Junta de León, de que pondría a disposición de la misma 24 reses vacunas, que acababa de tomar a los franceses. 892 Rodríguez Solís, E. (1930) Los Guerrilleros de 1808. Historia Popular de la Guerra de la Independencia [Madrid]. Tomo II, P. 104. 893 Manuel Balmaseda, levantaría un escuadrón.

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La de Losada se aumentó y llegó, después, a 170 y a 200 caballos, por haber

incorporado en ella la de Atanasio, con motivo de su muerte ejecutada por los

franceses. Entonces se formó también la de Borbón o Príncipe894, y aunque al principio

era de pocos soldados de Borbón y los que quedaron de la reunión que hizo Acedo Rico

en Cea y Sahagún, que deshicieron los franceses entre Saldaña y Guardo, llegó a tener

unos 600 caballos.

Luego, habiendo yo pedido oficiales al general don Francisco Taboada, y

enviándome primero al Teniente Coronel don Cayetano de la Puente y el Coronel don

Pablo Mier, se formó la 2ª Legión de Castilla895 en Almanza e inmediaciones. En ella se

refundió la Infantería que había y agregados los mozos sacados, compusieron la fuerza

de 1.300 a 1.400 hombres, cuyo mando quedó a Mier; y al de Puente se puso la

Caballería.

Enseguida se formó la partida de Padilla que llegó a constar de 200 caballos y como

otros tantos infantes […]

El cuerpo de Borbón se tituló después de Marquínez, más siempre fue el jefe

principal, Puente”896

De igual manera, en 1811 el mando del 6º Ejército volvería a insistir en el

agrupamiento de todas las Partidas de Guerrillas que actuaban en León, Zamora y Tierra

de Campos, bajo mando militar. Así nos lo relata el Conde de Toreno:

“Tampoco se descuidó el de las guerrillas del Distrito, habiéndose facultado al coronel

don Pablo Mier 897 para que compusiese con ellas una Legión llamada de Castilla.

Muchas se unieron, y otras por lo menos obraron de acuerdo y más concertadamente “

Lógicamente no todas las Partidas de Guerrilla se sometieron a la jurisdicción militar

y de las Juntas Patriotas Provinciales. En otro informe posterior a la guerra el (ya

894 Esta Partida recibiría el nombre de Húsares Francos de Valladolid. Llegaría a contar con hasta 640 jinetes y quedaría integrada en el 5º Ejército de Extremadura junto a los Cuerpos de Julián Sánchez y Juan Palarea. El 2º al mando de esta Partida era el vallisoletano Lorenzo Balén. La partida contaría incluso con un capellán, el padre Pereira, que, tras su captura por los franceses, delataría a buena parte de sus compañeros causando la detención de 150 guerrilleros, informadores y simpatizantes de la Partida, en Valladolid. Fuentes: AHDL, Informe del zapatero Hilario Balén a la Junta de León, Actas de la Junta de León, 14 de febrero de 1812. 895 Comandante de la misma sería el antiguo Capitán de caballería del regimiento del Rey veterano de Dinamarca, el Coronel Simón Manso, de 29 años de edad en 1808 y alistado en 1789 como cadete. El 27 de febrero de 1812 el general Javier Abadía le haría Comandante Militar y Político de las Montañas de Castilla, con jurisdicción desde las montañas de Santander hasta la izquierda del Esla y derecha del Duero. AGMS, 1ª Sección, Legajo M – 405. 896 (AHML), Año de 1816, Capitanía General, Legajo 186, nº 111. Informe del Regidor Bernardo Escobar. 897 Pablo Mier Mestas. Había sido Segundo del general José María de Santocildes.

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mencionado en capítulos anteriores) coronel de caballería Juan López de Fraga898,

subinspector de cuerpos francos desde 1811 en el occidente de Castilla la Vieja 899, lo

manifiesta sin ambages:

“[…] respecto a las que hacían el Corso Terrestre en localidad de esa Provincia

(León), jamás quisieron obedecer mis órdenes, por consiguiente, nunca me dieron parte

oficial de las Acciones que tuvieron con los enemigos. Fundamento con que debe fijarse

parte del resumen histórico; que era público y notorio que las Partidas de Padilla y

Losada, que eran las que andaban por esas inmediaciones, cometieron mil desórdenes,

que la única que observó buena conducta fue la denominada del “Granero”, monje

benedictino, esto es en cuanto a no perjudicar a los pueblos, pero ignoro tuviese alguna

acción con los enemigos. Esto he deducido de los estados y relaciones de las partidas

que estuvieron a mis órdenes”900

De igual manera, desde la segunda mitad de 1811, los generales Castaños y

Ballesteros, comandantes del 5º y 2º Ejércitos, habían iniciado también una sistemática

regularización de los cuerpos francos que actuaban en sus territorios. Las partidas

habrían de organizarse en escuadrones de húsares francos. Un subinspector de guerrillas

con autoridad legitimada y mando militar habría de aplicar cualquier medida necesaria

para lograrlo, así como para la destrucción de cualquier banda armada que se negara a

cumplir las órdenes de las Autoridades civiles y militares legítimas.901 Así lo recuerda el

mismo Juan López de Fraga:

“La fuerza de las guerrillas excitó la política del general en jefe (Castaños) a crear

escuadrones de húsares con la denominación de la Provincia o Partido en que se

habían levantado, y mandó se formase una instrucción de la que se debía entregar un

ejemplar a cada comandante, dejando otro en la Subinspección de mi cargo, firmado de

su puño, con juramento formal de observarla […] Determina el general en jefe crear

898 Juan López de Fraga, AGMS, 1ª Sección, L- 1.477. 899 Sánchez Fernández, J. (2001) Un espía español en la Guerra de la Independencia. El capitán Juan López de Fraga. Revista de Historia 16, nº 298, pp. 106 – 108. 900 (AHML), Año de 1816, Capitanía General, Legajo 186, nº 111. Informe del Comandante Juan López de Fraga. 901 Sánchez Fernández, J. (2.002) Valladolid durante la Guerra de la Independencia… Ob. cit. Capítulo 3.5.2, ver nota nº 1.122.

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escuadrones de húsares francos de las partidas que eran antes de guerrilla y, a

propuesta del general España, se me hace Subinspector de dichos cuerpos”902

En el verano de 1811, el momento era favorable; los franceses habían fracasado ante

Torres Vedras y evacuaban Portugal. Los efectivos regulares españoles habían vuelto a

subir a los 160.000 hombres (aunque seguían manteniéndose dispersos, operando por

líneas exteriores y con una baja operatividad por la falta de dinero y armas).

Como ya hemos apuntado, en 1809 España se mostraba ante Europa inerme,

aparentemente vencida. Bonaparte conocía bien que al descabezar la corona de España,

privaba al país de un gobierno político y militar eficaz. Por otra parte, desde el punto de

vista estratégico, España, al igual que Gran Bretaña, era una potencia eminentemente

naval con un pequeño ejército y poca experiencia y recursos para afrontar una larga

campaña en tierra.

Nadie en Europa se sorprendió de que los pequeños ejércitos españoles fueran batidos

en 1808 y 1809. El valor de la resistencia española radicó en constatar que la nación,

que empezaba a formarse, no se rindiera, que los generales españoles siguieran

presentando batalla con nuevos ejércitos, que la población civil se uniera, en ocasiones,

a la lucha, que las bandas de “brigantes” y desertores se convirtieran en guerrilleros, y

éstos en unidades militares regulares con el paso de los meses.

Ha sido estudiado también como el fenómeno guerrillero cobró más fuerza en la mitad

norte de España, tanto por las características socioeconómicas de la población, como

por la accidentada orografía que favorecían en España y Portugal la aparición y

sostenimiento de las guerrillas. En el norte peninsular predominaban los pequeños

campesinos propietarios, más dispuestos a defender la “patria más inmediata” (sus

familias, sus pueblos, su comarca, sus escasos medios de vida y propiedades) de la

rapiña de los ejércitos imperiales903. Un pueblo falto de Libertades Políticas y nunca

educado en ellas, gobernado desde la derrota de los Comuneros en 1521 en el

autoritarismo, necesitaba muchas veces de una realidad más tangible e inmediata por la

que luchar que los idealistas llamamientos a “la Patria, la Religión o el Rey”. Las

rapiñas francesas, la necesidad extrema de los campesinos de defender sus escasos

medios de vida, junto con la propaganda patriota de la Iglesia, la tradicional xenofobia

española y la nefasta política terrorista militar imperial de represalias y tierra quemada,

902 López Fraga, J. L. (1814) El Coronel don Juan López de Fraga manifiesta a V. M…. Ob. cit., p. 47. 903 Tone, John L. (1.999) La Guerrilla española y la derrota de Napoleón [Madrid].

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no hicieron más que enervar y reconducir estos sentimientos populares latentes hacia

una renovación de la lucha:

“En todo el camino carretero de Francia, desde Burgos a las lindes de Alava, y en

ambas riberas, por aquella parte del Ebro, hormiguearon de muy temprano las

guerrillas. Tenía la codicia en que cebarse con la frecuencia de convoyes y pasajeros

enemigos; y muchos de los naturales, dados ya, desde antes, al contrabando por la

línea de aduanas allí establecida, conocían a palmos el terreno y estaban avezados a

los riesgos de su profesión, imagen de los de la guerra”904

Efectivamente, una de las razones más poderosas del nacimiento de las guerrillas tuvo

poco que ver con el patriotismo y fue provocada, más bien, por la voracidad del Ejército

Imperial en la Península. El mismo Bonaparte fue muy claro al respecto en sus

“Memorias de Santa Helena”, tratando de desviar su propia culpa:

“Las guerrillas se formaron a consecuencia del pillaje, de los desórdenes y de los

abusos de que daban ejemplo los mariscales en desprecio de mis órdenes severas. Debí

hacer un gran escarmiento mandando fusilar a Soult, el más voraz de todos ellos 905

Desde una realidad menos patriótica y romántica, la gran pobreza existente en el

campo español (agudizada tras la gran hambruna de 1804 - 1806906) había hecho del

bandidaje un fenómeno arraigado. Las numerosas aduanas interiores, aranceles y

monopolios estatales existentes en las Españas del antiguo régimen, originaban

igualmente otra endémica actividad, a cargo de numerosas bandas de contrabandistas

fuera de la ley. Para contrarrestarlas los gobiernos borbónicos habían desarrollado

durante el siglo XVIII pequeñas unidades locales armadas como el “Resguardo” que

estaban habituadas a continuas refriegas y emboscadas por toda la geografía peninsular.

Asimismo, diversos territorios de la monarquía, como Galicia, Vascongadas y

Cataluña disponían de cuerpos armados civiles de seguridad paramilitar como las

904 Toreno, Conde de, Ob. cit., p. 226. 905 Cases, Conde de Las (1.990) Memorial de Napoleón en Santa Helena. Reedición [Méjico D. F.]. El capítulo referido a la Guerra de España en las pp. 370 – 380. 906 Sólo en Castilla la misma causó una mortalidad del 7% de la Población. Alvarez Junco. J. (2.009) La Guerra de la Independencia y el surgimiento de España como Nación. Revista: Las Claves de la Razón Práctica, nº 192. Esta gran hambruna llegó a provocar tal incremento del bandolerismo en 1805 y 1806 que tuvo que utilizarse al Ejército, especialmente tropas de caballería, para restablecer el orden. Archivo Histórico Municipal de Astorga (AHMA), Actas del Ayuntamiento de los años 1805 y 1806.

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Alarmas, los migueletes y los somatenes que se habían utilizado, en el caso de los dos

últimos en la pasada “Guerra de los Pirineos”. 907

Todo ello sería un buen caldo de cultivo y cantera de los futuros guerrilleros.

Volviendo a estas fuerzas de guerrilla surgidas a partir de 1809, todas compartían

varias características comunes: nacen y actúan en zonas controladas por las fuerzas

imperiales y alejadas de las tropas patriotas regulares; extraen sus recursos y armas de

las zonas ocupadas por el enemigo; emplean métodos de combate irregular que no

buscan la defensa a ultranza del territorio sino el desgaste continuo del invasor; son muy

vulnerables a las derrotas en campo abierto; disponen de una capacidad ofensiva muy

limitada; tienen un marcado carácter local (raramente actuaron las guerrillas fuera de

sus regiones de origen) y solían ser incapaces de tomar puntos fortificados por falta de

artillería.

El tipo de guerra llevado a cabo por las partidas era mucho más intenso y brutal que la

hecha por las fuerzas regulares. El modo de combatir de los cuerpos francos (debido a la

imprecisión de las armas de fuego, la escasez de las mismas y la siempre acuciante falta

de municiones) se basaba más en el arrojo físico, en el choque al arma blanca y en la

capacidad de ejercer un fuerte liderazgo por los jefes de las partidas. En este sentido, es

famosa la norma establecida por Espoz y Mina de dar sólo uno o dos cartuchos a sus

hombres para ejecutar una emboscada, obligándoles así a combatir a la bayoneta y arma

blanca en un asalto breve y devastador.

De igual manera, este tipo de guerra implicaba una resistencia física y un

adiestramiento natural brutales, sin parangón en ninguna unidad de línea. Así, Espoz y

Mina, en las acciones de Piedramillera y Monjardín, del 23 y 24 de julio de 1811, hizo

acudir en su ayuda a uno de sus batallones tras una marcha forzada de 80 km, en un día.

Por su parte Merino acostumbraría a sus húsares de Burgos a ejecutar marchas y

contramarchas de hasta 18 horas seguidas.

Igualmente, la no consideración como combatientes legales dada por las fuerzas

invasoras a los integrantes de las guerrillas, conducía a una lucha sin cuartel en que era

norma la ejecución de los prisioneros y heridos de ambos bandos, en los primeros años

del conflicto:

907 Esdaile, Ch. (2006) España contra Napoleón…Ob. cit., p. 60.

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“Debo recordar aquí, aunque con estremecimiento, la crueldad con que nos veíamos

obligados a hacer aquella guerra. Los enemigos no solo nos la hacía sin cuartel, sino

que se complacían en llevar a Burgos o a otros pueblos importantes los prisioneros que

nos cogían y allí los ahorcaban, o cuando menos los colgaban a la pública expectación

después de fusilados. Por represalias nosotros, y también por la propia imposibilidad

de conducir a los suyos a punto seguro, fusilábamos a cuantos cogíamos. Horribles

eran estas escenas sangrientas, de las cuales solo presencié la primera que hubo

después de mi entrada a servir, excusado de asistir a todas las demás, así por la

violenta repugnancia que me causaban, como porque mi opinión fue siempre que

empezásemos nosotros a dar cuartel, persuadido como estaba de que los enemigos nos

imitarían, a la vista de la enorme diferencia que había en el número de los que ellos y

nosotros sacrificábamos. No exagero, en efecto, diciendo que por cada prisionero que

nos hacían, les hacíamos nosotros más de doscientos.

Pero no había llegado entre nosotros la época de la templanza, los pueblos mismos

excusaban, y no pocas veces ayudaban aquellas carnicerías, y fue preciso, para

hacerlas cesar, que nuestra fuerza adquiriese una organización regular y que los

pueblos mismos se convenciesen de que una guerra a muerte les traía males muchos

mayores que los de la que se hiciese con la humanidad propia de las naciones

civilizadas”908

Este mayor dinamismo y actividad de los cuerpos francos hay que achacarlo también a

la juventud de sus integrantes y mandos. Al contrario que los mandos regulares del

ejército, en los cuerpos de guerrillas los comandantes eran mucho más jóvenes, entre los

26 y 16 años. Hombres con más de 30 años, como Ignacio Alonso Zapatero909 (alias

“Cuevillas”) de 38 años en 1808, eran una excepción. Por el contrario, el herrero

Francisco de Longa910 tenía 26 años en 1808; el universitario José de Abecía 20911 y

Domingo de Ugartevidea 22, por poner un ejemplo.912

Además de la Junta Central y posteriormente el Consejo de Regencia, fomentarían

también tales partidas muchos poderes locales que veían en ellas el único medio de

908 Santillán, R. (1996) Memorias…, Ob. cit., p. 52 y 53. 909 El y su hijo eran naturales de Cervera del Río Albama en La Rioja. El padre era un antiguo oficial del Resguardo de Castro Urdiales, curtido en la persecución de contrabandistas. Tras presentarse voluntarios en la partida de Porlier formarían su propia guerrilla en 1810, que daría lugar al batallón de Voluntarios de la Rioja. 910 Su nombre verdadero era Francisco Tomás de Anchía y Urquiza, Longa era el nombre del caserío familiar en Mallavia. Hoja de Servicios en el Archivo General Militar de Segovia, (AGMS), Sección 1ª, Legajo L-916. 911 Nacido el 25 de marzo de 1788. Siendo estudiante en la Universidad de Zaragoza combatiría en sus dos Sitios. 912 Pardo de Santayana, Francisco de Longa...Ob. cit., p. 82.

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librarse de las requisiciones y violencias, tanto de las fuerzas imperiales como de otras

Partidas de simples bandoleros y desertores de ambos bandos contendientes. Así, a

partir de 1809 y 1810, las renovadas juntas provinciales de Burgos, Soria y la Rioja

conseguirían imponer, mal que bien, su autoridad sobre las partidas más importantes

que llevaban ya meses haciendo la guerra al francés por su cuenta y tratando de

sobrevivir. Hablamos de las guerrillas de Ignacio Alonso Zapatero, de Juan Gómez, del

cura Juan Tapia, del cura Jerónimo Merino, y la de Francisco Fernández de Castro (hijo

mayor del marqués de Barrio – Lucio). En palabras del conde de Toreno:

“Sus correrías solían ser lucrosas, en perjuicio del enemigo, y no faltas de gloria, sobre

todo cuando muchas de ellas se unían y obraban de concierto…”

Enseguida comenzarían a sonar otros nombres de caudillos de diversa condición y

procedencia que alcanzarían, luego, gran fama en el norte peninsular y renombre en las

Gacetas españolas y europeas: Porlier en Cantabria913, Espoz y Mina914 en Navarra,

Francisco de Longa en Alava915, Mariano Renovales en Vascongadas916…

La mayoría de estos jefes de Partida, salvo Porlier y Renovales, procedían de la vida

civil y carecían de experiencia militar previa.

Volviendo al origen de los cuerpos francos, en los difíciles meses de 1809 y 1810,

todos adolecieron de una gran falta de medios y organización para establecer una

mínima disciplina y asistencia de armas, vestuario y víveres para sus componentes. Lo

sucedido en la guerrilla de Merino se repitió en casi todas las partidas:

“Nuestra fuerza en infantería y caballería aumentaba, ya con voluntarios, ya con los

mozos que, sin violencia, eran sacados de los pueblos; pero careciendo de la cohesión

que sólo da una severa disciplina, se desbandaba al menor accidente, bien que

instantáneamente, puede decirse, se hallaba otra vez reunida. La infantería, sobre todo,

era la que sufría más este desconcierto, porque sin jefes entendidos que la dirigiesen, y

obligada a marchar todos los días, sin vestuario ni otro calzado que el que cada

individuo se procuraba, imposible era mantenerles constantemente unidos. A todos se

913 Barthèlemy, Rodolfo G. de (1.995) El Marquesito Porlier [Santiago de Compostela]. 914 La ya aludida obra de John L. Tone. 915 Pardo de Santayana, Francisco de Longa...Ob. cit. 916 Queipo de Llano, Memorias del levantamiento…Ob. cit. Libro X, 1809, p. 224:“En los valles de Roncal y Benasque campeó Mariano Renovales. Prisionero en Zaragoza se escapó cuando le llevaban a Francia y empezó sus andanzas”.

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401

les toleraba la ausencia que, con motivo o pretexto de mudarse de camisa, se tomaban

por algunos días; licencia de que usaban no pocos para cometer excesos, y cuando

menos, para extraer dos o más raciones diarias de los pueblos. Estos sufrían las

consecuencias de tanto desorden, si bien no eran tan desastrosas como a primera vista

deben aparecer, porque, hijos todos del país, teníamos el más vivo interés por contener

los desmanes de los mal inclinados”917

La recluta de voluntarios y conscriptos para las partidas armadas de guerrillas se

hacían tanto por convicción patriótica y por deseos de venganza, como por necesidad de

supervivencia ante la pobreza y el hambre o por los simples deseos de botín.

En caso necesario, y a medida que avanzaba el conflicto y se contaba ya con más

medios en dinero, armas y municiones suministradas por el gobierno o por la marina

británica (que posibilitarían incrementar el número de combatientes en los cuerpos

francos a partir de 1812), los líderes guerrilleros no dudaron en emplear los métodos

más expeditivos y crueles para nutrir sus compañías y escuadrones:

“Por este tiempo algunas cuadrillas o partidas de españoles que andaban en los

pueblos inmediatos a esta ciudad, usaban el extraordinario medio de buscar a los

soldados españoles dispersos o desertores prisioneros, a quienes ya habían hecho saber

algunas proclamas para que pasasen a los ejércitos, y por no haberlo hecho, al que

cogían marcaban en la cara con un hierro esta letra D , que quería significar Disperso,

y le intimaban que si al tercer día no se presentaba en cualquiera Ejército o partida de

españoles, sería arcabuceado y perdidos sus bienes y los de sus padres y hermanos más

cercanos, declarándoles por traidores; y al que creían que lo era le marcaban con esta

letra: T, que significaba Traidor”918

La guerra continuaría en el aciago año de 1810 con la invasión francesa de Andalucía,

pero también con las esperanzas puestas en la resistencia en Cádiz del nuevo Gobierno

patriota (el Consejo de Regencia), con la convocatoria de Cortes Extraordinarias, con la

resistencia aliada en Portugal, con la, cada vez más empeñada, lucha de las fuerzas

guerrilleras en la retaguardia francesa.

917 Santillán, Ramón (1996) Memorias…Ob. cit., p. 51. 918 Gallardo Merino, Francisco (1886) Noticias de Casos Particulares ocurridos en la Ciudad de Valladolid. Año de 1808 y siguientes [Valladolid]. En: VVAA (1989) Diarios Curiosos [Valladolid]. Edición Facsímil, Pp. 256 y 257.

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402

El general Gabriel de Mendizábal y la creación del 7º Ejército. El triunfo

organizativo del gobierno y los regulares españoles. Los vitales suministros

británicos.

“¿Por ventura cree que somos italianos, alemanes, polacos, prusianos, franceses o de alguna envilecida nación del Norte que nació para la ignominiosa esclavitud? ¿No somos descendientes de aquellos héroes que fueron más valientes que los fenicios, romanos, Carlomagno, godos y cuantos guerreros hubo sobre la Tierra? Sepa pues el bárbaro que menos ha de conseguir con la fiereza. Sí, a pesar de su altanería, debe confesar que le hacemos ventajas en valor; presto verá que le excedemos en cólera y furia”. (Teniente General Gabriel de Mendizábal. Proclama a los Navarros. Cuartel general de Sangüesa, 4 de enero de 1812)

El 16 de diciembre de 1810, el Consejo de Regencia promulgaría el famoso y aludido

decreto en el que reorganizaba las fuerzas regulares españolas en seis ejércitos919,

tratando de constituir otro con parte de las fuerzas guerrilleras del norte de España.

A este decreto seguirían otros dos que trataban de mejorar el nivel de cualificación

profesional de los mandos militares españoles: en marzo de 1811 se ordenó crear un

“Colegio Militar” en la retaguardia de cada uno de los siete ejércitos de operaciones

para los cadetes y nuevos oficiales, anulando el Gobierno el 17 de agosto las pruebas de

nobleza para ingresar en aquellos.

Volviendo a la creación del nuevo 7º Ejército, ya hemos expuesto que su base sería la

pequeña “División Volante”920 del brigadier Juan Díaz Porlier, creada en el verano de

1808 con el nombre de “División Cántabra” . La misma actuaba ya como tal desde el

verano de 1809:

“La Junta de la Provincia (de Santander) se ocupó hasta el 8 de noviembre (de 1808)

en formar una División de 4.000 hombres bajo el nombre de “Cántabra“ y pie de

919 Cada uno de ellos a duras penas alcanzaría el tamaño y potencia de un cuerpo de ejército imperial. 920 Esta tenía su origen en varios batallones incompletos de “Voluntarios de Cantabria” que la Junta de Santander había ordenado crear en el otoño de 1808. A ellos se les unirían los regimientos Provincial de Laredo y de Línea de Toledo que La Romana había dejado durante su retirada hacia León para apoyar la formación de una resistencia armada en las montañas Cantábricas.

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403

Infantería de Línea creando por comandante general, con el grado de mariscal de

campo, al conde de Villanueva de la Barca, capitán retirado de Reales Guardias de

Infantería Española […]

Dicha división permaneció algunos días en la ciudad de Oviedo, de donde salió para

Peñamillera y Provincia de Liébana, de orden del Marqués de La Romana, con el fin de

organizarse. Pero la falta de subsistencias y otros acontecimientos la disminuyeron

considerablemente” 921

El cierto fracaso inicial en la creación de la División Cántabra en 1808 sirvió, no

obstante, para poner el germen (siguiendo unas directrices marcadas por Nicolás

Mahy922), con los hombres y cuadros reunidos, de la futura división guerrillera que con

el mismo nombre haría famosa Juan Díaz Porlier:

Junto al provincial de Laredo y los batallones cántabros, organizaría Porlier en mayo

de 1809 en Guardo, otro batallón de infantería, el “2º de Tiradores de Castilla”923

(unidad distinta a los dos batallones del mismo nombre, organizados uno por el teniente

coronel José Pírez924 en Salamanca, en agosto de 1808 a instancias del general Cuesta;

y el otro por el guerrillero Santos Padilla en el verano de 1810). Este regimiento

quedaría al mando del Coronel Francisco Hevia Antaño925.

Volviendo al contexto general y como ya hemos apuntado, a esta caótica y originaria

organización de las partidas de guerrillas y cuerpos volantes, trataría de poner orden el

Consejo de Regencia (bien asesorado por sus consejeros militares):

“Distribuyó la nueva Regencia en 16 de diciembre, la superficie de España en seis

Distritos Militares, comprendiendo en ellos así las provincias libres como las

ocupadas, y destinando a la defensa de cada uno otros tantos ejércitos […] añadióse

poco después a esta distribución un Séptimo Distrito que abrazaba las provincias

Vascongadas, Navarra y la parte de Castilla la Vieja situada a la izquierda del Ebro,

921Archivo Histórico Nacional (Madrid), Colección “Diversos“, Legajo 125. Historial del Regimiento de Milicias Provinciales de Laredo.Ver también en la Biblioteca del Senado (Madrid). Colección “Gómez de Arteche“, y, Oscariz (1815), manuscrito de 34 páginas: “Resumen de Operaciones de los Regimientos de Milicias Provinciales desde 1795 a 1807 & 1808 a 1810 “. 922Certificación del Teniente General Nicolás Mahy Romo de los servicios prestados por Juan Díez Porlier, El Ferrol, 30 de mayo de 1811. AGMS, 1ª Sección, Legajo D – 568. 923 Tras participar en numerosas acciones de guerra, este regimiento sería embarcado (en medio de la indignación de las Juntas de León, Galicia y Asturias) para Méjico, en marzo de 1812, a fin de combatir la rebelión del Virreinato. 924 AGMS, 1ª Sección, Legajo p – 2.199. 925 AGMS, 1ª Sección, Legajo E – 9. Asturiano de Villaviciosa. Capitán del regimiento de Saboya en mayo de 1808. Moriría en Méjico.

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404

sin excluir las Montañas y costas de Santander. Bajo la autoridad del General en Jefe

de cada Distrito se mandaban poner las divisiones, cuerpos sueltos y las partidas que

hubiese en su respectivo territorio; con lo cual parecía introducirse mejor orden en la

guerra y apropiada subordinación […]” 926

Al plan de formación del 7º ejército deberían unirse, además de la división cántabra de

Porlier, los grandes cuerpos francos de Espoz y Mina, de Jerónimo Merino, de

Francisco Longa, de Mariano Renovales y muchas partidas pequeñas que actuaban en el

norte de Castilla la Vieja, Cantabria, Vascongadas y Navarra.

Pronto llegarían estas nuevas desde Cádiz al norte de España. El comandante en jefe

del nuevo 6º ejército en Galicia y León, el general Nicolás Mahy lo comunicaría

rápidamente a los jefes de partida que seguían bajo su autoridad, hasta que se crease el

7º Ejército927. Sin embargo, el principal obstáculo a su organización era la falta de un

suministro continuo de armas y municiones a estos cuerpos francos.928

Por otra parte, el papel del ejército regular nunca podría soslayarse. Por muchos

laureles que cosechasen las Guerrillas, la experiencia demostraría bien que eran las

fuerzas regulares las únicas que conseguían ocupar permanentemente un territorio así

como desalojar de él, de manera permanente, a un invasor. La historia del conflicto

demostraría que sólo batallas estratégicas de carácter decisivo como Bailén, Ocaña,

Arapiles o Vitoria eran capaces de poner en retirada a ejércitos enteros.

Por lo tanto, para que los cuerpos francos pudiesen lograr tales objetivos, a medio

plazo, habrían de adiestrarse y empezar a actuar también como cuerpos regulares.

Algunas de estas partidas como la de Francisco Espoz Ilundaín y Sánchez929 (que

adoptaría el apellido Mina posteriormente) o la de Francisco de Longa (herrero de

Puebla de Arganzón) habían adquirido ya una apreciable fuerza y rudimentaria

organización en 1810.

Francisco Espoz y Mina se había alistado como simple soldado voluntario, en el

verano de 1808, en el batallón ligero de Doyle que defendía Jaca. Al caer la ciudad

926 Queipo de Llano, Memorias…Ob. cit., libro XIV, p. 311. 927Uno de los comandantes de división del 6º Ejército, el general Francisco Taboada y Gil comunicó a Longa el 27 de febrero de 1811 desde Villafranca del Bierzo, que, de momento, sus fuerzas quedaban encuadradas dentro del 6º Ejército. Esta situación duraría poco por la inmediata creación del 7º Ejército. Pardo de Santayana, Francisco de Longa...Ob. cit., p. 193. 928 De todos los jefes de Cuerpos francos del futuro 7º Ejército, el primero que empezó a recibir suministros por la flota británica desde la costa sería Juan Díaz Porlier; así, en diciembre de 1810 se le entregarían 500 mosquetes con bayoneta y 400 equipos de uniforme completos. Chartrand, R. (2.004) Spanish Guerrillas…Ob. cit., p. 29. 929 Nacido en 1781.

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405

Francisco se refugiaría en la Partida de su sobrino Javier Mina930, “el joven”, el 8 de

febrero de 1809. Tras la captura del joven cabecilla el 31 de marzo de 1810 en la aldea

Navarra de Labiano, sería el tío el que se haría cargo de la partida guerrillera. En pocos

meses, y a pesar de dos muy sangrientos reveses en octubre y noviembre de 1810 en

Tarazona y Belorado (que llevarían a la dispersión de su numerosa guerrilla), en

diciembre el navarro había vuelto a reunir, de nuevo, unos 3.000 combatientes. 931

Por su parte, ese mismo mes de diciembre, Longa comunicaba a Mahy que disponía

ya de 608 infantes y 309 jinetes agrupados en seis compañías y dos escuadrones932. Tras

haber comenzando su actividad guerrillera en agosto de 1809, Longa no recibiría su

reconocimiento del gobierno hasta el 17 de abril de 1812, en que sería recompensado

con el grado de coronel. 933

Para ponerse al frente de este 7º Ejército (que existía sólo sobre el papel) el Consejo

de Regencia eligió, por Real Orden del 20 de febrero de 1811, a un experimentado

general que conocía muy bien el terreno por el que habría de actuar, el Guipuzcoano

Gabriel de Mendizábal e Iraeta934. Con la misma fecha, otra Real Orden daba el

nombramiento de Comandante General de la Vanguardia del 7º Ejército a Juan Díez

Porlier. 935

Mendizábal se hallaba en aquellos momentos actuando como Capitán General interino

de Extremadura en muy críticas circunstancias, tras la repentina muerte de La Romana

el 23 de enero de 1811. La derrota de Mendizábal al frente del 5º Ejército, en la batalla

del Gévora el 19 de febrero, cuando intentaba socorrer la plaza de Badajoz sitiada por

los imperiales, no hizo cambiar de opinión al gobierno patriota.

Gabriel de Mendizábal, como buen soldado educado en las viejas Reales Ordenanzas

de Carlos III, acató la orden y el muy difícil reto que la misma le imponía.

Desgraciadamente para el ejército y para la propia causa patriota, durante la guerra no

todos los altos mandos, del muy nutrido y aristocrático generalato español936, supieron

930 Nacido en 1789. 931Tone, J. L. (1.999) La euerrilla española…Ob. cit., pp. 204 y 205. El 19 de noviembre de 1811 el Gobierno recompensaría a Mina con el grado de Brigadier, y el de Mariscal de Campo cinco meses más tarde. Mina sería uno de los caudillos con más carisma, absorbiendo, de grado o por la fuerza, a otras Partidas menores vecinas. 932 Pardo de Santayana, Francisco de Longa...Ob. cit., p. 168. Cada compañía disponía de un capitán, dos tenientes, un subteniente, un sargento 1º, un sargento 2º, ocho cabos, ocho cabos 2º, un tambor y 74 soldados. Cada escuadrón se dividía en otras tres compañías y agrupaban, en total a tres capitanes, seis tenientes, tres alféreces, tres sargentos 1º, seis sargentos 2º, doce cabos, doce cabos 2º, tres trompetas y 105 soldados 933 El 3 de julio de 1813 sería ascendido a Brigadier y acabada la guerra, el 3 de septiembre de 1814, recibiría el grado de mariscal de campo. 934 AGMS, 1ª Sección, Legajo M – 2.766. 935 AGMS, 1ª Sección, Legajo D – 568. 936 Anónimo (1.808) Estado Militar de España. Año de 1808 [Madrid], Imprenta Real.

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estar a la altura de ejemplos dados por otros comandantes menos encumbrados como

Castaños, Cuesta, Santocildes, Zayas, Freyre, Girón, Ballesteros o el mismo

Mendizábal.

Como el mismo dice, antes de encaminarse hacia la cordillera Cantábrica, pasaría por

Galicia a fin de recabar recursos del gobierno británico para sus nuevas fuerzas.

No sería hasta el verano de 1811 en que comenzaría a organizarse el núcleo del

llamado 7º ejército en la comarca de la Liébana. Establecido su cuartel general en Potes,

y antes de la llegada de Mendizábal, su 2º, el brigadier Juan Díez Porlier comenzaría a

trasmitir a todos los jefes de partida, que actuaban a una y otra vertiente de la cordillera,

las órdenes llegadas de Cádiz. Las tropas cántabras organizadas por el Marquesito

habrían de ser las primeras en formar la base del pequeño ejército guerrillero.937

La figura de Renovales, por su parte, llama la atención938; joven oficial de la milicia

colonial, a su llegada a España y tras combatir en Zaragoza y en el valle del Roncal en

1808 y 1809, conseguiría del Consejo de Regencia, en abril de 1810, un nombramiento

militar para formar una “División Volante” preparada para realizar desembarcos

anfibios sobre la costa cantábrica. Estaba claro que el gobierno se proponía emular, a

mayor escala, las exitosas operaciones ya llevadas a cabo por Porlier939.

Ya hemos explicado, anteriormente, que la operación cosechó un rotundo fracaso.

Hemos relatado, también, que dicho desastre no desanimo a Renovales. Refugiado en

la Liébana, a comienzos de 1811, renovó sus intentos de hacerse con el mando de todas

las fuerzas patriotas de la Montaña, promoviendo la creación de una Junta de Defensa

de Santander a su hechura y tratando activar alistamientos en Vizcaya. Sin embargo sus

días como caudillo independiente estaban contados. La decisión de la Regencia de crear

el 7º ejército anulaba su anterior nombramiento, y, para su desesperación y enojo, el 18

de abril Porlier recibiría órdenes desde Galicia de absorber a las fuerzas de Renovales;

ante su negativa, sus excesos y petulancia, éste fue arrestado y privado totalmente del

mando. No sería hasta pasados varios meses en que Renovales aceptaría de mala gana la

937 Porlier ya venía desarrollando una intensa actividad militar desde 1809. Dentro de la misma destacarían varias operaciones anfibias; así, ese mismo año había protagonizado diversos golpes de mano sobre la costa vasca, y en 1810, con la ayuda de varias fragatas británicas al mando del comodoro Robert Mends con base en La Coruña, y otras embarcaciones menores de la Real Armada, había tomado Santoña destruyendo los puestos franceses y tomando 300 prisioneros. Martínez Valverde, C. (1973) La Expedición Cántabra del mariscal de campo don Mariano Renovales. Revista de Historia Militar [Madrid], nº 34, pp. 61 – 81. 938 Sánchez Arreseigor, J. J. (2004) Mariano de Renovales, hombre de acción. En la revista Ristre Napoleónico, nº 4 [Madrid], pp. 41-48. 939 El Marquesito había dado ya dos exitosos golpes de mano anfibios sobre Lequeitio, Baquio y Plencia en 1809.

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autoridad de Mendizábal y el volver a ponerse al mando de una de las nuevas divisiones

guerrilleras del 7º ejército, la 4ª vascongada.

De este modo nos relata aquellos meses un estudiante burgalés (vecino de Espinosa de

los Monteros) Nicolás Barquín Arana, crítico con las rapiñas de muchas Guerrillas antes

de ser regularizadas:

“Las Cortes de Cádiz y las Juntas de Provincia formadas en las de todo el Reino y que

deliberaban en las partes y pueblos más seguros de su distrito y al abrigo de las

columnas españolas que procuraban tener a cubierto sus posiciones, dieron un impulso

grande a las operaciones militares y dividieron sus mandos generales. Era preciso que

los guerrilleros y sus partidas, que hasta este tiempo habían operado a su antojo y sin

concierto, y que habían vejado a los pueblos a su arbitrio y como déspotas, se

disciplinasen, y viviesen bajo un plan de campaña y de un General experto.

Para mandar este ejército […] se nombró al general don Gabriel de Mendizábal;

llegó este a la villa de Potes en el Valle y Provincia de Liébana, que por su terreno, y la

alarma que allí se sostenía años hacía contra los franceses, estaba en sumo resguardo.

Allí fue llamando a todos los jefes de las partidas levantadas en Asturias, Santander,

Palencia, Burgos y Provincias de Vizcaya para darse a conocer y que le jurasen

obediencia; a luego fue a recorrerlas en las posiciones en que se hallaban, y las dio

algunos oficiales instruidos para que las formasen en Regimientos, Batallones y

Compañías, agregando unas Partidas y otras, o algunos Regimientos disciplinados

[...]”940

Juan Díaz Porlier y Gabriel de Mendizábal (mayo – diciembre de 1811).

A los cinco meses de su creación y tras los retrasos motivados por la rebeldía de

Renovales, en julio de 1811, la base del nuevo 7º Ejército, controlada directamente por

Porlier y su estado mayor, contaba con unos efectivos de 4.047 hombres.

940 Barquín Arana, Nicolás (2.008) La batalla de Espinosa de los Monteros. Memorias de don Nicolás Barquín Arana, Abad de Pechón [León], P. 161. Manuscrito inédito publicado en fotografías facsímiles y trascripción por el excmo. Ayuntamiento de Espinosa de los Monteros.

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Pero la “División de Vanguardia” requería aún de bastante armamento y equipo para

poner en campaña toda su fuerza teórica: necesitaba 767 fusiles, 33 carabinas, 1.281

bayonetas y 1.194 cartucheras. En cuanto a vestuario y uniformes, faltaban para vestir a

los nuevos reclutas, a los guerrilleros que pasaban a ser regularizados y reponer el

equipo gastado de la tropa: 3.552 morriones, 2.916 casacas, 3.668 chalecos, más de

6.000 pantalones de paño y de lienzo, 6.231 camisas, 6.884 zapatos, 3.265 gorros de

cuartel, 3.361 capotes y 2.832 mochilas. 941

Respecto a las altas y bajas, en el mes de septiembre de 1811, la División (por informe

del 1º Ayudante, Pedro Juan de Eguía, del día 17 en el Cuartel general en San Vicente

de la Barquera) notificaba 305 bajas (19 muertos, 82 desertores, 198 dispersos y heridos

en hospitales, y 6 hombres licenciados), y 640 altas (635 quintos, 4 dispersos recogidos

y 1 oficial llegado del 6º Ejército).

La labor organizativa a desarrollar era muy seria, y todo ello sin que hubiera tregua en

las operaciones y combates contra las fuerzas imperiales. Hay que sopesar además que

la división de vanguardia cántabra era la única unidad de origen regular del nuevo

ejército; en el resto de las futuras divisiones la situación era mucho peor.

* * * *

Entretanto, Mendizábal, llegaría a La Coruña el 3 de agosto. Dentro de los últimos

preparativos, el general guipuzcoano se dirigiría la Junta Superior de Galicia el 10 de

agosto solicitando recursos para él y los cuadros de jefes y oficiales que le

acompañarían (muchos de ellos acuartelados por Mahy en Betanzos con dicha misión) a

fin de organizar en el norte de España al nuevo 7º ejército, el mismo al que en su

respuesta, la Junta de Galicia no dudaba en nombrar como el “Libertador de las

Provincias Septentrionales”942

Luego de varias semanas de preparativos, Mendizábal y sus hombres partirían en la

fragata británica Surveillante navegando hasta Gijón. Luego de pasar por Oviedo, el 25

941 AHN, Diversos Colecciones Legajo 130, nº 13. Regimiento de Laredo, 584 hombres, acantonado en Lores; 1º Cántabro (dos batallones), 1.179 hombres, acantonado en Vidrieros; Tiradores de Cantabria, 885 hombres, acantonado en Potes; Guardias Nacionales, 409 hombres, acantonado en Tamas; Encartaciones de Vizcaya, 302 hombres, acantonado en Pendes; Observadores de Guipúzcoa (futuro 2º de Guipúzcoa), 303 hombres, acantonado en Potes; Escuadrón de Húsares de Cantabria, 385 hombres montados, acantonado en Valdeburón y una Compañía del Real Cuerpo de Artillería, 35 hombres. 942 AHRG, Caja 37-A. En la relación de mandos comisionados, firmada en la Coruña el 16 de agosto por Miguel Eraso, había 3 jefes, 15 oficiales, 19 subtenientes, 4 sargentos 1º, 2 cadetes, y 6 soldados. Estaban adscritos a los húsares de Cantabria, dragones de la Rioja, batallón de Encartaciones, 1º de Guipúzcoa, batallón de la Rioja, batallón de Observadores de Cantabria y batallón de Santander.

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de septiembre, y por Villaviciosa, llegó a Potes el 16 de octubre. Por carta del 2º

comandante general de Asturias y jefe de la 1ª división del 6º ejército (destinada en el

Principado) el gallego Javier Losada, dirigida a Nicolás Mahy (el cual acababa de llegar

a Alicante para asumir el mando del 3º ejército) se nos confirma ese paso:

“Mendizábal hace veinte días pasó por aquí con dirección a Potes, aquel ejército

tendrá tres mil hombres de infantería y unos cuatrocientos caballos; en el día ocupan a

san Vicente de la Barquera, Comillas y Cabezón. Los enemigos en número de dos mil

hombres que son toda la fuerza que tienen en aquella parte, ocupan los puntos de

Torrelavega, Santander y Santoña”943

El número de tropas citado por Losada se refería a los cuerpos de Porlier y Renovales.

Si se contabilizaban todos los cuerpos francos del norte de Castilla la Vieja, Navarra y

Vascongadas, las fuerzas disponibles para conjuntar al nuevo 7º Ejército se podían

elevar a unos 18.000 regulares y guerrilleros944.

Una vez tomado el mando, Mendizábal actuó con una prudencia que, seguramente, no

se esperara de él, habida cuenta su trayectoria anterior. Tras renunciar a mandar ninguna

de las divisiones, se limitó, durante los primeros meses, a recorrer, bien dotado de una

fuerte escolta de caballería, todos los distritos de su ejército guerrillero945.

Rápidamente Mendizábal enviaría oficiales a cada provincia del norte para ayudar en

el reclutamiento y adiestramiento de los nuevos batallones. Cada oficial llevaba su

pequeño equipo de cuadros de mando subalternos. Todos eran avezados soldados,

excedentes de regimientos y batallones en cuadro del 4º, 5º y 6º Ejércitos.

Así nos relata aquellos meses el estudiante burgalés (vecino de Espinosa de los

Monteros) Nicolás Barquín Arana:

“Era preciso que los guerrilleros y sus partidas, que hasta este tiempo habían operado

a su antojo y sin concierto, y que habían vejado a los pueblos a su arbitrio y como

déspotas, se disciplinasen, y viviesen bajo un plan de campaña y de un General experto.

943 IHCM, CDB, Año de 1811, Carpeta nº 31, Losada a Nicolás Mahy, Oviedo 15 de octubre de 1811. 944 Pardo de Santayana, Francisco de Longa...Ob. cit., pp. 266 y 299 – 300. Para comienzos de 1811 Antonio Carrasco da una cifra de entre 11 y 13.000 efectivos. Carrasco Alvarez, A. (2013) La Guerra interminable….Ob. cit., p. 190. 945 Uno de los Jefes guerrilleros con los que primero contactaría sería Longa, el cual en agosto le había comunicado que contaba ya con un Regimiento de 1.000 plazas y dos escuadrones con 400 jinetes; todos uniformados y equipados. Longa, pediría a Mendizábal 2 Ayudantes de Infantería, 1 de Caballería, 20 Sargentos y 30 Cabos. Pardo de Santayana, Francisco de Longa...Ob. cit., p. 243.

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Para mandar este Ejército […] se nombró al General don Gabriel de Mendizábal; llegó

este a la villa de Potes en el Valle y Provincia de Liébana, que por su terreno, y la

alarma que allí se sostenía años hacía contra los franceses, estaba en sumo resguardo.

Allí fue llamando a todos los jefes de las partidas levantadas en Asturias, Santander,

Palencia, Burgos y Provincias de Vizcaya para darse a conocer y que le jurasen

obediencia; a luego fue a recorrerlas en las posiciones enque se hallaban, y las dio

algunos oficiales instruidos para que las formasen en regimientos, batallones y

compañías, agregando unas partidas y otras, o algunos regimientos disciplinados

[...]”946

Efectivamente, a lo largo de los dos años y dos meses que estuvo como comandante

en jefe del 7º ejército, Gabriel de Mendizábal coordinaría con inteligencia (manteniendo

la libertad de acción de sus veteranos comandantes guerrilleros) un ejército que seguiría

operando disgregado y que llegaría, al final de la guerra, a disponer de pequeños

destacamentos de ingenieros, artillería de montaña, depósitos y hospitales; incluso

varias bandas de música serían creadas en las divisiones guerrilleras947.

En el proceso para incrementar la fuerza de las divisiones ligeras del 7º Ejército, el

otoño de 1811 sería la fecha en la que, desde el estado mayor, se ejecutarían las

actuaciones necesarias para regularizar las partidas de guerrillas en batallones ligeros

con la aportación de instructores, equipo y uniformes. Este sería el caso de nuevas

unidades, como los batallones, 2º y 3º de tiradores cántabros, creados a partir de las

partidas de Juan López Campillo y Lorenzo Herrero, los cuales, tras aceptar su

regularización seguirían al mando de sus cuerpos ahora como comandantes regulares.

En algunos casos el proyecto de incrementar la fuerza y el número de batallones de las

antiguas partidas guerrilleras chocaba con la dura realidad de la falta de medios y de la

propia naturaleza del tipo de guerra a realizar. En el caso de los cuerpos de Jerónimo

Merino, él mismo y sus oficiales (alguno de ellos mandos regulares del ejército),

hicieron ver a Mendizábal que el aumentar la fuerza operativa iba a ser perjudicial. Así

nos relata el teniente de los húsares francos de Burgos, Ramón Santillán, la inspección

hecha por Mendizábal a las tropas de la brigada guerrillera de Burgos:

946 Barquín Arana, Nicolás (2008) La batalla de Espinosa de los Monteros. Memorias de don Nicolás Barquín Arana, Abad de Pechón [León], P. 161. Manuscrito inédito publicado en fotografías facsímiles y trascripción por el Excmo. Ayuntamiento de Espinosa de los Monteros. 947 Pardo de Santayana, Francisco de Longa...Ob. cit., p. 241.

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“Tan satisfecho se mostró del estado de las nuestras, que, desde luego, mandó que se

procediese a la formación de nuevos batallones hasta completar 6.000 hombres con los

mozos de aquella parte de las Provincias de Burgos y de las de Segovia, Valladolid y

Palencia que hasta entonces habían contribuido con bien poca gente. La Junta le hizo

presente las dificultades que había para vestir y mantener tan crecida fuerza, y el

Comandante Angulo le manifestó las mayores que se encontrarían para operar

convenientemente con ellas en un teatro reducido y encerrado por líneas enemigas que

podían fortalecerse inmediatamente […]948”

Por todo ello, los proyectos de Mendizábal de incrementar los efectivos del 7º ejército

hasta los 40.000 hombres se quedarían a medio camino. Aún así, el resultado final del

trabajo realizado sería positivo. Así nos lo recuerda el mismo Mendizábal:

“[…] y si fue necesario contemporizar alguna vez mirando por el bien general, también

formó este Ejército, lo organizó y puso en un pie de fuerza real que no es fácil creerlo.

Corrió siempre rodeado de enemigos, y siempre observado, por las provincias de

Castilla, Rioja, Aragón, Navarra, montañas de Santander, Asturias, Guipúzcoa, Alava y

Vizcaya que eran de su mando, y restableció el Gobierno donde no lo estaba con

hombres elegidos entre los honrados y de opinión del mismo país”949

Evidentemente, otra de las razones que habían impulsado a la Regencia a la hora de

crear el 7º Ejército, era acabar también con las rivalidades (y hasta enfrentamientos

armados) desatados entre los jefes guerrilleros a la hora de acaparar víveres, reclutas,

dinero y fama en el norte de España.

Para la formación del nuevo 7º ejército, sería también vital el incremento de

suministros británicos de armas, municiones y equipo militar, llegado desde la costa o,

desde La Coruña, a través de las montañas. Ello contribuyó a un salto cualitativo en el

que las guerrillas que, antes se habían limitado a reclutar hombres para cubrir bajas, a

partir del verano de 1811, comenzarían a efectuar nuevos alistamientos para incrementar

sus fuerzas de combate con nuevos batallones como les había ordenado Mendizábal950.

948 Santillán, R. (1996) Memorias…Ob. cit., p. 72. 949 AGMS, 1ª Sección, Legajo M - 2.766. 950 Pardo de Santayana, Francisco de Longa...Ob. cit., p. 207.

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Desde septiembre de 1811, ya hemos referido que, quien dirigía las operaciones de

suministro desde La Coruña era el coronel Howard Douglas, que había sustituido al

general George Walker como comisionado militar británico en el norte de España951.

Douglas reforzaría e incrementaría el nivel de suministros a los cuerpos francos de

guerrillas del norte de España mejorando las comunicaciones regulares con los

comandantes de partidas; estos comenzarían a nombrar en Galicia a representantes

permanentes, enviando también regularmente a La Coruña a oficiales comisionados ante

el militar británico en busca de armas y equipos. Como ejemplo y en este sentido,

Francisco Longa había enviado junto a su comisionado en Galicia, Antonio Asura, al

comandante de su caballería, Juan José de Abecía952. Llegado el 18 de febrero de 1812,

Sayús llevaría ante Douglas a los dos oficiales de Longa. La entrevista no sería

demasiado fructífera. Los españoles percibieron que Douglas era un hueso duro de roer

y que las armas a recibir no se iban a entregar a cambio de nada. El mismo Sayús

escribió a Longa que sus oficiales comisionados no eran las personas más indicadas

para negociar con el británico:

“Pueden ser muy a propósito para la milicia, más no para la comunicación o

correspondencia con los aliados que son muy sagaces, y se necesita maña para

granjearse con ellos su voluntad y sacar el partido que necesitamos”953.

El mismo Abecía comunicaría a Longa, el 6 de marzo, su punto de vista sobre Howard

Douglas:

“Es necesario cuatro ojos para subsistir aquí, sentiría que me la pegasen […]. El

inglés es tan sagaz como el pensamiento, nada se le omite. Me dijo que ¿dónde

habíamos invertido las municiones que cogí en Llanes?954, dándome a entender no

poderlas consumir, añadiendo que más pedíamos nosotros que todo el 6º ejército

(motivo que me dio margen hablar a satisfacción y dejarle convencido). Le pinté con

951 García Fuertes, A. (2014) Un británico Comisionado en el Ejército español. Actuaciones del Teniente Coronel Howard Douglas en el Noroeste de España, 1811 – 1812. En: Astorga y en Noroeste de España en el conflicto Peninsular (1808 – 1814). Editores García Fuertes, A., Carantoña Alvarez, F. y González García, O. [Valladolid]. En imprenta. 952 Nacido el 25 de marzo de 1788. Estudiante en la universidad de Zaragoza combatiría en sus dos sitios. “De genio fuerte y feroz”, asoló los forrajes y cebadas de los pueblos del norte de Burgos para sostener a la caballería de su regimiento de húsares de Iberia. Barquín Arana, N.: La batalla de Espinosa de los Monteros. Memorias de don Nicolás Barquín Arana, Abad de Pechón, León, 2008, p. 160. 953 Pardo de Santayana, Francisco de Longa...Ob. cit., p. 302. 954 De la fragata Iris en la segunda quincena de agosto del año anterior.

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alguna exageración los perseguimientos que hemos sufrido, acciones que hemos tenido

y que más valía lo que nosotros omitíamos que lo que ellos hacían; que no había oído

que en todo el año hubiésemos pegado un tiro, cuando no se da el día que alguna

división nuestra se deje de batir […] a lo que se dio por enterado y sonriéndose me dijo

que no se omitiese parte alguno. A don Antonio Asura le recibió muy mal, no

dignándose a darle ninguna satisfacción”955.

Por si fuera poco, Douglas se había vuelto a descolgar con algunas peticiones de

índole personal que sería perjudicial no atender:

“Este señor inglés a quien la ambición, para nuestra desgracia, le doma, no dudo nos

protegerá; pero nos dará sangrías corrientes […] me pidió un caballo, y ahora me

pide cien fanegas de cebada y que, a ser posible, vengan con los machos que envíes a

por los armamentos […] y son tres lavativas: caballo, cebada y conducción, pero se me

hace no poder pasar por otro camino”956.

Igualmente, el papel de los británicos en la formación del 7º Ejército no fue todo lo

positivo y generoso que podía suponerse. Interesados en conseguir la dirección militar y

política sobre la España patriota y aplicando el viejo principio de “divide et impera”, la

inteligencia británica trató de impedir y retrasar la constitución del 7º Ejército

apoyándose en el natural deseo de mantener su independencia operativa de la mayoría

de los comandantes guerrilleros957. A pesar de ello, el alto mando español triunfaría en

sus propósitos y el 7º ejército llegaría a ser una realidad.

El citado comisionado británico Howard Douglas intrigaría, pues, en la sombra,

tratando de retrasar la adscripción de los cuerpos francos al 7º ejército, en la creencia de

que ello restaba eficacia de combate a las Partidas guerrilleras:

“En el pasado, los generales españoles se han esforzado para someter bajo su mando a

las partidas de guerrilleros, aunque fuera oficiosamente, situándolos bajo la autoridad

del gobierno Supremo, tratando, al mismo tiempo, de hacerse con las armas y

955 Pardo de Santayana, Francisco de Longa...Ob. cit., p. 303. 956 Ibídem Ya hemos aludido a la falta de caballos de alzada que había en Galicia así como la escasez de cebada, para su alimento, que apenas se cultivaba. 957 Estas actuaciones británicas, repetidas con las guerrillas de la Serranía de Ronda –aledaña a Gibraltar- despertaron los recelos del Gobierno español que actuó rápidamente para contrarrestarlas. Carrasco Alvarez, A. (2013) La Guerra interminable…Ob. cit., p. 157.

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414

suministros bajo mi control. Rechacé este último punto. Con respecto al primero me he

mostrado contrario, particularmente y en secreto, accediendo al deseo de Mina958”.

Volviendo a la organización del 7º ejército, podemos concluir aquí, que de sus cinco

futuras divisiones ligeras, a la llegada de Mendizábal a Potes, existían como tales tres:

la de Vanguardia de Porlier (que acabó integrando sólo unidades de recluta montañesa),

la Navarra de Mina, y la de Iberia de Longa959. Las otras dos (Castellana960 y

Vascongada961) se crearon agrupando guerrillas y formando nuevos Batallones, por

iniciativa y decisión de Mendizábal y del estado mayor del 7º ejército.

La posibilidad de crear una 6ª división riojana fue desechada por Mendizábal dado

que varias de sus partidas servían ya en la 1ª división castellana, y que su territorio era,

también, lugar de recluta de hombres y recursos por Mina, Durán y Longa.

Como hemos apuntado, Mendizábal, con su estado mayor y acompañado de Longa y

su caballería, recorrería, entre el 1 de diciembre de 1811 y el 21 de enero siguiente, las

provincias de Burgos, Navarra y La Rioja, dándose a conocer y valorando los recursos

humanos y materiales con que podían contar. Tras ello, se preparó un “Plan de

Formación y Organización del 7º Ejército” que sería elevado a la Regencia.

En el mismo (firmado por el 1º ayudante Pedro Juan de Eguía en Potes el 12 de

febrero, y dirigido al jefe del estado mayor general de los ejércitos en Cádiz962) se

aseguraba la buena acogida con que los pueblos y autoridades locales habían recibido

las noticias de la llegada de Mendizábal y de la regularización de las guerrillas en un

nuevo Ejército de campaña. Igualmente, afirmaba el EM que los mejores cuerpos

organizados (aparte de la división de vanguardia) habían sido los mandados por

Francisco Longa, Francisco Espoz y Mina y Jerónimo Merino:

958 Howard Douglas al Coronel Torrens. Villagarcía 22 de Marzo de 1812. PRO WO 1/262. En Oman, Ch.: Op. cit., vol. IX, Modern Studies of the War in Spain and Portugal, 1808-1814, London, 1999, Appendix 4, Documents on the guerrilla Movement, René Chartrand, Doc. Nº 7, pp. 414 – 415. 959 Las divisiones Navarra e Iberia se constituyeron por la iniciativa y actuación de sus comandantes guerrilleros, Mina y Longa, los cuales consiguieron mantener el control sobre las mismas, sin permitir la injerencia final y asunción del mando por los comandantes regulares instructores y del estado mayor del 7º ejército (Longa recibió bien la llegada de jefes y oficiales regulares para mejorar la instrucción de sus cuerpos, mientras que Mina la restringió al mínimo). 960 La llamada “División Castilla”, nunca lo fue como tal; más bien una agrupación de cuatro Brigadas o Secciones de Infantería y Caballería semi independientes (“Burgos” con Merino; “Rioja” con Bartolomé Amor y Ignacio Zapatero “Cuevillas”; “Bureba” con Francisco Salazar, y “Palentina” con Juan Tapia y Santos Padilla) originarias de otras tantas agrupaciones de guerrilleros. 961 Se creó a partir de tres Brigadas o Secciones: la Vizcaína organizada por Renovales, la guipuzcoana creada por el comandante guerrillero Jáuregui, el “Pastor”, y la alavesa, organizada al amparo de Mina. 962 AHN, D-C, Legajo 91, nº 48. Expedientes relativos a la organización y arreglo del 7º Ejército en el año de 1812. Carpetas correspondientes a los meses de febrero, agosto y septiembre.

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“[…] por su organización, estado de instrucción y fuerza merecen la primera atención

[…] el 2º estaba ya nombrado como una de las divisiones del 7º Ejército por el

Supremo Gobierno, y el 1º ha merecido por el brillante inesperado estado en que se ha

hallado que el Excmo. Señor General en Jefe le haya dado a reconocer por tal en la

Orden del Día con el nombre de “División Iberia”, destinando cuadros del Ejército

para la total y perfecta organización en el sistema de Reglamento del Ejército”963

Así se remitieron a Longa al coronel Juan José Ugartemendía con su cuadro de

oficiales y tropa del batallón de Guardias Nacionales:

“[…] el General Mendizábal […] ha dispuesto que el que actualmente manda don

Francisco Longa, se dé a reconocer en la Orden del Día con el nombre de la División

de Iberia, destinando a ella cuadros y oficiales del Ejército para la total y perfecta

organización964”

Por último, en ayuda de Eustaquio Salcedo y Aguirre, alias “Pinto”, que se titulaba

comandante de Alava, se envió al teniente coronel Buenaventura Tomasa y su cuadro

del batallón de Guipúzcoa965. A Vizcaya se volvió a destacar al teniente coronel Javier

Mugártegui con el teniente José de Arteche, y el sargento 2º Fermín de Gorostiza966

muy conocedor del país. A estos últimos les acompañó un abogado, Agustín Múgica.

Por último, a Guipúzcoa se envió al capitán Miguel Artola967.

El resultado final del trabajo de los “regulares” fue positivo, pero estas comisiones no

fueron fáciles ni todas acabaron bien968. Como ejemplo, Ugartemendía, tras hacer un

gran trabajo en la “División Iberia” tuvo que pedir, en noviembre de 1812, su traslado.

Al parecer trató de hacerse con el mando de la división a costa de Longa, saliendo

963 Ibídem. 964 Ibídem. 965 No pudo llevar su misión a buen fin por la desconfianza de Salcedo 966 Se presentó voluntario para la misión ante Mendizábal asegurándole que tenía muchos amigos y familiares en las guerrillas de Vizcaya. Gómez de Arteche y Valluezca, J.; Manuscrito, Ob. cit. 967 También empezó con buen pie, pero tuvo que retirarse al Cuartel general en Medina de Pomar. 968 En septiembre de 1810, tres jefes y oficiales regulares, arrestados por Mina, en espera de verificar sus credenciales, fueron fusilados (sin órdenes para ello) por un Sargento de nombre Manuel de Santa Cruz, a quien se había confiado su custodia en el monte Maular, cerca del convento de Irache. Es de suponer que eran instructores remitidos por Renovales o Porlier, aunque Mina no lo aclara en sus Memorias. Este, sorprendido y horrorizado por los hechos ordenó perseguir y detener al responsable a fin de castigarle. Los militares asesinados habían sido, según relata el caudillo guerrillero en sus Memorias, el teniente coronel Julián Morales, gallego del Ferrol, el Capitán Juan Bautista Iñurigarro, guipuzcoano de Anzuela, y el capitán Joaquín Urquidízar y Zabala, vizcaíno de Ermua. Sabedor del alcance de su crimen el responsable escapó, siendo hallado moribundo, meses después, por una partida que le dio alcance y verificó su fallecimiento. Espoz y Mina, F. (2008) Memorias…Ob. cit., pp. 134 – 137.

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vencedor en la pugna el antiguo comandante guerrillero, apoyado finalmente por el

mismo Mendizábal969. Ugartemendía tuvo que ser reenviado a la brigada Vizcaína de

Renovales, integrándose en el 1º batallón de Vizcaya.

Continuaría con su trabajo con Longa, su compañero de armas, José Ramos Aburruza

Elcoro, sargento mayor del batallón de Encartaciones. Así nos lo relata el mismo:

“[…] fue comisionado por el Sor. don Gabriel de Mendizábal, Teniente General de los

Reales Ejércitos y en Jefe del 7º de operaciones, para arreglar los cuerpos de la

División de Iberia, antes denominada Partida Patriótica, Corso de Castilla, lo que

ejecutó con aprobación y satisfacción de dicho señor, poniendo en orden cinco

batallones ligeros”970

En la 4ª división de Renovales serviría también como instructor, el sargento mayor

Antonio Rabanera Eraso. Este había sido enviando al 7º ejército por Castaños, en agosto

de 1812, desde el regimiento de Voluntarios del Ribeiro (adscrito al 6º Ejército) con un

cuadro de oficiales y tropa. La misión no fue muy efectiva pues todos los puestos de

mando en los batallones de la división ya estaban cubiertos con civiles alistados y

subalternos ascendidos, por Renovales “por política”, a jefes de los batallones

vizcaínos971.

Volviendo al informe del estado mayor del 7º ejército a Cádiz, tras reafirmar el

quimérico plan de aumentar sus efectivos hasta los 40.000 hombres (si llegaban armas y

equipo antes de la primavera), se estableció la necesidad de elaborar un Plan de

Instrucción que uniformizara la táctica de los diferentes cuerpos. Igualmente, se

aseguraba que los mayores males encontrados eran el lógico particularismo ejercido por

cada comandante guerrillero con los cuerpos bajo su mando (hasta el extremo de

considerarlos de “propiedad exclusiva suya”), y, en segundo lugar, la violencia y

desorden existentes en todas las provincias, en las que imperaba el único derecho de la

fuerza en las relaciones entre los guerrilleros y las autoridades y población civil:

969 Ibídem. 970 AGMS, 1ª Sección, Legajo A – 164. 971 AGMS, 1ª Sección, Legajo R – 12. Veterano alistado como Cadete en 1793. Oficial de los Voluntarios de Navarra en 1808. Sirve luego en los Literarios de Santiago y en los Escolares de León. Tras el fracaso de su misión vuelve ante Castaños en Burgos y este le pone al mando del 2º de Logroño, y al ser disuelto este cuerpo en octubre de 1813, es destinado como Jefe de Instrucción al Regimiento de Toledo.

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“[…] el vicio más destructor es la facilidad con que el más fuerte desarmaba o destruía

al más débil cuando su propia conveniencia lo aconsejaba. Son fáciles de concluir las

funestas consecuencias que resultaban a los Pueblos de este proceder que dejaba

desnudos y desamparados una multitud de hombres acostumbrados al riesgo y a la

violencia. Finalmente, aunque no se puede decir que se ha destruido va desapareciendo

este mal que merece la atención de VE”972

También se certificaba que el fomento interesado de la deserción por los jefes de

partidas, desmembrando las de sus rivales para incrementar las suyas, y acogiendo

dispersos del ejército regular, eran un serio problema para el establecimiento de una

disciplina regular entre los cuerpos del nuevo ejército.

A este trabajo por desarrollar se unió una propuesta del comandante guerrillero más

fuerte del 7º ejército (tanto que fue designado como 2º al mando por Mendizábal en

detrimento de Porlier973 y como una manera de asegurar su lealtad) Espoz y Mina. En el

mismo, el 11 de abril de 1812 solicitaba el navarro que se le entregase el mando sobre

toda la Rioja y parte de Guipúzcoa y Alava (con sus recursos humanos y materiales)

junto con el regimiento de Logroño y el resto de guerrillas de la zona (vinculadas a la

división de Soria del brigadier Durán), además de 4.000 fusiles, a fin de unificar el

mando militar en esta zona en contacto con Burgos y Cantabria.

Mendizábal desestimó tal propuesta el 10 de julio desde Viyarcayo por carta a Mina

(tras consulta con su superior el capitán general Javier Castaños). Acceder a ella hubiera

supuesto retraer recursos de las Juntas de Soria y de Burgos, así como de las fuerzas de

los comandantes Longa, Durán y Renovales. Igualmente, elevar las fuerzas de Mina a

más de 15.000 hombres, desequilibraría la composición del 7º Ejército, el cual se

hubiera convertido en un mero apéndice de la División Navarra. En contrapropuesta

Mendizábal autorizó a Mina a levar tres nuevos batallones de voluntarios de Navarra (el

6º, 7º y 8º) que junto al 1º de Alava (re adscrito a su División) elevarían los efectivos de

la misma a los 10.000 hombres, repartido en nueve batallones, agrupados en tres

secciones (o brigadas) de infantería; los adecuados a la población y recursos de Navarra,

e igual número que Navarra había sostenido en la Guerra de la Convención contra

Francia 17 años antes. Finalmente, el 5 de agosto, Mendizábal y su Estado mayor

972 AHN, D-C, Legajo 91, nº 48, Ob. cit. 973 Se lo tomaría tan a malas que trataría a lo largo de 1812, infructuosamente, de que Javier Castaños le adscribiera con su División de Vanguardia Cántabra al 6º Ejército de Galicia.

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remitirían desde el cuartel general en Medina de Pomar al Consejo de Regencia y al

estado mayor general en Cádiz, el “Plan de Organización de las divisiones del 7º

Ejército”. Se aseguraba en el mismo que todos los cuerpos enunciados en el Plan

existían ya, o estaban en proceso de formación, contándose con los recursos humanos

necesarios para elevar los efectivos de cada batallón a los de un regimiento de 1.200

hombres974.

Dentro de este plan se organizaba el 7º ejército en cinco divisiones. Cada una de ellas

integradas por regimientos que eran, en realidad, batallones incompletos a la espera de

poder reunir los hombres necesarios para completar sus plantillas:

• División de Vanguardia Cántabra, comandante el brigadier Juan Díaz

Porlier. Defendería el valle de Liébana y el cuartel general de Potes. Operaría

también en el oriente asturiano, noreste de León, Santander y norte de

Palencia (sobre esta zona más llana actuaban los húsares de Cantabria de la

división). En ella se integraba a los nuevos cuerpos de Juan López Campillo

y Lorenzo Herrero.

• 1ª División Castellana, comandante el coronel Jerónimo Merino Cob.

Agrupaba a varios cuerpos francos de guerrillas de varios caudillos locales

(Amor975, Tabuenca, el cura Francisco Salazar976, Tapia y Padilla). En 1812

se organizaría en brigadas independientes en torno a Burgos, Palencia y La

Rioja. Actuaban al sur del camino real de Burgos a Madrid, y en toda La

Rioja, a excepción del partido de Santo Domingo.

• 2ª División Iberia, comandante el coronel Francisco de Longa. Bien armada

y adiestrada, operaba (desde su sede en Medina de Pomar) entre Briviesca y

Vitoria y sobre los alrededores de Pancorbo y Armiñón, delimitándose su

territorio entre los confines de Palencia, el camino real de Burgos, los límites

de Alava y Vizcaya, parte de Santander (valles de Mena y Tudela), junto con

el partido de Santo Domingo de la Calzada en Castilla y, posteriormente, las

Encartaciones de Vizcaya.

974 Todos los cuerpos de Infantería del 7º Ejército habían de adoptar la plantilla regimental de un solo batallón con 10 Compañías (8 de fusileros, 1 de cazadores y 1 de granaderos) y 1.200 hombres, siguiendo el modelo británico adoptado por el Ejército español en mayo de ese mismo año. AHN, D – C, Legajo 91, nº 48. 975 Antiguo soldado del regimiento de Milicias Provinciales de Burgos. 976 Al igual que Merino y Tapia, este sacerdote del pueblo de Vilueña había levantado una partida montada en los llanos de la Bureba.

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• 3ª División Vascongada, comandante el mariscal de campo Mariano

Renovales. Estaba aún poco consolidada, destacando en su seno varios

batallones de la brigada guipuzcoana al mando de Gaspar de Jáuregui, “el

Pastor”977. Las zonas de actuación de la brigada vizcaína eran Balmaseda y

Bilbao. Las brigadas Alavesa y guipuzcoana actuaban en torno a Orduña,

Oñate y Vergara.

• 4ª División Navarra, Comandante el Brigadier Francisco Espoz y Mina. Era

la más fuerte y organizada de todas. Actuaba como una verdadera División

orgánica en la región que la daba nombre, y en parte de Alava (proporcional

a uno de sus batallones formado por naturales de dicha Provincia).

Respecto a la logística, cada territorio asignado a las divisiones se dividió en cantones

o departamentos para recabar suministros (la de Longa creó seis). Cada cantón

nombraba dos diputados978 que debían de formar una Junta de Subsistencias, alternado

mensualmente uno para estar en el cuartel general de la división y el otro para realizar

los acopios de acuerdo al número de vecinos de cada cantón. Cada división se abastecía

de los pueblos de su cantón, no pudiendo exigir suministros fuera de él (a no ser

obligada porque las operaciones militares la llevaran fuera de su zona). Igualmente, a

comienzos de 1812, Mina y Longa organizaron pequeños destacamentos para recorrer

las comarcas cobrando a los pueblos 1/8 parte de sus ingresos (a manera de

contribuciones) y para recoger metal para la fabricación de metralla para los cañones de

montaña entregados por los británicos979.

De esta manera, Longa y Mina lograrían pagar regularmente a sus tropas. Así, en la

“División Iberia”, a partir de 1812, los comandantes de batallón cobraban 2.000 reales

al mes, los sargentos mayores 1.100, los capitanes 900, los tenientes 450, los sargentos

1º 130, y la tropa 64 reales. En total, la división necesitaba, para sus cuatro batallones

operativos, 229.545 reales al mes980.

El plan expuesto a Cádiz era una propuesta de trabajo sobre el papel. La realidad final

fue más compleja, como veremos en el exhaustivo orden de batalla del 7º Ejército que

hemos podido confeccionar a partir de muchas fuentes.

977 Nacido el 19 de septiembre de 1791. 978 Cada Diputado gozaba de raciones y pagas de Capitanes de Infantería. 979 Pardo de Santayana, Francisco de Longa...Ob. cit., p. 299. 980 Ibídem, p. 435.

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* * * *

En el campo francés, los primeros meses de 1811 habían visto como las fuerzas

imperiales de los Gobiernos Militares del norte de España (creados por decreto imperial

del 8 de febrero de 1810: el 3º Gobierno Militar en Navarra, el 4º en Vascongadas y

Cantabria, y el 5º en Burgos, Logroño y Soria981) disminuían sus fuerzas a medida que

aumentaban las de las guerrillas.

Por estas fechas se puede hablar ya de la presencia de unos 12.000 guerrilleros (de a

pie y a caballo) en las zonas donde luego se asentaría el 7º ejército. Los comandantes

Porlier, Mina, Longa, Merino y Renovales eran los líderes principales (el resto no

pasaban de ser pequeñas partidas que no llegaban a un par de centenares de hombres

armados982). A partir de aquel momento, estas grandes guerrillas habrían de

reorganizarse en cinco pequeñas divisiones de Infantería Ligera denominadas:

Vanguardia, Navarra, Iberia, Castilla y Vascongada.

Fuera de esta demarcación del 7º Ejército quedarían las partidas del brigadier José

Duran (los futuros batallones numantinos de la “División de Soria”) y las del

Empecinado, que serían adscritas al 2º ejército español de Aragón.

El 22 de marzo, el capitán general de Galicia, Nicolás Mahy, comunicaría a Francisco

Longa que dejaba de estar bajo sus órdenes pues el gobierno había creado, por la ya

citada Real Orden de 20 de febrero de 1811, el 7º Ejército de operaciones al mando de

Gabriel de Mendizábal.

Entretanto se incorporaba a su puesto el general guipuzcoano, la jefatura del 7º

ejército recaería provisionalmente en Porlier (la Regencia le nombraría “Comandante

General Interino de la 7ª Demarcación” el 19 de mayo de 1811983). Así nos lo recuerda

Nicolás Mahy:

981 El 1º se circunscribía a Cataluña y el 2º a la parte de Aragón al norte del Ebro. Artola, M. (1989) Los afrancesados [Madrid], pp. 139 – 148. El 5º y 6º gobiernos militares se crearían posteriormente, el 29 de mayo. El 6º gobierno militar estaría integrado por las provincias de Valladolid, Palencia, Toro-Zamora y la parte de León en manos francesas. En virtud del decreto imperial, en cada demarcación se establecía un gobernador militar que asumía todos los poderes civil y militar, la administración de policía, justicia, finanzas, nombramiento de todos los empleados públicos y capacidad legislativa. Todos los ingresos de cada provincia –ordinarios y extraordinarios- van a la caja del ejército para mantenimiento de las tropas imperiales. En palabras del embajador francés conde de la Forest: “C´est le demembremet par la lettre, l´anexion pas geste”, Gradmaison, G. de (1905), Correspondance du comte de La Forest, ambassadeur de France en Espagne (1808 – 1813) [Paris], Vol. II, p. 209. 982 Pardo de Santayana, Francisco de Longa...Ob. cit., p. 178. 983 AGMS, 1ª Sección, Legajo D – 568.

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“Habiendo determinado Su Alteza, la Regencia del Reino que pasase el citado

brigadier (Porlier) con su División a organizar el 7º Ejército y establecer su base

ínterin llegaba el general Mendizábal, me pidió el referido brigadier algunos cuadros

de oficiales y yo le entregué los que pertenecían a los cuerpos del general Renovales

con los que se principió a fomentar aquel Ejército” 984

Por su parte, el Gobierno británico apoyaría la formación del 7º Ejército con el envío

de un escuadrón naval de la Flota del Canal (con una docena de fragatas, balandros y

bergantines) en el Cantábrico a fin de facilitar el suministro de armas, municiones y

equipo a las partidas guerrilleras del 7º Ejército. El agente británico en la zona

responsable de tales operaciones de suministro era el general George Walker. Este había

hecho su primer contacto con los emisarios de Longa en diciembre de 1810, en La

Coruña, materializando la primera entrega de equipo en mayo de 1811.

Efectivamente, el 9 de mayo el Departamento de la Guerra británico (tras informes

positivos emitidos desde La Coruña por Walker), había ordenado desde Londres el

primer envío de un buque con armas y municiones para los guerrilleros del norte de

España. Según el Secretario de Guerra y Colonias Robert Banks Jenkinson (Lord

Liverpool), dicha entrega habría de servir para concertar otras posteriores más amplias:

“Me manda Lord Liverpool que le ordene informar a los lores Comisarios del

Almirantazgo que se considera muy importante en el momento presente enviar un

buque de guerra a la costa norte de España para establecer contacto con los jefes de

guerrillas de esa parte del reino, a fin de conocer por los mismos el estado real de las

cosas, entregarle una partida de armas y municiones, y consultar con ellos las medidas

que de común acuerdo deban disponerse para garantizar la entrega de un segundo y

más amplio suministro […]

Dicho navío debe dirigirse en primera instancia a La Coruña, desde donde se

despacharían por el interior algunas personas de confianza para comunicar a los jefes

de guerrillas el punto exacto de la costa donde se juzgue aconsejable citarlos y

desembarcar las existencias; ese punto sería probablemente cerca de Santoña [...]”985

984 Certificación del Teniente General Nicolás Mahy Romo de los servicios prestados por Juan Díez Porlier, El Ferrol, 30 de mayo de 1811. AGMS, 1ª Sección, Legajo D – 568. 985 Laspra Rodríguez, A. (1999) Las Relaciones entre la Junta General del Principado de Asturias y el Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda en la Guerra de la Independencia. Repertorio Documental. [Oviedo], doc. 610, p. 651.

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Rápidamente se realizarían otros envíos a los cuerpos de Porlier, y Mina y

Campillo986. Desde septiembre de 1811 quien llevaría el peso de estas operaciones sería

Howard Douglas, quien sustituiría a Walker como comisionado británico en La

Coruña.987

Dentro de este impulso, Mariano Renovales (ya rehabilitado tras su conato de motín

en Potes), había sido el primero de estos caudillos guerrilleros que, desde Liébana (tras

recibir varios cuadros de oficiales del capitán General de Galicia, Nicolás Mahy)

enviaría partidas a Santander y Vizcaya para reclutar hombres para el nuevo 7º Ejército.

A lo largo de dos años y dos meses, como general en jefe del 7º Ejército (con

jurisdicción sobre el norte Castilla la Vieja, Asturias, Vizcaya, Guipúzcoa, Alava y

Navarra) Gabriel de Mendizábal coordinaría con inteligencia y cautela (dando gran

libertad de acción a sus veteranos y avezados comandantes guerrilleros de división) un

ejército disgregado de aislados cuerpos militarizados en batallones y regimientos (de a

pie y a caballo).

Como decimos, su labor no fue fácil. Su éxito final nos lo muestra la historia de estas

campañas del norte de España, que nos revelan que el 7º fue el único ejército español

que nunca fue vencido durante la guerra, ni sufrió revés serio por parte de las fuerzas

imperiales. Igualmente hay que constatar que fue uno de los grandes cuerpos militares

españoles que más bajas ocasionó en combate a las tropas de Bonaparte.

Aún así, Mendizábal se vería obligado a contemporizar en numerosas ocasiones con

sus muy independientes comandantes: Mina y Merino actuarían con bastante libertad;

Renovales se mostraría tan rebelde que se vería obligado a abandonar el mando de su

división, mientras que Porlier, tras la toma de Santander en el verano de 1812, reduciría

su actividad militar concentrándose en intrigar con Javier Castaños hasta lograr ser

trasferido al 6º ejército (a raíz de sentirse postergado cuando la Regencia le quitó el

cargo de 2º comandante del 7º ejército a favor de un encumbrado Espoz y Mina988). Así

lo recuerda Mendizábal:

986 El Ayuda de Campo del Mayor General Walker, James Johnston, pondría en manos de Mina ese verano de 1811 500 sables, 500 pares de pistolas con 100.000 balas, 2.000 mosquetes con sus bayonetas y 200.000 balas. Chartrand, R. (2.004) Spanish Guerrillas …Ob. cit., p. 29. En uno de sus informes Johnston concluía que las primeras necesidades de los Cuerpos francos, de momento, eran municiones, calzado y ropa. El suministro de muchas armas sería más bien un estorbo y hasta peligroso al tener que ser almacenadas y ocultadas. 987 Un imprescindible y exhaustivo estudio y recopilación documental de dichas actividades lo tenemos en Laspra Rodríguez, A. (1992) Intervencionismo y Revolución: Asturias y Gran Bretaña durante la Guerra de la Independencia, 1808 – 1813 [Oviedo], y (1999) Las Relaciones entre la Junta General del Principado de Asturias y el Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda en la Guerra de la Independencia. Repertorio Documental. [Oviedo], doc. 617, p. 658. 988 Esdaile, Ch. (2006) España contra Napoleón…Ob. cit., p. 294.

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423

“[…] y si fue necesario contemporizar alguna vez mirando por el bien general, también

formó este Ejército, lo organizó y puso en un pie de fuerza real que no es fácil creerlo.

Corrió siempre rodeado de enemigos, y siempre observado, por las provincias de

Castilla, Rioja, Aragón, Navarra, montañas de Santander, Asturias, Guipúzcoa, Alava y

Vizcaya que eran de su mando, y restableció el gobierno donde no lo estaba con

hombres elegidos entre los honrados y de opinión del mismo país”989

Volviendo a la formación del 7º ejército, en 1811 la retaguardia francesa entre Burgos

e Irún, así como entre las montañas de Santander y ambas márgenes del Ebro, dejaría

rápidamente de ser un destino tranquilo para los imperiales. Según el general Mathieu

Dumas990.

“La interceptación de las comunicaciones, el ataque y la destrucción de los convoyes

de víveres y municiones mantenían aislados a los Cuerpos de Ejército, sumían en la

incertidumbre para sus planes a los generales en jefe […] y los inconvenientes de

aquellas bandas estaban más que compensadas con el daño y estorbo que producían a

los franceses y con las ventajas que de ellas sacaban los aliados”991

Efectivamente, las guerrillas de Mina, Longa, Porlier, Campillo, Merino, Tapia y

Jáuregui llevaban meses interrumpiendo las comunicaciones y hostigando, en una

herida sangrante, a las guarniciones francesas y a los convoyes de tropas en tránsito.

“Las partidas de Longa y de Cuevillas fueron rehaciéndose en Espinosa, Montija y

otros valles inmediatos, interceptaban las comunicaciones a los franceses y hacían que

las jurisdicciones en que dominaban aquellas no pasasen a los franceses las

contribuciones ya en el año de 1811; porque la partida fuerte de Merino en la

Provincia de Burgos, la feroz y afortunada de Mina en Navarra, la del Empecinado en

las de Valladolid y Segovia, la de Padilla en Campos y la de Herrero en la Provincia de

Santander, con la de Campillo por otra parte, les llamaba mucho la atención, y tenía en

continuo movimiento, experimentando un género de guerra a que los franceses no

989 AGMS, Primera Sección, Legajo M-2.766. 990 Ministro de la Guerra de José I en 1808. 991 Saiz Bayo, S. (1.988) El Levantamiento Guerrillero…Ob. cit. P. 120.

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estaban acostumbrados, y temiendo ya las continuas sorpresas que les causaban las

Partidas que poco antes tuvieron por despreciables, viéndose en necesidad de

reconcentrarse las guarniciones hacia las capitales de Provincia, y de usar de grande

escolta para sus comunicaciones, que aún así fueron muchas veces interceptadas”992

A la poderosa división organizada por Espoz y Mina en Navarra, se uniría pronto la

que Francisco Longa había constituido, a partir de una nutrida partida, a la que llegaría a

regimentar y convertir en la famosa “División Iberia”. Para ello Longa contaría con la

ayuda de valiosas personas, tanto en el campo militar como en el administrativo. Así

nos lo resume el estudiante burgalés Nicolás Barquín:

“Para dar más impulso a las operaciones militares en nuestra tierra se instaló una

Junta, llamada de Iberia, por nombramiento de las Jurisdicciones de Espinosa, Medina

de Pomar, Losa, Coralina y cercanías, siendo uno de sus miembros don Pedro García

Diego y Madrazo, natural de Salcedillo, que saliéndose de Santander de entre los

franceses, en donde era Contador de Rentas, y pasando por Peñamellera a Potes, llamó

a su hijo, Capitán del Provincial de Laredo, y llevó consigo; fue a ayudar a formarla,

saliendo electo otro individuo de ella, Manuel Riva Herrera, y se situó en Moneo, junto

a Medina de Pomar. Organizaron una División llamada de Iberia, al mando de don

Francisco de Longa; un batallón se puso al mando de don Andrés García Diego993, con

el grado de Coronel, y era el 2º de Iberia, y la caballería al de Abecía, también con el

grado de Coronel; se arreglaron los cuerpos, y se trató del modo de sostenerlos, y de

distribuir con la mejor proporción las contribuciones por los Pueblos, para lo cual

ayudó mucho el extraordinario talento de que estaba dotado dicho don Pedro García

Diego, que era el oráculo de la Junta” 994

En junio de 1811 Longa conseguiría, incluso, dotar de uniformes a sus primeros

batallones de campesinos.

992 Barquín Arana, N. (2.008) La batalla de Espinosa de los Monteros… Ob. cit., p. 159. 993 Soldado profesional con el grado de Teniente en 1808. En 1811, como Teniente Coronel, era uno de los Jefes que había sido destinado al norte de España para organizar el 7º Ejército. 994 Barquín Arana, Nicolás La batalla de Espinosa de los Monteros… Ob. cit., p. 159.

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“La tropa va vestida y da grandes sustos por donde pasa, todos abandonan los lugares

creyendo que son franceses“995

Por su parte, siete meses antes, Mina aprovechando la desmoralización de sus

levantiscos guerrilleros tras los desastres de Tarazona y Belorado, había ordenado cortar

el pelo a todos los hombres de su División, al estilo de los soldados del ejército regular.

Con ello buscaba asegurar su sumisión y mejorar la apariencia y disciplina. El mismo

Mina y sus oficiales lo harían tras sus hombres.996

Por aquella época las fuerzas navarras estaban también ya uniformadas:

“Su caballería la componen hombres escogidos…que se visten de azul, como los

húsares […] Su infantería utiliza sandalias de suela de esparto, medias polainas,

bombachos y chaqueta, sus mosquetes (aunque sucios) disparan bien, al tiempo que

tienen las bayonetas muy afiladas […] Los soldados reciben un real al día junto a una

generosa ración de pan, carne y vino […] Sus tácticas se reducen a disparar contra el

enemigo y después cargan siguiendo distintas formas de líneas o columnas”997

El retrato del guerrillero navarro que escribiría el coronel Lorenzo Jiménez (publicado

en Cádiz en 1811, tras ser liberado de una columna de prisioneros por Mina el 25 de

mayo) nos ilustra sobre la figura del caudillo popular elevado a la categoría de mito:

“ Mina es hombre de regular figura, un poco rubio, fornido, y tendrá cinco pies y una

pulgada de altura, pocas palabras, muy franco, enemigo de las mujeres, pues se

guardará ninguna, aunque sea oficiala, de ir ni acercarse a su División, y será de edad

de 28 a 30 años; come poco, y duerme solo dos horas en la noche, pero siempre con las

pistolas puestas en la cintura, y cerrado en su cuarto las pocas noches que entra en el

pueblo; concita mucho pero es reservado”998

995 Pardo de Santayana, Francisco de Longa...Ob. cit., p. 229 y 304. Informe del teniente coronel Andrés García Diego a Francisco Longa. Al año siguiente la mayor parte de los batallones de Longa se hallaban equipados totalmente. Cada uno de los soldados de Longa disponía de: fusil, correa, bayoneta con vaina, cartuchera, morrión, mochila, capote, chaquetón de paño, camisa, corbatín, pantalón de paño, cinturón y un par de zapatos y de medias. Salvo los uniformes, la mayor parte del equipo había sido remitido desde La Coruña, por mar, a la costa. Uniformes de color azul turquí con casaca y pantalón largo, y cuellos y vueltas verdes, encarnados o carmesíes según el regimiento, y morriones de cuero. 996 Tone, Jhon L. (1.999) La Guerrilla española…Ob. cit. P. 218. El pelo largo en la España de la época era símbolo de independencia y autoridad, tanto como el corto lo era de obediencia y disciplina. 997 El Redactor General, 25 de octubre de 1811, p. 513. En Esdaile, Ch (2006) España contra Napoleón…Ob. cit., pp. 74 y 75. 998 Moliner Prada, A. (Edición) La Guerra de la Independencia…Ob. cit., Capítulo 4º, p. 138.

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Por su parte, Francisco Longa sería uno de los comandantes de división del 7º Ejército

que aceptaría el mando militar de Mendizábal con mayor agrado. Sabía que de ello

dependía tanto su reconocimiento como jefe militar por el gobierno, como la llegada de

vitales suministros a su pequeña “División Iberia”. El 22 de agosto Longa escribiría a

La Coruña a su nuevo comandante en jefe, Mendizábal, sobre el estado de sus fuerzas:

“Esta división se compone actualmente de un regimiento de infantería de 1000 plazas

y dos escuadrones con 400 completamente vestidos, equipados de armas y caballos […]

con el envío de armamento y material se pueden aumentar 1.200 plazas de infantería.

Habiendo venido con el encargo de proporcionarme este auxilio el Teniente Coronel

Andrés García Diego, embarcado en la fragata Iris, sabiendo yo que este oficial se

halla destinado al 7º Ejército sin empleo fijo he dispuesto que por ahora permanezca en

esta División organizando mi nuevo cuerpo […] a la vista de que la juventud de este

país es de las mejores circunstancias que pueden apetecerse, sobria y dócil tanto como

valiente, se presta con facilidad al servicio militar y no es propensa a la deserción

como en otras provincias […] lo que sobre todo necesito, pido es dos ayudantes de

infantería y uno de caballería, 20 sargentos y 30 cabos ”999

Aún dentro de las penurias existentes, ya en los meses previos y auxiliados por las

juntas locales, estos jefes guerrilleros, convertidos ahora en comandantes del ejército

real, tuvieron que establecer un aparato logístico eficaz para que los pueblos y comarcas

pudieran sostener con sus contribuciones en víveres y dinero, a cada una de estas

divisiones. Sólo la división de Longa necesitaba en víveres 4.000 raciones diarias de

pan, otras 4.000 libras de carne, 4.000 cuartillos de vino, 120 celemines de menestra,

840 celemines de cebada, 2.000 arrobas de leña, 560 arrobas de paja y 40 libras de

aceite.1000

El sostenimiento eficaz del soldado aseguraba su disciplina, así como su rendimiento

en combate, reduciendo las deserciones.

999 Pardo de Santayana, Francisco de Longa...Ob. cit., p. 242. 1000 Ibídem, p. 271.

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En 1813 los progresos llegarían a tal extremo, que, como ya hemos referido, algunos

de los comandantes de estas divisiones de origen guerrillero como Mina o Longa,

conseguirían pagar regularmente los haberes a sus hombres.1001

Por otra parte, esta organización y regularización de los cuerpos francos era reclamada

también por los Ayuntamientos. Al conocer la llegada de Mendizábal a La Coruña, una

delegación de las ciudades y villas donde operaba Francisco Longa, le escribirían para

pedirle que hiciera agregar a su División de Iberia varias Partidas sueltas de guerrilla

que causaban desórdenes en los Pueblos, toda vez:

“La exacta disciplina que este comandante hace observar a sus tropas, la suavidad y

moderación con que trata a los pueblos”1002

Dentro de las mejoras en el armamento y equipo llegado a las guerrillas, Longa

recibiría, en octubre de 1812 dos piezas de artillería de montaña suministradas por los

británicos (junto con 1.500 mosquetes1003). Con ellas sería capaz de asaltar y tomar los

reductos y pequeñas fortificaciones (hasta entonces inexpugnables para los cuerpos

francos) con las que los imperiales jalonaban las rutas de comunicación y varios pueblos

de las comarcas por las que actuaban.

El mando imperial, bien informado de esta situación, había redoblado

infructuosamente sus esfuerzos de contrainsurgencia, a comienzos de 1811, con la

mayor ferocidad y sin dar cuartel alguno a las partidas de guerrilla, a las que no

reconocía su estatus militar.

Un hecho de gran relevancia para el futuro inmediato del 7º ejército sería la victoriosa

acción de las voluntarios navarros de Mina en el puerto de Arlabán (en la frontera entre

Alava y Guipúzcoa) el 25 de mayo de 1811. Una columna de un millar de prisioneros

españoles y británicos escoltados por 1.650 soldados franceses del mariscal Massena

1001 En 1813 los hombres de la División Iberia de Longa estaban perfectamente uniformados para esta época: casaca y pantalón pardo, collarín, vuelta y puños rojos. Los zapadores y gastadores con el collarín, vuelta y puños amarillos. Los húsares de Iberia tenían sus vistosos uniformes azules con pantalones rojos según el cuadro de Vicente López al general Longa. Todos se cubrían con morriones de cuero. Desde marzo de 1813 las unidades del 4º Ejército recibirían abundantes equipos de uniformes desde Gran Bretaña. En marzo de 1814 los suministros de uniformes y equipo eran desembarcados directamente en Pasajes; así la División de Porlier recibió 5.220 uniformes y la de Mina 4.000. Chartrand, R. (2.004) Spanish Guerrillas…Ob. cit., p. 63. Por su parte, en la División Navarra, Mina conseguiría pagar a sus soldados un real diario y una ración abundante de carne, pan y vino. Moliner Prada, A. El Fenómeno Guerrillero…Ob. cit., P. 139. 1002 Pardo de Santayana, Francisco de Longa...Ob. cit. 1003 La orden de suministro partió del mismo Arthur Wellesley. Se enviarían también otros 1.500 mosquetes a Mina, 1.000 a Renovales, 1.000 a Campillo y otros 1.000 a Gaspár de Jáuregui. Chartrand, R. (2.004) Spanish Guerrillas…Ob. cit., p. 29.

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fue derrotada, en toda regla, por las tropas de Mina que necesitaron hacer una marcha

forzada de 84 km en dos días para concentrarse. Trescientos muertos y ochocientos

prisioneros imperiales, junto con la liberación de otros tantos soldados españoles

cautivos, y cuatro millones de reales fueron el fruto de la victoria.

Este primer gran éxito de una fuerza guerrillera llevó la fama de Mina a toda España.

El Consejo de Regencia hubo de cambiar de opinión sobre los guerrilleros de Mina; de

ser considerada una banda armada casi de bandoleros, la “División Navarra” fue

reconocida como una unidad regular del ejército español por real decreto de 5 de Junio

de 1811.1004

Por su parte, desde Francia, ya mencionamos en otro capítulo de este trabajo, como

Bonaparte había decidido a comienzos de 1811 actuar directamente contra el

movimiento guerrillero español de Navarra, Vascongadas, Castilla la Vieja y Santander.

Por decreto imperial pondría bajo un mando unificado los diversos Gobiernos Militares

en que había dividido la costa Cantábrica y los valles del Ebro y del Duero. El llamado

“Ejército del Norte”, bajo el mando del mariscal Bessiéres1005 y con cerca de 70.000

hombres (cuyo cuartel general bascularía entre Vitoria y Burgos) recibiría la doble

misión de hacer frente al pequeño 6º ejército español formado por las tropas regulares

del general José María de Santocildes1006 en el reino de León y en Asturias, y a las

numerosa partidas guerrilleras que pronto conformarían el “7º Ejército Fantasma” de

Gabriel de Mendizábal.

Insistimos que dicho ejército guerrillero nunca fue concebido para que operaran

conjuntamente sus divisiones. Lo hacían imposible tanto la diversidad e instrucción de

sus cuerpos (a pesar de estar cada vez más regimentados), la naturaleza misma de la

guerra que habían de hacer, la orografía accidentada, la base regional de la recluta de las

unidades que propiciaba la deserción cuando estas actuaban muy alejadas de sus

hogares y provincias1007, como la tradicional y necesaria independencia con que los

antiguos jefes de Partida dirigían sus operaciones militares.

1004 Espoz y Mina, Francisco (1962) Memorias. Biblioteca de Autores Españoles, Vols. 146 y 147 [Madrid]. Vol. 1, P. 51. 1005 Jean Baptiste Bessiéres, Duque de Istria y Mariscal de Francia (1768-1813). Capitán de Granaderos de la Guardia Nacional en 1789, Subteniente en 1793, sirve en la Guardia de la Convención. Comandante de Guías del general Bonaparte en Italia en 1796. Campaña de Egipto de 1798; General de Brigada en 1800; veterano de las campañas de Austerlitz, Jena, Eylau y Friedland. Sirve en España en 1808, y al frente del Ejército del Norte desde el 15 de enero de 1811 hasta el mes de septiembre en que es reclamado a París. Participa en las Campañas de Rusia de 1812 y de Alemania de 1813 en la que muere. Six, Georges (1934) Dictionnaire biographique … Ob. cit., Tomo I, pp. 94-95. 1006 AGMS, 1ª Sección, José María Silvestre de Santocildes Mariscal de Campo. Legajo S- 1742 1007Naturalmente hubo casos de deserciones durante la guerra, pero la mayoría eran protagonizadas por hombres reclutados forzosamente por Cuerpos francos procedentes de zonas foráneas a la comarca de los reclutados y que desertaban para incorporarse a guerrillas más próximas a sus regiones.

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Una concentración de todas las divisiones del 7º ejército para actuar como un gran

cuerpo hubiera llevado, seguramente, al consabido desastre.

Igualmente, el robustecimiento de la resistencia aliada en la Península, la continua

reconstitución de los ejércitos españoles y el inútil asedio francés a Cádiz, (sede del

gobierno y las cortes españolas) junto con el fracaso imperial en Portugal, dieron

nuevos bríos a los cuerpos francos que combatían en las zonas ocupadas del norte de

España. En palabras del joven estudiante aragonés de 19 años Matías Calvo:

“[…] comenzaron a levantarse guerrillas por todos lados, de suerte que el año 1811 los

españoles comenzaron a despertarse del letargo en que habían estado envueltos”1008

Este estudiante de Leciñena, sería uno de los jóvenes soldados alistados

apresuradamente en 1808 que, dispersos o desertores tras los desastres de 1808 y 1809,

volverían a tomar las armas, de buen grado o a la fuerza, dentro de los Cuerpos francos

del 7º Ejército en 1811 y 1812. 1009

En noviembre de 1811 Matías Calvo volvería a unirse a las fuerzas patriotas tras la

muerte de su padre, médico en Leciñena. Una mezcla de deseos de luchar, y necesidad

de hallar ocupación y sustento, empujarían a Calvo a la guerrilla:

“Por entonces se presentó en el pueblo un jefe de la División de Mina, a quien

hablaron se interesase por mí, y que me fuese en su compañía. En efecto, vino a verme,

me ofreció caballo y armas; acepté y me fui con él. Aquel mismo día me reuní en las

sierras de la Lanaja con su partida, que se componía de 20 caballos y 50 infantes, que

no se empleaban en otra cosa que reclutar gente y mandarlos a Navarra, aunque si

veíamos fuerza francesa con la que podíamos a por ella íbamos. A Dios gracias de

todas salimos con bien hasta el año 1812”1010

1008 Marcén Letosa, J. J. (2.000) El Manuscrito de Matías Calvo [Zaragoza], P. 91. 1009 Matías Calvo había sido protagonista de los alborotos en la Universidad de Zaragoza tras el motín de Aranjuez el 22 de marzo de 1808. Se alistaría como Sargento en el regimiento de Cazadores de Aragón de Fernando VII y combatiría en los dos sitios de Zaragoza. En enero de 1809 viendo perdida la ciudad desertaría de su guarnición para volver a casa de sus padres en Leciñena. Allí tuvo que unirse a la pequeña tropa del coronel Felipe Perena que trataba de auxiliar a Zaragoza y que fue masacrada el 24 de ese mismo mes en la llamada Acción de Llano. Escarmentado de tantos reveses, Calvo permanecería en su casa durante casi dos años y medio. 1010 Marcén Letosa, J. J. (2.000) El Manuscrito…Ob. cit., p. 105.

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Durante la primavera de 1811, 2.000 franceses al mando del general Roguet1011

atacarían a finales de mayo la propia Potes, depósito logístico de la división Cántabra.

Porlier pudo evacuar rápidamente todo el material, recuperando la villa días después.

En este mismo mes, Francisco de Longa informaría a Gabriel de Mendizábal

detalladamente de los progresos hechos en los últimos meses en sus unidades. La

guerrilla de Longa iba pareciendo ya un cuerpo militar con sus dos regimientos de

infantería (de a tres batallones) y uno de caballería (de tres escuadrones).

La llegada del invierno y de instructores y manuales desde Potes, hizo posible instruir,

a finales de 1811, a sus cuerpos en las tácticas regulares del Ejército:

“ Es admirable señor que en tan corto tiempo se hayan logrado tantos progresos con

este considerable número de bisoños; pero todo este resultado es fruto de continuas

academias, ejercicios doctrinales de más de ocho horas diarias y una invariable y

rígida disciplina, y, finalmente del cuidado que se ha tenido de estudiar su carácter y

modificar sus inclinaciones, siendo uno de los recursos de que me he valido el

establecimiento de una música militar compuesta toda de jóvenes aficionados que

contribuirá a hacerles más soportables y dulce la instrucción al paso que les

entusiasma en su nueva carrera […] No se ha logrado menos con el batallón de tropas

ligeras que ha sabido despojarse de algunos vicios superficiales con tanta facilidad

como entusiasmo han demostrado en abrazar la instrucción que se les procura […] La

caballería que aumenta con la fuerza motriz y auxiliadora de compañías de

flanqueadores forma un cuerpo en todas sus partes respetable, está ya instruida en la

táctica de dragones, en la de línea y tropas ligeras hasta el punto de haber

perfeccionado sus evoluciones no solo a trote y galope sino también a escape;

ocupándose actualmente en recibir la instrucción en la táctica mixta de equite-

pèdestres con los expresados flanqueadores.

Se ha dado también principio a la formación de simulacros y se ha logrado la

apreciable utilidad de convencer al arma de Infantería cuan inútiles son los esfuerzos

de la Caballería contra la diversa formación de cuadros”1012

1011 (Tolouse 1770 – Paris 1846). Veterano soldado de la Revolución, escaló todos los rangos desde soldado raso a general. Había llegado a España, tras combatir en Wagram, en diciembre de 1809 al mando de la 1ª División de la Guardia Joven. Six, Georges (1934) Dictionnaire biographique… Ob. cit., Tomo II, p. 383. 1012 Pardo de Santayana, Francisco de Longa...Ob. cit., p. 242.

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Desde el principio de la guerra de partidas, tanto los militares profesionales como

muchos efes de partida se habían dado cuenta de la necesidad de instruir eficazmente a

las guerrillas en tácticas de combate más expeditivas y propias de las fuerzas regulares

para causar el mayor daño posible al enemigo. Como ya se había demostrado en otros

lugares de España, el mero hostigamiento de emboscadas con disparos lejanos tenía

poca eficacia:

“Aunque la guerra se libraba en estas montañas al estilo de Viriato, no podía esperarse

resultados muy halagüeños […] los campesinos son poco menos que ingobernables.

Manifiestan escasa consistencia y orden […] en sus maniobras. No hay de que

sorprenderse, no puede lograse algo así entre tropas que no han sido creadas bajo la

más estricta disciplina. Aunque valiente en las escaramuzas, no comprendían que las

operaciones de choque eran el arma principal en el campo de batalla […] hasta que los

soldados no se den cuenta de que las batallas se ganan con la bayoneta y la espada,

todo está perdido. Vencer sólo con disparos es una quimera […] Avanzar hacia el

enemigo unidos y con valor […] eso es lo que concede la victoria”1013

El 15 de septiembre el Consejo de Regencia había dado en Cádiz instrucciones

precisas a Mendizábal para mejorar el servicio de las divisiones Ligeras del 7º

Ejército1014:

• Atacar expresamente los convoyes de víveres que los imperiales extraían de los

pueblos.

• Persecución de las cuadrillas de malhechores que usurpaban el nombre de

“Guerrillas” y que con sus desmanes ayudaban la causa del enemigo. Una vez

apresados y ajusticiados sus jefes, habrían de integrarse a la fuerza sus hombres,

caballos y armas en el 7º ejército.

• Difundir la subordinación al gobierno legítimo patriota entre la población.

• Introducir en los pueblos los reales decretos de las Cortes y de la Regencia, para

contrarrestar la propaganda y órdenes Imperiales y del gobierno josefino.

1013 José Serrano Valdenebro, jefe de partida en la Serranía de Ronda. Diario de Algeciras, 24 de abril de 1811, pp. 357 – 361. En Esdaile, Ch (2006) España contra Napoleón…Ob. cit., p. 227. 1014 Pardo de Santayana, Francisco de Longa...Ob. cit., p. 269.

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• Extraer de los pueblos todos los impuestos (en dinero y especie) para entregarlos

a los intendentes patriota de las provincias.

• Se habilitarían recompensas en metálico y en especie a las partidas de guerrilla

sobre las rentas extraídas a los pueblos por los franceses y recuperadas ( hasta ¼

de su valor).

Por su parte, Arthur Wellesley asignaría a medio plazo la difícil misión de tomar

Santoña (o a lo menos amenazarla y bloquearla) a las fuerzas del 7º Ejército.

* * * *

Las órdenes de Mendizábal para incrementar la fuerza armada de las divisiones con

nuevos batallones y escuadrones chocaron con la dura realidad de la falta de recursos

materiales y la propia imposibilidad de hacer una guerra de guerrillas con unidades

demasiado grandes y “pesadas”. Así recuerda el teniente Ramón Santillán lo acontecido

en la brigada burgalesa de Jerónimo Merino tras la visita de Mendizábal a sus tropas:

“Tan satisfecho se mostró del estado de las nuestras, que desde luego mandó que se

procediese a la formación de nuevos batallones hasta completar seis mil hombres con

los mozos que todavía podían sacarse de los pueblos de aquella parte de las provincias

de Burgos y de las de Segovia, Valladolid y Palencia, que hasta entonces habían

contribuido en bien poca gente. La Junta (de Burgos) le hizo presente las dificultades

que había para vestir y mantener tan crecida fuerza, y el comandante Angulo le

manifestó las mayores que se encontrarían para operar convenientemente con ellas en

un teatro reducido y encerrado por líneas enemigas que podían fortalecerse

inmediatamente, y en la falta de capacidad de Merino hasta para dirigir los dos

batallones que teníamos, pues que de ordinario no eran mas que espectadores en

nuestras acciones, no acertando aquel jefe a combatir mas que con la Caballería…

Merino mismo rehusaba llevar adelante este plan, y así lo entorpeció”1015

Sin embargo Mendizábal insistiría en sus órdenes, así como en traer de La Coruña más

armamento y municiones.

1015 Santillán, Ramón (1996) Memorias…Ob. cit., P. 72.

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Hacia allí se encaminaría, en marzo de 1812, el ya aludido teniente de los húsares de

Burgos, Ramón Santillán. Presentando en Ponferrada al comandante del 6º ejército,

Javier Abadía, recibiría pasaporte para La Coruña a la que llegaría en los primeros días

de abril. Allí el comerciante santanderino Sayús (comisionado por el mismo

Mendizábal) acompañaría a Santillán ante Howard Douglas, el agente británico

encargado de la distribución de armas en el norte de España. Este le ofreció la cantidad

de armas que pudiera llevarse; limitándose Santillán a tomar 500 fusiles, 400 carabinas,

200 pares de pistolas y 200 arrobas de cartuchos. El trasporte clandestino de los mismos

hasta la cordillera Cantábrica fue toda una odisea. Viajes semejante se repetirían a lo

largo de los meses siguientes con destino a todas las divisiones del 7º Ejército.

Un quechemarín llevó las armas desde La Coruña hasta Ribadesella, pero la nueva

ocupación de Asturias por el general Bonnet hizo retroceder al mismo hasta Ribadeo.

Efectivamente, el 5 de noviembre los franceses al mando del general Bonnet habían

vuelto a invadir Asturias. Debilitada la 1ª división del 6º ejército del general Javier

Losada1016 por las alocadas reorganizaciones de Javier Abadía, apenas se pudo oponer

resistencia, aunque la retirada hacia Galicia se hizo en orden y salvando todos los

almacenes.

A las tres semanas la situación permitió de nuevo a ramón Santillán su arribada a

Ribadesella. Desde allí y con una recua de 120 mulas (traídas en secreto desde Burgos)

y una pequeña escolta de 16 infantes y 12 jinetes, Santillán conseguiría burlar a las

patrullas francesas de las guarniciones de Reinosa y Briviesca. Incluso se tuvo que

distraer a un regimiento de caballería francés que marchaba camino de Burgos, con un

falso movimiento de dos pequeñas partidas de los Húsares de Iberia que le

acompañaban. La columna de suministros lograría entrar a salvo en la provincia de

Burgos a través de los montes de Oca:

“Desde luego se comprenderá que esta facilidad para conducir convoyes tan

numerosos por un país cruzado de líneas enemigas, solo era debido al espíritu de los

Pueblos tan decididos en nuestro favor que ni una sola persona había que nos

denunciase a los franceses”1017

1016 AGMS, 1ª Sección, Legajo L – 1.907 1017 Santillán, Ramón (1996) Memorias…Ob. cit., P. 74.

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Volviendo a la campaña de 1811, los combates no dejaron de sucederse por las

unidades del nuevo 7º ejército. Así, Porlier, al frente de los 4.000 hombres de su

división de vanguardia, expulsó el 14 de junio de 1811 a los franceses, al mando del

general Roguet, de Santander. Su subalterno Juan López Campillo bate también a los

imperiales en Valmaseda el 26 de septiembre, y Longa hace lo propio el 2 de

septiembre, en la Peña Nueva de Orduña, sobre las tropas del general Caffarelli

(acosado también por los batallones Guipuzcoanos de Jáuregui).

En diciembre, Mendizábal y Longa bajarían hacia Burgos donde, tras contactar con

Jerónimo Merino, llevarían a cabo varias acciones de acoso que distrajeron fuerzas

imperiales del norte y oeste peninsulares.

Entre estas acciones destacaría el victorioso combate de Hontoria del Pinar. Allí,

Merino derrotaría a una columna de tropas polacas, mostrando una rara clemencia con

sus prisioneros1018. En este combate es fama que lucharon junto a Merino 11

clérigos.1019 Por su parte, Jerónimo Saornil contaría dentro de su cuerpo franco de los

húsares de Castilla la Vieja con dos religiosos: fray Melchor, que ejercía de contable, y

el sacerdote de Tordesillas y ex confidente, Ignacio Guerra, que hacía las veces de

comisario de víveres.1020

El año de 1811 acabaría con el terrible edicto que Mina proclamó el 14 de diciembre,

como respuesta a las represalias que sobre la población civil y los soldados del 7º

ejército ejercían los franceses. En el primer artículo del decreto Mina:

“Declaraba guerra a muerte y sin cuartel a jefes y a soldados, incluso al Bonaparte de

los Franceses”.1021

Prosigue la organización del 7º ejército. Año de 1812.

“De un Oficial francés a otro. Avila de los Caballeros 28 de junio. 1018 La victoria se vio facilitada porque, al parecer, la mayoría de la tropa polaca marchaba ebria tras haber saqueado el pueblo. 1019 Moliner Prada, A. El Fenómeno Guerrillero Ob. cit., P. 140: eran los párrocos de Hontoria, Palacios de la Sierra, Silvestre, San Leonardo, Espeja, Santa María de las Hoyas, la Gallega y Navas del Pinar, además de los ermitaños de San Roque, Nuestra Señora de la Cuesta y San Juan. 1020 Ver notas 1.176 y 1.177 de Sánchez Fernández, J. (2.002) Valladolid durante la Guerra…Ob. cit. 1021 Queipo de Llano, Memorias del levantamiento… Ob. cit., Libro XVII, año de 1811, p. 374.

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435

Todo se ha perdido mi querido Martín […] el Soldado francés se ha cansado y ha perdido su actividad en España; bien es que esta Guerra es una guerra maldita. Ella lo fue en su origen y no puede menos de serlo en su fin. Lo que yo siento es que nuestros reveses van a irritar más el orgullo de Bonaparte, y que no querrá desistir de esta maldita conquista, que tanto nos hará padecer a unos y otros. Por ahora estamos solo a la defensiva, y puedo asegurarte que marchamos en retirada, o por mejor decir, en fuga. El granero de Castilla se lo comerán los albiones y el pobre francés se quedará en albis, andando siempre a saltos. Esta es una verdad. Ya sabes que yo estoy siempre dispuesto a decirla, como a batirme con el diablo, si es menester. Sin embargo, tengo el gusto de no haber hecho por mi parte el menor daño a un español, delito que no me perdonaría en mi vida; pues la guerra que les hacemos es lo sumo de la injusticia y de la maldad. La Providencia los vengará, y su valor los hará libres. Amigo, ya todos hablamos aquí así, ya todos hablamos claro. Adiós”

(Gaceta de la Regencia de las Españas, sábado 8 de agosto de 1812. Carta interceptada por

las Guerrillas)

Como sabemos, este año vería el inicio del declinar de la estrella imperial en la

Península y en toda Europa. Aún así, 1812 comenzaría para los franceses con la toma de

Valencia, pero a costa de desguarnecer Extremadura, cayendo Ciudad Rodrigo en

manos aliadas en enero. Igualmente, la invasión de Rusia extraería importantes fuerzas

de la Península; ya en noviembre de 1811 habían empezado a llegar órdenes en este

sentido desde París (cuadros de mandos y unidades de élite, en número de hasta 30.000

hombres, fueron reclamados desde Francia). En diciembre dejarían también de llegar

refuerzos a Bayona.

La invasión de Rusia llevaría a Bonaparte a retirar de España en 1812 a otros 50.000

veteranos (Guardia Joven, Legión Polaca del Vístula) para nutrir a su Guardia Imperial.

Llegarían para sustituirlos apenas 20.000 jóvenes y desmotivados reclutas.

Aún así, los imperiales seguían manteniendo en España 230.000 soldados que, de

haberse podido concentrar, hubieran barrido al Ejército británico-luso de Arthur

Wellesley.

Sin embargo la creación y eficacia del 7º ejército (un verdadero cáncer en la

retaguardia francesa en las rutas de Madrid a Francia), la marcha de tropas imperiales

hacia Rusia y la ofensiva aliada desde Portugal enardecerían, de nuevo, los ánimos de la

España patriota en el norte peninsular.

En los territorios de la demarcación del 7º ejército, la afluencia de nuevos reclutas a

sus divisiones, de manera voluntaria o por leva, daría lugar casi a un “levantamiento en

masa del norte” en 1812, como así lo denominaron los mandos franceses.

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436

A partir de junio de ese año, las acciones del 7º Ejército se hicieron más coordinadas,

por órdenes expresas de Castaños a Mendizábal, y acordadas con Arthur Wellesley.

Tres objetivos eran esenciales para el comandante del 7º ejército:

• Cortar las comunicaciones imperiales con Francia, interceptando y ocupando

puestos y poblaciones en el camino real entre Irún y Madrid.

• Impedir la llegada de refuerzos del Ejército del Norte al ejército de Portugal.

• Proteger la recogida de la cosecha en los pueblos e impedir su requisa por las

fuerzas imperiales.

Los logros conseguidos por el 7º ejército a lo largo del 1812 y 1813 serían (hasta para

el prestigioso historiador británico Charles Oman) la condición vital que facilitaría las

victoriosas ofensivas de Arthur Wellesley. La llamada “Rebelión del Norte” atrajo a tal

cantidad de tropas imperiales que el ejército francés no podría frenar en 1813 el avance

anglo portugués que llevaría al duque de hierro a las llanuras de Vitoria.1022

“En conjunto, probablemente nunca hubo más de 20.000 guerrilleros en activo al

mismo tiempo […] Nunca lograron derrotar a una fuerza francesa superior a dos o tres

batallones, y se les daba caza continua por todas partes. Pero con todo, y a pesar de su

debilidad a campo abierto […] realizaron un buen servicio al inmovilizar […] un

número dos veces superior al suyo de soldados franceses”1023

Por su parte, el conde de Toreno, lo manifestó también en su obra, refiriéndose a los

meses finales de 1811, de una manera escueta, pero que no admitía controversia en sus

hechos:

“De su conjunto (las acciones de los pequeños ejércitos y cuerpos francos españoles)

resultó en gran parte la maravillosa y porfiada defensa de la independencia de España

[…] Más de tres años iban corridos de incesante pelea; 300.0000 enemigos pisaban

todavía el suelo peninsular, y fuera de unos 60.000 que llamaba así el ejército anglo

portugués, ocupaban a los otros casi exclusivamente nuestros guerreros, lidiando a las

1022 Oman, Ch. (1902) A History of the Peninsular War, Vol. VI. [Oxford]. Reedición de Greenhill Books, 1995, pp. 252 – 274. 1023 Ibídem, Vol. III, pp. 488 – 492.

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puertas de Madrid, en los límites y a veces dentro de la misma Francia, en los puntos

más extremos, cuan anchamente se dilata España”1024

* * * *

A partir de 1811 las juntas y autoridades patriotas del norte de España solo reconocían

como cuerpos del 7º ejército a los que contaban con la aprobación de su comandante en

jefe, y del supremo Consejo de Regencia, considerándose por:

“Desertores, dispersos, mal defensor de la patria, hombre sin sociedad y expatriado al

que en las actuales circunstancias obrase sin aprobación legítima…”.1025

Ya desde agosto de 1811, la Regencia había conseguido de las Cortes la aprobación de

una real ordenanza que regulaba estrictamente la actividad de las partidas diferenciando

a las guerrillas de las bandas de delincuentes y saqueadores. Por la misma se clasificaba

a los combatientes irregulares en tres categorías:

• Cuerpos francos consolidados y de tamaño regimiento o batallón que actuaban

bajo supervisión militar – aunque fuese lejana - (como los de Mina, Longa o el

Empecinado).

• Grupos menores del tamaño de una Compañía o Escuadrón, con historiales de

combate probados.

• Bandas menores ajenas a cualquier autoridad y dedicadas al simple merodeo.

Los primeros grupos habían de ser asimilados al Ejército, los segundos perderían su

autonomía y se amalgamarían a ellos, mientras que a los terceros habría de dárseles caza

y destruirles, con el mismo vigor que a las tropas imperiales.1026

Como ejemplo de muchas actuaciones en este sentido, Jerónimo Merino arrestaría a

varios desertores de su guerrilla que se habían refugiado en la partida de Marquínez, tras 1024 Toreno, conde de, Ob. cit., Libro XV, pp. 414 y 415. 1025 Pardo de Santayana, Francisco de Longa...Ob. cit., p. 302. Algunas de estas Partidas que no se sometieron al mando militar y continuaron con sus actividades puramente delictivas, serían perseguidas por los propios patriotas, hasta meses después de acabada la guerra incluso. Muñoz Maldonado, José (1.833) Historia de la Guerra de la Independencia política y militar [Madrid], Tomo III, pp. 307 – y 308. 1026 Esdaile, Ch (2006) España contra Napoleón…Ob. cit., p. 280. Actas de las Cortes, 2 de agosto de 1811.

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438

cometer robos y excesos en varios pueblos. Tras un rápido consejo de guerra en la villa

de Roa serían fusilados ante la tropa, como escarmiento de muchos y clara advertencia a

Marquínez:

“Desde entonces, ningún embarazo encontramos para mantener la más severa

disciplina en nuestra tropa, al mismo tiempo que nuestro rigor alejó del país las

diferentes partidas que la habían molestado con sus excesos”1027

En 1812, los progresos del 7º ejército serían evidentes. El 11 de enero, un admirado

Mendizábal presenciaría a la división Navarra de Espoz y Mina librar el victorioso

combate Rocaforte, cerca de Sangüesa. Tras unir su caballería a las fuerzas del navarro,

Mendizábal le dejaría dirigir la acción. Luchando por primera vez a campo abierto

contra las tropas francesas del gobernador de Pamplona (el sanguinario general Nicolás

Abbé 1028), Mina conseguiría vencerle, luego de un combate de cinco horas, causando al

imperial seiscientas bajas. Estas aumentaron porque Mina ordenaría cumplir con los

prisioneros su decreto del 14 de diciembre de guerra sin cuartel, en represalia por la

durísima represión ejercida por el gobierno Josefino contra los patriotas y la población

civil1029. Desde aquel día, los verdugos empezaron a ser víctimas.1030

El 9 de abril repetiría victoria Mina en Arlabán; en ella moriría incluso el secretario de

José I, Deslandes. La acción se llevó a cabo tras otra marcha forzada de 15 leguas, en

una jornada desde el Alto Aragón, por sus batallones navarros.

En Vascongadas se había instalado, en febrero de 1812, la Junta del Señorío que tenía

su sede, cuando las circunstancias lo permitían, en Orduña. Con los esfuerzos de ésta

pudo Mariano Renovales acabar de organizar tres batallones vizcaínos y un escuadrón

de húsares francos de Vizcaya, con cerca de 1.200 hombres. En junio empezarían a ser

ya operativos.

1027 Santillán, R. (1996) Memorias…Ob. cit., p. 70. Sobre otros desertores se impusieron castigos severos con penas de carreras de baquetas y palos, para ser enviados esposados luego al Ejército. 1028 Luis-Jean Nicolas Abbé (1764-1834). Soldado del regimiento de Barrois en 1781. Doce años después era Subteniente y Teniente en 1796. Capitán del 8º de Dragones en 1798. Ayuda de Campo del General Leclerc en la campaña de Leclerc en Santo Domingo en 1802. En el Ejército de Italia en 1805. General de Brigada y enviado al Ejército de España en 1810. Operaciones en Cataluña y Gobernador Militar de Pamplona en 1811. En 1830 era Comandante de la Guardia Nacional. Six, Georges (1934) Dictionnaire biographique … Ob. cit., Tomo I, p. 2. 1029 Tone, Jhon L. (1.999) La Guerrilla española…Ob. cit. Pp. 235 y 236. 1030 Tras meses de guerra sin cuartel, el sanguinario Abbé empezaría a reconocer el estatus de soldados a los combatientes de los Cuerpos francos y dejara de efectuar represalias sobre sus familias. El último año del conflicto este se humanizó, volviéndose a respetar las leyes de la Guerra.

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El mando francés perseguiría con especial saña a esta juntas locales itinerantes que

sostenían la logística de los cuerpos guerrilleros del 7º ejército y la opinión pública, con

todo tipo de proclamas y pequeños periódicos confeccionados en imprentas portátiles

que viajaban con ellas. La captura de la Junta de Burgos el 21 de marzo de 1812 en el

pueblecito de Grado y la posterior ejecución de cuatro de sus vocales en Soria no haría

decaer el esfuerzo patriota; al contrario, sólo llevaría una sanguinaria represalia de

Jerónimo Merino1031:

“Perseguían los enemigos con encono a las Juntas de este Séptimo Distrito, que

auxiliadoras en gran manera de las Guerrillas y Cuerpos francos, fomentaban además

el espíritu hostil de los habitantes por medio de impresos y periódicos publicados en

lugares recónditos […].” 1032

Por su parte, Mendizábal, tras haber visitado a todos los cuerpos francos que

integraban el 7º Ejército, enviaría el 7 de marzo al jefe del estado mayor general en

Cádiz, un plan de operaciones en el que detallaba las directrices a seguir en los

próximos meses por sus fuerzas. 1033

Por el momento, el 7º ejército seguiría combatiendo fragmentado en pequeños

cuerpos debido a la accidentada orografía por la que operaba, la escasez de subsistencias

y la imposibilidad de contar con un eficaz servicio de intendencia, así como la falta de

instrucción y disciplina (a pesar de los grandes progresos hechos) en la mayoría de los

nuevos batallones creados desde las partidas de guerrilla originales.

La base regional de las unidades favorecía la deserción de los hombres cuando se

alejaban de sus provincias. Así lo expresaba Mendizábal:

“ Por la falta absoluta de recursos de este Ejército, es indispensable fiar la subsistencia

de sus tropas a los productos del país y por consiguiente señalar a cada una de las

divisiones una extensión tal que pueda subvenir a sus necesidades […] he dispuesto

accidentalmente que la dicha demarcación del Ejército se considere dividida en

1031 Santillán, Ramón (1996) Memorias…Ob. cit., p. 76: “La represalia fue excesiva y por demás sangrienta. Veinte hombres fueron fusilados por cada uno de los vocales de la Junta ahorcados, diez por el secretario de la Intendencia, y tres por cada uno de los supuestos fusilados en Aranda” 1032 Toreno, Conde de, Ob. cit. libro XI, p. 402 y 403. 1033 IHCM, Colección Duque de Bailén, Año de 1812, Carpeta XXXIII, Legajo 50, Carpeta 31, “Operaciones. Planes de Operaciones entre Mendizábal y Castaños”. Priego Fernández del Campo, José, Vol. VII, 3º, Capítulo 4º, El 7º Ejército español y el Ejército Imperial del Norte a principios de 1812, pp. 85 – 92;

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distritos que cada uno de ellos haga sus suministros a la División y que ninguna de las

otras pueda exigir raciones en él a no ser que las operaciones militares o mis órdenes

les obliguen a pasar de un distrito a otro” 1034

Asimismo manifestaba Gabriel de Mendizábal el grave problema que suponía la

necesidad de un suministro continuo de armas y, sobre todo, de municiones. La falta de

estas últimas, debido a los continuos combates, hacía de las unidades del 7º Ejército un

voraz consumidor de ellas. En palabras del comisionado británico Howard Douglas, al

comandante de los húsares de Iberia, Juan José de Abecía destacado en La Coruña, en

marzo de 1812:

“Más pedíamos nosotros que todo el 6º Ejército “ 1035

Según el plan de operaciones del general Gabriel de Mendizábal, las acciones de

guerra se compartimentarían en provincias a cargo de las cinco divisiones ligeras del 7º

ejército. Con gran conocimiento del país y facilidad para dispersarse y unirse

rápidamente, podían lograr la superioridad en los puntos de ataque necesarios.

Este tipo de guerra obligaría al enemigo a dispersar sus fuerzas para asegurar sus

comunicaciones y la reunión de víveres, posibilitando que la derrota desafortunada de

una división o cuerpo aislado no llevara al desastre al resto del 7º ejército.

Por otra parte, la unidad de mando de un comandante en jefe permitiría mejorar los

aspectos logísticos, instrucción y disciplina de los antiguos cuerpos francos

independientes del 7º ejército.

A lo largo de 1812, los combates librados en la retaguardia por los batallones y

regimientos ligeros del 7º ejército serían continuos, mostrando una creciente capacidad

y confianza en el combate ante los imperiales. Gabriel de Mendizábal iría alternando su

mando y supervisión sobre una u otras divisiones:

“Muchos continuaban siendo los reencuentros y choques de los diversos cuerpos y

guerrillas que formaban el Séptimo Ejército bajo Don Gabriel de Mendizábal, quien

poniéndose al frente, cuando de unas fuerzas, cuando de otras, juntábalas o las

1034 Pardo de Santayana, Francisco de Longa...Ob. cit., p. 300. 1035 Ibídem, p. 303.

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441

separaba según creía conveniente, estrechando en una ocasión a los franceses de

Burgos mismo” 1036

Efectivamente, a finales de abril de 1812 Mendizábal idearía un plan para atraer

fuerzas francesas hacia el norte, bloqueando durante algunos días Burgos con una

inusual concentración de 6.000 infantes y 2000 jinetes de las divisiones Iberia y

Cántabra, así como de las brigadas castellanas de la Bureba de Francisco Salazar, la de

Burgos de Jerónimo Merino y la caballería de Benito Marquínez1037 (todas integrantes

del 7º Ejército).

La consternación imperial por el resultado logrado fue grande. Así recogió la prensa

patriota dicha acción en palabras del propio Mendizábal:

“La Coruña 23 de junio

Oficio del general en Jefe del Séptimo Exército, Don Gabriel de Mendizábal, al Capitán

General don Javier Castaños.

“Excmo. Sr. Mientras se reunían las divisiones de Vanguardia, Iberia y otros cuerpos

de este ejército el dos del corriente en Herrera de Pisuerga y sus inmediaciones para

hacer una llamada sobre Burgos, dispuse que la Vanguardia bloquease las

guarniciones de Aguilar de Campó y Sasamón. El día cinco me trasladé a Santibáñez,

con los escuadrones de Húsares de Cantabria, al mando de su Coronel don Juan de la

Riva; los de Iberia, al de igual clase don Francisco Longa, los de la Rioja al del mismo

empleo don Francisco Salazar, y los Cazadores de Castilla de a caballo mandados por

el Teniente Coronel don Santos Padilla; y en el mismo día emprendí mi marcha sobre

Burgos, aproximándome a las tres de la tarde a las Huelgas y Hospital del Rey que

abandonaron los enemigos, igualmente que a Gamonal, encerrándose dentro de la

ciudad, con lo que pude rodearla a tiro de cañón, sin que los enemigos se atreviesen a

salir.

La consternación de la guarnición de Burgos, la facilidad con que la caballería

describió un círculo en medio del día alrededor del Cuartel general del Quinto

Gobierno enemigo, sin que se atreviesen a incomodarnos, y los trasportes de alegría de

todos los fieles y heroicos burgaleses, son una terrible lección que convencerá a estos

1036 Toreno, Conde de, Ob. cit., libro XI, p. 402. 1037 Este comandante de Partida llegaría al grado de Teniente Coronel. Su segundo sería Marcos Barrero.

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tiranos de su impotencia y decaimiento, y a los españoles pusilánimes, de que cada día

se aumentan y organizan nuevas fuerzas en los exércitos patrióticos, desvaneciendo la

idea de los pretendidos invencibles.

Han sido los resultados más visibles de esta operación, llamar la atención de los

enemigos, por hallarse embestido uno de los principales baluartes de su comunicación

central, y enardecer el patriotismo de los esforzados habitantes de Burgos, con la corta

pérdida de nuestra parte de media docena de heridos, entre hombres y caballos.

El día dos en Herrera se hizo aniversario del Dos de Mayo […]

Cuartel general de Huermeces y mayo 7 de 1812. Sr. Gabriel de Mendizábal”1038

La rápida concentración francesa de un numeroso contingente de refuerzo en Vitoria

hizo desistir a Mendizábal de la toma de Burgos. Sería ésta la única vez que tropas de

diversos cuerpos del 7º Ejército actuarían como gran unidad orgánica. Aún así, la

operación acrecentó, enormemente, los temores del mando imperial.

* * * *

Sería ya el 3 de mayo de 1812 cuando el general Caffarelli1039 llegó a Vitoria con

órdenes de sustituir a Dorsenne como comandante en jefe del “Ejército Imperial del

Norte”1040. Tras establecer en esta ciudad su cuartel general (a fin de poder atender

mejor el frente norte abierto contra el 7º español) y evaluar la situación comunicaría el

13 de mayo al ministro de la guerra en París, el duque de Feltre, el general Henri

Jacques Guillaume Clarke:

“Estoy lejos de tener el número de tropas necesarias para ocupar el país, guardar la

costa, conservar las comunicación de Irún a Burgos y a Celada, reprimir a las bandas y

1038 Gaceta de la Regencia de las Españas del sábado 4 de julio de 1812, P. 677. 1039 Marie François Caffarelli (1766-1849). Sardo, Subteniente en 1785. En 1792 pasa al Ejército Francés con el que sirve en la Guerra de los Pirineos, en el 15º de Dragones. Ayudante Mayor en 1794; Brigadier en 1797; veterano de las Campañas de Marengo y Roma. General de División en 1805. Campaña de Austerlitz. Ministro de la Guerra del Reino de Italia en 1806. Combate en el segundo Sitio de Zaragoza en febrero de 1809. Nombrado Comandante del 4º Gobierno Militar de España (Vizcaya y Santander) en septiembre de 1810. Comandante de División del Ejército del Norte bajo Dorsenne en enero de 1812. Herido bala en el combate del Roncal del 29 de febrero. El 13 de abril recibe su nombramiento de Comandante del Ejército del Norte sustituyendo a Dorsenne; cargo que desempeña hasta febrero de 1813. Six, Georges (1934) Dictionnaire biographique …. Ob. cit., Tomo I, pp. 178 y 179. 1040 Vemos que en menos de un año, Bonaparte cambiaría, en tres ocasiones, de comandante en jefe al ejército del norte.

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oponerme a los desembarcos. Si somos atacados por los dos lados a la vez… soy

incapaz de dividirme y de oponer resistencia.

Todos los días las bandas se refuerzan y adquieren consistencia, yo estoy asombrado

de su crecimiento […] esta guerra nos desgasta en detalle, todos los días se pierden

hombres que se reemplazan difícilmente” 1041

Esta situación llevaría a Caffarelli a retrasar el envío de refuerzos a Marmont (que los

había solicitado con premura desde Valladolid el 24 de mayo) ante la ofensiva de Arthur

Wellesley. Por su parte, el ejército del sur del mariscal Soult, veremos que,

simplemente, dejaría abandonado a Marmont.

La misma guarnición imperial de Valladolid quedaría aislada durante semanas enteras

por la actividad guerrillera. El dominio guerrillero era tal que en junio se tuvo que

colocar, en la torre catedralicia, una bandera roja para advertir de los movimientos de

los cuerpos francos del 5º ejército español que llegaban ante los mismos muros de la

ciudad.1042

Llegado el verano de 1812, 7º ejército español contaba con unos 15.000 infantes y

1.600 jinetes encuadrados en cinco divisiones ligeras de tipo guerrillero: Navarra,

Castilla, Iberia, Vizcaína y Cántabra.1043

Ya desde unos meses antes, el comisionado Howard Douglas venía solicitando a su

gobierno para incrementar los suministros a las fuerzas de Mendizábal y para que se

aumentase la presencia naval británica en el cantábrico. Ello se lograría con la llegada,

en primavera, de un nuevo escuadrón al mando del enérgico comodoro Home Riggs

Popham.1044

La combinación de la artillería naval y las fuerzas británicas de desembarco

redoblarían la capacidad ofensiva de Mendizábal contra los puertos y puntos

fortificados imperiales costeros, hasta entonces, inmunes a las fuerzas ligeras del 7º

ejército. Un escuadrón de dos navíos de línea, cinco fragatas, tres bergantines y varios

transportes, con dos batallones de marines y una compañía de artillería, saldría de La

Coruña el 17 de junio, comenzando a recorrer el cantábrico; a bordo veremos que

marcharía el mismo Douglas para servir de enlace de Mendizábal.

1041Sarramon, Jean, Contribución a la Histoire…Ob. cit., Vol. 8, p. 6. 1042 Sánchez Fernández, J. (2002) Valladolid durante la Guerra de la Independencia… Ob. cit. Ver el Capítulo 3.5.2 1043 García Fuertes, A. (2009) Los Granaderos de Castilla y el 7º Ejército…Ob. cit. 1044 Rehabilitado así por su gobierno desde su fracaso ante Buenos Aires en 1806.

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Por Cantabria seguían actuando Porlier y sus subordinados Campillo, Salcedo y la

caballería de la Riva. Sus acciones iban dirigidas también sobre el oriente de Asturias y

los llanos de Castilla. En otras ocasiones, estas fuerzas realizarían operaciones anfibias

sobre la costa, con el apoyo de los buques británicos y españoles.

* * * *

Tras haber expuesto el origen, nacimiento y organización del 7º ejército guerrillero,

volveremos, en el capítulo siguiente, al inicio de la campaña aliada en la primavera de

1812, y a los planes del 6º ejército español para iniciar su ofensiva y el asedio a la plaza

de Astorga en manos francesas

XIII PLANES Y OPERACIONES ALIADOS PREVIOS A LA OFENSIVA SOBRE

ASTORGA Y EL DUERO (ABRIL DE 1812).

“El sitio y la reconquista de Astorga en 1812 nacieron como una medida estratégica y un poco

espectacular, que formaba parte de un plan conjunto de acción contra los Ejércitos franceses que sería el

definitivo planteamiento de la lucha por la Independencia española. El plan fue preparado en perfecta

armonía por Castaños y por el General inglés Arthur Wellesley y tendría su máxima eficacia en las

tierras centrales de España, no lejos de la frontera portuguesa. Preparaban la jornada de los Arapiles”

(Augusto Quintana Prieto, Astorga en 1812)

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Introducción

Con estas acertadas palabras comenzaba, en 1962, el historiador astorgano Augusto

Quintana, un capítulo en que abordaba, con el conocimiento de su época, las vicisitudes

del segundo sitio de Astorga. En su pequeña monografía “Astorga en 1812” nos

mostraba que el sitio de Astorga de 1812 no podía estudiarse, ni comprenderse fuera del

marco general estratégico de los planes aliados (hispano-británicos) para la Guerra en la

Península, en la primavera de 1812.

Es paradójico que, aún hoy, hasta la redacción de la presente tesis se conocieran mejor

las vicisitudes del primer sitio de Astorga de 1810, que del segundo sitio de 1812. Hasta

el mismo general Santocildes dedicaría en sus memorias al segundo apenas seis páginas,

mientras que el primero (siendo una derrota), lo relató en una extensa y detallada

narración.1045

Por su parte, el resto de historiadores españoles que han abordado la historia del sitio

de 1812, lo han hecho, igualmente, de forma breve y escueta, como no queriendo

enmendar, ni ampliar, lo escrito por Santocildes en 1815.1046

En este apartado de la tesis vamos a abordar un aspecto menos conocido de la famosa

campaña que Arthur Wellesley llevaría a cabo en el verano de 1812 y que conduciría a

la gran victoria aliada de la batalla de Salamanca contra los franceses (conocida en

España como de los Arapiles); estamos hablando del decisivo papel representado por el

3º, 4º, 5º, 6º y 7º Ejércitos españoles en aquella Campaña. Aunque en esta obra vamos a

centrarnos en la actuación del 6º (antiguo ejército de Galicia) y 7º ejércitos que fueron

los que más directamente apoyaron a Arthur Wellesley, reconquistando, además, el

primero de ellos la plaza de Astorga.

1045 Santocildes, J. M. (1815) Resumen Histórico de los Ataques, Sitio y Rendición de Astorga escrito por el Teniente General J. M. de Santocildes [Madrid]. 1046 El gran historiador militar español Gómez de Arteche, autor de una monumental obra de catorce tomos sobre la Guerra de la Independencia, sólo le dedica una p.ina de su Tomo XII: Gómez de Arteche y Moro, J. (1901) Guerra de la Independencia. Historia Militar de España de 1808 a 1814 [Madrid]. Reedición de SIMTAC, Año 2.000, Valencia, p. 198. Por su parte el Conde de Toreno apenas le dedica unas líneas en su Libro Decimonoveno, en los capítulos 130º y 131º: Queipo de Llano, J. M. (Conde de Toreno) (1953) Historia del Levantamiento, Guerra y Revolución de España [Madrid]. Biblioteca de Autores Españoles, Tomo LXIV. También Honorato García Luengo le dedica sólo dos p.: García Luengo, H. (1908) León y su Provincia en la Guerra de la Independencia [León], pp. 84 – 85, o Salcedo Ruiz, A. (1901) Astorga en la Guerra de la Independencia [Astorga]. Otros autores locales se limitan a reproducir el ya parco Diario de Santocildes: Alonso y Fernández de Arellano, Paulino & Rutilio, Manrique (1912) Astorga Heroica [León] o Rodríguez Diez, M. (1909) Historia de la muy Noble, Leal y Benemérita Ciudad de Astorga [Astorga]. Los únicos que abordan el tema con más seriedad y tratando de aportar algo nuevo son el propio Quintana Prieto, A. (1962) Astorga en 1812 [Astorga], la obra de José Priego Fernández del Campo (2.000) Guerra de la Independencia, 1808 – 1814. Volumen VII – 2º, Campaña de 1812 [Madrid], pp. 43 – 46; y la reciente y muy documentada obra de Sánchez de Toca, J. M. (2009) Los desastres de la Guerra. Astorga en la Guerra de la Independencia [Astorga], pp. 329 – 366.

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446

La historia del sitio de Astorga de 1812 por el 6º ejército español no puede abordarse

desde una perspectiva localista, sino situando estos hechos en el contexto de lo que

estaba sucediendo en la Península y en el marco general de la estrategia aliada, acordada

entre el Estado mayor General Conjunto español en Cádiz y el Duque de Arthur

Wellesley en Portugal. Solo así, además de conocer en su verdadero alcance y

dimensión aquellos hechos, sus antecedentes y consecuencias, podremos mostrar al

lector una historia con trascendencia para cualquier otro lector español o extranjero.

El año de 1812 viene señalado en la historia europea de las guerras napoleónicas por

dos hechos fundamentales, la desastrosa campaña rusa de Bonaparte y la campaña y

victoria aliada de los Arapiles en España.

En este contexto se sitúa la historia del segundo sitio puesto a Astorga, esta vez por

las tropas españolas del 6º Ejército de Galicia como una aportación clave (dispuesta por

el Gobierno español en Cádiz) para auxiliar al Ejército aliado del duque de Arthur

Wellesley en su gran ofensiva hacia el centro Peninsular.

En la historia de esta campaña el papel llevado a cabo por el ejército español es poco

conocido y se suele ignorar en la bibliografía anglosajona1047, menospreciando la misma

al englobar todo el esfuerzo militar español bajo el simplista fenómeno de las

Guerrillas.

Desde luego, no se tienen en cuenta las críticas circunstancias (miseria y bancarrota

económica y en consecuencia, discordias política entre los patriotas) por las que

atravesaba el Noroeste de España en 1812, la desobediencia abierta de la Junta de

Galicia al comandante del 6º ejército Javier Abadía, la debilidad o inoperancia de una

Junta de Galicia incapaz de extraer los recursos materiales necesarios para asistir y

poner en campaña a un Ejército que, aún así, perseveró en una guerra aparentemente

imposible de ganar.

En el noroeste de España la situación no era nada fácil. Si bien era cierto que Galicia

permanecía libre de la presencia francesa desde la primavera de 1809, León y Asturias

seguían siendo frente permanente de choque y combates entra las divisiones del 6º

Ejército español y las de los diversos Ejércitos Imperiales que con gran superioridad de

medios se limitaban a impedir las pequeñas incursiones que las tropas españolas

trataban de hacer sobre las tierras llanas de León, sobre el oriente asturiano y sobre el

río Duero.

1047 A modo de ejemplo, en la obra de divulgación de la famosa editorial Osprey: Fletcher, I. (1987) Salamanca 1812 [Oxford], y Muir, R. (2003) Salamanca 1812. El triunfo de Arthur Wellesley [Barcelona].

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Respecto a la historia del segundo sitio de Astorga, hay que recordar al lector que la

Guerra de Independencia española fue pródiga en operaciones de sitio por ambos

bandos, y ello a pesar del rechazo que sentía Napoleón por esta manera “dieciochesca”,

costosa y lenta de hacer la guerra.

El accidentado territorio peninsular, con regiones mal comunicadas entre sí y aisladas

por numerosas cordilleras, con una agricultura precaria, y grandes dificultades para

abastecer a Ejércitos sobre el terreno, hacían necesario el establecimiento de depósitos

de abastecimiento con líneas de comunicación seguras, que solo podían conseguirse

asegurando el control de numerosas ciudades que fueran nudos de comunicaciones,

como era el caso de Astorga.

En este aspecto pesó, también, las ideas estratégicas de Bonaparte, probadas en

Europa con éxito, pero que resultarían fallidas en España:

“[…] tardó mucho en renunciar a uno de sus postulados, a saber que la ocupación de

una Capital determinaba la del País en su totalidad. Hasta el final de la guerra siguió

aferrado a la idea de que la conquista de una ciudad, la instalación en ella de una

guarnición, la construcción de unos cinturones amurallados y la reducción al silencio

de la población urbana preparaban, sino aseguraban, el control de la comarca y tal vez

de toda la provincia. Siempre estimó que la conquista de las ciudades estaba a su

alcance, sin entender que la insumisión de la población rural, que alimentaba la

guerrilla (y apoyaba al Ejército regular español) impedía que se llevara a cabo la

pacificación del país” 1048

En este punto de la guerra de sitios, hay que reseñar que las tradicionales

afirmaciones de la historiografía británica sobre la lentitud con que el 6º ejército llevó a

cabo el sitio de Astorga en 1812, responden en parte a un hecho objetivo (falta de

previsión y medios materiales para afrontar un asedio efectivo) y por otra parte son fruto

de diferencias de comprensión y doctrina táctica y estratégica.

Al comienzo de las guerras napoleónicas el ejército británico carecía de experiencia

práctica en los asedios a plazas fuertes.1049 Al ser una isla sin peligros reales de invasión

desde el siglo XVI, y al haber combatido sus ejércitos expedicionarios en el continente

1048 Aymes, J-R. (2008) La Guerra de la Independencia: Héroes, Villanos y Víctimas [Lérida], p. 55. 1049 Escribano F. (2009) La Guerra de Sitios [Madrid]; en: Actas del VI Congreso de Historia Militar, La Guerra de la Independencia Española. Una visión Militar. Zaragoza, 31 de marzo al 4 de Abril de 2.008, pp. 216.

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durante el siglo XVIII en campañas que no requirieron asedios, el ejército británico

carecía (a diferencia de los ejércitos continentales) de un cuerpo de Ingenieros eficaz y

aún de piezas de artillería pesada de asedio (Arthur Wellesley tuvo que acudir al

suministro de piezas navales en sus campañas peninsulares). Así los asedios británicos

en la Península (Almeida, Badajoz, Ciudad Rodrigo, castillo de Burgos y San Sebastián)

fueron operaciones muy deficientes que ocasionaron un gran coste en bajas a sus

propias tropas, además del saqueo y pillaje que implicaba la toma por asalto a unas

ciudades para las que no se tenía tiempo ni paciencia para tratar de rendir por

capitulación.1050 En este aspecto hay que decir que, al contrario que franceses y

españoles, con buenos cuerpos de zapadores e ingenieros, los británicos, que disponían

de un excelente ejército pero de pequeño tamaño (que carecía de fuerzas suficientes

para frenar a grandes ejércitos de socorro) preferían el alto coste en sangre de un sitio

breve con un rápido asalto de su Infantería, al sudor y al trabajo de las obras de asedio

clásicas que ahorraban sangre y limitaban las bajas, aunque implicaran un mayor tiempo

de ejecución.

En este aspecto, el sitio español de Astorga en el verano de 1812, seguiría el metódico

y lento asedio, que marcaban las leyes de la guerra, típico de los siglos XVII y XVIII.

Por otra parte, hay que recordar que si dos años antes en el primer sitio, el mismo

Santocildes, sin apenas obras de fortificación, había logrado resistir dos meses en

Astorga frente a los más de 25.000 hombres del 8º cuerpo de ejército imperial, los 67

días resistidos por la guarnición francesa de Astorga durante el segundo sitio de 1812,

(con mejores fortificaciones y frente a un Ejército inferior) estaban justificados. El

mismo Arthur Wellesley lo sabía.

A lo largo de los siguientes capítulos, esperamos poder responder a los siguientes

interrogantes:

• ¿Por qué era Astorga tan importante para franceses y españoles en 1812?

• ¿Por qué en la batalla de los Arapiles del 22 de julio de 1812, que cambió el

curso de la guerra en la Península, sólo hubo presentes unos 3.500 soldados

españoles? ¿Dónde estaba el resto del ejército español?

1050 Fletcher, I. (2003) Fortresses of the Peninsular War, 1808 – 1814 [Oxford], Osprey, Fortresses, nº 12.

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• ¿Por qué en julio de 1812, de los más de 200.000 soldados franceses que había

en España, sólo se concentraron contra Arthur Wellesley los cerca de 50.000

hombres del ejército francés de Portugal al mando del mariscal Marmont?

• ¿Por qué el 6º ejército español actuó con tanta lentitud en su avance sobre las

tierras llanas de Castilla la Vieja, y por qué el sitio de Astorga se prolongó tanto

en el tiempo?

Auguste Marmont y l´Armée de Portugal frente a Arthur Wellesley. Un mariscal y

un ejército imperial aislados.

En 1812, el Ejército aliado anglolusitano en la Península continuaba al mando de

Arthur Wellesley, marques de Wellington por aquellas fechas.

A sus grandes dotes tácticas y a la importancia que daba a la logística de su Ejército,

unía Arthur Wellesley una gran sagacidad para saber prever, a medio y largo plazo, las

necesidades estratégicas imprescindibles para poder lograr la victoria en la Península

sobre las armas imperiales. En muy acertadas palabras del gran historiador británico

contemporáneo Charles Esdaile:

“Argumentaba que mientras la resistencia continuase en España, los británicos, con la

ayuda de los portugueses, serían capaces de mantener una base en Portugal y con ella

el potencial necesario para la gran ofensiva, que era el único medio de echar al

enemigo de la Península; cuanto más empeñados estuviesen los franceses en derrotar a

los españoles, más quedarían expuestos a un ataque abierto desde el Oeste; por lo que

tenía claro que antes o después estaría en condiciones de enfrentarse a ellos en pie de

igualdad, y aún mejor si podía combinar el ataque cruzando la frontera con

operaciones de diversión en otras zonas de la Península”1051

1051 Esdaile, Ch. (2009) El Victorioso Arthur Wellesley: Análisis de la Invencibilidad Británica en el Campo de batalla en España y Portugal [Madrid], en Actas del VI Congreso de Historia Militar, La Guerra de la Independencia Española. Una visión Militar. Zaragoza, 31 de marzo al 4 de Abril de 2.008, pp. 87 – 102. P. 101.

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A finales de 1811 Arthur Wellesley creyó ver llegado este momento, decidiéndose a

reemprender sus operaciones en España. El primer paso para ello sería el sitio y toma de

las plazas fuertes fronterizas de Ciudad Rodrigo y Badajoz.

Por las mismas fechas, en diciembre de 1811, ya hemos apuntado los ejércitos

imperiales en el norte de España sufrieron una reorganización. Siguiendo órdenes de

Bonaparte, el comandante del ejército del norte, el general Dorsenne, se replegó hacia

Castilla la Vieja colocando su cuartel general en Burgos, y tuvo que ceder dos de sus

divisiones (las que ocupaban León y Asturias y hacían frente al 6º ejército español: la 7ª

del general Souham y la 8ª de Bonet) al ejército de Portugal del Mariscal Marmont. La

razón no era otra que combatir las acciones de guerra (cada vez más audaces y costosas)

de los cuerpos francos del 7º ejército guerrillero, el “Ejército fantasma”, en el norte de

Castilla, Cantabria, Navarra y Vizcaya.

Por su parte, Arthur Wellesley que seguía desarrollando sus planes de tomar Ciudad

Rodrigo, dispuso, para distraer de sus atenciones al ejército de Portugal (y que no

pudiese acudir en auxilio de la guarnición francesa de Ciudad Rodrigo), enviar a su

segundo, el teniente general Rowland Hill, con una fuerza de 15.000 infantes, 2.000

jinetes y 24 piezas de artillería, a ocupar Mérida, expulsando así del centro de

Extremadura a las dos divisiones del general Drouet D´Erlon, y sembrando, de paso, la

alarma entre las tropas imperiales de Andalucía al mando del mariscal Soult.

Tras ello, el lord Arthur Wellesley lanzó su ejército sobre Ciudad Rodrigo, a la que

sitió el 8 de enero, el mismo día de la capitulación de Valencia. Tras un frenético y

sangriento sitio de once días, Ciudad Rodrigo fue tomada al asalto y la guarnición

francesa hubo de capitular. Que tras el asalto parte de la soldadesca británica se dedicara

al saqueo y maltrato de la población civil empañó en parte la alegría del gobierno

español, aunque tales hechos se trataran de ocultar a la opinión pública.

Como sabemos, Marmont no conoció hasta el día 14 de enero que la Plaza estaba

sitiada debido a la eficaz actuación de la caballería española de Julián Sánchez que

capturó todos los mensajeros enviados por el gobernador francés el general Jean-

Léonard Barriè. Para cuando quiso actuar, Ciudad Rodrigo ya estaba en manos aliadas.

La siguiente plaza, Badajoz, sería sitiada el 16 de marzo, consiguiendo tomarse en la

noche del 6 de abril, luego de otro sangriento asedio y asalto que de nuevo acabó en

saqueo sobre la población civil1052.

1052 VVAA (2013) Jornadas militares sobre la Guerra de la Independencia en Badajoz, 21 -23 noviembre de 2012, en Cuadernos del Bicentenario, nº extraordinario [Madrid], seis trabajos de investigación sobre el asedio a la ciudad y su

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451

A instancias de Bonaparte, la maniobra de diversión de Marmont para hacer levantar

el asedio de Badajoz, sitiando, a su vez, Ciudad Rodrigo (defendida ahora por una

guarnición española del 5º ejército), e iniciado una tímida invasión de Portugal desde

Almeida, fracasaría. El Mariscal francés hubo de retirarse hacia España, no pudiendo

impedir que Arthur Wellesley levantara también el sitio de Ciudad Rodrigo el 22 de

abril.

Además, Marmont se atraería la ira de Bonaparte al haber ordenado en enero a la 8ª

división de Bonet que abandonara Asturias para que acudiese a reforzarle.

Una vez que las plazas fronterizas de Ciudad Rodrigo y Badajoz estuvieron en manos

aliadas, Arthur Wellesley tenía ya una retaguardia segura que le permitía planear una

gran ofensiva hacia el interior de España. Si como se preveía, ya desde el otoño de

1811, Napoleón declaraba la guerra al zar Alejandro e iniciaba la invasión de Rusia, la

concentración de un gran ejército en Polonia se haría a costa de debilitar a los ejércitos

imperiales de España. Efectivamente, la inteligencia española y británica detectaron ya

en enero de 1812 la salida de la Península Ibérica hacia Polonia (donde habría de

concentrarse la Grande Armeé) de todas las tropas de la Guardia Imperial y de todas las

unidades polacas al servicio de Francia, en total más de treinta mil soldados veteranos;

un hueco difícil de rellenar con la llegada de conscriptos desde Francia.

Esta debilidad de los ejércitos franceses en España en 1812 se vio agravada por los

errores que el propio Bonaparte cometió desde Francia respecto a la estrategia a seguir

en España para el nuevo año. Lo sensato, como ya hemos apuntado anteriormente,

hubiera sido adoptar una posición defensiva frente a los ejércitos españoles y al ejército

aliado de Arthur Wellesley, pero ello hubiera supuesto el reconocer una posición de

debilidad intolerable al desmedido orgullo de Bonaparte. Ello llevaría a imponer a sus

mariscales el reanudar sus ofensivas, tomándose Valencia y reocupando Asturias en

enero y mayo de 1812 respectivamente.

Pero la caída de Valencia fue el cenit del poder imperial en España y a medio plazo

perjudicó más que benefició a la causa josefina en España al obligar a los mariscales

franceses a extender al máximo la ocupación y defensa de un dominio territorial

desmesurado que debilitó la fuerza de sus ejércitos de campaña en la Península.

Para los españoles el desastre sirvió al menos para reflexionar y convencerse de que la

guerra solo podía ser ganada con una firme y sincera colaboración con las fuerzas anglo

toma por los aliados: Manuel Márquez Nartón, Nuno Barreto Lemos Pires, Jean Marc Lafon, Mike Oliver, José Manuel Guerrero Acosta y Miguel Angel Melón Jiménez).

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lusitanas de Arthur Wellesley que, desde Portugal, aguardaban la oportunidad para

entrar en España. Las tesis de generales como La Romana (fallecido en enero de 1811)

y Castaños acabaron por imponerse y llevaron al Consejo de Regencia a replantear la

estrategia de la guerra, renunciando a que el ejército español actuara en solitario

intentando librar grandes batallas, en favor de una guerra de pequeñas acciones y

desgaste, esperando la ocasión favorable para plantear “batallas decisivas”, en las que

sólo la asistencia de las fuerzas aliadas de Arthur Wellesley daban posibilidades reales

de victoria. La superioridad militar y económica de Gran Bretaña implicaba que,

necesariamente, los generales y las fuerzas regulares españolas habrían de plegarse

gradualmente a la estrategia y dirección planteados por Arthur Wellesley.1053

La campaña de 1812, en la que se enmarca el segundo sitio de Astorga, fue el ensayo,

definitivo y exitoso de esta colaboración, no exenta de tensiones, malentendidos y

abiertas desconfianzas mutuas, pero que llevaría a la victoria final en 1814.

* * * *

Tras las tomas de Ciudad Rodrigo y Badajoz, Arthur Wellesley tenía, en mayo de

1812, dos opciones a seguir ante si:

1. Un avance hacia el sur, a través de Extremadura, contra el ejército del sur del

mariscal Soult, que sitiaba Cádiz y ocupaba buena parte de Andalucía.

2. Una ofensiva hacia el este en busca del ejército de Portugal del mariscal Auguste

Marmont, duque de Ragusa, y que ocupaba la Meseta norte, Asturias y buena

parte de León.

Políticamente, la opción de atacar a Soult era la más tentadora y la mejor vista por

buena parte del gobierno español. Un levantamiento del largo sitio de Cádiz y la

liberación de Andalucía supondrían una gran inyección de moral a la España patriota.

Sin embargo la mejor opción militar era atacar a Marmont.

En el bando imperial, ejército de Portugal era el más móvil de todos los ejércitos

franceses en España. Si Arthur Wellesley atacaba al ejército del Sur del Mariscal Soult

en Andalucía era muy probable que Marmont pudiera atacarle desde el norte. Por el

1053 Finalmente sería designado por las Cortes, el 22 de Septiembre de 1812, Generalísimo de todas las fuerzas españolas.

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contrario era muy improbable que Soult acudiese en ayuda de Marmont pues para ello

tendría que levantar el bloqueo de Cádiz y abandonar Andalucía donde actuaba

prácticamente como un “virrey”.

Acertadamente el genio estratégico de Arthur Wellesley supo discernir que atacar al

ejército de Portugal representaría una grave amenaza a las comunicaciones imperiales

con Francia. Una derrota de Marmont conseguiría el doble objetivo de debilitar a los

franceses en España y de obligar, irremisiblemente, a Soult a abandonar Andalucía para

acudir en socorro de la causa Josefina en el centro peninsular.

Entretanto mejoraba sus rutas de suministros con los puertos de Lisboa y Oporto,

Arthur Wellesley resolvió cortar las comunicaciones entre Soult y Marmont. La ruta

más directa entre ambos pasaba por un puente de pontones fortificado en la localidad

cacereña de Almaraz, sobre el río Tajo. En un golpe de mano llevado a cabo el 12 de

mayo por su subordinado el general Hill, el puente fue tomado y destruido. A partir de

aquel momento el único camino de rueda (practicable para un Ejército y sus convoyes

de Artillería e Intendencia) entre el Ejército del Sur de Soult y el ejército de Portugal de

Marmont habría de dar un amplio rodeo por Toledo y Madrid.

El siguiente paso de Arthur Wellesley, a finales de mayo, sería el comenzar a

concentrar en Ciudad Rodrigo todas las divisiones británicas (excepto las fuerzas de de

su general Rowland Hill) y portuguesas de su Ejército, a las que se añadiría una

División española del 5º Ejército, la del general Carlos de España.

Por el contrario, Marmont, con su cuartel general en Salamanca, tenía diseminadas sus

divisiones entre Asturias y el Tajo. Por ello ante una rápida ofensiva de Arthur

Wellesley, el Mariscal francés tendría que retirarse inicialmente y los aliados contarían

con ventaja. Sin embargo, Arthur Wellesley sabía bien que, a cada día que pasara, y

entre más se adentrara en la Meseta norte, el Estado mayor Imperial haría marchar

grandes refuerzos desde todos sus Ejércitos en España (gracias a su dominio del centro

peninsular y de sus líneas de comunicación interiores) en ayuda de Marmont, hasta el

punto de poder aplastarle.

Era preciso, pues, actuar coordinadamente con los pequeños ejércitos españoles, a fin

de que estos pudieran neutralizar la llegada de todos aquellos refuerzos en auxilio de

Marmont.

En estos momentos Arthur Wellesley no tenía autoridad sobre los ejércitos españoles,

sin embargo, las reconquistas de Badajoz y Ciudad Rodrigo habían elevado tanto su

prestigio en Cádiz, y en el resto de la España patriota, que el gobierno español estaba

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totalmente receptivo a prestar cualquier nueva colaboración y ayuda a Arthur Wellesley.

El Consejo de Regencia se había renovado el 21 de enero1054, quedando presidido por el

duque del Infantado el cual era favorable a las tesis de colaborar con Arthur Wellesley,

limando cualquier desavenencia pasada. 1055

De igual manera, el comandante en Jefe del 5º, 6º y 7º ejércitos españoles (vitales para

los planes ofensivos del británico, y que desplegaban en el noroeste Peninsular), Javier

Castaños, era también favorable a colaborar con los británicos aceptando, con buen

sentido común, el papel, aparentemente secundario, de lanzar las pequeñas ofensivas

que distraerían al resto de fuerzas imperiales y amenazarían, incluso, la retaguardia y

flanco del ejército de Portugal, dejando al ejército aliado de Arthur Wellesley la

capacidad de decidir cuándo dar la batalla decisiva de carácter estratégico.

Las tropas imperiales en España alcanzaban, en el verano de 1812, la cifra de 230.000

hombres operativos. Contra ellos Arthur Wellesley solo podía oponer sus 60.000

británicos y portugueses. Era imprescindible que los 120.000 soldados del ejército

español y las guerrillas, cada vez mejor organizadas y militarizadas colaboraran con

Arthur Wellesley.1056

Por todo ello, el estado mayor conjunto, español y británico, acordaron un plan de

operaciones en toda la península, para la primavera y verano de 1812, cuyo objetivo era

lograr que Wellesley pudiera actuar en igualdad de condiciones contra una Armeé de

Portugal aislada.

Para ello, el 1º ejército español del general Luis Lacy en Cataluña, junto con los restos

del 2º y 3º ejércitos de Aragón y Valencia al mando de José O’Donnell, habrían de

inmovilizar a los poderosos ejércitos imperiales de Aragón y de Cataluña.

Por su parte, el 4º ejército español, al mando del general Francisco Ballesteros, habría

de salir por mar de Cádiz para amenazar Sevilla (inmovilizando así, también, al ejército

del mediodía del mariscal Soult).

1054 El 21 de enero de 1812, se nombraría una nueva Regencia (la tercera) que sería conocida como el "quintillo" al estar formada por cinco Consejeros (tres peninsulares y dos americanos): Juan María Villavicencio; Pedro Alcántara de Toledo Salm-Salm, Duque del Infantado (que se incorporaría el 15 de junio de 1812); Joaquín Mosquera y Figueroa; Enrique José O’Donnell Anethan-Conde de La Bisbal, (hasta el 29 de agosto de 1812); Ignacio Rodríguez de Rivas, y Juan Pérez Villamil (se incorpora el 29 de septiembre de 1812). 1055 Esdaile, Ch. (2004) La Guerra de la Independencia…Ob. cit., pp. 441 – 442. 1056 En diciembre de 1810 el Consejo de Regencia ordenaría reorganizar todas las guerrillas del norte de España en unidades regladas con disciplina y equipo militar, agrupándolas en un Ejército “fantasma”, el 7º Ejército, que seguiría actuando tras las líneas enemigas. Los esfuerzos de los Comandantes guerrilleros Mina, Longa, Merino, Porlier y Renovales, ahora bajo las órdenes del General Gabriel de Mendizábal, cosecharían numerosos éxitos y laureles. García Fuertes, A. (2009) Los Granaderos de Castilla y el 7º Ejército español. Génesis y Victoria de una Nación en Armas. [Madrid]. Foro para el Estudio de la Historia Militar de España.

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El pequeño 5º ejército de Castaños operaría con Wellesley y el 6º ejército amenazaría

la retaguardia de Marmont. Por último, el 7º ejército tendría la difícil misión de

inmovilizar al poderoso ejército del norte del general Caffarelli.

En palabras del historiador británico, Charles Esdaile: “Este plan funcionó a las mil

maravillas”1057

Precisando más, Arthur Wellesley acordó con Javier Castaños encomendar al 6º

ejército la misión de amenazar el flanco derecho y la retaguardia del ejército de

Portugal. Pero para ello, y como observaron los españoles a Arthur Wellesley, no

podían dejar tras ellos la plaza de Astorga en manos francesas. Marmont la iba a dejar

aislada a su suerte en cuanto comenzara a concentrar sus divisiones para hacer frente a

la amenaza anglo lusitana. Si el duque de Ragusa intentaba socorrer Astorga tendría que

debilitar su frente en el río Duero. Si no lo hacía, Astorga estaba abocada a capitular.

Tomar Astorga era una oportunidad que el 6º ejército no quería dejar escapar, a pesar

de las presiones de Arthur Wellesley. Este manifestó sus dudas a Castaños de que aquel

debiera de ser el objetivo principal, toda vez que el británico veía improbable que

Astorga pudiera ser tomada con rapidez. 1058

Pero para el 6º Ejército Astorga era una cuenta pendiente en su orgullo desde 1810, y

sobre ella descargaría sus mayores esfuerzos, para disgusto de Arthur Wellesley.

Por otra parte, aunque se sitiase Astorga, el 6º Ejército tenía que avanzar

necesariamente hacia las llanuras de León y Castilla la Vieja para avituallarse y privar

de las cosechas de cereal (prontas a recogerse) a los imperiales.

Tras consultas e instrucciones previas, el 31 de mayo, el Consejo de Regencia de

España e Indias cursó órdenes reservadas a todos los comandantes en jefe de los siete

Ejércitos españoles para que hicieran todo lo posible para apoyar la ofensiva de Arthur

Wellesley hacia León y Castilla la Vieja, atacando a los franceses en todos los frentes.

Dentro de este vasto y complejo plan de apoyo a Arthur Wellesley, los planes

acordados comenzaron a ejecutarse:1059

1057 Esdaile, Ch. (2004) La Guerra de la Independencia…Ob. cit., p. 442. 1058 ME, Toledo, Exp. Santocildes, Legajo 29/11, doc. 372. Alava a Santocildes. Rueda, 14 de julio de 1812: “[…] esa plaza resiste más de lo que creían, bien que Milordsiempre se lo expresó así, atendida la defensa que Vmd.. hizo con tan pocos medios, contra muchas más grandes que las que Vmd.. actualmente tiene y con un aumento de buenas obras en la Plaza” 1059 El peso de todas estas cruciales maniobras de diversión sería llevado por las fuerzas regulares españolas, aunque los británicos auxiliarían al 7º Ejército con un escuadrón naval al mando del comodoro Popham, con nuevos movimientos de Hill sobre Extremadura y con el proyectado desembarco en Cataluña de una División británica, en apoyo al 1º Ejército español de Lacy, que al final quedaría en nada.

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456

• El 4º ejército español del General Francisco Ballesteros salió de Cádiz por mar,

desembarcando en la costa, y tras remontar el río Guadalquivir, a finales de

mayo, atacaría a una división francesa de Soult en Bornos el 1 de junio

(localidad a medio camino entre Cádiz y Sevilla). Aunque el ataque fue

rechazado, la ofensiva preocupó al duque de Dalmacia, que además hubo de

acudir en ayuda de su subordinado, el General Drouet, atacado en Extremadura

por las fuerzas de Hill. Poco después el infatigable Ballesteros volvió a partir

por mar desembarcando en Málaga, ciudad que ocupó a los franceses, obligando

a dos de sus divisiones a perseguirle infructuosamente durante varias semanas

por la sierra de Granada hasta romper el contacto. El mariscal Soult tendría que

desviar hasta 26.000 efectivos para intentar dar caza a las tropas de Ballesteros.

• También, en Levante, el 2º y 3º ejércitos españoles del general José de

O´Donnell (desplegados entre Murcia y Alicante), a pesar de estar muy

debilitados tras la caída de Valencia, pasaron a la ofensiva para inmovilizar al

ejército francés de Aragón del Mariscal Suchet.

Paralelamente, Arthur Wellesley ordenaría al general portugués Silveira, gobernador

de Tras os Montes, avanzar con su división de milicias en apoyo del 6º Ejército. Tras

franquear la frontera y luego de avanzar pegado a la orilla derecha Duero, con el apoyo

de una Brigada de Caballería portuguesa, al mando del general británico Benjamín

D´Urban, habría de amenazar Zamora, plaza que cubría el flanco derecho de Marmont.

Sin embargo Silveira no disponía de Artillería para tal empresa, y ni siquiera tenía

bajo las armas a toda su milicia, pues dos regimientos de milicianos estaban sin activar,

no siendo hasta el 8 de junio cuando se darían las órdenes de movilizarlos.1060

A pesar de varios reveses (como sería la sonora derrota cosechada por José de

O´Donnell en Castalla al frente del 3º Ejército el 21 de julio), o algunos combates

menores desafortunados de Ballesteros y de Mendizábal y Popham en el Cantábrico, la

estrategia trazada por Arthur Wellesley y Castaños funcionó y logró sus objetivos. Ni

Caffarelli, ni Soult, ni Suchet pudieron aunar esfuerzos con Marmont para detener la

ofensiva aliada.

1060 Oman, Ch. (Reed 1995) A History of the Peninsular…Ob. cit., Vol. V, pp. 339 y 387.

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457

Los únicos refuerzos de consideración enviados, los del rey José desde Madrid, no

llegarían a tiempo antes de la batalla decisiva, y, veremos, que los movimientos finales

del 6º Ejército hacia el Esla y el Duero incitarían a Marmont a atacar precipitadamente a

Arthur Wellesley.

En realidad, y como bien afirma el historiador británico Charles Esdaile, Arthur

Wellesley solo podría haber sido detenido con la llegada al ejército de Portugal de

cuantiosos refuerzos, lo que hubiera supuesto el abandono de amplios territorios

ocupados de España, algo inaceptable para Bonaparte.1061

* * * *

Volvamos ahora al seno del 6º ejército en la primavera de 1812.

Aún desconocedor aún de estos planes conjuntos, el comandante en jefe interino del

6º Ejército, el marqués de Portago, ya había comunicado a Castaños que las tropas

estaban ansiosas por iniciar la ofensiva hacia las tierras llanas de León, toda vez que los

movimientos de Marmont habían debilitado considerablemente a las fuerzas imperiales

que tenían enfrente:

“Lo benigno de la estación, la disminución de las fuerzas enemigas en todo este frente,

que han acudido a otros puntos; los deseos de todas las clases del ejército de

emprender alguna operación y las noticias que acabo de recibir de que los enemigos

que guarnecen Astorga se hallan en movimiento […] son motivos que a mi sentir exigen

adelantar las tropas de las divisiones 2ª y 3ª”1062

Tras los zarpazos de Arthur Wellesley sobre Ciudad Rodrigo y Badajoz, y ante la

inminencia de la nueva ofensiva de verano, Marmont solo tenía consigo, a primeros de

mayo, de su ejército de Portugal, a unos 15.000 hombres, pues el resto de sus divisiones

aún no se le habían unido. Además, como él mismo refiere en sus Memorias, no podría

contar con más de 6.000 mil hombres que había de dejar en guarniciones repartidas por

todo el territorio: Valladolid y la comunicación con Burgos, 2.000; Salamanca, 1.000;

1061 Esdaile, Ch. (2004) La Guerra de la Independencia…Ob. cit., p. 443. 1062 Sánchez de Toca y Catalá, J. M. (2007) Los desastres de la Guerra… Ob. cit., p. 409.

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Astorga, 1.500; León, 500; Palencia, 500; Avila, 500; Toro, 150; Benavente, 150;

Puente Gonzalo, 60, y Alba de Tormes, 50.1063

Ante la ofensiva de Arthur Wellesley, Marmont, que ya no contaba con recibir ayuda

alguna del duque de Dalmacia desde el sur de España, se vio fortalecido por la promesa

inicial hecha por Caffarelli de enviarle un socorro de 8.000 infantes y 22 piezas de

artillería que esperaba poder sacar de Navarra. Marmont recibiría dichas noticias el 19

de junio.1064

Sin embargo en ese breve intervalo de días la situación se agravó para el ejército del

Norte debido a la gran actividad de la poderosa 2ª división guerrillera Navarra de

Francisco Espoz y Mina. Por ello, el 20 de junio Caffarelli volvería a comunicar a

Marmont que suspendía el envío de fuerza alguna de infantería debido a los ataques del

7º ejército y la marina británica sobre Bilbao y Lequeitio, limitando la ayuda ofrecida a

una brigada de caballería y una batería de artillería montada de 8 piezas. A pesar de las

sucesivas promesas, estos refuerzos no saldrían de Vitoria con dirección al Duero hasta

el 16 de julio.1065

XIV LA OFENSIVA ALIADA DE 1812

EL 6º EJÉRCITO AMENAZA ASTORGA Y EL VALLE DEL DUERO Y LA

CAMPAÑA BRITÁNICA DE LOS ARAPILES.

1063 Arteche y Moro, J. G., (reedición del 2.000) Guerra de la Independencia, historia Militar de España, 1808 – 1814, Tomo XII [Valencia] p. 11. 1064 Oman, Ch. (Reed. 1995) A History of the Peninsular…Ob. cit. Vol. 5, Cap. III, pp. 354 – 358. Sarramon, J. (1978) Contribution à la Histoire… Ob. cit., 9ª Parte, Libro XXII, Cap. II, pp. 40 – 42. Arteche, Ob. cit. Tomo XII, Cap. I, pp. 40 – 41. 1065 Memorias de Marmont, Caffarelli a Marmont, Tomo IV, P. 425. En Oman, Volumen V, pp. 391 – 417.

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459

“Un jaque al ejército de Portugal sería una calamidad que se dejaría notar en el resto de España. Un jaque al Ejército del Sur forzaría una retirada sobre Madrid o Valencia, pero su grado de importancia sería muy diferente” (Berthier a Marmont en nombre de Bonaparte, 18 de febrero de 1812. Mémoires du Maréchal Marmont, Duc de Ragusese, Paris, 1857, Tomo IV, pág. 332)

Introducción

El 13 de junio, Arthur Wellesley al frente de un ejército de 48.000 hombres y 54

piezas de artillería cruzaría el río Agueda en Ciudad Rodrigo, camino del Duero1066.

Tres días después las patrullas de vanguardia aliadas chocarían con los puestos

avanzados franceses que se replegaron sobre Salamanca. Ante ello, y al no haber podido

aún concentrar todas las divisiones de su ejército de Portugal, Marmont hubo de

abandonar Salamanca, retirándose hacia el Duero. Aún así, dejaría 800 hombres

ocupando tres conventos fortificados, con la firme intención de recuperar la ciudad en

pocos días; en cuanto hubiese podido reunir todas las divisiones de su ejército que se

hallaban desperdigadas entre Asturias y el Duero.

El 17 de junio Arthur Wellesley, a la cabeza de sus tropas, entraría en Salamanca entre

escenas de gran júbilo.

Por otra parte, el establecimiento de estas improvisadas fortificaciones de fortuna en

Salamanca respondía a una expresa orden del propio Bonaparte. Napoleón trataba de

lograr con ellas el ganar tiempo si un ejército enemigo tomaba las plazas fronterizas de

Ciudad Rodrigo y Badajoz y trataba de avanzar hacia el interior de la Meseta. La

medida demostró ser eficaz, pues Arthur Wellesley hubo de detenerse varios días en

Salamanca a esperar la llegada, desde Portugal, de artillería de grueso calibre para batir

y rendir los conventos fortificados.

La retirada no fue vista con buenos augurios por muchos integrantes del ejército de

Portugal. Tras cuatro años de guerra, el cansancio y la falta de resultados comenzaban a

minar el espíritu de muchos soldados imperiales. Así lo recogía la carta de un oficial

francés interceptada por las guerrillas y publicada en la Gaceta de la Regencia en Cádiz:

“De un capitán de zapadores a un amigo suyo de Madrid.

1066 En ocho semanas Arthur Wellesley derrotaría a Marmont y entraría en Madrid

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460

Salamanca 17 de junio de 1812.

Mi querido Esteban, mis vaticinios se cumplieron. Tanta jactancia de este señor de

que nunca abandonaría el Cuartel de Salamanca1067, y al fin vamos a dejarlo ahora

mismo. Aquí quedan abandonados a su suerte 1.000 valientes, a quienes de nada les

servirá serlo, metidos en conventos hechos castillos por fuerza, como todas nuestras

cosas ¡Que locura esta guerra con España! Ella es un bello palacio que saqueamos,

que destruimos, pero que nunca habitaremos; el de Madrid también tendréis que

dejarlo muy en breve, y dudo que permanezcamos mucho tiempo en Valladolid, a donde

creo que nos dirijamos ahora muy deprisa. Luego iremos a Burgos y luego ¿quién sabe

a dónde? Compadece a tu amigo, que a su turno también te compadeceré a ti y a todos

los nuestros. Lo que más siento es que hace siete meses que carezco de noticias de mi

padre. Las que yo tengo que darle son poco lisonjeras. En fin, ya no sitiamos Plazas, y

así es menor mi riesgo, que aunque nunca los he temido me parecen aquí inútiles y

vanamente empleados. Entretanto gustaré mucho de recibir alguna carta tuya.

Escríbeme a Valladolid por ahora y a Dios. Tu amigo, Lavoisier“ 1068

En Salamanca, los tres fuertes improvisados de San Vicente, La Merced y San

Gaetano, lograrían resistir diez días de bombardeos y combates (del 17 al 27 de junio),

habiendo de capitular finalmente al no conseguir Marmont recuperar la ciudad.

Efectivamente, el mariscal francés había conseguido reunir, en aquellos días, a cinco de

sus ocho divisiones, pero era aún inferior al ejército de Arthur Wellesley como para

plantear batalla a campo abierto para disputar la ciudad de Salamanca.1069

Entretanto el Mariscal Marmont pediría ayuda al rey José y al general Caffarelli.

Igualmente, y desobedeciendo abiertamente al Bonaparte, reclamaría desde Asturias a

su 8ª división al mando de Bonet.

Caídos los fuertes de Salamanca, Marmont hubo de establecerse en la orilla derecha

del Duero, tomando posiciones en una amplia línea que iba desde Zamora a Tordesillas,

cubriendo todos los puentes y vados. Arthur Wellesley le seguiría, deteniéndose a una

jornada de marcha de la orilla izquierda. Franquear un río caudaloso frente a un ejército

1067 Marmont. 1068 Gaceta de la Regencia de las Españas, sábado 8 de agosto de 1812, p. 841. 1069 Dos de esta divisiones estaban ya próximas, pero la 8ª, la del general Bonet, estaba aún en Asturias y no llegaría a reunirse con Marmont hasta el 7 de julio. Respecto a la sangrienta lucha por la toma de los fuertes, los franceses tendrían 200 bajas entre muertos y heridos, y más de 600 prisioneros. Por su parte, Arthur Wellesley hubo de lamentar 99 muertos (entre ellos un general) y 331 heridos; precio elevadísimo y que muestra, tanto la precipitación en los ataques como el desprecio a la vida de sus hombres. Muir, R. (2003) Salamanca 1812…Ob. cit., pp. 21 – 22, Y Fletcher, I. (2.011) Los Arapiles…Ob. cit., pp. 25 – 27.

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461

enemigo no formaba parte de la estrategia habitual de Arthur Wellesley, siempre

marcada por la prudencia. Según sus planes, en aquel instante, el 6º ejército hubiera

debido de avanzar desde León amenazando el flanco derecho y/o la retaguardia del

ejército de Marmont. Ya veremos, a continuación que, efectivamente, el 6º ejército pasó

a la ofensiva el 16 de junio, poniendo sitio a la plaza de Astorga.

“Pero el 6º Ejército no se presentó, pues la mayor parte de sus tropas no había

avanzado más allá de Astorga, cuya guarnición resistía con la mayor tenacidad”1070

Esto es lo que afirma, con abierto enojo, Arthur Wellesley en sus informes y

correspondencia, a fin de justificar su detención e inacción de varios días, en lo que se

dio por llamar el “Empate del Duero”. Así lo corrobora también la historiografía

británica.1071

Sin embargo, esa afirmación encubre, o bien un desconocimiento mayúsculo del

estado operativo y composición del pequeño 6º Ejército, o un nuevo intento de echar las

culpas a un Aliado al que no se podía exigir el cumplir unos objetivos para los que no

estaba preparado.

El pensar que el 6º Ejército, tras salir del Bierzo y dejar sitiada Astorga, pudiera

avanzar con apenas 12.000 hombres, sin artillería y únicamente con cuatrocientos

jinetes sobre el flanco y la retaguardia de un ejército de Portugal que contaba con

47.000 hombres (de ellos hasta 3.400 jinetes, amén de 78 cañones) es desconocer la

realidad. Santocildes sabía bien (y con él todo su estado mayor y sus veteranos

generales divisionarios) que el ejército de Portugal, bien informado de sus movimientos

por sus nutridas patrullas de caballería, podía revolverse en cualquier momento y

aplastarles fácilmente en campo abierto. Ante cualquier avance imprudente por las

vastas y desprotegidas llanuras entre el Esla y el Duero, una sola de las divisiones

imperiales con el apoyo de su numerosa caballería y varias baterías de artillería a

caballo, hubieran bastado para batir fácilmente a la infantería española.

Los mandos del 6º Ejército tenían muy presentes las derrotas cosechadas, desde el

comienzo de la guerra, ante la caballería imperial: Medina de Rioseco el 14 de julio de

1808, o Alba de Tormes el 28 de noviembre de 1809 (en la que una división española de

1070 Esdaile, Ch. (2004) La Guerra de la Independencia…Ob. cit., p. 445. 1071 Oman, Ch. (Reed. 1995) A History of the Peninsular…Ob. cit., pp. 335-383. Esdaile, Ch. (2004) La Guerra de la Independencia…Ob. cit., pp. 419-450, Muir, R. (2003) Salamanca 1812 [...] Ob. cit., pp. 15-45.

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462

infantería fue pasada a cuchillo en apenas quince minutos por la caballería del general

Kellerman1072). Las mismas habían sido una sangrienta enseñanza que los generales

españoles no estaban dispuestos a olvidar.

Todo ello, junto con la consideración de los españoles de ser Astorga y su asedio un

objetivo que no podían soslayar, explican, en parte, los prudentes, y posteriores,

movimientos de avance españoles sobre Benavente y, luego, sobre el Duero.

Sin embargo, a corto plazo, el “empate del Duero” no sería perjudicial para Arthur

Wellesley, muy al contrario. La inacción de Arthur Wellesley dio a Marmont la falsa

impresión de que el británico no se sentía lo suficientemente fuerte como para continuar

su ofensiva hacia el norte de España.

El mes de mayo. Preparativos españoles

A comienzos de mayo, el general de división Jean Pierre Bonet ultimaba los

movimientos previos a la nueva ocupación del Principado. Aquel era un movimiento

que se consideraba inútil en todos los altos mandos del ejército de Portugal pero que

había que obedecer por ser orden del propio Bonaparte.1073

Por otra parte, a juicio de Bonet, los almacenes de víveres de la plaza de Astorga

necesitaban otras 500 fanegas de grano y había ordenado al intendente de la provincia

remitir 12.000 francos más para las obras de fortificación.

En palabras a Marmont, Bonet seguía preocupado por la situación en la que iba a

quedar la plaza de Astorga (y la propia ciudad de León) si él abandonaba la provincia

para reocupar Asturias:

“Pienso que Astorga no tiene una Guarnición suficiente para hacer destacamentos de

reconocimiento y requisiciones fuera de ella. Esta Guarnición es, a mi parecer,

demasiado débil y se la expone a un revés si no se apoya por medio de una División que

impida al enemigo acercarse e interceptar sus comunicaciones. Además, la Provincia

de León va a ser asolada de nuevo por los insurrectos, incluso esta población puede ser

molestada. La Guarnición tendrá también problemas puesto que no hay ningún

1072 García Fuertes, A. (2009) Los Cuadros de Alba. Un Poema Epico de la Guerra de la Independencia, Cd de Comunicaciones. Congreso Internacional sobre la Guerra de la Independencia. Madrid, Universidad Complutense. 23 – 28 de abril del 2008 [Madrid]. 1073 Napoleón había dado órdenes terminantes a Marmont, el 11 de febrero, de recuperar Asturias.

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almacén y su debilidad la obligará a permanecer encerrada dentro de sus muros sin

víveres ni municiones”1074

El 17 de mayo, el general Bonet, cumpliendo, a su pesar, las órdenes, inició el avance

en fuerza sobre el puerto de Pajares para volver a ocupar Asturias con su 8ª División,

fuerte en 6.000 hombres.

El experimentado militar francés (que había conseguido evacuar Asturias en enero con

grandes dificultades) veía inútil y peligroso el volver a ocupar el Principado. Tres días

antes de iniciar la que sería la última ocupación francesa de Asturias, Bonet escribiría a

Marmont:

“Astorga recibirá mañana 600 fanegas de grano y 100 de judías. Dejo en León 200

fanegas de grano, 20.000 raciones de bizcocho y 20.000 cartuchos. Deseo que V. E.

esté satisfecho. Si hubiese podido hacerlo mejor no habría ahorrado esfuerzos. León

tienen muchos enfermos y esta Plaza merece cuidados.

El General Sr. Rémond está informado de que le dejo el mando de la Provincia. Le

aconsejo dar de antemano órdenes al batallón de Puente Orbigo para regresar a León

si fuese preciso; pero Astorga puede quedar cercada y sin comunicación con León. Me

pongo en movimiento”1075

Ante la inferioridad de las fuerzas de la 1ª división del 6º ejército que guarnecían

Pajares (ya al mando de Pedro de la Bárcena), estas se replegaron combatiendo hasta

romper el contacto; entrando los franceses en Oviedo tres días después.

La acción más reñida se volvería a librar en el Puente de los Fierros donde el brigadier

González Moreno trató de retardar el avance de Bonet con dos cuerpos de la 1ª brigada

de la división de Bárcena, el 1º de Asturias y los cazadores del Rey:

“En 17 de mayo defendió la posición llamada Puente de los Fierros con dos solos

batallones atacados por más de cuatro mil hombres de entre ambas armas en la que

causó a los enemigos tres Oficiales y ciento cuarenta Soldados de pérdida”1076

1074 Rodríguez Fernández, P. (1991) La Guerra…Ob. cit., León, 3 de mayo de 1812, pp. 200 – 202. 1075 Ibídem, pp. 202 y 203. 1076 AGMS, 1ª Sección, Legajo G-2.857.

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464

A pesar de ocupar Oviedo, el francés se había metido, a sabiendas, en una ratonera,

con (en palabras del mismo Bonet) desfiladeros que lo aislaban de León y Santander,

cerrado por un mar en manos británicas, y flanqueado por la 1ª División del 6º Ejército

del general Bárcena al oeste, y por la división cántabra de vanguardia del 7º ejército de

Porlier.

Los dos comandantes españoles iniciarían una serie de ataques coordinados e

incesantes que irían arrinconando a Bonet. Este comenzaría a mirar cada vez más

preocupado hacia el sur, hacia León. Si Marmont retiraba fuerzas de León para hacer

frente a la ofensiva de Arthur Wellesley desde el sur y si el 6º Ejército avanzaba desde

Galicia sobre Astorga, quedaría rodeado y tendría que retirarse, nuevamente, de

Asturias.

Esta nueva ocupación del Principado favorecía los designios de Arthur Wellesley al

debilitar las fuerzas de Marmont. Pero ya conocemos que el mariscal (desobedeciendo

nuevamente al Bonaparte) volvería a ordenar a Bonet, a las pocas semanas, que

regresara inmediatamente a Castilla ante la ofensiva de Arthur Wellesley.

* * * *

Mientras tanto, al sur de la cordillera, el Intendente josefino de León daría, el mes de

mayo, una terminante orden al Ayuntamiento de Astorga para que redoblara sus

esfuerzos para acopiar víveres. El coste volvería a recaer en el escaso vecindario y

también en el disminuido cabildo catedralicio (que hubo de proporcionar 15.000 reales):

“Se leyó una carta del Excmo. Ayuntamiento terminante a que los Srs. Don Manuel

Montenegro, Deán, y don Javier de Lerma, concurran a una Junta Municipal en que se

ha de tratar de un oficio del Sr. Intendente de la Provincia, relativo a que la Ciudad y

el Cabildo deben hacer un extraordinario esfuerzo para proporcionar subsistencia a las

tropas de Guarnición”1077

Igualmente, el 25 de mayo se recibiría por el cabildo astorgano otra carta del

administrador de bienes nacionales de León, Pedro Meneses, en la que le requería, tras

orden del intendente, que pusiera en sus manos todos los caudales que estuviesen

1077 AHDA, Actas Capitulares, 24 de mayo de 1812, folio 68 vlto.

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acopiados de anualidades y prebendas a fin de poder hacer frente al crédito de 12.000

francos.1078

En el lado español, el cansancio de Castaños con las juntas provinciales era cada vez

más manifiesto. El oficial comisionado por el comandante de la división “Iberia” del 7º

ejército a La Coruña en busca de suministros, Eugenio María Alvarez, había escrito a su

superior el 2 de mayo:

“Está descontentísimo Castaños en Galicia; espera la Constitución para disolver todas

las Juntas, hacer las requisiciones y poner en buen pie el Ejército que manda por ahora

Santocildes”1079

Por su parte, el 30 de mayo, el marqués de Portago remitiría desde Ponferrada al

General Castaños, la buena nueva de la toma del puente de Almaraz por los británicos.

La noticia le había llegado por medio del general Cabrera desde Puebla de Sanabria, a

quien se la había comunicado, a su vez, el general portugués Silveira.1080

En este mismo día, la División de Reserva se encontraba aún en Lugo.

El mes de Junio. El asedio. Los asedios en las guerras napoleónicas.

El 6 de junio, el capitán general Javier Castaños1081 comunicaría a Santocildes que su

mando del 6º ejército pasaba a serlo en propiedad. Ello reforzaba su autoridad y anulaba

los escrúpulos que el interesado había mostrado al tener que ejercer el mando sobre sus

comandantes de división subordinados que tenían más antigüedad, y misma graduación,

1078 Ibídem, 28 de mayo de 1812, folio 70 recto. 1079 Pardo de Santayana, Francisco de Longa...Ob. cit., pp. 306 y 307. 1080 AHN, Diversos, Legajo 101, nº 81. 1081 Como comandante (nombrado por la Regencia y las Cortes) del 5º, 6º y 7º ejércitos, Castaños tenía la máxima autoridad civil y militar sobre Extremadura, León, Galicia, Asturias, Castilla la Vieja, Navarra y Vascongadas.

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o, incluso, superior (como era el caso del conde de Belvedere y del marqués de Portago

que eran tenientes generales):

“El jefe del estado mayor general de los Ejércitos Nacionales con fecha del 17 de mayo

último me dice lo que copio:

La Regencia del Reyno, bien satisfecha del celo, pericia, conocimiento Militar y

demás circunstancias que concurren en el Mariscal de Campo don José María de

Santocildes, se ha servido nombrarle Comandante General del Reino de Galicia,

reuniendo al mismo tiempo el mando del Ejército a las inmediatas órdenes de VE” 1082

A pesar de las graves penurias en el suministro de víveres y municiones, que se

agravarían en los dos meses siguientes (mermando irremisiblemente sus capacidades

operativas), el 6º Ejército se preparaba para bajar de las montañas, que le protegían, e

iniciar la ofensiva sobre las tierras llanas de León y Castilla la Vieja.

Efectivamente, el nuevo comandante en Jefe del Ejército, Santocildes, tenía ya

acordado con su superior Castaños el actuar ofensivamente en cumplimiento de las

órdenes de Cádiz para apoyar a Arthur Wellesley. Por ello, el 16 de junio, ordenaría a

Portago avanzar para bloquear Astorga, cortando las comunicaciones de su Guarnición

y estableciendo fuerzas de la 2ª y 3ª divisiones en el Orbigo, La Bañeza, Benavente.

Portago actuaría con rapidez lanzando sus cuerpos de vanguardia en reconocimientos

en fuerza sobre Astorga. Ya desde el 12 de junio las patrullas de caballería española

estrechaban de tal manera a Astorga que el gobernador Rémond la consideró bloqueada

desde aquella jornada. Tras dos días de escaramuzas, la 2ª División tenía cortadas las

comunicaciones de la plaza con el ejército de Portugal.1083

A modo de reflexión habría que exponer al lector una consideración capital sobre el 6º

ejército español: era un pequeño Ejército que en su estado se debería haber limitado a

permanecer a la defensiva, carecía de caballería y artillería, tanto para operar

ofensivamente en las llanuras de León y de Castilla, como para sitiar y rendir una

ciudad. Es mérito el reconocerle que pese a ello, hizo las dos cosas.

1082 Abadía no sería amonestado por el fracaso de su mando en el 6º ejército. La Regencia le daría, a finales de 1812, el mando de una división del ejército de reserva de Andalucía, y en febrero de 1813 sería nombrado Inspector de los Cuerpos destinados a Ultramar. AGMS, Hoja de Servicios de Francisco Javier Abadía y Aragorri, Sección “Célebres”, Expediente 1º, Carpeta 2ª. 1083 Sánchez de Toca y Catalá, J. M. (2007) Los desastres de la Guerra… Ob. cit., pp. 408 – 410.

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* * * *

Antes de pasar a relatar los pormenores del sitio de Astorga es conveniente comentar

los complejos elementos técnicos y logísticos que implicaba una operación militar de

este calibre.1084

En primer lugar hay que manifestar que en los momentos iniciales del asedio, los

sitiados cuentan con ventaja respecto a las fuerzas enemigas; los primeros parten de una

posición defensiva prevista y han podido preparar convenientemente su defensa

(víveres, municiones, campos y ángulos de tiro para sus armas, asentamientos y baterías

cubiertas…). Por el contrario, las fuerzas atacantes se despliegan en un terreno abierto y

hostil a los fuegos de la Plaza, no han dispuesto de tanto tiempo para planear el ataque y

han de preparar almacenes de víveres y municiones para las tropas que han de realizar

un asedio, que puede prolongarse en el tiempo muchas semanas. Además, han de

construir las baterías de artillería de sitio y los atrincheramientos de la infantería en

zonas despejadas y batidas por los fuegos de la Guarnición.

Los sitiados no pueden limitarse a encerrarse en la Plaza tras sus murallas, sino que

han de efectuar salidas para ganar tiempo y retrasar las obras de aproximación de los

sitiadores, a la espera de que un Ejército de socorro acuda en su auxilio.

Todo Asedio requería tres fases secuenciales:

1. El Ejército sitiador avanza fuertes patrullas de Caballería y piquetes de

Infantería que comienzan a vigilar la Ciudad a sitiar a fin de cortar sus

comunicaciones y dar aviso de las posibles salidas de las fuerzas de Guarnición.

2. Los sitiadores establecen un bloqueo efectivo de la Ciudad con un número

mayor de tropas que impiden, la entrada y salida, de cualquier fuerza enemiga,

como de suministros de cualquier tipo. Las tropas sitiadoras inician las obras de

atrincheramiento y construcción de baterías en torno a la Plaza comenzando los

bombardeos sobre las fortificaciones. Los sitiadores se acantonan en los pueblos

de la contorna, estableciendo servicios de aprovisionamiento, y vigilando, a

distancia, la posible llegada de un Ejército de socorro.

1084 Seguimos aquí el magistral trabajo de: Escribano F. (2009) La Guerra de Sitios [Madrid]; en: Actas del VI Congreso de Historia Militar, La Guerra de la Independencia Española. Una visión Militar. Zaragoza, 31 de marzo al 4 de Abril de 2.008, pp. 201 - 217.

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3. El Asedio en toda regla. Es la fase más comprometida y costosa del sitio. Si no

se ha conseguido, hasta el momento, la rendición de la Plaza, se elige el lugar en

el que abrir brecha en las murallas (eligiendo necesariamente otro, o más

objetivos secundarios, a fin de despistar a los sitiadores sobre el lugar concreto

de la apertura de la brecha de asalto). Si esta no era viable se podía elegir

excavar una mina para volar los cimientos de las murallas (este proceso era más

complejo y lento). Abierta brecha practicable, se ofrecía Capitulación a los

sitiados, y en caso de no accederse a ella se lanzaba al asalto a la Infantería.

Para llegar a esta fase con posibilidades de éxito había que excavar trincheras

de aproximación, llamadas “paralelas” por disponerse así respecto a las

murallas. Estas se excavaban en las horas menos expuestas de la noche y se

disponían y se unían con otras trazadas en zig – zag (“aproches”) a fin de

minimizar las bajas de los zapadores e infantes en caso de la caída de una

granada explosiva en el interior de una trinchera.

Llegados a este punto, el Ejército sitiador podía estar sufriendo ya numerosas

dificultades logísticas. La permanencia prolongada de una gran fuerza militar en

una zona reducida agotaba rápidamente los víveres y suministros disponibles.

A ello se unía el desgaste físico y moral que producían los trabajos y la lucha

en trincheras, minas, baterías, asaltos y contraataques, muchas veces en las horas

más oscuras de la noche.

La vida al raso de las fuerzas sitiadoras y la precaria alimentación e higiene en

las hacinadas trincheras provocaba una gran fatiga y desgaste de las tropas de

asedio. Para aliviarla, la práctica aconsejaba relevar a las unidades destinadas a

los trabajos de trinchera y vigilancia en turnos de 24 horas.

Todo lo expuesto nos establece los principios clásicos de toda operación de

asedio a una ciudad:

• El sitiador necesita gran número de fuerzas para llevar a feliz término un

Asedio en regla.

• Para ello se necesita un número considerable de Artillería y Zapadores, al

menos el doble de los necesarios a fin de engañar al sitiado sobre el

objetivo final del lugar de brecha.

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• Se necesitan destacar fuerzas de consideración (como mínimo hasta una

jornada de marcha) a fin de vigilar y rechazar a cualquier posible fuerza

de socorro.

• Todo ello implicaba, y es importante recalcarlo, que el establecimiento

de un Asedio y su conducción hasta el final, la toma de una Ciudad,

supeditaba todas las energías y capacidades de un Ejército.

* * * *

Volviendo al inicio de las operaciones del 6º ejército, el 12 de junio la Junta de León

había tenido conocimiento del inicio de la Ofensiva del 6º Ejército. Días antes se había

comunicado a la Junta que Galicia, (merced a las gestiones que Castaños y Santocildes

habían realizado en las semanas previas) se comprometía a enviar víveres para apoyar la

ofensiva de verano. Aún así, el sostén de la Junta leonesa iba a seguir siendo

indispensable:

“Se leyeron dos oficios del Intendente interino relativos a manifestar el movimiento que

iban a hacer las tropas sobre Astorga y las riberas del Orbigo para el que se

necesitaban caudales que debía proporcionar la Junta, así como uno de sus Vocales

para que interviniese en las requisiciones que sería preciso hacer”1085

Rápidamente la Junta de León, con Felipe de Sierra Pambley al frente, contestaría

afirmativamente al día siguiente, acordando el envió de dos de sus Vocales (Rodrigo

Alonso Flórez y José Santos de Prado) para que acompañasen al Estado mayor y a la

Intendencia del 6º Ejército. También se tuvo en cuenta, días después, la necesidad de

restablecer los servicios del Correo y la Posta en las zonas liberadas.1086

Entretanto la Junta aseguró su colaboración con el Intendente del 6º Ejército para:

“…establecer el Gobierno Político y Económico en los Pueblos que se vayan

arrancando del yugo del enemigo, y a intervenir con V.S. en las requisiciones, a que

1085 Actas de la Junta de León de León…Ob. cit., 12 de junio de 1812. 1086 Ibídem, 26 de junio de 1812.

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470

repite que es preciso apelar mientras no lleguen las subsistencias que se anuncian de

Galicia”1087

Efectivamente, el avance del 6º ejército hacia las tierras llanas de León, iniciando el

Asedio de Astorga, lograría en pocas semanas obrar el “milagro” de que la Junta del

Principado y, sobre todo, la de Galicia comenzaran a enviar víveres, ya de manera

regular, hacia los almacenes de las divisiones del general Santocildes. La ayuda era muy

necesaria, pues como informaba el (poco grato a la Junta leonesa) ministro principal de

la Real Hacienda, Niceto Larreta, el Ejército necesitaba diariamente 20.000 raciones de

carne y pan, y otras 2.000 de cebada para sus caballos y mulas.1088

* * * *

En medio de la guerra, y aún de una ofensiva militar, la documentación nos revela

hechos que nos muestran que la vida cotidiana de las gentes y pueblos proseguía. Así,

ese mismo 12 de junio, Javier Castaños se hacía eco ante la Junta de Galicia de la

denuncia que el Juez de Policía del cuartel general del 6º ejército en Ponferrada, Cosme

Montanaro, le había remitido. En concreto le comunicaba el paso por el Bierzo, camino

de León y las dos Castillas, de hasta dieciséis cuadrillas de segadores gallegos, con un

total de 143 hombres. Ante el asombro del magistrado, más de la mitad de ellos estaba

en edad militar y presentaron los pertinentes pasaportes de sus autoridades locales en

Galicia.

Portago, a la vista de la documentación y que esta era legal, les había dejado pasar

hacia Castilla, pero Castaños reconvendría a la Junta de Galicia al observarse

arbitrariedad en la concesión de unos pasaportes, que ningún mozo en edad militar, a

menos que tuviera exención concedida, debía disfrutar.

La Junta de Galicia respondería rápidamente dando la razón a su Capitán General, y

exponiendo que centralizarían la emisión de dichos pasaportes en detrimento de las

Autoridades Locales y Provinciales, causantes de dichas arbitrariedades:

“Sin el permiso de la Capital no debe permitirse el pase a Castilla, ni a otro Reino a

ningún Gallego que por edad pueda sospecharse deba entrar en suerte para tomar las

1087 Ibídem, 13 de junio de 1812. 1088 Ibídem, 27 de julio de 1812.

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471

armas, y mucho más en tiempo que se piensa alistar gente; que orientados de ello no

volverán a este Reino”1089

* * * *

Los franceses conocieron, con dos días de antelación, el inicio de la ofensiva española

sobre Astorga y las tierras del Orbigo. El 10 de Junio, la guarnición de León (integrada

por un batallón del 76º regimiento de línea de la 1ª División del ejército de Portugal) al

mando del capitán Jean Gibon1090, abandona la ciudad. Se retiran con él toda la

administración afrancesada, con el Intendente Manuel de Ciarán, y el Corregidor

Alejandro Alonso Reyero a la cabeza. En varias cartas las autoridades afrancesadas

exhortaban a la Municipalidad a velar por la seguridad de sus familias que quedaban en

la Ciudad, así como por el orden público y las 5.000 raciones de pan y galleta que había

depositados en los almacenes de la Plaza. El comandante Gibon hacía responsable de su

custodia al cabildo catedralicio y al procurador municipal. Por su parte, el intendente

Josefino Ciarán comunicaría al Ayuntamiento que se trasladaba con la guarnición a

Benavente:

“El Comandante del batallón que se halla de Guarnición en esta Ciudad ha recibido la

orden de trasladarse a otro puesto de la Provincia con las tropas de su mando, y con

este motivo he determinado verificar el mismo movimiento con los empelados de las

diferentes administraciones. Quedan en esta Capital muchas familias, inclusa la mía, y

espero que VS tomarán las medidas más eficaces para que sean respetadas tantos sus

personas como sus bienes, en la inteligencia que me será muy sensible el menor insulto

y desorden que cometan las cuadrillas durante mi ausencia” 1091

Efectivamente, el 10 de junio los franceses evacuan sus guarniciones de León,

Hospital de Orbigo y La Bañeza, localidades que serán ocupadas por las avanzadillas

españolas en la misma jornada.1092

1089 AGRG, Caja 40–A. Correspondencia….Ob. cit., doc. A-46. 1090 Quintin, D. et B. (1996) Dictionnaire des Colonels [...] Ob. cit., p. 376 – 377. Nacido en 1775, alistado como soldado en junio de 1793, Coronel en 1831, fallecido en Tolón en 1842. 1091 AHML, Instancias, 1812, Legajo 182, nº 69. Carta del 9 de junio. 1092 ShD, Gr1 VN74, Journal (en espagnol) du Siège…Ob. cit., p. 5. El espionaje francés detectó que el mando español dudaba si el movimiento francés de repliegue se pudiera deber a un intento de cubrir mejor el repliegue desde Asturias del general Bonet., ibídem, p. 7.

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Conocedores del repliegue francés, entraría en León, al día siguiente, una partida de

200 jinetes del escuadrón de húsares Francos de Simancas, y horas después, la 2ª Legión

de Castilla (unidades ambas de origen guerrillero, pero ya organizadas, sobre todo la

segunda, como un cuerpo regular del ejército con dos batallones de infantería.). Su

coronel, Pablo Mier Mestas se presenta a la municipalidad leonesa y asegura el orden.

1093 El ayuntamiento de León, una vez liberada la ciudad, decide constituirse en Junta,

agregando a la corporación nuevas personas, a fin de manifestar un decidido carácter

patriota ante la población.

Los franceses detectarían el inicio del avance del 6º Ejército desde el Bierzo sobre

Astorga al día siguiente.

En este contexto de repliegue francés ante la ofensiva aliada, hasta la, otrora poderosa,

guarnición imperial de Valladolid quedaría aislada. El dominio guerrillero sería tan

fuerte, que en junio se tuvo que colocar en la torre de la catedral una bandera roja para

advertir de los movimientos de los cuerpos francos del 5º y 7º ejércitos españoles que

llegaban ante los mismos muros de la ciudad.1094

Las avanzadas españolas de cobertura del 6º ejército establecieron destacamentos

también en Villamañán, Valderas, Benavente, la Bañeza, Medina de Rioseco y

Villalpando; los mismos habrían de servir de línea exterior de cobertura a las tropas que

iniciarían el asedio sobre Astorga.1095

Volviendo a León, Santocildes enviaría rápidamente a su capital tropas regulares del 6º

Ejército desde el sitio de Astorga, en concreto un pequeño destacamento de la 1ª

Brigada de su 1ª División. Al frente de estas tropas (una Compañía del Regimiento de

Cazadores del Rey) estará su Brigadier, el aragonés Pascual Liñán.1096 Liñán será

designado por Castaños comandante general de la provincia y su capital (máxima

autoridad militar y civil) responsable de asegurar el orden y organizar el arreglo político

y económico del Reino de León, es decir, de la elección e instauración de las primeras

instituciones y autoridades constitucionales.1097

1093 En pocos días se incorporaría a la 2ª División de Reserva del 6º Ejército en el sitio de Astorga. 1094 Sánchez Fernández, J. (2002) Valladolid durante la Guerra de la Independencia Española (1808-1814) [Valladolid], ver el Capítulo 3.5.2 1095 ShD, Gr1 VN74, Journal (en espagnol) du Siège…Ob. cit., p. 8. 1096 AGMS, 1ª Sección, Legajo L-1812. 1097 García Gutiérrez, P. (1991) La Ciudad de León durante la Guerra de la Independencia [Valladolid], pp. 228-229.

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473

En un primer momento Liñán ordenaría a las Autoridades Municipales de León que

continuasen ejerciendo las funciones propias de sus empleos, recayendo, de momento el

puesto de Corregidor en el Regidor decano.

Sin embargo, Pascual Liñán comenzaría a tomar una serie de decisiones (el

nombramiento de un intendente de provincia interino y la realización de un nuevo

alistamiento de hombres para el ejército) que chocarían rápidamente con la autoridad de

la Junta Suprema de León. Ésta, desde Villafranca del Bierzo, denunciaría las

extralimitaciones de Liñán a Castaños y Santocildes. La Junta Superior de León se

arrogaría, semanas después, la misión del “Arreglo del Gobierno, Justicia y

Administración de todo el territorio de la Provincia”, para sorpresa del Capitán General

Castaños.

Javier Castaños y Santocildes, acabarían por desautorizar a Liñán, declarando que

mientras no fuesen instauradas las nuevas Autoridades e Instituciones que marcaba la

nueva Constitución, había que mantener las prerrogativas de las Juntas Patriotas.1098

* * * *

El 12 de junio Bonet vería materializarse en Asturias sus temores al conocer el

repliegue de las fuerzas francesas del ejército de Portugal sobre el Duero. Rápidamente

ordenaría la concentración de su División en Oviedo (acosada por continuos ataques de

los Generales españoles Bárcena y Porlier) para evacuar Asturias. En la mañana del 14

de junio Bonet partiría de Oviedo (su inútil ocupación de Asturias había durado menos

de un mes), y temeroso de no poder franquear Pajares decidió tomar otra ruta más larga

pero más segura, cruzar la cordillera por el norte de Palencia, alejándose así del 6º

ejército que le podía cerrar el paso en las llanuras de León.

El día 16 Bonet estaba ya en Cangas de Onís, luego de sufrir varios ataques españoles

contra su retaguardia. En aquel punto decidiría Bonet dividir su división en dos

columnas. Una a su cargo (con los regimientos 118º y 119º, la caballería, la artillería y

la intendencia con sus enfermos y heridos) tomó el camino de la costa hacia Llanes. La

segunda columna, al mando del brigadier Etienne Gauthier (regimientos 120º y 122º), se

encaminó por el interior hacia Arenas de Cabrales y Puentenansa, ya en Cantabria.

1098 Al iniciarse la nueva ofensiva aliada sobre Burgos, Liñán sería sustituido por Castaños, el 4 de septiembre, poniendo en su lugar al Brigadier José María Cienfuegos.

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Los movimientos combinados acordados por Arthur Wellesley y Castaños habían

dado sus frutos, la provincia de León, salvo la atrincherada guarnición imperial de

Astorga, quedaba libre de la ocupación francesa. El 6º ejército tenía expedito su avance

hacia Astorga, y más allá aún, hacia el Esla y el Duero.

El abandono de Asturias por Bonet sería un error estratégico pues facilitó el libre

avance de todo el 6º ejército hacia Astorga y hacia Tierra de Campos.

* * * *

El 14 de Junio, el grueso de la 2ª división del 6º ejército, acantonada en el Bierzo,

iniciaría su avance hacia Astorga en apoyo de las fuerzas de vanguardia que ya se

habían adelantado con el marqués de Portago (la caballería, las dos columnas de élite de

cazadores y granaderos del 6º Ejército, y el regimiento del Ribero). La división

establecería su primer cuartel general en Andiñuela.

El 15 de junio, el mismo día del inicio oficial del asedio por las tropas españolas, el

gobernador Rémond lo “celebraría” imponiendo a los astorganos una contribución

extraordinaria de 50.000 reales1099, que sería repartida por el ayuntamiento entre todos

los vecinos e instituciones de la ciudad. Así nos lo certifica el testimonio dado al

cabildo catedralicio:

“Se hizo presente que respecto haberse impuesto […] por el General Rémond,

Gobernador de la Plaza, la Contribución de 50.000 reales que debía satisfacer la

Ciudad y Arrabales para gastos de la Guarnición y Hospital Militar en tiempo del sitio,

habiéndose procedido a la repartición, a VS le corresponde pagar 3.500 reales”1100

La cantidad a repartir, aumentaría, incluso, debido a que, iniciado el sitio, los vecinos

de los arrabales se sustrajeron del pago y Rémond amenazó con las medidas más

expeditivas a los astorganos que permanecieron dentro de las murallas para que lo

cubrieran.

1099 A idéntica cantidad de dinero ascendería, en 1842, el Presupuesto Municipal. Marcelo, M. (1929) Astorga en 1842, p. 36. 1100 AHDA, Actas Capitulares, 18 de julio de 1812, folio 82 recto y vlto.

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475

Gracias a un documento del Archivo Histórico Municipal, fechado el 12 de julio de

1812 (en el que se establecía el reparto de un resto de 13.787 reales que había quedado

sin cobrar) podemos saber el número y nombre de los cabezas de familia, y personas

con casa abierta (inclusive viudas y solteras en esta situación) que soportaron el II

asedio de Astorga: 231 vecinos (de ellos 130 nobles y eclesiásticos, y 101 pecheros).1101

* * * *

Volviendo al inicio del sitio, el 18 de junio, tras dejar un corto destacamento en el

Castillo de Puebla de Sanabria, llegaría ante Astorga el grueso de la 3ª División del

General Francisco Cabrera.1102

Según la Inteligencia del 6º Ejército, la Guarnición francesa de Astorga se componía

de unos 1.200 de hombres de tres disminuidos batallones de la 7ª División del General

Thomières (el 2º batallón del 1º de línea y los dos batallones del 23º ligero) y contaban

con víveres para 50 días.

En las escaramuzas de aquel día, sobre el perímetro de la Plaza, sería herido el

Teniente Thévenin del 1º de línea.1103

Dos días después, llegaría Santocildes, a quien Portago entregaría el mando en el

Cuartel general de Santa Catalina de Somoza:

“En este día entrego el mando del Ejército al Mariscal de Campo don José María de

Santocildes […] la Plaza de Astorga la dejo enteramente circunvalada, cortadas las

aguas, y sin que puedan de ningún modo recibir el menor auxilio; los Cuerpos del

Ribero, Granaderos y Cazadores se han batido con el mayor ardor y firmeza; sus jefes,

oficiales e individuos merecen todo mi recomendación”1104

Igualmente, Portago comunicó el mismo día a Castaños el escarmiento hecho en un

labrador de un pueblo aledaño a Astorga, al que sus vecinos habían denunciado por

haber entregado al gobernador de Astorga, a un soldado francés desertor. El castigo

1101 AHMA, Caja 2.359, doc. 1.029. En la relación aparecen desde vecinos acomodados, aportando 230 reales, a otros pobres que solo abonan 2 reales. El Secretario del Ayuntamiento, Manuel Cureses, aportaría 149 reales; el Corregidor, 253 reales; la monjas de Santa Clara, 103 reales, y las de Sacnti Espíritus, 34 reales. 1102 Este cuerpo permanecería en el sitio hasta el 12 de julio. 1103 Martinien, A. (1890) Tableaux par Corps et par Batailles [...] Ob. cit, Tomo I, p. 116. 1104 Gaceta de la Regencia, Martes 7 de julio, p. 696. y AGRG, Caja 36-D, D-94.

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impuesto por Portago al colaboracionista fue idéntico al sufrido por el desertor francés,

ser fusilado a la vista de las murallas de Astorga:

“El 18 del corriente mandé pasar por las armas al frente de la Plaza de Astorga, al

paisano Luís Fernández, vecino del Pueblo de Brimeda, convencido por las

declaraciones recibidas de haber aprendido a un Soldado francés que se pasaba a

nuestras banderas, y habiéndolo vuelto a dicha plaza fue arcabuceado; cuyo ejemplar

castigo retrajo a sus compañeros de seguir sus pasos. Este servicio lo pagó el

Comandante de ella con 60 pesetas. Tal iniquidad no debía quedar impune; al momento

que llegaron nuestra tropas fue preso, y el castigo que ha sufrido por su enorme delito,

ha impuesto mucho y servirá de ejemplo a los demás” 1105

El comandante del 6º ejército recorrió a caballo, con Portago y su Estado mayor, todo

el perímetro de Astorga. Santocildes no pudo por menos que encontrarla muy cambiada.

Desde el verano anterior, en que la habían recuperado, los franceses habían invertido

muchos recursos en convertirla en una verdadera plaza fuerte. Las nuevas obras de

fortificación de campaña protegían, de los fuegos de la artillería sitiadora, buena parte

de las vulnerables murallas medievales. Santocildes hubiera deseado poder disponer de

semejantes obras de defensa, dos años antes, cuando se le había encomendado la

defensa de Astorga:

“El enemigo durante el tiempo de su ocupación (obligando á trabajar á los naturales)

había puesto la citada plaza en estado de defensa, derribando totalmente el Arrabal de

Rectivía, y todos los edificios contiguos á la muralla, dejando despejados los puntos

mas atacables de la Plaza. Había cubierto las Puertas del Obispo y del Rey con

recientes, fosos y palizadas, y en la prolongación de la capital del torreón de la de

Hierro había construido otro reducto bastante separado de ella, y que en cierto modo

flanqueaba los recientes construidos en las Puertas. Este, además de su foso y

estacada, estaba cerrado por la gola con un muro aspillerado; y por último habían

hecho de mampostería todos los parapetos del recinto principal, ensanchando en parte

1105 Gaceta de la Regencia, Martes 7 de julio, pp. 696 y 697.

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sus terraplenes y artillado la Plaza con catorce piezas de doce, ocho y cuatro, un

mortero y dos obuses “1106

* * * *

Sería el 21 de junio cuando la Junta Superior de León conocería en Villafranca que el

6º Ejército tenía la firme intención de convertir el bloqueo de Astorga en Sitio formal

hasta rendir la Plaza. En este sentido el Estado mayor rogó a la Junta que se

establecieron varios pequeños hospitales de sangre a lo largo del camino real, entre

Astorga y Villafranca, en previsión de poder atender a los heridos y enfermos que el

sitio iba a producir. La Junta respondería afirmativamente la Junta cursando órdenes al

Director del hospital Villafranquino para que dispusiera lo necesario. En tres semanas,

el alargamiento del sitio de Astorga haría necesario habilitar tres de estos

establecimientos (el primero de ellos en Santa Catalina) y un cuarto más, a finales de

julio, en el Ganso.1107

Santocildes y su estado mayor sabían bien que no podían llevar a cabo un asedio

rápido como los que Arthur Wellesley había ejecutado sobe Ciudad Rodrigo y Badajoz.

Si en abril de 1810 la toma de Astorga costó casi dos meses de preparativos y

combates a todo un cuerpo de ejército imperial, con unas defensas mucho más débiles,

la reconquista de Astorga se planteaba como un duro hueso de roer para los animosos

pero desgastados dientes del 6º ejército.

Santocildes sitiaba una ciudad española a la que no podía bombardear

indiscriminadamente y en la que era muy querido por su población. Por si fuera poco, el

general sitiador tenía menos cañones que la guarnición sitiada, y carecía de la munición

necesaria para abrir brecha en sus murallas. Tampoco tenía los suficientes zapadores

para construir minas con rapidez. El 6º ejército sólo era fuerte en Infantería; pero con

muy poca caballería para cubrirles, si se acercaban fuerzas enemigas de entidad para

levantar el asedio. Santocildes era consciente de que sólo podía acudir al “Tiempo y al

Hambre”, las armas de los antiguos ejércitos romanos para rendir plazas muy

fortificadas.

1106 Santocildes, J. M. (1815) Resumen Histórico de los Ataques, Sitio…Ob. cit. En concreto y según un pequeño Diario de Operaciones redactado por Howard Douglas, los franceses tenían en Astorga 16 piezas de artillería, 3 de a doce, 2 de a ocho, 1 obús, 1 mortero y 9 piezas de a cuatro. García García, M. A. (2009), 1812, Wellington en Valladolid [Valladolid], pp. 195 – 198. 1107 Actas de la Junta de León… Ob. cit., 21 de junio, 11 y 26 de julio de 1812.

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Por otra parte, hasta que no llegase la artillería de grueso calibre desde Galicia (con la

munición), se mantendría un simple bloqueo. Se habían pedido 3.000 proyectiles a la

Maestranza de La Coruña, pero sólo pudieron enviarse una tercera parte desde Galicia y

Asturias. Santocildes había destacado, días antes, en Bembibre y el puerto de Pajares, a

sus mermados trenes de caballerías para traer la munición a Astorga.

Entretanto, llegaron noticias de que la 1ª división del ejército de Portugal del General

Foy evacuaba, el 29 de junio, sus acantonamientos entre Zamora y Toro, llevándose a

sus heridos y dejando en ellas guarniciones de 1.200 y 260 hombres.

Zamora quedaría defendida por el coronel Frèderic Sprünglin1108 nombrado por

Marmont Gobernador desde el 28 de junio. El día 30 Sprünglin tomaría posesión de

Zamora, relevando al coronel Leclerc de Montpic, el cual le trasmitió las estrechas

órdenes del duque de Ragusa para defender la Ciudad y, sobre todo, su puente sobre el

Duero. Para ello disponía Sprünglin de 1.200 hombres con doce piezas de cañón (cuatro

de ellas de a 12 libras). Inmediatamente Sprünglin requisaría víveres para poder

sostenerse, al menos, durante dos meses, minando el puente para ser volado en caso de

que pudiera caer en manos enemigas. La única puerta habilitada de las murallas de

Zamora sería protegida por un fortín con dos piezas de a doce, tapiándose las demás.

Según sus memorias, mediante un sistema de cifrado, Sprünglin logaría mantener,

hasta la jornada de los Arapiles, una correspondencia discontinua con Marmont y con

los comandantes de las plazas de Astorga y Toro.1109

* * * *

El 22 de junio, ante la retirada de las tropas imperiales de León, la Junta Superior se

vio con ánimo de aprobar, por unanimidad, una moción para hacer que las localidades y

partidos, ya libres de la Provincia, pudieran nombrar a sus representantes en la Junta

Superior, cesando los que ejercían tales representaciones en calidad de suplentes.

1108 Sprünglin, F. (1998) Souvenirs de Guerres d´Espagne et de Portugal [Paris], pp. 225 -229. Militar suizo del Cantón de Berna, nacido el 3 de septiembre de 1773, fallece el 2 de abril de 1844. Al servicio de Francia desde 1795, Capitán de Infantería, veterano del sitio de Danzing. Entra en España en octubre de 1808, en el Estado mayor del Mariscal Ney. Participa en el sitio de Ciudad Rodrigo de 1810, batallas de Busaço y Fuentes de Oñoro. Pasa en octubre de 1811 al ejército de Portugal. Hecho Gobernador de la Plaza de Zamora y de su Provincia el 28 de junio de 1812 por Marmont. En enero de 1813 parte hacia Alemania con Ney en su EM. Es hecho prisionero en Dresde, en la batalla de Kulm el 31 de agosto. Hablaba español. 1109 Sprünglin, F. (1998) Souvenirs…Ob. cit., pp. 227 – 228.

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En este sentido, semanas después, tomaría posesión de su cargo como nuevo Vocal

por el Partido de Astorga, el sacerdote del Val de San Lorenzo, Sebastián Argüello

Mínguez, tras haber sido electo por los pueblos del mismo.1110

Igualmente, la Junta Superior ordenaría al Corregidor de León, Mauricio Cabañas,

(refugiado en el Bierzo) que se reincorporase a la Capital a fin de reestablecer el

legítimo gobierno patriota.1111

* * * *

Entretanto en Astorga, una “Junta de Mandos” (y a propuesta de los ingenieros)

debatió el plan de abrir dos brechas simultáneas sobre la zona de las murallas que

miraban hacia Galicia; una con artillería y otra con una mina. Como operación de

diversión, parte de la artillería habría de batir una de las puertas amuralladas al norte de

la ciudad, la del Rey, a fin de aparentar que era aquel otro posible lugar de brecha.

Para apoyo a las obras de asedio se construirían durante el sitio cuatro baterías

artilleras protegidas, a las que se denominarían: Patria, Constitución, Bailén y Rey.

El 23 de junio haría su llegada desde el Bierzo el reducido cuerpo de zapadores del 6º

ejército (apenas una compañía con 24 jefes y oficiales y 103 hombres). En este

momento, la dirección de los trabajos que estaban a cargo del teniente coronel de

Ingenieros Joaquín Ortiz de Zárate1112, pasarían a manos del también teniente coronel

del cuerpo, Manuel Otermín.1113

A Manuel Otermín le asistirían los capitanes de Ingenieros, Domingo de la Iglesia1114

y José Giraldo1115, y el teniente y primer ayudante de zapadores, José Segundo

Izquierdo. Los dos capitanes se encargarían de la excavación de los ramales de

trincheras.

Como ya hemos comentado anteriormente, la negativa de la Junta de Galicia a

proporcionar 400 reclutas a Abadía en enero para formar un batallón de zapadores

revelaría ahora (cuando más se le necesitaba), sus funestas consecuencias. En todo el 6º

1110 Actas de la Junta de León…Ob. cit., 13 de agosto de 1812. 1111 Ibídem, 21 y 22 de junio de 1812. 1112 Zárate era un muy válido, pero también muy impulsivo militar. Había sufrido un arresto de dos años y medio por haber criticado, en el invierno de 1809, a su antiguo superior el marqués de La Romana AGMS, 1ª Sección, Legajo O-731. 1113 AGMS, 1ª Sección, Ingenieros, Legajo O – 192. Militar criollo oriundo de Méjico. 1114 AGMS, 1ª Sección, Ingenieros, Legajo I – 228. Profesor de la Academia Militar de Zamora en junio de 1808. 1115 AGMS, 1ª Sección, José Giraldo Vázquez. Hijo de Mariscal de Campo. Legajo J – 724. Giraldo participaría en el asalto sobre los parapetos avanzados franceses ante Puerta Obispo en la noche del 24 de julio

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ejército apenas había 9 mandos y 98 zapadores más repartidos por toda Galicia. Al

frente de ellos estaba el veterano teniente general de 69 años, Felipe de Paz, que no

llegaría a Astorga hasta el 18 de julio.1116

El pequeño destacamento de zapadores, establecería sus talleres en la aldea de

Carneros. Los zapadores llegaban desde la localidad berciana de Borrenes, donde

habían estando confeccionando un buen número de cestones1117 y fajinas1118 que

trajeron con ellos. Enseguida reemprenderían los trabajos, aprovechando las choperas

del río Tuerto.1119

* * * *

Iniciado el bloqueo de Astorga, el 24 de junio José María de Santocildes, entraría en

la ciudad de León. Le acompañaban los dos vocales de la Junta Superior, Rodrigo

Alonso Flórez y José Santos de Prado. Una de sus primeras medidas fue llamar al orden

a su brigadier Pascual Liñán, a fin de que no interfiriera en las prerrogativas de la Junta

Superior de León :

“El General Santocildes entró el 24 en León, donde fue recibido con repique de

campanas y las mayores muestras del júbilo de aquel fidelísimo Vecindario”

Ese mismo día, en Astorga, los franceses hicieron una salida para inutilizar varias

casas cercanas a la muralla, incendiando siete de ellas:

“Entretanto se formaba el bloqueo de la Plaza de Astorga. La Guarnición enemiga

puso fuego el día 24 al Arrabal de San Andrés, del que ardieron varias casas. En los

días siguientes salieron de la Plaza muchos habitantes, hombres niños y mujeres, que

dejó salir el enemigo”1120

* * * *

1116 AGMS, 1ª Sección, Legajo P – 768. 1117 Cesto de gran tamaño sin base y que se rellenaba de tierra para que sirviese de parapeto de rápida construcción contra el fuego enemigo. 1118 Haz de ramas muy apretadas que los ingenieros militares utilizaban como revestimientos. 1119 “Diario de los trabajos ejecutados contra la Plaza de Astorga ejecutados contra la Plaza de Astorga desde el día 23 de junio hasta el de su rendición el 18 de agosto”. SGE, Madrid, Cartoteca Histórica, Memorias e Itinerarios, Provincia de León, Sig. C-64 – Nº 20. 1120 Gaceta de la Regencia, Sábado 1 de agosto de 1812, pp. 804 – 808.

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481

En aquellos días, las noticias de que Bonet se retiraba de Asturias provocaron la

inquietud española al temerse que pudiera intentar socorrer a la Guarnición asediada en

Astorga. Desde Galicia Castaños ordenaría a la división de vanguardia del 7º ejército

que estuviera lista para acercarse a Astorga. Igualmente Castaños solicitaría al

portugués Silveira que estuviera a pronto a unirse al 6º ejército en caso de un avance

francés sobre Astorga, para sumar así una masa de 20.000 hombres y 2.000 caballos con

que hacerles frente.1121

Sin embargo, gracias a la tenacidad de la 1ª división del 6º ejército destacada en

Asturias, la retirada francesa del Principado había sido de todo menos un paseo militar.

Bonet franquearía la Cordillera Cantábrica con la convicción de que su único objetivo

tenía que ser el de reunirse con Marmont por encima de todo.

El 21 de junio, en una memorable acción de la 2ª brigada de la 1ª división de Pedro de

la Bárcena, (tras realizar una marcha forzada para dar alcance a la retaguardia imperial)

la infantería española trabó un peligroso y desigual combate, del que pudo salir airosa,

en la aldea asturiana de Corao (en el municipio de Cangas de Onís). Volvemos a contar

con el testimonio del brigadier Moreno:

“A la última salida de los franceses de Asturias, y sin embargo de haberle ganado el

enemigo una marcha, pudo alcanzarle el día 21 de junio cuando el cansancio había

reducido la fuerza de su brigada a 900 hombres escasos de los Regimientos de

Monterrey y Voluntarios de León. Los franceses en vista de tan corto número de gente

hicieron alto, a las cinco de la tarde, sobre las posiciones del pueblo de Corao,

atacándole con cuatro a cinco mil hombres, pero fue rechazado con grande pérdida, no

cesando la acción hasta la noche”1122

Pero no todo eran malos presagios. Una buena noticia llegó al 6º ejército en Astorga;

merced a los buenos oficios de Javier Castaños y a la confianza que en Galicia

despertaba Santocildes, el próspero gremio del comercio de La Coruña había acordado

1121 Sería el 27 de junio, cuando las tropas del sitio dejarían por unas horas las obras, colocándose en estado de alarma, al llegarles noticias de que Bonet había abandonado Aguilar de Campoó con destino desconocido. Quintana Prieto, A. (1962) Astorga en 1812, Ob. cit., p. 37 -38. 1122 AGMS, 1ª Sección, Legajo G-2.857.

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adelantar, por vía de empréstito, 2.050.000 reales para cubrir los gastos más urgentes

del ejército.1123

* * * *

Por aquellos días, el 26 de junio, Marmont recibiría el despacho de Caffarelli

(comandante en Jefe del ejército imperial del norte con base en Vitoria) en el que le

comunicaba que, debido a los ataques del 7º ejército español, no podía acudir en su

ayuda, sino que tenía que marchar hacia el norte con todas sus fuerzas.

* * * *

Entre tanto, en Astorga, la misma noche del 26 de junio, los zapadores (con la ayuda

de 200 infantes gallegos del Regimiento del Ribero), llevarían las primeras fajinas y

cestones a la falda de la ladera del arroyo del Mayuelo, al norte de la ciudad. Desde allí

comenzarían a excavarse las trincheras y obras para habilitar las dos primeras baterías

de sitio. Los destacamentos de trabajo se dividieron en grupos de medias Compañías

(cincuenta hombres al cargo de dos sargentos).1124

Es de reseñar que los Ingenieros militares españoles eligieron el mismo

emplazamiento donde en marzo de 1810 sus colegas franceses iniciaron las obras para

el primer Asedio de Astorga.

La construcción de fajinas y cestones se reactivaría abriendo otro taller en Castrillo de

los Polvazares y agregando soldados de Infantería a los trabajos.

En los tiroteos y escaramuzas del 27 de junio sería herido el capitán Simonin del 23º

ligero1125.

Por su parte. El mando español había decidido aprovechar las noches para emplazar

pequeñas obras avanzadas desde las que observar la Plaza:

“Sitio de Astorga. Día 27. Conociendo el señor comandante general la importancia de

adelantar el sitio dispuso que en todos los puestos avanzados se hiciesen durante la

1123 Gaceta de la Regencia, Jueves 9 de julio de 1812, p. 705. 1124 Tettamancy Gastón, F. (1911) Batallón Literario de Santiago, Diario [La Coruña], pp. 26 – 29. 1125 Martinien, A. (1890) Tableaux par Corps et par Batailles [...] Ob. cit., Tomo II, p. 441.

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483

noche apostaderos muy próximos a la plaza para alarmar al enemigo y molestarle en

sus fuegos, lo que se verificó.

Los enemigos hicieron muy pocos disparos de artillería, y el fuego de fusilería no fue

de consideración, ni aún durante la noche en que no pudieron menos de apercibirse del

trabajo de los apostaderos por su inmediación y la calidad pedregosa del terreno”1126

* * * *

El 27 de junio, el mismo día que Arthur Wellesley rendía los conventos fortificados

de Salamanca, el Jefe del Estado mayor del 5º, 6º y 7º Ejércitos, Agustín Girón,

informaba a su tío, el Capitán General Castaños, de las difíciles circunstancias y

penurias con que se iniciaba el sitio de Astorga:

“El 27 de junio, poco más de diez días después de iniciado, el cerco se había

estrechado tanto que la Guarnición francesa no osaba salir de la Plaza. Los sitiadores

informaban que no habían empezado las trincheras para no revelar prematuramente el

punto de ataque, pero la realidad es que no habían podido comenzar los trabajos por

falta de sacos y útiles. El 6º Ejército se limitaba a vigilar y a esperar que llegaran los

cañones y útiles de zapa. El tiempo era lluvioso y los cuatro grandes cañones de a 16,

únicos para abrir brecha en la muralla, venían de La Coruña al paso cansino de sus

tiros de bueyes y apenas habían rebasado Lugo. Otras dos piezas de a 12, más

adelantadas, ya estaban a sólo tres días de Astorga”1127

Por su parte, ese mismo día Castaños escribiría a Santocildes, desde La Coruña, una

larga misiva detallándole sus gestiones en Galicia. En la misma aprobaba la reprimenda

dada a Liñán por sus extralimitaciones como Gobernador Militar de León:

“Mi estimado amigo […] nada tengo que añadir.

[…] solo alegrarme cada día más de que haya recaído en Vm el mando del Ejército a

aunque en esto no estemos muy de conformes, pero el Padre Eterno quiere que me

acompañe Vm en la suerte y es preciso conformarnos con sus decretos […]

1126 ShD, Gr1 VN74, Journal (en espagnol) du Siège…Ob. cit., p. 11. 1127 Sánchez de Toca y Catalá, J. M. (2007) Los desastres de la Guerra… Ob. cit., p. 411.

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Apruebo mucho el viaje que a hecho Vm a León pues Liñán, padeciendo la

enfermedad que es tan general en estos tiempos, todo lo quiere organizar según sus

ideas sin acordarse de que hay Leyes, Ordenanzas y Reglamentos de que no podemos

separarnos y que todas las cosas han de volver al orden antiguo sin meterse cada uno

más que en la parte de funciones que le están señaladas.

Es ya intolerable el trabajo que aquí tengo y sobre todo el tiempo que consumo

inútilmente y lo que se gasta la paciencia en las Audiencias…pero a fe que mañana me

marcho a Santiago donde estaré el tiempo necesario para sacar algún dinero a los

Canónigos y Arzobispo a fin de empezar a pagar la deuda de víveres, publicar la

Constitución, cercenar las facultades o deseos de la Junta y arreglar algo el ramo de

Hacienda […]

Entretendrá a Vm los Concisos1128 que he recibido hoy y verá Vm el anuncio

Extraordinario del coscorrón que ha llevado Ballesteros.

Nuestros Aliados adelantan con ventaja y me parece ya que Marmont piensa en dar

batalla, o, a lo menos, defender el Duero: quiera Dios que el resultado sea como

debemos esperarlo”1129

Otro hecho destacable en la retaguardia gallega sería que el 28 de junio, en Lugo,

tomaría el mando de la división de reserva el general Francisco Javier Losada, por pasar

Pedro Dávalos a desempeñar el cargo de comandante general de La Coruña.1130

* * * *

Volviendo a Astorga, esa misma noche del 28 de junio, Rémond permitiría abandonar

la ciudad a varias familias astorganas que, tras agotar sus víveres, eran incapaces,

además, de poder comprar a los franceses alimentos para subsistir:

“[…] los enemigos permitieron salir a varias familias pobres de la Plaza, haciendo

esta operación por la noche, por cuyo motivo se ofició al Comandante francés se

hiciese esto de día, pues se oponía a las leyes de seguridad y exigencias de la Milicia.

1128 Periódico patriota y liberal publicado en Cádiz. 1129 ME, Toledo, Exp. Santocildes, Legajo 29/6, doc. 343. 1130 Libro de Ordenes de la División de Reserva…Ob. cit., Orden del 28 de Junio, folio 6.

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Ninguno de los habitantes que han salido de Astorga dan una idea del estado en que

se halla la Guarnición enemiga con respecto a víveres”1131

* * * *

El 30 de junio, el general Carlos de España1132 (comandante de la única división del 5º

ejército que formaba parte del ejército aliado y que asistiría a la batalla de los Arapiles),

informaba, desde Salamanca, al estado mayor conjunto español en Cádiz, sobre la

liberación de la ciudad y la retirada del ejército de Portugal hacia el Duero:

“Tengo el honor de informar a V. E. que el Exército enemigo del mando del Mariscal

Marmont, ha emprendido en el día de ayer su retirada hacia Alaejos, y parte en

dirección de Fuente Saúco, dejando en todas partes restos de su vandalismo…

Ayer se cantó en Salamanca, con toda la debida solemnidad, un Te Deum a que se

sirvió asistir el Excmo. Sr. Duque de Ciudad Rodrigo, con los demás Generales y

Estado mayor del Ejército aliado”1133

El ejército aliado había partido de Salamanca en la mañana del 29 de junio,

deteniéndose el 1 de julio en Alaejos. La retirada de las tropas imperiales se marcaba en

el horizonte por las columnas de humo de los incendios, en palabras de Miguel de

Alava, general de enlace español con Arthur Wellesley:

“Durante su mansión a nuestro frente han cometido todo género de atrocidades; han

robado, matado y talado, no como leones o tigres, sino como verdaderos e infames

franceses. Los Pueblos de Castellanos, Huertas, Babila Fuente, Villoria y Villoruela

ardían esta mañana, y en los pueblos que no han ejecutado esta acción, han destruido

todas las casas y han muerto a cuantos infelices han cometido la necedad de esperarles

en ellas. La hermosísima cosecha la han arruinado y quemado por donde han pasado,

este país queda destruido para mucho tiempo…

Marmont no esperaba tan pronto el hallarse con el Ejército Inglés sobre el suyo.

1131 Informe de Agustín Girón a Castaños, 4 de julio de 1812, Sánchez de Toca, J. M. Los Desastres de la Guerra…Ob. cit., p. 412. 1132 Aristócrata francés emigrado al servicio de España. 1133 Gaceta de la Regencia, Número Extraordinario, Domingo 12 de Julio, pp. 723 – 724.

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Su intención parece que es la de pasar el Duero y abandonar Madrid, cuya

comunicación tiene ya perdida. Mañana pasa el Cuartel general a Medina del Campo.

No tenemos noticia alguna del Ejército de Galicia”1134

El mismo jefe del estado mayor del ejército de Portugal, el general Thomas

Lamartinière reconocía el saqueo como una de las normas de actuación de las tropas

imperiales en la Guerra Peninsular:

“Al cabo de un tiempo, el ejército de Portugal, siempre muy atrasado en el pago de

las soldadas, siempre careciendo de una distribución regular de víveres y

acostumbrado a vivir gracias al saqueo organizado, vio cómo sus hombres se

convertían en una banda de saqueadores, de segadores, de bandoleros, de conductores

de carretas y asnos, y dejaban de ser soldados. Las buenas intenciones y la firmeza del

General en Jefe en vano intentaban restablecer el orden. La ejecución de las más

sabias medidas, tarea que siempre depende del oficial subalterno, resultaba por

completo imposible, ya que éste mismo vivía gracias al merodeo de sus hombres”

Volviendo a los movimientos de las tropas, efectivamente, Marmont decidiría repasar

el Duero para tomar posiciones defensivas en la orilla norte. Ello le alejaría de Madrid,

pero le pondría más cerca de la 8ª División de su Ejército que, al mando de Bonet,

llegaba para reunirse con él desde Asturias.

Los dos Ejércitos se detuvieron durante las dos semanas siguientes, observándose.

Arthur Wellesley se estableció al sur del río, entre la Seca y Rueda, mientras que

Marmont se acantonó entre Toro y Tordesillas.

En este momento Arthur Wellesley comenzaría a presionar a Santocildes para que

avanzase con el 6º ejército situándose cerca del Duero y sobre la ciudad de Zamora,

pero ello no se produjo al estar la mayor parte del mismo enfrascada en las operaciones

de asedio a Astorga.

Por otra parte, según informes de la embajada británica en Lisboa a su gobierno

(basadas en cartas interceptadas del mariscal Marmont al gobernador de Astorga) el

duque de Ragusa había ordenado a Rémond defender la ciudad como mínimo hasta el 7

1134 Informe de Alava al ministro de la guerra, José María de Carvajal, en Cádiz. Gaceta de la Regencia, Suplemento del domingo, 12 de Julio, pp. 727 – 730.

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de julio, fecha en la que el Mariscal fijaba el plazo para poder socorrer a la Guarnición

sitiada una vez que hubiese rechazado la ofensiva de Arthur Wellesley.1135

* * * *

Entretanto, el general Francisco da Silveira, conde de Amarante, con su división de

milicias de Tras-os-Montes y la cobertura de la Brigada de Caballería portuguesa del

general D´Urban1136, había acompañado la ofensiva general de Arthur Wellesley y

Santocildes, con un movimiento similar hacia Zamora, estableciendo su cuartel general

en Carbajales de Alba. Así lo comunicó, el 29 de junio, al embajador Portugués ante

España en Cádiz, el conde de Palmela:

“Cuando marchó el Ejército aliado hacia Salamanca, marché yo con la División de mi

mando hacia las márgenes del Esla. Con ella he amenazado y puesto en respeto las

Guarniciones de Zamora y Toro, pues tengo la caballería entre aquellas dos Plazas.

Me sirve de la mayor satisfacción el asegurar a V. E. que los españoles me han

recibido con entusiasmo; que he tenido diputaciones de pueblos muy distantes,

ofreciéndome generosamente raciones para la tropa y todos los auxilios. En fin, los

españoles solo necesitan ocasiones para manifestar su entusiasmo.

El General Santocildes tiene cercada la Plaza de Astorga, la cual no se ha rendido

todavía por no haber llegado la artillería con que batirla”1137

Silveira carecía también de artillería de sitio, por lo que durante varias semanas se

limitó a observar la plaza de Zamora, no poniéndola cerco hasta primeros de agosto, y

aún en aquel momento, su presión sobre la ciudad fue muy débil, jugando solo la carta

de un largo bloqueo con la esperanza de que su guarnición sucumbiera al hambre para

capitular.

Ese mismo día 29 Santocildes comunicaría a Silveira, desde su cuartel general de

Santa Catalina, que se iniciaban los trabajos de sitio para rendir Astorga. Igualmente

1135 Gaceta de la Regencia, Jueves 9 de Julio de 1812, p. 712. Según otros informes la Plaza había quedado abastecida de víveres hasta el 1 de agosto. 1136 Compuesta de los regimientos de Chaves, Braganza, Miranda y Vila Real y el 11º y 12º de dragones. Oman, Ch. (1995) A History of the Peninsular…Ob. cit., Volumen V, p. 339. 1137 Gaceta de la Regencia, Nº 91, Martes 21 de Junio de 1812, pp. 761 – 762.

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pondría en su conocimiento que destacaría tropas hacia Benavente con órdenes de

apoyarle en sus movimientos sobre Zamora y Toro:

“…en esta noche se empezará el trabajo de la trinchera al frente de la Plaza de

Astorga, formalizando el sitio en todas sus partes, luego que llegue la Artillería gruesa

que se halla inmediata…”1138

* * * *

Aquel 29 de junio Santocildes ordenaría dar comienzo, a las diez de la noche, los

trabajos de zapa para trazar las baterías y sus trincheras de comunicación. En dos días

las primeras baterías (que recibieron el nombre de “Patria” y “Constitución”) estaban ya

construidas en su mayor parte y bien protegidas con “merlones”1139. Las dos baterías se

situaban al norte de la Ciudad, dirigiendo sus fuegos a la Puerta amurallada del Rey, a

unos 800 metros de la muralla, así como los reductos de campaña exteriores.

Para tratar de aminorar los incendios causados por el fuego enemigo se aplicaron en

las cañoneras de madera de las baterías, pieles de buey al pelo, que se humedecían de

continuo.1140

En la segunda batería se colocarían tres esplanadas para cañones de a 16 libras,

quitando al anochecer el espaldón1141 que protegía la obra, prolongándose las trincheras

de sus flancos. Todas las obras y baterías se protegían clavando líneas de estacas

afiladas para obstaculizar un posible asalto del enemigo.

En estas obras destacaron los sargentos de zapadores Antonio Novoa, Francisco Rubio

y Antonio Revestido. El primero de ellos, graduado de subteniente, se encargaría (cinco

semanas después) de las obras de excavación de la mina.1142

“La noche del 29 al 30 se abrió la trinchera y al amanecer estaban ya formadas dos

baterías de cestones, y se podía trabajar a cubierto. El enemigo disparó con metralla

1138 ME, Toledo, Exp. Santocildes, Legajo 29/6, doc. 344. 1139 Anchos parapetos de tierra batida de 5 metros de espesor y 2,20 mts. de altura, revestidos por fajinas de mimbre. 1140 Diario de los trabajos ejecutados contra la Plaza de Astorga… Ob. cit. 1141 Terraplén de tierra de protección sin parapeto para la Infantería. 1142 AHN, Sección: Diversos-Colecciones, Legajo 75, Nº 61. Relación de los Oficiales de Ingenieros y Zapadores que se han distinguido en el servicio del sitio de Astorga. Astorga, 10 de octubre de 1812. Felipe de Paz, Comandante General de Ingenieros del 6º Ejército. AGMS, 1ª Sección, Legajo P – 768.

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durante la noche, y, después de amanecer, empezó a hacer fuego muy vivo con tres

piezas, que duró hora y media, hasta que lo acallaron nuestra granadas”1143

Los franceses eran informados por sus puestos avanzados, aprovechando cuando salía

la luna entre las nubes para dirigir fuego de cañón con los que tratar de estorbar los

trabajos.

“El señor comandante general dispuso que en la noche de este día se principiasen los

trabajos tomando las medidas convenientes para distraer la atención del enemigo. Se

dio principio al anochecer […] creyó el enemigo se continuaba solo el trabajo de los

parapetos, pero desengañado luego que salió la luna disparó de tiempo en tiempo

algunos tiros de metralla y de fusil, pero sin causar más que un herido”1144

Al amanecer los franceses comprobaron que los españoles habían construido dos

baterías de cestones, casi completadas hasta el punto de poder resistir el fuego de cañón

y poder trabajar a cubierto. Durante la noche los trabajos proseguirían sin pausa:

“A las cinco de la mañana principiaron los enemigos a incomodar los trabajos con un

fuego muy vivo de tres piezas hasta las seis y media de la misma en la que el capitán de

artillería Juan Lóriga1145consiguió de solo siete tiros ponerles cuatro granadas en el

fuerte frente al colegio1146, con lo que les impuso silencio”1147

El servicio de inteligencia del 6º ejército pudo confirmar informes de que la Plaza

disponía de víveres para 50 días, pero que no tenían molinos (salvo los de mano) para

moler el grano (por ello el pan era de mala calidad); también carecían de vino y

aguardiente. Igualmente se especuló con que, en el 23º ligero francés, servían varios

catalanes “juramentados”, aunque luego se confirmaría ser naturales del Rosellón1148.

1143 Gaceta de la Regencia, Sábado 1 de agosto de 1812, p. 804. 1144 ShD, Gr1 VN74, Journal (en espagnol) du Siège…Ob. cit., p. 13. 1145Juan Lóriga y Reguera, Artillero coruñés de 25 años en 1812. Presente en el sitio de Astorga, desde el 15 de junio de 1812 hasta ser herido en la noche del 24 de julio. Javier Losada le elogia por sus acciones durante el asedio. AGMS, 1ª Sección, Legajo L – 1.889. 1146 El colegio de los niños de coro o seises de la catedral anexo a la muralla. 1147 ShD, Gr1 VN74, Journal (en espagnol) du Siège…Ob. cit., pp. 13 y 14. 1148 Ibídem. El redactor del periódico aclararía la confusión el 19 de julio, pidiendo disculpas para reparar “el honor de los guerreros y honrados catalanes”, p. 26.

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Como última anécdota afortunada de la noche final del mes de junio, una bala perdida

pudo haber llegado a herir al mismo Santocildes1149:

“Anoche cayó una bala de fusil en la tienda de nuestro general Santocildes, hallándose

él dentro y otros varios, pero no hizo daño a nadie, porque dio por fuera en el suelo, y

de rebote entró dentro”1150

* * * *

El 30 de junio, Marmont recibirá en Alaejos, noticias del gobernador francés en

Valladolid, el general de Montlivault, fechadas dos días antes. En la misiva se le

anunciaba la pronta llegada de Bonet con su división desde Asturias (se hallaba el 25 en

Aguilar de Campoo a 18 leguas de Valladolid). Marmont le ordenaría que se reuniera lo

más rápido posible con él.

Otras noticias aportadas por Montlivault sobre Caffarelli no eran tan buenas:

“En cuanto al Ejército del Norte, comienzo a perder la esperanza de ver llegar al

general Caffarelli, ni ninguna de las tropas de su ejército. Según carta que recibió el

general Guerin, parece no se ha personado en Burgos […] Cosechadores gallegos han

llegado hoy aquí diciendo que se tomó Astorga el 23 de Astorga del corriente, y que el

Ejército de Galicia avanza, sin dar más detalles”1151

El Mes de Julio. Los Arapiles.

El 1 de julio, una salida de dos compañías francesas de la guarnición consiguió

sorprender a los zapadores e Infantes españoles que se encontraban trabajando en los

atrincheramientos de la línea izquierda de asedio.

Pero los españoles reaccionaron enseguida. El “General del Día” aquella jornada,

Francisco Cabrera echó mano del piquete de caballería de los húsares de Galicia que se 1149 Que habían jurado fidelidad a José Bonaparte. Sánchez de Toca y Catalá, J. M. (2007) Los desastres de la Guerra… Ob. cit., p. 412. 1150 ShD, Gr1 VN74, Journal (en espagnol) du Siège…Ob. cit., p. 13. 1151 García García, M. A. (2009) 1812…Ob. cit., pp. 15-16.

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encontraba de retén en las baterías de la “Patria” y la “Constitución”. El teniente al

mando, Cosme Rubín de Célis, no se lo pensó dos veces, dio la orden de cargar contra

los infantes franceses a pesar de que les superaban cinco veces en número:

“Le fue ordenado por el General don Francisco Cabrera, que en el dicho día, mandaba

la Línea, atacar con la fuerza que se hallaba destacado el exponente, que lo era de 37

hombres montados. Lo ejecutó a presencia de dicho General logrando la satisfacción

de llegar a las inmediaciones del Reducto, arrollando y obligando al enemigo, que lo

era en el superior número de 200, a ampararse de sus atrincheramientos y olvidar el

objeto que se habían propuesto de deshacer los trabajos de nuestra”1152

Los húsares recibieron una nube de fuego de fusilería y metralla desde el gran Reducto

exterior y desde la muralla, como certificó el mismo General Cabrera alabando la

conducta del Oficial de Caballería y de sus hombres.…

“[…] los siguió hasta sus atrincheramientos, que sin duda no atravesó por haberle

muerto su caballo”

Casi ninguno de los húsares resultó ileso. Según el expediente del alférez José

Ramírez de Haro (que tomó parte en la acción), hubo 3 muertos, 2 heridos de armas, y

contusos el resto de la fuerza:

“[…] en esta acción tuvo varios muertos y tantos heridos y contusos como número de

hombres mandaba incluso el exponente”1153

Pero los húsares, en la mejor tradición de la Caballería ligera, salieron airosos.

Enterado, semanas después, de la meritoria acción, Castaños ascendería en un grado al

Teniente Rubín, a su Alférez y a uno de los Soldados que más se habían distinguido en

la carga. Igualmente mandaría que en la “Orden General del Día” se dieran las gracias a

todos los húsares integrantes de la, casi suicida, carga. La misma logró enfriar mucho

los ánimos de los sitiados a la hora de hacer más salidas. El mismo comisionado

británico Howard Douglas la calificó así en su diario del asedio:

1152 AGMS, 1ª Sección, Legajo R-3.196. 1153 AGMS, 1ª sección, Legajo Sf 1ª/3ª 1746-23; 1ª Sección, Legajo R-135.

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“Día 1 de julio. […] a las tres y media de la tarde, valiéndose de las casa del arrabal

de Puerta de Rey, hicieron una salida repentina 200 hombres, a los cuales se les obligó

a retirarse cargados por los húsares de Galicia con laudable arrojo”1154

La prensa española recogió también el suceso no ocultando las pérdidas sufridas en el

contraataque (incluso con varios prisioneros) que encerró a los franceses de nuevo en la

plaza:

“Los enemigos hicieron por la tarde una salida sin pasar del arrabal de Puerta Rey,

algunos de los nuestros, ciegos de entusiasmo los acometieron e hicieron bastante

daño, pero el mismo arrebato les hizo meterse más que lo que debían y murieron tres,

ocho valientes héroes salieron también heridos y nos hicieron diecisiete prisioneros;

éstos no son gente perdida pues volverán a su tiempo”1155

En el caso del alférez (el madrileño José Ramírez de Haro1156, hijo del conde de

Bornos, amigo personal del general Castaños) éste haría valer, años después, su linaje

aristocrático, pues sería propuesto por esta acción, para una de las nuevas

condecoraciones creadas por las Cortes, la Laureada de San Fernando.

* * * *

La buena marcha de las operaciones en la provincia de León aumentaba la confianza

de su Junta Superior (satisfecha además por haber sido refrendada por Castaños ante las

actuaciones del brigadier Pascual Liñán). Las quejas pasadas habían dejado paso a

nuevas iniciativas para ayudar, tanto a mantener la logística del 6º Ejército, como a

reforzar un estrenado y nuevo dominio de la Junta sobre las zonas liberadas.

En este sentido, la Junta Superior de León por acuerdo del 1 de julio, reforzaría el

suministro de raciones a las tropas que, desde Galicia, se incorporaban a las divisiones

1154 García García, M. A. (2009), 1812…Ob. cit., p. 196. 1155 ShD, Gr1 VN74, Journal (en espagnol) du Siège…Ob. cit., p. 17. 1156 Doce años después le sería concedida una Laureada de San Fernando, la máxima condecoración española al valor, creada durante la Guerra de la Independencia. AGMS, San Fernando, Legajo 1.746, y Isabel Sánchez, J. L., Puente de Mena, C. J., Ceballos-Escalera y Gila, A. (2011) Caballeros de la Real y Militar Orden de San Fernando, Caballería [Madrid], Tomo II, p. 191.

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493

que sitiaban Astorga. Igualmente, en la reunión de ganado y carros para la conducción

de los trenes de artillería que venían desde Galicia.

Así mismo, la Junta decidió hacer suyo, el ruego del general Santocildes, para lograr

subir las plantillas de varios batallones bajos de efectivos, ordenando realizar otro

alistamiento de 1.000 hombres en las zonas liberadas. El mismo completaría y haría

justicia por la equidad, al que ya se estaba acabando de realizar, sobre las zonas libres

de la provincia, en el Bierzo y la Montaña. El alistamiento había de realizarse con la

mayor premura (en prevención de que los imperiales pudieran reocupar la provincia),

dejándose las reclamaciones de los alistados para ser atendidas en los “Depósitos de

Instrucción”, a retaguardia.

Por último, y atendiendo al vital ramo económico, la Junta Superior, en acuerdo con

Santocildes, daría rápidas órdenes a las justicias locales y a sus vocales comisionados

con el 6º ejército, para acelerar el cobro, tanto de las pingues rentas establecidas por el

gobierno Josefino sobre los llamados bienes nacionales, como la recogida de la cosecha

anual de cereal (y de todo tipo de legumbres) en las fértiles riberas del Orbigo y del

Esla.

Que la protección y recogida de las cosechas (arrebatándoselas a los franceses) no era

un tema baladí nos lo indica que el mismo Consejo de Regencia así lo había ordenado,

el 20 de junio, al Ministerio de la Guerra, y éste, a su vez, lo había transmitido al

general Javier Castaños1157. Todo lo recogido habría de ser llevado a retaguardia del

Ejército, depositándose en los almacenes habilitados en los monasterios bercianos de

San Pedro de Montes y Vega de Espinareda.

La Junta de León insistiría en que (para facilitar a los labradores la recogida de sus

cosechas) era indispensable que el Ejército no recargase a los campesinos con servicios

abusivos de bagajes y retenes de carros.1158

Otro punto espinoso fue el de la ejecución del cobro de un préstamo forzoso que

Santocildes y su Intendente establecieron contra el vecindario de las zonas liberadas

para sostenimiento de las tropas. El mismo habría de recaer, sobre todo, en personas

sospechosas de colaboracionismo con los franceses, siendo recogido por los Vocales de

la Junta comisionados en el ejército. A los mismos, la Junta les recomendaría una gran

prudencia:

1157 Actas de la Junta de León…Ob. cit., 1 de agosto de 1812. 1158 Ibídem, 1 de julio de 1812.

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“[…] cuanto porque es muy fácil equivocarse en graduar o juzgar de las Infidencias,

por ser éste, en la actualidad, un pretexto de que se valen muchos para vengar

resentimientos particulares”1159

Igualmente, la Junta Superior vería llegado el momento para que cesaran en las Cortes

de Cádiz, dos de los cinco diputados enviados por la provincia. Sólo tres de ellos eran

titulares y representaban a las zonas libres de la provincia, mientras que los dos

suplentes lo hacían de los pueblos ocupados, a los que ahora se convocaba para que

participaran libremente en la elección de sus representantes.1160

Por otra parte, el 4 de julio, Castaños confirmaría a los vocales de la Junta (desde

Santiago de Compostela) que la ofensiva hecha sobre Astorga respondía a un plan más

amplio acordado por los Estados Mayores aliados:

“Las operaciones militares han principiado en Castilla, combinadas en todas sus

partes con las del Ejército aliado, y sin embargo de la escasez, falta de auxilios y

cuantos obstáculos puedan presentarse, el 6º Ejército deberá ejecutar la parte que le

corresponde en el Plan acordado con el Mariscal General Duque de Ciudad Rodrigo.

El Comandante General del Exército don José María de Santocildes tiene las

instrucciones necesarias para cuanto ha de practicar en los diferentes casos que

puedan ocurrir… e igualmente que VE no le negará ni retraerá los auxilios que

indispensablemente le pida, principalmente en el ramo esencialísimo de víveres,

haciéndose los acopios en los puntos que indicase según lo exijan los movimientos del

Ejército”1161

* * * *

En Astorga, a pesar de que se confirmó que Bonet marchaba hacia el Duero, las bases

sobre las que se establecía el sitio de Astorga eran muy frágiles por la debilidad del 6º

ejército. Si Marmont se revolvía contra Santocildes, el sitio no podría mantenerse. Sin

embargo el plan conjunto aliado ya preveía que, en ese caso, Santocildes y Arthur

Wellesley actuarían conjuntamente prestándose apoyo mutuo:

1159 Actas de la Junta de León…Ob. cit., 2 de julio de 1812. 1160 Actas de la Junta de León…Ob. cit., 3 de julio de 1812. 1161 ME, Toledo, Exp. Santocildes, Legajo 29/6, doc. 345 y Actas de la Junta de León…Ob. cit., 9 de julio de 1812.

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“Nuestras tropas, las más, eran de Infantería, y esto daba fundados recelos de que

acercándose el enemigo con algún grueso de Caballería obligase á levantar el sitio, lo

que se hubiera verificado si, al mismo tiempo que el 6º Ejército operaba en esta parte

de Castilla, ocupando la Capital de León hasta las márgenes del Esla, el Excmo. Sr.

Duque de Ciudad-Rodrigo no hubiese avanzado con su ejército de Portugal para

atacar al enemigo, que se hallaba en Salamanca á las órdenes del General

Marmont”1162

Por otra parte, Santocildes y su estado mayor comprobarían pronto que la comarca de

Astorga estaba, de por sí, tan devastada que era difícil que pudiera aportar víveres para

un Ejército sitiador durante un periodo prolongado. Por ello se desplegarían varias

unidades (que no eran imprescindibles para el sitio) a una y dos jornadas de marcha

hacia el este de Astorga a fin, tanto de que actuaran como pantalla y defensa, como de

que pudieran avituallarse de víveres en otras zonas. Por ello, la villa de Sahagún

también fue ocupada:

“La escasez de subsistencias y la dificultad en especial de procurarse las 12.000 libras

de carne que diariamente necesita el Ejército en las inmediaciones de un país tan

devastado y empobrecido, hicieron pensar al Sr Comandante lo útil e indispensable que

se hacía dilatar nuestra línea y ocupar más extensión de terreno”1163

* * * *

La noche del 2 de julio, el general Rémond se presentó acudió urgentemente, con su

Estado mayor, al adarve de la muralla astorgana. No se sabía la causa, pero en la

oscuridad de la noche habían comenzado a escucharse el redoble de todos los tambores

del 6º ejército que sitiaban la Plaza. Los franceses ignoraban que aquella tarde había

llegado el convoy, desde Galicia, con las grandes piezas de artillería de a 16 libras.

1162 Santocildes, J. M. (1815) Resumen Histórico de los Ataques, Sitio…Ob. cit. 1163 Agustín Girón al Jefe de Estado mayor General en Cádiz, 8 de julio de 1812; en: Sánchez de Toca y Catalá, J. M. (2007) Los desastres de la Guerra… Ob. cit., p. 413.

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Esa noche los españoles aprovecharon la oscuridad para situar en las baterías los

grandes cañones. El retumbar de los tambores ocultó los ruidos de la maniobra de poner

en batería las grandes piezas. Así se evitaba atraer el fuego francés.

Los tambores siguieron redoblando durante varias horas.1164

Al amanecer, y según las leyes de la guerra, Santocildes intimó al General Rémond a

entregar la Plaza. El español trató de convencerle (con medias verdades y alguna

falsedad) que Marmont y Bonet no le iban a socorrer:

“Señor Gobernador.

Las fuerzas, con que hace algunos días tengo circunvalada a esta Ciudad, la

absoluta independencia con que V.S. se mira del Ejército del General Marmont, y

División Bonet, por haber sido obligados, el primero, por el de los Aliados a emprender

la retirada del Duero por Peñaranda y Somosierra, y el segundo por la División del de

mi mando que estaba en Asturias y tropas del 7º Ejército a salir con mucha pérdida de

aquel Principado, y dirigirse a Burgos, y, finalmente, tener construidas dos baterías y

los más medios necesarios a tomar a viva fuerza a Astorga.

Creo que sin faltar V.S. a los deberes de un bizarro militar le obligarán a aceptar una

honrosa Capitulación que le propongo […] siempre que sea su base quedar la

Guarnición prisionera de guerra […]”1165

El francés le respondió con idéntica cortesía pero en sentido negativo. Rémond

disponía de una guarnición, aún intacta, y de todos los medios necesarios para hacer una

defensa eficaz.1166

Esa misma mañana del 3 de julio, los cañones españoles rompieron el fuego,

escuchándose el eco de su tronar desde León. Los artilleros españoles consiguieron

desmontar una pieza francesa emplazada sobre uno de los reductos exteriores.

Rápidamente los franceses retiraron sus cañones de los reductos al interior de la ciudad:

1164 A este respecto el Libro de Ordenes de la División de Reserva [...] Ob. cit. (folio 14) nos ofrece el dato de que cada Regimiento tenía un redoble propio e identificativo; así el Regimiento de Toledo tenía un redoble corto, el de Santiago dos, el de Asturias tres y el Batallón del General cuatro. Por otra parte, el anuncio de la Orden General del Día se realizaba añadiendo un golpe más al redoble ordinario que era de tres. 1165 Sánchez de Toca y Catalá, J. M. (2007) Los desastres de la Guerra… Ob. cit., Apéndices. 1166 Gaceta de la Regencia, Sábado 1 de agosto de 1812, p. 805. La Guarnición tenía abundantes harinas y pocas carnes. Y: Sánchez de Toca y Catalá, J. M. (2007) Los desastres de la Guerra… Ob. cit., p. 414.

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“Rompió por fin la batería el fuego el 3 de Julio con todo el acierto y efecto que se

podía desear; de manera que se puede asegurar que si hubiese podido ser tan vivo

como era necesario, el verdadero punto de ataque hubiera estado bien libre de fuegos;

pues los tiros á rebote no dejaban parar absolutamente á los enemigos en la muralla, y

les hubieran inutilizado sus piezas; pero como para las cuatro se contaban dos mil tiros

solamente, y algunos de menos calibre que ellas, fue preciso contentarse con un fuego

lento, con todo que se empleaban también cuantas municiones se podían recoger de las

que disparaba el enemigo; y esto indispensablemente daba lugar á los sitiados á

espaldonarse”1167

Efectivamente, Santocildes tenía ante un difícil dilema, sitiaba una ciudad española

(que el mismo había defendido dos años antes), a la que no podía bombardear

indiscriminadamente, y disponía de menos piezas y municiones que los sitiados.

Además, por falta de ganado de transporte, no toda su Artillería había llegado a un

mismo tiempo, sino que lo haría escalonadamente a lo largo de varias semanas.

La situación de desventaja del sitiador frente al sitiado era patente; Santocildes no

podía por menos de recordar que, dos años antes, Junot, en el primer sitio a Astorga,

había contado con unas ventajas de las que él carecía en aquel momento:

“ No temen ser incomodados con granadas, ni por nuestros fuegos, porque saben la

consideración que debemos tener con los infelices habitantes de Astorga; y por fin, de

esto mismo nacen una porción de ventajas a favor de los sitiados , que son de mucha

importancia, tal es una la de tener precisión de sujetar la puntería al simple recinto

[…] No será fuera del caso indicar también la diversidad de medios para el sitio,

efectos de nuestras críticas circunstancias […] atacaron los enemigos (en 1810) la

Plaza con 25 a 35.000 hombres y además todo lo necesario para batirla. Y ahora

excede el sitiado en el número de piezas: seis de a 16, dos de a 12, y además dos

Compañías de Artillería a caballo (cosa hasta ahora no vista de ponerse a batir y

acallar fuegos con piezas de a 4) son el todo para empezar esta gran obra. Y lo más

particular es que ni aún estas están competentemente municionadas, pues hasta el 21

1167 Santocildes, J. Mª. (1815) Resumen Histórico de los Ataques, Sitio…Ob. cit. Arthur Wellesley consideraba necesario dotar, al menos con 1.000 proyectiles a cada pieza de artillería para entrar en campaña. Largo Martín, M.A. (2013) Fuenteguinaldo…, Ob. cit, Despacho de Arthur Wellesley al Almirante Pellew, 17 de mayo de 1812, pp. 230-231.

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de julio solo habían tenido las piezas de a 16 tres mil tiros con que jugar, cuando en un

solo día de fuego vivo deben consumirse “1168

Hay que recordar, que, tanto Santocildes, como Castaños, se habían hecho cargo del

6º ejército hacía pocas semanas y el mismo no estaba preparado para llevar a cabo un

asedio. Abadía había perdido en los meses anteriores un tiempo precioso para acopiar

unos materiales, víveres, caballerías y municiones de las que el ejército disponía sólo a

un mínimo nivel. Es más, el gobierno esperaba que fuera capaz de aprovisionarse de los

territorios sobre los que avanzase y de lo que pudiera capturar a sus enemigos.

Volviendo al Asedio, la división de reserva (que había salido el 30 de junio de Lugo)

llegaría a las inmediaciones de Astorga el 4 de julio, estableciendo su cuartel general en

el Val de San Lorenzo.

Ese mismo día, Santocildes, acompañado de sus Ingenieros militares, volvería a

reconocer el frente de la plaza que miraba hacia Galicia. Este era el costado más

vulnerable de la ciudad. Precisamente por ello era la zona que mejor habían fortificado

los franceses, derruyendo todo el arrabal de Rectivía y protegiendo la muralla medieval

del fuego de la artillería española con una vasta obra de campaña: un gran Reducto de

tierra apisonada de más de 250 metros de longitud y de casi seis metros de altura,

protegido por un foso de 8 metros de anchura y 3,5 de profundidad.1169

A pesar de todos estos imponderables, los mandos españoles decidieron construir

sobre este frente la batería principal, es decir, la de “brecha”, que recibiría el nombre del

“Rey”. La misma se dejaría enterrada (con capacidad para acoger cuatro piezas) por

estar muy expuesta al fuego de artillería francés. Los trabajos se iniciarían en la noche

del 4 de julio, prolongándose durante varios días y trabajando, sobre todo, por las

noches. La batería quedaría situada a unos 540 metros del gran Reducto y a otros 680

metros de la muralla medieval de la ciudad.

Sin embargo, los mandos españoles reconocieron enseguida que la Artillería de sitio y

las municiones disponibles no bastaban para abrir brecha con rapidez en las murallas.

“Se construyó otra (batería) frente del verdadero punto de ataque, que era entre el

Castillo y la Puerta del Obispo, que se artilló sacando algunas piezas de la otra, y

1168 SGE, Memorias e Itinerarios, León, C 64 - Nº 17, “Memoria del Estado de la Plaza de Astorga … ”, Ob. cit. 1169 Servicio Geográfico del Ejército (SGE), Cartoteca Histórica. Planos Históricos de Castilla la Vieja. Provincia León. Plano Nº 313, Croquis de los ataques formados por los españoles contra la Ciudad de Astorga en el verano de 1812. Anónimo.

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reemplazándolas con la Artillería de a cuatro y dos obuses de siete pulgadas de las

Compañías. Empezó esta también su fuego con bastante acierto al principio, aunque

pausado, hasta que por la diversidad de calibre de las balas se inutilizaron algo las

piezas; de modo que por mas que se quisiese ocultar la debilidad á los enemigos, era

imposible que hubiesen dejado de conocerla; pues aunque aumentásemos baterías,

como en efecto se aumentó otra á la izquierda de la primera, frente la Puerta del Rey,

para batirla (y hacerles dudar del verdadero ataque) sin embargo no podían menos de

reparar que el fuego siempre era del mismo número de piezas poco mas ó menos; en

términos que contra toda regla de ataque podía sin duda (como se vio) presentar el

sitiado mayor número de piezas y de mayor calibre que el sitiador. Infiérase de esto los

progresos que podrían hacerse, de suerte que mas era Asedio que Sitio.”1170

* * * *

Respecto a las tropas del 6º Ejército, sus cuerpos se irían acantonando, en las semanas

siguientes, por toda la circunferencia de Astorga y su comarca:

o 1ª división: 1ª brigada y 2ª Legión de Castilla, de avanzadilla entre León

y Sahagún.

o 1ª división: 2ª brigada, su cuartel general en La Carrera.1171

o 2ª división: cuartel general en Castrillo de los Polvazares.1172

o 3ª división: cuartel general en Piedralba.1173

o división de reserva: cuartel general en el Val de San Lorenzo.1174

Tenemos constancia de que, a pesar de las prohibiciones, un cierto número de civiles

acompañaba a las tropas (generalmente mujeres) asentándose en los acantonamientos

junto a las tropas.1175

1170 Santocildes, J. Mª. (1815) Resumen Histórico de los Ataques…Ob. cit. 1171 Pueblos principales de acantonamiento: La Carrera, Fontoria, Otero de Escarpizo. 1172 Pueblos principales de acantonamiento: Castrillo, Carneros, Brimeda, Valdeviejas, Murias. 1173 Pueblos principales de acantonamiento: Piedralba y Oteruelo. 1174 Pueblos principales de acantonamiento: Val de San Román, Val de San Lorenzo y Celada. 1175 Tenemos así el caso de un niño bautizado tras el asedio en el pueblo de Valdeviejas el 26 de agosto: “…hijo natural de Juan Pedro González, mozo soltero y natural de Rectivía, Sargento segundo de la Compañía de Cazadores 1º Batallón de los Voluntarios de León, y de Rosalía, moza soltera y natural de la Villa de Ponferrada, Parroquia de nuestra Señora de la Encina” AHDA, Libro de Bautismos de Valdeviejas, folio 135.

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El 5 de julio los españoles comenzaron a excavar la trinchera de asalto que habría de

acercarlos a las murallas, sobre el ángulo suroeste de la ciudad, sobre el espolón del

recinto ocupado por el ruinoso Alcázar de los marqueses de la ciudad.

Por un desertor, Santocildes conocería que en la plaza quedaban víveres para doce días

y abundante munición para su defensa. La guarnición pasaba estrecheces y la población

civil estaba empezando a desfallecer de hambre. Se constató que las deserciones, a pesar

de contar la guarnición con numerosos italianos y alemanes, no eran demasiadas por la

buena calidad de los mandos y las esperanzas que tenían en ser socorridos.

En ese día del 5 de julio, se establecerían, formalmente, dos “Líneas de Asedio” sobre

Astorga: la derecha (que abarcaba el oeste y sur de la ciudad) y la izquierda (el norte y

este). Cada una sería guarnecida, cada día, de tropa y trabajadores aportados por

distintos regimientos, contando igualmente con su “General de Día”, responsable de los

trabajos de sitio y de la seguridad de los mismos. Por otra parte, a la retaguardia de cada

línea de asedio, se situaría un retén de Infantería a fin de reforzar la seguridad en caso

de una salida de las tropas imperiales.

Diariamente habrían de situarse tres batallones en la línea de asedio de la derecha

(incluyendo los trabajadores y el retén de seguridad) y otros tantos en la de la izquierda.

Los regimientos distribuirían cuatro días de trabajos en el sitio: un día en los puestos

avanzados en las líneas; un día en las zonas de apoyo a las mismas; un día en los retenes

de seguridad y vigilancia, y el cuarto día en los trabajos en el parque de artillería.

Al final de los cuatro días, los hombres marchaban con dos días de descanso a sus

cantones.1176

Se establecería, igualmente, un sistema de señales visuales para dar rápidas

instrucciones y señales de alarma a todas las tropas del sitio, así como para avisar de los

movimientos y ataques que pudieran realizar las tropas francesas de la Plaza. En este

sentido se dieron rigurosas instrucciones, tanto para evitar las confusiones y el que el

enemigo pudiera descifrar y copiar dichas señales para provocar engaños, como para

obstaculizar actividades de espionaje y las posibles comunicaciones exteriores de

agentes franceses con la Plaza sitiada:

“Para evitar equivocaciones que puedan ofrecerse en las señales establecidas para

conocer los movimientos de los enemigos y no dar lugar a que a estos se les pueda

1176 Tettamancy Gastón, F. (1911) Batallón Literario de Santiago…Ob. cit.

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indicar los nuestros por signos adoptados con algunos correspondientes, ha dispuesto

dicho Superior Jefe que por ningún pretexto se permita en los Pueblos inmediatos a

Astorga, o que le den vista, tirar cohetes, hacer fogatas ni mantener por la noche

puertas o ventanas abiertas que puedan comunicar luces en su dirección a la Plaza,

castigando con todo rigor y considerando como verdadero reo de infidencia el que

contraviniere a esta orden”1177

En la cercana aldea de Carneros se situaría el parque del ejército, con el principal

polvorín de municiones para la artillería e Infantería. Los mandos habrían de asegurarse

que todos los soldados de infantería (que hacían el servicio de 24 horas en las Líneas de

Asedio) iban provistos de 50 cartuchos y dos piedras de chispa para sus fusiles (que

habrían de reponer en Carneros a la salida del servicio). Los oficiales de las compañías

habrían de tener cuidado de informar de que cuerpos tenían fusiles españoles y cuales

británicos, pues el calibre era diferente.1178

A los zapadores e infantes, destinados a los trabajos de trincheras y fortificación, se

les abonaría una pequeña bonificación por recuperar balas rasas de cañón de las

disparadas por los franceses, pues al ser del mismo calibre que las españolas, y ante la

escasez de munición de Artillería, eran perfectamente reutilizables. El pagador sería el

comisario de guerra de la 2ª brigada de la 1ª división, establecido en Castrillo de los

Polvazares.1179

Igualmente, se comunicó a las tropas y, en particular, a los oficiales, que se castigaría

con el mayor rigor y carácter de escarmiento cualquier falta de celo en la vigilancia y

trabajos a desempeñar en los puestos avanzados, o en cualquier otro destino que se

hallase ante el enemigo, sin disculpar a mando alguno, fuese cual fuese su graduación.

* * * *

Ese mismo 5 de julio, Javier Losada se haría cargo de la Derecha de la Línea y el

brigadier Federico Castañón, de la Izquierda. Igualmente, la Caballería habría de hacer

su servicio de apoyo a las tropas, relevándose cada día los distintos escuadrones:

1177 Libro de Ordenes de la División de Reserva…., Ob. cit., folios 27 y 28. 1178 Ibídem, folios 30 y 41. 1179 Ibídem, folios 54 y 55. El comisario Lorenzo Tagleque abonaría un real por bala de cañón recuperada.

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“El Servicio de caballería lo cubrirá el regimiento de Cazadores (Provinciales de

Galicia) con 60 caballos que deben ocupar ambas líneas, apostándose

proporcionalmente en los costados de las baterías y tomando al efecto las órdenes de

los Generales de Día”1180

Santocildes daría instrucciones para construir durante la noche, varios puestos de

vigilancia por delante de los atrincheramientos, a fin de poder observar las baterías

francesas establecidas sobre los reductos exteriores. Igualmente se dispondría que en los

retenes de cada Línea hubiera algunas acémilas y camillas para retirar rápidamente a los

heridos. También comunicaría Santocildes a todos los mandos que sólo él y los

comandantes de división podrían castigar y multar a los Pueblos de la contorna que no

prestaran los auxilios y materiales que se les requieran.

El 6 de julio, el mariscal de campo Pedro de la Bárcena (una vez que se confirmó que

Bonet marchaba a reunirse con Marmont en el Duero) recibiría la orden de Santocildes

de acudir con su 1ª división desde Asturias al sitio de Astorga1181

Aquel día en Astorga, en los combates habidos, sería herido el capitán Borcarelli del

23º ligero.1182 Igualmente, la inteligencia española detectó que los asediados

comenzaban a fortificar zonas interiores de la ciudad cercanas a las murallas:

“Parece que los enemigos forman trincheras y fosos en las calles de la ciudad, según

anuncios de algunas personas que salieron estas noches pasadas. Semejantes

preparativos manifiestan que no lo confían todo a las recompuestas murallas”1183

Esa misma madrugada la guarnición estuvo especialmente activa con sus fuegos sobre

las líneas de circunvalación españolas en el frente oeste de la plaza, el más expuesto:

“Los sitiados hicieron por periodos un fuego vivo de fusilería por toda la muralla a lo

que acompañaron algunos cañonazos. Sin duda han visto la conducción de escalas y

temían el asalto; hemos tenido unos seis heridos, no de gravedad”1184

1180 Libro de Ordenes de la División de Reserva…, Ob. cit., folios 15-17. 1181 AGMS, Sección “Célebres”, Caja 14, Expediente 6. Hoja de Servicios. 1182 Martinien, A. (1890) Tableaux par Corps…, Ob. cit. , Tomo II, p. 441. 1183 ShD, Gr1 VN74, Journal (en espagnol) du Siège…Ob. cit., p. 18. 1184 Ibídem, p. 18.

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* * * *

Regresemos ahora al río Duero; el 2 de julio, defraudado, Marmont tomaría la pluma

en Tordesillas para dirigirse a Caffarelli reprochándole la tardanza en hacer realidad su

promesa de enviarle refuerzos a su petición del 24 de mayo:

“Señor Conde, el 10 de junio usted me ha escrito que reuniría sus tropas para venir en

mi socorro y que haría todo lo que se puede esperar de un buen servidor de Bonaparte.

El día 14 usted me ha asegurado lo mismo con más detalle. El día 20, anunciándome

que una porción de Infantería se retardaría, me anunciaba que se ponía en marcha la

caballería y la Artillería. Hoy 2 de julio no han llegado ni un soldado, ni un cañón del

Ejército del Norte…habría valido más señor Conde no haber prometido nada, que no

cumplir nada, puesto que esas promesas han influido sobre todas las disposiciones que

he tomado. No sé cual será el resultado de todo esto; si es funesto, dejo a su conciencia

juzgar las causas que lo habrán producido, y si era más de acuerdo con los intereses de

Bonaparte en la crisis en la que nos encontramos, ocuparse de combatir a Longa y

Renovales o a Arthur Wellesley”1185

Para cierto consuelo del mariscal francés, el 7 de julio Arthur Wellesley perdería la

ventaja numérica sobre Marmont al reunirse con el francés su subordinado Bonet con la

8ª división del ejército de Portugal, la última que restaba por llegar. Por el contrario, la

incomparecencia de Santocildes llenaría de frustración al británico. Arthur Wellesley

dedicaría varios días a vigilar todos los vados del Duero, esperando a que el río

disminuyera el caudal y fuera vadeable:

“Para entonces espero que el Ejército de Galicia al mando de Santocildes haya podido

avanzar, tras haber concluido el sitio de Astorga”1186

Ese mismo día, el general Miguel de Alava escribiría (desde Rueda) a Santocildes

recordándole las prisas que había en el ejército aliado para que Astorga cayese y poder

contar, así, con el apoyo directo del 6º ejército:

1185 Pardo de Santayana, Francisco de Longa...Ob. cit., p. 323. 1186 Oman, Ch. (Reedición de 1995) A History of the Peninsular War [London], Volúmen V, p. 389.

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“Mi estimado Compañero, ayer recibí la apreciable de Vmd. del 24, y a estas horas

espero habrá brecha practicable en Astorga. Su pronta rendición nos es muy necesaria

para las operaciones ulteriores sobre Zamora y Toro, pues My lord quiere pasar el

Duero para no repasarlo jamás.

Marmont sigue situado sobre la orilla derecha del Duero enfrente a Tordesillas, y

nosotros tenemos nuestro Ejército en Pollos, Nava del Rey, Medina, la Seca y esta

villa”1187

Dos días más tarde, el 9 de julio, Arthur Wellesley volvería a comunicar al ministro de

la guerra, lord Bathurst, en Londres:

“No tiene sentido cruzar el río en su actual estado, a menos de estar seguros de contar

con la ayuda de las tropas del Ejército de Galicia […] Los franceses han continuado en

sus posiciones sobre los vados, que son imposibles de cruzar mientras los vigilen con

tal fuerza. No intentaríamos cruzar el río en el estado actual. A menos que

estuviéramos seguros de tener la cooperación de las tropas gallegas. Parece que había

una brecha en Astorga ayer, pero dudo de la inclinación de los españoles al asalto,

frontal, de la misma”1188

El 14 de julio Wellesley volvía a comunicar al ministro de la guerra británico desde

Rueda, que había escrito a Santocildes volviéndole a apremiar para que se acercara al

Duero desde Astorga:

“He escrito otra vez para sugerir la conveniencia de que el Sitio de Astorga se deba

continuar solamente por las tropas que sean necesarias para la operación, y que el

resto del ejército de Galicia se debe traer delante del Esla […] No tengo ninguna

noticia auténtica del sitio de Astorga desde el 5 en el cual el general Santocildes

conducía las operaciones y esperaba munición, no tengo ninguna esperanza en que

terminen pronto. Se dice que hay dos brechas en la muralla, pero soy pesimista con

estos informes ”1189

1187 ME, Toledo, Exp. Santocildes, Legajo 29/6, doc. 346. 1188 Oman, Ch. (Reedición de 1995) A History of the Peninsular War [London], Vols. V, p. 389 y García García, M. A. (2009) 1812…Ob. cit., p. 54. 1189 García García, M. A. (2009) 1812…Ob. cit., pp. 54 y 60.

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505

Por su parte, el mariscal Marmont recibiría finalmente el 12 de julio una misiva del

mariscal Jourdan fechada doce días entes en Madrid. En la misma se le refería tanto la

extrañeza del rey y del alto mando imperial del porque no había actuado ofensivamente

contra Wellesley, como que los refuerzos a aportar por Suchet y Soult no estarían

disponibles por el momento:

“Su majestad está muy impaciente de recibir noticias suyas. Se dice aquí que el ejército

enemigo es fuerte (aproximadamente cincuenta mil hombres), entre los que se cuentan

solamente dieciocho mil ingleses. El rey piensa que si es verdad, usted puede vencer a

ese ejército, y le gustaría saber los motivos que os ha impedido actuar contra él

[…]”1190

La misiva haría reflexionar a Marmont de que estaba solo ante Wellesley y de que

habría de valerse por sí mismo en las semanas que habrían de venir.

Howard Douglas regresa del 7º al 6º Ejército.

Tras el éxito en el inicio de las operaciones del 7º ejército, en la segunda mitad de

junio, sobre la costa cantábrica con el escuadrón naval del comodoro Popham, al que

acompañaría a fin de coordinar las operaciones conjuntas anfibias (de las que

hablaremos pormenorizadamente en el capítulo XV), el todopoderoso comisionado

militar británico Howard Douglas regresaría a Galicia. En La Coruña se informaría de la

marcha de las operaciones del 6º ejército. Las noticias no eran buenas; las fuerzas de

Santocildes llevaban un mes detenidas ante los muros de Astorga. La artillería pesada de

sitio no había podido ser emplazada hasta el 3 de julio, y la escasez de piezas y de

municiones hacía muy difícil el abrir brecha en las fortificaciones imperiales.

Además, Santocildes se mostraba remiso a proseguir su avance en apoyo a Arthur

Wellesley. Tras dejar sitiada Astorga, el español apenas podía disponer de unos 12.000

hombres (sin artillería y únicamente cuatrocientos jinetes) para realizar ese avance

1190 Viesse de Marmont, A. (1857) Mémoires du Maréchal Marmont, duc de Raguse, de 1792 à 1841 [Paris], Vol. IV.

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506

contra la retaguardia de un ejército francés de Portugal que contaba con 47.000 hombres

(de ellos hasta 3.400 jinetes, amén de 78 cañones) y que trataba de frenar, al sur del

Duero, la ofensiva aliada sobre Salamanca.

Javier Castaños confirmó a Douglas la situación de estancamiento del 6º ejército:

Santiago, 8 de julio de 1812.

Mi querido amigo […] le felicitó por el buen comienzo de la campaña en las costas de

Cantabria, en la cual su papel ha sido de gran importancia. Su presencia aquí también

será de gran utilidad, ya que nos encontramos en una situación desesperada; pero a

pesar de los obstáculos nos vemos obligados a continuar, para no ceder ventaja. La

providencia ha dispuesto que todos nuestros objetivos hayan llegado a buen puerto, lo

que debería aumentar la confianza de lord Arthur Wellesley en su buena suerte. Me

escribe muy complacido desde Medina del Campo el día 3 […]. Le pido por la gracia

de Dios que nos ayude con los suministros […]1191.

Douglas se puso en marcha hacia Astorga (no antes de remitir un nuevo convoy de

municiones).

* * * *

El 7 de julio en Astorga, el Santo y Seña de las tropas españolas de Asedio sería “San

Tirso, Artillería y Rendición”.

Por otra parte, en la “Orden General de la División de Reserva” rastreamos el devenir

cotidiano de las unidades de un ejército en el asedio de una ciudad:

“Servicio para mañana:

En este Cantón, las dos Compañías del General que están en él.

Los abanderados de los batallones de Toledo y del General pasarán al Cuartel

general de Santa Catalina a percibir el 1º, 200 pares de zapatos, y el 2º, 150, para cuyo

efecto llevarán el recibo visado por el Jefe de Estado mayor de la División y a favor del

guarda almacén encargado del vestuario.

1191 Ibídem, p. 175.

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507

Esta noche a las doce de ella saldrá el Batallón de Voluntarios de Santiago para

Valdeviejas a cubrir el Servicio de esta Línea en donde se deberá hallar media hora

antes de amanecer.

El General de la División pasará Revista de Armas en un campo, camino de La

Bañeza, a las 6 de la tarde de mañana, al Regimiento 2º de Asturias, Batallón del

General y Granaderos a Caballo. Dicho Jefe encarga procuren los de los Cuerpos haya

la mayor limpieza y hagan cortar el pelo a los individuos que lo tengan largo”1192

En el acantonamiento, durante los dos días de descanso (después de los cuatro de

servicio en las obras del sitio) también había tareas que realizar. La División de

Reserva, acantonada en el Val de San Lorenzo, cubría, cada día, dos puestos de

avanzada, el puesto de mando de la división o “principal”, un servicio de ronda nocturna

y el guarda polvorín. 1193

El resto de la tropa realizaba instrucción de cinco a siete de la mañana (teniendo en

cuenta la hora adelantada en nuestros días, sobre el horario solar, sería de seis a ocho de

la mañana) y por las tardes desde las seis de la tarde hasta el oscurecer. El toque de

diana se realizaba a las tres y media de la mañana.

Por otra parte, los comandantes de los regimientos habrían de realizar reuniones de

trabajo con sus jefes y oficiales para uniformar las voces y nueva táctica de orden

cerrado.

* * * *

Entretanto, en Madrid, José I Bonaparte y su estado mayor, recibieron los

descorazonadores informes de los comandantes imperiales de los ejércitos del sur, de

levante y del norte (Soult, Suchet y Caffarelli) de que, debido a las operaciones

ofensivas de los Ejércitos españoles, no podían disponer de hombres para enviar en

ayuda de Marmont. En ese momento el Rey intruso comenzó a ser consciente del

desastre que, para su causa, podría suponer una derrota del ejército de Portugal.

Tras recoger hombres de todas las guarniciones de Madrid y del centro peninsular,

José I comenzaría a reunir unos 13.000 efectivos; pero la expedición de refuerzo no

estaría lista hasta el 21 de julio, un día antes de la batalla de los Arapiles.

1192 Libro de Ordenes de la División de Reserva…, Ob. cit., folios 22-23. 1193 Ibídem, folios 33 y 39-40. Cada destacamento con 1 oficial, 2 cabos y entre 10 y 20 soldados.

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El rey comunicó a Marmont que partiría en su ayuda, en dos despachos duplicados

enviados el 9 de julio; pero ninguno llegaría a manos del mariscal francés, sino a las de

Arthur Wellesley; los cuerpos francos españoles interceptaron a los dos correos.

* * * *

El 8 de julio, desde el cuartel general del 6º ejército en Santa Catalina, Santocildes

(como reflejo de la compleja situación que vivía España: una guerra contra un invasor y

a la vez una revolución política e institucional promovida por sus Cortes en Cádiz)

comunicaría a todos sus comandantes, que, al día siguiente, sin detener los trabajos de

Asedio, las tropas que no cubrían las Líneas habrían de prepararse para celebrar la

ceremonia de proclamación de la Constitución. En razón de la festividad del día, se

aprovecharía para dar cumplimiento al indulto general concedido por las Cortes el 25 de

mayo. En virtud del mismo se dejarían en libertad a todos los arrestados entregándose,

igualmente, cuatro reales por soldado como gratificación: 1194

“Mañana ha dispuesto el Sr Comandante General que sea el día en que se publique

nuestra Constitución, y a fin de que este augusto acto se verifique con la celebridad que

permiten las circunstancias en que se halla el Ejército y que recuerden la Memoria de

este Día.

Todas las tropas que no estén, ni salgan, de servicio se hallarán formadas a dos en

fondo mañana a las 5 en punto de la misma en las alturas de Brimeda, con inclusión de

los Regimientos de Cazadores, Húsares de Galicia y Granaderos a Caballo, como así

mismo las dos piezas de artillería que no están en batería, debiendo dar el frente a la

Plaza de Astorga, donde un oficial de Estado mayor designará a las divisiones el lugar

que deben ocupar [...] las músicas de Voluntarios de Santiago y Compostela asistirán

igualmente a la formación aunque sus cuerpos se hallen de servicio” 1195

Santocildes comunicaría también a todas las Autoridades Municipales de la Provincia

que tenía el mandato del Gobierno para publicar, tanto al Ejército como a todo el

1194 Entre los arrestados estaba el sargento Mayor de la 2ª Legión de Castilla, Pedro Miguélez, por haber tenido unas palabras con su Coronel y el Comisario del cuerpo. Libro de Ordenes de la División de Reserva…Ob. cit., folio 37. 1195 Ibídem, folios 22-24.

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territorio libre del 6º Distrito (así como hacer tomar el juramento a todas las autoridades

civiles y militares) la nueva Constitución de la monarquía española.

Con las primeras luces del alba, y tras recibir el santo y seña de aquel 8 de julio, “San

Jacobo, Vigilancia y Alerta”, los batallones (con sus soldados aseados y los capotes

bien plegados sobre las mochilas), formados en “Columnas cerradas en masa” para

poder oír mejor, asistieron a una misa de campaña celebrada por el capellán mayor del

ejército. A su conclusión se leyó a las tropas el preámbulo de la Constitución, remitido

por las Cortes y el Consejo de Regencia.

Tras ello, Santocildes juró la Constitución, y tras él sus comandantes de división y los

jefes de estado mayor; terminado el juramento con los comandantes de los de

regimientos. Luego de ello, los mismos irían ante sus unidades para tomar el mismo

juramento de sus oficiales y tropa bajo la siguiente fórmula:

“Juráis por Dios y por los Santos Evangelios guardar la Constitución política de la

Monarquía Española sancionada por las Cortes Generales y Extraordinarias de la

Nación, y ser fieles al Rey?

En ese momento y tras jurar, los cuerpos pasaron a la formación de línea de batalla (los

cuerpos ligeros en formación de a dos en fondo y los de línea de a tres en fondo) para

hacer tres descargas de fusilería por batallones (con cartuchos sin bala para prevenir

accidentes). Cada batallón, antes de cada descarga, gritó al viento de la mañana

astorgana:

“Viva La Nación”

“Viva la Constitución”

“Viva nuestro Soberano Fernando Séptimo”

Las descargas fueron iniciadas por las baterías de artillería, utilizando bala, sobre los

reductos franceses. Tras ello pasaron a realizar las salvas los Batallones, comenzando

por el de la derecha de la línea de batalla.

La prensa española recogió también para sus lectores la ceremonia:

“Hoy a las diez ha hecho el Ejército la Jura de la Constitución, formado a la vista de la

Plaza entre Valdeviejas y Brimeda; hubo misa solemne y tres salvas de artillería y

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510

fusilería, aquella desde las baterías con bala hacia la Plaza. El Sr. Santocildes peroró a

la tropa exhortándolos a respetar y guardar la Constitución como la base de nuestra

felicidad y garante de nuestros derechos”1196

Los cuerpos de servicio aquel día, en las dos Líneas de Asedio, realizarían el

Juramento ante sus Comandantes de Brigada y División en los días siguientes.

* * * *

El Capitán General Castaños comunicaría idénticas órdenes a la Junta Superior de

León, remitiéndoles varios ejemplares de la nueva Carta Magna. La orden se

acompañaba con varias instrucciones del Real Acuerdo de La Coruña sobre cómo

debería de irse estableciendo, según sus artículos y respectivos reglamentos (que debían

de servirles como normativa legal) los nuevos ayuntamientos y tribunales de justicia

constitucionales.

La Junta Superior se mostró totalmente receptiva a acatar su establecimiento y a

impulsar la reorganización administrativa y política de la provincia:

“La Junta de León ha recibido con el oficio de V. E. de cuatro de este mes la

Constitución política de la Monarquía Española, la Real Orden con que la remite la

Regencia del Reino y la Consulta del Real Acuerdo de La Coruña, con que V. E. se ha

conformado, y que contiene algunas instrucciones para el uso que se ha de hacer por

ahora de este monumento precioso de la Libertad de los Pueblos.

La Junta felicita a V. E. y se felicita así misma por ver acontecimiento tan sublime, el

mayor y mas importante que puede ocurrir entre los hombres reunidos en sociedad, y

ha resuelto trasladarse inmediatamente a la Capital de la Provincia a celebrarle…

No pudo haber llegado en un momento más crítico y a propósito para que los

Pueblos, recientemente libres de la opresión del enemigo comparen las ventajas reales

que ofrecen estas instrucciones con las ofertas vanas y expresiones insignificantes que

contienen las providencias del Gobierno Intruso”1197

1196 ShD, Gr1 VN74, Journal (en espagnol) du Siège…Ob. cit., p. 19. 1197 Actas de la Junta de León…Ob. cit., 9 de julio de 1812.

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Es de reseñar que, en toda la documentación conservada de la época y que hemos

podido consultar (de carácter militar o civil, pública o privada) tanto el general Castaños

como la Junta de León manifiestan siempre la mejor opinión y satisfacción por el

alcance que la implantación de la nueva Constitución podía suponer para el progreso y

las reformas modernizadoras de España y de su propia monarquía.

Sin embargo, y a tenor de la fácil reposición absolutista en 1814, hemos de pensar que

todas estas expresiones de defensa de la Constitución respondían más a un claro

sentimiento de obediencia innata a todas las disposiciones que vinieran del gobierno

constituido (y en el caso de Castaños y Santocildes, educados en las Reales Ordenanzas

de Carlos III, de obediencia ciega del soldado al poder civil superior) que a una

aceptación sincera, nacida del convencimiento moral y de una adhesión ideológica,

profunda al naciente liberalismo.

* * * *

El 10 de julio, el comandante general de artillería del 6º Ejército, el mariscal de

campo, José García de Paredes, daba, en el cuartel general de Santa Catalina, el

nombramiento de comandante de la artillería del sitio a Astorga, al brigadier Diego del

Barco de la Cendeja.1198

En Astorga las obras del sitio proseguían, en especial hacia el frente oeste de la plaza,

el que miraba a Galicia, su costado más vulnerable:

“Se sigue trabajando y adelantando bien, a pesar del fuego con que los enemigos

intentan impedirlo; algo más daño nos han hecho en esta obra que en la primera,

porque su empeño en incomodarnos es mayor; no obstante, nuestras pérdida es

relativamente muy corta, pues desde el principio del sitio se puede con seguridad

afirmar que nuestros muertos no llegan a 30 ni los heridos a 100, constándonos que los

suyos, aunque muy parapetados y cubiertos son casi doble”1199

1198 AGMS, 1ª Sección, Legajo B-709. En septiembre conduciría a Betanzos 24 piezas de artillería tomadas a los franceses en Astorga y en los Arapiles (cedidas estas por Arthur Wellesley a Castaños). Tras habilitar seis para formar una batería, a su regreso a Castilla conocería el 25 de septiembre en Burgos que Castaños le había dado el mando de la 2ª Sección (Brigada) de la 1ª División de Infantería del 6º Ejército. Archivo del Museo del Ejército, AH 53-4, Madrid. 1199 ShD, Gr1 VN74, Journal (en espagnol) du Siège…Ob. cit., p. 19 y 20. El juicio español sobre las bajas francesas es meramente propagandístico. Las bajas españolas deben de ser ciertas, pues el teniente coronel británico Howard Douglas consignaría en su Diario de Operaciones del sitio el 10 de julio que las bajas contabilizadas ascendían a menos 30 muertos y 100 heridos. García García, M. A. (2009), 1812…Ob. cit., p. 198.

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El 11 de julio Javier Losada, comandante general del sitio, reconvino a los

comandantes de los batallones por los retrasos (que se empezaban a hacer norma) en la

entrada al servicio en las Líneas de Asedio, ordenando a los “Generales de Día” que

dieran parte de los cuerpos que se retrasaran a dar el relevo. Todos los puestos deberían

estar relevados media hora antes del amanecer:

“Experimentándose bastante retardo en el relevo del Servicio de ambas Líneas, con

grave perjuicio de la Tropa por el vivo fuego que sufre al tiempo de cubrirse los

puestos”1200

Ese día llegaría al Sitio la 2ª Legión de Castilla1201. En el sitio de Astorga, los hombres

de esta unidad serían adscritos, como refuerzo, al reducido batallón de zapadores, toda

vez que, por su origen y actividad guerrillera anterior, su adiestramiento táctico para

campaña con fuerzas regulares era muy pobre. Ello le llevaría a ser una de las unidades

que cosecharía más bajas durante el asedio.1202

Ese mismo 11 de julio Santocildes decidiría hacer avanzar a parte de la 3ª división y

de su caballería1203, en apoyo de Arthur Wellesley, adentrándose en las llanuras hacia

Benavente. Al día siguiente conocería que Arthur Wellesley había llegado a Rueda el 7,

amenazando Tordesillas y que se había escuchado ruido de cañón. El general Cabrera

llevaba instrucciones precisas de acaparar para los almacenes del 6º ejército todo el

grano y recursos de los que se solían servir las tropas imperiales:

“[…] en razón de la línea que ocupan los enemigos, convendría llamásemos su

atención por el flanco derecho y distraer algunas de sus fuerzas del frente del Ejército

aliado. Mandó que saliese este día el General Cabrera con su División (3ª) y los

Granaderos a Caballo para Benavente; desde donde debería adelantar los Húsares de 1200 Libro de Ordenes de la División de Reserva…, Ob. cit., folio 39. 1201 En 1811, esta unidad irregular, dotada de Infantería y Caballería, realizaría una constante actividad de combate en la zona nororiental del León y Tierra de Campos. A comienzos de 1812 sería adscrita por orden de Castaños al 6º Ejército con una fuerza de dos reducidos batallones y unos 900 hombres. El 11 de junio estaba ya acuartelada en la ciudad de León. Según Informe del que fue Presidente de la Junta de León, el Regidor Bernardo Escobar: “Luego, habiendo yo pedido Oficiales al General don Francisco Taboada, y enviándome primero al Teniente Coronel don Cayetano de la Puente y el Coronel don Pablo Mier, se formó la 2ª Legión de Castilla en Almanza e inmediaciones. En ella se refundió la Infantería que había y agregados los mozos sacados, compusieron la fuerza de 1.300 a 1.400 hombres, cuyo mando quedó a Mier; y al de Puente se puso la Caballería”. AHML, Año de 1816, Capitanía General, Legajo 186, nº 111. 1202 Sánchez de Toca y Catalá, J. M. (2007) Los desastres de la Guerra… Ob. cit., p. 444. 1203 Según el Libro de Ordenes de la División de Reserva de la División de Reserva, sólo lo haría con su 1ª Brigada y 300 jinetes, quedando la 2ª Brigada en el sitio de Astorga.

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Galicia y alguna Infantería en dirección a Zamora y Toro, en términos de lograr el

indicado objeto de sacar subsistencias de los pueblos de vanguardia”1204

Este movimiento rendiría grandes frutos a la causa aliada, como veremos

posteriormente. Pero con esta decisión Santocildes reconocía, también, la incapacidad

del 6º ejército para tomar Astorga con rapidez ante la falta de artillería y municiones. La

rendición de la plaza habría de llegar con un bloqueo más largo en el que jugaran a la

vez, la costosa y lenta construcción, y voladura, de una mina con asalto a la brecha

abierta en la muralla, y el agotamiento de los víveres y desmoralización de la

guarnición.

El jefe del estado mayor de Castaños, Agustín Girón, escribiría con sinceridad (no

exenta de ironía) el 8 de julio y desde Santiago de Compostela, al gobierno en Cádiz,

que, con la escasez de medios, ya era un logro “prodigioso” que el 6º ejército hubiera

podido emprender el sitio.1205

Así lo reflejó también en su resumen Histórico José María de Santocildes:

“Por otra parte no se podía hacer uso de las granadas para incomodar á la tropa

enemiga, pues el daño recaía en los infelices moradores de la ciudad; de manera que

nada se presentaba lisonjero. La escasez de víveres que tenían los sitiados no era tanta

que no se pudiesen resistir mucho tiempo; y teniendo por nuestra parte Generales,

Jefes, Oficiales y Tropa de todas armas llenos de valor y ardimiento, como á cada paso

lo acreditaban, nada se podía hacer, y todo era nulo por la escasez de Artillería, y un

Sitio que en pocos días se hubiera concluido teniendo todos los medios necesarios, se

prolongaba más y más por esta falta. Lo que daba lugar á que aquellos que por

ignorancia se atienden solo á los resultados criticasen la conducta de un Ejército que,

sufriendo mas de lo que era imaginable, no conseguía lo que deseaba”.1206

También ese día, 11 de julio, se leyó a las tropas del sitio de Astorga, para animarlas,

el parte remitido por el Comandante británico de enlace, el brigadier Parker Carrol. En

el mismo se anunciaban los éxitos del 7º ejército, (auxiliado por el escuadrón naval

británico del comodoro Home Popham) en las tomas de Lequeitio y Bermeo, a

1204 Sánchez de Toca y Catalá, J. M. (2007) Los desastres de la Guerra… Ob. cit., p. 418. 1205 Ibídem, p. 416. 1206 Santocildes, J. Mª. (1815) Resumen Histórico de los Ataques, Sitio…Ob. cit.

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mediados del mes anterior. Las operaciones habían logrado tomar prisioneras a las

guarniciones imperiales, destruyendo sus fortificaciones y baterías, y adentrándose,

incluso, con la ayuda de las naves británicas, por la ría de Bilbao.1207

Igualmente, en ese mismo día (en cuyos combates sería herido el teniente Foucart del

23º ligero1208), una carta que Rémond trató de enviar a Marmont a través de un vecino

del arrabal de San Andrés (con la promesa de una fuerte recompensa en metálico) fue

entregada por éste a Santocildes. Rémond empezaba a dar muestras de preocupación por

la ausencia de cualquier noticia del ejército de Portugal tras un mes de Sitio:

“Astorga está bloqueada desde el 12 de junio; ha empezado el sitio y la trinchera está

abierta desde el 28 de junio. Es importante que lleguen socorros de aquí al 20 del

corriente; no tengo noticias del Ejército desde el bloqueo de la Plaza”1209

Los franceses avisaron visualmente a los españoles también en esa jornada de donde

tenían situado su hospital de sangre a fin de evitar el fuego de la artillería de asedio:

“Los sitiados han puesto una bandera negra en el Hospital, sin duda para que se le

respete; un francés se nos ha pasado por la tarde, salió por Puerta Rey a llevar la

comida a otros y se escapó. Según su relato, los enemigos tienen el Hospital (el

Seminario) lleno de enfermos y heridos… que están a cuarterón de pan y carne”1210

Por su parte, Santocildes comunicaría a Arthur Wellesley el 12 de julio la marcha del

sitio y el que enviaba fuerzas hacia Benavente, en respuesta a sus instrucciones:

“Excmo Sr, tengo el honor de anunciar a VE que, a consecuencia de las disposiciones

de mi General, el Excmo Sr don Javier Castaños, salió ayer para Benavente la 3ª

División del General Cabrera con dos batallones1211 y 300 caballos y ha de anticipar el

aviso de su llegada a dicho Pueblo al conde de Amarante, para que según las que le

hubiese Vs comunicado, unírsele o permanecer en aquel punto. A aquella fuerza podrá

inmediatamente seguirla algunos otros batallones si VE resuelve se formalicen los

1207 Libro de Ordenes de la División de Reserva…, Ob. cit., folios 36 y 37. y García Fuertes, A. (2009) Los Granaderos de Castilla y el 7º Ejército…Ob. cit., pp. 100 y 101. 1208 Martinien, A. (1890) Tableaux par Corps [...] Ob. cit. , Tomo II, p. 441. 1209 Sánchez de Toca y Catalá, J. M. (2007) Los desastres de la Guerra… Ob. cit., p. 419. 1210 ShD, Gr1 VN74, Journal (en espagnol) du Siège…Ob. cit., p. 20 y 21. 1211 Los Voluntarios de Asturias y el 2º batallón del 6º regimiento de la Real Infantería de Marina.

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Sitios de Toro y Zamora, y aún lo ejecutaré tras ver publicada en la Capital de esta

Provincia la Constitución de la Monarquía Española, y entabladas las obras al Sitio de

Astorga para que puedan continuarle con actividad las tropas que deje con este objeto,

según se me previene. En este intermedio espero recibir cantidad de municiones, que

acaso podrán decidir la suerte de su Guarnición, para si, por algún incidente se

retardase, y VE juzga indispensable mi concurrencia para el sitio de las otras dos

Plazas, o para otras operaciones, no diferiré un momento trasladarme al que VE me

indique.

La ciudad de Astorga está atacada por dos frentes contra los cuales se ha abierto

trincheras para proporcionar brechas, pero el corto numero de piezas de batir y de

municiones gruesas, por falta de medios prontos de transporte, ha originado no estén

más adelantadas dichas obras.

Con las Tropas que se dirigen a Benavente no me es posible destacar Artillería, hasta

tomarse Astorga, pues solo cuento con ocho piezas de batalla, servidas por dos muy

buenas Compañías de Artillería de a caballo.

Finalmente, Excmo Sr., tengo la satisfacción de poder ofrecer a disposición de VE un

número de hombres que aunque con las privaciones anejas a la situación de mi Patria,

desean sacrificarse para salvarla, y que VE sea quien con su apoyo y sabios planes se

lo proporcione, estos son Señor los sentimientos de mis Soldados…”1212

Ese 12 de Julio, llegaría ante Astorga la 1ª División del General Pedro de la Bárcena

procedente de Asturias (primero lo haría la 2ª Brigada y luego la 1ª). Al contrario que

otros comandantes de división del 6º ejército, Bárcena permanecería en el sitio de

Astorga, junto a Losada, hasta el final del mismo; no así su 2ª brigada (en la que

formaba el regimiento de voluntarios de León, junto a los gallegos de Tuy y

Monterrey), pues ésta, apenas permanecería un día ante las murallas de Astorga.

* * * *

El 12 de julio la Junta Superior decidiría partir, por fin, hacia León. Ese día les

llegaría la contestación de Santocildes a un oficio de la Junta sobre las posibles fechas

1212 ME, Toledo, Exp. Santocildes, Legajo 29/6, doc. 347, 12 de julio de 1812.

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para que pudieran encontrarse ambos en la capital de la provincia, a fin de celebrar el

acto solemne de publicación de la Constitución. Santocildes les comunicaba que no

podían contar con él más allá de la segunda mitad del mes. 1213 En vista de ello la Junta

decidiría abandonar Villafranca del Bierzo el día 15, a fin de poder realizar dicho acto

el día 16 ó 17.

En aquellos días la Junta Superior de León fue consciente también, por los informes

que recibía, de que el sitio de Astorga no iba a ser una operación corta:

“[…] se dilataba más que lo que se deseaba la rendición de Astorga”1214

* * * *

Al día siguiente, el 13 de julio, Santocildes enviaría hacia Benavente, tras Cabrera a la

1ª brigada de la 2ª división (al mando de Federico Castañón), unos 1.100 hombres de

tres reducidos batallones: Compostela, Orense y 1º Batallón del 6º de Marina. Este

destacamento de dos brigadas habría de apoyar al portugués Silveira en su movimiento

sobre las guarniciones imperiales en el Duero.

Sin embargo, el problema focalizado en Astorga se repetiría, pues tanto españoles

como portugueses, carecían de artillería para poder amenazar con posibilidades de éxito

las murallas de Zamora y el castillo de Toro.

* * * *

Entretanto, al sur del Duero, Arthur Wellesley comunicaría el 13 de julio (desde su

cuartel general en Rueda) al Capitán General Castaños que los partes interceptados por

los cuerpos francos revelaban que Marmont iba a recibir en breve refuerzos, y esa era la

causa de que permaneciera a la defensiva sobre la ribera norte del Duero:

“Mi querido General, os envío noticias de Madrid que he recibido anoche, por las

cuales veréis que el rey se une al Ejército del Centro con bastante fuerza, no le creía

con tanta Caballería.

1213 Actas de la Junta de León…Ob. cit., 12 de julio de 1812. 1214 Ibídem, 13 de julio de 1812.

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517

Hago pasar el Duero a la caballería del general D´Urban, que podré más adelante

hacer repasar si las circunstancias permiten al General Santocildes avanzar y nosotros

podemos emprender alguna operación de concierto, vea VS cuan interesante es acabar

pronto el sitio de Astorga.

El enemigo simula querer pasar el Duero, su ruta parece ser en Toro, pero el mismo

tiempo se fortifican a todo lo largo del río y están demasiado celosos de nuestra llegada

al éxito.

Creo que el rey se aproximará mejor por Segovia que por el camino indicado en el

papel adjunto; si hace la vuelta indicada tendré refuerzos considerables de infantería

inglesa antes de que el pueda llegar y el General Santocildes habrá acabado su Sitio.

Entonces los asuntos cambiarán de rumbo”1215

* * * *

En Astorga, el 13 de julio, un destacamento del regimiento de Benavente (medio

centenar de hombres al mando de un Subteniente) sería destinado a La Bañeza, pasando

a ser relevado cada cuatro días. Su misión sería la de efectuar descubiertas y requisar

víveres para las tropas del sitio.1216

Esa misma noche, una salida de la Infantería francesa, por la Puerta del Rey, sobre las

baterías de la “Patria” y de la “Constitución” fue rechazada por la Infantería española

que defendía la Línea Izquierda del Asedio.

En respuesta, al amanecer de ese 14 de julio (día de la toma de la Bastilla) Losada

decidió aguar la fiesta a los franceses redoblando el fuego de la Artillería sobre los

reductos.

Por otra parte, los Ingenieros españoles decidieron comenzar un gran ramal de

trinchera que, desde la batería del “Rey”, y aprovechando un pequeño barranco que caía

hacia el valle del río Jerga, habría de poder acercar, a cubierto del fuego francés, a los

infantes y zapadores hasta el ángulo sur-occidental de la Plaza. Una vez llegados allí los

Ingenieros empezaron a estudiar la posibilidad de excavar una Mina hacia la esquina

misma del recinto amurallado donde se alzaba el viejo Alcázar, arruinado, de los

1215 ME, Toledo, Exp. Santocildes, Legajo 29/6, doc. 348. 1216 Libro de Ordenes de la División de Reserva… Ob. cit., folio 57.

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marqueses de Astorga. Habría que excavar unas 90 varas bajo tierra hasta llegar a los

cimientos del Alcázar:

“Se abrieron 210 varas de trinchera, dirigiéndose esta hacia el lado del Castillo que

mira a Fuente Encalada con el objeto de aproximarse a la muralla a fin de abrir una

Mina, y entrar en la Plaza por la brecha de la voladura, pues que la escasez de la

Artillería y municiones haría tardos y prolijos los efectos de la batería de la

brecha”1217

A esta altura del sitio, el general Rémond había decidido responder a la instalación de

la batería de brecha española del “Rey” habilitando otra contrabatería emplazada en el

mismo adarve de la muralla, entre la Puerta del Obispo y el alcázar de los marqueses.

Esta posición artillera francesa, dotada de cinco piezas (junto con un mortero que se

instaló dentro del Alcázar), se mostraría muy activa durante todo el asedio, sin que la

Artillería española consiguiera acallarla definitivamente por falta de municiones.

Además, ese 14 de julio el gobernador francés de Astorga reforzó los reductos y

apostaderos de escucha, por fuera de las murallas y al frente de Puerta Obispo, con un

fuerte destacamento de Infantería. El fuego de fusilería que realizaron sería tan nutrido y

eficaz, a apenas 100 metros de los zapadores españoles, que lograron interrumpir la

excavación de la trinchera de ataque hacia el castillo.

Debido a ello, esa noche, y a fin de proteger el avance de la trinchera hacia el Alcázar,

el mando español decidió tomar al asalto cuatro puestos avanzados de escucha que los

franceses tenían a apenas unos 260 metros de la batería del Rey y a otros 100 de la

cabeza de excavación de la trinchera de asalto. La misión sería confiada al regimiento

que había entrado de servicio de trinchera aquel día: dos Compañías del Rivero calaron

las bayonetas y, tras dar el Santo y Seña de aquella noche (“San Silvestre, Terror y

Obediencia”) se lanzaron al asalto en la oscuridad de la noche.

Así lo relató su coronel, Félix Carrera:

“A las doce de la noche, con las dos Compañías del Batallón de mi mando emprendí la

operación de desalojar a los enemigos de los atrincheramientos que enfilaban nuestros

trabajos e impedían la continuación de ellos. Con la 1ª Compañía establecida a la

1217 Diario de los trabajos ejecutados contra la Plaza de Astorga…Ob. cit.

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izquierda y la 2ª a la derecha ataqué los atrincheramientos que el enemigo ocupaba, el

cual, viendo la rapidez y resolución con que eran cargados hizo una descarga sobre

nosotros y precipitadamente se replegó sobre los atrincheramientos que han construido

al pie de la muralla”1218

Por unos minutos el pánico se apoderó de la tropa francesa, pues Carrera lanzó a sus

hombres sobre la 2ª línea de trincheras, abandonándola los imperiales para buscar

refugio en el gran Reducto de Puerta Obispo, cerrando los imperiales su barrera de

acceso instantes antes de que pudieran llegar a su entrada los infantes gallegos. Los

franceses perdieron varios hombres, además del Teniente Jauge del 1º de línea que sería

herido de gravedad.1219

“Esta noche pasada se han puesto 3 piezas de a 16 en la nueva batería del oeste; y se

les ha allanado (tomándolo primero a la bayoneta) un parapeto que frente a ella iban

construyendo para mejor impedir nuestros trabajos. Se les tomaron algunos fusiles,

picos, sacos y morriones que dejaron en la huida; pero la refriega nos ha costado 11

heridos del Rivero, entre ellos un oficial gravemente”1220

Rápidamente los zapadores que acompañaban a Félix Carrera1221 demolieron las obras

avanzadas de los apostaderos franceses y su línea de trincheras, al pie del Alcázar, a

pesar del fuego que en medio de la noche se le hacía desde las murallas:

“Se ha sufrido con tranquilidad el fuego de cañón con balarrasa, metralla, granadas de

obús, de mano, mosquetería y fusil, consistiendo tan solo nuestra pérdida en doce

Cabos y Soldados heridos, entre ellos alguno mortalmente, no sabiendo hasta ahora

por la oscuridad de la noche si ha quedado alguno muerto […]

No solo desalojó al enemigo a la bayoneta de ellas sino que las destruyó, bajo el

fuego de fusil de la Plaza, habiendo gratificado el intrépido valor y disciplina de los

Sargentos, Cabos y Soldados empleados en el asalto y recomendados su Coronel y

Oficiales” 1222

1218 Sánchez de Toca y Catalá, J. M. (2007) Los desastres de la Guerra… Ob. cit., p. 423. 1219 Martinien, A. (1890) Tableaux par Corps…, Ob. cit. , Tomo I, p. 116. 1220 ShD, Gr1 VN74, Journal (en espagnol) du Siège…Ob. cit., pp. 23 y 24. 1221 Entre los que había agregados 200 antiguos guerrilleros de la 2ª Legión de Castilla. 1222 AGMS, 1ª Sección. Legajo C – 1.581, Parte del Coronel Félix Carrera y Certificación del General Javier Losada al Coronel Carrera, 8 de septiembre de 1813, Tolosa.

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El asalto del destacamento del Ribeiro había sido encabezado por el joven capitán 2º

Pedro Rodríguez de Cela, astorgano de nacimiento de 20 años de edad y que tenía a sus

padres dentro de la ciudad:

“[…] joven muy recomendable, hijo de Astorga, digno de todo elogio por el buen

desempeño que tuvo en acción tan arriesgada”1223

Por indicaciones de los Ingenieros, Losada dio la orden de construir una nueva batería

para dos piezas al norte de la ciudad, en el alto del barrero del arrabal de Puerta de Rey.

En dos días las obras estarían acabadas. La batería recibiría el nombre de “Bailén”:

“En este mismo día, habiendo parecido a propósito que una batería de dos piezas,

colocada a la izquierda de la de la Patria, produciría buenos efectos contra la

comunicación del baluarte destacado sobre Puerta de Rey y el blindaje de esta, se

determinó su traza, empezando por la noche su construcción”1224

Durante esta jornada, el comisionado británico Howard Douglas llegó al sitio de

Astorga. No pudo por menos que reconocer la buena marcha de las operaciones de

asedio con los medios disponibles:

“Las tropas españolas habían sorteado enormes dificultades, y se encontraban con el

mejor ánimo. La obstinada defensa no había disminuido su entusiasmo, y fue testigo de

una hazaña, a cargo del regimiento del Ribero, que habría sido merecedora de todo

honor para cualquier tropa. Se hizo necesario expulsar al enemigo de una eminencia

del terreno desde donde hostigaban a los hombres ocupados en prolongar el ramal sur

de los atrincheramientos. El regimiento del Ribero cargó a bayoneta calada bajo un

fuego abrumador, obligando a los franceses a retirarse1225. Sir Howard se sintió

orgulloso de ver cumplidas sus expectativas en tal grado; todo apuntaba al éxito, la

trinchera de aproximación a las murallas ya estaba iniciada y protegida, las paralelas

bien avanzadas y las piezas emplazados en las cañoneras de las baterías […] encandiló 1223 ShD, Gr1 VN74, Journal (en espagnol) du Siège…Ob. cit., p. 32. 1224 Diario de los trabajos ejecutados contra la Plaza de Astorga… Ob. cit. 1225 El asalto nocturno sería llevado a cabo por dos compañías. AGMS, 1ª sección, legajo C – 1.581, parte del coronel Félix Carrera y certificación del general Javier Losada.

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a los soldados al ir a las trincheras durante varios días, exponiéndose al intenso

fuego”1226.

En la “Orden del Día” para el 15 de julio, Santocildes exigiría racionalizar el fuego de

fusil que la Infantería realizaba desde los atrincheramientos. No escaseaba la munición,

pero era necesario recalcar al soldado que sólo se debía de hacer fuego sobre blancos al

alcance de tiro y dentro de la zona asignada a cada destacamento:

“El fuego sostenido, que aún muchos apostaderos, sin un objeto que compense el

excesivo consumo de municiones, mueve al Señor Comandante General a reiterar la

observancia de las órdenes dadas sobre el particular, y espera que los Comandantes de

los puestos vigilarán escrupulosamente su cumplimiento. El poner un fuego duplo al de

los enemigos bastará para acallarlos sin haber necesidad de hacer sobre un solo

hombre cuarenta o cincuenta tiros”1227

Por su parte, los franceses, al mediodía del 16, volvieron a abrir las puertas de la

ciudad para permitir la salida de “bastantes mujeres y niños”1228.

En la “Orden General” del 17 de julio, Javier Losada reconocería los méritos de las

tropas empeñadas en la reciente acción nocturna:

“El Señor Comandante General Interino del Ejército está muy satisfecho de la

conducta de los Señores Jefes, Oficiales y Tropa de los Cuerpos de Artillería, Oficial de

Ingenieros del trabajo, Oficiales y Tropa de Zapadores con los agregados de la 2ª

Legión de Castilla, Jefes, Oficiales y Tropa de los cuatro cuerpos pertenecientes a la 2ª

División que cubrían el todo del Servicio en la derecha de la Línea en la noche del 15

al 16. El valor, actividad y orden fueron tres circunstancias plenamente observadas en

todos los momentos de la noche. El resultado fue cual debía esperarse, y las esperanzas

que de este proceder se originan lisonjean al exceso a dicho superior Jefe, por cuya

causa ha mandado se haga saber en la Orden General”1229

1226 Watson Fullom, St. & Douglas, H. (1863) The Life of general Sir Howard..., Ob. cit., p. 175 y 176. 1227 Libro de Ordenes de la División de Reserva…Ob. cit., folio 47. 1228 ShD, Gr1 VN74, Journal (en espagnol) du Siège…Ob. cit., p. 24. 1229 Libro de Ordenes de la División de Reserva…Ob. cit., folio 52.

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* * * *

El 16 de julio, Santocildes abandonaría por unas horas el sitio de Astorga para

marchar hacia León. Tras haber acordado la fecha con las Autoridades Civiles (la Junta

Superior y el Ayuntamiento) y Religiosas (Obispo y Cabildo) de la Capital del Viejo

Reino, se había establecido aquel día para la Ceremonia solemne de Publicación y Jura

de la Constitución.

Esa tarde, en sesión extraordinaria, el ayuntamiento en pleno, presidido por

Santocildes y Pascual Liñán, conduciría un ejemplar de la Constitución desde las casas

Consistoriales hasta la plaza mayor, donde el secretario Félix González Mérida daría

lectura a la Constitución. El cortejo fue escoltado por un piquete de caballería de los

húsares de Galicia y una compañía de los cazadores del Rey.

Finalizado este acto, la comitiva continuó hasta la plaza de la catedral donde se

repetiría la publicación. El comisionado británico Howard Douglas, invitado por

Santocildes a las ceremonias en León, fue testigo de aquel día:

“La ceremonia fue de gran importancia y seriedad, y no faltó nada para realzarla. Las

banderas decoraban los edificios públicos y ondeaban sobre las iglesias; los

comerciantes habían cerrado las puertas de sus tiendas que lucían guirnaldas y flores;

lemas patrióticos se mostraban en las pancartas, embelleciendo los muros. Multitudes

festivas desfilaban por las calles, y las ventanas de las casas estaban pobladas de

mujeres, acompañadas por nobles y caballeros. En la plaza mayor había tropas en

formación; el redoble de los tambores y el tronar de las trompetas anunciaban la

llegada del general, que cabalgaba a la cabeza de un brillante cortejo formado por su

estado mayor y las autoridades provinciales. Fue recibido con gran calidez por la

gente, que rompió en aclamaciones a la vista de sir Howard con el uniforme británico;

su montura apenas podía avanzar entre la multitud, que se apretaba a su alrededor,

intercalando su nombre con gritos a favor de Arthur Wellesley e Inglaterra. Saludaban

con los sombreros en alto, y las mujeres agitaban sus pañuelos, arrojando flores desde

las ventanas. Su amable naturaleza no pudo recibir tales muestras de afecto sin

emocionarse; y se sintió menos conmovido por el entusiasmo de la gente que por sus

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muestras de afecto y gratitud, sin poder ocultar algunas lágrimas cuando la población

aclamaba a Arthur Wellesley”1230.

En medio del entusiasmo, Douglas anotó en su diario que la proclamación de la

Constitución en sí (con las condiciones de cambio político que conllevaba) no había

motivado una especial alegría en una población “Completamente absorbida por la

guerra”.

Al día siguiente, a las ocho de la mañana, la corporación volvería a llevar la

Constitución a la Catedral donde les esperaba el general Santocildes con el Estado

mayor de la 1ª brigada de la 1ª división y los comandantes portugués y británico de

enlace en el 6º ejército.

Ante el altar mayor se colocó la Constitución en una mesa cubierta de terciopelo, al

lado de la Biblia, de un crucifijo y del busto de Fernando VII. Seguidamente,

Santocildes haría el juramento de acatamiento a la Constitución, para luego, tomar él

mismo Juramento al resto de Autoridades.

Quedaría fijado para el día 19 el que el juramento fuese hecho por todo el vecindario

en sus parroquias.1231

Respecto al nuevo ayuntamiento constitucional (que la Carta Magna establecía en el

capítulo I, título VI, y artículos 309º al 315º) sería establecido en la ciudad a lo largo de

los meses de agosto y septiembre. La nueva Corporación sería concretada a partir de la

normativa legal, aprobada en los decretos de las Cortes de 23 de mayo y 10 de Junio de

1812.

Con la nueva Constitución se ponían fin a los cargos municipales perpetuos y se

privaba a los eclesiásticos de ocupar cargos y oficios municipales, estableciéndose que

los primeros pasarían a ser elegidos anualmente por los ciudadanos, a través de un

sufragio indirecto, por medio de compromisarios de cada una de las Parroquias de cada

localidad.

Nuevas Instituciones y figuras políticas provinciales creadas por la Carta Magna de

1812, como la Diputación Provincial o el Jefe Político (que pasaba a sustituir al

1230 Ibídem, pp. 176 y 177. 1231 García Gutiérrez, P. (1991) La Ciudad de León…Ob. cit., pp. 233 y 234. AHML, Actas Municipales del Ayuntamiento de León, Caja 82, Nº 103, 18 de julio de 1812.

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Comandante General Militar de la Provincia) no se pondrían en funcionamiento hasta el

30 de junio y el 6 de julio del año siguiente de 1813.

Antes de regresar a Astorga, Santocildes recibiría un correo de Arthur Wellesley

fechado en Rueda el 14 de julio. Santocildes no pudo por menos que estar de acuerdo

con las aseveraciones que, a través del general Alava, le hacía el comándate en Jefe

británico sobre la marcha del asedio a Astorga:

“[…] esa Plaza resiste más de lo que creían, bien que Milord siempre se lo expresó

así, atendida la defensa que Vmd.. hizo con tan pocos medios, contra muchas más

grandes que las que Vmd.. actualmente tiene y con un aumento de buenas obras en la

Plaza”1232

Arthur Wellesley reclamó a Douglas que presionara a Santocildes; las guerrillas habían

dado cuenta de la salida de Madrid del rey José con 12.000 hombres en auxilio de

Marmont.

* * * *

En el Duero, sería en la mañana del 16 de julio cuando Marmont iniciaría las

maniobras previas al cruce del río para iniciar su ofensiva contra Arthur Wellesley. El

Mariscal francés decidió no aguardar más la llegada de posibles refuerzos de Caffarelli

o desde Madrid, que ya no confiaba en recibir (ignorando que el Rey José había

decidido partir en su ayuda). Tras la llegada de Bonet, su ejército de Portugal igualaba

en número al Aliado y lo mejoraba en Artillería aunque no en Caballería. Si hubiera

esperado más podía haber dado tiempo a que parte de las divisiones del 6º Ejército de

Santocildes pudieran maniobrar por su retaguardia alcanzado su base de operaciones en

Valladolid y tomando sus depósitos de material y víveres. Marmont conocía también

que Astorga, sitiada desde el 15 de junio, sólo estaba avituallada hasta el 1 de agosto y

podía caer en cualquier momento, dejando libres de acción no a una parte del 6º

ejército, sino a la totalidad de los más de 20.000 regulares españoles que formaban a las

órdenes de José María de Santocildes.

1232 ME, Toledo, Exp. Santocildes, Legajo 29/11, doc. 372.

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525

Si ello sucedía tendría que enviar al norte al menos una o más de sus divisiones de

Infantería con alguna de sus brigadas de caballería para abortar la amenaza. Ello le haría

perder la paridad que mantenía con el ejército de Arthur Wellesley, obligándole a volver

a ponerse a la defensiva y perdiendo toda la iniciativa.

Esta fue una de las justificaciones argumentadas que, cuatro meses después, expondría

al ministro de la guerra por carta desde Bayona.

Por otra parte, el mariscal Marmont era más joven que todos sus generales de división

(excepto Foy). Su promoción a Mariscal se había debido al favor de Bonaparte y jamás

había comandado un Ejército. Ello hacía que su autoridad moral sobre sus veteranos

Generales divisionarios se resintiese. Además, su fracaso a la hora de auxiliar a la

Guarnición abandonada en los conventos fortificados de Salamanca, sus infructuosas

maniobras a las puertas de la capital charra, y la retirada final hacia la orilla norte del

Duero, habían generado un creciente descontento en el seno del ejército de Portugal,

cuyos mandos y soldados se consideraban superiores a los Aliados. Toda esta presión

añadida incitó al Duque de Ragusa a tomar la ofensiva y cruzar el río.1233

Ese mismo día 16, Arthur Wellesley escribiría a Santocildes desde Nava del Rey. El

británico daba cuenta al general español que conocía ya su avance sobre Benavente y le

expresaba la necesidad perentoria de darse un apoyo mutuo ante los movimientos

ofensivos que pudiera desarrollar Marmont, bien contra el Ejército aliado, bien contra el

6º Ejército:

“Excmo. Sr.

Por una Carta del 9 del actual que he recibido del Capitán General Castaños, veo que

en consecuencia de sugestiones mías, previno a VE se adelantase a Benavente, dejando

para continuar el sitio de Astorga el número de tropas de las del mando de VE que

fuesen necesarias. Después se me ha dado parte de que VE había llegado a Benavente,

pero no se me ha dicho en qué número de tropas.

El todo del Ejército del mando del Mariscal Marmont, ha estado reunido de un tiempo

a esta parte, sobre la derecha del Duero, ocupando en fuerza los vados y pasos del

mismo río.

1233 Fortescue, J. W. (1899 – 1930) A History of the British Army [Londres] Vol. VIII, p. 472, citado por Muir, R. (2003) Salamanca 1812…. Ob. cit., pp. 28 y 59.

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Habiéndosele reunido el General Bonet, extendieron su derecha el 9 hasta Toro, se

han ocupado en componer el puente de aquella ciudad, cuya obra se halla casi, sino

enteramente, concluida.

En este día tienen pocas tropas en Tordesillas; y esta mañana han retirado de Pollos

cuantas tenían sobre aquel vado. El Mariscal Marmont estaba ayer en Toro; pero no he

oído que hayan pasado el Duero ni anoche, ni esta mañana.

Como tenemos avisos de que el enemigo espera refuerzos sobre su izquierda, pensaba

proponer a VE, luego que supiese su llegada a Benavente y el número de tropas que

traía, que marchase siguiendo la orilla del Esla hasta Carvajales y de allí a

Villalcampo, con el fin de pasar el Duero y unirse a nuestra izquierda. Pero pareciendo

este movimiento difícil, a no poder concertarse con mucha exactitud, y estando nuestra

comunicación casi impracticable en consecuencia del movimiento que el enemigo ha

hecho sobre su derecha; recomendaría en vista de todo, que VE observase

cuidadosamente cuanto pasa hasta el Duero y si hallase que el enemigo se moviese a

atacarle, que se retire VE sobre las fronteras de Galicia. Yo no dejaré de pasar el

Duero si marchasen los enemigos a atacar a VE, a no ser que, supiese la próxima

llegada de las tropas que se esperan sobre su izquierda.

Si el enemigo, en lugar de marchar sobre VE pasase el Duero, con el fin de atacar este

Exército, confío en que VE los seguirá y que los incomodará en cuanto le sea posible.

Dios guarde a VE ms as. Arthur Wellesley, Duque de Ciudad Rodrigo. Al Sr. Dn José

María de Santocildes” 1234

Llegados a este punto, podemos afirmar que el 6º Ejército español (aunque sin llegar a

tiempo de participar en la batalla de los Arapiles) llegaría a cumplir, con su pequeño

avance sobre el flanco derecho imperial, un importante papel al condicionar las

decisiones tomadas por Marmont de precipitar su ofensiva contra Arthur Wellesley.

* * * *

Ante el reinicio de los movimientos en el ejército de Portugal, la actividad comenzó a

ser frenética en el Cuartel general Aliado ese 16 de julio. Otro de los Comandantes

1234 ME, Toledo, Exp. Santocildes, Legajo 29/11, doc. 373.

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527

españoles de enlace con Arthur Wellesley, el Brigadier José O´Lawlor, comunicaría

precipitadamente, de orden del Duque, a Santocildes:

“[…] ya no le queda duda de que el Enemigo trata de pasar el Duero y que en este

concepto […] proceda Vmd.. aunque con las precauciones necesarias, a hacer […] que

se adelante Vmd.. sobre la retaguardia del enemigo haciéndole cuánto daño pueda,

luego que pase o indique pasar el Duero o por mejor decir, luego que haya pasado la

mayor fuerza, incomodándole siempre pero con mucho cuidado, haciéndole cuánto

daño se pueda.

Mi general y amigo, Vm conoce cuanto interesa esto y que somos antiguos

compañeros y nada más diré a Vmd..”.1235

El 17 de julio a la una de la madrugada, y luego de hacer una finta sobre Toro, el

ejército de Portugal comenzaría a atravesar el Duero por el puente de Tordesillas.

Marmont iniciaba su ofensiva contra Arthur Wellesley. El movimiento ofensivo del 6º

ejército, con las dos brigadas al mando del general Cabrera, habían provocado, en parte,

el inicio del avance del mariscal Marmont hacia el sur.

Ese día, y a primera hora de la tarde, con más información, Arthur Wellesley volvería

a escribir a Santocildes desde Fuente La Peña. Además de su misiva le remitía una carta

del estado mayor del ejército de Portugal al gobernador imperial de Valladolid,

interceptada por los cuerpos francos españoles:

“Señor General. Después de haberos escrito ayer, el enemigo ha pasado el Duero en

Toro en bastante número. Ha avanzado una legua y media sobre la carretera de

Salamanca y esta acampado. Yo hice un movimiento a nuestra izquierda con todo el

Ejército y he comunicado en la carretera con la Caballería portuguesa que había

pasado el Duero ayer.

Yo no se si fue el movimiento o que el enemigo ha tenido desde ayer noticias de los

refuerzos que le llegan; pero ellos han vuelto esta mañana a las dos, han repasado el

puente de Toro y he tenido noticias de que han pasado después el puente de Tordesillas

en bastante numero, y han marchado sobre La Seca; en fin han dejado Toro y han

marchado sobre Valladolid por la carretera de Morales.

1235 Ibídem, doc. 374.

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528

Creo verdaderamente que ellos tenían la intención de pasar por Toro. Os envío una

Carta interceptada ayer y que hace el movimiento muy probable; debo añadir que supe

ayer tarde que habían reunido todos sus destacamentos de Torrelobatón y del lado de

Toro, y he sabido que todos los (-en blanco-) de Salamanca acompañan al Ejercito.

VS tiene ahora una buena ocasión de poneros en comunicación, y hasta de reuniros

con nosotros, tomando a lo largo del Esla hasta (-en blanco-). Puede VS pasar el Duero

por allí o al pie del Canal…cerca de Valverde.

Si nos pusiéramos en comunicación podríamos hacer el sitio de Zamora o Toro, y en

todo caso el enemigo no nos seria superior a pesar de que recibiese refuerzos.

Tengo el honor de rogaros me deis noticias vuestras y me hagáis saber si contáis con

aproximaros al Duero o pasar este río. Vuestro obediente servidor Arthur Wellesley”

Carta Interceptada:

“16 de julio de mañana.

General, tengo noticia de que 4.000 hombres del Ejército de Galicia van sobre

Rioseco. El Sr Mariscal os ordena estéis en guardia y hagáis cortar el puente sobre el

Pisuerga, si tenéis noticias de su marcha sobre Valladolid.

El señor Mariscal enviara un destacamento para batir al del Ejército de Galicia

después de haber alejado al Ejército ingles.

Lamartiniere al Señor General Gobernador de Valladolid.”1236

Efectivamente, el Mariscal Marmont tuvo un conocimiento impreciso del alcance del

movimiento ofensivo que, parte del 6º Ejército, había iniciado contra su flanco derecho.

El que fuera motivado por la usual “niebla de la guerra” que rodea a un Comandante en

Jefe los días previos a una acción decisiva y peligrosa, o que sus motivos fueran una

auto justificación, a posteriori, para mitigar la cólera de Bonaparte, lo cierto es que

Marmont cruzó el Duero impulsado por el conocimiento de pensar que no iba a recibir

refuerzos, y por otros dos elementos capitales como fueron la seguridad de la Plaza de

Astorga y los movimientos que, sobre ella, y más allá del río Esla, realizaba el 6º

Ejército español.

1236 ME, Toledo, Exp. Santocildes, Legajo 29/11, doc. 375, 17 de julio de 1812.

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529

Respecto a la ofensiva del 6º ejército y a la tardanza de Caffarelli en enviarle los

refuerzos prometidos, Marmont aduciría ante Bonaparte que:

“Cuando tuve la certeza que la vanguardia del Ejército de Galicia había alcanzado

Rioseco y de que, según las apariencias, me encontraría en pocos días en manos de

15.000 hombres, malas tropas sin duda, pero que me obligarían a destacar de 6 a 7.000

hombres y 500 jinetes, no dudé en prescindir de un auxilio de 600 jinetes que quedaba

en nada, puesto que me veía obligado a oponerlo al Ejército de Galicia y que, por

esperarlo, me obligaba a debilitarme en 6 ó 7.000 Infantes. El retraso en la llegada de

esos 600 jinetes era inexplicable, porque el General Caffarelli no podía emplearlos.

Ningún obstáculo se oponía a su llegada a Valladolid y, a pesar de no estar más que a

tres marchas, los esperaba vanamente desde hacía un mes…”1237

Respecto al papel que jugó la defensa de la plaza de Astorga ante su asedio por las

armas españolas, Marmont fue también muy explícito, tanto al ministro de la guerra,

como para el posterior juicio de la historia:

“Así pues, no podía diferir mi decisión porque, aun cuando el Ejército de Galicia no

hubiera venido hacia mí, la conservación de Astorga me obligaba a apresurar mis

operaciones y porque, a pesar del esfuerzo que el General Bonet había hecho para

abastecer la Plaza, no había podido reunir allí víveres para más allá del 1 de agosto.

La Plaza estaba cercada y para liberarla no podía enviar un contingente menor de 7

u 8.000 hombres, pero este contingente sólo podía reunirse después de una victoria

sobre los ingleses y después de haberlos alejado del Duero, porque, de haberlo

organizado antes, habría puesto en peligro al ejército de Portugal, y si este Ejército

hubiera sido derrotado, este Cuerpo expedicionario, se habría visto muy comprometido.

Había, pues, que alejar al Ejército Inglés para organizar el Cuerpo de socorro a

Astorga y, si se calcula que hacía falta contar con 7 u 8.000 hombres para operar

contra los ingleses y que, desde Salamanca, hay ocho días de marcha hasta Astorga,

puede advertirse que no había tiempo que perder, el 16 de julio, para salvar a una

Plaza que sólo tenía víveres hasta el 1 de agosto.

1237 Dieu Soult, N. J. de (2010) Memorias. España y Portugal [Madrid]. Edición Española de Fernando Valdés Alvarez, Apéndice I, Documentos XVIII al XXI, “Encuesta del Ministerio de la Guerra Imperial al Mariscal Marmont para que justifique su conducta en los hechos que llevaron a la batalla de Salamanca, Bayona, 19 de noviembre de 1812”, p. 349.

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Así pues, como el 16 de julio no tenía noticia alguna de la salida de Burgos de los 600

jinetes y de las ocho piezas de artillería del Ejército del Norte y estaba preparado para

el cruce del Duero, lo llevé a cabo el 17 por la mañana”1238

* * * *

En Astorga, al amanecer del 16 de julio la batería del “Rey” abriría fuego con tres

piezas de a 16 libras, siendo respondida inmediatamente (con tiro rápido) por las cuatro

piezas francesas y el mortero situados en la muralla, entre el Alcázar y la Puerta del

Obispo. El duelo artillero se prolongó durante más de una hora. Al final, las dos baterías

suspendieron el fuego por los graves daños que se habían causado una a la otra.

En la mañana del 17, Rémond volvería a expulsar de Astorga a más civiles

hambrientos que ya habían agotado sus víveres y el dinero para comprar pan a los

soldados franceses:

“Se sigue trabajando en el camino cubierto y los enemigos disparan de cuando en

cuando sus balas y granadas. Hoy han salido también de la ciudad más de treinta

mujeres y niños, no lo permiten a los hombres porque los emplean en trabajar en los

molinos de mano que tienen para el grano, del que no carecen”1239

Al día siguiente, la batería del “Rey” estaba recompuesta y ampliada para emplazar

seis piezas de a 16 y cuatro de a 4. Los correos llegados manifestaron las escaramuzas y

tanteos habidos entre las vanguardias de Marmont y Arthur Wellesley sobre Tordesillas.

En la jornada del 18 de julio haría su llegada el Comandante de Ingenieros del 6º

Ejército, el Teniente General Felipe de Paz. Tras la constatación de la artillería

disponible, los españoles apenas catorce piezas (seis cañones de a 16 libras, dos de a 12

y seis de a cuatro – estos últimos inservibles para abrir brecha-), mientras que los

franceses tenían hasta diecinueve cañones, Felipe de Paz acordó (junto con sus

Tenientes Coroneles Zárate y Otermín) el plantear a Santocildes y a Javier Losada que,

efectivamente, la única posibilidad de tomar Astorga mediante una acción de fuerza

vendría por el uso de una mina.

1238 Dieu Soult, N. J. de (2010) Memorias… Ob. cit., Marmont al Ministro de la Guerra en París, Bayona 19 de noviembre de 1812; p. 349. 1239 ShD, Gr1 VN74, Journal (en espagnol) du Siège…Ob. cit., pp. 24 y 28. El día 20 los franceses volverían a dejar salir otro contingente de niños y mujeres.

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“[…] hizo concepto de que el mejor modo de tomarla sería volando parte del Castillo

en donde tenían los enemigos sus principales baterías”1240

Para activar los trabajos, Felipe de Paz establecería el cargo de “ingeniero de

trinchera”. Por la falta de oficiales del cuerpo sólo se pudieron habilitar cuatro

Ingenieros de trinchera (con dos capitanes, un teniente y un primer ayudante de

zapadores).1241

La mayor parte de la artillería disponible sería concentrada en la batería del Rey, que

se reconstruiría y ampliaría, a fin de proteger los trabajos de zapa e inicio de la mina.

Para tratar de desviar la atención, los españoles desviaron momentáneamente algunas

piezas pesadas hacia la batería de Bailén:

“Esta noche en la batería enfrente a Puerta de Rey se han colocado dos piezas gruesas

de la inmediata y al amanecer de hoy se ha principiado con ellas un fuego vivo a dicha

puerta, que está siguiendo ahora que son las siete de la mañana…se ha desmoronado

hoy un poco de la muralla y cubo inmediato a la puerta”1242

Por su parte, Rémond, bien conocedor de las intenciones últimas de los españoles,

respondería, en los días siguientes, aumentando hasta ocho las piezas de la batería sobre

la muralla, entre el Alcázar y Puerta Obispo.

Igualmente, por un desertor, pasado el día anterior, supieron los mandos españoles que

los franceses disponía aún de bastantes víveres y municiones, y que un enlace francés

había logrado penetrar en la ciudad en la noche del día 15, aunque las noticias de un

próximo socorro llegadas a Rémond no eran buenas por los semblantes que habían

percibido los soldados en sus mandos.

El 19 de julio sí que pudo ser interceptado el mensaje de respuesta del gobernador

Rémond dirigido a Marmont. El enlace era un civil francés que había intentado volver a

burlar de noche el cerco español:

1240 Diario de los trabajos ejecutados contra la Plaza de Astorga… Ob. cit. 1241 Capitanes de Ingenieros Domingo de la Iglesia y Smith (AGMS, 1ª Sección, Legajo I-228) y José Giraldo Vázquez (AGMS, 1ª Sección, Legajo J- 724), el Teniente Antonio de la Iglesia (AGMS, 1ª Sección, Legajo I-207) y el Ayudante José Segundo Izquierdo. SGE, Diario de los trabajos ejecutados contra la Plaza de Astorga… Ob. cit. 1242 ShD, Gr1 VN74, Journal (en espagnol) du Siège…Ob. cit., p. 25.

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“Sin noticias del Ejército. El sitio de Astorga comenzó el 10 de junio. Es muy urgente

que la Plaza reciba pronto socorros. La trinchera está a 130 toesas 1243 de la Plaza. Las

municiones disminuyen día a día. He enviado informes el 11, 17, 27 de junio y el 5 y 11

de julio. No se si habrán llegado. Astorga, 19 de julio de 1812” 1244

Otras fuentes documentales españolas procedentes del citado archivo del ejército

francés en Vincennes, aclaran que el espía francés en realidad se entregó a los

españoles:

“Se nos ha pasado un factor de provisiones francés, casado con una española, su mujer

parece que queda dentro de la ciudad. Salió con orden del Gobernador, con un pliego

cifrado para Bonet o el primer comandante francés que hallase, y con expresa orden de

avisar a toda costa, a su paso por La Bañeza y Benavente de las fuerzas que allí

tenemos apostadas. Este encargo particular podría tener por objeto el fugarse si acaso

se les proporcionaba romper por allí”1245

* * * *

Ese mismo día, Javier Castaños, escribiría desde Lugo al Comandante en Jefe del 6º

Ejército, apremiándole para tratar de acelerar la caída de la Plaza de Astorga:

“Mi querido Amigo [...]

Recibí las dos Cartas de V. M. del 11 respecto que Silveira no tiene aún ordenes,

Artillería ni lo necesario para emprender el sitio de Zamora, apruebo la determinación

que Vm. ha tomado enviando a Benavente alguna tropa con Cabrera y Castañón y

quedando con lo restante para la terminación del sitio de Astorga que considero de

mayor interés, pues mientras no esté en nuestro poder debe causarnos mucho cuidado,

por si los enemigos quisieran aprovechar algún momento aunque solo fuese para

levantar la Guarnición, y también como insensiblemente nos hemos empeñado en el

sitio, sería algo de mengua no llevarlo a cabo, y tendrían los enemigos este dato mas

para calcular nuestra debilidad [...]

1243 Unos 252 metros. Una toesa mide 1, 946 mt. 1244 Ibídem. 1245 ShD, Gr1 VN74, Journal (en espagnol) du Siège…Ob. cit., p. 27.

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Arthur Wellesley me escribió desde Rueda el 8, y es regular se hayan ya concluido los

tres puentes que estaban construyendo para pasar el Duero.

Veremos lo que contesta Alava sobre el mando cuando se reúna V. M. con los

portugueses, pero me parece debía seguirse el sistema que establecí cuando la reunión

en la Albuera, y fue de que tomase el mando el General que tuviese a su orden mas

número de tropas sin atender a la graduación [...]

Mucho deseará que celebrase V. M. hoy el aniversario de Bailén apoderándose de

Astorga y demoliendo al instante las fortificaciones para no tener ese padrastro y que

con los escombros puedan los vecinos reedificar sus casas. “1246

En Astorga, aquel día habría dos novedades. Por un lado los franceses dejaron salir de

la plaza a otro grupo de vecinos hambrientos:

“Cuartel general de Santa Catalina de Somoza. Día 19. Vinieron gran porción de mujeres y niños de la Plaza. En ella aún hay víveres.”1247

* * * *

Por otra parte, Santocildes, ante los correos apremiantes de Arthur Wellesley, decidió

no esperar más y partir al día siguiente hacia Benavente. El “Libro de Ordenes de la

División de Reserva” consignó que Javier Losada quedaba nombrado comandante

general de las tropas del asedio a Astorga.

“Se reconocerá por Comandante General de las tropas destinadas al Sitio de

Astorga al Mariscal de Campo don Francisco Javier Losada”1248

Santocildes partiría, pues, de Astorga el 20 de julio hacia Benavente con otra de sus

brigadas de infantería (la 2ª de la 1ª división1249), dejando a Javier Losada encargado de

continuar el sitio con su división de reserva, reforzada con tres brigadas más (la 1ª de la

1ª división, la 2ª de la 2ª División y la 2ª de la 3ª división), toda la artillería del ejército y

un solo escuadrón de caballería.

1246 Museo del Ejército, Toledo, Exp. Santocildes, Legajo 29/11, doc. 376. 1247 Diario de La Coruña, 29 de Julio de 1812, nº 212, p. 847. 1248 Libro de Ordenes de la División de Reserva [...] Ob. cit, folio 57. 1249 AGMS, 1ª Sección, Legajo G-2.857. Hoja de Servicios del Brigadier Vicente González Moreno,

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534

En esta decisión debió de pesar, además del propio convencimiento de Santocildes de

la necesidad de salir de la situación de bloqueo ante Astorga (y las propias órdenes de

Castaños), las continuas presiones ejercidas por el enlace británico en su cuartel general,

el coronel Howard Douglas. Santocildes debió de juzgar inoportunas las actitudes del

británico, quejándose de ello ante el Jefe del Estado mayor del 5º, 6º y 7º ejércitos,

Agustín Girón que permanecía con Castaños. Esté no pudo por menos que escribir a

Santocildes de que enviaba instrucciones a Douglas para alejarle por unos días de su

lado:

“Veo por la Carta de VM a Girón que Duward (Douglas) varía mucho de carácter

cuando no está a mi lado, y para calmar esa bilis, le escribo la adjunta amistosa para

que vaya a reconocer las fuerzas portuguesas que ha dejado Silveira y que si puede

extienda su viaje hasta el Cuartel general de Arthur Wellesley”1250

Tras reunirse en Benavente con Cabrera y Castañón, Santocildes emprendería la

marcha con la con la intención de unirse a Arthur Wellesley. Difícil objetivo cuando en

medio tenía a un Cuerpo de Ejército Imperial de casi 50.000 hombres que podía

revolverse contra él y aplastarle. A pesar de que, todos los autores que hasta ahora han

escrito sobre esta Campaña, hablan de que Santocildes avanzó con dos de sus divisiones

sobre el Duero, los testimonios que nos aporta el “Libro de Ordenes de la División de

Reserva”, nos revelan que, en realidad, solo llevaría con él tres Brigadas de Infantería

(la 1ª brigada de la 3ª división con el mariscal de campo Cabrera al frente; la 1ª brigada

de la 2ª división al mando de su brigadier Federico Castañón, y la 2ª brigada de la 1ª

división al mando del brigadier Vicente González Moreno).1251

La expedición la completaban cinco de los seis escuadrones con que contaba el 6º

Ejército, pues el escuadrón restante permanecería en Astorga con toda la Artillería. En

total Santocildes marcharía hacia el Duero con 13 Batallones, 5 pequeños escuadrones y

ni una sola pieza de Artillería. Así lo relató el comandante español en sus memorias:

“A este tiempo, que era á mediados de Julio, recibí aviso del Duque de Ciudad

Rodrigo para que si podía disponer de alguna fuerza, que no juzgase necesaria para

continuar el sitio de Astorga, la hiciese marchar, pasar el Duero por las inmediaciones

1250 ME, Toledo, Exp. Santocildes, Legajo 29/11, doc. 380. Lugo, 21 de julio de 1812. 1251 Los Generales Bárcena y Belvedere habían quedado en Astorga.

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de Zamora (que igualmente que Toro estaban ocupadas por los enemigos), y al mismo

tiempo que se llamaba la atención al flanco derecho del Ejército de Marmont, ponerse

nuestras tropas en contacto con el Británico. En este caso me pareció debía prescindir

de la satisfacción que podía resultarme de seguir mandando el sitio de Astorga, y hacer

prisionera su Guarnición, para tener la de ir á la cabeza de las Tropas que destacaba

para operar á las órdenes de tan acreditado Caudillo; y así, con aprobación del

Excelentísimo Sr. D. Francisco Javier Castaños, marché con ocho mil infantes y

quinientos caballos, dejando lo restante del Ejército y toda la Artillería continuando el

sitio de Astorga bajo las órdenes del Mariscal de Campo D. Francisco Javier

Losada”1252

Desde Benavente, Santocildes escribiría a Arthur Wellesley anunciándole que iba a

realizar dos movimientos de amenaza sobre la retaguardia del ejército de Marmont, uno

amagando un avance sobre Medina de Rioseco y Valladolid, para ocultar el verdadero

que sería sobre Zamora:

“Excmo Sr. Después que despaché ayer a las doce del día un oficio en que anunciaba a

vuestra excelencia debía ser mi llegada a esta por la noche (la cual realice) tuve varias

noticias en que se me aseguraba había vuestra excelencia batido el 18 completamente

al Ejercito de Marmont1253, sobre el río Guareña, y que ya sus restos se hallaban en

Medina y el de V.E. en su seguimiento. Esta tan agradable nueva de ser enteramente

cierta, me persuadía hubiera tenido V.E. la bondad de comunicármela, y acaso querer

que me moviese en otra dirección, por lo tanto así no he dejado por eso de hacer

emprender hoy la marcha de una Sección1254 con dirección a Carbajales, para desde

allí continuar el plan trazado por V.E., pero al propio tiempo con el movimiento de

otros Cuerpos y varias disposiciones, que no pueden retardar la ejecución del

verdadero, amenazo dirigirme por Rioseco a Valladolid.

Si anteriormente no recibo nuevas instrucciones de V.E. el 23 y 24 me hallaré en

Carbajales con todas mis tropas, y seguidamente procurare pasar el Duero.

A mi llegada a esta me ha informado el General Cabrera, que sin embargo haber

manifestado, desde su arribo, al Conde de Amarante que se le reuniría para operar

1252 Santocildes, J. M. (1815) Resumen Histórico de los Ataques, Sitio…Ob. cit. 1253 Simples escaramuzas entre las avanzadas de los dos Ejércitos. 1254 Brigada.

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según las indicciones que le hubiese hecho V.E., ninguna hasta ahora le había

insinuado, por cuya razón no se había movido de este pueblo.

El oficial conductor de este podrá enteramente informar a V.E. cuanto desee saber

acerca del verdadero estado de este Cuerpo de mi mando…”1255

Tras dejar Benavente, el general español proseguiría su marcha hacia el río Duero. La

ruta seguida bajaba hacia el sur siguiendo la ribera derecha del río Esla hasta su

confluencia con el Duero, en la localidad zamorana de Villalcampo.

El avance de la infantería del 6º ejército, detectado por los franceses, logró su objetivo

de amenazar la retaguardia de Marmont, el cual precipitó su ofensiva sobre Arthur

Wellesley cruzando el Duero por Tordesillas el 17 de julio. El avance de las fuerzas

españolas hacia el sur, por la ribera derecha del Esla, fue recibido con entusiasmo,

según anotó Douglas:

“Los últimos éxitos habían traído esperanza a las gentes, y habían reavivado su

orgullo. Las tropas fueron recibidas con alegría a lo largo de su avance […]. Su plan

para distraer a los franceses en el norte con la expedición de sir Home Popham, y para

cubrir al ejército aliado con las operaciones de los diferentes cuerpos españoles, las

alarmas y guerrillas, fueron contribuciones reconocidas a la victoria de Salamanca, al

alejar de lord Arthur Wellesley dos divisiones de infantería y una de caballería, excepto

1.500 sables que fueron destacados, y se unieron a Marmont la noche anterior a la

batalla “1256.

La falta de caballerías y transportes hacía penosa, y muy peligrosa la marcha:

“Las tropas verificaron el movimiento […] con bastante fatiga y cansancio del

Soldado, pues a falta de subsistencias, de acémilas con que transportar los ranchos y

las raciones obligó a emprender el movimiento en horas poco cómodas; por manera

que algunas tuvieron que salir de sus cantones a las doce del día en medio de los

calores que experimentamos […] Sobre todo el gran mal que se experimenta con

nuestra falta de recursos es el que no se puede conservar la salud del Soldado forzados

siempre a marchar sin elección de horas y sistema de ranchos.

1255 ME, Toledo, Legajo 29/11, doc. 378. Benavente, 21 de julio de 1812. 1256 Watson Fullom, St. & Douglas, H. (1863) The Life of general Sir Howard..., Ob. cit., pp. 177 y 178.

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No se ha aclarado la posición de los Ejércitos, por cuya causa el Sr Comandante

General, deseoso de seguir en un todo las ideas del señor lord Arthur Wellesley,

continuó dando sus disposiciones para poder realizar el paso del Duero sin retardo en

el caso que las ocurrencias lo hicieran conveniente […] se ofició a las Autoridades del

país para que auxiliasen con cuanto dable fuere a la formación de pontones y balsas, se

nombró un destacamento que hiciese descender del Esla todas las barcas pequeñas al

punto de las barcas de Villalcampo sobre el Duero, y otro de todos los carpinteros y

calafates que pudieron reunirse […] A fin de que lord Arthur Wellesley pudiese

calcular con más exactitud sobre el aumento real de fuerza que le proporcionaría la

reunión de nuestra fuerzas, se le remitió el adjunto estado”1257

Arthur Wellesley conocía desde el 19 de julio que parte del 6º ejército (apenas tres

brigadas de infantería y menos de medio millar de jinetes, sin artillería) se iba a poner

ya en marcha desde Astorga y Benavente hacia el Duero. Una vez que lo alcanzasen

remontarían su ribera hasta llegar a Tordesillas. Los españoles no iban a encontrar

oposición pues los franceses habían desguarnecido su retaguardia para empujar a Arthur

Wellesley hacia el sur, y sólo había dejado mermadas guarniciones en Zamora, Toro,

Tordesillas y Valladolid. Así lo había comprobado el general británico D´Urban al

frente de 700 jinetes portugueses en una audaz maniobra de exploración cruzando el

Duero y explorando la retaguardia de Marmont hasta llegar a las puertas de Valladolid.

Este plan era factible sobre el papel. Pero la realidad era que el cuerpo de Santocildes

era muy débil, apenas contaba con caballería y no tenía un solo cañón.

Como ya hemos expuesto a lo largo de este trabajo, estas tropas eran herederas

orgánicas del viejo ejército de Galicia que, en los últimos años de la guerra, había

sufrido serias derrotas, casi siempre debido al empuje de la caballería francesa. Ninguno

de los veteranos mandos de estas tropas, empezando por el sensato y prudente

Santocildes, estaban dispuestos a volver a permitir que desastres como los sufridos en

Medina de Rioseco en 1808 y en Alba de Tormes en 1809, pudieran volver a repetirse.

Ello, junto con la falta de ganado de transporte y de víveres, hacía que el avance no

fuera todo lo rápido y audaz que Arthur Wellesley hubiera deseado. Santocildes conocía

bien que si Marmont se revolvía contra él, las tropas imperiales (con una capacidad de

marcha superior a la de las españolas y con una gran Caballería y Artillería montada)

1257 Sánchez de Toca y Catalá, J. M. (2007) Los desastres de la Guerra… Ob. cit., p. 441.

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538

podrían darle rápido alcance y destruirle. Lo cual provocaría el tener que levantar el

sitio de Astorga, con la merma del honor para las Armas del 6º Ejército que ello

supondría.

El tema de la falta de caballería no era baladí, si en el seno del ejército de Portugal

había una gran preocupación (rayana en la ansiedad) porque Arthur Wellesley tuviese

más caballería que ellos1258, ¿cuál no debería ser el temor de los españoles al adentrarse

varias jornadas de marcha en las indefensas llanuras de Tierra de Campos? Aún así (y

aunque fuera más tarde y con más lentitud de lo que Arthur Wellesley hubiera esperado)

los 8.000 soldados del 6º ejército avanzaron en apoyo de sus aliados, acercándose a la

retaguardia de un gigante de casi 50.000 hombres (3.400 de ellos jinetes).

En un posible movimiento de Marmont contra Santocildes, el español estaría sólo.

Arthur Wellesley, al otro lado del Duero, no podría socorrerle. Incluso, es de suponer,

que Santocildes desconfiara de que llegara a hacerlo, aún pudiendo, pues el británico no

podía sacrificar su línea de retirada hacia Portugal para ayudarle.

Las montañas de León quedarían muy lejos como para poder refugiarse en ellas, el río

Esla sería un pequeño obstáculo para las tropas imperiales; a sus espaldas, Santocildes

dejaba (en contra de las leyes de la guerra) la plaza de Astorga en manos francesas…

Aún así, y aspecto nunca valorado por los historiadores británicos, Santocildes avanzó

valientemente en ayuda de Arthur Wellesley.

* * * *

En Astorga, al reducirse las tropas de Asedio (poco más de un 30% de los efectivos de

Campaña del 6º Ejército quedaban para proseguirlo) la operación de sitio se convertía,

aparentemente, en un mero cerco.

A pesar de ello, la batería del Rey siguió concentrando sus fuegos sobre la cortina

comprendida entre la puerta del Obispo y el castillo, y los zapadores e infantes siguieron

trazando paralelas que fueran aproximándoles al pie de los reductos exteriores. Pero la

batería de brecha fue incapaz de desarrollar un fuego continuo (por el corto número de

piezas y escasez de municiones ya aludida), por lo que los franceses reparaban

enseguida los daños. Por otra parte, los trabajos de zapa seguían siendo lentos por la

falta de herramientas y zapadores entrenados.

1258 Muir, R. (2003) Salamanca 1812… Ob. cit., p. 24.

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539

A pesar de los retrasos acumulados, la determinación de tomar Astorga seguía siendo

firme; las obras de zapa continuaban, pero el alto mando español veía que para lograr la

rendición de la Plaza se tendría que acudir a la más vieja de las armas, un arma

inexorable contra la que no había defensa, pero en la que tampoco cabían las prisas, el

hambre.

* * * *

Tras varios días de preparativos, Madrid vería partir la tarde del 21 de julio al Rey José

con buena parte de su pequeño Ejército del Centro: 12.000 infantes y 2.300 jinetes. el

rey Intruso marchaba hacia el Duero en ayuda del Mariscal Marmont:

“Su Majestad salió ayer de esta Capital para ponerse al frente del Ejército.

Acompañan a S. M. el Excmo. Sr. Mariscal Jourdan, Jefe del Estado mayor, el excmo.

Sr. Ministro de la Guerra, el excmo. Sr. Secretario de Estado y parte de su Casa. La

ausencia de S. M. será por poco tiempo.

El Excmo Señor General Lafond Blaniac queda encargado del Gobierno de esta

Capital”1259

Ese mismo día, en el Levante español, los franceses conseguirían otra brillante

victoria en Castalla ante las débiles y escasas tropas españolas combinadas del 2º y del

3º ejércitos del mando del general O´Donnell, que demostró una clara incapacidad para

el mando. Con todo, el 2º y 3º ejércitos, a pesar de no estar preparados, en abnegado

cumplimiento de las órdenes de su gobierno, habían iniciado una ofensiva para apoyar

la estrategia de Arthur Wellesley. Su sacrificio sirvió, también, para evitar que el

mariscal Suchet enviase también refuerzos al ejército de Portugal.

* * * *

En la mañana del 22 de julio (horas antes de convertirse en uno de los grandes días

que pasaría a la historia de las guerras napoleónicas) Arthur Wellesley remitiría una

1259 Gaceta de Madrid, Número 204, Miércoles 21 de julio de 1812, p. 819.

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carta a Santocildes desde la aldea de La Pinilla. En la misma le anunciaba la posibilidad

de que Marmont pudiera desviar fuerzas contra él:

“Tengo el honor de escribir a VE que el enemigo después de haber evitado

constantemente toda especie de acción, a excepción de una parcial con un

destacamento de este Ejército con todas sus fuerzas el día 18 del corriente, y

habiéndose puesto en movimiento sobre mi flanco derecho y pasado ayer tarde el

Tormes, me he visto en la necesidad de adoptar igual medida con el fin de mantener

libre la comunicación de este Ejército con sus almacenes.

Esta misma noche acabo de saber que la Caballería y Artillería del Ejército enemigo

del norte estaban en Pollos el día 20, y aun continúan las noticias de que el enemigo va

a recibir un muy considerable refuerzo de su Ejército del Centro. Es pues probable que

por estas razones haya fuerzas suficientes que destacar hacia el norte, manteniéndome

en respeto al mismo tiempo, a todo lo cual doy a VS puntual aviso para que tome

aquellas medidas que crea convenientes y necesarias para la seguridad de su Ejército,

si el enemigo enviase una fuerza suficiente contra él”1260

Mientras tanto, a esas mismas horas, Santocildes informaría a la Junta de Galicia que

tras llegar a Benavente, necesitaba el envío urgente de dinero para mantener en campaña

al Ejército. La simple remisión de víveres se entorpecía por la falta de caballerías con

que llevarlos hasta el frente:

“Habiendo dejado las tropas necesarias al mando del Mariscal de Campo don

Francisco Javier Losada para continuar el sitio de Astorga, me he reunido en esta con

el resto del Ejército a fin de operar con él donde más convenga; en esta atención

espero se sirva VE disponer se me remitan socorros en dinero, pues la falta de

transportes hace nulos los demás que puedan remitirme”1261

Como reflejo del nuevo estado de ánimo que la marcha de las operaciones había

causado en Galicia, su Junta respondería favorablemente al comandante del 6º Ejército,

dando orden a las comisiones de las siete provincias gallegas para acelerar el cobro de

algo que no se le había concedido, meses antes, a Abadía:

1260 ME, Toledo, Exp. Santocildes, Legajo 29/12, doc. 349. 1261 AGRG, Caja 36-D, doc. 100.

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“La Junta ha circulado las órdenes más estrechas para la cobranza de la Contribución

de Guerra, suponiendo que el Intendente cuidará de remitir al Ejército todos los

productos del Reino que sean posibles”1262

* * * *

Entretanto, en Astorga, las jornadas del 21 y 22 de julio asistirían a un redoblado

duelo artillero en el que los españoles se llevarían la mejor parte, logrando dañar de

consideración la muralla, al sur de Puerta Obispo:

“La novedad más notable en cuanto a nuestro bloqueo de Astorga es que el 22 callaron

los fuegos de los enemigos en la Plaza, y que ya, aunque muy poco, hay algo que puede

llamarse brecha abierta. Las operaciones diarias son, en resumen, como sigue:

Día 22. Hicimos mucho y muy acertado fuego. No así el enemigo, y de pronto calló”1263

De igual manera, el fuego de la batería de Bailén sobre la Puerta del Rey había

conseguido abrir una pequeña brecha que: “Aunque pequeña da cuidado a los

sitiados”1264

Así mismo, y fruto de los esfuerzos de la Junta de León, comenzarían a llegar a los

acantonamientos del sitio un goteo incesante de reclutas procedentes de los Pueblos de

León, ya libres de la ocupación francesa, hasta el número de unos 1.500. Con la mayoría

de ellos se levantaría el 2º batallón de los Voluntarios de León:

“Van llegando muchos conscriptos del Reyno de León; a esta hora pasan de 1.500 los

que se han presentado […] y hay de sobra para formar un regimiento, o regimiento y

medio”1265

1262 Ibídem. 1263 Diario de La Coruña, 29 de Julio, nº 212, p. 847. Informes del Cuartel general de Santa Catalina de Somoza. 1264 ShD, Gr1 VN74, Journal (en espagnol) du Siège…Ob. cit., p. 28. 1265 Ibídem, p. 29.

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La Batalla de los Arapiles, 22 de Julio de 1812.

A mediodía del 22 de julio tendría lugar la batalla de los Arapiles. Como apuntan

muchos historiadores, fue una batalla inesperada en el sentido de que ni Arthur

Wellesley ni Marmont se sentían suficientemente preparados para entablarla. El francés

lo apunta claramente en el Informe que presentó, meses después, al ministro de la guerra

en París, el duque de Feltre, el general Henri Jacques Guillaume Clarke. El mismo daba

comienzo respondiendo al interrogante de por qué había librado una batalla decisiva sin

contar con la autorización de sus superiores:

“La razón es sencilla. Yo no contaba con presentar batalla el 22 de julio. Fue el

enemigo el que atacó”1266

El mariscal francés aduciría en su defensa que, tras haber esperado en vano los

refuerzos de Caffarelli y del rey José, había pasado a la ofensiva por temor a que una

prolongación del sitio de Astorga llevara a la pérdida de la plaza y de su guarnición falta

de víveres (como así sucedería al final), y también al temor de que las fuerzas del

general Hill de Extremadura pudieran llegar para reforzar a las de Arthur Wellesley:

“Libré la batalla porque se me atacó. El conjunto de mis movimientos demuestra que

yo quería, en la medida de lo posible, forzar, maniobrando, la retirada de los ingleses y

solo combatir en circunstancias propicias”1267

Por su parte, el británico, al no haber podido llegar hasta él Santocildes, decidiría

volverse hacia Portugal dando la cara frente a su ejército perseguidor, esperando, con

paciencia, la oportunidad de poder aprovechar algún un error de su enemigo durante la

compleja marcha de retirada.

Como ya hemos ido apuntando, la incapacidad de Arthur Wellesley para cruzar el

Duero y avanzar contra el ejército de Portugal (y contra su gran base logística que era

Valladolid), ante el retraso del 6º ejército por avanzar sobre el Esla y el Duero, habían

1266 Dieu Soult, N. J. de (2010) Memorias..., Ob. cit Marmont al Ministro de la Guerra en París, Bayona 19 de noviembre de 1812; p. 350. 1267 Ibídem, p. 355.

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dado lugar a varias semanas en que ambos Ejércitos mantuvieron sus posiciones con el

gran río de por medio. Como ya hemos referido, el “empate del Duero”, fue beneficioso,

sin embargo, para la causa aliada, pues la inactividad de Arthur Wellesley convenció a

Marmont (cuyo ejército era algo inferior en número, y desde luego en caballería) de que

el británico había abandonado sus planes ofensivos.

Cuando el general Bonet pudo reunirse, por fin, con Marmont el 7 de julio, el mariscal

decidió recuperar la iniciativa contra un Arthur Wellesley al que creía convencido de la

necesidad de retirarse hacia Portugal, una vez que él había conseguido ya reunir todas

las divisiones de su Ejército. El francés no podía esperar más, si lo hacía era posible que

el 6º Ejército avanzase desde Astorga sobre su flanco derecho y le cortase sus

comunicaciones con Valladolid. Marmont podría hacer retroceder fácilmente a

Santocildes, pero a costa de perder su paridad de fuerzas con Arthur Wellesley, pues

había de separar de su ejército, al menos dos de sus divisiones para rechazar a

españoles.

Así, tras varias maniobras de diversión, a fin de ocultar a Arthur Wellesley el

verdadero punto de paso, en la madrugada del 16 de julio, Marmont haría cruzar a sus

ocho divisiones de infantería y dos de caballería, por el puente de Tordesillas sin

encontrar oposición. En los días siguientes, mediante una serie de hábiles maniobras de

flanqueo (en las que el francés trataba de tomar la delantera al Ejército aliado buscando

cortarle sus líneas de comunicación y suministros con sus bases en Portugal) Marmont

fue haciendo retroceder a Arthur Wellesley.

Los dos Ejércitos marcharon paralelamente y a la vista, uno de otro, durante tres días.

La situación se prolongó hasta la mañana del 22 de julio en los Arapiles (una vasta

llanura de suaves colinas, al sur de la ciudad de Salamanca). A primeras horas de la

tarde, la situación desembocó en una gran batalla que ninguno de los dos había buscado.

Arthur Wellesley, observando que la 7ª división del general Thomières (que encabezaba

la línea de avance francés) alargaba su paso, separándose del grueso de su ejército,

ordenó a sus divisiones de cabeza un repentino y decidido movimiento oblicuo para

atacar en masa a la línea de avance imperial.

La batalla se desencadenó en furioso choque de fuego, bayonetas y sables. Cogidos

los franceses a contrapié y en inferioridad numérica, en apenas una hora de combate,

Arthur Wellesley deshizo toda la línea izquierda del ejército de Portugal que encabezaba

el avance, derrotando y poniendo en fuga a tres divisiones (la 5ª, la 6ª y la 7ª). En la

acción moriría el propio Thomières intentando detener la debacle de su división. Para

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544

desgracia de los imperiales, en los primeros momentos de la batalla, el mismo Marmont

tendría que dejar el mando alcanzado de gravedad por el fuego de la artillería británica.

Durante unos treinta minutos cruciales, el ejército de Portugal quedó sin dirección, pues

su sustituto, Bonet, sería herido igualmente. Cuando el siguiente general en la línea de

mando, Clauzel, pudo hacerse cargo del mando, la batalla ya estaba perdida. Un

sangriento contraataque imperial encabezado por las divisiones 2ª, al mando de Clauzel

y 8ª de Bonet, fue rechazado.

Sin embargo, el ejército imperial, admirablemente dirigido por Clauzel, lograría

escapar de un desastre total al lograr retirarse, protegido por sus tres últimas divisiones

que plantearon un brillante combate de retirada hasta el anochecer. Los restos del

ejército de Portugal lograrían huir hacia el este, cruzando el río Tormes en Alba.

El agotamiento aliado, tras varias horas de batalla en aquel caluroso 22 de julio, puso

fin a la persecución. Arapiles sería la batalla más perfecta de Arthur Wellesley, su “obra

maestra”, muy por encima de la de Waterloo, tres años después. Aunque todavía hoy

muchos historiadores le reprochan el que fallara a la hora de perseguir y capturar a los

desorganizados restos de l´Armée de Portugal.

El ejército de Portugal sufrió 12.000 bajas, entre muertos, heridos y prisioneros;

perdiendo veinte cañones, seis banderas y dos águilas. Además de la muerte de

Thomières, y las heridas de Marmont y Bonet, serían también heridos el propio Clauzel

y otro brigadier francés, Jean Baptiste Menne, de la 4ª División.

Por su parte, los aliados sufrieron unas 5.200 bajas y tuvieron a tres generales de

división heridos (Cole, Leith y Alten) y otro de brigada muerto (Le Marchant).

Todo un cuerpo de ejército imperial, de casi 50.000 hombres había sido

completamente derrotado, desorganizado y puesto en fuga, algo nunca visto hasta aquel

momento, y a aquella escala, en los cuatro años que duraba la guerra en la Península.

Arapiles fue, además, una victoria de carácter estratégico (como bien habían previsto

Arthur Wellesley y el estado mayor conjunto español en Cádiz), todo el frágil equilibrio

de fuerzas francés en la Península se venía abajo, la Meseta norte, Madrid y las rutas de

comunicación imperiales con Francia quedaban a merced de los aliados. En dos

semanas, la iniciativa estratégica de la guerra en la Península pasaría al bando aliado,

pues Napoleón, enfrascado en la invasión de Rusia (que acabaría en una calamitosa

derrota), ya no podría enviar más refuerzos a España.

El mismo general Maximilien Foy, presente en los Arapiles, reconocería en sus

memorias el mérito de su enemigo:

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“La batalla de los Arapiles es la más magistral, la más considerable teniendo en cuenta

el número de tropas, y la más importante en resultados que los ingleses han ganado

jamás en los tiempos modernos. Eleva a Arthur Wellesley casi a la altura del Duque de

Malborough. Anteriormente ya se habían reconocido su prudencia, su elección de

posiciones y su capacidad para utilizarlas. En Salamanca demostró ser un gran y hábil

estratega; mantuvo sus posiciones ocultas durante casi todo el día; observaba nuestros

movimientos para decidir los suyos propios; luchó en orden oblicuo, como en una de

las batallas de Federico el Grande”

* * * *

Santocildes, desconocedor de lo acaecido en los Arapiles, llegaría en la mañana del 24

de julio (tras otra marcha nocturna para ahorrar a sus tropas el calor) a Carbajales de

Alba. Allí recibiría la carta de Arthur Wellesley, escrita en la aldea de la Pinilla (la

mañana antes de la batalla) en la que le ponía en guardia ante los movimientos de

Marmont.

En vista de la información recibida Santocildes le contestaría, a las diez de la mañana,

anunciándole que suspendía su avance, aunque ofrecía a Arthur Wellesley volver a

reanudarlo si recibía de él nueva información e instrucciones:

“Hace una hora que llegué a esta villa con todas las fuerzas que he indicado a VE en

mis anteriores, y en el mismo instante he tenido el honor de recibir el oficio de VE de

22 del corriente, en el que se sirve manifestarme sus movimientos, el de los enemigos y

precaución con que debo estar por si se destacasen éstos contra el de mi mando; bajo

estos supuestos, y que ya no parece posible poder pasar a ocupar el flanco izquierdo de

VE, he resuelto volver a situarme sobre Benavente adelantando la Caballería a

Villalpando, y si fuere posible conseguir se uniese así a mi la de Marquínez1268 y otros

de esta especie, procuraría amenazar a los enemigos por su espalda.

Mañana pienso emprender mi contramarcha, e ínterin no dejo de hacer todas las

gestiones para aparentar intento pasar el Duero.

1268 Jefe de Partida guerrillera que llegaría al grado de Teniente Coronel. Su guerrilla sería militarizada y recibiría el nombre de Húsares Francos de Valladolid.

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Los últimos partes recibidos del sitio de Astorga, son la de haber conseguido acallar

los fuegos de uno de los frentes, en que debe de abrirse brecha, y empezado a

producirla la artillería […]”1269

Sin embargo, a las doce de la noche de ese mismo 24 de julio, el comandante en jefe

del 6º ejército recibiría la carta escrita por Arthur Wellesley, a las cinco de la mañana

del 23, comunicándole su victoria ante Salamanca:

“Sr. General; Os he escrito ayer y ahora tengo el gusto de haceros saber que ayer

después de mediodía hemos batido al Ejercito del Mariscal Marmont. Ellos van en

retirada según se dice sobre Alba de Tormes donde nosotros los perseguimos; así V.

tiene todo el tiempo de acabar vuestras operaciones y espero que pronto nos

reuniremos.

Hacedme decir exactamente para cuantos individuos es preciso vestuario. Haced

decir las noticias al General Castaños. Vuestro muy obediente servidor.

Arthur Wellesley. Duque de Ciudad Rodrigo al General Santocildes”.1270

Así nos recuerda Howard Douglas, que acompañaba a Santocildes, aquellos hechos:

“El ejército español estaba entrando en Carbajales cuando le llegaron noticias de la

victoria, excitando el más salvaje entusiasmo entre las tropas y vecinos de los

alrededores1271”.

Inmediatamente Santocildes respondería al duque, a las doce y media de esa misma

noche:

“Mi venerado General, poco hace recibo con el placer que podrá inferir a VE su

apreciable escrito del 23 a las 5 de la mañana, y después de felicitar a VE con la mayor

sinceridad por la victoria conseguida contra el Mariscal Marmont, tengo el honor de

decir a VE que suspendiendo el movimiento retrogrado que indique esta mañana a VE

en virtud de su oficio de 22, pienso continuarle pasando el Duero luego que llegue el

ayudante de EM que entregara a VE mis pliegos, o quede asegurado no hay riesgo en 1269 ME, Toledo, Exp. Santocildes, Legajo 29/12, doc. 352. 1270 ME, Toledo, Exp. Santocildes, Legajo 249/5, doc nº 350, La Huerta sobre el Tormes. 1271 Ibídem, p. 178.

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dicho paso, pues supongo que enterado VE de mis operaciones [...] El adjunto estado

enterara a VE del en que se halla esta parte de mi Ejercito, y para equipar el total se

necesitan 13.000 vestuarios para Infantería y 700 para Caballería y 400 monturas. 1272

Este su seguro servidor, José María de Santocildes”1273

Con la de Arthur Wellesley venía otra misiva del general Alava. En la misma

solicitaba a su compañero de armas que marchase hacia el sur, acercándose al Duero:

“Querido, estamos ya otra vez para andar a desmano. El Rey Pepe trata de juntarse a

Marmont y si lo logra es menester darles un buen golpe.

Repase Vmd.. lo más pronto posible, pero haga Vmd.. de modo que de esa tierra le den

pan, porque el Ejército aliado es un Dragón que todo lo traga donde anda…llegan a

7.100 hombres los prisioneros”1274

* * * *

En la ciudad de León, la Junta Superior del Reino, había reanudado sus sesiones en el

palacio episcopal el 23 de julio, pasados ya los actos de publicación de la Constitución

habidos el 16 y 17 (de los que se informaría inmediatamente a las Cortes en Cádiz). Sus

sesiones se abrirían con la presencia de Felipe Sierra Pambley, Santos de Prado, Juan

Facón, Rodrigo Alonso, Pedro Valgoma y Antonio Valcarce.

* * * *

Entretanto, en Astorga, todavía ajenos a los sucesos de los Arapiles, las obras de

asedio proseguían aplicando el viejo adagio romano de que el trabajo y el sudor

ahorraban sangre. Se buscaban cueros de buey para forrar las troneras de las baterías y

se comenzó a excavar una trinchera de aproximación hacia el flanco sur del gran 1272 Dichos vestuarios no llegarían al puerto de La Coruña, desde Inglaterra y desde Lisboa, hasta finales de agosto, siendo asignados por Arthur Wellesley al 6º Ejército el 12 de septiembre. Consistían en 12.000 vestuarios completos (capote, correaje, morrión con plumero, gorra de cuartel, un par de zapatos, una chaqueta y un pantalón de lienzo, una mochila, dos camisas, un par de tirantes, un par de botines, dos pares de medias, un cepillo para la ropa, un peine, un cepillo y una bola de betún para los zapatos, y un juego de herramientas para el fusil). Otros 1.200 vestuarios serían remitidos a la partida guerrillera de Benito Marquínez. Publicado el 22 de Septiembre de 1812 en el Periódico Coruñés, El Ciudadano por la Constitución, Nº 7, p. 14. 1273 ME, Toledo, Exp. Santocildes, Legajo 29/12, doc. 354, fechado en Manzanal del Barco, cerca de Carbajales. 1274 ME, Toledo, Exp. Santocildes, Legajo 29/12, doc. 353.

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reducto ante puerta Obispo con el objetivo de flanquearlo y proteger las obras que se

encaminaban hacia al alcázar de los marqueses. Los zapadores e infantes cavaban

protegidos por parapetos de madera que se iban desplazando a medida que la trinchera

avanzaba, reforzándose su cabecera con cestones de mimbre rellenos de tierra.

El día 23, el gobernador Rémond aún no había conseguido volver a poner en servicio

su contrabatería de brecha, muy dañada por el fuego español los días previos:

“El silencio de los sitiados (que todavía continua) depende de haber nuestra artillería

desmontado ayer 3 piezas de la suya, que probablemente no reemplazarán en el propio

lugar que las tenían porque el fuego de hoy les ha destruido y echado por tierra las

troneras y antepecho inmediatos, dejando desmantelada aquella parte de muralla…La

batería contra Puerta de Rey sigue arrojando a ella sus bolas con mucho acierto; les ha

destruido completamente la estacada que guarnecía, cegando parte del camino cubierto

que desde ella va al gran reducto que tienen por este lado, y la muralla flaquea ya

bastante”1275

A fin de reforzar los trabajos de zapa desde la batería del “Rey”, en dirección a la

Plaza, Losada reforzaría con más hombres la línea derecha del asedio:

“Doscientos hombres de la Legión de Castilla de la División de Reserva relevarán al

anochecer de mañana a igual número del mismo cuerpo que a la misma hora de hoy se

hallarán en la derecha de la línea para aumentar los trabajos de este flanco”1276

En la noche del 23 de julio se realizó un nuevo asalto nocturno de la infantería sobre

otro de los apostadores fortificados que los franceses tenían al sur del gran reducto. El

golpe de mano tuvo éxito y el parapeto francés fue rápidamente readaptado para dar

cara a la plaza, habiendo participado en el mismo el capitán de ingenieros José Giraldo

y el subteniente de zapadores Benito Yáñez. Este tipo de acciones eran necesarias pues

los centinelas detectaron que por la noche los franceses avanzaban mucho sus escuchas

a fin de dirigir con sus informes los fuegos de fusilería y artillería que los sitiados

hacían, en la oscuridad, para entorpecer los trabajos de zapa españoles.1277

1275 ShD, Gr1 VN74, Journal (en espagnol) du Siège…Ob. cit., p. 30. 1276 Libro de Ordenes de la División de Reserva…, Ob. cit., folio 56. 1277 Diario de los trabajos ejecutados contra la Plaza de Astorga…, Ob. cit.

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“Cuartel general de Santa Catalina de Somoza.

Día 24. Este día ha sido glorioso para el regimiento de Benavente, del que una centuria

atacó a la bayoneta un parapeto de los enemigos, sostenido por más de 200 de éstos,

con un horroroso fuego de fusil.”1278

La guarnición respondió con un vivo fuego de fusilería, granadas de mano, obús y

cañón que causaría quince heridos entre las fuerzas españolas de asalto. 1279

En la “Orden del Día” del 25 de julio, Javier Losada felicitaría a las tropas implicadas

en el asalto nocturno por sus felices resultados que permitían la continuación de las

obras de aproximación a la esquina sur occidental de la Plaza. Los infantes del

Benavente se mantendrían en el puesto tomado a pesar de un contraataque francés y del

numeroso fuego de artillería y armas ligeras que recibieron durante varias horas:

“El Señor Comandante General de las Tropas del sitio ha quedado muy complacido al

ver el exacto cumplimiento que se ha dado a cuanto previno en la noche del 23 al 24

relativo a la toma del retrincheramiento que poseían los enemigos en la meseta frente a

Puerta Obispo. Cuantos concurrieron llenaron plenamente su deber, y en particular el

Subteniente de Benavente don Juan Iglesias que con 50 hombres de su propio

Regimiento se ofreció voluntariamente a ejecutar la empresa. Este hecho, que es propio

de los distinguidos Militares, y la escrupulosidad con que hizo cuanto se le mandó, han

obligado a dicho Superior Jefe a recomendarle en términos que toque al debido

premio”1280

El esfuerzo de los hombres del regimiento de Benavente sería recompensado, semanas

después, por el Capitán General Javier Castaños.1281 Además del ascenso a teniente de

Juan Iglesias, Castaños distinguiría con otros ascensos, en un grado, a un sargento 2º, un

cabo 1º, dos cabos 2º y un soldado raso. También con un escudo de ventaja a cuarenta

siete soldados, entre ellos uno que cayó muerto en el asalto al parapeto francés.1282

1278 Diario de La Coruña, 29 de Julio de 1812, nº 212, p. 847. 1279 ShD, Gr1 VN74, Journal (en espagnol) du Siège…Ob. cit., p. 31. 1280 Libro de Ordenes de la División de Reserva…, Ob. cit., folios 78 y 81. También: IHCM, CGD, sig. 5-4-9-11, Historial del Regimiento de Benavente, folio 1º:”Un Subteniente, un Sargento y 46 Soldados de este cuerpo se ofrecieron voluntariamente a tomar un reducto de los enemigos, lo que ejecutaron; cuya acción se premió como distinguida”. 1281 Orden General del 27 de septiembre en el Cuartel general de Vibar del Cid. Libro de Ordenes de la División de Reserva…Ob. cit., folios 184 – 188. 1282 A su familia se la recompensaría con una ración diaria de pan y carne. En la misma promoción, Castaños aprovecharía para recompensar a varios Oficiales, Sargentos, Cabos y Soldados del Regimiento 2º de Asturias, del

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En la recompensa general, se destacó también a un cabo 1º de artillería de marina,

Andrés Gregorio García, que, a pesar de estar licenciado por heridas de guerra (que le

habían inutilizado para el servicio activo), abandonó su pueblo para venir a servir

voluntario en el sitio de Astorga, distinguiéndose en combate. 1283

Ese mismo día del 25 de julio, el “batallón del general”, de la división de reserva, sería

renombrado como regimiento de “Guadalajara”.

Igualmente se constató en los informes oficiales las penalidades de las tropas de

asedio en las obras de zapa debido al gran calor estival que se estaba dando en las

últimas jornadas.1284

* * * *

Siguiendo con las operaciones del asedio, por varios desertores, supo Losada que

Rémond levantaba un muro con foso (artillado con varias piezas) por detrás del punto

de la muralla donde los españoles estaban abriendo brecha con la batería del “Rey”:

“Se nos han pasado dos franceses, el uno asistente del general; según su relato los

sitiados tienen todavía pan para 12 días y galleta para 46, y vacas y algunos carneros,

los van gastando en el hospital y oficiales, y a los soldados les dan carne de caballo, lo

que dicen llevan muy a mal. Añaden que tienen como unas 700 balas de a 12, y menos

de las pequeñas y granadas. Que trabajan noche y día en el castillo para la formación

de una batería de cinco piezas; que hasta ahora han tenido 50 muertos y como unos

300 entre heridos y enfermos; pero sin embargo, se acercan a 1.000 los útiles para las

armas”1285

En las trincheras, los trabajos seguían siendo muy peligrosos, pues había que trabajar a

la vista de las murallas de la Plaza, siendo blanco del nutrido fuego de fusil y artillería;

el número de bajas, con heridas en la cabeza y el pecho eran continuas. El día

Real Cuerpo de Ingenieros y Zapadores, y a otros hombres de los Regimientos de Oviedo y del Rivero. Igualmente, Castaños premiaría a los Comandantes y Sargentos Mayores, a dos Tenientes, y a un Soldado raso, de los dos batallones de élite del Ejército, como eran las Columnas de Cazadores y Granaderos. 1283 AHN, Sección: Diversos-Colecciones, Legajo 75, Nº 61. Sitio de Astorga de 1812, relación de individuos propuestos para recibir recompensas por sus méritos durante el sitio de de Astorga. Cuartel general de Quintanilla de Vibar, 24 de septiembre de 1812. 1284 ShD, Gr1 VN74, Journal (en espagnol) du Siège…Ob. cit., p. 31. 1285 Ibídem, p. 33.

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veinticinco los españoles tuvieron dos muertos y diez heridos y los trabajos de zapa se

tuvieron que suspender por falta de materiales para fabricar cestones y fajinas.

La retirada del valle del Duero de l´Armée de Portugal.

El ejército de Portugal, dirigido por un magnífico Clauzel, lograría retirarse hacia

Valladolid y Burgos sin ser apenas molestado por Arthur Wellesley. El británico no

pudo hacer, aparentemente, mucho más. Su propio ejército había sufrido sensibles

pérdidas y perseguir sin descanso al ejército de Portugal le hubiera hecho acercarse

peligrosamente al ejército del norte de Caffarelli que acudiría en auxilio de Clauzel y

que mantenía su fuerza de combate incólume.1286

Tras la batalla de Arapiles, la brigada de caballería enviada por Caffarelli (apenas 600

jinetes del 1º de húsares y del 31º de cazadores a caballo, con ocho piezas ligeras) al

mando del general Chauvel, y que había llegado a Valladolid el 18 de julio, contactaría

con los restos del ejército de Portugal en retirada, al día siguiente de la batalla, en La

Nava del Marqués, cubriendo su retaguardia en su camino hacia Valladolid, vía Arévalo

y Olmedo.

Curiosamente, quienes más acosaron al ejército de Portugal en su repliegue serían las

fuerzas guerrilleras adscritas al 5º 6º y 7º ejércitos españoles. Estas causarían cerca de

un millar de bajas entre los rezagados, según el propio general Clauzel.1287

El 27 de julio, las fuerzas del ejército de Portugal habían conseguido retirarse hasta las

puertas de Valladolid, cubriendo los puentes y vados sobre el Pisuerga y el Duero, y

observando las rutas que llegaban desde Torrelobatón y Medina de Rioseco, de donde

temían que llegaran las fuerzas españolas del 6º ejército.

Dos días después, Clauzel, abandonaría Valladolid ante el avance de las fuerzas

aliadas, continuando su retirada hacia Burgos, a donde llegarían el 4 de agosto.

Establecido en Palenzuela, tras dos semanas de descanso y reorganización, Clauzel

lograría poner de nuevo en campaña al ejército de Portugal. El trabajo realizado no fue

fácil, como el mismo general francés escribiría al ministro de la guerra, duque de Feltre,

en París el 18 de agosto, hubo de emplear el máximo rigor para restablecer la disciplina:

1286 Esdaile, Ch. (2004) La Guerra de la Independencia…Ob. cit., p. 449. 1287 Priego Fernández del Campo, J. (2000) Guerra de la Independencia [Madrid], Tomo VII- 1º, p. 283.

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“Más de cincuenta soldados han sido juzgados y ejecutados. El ejemplo produjo un

buen efecto. Los oficiales, hasta los de mayor graduación, se convencieron por la

experiencia que los castigos les alcanzarían también si ellos mismos no detenían y

castigaban los desórdenes que toleraban, y que producían un espíritu abominable en el

ejército. Después tuve la satisfacción de ver al ejército marchar en buen orden, los

habitantes y sus casas respetadas, y mucho menos pillaje que antes. El ejército tiene

20.000 hombres de infantería, 1.800 caballos, 50 piezas de artillería y un millón y

medio de cartuchos. Hemos perdido cuatro a cinco mil merodeadores que siguieron

hacia Burgos y Vitoria al convoy de Andalucía, asesinando y robando, y queriendo irse

a Francia”1288

Integrado en el 6º ejército, Douglas acompañó a Santocildes en su avance hacia un

Valladolid ya abandonado por los franceses. Allí se constataría el error del comandante

en jefe británico al no llevar a cabo una persecución efectiva sobre los desorganizados

restos de l’Armée de Portugal. Ello haría que Arthur Wellesley recibiera numerosas

críticas, entre ellas las del mismo Howard Douglas:

“Lord Arthur Wellesley debería haber continuado, tras la derrota de Marmont, con

una enérgica persecución, que habría llevado a su ejército más allá del Ebro (tomando

Burgos antes de que pudiera ser auxiliada por las fuerzas francesas del sur de España),

proporcionando así un apoyo de tal magnitud a las guerrillas del norte con su avance,

que se hubiera cortado la línea de comunicaciones enemiga con Francia, obligando a

Soult y al rey José, a retroceder hacia levante para unirse a Suchet. De hecho, la

primera línea estaba ya casi rota, porque habían llegado noticias de la caída de Castro

Urdiales, y se había acordado por Popham y Mendizábal presionar sobre Santoña y

Laredo. La guarnición francesa de Santoña había sido llevada al borde de la rendición,

y hubiera caído con un avance de lord Arthur Wellesley hacia el norte; además, la toma

de Santander posibilitaba la llegada de todo tipo de suministros por mar.

Estos movimientos hubieran sido la consecuencia natural de la derrota de

Marmont”1289.

1288 García García, M. A. (2009), 1812…Ob. cit., pp. 111 – 112. 1289 Watson Fullom, St. & Douglas, H. (1863) The Life of general Sir Howard..., Ob. cit., p. 179.

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Pero Arthur Wellesley decidió optar por una baza política (ocupar Madrid) antes que

la militar de avanzar sobre Burgos y el norte de España.

* * * *

En la tarde del 24 de julio, el cuartel general del rey José Ise había establecido en el

pueblo avilense de Blascosancho:

“A esta hora de las diez la mañana aún no tiene orden de partir el Ejército. Se le nota

grande impaciencia por reunirse al de Portugal, o por ir sobre la espalda del Ejército

ingles”1290

Sería al amanecer del 25 cuando se recibirían las primeras noticias de que el ejército

de Portugal se retiraba sobre Arévalo. Rápidamente se dieron órdenes de detener la

marcha a la espera de poder confirmar aquella funesta nueva.

Sería a mediodía cuando dos emisarios, con sendas cartas de Marmont y del nuevo

comandante del ejército de Portugal Clauzel, confirmarían los peores temores. La

noticia cayó como un mazazo en el ánimo del rey y de su estado mayor. El ejército de

Portugal había sido derrotado.

Rápidamente se redactaría un parte de lo sucedido en los campos de Salamanca. En él

se daba parte de la batalla acaecida, pero tratando de aminorar, ante la opinión pública,

los efectos de la derrota:

“Labajos 25 de julio. Se creía que el Cuartel general del Rey nuestro Señor se

establecería en Fontiberos, pero se ha fijado esta tarde con S. M. en este pueblo.

Parece que este movimiento que contraría a muchos ha sido ordenado de resultas de

diferentes pliegos recibidos en el pueblo de Blascosancho. El Ejército inglés, arrojado

hasta Salamanca en que había tomado posición sobre las alturas de San Cristóbal, se

halló envuelto por el del mando del señor Mariscal, duque de Ragusa, que pasó el

Tormes por Alba de Tormes. El 22 se trabó un combate general bajo los mejores

auspicios. La artillería francesa causaba mucho estrago al enemigo; y el General

Maucune se había apoderado de la posición más formidable que tenía aquel, cuando el

señor duque de Ragusa fue herido, y quedó fuera de combate. El General Bonet, que 1290 Gaceta de Madrid, nº 21, jueves 30 de julio de 1812, p. 851.

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como más antiguo debía de tomar el mando, acaba de experimentar igual suerte. Estos

dos acontecimientos y la perplejidad ocasionada por la falta de dirección antes de que

el General que debía darla tomase el mando, han privado al Ejército Francés del honor

de la victoria que debía de prometerse, y aunque la pérdida del enemigo entre muertos

y heridos sea mayor de la que aquel Ejército ha tenido, ha debido de repasar el

Tormes, y replegarse de nuevo sobre el Duero”

El parte, publicado en la Gaceta de Madrid, concluía con un claro reproche a Marmont

por haberse lanzado tras Arthur Wellesley sin esperar la llegada de los refuerzos en

camino:

“Si las circunstancias hubiesen prolongado el paso del Tormes del ejército de Portugal

por dos días, habría sido reforzado por las tropas que conducía Su Majestad”1291

Una primera consecuencia de la debacle sería que el rey José ordenaría al Mariscal

Soult evacuar inmediatamente Andalucía para venir con su ejército del sur hacia

Castilla.

* * * *

El 26 de julio el general Alava comunicaría, de parte de Arthur Wellesley, a

Santocildes (desde el cuartel general aliado en Aldeaseca de Arévalo) la petición, tanto

de que las fuerzas del 6º ejército cruzaran el Duero por el vado de Castronuño (a mitad

de camino entre Zamora y Toro) para contactar con el Ejército aliado, como de que

siguiera actuando con prudencia:

“El Excmo. Sr Duque de Ciudad Rodrigo me encarga a VE que en el día de mañana

estarán las tropas de su mando en Arévalo y Muriel, y que desde estos puntos,

siguiendo el curso por el Zapardiel y el Adaja seguirán avanzando progresivamente.

En este supuesto y a fin de sacar todo el partido posible de las ventajas conseguidas el

día 22 su SE me manda diga a VS que con sus tropas disponibles avancen hasta el

bosque de San Román, o sus inmediaciones, situación de ningún peligro en el día en

1291 Gaceta de Madrid, nº 21, jueves 30 de julio de 1812, p. 851.

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555

que los enemigos solo tienen 200 hombres en Toro y 800 en Zamora que no deben dar

cuidado a VS por su flanco.

Además que los últimos serán observados por las tropas del General Silveira a quien

para el intento se le darán las ordenes convenientes.

En esta disposición comunicara a VS con este Ejercito por el vado de Castronuño en

cuyo pueblo encontrara ya tropas de él, y por donde se darán a VS instrucciones sobre

lo que haya de ejecutar en adelante.

Si contra nuestras esperanzas, y lo que no es probable en el mando en que se halla el

enemigo, intentase algún ataque contra las tropas de VS tiene en tal caso franca su

retirada a los puntos que actualmente ocupa, o más adelante si lo exigen así las

circunstancias.

Si igualmente intentase el enemigo alguna operación para hacer levantar el sitio de

Astorga, enviando una o más divisiones por Rioseco, VS se halla en situación de poder

marchar al momento para impedirlo, y el Ejército aliado cuidará de impedir el que el

enemigo pueda destacar fuerzas considerables con el objeto indicado. Además que en

la situación de San Román se halla, VS en contacto con la izquierda del Ejercito

Aliado, y en disposición de concurrir con él a cualquier operación ofensiva que deba

ejecutar, y si se creyese conveniente hacer los Sitios de Toro y Zamora se halla VS mas

a la mano para recibir cualquier auxilio que pueda necesitar para ejecutar aquella

operación.

De todos modos es inútil recomendar a VS la mayor vigilancia y circunspección a fin

de no ser atacado por fuerzas superiores o en numero que por su calidad puedan hacer

dudoso el resultado de una acción que, si fuese desgraciada, podría traer

consecuencias muy funestas y sobre lo cual ninguno podrá juzgar con mejores datos

que VS”1292

Por su parte, el mismo Wellesley escribiría Howard Douglas desde Aldeaseca, para

que presionara a Santocildes en el mismo sentido:

“Es deseable que el general Santocildes se acerque a nosotros con parte del Ejército de

Galicia. Es suficiente que el general Silveira se mantenga en el Esla observando a la

guarnición de Zamora. Santocildes puede moverse hacia las alturas de san Román, y

1292 ME, Toledo, Exp. Santocildes, Legajo 29/12, doc. 355.

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556

comunicarse con nuestra izquierda por el vado de Castronuño, para lo cual mandaré a

la caballería de don Julián. Si, contrariamente a mis expectativas, una parte del

ejército de Marmont se mueve sobre él, tendrá siempre su retirada abierta a través del

Esla; si se dirigen hacia Rioseco para levantar el sitio de Astorga, é podrá moverse en

la misma dirección para cubrir esa operación; y, por otra parte, ´´el puede estar cerca

de nuestra izquierda para cooperar en cualquier plan ofensivo contra el enemigo, o si

los sitios de Toro y Zamora deben se establecidos, de esta manera él tendrá ocasión de

recibir las provisiones y la ayuda para continuar estas operaciones […] sugiero, por lo

tanto, al general Santocildes tomar esta posición”1293

* * * *

El 26 de julio las tropas españolas del sitio de Astorga conocerían la buena nueva de

la victoria de Arthur Wellesley:

“Hará media hora que he dirigido a V. S. las noticias que acababa de recibir; en este

instante recibo la interesante de que habiendo los enemigos pasado el Tormes han sido

completamente batidos por el Ejército aliado, perdiendo aquellos en la acción, la que

duró todo casi todo el día 22, 3 a 4.000 prisioneros, teniendo además 2.000 muertos y

un número considerable de heridos, también han perdido los enemigos 26 piezas de

artillería […] los franceses repasaron el Tormes y los siguen los ingleses”1294

La noticia dio nuevo impulso a las operaciones de asedio. Pero Astorga se estaba

convirtiendo en un duro hueso de roer. Ese día la artillería francesa estaba de nuevo

operativa y volvió a entrar en acción:

“Cuartel general de Santa Catalina de Somoza.

Día 25. Hoy también lo han hecho; pero sin causarnos daño, como se lo causa el

nuestro a ellos, y a las defensas de la Plaza” 1295

1293 García García, M. A. (2009), 1812…Ob. cit., p. 89. 1294 Sánchez de Toca y Catalá, J. M. (2007) Los desastres de la Guerra… Ob. cit., p. 442. Informe de un oficial español en el Ejército aliado al General Javier Losada, San Pedro, 24 de julio de 1812. 1295 Diario de La Coruña, 29 de Julio de 1812, nº 212, p. 847.

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El pequeño goteo de desertores desde la plaza continuaba (en especial entre los

muchos soldados alemanes e italianos que servían en los batallones franceses). Sin

embargo, el pequeño número global de los mismos manifestaba que Rémond y sus

Oficiales seguían teniendo la confianza de sus hombres.

Por dos artilleros desertores conoció Losada que la guarnición escaseaba ya de

municiones: sólo quedaban 200.000 cartuchos de fusil (unos 200 cartuchos por soldado,

lo cual no era demasiado y podía llegar como mucho para menos una semana de fuego

espaciado), 600 balas de cañón de a 4 libras, 200 de a 8 y de a 12 libras, y 100 granadas

para el mortero de nueve pulgadas, junto con 700 granadas de mano.1296

Aún con ello, los días finales de julio y primeros de agosto verían un recrudecimiento

del fuego artillero. Así, entre el 29 de julio y el 3 de agosto, los franceses realizaron 472

cañonazos que causaron 7 muertos y 29 heridos entre las fuerzas españolas.

* * * *

Entre tanto, Santocildes llegaría ante Zamora con su infantería el 27 de julio. 1297

Desde allí escribiría a Arthur Wellesley. Sus tropas seguían moviéndose con gran

carestía de víveres por la falta de acémilas y la inoperancia de las Juntas Locales de

Benavente y Alcañices que apenas habían logrado suministrar raciones de pan de cien

gramos por soldado:

“Excmo Sr. El 26 del corriente se presentó alguna de mi Caballería a la vista de

Zamora, y el 27 llegue con el resto de mis fuerzas, que he situado formando una línea

Norte-Sur desde San Cebrián de Castrotorrace a Lustala, pero sin tener en este pueblo,

de la orilla izquierda del Duero, más que un cuerpo de 800 infantes y un escuadrón de

caballería con objeto de impedir al enemigo haga correrías por aquella parte. En la

otra del Duero, es decir en la derecha, están acantonadas las divisiones en Cubillos,

Valcavado, Monfarracinos, Roales e Hiniesta, y mi Cuartel general en Andabia. Esta

posición me ha parecido conveniente adoptar ínterin que VE se sirva facilitarme los

auxilios necesarios para formalizar los sitios de Toro y Zamora, y no tenga noticias

positivas de que los enemigos pasan de Valladolid […] porque si desde la última

1296 Sánchez de Toca y Catalá, J. M. (2007) Los desastres de la Guerra… Ob. cit., p. 427. 1297 Fernández del Campo, J. P. (2000), Guerra de la Independencia, Volumen VII-2º [Madrid], p. 24.

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ciudad o por la dirección de Toro, destacasen algún cuerpo contra el mío o el que hace

el sitio de Astorga, poder con anticipación replegarme al punto de Benavente.

Si tuviese mayor número de caballería y alguna artillería no tendría dificultad desde

luego en interponerme entre Zamora y Toro para observar ambas plazas, pero

careciendo de ambas cosas no he creído prudente dividirme, a lo menos hasta

asegurarme de si los franceses se retiran o no por Valladolid.

Hoy he hecho un personal reconocimiento sobre Zamora, a que ha tenido la bondad

de acompañarme el Barón Douglas, y aunque los enemigos ocupan la Ciudad infiero se

retirarán al castillo luego que conozcan van a desalojarles de ella cosa que no imagino

provechosa intentar aun por los mismos habitantes, hasta que estemos en el caso de

atacarlos decididamente.

Deseo que lo ejecutado sea conforme a VE e indicaciones que se ha servido hacerme,

como también que se digne considerarlas”1298

El 29 de julio Arthur Wellesley volvió a apremiar a Santocildes para que se

aproximara al Ejército aliado (el cuartel general de Arthur Wellesley estaba situado

aquel día en Mojados, a 20 km al sur de Valladolid):

“En tales circunstancias deseo mucho que Vm con las tropas de su mando se aproxime

a mi Ejército y, si como tengo pedido a Vs en oficio del 24 hubiese tomado la posición

de San Román, pido a Vs nuevamente que pasado el Duero por Castronuño se sitúe en

la Nava del Rey desde donde comunicará Vs con el Ejército aliado que se halla en

Olmedo y sobre el Eresma por la villa de Medina del Campo.

El General Silveira tiene orden para permanecer sobre el Esla.

He mandado ya que la Artillería tomada últimamente al enemigo en la batalla de

Salamanca se prepare para el servicio del Ejército de su mando.

Una brigada de cinco piezas y un obús está pronta en Salamanca a entregarse al

oficial que V.S. comisione, siempre que envíe oficiales, artilleros y mulas para

transportarla […]”1299

A pesar del ofrecimiento, Santocildes contestaría el día 30 a Arthur Wellesley que no

podría poner las piezas en estado operativo por falta de ganado de tiro y de personal,

1298 ME, Toledo, Exp. Santocildes, Legajo 249/5, doc. 356, Andabias, 28 de julio de 1812. 1299 Ibídem, Legajo 29/13, doc. 302, Mojados, 29 de julio de 1812.

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pues todos sus artilleros habían quedado en el sitio de Astorga.1300 Con todo, el

Comandante en jefe español destacaría, finalmente, a un oficial y 40 infantes de marina

del 2º batallón del 6º regimiento, para hacerse cargo de ellas y llevarlas hacia

Astorga.1301

Por su parte, Arthur Wellesley, haría su entrada en Valladolid ese mismo 30 de julio.

Conocedor de que las tropas francesas habían abandonado sus puestos en la orilla

derecha del Duero y que en la tarde del día anterior habían evacuado Valladolid, Arthur

Wellesley, al frente de su célebre “División Ligera”, entraría a las dos de la tarde en la

capital castellana, encontrándosela ya ocupada por las guerrillas de Benito

Marquínez.1302

“El duque de Ciudad Rodrigo entró ayer en Valladolid, donde fue recibido como

libertador. Arregló varios asuntos y después de visitar al señor Obispo, revistó la

Partida de Marquínez de 700 caballos y 1.000 infantes, quedando tan satisfecho de su

buen orden, y de lo bien que ha servido en las últimas ocurrencias, que hizo dar un

vestuario a la Infantería” 1303

El teniente coronel Benito Marquínez había entrado en Valladolid tras regresar de

perseguir a las tropas de Clauzel. Tras darles alcance, cerca de Dueñas, había cortado la

retaguardia de la columna en Cabezón, haciendo 300 prisioneros:

“Doy a V.E. parte de haber desocupado los enemigos esta ciudad y haber entrado con

mi división en ella a las cuatro de la mañana de este día después de haber seguido a la

retaguardia del enemigo legua y media con un escuadrón hasta haberle muerto 600

hombres y hecho 200 prisioneros […] A las once de este día ha entrado nuestro Lord

Arthur Wellesley a quien le he recibido con toda la tropa de mi división y a la que he

tenido la satisfacción de que este jefe la pase revista”1304

1300 ME, Toledo, Exp. Santocildes, Legajo 29/13, doc. 237, Matilla Seca, 30 de julio, 23.30 horas. 1301 IHCM, CDB, Año 1812, Carpeta 25, Diario de Operaciones de los Ejércitos 5º, 6º y 7º, Agosto de 1812, 8 de Agosto. 1302 Este comandante de partida, Benito Marquínez llegaría a contar con hasta 640 jinetes y quedaría integrada en el 5º Ejército de Extremadura junto a los cuerpos de Julián Sánchez y Juan Palarea. (AHML), Año de 1816, Capitanía General, Legajo 186, nº 111. Informe del Regidor Bernardo Escobar. García Fuertes, A. (2009) Los Granaderos de Castilla y el 7º Ejército…Ob. cit. 1303 Uniformes franceses procedentes de los almacenes del ejército de Portugal que había en Valladolid. 1304 Parte del comandante de partida Benito Marquínez al Capitán General Castaños. Sánchez de Toca y Catalá, J. M. (2007) Los desastres de la Guerra… Ob. cit., p. 443.

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El ya conocido oficial del regimiento de húsares de Burgos (de la “División Castilla”

de Jerónimo Merino, integrada en el 7º ejército), Ramón Santillán, nos relata aquellos

días que siguieron a la derrota de los Arapiles y la retirada imperial a Burgos:

“Tan completa había sido la derrota del Mariscal Marmont […] que dejando la mayor

parte de él la vía recta de la Valladolid a Burgos, vino por el valle de Esgueva y montes

que le circuyen a tocar en Lerma, en una confusión que apenas dejaba ver un batallón

regularmente ordenado. No desaprovechamos nosotros esta ocasión de hacer

prisioneros; y digo de hacer prisioneros, porque no fue necesario, para reunir más de

600, otro esfuerzo que el de presentarse nuestra Caballería por escuadrones en

diferentes puntos.

Verdad es que nuestra aparición contribuyó, no poco a que los enemigos se rehiciesen

y empezasen desde Lerma a formar, sino sus batallones naturales, al menos cuerpos

compactos que podían rechazar nuestros ataques. Así llegaron a la inmediación de

Burgos”1305

* * * * La victoria de los Arapiles provocaría una merma mayor en los efectivos del ejército

Imperial de Norte al tener que acudir en ayuda del derrotado ejército de Portugal.

Caffarelli temeroso de ver avanzar a Arthur Wellesley hacia el Ebro, retirará tropas del

litoral de Vizcaya para concentrarlas en Miranda de Ebro (divisiones de Duvernet,

Dubreton y Soulier). Ordenaría, igualmente, el abandono de muchas pequeñas

guarniciones del 5º Gobierno Militar de Burgos, provocando así un alza en la moral de

los Pueblos y en el nivel de alistamientos a las divisiones del 7º ejército “fantasma”.1306

Todo ello permitiría a las divisiones de Gabriel de Mendizábal encontrar más

facilidades para maniobrar libremente por la retaguardia imperial.

* * * *

Volviendo a Santocildes, el 30 de julio, y tras dejar a una de sus brigadas bloqueando

a la guarnición imperial de Zamora (para lo que esperaba el apoyo de Silveira), y situar

1305 Santillán, R. (1996) Memorias…, Ob. cit., p. 77. 1306 Aún así, este año sería muy difícil por la Gran Hambruna que dejaría desabastecidas a las grandes ciudades y limitaría la operatividad de los Ejércitos contendientes, así como incrementaría los sufrimientos de la Población.

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otra brigada en sus cercanías, en Monfarracinos (para reunir unos víveres de los que

carecía), cruzaría con el resto de sus tropas el Duero por el vado de Castronuño. Allí es

fama que, ante el temor de los soldados a cruzar el ancho río, sería Federico Castañón

(que encabeza la marcha de su Brigada) el que daría ejemplo, animando a sus soldados a

seguirle:

“Rompió la marcha del Ejército a las márgenes del Duero, y rebasó antes de este río el

Tera, siendo el primero que se echó a nado sobre el vado, dando ejemplo a su tropa y

facilitando por este medio el paso a todo el Ejército por el Duero”1307

* * * *

Regresando a la plaza de Astorga, el 27 de julio, Javier Losada comunicaría, por un

oficial con bandera de parlamento, al gobernador Rémond la victoria aliada en los

Arapiles 5 días antes1308:

“El adjunto impreso instruirá a V. S. de la señalada victoria que las armas aliadas de

las tres Naciones ganaron en 22 del corriente mes. del Ejército de Marmont a estas

horas solo existirán unas miserables reliquias como inferirá V. S. por el manuscrito que

acompaña. La distancia de los parajes en que se dio la acción es causa de que no

pueda enviar a V. S. un oficial de los prisioneros para que acrediten el contenido de

estos papeles […] y como por tanto no queda ya la menor esperanza de que la

Guarnición de esta Plaza sea socorrida me resuelvo a proponer a V. S. que demos fin al

Sitio ahorrando sangre […] si ahora rehúsa una Capitulación honrosa que le ofrezco,

con la generosidad que es propia de un español me veré en la necesidad de concederle

ninguna, V. S será responsable de una sola gota de sangre que se derrame desde esa

hora y mis soldados, que con impaciencia aguardan el día del asalto, vengarán en esa

Guarnición la muerte de sus compañeros y la opresión de sus hermanos” 1309

1307 AGMS, 1ª Sección, Hoja de Servicios, Legajo C-1.982. 1308 ShD, Gr1 VN74, Journal (en espagnol) du Siège…Ob. cit., p. 34. 1309 Sánchez de Toca y Catalá, J. M. (2007) Los desastres de la Guerra… Ob. cit., p. 430.

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Pocas horas antes había llegado a las tropas del sitio de Astorga, una relación más

detallada de la batalla del día 22 de la mano del general Alava desde Peñaranda:

“La Divina providencia se ha dignado coronar las armas aliadas con una completa

victoria en los campos de Salamanca la tarde del 22 del corriente: 6.000 prisioneros,

22 cañones, 3 águilas y 200 oficiales son hasta ahora el fruto de esta importante

victoria. Seguimos el alcance, y no les damos un momento de reposo. Marmont, Bonet,

Ferey, Clauzel y Thomiers van muy mal heridos; y todos los que han visto, hablado o

tratado con los oficiales franceses y afrancesados que los seguían, todos convienen en

que su pérdida no baja de los 18.000 hombres1310.

La suerte de Castilla está decidida […] La pérdida de los aliados no pasa de 2.000

hombres1311, la mayor parte heridos. No hay tiempo para más. El cuartel general va

esta noche a Flores de Avila”1312

No eran buenas las noticias que Losada le presentaba a Rémond. A pesar de todo, el

gobernador francés, soldado experimentado, sabía bien que no podía rendir una Plaza

que ni tenía brecha abierta en sus murallas, ni había agotado aún sus municiones ni sus

víveres. Por ello el gobernador imperial de la prefectura de Astorga contestaría a

Losada, con cortesía, pero en sentido negativo:

“Señor General. Aún cuando las noticias de V. S. me anuncia fuesen ciertas yo no

podría sin faltar al honor y a mi deber aceptar la Capitulación que V. S. me propone,

porque los medios de defensa que tengo están muy lejos de concluirse. Tengo el honor

de saludar a V.S. con la más alta consideración.

El General de brigada Gobernador de Astorga. Rémond”1313

Losada dobló la minuta y la entregó a uno de sus ayudantes para ser archivada. No le

había sorprendido la respuesta, también él era soldado viejo y la Plaza estaba aún en

estado de poder defenderse. El intento de intimación era norma en las leyes de la guerra

1310 En realidad serían unas 12.475 las bajas; además de veinte cañones, seis banderas y dos águilas capturadas. Muir, R. (2003) Salamanca 1812. El triunfo de Arthur Wellesley [Barcelona], p. 366. 1311 Serían unas 5.220 las bajas aliadas (de ellas, 694 muertos); desglosándose así: británicos 3.716, portugueses 2.038, españoles 6. Gaceta Extraordinaria de la Regencia, Viernes 7 de agosto de 1812, p. 835. Muir, R. (2003) Salamanca 1812…Ob. cit., p. 366 y Fletcher, I. (2011) España expulsa al francés. Los Arapiles [Barcelona]. Traducción española del original inglés publicado por Osprey en 1997; p. 78. 1312 Gaceta de la Regencia de España e Indias, Relación del 24 de julio. 1313 Sánchez de Toca y Catalá, J. M. (2007) Los desastres de la Guerra… Ob. cit., p. 431.

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y había que dejar sembrada la incertidumbre en la Guarnición imperial. Cuando los

franceses fueran conscientes de que ningún ejército de socorro acudiría en su auxilio, la

actitud de Rémond comenzaría a cambiar.

* * * *

Al día siguiente, 28 de julio, proseguirían las escaramuzas entre asediados y

sitiadores; los franceses perderían varios hombres, entre ellos el teniente Graffigny del

23º ligero, herido de gravedad y que moriría días después1314. Igualmente redoblarían el

fuego de sus piezas contra el parapeto tomado días antes por los infantes del Benavente

sin muchos resultados a tenor de la crónica de un corresponsal español:

“Los sitiados hacen un vivo fuego contra el parapeto que los nuestros tomaron la otra

noche y antes poseían ellos; pero las balas y granadas solo sirven de aumento del

fervor de nuestros soldados que siguen sosteniéndose con tesón”1315

Entre el ejército español sitiador la situación empezaba a complicarse. La comarca,

tras ser paso de ejércitos y frente de batalla durante cuatro años, estaba bastante

despoblada y a duras penas se conseguían recoger provisiones. Los comisarios de

intendencia tenían que acudir a lugares distantes para requisar víveres con los que

alimentar a las tropas de asedio. A la escasez por la guerra, se sumaba la pérdida de las

cosechas de aquel año, que daría lugar a la gran hambruna de 1812 en toda España.

En la comarca de Astorga, ya la primavera y verano del año anterior de 1811, habían

sido muy complicados para la recogida de la cosecha anual debido a los combates

librados entre el 6º Ejército español y las fuerzas del ejército del norte de Bessiéres y

Dorsenne.

Así en Astorga se certifica que a lo largo de aquel año, los precios de la carga1316 de

trigo subirían de los 470 reales a los 1.000, y la carga de centeno de los 400 a los 900, la

carga de cebada llegaría hasta los 500 reales. La terrible inflación, la carestía, la ruina y

el hambre que asolarían Astorga y buena parte de España, se nos revelan cuando vemos

que en uno de los años normales, anteriores a la guerra, la carga de trigo se vendía a 140

1314 Martinien, A. (1890) Tableaux par Corps…, Ob. cit. , Tomo II, p. 441. Moriría el 21 de agosto en el hospital de la ciudad tras la capitulación francesa. 1315 ShD, Gr1 VN74, Journal (en espagnol) du Siège…, Ob. cit., p. 36. 1316 Unos 220 kgs.

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reales, la de centeno a 120 y la de cebada a 110. Estos precios no se recuperarían, en

parte, hasta diciembre de 1813 cuando la guerra se alejó de la Meseta.1317

En este sentido la comarca de Astorga presentaba cada vez más tierras baldías pues los

campesinos dejaban de cultivarlas. En consecuencia de todo ello la disponibilidad de

grano para los ejércitos contendientes y para la propia Población civil se contrajo

dramáticamente en 1812.

Así, en el seno del 6º ejército se tuvo que acudir a una gran frugalidad de las tropas y

a tener que traer víveres desde Benavente (a 13 leguas de distancia); villa a la que con

su comarca, se la impuso una contribución diaria de 3.000 raciones de pan y carne para

sostener a los soldados que sitiaban Astorga.1318

En palabras del jefe del estado mayor del 5º, 6º y 7º ejércitos, Pedro Agustín Girón:

“El sitio de esta Plaza, por otra parte, ha presentado obstáculos que vencer, por la

falta de medios con que se emprendió y se ha seguido; los ataques se han hecho casi

constantemente sin pagar al trabajador, y muy repetidas veces la tropa ha marchado a

los trabajos, sin tomar ningún alimento; el valor y la buena voluntad, ha sobrado

ciertamente “1319

* * * *

En los días finales de julio, tras el triunfo en Salamanca, un excesivo optimismo

invadía a los patriotas. El ejército de Portugal se había retirado malherido hacia Burgos,

y Arthur Wellesley planeaba su próximo movimiento:

“Astorga, Zamora y Toro han quedado abandonadas a su suerte y es tal el estado en

que ha quedado aquel Ejército, que se cree será muy difícil, al menos en mucho tiempo,

lograr que haga frente a los aliados”1320

* * * *

1317 AHDA, Actas Capitulares, 11 de mayo de 1812, folio 62, y 2 de diciembre de 1813, folio 246. 1318 Archivo Municipal de Benavente, Actas Municipales, Sesión del 6 de septiembre de 1812, sig. L 229-232. 1319 IHCM, CDB, Año de 1812, Caja 34, Legajo 52, Carpeta nº 54. Diarios de Operaciones de los 5º, 6º y 7º Ejércitos, mes de agosto de 1812. Carta de Agustín Girón al Conde de Belveder, 29 de agosto de 1812, Astorga. 1320 Nota de un corresponsal de guerra español a la Gaceta de la Regencia en Cádiz, desde la localidad castellana de Mojados el 31 de julio. Publicado en la Gaceta del Martes 11 de agosto, p. 849.

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Los últimos días del mes de julio en Astorga fueron pasando con la peligrosa

monotonía con la que los destacamentos españoles cubrían sus jornadas de servicio en

las obras del asedio; obras que habían cambiado la fisonomía de los terrenos

circundantes a la Plaza.

Entre el 23 de junio y el 31 de julio las fuerzas españolas sitiadoras habían construido

y emplazado en las obras y atrincheramientos: 17 esplanadas para asentar cañones, 22

marcos de blindaje, 5.526 fajinas (incluidas salchichas y salchichones), 1.884 cestones,

y, nada menos, que 16.196 estacas afiladas. Además, en el parque de Ingenieros había

preparados 13 fardos de camisas embreadas, 5 cajones de fajinas incendiarias, 50

cohetes de iluminación para señales nocturnas y otros tantos para el día, rematándose el

inventario con 510 varas de salchicha con canaleta.1321

El comandante de ingenieros, Felipe de Paz detallaba en su informe los trabajos y

dimensiones de los modelos de parapetos trazados:

“Para formar los parapetos sobre el terreno natural, habiendo excavado en él, desde

dos pies hasta siete o más de profundidad, y de dos a cuatro varas de ancho, según lo

han exigido las desigualdades del terreno y dominaciones de los fuegos enemigos”1322

Por otra parte, y a manera de ejemplificar la rutina diaria del asedio, el batallón de

voluntarios de Santiago, entraría de servicio en la tarde del 28 de julio, manteniéndose

ante la plaza hasta la noche del 31. Así lo detalla su “Diario de Campaña”:

“El veinte y ocho salió a las cinco de la tarde a cubrir la primera Línea de la derecha

de donde se retiró al anochecer del veinte y nueve, en la que fue herido un Soldado. El

treinta, a las cinco de la tarde, pasó a cubrir el Retén de la derecha, y entrándose el

treinta y uno al amanecer en los trabajos fueron dos Soldados muertos, uno herido y

contusos los Capitanes don José de Castro y don José Aranda, un Sargento segundo, y

un Soldado, restituyéndose al anochecer a segunda Línea, y de esta a Castrillo de los

Maragatos”1323

1321 Había dos tipos de “salchichas” empleadas por los Ingenieros; unas eran fajinas muy largas que se utilizaba para abrazar y cruzar a las fajinas normales. Otra acepción de “salchicha” era un cilindro muy largo y delgado de tela relleno de pólvora que se utilizaba para dar fuego a las minas; un “salchichón” era una fajina grande formada de ramas gruesas. Diario de los trabajos ejecutados contra la Plaza de Astorga… Ob. cit. 1322 Diario de los trabajos ejecutados contra la Plaza de Astorga…, Ob. cit. 1323 Tettamancy Gastón, F. (1911) Batallón Literario de Santiago…, Ob. cit., p. 28.

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En estos mismos días, nuevos desertores informaron que la Guarnición escaseaba ya de

víveres, una vez consumidos los bueyes que se habían utilizado en los trabajos de

fortificación, apenas quedaban en la Plaza doce caballos y mulas. Igualmente se

constató que Rémond comenzaba a ponerse un plazo para recibir auxilio antes de

empezar a considerar la necesidad de abandonar la plaza y salvar a sus hombres del

cautiverio:

“Día 30. Se nos han pasado dos franceses y según la exposición parece que el

Comandante de Astorga anima mucho a la guarnición ofreciendo que si no llega

socorro los sabrá sacar de la Plaza y poner a salvo”1324

Ante ello el mando español ordenó ese mismo día reforzar el despliegue de fuerzas de

asedio hacia el sureste a fin de hacer frente a un posible intento de salida y ruptura de la

guarnición en dirección hacia el ejército de Portugal. Por otra parte, las fuerzas de

asedio continuaban sus trabajos en unas condiciones cada vez más precarias, la ración

diaria de carne por soldado de una libra se había reducido a un cuarterón (una cuarta

parte, poco más de 100 gramos), y el pan disponible era de muy mala calidad.

Así relata el historial de uno de los regimientos presentes las penalidades del asedio:

“Fue inmensa la fatiga durante el asedio, todo escaseaba menos la intemperie excesiva

de aquel clima, duros calores por el día con poco alivio para la hidrópica sed; y gélido

frío en la noche, sin otro asilo que el del firmamento”1325

Si esta escasez reinaba entre los combatientes, hay que pensar cuál nos sería la

necesidad y el hambre que tendría la Población de Astorga:

“Qué infortunios los de este último periodo de la guerra. De cuanto cabe padecer a una

población en una lucha tremenda, por lo empeñada y duradera, había ya padecido en

proporciones extraordinarias la ciudad de Astorga. En esta última peripecia sufrió algo

que aún no había sufrido: los horrores del hambre” 1326

1324 ShD, Gr1 VN74, Journal (en espagnol) du Siège…Ob. cit., p. 36. 1325 IHCM; CGD, Historial del 2º de Asturias, Rollo 41, Sig. 4-2-8-1, folio 10 rcto. y vlto. 1326 Salcedo Ruiz, A. (1901) Astorga en la Guerra de la Independencia [Astorga], p. 236.

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Por su parte, la guarnición francesa, seguía rechazando, a través de su gobernador,

cualquier intimación a la rendición a pesar del progresivo agotamiento de los víveres y

municiones:

“Se espera que en pocos días se entregarán, porque ya sufren mucho la escasez de

víveres de boca y guerra. Con todo, a pesar de las intimaciones no quieren ceder y

siempre responden que nada les falta”1327

El mes de agosto. Capitulación francesa en Astorga y avance aliado sobre Madrid

1812, HAMBRE EN ASTORGA “Muy feliz en tal trance se creía el que a fuer de favor y bien pagado comprar el sucio vientre conseguía del flaco mulo que comió el soldado. Oh cuan miserable subsistía de negros amasijos de salvado ¿Resta más? Pues al rico caballero faltole el pan… y le sobró el dinero. Los perros y los gatos se ocultaron, por instinto, al saber que a sus hermanos afilados aceros desangraron, para pasto de hambrientos ciudadanos. Las chimeneas, las casas se aplanaron y los pozos profundos y aún insanos suplían el agua de Manjarín fina y la de la Encalada cristalina) (Licenciado Iglesias, Canónigo de la catedral) (Augusto Quintana Prieto, Astorga en 1812)

El 1 de agosto Santocildes haría su entrada en Nava del Rey, acantonándose a 15 km

al oeste de Medina del Campo, dando descanso a sus Tropas. El comandante español

ignoraba en qué dirección quería Arthur Wellesley que se moviera, por lo que

permaneció a la espera.

1327 ShD, Gr1 VN74, Journal (en espagnol) du Siège…Ob. cit., p. 37.

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A las pocas horas, recibiría Santocildes la petición de Arthur Wellesley, desde Cuéllar,

para que atacase Tordesillas a fin de tomar la ciudad y su puente fortificado sobre el

Duero:

“He tenido el honor de recibir la carta de VE de 30 del pasado, y he escrito al Conde

de Amarante solicitando que forme el bloqueo de Zamora.

Yo debería esperar que VE no experimentara dificultad en procurar mulas de tiro

para la artillería que he puesto a su disposición, si se hiciese una requisición en las

ciudades y pueblos grandes de León, Asturias y Castilla.

He venido a esta villa en consecuencia de que se decía que el rey intentaba pasar a

Aranda de Duero, con el objeto de unirse al resto del ejército de Portugal; pero parece

que ha tomado la posición de de Segovia con el fin de guardar Madrid principalmente,

y considero que se retirará tan luego como yo me acerque a aquella ciudad.

Me han informado que el enemigo tiene aún en Tordesillas 200 hombres y pido, me

permita VE, le recomiende que envié una fuerza suficiente para atacarles y

aposesionarse de aquella villa y el puente sobre el Duero. Nada tienen en

Simancas”1328

* * * *

Efectivamente, Silveira había hecho acampar a sus milicias a la vista de Zamora,

pensando que los franceses no disponían de artillería de grueso calibre. Sin embargo esa

noche, el gobernador Frèderic Sprünglin, tras situar sus cuatro piezas, de a doce libras,

sobre la muralla haría fuego sobre el campamento, obligando a los portugueses a

levantarlo precipitadamente.1329

Al la mañana siguiente, ante la intimación de Silveira a capitular, Sprünglin ofrecería

un excelente desayuno al oficial parlamentario portugués, para mostrarle su abundancia

de víveres, y le daría una respuesta negativa.

* * * *

1328 ME, Toledo, Exp. Santocildes, Legajo 29/13, doc. 241. 1329 Sprünglin, E.-F. (1998) Souvenirs de Guerres d´Espagne…Ob. cit., p. 228

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Al anochecer del 2 de agosto, Santocildes ordenaría a las fuerzas del brigadier

Federico Castañón (regimientos de Orense y 1º batallón del 6º de marina), que

marcharan contra Tordesillas para, al amanecer, tomar la ciudad y su puente sobre el

Duero. Tras dejar al regimiento de Compostela vigilando el vado de Pollos, Castañón

concedería el honor de realizar el ataque al regimiento de Orense, dejando al batallón de

marina en reserva:

Así nos relata, de primera mano, la operación el brigadier Federico Castañón:

“Situado con la Sección de mi cargo en el lugar de Pollos, margen izquierda del Duero,

en observación del vado de este nombre, y Guarnición de Toro y Zamora, derecha de

este río, hice marchar rápidamente el regimentó de Orense, al mando de su Coronel

don Manuel Domínguez, sobre Tordesillas y su fuerte, que ocupaba una Guarnición

francesa de 250 hombres1330. Y sobre la orden que se me comunicó por el Jefe de

Estado mayor para sorprenderla, di otras instrucciones más al expresado Coronel para

un decidido ataque; y en el caso de recogerse a cubierto de los fuertes la Guarnición

enemiga, destruir estos y batirlos por los medios más breves de campaña, único recurso

a nuestra privación de toda clase de útiles (que hiciese conocer a los enemigos no era

mi plan ceñirme a la pesada formalidad de un Sitio; que lisonjease a éstos en su

resistencia, prolongando su rendición que es su propuesto general sistema) […]

A las siete de la mañana del día 3 fue atacada militarmente la Plaza principal de esta

villa, el retén y puesto de vigilancia de los enemigos, y sucesivamente lo fueron también

de las casas que median hasta el fuerte, y con igual ardor de las contiguas a éste, que

es una iglesia de mucho espesor en su fábrica, que disputaron los enemigos con el

tesón, poco acomodado a su corta fuerza” 1331

La iglesia que los franceses habían fortificado no era otra que la de San Antolín, sita

al lado de las famosas “Casas del Tratado” y que dominaba el puente sobre el Duero. El

mismo Mariscal Marmont la había utilizado días antes para observar el paso de su

Ejército al iniciar la ofensiva contra Arthur Wellesley.

La noche del 3 de agosto llegaría a Tordesillas con la mayor parte de la Ciudad en

manos españolas. Los franceses permanecían encerrados en San Antolín y en otro

1330 Tres Compañías del 65º de línea con tres piezas ligeras de artillería. 1331 ME, Toledo, Exp. Santocildes, Legajo 29/17, Sitio de Tordesillas, 5 de agosto.

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pequeño fuerte que defendía la entrada al puente. Al día siguiente se reanudaría el

combate para tratar de reducirlos.

* * * *

En Astorga, el 2 de agosto, la trinchera de aproximación, que había llegado al

barranco donde había de iniciarse la mina dos días antes, sufrió un terrible fuego desde

las posiciones francesas, desmoralizando a los zapadores e infantes que tuvieron que

interrumpir los trabajos. Un joven subteniente catalán de 16 años (en un inconsciente

acto de coraje) animó a sus hombres exponiéndose al fuego y subiéndose sobre la

trinchera:

“Se empezó la excavación para bajar al barranco, fue herido gravemente de metralla el

Subteniente de Zapadores Don Antonio Soler1332, por haberse puesto al descubierto

animando a la tropa para que no dejara el trabajo, y el Zapador Jaime Arroyo fue

herido de muerte, con diez Soldados más y dos contusos”1333

Ese mismo día, los franceses permitieron salir de la ciudad a unos 150 civiles

demacrados por las privaciones del asedio y que:

“[…] traen pintada la necesidad en el rostro”1334

Al día siguiente, los trabajos tuvieron que detenerse de nuevo. La falta de materiales y

hasta de municiones de artillería para hacer un fuego constante con el que proteger a los

zapadores e infantes, aconsejaba ralentizar los trabajos para no sufrir un aumento

desmesurado de bajas. Por todo ello Losada y los ingenieros decidieron concentrar ya

todos los esfuerzos, y los escasos recursos disponibles, en la batería de brecha del “Rey”

y en las obras de la mina que se iba a abrir hacia el viejo alcázar, en el sector sur

occidental de la ciudad:

1332 AGMS, 1ª Sección, Legajo S-3.040. Antonio Soler y Armaña, estudiante catalán, universitario en Santiago de Compostela al empezar la guerra; alistado en 1810 como cadete, con quince años, en el 6º Batallón del Regimiento Real de Zapadores-Minadores-Pontoneros. Sobrevivió a sus heridas; en 1854 vivía en Barcelona. 1333 Diario de los Trabajos ejecutados contra la Plaza de Astorga…Ob. cit. 1334 ShD, Gr1 VN74, Journal (en espagnol) du Siège…Ob. cit., p. 38.

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“Desde luego se conoció que los aprestos para el sitio eran poco suficientes y que no

había municiones para nada, y así, con el objeto de aprovecharlas, se determinó que

los trabajos se rompiesen delante de Puerta de Obispo y del Castillo, pues se había

elegido este punto para hacer la brecha, y para abreviar se creyó conducente construir

una batería enterrada y directa que apagase los fuegos de este punto y batiese las obras

que cubrían su frente con este objeto” 1335

Las fuerzas de Losada, y en particular sus artilleros, redoblaron sus esfuerzos el 3 y 4

de agosto contra las defensas de la Plaza:

“El 3 al amanecer empezaron a jugar 6 piezas gruesas, y a poco se desmontó un cañón

al enemigo. Se le intimó a la rendición; pero respondió que tenía la Guarnición intacta,

y suficientes municiones y víveres.

Se empezó otra batería para abrir brecha. Nuestra artillería, mandada por el capitán

Juan Lóriga, se porta como siempre”1336

A pesar de los trabajos, aún no se había llegado a la distancia mínima y al terreno

adecuado para iniciar la excavación de la mina. El día 5 de agosto se consiguió alcanzar

(protegidos por la ladera del barranco que descendía desde la planicie del desaparecido

arrabal de Rectivía, hasta el valle del río Jerga) a la “hollada” donde se iba a comenzar a

excavar el túnel de la mina. Para comunicarla con la trinchera que llegaba desde la

batería del “Rey”, se había excavado otro pequeño túnel o poterna de comunicación.

El trabajo era de gran peligro y expuesto a una salida de la infantería imperial que

podría llegar (desde apenas los 200 metros que había desde el gran Reducto) al lugar de

las obras, para destruirlas.

El emplazamiento de la futura boca de la mina se fortificó con trincheras a su frente y

costados, reforzadas por espaldones, cestones, fajinas y troneras con sacos terreros para

protección de los infantes que habrían de hacer fuego constante hacia las posiciones

francesas en el gran Reducto y en las murallas.

En uno de los intercambios de fuego entre trincheras caería muerto, ese 5 de agosto, el

capitán francés Lejeal de 23º ligero.1337

1335 Diario de los trabajos ejecutados contra la Plaza de Astorga… Ob. cit. 1336 Gaceta de la Regencia, Sábado 1 de agosto de 1812, p. 805. 1337 Martinien, A. (1890) Tableaux par Corps [...] Ob. cit. , Tomo II, p. 441.

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El día 3 de agosto daría comienzo la excavación de la mina, como nos recuerda

Santocildes en su “Resumen Histórico”:

“Por medio de ramales de trinchera se logró por fin llegar al pie de la Plaza,

desalojando por ataques bruscos á los enemigos de todos los puntos exteriores,

exceptuando los reductos, y se empezó la mina contra el recinto de la Plaza sin haber

podido acallar sino, por momentos, los fuegos de los reductos”.1338

El Comandante de Ingenieros redactor del Diario de los Trabajos del sitio de Astorga,

Manuel Otermín, nos detalla aún más los trabajos realizados:

““[…] profundizando la excavación […] para precaverse de las granadas reales,

bombas, polladas y granadas de mano que tiraban los enemigos en grande multitud. Se

abrieron 10 apostaderos, los 4 a la derecha de la hollada para privar al enemigo el

acercarse por el camino de Fuente Encalada, y 6 al otro lado.

Construyose una porción de trinchera de 30 varas de largo con cestones y fajinas,

entre el teso del barranco y una tapia del lado de la hollada para que el enemigo no

pudiera invadirnos por aquel boquete; trabajose en la cresta del barranco una

banqueta a la izquierda de la hollada, con troneras de sacos de tierra, para 50 hombres

tiradores y poder contrarrestar el grande fuego del Castillo enemigo. Se construyeron

dos espaldones para sortear las bombas, granadas reales y de mano [...]

Se dio principio a una Mina a espaldas del barranco, dirigiéndola al ángulo saliente

del Castillo para volarle […]

A espaldas del barranco y a la espalda de la Mina se dispuso el terreno para poner un

blindaje contra las bombas y granadas. Fueron muertos 3 soldados y heridos 7”

Los franceses dedujeron rápidamente que los sitiadores iniciaban la excavación de una

mina. Rápidamente los sitiados iniciaron la zapa de otra trinchera de contraataque desde

el gran reducto con ánimo de realizar un asalto sobre la entrada a la mina. A este ramal

francés, responderían los españoles trazando otra a su encuentro.

1338 La prensa española adelanta tres días el comienzo de las obras de la mina: “Día 3, concluido el camino cubierto se ha principiado una mina que se cree será para volar el castillo"ShD, Gr1 VN74, Journal (en espagnol) du Siège…Ob. cit., p. 39.

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Los españoles no tenían interés alguno en ocultar el trabajo de la mina, antes bien, su

conocimiento contribuía a la desmoralización de la guarnición sitiada y era una baza

más a la hora de obligarla a plantearse una capitulación, so pena de sufrir un asalto en el

que, según las leyes de la guerra, alzada la bandera negra de degüello, las tropas sitiadas

no tendrían cuartel.

Tras los trabajos preliminares, la mina comenzó a avanzar a razón de entre cuatro y

cinco varas diarias, según la dureza del terreno, que en aquella zona era tierra con grijo

de aluvión. Para resguardar los trabajos por la parte sur, los españoles cortaron, el 10 de

agosto, con otra trinchera el camino que bajaba desde el alcázar a Fuente Encalada.

El fuego de fusil y granadas que recibían los españoles de los imperiales (que

contaban además con la ventaja de hacerlo desde posiciones más elevadas en el gran

reducto, la muralla y el alcázar) era continuo.

* * * *

Ya hemos contado que, tras abandonar Valladolid, en la tarde del 29 de julio, las

fuerzas imperiales del ejército de Portugal se pusieron camino de Burgos a donde

llegarían la noche del 4 de agosto.

Tras dos semanas de descanso, la llegada de refuerzos y un gran trabajo de

reorganización del General Clauzel, lograrían el milagro de poner de nuevo en campaña

al ejército de Portugal.

* * * *

En Tordesillas, la mañana de 4 de agosto, Federico Castañón reinició el ataque sobre la

iglesia fortificada de San Antolín. Tras una hora de combate y a pesar de que los

españoles carecían de artillería para batir los gruesos muros del templo, la

desmoralizada guarnición, al mando del capitán Antoine Bernard, solicitaría

capitulación:

“[…] no siendo posible resistir a la energía de mis tropas, que batiéndose envueltas se

habían propuesto la ocupación del primer fuerte, pidió su Comandante Capitulación, a

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que el Coronel don Manuel Domínguez asintió, proponiendo bajo mi aprobación

algunos artículos, quedando suspendida desde este acto toda hostilidad”1339

La única condición puesta por el mando francés para su rendición sería la de pasar un

oficial francés, bajo escolta, a Valladolid a fin de comprobar que carecía ya de

guarnición imperial y que nadie acudiría en su auxilio.

“Siendo condición expresa que han de estar de vuelta antes de las 12 del día 5, a cuya

hora debe realizarse la entrega. Entretanto se han dado mutuos rehenes y nuestra

tropas guarnecen los rastrillos de la Iglesia en que estaban fortificados”1340

Tras instalar su cuartel general en Tordesillas, Castañón aguardaría la vuelta de los

oficiales españoles y francés de Valladolid. No importaba esperar un día más sin con

ello lograba la rendición francesa sin que sus tropas sufrieran más bajas. Tomar a viva

fuerza los dos puntos fortificados sin artillería era una estupidez que quería evitar.

Por fin, al día siguiente, y regresados los oficiales comisionados, el mando francés

acordó capitular:

“[…] evitando la efusión de la preciosa sangre Española, combiné y aprobé la

Capitulación […], y que en el día de hoy a la una ha tenido todo su efecto, marchando

a esta hora la Guarnición prisionera, que rindió sus armas en el paraje que se cita

pasando por entre los dos batallones 1º de Marina y Orense, que en el formaban en

parada, supliendo la música de nuestros batallones el murmullo de placer y lágrimas

de los habitantes que advertían la dulce venganza de ser oprimidos los opresores […]

tomando la Nación, en este instante por destacamentos de mi Sección, posesión de

ambos fuertes y quedando en nuestro poder los artículos de boca y guerra […]”

En su informe a su superior divisionario, el general Cabrera, Castañón elogiaría el

mando y la buena dirección en el asalto del coronel Manuel Domínguez, de su teniente

coronel, José Benito Ribera, y de uno de sus capitanes, Juan de Dios Miranda.

Castañón remató su informe reseñando el enfado mostrado por los otros dos

regimientos de la brigada al no poder concurrir a la acción:

1339 ME, Toledo, Exp. del General Santocildes, Legajo 29/17, Sitio de Tordesillas, 5 de agosto. 1340 Gaceta de la Regencia, Suplemente, Sábado 15 de agosto, p. 873.

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“El primer batallón de Marina que al inmediato mando de su Coronel don Ramón

Romay ordené me siguiese rápidamente desde Pollos, reclamaba con preferencia el

derecho de asaltar, teniendo yo que apelar a toda mi autoridad para contener con

placer esta loable emulación, al paso que el de Compostela, sobre las armas en el vado

de Pollos, me representaba su ausencia a tanta distancia”1341

* * * *

Entretanto, Santocildes, y tras casi dos meses de inicio de la ofensiva, se encontró, por

fin, con Arthur Wellesley en Cuellar el 4 de agosto. Allí tenía establecido el duque su

Cuartel general desde el día 1. El británico pediría al español que marchara hacia

Valladolid para guarecerla:

“[…] aunque no tuve el honor de llegar á tiempo de hallarme en la famosa batalla de

los Arapiles, merecí en Cuellar, pueblo de la provincia de Segovia, el de tomar las

órdenes verbales del victorioso Duque. Consecuente á estas me dirigí sobre Valladolid,

cuya ciudad e inmediaciones ocupé, haciéndolo también al mismo tiempo una División

inglesa de diez mil hombres”1342

En esta crucial entrevista no pudo estar presente por una repentina indisposición, el

enlace británico en el 6º Ejército, el teniente coronel Howard Douglas:

“La constitución de sir Howard se resintió por tanta fatiga, y tanta tensión desembocó

en un ataque de fiebre, que le tuvo en cama durante dos días; un acontecimiento de lo

más funesto, ya que evitó que estuviera presente en la entrevista de Santocildes con lord

Arthur Wellesley. Ello provocó cierto desconcierto en sus futuras relaciones, ya que el

general español se comportó con reservas al darse cuenta de que Howard desconocía

sus órdenes, aunque sin duda le habrían sido comunicadas por lord Arthur Wellesley, si

hubiera sabido que el general no iba a informarle de lo que ocurría1343”

1341 ME, Toledo, Exp. Santocildes, Legajo 29/17, Sitio de Tordesillas, 5 de agosto. 1342 Santocildes, J. M. (1815) Resumen Histórico de los Ataques, Sitio…Ob. cit. 1343 Ibídem, pp. 184 y 185.

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Por su parte, Arthur Wellesley, tras permanecer cuatro días más en Cuellar, indeciso

sobre el partido que tomar, y tras conocer el 2 de agosto que el rey José se volvía sobre

Madrid (tras desistir de su intento de unirse a las fuerzas del ejército de Portugal que

marchaban hacia Burgos) decidiría marchar sobre la villa y corte a fin de obtener el

objetivo político de arrebatar a los imperiales la capital de España. Por sus

connotaciones morales y políticas para la causa patriota, el marchar sobre Madrid (que

llevaba en manos francesas desde diciembre de 1808), podía significar un antes y un

después en el curso del conflicto.

Tomada su decisión, Arthur Wellesley remitiría, ese mismo 5 de agosto, nuevas

órdenes a Santocildes para que tratara, por todos los medios, de tomar las plazas que

aún permanecían en manos imperiales:

“En este día se recibieron órdenes del Excmo sr Lord Arthur Wellesley para que las

tropas repasasen el Duero, y que se sitúen a la derecha; acantonándose de modo que

queden en disposición de ocuparse del sitio de Toro y Tordesillas; como el último punto

está tomado fue preciso considerar ya por único objeto nuestro a Toro […]

Por la tarde se mandó salir, repentinamente, a los batallones 2º de Marina y

voluntarios de Asturias sobre Toro, con el objeto de ver si era dable sorprender a los

enemigos dentro de la Ciudad, para lo cual se les previno que llegasen antes del

amanecer. Un piquete de 40 caballos se destinó a apoyar la expedición”1344

Volviendo al ejército aliado, Arthur Wellesley, tras dejar en Cuéllar a la 6ª división

británica del general Henry Clinton (una de sus divisiones más castigadas en los

Arapiles) junto con las tres brigadas del 6º ejército, partiría el 6 de agosto hacia Madrid,

no sin antes de comunicárselo Santocildes y darle unas detalladas instrucciones en

prevención de lo que pudiera hacer Clauzel desde Burgos.

Arthur Wellesley pedía a Santocildes que conservase el contacto con Clinton,

manteniendo también el control sobre los puentes de Tordesillas y Simancas. Si durante

su ausencia, las tropas del ejército de Portugal les contraatacaban y se encaminaban en

dirección a León y Benavente, el 6º ejército debería retirarse hacia el Esla, franqueando

1344 Diario de Operaciones de los Ejércitos 5º, 6º y 7º…, Ob. cit.

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el río y cubriendo a las tropas que asediaban Astorga, tratando de retardar el avance

francés sin hacerle frente.

Pero si el contraataque francés se dirigía sobre la división de Clinton, éste tenía orden

de replegarse sobre Segovia. En este caso, Arthur Wellesley pedía a Santocildes que sus

tropas avanzaran hacia Burgos para amenazar las comunicaciones francesas:

“He considerado que el mejor servicio que puedo hacer a la causa es el de marchar

inmediatamente sobre Madrid y procurar desalojar al enemigo de aquella Capital, e

incluyo a VE una memoria del Plan que he mandado observar las Tropas que han

quedado sobre el Duero, las que están en Cuellar y las del mando del conde de

Amarante, y también del que recomiendo adopte VE.

Espero volver a esta parte del país y seguir nuestros planes relativos a Zamora, tan

luego como haya hecho al Rey evacuar Madrid.

Recomiendo a VE que observe los movimientos del Enemigo desde Burgos hacia el

Reyno de León.

Me propongo volver a Castilla luego que pueda; pero pienso que el enemigo

probablemente hará marchar, si puede, hacia el Reyno de León algunas tropas, luego

que sepa que yo he marchado a Madrid, y en gran manera dependerán los resultados

de que VE se halle sobre el Esla antes que ellas”

Antes de despedirse Arthur Wellesley hacía votos por que Astorga cayera en manos

del 6º Ejército lo antes posible, liberando a todas las tropas allí retenidas para futuras

operaciones:

“Si el sitio de Astorga se terminase y quedase libre la parte del Ejército de Galicia

empleada en él, se nos debe avisar; este evento hará una mudanza tal en nuestra

situación que nuevas gestiones se harán al General Santocildes para las operaciones

del todo de su Ejército” 1345

Por su parte, el Comandante del 6º Ejército había hecho ya su entrada en Valladolid,

el 5 de agosto. Nos dejarían testimonio de ello Francisco Gallardo, Procurador de la

Chancillería, y el vecino Demetrio Martínez Martel:

1345 ME, Toledo, Exp. Santocildes, Legajo 29/14, doc. 282.

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578

“A las nueve de su mañana entró en esta Ciudad el Mariscal de Campo don José María

de Santocildes, Teniente Gobernador del 6º Ejército de Castilla. Fue hospedado en el

Real Palacio y le cumplimentó la Ciudad con la ceremonia acostumbrada de entrega de

llaves de sus puertas; lo mismo hizo el Señor Obispo, Cabildo, Universidad y Párrocos.

La Ciudad le presentó un ramillete de dulces y no lo admitió […]

Entró en esta ciudad […] con sólo una guardia de Húsares de León de Caballería“1346

Ese mismo día, el conde de Belvedere abandonó Astorga para reunirse con

Santocildes en Valladolid a fin de ejercer funciones de Segundo al mando. No podía

imaginar lo que acaecería días después.

Por su parte, Santocildes recibiría en la capital vallisoletana una misiva de Javier

Castaños, fechada el 2 de agosto en Lugo. En la misma el Capitán General le transmitía

su alegría por los sucesos de los Arapiles y le informaba de las importantes operaciones

que estaba llevando a cabo el 7º ejército guerrillero del General Gabriel de Mendizábal

sobre la cornisa Cantábrica, Navarra y Vascongadas:

“Mi querido amigo. Las felicidades me han quitado la gana de escribir y así, en días

tan plausibles he guardado con VM silencio y confieso que estoy absorto con lo que ha

ocurrido, pues nunca llegué a pensar que Marmont, sin apoyo de otro Ejército, ni

Plaza, se empeñase en una acción tan decisiva, y aunque estaba muy persuadido que

atacando a los ingleses sería rechazado, limitaba mis esperanzas a ver repetir lo que

sucedió en la Albuera; pero parece que Arthur Wellesley no quiere se le culpe esta vez

de no haber sabido aprovechar la victoria […]

De Asturias avisan que los enemigos avanzaron el 24 a Santander, la Cabada y

Torrelavega, replegándose todos a Santoña, y parece que Mendizábal iba hacia ese

punto para hacer algún ataque combinado con el Almirante inglés.

Continuaba Castaños anunciando a Santocildes que dejaba Galicia para acudir junto a

él y ayudarle en el cumplimiento de las órdenes del Gobierno de ir implantando la

Constitución en los territorios liberados. Sobre la situación de bloqueo ante Astorga

prefería ya no decir nada:

1346 VVAA [1989] Valladolid. Diarios Curiosos…, Ob. cit., pp. 317 y 401.

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“No hablemos del sitio de Astorga que va pareciéndose al de Gibraltar o Cádiz y que

ya debe considerarse como un bloqueo según el rumbo que ha tomado…

Sin detención me trasladaré a Castilla para aliviar a Vm en el chinchorreo Político y

en algunas competencias que podían ocurrir por la demarcación de los límites del 5º y

6º Ejércitos.

Contestaré al oficio de VM sobre los mandos o Gobiernos que considera

indispensables en los puntos de Castilla que van quedando libres luego que haya hecho

la elección de sujetos que es preciso premeditar y dar instrucciones muy limitadas y

detalladas para que no suceda lo que en León y en otras partes, pues como estamos en

tiempos de organización cada comandantillo se figura puede establecer la que es mas

análoga a sus alas, y sobre todo empiezan por ser unos déspotas”.1347

Por su parte, una vez repuesto, Douglas supo prever el peligro de contraofensiva

francesa desde Burgos:

“Sir Howard se sintió más asombrado, de lo que ya estaba, convencido de que los

franceses darían marcha atrás en el momento que tuvieran conocimiento del avance

sobre Madrid, era muy importante saber si se había contemplado tal eventualidad.

Presentó sus temores ante Santocildes, y le solicitó información, pero sin éxito”1348.

Douglas elevó una queja por escrito a Santocildes el 14 de agosto. La respuesta del

español (que se demoraría 13 días por caer, también, enfermo) inició una discusión que

se prolongaría varias semanas hasta que Arthur Wellesley la cortó dando la razón al

general español.1349

* * * *

Volviendo la mirada al 6º ejército, a esta altura de la campaña, varios de sus

regimientos tenían graves carencias de vestuario y, lo que era peor para tropas que se

1347 ME, Toledo, Exp. Santocildes, Legajo 29/13, doc. 238. Crítica de Castaños al Gobernador Militar de León, Pascual Liñán. 1348 Watson Fullom, St. & Douglas, H. (1863) The Life of general Sir Howard..., Ob. cit., p. 185. 1349 ME, Toledo, exp. Santocildes, legajo 29/16, doc. Nº 1:“Papeles de la questión con el coronel inglés Douglas, que decidió a mi favor Arthur Wellesley, reprendiéndole”. La describimos más adelante.

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desplazaban necesariamente a pie, de calzado. Así, el 3 de agosto, el general Alava

había comunicado a Santocildes que aún no había podido tratar con Arthur Wellesley el

tema de la petición del envío de más uniformes de fabricación británica para el 6º

ejército:

“[…] el Tío está tan ocupado estos días que aún no le he presentado el estado de

vestuario, pero lo haré esta noche”.1350

Para cubrir estas deficiencias, la Junta Superior de León había recibido el 1 de agosto,

una petición de ayuda, de su regimiento de voluntarios, de cien pares de zapatos. La

petición venía signada por su coronel, Domingo Clemente de Sierra1351, con carácter

urgente, dado que el regimiento iba ya de camino hacia el Duero, con toda su brigada,

desde el sitio de Astorga.

Como el ayuntamiento de León, a pesar de todas las dificultades, se mostró receptivo

a auxiliar al Regimiento que simbolizaba la resistencia patriota leonesa, merced a varios

donativos se pudo aumentar el número de calzado a los 500 pares, y aún poner en

marcha la confección de 600 vestuarios completos para el mismo.1352

Ante la buena acogida y el inusual ofrecimiento de aumentar la ayuda, el coronel Sierra

solicitaría renovar los uniformes de todo el regimiento, que en aquel momento había

recibido tantos reclutas (llamados a filas por la Junta de León) que volvía a disponer de

dos batallones. La solicitud sería aceptada, acordándose fabricar 1.200 uniformes del

mismo corte y diseño que los que habían recibido de Inglaterra un año antes.1353

El 6 de agosto, al día siguiente de la llegada de Santocildes a Valladolid, el Regimiento

de Tuy (de la misma Brigada que los Voluntarios de León) haría su entrada en la capital

castellana. Sus hombres tenían los uniformes en tan mal estado que se les dio

preferencia para ser reequipados con prendas de vestuario que los franceses habían

abandonado en sus almacenes de intendencia:

“En el propio entró un batallón del Ejército de Galicia, Regimiento de Tuy, como 1.000

hombres de Infantería. Llegó muy estropeado y casi desnudo […]

1350 ME, Toledo, Exp. Santocildes, Legajo 29/13, doc. 239. 1351 AGMS, 1ª Sección, Legajo. S- 2.708. 1352 Archivo Histórico Municipal de León, Legajo 182, nº 70, Correspondencia y Actas de los meses de Julio-septiembre de 1812. El Ayuntamiento consiguió reunir 24.000 reales para tal fin. 1353 Ver Apéndice Nº VII.

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Su estado de miseria es tal que parece le componen mendigos de la última clase en

lugar de Soldados”1354

El mismo brigadier Juan José Moscoso informó desde Medina del Campo el 2 de

agosto al estado mayor español en Cádiz:

“He visto regimientos del 6º ejército desnudos y cubiertos con sus capotes en días de

excesivo calor. Nadie puede imaginar la impresión que esto hace en los pueblos recién

evacuados de los enemigos, que públicamente tienen por enigma lo del ejército de

Galicia, sin reservarse de decir que para que reunir alistados, si los han de poner en

tan lastimosos estado”1355

* * * *

El 6 de agosto, la 1ª brigada de la 3ª división del general Francisco Cabrera, llegaría

ante Toro. No hubo combate para tomar la ciudad, pues encontraron a la Guarnición

imperial encerrada en su Castillo. La brigada española estaba atada de manos pues, al no

disponer de artillería gruesa, estaba inerme ante los muros del castillo:

“[…] hallaron a los enemigos encerrados en el Castillo y tuvieron la desgracia de

perder un Oficial de Voluntarios de Asturias que por extremo de bizarría se expuso,

según el parte, inoportunamente en razón de que se había encargado también con

eficacia que no se expusiese Soldado alguno ni se disparase un solo tiro, sino que se

procurase tenerlos encerrados en el Castillo; único objeto que por el momento

podíamos proponernos mientras no llegase la Artillería y medios que el Sr Comandante

General pensaba ver si era posible mandar desde Valladolid, en intención a que el Sr

Lord Arthur Wellesley había cedido a nuestra disposición todos los efectos que habían

dejado los enemigos”1356

1354 VVAA (1886) Valladolid. Diarios Curiosos…, Ob. cit., p. 318; y Diario de Operaciones de los Ejércitos 5º, 6º y 7º…, Ob. cit. 1355 AHN, Diversos-Colecciones, legajo 129, nº 8, Informes de la comisión reservada del ayudante general Moscoso sobre el estado del 5º ejército, el espíritu del país, noticias sobre las plazas de Badajoz y Ciudad Rodrigo, la batalla de Arapiles y otros asuntos. Todo relativo a los meses de junio, julio y agosto. 1356 Diario de Operaciones de los Ejércitos 5º, 6º y 7º…, Ob. cit.

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Las operaciones en Toro serían confiadas al capitán de navío Ramón de la Torre y

Pellicer1357, comandante del 2º Batallón del 6º regimiento de la Real Infantería de

Marina. Pellicer recabaría toda la información posible sobre las fuerzas francesas

atrincheradas en el castillo:

“Por un desertor del Castillo de Toro sabemos que la Guarnición la componen 2

Compañías del 4º y otra del 17º ligeros, otra del 39º de línea y la 4ª de soldados sueltos

de otros cuerpos con Oficiales, 12 zapadores y 8 artilleros. Su fuerza total sobre 250

hombres útiles, y 80 enfermos, que es la que aparece también de los recibos de raciones

que hicimos presentar a la Justicia.

Artillería: tienen dos piezas de a cuatro, dos de a 2, y un obús de 3 ½ pulgadas, con

bastantes municiones, y sobre 300 granadas.

Subsistencias: la carne se les había acabado; tocino y galleta para más de 15 días,

menestras para muchos más, ningún vino ni aguardiente, y de agua lo pasan

estrechamente pues se hallan ya a media ración.

Espíritu de la Guarnición: Es regular, y la tropa que la compone es de buena gente.

Hay varios alemanes e italianos que manifiestan descontento. El Comandante está poco

amado de su Tropa, es militar antiguo; los demás oficiales parece tienen aún menor

ascendiente con ella”1358

A la espera de artillería, las fuerzas españolas cortarían las calles adyacentes al

Castillo fortificándose en el caserío, para vigilar y hostigar a las tropas imperiales

sitiadas.

* * * *

El 6 de agosto en Astorga desempeñaría el cargo de “General de Día”, el coronel de

los voluntarios de La Corona, José Quiroga y Quindós. Igualmente, el coronel de Estado

1357 Archivo de la Armada Alvaro de Bazán (AAAB), Viso del Marqués. Ramón de la Torre y Pellicer, Legajo 620/ 1210. Aragonés de Alcañiz, con 42 años en 1808. Veterano de Tolón y Rosas en 1793 y 1794. Capitán de la 2ª compañía del 1º Batallón de Marina en junio de 1808. Enfermo en octubre de 1808 se retira a Galicia. Manda el 6º de Marina interinamente; toma parte en los ataques de Lugo en mayo de 1809; sobre La Bañeza y toma de Puebla de Sanabria en julio de 1810; en el sitio de Astorga y Toro en 1812, breve Gobernador de la Villa. Destinado al puerto de El Ferrol. 1358 Diario de Operaciones de los Ejércitos 5º, 6º y 7º…, Ob. cit.

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mayor, Luís Laviña, asignaría los destacamentos que habrían de cubrir, al día siguiente,

las dos Líneas de asedio y apoyar el trabajo de los zapadores:

“350 hombres de la División de Reserva, con 954 de la 1ª División, cubrirán mañana,

media hora antes de anochecer todo el servicio de la Derecha de la Línea, y 880 de la

Reserva, con 330 de la 2ª División cubrirán, a la propia hora, todo el servicio de la

Izquierda.

Servicio de Caballería, el número que está mandado.

Servicio Extraordinario: 150 hombres de la 2ª Legión de Castilla se hallarán

mañana, una hora antes de anochecer, en las trincheras de la derecha de la Línea para

reforzar los trabajos de aquel flanco”1359

Ese mismo día, y ante la falta de víveres para sostener a las tropas del cerco, el

comandante Javier Losada forzó a las autoridades a recurrir al último extremo de

requisar los bueyes de labranza para sacrificarlos. La medida fue acompañada con el

arresto de uno de los administradores nombrados por la Junta Superior de León en la

comisión de utensilios del Orbigo. Los vocales leoneses desautorizaron inmediatamente

al comisario de guerra Antonio Argüelles por aquella actuación, en un episodio más de

roces entre la autoridad civil y la militar:

“Aún cuando hubiese dado motivos dicha Comisión para ser castigada, de ningún

modo compete a la Autoridad Militar practicarlo, y si dar parte a ésta, a quien es

privativa la inspección del cumplimiento de la Civiles Subalternas; que la Junta supone

que las faltas nazcan más bien de la imposibilidad en que se halla ya de suministrar

auxilios esta Provincia aniquilada, que de la inacción o negligencia; y que si se trata

de este modo a las Autoridades, ningún Hombre de Bien querrá exponerse a semejantes

injurias, dándose margen con esto que los suministros entren en manos de los

malversadores”1360

En esas mismas fechas un corresponsal de prensa gallego, destacado en Astorga,

afirmaba que la mina estaba ya a 30 pasos de los cimientos del castillo.1361

1359 Libro de Ordenes de la División de Reserva…Ob. cit., folio 102. 1360 Actas de la Junta de León… Ob. cit., 6 de agosto de 1812. 1361 ShD, Gr1 VN74, Journal (en espagnol) du Siège…Ob. cit., p. 39.

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* * * *

En días anteriores, una vez iniciada la ofensiva, el Estado mayor del 6º Ejército, haría

circular a todas las Justicias de las villas y ciudades libres de franceses una orden

destinada a poner a vanguardia, de las tropas regulares, a todas las partidas guerrilleras.

Así se lo comunicaría a la Junta Superior de León:

“[…] que ningún individuo de guerrillas o escuadrones francos1362 permanezca sino

delante de los Ejércitos, y que se circule en la Provincia para que se arreste a todo

individuo suelto que transite por ella sin comisión autorizada por dicho Sr.

Comandante”1363

En estos días, Santocildes llegaría a arrestar en Valladolid al famoso jefe de partidas

Benito Marquínez, por su resistencia a acatar sus órdenes. Sin desautorizarle, Arthur

Wellesley y Alava aconsejarían el 6 de agosto al general español que reintegrara en el

mando de su partida al guerrillero, pues los perjuicios iban a ser mayores que el

remedio:

“[…] haga Vm que Marquínez se incorpore con sus tropas […] porque hay un run run,

que ya ha llegado hasta aquí de que se va a hacer más tropelía con él, y causará

muchos daños; además, que sin él nada harán sus soldados; que se vaya pues con ellos,

es lo que él desea, y Vm ya debe concedérselo”1364

* * * *

A pesar de sus esfuerzos, las tropas del 6º ejército, destacadas sobre el Duero, seguían

careciendo de artillería y ganado de transporte. Por ello, su capacidad operativa seguía

siendo estando mermada para desesperación de sus mandos. Así lo comunicaba el 7 de

1362 Desde la segunda mitad de 1811, los generales Castaños y Ballesteros, Comandantes del 5º y 2º Ejércitos, habían iniciado una sistemática regularización de las Guerrillas que actuaban en sus territorios. Las partidas habrían de organizarse en escuadrones de “Húsares Francos”. García Fuertes, A. (2009) Los Granaderos de Castilla y el 7º Ejército…Ob. cit., p. 68. 1363 Actas de la Junta de León…Ob. cit.; 7 de agosto de 1812. 1364 ME, Toledo, Exp. Santocildes, Legajo 29/13, doc. 240. Cuartel general aliado en Cuéllar, Alava a Santocildes.

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agosto desde Morales de Toro, Estanislao Sánchez Salvador, Jefe del Estado mayor del

6º Ejército, a su superior Agustín Girón:

“Nuestra falta de recursos en la época actual ha paralizado casi todas las tropas del 6º

Ejército y reducido a un valor casi nulo su impulso relativamente al todo de las

operaciones del Ejército aliado. Sin semejante obstáculo, Astorga, Zamora y Toro

estarían, como Tordesillas, ya en nuestro poder, y estos momentos y días de retardo

hubieran bastado para organizarnos y hacernos con los medios que nos faltan.

Jamás Ejército español ha estado en situación de hacer más, ni ha podido hacer

menos por falta de artillería y demás recursos”1365

* * * *

El 7 de agosto en Astorga, la Orden del Día anunciaría a las tropas la buena nueva de

la pequeña victoria obtenida por sus compañeros en Tordesillas, cuatro días antes:

“La Guarnición francesa de Tordesillas ha sido hecha prisionera de Guerra por las

Tropas que componen la 1ª Sección de la 2ª División del Ejército. El fruto ha dado

coger más de doscientos prisioneros, dos piezas de a 4, un mortero y cantidad de

granadas y balas, y el incalculable de ser dueños de un Puente sobre el Duero”1366

* * * *

En Toro, ese mismo día 7 de agosto, en medio del estío del verano meseteño, la

situación seguía bloqueada por la falta de artillería:

“Los enemigos continua extremadamente bloqueados en el Castillo y casas adyacentes,

de las cuales no se ha tratado arrojarles, lo 1º porque en esto no se avanza su rendición

y para ello sería preciso sacrificar inútilmente alguna sangre, y lo 2º porque es forzoso

destruir un gran número de casas, razones que han movido a retardar hasta el

1365 Diario de Operaciones de los Ejércitos 5º, 6º y 7º…, Ob. cit. 1366 Libro de Ordenes de la División de Reserva…Ob. cit., folio 103.

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momento que llegue la Artillería sin la cual nada serviría hacerse dueños de las casas

indicadas más que para aumentar la fatiga de la tropa y exponerla a los fuegos de los

enemigos.

Así pues el sistema que se ha propuesto, y va llevándose a efecto, es de limitarnos a

un estrecho bloqueo y evitar el se dispare un solo tiro a fin de economizar las

municiones.

La tarde de este día llegaron el obús de 3 ½ pulgadas, el cañón de a 3 y 59 sacos de

tierra, y mañana se verá de habilitarlos por si conviniese romper el fuego, aunque el

venir sólo 18 granadas y 50 tiros para el cañón hará, tal vez necesario, suspenderlo

hasta el arribo de otro obús, de igual calibre, que se aguarda de Valladolid”1367

El mismo Santocildes certificó en sus Memorias la impotencia de las tropas bajo su

mando:

“[…] nada pudo intentarse con respecto á los que estaban en Toro y Zamora, por no

tenerla para batir los castillos en que se encerraban. Sin embargo, con la de pequeño

calibre tomado en Tordesillas se incomodó algunos días á los de Toro, ínterin se

sacaban subsistencias para nuestras tropas de dentro de la propia ciudad”1368

* * * *

Volviendo nuestra mirada a León, el 7 de agosto, la Junta Superior recibiría tres

oficios del Capitán General Castaños en los que (con las órdenes del Consejo de

Regencia y la Constitución en la mano) negaba a la Junta la capacidad para reorganizar

el gobierno político, judicial y administrativo de la provincia, tampoco mayores labores

fiscales y de hacienda que las de recabar recursos para las tropas en campaña. En un

golpe de autoridad, Castaños pondría la recaudación de las rentas de confiscos y

secuestros, y rentas de comunidades suprimidas, en manos de un comisionado especial

(Manuel Sánchez Salvador), en detrimento de la junta.

1367 Diario de Operaciones de los Ejércitos 5º, 6º y 7º [...] Ob. cit. 1368 Santocildes, J. M. (1815) Resumen Histórico de los Ataques, Sitio…Ob. cit.

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Con este acto, Castaños privaba a la Junta Superior de León de uno de los escasos

recursos económicos con los que financiar su actividad. Así lo manifestaron sus vocales

el 13 de agosto:

“Enterada la Junta de un papel de 12 del corriente del Comisario don Antonio

Argüelles, manifestando la escasez de granos para las tropas del sitio de Astorga, y

pidiendo que la Junta de Subsistencias remitiese a aquella factoría las cantidades que

expresa, acordó la Junta se le contestase que por la Comisión dada a don Manuel

Sánchez Salvador quedó la Junta sin recursos”1369

Ante una nueva petición angustiosa de dinero el 11 de agosto por Javier Losada (que

en esta ocasión apeló con moderación y sensatez al patriotismo de los Vocales

leoneses), para poder comprar grano con el que hacer pan para las tropas del sitio de

Astorga, la Junta respondería en idéntico sentido, aunque al final libraría al General los

únicos fondos que la restaban, además de vino requisado por los franceses y que se

enviaría al Cuartel general de Santa Catalina:

“La Junta acordó se le conteste alabando su probidad y juiciosas razones, pero que a

pesar de todo no puede mezclarse en las facultades concedidas por el Sr. General

(Castaños) al expresado Salvador, y que para darle una prueba de los esfuerzos de esta

Corporación en beneficio de los Defensores de la Patria, pone a su disposición 30.000

reales, únicos caudales que existen en Tesorería”1370

El 11 de agosto, llegarían a León, a disposición de su Junta Provincial, 50 ejemplares

de la Constitución que Castaños les remitía para que se distribuyesen por toda la

Provincia.

Los días de las juntas provinciales patriotas como poderes políticos autónomos iban

tocando a su fin.

Por otra parte, el Vicepresidente de la Junta Superior (que, recordemos, actuaba de

facto como Presidente) Felipe Sierra Pambley, habría de dejar su puesto al ser

nombrado por Castaños (semanas después) Intendente de la Provincia de Palencia.

1369 Actas de la Junta de León…Ob. cit., 13 de agosto de 1812. 1370 Ibídem, 14 de agosto de 1812.

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* * * *

Volviendo ahora la mirada al interior de los muros de Astorga, sus escasos vecinos

sobrellevaban con gran miseria los días del largo asedio:

“Fue tal el angustioso extremo a que se vio reducida la Población durante el Asedio y

tan grande el hambre que se padeció, que se tenía por muy afortunado el que lograba

comprar, aún al más alto precio, el vientre de algún mulo cuya carne se repartía

diariamente en raciones a los franceses; y no lo era menos el que tenía la dicha de

proporcionarse alguna pequeña cantidad de salvado para convertirlo en pasta que le

sirviese de alimento […] acosados por el hambre y por las balas, que frecuentemente

les hacían encerrarse en los sótanos, como puntos en que creían asegurada su

existencia“1371

Por su parte, entre las tropas españolas sitiadoras, tras casi 50 días de asedio, la falta

de víveres frescos comenzó a provocar casos graves de desnutrición y escorbuto entre

los soldados.

Ello llevaría al mando a tener que establecer un hospital provisional en Castrillo de los

Polvazares donde atender a los enfermos, entre otras cosas, aumentándoles en un 50% la

pequeña ración de carne que recibían. Otra medida del general Losada sería el prohibir

“la venta de fruta que no estuviera en sazón”.

El 8 de agosto sería un día sangriento. El fuego francés fue especialmente mortífero

sobre los zapadores e infantes de la 2ª Legión de Castilla, que se sostenían sobre los

atrincheramientos de la mina, causando cuatro muertos y 14 heridos.

Por su parte los españoles causaron también numerosas bajas a los infantes franceses,

entre ellas el capitán Brun-D´Isan, del 23º ligero, que caería herido en una salida de la

guarnición en busca de víveres:1372

“Por la tarde los sitiados en número de 40 hicieron una salida por la Puerta de Rey a

recoger haces de trigo que en la inmediación había segados y atados; en efecto

lograron introducir algunos pero a costa de bastante sangre”1373

1371 Rodríguez Díez, M. (Reed de 1981) Historia de Astorga…Ob. cit., p. 443. 1372 Martinien, A. (1890) Tableaux par Corps [...] Ob. cit., Tomo II, p. 441. 1373 ShD, Gr1 VN74, Journal (en espagnol) du Siège…Ob. cit., p. 39.

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* * * *

Volviendo a Valladolid, el 8 de agosto presidiría Santocildes, en el ayuntamiento de la

capital castellana, la publicación de la Constitución ante las autoridades municipales, el

obispo, los cabildos mayor y menor y el resto de corporaciones de la ciudad. Se

acordaría fijar para el día 15 su presentación Institucional al pueblo con todo el aparato

y cortejo solemne que fijaba el Consejo de Regencia.1374

Entretanto, sobre el Duero, la situación de las operaciones militares continuaba sin

progresos en Toro y en Zamora:

“Día 8. Las tropas no hicieron movimiento alguno, ni se supo nada de la posición de

los Ejércitos. El bloqueo del Castillo de Toro se está siguiendo en los propios términos,

y así ha llegado a conseguirse que no se dispare un tiro. Las tropas portuguesas no se

han adelantado aún al bloqueo de Zamora” 1375

El 9 de agosto Santocildes abandonaría Valladolid en dirección a Toro a fin de

inspeccionar, de primera mano, las operaciones de bloqueo llevadas a cabo por la 1ª

Brigada de su 3ª División.

Por su parte, Arthur Wellesley había pedido a Santocildes que desplegara a las tropas,

que no tenía destinadas en Toro, al sur de Valladolid:

“Día 9. El sr Comandante General recibió órdenes este día para que las tropas

quedasen situadas entre Simancas y Tordesillas, con el objeto de apoyar la marcha que

emprendía sobre Madrid su Ejército, a fin de obligar al rey intruso a dejar la Capital”

Igualmente, y siguiendo el consejo de Arthur Wellesley, ante la debilidad de la

Caballería del 6º Ejército, Santocildes (según nos trasmite el Diario de Operaciones del

6º Ejército), lograría que los cuerpos francos aceptaran actuar de pantalla avanzada

vigilando los movimientos del ejército de Portugal que se reorganizaba en Burgos:

1374 Valladolid. Diarios Curiosos…Ob. cit., p. 319. 1375 Diario de Operaciones de los Ejércitos 5º, 6º y 7º…, Ob. cit.

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“Como en todas estas atenciones nuestra fuerzas habían de echar muy de menos la

falta de Caballería y Artillería, el Sr Comandante General pudo conseguir que los

Comandantes de escuadrones francos, Marquínez y Rodríguez, se adelantasen el 1º a

Burgos, atravesando el Pisuerga, y el 2º sobre Palencia; pues situados tan adelante

podrían proporcionar al Ejército la ventaja de arreglar sus movimientos por los que

hiciesen los enemigos”

El 10 de agosto llegaría a Tordesillas (procedente de los depósitos que los franceses

habían abandonado en Valladolid) un obús de 5 pulgadas con 150 granadas. Se dio

orden de llevarlo a Toro para, a pesar de que se carecía de artilleros, intentar utilizarlo

(junto al que se había tomado a la Guarnición de Tordesillas y que carecía de

municiones) a la noche siguiente contra el Castillo.

Dos días después desertarían, en Toro, 16 soldados imperiales a las filas españolas

informando que el Castillo almacenaba alimentos para mucho tiempo.

Por otra parte, en Valladolid, las fuerzas destacadas por Santocildes seguían vaciando

los almacenes franceses de víveres y materiales de guerra con gran número de carros

(empleando incluso hasta las escasas acémilas de los rancheros y de las municiones).

* * * *

En Astorga, a lo largo de la mañana del 10 de agosto pasarían camino de Galicia 300

prisioneros franceses tomados por los húsares francos de Valladolid del teniente coronel

Benito Marquínez en Cabezón del Pisuerga a finales de julio. 1376

Igualmente, en las noches del 11 y 12 de agosto, un soldado y un sargento del

regimiento de Benavente y del 2º de Asturias, lograrían apresar, en los puestos

avanzados, en sendos reconocimientos sobre los atrincheramientos franceses, a dos

soldados del 1º de línea y del 23º ligero. Ello les haría ser citados en el “Orden del Día”

de la división de reserva del 6º ejército.

Al día siguiente, tres nuevos desertores franceses de la guarnición llegaron a las líneas

españolas.

1376 ShD, Gr1 VN74, Journal (en espagnol) du Siège…Ob. cit., p. 40.

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* * * *

Ante el avance de Arthur Wellesley, el Rey José evacuaría Madrid marchando hacia

Valencia. En un pequeño éxodo bíblico (con la huída junto a las tropas, de varios

cientos de familias afrancesadas) entre el 10 y el 12 de agosto los imperiales

abandonarían la Corte. Las tarde del día 12 harían su entrada en ella las tropas aliadas.

La toma de la capital de España por Arthur Wellesley supuso una amenaza para todos

los ejércitos franceses en España (que aún contaban con más de 200.000 hombres) y

obligó a todos los mariscales franceses a dejar de lado sus intereses locales a favor de

recuperar una estrategia común para toda la Península. Soult se vería obligado,

finalmente, a levantar el sitio de Cádiz el 25 de agosto, abandonando Andalucía para

reunirse (tras atravesar Granada y Murcia) con el rey José y el mariscal Suchet en

Valencia:

“El aturdimiento y abatimiento que este suceso causó en todos los franceses y sus

partidarios, fue tanto mayor, cuanto había sido ciega la confianza que todos tenían en

sus fuerzas, que hasta entonces habían creído invencibles, a pesar de los descalabros

que habían recibido en Portugal y España”1377

Desde un Madrid exultante, Arthur Wellesley expresó por carta al conde de Bathurst

(ministro de la Guerra británico) tanto su satisfacción por el gran recibimiento de los

madrileños, como su pesar porque Astorga siguiera aún en manos francesas:

“Es imposible describir la alegría manifestada por los habitantes de Madrid al tiempo

de nuestra llegada […] No sé aún que Astorga se haya rendido, pero la Guarnición que

dejó el enemigo en Tordesillas, de unos 260 hombres, se rindió al General Santocildes

el 5 del corriente”1378

1377 Gaceta de Madrid del 17 de agosto. 1378 Gaceta Extraordinaria de la Regencia, Domingo 30 de agosto, p. 948.

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Contraofensiva francesa y capitulación imperial en Astorga.

Por su parte, en Burgos, el general francés Clauzel, tras comprobar que Arthur

Wellesley no les perseguía y llevaba el grueso de su ejército sobre Madrid, dispondría

de la primera mitad de agosto para reorganizar y volver a poner operativo a buena parte

del ejército de Portugal. Tras ello, idearía una ofensiva sobre Valladolid y Palencia,

defendidas sólo por débiles fuerzas (la 6ª división británica y las tres brigadas españolas

del 6º Ejército). El 13 de agosto ordenaría un decidido avance sobre Valladolid con

25.000 hombres:

“El general Clauzel, que había tomado el mando de aquel Ejército deshecho, le

reorganizó tan instantáneamente, que no pasaron ocho días cuando ya con 18 o 20.000

hombres marchó otra vez sobre Valladolid. No fue difícil la entrada en esta ciudad,

pues que el lord Arthur Wellesley, con todas las tropas de su inmediato mando, se había

dirigido a Madrid y ocupado esta capital” 1379

El comandante en jefe francés consideraba que ante su ofensiva, Clinton y Santocildes

se separarían cada uno sobre su cuerpo principal (el británico sobre Madrid y el español

hacia Astorga). Por otra parte, la debilitada división de Clinton, y las tres pequeñas

brigadas españolas de Santocildes, no eran enemigo para sus tropas en campo abierto.

El plan francés era marchar sobre Valladolid expulsando de allí a la pequeña

guarnición española. Desde allí, y en una misión de no más de 11 días, Foy (su

comandante de división de más experiencia) se movería con rapidez al frente de dos

divisiones, la 1ª y la 3ª, apoyadas por dos brigadas de caballería (la 1ª al mando del

coronel Michel Desfossés1380 y la 2ª al mando del coronel Eugène Shée1381). Al frente

de 12.000 hombres y 2.000 jinetes, Foy habría de levantar los asedios a Toro, y luego a

Astorga y Zamora.

Foy llevaba instrucciones (si hemos de hacer caso de un parte del jefe del estado

mayor del ejército de Portugal, Lamartinière, interceptado por la inteligencia española)

para socorrer las plazas sitiadas, pero sin evacuarlas. En particular Astorga seguía

siendo muy importante para la estrategia imperial en el noroeste de España:

1379 Santillán, R. (1996) Memorias…Ob. cit., p. 77. 1380 Regimientos 3º de Húsares y el 22º, 26º y 28º (Italiano) de Cazadores a Caballo, con 7 escuadrones. 1381 Regimientos 13º y 14º de Cazadores a Caballo, y el 15º y 25º de Dragones, con 12 escuadrones.

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593

“La Guarnición de Astorga ha, sin duda, consumido muchas municiones, la intención

del General en Jefe es que VE deje 300.000 cartuchos […] el General en Jefe querría

también que el repuesto de la Artillería de la Plaza fuese si es posible de 200 tiros por

pieza y encarga a VE que complete el de los calibres de a 4, de a 8 y de obús […] más

adelante se enviarán a Astorga municiones del calibre del 12”1382

El movimiento ofensivo de Clauzel fue detectado enseguida por los informadores

españoles desde Burgos y confirmado por las patrullas de reconocimiento, el mismo día

de su inicio. En Valladolid se tendría conocimiento del mismo en la madrugada del 14.

Ni Santocildes ni Clinton esperaban una arremetida del ejército de Portugal de tal

envergadura. El comandante español daría la inmediata orden de retirada. La numerosa

caballería enemiga podía envolverle en una sola jornada; sus poco más de 400 jinetes

nada podían hacer, en las llanuras de Campos, contra los 2.000 jinetes imperiales:

“[…] el (Ejército) de Marmont rehecho de su derrota, y aumentado con tropas de

Vizcaya y Navarra, se hizo muy superior á las de mi mando é Inglesas, que estábamos á

su frente”1383

Según el Diario de Operaciones del 6º ejército, Santocildes ordenó a sus tres brigadas

concentrarse entre San Cebrián de Mazote y Villardefrades. El comandante español

ordenaría a su Caballería cubrir la retirada (húsares, granaderos a caballo y cazadores

provinciales de Galicia), apenas 5 escuadrones frente a los 19 de que disponían los

franceses. En su apoyo, cerraría la marcha la 2ª brigada de la 1ª división, al mando de

Vicente González Moreno (Voluntarios de León, Tuy y Monterrey).

Se estaba a punto de iniciar una durísima retirada de treinta leguas, que, durante cinco

tensos y agotadores días, llevaría a las tropas de regreso a Astorga:

“El Sr Comandante General, previendo que los enemigos con el auxilio rápido de su

Caballería numerosa, podían doblarnos nuestros flancos, con solo forzar una marcha,

dispuso que los Cuerpos y divisiones se concentrasen sobre San Cebrián de Mazote y

Villar de Frades para ponerse en situación de dirigirse sobre Benavente, si los

1382 Sánchez de Toca y Catalá, J. M. (2007) Los desastres de la Guerra… Ob. cit., p. 451. 1383 Santocildes, J. M. (1815) Resumen Histórico de los Ataques, Sitio…Ob. cit.

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enemigos nos buscaban con más fuerzas por nuestra derecha, o bien marchar sobre el

Esla por la parte de San Pedro de la Tarce, Castronuño, en dirección de Tábara, si los

enemigos nos podían ganar una marcha sobre el camino de Rioseco a Benavente”1384

La situación era crítica para las fuerzas españolas, sin Artillería y casi sin Caballería,

marchando por una vasta llanura intentando llegar al río Esla antes de que les pudiesen

alcanzar los jinetes imperiales. Siguiendo con el Diario de Operaciones del 6º Ejército,

la marcha forzada, en pleno verano y con la escasez de acémilas, entorpecerían la

retirada:

“De todas estas medidas y ocurrencias se dio el necesario aviso a Astorga, Toro y

demás puntos […] la extensión inmensa de la planicie, su falta de Caballería y de

Artillería las tienen reducido a cierto estado de nulidad […] cuán difícil es arreglar a

unas Tropas sus movimientos cuando no tienen caballería que dé lugar siquiera a

imponerse de las fuerzas de que son amenazadas, pues alejados sus observadores y

descubiertas por piquetes de Caballería superiores, nunca alcanzarán a cerciorarse

por si de las fuerzas enemigas[…]”1385

* * * *

Entre tanto, en Astorga y aún ajenos al inicio de la ofensiva del general Foy desde

Valladolid, Javier Losada volvería a ponerse en contacto con los sitiados en la mañana

del 13 de agosto. Aquel día había llegado desde Benavente, camino de Galicia, la

columna de prisioneros imperiales de la guarnición de Tordesillas. El comandante

francés, el capitán Antoine Bernard, accedería a entrevistarse (acompañado de un oficial

español) con el general Rémond.

Losada comunicaría a Rémond, bajo bandera de parlamento, que le enviaba al

comandante prisionero de la guarnición de Tordesillas:

“Aprovecho la ocasión de haber llegado a este campo la Guarnición francesa de

Tordesillas hecha prisionera por las tropas nacionales, para enviar con el oficial dador

de este oficio al Comandante de la misma, a fin de que tenga V. S. la proporción de

1384 Diario de Operaciones de los Ejércitos 5º, 6º y 7º…, Ob. cit. 1385 Ibídem.

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enterarse por él de los acontecimientos militares que indiqué en mi oficio del 27 del

mes último y de otros posteriores igualmente importantes. Podrá V. S. hacerle las

preguntas que crea oportunas para su gobierno”1386

Hábilmente, Losada permitió que Bernard fuera interrogado libremente (a solas) por

el gobernador de Astorga. Rémond pudo conocer de primera mano, y confirmar, la

derrota, tres semanas antes, del ejército de Portugal, así como su retirada hacia Burgos,

(tras abandonar Valladolid) y el que Zamora y Toro estaban también sitiadas por las

tropas españolas y portuguesas.

El conocimiento de haber quedado al mando de los restos del ejército, el general

Clauzel, tras las graves heridas sufridas por Marmont y Bonet en la batalla, fue otro

reflejo más, de la magnitud de la derrota francesa:

“A las nueve de la mañana de este día ha pasado a la Plaza de Astorga el Ayudante 1º

de Estado mayor don Agustín Poncerot acompañado del Comandante Francés de la

Guarnición de Tordesillas que, por disposición del señor Comandante General del sitio

pasaba a aquella con el objeto de hacerles ver la derrota del Ejército de Marmont,

habiendo regresado a las once y media”1387

Rémond agradecería al General Losada la entrevista con el capitán Bernard:1388

“Sr. General. He visto al oficial francés que V. S. me ha enviado y le he hecho todas las

preguntas que me han parecido necesarias. Tengo el honor de saludar a V. S. con la

más alta consideración. El General Gobernador de Astorga. Rémond”1389

Las noticias confirmadas de la derrota de Marmont trascendieron a la guarnición

provocando la deserción en pocas horas de numerosos soldados e, incluso, de algún

oficial; aunque no los 300 efectivos que suelen citar algunas fuentes.1390

1386Sánchez de Toca y Catalá, J. M. (2007) Los desastres de la Guerra… Ob. cit., p. 431-432. 1387 Ibídem, p. 431. 1388 Curiosamente Bernard marchaba al cautiverio acompañado de su esposa, una española de Alba de Tormes. 1389 Sánchez de Toca y Catalá, J. M. (2007) Los desastres de la Guerra… Ob. cit., p. 432. Astorga, 13 de agosto. 1390 Fernández del Campo, J. P. (2000), Guerra de la Independencia, Volumen VII-2º, [Madrid], p. 45, y Sánchez de Toca (2007) Los Desastres de la Guerra [Madrid], p. 432. Los dos historiadores hablan de más de 300 desertores pero sin dar referencias documentales que confirmen esta cifra. Sin embargo, el documento entregado por Rémond, tras abandonar la Plaza de Astorga, confirmaba que la Guarnición constaba el 19 de agosto, no de 730 efectivos, sino de 1.050 hombres. AHN, 75 N, Diversos, “Diario de la Conducción de los prisioneros franceses de la Guarnición de Astorga por el Coronel del 2º de Asturias, José Manuel Carrillo de Albornoz”.

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596

* * * *

La jornada del 14 de agosto, las tropas de Santocildes permanecieron a la expectativa

de conocer la dirección del avance francés. Esa noche llegarían informes de que los

franceses habían entrado en Valladolid, a primera hora de la tarde, y estaban ya en

Simancas:

“14 de Agosto. En el mismo día y hora de las 5 y 6 de su tarde entraron por las puertas

de Santa Clara y Tudela como 4.000 franceses, de 800 a 1.000 de Caballería y lo

restante de Infantería con tres Generales, Clauzel en Jefe, Foy y otro, y 6 cañones, con

bastante convoy, ganados y víveres”1391

Santocildes ordenaría inmediatamente marchar hacia el oeste tomando el camino de

Belver de Montes.

La tensión para Santocildes por la situación de sus tropas, al borde de un desastre si

los franceses se lanzaban directamente contra él (dejando de lado el auxilio a Toro y a

Zamora), no podía por menos que empezar a hacer mella en la delicada salud del

general español. Por si fuera poco, el enlace británico con Santocildes, Howard Douglas

exigió al español que le diera cuenta exacta de sus movimientos y planes. Santocildes le

respondería tajante que él solo debía informar de sus decisiones a su superior Javier

Castaños, y que las mismas respondían a planes reservados que ya estaban acordados

con el mismo Arthur Wellesley.

El español convocaría a Douglas a una reunión en Villardefrades en la tarde del 15.

Pero, finalmente, Santocildes no pudo acudir pues sufrió un repentino ataque de fiebre

esa misma tarde en Belver de Campos. La tensión para el general español, por la

situación de sus tropas, hizo mella en su delicada salud1392.

1391Valladolid. Diarios Curiosos…Ob. cit., p. 321. En los dos días siguientes entrarían 12.000 franceses más. 1392 Había conseguido recuperarse de una herida en el vientre, casi mortal, sufrida en septiembre de 1793, durante la Guerra de la Convención; pero su salud se resintió de tal manera que en 1804 había tenido que solicitar su pase a las milicias provinciales. La respuesta del general español iniciaría una discusión que se prolongaría varias semanas hasta que el mismo Arthur Wellesley la cortó dando la razón al General español, ME, Toledo, Exp. Santocildes, Legajo 29/16,“Papeles de la questión con el Coronel Ynglés Douglas, que decidió a mi favor Arthur Wellesley, reprendiéndole”.

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Todo ello contribuye a explicar que las fuerzas españolas tuvieron otro percance al día

siguiente. El 15 de agosto, en Belver de Campos, la salud su comandante en jefe,

Santocildes, no aguantó más:

“En este día tuvimos el disgusto de que nuestro Comandante General don José María

de Santocildes, dejase el mando del Exército por serle ya imposible ocuparse de los

asuntos, atacado ya de una fiebre bastante violenta; y el Excmo. Sr. Conde de Belveder

quedó encargado del mando de las tropas “1393

En la madrugada al 16 de agosto un edecán del general Cabrera informó a Douglas que

el 6º ejército reiniciaba la retirada:

“[…] se encontró con que el general Santocildes estaba aquejado de fiebre, lo que hizo

imposible su encuentro. El ejército estaba en retirada, pero no pudo obtener

información del general Cabrera, y solo pudo hacerse conjeturas respecto a su destino.

Uno de sus espías llegó durante la noche y le informó que las tropas enemigas estaban

al mando de Foy, uno de los más decididos generales franceses, y fue en este momento

cuando cayó en la cuenta de que el objetivo que perseguían era nada menos que la

ruptura de las comunicaciones de los aliados, y la liberación de Astorga, o intentar

recuperar Salamanca. Tanto el ejército de Galicia como la fuerza portuguesa al mando

del conde de Amarante se encontraban así en una posición crítica, ya que Santocildes

se había retirado sobre una línea que dejaba expuestas sus comunicaciones, por un

terreno abierto a la caballería, en la que el enemigo era muy fuerte, mientras que los

españoles contaban con tan solo 300 jinetes1394”.

En su biografía, Douglas relata el desconcierto inicial en los altos mandos españoles al

caer enfermo su comandante en jefe. Según él, hubo confusión y, durante unas horas, las

tropas carecieron de un mando central. La documentación oficial del estado mayor del

6º ejército no hace mención alguna de esta situación. Podemos pensar que el ataque de

fiebre de Santocildes fue tan repentino (seguramente llegó a perder el conocimiento y a

delirar) que éste no tuvo tiempo ni de delegar el mando oficialmente en el conde de

Belvedere, ni de darle instrucciones precisas de cómo hacer la retirada.

1393 Diario de Operaciones del 6º Ejército…Ob. cit., 15 de agosto. 1394 Watson Fullom, St. & Douglas, H. (1863) The Life of general Sir Howard..., Ob. cit., pp. 185 y 186.

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“La única vía de escape era hacia a las montañas, y Douglas fue a dar a conocer sus

puntos de vista al general tan pronto como vio el peligro. Podría parecer que no era la

hora más adecuada para molestar a un hombre enfermo, ya que eran las cuatro de la

mañana, pero la situación no admitía retrasos; sin embargo Santocildes había partido

hacia la retaguardia hacia una hora, dejando a las tropas sin mando1395. ¡Tal era la

situación del ejército en plena retirada! Sir Howard espoleó a su caballo para visitar al

conde de Belvedere, el siguiente comandante en el escalafón, y le suplicó que asumiera

el mando, porque todo estaría perdido ante la menor vacilación. Sus notas describen al

conde como “Un tipo muy agradable” (como cabía esperar de alguien de su posición)

pero rehusó el mando en tales circunstancias, aludiendo a su mala salud y a que

ignoraba las órdenes dadas por Arthur Wellesley, encontrándose con las manos atadas.

Así, el ejército se encontraba sin jefe, y sin órdenes, mientras el enemigo avanzaba

sobre él. Sir Howard intentó ver que se podía hacer con el general Cabrera, pero lo

encontró igualmente poco dispuesto; lo único que le dijo fue que el mando

correspondía al conde, y que él no podía asumirlo por encima de él.

Finalmente, sir Howard persuadió al conde del Belvedere de que asumiera el mando

hasta que se recibieran órdenes de Castaños, instándole a marchar a tomar posiciones

tras el Esla. Desde allí podía establecer comunicación con el conde de Amarante y sus

cuerpos portugueses, y desde allí, ambos podrían retirarse hacia Portugal si era

necesario1396”.

Douglas informó a Castaños de que estaba convencido de que el primer objetivo de

los franceses era el auxilio a la guarnición imperial de Astorga. El británico enviaría

también un mensaje a Arthur Wellesley en Madrid. Todas estas nuevas, llevaron a

Castaños, que permanecía en el Bierzo, a marchar hacia Astorga (a la que no llegaría

hasta el día 17).

Al mando del nuevo comandante, las tropas españolas fueron replegándose sobre el

Esla. Ese mismo día, en el que Belvedere ordenó levantar el asedio de Toro, en

Valladolid, Clauzel haría celebrar el cumpleaños de Bonaparte:

1395 Ya hemos explicado la gravedad del ataque de fiebre que sufrió el comandante del 6º ejército. 1396 Watson Fullom, St. & Douglas, H. (1863) The Life of general Sir Howard..., Ob. cit., pp. 186 y 187.

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“Los Generales tuvieron misa rezada en la Catedral con sus Oficiales y Tropa de

Granaderos, música y dos cañones. Hicieron salva para obsequiar al Bonaparte

Napoleón, cuyo día celebraron. No asistió la Municipalidad, ni otros cuerpos”1397

En la bloqueada Zamora, el gobernador imperial Sprünglin, ordenaría celebrar

también el día, a fin de elevar la moral de su guarnición. No hay testimonios de que en

Astorga, Rémond tuviera ni tiempo, ni ánimos, para acordarse de la festividad en la muy

apurada situación en que se hallaba.

* * * *

En Astorga, ese mismo día 15 de agosto, se activaron las alarmas entre las fuerzas

españolas del sitio. Si bien era cierto que esa jornada se había logrado prolongar la mina

nueve varas más, en esa madrugada llegaría un correo con las noticias de la

contraofensiva imperial y de que Santocildes se retiraba hacia Astorga:

“[…] los Enemigos en numero de 13 a 14.000 hombres, entre ellos más de 2.000 de

Caballería, han marchado sobre Palencia y Valladolid, en consecuencia de lo que

nuestras Tropas, ateniéndose a las indicaciones hechas por el Excmo. Sr. Capitán

General Duque de Ciudad Rodrigo, se han replegado [...]

El Sr. Comandante General don Josef María Santocildes, se encuentra enfermo y se ha

agravado en términos que ha sido preciso retirarlo a Carbajales, habiendo tomado el

mando del Ejército el Excmo. Sr. Conde de Belveder, a quien por antigüedad

correspondía”1398

En vista de ello Losada, apostando ya todo al resultado de la mina, ordenó sacar toda

la artillería de grueso calibre de la batería del “Rey” y ponerla a salvo encaminándola

hacia el Bierzo.1399 A continuación planteó abiertamente a Felipe Paz, que la única

opción que restaba para tomar Astorga antes de que llegase el ejército de socorro, era

acabar como fuese la mina. El veterano comandante de ingenieros decidió ir

personalmente a la trinchera de asalto para acelerar los trabajos:

1397 Valladolid, Diarios Curiosos…Ob. cit. 1398 Diario de Operaciones del 5º, 6º y 7º Ejércitos…Ob. cit. 1399 Fernández del Campo, J. P. (2000), Guerra de la Independencia, Volumen VII-2º, [Madrid], p. 45.

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“[…] pasando todos los días a disponer los trabajos de las trincheras personalmente, y

para medir con la plancheta la distancia desde las trincheras más cercanas de la Plaza,

la longitud que debía tener la mina para volar el Castillo”.1400

En Astorga, la guarnición imperial era presa del desánimo. La ausencia de cualquier

noticia sobre la llegada de un posible auxilio de los ejércitos del Norte y de Portugal,

gracias al férreo bloqueo establecido (que interceptó eficazmente cualquier mensaje),

llevaría a Rémond a empezar a considerar la entrega de la Plaza. Así, el 16 de agosto,

tras pedir una tregua de unas horas, el gobernador imperial sondearía a Javier Losada

sobre la posibilidad de entregar Astorga siempre que se cumplieran unas condiciones:

“Sr General, como una Guarnición que ha cumplido con su deber defendiendo una

Plaza con valor y lealtad puede siempre aspirar a una Capitulación honrosa, y

previendo que las tropas a mis órdenes si no son socorridas se verán reducidas a

capitular, así como Vd. me ha propuesto en su carta del 27 de julio, deseo conocer las

condiciones en que podría entregar la Plaza de Astorga, y en especial si Vd. consentiría

en que esta Guarnición no quede prisionera o bien si es que podría volver a

Francia”1401

Según el viejo adagio militar, una plaza sitiada que acepta negociar ha capitulado ya

en parte. Parecía que la férrea voluntad de resistencia de Rémond se quebraba, por fin,

tras sesenta y cinco días de asedio. Según comunicó un corresponsal gallego a sus

lectores:

“El día 16 pidieron parlamento los enemigos, se les concedió y salió un oficial con un

trompeta al Cuartel general de Santa Catalina. Propuso, según se dice, que se les

permitiese la salida a incorporarse al primer cuerpo francés, y de allí a Francia, sin

volver a servir contra los españoles”1402

1400 Diario de los trabajos ejecutados contra la Plaza de Astorga… Ob. cit. 1401 Sánchez de Toca y Catalá, J. M. (2007) Los desastres de la Guerra… Ob. cit., p. 433. 1402 ShD, Gr1 VN74, Journal (en espagnol) du Siège…Ob. cit., p. 41.

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Antes de dar contestación a la propuesta de Rémond, Losada daría curso a una orden

que se leería rápidamente a todos los cuerpos. El objetivo estaba claro: no dar indicio

alguno a los franceses, ni de que las tropas del 6º ejército, destacadas sobre el Duero, se

retiraban hacia Astorga, perseguidas por un ejército de socorro francés, ni de que las

tropas del sitio empezaban a desmantelar sus posiciones y cantones:

“El Señor Comandante General de las Tropas del sitio manda que por ningún estilo se

permita que individuo alguno del Ejército, ni paisano alguno tenga conversaciones con

los enemigos en el tiempo que dure la suspensión de hostilidades”1403

Sobre las propuestas de Rémond, Losada ni podía, ni se hallaba autorizado, para

aceptarlas:

“No me negaré a convenir en una Capitulación cuya base sea la de ir prisionera a La

Coruña esa Guarnición. Bajo este supuesto del que me hallo con órdenes terminantes

para no ceder; puede V. S. dirigirme las proposiciones que le parezcan regulares,

contando que accederé a todo cuanto sea en honor de una Guarnición que se ha

defendido con firmeza y valentía”1404

Losada acababa su misiva advirtiendo que, si en un plazo de cuatro horas, no recibía

respuesta positiva para capitular suspendería la tregua y se reanudarían el fuego y las

operaciones de asedio.

Rémond, desalentado y acudiendo a su pundonor de soldado profesional, se negó, de

nuevo, a rendirse. La plaza seguía sin tener brecha abierta en sus murallas y no había

sufrido, aún, asalto general alguno:

“Señor General. La situación actual de la Plaza no me permite entrar a negociar una

Capitulación cuya base sea que la Guarnición quede prisionera de guerra y sea

conducida a La Coruña. Tengo el honor de saludarle con la más alta consideración.

El General de Brigada Rémond. Astorga a 16 de agosto de 1812”1405

1403 Libro de Ordenes de la División de Reserva…Ob. cit., folio 122. 1404 Sánchez de Toca y Catalá, J. M. (2007) Los desastres de la Guerra… Ob. cit., p. 434. 1405 Ibídem.

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602

Como dato anecdótico el general Losada había obsequiado al oficial parlamentario

francés con una buena mesa de almuerzo:

“[…] pero este solo tomó fruta y vino, no así el trompeta que dejándose de ceremonias

y disimulo de hambre se comió lo que le pusieron delante que fue un queso de dos

libras, un pan de tres y se bebió dos azumbres, o muy cerca, de vino”1406

* * * *

Al amanecer del 17 de agosto el conde de Belvedere pudo conocer por fin (gracias a

un mensaje de la inteligencia militar española desde Valladolid) que parte del ejército

francés había salido de la capital castellana la tarde anterior, formando dos columnas

que se habían situado a cuatro leguas de los cuerpos españoles.

Una de las Columnas formada por la 1ª división del ejército de Portugal, al mando del

general Foy, con la mayor parte de la brigada de caballería de Shée (5.000 infantes y

1.200 jinetes) había salido de Valladolid en dirección a Castrodeza y Torrelobatón. La

otra columna, con 3.000 infantes y 600 jinetes, marchaba en dirección a Toro.

Belvedere actuó con rapidez enviando despachos a caballo a sus tres brigadas para que

iniciaran una marcha forzada en dirección hacia Castronuevo de los Arcos, a medio

camino del río Esla. La situación era crítica, las tropas tendrían que marchar durante

horas por una vasta llanura desnuda, sin ningún monte, río o bosque en que guarecerse

si les alcanzaba la caballería imperial, sin apenas caballería ni una sola pieza de

artillería para defenderse. Pese a ello, poco después de mediodía las unidades de

vanguardia lograban entrar en Castronuevo.

Aquel crítico día las tropas del 6º ejército consiguieron escapar gracias a que lograron

ocultar sus movimientos a los franceses hasta el último momento, haciéndoles creer que

se retiraban sobre Toro y Zamora, cuando en realidad lo hicieron hacia Benavente.

Hacia Toro se dirigiría el general Foy con su columna, en seguimiento de la que le

precedía, dejando ganar así unas horas preciosas a la infantería española que lograría

proseguir su marcha hacia el Esla, a través de la vasta planicie que descendía desde

Castronuevo hasta los vados de Castropepe y Barcial, a 6 km al sur de Benavente.

1406 ShD, Gr1 VN74, Journal (en espagnol) du Siège…Ob. cit., p. 42.

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603

Las tropas recordarían aquella marcha como el “día terrible”. Bajo el sol de agosto

algunos batallones hicieron una marcha forzada de hasta 40 km, casi sin víveres. Pero el

movimiento se hizo con tal orden y disciplina (sin perderse ni un solo hombre, ni

acémila) que dejaría admirado al mismo general Foy.

“Las tropas sufrieron horrorosamente en este día por el excesivo calor, por lo largo de

la marcha y la escasez de agua, pues la mitad de las tropas se quedaron en Castronovo,

punto donde comieron sus ranchos sin beberla por estar agotados sus pozos. Algunos

cuerpos anduvieron durante el día más de ocho leguas. Los enemigos se situaron en

Toro y sus inmediaciones”1407

Al atardecer del 17 de agosto, las dos brigadas de cabeza de Belveder harían su entrada

en los pueblos de Barcial del Barco (en la ribera del Esla) y Villafáfila, quedando su

retaguardia en Castronuevo de Arcos.

Belvedere había salvado a su Infantería de una casi segura destrucción. Como decían

los viejos soldados, aquel día “Dios fue español”:

“Si los enemigos hubiesen continuado su marcha sobre nosotros, sin haber hecho más

camino que el que recorrieron, debieran haber alcanzado nuestras columnas el 17, en

la inmensa llanura que desciende desde Castronovo a los vados de Castropepe y

Barcial. Solo 500 caballos con 6 piezas de artillería hubieran podido decidir nuestra

suerte sin tener un solo partido que tomar, capaz de salvarnos, o de obrar como

militares, solo una dispersión vergonzosa y arriesgada podían salvar alguno que otro,

porque aún este caso, deshechas nuestras masas, los 500 caballos hubieran bastado

para acuchillarlos, y detener nuestros 7.000 infantes y 400 caballos; si procuráramos

mantener nuestras tres Columnas, la artillería enemiga lograría destruirlas

impunemente con su metralla.

Así pues debimos a nuestra buena suerte y al haber, sin duda podido ocultar nuestra

dirección a los enemigos, la conservación de estas tropas.

Cualquier militar que con la Carta y el Compás en la mano medite detenidamente

todo el curso de estas marchas, tendrá por fuerza que convenir, que no habrá habido

muchos Cuerpos que se hayan encontrado en momentos tan críticos.

1407 IHCM, Diario de Operaciones del 6º Ejército…Ob. cit.

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604

Sería de desear que nos fuesen conocidos los motivos que decidieron al enemigo a no

seguirnos desde su salida de Valladolid, y haber dado la preferencia a su marcha inútil

sobre Toro”1408

Estos afortunados hechos para el ejército español se debieron también, en buena

parte, a la propia personalidad del general Foy. No era un general de caballería, ni

infante, era artillero. Foy era un gran militar, pero carecía de la mentalidad de ataque y

movimiento a toda costa de la caballería. Algo de lo que si dispuso, en una situación

semejante, tres años antes, en noviembre de 1809, el ejército imperial, cuando el general

Kellerman persiguió con tal vigor al ejército de la izquierda del duque del Parque desde

Medina del Campo hasta Alba de Tormes, que le daría alcance y lograría batirlo y

dispersarlo tras un contundente ataque en solitario de su caballería. Si en agosto de

1812, Foy hubiera sido Kellerman, las posibilidades de repliegue con éxito de las

brigadas del 6º ejército se hubieran reducido dramáticamente.

Horas después tendrían conocimiento de que otra columna francesa, al mando del

brigadier Eloi Taupin, formada por la 3ª división del ejército de Portugal, y la Brigada

de caballería de Desfossés (5.500 hombres y 700 jinetes) había alcanzado Medina de

Rioseco y amenazaba con cortarles el paso del Esla, a su retaguardia, por Benavente.

Por su parte, Foy realizó una marcha a velocidad sorprendente, entrando ese mismo

día 17 en Toro. Allí conoció que el bloqueo se había levantado el día 15, y que los

españoles habían tomado la carretera de Benavente.

Tras volar parte del castillo, se llevó con él a la guarnición de 800 hombres. En Toro se

encontraba mucho más cerca de Zamora que de Astorga, pero decidió marchar primero

hacia el lugar más alejado (Foy sabía que Astorga había sido desde el comienzo el

principal objetivo del 6º Ejército y que soportaba una presión mayor). El general francés

dirigió (en una marcha nocturna) a su división hacia el norte. Antes de ello envió un

mensaje al gobernador de Zamora, el coronel suizo Sprünglin, comunicándole su misión

de socorro y que marcharía primero sobre Astorga, antes de regresar en su auxilio en

unos pocos días.

Tomando el camino que, desde Toro, llevaba a San Pedro de Latarce, entraría en esta

localidad a las ocho de la mañana del día siguiente, 18 de agosto.

1408 IHCM, Diario de Operaciones del 6º Ejército, mes de Agosto, Carpeta 54.

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605

* * * *

Volviendo a Astorga, durante el 16 y 17 de agosto los zapadores españoles lograron

prolongar la mina 15 varas más. Se estaba ya solo a 20 varas de situarse debajo de la

cimentación del alcázar para llenar la mina de explosivos. La situación de tensión en el

campo español era enorme, se necesitaban como mínimo tres días más para acabar la

mina, explosionarla y realizar el asalto. Un tiempo que Losada no tenía, y era previsible

que las tres brigadas del 6º ejército que se retiraban desde el Duero no iban a poder

darle ante la embestida del general Foy.

El fuego francés sobre la boca de la mina era continuo y mortífero, obligando a los

ingenieros, zapadores e infantes a reparar continuamente los parapetos y blindajes de

madera de las trincheras que protegían la entrada a la mina. Por lo demás, los franceses

habían llevado el extremo sur de su contratrinchera a casi 20 varas de las posiciones

españolas que protegían la entrada de la mina.1409

Los muertos y heridos entre defensores y atacantes eran numerosas. El esfuerzo

supremo de los franceses por intentar impedir los trabajos de la mina se cobraron

numerosas bajas ese 17 de agosto. Entre la infantería del 1º de línea, numerosos

fusileros y hasta cuatro oficiales cayeron alcanzados por el fuego español: el capitán

Jouarisse sería herido de gravedad (muriendo diez días después), el teniente Guillot

caería muerto, y el mismo Ayudante Mayor de Rémond, el capitán Bladiniéres (que

hacía el servicio de ingeniero de la plaza), junto con el subteniente Malot, serían

también heridos.1410

Entretanto, en el interior de la mina se comenzaron a detectar problemas de ventilación

que hubieron de solucionarse sobre la marcha y con ingenio:

1409 Libro de Ordenes de la División de Reserva…Ob. cit., folio 125. En la noche del 16 al 17 los puestos de vigilancia avanzada españoles y franceses iniciaron otra sorda y silenciosa pugna por observar y tomar ventaja sobre el contrario. Así, dos cazadores del Regimiento de Oviedo serían distinguidos por Losada al reptar hasta una trinchera francesa donde entraron con tal decisión que hicieron huir momentáneamente a sus ocupantes, que se creyeron víctimas de un asalto general. Los dos infantes estuvieron a punto de capturar a un francés que se escapó gracias a la debilidad de los tirantes de su pantalón por los que le había asido uno de los cazadores. Con un pequeño botín de herramientas de trinchera y un morral lleno de cartuchos de fusil regresarían antes del amanecer a la Línea española. 1410 Martinien, A. (1890) Tableaux par Corps…, Ob. cit. , Tomo I, p. 117. Bladiniéres ya había sido herido en la famosa batalla de Wagram, a las puertas de Viena, tres años antes siendo teniente.

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606

“Se reforzó el parapeto de la trinchera de sobre la Mina para resistir el grande

cañoneo, bombas y granadas reales, con mucha dificultad, porque los trabajadores se

escapaban […] En la trinchera de debajo del Castillo se llenaron ocho cestones a la zapa. La Mina

solo progresó dos varas por el mal olor de las velas de sebo. Se tenía prevenido de

orden del Ingeniero Comandante un modo fácil para renovar el aire del fondo de la

mina, o darle ventilación, por medio de una grande tira de trozos de caña, taladrados

los nudos por la parte interior, unidos a otros tantos trozos de tripa de buey, formando

un conductor de aire que, desde la boca de la mina, por un fuelle de fragua, se habría

introducido hasta el fondo de la Mina, para excusar llevar el viento por doble galería

como se suele practicar, por cuya invención se excusó gasto y pérdida de tiempo”1411

Pero la tensión reinaba igualmente entre la guarnición imperial de Astorga, debilitada

por sesenta y seis días de asedio, por el agotamiento de los víveres y municiones, por el

conocimiento, a través de sus compañeros apresados en Tordesillas, de la derrota del

ejército de Portugal en Salamanca, y por la constancia de que los españoles no podían

tardar ya mucho en hacer volar la mina. Todo ello contribuía a mantener el goteo de

deserciones hacia el campo español.

Aquel 17 de agosto un rumor recorrería los acantonamientos españoles en torno a

Astorga, había llegado el “pájaro”, incluso alguno afirmaría haber escuchado la Marcha

de Infantes en el cuartel general de Santa Catalina. Efectivamente, el Capitán General

Javier Castaños se había presentado proveniente de Villafranca del Bierzo.

Por los informes diarios que había recibido durante las últimas semanas Castaños

conocía bien la situación de las operaciones del sitio. La ofensiva francesa desde

Valladolid no podía tener otro objetivo que llegar hasta Astorga y Zamora. Era menester

acelerar la rendición de la Plaza, so pena del descrédito y frustración que recaería sobre

las unidades del 6º Ejército si se tenía que levantar el Asedio.

El veterano comandante en jefe del 5º, 6º y 7º Ejércitos, veía con temor que la toma de

Astorga podía escaparse de las manos en el último momento debido a:

1411 SGE, Diario de los trabajos ejecutados contra la Plaza de Astorga… Ob. cit.

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607

“[…] la falta absoluta de medios para seguir el sitio, los movimientos del Cuerpo de

Ejército Enemigo que ocupó Valladolid el día 14 de éste; las cortas fuerzas del nuestro,

y la distancia a que se encuentra el grande Ejército aliado”1412

Solo quedaba el jugársela acabando la mina y volando la esquina sur occidental del

recinto amurallado, para ordenar un sangriento asalto general. Y ello con las fuerzas de

socorro imperiales de Clauzel a tres días de marcha.

Sin embargo, la mina aún no estaba acabada, pero eso los franceses lo ignoraban:

“Foy había llegado a Toro, y se aproximaba a marchas forzadas; pero no tenía medios

para advertir a la guarnición, que habían perdido la esperanza de recibir ayuda. El

general Castaños se aprovechó de su falta de información, y amenazó con hacer

estallar una mina si no se rendían; los franceses arrojaron sus armas sólo para darse

cuenta de que los españoles habían replegado su tren de artillería, y habían formado

para retirarse. Así cayó Astorga, tras dos meses de sitio1413”.

Otra baza de la baraja, era utilizar la psicología militar para lograr la capitulación.

Castaños sabía que para Rémond sería más honorable rendirse a un teniente general y al

vencedor de Bailén. Así que Castaños ordenó tomar la pluma a su secretario:

“Señor general […]

V. S. está enterado de los últimos acontecimientos en que la suerte de la guerra ha sido

tan favorable a las Armas Aliadas que combaten por la Independencia de la Península,

y en consecuencia de ello puedo proponer a V. S. una honrosa capitulación sin ofender

la delicadeza de su honor, pues que es siempre resultado indispensable de las derrotas

el que en las Plazas sitiadas que podían esperar sólo su salvación del Ejército de

Operación, deje de verterse inútilmente la sangre cuando no existe el motivo ni la

esperanza que hacía un deber a sus defensores de llevar al extremo la resistencia, y a

pesar de que V.S. defiende aún a Astorga veintiséis días después de la destrucción total

del Ejército de que dependía y que hubiera podido socorrerle.

1412 Agustín Girón al Estado mayor General, 20 de agosto, Astorga. En Sánchez de Toca y Catalá, J. M. (2007) Los desastres de la Guerra… Ob. cit., p. 434. 1413 Watson Fullom, St. & Douglas, H. (1863) The Life of general Sir Howard..., Ob. cit., p. 187.

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608

Vs. y su valiente Guarnición han hecho ya bastante para su gloria resistiéndose

mucho más allá de lo que debía esperarse; no en una Plaza respetable, sino en una

Ciudad murada y débil por todas sus circunstancias; es menester ahora que no por una

tenacidad sin objeto me obligue V. S. y su Guarnición a que los trate duramente, pues

no ignora que la política militar lo exigirá así para que sirva de escarmiento a quien

pretenda llevar su defensa más allá de lo justo, y yo no dejaré de hacerlo, aunque

repugne a mi carácter, porque se interesa en ello la sangre de mis Soldados […]”

Concluía su propuesta el veterano General con una hábil, descarada y audaz

afirmación que no pudo, por menos, que hacer mella en el ánimo del Gobernador:

“V. S. se hará cargo que no es este el momento en que podemos faltar de medios, ni

temer el vernos obligados a tener que levantar el sitio, cuando los restos del Ejército

vencido, que apenas llegan a doce mil hombres, no han tenido aún tiempo de rehacerse

en ningún punto”1414

Para llevar la misiva ante Rémond, Castaños elegiría al más hábil de sus ayudantes de

campo, el coronel Pascual Enrile. Buen conocedor del corazón humano, Castaños le

ordenaría no presionar ni amenazar a Rémond, al contrario, debería convencerle de la

inutilidad de llegar a un asalto y de derramar más sangre. A la guarnición se le

concederían los honores de la guerra y se le permitiría marchar, con armas y bagajes, a

reunirse con el ejército de Portugal.1415

Animando a Enrile para que desplegase sus mejores dotes negociadoras, Castaños vio

partir, bajo escolta y bandera de tregua, a su ayudante. El éxito o el fracaso del 6º

ejército, en el segundo sitio de Astorga, dependía ya de solo dos hombres, el brigadier

Charles Rémond y el coronel Pascual Enrile.1416

* * * *

1414 Sánchez de Toca y Catalá, J. M. (2007) Los desastres de la Guerra… Ob. cit., Apéndices. 1415 Sánchez de Toca y Catalá, J. M. (2007) Los desastres de la Guerra… Ob. cit., p. 435 - 438. 1416 AGMS, 1ª Sección, Legajo E-364. Gaditano y Capitán de Fragata de 40 años. En 1811 había ingresado en el Cuerpo de Estado mayor del Ejército.

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609

Llegados a la vista del río Esla, Belvedere decidió no vadearlo durante la jornada del

día 18, tanto para conceder descanso a sus tropas, como para dar más tiempo a las

fuerzas que sitiaban Astorga para tratar de lograr su Capitulación.

Sin embargo, a las ocho de la tarde, el comandante español tuvo conocimiento por sus

exploradores de Caballería, que la columna del general Foy había salido ya de San

Pedro Latarce hacia Villalpando (en donde iba a contactar con la columna del Brigadier

Taupin que había avanzado desde Palencia y Medina de Rioseco) llegando ya las

patrullas francesas a Villalobos, a menos de 20 km de Benavente.

En un pequeño golpe de fortuna inesperado, un ayudante de campo del general

Francisco Cabrera sería capturado por una patrulla de caballería imperial en esa

madrugada del día 18. Llevado ante Foy, el oficial español tendría la presencia de ánimo

suficiente para hacerle creer que las tropas españolas seguían mandadas por Santocildes

y que se retiraban, no hacia Astorga, sino hacia Puebla de Sanabria.1417 Esto despejaba

la marcha de Foy hacia la plaza asediada, pero también y durante unas horas le haría no

forzar la marcha sobre el Esla.

Las noticias traídas por sus exploradores de caballería decidieron a Belvedere a no

demorar más el cruce del Esla. Al otro lado del río, desde Benavente hasta Astorga, se

extendía otra llanura de más de 60 km, igual de peligrosa para su infantería:

“Esta marcha de los enemigos nos dio lugar para ordenar nuestra retirada, y en su

consecuencia se pasaron las órdenes para que la Infantería emprendiese su movimiento

a las doce de la noche y que la Caballería atravesase el río y quedase en

Benavente”1418

* * * *

El 18 de agosto la Junta Superior, establecida en León, tomaría el acuerdo de

suspender las sesiones diarias por el peligro que suponía la ofensiva de Foy:

“Con motivo de la invasión hacia la Ciudad de Astorga de una División de tropas

Francesas, y duda que ofrecieron sus movimientos en las inmediaciones de Benavente

1417 Fernández del Campo, J. P. (2000), Guerra de la Independencia, Volumen VII-2º, [Madrid], p. 30. 1418 Diarios de Operaciones del 6º Ejército…Ob. cit.

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610

sobre dirigirse parte de ellas a esta Capital, se vio la Junta precisada a retirarse y

poner a resguardo los papeles de Secretaría en la Montaña…”1419

* * * *

En la sitiada Astorga, Rémond había reunido, en la tarde del 17 de agosto, a todos sus

mandos en consejo militar. Tras una resistencia de sesenta y siete días y con unas

existencias de víveres planificadas para llegar solo hasta el 1 de agosto, llevaban ya dos

semanas a media ración y los almacenes se habían agotado. Todos habían llegado a la

convicción de que ningún ejército de socorro iba a llegar hasta ellos. Rémond era

partidario de no prologar más la resistencia de la plaza, toda vez que los españoles

habían concluido casi la mina bajo los cimientos del alcázar y apenas quedaban

cartuchos de fusil para dos días de combate.

Sin embargo, y si damos crédito al informe de uno de los oficiales presentes, el capitán

Courtot del 23º ligero1420, el consejo de guerra decidió abrirse paso a la fuerza entre las

fuerzas sitiadoras para intentar llegar hasta las líneas francesas.

Era esta una decisión resuelta y arriesgada. Por una parte, las tropas españolas que

sitiaban Astorga no llegaban a los seis mil hombres y se hallaban desperdigadas por

todo el perímetro de la plaza. Losada solo disponía además de un simple escuadrón de

los cazadores provinciales de Galicia. Una salida resuelta de los franceses hubiera

podido romper el perímetro español de asedio. Sin embargo la falta total de

comunicaciones entre Rémond y las fuerzas imperiales en el norte de España, junto con

la ignorancia total de la situación del ejército de Portugal (al que sabían derrotado en

Salamanca y huido hacia Burgos), hacían la apuesta muy arriesgada. Un fracaso en la

intentona podía llevar al aniquilamiento en campo abierto de los tres reducidos

batallones imperiales, pues era más que posible que los españoles no les dieran cuartel.

Es por ello que la llegada, aquella tarde, de un emisario español (el coronel Enrile),

con la propuesta de Javier Castaños de entregar la plaza y permitírseles retirarse a sus

líneas con sus armas, fue recibida con alivio.

1419 Actas de la Junta de León…Ob. cit.; 18 de agosto de 1812. 1420 Estaba al mando de una de las Compañías del 3º batallón del 23º ligero que formaba parte de la Guarnición. Tras ser llevado preso el castillo de San Antón en La Coruña, conseguiría fugarse en la noche del 9 de febrero de 1813 con otros cinco oficiales franceses. Tras hacerse en el puerto con un pequeño bote, llegarían a Santoña, Plaza fuerte en manos francesas, el día 13. El manuscrito se encontró entre los papeles de este oficial y parece ser el borrador de un Informe que se le pidió, a su vuelta a Francia, para ser dirigido al Bonaparte.

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Así nos lo relata Courtot:

“Después de una obstinada resistencia de sesenta y siete días y tras haber consumido

la Guarnición totalmente sus víveres y agotado todas las municiones de artillería, se

tomó la resolución, tras Consejo de Guerra, de abrirse paso, a través de las fuerzas

enemigas, para reunirse con el Ejército, del que no se tenían noticias y del que se

ignoraba sus posiciones.

Esta atrevida resolución fue recibida con satisfacción por la Guarnición, y ya estaban

dadas las órdenes para abandonar la Plaza en la madrugada del 18 al 19 de agosto,

cuando un parlamentario enviado por el General Castaños, vino a presentar una

Capitulación que nuestro bravo General, así como nuestros Jefes, creyeron poder

aceptar sin menoscabar el honor de las Armas de su Majestad.1421

La base de la Capitulación fijaba: que la Guarnición de Astorga saldría de la Plaza

en la mañana del 19 con sus armas y bagajes, dos piezas de artillería, tambor batiente

y mechas encendidas; que depondría sus armas sobre el glacis; que las mismas serían

cargadas sobre carruajes que marcharían escoltadas de una quinta parte de la

Guarnición, entre los batallones del 23º ligero y del 1º de línea; que los oficiales

conservarían sus espadas y sus equipajes y los soldados sus mochilas y que toda la

Guarnición sería conducida, sin dilación, ante los puestos avanzados de nuestro

Ejército […]”1422

Las sospechas francesas ante tan ventajosa propuesta de capitulación fueron disipadas,

según Courtot, por un hábil Castaños al asegurar a Rémond que su marcha hacia las

líneas francesas no era resultado de la generosidad española, sino de un pretendido canje

por prisioneros españoles:

“[…] ser canjeados por un número idéntico de de españoles que el General Castaños

nos aseguraba estaban en manos del ejército de Portugal”

1421 “Esta guarnición fue desgraciada. El General Foy, después de la evacuación de Madrid, recibió el mando de dos divisiones de Infantería y de una de Caballería ligera, con la misión de retirar de Toro, de Zamora y de Astorga las guarniciones que habían sido abandonadas. Las de las dos primeras Plazas fueron traídas de vuelta, pero la de Astorga se rindió la víspera del día en que Foy llega ante Astorga. No encontrará más que a los enfermos y heridos que se lleva con él; siéndole imposible alcanzar al enemigo”. (Memorias del Rey José, España, Libro XI, 1812). 1422 Courtot, Capitán del 23º Regimiento de Infantería Ligera. Episode de la Guerre D´Espagne,..Ob. cit.

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612

En virtud de todo ello, Rémond, con el apoyo de su consejo de oficiales, decidiría

capitular en la tarde del 18 de agosto. La entrega de la plaza se haría efectiva a las ocho

de la mañana del día siguiente, el miércoles 19 de agosto de 1812.

El acuerdo no fue fácil ni rápido. Enrile hubo de emplear toda su capacidad

negociadora durante varias horas, manteniendo la sangre fría necesaria para aparentar

que los españoles tenían todo el tiempo de mundo, cuando, en realidad, la expedición de

Foy estaba ya a pocas leguas de Astorga. No extraña que el coronel Enrile anotara su

hazaña en su hoja de servicios con un deje de orgullo:

“No queriendo capitular Astorga, habiendo sido batida la Caballería del Ejército,

hallándose éste a cuatro leguas en La Bañeza y perseguido, se le envió a que intentase

capitular. Costó todo el día, pero se consiguió”1423

El capitán Laborianne, del 23º ligero, tendría la mala suerte que siempre temían, con

resignación, los soldados; en un intercambio de fuego con las trincheras españolas,

antes de declararse el cese definitivo de hostilidades, caería herido de muerte en la

mañana de ese 18 de agosto, falleciendo en Astorga tres días después.1424

En la mañana del día siguiente, a las ocho, por la puerta del Obispo saldría Rémond

desfilando con sus hombres, tambor batiente, ante las tropas españolas formadas con

Castaños y Losada al frente. Con el millar corto de hombres que le restaban, Rémond

entregaba Astorga al 6º ejército español. Los franceses dejaban 70 heridos y enfermos

en el hospital de la plaza al cuidado de los facultativos españoles.

Pero Castaños, acuciado por la llegada en retirada de las tropas del 6º ejército,

decidiría incumplir, a las pocas horas y cuando la columna de prisioneros marchaba ya

hacia León camino de Burgos, la capitulación. Así lo comunicaría Agustín Girón al

estado mayor conjunto en Cádiz al día siguiente:

“El canje estipulado en la Capitulación se verificará cuando no tenga inconveniente,

suspendiéndose todo el tiempo que fuese menester pues que la conducta del enemigo

con nosotros autoriza a la recíproca y debe sacrificarse un poco de la nimia

puntualidad característica de la Nación al tratar con una que hace gala de no cumplir

1423 AGMS, 1ª Sección, Legajo E-364. 1424 Martinien, A. (1890) Tableaux par Corps [...] Ob. cit. , Tomo II, p. 441.

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ningún convenio y cuyo primer paso en esta larga lucha fue la más inaudita

perfidia”1425

En virtud de las listas de prisioneros que se exigirían a los mandos franceses, podemos

conocer la composición de la guarnición imperial de Astorga el día de su capitulación:

Jefes Oficiales Cirujanos Tropa

2º batallón del 1º Línea 0 16 3 400

3º y 4º batallones

del Regto. 23º Ligero 1 22 2 624

Artillería 0 0 0 26

Total 1 38 5 1050

Estado mayor: general gobernador, comandante de plaza, ayudante de campo, oficial

de ingenieros, comandante de policía, intendente, secretario del intendente,

farmacéutico y guarda almacén.1426

* * * *

El botín capturado fue considerable: 17 piezas de artillería (dos de ellas de a 12 y 3 de

a 8 libras), gran número de armones, carros, cureñas y afustes, mil balas de cañón (500

de ellas ya encartuchadas), 600 cohetes de guerra, 64.000 cartuchos de fusil y 119

quintales de pólvora.1427

Las existencias de municiones de fusil nos revelan otra de las razones de la

capitulación francesa, solo quedaban municiones para un día de combate intenso.1428

1425 Agustín Girón al Estado mayor General, 20 de agosto, Astorga. En Sánchez de Toca y Catalá, J. M. (2007) Los desastres de la Guerra… Ob. cit., p. 438. 1426 AHN, Diversos, Legajo 75, nº 64, regimiento infantería de línea 2º de Asturias, División de Reserva, 6º Exército. Diario militar que presenta al Mariscal de Campo Sr don Pedro Agustín Girón, Jefe del Estado mayor General del 5º, 6º y 7º Ejércitos Nacionales, el Coronel del expresado regimiento don J. M. Carrillo Albornoz, por lo respectivo a la conducción de los Prisioneros de guerra franceses de la Guarnición de la Plaza de Astorga. Folio 2º. 1427 Los 119 quintales de pólvora suponían 5.474 kg. actuales (1 quintal son 46 kg.). Informe del Comandante General de Artillería, el Mariscal de Campo José García de Paredes a Agustín Girón, 22 de agosto, Castrillo de los Polvazares. En Sánchez de Toca y Catalá, J. M. (2007) Los desastres de la Guerra… Ob. cit., p. 439. 1428 Rémond se rindió cuando a su Guarnición le quedaban menos de 60 cartuchos por soldado. Dos años antes Santocildes rendiría Astorga al tener brecha abierta y quedarle a sus hombres sólo 30 cartuchos por fusil.

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614

Por su parte, Javier Castaños daría rápida cuenta de la caída de Astorga a las Cortes y

Consejo de Regencia al día siguiente, ya de regreso a Villafranca del Bierzo:

“[…] se enterará S.A. de la rendición de la Plaza de Astorga en circunstancias tan

críticas, que un solo día de atraso nos hubiera puesto en la vergonzosa precisión de

levantar el sitio; y así luego que el movimiento rápido de los enemigos me hizo recelar

que este sería su principal objeto; determiné escribir al General francés barón Rémond,

Comandante de Astorga, autorizando al Coronel Don Pascual Enrile, Ayudante

General del Estado mayor, para entablar la negociación con las instrucciones que solo

debían de confiarse a quien con talento, persuasión y maña extendiese una

Capitulación, en que solo siendo terminante el artículo de salir la Guarnición

prisionera de guerra, y siendo los demás explicados en términos que admitiesen dudas

e interpretaciones, pues aunque la no interrumpida mala fe francesa nos da derecho

para no guardar consideración alguna, siempre me parece debe conservarse el decoro

nacional. Cumplió Enrile tan afortunada y diestramente su encargo, que ayer por la

mañana éramos dueños de Astorga al mismo tiempo que se recibió la noticia de

hallarse en la Bañeza las tropas que mandaba el General Santocildes, y por su

enfermedad el Conde de Belveder”1429

Entre las tropas españolas de asedio la noticia de la capitulación fue recibida con

sorpresa, alivio y alegría. Pero apenas hubo tiempo de celebraciones, Foy estaba en

Benavente y no se detendría hasta llegar a Astorga.

En la madrugada del 19 de agosto, la infantería española del general Belvedere, tras

vadear el Esla bajo la luz de la luna, se detendría, apenas unas pocas horas en

Benavente, para descansar y acopiar todos los víveres posibles.

Rápidamente las tropas tomaron el camino de Cebrones a fin de poner la mayor

distancia posible con las tropas de Foy, cuyas patrullas de Caballería estaban ya al otro

lado del río.

En aquel momento, Belvedere decidió desviar a la 2ª brigada de la 1ª división, del

comandante Moreno, hacia Castrocontrigo, a fin de que se replegase hacia Puebla de

Sanabria, cubriendo, así, las entradas al sur de Galicia. Las razones del mando español

1429 Gaceta Extraordinaria de la Regencia, 2 de Septiembre de 1812, Nº 113, pp. 965 – 968

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615

buscaban también, aliviar el abastecimiento de víveres y confundir a Foy sobre la ruta

principal de retirada española.

A fin de retardar todo lo posible el avance francés y salvar a su Infantería, Belvedere

reunió a su pequeña caballería, ordenando a los comandantes de los húsares y de los

cazadores de Galicia, que, en la mejor tradición militar de la caballería, salvasen el día

aunque para ello tuvieran que sacrificarse.

Sus dos comandantes, Joaquín de la Fuente y Simón Manso eran veteranos de la

Guerra de los Pirineos, de la “División del Norte” con La Romana y habían estado en la

famosa carga del regimiento del Rey en Talavera, tres años antes.

Ni ellos ni sus hombres defraudarían aquel día al 6º ejército.

Así, aquella mañana del 19 de agosto de 1812, poco más de 400 jinetes de la caballería

ligera española se detuvieron resueltos a hacer frente, con un río de por medio, a 2.000

jinetes imperiales:1430

“Para no sufrir un alcance que pudiera decidir la suerte de las Tropas, el Comandante

General resolvió que la Caballería quedase formada delante de Benavente, situando

sus guerrillas en los vados de Castropepe y Castro Gonzalo”

Lo que sucedió después (un combate en escaramuza de guerrillas, en retirada), no hay

relato que podamos trabar que se acerque, ni de lejos, al propio informe redactado por el

Estado mayor del 6º ejército días después:

“[…] a las 9 de la mañana se vieron aproximarse las Columnas seguidamente. Luego

que alcanzaron a descubrir nuestra Caballería y puestos avanzados, suspendieron su

marcha, haciendo alto sus primeras tropas, para emprender reunidas el paso del Esla,

que verificaron después con una celeridad inaudita a las 10 ½ de la mañana. Más en el

ínterin nuestra Infantería adelantaba en su marcha, y nos hacía esperar que a poco que

se contuviese la Caballería enemiga, lograríamos verla libre de todo riesgo. Nuestra

Caballería, con un orden y deseos de distinguirse muy conocidos, emprendió su

retirada, pero tan lentamente y conteniendo a las guerrillas numerosas que iban, a

cada momento, adelantando los enemigos, con tan feliz éxito que llegamos a

esperanzarnos que se concluiría dichosamente y que los enemigos, cansados y

1430 Dos escuadrones del 3º de Húsares, trece escuadrones de Cazadores a Caballo de los Regimientos 13º, 14º, 22º, 26º y 28º, y cuatro escuadrones de Dragones de los Regimientos 15º y 25º.

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fatigados hubieran renunciado a su proyecto de arrollarla. Pero no sucedió así porque

estos se obstinaron absolutamente en envolverla, y con su superioridad forzaron a

nuestra Caballería al último partido, esto es a evadirse del riesgo a escape; en cuyo

momento cargaron las fuerzas enemigas; más a pesar de esto no alcanzaron grandes

ventajas, pues en toda la acción no se perdieron más de 25 hombres entre muertos y

prisioneros “1431

El coronel de los húsares de Galicia, Joaquín de la Fuente, consignó en su hoja de

servicios, la notable acción de la caballería del 6º ejército aquel día:

“Se halló mandando la División de Caballería en el ataque y retirada de Benavente, en

el que dio las más acertadas disposiciones para contener triplicadas fuerzas enemigas

que atacaban la División, lo que verificó por sus órdenes por espacio de hora y

media”1432

Por su parte, el coronel de los cazadores provinciales de Galicia, Simón Manso,

dejaría también testimonio de aquella acción que honró a la caballería española (en una

guerra donde no tuvo muchas oportunidades de distinguirse):

“[…] del 19 de agosto en los Campos de Benavente en la que su Regimiento fue uno de

los sacrificados en obsequio del Exército que sitiaba Astorga por todo el Exército

enemigo que vino a libertar la Guarnición […] cuyo cautiverio se debió privativamente

a esta brillante acción que estaba empeñada en el crítico momento de la

Capitulación”1433

Finalmente, “Al cabo de ocho horas de un combate sangriento y carnicero […] el

enemigo se contuvo1434”.

1431 Diario de Operaciones del 6º Ejército…, Ob. cit. Otros informes contrastados hablan de unas 50 bajas entre muertos, heridos y prisioneros. 1432 AGMS, 1ª Sección, Legajo F-1.943. 1433 AGMS, 1ª Sección, Legajo M- 405. Entre los jinetes españoles capturados estaba un joven Alférez de los Húsares de Galicia, Andrés García Camba; lograría fugarse días después de la columna de prisioneros incorporándose a su unidad a tiempo de participar en las operaciones de apoyo al Sitio del castillo de Burgos en el mes de septiembre. AGMS, Célebres, Caja 061, Expediente 1, Sección San Fernando, Legajo 1.765. Lograría la Laureada de San Fernando en el Ejército realista del Perú en enero de 1823. 1434 IHCM, AGMM, CGD, Historiales de regimientos de caballería, Sig. 4-2-8-1.

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617

Tras otra marcha forzada, de noche y día, las dos brigadas de Infantería de Belveder

lograban alcanzar la Bañeza al mediodía del 19 de agosto. Unos kilómetros antes, en el

puente de la Vizana, se les unió el escuadrón de Cazadores Provinciales de Galicia que

había quedado en el sitio de Astorga y que el General Losada había adelantado en su

apoyo. En la Bañeza el sufrimiento de la marcha se mitigó con una muy anhelada

noticia, la desmoralizada Guarnición francesa de Astorga se había rendido cuatro horas

antes, tras considerarse abandonada luego de 67 días de asedio:

“Los enemigos no pasaron de una legua de Benavente, con lo cual, nuestras tropas,

aunque fatigadas, terminaron la marcha a La Bañeza, a donde la noticia lisonjera, e

inesperada, de la toma de Astorga, reanimó el espíritu de la tropa, haciendo mirar con

indiferencia las fatigas pasadas”1435

* * * *

Entretanto, el comisionado británico Howard Douglas, mostró a los comandantes

españoles su preocupación por la retirada del 6º ejército sobre Astorga y Puebla de

Sanabria, pues ello dejaba, a su juicio, al descubierto el flanco norte del ejército

portugués del general Silveira que sitiaba Zamora. Douglas intentó convencer,

infructuosamente, a Belvedere y a Cabrera, de la necesidad de que parte de las fuerzas

en retirada lo hicieran hacia Zamora para cubrir a los portugueses.

El británico decidió marchar hacia el sur para asegurarse de si las fuerzas de Foy, tras

llegar hasta Astorga y comprobar el fracaso de su misión de rescate, contramarchaban

hacia Zamora. En Torneros de la Valdería se encontró, horas después, con la brigada del

general Cabrera que, como apuntamos, se retiraba hacia Sanabria:

“Era medianoche. El general español se detuvo a la cabeza de sus oficiales, mientras

que el oficial inglés se presentaba, cubierto de polvo y agotado por su larga cabalgada.

Le suplicó que cancelara la retirada, y tomara posiciones para apoyar al conde de

Amarante, manteniendo protegidas sus comunicaciones. Cabrera le replicó que no

podía hacerlo sin sacrificar a las fuerzas bajo su mando, ya que no disponía de medios

para hacer frente a la caballería francesa, que podría aparecer en pocas horas. Pero

1435 Diario de Operaciones del 5º, 6º y 7º Ejércitos…Ob. cit., 20 de agosto.

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sir Howard insistió en que los movimientos del enemigo mostraban que no tenía

intenciones de avanzar sobre Torneros con grandes efectivos, y que los franceses

podrían cortar a los cuerpos portugueses cuando supieran la dirección que él había

tomado. Cabrera mostró el mayor respeto ante su opinión, pero no estaba convencido y

rehusó detenerse.

- “Solo le pido que permanezca aquí hasta mañana”, le urgió sir Howard.

- “No puedo permanecer aquí ni una hora”, fue la respuesta.

- “Entonces me quedaré aquí yo solo”1436.

A pesar de los juicios de Douglas, Cabrera, no podía dejar de actuar como lo hizo;

2.000 infantes, sin caballería ni artillería, no eran enemigo para las fuerzas de Foy.

Hubiera sido una irresponsabilidad el intentar obstaculizar la marcha del francés.

Silveira podía ser avisado perfectamente de su avance y había que tener una

consideración muy pobre del ejército portugués para creer que iba a estar bloqueando

una plaza española sin tener sus propias patrullas de reconocimiento a varios días de

Zamora:

“Cabrera partió y sir Howard se quedó allí parado, para asombro de los soldados que

observaban su familiar silueta, iluminada por la luz de una posada, mientras

apresuraban su marcha. No pudo evitar pensar en qué hubiera ocurrido si hubieran

estado convenientemente dirigidos, porque el sitio de Astorga le había mostrado sus

capacidades, y mantenía la más alta consideración hacia los soldados españoles. Debo

decir que son merecedores de un mejor mando […] Poseen ciertamente todas las

cualidades necesarias para ser buenos soldados1437”.

Douglas permaneció esa noche en vela, con los caballos ensillados. Al día siguiente

sus sospechas se confirmaron al aparecer patrullas francesas de caballería. Douglas

envió a su asistente a uña de caballo hacia Zamora en busca de Silveira:

* * * *

1436 Watson Fullom, St. & Douglas, H. (1863) The Life of general Sir Howard..., Ob. cit., p. 191. 1437 Ibídem, p. 192. Despacho de Douglas al conde de Liverpool, 26 de agosto de 1812.

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En Astorga, tras la entrega de la plaza, Javier Castaños daría el mismo día 19 órdenes

a un sorprendido Belvedere (que las recibiría en el camino de La Bañeza a Astorga)

para que reocupara Astorga y la defendiera ante la incursión de Foy.

Sin embargo, la descoordinación con el comandante del sitio, Javier Losada, y la falta

material de tiempo harían imposible el poder cumplir la orden.

Nada más tomarse Astorga, Losada había ordenado, sin consultar a Castaños, destruir

con la mayor urgencia partes vitales de las fortificaciones, en particular las puertas y los

reductos que las protegían. Igualmente toda la artillería francesa se retiró de las murallas

y obras de defensa, enviándose hacia el Bierzo.1438

La plaza carecía de víveres, los almacenes estaban vacíos y el 6º Ejército no tenía

reservas, pues, prácticamente, vivía al día con raciones para apenas dos jornadas.

Así lo transmitiría desde Villafranca del Bierzo, Agustín Girón al Consejo de

Regencia días después:

“Las defensas de Astorga se han inutilizado lo mejor que ha sido posible en el corto

tiempo que ha habido para hacer esta operación. Los prisioneros están ya en salvo y

son conducidos a su destino”1439

En aquellas frenéticas horas de desmantelamiento de los acantonamientos y obras de

asedio, destacaría el comandante de la artillería de la 2ª división, el navarro Martín de

Zarandía, sargento mayor del 4º escuadrón de artillería a caballo:

“Salvó por su propia voluntad y con el auxilio solo de un oficial y catorce hombres del

escuadrón, cuatro cañones de a 4, una fragua, doce carros de municiones, cincuenta

granadas cargadas, once mil cartuchos de fusil y algunos de cañón, que por falta de

medios de conducción quedaron abandonados después de inutilizada una rueda de

cada carruaje en el lugar de Valdeviejas, mil quinientas varas distantes de Astorga”1440

Por su parte, el conde de Belvedere comunicaría a Agustín Girón, la imposibilidad

que había tenido para ocupar y defender Astorga ante las fuerzas de Foy:

1438 Solo dos grandes piezas de “a doce libras”, con las cureñas inutilizadas, hubo que enterrarlas apresuradamente en el camino de subida a Foncebadón al no poder seguir la marcha en retirada del Ejército. 1439 AHN, Diversos, Legajo 75, nº 54, Ob. cit. 1440 AGMS, 1ª Sección, Legajo Z-181. Hoja de Servicios.

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“He recibido el Oficio de VS del 19 del corriente en que se sirve manifestarme lo

resuelto por el Excmo. Sr Capitán General, General en Jefe con respecto a la Plaza de

Astorga cuyas sabias providencias desearía se hubieran llenado en todas sus partes,

como efectivamente se hubiera ejecutado a no haber variado las circunstancias, a

consecuencia de la tenacidad con que el enemigo me ha seguido desde que me encargué

del mando en Belver, por la indisposición del General Santocildes. Cuando he llegado

a este punto he visto que no podía realizarse el dejar defendida Astorga en los términos

que Vs me indica porque el Comandante General del sitio había destruido parte de sus

defensas, inutilizando municiones y extraído la Artillería, que es lo único que hasta

ahora se ha podido hacer con bastante dificultad, atendida la urgencia de hallarse los

enemigos con bastante fuerza de Caballería en la Bañeza, pero mucho menor que la de

abastecerla aún para pocos días” 1441

Efectivamente, los inventarios entregados a la capitulación por Rémond, y una rápida

inspección certifican que la guarnición francesa había agotado todos los víveres, pues

los almacenes se hallaron vacíos.

Por todo ello, y ante la imposibilidad, en tan corto tiempo, de guarnecer de nuevo

Astorga, aprovisionándola, Losada había optado por inutilizar sus defensas, para hacer

imposible el que Foy la volviera a ocupar.

“Nada se dijo de las particularidades de dicha Capitulación o pactos de ella, pero por

continuar el enemigo, por la parte de Castilla, acercándose a la Plaza, se rompieron

todas sus puertas, deshiciéronse las baterías y se pegó fuego a los reductos que hizo el

enemigo y sus estacadas, y lo mismo a nuestras trincheras y blindajes, poniendo en

salvo los efectos del Parque, e inutilizando la pólvora de la Plaza y cartuchería que no

pudo sacar el ramo de Artillería por falta de carruajes.

El día 20 salieron nuestros equipajes hacia el Bierzo, y en la madrugada del 21,

habiendo llegado el señor Conde de Belveder con su División, nos retiramos a

Fuencebadón”.1442

1441 AHN, Diversos, Legajo 75, nº 54, Operaciones del 6º Ejército, León, 1812, Agosto. 1442 Diario de los trabajos ejecutados contra la Plaza de Astorga… Ob. cit.

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El fracaso de la expedición del general Maximilien Foy.

A las doce de la noche del 19 de agosto llegarían ante los muros de Astorga las dos

brigadas del conde de Belvedere, exhaustas:

“[…] se dirigieron a Astorga, a pesar de la inmensa fatiga de los días anteriores,

donde llegaron sin haberse echado de menos más que 15 hombres de Infantería. Aquí

se supo que el enemigo había arrollado nuestras guardias de Celada y por lo tanto se

mandó inmediatamente que una Sección con 20 caballos al mando del General Losada

quedase de observación sobre la Venta de la Silva, la otra Sección marchó a Rabanal,

la 3ª División pasó a Andiñuela y el Cuartel general se puso en movimiento para

Fuencebadón”1443

Losada y sus hombres habían tenido tiempo de observar el estado en que llegaban sus

compañeros de armas, que habían llevado la ofensiva hasta el Duero:

“Las penalidades y trabajos que en el curso de esta corta expedición han sufrido las

Tropas, no es fácil imaginar, siendo más sensibles porque la mayor parte no se

hubieran tocado si las divisiones hubiesen tenido sus medios de transporte para llevar

un par de días de raciones, más como carecían absolutamente de auxilio tan

indispensable, jamás pudimos conseguir que las marchas se ejecutasen en las horas

menos molestas, ni que las Tropas llegasen a los puntos prefijados cuando se deseaba.

Esto ocasionó un número de enfermos considerable, el cual como era forzoso traer

consigo, aumentaba todos los obstáculos. El de los descalzos, aún era mayor, y no daba

menos cuidado para su salvación. En medio de todo se puede asegurar que no se ha

llegado a 15 hombres de Infantería los que se han echado de menos.

Esta felicidad es más sorprendente cuando se consideran nuestros pocos medios de

resistencia y los muy poderosos con los que venían a buscarnos los enemigos. Toda

nuestra fuerza se reducía a 7000 infantes escasos y 400 caballos, y la de los enemigos,

compuesta de la 1ª, 3ª y 4ª División del Ejército de Marmont, mandadas por el General

Foy, no bajaba de 12.00 hombres, pues la 4ª División no tuvo parte en la acción del 22,

1443 Diarios de Operaciones del 6º Ejército…Ob. cit, mes de Agosto.

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y conserva muy cerca de 6.000, la Artillería constaba de 16 piezas de diferentes

calibres, y su Caballería no bajaba de 2.000 caballos. Medios sin duda enormes y que,

por fortuna, han empleado sin el menor fruto […] su Caballería sabemos ha quedado

muy estropeada”1444

El ejército español comenzó a replegarse hacia el Bierzo en la tarde del día 20, a

través de los dos puertos de montaña de Foncebadón y Manzanal. Allí las tropas harían

alto, en medio de algún conato de agotamiento y desesperación de algunas unidades que

tenían a sus hombres literalmente descalzos y sin nada que darles para comer. Más de

500 soldados, enfermos, tuvieron que ser enviados a retaguardia en el Bierzo.

“El espectáculo de tantos hombres inútiles, efecto de la miseria y la absoluta falta de

subsistencias en que estábamos, hacía la situación del Ejército verdaderamente crítica,

y los rumores y voces que en tales momentos produce el temor en muchos, aumentaba

nuestros embarazos; pues lejos de acudir del Bierzo recursos y víveres, todos los

Pueblos se iban quedando sin habitantes […] pero después de las grandes alarmas va

sucediéndose insensiblemente el orden, las Tropas sobrellevaron la escasez con el

mayor sufrimiento y resignación”1445

Por su parte, tras llegar a las anheladas montañas, Belvedere haría justicia a la

disciplina y coraje de sus tropas encomiando la retirada realizada:

“Espero se sirva VS elevar a noticia del Excmo. Sr. Capitán General, General en Jefe,

el buen orden con que se ha hecho la retirada de este Ejército, a pesar de las muy

superiores fuerzas de Caballería que siempre hemos traído a la vista y que no se ha

atrevido a molestarnos hasta ayer mañana, que habiendo dado una carga a la nuestra

hubo esta de replegarse hacia la Bañeza, habiendo sufrido muy poco atendida la

desigualdad de fuerzas”1446

Por su parte, Javier Castaños reconocería, también, la perseverancia con que las tropas

de asedio habían logrado llevar a cabo el mismo, así como el desmantelamiento urgente

1444 Diario de Operaciones del 6º Ejército…Ob. cit., Mes de agosto. Cuartel general de Morales de Astorga, 20 de agosto de 1812, Informe del Brigadier Estanislao Salvador, Jefe del Estado mayor del 6º Ejército. 1445 Diario de Operaciones del 6º Ejército…Ob. cit., 1446 Diario de Operaciones del 6º Ejército…Ob. cit.,

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de los acantonamientos, retirando todos los materiales y bagajes e inutilizando las

fortificaciones:

“[…] ha quedado muy satisfecho de la actividad y exactitud con que se han cumplido

sus órdenes para retirar de esta Plaza cuanto podía se en ella útil a los enemigos, e

inutilizar sus defensas, lo que no se hubiera logrado por el corto tiempo y falta de

medios que hubo para ello, si el celo y la actividad no hubieran sabido vencer todos los

inconvenientes”1447

* * * *

En la tarde del 20 de agosto, sobre las 14.30 horas, el general Foy haría su entrada en

La Bañeza a la cabeza de su columna de socorro. Allí recibiría la frustrante nueva de

que Rémond, ignorante de su llegada, se habían rendido el día anterior.

Esa noche entraría en Astorga la caballería francesa. Foy llegaría en la mañana del día

siguiente. Allí conocería por los enfermos franceses que Castaños no había hecho

prisioneros (permitiéndoles con generosidad que permanecieran en el hospital del

Seminario) todos los detalles del sitio y capitulación.

Desalentado, Foy comunicó el fracaso de su misión a Clauzel. La carta sería

interceptada por los cuerpos francos y descifrada por la inteligencia del 6º ejército:

“La Guarnición de Astorga después de un bloqueo de 62 días en que había sufrido los

horrores del hambre se había rendido el 18 a las tropas españolas, quedando

prisionera la Guarnición y debiendo ser canjeada por igual número de Tropa española

hombre por hombre y grado por grado […] El 6º Ejército se repliega hacia

Villafranca”1448

Sin tiempo para más lamentaciones, a las ocho de la tarde del mismo 21 de agosto,

Foy se llevaría consigo a los hospitalizados, regresando sobre sus pasos. La guarnición

de Zamora aún esperaba ser socorrida por su expedición de socorro.

1447 Libro de Ordenes de la División de Reserva…Ob. cit., folio 143. 1448 Parte interceptado; El General Carlos de España al Ministro de la Guerra en Cádiz. En: Sánchez de Toca y Catalá, J. M. (2007) Los desastres de la Guerra… Ob. cit., p. 453.

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* * * *

Entretanto, las unidades españolas del 6º ejército se habían replegado sobre los

Montes de León, sobre Castrocontrigo y cubriendo también la ruta hacia Asturias,

dejando fuertes avanzadas hacia Astorga.

Tras hacer alto en Foncebadón, el comandante que cubrió la retirada durante cinco

días, el brigadier Vicente González Moreno, resumió con orgullo el éxito de su brigada

en aquella apurada retirada que estuvo muy cerca de acabar mal:

“Reunidos los enemigos el número de 14.000 infantes y 1.500 caballos y 26 piezas de

artillería, cargaron sobre él cuando por enfermedad del Comandante General del 6º

Ejército, don José María de Santocildes, recayó el mando en el Teniente General del 6º

Ejército, Conde de Belveder, quien ordenó a este Brigadier cubrir y afirmar la retirada,

habiéndolo verificado perseguido por los enemigos por el espacio de treinta leguas

hasta el puerto de Fuencebadón”1449

* * * *

Por su parte en Zamora, el animoso Silveira seguía manteniendo el bloqueo, que no

levantó, ni siquiera, cuando Foy llegó a Toro. Solo se retiraría cuando le llegaron

noticias, el 22 de agosto (desde Astorga y de la mano de Howard Douglas), que, tras

fracasar en el socorro a Rémond, Foy se encaminaba a Zamora. En palabras del coronel

británico Douglas:

“El hecho de que los franceses hubieran tomado la dirección de Tábara le convenció

de que su objetivo era alcanzar Carbajales, situándoles entre Portugal y Zamora,

cortando así al conde de Amarante. Este se apresuró a cambiar sus órdenes para que

sus tropas levantaran el bloqueo (el 22 de agosto). El conde actuó con su habitual

energía, poniendo en marcha a sus columnas tan pronto como recibió el despacho; y

así salvó a su ejército. Una hora más tarde y habrían estado perdidos. La caballería

francesa alcanzó su retaguardia cerca de Constantino, cargándoles con furia, pero las

1449 AGMS, 1ª Sección, Legajo G - 2.857.

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disposiciones del conde habían sido tan acertadas que los franceses solo capturaron

algunos rezagados. Los portugueses hicieron buena su retirada, llevando tras ellos a

los franceses, como en una cacería, alejándoles de Salamanca”1450

Pese al fracaso final de Silveira en tomar Zamora, Arthur Wellesley alabaría el buen

hacer del portugués y de sus milicias, al ministro de la guerra británico, conde de

Bathurst:

“Después de que el General Foy vio que la guarnición de Astorga se había rendido por

capitulación, se volvió al Esla, y marchó sobre Carbajales con la mira de sorprender y

cortar el cuerpo de milicias portuguesas que habían estado empleado bajo las órdenes

del teniente general conde de Amarante en el bloqueo de Zamora. Este Teniente

general hizo sin embargo una buena retirada, sin pérdida, a las fronteras de Portugal,

y el general Foy se llevó la guarnición de Zamora el 29 de agosto y marchó para

Tordesillas.

No puedo menos que llamar la atención de V. S. hacia la conducta del conde de

Amarante y de las milicias de su mando en estas operaciones. El celo de las milicias de

la provincia de Tras-os-Montes en servir voluntariamente fuera de las fronteras de su

reino, merece la mayor recomendación”1451

Efectivamente, Foy llegaría a Zamora el 25 de agosto entre el júbilo de los hombres

del gobernador Sprünglin. El general galo acarició la idea de avanzar sobre Salamanca

donde los británicos habían dejado la base logística de su ejército1452, pero una orden de

Clauzel desde Valladolid, le hizo desistir. Los franceses habían detectado que Arthur

Wellesley movía sus tropas de Madrid hacia Castilla la Vieja. Los avisos dados por

Douglas habían llegado a tiempo.

Cuatro días después, tras recoger todo el material militar y volar las fortificaciones, se

retiraría hacia Valladolid donde pondría fin a su misión de rescate:

1450 Watson Fullom, St. & Douglas, H. (1863) The Life of general Sir Howard..., Ob. cit., p. 193. 1451 Gaceta de la Regencia, Sábado 19 de septiembre, p. 1.043. Valladolid, 7 de septiembre de 1812. 1452 Maximilien Foy visitó Inglaterra en 1817. Douglas, a través de William Wickman le transmitió una nota en la que le solicitaba información sobre el alcance de su operación de rescate en el verano de 1812, preguntándole hasta qué punto estaba en lo cierto en su creencia de que había planeado caer sobre Salamanca tras liberar Zamora. El francés le contestó: “El oficial que ha escrito la presente ha adivinado a la perfección las intenciones del general de división conde de Foy durante las operaciones del mes de agosto de 1812”. Ver Apéndice II.

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* * * *

El 22 de agosto se conocería en los acantonamientos del 6º Ejército en los Montes de

León, que Arthur Wellesley había entrado en Madrid, tomando las fortificaciones

francesas del Parque del Retiro y capturando 1.700 hombres, 180 piezas de artillería y

un gran depósito de víveres y municiones.

Aquel día, el santo y seña designado, parecía hacer mención a dos de las virtudes con

las que el 6º ejército había logrado cumplir, “a su manera”, todos los objetivos

asignados por el gobierno y el estado mayor conjunto en Cádiz:

“San Silvestre… Valor y Constancia”

* * * *

Conocedores de la retirada de Foy, el 23 de agosto el cuartel general del 6º ejército

volvería a avanzar, situándose en Castrillo de los Polvazares. Rápidamente una brigada

marcharía hacia Puebla de Sanabria para apoyar a la que desde Castrocontrigo había

llegado ya allí, por si desde Zamora Foy decidía amenazar aquel punto.

Por su parte, otra columna de la 1ª división, con toda la caballería disponible, volvería

a ocupar León (al mando de Pedro de la Bárcena) ese mismo 23 de agosto.

Agustín Girón, jefe del estado mayor del 5º, 6º y 7º ejércitos, enviaría por posta a la

Junta de Galicia (desde Villafranca del Bierzo), un informe, detallando a las

Autoridades gallegas, las apuradas circunstancias en las que las tropas del 6º ejército al

mando de Santocildes y Belvedere habían logrado retirarse desde Tierra de Campos:

“Excmo. Sr.

Un Cuerpo de Ejército enemigo compuesto de 12 a 14.000 hombres y 2.000 caballos

con 12 piezas de artillería al mando del General Barón de Foy, marchando desde

Valladolid, se dirigió decididamente a hacer levantar los bloqueos de Toro y Zamora, y

el sitio de Astorga.

El Cuerpo de Operaciones del 6º Ejército se vio precisado a cederle terreno por la

inferioridad de su fuerza, particularmente Caballería; mas retirándose con el orden

debido, y sin más perdida que la de 18 ó 20 hombres de esta ultima arma en una

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pequeña acción, que se vio precisada a sostener aunque con gran desproporción de

fuerzas para contener al enemigo.

Este adelantó 300 caballos a Astorga en la noche del 20, y después de permanecer en

aquella Ciudad todo el día 21 se retiró a las 8 de la noche del mismo en dirección a la

Bañeza, llevándose sus enfermos y exigiendo una contribución.

Nuestras tropas que habían tomado posición sobre los caminos de Foncebadón, el

Real de Galicia, Asturias y Puebla de Sanabria1453, marcharon inmediatamente a

continuar sus operaciones ofensivas.

La oportuna toma de la Plaza de Astorga ha privado al enemigo del efecto de este

esfuerzo que le ha costado muchos hombres y caballos por la rapidez de su marcha, y

que podría serle de muy funestas consecuencias”1454

En la mañana del lunes 24 de agosto, Santocildes, restablecido en parte de sus

dolencias, haría su entrada en Astorga. Con toda la comitiva de su estado mayor y

comandantes divisionarios y regimentales presentes, el joven general se personaría en la

catedral de Astorga para asistir a una misa en acción de gracias por el feliz resultado de

la campaña.

Dos días después daría al 6º ejército la siguiente orden del día:

“El Señor Comandante General don José María de Santocildes, tanto por los informes

que le ha dado el Mariscal de Campo don Javier Losada como por los trabajos que ha

reconocido haber hecho las Tropas destinadas al Sitio de Astorga, está muy satisfecho

del buen desempeño de sus Generales, Jefes, Oficiales y Soldados de su constancia en

las Fatigas y desprecio de los Riesgos, que han sido lo que obligó a rendirse a su

Guarnición.

También se ha hecho digna de aprecio y del todo del Ejército el singular servicio

contraído por la Legión de Castilla, y finalmente del reconocimiento de la Patria, no

solo el Cuerpo de Tropas destinadas al Sitio, sino también el que se separó para operar

en Castilla, pues que habiendo cumplido exactamente lo que se le previno y llenado su

principal objeto de atraer sobre si hasta este punto 13.000 infantes y 3.000 caballos

enemigos, ha sabido, al propio tiempo, retirarse con el mayor orden a pesar de su

1453 Acertada táctica militar que a la vez que obligaba al enemigo a dividir sus fuerzas si quería perseguirles, cubría todas las entradas a Galicia y hacia Asturias dejándolas en manos de las fuerzas españolas. 1454 AGRG, Guerra de la Independencia, Caja 40 – A. También en la Gaceta de la Regencia, Sábado 19 de septiembre, p. 1.042.

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inferioridad, falta de Caballería y Artillería, necesarias para ser sostenidos, y de

haberle perseguido constantemente el enemigo a muy corta distancia desde Valladolid.

Todos estos acontecimientos, que directamente han influido a las ventajas

conseguidas por nuestros Aliados, tendrá el Señor Comandante General el honor de

elevarlos a la Consideración del Excmo. Sr. Capitán General en Jefe, para que Su

Excelencia mire con la que acostumbra y merece el 6º Ejército, y sean oportunamente

recompensadas”1455

El destino de los prisioneros franceses.

La escolta de la guarnición francesa cautiva de Astorga fue encomendada a uno de los

regimientos de la división de reserva, el 2º de Asturias, al frente del cual estaba su

comandante el teniente coronel José María Carrillo Albornoz (veterano soldado

profesional de 36 años y con 21 de servicio en el Ejército). En su hoja de servicios

consigna la comprometida misión de custodia de la guarnición imperial de Astorga y su

conducción como prisionera de guerra una vez que Javier Castaños decidiera no cumplir

con la capitulación firmada:

“Encargado con el Regimiento de conducir prisionera de guerra su numerosa

Guarnición, teniendo a los enemigos bien próximos, logró ponerla en los puntos de lo

interior de Galicia” 1456

Sin embargo, esta breve descripción de la misión empeñada por los hombres del

comandante José María Carrillo, apenas da una ligera idea de los acontecimientos que

tuvieron lugar. Como quiera que, igualmente, se ha escrito sobre supuestos malos tratos

que recibieron los prisioneros1457, vamos a narrar aquí como fueron los acontecimientos

que culminarán con su internamiento en Asturias y Galicia. 1458

1455 Libro de Ordenes de la División de Reserva…Ob. cit, folios 133 y 134. 1456 AGMS, 1ª Sección, Legajo C-1.655. Nacido en Oxaca, Méjico, en 1772. 1457 Según el historiador militar español José del Priego: “… los franceses fueron despojados de cuanto poseían aún; maltratados por la escolta y por la población, mientras una parte de los enfermos y heridos fue asesinada, incluidos tres oficiales, en flagrante violación del acuerdo suscrito y de su consideración como prisioneros de guerra”. José Priego Fernández del Campo, J. P. (2.000) Guerra de la Independencia, 1808 – 1814. Volumen VII – 2º, Campaña de 1812. [Madrid], p. 46. 1458 AHN, Diversos, Legajo 75, nº 64, Diario militar que presenta [...] Ob. cit.

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La misma mañana del 19 de agosto y con un apresuramiento que no pudo dejar de

sorprender a los franceses, la guarnición, tras entregar las armas (que fueron recogidas

en varios carros a cargo de 200 prisioneros) emprendió la marcha por el camino real de

León en dirección a Burgos (escoltada por el 2º de Asturias y un piquete de veinte

jinetes de los cazadores Provinciales de Galicia).

La columna se dividiría en dos partes, la primera compuesta por unos 800 hombres

salió en primer lugar. Tras ellos, y a dos horas de marcha, lo harían el General Rémond,

con algunos oficiales y los 200 franceses que custodiaban las armas de la Guarnición.

A las ocho de la noche la columna había llegado a Villadangos tras recorrer cuatro

leguas. Allí el Coronel Carrillo exigió a los mandos franceses la presentación de listas

nominales de toda la columna de prisioneros por unidades y armas. Sin embargo una

preocupación más urgente nublaba la mente del Coronel español, a las tres de la tarde

un correo llegado a Hospital de Orbigo, desde Astorga, comunicaba un radical cambio

de órdenes. En palabras de Javier Losada, quedaba anulada la marcha hacia Burgos y el

canje de prisioneros:

“[…] mediante a no poderse realizar la marcha a Burgos para verificar el canje,

porque los enemigos, prescindiendo del movimiento del Ejército aliado sobre el Tajo,

habían contramarchado, ocupando el Duero y extendiendo sus avanzadas sobre Tierra

de Campos”1459

Losada, ante la ofensiva de Foy y ante el peligro de que el general francés pudiera

recibir informes de la situación de la columna de prisioneros y lanzara a su caballería

sobre la débil escolta para liberar a Rémond y a sus hombres, ordenó a Carrillo que

contramarchara rápidamente hacia el Bierzo (pasando por Carrizo y Sueros hasta

enlazar con el camino real hacia Lugo), para reconducir la columna hacia La Coruña.

Rápidamente se detuvo la marcha de la columna del general Rémond con las armas y

equipajes de la guarnición en Villadangos. Allí, los prisioneros fueron hacinados, bajo

vigilancia armada, en seis casonas y naves de ganado, impidiéndoseles a soldados, jefes

y oficiales el salir a las calles. A las dos de la mañana se entregarían a los franceses 600

raciones que se habían podido reunir de los pueblos de la contorna.

1459 AHN, Diversos, Legajo 75, nº 64, Diario militar que presenta…, Ob. cit., folio 1º.

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630

La actitud de los prisioneros comenzó a mostrar brotes de motín ante las sospechas

del incumplimiento de la capitulación por los españoles. Carrillo hubo de reforzar la

seguridad poniendo a todos sus hombres en alerta, calando bayonetas, con las armas

cargadas, y sin quitar un ojo a los franceses:

“[…] su conducta se hizo sospechosa, en corrillos, palabras sueltas, altanería y un

disgusto sin embozo, de resultas de no llegar el General, los carros con sus Armas y lo

demás esperado”

La llegada, esa madrugada, de refugiados que huían de León, así como varias

autoridades patriotas que abandonaron la Capital por temor al avance del General Foy

sobre la misma, hizo que, apenas comidos los ranchos de madrugada, Carrillo dividiera

las dos Columnas de prisioneros en otras tres. Los Soldados franceses opusieron

resistencia a separarse de sus Oficiales, pero hubieron de ceder ante las bayonetas del 2º

de Asturias que acabó por quitar los sables a los Sargentos, Cabos y Granaderos

franceses, amén de varias armas de fuego y paquetes de cartuchos que habían ocultado.

De la indignación de la tropa francesa dejó testimonio el ya citado Capitán Courtot:

“[…] lejos de atenerse a la Capitulación firmada, experimentamos, tras ser

rápidamente desposeídos de nuestras armas, la más horrible traición; no solo se nos

despojó de nuestra espadas y equipajes, sino que tuvimos el dolor de ver apresar y

hacer listas de nuestros valientes Soldados y de hacernos marchas, de prisión en

prisión, y sufrir el tratamiento más infame “1460

La primera columna, al mando del subteniente Miguel Cazorla con doce jinetes y 50

fusileros (integrada por todos los oficiales y el estado mayor), partió en la oscuridad de

la noche hacia Villafranca del Bierzo; a la media hora la siguió una segunda columna

integrada por el 1º de línea y escoltada por hombres del teniente coronel Gaspar Gisbert,

con órdenes de no detenerse hasta llegar a Villagatón; la tercera con los batallones 3º y

4º del 23º ligero saldría de Villadangos a las cinco de la mañana dirigida por el mismo

Carrillo.

1460 Courtot, Capitán del 23º Regimiento de Infantería Ligera. Episode de la Guerre D´Espagne,..Ob. cit.

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631

A las tres de la tarde del día siguiente, 20 de agosto, la columna de Carrillo llegaría a

Sueros de Cepeda, donde se le comunicó que la columna de socorro de Foy estaba en

Astorga y que el 6º ejército se había replegado, aquella misma madrugada, sobre Santa

Catalina y Rabanal del Camino. Las órdenes establecían que habían de encaminarse las

columnas de prisioneros hacia Folgoso y Bembibre.

La escolta española no dispuso de raciones en este día (al contrario que los prisioneros

que pudieron hacer rancho con parte de lo recibido en Villadangos). En el recuento de

prisioneros solo se echaron en falta tres, averiguando Carrillo que habían sido

asesinados por un cabo español de Caballería al no poder mantener el paso de la

columna. Carrillo ordenaría el inmediato arresto del Cabo.1461

La marcha se reanudaría a las doce de la noche, entrando a las siete de la tarde, del 21

de agosto, en Cacabelos. La marcha forzada de nueve leguas (desde Villadangos hasta

Cacabelos) había causado estragos entre los propios soldados del 2º de Asturias:

“[…] después de un Sitio penosísimo iba dejando atrás por desfallecimiento a infinitos

individuos”

En Cacabelos, Carrillo decidiría dividir las tres columnas en otras cuatro,

encaminándolas a varios destinos que el estado mayor del 6º ejército había determinado

para internar a los prisioneros, y a los que llegarían en la primera semana de septiembre:

• Mondoñedo y Ribadeo: la tropa del 1º de línea.

• Oviedo: los oficiales del 23º ligero.

• Orense: los oficiales del 1º de línea.

• Tuy, Bayona, Vigo y Pontevedra: la tropa del 23º ligero y los artilleros.

El capitán Courtot en su informe a París, tras su fuga de La Coruña, daría los últimos

detalles del trayecto realizado:

“En el día de hoy esta guarnición, merecedora de una mejor suerte, se halla dispersa

en diversos puntos de Galicia, esperando todavía a que se realice el canje, que es el

deseo más querido de tantos valientes que vegetan tan miserablemente.

1461 Tras informar de lo sucedido al Jefe del Estado mayor, Agustín Girón, éste ordenaría a Carrillo la rápida marcha bajo escolta del Cabo para ser sometido a Consejo de Guerra en Lugo.

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632

En lugar de ser conducidos ante las avanzadas de nuestro Ejército, fuimos llevados a

Asturias donde fuimos encerrados en una prisión, reducidos a dormir sobre la paja. La

aproximación de fuerzas francesas hizo que se nos condujera a La Coruña. Allí tuvimos

la triste novedad de encontrarnos con ciento cuarenta Oficiales, compañeros de

infortunio, enfermos en el fuerte de San Antón, situado en un extremo del puerto,

rodeado por el mar. Estos valientes Oficiales llevaban allí mucho tiempo en diez

casamatas húmedas y malsanas, teniendo para su descanso unos escasos haces de paja

[…]”1462

En el detallado Informe redactado por el Carrillo en Orense (el 3 de Septiembre de

ese mismo año de 1812) el militar español consigna que en la columna de prisioneros

había dos mujeres (esposas de dos granaderos franceses), una de ellas con dos niños, a

las que se procuró asistir en todo lo posible, así como a todos los prisioneros. En ningún

lugar consigna el comandante del 2º de Asturias que se permitiesen robos o maltratos a

los prisioneros, antes bien, a lo largo de estas marchas, él y sus oficiales trataron de

reunir la máxima cantidad de raciones posibles, mayor que la estrictamente necesaria

(ante la debilidad de presos y de los mismos soldados españoles de la escolta), así como

numerosos carruajes para acomodar a los enfermos (hasta quince solían hacer falta cada

día).

El mismo Carrillo, deseoso de cumplir fielmente con las órdenes recibidas de entregar

a todos sus prisioneros en sus destinos, lo certifica:

“[…] medidas indispensables para poner en estado de continuar a unos hombres faltos

de fuerzas por su situación dentro de Astorga”

Tratamiento humano del que raramente gozaron los prisioneros españoles durante la

guerra por parte de los franceses.1463

1462 Courtot, Capitán del 23º Ligero. Episode de la Guerre D´Espagne,..Ob. cit. 1463 A manera de simple ejemplo, tras la rendición de Santocildes en Astorga, en abril de 1810, varias docenas de soldados españoles prisioneros y enfermos fueron fusilados en su marcha hacia Francia (entre ellos el Teniente Coronel de los Voluntarios de León, Félix Pérez que fue apaleado hasta morir).

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633

Los desastres de la guerra, Astorga, agosto y septiembre de 1812.

Casi más de un año después, Charles Rémond lograría fugarse de La Coruña en un

bote con el que lograría arribar, acompañado de otros diez militares franceses evadidos,

a la plaza imperial de Santoña.

En diciembre de 1813 Rémond se presentaría ante un consejo de guerra en París que

certificaría, tanto su buena conducta durante el sitio de Astorga, como el que merecía un

nuevo destino en el ejército del emperador. La cautividad final de la Guarnición se

había debido únicamente, en palabras del propio Rémond a:

“[…] haber sido víctima de la perfidia de los Españoles por la violación de la

Capitulación de Astorga”1464

* * * *

El 27 de agosto Douglas (que había regresado desde el norte de Zamora al Bierzo vía

La Cabrera) acompañó a Castaños y a su estado mayor en la entrada en Astorga. Lo que

allí vio le impresionó:

“Se encontró con una triste estampa de la miseria que la invasión había traído a

España. Dos de los barrios de la ciudad habían sido devastados a ras de suelo para

posibilitar su defensa por los franceses, y el número de habitantes se había reducido de

unas 1.200 familias, al comienzo del conflicto, a apenas unas doscientas. Las trincheras

españolas rompían el terreno más allá de las murallas, y la ciudad no mostraba más

que muros derribados y edificios en completa ruina. Los trabajos del sitio habían

dejado aún más terribles huellas: los cuerpos de los muertos yacían sin sepultura y el

brutal efecto de la guerra se apreciaba en la insensibilidad de los que pasaban por allí,

niños incluso, mostrando total indiferencia1465”.

Howard visitó la catedral, olvidándose, durante unos instantes, de la guerra:

1464 Sánchez de Toca y Catalá, J. M. (2007) Los desastres de la Guerra… Ob. cit., p. 437-439. 1465 Watson Fullom, St. & Douglas, H. (1863) The Life of general Sir Howard..., Ob. cit., pp. 201 y 202.

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634

“La estructura no había escapado al caos provocado por el sitio, el cual había dejado

sus marcas en muros y columnas, en bloques y cornisas desprendidos. El interior

mostraba pocos daños; parecía poder olvidarse la guerra entre sus silenciosas naves,

teñidas de una tenue luz espiritual. La catedral se mostraba como uno de los mejores

ejemplos de arquitectura española, embellecida con un hermoso altar, uno de los

mejores trabajos de Gaspar Becerra. La obra comprendía tres cuerpos, que

descansaban en sucesión sobre un conjunto de columnas dóricas y corintias; los

espacios entre ambos se encontraban ocupados por figuras de santos, mientras que los

superiores representaban a las cinco virtudes1466”.

En Astorga, un ya repuesto Santocildes le daría por escrito, ese mismo día 27, réplica

a sus quejas de días atrás:

“Muy Sr. mío y de mi mayor aprecio, mis indisposiciones constan a VS. no me han

permitido hasta ahora satisfacer a su escrito del 14 del corriente; aliviado algún tanto,

lo ejecuto manifestando a VS que cuantas atenciones he tenido y espero tener

particularmente a la persona de VS le son debidas por muchos títulos, mas por ninguno

puedo complacerle dándole minuta oficialmente de los movimientos que pienso hacer

con mi Exército, pues dimanan de las instrucciones reservadas que recibo del excmo.

Sr. Mariscal Duque de Ciudad Rodrigo, o del excmo. Sr. Capitán general don Xavier

Castaños, a quienes únicamente doy parte de mis operaciones.

Queda siempre de VS., con la mayor atención su seguro servidor [...]

José Mª de Santocildes al Sr. Barón Douglas1467”.

A la cual, respondería el británico dos días después, amenazándole con suspender una

comisión de observador de la que ya había sido relevado por su gobierno:

“Muy Sr. mío y de mi consideración. Me fue bastante evidente, durante el tiempo de las

últimas operaciones del ejército bajo el mando de VS, que la naturaleza de la misión

importante y confidencial que me ha sido confiado por su Majestad Británica en el

norte de España, no fue bien entendido por VS

1466 Ibídem, pp. 202 y 203. 1467 ME, exp. Santocildes, Papeles de la questión…, Ob. cit..

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635

Siempre ansioso de evitar todo género de discusiones, que no sean absolutamente

necesarias para el bien del Real Servicio, esperaba que la alusión (o delicado

contenido en mi Carta del 14 hubiera sido suficiente para suscitar la reflexión que en el

ejército de VS no soy un mero observador; pero como en la Carta que me escribió el 27

se niega VS a toda comunicación excepto aquella que por amistad particular VS me

quiera manifestar, me veo forzado a hacer algunas observaciones sobre esta Carta que

me obliga a suspender los deberes que me son confiados por mi gobierno y reconocidos

por el gobierno español

En toda Potencia militar la situación de un Comisionado militar de una Nación

Aliada, se entiende ser la de una Persona colocada en un ejército, en el cual se halla

comisionado para dar puntual y exacta noticia de todo lo concerniente a sus

movimientos y los del Enemigo, y gozando enteramente de la confianza de su gobierno

y la de sus generales, puede dar su parecer y sugerir sus opiniones sobre toda

operación de cualesquiera naturaleza que sea.

En conformidad a este tan conocido y acreditado uso me hallo con instrucciones del

gobierno de Su Majestad Británica y del excmo. Sr. Duque de Ciudad Rodrigo, conde

de Arthur Wellesley, para que tenga bien instruido a Su Alteza Real el Príncipe Regente

de todas las operaciones en el norte de España, hacer sobre las actuales operaciones

las sugestiones que me parecerán las más favorables para la ventaja de la causa

común, y de infundir al general Comandante la aceleración de todas aquellas

operaciones que deseara Lord Arthur Wellesley se emprendiesen por este ejército.

Por este fin las comunicaciones que me hace el Lord Arthur Wellesley, acerca de las

operaciones de este ejército son enteramente sin reserva, y el imaginar que

participarme los movimientos que VS piensa ejecutar sería divulgar intenciones del

lord Arthur Wellesley que no me han sido ya comunicadas, es otra prueba, de que VS

no está instruido de la naturaleza de mi comisión.

Puede que haya algunos casos en los cuales (como en la última entrevista que tuvo VS

con lord Arthur Wellesley) reciba VS instrucciones que no me hayan sido

comunicadas; cuando esto así suceda permítame decir VS que entonces VS puede

participármelas con la mayor confianza y sin reserva.

Durante el pasado sitio de Astorga supliqué repetidas veces un Diario de las

Operaciones pero sin efecto (jamás vi la Orden del Día durante todo el movimiento) y

las únicas noticias que puede adquirir fueron las que logré indagar acudiendo a su

persona.

Page 636: LA DECISIVA PARTICIPACION DE LOS 6º Y 7º EJERCITOS ...

636

No dejará VS de estar bien persuadido que, en conformidad a las miras expresadas en

su Carta del 27, me es enteramente imposible el ejecutar ninguno de los deberes que

tengo a mi cargo, y siendo así el caso me veo obligado a suspender toda conexión

oficial con el ejército bajo su mando.

Queda a la Disposición de VS con la mayor consideración [...]. Coronel Douglas. Al

Sr. general Santocildes1468”.

Pero el español no se arrugó ante las amenazas del todopoderoso comisionado

británico, respondiéndole escuetamente ese mismo día:

“Muy Sr. mío de todo mi aprecio, concerniente a las exposiciones que se sirve VS

hacerme en su escrito de hoy, no se me ofrece añadir a lo que tuve el honor de

manifestar a VS. en el mío de ayer, tanto más cuanto creo que observando la conducta

que hasta aquí, y que cito en mi insinuado papel, cumplo con los deberes que mi nación

me ha confiado, y los que exigen la buena correspondencia con nuestra íntima Aliada,

la Gran Bretaña. Si VS no lo entendiese así, según parece, podrá ejecutar lo que fuere

de su agrado.

Queda siempre a la disposición de VS con la mayor atención su seguro y atento

servidor [...] José María de Santocildes. Al Sr. Coronel Barón Douglas1469”.

Tras el intercambio epistolar, Douglas partió hacia Salamanca donde esperaba

encontrarse con el general Beresford.

* * * *

En la última semana de agosto de 1812 en Astorga, Santocildes daría órdenes para

activar la inutilización, con voladuras controladas, de varios puntos de las murallas de la

ciudad, a fin de hacer inviable una nueva ocupación como plaza y evitar a toda costa

que pudiera sufrir un nuevo Sitio:

“Se está trabajando con la posible actividad en la destrucción de las fortificaciones de

Astorga para lo cual se han convocado los paisanos de los pueblos inmediatos”1470

1468 Ibídem, doc. nº 2. 1469 Ibídem, doc. nº 3.

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Entre el 25 y el 29 de agosto, el comandante general de ingenieros, el teniente general

Felipe de Paz, supervisaría las obras de minado de todas las puertas amuralladas, así

como de todo el tramo de la muralla que iba desde puerta Obispo hasta el alcázar de los

marqueses (junto con las obras exteriores de defensa).

El 26 de agosto regresarían a Astorga, para reforzar los trabajos, el batallón de

zapadores del 6º ejército y la 2ª Legión de Castilla.

El 3 de septiembre, acabados los preparativos, se encenderían las mechas. Por

necesidades de la guerra, y en virtud de las terminantes órdenes del gobierno español

desde Cádiz, Astorga sufriría aquel día la destrucción de buena parte de su recinto

amurallado, y nunca volvería a ser, para alivio de sus vecinos, una plaza fuerte:

“El 25 tuvo orden el Comandante General de Ingenieros para dirigir las voladuras de

las murallas de esta Plaza, y pasar a León a reconocer el colegio de San Isidoro donde

estuvieron fortificados los enemigos, y el 29 regresó a Astorga y activó 3 minas que

dejó aplazadas con sus seis hornillos, que se volaron el día 3 con admirable buen éxito,

produciendo una brecha de 70 varas por la parte del cubo mirador, al este […]”1471

Estas voladuras se irían completando con otras en los dos meses siguientes. En este

sentido el cabildo catedralicio rogaría encarecidamente, a Felipe de Paz y al mismo

capitán general Castaños, que no se tocara el tramo de la muralla sobre el que se

apoyaba el hospital del San Juan de la catedral, intramuros de la ciudad. Castaños

respondería desde Rueda, el 3 de noviembre, en sentido afirmativo:

“[…] atendida su conocida utilidad para la salud pública y de tantos infelices que

protege la humanidad de aquel asilo”1472

* * * *

1470 Diario de Operaciones del 6º Ejército… Ob. cit. 1471 Diario de los trabajos ejecutados contra la Plaza de Astorga… Ob. cit.; SGE, Madrid. 1472 AHDA, Actas Capitulares, 28 de octubre, folio 107 vlto., y 8 de noviembre, folio 113 recto y vlto.

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638

Por otra parte, Javier Castaños, en carta enviada al brigadier del 7º ejército en

Santander, Juan Díez Porlier el 28 de agosto desde Astorga, certificaba todos los

esfuerzos llevados a cabo por las armas españolas, sin los que la victoria de Arapiles no

hubiera sido posible:

“Mi estimado Porlier, con gusto he leído la relación de las brillantes operaciones en

que se ha ocupado su bizarra y activa División, con las que se ha conseguido la

ocupación de Bilbao y llamar tanto la atención de Caffarelli que en vez de reforzar al

Ejército de Marmont está pidiendo auxilio y creo que el General Mendizábal conozca

muy bien que esas tropas no deben hacer otra cosa aprovechando igualmente

cualquier descuido del enemigo para batirlo en detall; pero no el dar una batalla

campal si reúnen todas sus fuerzas […]

Si los movimientos del Ejército aliado se encaminaran hacia esta parte, espero

realizar mis deseos de reunir las principales fuerzas del 7º Ejército para que podamos

contribuir de un modo eficaz a la expulsión de los enemigos, y esto nunca podrá

conseguirse mientras andemos separados, no presentando reunida una fuerza capaz de

imponer respeto…

El invicto Duque de Ciudad Rodrigo me escribe desde Madrid el 15, habiendo

tomado el día anterior la gran fortificación del Retiro”1473

* * * *

En un Madrid liberado de la ocupación Josefina, la Gaceta de Madrid, en manos ahora

de los patriotas, anunció el sábado 29 de agosto (con alguna inexactitud en las fechas y

los efectivos) la liberación de Astorga, por el 6º ejército:

“El 17 del corriente se rindió la Plaza de Astorga con su Guarnición compuesta de

1.500 hombres, entre ellos un General. Es digno de notarse que quien ha incomodado a

los franceses en el sitio, bien dirigido de aquella Capital, ha sido el mismo General que

la defendió gloriosamente contra una fuerza de 28.000 enemigos. Santocildes fue

cogido entonces prisionero, y conducido a Francia, en donde tuvo arbitrio para burlar

la vigilancia de los satélites de Napoleón, y se restituyó a España.

1473 IHCM, Colección Duque de Bailén, Legajo 50, Carpeta nº 22

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639

No parece sino que la Providencia reservaba a este héroe para romper las cadenas

que oprimían Astorga, y dar a sus habitantes el dulce consuelo de ver al frente de sus

murallas al mismo que en ellas había rendido su espada”1474

* * * *

El 14 de septiembre, y con una fuerte escolta, saldrían de Burgos para Francia

Marmont y Bonet, junto con varios coroneles más (todos convalecientes de sus heridas

en los Arapiles). Un doliente mariscal Marmont (al que le había tenido que amputar un

brazo) hizo una proclama de agradecimiento, despedida y ánimo a sus tropas para tratar

de combatir la desmoralización tras la derrota de Salamanca, la caída de Astorga y el

abandono de toda la línea del río Duero a los aliados:

“Soldados. La gravedad de mis heridas, el tiempo, demasiado largo, necesario para mi

curación, me obligan a apartarme de vosotros; yo vuelvo a Francia. Entretanto que he

estado a vuestra cabeza, Soldados, entretanto que he estado en medio de vosotros, mi

constante solicitud ha tenido por objeto disminuir vuestras necesidades, y aumentar

vuestro bien estar; apartado de vosotros, mis votos y deseos os acompañarán a todas

partes.

Soldados, un mes de combinaciones y movimientos prometían el más brillante

resultado. Yo estaba lleno de confianza de vuestro valor, y la victoria parecía debe ser

el premio de nuestros esfuerzos; pero la fortuna me ha herido en el momento mismo en

que iba a marchar a vuestra cabeza y combatir con vosotros. Soldados, prontamente

gloriosos sucesos repararán las desgracias pasadas; numerosos refuerzos están en

camino para reunirse con vosotros. Todo está en movimiento para sosteneros y daros

medios de abatir el orgullo del enemigo. En cualquier parte que yo esté, en medio de

mis dolores, la nueva más dulce que puedo recibir, y que me será más grata, será la de

vuestros triunfos. El más caro de los deberes que me restan que cumplir es llamar sobre

aquellos que se han distinguido la justicia y benevolencia de Bonaparte.

El Mariscal del Imperio, Duque de Ragusa” 1475

1474 Gaceta de Madrid, bajo el Gobierno de la Regencia de las Españas, Nº 7, Sábado 29 de agosto de 1812, p. 60. Esta edición impresa durante la ocupación patriota formaría una Serie de 39 números (desde el lunes 17 de agosto al martes 1 de diciembre de 1812).

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640

En la prensa patriota de un Madrid liberado, la noticia de la marcha de Marmont hacia

Francia no hizo sino reforzar el discurso de triunfo para las armas aliadas. Realmente, el

efecto de la retirada desde los campos de Salamanca de un ejército de Portugal

totalmente derrotado había sido algo raramente visto durante los cuatro años de guerra:

“Los franceses huyen vergonzosamente a la vista de cualquier cuerpo del Ejército; y

desde el momento que han visto que se les persigue de firme, abandonan carros,

caballerías, mochilas, fusiles y cuanto llevan. La salida precipitada de Marmont y de

Bonet, los que en razón de sus graves heridas necesitan mucha quietud, indica

bastantemente que ni aún en Burgos se consideran seguros”1476

Conclusiones al segundo Sitio de Astorga.

“En el año del doce, estando ocupada por el enemigo la cercaron nuevamente nuestras tropas, y fue tan grande la escasez y apuros, que llegaron hasta comer caballos, gatos y ratones y a sostenerse de hierbas y otras plantas poco gratas al paladar y nada a propósito para la salud. Murieron muchos al cuchillo del Hambre, más duro para Astorga que la corva y cortante espada francesa. Mejor negociaron los que en el año 10 murieron sobre la muralla y en las salidas de guerrillas vendiendo caras sus vidas. Sin embargo, como los militares valientes se conocen en las cicatrices de sus heridas, así se gloría Astorga en que sus arruinadas murallas, arrasadas casas, y la falta de gran número de habitantes, den testimonio público a cuantos la vieron y ven de su acendrada lealtad y heroico patriotismo, por lo que mereció ser igualada a las incomparables Zaragoza, Gerona y Ciudad Rodrigo“

(Memorial del Ayuntamiento de Astorga al Rey Fernando VII relatando los méritos de la ciudad y sus habitantes en la pasada guerra, 20 de Noviembre de 1817) 1477

El 2 de septiembre de 1812, los Diputados de las Cortes de España, reunidos en Cádiz,

hicieron un alto en la sesión del día…

“Presentose el Secretario de la Guerra, para participar a1 Congreso haberse rendido

la Guarnición francesa de la Ciudad de Astorga por Capitulación que leyó el mismo

Secretario. Por el oficio del General Castaños, que participaba la rendición, constaba 1475 Gaceta de Madrid bajo el Gobierno de la Regencia de las Españas, nº 17, martes 22 de septiembre de 1812, pp. 165 – 166. 1476 Gaceta de Madrid, bajo el Gobierno de la Regencia de las Españas, nº 17, Martes 22 de Septiembre de 1812, p. 166. Marmont y Bonet se reincorporarían al servicio, en enero de 1813, en el 1º Cuerpo de Observación del Rhin. 1477 AHMA, Legajo 16, Caja 2372, Libro de Correspondencia del Ayuntamiento, Año de 1817.

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que la ocuparon nuestras tropas el día 19 del pasado; que la Guarnición prisionera

subía a 1.100 hombres, y que se encontraron en ella 18 piezas de artillería”1478

Un clamor de júbilo y aplausos se elevó en el repleto teatro que hacía las veces de

Cámara Legislativa. Tras cuatro años de guerra, penurias y fracasos, el 6º Ejército había

recuperado su orgullo y podía presentar a la Nación una victoria.

* * * *

El asedio de Astorga de 1812 costaría a las fuerzas españolas un total de 72 muertos,

219 heridos y 31 prisioneros. Cifras no demasiado elevadas en un primer examen, pero

que ante la inexistencia de un asalto general de brecha abierta, nos revelan un goteo

continuo y sangriento de bajas entre la infantería y los zapadores españoles que

carecieron durante el sitio de un apoyo artillero suficiente para proteger los trabajos de

trinchera y zapa, obligados a construir las trincheras y obras de asedio casi a pecho

descubierto y muy expuestos a la artillería francesa de la plaza que era superior a la

española.1479

Respecto a las bajas francesas podemos cifrarlas, con bastante fundamento, en poco

más del centenar, entre muertos y heridos (incluidos en este número los desertores).1480

Sobre la lentitud en ejecutar las obras del sitio creemos haber expuesto con suficientes

argumentos la falta de medios económicos y materiales en que se encontraba el 6º

ejército en la primavera de 1812.

La provisionalidad en su alto mando, con un comandante en jefe en funciones,

Abadía, que ya había sido cesado a comienzos de año, otro interino, el marqués de

Portago, carente de autoridad para ejecutar preparativos de entidad, y el mando

definitivo, Santocildes, que no se hizo cargo del ejército hasta pocas semanas antes de

empezar la ofensiva, ayudan a explicar la falta de preparación del 6º ejército.

1478 Diario de Sesiones de las Cortes de Cádiz, 2 de Septiembre de 1812. 1479 Como testimonio de que no se olvidaba a los compañeros caídos, el 12 de octubre de 1813, con motivo del paso por Astorga, provenientes de Galicia y camino del frente en Vizcaya, del Regimiento de Voluntarios de Santiago que había combatido en el sitio, su Coronel pediría al Cabildo Catedralicio poder asistir a una Misa solemne en la Catedral por los caídos del regimiento, y de todo el Ejército, durante el mismo. El Cabildo accedería a hacerlo al día siguiente. AHDA, Actas Capitulares del 12 de octubre, folio 229 vlto. 1480 Al comienzo del Asedio la Guarnición constaba de unos 1.200 efectivos, y al capitular formaron en las columnas de prisioneros 1.102 franceses entre jefes, oficiales y tropa.

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642

Sería la total falta de recursos económicos del 6º ejército (pésimamente abastecido por

la Junta de Galicia), la que ocasionaría la falta de transportes y de víveres, así como los

grandes retrasos en la llegada de la artillería de sitio y las municiones necesarias. Las

tropas del 6º ejército cercaron Astorga entre el 14 y 17 de junio, pero las obras de asedio

no empezaron hasta el 29 de junio, instalándose las piezas de a 16 libras, para abrir

brecha, no antes del 3 de julio, y las primeras escaramuzas y combates de entidad no se

dieron antes del 19 de ese mes.

Hay que reconocer aquí también, que el 6º ejército no hubiera podido establecer un

asedio, de más de dos meses de duración, ante la proximidad del ejército de Portugal,

sino hubiera sido por el avance y permanencia del ejército de Arthur Wellesley sobre el

Duero.

Igualmente, en los meses precedentes ni Castaños ni Arthur Wellesley habían dado

órdenes claras y precisas a los sucesivos comandantes del 6º ejército de cuales habían de

ser sus objetivos al comenzar la ofensiva. Al iniciarse ésta, divergirían los intereses de

Arthur Wellesley (que el 6º ejército avanzase hacia el Duero para amenazar la

retaguardia y el flanco de Marmont), con los intereses españoles (sitiar y recuperar

Astorga, al precio que fuese).

Pero con todo, el pequeño 6º ejército influyó y determinó la estrategia de Marmont

frente a Arthur Wellesley durante la campaña sobre el Duero de aquel verano de 1812.

El mariscal francés, tras la batalla de los Arapiles, entre las justificaciones que dio al

Bonaparte el 19 de noviembre en Bayona, para haber iniciado la ofensiva contra Arthur

Wellesley (en lugar de defender la línea del río Duero) sin esperar la llegada de

refuerzos, expondría la amenaza insoslayable de contener al 6º ejército:

“1º Porque tenía la certeza de no poder contar con refuerzo alguno del Ejército del

Norte.

2º Porque no se me había prometido, ni anunciado, ningún refuerzo del Ejército del

Centro (rey José), salvo en el caso de que el General Hill se uniese a Lord Arthur

Wellesley.

3º Porque el Ejército español de Galicia había cruzado el Orbigo, las Milicias

Portuguesas el Esla y, con una diferencia de pocos días, iba a encontrarme en la

necesidad de destacar un contingente de 6 ó 7.000 hombres y 500 jinetes para

hacerles frente protegiéndome por ese flanco, lo que me habría debilitado ante el

Ejército Inglés, que se hubiera lanzado contra mí.

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643

4º Porque las instrucciones del Rey por escrito, del 18 de junio, eran para que atacase

a lord Arthur Wellesley si el General Hill no se le unía y porque una carta del Mariscal

Jourdan, del 30 de junio (la última que recibí de Madrid) me expresaba la extrañeza

del Rey porque no hubiera atacado aún a los ingleses y me conminaba a que lo hiciera

ante el temor de que el General Hill se reuniese con lord Arthur Wellesley y mi posición

empeorara”1481

En su argumentación final ante Bonaparte, Marmont volvería a insistir en un tema

clave para valorar la importancia que tuvo, en la estrategia de aquella campaña, el

segundo sitio puesto a Astorga por el ejército español:

“La carta del Mariscal Jourdan de 30 de junio era explícita y no dejaba ni duda ni

esperanza y, por el contrario, me conminaba de forma reiterada a presentar batalla sin

demora. Fue la recepción de esta carta, la de las últimas de Caffarelli y la certeza de

que Astorga acabaría de consumir sus víveres a fines de mes, y el temor de ver llegar

al General Hill a reunirse con Arthur Wellesley, lo que me decidió a emprender la

ofensiva…

Pero se ve que el Rey, después de haberme hablado de un modo tan claro, cambió de

propósito sin comunicármelo. Me anunció su movimiento de socorro el mismo día que

partió de Madrid…”1482

Para otros historiadores, el sentido oculto, y añadido, de la precipitación del mariscal

Marmont, fue el deseo del comandante en jefe francés de empujar a Arthur Wellesley

hacia Portugal, tal vez sin la necesidad de entablar batalla, y sin esperar la llegada del

rey José, con el que no quería compartir tal gloria.

Igualmente hay que reconocer que sin el apoyo de Wellesley y la presencia del

ejército aliado en el Duero, el 6º ejército español no hubiera podido mantener un asedio

de más de dos meses que, finalmente, lograría rendir la plaza imperial.

* * * *

1481 Dieu Soult, N. J. de (2010) Memorias… Ob. cit., Marmont al Ministro de la Guerra en París, Bayona 19 de noviembre de 1812; p. 348. Y: Arteche y Moro, J. G. (reedición del 2.000) Guerra de la Independencia, historia Militar de España, 1808 – 1814, Tomo XII [Valencia], pp. 85 - 87. 1482 Dieu Soult, N. J. de (2010) Memorias [...] Ob. cit., Marmont al Ministro de la Guerra en París, Bayona 19 de noviembre de 1812; p. 354.

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644

Cuando se repasan los detalles del sitio de 1812 a la ciudad de Astorga, se nos hace

posible el plantear que el establecimiento de un asedio por un reducido ejército, que

carecía además de la artillería y del soporte logístico necesarios para poder llevarlo a

buen fin (en el reducido espacio de tiempo que requería la estrategia global de Arthur

Wellesley) pudiera responder a una decisión consciente y acordada por Castaños y

Santocildes de llevar a cabo tal operación, a sabiendas que la Ciudad solo podía ser

rendida tras un largo lapso de tiempo y, seguramente, por hambre.

Los cuatro años de guerra y los continuos desastres habían logrado imbuir en la mente

de los generales españoles la prudencia de la que no habían hecho gala en los años

precedentes. La prudencia pues, junto con la falta de medios, llevarían al 6º Ejército a

no poder ejecutar sus operaciones con la rapidez y contundencia que el duque de Arthur

Wellesley esperaba de él. Sin embargo, a pesar de todo, Santocildes y sus hombres

lograrían cumplir, mal que bien, todos los objetivos que se les habían marcado: tomar

Astorga y amenazar la retaguardia de Marmont con sus movimientos.

En este sentido, la columna de la 3ª división, al mando del general Cabrera que saldría

de Astorga hacia Benavente y Zamora, cumpliría, sin llegar a contactar con Arthur

Wellesley, su papel de amenaza al ser detectada por el ejército de Portugal. Aquella

simple brigada de abnegada infantería española que se adentró en las llanuras del Esla y

del Duero, sin artillería y casi sin caballería, cumpliría con su mera presencia un gran

papel condicionando las decisiones del mariscal Marmont.

Como bien afirma el historiador Sánchez de Toca1483, en el juicio de la Historia de las

guerras napoleónicas, hay que anotar que, a pesar de todos los imponderables, penurias

y reveses del ejército español, éste nunca se apartó de su deber ni dejó de combatir,

mientras que otras grandes potencias europeas como Austria, Prusia o la misma Rusia,

con Ejércitos más poderosos y mejor equipados, habían sido obligadas a firmar la paz

por Napoleón tras breves campañas y apenas una o dos batallas.

Arthur Wellesley había pedido a Castaños y Santocildes una ofensiva que amenazara

la retaguardia de Marmont, siendo Astorga un objetivo secundario. Los españoles

obedecieron en parte. Se las arreglaron para lograr los dos objetivos. Era imposible que

el 6º ejército avanzara sobre la retaguardia de Marmont amenazando Valladolid pues

1483 Sánchez de Toca, J. M. (2009) Los desastres de la Guerra. Astorga en la Guerra de la Independencia [Astorga].

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645

carecía de caballería. Arthur Wellesley sabía esto muy bien, pero aún así él y la

historiografía británica, silencian este punto.

En las condiciones en que estaba el 6º ejército apenas podía cumplir una misión

defensiva de mantener los frentes en los que se desplegaba, fue un milagro el que

pudiese avanzar, y más aún el que alcanzara (mejor tarde que nunca) los objetivos

ofensivos que se le encomendaron, consiguiendo además tomar Astorga y Tordesillas.

Creemos, pues, falsa e injusta la afirmación del gran historiador británico Charles

Oman cuando habla de que los movimientos del 6º ejército:

“No ejercieron ningún tipo de influencia durante el transcurso de la campaña en los

meses de junio y julio”1484

Podemos afirmar que las sucesivas columnas del 6º ejército que partieron de Astorga

el 11, el 13 y el 20 de julio hacia Castilla, al cruzar el río Orbigo cumplieron su papel de

distracción y amenaza a Marmont (aún sin estar presentes en la batalla de los Arapiles

del día 22 de julio) ayudando a condicionar las decisiones de Marmont en los días

previos a la gran batalla.

Cuando Charles Oman vuelve a afirmar en su monumental “A History of the

Peninsular War” que eran innecesarios 15.000 hombres para sitiar y tomar Astorga,

olvida que dos años antes, en abril de 1810, el general Andoche Junot tuvo que

desplegar hasta 22.000, todo un cuerpo de ejército imperial, para tomar la ciudad.

Efectivamente, en 1812, al igual que en el sitio de 1810, Astorga logró retener a

amplios contingentes dedicados a su conquista. El 8º cuerpo imperial dedicó dos meses

a tomar Astorga, con lo que las fuerzas españolas lograron retrasar, desde Astorga y

Ciudad Rodrigo, la tercera invasión de Portugal. Por su parte, el 6º ejército español tuvo

que emplear tres meses para recuperarla en 1812. Según un corresponsal gallego

presente en el sitio:

“No ha faltado quien los censure de lentos estampando su crítica en los papeles

públicos, cotejándolas quizás con los que gastaron los franceses cuando pusieron el

sitio; ninguno sin embargo, que tenga dos dedos de frente y sepa medir las

1484 Oman, Ch. (Reed. 1995) A History of the Peninsular War [London], Vol. V, p. 388.

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646

circunstancias de uno y otro cerco dejará de conocer el desprecio que merecen

semejantes hablillas”1485

Ya en 1810, el General Junot había escrito al Bonaparte sobre la importancia que

Astorga tenía para la estrategia imperial en la Península. El juicio del duque de Abrantes

era exagerado, pero revela la importancia que Astorga tenía para los dos ejércitos

contendientes, así como el especial empeño que puso el 6º Ejército, en el verano de

1812, por retomar la Ciudad:

“Cuan crítica es Astorga para la seguridad de España y lo importante que es privar a

los españoles de esa útil base”1486

Y, siguiendo con Oman, puede no reparar en que ni Santocildes ni Castaños tenían, y

con razón, demasiados deseos de adentrarse en las llanuras de Castilla con menos de

15.000 Infantes (sin artillería ni apenas caballería) para hostigar a un gigante, como era

el ejército de Portugal, que podía revolverse para aplastarles con apenas una parte de sus

fuerzas.

Es también errónea la afirmación de Oman de que Santocildes, tras avanzar hacia el

Duero se retiraría ante el avance de Foy sin combatir (lo mismo que hizo por cierto

Clinton). En realidad, Arthur Wellesley, buen conocedor de la verdadera situación del

6º Ejército, aplaudiría la resolución de Santocildes de retroceder ante la ofensiva de

Clauzel, sin intentar detenerlo en el río Esla, como así se lo había pedido, el mismo

antes de marchar sobre Madrid.

Hay que señalar también, que el general Maximilien Foy fracasaría en su misión de

rescate, no logrando dar alcance a las tres brigadas del 6º ejército en retirada a pesar de

que tenía más Caballería.

A pesar de todas las penurias, retrasos y de sus fracasos a la hora de tomar Zamora y

Toro, la actuación de las tropas del 6º Ejército había sido digna de reconocimiento:

“El Exército, animado del mejor espíritu desearía haber hecho más, pero la voluntad

no alcanza a suplir los medios que hubiera necesitado para contrarrestar al enemigo, y

1485 ShD, Gr1 VN74, Journal (en espagnol) du Siège…Ob. cit., p. 35. 1486 Sánchez de Toca y Catalá, José María (2007) Los desastres de la Guerra… Ob. cit., p.488.

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conservar el país que llegó a ocupar, y apoderarse más prontamente de la Plaza que

sitió.

Falto de Artillería y de Caballería el Cuerpo de Operación y teniendo que obrar en

un País muy abierto, no podía ciertamente oponerse a un Enemigo que le presentaba

cuando menos tanta Infantería y le excedía en casi toda la Caballería; el Cuerpo de

Operación no obstante, se retiró en todo orden y a muy corta distancia del Enemigo,

comprometiéndose tal vez, demasiado [...]

Vencer estas dificultades, superar estos obstáculos, es un mérito verdadero, y tal vez

mucho mayor que llevar a cabo las empresas con la celeridad que siempre se desea,

cuando se puede disponer de todos los medios…

Cualquier buen español que lo vea se penetra de aflicción al considerar el estado

lastimoso a que está reducido, pareciendo que sus Regimientos se hallan compuestos de

pordioseros en lugar de Soldados “1487

Circunstancias que el mismo enlace británico en el 6º Ejército, el puntilloso coronel

Howard Douglas, testigo privilegiado de toda la campaña española en el norte de la

Península, supo reconocer también en sus memorias, haciendo justicia a los esfuerzos

de los regulares españoles para sitiar y rendir la plaza de Astorga:

“El mismo provocó la burla de Napier, no apoyada en su buen juicio habitual; ya que

no se le puede hacer reproche alguno al ejército de Galicia, retenido durante este

tiempo ante una ciudad que había resistido contra Junot durante seis semanas,

enfrentada a un poderoso ejército francés, completamente equipado. Los españoles

combatieron con valor y su triunfo final dio honor a las armas españolas1488”.

En el juicio de la historia, si se puede reprochar al 6º ejército la lentitud con que llevó

a cabo sus operaciones, Arthur Wellesley no puede por menos que (tras su brillante

victoria en los Arapiles) recibir, la ya apuntada, la crítica de que no supo aprovechar la

ocasión para destruir totalmente al ejército de Portugal. Así lo expresaría el general

Miguel de Alava al jefe del estado mayor del 5º, 6º y 7º ejércitos, Agustín Girón:

1487 Diarios de Operaciones de los 5º, 6º y 7º Ejércitos [...] .Ob. cit., Carta de Agustín Girón al Conde de Belveder, 22 y 29 de agosto de 1812, Astorga. 1488 Watson Fullom, St. & Douglas, H. (1863) The Life of general Sir Howard..., Ob. cit., p. 188.

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648

“Solo a ti te diré reservadamente y para ti solo, que hemos perdido una ocasión que

acaso no se volverá a presentar de dar un golpe más grande; que el Patrón lo quería

pero que desgraciadamente quiso hacer caso por la primera vez de su vida del parecer

de otro que habló sin que se le preguntase y nada hicimos”1489

Astorga volvería a un efímero dominio francés en enero y febrero de 1813. Sin

embargo sería ya el último; a principios de junio, las tropas de un recuperado 6º ejército

español, reorganizado ahora con el nombre de 4º, avanzarían desde sus acantonamientos

en el Bierzo en un plan de operaciones conjunto con las tropas británico-lusas de Arthur

Wellesley; nuevas y definitivas victorias aliadas en Vitoria, San Sebastián y San

Marcial, forzarían la expulsión de José I y de las tropas francesas de España.

En este lento, progresivo y sangriento triunfo estratégico de los aliados en la Península

Ibérica (apoyado decisivamente por el desastre de napoleón en Rusia) había contribuido

de manera imprescindible el 6º y 7º ejércitos españoles.

Como el mismo comisionado militar de enlace británico en el norte de España,

Howard Douglas (encargado por Wellesley de coordinar tan imprescindible apoyo de

los dos ejércitos españoles en su ofensiva del verano de 1812), afirmaría, honestamente,

en sus memorias:

“Hubiera tenido poco éxito en su misión, debido a los grandes obstáculos con los que

se encontró, de no haber sido por la cooperación del general Castaños y por la buena

voluntad del ejército de España y de sus hombres. Demostraron ser de una gran ayuda

en cada uno de los retos que tuvo que afrontar1490”.

Consideración y honestidad que no supieron tener muchos de sus colegas del ejército

británico y posteriores historiadores hasta nuestros días1491.

Es cierto que la situación de la España patriota en 1811 era crítica. El 6º y 7º ejércitos

españoles no hubieran podido entrar en campaña sin los suministros británicos (al igual

1489 ME, Toledo, Exp. Santocildes, Legajo 29/15, doc. 301. Dueñas, 12 de Septiembre de 1812. 1490 Watson Fullom, St. & Douglas, H. (1863) The Life of general Sir Howard..., Ob. cit., pp. 198 y 199. 1491 Sarramon, J. (1978) Contribution à la Histoire…Ob. cit., vol. 8, p. 84, en: Pardo de Santayana, Francisco de Longa...Ob. cit., p. 325: “Entre mayo de 1811 y julio de 1812 se redujo, como mínimo, en 20.000 hombres la fuera imperial exclusivamente por la resistencia del pueblo español. La presencia de tal fuerza durante la campaña de Arapiles ¿No habría sido suficiente para haber incitad a Arthur Wellesley a refugiarse detrás del Agueda, y eso a condición de que se hubiera atrevido a salir para atacar Salamanca en junio de 1812?”.

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649

le sucedería a Gran Bretaña durante la II Guerra Mundial respecto a su aliado, los

EEUU.

Igualmente, el testimonio de primera mano de este militar británico sobre los avatares

de la España patriota en el NO peninsular entre 1811 y 1812 nos muestra también las

frías directrices de la política británica de restringir suministros a los regulares

españoles como chantaje por la marcha de pequeñas expediciones a América o para

obligarles a pasar a la ofensiva (en apoyo a Arthur Wellesley). También la poco

conocida connivencia del gobierno británico (a través de Howard Douglas) con los

grandes comandantes guerrilleros del norte de España como Mina, los cuales trataron de

mantener su independencia operativa (retrasando su sometimiento al ejército regular

español y a sus generales), con la ayuda determinante de Douglas.

* * * *

Entre tanto, en una Astorga con escombros aún humeantes, la mermada y

empobrecida población celebraría el 1 de octubre en la catedral, por petición del

ayuntamiento, un solemne misa con te Deum, tras la cual, el gobernador militar y el

cabildo juraron fidelidad a la “Constitución Política de la Monarquía Española”

(sancionada por las Cortes Generales y Extraordinarias de la Nación) y al rey.1492

Tras ello, el 19 de octubre se llevarían a cabo las primeras elecciones municipales en

las que todos los astorganos (ya sin privilegios de estamentos ni jurisdicciones) tuvieron

voz y voto para elegir, por medio de compromisarios parroquiales, a su primer Alcalde

constitucional, Pedro Rubín de Célis y Argüero (hidalgo que tenía a sus dos hijos

varones sirviendo voluntarios como oficiales en el ejército).

En este sentido, la Junta Superior de León recibiría una real orden remitida por el

Ministerio de Justicia, tras acuerdo de las Cortes del 14 de agosto en Cádiz. Los vocales

leoneses acordarían su remisión a todas las autoridades municipales de la provincia:

“Que la Plaza principal de todos los Pueblos de las Españas, en que se celebre o haya

celebrado la promulgación de la Constitución, se llame Plaza de ésta y se exprese así

en la Lápida erigida en la misma al indicado objeto”1493

1492 AHDA, Actas Capitulares, 29 de septiembre de 1812, folio 94 recto y vuelto. 1493 Actas de la Junta de León…Ob. cit.; 17 de septiembre de 1812.

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En pocas semanas la Junta de León comenzaría a ir cediendo sus funciones en manos

de los Magistrados y Autoridades que empezaban ser establecidas, con arreglo a la

nueva Constitución. La guerra aún se pasearía por León hasta principios de 1813,

alejándose ya, definitivamente, hacia los Pirineos en primavera.

La “feliz época” añorada por los vocales de la Junta Superior del Reino de León

comenzaba a hacerse realidad en medio de las destrucciones y los latidos de aquel

terrible conflicto.

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XV EL DECISIVO APOYO DEL 7º EJÉRCITO ESPAÑOL A LA OFENSIVA DE

WELLESLEY SOBRE EL DUERO Y SOBRE BURGOS.

Objetivo esencial: la fijación de l’Armée del Norte y el aislamiento del mariscal

Marmont y l´Armée de Portugal.

Ya hemos expuesto que será en la primavera de 1812 cuando, fruto de una acción

coordinada por el gobierno español con Arthur Wellesley, las fuerzas españolas del 6º y

7º ejércitos apoyarán con sendas ofensivas el avance británico sobre Salamanca que

llevaría a la victoria en los Arapiles.

Igualmente, para la ofensiva de Arthur Wellesley era vital que no llegaran refuerzos al

ejército de Portugal de Marmont (que mantenía un despliegue disperso). Según este

plan, el Ejercito del Norte de Caffarelli habría de ser retenido por las fuerzas guerrilleras

del 7º Ejército español, y parte de las fuerzas del propio ejército de Portugal, por las

acciones del 6º Ejército.1494

La actuación del comisionado Howard Douglas con las guerrillas del norte de

España. Junio de 1812.

A lo largo del capítulo XIV de esta tesis, abordamos, asimismo, como en junio de

1812, tras asegurarse la ofensiva del 6º ejército sobre Astorga y el río Esla, restaba al

estado mayor conjunto el lograr lo mismo con las fuerzas guerrilleras del 7º ejército. El

momento era propicio, como recogió en sus memorias el comisionado británico Howard

Douglas (el cual tenía la misión encomendada por Wellesley de coordinar todas las

acciones y planes del comandante en jefe británico con Castaños, Santocildes y Gabriel

de Mendizábal):

“Lord Liverpool había dispuesto en secreto la marcha de un escuadrón naval1495 hacia

aguas del norte de España con un batallón de marines y una compañía de artillería. El

1494 Según el historiador francés Jean Sarramon, entre mayo de 1811 y agosto de 1812 las tropas imperiales habían sufrido 20.000 muertos causados por las tropas españolas de línea y cuerpos francos. 1495 Priego Fernández del Campo, J.: La Guerra de la Independencia. Campaña de 1812, Operaciones Secundarias y Asuntos Políticos, Madrid, 203, volumen 7º, tomo I, pp. 179-180. El escuadrón británico estaba formado por los navíos Venerable y Magnificent, 5 fragatas, 2 balandras y varios transportes.

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652

comodoro sir Home Popham llegó a La Coruña para consultarle sobre estos

movimientos. Sir Howard recibió la carta del comodoro en los acantonamientos, y de

inmediato fue a ver al general Castaños, porque poco se podía hacer sin su

beneplácito, y además era deseable que comprendiera la perspectiva de la operación.

El general prometió reunirse con él y el comodoro al día siguiente, y sir Howard partió

hacia La Coruña visitando a sir Home a su llegada. Lo encontró a bordo del

“Venerable”, tras haber dejado el resto del escuadrón en alta mar para evitar al

espionaje francés. Popham conocía la valía de sir Howard por la expedición de

Walcheren y le aseguró que sus operaciones no serían efectivas a menos que le

acompañara, ya que solo con su presencia podría coordinarse bien con los

guerrilleros”1496.

Douglas reconoció que Popham tenía razón, los jefes guerrilleros le estaban, en buena

parte, agradecidos y le conocían bien. Pero no podía marchar con Popham sin informar

de ello a Castaños:

“Hizo saber la situación al general Castaños, y éste le recomendó que fuera,

advirtiéndole del buen efecto que su presencia tendría sobre las guerrillas. Le prometió

mantener entretenidos a los franceses en su ausencia. Sus argumentos convencieron a

sir Howard (porque eran los mismos que él ya había considerado) y solo albergaba la

pequeña duda y temor de que sus deseos se antepusieran a su juicio”1497.

Para facilitar su trabajo, Castaños envió despachos a todas las autoridades patriotas

del 7º distrito militar comunicando que Douglas actuaba con el conocimiento y

autorización del gobierno español (entregó copias de los mismos al británico para que

los llevara consigo):

“Howard puso al comisario general White al cargo de los suministros, señalándole que

continuara con su reparto, y que entregara al general Castaños cualquier cosa que

necesitara […] y embarcó con gran secreto”1498.

1496 Watson Fullom, St. & Douglas, H. (1863) The Life of general Sir Howard..., Ob. cit., pp. 162 y 163. 1497 Ibídem, p. 163. 1498 Ibídem, p. 164.

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Douglas partió con Popham de La Coruña el 15 de junio (le acompañaba el brigadier

William Parker Carrol1499, que servía en el ejército español1500, también – y aunque las

fuentes inglesas no lo suelan recoger, oficiales españoles de enlace1501). Ese mismo día

las tropas del 6º ejército iniciaron el asedio de Astorga; dos días antes, Arthur Wellesley

había emprendido su ofensiva de verano desde Ciudad Rodrigo, cruzando el río Agueda

hacia Salamanca, con 48.000 hombres1502.

El comisionado militar británico llevaba consigo varios juegos de armas de lujo para

regalar a los principales comandantes guerrilleros. Su entrega había sido aprobada por

Arthur Wellesley el 2 de junio, día en que remitió, desde su cuartel general en

Fuenteguinaldo, una misiva a Douglas fijándole los términos en que habría de ser

redactada la carta que, a su nombre, habría de acompañar a dichas armas. Una carta que,

aunque política, no dejaba de ser un homenaje a los cuerpos francos del 7º ejército:

“He encontrado que el modo más corto y más sencillo de expresión es el más agradable

a los españoles, y tiene más efecto […] pido que se les informe que obedezco gustoso

las órdenes de su alteza real el príncipe regente de enviarles estos regalos como un

pequeño signo de la estima con la que su conducta es celebrada […] a pesar de todos

los reveses de los ejércitos regulares de España, las desgracias del país, y ante todo

tipo de dificultades, siguen manteniendo con éxito la lucha contra el enemigo […] soy

completamente consciente de las dificultades de su situación, así como del beneficio

que la causa común ha obtenido por su constante perseverancia y valor [...] sus

trabajos y esfuerzos serán coronados por la consecución de su objetivo; la

independencia y la felicidad de su país, serán su incentivo para continuar, y, si es

posible, aumentar sus esfuerzos”1503.

1499 Laspra Rodríguez, A & O´Connell, B.: In Bello Fortis. La Vida del teniente general irlandés sir William Parker Carrol (1776 – 1842), 2009, Llanera - Asturias, pp. 125 – 130. 1500 AGMS, 1ª sección, legajo P-541. 1501 Varios oficiales españoles de los Estados Mayores del 6º y 7º Ejércitos habían realizado labores de enlace desde el año anterior de 1811, embarcados en los navíos británicos que recorrían el mar Cantábrico. Uno de ellos el capitán Pedro Hidalgo Ballesteros, del 1º de Tiradores de Cantabria: “…se embarcó diferentes veces en las escuadras de los Comodoros ingleses Popham y Collier con objeto de comunicar y auxiliar las operaciones de las tropas del 7º Ejército contra los franceses, cuyo idioma posee bien y algo el inglés”, AGMS, 1ª Sección, legajo I – 175. 1502 En ocho semanas Arthur Wellesley derrotaría a Marmont y entraría en Madrid. Muir, R.: Salamanca 1812. El triunfo de Arthur Wellesley, Barcelona, 2003. 1503 Largo Martín, M.A. (2013) Fuenteguinaldo…Ob. cit, pp. 281 – 282.

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El 19 de junio los primeros barcos llegaron a la altura de Ondarroa, Motrico y Deva.

Al día siguiente, Caffarelli recibiría en Vitoria las noticias de la llegada de Popham.

También tuvieron conocimiento de su arribada las guerrillas.

La guarnición imperial de Lequeitio sería el primer objetivo. Tras contactar con un

oficial guerrillero del batallón 1º de Guipúzcoa de Gaspar de Jáuregui (que se acercó en

bote a uno de los navíos), se acordó un ataque combinado. Luego de una marcha

forzada nocturna, la fuerza de Jáuregui llegó a las 4 de la tarde del 20 de junio. Los

franceses ocupaban un blocao sobre la costa y un convento fortificado. Tras un

infructuoso bombardeo naval sobre el convento:

“Se decidió que una fuerza de la Surveillante tomara posesión de un islote frente a la

ciudad con cañones y morteros y que 100 marineros del Venerable desembarcarían en

la playa junto con una pieza de 24 libras para abrir brecha en el blocao. Tuvieron que

arrastrar el cañón colina arriba con la ayuda de bueyes traídos por la guerrilla. La

colina se encontraba casi a la misma altura que el blocao, y el cañón de 24 libras

podría abrir fuego desde allí, mientras que las baterías del islote se ocuparían del

convento.

Las guerrillas recibieron órdenes de proteger el desembarco, disparando cuerpo a

tierra, pero se tuvieron que retirar porque recibían fuego desde el convento y desde el

blocao, así como desde partidas avanzadas del enemigo, apostadas en cercados y en las

afueras de la villa. Se ató un cable de acero a la pieza en la playa, y los hombres la

arrastraron a través del oleaje atándolo a los cuernos de los bueyes; los marineros

tiraron de nuevo con sus robustos brazos y la fuerza conjunta se apresuró colina

arriba. Allí los marineros colocaron la pieza en posición, a pesar del fuego enemigo, e

hicieron una buena demostración de su efectividad en tierra firme, silenciando los

cañones franceses de 18 libras, y abriendo brecha en el blocao antes del crepúsculo.

Las guerrillas se lanzaron al asalto, pero los franceses les hicieron frente con el

mismo valor; se luchó cuerpo a cuerpo durante unos instantes, y retrocedieron ante el

empuje francés. Pero se reagruparon rápidamente y se lanzaron de nuevo entre gritos,

desapareciendo entre el denso humo que se elevaba a través de la brecha. El combate

se decidió en un instante, y el aire rugió con gritos mientras pasaban a cuchillo a los

defensores”1504.

1504 Watson Fullom, St. & Douglas, H. (1863) The Life of general Sir Howard..., Ob. cit., pp. 167 y 168.

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El convento resistiría un día más:

“El cañón de 24 libras dirigió su fuego sobre el convento, apoyado por los cañones del

islote; las partidas avanzadas enemigas se retiraron a su interior por el fuego de una

partida de marines ingleses y guerrilleros que les disparaban desde un alto. Los

franceses aguantaron hasta el día siguiente, pero se rindieron a discreción, cuando se

les amenazó con un asalto”1505.

Se acordó volar el convento fortificado y su explosión alertó a la columna de socorro

francesa que llegaba desde Bilbao y que solo pudo ver, desde las alturas, partir a las

naves aliadas con sus compañeros cautivos. Los guerrilleros se habían esfumado.

En los días siguientes, se repitieron las acciones combinadas. Las tropas imperiales

reclamarían de Caffarelli una atención y unos refuerzos que éste ya no pudo dirigir en

apoyo de las angustiosas llamadas del mariscal Marmont en el Duero. Así, se realizaron

amagos de ataques (con el apoyo de Mariano Renovales y su división guerrillera

vascongada) sobre Bilbao en la madrugada del 22 de junio, y desembarcos, al día

siguiente, sobre Bermeo y sobre Plencia (haciendo retirarse a la guarnición francesa y

destruyendo sus fortificaciones). El 24 de junio la flotilla bombardearía Algorta y las

baterías costeras de Portugalete.

Douglas remitió una circular a todos los comandantes de guerrillas del 7º ejército:

“H.B.M.S. a bordo del Venerable. Costa norte de España. 25 de junio de 1812. Señor.

Ciertos acontecimientos muy importantes para la causa común, y que no pueden ser

confiados a una carta, me obligan a llamar su atención sobre las siguientes

operaciones. No solamente me encuentro investido de la autoridad del gobierno

español para llevarlas a cabo, sino que también soy el comisionado de Gran Bretaña,

por cuyas manos se han distribuido ciertas cantidades de armas para ayudarles a

combatir al enemigo común. De esta manera no albergo dudas de que consentirá en

obedecer estas recomendaciones:

Primero. Es de vital importancia que se mantenga una estricta vigilancia sobre Burgos,

Torrelavega y Vitoria y que se dé noticia con rapidez de cualquier movimiento que las

1505 Ibídem, op. cit., p. 168.

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656

fuerzas enemigas de esos puntos puedan hacer, al general Mendizábal y a los

brigadieres Porlier y Longa.

Segundo. Se deberá vigilar igualmente a las pequeñas guarniciones, amenazándolas

de manera que se vean obligadas a permanecer en sus puestos, y si los intentaran

abandonar, deberán ser destruidas de inmediato.

Tercero. En caso de que el enemigo pudiera efectuar cualquier movimiento en

dirección a la costa, las partidas deberán seguirles de cerca, hostigarán su

retaguardia, cortarán sus suministros, interceptarán sus comunicaciones, y harán lo

posible por contribuir a su derrota.

No albergo duda de que su bien conocido patriotismo, valentía y disposición se

ejercitarán ahora en mayor medida, y me aventuro a prometerle, con la mayor

confianza, los más venturosos resultados.

A resultas de todo, le pido que se mantenga (junto con las tropas bajo su mando) en

alerta desde el 7 de julio hasta el 20 del mismo mes, o hasta nuevo aviso. Tengo el

honor de ser su más humilde y atento servidor, Howard Douglas”1506.

A los pocos días, los británicos recibirían respuesta del segundo de Francisco de

Longa, el sargento mayor Pedro Pablo Alvarez1507. El alavés ofrecía sus fuerzas para

caer sobre Castro Urdiales (con 4.000 infantes y 200 jinetes). Tras el acuerdo, los

alaveses llegaron a los altos situados tras Castro en la tarde del 6 de julio. Iniciado el

ataque combinado, al amanecer del día 8, la guarnición imperial entregaba las armas.

Por su parte, Longa (con la asistencia del brigadier William Carrol) fortificaría,

rápidamente, el puerto, convirtiendo Castro en un punto de recepción de suministros y

base, incluso, de una pequeña fuerza marítima de corsarios del 7º ejército.

Un emprendedor Longa lograría rechazar los primeros intentos imperiales por

recobrar la plaza costera. Igualmente, el comandante de la “División de Iberia” se haría

con los derechos comerciales de aduana del puerto lo que le reportaría dinero suficiente

para empezar a pagar a sus tropas. Por carta a Castaños el antiguo herrero, convertido en

comandante de división, mostraba con orgullo el alcance de sus éxitos:

1506 Ibídem, p. 170. En la biografía de Douglas se constata que en el crucial verano de 1812 las fuerzas guerrilleras del 7º ejército lograrían movilizar “Unos 20.000 hombres de infantería y 8.000 de caballería”, cifras que consideramos exageradas y que habría que reducir en 1/3 en la infantería, y en más de la mitad en la caballería. 1507 AGMS, 1ª sección, legajo A – 893.

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“Diré a VE […] como buen brigante que mi División me hace babear y que es señora

por mar y tierra. Sabe usted que tomé Castro, le he conservado y aunque Caffarelli con

su fuerza de 8.000 hombres y artillería ha intentado batirle se ha ido el gabacho

saludado por nuestras 24 piezas de artillería gruesa“1508

También comunicaría Francisco Longa a sus comisionados, enviados ante la Regencia

en Cádiz, el armado de varias embarcaciones de corso:

“Iremos adelante, se armarán más y no hay que desesperar de que llegará a Escuadra

porque de los brigantes se han hecho ejércitos. Hemos fundido dos brillantes cañones

de a 12 que tronarán pronto por todas partes y que dirán que Iberia es España y que

aunque aislada de nadie necesita”1509

Tras los últimos triunfos, Douglas reunió en San Vicente de la Barquera un consejo de

guerra con Popham, Mendizábal y Juan Díaz Porlier. Españoles y británicos acordaron

que las guarniciones de Santoña, Torrelavega y Santander habrían de ser los próximos

objetivos.

Pero Howard Douglas ya no participaría en aquellas operaciones. Consideró que su

trabajo estaba hecho y su presencia era más necesaria para Arthur Wellesley con el 6º

ejército en León:

“Había puesto a los generales españoles en contacto con sir Home Popham, y había

dado las instrucciones más completas a los comandantes de guerrilla. Consideró que

había llegado la hora de regresar a La Coruña. Esa misma noche se despidió de

Popham y se embarcó en el bergantín Sparrow, que se dirigía hacia La Coruña en

busca de suministros”1510.

* * * *

Mendizábal y sus comandantes guerrilleros, continuaron, con la asistencia de Popham,

la febril campaña contra los imperiales al norte y al sur de la cordillera cantábrica.

1508 Pardo de Santayana, Francisco de Longa...Ob. cit., p. 387. 1509 Ibídem. 1510 Watson Fullom, St. & Douglas, H. (1863) The Life of general Sir Howard..., Ob. cit., p. 175

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Alentados por el éxito en Castro Urdiales, Longa y Popham, con el apoyo de Renovales,

atacarán Bilbao el 10 de julio. Sin embargo, Caffarelli hará acudir con refuerzos al

general Soulier1511 desde Guetaria. Los combates de mayor entidad tendrán lugar en

Portugalete el día 11.

Por otra parte, uno de los mayores hitos de esta campaña de 1812 para el 7º ejército

sería la toma definitiva de Santander, el 3 de agosto, por la división cántabra de Porlier

y la flota británica. Santander se convertiría en un puerto seguro desde el que abastecer

al 7º Ejército y una gran victoria moral. Gracias a esta victoria, Arthur Wellesley podría

cambiar la base logística de operaciones de su ejército desde Lisboa a la propia capital

de Cantabria, y, posteriormente, a Bilbao, para su “Campaña Admirable” de 1813.

La ofensiva sobre Santander comenzaría entre el 24 y 27 de julio. Escasos de fuerzas,

los imperiales la evacuarían la noche del 2 al 3 de agosto, así como Laredo y

Torrelavega.

Las fuerzas imperiales abandonarían Cantabria hacia Castilla y Vizcaya, quedando

como única plaza en sus manos el gran peñón de Santoña al que sus ingenieros militares

habían conseguido transformar en un “Gibraltar del Norte” casi inexpugnable1512.

Santoña sería bloqueada por fuerzas del 7º ejército al mando del teniente coronel, del

1º Cántabro, Silvestre Hidalgo.

Por su parte, Gabriel de Mendizábal daría a la luz en Santander una sentida proclama

a favor de la Constitución que les llevaría, junto con otras varias actuaciones más afines

al liberalismo, a ser adscritos a este movimiento político por los absolutistas. 1513

“Proclama del general en jefe del Séptimo Exército Don Gabriel de Mendizábal a los

habitantes de la Provincia de Santander.

Montañeses, si vuestra felicidad exigía que para siempre desapareciese de nuestra

Nación la arbitrariedad y el despotismo que os hacían gemir tantos siglos ha, ya llegó

esa feliz época. El Libro santo de la felicidad fundamental, esa Constitución política

que vais a jurar, deslinda con tal claridad y exactitud nuestros derechos y obligaciones;

1511 Jean-Antoine Soulier (1766-1835). Capitán de un batallón de Voluntarios en 1791. Veterano de las Campañas de Italia, Egipto y Siria. Jefe de brigada en 1802. De nuevo vuelto a Italia. General de Brigada en 1811. Comandante en Navarra a las órdenes de Reille. Herido de bala en el combate de Sangüesa del 5 de febrero de 1812; retoma Bilbao el 27 de agosto. Pasa a Italia en agosto de 1813. Six, Georges (1934) Dictionnaire biographique… Ob. cit.,Tomo II, p. 471. 1512 García Fuertes, A. (2014) Y recorrió toda España hasta pisar suelo francés. El Brigadier Diego del Barco de la Cendeja. La Coruña 1780 – Laredo 1814. [La Coruña]. 1513 AGMS, 1ª Sección, Expediente de Impurificación de Gabriel de Mendizábal e Iraeta, Legajo M – 2.766.

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abre a todos un campo tan extenso para obrar el bien y coarta de tal modo al que

quiera cometer el mal, que vuestra prosperidad será su consecuencia necesaria si la

ponéis en planta, y tanto más lo será, cuanto más principalmente protege nuestra divina

religión, con exclusión de otro culto.

La Providencia que muy de antemano tenía sin duda preparado este suceso, le ha

hecho concurrir con el momento dichoso en que veis recobrada vuestra libertad para

obligaros así más señaladamente: corresponded, pues, a sus altas miras, y mientras os

disponéis a conservar con tesón y valentía una Patria doblemente conquistada, no

ceséis de exclamar: Viva la Constitución. Viva Fernando VII.

Cuartel general de Santander, 10 de agosto de 1812. Gabriel de Mendizábal” 1514

Días antes, Mendizábal marcharía, con tropas de la vanguardia y 4ª división de su 7º

ejército, sobre Vizcaya, atacando Bilbao, cuyo gobernador Roguet1515 se había quedado

aislado con 1.500 hombres. El 9 de agosto Caffarelli ordenaría a su subordinado

abandonar Bilbao para concentrarse en Durango desde donde habría de defender la

carretera con Francia. Mendizábal, en conjunción de Porlier, Renovales y la flota

británica, ocupa Bilbao el 11 de agosto.

Mendizábal proclamaría en la villa la Constitución renovando los cargos de la Junta

del Señorío de Vizcaya en medio de grandes festejos.1516

Sería este hecho de armas de gran importancia para la posterior acción del Ejército del

Norte imperial de Caffarelli en su apoyo al ejército de Portugal de Clauzel en su

persecución del ejército aliado tras el fracaso y el desastre sangriento en el fallido asedio

al castillo de Burgos en manos imperiales.

La humillación para los imperiales supuso la toma de Bilbao, con la instalación de la

Junta del Señorío, y el peligro estratégico del corte de las comunicaciones con Francia

supusieron una amenaza de tal calibre que Caffarelli no podía soslayar.

Por su parte, Mendizábal continuaría acosando a las fuerzas francesas, rechazando el

contraataque francés sobre la Bolueta el 13 y 14 de agosto. Con la llegada de Francisco

Longa el día 17, Mendizábal atacará a Rouguet en Zornoza, expulsándole de la villa.

Sin embargo, la llegada de refuerzos permitiría a Rouguet volver a la ofensiva en la

1514 Gaceta de la Regencia de las Españas, Sábado 26 de septiembre de 1812. Santander 10 de agosto, P. 1.070. 1515 Claude-Pierre Rouguet (1770-1833). Teniente en 1793; Coronel en 1806; General de Brigada en 1810 en el Ejército de España. Comandante de la 1ª Brigada de la División de Reserva de Caffarelli en el Ejército del Norte en 1812. En 1814 hace la Campaña de los Pirineos bajo las órdenes de Soult; presente en la batalla de Toulouse. Six, Georges (1934) Dictionnaire biographique … Ob. cit., Tomo II, pp. 396-397. 1516 Aún así no se pudo lograr fuese aprobada en muchas localidades debido a los Fueros Vascos.

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noche del 21 de agosto, para ser batido de nuevo en Durango por el esfuerzo conjunto

de las tropas de Longa y Renovales

No sería hasta la llegada del mismo Caffarelli con más refuerzos, que los franceses

retomarán brevemente Bilbao el 28 de agosto, para volverla a abandonar el 9 de

septiembre, al tener que acudir en auxilio de la plaza de Santoña.

El general Roguet rendiría homenaje en sus informes a las tropas guerrilleras del 7º

Ejército, que los días 22 y 23 de agosto:

“[…] habían maniobrado y se habían batido como soldados disciplinados y

experimentados” 1517

* * * *

Sin embargo, el general Clauzel, como ya hemos expuesto en el capítulo XIV,

conseguiría resolver la apurada situación estratégica tras los Arapiles con gran maestría

y aprovechando los propios errores de los aliados. El avance de Arthur Wellesley hacia

Madrid (desde Valladolid) en lugar de perseguir al ejército de Portugal hacia el Ebro,

daría un respiro a Caffarelli que pudo afrontar la renovada amenaza del 7º ejército en

Vizcaya. Es cierto que el rey José tuvo que dejar Madrid camino de Valencia, y que el

mariscal Soult habría de abandonar Andalucía; sin embargo ello hizo concentrar,

poderosamente, a las fuerzas imperiales, en el verano de 1812, en Castilla la Nueva y

Levante.

Por su lado, Caffarelli, con tropas que había reunido en Burgos: la Guardia Joven de

Dumoustier, más 10.000 infantes y 2.000 jinetes (llegados de refuerzo desde Francia al

conocerse la derrota de Marmont) lograría recuperar Bilbao y abastecer Santoña. Tras

ello, en octubre, el comandante del ejército del norte volvería a concentrarse en

Miranda de Ebro a fin de auxiliar al ejército de Portugal que se desplegaba en las dos

orillas del Ebro, vigilando Burgos ocupado por Wellesley y Castaños.

A su vuelta al norte Caffarelli había encontrado a las fuerzas imperiales bajo su mando

en el caos y desmoralizadas1518. Solo tras sangrientos combates lograría el general

francés restablecer las comunicaciones con sus aisladas guarniciones, expulsar

momentáneamente de la costa vasca a las tropas del 7º ejército, reabrir y asegurar las

1517 Pardo de Santayana, Francisco de Longa...Ob. cit., p. 355. Parte del General Roguet a Caffarelli. 1518 Esdaile, Ch. (2004) La Guerra de la Independencia….Ob. cit., p. 472.

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comunicaciones con Francia, aprovisionando la plaza de Santoña bloqueada desde hacía

meses.

Mientras tanto, las fuerzas de Mendizábal no habían permanecido ociosas. Un nuevo

ataque fallido sobre Guetaria, el 19 y 20 de septiembre, provocaría un desencuentro

entre Mendizábal y Popham. El español se retirará con las fuerzas de Renovales y

Longa hacia Bilbao, encontrándose allí con los granaderos y tiradores de Castilla y

Cantabria.

Por su parte, Francisco Longa conseguiría nuevos éxitos como el logrado, a finales

de noviembre, en el valle del Sedano sobre el coronel Froment1519, y los combates sobre

las Salinas de Añana y los fuertes de Nanclares y Armiñón.

Por estas fechas, el brigadier Porlier, eclipsado por la estrella de Espoz y Mina,

mostraría su desafección hacia Mendizábal, luego de haber elevado la Regencia al

navarro como 2º al mando del 7º ejército. Porlier medraría con Castaños para ser

adscrito al 6º ejército. Ello llevaría a Mendizábal a disolver su “División Cántabra” en

diciembre de 1812, distribuyendo sus unidades entre el resto del 7º ejército. Porlier

quedaría al mando solo de una brigada, acuartelada en Oviedo, con el nombramiento del

gobierno militar del Principado.1520

Por su parte Espoz y Mina había reforzado un bloqueo, cada vez más sangriento y

asfixiante, sobre la plaza de Pamplona en manos imperiales, batiendo a un gran convoy

francés el 23 de noviembre en Ayerbe, y, cuatro días después, atacando con éxito

Huesca.

En Navarra, Vascongadas y Aragón, las fuerzas guerrilleras del 7º ejército eran cada

vez más numerosas, mejor organizadas y disciplinadas y capaces de maniobrar y

combatir en campo abierto contra las cada vez más débiles columnas móviles francesas.

Espoz y Mina era capaz ya de poner en campaña nueve batallones de infantería y dos

regimientos de caballería; además, las divisiones ligeras guerrilleras de Mendizábal

disponían ya de piezas de artillería de montaña con las que eran capaces de batir y

rendir los puestos fortificados imperiales hasta entonces invulnerables a los ataques

españoles.1521

1519 Jean Baptiste Froment (1770-1833) Jefe del Estado mayor de la División Vandermaesen del Ejército del Norte de España en junio de 1812. Quintín, D.C.B. (1996) Dictionnaire des Colonels de Napoleón [Paris], pp. 348-349. 1520 AGMS, 1ª Sección, Legajo D – 568. Tras un intento ya el año anterior, los Húsares de Cantabria pasarían a la División de Caballería del 6º Ejército (siempre muye escaso de esta Arma) y varios de los batallones Cántabros a la División de Iberia. Barthèlemy, Rodolfo G. de (1995) El Marquesito… Ob. cit. P. 340. 1521 Ibídem, p. 472.

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Solo la llegada, a finales de 1812 de refuerzos imperiales desde Francia posibilitaría a

Caffarelli el recuperar, precariamente, Bilbao el mismo 31 de diciembre.

Orden de batalla del 7º ejército, Diciembre de 18121522.

El 7º ejército sigue siendo un gran desconocido en la historia de la Guerra de la

Independencia. Su conocimiento se ha centrado en el estudio de sus comandantes

guerrilleros y las divisiones y cuerpos que formaron, pero ha carecido, hasta esta tesis,

de un trabajo global de investigación, referido a su conjunto.

A continuación exponemos un exhaustivo orden de batalla del mismo, fruto de un

intenso trabajo de investigación con fuentes primarias documentales. Hoy por hoy, el

mismo es el más completo estudio de su composición orgánica.

7º EJÉRCITO

Cuartel general itinerante

(De manera más o menos estable estaría en Potes, entre marzo de 1811 y junio de 1812,

para pasar a Santander desde julio de ese mismo año, cuando la ciudad volvió a manos

patriotas)1523.

Comandante en Jefe

El teniente general Gabriel de Mendizábal e Iraeta1524.

Jefe de Estado mayor el brigadier Nazario Eguía Sáenz de Burguaga1525.

Primer ayudante de estado mayor, Pedro Juan Eguía Sáenz de Buruaga1526.

1522 De imprescindible consulta la magnífica y titánica obra: Sañudo Bayón, J. J. (2007) Base de datos [...] Ob. cit. 1523 Contaría con un Colegio Militar (por orden de la Regencia de marzo de 1811) para la formación de sus Cadetes en la villa montañesa de Colio. Este se organizaría a partir de la Academia de Caballería de los Húsares de Cantabria creada por el Capitán Juan José de la Riva. 1524 Archivo General Militar de Segovia (AGMS), 1ª Sección, Legajo M - 2.766. 1525 AGMS, 1ª Sección, Legajo E - 194. Hidalgo. Nacido en Durango el 28 de julio de 1777; muerto el 1 de enero de 1865 en Tolosa. Llega a Teniente General en 1829. Estado mayor del 7º Ejército. Alistado como Cadete en el Regimiento de Infantería de Extremadura en abril de 1796, pasa luego al cuerpo de Ingenieros, siendo Capitán 1º en junio de 1804, Teniente Coronel en agosto de 1808, Brigadier en agosto de 1809, Ayudante General de Estado mayor (EM) en junio de 1810, Mariscal de Campo en octubre de 1814; en 1835 se hace carlista, emigrando a Francia durante diez años en 1839; rehabilitado en 1849. Senador del reino en 1853. Veterano de la Guerra de las Naranjas, del Sitio de Gibraltar, invasión de Portugal en 1807 en Lisboa, cayendo prisionero desde mayo a julio, y fugado hacia el Ejército de Andalucía, luego en el Ejército de la Mancha, en el Ejército de Extremadura, y presente en las batallas de Medellín y Talavera. Destinado al norte de la Península. 1526 AGMS, 1ª Sección, Legajo E-195. Hermano menor del anterior. Hidalgo. Nacido en Durango en 1781; muerto el 14 del agosto de 1847 en Bilbao. Alistado en 1798, Cadete de ingenieros Cosmógrafos del Estado el 23 de mayo de 1798, pasa a ayudante de ingenieros de marina en abril de 1799, ingeniero extraordinario en febrero de 1805. Al empezar la Guerra de la Independencia estaba comisionado en Asturias para el corte de maderas y dirección de obras

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Segundo ayudante de estado mayor, Angel Vallejo1527.

Ayudante de campo, Carlos Comon.

Ayudante de campo, José Sistué.

Intendente del ejército, el comisario ordenador Manuel de Echevarría.

Auditor general, José de la Cantolla.

Vicario general, José de Urrutia1528.

• Compañía de guías del Séptimo ejército, creada el 12 diciembre de 1812,

Capitán Francisco Clemente Grima (32 hombres).

• Artillería: la artillería disponible no llegaría a regularizarse hasta finales de

1811, y siendo de tipo ligero de montaña. A finales de 1812 los británicos

suministraron al 7º Ejército: “[…] un tren de 6 carronadas de hierro de a 16

libras, con igual número de carros de municiones, montadas en cureñas de cola

de pato con sus armones correspondientes y dotadas de 275 tiros para cada una

y de todos los utensilios para servirlas, pero con la condición de que dos debían

ser para el Sr. Mendizábal, dos para el Sr. Mina y las otras dos para el Sr.

Longa”1529.

División de Vanguardia Cántabra1530.

en los muelles de sus puertos; pidió ser empleado en el Ejército y la Junta de Asturias le hace Capitán de Ingenieros en septiembre de 1808. En 1809 está a las órdenes del General Javier Losada como 1º ayudante, actuando de enlace con Porlier y Castañón. Nombrado 2º ayudante de EM en la 1ª División del 6º Ejército. Con la creación del 7º Ejército fue “Nombrado por S.A. el Consejo de Regencia para establecer el servicio de EM en el 7º Ejército”; comisionado en la División Navarra de Mina. En 1812 es hecho Teniente Coronel de Infantería y Ayudante 1º de EM. Presente en muchas acciones y batallas de las Campañas de 1812 a 1814. 1527 AGMS, 1ª Sección, Legajo B – 380. Hidalgo. Natural de la ciudad de León capital. Alistado en agosto de 1809 con 23 años, como Secretario de Campaña del General Ballesteros. Comisionado en los cuerpos de Porlier y Renovales; Teniente de Húsares de Cantabria el 1 de agosto de 1809, Ayudante de Estado mayor en julio de 1811, Capitán de Caballería en 1812, quedando encargado del EM de la División de Vanguardia del 7º Ejército. En el 4º Ejército en 1813 y 1814, siendo ya Teniente Coronel graduado. 1528 AHN, D-C, Legajo 91, Nº 48…Ob. cit. Y: Legajo 139, Nº 1, “Estado mayor del Ejército”, Cádiz, 31 de agosto de 1811. 1529 AHN, D-C, Legajo 130, nº º13, Parque General de Santander, 1 de diciembre de 1812. A cambio, el Parque General del 7º Ejército entregó 16 cureñas de marina de “a 36 libras” a la Armada británica para su servicio, aunque en un principio se habían fabricado para la artillería de asedio a Santoña. El suministro de piezas de montaña por los británicos se debió a una iniciativa del Comisionado en La Coruña, Howard Douglas, el cual, a requerimiento de varios jefes guerrilleros para disponer de estas armas, únicas con las que poder batir puestos y casas fortificadas por lo imperiales, decidió solicitar tales armas a Londres:“Sugirió la fabricación de pequeños cañones (trasportables a lomos de mulas) para el uso por los guerrilleros en el desalojo de los enemigos de los puestos fortificados, donde solían refugiarse cuando les atacaban. Estas piezas ligeras resultaron muy útiles en posteriores operaciones”, en: Watson Fullom, St. & Douglas, H. (1863) The Life of general sir Howard Douglas [London], p. 144. En este tema hay que puntualizar que la División Iberia de Longa ya había recibido del mando español, en diciembre de 1811, tres piezas ligeras con su munición y una remesa de granadas de mano. El envío se hizo a lomos de mulos por el Teniente José Antonio Mayoral, del Estado mayor del 7º Ejército. 1530 AHN, D – C, Legajo 123, Historial de la Partida de Porlier, Carrión de los Condes, 16 de agosto de 1816. El 15 de octubre de 1811, la Infantería de esta División de Vanguardia se articulaba en dos Brigadas o Secciones, la 1ª al mando de Carlos Rato contaba con 4 batallones de los Regimientos de Laredo, Guardias Nacionales, Voluntarios de

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Comandante, el brigadier Juan Díaz Porlier1531.

2º comandante, Bartolomé Amor Pisa1532.

Comisario de guerra, José Abella Estrada.

Cirujano mayor, Juan José Olca.

Estado mayor de la 1ª sección de infantería, capitán Joaquín Ortiz de Velasco.

Estado mayor de la 2ª sección de infantería, capitán Angel del Arenal Cuesta.

Infantería de línea:

- Regimiento Provincial de Laredo, creado en 1734. Al comenzar la guerra la

unidad estaba de guarnición en Santander, siendo su comandante el teniente

coronel José Antonio de Terán1533 y su sargento mayor, el teniente coronel Juan

González de la Vega1534 (muerto en acción de guerra el 26 de octubre de 1811);

a éste le sustituirá Miguel Oliver1535, proveniente del regimiento de Luarca, el

cual ejerce el cargo hasta septiembre de 1812 en que pasará al 2º de Tiradores de

Cantabria. A principios de 1810 Antonio de Terán abandona sin permiso el

regimiento (justificándose por estar enfermo) marchando a Santander y jurando

a José I. Se ordena su sustitución por un oficial de marina, Carlos Rato

Guipúzcoa, y Encartaciones; la 2ª Brigada, al mando de Fermín Escalera, agrupaba a 3 batallones de los regimientos 1º Cántabro (2 bat.) y Tiradores de Cantabria. AHN, D - C, Legajo 139, nº 1, Estado de Fuerza de la División de Vanguardia en 15 de octubre de 1811. Fuerza efectiva presente: 3.803 hombres y 301 caballos. 1531 AGMS, 1ª Sección, Legajo D – 568. 1532 AGMS, 1ª Sección, Legajo A – 1.644. Plebeyo. Nacido en 1785 en Revenga de Campos, estudiando Filosofía y Teología, antes de alistarse en 1804. Tras formar parte de la Guardia de Honor de los Granaderos Provinciales del Secretario de Estado Manuel Godoy, comenzaría la Guerra de la Independencia como Sargento del Regimiento de Milicias Provinciales de Burgos a las órdenes de Porlier. Tras la derrota de Gamonal formaría una Partida. En sus inicios colaboraría con Porlier. Destinado a Soria en febrero de 1810 a levantar cuerpos y recoger desertores con pasaporte de Porlier y petición de la Junta de Burgos. Crea allí un Batallón (Voluntarios de la Rioja) y 2 Escuadrones de Húsares de la Rioja. Teniente Coronel en 1810 y Brigadier en 1812. En 1817 se le concede la Laureada de 1ª Clase por su valor en 15 acciones de guerra. Al final de su vida llegaría a ser Teniente General y Senador. 1533 AGMS, 1ª Sección, Legajo, T – 352. Natural de Santa Cruz de Igüeña, con 51 años de edad en 1808. Alistado como Subteniente en noviembre de 1781 en el Regimiento Provincial de Burgos; ascendido a Teniente en 1787 y a Capitán en 1794, año en el que pasa al Provincial de Laredo, del que llega a ser Coronel en 1801. Veterano de la Guerra de la Convención en el frente de Guipúzcoa. Al comenzar la Guerra de la Independencia fue nombrado vocal de la Junta Suprema cantábrica y Comandante de Armas de Santander. Durante la contienda, declarándose enfermo, desertó del mando de su Regimiento en 1810, retirándose a Santander y jurando a José I. 1534 AGMS, 1ª Sección, Legajo G – 3.317. Natural de Méjico, con 58 años de edad en 1808, año en el que sirve como Sargento Mayor del Provincial de Laredo. Alistado como Soldado en septiembre de 1768 en el Regimiento de Infantería de América donde sirve 32 años y siete meses; en 1800 pasa al Provincial de Laredo y fija su residencia en esta villa. Veterano del bloqueo a Gibraltar y en la reconquista de Menorca a los británicos. Participa en la Guerra de la Convención en el frente de Guipúzcoa y de Navarra. Capitán en 1794, Teniente Coronel en 1802, graduado de Sargento Mayor del Provincial de Laredo en 1803. 1535 AGMS, 1ª Sección, Legajo O – 244. Natural de Ibiza; alistado como Soldado distinguido el 9 de agosto de 1787 en el Regimiento de Aragón; Subteniente en marzo de 1805, Teniente el 17 de junio de 1808, Capitán en diciembre de 1811, y Sargento Mayor en agosto de 1812. Al empezar la Guerra de la Independencia pasa al Regimiento de Luarca durante 3 años y cinco meses; tras ello es adscrito al Regimiento Provincial de Laredo durante 7 meses, pasando luego al 2º de Tiradores de Cantabria de Campillo, hasta el final del conflicto. Veterano de la defensa de Ceuta, de la Guerra de la Convención, y de las Campañas de Portugal. Comenzada la Guerra de la Independencia, sirve en el Ejército de Galicia y de la Izquierda. Cae prisionero de los franceses el 25 de octubre de 1812, permaneciendo cautivo en Francia durante un año, seis meses y cinco días.

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Ramírez1536, teniente de fragata en 1808 ascendido a coronel. Desempeña el

mando hasta mayo de 1812 en que es sustituido por el teniente coronel Miguel

Román de Córdoba Burillo1537, el cual ejercerá el mando hasta el 23 de octubre

de dicho año en que, en plena retirada de todo el ejército hacia Ciudad Rodrigo

(luego del fallido asedio británico al castillo de Burgos), cae prisionero cerca del

río Carrión. Entre el 2 de noviembre de 1812 y el 19 de enero de 1813 ejerce el

mando el 2º sargento mayor Angel del Arenal Cuesta1538, y desde ese 19 de

enero pasa el mando al sargento mayor 1º Bernardo Valdés Hevia Argüelles1539,

que estaba ausente de su unidad. El 19 de abril de 1813 la comandancia del

regimiento es entregada en comisión al teniente coronel Silvestre Hidalgo1540

1536 AGMS, 1ª Sección, Legajo R – 397. Teniente de Fragata en 1804, con 30 años de edad y 16 de servicio con la Real Armada. Al empezar la Guerra de la Independencia estaba destinado en la Capitanía del Puerto de Gijón, siendo nombrado por la Junta del Principado, el 26 de junio de 1808, Comandante del nuevo Regimiento de Infantería de Villaviciosa, según su testimonio “No por méritos del que expone sino por no haber en aquel entonces de quien echar mano para tales encargos”. A la cabeza del mismo ha estado hasta el 15 de abril de 1811 en que se disuelve la unidad, pasando luego a mandar el Provincial de Laredo. Muchas acciones de combate en el norte de España. En septiembre de 1811 solicita ser sustituido y destinado a la Comandancia de un Puerto, por considerar que no tiene los conocimientos ni experiencia necesarios para mandar un cuerpo de Infantería. 1537 AGMS, 1ª Sección, Legajo C – 3.354. Natural de Burgos, con 43 años de edad en 1808. Alistado en 1782 como Subteniente en el Regimiento de Sevilla; Teniente en 1788 y Capitán en 1799. Veterano de la Campaña en Marruecos, Orán y defensa de Ceuta. No sirve en la Guerra de la Convención. Al comenzar la Guerra de la Independencia sirve en la Columna de Granaderos de la 4ª División del Ejército de la Izquierda, siendo hecho Sargento Mayor en febrero de 1809 y Teniente Coronel en junio de 1809, año en el que pasa al Inmemorial del Rey. En 1810 es trasladado al Regimiento de Villaviciosa, y en abril de 1811 al Regimiento de Laredo como Teniente Coronel. El 23 de junio de 1811 el Brigadier Juan Díaz Porlier le hace Subinspector de Infantería del 7º Ejército. El 8 de mayo de 1812 sustituye a Carlos Rato como Comandante del Provincial de Laredo, cargo que desempeña hasta el 25 de octubre de 1812, día en que fue hecho prisionero. Hecha la paz fue acusado de cobardía por sus oficiales por haberse dejado coger preso (según ellos) y exonerado por un Consejo de Guerra. 1538 AGMS, 1ª Sección, Legajo A – 2.186. Noble. Natural de la Montaña de Santander y nacido el 17 de abril de 1790. Con 27 años en 1808 se alista el 4 de octubre como Teniente en el Regimiento 1º Cántabro. Ayudante General del Brigadier Juan Díaz Porlier en la División Cántabra por nombramiento de noviembre de 1810, pasando luego al Estado mayor del 7º Ejército. En diciembre de 1811 solicita volver a la Infantería y es destinado al Regimiento de Laredo. Manda su Regimiento desde el 2 de noviembre de 1812 (tras ser hechos prisioneros sus dos mandos superiores durante la retirada de Burgos a Ciudad Rodrigo) hasta el 19 de enero de 1813. Muchas acciones de guerra y presente en las batallas de Vitoria, San Marcial, Paso del Bidasoa, San Juan de Luz, bloqueo a Bayona, y Toulouse. Encabeza la acusación contra Miguel Córdoba, Coronel del Provincial de Laredo por dejarse coger preso durante la retirada de Burgos. Sentenciado a seis meses de arresto por acusar en falso a su Coronel. 1539 AGMS, 1ª Sección, Legajo B – 177. Nacido en Laviana, Asturias, el 7 de enero de 1777. Alistado en el Ejército Asturiano como Capitán en mayo de 1808 en el nuevo Regimiento de Covadonga. Organiza a sus expensas 315 hombres de este cuerpo con el que marcha hacia León logrando que la ciudad se subleve contra José I. Entre 1809 y 1810 sirve con los Comandantes Federico Castañón, Javier Losada, y Díaz Porlier. En 1811 es adscrito, como Secretario, a la Subinspección del nuevo 7º Ejército. Acompaña, en mayo de 1811, a Miguel de Córdoba en su mando del Provincial de Laredo, como Sargento Mayor 1º o Jefe de Instrucción. Tras caer prisionero Córdoba en la retirada de Burgos, fue acusado de fingir una enfermedad y solicitar su relevo, no reincorporándose al mismo en 1813, por lo que el Comandante en Jefe del 4º Ejército, Manuel Freyre ordenaría, en enero de 1814, que se le diese de baja. A pesar de ello, en abril de 1813 se había resistido a dar el mando del Regimiento al Teniente Coronel Silvestre Hidalgo, el cual casi tuvo que acudir a la fuerza para hacerse con él. 1540 AGMS, 1ª Sección, Legajo I – 181. Natural de Puebla de Sanabria, con 32 años de edad en 1808. Alistado en mayo de 1795 como Subteniente en el Provincial de Ciudad Rodrigo. Ocho meses persiguiendo malhechores y contrabandistas. Pide su licencia, siendo Teniente, en 1804 y queda como Tesorero Pagador del Camino Real entre Santander y la Rioja. Al comenzar la Guerra de la Independencia vuelve al servicio, en octubre de 1808, como Capitán en el Regimiento 1º Cántabro, en el que actuó como Comandante de su 2º y 3º Batallones, instruyendo a sus reclutas en Potes. Destinado a formar los cuadros de la División Cántabra en la Liébana desde septiembre de 1810 a marzo de 1811. En diciembre de 1811 deja el mando del 3º Batallón del 1º Cántabro y pasa a mandar el 1º Batallón ligero de Tiradores de Cantabria (al haber muerto en combate su anterior Comandante Pablo Manuel Lasaga). Participan en varias acciones de guerra, y es Comandante General del Bloqueo a Santoña durante cuatro meses. El 19

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(anterior comandante del 1º de Tiradores de Cantabria) hasta el final de la

guerra.

- Regimiento 1º Cántabro, organizado el 4 de octubre de 1808. Llega a tener

teóricamente, tres batallones; en julio de 1811 cuenta con dos batallones de

campaña con 1.199 hombres1541. Su primer comandante fue Pedro Ruiz de

Labastida1542 que ejerce el mando durante 1809. Le sucederá, desde abril de

1810, Fermín Escalera1543 hasta el final de la guerra. También aparece

documentación que menciona a Silvestre Hidalgo como comandante del 2º y 3º

batallones del regimiento. El sargento mayor, desde el 12 de agosto de 1810

hasta el final de la guerra, será Agustín González1544, su segundo, Pedro Mateo

Oloriz1545; le sustituye a comienzos de 1812 hasta su fallecimiento en 1814.

Disuelto en 1815 e integrado en el regimiento de San Marcial1546.

- Regimiento 2º Cántabro, levado también el octubre de 1808, su primer

comandante y organizador sería, el ya mencionado, oficial de ingenieros Julián

Albo. Tras la retirada hacia Asturias la unidad queda en cuadro, entregando su

mando el marqués de La Romana, el 17 de mayo de 1809, a Juan Díaz Porlier, el

cual reorganiza la unidad, desde cero, en Potes en octubre. Sin embargo, la

escasez de armamento, equipo y hombres hacen que esta unidad vuelva a quedar

en cuadro al pasar sus efectivos al 1º Cántabro. Clonard y Sañudo afirman que

fue disuelto el 1 de julio de 18101547. Sin embargo, en el “Plan de las divisiones

del Séptimo ejército” firmado en Potes el 5 de agosto de 18121548, vuelve a

figurar esta unidad dentro de la “División de Vanguardia” del ya brigadier Juan

Díaz Porlier. Pensamos que, dentro de las intenciones del general Mendizábal de

incrementar los efectivos del 7º ejército, se planeó el volver a levantar esta

unidad, aunque, finalmente, se desecharía la idea por la falta de equipo y armas.

Infantería ligera:

de abril de 1813 pasa a mandar al Regimiento de Laredo. A su mando está presente en la acción de Tolosa, y en las batallas de San Marcial y Toulouse, siendo herido en las dos últimas. 1541 AHN, D - C, Legajo 139, nº1, Estado de fuerza de la División de Vanguardia, 15 de julio de 1811. 1542 García Velando, J. D., AGMS, 1ª Sección, Legajo R – 3.699 y L – 20. 1543 García Velando, J. D., AGMS, 1ª/3ª Sección, Legajo 1.464, Exp. 383, año de 1837. 1544 García Velando, J. D., AGMS, 1ª Sección, Legajo G – 2.724. 1545 García Velando, J. D., AGMS, 1ª Sección, Legajo O – 303. 1546 Para conocer el destino final de estas unidades del 7º Ejército, ver: Gómez Ruiz, M. y Alonso Juanola, V. (1991) El Ejército de los Borbones. El Ejército de Fernando VII. 1808 – 1833, Tomo V. 1547 Clonard, Conde de (1847 – 1856) Historia Orgánica de la Infantería y Caballería españolas [Madrid] y Sañudo Bayón, J. J. (2007) Base de datos…Ob. cit. 1548 AHN, D – C, Legajo 91, nº 48.

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Estas unidades se nutrieron, casi exclusivamente, por oriundos de la Montaña1549 y

completaron las de la División: fueron los tres batallones (luego regimentados) de

Tiradores de Cantabria, denominados de manera diversa: “Tiradores de Cantabria de

Infantería ligera”, “Tiradores de Infantería ligera de Cantabria”, etc. El primero de ellos

surgió de manera reglamentada, en el seno de la División (Fernández Velarde formaba

parte en julio de 1810 del 1º de Tiradores), los otros dos se formaron de partidas

guerrilleras, siguieron bajo el mando de sus líderes naturales y, según parece demostrar

la documentación, los primeros años actuaron de manera bastante independiente en

Cantabria y provincias aledañas.

- Batallón 1º de Tiradores de Cantabria, organizado el 20 de agosto de

18091550. Su primer Comandante será el teniente coronel Pablo Manuel Ruiz de

Lasaga1551, que ejerce el mando hasta el 6 de noviembre de 1811, en que muere

en combate. En julio de 1811 disponía de 800 hombres según Porlier, y era

denominado sin numeral, simplemente como “tiradores de Cantabria”. A Lasaga

le sucederá, en diciembre de ese mismo año, el teniente coronel Silvestre

Hidalgo, durante cuatro meses, recayendo luego el mando en Leonardo Sanz de

Sicilia1552, el cual muere al frente de su regimiento en la batalla de Toulouse,

que pone fin a la guerra, el 10 de abril de 1814. Tendrá como sargentos mayores

a Manuel de Torres1553, y, desde julio de 1812 le sustituye, Pedro Velarde

1549 Palacio Ramos, R. (2015) Del Armamento cántabro…Ob. cit. P. 14 y 15. Por esta razón el ayuntamiento de Santander solicitó se les excluyera de nuevos reemplazos. Archivo Municipal de Santander (AMS), Libro de Plenos nº 25, libro nº 2, sesión de 4-12-1813. 1550 García Belando retrasa la creación de esta unidad hasta el 7 de noviembre de 1809. El Séptimo Ejército o la normalización de las Partidas en el Norte…Ob. cit. 1551 AGMS, 1ª Sección, Legajo L – 434. Natural de Asturias, con 36 años en 1808. Alistado como Soldado en diciembre de 1788, Subteniente del Regimiento de Hibernia en 1801. Veterano de Orán y de la Guerra de la Convención en la que es herido en dos ocasiones. En marzo de 1804 consigue su licencia y se retira como disperso a la villa de Laredo. Reincorporado al empezar la Guerra de la Independencia en los nuevos cuerpos de la División Cántabra. Capitán en marzo de 1810 en el 1º de Tiradores de Cantabria. Muerto en combate en la acción del 6 de noviembre de 1811 en la acción de Noya, sobre las alturas de la Ayuela, montaña de Santander, cuando los franceses intentaban entrar en Asturias y fueron rechazados por la División de Vanguardia. Su sustituto por orden de Díaz Porlier y acuerdo de Gabriel de Mendizábal fue el Teniente Coronel Silvestre Hidalgo, Comandante del 3º Batallón del regimiento 1º Cántabro. 1552 AGMS, 1ª Sección, Legajo S - 2.686. Plebeyo. Natural de Montenegro. Alistado como Soldado en abril de 1784 con apenas 14 años en el Regimiento de Saboya, pasando luego a la Infantería ligera en el Batallón de Voluntarios de Navarra. Sargento en 1794, y Subteniente por méritos de guerra en el mismo año; en 1806 es ya Teniente. sirve en las defensas de Orán y Ceuta, así como en la Guerra de la Convención, con distinción. Al empezar la Guerra de la Independencia sirve con su Batallón en el Ejército de Galicia; el 23 de junio de 1808 la Junta de Galicia le hace Capitán 2º. Veterano de varias acciones y batallas, en octubre de 1810 es hecho Sargento Mayor del Batallón de Voluntarios de Gerona siendo Capitán 1º. En 1811 es Sargento Mayor en el Regimiento de Voluntarios de la Victoria en el 5º Ejército, siendo destinado con varios cuadros de mando al 7º Ejército, en el que pasará a mandar el 1º de Tiradores de Cantabria. A su mando muere con gloria en la batalla de Toulouse. 1553 García Belando, J. D., AGMS, 1ª Sección, Legajo T – 955.

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Herrera1554. Disuelto el 2 de marzo de 1815 e integrado en el regimiento de

Cantabria de línea.

- Batallón 2º de Tiradores de Cantabria, “Vengadores de Cantabria”

organizado el 1 de septiembre de 1811 como unidad regular de Infantería ligera

en base a una partida guerrillera de 300 hombres, formada en noviembre de 1809

por Juan López Campillo1555, funcionario del “Resguardo de Rentas” en

Santander y jefe de partida (el cual había empezado a combatir a las órdenes

Ignacio Alonso “Cuevillas” en la Rioja). Campillo llegará al grado de coronel y

mandará esta unidad durante toda la guerra. Desde julio de 1812 su 2º será el

sargento mayor Manuel de Torres, contando con un 2º sargento mayor, Miguel

Oliver (proveniente del regimiento de Laredo), desde agosto de ese mismo año.

Disuelto el 2 de marzo de 1815 e integrado en el regimiento de Vitoria.

- Batallón 3º de Tiradores de Cantabria, también llamados “Observadores” y

“Cazadores” de Cantabria; organizado el 8 de mayo de 1812. Su comandante

hasta marzo de 1814 será Lorenzo Herrero (alistado como capitán de caballería

en 1808, y ascendido a teniente coronel en diciembre de 1810 y a coronel dos

años después1556). Los sargentos mayores de esta unidad serán como 1º, Miguel

Bolanguero Molina1557, y como 2º en el empleo Miguel Cosío1558. Disuelto el 2

de marzo de 1815 e integrado en el regimiento de Burgos.

- 2º de Tiradores de Castilla1559. Junto al Provincial de Laredo y los batallones

Cántabros, organizaría Porlier en mayo de 1809 en Guardo, este batallón de

1554 García Belando, J. D., AGMS, 1ª Sección, Legajo B – 1.457. 1555 AGMS, 1ª Sección, Legajo L - 1.466. Natural de Liendo en Santander. Su caso es el paradigmático del patriota que busca en la guerrilla el reconocimiento legal de sus méritos mediante la regularización militar de su partida. En 1808 tenía 24 años y era funcionario del Resguardo de Rentas del Puerto de Santander. Alistado como voluntario en la Partida de Guerrillas del Comandante “Cuevillas” el 19 de enero de 1809, junto al que combate durante 7 meses y 4 días. Luego forma su propia Partida que llegará a ser el Batallón 2º de Tiradores de Cantabria, unidad que manda durante 6 años, siendo nombrado Coronel en diciembre de 1812. En su expediente figura una relación de méritos impresa en Cádiz el 12 de junio de 1812: “Relación de los Méritos y Servicios patrióticos de don Juan López Campillo, Comandante del Batallón de Infantería ligera Vengadores de Cantabria”. Numerosas acciones de guerra como guerrillero y luego Comandante regular del 7º y 4º Ejércitos. Acabado el conflicto sirve en el Provincial de Santander; retirado en 1843 como Comandante de la Plaza de Santoña. 1556 García Belando, J. D., AGMS, 1ª Sección, Legajo E – 1.028. Se alista con 43 años de edad el 8 de junio de 1808, como capitán de caballería, siendo herido en la batalla de Espinosa de los Monteros. Tras ser apresado por los franceses conseguiría huir refugiándose en la partida de Francisco Longa. En el verano de 1809 se pondría a las órdenes de Porlier. 1557 García Belando, J. D., AGMS, 1ª Sección, Legajo B – 3.353. 1558 García Belando, J. D., AGMS, 1ª Sección, Legajo C - 3.627. 1559 Tras participar en numerosas acciones de guerra, este Regimiento sería embarcado (en medio de la indignación de las Juntas de León, Galicia y Asturias) para Méjico, en marzo de 1812, a fin de combatir la rebelión del Virreinato.

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Infantería1560. Este cuerpo quedaría al mando del coronel Francisco Hevia

Antayo1561; teniente coronel Andrés de Marquestá.

- Batallón de Encartaciones de Vizcaya. También denominado en su creación

“Observadores de Encartaciones”. Organizado el 1 de julio de 1810 en Galicia.

Fue nutrido con los tres centenares de voluntarios vizcaínos traídos por mar a La

Coruña por el brigadier Juan Díaz Porlier tras su exitosa operación anfibia desde

Ribadeo sobre Santoña y Vizcaya. En el mes de septiembre entrega tropa al 2º

batallón de Voluntarios de Guipúzcoa del comandante Fermín Iriarte que se

organizaba también en Galicia. Comandante al mando, Mariano Cortés, y

sargento mayor el teniente Coronel José Ramírez de Aburruza. El 14 de octubre

parte de La Coruña por mar hacia Gijón con la expedición de Mariano de

Renovales. Nunca llegó a superar los efectivos de un medio batallón con 300

hombres. Adscrito en junio de 1811 a la “División de Vanguardia” de Porlier.

Desaparece el 15 de noviembre de 1811, integrada su tropa (apenas 100

hombres) en el 1º de Iberia de Longa.

Caballería:

- Regimiento Húsares de Cantabria, también denominados “Granaderos a

caballo de Cantabria” organizado en octubre de 1808 con un escuadrón por el

capitán Juan José González de la Riva1562, marqués de Villa Alcázar, a

instancias del Marqués de La Romana. Como segundo figurará Pedro Pablo

Alvarez Alonso y Pérez de Guzmán1563, hasta el 21 de septiembre de 1810 en

que pasa a los Húsares de Iberia. A partir de octubre de 1812 el mando del

1560 Unidad ésta distinta a los dos batallones del mismo nombre, organizados, uno por el Teniente Coronel José Pírez (AGMS, 1ª Sección, Legajo P – 2.199) en Salamanca -1º de Tiradores de Castilla- en agosto de 1808, a instancias del General Cuesta; y el otro por el guerrillero Santos Padilla en el verano de 1810 –también nombrado como 2º de Tiradores de Castilla y mandado por éste y luego por Matías Narro. 1561 AGMS, 1ª Sección, Legajo E – 9. Natural de Villaviciosa. Alistado como Cadete en marzo de 1804 en el Regimiento de Saboya. Al comenzar la Guerra de la Independencia es hecho Capitán y cae prisionero en la batalla de Tudela y en el 2º Sitio de Zaragoza, logrando evadirse en las dos ocasiones. Pasa al Ejército de la Izquierda. Hecho Coronel en abril 1811 y al mando de los Tiradores de Castilla. Muchas acciones de guerra. En marzo de 1811 es enviado con su Regimiento a Méjico por el Capitán General de Galicia Javier Abadía en cumplimiento de órdenes del Consejo de Regencia. Allí combate a los insurgentes hasta morir de una apoplejía en Córdoba de Méjico, el 16 de marzo de 1827. 1562 García Belando, J. D., AGMS, 1ª Sección, Legajo G – 3.359. 1563 AGMS, 1ª Sección, Legajo A – 893. Alistado como Soldado distinguido en abril de 1807 contra el parecer de sus padres, en el Regimiento de Caballería de la Reina. Al comenzar la Guerra de la Independencia pasa a Zaragoza, combatiendo en su primer Sitio, en la batalla de Tudela, y en el 2º Sitio Zaragoza, logrando fugarse. Se presenta en Asturias ante el Marqués de La Romana. Pasa a Cádiz reclamado por el Brigadier Juan José Moscoso para la creación del Cuerpo de Estado mayor. Regresa al norte de la Península y es hecho Sargento Mayor de los Húsares de Cantabria en septiembre de 1811. Nombrado Gobernador de Castro Urdiales entre 1812- 1813. Responsable de su defensa y saqueo por las tropas imperiales del General Maximiliem Foy, pidió que se le abriese Consejo de Guerra, cuya causa duró hasta mayo de 1821, siendo exonerado. Liberal.

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regimiento recae (por la marcha de de la Riva a Cádiz) en su 2º, el teniente

coronel Ignacio Irigoyen Miguelicorena1564. Presenta cuatro escuadrones y 680

hombres en 1813. Disuelto en 1815 e integrado en otro regimiento regular.

Artillería:

- Compañía de Artillería a pie. Establecida en Mogrovejo (municipio de

Camaleño, en el occidente de Cantabria límite con León) y, posteriormente, en

Santander. Dotada con 30 cabos y soldados, 5 Sargentos y dos ayudantes y

subtenientes1565. Mando, el subteniente Julián de Rosas. Piezas: 12; a saber, 1

obús de a 12 libras (de hierro), 4 obuses de a 6 libras (dos de bronce y dos de

hierro), 6 cañones de campaña de a 3 libras y 1 cañón de a 4 libras1566. Se

contaba con 17 mulos para el transporte de las municiones1567.

Para concluir, debemos reseñar que ya a mediados de 1809 estaban conformadas las

unidades cántabras de la división: los húsares de Cantabria, el Provincial de Laredo, el

1º Cántabro, y el 1º de Tiradores de Cantabria. Sin embargo, los batallones 2º y 3º de

Tiradores de Cantabria, no actuaron nunca de manera conjunta con ese “núcleo” de la

División de Vanguardia, alejando físicamente de la Montaña (destacado normalmente

en Asturias y norte de León). En realidad no serían incluidas oficialmente en la misma

hasta una fecha tan avanzada como julio de 1811, cinco meses después de haber

aprobado el Consejo de Regencia la creación del 7º ejército1568.

1ª División, Castellana.

Brigadier Jerónimo Merino Cob1569.

Esta división estaría formada por cinco brigadas independientes que sólo rendían

cuentas a Mendizábal, aunque teóricamente tendría mando sobre ellas Jerónimo Merino.

1564 García Belando, J. D., AGMS, 1ª Sección, Legajo I – 500. 1565 AHN, D - C, Legajo 139, nº 1. 1566 Ibídem, Artillería y Municiones, División de Vanguardia, nº 3; 3 de octubre de 1811. 1567 AHN, D - C, Legajo 130, nº 13, Parque General de Campaña, Santander, 30 de junio de 1812. 1568 Palacio Ramos, R. (2015) Del Armamento cántabro…Ob. cit., p. 20. 1569 AGMS, 1ª Sección, Legajo M – 2.977. Este sacerdote obtendría en julio de 1809 una primera patente de Guerrilla de la Junta Suprema Central con la que comenzaría su andadura.

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Brigada de La Rioja: brigadier Bartolomé Amor Pisa1570 (esta brigada estaba agregada

operacionalmente a la “División Soria o Numantina” del mariscal de campo José

Joaquín Durán Barazábal1571; zona de actuación: Soria – Aragón).

- Batallón de Voluntarios de La Rioja1572, creado en enero de 1810 a partir de la

guerrilla de Ignacio Alonso Zapatero “Cuevillas”1573. Desde el 6 de agosto de

ese mismo año quedaría la unidad al mando del capitán, graduado de teniente

coronel, Juan Antonio Tabuenca Huerta1574, luego de la acción de Tabuenca en

la que moriría su primer comandante, León Bobadilla. Regularizada el 6 de

septiembre. Esta unidad pasa al 2º ejército del general Javier Elío en 1812.

Disuelto el 2 de marzo de 1815 e integrado en el regimiento de Toledo.

- Dragones de La Rioja, también llamados Húsares de La Rioja, creados el 15 de

noviembre de 1809 por Bartolomé Amor Pisa1575, con dos escuadrones de 120

jinetes cada uno. Comandantes Zorniz y Eustaquio Salcedo y Aguirre1576. En

marzo de 1811 esta unidad se integra en los Dragones de Soria. Disuelto en

septiembre de 1814 e integrado en el regimiento de Dragones del Rey.

Brigada de La Bureba: su organizador será el sacerdote guerrillero, y posterior

coronel, Francisco Salazar. Este crea el 22 de noviembre de 1809 una gran partida

1570 AGMS, 1ª Sección, Legajo A – 1.644. Ver nota nº 90. 1571 AGMS, 1ª Sección, Legajo D – 1.290. Natural de Cervera. Alistado como Cadete en 1771. En la Campaña y defensa de Argel, embarcado en el Navío San Pablo, Bloqueo de Gibraltar, en la persecución de Contrabandistas en Navarra, y de Guarnición en Orán. Coronel del Regimiento fijo de Ceuta en 1808 con 53 años de edad. Al empezar la Guerra de la Independencia en junio, es destinado a mandar el Regimiento de Burgos. Con esta unidad combate en Bailén, Cascante, y acción de Bubierca en la que cae prisionero; fugado se presenta a la Junta de Soria, la cual le nombra Comandante General de la Provincia, logrando levantar la División de Soria, o Numantina, integrada en el 2º Ejército. Hecho Mariscal de Campo en 1812. Su División llega a contar con 7.000 infantes y 500 jinetes al final de la guerra. En julio de 1813 se pone con su División a las órdenes Espoz y Mina. Participa y vence en muchas y muy brillantes acciones. Jefe Político de Soria y Aragón en 1813. 1572 García Belando, J. D., AGMS, 2ª Sección/10ª, Legajo 225. 1573 García Belando, J. D., AGMS, 1ª, Legajo A – 1.379. Ignacio Alonso Cuevillas Zapatero y Remón. Padre e hijo, organizaron y mandaron esta Partida ya desde los primeros meses de la guerra. 1574 AGMS, 1ª Sección, Legajo T – 37. Natural de Zaragoza, con 31 años en 1808, arquitecto de profesión, alistado como Soldado distinguido en mayo de 1808 en el Batallón de “Gastadores de Aragón”; hecho Capitán en septiembre de ese año, cuando levanta a sus expensas una Compañía. Combate en el 1º Sitio de Zaragoza y en la batalla de Tudela. Hecho Teniente Coronel en marzo de 1809. Pasa a los Voluntarios de la Rioja en 1810 y es ascendido a Coronel en 1812. Su trayectoria militar es importante para conocer el desarrollo de la guerra en Aragón y Soria; está presente en multitud de acciones tras las líneas enemigas en las fuerzas guerrilleras de la División de Soria. Herido varias veces de fusil y bayoneta, batiendo a los franceses: “Fue siempre el primero en los asaltos y llevó su Regimiento a la Cabeza“. 1575 AGMS, 1ª Sección, Legajo A – 1.644. Ver nota nº 90. 1576 García Belando, J. D, AGMS, 1ª Sección, Legajo S – 419. Jefe guerrillero que llegaría al grado de Teniente Coronel; sus partidas serían la base para la organización del Batallón 2º de Alava y el Escuadrón de Húsares francos de Alava.

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guerrillera entre La Rioja y Alava. Zona de actuación: norte de Burgos y derecha del

Ebro. En septiembre de 1810 disponía ya de las siguientes unidades:

- Batallón Tiradores de la Bureba1577, organizado como partida el 25 de marzo

de 1809 y regularizado en diciembre. Comandante el mismo sacerdote Francisco

Salazar; luego, en septiembre de 1810, el mando pasaría a Gabino Barruso1578

hasta septiembre de 1812, en que le sucedería el sacerdote Isidro Salazar1579 que

actúa de coronel hasta el 3 de noviembre de 1814. Esta unidad, tras servir con

Jerónimo Merino Cob, es agregada a la “División Cántabra” en noviembre de

1812. Disuelto el 2 de marzo de 1815 e integrado en el regimiento de Burgos.

- Lanceros de la Bureba, también llamados Húsares de la Rioja, organizados

desde una partida a caballo en febrero de 1811 como un escuadrón al mando de

Francisco Salazar con 120 hombres. Disuelto el 9 de septiembre de 1813 e

integrado en el regimiento de Lanceros de Castilla de Julián Sánchez.

Brigada de Burgos: Conocida en su origen como “Voluntarios de la Cruz Roja” o

“Sección de la Ciudad de Burgos”. Organizada por sacerdote Jerónimo Merino Cob1580

a partir de su guerrilla creada en 1809 y regularizada en 1810. Zona de actuación:

Lerma. En agosto de 1812 disponía, según informes británicos, de 2.000 infantes y 400

jinetes1581.

- Regimiento de Infantería de Arlanza1582, creado en 1810, y reorganizado el 9

de agosto de 1811, por el sacerdote Jerónimo Merino Cob. Comandante, el

coronel Antonio López Angulo1583. Sargento mayor (desde el 7 de agosto de

1812) Santos Cresnona1584. Disuelto el 2 de marzo de 1815 e integrado en el

regimiento Imperial Alejandro.

• 1º batallón, 600 hombres (1810)

• 2º batallón, 600 hombres (1811).

1577 García Belando, J. D., AGMS, 2ª/10ª, Legajo 226. 1578 García Belando, J. D., AGMS, 1ª Sección, Legajo B – 1.005. 1579 García Belando, J. D., AGMS, 1ª Sección, Legajo S – 337. Al final de la guerra solicita el retiro para volver a su parroquia. 1580 AGMS, 1ª Sección, Legajo M – 2.977. 1581 Chartrand, R. (2.004) Spanish Guerrillas in the Peninsular War, 1808 – 1814 [Oxford], p. 20. 1582 García Belando, J. D., AGMS, 2ª/10ª, Legajo 223. 1583 García Belando, J. D. Antiguo Capitán del Regimiento Provincial de Logroño; luego Sargento Mayor y Teniente Coronel de esta unidad. 1584 García Belando, J. D., AGMS, 1ª Sección, Legajo C – 3.772.

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- Regimiento de Húsares Voluntarios de Burgos, creado el 18 de diciembre de

1809 por el sacerdote Jerónimo Merino Cob como una Partida montada de

guerrilla, luego escuadrón y reorganizado, el 9 de agosto de 1811, como un

regimiento. Su coronel, durante toda la guerra, será el mismo Merino. Sargento

mayor, Gaspar Blanco Crehuet1585 desde el 24 de enero de 1812. Tres

escuadrones con 600 jinetes. Disuelto en junio de 1815 e integrado en otro

regimiento regular.

Brigada de Castilla (Palencia): coronel el sacerdote Juan de Tapia1586.

1ª Sección: al mando de Juan de Tapia.

- Regimiento de Granaderos de Castilla1587, creada su 1ª compañía en enero de

1811 por el sacerdote Juan Tapia. Comandante, desde el 23 de septiembre de

1811, el Teniente Coronel Miguel Díez1588; sargento mayor José Joaquín de

Ayestarán Navarro1589 desde su creación; en 1815 estaba al mando de la unidad.

Disuelto el 2 de marzo de 1815 e integrado en el regimiento de Voluntarios de

Castilla.

• 1º batallón, 600 hombres (1811)

• 2º batallón, 600 hombres (1811)

- Caballería de Húsares de Campoó, o de Valladolid según el aludido Plan de

divisiones del 7º ejército de 1812. Organizada una compañía en febrero de 1811 por

Juan Tapia.

- Compañía a Caballo de Granaderos de Castilla, absorbida por los húsares de

Cantabria en octubre de 1813.

1585 García Belando, J. D., AGMS, 1ª Sección, Legajo B – 3.112. Al final de la guerra, como Brigadier, pasará a mandar el 4º escuadrón de los Húsares de Iberia. 1586 García Fuertes, A., (2009) Los Granaderos de Castilla…Ob. cit. pp. 24 – 28. 1587 Ibídem; y: García Belando, J. D.; también: AGMS, 2ª/10ª, Legajo 173. 1588 AGMS, 1ª Sección, Legajo D – 817. Natural de Fuente Espina en Castilla la Vieja. Plebeyo; hijo de labrador. Alistado como Soldado en el Regimiento de Murcia en 1786. Ascendido a Subteniente en 1802 por méritos de guerra. En 1803 sirve en el Batallón ligero de 2º de Cataluña. Participa en la Guerra de la Convención, en el Ejército de Aragón; en la Guerra contra Portugal y en la toma de Olivenza y sitio de Campo Mayor. En la persecución de contrabandistas. En 1808 al comenzar la Guerra de la Independencia cuenta con 39 años y es Teniente, integrándose con su Batallón en el Ejército de Galicia. En diversas acciones y batallas: Zornoza, Durango y Espinosa de los Monteros en 1808; Tamames, Medina del Campo, y Alba de Tormes en 1809; Canta el Gallo en 1810. En 1810 pasa al Batallón de Voluntarios de la Victoria. El 22 de agosto de 1811, por orden del Capitán General Javier Castaños, pasa desde el 5º Ejército en Extremadura destinado al 7º como Instructor de Infantería, siendo adscrito el 23 de septiembre al nuevo Regimiento de los Granaderos de Castilla por designio personal de Gabriel de Mendizábal. Multitud de acciones: Durango, en octubre de 1812, Bilbao, en enero y abril de 1813, Miranda de Ebro el 3 y 5 de mayo. Capitán en abril de 1811 y Teniente Coronel en diciembre de 1812. 1589 García Belando, J. D., AGMS, 1ª Sección, Legajo A – 1.551.

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2ª Sección: al mando del teniente coronel Santos Padilla1590 (Zona de actuación:

Burgos – Pisuerga). Se integra oficialmente en la brigada de Burgos de Merino en

febrero de 1811.

- 2º batallón de Tiradores de Castilla, fundado en 1810 en fecha desconocida por el

Comandante Santos Padilla; luego al mando del comandante Matías Narros desde

octubre de 1811. Adscrito a la división de Merino en febrero de 1811. Disuelto el 15

de marzo de 1814 e integrado en el batallón del general del 4º Ejército.

Caballería:

- Cazadores de Caballería de Castilla, organizada una compañía con 80 hombres en

febrero de 1812, Comandante Santos Padilla. Como 2º al mando Zenón García1591,

teniente coronel en 1814. En el verano de 1812 esta unidad se convertiría en la 5ª

compañía de los Húsares de Burgos de Merino. Aunque se separarían de éste (en

1590 AGMS, 1ª Sección, Legajo P – 91. Nacido en 1775 en Carrión de los Condes, se alista en 1804 como soldado raso en los Reales Batallones de Marina del Departamento de El Ferrol, a la tardía edad de 29 años. Ello nos puede hacer pensar, a tenor de su posterior trayectoria durante la guerra, que hubiera tomado este destino para purgar alguna pena o delito. Al comenzar la Guerra de la Independencia era Cabo 1º, participando con su Batallón en las acciones de Zornoza, Durango, Sodupe y en la gran batalla de Espinosa de los Monteros del 11 de noviembre de 1808. En la penosa retirada hacia León y Galicia, cae prisionero en el puerto de Manzanal el 1 de enero de 1809; logrando escapar cinco días después en el pueblo leonés de Villadangos. Aquí empezaría su andadura como Guerrillero y Jefe de Partida. No trataría de incorporarse a sus banderas, antes bien, como el mismo afirma en su Hoja de Servicios: “Pasó a servir con un Escuadrón que formó de Caballería en beneficio de la Patria”. Al frente de varios soldados dispersos forma una Partida montada en el norte de León y Palencia de la que se pondrá al mando en calidad de Sargento. Tras varias actuaciones por las comarcas de Herrera de Pisuerga y del propio Carrión, en las que comenzaría a colaborar con Porlier, Padilla conseguirá ser habilitado como Teniente (en enero de 1810) por el Brigadier Federico Castañón y Lorenzana (Comandante General de la División de la Derecha del Principado). Por aquel entonces su Partida recibe el nombre de “Escuadrón Volante de Húsares del Principado”. En febrero de 1810 sus acciones llegan a oídos de Renovales, que le da el grado de Capitán, renombrando su escuadrón como “Cazadores a Caballo de Castilla”. Tras su acción victoriosa en el puerto de Tarna y pueblo de Maraña es nombrado Teniente Coronel por la Junta de Burgos en noviembre de 1810, que tratará, igualmente, de sujetarle, infructuosamente, a su autoridad. En febrero de 1811, Renovales autoriza a Padilla a elevar su Partida al tamaño de un Regimiento de 400 jinetes. Igualmente empezará a reunir otro cuerpo de Infantería, que asegura llegó a ser de ochocientos hombres. Este sería el 2º de Tiradores de Castilla, o bien, el propio cuerpo de los Granaderos de Castilla del que él apenas tuvo mayor participación que la de entregar a Tapia y a Miguel Díez los 200 mozos que había podido reunir. Idéntico reconocimiento obtendría de su grado y de su unidad, del nuevo Comandante en Jefe del 7º Ejército, Gabriel de Mendizábal un año después, el 13 de noviembre de 1811 desde Potes. Curiosamente Mendizábal ordenará a Padilla retirar las Armas del Rey del estandarte de su escuadrón, al no ser una unidad regular. Actuaciones afortunadas contra los franceses (como la del 28 de marzo en Osorno), le llevan a recibir el nombramiento de Coronel por el General Gabriel de Mendizábal. Sin embargo, el intento de sujetar la Partida de Padilla a los Húsares de Burgos fracasará. En castigo, el cuerpo de los Cazadores Francos de Castilla será extinguido, pasando el resto de Soldados y Oficiales (que si se presentaron a la revista) al Regimiento del Rey. Padilla y sus oficiales fueron privados de sus despachos. La última intentona de unir los restos de la Partida montada de Padilla a los Húsares y Cazadores de Navarra de Espoz y Mina, a finales de 1813, por orden de Arthur Wellesley, no tendrá mejores resultados. Finalmente pediría Padilla licencia para abandonar el Regimiento y pasar a Castilla a tratar de dar remedio a “Problemas de Salud”. Según Mina dicha petición no respondía a otros deseos que los de “No estar a las órdenes de los jefes de aquel cuerpo“. Reincorporado al acabar la guerra a los Húsares de Navarra, Espoz y Mina verá como Padilla le vuelve a abandonar en su intentona Constitucional sobre Pamplona en la noche del 25 de septiembre de 1814. 1591 García Belando, J. D., AGMS, 1ª Sección, Legajo G – 749.

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una verdadera deserción) en el otoño de ese mismo año. Otros intentos de agregarlos

a los Cazadores de Navarra y a la división de caballería del 6º ejército provocarían

idénticas actuaciones de rebeldía que les llevarían a ser disueltos por el general

Agustín Girón1592. En mayo de 1813 los restos de esta unidad se integrarían en el

regimiento del Rey.

Infantería de línea: Otras Unidades.

- Regimiento de Logroño1593. Antiguo regimiento Provincial, pasa a ser de línea en

julio de 1810. Es adscrito al 7º Ejército el 5 de septiembre de 1811 estando al mando

del coronel Francisco de Paula Manglano González1594 (desde el 2 de mayo de 1810

hasta 1815). Sargento mayor Manuel Ondrita1595 durante la mayor parte de la

guerra; 2º sargento mayor, Manuel Flores Solares1596, desde el 30 de julio de 1812.

Otras partidas guerrilleras en Castilla la Vieja:1597

- Húsares Francos de Castilla la Vieja. Esta partida nunca pudo ser regularizada por

la resistencia de su jefe, Jerónimo Saornil Moraleja1598, el “rey de Olmedo”, antiguo

soldado licenciado y ex convicto. En julio de 1811 disponía de un escuadrón con

cuatro compañías y 284 jinetes. Graduado de coronel el 5 de mayo de 1811.

1592 Martín-Lanuza Martínez, A. (2012) Diccionario Biográfico….Ob. cit., pp. 377 – 378. 1593 AHN, D-C, Legajo 125. 1594 García Belando, J. D., AGMS, 1ª Sección, Legajo M – 352. 1595 García Belando, J. D., AGMS, 1ª Sección, Legajo O – 362. 1596 García Belando, J. D., AGMS, 1ª Sección, Legajo F – 1.530. 1597 Omitimos las Partidas más pequeñas como los Húsares de Avila (Escuadrón de Soblechero), Húsares de Segovia, Húsares Seguntinos (Partida de Temprano), Húsares de Talavera y Húsares de Carabanchel; la mayoría adscritas en origen al 5º Ejército español. García García, M.A., 1812, Wellington en Valladolid…Ob. cit., pp. 38, 40- 43. 1598 AGMS, 1ª Sección, Legajo S – 1.993. Nacido en Pozal de las Gallinas (Valladolid) en 1771. De familia numerosa, la pobreza le llevó a alistarse a los 14 años de edad al enviudar su madre. Combate en la Guerra de la Convención con el Regimiento de Infantería de Burgos y en el Batallón de Voluntarios de Valencia. Una vez licenciado le encontramos en 1808 preso en la cárcel de la Chancillería de Valladolid acusado de contrabando y robo. Con el comienzo de la Guerra de la Independencia y tras la revuelta patriota y el combate de Cabezón, el 12 de junio todos los reos se evaden en masa de la prisión. Saornil, junto con varios compinches forman una Partida. Sánchez Fernández, J. (2002) Valladolid durante la Guerra de la Independencia española, 1808 – 1814. Capítulo 3.5.2, Guerrilla y Sociedad. Esta Guerrilla, a mitad de camino entre el merodeo y el patriotismo conseguiría el reconocimiento de la Junta Central el 11 de enero de 1809, cuando Saornil recibiría el grado de Alférez, así como el permiso del Marqués de La Romana, en junio de 1811, para aumentar su Partida en Castilla la Vieja (ya denominada por entonces como “Húsares francos de Castilla la Vieja”). Según Rodríguez Solís, suministraría abundante información, ganado y víveres capturados, a las fuerzas regulares españolas de Ledesma y Ciudad Rodrigo. Rodríguez Solís, E. (1930) Los Guerrilleros de 1808. Historia Popular de la Guerra de la Independencia [Madrid], Tomo I, p. 206. En julio de 1811 la Partida contaba con 284 jinetes, habiendo sido ascendido Saornil a Teniente Coronel por Javier Castaños desde Extremadura. Finalizada la campaña de 1812 Jerónimo Saornil es apartado del mando debido a varias acusaciones que tenía pendientes de abusos y robos en varios pueblos. El 24 de mayo de 1813 es arrestado y llevado ante un Consejo de Guerra en la plaza de Olivenza. Por aquellas fechas, su tropa había sido ya dispersada y distribuida entre los Regimientos del Algarbe, Villaviciosa, Húsares de Extremadura e Iberia. En el momento de su detención se le aprendió una considerable suma de dinero, alhajas y vales reales. Ver nota nº 1.176 de: Sánchez Fernández, J. (2002) Valladolid durante la Guerra de la Independencia… Ob. cit., y Sañudo Bayón, J. J. (2007) Base de datos…Ob. cit.

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Actuaría durante toda la guerra con bastante independencia (adscrita teóricamente

desde 1811 a la división de reserva del 6º ejército del brigadier Pedro Dávalos Santa

María). En mayo de 1813 Jerónimo Saornil, sería arrestado, tras negarse a someterse

a la disciplina militar y regularizar su unidad, dispersándose su tropa y siendo

distribuida entre los regimientos del Algarbe, Villaviciosa, Húsares de Extremadura

e Iberia en octubre.

- Húsares Francos de Simancas. Pequeña partida guerrillera surgida en Valladolid

en 1809; en 1810 reciben el nombre de Húsares Francos de Castilla, pero el 27 de

junio de 1811 obtienen su denominación definitiva de Húsares de Simancas.

Forman un escuadrón con cuatro compañías, 219 hombres y 207 caballos.

Comandante el teniente coronel Francisco de Paula de Castilla; luego el también

teniente coronel Antonio Rodríguez. El 15 de septiembre de1812, sus 238 hombres

presentes son agregados a los Lanceros de Castilla.

- Húsares Francos de Valladolid. También llamados “Partida de Borbón”. Al

mando de Tomás Príncipe, antiguo cabo desertor del regimiento de Caballería de

Borbón1599. Constaba de dos escuadrones de a tres compañías cada uno. El 1º al

mando de Tomás Príncipe y el 2º al de Benito Martín. Llegaría a contar con hasta

640 jinetes y quedaría integrada en el 5º ejército de Extremadura, junto a los cuerpos

de Julián Sánchez y Juan Palarea. El 2º al mando era el vallisoletano Lorenzo

Balén1600.

- Voluntarios de Castilla. Al mando de Benito Marquínez. Llegaría a tener 1.700

hombres según algunas fuentes que ponemos en duda. Al igual que Tomás Príncipe,

Marquínez era un sargento de caballería del regimiento de Borbón y es posible que

en sus inicios estuviera unido a Príncipe. Actuaría en el norte de Valladolid y en

Palencia. Marquínez llegaría al grado de teniente coronel. Su 2º sería Marcos

Barrero. Marquínez sería arrestado en el verano de 1812 por el comandante en jefe

del 6º ejército, José María de Santocildes, al negarse a cumplir sus órdenes, siendo

liberado por petición de Arthur Wellesley. A los pocos días, el 31 de agosto, moriría

asesinado a manos de un hombre de su partida (un húsar alemán desertor del ejército

imperial que se había pasado a su cuerpo y al que había convertido en su

1599 La Partida contaría incluso con un capellán, el padre Pereira, que, tras su captura por los franceses, delataría a buena parte de sus compañeros causando la detención de 150 guerrilleros, informadores y simpatizantes de la partida, en Valladolid. Archivo Histórico de la Diputación de León, (AHDL), Informe del zapatero Hilario Balén a la Junta de León, Actas de la Junta de León, 14 de febrero de 1812. 1600 García García, M.A. (2009) 1812, Wellington en Valladolid…Ob. cit., p. 22.

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ordenanza). La Partida quedaría al mando del teniente coronel Cayetano de la

Puente Escobar1601, enviado meses antes por el general Taboada y que era el

verdadero comandante en la sombra de la unidad1602.

- Húsares de Medina del Campo. Pequeña partida al mando de Isidro Astorga1603;

serían absorbidos por Jerónimo Saornil.

2ª División, Navarra1604.

En su origen: “Corso Terrestre de Navarra”

Comandante, el mariscal de campo Francisco Espoz y Mina1605.

Tesorero y depositario general de caudales de la división, José Górriz1606

Comisario de guerra de la división, Joaquín Ignacio de Irrisarri.

Ministro de hacienda, Baltasar Sainz.

Luego de servir brevemente en el batallón de Tiradores de Doyle como soldado, y

pasar a la guerrilla de su sobrino, Javier Mina (caído prisionero en marzo de 1810),

Francisco Espoz y Mina conseguiría un nombramiento de comandante de Partidas en el

reino de Navarra por la Junta de Aragón y Castilla refugiada en Peñíscola, el 23 de abril

de 1810. Tras ello, Mina lograría que se le subordinaran dos grandes partidas1607. Con

ellas daría inicio a la reconstrucción del “Corso Terrestre” de Navarra a partir de tres

“Columnas de Infantería” que pasarían a organizarse como los tres primeros batallones

de Voluntarios de Navarra en el verano de 1810.

1601 AGMS, 1ª Sección, Legajo P – 2.907. Natural del pueblo palentino de Castromocho, en Tierra de Campos. Antiguo Guardia de Corps alistado en 1787; veterano de la Guerra de la Convención; retirado en agosto de 1801 como Teniente de granaderos del Regimiento Provincial de Valladolid. Al comenzar la Guerra de la Independencia se vuelve a alistar como Capitán de los Voluntarios de Caballería de Ciudad Rodrigo, sirviendo en el Ejército de Castilla del Capitán General Gregorio de la Cuesta. En 1810 recibe por méritos el ascenso a Teniente Coronel en recompensa a sus servicios en la defensa de Ciudad Rodrigo. Nombrado Subinspector de Caballería e Infantería del 5º Ejército y organizador, junto con el Coronel Pablo Mier, de la 2ª Legión de Castilla en 1811. Con agradecimiento a Alberto Martín-Lanuza. 1602 García García, M.A., 1812…Ob. cit., pp. 22 y 23; El húsar alemán huiría hacia la División Boyer que estaba en Ampudia. Ver la nota 122, Archivo Histórico Municipal de León, (AHML), Año de 1816, Capitanía General, Legajo 186, nº 111. Informe del Regidor de León Bernardo Escobar. 1603 García García, M.A., 1812…Ob. cit., pp. 40 y 149. 1604 AGMS, 2ª Sección, 10ª División, Legajo 225. Aparece aquí documentación manuscrita e impresa de todos los batallones de Voluntarios de Navarra. 1605 AGMS, Célebres, Caja 47, Expediente nº 5. Espoz y Mina, F. (2008) Memorias…Ob. cit., pp. 43 – 57. 1606 Que luego pasaría a mandar como Coronel el 3º de Voluntarios de Navarra. 1607 Gregorio Cruchaga al frente de los roncaleses, y Félix Sarasa “Cholín”. Espoz y Mina, F. Memorias….Ob. cit., pp. 56 y 57.

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Tras la victoria conseguida por Mina en el puerto de Arlabán el 25 de mayo de 18111608,

la “División Navarra” fue la primera guerrilla en ser reconocida como una unidad

regular del ejército español por Real Decreto de la Regencia de 5 de Junio de 1811.

En julio de 1810 Mina disponía ya de unos 3.500 hombres –aunque no todos armados-.

A comienzos de 1814 la división alcanzaría, en palabras del propio Mina, los 11.000

hombres bajo las armas, vanagloriándose su general en que todos se le habían unido en

calidad de voluntarios1609.

La historia nos dice que, entre 1809 y 1814, la división de Mina sufriría unas 5.000

bajas en combate, pero, a cambio, causaría a los imperiales 26.000 muertos y heridos, y

haría otros 14.000 prisioneros1610.

Infantería ligera:

- 1º de Voluntarios de Navarra, organizado por Francisco Javier de Mina, “el

Mozo”, el 20 de julio de 1809. Tras la captura de éste, la unidad se desbanda y es

reconstruida, en junio (junto a los nuevos batallones, 2º y 3º) por Francisco Espoz y

Mina que será su primer comandante. Cuando fue ascendido a brigadier, Mina dio el

mando de este cuerpo a Gregorio Cruchaga Urzainqui1611, muerto en acción de

guerra el 30 de mayo de 1812. Le sucedió, por petición expresa de la oficialidad del

regimiento, su hermano menor Juan José Cruchaga1612. Disuelto el 2 de marzo de

1815 e integrado en el regimiento de Navarra.

- 2º de Voluntarios de Navarra, organizado el 20 de junio de 1810; su primer

Comandante fue Gregorio Cruchaga. Al pasar a mandar el 1º batallón, recibe el

mando de este cuerpo su segundo, el teniente coronel Pedro Antonio Barrena1613; 2º

al mando el teniente coronel Manuel Arbillo1614. Disuelto el 2 de marzo de 1815 e

integrado en el regimiento de Africa.

1608 Una columna de un millar de prisioneros españoles y británicos escoltados por 1.650 soldados franceses del Mariscal Massena fue derrotada por las tropas de Mina que necesitaron hacer una marcha forzada de 84 km en dos días para concentrarse. Trescientos muertos y ochocientos prisioneros imperiales, junto con la liberación de otros tantos soldados españoles cautivos, y cuatro millones de reales de botín, fueron el fruto de la victoria. 1609 Espoz y Mina, F. (2008) Memorias…Ob. cit., p. 634. 1610 Chartrand, R. (2004) Spanish Guerrillas …Ob. cit., p. 27. 1611 García Belando, J. D., AGMS, 1ª Sección, Legajo C – 3.834. Muerto a los 27 años de edad. Espoz y Mina, F. (2008) Memorias…, Ob. cit., pp. 362 – 363. 1612 García Belando, J. D., AGMS, 1ª Sección, Legajo C – 3.834. De 21 años de edad. Ibídem, p. 364. De ideología liberal, murió en 1822 a manos de los absolutistas en la localidad de Aldunate. 1613 García Belando, J. D., AGMS, 1ª Sección, Legajo B – 892. 1614 Espoz y Mina, F (2008) Memorias…, Ob. cit., p. 562.

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- 3º de Voluntarios de Navarra, organizado el 20 de junio de 1810, comandante el

teniente coronel Lucas Górriz1615, que al morir en acción sería sustituido por su

hermano José Górriz1616. Sargento mayor, desde el 18 de mayo de 1812, Lucas

Ladrón de Guevara1617. Disuelto el 2 de marzo de 1815 e integrado en los

regimientos de Zaragoza y del Príncipe.

- 4º de Voluntarios de Navarra, organizado el 23 de diciembre de 1810 en la

localidad de Azara a partir de dos compañías. Comandante el teniente coronel

Francisco Ignacio Asura1618, el cual organiza la unidad en compañía de su sargento

mayor, Ramón Díaz Ulzurrum y Eraso1619. Teniente coronel Severino Iriarte1620,

muerto en acción de guerra el 22 de abril de 1813. Disuelto el 2 de marzo de 1815 e

integrado en el regimiento de Vitoria.

- 1º de Alava1621 (5º de Voluntarios de Navarra desde febrero de 1814), creado en

febrero de 1811 y reorganizado el 28 de septiembre en base a una partida de

guerrillas (aparecida en julio de 1810) de tres compañías, de manos del guerrillero

alavés (ascendido posteriormente a teniente coronel) Sebastián Fernández de

Leceta1622, alias “Dos Pelos”. Comandante el teniente coronel Fermín Salcedo y

Aguirre1623, relevado en 1813 por teniente coronel Marcelino Oraá1624. El 2 de

marzo de 1815 se integra en el regimiento de Murcia.

- 1º de Aragón (6º de Voluntarios de Navarra desde febrero de 1814), organizado

en enero de 1812 una vez que el general Gabriel de Mendizábal extiende la

jurisdicción de Mina hasta el Alto Aragón. En base a ello, el comandante navarro

incrementaría sus fuerzas con tres nuevos batallones levados allí, enviando, a tal fin,

1615 Ibídem, p. 31. 1616 García Belando, J. D., AGMS, 1ª Sección, Legajo G – 3.787. Acabada la guerra acompañaría a Espoz y Mina en su Pronunciamiento a favor de la Constitución, siendo apresado y fusilado. 1617 García Belando, J. D., AGMS, 1ª Sección, Legajo L – 81. 1618 García Belando, J. D., AGMS, 1ª Sección, Legajo A – 2.636. 1619AGMS, 1ª Sección, Legajo D – 825. Noble. Nacido el 15 de enero de 1771 en Asiaín. Alistado como Cadete en la Guerra de la Convención en el 2º Batallón de Voluntarios de Navarra en abril de 1793, Subteniente en septiembre, Teniente en diciembre de 1794; retirado del servicio en septiembre de 1795 al acabar la guerra. Con el estallido de la Guerra de la Independencia vuelve al servicio en julio de 1809; hecho Capitán en enero de 1811, Sargento Mayor en mayo de 1812 y Coronel en junio de 1813. Formó el 4º Batallón de la División Navarra en 1810 y lo manda durante todo el año de 1811. A partir de 1812, y hasta el final de la guerra, ejerce las funciones de Mayor General y Jefe de Estado mayor de la División de Navarra por nombramiento de la Regencia. Durante la guerra los franceses encarcelaron a su madre y dos hermanas solteras llevándolas presas a Francia, hasta el final de la guerra, viéndose su casa y bienes abandonados y saqueados, a pesar de lo cual siguió haciendo la guerra a los franceses. Gobernador Militar de Jaca nombrado por Mina el 10 de marzo de 1814. Retirado del Servicio en 1820. 1620 Espoz y Mina, F (2008) Memorias…, Ob. cit., p. 460. 1621 García Belando, J. D, AGMS, 2ª Sección, 10ª División, Legajo 223. 1622 García Belando, J. D, AGMS, 1ª Sección, Legajo F - 1.188. 1623 García Belando, J. D, AGMS, 1ª Sección, Célebres, Caja 151, Exp. 17. En 1834 llegaría a Mariscal. 1624 Espoz y Mina, F (2008) Memorias…, Ob. cit., p. 462. Célebre General liberal en la 1ª Guerra carlista, apodado “El lobo Cano”.

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oficiales comisionados1625. El primero de estos batallones, formado por tropa

aragonesa, sería esta unidad. El batallón se organiza en mayo de 1812; comandante

Joaquín de Pablo, alias “Chapalangarra”. El 2 de marzo de 1815 se integra en el

regimiento España.

- 2º de Aragón (7º de Voluntarios de Navarra desde febrero de 1814), levado en el

Alto Aragón y organizado en Bernavarre, en diciembre de 1812 con 700 hombres.

Comandante el teniente coronel Antonio Oró. Extinguido el 1 de marzo de 1814.

- 3º de Aragón (8º de Navarra desde febrero de 1814), organizado en diciembre de

1812. Comandante Fermín Esaudi. El 2 de marzo de 1815 se integra en el

regimiento de Voluntarios de Madrid.

- 2º de Alava (9º de Navarra desde febrero de 1814), organizado en mayo de 1811

por Fermín Salcedo por órdenes del general Mendizábal tras la creación del 7º

ejército. Este general pone a Salcedo al mando de una partida guerrillera creada por

su hermano Eustaquio Salcedo y Aguirre, alias “Pinto”. Regularizada la partida

como Batallón en octubre de 1812. Comandante Prudencio Cortázar; aunque según

palabras de Mina tuvo siempre comandantes accidentales1626.

- Compañía de Aduaneros de Mina, Fue una unidad montada, no combatiente, cuya

principal misión era la vigilancia y recaudación de impuestos sobre el comercio y

las aduanas interiores de Navarra a fin de recabar recursos para el sostén de la

división. Comandante el capitán Félix Sarasa, alias “Cholín”.

Cada cuerpo tenía su brigada de caballerías. Igualmente la división disponía de tres

bandas de música pagadas por la división.

Caballería:

- 1º Regimiento de Húsares de Navarra1627, organizados en su origen por Javier

Mina, “el Mozo”, en marzo de 1809. En noviembre habían absorbido a los

“Cazadores del Corso Terrestre de Castilla”. En septiembre de 1810 Francisco

Espoz y Mina reorganiza la unidad como regimiento. Comandantes: Francisco

Espoz y Mina, el cual, al ser ascendido a brigadier, entrega el mando directo del

cuerpo al teniente coronel Miguel María Iribarren, tras la muerte de su primer jefe

1625 Espoz y Mina, F (2008) Memorias…, Ob. cit., pp. 284 – 286. 1626 Ibídem, p. 633. 1627 García Belando, J. D, AGMS, 2ª Sección, 10ª División, Legajo 109.

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“Bizarrón”1628. A mediados de 1812 serían agregados a este cuerpo varias docenas

de mandos y soldados regulares de caballería, provenientes del 1º ejército, los cuales

mejoraron mucho el adiestramiento de la unidad1629. En enero de 1813 sucede a

Mina en el mando, el mencionado, Juan José Cruchaga (que abandona la

comandancia del 1º de Voluntarios de Navarra).

A este cuerpo se unirán como agregados, a finales de 1813, los jefes de partida

castellanos, el coronel Santos Padilla y el teniente coronel Zenón García.

En 1812 tiene 4 escuadrones y 480 hombres (el 4º escuadrón estaba formado por

aragoneses). En enero de 1814 disponía de 640 hombres y 571 caballos1630. Disuelto

el 27 de septiembre de 1815 e integrado en el regimiento de Calatrava.

- 2º Regimiento de Cazadores de Navarra, creado el 1 de agosto de 1809, al mando

del jefe de escuadrón Manuel Gurrea1631. Capitán Pedro Villarroya. Nunca llegó a

alcanzar la fuerza del anterior cuerpo.

- Lanceros de Navarra. Dos compañías al mando del capitán Linzuáin1632.

Artillería.

- Dos Compañías de Artillería ligera al mando de Sargentos.

3ª División Iberia1633.

Comandante, el coronel Francisco Tomás de Anchía y Urquiza, “Longa”1634.

Comisario de guerra de la división, el contador de ejército, Pedro García Diego.

1628 García Belando, J. D, AGMS, 1ª Sección, Legajo I – 493. Espoz y Mina, F (2008) Memorias…, Ob. cit., pp. 633 – 634. 1629 Espoz y Mina, F (2008) Memorias…, Ob. cit., pp. 636 – 637. 1630 Marcén Letosa, J. J. (2000) El Manuscrito…Ob. cit., p. 117. 1631 Espoz y Mina, F (2008) Memorias…, Ob. cit., pp. 624 y 634. 1632 Ibídem. 1633 Según Pardo de Santayana, la falta de un suministro regular de armas y municiones hacía que los efectivos de las divisiones del 7º Ejército no estuvieran completos en 1812. Así la División de Longa nunca rebasó los 3.500 hombres en sus nueve batallones de Infantería, y de ellos sólo 3.000 eran operativos. Pardo de Santayana, Francisco de Longa...Ob. cit., p. 326. 1634 Longa conseguiría del Marqués de Barriolucio, Presidente de la Junta de Armamento de Castilla, el 24 de noviembre de 1809 en Logroño, una autorización oficial para levantar una Partida como “Comandante Subalterno del Corso Terrestre de Voluntarios de Castilla”. Posteriormente, el guerrillero, tras contactar con el Capitán General de Galicia, Nicolás Mahy, en enero de 1810, recibiría un primer reconocimiento del Gobierno, un año después, al recibir el grado de Teniente Coronel. En diciembre de 1810 Longa, por carta a Mahy, le comunicaba que disponía en su Partida de 6º compañías de Infantería y dos escuadrones de a tres compañías cada uno, con sus planas mayores, en total 608 infantes y 309 jinetes. Pardo de Santayana, Francisco de Longa...Ob. cit., p. 168. El 17 de abril de 1812 sería ascendido a Coronel; el 3 de julio de 1813 a Brigadier y acabada la guerra, el 3 de septiembre de 1814, Longa es hecho Mariscal de Campo con 31 años de edad. En cinco años había pasado de herrero a General.

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Director de hospitales, Francisco de Borja.

Director de víveres, Román José de Hueli.

Intendente, el clérigo Miguel de Urquiza.

Infantería ligera:

- Batallón 1º de Iberia, organizado en febrero de 18111635, comandante durante toda

la guerra el Coronel Martín de Eguiluz1636, muerto en combate (en Salinas de

Añana) el 11 de enero de 1813 con 34 años de edad. Su primer sargento mayor es el

capitán José Ramos de Aburruza Elcoro1637 (enviado por Mendizábal para mejorar

su instrucción), sustituyéndole luego el teniente coronel Pedro Gerónimo Gallego

Ena1638 (sargento1º en 1808) desde abril de 1811 hasta el 15 de julio de 1812. En

esta fecha pasa a ser comandante de Batallón y le sustituye Miguel Sánchez

Gonzalo1639. Disuelto el 20 de junio de 1814.

- Batallón 2º de Iberia, organizado en febrero de 1811, comandante Andrés García

Diego1640 (teniente en 1808) hasta mediados de 1812 en que le sustituye su segundo,

el sargento Mayor Luis Martín de Silva Ayanz1641. El nuevo sargento mayor, desde

agosto de 1812 hasta el final de la guerra, Antonio García1642. Disuelto el 2 de

marzo de 1815 e integrado en el regimiento de Extremadura.

1635 Clonard y Sañudo retrasan la creación formal del 1º, 2º y 3º de Iberia como unidades regularizadas al 15 de septiembre del mismo año. 1636 García Belando, J. D, AGMS, 1ª Sección, 3ª, Legajo 1.285. Comienza su carrera militar como Soldado raso con Longa en agosto de 1809, logrando alcanzar, al cabo de un año, la Jefatura de este Batallón. 1637 AGMS, 1ª Sección, Legajo A – 164. Nacido el 23 de marzo de 1777 en Vergara, muerto el 5 de abril de 1842. Instructor y Comandante del Batallón de Encartaciones y del 1º y 3º de Iberia. Con 33 años en 1808. Alistado como Soldado en el Regimiento de Burgos en octubre de 1791; Sargento 1º en 1800, Subteniente en mayo de 1808, Teniente en 5 de julio por la Junta de Galicia dentro del Batallón ligero de Voluntarios de Navarra, luego sirve ocho meses en el Batallón ligero de Gerona, pasando a mandar el Regimiento de Encartaciones de Vizcaya durante 1 año y 3 meses, el 1º de Iberia (4 meses) y el 3º de Iberia (3 años y tres meses). Hecho 2º Capitán en mayo de 1809, y Coronel en diciembre de 1812. Veterano de la Guerra de la Convención, de guarnición en Ceuta siete años. En la Guerra de la Independencia sirve en el Ejército de Galicia, presente en las batallas de Medina de Rioseco, Durango y Espinosa de los Monteros en 1808. En 1809 en el bloqueo de Lugo donde se distingue y le ascienden a Capitán; en las batallas de Tamames, Medina del Campo y Alba de Tormes. En 1810 pasa desde Extremadura, de orden de La Romana, comisionado para integrarse en la Expedición Cántabra de Mariano de Renovales. Muchas acciones de combate. En 1811, a la creación del 7º Ejército, es hecho Subinspector interino de Infantería. El 12 de enero de 1813 se le nombra Comandante de la 1ª Brigada de la División Iberia por haber muerto en el asalto a Salinas el Coronel del 1º de Iberia, Martín de Eguiluz. En la defensa de Castro Urdiales hasta el reembarque de la guarnición haciendo siete salidas. En la batalla de Vitoria fuerza el puente de Gamarra Menor con la Brigada bajo su mando. Acciones de Mondragón, Tolosa, Puente de Irún, y batalla de San Marcial, Paso del Bidasoa. En total estuvo presente en 11 batallas y 46 acciones de guerra en 23 años y cinco meses de servicio. Liberal durante el Trienio. 1638 García Belando, J. D, AGMS, 1ª Sección, Legajo G – 308. 1639 García Belando, J. D, AGMS, 1ª Sección, Legajo S – 1.188. Capitán en el 2º de Iberia hasta ser ascendido y pasar al 1º de Iberia, Teniente Coronel en 1815. 1640 García Belando, J. D, AGMS, 1ª Sección, Legajo G – 517. 1641 García Belando, J. D, AGMS, 1ª Sección, Legajo S – 2.790. Destinado en este cuerpo desde abril de 1812 hasta el final de la guerra. 1642 García Belando, J. D, AGMS, 1ª Sección, Legajo D – 1.239. Aparece su Hoja de Servicios dentro del Expediente de Francisco Dugi Rian.

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- Batallón de Cazadores Guardias Nacionales, organizado en Galicia el 28 de julio

de 1808 como una compañía levantada a costa del tesorero del reino Nicolás

Lavaggi1643. El 30 de noviembre de 1809 se reorganiza como un medio batallón con

300 hombres. En octubre de 1810 parte, por orden del marqués de La Romana, en la

expedición hacia Santoña dirigida por Mariano Renovales, quedando ya destacado

durante el resto de la guerra en la cornisa cantábrica. Los cuadros de oficiales y

tropa eran gallegos, y se completarán con reclutas vascos. En 1811 forma parte

durante unos meses de la “División de Vanguardia Cántabra” de Porlier. A finales

de este año la unidad es adscrita, por orden de Mendizábal, a la “División Iberia” de

Longa, y en 1812 el comandante en Jefe del 7º ejército ordena al alavés que amplíe

la plantilla de este cuerpo hasta la de un regimiento. Su primer comandante será el

coronel Juan José de Ugartemendía1644 (capitán en 1811 y proveniente del disuelto

batallón de Santander); posteriormente, desde el 28 de noviembre de 1812, le

sustituye el teniente coronel Joaquín González Gayoso1645 (teniente en 1808). Como

sargento mayor tendrá desde abril de 1809 a Manuel María Aranguren Irazuste1646;

entre julio y diciembre de 1812 le sustituye Tomás de Lira Monroy1647, comandante

de uno de sus batallones. Recibe la orden de ser reformado en Poblaciones

(Cantabria) el 26 de julio de 1811, habiendo de pasar sus efectivos a los batallones

de Encartaciones y 2º de Guipúzcoa1648.

- Batallón 3º de Iberia, organizado el 1 de abril de 1812 con 8 compañías y 579

hombres. Comandante el teniente coronel José Ramos Aburruza Elcoro (Teniente en

1808 y luego sargento mayor del batallón de Encartaciones) desde la creación de

esta unidad hasta su disolución en agosto de 1815. El sargento mayor será Pedro

Ballesteros1649 hasta septiembre de 1812 en que le releva Antonio Echávarri1650,

1643 García Belando, J. D, AGMS, 1ª Sección, Legajo G – 3.159. 1644 AGMS, 1ª Sección, Legajo U – 140. Noble. Alistado como Subteniente, en octubre de 1793 con 19 años, en el Batallón de Guipúzcoa; participa en la Guerra de la Convención en los frentes de Navarra y Guipúzcoa (siendo dos veces herido) a las órdenes del, por entonces, Sargento Mayor de su Batallón, Gabriel de Mendizábal. De guarnición en Santa Cruz de Tenerife entre 1799 y 1802. Pasa al Regimiento de América en 1804. Solicita el pase al Real Cuerpo de Artillería en el Departamento de Lima (Perú), tras aprobar el examen facultativo en Segovia. Al comenzar la Guerra de la Independencia rehúsa pasar a América y se queda en España. Integrado en el Ejército de Galicia, en 1809 el Marqués de La Romana solicita al ministro de la Guerra Antonio Cornell, su grado como Capitán de Artillería. El 31 de diciembre de 1811 La Romana le hace Capitán 1º en el Batallón de Guardias Nacionales. 1645 García Belando, J. D, AGMS, 1ª Sección, Legajo G – 3.159 y G – 334. 1646 García Belando, J. D, AGMS, 1ª Sección, Legajo A – 2.056. 1647 García Belando, J. D, AGMS, 1ª Sección, Legajo L – 817. 1648 AHN, Diversos Colecciones, Legajo 130, nº 13. El Batallón de Encartaciones de Vizcaya sería también reformado en esta localidad, pasando todos sus efectivos al 2º de Guipúzcoa. 1649 García Belando, J. D, AGMS, 1ª Sección, Legajo B – 493. 1650 García Belando, J. D, AGMS, 1ª Sección, Legajo E – 78.

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hasta el final del conflicto. En marzo de 1815 se integra en el regimiento de

Cantabria.

- Batallón 4º de Iberia, organizado el 1 de mayo de 1812, comandante el teniente

coronel Pedro Albéniz1651. Sargento mayor Leoncio Bárcena1652, su segundo, Benito

García del Barrio1653. El 2 de marzo de 1815 se integra en el regimiento de

Cantabria.

Caballería:

Regimiento Húsares de Iberia, es la primera unidad levantada por Francisco de Longa

(el 1 de septiembre de 1809) llegando a contar con cuatro escuadrones y 600 hombres.

Su primer jefe será Manuel Armijo. Desde agosto de 1810 su comandante es el teniente

coronel Juan José de Abecía González de Menderozqueta1654. Sargento mayor Pedro

Pablo Alvarez1655 (desde el 21 de septiembre de 1810 hasta el 31 de julio de 1814). El 1

de noviembre de 1813 este regimiento es adscrito a la “División de Caballería del 4º

ejército” de Freyre. Disuelto el 1 de junio de 1818 e integrado en el regimiento de

Calatrava.

Artillería:

- Compañía de Artillería a pie. Varias piezas ligeras de montaña, británicas,

entregadas en 1811, y dos piezas de “a doce” fundidas en Valmaseda y en el

convento de Riosequillo en el invierno de 1812. Otras fuentes certifican que el 1 de

diciembre de 1812 (según un “Estado de fuerza del 7º ejército” firmado en

Santander) la división disponía de 2 cañones de “a ocho” libras, 3 cañones de “a

tres” libras (2 largos y 1 corto) y 2 carronadas de “a 18” libras1656. Se contaba, por

otra parte, con 20 mulos para el transporte de las municiones1657.

1651 García Belando, J. D, AGMS, 1ª Sección, Legajo A – 970. 1652 García Belando, J. D, AGMS, 1ª Sección, Legajo B – 699. 1653 García Belando, J. D, AGMS, 1ª Sección, Legajo G – 655. 1654 A decir del estudiante Nicolás Barquín en sus Memorias era “de genio fuerte y feroz” y asoló los forrajes y cebadas de los pueblos del norte de Burgos para sostener a la caballería de sus húsares. Uno de sus Capitanes, Serrano Herrainz, no dudó, ante la falta de ganado de tiro, en dar un escarmiento a la población de Espinosa de los Monteros al uncir a un carro al sacerdote de la villa Pablo Barquín y a un sirviente. Estos excesos le llevarían a ser arrestado y puesto en prisión en el Alcázar de Segovia en 1814. Barquín Arana, N., Ob. cit., p. 160. García Belando, J. D, AGMS, 1ª Sección, Legajo A – 65. 1655 AGMS, 1ª Sección, Legajo A – 893. 1656 AHN, Diversos Colecciones, Legajo 130, nº 13. Otros documentos dicen ser de “a 6 libras”. 1657 Idem, Parque General de Campaña, Santander, 30 de junio de 1812.

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4ª División, Vascongada.

Comandante, el mariscal de campo Mariano Renovales Rebollar1658.

Segundo al mando (desde septiembre de 1812 a junio de 1813),

el coronel Antonio Cano de Orbaneja1659.

Sería la última división del 7º ejército en organizarse y la más débil. En 1813, tras la

disolución del 7º ejército y el cese de Renovales del cargo, asumiría el mando directo de

la misma el general Gabriel de Mendizábal

Brigada Vizcaína: Creada el 15 de abril de 1812. Comandante el coronel Antonio

Cano, aunque el mando directo lo ejercía oficialmente el propio Renovales (3.600

hombres teóricos)

Infantería ligera:

- Batallón 1º de Cazadores de Vizcaya, organizado el 1 de julio de 1810 en Galicia

con 6 compañías y 500 hombres (gallegos). Comandante Joaquín de Aguirre

Anivarro1660; otros comandantes serán Juan Ugartemendía1661 y Francisco Javier

1658 AGMS, 1ª Sección, Legajo R – 817. Nacido el 30 de junio de 1774. También: Sánchez Arreseigor, J. J. (2004) Mariano de Renovales, hombre de acción. En la revista Ristre Napoleónico, nº 4 [Madrid], pp. 41-48, y del mismo autor: (2010) Vascos Contra Napoleón. El Pueblo que decidió la salvación de la Independencia Nacional Española [Madrid]. 1659 García Belando, J. D, AGMS, 1ª Sección, Legajo C – 931. Según este autor fue el verdadero mando de esta gran unidad. Ver: Martín-Lanuza Martínez, A. (2012) Diccionario Biográfico…Ob. cit., pp. 38 y 39: “Nacido en Antequera, Málaga, en 1775 – muerto en Sevilla, 17.5.1835. Ingresó como Cadete en el Regimiento de infantería de Zamora, en enero de 1789. Veterano de la Guerra de la Convención en Guipúzcoa y Navarra. Subteniente en de marzo de 1794; 2º Teniente, en febrero de 1795. Embarcado en la Escuadra en 1799 con la Expedición de O´Farrill, que salió del Ferrol con destino Rochefort, La Rochelle y Brest. En el socorro enviado desde La Coruña al Ferrol, cuando desembarcaron los ingleses en agosto de 1800, pasando luego a Vigo. Campaña de Portugal en 1801. El 26 de diciembre de 1802, fue nombrado Teniente en el Batallón de Voluntarios de Navarra, asumiendo el puesto de Maestro de Cadetes desde agosto de 1804, hasta su nombramiento de Ayudante Mayor. Invasión de Portugal en 1807. Al comenzar la Guerra de la Independencia es hecho 2º Capitán, en junio de 1808, tomando parte en la batalla de Medina de Rioseco en donde fue herido en el pecho, combates de Durango, Bilbao, Zornoza, Sodupe, Orrantia, en la batalla de Espinosa de los Monteros y en la retirada a León. Ascendido a Ayudante Mayor, el 23 de diciembre, combatiendo al año siguiente en el valle de Valdeorras, Tubes, Peguin, Ponferrada, Viana del Bollo y en el ataque y bloqueo de Lugo, así como en la sorpresa de Villafranca del Bierzo, el 18 de marzo de 1809, en donde fue nuevamente herido, recibiendo al día siguiente el grado de Teniente Coronel. En julio de 1809, fue nombrado Ayudante General de la División de Vanguardia del Ejército de la Izquierda, hallándose en las batallas de Tamames, Medina del Campo y Alba de Tormes, en donde formó el cuadro con otros regimientos de su División. En la defensa de Badajoz, en febrero de 1811, en donde fue herido de una bala de fusil. Fue nombrado Sargento Mayor del Regimiento de infantería de León, el 28 de abril de 1811, asistiendo a las acciones de Arroyo del Puerco (28 de agosto), retirada de Cáceres (14 de octubre) y batalla de Arroyo Molinos (28 de octubre). En septiembre de 1812, fue destinado al 7º Ejército en Vizcaya, a las órdenes de su antiguo Coronel Gabriel Mendizábal, en donde mandó una Sección de tres batallones, peleando en Dueñas, Durango y Zornoza (2 de noviembre) y retirada de Zuazo, en enero de 1813. Presente con sus cuerpos en toda la Campaña de 1814. Finalizada la guerra, asume el mando del Regimiento de León, destinado a América en septiembre de 1814, embarcándose en Cádiz en enero de 1815, formando parte de la expedición del General Pablo Morillo.” 1660 García Belando, J. D, AGMS, 1ª Sección, Legajo A – 446. Consigue su primer empleo oficial como militar el 30 de junio de 1812 como Sargento Mayor. 1661 No está confirmado del todo este hecho.

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Mugartegui Elío1662 desde abril de 1812 hasta marzo de 1815; como segundo al

mando, desde enero de 1812, el teniente coronel Blas de Madariaga Butrón1663; el

sargento mayor, desde finales de octubre de 1810, será el padre del famoso

historiador de la Guerra de la Independencia, José Gómez de Arteche y Sáez de

Valluezca1664. Este cuerpo participará en varias operaciones anfibias sobre la costa

cantábrica a las órdenes de Mariano de Renovales, integrado en su división. El 2 de

marzo de 1815 este cuerpo es disuelto y su tropa adscrita al regimiento de Navarra.

- Batallón 2º de Cazadores Vizcaya, organizado el 1 de marzo de 1812 en Vizcaya,

comandante el teniente coronel Miguel Artola1665, sargento mayor Joaquín de

1662 AGMS, 1ª Sección, Legajo M – 4722. Legajo M - 4.732. Nacido en Marquina, Vizcaya, el 23 de mayo de 1787, muerto el 27 abril de 1858. Alistado como Cadete el 15 de junio de 1808 en el Batallón de Literarios de Santiago, en el que sirve durante ocho meses; luego 1 año y 6 meses en el Regimiento de Sevilla; en agosto de 1810 pasa al Batallón de Encartaciones de Vizcaya en el que permanece 1 año y 3 meses, y luego al 1º de Iberia durante 3 meses más. Acaba la guerra en el 1º Batallón de Vizcaya. Subteniente en febrero de 1809; en el Batallón de Encartaciones ascenderá a Teniente y Capitán 2º bajo el mando de Mariano Renovales en junio y diciembre de 1810. Comandante de tropas ligeras en marzo de 1812. Acciones de Bilbao en 1808, Zornoza, Durango, Gueñes y Espinosa de los Monteros; en 1809 en la acción de Lugo entre el 18 y 20 de mayo, Tamames, Carpio y Alba de Tormes. En marzo de 1810 pasa desde Cáceres, por orden de La Romana, a Galicia para integrarse en la Expedición confiada a Renovales. Pasa el resto de la guerra combatiendo en el norte dentro del 7º y 4º Ejércitos en multitud de acciones. Acabada la guerra tuvo problemas para que le revalidaran los grados que le dio Renovales en 1810. Brigadier en 1846. 1663 García Belando, J. D, AGMS, 1ª Sección, 3ª, Leg. 1.317, y AGMS, 2ª Sección, 10ª División, Leg. 155. 1664 AGMS, 1ª Sección, Legajo G – 2.447. Natural de Salinas de Añana en Vizcaya. Alistado como Soldado distinguido el 14 de octubre de 1809 con 26 años y hecho Cadete. Hallándose en Cádiz con pliegos para la Regencia de parte del Comandante de la Rioja, Ignacio Marrón, fue elegido por Renovales para que le acompañase al norte de España con la misión de levar varios cuerpos en Galicia. Nombrado Subteniente del Regimiento de Voluntarios de Guipúzcoa de nueva creación el 1 de septiembre de 1810, en 1811 es Teniente y luego Capitán de granaderos del 1º de Vizcaya el 1 de junio de 1812; Sargento Mayor en octubre de 1812 y Teniente Coronel en mayo de 1815. Instructor de los Voluntarios de Vizcaya, autor de un Manuscrito inédito “Memoria de los sucesos ocurridos en Vizcaya, 1810 - 1813”. Según el que fue su superior, Javier Mugártegui: “Que el expresado Sargento Mayor 2º del expresado Batallón don José Gómez de Artcehe hallándose Teniente de la 4ª Compañía de Voluntarios de Guipúzcoa fue nombrado en 24 de octubre de 1811 por el Excmo. Sr. don Gabriel de Mendizábal General en Jefe del 7º Ejército para que pasase en mi compañía a evacuar una comisión secreta en aquella época, como era reunir las partidas que beligeraban en Vizcaya, disciplinarlas y formar el 1º Batallón del nombre de aquella provincia, lo que ejecutó portándose con el mayor celo, arrostrando todo género de fatiga, por lo que mereció le dejase por espacio de dos meses mandando las partidas reunidas ínterin marche a consultar con el General en Jefe las muchas dificultades y casos que ocurrieron en dicha comisión, como también le confié muchas comisiones de sacar los jóvenes de entre las guarniciones del enemigo portándose con las Justicias y demás autoridades con la mayor armonía, sin que tuviese queja alguna de su conducta…y que habiendo juntado muchos jóvenes y verificado la formación de dicho Batallón le di la comisión de su instrucción y academia de S.S. Oficiales y cadetes, desempeñando todo lo mejor que se pedía en aquellas circunstancias, y para que conste…”. Tiene la orden de ir a cumplir esta misión firmada por Buenaventura Tomasa en Potes el 24 de octubre de 1811: “El Excmo. señor General en Jefe del Séptimo Ejército, con fecha de 24 de octubre de 1811 me dice lo que sigue: he tenido a bien disponer que el Teniente de la 4ª Compañía del Batallón del mando de V. don José Gómez, quedando efectivo en dicha plaza, pase a evacuar una comisión secreta en compañía del Capitán don Francisco Mugártegui. Lo que comunico a V para su inteligencia y cumplimiento en la parte que le toque. Dios guarde a Vm Ctel General de Potes 24 octubre de 1811, Gabriel de Mendizábal al Sr. don Buenaventura Tomasa. Lo que participo a V para su inteligencia y exacto cumplimiento debiendo para esto presentarse a dicho General en Jefe a tomar las instrucciones y órdenes para la Comisión que se ha dignado confiar a V.. …(Tomasa a Gómez de Arteche)”. 1665 AGMS, 1ª Sección, Legajo A – 2.568. Navarro. Ingresa como Cadete en el Regimiento de Mallorca en 1803 con 19 años. Nombrado Capitán 2º del Batallón ligero de Mérida por la Junta de Extremadura el 27 de julio de 1808, revalidado en Cádiz en mayo de 1811. Muerto en combate en la reconquista de Laredo y Santoña en abril de 1814. BN, “Gómez Imaz”, Signatura R 63052.”Oración Fúnebre predicada en la santa Iglesia catedral de Santander en las solemnes exequias que se hicieron por los Ilustres Defensores de la PATRIA muertos en la toma de Laredo, y exteriores fortificaciones de la Plaza de Santoña. Dixola el Padre Predicador Fray Francisco Antonio de Boó, Capellán Castrense del Hospital Militar de la misma. Con licencia. En Santander, por don Clemente Riesgo, 12 de abril de 1814“.

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Aguirre Anivarro desde el 30 de julio de 1812. Disuelto el 2 de marzo de 1815 e

integrado en el regimiento de Mallorca.

- Batallón 3º de Cazadores de Vizcaya, organizado el 1 de marzo de 1812 en

Vizcaya con 781 reclutas. Comandante José María Quintana Antoñana1666. Sargento

mayor 1º, José Fermín Conget y Laibairu1667, desde el 15 de mayo de 1812, y como

2º sargento mayor, Sebastián Arana1668, desde octubre de 1812 hasta abril de 1814.

Disuelto el 2 de marzo de 1815 e integrada su tropa en el regimiento de León.

Caballería:

- Húsares Francos de Vizcaya, organizado un escuadrón con 150 hombres el 20 de

febrero de 1811. Comandantes Antonio Cano y, luego, Domingo de Guesala.

Brigada Guipuzcoana1669: Organizada en septiembre de 1812. Comandante el coronel

y antiguo guerrillero Gaspar Jáuregui de Izaguirre1670, “el Pastor”.

Infantería ligera:

- Batallón 1º de Cazadores de Guipúzcoa, organizado el 20 de agosto de 1810 en

Guipúzcoa con 6 Compañías y 500 hombres1671. Comandante Gaspar de Jáuregui, al

que sucede en el mando directo de la unidad, su segundo, el navarro, Fermín Iriarte

Urdániz1672 (proveniente del 2º batallón). Sargentos mayores, Buenaventura

1666 AGMS, 1ª Sección, Legajo Q – 118. Nacido en Valmaseda el 26 de enero de 1785, muerto el 2 de agosto de 1861 también en la misma villa. Cadete de las Reales Guardias españolas desde enero de 1796, Alférez en noviembre de 1801, Oficial de las Reales Guardias Españolas. Obtiene la licencia absoluta por enfermedad en 1806, pero al comenzar la Guerra de la Independencia vuelve al servicio en julio de 1808 presentándose ante la Junta de Asturias que le pone en el nuevo Regimiento de Ribadesella, pasando luego al de Hibernia. Entre el 15 de marzo de 1811 y el 15 de mayo de 1812 es Sargento Mayor del Provincial de Laredo, pasando luego al 3º de Vizcaya hasta el 21 de septiembre de 1815. Impurificado por Liberal en 1827 vuelve al servicio en 1834, siendo hecho Brigadier en 1838. Presente en múltiples acciones y batallas durante la Guerra de la Independencia: Valmaseda, Espinosa de los Monteros en 1808. En 1809 en el ataque a Zamora con Ballesteros, en la entrada del Ejército del Duque del Parque en Salamanca tras la batalla de Tamames. En julio de 1810 sale con el cuadro de su Regimiento para Asturias. Destinado al Regimiento de Laredo durante un año. Nombrado el 21 de diciembre de 1812 comandante del 3º Batallón de Vizcaya por Mendizábal. A su cabeza en muchas acciones en Vizcaya, siendo herido en dos ocasiones. Pasa ocho meses en el bloqueo a Santoña desde julio de 1813, hasta la toma de los fuertes del Brusco y del Gromo en febrero de 1814. Acabada la guerra es agregado al Provincial de Logroño, obteniendo el retiro en 1825 tras ser impurificado por liberal. 1667 García Belando, J. D, AGMS, 1ª Sección, Legajo C – 3.235. 1668 García Belando, J. D, AGMS, 1ª Sección, Legajo A – 2.016. 1669 García Belando, J. D, AGMS, 2ª Sección, 10ª División, Legajo 224. Aparecen aquí los expedientes de los tres batallones de esta brigada. 1670 García Belando, J. D, AGMS, 1ª Sección, Legajo J – 89. 1671 En sus inicios esta Partida contó con el apoyo de Mina, el cual envió desde Navarra todos los reclutas Guipuzcoanos que tenía con él para incrementar la fuerza de Jáuregui. Carrasco Alvarez, A. (2013) La Guerra interminable…Ob. cit., p. 140. 1672 García Belando, J. D, AGMS, 1ª Sección, Legajo I – 473. Llegaría al grado de Teniente General y Senador del Reino por Santander en 1844.

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Tomasa1673 (entre septiembre de 1810 y junio de 1812), y José Angel Larreta

Aguirre1674 (excepto entre julio y noviembre de 1812, en que sirve en el 2º batallón).

Disuelto el 2 de marzo de 1815 e integrada su tropa en el regimiento de Borbón.

- Batallón 2º de Cazadores de Guipúzcoa, organizado el 1 de septiembre de 1810

en El Ferrol. Su primera denominación fue la de “Observadores de Guipúzcoa” o

simplemente “Voluntarios de Guipúzcoa”. Comandante Fermín Iriarte. El 14 de

octubre de 1810 embarca en La Coruña hacia Gijón en la expedición cántabra de

Mariano de Renovales. En enero de 1811 parte este batallón, en compañía del de

Encartaciones, desde Asturias a Potes al mando de Renovales. Tras la revocación

del mando del anterior general, la unidad pasa a formar parte, durante varios meses

de 1811, de la “División de Vanguardia Cántabra” de Porlier. A finales de 1811 la

unidad es re adscrita a la división vascongada de Renovales, tras recibir los efectivos

de los batallones de Encartaciones y Guardias Nacionales, disueltos en Cantabria

por reforma del 26 de julio de 18111675. Es en ese momento cuando el batallón

recibe su nueva denominación de “2º de Cazadores de Guipúzcoa”, dando

preferencia a la unidad, del mismo nombre, levada por Gaspar de Jáuregui que

recibe el nº 1º. A partir del 20 de junio de 1812 el nuevo comandante del batallón

será Buenaventura Tomasa, que manda el cuerpo hasta el final de la guerra.

Sargento mayor, Antonio María Calbetón1676 (desde julio de 1812 hasta el final del

1673 AGMS, 1ª Sección, Legajo T – 596: Vergara, 1774 – San Sebastián, 1835. Al comenzar la guerra contra la Convención, se alistó como Soldado en los Batallones de Voluntarios de Guipúzcoa, el 1º de mayo de 1793, tomando parte en diversas acciones a las órdenes del marqués de Rubí y luego de Gabriel Mendizábal, recibiendo el grado de Subteniente, el 1º de abril de 1795. Finalizada la guerra y disueltos los batallones de Voluntarios Guipuzcoanos, se retira como Subteniente, el 30 de octubre de 1795. Se reincorpora al servicio en abril de 1801, como 2º Subteniente en el Regimiento Nápoles, cuyo empleo mantiene al comenzar la Guerra de la Independencia. Sirve en el Ejército de Galicia y de la Izquierda, en las batallas de Medina de Rioseco, el 14 de julio de 1808, en donde fue hecho prisionero y conducido a Madrid, de donde se fugó, regresando a Galicia. En septiembre de 1808, es Teniente de Voluntarios de Galicia (antiguo regimiento de Nápoles), siendo nuevamente hecho prisionero en la capitulación del Ferrol, fugándose nuevamente. Nombrado Capitán en el regimiento de Lobera, el 15 de marzo de 1810, en Extremadura. Marcha con el cuadro de su regimiento hacia Galicia. El 1º de septiembre de 1810 es nombrado Sargento Mayor del nuevo Batallón de Voluntarios de Guipúzcoa, a las órdenes de Renovales, ascendiendo a Teniente Coronel en octubre. Combate en otras acciones a las órdenes de Federico Castañón, de Juan José de Ugartemendía, de Joaquín Abreu y de Longa. El 20 de junio de 1812, es nombrado Comandante del 2º de Voluntarios de Guipúzcoa. El 21 de diciembre de 1812, es ascendido a Coronel, combatiendo en Guernica, el 2 de abril de 1813, a las órdenes de Antonio Cano. Cooperó al bloqueo de San Sebastián, desde el 28 de junio, hasta el 15 de julio, a las órdenes de Ugartemendía. Se distingue en la batalla de San Marcial, el 31 de agosto de 1813, en donde es gravemente herido, al perder una pierna por una bala de cañón. El 4 de diciembre de 1814 obtiene el retiro, siendo ascendido a Brigadier de infantería, el 8 de julio de 1815. Permaneció retirado, hasta su fallecimiento en San Sebastián en 1835. 1674 García Belando, J. D., AGMS, 1ª Sección, Legajo L – 356. 1675 AHN, Diversos Colecciones, Legajo 130, nº 13. El 28 de julio el Batallón de Guardias Nacionales apenas disponía de 293 efectivos, el de Encartaciones de 195 y el 2º de Guipúzcoa de 144 hombres. 1676 AGMS, 1ª Sección, Legajo C – 348. Natural de Ecija en Andalucía. Alistado el 12 de junio de 1810 con 20 años de edad, como Cadete; Subteniente en septiembre de 1810, Teniente en diciembre, Capitán en enero de 1812y Teniente Coronel en diciembre de 1812. Sirve en los Batallones de Encartaciones, 1º y 2º de Iberia. Sirve con Renovales en su Expedición Cántabra. En 1812 pasa a ser el Ayudante de Estado mayor en el 7º Ejército, hasta quedar al mando del 2º de Guipúzcoa desde el 31 de agosto de 1813 hasta el final de la guerra.

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conflicto). José Angel Larreta será el 2º sargento mayor (entre julio y noviembre de

1812). Disuelto el 2 de marzo de 1815 e integrado en el regimiento de Sevilla.

- Batallón 3º de Cazadores de Guipúzcoa, organizado Guipúzcoa a partir de otra

partida guerrillera creada en febrero de 18111677. Comandante el coronel Manuel

María Aranguren. Sargento mayor Anselmo Acedo Elcano1678 desde su creación (al

que llega desde el 1º batallón). Desde el 15 de enero de 1813 el sargento mayor es

Vicente Esnal Aguirre1679. Disuelto el 2 de marzo de 1815 e integrado en el

regimiento de Voluntarios de Castilla.

Caballería:

- Escuadrón de Cazadores a Caballo de Vizcaya (también denominados en algunas

fuentes como Húsares de Vizcaya), organizados el 29 de octubre de 1812 en

Vizcaya. Comandante el teniente coronel Domingo Guesala1680 (entre el 15 de

noviembre de 1811 la misma fecha de 1812) y luego le sustituye (por enfermedad

del primero) su 2º, el teniente Miguel Armendáriz Lete1681. La unidad es absorbida

por los “Húsares de Cantabria” el 1 de octubre de 1813.

Brigada Alavesa:

Infantería:

- Batallón 2º de Alava (ó 9º de Voluntarios de Navarra)1682, mencionado

anteriormente.

Caballería:

- Húsares Francos de Alava, organizado en febrero de 1811. Su Comandante durante

toda la guerra sería el guerrillero y, luego, teniente coronel, Eustaquio Salcedo y

Aguirre, alias “Pinto”. Sargento mayor, el capitán Pedro Torralba Salazar, hasta su

muerte, en que le sucede el teniente y capellán de la unidad, Agustín Aguirre1683

1677 Para muestra de la disparidad de fuentes: Clonard pone como fecha de regularización en Batallón de la Partida el 20 de julio de 1812; Sañudo señala la fecha en septiembre del mismo año, mientras que García Belando retrasa la fundación al 3 de diciembre. El 7º Ejército o la normalización… Ob. cit, p. 59. 1678 García Belando, J. D., AGMS, 1ª Sección, Legajo A – 185. 1679 García Belando, J. D., AGMS, 1ª Sección, Legajo E – 1.285. 1680 García Belando, J. D., AGMS, 1ª Sección, Legajo G – 4.206. 1681 García Belando, J. D., AGMS, 1ª Sección, Legajo A – 2.348. Capitán desde el 15 de noviembre de 1812. 1682 García Belando, J. D., AGMS, 2ª Sección, 10ª División, Legajo 223. El guerrillero Eustaquio Salcedo y Aguirre, alias “Pinto”, sería (junto con su hermano Fermín) el organizador de dos partidas guerrilleras, una montada (la de Eustaquio) y otra a pie (la de Fermín) que darían lugar, tras regularizarse, a las dos unidades de esta Brigada. 1683 García Belando, J. D., AGMS, 1ª Sección, Legajo A – 432.

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(presente en el cuerpo hasta octubre de 1813 en que es agregado al regimiento de

Húsares de Extremadura). Consta de un solo escuadrón con 120 hombres.

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XVI ARTHUR WELLESLEY Y EL FRACASO DE LA CAMPAÑA DE BURGOS.

EL APOYO REGULAR del 5º, 6º y 7º EJERCITOS ESPAÑOLES 1684

La ofensiva de socorro francesa del general Foy hacia Astorga y Zamora, fue temporal

y de incierto resultados; aún así logró el objetivo indirecto de llamar la atención de

Wellesley, quien ante el riesgo de poder ver cortada su línea de comunicación principal

con Portugal, decidiría poner de nuevo en marcha a la mayor parte de su ejército en

Madrid.

Arthur Wellesley, conocedor de que Soult iniciaba la evacuación de Andalucía para,

vía Murcia y Valencia, reunirse con el rey José y con Suchet en Castilla La Nueva,

tomará la decisión de dejar a Hill con sus fuerzas (y los españoles de Carlos de España)

en Madrid, partiendo él hacia Valladolid para ahuyentar a Clauzel.

Retomaba así sus planes estratégicos de volver a atacar al batido ejército de Portugal.

Su primer objetivo será tomar Burgos, desde Valladolid, cortando así las

comunicaciones imperiales con Francia por Irún (calculando que la empresa le llevaría

un mes), expulsando a todas las fuerzas francesas más allá del Ebro. Logrado ello, en un

segundo movimiento a finales de septiembre, regresaría a Madrid con Hill, para desde

allí, hacer frente a la unión de los ejércitos imperiales en Levante. Así, el 1 de

septiembre el británico sale de Madrid, escribiendo a Castaños para que se reuniera con

él sobre Valladolid. Al llegar el día 4 a Olmedo recibirá un correo de Inglaterra el que se

le comunicaba su nombramiento de marqués de Wellington por su victoria en

Salamanca el 22 de julio.

La ofensiva aliada y el sitio al castillo de Burgos.

Douglas llegaría con Arthur Wellesley ante Valladolid el 6 de septiembre topándose

con las avanzadas francesas. Cumplida su misión, Clauzel se retiró de la ciudad, con sus

17.000 hombres, esa misma noche:

1684 Sobre el sitio al Castillo de Burgos: Priego Fernández del Campo, J.: Campaña de 1812, Operaciones Secundarias y Asuntos Políticos [Madrid], 2003, vol. 7º, tomo I, capítulo 2º, Defensa del castillo de Burgos, pp. 71-102. Esdaile, Ch. “Burgos (1812). El Asedio de Arthur Wellesley”, en: Butrón, G. & Brújula, P. (eds.): Los sitios en la Guerra de la Independencia: la lucha en las Ciudades, Cádiz, 2011, pp. 319 – 334. Peña Gil, D., “Burgos: Tapón de los aliados”, Cuadernos del Bicentenario, 16 (2012), IX Foro Internacional sobre la Guerra de la Independencia, La Penúltima gran Ofensiva Aliada. Celebrado en Madrid del 22 al 25 de octubre, pp. 55 – 95.

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“El francés cubrió su retirada con una serie de movimientos que llevaron tras de sí a

los ingleses hasta Burgos. Desde allí Clauzel se retiró sobre Briviesca, en compañía de

Caffarelli, que se había unido a él a tiempo de reforzarle”.

Al llegar a Briviesca, el 18 de septiembre, el general Clauzel cedió el mando de las

tropas, que tan brillantemente había dirigido desde los Arapiles, al general Souham,

recién llegado de Francia y que le superaba en antigüedad en el escalafón de los

generales de división.

El ejército de Portugal se acogía al amparo del ejército del Norte, aferrándose ambos a

la línea del Ebro, con una fuerte vanguardia de observación sobre Burgos y Wellesley

en la Bureba y Briviesca. Los franceses establecieron un férreo control sobre el camino

real entre Briviesca y Pancorbo.

Tomar Burgos tenía importancia tanto estratégica como política, era la cabeza del viejo

reino de Castilla (ciudad por la que solía preguntar el zar Alejandro I en Moscú para

conocer la marcha de la guerra en España) y el núcleo de caminos reales que salían

hacia Madrid y hacia Portugal, a través de Valladolid y Salamanca.

Sin embargo, los mandos franceses supieron jugar, de manera admirable, sus cartas.

Aprovechando la hábil, y trabajada lentitud, de la retirada de Clauzel desde Valladolid,

el castillo de Burgos fue apresuradamente preparado (por el gobernador del 5º gobierno

militar) el general Jean Pierre Rey, para aguantar un asedio que diera a los imperiales

tiempo a concentrar sus fuerzas y contraatacar en fuerza a los aliados, dado que sus

ejércitos en la Península seguían siendo superiores. La resistencia del castillo de Burgos

en manos francesas impediría el avance de Wellesley hacia el Ebro.

En su avance sobre Burgos, Arthur Wellesley recibió el refuerzo el 16 de septiembre,

en la localidad palentina de Quintana del Puente, de 13.750 hombres del 6º Ejército al

mando de Castaños (de ellos, 750 eran jinetes)1685. Aunque el aspecto de las tropas

españolas preocupó a Wellington, que así lo reflejó en un despacho, discutible, a su

gobierno el 5 de octubre:

“Estoy apesadumbrado y no puedo decir que las tropas españolas están mejorando sus

disciplina, su equipo, su organización ni su ánimo militar”1686

1685 Priego Fernández del Campo, J. (2003) La Guerra de la Independencia, Vol. VII, 2º, p.71, [Madrid]. 1686 García García, M. A. (2009), 1812…Ob. cit., p. 147.

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Hoy por hoy, la participación española en las operaciones sobre Burgos es poco

conocida, reparando en algo el vacío historiográfico el notable trabajo del historiador

burgalés Diego Peña Gil.1687

Al amanecer del día 18, unidades de caballería e infantería del 7º Ejército de

Mendizábal de la “División Cántabra” de Porlier1688 y la Castellana de Jerónimo Merino

(que marchaban en vanguardia) habían rodeado Burgos por el sureste con la intención

de cortar el camino Real hacia Vitoria a las fuerzas imperiales en retirada, siendo

frenadas por las tropas del general Foy que cerraban la retaguardia francesa en retirada.

Ante la marcha de los franceses de Burgos, grupos de saqueadores y merodeadores

(algunos de ellos, partidas incontroladas de guerrillas) aprovecharon la ocasión para

saquear los almacenes franceses en Burgos, originando desórdenes y algún incendio,

hasta que el general Alava, echando mano de la caballería de Julián Sánchez y los

húsares de Burgos de Merino, logró restablecer el orden. Enseguida Castaños nombraría

comandante de armas de Burgos al coronel del regimiento de Voluntarios de Asturias,

Pedro Despuig.

Wellesley pediría a Castaños dos cuerpos para colaborar en las operaciones directas

del asedio. El español le cedería al citado regimiento asturiano (de la 1ª brigada de la 2ª

división del general Cabrera) y al regimiento de Guadalajara, de la división de reserva

del general Losada.

Calibrando el resultado final de esta segunda campaña de 1812 se ha achacado a

Wellesley el error, en primer lugar, de haber dividido en dos su ejército (dejando el

primer cuerpo con Hill en Madrid), con lo que era demasiado débil para enfrentarse a

cualquiera de los ejércitos franceses que permanecían en España. Y, en segundo lugar,

no haber destinado al 6º ejército en Burgos con la misión de bloquear y asediar el

castillo, para él mismo perseguir y destruir a Clauzel al otro lado del Ebro.1689

Los franceses habían dejado una fuerte guarnición en el castillo (2.108 hombres1690

con nueve piezas de grueso calibre, once de campaña y seis morteros y obuses,

1687 Peña Gil, D., Burgos. Tapón de los aliados, en (2012) Cuadernos del Bicentenario, nº 16, IX Foro Internacional sobre la Guerra de la Independencia. La Penúltima ofensiva aliada [Madrid], pp. 55 – 96. 1688 Documentalmente solo se tiene constancia que las unidades de esta división que se llevó Porlier con él al requerimiento de Castaños para reunirse con él en Burgos fueron los húsares de Cantabria y el regimiento de Laredo. Sañudo Bayón, J. J. (2007) Base de datos…Ob. cit. 1689 Priego Fernández del Campo, J., Ob. cit., p. 255. 1690 Se sorteó entre las tropas presentes en Burgos quienes habrían de quedarse a guarnecer la fortaleza. AHN, Diversos, Colecciones, legajo 144, nº 28, Situación del ejército francés en las inmediaciones de Burgos y proclama del 10 de septiembre del general Marmont a sus soldados.

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abundante munición y víveres) mandada por un decidido y capaz soldado, el general de

brigada Jean Louis Dubreton. Su misión, resistir hasta el último extremo:

“El castillo se encontraba en una colina elevada al frente de la ciudad, rodeado de una

sólida muralla, con parapetos y puestos de defensa en sus flancos, además de la

defensa adicional de dos trincheras protegidas por empalizadas concéntricas. La parte

central de la fortificación estaba coronada por la torre del homenaje, bien protegida.

Una batería en lo alto, con el nombre de Bonaparte, dominaba todo el terreno. Hacia el

norte había otra colina, de casi la misma altura, con una sólida fortificación circular,

no del todo terminada, pero cerrada con empalizadas1691”.

Wellesley encomendó a su 1ª división cubrir las zonas norte y noreste del cerro de San

Miguel, mientras que su 6ª división se desplegó por el flanco suroeste del castillo, con la

base principal en el barrio de san Pedro de la fuente. La brigada lusitana del general

Pack (apoyada por los regimientos españoles de Guadalajara y Voluntarios de Asturias)

ocuparon el caserío de la ciudad a los pies y al sur de la fortaleza, frente a la iglesia de

San Román.

El 6º ejército español contaba el 19 de septiembre con 13.000 infantes y 750 jinetes, a

los que había que sumar varios cuerpos de húsares francos del 7º ejército de los

comandantes Merino, Marquínez, Saornil, Santos Padilla, Salazar y Tomás Príncipe,

que con la caballería del 5º ejército, el 1º y 2º de Lanceros de Castilla del Julián Sánchez

(siete escuadrones), sumaban en total más de 2.000 jinetes. Es conocido que esta

caballería era ideal para misiones de exploración y acoso, pero carecían de la

instrucción y disciplina necesarias para poder ser utilizada en combate formal en batalla.

Poco después, llegarían a Burgos cuerpos de la “División de Vanguardia” cántabra de

Porlier desde Potes.1692

La protección exterior de las tropas aliadas empeñadas en el asedio, fue encomendada

a diferentes cuerpos españoles del 5º, 6º y 7º ejércitos:

• Norte de Burgos: “División Longa” (el 1º, 3º y 4º de Iberia actuaron muy al

norte tras las líneas francesas en la Bureba norte) y la “División Cántabr”a

1691 Watson Fullom, St. & Douglas, H. (1863) The Life of general Sir Howard..., Ob. cit., p. 208. 1692 AHN, Diversos – Colecciones, legajo 128, nº 30 y legajo 144, nº 29.

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695

(regimientos de Laredo, 1º Cántabro y 2º de Tiradores de Castilla; 3 batallones

con 2.400 hombres).1693

• Sur de Burgos en observación sobre el camino real de Madrid: brigada Castilla

de Jerónimo Merino: regimientos de infantería de Arlanza y Bureba (este

último fue cedido a la 2ª división Cabrera del 6º ejército) y el de caballería de

Húsares de Burgos.

o Acantonamientos: Las Quintanillas, Rabe de las Calzadas y Santa María

Tajadura (cuartel general de la brigada Castilla).

• Sur de Burgos en observación sobre el camino real de Madrid:

o 3ª División del 5º ejército, al mando del general Carlos de España (servía

integrada en el ejército aliado a las órdenes directas de Wellesley):

4 batallones de infantería con 3.421 hombres (1º Sevilla, 1º

Princesa, 2º Jaén y 1º Tiradores de Castilla).

o División de caballería del 5º ejército, brigadier Julián Sánchez.

Siete escuadrones con 1.123 caballos (1º y 2º de lanceros

cazadores de Castilla).

Respecto al resto del 6º ejército, el 24 de septiembre, el cuartel general español, con

Javier Castaños y Agustín Girón, se estableció en Quintanilla de Vivar, a 7 kilómetros

al norte de Burgos, sobre el camino que llevaba hacia el puerto del Escudo.

• 1ª División, a 10 km al norte de Burgos, 7.190 hombres al mando del general

Pedro de la Bárcena.

o 1ª brigada y cuartel general en Villanueva de Río Ubierna, al norte de

Burgos en la calzada que llevaba a Villarcayo.

o 2ª brigada, en Celadilla.

o 3ª brigada, en Quintanaortuño.

o Artillería, en Sotopalacios.

1693 La división guerrillera numantina del general Durán, del 2º ejército, cubría los accesos a Burgos desde el este de La Rioja.

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696

• 2ª División, a 10 km al oeste de Burgos sobre la calzada a Melgar de

Fernamental, 5.003 hombres al mando del general Francisco Cabrera

o 1ª brigada, en Villacienzo y en Renuncio.

o 2ª brigada y cuartel general, en Villalvilla y en San Mamés.

• División de reserva, a 4 km al oeste de Burgos, 4.408 hombres al mando del

general Javier Losada.

o Reserva y cuartel general en Gamonal.

o Caballería del 6º ejército, 9 escuadrones con 1.450 jinetes

(Granaderos a Caballo, Húsares de Galicia, Cazadores Provinciales

de Galicia y Húsares de Cantabria).

Por su parte, la Junta Superior de Burgos, bajaría desde las montañas estableciéndose

en Villagonzalo Pedernales, a 4 km al sur de la ciudad. Gracias a su previsión se pudo

abastecer a las tropas aliadas con los depósitos de víveres ocultos en diversos lugares de

la provincia como la Sierra de la Demanda o San Pedro de Arlanza1694.

En el campo británico, Wellesley se mostró decidido a sitiar y tomar rápidamente el

castillo, a pesar de carecer del adecuado apoyo artillero y de ingenieros. Apostaba por

una operación rápida, con sucesivos y sangrientos asaltos de la infantería que le habían

dado buenos resultados, a comienzos de año, en Ciudad Rodrigo y Badajoz. Las

operaciones empezarían el 19 de septiembre, prologándose durante más de un mes.

El comisionado británico Howard Douglas, que acompañaba a las tropas, tras

inspeccionar las defensas francesas y la artillería de sitio disponible, dedujo que no se

podía tomar la fortaleza. Dudó en manifestar sus reservas pues era un mero observador

y no quería desautorizar a los comandantes de ingenieros y de artillería (los coroneles

Robe y Burgoyne) que habían dado su visto bueno a Wellesley para llevar a cabo el

asedio.

Douglas manifestó en privado al coronel Robe sus reservas, mostrándole sobre un

plano que el lugar de apertura de brecha elegido no era el adecuado por contar con tres

recintos de defensa consecutivos, amén de la debilidad de la artillería disponible.

1694 Martín García, J. J., La Sierra de la Demanda durante la Guerra de la Independencia (1808 – 1814), algunos aspectos económicos y sociales del conflicto. En (2009) “Investigaciones históricas”, nº 29, Universidad de Valladolid, pp. 160 – 161. Y, Peña Gil, D., Burgos, tapón…Ob. cit., pp. 69 y 70.

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697

Howard proponía un ataque más sencillo y realista con una mina por el frente oriental

del castillo. Robe le prometió consultarlo con el coronel Burgoyne.

A la mañana siguiente Douglas fue llamado por Arthur Wellesley. Observó que el lord

estaba muy serio; Douglas dedujo que estaba al tanto de sus objeciones:

- “Y bien, sir Howard ¿Tiene algo que decir sobre el asedio?”

- “Creo que el lugar es más fuerte de lo que suponíamos, señor”

- “¡Sí, por Dios! Pero nuestro objetivo es tomar la fortificación circular, y desde

allí abrir brecha en el muro, efectuando luego el asalto sobre los dos perfiles

avanzados”

- “Me permito preguntarle a su señoría si nuestros medios son apropiados para

tal ataque”

- “No estoy satisfecho con nuestra munición“- replicó Arthur Wellesley –

- “Los cañones enemigos son de 24 libras, Señor; y nosotros solo tenemos tres de

18 libras y 5 obuses de 24 libras. Las piezas de 18 libras no abrirán brecha en

el muro, y nuestro fuego será inferior al suyo, a menos que su señoría traiga

algunos cañones navales desde nuestros barcos en Santander.

- “¿Cómo lo haría?”

- Con bueyes de tiro hasta las montañas, y luego tirando de ellos a mano.

Podemos emplear a campesinos españoles asignando 100 hombres para cada

cañón”

- “Llevaría demasiado tiempo”

- “En ese caso creo que el lugar solo puede tomarse, con los medios de que

disponemos, desde el frente este, señor”1695.

A continuación Douglas presentó al comandante en jefe británico su plan. Douglas

relató a su biógrafo que creyó ver en la mirada de su superior la apreciación de los fallos

que tenía el plan original de ataque, pero éste ya estaba cerrado y no vio a Wellesley

convencido de que debiera abandonarse.

“Las operaciones se acometieron con tal coste de vidas que la fe de lord Arthur

Wellesley en el plan se tambaleó, y envió a buscar de nuevo a sir Howard al día

1695 Watson Fullom, St. & Douglas, H. (1863) The Life of general Sir Howard..., Ob. cit., pp. 210 y 211.

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698

siguiente, cuando mantenía una conversación con los coroneles Robe y Burgoyne. Lord

Arthur Wellesley comunicó entonces su intención de cambiar la dirección del ataque

para rodear la iglesia. Éste era un edificio rodeado de trincheras que descansaba sobre

una de las dos crestas de la colina; en la otra cresta se encontraba el castillo,

dominando la posición. Sir Howard expresó su opinión de que en nada se avanzaría

con la toma de la iglesia, y que el éxito de tal acción era dudoso y conllevaría gran

derramamiento de sangre”1696.

Sin embargo los trabajos de aproximación se siguieron realizando por el frente oeste.

“Howard no tenía fe en estas medias medidas, y no esperaba mucho de este pequeño

paso, considerando que todo el peso del ataque debería centrarse en el frente este, y

que cualquier otro plan fallaría. Así se lo dijo con franqueza a lord Arthur Wellesley, y

no teniendo más que añadir, no consideró adecuado seguir insistiendo. Me aparté de

aquel asunto para que los comandantes de ingenieros y de artillería no pudieran

acusarme de ser un entrometido”1697.

Durante el asedio le llegaría al coronel Douglas un nuevo despacho de lord Liverpool

(fechado en Londres a finales de septiembre) en el que se le confirmaba el final de su

misión en España y se le urgía su vuelta a Inglaterra1698. No pudiendo retrasar más su

marcha, Douglas informó a Arthur Wellesley de su partida. Aquel mismo día presenció

cómo sus predicciones se cumplían:

“[…] los cañones de 18 libras no podían hacer mella en las fortificaciones, y la

artillería pesada enemiga nos superaba, viéndose nuestras baterías abrumadas por su

fuego y metralla”1699

Los asaltos se siguieron sucediendo sumando sangrientos fracasos. A las tres semanas

de ataques infructuosos, Arthur Wellesley accedió a pedir dos cañones navales de a 24

libras al comodoro Popham en Santander, pero ya era tarde.

1696 Ibídem, p. 212. 1697 Ibídem, pp. 213 y 214. 1698 Como ya hemos explicado, el gobierno británico había decidido sustituir a Howard Douglas tras los informes negativos de Wellesley, luego de sus intermisiones en las decisiones del gobierno español de enviar tropas hacia América desde Galicia. 1699 Watson Fullom, St. & Douglas, H. (1863) The Life of general Sir Howard..., Ob. cit., p. 216.

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699

Por otra parte, durante esos días, el 2 de octubre concretamente, Wellesley recibiría en

su cuartel general de Villatoro, las noticias del deseado nombramiento (llevado a cabo

por las Cortes de Cádiz el 22 de septiembre) de “Generalísimo” de los ejércitos

españoles, como ya lo era de los portugueses.1700

Las tropas españolas del 5º, 6º y 7º ejércitos, tras estas semanas de combates y que

actuaban de cobertura (desplegados entre la izquierda del río Arlanzón y el pueblo de

Monasterio) avisaron a Arthur Wellesley de un poderoso contraataque imperial. Los

generales Caffarelli y Souham habían reunido ya, el 18 de octubre, entre Briviesca y

Pancorbo unos 55.000 hombres y avanzaban contra los 35.000 aliados (24.000

anglolusitanos y 11.000 españoles, desgastados y desmoralizados por los fracasos).

Efectivamente, durante las cuatro semanas de asedio los franceses habían conseguido

reorganizarse; una fuerte columna de socorro había entrado en España desde

Bayona1701, y el comandante del ejército del Norte había logrado reunir 11.000 hombres

para apoyar a Souham y su ejército de Portugal1702.

En el sur, el rey José y el mariscal Soult, tras reunirse en Castilla la Nueva, habían

marchado con sus tropas el 12 de octubre sobre Madrid (en la que entrarían el 2 de

noviembre).

Aprovechando el tiempo ofrecido con sangre por Dubreton y sus hombres, los

imperiales habían logrado efectuar la reunión de la mayor parte de sus ejércitos es

España en dos grandes masas: la del Ebro, que amenazaba a Wellesley, y la de Levante

que lo haría sobre Madrid. Cada una de las dos era tan fuerte que podía, por separado,

destrozar a los ejércitos aliados concentrados en Burgos y en Madrid.

Arthur Wellesley, tras hacer la última tentativa, volando una mina bajo la iglesia de

san Román (en un postrer asalto que fracasó en sangre, acabando sepultados varios

cientos de soldados aliados, entre ellos una compañía de Voluntarios de Asturias,

cuando los franceses volaron el templo que, previamente, habían minado también),

decidió tirar la toalla y abandonar las operaciones.

1700 Gurvood, Lt. Col. (1837) The Dispatches of Field Marshal The Duke of Wellington during his various campaigns from 1799 to 1818 [London], Vol. 9, Villatoro 2 de octubre de 1812, despacho a su hermano Henry Wellesley. 1701 Tres batallones con 3.000 hombres y 300 húsares. Priego Fernández del Campo, J. (2000) La Guerra de la Independencia. Campaña de 1812, Vol. VII- 2, p. 148. 1702 Unos 8.500 infantes, 1.600 jinetes y 400 artilleros con tres baterías procedentes de las divisiones Valdermaesen y Dumoustier. Ibídem, p. 148.

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700

Esa misma noche del 19 de octubre, Wellesley ordenó levantar el asedio, preparando la

retirada, luego de 35 días de asedio, cinco asaltos y 2.000 bajas.1703

En esa misma jornada las avanzadas francesas al mando de Maucune y Foy atacaron

en fuerza en los pueblos de Monasterio y Poza a la caballería británica y a los cuerpos

españoles que cubrían las rutas de comunicación hacia Santander, la Rioja y Vizcaya.

La retirada hacia el Duero y Portugal.

En la jornada del 21 de octubre el ejército aliado emprendería la retirada hacia

Palencia en unas muy duras condiciones invernales que recordaron a los veteranos el

desastre de la marcha de John Moore hacia Galicia cuatro años antes. Wellesley

buscaba la seguridad, más al sur, en la propia línea del Duero para hacer invernar allí a

su ejército.

El comandante en jefe y generalísimo británico ordenaría formar dos columnas de

marcha, al norte y sur del río Arlanzón; en la del norte marcharía su 5ª división con 2/3

del 6º ejército español (en el que formaba la división cántabra de Porlier del 7º); la del

sur, más numerosa, integraba a la 1ª, 7ª y 6ª divisiones angloportuguesas y al tercio

restante del 6º ejército1704.

En la mañana del 22 de octubre, las tropas de Souham y Caffarelli contactaban en

Burgos con los asediados. Dos días después, los franceses iniciarían la persecución de

los aliados hacia Palencia.

Por su parte, Arthur Wellesley sabría reconocer tanto su fracaso en Burgos como la

honestidad del único de sus subordinados que había tenido la presencia de ánimo de

vaticinárselo:

“Douglas tenía razón: fue el único hombre que me dijo la verdad1705”.

1703 Los aliados tuvieron 24 oficiales y 485 soldados muertos y 68 oficiales y 1.445 soldados heridos. Por su parte la guarnición francesa sufrió a cambio 16 oficiales y 607 soldados bajas – de ellos morirían 304-. Priego Fernández del Campo, Ibídem, p. 99. 1704 Priego Fernández del Campo, J., Ob. cit., Vol. VII- 2, p. 162. 1705 Fullom, S., Ob. cit., p. 217, “Esta anécdota del gran duque fue contada al autor por el general sir William Gomm”. Tras informar con detalle a lord Liverpool de sus servicios en España, Howard Douglas se reintegraría al Royal Military College. En 1814 Douglas ascendería a coronel y en 1816 sería admitido en la Royal Society. Entre 1816 y 1820 publicaría tres famosos manuales sobre ingeniería militar y artillería naval que serían reeditados durante muchos años. Enviado a Canadá, sería gobernador de New Brunswick entre 1823 y 1831, delimitando los límites fronterizos de Maine con EEUU. Durante su gobierno fundaría el Frederick College (posterior universidad de New Brunswick). Howard Douglas abandonaría Burgos días antes de levantarse el asedio, partiendo días antes rumbo a Inglaterra. El 12 de octubre, desde La Coruña, remitiría a Longa una última carta señalándole que había sido relevado y que en adelante habría de comunicarse con su sustituto, Richard Bourke.

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701

* * * *

Luego de una serie de sangrientas acciones de retaguardia en Venta del Pozo,

Villadrigo y Villamuriel, las tropas aliadas anglo portuguesas y las españolas del 6º

ejército, lograrían hacer alto en la línea del río Carrión, el 24 de octubre, a dos días de

marcha forzada al noroeste de Valladolid con la esperanza puesta en ganar tiempo para

que Hill llegara con sus tropas desde Madrid.

El objetivo de mantenerse en el río Carrión resultó vano (tras haberlo cruzado las

tropas aliadas en la mañana del 24 de octubre por los puentes de Palencia y Villamuriel,

y el Pisuerga por Dueñas), pues en la mañana del 25 de octubre Palencia sería tomada

por los imperiales (defendida infructuosamente por la división española del general

Cabrera del 6º Ejército), y por la tarde se daría la sangrienta acción de Villamuriel. A

consecuencia de todo ello, a las tres de la mañana del 26, Wellesley ordenaría continuar

el repliegue hacia el sur, para cruzar el Pisuerga por el puente de Cabezón, desplegando

sus tropas en la otra orilla del río:

“El 25 hice alto, y el enemigo atacó nuestra izquierda en Villamuriel, pero fue

rechazado por la 5ª división. No pudieron destruirse los puentes sobre el Carrión, lo

que hizo necesario mudar nuestra izquierda. Fue destruido el puente de Villamuriel

pero el enemigo pasó por un vado con infantería y caballería, y fue obligado a

repasarlo por las tropas del general Oswald y los españoles. El fuego de la izquierda

fue terrible todo el día, en el que sufrimos bastante, y el general Alava fue herido

cuando excitaba a la infantería española a perseguir al enemigo. Me retiré de Carrión

para Cabezón donde pasé el Pisuerga”1706

En la tarde del 29, en un audaz golpe de mano, tropas del general Foy conseguían

cruzar el Duero en Tordesillas, amenazando con rodear el ala izquierda aliada. De regreso a Europa Douglas siguió publicando obras de Ingeniería militar, y entre 1835 y 1840 fue alto comisario del gobierno británico en las islas Jónicas. En este desempeño recibió el ascenso a teniente general. De regreso a Gran Bretaña entraría en el Parlamento como diputado conservador por Liverpool entre 1842 y 1847, destacando en sus intervenciones sobre asuntos militares y navales (siendo un defensor de la introducción de la navegación a vapor), así como en la defensa de políticas asistenciales hacia las clases más humildes. En 1851 alcanzó el ascenso a general, vinculándose posteriormente a la universidad de Oxford. Howard Douglas fallecería en Tumbridge Bells, el 9 de noviembre de 1861, a la edad de 86 años. 1706 García García, M. A. (2009), 1812…Ob. cit., p. 153. El Conciso, jueves 26 de noviembre de 1812. Informes de Wellesley.

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702

Wellesley hubo de abandonar Valladolid destruyendo los puentes sobre el Duero (en

particular el gran puente de Cabezón, volado ya a las siete de la mañana de ese misma

jornada), marchando decididamente hacia el sur, en espera de poder reunirse con las

tropas aliadas del general Hill que se retiraban desde Madrid.

Durante este primer tramo de la retirada Wellesley había sufrido unas 1.000 bajas, y

los españoles del 6º ejército habían perdido 1/3 de sus efectivos, la mayoría de ellas por

efecto de la dispersión o las deserciones.1707

En el balance de esta primera etapa de la retirada, Wellesley no sale bien parado en

comparación con su homólogo francés Clauzel. Si éste fue capaz de retrasar al británico

durante once días en una retirada lenta desde Valladolid a Burgos, el británico en el

mismo recorrido a la inversa, solo lo había podido contener durante cinco jornadas.

Sin embargo, Souham decidió detener la persecución, desplegando su ejército de

Portugal a lo largo del valle del Duero, pues su colega Caffarelli le anunció que se

volvía al norte con sus 12.000 hombres, ante el recrudecimiento de la actividad que las

tropas del 7º ejército español habían reanudado sobre Pamplona, Santoña, y Bilbao.

Souham decidiría esperar la llegada de las tropas de refuerzo del rey José y del mariscal

Soult. Conocedor de ello, el nuevo marqués de Wellington pudo un descanso a sus

hombres.

Los franceses, como acertadamente afirma el historiador británico Charles Esdaile

podrían haber coronado su éxito con una derrota del ejército aliado en retirada que podía

dejar pequeña la francesa de los Arapiles. Caffarelli hubo de abandonar la persecución

imperial al ejército aliado hacia Portugal, y que podía haber acabado en un desastre de

proporciones imprevisibles para la causa patriota, para acudir de nuevo al norte a fin de

restablecer el precario dominio imperial sobre el territorio de actuación del 7º Ejército.

Dicho desastre no tuvo lugar gracias a que, como afirma el historiador británico:

“[…] elementos del 7º Ejército de Mendizábal, que gracias a la ausencia de no pocas

tropas del Ejército del Norte, logró recuperar Bilbao, evitaron nuevas dificultades […]

Gracias a la toma de Bilbao, Arthur Wellesley se había librado del desastre inmediato,

si bien el avance de José y Soult suponía que los aliados aún estaban en peligro”1708

1707 Priego Fernández del Campo, J., Ob. cit., Vol. VII- 2, p. 184. 1708 Esdaile, Ch. (2004) La Guerra de la Independencia…Ob. cit., p. 469.

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Efectivamente, Wellesley había podido llevar a cabo su campaña sobre Burgos y

amenazar el camino real hacia Vitoria e Irún, solo gracias al esfuerzo de las dispersas

divisiones ligeras del 7º ejército de Mendizábal que, eficazmente apoyadas desde el mar

en aquel verano, por la escuadra del comodoro Popham, habían logrado con sus

continuas acciones contener y atenazar a las tropas imperiales que ocupaban Cantabria,

Vizcaya y Navarra durante más de tres meses. Poco más de 10.000 efectivos españoles,

con el apoyo marítimo británico habían plantado cara a los 37.000 hombres del ejército

del norte de Caffarelli, los cuales no pudieron acudir en masa en ayuda de Marmont en

julio; hombres que tampoco pudieron estar disponibles para acosar y destruir a las

fuerzas de Arthur Wellesley en su retirada hacia Portugal en el mes de octubre1709.

Por todo ello, Caffarelli, que había necesitado de todo el verano y parte del otoño para

restablecer la situación en su vasta demarcación, vio peligrar de nuevo lo conseguido.

En octubre volvía a mantener solo bajo dominio imperial en la zona occidental las

aisladas guarniciones de Santoña y Guetaria. Ante ello no tuvo más remedio que

abandonar a Souham en la persecución sobre Arthur Wellesley y los españoles del 6º

Ejército, y retroceder hacia el norte1710.

* * * *

Por su parte, el general Hill había abandonado Madrid el 31 de octubre, al mediodía,

con órdenes de Wellesley de encaminarse hacia Alba de Tormes en Salamanca, donde

se le habría de unir, lo que se llevó a cabo el 8 de noviembre, tras recorrer, con un

terrible tiempo invernal, los 230 km que separan Madrid de Alba en diez días.

En el lado francés, ese mismo día José y Soult se reunirían con Souham en el Duero.

La gran masa de 80.000 franceses podía ahora, de nuevo, marchar contra las fuerzas

aliadas angloportuguesas e hispanas de Wellesley y Castaños. José puso a todas las

tropas del denominado ya “Ejército del Centro” a las órdenes del mariscal Soult.

En Alba de Tormes los aliados intentarían de nuevo bloquear en avance imperial, con

las 2.500 bayonetas de la brigada británica del general Howard y los 4.000 portugueses

1709 “Cántabros y navarros hicieron maravillas en apoyo de Wellington” afirmó el mismo Oman, Priego Fernández del Campo, J., Ob. cit., Vol. VII- 2, p. 149. 1710 Espoz y Mina estaba bloqueando Pamplona, y el 23 y 27 de noviembre realizaría fuertes ataques sobre Ayerbe y Huesca. Esdaile, Ch. (2004) La Guerra de la Independencia….Ob. cit., p. 469.

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de la división Hamilton, más dos baterías de artillería1711. Pero los franceses

franquearían el río dando un rodeo por el sur, en los vados de Huerta y Encinas, por lo

que Arthur Wellesley hubo de reanudar precipitadamente la retirada, ahora ya hacia sus

bases en Portugal, camino de la seguridad de la plaza fuerte de Ciudad Rodrigo.

La defensa del castillo de Alba de Tormes.

Por petición expresa de Wellesley, tras volarse el puente sobre el Tormes, Castaños

dejaría en el castillo de Alba una pequeña guarnición española de 327 infantes de los

regimientos de Monterrey y Voluntarios del Ribero1712. El que ambos cuerpos

pertenecieran a brigadas y divisiones distintas (el primero a la 2ª brigada de la 1ª

división del general Pedro de la Bárcena, y el segundo cuerpo a la 1ª brigada de la 2ª

división del general Francisco Cabrera), es buena muestra del estado de dislocamiento

que la retirada había introducido en el 6º ejército. Por otra parte, la documentación

española nos refiere que las compañías de cazadores y granaderos de estas unidades

eran tropas escogidas y de lo mejor de que disponía el 6º ejército.

Dicho destacamento y castillo (en estado de franca ruina) fueron puestos a las órdenes

del teniente coronel José Miranda Cabezón, gaditano de 34 años1713, comandante del

Monterrey, el 11 de noviembre. El mismo Wellesley había pedido a Castaños que el jefe

a designar fuera un hombre de crédito y de la confianza del comandante en jefe español

y del mismo 6º ejército. Según documentación de su expediente, Miranda fue

recomendado al jefe del estado mayor conjunto del 5º, 6º y 7º ejércitos, el general

1711Arcón, J. L. (2012) Los Arapiles y el mito de la ocasión perdida. Cuadernos del Bicentenario, IX Foro Internacional sobre la Guerra de la Independencia. La penúltima ofensiva aliada, FEHME [Madrid], pp. 159 – 166, p. 165. 1712 Este destacamento se componía de la compañía de granaderos del regimiento de Monterrey – 116 hombres-, la de cazadores de la misma unidad -118 hombres- y la compañía de granaderos del regimiento del Rivero – 93 hombres -. Se les uniría un soldado portugués rezagado del regimiento nº 2 de línea. Miranda, J. (1818) Diario de la defensa y evacuación del castillo de la villa de Alba de Tormes en el mes de noviembre del año de 1812 [Madrid], 23 pp. IHCM, CDB, caja 32, legajo 48, carpeta 13), p. 1. 1713 AGMS, 1ª Sección, Legajo M – 3.325. Natural de Vejer de la Frontera, Cádiz, alistado como cadete de infantería en 1794, en el regimiento de Sevilla, en el que continua hasta 1809 como teniente. A partir de ese año y durante el conflicto, sirve en el Inmemorial del Rey, en el de Aragón, en la Columna de Granaderos del 6º ejército y en el de Monterrey. Realiza toda las campañas de 1808 y 1809 con el ejército de la izquierda. Veterano de las batallas de Zornoza, Valmaseda, Espinosa de los Monteros, Villafranca del Bierzo, Lugo, Tamames y Alba de Tormes, sitio de y defensa de Badajoz con el general Menacho; tras caer la plaza se fuga llegando a Cádiz, donde pide, y se le concede, ser destinado a Galicia con el 6º ejército, campañas de 1811 y 1812 en el sitio de Astorga y defensa heroica del castillo de Alba; en la campaña de 1813 en el avance desde el Bierzo hasta Francia, batalla de san Marcial y bloqueo y asaltos a los fuertes de Laredo y Santoña en febrero de 1814. En palabras de sus superiores, su celo y brillantez de su regimiento eran conocidos en todo el ejército. Acabada la guerra, pasa en agosto de 1825 a Cuba y Puerto Rico con una expedición de 3.000 hombres desde Ferrol. Permanece en el Caribe hasta enero de 1832, como 2º de la Capitanía general y grado de mariscal de campo. Muerto en 1857.

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Agustín Girón, por el brigadier jefe de estado mayor del 6º, Estanislao Sánchez

Salvador Las órdenes recibidas por Miranda de Castaños eran claras:

“Fue instruido quedaba sin esperanzas de socorro; que el puente de Alba sería cortado

tan luego lo pasase (el ejército aliado), debiendo ser su objeto durante ocho días

sostener a toda acosta que el enemigo no lo habilitase, y cumplidos, tomara el partido

más favorable que las circunstancias le presentaran, eligiendo el de entregarse

prisionero antes que exponerse a un sacrificio” 1714

Miranda y sus hombres recibieron víveres para diez días y 50.000 cartuchos de fusil,

empleando todos sus precarios medios disponibles en reparar los muros y cerrar los

portillos y brechas en las desmoronadas fortificaciones.

Llegados los franceses, el general D´Erlon intimaría el 14 de noviembre a la rendición

a Miranda, la cual fue rechazada con un vivo fuego de sus infantes, a la que seguiría, al

día siguiente, una contundente y espectacular salida sobre la retaguardia francesa de la

división D´Erlon que iniciaba el vadeo del río, logrando hacerles 163 prisioneros (que

recluyó, con buen trato, en los sótanos del castillo), con algunos víveres y equipajes. El

día 16 otra salida de 100 españoles obstaculizó el vadeo del Tormes a otro convoy

francés.

La situación de la pequeña guarnición se mantuvo tranquila hasta el día 18 en el que la

llegada del 6º de dragones franceses, y al día siguiente, de la brigada Aussenac de la 4ª

división, posibilitó el asedio imperial al castillo, el que los cazadores y granaderos de

Miranda rechazaron varias tentativas de asalto y otras tantas intimaciones a capitular,

como así respondió el comandante español al general Sarrut:

“Déjese vuecencia de contestaciones y haga su deber, que yo haré el mío; muchos

prisioneros a quienes doy el mejor trato serían víctimas de cualquier atentado que V.

hiciese cuando la suerte de las armas le favoreciese más que a mi”1715

Esa misma noche Miranda recibió otra intimación a capitular, que fue también

desechada. En los días siguientes continuaría el fuego y las operaciones de asedio

francesas.

1714 Miranda, J. (1818) Diario de la defensa y evacuación del castillo de la villa de Alba…, Ob. cit., p. 1. 1715 Ibídem, p. 16. José Miranda al comandante francés, 19 de noviembre, castillo de Alba.

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Finalmente, el 24, rebasado ya el plazo asignado por sus superiores para que

defendiera el puesto y con víveres solo para tres días, Miranda, tras reunir a sus oficiales

en consejo de guerra (en el que no hubo unanimidad, pero Miranda impuso su criterio),

tomaría la decisión de abrirse paso en la madrugada del día siguiente, rompiendo las

líneas de asedio para escapar hacia Portugal.

A fin de custodiar a los enfermos y heridos de sus dos compañías, junto a los

prisioneros franceses tomados, engañando también a las fuerzas imperiales, Miranda

dejaría un destacamento de 21 hombres al mando de un teniente del Rivero (Nicolás

Solar) para mantener la defensa del castillo hasta la llegada del día, con una carta que

debía de entregar al general Sarrut al proceder a su rendición y entrega del castillo:

“Señor general, las reglas de la guerra deben de seguirse en todas sus partes, y así es

que emprendo la salida con mi guarnición. Si las fuerzas de V. me encontrasen, siendo

compatibles, nos batiremos a campo raso. Dejo un oficial para entregar a V. el castillo

con los enseres que encierra, particularmente los prisioneros que he mirado con toda

consideración, y omito suplicar a V. tenga la suya con el oficial, enfermos ye scolta,

supuesto que sus escritos me han hecho ver la generosidad de su corazón. Dios guarde

a V. ms años. Castillo de Alba de Tormes a las once de la noche del 24 de noviembre de

1812. José Miranda”1716

Así pues, a las doce de la noche, aprovechando la luz de la luna y la helada, Miranda

ordenó calar la bayoneta y avanzar sin hacer fuego sobre las líneas francesas de

bloqueo:

“La salida fue dando las doce el reloj de la villa; pues aunque aquella prevenía a las

once, el no haberse visto un foso que había delante de la puerta que se abrió, hizo

detener el movimiento hasta allanar el obstáculo con colchones, por cima de los cuales

salió la columna que a muy cortos instantes alarmó, arrolló y dispersó en confusión

todos los puestos enemigos, que decían Los españoles se van”1717

En ese momento el destacamento que quedaba en el castillo abrió fuego sobre las

posiciones francesas, causando las dos acciones de los españoles tal confusión entre los

1716 Ibídem, p. 20. 1717 Ibídem, p. 7.

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sitiadores que, en palabras del comandante español, llegaron a dispararse entre ellos

mismos en medio de la noche.

La salida fue un éxito, habiendo recorrido al amanecer cuatro leguas hasta el pueblo

del Carpio Medianero. Tras sortear mil dificultades avanzando por un territorio lleno de

tropas francesas que se replegaban desde Ciudad Rodrigo, y luego de cruzar el puerto

del Pico, Miranda y sus hombres llegarían a Plasencia el 5 de diciembre. Desde allí se

les daría pasaporte para regresar a Galicia a través de Portugal; llegando, luego de una

marcha de 650 km en pleno invierno, el 26 de diciembre a Orense.

Cuatro días después fueron recibidos en Lugo por el conde de Belveder, comandante

interino del 6º ejército, con todos los honores. Las tropas de guarnición (regimientos de

Benavente y Guadalajara de la 2ª brigada de la 3ª división de Javier Losada –antigua

división de Reserva-) formadas en batalla con sus banderas desplegadas y presentando

armas, ante la población presente, gritarían al paso redoblado de la marcha, tambor

batiente en columna por mitades, de las tres compañías:

¡Vivan los defensores de Alba!

¡Vivan nuestros compañeros de armas!

¡Vivan los valientes del Sexto Ejército!1718

Conclusiones a la campaña de Burgos.

Volviendo a la culminación de la campaña, finalmente, el excesivamente prudente

Soult, se limitó a seguir a los aliados contentándose con verlos cruzar la frontera. El 17

de noviembre, tras haber perdido los aliados más de 5.000 hombres durante la retirada

(muertos, heridos, desertores y prisioneros por el hambre y el terrible tiempo invernal),

los franceses concluyeron su persecución ante el río Huebra, a unos 30 km de Ciudad

Rodrigo, ciudad a cuyas puertas llegaría el ejército aliado el 19 de noviembre. Tras

reaprovisionar sus tropas y luego de dar seis días de descanso a las mismas, tras

comprobar que Soult regresaba hacia Avila para pasar el invierno, Wellington haría lo

mismo, acantonando todas su divisiones en la raya fronteriza y en el mismo Portugal.

1718 Ibídem, p. 23.

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El 12 de diciembre, Wellington, acompañado del general Miguel de Alava abandonaría

su cuartel general en La Fresneda para ir a Cádiz (a la que llegaría el día 24), a fin de

entrevistarse con el Consejo de Regencia español, con vistas, tanto a preparar la

campaña del año siguiente, como a tratar de reorganizar el ejército español que quedaba

ya a sus órdenes.

Por las mismas fechas, en el norte, sobre la costa cantábrica, a finales de diciembre, el

comodoro Popham, culminada la campaña y ya en pleno tiempo invernal, había dado

orden a su escuadrón naval de regresar a Inglaterra desde Santander con sus batallones

de infantería de marina. Solo dejaría sobre la costa dos fragatas y un bergantín1719.

En cuanto al 6º ejército español, con Castaños al mando, tomó el camino de regreso a

Galicia a través de Tras-os- Montes, vía Braganza, en dirección al Bierzo y a Lugo.

Porlier con los cuerpos de su división regresaría a Asturias y la caballería de Pennen-

Villemur y la infantería de Morillo, integrantes del 5º ejército, marcharon hacia Cáceres.

Igualmente, la división del mismo ejército al mando de Carlos de España guarneció

Ciudad Rodrigo.

La dureza de la marcha, con lluvias y heladas permanentes y una ausencia casi total de

suministros regulares provocaron que (al igual que sucedió con varios cuerpos aliados -

o con los mismos franceses en la retirada desde los Arapiles a Burgos) varios cuerpos lo

hicieran en una total dispersión y desorganización. Así no los relata un testigo español

en la frontera portuguesa:

“El 6º ejército en dispersión, sin disparar un tiro se fue hacia Galicia, en donde ha

tenido Castaños que mandar reunirlos, y los ingleses con dicho Castaños, la caballería

y 1ª división del 5º ejército van a Extremadura para contener a los enemigos, que

parece se dirigen a aquel punto.

Por aquí han pasado más de 5.000 hombres exánimes, hambrientos, desnudos y

resueltos a irse a sus casas, a no haber sido socorridos y obligados a incorporarse en

sus cuerpos y divisiones”1720

La participación de las tropas del 5º, 6º y 7º ejércitos, destacadas con Wellesley,

durante la campaña de Burgos, y posterior retirada, carece aún hoy de un estudio preciso

1719 Saurín de la Iglesia, M. R. (1997) El Ciudadano…Ob. cit., nº 6, domingo 10 de enero de 1813, p. 253. 1720 Carta de un particular, Frexo de Esapadaencinto, Portugal, 2 de diciembre de 1812. Saurín de la Iglesia, M. R. (1997) El Ciudadano…Ob. cit., nº 95, sábado 19 de diciembre de 1812, p. 206.

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a partir de las fuentes y documentación española y adolece, aún dentro de los mismos

historiadores españoles que la han tratado (Gómez de Arteche y José Priego Fernández

del Campo), de un seguidismo bibliográfico de los historiadores anglosajones o

españoles anglófilos que la tratan de manera subsidiaria a la actuación de las tropas

angloportuguesas dirigidas por Arthur Wellesley.

Pasando a valorar su papel durante la campaña conjunta aliada sobre Burgos, las

tropas españolas del 5º, 6º y 7º ejércitos tuvieron un papel de imprescindible apoyo y

comportamiento “regular”. Por estas fechas, y tras cuatro años de combates en pequeñas

acciones, en una guerra de movimientos y desgaste, los españoles carecían aún, en el

verano de 1812, de la suficiente solidez e instrucción para emplearse en combates

formales en línea de batalla del tipo de Villamuriel.

“Debo decir que el ejército de Galicia no está en el estado de disciplina en la que

deberían venir para luchar contra el enemigo; o con la que podrían ganar la confianza

de sus aliados. En la acción de Villamuriel no podían avanzar ni retroceder en buen

orden. Sus movimientos se realizaron a la carrera, en desorden […]”1721

El fiasco en la defensa de Palencia no fue tampoco un mérito a añadir para los

regulares españoles del 6º ejército de Galicia; a los ojos de nuevo generalísimo

británico, a los que políticamente elogiaba ante el gobierno español y criticaba, a veces

injustamente, en privado:

“En vuestra vida habréis visto nunca algo tan malo como los gallegos. Sin embargo,

son los hombres más bondadosos y los mejores andadores que he visto jamás”1722

Aún así, las divisiones españolas del 5º, 6º y 7º ejércitos conseguirían ponerse a salvo

en Galicia y la cornisa cantábrica respectivamente, al paso que la valerosa defensa del

castillo de Alba y el haber conseguido su guarnición, contra toda esperanza, cumplir con

la misión asignada, poniéndose a salvo en Galicia, reivindicó el mérito de unas tropas

regulares que en la campaña de 1813 lograrían, ya, un muy alto nivel de eficacia en

combate en campo abierto y en conjunción con las fuerzas aliadas angloportuguesas.

1721 García García, M. A. (2009), 1812…Ob. cit., p. 156. Despacho de Wellington, Rueda, 1 de noviembre. 1722 Wellington al general W. C. Beresford, 10 de diciembre de 1812. Gurwood (1841) Choix de dépêches et d´ordres généraux du Field-marechal duc de Wellington [Bruselas], nº 710, p. 679.

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Respecto a la valoración de la actuación del comandante en jefe británico, ya

nombrado marqués de Wellington, luego de su victoria en los Arapiles, cometió

numerosos errores:

1. Dividir su ejército en dos grandes cuerpos, cada uno de ellos inferior a las

fuerzas franceses que se le podían enfrentar (los 50.000 hombres de Souham y

Caffarelli en Castilla la Vieja, o los 60.000 hombres de Soult y del rey José en

Castilla la Nueva)

2. Realizar una persecución sobre Clauzel demasiado lenta desde los Arapiles

permitiendo la huida y posterior reorganización del l’Armée de Portugal.

3. Llevar a cabo el sitio a castillo de Burgos sin los medios artilleros necesarios, de

manera apresurada y deficiente.

4. Una retirada hacia Palencia y Ciudad Rodrigo catastrófica.

Muchos historiadores concuerdan en afirmar que, tal vez nublado, por sus éxitos en

Arapiles, la entrada en Madrid y la liberación del sur de España, Wellesley descuidó la

prudencia de la que siempre había hecho gala en su brillante trayectoria militar1723.

Reorganización de los ejércitos españoles y el fin orgánico del 6º y 7º ejércitos.

El desastre de Bonaparte en Rusia sería revelado por la misma prensa francesa en

diciembre de 1812. Previendo las posibles consecuencias, los mandos imperiales en

España harían un esfuerzo supremo, a comienzos de 1813: la Corte se trasladó a

Valladolid y se trató de pacificar Navarra, Vizcaya y Santander, aniquilando para ello al

7º ejército con refuerzos del ejército de Portugal. Dentro de estos planes, había que

reconquistar Castro Urdiales a toda costa y mantener, como fuera, Santoña.1724

1723 Priego Fernández del Campo, Ob. cit. P. 185; Oman, Ob. cit, vol. VI, pp. 82 ss.; Sarramon, J. (1978) Contribution à la Histoire…. Ob. cit., vol. 10, pp. 185 ss.; Gómez de Arteche, Ob. cit., vol. XII, pp. 287 – 288; Toreno, conde de, Ob. cit., Vol. III, Libro XX, p. 156. 1724 El primer ataque sobre Castro tendría lugar el 12 de enero de 1813, desistiendo dos días después. Sin embargo, a finales de abril el ejército imperial volvería a sitiar la pequeña villa costera, que sería tomada al asalto y saqueada en la noche del 11 de mayo.

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El 18 de enero de 1813, Napoleón sustituiría a Caffarelli por el general Clauzel1725.

La situación imperial en el norte era ya crítica, según comunicaba el general Buquet1726

al ministro de la guerra en Francia:

“Ya solo se puede viajar por las provincias vascas con fuerzas considerables y un

cañón. Por poco que se tarde en ocuparse de la destrucción de las bandas harán falta

brigadas o divisiones enteras para asegurar las comunicaciones o hacer entrar las

contribuciones”1727.

A finales de la primavera de 1813, de los 110.000 soldados imperiales que quedaban

en España, 35.000 a las órdenes del general Clauzel, tratarían de contener a las fuerzas

del antiguo 7º Ejército, mientras que 55.000 cerraban el acceso al Duero a los 70.000

hombres de Arthur Wellesley.

* * * *

Por su parte, sobre la vital aportación ejército español a la victoria aliada en las

decisivas campañas del 1812 y 1813 recordaremos que la vida orgánica del 6º y 7º

ejércitos llega hasta el Real Decreto de la Regencia del 4 de Diciembre de 1812. Los

siete ejércitos españoles se reagruparían en cuatro: 1º Cataluña, 2º Valencia y Murcia, 3º

La Mancha y 4º Castilla (en este último se integraban los antiguos ejércitos 5º de

Extremadura, 6º de Galicia y 7º guerrillero), más otros dos de “Reserva” (Galicia y

Andalucía)1728. En 1813 España lograba encuadrar a un total de 130.000 hombres bajo

las armas; algo verdaderamente:

1725 Bertrand Clauzel, Mariscal de Francia (1772-1842). Soldado de la Guardia Nacional en 1789; Teniente de Cazadores en 1790; Capitán de la Legión de los Pirineos en 1793 en la Guerra contra España. Brigadier en 1795; Jefe de Estado mayor del general Grouchy en 1798. Sirve en el Ejército de Italia y en la Campaña de Santo Domingo como Inspector General de Gendarmería. Comandante de División en 1803. Sirve en Holanda en 1806. En Diciembre de 1809 pasa a España. Sirve en el ejército de Portugal a las órdenes de Marmont; herido en la batalla de los Arapiles, dirige la retirada. Nombrado Comandante en Jefe del ejército de Portugal, y luego del Ejército del Norte en sustitución de Caffarelli el 18 de enero de 1813. Comandante del Ala Izquierda del Ejército de los Pirineos con el Mariscal Soult. Six, Georges (1934) Dictionnaire biographique… Ob. cit., Tomo I, p. 244. 1726 Charles Joseph Buquet (1766-1833). Veterano de las Campañas de Alemania y el Danubio. Caído preso en Talavera conseguiría escapar de los pontones de Cádiz. Tomaría parte de la Campaña de Rusia. Six, Georges (1934) Dictionnaire biographique… Ob. cit., Tomo I, p. 174. 1727 Pardo de Santayana, Francisco de Longa...Ob. cit., p. 374 1728 Según el decreto de la regencia cada división de ejército no debía de contar con más de ocho batallones, y las brigadas de cuatro.

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“[…] extraordinario, que una Nación saqueada y asolada como lo fuera España por

Napoleón, haya podido realizar tal esfuerzo”1729.

Por lo tanto, antes de iniciarse la gran ofensiva aliada de la primavera de 1813, el 6º y

7º ejércitos verían sus cuerpos agregados al renombrado 4º ejército de Javier Castaños.

Con 60.000 hombres, pasaría a ser el ejército español más poderoso del final de la

guerra, al integrar a todos los cuerpos españoles desde Extremadura a Navarra.

En febrero, Pedro Agustín Girón, jefe del estado mayor del renovado 4º ejército, lo

articularía en tres cuerpos denominados ala derecha, centro y ala izquierda:

• Ala Derecha (antiguo 5º ejército de Extremadura): Actuaría a las

órdenes directas de Arthur Wellesley encuadrados en su ejército

aliado.

o 1ª división de Pablo Morillo.

o 2ª división de Carlos de España.

• Centro (antiguo 6º ejército de Galicia), al mando de Javier Castaños,

2º al mando, su sobrino Pedro Agustín Girón:

o 3ª división de Javier Losada.

o 4ª división de Pedro de la Bárcena.

o 5ª división de Juan Díez Porlier (el 10 de agosto de 1813

Porlier sería rehabilitado por Freyre, consiguiendo el mando

de la 5ª división del 4º ejército que sería rehecha a partir de

los batallones de la vieja “División Cántabra”1730). Se une al

4º ejército en Villalpando tras la llegada del mismo a dicha

localidad el 4 de junio.

o División de caballería del conde Penne Villemur (la “División

Castellana” de Jerónimo Merino1731 había sido disuelta y

agregados su cuerpos a las divisiones de Carlos de España y

de Penne Villemur).

1729 Roux. G. (1971) La Guerra Napoleónica de España [Madrid] (versión española), p. 201. Contingente aguerrido y disciplinado, bien uniformado y armado por la asistencia británica, pero falto de víveres, ganado de transporte y hasta de municiones por la ruina económica del Estado. 1730 Barthèlemy, Rodolfo G. de (1.995) El Marquesito Porlier [Santiago de Compostela], pp. 335 y 345. 1731 El brigadier Merino sería nombrado Gobernador Militar de Burgos al crearse el 4º Ejército y ser disuelta la División Castilla.

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713

• Ala Izquierda (antiguo 7º ejército guerrillero): Gabriel de

Mendizábal. Este cuerpo seguiría combatiendo con sus divisiones

aisladas hasta que pudieran unirse a los dos anteriores cuerpos y a las

fuerzas aliadas de Arthur Wellesley, cuando alcanzasen el valle del

Ebro.

o 6ª “División Iberia” de Francisco Longa (se uniría al ala

derecha en junio).

o 7ª “División Vascongada” al mando directo de Gabriel de

Mendizábal (Mariano de Renovales, enojado por su

postergación ante Mendizábal, había abandonado el mando,

siendo capturado en agosto de 1812 en Zamora por los

imperiales cuando acudía a entrevistarse con Arthur

Wellesley).

o 8ª “División Navarra”, al mando de Francisco Espoz y Mina.

Descontadas las fuerzas que quedarían en retaguardia en labores de guarnición,

enlace, logística e instrucción, los tres cuerpos sumaban 39.953 hombres y 3.600 jinetes.

Ese verano de 1813, Mendizábal se presentaría ante Arthur Wellesley y Castaños

cuando el ejército aliado se disponía a pasar el Ebro. Mendizábal, nombrado

comandante del ala izquierda del 4º Ejército, recibiría también la comandancia general

de Castilla la Vieja, hasta el final de la guerra:

“Cuando el Ejército combinado había de pasar el Ebro, se presentó al Duque de

Ciudad Rodrigo en Medina de Pomar. Se le hizo comandante General del Ala Izquierda

del 4º Ejército, y se le destinó a obrar por la izquierda hasta la costa. Se dirigió

inmediatamente a Durango, Vergara y Tolosa venciendo al enemigo en los diferentes

encuentros que hubo sobre dichos pueblos, y después por Usurbi, al bloqueo de San

Sebastián”1732

Por su parte, el comandante en jefe del 4º ejército, Javier Castaños, convocaría ese

mes de mayo en Villalón a todos los comandantes de partidas guerrilleras a fin de que

1732 AGMS, 1ª Sección, Legajo M – 2.766.

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714

se subordinaran, ya totalmente, a la autoridad militar, reformando sus cuerpos e

integrándolos en el ejército regular. Los que se negaron a obedecer, o no asistieron,

fueron declarados fuera de la ley. El arresto y procesamiento inmediato de uno de ellos,

Jerónimo Saornil, fue visto como un contundente aviso para los demás. 1733

En este momento, el gobierno español en Cádiz, presionado por el ala más radical de

los liberales y al que no gustaba el prestigio creciente de un general de acendradas ideas

monárquicas como Castaños, lograría su cese el 10 de junio de 1813 (ante la cólera del

generalísimo Wellesley que no fue consultado en la decisión y que apreciaba la valía del

español).

Antes pasar a ejercer su nuevo destino como consejero constitucional de estado,

Castaños entregó el mando a Manuel Freyre de Andrade, soldado más acomodaticio

políticamente, y que no tomaría posesión del mismo hasta el 9 de agosto de 1813 en

Oyarzun.1734

En su nuevo mando, Gabriel de Mendizábal, al frente de las divisiones 6ª de Iberia, 7ª

Vascongada y 8ª Navarra, maniobraría protegiendo el flanco norte, hasta el mar, de

Arthur Wellesley.

El británico, buen conocedor tanto de la especial aptitud de los cuerpos ligeros del

antiguo 7º ejército para pequeñas acciones de guerra, como de sus limitaciones para ser

empleadas en grandes combates de línea, decidiría emplearlos en los bloqueos y asedios

de varias plazas fuertes que siguieron en manos francesas cuando los imperiales se

retiraron hacia Francia.

Así tenemos que la 8ª división Navarra de Espoz y Mina fue empleada en los

bloqueos y sitios de Zaragoza, Pamplona, Monzón y Jaca 1735, y parte de la 5ª división

de Porlier y de la 7ª división de Mendizábal se enviaron (junto con otra brigada del viejo

6º ejército regular) al sitio del “Gibraltar del Norte”, el Peñón de Santoña, que se

conseguiría reconquistar con gran heroísmo y mucha sangre.1736

1733 Ver la nota nº 35. 1734 Guerrero Acosta, J. M. Castaños, el extraordinario papel de un general de raíces vascas durante la Guerra de la Independencia, en (2013) Cuadernos del Bicentenario, nº 18 [Madrid], pp. 187 – 197. 1735 Las cuatro serían liberadas por las tropas de Mina el 2 de agosto y 31 de octubre de 1813; y el 15 y 17 de febrero de 1814. 1736 Fuerzas españolas del Bloqueo a Laredo y Santoña, Enero – Abril de 1814. Cuarto Ejército español. 1ª Brigada de la Tercera División. ( Brigadier don Diego del Barco ) Voluntarios de León, 1 batallón, 1.111 hombres. Toledo, 1 batallón, 1.104 hombres. Monterrey, 1 batallón, 1.115 hombres. 2ª Brigada de la Quinta División.( Coronel don Juan José San Llorente; al mando de ésta y de la 1ª de la 7ª ) 2º de Tiradores de Cantabria, 1 batallón, 945 hombres. 3º de Tiradores de Cantabria, 1 batallón, 1.101 hombres. Tiradores de la Bureba, 1 batallón, 1.054 hombres.

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715

Santocildes solicita el relevo, noviembre de 1812.

José María de Santocildes, uno de los artífices del eficaz apoyo a Wellesley en las

campañas de 1811 y 1812, con la salud quebrantada, solicitaría el 24 de noviembre al

Consejo de Regencia su relevo. En febrero de 1813 sería nombrado comandante del “Ejército de

Reserva” de Galicia:

“Serenísimo Señor Presidente y Regentes de las Españas.

El Comandante General del Reyno de Galicia y 6º Exército, dn. José María

Santocildes, se ve en la precisión de distraer algunos momentos la atención de Vuestra

Alteza para manifestarle respetuosamente que en todas las ocasiones que se ha dignado

honrarle con dichos cargos, ha hecho presentes varias razones por las que no se creía

en aptitud de desempeñarlos, siendo una de ellas su poca robustez; sin embargo V.A.

nunca ha tenido a bien exonerarle

La certificación de algunos Facultativos de Barcelona que obran en poder del

exponente libradas el año de 1802 acreditan que de resultas de las graves heridas

recibidas en la anterior Guerra con Francia quedó imposibilitado de seguir la carrera

activa de Infantería en que servía. Por esto en el 1804 solicitó retiro, pero como en

aquella época Su Majestad tuviese por conveniente no acordarlo a nadie, penetrado de

lo justo de la pretensión se le confirió la Sargentía Mayor del Provincial de Betanzos

bajo el supuesto que entonces se hallaban constituidos estos cuerpos que sus Jefes y

Oficiales, ni aun en tiempo de Guerra se separaban de sus destinos, mas las justas

causas que posteriormente han obligado a variar este sistema proporcionaron al que

reproduce el honor de ser de los primeros que se presentó en el campo a sostener

nuestra gloriosa lucha.

1ª Brigada de la Séptima División. 1º de Vizcaya, 1 batallón, 1.069 hombres. 2º de Vizcaya, 1 batallón, 1.052 hombres. 3º de Vizcaya, 1 batallón, 925 hombres. Artillería.- ( Capitán don Manuel Pilón ) 2 Compañías con doce piezas ligeras. Zapadores.- ( Teniente Coronel don Joaquín Augustín ) 2 Compañías. Fuentes: VVAA (1821) Estados de la Organización y Fuerza de los Ejércitos españoles beligerantes en la Península durante la Guerra de España contra Bonaparte arreglados por la Sección de Historia Militar [Barcelona]. Pp. 203 – 204 y 214 – 215, y Navas Ramírez – Cruzado, J., y García Fuertes, A. (2.005) Libertad y Victoria. Diego del Barco, Héroe coruñés de la Guerra de la Independencia. Novela Histórica y Apéndice Crítico Documental. [La Coruña].

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716

En ella ha procurado desempeñar sus deberes mereciendo ( aunque acaso

equivocadamente ) el aprecio de alguna parte de la Nación, y que V.A. le condecorase

con los Empleos que obtiene; pero Serenísimo Sor., todo el Exército, su General en

Gefe y algunas Provincias son testigos presenciales de que por aplicarse a su

desempeño, en el espacio de los últimos once meses ha sido acometido de tres Fiebres,

dos biliosas, y la tercera nerviosa que le han conducido a los bordes del Sepulcro,

singularmente la última, que precedida de algunas tercianas le atacó en primero de

octubre, y de cuyas resultas está padeciendo una Edema que probablemente no se

extinguirá en mucho tiempo.

Es casi cierto el dato de enfermar de nuevo, aun cuando se separe algún tanto el que

representa, si vuelve a tomar el mando del 6º Exército, o del Reyno de Galicia, pues no

es fácil desterrar totalmente... un mal antiguo que se presenta luego que la Naturaleza

se siente de cualquier modo extraordinariamente agitada.

Por tanto este General pidiendo, no vivir en el ocio, sino para que se digne,

admitiéndole la dimisión de unos Destinos Superiores a su Constitución física,

conferirle esta gracia u otra aunque con inferior carácter que V.A. conceptúe pueda

desempeñar, y sea de sus Superior agrado, tanto más cuando según Dictamen de los

Facultativos, no podrá en algunos Meses exponerse a las intemperies, ni dedicarse a

trabajos asiduos.

Oviedo 24 de Noviembre de 1812. José María de Santocildes“1737

1737 ME, Exp. Santocildes, Legajo 29, nº 15.

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717

XVII

CONCLUSIONES

LA APORTACIÓN DE LOS REGULARES DEL 6º EJÉRCITO Y LOS

GUERRILLEROS Y CUERPOS FRANCOS DEL 7º EJÉRCITO

A LA VICTORIA ALIADA.

Respecto al objeto de estudio que hemos abordado, hay que recalcar que, pesar de

todas sus limitaciones tácticas, deficiencias, calamidades, reveses y protestas de las

autoridades patriotas y de la población civil por sus “efectos colaterales”, la historia de

los 6º y 7º ejércitos españoles es la de un éxito en una época de crisis extrema para un

país.

Es la historia de cómo estas grandes unidades militares fueron capaces de contribuir a

la victoria (el 7º ejército, además, sin ser derrotado nunca) venciendo en una guerra de

desgaste que posibilitó el triunfo final de los ejércitos aliados (hispano, británico y

portugués) al mando de Arthur Wellesley.

Guerra en la que, por su parte, el 7º ejército imposibilitó el control del territorio por el

invasor, anuló completamente el funcionamiento de la administración civil josefina e

inmovilizó a 1/3 del ejército invasor en misiones defensivas de guarnición e intentos de

control del territorio y de sus comunicaciones, ralentizando sus movimientos y

mermando su capacidad de concentrarse para actuar contra las fuerza regulares aliadas.

Los logros conseguidos por el 7º Ejército español a lo largo de 1812 y 1813 serían la

condición vital que facilitaría las victoriosas ofensivas de Arthur Wellesley. La llamada

“Rebelión del Norte” atrajo a tal cantidad de tropas imperiales que el ejército francés no

pudo frenar en 1813 el avance aliado que llevaría al futuro duque de hierro a las llanuras

de Vitoria1738:

“En conjunto, probablemente, nunca hubo más de 20.000 guerrilleros en activo al

mismo tiempo en toda la región comprendida entre la Sierra de Guadarrama y las

orillas del Golfo de Vizcaya. Nunca lograron derrotar a una fuerza francesa superior a

1738 Oman, Ch. (1902) A History of the Peninsular War, Volumen VI. [Oxford]. Reedición de Greenhill Books, 1995, pp. 252 – 274.

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718

dos o tres batallones, y se les daba caza continua por todas partes. Pero con todo, y a

pesar de su debilidad a campo abierto, sus disputas internas, sus frecuentes opresiones

sobre el país y su ferocidad, realizaron un buen servicio a España e, indirectamente, a

Gran Bretaña y a toda Europa al inmovilizar a un número dos veces superior al suyo

de buenas tropas francesas”1739

A pesar del fracaso final de la ofensiva aliada de Arthur Wellesley sobre Madrid y

Burgos, tras los Arapiles, y la posterior y precipitada retirada a Portugal, habían

quedado establecidas las bases de la derrota imperial en España. Esta se materializaría

en la magistral campaña de Arthur Wellesley de 1813, que llevaría a las batallas de

Vitoria, San Marcial y al cruce del Bidasoa el 7 de octubre de ese mismo año.

Respecto a las guerrillas, como juicio y valoración final sobre ellas, podemos traer

aquí el valioso testimonio del ya aludido Ramón Santillán (joven estudiante, guerrillero,

posterior teniente coronel del ejército y futuro presidente del Banco de España):

“En su origen, ciertamente, las Partidas de Guerrilla cometieron excesos más o menos

graves, según que sus Jefes estaban adornados de calidades más o menos humanas y

sociales; pero ¿pudo suceder otra cosa? ¿Cómo empezó la Guerra de la

Independencia?¿Cómo pudo sostenerse? [...]

Y cuando nuestros Ejércitos se vieron forzados a dejar al enemigo la mayor parte del

país, ¿qué medios le quedaban a éste de substraerse de su dominación completa? Sin

duda hubiera sido más ventajoso que algunos oficiales entendidos, con cuadros

formados de Oficiales y Sargentos veteranos, se hubiesen presentado en las Provincias

dominadas por los franceses, para organizar en ellas nuevas tropas; pero ni abundaban

esos buenos Jefes en nuestro Ejército, ni aún los muy medianos se presentaban a un

servicio que les era repugnante por lo violento, y, más que violento, peligroso. Fue,

pues, indispensable si la lucha había de sostenerse, que algunos hombres arrojados y

aún temerarios, se presentasen en escena a impedir que se amortiguase el espíritu de

los Pueblos, naturalmente propensos a caer en el abatimiento a las primeras

desgracias.

Obligados a hacer la vida del bandolero para salvarse de la constante y activa

persecución de los enemigos, los primeros Partidarios debían tardar, tanto más, en

1739 Oman, Ch. (1902) A History…Ob. cit., Vol. III, pp. 491 – 492.

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719

entrar en un orden de disciplina, cuanto que no reconocían otra autoridad que ellos

mismos se elegían. Pero aún en este estado de desconcierto, sus servicios a la causa

común fueron ya de grande importancia, porque, desde luego, obligaron a los franceses

a fortalecer sus líneas de operaciones con destacamentos más o menos numerosos, los

cuales con la fuerza que destinaban a perseguir a aquellos molestos enemigos

causaban en sus ejércitos desmembraciones no poco sensibles.

Uno de los males que muchos militares veían en las Partidas de Guerrilla era el de

que por la vida licenciosa, que se les suponía, ofrecían al Ejército un aliciente que

provocaba en él la deserción. Algún fundamento pudo tener esta acusación, pero muy

lejos de la realidad de los hechos. En las partidas tuvieron entrada, es verdad, muchos

individuos procedentes de los cuerpos del Ejército; pero generalmente fueron

prisioneros fugados, y otros que, en las dispersiones que con frecuencia sufría aquel, se

retiraban a sus casas, y en ellas hubieran permanecido, si no se les hubiera compelido

por las Partidas a tomar de nuevo las armas. De este modo las partidas de guerrillas,

lejos de provocar la deserción en el Ejército, ayudaban a contenerla, porque los

soldados de éste, generalmente, no se acomodaban a la vida azarosa de aquéllas.

Las Partidas, en fin llegaron a formar Regimientos y divisiones, demasiado fuertes

algunas para la clase de servicio que podían hacer, y entonces la guerra tomó

carácter de generalidad, que ya no había derrota que generase desaliento ni temor

por el éxito final de aquella contienda, pues nos habíamos propuesto hacerla

interminable por nuestra parte.

El general Freyre, con quien tuve algunos años después de la Guerra la ocasión de

hablar varias veces de la parte que en esta habían tomado los Cuerpos sueltos del

interior, se la concedía muy principal, y hasta dudaba que sin ellos hubiéramos podido

sostener la lucha tres años“.1740

Un militar profesional, el coronel Juan López de Fraga (subinspector de guerrillas en

Castilla la Vieja), que tenía una visión muy realista y descarnada de muchas Partidas

como perjudiciales para el ejército regular y “desoladoras” para los pueblos y la

población Civil, no dudaba en atribuirles unos justos méritos:

1740 Santillán, R. (1996) Memorias…Ob. cit., pp. 87 y 88.

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720

“[…] no negaré que introdujeron el estrago y la muerte entre las tropas enemigas; que

las pusieron en continuo movimiento; que interceptaron muchos correos; que las

precisaron a mantener numerosas guarniciones en los puntos de comunicación; que las

obligaron a escoltar sus correos y postas, que conducían antes dos soldados, con dos

destacamentos y, a veces, con artillería; que sostuvieron el espíritu público, impidiendo

su extravío a las fuerzas de la seducción; y, en fin, que desterraron de los Pueblos a los

hijos de la prevaricación y destruyeron las raíces de la cizaña”1741

Igualmente, Fraga nos confirma que la actuación de las guerrillas fue también decisiva

para mantener los ánimos de muchos miembros de la administración municipal, en las

zonas ocupadas, lejos del colaboracionismo josefino que trataba de atraerlos a su causa

a raíz de cada grave revés patriota:

“[…] y quizá lo hubieran logrado si las partidas de guerrilla no hubiesen contenido los

ánimos en los justos límites de sus deberes”1742

Por su parte, Bernardo Escobar, presidente de la Junta Patriota del Reino de León y

posterior diputado persa en las Cortes de 1813 (poco sospechoso, por lo tanto, de

mostrar simpatías gratuitas por las guerrillas, encarnación del ideal liberal de la nación

en armas), hace una reflexión final de gran valor sobre estas unidades irregulares del

norte de España, en un informe de la postguerra al capitán general de Valladolid,

Francisco Eguía:

“[…] mientras subsistieron trabajaron, ya más, ya menos, unos y otros, de tal manera

que desconcertaron al enemigo sus planes, y se le impuso terror; que aunque algunos

se excedieron algunas veces en exigir raciones y sacar dinero, se les procuró corregir y

corrigió en el modo posible, luego que se supo y pudo entablar el orden. Que toda esta

Tropa, y otra que obró en el Reino de León y Castilla, salió de los fieles Pueblos de

estos dos Reinos, fue mantenida y equipada por ellos con la mayor generosidad; y que

comparados los daños que causaron con las utilidades que reportaron a la Nación,

son dignos de excusar sus defectos en general”1743

1741 López Fraga, J. L. (1814) El Coronel don Juan López de Fraga manifiesta…Ob. cit., p. 34. 1742 Ibídem, p. 43. 1743 AHML, Agosto de 1816, Capitanía General, Legajo 186, nº 111.

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721

Respecto al 6º ejército, su papel fue igual de importante, al lograr asegurar para

Wellesley las condiciones de paridad con que el británico pudo afrontar la campaña y

batalla de los Arapiles, precipitando una prematura ofensiva de Marmont sobre el

ejército aliado

Igualmente, y aunque no ha sido la norma en la historiografía anglosajona, alguno de

sus autores no dejó de reseñar lo justo de las aseveraciones anteriores:

“Sin duda los españoles carecían del pulido profesionalismo de los regimientos

británicos, pero probablemente infringieran a las tropas francesas mucho más daño

que el que sufrieron en todas las batallas contra Arthur Wellesley juntas…

Es evidente, por lo tanto, que la Guerra en España llevó a los franceses a la ruina y

que fue la Población Civil, en particular la española, quien sufrió las peores

consecuencias, mientras que las fuerzas anglo portuguesas se limitaron a asestar los

golpes de gracia”1744

El mismo Charles Esdaile enjuicia que Wellesley, a finales de 1812, con todas sus

críticas a los españoles, tenía que admitir que:

“[…] incluso los regulares españoles habían tenido una intervención en las

operaciones mayor de lo que Wellington estaba dispuesto a reconocer”1745

Por ello, la contribución española a la invasión aliada de Francia y a la victoria final,

en la primavera de 1814, sería imprescindible:

“Les Espagnols se battaient comme des diables, et sans leur appoint, jamais Arthur

Wellesley n´eût pénétrer en France“1746

Por otra parte, es bien sabido que la designación de Arthur Wellesley como

comandante en jefe de todas las fuerzas aliadas en la península (“Generalísimo” en el

1744 Gates, D. (1986) The Spanish Ulcer: A History of the Peninsular War [London]. Hay una edición española de 1987, Editorial Cátedra, p. 44. 1745 Esdaile, Ch. (2004) La Guerra de la Independencia….Ob. cit., p. 474 1746 Clerc, J. A. (1894) Les Campagnes du Maréchal Soult dans les Pyrénnées Occidentales, 1813 – 1814 [Paris], p. 27. Notable testimonio de este historiador militar francés.

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escalafón español), si bien pudo ser necesaria desde el punto de vista militar, desde el

político (yen la inmediata postguerra del Congreso de Viena) fue un desastre. España

fue ninguneada por las potencias europeas vencedoras, tratada como un estado de

segundo orden, con un poder militar supeditado al de otra nación extranjera, Inglaterra.

Y ello se pagó en la paz.

Ya en las fases finales del conflicto, a comienzos de 1814, el Congreso de Châtillon

(celebrado entre el 4 de febrero y el 15 de marzo de ese año) en el que los aliados

intentaron por última vez forzar a Napoleón a admitir su derrota antes de invadir

totalmente Francia y tomar París (y que se considera el antecedente del famoso

Congreso de Viena) empezó a mostrar a los diplomáticos españoles que las grandes

potencias aliadas (Rusia, Austria e Inglaterra) comenzaban a dividir los estados

enfrentados a Bonaparte entre los llamados “pequeños” y “grandes”.

El criterio elegido para tan amarga clasificación asignada a España no fue otro que la

simple y brutal capacidad de contribuir con fuerza militar y con dinero a la lucha final

contra Bonaparte en 1814.

El diplomático José García de León y Pizarro, embajador español en Prusia y enviado

a Châtillon por el Consejo de Regencia, calibró muy bien la situación internacional,

desfavorable para España, cuando escribió al conde de Fernán Núñez, embajador en

Inglaterra y futuro secretario de estado con Fernando VII, que firmaría además, al año

siguiente, los tratados de París y Viena que ponían fin a las guerras napoleónicas:

“Desengáñese vuecencia, que en realidad no quieren que hagamos el papel que nos

corresponde, y solo lo lograríamos si tuviéramos una fuerza reunida correspondiente a

nuestro actual sistema, en una palabra, si, libre ya la España, se hubiese organizado un

ejército de reserva de 60 a 80.000 hombres, pues las tropas que tenemos no son

consideradas sino como auxiliares al ejército inglés del duque de Ciudad Rodrigo”1747

El ya citado militar e historiador alemán, Bertold Schepeler, así lo manifestó en 1831

a la conclusión a su obra sobre la Guerra de la Independencia española cuando

mencionó que:

1747 García de León y Pizarro, J. Mª (1953) Memorias, edición, prólogo, notas y apéndices de Alvaro Alonso Castillo [Madrid], Tomo II, p. 168, y Villa Urrutia, marqués de, Wenceslao Rodríguez (1907) España en el Congreso de Viena según la correspondencia oficial de don Pedro Gómez Labrador, marqués de Labrador [Madrid], p. 22.

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“España se había desangrado en aquella empresa y que Europa no le agradeció este

sacrificio”.1748

Por ello, dentro de la historia del esfuerzo decisivo militar español a la derrota de la

aventura napoleónica en Europa en 1812, hay que dar a conocer y reseñar los hechos del

6º y 7º ejércitos españoles.

1748 Juretscheke, H. (1963), El coronel von Schepeler….Ob. cit., p. 248.

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APENDICES

I Informe del coronel Richard Bourke, comisionado británico en La Coruña y Norte de

España para la entrega de suministros a las fuerzas regulares españolas del 6º y 7º

ejércitos al duque de Barthurst, Secretario de Guerra de su Majestad.

La Coruña el 12 de diciembre de 1812.

“He sido capaz de deducir con aceptable exactitud su número y estado de su equipamiento. El

número total de efectivos, incluyendo reclutados y convalecientes, etc., de los cuerpos en

Navarra, Vizcaya y territorios limítrofes ascienden a 20.600 hombres de infantería, cuya fuerza

efectiva alcanza los 14.500 hombres. De estos, 5.000 están al mando de Mina en Navarra, y

3.500 al mando de Longa cerca de Vitoria. El resto de efectivos, unos 6.000, bajo el mando

directo del general Mendizábal, Comandante del 7º Ejército, están situados en Bilbao y sus

alrededores, a excepción de 2.200 que se han enviado ahora a Santoña (junto con un Batallón

de Longa) para ayudar en su bloqueo […]

Hay unos 400 efectivos de caballería con Mina, un número similar con Longa, y unos 120 con

Mendizábal. Los dos primeros comandantes cuentan también con algo de artillería […]

Con la distribución de 2.000 cajones de armas y 8.000 equipos de campaña que estoy

enviando a Santander, se armarán y equiparán los cuerpos de infantería. Todavía no dispongo

de equipamiento de caballería […] Respecto a la uniformización, todos los cuerpos guerrilleros

presentan un estado muy precario, y los hospitales se llenan con rapidez en esta estación fría.

Los cuerpos que vi en Santoña se encuentran muy pobremente vestidos […] El Duque de Arthur

Wellesley a través de una carta fechada el 17 de octubre, que no se me entregó hasta el 22 de

noviembre, ha ordenado que se envíen uniformes y equipamientos para 2.500 hombres al

general Mina y 2.500 capotes a Longa”

Fuente: PRO WO 1/263. El Coronel Bunbury a W. Croken. Departamento de Guerra, 9 de

mayo de 1811. PRO WO, 6/152. Chartrand, R. (2.004) Spanish Guerrillas…Ob. Cit.

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II Orden de batalla de la División portuguesa del general Francisco de Silveira1749

Infantería de Línea: 1.400 hombres.

• Regimiento de Villarreal.........................900 hombres. • Regimiento de Bragança.........................500 hombres.

Milicias: 4.800 hombres • Regimiento de Laringo. • Regimiento de Villareal. • Regimiento de Chaves. • Regimiento de Miranda do Douro. • Regimiento de Bragança. • Regimiento de Torres de Moncorvo.

Caballería: 300 hombres. • Regimiento de Bragança, 2 escuadrones. • Regimiento de Chaves, 1 escuadrón.

Artillería: 240 hombres. • 3 Compañías a pie.

Total de la División: 6.740 hombres.

III

Orden de batalla de la División española de la “Derecha“, Ejército de Reserva de Galicia, que, al mando del general Francisco de Taboada, defendían las entradas a Galicia por

Puebla de Sanabria en el verano de 1810.1750

Infantería: • Regimiento de Infantería de Línea Benavente...........................1.290 hombres. • 2º Batallón de Infantería del Regimiento de Línea de Toledo.......555 hombres. • 3º Batallón de Infantería del Regimiento de Sevilla......................642 hombres.

Caballería: • Húsares de Galicia, 1 escuadrón....................................................175 hombres. • Húsares de Castilla, 1 escuadrón...................................................133 hombres. • Dragones de la Libertad, 2 compañías...........................................138 hombres.

Artillería: • Una Compañía de Artillería a pie...................................................65 hombres.

o Cuatro cañones de a cuatro. o Seis cañones de a tres.

Total: 3.198 hombres.

1749 González Gallego, M. (2000) “Al paso de la Revolución Española por Sanabria, 1809 – 1811 “. Revista, Hojas del Furueto, nº 2, Año II [Zamora] p. 31. 1750 Ibídem, p. 32.

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IV Relato de los combates en los puertos de Foncebadón y Manzanal, en los Montes de León,

el día 27 de agosto de 1811 según el Diario de Operaciones de la Artillería del 6º

Ejército.1751

“Día 26

La 1ª Sección de la 2ª división pasó a Rabanal del Camino y la 2ª Sección a Turienzo, la 3ª

División a Muelas1752, y la 1ª Sección de la Reserva a Andiñuela. El Cuartel General pasó al

mismo punto, la Compañía de Artillería a caballo, y el cañón de á doce pasaron a San Román

de Bembibre, y el 1º Batallón del Ribero se situó en la Torre para defensa del camino Real.

A las 5 de la tarde atacaron los enemigos a la 1ª sección de la 2ª División, la que se fue

replegando a Fuencebadón, y se dio orden a la 2ª Sección se replegase a Molina Ferrera, y a la

1ª Sección de la Reserva a Molina Seca, adonde se dirigían las cuatro piezas que estaban con

la 1ª sección de la 2ª División. El Cuartel General pasó a Manjarín

Día 27.

La 1ª sección de la 2ª División salió a las dos de la mañana de Fuencebadón para tomar

posesión en las alturas de Riego, y la 2ª al Monasterio de Montes. El Cuartel General salió

para Molina Seca a las cuatro. A las diez llegaron los enemigos a las Alturas del Acebo,

empezaron a batirse con la 1ª Sección de la 2ª División, la que después de haberse batido, se

fue replegando hacia Domingo Flores adonde llegó parte de ella al anochecer, y la otra parte a

Ferradillo.

La 1ª Sección de la Reserva tomó posesión en las Alturas de Molina Seca para sostener a la

que se venía replegando, y después de haberse batido algún tiempo se replegó también a

Ferradillo. Se dio orden a los Regimientos de Castilla, Toledo y 2º de Asturias, pasasen a

reforzar el punto de la Torre sobre el Camino Real, donde se estaba batiendo el 1º batallón del

Ribero, y los cuatro se replegaron a Toreno.

La 2ª Sección de la 2ª División pasó al monasterio de Montes, la Artillería de la 1ª Sección a

San Turjo, la 1ª Compañía de Artillería a caballo, y el cañón de á 12 a Villafranca, el Cuartel

General a Domingo Flores, el Parque volante a San Turjo, la 2ª sección de Reserva pasó a

situarse a Piedrafita con la 1ª Compañía a caballo y el cañón de á 12.

[...] Se cree que el numero de los Enemigos que atacaron toda la línea eran de 16 a 17.000

hombres con 30 piezas de Artillería y 2.000 caballos “

1751 IHCM, Segunda Sección (Procedente de Segovia), Legajo nº 3, Carpeta nº 27, Guerra de la Independencia, Diario de Operaciones, Agosto de 1811, Operaciones de la Artillería del Sexto Ejército (Astorga). 1752 Muelas de los Caballeros en Zamora, en ruta desde La Bañeza y Nogarejas.

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V Carta del jefe del estado mayor del 6º ejército Juan José Moscoso al general Joaquín Blake

sobre la campaña realizada en 1811 y sobre la labor desempeñada por Javier Abadía.1753

“Mi venerado general, ya tendrá Vmd.. noticias de nuestras últimas operaciones que

produjeron además de la libertad del Principado y otras pequeñas ventajas, la reunión de un

Cuerpo de Ejército que se organizó un tanto, y se adiestró y tomó confianza aún en el llano

apoyado de un Cuerpo de Caballería que aunque no considerable, ni de mucha escuela, a lo

menos muy valiente y bien dispuesta.

Después de habernos mantenido sobre Astorga y Orbigo hasta el último extremo, nos batimos

en retirada tres días, no arriesgando más que aquello que nos convenía, y la última acción

sobre Molina Seca y La Torre para dar lugar a cubrir la retirada de las columnas por

Valedoras ocasionó a los enemigos alguna pérdida.

Todo iba bien hasta aquí, aunque no se sacó el partido que se debía por los males de la

interinidad de Santocildes y la proximidad de la llegada del general Abadía; pocos días

después de la retirada podíamos y debíamos haber vuelto a movernos ofensivamente habiendo

marchado la mayor parte de los Enemigos sobre Ciudad Rodrigo; mas este General

arreglándose a su Plan o a sus miras, trató inmediatamente de empezar a hacer un nuevo

arreglo del Exército que se iba poniendo en el mejor estado, y a pesar de las reiteradas

demostraciones que hizo públicamente de adherirse en todo a nuestro dictamen, lo trastornó

todo de repente proponiéndose, a mi parecer, un Plan contrario al que en nuestra situación

debe seguirse, esto es de tener pocos Cuerpos y estos fuertes, en vez de una inmensidad de

Batallones de muy poca fuerza; así como de aumentar considerablemente la fuerza, y el numero

de los Batallones de los Cuerpos que sobresalen; porque los Cuerpos no deben ser iguales en

esta parte mientras que los Jefes y Oficiales no se igualen en cierto modo por medio de una

educación y escuela semejante a las circunstancias nos han proporcionado.

En lugar de esto y sin hacer mérito de mis representaciones, ha querido formar 2º Batallones

y enviar cuadros a lo interior compuestos de oficiales sacados de los Cuerpos, y sargentos y

cabos de ídem, con lo que en un momento se quedó el Exército en un estado que me obligó a

hacerle presente que no podía responder de la menor cosa militar.

Se han alterado los depósitos de instrucción, que desde la desgraciada muerte de Orrian1754,

que tarde o nunca será reemplazado para el encargo que yo le había dado, y el único que

1753 IHCM, CDB, Año de 1811, Carpeta nº 31. Ejército de Galicia, Correspondencia particular. 1754 AGMS, 1ª Sección, Legajo O- 549. Juan O´Ryan O´Rielly. Nacido en Irlanda en 1768, muere el 17 de agosto de 1811. Coronel del regimiento del Príncipe. Destinado a Lugo como jefe de instrucción del 6º ejército.

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podría, tal vez, ir empezando a restablecer la rigurosa disciplina y los sólidos principios en los

oficiales de Infantería, será difícil se vuelvan a poner en el pie que se hallaban.

En fin, mi General, a mi entender se ha perdido todo lo adelantado, y de nada sirve el decirlo,

y repetirlo; con este sistema se tendrán muchos nombres de batallones y regimientos pero muy

poca gente útil; entretanto el tiempo se pasa, la primavera llegará y en vez de adelantar

habremos atrasado, pudiendo tener un pie de Exército muy regular.

Después de haberme puesto en este estado, ha entregado el mando al Marqués de Portago,

con lo que me ha dejado comprometido aquí, y se ha ido a lo ínterin para arreglar los medios y

auxilios para el Exército, los que a pesar de la actividad y disposición que tienen para esta

especie de negocios, no sé si adelantará lo que es menester.

Uno de estos días marcharé a dar una vuelta a Asturias que es lo que más cuidado nos da, y

procuraré que quede con una buena División escogida de 5 a 6.000 hombres; en la Puebla

tenemos otra División bastante buena compuesta de unos 3.000 hombres y un cuadro con

conscriptos, y 250 caballos.

Aquí en el Bierzo nos quedarán como unos 1.500 hombres que están en este Campo de

instrucción y que aún no están fogueados, unos 6.000 hombres y 250 caballos; lo demás está

repartido en lo interior y dudo de sus progresos por el sistema errado que han admitido.

En Santiago están habilitando con Ramonet unos escuadrones, y si se hace un esfuerzo se

pueden tener para la primavera 1.500 caballos, sin los cuales aunque tengamos mucha

Infantería poco podríamos adelantar.

Tenemos algunos días de simulacro en el Campo de Naraya con todas las Armas, y se

adelanta algo de este modo. ¡Ah si este Exército cayese en otras manos!, pero hay las desgracia

de que no todos saben lo que es un Exército, ni como se mueve y se dirige, y muchos ni aun idea

tienen de ello. Si hubiésemos tenido la fortuna de que Vmd. hubiese venido por aquí, la Nación

tendría un ejército con que se podría contar.

Yo estoy muy aburrido con que esto no avance como yo creo que debía de ir, y según los

principios sobre que me parece debe fundarse la constitución de un Exército; además de esto,

en pago de nuestra campaña, a que debo haber tenido alguna parte, y en que todos se lo han

hallado todo hecho, me han puesto a las órdenes del Jefe del Estado mayor del 5º Exército, me

han quitado la gratificación, y yo no sé a lo que me han querido reducir. He representado para

que venga un 1º Jefe, o se me de cualquier destino porque en un empleo donde he de ser el

Fiscal hasta de los primeros Generales, no parece justo que se me despoje de las más

atribuciones.

Estoy bien desengañado de todo, y tengo ejemplos bien visibles y notables para no tener nada

que extrañar. He estado con tentaciones de solicitar irme a América, a mi Pays, y yo no sé en

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que vendré a parar, porque estoy convencido de que el mejor papel y servicio a la Nación en

este estado es el de un Guerrillero, y al cabo nos han de hacer que lo seamos por fuerza.

Disimule Vmd.., mi General lo largo del escrito, que la distancia, y escasez de proporciones,

solo podrá hacer más tolerable, y la distinción que siempre he merecido a Vmd me hacen

hablarle con esta franqueza, porque acaso con estas noticias exactas pueda Vmd. alentar

mejor, y remediar alguna cosa a tiempo, si se halla Vmd en proporción.

Deseo a Vmd. la mejor salud y felicidad, quedando siempre su afectísimo y obligado.

Juan José Moscoso.

Al Excmo. Sr. Don Joaquín Blake. “

VI “Resumen Histórico de los Ataques, Sitio y Rendición de Astorga escrito por el Teniente

General José María de Santocildes” Madrid, 1815

Segundo sitio puesto contra Astorga en 1812

“En el mes de Junio de 1812, habiendo sido llamado cerca del Gobierno el Mariscal de

Campo D. Javier Abadía, Comandante General del 6º Ejército y Reyno de Galicia, se me

confirió nuevamente en propiedad el mando de este y de aquel bajo las inmediatas órdenes del

Excmo. Sr. D. Francisco Javier Castaños, que á la sazón se hallaba en dicha provincia. Este

superior Jefe, considerando que era indispensable llamar la atención de los enemigos hacia el

Reyno de León, mientras lo hacían los aliados á otros puntos de Castilla, no perdonó medio

para que se facilitasen los necesarios á sitiar á Astorga, confiándome la empresa. Dadas las

órdenes competentes para que de la maestranza de La Coruña se proporcionase artillería de

batir, municiones, y mas útiles necesarios, ínterin que yo reunía fuerzas y con ellas marchaba á

incorporarme á las divisiones mas próximas á dicha ciudad, el Teniente General Marques del

Portago, que interinamente las mandaba, á mi arribo había ya dado principio á la operación,

encerrando mil y doscientos franceses que la guarnecían, quitándoles toda comunicación.

El enemigo durante el tiempo de su ocupación (obligando á trabajar á los naturales) había

puesto la citada plaza en estado de defensa, derribando totalmente el arrabal de Rectivía, y

todos los edificios contiguos á la muralla, dejando despejados los puntos mas atacables de la

Plaza; había cubierto las Puertas del Obispo y del Rey con recientes, fosos y palizadas, y en la

prolongación de la capital del torreón de la de hierro había construido otro reducto bastante

separado de ella, y que en cierto modo flanqueaba los recientes construidos en las puertas.

Este, además de su foso y estacada, estaba cerrado por la gola con un muro aspillerado; y por

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730

último había hecho de mampostería todos los parapetos del recinto principal, ensanchando en

parte sus terraplenes y artillado la Plaza con catorce piezas de doce, ocho y cuatro, un mortero

y dos obuses.

Cuando se tuvo noticia de haber salido de La Coruña la Artillería, y calculando el tiempo que

podía tardar, después de haber practicado varios reconocimientos para determinar el punto de

ataque, y con presencia de las relaciones que se tenían del estado interior de la Plaza se dio

principio á una batería al alcance de fusil de ella, que enfilaba todo el frente de Puerta de Rey,

y batía de revés el reducto y rediente de Puerta del Obispo, y sin embargo del vivo fuego de los

enemigos se concluyó y artilló apenas llegaron cuatro piezas de á diez y seis, que es todo lo que

pudo en aquella época aprontar; de suerte que con estas y las piezas de dos compañías de

artillería de á caballo fue con lo que se contó para llevar al cabo la obra comenzada.

Rompió por fin la batería el fuego el 3 de Julio con todo el acierto y efecto que se podía

desear; de manera que se puede asegurar que si hubiese podido se tan vivo como era necesario,

el verdadero punto de ataque hubiera estado bien libre de fuegos; pues los tiros á rebote no

dejaban parar absolutamente á los enemigos en la muralla, y les hubieran inutilizado sus

piezas; pero como para las cuatro se contaban dos mil tiros solamente, y algunos de menos

calibre que ellas, fue preciso contentarse con un fuego lento, con todo que se empelaban

también cuantas municiones se podían recoger de las que disparaba el enemigo; y esto

indispensablemente daba lugar á los sitiados á espaldonarse.

Mientras la batería hacia su fuego lento, se construyó otra frente del verdadero punto de

ataque, que era entre el castillo y la Puerta del Obispo, que se artilló sacando algunas piezas

de la otra, y reemplazándolas con la artillería de a cuatro y dos obuses de siete pulgadas de las

Compañías. Empezó esta también su fuego con bastante acierto al principio, aunque pausado,

hasta que por la diversidad de calibre de las balas se inutilizaron algo las piezas; de modo que

por mas que se quisiese ocultar la debilidad á los enemigos, era imposible que hubiesen dejado

de conocerla; pues aunque aumentásemos baterías, como en efecto se aumentó otra á la

izquierda de la primera frente la Puerta del Rey para batirla, y hacerles dudar del verdadero

ataque, sin embargo no podían menos de reparar que el fuego siempre era del mismo número

de piezas poco mas ó menos; en términos que contra toda regla de ataque podía sin duda (como

se vio) presentar el sitiado mayor número de piezas y de mayor calibre que el sitiador. Infiérase

de esto los progresos que podrían hacerse, de suerte que mas era asedio que sitio. Por otra

parte no se podía hacer uso de las granadas para incomodar á la tropa enemiga, pues el daño

recaía en los infelices moradores de la ciudad; de manera que nada se presentaba lisonjero.

La escasez de víveres que tenían los sitiados no era tanta que no se pudiesen resistir mucho

tiempo; y teniendo por nuestra parte Generales, Jefes, Oficiales y Tropa de todas armas llenos

de valor y ardimiento, como á cada paso lo acreditaban, nada se podía hacer, y todo era nulo

por la escasez de artillería, y un sitio que en pocos días se hubiera concluido teniendo todos los

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731

medios necesarios, se prolongaba mas y mas por esta falta: lo que daba lugar á que aquellos

que por ignorancia se atienden solo á los resultados criticasen la conducta de un Ejército que,

sufriendo mas de lo que era imaginable, no conseguía lo que deseaba.

Por medio de ramales de trinchera se logró por fin llegar al pie de la Plaza, desalojando por

ataques bruscos á los enemigos de todos los puntos exteriores, exceptuando los reductos, y se

empezó la mina contra el recinto de la Plaza sin haber podido acallar sino por momentos los

fuegos de los reductos.

Nuestras tropas, las más, eran de infantería, y esto daba fundados recelos de que

acercándose el enemigo con algún grueso de caballería obligase á levantar el sitio: lo que se

hubiera verificado si, al mismo tiempo que el 6º Ejército operaba en esta parte de Castilla,

ocupando la capital de León hasta las márgenes del Esla, el Excmo. Sr. Duque de Ciudad-

Rodrigo no hubiese avanzado con su ejército de Portugal para atacar al enemigo, que se

hallaba en Salamanca á las órdenes del General Marmont.

A este tiempo, que era á mediados de Julio, recibí aviso del Duque de Ciudad Rodrigo para

que si podía disponer de alguna fuerza, que no juzgase necesaria para continuar el sitio de

Astorga, la hiciese marchar, pasar el Duero por las inmediaciones de Zamora (que igualmente

que Toro estaban ocupadas por los enemigos), y al mismo tiempo que se llamaba la atención al

flanco derecho del Ejército de Marmont, ponerse nuestras tropas en contacto con el Británico.

En este caso me pareció debía prescindir de la satisfacción que podía resultarme de seguir

mandando el sitio de Astorga, y hacer prisionera su guarnición, para tener la de ir á la cabeza

de las tropas que destacaba para operar á las órdenes de tan acreditado Caudillo; y así, con

aprobación del Excelentísimo Sr. D. Francisco Javier Castaños, marché con ocho mil infantes

y quinientos caballos, dejando lo restante del Ejército y toda la artillería continuando el sitio

de Astorga bajo las órdenes del Mariscal de Campo D. Francisco Javier Losada; y aunque no

tuve el honor de llegar á tiempo de hallarme en la famosa batalla de los Arapiles, merecí en

Cuellar, pueblo de la provincia de Segovia, el de tomar las órdenes verbales del victorioso

Duque. Consecuente á estas me dirigí sobre Valladolid, cuya ciudad e inmediaciones ocupé,

haciéndolo también al mismo tiempo una división inglesa de diez mil hombres, ínterin que el

Duque de Ciudad-Rodrigo con el resto de sus fuerzas se posesionaba de Madrid; pero como los

Mariscales Soult y Suchet, con todas las que el primero tenía en Andalucía, y mucha parte de

las que del segundo cubrían el reyno de Valencia, vinieron á auxiliar los Ejércitos batidos, el

de Marmont rehecho de su derrota, y aumentado con tropas de Vizcaya y Navarra, se hizo muy

superior á las de mi mando é Inglesas, que estábamos á su frente; por lo cual, luego que

amenazó atacarnos, se replegaron las últimas al grueso de su Ejército, que venia retirándose

de Madrid, y nosotros batiéndonos diariamente con la vanguardia del Ejército enemigo, que

interinamente mandaba el General Clousel, nos dirigimos hacia Astorga, que todavía no se

había rendido; pero el Excmo. Sr. D. Francisco Javier Castaños, que noticioso de todas las

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732

ocurrencias había llegado anticipadamente á la inmediación de dicha ciudad, tomó las mas

eficaces providencias, con las cuales consiguió capitulase, y se rindiese la Guarnición ocho

horas antes de nuestra llegada y la de los enemigos, que venían á nuestro alcance. Estos no

solo no pudieron salvar aquella, pero ni aun siquiera la artillería, por haberse extraído con

mayor celeridad, é inutilizado las estacadas, fosos, reductos y puertas de la Plaza, en términos

que caso de apoderarse nuevamente el enemigo no pudiese defenderla. Por este accidente,

teniendo la mina casi debajo de la escarpa de la Plaza, no se malograron los frutos de tan

irresistibles trabajos.

En la marcha que hice para unirme con el Duque de Ciudad-Rodrigo, una brigada mandada

por el Mariscal de Campo D. Federico Castañón, hizo prisioneros á doscientos sesenta y seis

hombres, que se hallaban fortificados con tres piezas de artillería en Tordesillas; pero nada

pudo intentarse con respecto á los que estaban en Toro y Zamora, por no tenerla para batir los

castillos en que se encerraban. Sin embargo, con la de pequeño calibre tomado en Tordesillas

se incomodó algunos días á los de Toro, ínterin se sacaban subsistencias para nuestras tropas

de dentro de la propia ciudad […]”

VII Capitulación de la Plaza de Astorga al 6º Ejército.

(Gaceta Extraordinaria de la Regencia de España e Indias, 2 de Septiembre de 1812)

“La Plaza de Astorga ha capitulado antes de ayer tarde en los términos que V.S. verá por la

copia adjunta de su Capitulación.

CAPITULACION

Don Pascual Enrile, Ayudante General de Estado mayor de los Exércitos, encargado de los

plenos poderes de S. E. don Francisco Xavier Castaños, Capitán General de los Exércitos

Españoles, General en Jefe del Quinto, Sexto y Séptimo Cuerpo de Exército, por una parte.

Y Pedro Francisco Bouchard, Jefe de Batallón del Cuerpo Imperial de Ingenieros, miembro

de la Legión de Honor, Comandante de Armas en Astorga, encargado de los plenos poderes del

señor General de Brigada Carlos Rémond, barón del Imperio, Comandante de la Legión de

Honor y Gobernador de Astorga, por la otra parte:

Hemos convenido en las disposiciones siguientes:

Art. I. La Guarnición francesa de Astorga entregará la Plaza al Exército Español mañana 19

de agosto de 1812, y se verá constituida prisionera de Guerra.

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733

II. Las tres obras exteriores de la Puerta del Obispo podrán ser ocupadas mañana 19 a las seis

de ella por las Tropas Españolas.

III. La Guarnición saldrá de la Plaza por la Puerta del Obispo con los Honores de la Guerra,

sus Armas y Bagajes, tambor batiente, mecha encendida, precedida de dos piezas de

artillería; depondrá sus armas en el punto que señale el Sr. General Comandante del sitio.

Los oficiales conservarán sus armas, bagajes y sus caballos.

IV. La Guarnición francesa será conducida sin detención a los puestos avanzados del Exército

de Portugal para ser canjeados; las armas de la Guarnición serán transportadas por un

convoy de carros, suministrado por el Ejército español, y custodiado por un destacamento

armado de la Guarnición, que será igual al quinto de la escolta armada española.

V. Se enviará un Oficial de la Guarnición y un oficial del Exército Español al Sr. General en

Xefe del Exército de Portugal, para notificarle la presente Capitulación, y pedirle dé las

órdenes necesarias para la ejecución del canje conforme a las instrucciones remitidas por el

Sr. General Gobernador.

VI. En caso de circunstancias particulares retardasen el canje de la Guarnición de Astorga en

un todo o en parte, se señalará ulteriormente por el Sr. General Gobernador un paraje

seguro, en el cual esta Guarnición sea depositada para el canje.

VII. Los enfermos y los heridos existentes en los Hospitales del la Plaza, y los señores oficiales

heridos o enfermos alojados en la Ciudad, serán asistidos a costa del Ejército español, y se

dejarán tres cirujanos de la Guarnición francesa para su cuidado hasta su entero

restablecimiento; los cirujanos, y los enfermos después de restablecidos, participarán de las

condiciones de la presente Capitulación.

VIII. Los empleados civiles de la administración francesa o española podrán retirarse adonde

les parezca, y no serán fiscalizados por las funciones que hayan ejercido.

IX. La presente Capitulación será ratificada por el Sr. General Gobernador y por el Sr.

General de División Comandante del sitio.

X. Si ocurriesen algunas dificultades relativas a la expresada Capitulación, serán decididas

amistosamente.

Hecha por duplicado en Astorga el 18 de agosto de 1812 – Pascual Enrile – Bouchard –

Aprobada la presente Capitulación en todas su partes – Francisco Xavier Losada. Comandante

del sitio. – Aprobada por el General Gobernador Rémond “

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VIII Diario de Campaña del Batallón de Infantería Ligera Voluntarios de Santiago, que participó

en las obras de asedio, combates y reconquista de Astorga durante los meses de Julio y

Agosto de 1812.1755

“Día 1 de Julio.

En este día fue a hacer noche el batallón a Ruytelán; el dos a Cavañasrraras; el tres

a Santa Marina de la Torre; y el quatro al Val de San Lorenzo y Línea de Astorga.

Salió el cinco a las siete de la tarde para la línea avanzada colocándose a medio tiro de

fusil de la Plaza. Continuaron trabajando toda la noche un Capitán, dos subalternos y

doscientos hombres de los que salió un cabo contuso. Prosiguieron el seis los trabajos

dos sargentos con cincuenta hombres, retirándose los restantes, hasta la tarde que

fueron relevados por igual número del mismo; reunió toda su fuerza al anochecer y se

regresó a la segunda línea. El siete a las once y media de la noche partió para Val de

Viejas, llegando al amanecer, salieron dos compañías avanzadas a la cadena de

Centinelas de la Plaza.

Regresó el nueve a la una de la tarde a segunda Línea, y permaneció hasta las once

que salió a las once y media de la noche al servicio de primera Línea, a donde llegó el

doce al amanecer, y quedando medio Batallón paso el otro medio a sostener los

trabajos; el trece regresó al Val de San Lorenzo, donde subsistió hasta el quince a las

once y media de la noche que pasó a Carneros a hacer el servicio de Retén por la

izquierda de la Línea; permaneció en este punto hasta el diez y siete que regresó a

segunda Línea, y aquí hasta el diez y nueve que volvió a Val de Viejas e hizo Retén por

la derecha de la línea.

El veinte se regresó al Val de San Lorenzo donde volvió a salir a las once de la noche

al servicio de los trabajos, en los que empleó todo el veinte y uno; tuvo en ellos un

herido, regresó a segunda línea el veinte y dos y el veinte y tres a las seis de la tarde

pasó a cubrir la primera línea de la izquierda. El veinte y quatro a la una de la noche

fue herido de muerte un sargento de resultas de un reconocimiento que se hizo,

volviendo al amanecer a segunda línea. El veinte y cinco a las seis de la tarde fue a

1755 Tettamancy Gastón, F. (1911) Batallón Literario de Santiago…Ob. cit.

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735

cubrir la primera de la izquierda subsistiendo en ella hasta el anochecer del veinte y

seis de lo que resultó un soldado muerto.

El veinte y siete fue agregado a este Cuerpo, de orden del Jefe del Estado mayor del

Ejército, el sargento primero José Albiñana, procedente del1º de Barcelona, como

prisionero fugado de los Enemigos. El veinte y ocho salió a las cinco de la tarde a

cubrir la primera Línea de la derecha de donde se retiró al anochecer del veinte y

nueve, en la que fue herido un soldado. El treinta a las cinco de la tarde pasó a cubrir

el Retén de la derecha, y entrándose el treinta y uno al amanecer en los trabajos fueron

dos soldados muertos, uno herido y contusos los Capitanes don José de Castro y don

José Aranda, un Sargento 2º, y un Soldado, restituyéndose al anochecer a segunda

línea, y de esta a Castrillo de los Maragatos.

Día 1 de Agosto.

En este día salió el Batallón del Pueblo de Castrillo de los Maragatos, a las cinco de

la tarde, a cubrir la primera Línea de la derecha del sitio de la Plaza de Astorga, donde

subsistió hasta el anochecer del día siguiente, resultando en este servicio tres soldados

heridos de muerte y uno contuso, volvió a cubrir el quatro dicha Línea de la derecha, y

se retiró al anochecer del cinco a dicho Pueblo de Castrillo con un soldado herido;

pasaron el seis dos Compañías a la primera Línea de la izquierda y se retiraron el siete

a las cinco de la tarde al tiempo que lo restante de el emprendió su marcha a los

trabajos de la derecha de donde regresó al anochecer del ocho a su anterior posición

con quatro heridos de la segunda. El nueve volvió a las cinco de la tarde a sostener los

antedichos trabajos de la derecha, volviéndose a retirar el diez al anochecer con un

soldado muerto.

Pasó el once Revista de Comisario y el doce a las cinco de la tarde volvió a dicha

línea de la derecha de donde regresó al anochecer el trece; volvió el catorce al

anochecer una Compañía a la Línea izquierda, ejecutándolo el batallón el quince a la

misma hora a la de la derecha, de donde se regresó el diez y seis al anochecer con

pérdida de un muerto y otro herido; cubrió el diez y siete la primera Línea izquierda, y

se retiró el diez y ocho al anochecer después de haber capitulado la Plaza; fue el diez y

nueve a la inmediación de esta.

Presenció la rendición a las nueve de la mañana y por la tarde volvió a la Posición

de Castrillo.

El veinte por la mañana, acercándose los Enemigos, que se hallaban por la parte de

Benavente, tomó posición en Santa Catalina; permaneció allí todo el día, y emprendió

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la retirada ya de noche; amaneció el veinte y uno, hallándose ya en Manzanal, y siguió

hasta las alturas de la Granja en donde tomó posición, y subsistió hasta el veinte y tres

que avanzó a Nistal [...] “

IX

“Diario de los trabajos ejecutados contra la Plaza de Astorga desde el día 23 de Junio de

1812, hasta el de su rendición el 18 de agosto del mismo año por la tarde” 1756

Días 23 de Junio - Desde el Pueblo de Borrenes se trasladó el Destacamento de Zapadores al

Pueblo de Carneros con todos los cestones y faginas que se construyeron en Borrenes.

24 - Se siguió la construcción de faginas y estacas.

25 - Idem.

26 - Se siguió dicha construcción, y en la noche se condujeron por 200 hombres del Batallón

del Rivero y por los Zapadores, 600 faginas y 160 cestones, colocando (sic- las) en la falda de

la toma a retaguardia del paraje elegido para la construcción de dos baterías.

27 - Se continuó preparando todos los efectos citados para empezar el trabajo aquella noche,

pero a las once de la mañana se presentó en el Parque el señor Comandante General del

Ejército y dispuso se suspendiese la abertura de los trabajos, activando el obrador de efectos.

28 - Se continuó la construcción de los cestones y faginas que a un mismo tiempo se hacía en

los Pueblos de Carneros y Castrillo por todo el cuadro de Zapadores y tropa de Infantería

agregada.

29 - En la mañana de este día por disposición del Señor Comandante General se dio la orden

para empezar los trabajos por la noche. A las 7 de la noche se trazaron las baterías y

trincheras de comunicación a [...] ..de las obras exteriores de la Plaza, dándose principio al

trabajo a las 10 de la noche, y al amanecer estaba ya formado un espaldón y trinchera de las

alas de comunicación que forman un angulo entrante hacia la Plaza, y quedó empezado el

cajón de la batería.

1756 Servicio Geográfico del Ejército (SGE), Madrid, Cartoteca Histórica, “Memorias e Itinerarios“, Provincia de León, Signatura C 64-Nº 20,“ Diario de los trabajos ejecutados contra la Plaza de Astorga ejecutados contra la Plaza de Astorga desde el día 23 de Junio de 1812, hasta el de su rendición el 18 de agosto del mismo año por la tarde “. El Diario consta de 10 p. manuscritas firmadas por el oficial de ingenieros José Olave y Romero.

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737

30 - Se continuaron los trabajos perfeccionando las trincheras y elevando el relleno de tierras

hasta el alto de la rodillera, y en la tarde se trazaron las cañoneras que se siguieron durante la

noche.

1 de Julio - Se continuó con los merlones hasta la altura regular para su servicio.

2 - Quedaron enteramente construidas dichas baterías con el nombre de Patria y Constitución,

y por la tarde se colocaron en la segunda tres esplanadas para cañones de 16, quitando al

anochecer el espaldón que cubría la obra y prolongando las trincheras de los lados.

3 - Se hizo al enemigo un fuego muy vivo de cañón por el cual las cañoneras padecieron algún

deterioro y para su composición se aplicaron cueros de buey al pelo bien humedecidos.

4 - Se reconoció el frente de Puerta de Obispo de la Plaza, eligiendo el paraje para abrir nueva

trinchera y construcción de una batería enterrada para apagar los fuegos de dicho frente y

obra avanzada de los enemigos. A las 12 de la noche se dio principio al trabajo por haberse

retardado la tropa que debía acudir a el. Se abrieron 50 varas1757 de trinchera de largo, y se

formó con faginas, a dos de fondo puestas de tizón, un espaldón para cubrir la tropa de trabajo

y de retén.

5 - Se siguió trabajando la trinchera profundizándola para mayor seguridad de los

trabajadores. En la tarde se dispuso construir dos ramales de comunicación, haciéndose el

primero durante la noche en la que quedó perfeccionado el ramal de trinchera arriba

expresado.

6 - Se siguió trabajando en la comunicación indicada ensanchándola y levantando su parapeto.

7 - Se hicieron en 18 varas de trinchera y 30 varas en los ramales de comunicación hacia

Valdeviejas en las baterías de la Patria y Constitución, se abrieron fosos y alas para su mejor

defensa.

8- En la comunicación se hicieron 55 varas de longitud hacia la retaguardia. Se profundizó y

ensanchó la trinchera hacia la cabeza, y en la Patria y Constitución se prosiguió trabajando en

los parapetos empezados.

9 - Se continuó 10 varas la trinchera hacia la izquierda, y se continuó la comunicación hacia la

retaguardia. En la Patria y Constitución se prosiguió trabajando en las alas indicadas.

10 - Se continuaron a retaguardia 40 varas de longitud y se profundizó parte de lo hecho hasta

cubrir la gente.

11- Se prolongó la trinchera 14 varas por la izquierda y 18 varas por la derecha, la

comunicación se prolongó cinquenta varas.

12- Se prolongó la trinchera por la derecha 10 varas y 16 por la izquierda, se siguió

perfeccionando la comunicación.

1757 Medida de longitud castellana de 83, 59 cm. 1757

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13 - A la izquierda de la trinchera se trazó la batería enterrada para cuatro piezas, se prolongó

aquella por la derecha 15 varas.

14 - Se abrieron 210 varas de trinchera, dirigiéndose esta hacia el lado del Castillo que mira a

Fuente Encalada, con el objeto de aproximarse a la muralla a fin de abrir una mina, y entrar

en la Plaza por la brecha de la voladura, pues que la escasez de la Artillería y municiones

haría tardos y prolijos los efectos de la batería de la brecha. Para la batería enterrada,

llamada del Rey, se elevaron los merlones a media altura.

En este mismo día, habiendo parecido apropósito que una batería de dos piezas, colocada a

la izquierda de la de la Patria, produciría buenos efectos contra la comunicación del baluarte

destacado sobre Puerta de Rey y el blindaje de esta, se determinó su traza, empezando por la

noche su construcción.

15 - Se prolongó la trinchera 40 varas formando un recodo para colocar algunos fusileros que

se opusieran a un pequeño alojamiento que el enemigo tenía en una loma, que correspondía a

la izquierda de la cabeza de la trinchera. Se concluyó y se colocaron las esplanadas en la

batería del Rey y se trazaron las cañoneras en la batería de dos piezas, llamada de Bailén.

16 - Se alargó la trinchera 70 varas por la derecha y 30 varas por la izquierda; se concluyó la

batería de Bailén con las correspondientes esplanadas.

17 - Se aumentó una cañonera a la batería del Rey con el objeto de batir a la obra avanzada

enemiga delante de Puerta Obispo, que se prolongó por la derecha la trinchera 80 varas.

18 - Se prolongó la batería del Rey por su izquierda para construir cinco cañoneras más, y la

trinchera se prolongó por la derecha 80 varas.

En este día llegó el Comandante General de Ingenieros y supo que teníamos seis cañones de a

16, 2 de a 12 y 6 de a 4, y que el enemigo tenía en la Plaza 19 piezas de artillería con unos mil

hombres de Guarnición; procuró imponerse de la localidad de la Plaza y de sus fortificaciones

e hizo concepto de que el mejor modo de tomarla sería volando parte del Castillo en donde

tenían los enemigos su principales baterías.

19 - Vio las trincheras y frente de la Plaza de Puerta Obispo, conociendo que el terreno

ofrecería oportunidad para poder minar el dicho Castillo. Dispuso que cada día entrase un

Ingeniero de trinchera habiéndose ofrecido el Comandante de Zapadores voluntariamente a

hacer las veces de Sargento Mayor de Brigada para llevar la escala de oficiales de ingenieros,

y repartir las órdenes. Como no había más oficiales del Cuerpo que el Capitán Don Domingo

de la Yglesia, el de igual clase Don José Giraldo, y el teniente Don Antonio de la Iglesia,

voluntariamente se ofreció para alternar con ellos el primer Ayudante de Zapadores Don José

Segundo Izquierdo, cuya oferta admitió el Comandante General y dispuso que los precitados

que no estuviesen en la trinchera se empleasen en activar las maniobras del Parque que estaba

en el pueblo de Castrillo, una hora distante de Astorga, por lo que se alojaron en dicho lugar.

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