LA BIBLIOTECA DEL COLEGIO MAYOR DE...

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66 www.utadeo.edu.co • Revista La Tadeo No. 65 - Primer Semestre 2001 • Bogotá, D.C. - Colombia L a Librería, nombre que se le dio durante siglos a la biblioteca o conjunto de libros que tienen para su uso los cuerpos o comunidades, las personas particulares, etc., 2 ha constituido el eje sobre el cual ha girado la vida acadé- mica de profesores y alumnos en los colegios y universidades del mundo hispánico, del cual el Colegio Mayor de Nuestra Se- ñora del Rosario es uno de sus exponentes más notables. El término ‘librería’ fue utilizado en el Rosario 3 du- rante algo más de dos siglos, porque generalmente se le daba el nombre de biblioteca a la que es muy numerosa y está destinada para el uso público, como la Bibliote- ca Real de Madrid. 4 La palabra ‘biblioteca’ se em- pezó a usar a comienzos del si- glo XX, cuando apareció el pri- mer catálogo impreso con el tí- tulo Catálogo de la Biblioteca, en 1925. 5 Es por ello que se ha LA BIBLIOTECA DEL COLEGIO MAYOR DE NUESTRA SEÑORA DEL ROSARIO por MARÍA CLARA GUILLÉN DE IRIARTE Antigua librería “EN EL ROSARIO ME MOSTRARON UNA BIBLIOTECA MUY ANTIGUA QUE CASI NO TIENE LIBROS NUEVOS”. ISAAC HOLTON, SANTA FÉ DE BOGOTÁ, 1857. 1

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www.utadeo.edu.co • Revista La Tadeo No. 65 - Primer Semestre 2001 • Bogotá, D.C. - Colombia

L a Librería, nombre que se le dio durante

siglos a la biblioteca o conjunto de libros

que tienen para su uso los cuerpos o

comunidades, las personas particulares,

etc.,2 ha constituido el eje sobre

el cual ha girado la vida acadé-

mica de profesores y alumnos en

los colegios y universidades del

mundo hispánico, del cual el

Colegio Mayor de Nuestra Se-

ñora del Rosario es uno de sus

exponentes más notables. El

término ‘librería’ fue utilizado en el Rosario3 du-

rante algo más de dos siglos, porque generalmente

se le daba el nombre de biblioteca a la que es

muy numerosa y está destinada para

el uso público, como la Bibliote-

ca Real de Madrid.4

La palabra ‘biblioteca’ se em-

pezó a usar a comienzos del si-

glo XX, cuando apareció el pri-

mer catálogo impreso con el tí-

tulo Catálogo de la Biblioteca,

en 1925.5 Es por ello que se ha

LA BIBLIOTECADEL COLEGIO MAYORDE NUESTRA SEÑORA

DEL ROSARIOpor MARÍA CLARA GUILLÉN DE IRIARTE

Antigua librería

“EN EL ROSARIO ME MOSTRARON UNA BIBLIOTECA MUY ANTIGUA

QUE CASI NO TIENE LIBROS NUEVOS”.

ISAAC HOLTON, SANTA FÉ DE BOGOTÁ, 1857.1

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denominado Librería Antigua al fondo correspondiente a

los libros impresos en los siglos XVI, XVII, XVIII XIX y co-

mienzos del XX, ubicados en el actual Archivo Histórico

como parte del patrimonio histórico de la Universidad

del Rosario.

Lugar de honorLugar preponderante debía ocupar en un colegio mayor el

salón destinado para albergar la Librería, y así lo estipuló el

fundador del Colegio Mayor, el arzobispo de Santafé don

Cristóbal de Torres y Motones, en las Constituciones o

estatutos por los cuales se debía regir el colegio.

En la parte referente a la construcción dijo que, una

vez levantado el edificio en forma de claustro alto, es

decir, de dos pisos, se destinaría la mitad del costado sur

en línea recta, pisos alto y bajo, para la iglesia, la Capilla

de la Bordadita;6 y

[…] después de ésto, inmediatamente se pro-

siga a edificar el refectorio, en el primer piso,7

[…] y encima la librería en la forma trazada,

con cuarenta tercias de largo y el ancho co-

rrespondiente a la iglesia. Juzgamos por más

hermosura, que uno y otro techo sea de

bóveda, si fuere posible, en conformidad de

la iglesia.8

Es decir, en línea recta la devoción a la virgen del

Rosario y luego la devoción a los libros. Igualmente, esta-

bleció la obligatoriedad de comprar a costa del colegio

los suficientes ejemplares para cada uno de los colegiales:

El curso de Artes, que compuso el Reveren-

dísimo Padre Maestro Fray Juan de Santo

Tomás, confesor de su Majestad. Y en se-

gundo lugar, las partes de Santo Tomás con

sus adiciones.9

[…] Y estos libros se queden en los Aposen-

tos de los Colegiales, pues se compraron a

costa del Colegio: de que resultará tener los

sucesores, libros competentes para el estu-

dio de Artes y Teología, y se podrá excusar

el escribir, conque tendrán más breves y

multiplicadas noticias de las materias.10

La época de Gutenberg en donaciónUna vez que designó la compra de los textos y el lugar

que debía ocupar la librería, el fundador estatuyó que

todos los colegiales debían, bajo juramento, cumplir con

el estatuto 42 del Colegio Mayor del arzobispo o de

Fonseca en Salamanca, que consistía en

[…] dejar algo al Colegio, por donación en-

tre varios, o causa mortis, o cualquiera otra

disposición… por haber recibido beneficios

y siendo constante que a ninguno somos

más deudores que a esta casa matriz que

nos da honor y comodidad y esperamos que

nos favorezca de día en día”.11

Las donaciones, por regla general,

fueron de libros, ya que éstos en nues-

tro país fueron objetos muy valiosos

y de difícil adquisición, puesto que

debían ser importados de Europa,

ya que la imprenta sólo fue estable-

cida en el Nuevo Reino de Grana-

da a finales del siglo XVIII.12

La primera donación fue he-

cha por el mismo Cristóbal de

Torres, la cual incluía obras de:

• Medicina: Fulginatus

Gentilis, Venecia (1520); Gas-

par López, Compluto (1565); Galenus, Venecia, 1556.

• Ética cristiana: Antoninus, Archiepiscopus Floren-

tinus (1529).

• Comentarios bíblicos: Didacus Álvarez de Medina,

Commentarium in Isaiam prophetam, Roma (1599-1602);

Sanctus Ambrosius Episcopus Mediolanensis, París (1539).

• Teología: Cardinalis Stanislaus Hosius, Lyon (1564);

Martini Azpilcueta (1597).

• Historia de los sacramentos: Robertus Bellarminus,

Lyon (1590).

BIBLIOTECAS DEL MUNDOLa Sala de la Biblioteca Medicea Laurenziana,según grabado de F. Bartolozzi (finales s. XVIII).

Foto: Saporetti, Milán, Italia.

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• Filosofía: Santo Tomás de Aquino, Amberes (1569);

Fray Petrus de Bergomo, Venecia (1589).

• Derecho: Andreas Tiraquellus, Lyon (1560); Baldus

Perusinus, Lyon (1568); Bartolomeus Socinus, Lyon

(1564); Bartolus de Saxoferrato, Torino (1577); Carolus

Rufinus, Lyon (1546); Fernandus Vasquis, Venecia (1564);

Jacobus Valdesius, Pintia (1590); Joannes Maynus, Lyon

(1533); Alfonsus Montalvus, Salamanca (1543); Pauli

Castensis, Lyon (1544).

Otra donación importante fue la que dejó el rector

Francisco Lucas Pérez Manrique y Ospina en su testa-

mento, el 5 de junio de 1754.13 El avalúo de los libros lo

realizaron el doctor don Francisco Bastidas, catedrático

de Vísperas, y el catedrático de Medicina don Antonio

Román Cancino ante el escribano de cabildo. La canti-

dad ascendió a 489 pesos y dos reales e incluía, entre

otros: dos tomos de Castrejón

por 15 pesos; seis tomos de fi-

losofía y teología de Aguilar por

15 pesos; por 13 tomos de Ace-

vedo 12 pesos; un tomo de Bo-

nacina por seis pesos; cuatro

tomos de Molina, dos de Jus-

titia Juri y dos de Primogenis

por 14 pesos; Corpus Juris

Civilis en dos tomos por 20

pesos; Historia de don Feli-

pe el Cuarto por un peso;

Las leyes de partida en tres

tomos por 30 pesos; Boca-

bulario eclesiástico por 12 reales, y Glosa

sobre las poesías de Juan de Mena, un tomo, por un peso.

Entre los libros de medicina podemos destacar algu-

nos: tres tomos en folio de Etmulecio por 60 pesos, un

tomo de poco menos de folio de Verulamio por 3 pesos.

Por un tomo en cuarto de Bauhusen tres pesos. Dos tomos

en poco menos de octavo de Riverio por seis pesos.

Boerhabe por un peso y Florilegio Medicinal por cuatro

pesos.

Importante también fue la donación del rector don

Miguel José Masústegui y Archer Calzada, entre cuyos

autores y obras podemos destacar, en teología, Ioannes

Baptista Gonet (1744) y Petrus de Cabrera (1602); en de-

recho, Recopilación de la leyes de Indias (1628), Juan de

Solórzano de Pereira (1672) y Domingo de Soto (1580);

en filosofía, Antonio Goudin (1791), Fray Lucas Ramírez

(1747), El ilustrísimo señor don Fray Cristóbal de Torres

y Lengua eucarística del hombre bueno.

Entre la extensa lista de donantes, podemos incluir

los nombres de don Joaquín de Darrechea y Urrutia, don

Juan Eloy de Valenzuela y Mantilla, Domingo Caycedo,

Liborio Zerda, Jorge Tadeo Lozano etc., la cual culmina

con la donación de monseñor Rafael María Carrasquilla

en 1930, quien dejó 700 volúmenes, entre los cuales se

encuentran varios incunables.

El acto de donar un libro creó un sentido de perte-

nencia con la Librería, pues cada donante se preocupó

por verificar que los libros donados por él mismo o por

sus antepasados estuvieran en buenas condiciones, y se

creó una especie de hilo invisible entre colegiales cursan-

tes o egresados con la que consideraban su Librería, aun

después de abandonar el colegio. Prueba de ello son las

constantes manifestaciones de cariño en las notas escri-

tas de los libros donados.

Pero no solamente los rosaristas donaron libros. El

23 de abril de 177614 don Francisco Antonio Moreno y

Escandón le envió una carta al rector del Rosario comu-

nicándole que la Junta Superior de Aplicaciones había

resuelto donar al Colegio los libros duplicados que se

habían destinado al establecimiento de la biblioteca pú-

blica. El fondo inicial de dicha biblioteca había sido la

librería expropiada a la Compañía de Jesús en 1767. La

donación ascendió a cerca de cien libros,

Los quales remito a V.M. con encargo de que

se sirva, anotándolos en el Libro de Librería

de ese Colegio, con expresión de esta aplica-

ción, noticiarme de su recibo con la misma

individualidad para resguardo, y gobierno…,

Entre la extensa lista de donantes,podemos incluir nombres como los de don Juan Eloy de Valenzuela y Mantilla,

Liborio Zerda, Jorge Tadeo Lozano o monseñor Rafael María Carrasquilla,quien dejó 700 volúmenes, entre los cuales se encuentran varios incunables.

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de los cuales podemos destacar seis tomos de Glosa de

lira en folio y pasta antigua,15 ocho tomos de Silveira,

expositor, en folio pergamino, ocho tomos del Curso del

derecho civil y canónico, dos tomos de Villarroel en folio

pergamino, dos tomos de Gibalino de Usuris en folio

pergamino, y 21 tomos pequeños, a saber, tres Virgilios,

tres Ovidios, dos de Cicerón, un Quinto Curcio, una Gra-

mática griega, Fábulas de Esopo, un Marcial, un Salustio,

un Claudiano Suárez, un Sánchez, un Balerio Máximo,

un Ausonio, un Lucano Mañes y un Selecte Patrum.

El rector don José Joaquín de Guzmán, en la nota de

agradecimiento, anotó que los colegios son las oficinas

donde se hallan las más plausibles esperanzas de las repú-

blicas en la educación de sus nobles, que resultan en in-

comparable beneficio de ellas, por lo cual eran el lugar más

idóneo para sacar provecho a dichos libros duplicados.

El encargado de custodiar la Librería fue siempre un

alumno, que durante la época colonial se conoció con el

nombre de ‘familiar’, es decir, un alumno que, por pres-

tar algún oficio en el colegio, podía gozar de educación

gratuita.

Más de dos siglos desde el primerinventarioSegún Roger Chartier,

Inventariar los títulos, clasificar las obras, dar

un destino a los textos, fueron operaciones

gracias a las cuales se hacía posible el mun-

do del ordenamiento de lo escrito.16

De ello ha quedado constancia sobre todo en las ano-

taciones que los alumnos dejaron manuscritas en los

mismos libros, como la que escribió el bachiller don Ig-

nacio Tejada:

En el año 1782 tuvimos mucho trabajo en

ordenar y hacer útil esta Biblioteca que antes

casi fue abandonada, o más bien descuidada,

por la incuria de los rectores anteriores.17

Igualmente, en el inventario que se realizó en 1800

bajo el rectorado de don Fernando de Caycedo y Flórez,

se registró que la estantería había sido costeada a expen-

sas del rector y que los libros habían sido numerados y

ubicados en los estantes en orden consecutivo. Para su con-

sulta se elaboraron tres índices: numérico, según la coloca-

ción de los libros en sus respectivos estantes, cajones, y

orden de volúmenes, alfabético, “con

arreglo a la letra inicial del apellido de

los autores”, y temático, ordenado por

facultades, semejante a un catálogo

moderno.

Uso y abusode los librosLos libros no podían salir del co-

legio, bajo pena grave, pero el en-

canto y placer que ha constitui-

do poseer un libro hizo que al-

gunas veces los colegiales y aun

los catedráticos sustrajeran fur-

tivamente alguno que otro ejemplar. Varias

misivas acusando a los infractores se produjeron al respec-

to, como la que envió en 178418 don Joaquín de Darrechea

y Urrutia al rector:

Yo palpé esto trasegando algunas librerías

particulares, en que encontré libros pertene-

cientes al Colegio Mayor del Rosario, cons-

tando su pertenencia por sus rótulos, y lo

más doloroso, que algunos fueron los pri-

mitivos, y los mismos de la herencia de su

fundador. Vaya uno de los casos de mi rela-

ción. Por muerte del Oidor don Antonio

Verástegui, se puso en feria su copiosa Li-

brería. Después de muy desmembrada, lle-

gué yo a ella solicitando tomar algunos li-

bros; y entre los que vi con deseo de com-

prarlo, fue uno de Thesauro de la lengua

castellana de Covarrubias; pero habiéndolo

abierto, y reconocido por estar rotulado, que

pertenecía al Colegio Mayor del Rosario de

BIBLIOTECAS DEL MUNDOEl palacio de la Biblioteca Queriniana de Brescia,

encargado al arquitecto Marchettipor el cardenal A. M. Querini, fundador de la biblioteca.

Grabado de 1751

Foto: Saporetti, Milán, Italia

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Santafé… ¿Quién no se dolerá al ver sólo el

segundo tomo de la Álgebra de Nicolás Mar-

tino Neapolitano, cuya obra íntegra la donó

Don José de Herrera? Así se halla mutilada

la librería del Colegio del Rosario, a pesar

de las terribles conminaciones del Fundador.

Pero no fueron solamente colegiales y catedráticos

quienes mermaron la valiosa Librería. A lo largo del siglo

XIX, en varias oportunidades, el gobierno nacional inten-

tó, algunas veces con éxito, arrebatarles a los rosaristas lo

que con tanto celo habían logrado reunir.

El 20 de mayo de 1817 el rec-

tor del colegio, don Domingo

Tomás de Burgos, reclamó a las

autoridades virreinales que por

orden del general en jefe don

Pablo Morillo “ha el espacio de

once meses se halla aquel

claustro sirviendo de Cárcel,

y sin que pueda darse un fo-

mento a las letras a que an-

hela la juventud”. El claustro

fue devuelto inmediatamen-

te, pero la Librería quedó

algo desvalijada.

Continúa el saqueoEl 9 de octubre de 1848 don José Ignacio de Márquez,

rector de la Universidad del Primer Distrito, le informó al

rector don Venancio Restrepo que, en virtud del decreto

ejecutivo del 6 de junio, la biblioteca del Rosario

debe unirse a la de San Bartolomé, y así se

verificará.19

Finalmente, esta orden no llegó a concretarse. Años

más tarde, el 10 de septiembre de 1860,

[…] el ciudadano presidente ha resuelto hoy

lo que sigue: Autorízase al señor intendente

nacional de Cundinamarca para que decrete

la expropiación del uso de la parte baja del

edificio del Colegio del Rosario de esta capi-

tal para prisión de los presos de cargo del

Gobierno general.20

El señor Gutiérrez Lee tomó posesión del edificio y

se hizo cargo del Colegio. El rector, don Andrés María

Pardo, protestó airado, y mandó imprimir en la imprenta

de El Mosaico un volante titulado “Colegio del Rosario”,

en el cual anotó:

[…] El Colegio ha sido ocupado en el instante,

y se ha comenzado a convertir en cárcel, aun

antes de tener lugar el cumplimiento de las

terminantes disposiciones de las leyes sobre

expropiación… He creído de mi deber publi-

car lo ocurrido sobre este negocio, para que se

conozca que he defendido los intereses del

Colegio hasta donde ha estado a mi alcance…

Soy el más insignificante de los hijos que han

salido de los claustros del Rosario, pero no el

menos resuelto a defender sus intereses.21

El Claustro fue devuelto el 3 de agosto de 1861, y la

librería sufrió nuevas pérdidas.22

Pero aún faltaba lo peor: la guerra civil de los Mil

Días. En noviembre de 1899 el gobierno nacional se apo-

deró del edificio del Rosario, el cual fue convertido inme-

diatamente en una división del cuartel del Ejército Nacio-

nal. El rector, monseñor Rafael María Carrasquilla, debió

entregar el claustro y guardó los objetos valiosos, entre

los cuales se encontraba la Librería. En un salón había

cerrado la puerta y la remachó con fuertes barrotes al

muro; pero tanta precaución no valió porque, en 1899,

un joven se dirigió a la casa del rector para indicarle que

al realizar una compra en la plaza de mercado, ésta se la

habían envuelto con una hoja impresa que correspondía

a la portada de los Comentarios de Cujacio sobre el cuer-

po del derecho, editado en Venecia en 1758, y que lleva-

ba impreso el sello del Colegio del Rosario. Según el in-

forme presentado por monseñor Carrasquilla,

[…] recomendé a un empleado del Colegio,

que por el destino que a la sazón desempe-

El encargado de custodiar la Librería fue siempre un alumno,que durante la época colonial se conoció con el nombre de familiar, es decir, un alumno

que por prestar algún oficio en el colegio, podía gozar de educación gratuita.

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ñaba tenía entrada al edificio, para que in-

formara de la suerte de la biblioteca. ¡No

existía ni un volumen!, ni tampoco los es-

tantes que los sostenían! Los soldados se

repartieron los libros y los vendieron al peso

como papel de envoltorios en las pulperías

y en los bodegones que frecuentan.23

Finalmente, se dio aviso a la policía y se rescató bue-

na parte de la antigua librería. A comienzos del siglo XX,

monseñor Carrasquilla se dio a la tarea de construir la

estantería que ha perdurado hasta nuestros días, para lo

cual no escatimó en gastos. En diciembre de 1923, el doc-

tor y colegial Rafael A. Sarmiento Núñez ordenó los li-

bros en los estantes por tamaños, comenzó a numerarlos

en marzo de 1924 y terminó de hacerlo en agosto del

mismo año; hizo las tarjetas el colegial don Miguel

Santamaría y de ellas sacó, bajo la dirección del vicerrector,

don Jenaro Jiménez, y en asocio con el doctor Sarmiento,

los originales del catálogo, que se empezó a imprimir en

septiembre de 1924 y se terminó en mayo del año si-

guiente. En febrero de 1925, el colegial Santamaría, ayu-

dado de los alumnos oficiales José Holguín y Eduardo

Sáenz, comenzaron a poner los tiquetes interiores, obra

que se terminó en primero de junio. Trabajaron todos

con amor y veneración al Claustro.24

En el recinto del Archivo Histórico, donde reposa la

Librería Antigua, se guardan, además, los documentos re-

lativos a la historia de la Universidad del Rosario, entre

los cuales se encuentra el expediente genealógico que pre-

sentó el 14 de octubre de 1781 el colegial y mártir de la

independencia don Jorge Tadeo Lozano y González

Manrique.

NOTAS

1 Isaac F. HOLTON, La Nueva Granada: veinte meses en los Andes,1857. pág. 278.

2 Nuevo Diccionario de la Lengua Castellana. París, Librería de Rosay Bouret, 1853.

3 Igual denominación se usó en los colegios mayores y universida-des hispánicas.

4 Nuevo Diccionario…, op. cit.5 La Biblioteca Central, con el nombre de Antonio Rocha Alvira, in-

cluye los libros adquiridos desde 1931 hasta la fecha.6 Con puerta de salida hacia la calle, hoy en día carrera 6ª.7 Donde hoy en día funciona el Teatrino.8 Constituciones del Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario,

Madrid, Juan Nogués, 1666, Título I, Punto III.9 Idem,, Título III, Constitución VII.10 Ibid.11 Constituciones del Colegio de Santiago de Zebedeo, que erigió en

Salamanca el ilustrísimo príncipe Alfonso Fonseca y Acebedo, ar-zobispo de Toledo.

12 Javier OCAMPO LÓPEZ, Historia básica de Colombia, Bogotá, Pla-za y Janés, 1994 pág. 165.

13 Archivo Histórico del Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosa-rio [A.H.C.M.N.S.R.], caja 4, folio 203v-205.

14 Idem, caja 6, folios 234-235.15 Estos 6 libros fueron de la Compañía de Jesús. En la primera pági-

na, en letras manuscritas, dice: “De la Compañía de Jesús deSantafé. Duplicado”.

16 Roger CHARTIER, El orden de los libros. Lectores, autores, biblio-tecas en Europa entre los siglos XIV y XVII, Barcelona, Gedisa, 1996,pág. 19.

17 Librería Antigua, estante 10, Nº 151.18 A.H.C.M.N.S.R., caja 92, folios 499v-500.19 Idem, caja 35, folio 130.20 A.H.C.M.N.S.R., caja 42, folio 72.21 Ibid.22 Idem, caja 44, folio 30.23 Informe del Rector al Ministerio de Instrucción Pública.24 Librería Antigua, estante 30, Nº 200.

MARÍA CLARA GUILLÉN DE IRIARTE

Directora del Archivo Históricodel Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario.

Fotos Julio Flórez

BIBLIOTECAS DEL MUNDOBiblioteca Forbes Mellon

Clare College, Cambridge, Reino Unido