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LIAHONA LA IGLESIA DE JESUCRISTO DE LOS SANTOS DE LOS ÚLTIMOS DÍAS JULIO DE 2002

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LIAHONALA IGLES IA DE J ESUCR ISTO DE LOS SANTOS DE LOS ÚLT IMOS D ÍAS ■ JUL IO DE 2002

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La milenaria Casa del León, por Grant Romney ClawsonLa Casa del León, edificada en 1856 en Salt Lake City, lleva ese nombre debido al presidente Brigham Young, a quien afectuosamente

se le conoce como el León del Señor. Se le adjudicó ese título después de un discurso particularmente elocuente que pronunció en Nauvoo. El élder Wilford Woodruff anotó en su diario: “El león volvió a rugir esta noche”.

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LIAHONALA IGLES IA DE J ESUCR ISTO DE LOS SANTOS DE LOS ÚLT IMOS D ÍAS ■ JUL IO DE 2002

2 Índice de la Conferencia General y dela Reunión General de las MujeresJóvenes de abril de 2002

SESIÓN DEL SÁBADO POR LA MAÑANA

4 La Iglesia avanzaPresidente Gordon B. Hinckley

7 Los niños Presidente Boyd K. Packer

10 La ley del diezmo Élder Earl C. Tingey

13 Cómo obtener fortaleza interior Mary Ellen W. Smoot

15 “Venid en pos de mí” Élder Joseph B. Wirthlin

19 Cuñas escondidasPresidente Thomas S. Monson

SESIÓN DEL SÁBADO POR LA TARDE

23 El sostenimiento de oficiales de laIglesia

Presidente Thomas S. Monson

24 Informe del Departamento deAuditorías de la Iglesia

Wesley L. Jones25 Informe estadístico, 2001

F. Michael Watson26 Una conversión plena brinda

felicidad Élder Richard G. Scott

29 Amigos verdaderos Élder Henry B. Eyring

32 La obediencia de la feÉlder R. Conrad Schultz

34 Seamos enseñables Élder Robert R. Steuer

36 El Evangelio en nuestra vida Élder Dallin H. Oaks

39 “Consagr[ad] vuestra acción Élder Neal A. Maxwell

SESIÓN DEL SACERDOCIO

42 Lleguemos a ser hombres en quienesesté el espíritu de Dios

Élder L. Tom Perry46 Este sendero que llamamos vida

Élder Ben B. Banks48 Llegar a ser un gran beneficio para

nuestros semejantesÉlder Spencer J. Condie

51 No puede sucederme a míPresidente James E. Faust

54 Ellos oran y siguen adelante Presidente Thomas S. Monson

58 La dignidad personal para ejercer elsacerdocio

Presidente Gordon B. Hinckley

SESIÓN DEL DOMINGO POR LA MAÑANA

62 La cuerda de salvamento de la oración Presidente James E. Faust

69 El otro hijo pródigo Élder Jeffrey R. Holland

72 Para tu bien Obispo Richard C. Edgley

74 El idioma del amorGayle M. Clegg

77 De la oscuridad a Su luz maravillosa Élder Robert D. Hales

80 Por fe andamos Presidente Gordon B. Hinckley

SESIÓN DEL DOMINGO POR LA TARDE

83 Qué firmes nuestros cimientos Élder Russell M. Nelson

87 Vida eterna en Cristo JesúsÉlder John M. Madsen

89 Algunas enseñanzas básicas de la his-toria de José Smith

Élder Carlos H. Amado91 La caridad: amor perfecto y eterno

Élder Gene R. Cook94 Sientan el amor del Señor

Bonnie D. Parkin95 La oportunidad de servir

Élder Gerald N. Lund97 A donde me mandes iré

Élder William R. Walker98 Las cosas apacibles del reino

Élder M. Russell Ballard101 Miramos a Cristo

Presidente Gordon B. Hinckley

REUNIÓN GENERAL DE LAS MUJERESJÓVENES

103 Permanecer en lugares santosSharon G. Larsen

105 Fortalecer el hogar y la familiaCarol B. Thomas

108 Sostén la antorcha en altoMargaret D. Nadauld

111 Caminos hacia la perfecciónPresidente Thomas S. Monson

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .64 Autoridades Generales de La Iglesia

de Jesucristo de los Santos de los Últi-mos Días

115 Se dirigen a nosotros116 Presidencias Generales de las

Organizaciones Auxiliares116 Fuentes de consulta para la instruc-

ción122 Noticias de la Iglesia

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LOS DISCURSANTES DE LACONFERENCIA POR ORDENALFABÉTICOAmado, Carlos H. 89Ballard, M. Russell 98Banks, Ben B. 46Clegg, Gayle M. 74Condie, Spencer J. 48Cook, Gene R. 91Edgley, Richard C. 72Eyring, Henry B. 29Faust, James E. 51, 62Hales, Robert D. 77Hinckley, Gordon B. 4, 58, 80, 101Holland, Jeffrey R. 69Larsen, Sharon G. 103Lund, Gerald N. 95Madsen, John M. 87Maxwell, Neal A. 39Monson, Thomas S. 19, 23, 54, 111Nadauld, Margaret D. 108Nelson, Russell M. 83Oaks, Dallin H. 36Packer, Boyd K. 7Parkin, Bonnie D. 94Perry, L. Tom 42Schultz, R. Conrad 32Scott, Richard G. 26Smoot, Mary Ellen W. 13Steuer, Robert R. 34Thomas, Carol B. 105Tingey, Earl C. 10Walker, William R. 97Wirthlin, Joseph B. 15

ÍNDICE DE TEMASAbuso 58Adversidad 72Amistad 29Amor 7, 29, 69, 74, 91Aprendizaje 111Arrepentimiento 26Asistencia, a la Iglesia 36, 89Autodisciplina 51Bendiciones 10, 54Bondad 58Caridad 91Codicia 69Consagración 39Conversión 26Crecimiento, de la Iglesia 4Cuñas 19Dedicación 39, 97Diezmo 10, 80Dignidad 58Disciplina 111Discipulado 15, 111Docilidad 34Ejemplo 29, 42, 108Elecciones 46Engaño 32Enseñanza 7Envidia 69Escrituras 89Espíritu Santo 29, 34, 42, 46, 77, 103Expiación 72, 83Familia 62, 105Fe 26, 32, 48, 51, 54, 62, 72, 80, 101Felicidad 26, 46, 74, 111Fondo Perpetuo para la Educación 4Fortaleza 13Generosidad 69Gratitud 91, 94, 111Historia, de la Iglesia 4Hogar 105Hospitalidad 4Humildad 34Jesucristo 15, 36, 62, 77, 87, 98, 101Lugares santos 103Luz 77, 80Luz de Cristo 77, 98Meditación 89Metas 46Modestia 108Niños 7, 74

Normas 108Obediencia 10, 32, 34, 36Obra del templo 83Obra misional 54Oración 54, 62, 74, 80, 89, 105Orgullo 32Oscuridad 77Paz 98Perdón 19, 98Plan de salvación 72, 83Potencial 51Preparación 48Profetas 42, 95Protección 7Reconciliación 19Rectitud 108Reverencia 103Sacerdocio 42, 58Sacrificio 15, 105Santidad 103Servicio 13, 36, 48, 69, 95Smith, José 89Sociedad de Socorro 13, 94Sumisión 39, 95Tentación 15, 51Testimonio 10, 87, 94, 97, 101Trabajo 111Unidad 13Verdad 83, 89Vida eterna 87

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LAS GRABACIONES DE LACONFERENCIA A DISPOSICIÓN DELPÚBLICO

En los centros de distribución se pue-den conseguir las grabaciones de las se-siones de la conferencia, por lo generalmenos de dos meses después de la confe-rencia. Véase la página 126 de esteejemplar para obtener más informaciónen cuanto a los DVDs de la conferenciageneral.

DISCURSOS DE LA CONFERENCIAGENERAL EN INTERNET:

Para tener acceso a los discursos de laconferencia general en varios idiomaspor medio del Internet, conéctese conwww.lds.org.

MENSAJES DE ORIENTACIÓN FAMILIARY DE LAS MAESTRAS VISITANTES

Para los mensajes de orientación fa-miliar y de las maestras visitantes, tengaa bien seleccionar uno de los discursosque mejor satisfaga las necesidades delas personas a las que visite.

EN LA CUBIERTAFrente: Fotografía por Craig Dimond.

Reverso: Fotografía por Jed Clark.

FOTOGRAFÍAS DE LA CONFERENCIALas fotografías fueron tomadas por

Craig Dimond, Jed Clark, Kelly Larsen,Ellie Carter, Robert Casey, TamraRatieta, Allexis Duce, Mark Hedengren,Richard Romney, Arnie Angle y CaseyMcFarland.

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LIAHONA, julio de 2002Vol. 26, Número 7 22987-002Publicación oficial de La Iglesia de Jesucristo de losSantos de los Últimos Días, en el idioma español.

La Primera Presidencia: Gordon B. Hinckley, Thomas S. Monson, James E. Faust

El Quórum de los Doce Apóstoles:Boyd K. Packer, L. Tom Perry, David B. Haight, Neal A. Maxwell, Russell M. Nelson, Dallin H. Oaks, M. Russell Ballard, Joseph B. Wirthlin, Richard G. Scott,Robert D. Hales, Jeffrey R. Holland, Henry B. Eyring

Editor: Dennis B. NeuenschwanderAsesores: J. Kent Jolley, W. Rolfe Kerr, Stephen A. West

Administradores del Departamento de Cursos de Estudio:Director administrativo: Ronald L. KnightonDirector de redacción: Richard M. RomneyDirector de artes gráficas: Allan R. Loyborg

Personal de redacción:Editor administrativo: Marvin K. GardnerEditora administrativa ayudante: Jenifer L. GreenwoodEditor asociado: Roger TerryEditora ayudante: Lisa Ann JacksonRedactora adjunta: Susan BarrettAyudante de publicaciones: Collette Nebeker Aune

Personal de diseño:Gerente de artes gráficas: M. M. KawasakiDiseño artístico: Scott Van KampenDiseñadora principal: Sharri CookDiseñadores: Thomas S. Child, Randall J. PixtonGerente de producción: Jane Ann PetersProducción: Reginald J. Christensen, Denise Kirby, Kelli Pratt, Rolland F. Sparks, Kari A. Todd, Claudia E. WarnerPreimpresión digital: Jeff Martin

Personal de subscripción:Director de circulación: Kay W. BriggsGerente de distribución: Kris T Christensen

Coordinación de Liahona: Enrique Resek

Para saber el costo de la revista y cómo suscribirse a ellafuera de Estados Unidos y Canadá, póngase en contactocon el Centro de Distribución local o con el líder delbarrio o de la rama.

Las colaboraciones y los manuscritos deben enviarse aLiahona, Floor 24, 50 East North Temple, Salt Lake City,UT 84150-3223, USA; o por correo electrónico a: [email protected]

Liahona (un término del Libro de Mormón que significa“brújula” o “director”) se publica en albanés, alemán,armenio, búlgaro, camboyano, cebuano, coreano, croata,checo, chino, danés, esloveno, español, estonio, fidji,finlandés, francés, haitiano, hiligayanón, holandés,húngaro, iloko, indonesio, inglés, islandés, italiano,japonés, kiribati, letón, lituano, malgache, marshallés,mongol, noruego, polaco, portugués, rumano, ruso,samoano, sueco, tagalo, tailandés, tahitiano, tamil, telugu,tongano, ucraniano y vietnamita. (La frecuencia de las publicaciones varía de acuerdo con el idioma.)

© 2002 por Intellectual Reserve, Inc. Todos los derechosreservados. Impreso en los Estados Unidos de América.

Para los lectores de México: Certificado de Licitud de título número 6988 y Licitud de contenido número5199, expedidos por la Comisión Calificadora dePublicaciones y revistas ilustradas el 15 de septiembrede 1993. “Liahona”© es nombre registrado en laDirección de Derechos de Autor con el número252093. Publicación registrada en la Dirección Generalde Correos número 100. Registro del S.P.M. 0340294 características 218141210.

For readers in the United States and Canada:July 2002 Vol. 26 No. 7. LIAHONA (USPS 311-480)Spanish (ISSN 0885-3169) is published monthly by TheChurch of Jesus Christ of Latter-day Saints, 50 East NorthTemple, Salt Lake City, UT 84150. USA subscription priceis $10.00 per year; Canada, $15.50 plus applicabletaxes. Periodicals Postage Paid at Salt Lake City, Utah, andat additional mailing offices. Sixty days’ notice required forchange of address. Include address label from a recentissue; old and new address must be included. Send USAand Canadian subscriptions to Salt Lake DistributionCenter at the address below. Subscription help line: 1-800-537-5971. Credit card orders (Visa, MasterCard,American Express) may be taken by phone. (Canada PosteInformation: Publication Agreement #40017431)

POSTMASTER: Send address changes to Salt LakeDistribution Center, Church Magazines, PO Box 26368,Salt Lake City, UT 84126-0368.

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La Iglesia avanzaPresidente Gordon B. Hinckley

“Ninguna otra iglesia que haya salido de los Estados Unidos hacrecido tan rápido ni se ha expandido en forma tan extensa… Es un fenómeno sin precedentes”.

Sesión del sábado por la mañana6 de abril de 2002

Mis amados hermanos y hermanas, es maravillosoreunirme con ustedes nue-

vamente en una gran conferenciamundial de la Iglesia.

Se cumplen hoy 172 años desdeque José Smith y sus compañeros sereunieron en la modesta cabaña detroncos en la granja de PeterWhitmer, en el tranquilo pueblecitode Fayette, Nueva York, y organiza-ron la Iglesia de Cristo.

Desde sus humildes comienzos,ha sucedido algo sumamente excep-cional. Grande ha sido la historia deesta obra. Nuestro pueblo ha perse-verado toda clase de sufrimientos;sus sacrificios han sido indescripti-bles; sus obras han sido increíble-mente inmensas. Pero de eseardiente crisol ha emanado algo

glorioso. Hoy estamos sobre la cimade los tiempos y observamos lo quehemos logrado.

De los seis miembros originales,ha brotado una vasta familia de fie-les, cuyo número asciende a más de11 millones de personas. De esetranquilo pueblecito ha nacido unmovimiento que hoy día se esparcepor unas 160 naciones de la tierra.Ésta ha llegado a ser la quinta iglesiamás grande de los Estados Unidos, loque representa un desarrollo espec-tacular. Más miembros de la Iglesiaviven fuera de los Estados Unidosque dentro, y esto es también algosorprendente. Ninguna otra iglesiaque haya salido de los EstadosUnidos ha crecido tan rápido ni seha expandido en forma tan extensa.Dentro de esta amplia Iglesia haymiembros de muchas naciones quehablan muchos idiomas. Es un fenó-meno sin precedentes. Al extenderseel tapiz de su pasado, ha quedado aldescubierto un hermoso diseño queencuentra su expresión en las vidasde un pueblo feliz y maravilloso yque presagia cosas maravillosas toda-vía por suceder.

Cuando nuestra gente reciénllegó a este valle hace 155 años, vie-ron con visión profética un gran fu-turo. Pero a veces me pregunto siverdaderamente se dieron cuenta dela magnitud de ese sueño que seharía realidad.

La sede de la Iglesia está en estaciudad que recientemente recibió alas Olimpiadas de Invierno número

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XIX. Tomamos deliberadamente ladecisión de no usar la ocasión ni ellugar para hacer proselitismo, peroteníamos confianza en que algo ma-ravilloso resultaría para la Iglesia deeste acontecimiento. Los grandesedificios que tenemos: el Templo, elTabernáculo, este magnífico Centrode Conferencias, el EdificioConmemorativo José Smith, las ins-talaciones de historia familiar, elEdificio Administrativo de la Iglesia,el edificio de las Oficinas Generalesde la Iglesia, nuestras instalacionesde bienestar, junto con cantidad decapillas en este valle, no pudieronpasar inadvertidos por aquellos quecaminaron por las calles de ésta yotras ciudades vecinas. Como me lo

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El Coro del Tabernáculo presenta la música en una de las sesiones abarrotadas de la Conferencia General Anualnúmero 172.

dijo en una oportunidad el presenta-dor de televisión Mike Wallace,“Estas estructuras denotan algo sóli-damente establecido”.

Y además de todo lo menciona-do, teníamos total confianza ennuestra gente, muchos miles de ellosque sirvieron como voluntarios enesta gran competencia. Eran de con-fianza; eran agradables; eran enten-didos; eran serviciales. La capacidadespecial y distintiva de nuestragente que habla los idiomas delmundo demostró ser una gran ven-taja, mayor que cualquiera en algu-na otra parte.

Todo funcionó muy bien. Los visi-tantes llegaron por cientos de miles.Algunos llegaron con sospechas e

indecisiones, con imágenes antiguasy falsas que persistían en sus mentes.Venían con el sentimiento de quepodían ser atrapados en alguna si-tuación indeseada por fanáticos reli-giosos. Pero encontraron algo queno esperaban. Descubrieron no sóloel paisaje maravilloso de esta región,con sus magníficas montañas y va-lles, no sólo encontraron el espíritumaravilloso de los juegos internacio-nales en su mejor momento, sinoque encontraron belleza en esta ciu-dad. Encontraron anfitriones ama-bles y complacientes y ansiosos deayudarles. No deseo insinuar que talhospitalidad se limitó a nuestragente. La comunidad entera se unióen una expresión de hospitalidad.

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Pero de todo ello resultó algo mara-villoso para esta Iglesia. Los repre-sentantes de los medios decomunicación, muchas veces ungrupo frío e insensible, hablaron yescribieron con muy pocas excepcio-nes en un idioma de felicitaciones yen forma descriptiva y exacta sobrela cultura especial que encontraronaquí, sobre la gente que conocierony con quien trataron, y del espíritude hospitalidad que sintieron.

La televisión llevó el panorama amiles de millones a través de la tie-rra. Los periódicos y las revistas lan-zaron artículo tras artículo.

Miles y decenas de millares de per-sonas caminaron a través de laManzana del Templo, admiraron la

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majestuosa Casa del Señor y se senta-ron en el Tabernáculo a escuchar lainigualable música del coro. Otrosmiles más llenaron este gran Centrode Conferencias para presenciar unaproducción maravillosa que tenía quever con la Iglesia y su misión a travésdel mundo. Otros miles visitaron elCentro de Historia Familiar. Los me-dios de comunicación fueron recibi-dos en el Edificio ConmemorativoJosé Smith. Se nos entrevistó por te-levisión, radio y la prensa por corres-ponsales de muchas partes de estepaís y del mundo. Me han dicho quese escribieron casi 4.000 artículossobre la Iglesia tan sólo en Alemania.

Georgie Anne Geyer, prominenteperiodista de los Estados Unidos,cuya columna aparece en muchosperiódicos, escribió lo siguiente:“¿Cómo se atreve un gran estadomormón a hacer algo tan osadocomo ser anfitrión de una reuniónde celebridades internacionales? ¿Vaa venir el mundo tranquilamente aun estado cuya religión predominan-te pide a sus miembros que se abs-tengan del alcohol, del tabaco eincluso de la cafeína, tres de las ne-cesidades básicas de toda reunión in-ternacional?”

Y luego citó a Raymond T. Grant,director del Festival Artístico de lasOlimpiadas. Él habló de la ceremo-nia de apertura y dijo: “ ‘Como sabe,el 98 por ciento del elenco eran vo-luntarios, y eso es extraordinario.De hecho, a la mayoría no se lepagó nada. Ésta es una historia ex-traordinaria y la relaciono directa-mente con la cultura mormona. Yosoy un católico de Nueva York, yencontré interesante que BrighamYoung, el fundador de la coloniza-ción de los mormones de Utah, hayaconstruido un teatro antes que otracosa’.

“Empezó a hacer un recuento: Elestado tiene seis compañías de ba-llet; se venden más pianos y arpasen Utah que en cualquier otra partede los Estados Unidos; el Coro delTabernáculo Mormón tiene 360miembros; y la compañía represen-tante de los pianos Steinway másantigua de Utah… empezó en 1862.El gasto per cápita por estudiante en

Utah es uno de los más bajos; sinembargo, se enorgullecen de susaltas calificaciones. ‘Ha sido fasci-nante para mí aprender de esta cul-tura’ ”.

La señorita Geyer concluyó su his-toria al escribir: “Es simplemente unamezcla de una religión seria y recta,de familias que fomentan e insistenen proporcionar el nivel más alto decultura unida a la más avanzada tec-nología, y de una organización y unaforma de gobierno sensibles. Ensuma, es una mezcla moderna de laantigua nación de Estados Unidos deAmérica” (“Salt Lake City y el estadode Utah se revelan al mundo”, SaltLake Tribune, viernes, 15 de febrerode 2002, A15).

Si tuviera tiempo, les daría mu-chas citas de periodistas veteranosdel mundo que escribieron en formamuy elogiosa.

¿Hubo algo negativo? Por supues-to; pero fue mínimo. Tuvimos entre-vistas privadas con presidentes denaciones, con embajadores, con lí-deres empresariales y con gente deotros campos.

En 1849, dos años después de quenuestra gente llegara aquí y se supie-ra del descubrimiento de oro enCalifornia, muchos se sintieron desa-lentados. Habían luchado por ganar-se la vida en la árida tierra. Losgrillos habían devorado sus cosechas.Los inviernos eran fríos. Muchospensaron en irse a California y ha-cerse ricos. El presidente Young sepuso ante ellos y los alentó a quedar-se, y les prometió: “Dios atenuará elclima y construiremos una ciudad yun templo para el Dios Altísimo.Extenderemos nuestras coloniashacia el este y el oeste, hacia el nortey el sur, y edificaremos cientos depueblos y ciudades y miles de santosse congregarán desde las naciones dela tierra. Ésta llegará a ser la gran su-percarretera de las naciones. Losreyes y emperadores, los nobles y sa-bios de la tierra nos visitarán aquí”(en Preston Nibley, Brigham Young:The Man and His Work, 1936, pág.128. Véase también Enseñanzas delos presidentes de la Iglesia: BrighamYoung, pág. 109).

En estos recientes días hemos visto

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el cumplimiento de esa profecía. Estáde más que lo diga, pero yo estoy felizcon lo que se ha llevado a cabo. Esosvisitantes probaron la cultura particu-lar de esta comunidad. Consideramosque la cultura es algo que vale la penapreservar. Felicito y agradezco a tan-tos de nuestros miembros que partici-paron en forma tan generosa, yfelicito y agradezco a todos los demásque se esforzaron para hacer de ésteun maravilloso e importante aconte-cimiento.

Ahora deseo hablar en formabreve de uno o dos asuntos.

El mencionar a Brigham Youngme hizo recordar el Fondo Perpetuopara la Educación que hemos esta-blecido. Hace sólo un año que hablépor primera vez de esto en una con-ferencia general. Las contribucionesque han hecho generosos Santos delos Últimos Días han logrado asegu-rar que esta empresa esté ahorasobre un cimiento sólido.Necesitaremos más aún, pero ya seha demostrado que de esta empresase logrará un inmenso beneficio.Jóvenes y señoritas en lugares menosprivilegiados del mundo, jóvenes yseñoritas que en su mayoría cumplie-ron misiones, tendrán la oportuni-dad de lograr una buena educaciónque los sacará de la desesperación dela pobreza en la cual han estado su-midos sus antepasados por genera-ciones. Se casarán y progresarán condestrezas que los calificarán paraganar bien, y ocuparán su lugar en lasociedad donde harán una contribu-ción substancial. También creceránen la Iglesia ocupando cargos de

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Los niñosPresidente Boyd K. PackerPresidente en Funciones del Quórum de los Doce Apóstoles

“En lo que creemos y en lo que enseñamos hay consejos,mandamientos, incluso advertencias respecto a proteger, amar,cuidar y ‘[enseñar a los niños] a andar por las vías de la verdad’ ”.

responsabilidad y criando familiasque seguirán en la fe.

Tengo tiempo para leer sólo untestimonio. Viene de un joven queha sido bendecido por este programa.

Él dice: “Es tan maravilloso queya no tenga que soñar solamente demi educación y mi futuro. ¡El Señorha despejado el camino, y ya lo estoyhaciendo!

“En la actualidad asisto a un graninstituto técnico en nuestro país,donde estudio para ser técnico encomputación… Al ir a la escuelaestoy descubriendo mis habilidades.La disciplina que cultivé en la mi-sión me ayuda a tener éxito…Nunca antes un joven se ha sentidomás bendecido que yo. El FondoPerpetuo para la Educación ha forta-lecido mi fe en el Señor Jesucristo.Ahora, más que nunca, siento la res-ponsabilidad que el Evangelio poneen mí de prepararme para ser unmiembro mejor, un mejor líder y unmejor padre…

“Mi querida madre, que ha sacri-ficado tanto, se emociona tanto quellora cuando ora en las noches porsu gratitud al Señor…

“Ahora imagino a mi pueblosiendo bendecido debido a mí.Imagino a la Iglesia con líderes conestabilidad financiera y que puedanapoyar la obra del Señor con todosu poder, mente y fuerza. Veo pros-perar a la Iglesia. Me entusiasmaempezar mi propia familia y ense-ñarle que podemos ser autosuficien-tes, por lo que tengo que terminarmi educación. Entonces, pagaré mipréstamo rápidamente para ayudara otras personas… Estoy agradecidopor la misericordia del Salvador.Realmente Él nos apoya con Suamor”.

Y así avanzamos, mis hermanos yhermanas. Al extenderse esta granobra a través de la tierra, estamosbendiciendo ahora a unos 2.400 jó-venes, y otros también serán ben-decidos.

Que el Señor nos bendiga a cadauno al regocijarnos por la oportunidadde formar parte de esta gran causa enesta extraordinaria época de la obradel Señor, es mi humilde oración en elnombre de Jesucristo. Amén. �

Hace muchos años, enCuzco, en lo alto de losAndes del Perú, el élder A.

Theodore Tuttle y yo celebramosuna reunión sacramental en uncuarto largo y estrecho con unapuerta que daba a la calle. Era denoche y hacía mucho frío.

Mientras el élder Tuttle dirigía lapalabra, un pequeño, de unos seisaños quizás, apareció por la puerta.Estaba desnudo, a excepción de lacamiseta hecha jirones que le llega-ba hasta las rodillas.

A nuestra izquierda se hallabauna mesa pequeña con un plato depan para la Santa Cena. Este huér-fano de la calle vio el pan y avanzólentamente a lo largo de la paredhacia él. Estaba casi en la mesacuando una mujer sentada junto alpasillo lo vio. Con un adusto movi-miento de la cabeza le indicó que se

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desvaneciera en la noche; yo gemíen mi interior.

El niño volvió más tarde; avanzólentamente a lo largo de la paredmirando el pan y mirándome a mí.Estaba cerca del punto donde lamujer iba a volver a verlo, así queextendí los brazos, se vino corriendohacia mí y lo senté en mi regazo.

Entonces, con cierto aire simbóli-co, lo senté en la silla del élderTuttle. Después de la última ora-ción, y muy a mi pesar, el pequeñose perdió rápidamente en la noche.

Cuando volví a casa le hablé alpresidente Kimball sobre el mucha-cho, relato que le conmovió profun-damente y habló de ello en undiscurso de una conferencia. Se locomentó a otras personas y me dijomás de una vez: “Esa experienciatiene un significado mucho más am-plio del que usted cree conocer”.

Nunca he olvidado a aquel huer-fanito de la calle. En muchas ocasio-nes lo he buscado entre los rostrosde la gente de Sudamérica, y cuandome acuerdo de él, también meacuerdo de otros.

Tras la Segunda Guerra Mundial,una noche fría en una estación delsur de Japón, oí un golpecito en laventanilla del tren. Allí estaba unniño con idéntica camiseta hara-pienta, un trapo que le rodeaba lahinchada mandíbula y la cabeza cu-bierta de sarna. Llevaba una lataoxidada y una cuchara, símbolos deun huérfano mendigo. Al intentarabrir la puerta para darle algo de di-nero, el tren arrancó. Jamás olvidaréa aquel niño hambriento de pie en

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el frío, sosteniendo su lata vacía.En el hospital de una escuela para

indios americanos regentada por elgobierno había un pequeño de sieteaños que tenía fiebre y estaba consti-pado. Le abrí un paquete enviadopor su madre, que estaba a cientos dekilómetros, en la reserva. Envueltoen una caja de cartón con una eti-queta de piezas de auto, que sin dudahabía conseguido en la tienda de lareserva, había pan frito navajo y pe-dazos de carne, un regalo de Navidadpara su pequeño.

Recientemente vi en las noticiasesas largas y conocidas hileras de re-fugiados. En ellas, como siempre,había niños llevando en brazos aotros niños. Había una niña sentadaen lo alto de un enorme fardo quecargaba su madre. Mientras pasabanen silencio y lentamente, la niñamiró a la cámara y aquel rostro serioy negro, con aquellos grandes ojosnegros, parecía preguntar: ¿Por qué?

Los niños son el pasado, el pre-sente y el futuro, todo en uno. Sonperfectos y preciosos. Cada vez quenace uno, el mundo renueva su ino-cencia.

Pienso constantemente en losniños, en los jóvenes y en sus pa-dres, y oro por ellos.

Hace poco asistimos a una reu-nión sacramental en la que participa-ron niños con necesidades especiales.Cada uno tenía una discapacidad au-ditiva, visual o de desarrollo mental.Al lado de cada uno había un jovenal que se le había asignado comocompañero. Cantaron y tocaron mú-sica para nosotros, y enfrente de laprimera fila, donde estábamos, unajovencita se puso en pie e interpretócon señas para los que estaban detrásde nosotros que no podían oír.

Jenny compartió un breve testimo-nio y luego cada uno de sus padreshabló sobre la gran agonía que habíanpadecido cuando supieron que su hijajamás tendría una vida normal.Hablaron de las incontables y cotidia-nas pruebas que se sucedieron.Cuando los demás se la quedan mi-rando o se ríen de ella, los hermanosde Jenny extienden un brazo protec-tor a su alrededor. Entonces su madrenos habló del amor, del gran gozo que

Jenny trajo a la familia.Esos padres han aprendido que

“tras mucha tribulación… viene labendición” (D. y C. 103:12). Los viunidos gracias a la adversidad, y re-finados en verdaderos Santos de losÚltimos Días de oro puro.

Nos dijeron que Jenny adopta pa-dres, así que cuando le estreché lamano, le dije: “Soy un abuelo”.

Ella levantó la mirada, me vio, yexclamó: “¡Ya veo por qué!”.

No hay nada en las Escrituras, enlo que publicamos, en lo que cree-mos ni en lo que enseñamos que au-torice a los padres ni a nadiedesatender, maltratar o abusar anuestros propios hijos ni a los deotra persona.

En las Escrituras, en lo que publi-camos, en lo que creemos y en loque enseñamos hay consejos, man-damientos, incluso advertencias res-pecto a proteger, amar, cuidar y“[enseñar a los niños] a andar porlas vías de la verdad” (Mosíah 4:15).Traicionar a los niños es absoluta-mente inimaginable.

Entre las más duras advertencias ylos castigos más severos que hay enlas revelaciones se encuentran aque-llas relacionadas con los niños. Jesúsdijo: “Y cualquiera que haga tropezara alguno de estos pequeños que creenen mí, mejor le fuera que se le colgaseal cuello una piedra de molino deasno, y que se le hundiese en lo pro-fundo del mar” (Mateo 18:6).

En los días del profeta Mormón,algunas personas que no entendíanque los niños son “sin culpa anteDios” (Mosíah 3:21) y que “viven enCristo” (Moroni 8:12) querían bauti-zar a los niños pequeños. Mormóndijo de ellos que “[negaban] las mise-ricordias de Cristo y [despreciaban]su expiación y el poder de su reden-ción” (Moroni 8:20).

Mormón los reprendió severa-mente, diciendo: “…el que suponeque los niños pequeños tienen ne-cesidad del bautismo se halla en lahiel de la amargura y en las cade-nas de la iniquidad, porque notiene fe, ni esperanza, ni caridad;por tanto, si fuere talado mientrastenga tal pensamiento, tendrá quebajar al infierno…

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“He aquí, hablo con valentía,porque tengo autoridad de Dios”(Moroni 8:14, 16).

Sólo cuando un niño llega a laedad de responsabilidad, fijada por el Señor en los ocho años (véaseD. y C. 68:27), es necesario el bau-tismo, pues antes de esa edad esinocente.

No se debe pasar por alto ni des-cuidar a los niños, y rotundamenteno se les debe maltratar ni abusarde ellos. No se les debe abandonarni deben permanecer distanciadospor motivo del divorcio. Los padresson responsables de proveer parasus hijos.

El Señor dijo: “Todos los niñostienen el derecho de recibir el sos-tén de sus padres hasta que seanmayores de edad” (D. y C. 83:4).

Debemos cuidar de sus necesida-des físicas, espirituales y emocionales.El Libro de Mormón enseña: “Nipermitiréis que vuestros hijos andenhambrientos ni desnudos, ni consen-tiréis que quebranten las leyes deDios, ni que contiendan y riñan unoscon otros y sirvan al diablo, que es elmaestro del pecado, o sea, el espíritumalo de quien nuestros padres hanhablado, ya que él es el enemigo detoda rectitud” (Mosíah 4:14).

Nada se puede comparar con unpadre responsable que enseña res-ponsablemente a sus hijos. Nadahay comparable a una madre queestá con ellos para consolarles y dar-les seguridad en sí mismos. El amor,la protección y la ternura son ele-mentos de valor incalculable.

El Señor dijo: “Yo os he mandadocriar a vuestros hijos en la luz y laverdad” (D. y C. 93:40).

Con demasiada frecuencia, unode los padres se queda solo paracriar a los hijos. El Señor tiene Susmedios para fortalecer a ese padre oa esa madre para que pueda realizarla responsabilidad de ambos padres.Si un padre o una madre abandonadeliberadamente a sus hijos cometeun grave error.

Con frecuencia pienso en otro mu-chacho al que conocimos en una gra-duación de seminario en una remotaciudad de Argentina. Iba bien vestidoy estaba bien alimentado.

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El presidente Thomas S. Monson, Primer Consejero de la Primera Presidencia (izquierda); el presidente Gordon B. Hinckley y el presidente James E. Faust, Segundo Consejero de la Primera Presidencia, esperan el inicio de una de las sesiones de la conferencia.

Los estudiantes descendieron porel corredor hasta el estrado. Habíatres peldaños elevados y él no pudosubir el primer escalón, ya que teníalas piernas demasiado cortas: eraenano.

Entonces vimos que detrás de éliban dos jóvenes fuertes que se pu-sieron uno a cada lado, lo levanta-ron y lo depositaron con gentilezaen el podio. Una vez terminado elservicio, le ayudaron a descender ycaminaron detrás de él; eran susamigos y lo cuidaban. Ese joven nopudo subir el primer peldaño sin laayuda de sus amigos.

Los que vienen a la Iglesia son es-piritualmente como niños y necesi-tan que alguien, algún amigo, loslevante.

Si los escalones que hay despuésdel bautismo los diseñamos para quesólo los suban los que tienen piernaslargas y robustas, estamos haciendocaso omiso a lo que el Señor hadicho en las revelaciones. Los profe-tas nos han dicho que debemos ser“maestros [y] enseñar… los prime-ros rudimentos de las palabras deDios; [pues ellos tienen] necesidad

de leche, y no de alimento sólido…“El alimento sólido es para los

que han alcanzado madurez, paralos que por el uso tienen los sentidosejercitados en el discernimiento delbien y del mal” (Hebreos 5:12, 14).

El apóstol Pablo escribió: “Os di abeber leche, y no vianda; porqueaún no erais capaces, ni sois capacestodavía” (1 Corintios 3:2).

En una revelación que se dio en1830, justo antes de la organizaciónde la Iglesia, el Señor advirtió:“Porque por ahora no pueden tole-rar carne, sino que deben recibirleche; por tanto, no deben saberestas cosas, no sea que perezcan”(D. y C. 19:22).

Debemos ser cuidadosos de noconstruir ese primer peldaño dema-siado elevado ni diseñarlo para losde piernas robustas y largas, y dejarasí a los demás sin un amigo que loseleve.

Cuando algunos discípulos re-prendieron a los que le llevaban alos niños pequeños, “Jesús dijo:Dejad a los niños venir a mí, y no selo impidáis; porque de los tales es elreino de los cielos” (Mateo 19:14).

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Cuando Sus discípulos pregunta-ron qué clase de hombres habían deser, Jesús puso a un niño en mediode ellos (véase Mateo 18:2–3). Amenos que nos “[volvamos]como unniño pequeñito… de ningún modo[heredaremos] el reino de Dios” (3Nefi 11:38).

En mi mente, corazón y alma hayuna profunda preocupación por losniños y sus padres.

Con el paso de los años, he medi-tado en lo que el presidente Kimballquería decir cuando me recordaba aaquel huérfano de la calle de Cuzco,y repetía: “Esa experiencia tiene unsignificado mucho más amplio delque usted cree conocer”. Un díaañadió: “Usted tuvo a una naciónen su regazo”.

Ahora, con setenta y ocho años,entiendo lo que el presidenteKimball estaba viendo; sé a lo que serefería. Aquel niño de Cuzco, y el deJapón, y todos los demás niños delmundo influyen enormemente en loque pienso, en cómo me siento y enaquello por lo que oro con intensi-dad. Pienso constantemente en losniños y en los padres que luchan por

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La ley del diezmoÉlder Earl C. TingeyDe la Presidencia de los Setenta

“El Señor ha establecido la ley del diezmo como la ley financierade Su Iglesia… También es una ley mediante la cual mostramosnuestra lealtad al Señor”.

criarlos en esta época cada vez máspeligrosa.

Al igual que el resto de lasAutoridades Generales, he viajadopor todo el mundo. Al igual queellos, he tenido posiciones de con-fianza en puestos educativos, empre-sariales, gubernamentales y en laIglesia. He escrito libros. Al igualque ellos, he recibido honores, títu-los, certificados y placas; todos ellosfruto de los puestos y no porque yolos haya merecido.

Tras calcular el valor de talescosas, considero que la que apreciopor encima de las demás —más quetodas ellas juntas— es cómo nuestroshijos e hijas, junto con sus cónyuges,tratan a sus hijos, y cómo nuestrosnietos tratan a sus pequeños.

Cuando se trata de entendernuestra relación con nuestro PadreCelestial, las cosas que mi esposa yyo hemos aprendido siendo padres yabuelos, y que constituyen el conoci-miento de mayor valía, son las quehemos aprendido de nuestros hijos.

Esta bendición ha sido un donque yo he recibido de mi esposa. ElSeñor ha dicho de tales mujeres:“[Se da una esposa a un hombre]para multiplicarse y henchir la tierra,de acuerdo con mi mandamiento, ypara cumplir la promesa dada por miPadre antes de la fundación delmundo, y para su exaltación en losmundos eternos, a fin de que engen-dren las almas de los hombres; puesen esto se perpetúa la obra de miPadre, a fin de que él sea glorificado”(D. y C. 132:63).

Con mujeres como éstas para sermadres de los niños, entendemos porqué el Señor reveló que “se [requie-ren] grandes cosas de las manos desus padres” (D. y C. 29:48).

Doy testimonio de que elEvangelio es verdadero, y de que elpoder que tiene es para bendecir alos niños. Ruego fervientemente quelos niños, los jóvenes y sus padres re-ciban el don del Espíritu Santo, paraque sea una guía y una protecciónpara ellos, para que lleve a sus cora-zones el testimonio de que Jesús es elCristo, el Hijo de Dios, el Unigénitodel Padre. En el nombre deJesucristo. Amén. �

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a Navidad pasada recibí un re-galo especial de mi madre.Durante todos estos años, ella

había guardado cuidadosamente ensu posesión un pequeño libro que yorecibí de mis padres en 1944, cuan-do yo tenía 10 años de edad.

Éste es el libro. Es un diario en elque se me enseñó a registrar sema-nalmente mis ingresos y mis gastos.

Por ejemplo, en mis anotacionespara la semana del 29 de julio de1944, se lee que empecé la semanacon $24,05 dólares y gané $7,00 tra-bajando en nuestra granja familiar.En mis gastos tengo 5 centavos decaramelos, $3,45 de una compra, 20centavos de cine y $2,37 de ropa.También invertí 20 dólares en unbono de ahorro de la guerra y pagué70 centavos de diezmo. Terminé lasemana con un saldo de $4,28.

Recuerdo haber preguntado a mi

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padre si no me podía aumentar misalario de 25 centavos la hora, perocuando pienso en que ir al cine cos-taba 20 centavos y los caramelossólo 5 centavos, ahora reconozcoque seguramente se me pagaba de-masiado.

Mientras estudiaba ese diario demás de 50 años, noté que, durantelos años 1944 y 1945, pagué mi diez-mo del diez por ciento de mis ingre-sos cada semana. En diciembre de1944, anoté que había pagado$12,35 en diezmos durante ese año,un diezmo íntegro.

Así es dónde y cómo aprendí apagar el diezmo.

Mi esposa y yo enseñamos anuestros hijos la importancia deapartar el diezmo cada semana amedida que recibían su asignación oganaban dinero cuidando niños o enalgunos trabajos especiales. Poníanel diezmo en una pequeña caja y eldomingo de ayuno se lo entregabanal obispo. También aprendieron elvalor del dinero al ahorrar unabuena parte del saldo de sus ingresospara una futura misión y para sueducación.

Nuestros nietos ahora siguen unmodelo similar.

Enseñemos este principio a nues-tros hijos y asegurémonos de queellos nos vean cuando pagamos losdiezmos. El presidente Joseph F.Smith dijo: “En cuanto nuestroshijos lleguen a tener la edad sufi-ciente para ganar dinero, se les debeenseñar a pagar sus diezmos, a fin deque sus nombres queden inscritos enel libro de la ley del Señor”1.

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Miembros y visitantes llegan al Centro de Conferencias para una de lassesiones de la conferencia general.

En mi época en la Primaria,aprendimos este pequeño versito:

¿Qué es el diezmo?Te lo diréDiez centavos de cada pesoY un centavo de cada diez.

La doctrina del pago de los diez-mos está entrelazada como un tapiza lo largo de las Escrituras.Abraham pagó diezmos aMelquisedec2. A los hijos de Israelse les enseñó a llevar sus diezmos alSeñor3. Probablemente la cita de lasEscrituras del Antiguo Testamentocon respecto a este tema que semenciona con más frecuencia se en-cuentra en Malaquías:

“¿Robará el hombre a Dios? Puesvosotros me habéis robado. Y dijis-teis: ¿En qué te hemos robado? Envuestros diezmos y ofrendas…

“Traed todos los diezmos al alfolíy haya alimento en mi casa; y pro-badme ahora en esto, dice Jehová delos ejércitos, si no abriré las venta-nas de los cielos, y derramaré sobrevosotros bendición hasta que sobre-abunde”4.

La cantidad que pagamos comodiezmo es el arreglo más equitativo yperfecto que yo conozco. Es la déci-ma parte de nuestro ingreso. Todos,desde el más pobre hasta el másrico, pagan el mismo porcentaje.Cristo enseñó este principio en lahistoria de la ofrenda de la viuda:

“Estando Jesús sentado delantedel arca de la ofrenda, miraba cómoel pueblo echaba dinero en el arca; ymuchos ricos echaban mucho.

“Y vino una viuda pobre, y echódos blancas, o sea un cuadrante.

“Entonces llamando a sus discí-pulos, les dijo: De cierto os digo queesta viuda pobre echó más quetodos los que han echado en el arca;

“porque todos han echado de loque les sobra; pero ésta, de su po-breza echó todo lo que tenía, todosu sustento”5.

Una blanca es una moneda muypequeña; era la moneda de broncemás pequeña usada por los judíos yequivalía a una 64ava parte de uncentavo de plata romano.

En esta dispensación, el Señor ha

establecido la ley del diezmo comola ley financiera de Su Iglesia. Sinella no podríamos llevar a cabo lospropósitos eternos del Señor.También es una ley mediante la cualmostramos nuestra lealtad al Señory demostramos ser dignos de privile-gios, ordenanzas y bendiciones.

Hace poco estuve en Indepen-dence, Misuri, y sentí la necesidadde desviarme una hora hacia elnorte, hasta Far West. Los Santosde los Últimos Días establecieronFar West en 1836 como un lugarde refugio lejos de la persecución.Far West se convirtió en la cabece-ra del gobierno del condado conuna población aproximada de3.000 a 5.000 personas. Duranteuna temporada fue la sede de laIglesia. Mis propios antepasados vi-vieron allí.

Al llegar a Far West y mirar susalrededores, todo lo que pude verfueron hermosos terrenos agrícolasque se extendían como alfombras.No había una ciudad, ni caminos ni

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edificios. Sólo estaba el sitio deltemplo, un lugar pacífico y verde,que contenía las cuatro piedras an-gulares y que estaba rodeado de unmodesto cerco.

En 1838, los santos fueron expul-sados de Far West y José Smith yotros fueron arrestados y llevados ala Cárcel de Liberty, que quedabacerca, donde languidecieron duran-te seis meses en las condiciones máshorribles que se puedan imaginar.Mis propios antepasados sufrieronterriblemente en Far West y casiperdieron la vida.

Mientras estuve allí y me imaginécómo habría sido en ese entonces,abrí mis Escrituras y leí en la sección119 de Doctrina y Convenios. Esarevelación se le dio a José Smith enFar West el 8 de julio de 1838, enmedio de esas persecuciones:

“Y esto será el principio del diez-mo de mi pueblo.

“Y después de esto, todos aque-llos que hayan entregado este diez-mo pagarán la décima parte de todo

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NOTAS1. Doctrina del Evangelio, 1978,

pág. 225.2. Véase Génesis 14:20.3. Véase Deuteronomio 12:6.4. Malaquías 3:8, 10.5. Marcos 12:41–44.6. D. y C. 119:3–4.7. Doctrina del Evangelio, pág. 222.8. Ibíd, pág. 223.

su interés anualmente; y ésta lesserá por ley fija perpetuamente, parami santo sacerdocio, dice el Señor”6.

Pensé que los miembros de laIglesia no pudieron haber recibido laley del diez en un tiempo menosoportuno. Pero la recibieron y em-pezaron a vivir esa nueva ley en untiempo en el que estaban perdiendosus posesiones y, en algunos casos,sus vidas. Al visitar Far West, obtu-ve un testimonio espiritual de la leydel diezmo, un testimonio más fuer-te y más profundo como el quejamás había sentido.

Quisiera ofrecer una palabra deconsejo a los muchos miles demiembros que se unen a la Iglesiahoy día como resultado de los es-fuerzos diligentes de nuestros misio-neros. Ejerzan fe; paguen su diezmo.Esta ley puede ser diferente deaquello a lo que estaban acostum-brados antes de su bautismo. Peronada que ustedes hagan como nue-vos conversos les preparará máscompletamente para disfrutar lasmaravillosas bendiciones que les es-peran —incluso las bendiciones deltemplo— que el pago del diezmo.

Ahora deseo dar un breve conse-jo a los misioneros. Enseñen el diez-mo a sus investigadores de maneratal que ellos obtengan un testimoniode ese principio maravilloso delEvangelio.

La madre de Joseph F. Smith fueconocida como la “Viuda Smith”.

Fue la viuda de Hyrum Smith,quien murió en el martirio junto alprofeta José. En cierta oportunidadreprendió al secretario encargadode los diezmos quien le dijo que,debido a su pobreza, ella no teníaque pagar su diezmo. Ella dijo:“¿Quiere usted negarme una bendi-ción? Si no pagara mis diezmos, yoesperaría que el Señor me retuvieraSus bendiciones. Pago mis diezmosno sólo porque es la ley de Dios,sino porque espero una bendiciónde ello. Al guardar ésta y otrasleyes, espero prosperar y poder sos-tener a mi familia”7.

¿Prosperó ella? Su hijo y su nietollegaron a ser Presidentes de laIglesia y entre sus descendientes hoydía se cuenta un miembro delQuórum de los Doce Apóstoles ymuchos notables líderes de laIglesia.

Refiriéndose a su madre, JosephF. Smith dijo en una oportunidadque ella pagaba “los diezmos de susovejas y ganado, la décima parte desu mantequilla, una gallina de cadadiez, la décima parte de los huevos,uno de cada diez cerdos, becerrospotrillos, la décima parte de cuantoproducía”8.

En cierta ocasión yo enseñaba laley del diezmo a un grupo de líderesde la Iglesia en África. Un hermanodijo: “Élder Tingey, ¿cómo puedopagar mi diezmo si no tengo ingre-sos?”. Hice algunas preguntas y me

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enteré de que tenía una numerosafamilia de siete u ocho hijos y estabasin trabajo. Le pregunté cómo ali-mentaba a la familia. Dijo que teníaun pequeño huerto y que criabagansos. Le pregunté: “¿Qué hacenlos gansos?”. Él contestó: “Ponenhuevos”. Yo respondí: ¿Qué sucedesi una mañana descubre 10 huevosde ganso en los nidos?”. Una luz ilu-minó su alma. “Podría tomar unhuevo y llevárselo a mi presidentede rama”, me contestó. Él entendióy pasó a ser un pagador de diezmoíntegro.

Al pagar el diezmo y al enseñar anuestros hijos a pagarlo, formamosuna familia profundamente arraiga-da en el principio de hacer y guardarlos convenios del templo. La bendi-ción más gloriosa de todas las querecibimos en esta vida y en la eter-nidad es la que se logra al saber quenuestras familias están selladas porla eternidad. Hoy día, algunos sedarán cuenta de que se están negan-do a sí mismos esos privilegios porno cumplir con el pago del diezmo.Mi consejo para los que se encuen-tren en esa situación es que ejerzansu fe, pongan a prueba al Señor enesto y paguen su diezmo.

Al pagar un diezmo íntegro, uste-des y sus familias sentirán esa pazque sobrepasa todo entendimiento.Verán que todos los temores conrespecto a las finanzas, al sustento yel cuidado de sus familias, disminui-rán. Llegarán a saber que su PadreCelestial les ama.

Estoy agradecido porque mis pa-dres me enseñaron a pagar el diez-mo. Doy mi humilde testimonio deque el pago de los diezmos es unprincipio verdadero del Evangeliode Jesucristo. En el nombre deJesucristo. Amén. �

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Cómo obtenerfortaleza interiorMary Ellen SmootPresidenta General de la Sociedad de Socorro recientemente relevada

“¿Cómo podemos, ustedes y yo, estar de tal manera convertidos a la verdad, estar tan llenos de fe, depender de tal modo en Dios,que nos sea posible soportar las tribulaciones e incluso derivarfortaleza de ellas?”

De parte de mis consejeras yde la mesa general de laSociedad de Socorro, agra-

decemos a los miembros de la Iglesiade todo el mundo, en especial a lasmujeres, quienes, mediante su fideli-dad y devoción, sacrifican su tiempoy talentos a fin de bendecir la vidade las personas y familias del mundoentero.

En la bendición que el presidenteGordon B. Hinckley me dio cuandofui apartada, mencionó el servicioque presta la Sociedad de Socorro.Él dijo: “Ésta es una organizaciónenorme, quizás la más grande y másantigua de su clase en todo elmundo. Su misión es hacer el bien y

ayudar al pobre y al necesitado, dellevar el proceso de la educación,del buen manejo del hogar y otrasdestrezas a la vida de las mujeres delmundo”.

Contamos con la guía de laDeclaración de la Sociedad deSocorro, de las reuniones de supera-ción personal, de la familia y delhogar, y del programa de las maes-tras visitantes. Esas herramientas sehan evaluado con gran detenimien-to y se han establecido con el fin deayudar a las hermanas a ensancharsu fortaleza interior mediante el ser-vicio y la unidad.

Para demostrar la clase de forta-leza espiritual a la que me refiero,quisiera compartir la historia deSusanna Stone Lloyd, quien, a los26 años de edad, salió de Inglaterraen 1856 y viajó sola hasta Utah.Susana, que era el único miembrode su familia que se unió a laIglesia, formó parte de la Compañíade carros de mano Willie. Al igualque muchos otros pioneros, pasóhambre, enfermedad y fatiga ame-nazantes.

Al llegar al valle del LagoSalado, Susana pidió prestado unespejo a fin de arreglarse y versemás presentable. A pesar de todossus esfuerzos, relata lo siguiente:“Nunca olvidaré mi apariencia; al-gunas de mis amistades no me reconocían”1. Debido a que había

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vendido su propio espejo a un indioa cambio de un trozo de carne debúfalo, ella no había pasado el tiem-po contemplándose; ahora ni si-quiera reconocía su propia imagen.Era una persona diferente, tantopor dentro como por fuera. Duranteel trayecto por cadenas montañosasy enormes privaciones, ella se habíaforjado una profunda convicción;su fe había sido probada y su con-versión era firme; había sido refina-da en aspectos que el mejor espejono podía reflejar. Susana había su-plicado recibir fortaleza y la habíaencontrado: en lo profundo de sualma.

Ésta es la clase de fortaleza inte-rior de la que quisiera hablar. ¿Cómopodemos, ustedes y yo, estar de talmanera convertidos a la verdad,estar tan llenos de fe, depender detal modo en Dios, que nos sea posi-ble soportar las tribulaciones e in-cluso derivar fortaleza de ellas?

No tenemos que vivir muchotiempo para descubrir que la vidacasi nunca resulta como la planea-mos. La adversidad y la aflicción lle-gan a todos. ¿Conocen a alguien aquien no le gustaría cambiar algo desí mismo o de sus circunstancias? Ysin embargo, estoy segura de que co-nocen a muchos que siguen adelan-te con fe. Uno se siente atraídohacia esas personas, es inspirado porellas e incluso fortalecido por susejemplos.

Durante los últimos cinco años,me he reunido con hermanas desdeÁfrica hasta España, que son pione-ras a su propia manera. Su fortalezainterior me ha maravillado, y me hesentido inspirada por la intensidadde sus testimonios. Esas son herma-nas que viven las verdades que rati-fica la Declaración de la Sociedadde Socorro.

La declaración nos recuerdaquiénes somos en verdad y por quéhacemos las cosas que hacemos.Cuanto más vivamos de acuerdocon sus preceptos, más fortaleza in-terior tendremos. Reflejaremosnuestras creencias. El ayuno, la ora-ción y el estudio de las Escriturassurten un efecto en la relación quetenemos con el Salvador. Quisiera

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destacar dos maneras más mediantelas cuales podemos obtener fortalezainterior:

SERVICIOCuando nuestra conversión es

verdadera, fijamos la atención en losdemás en vez de en nosotros mis-mos. Podemos encontrar fortalezainterior mediante el servicio. Nadale agradaría más al adversario que elque nos ocupáramos con intereses yapetitos egoístas. Pero nosotros sa-bemos lo que debemos hacer. El ser-vicio nos ayudará a mantenernos enel sendero correcto.

Me he sentido inspirada por losactos de servicio que han prestadoen las conferencias de mujeres, enlas reuniones de superación perso-nal, de la familia y del hogar, y prin-cipalmente en nuestros propioshogares.

Hace unas semanas, recibí unallamada telefónica del presidente

del Área Europa Central. Dijo quelos miembros y los misioneros deAlbania y Moldavia tenían muchofrío, y preguntaba si la Sociedad deSocorro tendría algunos acolchadosque pudieran enviarles. Imagínenseel gusto que me dio cuando me puseen contacto con los ServiciosHumanitarios y descubrí que podía-mos donar mil acolchados. En cues-tión de días se embalaron y seenviaron. El presidente de misiónescribió: “Los miembros se sintieronconmovidos de que otros miembroshubiesen pensado en ellos”. Graciaspor su servicio desinteresado.

Hermanas, examinen los temassugeridos para las reuniones de su-peración personal, de la familia y delhogar y busquen maneras de adqui-rir fortaleza espiritual, de desarrollardestrezas personales, de fortalecer elhogar y la familia y de proporcionarservicio en el Evangelio. Al hacerlo,estaremos menos preocupadas con

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nuestros problemas y dependeremosmás en Dios.

UNIDAD Otro medio para adquirir fortale-

za interior es esforzarnos por tenerunidad en nuestras familias, estacas,barrios, y en nuestras presidencias.El Señor mismo enseñó: “…si nosois uno, no sois míos”2.

La unidad de propósito, de pen-samientos y sentimientos son cuali-dades exaltadoras. Cuando dejemosde lado nuestras diferencias y valo-remos nuestras fortalezas mutuas,ocurrirán cosas maravillosas. Elprofeta José Smith amonestó “a nolimitarse en cuanto a sus conceptosde las virtudes de sus prójimos…[ensanchen] sus almas, la una paracon la otra”3. Esa generosidad de espíritu se presta a una mayorunidad.

He visitado estacas y barrios queson unidos; las presidencias de lasorganizaciones auxiliares se apoyanunas a otras y coordinan sus esfuer-zos; apoyan a sus líderes del sacer-docio y se esfuerzan juntos parallevar familias a Cristo. A medidaque el reino de Dios avanza, debe-mos unir nuestros esfuerzos para sal-var almas.

En calidad de presidencia generalde la Sociedad de Socorro, agrade-cemos el nuevo énfasis que se hapuesto en el programa de las maes-tras visitantes4. En los nuevos men-sajes se invita a las hermanas a leersus Escrituras y las enseñanzas de laPrimera Presidencia y de otrasAutoridades Generales en cuanto aun principio del Evangelio. Luego,se insta a las hermanas a compartirpuntos de vista y experiencias encuanto a la forma en que el vivir eseprincipio haya sido una bendiciónen su vida.

Hermanas, si ustedes siguen eseformato, sentirán más unidad con sucompañera y con las personas a lasque enseñen; se sentirán fortaleci-das espiritualmente.

Pese a nuestras circunstancias,¿quién de nosotros puede darse el lujode desperdiciar su vida enfrente delos espejos de la autoconmiseración ydel desaliento? Sí, como amonestó el

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“Venid en pos de mí”Élder Joseph B. WirthlinDel Quórum de los Doce Apóstoles

“Los que, con fe, abandonan sus redes y siguen al Salvador,experimentarán un gozo más allá de su capacidad decomprensión”.

apóstol Pablo, todos debemos “[pro-barnos] cada uno a sí mismo”5 de vezen cuando; todos debemos arrepen-tirnos, reconocer las debilidades yvenir más plenamente a Cristo. Aligual que Susana, quizás tengamosque vender nuestro espejo para cru-zar las praderas del dolor, del pesar ydel desaliento; pero al hacerlo, des-cubriremos las fortalezas que Diosnos ha dado y que de otro modo nohabríamos reconocido.

El presidente Joseph F. Smithhabló con elocuencia acerca de lafortaleza interior de las mujeres pio-neras. Él dijo: “La muerte les era in-diferente. Las dificultades no teníanimportancia. El frío, la lluvia y elcalor les resultaban insignificantes.Todo lo que sentían, conocían y de-seaban era el triunfo del reino deDios y de la verdad que el Señor leshabía dado”. Y luego, con toda lasinceridad de un profeta de Dios, su-plicó: “¡Oh! ¿Dónde hay mujerescomo aquéllas ahora?”6.

Estoy aquí hoy para testificarlesque mujeres como esas se encuen-tran en todo el mundo en lasSociedades de Socorro de la Iglesia.Estoy infinitamente agradecida porla oportunidad que he tenido de vera estas mujeres de nuestros tiemposque se han “fortalecido en el conoci-miento de la verdad”7. Sé, con todomi corazón, que el Señor puedehacer “que las cosas débiles seanfuertes”8. Sé que ésta es Su obra y Sureino. Sé que cada uno de nosotrospuede imitar al Salvador por elmodo que elijamos vivir nuestravida. En el nombre de Jesucristo.Amén. �

NOTAS1. Journey to Zion: Voices from the

Mormon Trail, compilación de CarolCornwall Madsen, 1997, pág. 634.

2. D. y C. 38:27.3. Enseñanzas del Profeta José Smith,

pág. 278.4. Véase “Para esta hora”, Liahona,

febrero de 2002, pág. 18.5. 1 Corintios 11:28.6. Enseñanzas de los Presidentes de la

Iglesia, Joseph F. Smith, pág. 203.7. Alma 17:2.8. Éter 12:27.

Eran pescadores antes de escu-char el llamado. Echando lasredes en el mar de Galilea,

Pedro y Andrés se detuvieron cuan-do Jesús de Nazaret se acercó, lesmiró a los ojos y pronunció las sen-cillas palabras: “Venid en pos demí”. Mateo escribe que los dos pes-cadores, “dejando al instante lasredes, le siguieron”.

Después el Hijo del Hombre sedirigió a otros dos pescadores que seencontraban en un barco con supadre, reparando las redes. Jesús lesllamó, “y [Santiago y Juan], dejandoal instante la barca y a su padre…siguieron [al Señor]”1.

¿Alguna vez se han preguntadocómo hubiera sido vivir en los díasdel Salvador? Si hubieran estadoallí, ¿habrían prestado oídos a su lla-mado: “¡Venid en pos de mí!”?

Quizás una pregunta más realista

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sería: “Si el Salvador les llamarahoy, ¿estarían igual de dispuestos aabandonar sus redes e ir en pos deÉl?”. Estoy seguro de que muchoslo harían.

Sin embargo, quizás para algunosésta no sea una decisión tan fácil.Hay quienes han descubierto que,por su naturaleza, muchas veces noes tan fácil salir de las redes.

Existen redes de todos los tama-ños y formas. Aquéllas que Pedro,Andrés, Santiago y Juan dejaroneran objetos tangibles, herramientasde trabajo que les permitían ganarsela vida.

A veces pensamos que estos cua-tro hombres eran pescadores humil-des y que no tuvieron que sacrificardemasiado al dejar las redes para se-guir al Salvador. Todo lo contrario,como destaca el élder James E.Talmage en Jesús el Cristo: Pedro,Andrés, Santiago y Juan eran sociosen un negocio próspero. Eran “due-ños de sus propios barcos y emplea-ban a otros hombres”. Según el élderTalmage, Simón Pedro “se hallabaen buena posición económica; y laocasión en que habló de haberlo de-jado todo para seguir a Jesús, elSeñor no negó que el sacrificio dePedro, en cuanto a sus bienes mate-riales, había sido… grande”2.

Más tarde, la red de la riquezaatrapó a un joven rico que declaróque había obedecido todos los man-damientos desde su juventud.Cuando le preguntó al Salvador quémás debía hacer para tener la vidaeterna, el Maestro dijo: “Si quieres serperfecto, anda, vende lo que tienes, y

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dalo a los pobres, y tendrás tesoroen el cielo; y ven y sígueme”.Cuando el joven escuchó aquello,“se fue triste, porque tenía muchasposesiones”3.

Las redes se definen en generalcomo utensilios diseñados para lacaptura, pero en un sentido más es-tricto, aunque más importante, po-dríamos definirlas como algo quenos tienta o nos impide seguir el lla-mado de Jesucristo, el Hijo del Diosviviente.

En ese contexto, algunas de esasredes podrían ser nuestro trabajo,nuestras aficiones, nuestros place-res, y por encima de todo lo demás,nuestras tentaciones y pecados. Enresumen, cualquier cosa que nosaleja de nuestra relación con nues-tro Padre Celestial y su Iglesia res-taurada es una red.

Permítanme darles un ejemplocontemporáneo: una computadorapuede ser una herramienta útil e in-dispensable, pero si perdemos nues-tro tiempo con ella en ocupacionesimproductivas, vanas e incluso aveces destructivas, se convierte enuna red que nos atrapa.

A muchos de nosotros nos gustaver competencias deportivas, pero sisomos capaces de recitar de memo-ria las estadísticas de nuestros juga-dores favoritos y al mismo tiemponos olvidamos de los cumpleaños o

de los aniversarios, desatendemos anuestra familia, o pasamos por altola oportunidad de hacer obras deservicio cristiano, también las com-petencias deportivas pueden con-vertirse en una red que nos atrapa.

Desde los días de Adán, toda lahumanidad ha comido el pan con elsudor de su frente, pero cuandonuestro trabajo nos consume hastael punto en que desatendemos lasdimensiones espirituales de la vida,también se convierte en una red quenos enreda.

Algunos han quedado atrapadosen la red de las deudas excesivas. Lared del interés les atenaza, requirién-doles que vendan su tiempo y ener-gías a fin de satisfacer las demandasde sus acreedores, con lo que renun-cian a su libertad y se hacen esclavosde su propio derroche.

Es imposible enumerar las mu-chas redes que pueden atraparnos eimpedirnos seguir al Salvador; perosi somos sinceros en nuestro deseode ir en pos de Él, debemos dejarlasinmediatamente y seguir Sus pasos.

No conozco ningún otro periodode la historia del mundo donde sehaya acumulado tal variedad deredes esclavizantes. La vida con fa-cilidad se nos llena de citas, reunio-nes y tareas que debemos realizar. Estan fácil quedar atrapado en unamultitud de redes, que a veces

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incluso la mera sugerencia de rom-perlas puede resultarnos amenazan-te o hasta aterradora.

A veces pensamos que cuantomás ocupados estemos, más impor-tantes somos; como si nuestra acti-vidad definiera nuestro valor.Hermanos y hermanas, podemos pa-sarnos la vida entera dando vueltasa un ritmo frenético y llevando aefecto listas y listas de cosas que afin de cuentas no tienen verdaderaimportancia.

El hacer mucho quizás no sea tanimportante. El que concentremos laenergía de nuestra mente, corazón yalma a aquellas cosas que tienen im-portancia eterna, eso sí es esencial.

Entre el bullicio y el ajetreo de lavida a nuestro alrededor escucha-mos gritos de “vengan aquí” y“vayan allá”; en medio de ese ruidoy de esas voces seductoras que com-piten por acaparar nuestro tiempo einterés, una figura solitaria se alzaen las orillas del Mar de Galilea ynos llama: “Venid en pos de mí”.

Es muy fácil perder el equilibrioen nuestra vida. Recuerdo unoscuantos años que fueron particular-mente exigentes para mí, cuando yateníamos siete hijos. Yo había servi-do como consejero en un obispado yse me otorgó el llamamiento sagradode ser obispo del barrio. Estaba es-forzándome por administrar nuestronegocio, lo que requería muchashoras al día. Rindo honor a mi fielesposa, quien siempre me permitióservir al Señor.

Sencillamente, había demasiadascosas que hacer en el tiempo delque disponía, pero en vez de sacrifi-car cosas importantes, decidí levan-tarme más temprano, encargarme demi negocio y después dedicar eltiempo necesario para ser un buenpadre y esposo y un miembro fiel dela Iglesia. No fue nada fácil.Algunas mañanas comenzaba asonar el despertador, y yo abría unojo y me quedaba mirándolo fija-mente, desafiándolo a que siguierasonando si se atrevía.

No obstante, el Señor fue miseri-cordioso y me ayudó a hallar laenergía y el tiempo necesarios parahacer todo aquello a lo que me

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El Edificio Conmemorativo José Smith visto a través de la fuente reflectoradel lado este del Templo de Salt Lake.

había comprometido. Aunque fuedifícil, nunca lamenté el haber to-mado la decisión de escuchar el lla-mado del Salvador y seguirle.

Piensen en todo lo que le debe-mos. Jesús es la resurrección y lavida. “El que cree en [Él], aunqueesté muerto, vivirá”4. Hay quienesposeen una gran riqueza pero queaun así darían todo lo que poseenpara alargar unos años, meses o in-cluso días su vida mortal. ¿Qué darí-amos entonces nosotros por la vidaeterna?

Hay quienes darían todo lo quetienen por sentir paz. “Venid a mí,todos los que estáis trabajados ycansados”, enseñó el Salvador, “y yoos haré descansar”5. No obstante, esalgo más que paz lo que el Salvadorpromete a los que guardan Sus man-damientos y perseveran hasta el fin;es la vida eterna, “que es el mayorde todos los dones de Dios”6.

Gracias al Salvador, viviremospara siempre. La inmortalidad signi-fica que nunca moriremos; en cam-bio, la vida eterna significa vivirpara siempre en esferas exaltadas encompañía de nuestros seres queri-dos, envueltos en un amor profun-do, en un gozo exquisito y en gloria.

Ninguna cantidad de dineropuede comprar ese estado exaltado.La vida eterna es un don de unPadre Celestial amoroso que se ofre-ce de manera gratuita y libre a todoslos que presten oídos al llamado delVarón de Galilea.

Lamentablemente, hay muchosque están demasiado atrapados ensus redes para escuchar el llamado.El Salvador explicó que “no creéis,porque no sois de mis ovejas… Misovejas oyen mi voz, y yo las conoz-co, y me siguen”7.

¿Cómo seguimos al Salvador?Ejerciendo nuestra fe, creyendo enÉl, creyendo en nuestro PadreCelestial, creyendo que Dios todavíase comunica con el hombre en latierra.

Seguimos al Salvador arrepin-tiéndonos de nuestros pecados, ex-perimentando tristeza por ellos yabandonándolos.

Seguimos al Salvador entrando enlas aguas del bautismo y recibiendo

la remisión de nuestros pecados, re-cibiendo el don del Espíritu Santo ypermitiendo que esa influencia nosinspire, instruya, guíe y consuele.

¿Cómo seguimos al Salvador?Obedeciéndole. Él y nuestro PadreCelestial nos han dado mandamien-tos, no para castigarnos o atormen-tarnos, sino para ayudarnos aalcanzar una plenitud de gozo tantoen esta vida como en las eternidadesque están por venir, por los siglos delos siglos.

Por el contrario, cuando nos afe-rramos a nuestros pecados, a nues-tros placeres y a veces incluso a loque percibimos como nuestras obli-gaciones, nos resistimos a la influen-cia del Espíritu Santo y dejamos delado las palabras de los profetas, en-tonces nos quedamos en la orilla denuestra propia Galilea, bien atrapa-dos en nuestras redes. Nos encon-tramos incapaces de abandonarlas yseguir al Cristo Viviente.

Pero el Pastor nos llama a todoshoy. ¿Reconoceremos la voz del Hijode Dios? ¿Le seguiremos?

¿Me permitirían darles una pala-bra de advertencia? Hay quienespiensan que si seguimos al Salvador,nuestra vida estará libre de preocu-paciones, de dolores y de miedos.¡No es así! El Salvador mismo fuedescrito como un varón de dolores8.Aquellos primeros discípulos que si-guieron al Cristo experimentaron

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grandes persecuciones y pruebas. Elprofeta José Smith no fue la excep-ción, ni lo fueron el resto de los pri-meros Santos de esta últimadispensación; y en la actualidad, lascosas tampoco han cambiado.

Tuve una vez la oportunidad dehablar con una mujer que escuchóel llamado del Salvador cuandotenía dieciocho años. Su padre, queera un ministro prominente de unaiglesia diferente, se enfadó con ella yle prohibió bautizarse. Le dijo que sise hacía miembro de La Iglesia deJesucristo de los Santos de los Últi-mos Días, quedaría apartada de lafamilia.

Aunque el sacrificio fue grande,esa joven escuchó el llamado delSalvador y entró en las aguas delbautismo.

Sin embargo, su padre no podíaaceptar su decisión e intentó obli-garla a abandonar su nueva fe. Él ysu esposa la vilipendiaron por su de-cisión de unirse a la Iglesia y le exi-gieron que negara y abandonara sunueva religión.

Aun en medio de la ira, de laamargura y de la humillación, su fese mantuvo fuerte y soportó elabuso verbal y emocional, sabiendoque había escuchado el llamado delSalvador y que le seguiría, sean cua-les fueren las consecuencias de ello.

Finalmente, esa joven pudo en-contrar un cobijo seguro, un lugar

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NOTAS1. Mateo 4:18–22.2. James E. Talmage, Jesús el Cristo,

pág. 231.3. Mateo 19:21–22.4. Juan 11:25.5. Mateo 11:28.6. D. y C. 14:7.7. Juan 10:26–27.8. Véanse Isaías 53:3 y Mosíah 14:3.9. Juan 14:6.

El presidente Boyd K. Packer, Presidente en Funciones del Quórum de los Doce Apóstoles y los élderes L. TomPerry, Neal A. Maxwell, Russell M. Nelson, Dallin H. Oaks, M. Russell Ballard y Joseph B. Wirthlin, del Quórum delos Doce Apóstoles, dan el frente a la congregación desde sus asientos en el estrado.

de refugio junto a una amable fami-lia miembros de la Iglesia, lejos delas amenazas y la crueldad de supadre.

Conoció a un joven fiel y los dosse casaron en el templo y recibieronlas inestimables bendiciones queacompañan al matrimonio en eltemplo.

Hoy ya forma parte de los mu-chos que han sacrificado tanto paraseguir el llamado del Salvador.

En efecto, no insinúo que el ca-mino vaya a ser fácil, pero les doymi testimonio de que los que, confe, abandonan sus redes y siguen alSalvador, experimentarán una felici-dad más allá de su capacidad decomprensión.

Cuando me reúno con los mara-villosos miembros de esta Iglesia —tanto jóvenes como mayores—cobro ánimo y me lleno de gratitudpor la fidelidad de los que han escu-chado el llamado del Salvador y lehan seguido.

Como ejemplo, un trabajador delsector siderúrgico sigue al Salvadordía tras día durante un periodo demás de treinta años, en los que saca-ba las Escrituras para leer durante lahora de la comida, en medio de lasburlas de sus compañeros. Y aquellaviuda de setenta años que, confinadaa su silla de ruedas, alegra el ánimo acada persona que la visita, y nuncadeja de decirles lo afortunada que se

siente; ella también sigue al Salvador.El niño que busca la comunión con elSeñor del universo a través de la ora-ción, también sigue al Salvador. Elmiembro acaudalado que da genero-samente a la Iglesia y a sus semejan-tes, sigue al Salvador.

Así como Jesús el Cristo estuvoen la orilla del Mar de Galilea hace2.000 años, también hoy está ha-ciendo el mismo llamado que ex-tendió a aquellos pescadores fieles,esta vez para todos los que quieranescuchar su voz: “¡Venid en pos demí!”.

Tenemos redes por echar y redespor arreglar, pero cuando el Señordel océano, de la tierra y del cielonos dice “venid en pos de mí”, debe-mos abandonar los enredos munda-nos y seguir sus pasos.

Hermanas y hermanos míos, pro-clamo con una voz llena de gozoque ¡el Evangelio ha sido restauradouna vez más! Los cielos se abrieronal profeta José Smith y él vio y con-versó con Dios, el Padre, y Su Hijo,Jesucristo. Bajo la dirección y la tu-tela divina de seres celestiales, ¡lasverdades eternas se han restauradootra vez al hombre!

En nuestros días vive otro granprofeta que día tras día aporta sutestimonio de estas verdades sacro-santas. El presidente Gordon B.Hinckley desempeña su sagradooficio como el portavoz del Dios

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eterno. A su lado están sus noblesconsejeros, el Quórum de los DoceApóstoles y otras AutoridadesGenerales, todos alzando la voz para proclamar las gloriosas ygozosas nuevas: ¡El Evangelio eter-no se ha restaurado otra vez al hombre!

Jesús el Cristo es “el camino, laverdad y la vida: nadie viene alPadre, sino por [Él]”9. Como testi-go especial de Él, les testifico eneste día que llegará el tiempo enque todo hombre, mujer y niñopodrá mirar los ojos llenos de amordel Salvador. Ese día sabremos conseguridad de lo val iosa que esnuestra decisión de seguirle al ins-tante.

Que cada uno de nosotros escu-che el llamado del Maestro y aban-done al instante las redes deesclavitud y le siga con gozo, es miferviente oración, en el nombre deJesucristo. Amén. �

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Cuñas escondidasPresidente Thomas S. MonsonPrimer Consejero de la Primera Presidencia

“No leguemos a las generaciones futuras los resentimientos y elenojo de nuestra época. Quitemos todas las cuñas escondidas quelo único que hacen es destruir”.

En abril de 1966, en la confe-rencia general anual de laIglesia, el élder Spencer W.

Kimball dio un discurso memorableen el que relató una historia escritapor Samuel T. Whitman titulada“Las cuñas olvidadas”. También yoquiero hoy citar a Samuel T.Whitman, y después compartirejemplos de mi propia vida.

Whitman escribió: “[Ese invier-no] la tormenta de hielo no habíasido muy destructiva. Cierto es quese habían caído algunas líneas telefó-nicas y que había en la carretera másaccidentes que de costumbre… Encircunstancias normales, el enormenogal habría podido sostener sin pro-blemas el peso que se había creadoen sus ramas; fue la cuña de hierroincrustada en su corazón la quecausó el daño.

“La historia de la cuña de hierro

tuvo su origen varios años antes,cuando el hoy canoso agricultor,[que ahora vivía en esa propiedad]era un jovencito que crecía en elhogar de su padre. En aquel enton-ces, el aserradero había sido trasla-dado recientemente del valle y lospobladores de la zona encontrabanaún herramientas y piezas sueltasdel equipo tiradas por el lugar…

“Ese día en particular, al sur de lapradera… el muchacho había en-contrado una cuña de leñador,ancha, chata y pesada, de unos 30centímetros de largo y bastante gas-tada por haber sido golpeada tanto.[La cuña de leñador se utilizabapara ayudar a derribar un árbol; éstase colocaba en una hendidura hechapor una sierra y después se le pegabacon fuerza con un mazo de hierrocon el fin de ensanchar el corte.]…Como se le había hecho tarde parala cena, el joven colocó la cuña…entre las ramas del tierno nogal quesu padre había plantado cerca delportón de entrada y pensó que lle-varía la cuña al depósito después dela cena o en algún otro momentoque pasara por ahí.

“En realidad, tuvo la intenciónde hacer eso pero nunca lo hizo. [Lacuña] estaba todavía allí, un pocoapretada por las ramas, cuando él sehizo hombre. Seguía allí, ahora fir-memente apretada, cuando él secasó y se hizo cargo de la granja desu padre. Estaba casi incrustadaaquel día en que los peones que tra-bajaban en la trilla comieron a lasombra del árbol… Clavada y olvi-dada, la cuña todavía permanecía

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allí cuando azotó la tormenta degranizo.

“En el helado silencio de aquellanoche de invierno… una de las tresramas principales del nogal se que-bró y cayó a tierra. Eso causó que elresto de la copa del árbol perdiera suestabilidad y se desplomara también.Después de la tormenta, no queda-ban vestigios de lo que una vezhabía sido un hermoso árbol.

“Al día siguiente, bien temprano,el agricultor salió a lamentar su pér-dida…

“Entonces, sus ojos vieron algoen medio de aquel desastre: ‘Lacuña’, murmuró con tono de repro-che, ‘la cuña que encontré al sur dela pradera’. Una rápida mirada lehizo darse cuenta por qué se habíacaído el árbol. Incrustada en el tron-co, la cuña había impedido que lasfibras de las ramas se entrelazarancomo era de esperar”1.

Mis queridos hermanos y herma-nas, existen cuñas escondidas en lavida de muchas personas que cono-cemos; sí, quizás en nuestra propiafamilia.

Quisiera compartir con ustedes elrelato de un amigo de toda la vida,que ya ha partido de la vida terre-nal. Se llamaba Leonard y no eramiembro de la Iglesia, aunque su es-posa y sus hijos lo eran. Su esposaprestó servicio como presidenta dela Primaria; su hijo sirvió en una mi-sión honorable; y tanto su hija comosu hijo contrajeron matrimonio enceremonias solemnes y criaron suspropias familias.

Como yo, todos los que conocíana Leonard lo apreciaban. Él apoyó asu esposa y a sus hijos en las asigna-ciones de la Iglesia y asistía con ellosa muchas actividades auspiciadaspor ésta. Vivió una vida buena ylimpia, sí, una vida de servicio y debondad. Su familia, y en realidadmuchos otros, se preguntaban porqué Leonard pasaba por esta vidaterrenal sin las bendiciones que elEvangelio brinda a sus miembros.

Durante sus últimos años devida, la salud de Leonard deterioró yfinalmente tuvo que ser hospitaliza-do; su vida se consumía poco apoco. En la que sería mi última

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conversación con él, me dijo: “Tom,te conozco desde que eras niño ycreo que debo explicarte por quénunca me uní a la Iglesia. Me contóentonces algo que les había sucedidoa sus padres, y que había tenidolugar muchos, pero muchos añosantes. Muy a su pesar, la familiahabía llegado a un punto en el quese vio en la necesidad de vender sugranja; y entonces alguien les hizouna oferta que aceptaron; pero, des-pués, un vecino les pidió que le ven-dieran la granja a él —aunque amenos precio— y agregó: “Hemossido tan amigos que si llego a serdueño de la propiedad, podré cuidar-la bien”. Al final, los padres deLeonard accedieron y vendieron lagranja. El comprador —su vecino—poseía un cargo de responsabilidaden la Iglesia, y la confianza que esehecho implicaba persuadió a la fami-lia a vendérsela a él, a pesar de norecibir tanto dinero como hubierasucedido si se la hubieran vendido alprimer comprador interesado. Pocodespués de que se llevara a cabo la

venta, el vecino vendió tanto su pro-pia granja como la que había com-prado a la familia de Leonard, y lohizo a modo de una sola propiedad,lo que incrementó su valor y, comoconsecuencia, el precio de venta. Laantigua interrogante de por quéLeonard nunca se había unido a laIglesia por fin había quedado contes-tada: siempre había pensado que esevecino había engañado a su familia.

Al terminar la conversación, mecontó que sentía que por fin sehabía librado de un gran peso al pre-pararse para encontrarse con suHacedor. La tragedia es que unacuña escondida había impedido queLeonard se remontara a alturas máselevadas.

Conozco a una familia que llegó alos Estados Unidos de Alemania. Elidioma inglés les resultaba difícil yno poseían muchos bienes materia-les, pero cada uno en la familia fuebendecido con la voluntad para tra-bajar y con amor por Dios.

El tercer hijo que nació vivió sólodos meses y murió. El padre, que era

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ebanista, hizo un hermoso ataúdpara el cuerpo de su precioso hijo.El día del funeral fue sombrío, loque reflejaba la tristeza que sus seresqueridos sentían ante la pérdida su-frida. Al caminar hasta la capilla, elpadre llevando el pequeño ataúd, sehabía congregado un pequeño nú-mero de amigos; sin embargo, lapuerta de la capilla estaba cerradacon llave. El ocupado obispo sehabía olvidado del funeral, y los in-tentos que se hicieron para ponerseen contacto con él fueron inútiles.No sabiendo qué hacer, el padre secolocó el ataúd bajo el brazo y, juntocon su familia, lo llevó a casa, an-dando bajo una lluvia torrencial.

Si los miembros de esa familia hu-biesen tenido menos carácter, hubie-sen culpado al obispo y hubiesenalbergado malos sentimientos.Cuando el obispo descubrió la trage-dia, visitó a la familia y se disculpó; ycon el dolor todavía evidente en susemblante, pero con lágrimas en losojos, el padre aceptó la disculpa y losdos se abrazaron con espíritu de

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El Templo de Salt Lake y la estatua de una madre y sus hijos simbolizan laimportancia de las familias eternas.

comprensión. No quedó ningunacuña escondida que causara mássentimientos de enojo. Prevalecieronel amor y la tolerancia.

El espíritu debe quedar libre delas fuertes cadenas y de los viejosrencores a fin de que el entusiasmopor la vida le dé optimismo al alma.En muchas familias hay sentimien-tos heridos y una renuencia a perdo-nar. No importa cuál haya sido elproblema, no puede ni debe permi-tirse que siga causando daño. El se-guir culpando a los demás mantieneabierta la herida; sólo el perdonar lacicatriza. George Herbert, poeta deprincipios del siglo 17, escribió:“Quien no perdona a los demás des-truye el puente por el cual debepasar si desea alcanzar el cielo, pues-to que todos tenemos necesidad delperdón”.

Son hermosas las palabras delSalvador cuando estaba a punto demorir sobre la infame cruz. Él dijo:“…Padre, perdónalos, porque nosaben lo que hacen”2.

Hay personas que tienen dificul-tad para perdonarse a sí mismas y seconcentran en lo que consideran susdefectos. Me gusta el relato de unlíder religioso que, junto al lecho demuerte de una mujer, trataba envano de consolarla. “Estoy perdida”,dijo ella. “He arruinado mi vida y lavida de los que me rodeaban. Notengo esperanza”.

El hombre advirtió que sobre eltocador estaba la foto de una her-mosa joven. “¿Quién es?”, le pre-guntó.

El rostro de la mujer se iluminó:“Es mi hija; lo único hermoso de mivida”.

“La ayudaría usted si ella tuvieradificultades o hubiera cometido unerror? ¿La perdonaría? ¿La seguiríaamando?”

“¡Claro está que sí!”, exclamó lamujer. “Haría cualquier cosa porella. ¿Por qué me lo pregunta?”

“Porque quiero que sepa”, le dijoel hombre, “que hablando en senti-do figurado, Dios tiene una fotogra-fía de usted en Su tocador. Él la amay la ayudará. Invoque Su nombre”.

Una cuña escondida que impedíasu felicidad había sido quitada.

En momentos de peligro o deprueba, ese conocimiento, esa espe-ranza y esa comprensión brindanconsuelo a la mente alterada y al co-razón dolorido. Todo el mensaje delNuevo Testamento infunde un espí-ritu de renacimiento para el almahumana. Las sombras de la desespe-ración se disipan bajo los rayos deesperanza, el dolor sucumbe ante elgozo, y el sentimiento de encontrar-se perdido entre la multitud de lavida se desvanece con el conoci-miento certero de que nuestro PadreCelestial es consciente de cada unode nosotros.

El Salvador confirma esa verdadal enseñar que ni un pajarillo cae atierra sin que pase inadvertido parael Padre. Y después termina ese her-moso pensamiento diciendo: “Asíque, no temáis; más valéis vosotrosque muchos pajarillos”3.

Hace algún tiempo leí la siguien-te noticia de la “Associated Press”que apareció publicada en el perió-dico: “Un anciano relató en el fune-ral de su hermano, con el que habíacompartido desde su juventud unacabaña de un solo cuarto, cerca deCanisteo, en Nueva York, que des-pués de una fuerte discusión que ha-bían tenido, habían dividido lahabitación por la mitad con unalínea trazada con tiza y que ningunode los dos la había cruzado ni se

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habían dirigido la palabra desde esedía, que había ocurrido 62 añosantes”. ¡Qué cuña escondida tangrande y destructiva!

Como Alexander Pope escribió:“El errar es humano, el perdonar, di-vino”4.

En ocasiones nos ofendemos contanta facilidad; y otras veces somosdemasiados tercos para aceptar unadisculpa sincera. Subordinemos elamor propio, el orgullo y la ofensa ydigamos: “¡Lo siento mucho!”.Seamos lo que una vez fuimos: ami-gos. No leguemos a las generacionesfuturas los resentimientos y el enojode nuestra época. Quitemos todaslas cuñas escondidas que lo únicoque hacen es destruir.

¿Dónde se originan las cuñas es-condidas? Algunas provienen de lasdisputas sin resolver, las cuales lle-van a malos sentimientos, seguidasde remordimiento y pesar. Otras tie-nen sus comienzos en las desilusio-nes, la envidia, las discusiones y losdaños supuestos. Es necesario resol-verlos, olvidarlos y no permitir quese conviertan en una llaga que se in-fecte y que al final destruya.

Una enternecedora dama de másde noventa años me fue a ver un díae inesperadamente comenzó a rela-tar varias cosas que lamentaba. Mecontó que hacía muchos años, unagricultor vecino, con el cual ella y

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NOTAS1. En Conference Report, abril de

1966, pág. 70.2. Lucas 23:34.3. Mateo 10:31.4. An Essay on Criticism (1711), parte

2, línea 525.5. “Maud Muller,” The Complete

Poetical Works of Whittier, 1892, pág. 48.6. 3 Nefi 11:28–30.7. Juan 13:35.

Miembros y visitantes a la conferencia pasan por las puertas que conducen a la galería del Centro de Conferencias.

su esposo en ocasiones discrepaban,le preguntó si podía tomar un atajopor sus terrenos y así llegar al terre-no de él. Ella detuvo su narración ycon voz temblorosa me dijo:“Tommy, yo no le permitía que cru-zara por nuestros campos sino que leobligaba a que diera toda la vuelta,aun a pie, para llegar a su propiedad.Estuvo mal y lo lamento. Él ya novive, pero cómo quisiera decirle: ‘Lolamento mucho’. ¡Cómo desearíatener una segunda oportunidad!”.

Al escucharla, las palabras que es-cribió John Greenleaf Whittier mevinieron a la mente: “De todas laspalabras, habladas o escritas, sonéstas las más tristes: ¡‘Podría habersido’!”5.

De 3 Nefi, en el Libro de Mormón,recibimos este consejo inspirado:“…no habrá disputas entre voso-tros… Porque en verdad, en verdados digo que aquel que tiene el espíritude contención no es mío, sino es deldiablo, que es el padre de la conten-ción, y él irrita los corazones de loshombres, para que contiendan conira unos con otros. He aquí, ésta noes mi doctrina, agitar con ira el cora-zón de los hombres, el uno contra elotro; antes bien mi doctrina es ésta,que se acaben tales cosas”6.

Quisiera terminar con un relatode dos hombres que fueron héroespara mí. Sus actos de valentía no tu-vieron lugar a nivel nacional, sinoen un pacífico valle conocido con elnombre de Midway, Utah.

Hace muchos años, Roy Kohler yGrant Remund prestaron serviciojuntos en cargos de la Iglesia. Eranlos mejores amigos; ambos agriculto-res y lecheros. Entonces surgió unmalentendido que causó un distan-ciamiento entre ellos.

Tiempo después, cuando RoyKohler cayó gravemente enfermo decáncer y le quedaba poco tiempo devida, mi esposa Frances y yo fuimosa verlo, y le di una bendición. Mástarde, mientras hablábamos, el her-mano Kohler dijo: “Quisiera contar-les una de las experiencias máshermosas de mi vida”. Entonces noscontó del malentendido ocurridocon Grant Remund y del distancia-miento que había tenido lugar. Su

comentario fue: “No nos podíamosni ver”.

“Tiempo después”, continuó Roy,“yo había terminado de almacenarla alfalfa para el invierno que se ave-cinaba, cuando una noche, como re-sultado de una combustiónespontánea, la alfalfa se incendió,quemándose completamente, asícomo el granero y todo lo que habíaen él. Me sentía desolado”, dijo Roy.“No sabía qué hacer. La noche eraoscura, con excepción de las brasasque poco a poco se extinguían.Entonces vi que se acercaban por lacarretera, en dirección de la propie-dad de Grant Remund, las luces detractores y de equipo pesado.Cuando el ‘grupo de rescate’ ingresópor la entrada de mi granja y me en-contró hecho un mar de lágrimas,Grant dijo: ‘Roy, es increíble el de-sastre que te ha quedado para lim-piar; pero no te preocupes, mismuchachos y yo estamos aquí.Manos a la obra’ ”. Y juntos se ocu-paron del trabajo. La cuña escondi-da que los había separado por uncorto tiempo desapareció para siem-pre. Trabajaron toda la noche hastaal día siguiente, junto con otra

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gente del lugar que se había unido aellos.

Roy Kohler murió y GrantRemund está ya mayor. Los hijos deambos prestaron servicio en el obis-pado del mismo barrio. Atesoro deverdad la amistad de esas dos extra-ordinarias familias.

Ruego que seamos un ejemplo ennuestros hogares y seamos fieles enguardar todos los mandamientos paraque, de esa forma, no guardemoscuñas escondidas sino que, en cam-bio, recordemos la admonición delSalvador: “En esto conocerán todosque sois mis discípulos, si tuviereisamor los unos con los otros”7.

Este es mi ruego y mi oración, enel nombre de Jesucristo. Amén. �

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M

Sesión del sábado por la tarde6 de abril de 2002

El organista Richard Elliott acompaña al Coro del Tabernáculo durante lasesión de la conferencia del sábado por la mañana.

El sostenimiento deoficiales de la IglesiaPresidente Thomas S. MonsonPrimer Consejero de la Primera Presidencia

is hermanos y hermanas,el presidente Hinckley hapedido que yo, el hermano

Monson, ahora les presente a lasAutoridades Generales, a losSetenta Autoridades de Área y a lasPresidencias Generales de las orga-nizaciones auxiliares de la Iglesiapara su voto de sostenimiento.

Se propone que sostengamos aGordon Bitner Hinckley comoProfeta, Vidente y Revelador yPresidente de La Iglesia de Jesucristode los Santos de los Últimos Días; aThomas Spencer Monson comoPrimer Consejero de la PrimeraPresidencia y a James Esdras Faustcomo Segundo Consejero de laPrimera Presidencia. Los que esténde acuerdo, sírvanse manifestarlo.Los que estén en contra, si los hay,sírvanse manifestarlo.

Se propone que sostengamos aThomas Spencer Monson como

Presidente del Quórum de los DoceApóstoles; a Boyd Kenneth Packercomo Presidente en Funciones delQuórum de los Doce Apóstoles; y alos siguientes como miembros de esequórum: Boyd K. Packer, L. TomPerry, David B. Haight, Neal A.Maxwell, Russell M. Nelson, DallinH. Oaks, M. Russell Ballard, JosephB. Wirthlin, Richard G. Scott,Robert D. Hales, Jeffrey R. Holland,y Henry B. Eyring. Los que estén deacuerdo, sírvanse manifestarlo.Contrarios, si los hubiera.

Se propone que sostengamos a losConsejeros de la Primera Presidenciay a los Doce Apóstoles comoProfetas, Videntes y Reveladores.Los que estén de acuerdo, sírvansemanifestarlo. Contrarios, si los hay,con la misma señal.

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Se propone que sostengamos alos élderes Gerald N. Lund yWilliam R. Walker como nuevosmiembros del Segundo Quórum delos Setenta. Los que estén a favor,sírvanse manifestarlo. Contrarios, silos hubiera.

Se propone que relevemos a KayH. Christensen, Clayton S. Huber,David López, Hyde M. Merrill,Adelson de Paula Parrella y R.Gordon Porter como SetentaAutoridades de Área. Todos los queestén a favor, sírvanse manifestarlo.

Se propone que sostengamos a lossiguientes hermanos como SetentaAutoridades de Área: D. AllenAndersen, David S. Baxter, C. ElmerBlack Jr., G. Lynn Brenchley,Ildefonso de Castro Deus Neto,Clayton M. Christensen, Ernesto A.Da Silva, Hector A. Dávalos, JamesDunlop, James M. Dunn, I. Lee Ence,Carlos R. Fernández, John R. Gibson,Stephen W. Hansen, Emmanuel A.Kissi, B. Renato Maldonado, Jeffrey J.Marchant, Gerald A. Mead, Hyae-Kee Min, Rodrigo Myrrha, MasayukiNakano, Yasuo Niiyama, Carlos L.Pedraja, Carlos A. Pérez, D. ChadRichardson, Maury W. Schooff,M. Gonzalo Sepúlveda, T. LaMarSleight, John C. Taggart, Anthony R.Temple. Los que estén a favor, sírvan-se manifestarlo. Contrarios, con lamisma señal.

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Informe del Departa-mento de Auditoríasde la IglesiaPresentado por Wesley L. JonesDirector Ejecutivo del Departamento de Auditorías de la Iglesia

Para la Primera Presidencia de La Iglesia de Jesucristo de losSantos de los Últimos Días

s está lleno durante una de las sesiones de la conferencia.

Se propone que relevemos con unvoto de agradecimiento sincero aMary Ellen Wood Smoot, VirginiaUrry Jensen y Sheri L. Dew comoPresidencia General de la Sociedadde Socorro. También relevamos atodos los integrantes de la mesa di-rectiva general de la Sociedad deSocorro. Los que estén a favor, sír-vanse manifestarlo.

Se propone que sostengamos aBonnie Rae Dansie Parkin como lanueva Presidenta General de laSociedad de Socorro, a KathleenHurst Hughes como PrimeraConsejera y a Anne Clark Pingreecomo Segunda Consejera. Los queestén a favor, sírvanse manifestarlo.Contrarios, con la misma señal.

Se propone que sostengamos alas demás Autoridades Generales, alos Setenta Autoridades de Área ya las presidencias generales de lasorganizaciones auxil iares tal ycomo se encuentran actualmenteconstituidas. Los que estén deacuerdo, sírvanse manifestarlo.Contrarios, si los hay, pueden ma-nifestarlo.

Todo parece indicar, presidenteHinckley, que el sostenimiento hasido afirmativo en forma unánime.

Gracias, hermanos y hermanas,por su fe y oraciones constantes. �

El interior del Centro de Conferencia

Estimados hermanos: La Iglesiade Jesucristo de los Santos delos Últimos Días mantiene en

funcionamiento el Departamento deAuditorías que opera de forma inde-pendiente de todos los demás depar-tamentos y operaciones de la Iglesia.El director ejecutivo del Departa-mento de Auditorías de la Iglesia in-forma directamente y con regularidada la Primera Presidencia. El De-partamento de Auditorías de la Iglesia

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está conformado por contadores acre-ditados, auditores internos acredita-dos y otros profesionales calificados yacreditados.

Por mandato de la PrimeraPresidencia, el Departamento deAuditorías de la Iglesia tiene autori-dad para efectuar auditorías a todoslos departamentos y operaciones dela Iglesia en todo el mundo. ElDepartamento de Auditorías tieneacceso a todos los registros, personal,

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Informe estadístico,2001Presentado por F. Michael WatsonSecretario de la Primera Presidencia

propiedades y sistemas relevantespara la realización de auditorías delos donativos, gastos y recursos de laIglesia. El factor riesgo es el elemen-to principal que dicta la planifica-ción y la realización de auditorías.

Los gastos de la Iglesia del año2001 fueron autorizados por elConsejo Encargado de la Disposiciónde Diezmos. El consejo está com-puesto por la Primera Presidencia, elQuórum de los Doce Apóstoles y elObispado Presidente, tal como se haprescrito por revelación. La adminis-tración de los gastos se controla através del Departamento dePresupuesto y Finanzas, bajo la direc-ción de los comités de Apropiación yde Presupuesto. Se auditó e informósobre los presupuestos aprobados.

Basándonos en la realización deauditorías, el Comité de Auditoríasde la Iglesia es de la opinión que, entodos los aspectos materiales, los do-nativos que se recibieron y los gastosque se efectuaron en el año que fina-lizó el 31 de diciembre de 2001, sehan administrado de acuerdo con lasnormas presupuestarias aprobadas ylos procedimientos y las políticas es-tablecidos por la Iglesia.

Las actividades financieras de lasorganizaciones afiliadas a la Iglesia,que se operan de manera indepen-diente de la Iglesia, no fueron audi-tadas por el Departamento deAuditorías de la Iglesia en el año2001. Dichas organizaciones inclu-yen Deseret Management Cor-poration, así como sus empresassubsidiarias, y a la UniversidadBrigham Young y otras institucionesde enseñanza superior. Sin embargo,las actividades financieras de estasinstituciones fueron auditadas porfirmas de contabilidad pública inde-pendientes. Asimismo, el Departa-mento de Auditorías de la Iglesiaverificó que se presentaran informesprecisos de las auditorías realizadas alos comités de auditoría correspon-dientes a cada organización.

Presentado respetuosamente,DEPARTAMENTO DE AUDITORÍASWesley L. JonesDirector Ejecutivo1 de abril de 2002 �

Hermanos y hermanas, laPrimera Presidencia hacepúblico el siguiente informe

referente al crecimiento y al estadode la Iglesia al 31 de diciembre de2001.

NÚMERO DE UNIDADES DE LA IGLESIAEstacas .....................................2.607Distritos ......................................618Misiones......................................333Barrios y ramas ......................26.084

MIEMBROS DE LA IGLESIATotal de miembros ..........11.394.522Aumento de niños inscritos durante

2001 ..................................69.522Conversos bautizados

durante 2001...................292.612

MISIONEROSNúmero de misioneros

regulares ............................60.850

TEMPLOSTemplos dedicados en

el año 2001.................................5

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(Montevideo, Uruguay; WinterQuarters, Nebraska; Guadalajara,México; Perth, Australia; ColumbiaRiver, Washington)Número de templos en

funcionamiento......................107

MIEMBROS PROMINENTES QUE HANFALLECIDO DESDE ABRIL DEL AÑOPASADO:

Élder Loren C. Dunn, AutoridadGeneral Emérita y, en el momentode su fallecimiento, Presidente delTemplo de Boston, Massachusetts;Élder Merlyn R. Lybbert, ex miem-bro de los Setenta; Élder George R.Hill III, ex miembro de los Setenta;Phyllis Nielsen Reeve, esposa de RexC. Reeve, padre, AutoridadGeneral Emérita; Avanelle RichardsOsborn , esposa de Spencer H.Osborn, ex miembro de losSetenta; Naomi Ward Randall, exconsejera de la PresidenciaGeneral de la Primaria y autora dela letra del himno “Soy un hijo deDios”. �

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Una conversión plenabrinda felicidadÉlder Richard G. ScottDel Quórum de los Doce Apóstoles

“Tu felicidad ahora y siempre está condicionada a tu grado deconversión y a la transformación que ésta efectúe en tu vida”.

Cada uno de nosotros ha ob-servado que algunas perso-nas van por la vida haciendo

siempre lo correcto. Se ven felices eincluso entusiasmadas de la vida.Cuando tienen que tomar decisio-nes difíciles, parecería que invaria-blemente toman las correctas, auncuando haya opciones tentadoras asu alcance. Sabemos que están ex-puestas a la tentación, pero se com-portan como si éstas no existieran.Asimismo, hemos observado cómootras personas no son tan valientesen las decisiones que toman. En unambiente de gran espiritualidad,toman la resolución de ser mejores,de cambiar el curso de su vida, dedejar a un lado los hábitos que debi-litan. Son sinceras en su determina-ción de cambiar; pero sin embargo,

pronto vuelven a hacer aquello quehabían resuelto abandonar.

¿Qué hace que la vida de esos dosgrupos sea diferente? ¿Cómo puedestomar siempre las decisiones correc-tas? Las Escrituras nos iluminan alrespecto. Piensa en el entusiasta e im-petuoso Pedro. Durante tres años sir-vió junto al Maestro en calidad deapóstol, y observó milagros y oyó en-señanzas transformadoras y la expli-cación privada de muchas parábolas.Pedro había sido ordenado apóstol.Había tenido gran éxito en la misiónde enseñar, sanar y dar testimonio delSalvador en las ciudades de Galilea.Junto con Santiago y Juan, Pedro pre-senció la gloriosa transfiguración deJesucristo, a la que le acompañaronlas visitaciones de Moisés y Elías elprofeta1. Pero a pesar de todo eso, elSalvador percibió que a Pedro le fal-taba constancia. El Maestro lo cono-cía tan bien, como nos conoce a cadauno de nosotros. En la Biblia leemos:

“Dijo también el Señor: Simón,Simón, he aquí Satanás os hapedido… pero yo he rogado por ti,que tu fe no falte; y tú, una vez[convertido], confirma a tus herma-nos. El le dijo: Señor, dispuestoestoy a ir contigo no sólo a la cárcel,sino también a la muerte”2. No cabeduda de que, desde la perspectiva dePedro, no eran palabras vanas. Él lodecía con sincera intención; perosin embargo, actuaría de otro modo.

Más tarde, en el Monte de losOlivos, Jesús profetizó a Sus discípu-los: “Todos os escandalizaréis de mí

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esta noche; porque escrito está:Heriré al pastor, y las ovejas serándispersadas”. Pedro de nuevo res-pondió: “Aunque todos se escandali-cen, yo no…” Entonces el Maestrogravemente profetizó: “De cierto tedigo que tú, hoy, en esta noche,antes que el gallo haya cantado dosveces, me negarás tres veces”. A loque Pedro respondió con más vehe-mencia: “Si me fuere necesariomorir contigo, no te negaré”3.

Para mí, uno de los pasajes másconmovedores de las Escrituras des-cribe lo que ocurrió después. Un re-cordatorio aleccionador paranosotros de que el saber hacer lo co-rrecto, e incluso el desear ardiente-mente hacerlo, no es suficiente.Muchas veces es más difícil hacer loque sabemos claramente que debe-mos hacer. Y leemos:

“Pero una criada, al verle [aPedro]… dijo: También éste estabacon él. Pero él lo negó, diciendo:Mujer, no lo conozco… viéndoleotro, dijo: Tú también eres de ellos.Y Pedro dijo: Hombre, no lo soy…otro afirmaba, diciendo: Verdadera-mente también éste estaba con él…Y Pedro dijo: Hombre, no sé lo quedices. Y en seguida, mientras él to-davía hablaba, el gallo cantó.Entonces, vuelto el Señor, miró aPedro; y Pedro se acordó de la pala-bra del Señor… Y… saliendo fuera,lloró amargamente”4.

A pesar de lo dolorosa que debehaber sido para Pedro la confirma-ción de la profecía, su vida comenzóa cambiar para siempre; se convirtióen ese siervo inquebrantable y sóli-do como una roca, esencial para elplan del Padre después de la crucifi-xión y resurrección del Salvador.Ese conmovedor pasaje ilustra tam-bién cuánto amaba el Salvador aPedro. A pesar de encontrarse enmedio de un agobiante desafío a Supropia vida, con todo el peso de loque iría a suceder sobre Sus hom-bros, aún así se volvió a mirar aPedro. El amor de un Maestro setransmitió al alumno amado infun-diéndole valentía e iluminándolo enmomentos de necesidad. Después,Pedro alcanzó el máximo potencialde su llamamiento. Él enseñó con

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poder y testimonio inquebrantables,a pesar de las amenazas, los encar-celamientos y las golpizas. Él sehabía convertido plenamente.

En ocasiones, la palabra conver-tido, se emplea para describir elmomento en el que una personasincera decide bautizarse. Sin em-bargo, si se utiliza apropiadamente,la conversión significa más que eso, tanto para el nuevo conversocomo para el que ha sido miembrodesde hace mucho tiempo. Con su

característica precisión y claridaddoctrinal, el presidente Marion G.Romney explicó la conversión:

“Conversión significa volverse deuna creencia o de una acción a otra.La conversión es un cambio tantoespiritual como moral. La conversiónimplica no solamente la aceptaciónintelectual de Jesús y Sus enseñan-zas, sino también una fe motivadoraen Él y en Su Evangelio; una fe que efectúa una transformación; un cambio real en cuanto a la

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comprensión que la persona tienedel significado de la vida y de la fi-delidad a Dios, en interés, pensa-miento y conducta. Para uno queestá realmente convertido, el deseode hacer cosas contrarias alEvangelio de Jesucristo muere, y ensu lugar nace el amar a Dios con lafirme e imperante determinación deguardar Sus mandamientos”.

Para convertirte, debes recordaraplicar diligentemente a tu vida laspalabras clave: “el amar a Dios conla firme e imperante determinaciónde guardar Sus mandamientos”. Tufelicidad ahora y siempre está condi-cionada a tu grado de conversión ya la transformación que ésta efectúeen tu vida. ¿Cómo puedes entoncesllegar a ser un verdadero converso?El presidente Romney describe lospasos que debes seguir:

“El ser miembro de la Iglesia y elestar convertido no son necesaria-mente sinónimos; el estar converti-dos y el tener un testimoniotampoco es precisamente la mismacosa. Un testimonio se recibe cuan-do el Espíritu Santo testifica de laverdad a aquel que la busca fervien-temente. Un verdadero testimoniovitaliza la fe, o sea, induce al arre-pentimiento y a la obediencia a losmandamientos. La conversión es elfruto o la recompensa del arrepenti-miento y de la obediencia”5.

Simplemente, la verdadera con-versión es el fruto de la fe, el arre-pentimiento y la obediencia constante.La fe se recibe al oír la palabra deDios6 y responder a ella. Recibirásdel Espíritu Santo un testimonio delas cosas que aceptes por medio dela fe, al hacerlas de buena voluntad7.Recibirás guía para arrepentirte delos errores que cometas como resul-tado de cosas equivocadas quehayas hecho o de cosas correctasque hayas dejado de hacer. Comoconsecuencia, tu capacidad paraobedecer constantemente se fortalece-rá. Ese ciclo de fe, arrepentimiento yobediencia te llevará a una conver-sión aún mayor y a sus correspon-dientes bendiciones. La verdaderaconversión fortalecerá tu capacidadde hacer lo que sabes que debeshacer, en el momento en que debes

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NOTAS1. Véase Mateo 17:3, 1 Reyes 17:1,

D. y C. 110:13.2. Lucas 22:31–32; cursiva agregada.3. Véase Marcos 14:27, 29–31.4. Lucas 22:56–62.5. Conferencia de Área en Guatemala,

febrero de 1977; véase “El gozo de la conversión”, Liahona, mayo y junio de1977, pág. 70).

6. Véase Romanos 10:17; Joseph F.Smith, Doctrina del Evangelio, pág. 96.

7. Véase Éter 12:6.8. Marcos 4:14–20.9. Helamán 3:35.10. Seminario de Representantes

Regionales, 6 de abril de 1984, citado porW. Mack Lawrence en “La conversión y el compromiso”, Liahona, julio de 1996,pág. 81.

11. 3 Nefi 9:13–14.

hacerlo, a pesar de las circunstan-cias que te rodeen.

La parábola del sembrador, queenseñó Jesús, se utiliza por lo gene-ral para describir cómo reciben lapalabra del Señor las diferentes per-sonas, al ser ésta predicada. Piensapor un momento en cómo esamisma parábola quizá se aplique a tien las diferentes circunstancias detu vida, al afrontar problemas oestar bajo fuertes influencias. La pa-labra o las enseñanzas del Salvadorlas recibes de muchos modos: al ob-servar a los demás, por medio de laoración, al meditar las Escrituras opor medio de la guía del EspírituSanto. A medida que repito la ex-plicación que Jesús dio a Sus discí-pulos de esa parábola, examinamentalmente tu vida. Observa sihay momentos en los que las ense-ñanzas correctas encuentran en ticondiciones que no son propiciaspara recibirlas y, como consecuen-cia, los frutos prometidos de felici-dad, paz, contentamiento y progresose pierden.

“El sembrador es el que siembrala palabra. [Algunas se sembraron]junto al camino… después que laoyen, en seguida viene Satanás, yquita la palabra que se sembró ensus corazones”.

¿Podría sucederte eso a ti, en unambiente inadecuado, con amigosque no te convienen?

“[Algunas] en pedregales: los quecuando han oído la palabra, al mo-mento la reciben con gozo; pero notienen raíz en sí, sino que son de

corta duración, porque cuandoviene… la persecución… luego tro-piezan”.

¿Te has encontrado alguna vez enuna situación en la que alguien pro-pone algo inapropiado y tú no hacesnada para oponerte?

“[Algunas] fueron sembrad[a]sentre espinos: los que oyen la pala-bra, pero los afanes de este siglo… ylas codicias de otras cosas, entran yahogan la palabra, y se hace infruc-tuosa”.

¿Ha habido momentos en quequieres tanto algo que justificas unaexcepción a tus normas?

“[Algunas] fueron sembrad[a]sen buena tierra: los que oyen la pa-labra y la reciben, y dan fruto atreinta, a sesenta, y a ciento poruno”8.

Yo sé que esa es la forma en quedeseas vivir tu vida. La plenitud conla que aceptes las enseñanzas delSalvador, determinará cuánto frutoo bendiciones cosecharás en la vida.Esta parábola ilustra que el grado alque estés dispuesto a obedecer esascosas que sabes que debes hacer, re-sistiéndote a justificarte a hacer locontrario, determinará cuán verda-deramente convertido estés; y por lotanto, cuán plenamente el Señor tebendecirá.

La verdadera conversión producefrutos de felicidad perdurable que sepuede disfrutar aún cuando hayagran tumulto en el mundo y la ma-yoría sea desdichado. El Libro deMormón enseña lo siguiente encuanto a un grupo de personas que

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tenía dificultades: “No obstante,ayunaron y oraron frecuentemente,y se volvieron más y más fuertes ensu humildad, y más y más firmes enla fe de Cristo, hasta henchir susalmas de gozo y de consolación; sí,hasta la purificación y santificaciónde sus corazones, santificación queviene de entregar el corazón aDios”9.

El presidente Hinckley ha decla-rado que la verdadera conversión eslo que marca la diferencia10.

Para recibir las bendiciones pro-metidas gracias a la verdadera con-versión, haz ahora los cambios quetú sabes que son necesarios. ElSalvador dijo: “…¿no os volveréis amí ahora, y os arrepentiréis de vues-tros pecados, y os convertiréis paraque yo os sane? … si venís a mí,tendréis vida eterna”11.

Testifico que si oras pidiendoguía, el Espíritu Santo te ayudará areconocer los cambios personalesque tienes que hacer para obteneruna verdadera conversión. El Señorentonces te bendecirá más abun-dantemente. Tu fe en Él se reafirma-rá, tu capacidad para arrepentirteaumentará y tu poder para obedecerconstantemente se fortalecerá. ElSalvador vive. Él te ama. A medidaque te esfuerces por hacer lo mejor,Él te ayudará. En el nombre deJesucristo. Amén. �

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Amigos verdaderosÉlder Henry B. EyringDel Quórum de los Doce Apóstoles

“Todos seremos probados. Todos necesitamos amigos verdaderosque nos amen, nos escuchen, nos muestren el camino y nostestifiquen de la verdad”.

Cientos de miles de hijos denuestro Padre Celestial seunen cada año a La Iglesia

de Jesucristo de los Santos de losÚltimos Días. Para la mayoría deellos, esto requiere que se efectúeun gran cambio en su vida. Todoshan hecho un convenio sagrado congrandes promesas y con el compro-miso solemne de perseverar. Dichoconvenio es tan importante quenuestro Padre Celestial describió alprofeta Nefi la bendición y el retoque esto supone:

“Y oí la voz del Padre que decía:Sí, las palabras de mi Amado sonverdaderas y fieles. Aquel que perse-vere hasta el fin, éste será salvo.

“Y ahora bien, amados hermanosmíos, por esto sé que a menos que elhombre persevere hasta el fin, si-guiendo el ejemplo del Hijo del Diosviviente, no puede ser salvo”1.

El Salvador nos advierte que sientramos en la senda y avanzamoslo suficiente y después fracasamos ylo negamos, hubiera sido mejor quenunca hubiésemos entrado2.

Pienso en ello cada vez que hablocon miembros nuevos de la Iglesia,oportunidad que tengo a menudopor todo el mundo. Veo que en susrostros reflejan confianza, y a menu-do me cuentan de alguna prueba desu fe y luego, con apremio en la voz,me susurran: “Por favor, ore por mí”.En esos momentos, siento nueva-mente el peso de la responsabilidadque nos ha encargado el profeta vi-viente del Señor: guardar la prome-sa que hicimos en las aguas delbautismo de “llevar las cargas losunos de los otros”3; la responsabili-dad de ser un amigo.

Las siguientes palabras del presi-dente Hinckley me vigorizan:

“Espero, oro, les ruego a cadauno de ustedes que acepten plena-mente a cada miembro nuevo de laIglesia. Hagan de él o ella un amigo.Aférrense a ellos”4.

El presidente Hinckley no puedeestar junto a cada miembro nuevocomo amigo, pero ustedes puedenestar por lo menos junto a uno.Todo lo que se requiere es sentir unpoco de lo que ellos sienten y unpoco de lo que el Salvador sientepor ellos. Traten de sentir lo quesiente el corazón de un joven enÁfrica, Nkosiyabo Eddie Lupahla,que escribe sobre su amigo.

“Hace dos años y medio, antes deque me uniera a la Iglesia en 1999,mi buen amigo Mbuti Yona me

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buscó. Fuimos amigos del quinto alduodécimo año escolar, y después[nos separamos] cuando asistimos adistintas instituciones [académicas].

“Mbuti se bautizó en abril de1999, y cuatro semanas más tarde mefue a visitar a mi casa y me habló delEvangelio. A pesar de los rumoressobre la Iglesia, quedé impresionadopor los ‘conciudadanos de los santos’que me dieron una afectuosa bienve-nida la primera vez que los visité. Esemismo domingo, mi amigo me pre-sentó a los misioneros; se hicieronplanes para que se me enseñara. Miamigo estuvo presente en cada char-la y me continuaba invitando a lasactividades. Realmente disfruté estarrodeado de personas que tenían losmismos valores, intereses, normas ymetas. Fue en esa época que comen-cé a asistir a Instituto [de Religión].Todo parecía tener perfecta naturali-dad: los jueves [a las cinco y mediade la tarde] recibía las charlas, segui-das por instituto.

“Aprendí mucho en instituto, yen especial disfruté la clase sobrecómo lograr un matrimonio celes-tial. El primer semestre terminó enmayo, poco después de que comen-cé a asistir a clases, por lo que sentícomo que no había recibido lo sufi-ciente. Pero tuve la fortuna de asis-tir a la clase del segundo semestre:Enseñanzas de los profetas vivien-tes. Mientras asistía a Instituto,compré los cuatro libros canónicos yseguí aprendiendo y creciendo en laIglesia línea por línea, precepto porprecepto, un poco aquí y un pocoallí. El 17 de septiembre de 1999 mebautizó otro amigo que conocí alasistir a instituto.

“Me siento agradecido por el pro-grama de instituto. No sólo me hadado forma, sino que también me haayudado a capacitarme para ser mi-sionero, para lo cual me empecé apreparar cinco meses después de mibautismo. He sido bendecido conmuchas oportunidades de servir yenseñar, aun antes de salir a la misión.

“Me siento agradecido por miamigo. Espero que se dé cuenta delo que ha hecho por mí. Los doshemos servido en misiones: yo en la

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misión Sudáfrica Durban; él en lamisión Sudáfrica Ciudad de ElCabo. Todo lo que se requiere estener un amigo para que se efectúetan potente cambio en la vida deuno”5.

Ahora bien, no parece habernada milagroso en ese relato, sinembargo hay un milagro de sabidu-ría que va más allá de la capacidadhumana.

Tal vez porque Mbuti mismohabía viajado por ese sendero oquizá por revelación, él supo lo quesu amigo debía hacer para perseve-rar. Y de ese modo supo edificar yayudar.

Le presentó los misioneros a suamigo; se aseguró de que su amigose bautizara y recibiera el don delEspíritu Santo. Aun antes del bau-tismo, llevó a su amigo a un lugardonde pudiera estudiar lasEscrituras y así ser nutrido por labuena palabra de Dios. Aun antesdel bautismo ayudó a su amigo adescubrir esta promesa: “Por tanto,os dije: Deleitaos en las palabras deCristo; porque he aquí, las palabrasde Cristo os dirán todas las cosasque debéis hacer”6. Las palabras ledeben haber dicho que comprara

Los élderes Henry B. Eyring, Jeffrey Rla congregación, mientras los miembla conferencia.

ejemplares de la Escrituras, lo cualhizo.

Al bautizarse, el hermanoLupahla recibió el don del EspírituSanto para que le sirviera comocompañero constante siempre ycuando lo invitara y viviera unavida digna de Él. Eso le aseguró otrapromesa: “Porque he aquí, os digootra vez, que si entráis por la senday recibís el Espíritu Santo, él os mos-trará todas las cosas que debéishacer”7. El Espíritu Santo le debehaber dicho que empezara a prepa-rarse para la misión, lo cual hizo.

No sabemos qué amigos le acom-pañaron a las reuniones sacramenta-les, tanto antes como después de subautismo, pero algunos deben haber-le dado un saludo afectuoso, talcomo lo hicieron la primera vez quelos visitó. Allí renovaba el conveniode siempre recordar al Salvador, deguardar Sus mandamientos y de nue-vamente recibir la promesa de lacompañía del Espíritu Santo. No sa-bemos qué papel jugaron sus amigosen sus llamamientos a servir y discur-sar, pero podemos estar seguros deque le dieron las gracias y le dijeroncuándo sintieron el Espíritu mientrasprestaba servicio y enseñaba.

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. Holland y Richard G. Scott, del Quóruros de la Primera Presidencia se hacen

Hay ciertas cosas que podemossaber respecto a su vida privada.Recordemos que escribió que siguióaprendiendo. Escribió que creció“en la Iglesia, línea por línea, pre-cepto por precepto, un poco aquí yun poco allí”. Dijo que sus experien-cias en el programa de instituto delSistema Educativo de la Iglesia ledieron forma. Gracias a lasEscrituras, sabemos qué fue lo quedio origen a los cambios que en él seefectuaron. Tuvo que haber estadoorando con fe en el Salvador.Mediante el Espíritu estuvo reci-biendo testimonio y dirección. Y en-tonces no sólo estaba haciendo loque se le inspiró a hacer, sino que leestaba pidiendo a Dios que permi-tiera que la Expiación obrara en suvida.

Nefi, al describir ese milagrosocambio y lo que lo ocasiona, dijo losiguiente:

“Y ahora bien, amados herma-nos míos, percibo que aún estáismeditando en vuestros corazones; yme duele tener que hablaros con-cerniente a esto. Porque si escucha-seis al Espíritu que enseña alhombre a orar, sabríais que os esmenester orar; porque el espíritu

m de los Doce Apóstoles, miran hacia una consulta antes de una sesión de

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malo no enseña al hombre a orar,sino le enseña que no debe orar.

“Mas he aquí, os digo que debéisorar siempre, y no desmayar; quenada debéis hacer ante el Señor, sinque primero oréis al Padre en elnombre de Cristo, para que él osconsagre vuestra acción, a fin deque vuestra obra sea para el benefi-cio de vuestras almas”8.

El Espíritu Santo es un consoladory un guía, pero también es un agentepurificador. Por eso es que el prestarservicio en el reino es tan crucialpara poder perseverar. Cuando se nosllama a servir, podemos orar y pedirque el Espíritu Santo sea nuestrocompañero, teniendo la certeza deque así será. Cuando pedimos con fe,un cambio puede ocurrir en nuestranaturaleza, tanto para beneficio denuestras almas como para fortalecer-nos contra las pruebas que todos de-bemos enfrentar.

Lo que los amigos pueden hacerpara ayudar a quienes deben perse-verar tiene limitaciones. Es el miem-bro nuevo el que debe orar. Es elmiembro nuevo el que debe confiaren la fortaleza que recibirá comorespuesta a su oración. Debe escogerpor sí mismo, con fe, recibir el bau-tismo, depositando su confianza enel amigo perfecto, el Salvador.Teniendo fe en Él, debe escogerarrepentirse, ser humilde y contrito.

Debe escoger recibir el don delEspíritu Santo. Las palabras que sepronuncian al confirmar a alguiencomo miembro de la Iglesia son unainvitación: “Recibe el EspírituSanto”. Y esa elección no se debehacer sólo una vez, sino cada día,cada hora, cada minuto. Inclusocuando el Espíritu Santo viene e in-dica lo que se debe hacer, el hacerloo no representa una elección.Incluso cuando leen de forma regu-lar, hay que elegir asistir al festín y“deleita[rse] en las palabras deCristo”. Y ni siquiera el festín es nu-tritivo a menos que se elija hacer loque las palabras de Cristo dicen. Alpracticar lo suficiente la fe y la obe-diencia, el Espíritu Santo se tornaen un compañero constante, nues-tra naturaleza cambia y la perseve-rancia se vuelve cierta.

El miembro debe tomar las deci-siones, pero el amigo verdadero esesencial. Hay maneras importantesen las que podemos llevar las cargasde los miembros nuevos para que lessean soportables. Podemos amar, es-cuchar, demostrar y testificar.

Primero, debemos amarlos. Es loque el Salvador hace. Lo podemoshacer junto a Él y por Él. Él nos in-dicó el camino durante Su ministe-rio terrenal. Enseñó mediante elprecepto y el ejemplo que debemosamar a Sus discípulos.

“Este es mi mandamiento: Queos améis unos a otros, como yo oshe amado.

“Nadie tiene mayor amor queeste, que uno ponga su vida por susamigos.

“Vosotros sois mis amigos, si ha-céis lo que yo os mando.

“Ya no os llamaré siervos, porqueel siervo no sabe lo que hace suseñor; pero os he llamado amigos,porque todas las cosas que oí de miPadre, os las he dado a conocer”9.

El Salvador cuida como a unamigo al miembro que trata de es-forzarse. Dio Su vida por todos no-sotros. Él nos ama y nos otorgará, sisomos fieles, el don de sentir partede Su amor por él. En ocasiones herecibido la bendición de sentir, pormedio del Espíritu Santo, el amorque el Señor le tiene al miembronuevo que se esmera. Sé por mímismo que esto es posible.

Segundo, debemos escuchar alnuevo miembro con comprensión yempatía, lo que también requerirádones espirituales ya que nuestraspropias experiencias rara vez serániguales a las de ellos. El decir:“Entiendo, entiendo lo que sientes”no bastará, a menos que sí entenda-mos. Pero el Señor entiende. Sipiden con fe, el Señor está dispuestoa hacer de ustedes amigos compren-sivos, incluso cuando recién cono-cen a la persona. Antes de que Élnaciera, los profetas sabían lo queharía para ayudarles a ustedes a seramigos por Él:

“Y él saldrá, sufriendo dolores,aflicciones y tentaciones de todasclases; y esto para que se cumpla lapalabra que dice: Tomará sobre sí

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los dolores y las enfermedades desu pueblo.

“Y tomará sobre sí la muerte,para soltar las ligaduras de la muerteque sujetan a su pueblo; y sus enfer-medades tomará él sobre sí, paraque sus entrañas sean llenas de mi-sericordia, según la carne, a fin deque según la carne sepa cómo soco-rrer a los de su pueblo, de acuerdocon las enfermedades de ellos”10.

Tercero, debemos ser un ejemplopara el miembro nuevo. Podemosdeleitarnos en la palabra de Dios.Podemos pedir la compañía delEspíritu Santo y vivir para recibirla.Podemos ser obedientes por la feque tenemos en Jesucristo. Y con eltiempo podemos llegar a ser unejemplo de un discípulo que nace denuevo mediante la Expiación. Elproceso puede ser gradual. Puedeser difícil para nosotros discernir elcambio en nosotros mismos, peroserá real y le dará esperanza almiembro nuevo y a todos aquellos aquienes extendamos amistad en elsendero a la vida eterna.

Cuarto, debemos testificar de laverdad al miembro nuevo. Tal testi-monio debe ser sincero, y es mejorcuando es sencillo. Es más útilcuando es en cuanto a la realidad yla misión del Salvador, el amor denuestro Padre Celestial y los dones y

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La obediencia de la feÉlder R. Conrad SchultzDe los Setenta

“ ‘La obediencia de la fe’ es un asunto de confianza. La preguntaes sencilla: ¿Confiamos en nuestro Padre Celestial? ¿Confiamosen nuestros profetas?”.

el compañerismo del Espíritu Santo.Y es siempre esencial testificar que elPadre y el Hijo aparecieron al jovenJosé Smith y que el Evangelio en suplenitud al igual que la Iglesia verda-dera han sido restaurados por men-sajeros celestiales. El Espíritu Santoconfirmará que esas sencillas decla-raciones son verdaderas.

El miembro nuevo necesitarádicha confirmación una y otra vez,aun cuando no estemos presentespara testificar. Si él o ella opta por re-chazar la compañía del EspírituSanto, no ha de perseverar. Pero estose aplica a todos nosotros, sin impor-tar dónde estemos y cuán fieles haya-mos sido. Todos seremos probados.Todos necesitamos amigos verdade-ros que nos amen, nos escuchen, nosmuestren el camino y nos testifiquende la verdad para que no perdamos elcompañerismo del Espíritu Santo.Ustedes deben ser ese tipo de amigos.

Todavía puedo recordar, como sifuera hoy, a los amigos que hace tantotiempo impactaron mi vida para bien.Ya no están aquí, pero todavía me edi-fica el recuerdo de su amor, ejemplo,fe y testimonio. Y la amistad que uste-des le extiendan, aunque sea a un solomiembro nuevo, puede hacer que,tanto en esta vida como en la venide-ra, cientos o tal vez miles de sus ante-pasados y descendientes les llamen austedes bienaventurados.

Ésta es la verdadera Iglesia deJesucristo. Él vive. Él los ama a uste-des y ama a quienes ustedes debenservir y que se convertirán en susamigos verdaderos por siempre.

En el sagrado nombre deJesucristo. Amén. �

E

NOTAS1. 2 Nefi 31:15–16.2. Véanse 2 Nefi 31:14; D. y C. 40:1–3;

41:5–6.3. Mosíah 18:8.4. Reunión con los miembros de

Edmonton, Alberta, Canadá, 2 de agostode 1998.

5. Correspondencia personal.6. 2 Nefi 32:3.7. 2 Nefi 32:5.8. 2 Nefi 32: 8–9.9. Juan 15:12–15.10. Alma 7:11–12.

n este mundo en que vivimos,las cosas no siempre son loque parecen ser. A veces no

somos conscientes de las fuerzas po-derosas que ejercen su influenciasobre nosotros. Las apariencias en-gañan mucho.

Hace unos años tuve una expe-riencia con apariencias engañosasen la que los resultados pudieronhaber sido trágicos. Un primo de miesposa y su familia fueron a visitar-nos desde Utah. Era un tranquilodía de verano en la costa del estadode Oregón y fuimos a pescar al océa-no. La ocasión era agradable y lo es-tábamos pasando muy bienpescando salmones cuando, depronto, al volverme, vi una enormeola de 2,5 m que se nos venía enci-ma. Sólo tuve tiempo de dar ungrito de advertencia antes de que laoleada nos golpease de costado la

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embarcación. No sé cómo ésta semantuvo en su posición vertical,pero Gary, nuestro primo, salió dis-parado por la borda. Todos llevába-mos puestos chalecos salvavidas y,con cierta dificultad, maniobramosel bote, que estaba medio lleno deagua, hasta donde se hallaba elprimo flotando y lo subimos a bordo.

Nos había golpeado lo que lla-man una ola furtiva. Esas olas impe-tuosas no suelen surgir a menudo yno hay modo de presagiarlas. Mástarde, nos enteramos de que, a lolargo de la costa de los estados deOregón y de Washington, se habíanahogado cinco personas ese mismodía, en tres accidentes de embarca-ciones separados. Los tres los habíaocasionado la misma oleada furtiva,la cual se había formado en la super-ficie del mar sin razón evidente.Cuando llegamos a la orilla de laplaya, el mar se veía llano y sereno,y no daba señal de peligro alguno.Sin embargo, el océano había resul-tado ser muy engañoso, pues nohabía sido en absoluto lo que pare-cía ser.

Al avanzar por la jornada de estavida, debemos estar constantementede guardia y atentos a esas cosas queson engañosas, es decir, que no sonpara nada lo que parecen ser. Si notenemos cuidado, las olas furtivas dela vida podrán resultarnos tan mor-tales como las del mar.

Uno de los ardides furtivos y sola-pados del adversario es hacernoscreer que la obediencia incondicio-nal a los principios y a los manda-mientos de Dios es obediencia ciega.

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Una familia se detiene ante la estatua el Christus en el Centro deVisitantes Norte de la Manzana del Templo.

Su objetivo es hacernos creer quedebemos seguir nuestras propias víasmundanas e ir en pos de nuestrasambiciones egoístas, y lo hace alpersuadirnos de que el seguir “ciega-mente” a los profetas y el obedecerlos mandamientos equivale a nopensar por nosotros mismos; él ense-ña que no es inteligente hacer algotan sólo porque así nos lo dicen elprofeta viviente o los profetas quenos hablan desde las Escrituras.

Nuestra obediencia incondicio-nal a los mandamientos del Señorno es obediencia ciega. El presiden-te Boyd K. Packer nos enseñó acer-ca de eso en la conferencia de abrilde 1983: “Los Santos de los ÚltimosDías no son obedientes porque sevean obligados a ser obedientes. Sonobedientes porque conocen ciertasverdades espirituales y han resuelto,como expresión de su propio albe-drío individual, obedecer los manda-mientos de Dios… No somosobedientes porque seamos ciegos,sino que somos obedientes porquevemos” (véase “El libre albedrío y el

autocontrol”, Liahona, julio de 1983,pág. 99).

Podríamos calificar eso de “laobediencia de la fe”. Con fe,Abraham fue obediente al preparara Isaac para sacrificarlo; con fe, Nefifue obediente al obtener las plan-chas de bronce; con fe, se lanza elniño pequeño obedientementedesde una altura a los fuertes brazosde su padre. “La obediencia de la fe”es un asunto de confianza. La pre-gunta es sencilla: ¿Confiamos ennuestro Padre Celestial? ¿Confiamosen nuestros profetas?.

Otra de las artimañas engañosasdel adversario es hacernos creer quela sabiduría y el aprendizaje delmundo es la única fuente de conoci-miento a la que debemos acudir.Jacob, hermano del profeta Nefi,comprendió el plan del adversario ynos advirtió:

“¡Oh ese sutil plan del maligno!¡Oh las vanidades, y las flaquezas, ylas necedades de los hombres!Cuando son instruidos se creen sa-bios, y no escuchan el consejo de

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Dios, porque lo menosprecian, supo-niendo que saben por sí mismos; portanto, su sabiduría es locura, y denada les sirve; y perecerán” (2 Nefi9:28).

Jacob no dice que no debamosadquirir instrucción, pues continúadiciendo que bueno es ser instruido,si se hace caso de los consejos deDios.

Hay quienes llegan a creer que sepuede escoger qué mandamientosde Dios obedecer. De un modo muycómodo catalogan muchos manda-mientos como cosas pequeñas quese pueden dejar a un lado y que noparecen ser una amenaza de muerteni son muy importantes, como porejemplo, el decir nuestras oraciones,el santificar el día de reposo, el leerlas Escrituras, el pagar nuestro diez-mo, el asistir a las reuniones de laIglesia y muchas otras cosas dema-siado numerosas para nombrarlas.

Nuestro Padre Celestial se comu-nica con Sus hijos de un modo muyclaro. En las enseñanzas delEvangelio no hay sonido incierto delque hace mención el apóstol Pablo(véase 1 Corintios 14:8). No hayduda con respecto al significado delo que se dice ni de los sentimientosque infunde el Espíritu. No se nosha dejado solos, sin guía: tenemoslas Escrituras, los profetas, padrescariñosos y líderes.

¿Por qué nos apartamos a vecesdel buen camino? ¿Por qué nos deja-mos influir por los ardides engaño-sos del adversario? La solución a susengaños es sencilla en su respuesta,pero a veces es difícil en su aplica-ción. El presidente Harold B. Lee,en la conferencia de octubre de1970, habló del Señor, del adversa-rio y de la solución al poder engaño-so del adversario:

“Tenemos que pasar por pruebasdifíciles antes de que el Señor hayallevado a cabo lo de esta Iglesia ydel mundo en esta dispensación…El poder de Satanás aumentará; lovemos en todas partes… Debemosaprender a prestar oídos a las pala-bras y a los mandamientos que elSeñor dará por medio de Su profe-ta… Habrá algunas cosas que re-quieran paciencia y fe” (véase

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Seamos enseñablesÉlder Robert R. SteuerDe los Setenta

“Al ser enseñables, ponemos en marcha toda la fuerza y lasbendiciones de la Expiación en nuestra vida”.

“Valientes en el testimonio deJesús”, Liahona, julio de 1982, págs.122–123).

En seguida, el presidente Lee aña-dió una advertencia al indicar quepuede ser que no siempre nos gustelo que provenga de las autoridadesde la Iglesia, por motivo de que ellopodría estar en conflicto con nues-tras ideas personales o interferir enalgunos aspectos de nuestra vida so-cial. No obstante, si prestamos oídosa ello y lo hacemos como si provinie-se de la boca misma del Señor, no se-remos engañados y recibiremosgrandes bendiciones.

El hacer eso nos llevará de regre-so a la obediencia, y siempre será así.Es parte del plan de felicidad eterna.No sé de doctrina alguna que seamás fundamentalmente importantepara nuestro bienestar en esta vida yen la venidera. Todas las Escriturasenseñan la obediencia y no ha vividoapóstol o profeta que no haya ense-ñado el principio de la obediencia.

A veces es preciso ser obedientesaun cuando no comprendamos larazón de la ley. El ser obediente re-quiere fe. El profeta José Smith, alenseñar la obediencia, dijo: “Todocuanto Dios requiere es justo… aun-que no podamos ver la razón [de]ello sino hasta mucho después…”(Enseñanzas del Profeta José Smith,pág. 312).

Estoy agradecido por haber lleva-do con mis acompañantes chalecossalvavidas aquel día estival en elocéano. Me siento agradecido porhaber podido evitar la tragedia deque fueron víctimas otras personaspor aquella oleada furtiva. Es mioración que continuemos llevandopuesto el chaleco salvavidas de laobediencia a fin de evitar la trage-dia de que indudablemente sería-mos víctimas si fuésemos engañadosy cediéramos a las tentaciones deladversario.

Les testifico que nuestro PadreCelestial vive, que Él nos ama y que,si somos incondicionalmente obe-dientes a Sus mandamientos, podre-mos volver a morar con Él y con Su Hijo Jesucristo, nuestro Salvadory Redentor. En el nombre deJesucristo. Amén. �

A

los verdaderos discípulosdel Maestro se les puedeenseñar con facilidad. En

breves palabras, Abraham nos dauna idea de la razón por la que fue tan inmensamente bendecido.Había vivido “…anhelando recibirinstrucciones y guardar los manda-mientos de Dios”1. El anhelar reci-bir instrucciones es más que estar dispuesto a escuchar, porque cuan-do nuestro anhelo de recibir ins-trucciones es más poderoso que lacomodidad de permanecer en lamisma condición, llegamos a serenseñables.

El presidente Brigham Young en-señó que nuestro “primer y primor-dial deber [consiste en] buscar alSeñor hasta que podamos abrir unavía de comunicación desde Dios anuestra propia alma”2. Poco despuésde su muerte, el profeta José Smithse apareció en un sueño a Brigham

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Young y le dio algunas instrucciones:“Diga a la gente que sea humilde yfiel y se asegure de conservar el espí-ritu del Señor, el cual le guiará conjusticia. Que tengan cuidado y no sealejen de la voz apacible; ésta les en-señará lo que deben hacer y adóndeir; les proveerá los frutos delReino…”3 .

¿Cómo podemos encender ennuestra vida este poder de instruc-ción divina? Primeramente, debemosestar dispuestos a recibir instrucción.Si bien hay muchos que por natura-leza tienen hambre y sed de justicia,otros tal vez sean obligados a ser hu-mildes4. En vez de seguir instruccio-nes o de cambiar, algunos denosotros sencillamente preferiríamoscambiar las reglas. Sin duda Naamánquería deshacerse de su carne lepro-sa, pero se alejó lleno de ira cuandoel mensajero del profeta le dijo quesimplemente se lavara siete veces enel río Jordán. Era un inconveniente,algo trivial, y pensaba que los ríos desu país eran mejores que el Jordán.Pero su lepra fue sanada al escuchara sus siervos; cambió su manera depensar e hizo “…conforme a la pala-bra del varón de Dios”5. De maneraespectacular se le mostró que habíaun profeta y un Dios en Israel.Nosotros, también, debemos darnoscuenta de que Dios tiene leyes6 quegobiernan y que Su sabiduría es másgrande que la nuestra. InclusoMoisés, después de ver la majestad yla obra de Dios, dijo: “…el hombreno es nada, cosa que yo nunca mehabía imaginado”7.

Segundo, debemos cultivar unaactitud y un espíritu apropiados. Eso

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se logra al meditar con espíritu deoración y al esforzarse en el espíritu8.Esta obra requiere gran esfuerzo; enella se incluyen los pasos sumamenteactivos del buscar, dar oídos a lasEscrituras y estudiarlas. Nuestro co-razón se enternece si nos humilla-mos y dejamos de lado el orgullo, yentonces podemos centrar la aten-ción en los consejos y las instruccio-nes celestiales. El padre de Lamoni,el poderoso rey lamanita, realizó pre-cisamente ese cambio en su foco deatención, incluso postrándose hastael polvo a fin de demostrar su grandeseo de conocer a Dios. Él declaró:“…abandonaré todos mis pecadospara conocerte, y para que sea le-vantado de entre los muertos y seasalvo en el postrer día”9.

Tercero, debemos ser obedientesa las instrucciones que recibamos.Alma dijo: “…[experimenta] conmis palabras, y [ejercita] un poco defe…”10. Nefi dijo sencillamente: “Iréy haré…”11. Qué maravillosa actitudde sumisión y obediencia al aceptarel consejo de su padre de obtener lasplanchas de bronce, cuando se ledijo dónde debía cazar y cómo cons-truir un barco12. En cada caso, él

obró con confianza, yendo adelante“sin saber de antemano”13 lo quedebía hacer o las consecuencias queresultarían. Pero ya que somos libresde tomar nuestras decisiones, la vidaa veces puede ser una jornada difícilen la que tenemos que aplicar nues-tro corazón y nuestra mente a lasverdades de Dios. No obstante,como dijo el presidente Thomas S.Monson: “El Señor espera nuestrorazonamiento; nuestra acción; nues-tro trabajo”14.

El llegar a ser enseñables es unproceso en el que se aprende líneapor línea. En este proceso, conver-timos pensamientos y sentimientosen acciones. ¡Qué grande recom-pensa nos aguarda al ejercitarnuestra fe cuando abrimos una víade comunicación con el Señor! ElSeñor dijo: “…benditos son aque-llos que escuchan mis preceptos yprestan atención a mis consejos,porque aprenderán sabiduría”15. Ytambién dijo: “Y todo aquel queescucha la voz del Espíritu, viene aDios, sí, el Padre”16.

Hace algunos años, recuerdo ha-berle preguntado a mi suegro, unhombre de mucha experiencia como

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obispo, en cuanto a una pequeñatarjeta que siempre llevaba en elbolsillo de la camisa. Respondió quea veces acudían a él impresiones oideas; entonces sacaba la tarjeta yanotaba esos sentimientos. Luego,trataba de hacer algo en cuanto aellos, lo más pronto posible. Producesentimientos de humildad el pensarque la voz apacible y delicada siem-pre está a nuestro alcance para en-señarnos lo que debemos hacer y adónde ir. El Señor nos dice quecuando se hace caso a los susurrosdel Espíritu, a menudo se concedenmás; si no los seguimos, con el tiem-po serán cada vez menos.

Como resultado del ser dócilespara la enseñanza, obtenemos untestimonio aún mayor del interésque nuestro Padre Celestial tienepor nosotros; obtenemos la seguri-dad y la certeza de que nuestrocurso en la vida está en armonía conSu voluntad17; incluso tenemos razo-nes para ser buenos, razones para sermorales y razones para cambiarnuestra conducta. Al ser enseñables,ponemos en marcha toda la fuerza ylas bendiciones de la Expiación ennuestra vida; nos volvemos sensibles

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El Evangelio ennuestra vidaÉlder Dallin H. OaksDel Quórum de los Doce Apóstoles

“Él nos ha dado Su Expiación, Su Evangelio y Su Iglesia, unacombinación sagrada que nos da la seguridad de la inmortalidad yla oportunidad de obtener la vida eterna”.

a la inspiración del Santo Espíritu afin de que los principios de rectitudque han enseñado los profetas y lasverdades de la tierra puedan arrai-gar a Cristo en nuestra vida18. Nosconvertimos en Sus verdaderos dis-cípulos.

Si amamos esas verdades contodo nuestro corazón, se desarrolla-rá una afinidad entre nosotros y laFuente misma de la verdad:“Porque la inteligencia se allega ala inteligencia; la sabiduría recibe ala sabiduría; la verdad abraza a laverdad; [y] la virtud ama a la vir-tud…”19. Por consiguiente, descu-briremos que las cosas que másvaloramos y apreciamos son aque-llas que personalmente hayamosaprendido del Señor.

Testifico que por medio del profe-ta José Smith hemos recibido innu-merables revelaciones de verdad quedan testimonio del sacrificio expiato-rio de Jesucristo. Al ser enseñablespodremos ver y oír con más claridady cumplir con esas revelaciones quecontinúan incluso hoy día mediantenuestros apóstoles, profetas, videntesy reveladores vivientes. En el nom-bre de Jesucristo. Amén. �

NOTAS1. Abraham 1:2.2. Véase Enseñanzas de los Presidentes de

la Iglesia: Brigham Young, pág. 45.3. Citado por Brigham Young en

Enseñanzas de los Presidentes de la Iglesia:Brigham Young, pág. 45.

4. Véase Mateo 5:6 y Alma 32:13.5. Véase 2 Reyes 5:1–14.6. Véase D. y C. 93:30.7. Moisés 1:10.8. Véase Alma 17:5.9. Alma 22:17–18.10. Alma 32:27.11. 1 Nefi 3:7.12. Véase 1 Nefi 3:4, 16:23–32,

17:8–11.13. 1 Nefi 4:6.14. Véase Thomas S. Monson, “Al

rescate”, Liahona, julio de 2001, pág. 58.15. 2 Nefi 28:30.16. D. y C. 84:47.17. Véase Joseph Smith, compilación,

Lectures on Faith, 1985, pág. 38.18. Véase Moisés 7:62.19. D. y C. 88:40.

Hace unos años vi una diverti-da caricatura en el periódicoen la que aparecía un clérigo

conversando con una pareja de“hippys” montada en una motocicle-ta. “Nosotros vamos a la iglesia”,decía uno de ellos al clérigo. “Hemosestado yendo por años… pero aún nohemos podido llegar hasta allí”1.

Muchos de nuestros familiares yamigos aún no han llegado a la igle-sia tampoco; tal vez asistan de vez encuando, pero todavía no están dis-frutando de todas las bendiciones dela participación y del prestar servicioen la iglesia. Es posible que otros síasistan con regularidad, pero se abs-tienen de obligaciones y del buscar elrenacimiento espiritual personal que

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viene de entregar el corazón a Dios.Ambos tipos de personas se privande algunas bendiciones especiales enesta vida, y ambos están en peligrode privarse de las bendiciones másgloriosas de la vida venidera.

Pablo enseñó que el Señor dioprofetas y apóstoles para “perfeccio-nar a los santos… la obra del minis-terio… [y] la edificación del cuerpode Cristo” (Efesios 4:12). Las perso-nas que no estén participando ple-namente en La Iglesia de Jesucristode los Santos de los Últimos Días yque no estén buscando también unaconversión espiritual personal seestán privando de experiencias queson esenciales bajo el gran plan defelicidad divinamente establecido.Las enseñanzas y la obra de la Iglesiason esenciales para llevar a cabo lainmortalidad y la vida eterna delhombre (véase Moisés 1:39).

Ruego que muchas de las personasque me estén escuchando tenganuna confirmación espiritual de la im-portancia de la misión de la Iglesia deedificar y exaltar a los hijos de Dios.Ruego en especial que aquellos queno estén disfrutando aún las bendi-ciones de la plena participación y de-dicación busquen esa confirmación,la obtengan y hagan algo al respecto.

Hace más o menos diez años,mientras estaba en una conferenciade estaca en los Estados Unidos, mepresentaron a un miembro que pormuchos años no había participado en

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la Iglesia. “¿Por qué razón habría deregresar a la actividad de la Iglesia?”,me preguntó ese miembro.Considerando todo lo que el Salvadorha hecho por nosotros, respondí quesería fácil ofrecer algo en servicio a Ély a nuestro prójimo. Mi interrogadorconsideró esa idea por un momento yluego hizo esta asombrosa respuesta:“¿Y qué ha hecho Él por mí?”.

Esta increíble respuesta me hizopensar en lo que la gente espera reci-bir de Jesucristo, de Su Evangelio y desu participación en Su Iglesia. Penséen otros que han dicho que dejaronde asistir a la Iglesia porque la Iglesia“no satisfacía sus necesidades”. ¿Quénecesidades esperarían que la Iglesiasatisficiera? Si las personas simple-mente buscan una experiencia socialsatisfactoria, tal vez se decepcionenen un barrio o en una rama particulary busquen otras relaciones. Hay expe-riencias sociales satisfactorias en mu-chas organizaciones. Si esas personassimplemente buscan ayuda paraaprender el Evangelio, podrían lograresa meta mediante la literatura queestá a su alcance. Pero, ¿son esos losobjetivos primordiales de la Iglesia?¿Es eso todo lo que esperamos recibirdel Evangelio de Jesucristo?

Alguien ha dicho que según loque busquemos, eso obtendremos.Las personas que asisten a la Iglesiacon el único propósito de obteneralgo de naturaleza temporal tal vezse desilusionen. El apóstol Pablo es-cribió desfavorablemente en cuantoa las personas que “no sirven a nues-tro Señor Jesucristo, sino a sus pro-pios vientres” (Romanos 16:18). Laspersonas que asisten a la Iglesia conel fin de dar a su prójimo y servir alSeñor raras veces saldrán desilusio-nadas. El Salvador prometió que “elque pierde su vida por causa de mí,la hallará” (Mateo 10:39).

La Iglesia nos brinda oportunida-des para servir al Señor y a nuestroprójimo. Si se dan de la manera co-rrecta y por las razones correctas, eseservicio nos compensará más quecualquier otra cosa que se nos hayadado. Millones de personas sirven demanera desinteresada y eficaz comooficiales o maestros en las organiza-ciones de la Iglesia y aquellos que lo

hacen experimentan la conversióndescrita por el profeta que nos supli-có “venid a Cristo, y perfeccionaosen él” (Moroni 10:32).

A lo largo de mi vida he sidobendecido por pertenecer a LaIglesia de Jesucristo de los Santos delos Últimos Días y participar en ella.Es imposible describir las formas enlas que la Iglesia ha sido una bendi-ción en mi vida y en la de mis seresqueridos, pero menciono unos ejem-plos con la esperanza de que esoañada la persuasión personal a losprincipios descritos.

La asistencia a la Iglesia cada se-mana proporciona la oportunidadde participar de la Santa Cena,como el Señor nos lo ha mandado(véase D. y C. 59:9). Si actuamoscon la debida preparación y actitud,el participar de la Santa Cena re-nueva el efecto purificador de nues-tro bautismo y nos hace acreedoresde la promesa de que siempre ten-dremos Su Espíritu con nosotros.Una de las misiones de ese Espíritu,el Espíritu Santo, es el testificar delPadre y del Hijo y de llevarnos haciala verdad (véase Juan 14:26; 2 Nefi31:18). El testimonio y la verdad,que son esenciales para nuestra

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conversión personal, son la cosechaespecial de esa renovación semanalde nuestros convenios. Yo he disfru-tado del cumplimiento de esa pro-mesa en las decisiones cotidianas dela vida, así como en mi progreso es-piritual personal.

Me entristece cuando un Santode los Últimos Días no entiende lavaliosa bendición que recibenaquellos que observan el manda-miento de ofrecer sus sacramentoscada día de reposo. ¿Qué hay en lavida —en los lagos o arroyos, en loslugares de recreo comercial o elquedarse en el hogar para leer eldiario dominical— que brinde algoque se le compare a esas bendicio-nes? Ningún placer recreativopuede igualar la renovación purifi-cadora y la guía y el progreso espiri-tuales que Dios ha prometido aaquellos que participan fielmentede la Santa Cena y le rinden tribu-to cada día de reposo. Doy graciaspor el cumplimiento de esas prome-sas en mi vida, y reitero que estánal alcance de todos.

Al llegar a la edad de responsabili-dad y comprender y experimentar elefecto del pecado personal, las ense-ñanzas del Evangelio de Jesucristo

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me dieron la paz y el valor para saliradelante con el conocimiento de quemis pecados podrían ser perdonadosy de que siempre hay esperanza y laposibilidad de recibir misericordiapara los que son deficientes.

Al pasar por la muerte de seresqueridos, entre ellos mi padre, mimadre y mi esposa, las revelacionesconsoladoras del Espíritu Santo medieron la fortaleza para seguir ade-lante. El Espíritu afirma que haypropósito en las adversidades terre-nales y brinda la seguridad de la re-surrección y la realidad de lasrelaciones familiares que han sidoselladas por la eternidad.

La doctrina y las enseñanzas delEvangelio de Jesucristo han sido unabendición a través de mi vida. Talcomo lo enseñan las Escrituras y loslíderes y maestros de esta Iglesia, elEvangelio ha sido una lumbrera enmi camino y el ímpetu de mi progre-so temporal y espiritual. Como ense-ñó Brigham Young, las leyes delEvangelio “enseñan a los hombres aser verídicos, honrados, castos, sen-satos, trabajadores, ahorrativos y aamar y practicar toda buena palabray obra… elevan y ennoblecen alhombre… [y] si se obedecen total-mente, traen salud y fortaleza alcuerpo, claridad a las ideas, poder alas facultades del raciocinio asícomo salvación para el alma”2.

Entre las muchas bendicionesque he recibido de las enseñanzasdel Evangelio se encuentran las quese han prometido por observar laPalabra de Sabiduría. Para mí, hansido salud y conocimiento y la capa-cidad para “[correr] sin fatigarse y[andar] sin desmayar”, y el cumpli-miento de la promesa de que “elángel destructor pasará de ellos,como de los hijos de Israel, y no losmatará” (D. y C. 89:18–21).

El Evangelio nos enseña a pagarnuestros diezmos y ofrendas, y nosasegura bendiciones si lo hacemos.Testifico en cuanto al cumplimientode esas promesas en mi vida. Hevisto abrirse las ventanas de los cielosen mi propio beneficio para conce-derme innumerables bendiciones.Entre ellas, está la capacidad de verla importancia relativamente ínfima

que tienen las posesiones, el orgullo,la prominencia y el poder de estemundo en comparación con la eter-nidad. ¡Cuán agradecido estoy por elenfoque y la paz que provienen de unentendimiento basado en el Evan-gelio en cuanto al propósito de lavida y su relación con la eternidad!

Desde mis primeros años, a tra-vés de mi educación, casamiento,hasta la madurez y más allá, laIglesia me ha proporcionado relacio-nes personales con las mejores personas del mundo. Maestros ycompañeros en la Escuela Do-minical y la Primaria, en escultismoy otras actividades para los jóvenes,en actividades de quórum, barrio yestaca me han brindado los mejoresejemplos y amistades posibles.Naturalmente, en nuestra Iglesia noes el único lugar donde se encuen-tran buenas personas, pero conta-mos con una extraordinariaconcentración de ellos. Mi asocia-ción en la organización de La Iglesiade Jesucristo de los Santos de losÚltimos Días me ha dado la basepara reconocer, valorar y ensancharmi relación con personas de calidadde otras iglesias y organizaciones.

Debido a que mi padre falleciócuando yo tenía ocho años de edad,a temprana edad tuve razón paradudar en cuanto a los propósitos delSeñor al haberme privado de una re-lación que otros muchachos disfruta-ban y que pasaban por alto. Comosucede con muchos otros desafíosmortales, la perspectiva delEvangelio de Jesucristo llenó esevacío. Cuán agradecido estoy de quemi hermano, mi hermana y yo fuimoscriados por una madre viuda que sevalió de su fe y del casamiento en eltemplo de mis padres para que nues-tro padre desaparecido fuese una pre-sencia cotidiana en nuestras vidas.Nunca tuvimos razón para sentir queno teníamos padre; teníamos unpadre, pero estaba ausente por untiempo. Pocas cosas son más impor-tantes en esta vida que el saber ellugar que ocupamos en la mortalidady el potencial que tenemos en laeternidad. Los matrimonios selladospor la eternidad en un templo delSeñor proporcionan esa posibilidad

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para todo niño y para todo adulto.A través de los años, mi activa

participación en la Iglesia me hadado acceso al consejo y a la inspi-ración de los líderes de la Iglesia encuanto a lo que debía hacer comoesposo y padre, y como líder de mifamilia. Una y otra vez, en confe-rencias de estaca y generales, enquórumes del sacerdocio y en clasesde la Escuela Dominical, he recibi-do enseñanzas y la inspiración depadres, madres y abuelos maravillo-sos y con experiencia. Me he esfor-zado por seguir esas enseñanzas afin de mejorar mi participación enesos vínculos que perdurarán en laeternidad. Para citar un ejemplo, seme ha enseñado el poder de unabendición del sacerdocio, no tansólo de una bendición para sanar,sino una de bendición de consueloy guía que un padre que posee elSacerdocio de Melquisedec tiene elprivilegio de dar a los miembros desu familia. El aprender ese principioy llevarlo a la práctica me ha ben-decido a mí y a mis seres queridoscon la dulzura y la unidad que úni-camente se logra al percibir el signi-ficado que tiene el sacerdocio deDios en una familia eterna.

Estoy también agradecido por lasamonestaciones de las Escrituras yde los líderes de la Iglesia en cuantoa lo que debemos evitar. Al seguirese consejo, he podido evitar los pe-ligros que de otro modo me atraparí-an y me esclavizarían. El alcohol, eltabaco, las drogas, la pornografía,los juegos de azar son sólo unoscuantos ejemplos de las sustanciaspeligrosas y las prácticas adictivasque se nos ha instado evitar. Ruegoa todos, en especial a la juventud,que oigan y presten atención a laspalabras de los hombres y de las mu-jeres que Dios ha llamado como suslíderes y maestros. Ustedes seránbendecidos si se abstienen de poneren primer plano su propia sabiduríao deseos antes que los mandamien-tos de su Creador y las amonestacio-nes de Sus siervos.

En las Escrituras se nos exhorta atomar sobre nosotros “toda [la] ar-madura” de Dios a fin de que poda-mos “resistir el día malo”. Nos

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“Consagr[ad] vuestraacción”Élder Neal A. MaxwellDel Quórum de los Doce Apóstoles

“Al meditar en la consagración y procurarla, es comprensible quetemblemos por dentro ante lo que se nos pueda requerir, mas elSeñor ha dicho en forma consoladora: ‘Mi gracia os es suficiente’(D. y C. 17:8)”.

prometen que “la coraza de la recti-tud” y “el escudo de la fe” “[apaga-rán] todos los dardos encendidos delos malvados” (D. y C. 27:15–17).Les exhorto a que obedezcan esas en-señanzas y obtengan esas bendicio-nes, las cuales incluyen la conversiónespiritual personal —“un potentecambio… en nuestros corazones”(Mosíah 5:2)— que nos ayudará allegar a ser lo que nuestro PadreCelestial desea que lleguemos a ser.

Los líderes de esta Iglesia dicen,como dijo el Salvador: “Mi doctrinano es mía, sino de aquel que meenvió. El que quiera hacer la volun-tad de Dios, conocerá si la doctrinaes de Dios, o si yo hablo por mi pro-pia cuenta” (Juan 7:16–17).

Al igual que el rey Benjamín, suslíderes dicen: “…quisiera que consi-deraseis el bendito y feliz estado deaquellos que guardan los mandamien-tos de Dios. Porque he aquí, ellos sonbendecidos en todas las cosas, tantotemporales como espirituales; y sicontinúan fieles hasta el fin, son reci-bidos en el cielo, para que así morencon Dios en un estado de intermina-ble felicidad” (Mosíah 2:41).

En la revelación moderna elSeñor ha declarado: “Yo, el Señor,estoy obligado cuando hacéis lo queos digo; mas cuando no hacéis lo que os digo, ninguna promesa te-néis” (D. y C. 82:10).

¿Qué ha hecho nuestro Salvadorpor nosotros? Nos ha dado SuExpiación, Su Evangelio y Su Iglesia,una combinación sagrada que nos dala seguridad de la inmortalidad y laoportunidad de obtener la vida eter-na. Testifico que esto es verdadero, ytestifico de Dios el Padre, el Autordel Plan, y de Su Hijo Jesucristo, elExpiador, Quien lo ha hecho todoposible, en el nombre de Jesucristo.Amén. �

E

NOTAS1. Calvin Grondahl, Ogden, UTA,

Standard Examiner, 26 de mayo de 1990.2. Carta al editor de Religio-

Philosophical Journal, 7 de enero de 1869,citada en Jed Woodworth, “Brigham Youngand the Mission of Mormonism”, BrighamYoung University Studies, tomo 40, No. 2,pág. 11.

stas palabras están dirigidas alos que son imperfectos, peroque, a pesar de ello, se esfuer-

zan en la familia de la fe. Comosiempre, soy yo el primero que debeprestar oídos.

Tendemos a pensar en la consa-gración únicamente como el cedernuestras posesiones materiales cuan-do se nos solicite en forma divina;pero la verdadera consagración con-siste en entregarse uno mismo aDios. Cristo utilizó las palabras in-clusivas corazón, alma y mente paradescribir el primer mandamiento, elcual siempre está vigente de maneraconstante y no periódica (véaseMateo 22:37). Si éste se observa,

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nuestras acciones se tornarán, comoresultado, en una consagración totalpara el beneficio perdurable denuestra alma (véase 2 Nefi 32:9).

Dicha totalidad comprende laconvergencia sumisa de sentimien-tos, pensamientos, palabras y he-chos, que es justamente lo opuestodel distanciamiento. “Porque ¿cómoconoce un hombre al amo a quienno ha servido, que es un extrañopara él, y se halla lejos de los pensa-mientos y de las intenciones de sucorazón?” (Mosíah 5:13).

Muchos hacen caso omiso de laconsagración puesto que parece de-masiado abstracta o de enormes pro-porciones; sin embargo, los que sonconscientes de entre nosotros expe-rimentan el descontento divino de-bido al progreso mezclado condilación. Por lo tanto, me permitodar consejo amoroso para seguir enese progreso, ofrecer aliento paracontinuar la jornada y consuelo paracuando experimentemos los diferen-tes grados inherentes de dificultad.

La sumisión espiritual no se lograen un instante, sino con mejorasgraduales y mediante el uso de pel-daños sucesivos que, de todosmodos, se deben ascender uno a lavez. Nuestra voluntad finalmentepuede ser “absorbida en la voluntaddel Padre” a medida que estemos“dispuesto[s] a someter[nos]… talcomo un niño se somete a su padre”

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(véase Mosíah 15:7; Mosíah 3:19).De lo contrario, a pesar de esforzar-nos, continuaremos sintiendo las sacudidas del mundo y nos desviare-mos parcialmente.

Un ejemplo sobre la consagracióneconómica es significativo. CuandoAnanías y Safira vendieron sus po-sesiones, “sustraj[eron] del precio”(véase Hechos 5:1–11). Muchos denosotros nos aferramos obstinada-mente a una “parte” en particular, eincluso tratamos nuestras obsesionescomo posesiones; por tanto, sin im-portar lo que hayamos dado con an-terioridad, la última porción es lamás difícil de ceder. Cierto es que laentrega parcial es todavía digna deelogio, pero se asemeja bastante a laexcusa: “Ya he colaborado con esaofrenda hace tiempo” (véase tam-bién Santiago 1:7–8).

Podríamos, por ejemplo, teneraptitudes específicas, las cuales con-sideremos erróneamente que dealgún modo nos pertenecen. Si se-guimos aferrándonos a ellas más quea Dios, disminuiremos nuestra obe-diencia total al primer mandamien-to consagratorio. Puesto que Diosnos da “aliento… momento trasmomento”, ¡no es recomendableacongojarnos con dichas distraccio-nes! (Mosíah 2:21.)

Otra piedra de tropiezo se pre-senta cuando servimos a Dios gene-rosamente con tiempo y cheques,pero retenemos parte de nuestrofuero interno, ¡queriendo decir quetodavía no somos completamente deÉl!

Para algunos es difícil cuando haytareas en particular que les arruinanla puesta del sol. Sin embargo, Juanel Bautista es un modelo, cuando re-firiéndose al rebaño cada vez másgrande de Jesús, dijo: “Es necesarioque él crezca, pero que yo mengüe”(Juan 3:30). El considerar errónea-mente nuestras asignaciones comoindicadoras únicas de cuánto nosama Dios contribuye a nuestra re-nuencia a renunciar a ellas.Hermanos y hermanas, nuestrovalor individual ya ha sido divina-mente establecido como “grande” yno fluctúa como la bolsa de valores.

Quedan otros peldaños sin usar

porque, como el joven rico, no esta-mos dispuestos a admitir lo que aúncarecemos (véase Marcos 10:21).Queda expuesto, entonces, un orgu-llo residual.

El no consagrarse completamenteocurre de muchas maneras: el reinoterrestre, por ejemplo, incluirá a los“honorables”, quienes obviamenteno dan falso testimonio; sin embar-go, aún así, no son “valientes en eltestimonio de Jesús” (D. y C.76:79). La mejor manera de testifi-car con valentía de Jesús es llegar aser continuamente más como Él y esesa consagración la que esculpe elcarácter emulador (véase 3 Nefi27:27).

Al afrontar los desafíos descritos,es afortunado contar con sumisiónespiritual y es útil puesto que aveces nos ayuda a “renunciar” acosas, incluso la vida terrenal; otrasveces, nos ayuda a “asirnos” y otras,a hacer uso del próximo peldaño (véase 1 Nefi 8:30).

Si carecemos de perspectiva, lospróximos metros pueden parecermuy difíciles. Aun cuando los mio-pes Lamán y Lemuel sabían cómoDios había bendecido al antiguoIsrael para escapar del poderosoFaraón y de sus ejércitos, carecíande fe en la capacidad que Dios teníapara ayudarlos con Labán, un insig-nificante líder local.

También podemos desviarnos siestamos demasiado ansiosos porcomplacer a nuestros superiores enel campo profesional o en nuestrospasatiempos. El complacer a “otrosdioses”, en vez de complacer al Diosverdadero, todavía es una violacióndel primer mandamiento (Éxodo20:3).

A veces, incluso defendemosnuestras idiosincrasias, como si estasprotuberancias de alguna maneraconstituyeran nuestra personalidad.En cierta manera, el discipulado esun “deporte de contacto”, tal comoel profeta José Smith testificó:

“Soy como una enorme piedra ás-pera… y la única manera en quepuedo pulirme es cuando una de las orillas de la piedra se alisa al fro-tarse con otra cosa, como cuandopega fuertemente… así llegaré a ser

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dardo pulido y terso en la aljaba delTodopoderoso” (Enseñanzas delProfeta José Smith, pág. 370).

Puesto que las rodillas con fre-cuencia ceden mucho antes que lamente, el retener una “parte” oca-siona que la obra de Dios se vea pri-vada de algunos de los mejoresintelectos de la humanidad. Esmucho mejor ser manso comoMoisés, quien aprendió cosas que“nunca… había imaginado” (Moisés1:10). Sin embargo, con tristeza,hermanos y hermanas, hay tanta va-cilación en la imperceptible interac-ción entre el albedrío y la identidad.La entrega total de la mente es enrealidad una victoria, ¡puesto quenos introduce a los caminos ensan-chados y “más altos” de Dios! (véaseIsaías 55:9).

Irónicamente, la atención desme-dida, incluso a las cosas buenas,puede disminuir nuestra devoción aDios. Por ejemplo, uno podría estartotalmente absorto en los deportes yen las formas de veneración delcuerpo que vemos entre nosotros;podría reverenciar la naturalezapero descuidar al Dios de la natura-leza; podría estimar la buena músicaen forma excluyente y, de manera si-milar, una noble profesión. En talescircunstancias, “lo más importante”a menudo se omite (Mateo 23:23;véase también 1 Corintios 2:16;).Sólo el Ser Supremo puede guiarnosplenamente para lograr el mayorbien que ustedes y yo podamoshacer.

Al referirse a los dos grandesmandamientos, Jesús declaró enfáti-camente que de ellos depende todolo demás y no viceversa (véaseMateo 22:40). El primer manda-miento no se deja de lado sólo por-que procuramos en forma vigorosaalgo bueno de menor valor, porqueno adoramos a un dios menor.

Antes de gozar la cosecha de losesfuerzos rectos, reconozcamos pri-mero la mano de Dios. De lo con-trario, aparecen las excusas, entreellas: “Mi poder y la fuerza de mimano me han traído esta riqueza”(Deuteronomio 8:17); o bien, nos“jactamos” como lo habría hecho el antiguo Israel (excepto por el

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deliberadamente pequeño ejércitode Gedeón), vanagloriándonos y di-ciendo: “Mi mano me ha salvado”(Jueces 7:2). El jactarse de nuestrapropia “mano” hace doblemente di-fícil el confesar la mano de Dios entodas las cosas (véase Alma 14:11;D. y C. 59:21).

En un lugar llamado Meriba,Moisés, uno de los más grandes, es-taba fatigado ante el clamor de lagente por agua. Por un momento,Moisés “habló precipitadamente”diciendo: “¿Os hemos de hacer saliraguas?” (Salmos 106:33, Números20:10; véase también Deuteronomio4:21). El Señor enseñó al excepcio-nal Moisés en cuanto al problemadel pronombre [“os hemos” en vezde “os he”] y lo magnificó aún más.Nosotros haríamos bien en ser man-sos como Moisés (véase Números12:3).

¡Jesús nunca, nunca perdió devista Su objetivo! A pesar de queanduvo haciendo tanto bien, Élsiempre supo que le aguardaba laExpiación, y suplicó con perspecti-va: “[Padre, sálvame de esta hora.]Mas para esto he llegado a estahora” (Juan 12:27; véase también5:30; 6:38).

Al cultivar ustedes y yo másamor, paciencia y mansedumbre,tendremos más de esas virtudes parabrindar a Dios y a la humanidad;además, no se coloca a nadie exac-tamente en el mismo lugar en el queestamos nosotros en nuestras opor-tunas órbitas humanas.

Cierto es que los peldaños nosllevan a un territorio nuevo que talvez estemos renuentes a explorar;por ende, los que usan con éxito lospeldaños son motivadores poderosospara el resto de nosotros. Por lo ge-neral, solemos prestar más atencióna aquellos que admiramos callada-mente. El hambriento hijo pródigorecordó el menú de su hogar, perotambién se vio atraído por otros re-cuerdos, por lo que declaró: “Me le-vantaré e iré a mi padre” (Lucas15:18).

Al esforzarnos por lograr la sumi-sión máxima, de todos modos nues-tra voluntad constituye todo lo queen realidad tenemos para darle a

Dios. Los dones comunes y sus deri-vativos que le damos a Él podríanfranquearse de manera justificadacon el título: “Devolver alRemitente” con R mayúscula. Auncuando Dios reciba este solo don acambio, el verdadero fiel recibirá“todo lo que [Él] tiene” (D. y C.84:38). ¡Qué gran tasa de cambio!

Mientras tanto, la realidad esque: Dios nos ha dado nuestra vida,nuestro albedrío, nuestros talentos ynuestras oportunidades; Él nos hadado nuestras posesiones; Él nos haseñalado la duración de nuestra vidaterrenal junto con el aliento necesa-rio (véase D. y C. 64:32).Orientados con tal perspectiva, evi-taremos los graves errores de unaperspectiva falsa. Algunos de estosson mucho menos graciosos que ¡elescuchar un doble cuarteto y con-fundirlo con el Coro delTabernáculo!

Con razón el presidente Hinckleyha puesto énfasis en que seamos un

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pueblo de convenios, y ha hechohincapié en los convenios de laSanta Cena, de los diezmos y deltemplo, citando al sacrificio como la“esencia misma de la Expiación”(Teachings of Gordon B. Hinckley,1997, p. 147).

El Salvador alcanzó una sumisiónimpresionante al enfrentar la angus-tia y la agonía de la Expiación y“dese[ó] no tener que beber la amar-ga copa y desmayar” (D. y C. 19:18).En nuestra pequeña e imperfecta es-cala, nos enfrentamos a pruebas quehay que superar y deseamos que éstasde alguna manera se eliminaran.

Consideremos lo siguiente: ¿Quéhabría sido del ministerio de Jesús siÉl hubiera hecho más milagros sinllevar a cabo el milagro trascenden-tal de Getsemaní y del Calvario? Susotros milagros otorgaron extensio-nes benditas de vida y disminuyeronel sufrimiento, para algunos; pero,¿cómo podrían compararse esos mi-lagros con el más grande milagro de

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Lleguemos a ser hom-bres en quienes esté elespíritu de DiosÉlder L. Tom PerryDel Quórum de los Doce Apóstoles

“El Señor está obligado mediante un convenio solemne abendecirnos de acuerdo con nuestra fidelidad. Sólo Él puedeconvertirnos en hombres en quienes esté el Espíritu de Dios, asaber, el Espíritu Santo”.

Sesión del sacerdocio6 de abril de 2002

la resurrección universal? (véase 1Corintios 15:22). La multiplicaciónde los panes y de los peces alimentóa una gran multitud; a pesar de eso,los beneficiados pronto tuvieronhambre otra vez, mas los que partici-pan del Pan de Vida no volverán atener hambre (véase Juan 6:51, 58).

Al meditar en la consagración yprocurarla, es comprensible quetemblemos por dentro ante lo quese nos pueda requerir, mas el Señorha dicho en forma consoladora: “Migracia os es suficiente” (D. y C.17:8). ¿Creemos en Él realmente?Él también ha prometido que haráque las cosas débiles sean fuertes(véase Éter 12:27). ¿Estamos real-mente dispuestos a someternos aese proceso? Sin embargo, si desea-mos la plenitud, ¡no podemos sus-traer una parte!

El permitir que nuestra voluntadsea absorbida cada vez más en la vo-luntad del Padre en verdad represen-ta una individualidad mejorada,extendida y más capaz de recibir“todo lo que [Dios] tiene” (D. y C.84:38). Además, ¿cómo se nos po-dría confiar “todo” lo que Él tiene sinuestra voluntad no es como la deÉl? Ni tampoco sería posible que“todo” lo de Él sea valorado cabal-mente por aquel que se comprometaen forma parcial.

Francamente, traicionamos nues-tro propio potencial cuando sustrae-mos cualesquiera que sea la “parte”.Por lo tanto, no habrá necesidad depreguntar: “¿Soy yo, Señor?”; másbien, refiriéndonos a nuestras pro-pias piedras de tropiezo pregunte-mos: “¿Es ésta, Señor?”(Mat. 26:22).Tal vez hayamos sabido la respuestadesde hace mucho tiempo, y quizánecesitemos más bien tener la deter-minación que Su respuesta.

La mayor felicidad que existe en elgeneroso plan de Dios está finalmentereservada para aquellos que estén dispuestos a esforzarse y pagar el costode viajar a Su majestuoso reino.Hermanos y hermanas, “comencemosde nuevo esta jornada” (“Come, LetUs Anew”, Hymns, Nº 217).

En el nombre del Señor del BrazoExtendido (véase D. y C. 103:17;136:22.), a saber, Jesucristo. Amén. �

Quiero dirigir mis palabras deesta noche a ustedes, jóve-nes magníficos que poseen

el santo Sacerdocio Aarónico. Québendición tan especial es tener el sa-cerdocio de Dios, que no hace sinomultiplicar nuestros poderes, capaci-dades y discernimiento. Para ilustrarlas bendiciones recibidas gracias aeste privilegio, me gustaría hablar dedos hombres de Dios que llevaron elnombre de José.

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Mi padre tuvo una experienciaexcepcional a la edad de un presbí-tero. No había escuelas preuniversi-tarias donde él vivía, pero deseabaestudiar. Recibió permiso de supadre para dejar la granja y buscarinstrucción en otra parte, pero tuvoque mantenerse económicamente élmismo. Tras llegar a Salt Lake City,oyó de un puesto de trabajo en lacasa del presidente Joseph F. Smith,donde se le contrató para ordeñarlas dos vacas del profeta. Cuandoefectuábamos la noche de hogarsiempre queríamos que papá noscontara sus experiencias de jovencuando vivía en la casa del profeta,y él nos relataba cosas como la si-guiente:

La hermana Smith instruía a mipadre en sus deberes, explicándoleque las vacas “son como aristócra-tas y debes tratarlas bien. Debesmantenerlas tan limpias y entre-narlas de tal forma que si algunavez decido trasladarlas a la sala,estén lo suficientemente limpiaspara poder entrar”. Mi padre decíaque entendía por qué había que or-deñar las vacas, pero no por québañarlas.

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Un coro de hombres de la Universidad Brigham Young— Idaho canta durante la sesión del sacerdocio.

Antes de ser ordeñadas cada ma-ñana y cada noche, se las lavaba aconciencia con agua caliente yjabón, y se las secaba con toallas dis-puestas para ese propósito. Se lasalimentaba con el mejor heno y selas ordeñaba, exactamente a lamisma hora, dos veces al día.

Además de sus deberes con la fa-milia Smith y sus vacas “aristocráti-cas”, se pidió a mi padre querealizara algunas tareas domésticas.Él nos relataba historias como la si-guiente: “Una fría mañana lavé lospeldaños que conducen a la residen-cia oficial del Presidente de laIglesia, lo cual casi se convirtió enuna tragedia, pues dejé que el aguase helara antes de secarla. Así quetuve que tomar agua hirviendo, de-rretir el hielo y secar las piedras contoallas. Los peldaños ya casi estabanlimpios, pero antes de haber termi-nado yo mi tarea mis compañeros declase pasaron por allí rumbo a la es-cuela. Fue una experiencia que meayudó a ser más humilde”.

Al contarles estos relatos, noquiero que ustedes se queden con laimpresión de que mi padre era elhermano gemelo de la Cenicienta.La familia Smith acogió en su hogara este pobre muchacho granjero deIdaho hasta que terminó sus estu-dios preuniversitarios y asistió a laUniversidad de Utah. Lo incluíanen sus actividades familiares, se sen-taba a la mesa con ellos y participa-ba en la oración familiar. Mi padrecompartió con nosotros su testimo-nio de que el profeta Joseph F.Smith era en verdad un hombre deDios: “Cuando me arrodillaba conel profeta durante la oración fami-liar y escuchaba sus sinceras súplicaspor las bendiciones del Señor sobre sufamilia, sus rebaños y sus manadas,me daba cuenta de que aquellasvacas que me causaban tanta humi-llación eran objeto de las bendicionesde ellos y nuevamente volvía a ver lasituación desde una perspectiva dife-rente… La mayoría de los grandeshombres que conozco no se han com-portado como tales en la vida cotidia-na, mas no fue así con el profetaJoseph F. Smith. Cada pequeño actocotidiano contribuía con algunos

centímetros a su grandeza. Para míera el profeta aun cuando se estu-viera lavando las manos o desatan-do los zapatos”.

Las lecciones aprendidas nos in-culcaron gran agradecimiento yamor por un profeta de Dios.

La descripción que mi padre hacedel profeta Joseph F. Smith me re-cuerda la frase de Faraón acerca deJosé de Egipto: “¿Acaso hallaremos aotro hombre como éste, en quien estéel espíritu de Dios?” (Génesis 41:38).

Los relatos de mi padre nos ha-blan del presidente Smith, de su familia y de sus vacas, y también

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revelan cómo han cambiado lostiempos desde principios del sigloveinte. No creo que mi padre llegaraa imaginar las computadoras denuestra época moderna que cabenen pequeños escritorios y cuya capa-cidad de cálculo se mide en gigaher-cios y su almacenamiento engigabytes. Tampoco creo que pudie-ra imaginar la maldad que Satanáspuede hacer con estas mismas y ma-ravillosas tecnologías. Mediante susmalignas artimañas, Satanás ha sidocapaz de extender muchos virusnuevos y contagiosos que causangran daño a nuestro Espíritu si no

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contamos con poderosas formas dedefendernos de ellos. Todo esto mehace pensar en el mejor programaantivirus de todos: el don delEspíritu Santo.

Respecto a dicho don, el presi-dente Joseph F. Smith dijo: “‘Eldon del Espíritu Santo’ es una ben-dición especial que se sella sobrelos creyentes en Jesucristo que sehan arrepentido y bautizado, y esun ‘testigo constante’. El Espíritude Dios se puede tener como unainfluencia temporaria por medio dela cual la luz y el poder divinos lle-gan al género humano para propó-sitos y ocasiones especiales. Pero el don del Espíritu Santo, que fue recibido por los apóstoles en el día de Pentecostés y que se con-fiere en la confirmación, es un tes-tigo permanente y una concesiónmás alta [James R. Clark, compila-dor, Messages of the First Presidencyof The Church of Jesus Christ ofLatter-day Saints, 1965–1975, tomo5, pág. 4].

Es importante que sus familias lesayuden a aprender acerca delEvangelio de nuestro Señor ySalvador. Para ello, todos debemosconfiar en el don del Espíritu Santocon el fin de que nos guíe en el dis-cernimiento del bien y del mal. Esaquí donde el ejemplo de José deEgipto nos instruye a cada uno denosotros. Él era un hombre que con-fiaba tanto en el Espíritu del Señor,que hasta un hombre como Faraón,cegado por la práctica de la idola-tría, reconoció en él un carácter yuna fuerza fuera de lo común.

Intentemos ver esta noche quégrandes mensajes podemos recibir alestudiar a los grandes líderes queencontramos en las Escrituras.Joseph F. Smith instruyó en su libroAnswers to Gospel Questions:

“Existe amplia evidencia respectoa que se llamó y ordenó a mucha-chos en la antigüedad. En la épocaanterior al diluvio, cuando se pro-longaba enormemente la vida de loshombres, se llamó a algunos a ac-tuar a una edad comparativamentejoven. Enoc no tenía más que vein-ticinco años cuando Adán lo orde-nó;… y Noé recibió el sacerdocio

cuando no tenía más que diez años[véase D. y C. 107:48, 52]. No estáregistrado cuántos años tenía José,hijo de Israel, cuando recibió el sa-cerdocio, pero debe haber sidocuando era todavía muy joven. Sushermanos lo vendieron a Egiptocuando sólo tenía diecisiete años ydebió tener el sacerdocio desdeantes, puesto que lo ejerció en la tierra de Egipto [véase Génesis37:2; 40:8–19; 41:14–36]” (JosephFielding Smith, hijo, compilador,1957–1966, tomo 2, pág. 9).

En el libro de Génesis, en elAntiguo Testamento, encontramosel relato de José que pertenecía auna familia de once hermanos, diezde los cuales eran mayores que él.Su padre parecía favorecerle másque al resto: le hizo una túnica dediversos colores, le permitía quedar-se en casa y de vez en cuando lemandaba ir y ver cómo estaban sushermanos que cuidaban los rebaños.José también tenía sueños que pare-cían ponerle en un lugar de autori-dad por encima de sus hermanos.

Un día, cuando José se asegurabade que sus hermanos estuvieranbien mientras atendían los rebaños,éstos decidieron que ya estaban har-tos y quisieron deshacerse de él.Surgió la oportunidad de venderlocomo esclavo a una compañía de is-maelitas que se dirigían a Egipto.

De repente, José se encontró enuna tierra extraña, con costumbresdiferentes, una religión también di-ferente y, lo peor de todo, vendidocomo esclavo. Pero se presentó tandispuesto y capaz que fue compradopor “Potifar, oficial de Faraón, capi-tán de la guardia” (Génesis 37:36).

“Mas Jehová estaba con José, [yel espíritu que llevaba consigo leayudó a convertirse en]… varónpróspero; y estaba en la casa de suamo el egipcio.

“Y vio su amo que Jehová estabacon él, y que todo lo que él hacía,Jehová lo hacía prosperar en sumano.

“Así halló José gracia en sus ojos,y le servía; y [Potifar] le hizo mayor-domo de su casa y entregó en supoder todo lo que tenía.

“Y aconteció que desde cuando

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le dio el encargo de su casa y detodo lo que tenía, Jehová bendijo lacasa del egipcio a causa de José, y labendición de Jehová estaba sobretodo lo que tenía, así en casa comoen el campo.

“Y dejó todo lo que tenía enmano de José, y con él no se preocu-paba de cosa alguna sino del panque comía. Y era José de hermososemblante y bella presencia”(Génesis 39:2–6).

Un día, cuando José estaba traba-jando en la casa, se encontró en unasituación difícil. La esposa de Potifarle hizo proposiciones deshonestas yJosé supo de inmediato que estabaen el lugar equivocado. Él dijo:

“No hay otro mayor que yo enesta casa, y ninguna cosa me ha re-servado sino a ti, por cuanto tú eressu mujer; ¿cómo, pues, haría yo estegrande mal, y pecaría contra Dios?

“Y ella lo asió por su ropa, dicien-do: Duerme conmigo. Entonces éldejó su ropa en las manos de ella, yhuyó y salió (Génesis 39:9, 12).

Aprendemos una gran lección deJosé. Cuando se le presentó la tenta-ción, se alejó de inmediato hasta dela apariencia de maldad. Todos pa-samos por momentos en la vida enque nos hallamos en situaciones difíciles.

Cuando nos enfrentemos a lomalvado y degradante— bien sea unestilo malo de música, un programatelevisivo o el Internet— que nossitúe en un entorno inadecuado,cuán fortalecedor resulta acordarnosdel relato de José: “y [él] huyó ysalió” (Génesis 39: 12).

Se alejó de la tentación.Aun el tomar decisiones correc-

tas no liberó a José de las dificulta-des que enfrentaba en la vida.Cuando Potifar regresó a casa, su es-posa se quejó de que José se habíamofado de ella. Potifar se enfadótanto que “tomó… a José, y lo pusoen la cárcel, donde estaban los pre-sos del rey, y estuvo allí en la cárcel.

“[Y nuevamente] Jehová estabacon José y le extendió su misericor-dia, y le dio gracia en los ojos deljefe de la cárcel.

“Y [al poco tiempo] el jefe de lacárcel entregó en mano de José el

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cuidado de todos los presos quehabía en aquella prisión; todo lo quese hacía allí, él lo hacía” (Génesis39:20–22).

Pero el Señor estaba con José ynuevamente se le presentó unaoportunidad mientras servía en laprisión. Dos siervos de Faraón tam-bién fueron encarcelados y cada unotuvo un sueño que José pudo inter-pretar. Uno iba a perder la vida en laprisión, y el otro volvería en tresdías a su puesto de jefe de coperosde Faraón. Ambos sueños se cum-plieron. El jefe de coperos recuperósu alto cargo ante Faraón, y se olvi-dó por completo de José hasta pasa-dos dos años.

Entonces Faraón tuvo un sueñoque nadie fue capaz de interpretar, yel jefe de coperos finalmente seacordó de José y le habló a Faraónde la habilidad de éste para inter-pretar sueños. “Entonces Faraónenvió y llamó a José. Y lo sacaronapresuradamente de la cárcel, y seafeitó, y mudó sus vestidos, y vino aFaraón” (Génesis 41:14).

José pudo interpretar el sueño deFaraón, y éste quedó tan impresio-nado que lo nombró uno de sus

siervos. El Señor estaba de nuevocon José. En poco tiempo alcanzó laposición de ser el segundo despuésde Faraón en toda la tierra deEgipto. Había algo especial que dis-tinguía a José de los demás siervos, yFaraón mismo resaltó lo que le dife-renciaba de los demás cuando dijo:“¿Acaso hallaremos a otro hombrecomo éste, en quien esté el espíritude Dios?” (Génesis 41:38).

Se darán cuenta de que el Señorestuvo con José en cada situaciónen la que se encontró. Fue fácil re-conocer el espíritu especial quehabía en él por la forma en que vivíay daba oídos a la voz del Señor paradirigirle.

Eso mismo se reconocerá en cadauno de nosotros a medida que SuSanto Espíritu nos guíe y dirija.Presten atención a la voz suave yapacible cuando enfrenten un mo-mento decisivo. Ciertamente seráuna voz fuerte de advertencia la queles diga que apaguen la música pro-vocativa, que huyan de los progra-mas televisivos degradantes o queescapen de la página web que nohace más que introducir en lamente pensamientos malignos. El

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Espíritu Santo les hará saber cuándose hallan en terreno prohibido.

Les prometo que si dan oídos a lavoz de advertencia del EspírituSanto y siguen su dirección, seránbendecidos con la ministración deángeles, la cual les dará sabiduría,conocimiento, poder y gloria.Recuerden que el Señor está obliga-do mediante un convenio solemne abendecirnos de acuerdo con nuestrafidelidad. Sólo Él puede convertir-nos en hombres en quienes esté elespíritu de Dios, a saber, el EspírituSanto.

Qué gran bendición es tener elsanto sacerdocio del Señor y dispo-ner de ese poder y de esa fortalezaen nuestro interior. Ruego que elSeñor nos inspire y nos guíe a estu-diar los relatos de los grandes profe-tas que han vivido en la tierra y quetomemos de sus vidas aquello quenos acerque más a nuestro Hacedory nos ayude a disfrutar de las bendi-ciones y los frutos que proceden delEvangelio de nuestro Señor ySalvador. Ruego que seamos inspira-dos a seguir Su camino, es mi humil-de oración, en el nombre deJesucristo. Amén. �

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Este sendero que llamamos vidaÉlder Ben B. BanksDe la Presidencia de los Setenta

“Al mantenerse en el camino correcto, la recompensa que esperaal final de la jornada de la vida hace que valgan la pena losmomentos de adversidad que se experimentan en el camino”.

Hermanos, me complaceestar con ustedes estanoche. Yo también quiero

dirigir la palabra específicamente alos hombres jóvenes del SacerdocioAarónico. Los quiero y me preocupomucho por ustedes.

En el nuevo cuadernillo intitula-do Para la fortaleza de la juventud, laPrimera Presidencia les dice:“Nuestros amados jóvenes… tene-mos plena confianza en ustedes.Ustedes son espíritus escogidos quehan nacido en esta época en que lasresponsabilidades y las oportunida-des, al igual que las tentaciones, sonsumamente intensas. Están inician-do su jornada por esta vida terrenal;su Padre Celestial desea que vivan

felices y desea llevarlos de nuevo aSu presencia. Las decisiones quetomen hoy determinarán mucho delo que habrá de venir durante suvida y la eternidad” (Para la fortalezade la juventud, bajo “Mensaje de laPrimera Presidencia”).

Espero que esta tarde, en algunamanera pequeña, ustedes puedanaprender de mis casi setenta años detravesía por este sendero que llama-mos vida. Sus padres o abuelos talvez ya les hayan dicho: “Cuanto másentrado en años se vuelve uno, másrápido pasa el tiempo”. Es como sien un momento determinado unotiene doce años de edad y está juntoa su familia y un minuto despuésuno tiene casi setenta años y cargaunos cuantos kilos de más.

Es difícil creer que la última vezque hablé en la reunión general delsacerdocio fue hace casi trece años.En aquella ocasión le conté a loshermanos de un viaje en bicicletaque hice con mis hijos, y utilicé esaexperiencia para recalcar la impor-tancia de prepararse bien para lajornada de la vida.

Hoy quiero contarles de otras jor-nadas que he hecho y compartir conustedes las lecciones que de ellas heaprendido.

Hace poco, algunos integrantesde mi familia decidieron que seríadivertido viajar en bicicleta desdeBozeman, Montana hasta JacksonHole, Wyoming, en los Estados

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Unidos. El viaje de 360 kilómetrosnos llevaría tres días y nos haríaatravesar en tres ocasiones la líneadivisoria de aguas. Decidimos queviajar cuando hiciera buen tiempopor los pasos de montaña sería unaexperiencia maravillosa que nosayudaría a apreciar las creaciones deDios.

Tras minuciosos planes y prepara-ción, me encaminé junto con misdos hijos y mi única hija rumbo aBig Sky, Montana, lugar donde pa-saríamos la primera noche. Era unamañana perfecta y anticipábamosun viaje muy agradable. A medidaque íbamos en camino, sin embargo,asomaron una nubes oscuras quetrajeron una lluvia que llegó a con-vertirse en aguanieve y granizo, ha-ciendo que nos mojáramos y quetuviéramos muchísimo frío y quenos sintiéramos abatidos. Al finali-zar el primer día de nuestro viaje yllegar a nuestro destino donde pasa-ríamos la noche, recordé que la vidapuede ser igual que ese día. Por for-tuna, estábamos preparados paratoda condición climatológica; de noser así, hubiera sido difícil concluirel primer día del viaje. Debemosemprender cada etapa de la jornadade la vida llenos de esperanza y opti-mismo, pero aun así debemos estarpreparados para enfrentar, en algúnmomento, oposición o dificultades.

Los patrones de comportamientoque ustedes establezcan en su juven-tud pueden acompañarles durante elresto de la vida terrenal. El tomarlas decisiones correctas ahora lespermitirá seguir el camino que lesayudará a soportar los momentosfríos y grises que vendrán después.

Por ejemplo, si tienen el hábitode usar lenguaje vulgar, cuanto máslo usen, más difícil se vuelve cam-biar y abandonarlo. Es mejor optarpor seguir desde ahora un caminodiferente, un camino que lleve apensamientos y palabras y accioneslimpios, para que ustedes puedandisfrutar de la compañía del EspírituSanto. Imagínense lo difícil que debeser servir en una misión y que lesvengan malas palabras a la mentecuando necesiten tener el Espíritucomo compañero constante. Si usan

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El Templo de Salt Lake visto desde la plaza del Edificio de las Oficinas de la Iglesia.

lenguaje vulgar, éste es el momentode cambiar.

En el segundo día de nuestroviaje partimos rumbo a WestYellowstone, Montana. Todo estabaen orden al avanzar hacia nuestrosegundo destino: las bicicletas anda-ban sin complicaciones y teníamoslas piernas descansadas. En ese mo-mento me di cuenta de que si no noscuidamos cuando todo va bien en lavida, podemos enfrentar la tentaciónde olvidarnos de nuestro PadreCelestial y creer que nosotros somoslos responsables de nuestro estadode felicidad. No cometan ese error.

El profeta José Smith enseñó: “Lafelicidad es el objeto y propósito denuestra existencia; y también será elfin de ella, si seguimos el caminoque nos conduce a la felicidad; yeste camino es virtud, justicia, fide-lidad, santidad y obediencia a todoslos mandamientos de Dios(Enseñanzas del Profeta José Smith,pág. 312).

El Libro de Mormón está repletode relatos sobre personas que fue-ron bendecidas por el Señor y des-pués se jactaron de sus logros.Finalmente, ensalzadas en el orgu-llo, se apartaron del sendero co-rrecto y, al alejarse de la verdad,perdieron todo lo que tenían.Asegúrense de no volverse como

los nefitas de la antigüedad.Siempre recuerden la verdaderafuente de sus bendiciones.

Durante el tercer día de nuestroviaje aprendí que, aunque tengamosque luchar cuesta arriba en la vida,nuestra actitud determinará cómoenfrentaremos las dificultades. Esedía cruzamos tres veces la línea divi-soria de aguas, subiendo de 1.400 a2.500 metros de altura. Subir en bici-cleta pasos de montaña empinadosrequiere la actitud correcta si unodesea llegar a la altura correcta, y lomismo ocurre en la vida. Aprenderánautodisciplina y lograrán mucho alestablecer metas que valgan la pena yfijar la vista en ellas. Es cierto, hubomomentos en los que el subir por lascuestas empinadas de la montaña meresultaba casi inaguantable, perocomo había fijado la vista en mi pro-pósito, no me di por vencido.

Jóvenes del Sacerdocio Aarónico,les insto a fijarse metas tales comocompletar seminario, cumplir unamisión honorable, recibirse de launiversidad y ser dignos de casarseen el templo. A la edad de ustedes,éstas pueden parecer metas muygrandes, pero si comienzan a subir lacolina ahora, estarán en una posi-ción mucho mejor de lograrlas.

Hace dos años, el élder Richard G.Scott, del Quórum de los Doce

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Apóstoles, y yo tuvimos la oportuni-dad de hacer un viaje en canoa porQuetico, una zona despoblada deOntario, Canadá. Cargábamos las ca-noas y las provisiones por tierra entreun lago y otro. Cuando llegamos máso menos a la mitad de uno de loslagos más grandes, el tiempo empeo-ró, y las aguas que hasta hacía pocohabían estado tranquilas se tornaronviolentas y peligrosas, sacudiendonuestra canoa de aquí para allá.

Teníamos que tomar una decisión:intentar llegar al destino que tenía-mos planeado o dirigirnos a la islamás cercana para esperar que pasarala tormenta. La respuesta es bastanteclara ahora, pero en ese momento, eltomar la decisión no fue fácil. Si se-guíamos, tal vez llegáramos al lugardonde planeábamos acampar. Si de-morábamos nuestra jornada, llegaría-mos muy tarde y tal vez tuviéramosque viajar en la oscuridad. Al consi-derar concienzudamente las opcio-nes, recibimos la impresión de quedebíamos dirigirnos rápidamente a laisla más cercana. Lo hicimos y se de-sató una tormenta mucho peor de loque anticipábamos. De haber elegidoseguir en canoa, hubiésemos puestonuestras vidas en grave peligro.

En esta vida terrenal se nosmanda tomar decisiones muy serias,las cuales pueden tener resultados

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Llegar a ser un granbeneficio paranuestros semejantes Élder Spencer J. CondieDe los Setenta

“Ruego que ustedes, maravillosos jóvenes, no sean sólo dignos derecibir el ministerio de ángeles, sino que… lleguen a ser ángelesministrantes en la vida de los demás”.

que afectarán de forma duraderanuestro futuro espiritual. Les insto aser dignos siempre de buscar elEspíritu para que les ayude a tomarlas decisiones correctas.

En el Libro de Mormón, Nefi nosdice: “Entonces os halláis en este es-trecho y angosto camino que condu-ce a la vida eterna; sí, habéis entradopor la puerta; habéis obrado deacuerdo con los mandamientos delPadre y del Hijo; y habéis recibido elEspíritu Santo” (2 Nefi 31:18).

A medida que el viaje de 360 ki-lómetros en bicicleta que emprendiónuestra familia llegó a su fin, apren-dimos que no importa cuán difícilesse vuelvan las cosas en este senderoque llamamos vida, grande es la feli-cidad que está a la espera de aque-llos que obedecen los mandamientosy perseveran hasta el fin.

Jóvenes del Sacerdocio Aarónico,ustedes tienen la responsabilidadde mantenerse firmemente concen-trados en su destino eterno. Escierto, el sendero de la vida puedetener muchas bajadas y subidas. Escierto, habrá días en que el caminoles parecerá tortuoso, pero al man-tenerse en el camino correcto, larecompensa que espera al final dela jornada de la vida hace que val-gan la pena los momentos de ad-versidad que se experimentan en elcamino.

Volviendo al cuadernillo Para lafortaleza de la juventud, la PrimeraPresidencia escribe: “Que puedanguardar sus mentes y cuerpos lim-pios de los pecados del mundo paraque lleven a cabo la gran obra quetienen por delante. Rogamos quesean dignos de continuar las res-ponsabilidades de edificar el reinode Dios y de prepararse para la segunda venida del Salvador” (Para la fortaleza de la juventud, bajo “Mensaje de la PrimeraPresidencia”).

Mis jóvenes amigos, por favor,dense cuenta de la importancia delser sabios y seguir el consejo denuestros profetas, lo cual hará que lafelicidad les acompañe durante lajornada de la vida.

De ello testifico en el nombre deJesucristo. Amén. �

Cuando Wilford Woodruff erajoven, de 27 años, fue orde-nado al oficio de presbítero

el 5 de noviembre de 1834. Ochodías más tarde, empezó una misiónde dos años en la Misión de losEstados del Sur1. Una noche, él y sucompañero encontraron alojamientoen casa de una familia que les pro-porcionó el piso de una habitacióncomo cama, lo que él describiócomo “muy dura después de habercaminado más de 95 kilómetros sinnada que comer”2.

El próximo día caminaron 19 kilómetros bajo la lluvia hasta que

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llegaron a la casa de un hombreque resultó ser uno de los miembrosdel populacho de Misuri. El herma-no Woodruff dijo: “La familia se ibaa sentar a la mesa para desayunarcuando llegamos. En esos días, eracostumbre entre los de Misuri invi-tar a comer inclusive a los que con-sideraran sus enemigos, por lo quenos invitaron a tomar desayuno ynosotros estuvimos muy complaci-dos con la invitación. Él sabía queéramos mormones y tan prontocomo empezamos a comer, empezóa blasfemar contra los mormones;había un gran plato de huevos contocino y bastante pan en la mesa,pero sus blasfemias no impedíanque nosotros siguiéramos comien-do: cuanto más maldecía, más co-míamos, y así lo hicimos hastallenar nuestros estómagos; luegonos levantamos, tomamos nuestrossombreros y le agradecimos el desa-yuno. Lo último que supimos de élera que seguía con sus blasfemias.Confío en que el Señor lo recom-pensará por ese desayuno”3.

Al final del primer año en esa mi-sión, cuenta que había “viajado5.228 kilómetros, celebrado cientosetenta reuniones [y] bautizado a 43personas4”.

A su primera misión en losEstados del Sur le siguieron dos

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Los visitantes suben por la rampa para ver la estatua el Christus ubicadaen el Centro de Visitantes Norte.

misiones breves en las Islas Fox,cerca de la costa de Maine5 y dosmisiones subsiguientes en Ingla-terra6. Durante su última misión enInglaterra, en 1840, reconoció que“por medio de las bendiciones deDios”, había sido un instrumentopara llevar a más de mil ochocientasalmas a la Iglesia en un período deocho meses7.

Wilford Woodruff comprobó lapromesa del Libro de Mormón deque “Dios ha dispuesto un mediopara que el hombre, por la fe, puedaefectuar grandes milagros; portanto, llega a ser un gran beneficiopara sus semejantes”8. Mis queridosjóvenes hermanos del SacerdocioAarónico, me gustaría recordarlesque nuestro Padre Celestial no sólodesea que sean buenos, sino quesean buenos para algo, para servir ybendecir la vida de otras personas yllegar a ser un beneficio para sus se-mejantes.

Leemos en el Evangelio deLucas que “Jesús crecía en sabidu-ría y en estatura, y en gracia paracon Dios y los hombres”9. En tantoque nuestra búsqueda terrenal por

la perfección implique ser máscomo el Salvador, entonces tam-bién nosotros debemos crecer ensabiduría y en estatura, y en graciapara con Dios y los hombres.

Las actividades del quórum delsacerdocio y de la Mutual con lasjovencitas, cuando se preparan conesmero y oración, y se analizan enel Comité del Obispado para laJuventud10, ayudarán a cada joven ya cada jovencita a crecer en sabi-duría a medida que logren unmayor aprecio por las Escrituras ylas palabras de los profetas vivien-tes, y participen en las actividadesde la Mutual que implique todo loque es “virtuoso, o bello, o debuena reputación, o digno de ala-banza”11.

El deliberar en consejo en elComité del Obispado para laJuventud proporciona una capacita-ción de gran valor para toda una ge-neración de futuros líderes queaprenderán a trabajar juntos enforma eficaz en los consejos.

Ustedes, jóvenes, crecerán en es-tatura y en fortaleza física al partici-par en bailes folclóricos, deportes y

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en competencias atléticas sanas yamigables caracterizadas por unbuen espíritu deportivo. Creceránen gracia para con Dios al dedicarsea la investigación de historia fami-liar, al efectuar bautismos en el tem-plo por antepasados fallecidos, alconvertirse en maestros orientado-res fieles, al limpiar la capilla confrecuencia, al visitar los asilos de an-cianos y al ayudar a mantener her-mosas sus comunidades. Al hacerlo,demostrarán el consejo del reyBenjamín de que “cuando os halláisal servicio de vuestros semejantes,sólo estáis al servicio de vuestroDios”12. El líder sabio pondrá menosénfasis en las actividades para re-caudar fondos y mucho más énfasisen prestar servicio desinteresado alos demás.

Ustedes, jóvenes hermanos, cre-cerán en gracia para con los hom-bres y estarán mejor preparados parala misión, el matrimonio y los futu-ros empleos a medida que aprendanmás sobre sus carreras y desarrollenla confianza en ustedes mismos aldar discursos, participar en actua-ciones teatrales originales y en lasactividades de talentos.

Las actividades para la juventuddeben reflejar nuestra creencia deque “existen los hombres para quetengan gozo”13 y nosotros debemosestar ansiosos de compartir esegozo con los demás. No hacemucho conocí a una mujer del estede los Estados Unidos que ahoravive en el Valle de Salt Lake. Es unmiembro devoto de otra Iglesiacristiana, por lo que le pregunté sile gustaba vivir entre Santos de losÚltimos Días. Dijo: “Mi esposo yyo nos llevamos bastante bien conla gente, pero nos preocupa nues-tra hija adolescente. Cada miérco-les por la tarde, como a las siete,varias jovencitas de nuestro vecin-dario pasan juntas por nuestra casaen camino a alguna parte y jamásse han detenido a invitar a nuestrahija de 14 años a que vaya conellas”.

Yo le dije: “Éste es su día de suer-te; creo que puedo solucionar eseproblema”. De inmediato me dio elnombre de su hija y la dirección y

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NOTAS1. Matthias F. Cowley, Wilford

Woodruff: History of His Life and Labors,Salt Lake City: Deseret News, 1909, pág. 47.

2. Ibíd, pág. 50.3. Ibíd, pág. 50.4. Ibíd, pág. 58.5. Ibíd, págs. 70–86.6. Ibíd, págs. 99–113; 114–28; 129–46.7. Ibíd, pág. 119.8. Mosíah 8:18.9. Lucas 2:52.10. Manual de Instrucciones de la Iglesia,

Libro 2, Líderes del sacerdocio y de las orga-nizaciones auxiliares, 1998, pág. 384.

11. Artículo de Fe Nº 13.12. Mosíah 2:17.13. 2 Nefi 2:25.14. D. y C. 13:1.15. 1 Nefi 1:8–12.16. 2 Nefi 32:3.17. 2 Nefi 32:5.18. Isaías 58:6.19. Véase “¿Pensaste orar?, Himnos,

Nº 81.20. D. y C. 42:61.21. Véase Gordon B. Hinckley, “El

Padre, el Hijo y el Espíritu Santo”,Liahona, marzo de 1998, pág. 8.

22. “Paracelsus”, en The Poetical Worksof Robert Browning, 2 tomos, 1902, tomo I,pág. 25.

23. “Discourse”, Millennial Star, 5 de oc-tubre de 1891, págs. 628–629. En “Deberesy bendiciones del sacerdocio”, Parte A(31111 002), pág. 56.

nos pusimos en contacto con el pre-sidente de la estaca y con el directorde seminario.

Nuestros amigos y vecinos sonhijos de un Padre Celestial amorosoque desea que todos ellos regresen aSu presencia. ¿Podemos quedarnossatisfechos cuando no asisten a lasreuniones todos los miembros denuestro quórum el domingo por lamañana? Estoy seguro de que pode-mos acercarnos a los menos activosy a los de otras religiones e invitarlosen forma amable a las actividades delos Hombres Jóvenes y de lasMujeres Jóvenes, a seminario, a lasclases de la Escuela Dominical y alas reuniones sacramentales.

Cuando José Smith y OliverCowdery recibieron el SacerdocioAarónico bajo las manos de Juan elBautista resucitado, recibieron “lasllaves del ministerio de ángeles”14, ylo mismo sucede con ustedes cuan-do son ordenados. Ruego que uste-des, maravillosos jóvenes, no seansólo dignos de recibir el ministeriode ángeles, sino que, al igual que eljoven Wilford Woodruff, lleguen a serángeles ministrantes en la vida delos demás a medida que ejerzan su fepara efectuar “grandes milagros”, yasí llegar “a ser un gran beneficio”para sus semejantes.

Satanás quiere que la fe de uste-des diminuya y que sea menos elpoder del sacerdocio que tienenpara efectuar grandes milagros, peroun Padre Celestial amoroso les haconcedido una protección providen-cial: el don del Espíritu Santo. En elprimer capítulo del Libro deMormón aprendemos que a medidaque Lehi leía las Escrituras, “fuelleno del Espíritu del Señor”15. Másadelante, Nefi nos promete que amedida que nos deleitemos “en laspalabras de Cristo… las palabras deCristo [nos] dirán todas las cosasque [debemos] hacer”16.

Puede que enfrenten decisionescon respecto a la misión, su futuracarrera y, finalmente, el matrimonio.Al leer las Escrituras y orar en buscade guía, tal vez no vean la respuestaen forma impresa en una página,sino que mientras lean, recibiránimpresiones nítidas, y susurros y,

como se ha prometido, el EspírituSanto “os mostrará todas las cosasque debéis hacer”17.

Satanás desea que cedan su albe-drío moral a los diferentes compor-tamientos adictivos, pero un PadreCelestial amoroso les ha prometidopor medio de Su profeta Isaías, quepor medio de un ayuno sincero, alatenuar sus apetitos físicos, Él les ayudará a “desatar las ligadurasde impiedad” y a “[romper] todoyugo”18. Reclamen esa promesa pormedio del ayuno. Ese vacío que sen-timos en el cuerpo proporcionarámás espacio para la plenitud delEvangelio. El vacío precede a lo sagrado.

El estudio de las Escrituras y elayuno, precedidos y seguidos de laoración, pueden cambiar la nocheen día19. Toda la vida del profetaJosé Smith demuestra el poder de laoración y el cumplimiento de la pro-mesa del Señor de que “si pides, re-cibirás revelación tras revelación”20.Una revelación importante que reci-birán será el llegar a comprendercómo acercarse a las vidas de losque hayan perdido el sendero. Al hacerlo, es conveniente recordarel sabio consejo del presidenteHinckley: “El Espíritu Santo es elTestificador de la verdad, que puedeenseñar a los seres humanos lo queellos no pueden enseñarse el uno alotro”21.

El presidente Gordon B.Hinckley considera que los amigosson uno de los ingredientes clave enla retención de nuevos conversos yen la recuperación de los menos ac-tivos, y el poeta Robert Browningdescribe con elocuencia cómo sehace esto:

…Si fuese bendecido como ustedes,me rodearía de amor y me

fortificaríaen el compañerismo de mi prójimo; sería imposible mi fracaso,

protegido pormis tiernos amigos que han hechode mi causa la suya22.

Como Presidente de la Iglesia,Wilford Woodruff declaró que “nohay diferencia alguna en un hombre,

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sea presbítero o apóstol, si magnificasu llamamiento. Un presbítero poseelas llaves de la ministración de ánge-les. Nunca en mi vida como apóstol,setenta o élder, he sentido más laprotección del Señor que cuandodesempeñaba el oficio de presbítero.El Señor me reveló por medio de vi-siones, de revelaciones y del EspírituSanto muchas cosas que había enmi futuro”23.

Mis queridos jóvenes hermanos,ruego que cada uno de nosotros, pormedio de nuestra fe, utilice el poderdel sacerdocio para efectuar grandesmilagros al compartir el Evangelio yservir al prójimo y así llegar a ser ungran beneficio para nuestros seme-jantes, en el nombre de Jesucristo.Amén. �

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No puede sucedermea míPresidente James E. FaustSegundo Consejero de la Primera Presidencia

“Puede que el futuro no les depare fama ni fortuna, pero puedebrindarles algo más duradero y satisfactorio. Recuerden que lo quehacemos en la vida tiene eco en la eternidad”.

Mis amados hermanos delsacerdocio de Dios, la res-ponsabilidad de hablarles

esta noche es abrumadora. Heorado en busca de inspiración yguía, y anhelo que me entiendan.

Uno de los grandes mitos de lavida se produce cuando los hombresse creen invencibles. Hay demasia-dos que piensan que son de acero, lobastante fuertes para resistir cual-quier tentación, y se engañan a símismos al pensar: “No puede suce-derme a mí”. Tomo prestado un pen-samiento de Bertrand Russell:“Todos somos como el pavo que sedespierta la mañana [del Día deAcción de Gracias] y espera que,como siempre, se le dé de comer. Las

cosas pueden salir mal en cualquiermomento”1. Hermanos, sí puede su-cedernos a cualquiera de nosotros encualquier momento. Gran parte delrumbo de nuestra vida recibe la in-fluencia de fuerzas que percibimossólo de manera parcial.

El presidente Charles W. Penrosesolía contar el relato de un oficialdel Titanic que declaró no tenermiedo “de Dios, del hombre ni deldiablo”, porque el Titanic era deconstrucción tan robusta que fácil-mente podía soportar la colisión conotras embarcaciones o el contactocon cualquier otra fuerza, inclusolos témpanos de hielo2. El Titanic, dehecho, tenía una longitud de más omenos tres campos de fútbol, unaaltura de doce pisos y estaba cons-truido con un acero de primerísimacalidad. Aquella fatídica noche del14 de abril de 1912, otros barcos leadvirtieron del hielo que había másadelante, pero el Titanic siguió au-mentando la velocidad, surcandoraudo el frío Océano Atlántico. Paracuando los vigías avistaron el tém-pano, ya era demasiado tarde; elTitanic no pudo cambiar de rumbo yel témpano desgarró el lado de estri-bor del barco, originando una suce-sión de boquetes. Dos horas ycuarenta minutos más tarde, el re-cién estrenado Titanic descendióhasta lo más hondo del océano, y seahogaron más de 1.500 personas.

Por lo general, sólo una octava

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parte de la masa de un témpano dehielo flotante se halla fuera delagua, ya que el hielo de su interiores tan compacto que mantiene su-mergido a las siete octavas partesdel mismo. Tal y como el Titanic seencontró con el témpano, así sucedecon nosotros: a menudo sólo vemosparte del peligro que nos aguarda.

La historia está repleta de ejem-plos de hombres talentosos y hábilesque, en un momento de debilidad,tiraron por la borda sus prometedo-ras vidas. El rey David es un trágicoejemplo de ello. De joven eraapuesto, valiente y lleno de fe; matóal temible gigante Goliat; llegó a serrey y tenía todo lo que un hombrepodía desear; mas al ver a Betsabé,deseó tenerla, aun cuando era la es-posa de otro hombre. Hizo que en-viaran a su esposo, Urías heteo, a lalínea más encarnizada del frentepara que lo mataran. Urías murióen la batalla y David se casó conBetsabé. Como resultado de sumala acción, David perdió su he-rencia espiritual3. A pesar de todolo bueno que David había logrado,gran parte de ello le fue invalidadoporque se permitió sucumbir a unaseria debilidad personal.

Una vez oí a un hombre decirle asus hijos: “Puedo manejar el automás cerca del borde que ustedesporque tengo más experiencia”.Creía estar al mando, pero en reali-dad era un inconsciente. “El proble-ma de emplear la experiencia comoguía es que a menudo el examenfinal viene primero y luego viene lalección4. Algunos piensan que laedad y la experiencia les hace máscapaces de soportar la tentación.Esto es una falsedad.

Recuerdo oír al presidente J. Reuben Clark, hijo, hablar de unaocasión en la que una de sus hijasiba a salir con un chico. Le pidióque regresara a casa a una hora de-terminada, pero “irritada por elconstante y urgente recordatorio, la[adolescente] dijo: ‘Papito, ¿quépasa? ¿Acaso no confías en mí?’.

“La respuesta debe haber sido es-tremecedora, pues le dijo: ‘No [hiji-ta], no confío en ti. Ni siquieraconfío en mí mismo’ ”5.

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Para que algunas cosas no nos su-cedan, sugiero que aprendamos delconsejo del presidente Spencer W.Kimball: “Desarrollen el autodomi-nio de manera que, al enfrentarserepetidamente con una misma ten-tación, no tengan que tomar cadavez una decisión al respecto.Algunas decisiones tienen que to-marse sólo una vez. Y es una granbendición no tener que estar angus-tiándose reiteradamente con respec-to a una tentación; eso nos haceperder tiempo y es muy peligroso”6.

Alguien puede racionalizar:“Tomar drogas una vez no me harádaño”. Puede parecer inofensivopero, por favor, sean conscientes decuán poderosas son las drogas. Citoa un drogadicto: “No hay forma decontrolar las drogas; ellas le contro-lan a uno. Por lo general la primeravez no sientes nada, pero es ahícuando te atrapa”7.

“Sólo un cigarrillo, para ver quése siente”. Cuidado con el peligroque nos acecha: la nicotina es suma-mente adictiva8. Tan sólo cuatro ci-garrillos pueden bastar para poner aalguien en el camino a convertirseen un fumador habitual9.

“Sólo una lata de cerveza”.Desconocemos nuestro potencialpara la adicción al alcohol, pero untrago, por lo general, conduce aotro. Es mucho mejor no tomarnunca el primer trago; así sabránque no tomarán más.

“La compra de un único billetede lotería.” Esa adicción es más sutilque las demás. Puede que crean queel juego no es una adicción porqueno se trata de una sustancia que seintroduce en el cuerpo, pero comoalguien escribió recientemente: “Losque participan en juegos de azararriesgan más que el dinero en sí.Sus vidas y sus familias tambiénestán en peligro”10.

“Una sola mirada a un sitio por-nográfico en Internet o un rápidovistazo al póster de una revista pro-vocativa.” Parece muy inofensivo,pero es más difícil librarnos de loque vemos que deshacernos de loque introducimos en nuestro orga-nismo. Muchos delincuentes habi-tuales admiten que dieron susprimeros pasos en el crimen al verfotografías obscenas.

Algunos pueden decir que estábien participar de vez en cuando en

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entretenimiento inapropiado. Noobstante, el hacerlo suele volvernosinsensibles a la violencia, a las rela-ciones sexuales impropias, al lengua-je soez, al tomar el nombre delSeñor en vano y a otros males rela-cionados con éstos.

He dedicado tiempo a hablar delas cosas que ustedes no quieren queles sucedan. Consideremos ahora al-gunas de las cosas buenas que sí de-sean que les sucedan. Si estándispuestos a pagar el precio deléxito, ¡pueden sucederles cosas bue-nas, e incluso cosas excelentes, másallá de sus preciados sueños y expec-tativas! Con frecuencia no capta-mos ni un ápice de nuestropotencial para ser felices y para al-canzar logros en esta vida y en laeternidad porque, tal y como dijo elapóstol Pablo, “ahora vemos por es-pejo, oscuramente”11. Pero se puedeabrillantar el lente y volverlo traspa-rente como un cristal mediante lainfluencia del Espíritu Santo. ElSalvador nos prometió que elConsolador, que es el EspírituSanto, “[nos] enseñará todas lascosas”, “[nos] recordará todo”12 y“[nos] guiará a toda la verdad”13.

Debemos reconocer que nuestrosdones y capacidades naturales sonlimitados, mas cuando son incre-mentados por la inspiración y la guíadel Espíritu Santo, nuestro potencialse multiplica. Precisan ayuda de unpoder más allá del propio para haceralgo extraordinariamente útil.Ustedes, jovencitos, pueden teneroportunidades y recibir bendicionesmucho más grandes de lo que jamássoñaron o esperaron. Puede que elfuturo no les depare fama ni fortu-na, pero puede brindarles algo másduradero y satisfactorio. Recuerdenque lo que hacemos en la vida tieneeco en la eternidad.

Puede que algunos de ustedes, jo-vencitos, todavía no tengan un tes-timonio del origen divino de estaIglesia como el que tienen sus pa-dres. Puede que deseen estar másseguros de que José Smith realmen-te vio a Dios el Padre y a Su Hijo,Jesucristo, en una visión, y que elLibro de Mormón se tradujo real-mente de planchas de oro. Puede

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Una vista del lado suroeste del auditorio del Centro de Conferenciasmuestra el palco, la platea y la galería.

que tengan ciertas dudas sobre la leydel diezmo o la ley de castidad o laPalabra de Sabiduría. Esto no esinusual para algunos jóvenes de suedad. Puede que su fe no haya sidoprobada por completo o que aún nohayan tenido que defender sus cre-encias ni su forma de vida. Les ase-guro que les pueden sucedergrandes cosas, que pueden recibirun testimonio indudable de queésta es La Iglesia de Jesucristo delos Santos de los Últimos Días, yque el Evangelio fue restaurado a latierra en toda su plenitud por mediode José Smith. Pero quizás no reci-ban ese testimonio hasta que su fehaya sido probada14.

Hace muchos años, dosAutoridades Generales llamaron aun hombre muy joven para ser unnuevo presidente de estaca. A modode respuesta, el nuevo presidente deestaca dijo que se dedicaría porcompleto a su llamamiento y que nopediría a ninguno de los miembrosde la estaca que fueran más devotosque él. Entonces dio testimonio deque creía en el Evangelio de todocorazón y que estaba comprometidoa vivirlo.

Más tarde, durante el almuerzo,las Autoridades Generales pregunta-ron a este presidente de estaca sisabía con certeza que el Evangelioes verdadero, a lo que respondió queno. El apóstol mayor dijo a su com-pañero en el apostolado: “Lo sabetan bien como usted o como yo. Loúnico que no sabe es que lo sabe. Nopasará mucho hasta que lo descu-bra… No hay de qué preocuparse”.

Poco tiempo después, el nuevopresidente de estaca testificó trasuna experiencia espiritual: “Derra-mé lágrimas de gratitud al Señor porel testimonio perdurable, perfecto yabsoluto que recibí en mi vida sobrela divinidad de esta obra”15.

Muchos de nosotros no somosplenamente conscientes de lo queen realidad sabemos. Aunque senos ha enseñado el Evangelio,puede que no seamos plenamenteconscientes de lo que el Señor hapuesto en nuestra “mente” y escri-to en “[nuestro] corazón”16. Comohombres jóvenes del convenio,

ustedes son herederos de grandespromesas. Tienen la oportunidadde llegar a ser más que “leñadoresy aguadores”17.

Yo no afirmo tener una compren-sión absoluta de todos los principiosdel Evangelio, pero he llegado a co-nocer con certeza la divinidad y au-toridad de esta Iglesia. Es algo querecibí gradualmente, línea por líneay precepto por precepto. Ahora yosé que lo sé, del mismo modo queustedes pueden llegar a saber que losaben. Les puede suceder a ustedes.

El conocimiento viene pormedio de la fe. Hoy en día debemosllegar a conocer la veracidad de loque estaba en las planchas de orosin verlas puesto que no están anuestro alcance para que las vea-mos o las palpemos, como sucediócon los Tres Testigos y los OchoTestigos. Algunos de los que lasvieron y palparon no permanecie-ron fieles a la Iglesia. El ver a unángel podría ser una gran experien-cia, pero es más importante llegaral conocimiento de la divinidad delSalvador mediante la fe y el testi-monio del espíritu18.

También pueden llegar a saber loque sabían cuando eran unos valien-tes hijos de Dios en la existenciapreterrenal. Les puede suceder a ustedes, pero no ocurrirá de forma

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automática. Tendrán que ejercer lafe. La única manera de adquirir co-nocimiento espiritual y mantener lallama encendida es ser humildes ydedicados a la oración y luchar dili-gentemente por guardar todos losmandamientos.

En las ceremonias inaugurales delos recientemente concluidos JuegosOlímpicos de Invierno de Salt LakeCity de 2002, el Coro delTabernáculo Mormón y la OrquestaSinfónica de Utah ejecutaron unamajestuosa pieza musical escrita es-pecialmente por John Williams paraser el tema musical oficial de losJuegos. Se llamaba Call for theChampions [Un llamado a loscampeones]. Esta noche yo deseohacer un llamado a los campeones.Las estremecedoras primeras pala-bras de la pieza son: citius (másveloz), altius (más alto) y fortius(más fuerte), que componen el lemaolímpico oficial desde 1924.

Hermanos del sacerdocio, vivi-mos en una época maravillosa.Jamás en la historia de la Iglesiahemos tenido más testimonios de laveracidad de esta santa obra.Tenemos detractores y críticos,como siempre ha sucedido; masnunca antes la Iglesia había ascendi-do más alto, avanzado más rápido,ni sido más fuerte para lograr su

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Ellos oran y siguenadelantePresidente Thomas S. MonsonSegundo Consejero de la Primera Presidencia

“Siendo el potente grupo del sacerdocio que somos, seamoshacedores de la palabra, y no tan solamente oidores. Oremos, y después vayamos y hagamos”.

misión. Éste es el momento en elque debemos erguirnos y avanzar.También en la obra de Dios debemosser más veloces, trabajando conmayor urgencia; llegar más alto, es-forzándonos por alcanzar metas espi-rituales elevadas; y ser más fuertes,confiando en la fuerza de Dios. Lespuede suceder a ustedes.

La senda segura para recibir elgozo y las bendiciones de la vida re-side en seguir a nuestro profeta vi-viente, el presidente Gordon B.Hinckley. Hemos recibido muchascosas buenas de los profetas ante-riores, pero la voz que necesitamosoír hoy día es la del presidenteHinckley; es su consejo el que pre-cisamos seguir para que nos suce-dan las mejores cosas. De estotestifico en el nombre de Jesucristo.Amén. �

NOTAS1. The Oxford Companion to Philosophy,

editado por Ted Honderich, 1995, pág. 610. 2. Joseph Fielding Smith, Church History

& Modern Revelation, Tomo 1, pág. 22.3. D. y C. 132:39.4. 1,911 Best Things Anybody Ever Said,

recopilado por Robert Byrne, 1988, pág. 386.5. Citado por Harold B. Lee, The

Teachings of Harold B. Lee, editado porClyde J. Williams, 1996, pág. 629.

6. President Kimball Speaks Out, 1981,pág. 94.

7. Guillermo D. Jalil, “Teen Addiction,”in Street-Wise Drug Prevention: A RealisticApproach to Prevent and Intervene inAdolescent Drug Use, 1996, Internet,www.nodrugs.com.

8. Véase U.S. Department ofEducation, “Growing Up Drug Free: AParent’s Guide to Prevention, Part 2,”KidSourceOnline, www.kidsource.com.

9. Véase Janet Brigham, “Tobacco:Quitting for Good,” Ensign, febrero de2002, pág. 52.

10. Shanna Ghaznavi, “Don’t Bet YourLife,” New Era, febrero de 2002, pág.26.

11. 1 Corintios 13:12.12. Juan 14:26.13. Juan 16:13.14. Véase Éter 12:6.15. Gospel Standards, págs. 192–193.16. Véase Jeremías 31:33.17. Josué 9:21.18. Véase Juan 20:29.

Mis hermanos, me sientohonrado por el privilegiode hablarles esta noche.

¡Qué alegría ver este magníficoCentro de Conferencias lleno dehombres jóvenes y mayores queposeen el sacerdocio de Dios. Elsaber que grupos similares estáncongregados por todo el mundo me infunde un tremendo sentidode responsabil idad. Ruego que la inspiración del Señor guíe mis pensamientos e inspire mispalabras.

Hace muchos años, cuando cum-plía una asignación en Tahití, conver-sé con el presidente de misiónRaymond Baudin acerca del pueblotahitiano, conocido como el pueblomás marinero del mundo. El hermano

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Baudin, que habla francés y tahitia-no, pero poco inglés, trató de des-cribirme el secreto del éxito de loscapitanes de barco tahitianos. Medijo: “Son asombrosos. Aunque elclima sea terrible, aunque las navesestén agujeradas y quizás no tenganningún aparato de navegación apar-te de sus sentimientos interiores ylas estrellas, ellos oran y siguen ade-lante”. Repitió esa frase tres veces.Esa declaración contiene una lec-ción: debemos orar y después ac-tuar. Las dos acciones sonimportantes.

La promesa del libro de Proverbiosnos infunde valor: “Fíate de Jehováde todo tu corazón, y no te apoyes entu propia prudencia. Reconócelo entodos tus caminos, y él enderezarátus veredas”1.

Sólo tenemos que leer el relato dePrimer Reyes para apreciar de nuevoel principio de que al seguir el consejodel Señor, al orar y después actuar, elresultado beneficia a todos. Allí lee-mos que había una sequía severa enla tierra, seguida de hambruna. Elíasel Profeta recibió del Señor lo que ledebe haber parecido una instrucciónasombrosa: “Vete a Sarepta… he aquíyo he dado orden allí a una mujerviuda que te sustente”. Cuando huboencontrado a la viuda, Elías declaró:“Te ruego que me traigas un poco deagua en un vaso, para que beba.

“Y yendo ella para traérsela, él lavolvió a llamar, y le dijo: Te ruegoque me traigas también un bocado

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de pan en tu mano”.La respuesta de ella describió su

lastimosa situación, ya que le explicóque estaba preparando una últimamísera comida para ella y su hijo, yque después morirían.

Qué inverosímil debe haberle pa-recido la respuesta de Elías: “Notengas temor; vé, haz como hasdicho; pero hazme a mí primero deello una pequeña torta cocida deba-jo de la ceniza, y tráemela; y despuésharás para ti y para tu hijo.

“Porque Jehová Dios de Israel hadicho así: La harina de la tinaja noescaseará, ni el aceite de la vasijadisminuirá, hasta el día en queJehová haga llover sobre la faz de latierra.

“Entonces ella fue e hizo como ledijo Elías; y comió él, y ella, y sucasa, muchos días.

“Y la harina de la tinaja no esca-seó, ni el aceite de la vasija men-guó”2.

Si yo les preguntara cuál es el pa-saje del Libro de Mormón que más se lee, pienso que sería el relato de Primer Nefi acerca de Nefi, sushermanos, su padre y el mandato deobtener de Labán las planchas debronce. Quizás la razón sea que lamayoría de nosotros, de cuando encuando, prometemos leer de nuevoel Libro de Mormón, y usualmentecomenzamos con Primer Nefi. Enrealidad, esos pasajes ilustran enforma hermosa la necesidad de orar ydespués ir y hacer. Dijo Nefi: “Iré yharé lo que el Señor ha mandado,porque sé que él nunca da manda-mientos a los hijos de los hombres sinprepararles la vía para que cumplanlo que les ha mandado”3.

Recordamos el mandamiento; re-cordamos la respuesta de Nefi y re-cordamos el resultado.

En nuestra época, hay muchosejemplos de las experiencias de losque oran y después van y hacen. Les

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contaré el relato conmovedor deuna buena familia que vivía en lahermosa ciudad de Perth, Australia.En 1957, cuatro meses antes de ladedicación del Templo de NuevaZelanda, Donald Cummings, elpadre, era presidente del distrito dePerth. Aunque contaban con pocosrecursos económicos, él, su esposa ysu familia estaban decididos a asistira la dedicación del templo.Comenzaron a orar, a trabajar y aahorrar. Vendieron el único autoque tenían y juntaron todos sus pe-niques, pero una semana antes delviaje, todavía les faltaban 200 librasmás. Recibieron dos regalos inespe-rados de 100 libras cada uno, y ape-nas alcanzaron juntar el montorequerido. Puesto que al hermanoCummings no le dieron permiso defaltar al trabajo, decidió renunciar.

Por tren cruzaron el amplio con-tinente australiano y llegaron aSydney, en donde se unieron a otros

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miembros que también viajaban aNueva Zelanda. El hermanoCummings y su familia fueron de losprimeros australianos que se bauti-zaron por los muertos en el Templode Nueva Zelanda. También fueronde los primeros miembros del lejanoPerth, Australia en recibir su inves-tidura en ese templo. Oraron, seprepararon y después fueron.

Cuando la familia Cummings re-gresó a Perth, el hermanoCummings consiguió un nuevo ymejor empleo. Aún servía comopresidente de distrito nueve añosdespués cuando tuve el privilegio dellamarle a ser el primer presidentede la Estaca Perth Australia4. Creoimportante mencionar que ahora esel primer presidente del Templo dePerth, Australia.

En la película Shenandoah hayuna frase que inspira: “Si no lo in-tentamos, no lo haremos; y si no lohacemos ¿para qué estamos aquí?”

Ahora contamos con más de60.000 misioneros regulares que sir-ven al Señor en todo el mundo.Muchos de ellos están escuchandoesta noche y viendo esta sesión delsacerdocio de la conferencia gene-ral. Ellos oran y después hacen, con-fiando en el Señor respecto al lugaral que se les envía y confiando en supresidente de misión respecto allugar donde sirven dentro de la mi-sión. Entre las muchas revelacionesreferentes a su sagrado llamamientohay dos pasajes que son mis favori-tos. Ambos se encuentran enDoctrina y Convenios.

El primero está en la sección 100.Recordarán que José Smith y SidneyRigdon habían estado lejos de susfamilias por un tiempo y estabanpreocupados por ellas. El Señor lesreveló esta confirmación, la cualconsuela a los misioneros en toda laIglesia: “De cierto, así os dice elSeñor a vosotros, mis amigos…vuestras familias están bien; estánen mis manos y haré con ellas comome parezca bien, porque en mí sehalla todo poder”5.

El segundo es la sección 84 deDoctrina y Convenios: “Y quienesos reciban, allí estaré yo también,porque iré delante de vuestra faz.

Estaré a vuestra diestra y a vuestrasiniestra, y mi Espíritu estará envuestro corazón, y mis ángeles alre-dedor de vosotros, para sosteneros”6.

Es inspirador el servicio misionalque dio Walter Krause, que vive enPrenzlau, Alemania. El hermanoKrause, cuya dedicación al Señor eslegendaria, tiene ahora 92 años deedad. Como patriarca, ha dado másde mil bendiciones patriarcales amiembros que viven en muchas par-tes de Europa.

Habiendo quedado sin hogar des-pués de la Segunda Guerra Mundial,como fue el caso de muchos, el her-mano Krause y su familia vivieronen un campamento de refugiados enCottbus y comenzaron a asistir a laIglesia en ese lugar. Inmediatamentefue llamado a dirigir la RamaCottbus. Cuatro meses después, ennoviembre de 1945, con el país aúnen ruinas, Richard Ranglack, el pre-sidente del distrito acudió al herma-no Krause y le preguntó quépensaba de ir a la misión. La res-puesta del hermano Krause reflejasu dedicación a la Iglesia. Él dijo:“No lo tengo que pensar. Si el Señorme necesita, iré”.

Salió el 1° de diciembre de 1945con veinte marcos alemanes en elbolsillo y con un trozo de pan seco.Uno de los miembros de la rama lehabía dado el abrigo de su hijo quehabía fallecido en la guerra. Otromiembro que era zapatero le regalóun par de zapatos. Con ello y condos camisas, dos pañuelos y dospares de calcetines, salió a la misión.

Una vez, a mediados del invier-no, caminó desde Prenzlau hastaKammin, un pequeño pueblo deMecklenberg, donde cuarenta y seispersonas asistieron a las reuniones.Llegó esa noche después de caminarseis horas por caminos, por senderosy finalmente por campos arados.Poco antes de llegar al pueblo, llegóa un lugar muy grande, blanco yplano, por lo que pudo caminar másfácilmente, y al poco tiempo llegó ala casa de un miembro a pasar lanoche.

A la mañana siguiente, el guarda-bosque tocó a la puerta del miembroy preguntó: “¿Tienen un invitado?”

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“Sí”, fue la respuesta.El guardabosque dijo: “Entonces

vengan a ver sus huellas”. El campogrande y plano por el que había ca-minado el hermano Krause era enrealidad un lago congelado, y pocoantes el guardabosque había hechoun agujero grande en medio del lagopara pescar. El viento había cubiertoel agujero con nieve de tal formaque el hermano Krause no podía verel peligro. Sus huellas indicabanque, sin que se hubiera dado cuenta,había pasado a la orilla del agujero yse había dirigido directamente a lacasa del miembro. Con el peso de lamochila y de sus botas de hule, cier-tamente se habría ahogado de haberdado un solo paso en dirección a eseagujero que no alcanzaba a ver.Después comentó que ese aconteci-miento había causado una gran con-moción en el pueblo.7

El hermano Krause ha dedicadosu vida entera a orar y después a ir yhacer.

Si alguno de nosotros nos senti-mos ineptos o dudamos de nuestrahabilidad de responder al llamadode servir, recordemos esta verdad di-vina: “Para Dios todo es posible”8.

Hace poco me enteré del falleci-miento de James Womack, el pa-triarca de la Estaca Shreveport,Louisiana. Sirvió por largo tiempo ybendijo a muchas personas. Añosatrás, el presidente Spencer W.Kimball nos relató al presidenteGordon B. Hinckley, al élder BruceR. McConkie y a mí una experien-cia que tuvo al nombrar a un pa-triarca para la Estaca Shreveport,Louisiana. El presidente Kimballdescribió cómo había entrevistado,buscado y orado para conocer la vo-luntad del Señor respecto a la selec-ción. Por alguna razón, ninguna delas personas sugeridas era la indica-da para la asignación.

Avanzó el día y comenzaron lasreuniones vespertinas. De repente,el presidente Kimball se volvióhacia el presidente de estaca y lepidió que nombrara a cierto herma-no sentado hacia el fondo de la ca-pilla. El presidente de estacarespondió que era James Womack, yel presidente Kimball dijo: “El

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NOTAS1. Proverbios 3:5, 6.2. 1 Reyes 17:9–11, 13–16. Véase

también el versículo 12.3. 1 Nefi 3:7.4. Véase Richard J. Marshall, “Saga of

Sacrifice”, Ensign, agosto de 1974, págs.66–67.

5. D. y C. 100:1.6. D. y C. 84:88.6. Véase Garold N. Davis y Norma S.

Davis, “Behind the Iron Curtain:Recollections of Latter-day Saints in EastGermany, 1945–1989”, Brigham YoungUniveresity Studies, Tomo 35, Núm.1–1995, págs. 54–55.

8. Mateo 19:26.9. 1 Samuel 16:7.10. Mateo 28:20.11. Santiago 1:22.

Señor lo ha elegido a él para ser elpatriarca de la estaca. Por favor pí-dale que se reúna conmigo en lasala del sumo consejo después deesta reunión”.

El presidente de estaca CharlesCagle se sorprendió, porque la apa-riencia física de James Womack erainusual: había sufrido terribles lesio-nes de combate durante la SegundaGuerra Mundial, había perdidoambas manos y parte de un brazo,así como la mayor parte de la vista yel oído. Cuando regresó, nadie quisoadmitirlo en la facultad de Derecho,aunque terminó en tercer lugar desu clase en la Universidad delEstado de Louisiana.

Esa noche, cuando el presidenteKimball se reunió con el hermanoWomack y le informó que el Señor lohabía designado para ser el patriarca,

hubo un largo silencio en la sala, ydespués el hermano Womack dijo:“Hermano Kimball, entiendo queun patriarca tiene que colocar lasmanos sobre la cabeza de la personaa la que bendice. Como puede ver,no tengo manos para colocar en lacabeza de nadie”.

El hermano Kimball, con su bon-dad y paciencia, invitó al hermanoWomack a ponerse de pie detrás de lasilla donde estaba sentado el herma-no Kimball y le dijo: “Ahora, herma-no Womack, inclínese hacia adelantey vea si alcanza mi cabeza con losmuñones”. Para deleite del hermanoWomack, pudo tocar la cabeza delhermano Kimball, y exclamó: “¡Lopuedo alcanzar! ¡Lo puedo alcanzar!”

“Claro que me puede alcanzar”,respondió el hermano Kimball. “Y si me alcanza a mí, alcanzará a

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cualquier persona a la que bendiga.Probablemente sea yo la personamás baja que se siente delante deusted”.

El presidente Kimball nos infor-mó que cuando se presentó el nom-bre de James Womack a lacongregación, “las manos de losmiembros se levantaron con ánimocon un voto de aprobación lleno deentusiasmo”.

Se recordaron las palabras delSeñor al profeta Samuel cuandoDavid fue señalado para ser el futu-ro rey de Israel: “…el hombre miralo que está delante de sus ojos, peroJehová mira el corazón”9.

Hermanos, no importa qué lla-mamiento tengamos, no importaqué temores o ansiedades tenga-mos, oremos y después vayamos yhagamos, recordando las palabrasdel Maestro, a saber Jesucristo, queprometió: “Yo estoy con vosotrostodos los días, hasta el f in delmundo”10.

En la Epístola de Santiago se nosaconseja: “…sed hacedores de la pa-labra, y no tan solamente oidores,engañándoos a vosotros mismos”11.

Siendo el potente grupo del sa-cerdocio que somos, seamos hace-dores de la palabra, y no tansolamente oidores. Oremos, y des-pués vayamos y hagamos.

En el nombre de Jesucristo.Amén. �

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La dignidad personalpara ejercer elsacerdocioPresidente Gordon B. Hinckley

“Nuestra conducta en público debe ser intachable; nuestraconducta en privado es aún más importante; debe aprobar lanorma establecida por el Señor”.

Mis queridos hermanos, qui-siera hablar de maneramuy franca esta noche en

cuanto a un asunto por el cual mesiento sumamente preocupado.

Qué gran placer y qué desafío tangrande es el dirigirme a ustedes.Qué formidable hermandad consti-tuimos los que poseemos el preciosoy maravilloso sacerdocio. Éste pro-viene de Dios nuestro Padre Eternoquien, en esta gloriosa dispensacióny con Su Hijo Amado, ha habladode nuevo desde los cielos. Ellos hanenviado a Sus siervos autorizados aconferir esta autoridad divina sobrelos hombres.

La norma para tener derecho arecibir y ejercer este poder sagradoes la dignidad personal. Es sobre esode lo que quisiera hablar esta noche.

Empiezo por leerles de Doctrina yConvenios, sección 121.

“…los derechos del sacerdocioestán inseparablemente unidos a lospoderes del cielo, y… éstos no pue-den ser gobernados ni manejadossino conforme a los principios de larectitud.

“Es cierto que se nos puedenconferir; pero cuando intentamosencubrir nuestros pecados, o satisfa-cer nuestro orgullo, nuestra vanaambición, o ejercer mando, dominioo compulsión sobre las almas de loshijos de los hombres, en cualquiergrado de injusticia, he aquí, los cie-los se retiran, el Espíritu del Señores ofendido, y cuando se aparta, seacabó el sacerdocio o autoridad detal hombre” (D. y C. 121:36–37).

Esa es la palabra inequívoca delSeñor en cuanto a Su divina auto-ridad. ¡Qué enorme obligación im-pone esto en cada uno denosotros! Los que poseemos el sa-cerdocio de Dios debemos seguirnormas más elevadas que las delmundo. Debemos disciplinarnos;no debemos considerarnos mejoresque los demás, pero podemos y de-bemos ser hombres decentes y ho-norables.

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Nuestra conducta en público debeser intachable; nuestra conducta enprivado es aún más importante; debeaprobar la norma establecida por elSeñor. No podemos ceder al pecado,y mucho menos tratar de encubrirnuestros pecados; no podemos satis-facer nuestro orgullo; no podemosser partícipes de la vana ambición;no podemos ejercer mando, dominioni compulsión sobre nuestras esposase hijos, ni en otras personas, en cual-quier grado de injusticia.

Si hacemos cualquiera de esascosas, los poderes del cielo se reti-ran; el espíritu del Señor es ofendi-do y el poder mismo de nuestrosacerdocio queda nulo; se pierde suautoridad.

Nuestro modo de vivir, las pala-bras que enunciemos, y nuestra con-ducta cotidiana, afectan nuestraeficiencia como hombres y jóvenesque poseen el sacerdocio.

Nuestro quinto Artículo de Fedice: “Creemos que el hombre debeser llamado por Dios, por profecía yla imposición de manos, por aque-llos que tienen la autoridad, a fin deque pueda predicar el evangelio yadministrar sus ordenanzas”.

Aunque aquellos que tienen laautoridad pongan las manos sobrenuestra cabeza y seamos ordenados,es posible que debido a nuestrocomportamiento invalidemos y per-damos cualquier derecho a ejerceresa autoridad divina.

En la Sección 121 dice también:“Ningún poder o influencia sepuede ni se debe mantener en vir-tud del sacerdocio, sino por persua-sión, por longanimidad, benignidad,mansedumbre y por amor sincero;

“por bondad y por conocimientopuro, lo cual ennoblecerá grande-mente el alma sin hipocresía y sinmalicia” (D. y C. 121:41–42).

Ahora bien, mis hermanos, esosson los límites dentro de los cualesse debe ejercer este sacerdocio; noes como un manto que nos ponemosy nos quitamos a nuestro antojo.Cuando se ejerce en rectitud, escomo el tejido mismo de nuestrocuerpo, una parte de nosotros, entodo momento y en todas circuns-tancias.

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Los miembros de los Setenta cantan durante una de las sesiones de laconferencia.

De modo que a ustedes, jovenci-tos que poseen el SacerdocioAarónico, se les ha conferido esepoder que posee las llaves de la mi-nistración de ángeles. Piensen enello por un momento.

Ustedes no se pueden dar el lujode hacer nada que se interpongaentre ustedes y la ministración deángeles en beneficio suyo.

Ustedes no pueden ser inmoralesen ningún sentido; no pueden serdeshonestos; no pueden engañar nimentir; no pueden tomar el nombrede Dios en vano ni usar un lenguajeobsceno y aún así tener derecho a laministración de ángeles.

No quiero que se den aires de pu-reza; quiero que sean varoniles, quesean vigorosos, fuertes y felices. Alos que tengan inclinaciones atléti-cas, quiero que sean buenos atletasy se esfuercen por salir vencedores;pero al hacerlo, no tienen que cedera un comportamiento indecoroso nia un lenguaje profano ni indecente.

A ustedes, jóvenes que piensansalir en misiones, no empañen suvida con nada que pudiese poner entela de juicio su dignidad para salircomo siervos del Dios viviente.

Ustedes no pueden, bajo ningunacircunstancia, poner en peligro elpoder divino que llevan en su inte-rior como ministros ordenados delEvangelio.

Por vía de amonestación y adver-tencia, la Primera Presidencia y elQuórum de los Doce Apóstoles hanemitido la siguiente declaración di-rigida a ustedes:

“Como misioneros, se espera quemantengan las más altas normas deconducta, entre ellas la observanciaestricta de la ley de castidad,…

“Nunca deben estar solos conninguna otra persona, sea hombre omujer, adulto o menor [a no ser sucompañero asignado].

“Incluso las acusaciones falsas encontra de un misionero inocentepueden tomar muchos meses parainvestigarse y pueden resultar en lainterrupción o en la terminación delservicio misional. Protéjanse de talesacusaciones no separándose nuncade su compañero(a), incluso en lascasas que visiten” (Declaración de la

Primera Presidencia en cuanto a laconducta de los misioneros, 22 demarzo de 2002).

Ustedes no tienen por qué preo-cuparse de esas cosas si en todo mo-mento observan las reglas delservicio misional. Si lo hacen , ten-drán una maravillosa experiencia yvolverán con honor a sus seres que-ridos sin mancha, sospecha ni re-mordimiento.

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Al volver a casa, nunca olvidenque aún son élderes de La Iglesia deJesucristo de los Santos de los Últi-mos Días.

Se ocuparán en la búsqueda deuna compañera eterna; desearán ca-sarse en la casa del Señor. Para uste-des, no deberá haber otra manera dehacerlo. Tengan cuidado, no sea quedestruyan el derecho que tienen acasarse de esa manera. Diviértanse,

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pero mantengan su cortejo dentrode los límites de una estricta disci-plina. El Señor ha dado un mandatoy una promesa; Él ha dicho: “…dejaque la virtud engalane tus pensa-mientos incesantemente”. Entoncesa eso sigue la promesa de que “tuconfianza se fortalecerá en la pre-sencia de Dios; y… El EspírituSanto será tu compañero constante”(D. y C. 121:45–46).

La esposa que elijan será su igual.Pablo declaró: “…en el Señor, ni elvarón es sin la mujer, ni la mujer sinel varón” (1 Corintios 11:11).

En el compañerismo del matri-monio no hay inferioridad ni supe-rioridad; la mujer no camina delantedel marido, ni el marido camina de-lante de la esposa; ambos caminanlado a lado, como un hijo y una hijade Dios en una jornada eterna.

Ella no es su sirviente, su propie-dad, ni nada por el estilo.

Qué fenómeno tan trágico y ab-solutamente repugnante es el abusode la esposa. Cualquier hombre deesta Iglesia que abuse a su esposa, ladegrade, la insulte, que ejerza injus-to dominio sobre ella, es indigno deposeer el sacerdocio. A pesar de quehaya sido ordenado, los cielos se re-tirarán, el Espíritu del Señor seráofendido y se acabará la autoridaddel sacerdocio de ese hombre.

Cualquier hombre que tomaparte en esa práctica es indigno deposeer una recomendación para eltemplo.

Lamento decir que veo demasia-do de este horrible fenómeno; hayhombres que asaltan a su esposa,tanto verbal como físicamente.¡Qué tragedia tan grande cuando unhombre degrada a la madre de sushijos!

Es cierto que hay algunas mujeresque abusan de sus maridos, peroesta noche no les estoy hablando aellas; me dirijo a los hombres de estaIglesia, hombres sobre quienes elTodopoderoso ha conferido Su santosacerdocio.

Mis hermanos, si entre los queme están escuchando hay aquellosque sean culpables de ese tipo deconducta, les pido que se arrepien-tan. Pónganse de rodillas y pidan al

Señor que les perdone; suplíquenleque les dé el poder para controlar sulengua y su mano pesada; pidan elperdón de su esposa y de sus hijos.El presidente McKay solía decir.“Ningún otro éxito puede compen-sar el fracaso en el hogar” (citando aJ. E. McCulloch, Home: The Saviorof Civilization, pág. 42; en ConferenceReport, abril de 1935, pág. 116). Y elpresidente Lee dijo: “Lo más impor-tante de la obra del Señor que uste-des y yo hagamos jamás será dentrode las paredes de nuestro propiohogar” (Harold B. Lee, Doing theRight Things for the Right Reasons,Brigham Young University Speechesof the Year, 1961, pág. 5).

Tengo la plena confianza de quecuando estemos ante el tribunal deDios no se dirá mucho sobre cuántariqueza hayamos acumulado en lavida, ni de los honores que hayamoslogrado, pero se harán preguntas es-pecíficas en cuanto a nuestras rela-ciones en el hogar. Y estoy seguro deque únicamente aquellos que a lolargo de la vida hayan tenido amor,respeto y aprecio por su compañerae hijos recibirán de nuestro juezeterno las palabras: “Bien, buen sier-vo y fiel… entra en el gozo de tuseñor” (Mateo 25:21).

Menciono otro tipo de abuso: esel de los ancianos. No creo que seacomún entre nosotros, y espero queno lo sea; ruego que no lo sea.

Creo que nuestra gente, casi lamayoría, observa el antiguo manda-miento: “Honra a tu padre y a tumadre, para que tus días se alarguenen la tierra que Jehová tu Dios teda” (Éxodo 20:12),

Pero cuán trágico, cuán absoluta-mente repugnante es el abuso de losancianos.

Cada vez más, vivimos más tiem-po, gracias al milagro de la cienciamoderna y la práctica médica; perocon el envejecimiento viene un de-terioro de la capacidad física y aveces mental. Como he dicho antes,he descubierto que en los famosos“años de oro” hay grandes vetas deplomo. Estoy profundamente agra-decido por el amor y el cuidado denuestros hijos hacia su madre y supadre. Qué bella es la imagen de un

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hijo o de una hija que se esfuerzapor ayudar con ternura, bondad yamor a sus padres envejecidos.

Quisiera ahora mencionar otraforma de abuso que ha recibidomucha publicidad: es el abuso sór-dido y malvado de los niños porparte de adultos, por lo generalhombres. Ese tipo de abuso no esnuevo; hay evidencia que indicaque se remonta a través de las eda-des. Es una de las cosas más infa-mes, trágicas y terribles. Lamentodecir que esa horripilante maldadse ha manifestado en niveles muylimitados entre nuestra gente; esalgo que no se puede aceptar ni to-lerar. El Señor mismo dijo: “Y cual-quiera que haga tropezar a algunode estos pequeños que creen en mí,mejor le fuera que se le colgase alcuello una piedra de molino deasno, y que se le hundiese en loprofundo del mar” (Mateo 18:6).

Ésas son palabras sumamentefuertes del Príncipe de Paz, el Hijode Dios.

De nuestro Manual de Instruccionescito lo siguiente: “La posición de laIglesia es que el abuso no puede tole-rarse en ninguna de sus formas. Losque abusan … quedan sujetos a ladisciplina de la Iglesia. No se les debedar llamamientos ni deben tener re-comendación para el templo. Unapersona que haya abusado de unmenor sexual o físicamente y hayasido disciplinada por la Iglesia, auncuando más tarde se le restaurentodos los derechos o se le readmitapor medio del bautismo, no debe serllamada por los líderes a un cargo enel que trabaje con niños o jóvenes, amenos que la Primera Presidenciaautorice que se quite de su cédula demiembro la anotación que se hayahecho al respecto.

“En casos de abuso, la primeraresponsabilidad de la Iglesia es ayu-dar a los que lo hayan sufrido y pro-teger a los que puedan servulnerables a él en el futuro” (Libro1: Presidencias de estaca y obispados,pág. 187.)

Durante mucho tiempo hemosdado atención a este problema;hemos instado a los obispos, presi-dentes de estaca y otros que den

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una mano de ayuda a las víctimas,que los consuelen, los fortalezcan yles hagan saber que lo que ocurriófue inapropiado, que no tuvieron laculpa de lo ocurrido y que no tienepor qué volver a suceder jamás.

Hemos emitido publicaciones, es-tablecido una línea telefónica dondelos oficiales de la Iglesia pueden re-cibir consejo para atender esoscasos, y hemos ofrecido ayuda profe-sional a través de LDS FamilyServices (Servicios Familiares Santosde los Últimos Días).

Por su naturaleza, esos actos sona menudo delictivos, penados deacuerdo con la ley. Por medio de esalínea telefónica se dispone de conse-jeros profesionales, incluso de abo-gados y trabajadores sociales,quienes aconsejan a los obispos y alos presidentes de estaca en cuantoa las obligaciones que tienen en esascircunstancias. Las personas deotros países deberán llamar a suspresidentes de área respectivos.

Ahora bien, la obra de la Iglesiaes una obra de salvación; es un

punto que quiero recalcar. Es unaobra de salvar almas. Deseamos ayu-dar tanto a la víctima como al trans-gresor. Sentimos compasión por lavíctima, y debemos actuar para ayu-darla; sentimos compasión hacia eltransgresor, pero no podemos tolerarel pecado del cual es culpable.Cuando se ha cometido una ofensa,hay un castigo. El proceso de la leycivil tomará las medidas necesarias;lo mismo sucederá con el procesoeclesiástico, lo que a menudo resultaen la excomunión. Éste es un asuntomuy delicado y grave.

No obstante, reconocemos, ysiempre debemos reconocer, quecuando se haya pagado el castigo yse hayan satisfecho las demandasde la justicia, habrá una manobondadosa dispuesta a prestarayuda. Es posible que las restriccio-nes continúen, pero a la vez habrábondad.

Hermanos, supongo que he sona-do negativo al dirigirme a ustedesesta noche; esa no es mi intención,pero sí quiero levantar una voz de

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amonestación al sacerdocio de estaIglesia por todo el mundo.

Dios ha conferido sobre nosotrosuno de los dones más preciosos ymaravillosos; lleva consigo la autori-dad para gobernar la Iglesia, admi-nistrar sus asuntos, hablar conautoridad en el nombre del SeñorJesucristo, actuar en calidad de Sussiervos dedicados, bendecir a los en-fermos, bendecir a nuestras familiasy muchas otras personas; nos sirvede guía para nuestra vida; en su ple-nitud, su autoridad va más allá delvelo de la muerte hacia las eternida-des venideras.

No hay nada que se le compareen todo el mundo; protéjanlo, atesó-renlo, ámenlo y vivan de modo quesean dignos de él.

“Así alumbre vuestra luz delantede los hombres, para que vean vues-tras buenas obras, y glorifiquen avuestro Padre que está en los cielos”(Mateo 5:16), es mi humilde ora-ción, al dejar mi bendición sobre us-tedes y extenderles mi amor, en elnombre de Jesucristo. Amén. �

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La cuerda desalvamento de laoraciónPresidente James E. FaustSegundo Consejero de la Primera Presidencia

“Cada uno de nosotros tiene problemas que no puede resolver ydebilidades que no puede conquistar sin llegar, por conducto de laoración, a una fuente de fortaleza superior”.

Sesión del domingo por la mañana7 de abril de 2002

Esta mañana doy testimonio dela importancia de la oración.El tener acceso a nuestro

Creador por medio de nuestroSalvador es sin duda uno de losgrandes privilegios y bendiciones denuestras vidas. He aprendido por in-numerables experiencias personalesque grande es el poder de la oración.Ninguna autoridad terrenal puedesepararnos del acceso directo a nues-tro Creador. Nunca surgen fallas me-cánicas ni electrónicas cuando

oramos. No hay límite para el nú-mero de veces en que oremos al díani para la duración de las oracio-nes. No hay una cantidad fija deasuntos por los que deseemos rogaren cada oración. No tenemos quepasar por secretarios ni tenemosque pedir hora para acercarnos altrono de la gracia. Podemos llegar aÉl en cualquier momento y en cual-quier lugar.

Cuando Dios puso al hombresobre la tierra, la oración llegó a serla cuerda de salvamento entre el gé-nero humano y Dios. De ese modo,en la generación de Adán, los hom-bres comenzaron “a invocar el nom-bre de Jehová”1. A lo largo de todaslas generaciones desde aquellaépoca, la oración ha satisfecho unanecesidad humana muy importante.Cada uno de nosotros tiene proble-mas que no puede resolver y debili-dades que no puede conquistar sinllegar, por conducto de la oración, auna fuente de fortaleza superior. Esafuente es el Dios del cielo a quienoramos en el nombre de Jesucristo2.Al orar debemos pensar en nuestroPadre Celestial que posee todo co-nocimiento, entendimiento, amor ycompasión.

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¿Qué es la oración? El Salvadornos dio un ejemplo al decirnos cómoorar cuando Él oró: “Padre nuestroque estás en los cielos, santificadosea tu nombre.

“Venga tu reino. Hágase tu vo-luntad, como en el cielo, así tam-bién en la tierra.

“El pan nuestro de cada día, dá-noslo hoy.

“Y perdónanos nuestras deudas,como también nosotros perdonamosa nuestros deudores.

“Y no nos metas en tentación,mas líbranos del mal; porque tuyo esel reino, y el poder, y la gloria, portodos los siglos. Amén”3.

Primero, la oración es un humil-de reconocimiento de que Dios esnuestro Padre y de que el SeñorJesucristo es nuestro Salvador yRedentor. Segundo, es una sinceraconfesión de pecado y transgresión,y una petición de perdón. Tercero,es el reconocimiento de que necesi-tamos una ayuda que excede a nues-tra propia capacidad. Cuarto, es unaoportunidad de expresar acción degracias y gratitud a nuestro Creador.Es importante que digamos con fre-cuencia: “Te damos gracias…”, “re-conocemos ante Ti…”, “Te estamosagradecidos por…”. Quinto, es unprivilegio pedir a Dios bendicionesespecíficas.

Decimos muchas oraciones cuan-do estamos arrodillados. El Salvadorse arrodilló al orar al Padre en elhuerto de Getsemaní4. Pero las oraciones silenciosas que salen delcorazón también llegan al cielo.Cantamos: “La oración del alma esel medio de solaz”5. Las oracionessinceras salen del corazón. En efecto,la sinceridad supone el que saque-mos los sentimientos más fervientesde nuestro corazón cuando oramosen lugar de emplear vanas repeticio-nes u ostentosa afectación como laque condenó el Salvador en la pará-bola del fariseo y el publicano6.Entonces nuestras oraciones en ver-dad son “el canto del corazón” y“una oración”7, y llegan no sólo aDios, sino que también conmuevenel corazón de las demás personas.

Jeremías nos aconseja orar detodo nuestro corazón y con toda el

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El Templo de Salt Lake visto desde el Edificio de las Oficinas de la Iglesia.

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Autoridades Generales de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días

Presidente James E. FaustSegundo Consejero

Presidente Thomas S. MonsonPrimer Consejero

Presidente Gordon B. Hinckley

Boyd K. Packer L. Tom Perry David B. Haight Neal A. Maxwell Russell M. Nelson Dallin H. Oaks

Jeffrey R. Holland Henry B. EyringRobert D. HalesRichard G. ScottJoseph B. WirthlinM. Russell Ballard

LA PRESIDENCIA DE LOS SETENTA

EL QUÓRUM DE LOS DOCE APÓSTOLES

LA PRIMERA PRESIDENCIA

Ben B. Banks Charles Didier Cecil O. Samuelson Jr.Earl C. Tingey D. Todd Christofferson Dennis B. NeuenschwanderDavid E. Sorensen

Abril 2002

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Ronald A. Rasband

Angel Abrea Carlos H. Amado Neil L. Andersen Merrill J. Bateman William R. Bradford Monte J. Brough

L. Whitney Clayton Gary J. Coleman Spencer J. Condie Gene R. Cook Quentin L. Cook Claudio R. M. Costa

Christoffel Golden Jr. Walter F. González John H. Groberg Bruce C. Hafen Donald L. Hallstrom F. Melvin Hammond

Harold G. Hillam F. Burton Howard Jay E. Jensen Marlin K. Jensen Kenneth Johnson W. Rolfe Kerr

Cree-L Kofford John M. Madsen Richard J. Maynes Lynn A. Mickelsen Glenn L. Pace Carl B. Pratt

Lynn G. Robbins Steven E. Snow Dieter F. Uchtdorf

Richard C. EdgleyPrimer Consejero

H. David BurtonObispo Presidente

Keith B. McMullin Segundo Consejero

Francisco J. Viñas Lance B. Wickman W. Craig Zwick

Sheldon F. Child

Robert K. Dellenbach

Yoshihiko Kikuchi

EL OBISPADO PRESIDENTE

EL PRIMER QUÓRUM DE LOS SETENTA EL SEGUNDO QUÓRUM DE LOS SETENTA

John B. Dickson

Richard D. Allred Athos M. Amorim E. Ray Bateman L. Edward Brown Douglas L. Callister Val R. Christensen

Keith Crockett Adhemar Damiani Duane B. Gerrard H. Aldridge Gillespie Ronald T. Halverson Keith K. Hilbig

Dale E. Miller Earl M. Monson Merrill C. Oaks Robert C. Oaks Robert F. Orton Stephen B. Oveson

Wayne S. Peterson Bruce D. Porter H. Bryan Richards Ned B. Roueché R. Conrad Schultz Donald L. Staheli

David R. Stone H. Bruce Stucki Jerald L. Taylor D. Lee Tobler William R. Walker

Robert S. Wood H. Ross Workman

Gordon T. Watts

Stephen A. West

Gerald N. Lund

Robert R. Steuer

Robert J. Whetten Richard H. Winkel

Darwin B. Christenson

J. Kent Jolley

Dennis E. Simmons

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Una vista angular muestra el Centro de Conferencias desde la esquina suroeste de su plaza exterior.

El sol del atardecer proyecta largas sombras en el espacioso vestíbulo de las entradas del nivel del palco del Centro de Conferencias.

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alma8. Enós cuenta que su almatuvo hambre y que oró todo el día9.Las oraciones varían en su intensi-dad. Aun el Salvador “oró más in-tensamente” en Su hora de agonía10.Algunas son sencillas expresiones deagradecimiento y peticiones de lacontinuación de bendiciones tantopara nuestros seres queridos comopara nosotros. Sin embargo, en lasocasiones de gran sufrimiento o ne-cesidad personales, puede ser preci-so hacer algo más que tan sólo pedir.El Señor dijo: “…has supuesto queyo te lo concedería cuando no pen-saste sino en pedirme”11. Las bendi-ciones que se solicitan mediante laoración a veces requieren trabajo,esfuerzo y diligencia de nuestraparte.

Por ejemplo, a veces, el ayuno esapropiado como una evidencia efi-caz de nuestra sinceridad. ComoAlma testificó al pueblo deZarahemla: “he ayunado y oradomuchos días para poder saber estascosas por mí mismo. Y ahora sé pormí mismo que son verdaderas; por-que el Señor Dios me las ha mani-festado por su Santo Espíritu”12.Cuando ayunamos, humillamosnuestra alma13, lo cual nos pone enmejor armonía con Dios y Sus san-tos propósitos.

Tenemos el privilegio de orar adiario por las pequeñas y por lasgrandes inquietudes de nuestra vida.Reflexionemos en las palabras deAmulek, que nos amonesta a oraren nuestros campos por nuestros re-baños; en nuestras casas, por todoslos de nuestra casa, tanto por la ma-ñana, como al mediodía y al atarde-cer; a orar contra el poder denuestros enemigos y del diablo; aorar a Dios por nuestras cosechas; aderramar nuestra alma en secreto yen el yermo. Y a que, cuando no es-temos clamando directamente aDios, dejemos que nuestros corazo-nes se entreguen continuamente enoración a Él14.

El consejo de Amulek en nuestraépoca podría ser la ferviente oraciónde una esposa: “Bendice a Jason yguárdalo de todo peligro mientrassirve al país en este tiempo de gue-rra”. La oración de una madre: “Te

ruego que bendigas a mi queridaJane para que tome decisiones acer-tadas”. La oración de un padre:“Padre Celestial, te suplico que ben-digas a Johnny en su obra misional,para que se le abran puertas y hallea los sinceros de corazón”. La senci-lla oración de un pequeño: “Quehoy no me porte mal” o “que todostengan mucho que comer”, o “quemamá se mejore pronto”. Ésas sonoraciones sublimes que resuenan enlas moradas eternas del cielo. Diossabe de qué cosas tenemos necesi-dad mejor de lo que podemos expre-sarlas15, pero Él desea que nosacerquemos a Él con fe para pedirbendiciones, seguridad y consuelo.

He mencionado anteriormenteun episodio que viví durante la se-gunda guerra mundial. Me apresuroa afirmar que no fui un héroe. Perocumplí con mi deber. Resistí y sobre-viví. Me destinaron a una nave bri-tánica que navegaría desde San

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Francisco, California, hasta Suez,Egipto. Estuve a bordo de ese barcodurante ochenta y tres días conse-cutivos con excepción de una breveestadía en Auckland, NuevaZelanda. Yo era el único miembro denuestra fe que había a bordo. El do-mingo me iba solo a la proa delbarco con mi pequeña colección deEscrituras para militares y un him-nario. En medio del viento que bra-maba, leía las Escrituras, oraba ycantaba yo solo. No intentaba rega-tear con el Señor, pero rogaba fer-vientemente que si sobrevivía a laguerra y volvía a casa junto a mi es-posa y mi familia, procuraría conahínco mantenerme fiel a los sagra-dos convenios que había hecho albautizarme, al juramento y el conve-nio del sacerdocio, y a mis promesasdel templo.

Como parte de nuestro periodode servicio, nuestro pequeño barcode carga recibió órdenes de remolcar

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un buque petrolero grande y averia-do hasta Auckland, Nueva Zelanda.El petrolero no tenía potencia y an-daba a la deriva por el mar. Auncuando nunca los avistamos, sabía-mos que submarinos enemigos nosacechaban de cerca. Mientras re-molcábamos aquel buque, nos en-volvió una violenta tempestad, lacual, supimos posteriormente, hun-dió muchos barcos. Debido a lacarga que remolcábamos, no contá-bamos con suficiente potencia paraavanzar de frente entre las gigantes-cas olas, y nuestro barco era lanzadode un lado al otro en el embraveci-do mar, crujiendo, rechinando ybamboleándose casi hasta darsevuelta de campana con cada oscila-ción. Naturalmente, oré, y supongoque otros lo hicieron también. Másadelante, la tempestad se alejó denosotros. Me siento agradecido porla influencia sustentadora y el con-suelo que me dieron mis oracionestanto en aquella ocasión como enotros momentos de peligro en queme he encontrado.

El Salvador nos ha dicho: “Oradal Padre en vuestras familias, siempreen mi nombre, para que sean bende-cidos vuestras esposas y vuestroshijos”16. En la actualidad, la Iglesianos insta a orar en familia todas lasnoches y todas las mañanas.

Una vez oí de una maestra de laPrimaria que preguntó a un niñito sidecía sus oraciones todas las noches.

“Sí, hermana”, le contestó el pe-queño.

“¿Y siempre las dices también porla mañana?”, le preguntó la maestra.

“No”, le contestó el niño, “por-que de día no me da nada demiedo”17.

El temor a la oscuridad no debeser nuestra única motivación paraorar por la mañana o por la noche.

La oración familiar es una in-fluencia poderosa y sustentadora.Durante los tenebrosos días de la se-gunda guerra mundial, cayó unabomba de unos 230 kilos inmediata-mente fuera de la pequeña viviendadel hermano Patey, un joven padrede familia, en Liverpool, Inglaterra,pero la bomba no estalló. Su esposahabía fallecido, por lo que él solo

criaba a sus cinco hijos. En aquelangustioso momento, reunió a éstospara elevar una oración familiar.“Todos oraron… fervientemente y,cuando hubieron terminado de orar,los niños dijeron: ‘Papá, vamos aestar bien. Estaremos bien en casaesta noche’.

“Y, de ese modo, se fueron a dor-mir; imagínense, con aquella aterra-dora bomba inmediatamente fuerade la puerta de entrada medio sepul-tada en la tierra. Si hubiese hechoexplosión, habría destruido proba-blemente de cuarenta a cincuentacasas y habría matado de doscientasa trescientas personas…

“A la mañana siguiente… saca-ron a todo el vecindario durantecuarenta y ocho horas hasta que porfin extrajeron la bomba…

“Al regresar, el hermano Pateypreguntó al supervisor del grupo dedesactivación de explosivos (elA.R.P. Squad): ‘Y bien, ¿qué averi-guaron?’

“ ‘Señor Patey, cuando llegamos ala bomba que estaba semienterradaa la puerta de su casa, la hallamoslista para estallar en cualquier mo-mento. No tenía ninguna falla. Nologramos entender por qué no hizoexplosión’ ”18. Ocurren milagroscuando la familia ora junta.

El Salvador nos aconsejó orar porlos que nos ultrajan19. Solemos pasarpor alto ese principio en nuestrasoraciones. El profeta José Smith locomprendió claramente. Sus peti-ciones eran fervientes, sus motivos,puros, y recibía las bendiciones delcielo con regularidad.

Daniel Tyler, colaborador delProfeta, recordó una ocasión impor-tante: “Cuando William Smith yotros se rebelaron en contra delProfeta [en Kirtland]… fui a unareunión… en la que ‘José’ presidía.Al entrar en la escuela un pocoantes de que comenzara [la] reu-nión y mirar al hombre de Dios, per-cibí tristeza en su rostro y vi que laslágrimas le corrían por las mejillas…Poco después, cantamos un himno yél dio comienzo a la reunión conuna oración; pero, en lugar de colo-carse de frente a los concurrentes,se puso de espaldas y se arrodilló,

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dando la cara a la pared. Supongoque hizo eso para ocultar su dolor ysus lágrimas.

“Yo había oído orar a hombres y amujeres, sobre todo a hombres,desde el más ignorante en cuanto aconocimiento y alcance intelectualhasta el más instruido y elocuente,pero nunca, hasta entonces, habíaoído a hombre alguno dirigirse a suHacedor como si Él hubiese estadopresente escuchándole como unpadre bondadoso escucharía los pe-sares expresados por un hijo obe-diente. José era en aquel tiempo unhombre sin instrucción, pero enaquella oración, que en gran parteestuvo dedicada a favor de los quele acusaban de haberse extraviado yde haber caído en pecado, suplicó alSeñor que los perdonase y les abrie-ra los ojos para que vieran la reali-dad. Aquella oración, afirmo, parami humilde intelecto, estuvo im-pregnada de la sabiduría y la elo-cuencia propias de los cielos. En ellano hubo ostentación ni tono subidoen la voz como por vehemencia,sino un tono de conversación comoel de un hombre que habla a unamigo que está allí con él. A mí mepareció que, si se descorría el velo,yo vería que el Señor estaba allí, defrente al más humilde de Sus siervosque yo hubiese visto. Ésa ha sido lamás grandiosa de todas las oracionesque he oído”20.

Al acercarse la hora de la muertey la resurrección del Salvador, Élofreció Su gran oración intercesora.Después de encomendar Sus apósto-les al Padre y de orar por ellos, Éloró por todos los que habían decreer en Él por la palabra de ellos, yrogó al Padre por todos nosotros.Suplicó que todos fuésemos unocomo Él es uno con el Padre, y queel mundo creyera que Él había sidoenviado por el Padre21.

No se ha pronunciado oraciónmás conmovedora que la que dijo elSalvador mismo en el huerto deGetsemaní. Se apartó de Sus apósto-les y, puesto de rodillas, oró: “Padre,si quieres, pasa de mí esta copa; perono se haga mi voluntad, sino latuya”22. Un elemento importante detodas las oraciones que elevemos

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NOTAS1. Génesis 4:26.2. Véase 2 Nefi 32:9; 3 Nefi 20:31.3. Mateo 6:9–13.4. Véase Lucas 22:41.5. Himnos, Nº 79.6. Véase Lucas 18:10–14.7. D. y C. 25:12.8. Véase Jeremías 29:13.9. Véase Enós 1:4.10. Lucas 22:44.11. D. y C. 9:7.12. Alma 5:46.13. Véase Salmos 35:13.14. Véase Alma 34:20–27.15. Véase Mateo 6:8.16. 3 Nefi 18:21.17. Adaptado de Tal D. Bonham, The

Treasury of Clean Church Jokes, como seencuentra citado en Cal y Rose Samra,editores, Holy Humor, 1997, pág. 23.

18. Andre K. Anastasiou, enConference Report, octubre de 1946, pág. 26.

19. Mateo 5:44.20. Juvenile Instructor, febrero de 1892,

págs. 127–128.21. Juan 17:21.22. Lucas 22:42.23. Juan 15:7.24. 1 Juan 5:14.

El otro hijo pródigoÉlder Jeffrey R. HollandDel Quórum de los Doce Apóstoles

“Ninguno de nosotros es menos preciado o menos valorado porDios que otro. Testifico que Él ama a cada uno de nosotros: a cadacual con sus inseguridades, afanes, imagen de sí mismo y todo”.

Entre las parábolas más memo-rables que dijo el Salvador seencuentra la del insensato

hermano menor que fue a su padre,le pidió su parte de la herencia y sefue lejos a desperdiciar sus bienes,dice la Escritura, “viviendo perdida-mente”1. Tanto su dinero como susamigos desaparecieron mucho antesde lo que pudo imaginar —siempreocurre así—, y después de eso, llególa terrible hora de la verdad —quesiempre llega—. En el camino cues-ta abajo de todo eso, llegó a ser apa-centador de cerdos y se vio tanhambriento, tan desposeído de sus-tento y de señorío que “deseaba lle-nar su vientre de las algarrobas quecomían los cerdos”. Pero ni siquieratenía ese consuelo.

En seguida, la Escritura dice demodo alentador que, “volviendo ensí”, resolvió volver a la casa paterna

bien podría ser el seguir el modelo de esa oración pronunciada enGetsemaní: “pero no se haga mi vo-luntad, sino la tuya”. De ese modo,reconocemos nuestra devoción y su-misión a los preponderantes propósi-tos del Señor en nuestras vidas.Como dijo Él: “Si permanecéis en mí,y mis palabras permanecen en voso-tros, pedid todo lo que queréis, y osserá hecho”23. Maravilloso será el díapara todos y cada uno de nosotroscuando oremos con confianza, sa-biendo que “si pedimos alguna cosaconforme a su voluntad, él nos oye”24.

Espero sinceramente que, al decirnuestras oraciones diarias, recorde-mos pedir al Señor que Sus bendi-ciones continúen acompañando anuestro amado líder, el presidenteGordon B. Hinckley. Nadie sabe ple-namente, ni siquiera sus consejeros,cuán pesadas son sus cargas ni cuángrande es su responsabilidad. Deesto testifico en el nombre deJesucristo. Amén. �

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con la esperanza de ser aceptado enella al menos como jornalero. Laemotiva imagen del angustiado y fielpadre de ese muchacho que corrió alencuentro de éste, se echó sobre sucuello y le llenó de besos es una delas escenas más conmovedoras ymás compasivas de todas las SantasEscrituras. Indica a todo hijo deDios, descarriado o no, cuánto deseaDios tenernos de nuevo en la pro-tección de Sus brazos.

Pero, al estar absortos en el relatode ese hijo menor, podemos pasarpor alto, si no prestamos atención,lo que ocurrió al hijo mayor, puestoque, en la primera línea del relatodel Salvador, dice: “Un hombretenía dos hijos”, y Él pudo haberañadido: “los cuales se habían perdi-do y tenían necesidad de volver acasa”.

El hijo menor ha vuelto, le hanpuesto ropa sobre los hombros y unanillo en el dedo cuando el hijomayor entra en escena. Este últimoha estado trabajando con diligenciay lealtad en el campo, y viene de re-greso. La imagen que pinta el relatode los hermanos que regresan para-lelamente a casa, aunque prove-nientes de lugares muy diferentes, esprimordial en esta historia.

Al llegar cerca de la casa, oye lamúsica y las risas.

“Y llamando a uno de los criados,[fíjense en que tiene criados] le pre-guntó qué era aquello.

“El [criado] le dijo: Tu hermanoha venido; y tu padre ha hechomatar el becerro gordo, por haberlerecibido bueno y sano.

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“Entonces [el hermano mayor] seenojó, y no quería entrar. Salió portanto su padre, y le rogaba que en-trase”.

Ustedes saben la conversaciónque entonces tuvieron. Sin duda, eldolor de ese padre por el hijo desca-rriado que, tras haberse ido lejos, es-tuvo en el lodo con los cerdos, seintensifica ahora al ver que ese her-mano mayor y más entendido, elhéroe de la infancia del niño menorque siempre es el hermano mayor, seha enojado porque ese hermanosuyo ha vuelto a casa.

No, debo rectificarme. Ese hijono está tan enojado porque el otro

haya vuelto a casa como lo está por-que sus padres están tan felices porello. Pensando que no le valoran aél y sintiendo quizás más que unpoco de compasión por sí mismo,ese hijo obediente —y es sumamenteobediente— olvida por un momen-to que él nunca ha tenido que cono-cer la inmundicia ni ladesesperación, ni el temor ni el abo-rrecimiento de sí mismo. Olvida porun momento que todo becerro de supadre ya es suyo, lo mismo que todala ropa y todos los anillos de su pro-genitor. Olvida por un momentoque su fidelidad siempre ha sido ysiempre será recompensada.

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No, a él, que tiene prácticamentetodo y que, con su diligencia y parti-cular obediencia lo ha ganado, lefalta una cosa que podría hacerle elhombre completo del Señor que casies. Él todavía tiene que llegar atener la compasión, la misericordia yla caritativa amplitud de visión paraver que no es un rival el que regresa,sino su hermano. Como su padre lesuplicó que viese, [el muchachomenor] es el que era muerto, y harevivido; el que se había perdido, yes hallado.

Sin duda, ese hermano menorhabía estado prisionero, vale decir,prisionero del pecado, de la estupi-dez y del chiquero. Pero el hermanomayor también vive en una especiede prisión, pues hasta ahora no hapodido salir de la cárcel de sus dañi-nos conceptos; está obsesionado porlos celos de ojos verdes2. Piensa quesu padre no sabe valorarle y que suhermano le ha privado de sus dere-chos cuando en realidad no es así.Ha caído víctima de una afrentaimaginaria y como tal es comoTántalo, de la mitología griega, puesaunque está sumergido en el aguahasta el mentón sigue atormentadopor la sed. Él, que hasta ahora ha es-tado presuntamente muy feliz consu vida y contento con su buenasuerte, de pronto, se siente muy des-dichado tan sólo porque a otro tam-bién le ha sonreído la buena suerte.

¿Quién susurra tan sutilmente anuestro oído que un obsequio que sehace a otra persona disminuye encierta forma las bendiciones quehemos recibido nosotros? ¿Quiénnos hace pensar que si Dios sonríe aotra persona sin duda nos frunce elceño a nosotros? Ustedes y yo sabe-mos quién hace eso: es el padre detodas las mentiras3. Es Lucifer, nues-tro enemigo común, quien, a lolargo de los pasillos del tiempo,siempre ha dicho, y lo ha dicho atodos: “Dame, pues, tu honra”4.

Se ha dicho que la envidia es elpecado que nadie confiesa fácilmen-te, pero lo generalizado de esa ten-dencia se indica en un antiguoproverbio danés, que dice: “Si la en-vidia fuese fiebre, todo el mundo es-taría enfermo”. El párroco de la obra

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Canterbury Tales, del poeta inglésChaucer, la lamenta por el gran al-cance que tiene: siente celos de cual-quier cosa, incluso de toda virtud ytalento, y todo la ofende, incluso todabondad y dicha5. Cuando otras perso-nas parecen crecer más a nuestravista, pensamos que, por consiguien-te, nosotros debemos empequeñecery, lamentablemente, de vez en cuan-do actuamos con pequeñez.

¿Por qué ocurre eso, sobre todocuando deseamos tanto que no seaasí? Pienso que una de las razonesde ello es que a diario nos encontra-mos con estímulos de un tipo o deotro que nos hacen pensar que loque tenemos no es suficiente.Alguien o algo nos está diciendo decontinuo que tenemos que ser másapuestos o más acaudalados, másaplaudidos o más admirados que loque nos parece que somos. Se nosdice que no hemos acumulado sufi-cientes posesiones y que no hemosido a suficientes sitios de diversión.Se nos bombardea con el mensajede que se nos ha pesado en la balan-za del mundo y que hemos sido halla-dos faltos6. Algunos días es como sinos hubiesen encerrado bajo llaveen un cubículo del vasto y espaciosoedificio donde lo único que se ve enla televisión es una telenovela inter-minable titulada Vanas ilusiones7.

Pero Dios no actúa de ese modo.El padre del relato no atormenta asus hijos. No los compara sin piedadcon sus semejantes. Ni siquieracompara al uno con el otro. Sus ex-presiones de compasión hacia unono requieren que retire ni que nie-gue su amor al otro. Es divinamentegeneroso con esos dos hijos. Hacellegar su caridad a sus dos hijos.Creo que Dios es con nosotros comomi amada esposa, Pat, es con respec-to a mi canto. Es una talentosa mú-sica, una especie de genio musical,pero yo no logro apresar una notamusical ni con un matamoscas. Y,no obstante, ella me ama de unmodo muy especial cuando intentocantar. Lo sé porque lo veo en susojos, de los que sale la mirada delamor.

Un observador escribió: “En unmundo que sin cesar compara a las

personas, catalogándolas de ser másinteligentes o menos inteligentesque otras, más atractivas o menosatractivas que las otras, de más éxitoo de menos éxito que los demás, noes fácil creer en un amor [divino]que no haga lo mismo. Cuando oigoque alaban a alguien”, dice ese ob-servador, “me resulta difícil no pen-sar que yo soy menos digno dealabanza; cuando leo de la bondad yla amabilidad de otras personas, mees trabajoso no preguntarme si noseré yo tan bondadoso y amablecomo ellas; y cuando veo que se en-tregan trofeos, recompensas y pre-mios a personas especiales, nopuedo evitar preguntarme por quéeso no me ha ocurrido a mí”8. Si nooponemos resistencia a esa inclina-ción tan adornada por el mundo,veremos que, a la larga, nos llevaráa formarnos un concepto rencorosoy degradado de Dios y una opiniónespantosamente destructiva de no-sotros mismos. La mayoría de losmandamientos que empiezan con“no harás…” tienen por objeto im-pedirnos hacer daño a los demás,pero estoy convencido de que elmandamiento de no codiciar tienepor objeto impedirnos hacernosdaño a nosotros mismos.

¿Cómo podemos superar esa ten-dencia tan común en casi todos? Enprimer lugar, podemos hacer lo quehicieron esos dos hijos y emprenderel camino de regreso al Padre.Debemos hacerlo con toda la pres-teza y toda la humildad que poda-mos reunir. Por el camino, podemoscontar nuestras muchas bendicionesy celebrar los logros de los demás.Lo mejor de todo es que podemosservir a nuestros semejantes, que esel ejercicio más eficaz que se hayarecetado para la caridad del cora-zón. Pero, por último, eso no serásuficiente. Cuando estamos perdi-dos, cada cual puede “volver en sí”,pero puede que no siempre podamos“encontrarnos a nosotros mismos”,y, por los siglos de los siglos, no po-demos “salvarnos a nosotros mis-mos”. Sólo el Padre y Su HijoUnigénito pueden hacer eso. Sóloen Ellos hay salvación. Por eso roga-mos que Ellos nos ayuden, que

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“salgan” a recibirnos y a abrazarnos,y nos lleven a la fiesta que Ellos hanpreparado.

¡Ellos lo harán! En las Escriturasabunda la promesa de que la graciade Dios es suficiente9. Ésta es unaarena en la que nadie tiene que lu-char ni competir. Nefi dice que elSeñor “ama [a todo el] mundo” yque ha dado la salvación gratuita-mente.

“¿Ha mandado el Señor a alguienque no participe de su bondad?”,pregunta Nefi. ¡No!, “sino que [todapersona] tiene tanto privilegio comocualquier [otra], y nadie es excluido[de Su mano]”.

“Venid a mí, vosotros, todos losextremos de la tierra”, suplica Él, ycomprad leche y miel sin dinero ysin precio10. Toda persona tiene tantoprivilegio como cualquier otra. Vivanpacíficamente. Vivan con confianza.Vivan sin temor y sin envidia.Siempre tengan confianza en laabundancia de nuestro PadreCelestial hacia ustedes.

Al hacer eso, podremos ayudar alos demás, invocando bendicionessobre ellos como ellos oran por no-sotros. Podremos aclamar todo ta-lento y habilidad, a quienquiera quese otorgue, haciendo de ese modo lavida aquí más parecida a como es enel cielo.

Nos servirá recordar siempre elsucinto orden de prioridades en quePablo puso las virtudes: “Y ahorapermanecen la fe, la esperanza y elamor, estos tres; pero el mayor deellos es el amor”11. Él nos recuerdaque todos somos el cuerpo de Cristoy que todos los miembros, ya seanbonitos o débiles, son adorados,esenciales e importantes. Percibimosla profundidad de su súplica de que“no haya desavenencia en el cuerpo,sino que los miembros todos se pre-ocupen los unos por los otros. Demanera que si un miembro padece,todos los miembros se [duelan] conél, y si un miembro recibe honra,todos los miembros con él se[gocen]…”12. Ese incomparable con-sejo nos ayuda a recordar que la pa-labra generosity, que es generosidaden el idioma inglés, tiene el mismoorigen que la palabra genealogy, que

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Para tu bienObispo Richard C. EdgleyPrimer Consejero del Obispado Presidente

“De nuestra adversidad podríamos buscar nuestros mayoreséxitos, y bien podría llegar el día en que, debido a nuestrasdificultades, lleguemos a entender las familiares palabras: ‘para tu bien’ ”.

es genealogía en inglés, y que las dosprovienen del latín genus, que signi-fica del mismo nacimiento o tipo, dela misma familia o género13. Siemprehallaremos más fácil ser generosos sirecordamos que la persona que estésiendo favorecida es en verdadmiembro de nuestra propia familia.

Hermanos y hermanas, testificoque ninguno de nosotros es menospreciado o menos valorado por Diosque otro. Testifico que Él ama a cadauno de nosotros: a cada cual con susinseguridades, afanes, imagen de símismo y todo. Él no mide nuestrostalentos ni nuestro aspecto; Él nomide nuestra profesión ni nuestrasposesiones. Él aclama a cada corre-dor y hace saber que la carrera es encontra del pecado y no de unos con-tra otros. Sé que si somos fieles,habrá ropas de rectitud hechas per-fectamente a la medida, listas y enespera de cada uno14, “ropas… em-blanquecid[as] en la sangre delCordero”15. Que nos animemos unosa otros en nuestro esfuerzo por ganarese premio es mi ferviente oraciónen el nombre de Jesucristo. Amén. �

NOTAS1. Véase Lucas 15:11–32.2. Véase William Shakespeare, Obras

completas, “El Mercader de Venecia”, ActoIII, escena II, Aguilar, S. A. de Ediciones,Madrid, 1967, pág. 1069.

3. Véase 2 Nefi 2:18.4. Moisés 4:1.5. Véase Geoffrey Chaucer, The

Canterbury Tales, editado por Walter W.Skeat, 1929, págs. 534–535.

6. Véase Daniel 5:27. (Deseo recalcarespecialmente el significado de esa frase.)

7. Véase 1 Nefi 12:18.8. Henri J. M. Nouwen, The Return of

the Prodigal Son, 1992, pág. 103.9. Véase Éter 12:26; Moroni 10:32;

D. y C. 17:8.10. Véase 2 Nefi 26:24–28; cursiva

agregada.11. 1 Corintios 13:13.12. Véase 1 Corintios 12:25–26.13. Quedo agradecido a Henri

Nouwen por haberme indicado ese enlaceetimológico.

14. Véase Isaías 61:10; 2 Nefi 4:33;9:14.

15. Apocalipsis 7:14.

Hace algún tiempo, recibíuna carta anónima de unamadre que tenía el corazón

quebrantado, en la que expresabasufrimiento y dolor por un hijo quehabía cometido gravísimas transgre-siones, que hicieron sufrir intensa-mente a seres queridos inocentes.

Desde que recibí su anónimacarta y me di cuenta de su desespe-ración, he tenido el gran deseo deexpresar mi amor por ella y por otraspersonas que se encuentran en cir-cunstancias similares, con el fin deintentar dar algún consuelo y espe-ranza a los que de manera anónimay privada llevan pesadas cargas, quecon frecuencia sólo ellos y un amo-roso Padre Celestial conocen.

Hermana Anónima, sé que lo que voy a decirle sólo será un

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recordatorio, pero aún así será otrotestimonio de lo que usted ya sabe.

Cuando el profeta José Smith, alpadecer lo que sería uno de sus peo-res momentos, mientras se hallabaencerrado en una mazmorra, con elnombre de cárcel de Liberty, clamó:“Oh Dios, ¿en dónde estás?” (D. y C.121:1), el Señor le consoló con lassiguientes palabras: “Entiende, hijomío, que todas estas cosas te servi-rán de experiencia, y serán para tubien” (D. y C. 122:7). Qué difícil es,y qué dolorosamente extraño puedeparecer encontrar lo bueno en latragedia y el sufrimiento personal.Cuán contradictorias pueden pare-cer las palabras “para tu bien”.

Sin embargo, el entender el plande redención de Cristo nos sirve paraponer todo en su verdadera perspec-tiva. En nuestro estado premortal,nuestro Padre Celestial presentó Suplan para la vida terrenal, el cualAlma describió como “el plan de feli-cidad” (Alma 42:8). Creo que todosentendimos que al venir a la tierraquedaríamos expuestos a todas lasexperiencias de esta vida, entre lasque se encontraban las no tan agra-dables pruebas del dolor, el sufri-miento, la desesperanza, el pecado yla muerte. Habría oposición y adver-sidad. Si eso fuera todo lo que supié-ramos del plan, dudo que ningunode nosotros lo hubiera aceptado, ex-clamando con gozo: “Eso es lo quesiempre había deseado: dolor, sufri-miento, desesperanza, pecado ymuerte”. Pero todo se fue aclarando,

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se convirtió en aceptable, hasta enalgo deseable, cuando nuestroHermano Mayor se adelantó y seofreció para descender y arreglar lascosas. Del dolor y el sufrimiento Élnos brindaría la paz. De la desespe-ranza nos brindaría la esperanza. Denuestra transgresión, Él nos brinda-ría el arrepentimiento y el perdón.De la muerte, el nos brindaría la re-surrección de vidas. Con esa explica-ción y esa oferta de lo más generosa,todos y cada uno concluimos:“Puedo hacerlo. Ese riesgo merece lapena”. Y así escogimos.

Amulek explica en el capítulo 34de Alma, en el Libro de Mormón, elprofundo alcance de la misericordiade Cristo y de Su Expiación. Diceque debe haber “un gran y postrersacrificio” (Alma 34:10), y luegoaclara que no podía ser un sacrificiode bestia ni de ave, semejante aaquellos que conocían los hombres.Tenía que ser el sacrificio de un Dios—Jesucristo— pues debía de tratarsede un sacrificio infinito y eterno. Yde ese modo se llevó a cabo el sacri-ficio, y por la fe nos hallamos embar-cados en esta jornada que llamamosvida terrenal. Como resultado, nues-tros corazones se entristecen por lainexplicable pérdida de un hijo, opor la repentina enfermedad o disca-pacidad de un ser querido. Los pa-dres que crían solos a sus hijos

luchan por proporcionar la seguridadeconómica y la consoladora influen-cia del Evangelio en sus hogares;pero puede que lo más difícil detodo, sea el dolor que se experimen-ta al presenciar con impotencia elsufrimiento de un ser amado porculpa del pecado y la transgresión.

De entre nosotros hay muypocos, si es que en realidad los hay,que no caminemos por el fuego pu-rificador de la adversidad y la deses-peración que en ocasiones conocenotras personas, pero que muchas lasocultan en silencio y las soportan enprivado. Ahora, quizás no escogería-mos gran parte del quebranto, deldolor y del sufrimiento, pero enaquel momento lo hicimos.Escogimos cuando podíamos ver elplan entero, al tener una clara vi-sión del rescate del Salvador. Y sinuestra fe y entendimiento fuerantan claros hoy día como lo fueron laprimera vez que tomamos la deci-sión, creo que volveríamos a hacerla misma elección. Por tanto, quizá elreto consiste en tener durante losmomentos difíciles la clase de fe quetuvimos cuando escogimos por vezprimera. Esa clase de fe que conviertela faceta inquisitiva e incluso la ira enel reconocimiento del poder, las ben-diciones y la esperanza que sólo pue-den proceder de Aquel que es lafuente de todo poder, bendiciones y

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esperanza. Esa clase de fe que brin-da el conocimiento y la certeza deque todo por lo que pasamos formaparte del plan del Evangelio y que,para los justos, todo lo que parece irmal, con el tiempo se tornará enalgo bueno. Esa paz y comprensiónpara perseverar con dignidad y clari-dad de propósito pueden ser la dulcerecompensa. Esa clase de fe puedeayudarnos a ver lo bueno, aun cuan-do los senderos de la vida parezcanestar sólo cubiertos de espinos, car-dos y rocas escarpadas.

Al pasar Jesús y Sus discípulosante un hombre ciego de nacimien-to, éstos le preguntaron: “Rabí,¿quién pecó, éste o sus padres, paraque haya nacido ciego? RespondióJesús: No es que pecó éste, ni suspadres, sino para que las obras deDios se manifiesten en él” (Juan9:2–3).

Yo no creo que nuestro PadreCelestial sea la causa de las trage-dias y la desolación de nuestrasvidas, pero así como “las obras deDios” se manifestaron en la cura-ción del hombre ciego, del mismomodo, la forma en que enfrentemoslas vicisitudes personales manifesta-rá “las obras de Dios”.

De nuestro pesar debemos extraerla dulzura y lo bueno que con fre-cuencia se relaciona con los proble-mas que afrontamos y que es propiode ellos. Podemos buscar esos mo-mentos memorables que frecuente-mente están ocultos debido al dolor ya la agonía. Podemos hallar paz altender una mano a los demás y em-plear nuestras experiencias personalespara facilitar consuelo y esperanza.Siempre podemos recordar con gransolemnidad y gratitud a Aquel quemás sufrió para arreglar las cosas paranuestro bien. Al obrar así, podemosvernos fortalecidos al llevar nuestrascargas en paz, y de ese modo, “lasobras de Dios” se harán manifiestas.

Referente a la Expiación de Cristo,me gustan las definiciones que el dic-cionario da de infinito y eterno, porquecreo que explican exactamente la in-tención de Dios. Infinito: “Que notiene ni puede tener fin ni término”; yla definición de eterno: “Que no tieneprincipio ni fin” [Diccionario de la

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El idioma del amorGayle M. CleggSegunda Consejera de la Presidencia General de la Primaria

“Todo niño necesita informes regulares que afirmen: ‘Teconocemos. Te valoramos. Tienes potencial. Eres bueno’ ”.

Lengua Española, edición electrónica,versión 21.2.0]. ¿Se da cuenta herma-na Anónima? Eso quiere decir que laExpiación fue por usted en su sufri-miento. Es personal, ya que Él está ín-timamente familiarizado con suspruebas y padecimientos, puesto queÉl ya los ha padecido. Quiere decirque siempre puede haber un nuevocomienzo para cada uno de nosotros;aun para un hijo que ha cometido se-rias transgresiones. Significa que al se-guir adelante a través de las pruebas ylas tribulaciones de la vida, llenos de sentimientos de desespera-ción, no nos concentramos en dóndehemos estado, sino en hacia dóndevamos. No nos concentramos en loque ha sido, sino en lo que puede lle-gar a ser.

Hay que reconocer que la mayoríade nosotros preferiría aprender lasduras lecciones de la vida en la seguracomodidad de la Escuela Dominical oante la radiante calidez de la chime-nea durante la noche de hogar. Peropermítame señalar que fue desde losfríos rincones de la cárcel de Libertyde donde procedieron algunos de lospasajes de Escritura más hermosos yconsoladores que ha recibido el hom-bre y que concluyen con estas pala-bras: “todas estas cosas te servirán deexperiencia, y serán para tu bien”. Deigual manera, de nuestra adversidadpodríamos buscar nuestros mayoreséxitos, y bien podría llegar el día enque, debido a nuestras dificultades,lleguemos a entender las familiarespalabras: “para tu bien”.

De las Escrituras aprendemos quecuando el Salvador fue al Jardín deGetsemaní a pagar el precio supremopor nuestras transgresiones y nuestrosufrimiento, sangró por cada poro(véase D. y C. 19). Creo, hermanaAnónima, que en medio de Su es-pantoso dolor Él derramó una gotade sangre por usted, una gota desangre por su hijo y una gota de san-gre por mí.

Creo en la oración, creo en la fe,creo en el arrepentimiento, creo enel poder de la redención. Y, sí, her-mana Anónima, yo creo en usted,como así también lo hace un amoro-so Padre Celestial. En el nombre deJesucristo. Amén. �

Cuando era una joven madre,mi esposo y yo nos vimos enla necesidad de llevar a

cinco niños menores de ocho años avivir a Sudamérica. Aunque ningu-no de nosotros hablaba el idioma,nuestra hija de seis años fue la quemás dificultad tuvo para aprenderun nuevo idioma. Decidimos poner-la en el jardín de infantes con losniños de cuatro años, aunque debíaempezar en primer grado. Teníamosla esperanza de que al relacionarsecon niños menores fuera menos inti-midante para ella y le facilitara co-municarse en portugués.

Pero la realidad es que mi hija eratan extraña para los niños comoellos lo eran para ella. Cada día erauna lucha y yo me sentía angustiadapor ella cada mañana cuando cami-nábamos a la escuela y luego espera-ba a que regresara, desanimada, alfinal del día.

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Un día, unos niños fueron parti-cularmente crueles con ella; algunosincluso le tiraron piedras y la acosa-ron, riéndose de ella groseramentedurante la hora de recreo. Ella sesintió asustada y herida y decidióque no volvería al salón de clase.Quedándose sola en el campo de re-creo mientras los niños se iban, ellarecordó lo que le habíamos enseñadoen cuanto a la soledad. Recordó quenuestro Padre Celestial siempre estácerca de Sus hijos y que ella podíadirigirse a Él en cualquier momentoy no sólo antes de acostarse. Él com-prendería las palabras de su corazón.En una esquina del campo de recreoella inclinó la cabeza e hizo una ora-ción. No sabía por qué orar, de modoque pidió que su papá y su mamá es-tuvieran con ella para protegerla. Alvolver al salón de clases, acudió a sumente una canción de la Primaria.

Por campos de trébol paseo a menudo,

y suelo manojos de flores juntar.Recojo capullos por todo el prado,y madre, las flores en ti hacen

pensar.(“Por campos de trébol paseo”,

Canciones para los Niños, pág. 109)

Al abrir los ojos, vio una florcitaque crecía entre las grietas del ce-mento; la cortó y se la echó al bolsi-llo. Sus problemas con los demásniños no desaparecieron, pero vol-vió a la escuela sintiendo que suspadres estaban con ella.

Todos nosotros, tal como mi hijade seis años, nos hemos sentido perdi-dos o solos en tierra extraña. Tal vez

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la tierra extraña para ustedes hayasido aprender el idioma del álgebra ode la química. Tal vez pensaron quehabían llegado a tierra extraña cuan-do se unieron a la Iglesia, aunque lohayan hecho en su propio país.Pónganse en el lugar de un nuevoconverso; palabras como “llamamien-to”, “Obispado Presidente” y hasta“Autoridad General” son parte de unnuevo vocabulario.

Y nuestros misioneros, que hancomprendido y respondido a los su-surros del Espíritu Santo de que laIglesia es verdadera, pero luego en-frentan el desafío de aprender tantoel Evangelio como un idioma ex-tranjero a la vez. Su valentía memaravilla.

Nuestra vida está repleta decasos de frustración en el aprendiza-je de un idioma extranjero. Sin em-bargo, hay una lengua que es

universal. Las palabras “y madre, lasflores en ti hacen pensar” encontra-ron significado en el corazón de unaniña. Una canción de la Primaria yuna flor silvestre fueron el idiomafamiliar de una oración que fue con-testada.

Después de que Jesús había esta-do enseñando por un tiempo en eltemplo de la tierra de abundancia,percibió que tal vez la gente nohabía comprendido todas las pala-bras que les habló. Les pidió quevolvieran a sus hogares y que medi-taran y oraran con su familia, y quese prepararan para cuando Él vol-viera al día siguiente.

Pero cuando “de nuevo dirigió lavista alrededor hacia la multitud, yvio que estaban llorando, y lo mira-ban fijamente, como si le quisieranpedir que permaneciese un pocomás con ellos… tomó a sus niños

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equeños, uno por uno, y los bendi-o… y habló a la multitud, y les dijo:

irad a vuestros pequeñitos. Y hequí, al levantar la vista para ver…ieron ángeles que descendían delielo cual si fuera en medio de fuego; bajaron y cercaron a aquellos pe-ueñitos… y los ángeles les ministra-on” (3 Nefi 17:5–21, 23–24).

El “cercar” con el fuego de nues-ro testimonio es un idioma queodos nosotros debemos aprender aablar y comprender.

La primera lección que se le en-eña a todo niño del mundo que va la Primaria es “Soy un Hijo deios”. Niños desde los 18 meses de

dad se señalan a sí mismos con eledo y dicen:

“Mi Padre Celestial me conoce,sabe lo que me gusta hacer. Mi nombre sabe y donde vivo. Yo sé que me ama Él” (Primaria 1, 2).

Hace varios años, cuando enseña-ba sexto grado, un muchacho de 14años, vestido como pandillero, entróa mi sala de clases. Era dos añosmayor y físicamente parecía ser cua-tro años más grande que los otros 30estudiantes. Pronto descubrí queBrian no sabía leer, que no había asis-tido a la escuela con regularidad yque había vivido con diversos guar-dianes legales en varias ciudades.

Se acercaba el tiempo de prepa-rar las calificaciones y en mi díalibre fui a la escuela para terminarde calificar el trabajo de los niños yanotar las notas en las boletas de ca-lificaciones. Cuando entré en elsalón para buscar los registros, vique Brian estaba causando gran de-sorden en la clase. Le dije a mi agra-decida colega que yo llevaría a Brianconmigo. Tomamos unos libros ilus-trados para niños de primer año ynos dirigimos a la biblioteca, mien-tras hablábamos sobre fútbol en elcamino.

Nos ubicamos en la mesa en laque yo estaba preparando las califi-caciones y le pregunté si alguna vezle habían dado una boleta de califi-caciones.

Movió la cabeza y dijo que “No”.

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Un hombre en camino a una de las sesiones baja apresurado losescalones hacia el palco del Centro de Conferencias.

Le pregunté si le gustaría tener una.Me miró de frente y me dijo:

“Sólo si dice que me he portadobien”.

Le hice una libreta especial en laque recalcaba sus buenas cualida-des. Escribí su nombre completo ysu habilidad de incluir a todas laspersonas y hacerlas reír. Mencionéespecíficamente su amor por los de-portes. No era una calificacióncomún, pero pareció complacerlo.Poco después, Brian desapareció denuestra escuela y lo último que supede él fue que estaba viviendo enotro estado. Yo abrigaba la esperan-za de que dondequiera que él estu-viera, llevara en el bolsillo la boletade calificaciones en la que decía queera un buen niño.

Algún día todos recibiremos unaboleta de calificaciones final. Tal vezse nos juzgue de acuerdo con laforma en que hayamos informado delas cosas buenas de otras personas.Todo niño necesita informes regula-res que afirmen: “Te conocemos. Tevaloramos. Tienes potencial. Eresbueno”.

Me encantan las historias de losniños pioneros. Siempre se noshabla de sus padres que caminaronhasta el valle del Lago Salado. Pero,según las palabras de una canciónde la Primaria:

“Cuando pienso en los pioneros,Pienso en lo valiente que fueron.Me gusta pensar que los niños

también vinieron;Un niño pionero me habría

gustado ser”. (Traducción libre de “Whenever

I Think about Pioneers,” (Cuandopienso en los pioneros) Children’sSongbook, 222)

Susan Madsen cuenta la historiade Agnes Caldwell de la compañíade carros de mano Willie. Quedaronatrapados en medio de fuertes tor-mentas y sufrieron hambre y frío te-rribles. Llegaron carromatos desocorro para llevarles comida y fra-zadas, pero no había suficientes ca-rromatos para transportar a todas laspersonas enfermas. Aun después delrescate, la mayoría de las personas

todavía tuvo que recorrer penosa-mente la gran distancia para llegar ala seguridad del valle.

Agnes, de nueve años de edad,estaba demasiado cansada para darun paso más. El conductor se diocuenta del esfuerzo que ella hacíapara mantenerse a la par con el ca-rromato y le preguntó si quería quela llevaran. Ella cuenta en sus pro-pias palabras lo que sucedió des-pués:

“Él se agachó y me tomó de lamano, arreando los caballos para ha-cerme correr con aquellas piernas queno podían dar un paso más. Y así fui-mos, por lo que parecieron ser millas.En esos momentos, lo que me pasópor la mente fue que era el hombremás malo que jamás había vivido odel que jamás había oído. Al llegar alpunto en que pensé que no podríacontinuar, se detuvo [y me subió alcarromato]. Tomó una frazada y meenvolvió en ella… para estar calenti-ta y cómoda. En ese lugar, tuve tiem-po para cambiar mi modo de pensar, yasí lo hice, sabiendo que al habermehecho correr, me había salvado decongelarme cuando me subió al ca-rromato” (I Walked To Zion, [Caminéa Sión], 1994, pág. 59).

El conductor de ese carromato desocorro hizo que la niña corriera lomás lejos y lo más rápido que pudie-ra para que la sangre le volviera acircular por las piernas y los piescongelados. Él le salvó las piernas ytal vez hasta la vida haciendo que seayudara a sí misma.

Hoy día, nuestros hijos tienentrayectos tan terribles y difícilescomo la emigración hacia el oeste;hacen frente a todo tipo de calami-dades a lo largo del camino.Debemos hacerles fuertes para quepuedan soportar las cargas, y tam-bién enseñarles a encontrar gozo enesta vida. A veces es necesario co-rrer para mantenernos a la par conla fe de nuestros hijos.

En otra época, en tercer Nefi,cuando Cristo bendecía a Sus discí-pulos, “…la sonrisa de su faz fuesobre ellos, y los iluminó la luz de susemblante” (3 Nefi 19:25).

El semblante sonriente denotaque uno es bueno. Los niños tratan

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de ser como Jesús; desean ser comola persona que sonríe; desean estarcon alguien que les responda congozo.

El presidente Hinckley ha dicho:“Los niños necesitan la luz del sol;necesitan felicidad; necesitan amory cuidado; necesitan bondad, alimento y cariño” (“Salvemos a losniños”, Liahona, enero de 1995, pág. 64).

Ese debe ser el idioma de la ins-trucción del Evangelio para nuestroshijos. Cualquiera sea su lenguanatal, aprendan a enseñar y a hablaren el idioma de las oraciones fer-vientes y del testimonio gozoso paraque los ángeles, tanto terrenalescomo celestiales, nos rodeen y nosministren. Necesitamos mentores enel Evangelio que hablen la lenguade alabanza y amistad. Debemos darcon regularidad libretas espiritualesde calificaciones en las que ratifi-quemos mutuamente nuestra bon-dad. Es una bendición permitir quelos niños corran lo más lejos quepuedan por sí solos para que desa-rrollen fortaleza para sus propios tes-timonios, y debemos sonreírles yabrigarlos con el manto de nuestroafecto a lo largo de la gran jornadaen el idioma universal del amor.

Doy gracias por la gran bendiciónde “[mirar] a [nuestros] pequeñi-tos”. “Me gusta pensar que los niñostambién vinieron”, en el nombre deJesucristo. Amén. �

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De la oscuridad a Su luz maravillosaÉlder Robert D. HalesDel Quórum de los Doce Apóstoles

“Los emblemas de la expiación del Salvador nos recuerdan que notenemos que tropezar en la oscuridad; podemos tener la compañíaconstante de Su luz”.

Isaías, un gran profeta delAntiguo Testamento, profetizó:“Acontecerá en lo postrero de los

tiempos, que será confirmado elmonte de la casa de Jehová como ca-beza de los montes,… y correrán a éltodas las naciones”1. En referencia alos ciudadanos de todas esas nacio-nes, el presidente John Taylor dijo:“Vendrán diciendo: No sabemosnada de los principios de su religión,pero nos damos cuenta de que sonuna comunidad honrada; adminis-tran la justicia y la rectitud”2.

HACERLA SALIR “DE LA OSCURIDAD”Al ser Salt Lake City la sede de las

Olimpiadas de Invierno y de losJuegos Paralímpicos de 2002, hemos

visto el cumplimiento de muchasprofecías. Han venido las nacionesde la tierra y muchos de sus líderes.Nos han visto servir al lado de nues-tros amigos y vecinos de otras religio-nes. Han visto la luz en nuestros ojosy han sentido el apretón de nuestrasmanos. Tres mil quinientos millonesde personas alrededor del mundohan visto “El monte de la casa deJehová”3, con sus resplandecientesagujas de luces. Las naciones han es-cuchado el glorioso canto del Corodel Tabernáculo. Cientos de mileshan asistido a la producción en vivoen este auditorio titulada La Luz delMundo: Una celebración de la vida—El espíritu del hombre, la gloria de Dios,que incluía una declaración de nues-tra creencia en Jesucristo. Expresohumildemente mi agradecimiento aesos y a muchos otros medios por loscuales La Iglesia de Jesucristo de losSantos de los Últimos Días continúa“saliendo de la oscuridad y de las ti-nieblas”4.

Durante todas las Olimpiadas, hahabido muchas expresiones de luz,como la llama olímpica; el niño deluz; y el tema, “Enciende la LuzInterior”5. Quizás la luz más memora-ble fue la que se encontró en los ojosde los propios competidores. Pero loque nos conmovió más, no fue lacompetencia ni el espectáculo, sinola profunda verdad que esas cosassimbolizan, la fuente de la luz quehay dentro de cada uno de nosotros.

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Esta mañana les hablo a aquellosque preguntaron “¿Qué fue esa luzque vi y sentí? ¿De dónde vino? ¿Ycómo puedo tenerla siempre para míy para mis seres queridos?”

LA LUZ DE CRISTO Y EL DON DELESPÍRITU SANTO

Cada uno de nosotros trae unaluz al mundo, la Luz de Cristo. “Yosoy la luz verdadera que ilumina atodo hombre que viene al mundo”6,dijo el Salvador.

“La luz que existe en todas lascosas, que da vida a todas las cosas”7.

Esa luz que “invita e induce ahacer lo bueno continuamente”8, a“todo hombre se da… para que sepadiscernir el bien del mal”9.

Al usar la Luz de Cristo para dis-cernir y elegir lo que es correcto, po-demos ser guiados a una luz aún másbrillante: el don del Espíritu Santo.Testifico que por medio de la restau-ración del Evangelio y del sagradosacerdocio de Dios, los discípulos deJesucristo en estos últimos días tie-nen el poder de conferir el don delEspíritu Santo. Se otorga por la im-posición de manos por aquellos quetienen la autoridad del sacerdocio ylo reciben aquellos que han seguidolos principios de fe y arrepentimien-to, y que han recibido la ordenanzadel bautismo por inmersión para laremisión de los pecados.

El Espíritu Santo es el tercermiembro de la Trinidad, un perso-naje de espíritu10. Es el Consolador,el Espíritu de Dios, el SantoEspíritu de la Promesa. Testifica deJesucristo, de Su obra y de la obrade Sus siervos sobre la tierra. Actúacomo un agente limpiador para pu-rif icarnos y santif icarnos delpecado11. Él consuela y da paz anuestra alma. El derecho a tener Sucompañía constante es uno de losdones más grandes que podemosrecibir en la vida mortal, porquepor medio de la luz de Sus susurrosy de Su poder purificador, podemosser guiados de regreso a la presen-cia de Dios12.

OSCURIDAD Y LUZDe niños aprendimos cómo alejar

la oscuridad al encender la luz. A

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veces, cuando oscurecía y nuestrospadres habían salido, ¡encendíamostodas las luces de la casa!Entendíamos la ley física que tam-bién es espiritual: La luz y la oscuri-dad no pueden ocupar el mismoespacio al mismo tiempo.

La luz hace desvanecer la oscuri-dad. Cuando está presente, la oscu-ridad es derrotada y debe retirarse.Y lo que es más, la oscuridad nopuede conquistar la luz a menos queésta disminuya o desaparezca.Cuando está presente la luz delEspíritu Santo, la oscuridad deSatanás se aleja.

Amados jóvenes y jovencitas dela Iglesia, estamos embarcados enuna batalla entre las fuerzas de la luzy de las tinieblas. Si no fuera por laLuz de Jesucristo y de Su Evangelio,estaríamos destinados a la destruc-ción. Pero el Señor dijo: “Yo, la luz,he venido al mundo”13. “El que mesigue, no andará en tinieblas, sinoque tendrá la luz de la vida”14.

El Señor es nuestra luz, y es lite-ralmente nuestra salvación15. Aligual que el fuego sagrado que rodeóa los niños en 3 Nefi16, Su luz formaun escudo protector entre ustedes yla oscuridad del adversario a medidaque vivan dignos de ella. Ustedesnecesitan esa luz; nosotros necesita-mos esa luz. Estudien cuidadosa-mente las Escrituras y Para lafortaleza de la juventud y prestenatención a las enseñanzas de sus pa-dres y líderes. Luego, al ser obedien-tes a los consejos prudentes,aprendan a tener el derecho a la luzprotectora del Evangelio en sus pro-pias vidas.

Quizás se pregunten: “¿Cómopuedo hacerlo?” Hay solamente unamanera: deben aprender a generaresa luz, cada día, al creer en Jesucristoy seguir Sus mandamientos.

EL GENERAR LA LUZEste invierno pasado tuve la

oportunidad de aprender más acercade mis pulmones. Pude saber a cien-cia cierta que no podemos almace-nar oxígeno. No importa con cuántoahínco lo intentemos, no podemosguardar el aire que necesitamos pararespirar. Momento a momento,

aliento tras aliento, se nos da y senos renueva la vida. Igual sucedecon la luz espiritual; se debe renovaren nosotros en forma regular.Debemos generarla día tras día,pensamiento tras pensamiento y conactos rectos a diario si vamos amantener alejada la oscuridad deladversario.

Cuando yo era un muchacho,acostumbraba regresar a casa denoche en bicicleta, después de mientrenamiento de básquetbol.Conectaba un pequeño dinamo enforma de pera al neumático de la bi-cicleta y mientras pedaleaba, y larueda daba vueltas, hacía funcionarel rotor que producía electricidadque encendía una simple y bienveni-da luz. Era un mecanismo simplepero eficaz, ¡pero yo tenía que pedalear para que funcionara!Rápidamente aprendí que si dejabade pedalear mi bicicleta, la luz seapagaba. También aprendí quecuando estaba “anhelosamente con-sagrado”17 a pedalear, la luz se poníamás brillante y la oscuridad enfrentede mí desparecía.

El generar luz espiritual es el re-sultado de pedalear espiritualmen-te a diario. Es el resultado de orar,de estudiar las Escrituras, de ayu-nar y servir, de vivir el Evangelio yde obedecer los mandamientos. “Elque guarda sus mandamientos reci-be verdad y luz”18, dijo el Señor, “yel que recibe luz y persevera enDios, recibe más luz, y esa luz sehace más y más resplandecientehasta el día perfecto”19. Mis herma-nos y hermanas, ese día perfectoserá cuando estemos en la presen-cia de Dios el Padre y deJesucristo.

A veces la gente se pregunta:“¿Por qué tengo que ir a la reuniónsacramental?” o, “¿Por qué tengoque vivir la Palabra de Sabiduría y pagar diezmos?” “¿Por qué nopuedo tener un pie en Babilonia?”Permítanme decirles por qué.¡Porque para pedalear espiritual-mente se requieren ambos pies! Amenos que ustedes estén anhelosa-mente consagrados a vivir elEvangelio —vivirlo con todo “vues-tro corazón, alma, mente y

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fuerza”20— no pueden generar la luzespiritual suficiente para hacer re-troceder la oscuridad.

Y en este mundo, la oscuridadnunca está lejos; de hecho, siempreestá a la vuelta de la esquina, a laespera de una oportunidad para en-trar. “Si no hicieres bien” dijo elSeñor, “el pecado está a la puerta”21.

Es tan predecible como cualquierley física: Si dejamos parpadear odisminuir la luz del Espíritu, al dejarde cumplir los mandamientos o alno participar de la Santa Cena, orary estudiar las Escrituras, la oscuri-dad del adversario entrará con todaseguridad. “Y aquel inicuo viene ydespoja a los hijos de los hombres dela luz y la verdad, por medio de ladesobediencia”22.

Leemos en las Escrituras que al-gunas personas “van a tientas, comoen tinieblas y sin luz” y “[yerran]como borrachos”23. Andando a tro-pezones, podemos llegar a acostum-brarnos a la penumbra de nuestroentorno y olvidar cuán glorioso escaminar en la luz.

EL CAMINO A LA LUZHay una forma de salir de los

“vapores de tinieblas”24 hacia el sen-dero que lleva a la felicidad en estavida y a la vida eterna en el mundovenidero. El Señor le dijo a Isaías:“Guiaré a los ciegos por camino queno sabían, les haré andar por sendasque no habían conocido; delante deellos cambiaré las tinieblas en luz”25.

El profeta Nefi indicó el sendero:“Por tanto, amados hermanos míos,sé que si seguís al Hijo con íntegropropósito de corazón, sin acción hi-pócrita y sin engaño ante Dios, sinocon verdadera intención, arrepin-tiéndoos de vuestros pecados, testi-ficando al Padre que estáisdispuestos a tomar sobre vosotros elnombre de Cristo por medio delbautismo… he aquí, entonces reci-biréis el Espíritu Santo; sí, entoncesviene el bautismo de fuego y delEspíritu Santo”26.

El convenio que hacemos en elbautismo y que renovamos al partici-par de la Santa Cena —tomar sobrenosotros el nombre de Cristo, recor-darle siempre y guardar Sus manda-

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mientos— trae consigo la promesade que siempre tendremos Su espíri-tu con nosotros27. Los emblemas dela expiación del Salvador nos re-cuerdan que no tenemos que trope-zar en la oscuridad; podemos tenerla compañía constante de Su luz.

“ASÍ ALUMBRE VUESTRA LUZ”Yo crecí en Long Island, Nueva

York, donde entendí cuán vital es laluz para aquellos que viajan marabierto en la oscuridad. ¡Cuán peli-groso es un faro que falla! ¡Cuán de-vastador es un faro cuya luz nofunciona!

Nosotros que tenemos el don delEspíritu Santo debemos ser fieles aSus susurros para que seamos unaluz a los demás.

“Así alumbre vuestra luz delantede los hombres”, dijo el Señor, “paraque vean vuestras buenas obras, yglorifiquen a vuestro Padre que estáen los cielos”28.

Nunca sabemos quiénes puedanestar dependiendo de nosotros, y,

como dijo el Salvador, no sabemos“si tal vez vuelvan, y se arrepientan,y vengan a mí con íntegro propósitode corazón, y yo los sane; y vosotrosseréis el medio de traerles la salva-ción”29.

TESTIGO ESPECIAL DE SU LUZAhora bien, hermanos y herma-

nas, en éste, el último gran conflictoentre la luz y la oscuridad, estoyagradecido por la oportunidad desufrir “penalidades como… [discí-pulo] de Jesucristo”30. Con Pablo,declaro: “La noche está avanzada yse acerca el día. Desechemos, pues,las obras de las tinieblas, y vistámo-nos las armas de la luz”31.

Doy mi testimonio especial deque Jesucristo “es la luz y la vida delmundo; sí, una luz que es infinita,que nunca se puede extinguir”32.

Él es la Luz de Belén, nacido deMaría, Su madre mortal, y de SuPadre, el Dios Todopoderoso.

Él es la Luz que Juan el Bautistabautizó y a quien el Espíritu Santo

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se manifestó en el Espíritu comouna paloma que descendía.

Él es la Luz en quien Su Padretenía complacencia.

Él es la Luz a la cabeza de la anti-gua Iglesia, organizada con DoceApóstoles, profetas y setentas.

Él es la Luz de la Expiación, quese cumplió en el Jardín deGetsemaní y del Gólgota, y quetomó sobre Sí los pecados del mundopara que todo el género humano pu-diera obtener la salvación eterna.

Él es la Luz del sepulcro vacío, elSeñor resucitado con un cuerpo glo-rificado de carne y huesos, que rom-pió las ataduras de la muerte y logróuna victoria eterna sobre el sepulcro.

Él es la Luz que ascendió al cieloante la vista de Sus discípulos, conla promesa de que de igual maneraregresaría.

Él es la Luz que se apareció conSu Padre y que, por medio del profe-ta José Smith, restauró la mismaIglesia que había establecido duran-te Su ministerio en la tierra.

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Por fe andamosPresidente Gordon B. Hinckley

“Avanzamos hacia lo desconocido, pero la fe nos ilumina elcamino. Si cultivamos esa fe, nunca andaremos en las tinieblas”.

Él es la Luz que guía y dirige estaIglesia hoy día por medio de la reve-lación a un profeta, a sus consejerosy a los Doce Apóstoles.

Él es mi Luz, mi Redentor, miSalvador, y el de ustedes.

Sé que Dios vive. Sé que nos hallamado “de las tinieblas a su luz ad-mirable”33. Ruego que la luz de SuEvangelio restaurado continúe espar-ciéndose por todo el mundo para quetodos tengan la oportunidad de escu-char y elegir, y para que Su Iglesia“salga del desierto de las tinieblas, yresplandezca hermosa como la luna,esclarecida como el sol”, para que Su“gloria llene la tierra”34.

En el nombre de Jesucristo.Amén. �

NOTAS1. Isaías 2:2.2. John Taylor, Deseret News: Semi-

Weekly, 27 de enero de 1880, pág. 1.3. Miqueas 4:1.4. D. y C. 1:30.5. Salt Lake Olympic CommitteeMR.6. D. y C. 93:2.7. D. y C. 88:12–13.8. Moroni 7:13.9. Moroni 7:16.10. Véase Artículos de Fe 1:1; D. y C.

130:22.11. Véase Guía para el Estudio de las

Escrituras, “Espíritu Santo” y “SantoEspíritu de la promesa”.

12. Véase Juan 14:16–18, 26–27.13. Juan 12:46.14. Juan 8:12.15. Véase Salmos 27:1.16. Véase 3 Nefi 17:24.17. D. y C. 58:27.18. D. y C. 93:28.19. D. y C. 50:24.20. D. y C. 4:2.21. Génesis 4:7.22. D. y C. 93:39.23. Job 12:25.24. 1 Nefi 12:17.25. Isaías 42:16.26. 2 Nefi 31:13.27. Véase D. y C. 20:37, 77, 79.28. Mateo 5:15–16.29. 3 Nefi 18:32.30. 2 Timoteo 2:3.31. Romanos 13:12.32. Mosíah 16:9.33. 1 Pedro 2:9.

Aquí, desde donde les habla-mos, es hermosa la mañanade este abrileño día de repo-

so. Los tulipanes ya se asoman bas-tante sobre el terreno y prontoflorecerán en toda su belleza. Trasun largo invierno, ha llegado por finla primavera. Sabíamos que vendría.Ésa era nuestra fe, basada en la ex-periencia de los años anteriores.

Y así es con los asuntos del espíri-tu y del alma. Al recorrer cada hom-bre y cada mujer el camino de lavida, llegan temporadas tenebrosasde duda, de desaliento y de desilu-sión. En esas circunstancias, unospocos ven el porvenir con la luz de lafe, pero muchos tropiezan en la os-curidad y aun pierden la esperanza.

La llamada que les hago esta ma-ñana es una llamada a la fe, esa feque es “la certeza de lo que se espe-ra, la convicción de lo que no se ve”(Hebreos 11:1), como la describióPablo.

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En el proceso de la conversión, elinvestigador de la Iglesia aprende unpoco de ésta y puede que lea unpoco acerca de ella; pero no com-prende, no puede comprender, laprodigiosa plenitud del Evangelio.Sin embargo, si investiga de verdad,si está dispuesto a arrodillarse y aorar en cuanto a ello, el Espíritu leconmueve el corazón aunque seatan sólo un poco, le señala la direc-ción correcta, y él ve un poco de loque nunca había visto. Y con fe, yasea que la reconozca o no, da unospocos pasos con cuidado. Entoncesse despliega ante él un panoramamucho más radiante.

Hace muchos años, trabajé parauna compañía ferroviaria cuyos tre-nes corrían por todo el oeste de estepaís. Yo viajaba en tren con frecuen-cia. Era la época de las locomotorasde vapor. Aquellos trenes giganteseran enormes, rápidos y peligrosos.A menudo me preguntaba cómotenía valor el maquinista para hacerel largo viaje de noche. Entoncesllegué a darme cuenta de que no eraun solo viaje largo, sino una serieconstante de viajes cortos. La loco-motora tenía un foco potente queiluminaba el camino a una distanciade 350 a 450 metros. El maquinistaveía sólo esa distancia, lo cual erasuficiente, debido a que la teníaconstantemente delante de él du-rante toda la noche hasta que raya-ba el nuevo día.

El Señor ha hablado de ese pro-ceso. Él ha dicho: “Y lo que no edifi-ca no es de Dios, y es tinieblas.

“Lo que es de Dios es luz; y el querecibe luz y persevera en Dios, reci-be más luz, y esa luz se hace más y

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más resplandeciente hasta el díaperfecto” (D. y C. 50:23–24).

Y así es con nuestra jornada eter-na. Damos un paso a la vez. Al ha-cerlo, avanzamos hacia lodesconocido, pero la fe nos iluminael camino. Si cultivamos esa fe,nunca andaremos en las tinieblas.

Permítanme hablarles de unhombre que conozco. No menciona-ré su nombre para que no se sientaincómodo. A su esposa le parecíaque faltaba algo en sus vidas y undía habló con un pariente que eramiembro de la Iglesia, quien le sugi-rió que llamase a los misioneros. Ellaasí lo hizo, pero su marido fue des-cortés con ellos y les dijo que novolvieran.

Pasaron los meses y un buen díaotro misionero, que halló el registrode esa visita, decidió que él y sucompañero harían otro intento. Eraun élder alto de estatura, deCalifornia, y muy sonriente.

Llamaron a la puerta y el caballe-ro les abrió. Le preguntaron si podían pasar unos minutos, y élconsintió.

El misionero de hecho le dijo:“Quisiera saber si sabe usted orar”. Élle contestó que sabía el Padre-nuestro. El misionero especificó: “Esoestá bien, pero permítame explicarlecómo hacer una oración personal”.Prosiguió indicándole que nos arrodi-llamos en actitud de humildad anteel Dios del cielo. El hombre hizo eso.El misionero siguió diciéndole: “Nosdirigimos a Dios como nuestro PadreCelestial. Entonces le damos graciaspor Sus bendiciones, como por ejem-plo, la salud, los amigos y los alimen-tos que tenemos. A continuación,pedimos Sus bendiciones. Le expre-samos nuestras esperanzas y deseosmás íntimos. Le pedimos que bendigaa los necesitados. Lo hacemos todoen el nombre de Su Hijo Amado, elSeñor Jesucristo, y para terminar, de-cimos ‘amén’ ”.

Aquélla fue una experienciaagradable para ese hombre. Habíarecibido un poco de luz y entendi-miento, un toque de fe. Estaba listopara intentar dar otro paso.

Línea sobre línea, los misionerosle enseñaron con paciencia. Él iba

respondiendo a medida que su fe seiba convirtiendo en una tenue luzde entendimiento. Amigos de surama se acercaron a él para asegu-rarle que todo estaba bien y contes-tar a sus preguntas. Los varones lellevaron a jugar al tenis, y él y su fa-milia fueron invitados a sus casas acenar.

Se bautizó y eso fue un paso gi-gante de fe. El presidente de la ramale pidió que fuese el maestro Scoutde cuatro muchachos. Eso le llevó aotras responsabilidades, y la luz de lafe se fortaleció en él con cada nuevaoportunidad y experiencia.

El progreso ha continuado. Hoydía él es un competente y amadopresidente de estaca, un líder degran sabiduría y comprensión y,sobre todo, un hombre de gran fe.

El desafío con que se enfrentacada miembro de esta Iglesia es darel siguiente paso, aceptar la respon-sabilidad que se le llame a cumpliraunque no se sienta capaz de ello yhacerlo con fe, con la esperanza ab-soluta de que el Señor iluminará elcamino delante de él.

Quisiera contarles una historia deuna hermana de São Paulo, Brasil.Ella trabajaba y cursaba estudios

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universitarios al mismo tiempo, a finde proveer para su familia. Emplearélas palabras de ella al contar estahistoria. Dice:

“La universidad en la que estu-diaba tenía un reglamento queprohibía a los alumnos dar examensi debían los derechos o cuotas. Poresa razón, cada vez que cobraba misueldo, separaba primero el dinerodel diezmo y las ofrendas y repartíael resto para los pagos de la universi-dad y otros gastos.

“Recuerdo la ocasión en que…me encontré en serios aprietos eco-nómicos. Era jueves cuando cobrémi sueldo. Al calcular el presupues-to del mes, me di cuenta de que notendría dinero suficiente para pagarmi diezmo y la universidad. Tendríaque escoger uno de los dos. Los exá-menes bimestrales comenzarían lasemana siguiente y, si no los daba,me iba a arriesgar a perder todo elaño escolar. Sentí una angustia te-rrible… Me dolía el corazón. Teníaque tomar una decisión dolorosa yno sabía qué decidir. Sopesé las dosposibilidades: pagar el diezmo yarriesgar la probabilidad de no obte-ner los créditos necesarios para seraprobada en la universidad.

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“Ese sentimiento me consumía elalma y seguí experimentándolohasta el sábado. Entonces recordéque, cuando me bauticé, aceptécumplir la ley del diezmo. Habíaasumido una obligación, no con losmisioneros, sino con mi PadreCelestial. En aquel momento, la an-gustia comenzó a desaparecer y em-pezó a ocupar su lugar unaagradable sensación de tranquilidady determinación…

“Aquella noche, al orar, le pedí alSeñor que me perdonase por mi in-decisión. El domingo, antes de quecomenzara la reunión sacramental,me puse en contacto con el obispo ycon gran placer pagué mi diezmo yofrendas. Aquél fue un día especial.Me sentía feliz y en paz dentro de mímisma y con mi Padre Celestial.

“Al día siguiente, en la oficina,intenté buscar la forma de poder darlos exámenes que comenzarían elmiércoles. Cuanto más pensabatanto más lejos me sentía de hallaruna solución. En aquel tiempo, yotrabajaba en la oficina de un aboga-do, y mi empleador era la personamás estricta y más austera que habíaconocido.

“La jornada de trabajo iba llegan-do a su fin cuando mi jefe fue adarme las últimas órdenes del día.Una vez que lo hubo hecho, con sumaletín en la mano, se despidió demí… De pronto, se detuvo y volvién-dose a mirarme, me preguntó:‘¿Cómo le va en la universidad?’. Esome sorprendió y me costó dar créditoa mis oídos. Lo único que pude con-testar con voz temblorosa fue: ‘¡Todomarcha bien!’. Él me miró pensativa-mente y se despidió de nuevo…

“Inesperadamente, la secretariaentró en la habitación y me dijo queera yo una persona muy afortunada.Cuando le pregunté por qué medecía eso, me respondió sencilla-mente: ‘El jefe acaba de decir que apartir de hoy la empresa le pagarátodos los gastos de la universidad ylos textos de estudio. Antes de quese vaya, pase por mi escritorio a de-cirme a cuánto asciende la cantidady mañana le daré el cheque’.

“Después que ella se hubo ido, llo-rando y sintiendo una gran humildad,

me arrodillé en el mismo lugar en elque me encontraba y le di gracias alSeñor por Su generosidad… Le dijea nuestro Padre Celestial que notenía que bendecirme tanto, que yosólo tenía que hacer el pago de unmes, ¡y el diezmo que yo había paga-do el domingo era muy pequeñocomparado con la cantidad que iba arecibir! Durante esa oración, acudie-ron a mi mente las palabras registra-das en Malaquías: “Traed todos losdiezmos al alfolí y haya alimento enmi casa; y probadme ahora en esto,dice Jehová de los ejércitos, si no osabriré las ventanas de los cielos, yderramaré sobre vosotros bendiciónhasta que sobreabunde” (Malaquías3:10). Hasta aquel momento, yonunca había comprendido la magni-tud de la promesa de esa Escritura,ni que ese mandamiento es en efectouna atestiguación del amor queDios, nuestro Padre Celestial, da aSus hijos aquí en la tierra”.

La fe es el elemento básico queda fortaleza a esta obra. Don-dequiera que está establecida estaIglesia, por todo este ancho mundo,es evidente. No está limitada a unpaís, ni a una nación, ni a un idiomani a un pueblo. Se encuentra entodas partes. Somos un pueblo de fe.Por fe andamos. Seguimos adelanteen nuestra jornada eterna, dando unpaso a la vez.

Grande es la promesa del Señor alos fieles de todas partes. Él ha dicho:

“Yo, el Señor, soy misericordiosoy benigno para con los que metemen, y me deleito en honrar a losque me sirven en rectitud y en ver-dad hasta el fin.

“Grande será su galardón y eter-na será su gloria.

“Y a ellos les revelaré todos losmisterios, sí, todos los misteriosocultos de mi reino desde los díasantiguos, y por siglos futuros…

“Sí, aun las maravillas de la eter-nidad sabrán ellos…

“Y su sabiduría será grande, y suconocimiento llegará hasta el cielo;y ante ellos perecerá la sabiduría delos sabios y se desvanecerá el enten-dimiento del prudente.

“Porque por mi Espíritu los ilumi-naré, y por mi poder les revelaré los

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secretos de mi voluntad; sí, cosasque ojo no vio, ni oído oyó, ni hanllegado siquiera al corazón del hom-bre” (D. y C. 76:5–10).

¿Cómo podría persona algunapedir más? Cuán magnífica es estaobra a la que estamos consagrados.Cuán maravillosas son las vías delTodopoderoso cuando andamos confe ante Él.

La fe de un investigador es comoun trozo de leña verde que se lanzaa un fuego abrasador. Con el calorde las llamas, se seca y comienza aarder. Pero si se lo retira, no puedeseguir ardiendo solo, pues sus parpa-deantes llamitas se apagan. En cam-bio, si se lo deja en el fuego,gradualmente va ardiendo cada vezcon mayor fulgor. Dentro de poco,ya forma parte del llameante fuego ycomienza a encender a otros leñosmás verdes.

Y así avanza, mis hermanos yhermanas, esta gran obra de fe, ele-vando a las personas por toda lavasta tierra a un mayor entendi-miento de las vías del Señor y a unamayor felicidad al seguir Su ejemplo.

Que Dios, nuestro Padre Eterno,continúe aprobando éste, Su Reino,y lo haga prosperar al andar por fenosotros, Sus hijos, es mi humildeoración en el nombre del SeñorJesucristo. Amén. �

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Qué firmes nuestroscimientosÉlder Russell M. NelsonDel Quórum de los Doce Apóstoles

“El cimiento de nuestra fe individual, si está asegurado firmementea la verdad eterna, nos permite acudir a lo alto con unaperspectiva eterna”.

Sesión del domingo por la tarde7 de abril de 2002

Hace dos décadas, cuandoestaba por construirse untemplo en la ciudad de

México, los arquitectos enfrentaronun gran desafío. Debido a que laciudad de México está ubicadasobre una meseta que está asentadaen agua, con el paso del tiempo al-gunos de sus edificios se hunden ose ladean. La construcción de untemplo requirió cimientos especia-les. Se clavaron en la tierra, a másde treinta metros de profundidad,doscientos veintiún pilares enormes1

de cemento reforzado. ‘A esos pila-res se aseguraron abrazaderas deacero que se sujetaron a una unidad

que se puede ajustar si es necesarioa fin de mantener el edificio nivela-do2. Con esos cimientos invisibles,pero seguros, ese templo permanecehoy día firme y derecho.

Para que cualquier edificio, insti-tución o persona permanezca firme,necesita un cimiento seguro.Teniendo eso presente, considere-mos el cimiento de La Iglesia deJesucristo de los Santos de los Últi-mos Días; veamos cómo el sólido ci-miento de la Iglesia da apoyo anuestro cimiento de fe como miem-bros individuales de la Iglesia.

I. EL CIMIENTO DE LA IGLESIA DEJESUCRISTO DE LOS SANTOS DE LOSÚLTIMOS DÍAS

Esta Iglesia descansa en un ci-miento singular, asegurado firme-mente a un lecho de verdadeseternas. Hermanos y hermanas, lasanta causa en la que estamos em-barcados no se inició en 1820 en elestado de Nueva York; no comenzóen Belén; no empezó en el Jardín deEdén. Los cimientos del Evangeliosempiterno ya estaban establecidosincluso antes de que el mundofuese.

Esta verdad se recalca repetida-mente en las Santas Escrituras. Heestudiado las Escrituras en cuanto aesa porción de la eternidad antes deque se formase la tierra; pero no se

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preocupen, no las citaré todas, sinoque incluiré algunas de esas referen-cias en el texto publicado de estemensaje. Esas verdades invisibles yeternas constituyen “pilares prete-rrenales” que dan apoyo a los ci-mientos de esta Iglesia.

El plan de redención y la posibi-lidad de lograr una herencia en elreino de Dios

El plan de salvación se preparóantes de la fundación de la tierra3;contenía la gloriosa posibilidad deobtener una herencia divina en elreino de Dios4.

La expiación de JesucristoLa parte central de ese plan era

la expiación de Jesucristo. En losconsejos preterrenales, Él fue preor-denado por Su Padre para expiarnuestros pecados y romper las liga-duras de la muerte física y de la es-piritual5. Jesús declaró: “…yo soy elque fue preparado desde la funda-ción del mundo para redimir a mipueblo… En mí todo el género hu-mano tendrá vida, y la tendrá eter-namente, sí, aun cuantos crean enmi nombre”6. Más tarde, Pablo agre-gó que la Iglesia está edificada“sobre el fundamento de los apósto-les y profetas, siendo la principalpiedra del ángulo Jesucristomismo”7.

La oposición del AdversarioIncluso antes de que se formase

el mundo, Satanás se opuso alSeñor8. Él y sus seguidores siemprehan luchado contra la obra sagradadel Salvador y continuarán hacién-dolo.

La preordenación para recibir yconferir el sacerdocio

Antes de la fundación delmundo, todos existimos como hijosespirituales con nuestro PadreCelestial. Entre nosotros había hom-bres nobles y grandes que fueronpreordenados para ser portadoresdel sacerdocio9. Abraham10,Jeremías11, José Smith12 y otros13, fue-ron destinados para llegar a ser pro-fetas de Dios. También se previó quela sangre de los profetas se derrama-ría en esta santa causa14. La manerade conferir el sacerdocio habría devenir de los padres “desde que co-menzó el tiempo… aun… antes de

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la fundación de la tierra”15.Se da poder a las hermanas para

glorificar a DiosLas hermanas reciben dones es-

peciales; a ellas, según el Señor, seles dio el poder “para multiplicarse yhenchir la tierra, de acuerdo con mimandamiento, y para cumplir lapromesa dada por mi Padre antes dela fundación del mundo… para suexaltación en los mundos eternos, afin de que engendren las almas delos hombres… en esto se perpetúa laobra de mi Padre, a fin de que él seaglorificado”16. Piensen en ello: cuan-do una madre da a luz un hijo y locuida, no sólo ayuda a que la tierracumpla el objeto de su creación17,¡sino que glorifica a Dios!

Los hijos del convenioLos hijos del convenio fueron

apartados en el reino premortal.Pablo enseñó que el Señor “nos es-cogió en él antes de la fundación delmundo”18.

Las bendiciones se basan en laobediencia a la ley

Posteriormente se establecieroncondiciones que nos permitieron re-cibir las bendiciones de Dios, basadasen la obediencia a las leyes sobre lascuales esas bendiciones se basaban19.

En los últimos días se habránde revelar cosas sagradas

Otro de los pilares tiene que ver

La luz del sol proyecta la silueta deun par de puertas del lado oestedel Centro de Conferencias.

con la revelación reservada para losúltimos días. Por mucho tiempo, elSeñor tenía pensado revelar “cosasescondidas desde la fundación delmundo”20. Entre ellas se incluían lasrevelaciones que están registradas enel Libro de Mormón21. El Señor dijoal profeta José Smith: “…me pro-pongo revelar a mi iglesia cosas quehan estado escondidas desde antesde la fundación del mundo, cosasque pertenecen a la dispensación delcumplimiento de los tiempos”23.

La redención de los muertosEl Señor reveló que “la ordenan-

za del bautismo por los muertos… seinstituyó desde antes de la funda-ción del mundo”24. De este modo, lasalvación se puso al alcance “de losmuertos que fallecieran sin el cono-cimiento del evangelio”25. Se pro-porcionó un eslabón conexivo entrelas generaciones, a fin de que se lle-vara a cabo una unión entera, com-pleta y perfecta de dispensaciones,llaves, poderes y glorias26.

Hermanos y hermanas, esos pila-res invisibles pero seguros estaban ensu lugar antes de que el mundofuese; dan apoyo al Evangelio sempi-terno, que ha sido restaurado en suplenitud27. Con cimientos como esos,esta Iglesia no será movida de sulugar28, incluso a través del milenio29.

II. LOS CIMIENTOS DE LOS MIEMBROSINDIVIDUALES DE LA IGLESIA

Así como los edificios e institu-ciones tienen cimientos, nosotroscomo personas también tenemos ci-mientos que dan apoyo a nuestra fe;algunos son débiles, otros fuertes;podemos flaquear “semejante a laonda del mar, que es arrastrada porel viento y echada de una parte aotra”30 o podemos encontrarnos enun firme cimiento y asegurarnos conabrazaderas de acero espiritual,arraigadas y cimentadas a los pilareseternos del Evangelio31.

El presidente Gordon B.Hinckley ha pedido que a los nue-vos conversos a la Iglesia se les for-talezca mediante un amigo, unllamamiento a servir y al ser nutri-dos por la buena palabra de Dios32.A menudo cantamos “¡Qué firmescimientos, oh santos de Dios, tenéis

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por la fe en Su palabra de amor!”33.Cuando recibimos esa palabra deDios que nutre, nos deleitamos enSu amor34.

Recordemos: “…es sobre la rocade nuestro Redentor, el cual esCristo, el Hijo de Dios, donde de-béis establecer vuestro fundamento,para que cuando el diablo lance susimpetuosos vientos… cuando todosu granizo y furiosa tormenta os azo-ten, esto no tenga poder para arras-traros al abismo de miseria yangustia sin fin, a causa de la rocasobre la cual estáis edificados, que esun fundamento seguro”35.

Incluso los cimientos firmes nopueden prevenir las dificultades de lavida. Los hijos descarriados llevan an-gustias a los padres; algunas familiasdivididas nunca se vuelven a unir; losasuntos relacionados con la identidadsexual se mal interpretan; por algunarazón, hay matrimonios que no sonbendecidos con hijos. Incluso hoy endía, se dejan “ir impunes al culpable yal malvado por causa de su dinero”36.Parecería que algunas cosas simple-mente no son justas37.

Sin embargo, con cimientos fuer-tes, estamos en mejores condicionesde buscar la ayuda del Señor, aun alenfrentar interrogantes que no sepueden resolver fácilmente. El poetaescribió:

Quién eres Tú, no lo sé,pero de algo estoy seguro:las estrellas de Tus cieloscomo plata brillan en lo oscuro.

Viento sin huellas has mandado,que va sin rumbo ni armonía;un muro de color has levantado,entre la noche y el día.

Has hecho florecer la flory las estrellas brillar;joyas de inmenso valorde la mina arrebatar.

Pero de Tu más grandioso arte,de Tu plan, el más supremo,has puesto el anhelo de buscarteen el corazón del hombre bueno38.

Aunque no sabemos todas lascosas39, sabemos que Dios vive y que

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El templo y los edificios del centro de Salt Lake City se elevan más allá del Centro de Conferencias.

nos ama40. Al encontrarnos en uncimiento firme, podemos mirarhacia lo alto y encontrar la fortalezapara soportar las pesadas cargas dela vida.

Por ejemplo, rindo honor a esasalmas especiales que enfrentan losdesafíos de la paternidad con fe in-quebrantable en su Hacedor. A unafamilia muy querida para la hermanaNelson y yo, recientemente les nacióun hijo, el cual padecía de varias ano-malías que afectaban casi todos lossistemas de su cuerpecito. En su pri-mera semana de vida fue necesariohacerle dos operaciones, y se le ten-drán que hacer más. Al hablar conlos padres del niño, ellos no pregunta-ron: “¿Por qué nos sucedió esto?”. Envez de ello, dijeron: “Sabemos queeste niño es para nosotros; Dios nosha confiado esa criatura especial; loamaremos y lo cuidaremos lo mejorque podamos”. ¡Gracias a Dios porpadres como esos!

Hace poco, falleció repentina-mente y sin advertencia el esposo deuna amiga nuestra. La hermana deella escribió estas palabras sobre supropia hermana: “Al contemplar los

años y días pasados, ella se maravillaal reconocer habilidades y experien-cias específicas que le fueron dadaspor un amoroso Padre, cosas que porel momento habrían parecido nor-males, pero que la han preparado es-pecíficamente para soportar estatrágica pérdida. En vez de sentirseabandonada y amargada, se sienteconsolada y protegida… Ella medijo: ‘Cuando veo la forma tan preci-sa en que mi Padre Celestial me hapreparado para esta situación, ¿cómopuedo temerle al futuro? De seguroÉl está disponiendo hoy mismo todolo que necesitaré para hacer frente alos momentos de incertidumbre queestán por venir’ ”41.

He recibido una carta inolvidablede un misionero que decía: “Todavíano estoy seguro de la razón por la que[contraje cáncer], particularmentemientras servía al Señor en una mi-sión, pero puedo decir con toda sin-ceridad que estoy eternamenteagradecido a un bondadoso PadreCelestial por permitirme tener esaexperiencia… No hay día que pase”,continuó, “en que no piense en losdías que pasé en el hospital sufriendo

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debido a la quimioterapia o deldolor de otra operación… No haydía que no piense en los días quepasé estudiando las Escrituras, enespecial el Libro de Mormón, y querecuerde los enormes sentimientosde consuelo y paz que sentí. Muchasveces pienso en las noches en queme iba a acostar y oraba con fervora mi Padre Celestial y le daba lasgracias por preservarme la vida”.Luego, el élder prosiguió a compar-tir estas maravillosas noticias: “Estasemana fui a ver al doctor y… no haencontrado ninguna evidencia deenfermedad en mi cuerpo”42. ¡Amoa esos fieles misioneros!

¿Cuán firme es nuestro cimiento?El cimiento de esta Iglesia se forjómucho antes de que el mundo fuese;es fuerte; es verdadero; es eterno. Elcimiento de nuestra fe individual, siestá asegurado firmemente a la ver-dad eterna, nos permite acudir a loalto con una perspectiva eterna43.Esa fe brindará esperanza cuando nohaya esperanza; nos dará gozo aquí yvida eterna en el más allá. De ellotestifico, en el nombre de Jesucristo.Amén. �

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NOTAS1. Cada pilar era de 45 cm. de diámetro.2. Véase Pioneer in Guatemala, John

Forres O’Donnal, 1997, pág. 288.3. Véase 1 Nefi 10:18; Mosíah 15:19;

Alma 12:25, 30; 18:39; 22:13–14; 42:26;D. y C. 76:12–13.

4. A los habitantes del Viejo Mundo, elSeñor dijo: “Venid, benditos de mi Padre,heredad el reino preparado para vosotrosdesde la fundación del mundo” (Mateo25:34). A los habitantes de la antiguaAmérica también se les enseñó que “aque-llos que han creído en el Santo de Israel…heredarán el reino de Dios que fue prepa-rado para ellos desde la fundación delmundo” (2 Nefi 9:18; véase también Éter4:19).

5. Véase Juan 17:5, 24; 1 Pedro1:19–20; Mosíah 4:6–7; 18:13; 3 Nefi26:3–5; D. y C. 93:7–9; Moisés 5:57; TJSGénesis 5:43; TJS Génesis 14:30–31.

6. Éter 3:14.7. Efesios 2:20.8. Véase TJS Apocalipsis 12:6–8.9. Véase Alma 13:3, 5, 7; D. y C.

132:28; 138:55–56; Abraham 3:22–23.10. Véase Abraham 3:23.11. Véase Jeremías 1:4–5.12.Véase 2 Nefi 3:5–15; D. y C. 127:2;

138:53–55.13. Véase D. y C. 138:53.14. Véase Lucas 11:49–51.15. Abraham 1:3.16. D. y C. 132:63.17. Véase D. y C. 49:16–17.18. Efesios 1:4; véase también el versícu-

lo 5. Pablo también enseñó que el poder deDios “quien nos salvó y llamó con llama-miento santo… que nos fue da[do] enCristo Jesús antes de los tiempos de los si-glos” (2 Timoteo 1:9; véase también D. y C.38:1–4; Abraham 3:22–26). Es importantenotar que el Libro de Mormón sirve “paramostrar al resto de la casa de Israel cuángrandes cosas el Señor ha hecho por sus pa-dres; y para que conozcan los convenios delSeñor” (portada del Libro de Mormón).

19. Véase D. y C. 130:20–21; 132:5,11–12.

20. Mateo 13:35. 21. 2 Nefi 27:10.22. Véase D. y C. 124:40–41.23. D. y C. 124:41.24. D. y C. 124:33.25. D. y C. 128:5.26. Véase D. y C. 128:18.27. Véase Hechos 3:20–21.

28. Véase Daniel 2:28, 31–44; D. y C.65:2–6; 124:45.

29. Véase Bruce R. McConkie, TheMillennial Messiah, 1982, pág. 672.

30. Santiago 1:6.31. Véase Efesios 3:17–19; Colosenses

2:6–7.32. Véase “Pensamientos sobre los

templos, la retención de conversos y elservicio misional”, Liahona, enero de1998, pág. 57; véase también Jacob 6:7;Moroni 6:4.

33. Himnos, Nº 40; véase también 2Nefi 28:27–30.

34. Véase Jacob 3:2.35. Helamán 5:12. Recuerden que el

hombre sabio edifica su casa sobre la rocay no sobre la arena (véase Mateo7:24–27).

36. Helamán 7:5.37. El que las cosas parezcan ser “justas”

se relacionan con los límites de la perspecti-va de la persona. Pablo enseñó: “Si en estavida solamente esperamos en Cristo, somoslos más dignos de conmiseración de todoslos hombres” (1 Corintios 15:19).

38. Harry Kemp, “God the Architect”,Masterpieces of Religious Verse, ed. JamesDalton Morrison, 1948, págs. 46–47.

39. Comparada a la omnisciencia de

nuestro Creador, sabemos relativamentepoco acerca de los dinosaurios o de los de-talles de la Creación, por ejemplo. Perouna cosa sí sabemos: “Sí, en verdad te digoque el día en que el Señor venga, él reve-lará todas las cosas: cosas que han pasadoy cosas ocultas que ningún hombre cono-ció; cosas de la tierra, mediante las cualesfue hecha, y su propósito y estado final;cosas sumamente preciosas; cosas queestán arriba y cosas que están abajo; cosasque están dentro de la tierra y sobre la tie-rra y en el cielo” (D. y C. 101:32–34;véase también 121:29–32).

40. Véase 1 Nefi 11:16–17.41. Virginia H. Pearce, en Why I

Believe, 2002, págs. 245–246. 42. Correspondencia personal, 15 de

enero de 2002.43. Nuestra probación terrenal se ha

comparado al segundo acto de una escenade tres. Cuando se baja el telón en el se-gundo acto, la obra no ha terminado. Sin laperspectiva que se obtiene del primero ydel tercer actos, el segundo podría parecerdemasiado corto, demasiado largo, dema-siado difícil o demasiado confuso. Cuandosabemos todo lo ocurrido en los tres actos,el segundo cobra mayor significado; por esoes preciso tener una perspectiva eterna.

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Vida eterna en Cristo JesúsÉlder John M. MadsenDe los Setenta

“Para conocer al Señor Jesucristo, nosotros y toda la humanidaddebemos recibirlo. Y para recibirlo, debemos recibir a Sus siervos”.

Hace casi dos mil años, unjoven rico, hizo una pre-gunta sumamente impor-

tante al Salvador: “Maestro bueno,¿qué bien haré para tener la vidaeterna?” (Mateo 19:16).

“Oyendo” las instrucciones delSalvador y Su tierna invitación “veny sígueme” (Mateo 19:21), el jovenrico “se fue triste, porque tenía mu-chas posesiones” (Mateo 19:22).

Trágicamente, millones de perso-nas hoy en día aún valoran y prefie-ren “las riquezas de la tierra”, envez de “las riquezas de la eternidad”(D. y C. 38:39), sin saber o com-prender totalmente que “rico es elque tiene la vida eterna” (D. y C. 6:7;cursiva agregada), y que la vida eter-na es el don más grandioso que Diosda al hombre (véase D. y C. 14:7).

En pocas palabras, la vida eterna esvivir para siempre como familias enla presencia de Dios (véase D. y C.132:19–20, 24, 55).

En Su grandiosa oración interce-sora, el Salvador da a la humanidadla clave para obtener la vida eterna:“Y esta es la vida eterna: que te co-nozcan a ti, el único Dios verdade-ro, y a Jesucristo, a quien hasenviado” (Juan 17:3).

Pero, ¿cómo puede el hombre lle-gar a conocer al único Dios verda-dero?

El Salvador responde: “Yo soy elcamino, y la verdad, y la vida; nadieviene al Padre, sino por mí” (Juan14:6).

Testifico que la única manera me-diante la cual nosotros y toda la hu-manidad podemos venir a nuestroPadre Celestial y conocerlo, y de esemodo obtener la vida eterna, es veniral Señor Jesucristo y conocerlo.

Pero, ¿quién es Jesucristo, paraque debamos ir a él y conocerlo? Nocreo que exista un resumen más ma-ravilloso en cuanto a la identidad yel papel del Señor Jesucristo que ladeclaración que hizo la PrimeraPresidencia y el Quórum de losDoce, intitulada “El Cristo Viviente:El Testimonio de los Apóstoles”, delcual cito lo siguiente:

“[Jesucristo] fue el Gran Jehovádel Antiguo Testamento y el Mesíasdel Nuevo Testamento. Bajo la di-rección de Su Padre, Él fue elCreador de la tierra…

“…Él dio Su vida para expiar los

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pecados de todo el género huma-no…

“…Él fue el Primogénito delPadre, el Hijo Unigénito en lacarne, el Redentor del mundo.

“Se levantó del sepulcro para serlas ‘primicias de los que durmieron’(1 Corintios 15:20). Como el SeñorResucitado… ministró entre Sus‘otras ovejas’ (Juan 10:16) en la an-tigua América… Él y Su Padre apa-recieron al joven José Smith,iniciando así la largamente prometi-da ‘dispensación del cumplimientode los tiempos’ (Efesios 1:10)…

“…Su sacerdocio y Su Iglesia hansido restaurados sobre la tierra, ‘edi-ficados sobre el fundamento de…apóstoles y profetas, siendo la prin-cipal piedra del ángulo Jesucristomismo’ (Efesios 2:20).

“…algún día Él regresará a la tie-rra… [y] regirá como Rey de reyes yreinará como Señor de señores…Todos nosotros compareceremospara ser juzgados por Él.

“…Sus apóstoles debidamenteordenados [testifican] que Jesús esel Cristo Viviente, el inmortal Hijode Dios. Él es el gran ReyEmanuel… Él es la luz, la vida y laesperanza del mundo” (“El CristoViviente”, Liahona, abril de 2000,pág. 2).

Es algo maravilloso y absolu-tamente esencial saber quién es elSeñor Jesucristo.

Pero de nuevo, testifico que laúnica manera mediante la cualnosotros y toda la humanidadpodemos venir a nuestro PadreCelestial y conocerlo, y de ese modoobtener la vida eterna, es venir alSeñor Jesucristo, y conocerlo.

¿Qué significa conocer al SeñorJesucristo, y cómo podemos llegar aconocerlo?

El Salvador responde: “…estrechaes la puerta y angosto el camino queconduce a la exaltación y continua-ción de las vidas, y pocos son los quela hallan, porque no me recibís en elmundo ni tampoco me conocéis.

“Mas si me recibís en el mundo,entonces me conoceréis…” (D. y C.132:22–23).

¿Podemos verdadera y plenamen-te comprender Sus palabras? “…si

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me recibís” a mí, al Gran Jehová, alMesías, al creador de la tierra, alSalvador y al Redentor del mundo,al Hijo inmortal de Dios; “…si me recibís… entonces me conoceréis”(D. y C. 132:23; cursiva agregada).

Para conocer al Señor Jesucristo,nosotros y toda la humanidad debe-mos recibirlo. Y para recibirlo, debe-mos recibir a Sus siervos (véaseMateo 10:40; D. y C. 1:38; 68:8–9;84:36; 112:20).

Para recibirlo, debemos recibir laplenitud de Su Evangelio, Su conve-nio sempiterno, incluso todas esasverdades o leyes, convenios y orde-nanzas que la humanidad necesitapara entrar de nuevo en la presenciade Dios (véase D. y C. 39:11; 45:9;66:2; 76: 40–43; 132: 12; 133:57).

Para recibirlo, los fieles hijos deDios deben recibir Su sacerdocio ymagnificar sus llamamientos (D. y C.84:33–35).

Pero, al final, para recibirlo y co-nocerlo, nosotros, al igual que todala humanidad, debemos hacer lo quenos exhorta Moroni: “…venid aCristo, y perfeccionaos en él” (Moroni10:32; cursiva agregada). En otraspalabras, debemos venir a Cristo yesforzarnos por “llegar a ser” comoÉl es (véase Dallin H. Oaks, “El de-safío de lo que debemos llegar a ser”,Liahona, enero de 2001, pág. 40).

El Señor resucitado dijo: “¿quéclase de hombres habéis de ser? Enverdad os digo, aun como yo soy” (3 Nefi 27:27). El significado de lapalabra habéis como la utilizó en Supregunta: “…qué clase de hombreshabéis de ser” es de vital importanciapara entender Su respuesta: “…aun

Un grupo numeroso de visitantes a la conferencia pasa por las puertasdel lado norte de la Manzana del Templo.

como yo soy”. La palabra habéis signi-fica “ha de ser necesario” o “tenéis eldeber o la obligación moral” (véasetambién Lucas 24:26); lo que sugiere,como lo confirman las SantasEscrituras, antiguas y modernas, quees “necesario” que estemos “obliga-dos” como si fuese por convenio “aser” como Él declaró: “aun como yosoy” (3 Nefi 27:27; véase también 3 Nefi 12:48; Mateo 5:48; 1 Juan3:2; Moroni 7:48).

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Ruego que pronto llegue “el díaen que el conocimiento de unSalvador se [esparza] por toda na-ción, tribu, lengua y pueblo”(Mosíah 3:20; véase también Moisés7:62; Isaías 11:9), que todos los quetengan el deseo, lo reciban a Él, sí,al Señor Jesucristo, y que le conoz-can, para que puedan venir a nues-tro Padre Celestial y conocerle, y asíobtener la vida eterna, en el nombrede Jesucristo. Amén. �

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Algunas enseñanzasbásicas de la historiade José SmithÉlder Carlos H. AmadoDel Quórum de los Setenta

“La conversión es un proceso espiritual y personal. Cadaindividuo debe poner a prueba, por sí mismo, la veracidad de esos principios”.

La historia del profeta JoséSmith fue escrita para com-partir el origen de la restau-

ración de la Iglesia de Jesucristo enestos últimos días. Su contenido esuna prueba de confianza en laspromesas de Dios, y una fuente degozo y convicción para todos losque creemos en ella.

He podido leerla muchas vecesen tiempos y circunstancias dife-rentes. Me impresionó cuando fuiniño; fue una guía y fuente de for-taleza contra las tentaciones cuan-do fui adolescente; la compartí convalor y entusiasmo como joven

misionero; y hasta el día de hoy,me continúa llenando de gratitud yasombro. Desde que José Smith laescribió permanece como una ben-dición y un legado de fe para elcreyente sincero; es una invitaciónabierta para el que busca la verdad,y es un desafío permanente para elincrédulo.

A los que aún no son miembrosde la Iglesia les sugiero que lean eltestimonio de José Smith con verda-dera intención. Sentirán su sinceri-dad y descubrirán el establecimientode la Iglesia ¡restaurada en unaforma milagrosa!

Aunque el contenido espiritualde este fascinante relato es amplio,me limitaré a compartir cinco prin-cipios que, al igual que al jovenProfeta, les ayudará a conocer aDios.

PRINCIPIO 1: TENGAN UN DESEO SINCERO DE APRENDER LA VERDAD

José Smith poseía un deseo intenso de conocer a Dios, y hacerSu voluntad. Usted también puededespertar ese mismo deseo porquerecibió de Dios mismo, antes de venir a la tierra, sus primeraslecciones sobre la verdad. Cuandoreconozca esa verdad, esfuércesepor vivir de acuerdo con ella.

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PRINCIPIO 2: APRENDAN LAIMPORTANCIA DE LEER LASESCRITURAS

José Smith las conocía porque lasestudiaba. Él nos dijo: “…un día estaba leyendo la Epístola deSantiago, primer capítulo y quintoversículo, que dice: Y si alguno de vo-sotros tiene falta de sabiduría, pídala aDios, el cual da a todos abundante-mente y sin reproche, y le será dada”(JSH 1:11).

Durante su corto ministerio, JoséSmith recibió, además, muchasotras revelaciones importantes quevinieron como resultado de leer yescudriñar las Escrituras. Usteddebe estudiarlas para llegar a cono-cer a Dios, quien es la fuente detoda verdad.

PRINCIPIO 3: CONOZCAN EL VALORDE LA ORACIÓN

El joven José dijo:“Finalmente llegué a la conclu-

sión de que tendría que permaneceren tinieblas y confusión, o de locontrario, hacer lo que Santiagoaconsejaba, esto es, recurrir a Dios”(JSH 1:13).

“…Era la primera vez en mi vidaque hacía tal intento, porque enmedio de toda mi ansiedad, hastaahora no había procurado orar vo-calmente” (JSH 1:14).

“…me arrodillé y empecé a ele-var a Dios el deseo de mi cora-zón…” (JSH 1:15).

“…Había descubierto que el tes-timonio de Santiago era cierto; quesi el hombre carece de sabiduría,puede pedirla a Dios y obtenerla sinreproche” (JSH 1:26).

Nuestro Padre Celestial, como unpadre perfecto, sabe todas sus nece-sidades espirituales y materiales,está deseoso de bendecirlo a usted,por eso le ha dado el mandamiento,de que lo busque y le pida.

José llegó a saber la verdad por-que oró. Hoy día, millones de miem-bros de esta Iglesia tambiéntestifican de la certeza de la restau-ración porque, siguiendo este conse-jo, pidieron con fe; usted tiene elmismo derecho de obtener respuestaa sus oraciones porque un testimonio es un regalo que Dios da únicamente a

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los que piden con verdadera intención.Inténtelo y recibirá los beneficiosprometidos.

PRINCIPIO 4: DESCUBRAN LABENDICIÓN DE LA MEDITACIÓN

José Smith meditaba a menudo,pensaba, analizaba, comparaba, seesforzaba por encontrar respuestasa lo que leía en las Escrituras. Éldijo:

“Durante estos días de tanta agi-tación, invadieron a mi mente unaseria reflexión y gran inquietud;… amenudo me decía a mí mismo:¿Cuál de todos esos grupos tiene larazón; o están todos en error? Si unode ellos es verdadero, cuál es, ycomo podré saberlo?” (JSH1: 8, 10).

“Ningún pasaje de las Escriturasjamás penetró el corazón de unhombre con más fuerza que este enesta ocasión, al mío. Parecía intro-ducirse con inmenso poder en cadafibra de mi corazón. Lo medité repe-tidas veces…” (JSH1:12)

La meditación es pensar en ver-dades eternas y preguntarse una ymil veces, ¿cómo puedo saber?¿Cómo han llegado a saber otros?

¿Cómo llegará usted a saber deesto? Por favor, medítelo seriamente.

PRINCIPIO 5: OBTENGAN EL GOZO DEASISTIR A LA IGLESIA

En su lucha por encontrar la ver-dad, José Smith asistió a varias de-nominaciones de su comunidad. Desu entrevista con el Padre y el Hijoél describió claramente las instruc-ciones que recibió concerniente alas otras sectas:

“pregunté a los Personajes que es-taban en la luz arriba de mi, cuál detodas las sectas era la verdadera(porque hasta ese momento nuncase me había ocurrido pensar quetodas estuvieran en error), y a cuáldebía unirme” (JSH 1:18).

“mi deber era no unirme a ningu-no de ellos, sino permanecer comoestaba hasta que se me dieran másinstrucciones” (JSH 1:26).

Todos necesitamos conocer elReino de Dios en la tierra y obtenerun testimonio de su realidad.Asistimos a la Iglesia para sentir el Espíritu, conocer Su doctrina,

renovar convenios, recibir las orde-nanzas de salvación y exaltación paravolver a la presencia de Dios connuestra familia. Usted está cordial-mente invitado a venir a la Iglesia yver por sí mismo todas estas cosas.

La conversión es un proceso espi-ritual y personal. Cada individuodebe poner a prueba, por sí mismo, laveracidad de esos principios. Nobasta un aislado intento acompañado

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de dudas, desconfianza o temor.Dios nos promete, a causa de su mi-sericordia, que dará respuesta anuestras peticiones de acuerdo connuestra capacidad; sólo los que loobedecen con verdadera intenciónrecibirán su respuesta a través delEspíritu Santo, lo cual llega a ser unverdadero regalo de Dios.

El Espíritu Santo es también llamado el Consolador y el

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La caridad: amorperfecto y eternoÉlder Gene R. CookDe los Setenta

“A medida que pensemos y actuemos más y más como Él, losatributos del hombre natural se irán desvaneciendo y en su lugarsurgirán el corazón y la mente de Cristo”.

Testificador. A Él le debemos nues-tro conocimiento y testimonio deCristo como el Hijo de Dios.

Después de su bautismo, si semantiene digno y fiel a sus conve-nios, tendrá la guía constante delEspíritu Santo, a través de susurros,impresiones, sentimientos, sueños yamonestaciones.

Las Escrituras y la historia descri-ben a personas que oyeron, conver-saron o de alguna forma tuvieronevidencias palpables de la existenciade Dios y Su plan para salvarnos. Sinembargo, no se mantuvieron fieles asus convicciones.

Aprendemos de ello que no es loque se percibe a través de los sentidosfísicos, sino lo que se siente bajo la in-fluencia del Espíritu Santo, lo que nospermitirá entender a Dios y seguirle.

Cuando una persona ha aprendi-do estos principios elementales ydeja de practicarlos, pierde la luz y laguía para entender a Dios y a Susprofetas. La señal externa es apartar-se, inactivarse o aun contender con-tra la Iglesia; la señal interna es quedejaron de hacer una o más de estascinco cosas;

1. Dejaron de amar la verdad y debuscarla.

2. Dejaron de leer las Escrituras.3. Dejaron de orar a Dios.4. Dejaron de meditar en las

cosas eternas.5. Dejaron de asistir a la Iglesia.Es admirable que con menos de

15 años de edad en una época degran confusión religiosa, en mediode mucha oposición y aun persecu-ción, José Smith paciente y diligen-temente obedeció y nos enseñó elproceso simple, pero eficaz, paraacercarnos a Dios.

Este proceso requiere que apren-damos precepto por precepto, unpoco aquí y un poco allí, hasta desa-rrollar fe y un entendimiento clarode nuestro potencial divino. (Véase2 Nefi 28:30.)

Es nuestra responsabilidad de for-talecer día a día las impresiones quese sienten a través del Espíritu, prac-ticando estos cinco principios cons-tantemente.

Ruego que así sea, en el nombrede Jesucristo. Amén. �

M

is queridos hermanos yhermanas, deseo en estemomento, más que cual-

quier otra cosa, dar testimonio, untestimonio personal, del amor queDios tiene por mí, por ustedes y portoda la humanidad. ¿Qué hombre escompetente de tal manera quepueda expresar la inmensidad de sugratitud en reconocimiento al amorde Dios? ¡Cuán bendecido he sido alestar con ustedes por tantos años yencontrar el amor puro de Cristoque de ustedes emana! Grande es mideuda con ustedes y con Dios.

LA DEFINICIÓN DE LA CARIDADEl Señor dijo que la caridad es “el

amor puro de Cristo”1, la cosa que es

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“de mayor gozo para el alma”2, “elmás grande de todos los dones deDios”3, “perfecto” y “eterno”4.

A pesar de ser tan difícil de descri-bir, la caridad se reconoce con facili-dad en la vida de quienes la poseen.

■ Se reconoce en una abuela an-ciana y lisiada que se subscribe alperiódico de la tarde porque sabeque su nieto repartidor de diarios lotrae todos los días a su casa, dondeél se sienta junto a ella y ella le en-seña a orar.

■ Se reconoce en una madre quedurante una época de dificultadeseconómicas deja los mejores alimen-tos a su familia y, para sorpresa detodos, disfruta de lo que queda.

■ Se reconoce en un hombre querecibe una reprimenda pública sinmerecerla, pero con humildad la re-cibe de todos modos.

¿No es acaso caridad lo que tie-nen en común todos estos ejemplos,ese desinterés, el no procurar recibiralgo a cambio? Todos nuestros atri-butos divinos parecen surgir y serparte de éste5. Todos los hombrespueden tener el don del amor, perola caridad se otorga sólo a los queson discípulos verdaderos de Cristo6.

El poder mismo de Dios se en-cuentra en Sus atributos divinos7. Elpoder del sacerdocio se mantienemediante dichos atributos8.Procuramos desarrollar esos atribu-tos, en particular la caridad, el amorpuro de Cristo9.

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DESTRUCTORES DEL AMOR Y DE LA PAZNo obstante, el diablo, el des-

tructor de este amor, intenta substi-tuirlo con ira y hostilidad10. Miamigo William se sentía de esa ma-nera: hostil. A su modo de ver, sinimportar lo que ocurriese —una en-fermedad, una muerte, un hijo re-belde, una debilidad personal, unaoración “sin contestar”— la culpaera del Señor, lo que le endureció elcorazón. Su ira interior, que por lamás mínima razón salía a la superfi-cie, estaba dirigida a Dios, al próji-mo y a sí mismo. De su corazónemanaban la falta de fe, la obstina-ción, el orgullo, la contención, lapérdida de esperanza, de amor y dedirección. ¡Se sentía abatido!

Esos destructores de la paz11 no lepermitieron sentir a William los sen-timientos que Dios tiene por él; nopodía ni descubrir ni sentir el amor deDios. No se dio cuenta, especialmen-te en esos momentos difíciles, queDios lo bendecía y que aún lo bendi-ce abundantemente. Por el contrario,correspondió al amor con ira. ¿Nonos hemos sentido todos así a veces?Aun cuando no nos merecimos amor,Él nos amó más que nadie. Cierta-mente, Él nos ama primero12.

SUFRIR CON UN PROPÓSITO: LA CARIDAD DA PODER

Ahora bien, mi amiga cristianaBetty era todo lo contrario. Ella en-frentó muchas de las mismas dificul-tades que enfrentó William, perodebido a que ella sintió el amor deDios, padeció las tribulaciones en elnombre del Salvador13, participó deSu naturaleza divina14, y así obtuvouna mayor fe en Dios y un amormayor por Él, así como la fortalezapara lidiar con lo que tuviera queafrontar.

Su amor por los demás aumentó;parecía incluso perdonar a las perso-nas de antemano. Aprendió a hacerque sintieran su amor; aprendió que elamor que se comparte, se multiplica.

Finalmente, aprendió a amarsemás a sí misma, mostrando más ama-bilidad, dulzura y longanimidad.Dejó de tener poca autoestima y co-menzó a amarse a sí misma de la ma-nera en que Dios la ama. La imagen

que ella tenía de sí misma se convir-tió en la imagen que Él tenía de ella.

RECONOCER, RECIBIR Y COMUNICAREL AMOR DE DIOS

Entonces, ¿cómo podemos vestir-nos más plenamente “con el vínculode la caridad… de la perfección y dela paz”?15. Permítanme darles tres su-gerencias:

1. Reconocer Su amor. Pidan, “contoda la energía de [sus] corazones”16,recibir este don. Háganlo con man-sedumbre, con un corazón quebran-tado, y serán llenos de la esperanza ydel amor del Espíritu Santo mismo.Él les revelará a Cristo17.

Parte del don de la caridad espoder reconocer la mano del Señory sentir Su amor en todo lo que nosrodea. En ocasiones, no nos resulta-rá fácil descubrir en todo lo que ex-perimentemos el amor del Señor pornosotros, porque Él es un dador per-fecto y anónimo. Durante toda lavida procurarán descubrir Su manoy los dones que ha conferido sobreustedes debido a la forma íntima,modesta y humilde que tiene deotorgar esos maravillosos dones.

Por un momento, reflexionenconmigo en cuanto a los siguientes

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dones majestuosos: la gloria de todala creación18, la tierra, los cielos; lossentimientos de amor y gozo que ex-perimentan; Sus respuestas de mise-ricordia y perdón, y las innumerablescontestaciones a las oraciones; eldon de los seres queridos; y, final-mente, el don más grande de todos:el don que el Padre nos dio en SuHijo Expiador, el Perfecto en cari-dad, sí, el Dios de amor.19

2. Recibir Su amor con humildad.Sean agradecidos por el don y, enespecial, por el Dador del don20. Lagratitud verdadera es la capacidadde ver, sentir e incluso recibir elamor con humildad21. La gratitud esuna manera de devolver amor aDios. Reconozcan Su mano, dígan-selo, exprésenle el amor que le tie-nen22. A medida que realmentelleguen a conocer al Señor, desarro-llarán una relación íntima y sagradaque se basa en la confianza.Llegarán a saber que Él entiende susaflicciones23 y que siempre les res-ponderá, mediante la compasión,con amor.

Recíbanlo. Siéntanlo. No bastacon simplemente saber que Dios losama. El don se debe sentir de formacontinua cada día24. Entonces, les

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servirá de motivación divina a lolargo de su vida. Arrepiéntanse.Aparten de su vida las cosas delmundo25, entre ellas el enojo.Reciban la continua remisión de suspecados26 y refrenarán todas sus pa-siones y estarán llenos de amor27.

3. Comunicar Su amor. La res-puesta que el Señor nos da siempreestá llena de amor. ¿No debemos,acaso, responder al Señor del mismomodo, con sentimientos reales deamor? Él otorga gracia (o bondad)sobre gracia, atributo sobre atributo.A medida que nuestra obedienciaaumenta, recibimos más gracia (obondad) por la gracia que le devol-vemos a Él28. Ofrézcanle el refina-miento de sus atributos, para quecuando él se manifieste, sean seme-jantes a Él29.

Cuando la persona sumerge enamor sus pensamientos por primeravez y comunica esos sentimientos aDios, al hombre o a sí mismo, elEspíritu ciertamente otorgará unaporción magnificada de ese atributo.Eso es verdad con respecto a todoslos atributos divinos. Los sentimien-tos rectos que una persona generaparecen preceder a un incrementode esos sentimientos por el Espíritu.A menos que se sienta amor, no sepuede comunicar amor verdadero alos demás. El Señor nos ha dichoque debemos amarnos unos a otroscomo Él nos ha amado30, por lo querecuerden: para ser amado, hay queamar realmente31.

LOS FRUTOS DEL DON DE LA CARIDADHermanos y hermanas, como tes-

tigo especial de Cristo, una vez másles doy testimonio del amor asombro-so que Dios tiene por cada uno enforma individual. El magnificar esedon de Dios resultará en un corazónnuevo, un corazón puro, y un amor yuna paz que siempre estarán en au-mento. A medida que pensemos yactuemos más y más como Él, losatributos del hombre natural se irándesvaneciendo y, en su lugar, surgiránel corazón y la mente de Cristo32. Nosvolveremos semejantes a Él y, enton-ces, verdaderamente le recibiremos33.

El profeta del Señor los ama, aligual que todas las Autoridades

Generales aquí presentes. Que elSeñor nos bendiga para que en todomomento “los afectos de [nuestroscorazones] se funden en [Él] parasiempre”34. “Que sean ligeras [nues-tras] cargas mediante el gozo de suHijo”35, es mi ruego en el nombre deJesucristo. Amén. �

NOTAS1. Moroni 7:47.2. Véase 1 Nefi 11:22–23; 8:10–12.3. 1 Nefi 15:36.4. Moroni 8:17.5. “He aquí una virtud, atributo o prin-

cipio que, si los Santos de los Últimos Díasla valoran y la practican, resultará en la sal-vación de miles de millares. Me refiero a lacaridad o el amor de donde proceden elperdón, la mansedumbre, la benevolencia yla paciencia” (Enseñanzas de los Presidentesde la Iglesia: Brigham Young, pág. 230).

6. Véase Moroni 7:48. ¿Existe diferen-cia entre el amor y la caridad? El Señor seha referido a ellos como atributos diferen-tes en varias ocasiones, como por ejemploen D. y C. 4:5. Hay quienes han dicho quela caridad es amor más sacrificio, un amorperfeccionado con el tiempo. Tal vez la ca-ridad es para el amor lo que la fe es para lacreencia. Tanto la fe como la caridad re-quieren acción, obra y sacrificio. La caridadabarca Su amor por nosotros, nuestro amorpor Él y el amor cristiano por los demás.

7. D. y C. 84:19–24.8. D. y C. 121:41–46.9. “El hombre que se siente lleno del

amor de Dios no se conforma con bende-cir solamente a su familia, sino que va portodo el mundo, con el deseo de bendecir atoda la raza humana” (Enseñanzas delProfeta José Smith, pág. 208)

10. Alma 62:41. Cuando realmente sesufre en la vida, el diablo siempre se hacepresente para llenar de ira los corazonesde los hombres, mientras que el Señoremana amor continuamente. Enfrentandoel mismo sufrimiento, “…muchos se habí-an vuelto insensibles… y muchos seablandaron a causa de sus aflicciones…(Alma 62:41)”. ¡Qué hermoso ejemplo decómo responder a las aflicciones!

11. Los siguientes figuran entre los des-tructores del amor y la paz del hombre,aunque no son los únicos: el miedo, el per-feccionismo, la envidia, la falta de sumi-sión, la duda, el enojo, los celos, el controlinjusto, la incredulidad, la impaciencia, el

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juzgar, el fomentar sentimientos heridos, elorgullo, la contención, el murmurar, el bus-car honores, la competencia, el mentir.Todos éstos son propios del hombre natu-ral, pero no del hombre de Cristo.

12. Véase 1 Juan 4:19.13. Véase D. y C. 138:13. Mi amiga

sabía que el sufrimiento la ayudaría a pro-barse a sí misma (véase Abraham 3:24–25;D. y C. 98:13–14); aprender a escoger entreel bien y el mal (véase 2 Nefi 2:18); apren-der que tras la tribulación vienen las bendi-ciones (véase D. y C. 58:2–4); aprender laobediencia, la paciencia y la fe (D. y C.105:6; Mosíah 23:21; Romanos 5:3–5); ob-tener el perdón de los pecados (véaseHelamán 15:3; D. y C. 132:50, 60; 95:1).

14. Véase 2 Pedro 1:1–8.15. D. y C. 88:125.16. Moroni 7:48.17. Véase Moroni 8:25–26; Romanos

5:5; 2 Nefi 26:13.18. Véase Moisés 6:63; Alma 30:44.19. Véase 1 Juan 4:8.20. Véase D. y C. 88:33.21. Véase Alma 5:26.22. Véase Alma 26:16; Moroni 10:3.23. Véase D. y C. 133:52–53.24. Véase Alma 34:38.25. Véase 1 Juan 2:15–17.26. Véase Mosíah 4:12.27. Véase Alma 38:12.28. Véase D. y C. 93:12–13, 20.29. Véase 1 Juan 3:1–3.30. Véase Juan 13:34; D. y C. 112:11.31. “Deben guardarse del orgullo y

de querer superar el uno al otro; más biendeben obrar para el bien de cada cual”(Enseñanzas del Profeta José Smith, pág. 180).

32. Véase 1 Corintios 2:16; 2 Corintios10:5.

33. “El hombre que es verdaderamentegrande es el que se parece a Cristo. Lo queustedes con sinceridad piensen en su cora-zón acerca de Cristo determinará en granparte lo que son y definirá ampliamentecuál ha de ser su comportamiento… Alescogerlo a Él como el ideal a seguir, in-fundimos en nosotros mismos el deseo deser semejantes a Él, de tener comunióncon Él” (David O. McKay en ConferenceReport, abril de 1951, págs. 93, 98). Sipiensan en Él lo suficiente, comenzarán aactuar como Él. Si actúan como Él lo sufi-ciente, ciertamente se volverán como Él.

34. Alma 37:36.35. Alma 33:23.

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Sientan el amor del Señor Bonnie D. ParkinPresidenta General de la Sociedad de Socorro

“Si yo pudiera hacer que ocurriera una cosa por las mujeres deesta Iglesia, sería que cada una de ellas pudiera sentir a diario elamor del Señor en su vida”.

Hermanos y hermanas, existeun dicho que dice: “Si de-seas progresar, acepta la

oportunidad que te haga superar tuser banal”. Y estoy segura de que hede progresar. Permítanme expresarnuestro agradecimiento a la herma-na Smoot, a la hermana Dew y a lahermana Jensen por el gran servicioque nos han brindado a todos losmiembros de la Iglesia. Expreso migratitud a mis consejeras, Kathy yAnne, por estar dispuestas a servir:son ellas mujeres de fe.

En este día me siento sumamenteagradecida por mi madre y mi padre,por las enseñanzas que me inculca-ron, por su amor y por haberme en-señado a trabajar, y yo sí sé trabajar.

Estoy agradecida por mi esposo, Jim,un compañero maravilloso a quienamo; y agradezco el apoyo que meda. Él es un hombre de integridad.Estoy agradecida por mis hijos y porsus respectivas esposas que los hanayudado a convertirse en mejoreshombres. Siento agradecimiento pormis nietos. La otra noche fuimos ala casa de uno de nuestros cuatrohijos para contarle de este llama-miento. Ya habían acostado a sushijos. Les dije a Brett y Angie: “Mehan llamado a ser la PresidentaGeneral de la Sociedad de Socorro”.Y Brett dijo: “¿A ti? ¿Presidenta dela Sociedad de Socorro de toda laIglesia?”. ¿Acaso no son maravillo-sos los hijos? Él expresó lo que yo

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vengo sintiendo desde hace variassemanas.

Ayer, al llegar a casa, me encon-tré con un fax que me habían man-dado desde Bélgica nuestro hijoDavid y su esposa, Jennifer. Daviddecía: “Madre, sé que puedes hacer-lo. Tal vez no recuerdes, pero teníasun pasaje de las Escrituras pegadoen el refrigerador, que decía: ‘Yo ymi casa serviremos a Jehová’ (Josué24:15)”. Agregaba: “Yo me pasabaabriendo el refrigerador, y sabía quetú y papá se tomaban muy en seriolo que dice esa Escritura”. Estoymuy agradecida por nuestros hijos.

Estoy agradecida a las mujeres dela Iglesia que me han servido deguía, que me han brindado afecto,que me han enseñado y que hancreído en mí. Estoy agradecida porlos misioneros de la Misión

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La oportunidad deservirÉlder Gerald N. LundDe los Setenta

“Sé cuán intensamente nos ama Dios y cuán perfectamentepreciso es Su amor por nosotros”.

Inglaterra Londres Sur, por su bon-dad y por la forma en que guardansus convenios. Estoy agradecida porlos santos británicos que me brinda-ron cariño y me ayudaron a ser partede ese gran país.

Ahora bien, hermanos yhermanas, no sé por qué fui llamada,mas sé que fui llamada. Les entregomi amor y mi apoyo, y les pido quetengan paciencia conmigo a medidaque aprenda mi nueva función.

Invito a las mujeres jóvenes adul-tas de la Iglesia, dondequiera queestén, a considerar la Sociedad deSocorro y saber que allí se les necesi-ta, que las amamos y que juntas po-demos tener una gran experiencia.Por favor, vengan y formen parte denosotros.

Como dijo (el autor estadouni-dense) Wallace Stegner al escribirsobre los mormones: “Sus mujereseran increíbles”1. ¡Y lo son hoy endía! Yo sé que el Señor ama a lasmujeres de la Iglesia. Si yo pudierahacer que ocurriera una cosa por lasmujeres de esta Iglesia, sería quecada una de ellas pudiera sentir adiario el amor del Señor en su vida.He sentido el amor del Señor en mivida, y estoy tan agradecida por ello.Estoy agradecida por la paz que heexperimentado.

Testifico de mi SalvadorJesucristo. Sé que Él vive. He senti-do Su amor. He sentido Su perdón.Recuerdo a una misionera que ter-minaba su misión y que en su últimotestimonio dijo: “Vine a la misiónpara hacer saber a nuestro PadreCelestial cuánto lo amo, para expre-sarle agradecimiento y para pagarlelo debido”, y añadió: “Me voy másen deuda con Él de lo que haya esta-do antes de venir”.

Doy mi testimonio del poder delprofeta de Dios, el presidenteGordon B. Hinckley, y me sientoagradecida por él y por su amor y portodos los profetas que han deposita-do confianza en mí. De estas cosastestifico en el nombre de Jesucristo.Amén. �

NOTA1. The Gathering of Zion: The Story of

the Mormon Trail , 1964, pág. 13.

Hace unos tres años, tras tra-bajar treinta y cuatro añospara el Sistema Educativo

de la Iglesia, mi esposa y yo decidi-mos jubilarnos y encaminar nuestravida por un rumbo diferente, así quecomenzamos en esa época a hacerplanes. Cambiamos de residenciapara vivir más cerca de nuestros hijosy nietos. Inicié lo que a mi parecereran maravillosos proyectos. Penséque algunos de ellos eran simplemen-te geniales. Y entonces llegó uno deesos momentos que cambian la vida.

En esa época teníamos el privile-gio de vivir enfrente del élder F.Enzio Busche, que ahora es unSetenta emérito, y su esposa. Un día,el élder Busche enseñó la lección denuestro quórum de sumo sacerdotes,y citó un pasaje de las Escrituras del

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libro de Alma en el cual Alma anhe-la tener la voz de un ángel.Entonces, Alma se arrepiente de in-mediato de esos sentimientos, y en elversículo cuatro hace una declara-ción impresionante. Sugiere que de-bemos tener cuidado con lo quedeseamos, puesto que el Señor nosconcede según los deseos de nuestrocorazón, y luego agrega lo que, paramí, es una declaración impactante:“…ya sea para salvación o destruc-ción”. Dios nos concederá, segúnnuestra voluntad, las cosas que de-seemos (véase Alma 29:1–5).

Me fui a casa ese día, y aunque nome parecía que ninguno de mis dese-os fuese injusto, me di cuenta en esemomento de que esos deseos eranmíos. Ese día comencé a intentar in-formarle al Señor de que lo que yoquería hacer era cumplir Sus deseos.Aun cuando en ese momento penséque realmente lo deseaba así, lleguéa darme cuenta que se trata de algofácil de decir pero difícil de hacer.Tal como explicó el élder Maxwellayer, solamente cuando en verdadentregamos nuestro corazón a Dios,puede Él comenzar a acelerar el pro-ceso de purificación, de santificacióny de perfeccionamiento (véaseHelamán 3:35). Hemos descubiertoen los tres años que han transcurridodesde entonces que el Señor ha en-caminado nuestras vidas por rumbosdiferentes de los que esperábamos, yéste es el más reciente.

Precisamente el otro día, despuésde que el presidente Hinckley me

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Abajo: Interior de los vestíbulos delCentro de Conferencias.

llamó a mí y a mi esposa, me encon-traba leyendo el libro de Deu-teronomio y hallé un versículo en elcapítulo doce que se ha vuelto muysignificativo para mí. Está en formade mandamiento. El Señor dice:“…te alegrarás delante de Jehová tuDios de toda la obra de tus manos”(Deuteronomio 12:18). Nos senti-mos agradecidos por este privilegiode regocijarnos delante del Señor enesta nueva oportunidad.

Desde que emprendimos esos ca-minos, hemos llegado a saber cuánverdaderamente misericordioso esDios, cuán intensamente nos ama ycuán perfectamente preciso es Suamor por nosotros. Cuando yo teníadieciséis años y no era lo suficiente-mente listo para saber nada de nada,

el Espíritu me conmovió de modotal que me di cuenta de lo impor-tante que es la mujer con que unose casa. A partir de entonces co-mencé a orar para que el Señor meencontrara a la mujer que habría deser mi compañera eterna. Esas ora-ciones fueron contestadas, y todo loque ahora disfrutamos en nuestra fa-milia con hijos y nietos es en granparte debido a ella.

He llegado a saber que Jesús esnuestro Cristo, que las misericordiasde Él y del Padre son infinitas y sem-piternas, aun cuando no las merece-mos. Siempre he amado al profetaJosé Smith, y tuve el privilegio depasar unos diez años dedicado a unestudio intenso y extenso de su vida,de sus escritos, de sus enseñanzas y de

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quienes lo conocían y amaban, y hellegado a saber que él fue un profetade profetas, un hombre digno de lle-var a cabo la Restauración de esta úl-tima y gran dispensación. He llegadoa saber con gran poder que las llavesque él restauró han sido transferidassin interrupción hasta este día y queresiden ahora en nuestro profeta vi-viente, sí, Gordon B. Hinckley.

Repito una vez más que nos rego-cijamos con esta oportunidad deservir. De manera profunda nos dahumildad y es un gran honor, y lesdejo ese testimonio en el nombre deJesucristo. Amén. �

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A donde me mandes iréÉlder William R. WalkerDe los Setenta

“Amo [al Señor]. Deseo hacer todo lo que esté a mi alcance paraservirle como Él desea que le sirva”.

La gente que asiste a la conferen-cia se reúne afuera de una de lasentradas del Centro deConferencias.

Mis amados hermanos y her-manas, con gran humildady agradecimiento vengo

ante ustedes en este lugar santo. Deniño me crié en Raymond, Alberta,Canadá, y me gustaba cantar “Adonde me mandes iré, Señor” (véaseHimnos, No. 175). Cada vez quecantábamos esas palabras en la reu-nión sacramental o en la EscuelaDominical, ellas infundían en mi co-razón y en mi alma un cometido, demodo tal que siempre deseaba ir adonde el Señor me mandase ir, decirlo que Él me mandase decir y ser “loque Tú quieras” que sea, Señor.Hoy, me parece adecuado reafirmaruna vez más ese cometido.

Estoy agradecido por el voto desostenimiento recibido ayer y, juntocon ustedes, sostengo al presidente

Gordon B. Hinckley y a sus conseje-ros, el presidente Monson y el presi-dente Faust, y al presidente Packer ya los Doce como profetas, videntes yreveladores. Doy testimonio de que

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ciertamente son profetas, videntes yreveladores.

Amo al Señor. Amo a estaIglesia. Amo a los santos fieles y ma-ravillosos de todo el mundo quehacen todo lo que les es posible porcumplir sus responsabilidades y vivirde acuerdo con su religión. Doy tes-timonio de que Dios vive y de queJesucristo, Su Hijo, es nuestroSalvador y Redentor. Lo amo. Deseohacer todo lo que esté a mi alcancepara servirle como Él desea que lesirva, y digo estas palabras, dejándo-les mi testimonio de la veracidad deestas cosas, en el nombre deJesucristo. Amén. �

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Las cosas apaciblesdel reinoÉlder M. Russell BallardDel Quórum de los Doce Apóstoles

“La paz —la paz verdadera que se siente hasta lo más profundodel alma— sólo se recibe con y por medio de la fe en el SeñorJesucristo”.

Mis hermanos y hermanas,quisiera, en nombre detodos nosotros, expresar

nuestro agradecimiento a laPresidencia de la Sociedad deSocorro y a su mesa directiva, quehan prestado tan buen servicio yque recientemente han sido releva-das. Una vez más, nos acercamos ala conclusión de una conferenciageneral edificante e inspiradora.Durante estos días de enseñanza ytestimonio, me siento siempre vigo-rizado e iluminado; y sé que la ma-yoría de ustedes siente lo mismo. Talvez lo que sentimos durante la con-ferencia se asemeja a lo que sintie-ron los primeros discípulos delSalvador al seguirlo de un lugar aotro para escucharlo enseñar las

buenas nuevas del Evangelio.Por muchas razones, ésos fueron

días desalentadores para los hijos deIsrael. Subyugados bajo el dominiodel Imperio Romano, añoraban la li-bertad y la paz. Esperaban al Mesías,seguros de que Él vendría para li-brarlos de la opresión física y políti-ca. Y algunos respondieron alEvangelio de felicidad y paz que elSalvador trajo, aunque en un princi-pio no apreciaron plenamente todassus implicaciones espirituales.

Un cierto día, a principios del mi-nisterio terrenal del Señor, una granmultitud lo siguió hasta el Mar deGalilea, y se reunieron alrededor deÉl en la orilla. “…tanto que entrandoen una barca, se sentó en ella en elmar; y toda la gente estaba en tierrajunto al mar. Y les enseñaba por pará-bolas muchas cosas” (Marcos 4:1–2).

Fueron grandes y maravillosas lascosas que se enseñaron ese día,entre ellas la parábola del sembrador(véase Marcos 4:3–20). Al finalizarun día entero de enseñanza e ins-trucción, el Señor sugirió a sus discí-pulos que atravesaran el Mar deGalilea para llegar al otro lado.

Mientras navegaban por lanoche, “se levantó una gran tempes-tad de viento, y echaba las olas en labarca, de tal manera que ya se ane-gaba.

“Y él estaba en la popa, durmien-do sobre un cabezal; y le desperta-ron, y le dijeron: Maestro, ¿notienes cuidado que perecemos?

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“Y levantándose, reprendió alviento, y dijo al mar: Calla, enmu-dece. Y cesó el viento, y se hizogrande bonanza” (Marcos 4:37–39).

¿Pueden imaginarse lo que debenhaber pensado los apóstoles al verlos elementos mismos —el viento, lalluvia y el mar— obedecer el man-dato tranquilo de su Maestro?Aunque recién se les había llamadoal santo apostolado, conocían yamaban a su Maestro; y en Él creí-an. Habían abandonado sus ocupa-ciones y sus familias para seguirlo.En un período relativamente corto,le habían escuchado enseñar cosasincreíbles y lo habían visto obrargrandes milagros. Pero lo que ahorapresenciaban iba más allá de su en-tendimiento, lo cual seguramente sereflejó en sus rostros.

“Y les dijo: ¿Por qué estáis asíamedrentados? ¿Cómo no tenéis fe?

“Entonces temieron con grantemor, y se decían el uno al otro:¿Quién es éste, que aun el viento yel mar le obedecen?” (Marcos4:40–41).

En épocas turbulentas y a vecesalarmantes, la promesa que elSalvador nos hace de paz infinita yeterna resuena en nosotros con es-pecial fuerza, del mismo modo quesu habilidad de calmar las olas enfurecidas debe haber afectadoprofundamente a quienes le acom-pañaron en el Mar de Gali leaaquella noche tormentosa, hace yatanto tiempo.

Al igual que las personas que vi-vieron durante Su ministerio terre-nal, hay entre nosotros quienesbuscan la paz y la prosperidad físicascomo señales del extraordinariopoder del Salvador. A veces no nosdamos cuenta que la paz eterna queJesús promete es una paz interior,nacida de la fe, anclada en el testi-monio, nutrida por el amor y expre-sada mediante la obediencia y elarrepentimiento continuos. Es unapaz espiritual que resuena en el cora-zón y en el alma. Si uno verdadera-mente conoce y experimenta esa pazinterior, no temerá a la discordia delmundo. Uno sabrá muy dentro de símismo, que está todo bien en cuantoa las cosas que realmente importan.

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Pero, tal como les dijo el presi-dente Hinckley a los hermanos ano-che, en el pecado no hay paz. Puedehaber comodidad, popularidad,fama e incluso prosperidad, pero nohay paz. “…la maldad nunca fue fe-licidad” (Alma 41:10). No se puedesentir paz si se vive de una maneraque no concuerde con la verdad res-taurada. No hay paz en ser de espíri-tu cruel o contencioso. No hay pazen la vulgaridad, la promiscuidad oel libertinaje. No hay paz en la adic-ción a las drogas, al alcohol ni a lapornografía. No hay paz en maltra-tar a los demás en cualquier forma,ya sea emocional, física o sexual; losque practican el abuso permanece-rán en agitación mental y espiritualhasta que vengan a Cristo con todahumildad y busquen el perdón me-diante el arrepentimiento completo.

Yo creo que en algún momentodeterminado, todos añoran “la pazde Dios, que sobrepasa todo enten-dimiento” (Filipenses 4:7). Esa pazpara nuestros corazones apesadum-brados sólo nos llega a medida queseguimos la Luz de Cristo, la cual “atodo hombre se da… para que sepadiscernir el bien del mal”(Moroni7:16), y nos lleva a arrepentirnos delos pecados y a buscar el perdón.Todos tenemos hambre de saber “lascosas apacibles del reino” (D. y C.36:2) y de probar “el fruto de justi-cia” que “se siembra en paz paraaquellos que hacen la paz”(Santiago 3:18). En todo hogar, ve-cindario y comunidad debemos es-merarnos por obtener la paz, y pornunca tomar parte en la creación decontención o divisiones.

A lo largo de la historia conteni-da en las Escrituras, el Señor ha pro-metido paz a Sus seguidores. Elsalmista escribió: “Jehová darápoder a su pueblo; Jehová bendeciráa su pueblo con paz” (Salmos29:11). Isaías llamó “Príncipe depaz” al Salvador (Isaías 9:6). Nefivio el día en que a sus descendientes“el Hijo de Justicia se les aparecerá;y él los sanará, y tendrán paz con él”(2 Nefi 26:9).

Apenas unas pocas horas antes decomenzar el glorioso aunque terribleproceso de la Expiación, el Señor

Jesucristo hizo la siguiente promesasignificativa a Sus apóstoles: “La pazos dejo, mi paz os doy” (Juan 14:27).

¿Les estaba prometiendo a Susamados compañeros el tipo de pazque el mundo reconoce: seguridad yfalta de contención o de tribula-ción? Ciertamente las páginas de lahistoria indican lo contrario.Aquellos apóstoles originales experi-mentaron muchas pruebas y perse-cuciones durante el resto de susvidas, razón probable por la cual elSeñor agregó la siguiente aclaracióna Su promesa: “…yo no os la doycomo el mundo la da. No se turbevuestro corazón, ni tenga miedo”(Juan 14:27).

“Estas cosas os he hablado paraque en mí tengáis paz”, agregó. “Enel mundo tendréis aflicción; peroconfiad, yo he vencido al mundo”(Juan 16:33; cursiva agregada).

La paz —la paz verdadera que se siente hasta lo más profundo del alma— sólo se recibe con y por medio de la fe en el SeñorJesucristo. Cuando se descubre esavaliosa verdad, y se entienden y se

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aplican los principios del Evangelio,puede derramarse una gran pazsobre los corazones y las almas delos hijos de nuestro Padre Celestial.Por medio de José Smith, elSalvador dijo: “…el que hiciereobras justas recibirá su galardón, sí,la paz en este mundo y la vida eter-na en el mundo venidero” (D. y C.59:23).

A veces es impresionante ver ladiferencia que esta paz trae a lasvidas de quienes la aceptan. Hacemuchos años, mientras presidía laMisión de Toronto, Canadá, nues-tros misioneros comenzaron a ense-ñar a una familia que estaba en laoscuridad espiritual. Tenían escasosrecursos y poca educación; y su apa-riencia personal reflejaba desinteréspor la higiene y el aseo personal.Pero eran personas buenas y hono-rables —que se hallaban entre los de corazón sincero por quienessiempre oramos a fin de que los mi-sioneros los encuentren— y respon-dieron espiritualmente, al sentir porprimera vez en sus vidas el mensajede paz que el Evangelio ofrece.

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Señor, hazme un instrumento detu paz.

Donde haya odio, siembre yo amor. Donde haya injuria, perdón; Donde haya duda, fe; Donde haya desaliento, esperanza; Donde haya sombra, luz;Donde haya tristeza, gozo;¡Oh Divino Maestro! Concédeme

que no busque ser consolado sinoconsolar;

Que no busque ser comprendido,sino comprender;

Que no busque ser amado, sinoamar;

Porque al dar recibimos,

El presidente Hinckley saluda con su bastón a la congregación reunida en el Centro de Conferencias, a medida que el presidente Monson, Primer Consejero de la Primera Presidencia, observa.

Cuando nos enteramos que seiban a bautizar, la hermana Ballard yyo asistimos al servicio bautismal.Cuando llegó la familia, yo justo es-taba de pie junto al obispo del ba-rrio. Francamente, fue interesanteverlos. Se los veía desarreglados, su-cios y algo dejados. Debido a unviaje que tuvo que hacer, el obispotodavía no conocía a los más recien-tes miembros de su barrio, así que laprimera impresión que se llevó deellos fue, por decirlo así, no muybuena; y cuando ellos se alejaron,me di cuenta de que se sentía bas-tante decepcionado.

Le crucé el brazo por los hombrosa este buen obispo para darle miapoyo, tanto físico como espiritual.Sentí la inspiración de decirle:“Obispo, ¿no es esto maravilloso?¡Vamos a convertirlos en buenosSantos de los Últimos Días!”

Me miró y sonrió. No logré desci-frar si me sonreía por estar de acuer-do conmigo o por pensar que yo eraotro misionero demasiado entusiasta.

El servicio bautismal se llevó acabo y la familia se bautizó. Al díasiguiente, decidimos asistir a esebarrio para asegurarnos de que lafamilia tuviera un buen recibi-miento cuando asistieran a las reu-niones como miembros nuevos dela Iglesia.

Yo estaba sentado en el estradojunto al obispo cuando la familiaentró al salón sacramental para lareunión. El padre llevaba una camisablanca y limpia. Le quedaba pequeñapor lo que no podía abrocharse elbotón del cuello, y llevaba una cor-bata que recordé haber visto a unode mis élderes usar. Pero su rostroirradiaba felicidad y paz. La madre ylas hijas parecían haberse transfor-mado en comparación con el día an-terior. Sus vestidos eran sencillospero limpios y bonitos. En ellas tam-bién se reflejaba ese brillo especialdel Evangelio. Los varoncitos lleva-ban camisas blancas de tallas muygrandes para ellos, aun con las man-gas arremangadas, y las corbatas lesllegaban casi hasta las rodillas.Resultaba obvio que los misionerosles habían puesto sus propias camisasblancas y corbatas para que los niños

pudieran ir a la reunión sacramentalvestidos de manera apropiada.

Se sentaron junto a los misione-ros, y la luz del Evangelio emanabaliteralmente de ellos. Alma lo des-cribe como “[recibir la imagen deDios] en vuestros rostros (Alma5:14). Me incliné nuevamente haciael obispo y le dije: “¿Obispo, vio?¡Los convertiremos en santos!”.

Claro que la transformación físicaocurrida de un día para otro eraapenas superficial cuando se la com-para con el cambio espiritual muchí-simo más significativo que ocurrióen esa familia a medida que elEvangelio entraba en sus corazonesy en sus vidas. Mediante las ense-ñanzas de los misioneros y el herma-namiento posterior por parte delbuen obispo y los miembros del ba-rrio, la familia entera salió de la os-curidad espiritual para entrar en laluz y la verdad del Evangelio. Esa luzsirvió para reconfortar, alentar y revitalizar a la familia por medio de la paz que proviene de saber queel Señor Jesucristo vive. La luz de la verdad del Evangelio, restauradaen la tierra por conducto del profetaJosé Smith, comenzó a mostrar a esa familia el camino que lleva altemplo, en donde un año despuésrecibieron las bendiciones eternas.

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Cito las profecías de Isaías unavez más: “Y todos tus hijos serán en-señados por Jehová; y se multiplica-rá la paz de tus hijos” (Isaías 54:13).

Una vez que hemos probado eldulce fruto de la paz de Dios, tene-mos la inclinación natural de com-partirlo con otros. San Francisco deAsís fue conocido como el “amantede toda la Creación”, que vivió lamayor parte de su vida ministrandoa los pobres y necesitados que lo ro-deaban, incluso a los animales. Lapaz que halló al prestar servicio lovigorizó, y le dio el anhelo de com-partir esa paz con los demás. Él es-cribió lo siguiente:

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Miramos a CristoPresidente Gordon B. Hinckley

“Al igual que la estrella polar de los cielos… allí está el Redentordel mundo, el Hijo de Dios, firme y seguro como el ancla denuestra vida inmortal”.

Al perdonar somos perdonados, Y al morir nacemos a la vida eterna.(Oración de San Francisco de

Asís, St. Anthony Messenger Press,2002).

En más de una oportunidad, elSeñor instó a Sus seguidores a ser“pacificadores”, prometiéndoles que“ellos serán llamados hijos de Dios”(Mateo 5:9). Ese concepto está en-tretejido en las Escrituras, creandoasí, mediante parábola y proclama-ción, un diseño de paz:

■ “Ponte de acuerdo con tu ad-versario” (Mateo 5:25).

■ “Amad a vuestros enemigos”(Mateo 5:44).

■ “No juzguéis” (Mateo 7:1).■ “Amarás a tu prójimo como a ti

mismo” (Mateo 22:39).■ “No condenéis” (Lucas 6:37).■ “Perdonad” (Lucas 6:37).■ “Am[ao]s unos a otros” (Juan

13:34).Éstas son tan sólo unas pocas

instrucciones tomadas de lasEscrituras, las cuales claramente in-dican que no se debe acaparar la pazde Dios. Por el contrario, se la debecompartir abundantemente connuestras familias, amigos y comuni-dades. Se la debe compartir con laIglesia y con los que no son miem-bros de ella. Puede que haya perso-nas a nuestro alrededor que decidanno probar de la dulzura y la paz quebrinda la plenitud del Evangelio res-taurado, pero pueden ser bendecidasal verla en nuestras vidas y sentir lapaz del Evangelio en nuestra presen-cia. El mensaje de paz aumentará y se esparcirá mediante nuestroejemplo.

“Vivid en paz”, dijo el apóstolPablo, “y el Dios de paz y de amor es-tará con vosotros” (2 Corintios13:11).

Estoy agradecido por poder testi-ficarles que Jesucristo es el Hijo deDios, y que al seguirlo a Él, con fe yconfianza, todos pueden encontrarla dulce paz interior que elEvangelio ofrece, tal como se nosha enseñado de manera tan hermo-sa en esta conferencia. Lo testificohumildemente en el nombre deJesucristo. Amén. �

Mis queridos hermanos yhermanas, yo también qui-siera expresar mi profundo

agradecimiento por el gran servicioque han prestado la hermanaSmoot, la hermana Jensen, la her-mana Dew y su mesa directiva, quie-nes han servido de manera tan fiel yeficiente en esta grandiosa y enormeorganización de mujeres. Es una ma-ravillosa sociedad, cuyo número as-ciende a 4.900.000 miembros. Creoque no hay nada semejante en todoel mundo, y afecta de manera suma-mente benéfica la vida de las muje-res de toda la tierra. Gracias,queridas hermanas, por lo que hanhecho. Bienvenida, hermana Parkin,sus consejeras y la mesa directivaque seleccionen.

Damos ahora por terminada estaconferencia. Hemos disfrutado deun maravilloso festín a la mesa delSeñor. Hemos sido instruidos en Sus

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caminos, a Su manera.Cada uno de nosotros deberá ser

un poco mejor debido a esta rica ex-periencia. De lo contrario, el haber-nos reunido habrá sido mayormenteen vano.

Cuando dé fin a mis palabras, elcoro entonará:

“Conmigo quédate, Señor;el día cesado ya. El manto de la noche caey todo cubrirá.Sé huésped de mi corazón; posada te dará. Oh permanece, Salvador;la noche viene ya” (“Conmigo quédate, Señor”,

Himnos No. 98).

Eso resume bien los sentimientosde nuestros corazones al volver anuestros hogares.

Que el Espíritu del Señor nosacompañe y permanezca con noso-tros. No sabemos lo que yace másadelante; no sabemos lo que nos de-pararán los días futuros. Vivimos enun mundo de incertidumbre. Para al-gunos habrá grandes logros; paraotros, decepción. Para algunos,mucho regocijo y alegría, buena saludy un buen vivir; para otros, tal vez en-fermedad y una porción de pesar. Nolo sabemos; pero una cosa sí es segu-ra: Al igual que la estrella polar de loscielos, pese a lo que depare el futuro,allí está el Redentor del mundo, elHijo de Dios, firme y seguro como elancla de nuestra vida inmortal. Él esla roca de nuestra salvación, nuestrafortaleza, nuestro consuelo, el núcleomismo de nuestra fe.

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A la luz del sol, así como en lassombras, acudimos a Él, y Él está allípara darnos seguridad y sonreírnos.

Él es el punto central de nuestraadoración; Él es el Hijo del Dios vi-viente, el Primogénito del Padre, elUnigénito en la carne, que salió delas cortes reales de los cielos paranacer como mortal en las más hu-mildes condiciones. En cuanto a lasoledad de Su vida, Él dijo: “Las zo-rras tienen guaridas, y las aves delcielo nidos; mas el Hijo del Hombreno tiene dónde recostar su cabeza”(Mateo 8:20). Él “anduvo haciendobienes” (Hechos 10:38).

Él era un hombre de milagros;tendió una mano de ayuda a los afli-gidos; sanó a los enfermos y levantóa los muertos. Sin embargo, portodo el amor que Él trajo al mundo,fue despreciado y desechado por loshombres; varón de dolores, experi-mentado en quebranto: …fue me-nospreciado y no lo estimamos(véase Isaías 53:3).

Al contemplar Su vida iniguala-ble, decimos, al igual que el profetaIsaías: “…llevó él nuestras enferme-dades, y sufrió nuestros dolores…

“Más él herido fue por nuestrasrebeliones, molido por nuestros pe-cados; el castigo de nuestra paz fuesobre él, y por su llaga fuimos noso-tros curados” (Isaías 53:4–5).

Cuando se libró la gran guerra en

los cielos, Lucifer, el Hijo de laMañana, se presentó con un planque fue rechazado. El Padre detodos nosotros, con amor por Sushijos, ofreció un mejor plan bajo elcual tendríamos la libertad de elegirel curso de nuestra vida. El hombretendría su albedrío, y a ese albedríole acompañaría la responsabilidad.El hombre andaría por los caminosdel mundo y pecaría y tropezaría;pero el Hijo de Dios tomaría sobreSí la carne y se ofrecería como sacri-ficio para expiar los pecados detodos los hombres. A través de unsufrimiento indescriptible, Él llega-ría a ser el gran Redentor, elSalvador de toda la humanidad.

Con cierta comprensión de esedon incomparable, ese maravillosodon de redención, nos inclinamosen amor reverente ante Él.

Como Iglesia, tenemos a quienesnos critican, muchos de ellos; afir-man que no creemos en el Cristotradicional del cristianismo. Hayalgo de verdad en lo que dicen.Nuestra fe, nuestro conocimiento,no está basado en las tradiciones an-tiguas, los credos que provienen deun conocimiento limitado y de lasinnumerables deliberaciones de loshombres que tratan de llegar a unadefinición del Cristo resucitado.Nuestra fe, nuestro conocimiento,provienen del testimonio de un

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profeta de esta dispensación que vioante él al gran Dios del universo y aSu Amado Hijo, el Señor Jesucristoresucitado. Ellos hablaron con él; élhabló con Ellos. Él testificó abierta-mente, sin lugar a dudas, y de modoseguro de esa gran visión. Era unavisión del Todopoderoso y delRedentor del mundo, más gloriosade lo que podamos comprender,pero cierta e inequívoca en el cono-cimiento que trajo. Es debido a eseconocimiento, arraigado en el pro-fundo suelo de la revelación moder-na que, en las palabras de Nefi,“hablamos de Cristo, nos regocija-mos en Cristo, predicamos deCristo, profetizamos de Cristo y es-cribimos según nuestras profecías,para que nuestros hijos sepan a quéfuente han de acudir para la remi-sión de sus pecados” (2 Nefi 25:26).

Así, mis hermanos y hermanas, aldespedirnos hasta otra ocasión, re-petimos nuestro firme y perdurabletestimonio. Lo hacemos como per-sonas individuales que tienen un co-nocimiento seguro y cierto. Como lohe dicho anteriormente en muchasocasiones, y como lo digo ahora, séque Dios nuestro Padre Eterno vive;Él es el gran Dios del universo; Él esel Padre de nuestros espíritus conQuien podemos hablar en oración.

Sé que Jesucristo es Su HijoUnigénito, el Redentor del mundo,que dio Su vida a fin de que pudié-semos tener vida eterna y Quien go-bierna y reina con Su Padre. Sé queson seres individuales, separados ydistintos el uno del otro, y al mismotiempo semejantes en forma, sustan-cia y propósito. Sé que la obra delTodopoderoso es llevar a cabo la in-mortalidad y la vida eterna del hom-bre (véase Moisés 1:39). Sé que JoséSmith fue un profeta, el gran profetade esta dispensación, mediantequien han venido estas verdades. Séque esta Iglesia es la obra de Dios,presidida y dirigida por Jesucristo,cuyo nombre lleva.

Testifico de estas cosas, con so-lemnidad, al dejar con ustedes, misamados compañeros, mi amor ybendiciones, en el sagrado nombrede Jesucristo. Amén. Para siempreDios esté con ustedes. �

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Permanecer enlugares santosSharon G. LarsenSegunda Consejera de la Presidencia General de las Mujeres Jóvenes

“El permanecer en lugares santos significa estar en buenacompañía, ya sea que estemos solas o acompañadas”.

Sesión General de las Mujeres Jóvenes30 de marzo de 2002

Era el jueves por la noche,tiempo en que por lo regularmamá y papá trabajaban en el

Templo de Cardston. Yo era una jo-vencita adolescente, como ustedes.Mi abuelita, quien vivía con noso-tros, no se encontraba en casa, demodo que yo me quedaría sola.Cuando se fueron, papá me abrazó yme dijo: “Adiós, Sharon, quedas enbuena compañía”.

Me dije a mí misma: “¿En quéestá pensando? ¿Qué no sabe queme quedaré sola?”. Luego me dicuenta de que eso era exactamentelo que él estaba pensando.

El permanecer en lugares santossignifica estar en buena compañía,

ya sea que estemos solas o acompa-ñadas; significa estar donde elEspíritu Santo sea nuestro compa-ñero, ya sea que estemos solas o enuna multitud. Cuando tomemos ladeterminación de que controlare-mos nuestros pensamientos y nues-tras acciones, y que seremos lomejor que sea posible, podremos re-cibir lo mejor de la vida.

Un lugar santo es donde nos sen-timos protegidos, seguros, amados yconsolados; así lo era en nuestrohogar celestial. El permanecer en lu-gares santos y estar en buena com-pañía trae sentimientos de cómohabrá sido en ese hogar del que sali-mos, el hogar que a veces pareceestar tan lejano.

Dos años y medio después de quese organizó la Iglesia, el Señor amo-nestó a José Smith en cuanto a lasguerras, hambres y plagas que vendrí-an a causa de la iniquidad. Luego elSeñor nos dijo cómo podemos estarseguros en un mundo como ése:“…permaneced en lugares santos yno seáis movidos, hasta que venga eldía del Señor” (D. y C. 87:8).

En los lugares santos se nos pro-tege de la conmoción, casi aplastan-te, del mundo; los ángeles puedenser nuestros compañeros y nuestrosostén (véase D. y C. 84:88). El granprofeta Moroni se vio rodeado demaldad, y los lamanitas acechabanpara matar a cualquier cosa que se

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pusiera en su camino. Él, estandosolo, permaneció escondido durantecasi veinte años. ¡Imaginen esa clasede soledad! Sin embargo, su hermo-so testimonio y consejo, en los últi-mos capítulos del Libro de Mormón,nos indican que él estaba en compa-ñía de ángeles y del Espíritu Santo;no estaba solo. El Espíritu Santopuede quitarnos el atormentador ydoloroso sentimiento de soledad,aislamiento o rechazo y llenarnos depaz. A Él se le llama el Consolador,¡y eso es lo que es!

Es posible que los tiempos de mássoledad sean aquellos en los que es-temos rodeados de personas, inclusode amigos que estén tomando deci-siones incorrectas, y tengamos quepermanecer solos. Hay lugares enlos que no se encontrarían seguras,ni aunque fuese para ayudar a al-guien. El Señor dijo que permane-ciéramos en lugares santos. Haylugares que el Espíritu jamás fre-cuentaría; ustedes saben dóndeestán esos lugares; manténganse ale-jadas de ellos; no aviven una curio-sidad a la que deban poner un alto;presten atención a lo que sientan,de modo que sepan cuándo se esténsintiendo inseguras o incómodas.

Heather nos contó de una oca-sión en la que había sido invitada auna fiesta con las personas más “po-pulares” de la escuela. Al entrar, lamúsica que se oía a todo volumen laestremeció y la hizo sentir enfermapor dentro. Sus amigas empezaron adesaparecer en habitaciones a oscu-ras. Ella dijo: “En la fiesta prontome di cuenta de que tenía que esco-ger: o bien, esas personas o mis nor-mas; no podía tener a ambas. Sabíaque no deseaba que las palabras queescuchaba ni las escenas de pelícu-las contaminaran mis pensamientos,pese a lo popular que eran esas per-sonas. Sabía que no debía quedarmeen ese lugar. Mientras esperaba quemi madre me fuera a recoger, mirépor la ventana hacia la oscuridad dela noche, y ahí, brillando en la coli-na como un faro, estaba el templo;fue como si el Señor me estuvieseasegurando que estaba haciendo locorrecto” (usado con permiso, nom-bre ficticio).

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El permanecer en lugares santosnos ayuda a llegar a ser santos, peroes una virtud adquirida que requierepráctica: práctica en escuchar alEspíritu y en ser obedientes; prácti-ca en ser moralmente puras; prácti-ca en ser reverentes en cuanto a lascosas sagradas. El Señor nos hadicho que vengamos a Él y que Él nospuede hacer santos (véase D. y C.60:7). Dejen que Él les rodee deamor, perdón y paz. A pesar de loque esté sucediendo a su alrededor,ustedes pueden poner en práctica lacostumbre de crear un ambientepropio, lleno del Espíritu del Señor.

En vez de preguntarle a otra per-sona lo corta, apretada, desnuda oatrevida que puede ser la ropa queusen, ustedes son las responsables ydeben preguntarse: “¿Qué ropa debousar, cómo debo lucir y actuar a finde que el Espíritu Santo esté conmi-go y mi Padre Celestial me puedabendecir?”.

Es difícil adiestrar los deseos a finde querer lo bueno y hermoso cuan-do constantemente hacemos frentea lo opuesto, que parece ser muchomás tentador, divertido y popular.

Al ser bautizadas, hicieron con-venios de guardar los mandamien-tos; esos convenios y la bendiciónde siempre tener con ustedes elEspíritu del Señor se renuevan cadavez que participan dignamente de laSanta Cena; eso las fortalecerá

Los pendones dan la bienvenida a laConferencias para la reunión genera

frente a la tentación. Nuestra hija llevó a la reunión

sacramental algunas golosinas y co-sitas para comer con el fin de apaci-guar a sus tres pequeños. Cuando ennuestra fila se repartía el sagradoemblema del pan, Jake, de tres añosde edad, me susurró al oído: “Dilesque no necesitamos pan, que traji-mos nuestra propia comida”. Paraun niño de tres años, todo lo quevio fueron pedazos de pan y pensóque él tenía algo mejor. El determi-nar lo que es santo, y el educarnuestros deseos para ello, es vitalpara nuestra felicidad. Un espléndi-do atardecer, un cielo cubierto deestrellas, una rosa que destila elrocío de la mañana o un gatito,todas son cosas que una vez más nosrecuerdan que las cosas de Dios sonsantas.

Los lugares santos pueden seraquellos dondequiera que se en-cuentren ustedes: solas, en una mul-titud, con extraños, con amigas. Elcamino a Jericó era peligroso y mo-numental; los ladrones se escondíanentre arbustos y árboles para tenderuna emboscada a cualquier viajero.Se requirió un samaritano bondado-so y valiente para transformar esecamino de un lugar peligroso a un lugar santo. Hay cosas que uste-des pueden hacer para llevar santi-dad a lugares comunes y corrientes:cuando pasan una tarde con niños

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s jovencitas que llegan al Centro del de las Mujeres Jóvenes.

pequeños a fin de que una madrecansada descanse, cuando lavan losplatos aunque sea el turno de suhermano, cuando limpian la casa deuna persona mayor; todas esas cosasproporcionan un sentimiento de ab-negación, sacrificio y santidad.

Habrá ocasiones en que elEspíritu les indicará que pueden me-jorar el lugar en el que se encuen-tran. La población de Omsk,Siberia, me pareció un tanto fría yestéril, hasta que escuché a ungrupo de jóvenes y jovencitas cantar“¡Grande eres Tú!” (Himnos, Nº 41)en su lengua nativa. De pronto,todo el mundo, o por lo menos elnuestro, se convirtió en un lugar cá-lido, amoroso, dichoso y santo.

Tienen a su disposición una granabundancia de inteligencia, guía yseguridad a través de la oración re-gular y reflexiva y del estudio de lasEscrituras. Eso les da voluntad parapermanecer firmes e inquebranta-bles en lugares santos, al encontrar-se en la escuela, al ir de compras oal navegar en Internet. El presidenteJames E. Faust dijo: “Creo que lalectura de las Escrituras es la mejormanera de purificar los pensamien-tos impuros o desenfrenados” (“Elpoder del autodominio”, Liahona,julio de 2000, pág. 52).

La santidad es tranquila y suave,y fácilmente se puede pasar por altosi no prestamos atención. El Señorresucitado caminó a Emaús con doshombres que estaban tan centradosen los acontecimientos de laCrucifixión y Resurrección que nose dieron cuenta de que su compa-ñero de viaje era el Señor mismo.

Hace unos años me encontrabacantando el “Mesías” de Handel conun grupo de personas de diversasconfesiones religiones. A pesar deque teníamos creencias diferentes,todos cantábamos acerca del mismoMesías, nuestro propio Salvadorpersonal. Había cantado ese orato-rio en muchas ocasiones, pero du-rante una práctica particular, elEspíritu me indicó que no sólo can-taba notas, sino que cantaba mi tes-timonio: “Ciertamente llevó élnuestras enfermedades, y sufriónuestros dolores” (Isaías 53:4). Con

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Fortalecer el hogar y la familiaCarol B. ThomasPrimera Consejera de la Presidencia General de las Mujeres Jóvenes

“Tres principios que les ayudarán a fortalecer su hogar y la familiason: nutrir con amor, sacrificio y oración”.

toda mi alma sabía lo que Él habíahecho por mí. Por un momento, lasotras 300 voces se convirtieron enun murmullo y sentí como si estuvie-se sola con el Señor. Sentí Su amor yla certeza de que Él había llevado lasenfermedades y los dolores de mijoven corazón, y que, mediante miobediencia, Él continuaría caminan-do conmigo durante el resto de mivida.

El sentir esa bendición, consuelo yamor total del Señor vale cualquierprecio. Una vez que comprendan loque son los lugares santos, entoncessabrán dónde deben estar. Es posibleque requiera que sacrifiquemos nues-tros gustos y popularidad mundanos;quizás requiera humildad y perdón opleno arrepentimiento. Lo que sí re-quiere son manos limpias y un cora-zón puro (véase Salmos 24:3–4).Hagan lo que tengan que hacer a finde permanecer en lugares santos y noser movidas, a fin de defender la ver-dad y la rectitud, no obstante las ten-taciones frívolas y las maldades y losdesignios de personas conspiradoras(véase D. y C. 89:4) y de los mediosde comunicación. En las palabras delpresidente Hinckley: “Seamos unpoco mejores y dejemos que la noble-za del buen proceder irradie de noso-tros” (“Una época de nuevoscomienzos”, Liahona, julio de 2000,pág. 106). Mis queridas jovencitas,inviten al Señor a andar con ustedes;permítanle ser su compañero de todala vida, de cada día de su vida, a finde que puedan volver a ese hogar queañoran, el lugar más santo de todos.

Concluyo con un himno que ex-presa mi oración en beneficio de us-tedes y mío:

Más santidad dame, más consagración;…más puro y limpio,más pronto en amar,más digno del reino,más libre de error,más justificado,más como el Señor. (“Más santidad dame”, Himnos,

Nº 71).

En el nombre de Jesucristo.Amén. �

Al presenciar la conclusión delas Olimpíadas de Invierno2002, recordamos a los ga-

nadores de medallas de oro. Ungrupo numeroso de atletas, con añosde preparación, se congregó paracompetir, con la esperanza de ganar.Ustedes, las jovencitas de la Iglesia,también se están preparando y estáncompitiendo para obtener un meda-llón, a medida que el Espíritu arderesplandeciente en su interior.

El programa de las MujeresJóvenes proporciona un maravillosocampo de capacitación que le seráútil a cada una de ustedes para al-canzar sus metas, y el lema de lasMujeres Jóvenes es un recordatorioconstante de que no estamos solasen la competición; formamos partedel equipo del Señor y Él siempre

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estará allí para ayudarnos a lograr eléxito.

Como hijas de Dios, algunas deustedes quizás tengan grandes habi-lidades atléticas, pero todas han sidobendecidas con muchos talentos ydones. Uno de los dones más impor-tantes es la habilidad que poseenpara “fortalecer [su] hogar y la fami-lia”, una nueva frase que se ha aña-dido al lema de las Mujeres Jóvenes.¿La reconocen? Una de las asigna-ciones que se nos han dado como jo-vencitas y mujeres en el reino esamar y fortalecer a nuestra familia.

Esta noche, ruego que el Espírituarda en su interior, que tengan undeseo más grande de fortalecer a sufamilia ahora y de prepararse para sufutura familia. Las Escrituras nos en-señan de muchas maneras la formade fortalecer a nuestra familia. Nohay maestro más excelente que elSalvador. Al estudiar Sus enseñan-zas y seguir Su ejemplo, ustedes pue-den mejorar su vida familiar.Hablemos acerca de tres principiosque les ayudarán a fortalecer suhogar y la familia:

■ Nutrir con amor■ Sacrificio■ Oración

NUTRIR CON AMOR¿Quién no disfruta jugar con un

niño o tener a un recién nacido enlos brazos? Las mujeres nacimos conla habilidad natural de amar y de nu-trir a los demás. Nutrir con amor sig-nifica apoyarse, alentarse, valorarse

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Las jovencitas llegan a las puertas del Centro de Conferencias para la reunión general de las Mujeres Jóvenesefectuada el 30 de marzo.

y amarse mutuamente. ¿Lo hacemoscon nuestra familia?

El Salvador mismo nos enseñó anutrir con amor. Muchas veces Éldijo: “¡…cuántas veces os he junta-do como la gallina junta sus pollue-los bajo las alas, y os he nutrido!” 3 Nefi 10:4).

Al congregar a su familia, ustedespueden hacer mucho para que reineallí un espíritu de unidad. ¿Cuándofue la última vez que dieron unabrazo a su mamá o a su papá y lesdieron las gracias por todo lo quehacen? Los padres son los que másnutren con amor, pero ellos tambiénnecesitan que se les nutra con amor.

Como mujeres, podemos juntar anuestros pequeños bajo nuestrasalas con amor y ternura. Hace pocoobservé a una madre que le hablabaa su niña de dos años; ésta lloraba yla mamá no entendía qué era lo quequería. Le dijo: “No llores; usa tuspalabras y dime qué te pasa”. Ellahabía demostrado tal respeto poresa pequeña de dos años, que éstadejó de llorar y empezó a expresar-se. Esa madre está aprendiendo anutrir con amor.

Cuando nuestro Padre Celestialpresentó al Salvador ante el mundo,demostró cuidado amoroso al emple-ar una voz suave. En las Escriturasdice lo siguiente: “…oyeron una voz

como si viniera del cielo… y no erauna voz áspera ni una voz fuerte… apesar de ser una voz suave, penetróhasta lo más profundo de los que laoyeron” (3 Nefi 11:3).

Esto puede ser un modelo de laforma en que debemos hablar anuestra familia en el hogar. Al ha-blar a aquellos a quienes amamos,no utilicemos una voz fuerte, sinouna suave. De ese modo se dirigenuestro Padre Celestial a Sus hijos.

SACRIFICIOEl segundo principio es el sacrifi-

cio. Como mujeres jóvenes, ustedesestán aprendiendo a sacrificarsecada día. Nos sentimos tan impre-sionadas por todo lo bueno queestán haciendo.

■ Cuando sus madres tienen quetrabajar, ustedes cuidan a sus her-manitos después de la escuela; ayu-dan a preparar la cena y a acostar alos pequeños.

■ Los fines de semana no salen afiestas porque no desean ver pelícu-las indecentes.

■ Miles de ustedes se levantan alas cinco de la mañana todos losdías para asistir a seminario matuti-no antes de entrar a la escuela.

El Salvador está tan orgulloso deustedes; Él sabe por lo que pasan; Élcomprende lo difícil que es hacer

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sacrificios. El Salvador nos enseñó asacrificar. Él sacrificó Su vida portoda la humanidad.

Después de que resucitó, lo pri-mero que enseñó a los nefitas fue laforma en que se había sacrificado. Éldijo: “…he bebido de la amargacopa que el Padre me ha dado… mehe sometido a la voluntad del Padreen todas las cosas” (3 Nefi 11:11).Había hecho lo que el PadreCelestial deseaba que hiciese.

Nuestro Padre Celestial deseaque creemos una familia recta. Esposible que el llegar a ser esposa ymadre les limite las oportunidadesde tener una carrera, pero puede seruna experiencia sumamente gratifi-cante. Cuando era una jovenmadre, recuerdo que les tocaba estacanción a mis niñas mientras danza-ban en la habitación; quizás parezcaun poco ridícula, pero la letra expre-sa muy bien mis sentimientos:

Cuando crezca, quiero ser unamamá y tener una familia:

Uno, dos, o tres hijitos míos solamente.

De todos los trabajos que hay, no hay otro mejor.

Tendré una familia.Los querré todo el día y les daré

galletitas, leche y globos amarillos.

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Los consolaré cuando se hagandaño; les contaré cuentos y lescantaré lindas cancioncitas.

(Janeen Brady, “I Want to Be aMother”, en Beloved Songs, 1987,págs. 10–13).

Creo que se lo pueden imaginar.El ser madre es una gran bendicióny no un sacrificio.

ORACIÓNTercero, el Salvador nos enseña a

orar. Al esforzarse por fortalecer a su

familia, la oración debe formar parteconstante y diaria de su vida; la ora-ción las protegerá del adversario, lesdará paz y ayudará a su familia aamarse más los unos a los otros.

Cuando visitó a los nefitas, elSalvador tuvo sólo unos cuantosdías para enseñarles la plenitud delEvangelio. Durante la mayor partedel tiempo, fijó la atención en laoración. ¿Sabían que desde el capí-tulo 17 al 20 de Tercer Nefi, se men-ciona la oración unas 44 veces?Muchas veces mandó a la gente queorara; Él se arrodilló en el suelo yoró por ellos; les enseñó a orar; ben-dijo a los niños y oró al Padre porellos; les mandó tener siempre unaoración en el corazón.

Tal vez en una actividad de la Mutual podrían llevar susEscrituras, leer en voz alta esos cua-tro capítulos y subrayar las partes enlas que se mencione la oración, así

como compartir relatos y testimo-nios en cuanto al poder de la ora-ción. Les prometo que sentirán elEspíritu del Señor y obtendrán untestimonio más grande de la oración.

Nuestros profetas han dicho queno se preocupan por los jóvenes queoran dos veces al día. Pues bien, siellos no se preocupan por nosotros,entonces no tenemos que preocu-parnos de nosotras mismas, en tantoque oremos con sinceridad dosveces al día.

Escuchen un relato maravillosode la madre del profeta José Smithacerca de la noche en que él fue aobtener las planchas de oro. Ellaescribe lo siguiente: “[Esa noche]me quedé despierta hasta muynoche… José llegó cerca de lasdoce… y fue y me preguntó si teníaun baúl con cerrojo y llave… y alno tener uno me sentí sumamentealarmada… Pero José… dijo: ‘Noimporta; me las puedo arreglar muybien… sin ello; tranquilízate, todosaldrá bien’ ”.

Al poco rato, José y Emma sefueron, tomando un caballo y unacarreta. (Ahora presten atención alo que dijo la madre de él). “Pasé lanoche en oración y súplica a Dios,ya que la inquietud de mi mente nome permitía dormir”. Las súplicas deuna madre, una recta hija de Dios,dio consuelo al Profeta y protegiólas planchas de oro. A lo largo delos años, sus oraciones constantessirvieron para fortalecer su hogar y

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su familia (véase Lucy Mack Smith,History of Joseph Smith, editado porPreston Nibley, 1979, pág. 102).

¿De qué manera pueden utilizarla oración para fortalecer a su fami-lia? Debido a que nuestro PadreCelestial les ama tanto, Él desea quese dirijan a Él. A pesar de las aflic-ciones que puedan tener, ustedespueden orar acerca de cualquiercosa.

■ Pueden orar a fin de recibirayuda para cumplir con las reglas fa-miliares, como por ejemplo, regresara casa a tiempo.

■ Pueden orar para que su familiatenga el deseo de estudiar juntos lasEscrituras.

■ Pueden orar para tener unamejor comunicación con sus padres.

■ Pueden orar para ser más pa-cientes con una hermana o un her-mano, ayudándoles a resolver susproblemas.

¡Oren en cuanto a las dificulta-des que les preocupan! No se denpor vencidas. Nuestro PadreCelestial puede dar respuesta a susoraciones, y lo hará. Muchas demis oraciones han sido contesta-das, pero también hay muchas queaún no lo han sido. Nuestras ora-ciones serán contestadas en eltiempo del Señor, cuando estemoslistas.

Esta noche he hablado en cuantoa tres principios que les serán útilespara fortalecer su hogar y su familia:

■ Nutrir con amor■ Sacrificio■ OraciónEl Salvador, nuestro Redentor y

Amigo, nos ha mostrado el cami-no. Es posible que al poner enpráctica Sus enseñanzas nuncaganen las medallas olímpicas deplata y de oro, pero el obtener elmedallón a la Joven Virtuosa lesproporcionará una recompensamucho más grande y mantendráresplandeciente en el interior decada una el fuego del EspírituSanto. Al estudiar las Escrituras yobtener un amor hacia ellas, ruegoque encuentren otras maneras sig-nificativas de fortalecer su hogar ysu famil ia. En el nombre deJesucristo. Amén. �

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Sostén la antorcha en altoMargaret D. NadauldPresidenta General de las Mujeres Jóvenes

“Cultiven su divinidad interior; no opaquen el brillo del espíritucon el que vinieron de los cielos. El Señor necesita lo bueno deustedes, así como su influencia en este mundo”.

En el mes de febrero pasado,esta antorcha llevó la llamaolímpica en un trecho de la

jornada desde Grecia hasta SaltLake City; es un símbolo de la exce-lencia y la esperanza; se encendiópor primera vez en Grecia, al ini-ciarse los juegos olímpicos hacemucho tiempo.

Ésta es la antorcha de lasMujeres Jóvenes; simboliza la luzdel Evangelio que proviene denuestro Padre Celestial. Esta luztuvo su comienzo en el cielo antesde que ustedes nacieran; allí, se lesenseñó el gran plan de felicidad, ydebido a que aceptaron ese plan,¡tienen el honor de ser portadorasde la antorcha!

El Salvador nos enseñó: “Asíalumbre vuestra luz delante de loshombres, para que vean vuestrasbuenas obras, y glorifiquen a vues-tro Padre que está en los cielos”1. Laluz divina que llevan en su alma lahan heredado de Dios porque sonSus hijas. Parte de la luz que hacede ustedes algo tan sublime es labendición del ser mujer. Qué mara-villoso es que sepan que sus carac-terísticas femeninas son un don queproviene de Dios. Nuestros profetasde los últimos días enseñan que “elser hombre o mujer es una caracte-rística esencial de la identidad y elpropósito eternos de los seres hu-manos en la vida premortal, mortal,y eterna”2. El nacer con las cualida-des exquisitas de una hija de Dioses una bendición sagrada. Las muje-res de Dios, tanto maduras comojóvenes, son espirituales y sensibles,tiernas y delicadas; poseen una na-turaleza bondadosa y acogedora.Ésta es su herencia. Nunca menos-precien los dones que Dios les hadado. Cultiven su divinidad inte-rior; no opaquen el brillo del espíri-tu con el que vinieron de los cielos.El Señor necesita lo bueno de uste-des, así como su influencia en estemundo.

De modo que esta noche tan sóloquisiera hablarles con el corazón enla mano acerca del ser buenas y delas ventajas de serlo; se trata de sos-tener la antorcha en alto.

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El mundo tratará de convencerlasde que el ser buenas ya es anticuadoy está pasado de moda, y que la po-pularidad se obtiene al quebrantarlas reglas y rebajar las normas. No selo crean. Tal vez al mirar televisión oleer revistas se les haga sentir comopersonas anormales, cuando en rea-lidad ustedes son las que han sabidoescoger el buen camino.

Quizás sepan que tengo sientehijos varones; yo conozco a los chi-cos. ¡Por eso, la vida ha sido muyemocionante en nuestro hogar! Heaprendido mucho de ellos y de susamigos, tanto jóvenes como jovenci-tas. Podría decirles algunos de sussecretos; quizás les cuente sólo unoy espero no meterme en problemas.Es éste: a los jóvenes no les gustapasar vergüenzas. Recuerdo la vezen que un jovencito al que conozcohabía invitado a una chica a unbaile del colegio. La llevó a nuestracasa antes del baile para que tomá-ramos fotografías. Al llegar, él entróen la cocina donde yo buscaba la cá-mara, y dijo: “¡El vestido que ellalleva es hermoso; se ve preciosa!”.Él nunca había hecho ningún co-mentario así, de modo que yo casino podía esperar para ver lo quequiso decir.

Al verla, pude comprender; lucíahermosa. El vestido que llevaba eramuy bonito; me enteré de que ella ysu madre lo habían buscado en mu-chas tiendas. Cuando por fin lo en-contraron, sabían que quedaríaperfecto con algunas añadiduras yúltimos toques que satisfarían suselevadas normas.

Todos sus esfuerzos se habíanvisto compensados porque esanoche ella lucía absolutamente ra-diante; pero lo que la hacía lucir deesa manera era algo más que el ves-tido: era su serena confianza. Alverla, recordé la Escritura: “…dejaque la virtud engalane tus pensa-mientos incesantemente; entoncestu confianza se fortalecerá”3. ¿Dedónde provenía la confianza de ella?Me di cuenta de que esa jovenpodía concentrarse en los demásporque no estaba preocupada por suapariencia; ella se había ocupado deese detalle varias semanas antes. El

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joven que la acompañaba se sentíacómodo, seguro y feliz al estar conella porque su vestido no era atrevi-do, sino modesto en todo sentido, locual hacía que ella se sintiera cómo-da y feliz. Y eso tiene mucho atracti-vo; él no se sentía avergonzado acausa de ella; se sentía orgulloso.

La clase de jovencita que reúnelos requisitos para ser una excelenteportadora de la antorcha posee ele-vadas normas en todo momento, nosólo en el vestido para el baile, sinotodos los días y a toda hora. Muchasde ustedes son como ella y les felici-to esta noche. Ustedes han adoptadola modestia como norma en su vida;es más que la forma en que se visten;incluye por lo menos seis cosas quese me ocurren: (1) su conducta es

decente y modesta y sin embargo esdivertido estar con ustedes; (2) suvocabulario jamás es vulgar, sinofeliz e interesante; (3) su aparienciapersonal es pulcra y atractiva; (4) seconcentran en cultivar sus talentos yen alcanzar metas, no en exhibirse;(5) juegan deportes con entusiasmo,pero nunca pierden el control; (6)no parece importarles cómo se vistani lo que haga la estrella musical delmomento, ya que ustedes poseen supropio estilo. En una palabra, noimitan las normas del mundo porqueustedes tienen una norma más ele-vada. Ustedes saben quiénes son yeso les da una gran ventaja; sabenque en verdad son hijas del PadreCelestial; saben que Él las conoce ylas ama. Ustedes desean hacer lo que

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a Él le place y honrar Su amor porustedes. Saben que incluso si come-ten errores, Él les ayudará si acudena Él.

Ustedes actúan como si hubiesenmemorizado el folleto Para la fortale-za de la juventud. ¿Verdad que es unaguía maravillosa? A veces la llamo“sugerencias para la felicidad” por-que el vivir esas normas puede sersu arma secreta para atraer buenascompañías y mantenerlas en el buencamino. Ustedes mantienen la an-torcha en alto cuando día tras díaviven las elevadas normas de laIglesia.

Una jovencita, a la que llamaréLiz, es un ejemplo de lo que estoydiciendo. Ella estaba en la clase dematemáticas de una joven a la quellamaré Lindsay, quien, según ella locuenta, se dio cuenta de que habíaalgo que hacía “brillar” a Liz.Lindsay reconoció que no pensabaque Liz la conociera, pero de todosmodos la hacía sentir bien. Éstavivía de acuerdo con sus creencias yhacía que los demás se sintieranbien y aceptados. Lindsay observó aLiz durante varias semanas; pero undía, Liz faltó a la escuela; pasaronvarios días. Por fin, Lindsay se ente-ró de que Liz estaba muy enferma dela peligrosa meningitis.

Lindsay regresó a casa despuésde la escuela y se sentó a llorarfrente a la mesa; no era como si ellay Liz fuesen amigas íntimas, peroella le confió a su madre que teníanque hacer algo para ayudarla.Lindsay sugirió que tal vez toda lafamilia ayunara y orara por Liz. Fueuna sorpresa para la madre oír esode una de sus propias hijas, ya queen ese hogar no se había menciona-do el ayuno ni la oración duranteaños. Esa noche mientras cenaban,cuando Lindsay y su madre habla-ron con el resto de la familia, éstosno aceptaron la idea de muy buenagana, pero Lindsay les suplicó y alfinal accedieron a ayunar y orar porLiz, una extraña para ellos. Ocurrióalgo maravilloso; al poco tiempo Lizregresó a la escuela, sintiéndose tansaludable y feliz como siempre. Peroaún más importante que eso, gra-cias a esa experiencia, ahora reina

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un espíritu maravilloso de esperanzaen el hogar de Lindsay, y debido aello, se han llevado a cabo cambiosimportantes en la familia: ahoraestán teniendo juntos la oración fa-miliar, algo que no hacían por algu-nos años.

Liz irradiaba todo lo bueno y losdemás lo podían percibir. Liz, si estásaquí esta noche, quisiera decirte“¡Gracias!”. Debido a lo bueno quehay en ti has bendecido por lomenos a una familia entera a quiental vez ni siquiera conoces. Y quiénsabe cuántos más han recibido tuguía al llevar tu antorcha en alto.

El ser buenas nos hace sentir bieny hace sentir bien a los demás. Sóloquisiera decirles que es mucho másfácil hacer lo bueno que hacer lomalo. La vida es mucho menos com-plicada cuando somos buenas.

El provecho más grande del serbuenas es que les conducirá al tem-plo, el más bello y sagrado de todoslos lugares de esta tierra. El temploes el lugar que el Salvador puede vi-sitar porque es Su santa casa aquí enla tierra.

La nieta del presidente LorenzoSnow se encontraba con él en eltemplo en una ocasión cuando el

presidente Snow le dijo: “Allie…quiero decirte algo. Verás, fue eneste mismo sitio donde se me mani-festó el Señor Jesucristo”. [El abue-lo], “poniéndome su mano derechaen la cabeza, me dijo: ‘Ahora, minietecita, quiero que recuerdes queéste es el testimonio de tu abuelo,que él te dijo con sus propios labiosque en realidad vio al Salvador aquí,en el templo, y que habló con Élcara a cara’ ”4.

¿Pueden imaginarse la reverenciaque sentirían al andar por los mis-mos pasillos por los que caminó elSalvador? ¿Se imaginan el estar allí,puras y limpias, como hijas de Dios,preparadas para recibir Sus bendi-ciones más sublimes?

El Progreso Personal les ayudaráen su preparación para entrar en eltemplo; es inspirado de los cielos. ¡Esun bello tesoro! Las acercará alSalvador y les servirá para magnificarlos dones divinos de la mujer de losque hemos hablado. Es un programaconcebido especialmente para uste-des en este periodo tan importantede preparación, ya que los modelosque establezcan y las decisiones quetomen ahora tendrán un efecto en elresto de su vida. Rogamos que al

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llevar su Progreso Personal a su fin,su luz brille de manera resplande-ciente a fin de que sea una influenciapara bien en las generaciones venide-ras. Por estas razones y más, laPrimera Presidencia ha dicho:“Deseamos que todas las mujeres jó-venes se esfuercen por ganar elReconocimiento a la Mujer Virtuosa.Al esforzarse los jóvenes por alcanzaresas metas, desarrollarán aptitudes yatributos que los guiarán al templo ylos prepararán para una vida de ser-vicio a sus familias y al Señor”5. Elnuevo y hermoso medallón a laMujer Virtuosa representa las agujasdel templo a fin de recordarles que seestán preparando para recibir las or-denanzas del templo, ya que es me-diante él que vamos a Cristo.

En esta víspera de la Pascua de re-surrección nuestros pensamientos sevuelven a Cristo. Hace más de dosmil años, cuando Su cuerpo se en-contraba en la tumba, algunos pensa-ron que la luz se había disipado; perosabemos que en la mañana del tercerdía, a la que llamamos Pascua de re-surrección, Él se levantó para sernuestra salvación, nuestro Salvador,nuestra luz eterna que nunca nos de-jará a oscuras. Testifico que Cristo esla luz y la vida del mundo.

Estimadas jovencitas, dejen quesu luz brille intensamente delantede toda su familia y amistades paraque vean sus buenas obras y glorifi-quen a su Padre que está en los cie-los. Es un privilegio portar laantorcha. Es nuestra oración que Suluz alumbre cada uno de sus pasos alo largo del sendero y que su bondadlas haga acreedoras de recibir algúndía las ordenanzas del templo, yaque en ese lugar santo encontraránla luz más grande de todas, en elnombre de Jesucristo. Amén. �

NOTAS1. Mateo 5:16.2. La Familia: Una proclamación para el

mundo, Liahona, octubre de 1998, pág. 24.3. D. y C. 121:45.4. “¡…Vive! Porque lo vimos”, Liahona,

abril de 1976, pág. 7.5. Carta de la Primera Presidencia, 28

de septiembre de 2001, El fortalecimientode la juventud.

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Caminos hacia laperfecciónPresidente Thomas S. MonsonPrimer Consejero de la Primera Presidencia

“Pongan en práctica en su vida cuatro virtudes específicas que hanprobado tener éxito, y que son: una actitud de agradecimiento; undeseo de aprender; devoción a la disciplina; y la disposición paratrabajar”.

Nuestra presidencia de lasMujeres Jóvenes ha habla-do muy bien, ¿no es así? Yo

apruebo y respaldo todo lo que uste-des han escuchado de estas maravi-llosas mujeres hoy; ellas son enverdad siervas de nuestro PadreCelestial y han presentado Su santapalabra.

“La felicidad”, escribió el profetaJosé Smith, “es el objeto y propósitode nuestra existencia; y tambiénserá el fin de ella, si seguimos el ca-mino que nos conduce a la felicidad;y este camino es virtud, justicia, fi-delidad, santidad y obediencia atodos los mandamientos de Dios”1.

Pero, ¿cómo podemos encontrar

ese camino y, lo que es más, cómopodemos permanecer en ese caminoque conduce a la perfección?

En el cuento clásico de LewisCarroll, Alicia en el país de las mara-villas, Alicia se encuentra ante uncruce de caminos, con dos senderospor delante, cada uno de los cualesse perdía en la distancia pero en di-recciones opuestas, y se ve acosadapor el gato Cheshire, a quien Aliciale pregunta: “¿Qué camino he detomar?”.

El gato contesta: “Dependemucho del punto adonde quieras ir.Si no sabes adónde quieres ir, no im-porta qué camino sigas”2.

A diferencia de Alicia, cada unade ustedes sabe adónde quiere ir. Síimporta el camino que sigan, porqueel sendero que sigan en esta vidaconducirá al sendero que seguiránen la siguiente.

Una alegre tonada que fue popu-lar hace muchos años contiene estafrase que suscita la reflexión: “Si eldesearlo lo hace realidad, sigue de-seando y las preocupaciones se esfu-marán”. Otra fórmula para elfracaso proviene de la canción másreciente: “No importa; sé feliz”.

Nuestro tema para esta noche,“Permaneced en lugares santos”, esmás apropiado. También me gustanlas palabras que siguen: “Permane-ced en lugares santos y no seáis movidos”3.

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El presidente George AlbertSmith, octavo Presidente de laIglesia, exhortó: “Plantemos nues-tros pies en el camino que conducea la felicidad y al reino celestial, nosólo de vez en cuando, sino todoslos días y a toda hora, porque si per-manecemos en el lado de la líneadel Señor, si permanecemos bajo lainfluencia de nuestro PadreCelestial, el adversario ni siquierapodrá tentarnos. Pero si nos aden-tramos en el territorio del diablo…seremos desdichados, y esa desdichaaumentará con el transcurso de losaños, a menos que nos arrepintamosde nuestros pecados y nos volvamosal Señor”4.

Al dirigirme a los jóvenes delSacerdocio Aarónico, con frecuen-cia he citado el consejo que unpadre dio a su amado hijo: “Si algu-na vez te encuentras donde no de-bieras estar, ¡sal de inmediato!”. Esamisma verdad se aplica a ustedes jo-vencitas que se encuentran aquí enel Centro de Conferencias y a lasque están congregadas en centros dereuniones por todo el mundo.

Siempre he pensado que si habla-mos en términos generales, rarasveces lograremos el éxito; pero sihablamos en términos específicos,raras veces fracasaremos. Por esarazón, las exhorto a que pongan enpráctica en su vida cuatro virtudesespecíficas que han probado teneréxito, y que son:

1. Una actitud de agradecimien-to;

2. Un deseo de aprender;3. Devoción a la disciplina; y4. La disposición para trabajar.Primero, una actitud de agradeci-

miento. En el libro de Lucas, capítu-lo 17, leemos el relato de los diezleprosos. Cuando viajaba haciaJerusalén, el Salvador pasó porGalilea y Samaria y entró en ciertopueblo a orillas del cual le salieronal encuentro diez leprosos a quienes,debido a su condición, se les obliga-ba a vivir apartados de los demás. Separaron “de lejos” y exclamaron:“¡Jesús, Maestro, ten misericordiade nosotros!”.

El Salvador, lleno de compasión yamor por ellos, dijo: “Id, mostraos a

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los sacerdotes”, y mientras iban,descubrieron que habían sido sana-dos. Las Escrituras nos dicen:“…uno de ellos, viendo que habíasido sanado, volvió, glorificando aDios a gran voz, y se postró rostroen tierra a [los] pies [del Maestro],dándole gracias; y éste era samarita-no”.

El Salvador respondió: “…¿Noson diez los que fueron limpiados? Ylos nueve, ¿dónde están? ¿No huboquien volviese y diese gloria a Diossino este extranjero? Y le dijo:Levántate, vete; tu fe te hasalvado”5.

Gracias a la intervención divina,aquellos leprosos se libraron de unamuerte lenta y cruel, recibiendo ladádiva de una nueva vida. La grati-tud expresada por uno de ellos sus-citó la bendición del Maestro; laingratitud de los otros nueve lecausó desilusión.

Las plagas de hoy son como lalepra de antaño; consumen, debili-tan, destruyen; se hallan por todoslados y su efecto no conoce límites.

Las conocemos como egoísmo, codi-cia, desenfreno, crueldad y delitos,siendo éstas sólo unas pocas.

En una conferencia regional, elpresidente Gordon B. Hinckley dijo:“Vivimos en un mundo de tanta su-ciedad; está en todas partes: en lascalles, en la televisión, en libros yrevistas. Es como un gran diluvio,horrible, sucio y cruel, en el que estásumido el mundo. Es preciso quenos mantengamos por encima deél… El mundo está perdiendo susnormas morales, lo cual únicamentetraerá sufrimiento. El camino a lafelicidad yace en volver a una vidafamiliar firme y a la observancia delas normas morales, cuyo valor se haprobado a través de las eras deltiempo”6.

Si seguimos el consejo del presi-dente Hinckley, podremos hacerque el tiempo que vivamos aquí enla tierra sea una época maravillosa.Tenemos oportunidades ilimitadas.Hay tantas cosas que son buenas,como maestros que enseñan, amigosque ayudan, matrimonios que triun-fan y padres que se sacrifican.

Estén agradecidas por su madre,por su padre, por su familia y amis-tades. Expresen gratitud por sus ma-estras de las Mujeres Jóvenes; ellasles aman, oran por ustedes y lesprestan servicio. Ustedes son degran valor a la vista de ellas y a la denuestro Padre Celestial. Él escuchasus oraciones; Él les brinda Su paz ySu amor. Permanezcan cerca de Él yde Su Hijo, y nunca se encontraránsolas.

Segundo, Un deseo de aprender.El apóstol Pablo dijo a Timoteo:

“Ninguno tenga en poco tu juventud,sino sé ejemplo de los creyentes”7.

El presidente Stephen L Richards,que hace muchos años fueConsejero de la Primera Presidencia,era un profundo pensador. Él dijo:“La fe y la duda no pueden existir enla misma mente al mismo tiempo,pues una disipa a la otra”. Mi conse-jo es que busquen la fe y disipen laduda.

El Señor aconsejó: “…buscad pa-labras de sabiduría de los mejores li-bros; buscad conocimiento, tantopor el estudio como por la fe”8.

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Encontramos la verdad en lasEscrituras, en las palabras de losprofetas, en las instrucciones denuestros padres, y en la inspiraciónque recibimos al ponernos de rodi-llas y buscar la ayuda de Dios.

Debemos ser fieles a nuestrosideales, porque los ideales son comolas estrellas: no se alcanzan con lasmanos, pero si se les toma comoguía, nos llevarán a nuestrodestino9.

Muchas de sus maestras estánacompañándolas esta noche. Confíoen que a cada maestra se le puedeadjudicar la descripción que se hizode una de ellas: “Creó en el aulauna atmósfera donde se tejían mági-camente la amabilidad y la acepta-ción; donde se aseguraron elprogreso y la enseñanza, la amplitudde la imaginación y el espíritu de losjóvenes”10.

Tercero, hablemos sobre Una de-voción a la disciplina.

Nuestro Padre Celestial ha dadoa cada uno de nosotros el poderpara pensar, razonar y decidir. Contal poder, se hace indispensable laautodisciplina.

Cada uno de nosotros tiene laresponsabilidad de elegir. Quizás us-tedes se pregunten: “¿Son las deci-siones algo tan importante?”. Lesafirmo que las decisiones determi-nan el destino; ustedes no puedentomar decisiones eternas sin quetengan consecuencias eternas.

Quisiera darles una fórmula sen-cilla mediante la cual pueden medirlas decisiones que enfrentan. Es fácilde recordar: “No puedes hacer bienhaciendo lo malo ni puedes hacermal haciendo lo bueno”. Nuestraconciencia nos advierte como amigaantes de que nos castigue comojuez.

En una revelación que dio a tra-vés del profeta José Smith, el Señoraconseja: “…lo que no edifica no esde Dios, y es tinieblas. Lo que es deDios es luz…”11.

Algunas personas insensatas danla espalda a la sabiduría de Dios yvan tras los encantos de las modaspasajeras, la atracción de la falsa po-pularidad y la emoción del momen-to. Se necesita valor para pensar lo

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bueno y escoger lo bueno, porquemuy raras veces, ese camino será elmás fácil de seguir.

La batalla en pos del autodomi-nio es posible que deje a la personaun tanto magullada y herida, perosiempre una persona mejor. El auto-dominio es en sí un proceso rigurosoque muchos de nosotros quisiéramosque no requiriera esfuerzo y no noscausara dolor. En caso de tener quehacer frente a reveses pasajeros, unaparte muy importante de nuestralucha por lograr el autodominio esla determinación y el valor para vol-ver a intentarlo.

Mis queridas hermanitas, no co-nozco otra descripción más acertadaacerca de ustedes que la que expre-só la Primera Presidencia el 6 deabril de 1942: “Cuán gloriosa ycerca de los ángeles está la juventudque es limpia; esta juventud poseeun gozo indescriptible aquí y una fe-licidad eterna en el más allá”12.

La meta de ustedes es obtener lavida eterna en el reino de nuestroPadre, y si han de lograrla, cierta-mente se requerirá la autodisciplina.

Por último, cultivemos todos ladisposición para trabajar. El presi-dente J. Reuben Clark, que hacemuchos años fue Consejero de laPrimera Presidencia, dijo: “Creoque estamos aquí para trabajar, yno creo que podamos librarnos deello. Creo que es preciso que nos

demos cuenta de la importanciadel trabajo lo más pronto posible.Para triunfar o para salir adelante,debemos trabajar; no hay otra ma-nera de hacerlo”13.

“Pon tu hombro a la lid con fer-vor”14 es más que una línea de unhimno favorito; nos llama a trabajar.

Tal vez un ejemplo sería útil. Ladesidia es en verdad la ladrona deltiempo, especialmente en lo queatañe al trabajo sumamente arduo.Me refiero a la necesidad de estu-diar diligentemente a medida que sepreparan para las pruebas escolaresy, de hecho, para las pruebas de lavida.

Conozco a una estudiante uni-versitaria que estaba tan ocupadacon las alegrías de la vida estudian-til que pospuso la preparación paraun examen. La noche anterior, sedio cuenta de que era muy tarde yque no se había preparado. Se em-pezó a justificar: ¿Qué es más im-portante: mi salud, para la cual tengoque dormir, o el trabajo tedioso del es-tudio? Probablemente ustedes adi-vinen el resultado. El sueño salióganando, el estudio fracasó y laprueba resultó en desastre.Debemos trabajar.

Ésta es, entonces, la fórmula quese sugiere:

1. Una actitud de agradecimien-to;

2. Un deseo de aprender;

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3. Devoción a la disciplina; y4. La disposición para trabajar.A la vida de toda persona llega-

rán momentos de desesperanza y lanecesidad de recibir dirección deuna fuente divina, incluso una calla-da súplica de ayuda. Con todo micorazón y mi alma les testifico quenuestro Padre Celestial las ama, lastiene presentes y no las abandonará.

Permítanme ilustrar esto conuna atesorada experiencia perso-nal. Durante muchos años, misasignaciones me llevaron a esaparte de Alemania que se encon-traba detrás de lo que se llamaba laCortina de Hierro. Bajo el controlcomunista, las personas que vivíanen esa región de Alemania habíanperdido casi todas sus libertades; serestringieron las actividades de losjóvenes y se vigilaban todos susmovimientos.

Poco después de asumir mis res-ponsabilidades en esa región, asistí auna conferencia muy especial efec-tuada en aquella parte de Alemania.Después de los himnos de inspira-ción y de la palabra hablada, sentí laimpresión de reunirme brevementeafuera del viejo edificio con los esti-mados jovencitos, quienes eran rela-tivamente pocos, pero queescuchaban cada una de mis pala-bras; tenían hambre de recibir la pa-labra y el aliento de un apóstol delSeñor.

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NOTAS1. Enseñanzas del Profeta José Smith,

pág. 312. 2. Adaptado de Lewis Carroll, Alice’s

Adventures in Wonderland, 1992, pág. 76).3. D. y C. 87:8; cursiva agregada.4. En Conference Report, abril de

1944, págs. 31–32.5. Lucas 17:11–19.6. Conferencia Regional en Berlín,

Alemania, 16 de junio de 1996.7. 1 Timoteo 4:12.8. D. y C. 88:118.9. Véase Carl Schurz en 1859, en John

Bartlett, compilación, Familiar Quotations,15 ed., 1980, pág. 602.

10. “Una actitud de agradecimiento”,Liahona, mayo de 2000, pág. 2.

11. Doctrina y Convenios 50:23, 24.12. James R. Clark, compilación,

Messages of the First Presidency of TheChurch of Jesus Christ of Latter-Day Saints.

13. J. Reuben Clark Jr., Work—WorkAlways! BYU Speeches of the Year, 25 demayo de 1960, pág. 4.

14. “Pon tu hombro a la lid”, Himnos,Nº 164.

15. “Yo sé que vive mi Señor”, Himnos,Nº 73.

Antes de asistir a la conferencia yde partir de los Estados Unidos,sentí la inspiración de comprar trespaquetes de goma de mascar; lacompré de tres sabores: de menta,de menta verde y de frutas. Al con-cluir la reunión con los jóvenes, dimeticulosamente a cada uno deellos dos barritas de goma de mas-car, algo que nunca habían probadoy que recibieron con gozo.

Pasaron los años. Regresé aDresde, el sitio de aquella conferen-cia. Ya contaban con capillas; lagente era libre; tenían un templo.Alemania ya no estaba separada porbarreras políticas, sino que se habíaconvertido en una sola nación. Esosjóvenes ya eran adultos que teníansus propios hijos.

Tras una larga e inspiradora con-ferencia, una madre y su hija mebuscaron para hablar conmigo. Lahija, que tenía más o menos la edad

de ustedes, y que hablaba algo de in-glés, me dijo: “Presidente Monson,¿recuerda que hace mucho se reunióunos momentos con unos jóvenesdespués de una conferencia de dis-trito y que dio a cada uno dos barri-tas de goma de mascar?”.

Respondí: “Sí; lo recuerdo muybien”.

Ella agregó: “Mi madre fue unade las que recibió su regalo. Ella mecontó que había dividido una de lasbarritas en varias partes; mencionósu dulce sabor y cómo las atesoró”.Luego, con la sonrisa de aprobaciónde su querida madre, me entregóuna cajita. Al abrirla, vi la otra ba-rrita de goma de mascar, aún con elenvoltorio, después de casi veinteaños. Luego dijo: “Mi madre y yoqueremos regalarle esto”, dijo.

Se derramaron lágrimas, seguidasde abrazos.

La madre se dirigió a mí: “Antes

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de que usted viniera a nuestra con-ferencia hace tantos años, yo lehabía suplicado a mi Padre Celestialque me hiciera saber que Él de ver-dad se preocupaba por mí. Guardéese obsequio a fin de que pudiese re-cordar y enseñar a mi hija que nues-tro Padre Celestial sí escuchanuestras oraciones”.

Esta noche tengo ese obsequioante ustedes, que es un símbolo defe y de seguridad de la ayuda celes-tial que nuestro Padre y Su HijoJesucristo les brindarán.

En esta víspera de la Pascua deresurrección, ruego que nuestrospensamientos se vuelvan a Aquelque expió nuestros pecados, que nosmostró la manera de vivir, de orar, yque demostró, mediante Sus propiasacciones, la forma en que podemoshacerlo nosotros. Este Hijo de Dios,nacido en un establo, acunado enun pesebre, sí, Jesucristo el Señor,nos invita a seguirle. “Gozoso, cantocon fervor: Yo sé que vive miSeñor”15. En el nombre deJesucristo. Amén. �

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Se dirigen a nosotros

Informe de la Conferencia General Semestral número 172, del 6 y 7 de abril de 2002, para los niños de la Iglesia

Presidente Gordon B. Hinckley: Aligual que la estrella polar de los cie-los, pese a lo que depare el futuro,allí está el Redentor del mundo… Ala luz del sol, así como en las som-bras, acudimos a Él, y Él está allípara darnos seguridad y sonreírnos.Él es el punto central de nuestraadoración.

Presidente Thomas S. Monson,Primer Consejero de la PrimeraPresidencia: En muchas familias haysentimientos heridos y una renuen-cia a perdonar. No importa cuálhaya sido el problema, no puede nidebe permitirse que siga causandodaño. El seguir culpando a losdemás mantiene abierta la herida;sólo el perdonar la cicatriza.

Presidente James E. Faust, SegundoConsejero de la Primera Presidencia:Primero, la oración es un humildereconocimiento de que Dios es

nuestro Padre y de que el SeñorJesucristo es nuestro Salvador yRedentor. Segundo, es una sinceraconfesión de pecado y transgresión,y una petición de perdón. Tercero,es el reconocimiento de que necesi-tamos una ayuda que excede anuestra propia capacidad. Cuarto,es una oportunidad de expresar ac-ción de gracias y gratitud a nuestroCreador.

Presidente Boyd K. Packer,Presidente en Funciones del Quórumde los Doce Apóstoles: Nada se puedecomparar con un padre responsableque enseña responsablemente a sushijos. Nada hay comparable a unamadre que está con ellos para con-solarles y darles seguridad en sí mismos.

Élder M. Russell Ballard, delQuórum de los Doce Apóstoles: Lapaz —la paz verdadera que se siente

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hasta lo más profundo del alma—sólo se recibe con y por medio de lafe en el Señor Jesucristo.

Élder Robert D. Hales, del Quórumde los Doce Apóstoles: La luz hacedesvanecer la oscuridad. Cuando laluz está presente, la oscuridad…debe retirarse. Y lo que es más, laoscuridad no puede conquistar a laluz a menos que ésta disminuya o sealeje. Cuando está presente la luzespiritual del Espíritu Santo, la os-curidad de Satanás se aleja.

Élder Jeffrey R. Holland, delQuórum de los Doce Apóstoles:Podemos… emprender el camino deregreso al Padre. Debemos hacerlocon toda la presteza y toda la humil-dad que podamos reunir. Por el ca-mino, podemos contar nuestrasmuchas bendiciones y celebrar loslogros de los demás. Lo mejor detodo es que podemos servir a nues-tros semejantes, que es el ejerciciomás eficaz que se haya recetado parala caridad del corazón.

Élder Henry B. Eyring, delQuórum de los Doce Apóstoles: Elmiembro nuevo… debe escoger porsí mismo, con fe, recibir el bautismo,depositando su confianza en elamigo perfecto, el Salvador… Debeescoger recibir el don del EspírituSanto… Y esa elección no se debehacer sólo una vez, sino cada día,cada hora, cada minuto. Inclusocuando el Espíritu Santo viene e in-dica lo que se debe hacer, el hacerloo no representa una elección.

Élder Earl C. Tingey, de laPresidencia de los Setenta: Al pagarun diezmo íntegro, ustedes y sus fa-milias sentirán esa paz especial quesobrepasa todo entendimiento…Llegarán a saber que su PadreCelestial les ama.

Hermana Gayle M. Clegg, SegundaConsejera de la Presidencia General dela Primaria: Es una bendición permi-tir que los niños corran lo más lejosque puedan por sí solos para que de-sarrollen fortaleza para sus propiostestimonios. �

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Enseñanzas paranuestra época2002

L I A H O N A

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Presidencias Generales de las Organizaciones Auxiliares

Élder F. Melvin HammondPresidente

Élder Glenn L. PacePrimer Consejero

Élder Spencer J. CondieSegundo Consejero

Élder Cecil O. Samuelson Jr.Presidente

Élder John H. GrobergPrimer Consejero

Élder Richard J. MaynesSegundo Consejero

Hermana Bonnie D. ParkinPresidenta

Hermana Kathleen H. HughesPrimera Consejera

Hermana Anne C. PingreeSegunda Consejera

Hermana Margaret D. NadauldPresidenta

Hermana Carol B. ThomasPrimera Consejera

Hermana Sharon G. LarsenSegunda Consejera

Hermana Coleen K. MenlovePresidenta

Hermana Sydney S. ReynoldsPrimera Consejera

Hermana Gayle M. CleggSegunda Consejera

HOMBRES JÓVENES

ESCUELA DOMINICAL

SOCIEDAD DE SOCORRO

MUJERES JÓVENES

PRIMARIA

FUENTES DE CONSULTA PARA LAINSTRUCCIÓN

Las reuniones del Sacerdocio deMelquisedec y de la Sociedad de

Socorro que se llevan a cabo el cuartodomingo del mes se deben dedicar a“Enseñanzas para nuestra época”. Cadaaño, la Primera Presidencia asigna 10temas con sus correspondientes mate-riales de consulta para que se utilicenen esas reuniones. A continuación seproporcionan los temas y los materialesde consulta para el año 2002. Las presi-dencias de estaca o de distrito escoge-rán los dos temas adicionales.

Los temas que se sometan a discu-sión en las reuniones del cuarto domin-go deben basarse en uno o quizás endos de los materiales de consulta desig-nados que mejor satisfagan las necesi-dades de los miembros del quórum o dela clase, y se adapten a sus circunstan-cias. No es necesario que los maestrosutilicen todos los materiales de consul-ta. Se alienta a los líderes y a los maes-tros a no hacer de los temas un sermóno una disertación, sino a ponerlos a dis-cusión de clase; ellos deben pensar enla forma de alentar a los miembros delquórum o de la clase a aplicar los prin-cipios que se hayan analizado. En Laenseñanza: el llamamiento más importante[36123 002] y en la Guía para la ense-ñanza [34595 002] se pueden encon-trar sugerencias sobre cómo preparar yrealizar análisis de quórum o de clase.

1. Jesús de Nazaret, Salvador y ReyMateo 1:18–21; Hechos 4:8–12;

3 Nefi 11:7–17.“Testigos especiales de Cristo”,

Liahona, abril de 2001, págs. 2–24(video optativo, Testigos especiales deCristo, artículo 53584 002).

Russell M. Nelson, “Jesús el Cristo:Nuestro Maestro y más”, Liahona, abrilde 2000, págs. 4–19.

Enseñanzas para nuestra época, 2003La lista de temas y fuentes de consultapara “Enseñanzas para nuestra época”

en 2003 aparecerán en muchos idiomasen el sitio web de la Iglesia

(www.lds.org) en julio de 2002.

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La galería del Centro de Conferencias durante una sesión de la conferencia.

“Jesucristo, nuestro fundamentoseguro”, lección 1 , La Mujer Santo de los Últimos Días, Parte B [31114 002].

2. Convertirse verdaderamentecomo familia y en forma individual

Lucas 18:18–30; Mosíah 4:6–7;5:2; Alma 5:14–35.

Gordon B. Hinckley, “El milagro de la fe”, Liahona, julio de 2001, págs. 82–85.

L. Tom Perry, “Discipulado”,Liahona, enero de 2001, págs. 72–74.

Dallin H. Oaks, “El desafío de loque debemos llegar a ser”, Liahona,enero de 2001, págs. 40–43.

“La caridad”, capítulo 30, Principiosdel Evangelio [31110 002].

3. Permanecer fieles a nuestros convenios bautismales

Mateo 3:13–17; 2 Nefi 31:5–20;Mosíah 18:7–10.

James E. Faust, “Nacer de nuevo”,Liahona, julio de 2001, págs. 68–71.

Robert D. Hales, “El convenio delbautismo: Estar en el reino y ser delreino”, Liahona, enero de 2001, págs. 6–9.

“El bautismo: Un convenio conti-nuo”, lección 29, Deberes y bendicionesdel sacerdocio, Parte A [31111 002].

4. Encontrar gozo y paz por mediode la Expiación

Isaías 1:16–20; 2 Nefi 9:18–21;Alma 34:14–16; 38:8–9; D. y C.18:10–13.

Boyd K. Packer, “ ‘El toque de lamano del Maestro’ ”, Liahona, julio de2001, págs. 25–28.

Richard G. Scott, “El camino haciala paz y el gozo”, Liahona, enero de2001, págs. 31–33.

“El arrepentimiento”, capítulo 19,Principios del Evangelio.

5. Adquirir un testimonio de lasverdades del Evangelio

Juan 7:17; Alma 5:44–46;32:27–28; Éter 12:6; Moroni 10:4–5;D. y C. 6:20–23.

James E. Faust, “Un testimoniocada vez mayor”, Liahona, enero de2001, págs. 69–71.

Joseph B. Wirthlin, “Un testimoniopuro”, Liahona, enero de 2001, págs. 27–30.

“Un testimonio del Evangelio deJesucristo”, lección 26, Deberes y bendiciones del sacerdocio, Parte A.

6. Proporcionar a los hijos una herencia de fe

Proverbios 22:6; Mateo 5:13–16;Tito 2:1–8; 1 Nefi 1:1; D.y C.68:25–28.

Gordon B. Hinckley, “El consejo yla oración de un profeta en beneficiode la juventud”, Liahona, abril de2001, págs. 30–41.

David B. Haight, “Sean un eslabónfuerte”, Liahona, enero de 2001, págs. 23–25.

“La familia puede ser eterna”, capítulo 36, Principios del Evangelio.

7. Fortalecer al hogar y a la familiaen contra de la maldad

Isaías 52:11; Juan 15:1–4; Jacob3:10–12; D. y C. 121:45.

Thomas S. Monson, “La pornogra-fía: Ese propagador mortal”, Liahona,noviembre de 2001, págs. 2–6.

Neal A. Maxwell, “Los artificios ylas tentaciones del mundo”, Liahona,enero de 2001, págs. 43–46.

“La pureza moral”, lección 34, De-beres y bendiciones del sacerdocio, Parte A.

8. La participación en el servicio misional como familia y en formaindividual

Marcos 16:15; D. y C. 18:15–16;34:4–6; 60:1–2; 88:81; 123:12.

M. Russell Ballard, “Los miembrosson la clave”, Liahona, septiembre de

J U L I O D E 2 0 0 2

117

2000, págs. 12–21.Jeffrey R. Holland, “ ‘Me seréis

testigos’ ”, Liahona, julio de 2001,págs. 15–17.

“La obra misional”, capítulo 33,Principios del Evangelio.

9. Encontrar y alimentar a las ovejasperdidas del Señor

Lucas 10:25–37; Efesios 2:19;Alma 31:34–35; D. y C. 18:15–16.

Thomas S. Monson, “Tu jornadaeterna”, Liahona, julio de 2000, págs. 56–59.

Henry B. Eyring, “ ‘Velad conmi-go’ ”, Liahona, julio de 2001, págs.44–47.

“El hermanamiento es una respon-sabilidad del sacerdocio”, lección 10,Deberes y bendiciones del sacerdocio, Parte B.

10. Recibir las bendiciones del templo

Salmos 24:3–5; D. y C. 109:12–23;110:6–10.

Boyd K. Packer, “El santo templo”,Liahona, junio de 1992, págs. 14–23.

Russell M. Nelson, “La preparaciónpersonal para recibir las bendicionesdel templo”, Liahona, julio de 2001,págs. 37–40.

“La historia familiar y el llevar re-gistros”, lección 8, Deberes y bendicio-nes del sacerdocio, Parte B. �

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Guía de fuentes deconsulta para usarcon SacerdocioAarónico, manual 3(Se usa para complementar las lecciones 26–49, no para reemplazarlas).

S írvase usar las lecciones en elorden en que aparecen impresas.

Nota: El manual no incluye una lec-ción específica para Navidad. Si usteddesea enseñar una lección especialsobre Navidad (22 de diciembre),considere el uso de discursos de lasconferencias, artículos e himnos quese centren en el nacimiento, la expia-ción, la resurrección y la vida y misióndel Salvador.

Lección 26: Las bendiciones de laley de castidad

“Lo que enseñan los profetas encuanto a la castidad y la fidelidad”,Liahona, octubre de 1999, 26–29.

Jeffrey R. Holland, “La purezapersonal”, Liahona, enero de 1999,89–92.

Robert Layton, “¿Y la abstinen-cia?”, Liahona, noviembre de 1999,42–43.

Terrance D. Olson, “Verdadessobre la pureza moral”, Liahona,octubre de 1999, 30–39.

Lección 27: El cuerpo es un temploBoyd K. Packer, “ ‘Sois templo de

Dios’ ”, Liahona, enero de 2001,85–88.

Colleen Whitley, “ ‘No le hagodaño a nadie’ ”, Liahona, marzo de2000, 40–42.

Lección 28: Cómo resistir las tentaciones

Boyd K. Packer, “El espíritu de revelación”, Liahona, enero de 2000,26–29.

Neal A. Maxwell, “Los artificios ylas tentaciones del mundo”, Liahona,enero de 2001, 43–46.

Darrin Lythgoe, “Para resistir latentación”, Liahona, noviembre de2001, 7.

Brad Wilcox, “Una pregunta peli-grosa”, Liahona, mayo de 2000,32–35.

Lección 29: Observancia del día dereposo

James E. Faust, “El día del Señor”,Liahona, enero de 1991, 37–40.

Brian Lewis, “El propósito princi-pal”, Liahona, febrero de 1999, 46–47.

D. Kelly Ogden, “Acuérdate del díade reposo”, Liahona, mayo de 1998,16–23.

Lección 30: El poseedor delSacerdocio Aarónico respeta a lamujer

Thomas S. Monson, “ ‘He aquí tumadre’ ”, Liahona, abril de 1998, 2–7.

Russell M. Nelson, “Nuestro debersagrado de honrar a la mujer”,Liahona, julio de 1999, 45–48.

“Oh mi Padre”, Himnos, Nº 187.

Lección 31: La elección de unacompañera eterna

Gordon B. Hinckley, “Las obliga-ciones de la vida”, Liahona, mayo de1999, 2–7.

Richard G. Scott, “Haz tú lo justo”,Liahona, marzo de 2001, 10–17.

Alfonso Castro Vázquez, “ ‘Quierouna familia eterna’ ”, Liahona, agostode 2000, 26–28.

Lección 32: Preparación para recibir la investidura en el templo

James E. Faust, “ ‘¿Quién subirá almonte de Jehová?’ ”, Liahona, agostode 2001, 2–5.

Carlos E. Asay, “El gárment deltemplo”, Liahona, septiembre de 1999,32–39.

F. David Stanley, “El paso más im-portante”, Liahona, octubre de 2001,34–37.

Carol B. Thomas, “Preparemos anuestra familia para asistir al templo”,Liahona, julio de 1999, 13–15.

Lección 33: El matrimonio celestial: una preparación para la eternidad

Richard G. Scott, “Recibe las ben-diciones del templo”, Liahona, julio de1999, 29–31.

“El nutrir un amor que perdura”,Liahona, mayo de 2000, 25.

Larry E. Dahl, “La ley mayor”,Liahona, agosto de 1999, 16–24.

“Las familias pueden ser eternas”,Himnos, Nº 195.

Lección 34: La obedienciaJames E. Faust, “La obediencia: el

sendero hacia la libertad”, Liahona,julio de 1999, 53–56.

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Kenneth Johnson, “ ‘Conocerás sila doctrina es de Dios’ ”, Liahona,junio de 1999, 11–15.

Denalee Chapman, “Las 3 pregun-tas”, Liahona, noviembre de 2000,46–47.

“Siempre obedece los mandamientos”, Himnos, Nº 197.

Lección 35: Fe en el SeñorJesucristo

Gordon B. Hinckley, “No temáis;cree solamente”, Liahona, octubre de2000, 26–29.

“Fe en Jesucristo”, Liahona, marzode 2002, 42–43.

“Creo en Cristo”, Himnos, Nº 72.

Lección 36: La bendición patriarcalJames E. Faust, “Las bendiciones

del sacerdocio”, Liahona, enero de1996, 70–73.

“¿Cómo puedo prepararme para re-cibir mi bendición patriarcal?”,Liahona, agosto de 2001, 22–24.

“Dios habla a Sus hijos mediante larevelación personal”, Liahona, mayode 1999, 25.

Lección 37: Los frutos y los donesdel Espíritu

Thomas S. Monson, “ ‘El espírituvivifica’ ”, Liahona, junio de 1997,2–7.

John B. Dickson, “Los dones in-comparables”, Liahona, octubre de1999, 18–24.

“Un Dios de milagros”, Liahona,noviembre de 1999, 8–11.

Ronal Navarro Gutiérrez, “Guiadopor el Espíritu”, Liahona, noviembrede 1998, 8–9.

Lección 38: El amor puro de CristoThomas S. Monson, “Los que

aman a Jesús”, Liahona, marzo de1999, 2–7.

Todd Dunn, “ ‘Hola, José’ ”,Liahona, febrero de 2000, 43.

Linda A. Peterson, “Mi heroína”,Liahona, diciembre de 1999, 34–35.

Jeanie McAllister, “ ‘La caridadnunca deja de ser’ ”, Liahona, febrerode 1999, 26–31.

Lección 39: Deleitaos en la palabrade Cristo

Robert D. Hales, “La curación delalma y del cuerpo”, Liahona, enero de1999, 16–19.

Trisha Swanson Dayton, “Cómogané la guerra”, Liahona, agosto de2001, 26–28.

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George A. Horton Jr., “Apliquemoslas Escrituras a nosotros mismos”,Liahona, agosto de 2000, 44–45.

“Al leer las Escrituras”, Himnos,Nº 180.

Lección 40: La obra misionalDavid B. Haight, “La misión: Una

aventura espiritual”, Liahona, octubrede 2001, 12–16.

M. Russell Ballard, “Ahora es elmomento”, Liahona, enero de 2001,88–91.

Barbara Jean Jones, “Es tu llama-miento”, Liahona, octubre de 2001,20–23.

“Llamados a servir”, Himnos,Nº 161.

Lección 41: La manera de llegar aser como nuestro Salvador

Dallin H. Oaks, “El desafío de loque debemos llegar a ser”, Liahona,enero de 2001, 40–43.

Richard C. Edgley, “ ‘¡He aquí elhombre!’ ”, Liahona, enero de 2000,49–51.

Yessika Delfin Salinas, “ ‘Orad porvuestros enemigos’ ”, Liahona,septiembre de 2000, 8–10.

“Señor, yo te seguiré”, Himnos, Nº138.

Lección 42: Ser humilde y dócilpara aprender

James E. Faust, “En busca de lavida abundante”, Liahona, noviembrede 2000, 2–6.

Neal A. Maxwell,“Arrepintámonos de nuestro egoísmo(D. y C. 56:8)”, Liahona, julio de1999, 26–28.

Sam y Christie Giles, “ ‘No te que-remos aquí’ ”, Liahona, junio de 1999,38–40.

“Sé humilde”, Himnos, Nº 70.

Lección 43: Los pensamientos y ellenguaje

James E. Faust, “El poder del auto-dominio”, Liahona, julio de 2000,52–55.

Cree-L Kofford, “Su nombre está asalvo en nuestra casa”, Liahona, juliode 1999, 96–98.

H. David Burton, “Honremos elsacerdocio”, Liahona, julio de 2000,46–48.

Lección 44: El servicio al prójimoGordon B. Hinckley, “ ‘No tengáis

miedo… de hacer lo bueno’ ”,Liahona, febrero de 2000, 2–5.

D. Todd Christofferson, “El quó-rum del sacerdocio”, Liahona, enerode 1999, 47–49.

Roger Terry, “ ‘Mis hermanos máspequeños’ ”, Liahona, diciembre de2000, 18–24.

“Tú me has dado muchas bendi-ciones, Dios”, Himnos, Nº 137.

Lección 45: Al compartirlo, fortale-cemos nuestro testimonio

Gordon B. Hinckley, “Mi testimo-nio”, Liahona, julio de 2000, 82–85.

James E. Faust, “Un testimoniocada vez mayor”, Liahona, enero de2001, 69–71.

Joseph B. Wirthlin, “Un testimoniopuro”, Liahona, enero de 2001, 27–30.

“Testimonio”, Himnos, Nº 75.

Lección 46: La orientación familiareficaz

Russell M. Nelson, “Los pastores,los corderos y los maestros orienta-dores”, Liahona, abril de 1999,42–48.

Malcolm W. Watson, “Orientaciónfamiliar hasta el fin”, Liahona, sep-tiembre de 2000, 43–44.

Kellene Ricks Adams, “Cómo serun maestro orientador o una maestravisitante mejor”, Liahona, septiembrede 1998, 34–45.

Lección 47: La honradezJames E. Faust, “A esto aspiramos”,

J U L I O D E 2 0 0 2

119

Liahona, julio de 1998, 46–49.Gordon Swensen, “Brazo de

honor”, Liahona, marzo de 2001, 8–9.Robert J. Matthews, “ ‘No hablarás

contra tu prójimo falso testimonio’ ”,Liahona, noviembre de 1998, 14–21.

Richard D. Draper, “ ‘No hurta-rás’ ”, Liahona, octubre de 1998, 26–31.

Lección 48: La preparación paraservir mediante la educación

Gordon B. Hinckley, “El consejo yla oración de un profeta en beneficiode la juventud”, Liahona, abril de2001, 30–41.

Anne Yelvington Lynch, “Alas”,Liahona, febrero de 2000, 26–29.

Darrin Lythgoe, “Las recompensasdel aprender”, Liahona, noviembre de1999, 48.

Lección 49: Poseemos un legadomaravilloso

Jeffrey R. Holland, “Como palomasen nuestra ventana”, Liahona, julio de2000, 90–93.

Stephen B. Oveson, “Nuestro lega-do”, Liahona, enero de 2000, 34–36.

“¿Tiene realmente importancia sise está emparentado con pioneros dela Iglesia?”, Liahona, marzo de 1998,30–32.

“A vencer”, Himnos, Nº 167.

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Guía de Fuentesde consulta parausar con MujeresJóvenes, Manual 3

(Se usa para complementar las leccio-nes 26–47, no para reemplazarlas).

S írvase usar las lecciones en elorden en que aparecen impresas.

Nota: El manual no incluye una lec-ción específica para Navidad. Si usteddesea enseñar una lección especialsobre Navidad (22 de diciembre), con-sidere el uso de discursos de las confe-rencias, artículos e himnos que secentren en el nacimiento, la expiación,la resurrección y la vida y misión delSalvador. SN=Sección para los niños.

Lección 26: El arrepentimientoRichard G. Scott, “El camino hacia

la paz y el gozo”, Liahona, enero de2001, 31–33.

Henry B. Eyring, “No demores”,Liahona, enero de 2000, 38–41.

“Para hallar la paz interior”,Liahona, junio de 2000, 32–33.

“Venid a Cristo”, Himnos, Nº 60.

Lección 27: Debemos perdonarnosa nosotros mismos

Gordon B. Hinckley, “¿Cómopuedo convertirme en la mujer enquien sueño?”, Liahona, julio de 2001,112–15.

“¿Cómo sé si he sido perdonado?”,Liahona, noviembre de 1999, 26–28.

Patricia H. Morrell, “¿Me perdo-na?”, Liahona, septiembre de 1998, 7.

Roderick J. Linton, “El corazónque perdona”, Liahona, junio de 1998,28–33.

Lección 28: La consagración y el sacrificio

James E. Faust, “El precio de serdiscípulos de Cristo”, Liahona, abril de1999, 2–6.

M. Russell Ballard, “La ley de sacri-ficio”, Liahona, marzo de 2002, 10–20.

Donald L. Enders, “Los fieles pri-meros creyentes”, Liahona, febrero de2001, 38–45.

Laury Livsey, “Iré y haré”, Liahona,febrero de 1998, 8–11.

Lección 29: Un cambio de corazónJames E. Faust, “Nacer de nuevo”,

Liahona, julio de 2001, 68–71.

Spencer J. Condie, “La disposicióna hacer lo bueno continuamente”,Liahona, junio de 2001, 14–21.

Robert L. Millet, “Despojémonosdel hombre natural”, Liahona, agostode 2000, 6–10.

Juan Antonio Flores, “Un grancambio en mi vida”, Liahona, mayo de1998, 40–41.

Lección 30: El estudio de lasEscrituras

L. Tom Perry, “Halle la palabralugar en tu corazón”, Liahona, no-viembre de 1996, SN2–3.

Trisha Swanson Dayton, “Cómogané la guerra”, Liahona, agosto de2001, 26–28.

“ ‘Podréis conocer la verdad’ ”,Liahona, octubre de 2000, 22–24.

George A. Horton Jr., “Apliquemoslas Escrituras a nosotros mismos”,Liahona, agosto de 2000, 44–45.

Lección 31: El servicio que presta-mos en la Iglesia

Thomas S. Monson, “¿Cómo podemos demostrar amor?”, Liahona,febrero de 1998, 2–7.

M. Russell Ballard, “Anclados en lafe y la dedicación”, Liahona, agosto de2001, 30–40.

Peter B. Gardner, “Entre bastido-res”, Liahona, febrero de 2000, 22–23.

“Pon tu hombro a la lid”, Himnos,Nº 164.

Lección 32: El servicio a la comunidad

Thomas S. Monson, “ ‘Un ejemplode los creyentes’ ”, Liahona, enero de1993, 109–111.

Roger Terry, “ ‘Mis hermanos máspequeños’ ”, Liahona, diciembre de2000, 18–24.

“ ‘Al servicio de vuestros semejan-tes’ ”, Liahona, agosto de 1998, 14–15.

“Tú me has dado muchas bendi-ciones, Dios”, Himnos, Nº 137.

Lección 33: Toda persona tiene unanaturaleza divina y eterna

Gordon B. Hinckley, “La luz inte-rior”, Liahona, julio de 1995, 114.

Ronald A. Rasband, “Uno poruno”, Liahona, enero de 2001, 36–37.

“ ‘Recuerda quién eres’ ”, Liahona,junio de 2001, 46–47.

“Para vencer al mundo”, Liahona,septiembre de 2000, 26–27.

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Lección 34: Para evitar la falta dehonradez

James E. Faust, “La honradez, unabrújula de la moral”, Liahona, enerode 1997, 45–48.

Robert J. Matthews, “ ‘No hablaráscontra tu prójimo falso testimonio’ ”,Liahona, noviembre de 1998, 14–21.

Richard D. Draper, “ ‘No hurta-rás’ ”, Liahona, octubre de 1998, 26–31.

Lección 35: Las decisiones que setoman sobre el noviazgo

Richard G. Scott, “Haz tu lo justo”,Liahona, marzo de 2001, 10–17.

Tamara Leatham Bailey, “La clasede persona que va al templo”,Liahona, mayo de 1999, 46–48.

“Las familias pueden ser eternas”,Himnos, Nº 195.

Lección 36: Normas en el matrimonio

“Lo que enseñan los profetas encuanto a la castidad y la fidelidad”,Liahona, octubre de 1999, 26–29.

Jeffrey R. Holland, “La pureza per-sonal”, Liahona, enero de 1999,89–92.

Lola B. Walters, “El síndrome delpomelo”, Liahona, septiembre de1999, 24.

“El matrimonio eterno”, Liahona,octubre de 1998, 25.

Lección 37: La palabra de Dioscomo norma

Richard G. Scott, “Preguntas se-rias, respuestas serias”, Liahona, sep-tiembre de 1997, 28–32.

Larry E. Dahl, “La ley mayor”,Liahona, agosto de 1999, 16–24.

Zoltán Soltra, “¿Cuál es la cargamás pesada?”, Liahona, abril de 1999,29.

“Estudiad mi palabra” Liahona,marzo de 1998, 25.

Lección 38: Los hábitos de la buenasalud

Gordon B. Hinckley, “El consejo yla oración de un profeta en beneficiode la juventud”, Liahona, abril de2001, 30–41.

Neal A. Maxwell, “Prudencia yorden”, Liahona, diciembre de 2001,18–23.

Jennifer Parry, “Deseaba ser acep-tada”, Liahona, marzo de 2000, 11–12.

Colleen Whitley, “ ‘No le hagodaño a nadie’ ”, Liahona, marzo de2000, 40–42.

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Lección 39: Reconozcamos nuestrovalor individual

Russell M. Nelson, “Somos hijos de Dios”, Liahona, enero de 1999,101–4.

Sam y Christie Giles, “ ‘No te que-remos aquí’ ”, Liahona, junio de 1999,38–40.

Jack Weyland, “La lista de buenascualidades”, Liahona, marzo de 1999,40–45.

“Triunfo”, Liahona, agosto de 1998,40–41.

Lección 40: Debemos amarnos anosotros mismos y a los demás

James E. Faust, “ ‘Honraré a losque me honran’ ”, Liahona, julio de2001, 53–56.

Stephen A. West, “ ‘De las cosaspequeñas’ ”, Liahona, julio de 1999,32–34.

Anne Billings, “Popular”, Liahona,febrero de 1999, 24.

“Amad a otros”, Himnos, Nº 203.

Lección 41: Seamos dignas de con-fianza

Gordon B. Hinckley, “En pos de laexcelencia,” Liahona, septiembre de1999, 2–8.

Gordon B. Hinckley, “No dejemoscaer la pelota”, Liahona, septiembre de1998, SN2–3.

Denalee Chapman, “Las 3 pregun-tas”, Liahona, noviembre de 2000,46–47.

Lección 42: Debemos prepararnospara aceptar los cambios

Gordon B. Hinckley, “No temas;cree solamente”, Liahona, octubre de2000, 26–29.

Lance B. Wickman, “El futuro tú”,Liahona, noviembre de 2000, 22–24.

Anja Müller, “En preparación paralas tormentas de la vida”, Liahona,marzo de 2000, 12–13.

Lección 43: Las amistadesThomas S. Monson, “El faro del

Señor: Un mensaje para la juventud

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de la Iglesia”, Liahona, mayo de 2001,2–7.

Yessika Delfin Salinas, “ ‘Orad por vuestros enemigos’ ”, Liahona,septiembre de 2000, 8–10.

Linda A. Peterson, “Mi heroína”,Liahona, diciembre de 1999, 34–35.

Jeanette Waite Bennett, “¡No encajo!”, Liahona, junio de 1999, 41.

Lección 44: Es posible llevar unavida ordenada

Gordon B. Hinckley, “Madre, tumás grande desafío”, Liahona, enerode 2001, 113–16.

Jeffrey R. Holland, “ ‘No perdáis,pues, vuestra confianza’ ”, Liahona,junio de 2000, 34–42.

Paula J. Lewis, “Cinco formas dealiviar la tensión”, Liahona, septiem-bre de 2000, 24.

Lección 45: Para escoger una ocu-pación

Gordon B. Hinckley, “El consejo y la oración de un profeta en beneficiode la juventud”, Liahona, abril de2001, 30–41.

Gordon B. Hinckley, “Las obliga-ciones de la vida”, Liahona, mayo de1999, 2–7.

Lección 46: La administración deldinero

Gordon B. Hinckley, “A los jóvenesy a los hombres”, Liahona, enero de1999, 63–66.

Marvin J. Ashton, “Una guía parala economía familiar”, Liahona, abrilde 2000, 42–47.

Joe J. Christensen, “La codicia, elegoísmo y los excesos”, Liahona, juliode 1999, 9–12.

“El vivir dentro de nuestras posibi-lidades”, Liahona, mayo de 2001, 25.

Lección 47: Los mensajes de losprofetas Santos de los Últimos Días

M. Russell Ballard, “ ‘Recibiréis supalabra’ ”, Liahona, julio de 2001,79–82.

Dennis B. Neuenschwander,“Profetas, videntes y reveladores vi-vientes”, Liahona, enero de 2001,49–51.

Neil L. Andersen, “Los profetas ylos grillos cebolleros espirituales”,Liahona, enero de 2000, 18–20.

“Palabras de amor”, Himnos,Nº 176. �

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Los miembros de la Iglesia levantan la mano para sostener a los nuevoslíderes durante la sesión de la conferencia del sábado por la tarde.

NOTICIAS DE LA IGLESIA

Se llama a Autoridades Generales yde Área, y a la Presidencia General dela Sociedad de Socorro.

Élder Gerald N.LundDe los Setenta

E l 6 de abril, durante la Con-ferencia General Anual número

172, se sostuvo a nuevas Autori-dades Generales, Setenta Autori-dades de Área, y a miembros de lapresidencia general de la Sociedadde Socorro.

Los élderes Gerald N. Lund yWilliam R. Walker fueron llamadosa servir en el Segundo Quórum delos Setenta. Bonnie D. Parkin fuellamada como presidenta general dela Sociedad de Socorro, conKathleen H. Hughes como primeraconsejera y Anne C. Pingree comosegunda consejera.

También se llamó a treinta nue-vos Setenta Autoridades de Área:13 de los Estados Unidos, dos deBrasil, dos de Japón y uno de cadauno de los siguientes países:Argentina, Australia, Bolivia, Chile,Ecuador, Inglaterra, Ghana, HongKong, Corea, Nueva Zelanda,Paraguay, Perú y Uruguay.

En las palabras de apertura quepronunció durante la sesión del sá-bado por la mañana, el presidenteGordon B. Hinckley habló del creci-miento constante de la Iglesia. Hizoreferencia a la impresión positiva encuanto a la Iglesia que los cientos demiles de visitantes, líderes guberna-mentales y de los medios de comuni-cación recibieron cuando visitaronSalt Lake City durante los JuegosOlímpicos de Invierno. Habló tam-bién en cuanto al éxito del crecienteFondo Perpetuo para la Educaciónque se anunció en abril del año pa-sado, el cual actualmente ayuda acerca de 2.400 jóvenes Santos de losÚltimos Días de naciones en desa-rrollo a obtener una educación.

Durante la sesión del sacerdocio,el presidente Hinckley censuróenérgicamente el abuso del cónyuge,de los ancianos y de los niños. “Esalgo que no se puede aceptar ni to-lerar”, dijo. �

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‘M i padre siempre solía decir:‘Dios no se burla de nadie, y

nadie se burla de Dios’. También nosdecía a menudo: ‘Dios es un pagadorgeneroso’ ”, dice el élder Gerald N.Lund, un miembro de los Setenta re-cién llamado.

“Nos criamos con esa filosofía”,continúa, “y eso aún define lo quesiento en cuanto al servir. Cuantomás trato de agradecer a Dios, másparece bendecirme, lo cual me ponemás en deuda con Él. Uno nuncapuede terminar de pagarle”.

Cuando regresó de prestar serviciomisional, Gerald Lund tomó la deter-minación de que prefería empezar atrabajar en vez de ir a la universidad.

“Empecé a trabajar en negocios deconstrucción”, explica. “Después depasar una semana limpiando con uncepillo los moldes para cemento, medi cuenta de que esa no era la maneraque quería pasar el resto de mi vida”.

De inmediato se inscribió en laUniversidad Brigham Young, dondeobtuvo su licenciatura y su maestría.La decisión que tomó de ir a la uni-versidad no sólo cambió su vida, sinoque resultó en que durante muchosaños enseñara el Evangelio a infini-dad de Santos de los Últimos Días.

Gerald Lund empezó a enseñarseminario en Salt Lake City en 1965,dando comienzo a una carrera de 34

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Élder William R.WalkerDe los Setenta

años con el Sistema Educativo de laIglesia. Además de aquellos prime-ros años de enseñar seminario, ense-ñó instituto, fue director deinstituto, trabajó como escritor decursos de estudio y cumplió diversasasignaciones administrativas. Estambién autor de muchos libros yartículos de renombre.

El élder Lund nació el 12 de sep-tiembre de 1939 en Fountain Green,condado de Sanpete, Utah, hijo deJewell y Evelyn Lund. La familia semudó a Salt Lake City cuando éltenía un año de edad, y más tarde aMurray, Utah, donde pasó la mayorparte de sus años de crecimiento.

En 1963 contrajo matrimonio conRetta Lynn Stanard, de Great Falls,Montana; tienen 7 hijos y 17 nietos.La hermana Lund es una destacadamúsica y ha publicado muchos desus arreglos. Los Lund han colabora-do en varias cantatas de Navidad yde la Pascua de resurrección.

El élder Lund ha sido presidentede rama, obispo y consejero en unobispado. En el momento en que re-cibió su llamamiento para servir enel Segundo Quórum de los Setenta,el élder Lund era presidente de laEstaca 14, Universidad BrighamYoung. �

Las personas que asisten a la conferenManzana del Templo.

De niño, en la pequeña comuni-dad de Santos de los Últimos

Días de Raymond, Alberta, Canadá,William Walker visitaba con fre-cuencia el hogar cercano de susabuelos. Allí, colgada en la pared,estaba una fotografía de la PrimeraPresidencia. “Aún recuerdo esa ima-gen; tuvo una profunda influenciaen mi vida durante aquellos prime-ros años. Crecí amando a los líderesde la Iglesia”, dice.

El élder William R. Walker nació

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cia pasean por el Tabernáculo de la

el 25 de mayo de 1944, hijo de J.Harris y Beth Russell Walker.Después de cumplir una misión re-gular en Japón, asistió a laUniversidad Brigham Young, dondeconoció a su esposa, Vicki VanWagenen. Contrajeron matrimonioen el Templo de Salt Lake Lake el10 de junio de 1968 y tienen cincohijos.

Después de que él se graduó, semudaron a Vancouver, ColumbiaBritánica, Canadá, donde inició sucarrera en el negocio de inversionescomo corredor de bolsa. Los Walkervivieron en Salt Lake City;Concord, California; Dunwoody,Georgia y Kenilworth, Illinois, antesde regresar a Utah en 1988. Fuepresidente de una empresa filial deAmerican Express y más tardeocupó puestos ejecutivos en dos delas instituciones bancarias más gran-des del mundo: Citibank y BancoBarclays.

Al élder Walker le gusta cultivarlas flores y árboles frutales de su jar-dín. Él y su esposa también han te-nido muchas oportunidades decultivar los jardines del Señor. En1990 fueron llamados a presidir laMisión Japón, Tokio Sur, y cuandorecibió su llamamiento al SegundoQuórum de los Setenta era presi-dente de la Estaca CottonwoodCreek, Sandy, Utah. Ha sido obispoen dos ocasiones, miembro de unsumo consejo y agente regional debienestar.

“Una parte muy importante demi vida fue mi misión cuando erajoven”, dice el élder Walker. “El pre-sidente Hinckley visitó Japón tresveces mientras yo estuve allí. Enuna de esas visitas a la casa de la mi-sión, él nos dijo a mi compañero y amí que nos preparáramos para serobispos y presidentes de estaca; esonos sorprendió, pero he sido bende-cido al ver el cumplimiento de esamaravillosa amonestación de unprofeta de Dios”. �

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Bonnie D. ParkinPresidenta General de la Sociedadde Socorro

“Mucho de lo bueno que me haocurrido en la vida ha sido por

la Sociedad de Socorro”, afirmaBonnie D. Parkin. “Creo en la bon-dad de las mujeres de cuidarse unasa otras y de alentarse mutuamente”.

La hermana Parkin, que nació el4 de agosto de 1940 a Jesse H. yRuth Butikofer Dansie, es la tercerade cinco hijos; se crió en Herriman,

Un coro combinado de los institutos ddurante la sesión del sábado por la t

Utah, al suroeste del valle de LagoSalado, que había sido colonizadopor el abuelo de su padre, de acuer-do con las instrucciones del presi-dente Brigham Young. Los padres desu madre eran conversos suizos quese habían establecido cerca de IdahoFalls, Idaho.

En 1962, la hermana Parkin ob-tuvo su licenciatura de laUniversidad del Estado de Utah y alpoco tiempo empezó a enseñar ter-cer grado en Bountiful, Utah. En fe-brero de 1963 conoció a James L.Parkin, que cursaba el primer año dela facultad de medicina en laUniversidad de Utah; contrajeronmatrimonio el 1º de julio de 1963en el Templo de Salt Lake.

La familia Parkin tiene 4 hijos y14 nietos; disfrutan las vacacionesen el Lago Powell o esquiar en lasmontañas. A la hermana Parkintambién le gusta la jardinería, jugartenis e ir en caminatas tempranopor la mañana.

“Al reflexionar en mi vida, cadauno de los llamamientos que he te-nido me ha fortalecido”, afirma. “Elhaber sido llamada como presidenta

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e Logan y Ogden, Utah, canta arde.

de la Sociedad de Socorro cuandoera una de las madres más jóvenesdel barrio fue un gran desafío, perorecibí una dulce paz cuando las her-manas del barrio me aceptaron. Esellamamiento fue una bendición enmi vida y me ayudó a progresar”.

La hermana Parkin prestó servi-cio en la mesa general de laSociedad de Socorro desde 1990hasta 1994, cuando fue llamada aser segunda consejera en la presi-dencia general de las MujeresJóvenes. Luego, en 1997, su esposofue llamado a servir durante tresaños como presidente de la MisiónInglaterra, Londres Sur.

“La bendición de servir una mi-sión con mi esposo me fortaleció in-mensamente”, dice. “Amamos a lossantos británicos, así como a nues-tros élderes y hermanas misioneras,y aprendimos mucho de ellos”.

La hermana Parkin, que está de-seosa de alentar a las mujeres jóve-nes a descubrir el gozo de laSociedad de Socorro y de que lashermanas de la Sociedad de Socorrotiendan una mano a las jovencitas,dice: “La Sociedad de Socorro es unlugar que ayuda a todas las herma-nas a venir a Cristo”. �

Kathleen H.HughesPrimera Consejera de la PresidenciaGeneral de la Sociedad de Socorro

Nuestro Padre Celestial ha proporcionado a las mujeres
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Anne C. PingreeSegunda Consejera de la PresidenciaGeneral de la Sociedad de Socorro

muchos dones, habilidades y cuali-dades maravillosas”, dice KathleenH. Hughes, recientemente llamadacomo primera consejera de la presi-dencia general de la Sociedad deSocorro. “Con Su ayuda, y con laayuda de las unas a las otras, no fra-casaremos”.

La hermana Hughes afirma quelas palabras de las Escrituras, juntocon el conocimiento de que es unahija de Dios, la han servido de anclay le han ayudado a encontrar paz,incluso durante los periodos difícilesde su vida. En una ocasión, cuandopasaba por una depresión poco des-pués del nacimiento de uno de sushijos, ella y su esposo visitaron laCárcel de Liberty, en Misuri; allí,examinaron la experiencia que elprofeta José Smith tuvo en ese lugary leyeron la revelación que él reci-bió, que se encuentra registrada enDoctrina y Convenios 121. La her-mana Hughes se dio cuenta de queasí como el Señor había dado apoyoa José Smith, Él la ayudaría a sopor-tar sus propias tribulaciones. “Fueuno de esos momentos que quedanen la memoria, un momento decisi-vo en el que percibí la presencia delSeñor en mi vida y en el que me dicuenta de lo que las Escrituras pue-den hacer para brindar consuelo ypaz”, afirma ella.

La hermana Hughes nació el 19de octubre de 1944 en Tooele,Utah, hija de William Daly y EmmaJohanson Hurst; contrajo matrimo-nio con el escritor Dean T. Hughesel 23 de noviembre de 1966 en elTemplo de Salt Lake; tienen treshijos y cinco nietos.

La hermana Hughes obtuvo unalicenciatura en 1966 del ColegioWeber State en Inglés, y en 1974obtuvo un grado de maestría eneducación especial de laUniversidad Central MissouriState. Durante muchos años fuemaestra de escuela y desde 1985ha trabajado en calidad de admi-nistradora en el distrito escolar deProvo (Utah).

Más recientemente, la hermanaHughes ha sido presidenta de lasMujeres Jóvenes de su barrio; tam-bién ha desempeñado llamamientos

en la Sociedad de Socorro, Primariay Escuela Dominical, y ha sidomiembro de la mesa general de lasMujeres Jóvenes.

“El objetivo de la Sociedad deSocorro es ayudar a las hermanas ysus familias, con la ayuda del sacer-docio, venir a Cristo”, afirma.“Siento mucha paz en cuanto a estellamamiento y sé que será unaoportunidad maravillosa el trabajaren la presidencia con estas notablesmujeres”. �

AAnne C. Pingree le encantaleer; pero aún más, le encanta

ayudar a otras personas a aprender aleer.

Mientras servía con su esposo,George C. Pingree, cuando él presi-día la Misión Nigeria Port Harcourt,la hermana Pingree concentró sulabor en promover el alfabetismo, enespecial entre los líderes de las orga-nizaciones auxiliares. “Jamás olvida-ré lo feliz que se sentían lashermanas cuando aprendían a leer.Cuando se ponían de pie en las reu-niones de capacitación y leían frasessencillas acerca de su responsabili-dad como líderes, las demás herma-nas les aplaudían; se sentían tanfelices”, dice la hermana Pingree.“Les abría un mundo totalmentenuevo”.

Habiendo obtenido una licencia-tura en Inglés de la Universidad de

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Utah, la hermana Pingree ha sidovoluntaria para trabajar con losniños de edad escolar que hablan es-pañol en el “Programa puedo leer” yactuar de tutora para inmigranteslaosianos mediante una organiza-ción de voluntarios para la alfabeti-zación.

“Creo que el Señor nos da la ex-periencia en la vida que nos preparapara cosas que están por venir”, afir-ma la hermana Pingree, quien adju-dica a esas experiencias con laalfabetización el que estuviese pre-parada para su nuevo llamamiento.En calidad de segunda consejera enla presidencia general de laSociedad de Socorro, tiene la espe-ranza de continuar fomentando elalfabetismo como énfasis constantede la Sociedad de Socorro.

La hermana Pingree agrega queel trabajar con personas de otros pa-íses también la ha preparado de ma-neras adicionales. “Mi perspectiva,mi punto de vista y mi entendimien-to de las mujeres de todo el mundoha aumentado; ellas me han enseña-do más acerca de la fe y del testimo-nio que lo que yo les hayaenseñado”, afirma.

El servicio que ha prestadocomo miembro de la mesa generalde la Sociedad de Socorro, comopresidenta de la Sociedad deSocorro de estaca y de barrio,como consejera en la presidenciade las Mujeres Jóvenes de estaca ypresidenta de la Primaria del barriohan dado también a la hermanaPingree un gran amor y aprecio porlas mujeres de la Iglesia. “Esperotender una mano de ayuda a todamujer y ayudarle a sentirse impor-tante ante los ojos del Señor. Losprofetas nos han dicho que, comomujeres del convenio, tenemos unaimportante aportación que haceren la edificación del reino en estosúltimos días. Nuestra influencia derectitud hará la diferencia en estemundo”, afirma.

La hermana Pingree nació el 11de junio de 1941 en Salt Lake City,hija de Ezra T. y Maude EricksonClark. Ella y su esposo se casaron enel Templo de Salt Lake en 1963; tie-nen cinco hijos y cuatro nietos. �

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La conferencia deabril está disponi-ble en DVD

El élder Oaks y el élder Holland prestarán servicio entre miembros de la Iglesia locales

Élder Dallin H. Oaks Élder Jeffrey R. Holland

A partir de agosto, el élder DallinH. Oaks y el élder Jeffrey R.

Holland, del Quórum de los DoceApóstoles, tendrán asignaciones deservicio fuera de los Estados Unidospor un periodo de un año. El élderOaks será Presidente de Área enFilipinas, y el élder Holland enChile.

Los llamamientos marcan la pri-mera vez en décadas que un miem-bro del Quórum de los DoceApóstoles haya vivido y presididofuera de los Estados Unidos. Elélder Ezra Taft Benson(1899–1994) y el élder Mark E.Petersen (1900–1984) presidieronen calidad de apóstoles la MisiónEuropea y la Misión EuropeaOccidental , respectivamente.Asimismo, el élder David O.McKay (1873–1970) fue presidentede misión cuando integraba elQuórum de los Doce Apóstoles,presidiendo la Misión Británica aprincipios de la década de 1920.

El llamamiento de los élderes

Oaks y Holland como Presidentesde Área tiene como fin el hacerfrente a un reto que la Iglesia ha te-nido durante años en los lugares endesarrollo: el rápido crecimiento.“Nuestro problema más grande hasido el crecimiento”, afirmó el presi-dente Gordon B. Hinckley en unaentrevista sostenida con el diarioDeseret News. “¡Y qué problema tanmaravilloso!”.

En sus nuevas asignaciones, losélderes Oaks y Holland prestaránayuda en la capacitación de nuevoslíderes de la Iglesia, así como enver que los miembros nuevos se in-tegren a la Iglesia y asistan al tem-plo. Por medio de esas nuevasasignaciones, los miembros delQuórum de los Doce Apóstoles po-drán obtener experiencia adicionalal hacer frente a necesidades de esaíndole.

En años recientes, tanto enChile como en Filipinas, el creci-miento de la Iglesia ha sido suma-mente rápido. El número de

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miembros de la Iglesia en Filipinasha aumentado a casi medio millón,habiendo ocurrido la mayor parte deese crecimiento en la última década.En 1984, el número de miembros dela Iglesia en Filipinas era 76.000, en1990 era 237.000, y hoy día es apro-ximadamente 496.000. En esa na-ción existen actualmente más de1.200 congregaciones, las cualesestán organizadas en 80 estacas y 13misiones. El Templo de Manila,Filipinas, fue dedicado en 1984.

Chile cuenta con más de520.000 Santos de los ÚltimosDías. Cuando se dedicó el Templode Santiago, Chile, en 1983, había140.000 miembros de la Iglesia enel país. En 1988 Chile se convirtióen la cuarta nación en el mundoque alcanzara a tener 50 estacas.Entre 1983 y 1993, el número demiembros y de estacas de la Iglesiachilenos se duplicó, llegando a serChile el país sudamericano cuyonúmero de miembros ascendía conmayor rapidez. El crecimiento cons-tante, que incluyó la creación de26 estacas nuevas entre 1994 y1996, llevó a la creación del Áreade Chile en 1996. �

La conferencia general de abrilestá ya disponible en 16 idiomas

en un solo DVD. Con sólo hacerclic, los miembros pueden ver laconferencia y oírla en cantonés, ce-buano, inglés, francés, alemán, ita-liano, japonés, coreano, mandarín,portugués, ruso, samoano, español,tagalo, tahitiano o tongano.

Debido a que este DVD es com-patible con los formatos NTSC,PAL y SECAM, se puede ver si seutilizan los “players” y las televisio-nes DVD por todo el mundo. Eljuego de DVDs (artículo Nº22057090; U.S. $14.25) se puso adisposición del público en los cen-tros de distribución de la Iglesia enjunio. �

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Ubicado en una colina, el Templo de Snowflake, Arizona, es el templo dela Iglesia número 108 en funcionamiento; simboliza el cumplimiento deprofecía y un tributo a los fieles pioneros.

El presidente Hinckley dedica elTemplo de Snowflake, Arizona

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E l 3 de marzo, el presidenteGordon B. Hinckley dedicó en

cuatro sesiones el Templo deSnowflake, el segundo del estado deArizona y el número 108 de laIglesia.

“Estamos agradecidos por los queestablecieron los fundamentos deésta y de las demás comunidadescercanas”, dijo el presidenteHinckley en su oración dedicatoria,refiriéndose a los primeros coloniza-dores Santos de los Últimos Díasque llegaron a la región deSnowflake en 1878 a petición delpresidente Brigham Young. “Ellos lu-charon durante mucho tiempo encontra de adversidades de todaclase. Ahora, los de su posteridaddisfrutan de los dulces frutos de susesfuerzos, y todo lo corona este mag-nífico y hermoso templo”.

Acompañaron al presidenteHinckley el élder Neal A. Maxwell,

del Quórum de los Doce Apóstolesy el élder Dale E. Miller, de losSetenta, Segundo Consejero de laPresidencia del Área NorteaméricaSuroeste.

Al nuevo templo asistirán losmiembros de la Iglesia del norestede Arizona y una pequeña parte deloeste de Nuevo México. El distritodel templo también incluye losmiembros que viven en las reservasapache, hopi, navajo y zuni. El inte-rior del templo ha sido decoradocon diseños y mobiliario típico delos indios americanos, como tapetes,cestos de mimbre y cerámica hechosa mano.

Snowflake y la población aledañade Taylor fueron colonizados en1878 como parte de la empresa decolonización que inició el presidenteBrigham Young. En 1880, el élderWilford Woodruff, en aquel enton-ces miembro del Quórum de los

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Doce Apóstoles, alentó a los atribu-lados santos a perseverar al mencio-nar la posibilidad de que hubiera untemplo entre ellos. Las declaracio-nes proféticas posteriores se atribu-yen a los Presidentes de la IglesiaJohn Taylor (1808–1887) y Joseph F.Smith (1838–1918). Los fieles san-tos se aferraron a esas promesas,transmitiéndolas de generación engeneración.

“La historia y las leyendas deSnowflake están repletas de esos re-latos”, afirmó el presidente del tem-plo Leon T. Ballard, originario deSnowflake. “Me crié escuchandoesas cosas; es por esa razón que loconsidero un templo profético”.

“Este templo es la respuesta aprofecías que fueron hechas”, dijoDean Porter, coordinador del comitédel Templo de Snowflake, Arizona.“Es un tributo, no tanto a nosotros,sino a nuestros antepasados pione-ros a quienes se les pidió abandonarsus hogares en Utah y forjarse unanueva vida aquí”.

A la dedicación del templo asis-tieron más de 11.000 miembros.Aunque la región de Snowflaketiene una población de sólo 9.000personas, más de 94.000 asistieron alprograma de puertas abiertas que sellevó a cabo del 2 al 16 de febrero. Elpresidente Ballard dijo que muchosde los visitantes habían ido debido alos lazos que sus antepasados habíantenido con ese lugar. “Y en su entu-siasmo, trajeron a sus amigos”, dijo.El entusiasmo por el nuevo templono ha disminuido desde que fue de-dicado. “Efectuamos 24 sesiones a lasemana, y casi todas han estado to-talmente llenas”, afirmó el presiden-te Ballard. �

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Los juegos paralímpicos danel toque final a losJuegos de Inviernode Salt Lake.

El presidente Gordon B. Hinckley recibe con un beso a la portadora de la antorcha de los juegos paralímpicos, Carrie Snoddy, mientras el presidente Thomas S. Monson y su esposa, Frances, observan.

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El espíritu de la competencia atlé-tica continuó en Salt Lake City

al ser la sede de los JuegosParalímpicos de Invierno 2002, quese llevaron a cabo del 8 al 16 demarzo. Más de 4.000 voluntarios ymiles de espectadores elogiaron losesfuerzos de los atletas discapacita-dos de todo el mundo a medida quecompitieron en esquí de descenso,hockey sobre hielo y esquí a campotraviesa.

EL TRASPASO DE LA LLAMAEl 7 de marzo, la Primera

Presidencia y los miembros delQuórum de los Doce Apóstoles seencontraban enfrente del Edificio deAdministración de la Iglesia paratraspasar la llama paralímpica. LaPrimera Presidencia, que se encon-traba en los escalones del edificio, re-cibió la llama de manos de CarrieSnoddy, de Park City, Utah, quien laentregó al presidente James E. Faust,Segundo Consejero de la PrimeraPresidencia, quien, a su vez, la entre-gó al presidente Thomas S. Monson,Primer Consejero de la PrimeraPresidencia, quien luego la entregó alpresidente Gordon B. Hinckley.

El presidente Hinckley levantó lallama para que la vieran los especta-dores. “¡Bienvenidos, bienvenidos alos juegos paralímpicos, a estos gran-des atletas que se han distinguido!”,dijo. “¡Adelante! ¡A ganar la carre-ra! ¡Ganen el premio! ¡Sean felices,sean felices. Estamos con ustedes; lesdeseamos buena suerte; queremosque triunfen, y esperamos que éstasea una ocasión grandiosa, maravi-llosa y estupenda para todo aquelque participe en ella. Salgan todosvencedores. Bravo!”

El presidente Hinckley entregó laantorcha a Margaret Stocks, delBarrio Dos de Brigham City, EstacaBox Élder, Brigham City, Utah,

quien la transportó durante parte delcamino.

ATLETAS PARTICIPANTESEntre los 1.000 atletas originarios

de 36 países que compitieron en losjuegos paralímpicos de invierno seencontraban dos Santos de los Últi-mos Días. Lacey Heward, de 22años, miembro del Barrio MountMahogany, Estaca Este Highland,Utah, esquió cuesta abajo el 11 y el14 de marzo, dejando atrás temorespersonales y a la mayoría de sus con-trincantes y ganando dos medallasde bronce en la división de mujerescon mono esquí.

La hermana Heward tenía sólo 18meses de edad cuando quedó disca-pacitada debido a un accidente, perola incapacidad física no la privó desu empeño de “ser lo mejor quepodía ser”.

“He trabajado mucho para llegara este punto”, comentó. “Se sientetan bien estar por fin aquí, empezara sentir la adrenalina, de salir a com-petir y dar todo lo posible”.

Keith Barney, miembro delBarrio Alpine Once, Estaca Alpine,Utah, compitió en la carrera decinco kilómetros a campo traviesa y

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en la división de esquí-sentado parahombres; también forma parte delequipo paralímpico ciclista deEstados Unidos.

El hermano Barney perdió el usode sus piernas en un accidente quesufrió cuando tenía 14 años de edad.Hoy día trabaja en el centro de reha-bilitación del Centro Médico de laUniversidad de Utah, donde enseñaa los recién discapacitados a vivirvidas ricas y productivas.

NOTA DE ÚLTIMA HORA DE LOSJUEGOS OLÍMPICOS DE INVIERNO

Además de los atletas olímpicosque aparecieron en la revistaLiahona de junio de 2002, QuinnWheeler, de 28 años de edad, miem-bro del Barrio Taylorsville 39, EstacaSur, Taylorsville, Utah, representó alas Islas Vírgenes de Estados Unidoscomo miembro del equipo “bobs-leigh” de sus Juegos Olímpicos deInvierno. El hermano Wheeler se in-teresó en ese deporte durante susaños de universidad y se familiarizócon los miembros del equipo de lasIslas Vírgenes mientras trabajaba enSt. Thomas a mediados del año2000. Se unió al equipo cuando derepente hubo una vacante en él. �

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Conmemoración, 14 de septiembre de 2001, por Anne Marie ObornDespués de los ataques terroristas acaecidos el 11 de septiembre de 2001, el presidente de los Estados Unidos, George W. Bush,

declaró el viernes, 14 de septiembre, día de conmemoración. Se suplicó que las personas encendieran una vela en memoria de las víctimas de los ataques. En esta pintura figuran la artista y su hija conmemorando ese día.

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“Grande ha sido la historia de esta obra. Nuestro

pueblo ha perseverado toda clase de sufrimientos; sus

sacrificios han sido indescriptibles; sus obras han

sido increíblemente inmensas. Pero de ese ardiente crisol ha

emanado algo glorioso. Hoy estamos sobre la cima de los

tiempos y observamos lo que hemos logrado”, dijo el presidente

Gordon B. Hinckley al dar apertura a la conferencia general.

“Al extenderse el tapiz de su pasado, ha quedado al descubierto

un hermoso diseño que encuentra su expresión en las vidas de

un pueblo feliz y maravilloso y que presagia cosas maravillosas

todavía por suceder”.

INFORME DE LA CONFERENCIA GENERAL ANUAL

6–7 DE ABRIL DE 2002