Genaro David Góngora Pimentel

PRESIDFKE DE LA S ' I P ~ ~ E M A CORTI. I>E JI:STI<:IA

DE LA NACIOK Y DEL CONSEJO DE LA JUDICATL:R4 FEDERAL

Gerardo Laveaga

DIKELTOR GEUEKAL DE P1:IIIICACIOUES Y DIWLGACION

i x LA C u I . n : m JCRIDICA

Alheiro Aragón R«lado

COORDIN.~DOR EDITORIAL

Sergio Rodríguez

RF.DACCiÓY

Primera edición. marzo de 2001

ISBN 970-712-057-6

Derechos resen,ados confonnc a la ley

IMPRESO EN MÉXICO / I'RI,VEI> 1.h' MEXTCO

LA CONFIANZA SE GANA DÍA A DÍA

(Palabras pronunciadas por el Ministro Juan N. Silva Meza, el 13 de enero de 2000, con motivo

de la toma de protesta de jueces de Distrito y magistrados de Circuito)

Centro de Consulta de Iriformacion Juridica

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LA CONFIANZA SE GANA DÍA A DÍA

LA CONFIANZA SE GANA DÍA A DÍA

e ha pedido el Señor Mi- & nistro Genaro David Góngora Pimentel,

presidente de la Suprema Corte de Jus-

ticia de la Nación y del Consejo de la

Judicatura Federal, distinción que agra- dezco, pronuncie en esta ocasión unas

palabras con motivo de la protesta que

rendirán 57 nuevos jueces de Distrito y 10 magistrados de Circuito.

Hay distinciones que absuman por su importancia. Ésta es una de ellas.

Señoras y señores, jueces de Distrito y magistrados de Circuito, hoy quisiera decirles a ustedes tantas cosas, pero sola- mente me referiré a algunos temas de insoslayable mención en este día.

Señores: La sociedad mexicana, a través de la

historia, ha refrendado su voluntad de que la Constitución siga siendo el orde- namiento supremo que sustente a nues- tro Estado de Derecho.

El Estado de Derecho que asegura el imperio de la ley como expresión de la voluntad popular tiene, entre otras, la responsabilidad de velar por la satisfac- ción de las necesidades colectivas de interés público y de garantizar una efi- caz, pronta, expedita, completa e impar- cial impartición de justicia.

Una justicia pronta, expedita, impar- cial y completa requiere de tribunales conscientes de los problemas sociales; de tribunales que renueven, con cada uno de sus actos, la confianza social y, sobre todo, la credibilidad en la función jurisdiccional.

Requiere, además, de un sistema judicial moderno, que garantice el acce- so de todo individuo a la justicia; de un proceso público, respetuoso y equitativo de los derechos de las partes en conflic- to, así como de una resolución apegada a derecho que tutele sus legítimos intere- ses y sea capaz de otorgarles seguridad jurídica.

El tribunal, cotno órgano especiali- zado para administrar justicia, debe estar al servicio de la sociedad todos los días del año, las veinticuatro horas del día. La demanda de justicia es permanente, su

Suprema C g t e de Justicia de la Nación L4L""";eA'C..'lV~'~BL10TECA

administración no debe conocer reposo ni fatiga, debe estar siempre atenta a lo que la sociedad le requiera. Ese compro- miso de los tribunales es con el pueblo, quien los ha instituido en su propio

beneficio; "pueblo" que no es el simple conjunto de destinatarios pasivos de las normas sino, más bien, su propio origen.

Naturalmente, un tribunal requiere de juzgadores. De hombres y mujeres honestos, con alta vocación de servicio judicial; compromiso para defender las

libertades públicas y, sobre todo, gran sentido de justicia; que sean, además, ejemplo de comportamiento, público y privado.

La sociedad merece jueces valientes y justos, que asuman con dignidad la li-

bertad de que, por la ley, gozan para decidir y que encaren con responsabili- dad lo decidido. Que su prestigio per-

sonal y profesional propicien la tranqui- lidad social.

En el ejercicio de la potestad juris- diccional, los jueces y magistrados son independientes respecto de todos los órganos judiciales y de gobierno del Poder Judicial.

La independencia judicial significa que los jueces, al ejercer su función, no han de tener otra norma rectora que no sea la ley. La sumisión del juez a la ley lo hace autónomo de la voluntad subjetiva

de quienes ejercen el control político. Nadie podrá, salvo contrariando la ley, orientar, sugerir o imponer al juzgador la aplicación o interpretación del orde-

namiento jurídico, ni tampoco darle instrucciones sobre tal o cual aplicación o interpretación. El juzgador debe obe- diencia solamente a la ley. "Obediencia pensante", como se le ha calificado,

pues el juez debe "pensar": cómo puede ser más fiel a esa obediencia para llegar a lo justo; cómo puede hacer de un mandato reseco y abstracto, un efectivo precepto vivo, instrumento de justicia efectiva.

La independencia también supo- ne una garantía frente a otros órganos del Estado para evitar que puedan entrometerse en el desempeño de ad- ministrar justicia. La independencia y autonomía de los jueces y magistrados debe ser protegida por los ordena- mientos jurídicos, a fin de salvaguar- darla, y los jueces y magistrados habrán de estar prestos a ejercerlas. Autónomo e independiente solamente se es, y no se espera autorización ni beneplácito de nadie para serlo.

El juzgador debe mantenerse ajeno no solo a las influencias externas. sino

también a las internas, las subjetivas. No puede actuar bajo el influjo de simpatías, antipatías, odios, temores, predisposi- ciones, prejuicios, intereses o pasiones; debe ser, también, independiente de espíritu, ya que, de lo contrario, tarde o temprano terminaría deteriorando la impartición de justicia y aniquilando el sistema judicial más perfecto que una sociedad haya podido construir.

Señoras y señores, jueces de Distrito y magistrados de Circuito, hoy quisiera seguir diciéndoles a ustedes tantas cosas. . .

Señores: La Nación demanda un mejor sis-

tema de justicia; demanda juzgadores que actúen con honradez, objetividad, excelencia, autonomía e independencia. Hagamos todos de la justicia el instru- mento que permita y asegure la perpetua

y constante voluntad de dar a cada quien lo suyo.

Muchas gracias.

LA CONFIANZA SE GANA DÍA A DÍA

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