La Casa del Judío

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PLANO DE UBICACIÓN

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1 Termas Romanas de Amador de los Ríos 2 Las Cuevas de Hércules 3 La casa del Judío 4 Iglesia-Mezquita de El Salvador 5 Sótanos de Cardenal Cisneros, 12 6 Iglesia de San Sebastián 7.1 Baños de Tenerías 7.2 Baños del Ángel 7.3 Baños del Caballel 7.4 Baños del Cenizal 8 Convento de Santa Isabel 9 Cripta y torre de Concepcionistas 10 Restos romanos bajo Alfonso X 11 Convento de Comendadoras 12 Pozo de El Salvador 13 Salón Islámico Colegio de Doncellas 14 Torre de San Román 15 Bóvedas romanas de Nuncio Viejo, 19

El Consorcio de Toledo puso en marcha en junio de 2004 sus Rutas “Patri-monio Desconocido”. Se trata de unas rutas que incluyen visitas gratuitas y guiadas a diversos monumentos, yacimientos arqueológicos y otros lu-gares de singular interés, que han sido recuperados y puestos en valor por el Consorcio de la Ciudad de Toledo y que llevaban años, en algunos casos siglos, sin poder ser visitados.

Las visitas pueden realizarse individualmente o en grupo. En este último caso es recomendable programar la visita previamente para evitar coinci-dencias de varios grupos en un mismo día y hora.

De organizar estas visitas se encarga el Centro de Gestión de Recursos Culturales, abierto por el Consorcio en las propias Termas Romanas de la Plaza Amador de los Ríos. En este importante yacimiento arqueológico, recuperado por el Consorcio, se ha habilitado una oficina de atención al público que ofrece varias posibilidades.

Por un lado, la de contemplar los restos recuperados de las propias Ter-mas, siguiendo un recorrido a través de una pasarela de madera situada sobre los distintos elementos, tales como una conducción romana, aljibes medievales, muros prehistóricos y suelos romanos de opus signinum; por otro, reservar día y hora para visitar gratuitamente los inmuebles incluidos en las Rutas “Patrimonio desconocido”.

Las Rutas “Patrimonio Desconocido” tienen como objetivo fundamental establecer una conexión entre los ciudadanos y su patrimonio cultural y presentar las actuaciones de recuperación como fuente de conocimiento y, a la vez, como algo vivo y útil para el disfrute de la ciudad.

Todos los inmuebles incluidos en ellas presentan “otro Toledo”, el Toledo oculto durante siglos que poco a poco va saliendo a la luz. En ellos están representados elementos de diferentes tipos y épocas, que en su momento desempeñaron una importante función y que han pasado a formar parte de nuestra historia.

PUNTOS DE INTERÉS

LAS RUTAS “PATRIMONIO DESCONOCIDO” DESCUBREN OTRO TOLEDO

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Conocidos desde el año 1986, los vestigios arqueológicos que se conservan en este lugar nos ilustran sobre la monumentalidad que debió tener la ciudad de Toledo en

época romana, trazada y dotada siguiendo el modelo urbanístico imperante en el momento y emanado desde la capital del Imperio: la ciudad de Roma.

Así, los restos arqueológicos aquí conservados se convierten en referentes de los sistemas y procesos constructivos empleados en la Ingeniería y Arquitectura romanas de carácter civil, algunos de los cuales, como el empleo del hormigón de cal (Opus caementicium) o el uso del arco formado por dovelas de piedra, supusieron una auténtica revolución tecnológica en la Hispania de la época. Estas innovaciones se encuentran bien representadas en este lugar, contando también con un tramo de canalización o galería abovedada fabricado con Opus Caementicium y un arco formado por dovelas graníticas almohadilladas, que debieron formar parte del suministro de aguas limpias a la ciudad.

Cómo ya hemos indicado, sobre estas estructuras se dispuso un complejo arquitectónico con una funcionalidad exclusivamente balnear o termal. Los restos aquí documentados configuran al menos dos estancias, la primera de ellas mal conocida por el momento, siendo la segunda una estancia rectangular (aproximadamente 12 x 10 m.: 120 m2), cuyo subsuelo fue dotado de un sistema de calefacción (hipocausto) destinado a caldear el alzado de la sala, configurándose como una suerte de sauna o sala cálida (caldarium), básica en el ritual romano del baño y presente en todas las construcciones termales del momento. Las dimensiones de este caldarium, la cuidada planificación de su construcción y los materiales utilizados en su decoración (mármoles, estatuas) nos permiten indicar un carácter público del edificio, levantado, sin ninguna duda, bajo los auspicios del poder Imperial. Por lo que respecta a la cronología de los restos, corresponden a un período situado entre fines del s. I y mediados del s. II d.C.

Con el tiempo, el edificio debió arruinarse, siendo afectado y reutilizado por nuevas estructuras levantadas en épocas posteriores, tales como el silo fechado entre los s. XII a XIV; los dos aljibes emplazados en su sector occidental, fechados a partir del s. XVI., o los pilares de hierro que soportan la estructura del actual inmueble, levantado en la década de 1990.

<VisTade los restos arqueológicos de las Termas Romanas de la Plaza de Amador de los Ríos

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>VisTa de los sótanos romanos en los que se

aprecia la exploración del cardenal Siliceo

<la leyendaenvuelve los restos romanos y medievales

El solar que alberga las llamadas Cuevas de Hércules (callejón de San Ginés, 3) presenta una rica historia arquitectónica, en cuanto ha sido ocupado por distintos edificios a lo largo de

la historia: en época romana se había construido aquí un depósito de agua para el abastecimiento de la ciudad, que formaba parte de la red hidráulica romana de Toletum. Posteriormente, ya en época visigoda, parece que sobre el depósito de agua se levantó un templo cristiano. Después una mezquita. Más tarde, probablemente en el siglo XII, un nuevo templo se construyó en el mismo lugar, dedicado a San Ginés, sede de la parroquia homónima.

Con respecto a la cisterna romana (depósito de agua) se han obtenido nuevos e interesantes datos. La investigación ha podido constatar que el depósito fue construido en torno a la segunda mitad del siglo I d.C. con forma rectangular, de 6,00 m. de ancho por al menos 11,50 m. de largo y 4,00 de alto. Estaba realizado con pequeñas piedras cogidas con una fuerte mezcla de cal yeso y arena (opus caementicium) y revestido en su interior con un cemento hidráulico especial (opus signinum).

En un momento posterior, todavía por establecer (aunque siempre en el marco de la época romana), la construcción original fue parcialmente revestida en su interior con grandes sillares de granito y dividida en dos en sentido longitudinal por medio de tres grandes arcos igualmente de granito. Sobre las dos naves resultantes, comunicadas entre si por medio de los arcos, se construyeron sendas bóvedas con bloques de caliza blanca (sólo una de las dos naves es propiedad del Consorcio).

Como se sabe, las cuevas de Hércules han dado lugar a múltiples leyendas, recogidas ya en textos medievales. Según éstos, las cuevas serían oquedales naturales, a las que Hércules, fundador de la ciudad, habría dado una estructura arquitectónica para instalar allí sus palacios, donde se practicaban artes mágicas y nigromancia. Otras leyendas las relacionan con la desaparición del reino visigodo a manos de los árabes, pues habría sido el mismo Hércules quien, con sus dotes adivinatorias, dejó en un cofre cerrado la profecía de la destrucción del reino visigodo, dejando explicito que cada rey pusiera un candado más. Pero fue la curiosidad o codicia del rey Don Rodrigo quien abrió el cofre y puso en marcha la maldición de la profecía. La asociación de los sótanos de San Ginés con las legendarias Cuevas de Hércules se produce en el siglo XVI y la primera exploración (en parte fallida) se debe al cardenal Siliceo.

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>deTalles del patio del inmueble y de la fachada.

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VisTa del sóTano posiblemente un baño litúrgico judío

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La Casa del Judío está situada en el corazón de la judería toledana. Los dos espacios de mayor interés son el patio, que conserva multitud de yeserías, y,

sobre todo, el sótano que posiblemente fuera un baño litúrgico judío o miqva, cuya función era la purificación espiritual y preparación para algún suceso importante en la vida de un judío. Durante su restauración se han descubierto en estancias adyacentes enfoscados hidráulicos a la almagra y un aljibem que ayudan a apoyar la teoría sobre su uso.

Otro elemento de gran relevancia para su estudio arqueológico es una pieza de madera utilizada como dintel de acceso al sótano, donde se puede observar el trabajo de tallado con motivos florales, a base de tímpanos y roleos, acompañando un repertorio epigráfico cuya transcripción dice: “Gracias Te doy, porque me has respondido”; texto

relacionado con el versículos 21 del salmo 18: “Aquí está la puerta de Yahveh, por ella entran los justos. 21 gracias Te doy, porque me has respondido, y has sido para mí la salvación”, que da la bienvenida a todos aquellos fieles y puros al interior de la casa.

En general, la intervención del Consorcio de Toledo ha dejado vislumbrar una vivienda cuyos orígenes se pueden datar en los siglos XIV-XV con reminiscencias mudéjares y posibles usos litúrgicos hebreos, acompañada con adaptaciones y transformaciones en los siglos posteriores, poniéndose un mayor énfasis en el siglo XVIII y XIX.

La leyenda dice que esta casa perteneció al judío Ishaq, quien prestó dinero a la reina Isabel la Católica a cambio de sus joyas para financiar el viaje en el que se produciría el descubrimiento de América.

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<PaTio inTeriorcon una arquería islámica con capiteles romanos y visigodos

VisTadel interior de la iglesia de El Salvador

Tradicionalmente se ha identificado este templo con una mezquita, identificación avalada por dos hechos. El primero de ellos y más determinante fue la aparición

de una lápida en la Capilla de Santa Catalina. En ella se conmemora la construcción de una nave en el año 1041 (432 H.), si bien es cierto no se indica si se trata de una ampliación del edificio o de la reforma de una nave anterior.

El segundo, igual de válido para su identificación, es la referencia fechada en 1159, en la que se indica su conversión al culto cristiano. Desde entonces hasta nuestros días, el edificio ha sido objeto de innumerables transformaciones, incluidos dos incendios, uno en el siglo XVI y otro en 1822. Fruto de esta última reconstrucción es la actual iglesia.

Los trabajos de puesta en valor, si bien tuvieron una primera fase años atrás con la excavación y recuperación del patio de la antigua casa rectoral, se han visto ampliados con la intervención en el interior del templo. Los restos cronológicamente más antiguos que se localizaron durante la excavación, pertenecen al edificio de la mezquita islámica, ubicada en el lugar que ocupa la iglesia actual, son de los siglos IX – XII.

Su espacio estaría distribuido en tres naves perpendiculares al muro de quibla. La arquería se sitúa entre la nave central y la nave de la epístola del actual templo. Está compuesta por siete soportes de los que seis son columnas romanas y uno es un pilar visigodo ricamente decorado con escenas de milagros de Cristo y motivos geométricos. Los capiteles y cimacios son romanos y visigodos, reaprovechados. Cabalgan sobre ellos arcos de herradura enjarjados construidos en ladrillo, a excepción de la clave que está formada por un sillar.

La primera fase de las obras de rehabilitación, que consistieron en la puesta en valor del patio de la antigua casa rectoral, comenzaron a finales de mayo del año 2004 y concluyeron en abril de 2005. En el conjunto nos encontramos con una primera fase de ocupación islámica (S.IX-X), asentada sobre un estrato tardorromano-visigodo. Sobre las ruinas de esta estructura se construye la arquería, compuesta por tres columnas con sus correspondientes capiteles, dos romanos del siglo II d. C. y uno visigodo, que sustentan cuatro arcos de herradura, realizados en ladrillo trabado con mortero, enmarcados por alfices y rematados por una cornisa de canecillos, muy parecida a la de la mezquita del Cristo de la Luz, aportando una referencia cronológica en torno al siglo XI.

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Gracias al patrocinio del Consorcio de la Ciudad de Toledo, dentro de su programa de rehabilitación de los elementos especiales que contienen las viviendas del casco histórico,

se han podido recuperar los sótanos islámicos de Cardenal Cisneros, 12.

De nuevo, los elementos con valor patrimonial existentes en este espacio nos permiten acercarnos al conocimiento de la evolución histórica del urbanismo y la arquitectura toledana, en una de las zonas centrales de la ciudad. En efecto, el espacio, alberga los vestigios arqueológicos de una primitiva casa islámica de época califal, de la que subsisten un patio y un salón, así como los restos de la decoración arquitectónica de los mismos, consistentes en dos arcos de herradura, uno de ellos geminado.

Esta primitiva casa se construye sobre el terreno geológico natural, que, en esta zona presenta un fuerte desnivel en dirección sur, siendo rellenado con escombros y restos pertenecientes a fases anteriores de época romana y visigoda, algunos de cuyos materiales constructivos, fueron reutilizados en la nueva construcción islámica. Tanto el patio como el salón que lo precede en su flanco norte configuraban en origen la planta baja de este inmueble, dispuesta a cotas similares que las calles adyacentes. Además dado el cuidado y la calidad de los elementos decorativos empleados en su construcción nos encontraríamos ante los restos de una casa de cierta importancia, que quizá se encontrara relacionada de algún modo con edificios cercanos y de gran importancia en su momento, como la mezquita aljama de la ciudad.

En este sentido destacaría el hallazgo de la decoración parietal figurada documentada en el arco geminado, en cuyas jambas de dispusieron dos manos de Fátima o hamsa, una de las cuales es rodeada por tres pájaros de estilizada figura. Ambos motivos son típicos en el arte islámico, y presentan un significado de protección y de rechazo a las influencias malignas, en concreto contra el mal de ojo (Mano de Fátima) y quizás funerario (en el caso de los pájaros). Los dos son motivos decorativos de origen preislámico que debieron tener una fuerte raigambre popular y que son, en cierta medida, tolerados por la doctrina oficial islámica, aunque como en el caso de los pájaros provengan de un hadiz o tradición oral no oficial atribuida a Mahoma, en el que se les identifica como los transmisores de las almas de los buenos creyentes en su viaje al Paraíso.

VisTade los restos de una casa islámica de época califal.

FresCo resTauradouna Mano de Fátima rodeada

por tres pájaros

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La Iglesia de San Sebastián se localiza en el denominado “Barrio de Curtidores”, dentro del cual se enmarcarían cons-trucciones defensivas como la puerta de bab al-Dabbagin o

“puerta de los Curtidores” localizada, muy probablemente, en las cercanías de la iglesia.

Durante esta restauración, se ha podido concluir que la actual iglesia de San Sebastián ha sido un edificio con una ocupación continua, desde el siglo X hasta el XX, con una primera fase islámica y una segunda cristiana.

Entre los restos arquitectónicos más antiguos que todavía se con-servan en el edificio, encontramos parte de un arco de herradura en el muro que separa la nave de la Epístola de la nave de la Capillita, asociado a un aparejo islámico que podría estar relacionado con la fase islámica del edificio. Así mismo, se ha documentado un suelo de baldosas de ladrillos que se adosan al muro islámico a la misma cota que el umbral de la mencionada puerta de arco de herradura.

La demolición del edificio islámico para la construcción de la iglesia cristiana se debió producir a finales del siglo XII o en pleno siglo XIII. En los siglos XIV y XV se realizan una serie de pequeñas reformas en el edificio que no están demasiado claras. En las obras de esta fase es donde se podría encuadrar la actual torre de la iglesia, que presen-ta un aparejo que podríamos fechar en torno al siglo XV.

En el siglo XVI se emprende una agresiva intervención en el edifi-cio de la que tenemos constancia a través de documentos escritos y de la excavación arqueológica. Probablemente el edificio cambió de orientación en el siglo XVIII, momento en el que se cegaría el arco apuntado de la nave de la Capillita y se situaría el retablo en el lugar en el que actualmente. En el año 1916 se emprende la última reforma del edificio. De ese momento data la reconstrucción del artesonado de la nave de la Epístola, tal y como aparece reflejado en la inscrip-ción que se encuentra en la nacela que recorre la parte superior de los muros de esa misma nave.

Durante la rehabilitación integral, se ha intentado una actuación res-petuosa con los materiales, acabados. Colores y texturas, buscándo-se el diálogo sereno y sin protagonismos de los nuevos materiales propuestos. Se ha procurado la restauración frente a la sustitución. Siguiendo criterios arqueológicos se han dejado testigos del subsue-lo con lo más destacado de los restos aparecidos.

VisTainterior del la iglesia de San Sebastián

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El baño en el mundo islámico era una práctica habitual de gran trascendencia, cuya costumbre influyó, incluso, en otros grupos religiosos y extendiéndose su uso en todo el territorio de la

península. Había baños públicos y privados que cubrían la demanda de todos los grupos sociales. El baño, por tanto, se convirtió en un edificio polifuncional, con distintas finalidades: higiénica, religiosa y social.

Los Baños Islámicos de Tenerías son un conjunto de estructuras relacionadas con el agua, pertenecientes al mundo musulmán, y realizadas con fábrica de ladrillo y compartimentado en varias habitaciones o salas cuyas cubiertas han desaparecido. A ellas se accede a través de una puerta practicada en una cerca que cierra todo el yacimiento. El conjunto está rodeado de un camino que lo bordea y permite la contemplación desde una perspectiva cercana.

El baño de la calle del Ángel es, sin duda, uno de los mejor conservados entre los ocho que todavía mantienen estructuras reconocibles dentro del Casco Histórico de Toledo. La sala restaurada se corresponde con la caliente y, a diferencia de otros baños, mantiene el hipocausto hasta hoy mejor conservado de la arquitectura civil musulmana en Toledo. Las primeras referencias a los baños del Caballel o del Cabalillo datan del año 1183. Los restos arquitectónicos conservados se encuentran bajo los inmuebles de la plaza del Colegio de Infantes, 13 y 14 y los números 5 y 6 de la plaza de las Fuentes. La planta no está bien definida por problemas de acceso y destrucciones causadas por obras en las casas, pero parece organizarse en una nave transversal de acceso a la que se contraponen tres de manera longitudinal, correspondientes a las salas fría, templada y caliente.

Por su parte, las obras de acondicionamiento en los baños islámicos del Cenizal, conservados en los sótanos bajo el inmueble de la calle Bajada del Colegio de Infantes nº 14, han tenido por objeto su conversión en un espacio visitable, mediante su puesta en valor con un adecuado planteamiento de recuperación de sus elementos más reseñables. La intervención realizada por el Consorcio de Toledo se ha centrado en dos de las salas que forman el baño o hammam : la sala de ingreso y la sala fría, ya que el resto de las salas (sala caliente y sala templada) se encuentran conservadas bajo las edificaciones colindantes.

Están declarados Bien de Interés Cultural y en estos momentos constituyen uno de los ejemplos más relevantes de la realidad social, higiénica y religiosa de la Edad Media en Toledo.

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yeseríade la segunda mitad del siglo XIV

En 1477 se fundaba en Toledo un segundo convento de religiosas franciscanas bajo la advocación

de Santa Isabel de Hungría, una de las personalidades más relevantes de la Orden seráfica.

El nuevo monasterio fue obra de una dama toledana emparentada con los Reyes Católicos, doña María Suárez de Toledo, hija de Pedro Suárez y Juana de Guzmán, señores de Pinto, la cual, por su austeridad extremada de vida, fue conocida con el nombre de sor María la Pobre.

Las obras palaciegas medievales conservadas en la clausura son de estilo mudéjar, y de especial relieve son las yeserías y las armaduras de madera. Entre las primeras destacan las contiguas al claustro de los naranjos, al claustro de los Laureles y al Patio de la Enfermería.

Las habitaciones de este palacio se distribuyen en torno a éste último patio, que es de planta ligeramente rectangular definido por columnas de ladrillo de planta octogonal. En planta baja se conservan tres yeserías que dan acceso a los salones localizados en las crujías norte, sur y oeste. La tipología de dos de las tres yeserías es muy común en el mudéjar toledano, siendo el arco angrelado una de sus principales señas de identidad. El tipo de decoración de ambas, tanto del alfiz como del intradós, es vegetal, estimándose su fecha de realización en torno a la segunda mitad del siglo XIV.

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El Convento de la Concepción Francisca fue fun-dado en el siglo XV por doña Beatriz de Silva y, tras muchas vicisitudes, encontró su ubicación

definitiva -la actual- en lo que hasta entonces era el convento de los franciscanos, cuando estos se trasla-daron a San Juan de los Reyes.

Con la llegada de las Concepcionistas, el convento se transformó enormemente. Se reformó la iglesia, se construyó el claustro alto y el lugar tomó tintes rena-centistas que se unieron a los góticos. La tercera actuación realizada por el Consorcio de la Ciudad de Toledo en el convento de la Concepción Fran-cisca ha tenido por objeto completar la obra de cons-trucción de la cámara ventilada que separa la fachada del convento del escombro depositado en la plaza.

La creación bajo esta plaza de un espacio accesi-ble desde la calle, ha propiciado la generación de un espacio visitable que, sin interferir en el espacio privado de la vida conventual, permite un recorrido desde el subsuelo al exterior del convento, pasando al interior por un espacio habilitado que desemboca en un antiguo patio al pie de la torre mudéjar, que ha sido cubierto con un techo plano de vidrio. Desde aquí se inicia un recorrido que culmina en una espectacular cripta abovedada, cuyo uso originario parece ser el de ser-vir de panteón, a juzgar por el conjun-to de tumbas de lucillos superpuestos, modo de enterramiento de época mudé-jar, caracterizado por tumbas de ladrillo cerradas con una cubierta también de ladrillo.

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Conocidos popularmente en la ciudad como “los sótanos de Hacienda”, su descubrimiento tuvo lugar en 1628, según recoge Julio Porres, con

ocasión de la construcción del actual edificio por parte de la Compañía de Jesús, pa. En 1918, se produjo su “redescubrimiento”, cuando el arquitecto de la Dele-gación de Hacienda, Álvaro González Sanz, dibujó los restos, realizando una planta y secciones de los restos arqueológicos, siendo utilizados entonces como traste-ro del edificio.

La intervención, llevada a cabo en dos fases ha permi-tido conocer con detalle todo el complejo constructivo, formado por tres galerías abovedadas paralelas - la del centro de menor amplitud- que en su flanco meridional se abren a una nueva galería transversal, de nuevo abo-vedada y de mayores dimensiones que las anteriores.

También se ha podido comprobar como la galería cen-tral del complejo tiene su continuación en la galería do-cumentada bajo el hipocausto de las termas de la Plaza de Amador de los Ríos, por lo que podemos indicar que nos encontramos ante los restos de la red de suministro hídrico a un complejo termal de gran entidad, cuya cro-nología podríamos fijar a finales del siglo I d.C.,

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resTosde una de las galerías romanas

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Desde que en 1364 Inés García de Meneses funda-ra el que habría de llamarse convento de Santo Domingo el Real, fueron sucediéndose periódi-

cas incorporaciones de edificaciones y solares. Uno de los espacios que mejor pueden ilustrarlo es precisamen-te éste que ha venido en llamarse el Claustro de la Mona. A finales del siglo XVI se lleva a cabo una gran transfor-mación del claustro de la mano de Diego de Alcántara, maestro mayor de la Catedral entre los años 1582 y 1587. Se crea la doble arcada que lo circunda, se cierran los espacios de la misma con una importante rejería y se le encarga al azulejero toledano Sebastián de Morales (en 1587) tanto la realización de los azulejos para la forma-ción del arrimadero como las olambrillas para el sembra-dillo del suelo y los azulejos de su encintado.

En 1935 las monjas comendadoras de Santiago aban-donaron su antiguo convento de Santa Fe y se estable-cieron en la zona del claustro de la Mona y sus aledaños.

Ellas hicieron a lo largo de la segunda mitad del siglo XX obras de diversa envergadura en lo que ya era su convento y poco a poco los azulejos de los arrimade-ros eran retirados y guardados conforme iban despren-diéndose.

Con todo este material, que se demostró excepcio-nal tanto desde el punto de vista estético como his-tórico, se valoró la necesidad de su restauración y la de reubicarlo en su lugar de origen para preservarlo, analizando la posibilidad de reintegrar las partes per-didas para recuperar la imagen global del conjunto. El resultado ha supuesto la recuperación de un ex-traordinario conjunto arquitectónico de finales del XVI —el del claustro de la Mona—, en el que, si bien la restauración de la cerámica puede haber supuesto la operación más llamativa, ésta no se entendería sin la tal vez más silenciosa pero no por ello menos espec-tacular del claustro en su totalidad.

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La plaza de El Salvador se encuentra asociada al edificio con-ventual de San Marcos, hoy convertido en centro cultural y ar-chivo municipal. Originalmente, el edificio se extendía por la

plaza actual, desarrollándose su claustro por este espacio. En el año 1997 se practicaron unas catas arqueológicas en la misma plaza y se pudo comprobar la existencia de un sótano abovedado que estaba colmatado de escombros parcialmente.

Posteriormente, la excavación arqueológica manual realizada por el Consorcio de Toledo en el año 2002 descubrió un sótano abovedado de grandes dimensiones que discurre paralelamente a la calle Trinidad y que se prolonga a través de una puerta en dirección a la propia plaza.

El sótano está conformado por dos estancias:

Acceso: Sala rectangular construida en mampostería. En uno de sus extremos se han conservado las primitivas escaleras de acceso a la estancia. No se ha conservado la techumbre abovedada que cubría este espacio.

Sala principal: Hasta ella se llega atravesando una pequeña estan-cia y a través de un hueco de arco de medio punto de ladrillo. La sala principal es una estructura compuesta por una bóveda de cañón y una bóveda semicircular, toda ella construida en ladrillo. En el centro se aprecia una abertura cenital en donde se localizaba un brocal de pozo y que se corresponde, como es lógico, con el depósito de agua. Un canal de recogida de agua conduce hasta el mismo punto.. Su cronología puede situarse entonces entre los siglos XII y XIII, anterior al claustro del convento de Trinitarios que se extendía por la plaza.

Cronología: Con respecto a la descripción histórica, sólo puede apuntarse que se ha realizado gráficamente una superposición de las ruinas de la plaza de El Salvador con el plano de Ibáñez Ibero de 1882, donde aparecen las trazas del antiguo convento de San Mar-cos, construido en el siglo XVI. En dicho plano no aparecen datos que evidencien la pertenencia de las ruinas actuales a dicho convento. Su cronología puede situarse entonces entre los siglos XII y XIII, anterior al claustro del convento de Trinitarios que se extendía por la plaza.

En este sótano de la plaza de El Salvador se expone, en varios so-portes informativos, un discurso que bajo la premisa de “Ciudad de Aljibes, Fuentes y Pozos” nos introduce en el mundo del patrimonio hidráulico y de los sótanos en Toledo.

VisTade la gran bóveda de cañón del Pozo de El Salvador

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deTallede distintos elementos arqueológicos

encontrados en el transcurso de la excavación

La casa de la que forman parte los dos salones po-see una única entrada por el Cobertizo del Cole-gio Doncellas número 2, que da acceso a un patio

central. Los salones estudiados se localizan en planta baja siendo uno de ellos rectangular y el otro con forma de tronco de pirámide. Desde un punto de vista cons-tructivo, la casa cuenta con numerosas reformas con-servando parte de su traza islámica aunque sometida a sucesivas remodelaciones y ampliaciones durante la Baja Edad Media, Época Moderna, Contemporánea y, por último, a finales del siglo XX, momento en el que se reconstruye la crujía que da a la calle.

El resultado del estudio arqueológico de este espacio ha permitido comprender su evolución constructiva y el contexto urbano. En un espacio de algo más de 100 m2 están representadas tres fases constructi-vas diferentes. Estas tres fases se articulan en torno a un salón principal, de origen islámico, del que se aprovechan los antiguos moradores para ampliar y consolidar una nueva vivienda que tendrá su máxi-mo esplendor a finales de la Baja Edad Media. Es a partir de este momento en el que la edificación deja de experimentar cambios hasta las reformas de los siglos XVIII y XIX.

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VisTadel salón principal de origen islámico

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14.VisTa

de la Torre de San Román desde la plaza del mismo nombre.

La Torre de San Román se encuentra en la plaza del mismo nombre, en un lugar elevado, en pleno corazón del casco histórico de Toledo. Se accede

a ella desde el interior de la iglesia de San Román, que acoge el Museo de los Concilios y de la Cultura Visigóti-ca. En el año 2002, dentro del Programa de Patrimonio Monumental del Consorcio de la Ciudad de Toledo, se consolidaron las cuatro fachadas y la cubierta de la torre y se limpió y acondicionó su interior, de cara a su ade-cuación como espacio expositivo.

La visita a la Torre de San Román permite conocer en profundidad las características históricas, artísticas y constructivas de las torres mudéjares toledanas. El edi-ficio se construyó probablemente en los siglos XIII o XIV. Posteriormente se añadiría el campanario y quedaría uni-do a la iglesia, ya que originalmente estaba separado del templo, tal y como ocurre en otros ejemplos de la ciudad.

San Román tiene unos motivos ornamentales, estruc-tura y alzado que mucho tienen que ver con las torres islámicas. La planta es cuadrada, con machón central también cuadrado. A diferencia de otras torres de la época, San Román se sitúa en el eje de la cabecera del templo y la estructura está regida por tramos de escale-ra cubiertos por bóvedas de cañón, sistema habitual en este tipo de edificaciones del mudéjar castellano.

La principal característica formal de los muros es la utilización de la mampostería encintada, una técnica típicamente toledana en la que las paredes se levantan con cajas de mampostería enmarcadas por hiladas de ladrillo. Los tipos de arco habituales en los vanos son los de herradura y los polilobulados.

Además de la exposición de las piezas originales, unos paneles ayudan a conocer las características históricas, artísticas y constructivas de la Torre de San Román, así como a comprender mejor la política, la sociedad, el ur-banismo y el arte bajo medieval de Toledo. Una época de convivencia que hizo posible un arte original y un modo de construir del que San Román es una buena muestra.

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La intervención llevada a cabo por el Consorcio de Toledo ha pretendido la adecuación y puesta en valor de este recinto situado en los sótanos de la Calle Nuncio Viejo y de los ele-

mentos constructivos que los conforman. Se trata de un sistema de muros y bóvedas que datan, según los estudios arqueológicos practicados, de época romana. En el entorno de estos sótanos se encuentran dos de los restos romanos de mayor importancia halla-dos en la ciudad, las termas romanas y las cisternas de la red de distribución de agua de los sótanos de la Delegación Hacienda.La puesta en valor, además de la intervención directa sobre los citados elementos constructivos, basada en su restauración, se ha llevado a cabo buscando la posibilidad de su exposición al público, haciéndola viable a través de un recorrido que acerca los elemen-tos de interés, facilitando la observación y creando un ambiente que resalta los valores espaciales que el recinto potencialmente poseía.

Los nuevos elementos constructivos y las instalaciones introdu-cidas ahora para lograr tal fin, se han basado en parámetros de sencillez, actualidad arquitectónica y diferenciación formal con los restos preexistentes, buscando su integración en el conjunto, pero respetando a su vez y en todo momento el orden jerárquico pri-mordial hacia aquéllos.

Durante la actuación de puesta en valor se creó un recorrido de do-ble entrada que comunica los tres espacios abovedados a través de una pasarela. La entrada se realiza a través de unos escalones ejecutados en chapa de acero sobre estructura auxiliar de perfiles laminados también de acero.

Este tramo de escalones conduce a una pequeña plataforma de tablero de madera sobre el mismo tipo de estructura metálica que permite una visión global del primero de los espacios abovedados. La plataforma se comunica a su vez con la rampa que ya nos lleva a la pasarela de unión con las restantes bóvedas, formada por pie-zas de piedra artificial sobre estructura metálica. En las dos entra-das se colocaron puertas de reja. La iluminación a base de proyec-tores colocados sobre el suelo, persigue la atmósfera tamizada y tenue que se estima apropiada para las características del espacio que se observa. Todo el suelo que no presenta restos arqueológi-cos se cubre con una capa de grava marmórea que aporta una textura de acabado al nivel inferior del conjunto.

<VisTade unos sorprendentes restos romanos