LA CELEBRACIÓN DE SEMANA SANTA EN LA CIUDAD DE QUITO

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LA CELEBRACIÓN DE SEMANA SANTA EN LA CIUDAD DE QUITO Por: Lcda. Sylvia Herrera DMS.c(c)

UNIVERSIDAD DE ESPECIALIDADES TURISTICAS

Semana Santa, celebración católica que em-pieza con el domingo de Ramos y finaliza con el Domingo de Resurrección o Domingo de Pascua, cada año recuerda la pasión, muerte y resurrección de Jesucristo con un sinnúme-ro de actividades litúrgicas.

El domingo de Ramos, rememora la entrada victoriosa de Jesucristo a Jerusalén y marca el inicio de un período de recogimiento y res-peto hacia las celebraciones establecidas por la Iglesia.

Desde el siglo XVI, en América, el Domingo de Ramos se caracteriza por la realización de procesiones portando ramas de olivo o de palma y la elaboración de adornos como canastos, flores, mariposas, aventadores de palmas entretejidas. A estos elementos se juntan el romero, el laurel, la flor del maíz y el incienso o palo santo que se queman durante los servicios religiosos para obtener la ceniza que será utilizada el miércoles de ceniza.

Actualmente, los ramos son elaborados con romero y albahaca debido a que la palma de seda con la que se los confeccionaban está en peligro de extinción. Por tanto, para evi-tar la desaparición de esta planta, lugar de anidación y alimentación de varias especies de aves, especialmente, el loro orejiamarillo, (ognorhynchusicterotis), las autoridades han prohibido su utilización.

Durante los siete días de la Semana Santa o Semana Mayor, se desarrollan diferentes actos de tipo religioso, entre los que se desta-can los eventos del miércoles, jueves y vier-nes santo.

El miércoles santo, en la Catedral Metropoli-tana de Quito, desde el siglo XVI, se realiza uno de los actos importantes, de origen apa-rentemente sevillano, el Arrastre de Caudas o de La Reseña. Durante este acto se llevan a cabo varios rituales que finalizan cuando el Arzobispo, agita la gran bandera negra sobre el altar para, simbólicamente, cubrir el cuerpo

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de Jesucristo y, según la creencia, transmitir la energía, los méritos y el espíritu de Jesucristo.

El jueves santo, los católicos rezan el Via-crucis y visitan siete iglesias cuyos altares suelen cubrirse con telas color púrpura y adornado con platería. Además, está el la-vatorio de pies en las iglesias. Se guarda la Eucaristía en una custodia hasta la misa de viernes santo y en la Catedral Metropolitana quiteña, el arzobispo o el obispo celebra la misa Crisma¡, en la que los sacerdotes re-nuevan sus promesas sacerdotales. Se ben-dicen los óleos sagrados que serán utiliza-dos en los bautismos, confirmaciones y en la unción de los enfermos.

Foto: María Belén Heredia

El viernes santo, día más importante de la Semana Mayor, se realizan importantes ac-tos litúrgicos para mantener los principios y creencias católicas. Según el calendario li-túrgico católico, la iglesia nunca celebra mi-sas en este día por recordarse la muerte de Jesucristo.

Dentro de estas jornadas está la tradicional Procesión de Jesús del Gran Poder que se-gún investigaciones de la historiadora Valeria Coronel, la primera celebración de Semana Santa en Quito debió efectuarse en 1597. Las memorias del Cabildo pertenecientes al final del siglo XVI y las primeras décadas del XVII, muestran que en sus inicios ésta no fue una celebración popular y que con el crecimiento urbano de Quito durante la segunda mitad del siglo XVII, debió hacerse más popular con la participación de barrios y cofradías logrando la integración de todos los grupos sociales de la época: indios, mestizos y españoles.

Alcide D'Orbigny, notable naturalista fran-cés, en su libro "Viaje pintoresco por las dos Américas", describe con fascinación su expe-riencia frente a esta importante celebración. Allí afirma: "Mil almas santas encabezaban la procesión... un cortejo de músicos enmas-carados vestidos de morado... una muche-dumbre de negros vestidos uniformemente con trajes azul rey... dos hileras de monjes... una multitud de individuos ataviados con in-dumentarias variopintas armados de palos, sables, espadas, lanzas y linterna en mano. Éstos representaban a los judíos..."

Durante varias ocasiones, este tipo de ma-nifestaciones religiosas católicas fueron pro-hibidas. Según cuenta Fray Agustín Moreno, el Presidente Galo Plaza Lasso, en 1949, la restableció por los dos siguientes años. En

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1952, la procesión nuevamente desapareció. Posteriormente, en 1960, José María Velas-co Ibarra promueve la reinstauración de las costumbres católicas, hecho que coincide con la restauración de la iglesia y la imagen de Jesús del Gran Poder, perteneciente a los franciscanos, que en adelante protagoniza-rían la histórica procesión de viernes Santo en Quito.

Luciano Andrade Marín, importante cronista de Quito cuando escribió en 1964 'Nada hubo más grandioso ni más solemne en el Quito de nuestros abuelos que la procesión del Vier-nes Santo", quiso decir que desde ese tiempo la procesión era única en su género ya que convocaba a gran cantidad de espectadores y de fieles penitentes que recorrían exhaustos con sogas al cuello, silicios, descalzos o de rodillas acompañados por horribles diablos, judías, almas santas y cargadores de andas.

Esta nueva instauración de la procesión in-centivó profundamente a todos los quiteños y habitantes en general, quienes desde esa época hasta la presente fecha, no han dejado de congregarse a las doce del mediodía del viernes santo, tanto en el convento y plaza de San Francisco como a lo largo del recorrido por las principales calles del centro histórico de Quito, representando a Jesús de Nazaret, Poncio Pilatos, soldados romanos, almas san-tas, infaltables "cucuruchos" y "Verónicas". To-dos ellos muestran su arrepentimiento frente

a las ofensas cometidas, desfilando descal-zos, engrilletados, con sus torsos desnudos, con coronas de espinas y llevando enormes cruces de madera recubiertas con alambres de púas y/u ortiga. Casi al término de la pro-cesión de cerca de 14 kilómetros, aparece la escultura de la Virgen Dolorosa del siglo XVII, tallada por Manuel Chili, Caspicara. Cierra la procesión la escultura de Jesús del Gran Po-der, obra del padre Carlos en 1620.

Foto: Víctor Ubidia. Foto: María Belén Heredia

En Alangasí, parroquia rural de Quito, el vier -nes santo, los Diablos de Semana Santa ves-tidos de rojo y negro con coloridas máscaras con cuernos de chivo o borrego, barba de pelo humano, capas o camisetas de grupos meta-leros, recorren atemorizando a todo el público que presencia los eventos tradicionales de la Bendición del Fuego y El ritual de los diablos.

Imagen de Jesús del Gran Poder en la Procesión de viernes santo en Quito,

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