LA CONSTRUCCIÓN NARRATIVA DE LA CIUDAD;...
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LA CONSTRUCCIÓN NARRATIVA DE LA CIUDAD; UNA MIRADA A
LO LITERARIO Y LAS REPRESENTACIONES DE LA VIDA COTIDIANA EN
BOGOTÁ A TRAVÉS DE LA NOVELA “SATANÁS” DE MARIO MENDOZA.
TRABAJO DE GRADO PARA OPTAR POR EL TÍTULO DE
LICENCIADO EN EDUCACIÓN BÁSICA CON ÉNFASIS EN CIENCIAS SOCIALES
OMAR GARZON
Docente, Director de Proyecto de Grado
OSCAR HUMBERTO AVELLANEDA LARROTA
Cód. 20091155007
UNIVERSIDAD DISTRITAL FRANCISCO JOSÉ DE CALDAS
FACULTAD DE CIENCIAS Y EDUCACIÓN
LICENCIATURA EN EDUCACIÓN BÁSICA CON ÉNFASIS
EN CIENCIAS SOCIALES
Bogotá D.C., Junio de 2015
TABLA DE CONTENIDO
1. INTRODUCCION ............................................................................................ 1
2. MARIO MENDOZA, EL AUTOR Y SU CONTEXTO ................................ 10
2.1 INFACIA Y PRIMEROS VIAJES ..................................................... 10
2.2 PRIMERAS OBRAS (ANTECEDENTES A SATANÁS) ................... 15
2.3 SATANÁS .......................................................................................... 22
2.4 OBRAS POSTERIORES Y EL AUTOR EN LA ACTUALIDAD ..... 30
3.SATANÁS ANÁLISIS CRÍTICO LITERARIO............................................... 35
3.1 SATANÁS, LA NOVELA ................................................................... 35
3.2SATANÁS, UN MAPA NARRATIVO DE LA CIUDAD .................... 39
3.3 HABITANTES ................................................................................. 52
3.4VIOLENCIA ..................................................................................... 59
3.5MEMORIA ........................................................................................ 69
4. SATANÁS, UNA PROPUESTA PEDAGÓGICA EN LA ENSEÑANZA EN
CIENCIAS SOCIALES DESDE LA NARRAIVA URBANA ...................... 77
4.1 FORMULACIÓN DE LA PROPUESTA .......................................... 78
4.2 JUSTIFICACIÓN ............................................................................. 79
4.3 PREGUNTA PROBLEMA ............................................................... 81
4.4 OBJETIVO GENERAL .................................................................... 81
4.5 OBJETIVOS ESPECIFICOS ............................................................. 81
4.4 METODOLOGÍA DE TRABAJO .................................................... 83
5. CONCLUSIONES ........................................................................................... 88
6. BIBLIOGRAFIA ............................................................................................. 94
7. ANEXOS.......................................................................................................... 97
1
1. Introducción
El interés de esta monografía se ha situado en la ciudad de Bogotá y su
representación narrativa en la novela Satanás, obra del escritor bogotano Mario
Mendoza. Sin embargo, es posible afirmar que uno de los objetivos fundamentales a los
cuales se adjunta esta experiencia investigativa aparece de manera transversal al estudio
de caso de la narrativa de la ciudad, vista como un todo.
En este sentido, Bogotá aparece como un escenario cuando menos fértil para la
indagación sobre su construcción narrativa. La ciudad que habitamos y que a lo largo de
sus 476 años de historia ha venido construyéndose desde los cerros orientales, donde
nace el sol de mañanas húmedas y nubadas detrás de la cima de los cerros tutelares de
Monserrate y Guadalupe; hasta el occidente, donde en años recientes el proceso de
urbanización de grandes barrios construidos sobre la idea de la repetición de pequeñas
casas idénticas cimentadas en el suelo de lo que otrora fueron humedales, y en donde
existió la fauna típica del altiplano o asentamientos de los muiscas; quienes poblaron
este territorio muchos siglos antes; han posibilitado el surgimiento de esta aún reciente
metrópolis que hoy aparece como el corpus que corresponde a este estudio. Pretendemos
entonces obtener una idea cuando menos vaga de la maraña de calles, carreras,
transversales y diagonales que tal vez sólo un habitante de muchos años logra
comprender, los pequeños parques y tiendas de barrio en las que los actores urbanos han
venido construyendo toda suerte de prácticas que no por ser cotidianas se alejan del
interés central que busca esta investigación.
2
Existen multiplicidad de características entre las particulares y diversas
dinámicas de crecimiento urbano, la riqueza de contrastes sociales y culturales que se
gestan en su interior o las prácticas que constituyen la idiosincrasia de los 7.776.845
habitantes de la ciudad1, quienes en gran parte provienen de entornos rurales o
migraciones de otras ciudades del país. Teniendo en cuenta esto, las décadas más
recientes han alimentado las líneas de varios novelistas como: Luis Fayad (Los parientes
de Esther), Antonio Caballero (Sin Remedio), Santiago Gamboa (Necrópolis), Juan
Manuel Vázquez (El Ruido de las cosas al caer), entre otros. Autores que han
construido y delimitado por medio de sus obras percepciones sobre la ciudad, evidencias
de las cuales también sería posible alimentar los intereses de un trabajo similar a este;
pero que para el caso, ha encontrado en Mario Mendoza el narrador que satisface de la
manera más adecuada los intereses de nuestra indagación sobre la vida cotidiana en
Bogotá.
Inicialmente, la pregunta a la que pretende responder este proceso investigativo
proviene de la problemática misma que encarna la ciudad, su construcción narrativa y la
diversidad de lecturas o miradas que sobre este fenómeno pueden ser ofrecidas. De esta
manera buscamos responder por medio de este proceso investigativo al cuestionamiento
que sugiere ¿Cómo se narra Bogotá en la novela Satanás de Mario Mendoza? Pregunta
que aunque pueda aparecer como demasiado abierta, pretende demostrar todas las
posibilidades que existen de responder a los procesos narrativos de la vida cotidiana en
la novela, paso inicial desde el cual pretendemos trazar el horizonte del análisis.
1 Consultado En “Estimaciones De Población 1985 - 2005 Y Proyecciones De Población 2005 - 2020 Total Departamental Por Área” DANE, la cifra corresponde al año 2014.
3
El objetivo General de esta investigación pretende “Analizar la narrativas sobre
Bogotá en la novela Satanás de Mario Mendoza”. Es decir, pretende analizar en clave de
los estudios interdisciplinarios en Ciencias Sociales los elementos narrativos sobre
Bogotá en la novela. Aunque bien cabe aclarar que la disposición del trabajo realizado
atraviesa una mirada desde el análisis literario concebido a partir de una perspectiva
como la de Roland Barthes quien señala que éste “sólo puede generarse de una manera
deductiva” (Barthes, Introducción al análisis estructural de los relatos , 1997)
identificando una hipótesis o descripción de la “teoría” sobre la realidad al interior del
texto; y que progresivamente se podrán ir dilucidando las líneas generales que lo ubican
en un contexto histórico, cultural y político particular, en las líneas de desarrollo de la
crítica literaria.
A un nivel más profundo, la intención de este documento responde también a los
objetivos específicos estructurados inicialmente que pretenden: “Analizar la novela
Satanás del escritor colombiano Mario Mendoza” por medio del análisis crítico literario
y desde una perspectiva interdisciplinar. También buscamos “reflexionar sobre la
relación entre literatura y enseñanza de las ciencias sociales” aspecto que compone todo
el apartado final de este documento.
Para nuestra mirada entonces la ciudad se ha convertido en el escenario común
alrededor del cual durante los últimos años se han venido construyendo diversos trabajos
académicos que escudriñan en la heterogénea experiencia de las ciudades
latinoamericanas; como es el caso de las producciones que se inscriben en la corriente de
los estudios culturales, y el análisis en las representaciones de las dinámicas sociales y la
vida cotidiana al interior de las narrativas urbanas, tal es el caso de autores como
4
Rodrigo Argüello, Álvaro Antonio Bernal y Alejandra Jaramillo. Para el caso de la
ciudad de Bogotá las producciones de estos autores aparecen entonces como apuestas
que buscan una manera de comprender el modo en el que se construyen y establecen los
contrastes de convivencia y vida en el interior de estas metrópolis partiendo entonces de
la idea que sugiere que, a diferencia de las urbes europeas o norteamericanas; las
ciudades latinoamericana se construyen de una manera distinta (urbanística y
narrativamente) entendiendo que; por lo menos durante los lustros más recientes han
venido sufriendo transformaciones realmente complejas a escala social, económica y
cultural; un claro ejemplo de esto es el caso de Bogotá, metrópolis que ha venido
configurando en sus habitantes hábitos y practicas particulares sobre las cuales se ubica
el interés de esta investigación.
Luego de una mirada inicial, fue posible encontrar que varios trabajos realizados
en el mismo ámbito han terminado por ser analizados para estructurar la línea temática
central de esta investigación, con el fin de trazar y definir el interés particular sobre el
que se ha sustentado; entre ellos se destacan documentos como: Percepciones e
imágenes de Bogotá, expresiones literarias urbanas del profesor Álvaro Antonio Bernal
en el que ubica una idea sobre el desarrollo histórico y espacial de la ciudad a través de
varias novelas escritas sobre Bogotá y a quien hemos decidido seguir en su definición de
ciudad para explorar en su interior los elementos narrativos, de tal manera que el autor
propone:
La actual Bogotá literaria y no literaria es una ciudad multitemporal en la que
conviven diferentes épocas creando una condición de ambigüedad y múltiple
identidad. A la vez, en ella negocian, conviven y sobreviven ciudadanos,
5
transeúntes y marginados en zonas particulares que tiempo atrás no se
evidenciaban de forma tan notoria como en el presente. Tal proceso intercultural
y social ha venido incubándose debido a diversas causas entre las que sobresale
el sui generis proceso de modernización latinoamericano además de otros
factores históricos y socioeconómicos de la nación. (Bernal Á. , 2010, pág. 14)
Al interior de una figura de la ciudad muy similar a la señalada por Bernal, la
novela de Mario Mendoza encuentra su escenario; Satanás se desarrolla en la diversidad
de las vivencias, de contrastes y tensiones de una Bogotá donde, por ejemplo, es posible
encontrar sectores marginales de casas derruidas y pre-construidas, con muy
empobrecidos niveles de vida y desarrollo social a pocas calles de sofisticados
complejos residenciales para las personas de clase alta. Estas son figuras que se podrán
ir identificando en la obra del autor capitalino, y que harán parte del posterior análisis
de la ciudad que se propone.
Por otra parte, la imagen de la ciudad que se contempla en el interior de este
trabajo está muy ligada a la que propone Rodrigo Argüello en su obra La ciudad gótica,
esperpéntica y mediática que básicamente es un estudio realizado por el semiólogo en el
que contrapone el desarrollo de las dinámicas sociales y literarias de Bogotá de cara a la
evidencia de los mismos aspectos en ciudades europeas como París, Londres, etc.
Finalmente, el autor plantea que existen estas tres posibles miradas para analizar la vida
cotidiana en Bogotá. En dicho sentido, podemos sostener que esta mirada también se
adscribe a la perspectiva de Mario Mendoza sobre la urbe teniendo en cuenta lo que
manifestó como concusión en el artículo que escribió para el periódico El Tiempo sobre
el libro de Argüello:
6
No vamos hacia adelante, no progresamos. Estamos en la prehistoria, estamos en
el Medioevo y estamos también en el siglo XXI. La ciudad es una serie de capas
que coexisten simultáneamente. Ir de Unicentro al Cartucho no es sólo un
problema espacial, sino temporal. En ese desplazamiento cambiamos de ropajes,
de psicología, de colores, de olores, de época. (Mendoza, 2003)
Innegablemente, existen varias convergencias entre los planteamientos de estos
autores sobre la definición del perfil de la ciudad, en dicho sentido, el proceso de
investigación ha venido involucrando y sistematizando sus producciones con el fin de
enriquecer la mirada que al interior de este trabajo se concibe sobre Bogotá.
Un recorrido inicial, nos arroja entonces a un estudio divido en tres etapas que
corresponden: en primer lugar al análisis de la obra y aspectos relevantes de la vida del
autor de la novela, Mario Mendoza, los trabajos previos que preceden a la novela
“Satanás”, y algunas columnas periodísticas escritas por él que sirven como
antecedentes que reflejan el modo en el que la ciudad es vista por el autor y la manera en
la que esta mirada se relaciona con la narrativa de lo urbano. En un segundo lugar, se
aborda de manera concreta el análisis de la obra literaria alrededor de múltiples
categorías propias de las ciencias sociales en conjunción con el análisis crítico de la
literatura. Y finalmente, la creación de una propuesta pedagógica que puede contribuir a
la experiencia de procesos de enseñanza en clave de la interdisciplinariedad para la
escuela de hoy en día.
Sobre el modo en el que se desarrolla este documento, cabe señalar que se ha
estructurado en tres grandes etapas, pero que a la luz del análisis y sistematización de
7
las fuentes, mediadas por los recursos teóricos que nos alimentan ya pueden ser
dilucidadas para el desarrollo de esta introducción. A continuación se presentará un
esbozo de cada una de ellas.
Tomaremos como punto de partida al escritor de la obra: Mario Mendoza; pero
es necesario aclarar que el interés de este apartado no corresponde a la elaboración de
una reseña biográfica sobre el autor. Aunque evidentemente se hace necesario incluir
algunas de sus obras y referencias más significativas sobre su vida; la intención de este
primer capítulo busca invitar a través de una mirada crítica a la observación y análisis de
su trabajo literario y periodístico para extraer un perfil que posibilite al lector dilucidar
la imagen de la ciudad de Bogotá que existe en el autor y se ve reflejada en la narrativa
de la novela. También se busca por este medio acceder a los antecedentes que
desembocan en la composición de Satanás, texto en el que se centra fundamentalmente
esta investigación; y finalmente una breve mirada y análisis a su trabajo periodístico y
literario posterior a la composición de la novela, dejando entrever algunas de las
transformaciones de la imagen de la ciudad que propone Mario Mendoza en sus
proyectos más recientes.
El segundo capítulo de esta monografía corresponde al análisis literario y
categorial de la novela Satanás y a las conclusiones a las que nos ha arrojado este
ejercicio con respecto a las narrativas de ciudad y vida cotidiana presentes en la obra; un
abordaje crítico de la novela y sus implicaciones en el terreno de lo literario sugiere el
desarrollo de las categorías correspondientes al perfeccionamiento de la novela negra, de
la cual Mario Mendoza aparece como uno de los más reconocidos exponentes en
Colombia de esta vertiente. También, teniendo en cuenta las características teóricas
8
desde las cuales se ha propuesto este trabajo, el apartado sugiere el análisis de la
construcción de la ciudad en términos de la experiencia narrativa de Bogotá como la
“teatralización” de la vida cotidiana al interior de la obra, en este sentido podemos seguir
el planteamiento de Rodrigo Argüello quien por ejemplo, señala: “En la ciudad cualquier
acto profano se sacraliza y también cualquier acto sagrado es profanado en la
cotidianidad” (Argüello, 1998, pág. 60) De esta mirada en conjugación con los
fenómenos sociales presentes a lo largo de la novela se obtienen categorías de análisis
como la violencia, la narrativa de la vida cotidiana en la ciudad y el desarrollo urbano de
Bogotá que se evidencian en las líneas del autor y que son sometidos a un estudio de
caso en clave del análisis crítico literario con categorías propias de las Ciencias Sociales.
La última de estas tres etapas de análisis corresponde a la propuesta pedagógica
de este trabajo, sobre este apartado se puede afirmar que: de una manera tal vez
complementaria a los anteriores, ha tenido un desarrollo teórico particular atravesado
por la misma perspectiva interdisciplinaria; pero que no sólo incluye las categorías
propias de las Ciencias Sociales y el análisis literario; sino que contempla también una
discusión desde una mirada a lo pedagógico, entendiendo que es posible vincular desde
esta experiencia investigativa, elementos que aporten al terreno de los procesos
educativos, de aprendizaje y enseñanza en Ciencias Sociales, de modo que alrededor de
este análisis aparece configurada una propuesta en clave pedagógica para la enseñanza
de conceptos y categorías como ciudad, violencia o vida cotidiana para grupos de
estudiantes de la ciudad de Bogotá.
Finalmente, esta experiencia de investigación pretende responder a los retos
actuales que desde el ámbito de lo educativo se proponen en relación con una escuela
9
que requiere cada vez más herramientas y elementos que ofrezcan a los estudiantes la
posibilidad de acceder a nuevas perspectivas del conocimiento y los saberes propios del
área de Ciencias Sociales, de una manera abierta, interdisciplinaria y holística, una
escuela que por medio de las experiencias concretas y el acercamiento a la literatura de y
sobre la ciudad que se habita, pueda ofrecer a los estudiantes la posibilidad de construir
procesos de memoria y reflexión sobre varios de los aspectos que configuran la vida
cotidiana en Bogotá y que se pueden constituir como herramientas de reflexión y
aprendizaje.
10
1. Mario Mendoza, el autor y su contexto.
“En qué momento se comenzó a contar la vida
ya no de los héroes sino de los autores”
(Foucault, 1983)
2.1 Infancia y primeros viajes
Mario Mendoza Zambrano nació en Bogotá en 1964 y aunque de él generalmente
sólo se sabe que es escritor; hay mucho que decir alrededor de su vida. Se crio en el seno
de una familia de clase media-alta de la capital, hijo de un docente de la facultad de
veterinaria de la Universidad Nacional y una ama de casa. Sobre su vida personal, su
infancia y juventud se podrá saber fácilmente leyendo sus obras; principalmente relatos
como los contenidos en los libros: La locura de nuestro tiempo, Una escalera al cielo y
La importancia de morir a tiempo. Textos que se construyen como una suerte de ruta de
viaje a través de varios relatos cortos de los que algunas veces es personaje y en los que
recorre varios pasajes y momentos muy significativos de su vida personal y también de
su carrera como escritor.
En dicho sentido, es posible deducir que su óptica de la vida como artista
comienza a gestarse desde su adolescencia, época en la que siendo estudiante del colegio
Refous2 compartió con escritores como Santiago Gamboa y Ramón Cote, de quienes fue
amigo y compañero de clases durante este periodo. Mendoza comenta que resulta para él
muy valiosa la formación recibida al interior de esta institución:
2 El colegio Refous es una institución escolar de carácter privado fundada en 1957 ubicada en la vía a Cota (municipio de Cundinamarca) en la vereda Rozo.
11
Entré al Colegio Refous en primero de primaria y estuve en sus aulas hasta la
mitad de sexto de bachillerato (once ahora), es decir, toda mi niñez y mi
adolescencia. Tuve que salirme y graduarme de otro colegio porque mi
indisciplina me conducía siempre a rebelarme en contra de cualquier autoridad...
La inteligencia está garantizada en muchos colegios buenos cuyos currículos y
maestros son extraordinarios. Pero uno de los mayores problemas es que en
nuestra educación ya nadie forma el carácter, que es otro asunto muy distinto.
Jeangros [Dueño y rector del colegio] era famoso por su disciplina exagerada,
por sus manías en contra de la educación tradicional, por sus fobias al confort y
al arribismo, por su temperamento explosivo (Mendoza, 2012).
También resulta importante señalar la influencia que ejercerá sobre Mendoza en
esos años de formación escolar el maestro Eduardo Jaramillo Zuluaga (1957-2008)
Célebre ensayista y académico colombiano que fue su maestro de literatura en el colegio
y que como señala el mismo Mendoza, logró influir de sobremanera durante esa época
juvenil, como para lograr motivarlo y conducirlo hacía la literatura y la escritura como el
camino que habría de escoger para su vida:
A partir de entonces el curso de literatura se convirtió en el centro de mi vida, en
lo que le otorgaba sentido a esa adolescencia conflictiva y solitaria en medio de
la cual yo me refugiaba en libros y en el fútbol sin saber a ciencia cierta qué iba a
ser de mí de allí en adelante (Mendoza, 2010).
La influencia de este maestro cobra un valor fundamental en el joven escritor,
teniendo en cuenta el acompañamiento que ofreció a su proceso de formación y sus
12
contribuciones en la creación y construcción de un estilo propio, una narrativa capaz de
dar cuentas del mundo que era percibido por Mendoza entonces; quien en dicho sentido,
relata: “Eduardo nos recibía los sábados en la tarde y nos corregía esos primeros textos
que escribíamos con el anhelo de que a él le gustaran, de que los considerara literatura
de verdad.”(ibíd.).
De esta etapa temprana de su vida bastará señalar su breve paso por la facultad de
medicina de la Universidad Nacional durante el año 1982 con la intención de
corresponder al deseo de sus padres; en este relato de corte biográfico titulado El
maestro y que está incluido en La locura de nuestro tiempo, resalta: “Cuando me
gradué, no fui capaz de imponerme en mi familia y de confesar abiertamente que yo
quería estudiar literatura. En ese entonces se consideraba una carrera muy menor, casi un
fracaso.”(Mendoza, 2010). Sin embargo, su estancia en este proceso de formación
profesional resulta bastante corta [1 semestre], teniendo en cuenta que renunció a dicho
programa de pregrado con la intención de establecerse, si bien no como escritor
explícitamente hablando, por lo menos como un hombre muy próximo al entorno
literario de su época, dicha intención significó para el escritor uno de los momentos más
significativos de su vida; sobre esta situación relata: “A finales de 1982 reuní la fuerza
necesaria y visité a mi padre en su oficina de la Universidad Nacional. Le dije que lo
único para lo que servía de verdad era para la literatura.”(ibíd.). Es tras esta ruptura y
luego de tomar la decisión de seguir la literatura como camino, cuando también
abandona su hogar familiar, siendo aún bastante joven (18 años) para incluirse al
principio del año 1983 en el programa de filosofía y letras de la Universidad Javeriana
de Bogotá, su alma mater.
13
Muy probablemente, fue durante los años de su vida universitaria donde más se
vio enriquecido el perfil que siempre ha acompañado sus letras, el vínculo profundo que
lo unió a Bogotá “como estar enamorado de una cabaretera vulgar con una vida
inconfesable”. Mientras cursaba sus estudios profesionales, y a causa de haber dejado la
casa de sus padres sostiene que “hubo un tiempo en el que tuve que vivir en pensiones y
en inquilinatos donde arrendaba habitaciones que no tenían baño propio”(Mendoza,
2010). Experimentó una etapa en la que su estilo de vida pasó de ser caracterizado como
el típico de un joven de su condición social para comenzar a llevar una vida en solitario
mediada por la austeridad y toda suerte de peripecias para lograr sobrevivir en una
ciudad a la que se enfrentaba solo, y de la que buscaba extraer el alimento para sus
líneas. Sin embargo, Mario Mendoza escribe sobre esta experiencia:
Curiosamente, no reniego de ese tiempo, Lo extraño. Porque fue a lo largo de
esos años de formación que forjé una mirada particular, una forma de ver el
mundo que me permitió construir más adelante una voz propia, una obra literaria.
(Mendoza, 2010).
Deambulo por un gran número de pensiones de varios sectores populares de la
ciudad, afirma que vivió en carne propia el desarraigo, las contradicciones e injusticias
de una ciudad “clasista y con fama de violenta”(Mendoza, 2010) y de esta experiencia
afirma haber fundado el carácter, la mirada de la ciudad que durante toda su carrera
como escritor ha mostrado y los temas que encarnan las líneas de sus relatos.
Del mismo modo, durante su experiencia universitaria compartió de nuevo
salones de clase, escenarios de discusión y eventualmente, relaciones amistad con
14
escritores como Santiago Gamboa, Oscar Torres y Enrique Serrano que se formaban
simultáneamente en la Universidad Javeriana durante esa época y quienes también
inscriben sus obras en la literatura colombiana contemporánea pero desde perspectivas
estéticas y reflexivas diferentes a las de Mendoza. En este momento de su vida resaltan
principalmente dos hechos fundamentales que van a significar una gran huella que se
evidencia en la obra del autor; el primero de ellos es el reencuentro con su maestro de
colegio Eduardo Jaramillo; quien para ese momento se desempeñaba como catedrático
de la Universidad y, el segundo hecho que marcará con profunda importancia está su
corta relación de amistad con Campo Elías Delgado, autor de la masacre en el
restaurante Pozzetto ocurrida el 4 de diciembre de 1986. Sobre el impacto que representa
este suceso al interior de su vida; Mendoza escribe:
Después de la masacre que cometió él [Campo Elías Delgado] en ese diciembre
de 1986 (29 personas asesinadas en distintas partes de la ciudad), yo tuve la
certeza de que la historia de Bogotá había sido fracturada en dos. Nuestra
violencia política y social no se parecía en nada a esta historia de un asesino
serial culto, sofisticado, que leía en otros idiomas y que estaba escribiendo un
trabajo monográfico sobre la dualidad de conciencia en los personajes de un
escritor inglés. Y el hecho de haber conocido al asesino entre los camerinos,
entre bambalinas, era lo que me daba a mí una visión de los hechos muy distinta
de la que esbozarían los periodistas y cronistas de la época. (Mendoza, 2010).
Tras la obtención de su título profesional, rápidamente se radica en España donde
gracias a una beca cursa estudios sobre literatura hispanoamericana en la fundación
Ortega y Gasset, luego realiza un viaje a medio oriente a la zona de Hof Ashkelon, en la
15
zona sur-occidental de Israel, experiencia en la que trabaja en un campo de refugiados
palestinos y que significa una transformación fundamental en su percepción como
escritor. Se aproxima entonces a un mundo desangrado y deprimido, mediado por la
violencia y los conflictos políticos. Sobre esta experiencia habla en varios de sus textos
posteriores. Tras su regreso a Bogotá hacia 1989 se encuentra con una ciudad
caracterizada como campo de guerra del conflicto armado que se vive al interior del
país, encuentra una metrópolis donde los diversos actores armados realizan acciones que
se inscriben en la memoria colectiva y cultural de todos los colombianos, principalmente
los pertenecientes a esa generación y que le impactan de sobremanera en el perfil de
escritor que comienza a delimitar. Posteriormente se vincula como profesor de la
Universidad Javeriana donde a la vez obtiene el título de maestría en literatura.
2.2 Primeras obras (antecedentes a Satanás)
En 1994 obtiene su primer logró literario tras la publicación de la novela La
ciudad de los umbrales, obra que desde sus primeras líneas deja entrever el vínculo que
autor comparte con la ciudad y la imagen que él ha construido a lo largo de su vida con
respecto al espacio de Bogotá, en el primer capítulo Mario Mendoza señala:
Al fondo, allá abajo, la ciudad parpadeaba y comprendía. Bogotá, ciudad flamen
entregada al culto de un dios desconocido... Bogotá, ciudad nictálope envenenada
de sombras y tinieblas que convierten cada casa en un burdel, cada parque en un
cementerio, cada ciudadano en un cadáver aferrado a la vida con desesperación...
Bogotá, ciudad de vesánicos y mendigos destruidos por las caricias de un
suplicio terebrante, horda de despojos humanos que son la promesa de una
16
hecatombe... Bogotá, rostro de la infamia,... Bogotá, sin escritores que te busquen
y te inventen... Bogotá: yo tampoco puedo hacer nada por ti. (Mendoza, 2007,
pág. 11).
De esta manera, es posible encontrar los principales referentes que configuran la
obra y la mirada que el autor ofrece de Bogotá, el carácter pesimista y cruel con el que
relata su conexión con la ciudad, el apego que siente por ese espacio hostil en el que no
existe un escritor capaz de reinventar o encontrar esa imagen de la ciudad que, sin
embargo se irá perfilando a lo largo de la obra que narra la historia de un grupo de cinco
jóvenes amigos que conviven y terminan padeciendo finales atroces o cuando menos
infelices para sus vidas por la ciudad directamente (como en el caso de Martín, que se
suicida en la Plaza de Bolívar) o indirectamente (en el caso de Simón, que renuncia a la
pretensión de escribir y publicar una novela capaz de contener y reflejar esa imagen de
Bogotá). De esta manera, se logra evidenciar en las líneas que componen la novela
escenarios que estriban entre los prostíbulos y casas-show del barrio Santa fe, a las calles
coloniales del barrio La Candelaria, donde se expone ese fenómeno de trasgresión y
mutación que hace de la ciudad un escenario donde es posible encontrar varios lugares y
tiempos coexistiendo a la vez, como en este sentido señaló Mendoza en su columna de
El Tiempo:
Vivir en una ciudad así implica aventurar en una serie de capas espacio-
temporales permanentemente. Del hombre que se paró frente a las paredes de la
cueva de Altamira y pintó el primer bisonte, al noctámbulo urbano que dibuja y
grafitea los muros y los puentes en las horas de la madrugada. Del cazador
nómada prehistórico al neo-nómada citadino que, al lado de su perro, hace
17
cambuche donde lo coge la noche. De la India milenaria del príncipe Gautama a
la orquesta Krishna de la Plaza de las Nieves en la calle Veinte con la carrera
Séptima. Del muchacho que manejaba la sica con destreza en Roma y que por
ello era contratado para asesinar a políticos y hombres de poder, a nuestros
sicarios de Ciudad Bolívar que antes de ser victimarios son víctimas de
organizaciones criminales implacables.(Mendoza, 2003).
Posteriormente, publica su libro La travesía del vidente, novela con la que
obtiene el Premio Nacional de Literatura del Instituto Distrital de Cultura y Turismo de
Bogotá, en 1995. Y su nombre empieza a esbozarse en algunos círculos literarios. Para
ese momento, su obra empezaba a denotar el efecto de una experiencia de vida alrededor
de una ciudad mediada por la violencia y el temor, la ciudad como un organismo vivo
agreste e indomable por la que deambuló y conoció a través de pensiones y bares
nocturnos durante sus años de estudiante, como se ha señalado previamente.
Durante este periodo, una de las características fundamentales de su obra la
representa ruptura con el “realismo mágico” de García Márquez, perspectiva literaria
que durante varios años se había configurado como el principal canon y la figura más
explotada por los escritores colombianos; su obra, en particular opta por incluir en su
narrativa elementos seriamente vinculados con la realidad de una ciudad sumida en el
pesimismo y la marginalidad, en este sentido apunta Luz Mary Giraldo que “la ciudad
forma parte de un modo de vida desarraigado y desilusionado. Algunos de los personajes
[de Mendoza] llevan el vacío de sus vidas cotidianas al límite situándose entre el agobio
o el estatismo.” (Giraldo, 1998)
18
En 1997, viaja a Estados Unidos como profesor de literatura en James Madison
University en Virginia, esta experiencia lo encuentra por segunda ocasión con las
ciudades del primer mundo, con las percepciones de orden, planeación y seguridad
alrededor de la vida en el contorno urbano, pero; a pesar de esto, sigue manifestando la
atracción que experimenta por las ciudades del tercer mundo como Bogotá, profesa por
este tipo de espacios un amor que se traduce en el gozo por hacer parte de configuración
intrincada de contradicciones y tensiones que arrojan a sus habitantes a condiciones de
vida mediadas por artimañas de supervivencia y la rudeza que se evidencian en sus
habitantes, en este sentido, el autor expresa:
Me alegra confirmar que esta intuición que tuve a los veinte años de edad fue
correcta. Me quedé al lado de una [ciudad] frenética, de una indecente de mal
gusto, y gracias a ello pude construir una obra literaria que fuera un testimonio
honesto del lugar y de la hora en los que me tocó vivir. (Mendoza, 2010).
De modo que a lo largo de su obra será una constante encontrar a la ciudad, en
general (algunos de sus cuentos se desarrollan en lugares como Ciudad de México,
Nueva Delhi o Jerusalén) y la gran mayoría de veces referenciada desde Bogotá, tal vez
no sólo como espacio – contexto donde se desarrolla el hecho literario; sino como uno
de los personaje principales, capaz de revelar su hostilidad y carácter frenético. Sobre
esta particularidad de la ciudad, puede decirse que correspondemos al planteamiento que
Rodrigo Argüello elabora con respecto a la novela Lady Pepa del escritor español Jesús
Ferrero, y a la representación de la ciudad en general dentro de una obra literaria, sobre
esto dice que:
19
Compara a la ciudad de Barcelona, y en general a la ciudad, como un agujero
carcoma. Es una de las mejores novelas [sobre Lady Pepa] en la que la ciudad es
recreada con múltiples metáforas: ciudad-prostituta, ciudad-travesti, ciudad-
letrina o como un cuerpo viviente en descomposición. (Argüello, 1998, pág. 39).
En 1998 es publicada Scorpio city, que con el paso del tiempo se convirtió en una
de sus obras más famosas; aquí el autor incursiona en el género policiaco para el
desarrollo de la novela; aunque la perspectiva de la ciudad sigue evidenciando el mismo
espíritu de los libros que le preceden; en esta novela, Mario Mendoza realiza una
exploración a la ciudad caótica, mística y repugnante a través de las noches bogotanas,
momentos en los que Leonardo Sinisterra, el detective [protagonista de la trama]
deambula por los bares y casas show del centro de la ciudad, tomando brandy barato y
fumando cigarrillos “Pielroja” mientras busca pistas que lo conduzcan a un asesino
serial que ha venido degollando varías prostitutas del sector en lo que inicialmente se
piensa como una acción de “la limpieza social”, fenómeno social que se ha configurado
como uno de las manifestaciones de violencia en la vida de Bogotá.
La descripción de espacios concretos de la ciudad en conjunción con una mirada
pesimista y sombría que la revelan como un escenario donde la vida marginal y las
practicas propias del hampa aparecen como típicos a lo largo de esta historia y revelan la
particular forma de leer la noche en Bogotá que tiene Mendoza :
Caminó por la Carrera Séptima hacia el sur. El aire de la noche estaba limpio.
Vagos, pordioseros, recicladores con sus carretas de madera y sus perros, locos,
proxenetas, maricones en cacería, putas, solitarios, insomnes, alcohólicos,
20
drogadictos: la fauna nocturna del centro de la ciudad en plena acción.
(Mendoza, 1998, pág. 19).
En dicho sentido, será esta la representación característica de la ciudad al interior
de la obra, los personajes y actores urbanos enunciados también se perfilan de una
manera similar, quienes aparecen como personas malintencionadas en las que no se
podría confiar, en la negación de esta condición, aparece también el perfil del ciudadano
que habita esta urbe; sobre ello se afirma que “ser bogotano es pertenecer a las cloacas
del infierno. Por eso aquí ser ciudadano es sinónimo de roedor” (ibíd.).
Bogotá, en Scorpio city, se manifiesta en la vida de sus personajes de una manera
muy similar a como ocurre en La ciudad de los umbrales, va derrotándolos y
marginándolos tanto al punto de arrojarlos muy cerca de destinos fatales y nefastos; para
el caso de esta novela, el inspector Sinisterra termina descubriendo que todos los
homicidios de las prostitutas son responsabilidad de una secta oculta que ha cobrado
vida en la ciudad y a la que pertenecen incluso sus superiores y personajes de la más alta
escala social colombiana; de este modo, el personaje es llevado a una situación
desesperada muy próxima al delirio en la que asume su derrota frente a una ciudad que
establece sus dinámicas nocturnas alrededor de la venta y consumo de drogas, sectas
religiosas emergentes y grupos de violencia organizados.
De regreso a la vida del autor, gracias a la aceptable recepción de esta última novela en
el año 2000 opta por abandonar su trabajo como docente y sumergirse en la producción
literaria de sus siguientes obras; sobre esta experiencia particular relata:
21
Cerré la revista, subí a la oficina del director del departamento de Literatura y
anuncié que me retiraba, que no volvería al siguiente semestre ni nunca más. Y lo
cumplí, pues hasta el día de hoy he vivido de mi escritura... Me encerré en mi
casa con unos escasos ahorros y empecé a trabajar en las novelas entre diez y
doce horas diarias, con horarios de galeote. Incluso sábados y domingos.
(Mendoza, 2010).
De esta manera para el 2001 aparece Relato de un asesino, novela en la que ya no
ubica al personaje principal en los zapatos del investigador como fuera el caso de
Leonardo Sinisterra, y empieza a delinear los trazos del perfil psicosocial de un asesino;
Tafur, personaje que se encuentra recluido por cometer un escabroso y escandaloso
homicidio.
Entonces, la construcción narrativa de la obra empezará a desarrollar el marcado
maniqueísmo que este personaje manifiesta en su personalidad, la dualidad de
pensamientos y emociones que le agobian para terminar arrojándolo a una
reconstrucción de su vida por medio de memorias para extraer de su pasado la imagen de
una ciudad ahora vista tras el lente del trastorno mental del personaje.
Bogotá aparece al interior de la novela representada por una dualidad similar a la
que posee el personaje, mediada entre las contradicciones propias de la opulencia de
unos pocos que se encuentra frente a la miseria de la gran mayoría de habitantes; para
ejemplificar esta idea podríamos unirnos al planteamiento de Álvaro Bernal quien
propone que: “La ciudad juega un papel de campo de batalla o de una especie de
22
trinchera urbana, en muchos de sus personajes existen patologías mentales avanzadas.”
(Bernal Á. , 2010).
Teniendo en cuenta esta perspectiva, cabe resaltar que en la construcción
narrativa de esta novela, los hechos giran en torno a la perspectiva y representación
ofrecidas desde un narrador que construye un discurso que genera cuestionamientos y
disertaciones sobre temas como el valor de la vida, el trato con los otros y la
marginalidad como una forma de existir para los habitantes de Bogotá. Mario Mendoza
también logra caracterizar muy adecuadamente la naturaleza del personaje, haciendo que
la historia contenida en la novela se enmarque en la forma simbólica de una perspectiva
pesimista y gótica de entender la ciudad como el medio donde ocurre la vida de
personajes profanos y psicológicamente desequilibrados, formas que el semiólogo
Rodrigo Argüello reconoce como muy pertinentes para ver a Bogotá como una ciudad
gótica:
El texto ya no lo produce quien se muere, como en el folletín o en las tiernas
películas de casa. El discurso es proferido por el asesino. El discurso no es del
orden del lenguaje. El discurso es un texto implícito en el cuerpo masacrado.
(Argüello, 1998, pág. 65).
2.3 SATANÁS
Durante los años siguientes a la publicación de Relato de un Asesino Mario
Mendoza experimenta un proceso de transición hacía la construcción de su siguiente
novela. Atraviesa también por diferentes problemas económicos entendiendo que ya no
se desempeñaba como docente de la Universidad Javeriana y que aún era un autor muy
23
poco reconocido fuera de pequeños circuitos de lectores que accedían a sus obras; para
agravar la situación, sus libros tampoco son muy bien vendidos porque la perspectiva
narrativa que encarnan no corresponde a las tendencias de consumo y a la moda artística
de la época; el escritor reconoce:
Por otra parte, fueron años en los cuales publicar era casi imposible. La estética
de lo light, con historias edulcoradas y reconciliadoras, se había tomado el
mercado, y una línea como la mía, de un realismo descarnado, iba a contrapelo
de lo que patrocinaba el establecimiento. (Mendoza, 2010)
Sin embargo, pese a todas estas dificultades y justo en el momento en el que se
había agudizado la crisis económica que muy posiblemente podría significar una pausa
en sus actividades literarias; ocurre un suceso que no solo significará una posibilidad
para continuar en sus labores artísticas; sino que también le ofrecerá el reconocimiento
suficiente como para convertirlo en uno de los más populares referentes contemporáneos
en el terreno de la literatura urbana bogotana; sobre esta situación el autor cuenta: “En el
año 2002 me quedé completamente en la calle. Intenté vender mi apartamento para
seguir jalando como pudiera, pero nadie quería comprármelo... Fue en ese preciso
momento que gané el premio Seix Barral en España con mi novela Satanás.”(Mendoza,
2010)
El 4 de marzo del 2002 recibe en Barcelona, España el premio Biblioteca Breve
de Seix Barral con la publicación de la novela Satanás y un incentivo en dinero. Sobre
este premio, y con la intención de mostrar su importancia, es posible decir que es
convocado anualmente por la editorial española Seix Barraly que su objetivo es ofrecer a
24
escritores jóvenes de habla hispana la oportunidad de publicar novelas inéditas y
brindarles la posibilidad de desarrollarse en el ámbito literario internacional por cuenta
del prestigio mismo con el que cuenta el premio; se ha entregado en dos periodos de
tiempo: desde el año 1958 hasta 1972, cuando por motivos de censura y tensiones
internas de la editorial se canceló. Y ha vuelto a ser entregado desde el año 1999,
premiando hasta el día de hoy a notables escritores como es el caso de Mario Vargas
llosa (premio 1962), Guillermo Cabrera Infante (premio 1964) y Carlos Fuentes (premio
1967), en su primera generación, o a escritores como Jorge Volpi (premio 1999),
Gonzalo Garcés (premio 2000) y Elena Poniatowska (premio 2011) entre muchos otros
destacados ganadores.3
En el año 2002, Mario Mendoza se convierte en el primer escritor colombiano en
acceder a este premio con Satanás, texto inspirado y ambientado en la masacre del
restaurante Pozzettoen Bogotá, y novela que encarna la piedra angular del desarrollo de
este trabajo y que ha sido conocida como su mayor éxito comercial y literario.
Fundamentalmente, esta novela aparece como una recreación muy completa de la
ciudad, donde los cerros orientales de Bogotá, barrios como la Candelaria, el Santa fe o
Chapinero; las plazas de mercado, los criminales que delinquen por la ciudad, los
indigentes que piden “una colaboración” por las calles del centro, los taxistas,
trabajadores y demás habitantes de la capital, encuentran vida al interior de una relato
escrito alrededor de tres historias particulares que de manera simultánea se van narrando
para terminar encontrándose casi por coincidencia en el hecho que enmarca el desenlace
3Fuente:http://www.planetadelibros.com/premios-premio-biblioteca-breve-seccion-historia-5-editorial-
9.html
25
del libro; la masacre en el restaurante Pozzetto ocurrida el 4 de diciembre de 1986 a
manos de Campo Elías Delgado4.
Sobre este hecho, que es percibido como uno de los momentos más sanguinarios
y particularmente significativos de una manera negativa en la historia reciente de Bogotá
es posible encontrar muchas referencias u opiniones más allá del seguimiento que
realizaron los periódicos de la ciudad en la fecha y algunos reportajes en vídeo que
fueron producidos posteriormente con el fin de contar la historia de la lamentablemente
celebre masacre perpetrada por Delgado en el restaurante ubicado en la zona de
chapinero, uno de los barrios más representativos de la ciudad. Una de las reseñas sobre
el hecho dice:
"En una acción infernal, sin antecedentes en el país, un psicópata colombiano ex
combatiente de la guerra de Vietnam asesinó anoche a 22 personas en Bogotá. el
desquiciado sujeto -cuyo padre se suicidó hace 37 años bajo un palo de mango,
en Bucaramanga- mató a su propia madre, incendió su residencia, recorrió los
demás apartamentos, eliminó a cuatro universitarias, luego se dirigió al
restaurante , donde comió y bebió sin prisa, y dio muerte a otras 14 personas"
(Galindo, 2004)
Resulta necesario aclarar que aún cuando el recorrido de ésta investigación
sugiere la consulta de estas fuentes complementarias en la prensa sobre este suceso, el
interés central de su análisis no se centra en la masacre ocurrida en el restaurante; sino
4 Es válido señalar que Mendoza, aún cuando sostiene que la novela es obtenida a raíz de un ejercicio
creativo y de ficción, conserva la identidad de este personaje muy ligada a la realidad al igual que la
percepción de la ciudad que refleja, razón por la cual esta novela ha sido asumida como la más pertinente
del autor para realizar el análisis.
26
en el estudio alrededor de la obra que Mario Mendoza escribe haciendo uso de ésta
situación como uno de los escenarios para desarrollar la novela.
Sin embargo, existe un hecho imperante que soporta la influencia que este suceso
imprimirá en la vida del escritor bogotano que se ve reflejado en gran medida a lo largo
de varios pasajes de la obra y sustenta los perfiles que se constituyen narrativamente
sobre los personajes de Satanás, y es el efecto que tiene en la vida del autor haber sido
compañero de clase y haber sostenido un vínculo relativamente próximo con Campo
Elías Delgado, situación que ha tenido una huella tan profunda sobre Mendoza de
manera que en varios de sus relatos es posible encontrar esta conexión, por ejemplo:
La primera vez que lo vi estábamos en el corredor del departamento de
Literatura de la universidad. Se dirigió a mí sin preámbulos, sin antesalas de
ninguna clase:
- ¿Es usted Mario Mendoza? – me preguntó con la voz fuerte, seca,
mirándome de frente.
- Si – contesté mientras le echaba una ojeada a ese sujeto que había
visto por ahí, tomando una que otra clase conmigo...
Noté que Campo Elías miraba permanentemente hacía la puerta del local
donde estábamos conversando, al acecho, como si temiera que alguien
pudiera entrar para amenazarlo o agredirlo... Aunque Campo Elías me
doblaba la edad y no tenía el aspecto ya de una persona joven y
descomplicada, era un hombre irreverente, poco dado a los tonos cursis y
melodramáticos... Me gustaba su actitud fuerte y sólida, sin poses melifluas
27
ni seudotrascendentales. Nos despedimos con un apretón de manos y prometí
llevarle al día siguiente la bibliografía que necesitaba. (Mendoza, 2010)
La corta amistad que sostuvo con Delgado por aproximadamente 6 meses
terminó el mismo día que ocurrió la masacre, el efecto más inmediato que tuvo sobre
Mario Mendoza fue la estigmatización que sufrió al interior de la universidad, lugar
donde empezó a ser conocido como “el amigo del asesino”; así pues, esta situación en su
totalidad tendría un impacto cuando menos abrumador en la obra de Mendoza y se verá
reflejada en varios pasajes de su obra; para el caso, la creación de Satanás es asumida
como un ejercicio de catarsis en la que el escritor expone su perspectiva de los hechos y
la influencia que tiene el desarrollo de la vida en la ciudad con el desequilibrio
psicológico de Campo Elías, el asesino. Sobre este respecto, el autor Apunta:
La última entrevista fue en un encuentro casual en el Parque Nacional... Y,
caminando juntos hacía la universidad, afirmó él con camaradería, como si
fuéramos viejos amigos:
- ¿Sabe una cosa, Mario? No vale la pena escribir en una sociedad como esta
que todo lo desprecia. Es mejor actuar.
A los pocos días lo vi en los titulares de prensa y televisión, y esta última frase
me daría vueltas en la cabeza, una y otra vez, a lo largo de quince años de trabajo
literario ininterrumpido y lleno de dudas. Me quité esa voz del todo sólo cuando
escribí mi novela Satanás. (Mendoza, 2010).
Al interior de Satanás, Bogotá entonces no es vista únicamente como el lugar
donde ocurren los hechos sino como un actor más que toma parte de la trama, que
28
determina un patrón de conducta mediado por el mal como una presencia que arruina el
estilo de vida. La descripción de situaciones y espacios de la ciudad se hace tan real, que
aparecen escenas claramente identificables con la vida cotidiana; por ejemplo: “El auto
cruza la Carrera Treinta, la Avenida Sesenta y Ocho y la Avenida Boyacá y se detiene en
un potrero vacío en las afueras de Bogotá. El conductor apaga el motor”(Mendoza,
2002, pág. 51).
Satanás es una novela que evidentemente ubica el escenario de su trama en
Bogotá, de modo que encontrar descripciones como ésta en el texto no sólo resulta una
constante, sino que trasciende el hecho de nombrar y describir algunos espacios y
lugares reconocidos de la ciudad; logra incluir realmente en las líneas de su narrativa y
en el desarrollo de la historia elementos, acciones y actores que se dibujan en el curso de
la vida cotidiana en la metrópolis. De modo que:
Muestra la ciudad de múltiples maneras: en lugares concretos o en sitios
seleccionados, dando una visión particular o de conjunto; en zonas cerradas y con
personajes ensimismados, abúlicos e individualizados, en barrios o escenarios
que reúnen a la colectividad: Bares, cines, espacios universitarios, calles,
espacios públicos, en fin, mostrándola como una vitrina, como un lugar de
representaciones y al habitante como un actor, alguien que cumple un papel en la
escena cotidiana y pasajera.(Giraldo, La ciudad escrita: literatura y ciudad, 1998,
pág. 154).
De esta manera, es posible obtener de la novela una imagen de la ciudad que
revela una perspectiva nueva y diferente con respecto a las obras que antecedieron a
29
Satanás; aunque también en ésta novela se conservan rasgos generales que exponen esa
impresión pesimista y cruda de Bogotá.
Tras la publicación de Satanás y la obtención del premio biblioteca breve en el
2002; Mario Mendoza termina por hacerse popular en el panorama literario colombiano;
bien sea por parte de sus detractores, como Ignacio Echeverría quien afirma que su obra
es sobrevalorada y muy incipiente para ser tan popular; con una trama deficiente e
inverosímil. De la misma manera, en el número 91 – 92 de la revista española lateral
Carlos Guzmán Moncada cuestiona profundamente los méritos que ha hecho esta novela
como para hacerse con el mencionado premio; citado en el trabajo del profesor Álvaro
Antonio Bernal, se puede leer la siguiente reseña:
Con su mínima complejidad estructural, su adjetivación de anuncio televisivo,
sus diálogos ociosos, sus personajes de cartón-piedra apenas concebidos, sus
escenitas de sexo dibujadas con la maestría de un grafitti en un lavabo público;
con su lectura epidérmica de Stevenson, su irrisorio amago de crítica social, con
su pereza intelectual para proponer una sola reflexión de interés en torno de lo
que en ella se denomina como “el Mal” y, sobre todo, con su ostentoso pero
inútil premio a cuestas, esta novela defrauda a su lector y por lo que Mendoza
declara sobre la anécdota que le dio origen, se defrauda a sí misma (Bernal Á. ,
2010).
En la otra cara de la moneda; sus seguidores, conformados en una inmensa
mayoría por los sectores más jóvenes de la población, quienes encuentran en sus relatos
esa imagen de Bogotá que corresponde a una vivencia de la ciudad, a una realidad
30
múltiple y cruda en la que los ciudadanos interactuamos con la urbe. En su momento, en
la prensa nacional circularon opiniones sobre la obra como esta:
Es aquí donde Mario Mendoza destapa sus cartas: lo suyo no es hacer una
novela policíaca tradicional, sino escribir una saga de esa Bogotá miserable, triste
y sórdida de los bajos fondos del centro y otros sectores deprimidos. Aún más: en
realidad Mendoza lo que quiere y hace es escribir sobre Bogotá y lo demás es un
simple pretexto (Carranza, 1999).
Posteriormente, Mario Mendoza se vincula como redactor en el periódico El
Tiempo (2003) donde publica su columna La ciudad y el mundo semanalmente y en la
que escribe opiniones que se relacionan con su vivencia de la ciudad, algunos elementos
del contexto político y social de esos años y artículos en clave de crítica sobre las
producciones culturales de la época. Varios de estos elementos han sido vinculados a la
producción de este trabajo con el fin de obtener un panorama más amplio de los
elementos narrativos que el autor evidencia en su obra.
2.4 Obras posteriores y el autor en la actualidad
En el año 2004 sale a la luz su libro de cuentos urbanos Una escalera al cielo en
donde expone magistralmente un estilo literario que cada vez se funde más con una
mirada menos caótica y apocalíptica de la ciudad, aunque en el carácter de sus
personajes persisten algunos elementos de perversión y patologías psicológicas
profundas. Otro aspecto muy relevante en el desarrollo de esta obra lo constituye el
hecho de que, en el conjunto de historias Mendoza empieza a incluirse como personaje
en primera persona; revelando algunos aspectos de su vida personal y su juventud,
31
elementos que terminan por enriquecer el desarrollo del análisis de su obra entendiendo
la importancia que tiene conocer de primera mano la visión que el autor tiene de su
contexto.
En septiembre de ese mismo año publica la obra Cobro de sangre (2004) y se
dedica a su trabajo como columnista en El Tiempo hasta el año 2006, al año siguiente
publica la novela Los hombres invisibles (2007), momento en el que también llega a las
salas de cine la película Satanás, dirigida por Andy Baiz e inspirada en la novela sobre
la que gravita esta investigación, pero que tendremos en cuenta como material de apoyo
y no fuente de análisis debido a las grandes distancias que revela con respecto a la
narrativa de la novela, a pesar de la colaboración que ofreció el escritor para la
realización de su guión.
En los años más recientes, la producción literaria del autor experimenta un gran
incremento lanzando al mercado varios libros como las novelas Buda Blues (2009),
Apocalipsis (2011) y Lady Masacre (2013); obras que siguen encontrando como
escenario a la ciudad de Bogotá pero que revelan elementos narrativos que se distancian
en gran medida de las obras más próximas a Satanás.
Otra de sus obras más recientes está construida en el ámbito de la literatura
juvenil, campo en el que se ha visto interesado durante los últimos años ya que como el
mismo señala en una entrevista que le realizaron en la revista Semana:
Nunca le aposté a un público en particular y mucho menos a una recepción
amplia. Estaba preparado para una resistencia marginal en contra del
establecimiento, pero mi obra fue hallando a gente que también lucha. Ellos son
32
mis lectores. Fue una sorpresa total. ...Firmando libros la semana pasada, me
conmovió ver muchachos que venían del norte, del sur, de universidades públicas
y de colegios privados. Venían del Transmilenio con sus skateboards para que les
diera una firma (Mendoza, Revista Semana, 2013).
Entre sus textos destacados en esta producción, resaltan Mi extraño viaje al
mundo de Shambala (2013), La colonia de Altair (2013), Crononautas (2013),
Metempsicosis (2014) y El hijo del carpintero (2014), textos en los que explora una
narrativa más orientada hacia las ficciones y eventualidades que hacen parte de la vida
cotidiana; pero que guardan una distancia muy amplia en relación con la narrativa
expuesta por el autor en las novelas que les precedieron; de la misma manera, rompe con
la búsqueda del “realismo descarnado” que expuso en sus obras iniciales, para dar lugar
a situaciones y figuras que buscan vincularse un poco más con el público joven a
quienes orienta estos textos. Es válido acotar que por estas razones tampoco serán
tenidos en cuenta en el presente análisis teniendo en cuenta que su enfoque dista mucho
del interés que guía la indagación de esta investigación.
Durante el año 2010, Mendoza se desempeña como director de la revista juvenil
Bakánica de la Universidad Javeriana; allí publica eventualmente algunas editoriales
sobre sus libros y su experiencia de la ciudad, en el año 2011 crea su blog llamado “El
proyecto Frankenstein” sitio web donde por lo menos quincenalmente publica alguna
reflexión o artículo sobre el contexto contemporáneo de la ciudad, el mundo e
invitaciones a la lectura de sus obras más recientes. El título de este espacio se encuentra
muy relacionado con la reciente proximidad que el autor experimenta hacía los sectores
más jóvenes de la sociedad; al respecto afirma:
33
El propósito aquí es crear una resistencia, un espacio para decir no, una trinchera
donde se pueda ir sumando varias debilidades, varios lisiados, varios solitarios,
varios amputados, y de allí el nombre Frankenstein. Se trata de crear un cuerpo
común con los miembros de varios cuerpos arrasados y masacrados. Entre todos
podemos crear un Transformer que nos permita defendernos de un presente
tramposo y angustiante.(Mendoza, Proyecto Frankenstein, 2011)
El proyecto Frankenstein se constituye entonces como un escenario virtual donde
el escritor puede mantener contacto constante con sus lectores, por medio de
comentarios y elementos audiovisuales como vídeos o grabaciones, Mendoza va
ofreciendo constantemente opiniones y reflexiones sobre los temas de actualidad que
competen a la ciudad y a nosotros como sus habitantes, en este sitio web, Mendoza
muestra textos en los que es posible conocer sus opiniones personales sobre diferentes
temas; así como cortas muestras e invitaciones al lectura de sus textos más recientes,
eventualmente redirige también a los sitios web de los periódicos en los que sus
reflexiones son publicadas.
De esta manera, es revelada a grandes rasgos la obra del escritor bogotano y
también el análisis que precede a su obra en general; principalmente, la que precede la
publicación de Satanás y que vemos como un antecedente literario a la construcción
narrativa de la obra; del mismo modo, es posible concluir para el desarrollo de este
apartado que las experiencias de vida del autor alrededor dentro de Bogotá y en su
experiencia personal fuera de ella, han servido para la construcción de un perfil y una
perspectiva literaria que se ve reflejada en la primera etapa de su obra; posteriormente su
apuesta se centra en el desarrollo de una narrativa más ligada a la cotidianidad como
34
nicho de observación y a algunos aspectos “paranormales” que se pueden identificar en
ella; de todas maneras, es importante tener claro que el enfoque de este análisis se centra
en esa mencionada primera parte de la obra que se desarrolla con un poco más de énfasis
y abre las puertas de la ciudad para el desarrollo que pretendemos iniciar al abordar una
lectura crítica de Satanás con el fin de extraer de sus líneas esta mirada crítica a las
narrativas de ciudad y de la cotidianidad en Bogotá que residen en sus líneas.
35
2. SATANÁS ANÁLISIS CRÍTICO LITERARIO
3.1 Satanás, la novela
La novela Satanás del escritor bogotano Mario Mendoza, y sobre la cual se ha
cimentado este estudio, es una historia ambientada en la ciudad de Bogotá en 1986,
aunque la fecha no aparece explicita en el interior de la obra, es posible inferirla dado
que la masacre que tuvo lugar en el restaurante Pozzetto, el día 4 de diciembre de ese
año, es recreada en la parte final de libro. Evento que resulto lamentablemente popular
en la época y que no sólo ocupó durante semanas el interés de los titulares de prensa5,
sino que llegó a establecerse como uno de los más sangrientos y recordados episodios en
la historia de la ciudad.
Cabe mencionar que la trama principal de esta historia no se centra únicamente
en este acontecimiento puntual, ya que al interior de su narración, la novela relata las
historias de tres personajes diferentes de manera simultánea. En estos relatos, los
personajes van desarrollando diversas relaciones sociales al interior de la ciudad y a su
vez van involucrándose con ella. Estas tres historias terminan anudándose en el
momento en el que por azar, los protagonistas terminan descubriendo pequeñas
conexiones que existen entre ellos y acudiendo al restaurante la noche en que la masacre
es llevada a cabo por Campo Elías Delgado, personaje que también ocupa un lugar en
las líneas de Satanás. En dicho sentido, y para ser precisos, la novela gira alrededor de
de 4 personajes en particular:
5 Para ver el compilado de noticias que siguieron este hecho, ver: Anexos.
36
María, una joven mujer descrita como muy bella, de una extracción social
bastante austera que llega a la ciudad como producto de la guerra interna que azota el
contexto político y social de Colombia que termina dejándola huérfana. Tras pasar su
niñez en un batallón del ejército del país trabajando como esclava y siendo
constantemente rechazada, decide huir, posteriormente es llevada a la parroquia de un
sacerdote (Ernesto) donde es recibida, criada y donde termina por experimentar su hogar
hasta que cumple la mayoría de edad. Se ve obligada a abandonar el lugar para empezar
a vivir de manera independiente y posteriormente empieza a trabajar como vendedora de
tintos y aromáticas en una plaza de mercado de la ciudad pero al verse víctima de las
constantes vejaciones y maltratos (a la que la someten los comerciantes del lugar)
termina vinculada con una banda de criminales cuya modalidad es el robo con el uso de
escopolamina (burundanga, en el argot bogotano).
Andrés, sobrino del padre Ernesto es un joven pintor perteneciente a la clase
media-alta bogotana que a lo largo de la obra padece un trastorno de orden casi mágico
que le posibilita plasmar en sus lienzos visiones proféticas y apocalípticas del destino
próximo que se configura para los personajes que retrata. Su historia particular se
configura a partir del el caso de su ex novia Angélica, a quien vaticina que padece de
SIDA. Y alrededor de quien empieza a desarrollar una profunda crisis pensando en la
idea de cómo ella ha contraído esta enfermedad por medio del contacto sexual con otros,
situación que lo lleva a despertar unos profundos celos que desembocan en deseo sexual
hacia la mujer, todo esto mediado por el tedio y la sordidez que representa la vida del
artista al interior de una ciudad como Bogotá y una sociedad como la colombiana.
37
Ernesto, sacerdote de una iglesia ubicada en un barrio del centro de la ciudad,
donde creció María, se caracteriza fundamentalmente por un profundo pensamiento
progresista y la álgida lucha que reside en su interior con respecto a la dicotomía entre el
celibato y el deseo sexual mientras sostiene una relación afectiva con Berenice, mujer
que le asiste en la limpieza y labores domésticas del lugar, simultáneamente enfrenta un
presunto caso de posesión demoniaca en una adolescente que reside en el barrio La
Candelaria y la latente sensación de que la ciudad y la época están siendo invadidas por
una presencia maléfica.
Durante algunos intervalos de la novela, empieza a desarrollarse narrativamente
el personaje de Campo Elías Delgado6, excombatiente de Vietnam que a su regreso al
país se establece con su madre (hacia la que siente una profunda aversión), en un
apartamento ubicado en Chapinero, sobrevive con su pensión de veterano y ofreciendo
clases de inglés. (Idioma que aprendió durante su paso por el ejército de Estados Unidos)
Es un personaje que aparece obsesionado con la idea de dualidad o dicotomía celestial–
demoniaco que se desarrolla en la novela El extraño caso del Dr. Jekyll y mr. Hyde,
libro sobre el cual adelanta su tesis de grado en la Universidad Javeriana y aspecto sobre
el que asume, gira toda la vida humana. Es un hombre de edad avanzada, obsesionado
con la limpieza y la aparente banalidad de la sociedad en la que convive sintiéndose un
marginado; esta idea, alimentada además por una profunda misoginia y aversión al
contexto que le rodea alimenta en él la idea de “restablecer” un orden de las cosas y
empieza a concebirse como un guerrero llamado a la pacificación del mundo y a la
6 Mendoza conserva únicamente el nombre real y realiza una profundo ejercicio de descripción
psicológica de este personaje, posiblemente a razón de que lo conoció e incluso llegó a entablar alguna
suerte de amistad con él durante sus últimos años como universitario y justo en el periodo de tiempo que
precedió a la masacre, para consultar mayor información sobre este aspecto, ver: Capitulo 1.
38
erradicación de todas estas repulsivas sensaciones, razón por la cual comienza a gestarse
en su perfil psicológico la masacre con la cual se sella el libro.
Varias consideraciones pueden ser contempladas como referentes a la hora de
observar la ciudad de Bogotá, la óptica que desde cualquier estudio se lance sobre ella
puede incluir multiplicidad de categorías, elementos y criterios de análisis que casi de un
modo irrestricto nos arrojan a una perspectiva interdisciplinaria del análisis narrativo de
la ciudad. En dicho sentido, son varios los trabajos y escritos que previamente se han
elaborado en relación con el análisis de nuestra ciudad, y muchos los que la abordan
desde la literatura, tal es el caso de las producciones de intelectuales como Luz Mery
Giraldo (la ciudad escrita: literatura y ciudad en la narrativa colombiana) Alejandra
Jaramillo (Bogotá imaginada: narraciones urbanas, cultura y política.)Y Álvaro
Antonio Bernal (Percepciones e imágenes de Bogotá: expresiones literarias urbanas)7,
por sólo nombrar algunos de los referentes iniciales desde los cuales se cimientan los
ejes de este análisis. Sin embargo; como ya es bien sabido, la apuesta narrativa que
compromete este trabajo ubica en sus líneas la obra Satanás de Mario Mendoza, y tras la
lectura de esta novela ha propuesto una serie de categorías desde las cuales se pretende
entablar este análisis.
A partir de los aspectos abordados aquí en general sobre el sentido de la novela,
se puede decir que sirven como punto de partida para iniciar el análisis categorial que
corresponde al desarrollo de este apartado, de modo que cabe aclarar también que se ha
dividido en 5 secciones en las que desde cada una, se pretende establecer un análisis a
profundidad de aspectos que aparecen al interior de Satanás, pero que aquí, se agrupan
7 Para mayor información ver: Bibliografía.
39
para ofrecer una mirada más precisa de la representación obtenida de la ciudad en clave
de lo literario.
3.2 Satanás, un mapa narrativo de la ciudad.
El punto de partida para abordar el desarrollo categorial de la obra nos arroja a la
geografía urbana representada al interior del texto; a las formulaciones desde la narrativa
de la novela como fuente de referentes espaciales y las profundas relaciones que los
personajes (habitantes de la metrópolis) guardan con los lugares; sobre esta condición, la
crítica especializada ha rescatado la perspectiva de la ciudad concebida desde el trabajo
del autor: “Mario Mendoza aparece como un neonómada de la palabra gracias a la
resemantización literaria que ha elaborado sobre Bogotá como espacio y tiempo al filo
del entre siglo.” (Blanco, 2009)
De manera complementaria, en el corpus de la novela es posible identificar la
ritualidad que entonces deja de subyacer a la ciudad misma y aparece como el terreno
desde el cual se entablan vínculos y subjetividades, esta idea puede ser mejor entendida
en el sentido que propone Jorge Franco en su columna de opinión publicada en la revista
Semana y que corresponde a Satanás:
«No existe una frontera delimitada entre la biblioteca y la vida. No es
menos real la página que leemos que la calle por la que deambulamos. Literatura
y vida coexisten en un mismo plano, y lo real involucra tanto lo percibido por los
sentidos como los mundos imaginarios de nuestra más recóndita psicología.»
(Franco, 2002).
40
Partiendo de esta idea, y complementándola con los planteamientos obtenidos
desde Mijail Bajtín en su teoría referente al cronotopo dentro de la novela, que puede ser
entendida como “(lo que en traducción literal significa «tiempo-espacio») la conexión
esencial de relaciones temporales y espaciales asimiladas artísticamente en la literatura.”
(Bajtin, 1989). Podemos encontrar en el contexto de la obra de Mario Mendoza los
elementos adecuados para hacer un recorrido espacial de Bogotá a lo largo de Satanás.
Bogotá aparece entonces al interior de la novela de una manera que posibilita realizar
una cartografía de la ciudad desde el plano literario.
Cabe aclarar que dicha descripción no se da únicamente en un nivel enunciativo;
la intención de este desarrollo narrativo de Bogotá sugiere que al interior del libro, la
ciudad no es percibida únicamente como el “escenario” en el cual se desarrolla la trama,
sino que aparece como uno de los personajes principales del relato, esta condición
narrativa, ubica a la Bogotá develada al interior de la novela como uno de los
principales focos de esta investigación y una rareza, ya que “Rara vez se habla del
espacio como personaje, como organismo, el espacio como pre-texto, con-texto; la
ciudad como texto abierto, sorpresivo, pero también como anti-texto, es decir, de la
ciudad como el espacio que desborda cualquier límite y presupuesto.”(Argüello, 2000,
pág. 230). Esta afirmación se valida al encontrar la Bogotá revelada en la novela como
una ciudad con una personalidad determinada y particular que se evidencia en cada uno
de sus lugares y que abre la posibilidad de ver más allá de las dinámicas cotidianas que
se dan en estos escenarios, encarnadas por sus actores (personajes), las actitudes,
atmosferas y usos que el habitante de la ciudad hace de ellos; en dicho sentido, Luz
Mary Giraldo apunta:
41
Ahora se evidencia que además de ser espacio construido y poblado es cuerpo
complejo que va más allá de los límites geográficos y de la población
demográfica. Resultan insuficientes las definiciones que la muestran [la ciudad]
como un “conjunto de calles y edificios” y a su habitante, el ciudadano, como
“natural o vecino de una ciudad” (Giraldo, 1998).
Al recorrer las páginas que entonces hilan el desarrollo narrativo de Satanás, es
posible encontrar que la novela involucra diversas locaciones que aparecen como lugares
característicos de la capital; tal es el caso de sectores como el barrio La Candelaria,
Chapinero, Teusaquillo, la zona rosa, los barrios Germania y Santa Fe, la zona comercial
de San Victorino, las regiones periféricas y marginales al suroriente de la ciudad y gran
numero de espacios donde se desarrollan las acciones de los personajes gestados desde
el universo de la obra.
Sin embargo, Mario Mendoza no sólo ubica esta gran amalgama de sectores
como los escenarios que contienen las acciones. Satanás no se limita a enunciarlos sino
que logra reproducir las atmosferas, códigos culturales y simbólicos que se generan y
existen en ellos, para entender mejor este planteamiento, se utilizan las palabras
correspondientes al análisis de la obra propuestas por Álvaro Antonio Bernal cuando
dice:
Bogotá en Satanás es una ciudad entre maleva, insegura y desgarradora, sitiada
por la violencia de orden social (ampliamente conocida en toda América Latina);
y una metrópoli que acoge el denominado Mal, ese de Satanás o Lucifer dentro
de cualquier esquina o barrio apacible. (Bernal, 2010, pág. 157)
42
Sobre esta condición dada a la ciudad al interior de la obra y tras aplicar una
mirada analítica al corpus discursivo planteado por el autor, es posible encontrar que el
recorrido que realiza Mario Mendoza por Bogotá es sometido a una profunda
interpretación del significado que los lugares y los espacios tienen para el habitante
bogotano, un claro ejemplo de ello aparece en el primer párrafo de la novela cuando
describe la plaza de mercado donde comienza a perfilarse la historia de María.
Una luz intensa y joven nace desde arriba, desde las tejas transparentes del techo
y las altas aberturas que hay en los muros, y se desparrama a todo lo largo de la
plaza de mercado. Son las siete de la mañana. Los vendedores anuncian sus
productos, sus precios, sus rebajas y sus ofertas con voces fuertes y entrenadas
que generan una algarabía que atraviesa las paredes del recinto hasta alcanzar las
calles que rodean la parte externa de la plaza. La abundancia salta a la vista en
los múltiples corredores que se extienden paralelos de sur a norte y de oriente a
occidente: naranjas, mandarinas, maracuyás, mangos, guanábanas, limones,
zanahorias, cebollas, pimientos, tomates, rábanos y una lista innumerable de
frutas y vegetales que esperan a los compradores en bultos, cajas de madera y
bandejas de cartón y de plástico que están ubicadas al alcance de la mano. Los
olores de las hierbas bombardean las narices heladas de los caminantes: la
albahaca, la limonaria, el cilantro, el perejil, el cidrón. En una esquina, abarcando
el espacio completo desde el piso hasta el tejado, están los locales de artesanías y
plantas ornamentales: helechos, cactus, pequeños pinos en miniatura, y al lado,
proliferando por los intersticios y los rincones, los canastos, las materas, las
cucharas de palo y los objetos elaborados en cabuya y en cuerdas de fique. En la
43
esquina contraria están las carnicerías y las ventas de animales vivos: gallinas,
patos, conejos, hámsteres y gallos de pelea.
Aquí y allá hay hombres y mujeres transportando víveres en pequeños
carros de metal, trasladando cajas de madera atiborradas de tomates o de
remolachas, moviendo bultos de papa o de arveja. Parecen pequeñas hormigas
cumpliendo con ciertas funciones predeterminadas en las cercanías del
hormiguero. (Mendoza, 2002, pág. 5)
Si bien, la narrativa del autor no expone desde el inicio el discurso por parte de
los personajes, la descripción de espacios particulares de la ciudad es bastante rica; en
este cuadro, es capaz de revelar elementos muy característicos que permiten tipificar una
plaza de mercado bogotana, incluso logra exponer muchas de las dinámicas sociales que
ocurren en su interior, los sonidos y las condiciones especificas que recrean un ambiente
cargado de elementos que se constituyen como cotidianos en la ciudad.
Otro claro ejemplo que tomamos como elemento de análisis de la novela y que
expone la facilidad con la que el autor recrea los espacios de la ciudad, se evidencia
también en los primeros capítulos de la historia, en el momento que el padre Ernesto se
dirige a la estación de policía para entrevistarse con el hombre que ha asesinado a toda
su familia.
El padre Ernesto sale a la calle y decide irse caminando hasta la comisaría de
policía. Durante el recorrido cae un fuerte aguacero que inunda las calles del
centro de la ciudad. Es difícil atravesar los riachuelos que en sus caudales
incontenibles llevan cartones, papeles, plásticos, cauchos, desperdicios de
44
comida y basura en general que la gente arroja de manera irresponsable mientras
deambula por las calzadas o sale de tiendas, restaurantes y almacenes populares.
Es el agua limpiando las inmundicias de la metrópolis, llevándose consigo los
elementos sucios e inservibles, lavándola en un ejercicio de asepsia y
purificación (Mendoza, 2002, pág. 27).
En la construcción narrativa de la ciudad a lo largo de la novela, este tipo de
cuadros resultan análogos a elementos que se perciben desde la cotidianidad al
deambular por las calles del centro de Bogotá; pero que en la obra de Mendoza son
enunciados y contribuyen a crear y fortalecer una imagen pesimista, lúgubre y algo
deprimida de la ciudad. El ambiente aparece entonces como hostil e insalubre mientras
el sacerdote realiza su recorrido.
Sin embargo, es necesario tener en cuenta que en medio de este enunciado se está
expresando de manera directa la representación que el autor está haciendo del lugar por
medio de los símbolos que incluye; del mismo modo, es posible ver cómo esta
percepción del espacio urbano revela una narrativa que se distancia de la fantasía, que
incluye las calles del centro de Bogotá de una manera en la que se busca evidenciar las
características más reales de este espacio, sin dejar de lado la creatividad y los recursos
narrativos. Resulta necesario resaltar que esta perspectiva se ha configurado como una
de las características más constantes en la producción literaria colombiana sobre lo
urbano durante el periodo más reciente, aspecto sobre el que Luz Mary Giraldo plantea:
Especialmente en la segunda mitad del presente siglo [XX], tanto el concepto
como la imagen de la ciudad han evolucionado de manera considerable en
45
nuestra literatura, al pasar de representación del mundo ideal a mundo real y
degradado; de mito deformante a realidad cultural; de espacio arquitectónico a
forma de vida. (Giraldo, 1998, pág. 10)
De esta manera, es posible evidenciar la relación que existe entre la
representaciones espaciales al interior de la novela y la realidad urbana que aparece en la
cotidianidad, donde convergen a su vez actores sociales develando sus discursos y
prácticas más comunes; recreando entonces una historia ficticia en el contexto de lo real
pero que dadas sus connotaciones puede está llena de una profunda verosimilitud.
Otro de los aspectos que caracteriza la inclusión de los espacios geográficos en el
desarrollo narrativo de Satanás tiene que ver con los elementos simbólicos que abren la
posibilidad de realizar un análisis semiótico de los espacios de la ciudad. Explorando
con mayor profundidad esta categoría resulta pertinente hablar de dos dimensiones desde
las cuales se ofrece esta mirada:
a) Bogotá aparece al interior de Satanás como una ciudad en la que se manifiesta
la coexistencia de múltiples temporalidades y espacialidades de una manera trastornada.
Argumento que se evidencia en las variaciones que se presentan entre el carácter de los
diferentes escenarios incluidos dentro de la novela y que en consecuencia alteran las
prácticas de sus habitantes de diferentes maneras. Las manifestaciones al interior de la
novela sobre este argumento se hacen evidentes cuando el escritor relata los recorridos
que siguen los personajes para trasladarse de un punto a otro al interior de la ciudad:
Andrés camina por la Carrera Séptima hacia el sur, atraviesa la entrada principal
del teatro Jorge Eliécer Gaitán, la muchedumbre de caricaturistas y pintores
46
callejeros a la altura de la Calle Veintiuno, la Plaza de las Nieves con sus
comediantes, mimos, yerbateros, brujos y vendedores de ungüentos, y se detiene
en la esquina de la Calle Diecinueve. Espera la luz verde en el semáforo
peatonal. (Mendoza, 2002, pág. 106)
Sin duda alguna, el centro de Bogotá aparece como el espacio en el que esta
multitemporalidad y multiespacialidad, (categorías concebidas por Álvaro Bernal) son
evidenciadas en su máxima posibilidad, debido a que en las calles de esta zona de la
ciudad la mixtura de escenarios, formas arquitectónicas, condiciones sociales,
manifestaciones culturales y sobre todo prácticas cotidianas se dan de múltiples maneras
y convergen en una forma caótica que termina por ofrecer al lector una mirada de una
metrópolis que tiene en su interior múltiples ciudades cada una de ella con sus calles,
edificios, habitantes y culturas propias que se desarrollan en un mismo lugar. En su
investigación, el profesor propone esta perspectiva de esta forma:
Caminar ciertos sectores del norte de la ciudad es estar presente y contemplar
ciudades tan modernas como Chicago o Nueva York, en donde brillan bulevares,
amplias avenidas, centros comerciales e imponentes edificios. A su vez, estar en
buena parte de la ciudad es volver a la provincia, tener el campo subdesarrollado
a la mano y ver el atraso y la miseria con toda su complejidad. Pero este contraste
no es tan polarizado, es una mezcla que integra diferentes espacios, integra zonas
de variado estilo urbanístico y presenta la fusión de todas estas variables sumadas
a sus ciudadanos heterogéneos que son reflejo del lugar híbrido donde viven.
(Bernal, 2010, págs. 13 -14)
47
Leer a la ciudad de esta manera, abre la posibilidad de ver la ciudad evidenciada
en la novela como un Collage en el diversos tipos de formas, colores, sensaciones y
presencias conviven simultáneamente, ofreciendo al lector una panorámica de una
ciudad donde los procesos de planeación espacial y gestión urbanística han fracasado
rotundamente, pero que aportan una característica desde la cual es posible notar como
las prácticas y acciones de sus habitantes se desarrollan de una manera similar, sobre
esta particularidad en la obra y en la ciudad, se dice: “Hay, pues, una energía social, que
se redistribuye a diario en el ámbito de un mismo espacio y tiempo citadinos, que se
transmite entre la gente para impulsarla a crear organizaciones –o desorganizaciones-
colectivas estrechamente relacionadas con su urbe.”(Silva, 2004, pág. 81)
b) La vida cotidiana en Bogotá esta mediada por contrastes y contradicciones
físicas, sociales y temporales que la constituyen como una ciudad cargada de elementos
simbólicos únicos que aparecen también como una manifestación de una ciudad oscura,
sucia, desorganizada y criminal en la dimensión de la obra de Mario Mendoza, sin
embargo y casi de una manera irónica, los personajes y habitantes aceptan esta forma de
la ciudad y en donde más que disfrutarla, evidencian su profundo grado de identificación
con el espacio que habitan; de la misma manera como lo plantea el escritor en la
entrevista concedida a Álvaro Bernal y en la que dice “Es así de sencillo, esta ciudad me
resulta fascinante y no es fácil dejarla, es la fuente de mi literatura.” (Bernal, 2010, pág.
253)
Tal vez la mejor forma de entender esta dinámica sea pensar en la representación
evidenciada de Bogotá al interior de Satanás de la forma en que Rodrigo Argüello
propone en su tratado sobre las ciudades en Ciudad gótica, esperpéntica y mediática.
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Argumento según el cual la vida al interior de la ciudad se manifiesta directamente en la
vida de los ciudadanos, el Semiólogo sostiene:
En la ciudad nadie se libera del espectáculo o de la teatralización de la existencia.
Sin embargo, en la calle ya no se puede pensar en una puesta en escena
tradicional, pues entre el espectador (el ciudadano) y el espectáculo (la vida en la
ciudad) ya no media nada. (Argüello, 1998, pág. 59)
Siguiendo la línea analítica expuesta en el fragmento anterior, es posible
encontrar que dentro del universo narrativo de la novela existen varios pasajes que
sirven como manifestación de la percepción que el escritor tiene sobre la ciudad en el
texto, es así que la recreación de espacios oscuros, insalubres, pestilentes, mediados por
las manifestaciones más cotidianas del crimen dibujan la ciudad como un espacio gótico
en el que las relaciones entre actores sociales se ven enmarcadas por el miedo y la
paranoia hacia lo que se evidencia como la vida cotidiana al interior de la capital. Un
claro ejemplo es la narrativa empleada por el autor para relatar una noche en la que el
pintor Andrés termina deambulando por la ciudad tras haber sido rechazado por
Angélica:
Llega hasta la Calle Veinte y decide entrar en un bar oscuro y tenebroso en la
esquina de la Carrera Once. Dos mujeres gordas con rasgos aindiados y ropas
vulgares atienden a las mesas. La clientela son albañiles, vendedores de droga de
poca monta y trabajadores humildes que buscan refrescar la garganta después de
una jornada de trabajo duro y agotador. (Mendoza, 2002, pág. 84)
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El espacio representado en esta parte aparece encuadrado en un ambiente hostil y
oscuro frente al cual el personaje se ve obligado enfrentar la calle más que transitarla, la
ciudad entonces manifiesta un carácter siniestro y poco agradable para sus habitantes
quienes convergen en sus calles y sitios de reunión con delincuentes, personajes
marginales y en este caso particular, mujeres vulgares y poco atractivas. En otro
apartado, esta caracterización aparece más evidente cuando el Padre Ernesto reflexiona
“¿No bastaba una caminata por la ciudad para darse uno cuenta de que estaba
deambulando por entre círculos infernales?” (Mendoza, 2002, pág. 91). Cabe mencionar
que este tipo de interpretaciones aplicadas a la novela no obedecen a juicios de valor
arbitrarios sobre la lectura, ya que el análisis propuesto se desarrolla bajo la óptica
diseñada para la interpretación simbólica de los elementos y situaciones narrados a partir
de los planteamientos de Rodrigo Argüello. También, es preciso señalar que la
valoración de las unidades narrativas presentes en el texto se vinculan con la mirada a lo
literario desde la perspectiva crítica del análisis, según la cual “leer (escuchar) un relato,
no es sólo pasar de una palabra a otra, es también pasar de un nivel [discursivo] a otro.”
(Barthes, 1997, pág. 76) Características fundamentales que orientan el abordaje que se
ha dado a la novela desde estas de teorías.
Bajo esta misma perspectiva del análisis estructural de la novela, es posible
identificar una última caracterización que se revela sobre la ciudad en el recorrido
narrativo de la obra. Siguiendo las líneas de la representación semiótica de los lugares al
interior de Satanás, Bogotá se revela como un lugar desde el que se evidencia una
marcada carnavalización de las acciones cotidianas por parte de los personajes
principales, secundarios y en general, de los actores sociales que existen en el libro,
50
fenómeno que se puede evidenciar en el siguiente fragmento, que corresponde a un
recorte de prensa que encuentra el padre Ernesto en el archivo que lleva en su estudio:
En otro recorte, en letras de molde, aparece la siguiente noticia: «La enfermera
Conchita Rubio fue detenida en la casa geriátrica El Abuelo Feliz por haber
envenenado a más de catorce ancianos. Al ser interrogada por este diario, la
enfermera se defendió argumentando que lo había hecho por compasión,
conmovida por la triste situación de los pacientes. "La mayoría de ellos se la
pasan llorando, extrañando a sus hijos y a sus nietos. Me pareció que la muerte
era una salida decente para ellos", dijo la señora Rubio.» (Mendoza, 2002, pág.
91).
La carnavalización de la vida urbana corresponde básicamente a las ironías y
contradicciones que aparecen insertadas en la cotidianidad de los sujetos y los lugares, a
la mezcla de visiones, sonidos, sensaciones y experiencias que confluyen de una manera
caótica y estridente ante los ojos de quien observa la ciudad. Se entiende también que en
su manifestación, la metáfora del carnaval se inscribe en los sitios públicos más
concurridos por los actores sociales y en las particularidades de sus historias, todo este
cúmulo de evidencias postulan a Bogotá como una ciudad que ya no sólo aparecerá
como gótica (territorio hostil y tenebroso) sino también como esperpéntica (lugar de
carnavalización de los espacios y la existencia), la representación carnavalesca de la
ciudad, entonces se evidencia a lo largo de Satanás entendiendo que en el desarrollo de
su trama se puede notar que:
51
“La ciudad es el espacio que mejor muestra los signos y símbolos de una vida
absolutamente carnavalesca. Un espacio donde ninguna verdad es posible. La
ciudad sin límites, laberíntica, caleidoscópica y palimpsestual. Una ciudad que
puede ser tan festiva como siniestra. Tan automática como dinámica y
rocambolesca.” (Argüello, 1998, pág. 8)
Por consiguiente, es posible vislumbrar que al interior del discurso expuesto en la
novela, la ciudad aparece bajo la forma de un territorio determinado que corresponde a
la interpretación que el escritor expone en una época delimitada, en Satanás no sólo
convergen las categorías de espacio y tiempo aplicadas a Bogotá como telón de fondo de
las acciones desarrolladas por los personajes, puesto que la narrativa propuesta por el
autor manifiesta toda una exposición de símbolos, prácticas y figuras que responden a la
forma más clara del cronotopo, El relato aquí funciona como evidencia de una forma de
ver la realidad urbana que responde a la interpretación ofrecida desde un tiempo cultural
preciso, como señala Mijail Bajtin.
En el cronotopo artístico literario tiene lugar la unión de los elementos espaciales
y temporales en un todo inteligible y concreto. El tiempo se condensa aquí, se
comprime, se convierte en visible desde el punto de vista artístico; y el espacio»
a su vez, se intensifica, penetra en el movimiento del tiempo, del argumento» de
la historia. Los elementos de tiempo se revelan en el espacio, y el espacio es
entendido y medido a través del tiempo.(Bajtin, 1989, págs. 237-238)
De esta manera, resulta posible afirmar que Satanás funciona como un claro
testimonio que responde al cuestionamiento cultural y social de un momento histórico
52
preciso de Bogotá, logra incluir en su desarrollo la mirada con la que sus actores ven la
vida en la ciudad y revela el carácter dinámico y particular que marca las dinámicas de
la ciudad con el sello de lo autentico y característico.
3.3 Los habitantes
En el apartado anterior se ha hecho mención y se ha desarrollado la premisa que
soporta la connotación que ostenta la ciudad al interior de la novela, (donde aparece
como un personaje con vida propia). Sin embargo, la construcción narrativa de los
personajes al interior de Satanás abre la puerta a un nuevo cuestionamiento que será
desarrollado y reflexionado en este segmento a partir del análisis de las relaciones
sociales y culturales entre los habitantes evidenciadas en la obra.
De esta manera, entenderemos a los personajes de Satanás como actores sociales
bajo la perspectiva que se puede aplicar al este concepto de la manera como lo plantea
Mabel Moraña al decir:
Al hablar de sujetos sociales nos referimos, así, no sólo a las identidades
sectoriales que van diferenciándose entre sí en el contexto colonial y con
respecto a los centros metropolitanos, sino también a las prácticas concretas que
estos señores van desarrollando en el proceso de su auto representación.(Moraña,
2004, pág. 38)
Al interior de la novela se esbozan también varias precisiones que corresponden
de manera análoga hacia esta formulación ya que en el desarrollo narrativo del relato, es
posible evidenciar cómo el discurso del narrador omnisciente devela el carácter de los
personajes y cada uno de ellos particularmente, por medio de sus diálogos, abre la
53
posibilidad de evidenciar algunas particularidades que los constituyen social y
culturalmente en el entramado social que corresponde a la vida urbana. Dicho de otra
manera, a través de los discursos de los personajes propuestos por Mendoza es posible
evidenciar sus características sociales y culturales que los ubican como actores sociales
propios del contexto bogotano. En Bogotá imaginada, Armando Silva plantea que:
“Observada desde un punto de vista social, Bogotá tiene estéticas clasistas que se
manifiestan en el uso del castellano o en el desarrollo de diversos ritos urbanos (comida,
música preferida, maneras de vestir, entre otros), característicos de ciertas clases.”(Silva,
2004, pág. 150) Esta perspectiva se encuentra transversalmente a lo largo de toda la obra
reflejada en las intervenciones verbales que corresponden a cada personaje, pero será
ejemplificada con el fragmento que corresponde a uno de los diálogos iniciales de la
novela, cuando Pablo y Alberto invitan a María para que les sirva a ellos como la
persona que debe seducir hombres con el fin de drogarlos con escopolamina, en ese
momento, Alberto interviene diciendo:
Es fácil, María. El dinero lo tienen los ricos, lo acumulan, lo esconden, y no
dejan que ninguno de nosotros nos acerquemos a él. Podemos trabajar toda la
vida honradamente y jamás tendremos un peso. El sistema está diseñado para que
ellos sean cada vez más ricos mientras nosotros somos cada vez más pobres. No
hay manera de hacer un capital si no es saltándose ciertas reglas. (Mendoza,
2002, pág. 8)
A partir de esta intervención, es posible identificar algunas particularidades en el
uso del discurso que permiten caracterizar al personaje como un actor perteneciente a un
sector social determinado. Inicialmente, su discurso perfila claramente que el sujeto
54
(Alberto) proviene de un sector marginado de la sociedad que ve con recelo y rencor a
las personas ubicadas en las clases altas de su sociedad, utiliza esta contradicción al
interior de su discurso no sólo para justificar sus acciones sino también para invitar a la
mujer para que se una a ellos dos como parte de su pequeño grupo de criminales.
Una de las críticas más profundas que recibió el escritor bogotano tras la
obtención del premio que ostenta la novela corresponde a la manera en la que fueron
concebidos los diálogos y as intervenciones de los personajes a lo largo de la historia,
recordemos entonces el comentario lanzado en su momento por el crítico español
Ignacio Echeverría cuando los califica como: “interminables diálogos de teleserie y una
prosa casi escolar”(Echeverría, 2011). Sin embargo, es posible afirmar que a pesar de
poseer diálogos que no emplean términos y modismos propios de la vida callejera en la
ciudad; la novela logra mostrar por medio de la voz de sus personajes las principales
características que los ubican como habitantes de la ciudad, actores sociales
impregnados de una identidad cultural en el uso del lenguaje típica del bogotano.
Los ciudadanos que se dibujan en las líneas de Satanás, pueden ser enmarcados
(independientemente de su extracción social personal) como marginados, personas que
se ubican en la periferia de la sociedad para observar la época y las dinámicas culturales
de la ciudad que les ha tocado vivir casi por resignación, esta marginalidad a la que
refiero para definir la principal característica de los personajes en la obra, no se restringe
exclusivamente a la condición económica de los personajes, ya que se manifiesta desde
diferentes aspectos particulares de estos personajes; una de las mejores interpretaciones
ofrecidas en este sentido, y que plantea que la cotidianidad de la vida en la ciudad es la
que impone este perfil en los personajes de Mendoza, es la que manifiesta la crítica Luz
55
Mary Giraldo en su análisis sobre la obra de Mario Mendoza, en ese sentido dice: “La
ciudad forma parte de un modo de vida desarraigado y desilusionado. Algunos de los
personajes llevan el vacio de sus vidas cotidianas al límite situándose entre el agobio o el
estatismo.” (Giraldo, 1998, pág. 156). Esta marginalidad a la que son sometidos los
personajes del escritor es analizada también por el criterio de Álvaro Bernal, que
entiende a los personajes gestados por Mario Mendoza como oscuros y muy inclinados
hacia las acciones criminales o violentas:
Por intermedio de sus historias, el autor ubica, algunas veces, a sus personajes
como víctimas de un sistema injusto compuesto por un entorno muy complejo.
Un entorno lleno de falsedad y violencia, pobreza extrema, bajos instintos y actos
que sobrepasan los límites de la racionalidad. (Bernal, 2010, pág. 119)
Esta afirmación sobre la naturaleza de los personajes creados por el escritor
permite pensar que tanto sus disertaciones como sus acciones van a verse muy cargadas
de discursos que hacen alusión a la injusticia del sistema social al que pertenecen, la
violencia y percepciones pesimistas que rayan en lo dramático al referirse a la vida en la
ciudad.
La marginalidad a la que hacemos referencia y que según nuestro argumento
existe en casi todos los personajes incluidos en la novela se manifiesta en diferentes
niveles que corresponden a cada individuo y que lo involucran de una manera
melancólica, y displicente con respecto a la ciudad, a continuación mostraremos cómo
esta idea se puede identificar en algunos personajes cuando hacen uso de sus discursos.
56
Inicialmente, incluimos un fragmento de la conversación que sostiene María con
Pablo cuando toma la decisión de vengarse tras haber sido violada por un taxista y su
cómplice algunos días antes:
— ¿Me ayudarás? (pregunta María) — ¿Quieres rastrearlos?—Quiero matarlos,
Pablo, y quiero estar ahí cuando eso suceda. —No sé si Alberto se le mida a una
cosa así. — ¿Puedo confiar en ti plenamente?—Obvio. —Yo era virgen, Pablo
—dice María sollozando—. Yo no me había acostado con nadie. — Pablo se
levanta, camina por la habitación y se coge la cabeza con ambas manos. Los
insultos le brotan con una ira súbita: —Malparidos, hijueputas, claro que los
vamos a quebrar. — ¿Sí me vas a ayudar? — Él se acerca y le acaricia el cabello
con una mano: —Si Alberto no quiere, pues que se haga a un lado y listo. Yo me
encargo de todo, vas a ver. (Mendoza, 2002, pág. 67)
De esta manera, se hace evidente que la marginalidad a la que se adscribe María
es la del crimen, su historia particular y su relación con otros actores de la ciudad
entonces han permitido que se inserten en su cotidianidad las prácticas y discursos de
este tipo de población de modo que su retaliación contra quienes la han afectado será
asumida desde la violencia, recordemos también que dentro del relato la historia de vida
de la mujer ha estado mediada por el alejamiento y el rechazo al que se ha enfrentado
como desplazada, como huérfana y como mujer humilde al interior de la vida en Bogotá,
razones por las cuales termina tomando la decisión de hacerse una criminal.
Sobre el sentido en el cual se desarrollan los personajes de Mario Mendoza en la
novela, un autor que coincide en nuestro planteamiento es Armando Silva, quien
57
manifiesta en su libro Bogotá imaginada que los personajes propuestos por Mendoza
encuentran una suerte de resistencia a la vida desigual e infame que les propone Bogotá
en el seno de la violencia y que todos los desarrollos de personajes ofrecidos al interior
del libro están mediados por la marginalidad, el ensimismamiento y la distancia con
respecto a la ciudad.
La mezcla de datos referenciales permite ver una Bogotá movida por fuerzas
descomunales que llevan a la desobediencia ciudadana, o impulsada por el
arribismo y el afán de dinero que conducen a la prostitución o a mezclarse con
cadenas de criminales, con bandas de burundangueros o drogadictos, o bien una
ciudad por momentos serena que uno de los personajes ve a través de unas
montañas que se elevan imponentes y solemnes.(Silva, 2004, pág. 222)
Por otra parte, en el caso del personaje de Campo Elías Delgado es posible
evidenciar la marginación a la que ha sido arrojado en medio del desarrollo de su
historia particular al interior de la ciudad, en la gran mayoría de sus intervenciones a lo
largo de los capítulos, es posible identificar cómo su discurso revela la condición de
aislamiento con respecto a los demás con el que convive y el marcado desorden
psicológico que lo acosa, esta conjunción de cosas lo arrojará durante el último capítulo
de la obra a cometer los diferentes crímenes, sin embargo, en este caso tomaremos como
ejemplo un soliloquio escrito por el personaje en el diario que comienza a realizar dentro
de la novela y en el que se empieza a perfilar su presentación como personaje del libro,
allí dice:
58
No soporto el ruido de los autos, los pitos, los taladros, los aviones surcando el
cielo de la ciudad constantemente, las fábricas y las máquinas de construcción. A
veces me levanto a medianoche y percibo la alarma de un carro atravesando mi
cerebro, y sé que no se trata de un robo, sino de algún imbécil que ha decidido
fingir una imprudencia para torturar a sus vecinos. Entonces cargo mi revólver y
me dan ganas de salir a la calle a darle una buena balacera a los cretinos que
hacen escándalo sin pensar en los demás. (Mendoza, 2002, pág. 60)
En este fragmento en particular, es posible identificar la tensión y la distancia
que tiene el sujeto con respecto a la vida que le ofrece la ciudad, quien básicamente
emplea un discurso impregnado por una visión descontenta y negativa con respecto a la
metrópolis, también se destaca que Campo Elías concibe a la violencia como el único
medio para solucionar los problemas que manifiesta la vida en Bogotá. La marginación
entonces que revela este personaje se da en un plano que difiere al de la protagonista
analizado anteriormente, pero ambos casos confluyen en la idea del distanciamiento con
respecto a la ciudad, la visión negativa que los dos tienen sobre las injusticias y
contradicciones que les propone la vida, la empobrecida y derruida imagen que tienen de
la ciudad y finalmente, la violencia como única posibilidad de respuesta para los
problemas.
De esta manera, se evidencia a través de Satanás que sus personajes sirven como
testigos de la representación de la vida cotidiana en la ciudad de la época, y la novela en
general plantea como la distribución socioeconómica al interior de la vida urbana es
desigual e injusta para sus habitantes; sin embargo, también terminan reproduciendo
discursos, prácticas y creencias que los ubican como representantes de las principales
59
características culturales de la vida en la ciudad: “En este panorama, los grupos
marginados por las formas institucionalizadas de poder político y cultural tienen una
existencia discursiva que los integra a través de los recursos del exotismo, el contraste y
la carnavalización propios de la estética barroca.”(Moraña, 2004, pág. 42)
A la luz de esta interpretación, resulta necesario acotar que también es posible
encontrar en las prácticas de los actores sociales esas imágenes góticas y esperpénticas
acuñadas por Rodrigo Argüello que rotulan la vida de un habitante de la ciudad durante
los últimos años del siglo XX, la ciudad más que un espacio para la convivencia y el
desarrollo de una vida, aparece como una jaula en la que sus habitantes libran una
constante batalla por el bienestar y el desarrollo de los proyectos personales, para estos
sujetos concebidos desde la obra, el modo pasa a ocupar un segundo plano en una ciudad
donde el preguntar por el cómo implica dejar de acceder a sus beneficios.
3.4 Violencia.
Las prácticas de violencia y criminalidad pueden ser asumidas a primera vista
como una constante tras la lectura de Satanás, al interior de la novela Bogotá aparece
representada en gran medida como un campo de batalla en el que sus habitantes (ya sea
como consecuencia de sus decisiones personales o por situaciones azarosas) parecen
destinadas a relacionarse con escenas violentas y propias del bajo mundo que subyace en
las calles de la ciudad.
En clave de soportar este argumento, es necesario tener claro que la obra toma
lugar en el tiempo durante los últimos años de la década de 1980 en la capital, momento
en el que el contexto político y social del país se encontraba frente al zenit de todos los
60
conflictos que impactaban a la sociedad colombiana de la época, a saber, el conflicto que
libraba el Estado colombiano contra múltiples grupos guerrilleros y contra sectores del
narcotráfico que por medio de ataques a la población civil sembraban el pánico al
interior de los habitantes del país, en especial en la ciudad, escenario al que se había
trasladado el conflicto por cuenta de todos sus actores y en el que los ciudadanos hacían
las veces de espectadores quienes en adición a esta situación tienen que sobrellevar los
elevados niveles de criminalidad e inseguridad propios de la ciudad a causa de las
limitadas posibilidades de vida que esta ofrece.
Todo el espíritu de esta época toma lugar al interior de Satanás en boca de sus
personajes quienes como representantes de la vida urbana van desarrollando sus historias
en medio una ciudad invadida de tensiones y contradicciones que no ofrecen en
definitiva, muchas oportunidades para pensar la vida fuera de estos fenómenos, en otras
palabras, anudamos nuestra percepción del fenómeno urbano al interior de la obra en
una óptica muy similar a la de Álvaro Bernal quien señala que “la ciudad juega un papel
de campo de batalla o de una especie de trinchera urbana . En muchos de sus personajes
[los de Satanás] existen patologías mentales avanzadas” (Bernal, 2010, pág. 119).
El abordaje que entonces pretendemos dar sobre este aspecto al interior de
nuestro análisis sobre los elementos narrativos que constituyen a Bogotá en la dimensión
de la novela, nos lleva a pensar dos posibilidades desde las cuales la categoría de
violencia será abordada y desarrollada: inicialmente hablaremos de las manifestaciones
de la violencia urbana que toman lugar en la obra bajo la óptica del realismo descarnado
que propone el autor en su relato. Posteriormente, buscaremos entender las
representaciones de violencia en las líneas de Satanás no como un efecto colateral del
61
conflicto político determinado, sino como un elemento que aparece en el libro como
inherente a la vida urbana, como una violencia subjetiva que se manifiesta en la
consecuencia de la novela.
Inicialmente, es posible interpretar que esta novela entiende y despliega una
apuesta narrativa en la que media la violencia como un elemento cotidiano de la vida
urbana, donde sus personajes se van relacionando progresivamente con esferas de un
bajo mundo que es palpable desde el mismo instante en el que se tiene contacto con la
calle. La dinámica social entonces se sustenta bajo la lógica de un grupo de personas que
recurren al crimen y la delincuencia como mecanismo de supervivencia en un entorno
hostil donde las oportunidades de ganarse la vida sugieren el camino de ese bajo mundo.
Es posible entender entonces que la pobreza entonces es la principal causa de
estas manifestaciones de violencia, argumento que visto desde una óptica sociológica no
es del todo cierto, entendiendo que desde una mirada más profunda del fenómeno, los
contextos sociales inequitativos, corruptos y de limitado desarrollo en los aparatajes
económicos y sociales generan estas manifestaciones, sobre el vínculo que existe entre
estos dos factores se puede decir que:“es el empobrecimiento y la desigualdad, y no la
pobreza, lo que origina la violencia urbana que estamos presenciando.” (Briceño, 2002,
pág. 36)
En esa misma medida, las historias entretejidas en Satanás sustentan este
planteamiento demostrando que las dinámicas de violencia insertadas en la cotidianidad
de Bogotá responden directamente a todo un detrimento del modo de vida en sus actores,
los personajes de la novela no son ajenos a esta condición y se aventuran a hacer varías
62
reflexiones sobre este aspecto en medio de sus discursos, un claro ejemplo es la
intervención del padre Ernesto en uno de los encuentros que sostiene con su colega el
padre Enrique:
La otra posición es aceptar que gente común y corriente es lanzada a situaciones
extremas y delirantes como consecuencia del ritmo de vida que estamos
llevando. ¿Me entiendes? Sólo importa el dinero, la clase social, nadie habla ya
con sus vecinos, la familia está desintegrada, no hay empleo, vivimos en grandes
ciudades y entre multitudes pero sin amigos y cada vez más solos.(Mendoza,
Satanás, 2002, pág. 72)
Este pasaje reúne en gran medida la línea argumentativa que propone nuestro
planteamiento, ya que evidencia la condición de búsqueda por parte de los actores
sociales de una vida que responda a los estándares de vida de las clases altas en
contraposición directa con el escenario de una ciudad que en su funcionamiento social
no permite estas posibilidades.
A partir de este aspecto, se hace posible entender que las causas que sustentan las
prácticas de violencia al interior de la ciudad difieren de las que se muestran en los
conflictos rurales; la búsqueda de un “estatus de vida” o una “vida decente” en las urbes
se convierte en el principal foco desde el cual deviene la violencia y la criminalidad; Sin
embargo, ésta no tiene una pretensión política definida y trasciende el escenario de la
búsqueda de un empoderamiento. El crimen aparece en el relato de la ciudad como un
modo de sobrevivirla, de no perder posibilidades de subsistir y sostener un estilo de
vida, dicho en otras palabras:
63
Se trata entonces de una violencia distinta. Una violencia que podemos calificar
de social, por expresar conflictos sociales y económicos; pero no de política,
pues no tiene una vocación de poder. Una violencia que no tiene su campo
privilegiado de acción en las zonas rurales, sino en las ciudades y, sobretodo, en
las zonas pobres, segregadas y excluidas de las grandes ciudades (Briceño, 2002,
pág. 35)
En el caso de la vida urbana, el problema radica en los elevados costos de vida
que se contraponen a las posibilidades de alcanzarlos, es así que la criminalidad y la
delincuencia se perfilan como opciones plausibles para responder a estas exigencias, la
vida al interior de una metrópolis entonces está subyugada a la imagen que el actor
refleja de su estilo de vida y las acciones que emprende para alcanzar las posibilidades
un alto “estatus” que es especificado por los sectores exclusivos, a quienes se emula
entonces desde los niveles inferiores de la sociedad. Como lo señala acertadamente el
siguiente texto:
Decididamente creemos que Bogotá y sus administraciones por más intentos,
algunos de ellos exitosos, en parecerse a una ciudad europea o norteamericana,
ordenada normatizada y zonificada, evoluciona, como todas las grandes urbes del
área, dentro de un escenario caótico. Es decir la ciudad resulta ser un espejo de
sus habitantes y de su deteriorada economía. Bogotá está hecha a imagen y
semejanza del país, de Colombia y de toda América Latina. (Bernal, 2010, pág.
18)
64
De esta manera, la ciudad vista desde la obra de Mendoza responde a un estilo de
vida marginado y complejo en el que sus ciudadanos terminan adhiriéndose a grupos y
organizaciones criminales complejas donde la tensión reside en las prácticas de vida.
Por otra parte, el aspecto complementario que se enclava el argumento sobre el
que buscamos hacer hincapié en este análisis, es el que supone la violencia como un
elemento cotidiano en la representación de la ciudad realizado por el escritor a lo largo
de la novela, de esta manera, la ciudad no manifiesta su vida conflictiva exclusivamente
por medio de las acciones de los personajes, sino que se encuentra imbuida y colmada de
elementos simbólicos que trasgreden los umbrales de una violencia que se configura
como un sistema complejo que enmarca la cotidianidad urbana, sobre esta impresión se
sostiene:
El autor intenta (y lo logra) develar por medio de este entramado de historias y
personajes cómo la ciudad al igual que el país ha cambiado y ahora Bogotá como
metrópoli es un micromundo de una nación altamente conflictiva que cobija todo
tipo de ciudadanos. (Bernal, 2010, pág. 152)
La tensión gestada entonces al interior de la dimensión social de Bogotá en
Satanás esta mediada por muestras de violencia que no responden a elementos políticos
o ideológicos, así la ciudad es más violenta por su pobre desarrollo económico y social
(que la introducen en una cultura propia del crimen), que por una finalidad polít ica en
particular; esta visión se recrea en las escenas que incluye Mendoza en cada capítulo de
la novela, como es el caso de la escenificación de la masacre de Pozzetto descrita con
gran riqueza por el autor.
65
Sale del baño, toma posición y empieza a dispararles a los clientes que tiene más
cerca. Son disparos certeros, a la cabeza, bien calculados. La gente grita, se
arroja al suelo, pide ayuda, y algunos, los más arrojados, intentan arrastrarse
hasta la puerta para escapar. El estratega cierra el ángulo de tiro e impide la
salida de los sobrevivientes. Continuamente y con agilidad asombrosa recarga el
tambor de su revólver. Las personas de las veintiséis mesas van quedando
acorraladas y sin una posible línea de fuga. El veterano de Vietnam salta por
entre los asientos caídos, las botellas y los vasos rotos, los pedazos de platos con
rastros de salsas y comidas bien sazonadas, los manteles arrugados y manchados,
y le dispara al enemigo siempre en la cabeza o en la nuca. Su puntería es
impecable. Detrás de él va quedando una larga lista de cadáveres, moribundos y
heridos de gravedad. (Mendoza, 2002, págs. 123-124)
En este pasaje es posible identificar varios elementos que revelan la intención de
Campo Elías Delgado cuando inicia la matanza, esta no responde a una finalidad política
ni ideológica, ya que la recrudecida escena es originada desde el trastorno psicológico
del personaje y su visión sobre sí mismo como el pacificador de una sociedad falsa y
banal que lo ha exiliado a la marginalidad, que vivencia desde el fracaso en el que se
enmarca su vida.
Esta dimensión de la violencia acuñada al interior de la novela nos pone en el
lugar de reflexión correspondiente a una despolitización de los hechos violentos,
manifestaciones del crimen y el delito al interior del texto como muestras de lo que
resulta directamente vinculado con la vida cotidiana en Bogotá. Sobre este aspecto,
retomamos la concepción que sobre el fenómeno propone Slavoj Žižek en su texto Sobre
66
la violencia cuando sostiene: “Estamos hablando aquí de la violencia inherente al
sistema: no sólo de violencia física directa, sino también de las más sutiles formas de
coerción que imponen relaciones de dominación y explotación, incluyendo la amenaza
de la violencia.”(Žižek, 2009, pág. 20) Esta apreciación corresponde a la percepción que
en el teórico suscita el comportamiento social violento (evidenciado generalmente al
interior de las ciudades) sea correspondiente al impacto subjetivo e indirecto que el
sistema económico – ideológico – simbólico manifiesta en ellos, la muestra más acertada
sobre este aspecto la obtenemos en la misma opinión sobre el hecho que posee el escritor
bogotano.
Mario Mendoza logra acuñar al interior de su obra una visión de la violencia que
se manifiesta como cotidiana e inherente a la vida urbana; sin embargo, ésta se percibe
en acciones criminales que tienen un efecto en los otros pero sin una finalidad política u
objetiva en particular, sobre la forma y el lugar que ocupa este factor al interior de su
obra, afirma el escritor en una entrevista ofrecida a Álvaro Bernal:
En la novela hay algo que llamaría Baudrillard Violencia transpolítica, que es
una violencia distinta a la violencia política que es la que nos hace tan famosos a
los colombianos. La violencia política está muy clara, es narcotráfico y guerrilla,
es decir, fuerzas que están por fuera del poder, que están acá y que quieren
tomarse el poder. Pero la violencia transpolítica no es eso, la violencia
transpolítica es la violencia que genera el mismo sistema al interior de él, es casi
un problema físico, de entropía y de sobresaturación de los sistemas hasta que
producen leyes de caos. Entonces lo que está en Satanás es un extrañísimo
matrimonio de violencia política y transpolítica y yo creo que nosotros ya
67
vivimos ese tipo de violencia, ya la experimentamos y entonces es muy curioso
porque esa es una violencia internacional. (Bernal, 2010, pág. 251)
En el sentido de lo planteado por Mendoza, es posible entrever entonces el
carácter que encarna la violencia en Satanás. De modo que aún cuando no se hace
explicita al interior del texto una intencionalidad política por parte de sus personajes, las
acciones de trasgresión y profanación de la integridad de los demás son gestadas desde
las mismas condiciones de vida en la ciudad. Un ejemplo ubicado al interior del texto
sobre este respecto aparece en el epilogo de la novela:
Al día siguiente de la matanza de Pozzetto ningún lector se percató de que en las
páginas finales de los diarios, en rincones de poca importancia, aparecía una
noticia que hablaba de una niña poseída por el Demonio, una niña que había
asesinado en el barrio La Candelaria a su madre y a una empleada del servicio
doméstico. La posesa había escrito en las paredes con la sangre de las víctimas:
«Yo soy legión.» La policía no había podido dar con ella y los periodistas
suponían que seguramente estaría vagando de calle en calle, confundida entre la
multitud de indigentes y alucinados que recorren la ciudad durante horas
interminables y que suelen pernoctar en potreros baldíos, en caserones
abandonados, en parques poco concurridos o debajo de los puentes en guaridas
improvisadas y malolientes. (Mendoza, 2002, pág. 126)
En este fragmento se hace referencia al asesinato de la señora Esther y su
empleada a manos de la adolescente presuntamente posesa, de esta manera, la ciudad
refleja una manifestación de un hecho violento que no expresa en su interior ningún tipo
68
de pugna política o intensión subjetiva determinada, a pesar de referenciarla como un
hecho originado desde la influencia que “el Mal” de la ciudad ejerce es sus habitantes, es
claramente visible que la personaje se inserta en la vida de la calle en Bogotá. Este cierre
del libro abre entonces la posibilidad de reflexionar la trama de la novela en términos de
una “violencia por la violencia” que toma lugar y se expone en Satanás.
La criminalización de los espacios cotidianos que son incluidos en la novela
obedecen a la ya mencionada “carnavalización” de la vida en una ciudad gótica, la
violencia se presenta entonces involucrándose en los aspectos más personales de la vida
de sus habitantes y se supone como inherente a la condición misma de la vida al interior
de la urbe, aunque no se haga explicito en el relato, este proceso se gesta como producto
de un sistema socioeconómico al que se adhiere Bogotá en términos de la violencia, es
espacio entonces es abordado por múltiples incidencias de la violencia que responden a
un sistema financiero-político en crisis y en medio del cual los personajes deben
desarrollar sus vidas con el fin de sobrevivir a una metrópolis que aparece mejor
ejemplificada como escenario de conflicto y trasgresión de la vida misma que obedece a
esferas más altas en el análisis social de la obra, en ese sentido “la Maldad” que
desarrolla Mendoza al interior del texto y que aparece como una manifestación de
fuerzas celestiales o demoniacas , no es nada más allá que la expresión de un régimen
económico, cultural y social que toma lugar y organiza las esferas de la vida en Bogotá,
sobre este respecto de la violencia sistémica en los sistemas sociales de finales del siglo
XX apunta Žižek:
Es ahí donde reside la violencia sistémica fundamental del capitalismo, mucho
más extraña que cualquier violencia directa socioideológica precapitalista: esta
69
violencia ya no es atribuible a los individuos concretos y a sus <<malvadas>>
intenciones, sino que es puramente <<objetiva>>, sistémica, anónima.(Žižek,
2009, pág. 23)
Esta reflexión sobre los aspectos de la violencia expresados al interior de la obra
nos conduce a pensar entonces que Bogotá y las prácticas de su vida cotidiana incluidos
en la novela de Mario Mendoza nos sugieren una ciudad donde este fenómeno y sus
manifestaciones invaden los escenarios más cotidianos y personales de sus actores ya
sea por medio de una perspectiva “objetiva” expresada en las acciones violentas o el
conflicto armado que se incluye en el relato (por ejemplo, María es obligada a
desplazarse hacia la ciudad tras una toma guerrillera en la que mueren sus padres en su
pueblo natal.) Pero también evidencian vivencias de una violencia “objetiva” en el
marco de una ciudad en la que el delito y la trasgresión de los espacios y las vidas
también se ejemplifican claramente en la perspectiva que los actores sociales ofrecen del
espacio.
3.5 Memoria.
La última categoría analítica que aparece al interior de la novela y que expresa
uno de los posibles focos de reflexión al interior del texto se ubica alrededor de los
procesos de memoria generados y constituidos por los personajes de Mendoza a lo largo
del texto.
Los procesos de construcción de memoria, vistos desde la óptica que sugiere el
análisis literario nos abren a la posibilidad de entender que estos ocupan un lugar
fundamental en el desarrollo de la obra literaria, sobretodo en la corriente en la que se
70
inscribe estéticamente el autor por medio de su “realismo degradado” y sus
aproximaciones a la novela negra. El uso de estas formas el interior de la producción
literaria latinoamericana han revelado que cada vez más una amplia corriente de
escritores buscan desarrollar sus obras en esta perspectiva, revelando elementos que
constituyen la cotidianidad y el diario vivir de las grandes urbes suramericanas, por
medio de líneas de trabajo en las cuales la ciudad no se limita como el lugar o
ambientación desde donde se genera la historia, sino como un universo de posibilidades
narrativas a las que accede el autor.
Alejandra Jaramillo propone la ciudad latinoamericana de esta manera: “En la
intención de leer lo urbano como texto. Esto significa leerlo como un sistema
comunicacional nutrido de las visiones -imágenes, palabras, sonidos - que se construyen
sobre la ciudad, y de la posibilidad de que gobernarla pase por la construcción de relatos
urbanos”. (Jaramillo, 2003, pág. 11) De modo que es posible concebir a la ciudad como
un elemento creador capaz de alimentar los relatos que sobre ella se construyen.
Siguiendo la línea de este argumento, el relato entonces debe ser concebido como una
manifestación de esa memoria al interior de lo urbano, una bitácora que no hable desde
la interpretación del un tiempo histórico visto exclusivamente desde las disciplinas que
se ocupan de este ámbito en un sentido académico o en el oficio del historiador; sino
desde una mirada que muestra el tiempo en boca de los discursos del escritor y la
personalidad de sus personajes, sobre este aspecto señala Alexander Salinas que: “Los
dramas personales de gente que a la luz de la historia resultan anónimos y sin
importancia, permiten en otras tantas acercarse a la realidad de un país para reconstruir
su memoria colectiva.”(Salinas, 2007, pág. 7)
71
De esta manera, resulta posible encontrar al interior de Satanás no sólo las
representaciones de la vida social correspondientes al momento histórico en el cual se
desarrolla la obra, también es posible encontrar en el desarrollo de su narrativa muestras
de la memoria de cada uno de sus personajes con respecto a la ciudad y su vida en ella,
enriqueciendo así la percepción de la vida al interior de Bogotá y las representaciones
que tienen para sus actores sociales, para ejemplificar este caso, utilizaremos el
fragmento en el cual Andrés tiene un recuerdo por medio del cual rescata uno de los
hechos más significativos de la historia bogotana: el incendio del edificio Avianca en el
año 1973:
En el Parque Santander, al lado del edificio de Avianca, un recuerdo nítido y
preciso lo hace detenerse y contemplar la alta torre de cemento. Tenía ocho o
nueve años cuando los profesores de su colegio decidieron llevar a varios cursos
de primaria a una excursión a la iglesia de Monserrate.
[...]
Andrés observó maravillado las edificaciones de la Plaza de Bolívar y los autos
que pasaban por las calles aledañas, como si fuera un gigante que se estuviera
divirtiendo con el espionaje minucioso de un país de enanos. De pronto movió el
instrumento y enfocó sin querer el edificio de Avianca en llamas, la humareda
inicial que se desprendía de los pisos medios y un grupo de personas que había
logrado llegar hasta la azotea con el cabello revuelto y la ropa quemada y hecha
jirones.
[...]
72
Habían visto cómo las llamas se iban apoderando de los pisos intermedios y
crecían peligrosamente hacia la parte superior del edificio. Las mangueras de los
bomberos no habían servido de nada porque la presión del agua no alcanzaba a
llegar más allá del noveno o décimo piso. Como si fuera poco, algunos
empleados atrapados entre dos fuegos habían preferido lanzarse al vacío antes de
morir achicharrados. Después de la excursión, en las horas de la noche, la
televisión había transmitido en blanco y negro el rescate de los sobrevivientes en
la azotea. Desde un helicóptero, la policía había salvado al grupo de hombres y
mujeres que, corriendo por las escaleras y atravesando llamaradas y densas
cortinas de humo, habían logrado llegar hasta el techo de la torre incendiada,
entonces la más alta de la ciudad. (Mendoza, 2002, págs. 107-108).
De esta forma, el testimonio de Andrés por medio de su recuerdo recrea cómo el
personaje revive un hecho ocurrido en el pasado y a partir del cual se puede extraer una
mirada de la ciudad en el pasado, recordemos que la novela se ilustra en el año 1986.
Esta figura se constituye entonces como recurrente al interior de la novela ya que
todos los personajes de la obra recurren al recuerdo con el fin de relacionar hechos de
sus pasados personales con situaciones que enfrentan en el presente de la línea temporal
del relato, sin embargo, estas figuras no sólo sirven para recrear las historias particulares
de los sujetos, sino que logran reproducir y representar elementos precisos del contexto
social de la sociedad que corresponden a esos momentos. De esa manera, Mendoza
utiliza el relato retrospectivo como un recurso para enriquecer las imágenes que elabora
como representaciones de la vida bogotana y del contexto sociocultural del país.
73
Entendemos así que la memoria desempeña un lugar fundamental en el relato, ya
que nos cuenta en las líneas del autor sobre un tiempo ya vivido pero que se inserta en la
experiencia vital de los ciudadanos por medio de la narrativa, de esta manera se podría
asumir bajo la mirada del análisis crítico literario que “el relato está presente en todos
los tiempos, en todos los lugares, en todas las sociedades; el relato comienza con la
historia misma de la humanidad”.(Barthes, 1977, pág. 65)De modo que la riqueza del
relato y los usos de la memoria en su interior terminan por enriquecer la mirada que se
tiene de una época puntual.
Otro de los beneficios que se obtienen desde la inclusión de recuerdos y
memorias al interior del texto tiene que ver con la manera en la que contribuyen a
enriquecer el conocimiento que el lector tendrá de los personajes incluidos en la novela,
de esa historia personal que deja de subyacer la imagen de la ciudad para relatar su
óptica sobre esta, de modo que la relación sujeto – ciudad revela también la influencia
que esta última tiene sobre el personaje, en ese sentido los recuerdos entonces “muestran
al hombre latinoamericano como una víctima de su sistema social, en el que fuerzas más
grandes y poderosas gobiernan sobre los destinos secretos de los individuos.” Esta
afirmación es ejemplificada con mayor profundidad en el caso del desarrollo narrativo
propuesto por Mendoza en el caso del personaje Campo Elías Delgado ya que por medio
de los recuerdos que se le atribuyen al interior del texto es posible entrever el desorden
psicológico que configura su personalidad y que terminará liberando al asesino que
culmina con la historia en la fatalmente memorable masacre de Pozzetto. A continuación
reseñamos un fragmento del diario que lleva al interior del texto y en el que se hace
evidente esta condición:
74
Tengo intacta en el recuerdo esa madrugada calurosa y polvorienta. Una vecina
tocó el timbre de la casa y me dijo:
—A su papá le pasó algo. Está en la plaza, vaya a ver.
Es difícil sospechar a los catorce años la inminencia de una desgracia familiar.
Sin embargo, hubo un signo en la mirada de la mujer, una señal, un aviso cruel
que parecía decir: acércate y comprueba tu destino cara a cara. Crucé corriendo
las calles vacías del pueblo, ansioso, con ganas de enterarme de una vez por
todas qué era lo que le había sucedido a mi padre. Cuando llegué a la plaza, ya un
gentío de vecinos y conocidos estaba reunido alrededor de un árbol gigantesco,
justo frente a la iglesia. Una mujer intentó impedirme el paso.
[...]
Me solté a las malas, empujé esos cuerpos adultos que no me permitían avanzar y
por fin alcancé la primera fila de curiosos que, con la cabeza levantada,
contemplaban hacia arriba un espectáculo grotesco: el cadáver amoratado y con
los ojos abiertos de un hombre que se bamboleaba con una soga al cuello. Era mi
padre. Las primeras luces de la mañana atravesaban el follaje e iluminaban el
lazo hundido entre los pliegues de la garganta. (Mendoza, 2002, pág. 58)
En esta mirada a su pasado fatídico, el personaje no se limita a recrear el hecho,
ya que empieza a ofrecer al lector un perfil en el que empieza a develar la inestabilidad
de su carácter y algunas presuntas causas que se encuentran en su historia personal en
los momentos previos que preceden el desarrollo de sus accionar criminal. La
remembranza del suicidio de su padre en la niñez termina por alimentar la tensión
75
dramática que acompañará las acciones del personaje en el desarrollo de la novela. De
manera complementaria y más bien indirecta, este fragmento ofrece un panorama del
contexto cultural que rodea al personaje en ese momento de su vida; y es el hecho de
permitir que un adolescente presencie la escena del suicidio de su padre, cuadro que a su
vez enriquece la imagen recrudecida y mordaz de la sociedad colombiana que Mario
Mendoza ha perfilado a lo largo de su obra.
Bogotá es una ciudad en la que cada uno de sus espacios puede ser ligado a la
memoria colectiva de sus ciudadanos sobre un hecho particular; es así como el cruce
entre la Carrera Séptima y la Avenida Jiménez se ha hecho célebre por ser el escenario
del asesinato de Jorge Eliecer Gaitán en 1948, la Plaza de Bolívar es recordada por los
hechos ocurridos el 6 y 7 de Noviembre de 1985 en la llamada “Toma del palacio de
justicia” donde las Fuerzas Militares iniciaron un proceso de “retoma” del lugar a sangre
y fuego, en consecuencia, el Cantón Norte es recordado como el sitio al que fueron
llevados y posteriormente torturados los sobrevivientes a este hecho y el restaurante
Pozzetto, ubicado en la Carrera Séptima con Calle 61 se ha hecho célebre por asociarse
al recuerdo de la masacre ocurrida allí en 1986 a manos de Campo Elías Delgado. Estos
hechos constituyen varios de los principales referentes de memoria al interior de los
habitantes de la ciudad y son recreados en obras como Satanás por medio de relatos que
son desarrollados en boca de sus personajes.
Sin embargo, cabe resaltar que los recuerdos incluidos en la obra y que se
inscriben en la narrativa de la vida cotidiana en la capital, demuestran que la sensibilidad
de los ciudadanos gira alrededor de los procesos violentos y criminales que han tomado
lugar en las calles de la ciudad, es en este sentido que Armando Silva señala:
76
Estas tres décadas representan, para la ciudad, muchos hechos delictivos
imposibles de olvidar, como asesinatos, atentados dinamiteros de los
narcotraficantes y de los grupos guerrilleros, torturas practicadas por el
estamento militar en el gobierno de Julio Cesar Turbay, y corrupción de los
políticos. (Silva, 2004, pág. 75)
Asumimos entonces que: tal vez es por esta causa que resulta posible entender la
manera en la que se representa la hostil imagen de la ciudad y el devenir oscuro y
catastrófico de la vida cotidiana en su interior para sus actores sociales en la dimensión
de la obra de Mario Mendoza, entendiendo que él mismo, no sólo como escritor sino
como habitante de Bogotá encuentra en los recuerdos sobre la metrópolis que alimentan
sus líneas una perspectiva negativa y criminal de una ciudad que también representa la
ambigüedad de un lugar capaz de crear afinidad y afecto que expresamos quienes nos
proponemos representarla de alguna manera artística, o realizar procesos de
investigación que alimenten el grueso de estudios culturales que se han hecho sobre ella.
77
4. SATANÁS, UNA PROPUESTA PEDAGÓGICA EN LA ENSEÑANZA EN
CIENCIAS SOCIALES DESDE LA NARRATIVA URBANA.
Uno de los objetivos que persigue este análisis desarrollado desde la narrativa urbana
contemporánea para la ciudad de Bogotá a través de la novela Satanás del escritor
bogotano Mario Mendoza, busca ofrecer su aporte no sólo al terreno de los procesos de
investigación en torno a los estudios interdisciplinarios propios de las Ciencias Sociales
como disciplina, la intención lanzada desde estas líneas pretende también ofrecer una
reflexión adecuada en torno a los procesos de enseñanza de los contenidos propios de
este escenario del conocimiento para las escuelas de la ciudad y la praxis de la
pedagogía en general.
Es por esta razón, que la última parte de este documento ha sido dedicada a la
estructuración de un proyecto de aula capaz de incluir todas las deliberaciones hechas
sobre el tema y llevarlas al terreno del aula de clase, lugar al cual debe llegar todo
conocimiento con el fin de enriquecerse y empoderarse por medio de los procesos
pedagógicos que acuden a este espacio.
La propuesta, subtitulada al interior de este documento como: La narrativa de la
ciudad: proyecto de aula sobre las representaciones de la vida cotidiana en Bogotá a
través de Satanás como herramienta en los procesos de enseñanza en ciencias sociales
para los estudiantes de la ciudad. Consigna en su interior un espíritu que pretende
trasladar al terreno de la docencia los elementos conceptuales suscitados tras esta
reflexión. Se ha construido y pretende generar procesos de enseñanza-aprendizaje
alrededor de las categorías construidas desde este análisis; a saber: a) Representaciones
78
urbanas al interior de Satanás, b) Los actores sociales urbanos, c) La violencia en la
dimensión urbana y d) Los procesos de memoria en la narrativa. Esta propuesta de
trabajo se desarrolla así:
4.1 Formulación de la propuesta.
Este proyecto surge como consecuencia del trabajo planteado al interior del proyecto
de investigación realizado desde los procesos de construcción y representación narrativa
de la ciudad en el informe: La construcción narrativa de la ciudad; una mirada a lo
literario y las representaciones de la vida cotidiana en Bogotá a través de la novela
“Satanás” de Mario Mendoza. Que se ha estructurado y a partir de sus conclusiones
ofrece la posibilidad de reflexionar sobre los escenarios de conocimiento que alimentan
el debate de las Ciencias Sociales en el terreno de la educación contemporánea.
La ciudad, como foco de interés y fundamento de esta propuesta es analizada a
través de varias categorías estructuradas y reflexionadas a lo largo de la novela Satanás,
de manera que en su interior, busca aplicarse al contexto de la educación sobre lo urbano
para los estudiantes de la ciudad de Bogotá, quienes cuentan a la mano con el escenario
para aterrizar y comprender este proceso de enseñanza; la vida cotidiana al interior de la
ciudad misma.
Al respecto, quisiera enunciar que la formulación de esta propuesta pedagógica
busca responder en gran medida a las necesidades que propone la escuela en el entorno
urbano contemporáneo, vista no como espacio físico (edificios, salones y pasillos) sino
como escenario de debate y empoderamiento del conocimiento (procesos de enseñanza),
de esta manera; el panorama inicial al que respondemos corresponde a la necesidad de
79
ofrecer una nueva visión sobre la escuela, como dice Rodrigo Argüello en la sección
especial que dedica en su obra Ciudad gótica, esperpéntica y mediática sobre la
representación de las escuelas en la ciudad y la necesidad latente de reflexionar sobre la
transformación que necesita este escenario para los estudiantes:
El reclamo es por un espacio escolar donde haya menos violencia, tanto física como
simbólica, donde haya más juego, más ocio, más afecto y más sociabilidad. Es decir,
que la escuela o colegio se convierta en el mejor espacio potencial para las nuevas
generaciones.(Argüello, 1998, pág. 41)
En este sentido, la intención que encarna esta propuesta pretende aproximar a los
habitantes más jóvenes de la ciudad a un proceso pedagógico formulado de una manera
que responda y transforme el contexto y empoderamiento que se ofrece al interior del
escenario educativo con respecto a la percepción de la ciudad.
4.2 Justificación.
Reflexionar estrategias que abran la posibilidad de desarrollar procesos de
enseñanza-aprendizaje con respecto a categorías precisas del conocimiento en Ciencias
Sociales como la violencia urbana o la distribución social en la geografía de la ciudad
puede conducir al docente a la encrucijada de preguntarse ¿cómo se debe enseñar esto?
El cuestionamiento entonces nunca puede ser obviado, ya que está mediado por el
dilema que existe entre la mejor manera de ofrecer a los estudiantes los contenidos
propios del campo de estudio, en una contraposición directamente proporcional hacia el
interés que enseñar estos contenidos genera en los grupos de jóvenes que asisten a la
escuela.
80
La estrategia a la que recurre este proyecto aparece en manos de la literatura, de
manera que es a través de la lectura de una novela urbana que resulta posible extraer los
elementos del conocimiento social correspondiente a la ciudad. Sin embargo, esta
intención también puede implicar un desafío alrededor de la búsqueda de una posible
relación entre el contenido de una novela y el conocimiento disciplinar propio de las
Ciencias Sociales. Es aquí donde aparece entonces la pertinencia de esta propuesta que
entiende el reto que desde la educación contemporánea aparece cuando los sujetos
ocupados en reflexionar sobre el asunto plantean por ejemplo que: “Si bien es cierto que
existe una enorme literatura sociológica, histórica y política del fenómeno de la
violencia en Colombia, es muy poco lo que se ha dicho sobre las obras narrativas que se
ocupan de este tema”.(Andrade, 2002, pág. 4).
De esta óptica, vale la pena destacar el lugar relegado que han venido ocupando
elementos como novelas y obras literarias en los procesos de enseñanza y construcción
de conocimiento desde las Ciencias Sociales. En el contexto de la educación actual,
podría afirmarse que el único modo de extraer y obtener conceptos, debates y posiciones
sobre una categoría puntual en un hecho histórico, las características de una sociedad o
las principales reflexiones sobre una época determinada se hace por medio del material
académico correspondiente en el campo de la historia o la sociología, situación que tal
vez restringe en gran manera la posibilidad de conocer un fenómeno particular a través
de diferentes lecturas que subsisten y se manifiestan en los discursos de la cotidianidad
más que en las páginas de un texto guía “especializado”.
La novela urbana (en este caso Satanás de Mario Mendoza), aparece entonces como
una suerte de mirada a través de la cual podemos tener acceso no sólo a la historia, sino
81
a todos los elementos del contexto social en los cuales se ubican y desarrollan
narrativamente sus personajes; el espacio que habitan, las relaciones sociales gestadas al
interior de la ciudad de finales de la década de 1980, las interacciones culturales,
económicas políticas y demás miradas que cuando hablan en las líneas de escritor y que
subsisten en nuestra cotidianidad por medio del traspaso de discursos, creencias,
tradiciones, rituales y demás acciones que componen la principal fuente de alimentación
para los procesos educativos.
4.3 Pregunta problema.
¿Qué posibilidades metodológicas pueden obtenerse de la novela urbana que
contribuyan a alimentar los procesos pedagógicos, de construcción de conocimiento y
reflexiones críticas alrededor de categorías propias de las Ciencias Sociales en la
narrativa de la vida cotidiana para los estudiantes de la cuidad?
4.4 Objetivo general.
Evidenciar los alcances pedagógicos que pueden obtenerse desde el trabajo con
la novela Satanás y su contribución a los procesos de construcción de memoria y
creación de reflexiones críticas alrededor de las categorías propias de las
Ciencias Sociales y la Literatura.
4.5 Objetivos específicos.
Realizar un proceso de trabajo y acompañamiento con los estudiantes de escuelas
bogotanas logrando evidenciar las posibilidades metodológicas del trabajo con
novelas urbanas.
82
Realizar ejercicios de reflexión y construcción de experiencias críticas con los
estudiantes alrededor de fenómenos como la violencia en la ciudad.
83
4.6 Metodología de trabajo
ETAPA DEL
PROCESO
PEDAGÓGICO
MATERIALES
(RECURSOS)
OBJETIVO ACTIVIDAD
PROGRAMADA
(CRONOGRAMA)
METODOLOGIA
1° ETAPA
(FASE DE
DIAGNOSTICO)
Grabadora
Diarios de
campo
Ejemplares de la
novela
Obtener evidencias de los
procesos académicos y la
percepción de la clase de
Ciencias Sociales en la
institución escolar por
parte de los estudiantes.
Conocer las principales
características que
presentan los estudiantes a
nivel académico y socio-
afectivo para el desarrollo
de las actividades
diseñadas en la próxima
fase de aplicación.
Observación
participante.
Semana 1
Observación
participante.
Semana 2
La observación participante será
realizada durante las sesiones de clase
de la primera semana del proceso
conociendo las principales
características y generalidades del grupo
de estudiantes, la institución escolar y
los protocolos, metodologías y acuerdos
pedagógicos que al interior de la clase
de puedan constituir, con el fin de no
entorpecer el proceso académico y
empezar a construir vínculos con los
estudiantes
Esta nueva etapa de la observación
participante, estará orientada hacia la
introducción al núcleo temático que se
abordará en las próximas sesiones de
clase: la novela y la ciudad. Se pretende
por medio de esta actividad conocer e
iniciar la interacción con los estudiantes
y definir las principales características
del trabajo a desarrollar; así como
exponer, discutir y establecer los
acuerdos pedagógicos bajo los cuales se
orientará la clase durante los próximos
ciclos de trabajo.
84
2° ETAPA
(FASE DE
APLICACIÓN)
Grabadora
Diarios de
campo
Ejemplares de la
novela
Reproductor de
vídeo (DVD)
Computadores
Mapas de la
ciudad
Papel
Marcadores
Fotografías de la
ciudad y sus
transformaciones
a lo largo del
tiempo
Cámaras
fotográficas
Cámaras de
vídeo
Realizar actividades de
clase que permitan que los
contenidos ofrecidos por
esta propuesta sean
desarrollados y
reflexionados de la mejor
manera.
Ofrecer a los estudiantes a
través de los procesos de
lectura de la novela y la
realización de los talleres
diseñados, la posibilidad de
desarrollar ejercicios
críticos de reflexión sobre
su contexto familiar, social,
histórico, cultural y
político en el marco de la
ciudad.
Taller de
socialización de la
propuesta
pedagógica.
Semana 2
Taller de
presentación de las
novelas a trabajar.
Semana 3
Lectura grupal de la
novela.
Semana 3
Presentación de la
película Satanás.
Semana 4
Socialización sobre
muestras
audiovisuales sobre
los temas que
abordan las novelas.
Semana 5
La metodología propuesta para esta
etapa de aplicación en la actividad
pedagógica incluye en un momento
inicial la presentación del seminario y
sus finalidades en una sesión
introductoria por parte del docente.
Posteriormente se realizará la
presentación inicial de la novela Satanás
de Mario Mendoza, se presentará una
reseña de la vida del autor y las
principales generalidades de sus obras
literarias. También se desarrollará un
taller de sensibilización sobre la
importancia de la lectura como
elemento constructor de conocimiento.
Se iniciara con una lectura grupal
orientada por el docente y un ejercicio
preliminar de análisis el cual será
realizado por todos los participantes, se
presentará la película Satanás de Andy
Baiz y la exposición de diferentes tipos
de muestras audiovisuales que puedan
mostrar las características más
sobresalientes de la ciudad en los
contextos donde se desarrolla la trama
de cada una de la novela.
85
Desarrollar talleres y
actividades en clase que
revelen el lugar que ocupan
las categorías propuestas
para el análisis de la novela
en la vida cotidiana de los
estudiantes.
Obtener a través de la
experiencia en el aula
evidencias del proceso
pedagógico realizado y las
reflexiones a las que arroje
para el diseño de
actividades posteriores.
Realización del
segundo control de
lectura.
Semana 5
Realización del
primer taller creativo
sobre la percepción
de las categorías de
violencia y memoria
través de la lectura
de la novela.
Semana 6
Socialización de las
experiencias
particulares que
rodean los entornos
familiares y sociales
de los estudiantes en
su cotidianidad
Semana 7
Proceso de
investigación
desarrollado por los
estudiantes alrededor
de los momentos
históricos en los que
toma lugar la novela.
Semana 7
Cada control de lectura se pretende
como una socialización de los análisis
realizados por los estudiantes, también
se propone la presentación de matrices
que revelen la lectura que cada
estudiante realiza de las principales
categorías propuestas desde la obra.
Para cada una de las sesiones de clase,
el mediador pedagógico realizará un
diario de campo de corte reflexivo en el
que se presenten los principales avances
en relación con los contenidos del
seminario y las diferentes incidencias
que en la interacción pedagógica puedan
irse presentando.
Se propondrá a los estudiantes la
realización de un proceso de indagación
sobre la manera como recuerdan sus
padres y familiares los hechos que
toman lugar en la novela desde sus
historias de vida, estos datos serán
consignados en un periódico que
realizarán en grupo comparando las
86
Realizar procesos de
reflexión con los
estudiantes que conduzcan
al desarrollo de muestras
creativas de composición
artística que evidencien el
proceso llevado a cabo y
todas las concepciones que
se entretejen alrededor de
la reconstrucción de la
ciudad narrada en la
novela.
Taller grupal de
reconstrucción
cartográfica de los
espacios contenidos
en las novelas.
Semana 8
Realización de la
muestra creativa
para socializar las
reflexiones e
impresiones que la
lecturadeja para los
estudiantes.
Semanas 9 y 10
historias.
En grupos de trabajo y con ayuda de los
periódicos realizados previamente, se
realizará la reconstrucción de los
lugares donde toma lugar la obra desde
un nivel cartográfico y también de los
cuadros expuestos por el escritor por
medio de dibujos que muestren la
representación de la ciudad en los
estudiantes tras la realización de la
lectura, en el mapa se ubicarán los
actores sociales y las percepciones de
memoria que tienen lugar en lugares
concretos de la Bogotá
Finalmente, tras la realización de los
últimas socializaciones y reflexiones
sobrela lectura y el seguimiento del
proceso llevado por los estudiantes. Se
propone la elaboración de un producto
creativo, de carácter artístico en el cual
el estudiante pueda manifestar la
impresión que le deja este seminario
alrededor de su propia perspectiva de la
ciudad tras la lectura de la novela, las
transformaciones que tuvo esta visión y
el modo en el que se distribuyen actores
y relaciones sociales en la
ciudad,También el modo en el cual su
pasado se ve ligado de una alguna
manera con alguno de los hechos
87
particulares relatados en la novela y el
lugar que ocupan sus propias
reflexiones en los procesos de
reedificación y análisis de esta
coyuntura.
3° ETAPA
(FASE DE
EVALUACIÓN)
Grabadora
Diarios de
campo
Reproductor de
Vídeo (DVD)
Escenario para la
exposición de
resultados
Sistematizar las evidencias
del trabajo realizado con el
fin de realizar un informe
que logre dar cuenta del
proceso llevado con los
estudiantes y el modo en el
quéesta propuesta ha
logrado generar reflexiones
sobre las relaciones que se
establecen entre las
categorías.
Crear un artículo de orden
pedagógico, alimentado
por los diarios de campo y
los trabajos presentados
por los estudiantes que
revele y muestre el modo
en el que esta experiencia
está incluida en los debates
actuales sobre las
metodologías que sirven
para enseñar los contenidos
correspondientes a las
Ciencias Sociales.
Socialización de los
resultados del
proceso, muestras
artísticas y
exposición sobre el
curso.
Semana 11
Proceso de
autoevaluación por
parte de los
estudiantes,
evaluación de la
clase y construcción
de experiencias
sobre el curso.
Semana 12
Tras el proceso de socialización de los
resultados obtenidos por este proyecto,
se propondrá la creación de una galería
al interior de la institución escolar en la
cual sean expuestos todos los resultados
y reflexiones alcanzadas por los
estudiantes.
Finalmente, los resultados obtenidos
serán sistematizados y analizados en el
informe elaborado por el mediador
pedagógico, quien creará un artículo a
modo de resumen de la experiencia.
El proceso de evaluación de los
estudiantes se asumirá a partir de las
evidencias de trabajo recolectadas
durante el proceso, fundamentalmente
las valoraciones numéricas serán
extraídas de los controles de lectura y
las participaciones realizadas a lo largo
de la fase de aplicación, otro
componente será el desarrollo de la
última actividad y una nota apreciativa
sobre el proceso llevado a cabo por los
estudiantes.
88
5. CONCLUSIONES.
La literatura aparece como el reflejo de la ciudad que pretende mostrar; del
tiempo, el contexto social y cultural en el que es concebida. Pero puntualmente, para el
caso de Satanás es posible decir que a través de la novela no sólo es posible entrever una
imagen de Bogotá hacia finales de los años ochenta; ya que ésta obra logra desarrollar
por medio de la narrativa propuesta desde su autor una profunda bitácora y recreación
de toda la vida cotidiana de la ciudad, panorama en el cual la problematización de las
relaciones sociales confluyen hacia un hecho violento que se inscribe en la memoria de
los bogotanos.
Sin embargo, esta afirmación parece quedarse corta con respecto a las
conclusiones reales que han sido obtenidas tras esta experiencia; y es que luego de
aplicar la propuesta investigativa, abordar la novela bajo la mirada del análisis crítico
literario y extraer de sus líneas la representación de la ciudad que se muestra como uno
de los personajes principales de la novela, las impresiones obtenidas responden de una
manera más que satisfactoria a los intereses e hipótesis desarrolladas inicialmente. Todas
estas ideas sobre Bogotá y su lugar al interior de Satanás se recogen al interior de este
apartado respondiendo a cada una de las categorías sobre la cual fueron gestadas.
Inicialmente, es posible señalar que Bogotá refleja al igual que muchos centros
urbanos de Latinoamérica una multi-temporalidad desde la cual es posible encontrar al
interior de sus calles muestras arquitectónicas que hablan de los diferentes periodos
históricos que nutren la ciudad, así como también se muestran todas las prácticas y
manifestaciones culturales que responden a épocas diversas, asunto que aparece como
89
una constante al interior de la novela y que resulta evidenciado en la vida diaria de cada
uno de sus habitantes.
Sobre este aspecto, basta con mencionar los diferentes tipos de prácticas en los
habitantes (los personajes, para el caso de la novela) que se muestran como evidencias
de las tradiciones más antiguas de la vida del bogotano, pero que simultáneamente se
mezclan con prácticas de la vida moderna, sobre este aspecto se puede afirmar que:
“Estas urbes están ahora imbuidas dentro de diferentes procesos en los que conviven aun
los rezagos de una premodernidad perenne y una modernidad inconclusa” (Bernal Á. A.,
2010, pág. 16) De modo que también resulta posible entender que esta muestra de vida
urbana revelada al interior de la novela parece insuficiente con respecto a las más
recientes transformaciones de la ciudad y la vida de sus habitantes que han venido
sucediendo durante los últimos años, pero que sin duda alguna siguen reflejando esa
confluencia de diversas temporalidades que caracterizan una ciudad donde en cualquiera
de sus calles del centro histórico, la gente deambula escuchando música en los audífonos
de un moderno aparato tecnológico, hablamos entonces de lugares en los que algunos
sobreviven como hombres de épocas remotas donde las posibilidades de tecnología e
higiene parecían un veto permitido a las clases más altas, o incluso como mercaderes
nómadas de la antigua Persia; no es de sorprendernos que todas estas manifestaciones
pueden ser encontradas al interior de la ciudad.
Otro de los aspectos que se ve involucrado al interior de este análisis y es
evidenciado al interior de la novela, tiene que ver con el espacio urbano que a la luz del
libro aparece como un escenario de trasgresión, un espacio al que el habitante se
enfrenta. La ciudad se muestra oscura, insegura y marginal al interior de Satanás, es un
90
lugar donde los riachuelos de agua lluvia transportan la basura que es arrojada en el
suelo, las calles colapsan en prolongados y parsimoniosos trancones y cada esquina
puede constituirse como un potencial nicho de inseguridad; todo esto entra en profunda
contradicción con la pequeña y exclusiva ciudad habitada por los sectores más
privilegiados y elitistas de Bogotá donde sus modernas y agradables casas se encuentran
rodeadas por sectores populares y marginados.
El espacio que compone la ciudad desarrollado al interior de la novela, representa
una constante movilidad y mutabilidad, una manera de sobrevivir al sistema económico
y social que configura a la ciudad misma, tal vez un claro ejemplo de esto, puede ser
encontrado en las palabras de Richard Sennet cuando afirma: “La ciudad reúne a
personas distintas, intensifica la complejidad de la vida social, presenta a las personas
como extrañas. Todos estos aspectos de la experiencia urbana -diferencia, complejidad,
extrañeza- permiten la resistencia a la dominación.” (Sennet, 1994, pág. 29)
Otra forma de identificar este fenómeno aparece a través de las diferentes
impresiones que cada uno de los personajes ha construido del mismo lugar, ya que para
Andrés el pintor, la ciudad y sus cerros aparecen como una especie de manifestación
artística arrogante y desproporcionada, para el sacerdote Ernesto aparece claramente
representada con las características de una mujer; por ejemplo cuando señala: “Piensa:
Somos ella, la ciudad, la noche y yo. Un hombre protegido por tres mujeres.” (Mendoza,
2002, pág. 35) La misma ciudad, para Campo Elías Delgado aparece como un lugar
detestable en el que confluyen toda suerte de personajes abominables, un espacio
grotesco al cual él se enfrenta diariamente como un anónimo.
91
De esta manera, es posible notar que desde la perspectiva de todos los personajes
de la obra se muestra más profundamente esa impresión pesimista de la ciudad, Bogotá
entonces es un escenario grotesco donde tiene lugar una constante lucha por la
supervivencia, una contradicción de barrios pobres y ricos enmarañados en una red de
calles y avenidas mediadas por la delincuencia.
En ese sentido, el bogotano tal vez no disfruta la ciudad sino que más bien la
sobrevive, los habitantes de la ciudad aparecen entonces como guerreros dispuestos a
caminar sus calles en una especie de resistencia a un sistema social muy permeado por la
violencia política del país y la criminalidad de una ciudad donde es un imperativo “no
dar papaya”. Esta es tal vez la óptica desde la cual puede entenderse el comportamiento
de la mayoría de personajes de la novela a lo largo de su desarrollo narrativo, lo que
también ubica las acciones que ellos realizan en medio de un espacio tan oscuro y
constituido simbólicamente por la violencia urbana como una resistencia al sistema de
vida adoptado por la ciudad, esta conclusión da pie a pensar el accionar de los
personajes a lo largo de la novela como la carnavalización en medio de un espacio tan
gótico y deprimido como las calles de la ciudad. Sobre este aspecto señala Rodrigo
Argüello: “Hay en el espacio, pues, un cuerpo que se ha incorporado en el cuerpo de
quien lo ha prefigurado, el sujeto, y de esta manera le ha alterado su misma naturaleza.”
(Argüello, 1998, pág. 14)
Otro de los aspectos sobre el cual hemos obtenido conclusiones que responden a
los intereses de este análisis, tiene que ver con la imagen que la narrativa de la novela
aporta de Bogotá como un escenario donde la violencia (ya sea con o sin fines políticos)
toma un profundo lugar y se configura como un tema sobre el cual se ha venido
92
haciendo imperante reflexionar. Esta representación del panorama social se encuentra a
lo largo de casi todo el desarrollo narrativo de la novela, ofrece los elementos suficientes
para analizar la ciudad como el escenario al que confluyen todas estas manifestaciones
de la violencia que aparece como inherente a la vida urbana, a la cultura bogotana. Una
mejor interpretación de este aspecto señala que: “esta violencia ya no es atribuible a los
individuos concretos y a sus <<malvadas>> intenciones, sino que es puramente
<<objetiva>>, sistémica, anónima.” (Žižek, 2009, pág. 24)
Desde esta perspectiva, resulta evidente que la representación de violencia que
desarrolla Mario Mendoza al interior de Satanás corresponde en gran medida al
planteamiento de Žižek, entendiendo la violencia urbana como un fenomeno que
trasnciende la politización de la vida cotidiana, para ubicarse en el escenario de la
violencia objetiva, que “La violencia <<ultraobjetiva>> o sistémica, inherente a las
condiciones sociales del capitalismo global y que implica la creación <<automática>>
de individuos desehables y excluidos, desde los sin techo a los desempleados”, (Žižek,
2009, pág. 25) caracteristicas que aparecen casi como una constante en los personajes de
la novela.
Finalmente, una impresión global que ha acompañado todo el desarrollo
analitico de este trabajo y que compone uno de sus principales focos de interés, tiene que
ver con el lugar que ocupan la literatura, la ciudad, la problematización de estas
categorías y los procesos de construcción de memoria que al interior de ella se gestan en
relación con los procesos de enseñanza en Ciencias Sociales que tienen lugar en el
contexto actual colombiano.
93
Esta investigación, en definitiva pretende responder a los retos e intereses que
aparecen al interior de la escuela (lugar al que debe acudir todo tipo de conocimiento) de
cara a las necesidades metodológicas y conceptuales que representa el panorama actual
de un escenario de discusión constituido por la disciplina y que debe responder a las
necesidades de estudiantes y docentes en busca de fortalecer los procesos de aprendizaje
en el área. De esta manera, la novela urbana (como es el caso de Satanás) aparece como
una opción totalmente válida que permite no sólo la recreación de un contexto histórico
particular, sino la problematización profunda de todos los aspectos que constituyen y
alimentan por medio de su concatenación el contexto social y cultural de una época
particular, del mismo modo, la narrativa de la novela termina por aportar profundamente
a los proesos de construcción de memoria sobre un episodio particular que tiene un
efecto en gran parte de los habitantes de la ciudad. De esta manera, la memoria alimenta
el conocimiento histórico sobre nuestra ciudad y nuestras prácticas.
En definitiva, es posible ver a través de todas estas paginas que la ciudad no cabe
en un libro, pero si en la memoria y en las narrativas de sus habitantes.
94
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7. ANEXOS
Anexo 1.
Periódico El Tiempo 5 de diciembre de 1986
Anexo 2.
Periódico El Tiempo 6 de diciembre de 1986
98
Anexo 3 .
Periódico El Tiempo 5 de diciembre de 1986
Anexo 4 .
Periódico El Espectador 5 de diciembre de 1986
99
Anexo 5.
Periódico El Espectador 6 de diciembre de 1986
Anexo 6.
Periódico El Espectador 7 de diciembre de 1986