La Biblioteca de Felipe II en El Escorial

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1. Puerta principal del monasterio del Escorial. La biblioteca ocupa los pisos superiores

La biblioteca de Felipe II en El Escorialpor

ROBERTO GUILLN ALONSO (Monarqua de Espaa)

Si cerca de la biblioteca tenis un jardn, ya no os faltar nada. Marco Tulio Cicern

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Los antecedentes: bibliotecas a lo largo de los siglos

La historia de la biblioteca es casi tan antigua como la de la escritura. Al principio los escritos importantes se guardaban en los templos y en los palacios reales. Las ms antiguas que se conocen se encontraban en Asiria y Babilonia. La biblioteca de Assurbanipal, en Nnive, contaba quiz con ms de diez mil tablillas, algunas de las cuales se encuentran hoy en el Museo Britnico. Ciertos rollos de papiro egipcios tienen ms de cinco mil aos. La biblioteca de Alejandra tuvo una rival competente, Prgamo, cuya fundacin se atribuye al rey Eumenes II (s. II a. C.). En Grecia no haba bibliotecas propiamente dichas, pero algunas colecciones particulares de libros tenan mucho valor por su importancia y su volumen. En Roma, Julio Csar se ocup de establecer bibliotecas pblicas. Una de las primeras fue fundada por Cneo Annio Polin en el Aventino. Especialmente importantes fueron la del Palatino y la2. Estatua moderna de Julio Csar, en Rmini

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Octaviana, fundada por Csar y lamentablemente destruida durante el famoso incendio de la poca de Nern. Pero la mayor de todas en nmero de volmenes fue la que fund el emperador Trajano. Los cristianos tambin guardaban una importante cantidad de libros en sus bibliotecas de Cesarea, Hipona y Antioqua. Con la invasin de los brbaros una parte de esos libros fue a parar a los monasterios. En el Islam destacaban especialmente las de Bagdad y Crdoba. El Renacimiento supuso un nuevo impulso para las bibliotecas, sobre todo en Italia gracias a autores como Petrarca o Bocaccio. Niccol de Niccoli, muerto en 1437, fue un diligente coleccionista de manuscritos, y el papa Nicols V reorganiz la Biblioteca Vaticana. La invencin de la imprenta representa el punto culminante de esta historia.

Bibliotecas espaolas

La primera gran biblioteca de la historia de Espaa fue fundada por Alfonso IX en la universidad de Salamanca, en 1218. Desde 1749 est situada en un nuevo edificio, de estilo barroco.3. Biblioteca antigua de la Universidad de Salamanca

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La biblioteca de El Escorial no fue superada en importancia hasta que Felipe V fundara en 1711 la Real Biblioteca, en el antiguo alczar de Madrid, con fondos particulares de Felipe II y de Felipe IV. En 1716 el Rey le confiri su carcter pblico. Fue enriquecida e incrementada, ya en el4. Felipe V, por Louis-Michel van Loo (1739)

palacio de Oriente, por Carlos III y Carlos IV,

durante cuyo reinado contena trescientas mil obras impresas, cuatro mil manuscritos, tres mil partituras y tres mil quinientos mapas. Esta biblioteca fue la base de la Nacional, establecida en 1836 y trasladada a su edificio actual en 1892.

La gestacin de la biblioteca de El Escorial

Aunque a menudo pasado por alto y minimizado en la biografa de Felipe II, el llamado felicsimo viaje tuvo una influencia notable en la educacin del joven Prncipe. Su padre, el Emperador, deseaba que Felipe accediera a una educacin completa, una preparacin adecuada para la inmensa carga que iba a heredar. Quera que el Prncipe adquiriera una percepcin europea de los asuntos de Estado, y para ello requiri su presencia en el norte en 1547, un ao especialmente importante durante el reinado de Carlos V: acababan de morir Lutero, Enrique VIII de Inglaterra y Francisco I de Francia. Adems, el 5

Emperador acababa de lograr una importante victoria sobre los prncipes luteranos en la batalla de Mhlberg. El momento pareca propicio, con una Europa central pacificada y la posibilidad cierta de restaurar la fe verdadera en toda Europa. El viaje, de tres aos, y a edad tan temprana y decisiva para la educacin de un joven, sin duda influy notablemente en Felipe, en sus ideas, su amplitud de miras e incluso su carcter. Fue un prncipe que se code con protestantes sin5. Carlos V en Mhlberg, por Tiziano (1548)

problemas, que aprendi de su padre a ser

conciliador y a tratar de buscar soluciones pacficas y consensos donde fuera posible. Muy alejado, pues, de la imagen de rey taciturno, intransigente y fantico que ha quedado para la posteridad. Si bien es cierto que las desgracias personales y los contratiempos polticos fueron ensombreciendo el carcter del Rey con el tiempo, el primer Felipe II era un hombre de mentalidad abierta. Las detalladas crnicas de este viaje, especialmente las del humanista cataln Cristbal Calvet de Estrella, junto con las cartas que escriba el

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propio Felipe, nos dan una idea del entusiasmo con que el Prncipe viva cada jornada. A lo largo del viaje, Felipe pudo contemplar imponentes palacios sin parangn en Espaa, rodeados a menudo de cuidados jardines, como en Heidelberg, capital del palatinado del Rin. Herencia de la reciente Reconquista, los castillos espaoles eran an fortalezas militares ms que suntuosos palacios. Felipe vio en Europa cmo deba vivir un prncipe renacentista como eran su padre o l mismo, muy pronto. La cultura en todas sus formas estuvo presente tambin durante el viaje. Le acompaaban, por ejemplo, msicos como Luis Narvez o Antonio de Cabezn. Se preocup especialmente de encontrarse con el pintor favorito de su padre, Tiziano, al que encarg varios cuadros mitolgicos adems de un retrato suyo, con armadura, que se convirti en su favorito, y que coloc en su estudio en Madrid (actualmente est en el museo del Prado). Y tambin en este viaje despert una de sus grandes pasiones, la arquitectura, que ya nunca le abandonara. As, por ejemplo, supervis en aquellas semanas los planos de un ingeniero italiano para la reconstruccin de la fortaleza de Siena.6. Felipe II, por Tiziano (1551)

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Pero fue su estancia en Alemania la que quiz influy ms decisivamente no slo en su decisin de construir El Escorial, sino en la de dotar al monasterio de una gran biblioteca. En efecto, fue en Augsburgo donde pudo contemplar la mayor coleccin privada de libros de la poca, la gran biblioteca de los Fugger. Anton Fugger, cabeza de la familia en aquel momento, era el gran benefactor de la biblioteca, que contaba con ms de diez mil manuscritos y libros. Su inters principal era intelectual y esttico, y haba manuscritos medievales de enorme valor, textos de autores griegos y romanos, de los padres de la Iglesia y de destacados humanistas.1 Es indudable que Felipe deba conocer, al menos por referencias, las clebres bibliotecas del momento, como la Laurenziana de Florencia o la del propio Vaticano. Fue en el Renacimiento, despus de Gutenberg, como bien seal Ortega, cuando la necesidad del libro adquiri vigencia social y el inters personal del aficionado, del coleccionista de libros que va formando su propia biblioteca, trasciende esos lmites individuales y alcanza un inters social, una dimensin cultural que afecta a la colectividad y que puede plantearse, incluso, como una cuestin poltica, como algo que afecta al desarrollo y al gobierno de la nacin.2 Las palabras del prrafo anterior probablemente describen con ms exactitud la intencin de Felipe II al decidir dotar a su monasterio de una biblioteca, que muchas otras aproximaciones ms o menos exticas y extravagantes, como las que recurren a forzadas comparaciones con el templo de Salomn, en Jerusaln.1 2

KAMEN, H.: El enigma del Escorial, Espasa, 2009. SALVADOR, G., introduccin a la Memoria a Felipe II sobre la utilidad de juntar una buena biblioteca, de JUAN PEZ DE CASTRO. Junta de Castilla y Len, 2003.

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Podemos considerar muy importante en la gestacin de esta idea la obra que, al principio del reinado de Felipe II, fue escrita por Juan Pez de Castro. No sabemos a ciencia cierta qu influencia tuvo en el Rey, pues l no encarg esta Memoria; el doctor Pez de Castro la escribi por su cuenta y riesgo, como muchos otros expertos en diversos asuntos de los que afectaban al Estado que acudan, aprovechando el cambio de monarca, a presentar al nuevo sus propuestas en lo que consideraban ms urgente, movidos a veces por inters personal, pero casi siempre con el noble propsito de mejorar la gobernacin de los reinos. El Rey, pues, conocera la obra y, por la configuracin y preeminencia que tendr la futura biblioteca escurialense, podemos aventurar que atendi la Memoria de Pez fielmente, hasta donde alcanzaban sus posibilidades. Pez de Castro hace hincapi en el mucho provecho que puede aportar una biblioteca, a cambio de un gasto moderado. Para tratar de convencer al Rey, usa el autor varios argumentos. Habla en primer lugar, con notable conocimiento, de las bibliotecas de la Antigedad, y del gran aprecio que tuvieron por ellas sus impulsores, los reyes antiguos (egipcios, griegos y judos) y los emperadores romanos. Considera a las bibliotecas no slo fuente de saber, sino tambin de civilizacin. Pero hace adems referencia a los beneficios econmicos que pueden derivarse de la creacin de la biblioteca: trabajo para estudiosos y escribientes, y para las incipientes imprentas. Beneficio aadido es, al mismo tiempo, el evitar que muchos estudiosos tengan que abandonar Espaa para utilizar las bibliotecas

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de otros pases (parece que la fuga de cerebros era ya un problema en la Espaa del XVI). En lo que Felipe II no hizo caso a Pez de Castro fue en la ubicacin de la biblioteca. El doctor la propona en un lugar que fuera residencia habitual del rey, que tuviera universidad, monasterios, colegios y audiencia, y que fuera adems frecuentado por forasteros. No duda que la ciudad que en ese momento cumple todos los requisitos es Valladolid. Pero Pez escribe en la dcada de 1550, cuando la capital an no ha sido trasladada oficialmente a Madrid y El Escorial no es ni siquiera un proyecto. La ubicacin final de la biblioteca, por cierto, ser uno de sus principales lastres, pues al estar tan alejada de ncleos de poblacin importantes ser, en realidad, poco til para las posibilidades que Pez de Castro le imaginaba. Pero no olvidemos que Felipe II nunca tuvo la intencin de hacer una biblioteca de servicio pblico, como las conocemos ahora. La biblioteca de San Lorenzo era para uso privado del propio Rey, de monjes, seminaristas y estudiantes y, en ltimo trmino, depsito de uno de los tesoros de la Monarqua, el saber de libros y manuscritos. Este es el mrito principal que podemos atribuir al Rey: el de comprender la importancia de salvaguardar tales tesoros. La posteridad, pues, le debe estar ms agradecida que sus contemporneos, en este aspecto. Pez finaliza su Memoria con recomendaciones precisas sobre la configuracin de la biblioteca: propone tres grandes salas, siendo la primera de ellas la biblioteca propiamente dicha, que albergue el depsito de los libros. Hace sugerencias acerca de los autores que

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deben figurar y las materias, y exhorta a que prime la calidad sobre la cantidad. La segunda sala sera una especie de museo, aunque el doctor no emplea esta palabra. Cree que debe albergar cartas de marear, mapas diversos, globos terrqueos y celestes, instrumentos astrolgicos y geomtricos, relojes de gran invencin, espejos de extraos efectos, modelos de ingenios y de mquinas de guerra, rboles genealgicos, cosas naturales maravillosas, fsiles, vasos y urnas de la antigedad grecolatina, rboles y frutas de metal con sus colores naturales3 La tercera y ltima sala sera una especie de archivo, y custodiara una serie de documentos que el autor detalla. Adems, Pez indica con toda minuciosidad la decoracin que debe tener cada sala, detallando los retratos que deben colgar de sus paredes, as como los cuadros alegricos en cada una. Todo esto nos lleva con la imaginacin, inevitablemente, a la biblioteca escurialense

que, si bien no responde exactamente al esquema de Pez de Castro,7. Fresco de Pellegrino Tibaldi en la biblioteca del Escorial, representando a la Filosofa rodeada de los principales filsofos de la Antigedad

s

incluye en la prctica casi todas sus recomendaciones.3

PEZ DE CASTRO, J.: obra citada.

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No deja de ser curioso, como seala Gregorio Salvador en la introduccin a la Memoria de Pez, que an hoy en da exista en la Administracin una Direccin General de Archivos, Bibliotecas y Museos. Esto, junto con la configuracin de tantas bibliotecas que vinieron despus, hasta las actuales, muestra que Pez dio en el clavo con sus sugerencias, mostrando el camino para las bibliotecas de la posteridad.

La construccin del monasterio

Qu pretenda Felipe II con la ereccin del monasterio del Escorial? Se han dado muchas razones diversas, y quiz un compendio de todas ellas sea lo ms cercano a la verdad. Si bien es cierto que Carlos V, en su testamento, encargaba a su hijo que sus restos reposaran junto a los de su esposa, la emperatriz Isabel, no parece este motivo suficiente para decidir levantar el mayor monasterio del mundo. Era, sin duda, una de las finalidades del monasterio servir de mausoleo para su dinasta, donde se rezase perpetuamente por las almas de sus miembros. La funcin de palacio del monasterio era muy secundaria. Frente e la imagen habitual de un Felipe II permanentemente enclaustrado en El Escorial, dirigiendo desde all todos los asuntos de su Imperio, lo cierto es que el Rey lo conceba ms como lugar de retiro, siendo el alczar de Madrid su residencia oficial. Por eso sus habitaciones en San Lorenzo se asemejan ms a celdas monacales que a suntuosas estancias palaciegas. Dentro de la concepcin del 12

monasterio como foco de saber, adems de su funcin principal como centro de oracin, el Rey decidi incluir un colegio-seminario, y la biblioteca. Prueba de la gran aficin del Monarca por la arquitectura es la importante coleccin de trazas y papeles que fue reuniendo en un gabinete del alczar madrileo, en el que inclua los planos que dejaban sus maestros de obras y arquitectos al morir, como el propio Juan Bautista de Toledo. Esta costumbre la traslad a San Lorenzo, donde se form un nuevo gabinete de trazas. En l se iban depositando y ordenando todos los planos del monasterio, que estaban disponibles durante la construccin para cualquier consulta; solventando as el desbarajuste que Juan Bautista de Toledo organiz en los primeros aos, cuando sus indicaciones eran escasas, confusas e incompletas, segn le achacaban amargamente algunos aparejadores y el propio prior. Esta coleccin de planos y dibujos nutrira despus las estanteras de la biblioteca, y sera antecedente primero del interesante museo de arquitectura que puede hoy contemplarse en El Escorial. La aficin arquitectnica del Rey no se limitaba al coleccionismo. Como vimos ms arriba a propsito de la fortaleza de Siena, Felipe II intervena cuando poda y aportaba ideas a los arquitectos. En San Lorenzo modific el diseo inicial de la iglesia, decidi doblar la altura del monasterio para que pudiera albergar a ms monjes y estudiantes, e impuls la construccin de la biblioteca. En algunas trazas originales de la construccin del Escorial podemos ver las anotaciones del Rey, e

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incluso sus tachaduras de puertas o ventanas que despus dibujaba a mano alzada en otro lugar. An estando ausente del Escorial, le enviaban planos y modelos para que diera su opinin. Probablemente todo se haca porque era el rey y, en ltima instancia, la obra era suya, pero en honor a la verdad hay que reconocer que su influencia fue positiva, y an decisiva, pues difcilmente podemos concebir un edificio ms perfecto que el monasterio de San Lorenzo. La decisin de Felipe II de doblar el nmero de religiosos (de cincuenta a cien), y con ello la altura del edificio, se produce a los pocos aos de empezada la obra, cuando el primer arquitecto, Juan Bautista de Toledo, est a punto de morir y ya no interviene en la construccin. El edificio empieza a ser muy distinto del inicialmente proyectado, lo que se debe principalmente a la iniciativa del Monarca: el monasterio acabar siendo su criatura. Es en este contexto en el que decide incluir un colegio y seminario, cuya principal dotacin ser una gran biblioteca. As pues, el propsito de Felipe II no es el de construir un gran depsito de libros, una especie de mausoleo paralelo al de sus antepasados para enterrar libros y manuscritos, sino que pretende hacer una verdadera biblioteca, un centro de saber til y funcional. A la muerte de Juan Bautista de Toledo, el arquitecto principal ser Juan de Herrera. Aunque encuentra el edificio ya plenamente trazado por su antecesor, Herrera abordar la parte central, la que incluye la baslica y la zona de ms alta carga simblica, adems de todos los remates y cubrimientos del edificio, diseando elementos arquitectnicos que acabarn por definir un estilo propio, el herreriano.

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Herrera es un profundo conocedor del simbolismo religioso, que se basa en las obras de Raimundo Lulio. En su biblioteca personal colecciona obras de contenido neoplatnico, astrolgico, mgico, alqumico y cabalstico, adems de las del propio Lulio. Esta biblioteca ser donada por su autor al8. Torre noroeste, con el caracterstico tejado diseado por Juan de Herrera

Escorial, y se integrar en la biblioteca del monasterio en

1597, a la muerte del arquitecto. En su momento caus una importante polmica el coste de las obras del Escorial. En una Espaa ahogada por los ingentes gastos que ocasionaba el mantenimiento y engrandecimiento de tan vastos reinos, poda parecer un gasto intil e innecesario el destinado al monasterio. Sin embargo, el Rey nunca vacil en su propsito de terminarlo, y una de sus preocupaciones era no vivir lo suficiente para verlo acabado. Varios cronistas de la poca hicieron sus estimaciones acerca del coste total del edificio. Oscilan entre los 5 y los 14 millones de ducados, pero curiosamente ninguno incluye los gastos que origin la biblioteca: hay que considerar que se adquirieron libros y manuscritos de enorme valor, para llegar a los catorce mil volmenes an en vida de Felipe II.

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Los frailes jernimos del monasterio no estaban entusiasmados con la idea de un colegio en El Escorial. Teman que se perturbara el ambiente de recogimiento y oracin que consideraban propio de tal lugar, y propusieron al Rey que el colegio se creara en la universidad de Alcal. Pero ya se haba afianzado firmemente en el nimo del Rey que El Escorial sera, entre otras cosas, un lugar de estudio, y su criterio se impuso. Colegiales y seminaristas empiezan a llegar en 1575, aunque al principio no pueden alojarse an en sus estancias y tienen que contentarse con el patio de la Hospedera y sus habitaciones anexas, molestando an ms a los frailes El propsito del seminario era captar vocaciones infantiles para profesar en la orden jernima o en el clero seglar. Los nios eran instruidos en gramtica, humanidades y liturgia durante cuatro aos, adems de tomar clases de canto. Tenan a su disposicin tres libros personales: un Arte de Gramtica, un Terencio y un Virgilio, adems de los tiles de escritura necesarios. Las enseanzas pretendidas eran la virtud cristiana, la moralidad y las buenas letras.

La Biblioteca Real del Escorial

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Junto a los motivos ya sealados para explicar la decisin de Felipe II de incluir una gran biblioteca en su monasterio del Escorial, habra que sealar otro ms trascendente, derivado de la posicin del Rey como cabeza seglar de la Cristiandad (segn l mismo se consideraba): el momento de divisin religiosa entre catlicos y protestantes le obligaba a armarse ideolgicamente, fundamentando firmemente las posiciones teolgicas de la Iglesia catlica. Nada mejor para ello que acaparar una ingente coleccin de libros que apuntalaran las razones catlicas, y salvaguardarlos para la posteridad. El Monarca se ocup desde antes incluso de ser rey de coleccionar libros, al principio los que l mismo lea y le parecan tiles y buenos. En 1576, cuando el Monasterio empezaba a ser habitable, Felipe II tena ya ms de cuatro mil libros. A su muerte alcanzaba las catorce mil obras, entre las que se incluan valiosos manuscritos, algunos de ellos en griego, rabe o incluso hebreo. De la forma de adquirir los libros tambin habla Pez de Castro en la obra aludida ms arriba. l recomienda dirigirse al mercado italiano, que ofreca grandes oportunidades y donde la presencia espaola permita jugar con cierta ventaja. Se refera en especial a tres ciudades: Roma, Venecia y Florencia. Y apunta tambin a las posibilidades que ofrecen los monasterios de Sicilia y Calabria, llenos de obras griegas que los monjes ya no saben leer y ofrecen a buenos precios. Por ltimo, las donaciones al rey seran otro buen modo de acumular libros.

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La Biblioteca Real se form con compras en el extranjero, como las del secretario Juan de Verzosa en Roma, o las del dominico Alonso Chacn. El erudito Arias Montano, hebrasta, que ser el encargado de catalogar y organizar la biblioteca, tambin hizo algunas adquisiciones en los Pases Bajos. A menudo los embajadores igualmente gestionaban la compra y el envo de obras que consideraban interesantes, o cuando se pona a su alcance alguna joya bibliogrfica. Pero tambin hay obras del interior de Espaa, de conventos y catedrales, y donaciones testamentarias de nobles y de servidores del propio Rey, como los arquitectos Juan Bautista de Toledo y Juan de Herrera, que legaron al Rey sus libros adems de sus planos arquitectnicos; lo mismo hara el propio Arias Montano. Observamos as que Felipe II inculc en muchos de los que le rodeaban la importancia que conceda a la Biblioteca, pues todos se afanaban en nutrirla y mejorarla en la medida de sus posibilidades. Desde muy poco despus de comenzar las obras del Escorial, empezaron a acumularse en algunas habitaciones del primitivo convento de la villa los primeros libros y manuscritos que el Rey iba donando para la futura biblioteca. Las primeras obras eran teolgicas y msticas. En 1573 se incorporaron los libros de Carlos V, que incluan campos como la astrologa y la astronoma, la cosmologa y la geografa, adems de la teologa. En 1576 Felipe II hizo trasladar todos los volmenes que albergaba la torre nueva del alczar de Madrid, primer emplazamiento de la Biblioteca Real.

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El Rey era aficionado a la lectura, aunque no alcanzaba la erudicin de su padre. Le interesaba poco la literatura en general, fueran obras de ficcin o poesa, y su inquietud intelectual se volcaba en la teologa, la historia, la geografa y la arquitectura. De sus contemporneos segua con especial inters las obras de los autores msticos, y su biblioteca inclua obras de fray Luis de Granada, Juan de vila o Teresa de Jess. Los manuscritos de algunas obras de la santa de vila se cuentan hoy entre las ms imponentes joyas de la biblioteca escurialense. Las habitaciones de Felipe II en El Escorial incluan un pequeo despacho junto a la alcoba. En ste haba un estante sencillo para libros que, al decir del padre Sigenza, era igual que los que los frailes tenan en sus celdas. Por desgracia no sabemos exactamente qu libros figuraban en ese estante, lo que nos hubiera aportado datos precisos sobre las preferencias ms ntimas del Rey, pero podemos suponer que predominaran los de tema religioso; teniendo en cuenta, adems, que Felipe II frecuent El Escorial durante los ltimos aos de su vida, aquellos en los que sus achaques ms le haran temer la inminencia de la muerte, apremindole a poner en orden su conciencia. Las habitaciones del convento antiguo del Escorial acumulaban las obras sin ningn orden. An sin el concepto de biblioteca definido, estas eran un mero depsito de libros. De este desorden se quejaba el secretario Gracin, que acusaba del mismo a los monjes jernimos, al parecer no muy cuidadosos en este punto. En el marco de su gran proyecto de biblioteca, Felipe II encarg a Benito Arias Montano que empezara a catalogar y organizar todas las obras de su biblioteca.

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Arias Montano era uno de los capellanes del Rey, y aos atrs haba participado en la supervisin de la Biblia Polglota de Amberes, que se haba elaborado para renovar la Biblia trilinge del cardenal Cisneros. La de Amberes comprenda cinco lenguas: latn, griego, caldeo, hebreo y arameo. Arias Montano estaba integrado en un grupo de humanistas, orientalistas y arabistas que inclua a Plantino, el prestigioso impresor flamenco. Pese al aval que supona el mecenazgo de Felipe II, impulsor del proyecto y provisor de los fondos necesarios, el papa Gregorio XIII rechaz el resultado final, temeroso de que diera lugar a nuevas interpretaciones que se desviaran de la Vulgata de san Jernimo. Por eso Arias Montano estuvo siempre en el punto de mira de la Inquisicin. Eran unos tiempos muy difciles para cualquiera que se apartara mnimamente de la ms estricta ortodoxia. En aquellos aos sufrieron persecucin fray Luis de Len o el propio san Juan de la Cruz. Como en el caso de fray Luis, contra Arias Montano se cebaron tambin desde crculos teolgicos celosos de su prestigio intelectual. Pero Arias contaba con la proteccin del Rey, por lo que la persecucin contra l se centr en su discpulo y sucesor a cargo de la biblioteca del Escorial, el padre Sigenza. Estos ataques no tuvieron xito en vida de los interesados, pero en 1607 las obras de ambos seran prohibidas. Arias Montano lleg al Escorial en 1577. En los primeros tiempos de la obra, muchos de los que en ella trabajaron vivieron en casas de la villa. Aunque cuando lleg Arias la obra estaba avanzada, y muchas partes terminadas y habitables, l residi en la casa del alcalde Susaa, que haba estado ocupada en los primeros aos por Juan Bautista Cabrera

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de Crdoba, encargado de la carretera de la obra y guarda mayor. Arias Montano tuvo tambin casa en la calle de la Tienda Vieja, una de las ms cntricas de la primitiva villa, y en la relativamente cercana poblacin de Las Navas del Marqus. Parece, pues, que al bibliotecario no le gustaba mucho el monasterio, ni para vivir ni para trabajar. En efecto, hasta 1592 estuvo slo en cinco perodos en el monasterio, siempre cumpliendo rdenes del Rey. Su labor le pareca ingrata y poco estimulante. En 1579 se quejaba al secretario real, Zayas, de servir a esta casa en cosas que un muchacho podra y sabra mejor servir, y por solo memorial de un fraile, verme ocupado en cosas de ningn fruto, con 53 aos a cuestas y con mucha flaqueza y ningn

9. Los seis reyes de la fachada de la baslica, idea de Arias Montano

regalo.4 En otro momento en que fue llamado al Escorial, en 1584, se4

Citado por CARNICER, C. en Vivir en El Escorial, La Esfera de los Libros, 2010.

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quejaba otra vez de que no se tena en cuenta su edad ni su salud. Pese a todo, la labor de Arias Montano en la biblioteca escurialense fue ingente y muy destacada, pues fue capaz de organizarla entera, clasificando y catalogando todos los ejemplares. Alonso del Castillo, mdico morisco, le ayud en la ordenacin de los manuscritos rabes, resultando as uno de los fondos ms ricos de Europa en rabe. Pero Arias Montano es responsable tambin de una de las imgenes ms impactantes que recibe el visitante en El Escorial: la de las enormes estatuas de los seis reyes de Israel que figuran en la fachada de la baslica, mirando precisamente hacia su biblioteca. Suya fue la idea de colocar esas estatuas en lugar tan preeminente, acentuando as el profundo simbolismo religioso, no slo catlico, de todo el monasterio. Arias tambin elabor el programa de pinturas que decoran la biblioteca, probablemente siguiendo a Pez de Castro pero10. Retrato de Benito Arias Montano expuesto en la sala de investigadores del Escorial

aportando sus propias ideas. Este

espacio, el de la biblioteca definitiva, no fue terminado hasta 1594. Pellegrino Tibaldi fue el encargado de las pinturas. La situacin de la biblioteca, sobre la puerta principal y en el eje del edificio, frente a la

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baslica, no se debe al azar, sino que tiene una evidente intencin simblica. El estudio, el conocimiento y la sabidura suponen los primeros pasos en el largo camino hacia la Verdad. Para llegar al altar de la baslica hemos de recorrer todo el monasterio por su centro, pasando primero por debajo de la biblioteca y avanzando despus bajo la atenta mirada de los reyes judos, por el patio que toma de ellos su nombre. Detrs del altar slo est el discreto palacio del Rey, de menor altura, a la sombra de la baslica. La biblioteca se compone de dos plantas. La superior es la librera vieja, que reuna gran cantidad de libros y estaba decorada con diversas curiosidades, sobre todo mapas. La estancia principal, que es la que hoy puede visitarse, est en la planta de abajo. Tiene 54 metros de largo y 9 de altura. Esta sala principal de la librera (pues tal es el nombre que entonces se daba a las bibliotecas, y que se conserva ahora en el idioma ingls) albergaba unos siete mil volmenes, cuidadosamente ordenados en esplndidos muebles de maderas preciosas tradas del continente americano. Estos libros estaban, entonces como ahora, colocados al revs, con los lomos hacia adentro, quiz para proteger las ricas encuadernaciones de piel. Un gran globo celeste presida el centro de la sala (ahora destaca la presencia de una curiosa esfera armilar). Y, escenificando la proximidad de las armas y de las letras, tambin decoraban la biblioteca dos faroles tomados en Lepanto a las galeras turcas, y enviados por don Juan de Austria. La sala principal de la biblioteca est adornada con frescos de Tibaldi, al que ya nos referamos ms arriba. El programa iconogrfico quera

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servir a la funcin que Felipe II daba a su biblioteca, como centro de conservacin y estudio de todo el conocimiento acumulado por la humanidad a lo largo de los siglos, pero siempre como base de la fe catlica. En los dos extremos de la nave estn representadas la filosofa, significada por la escuela de Atenas, y la teologa, simbolizada por el concilio de Nicea. En el cuerpo de la bveda se personifican las siete artes liberales: gramtica, retrica, dialctica, aritmtica, msica, geometra y astrologa. Prueba de la importancia que entonces se daba a esta disciplina, considerada una ciencia tan rigurosa como las anteriores, es que tambin aparece representado el estado de los astros en el momento del nacimiento de Felipe II, segn la carta astrolgica elaborada por Matthias Hacus, astrlogo alemn, que el Rey siempre conserv. Haba dos salas ms pequeas, en el ngulo sur del patio de los Reyes, hacia la baslica, que recogan los manuscritos: unos cinco mil volmenes de valiosos manuscritos espaoles, franceses e italianos, pero tambin latinos, griegos, caldeos, rabes, turcos, sirios, hebreos, persas, indios y chinos. Como vemos, una representacin muy completa del saber universal. Estas salas estaban decoradas, siguiendo una vez ms el esquema de Pez de Castro, con retratos de destacados religiosos, patriarcas, papas y santos. La biblioteca no dejar de crecer a la muerte del Rey Prudente. El propio Felipe II legar a la misma todos sus libros personales, de historia, genealogas, crnicas, misales, tratados blicos, la Biblia Polglota Tambin legarn sus colecciones los sucesores de Felipe II,

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lo que har que la biblioteca alcance los cuarenta y cinco mil volmenes en el siglo XVII.

Esquema

11. Fachada sur del monasterio, junto al pabelln de Convalecientes

Pg. 3: Los antecedentes: bibliotecas a lo largo de los siglos. Pg. 4: Bibliotecas espaolas. Pg. 5: La gestacin de la biblioteca de El Escorial. Pg. 12: La construccin del monasterio. Pg. 17: La Biblioteca Real de El Escorial.

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12. Felipe II, por Sofonisba Anguissola (h. 1564)

Bibliografa

CALVETE DE ESTRELLA, J. C.: El felicssimo viaje del muy alto y muy poderoso prncipe don Phelippe. Sociedad Estatal para la Conmemoracin de los Centenarios de Felipe II y Carlos V, Madrid, 2001. CARNICER, C.: Vivir en El Escorial. La Esfera de los Libros, Madrid, 2010.

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GARCA ORO, J.: Los reyes y los libros: la poltica libraria de la Corona en el Siglo de Oro (1475 1598). Cisneros, Madrid, 1995. GONZALO SNCHEZ - MOLERO, J. L.: La Librera rica de Felipe II: estudio histrico y catalogacin. Servicio de Publicaciones del Real Colegio Universitario Escorial - Mara Cristina. San Lorenzo de El Escorial, 1998. KAMEN, H.: El enigma del Escorial. Espasa Calpe, Madrid, 2009. LIPSIO, J.: Las bibliotecas en la Antigedad. Castalia, Valencia, 1948. PEZ DE CASTRO, J.: Memoria a Felipe II sobre la utilidad de juntar una buena biblioteca. Junta de Castilla y Len, 2003. PREZ RIOJA, J. A.: El libro y la biblioteca. Salvat, Barcelona, 1952.

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