La Cronica de 1810 Tomo II

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  • LA

    CRNICA DE 1810.

  • AQCS'fc&f c.BIBLIOTECA NACIONALBIBLlOTXA AMERICANA

    "DIEGO Ba.IROS ARmNA"

    LA

    CRNICA DE 1810POR

    MIGUEL. LUIS AMUNTEGUI,Miembro de la Faoultad de Filosofa i Humanidades.

    MEMORIA HISTRICA PRESENTADA A LA UNIVERSIDADDE CHILE, EN CUMPLIMIENTO DEL ARTCULO 28 DE LA LEI DE 11) DE

    NOVIEMBRE DE 1842.

    TOMO SEGUNDO.

    SANTIAGO.

    IMPRENTA DE LA REPBLICA DE JACINTO TfUNEZ.

    Chirimoyo 30.

    1876.

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    I E1SL10TLCA A, .AlA."DIEGO BARROS ARANA"

    CAPTULO I.

    Don Jos Antonio de Rojas, perteneciente a una familia distinguida,hace sus estudios en la universidad de San Felipe.Desempea elcargo de correjidor de la provincia de Lampa en el Per.Un escritor moderno acusa a Rojas de haber ejercido este cargo tan despticamente como acostumbraba hacerlo la mayora de los correji-dores en la Amrica Espaola.Se hacen algunas observacionesdinjidas a desvanecer el mencionado cargo.

    I.

    As como, desde mediados de 1809, don JuanMartnez de Rozas se habia constituido en las

    provincias meridionales de Chile el fervoroso apstol, no solo de la reforma del sistema colonial,sino tambin de la creacin de un gobierno nacional mientras durara la cautividad del soberano lejtimo, as igualmente un caballero de pres-tijio, llamado don Jos Antonio de Rojas, amigo icorresponsal suyo, a quien ya hemos visto aparecer entre los doce rejidores ausiliares nombradospor el presidente Garca Carrasco, habia tomadoa su cargo, con no menos empeoso ahnco, en lacapital del reino, la propagacin de las mismasideas.

    En mi concepto, importa dar a conocer conalguna detencin los antecedentes de Rojas, tanto por la parte activa que tuvo en varios de los

  • 6 LA CRNICA DE 1810.

    acontecimientos mas memorables de nuestra historia, como porque un estudio de esta especieinstruir al lector en algunos de esos hechos domsticos o ntimos, por decirlo as, que puedenservir para formar juicio exacto i cabal acercadel tiempo en que empez la revolucin.

    La afortunada circunstancia de haber podidoexaminar un gran legajo de cartas i papeles ma^-nuscritos referentes a este personaje me ha pues*-to en situacin de sacar a luz numerosas noticiastan interesantes, como ignoradas.En 1810, don Jos Antonio de Rojas era ya

    un anciano.Segn una declaracin judicial dada por l en

    27 de junio de aquel ao, contaba a la sazn sesenta i siete aos i meses.Este dato revela que debi nacer el ao de

    /73 1732.ET lugar en que vino al mundo fu la ciudad

    de Santiago de Chile.Tuvo por padres a don Andrs de Rojas i la

    Madriz, i a doa Mara Mercedes Urtgurem iCaldern.

    Don Andrs era un hidalgo de Lima, que vinoel ao de 1720 a establecerse en Chile, acompa^fiando al obispo de Santiago don Alejo Fernandode Rojas, su tio 'i protector.

    Aunque este prelado, al cabo de cinco aos futrasladado a la sede de la Paz, su sobrino queden nuestro pas, donde adquiri una casa situadaen la plazuela de la Universidad de San Felipe,hoi del Teatro Municipal, i una estancia denominada Polpaico, e inmediata a la capital.En una relacin de mritos que tengo a la vis

    ta, se dan a este caballero los ttulos de jeneral ide rejidor perpetuo del cabildo de Santiago*

  • CAPTULO I. 7

    Don Andrs de Rojas, casado dos veces, fupadre de varias hijas, que se enlazaron con individuos de familias distinguidas, tales como lasde guila, Herrera, Infante.

    Todo esto asegur, tanto a l, como a sus descendientes, una posicin brillante en la sociedadchilena.

    Don Jos Antonio, nacido del segundo matrimonio, era el mayor de los hijos varones.Todava nio, fu admitido como cadete en una

    de las compaas de infantera a las cuales estabaencomendada la defensa de la plaza de SantaJuana en la frontera araucana.

    Sin embargo, don Jos Antonio de Rojas pretendi este ttulo, no para ir a emplear los mejores de sus aos juveniles en la interminable guerra contra las indios indmitos, sino para obteneruna de esas condecoraciones honorficas que tantohalagaban la vanidad de los colonos.En ves de resignarse a soportar en el su.r de

    Chile las penalidades de la milicia, se matriculen la universidad de San Felipe, en la cual, apartndose de la prctica de sus contemporneos, quepreferan jenerahnente el estudio del derecho o dela teoloja, sigui un curso de matemticas, queconcluy con notable aprovechamiento, segnconsta de los certificados.Desde entonces dat su aficin a las ciencias

    exactas i naturales, que cultiv siempre con sealada aplicacin, a pesar de que en muchas ocasiones, no pudo proporcionarse ni los libros, ni losinstrumentos mas indispensables.

    II.

    El presidente don Manuel de Amat i Junient,atendiendo a la buena conducta, intelijencia i ca-

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    lidad de don Jos Antonio de Rojas, confiri aste en 4 de agosto de 1759 el empleo de capitnde caballera de los del nmero i batalln de laciudad de Santiago de Chile.La mencionada no fu la nica distincin que

    Amat i Junient dispens al joven Rojas.Habiendo sido ascendido a virrei del Per, le

    llev en su squito; i en 30 de octubre de 1761,le nombr ayudante real de su persona en reemplazo de don Manuel Gallegos, conde de Casa-Dvalos, que habia renunciado este cargo.El virrei hizo todava mas en favor de Rojas.Al poco tiempo de hallarse residiendo en el Pe

    r, le design para correjidor de la provincia deLampa.El virrei, en dos cartas, fechas 24 de abril i 31

    de julio de 1766, dio a Rojas las gracias en nombre de Su Majestad por la actividad i celo quemanifest al real servicio en el donativo graciosode dos mil pesos que remiti a Lima, los quinientos por su parte, i los otros mil i quinientos quehabia exijido de los vecinos de la provincia.El mismo Amat i Junient, en otra carta de 6 de

    agosto del mismo ao, aprueba las disposicionesi providencias que don Jos Antonio de Rojas haba dado para sosegar las inquietudes i alborotosque ocurrieron en su tiempo en las provincias deChiicuito i Puno.

    Cuando Rojas hubo terminado su perodo decorrejidor de Lampa, se le sujet a la coirespon-diente residencia con arreglo a las leyes vijentes.

    El resultado de la tal pesquisa, aprobado por lareal audiencia de la Plata, fu que Rojas habiadesempeado exactamente su obligacin en el usode este empleo, poniendo la maj^or atencin en elcumplimiento de las reales rdenes, i en la utili-

  • CAPTULO . y

    dad i beneficio del bien pblico, celando i castigando los pecados i escndalos pblicos, esmerndose en que los indios fuesen bien instruidos i doctrinados en los misterios de nuestra santa fe catlica, i tratados con la mayor paz i equidad, comolo certificaron los curas doctrineros i principalescaciques de aquel distrito', ponderando el singulardesinters, acierto, equidad, justicia i cristiandadcon pie dicho don Jos Antonio de Rojas gobern aquella provincia; i que en los alborotos i sublevacin de las provincias de Chucuito i Puno,rabia acudido personalmente con mas de setecientos hombres, costeados de su propio caudal, i sehabian debido a sus acertadas providencias i disposiciones, el sosiego i quietud de aquellos moradores.

    III.

    El precedente falto absolutorio honra en sumogrado a don Jos Antonio de Rojas.

    Precisamente entonces, los correj dores de laAmrica -Espaola, i mui en especiai los del Per,se Inician reos de los mayores abusos i excesoscontra los desventurados indjenas.

    Permtaseme mencionar un solo ejemplo deosa tirana abominable, que vale por muchos.

    Los correjidores se habian asegurado el monopolio de vender a los indios las mercancaseuropeas.

    Tan pronto como uno de los ahijados de un virrei o presidente obtena uno de estos lucrativosempleos, se dirijia a los comerciantes por mayorpara que le vendiesen al liado i a plazo una cierta cantidad de efectos.

    Los vendedores aprovechaban la ocasin pava

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    exijir que los compradores les tomasen todo loinservible, o de difcil espendio, que estabaarrumbado en los almacenes.

    Los correjidores no lo resistan, con tal que losprecios fueran lo mas bajos posibles, porque estaban mui seguros de que todo les habia de proporcionar las mas pinges ganancias, i de queno habia de sobrarles el menor rezago.

    Aquellos mercaderes con ttulo oficial habiandescubierto el arbitrio de aprovechar i de realizar an las cosas mas intiles.Estaban de antemano ciertos de que ninguno

    de los artculos que componan el surtido habiade quedar sin adjudicacin.

    I verdaderamente suceda como lo pensaban.Desde que se hacan cargo dei destino, reco

    rran el territorio de su jurisdiccin, llevando enpos de s una recua de muas cargadas de mercaderas; pero en vez de dejar a los indios enlibertad de solicitar o n aquellas de que hubieran menester, se las repartan por la fuerza, fijando el precio a que habian de pagarlas, el cualera siempre exhorbitante.

    Aquella venta ejecutada de una manera singularmente inslita era tan atentatoria, comoridicula.

    Provoca juntamente la indignacin i la risa.Los correjidores obligaban a los indios, que

    andaban descalzos, i vestidos solo con una manta i unos calzoncillos, a que les comprasen porcantidades enormes medias de seda, sombrerosde castor, retazos de raso, tafetn o terciopelo;o bien encajes, cintas, botones i sortijas.

    Aquellos especuladores, hartos de codicia iesentos de escrpulos, forzaban a hombres cuyashabitaciones carecan de puertas, a que les com-

  • CAPTULO I. 11

    piasen chapas; a hombres que no saban ni leerni escribir, a que les comprasen comedias, papel,pluma, tinta i anteojos; a hombres que no tenianvello, a que les comprasen navajas de afeitar.

    Tan espantosas exacciones hicieron que, masde una vez, la raza indjena, a pesar de la docilidad i de la resignacin que le eran injnitas,buscara en la rebelin el remedio de la opresini de las tiranas que soportaba.Algunas de esas revueltas, como la que Tupac

    Amaru encabez en 1780, fueron realmente formidables.Por desgracia, el criterio moral se habia co

    rrompido.Ni la opinin jeneral, ni la justicia condenaba

    estos atentados contra la humanidad.Eran muchos los que reputaban lcito semejan

    te modo de enriquecerse.Los majistrados, por un motivo o por otro, se

    sentan mui inclinados a la indulj enca, cuandojuzgaban los abusos cometidos contra los infelices indjenas.

    As la simple absolucin de una residencia nopuede estimarse por s sola suficiente prueba dela inculpabilidad de Un correjidor, o de cualquieraotro funcionario que en la poca colonial hubieraejercido jurisdiccin sobre los indios.

    A pesar de los trminos tan categricos i satisfactorios en que est redactada la de don JosAntonio de Rojas, se ha levantado en el ltimotiempo una voz acusadora contra la conductaobservada por l en el gobierno del distrito deLampa.El escritor peruano don Manuel de Mendiburu

    lia dado a la estampa en el ao de 1874 una obra

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    titulada Diccionario Histrico-Biogrfico del Per,en la cual (artculo destinado al virrei Amat i Junient) se espresa como sigue:

    En la biblioteca de Lima, existe cierto volumen que contiene un largo memorial dirijido alrei por los rejidores don Miguel Torrejon, exoficial real, don Tomas de Nafria, don Gregoriode Viana i otros vecinos respetables del Cuzco,dndole a saber con pruebas i testimonio de testigos fehacientes una serie de hechos escandalososde los correjidores, de los obispos i prrocos deaquel departamento.

    Hemos rejistrado con afn ese libro, que nopuede leerse sin indignacin; i en l constan muiserias acusaciones contra el virrei Amat, su asesor don Jos Perfecto de Salas i su secretario donMartin de Martiarena.

    Se dice al rei en trminos claros i espresos,i citando siempre las personas, que el virrei reciba cantidades de dinero por manos de aquellospara disimular determinados abusos, para desori no despachar quejas, para prorrogar perodos deautoridad a ciertos correjidores, para anular nombramientos cuando habia pretendientes, que masdiesen, etc.

    Se avis tambin al rei que a varios correjidores, con motivo de la circular dictada en 2*8 denoviembre de 1766 por Amat i Junient para conminarlos por sus abusos, les escribieron el asesor iel secretario del virrei:Ah va esa pildora; drela Usted; i que para salvarse de los cargos quese les hacan, dieron cantidades de dinero, i no lescorri perjuicio. De qu servan las circularesconminatorias, ni la enerja en las amenazas, sidespus se oian las disculpas, i aquellos quedabanimpunes? Haba exceso en los repartimientos (dis-

  • CAPTULO I. 15

    tribuciones de mercaderas), quebrantndose lastarifas, excesos en los valores recargadsimos delos efectos, abuso en distribuir artculos innecesarios a los indios, robo i cnica desvergenza enobligarlos a recibir cosas que solo por sarcasmoi burla podian suministrrseles. El correjidor deLampa don Jos Antonio de Rojas, pertenecientea la casa del virrei, reparti en su provincia unoscuadernos de ordenanzas i tctica militar, reimpresos en Lima, i que para nada aprovechaban alos indios, que no saban leer, ni eran, ni podianser milicianos. Les hizo pagar cuatro pesos porcuaderno de una manera forzosa, i tomando elnombre del virrei. El de Andahuilas don JacintoCamargo distribuy a doce reales onza cuentasde piedra para rosarios, diciendo a los indios eranun eficaz preservativo contra las paperas. Losoblig a comprar tafetn negro de psima calidada cuatro pesos vara, i mand que todos usasencorbata de luto por la muerte de la reina, i vendia cincuenta pesos unos sombreros con franja deplata falsa para que los usasen aquellos hombresdesdichados.

    Sera interminable la relacin de hechos evidentes, no ignorados por el virrei, i que se le representaron intilmente, como eran intiles lasreales rdenes, que entonces se llamaban en elpalacio de Lima hostias sin consagrar.

    En el juicio de residencia de Amat, hubo numerosas reclamaciones que se cortaron, transijien-do con los ofendidos a fuerza de dinero. Para hacer estos gastos, dio poder a don Antonio Gomen-dio, previnindole:No le diese la pesadumbrede comunicarle detalles fastidiosos. Mucha riqueza era preciso poseer para dar tal autorizacin, imucho convencimiento de que las quejas estaban

  • 14 LA CRNICA DE 1810.

    revestidas de justicia, i no convenia se depurasenen el terreno judicial.Efectivamente, don Jos Antonio de Rojas, se

    gn aparece en una relacin de mritos i servicios, reimprimi en Lima con permiso del virreiAmat i Junient una ordenanza de Su Majestaden que se prescriban la formacin, manejo dearmas i evoluciones que se deban establecer iobservar en la infantera del ejrcito real.Pero fu tambin verdad que obligase a los

    indios del correjimiento de Lampa a que compraran a cuatro pesos cada ejemplar?

    No me es posible contestar a esta pregunta deuna manera bien aseverativa i categrica, porqueno he tenido oportunidad de examinar los fundamentos de la acusacin formulada en el memorialo libro manuscrito a que alude el seor Mendi-buru.

    Sin embargo, creo oportuno hacer presente quelas acriminaciones de esta especie solo puedenaceptarse con la debida cautela.

    Sin duda, la administracin de la Amrica colonial era mui poco pura.El mismo Rojas lo declara as, i lo lamenta

    amargamente en varias de sus cartas.Voi a citar, entre otros, dos ejemplos notables.Con fecha 7 de abril de 1775, don Jos Antonio

    de Rojas anunciaba desde Espaa como sigue elfallecimiento de uno de los sobrinos del virreiAmat i Junient, el cual parece habia sido correjidor de la provincia de Tarma.

    Muri en Barcelona don Jos de Amat i Ro-caberty, testando trescientos i tantos mil pesos,de cuyo caudal dispone en esta forma: ciento cincuenta mil pesos para que se edifique una iglesiaen Tarma, i ciento cincuenta mil ademas para que

  • CAPTULO I. 15

    Be repartan entre los pobres de aquella provincia(lo que no se verificar, porque sardina que gatolleva i porque sera el ir contra el orden dela naturaleza el pensar que de Espaa volvieseun real de Indias); una corta cantidad destinapara que se le diga una misa diaria; i otras pequeas mandas con que concluye su testamento.

    Si acaso su tio (el virrei Amat i Junient) llegaa morir, i se le acuerda alguna cosa de eso quellaman otra vida, qu buenas obras no har?

    Inmediatamente que lleg esta noticia, se lacomunicaron al bailo (don Julin de Arriaga, ministro del despacho universal de Indias) de sobremesa, i la oy Su Excelencia con desagrado, no ssi notando de ladrn al testador o de poco poltico, porque, segn las mximas de esta ciencia,debiera haberse callado, i a Roma por todo, queas hubiera dejado mejor opinin.

    Yo creo que su tio sentir mas la confesin,que la muerte del sobrino.

    Sera nunca acabar el referir lo que aqu se hahablado de esta disposicin.

    Con fecha 8 del mismo mes i ao, el mismoRojas escriba desde Madrid a su amigo i parientedon Juan Francisco Larrain, vecino de Santiago,lo que va a leerse, i lo que, a la verdad, era muiespresivo i mui digno de fijar la consideracin,por mas de un motivo:

    Si tuviera el poder de la ciudad (cabildo) unsujeto racional, yo entablara un recurso sobre elmaestro de gramtica que propuso el cabildo pagara de los propios de la ciudad para que ensease la latinidad, i que no ha tenido efecto por lainaudita providencia del presidente, que quisoarrogarse la facultad de nombrarlo. Parece queesos hombres (los gobernantes de la Amrica Es-

  • 16 LA CRNICA DE 1810.

    paola) carecieron en sus pueblos an de estesocorro, pues no conservan idea de lo que aqu sepractica. En el menor i mas despreciable lugarejode esta pennsula, est esto tan en prctica, cpie elconsejo (as llaman por ac el cabildo) hace susajustes, i toma por el tiempo que le parece a losmaestros que ensean a leer, escribir i algo degramtica, sin que piense ningn correjidor, gobernador, audiencia, ni capitn jeneral entrometerse ni mezclarse en estas particularidades; isolo se cuenta que lo hayan hecho, forzando aaquellos individuos que representan al pueblo,cuando por su desidia se abandonan, i olvidan lossocorros que necesitan aquellos hombres que hanfiado en ellos su conservacin.

    Aseguro a Vuestra Merced que nada admirade cuanto hacen esos gobernadores (los de laAmrica Espaola). Es inmensa la distancia enque vivimos, lejos del soberano, en las manos delos fieros arrendatarios de esas posesiones. Solosentimos los efectos de la sed rabiosa con queparten de este hemisferio tras el oro i plata deque infelizmente abunda ese suelo. Cmo se hande observar las leyes; cmo se ha de guardar elderecho de las jentes; cmo se ha de pensar en laadministracin de justicia, en que reine la equidad, en aumentar la poblacin, en protejer lasciencias, en animar la industria i las artes, si elprincipio est daado, si esos hombres que van aser el depsito de la autoridad i de la confianzadel soberano no llevan otro fin que el de enriquecerse, i tanto mas descaradamente por saber queaqu, en esta superioridad, conocen que ese hasido el motivo principal de su trasmigracin, comoque en su pobreza fundan la principal causa parapretender con justicia, como dicen, la soberana i

  • CAPTULO I. 17

    despotismo de que gozan en la Amrica unosindividuos que son aqu menos que nada? Masbasta ya de reflexiones melanclicas, que no puedo echar de m, i que no hacen mas que agravaruna enfermedad que ellas mismas me han enjen-dradq, i que hacen el suplicio de mi vida.Es innegable que muchos de los funcionarios

    de las colonias espaolas, desde los mas encumbrados hasta los mas humildes, no reparaban paraenriquecerse en cometer las estorsiones mas escandalosas i los fraudes mas deplorables.

    Sin embargo, habia honrosas escepciones.No todo empleado era precisamente un ladrn.Suceda an con frecuencia que la calumnia,

    aprovechndose de pretestos mas o menos especiosos, se encarnizaba contra personas realmenteinocentes, sobre quienes haca pesar las imputaciones mas infundadas.'

    Como faltaba la vida pblica, la jente ociosabuscaba un entretenimiento en la maledicencia.

    Todo era murmuraciones i chismes.Las ajitaciones nobles eran comunmente reem

    plazadas por los enredos de barrio o de aldea, ipor las intrigas mesquinas.

    A causa de lo espuesto, creo que, an cuando,hablando en jeneral, es preciso reconocer que laadministracin colonial fu harto corrompida, nodebe darse crdito sin un examen detenido a to

    dos las consejas particulares consignadas en lascrnicas, o conservadas por la tradicin.Acabamos de ver que un escritor moderno del

    Per acusa a don Jos Antonio de Rojas de haberimpuesto a los indios de su correjimiento, que nopodian ser soldados, i sobre todo que no sabanleer, la compra a un precio exhorbitante de uncuaderno que trataba de tctica militar.

    la c. :5

  • 18 LA CRNICA DE 1810.

    Como he dicho antes, carezco de datos directospara corroborar o negar esta acriminacin; pero,ademas de las dos cartas ya citadas en que donJos Antonio de Rojas protesta con la mayorenerja contra las estorsiones de los gobernantesde la Amrica Espaola, tengo a la vista otro documento confidencial en que, con todas las fuerzasdel alma, abomina la opresin que se haca soportar a los indjenas.Es una carta dirijida a uno de sus cuados.Ya que la acusacin corre impresa, creo de mi

    deber dar a conocer una pieza que hasta ahoraha permanecido ignorada.Esa carta escrita a don Antonio del guila, i

    fechada en Madrid a 7 de junio de 1775, dice, entre otras cosas, lo que paso a copiar.

    Me he informado acerca de la pretensin queUsted quiere entablar a fin de que se dilate lagracia de la encomienda que acaba con su vida alos dias de su mujer; i aunque en las presentescircunstancias no es cosa fcil, contemplo quepuede conseguirse, respecto de que por lo regulares corta la diferencia que puede haber de una vidaa otra en dos personas cuasi de una misma edad.As, pues, debe Usted enviar la gracia o establecimiento de dicha encomienda, en que naturalmente constarn los mritos de sus antepasados, ide la persona a quien se concedi; una relacin oinformacin dada en esa de esos mritos i servicios de Usted, i en que se toque la distincin de lafamilia; i su fe de bautismo i la de mi hermana,declarando en los documentos la pensin o servicios que tenga la encomienda, de modo que conste que hasta el presente se han satisfecho enteramente, i el estado en que est en el dia. Los primeros documentos servirn para persuadir al con-

  • CAPTULO I. 10

    sejo el mrito de la familia, en que se fundar lapretensin de la nueva gracia; i los otros patentizarn lo poco que se pide.

    Todo esto lo contemplo necesario; porque, como a la verdad, el establecimiento de las tales encomiendas o repartimientos de indios ha sido lacosa mas tirana, inicua i execrable, no se puedepedir tan francamente que se continen, porque nohai derecho para esa esclavitud en que se ha constituido a unos hombres tan libres como todos, ique, segn nuestros derechos i nuestra relijion,deban ser amparados i sostenidos por la mismarazn de ser unos infelices desvalidos indefensos.As debiera ser; i las leyes no tienen otro objetoque el de libertar al dbil de la opresin del fuerte.Esto quiere decir justicia; pero las leyes de las Indias son contrarias a todo lo que espreso, i quedictan la equidad i la razn natural. No hablo delas escritas absolutamente; sino de lo que se practica con el nombre de justicia, i que llaman le.Mas ya esto es otra cosa, i aqu se me suelen ir lospies, porque me duelen mucho esas cosas, i yono las puedo remediar. Paciencia!

    Si el hombre que as escriba en la intimidadde hermano a hermano habia pecado ocho aosantes, manifestaba por lo menos hallarse muiprofunda i sinceramente arrepentido, i merecaser perdonado.

  • CAPTULO II.

    El asesor del virreinato del Per don Jos Perfecto de Salas enva a lacorte a su futuro yerno don Jos Antonio de Rojas con distintosencargos.Rojas fe ve contrariado por toda especie de dificultadespara realizar los objetos de su viaje.Conoce por esperiencia personal el desprecio con que los espaoles-europeos miraban a los espaoles-americanos.Se fastidia estremadamente con las lentitudes dela tramitacin de los negocios en la corte.Rojas esperimenta elmas vehemente deseo de volver a Chile.

    I.

    Habiendo el virrei don Manuel de Amat i Junient organizado el ao de 1771, con las personas mas condecoradas de Lima, un cuerpo cvicode caballera denominado el Rejimiento de la Nobleza, de que se nombr coronel a s mismo, coloc en l a Rojas con el grado de teniente.

    Sin embargo, las buenas relaciones de Rojascon aquel alto potentado habian de durar mui pocos meses mas.

    No s a punto fijo cul fu el motivo del rompimiento; pero es de presumirse que contribuyeramucho a producirlo una desavenencia sobrevenida entre el virrei i su asesor, don Jos Perfectode Salas.

    Voi a esplicar de qu manera.Don Jos Perfecto de Salas era un caballero

    bonaerense, que adquiri entre sus contempor-

  • 22 LA CRNICA DE 1810.

    neos una verdadera celebridad por su talento isu ciencia en artes (humanidades), en derecho ien teoloja.Habia principiado con estraordinario lucimien

    to sus estudios en la universidad pontificia quelos jesutas mantenan en Santiago de Chile bajola advocacin de San Miguel, i los habia continuado del mismo modo en la universidad realde San Carlos de Lima, donde, no solo habiaperfeccionado, sino tambin enseado todos losramos desde el primero hasta el ltimo.Probablemente Salas no habra podido conver

    sar en latin con Cicern o Tito Livio; pero seguramente habra podido hacerlo con GregorioLpez, o con Santo Tomas.En los legajos de la poca, se conserva todava

    memoria de las hazaas literarias que ejecut enlos acto i conferencias escolares.Era un maestro de dialctica que, segn un

    documento de entonces, replicaba i presidia promiscuamente en arteSj teoloja i leyes, cuantasveces se ofreca, as prevenido, como repentinamente.Cuando hubo obtenido el ttulo de abogado,

    manifest en los estrados de la audiencia i de lainquisicin que era tan diestro en la direccin delos negocios, como hbil en la dilucidacin delas cuestiones tericas.Habiendo sido promovido el ao de 1747 a

    fiscal de Chile, se distingui en el ejercicio deeste empleo por la laboriosidad que despleg, ipor el acierto en sus dictmenes.

    Se asegura que el papa Benedicto XIV elojiUna vista o dictamen del fiscal Salas que corraen un espediente elevado a la santa sede sobre unruidoso captulo de los franciscanos de Santiago.

  • CAPTULO II 23

    El virrei del Per, conde de Superunda, eliji,entre todos los ministros de las audiencias de Lima, de Santiago, del Cuzco i de los Charcas, alfiscal Salas para que continuase los comentariosde las leyes de Indias que habia dejado inconclusos el oidor don Juan del Corral Calvo de laTorre.El presidente de Chile don Manuel de Amat i

    Junient recomend ante el gobierno del rei, encarta de 9 de mayo de 1759, la designacin mencionada, testificando la literatura, juicio i aplicacin de Salas.El rei confirm esta eleccin por real cdula de

    9 de marzo de 1763.Don Manuel de Amat i Junient, mientras estu

    vo desempeando la presidencia de Chile, supoapreciar el mrito de Salas, hasta el punto deque, cuando fu elevado al virreinato del Per,le propuso llevarle consigo en calidad de asesor.

    Don Jos Perfecto acept la oferta, que eraventajosa; pero queriendo asegurar bien su suerte futura, pidi que se le permitiera retener lafiscala.

    Gracias al valimiento de que gozaba en la corte, Amat i Junient logr que todo se arreglaracomo Salas lo pretenda.

    Los dos magnates se trasladaron juntos aLima.

    Al cabo de algunos aos de ausencia, don JosPerfecto de Salas volvi a hallarse en el teatro desus antiguos triunfos escolares; pero, no ya enla posicin modesta de un simple abogado, aunque intelijente e instruido, sino rodeado con elseductor prestijio de una grande autoridad, fuente fecunda de favores i de protecciones.

    El influente asesor no tard en verse acatado

  • 24 LA CRNICA DE 1810.

    por una numerosa corte de allegados de toda especie: solicitantes, aduladores, amigos.

    En la clase de los ltimos, i entre los masadictos, se contaba don Jos Antonio de Rojas.Este caballero profesaba a Salas, a quien co

    noca desde Chile, mas que amistad, respeto, imas que respeto, admiracin.

    Don Jos Perfecto corresponda con cariopaternal a estos profundos i afectuosos senti-nlientos.

    A pesar de la diferencia de las edades, existiaentre ellos un poderoso vnculo de unin.

    Los dos^ tenan una aficin a la lectura, queno era entonces comn.

    As esperimentaban una complacencia especialen proporcionarse ciertos libros, difciles de adquirir, i en hablar acerca de ellos.Pero habia an algo que contribua a estrechar

    sus relaciones mas que cualquiera otra cosa.Don Jos Antonio de Rojas se habia prendado

    perdidamente de doa Mercedes, una. de las doshijas de don Jos Perfecto.

    _

    La hermosura de la dama bastaba por s solasin necesidad de recurrir a otros motivos, paraesphcar la fervorosa adhesin del galn al padrede ella.

    Tanto don Jos Perfecto, como su esposa, unaseora mendocina, doa Mara Josefa de Corva-lan, aprobaban el amor que su hija i Rojas se manifestaban.

    Por qu entonces no se casaban?_

    Por una razn que debia causar terror a losinteresados.El rei tenia prohibido bajo las penas mas rigo

    rosas que los hijos de los miembros de las audiencias contrajeran matrimonio con las personas

  • CAPTULO II. 2.")

    residentes en el territorio de la jurisdiccin deltribunal. Es cierto que el soberano solia tener labondad de dispensar este impedimento poltico.

    As nuestros dos enamorados esperaban queuna gracia de esta especie les permitiera realizarla suspirada unin sin cometer un acto castigadopor la lei, i sin echar responsabilidades sobrepersonas queridas.

    Don Jos Perfecto, que era mui conocedor delas prcticas coloniales, afirmaba que la concesin no era difcil de obtener, i citaba un ciertonmero de casos anlogos.Entre tanto, los aos i los aos trascurran sin

    que se consiguiera la apetecida licencia.En vano la habia solicitado el esperto asesor.Lo que se habia alcanzado era vago i poco sa

    tisfactorio.Sin una declaracin espresa del monarca, Salas

    no se atreva a autorizar el enlace de su hija i deRojas, temiendo que, si proceda de otro modo,sus mulos i enemigos aprovecharan la ocasinpara perderle.

    Aunque la advertencia parezca escusada, esmenester no olvidar que el asesor del virreinato,junto con tener secuaces i cortesanos, tenia tambin individuos que le aborrecan a muerte, i quebuscaban ansiosos los medios de arruinarle i derribarle.

    Semejantes empleos tienen, en todos los lugares i en todos los tiempos, esas mismas ventajasi esos mismos inconvenientes, que pueden reputarse los accesorios del oficio.

    Baste recordar que haca mas de diez aos quedon Jos Perfecto de Salas era asesor, o sea una

    especie de ministro universal.Por esto no se atreva a consentir en que su

    la c. 4

  • 2(! LA CRNICA DE 1810,

    hija doa Mercedes i don Jos Antonio de Rojasrealizaran el proyectado matrimonio, aunque deseaba de todas veras que as sucediera.

    No quera de ninguna manera suministrar a susenemigos la causa de una acusacin tremenda.

    Los dos novios estaban, pues, condenados aaguardar por un tiempo indefinido.

    Mientras tanto, don Jos Perfecto se vio bajo laamenaza de un riesgo formidable.

    Ignoro cul sera el motivo; pero lo cierto fuque se malquist con el virrei.La cosa no era difcil, porque Amat i Junient,

    sobre ser de carcter terco i quisquilloso, estabahabituado a exijir a los que le rodeaban la obediencia pasiva que se practica en los campamentos i en las oficinas de los gobiernos arbitrarios.Era mui propenso a ofenderse i a irritarse.Cuando don Jos Perfecto de Salas conoci que

    tenia un enemigo mas, i mui terrible, determinabandonar la asesora del Per para volver a hacerse cargo de la fiscala de Chile.

    Pero como hombre orgulloso i confiado en smismo, no quiso operar esta mudanza de posicinsin conservar todos los honores de la guerra.Saba que Amat i Junient habia enviado a la

    corte informes que eran desfavorables a la persona del asesor.Importaba combatirlos i desmentirlos.El consejo de Indias habia impuesto a Salas dos

    fuertes multas por los dictmenes que habia dadoen dos asuntos privados.Era menester entablar reclamaciones i splicas

    para que esas decisiones fuesen revisadas i revocadas.

    Salas queria ademas alcanzar en recompensade sus largos servicios a la corona alguna distin-

  • CAPTULO II. 27

    clon brillante, aspirando a ser agraciado con unttulo de Castilla.

    Pens que la consecucin de todos estos importantes objetos exijia la ida a Espaa de un perso-nero intelijente i empeoso, de un alter ego, elcual defendiera los intereses de su comitente como si fueran propios, i que el mejor de esta claseque pudiera hallarse sera don Jos Antonio deRojas.

    Su futuro yerno podia ademas aprovechar elviaje para recabar una real cdula que permitiesea don Jos Perfecto casar a sus hijos e hijas conpersonas residentes en el distrito de la audienciade Chile.Juntamente, Rojas podia solicitar para s algn

    empleo que le procurase en su pas natal una posicin honrosa i lucrativa.

    Por ltimo, aquella era una excelente ocasinpara que adquiriese la selecta coleccin de librosque ansiaba tanto poseer.

    Don Jos Perfecto de Salas hizo valer todas lasrazones mencionadas i otras anlogas a fin de decidir a Rojas a que se fuese a Espaa en un navio que estaba prximo a tomar ese rumbo.

    No habia tiempo que perder en deliberaciones,porque la nave habia fijado su salida para dentrod.e nueve dias.

    Rojas, por su parte, no puso resistencia.Aquel viaje le agradaba por mas de un motivo.Lo nico que exiji fu contraer, antes de au

    sentarse, esponsales solemnes con su novia doaMercedes.

    Don Jos Perfecto de Salas accedi gustoso auna peticin que declar parecerle completamente razonable.

    Hechos apresuradamente todos los preparati-

  • 28 LA CRNICA DE 1810.

    vos, Rojas sali para la Pennsula en enero de1772.

    Se fu halagado con las mas lisonjeras esperanzas.

    Llevo, escriba a su padre don Andrs de Rojas con fecha 13 de enero de dicho ao, buenasrecomendaciones, as para las principales casasdel comercio de Cdiz, como para los primeros seores de la corte, i hasta para uno de los mas inmediatos al rei.

    Conduca ademas consigo un apoyo harto maspoderoso que el de simples cartas, aunque fueranmui espresivas, i dirijidas a encumbrados magnates.

    Ese apoyo era una fuerte suma de dinero, delcual una parte le perteneca, i la* otra le habia sidodado por su futuro suegro.La porcin que don Jos Perfecto de Salas ha

    bia puesto a disposicin de Rojas para costos deviaje i para gastos de las comisiones que le habiaencomendado ascenda a sesenta mil pesos.

    II.

    Don Jos Antonio de Rojas se complaca con laidea de que dos aos haban de serle suficientespara lograr la completa i feliz realizacin de todaslas pretensiones que debia patrocinar en la corte.

    Una triste esperiencia no tard en manifestarlecuan grande era su engao.

    Todo se haca en la Pennsula lentamente i afuerza de importunidades i de gastos.

    Los espaolesamericanos estaban mui lejos deser bien mirados.

    Si en las colonias la simple calidad de espaol-

  • CAPITULO II. 20

    europeo era un motivo de consideracin, en lametrpoli la de espaol-americano lo era de menosprecio.

    El virrei don Manuel de Amat i Junient i sus

    amigos habian conseguido desacreditar ante losministros i oficiales de la corona a don Jos Perfecto de Salas, acumulando sobre l distintas acusaciones, i especialmente la de venalidad.

    Don Jos Antonio de Rojas tuvo, pues, que resignarse a toda especie de lentitudes, i que soportar toda especie de dificultades.

    La Espaa de sus esperanzas era esencialmente diferente de la Espaa de la realidad.

    Al fin de muchos pasos i empeos, la primerade sus pretensiones que obtuvo fu la real licencia para que el fiscal Salas pudiera casar a sus hi-ias con personas residentes en el reino de Chile.Para esto, necesit un ao de solicitudes i afanes.La real cdula a que aludo tiene la fecha de 20

    de mayo de 1773.La concesin mencionada estimul, como debe

    presumirse, sus deseos de volver al nuevo mundoa fin de reunirse con su novia.

    Mientras tanto, la necesidad de activar los negocios de su suegro i los suyos propios le impedia moverse de la corte.

    Don Jos Antonio de Rojas era un hombre firme i constante, a quien los obstculos, en vez dedesalentar, hacan persistir en sus propsitos.As no se conformaba con regresar a su patria

    sin haber alcanzado los principales objetos de suviaje, especialmente en lo relativo al fiscal Salas.

    El afecto i la gratitud que profesaba a este caballero le obligaban estrechamente a ello.

    Pero, por mas esfuerzos que haca, adelantabapoco o nada en sus diversas jestiones.

  • 80 LA CRNICA DE 1810.

    III.

    El oficio de pretendiente, como l lo llamaba, ledio a conocer pronto que los espaoles-americanos eran mirados con un desden soberano por los

    espaoles-europeos, i an por los gobernantes dela Pennsula, que naturalmente participaban dela opinin jeneral de sus paisanos.

    Don Jos Antonio de Rojas espresaba frecuente i calorosamente en sus cartas la justa indignacin que le causaba este sentimiento de hostilidadmanifestado por los habitantes de la metrpoli alos de las colonias, sin que reparasen en la comunidad de orjen.

    He tenido aqu a un sobrino, hijo de don Jernimo de Herrera, que me haca mui buena compaa, escriba en 7 de octubre de 1774 a su futurasuegra doa Mara Josefa de Corvalan, i me ha costado el conseguirle una plaza de guardia-marinamas de diez meses de pretensin con todo su mritode la guerra de Chile, donde sirvi de voluntarioa su costa, i mui a satisfaccin de sus jefes, comolo informaron, particularmente el seor Morales.Con todo, dos veces le neg la pretensin el seor Arriaga, declarando que en comparacin delos cadetes de ejrcito no tenia mrito para pretender ser oficial. Vea Usted de lo que sirven losservicios' de Chile, i qu engaados estn los queall se enfajinan por esos servicios!El jefe de los guardias-marinas se opuso por fal

    ta de no s qu documento insignificante a que eljoven Herrera fuese admitido en el cuerpo.

    Rojas tuvo que dar pasos para conseguir quese allanara esta dificultad.

    Habindolo logrado, envi con fecha 17 de no-

  • CAPITULO II. 31

    viembre de 1774 a un hermano del interesado, cuyo nombre era Antonio de Herrera, i que residaen Sevilla, una copia de la respectiva real orden,espresndose en los siguientes trminos :

    En correo, remito a mi amigo don Juan Ignacio Alcalde la real orden de que es copia la adjunta. Una friolera es; pero lo que concierne atodos los indianos, que estn manchados de aquelpecado orijinal, siempre se hace asunto grave. Laespresion de la orden le har a Usted ver lo queha sido preciso mudar en el recurso. Quin haba de creer, si no lo palpase, que semejantes bagatelas eran capaces de entretener a tribunal menos serio?

    Enterado de cuanto Vuestra Merced me advierte en cuanto a pretensin de algn empleo,escriba a su padre don Andrs de Rojas en 7 defebrero de 1775, debo decir que este es el objetode todo hombre que est en Espaa; pero la desgracia de ser indiano es inesplicable. Aqu sobranpretendientes en los naturales de estas provinciaspara cualquier cosa que vaca en esos dominios.Estos tienen la preferencia, como lo hace ver laesperiencia. Sin embargo, hace dias que saba lamuerte de don Silvestre Garca; i luego penspretender esta contadura, para lo cual di al ministro un memorial, de que es copia lo que incluyo. Todava no se ha provedo esta plaza; peroyo no tengo esperanza de lograrla, porque tengodemasiado conocimiento del modo con que vanestas cosas i del sistema de nuestra corte. Desengense Ustedes, que todo lo que por all se llama mrito, aunque en realidad lo sea, no es en elconcepto de estas jentes mas que un ente de razn, que solo existe en unos papeles intiles idespreciables.

  • M LA CRNICA DE 1810.

    Don Manuel Jos Orejuela me ha entregado elpliego que Usted le dio, escriba a su futuro suegro don Jos Perfecto de Salas en 7 de abril de

    1775, i me ha manifestado su proyecto de astillero, i entrada a la ciudad que se dice hai entre losindios de Chile. El est aun mui recien llegado; icomo que no tiene noticia de esto, ha hablado albailo con mucha arrogancia. Yo le he dicho algo de lo que me ha enseado la estacin en Madrid; i si no se conforma ahora con mis advertencias, se conformar despus. Si l tiene otrasmiras que las que me ha insinuado, est mui distante de concebir la poltica con que piensa nuestra corte en todo lo que concierne a Indias. Eldice que el golfo de Amapala es excelente paraun astillero; que las maderas son superiores, i engrande abundancia; que hai mucho hierro, etc.Qu engaado est Orejuela! Si dijera que no haidonde poder hacer astillero; que no se encuentranmaderas; i que nunca habr hierro, vaya con Dios!Su plan sera adoptable, si no fuera en Indias,porque el sistema es que aquello nunca sea, puesconocen que no podrn sujetarlo, cuando sus individuos sean algo racionales. Por lo que mira ala ciudad desconocida, de que tanto habla el lenguaraz de Valdivia, tambin lo contemplo asuntomui espinoso; porque si son espaoles antiguos,no ser fcil reducirlos; i si no lo son, ser muchaobra el atacarlos. De todos,modos, es espedicionpeliaguda; i para la cual no harn mas caso deOrejuela, que del mismo lenguaraz.Vuestra Merced se acordar de lo que le es

    crib el ao pasado con fecha de este mismo diaacerca de Orejuela, escriba a Salas en 7 de abrilde 1776. Si Vuestra Merced conserva mi carta,lea el captulo que le puse en este particular, i

  • CAPTULO II. 33

    cotjelo con la providencia que sali ahora doce oquince dias sobre el proyecto de astillero en elgolfo de Amapala, que dice as, despus de lasjenerales:No es de mi real agrado que se establezca astillero en el golfo de Amapala, etc.Sobre el otro proyecto del viejo Osorno, o ciudadnueva, o qu s yo, all por Valdivia, o no sdnde, no ha salido nada. Otro proyecto pusoOrejuela en manos del ministro, i se reduce a quese establezca moneda de cobre por all conformea la de por ac. Esto s creo que tendr efecto, ino tardar mucho. Bien s que no tenemos quehacer con los proyectos de Orejuela, de que nosremos; pero esta providencia, que he anunciadoun ao antes, me ha causado la tentacin de ponerle este captulo.

    En la Gaceta, ver Vuestra Merced un grandecreto sobre que sean por ac atendidos los indianos, continuaba diciendo Rojas a rengln seguido en la misma carta; pero un clrigo, hermano del conde de Montemar, que ha sido por allmuchos aos cura, habiendo ocurrido a la cmarade Castilla para que le diesen un voto para unaprebenda de Valladolid, se qued tambin enayunas, como antes estaba; i esto es que su hermano tiene un rbol jenealjico de dos cuadras imas de largo, i est casado con una seora quese tutea con la grandeza.

    Mi hermano don Antonio del guila me diceque Jos Matas est ya en estado de que se le ddestino, escriba con fecha 7 de junio de 1775 asu padre don Andrs de Rojas; i que Chepita (suhermana) desea, como es regular, verle colocado.El mal pas en que ha nacido (hablo de toda laAmrica) no ofrece ningn destino a sus hijos; esmenester que stos salgan a conseguirlo en el es-

    LA C.^

  • 34 LA CRNICA DE 1810.

    trao; tal es nuestra suerte, i es preciso conformarse con ella.

    IV.

    La lentitud caracterstica de la administracinespaola con que eran tramitados todos los asuntos mortificaba a Rojas, ansioso de volver a supas, tanto como el menosprecio sistemtico conque se trataba a los americanos o indianos, segnl los llamaba, conservndoles su primitiva denominacin.

    Lase lo que en 11 de julio de 1775 escribadesde Madrid a su amigo don Juan Ignacio Alcalde, que estaba avecindado en Cdiz:

    Aquella maldita pretensin de ttulos, que esla que me detiene en Espaa mas de dos aos h,i que es causa de que yo no me haya hallado allado de mi padre siquiera en sus ltimos dias, seha malogrado. Presnteme a fines de 1772, representando el mrito del seor don Jos Perfecto deSalas, i tambin mis cortos servicios, en solicitudde esta gracia. Diez meses estuvieron mis memoriales detenidos sin que yo pudiese saber si senegaba o se conceda. Al cabo de este tiempo,despus de mil viajes a los sitios, i dilijenciasintiles i caras, sali la providencia de remitirambos memoriales a la cmara de Castilla paraque sta se cerciorara de la calidad, mrito i facultades de los pretendientes. Procur ahorrarmelos gastos i pensiones que me ocasionara el esperar las resultas de un informe pedido al estremo del mundo, i ofrec dar una plensima informacin con personas de estos i aquellos dominiosde distincin i carcter; pero no tuvo lugar miinstancia, i fu preciso conformarnos con la rec-

  • CAPTULO II. 35

    titud de la cmara, i esperar ao i medio lasdilijencias que, por orden de esta superioridad, sehabian de practicar en Indias. Vinieron al fin es-i-as dilijencias autorizadas i legalizadas en todaforma, i comprobaron lo mismo que habamos dicho. Quin no hubiera credo que, estando lascosas en este estado, tenamos poco menos queconcluida la pretensin! Pero no ha sido as. Ahora empiezan de nuevo las mismas dilatadas intolerables averiguaciones. Presentronse aquellasdilijencias a la misma cmara, a quien las dirijiaquel gobierno de oficio; pasronse al fiscal, quienno encontr vicio en ellas; i con su dictamen, volvieron a la cmara; i sta plena consulta al rei,teniendo por conveniente i de justicia la graciaque solicitaba el fiscal don Jos Perfecto de Salas.Con esta ltima dilijencia, vuelve el espediente aldespacho; i en todo su curso, no se ha ofrecido lamas leve duda, tropiezo ni reparo. Nosotros loseguimos por todas partes; vamos al sitio; suplicamos al ministro; i l nos ofrece un favorabledespacho; esperamos, volvemos i volvemos a importunar; pero an no ha salido. Al fin de cuatromeses, se nos dice que se ha tomado providencia,mas no cul ha sido, sin duda porque no conviene.Esta respuesta ajita nuestros cuidados; ocurrimosal ministro; nos dice que est despachado, i pasaadelante. Nueva inquietud para el miserable pretendiente. En fin, determina ste volver a preguntar al ministro qu casta de despacho es elque ha tenido la pretensin, s debe retirarse ocontinuar sus solicitudes; i al cabo tiene la fortuna de que se le diga que no tiene que hacer masdilijencias en el particular; que se ha pedido nuevo informe a Indias; i que hasta que venga no sepuede hablar sobro la pretensin; i le despide. H

  • 36 LA CRNICA DE 1810.

    aqu la historia de mi pretensin, que ha sido laruina de mi familia i de mi salud. Esto es lo quese llama correr con desgracia, o ser poco venturoso en las pretensiones.

    V.

    Las contrariedades mencionadas fomentaron enel nimo de Rojas, desde los primeros meses desu llegada a Espaa, la mas profunda melancola.Padeci una olorosa nostaljia.No pensaba mas que en Chile, i en la vuelta a

    la patria i al hogar.Lase lo que, ya en 9 de octubre de 1774, es

    criba a don Manuel de Salas Corvalan.Amigo mi i mi querido hermano. Con tanta

    mas complacencia recibo la de Usted de 4 dejunio, cuanto estra la falta de sus letras en elantecedente.

    Es indecible el gusto que tengo en ver aUsted tan bien hallado en Chile, i tan repuesto enla salud.

    Amigo, ese es el pas del mundo. Siempre hetenido esa idea; i cada dia me la confirma mas imas lo poco que he visto; i como Usted dice, nofalta a los chilenos mas que el que quieran serfelices para que efectivamente lo sean. Nada tienen que desear. Todo lo prodiga en ese bellsimo reino la naturaleza a manos llenas. Solofalta jenio en las jentes, i que se les corra un veloque nimiamente los contiene, i les causa un terror pnico, que est tan lejos de tener fundamento, como ellos proporcionados para gozar unafelicidad con que les brindan todas las circunstancias.

  • CAPTULO II. 37

    Yo no pienso mas que en restituirme; i solome detiene en el abominable Madrid lo que ya lehe comunicado. Aqu no hago mas que aniquilarme de todos modos, lejos de los mios, en un pasestrao, i con el triste destino de pretendiente.Padezco lo que no es decible. Esto me ha sumer-jido en una melancola i abatimiento con que continuamente luchan mis fuerzas, ya cuasi estenua-das o consumidas por una hipocondra que se aumenta por dias, i de que solo he conseguido aliviocon las ideas de mi regreso, mas vivas en estosdias con el motivo de haber estado encajonandomis libros i algunos instrumentos de matemticas, el torno i varias herramientas. El continuotrabajo material, haciendo todo esto por mis manos, la idea ajitada con estos preparativos de viaje, todo ha contribuido a mi alivio.

    Con fecha 7 del mismo mes i ao, escriba, entre otras cosas, a su futura suegra lo que sigue:

    Dichoso Mauuelito (don Manuel de Salas) quegoza de la vida en Chile! Eso s que es vivir. Esas que es corte, i no esta mazmorra, que pareceque ha fabricado la adversa fortuna de los indianos. El me escribe mui alegre, as por haberserepuesto en la salud, como por la satisiccion quelogra en sus paseos i diversiones, siempre cercado de aquellos nobles paisanos, que viven tan naturalmente, que se pueden comparar con aquellosque dicen del siglo de oro.

    El deseo que Rojas esperimentaba de tornar alpas natal era tan estremado, que senta la imperiosa necesidad de reemplazar los usos europeospor los peculiares de Chile.

    As lo declaraba espresamente en 7 de octubrede 1774 al hermano de su novia don Judas Josde Salas, residente en Lima.

  • 38 LA CRNICA DE 1810.

    Amigo i mi querido hermano. A un misnldtiempo, tuve el sentimiento de saber que le habiaasaltado una calentura con amagos de terciana, ila satisfaccin de que se hubiese desvanecido inmediatamente este aparato. Cudese Usted paraque vaya a gozar de Chile, como don Manuel, aquien contemplo ya huaso rematado, pues se emplea en andar viendo las famosas carreras de caballos, i divertido con aquellos nobles brutos. Diosnos d a los dos vida para que le acompaemos, iolvidemos los guayes, i volvamos a nuestras ollasde Ejipto, esto es, a nuestros dichos: Qu quersfi vos? de nuestra santa tierra. Yo por m tengohecho el nimo a largar el maldito surt en cuanto pise la tierra de Buenos Aires, tomar con mucho gusto mi ponchito, un buen lazo de aquellosque tienen nuestros paisanos para ir a misa, i dejarme ir hasta casa. Eso de t i caf desde ahorapara entonces lo renuncio. Una ulpada, o dos mates valen mas, que al fin esta es nuestra leche.Mas basta ya de desvarios, que cansarn a Usted.

  • CAPITULO III.

    Don Jos Antonio de Rojas manifiesta una inclinacin decidida al estudio, i un ardiente deseo de que la ilustracin se propague en la Amrica Espaola.Se empea por enviar a Chile, superando dificultadesde toda especie, mquinas, aparatos cientficos, i sobre todo una selecta coleccin de libros.La Historia de los Establecimientos Europeosen las dos Judias por llaynal, i la Ilislwia de Amrica por Robert-sou, causan a Rojas un entusiasmo estraordinario.Don Jos Anto-hio de Rojas entra en relaciones con el historiador Robertson.Espresa en una carta confidencisil el desprecio con que miraba a losque prohiban la lectura de los libros filosficos.

    I.

    Lo nico que consolaba a don Jos Antonio deRojas, en medio de los sinsabores i desengaos,era la lectura a que se entregaba con pasin, i enla cual empleaba todas las horas de que podiadisponer.

    Aunque Usted no me dice en su estimada del29 de julio nada de su salud, escribia en 7 defebrero de 1775 a don Judas Jos de Salas, s porotras que ha padecido alguna incomodidad i amago de ictericia, de que logr reponerse con losaires de Lurin. Yo lo celebro infinitamente; i sies la causa, como dicen, el demasiado ardor conque se ha dedicado a los libros, me tomo la libertad de decirle que esa santa aplicacin tambinsuele ser nociva, cuando es sin descanso; porque al

  • 40 LA CRNICA DE 1810.

    mismo tiempo que ilustra, disipa las fuerzas corporales. Sin embargo, no puedo dejar de confesarque, aunque sea reprensible una aplicacin excesiva, es el mejor defecto que le pueden echar encara a un hombre. Tambin me han hecho a meste cargo los mdicos de Madrid, discurriendoque el entretenerme algunos ratos con tales cuales libritos me iba enjendrando una hipocondra,que con el tiempo se podia hacer accidente grave; pero, aunque conoca que no lo erraban deltodo, me hice cargo de que estaban ellos tan distantes de la causa de mi hipocondra, como yodel remedio.

    Don Jos Antonio de Rojas tributaba un verdadero culto a las letras i a las ciencias.

    Como otros hispano-americanos ilustres de lamisma poca, no podia conformarse con que lametrpoli mantuviera a los habitantes del nuevomundo en tamaa ignorancia.

    He tenido particular gusto con lo de Toro, escriba a su cuado don Jernimo de Herrera en 7de junio de 1775. Me alegro de sus satisfacciones,porque siempre me han debido particular consideracin sus prendas i literatura. Pluguiera aDios que hubiera cien Toros; i que se dedicasena servir a su patria, instruyendo esa juventudque, en el mejor suelo, clima i cielo de mundo,crece tan salvaje o silvestre, que es cuasi intil!Cuando yo veo aqu (con ser que esta es la porcin mas abandonada i despreciable de la Europa)los seminarios, as para las ciencias, como para elarte militar, las academias de escultura, pintura iarquitectura, i otras oficinas donde a este animal-hombre le ensean todo lo que en cualquiera otraparte es capaz de saber, digo entre m: si me pusieran a escojer entre todas las grandezas, i uno

  • CAPTULO III. 41

    de los colejios, yo abandonara aquellas, i volvera contentsimo a mi pas con uno de stos. Peroesto es soar despierto. An no ha llegado el tiempo de que amanezca la racionalidad en la Amrica.

    II.

    Se comprende perfectamente que un hombre detales ideas i de tales sentimientos tuviera la aficin de los libros i de los aparatos e instrumentoscientficos.

    Con efecto, Rojas no reparaba ni en gastos, nien dificultades para adquirirlos.Desplegaba tanta dilijencia para proporcionar

    se una obra que estimaba curiosa, o una invencinmecnica que le llamaba la atencin, como paradefender o servir al padre de su idolatrada novia.

    No habia sacrificios que parecieran excesivos anuestro viajero para alcanzar los objetos mencionados.En una carta, fecha 31 de octubre de 1775,

    hablaba a su jente en Cdiz don Juan IgnacioAlcalde sobre el temor que habia de que fuera

    apresado por el enemigo un barco denominadoAurorita, el cual conduca ciertos cajones de libros que le pertenecan.

    Aseguro a Usted, decia con este motivo Rojas a Alcalde, que han pasado pocos libros a Indias como los que van en la Aurorita. Me hancostado mucho dinero, i el incesante trabajo demas de tres aos, en que he practicado esquisitasdilijencias, prodigando el dinero en las principales cortes de Europa. Hasta de San Petersburgo,he hecho venir libros, que no se encuentran enotra parte.

  • 42 LA CRNICA DE 1810.

    Por fortuna, el barco amenazado logr salvarse.

    Rojas se empeaba en adquirir instrumentos imquinas, tanto como libros.

    Todo hace presumir que fu el primero que envi a Chile una chimenea de hierro construida ala inglesa.

    Compr en tres mil pesos un torno, en el cual,segn escriba a don Manuel de Salas Corvalanen 7 de octubre de 1773, se torneaba redondo,ovalado, triangular, cuadrado i en lnea recta.Era aquel un aparato cuya contemplacin le

    causaba el mayor entusiasmo.Consta que aprendi a manejarlo, i con bas

    tante destreza.Lase lo que escriba en 24 de octubre de 1775

    a su jente en Cdiz don Juan Ignacio Alcalde.Paisano i seor. Me dicen de Paris que el

    dia 3 del corriente salieron de aquella ciudadpara Ran dos cajones dirijidos a Usted, en quevienen un torno i otras mquinas, como ver Usted en la nota adjunta. Estas piezas son de mucha delicadeza, i vienen todas separadas i empaquetadas particularmente con nmeros i brevetespara su intelijenca. Si en la aduana lo revuelvenaquellos ignorantes i no bien intencionados ministriles, pueden perdernos el trabajo de ao imedio bastante costoso.Esta es una mquina que en la grande Espa

    a, solo han tenido la flaqueza de mandarla hacer dos sujetos: el uno un caballero llamado donCarlos III para regalar a su primojnito, i el otroun cierto indio, paisano de Usted, que no ha podido coseguir ni una sacrista. Este pobre diabloquiere llevar la tal mquina, i colocarla all enun rincn de su tierra. Vea Usted qu insolente

  • CAPTULO III. 1 olo

    atrevimiento, i qu cabeza tan deschabetada! Enfin, sea lo que se fuere, suplico a Usted que procure recojer esos cajones, i mandarlos para donde no los toque la humedad; i en pago de esto,el tal indio le ofrece a Usted enviarle desde sutierra una cosa hecha en la mquina, capaz depoderse ver en Europa.

    Por el correo pasado, inclu a Usted otro conocimiento de Londres. Paciencia, paisano, porDios! i abur.

    Con el sistema que Rojas ponia en prctica deadquirir a cualquier precio todos los objetos deciencia o de industria, i an de simple comodidad domstica, que juzgaba ser tiles en Chile,ya se concebir que no podia hallarse abundantede recursos pecuniarios.

    Con efecto, por satisfacer sus aspiraciones deprogreso, se esponia a apuros i escaseces.

    Creo que todo el cerro de Potos, escriba aAlcalde en 27 de setiembre de 1774, es poco para lo que se consume en este abominable lugar;ya estoi sin un cuarto.

    Pero el exceso de los gastos no era el mayorobstculo que Rojas encontraba para procurarselos libros cuya posesin anhelaba.

    Se sabe que entonces en Espaa se impedia laentrada i circulacin de los que se denominabanmalos, por ser mas o menos contrarios a la relijion i a la poltica oficiales.

    Esta prohibicin era todava mas severa por loque tocaba a la Amrica.

    Don Jos Antonio de Rojas, para realizar elproyecto de traer a Chile una coleccin selectade obras, se veia, pues, forzado a vencer una doblo resistencia. Tenia que conseguir que fuesenintroducidos en la Pennsula; i despus, que fue-

  • 44 LA CRNICA DE 1810.

    ran enviados a las colonias. Lo primero era bieridificultoso; pero lo segundo lo era todava mucho mas.

    En la memoria o nota de los libros cuya com

    pra encargo a Usted, escriba Rojas desde Madrid en 23 de febrero de 1775 a Mr. P. Monne-

    ron, su jente en Paris, sealo al mrjen con unacruz los que son prohibidos por la santa inquisicin para que Usted no los incluya en el cajnque vaya a Cdiz, porque ste ha de sufrir enaquel puerto un prolijo i escrupuloso escrutinio,en que ciertamente lo pasaran mui mal aquellospobres libros que han incurrido contra las ideasde este tribunal, i exaltado la bilis de sus sabiosmiembros; i as todos estos que llaman malos ser menester hacerlos venir a Bayona, de dondecon su aviso los ir recojiendo.

    Rara i abominable constitucin! Siempre hasido i ser difcil el instruir, porque no es fcilconocer la verdad; pero aqu es doblemente dificultoso, pues es un delito el procurar adquirirconocimientos; por cuya razn la bella literaturaesjnero de contrabando en Espaa, i an asmas escasa cuanta es la multitud intil i perniciosa de los fieros guardas que ha puesto la ignorancia contra esta prenda, que es la alhaja masamada del hombre. Sera nunca acabar el quererdecir a Usted algo de este infeliz laberinto.

    Sin embargo, Rojas, con el propsito de allanar en cuanto fuese posible el grave inconveniente a que aluda en la carta de que he copiado eltrozo precedente, habia solicitado de la santa sede la licencia de leer i tener libros prohibidos; icuando la hubo alcanzado, habia conseguido queen virtud de ella, la inquisicin le otorgase la deenviarlos a Chile bien encajonados i sellados con

  • CAPTULO III. 45

    el sello del santo oficio para que no pudieran serledos por quien no tuviera la correspondienteautorizacin.

    Remito en esta ocasin todos mis libros i al

    gunos otros trastos para que se embarquen en Cdiz con destino a Valparaso, escriba en 7 deoctubre de 1774 a su padre don Andrs de Rojas.Diez cajones de libros van puestos a nombre dedon Manuel Toro, a quien escribo para que haga las dilijencias correspondientes a fin de queentren en casa sin que los abran,

    _porque son li

    bros estranjeros, poco comunes; i no ser bienque los vean. Algunos hai prohibidos; pero tengolicencia del papa para leerlos i tenerlos. As loshe presentado a la inquisicin, i ha espedido unaprovisin para que vayan cerrados i sellados conel sello del santo oficio hasta esa ciudad, la queincluir a Toro para que facilite su ingreso.

    Don Juan Ignacio Alcalde escribir a Ustedde mi orden, incluyndole la provisin del santooficio para el pase de mis libros, que van a sunombre en diez cajones, decia a don Manuel Toro en carta fecha 7 de diciembre de 1774. No

    acompao el catlogo de ellos por no cargar aUsted con el petardo del porte. El fin es que Usted se gobierne con su gran sagacidad, de modoque sin abrirlos, ni revolverlos, se metan en casa.Ya digo a mi padre que disponga se coloquen loscajones donde no les llegue la humedad, enemigacapital de las buenas encuademaciones. Esta estoda mi ancheta; i yo estimo mas estos cajones,que si fueran llenos de tises u oro en polvo.

    Incluyo a Usted en copia autorizada, agregaba Rojas a Toro en la misma carta, la licenciaque tengo de Su Santidad para poder leer i tenerlibros prohibidos, por si acaso abriesen los cajo-

  • 46 LA CRNICA DE 1810.

    nes, i se encontrase algo que no sea corriente,para que Usted se defienda con ella, de las molestias i tonteras que se suelen levantar mui fcilmente en los pases de la ignorancia; pero, nollegado este caso, como me lo prometo, porqueest al cuidado de Usted este negocio, guardedicha licencia de modo que no se trasluzca queyo la tengo.

    Ya Usted habr recibido las que le he escritoen los dos correos antecedentes, incluyndole testimonio de la licencia que me concedi el papapara leer i tener libros prohibidos, cuyo rescriptotengo aumentado por otro que posteriormente herecibido de Pi VI, en que ampla las facultadesque me dispens su antecesor, honrndome infinitamente con espresiones no comunes, decia almismo Toro en 7 de junio de 1775; i tambin laque le escribira Alcalde, acompandole la pro^visin del santo oficio en que concedi el pase alos diez cajones de libros que remit a su nombre,para que me haga el favor de recojerlos i ponerlos en casa, remitindome cuenta de los costosque le ocasione este encargo para satisfacerloscon su aviso.Para que se conozca bien lo que era don Jos

    Antonio de Rojas, debe observarse que, segnaparece de fas cartas copiadas, habia solicitadodel papa que le permitiese leer i tener libros prohibidos, no para desvanecer los escrpulos de lapropia conciencia, sino para evitar las murmuraciones de los particulares, i sobre todo las persecuciones de los funcionarios pblicos.

    A fin de que no quede la menor duda sobre loque Rojas pensaba en este orden de cosas, voi acitar lo que escriba en 1.2 de agosto de 1775 a sujente en Roma don Vicente Donati.

  • CAPTULO III. 47

    Por lo que mira a la licencia o facultad do comer carne, me he redo grandemente con lo queUsted me dice. Usted me ofrece conseguirla enotro breve para m solo con aquello del utriusquemedid consilio; i yo se lo estimo infinito, dejandoen todo su vigor i fuerza el dicho utriusque medidconsilio; porque con una casaca que traigo deutroque colore, tengo toda la licencia que necesito,i le aseguro a Usted que no me quedan escrpulos. La que solicitaba para m, mi familia i los de-mas que comiesen a mi mesa solo tenia por objeto el libertarme de los escrpulos de muchos tontos que se detienen en esto mas de lo que es menester, i plisan por encima de otras cosillas masgraves con grandsima serenidad. En estos trminos, si se puede sacar el breve, como solicito, aunque cueste algunos cuatrinos mas, lo estimar.

    An con la licencia pontificia para leer i poseerlibros malos o prohibidos, era mui dificultoso introducir algunos de ellos en Espaa, i sobre todoen la Amrica, como resulta mui claramente de lacarta que he copiado antes, escrita por Rojas aMr. Monneron, posterior en fecha a la concesinde la tal licencia.

    Rojas recurri, para salvar esta dificultad, a laintervencin de ciertos empleados de la legacinfrancesa por lo que tocaba a la entrada en la Pennsula.En cuanto a la introduccin en Chile, se cuenta

    que tom el arbitrio de mudar los rtulos que podian escandalizar, por otros a los cuales no podiaponerse reparo.

    Lo cierto fu que don Jos Antonio de Rojashizo venir el primero a nuestro pas la Encido-pedia de D'Alembert i Di'derot, las obras de Rousseau, las de Montequieu, las de Helvecio, las

  • 48 LA CRNICA DE 1810.

    de Robertson, el Sistema de la Naturaleza de Hol-bach, la Historia de los Establecimientos Europeosen las dos Indias i otras de la misma clase.

    III.

    Creo interesante consignar aqu que los dosautores a quienes don Jos Antonio de Rojas admiraba mas eran Raynal i Robertson.

    Ha salido una obra mui singular, escriba en7 de diciembre de 1774 a don Jos Perfecto de

    Salas, cuyo ttulo es Historia Filosfica i Polticade los Establecimientos i del Comercio de los Euro

    peos. Es annima, i parece impresa en Amster-dam. Est prohibida, porque habla mui claro, iporque dice algunas verdades. Procurar enviara Usted un ejemplar, luego que lo consiga, puesespero tenerlo en estos dias.

    Celebro que recibiese Usted los siete volmenes de la Historia Eoltica i Filosfica de los Establecimientos Europeos en las dos Indias, que leenvi para que por medio de su amigo los diri-jiese a Lima al seor don Jos Perfecto de Salas,quien tendr con esto el mayor gusto respecto deser una obra de primer orden, escribia a donJuan Ignacio Alcalde en enero de 1775. Si losnegocios en que Usted actualmente entiende conel despacho al sur le dan tiempo para hojearlos,ver el comercio tratado tan a fondo, i, con tanprolijos detalles, que le admirar. Asimismo seencontrar con la historia de la Amrica escritacon igual solidez, admirable exactitud, un estilopuro, dictado por un jenio filosfico, que no tieneotro objeto, que el de decir la verdad i procurarel bien de la humanidad. Yo aseguro a Usted

  • CAPTULO III. 49

    que en lo poco que he ledo sobre aquel mundo,no he encontrado noticias mas exactas, ni menosespritu de partido, que el que se reconoce enesta primorosa obra.

    Ya dije a Usted en mi antecedente que le remit con don Antonio de Arriaga la Historia deAmrica del padre Touron, escribia a don. Jos Perfecto de Salas en 7 de febrero de 1775:i la otra que le ofrec de los establecimientos idel comercio de los europeos en las dos Indiasen siete tomos la tengo dirijida a Alcalde, quienla ha recibido, i encaminar a Usted. Esta esuna' excelente obra. Yo tengo la vanidad dehaqer a Usted un regalo. Cuando Usted la lea,conocer Usted de cunto valor es. Su autor esel abate Raynal. Este hombre divino, este verdadero filsofo es digno de los elojios de todo elmundo literario, i particularmente de los americanos. Mucho se ha dudado en la Europa acerca.de la patria del autor de esta excelente obra, porque no se conoce con la pasin. Su rectsimabalanza no se ha inclinado mas a unos que aotros; a todos reprende sus defectos; i pareceque es el padre universal de los mortales, segnla superioridad con que les habla. Si ahora mecondena Usted por ponderativo, estoi cierto que,cuando Usted lea, conocer que mis espresionesson justas i moderadas. Ojal se dedicara Usteda traducirla!))

    La Historia de Amrica escrita por Robertsondespert en el nimo de don Jos Antonio deflojas tanto entusiasmo, como la obra de Raynal.

    El seor Robertson ingles, autor mui conocido, decia a don Jos Perfecto de Salas en 7 dediciembre de 1774, est escribiendo una historiajeneral de la Amrica. Por las noticias que tengo

    la c. 7

  • 50 LA CRNICA DE 1810.

    de esta obra, i por el crdito del autor, creo queser de lo mejor que ha salido en su jnero. Ti-nela ya mui adelantada, de modo que, en este aode 1775, se imprimir; i luego tendremos traducciones al francs. El nos hace honor, i est tanbien informado de las cosas que pasan en el otro

    mundo, que ver Usted salir al teatro con todaaquella pureza que dicta la verdad hasta las menores cosas, como yaraves, repartimientos i cantores de las Indias. Lstima ser que prohibaneste libro; pero yo, desde ahora, le anuncio estasuerte.

    IV.

    Don Jos Antonio de Rojas tuvo el honor desuministrar datos para la famosa Historia deAmrica debida a la pluma del ilustre Robertson.

    El seor Robertson ingles, decia a don ManuelToro en carta fecha 7 de diciembre de 1774, esttrabajando en Londres una historia jeneral de laAmrica, que ser de lo mejor que ha salido eneste jnero. Tinela ya mui adelantada, de modoque se imprimir en todo el ao que entra; i luego tendremos su traduccin al francs; el autorescribe en ingles.

    A m me han dado un papel de dicho Robertson, que contiene ciento i tantas preguntas. Hetenido mucho gusto de verlo, pues las preguntasmanifiestan que el autor est bien enterado delo que 'pasa en Amrica. El nos hace honor, i habla la verdad con toda aquella pureza que inspiran la noble libertad inglesa i su desembarazadoespritu. Siento no tener aquel caudal de noticiasnecesarias para desempear la confianza que me

  • CAPTULO III. 51

    hace en tan arduas preguntas. Si estuviramosjuntos, Usted s que las satisfara, i haria un servicio a la nacin i a todo el orbe literario. Yodir lo que pueda, i la crtica del autor tomarlo que le parezca.

    Rojas se puso en comunicacin directa conRobertson, como lo manifiesta la carta que pasoa copiar.

    Al Reverendo doctor Robertson en Edimburgo.

    Madrid, 20 de Junio de 1775.Mui seor mi. Desde que tuvimos el gusto

    de leer su famosa historia de Carlos V, en quevemos brillar por todas partes el buen juicio dela sana crtica, i sus compaeras inseparables, laverdad i la justicia, comenzamos a hacer un altoconcepto de Usted, apreciando mucho este buenlibro, i tanto mas cuanto que sentamos ver lasgrandes acciones de aquel hroe, i las notablesrevoluciones de su tiempo, oscurecidas i mal tratadas por la del obispo Sandoval, que, lejos dehaber formado una historia, habia compuesto desus hechos i sucesos un tejido de puerilidades isupersticiones, de que an no convalecemos.

    Tambin nos ha parecido mui agradable subello romance que public bajo el ttulo de Viajes, criticando con suma gracia i discrecin losdefectos de que cuasi jeneralmente abundan lasrelaciones de los viajeros, hacindonos, por estadebilidad a que nos arrastran la pasin por lo maravilloso i el amor propio, dudar de muchos hechos ciertos i estraos.

    Posedos, pues, de este justo concepto quetenemos de su gran talento i universal instruccin, nos deleitbamos con sus obras, cuando tuvimos el consuelo de saber que trabajaba en es-

  • 52 LA CRNICA DE 1810.

    cribir una historia jeneral de la Amrica; i funuestro primer movimiento asegurar a nuestroscompatriotas que ya bamos a tener una historia de aquel nuevo mundo mas desconocido,o desfigurado por lo que se ha escrito de l, que.por su distancia e inmensa estension, congratulndonos con que se veran salir al teatro de laverdad sus inauditos padecimientos i miserias,que cuidadosamente han procurado olvidar porla abominable poltica que, siempre precedida dela mentira i. el trato doble, no nos ofrece muchasvirtudes en sus hroes, o avergonzados de unasacciones las mas perversas i execrables, o porno excitar la justa venganza; i deseando contribuir en la parte que podemos a esta obra, de quetanto se necesita, i que no dudamos har muchobien, hemos procurado darle todas las noticias imemorias que tenemos, de que pudiramos haberle enriquecido, si hubiramos tenido mastiempo para hacerlas Venir. Algo apuntamos enlas brevsimas respuestas que dimos en 21 dediciembre de 1774 a. sus treinta i seis preguntas,que nos comunicaron, creyendo encontrar algunaluz; i en esta ocasin le remitimos por mano denuestro buen amigo el caballero Lowes la descripcin de las provincias del Per i el catlogode los virreyes de Lima, que public el doctordon Cosme Bueno, catedrtico de matemticasde la universidad de San Marcos de aquella ciudad. No es gran cosa esta obra; pero no tenemosotra de lo interior de aquel reino. Las pocas noticias que da son verdicas; i estara mejor sihubiera omitido el autor los milagros i portentosque tan cuidadosamente refiere, i de que se retodo hombre regular; mas ya he dichoque estaes la enfermedad, de que adolecemos, cuya cura

  • CAPTULO III. 53

    miro an remota. Espero la de las provinciaspertenecientes al distrito de los obispados delTucuman, Buenos Aires i Chile; i si stas merecen su aceptacin, le remitir las otras.

    Yo soi americano; he nacido en la ciudad deSantiago, capital del reino de Chile; i mi destinoes volver a acabar mis dias en aquel pas, el masfrtil i delicioso del mundo. Apreciara poder sertil en l, i tener a quien comunicar lo que porall puedo observar, tanto en historia natural,como en astronoma i fsica. Aquel mundo estintacto; i a cada paso, se vienen a las manos milcosas raras dignas del conocimiento de los sabios,quo ellos estimaran, i que aqu por su indolenciani aprecian, ni conocen. Como el jenio de la nacin que lo domina, no es el mas dispuesto a emplearse en estas investigaciones, apenas se tienen ,noticias de las producciones naturales de aquelhemisferio, pues no se han visto venir otras quelas que han podido recojer los viajeros mui dede paso, sin tener tiempo para reconocerlas, delo que proviene la inversin de noticias que senota en todo lo que tiene relacin a la Amrica.

    Tengo el honor de ofrecer a Usted mis mashumildes respetos, protestndome sinceramenteS. S. i A. S.Jos Antonio de Rojas.Nuestro compatriota incurri en el error de

    atribuir en la carta precedente al ilustre autorde la Historia de Carlos V i de la Historia deAmrica una obra que no es suya, segn l mismo lo reconoce en el siguiente pasaje de unacarta escrita en 30 de mayo de 1776 a su jenteen Edimburgo Mr. Guillermo Lowes.

    Yo no he recibido carta del seor Robertson,con quien padec la equivocacin de haber atribuido por obra suya el gracioso romance conoc-

  • 54 LA CRNICA DE 1810.

    do bajo el nombre de Viajes de Robertson a lasTierras Australes, equvoco de aquellos en quefcilmente se incurre cuando se trata de nombreso apellidos en un idioma que se ignora. Ojal nolo ignorsemos! que

    '

    as tendramos la puertaabierta para entrar en el inmenso tesoro de tantasbuenas obras, como se han escrito, i se estn escribiendo en ingles; pero ya casi lo entendemos,aunque no podemos pronunciarlo; i as deseamoscon impaciencia ver la Historia de Amrica dedicho seor Robertson, que dicen ha salido, ivuelvo a repetir a Usted mi splica de que meproporcione uno de los primeros ejemplares deesta obra, que me interesa por dos motivos: elprimero, por ser de tan esclarecido autor; i el segundo, porque trata de nuestro mundo, que yava logrando por todos caminos otra consideracin que la que le ha dado, i an da, la vil esclavitud a que parece le han condenado, sin dudacelosos de las muchas prerrogativas con que leha dotado la naturaleza.

    V.

    Rojas iba depositando en una casa de Cdiz loscajones que contenan sus libros hasta que se lepresentaba ocasin propicia de enviarlos a Chile.Habiendo una seora amiga suya llamada doa

    Mara Nicolasa Portusagasti, que presuma culera la mercadera ilcita encerrada en los cajones, interrogdole acerca del contenido de ellos,Rojas le contest en 2 de agosto de 1776 lo quesigue.

    Tengo la nota de los perverssimos libros queencierran los consabidos cajones; i porque no la

  • CAPTULO III. 55

    he podido encontrar, no la incluyo. Pero paraqu la necesita Usted? No es Usted dueo delos cajones i del dueo de los cajones? Pues, para qu notas, ni preguntas? Mas si stas se_ reducan a saber lo que contenan, para no abrir sino agradaban, dir algo, segn me acuerdo.

    Encontrar Usted unos cincuenta i seis tontitos en folio, que son dos ejemplares del malsimoi pestfero diccionario enciclopdico, que dicen espeor que un tabardillo. tem, las_ obras de unviejo que vive en Jinebra, cuya opinin est tanen duda, que unos dicen que es apstol, i otrosAntecristo. tem, las de otro chisgarabs quenos ha quebrado la cabeza con su Julia. tem, labella historia natural de Mr. Buffon. I no s quotros que, segn malicio i conjeturo por el depravado gusto del majadero que los pidi, debende ser tambin malos, como dicen en la tierra deUsted.

    En cuya intelij enca, si algo de esto le agrada, rompa en hora buena los cajones, pero no elsecreto, pues si llegaran a oler algo de lo quecontienen algn fraile, beata, devoto o ignorante,que todo es uno (entindase que no hablo de losdevotos hipcritas, porque stos saben mas quetodos nosotros, i que todos los diablos del infier

    no), serian capaces de darnos un dolor de cabeza,o quitarnos esos buenos amigos; i as, cuidado,mi amiga! mire Usted que no se ha hecho lamiel para la boca de los asnos! Lea Usted; peroque no lea otro, que quiz no lo entender; i liaqu lo que es de temer.

    Pero para qu quieren ellos leer estas tonteras? No tienen sus crnicas con conceptos predicables, sus casos raros de la confesin, su Mstica Ciudad de Dios, su Temporal i Eterno, sus

  • 5G LA CRNICA DE 1810.

    Gritos de las Almas del Purgatorio, i otros mil deeste jaez, que no estn prohibidos, i que, lejos decausar zozobra al que los tiene, le aseguran desde la primera hoja la inmensa ganancia de unosdoscientos mil dias de induljencia, que no haimas que pedir? Ademas, el que lee stos es unnjel, i el que esotros, un demonio. Con todo, ain me parecen mejores (i tambin creo que a Usted) estos demonios, que aquellos njeles; peropor respeto a los santos hachones i a los sayones,dejaremos por ahora de firmar; i a la verdad queo hai cosa mas intil que la firma en una cartaconocida. Abur! pues; hasta la vista; pero entre tanto, mande Usted, i estime a esteDemonio.

  • CAPTULO IV,

    Don Jos Antonio de Rojas obtiene que clon Jos Perfecto de Salasvuelva a hacerse cargo de la fiscala en Chile.Contina sin resultado favorable sus pretensiones en la corte.El ministro don Josde Glvez nombra a don Jos Perfecto de Salas, sin que ste lo hubiera solicitado, fiscal de la casa de contratacin de Cdiz.Rojassabe con la mayor indignacin que no se dejaba a Salas en libertadde aceptar o rehusar el ascenso que se le conceda.Da pasos paraconseguir que se permita a Salas jubilar como fiscal dla audienciade Chile.El gobierno de Madrid imparte las rdenes mas terminantes para que Salas sea obligado a dirijirse a la Pennsula.DonJos Perfecto de Salas se resuelve a obedecer; pero hace que su hijodon Manuel de Salas Corvalan parta con anticipacin para la Pennsula, a fin de que prepare los nimos en su favor.Don Jos Antonio de Rojas se exaspera al cerciorarse de los verdaderos motivos quetenia el gobierno para obligar a don Jos Perfecto a que fuera a establecerse en Espaa.El presidente de Chile obliga a salir delpas, no solo al fiscal Salas, sino tambin a su mujer e hijas.Rojasobtiene que se permita a estas ltimas suspender en el virreinato deBuenos Aires el principiado viaje.

    I.

    Junto con atender a la compra de libros, i alos arbitrios que podian tocarse para introduciralgunos de ellos en Espaa, i despus en Amrica, don Jos Antonio de Rojas no cesaba deactivar en la corte el despacho de diversas solicitudes que habia entablado en nombre propio,o en el de su futuro suegro, de su padre, de susdeudos i de sus amigos de Lima o de Santiago.

    la o. 8

  • 58 LA CRNICA DE 1810.

    Pero como l lo confesaba, tenia mala suerteen la lotera de las pretensiones.En algunas, sali desairado; i en otras, no logr

    resolucin.Lo tnico que por entonces alcanz fu el real

    permiso que su padre habia pedido para fundarun mayorazgo en su favor.La satisfaccin que le caus el feliz resultado

    de este negocio no tard en amargrsele con latriste e inesperada noticia del fallecimiento dedon Andrs de Rojas.Esta desgracia imprevista produjo la mas do-

    lorosa impresin en el nimo de don Jos Antonio.

    Su primer movimiento fu volverse a Amricalo mas pronto posible.Contribuan a aconsejarle tal determinacin,

    no solo la tristeza de la muerte de su padre, i eldeseo de venir a prestar sus servicios a su madrei hermanas, sino tambin los desengaos que habia esperimentado en la corte, donde, salvo unaque otra escepcion, todo habia sido para l dilaciones o denegaciones.Rojas se hallaba en esta disposicin de esp

    ritu, i haca sus preparativos de regreso, cuandosobrevinieron sucesos que le obligaron a permanecer en la Pennsula todava por algn tiempo.Don Manuel de Amat i Junient fu reemplaza

    do en el virreinato del Per por don Manuel Gui-rior.Esta mudanza de personas facilit la concesin

    de la solicitud que don Jos Perfecto de Salastenia elevada de tiempo atrs para que se le permitiese reasumir su fiscala.

    Ya tiene Vuestra Merced en Chile al asesorque fu del seor Amat mediante una real orden

  • CAPTULO rv. 59

    que conseguimos para que volviese a su plaza defiscal, escribia Rojas en 26 de julio de 1775 a doa Juana Mara Pereira de Flores, mujer de uncaballero que debia ser pronto elevado al cargode virrei de Santa Fe. Esta pretensin fu elprincipal ' objeto de mi viaje; i tengo por ciertoque no la hubiramos logrado a no haberse tomado providencia en lo principal (la remocin deAmat).

    Contemplo a don Jos Perfecto en Chile desde abril, restituido a su plaza, i, lo que vale mas,a su casa, en virtud de una real orden de 4 de

    agosto de 1774, escribia a don Juan Ignacio Alcalde en 17 de julio de 1775; i ha sido el alcanzarla una obra de romanos; i nunca la hubiramos logrado, si no se hubiera tomado providenciaen lo principal, esto es, si no se hubiera relevadoaquel virrei, porque l nunca le hubiera largado.

    II.

    Los enemigos de don Jos Perfecto de Salas enla corte, i parece que los tenia poderosos, recibieron mui mal la licencia que se le habia otorgadode venir a establecerse en Chile.

    Con motivo de la noticia de su traslacin, agravaron las murmuraciones, i echaron a correr lasespecies mas desfavorables a la reputacin deSalas.

    Por el navio d^ rejistro que lleg a mediadosdel pasado, escribia Rojas a su futuro suegro en 7de octubre de 1775, he sabido que Vuestra Merced se embarc en la Sacra por el mes de marzo,cuya noticia me ha llenado de satisfaccin pormuchos motivos, aunque al mismo tiempo no ha

  • 60 LA CRNICA DE 1810.

    dejado de mezclarse con algn sinsabor por el estudio que hacen los mulos para darnos que sentir, aprovechndose su maledicencia de cuantosaccidentes contemplan proporcionados. Con elmotivo de haber rejistrado Usted, segn dicen,cuatrocientas piezas al tiempo de su embarque,anda publicando el seor conde de Montes-Clarosuna copia que dice ser del rejistro, por la queaparece con la mayor individualidad que Ustedha embarcado tres millones de pesos, espresandodicha apuntacin cunto en doblones, cunto enplata sellada-, cunto en vajilla, alhajas, etc. Ya seVe que esta grosera calumnia est diciendo su falsedad en la misma publicidad e individualidad deespecies que contiene; pero da motivo a que sehable, i confirmen muchos el concepto en que estn. En fin, estas bocanadas nos perjudican, i dejan a estos brbaros mui teidos de esas espe-cieso)

    A pesar de esta exacerbacin de odios, Rojas,ansioso de servir a su suegro, i animado por haber Amat i Junient cesado de ser virrei, resolviinstar por el despacho de la solicitud de ttulo deCastilla para Salas, que, aunque aparejada contodos los justificativos, dorma desde meses atrs-en la cartera del ministro de Indias don Julin deArriaga.El personaje mencionado, que habia prestado

    odos a las insinuaciones del ex-virrei del Per,se habia mostrado siempre mui contrario a Salasi a Rojas; pero el segundo se lisonjeaba de hallarle esta vez mas propicio por cierta razn queno especifica.Ello fu que don Jos Antonio present al mi

    nistro el correspondiente memorial.El lo recibi sin hacer novedad, escribia a su

  • CAPTULO IV. Gl

    suegro en la carta citada poco antes, i sin masrespuesta que su bien, bien. Hace doce dias que lotiene en su poder, sin que hasta ahora haya dadoprovidencia. Hoi viene la corte de San Ildefonsoal Escorial. Dejar trascurrir un par de dias,mientras se alojan, i colocan los papeles; i el 10 oel 11, estar con Su Excelencia; i le dir cmoUsted se ha embarcado para su destino. Yo noencuentro mas que hacer. Este seor es poderoso;l es el rei, i le tenemos por la proa; el por quse lo habrn dicho a Vuestra Merced en Lima.Cada dia estrao mas, i no comprendo cmo learranqu la licencia para que Vuestra Merced pudiese dar estado a sus hijos en el distrito de suaudiencia. En fin, salimos do ese paso; i ste quetoca en honor de Vuestra Merced, me interesamas que aquel. Ya tengo canas, porque sufre masla naturaleza en un solo mes de Madrid, que enmuchos aos en otra parte.

    El bailo don Julin de Arriaga, el ministro deldespacho universal de Indias, el ministro-rei, como le denominaba Rojas, falleci despus de unacorta, pero violenta enfermedad, una apopleja, el28 de enero de 1776.

    H aqu como don Jos Antonio de Rojas anunciaba este acontecimiento, i la designacin de sucesor, a don Manuel Toro, en carta de 7 de febrero.

    Muri el seor Arriaga el dia 28 de enero deeste ao en el Pardo, i se enterr en una capillade capuchinos de aquel sitio, sin mas squito, queel de algunos lacayos, i tres o cuatro covachuelistas. As acab este monstruo, enemigo capital delnombre indiano. Su sucesor es el ilustrsimo seor don Jos de Glvez, hombre activo, i que tiene otro modo de pensar.

  • 62 LA CRNICA DE 1810.

    Esta variacin en el ministerio inspir desdeluego a Rojas las mas risueas esperanzas.

    Por la Gaceta ver Vuestra Merced el fallecimiento del seor bailo don Julin de Arriaga,i el nuevo ministro que nos ha dado el rei en elilustrsimo seor don Jos de Glvez, deca a donJos Perfecto de Salas en 7 de febrero de 1776.Todos creemos que ahora sea el gobierno opuestoal que acab; i desde luego podemos contar losindianos que nuestra estacin en la corte i elcurso de nuestras pretensiones empiezan con esteao, pues cuantos pasos i obras se ejecutaron enel otro tiempo fueron obras muertas, ruinosas idesesperadas. Horrible golpe ser ste para aquelbuen seor (Amat i Junient), que por solo un efecto de sus pasiones me ha sacrificado. Puedo asegurar a Vuestra Merced que ste le detesta tanto,cuanto el otro le era adicto. Ese buen hombre(Arriaga) me dijo pocos dias antes de enfermar,volvindole a recordar con una esquela la pretensin de Vuestra Merced, que tenia por cierto queel rei no lo hara, porque se hallaba suficientemente instruido de todo, i me volvi la espalda.Ahora se ver quin era el rei, quin era el instruido, i cul era la instruccin. El espediente seha encontrado en su gabeta, estractado a satisfaccin; i no dudo que ahora tenga curso, i bienbreve. Tambin espero conseguir las mercedesde hbito, aunque puede ser que no se logrentodas, porque la detestable poltica de no quererengrandecer por all an con esa miseria a unafamilia, siempre ha de existir con aquel mas omenos que resultar del modo de pensar del ministro. Este es hechura del marques de Grimaldi;i puede ser que la piedra metlica que antes nosfu tan adversa nos presente ahora otro semblante.

  • CAPTULO rv. G?,

    Ayer he estado con esas jentes; i aunque de cortesanos no se puede hacer caso, tengo el consuelode que ya no trato con un hombre prevenido enmi contra, obstinado hasta lo sumo en sus caprichos, i enemigo de quien no haba apelacin. Enfin, correremos la suerte de pretendiente sin lazozobra de entrar desesperanzado en los negocios.

    Don Jos Antonio de Rojas se hallaba tan halagado con todas estas esperanzas, que se atrevi a agregar a las dems pretensiones la de lacontadura mayor de Chile, que ya antes le habiasido negada, o en su defecto, la de la superintendencia de la casa de moneda de Santiago para smismo.

    Sin embargo, sus risueas ilusiones no tardaron en desvanecerse.

    El nuevo ministro Glvez empez por ponerun seco: No ha lugar a su solicitud personal.En seguida, le declar que no se resolvera

    acerca de la peticin de ttulo de Castilla paradon Jos .Perfecto de Salas, mientras no estuvierafallada la residencia a que debia sujetrsele comoasesor del virreinato del Per.

    Como si todo lo espuesto no fuera bastantepara agotar la paciencia de