La Avalancha : revista ilustrada. Año 3, n. 66 (8 Diciembre 1897) jrj primera vista producirá...

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do TMeionvln'o el© ~t 8O7.

-*-•*& Se p-u/bllca, -y reparte gratis dos veces a-l.mess.

etírs !¡ DIRECCIÓN Y ADMINISTRACIÓN:

/fÑO III. BIBLIOTECA CATÓLICO-PROPAGANDISTA j ]sj.° 66.vp ií • Tejerla, 24, PAMPLONA.

RAFAEL DÉLORME.

j r j primera vista producirá extrañeza en aquellosjCde nuestros lectores que conozcan de cidas áKa I a persona cuyo nombre encabeza estas líneas

y tengan noticias de su triste fin, que una revista ca-tólica como lo es LA AVALANCHA, conmemore, y nadamenos que en su primer artículo de fondo, la muertede un sectario y no de los de primera lita, en vez dededicarlo á otras tareas de propaganda verdadera-mente cristiana. '

A decir verdad, esta consideración ha detenidodurante algunos momentos nuestra pluma y aun lahabrían llevado a tratar otros puntos relacionadoscon la propaganda mencionada, á no habernos asal-tado y en nuestro humilde sentir con grande oportu-nidad, el pensamiento de que no hay enseñanzas musprácticas ni propagandas más eficaces, que aquellasque se reciben y se hacen al pie de una sepultura,por ser este negocio de la muerte el que decide detoda nuestra vida; de la vida eterna en cuya compa-ración esta vida temporal y transitoria es tan solo elprólogo.

Y como enseñanza y propaganda en pro de la san-ta doctrina católica ¡vaya si la encierra y la propor-ciona la muerte de ese desdichado sectario, con cuyo

• nombre hemos encabezado estas líneas, en un santohospital y solicitado por dos tuerzas tan contrariascomo son las del interés sectario que reclamaba suimpenitencia linal y la caridad cristiana que ansiosa-mente y con lágrimas en los ojos pedía su salvación!

Desgraciadamente, y á no mentir las crónicas delperiódico impío en que Raíael Delorme escribió ensus últimos tiempos, que todo pudiera suceder, sobretodo en el fuero interno del interfecto, éste ha muer-

to impenitente y tal y como querían los sectarios su-pervivientes, para hacer- de su nombre bandera y desu entierro escarnio y befa de las creencias católicas.

No es esto, sin embargo, lo que nos mueve á es-cribir este artículo, pues por desdicha, aunque notantos como el tnlierno deseara, no son pocos lossectarios que mueren en la impenitencia, siquierasean menos los que son enterrados civilmente pGrmiramientos de sus familias que, aunque sumidas enel ateísmo práctico, no siempre se prestan á que elescándalo corone una muerte tan desastrada.

Lo que ha movido nuestra pluma, io que nos im-pulsa á comentar el fin desdichadísimo de Rafael De-lorme, es cierto artículo necrológico de un periódicoliberal que comienza del modo siguiente:

«Hijo de una tamilia distinguida y rica de Velez-Mulaga, educado en el extranjero y con una figurainteresante y atractiva, desdibujada últ imamente porlas vicisitudes de una vida de trabajo, Detorme hu-biera podido ser un feliz burgués, ingeniero de cual-quier explotación industrial , pues tales fueron susprimeras aspiraciones y á realizarías dedicó sus pri-meros estudios y sus primeros años.»

listas, estas líneas son las que nos han movido ácomentar la muerte de ese desventurado periodistasectario, tipo de la bohemia literaria sin casa ni hogar,sucio y harapiento, parroquiano asiduo de tascas yligones y muerto en un hospital ¡á la edad de treintaaños!

¿Comprende eí lector el terrible drama que se en-cierra en estos breves apuntes biográficos?

¿Xo ve en ellos la horrible transformación del hijode familia acaudalada en ifolfo del periodismo secta-rio por el maléfico influjo de las compañías pernicio-sas y de lecturas más perniciosas aún?

«Para Delorme, dice el biógrafo á quien seguimos,era supéríluo lo que para todos es necesario.»

Verdad, añadimos; Delorme no tenía casa ni ho-gar; dormía en la redacción del periódico sectario

318 LA AVALANCHA.

donde trabajaba ó en alguna buñolería; su desaseorepugnaba y su rostro no ofrecía las huellas del aguaque limpia y refresca. ¿Cómo pudieron mudarse entan breve espacio de tiempo las costumbres de aquelhijo de familia distinguida y rica hasta emular y aunsobrepujar á las de los hombres más perdidos enpunto á trato é indumentaria?

Ya lo hemos dicho; las malas compañías y lospeores libros transformaron al presunto ingeniero enperiodista trashumante y sectario de publicacionesque no le pagaban su trabajo, hasta que extenuadode miseria cayó abandonado en medio del arroyo yfue trasportado á un hospital.

Ya en él, los otros sectarios le hicieron trasladará una sala de pago y muerto han pagado su entierroen el cementerio civil. Era lo menos que han podidohacer por un hombre, que á costa de su vida y segúntodas las apariencias, y quiera Dios que en esto nosequivoquemos, de su alma, les sirva ahora de ban-dera.

¡Padres de familia! Vosotros que mandáis á vues-tros hijos á estudiar á las grandes ciudades, acordaosde Rafael Dclorme; más aún, proponadlo á vuestroshijos como un terrible ejemplo de lo que puede ocu-rrirlcs, si olvidando las cristianas enseñanzas que devosotros han recibido, se dejan seducir por las malascompañías y peores lecturas que han llevado al jovenRafael Delorme a morir en un hospital, rechazandolos consuelos de la Religión y el perdón de los extra-víos, que inducido por esas malas compañías come-tiera.

- DIONISIO.

• m • • • • . .

. • CONVERSACIONES.

bueno por acá! Dios guarde á usted, se-don Ignacio: cuanto tiempo sin verlo! lia

C .JAL™ estado enfermo?—Sí, amigo Javier, y por cierto que me he acor-

dado más de una vez de aquella conversación que tu-vimos después del verano, y me ha servido de mucho,porque la doctrina que usted sentó era sólida y bue-na. Algunas de mis noches de insomnio pensaba yoen la soledad de mi cuarto; no podemos estar sincruz; pues aceptaré la de la enfermedad que me vienedirectamente del cielo.

— Eso es discurrir provechosa y cristianamente: yahí verá usted el buen efecto de las conversacionespiadosas. Siempre queda algo: lo mismo de lo maloque de lo bueno, se pega alguna cosa, y de aquí queafirme yo constantemente que todos debemos ser mi-sioneros.

—A ver, esplíqueme eso, que deseo saber cómo loarregla usted, amigo Javier.

—Muy sencillamente: usted y yo, y el vecino deenfrente, y todos debemos predicar con el ejemplo.Las conversaciones nunca aprovechan tanto como él;porque pudiera el que oye pensar, si está persuadidoel que habla ó si lo hace por pasar el rato, echárselasde maestro ó lucir sus dotes de elocuencia, saber etc.,mientras que el que obra, demuestra que tic-ne con-vencimiento y edilica á quien- le observa si procedecon arreglo á la moral cristiana y á la Ley divina.

•—Es verdad.—No ha oido usted aquello de «obras son amores,

que no buenas razones?» De qué serviría predicar conla palabra, si con la acción desmentíamos loque antesafirmábamos con tesón?

—También es ciertísimo eso.—— Por eso conviene dar buen ejemplo en todas

ocasiones: arreglar nuestras acciones ajustándolas ála doctrina cristiana; no faltar á ninguno de los .Man-damientos, practicar las obras de misericordia, de-mostrar en todos lugares y en todas ocasiones, sinque nos acobarde nunca el picaro respeto humano,que somos hijos de Cristo, que no transigimos con

los errores del siglo y evitamos contaminarnos de lacorrupción, que, como ola ngantesca, todo lo envuelvey lo arrolla en sus cenagosas aguas. Si cada uno,profundamente convencido de la bondad y de la cer-teza de lo que Dios nos enseña por medio de la Santamadre Iglesia, obrase conforme á lo que cree, elejemplo ganaría muchos corazones, y la sociedad noandaría tan extraviada como la vemos, corriendo ápasos acelerados hacia el paganismo.

— Por Dios, que no exagere usted, Javier.— Exageraciones? Ese es el estribillo de los que

no quieren entender que se impone la necesidad dedeslindar los campos y que sepa todo el mundo cuáles la bandera que nos cobija y por la cual peleamosen esta milicia perpetua de la vida sobre la tierra...no, señor mío, no exagero al decir que vamos al pa-ganismo; lea usted las costumbres de la Roma de losCésares y estudie las deí siglo XIX y verá que tienenbastantes puntos de contacto,., paganismo en lascostumbres, en los espectáculos, en las diversiones,en las lecturas, en las doctrinas que se predican conel auxilio y tolerancia de los que gobiernan... vamos,que la sociedad fin de siecle, como ahora esta d¿ modadecir, es más pagana que otra cosa, arrastrada por elrepugnante egoísmo, por la creciente indiferencia,por el error que perturba y ciega las inteligencias.

— Y qué hemos de hacer? No recuerda que decíaun autor que las declamaciones son inútiles, porquelas malas costumbres solo las mata el tiempo?

— Pues antes lo he dicho; predicar con el ejemplo:hacer cada cual en su círculo, más vasto ó más estre-cho, lo que debe hacer en conciencia; no en concien-cia errónea que transige con todo y que se forma unamoral acomodaticia, sino con rectitud y practicandolas enseñanzas de la Iglesia. Portarnos como buenos,sin ostentación y sin alardear de católicos cuando nolo exige la ocasión; p¿ro ir siempre derechos á nues-tro lin, sin torcer á la derecha ni á la izquierda aun-que nos censuren ó nos h llaguen. De este modo da-ríamos misiones perpetuamente con el buen ejemplo,que es la mejor predicación y enseñanza.

• . RAQUEL.''

LA ESPAÑA QUE SE VA.

Ilá mil ochocientos y pico de años ya, en un rin-cón de Armenia, y por mandato de un reyezuelo, queá la cuenta debía ser aficionado á los estudios anató-micos, fue primeramente desollado vivo y despuésdecapitado, un humilde galileo, de olicio pescador,enviado allá, como antes lo había sido á otras regio-nes de Asía, para pescar almas de hombres.

De resultas de llamarse mi padre lo mismo queaquel ajusticiado, pasaba cada año por mi casa un día

- ' V--"V v» . •

LA AVALANCHA.

que para toda la familia era el dia grande, el día dedías, «el santo del señor padre,» como decíamos mihermano y yo, ó olas días del amo;» como decía mo-destamente la severa quintañona, que, primero nues-tra nodriza, y después nuestra aya, llamábase, y eraen realidad, «ama de gobierno» de aquella pequeñarepública.

Yo he visto la cara de César cuando aquel ilustreamo de gobierno preparaba en los campos de Farsa-lia su triunfo definitivo: de seguro, aquella frente al-tivamente calva, no se espactaba más al Imaginar losfuturos destinos del vasto imperio, que la de aquellanuestra Providencia doméstica, al ordenar la solem-ne festividad del susodicho gran dia.

Desde la víspera, el corralón de nuestra casa erauna especie de arca de Noé, donde formaban el másdiscorde, no me atrevo á llamarle desapacible, tu-multo, el balar de corderíllos, el gruñir de lechones,el arrullar de palominos, el cacarear de gallinas y elgraznar de pavipollo?, almacenados allí por la obse-quiosa gratitud de pobres labriegos de la comarcaque, después del Cristo de la Salud, creían deber lasuya á ht caritativa asistencia del que llamaban ellos«señor dotor».

Con lo cual digo, como asi es la verdad, que elautor de mis días (téngale Dios en su gloría) era mé-dico.

* Y sin embargo, no era pedante; y aún lo que esmás de notar, profesaba tierna devoción al Santo desu nombre, lo cual prueba que creía en el Dios porquien son, y á quien imploran los santos, es decir, enel Dios católico, en el Dios verdadero, en el Dios denuestros padres.

El padre del mío tuvo muchos hermanas, porcierto grandes tiradores de escopeta, que. habían ca-zado muchos conejos y muchos franceses, y de resul-tas de haberse casado casi todos ellos, el dicho diaentrábase en nuestra casa un indefinible enjambre detíos, primos y sobrinos, cargado cada cual con suscorrespondientes alforjas, que rebosaban de perdices,jamones, chorizos de lomo y otros pescados de aquellitoral.

Pero á bien que, si grande era la buena voluntad,y no mezquinas las dádivas de aquellas proveedores,eran ellos tantos, que para juntarlos en sola una me-sa, no había remedio sino tenderla en forma de ran-cho debajo del emparrado de la huerta.

Mientras se va sentando, aprovecho el hueco, paradecir, que entre las solemnidades de aquel dia, con-1

tábfist; la de ser el único de todo el año en que mihermano y yo no estudiábamos. Kra vacación com-

• . pleta, holgorio absoluto. El ritual de la fiesta pedia. levantarse muy de madrugada, emperejilarse muy

domingueramente, ó como decía con lenguaje pinto-resco el ama, «echarse el baúl acuestas;» desayunar-se con chocolate sacado á pulso, con torrijas y sendashojas de pemil, esto ultimo, por supuesto, despuésde recibida la santa Comunión en la misa que infali-blemente había de celebrar nuestro venerable tío, elPadre Definidor; venido adrede, haldas en cinta, ca-

'- tallero en su muía de paso.El tiempo y las distancias se ajustaban á tan exac-

.. ta medida, que por punto general, bien que nuestroscomensales procedían de diversos pueblos, al volverde la Iglesia nos los encontrábamos ya en el portal dela casa; unos apeándose de los tradicionales carrosentoldados con lona; otros atando á los hierros de las

- rejas cabalgaduras de toda especie y tamaño, enjae-zadas como en día de feria.

¿Quién los había convidado? Nadie: se habían con-vidado ellos, y habían hecho bien. La verdad es quelos esperábamos, y ellos lo sabían asi.

¡Pobre doctor! Ileso había salido de varias epide-: mías; pero milagro era que tan buena dicha pudiese• contar después de los cordiales estrujones y cariñosos

manotazos disparados sobre todo él, á guisa de or-questa del consabido estribillo: «Primo, que sea pormuchos.años.»—«Que los vea usted muy felices, tío.»— «Felicísimos, sobrino.»

A todo esto el ama no decía nada; pero un buenfisonomista la hubiera leido en su gesto, á veces avi-

nagrado, á veces burlón: «¡Felices, felices! ¡Que siquieres! ¡Los felices son ellos, que vienen á sacar labarriga del mal año!»

jBellacona!Ello si, los forasteros aquel dia y allí comían bien;

pero justo es defenderlos contra el juicio temerariodel ama, pues la verdad es que comían bien todos los' -días en todas partes. Y esto, por tres razones a cualmás poderosa: la primera, que tenían qué; la segun-da, que tenían buen estómago, y la tercera, que teTnían buena conciencia. En otros términos: aún nohabían pisado los umbrales de la civilización mo-derna. Ni el diezmo que pagaban á la Iglesia, ni lascontribuciones que pagaban al Estado, poseian latriste virtud de mermarles la renta, ni el apetito, nila paz del alma.

Sin embargo, la imparcialidad de historiador meobliga á sospechar que en e^árrimo de aquella cordialobsequiosidad de nuestros comensales entraban poralgo mas que los platos suculentos del festin, las go-losinas de los postres. Ni el cochinillo tostado, ni elfrite de cordero, ni el escabeche de perdices, ni lasalchicha de venado, ní las albóndigas de jabalí po-dían disputar el triunfo á los ojaldres macizos, ni álos huevos moles, ni sobre todo, al arroz con leche,que en fuentes descomunales de lozu de Talavera nosenviaba puntual la Madre Circuncisión, con el escodode su Orden esmaltado de canela y bordado de alcor-za. Este plato era para el concurso lo que para losmuchachos la rueda final en los fuegos artificiales.

Café no se tomaba, porque todavía entonces esteprecioso brevaje era para los españoles lo que llama-ban ello/ «botica». Pero ea cambio rematábase elbanquete con lo que se llamaba «la sosiega,» es á sa-^ber, con sendos cubiletes de vino más ó menos gene-"roso, guardado como oro en paño para aquel día enel más oscuro rincón de lo que mi tío el Regidor per-petuo, cosechero y gran cazador de codornices, lla-maba con epigramático antojo «su biblioteca.»

En honra de los Benedictinos de nuestra vecin-dad, y á despecho de las envidiosas protestas del tíoRegidor, debo decir que su mosto era aguachirle,comparado al que de sus cepas nos enviaba periódi-camente el procurador' de la Abadía, junto con sushigos pasados, que eran la perla de la comarca.

Aquel fruto de la viña del Señor era el destinadopara remojar el tente-en-pié con que inexcusablemen-te habían de tomar hs once todos los amigos, clientesy conocidos de la casa, que desde Misa Mayor hastala una de la tarde iban correctamente endomingadosá cumplir con el doctor, es decir, á darle los días.Llamábase aquello «el visitón;» y era sabido: apenascada recién llegado tomaba asiento, ya el ama le em-bestía con el redondo azafate de bizcotelas, simétri-camente colocadas en lorma de pirámide, y escolta-das por un cerco de vasos histriados, en cuyo fondode esmeralda relucía el consabido néctar de los frai-les como rubí fundido.

Excusado parece advertir que las bizcotelas eranun triunfo para el ama, pues cuantos conocían la im-portancia de este personaje en mi domicilio, sobretodo los que padecían algún achaque, por nada eneste mundo habrían dejado de alabar aquellas «mani-tas de plata, decían ellos, tan hechas para un fregadocomo pura un barrido.»

Fuese cualquiera el momento histórico, diría hoycualquier pedante, de aquel continuo visiteo y liba-ciones subsiguientes, en sonando á las doce el Ánge-lus, como por obra de un resorte poníase de pié todoel concurso, y se rezaban las tres Ave Martas.

Dada que era la una, tan luego como en el relojde pared de la sala el cuco asomaba su cabecita y sol-taba sus dos consabidas notas, no era menester másaviso para que todos los visitadores desfilaran, cualsi cada uno dijese para sus adentros: «Aquí ya estor-bo.» Y en vano se lo habría callado ninguno, pues yael rumor de platos, vasos y cubiertos que hacia elemparrado crujía, estaba denunciando todo un motinde estómagos impacientes.

Corrían todos en tropel y asaltaban sin orden je-rárquico alguno los bancos de nogal tendidos a l o

320 LA AVALANCHA.

largo de la mesa, excepto el Padre Definidor, cuyoasiento pregonaba el sillón de vaqueta bordado declavos romanos, y erigido á guisa de trono en el tes-tero. Funciones capitales de Su- Reverencia eran,claro está, bendecir primero lo que había de comerse,y después dar gracias á Dios de lo comido:—«Que elaño que viene quiera Nuestro Señor volvernos á jun-tar en semejante dia, y por fin, á todos en la gloria.»— «Amen.»

¡Qué pocos viven ya de aquellos! Algunos de losque empezaban á vivir entonces quizás ya no rezan niantes ni después de comer. Lo han olvidado en losbanquetes patrióticos y en las cuchipandas electo-rales.

El dia se acababa como se había comenzado: ale-gremente; y yo termino aquí su recuerdo comolo em-pecé; con mucha tristeza. Dante sabe el por qué:

ISessum maggior doloreChe ricordarsi del lempo felice,Nella miseria

GABINO TEJADO.

DON ANTONIO ZAPATA.

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Este insigne Prelado, con cuyo retrato honramoshoy las columnas de LA AVALANCHA, nació en la coro-nada villa de Madrid en el año 15^1, siendo sus pa-dres D. Francisco Zapata de Cisneros, Conde de Ba-rajas, Comendador de Guadalcanal y Trece de laOrden de Santiago, con otros muchos títulos, y doñaMaría de Mendoza, ambos ilustres por su alcurnia ypor sus relevantes virtudes. En 16 de Octubre de1̂ 70 fue recibido capellán de Manto en el ColegioViejo de San Bartolomé de la Universidad de Sala-manca, donde después de haber cursado con el mayoraprovechamiento las facultades de filosofía, teologíay derecho, obtuvo el grado de Licenciado en Cano-

REPRODUCCIÓN DE UN GRABADO ANTIGUO.

nes. Nombrado sucesivamente Canónigo de Toledo,Inquisidor de Cuenca y de Toledo, desempeñó estosoficios á completa satisfacción de todos hasta el año1587, en que fue electo Obispo de Cádiz, recibiendola consagración en Madrid de manos del CardenalD. Gaspar de Quiroga, Arzobispo de la Santa IglesiaPrimada de Toledo.

Habiendo quedado vacante la silla episcopal dePamplona por promoción de D. Bernardo de Sando-val á la de Jaén, el Sumo Pontífice Clemente VIIInombró para su cede ríe á Don Antonio Zapata en 1595;y en virtud de poderes legítimamente otorgados, to-mó posesión en su nombre á 23 de Septiembre delaño siguiente su procurador el Dr. D. Juan Coello deContreras, que luego fue Provisory Vicario General,asistiendo al acto y en representación del CabildoCatedral los señores Dr. D. Juan Valles de Sada, Ar-cediano de Santa Gemma, y el Licenciado Ibero,Prior de Veíate. El Prelado hizo su entrada solemneen la Santa Iglesia de Pamplona el día 13 de Marzode 1-597-

No se olvidará fácilmente en esta Catedral la me-moria de tan insigne y venerado Pastor. Conformesestán los historiadores en ponderar su celo apostóli-co por la integridad de la fé, por la observancia de ladisciplina y por la pureza de costumbres. Durantelos años que rigió la Iglesia y Diócesis de Pamplopa,admiraron todos la incansable solicitud de este mo-delo de Obispos en la visita pastoral, en la asistenciaá los divinos oficios y en el paternal cuidado de lospobres. Entre las varias pruebas de su munificencia,merece citarse el retablo del altar mayor de la Cate-dral, que fue construido y dorado á su costa, comolo atestiguan las dos inscripciones que se leen en losjaspes del zócalo; la del lado del evangelio dice así:

,; . ANXONIVS CAP. ' lU_*••.; '.'•"' E P I S C . P O M P . ;

• i . ' ' _ • HOC. D. C. SCALP./ • • ' • TVRAE. T. PIC: •" • ' . ' • • . TURAE. AER. S-

F. C A- S- CIO- 10. : * ^ < : : " -

XC. VIII.

En la del lado de la epístola se lee:

ANTONIVS. •

; ' CAP. EP. POMP.H. O- SANCTISS.D. G. TPL. ORN.A. S. CIO- 10. XC

VIII.

No es menos digno de ser mencionado otro obse-quio que dejó á su Iglesia, en el magnífico trono deplata de mucho peso y exquisita hechura, en el cualse coloca el Santísimo Sacramento durante la Octavadel Corpus y en los oficios de Jueves Santo, y sirvetambién para exponer la Virgen del Sagrario en laOctava de la Asunción. Construyó asimismo la sa-cristía de los Canónigos, adornándola con lujo depinturas, mesas de marmol y espejos; sobre el arco ,de entrada al lavabo se ve el escudo de armas de esteinsigne Prelado y debajo la siguiente honorífica ins-cripción, que le dedicó el Cabildo en testimonio^ degratitud.

ANTONIVS QAPATA PAMP. EPS. £RARIVM HOC 'RERVM SAG. AERE SVO F. A. CIO, 10. XCIX,

POSTM. ARPVS! BVRG. TOLET, SEDEM ET FIDEI SEÑAL"

GVFI. CARD. PVBP. ORN. OBIIT D. XXIII. AP. A. CIO. 10. C

XXXV, IN HANC ECCL. SEMP. MVNIF. AC IN VNIVERS.

MERITIS PLEN,

BENE FACIENTI BENE PRECATOR. • -

LA AVALANCHA. 321

Pero la memoria más grata que Pamplona con-serva de este benemérito Obispo, es el recuerdo de laardentísima caridad que demostró en el año 1599, conmotivo de la horrorosa peste que afligió á la Ciudad.Descubrióse esta enfermedad en Santander el día 5de Noviembre de 159o, por haber entrado en su puer-to un navío cargado de lencería infestada; y propaga-da la peste por distintas poblaciones de España, llevóel contagio á la ciudad de Estella una mujer natutalde Oñate, en Julio de 1597- Por más cuidado que.elRegimje'nto de Pamplona puso en prevenirse contratan "cruel enfermedad, introdújose proato dentro des,us muros, y en 14 de Septiembre de 1599 fue decla-rada la Ciudad contagiada. Hallábase entonces DonAntonio Zapata en la visita pastoral de San Sebas-tian, y habiendo recibido-unacomunicación del Regimiento de • 'Pamplona en que, al mismo tiem-po de hacerle saber el triste es-tado de la Ciudad, le suplicabano üe acercase a ella, pues es-tando fuera podía con más se-guridad ayudar á sus diocesa-nos, «imitando, dice un histo-riador, á lo que en Milán obró«en caso semejante San Carlos»Borromeo, acudió al punto, y«corno por la posta se metió en«la Ciudad con un ánimo inven-«cíble, y vestido de una túnica»de bocací, se arrojó entre los«apestados, 'administró por su«mano los Sacramentos de di-»funtos, y su continua estancia»era el Hospital: no se vio igualnfervor y caridad tan ardiente;«derramó en los necesitados su -»hacienda; cuidó á un tiempo»de la salud de los cuerpos y de«las almas.»

Aún lo describe mejor un tes-tigo presencial, Martín de Seno-siain, Secretario que era déla Ciu-dad en aquel tiempo, en la Rela-ción déla j>este, que dejó manus-crita y continúa todavía inédita.«Acudió el mismo Obispo porsu

. «persona y comenzó á visitarlos«hospitales y gente menesterosa, yendo á las enferme-«rías de los apestados, repartiendo y dando limosnas«con larga mano; y nocontentándose con esto, que por«sí mismo hacia en grande suma, ordenó á. los Vica-»rios y Curas de las cuatro Parroquias, que, tomando«por meurnoria la gente que en cada casa habia, repar-tiesen y diesen según la necesidad de cada uno, una«ración de pan y dinero, ordenando para esto á los«arrendadores de su Obispado acudiesen con puntua-«lidad á los dichos Vicarios co,n la cantidad de pan y«dinero que pidiesen. Y asi se daban en cada semana»de muchas que duró la dicha limosna, quinientos«robos de trigo en pan y mil quinientos reales en di-»nero por mano de los dichos cuatro Vicarios. Y esto«sin contar la limosna que el dicho señor Obispo da-«bajpor su persona y su limosnero á pobres vergon-«zantes en mucha cantidad; y antes de esto fue tam-«bien mucha la que dio por mano del Regidor que«andaba en la ronda de las calles; y es cierto que de-jando aparte los secretos juicios de Dios, como tan«misericordiosos é incomprensibles, que si no fuera«por esta limosna que duró todo el tiempo de la en-«fermedad, hubieran muerto más de seis mil perso-«nas de sola hambre; y no solo se siguió este benefi-«cio, empero se excusó el inconveniente y daño que«pudiera suceder de que los dichos pobres opresosnde necesidad anduvieran por puertas y calles pidíen-«do; lo cual no hacian porque la limosna que por el»señor Obispo se les daba, era en suficiente cantidad»para sustentarse.»

Tal ejemplo de caridad encendió los corazones delos hijos de Pamplona en alabanzas á Dios y en agra-decimiento a su amado Pastor; y por consejo suyo elRegimiento de la Ciudad hizo al Señor un voto quehoy se conoce con el nombre de Las Llagas, y quedesde entonces constituye el parte del escudo dePamplona. El dia 17 de Octubre de 1599, cuandotoda la población se hallaba contristada por el avancede la peste. Don Antonio Zapata, marchó procesíonal-mente, con todos los fieles que pudieron, asistir, á laiglesia parroquial de San Lorenzo; y entrando en lacapilla de San Fermín, pusiéronse de rodillas frenteal altar todos los Regidores con velas de cera blancaen las manos. Celebró el señor Obispo misa rezada, ydespués de haber comulgado, volvióse con el Santísi-mo Sacramento en la mano: y cuando acabó de decirEcce Agnus Deit ecce qui tollit fieccata mundí, repitien-do tres veces Domine non sum dignus etc., el*Regidor

NAVARRA.—IGLESIA DE SAN MIGUEL EN ESTELLA.

Cabo del Burgo leyó en voz alta el siguiente magnífi-co documento:

«Señor Dios todo Poderoso y sempiterno! Yo Don«Miguel de Donamaria, aunque por todas partes in-«digno de vuestro divino acatamiento, Regidor de«esta Ciudad, en mi nombre y en nombre de Pedro«de Herdara, Ojer de Inza, Juan de Lizarazu,, el li-«cenciado Juan de Suescun, el licenciado Miguel de«Bayona, Lope de Vaquedano, Fermín de Arizcun,»Juan de Verástegui y Juan de Vertiz, Regidores, y«de toda esta Ciudad, movidos con deseo de serviros»y honrar á los bienaventurados santos San Fermín«nuestro Patrón, y San Sebastian- y San Roque, de«cuya intercesión nos queremos valer en esta necesi-«dad presente de la peste de esta Ciudad y en todas«las que tuviere, PROMETO delante de la sacratísima«Virgen María nuestra Señora y de toda la corte ce-«lestiat, y de todos los que están en esta iglesia pre-«sentes, en manos de Don Antonio Zapata Obispo de«Pamplona, á vuestra Divina Magestad, que todos«los años desde agora para siempre jamás la víspera»dei bienaventurado San Fermín nuestro Patrón, en«cualquier tiempo que se celebrare su fiesta, y la vís-«pera del bienaventurado San Sebastian, no se come-»rá carne en esta Ciudad, antes será como el dia del»viernes; y al señor San Roque se le hará una hermi-»ta de su vocación, á la cual se hará procesión en su«dia en cada un año, con la solemnidad que esta Ciu-»dad acostumbra hacer en semejantes días que tiene«por voto. Pues á vuestra inmensa bondad y clemen-

322 LA AVALANCHA.

»cia suplico humildemente por la sangre de Jesucristo«nuestro Señor y por la intercesión de estos santos,«recibáis esta pequeña ofrenda de esta Ciudad, m¡-«randola con ojos de misericordia, librándola déla«peste y de cualquiera enfermedad contagiosa y muy«particularmente de las enfermedades de las almas;«y á nosotros nos deis gracia, como nos la habéis da-«do paru desear y otrecer esto, para cumplir con la)>obh'gacion que nos habéis puesto y acudir en todo»al mayor bien de esta Ciudad. Fecha hoy Domingo«diez y siete de Octubre de mil quinientos noventa y»nueve, en Pamplona en la Iglesia de San Lorenzo.»

Una vez terminada la lectura, todos tos Regidorespresentes firmaron el documento en presencia de Je-sús Sacramentado, y recibieron la sagrada Comuniónde manos del señor Obispo; el cual, habiendo sabidola revelación que había tenido un ejemplar religiosode Calahorra, dispuso otra función solemne para al-canzar de Dios el remedio de !a peste; y habiendoreunido al pueblo el día I J de Noviembre del mismoaño en la Parroquia de San Cernín, celebró misa re-zada en la capilla de San Nicasio, donde comulgó átodos los Regidores; bendiciendo y distribuyendoluego á aquellos y á todo el pueblo unas cédulas ó se-llos de pergamino en que estaban grabadas la Coronay cinco llagas del Salvador, conforme á la dicha reve-lación; y á los quince días de celebrada esta ceremo-nia, desapareció por completo la peste de Pamplonay sus cercanías, dejando en todos los pechos unaamorosa gratitud á Dios nuestro Señor y una fervo-rosa devoción á las sagradas insignias de las CincoLlagas, no menos que un encendido afecto á su ve-nerado Obispo Don Antonio Zapata, á cuyas fervoro-sas oraciones atribuían todos la terminación del ho-rrible contagio de la peste.

¡O felix Irania, qux ialem ac tanliun mcruisti haberePaslorem! • . •

• III.

No tuvo la Iglesia de Pamplona la dicha de gozarpor mucho tiempo á tan venerable y dignísimo Obis-po. La fama de sus heroicas y señaladas virtudes lle-gó á oídos del Rey D. l'elipe III, quien en el año 1600le presentó para el arzobispado de Burgos, aceptandoel Papa Clemente VIH la propuesta y nombrando pa-ra sucederle a D. Fr, Mateo de Burgos, por su bulade 25 de Septiembre del referido año. Lloraron losrieles de Pamplona la marcha de su querido Pastor,quien, desde que empezó á gubernar la nueva Iglesiaque le había sido confiada, se distinguió por su ar-diente caridad para con los pobres y por su liberali-dad y munificencia, principalmente en lo que se rele-ría á gastos de la catedral, en la que hizo construir ásus expensas el coro y el trascoro, en cuyas obras seinvirtieron cuantiosas sumas. VA mismo Papa Cle-mente VIII íe nombró Cardenal con el título de SantaCruz de Jerusalen en 13 de Septiembre de IÍJOJ, yrenunciando entonces la mitra de Burgos, pasó á Ro-ma en calidad de Protector General de España. Deregreso á la península fue nombrado del Consejo delistado., en cuyo cargo permaneció en Mndrid hasta elaño 1620, en que fue hecho Virey de Xápoles; altopuesto que Don Antonio Zapata desempeñó con elmayor acierto y sulriendo no pocas amarguras, comopuede verseen los historiadores, hasta el año 1622,en que iué sustituido por el Duque de Alva.

Después de su vuelta á España, fue escogido en1625 para gobernar el arzobispado de Toledo, por elSerenísimo SenorCarden.il Infante Don Fernando.Dos años más tarde fue nombrado Inquisidor Gene-ral, siendo una de las mas importantes funciones,que tuvo que desempeñar en este empleo, la de asistircon los Reyes al auto de fe, que él mismo dispuso ymandó se celebrase en la Plaza Mayor de Madrid,para el castigo de los judíos que, robando niños, re-novaban la pasión de Jesucristo en la calle de las In-fantas, en unas casas en que después se construyó coneste motivo el convento de Capuchinos de la Pacien-cia, que fue derribado en 18-36 y es hoy la plaza deBilbao. En la referida época era ya muy anciano el

Cardenal, y renunciando á todos los honores y car-gos, trató de disponerse para morir, retirándose paraello á la villa de Barajas, de donde Dios le llamó á sutribunal para darle el premio merecido á sus virtudesy buenas obras en 23 de Abril de 1635 á los 84 añosde su edad, siendo sepultado su cuerpo en el conven-to de religiosos de San Francisco de aquella villa,como él lo había dispuesto.

Traíanle ios historiadores de Obispo ejemplar ypríncipe dignísimo de la Iglesia. D. Nicolás Antonio,haciendo mención de los altos puestos que obtuvo,dice que iué un varón tan perfecto en virtudes comoen honores y que estos fueron justamente debidos'áaquellas. Dejó escrito un Discurso de la obligación enconciencia y justicia que los l^rehdos tienen en proveerbien las dignidades y benejicios eclesiásticos. Ignórase sihizo testamento; pero se sabe de cierto que al morirdejó una grandísima herencia, la más preciada deapóstol de Jesucristo: las lágrimas-de.^!03 pobres*/

RELIGIÓN CÓMODA.

Vamos á ver si digo de memoriaUna lección que me aprendí al dedillo,Allá en mis- buenos tiemposPara ciertos examenes de historia.Procuraré atar cabosA íin de recitarla exactamente.La lección a que aludo es la siguiente:A mediados de un siglo muy glorioso,Del siglo diez y seis, vivía un hombreQue llevaba, tijarse bien, por nombreMartin ó Don Martin y su apellidoPor cierto era bien triste y bien severoComo que huele á lutos,Pues era nada menos que Luterco.Apellido en verdad de mal agüero,Pero esto no hace al caso, .Sigámosle en su vida paso á paso. - •Don Martin al principio no era impío,Sino muy al contrario, era piadoso;Después fue cuando armó el célebre lío.Lutero en sus comienzos, discurriendoComo hombre despejado y muy profundo,Un día resolvió dejar el mundoDespreciando sus Jocas vanidades.Y el hombre muy feliz y muy contentoSe retiró del siglo y fue a un convento.Hasta aquí su conducta es excelente,No hay nada que tachar. Bueno, corriente,Pero el Padre Martin sintióse herido,Porque á un religioso de otra OrdenSe le hubo conferidoUn sermón, que sin duda confiabaPoderlo predicar. ¡Aquí fue Troya!El Padre Fray Martin se puso serioY no anduvo en chiquitas. De seguida,Ahorcando los hábitos de fraile,Saltó con rapidez del monasterioProponiéndose armar el gran tiberio.Entonces el señor Martin tunoso N

Ladró contra la Iglesia cuanto pudo,Como un lebrel rabioso,Y ensanchó de tal modo su concienciaQue le imprimió la forma de un embudo.Después hizo otra cosa,Es bueno que el que no sabe la sepa.Buscó una alegre Pepa(Les advierto que ya sé lo que me hablo)Y se fueron los dos por esos mundos...De Dios iba á decir ¡qué disparate!Por esos mundos del maldito diablo.Como él vivía en vil concubinatoNo hay para qué decirlo,

LA AVALANCHA. 323

Puso de vuelta y media al celibatoSin andarse en ambages ni rodeos.Y, como es natural, se dio á lar, juergasY á una vida s¡n freno á sus deseos.Sobre esta infame y degradante normaInundo una religión; extraño pistoDe dogmas inventados é inmundiciasQue á boca llena apellidó reforma.¡Jinojo! ¡habráse visto,Lutero reformando á Jesucristo!De todo este conjuntoDe datos que la historia nos refiere,Con inflexible lógica se infiereQue Don Martin lué un •punto, - <Un punto, si, repito y no de aguja.En íin hablemos claro:Que Martin fue un impúdico granuja.'lerminé de explicar. ¿Qué tal, señores?(¡Qué les parece la lección de historia?Sin duda que contiene mucha escoria;Pero todo es verdad; no es un invento,Bien saben que no miento.Lo que yo no comprendo ¡qué locura!Es que siendo verdad lo que les digo,Poniéndoles la historia por delante,Exista en todo el orbe un protestante.Y existen, sin embarga, estos herejesDe alma negra y vacía calavera,Que quieren imponernos sus doctrinas;Y vienen los pastores protestantes

'or amor... á las libras esterlinasCon que alguno les paga RUS misiones.Que no por el afán de predicarnosEstúpidos sermones.Gente que estas doctrinas nos endilga¿No estarla mejor en la pocilga?

D'EUÁN.

NUESTROS GRABADOS.

IGLESIA DE SAN MIGUEL EN ESTELLA.

La puerta de este templo nfrece gran Ínteres parael estudio de transición del estilo románico al gótico:de cuantas en Navarra existen pocas pueden compe-tir con ella en riqueza de esculturas. .

Sus archivoltas, su tímpano, los paramentos late-rales están cuajados de estatuas que en las primerasrepresentan tal vez personajes y asuntos bíblicos, enel segundo el Salvador con el libro de la Ley y enactitud de bendecir, rodeado de los cuatro animalesque simholizan á los Evangelistas, y en los últimos ála derecha las Santas .Mujeres visitando el sepulcrode Jesús y á la izquierda un asunto de difícil inter-pretación, aunque claramente se distinguen en el lasfiguras de San Miguel, del dragón y otras cuyo signi-ficado no es fácil adivinar. Sobre los paramentos hayocho estatuas de otros apóstoles. Son de admirar lacomposición, las proporciones y el plegado de los ro-pajes. Como en otros templos de Navarra la portadaprincipal del de San Miguel no ocupa el hastial fron-

tero al presbiterio sino un costado, el que correspon-de á la nave del Norte. Las hojas de la puerta osten-tan adornos de herraje en forma de elegantes vasta-gos, con flores de lis encontradas, que permiten su-poner que su construcción data del siglo XIII ó XIV,

Abrigos fiara los />O&ÍÍ;S.—Llegó la estación de losfríos, y las familias acomodadas están pasando revis-ta á sus roperos para cambiar los trajes de entre-tiempo con los deí invierno.

Quién, en fuerza de las circunstancias realmentedifíciles porque atravesamos; qutén por espíritu deeconomía; quien por otras razones, se contentara conlos abrigos que llevaba el año pasado, echándoles al-guna modificación en obsequio á la imperiosa moda.

Pero, á buen seguro que alguna de aquellas pren-das, por cortas de talle, por ridiculas, por gastaditas,ó por otros motivos, no admitirán en modo algunotransformación sobre transformación y pedirán a vozen cuello el cambio ó la sustitución por otras másdecentes...

l'ues, miren ustedes, hay muchos pobres para loscuales es una excelente limosna el proporcionarlesestas prendas, que para ellos es un gran abrigo, y enla casa de sus dueños para nada sirven.

Las Conlerencms de San Vicente de Paul, quehay en todas las parroquias de Pamplona, y queatienden con sus socorros á multitud de familias po-bres, tienen establecido lo que llaman en el lenguajede la caridad, el Ropero de los pobres, y á él puedenenviar las personas que no pertenecen á tan benemé-rita Sociedad, las prendas de vestir que desechen porno estar en buen uso, y estén seguros que este es uagran medio de que llegue su caridad á remediar ycubrir verdaderas necesidades.

El siglo XX,— Hace diez siglos, en vísperas delaño 1000, todo el Occidente creía en el fin del mun-do: toda actividad había cesado, un sombrío silencioreinaba en todas partes; todos se preparaban paramorir, y hacían testamento en consecuencia; los tes-tamentos se encabezaban con estas fatídicas palabras:A f>propinqu.m¿c muridi termino... El año fatídico lle-gó y el mundo de! cual se habían contado y cantadolos últimos días, sintiéndose latir el pulso, respiró yvolvió al trabajo y á la oración, cubriendo el suelo decosechas doradas y de casas de oración.

Nosotros también estamos en vísperas de un cam-bio de siglo: no son, sin embargo, las angustiosasaprensiones del lin dtíl mundo las que nos aterran;¿pero no asistimos al lin de un mundo? ¡Bien ciegoestá quien no lo vea! Ei mundo que agoniza en el si-glo XIX, será reemplazado por otro. ¿Cuál será? Nose necesita ser gran profeta para predecirlo. Dos ele-mentos luchan: el ateísmo y el catolicismo: dependede nosotros, católicos, el que este último sea vence-dor. Cesemos de dormir.

Fratres, hora esijam nos de somno surgere!Levantémonos, y con.la ayuda de Dios, trabaje-

mos.

El !)r. Sarda.—Tenemos la satisfacción de comu-nicar á nuestros lectores, que, en carta que recibimoshace muy pocos días de nuestro respetable amigo elinsigne propagandista católico y ejemplar sacerdoteDoctor 1). Félix S^rdá y Salvany, nos dice lo siguien-te este celoso escritor: '.'Gracias á Dios, estoy bien dela pasada molestia, que fue sencillamente una fuerteirritación intestinal con amago de peritonitis, que eslo que ofrecía tal vez algún cuidado.»

Alucho celebramos el poder dar á los socios de laBiblioteca Católico-Propagandista tan consoladoranoticia y rogamos á todos los lectores de LA AVALAN-CHA pidan á Dios en sus oraciones nos conserve pormuchos años al ilustre autor de El Liberalismo es pe-cado, de quien tanto puede esperar todavía la Españagenuinamente católica.

324 LA AVALANCHA.

¡Dios se lo pague!—De nuestra distinguida cola-boradora, la inspirada y fecunda escritora católicaRaquel, hemos tenido la honra de recibir veinticincoejemplares del precioso folleto titulado Quien siembravientos... que ha publicado recientemente para la bi-blioteca El Buen Combale.

t Agradecemos en lo mucho que vale, á la conocidaescritora que tantas simpatías tiene en Navarra, suatento obsequio. •

Propaganda protestante.—\Zs asombrosa la propa-ganda protestante que se está haciendo en Españadurante estos últimos meses. En Barcelona, en Va-lencia, en Tarragona, en Madrid y hasta Pamplonahan llegado emisarios de la desdichada secta, y enunos puntos levantando soberbios edtíicios que pue-den avergonzar á los católicos, y en otros de una ma-nera hipócrita, tratan de sembrar ¡a semilla del error.

Obligación de los católicos es avisar á todos delpeligro que se corre, favoreciendo especialmente ladifusión de aquellas lecturas que ponen de manifiestolo que en sus orígenes lué el protestantismo y lo quela sociedad debe a tal cúmulo de errores.

Moret y Filipinas.—Al actual Ministro de Ultra-mar no le bastan sus triunfos' autonómicos ni losaplausos de los Estados Unidos, y quiere demostrarque no solo en Cuba, sino que también en Filipinassabe ser un buen liberal.

Nadie ignora la influencia que el Sr. Moret ejerceen el Consejo de Filipinas, por cuyos fueros tantoinferes mustró apenas se había hecho cargo de lacartera de Ultramar.

Pues bien; esa corporación ha exhumado ahoraun decreto del año 70, nada menos, que proclama elestablecimiento en el archipiélago magallánico de lalibertad de la cátedra, y el Consejo pide que se pon-ga ahora en vigor esa disposición. No dejará de pres-tar su concurso á tal acuerdo el Sr. Moret, el hom-bre que en uno de sus últimos discursos pronuncia-dos en su viaje de propaganda política se mofaba deque el Gobierno conservador consultara acerca de losasuntos de Filipinas á los que mejor podían infor-marle, á los frailes, que sostienen con el más íervien-te patriotismo la soberanía de España en aquellasapartadas regiones.

En punto á enseñanza en Filipinas, Moret, á juz-gar por la decisión que nos ocupa, tiene un plan se-culitrizador é impío, que Dios quiera no se realice.

Napoleón I y la Iglesia católica,—Sabido es por laHistoria que á partir de la guerra que empezó á ha-cer á la Iglesia, vio Napoleón I menguar poco á pocosu prestigio y perder sucesivamente cuanto habíaconquistado, viendo á Francia invadida por el ex-tranjero y teniendo 61 que firmar su abdicación enaquel mismo castillo de Fontainebleau donde habíatenido cautivo al Papa Pió VII, el cual regresabatriuníante á Roma, recibiendo á su paso el testimo-nio de la veneración universal, mientras su soberbiocarcelero partía desterrado á la isla de Elba, dondeél había querido desterrar al Papa al principio de supersecución.

En vano trata, al huir de aquella isla y desembar-car en Francia, de reconquistar su trono, pues soloconsigue encender de nuevo la guerra con todas susdevastadoras y terribles consecuencias y agravar susituación después de la derrota de VVaterloo al serconducido á la lejana isla de Santa Elena, en cuyasoledad acabó por reconocer, en medio délos doloresde la expiación, la mano de Aquel «que hace la ley álos príncipes y sabe darles, cuando le place, terriblesy amargos castigos.»

Morir por la Cruz.—Erase un joven tonkinés dediecisiete años, llamado Moi, á quien Dios había des-

tinado para dar una grande lección al mundo católi-co, durante una de las últimas persecuciones desarro-lladas en el Tonktn.

Comparecido ante el juez, éste, favorablementeimpresionado, quiso salvarle la vida.

—Pisotea la cruz—le dijo—y te daré una barra deplata (80 francos). . ; .., •

—Excelencia, es poco dinero. ~ ,— Pues bien, te daré una barra de oro (1.200

francos).—Aún úo es bastante...—¿Cómo—exclamó estupefacto el mandarín,—

no te basta? ¿Pues cuánto quieres?— Excelencia, si queréis que pise la cruz, dadme

con qué comprarme otra alma.Y el joven marchó intrépido y alegre al suplicio.

Un mariscal de Francia y Juana de Arco.—El 31de Diciembre de 1860, un mariscal de Francia que seencontraba en Neulchateau, invitó á sus ayudantes ápresentarse de uniforme al dia siguiente, por tenerque hacer una visita oficial. Amaneció nevando, perono por eso dejaron de emprender en coche el viaje aDomremy, distante 30 kilómetros. Al llegar ante lacasa donde nació Juana de Arco, que era donde iban,quitándose la espada, dijo el mariscal, á sus ayudan-tes: «Haced lo mismo, pues vamos á entraren la casade un ángel, á cuyo lado somos demasiado pequeñospara entrar con armas.» Y el que esto decía era elmariscal Pellissier, vencedor de Malakoff.

Viaje rápido.—En Bélgica acaba de hacerse unacuriosa experiencia. Un señor de Amberes se apode-róde una golondrina, que había hecho el nido en eltejado de su casa, la señaló pintándola con colores yla envió á Compiegne, juntamente con 250 palomas"mensajeras de la Federación Colombóíila.

Al siguiente dia, á las siete y cuarto, fue soltadala golondrina al mismo tiempo que las palomas men-sajeras y, rápida como el rayo, tomó la dirección delNorte, mientras que las palomas describían numero-sas espirales buscando la dirección que debían se-guir.

A las ocho y veintitrés minutos la golondrina ha-cía su aparición en Amberes, y llegaba á su nido. Lasprimeras palomas no volvieron á los palomares hastalas once y media.

La golondrina había franqueado los 255 kilóme-tros en una hora y siete minutos, con una velocidadde 3.455 metros por minuto, ó sea 207 kilómetros porhora. Las palomas no alcanzaron más que una velo-cidad de ()22 metros al minuto, que equivale á 57 ki-lómetros pur hora. * • ,.,

Real orden funesta,—Una de las primeras determi-naciones con que ha empezado su gestión el Sr. Mi-nistro de Hacienda, ha sido suspender las subastas deobras de reparación de templos y edificios religiosos.

No crean nuestros lectores que se trata de 'unamedida general para todas las obras públicas, debidoá la crísLS del Tesoro, y que en la orden de suspen-sión se incluirá no solo á los templos y edificios reli-giosos, sino también á los palacios de autoridades ycorporaciones civiles, a los edificios destinados á es-pectáculos públicos, á los monumentos artísticos éhistóricos no religiosos, y demás construcciones ci-viles.

Nada de eso: la Real orden de suspensión se re-fiere tan solo á las casas del Señor.

La masonería triunfante.—lian sido absueltos loslil i . ' . Pantoja y Caballero de Puga/, acusados de fili-busterismo.

El H. \ Pantoja, según leemos, vuelve á la fiscalíadel Tribunal Supremo. Los masones, pues, triunfanen toda la línea.

PAMPLONA.—Imprenta y Librarla do Joaquín Lorda. Calle Chapltela, número 2.