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Política y Sociedad, 2005, Vol. 42 Núm. 2: 11-35 11 Julio Aramberri Presentación Los movimientos sociales entran en el siglo veintiuno 1 Social Movements Enter the Twenty-First Century 1 Charles TILLY Columbia University [email protected] (traducción: Marta Latorre Catalán) Recibido: 27.02.05 Aprobado: 17.05.05 RESUMEN Este artículo pretende, a partir de un estudio de caso significativo (las movilizaciones en las calles de Filipinas en 2001), indagar en la forma en que las nuevas tecnologías de la comunicación interactúan con las nuevas tácticas y formas de organización de los movimientos sociales, estudiar sus efectos sobre éstos, así como ana- lizar los cambios que pudieran haberse producido en la internacionalización de los movimientos sociales a comienzos del siglo veintiuno. PALABRAS CLAVE: movimientos sociales, internacionalización, nuevas tecnologías de la comunicación, globa- lización, acción colectiva ABSTRACT This article tries to, from a significant case of study (mobilizations in the streets of Philippines in 2001), inquire into the way by which new technologies of communication interact with new tactics and forms of organization of social movements, study their effects on the latter, as well as to analyze the changes that could have occurred in relation to the internationalization of social movements at the beginning of twenty-first cen- tury. KEY WORDS: social movements, internationalization, new technologies of communication, globalization, collective action 1 Este artículo es una versión revisada del documento preparado para el Congreso sobre Políticas de Confrontación y Estructura de Oportunidad Económica: Perspectivas Mediterráneas. Universidad de Creta, Rethimno, 17-18 octubre 2003. Este trabajo se inspira en gran medida en el capítulo 5 de Tilly, C. (2004): Social Movements, 1768-2004, Boulder, Colorado, Paradigm Press.

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Política y Sociedad, 2005, Vol. 42 Núm. 2: 11-35 11

Julio Aramberri Presentación

Los movimientos sociales entranen el siglo veintiuno1

Social Movements Enter the Twenty-First Century1

Charles TILLY

Columbia [email protected]

(traducción: Marta Latorre Catalán)

Recibido: 27.02.05Aprobado: 17.05.05

RESUMEN

Este artículo pretende, a partir de un estudio de caso significativo (las movilizaciones en las calles de Filipinasen 2001), indagar en la forma en que las nuevas tecnologías de la comunicación interactúan con las nuevastácticas y formas de organización de los movimientos sociales, estudiar sus efectos sobre éstos, así como ana-lizar los cambios que pudieran haberse producido en la internacionalización de los movimientos sociales acomienzos del siglo veintiuno.

PALABRAS CLAVE: movimientos sociales, internacionalización, nuevas tecnologías de la comunicación, globa-lización, acción colectiva

ABSTRACT

This article tries to, from a significant case of study (mobilizations in the streets of Philippines in 2001),inquire into the way by which new technologies of communication interact with new tactics and forms oforganization of social movements, study their effects on the latter, as well as to analyze the changes that couldhave occurred in relation to the internationalization of social movements at the beginning of twenty-first cen-tury.

KEY WORDS: social movements, internationalization, new technologies of communication, globalization,collective action

1 Este artículo es una versión revisada del documento preparado para el Congreso sobre Políticas de Confrontación y Estructura deOportunidad Económica: Perspectivas Mediterráneas. Universidad de Creta, Rethimno, 17-18 octubre 2003. Este trabajo se inspira en granmedida en el capítulo 5 de Tilly, C. (2004): Social Movements, 1768-2004, Boulder, Colorado, Paradigm Press.

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Hacia la medianoche del martes 16 de enerode 2001, los teléfonos móviles en Manila,Filipinas, y alrededores comenzaron a transmitirel mensaje «Go 2EDSA, Wear blck» [«Ve aEDSA, Viste de negro»]. En una hora, decenasde miles de personas llegaron a la Avenida delEpitafio de los Santos, lo que los manileños lla-man Edsa. En la Avenida ya destacaba un san-tuario de People Power, Nuestra Señora de laPaz. La capilla se levantaba en el lugar donde en1986 un grupo de monjas hicieron frente con susrezos a los tanques del Presidente FerdinandMarcos, y ayudaron a derribarle del poder. Enlos cuatro días siguientes, más de un millón depersonas, muchas de ellas vistiendo ropa negra,se reunieron en el centro de Manila, pidiendo ladimisión del entonces Presidente JosephEstrada. Un derrotado Erap (como los filipinosllamaban comúnmente a Estrada) abandonó sucargo el día 20.

El día 16, el proceso por el impeachement2 deEstrada se había situado en un punto muertocuando la sala encargada del proceso en elSenado votó 11-10 en contra de examinar unaprueba crucial, por lo que el presidente delSenado había dimitido. Aquella noche los mani-festantes comenzaron a concentrarse en Edsa,corriendo la voz mediante teléfonos móviles. Enese momento, el fiscal Oscar Moreno declaró:«El foro está ahora en las calles, no en los pasi-llos del Senado. Está en el terreno de la opiniónpública y estoy seguro de que los filipinos esta-rán a la altura de las circunstancias». El día 17,los abogados del caso secundaron al presidentedel Senado en su decisión de dimitir. Durantelos dos días siguientes, numerosos grupos detodo el país empezaron a unirse al movimientoque pedía la dimisión del presidente.

Procedente de Hong Kong, por ejemplo, elanterior presidente Fidel Ramos lideró una mar-cha de protesta de unos trescientos seguidoresdesde el aeropuerto hasta Edsa, donde la antiguapresidenta Corazón Aquino y el protector dePeople Power, el Cardenal Jaime Sin, se dirigíana la multitud mientras exigían la dimisión presi-dencial. En toda la región de Manila, doscientosmil trabajadores se ausentaron del trabajo paraasistir a los mítines contra Estrada (PhilipineStar, 18 de enero de 2001). La tarde del día 18,

una cadena humana de diez kilómetros se des-plegó desde el monumento en memoria deNinoy Aquino (cuyo asesinato, llevado a cabopor las fuerzas de Marco en 1983, había precipi-tado indirectamente el movimiento de PeoplePower en 1986 y llevado a su viuda a la presi-dencia) al santuario de Edsa.

El viernes 19, las fuerzas contra Estrada die-ron pasos incluso más serios contra el asediadopresidente. Ese día, ciento cincuenta mil mani-festantes se concentraron ante el monumento dePeople Power, el jefe del ejército apareció frentea ellos para anunciar su defección del bando delgobierno y la vicepresidenta Gloria MacapagalArroyo (hija de un antiguo presidente filipino)comenzó a perfilarse como «comandante enjefe». En el trascurso del día, un número de ofi-ciales de la policía y el ejército abandonaron alpresidente y autorizaron una marcha al palaciopresidencial.

Mientras tanto, las calles se llenaron de gru-pos de rock, bandas de institutos, consignas delos oponentes a Estrada y pancartas llamando ala destitución del presidente. Y así como lasmanifestaciones en las calles continuaban, losjefes del ejército enviaron a un oficial de altagraduación y un asesor del anterior presidentepara informar a Estrada —para entonces bastan-te ebrio— de forma bien clara de que los milita-res no le respaldarían más. Aunque el presiden-te nunca presentó la dimisión formalmente, alfinal de ese día 19, Gloria Macapagal había asu-mido el poder, recibiendo un rápido reconoci-miento como presidenta por las principalesautoridades del país. Estrada abandonó final-mente el palacio presidencial el día 20(Ananova, 2001; Philippine Star, 2001).

La concurrencia de ciudadanos filipinos, noviolenta pero de manifiesta importancia, habíaayudado de nuevo a producir una importantetransferencia de poder en un país cargado deproblemas. Una semana más tarde, Time Asiareflejaba:

Lo que sucedió la semana pasada en Manila teníatodos los ingredientes de la democracia a pie decalle: manifestantes, discursos calurosos, PeoplePower —precisamente como la gloriosa revoluciónque derrocó al dictador Ferdinand Marcos de forma

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2 [N. de la T.] Cursiva añadida (en todos los usos de este término a lo largo del texto). No se traduce aquí el término del inglés por suuso generalizado en la literatura en ciencias sociales. A continuación se precisa su significado: acusación formulada contra un alto cargopor delitos cometidos en el desempeño de sus funciones.

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dramática y prácticamente sin derramamiento desangre, hace casi quince años. La emoción delmomento acompañaba durante el día, y uno se sentíacínico interrogando sobre los motivos de la gente o lapresunta corrupción del «difunto» Presidente JosephEstrada. ¿Pero qué sucedió realmente entre bastido-res para dar lugar a People Power II? ¿Y podrían esospoderes —y personas— que habían provocado ya lacaída de otro presidente filipino ser las mismas fuer-zas que harían difícil para cualquiera, incluida larecién jurada Presidenta Gloria Macapagal Arroyo,gobernar Filipinas de forma efectiva? (Time Asia,2001).

En otras palabras, ¿toda esa conmoción en lascalles de Manila había proporcionado algo másque el camuflaje para unos decisivos pasos polí-ticos, tomados por dirigentes que habían yadecidido librarse de una figura títere inconve-niente y que manipularían también a su sucesor?

Las preocupaciones de la revista plantearoncuestiones que se extendían mucho más allá deuna tumultuosa semana de enero en Manila.¿Traería el siglo veintiuno movimientos socialesque culminaran los ansiados sueños de PeoplePower alrededor del mundo? ¿Serían las tecno-logías de la comunicación, como los mensajesde texto de los teléfonos móviles que corrieronla voz tan rápidamente en Manila, las que pro-veerían los medios para los activistas y la gentecomún para desplazar el balance táctico lejos decapitalistas, líderes militares y políticos corrup-tos? O, por el contrario, ¿marcarían las concen-traciones de miles de ciudadanos simplementeel último giro de política popular en el despertarde la contienda de la globalización?

El analista de las tecnologías HowardRheingold toma la aventura filipina como laprecursora de lo que ha llamado «SmartMobs»3: «gente que es capaz de actuar coordi-nadamente incluso sin conocerse» (Rheingold,2003: xii). El autor resalta el entusiasmo de lapoblación filipina por el «servicio de mensajescortos» [SMS en inglés: Short Message Service]desde su introducción en 1995. De manera queen el año 2000, los 84 abonados por cada milhabitantes de Filipinas superaban las cifras deotros países más ricos como Costa Rica (52) y

Belice (70), a pesar de quedar bien lejos de los783 de Islandia y de los igualmente notables 751de Noruega.

Filipinas, además, puede incluirse en unacategoría especial en relación con las comunica-ciones, al menos en un aspecto relevante. Losúnicos países en el mundo que contaban enton-ces con más del doble de abonados a teléfonosmóviles que a líneas fijas de telefonía eranParaguay, Gabón, Congo y Filipinas (PNUD2002: 186-189). Los teléfonos móviles y losmensajes de texto comenzaban a parecer seriasalternativas a las telecomunicaciones de líneafija, especialmente donde la pobreza, la agita-ción política y/o una geografía severa, impidenla creación de una infraestructura de telecomu-nicaciones respaldada por el gobierno. A prime-ra vista, los sistemas de telefonía móvil conta-ban con el atractivo popular de no caerfácilmente bajo el control gubernamental.

Rheingold, sin embargo, va más allá.Argumenta que las «smart mobs» conectadaspor mensajes de texto están ya quitando el pro-tagonismo a los movimientos sociales conven-cionales del siglo veinte. Él cita los siguientesejemplos:

— El 30 de noviembre de 1999, grupos demanifestantes autónomos pero interconec-tados, protestando en la reunión de laOrganización Mundial del Comercio, usa-ron tácticas «en red», teléfonos móviles,páginas web y ordenadores portátiles paraganar la «Batalla de Seattle».

— En noviembre de 2000, miles de ciudada-nos británicos, indignados por una repen-tina subida de los precios de la gasolina,usaron sus teléfonos móviles, mensajescortos de texto, correos electrónicos desdelos portátiles y las radios en los taxis paracoordinar grupos dispersos, que bloquea-ron el servicio de suministro de gasolinaen estaciones de servicio previamenteescogidas, en una protesta política arries-gada.

— Una manifestación violenta en Toronto enla primavera de 2000 fue retransmitida porun grupo de periodistas de investigaciónsin vinculación con un medio específico,

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3 [N. de la T.] No se traduce el término «smart mobs» ni se adopta el recogido en la traducción del libro de H. Rheingold, «multitudesinteligentes» (Multitudes inteligentes: la próxima revolución social, Barcelona, Gedisa, 2004) por parecernos más apropiado, en todo caso,el concepto de «masa inteligente», dotada de sentido si se quiere (por oposición al de «masa» —aforma, maleable—, concepto de ampliatradición sociológica) y aun optando por su acepción en el idioma original por su uso común creciente.

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que difundieron a través de la red los víde-os digitales de todo lo que veían.

— Desde 1992, miles de activistas de la bici-cleta4 se han reunido mensualmente pararealizar manifestaciones móviles quedenominan «Concentraciones Críticas»,zigzagueando y recorriendo las calles deSan Francisco en masa. Las«Concentraciones Críticas» operan a tra-vés de redes conectadas informalmente,avisadas por teléfono móvil y grupos decorreo electrónico y se dividen en gruposmás pequeños y coordinados cuando serequiere (Rheingold, 2003: 158).

Indudablemente, los participantes de losmovimientos sociales del siglo veintiuno hanintegrado las nuevas tecnologías en sus organi-zaciones y en sus —muy reivindicativas—acciones. Las preguntas serias, sin embargo,comienzan ahí: ¿Están las nuevas tecnologíastransformando los movimientos sociales? ¿Dequé forma? Si es así, ¿cuáles son sus efectos?¿cómo interactúan las nuevas tácticas y formasde organización con los movimientos socialesdel siglo veintiuno? En resumen, ¿hasta quépunto y cómo las recientes variaciones en losmovimientos sociales son resultado de los cam-bios en las capacidades de conexión internacio-nal que la gente llama en términos generalesglobalización? Este trabajo ofrece un análisispreliminar de lo que está sucediendo realmenteen los movimientos sociales alrededor delmundo en este comienzo del siglo veintiuno.

Este trabajo muestra que en los movimientossociales están, de hecho, ocurriendo cambiossignificativos durante el comienzo del sigloveintiuno. Comparado con el siglo veinte, lasredes internacionalmente organizadas de acti-vistas, las organizaciones no gubernamentales anivel internacional y los blancos internacional-mente visibles, como las empresas multinacio-nales y las instituciones financieras internacio-nales, son protagonistas más destacados en losmovimientos sociales recientes, especialmenteen las regiones del mundo más ricas y mejorconectadas. Incluso los movimientos primor-dialmente nacionales como, por ejemplo, loscontrarios a la campaña de Estrada en Filipinasreciben, como media, más atención e interven-

ción internacional que sus homólogos en el sigloveinte.

Además, este trabajo también señala cuatroadvertencias importantes:

1. Evitar el determinismo tecnológico; reco-nociendo que la mayoría de los nuevos ras-gos de los movimientos sociales resultande cambios en sus contextos sociales ypolíticos más que de las innovaciones tec-nológicas como tales.

2. Advertir que, igual que lo hicieron durantelos siglos diecinueve y veinte, las innova-ciones en las comunicaciones del sigloveintiuno siempre operan de dos maneras:por un lado, disminuyendo los costes decoordinación entre los activistas que yaestán conectados entre sí; por otro lado,excluyendo de manera incluso más defini-tiva a aquellos que carecen del acceso a losnuevos medios de comunicación, y por lotanto incrementando la desigualdad en lascomunicaciones.

3. Recordando que la mayor parte de la acti-vidad de los movimientos sociales del sigloveintiuno continúa dependiendo de formasde organización local, regional y nacionalque ya predominaban a finales del sigloveinte.

4. Al mismo tiempo que se apunta que la glo-balización está moldeando la distribuciónmundial de movimientos sociales, evitar lasuposición de que la confrontación entreglobalización y anti-globalización dominaen la actualidad la escena de los movi-mientos sociales.

Ignorar estas advertencias sería no ver loscambios sociales reales que están afectando alas reivindicaciones colectivas a nivel mundial,así como la persistencia de asuntos locales,regionales y nacionales en los movimientossociales.

GLOBALIZACIÓN

En primer lugar, vamos a ocuparnos de la glo-balización. En cualquier época en la que un con-junto de conexiones y prácticas sociales seexpande desde una escala regional a otra trans-

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4 [N. de la T.] Cursiva añadida.

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continental, se produce, en cierto modo, un pro-ceso de globalización. Cada vez que un conjun-to de conexiones y prácticas transcontinentalesse fragmenta, se desintegra o desaparece, seproduce un proceso de des-globalización. Sólocuando el primer conjunto de procesos superade lejos al segundo podemos afirmar claramen-te que la humanidad en su conjunto se está glo-balizando.

Durante la segunda mitad de milenio desde1500, han tenido lugar tres olas principales deglobalización. La primera comenzó alrededor de1500. Fue el resultado de la rápida propagaciónde la influencia de Europa, el crecimiento delImperio Otomano y las paralelas expansiones delos comerciantes chinos y árabes en los OcéanosÍndico y Pacífico. Los otomanos extendieron sucontrol en el sur de Europa, norte de África yOriente Próximo mientras los europeos de occi-dente construían imperios comerciales y territo-riales en África, el Pacífico y América. Mientrastanto, el comercio marítimo musulmán continuóconectando África, Oriente Próximo y los puer-tos del Océano Índico. En Asia, la actividadcomercial de europeos y musulmanes se relacio-na con la enérgica expansión china en el comer-cio del Pacífico bajo el Imperio de la dinastíaMing (1368-1644).

La expansión otomana finalizó en el siglodiecinueve y los europeos desplazaron parcial-mente a los comerciantes musulmanes en losOcéanos Índico y Pacífico. Pero europeos y chi-nos siguieron con su participación en el sigloveinte en el primer proceso globalizador poste-rior a 1500. Los europeos comenzaron coloni-zando las zonas más templadas de sus imperiosen África, América y el Pacífico. Asimismo,millones de emigrantes chinos se desplazaron alsureste de Asia y el Pacífico. Aquí está una delas pruebas de la creciente conexión mundial:hacia el siglo diecisiete, grandes cantidades delas minas de plata en Suramérica acababan enlas arcas chinas, a causa de la exportación devaliosos artículos chinos a occidente.

Podemos situar la segunda gran oleada deglobalización posterior a 1500 aproximadamen-te en torno a 1850-1914. Consideremos la masi-va migración internacional entre 1850 y laPrimera Guerra Mundial: tres millones deindios, nueve millones de japoneses, diez millo-nes de rusos, veinte millones de chinos y treintay tres millones de europeos. Durante este perío-do el comercio internacional y los movimientos

de capital lograron cotas jamás alcanzadas,especialmente a través del Atlántico. Las mejo-ras en los transportes y las comunicaciones,como los ferrocarriles, los barcos a vapor, elteléfono y el telégrafo, redujeron los costes deesos flujos y los aceleraron. Los movimientosmasivos de mano de obra, bienes y capital hicie-ron que los precios de las mercancías fueranmás uniformes alrededor del mundo y se reduje-ran las diferencias de salarios entre los paísesque estaban fuertemente involucrados en esosmovimientos. Los principales beneficiarios eranJapón, Europa occidental y los países más ricosdel norte y el sur de América. Para el mundo ensu conjunto, la segunda oleada de globalizaciónincrementó las desigualdades en riqueza y bien-estar entre aquellos beneficiarios y el resto.Excepto para áreas de asentamiento europeocomo Australia, las colonias europeas no com-partían generalmente esa prosperidad.

Las migraciones, el comercio y los movi-mientos de capital disminuyeron entre las dosguerras mundiales. Pero a la vez que Europa yAsia se recuperaban de la Segunda GuerraMundial, comenzó una tercera oleada de globa-lización. En esta época, la migración interconti-nental fue menos acelerada que entre 1850 y1914. En comparación con el período 1850-1914, menos economías sufrieron escasez gravede mano de obra y el mercado de trabajo seorganizó de manera más efectiva para impedir lacompetencia con los inmigrantes. Como conse-cuencia, las migraciones internacionales se divi-dieron en, por un lado, corrientes relativamentepequeñas de profesionales y obreros cualifica-dos y, por otro, un enorme número de sirvientesy obreros no cualificados. Las diferencias deriqueza y seguridad entre los países ricos ypobres se estaban ampliando visiblemente, loque provocó que trabajadores de los países máspobres hicieran intentos desesperados para emi-grar a países más ricos, ya fuera de forma per-manente, ya el tiempo suficiente para ganar unacantidad considerable de dinero para su retornoa casa. Las industrias mayoristas crecieron alre-dedor de la organización de formas de migra-ción ilegal, semi-ilegal y legal pero atroces enlos países más ricos.

La circulación de bienes y capital se incre-mentó incluso más allá de los niveles del siglodiecinueve. Muchos de estos movimientostuvieron lugar dentro de las propias compañíasmultinacionales, que extendieron sus mercados,

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emplazamientos de fabricación, oficinas centra-les y fuentes de materias primas a diferentes paí-ses. Pero el comercio internacional entre paísesy compañías también se aceleró. Los productosde alta tecnología producidos en el este de Asia,Europa occidental y el norte de América comen-zaron a estar disponibles casi en cualquier partedel mundo. Las grandes compañías de los paísesmás ricos invirtieron de forma creciente en laproducción donde los costes de mano de obraeran menores que en el país de origen, a menu-do volviendo a introducir ropa, aparatos electró-nicos y otros bienes, producidos en esos paísesde bajo coste, en sus propios mercados internospara competir en éstos. Al mismo tiempo, lasinstituciones políticas, los sistemas de comuni-cación, la tecnología, la ciencia, las enfermeda-des, la contaminación y la delincuencia, todasellas adoptaron una creciente escala internacio-nal. Durante el comienzo del siglo veintiuno,esa tercera oleada globalizadora avanza conmáxima fuerza.

Las oleadas de 1850-1914 y la de 1950 enadelante se diferenciaron de forma llamativa. Apesar del desarrollo imperial y la crecienteimportancia de Japón, la expansión del siglodiecinueve se centró en el Atlántico, primero enbeneficio de los principales Estados europeos,más tarde y de manera creciente favoreciendo aNorteamérica. En su equivalencia en los siglosveinte y veintiuno Asia tomó partido con muchamás fuerza. Como emplazamientos para la pro-ducción, como objetivos de inversión y, progre-sivamente, como mercados, China, Japón,Corea, Taiwán, India, Pakistán, Bangladesh,Indonesia, Malasia, Singapur, Tailandia,Filipinas y otros países asiáticos participaronampliamente en el crecimiento global.

Otra diferencia: durante la oleada de 1850-1914, la expansión económica dependía fuerte-mente del carbón y el hierro. Como consecuen-cia, el capital y los trabajadores se desplazabanespecialmente a un número limitado de regionescon fuerte presencia de la industria pesada, pro-duciendo las características y sucias concentra-ciones de las ciudades industriales a lo largo delos canales fluviales y las líneas de ferrocarril.Hacia finales del siglo veinte, el petróleo, el gasnatural, los generadores hidroeléctricos y losreactores nucleares habían desplazado en granmedida al carbón como fuente de energía en lasregiones más ricas del mundo. La globalizaciónposterior a 1945 se caracterizó por esas indus-

trias de alta tecnología, así como las electrónicasy las farmacéuticas. Esas industrias dependíande importantes grupos de técnicos y científicos,como en París-Sur y Silicon Valley, California.Pero con bienes de alto valor y costes de trans-porte relativamente bajos, podían fácilmentesubdividir la producción de acuerdo con la dis-ponibilidad de mano de obra y del mercado. Lasindustrias de información y servicios empujaronmás aún en la misma dirección: por ejemplo,empleados mal pagados manejando datos en elsur de India procesan la información para com-pañías con base en Nueva York y Londres, concable de fibra óptica y conexiones por satélite,transmitiendo datos de manera inmediata enambas direcciones.

La globalización en su versión del siglo die-cinueve consolidó los estados. Aumentó su con-trol sobre los recursos, actividades y poblacióndentro de sus fronteras, de la misma forma queaumentaba la regulación de flujos al otro lado deesas fronteras. Entre 1850 y la Primera GuerraMundial, por ejemplo, los estados a lo largo delmundo regularizaron los pasaportes nacionalesy fijaron las relaciones y los afectos de los ciu-dadanos con estados concretos (Torpey, 2000).En el proceso, surgieron difíciles pero efectivosacuerdos laborales entre gobiernos, patronal ysindicatos a escala nacional. Patronal, sindica-tos, partidos políticos y administraciones públi-cas lucharon duro, pero llegaron a acuerdos.Esas negociaciones finalmente desplazaron alos estados desde el libre comercio hacia la pro-tección de industrias que combinaban una granmano de obra con un amplio capital fijo. Lasindustrias farmacéuticas, del acero y de trata-miento de metales lideraron el camino.

El tipo de globalización de los siglos vein-te/veintiuno, en claro contraste, debilitó el podercentral de la mayoría de los estados, permitien-do al capital moverse rápidamente de un país aotro cuando las oportunidades de beneficioaumentaban. Los estados, tras 1945, tambiénperdieron eficacia para contener los rápidosavances de las comunicaciones, el conocimientocientífico, el tráfico de drogas, armas, joyas omigrantes a través de sus fronteras. Incluso losdominantes Estados Unidos fracasaron en elbloqueo de movimientos de contrabando, dineronegro y migrantes ilegales. La mayoría de losotros estados perdieron el control de maneramás drástica que los Estados Unidos.

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Al mismo tiempo, las organizaciones no guber-namentales y supra-gubernamentales escaparonparcialmente al control de cualquier estado. Lasnuevas y poderosas organizaciones no estatalesincluían a las corporaciones multinacionales, lasinstituciones financieras mundiales, NacionesUnidas, agrupaciones políticas como la UniónEuropea, alianzas militares como la Organizacióndel Tratado del Atlántico Norte (OTAN) y gruposinternacionales de activistas como Médicos SinFronteras. Una ironía: los Estados Unidos subven-cionaron o, al menos, apoyaron la formación ini-cial de muchas de esas organizaciones internacio-nales. En sus comienzos, los Estados Unidos, amenudo, las dirigían hacia sus intereses naciona-les. Sin embargo, al comienzo del siglo veintiuno,ni siguiera los Estados Unidos, el mayor poderfinanciero y militar a nivel mundial, podrían orga-nizar tan sencillamente estas organizaciones a sualrededor.

GLOBALIZACIÓNY MOVIMIENTOS SOCIALES

A modo de contexto para los cambios en losmovimientos sociales, podemos ver el funciona-miento de la globalización más claramente dis-tinguiendo entre las conexiones «arriba-abajo»,adaptación «abajo-arriba» y un terreno mediode negociación. De «arriba-abajo», la globaliza-ción produce conexiones entre centros de poder:enlaces comerciales entre nodos financieros,relaciones coercitivas entre fuerzas militares,relaciones culturales entre grupos étnicos o reli-giosos y combinaciones de estas tres. De«abajo-arriba», la globalización parece diferen-te; incluye conexiones tales como las corrientesmigratorias de larga distancia, las comunicacio-nes telefónicas transfronterizas y transoceáni-cas, remesas y regalos enviados por los migran-tes a sus localidades de origen y el bagajecompartido por los organizadores de movimien-tos sociales. Tal y como las voces críticas seña-lan a menudo, también implica la proliferacióndel consumo estandarizado de bienes y serviciosalrededor del mundo. Y también supone un sor-prendente abanico de adaptaciones que combi-nan esos bienes y servicios con las culturas loca-les, más que homogeneizando simplemente yfavoreciendo, así, a estas culturas.

En la zona intermedia de negociación, la genteresponde a las oportunidades y amenazas gene-

radas por los procesos «arriba-abajo», emplean-do redes «abajo-arriba» para crear nuevas rela-ciones con los centros de poder. Esa zona inter-media contiene no sólo confrontacionescoordinadas como la movilización a nivel mun-dial de 15 de febrero de 2003 contra la invasiónestadounidense en Irak, sino también el comer-cio a nivel global en el contrabando de mineralesrobados, madera, drogas y prostitución. La zonaintermedia depende en buena medida de lasconexiones producidas por las vertientes de laglobalización «arriba-abajo» y «abajo-arriba».Por ejemplo, las redes de contrabando a menudoutilizan a grupos de emigrantes para labores detransporte y distribución, las formas más lucrati-vas de comercio ilegal utilizan los circuitosfinancieros internacionales para lavar su dineroy los contactos internacionales entre alejadosactivistas de movimientos sociales a menudo seoriginan en reuniones establecidas por organiza-ciones internacionales.

Desde que Howard Rheingold y muchos otrosentusiastas de la tecnología afirmaran que lasnuevas tecnologías de la comunicación estándefiniendo la organización y estrategia de losmovimientos sociales, nos es más fácil recono-cer que desde el comienzo los activistas de losmovimientos sociales han respondido a losmedios de comunicación. Ya habíamos puestode manifiesto que el enorme crecimiento de losmedios escritos durante los siglos diecinueve yveinte dio nueva resonancia a los movimientossociales mucho antes de la era electrónica. Laradio y la televisión jugaron un papel importan-te durante el siglo veinte. Recordemos algunasfechas cruciales para las innovaciones tecnoló-gicas más relevantes:

1833 Aparición del telégrafo1876 Aparición del teléfono1895 Descubrimiento de la radio por Marconi1920s Televisión experimental1966 Inicio de la comunicación por satélite1977 Primer sistema de comunicación móvil

(Arabia Saudí)1978 Primer ordenador personal1989 Plan inicial para la red mundial

(World Wide Web)1995 Internet público establecido en Estados

Unidos1996 Protocolo de Aplicación Wireless

(PNUD, 2001: 33)

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Deberíamos tener mucho cuidado antes deadoptar una postura determinista acerca de lascomunicaciones en cualquiera de sus formas,general o particular: generalmente, suponiendoque cada una de esas innovaciones por sí mis-mas transformaron la vida social y la acciónpolítica; particularmente, imaginando queInternet o los teléfonos móviles proporcionan unpoder de comunicación tan grande que desvin-culan a la gente de sus relaciones y prácticassociales previas. En un reciente y exhaustivoestudio sobre el uso de internet, CarolineHaythornthwaite y Barry Wellman ofrecen unresumen sobre el impacto social en términosgenerales:

Incluso antes de la llegada de Internet, se habíaproducido un movimiento desde comunidades cerra-das a comunidades fragmentadas. Muchos amigos yparientes con los que mantenemos estrechos lazossociales no están físicamente cerca. Estos lazos seextienden a las áreas metropolitanas y a menudo alotro lado del país o del océano. El correo, el teléfo-no, los coches, los aviones y ahora el correo electró-nico e Internet mantienen esos lazos. La mayoría degente no vive sus vidas atada a una comunidad. Encambio, se desenvuelven a través de múltiples comu-nidades, parciales y especializadas, otorgando uncompromiso limitado a cada una de ellas. Sus vidasestán «glocalizadas»: combinando los lazos de largadistancia con su participación continuada en loshogares, vecindarios y lugares de trabajo(Haythornthwaite y Wellman, 2002: 32).

Por supuesto, estas observaciones se aplicancon mucha mayor fuerza a los países ricos que almundo en su conjunto. Pero aclaran el sentidoen el que la integración de las innovaciones delas comunicaciones en las relaciones y prácticassociales previas se extiende a los proyectos quela gente ya tenía en marcha y, especialmente,acentúa las conexiones que estaban ya en fun-cionamiento pero eran costosas de mantener.Estas observaciones refuerzan dos cuestionescruciales que ya habían caracterizado la adop-ción de nuevos medios de comunicación, comola radio, en los movimientos sociales del sigloveinte. Primero, cada nueva forma de conexiónen las comunicaciones facilita un conjunto espe-cífico de relaciones y excluye otras —los otrosque no tienen acceso al relevante medio decomunicación. Segundo, los medios de comuni-cación difieren de manera extraordinaria en sugrado de simetría y asimetría: prensa, radio y

televisión presentan una enorme asimetría entreparticipantes, mientras que las comunicacionesdigitales corrigen el equilibrio en cierta medida.

Atendiendo principalmente a las relacioneseconómicas de una forma similar, VivianaZelizer reconoce con perspicacia la existenciade relaciones sociales a las que llama «circuitoscomerciales». Cada uno de esos circuitos inclu-ye cuatro elementos: 1) una frontera bien defi-nida, con algún tipo de control sobre las trans-acciones que traspasan la frontera, 2) unconjunto distintivo de transacciones económi-cas, 3) medios de comunicación característicosempleados en el logro de esas transacciones y4) lazos significativos entre los participantes(Zelizer, 2004). Los casos apuntados incluyenredes de crédito, relaciones de ayuda mutuaentre profesionales en diferentes organizacio-nes y sistemas de divisas especializados.Dichos circuitos crean una estructura institucio-nal que refuerza el crédito, la confianza y lareciprocidad en el interior de su perímetro, peroorganiza la exclusión y la desigualdad en rela-ción con los de afuera. Los circuitos trascien-den los límites de las comunidades, hogares yorganizaciones, pero conectan a sus participan-tes en formas significativas de coordinación,comunicación e interdependencia.

La idea se extiende fácilmente a lo que podrí-amos llamar circuitos políticos: no sólo redes deconexión entre activistas políticos, sino la com-pleta combinación de fronteras, controles, nego-ciaciones políticas, medios de comunicación yrelaciones significativas. Los movimientossociales construyen, crean y transforman los cir-cuitos políticos. En este sentido, los medios decomunicación marcan la diferencia, precisa-mente, por la razón mencionada: porque cadamedio, con sus propios métodos, refuerza algu-nas relaciones, facilita otras conexiones que deotra manera serían difíciles de establecer o man-tener y excluye un buen número de otros posi-bles vínculos. Una vez involucrados en un cir-cuito político, los participantes negocian puntosde encuentro entre los medios, las transaccionesy las relaciones sociales significativas, al tiempoque establecen y controlan las fronteras entre losde dentro y los de afuera. En lugar de un deter-minismo de las comunicaciones, encontramosparticipantes políticos activamente implicadosen innovación organizativa.

Todas las innovaciones tecnológicas antesseñaladas o sus aplicaciones se convirtieron,

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finalmente, en elementos disponibles para losactivistas y organizadores de los movimientossociales. En general, redujeron los costes encomunicación, al mismo tiempo que incremen-taban el campo de actuación de las comunica-ciones de los movimientos sociales. Tambiénconectaron a los participantes en los movimien-tos sociales de manera más firme con otrosusuarios de las mismas tecnologías y, de igualmanera, separaron a los participantes de los no-usuarios de esas tecnologías; por lo tanto, tuvie-ron efectos selectivos importantes.

En otros tiempos, de forma similar, las revo-luciones en el transporte, como los trenes de

vapor de largo recorrido, los tranvías y los vue-los comerciales, facilitaron el contacto para losmovimientos sociales en una cierta distancia,pero impidieron realmente el contacto de gentede ideas afines que viviera lejos de las principa-les líneas de transporte. Sin embargo, ni en lascomunicaciones ni en los transportes, la agendatecnológica dominó los cambios en la organiza-ción, estrategia y prácticas de los movimientossociales. Los cambios en el contexto político yorganizativo intervinieron mucho más directa einmediatamente en el funcionamiento de losmovimientos sociales que las transformacionestecnológicas como tales.

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TABLA 1Conexiones de diferentes formas de comunicación en países seleccionados, 1990-2000

Líneas telefónicas Abonados a Dominios depor cada mil, Ratio teléfonos móviles Ratio Internet porcada Ratio

País habitantes, 2000 2000/1990 por cada mil 2000 2000/1990 por cada mil, 2000 2000/1990

Australia 525 1.2 447 40.6 85.7 5.0Canada 677 1.2 285 131.3 77.4 6.1China 112 18.7 66 — 0.1 —Congo 7 1.0 24 — — —Rep.Checa 378 2.4 424 — 15.4 7.3Gabón 32 1.5 98 —lslandia 701 1.4 783 20.1 143.0 4.6India 32 5.3 4 — — —lndonesia 31 5.2 17 — 0.1 —lsrael 482 1.4 702 234.0 29.5 6.0Kazajstán 113 1.4 12 — 0.5 —Noruaga 532 1.1 751 16.3 101.1 5.2Paraquay 50 1.9 149 — 0.2 —Filipinas 40 4.0 84 — 0.3 —Arabia Saudita 137 1.8 64 64.0 0.2 —Reino Unido 589 1.3 727 38.3 28.2 3.8EE.UU 700 1.3 398 19.0 295.2 12.8Mundo 163 1.6 121 60.5 17.8 10.5

— = no hay datos disponibles o es igual a O en 1990Fuente: PNUD 2002: 186-189

Una pequeña reflexión sobre la distribuciónmundial de las comunicaciones, en cualquiercaso, disipa la ilusión de que los mensajes elec-trónicos coordinarán pronto a los movimientossociales alrededor de todo el mundo. La tabla 1presenta datos relevantes de una matriz de paí-ses desde los relativamente pobres (Congo, por

ejemplo) hasta los muy ricos (Noruega, porejemplo). Obsérvense las amplias diferencias enlíneas telefónicas, teléfonos móviles y conexio-nes a Internet. Las líneas telefónicas van desdelas siete conexiones por cada diez personas(Islandia y Estados Unidos) a una conexión porcada 143 personas (Congo). Los usuarios de

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teléfonos móviles varían de manera similarentre los países y las conexiones a Internet varí-an aún más. Como muestran los indicadorescomparativos entre 1990 y 2000, está teniendolugar alguna pequeña equiparación entre paísesen relación con el acceso a líneas de telefoníafija. Pero cuando nos fijamos en la telefoníamóvil y las conexiones a Internet, la rápidaexpansión de esos servicios en los países másricos está realmente incrementando las desigual-dades a nivel mundial. En lo relativo a Internet,además, la desigualdad se produce incluso demanera más profunda de lo que estos númerosindican; los productores estadounidenses, porejemplo, controlan los dominios a nivel mun-dial, haciendo del inglés la lingua franca de lared (DiMaggio, Hargittai, Neuman y Robinson,2001: 312).

Podemos sacar dos conclusiones. En primerlugar, en la medida en que los movimientossociales coordinados internacionalmente depen-den de la comunicación electrónica, éstos lo ten-drán más fácil en los países ricos que en lospobres. En segundo lugar, las comunicacioneselectrónicas conectan a los activistas de movi-mientos sociales de forma selectiva a través delos países y dentro de los países. Cualquier per-sona con la que un organizador noruego puedacontactar electrónicamente en, digamos, India oKazajstán, ya pertenece a una muy pequeña elitede las comunicaciones. En un futuro más lejano,la difusión de aparatos de alta tecnología podríafinalmente igualar las oportunidades de losmovimientos sociales internacionalmente. En elmedio plazo, este importante aspecto de la glo-balización está haciendo el mundo más des-igual.

En el mundo de la alta tecnología, de formaclara, los organizadores de movimientos socia-les internacionales han incorporado ampliamen-te las tecnologías de comunicación digital en susactuaciones. Las páginas web, las peticiones on-line, las listas de correo electrónico, los mensa-jes electrónicos de persona a persona y la coor-dinación de acciones locales por medio deteléfonos móviles o radios portátiles, todo elloha acelerado las comunicaciones y aumentado elámbito de personas con las que cualquier indivi-duo particular puede mantener contacto. Las

preguntas peliagudas comienzan ahí: ¿La intro-ducción de nuevas tecnologías digitales en lasprácticas de los movimientos sociales está trans-formando esas prácticas más rápida y extensiva-mente a como lo hicieron las tecnologías decomunicación y transporte previas como el telé-fono, la televisión y los autobuses de larga dis-tancia? ¿Están apareciendo nuevas formas derelación entre activistas como consecuencia deello?

Recordemos que los movimientos sociales sediferencian y distancian de otras formas dehacer política, como las campañas electorales ylos grupos de interés, actuando por la combina-ción específica de (1) campañas sostenidas endefensa de demandas colectivas, (2) actuacionesmúltiples, incluyendo asambleas públicas, mani-festaciones, comunicados de prensa y la crea-ción de asociaciones, redes y coaliciones confines específicos, (3) muestras coordinadas deWUNC5 —valía, unidad, número y compromi-so— en defensa de los activistas, partidarios y/oobjetos de sus peticiones. Estas característicasde la actividad de los movimientos sociales nosllevan, por lo tanto, a plantearnos algo más: ¿Enel contexto de globalización e importantes avan-ces en las comunicaciones electrónicas, estánestas campañas, repertorios y muestras deWUNC de los movimientos sociales cambiandosu carácter de forma más espectacular que encualquier otro momento anterior?

En un terreno lleno de exageraciones, la equi-librada y reflexiva crítica de Lance Bennettsobre esta cuestión (Bennet, 2003) sostiene quelos medios de comunicación digitales estáncambiando el activismo internacional de diver-sas e importantes formas:

— Construyendo redes organizadas de formaflexible, en mayor medida que las redesrelativamente densas de movimientossociales anteriores (Diani, 2003), siendoun elemento crucial para la comunicacióny coordinación entre activistas.

— Debilitando la identificación de activistaslocales con el movimiento en su conjunto,al permitir en mayor medida la introduc-ción de asuntos locales en el discurso delmovimiento.

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5 [N. de la T.] Optamos por mantener la abreviatura del texto original, WUNC, siendo sus componentes en inglés: worthiness, unity,numbers, commitment.

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— Reduciendo la influencia de la ideologíaen la participación personal en los movi-mientos sociales.

— Disminuyendo la relativa importancia deorganizaciones locales y nacionales cerra-das, duraderas y ricas en recursos, comobase para la actividad del movimientosocial.

— Incrementando las ventajas estratégicas deorganizaciones con escasos recursos den-tro de los movimientos sociales.

— Promocionando la creación de campañaspermanentes (por ejemplo, anti-globaliza-ción o por la protección medioambiental)con objetivos inmediatos cambiantes.

— Combinando las más viejas actuacionescara-a-cara con actuaciones virtuales.

Bennet concluye que cada uno de estos cam-bios hacen a los movimientos sociales progresi-vamente más vulnerables a los problemas decoordinación, control y responsabilidad.

Pero Bennet no afirma, sin embargo, que lastendencias que describe sean hechos consuma-dos; está atendiendo a pistas de manera muysutil. Movámonos con cautela por si la tormentallega realmente. Reflexionando sobre el lugar delas tecnologías de la comunicación en las rela-ciones sociales en general, así como en movi-mientos sociales previos, debemos permanecerescépticos frente a un simple determinismo tec-nológico. Más bien, algunos de los cambios queBennet detecta se derivan menos de la adopciónde tecnologías digitales que de los cambios enlas circunstancias políticas y económicas de losactivistas de los movimientos sociales(DiMaggio, Hargittai, Neuman y Robinson,2001; Mertes, 2004; Sassen, 2002; Tarrow,2003; Wellman, 2000, 2001a, 2001b). La proli-feración de las organizaciones internacionales(tanto gubernamentales como no gubernamenta-les), aumentando la importancia de las compa-ñías transnacionales y de las redes financieras,disminuyendo la capacidad de la mayoría de losestados para controlar los movimientos de bien-es, personas, capitales o contrabando y la expan-sión de las comunicaciones, entre otros blancossimilares hacia los que los movimientos socialesapuntan, contribuyen a los cambios señaladospor Bennett. Todos ellos sitúan nuevos retospara los activistas de los movimientos sociales.Todos ellos fomentan la formación de nuevos

circuitos políticos como base de su moviliza-ción.

Eso nos trae de vuelta a la cuestión de la glo-balización. En principio, ¿cómo podemos espe-rar que las tres corrientes de cambio globaliza-dor —«arriba-abajo», «abajo-arriba» y «entreambas»— afecten a los movimientos socialesalrededor del mundo? Pensemos por separadoen las campañas, repertorios y muestras deWUNC:

Al aumentar las tres variantes («arriba-abajo»,«abajo-arriba» y «entre ambas») la capacidad deconexión entre lugares que comparten intereses y, engeneral, reduciendo los costes de comunicación entreesos lugares, podemos esperar un aumento en la fre-cuencia de las campañas que impliquen objetivosiguales o similares simultáneamente en muchossitios distintos.

Para los repertorios, podemos esperar la depen-dencia decreciente de programa, identidad y deman-das permanentes que requieran la presencia física detodos los participantes, en favor de actuaciones agru-padas localmente y conectadas por largas y estrechasvías de comunicación. Llevada al limite, esa tenden-cia produciría actuaciones virtuales que no requirie-ran presencia física en absoluto.

En lo relativo a las muestras WUNC, a pesar delejemplo de vestir de negro en Manila en enero de2001, podemos esperar una interesante bifurcación:por un lado, maneras de demostrar valía, unidad,números y compromiso que obtienen reconocimien-to inmediato en cualquier parte del mundo; por otrolado, códigos WUNC crecientemente localizados,que delatan las relaciones de los grupos participantescon sus entornos. Los manifestantes indonesios lle-vando cintas en la cabeza localmente inteligiblespero sosteniendo señales en inglés frente a las cáma-ras de televisión ilustra esta bifurcación.

Los cambios esperados en las campañas yrepertorios han estado teniendo lugar, con todaprobabilidad, desde el final del siglo veinte. Enausencia de catálogos detallados de aconteci-mientos, la bifurcación de muestras de WUNCpermanece incierta, pero plausible. Si mi espe-culación es correcta, las comparaciones detalla-das de acontecimientos mostrarán que (compa-rado con movimientos sociales más localizados)las actuaciones orientadas internacionalmentecombinan códigos que unen estrechamente a losparticipantes a sus propias localidades y gruposcon otros códigos WUNC de significado univer-

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sal, como el signo de la paz o entonar cancionesal unísono.

Igual que debemos evitar el simple determi-nismo tecnológico, debemos guardarnos de atri-buir todo cambio en los movimientos socialesdel siglo veintiuno a la globalización; la coinci-dencia no demuestra causalidad. En especial, nodebemos permitir que las espectaculares ocasio-nes en las que los activistas coordinan sus rei-vindicaciones alrededor del mundo nos persua-dan de que los días de los movimientos socialeslocales, regionales y nacionales se han desvane-cido. Las conexiones internacionales vinculan agente que sigue actuando principalmente dentrode los límites nacionales y que continúa toman-do seriamente a los gobiernos de esos países.Muchos observadores y participantes describentodas las conexiones internacionales como sifueran globales y, por lo tanto, transcendieran laantigua política de estados delimitados y centra-lizados. Pero de hecho, los estados siguen sien-do destacados actores y el campo de actuaciónde los movimientos sociales de este recién ini-ciado siglo veintiuno. La movilización deManila por la presidencia de Filipinas propor-ciona un ejemplo. La enorme presencia deEstados Unidos como actor, blanco y campo deactuación en la política de los movimientossociales del nuevo siglo lo acentúa incluso másrotundamente.

DE VUELTA A FILIPINAS

Volver al escenario de Filipinas en los años2000 y 2001 ayudará a aclarar el lugar de losmovimientos sociales en la política del sigloveintiuno —y a proporcionar algunos cimientospara el escepticismo que las nuevas tecnologíasde la comunicación está barriendo a su paso.Después de largos períodos de colonización porEspaña y, después, Estados Unidos, Filipinashabía permanecido por entonces más de mediosiglo como país independiente. Conservabafuertes lazos con Estados Unidos a través de lasustancial presencia de las fuerzas militaresestadounidenses, una población con más de unnoventa por cierto de cristianos, amplias rela-ciones comerciales, una importante emigración

a Estados Unidos y la alternancia entre el inglésy el filipino (este último basado fundamental-mente en el tagalo) como los principales idio-mas en la vida pública.

Entre 1946 y 2001 Filipinas osciló entre lacompetición relativamente democrática por losaltos cargos entre las elites comerciales y terra-tenientes del archipiélago, por un lado, y unférreo gobierno personalista apenas ajustado alos procedimientos democráticos, por otro(Anderson, 1998: 192-226). La presidencia deFerdinand Marcos (1965-1986), con su «capita-lismo de amiguetes», trajo consigo el punto másalto de esa forma de gobierno a escala nacional.En 1986, sin embargo, una gigantesca moviliza-ción popular llamada People Power mandó aMarcos a Hawai y llevó a Corazón Aquino (per-teneciente a la misma elite) a la presidencia.Durante los quince años siguientes, eleccionescompetidas relativamente libres produjeron unasucesión más o menos ordenada de legislaturasy presidentes. La estrella del cine JosephEstrada alcanzó la presidencia en 1998 con unprograma populista respaldado por un partidodébilmente estructurado, llamado Party for theFilipino Masses6. Pero, como algunos de suspredecesores, Estrada pronto comenzó a metermano en la caja. Dos años después, FreedomHouse puntuaba a Filipinas con un relativamen-te alto 2 en derechos políticos y un 3 en dere-chos civiles, situando al país en compañía deArgentina, Benin y Bulgaria, quedando pordebajo el «2+2» de Bostwana, Chile y Guayana.Los grandes conflictos regionales, religiosos yétnicos, además de algunas dudas sobre el com-promiso democrático del entonces presidente,dejaban fuera a Filipinas de puntuaciones másaltas (Karatnychy, 2000: 389-390, 596-597).

De ninguna manera la escena pública filipinade aquel momento implicaba movimientossociales. En muchas áreas rurales de Filipinaspredominaban las milicias y los caciques7. EnMindanao, las guerrillas islámicas habían estadoluchando por un estado independiente desde1971. Aunque la corriente principal, el FrenteMoro para la Liberación Nacional (MNLF8) sehabía alineado con el gobierno central en 1996,los hombre armados de su escisión (de doce a

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6 [N. de la T.] Partido por las Masas Filipinas.7 [N. de la T.] Subrayado añadido; el autor usa la denominación en inglés de «strongmen».8 [N. de la T.] Moro National Liberation Front en el original.

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quince mil), Frente Moro para la LiberaciónIslámica (MILF9, que se disolvió en 1984), con-tinuaron la guerra de guerrillas. En otros luga-res, los comunistas del Nuevo Ejército delPueblo [NPA: New People’s Army], de unosonce mil hombres, en débil alianza con el MILF,mantuvieron su propia campaña por un estadomarxista (SIPRI, 2001: 39-40).

El predecesor de Joseph Estrada, FidelRamos, había conseguido la pacificación delMNLF en 1996 y llegado a acuerdos parcialescon el MILF y el NPA. Bajo el gobierno deEstrada esos acuerdos comenzaron a deshacer-se. Peor aún para el nuevo presidente, agresoresdesconocidos (aunque se rumoreara ampliamen-te que fueran miembros del grupo de militantesseparatistas islámicos Abu Sayyaf) secuestrarona turistas, periodistas extranjeros y ciudadanosfilipinos en Filipinas y Malasia. Sólo liberaron aalgunos de sus rehenes con el pago de grandesrescates. Entretanto, una serie letal de bombasexplotaron en Manila, de nuevo atribuidas sinclara evidencia a Abu Sayyaf (Annual Register,2000: 326-327). Todos estos conflictos sin resol-ver debilitaron el apoyo popular de Estrada.

La crisis constitucional que provocó la salidadel gobierno de Estrada en enero de 2001comenzó realmente dos meses antes. Despuésde verosímiles acusaciones de que el presidentehabía recibido astronómicos sobornos de activi-dades ilegales, el Congreso Filipino votó su pro-cesamiento el 13 de noviembre. El Senado, deveintidós miembros, constituido como tribunal,necesitaba un voto de dos tercios para condenara Estrada; de ahí el disgusto generalizado por elvoto de 11-10 para ocultar la evidencia el 16 deenero. Como surgieron las acusaciones decorrupción y antes de que el proceso contraEstrada comenzara, la VicepresidentaMacapagal (una economista formada en EstadosUnidos, que había sido elegida independiente-mente de Estrada, con una proporción del votopopular considerablemente mayor) renunció asu cargo como Ministra de Seguridad Social,uniéndose a la anterior presidenta CorazónAquino y al Cardenal Jaime Sin en el liderazgode la coalición contraria a Estrada. Si PeoplePower derrocó a Joseph Estrada, lo hizo con unapoderosa elite respaldándolo.

La tabla 2 describe parte del contexto, expre-sado en los titulares del diario de ManilaPhilippine Star. (En casi todos los casos, lossucesos señalados en una fecha determinadaocurrieron el día anterior). A comienzos dediciembre, según revelan los titulares, dirigentespolíticos filipinos estaban preparando unaamplia campaña que concluyera con marchas alSenado, a Edsa y al palacio presidencial,Malacañang. Entre otras organizaciones menosradicales, el partido comunista filipino (CPP)apoyó la campaña contra Estrada. Éste buscó elapoyo popular y de la iglesia con un alto elfuego de la guerrilla, conmutaciones de penasde muerte y la liberación de prisioneros. Pero sucredibilidad seguía sufriendo golpes al conti-nuar los atentados en las provincias, por enton-ces (a finales de diciembre) en el sistema detransporte público de Manila. A comienzos deenero, Estrada cambió de táctica recobrando lasacciones militares contra el MILF.

A pesar de los intentos de Estrada por prohi-bir las manifestaciones contra su régimen, éstascontinuaron en Manila y en otras partes.Piquetes del Akbayan Action Party, por ejemplo,marcharon desde Quezon City hasta el domici-lio de la Senadora Miriam Defensor-Santiago,una aliada de Estrada que pertenecía a la corteencargada del impeachment. El 27 de diciembre,ésta realizó un llamamiento fracasado alTribunal Supremo filipino para promover laprohibición legal de las manifestaciones. Pocassemanas después, los organizadores de unapágina web originariamente creada para recogerfirmas para una petición electrónica propugnan-do la dimisión de Estrada —ciento cincuentamil personas «firmaron» la petición— extendiósu campaña para oponerse a la nominación de laSenadora Defensor-Santiago («Miriam») a laCorte Internacional de Justicia.

No toda la actividad de los movimientossociales de la época, sin embargo, se ocupabadirectamente de la campaña para sacar a Estradadel gobierno. La «protesta Antipolo» del 14 deenero, por ejemplo, había tenido una pequeñarelación con las movilizaciones de Manila ymucha relación con su basura. Manila sufre deuna enorme acumulación de residuos en suscongestionadas calles. Estrada había ordenadola reapertura del vertedero de basura situado

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9 [N. de la T.] Moro Islamic Liberation Front en el original.

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entre las ciudades de San Mateo y Antipolo, atreinta kilómetros al este de Manila. Mil mani-festantes de Antipolo (que contaba con seiscien-tos mil habitantes), liderados por el alcalde, blo-quearon la carretera y evitaron el paso de loscamiones de basura de Manila hasta que la poli-cía los dispersó con cañones de agua. El día 15,

individuos sin identificar dispararon al paso delos camiones de basura por Antipolo y lanzaronpiedras haciendo pedazos las ventanas de loscamiones. Los comentaristas dijeron que lasautoridades locales apoyaron las protestas portemor ante las cercanas elecciones locales siaceptaban públicamente el basurero.

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TABLA 2Titulares Seleccionados del Philippine Star, diciembre 2000 y enero 2001

1/12 Las fuerzas contrarias a Estrada lanzan una campaña de desobediencia civil2/12 El gobierno declara el alto el fuego con NPA, MILF8/12 Se impide a los manifestantes contra Estrada que marchen al Senado8/12 Estados Unidos expresa su preocupación por los rumores de golpe en medio del proceso a Estrada9/12 Catedral de Cotabato, atentado en la apertura de un establecimiento de la cadena Jollibee; cuatro heri-

dos11/12 Estrada busca el apoyo de la iglesia: Conmuta todas las sentencias a muerte a cadena perpetua, libera

a los presos políticos18/12 La concentración en Edsa comienza hoy24/12 Absolución recibida con desobediencia civil masiva27/12 CPP advierte sobre la represión de las protestas contra Estrada28/12 Miriam acude al Tribunal Supremo: que finalicen las concentraciones en mi casa31/12 Atentados en el Metro matan a 11 personas7/1 Estrada reinicia la guerra con el MILF9/1 Los manifestantes se abalanzan sobre el Senado10/1 Los manifestantes desobedecen la prohibición del Senado para concentrarse15/1 La policía utiliza cañones de agua para disolver la protesta de Antipolo16/1 Malacañang está listo para acabar con la anarquía17/1 Los residentes de Antipolo atacan los camiones del vertedero18/1 Edsa dice a Erap: dimisión19/1 Los manifestantes en Edsa forman una cadena humana19/1 Hoy comienza la huelga general19/1 Los leales a Estrada persiguen a los estudiantes con palos20/1 El gobierno de Estrada se derrumba20/1 Choque entre los manifestantes en Makati21/1 3 heridos, 6 detenidos en enfrentamientos en Mendiola21/1 Tribunal Supremo: El bienestar de la gente es la ley suprema21/1 Estados Unidos reconoce el gobierno de GMA (Gloria Macapagal Arroyo)

Al mismo tiempo que la crisis por el impe-achment se agudizaba, la acción del movimien-to social filipino se centró cada vez más en losencontronazos entre las fuerzas anti y pro-Estada organizadas alrededor del procesamien-to. Hasta el día 19, los portavoces en el palaciopresidencial (Malacañang) continuaron amena-zando a los manifestantes contrarios al gobier-no, mientras los partidarios de Estrada (extraí-dos especialmente de los barrios más pobres y

de las redes de inmigrantes de criados, conduc-tores y otros trabajadores de los servicios)siguieron luchando contra los manifestantes.Hacia el día 20, sin embargo, la policía metro-politana comenzaba a contener y arrestar a loscontra-manifestantes de Estrada en algunosbarrios de Manila como Makati (el distritofinanciero de la ciudad) y Mendiola (adyacentea Malacañang y el emplazamiento de un puentedonde habían tenido lugar los mayores enfrenta-

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mientos durante la destitución de FerdinandMarcos). La marea había cambiado. El recono-cimiento por parte de Estados Unidos del régi-men de Macapagal ese mismo día culminó latransición.

El apoyo a Estrada no se desvaneció por com-pleto. El 25 de abril, el gobierno de Macapagalcumplió con la promesa de arrestar a Estrada,tratándole como a un criminal común. En esemomento, los organizadores del partido deEstrada (ahora llamado Force of the Masses10) ygrupos religiosos aliados llevaron a sus propiosmanifestantes a Edsa para mostrar sus reivindi-caciones de viva voz en defensa de su líder. El 1de mayo, un grupo similar de partidarios deEstrada marcharon al palacio presidencial(ahora ocupado por Macapagal), causando des-trozos valorados en más de veinte millones depesos a lo largo del camino. Dos manifestantesy dos agentes de la policía murieron en peleasentre los partidarios de Estrada y las fuerzasgubernamentales en Mendiola. Como sus ene-migos, el bando de Estrada continuaba trazandosu propia versión de un repertorio de movimien-to social (Rafael, 2003: 422-425).

¿Qué nos dicen las luchas en Filipinas de2000 y 2001 sobre los movimientos sociales delsiglo veintiuno? En primer lugar, establecen quea pesar de la guerra de guerrillas en algunas par-tes del país, al menos la región de la capital deFilipinas ha institucionalizado los movimientossociales en formas reconocibles. Aunque reple-tas de color local, las manifestaciones, piquetesy comunicados de prensa de diciembre y eneropertenecen claramente al repertorio del movi-miento social internacional, formado en partepor una campaña sostenida para derrocar al pre-sidente, un programa manifiesto, identidad yreivindicaciones sostenidas, e implicaba repeti-das muestras de WUNC. Además, la confronta-ción sobre el vertedero de basura en Antipoloindica que las tácticas del movimiento social seextendieron más allá de la campaña contraEstrada. La democracia incompleta filipinaofreció un escenario favorable para los movi-mientos sociales. Al igual que observamos parael final del siglo veinte, la democracia y losmovimientos sociales se han hecho compañíadurante el comienzo del siglo veintiuno alrede-dor del mundo.

En segundo lugar, por la misma razónFilipinas cae en la misma categoría de los paísessocial y geográficamente segmentados en rela-ción con los movimientos sociales. A pesar delas actuaciones de los partidarios de Estrada enManila y de sus líderes, los participantes enmovimientos sociales filipinos recientes proce-den de manera aplastante de las clases medias(Rafael, 2003). Las diferencias geográficas divi-dían Filipinas de manera incluso más brusca quelas diferencias de clase. En esas regiones pro-blemáticas como Mindanao, la política públicano implicaba movimientos sociales sino señoresde la guerra, líderes religiosos, bandidos, caza-dores de recompensas, redes clientelares, mili-cias y grupos guerrilleros. Las cercanas Malasiae Indonesia se encontraban igualmente segmen-tadas en unas cuantas regiones donde las cam-pañas de los movimientos sociales manteníanapoyos políticos y grandes áreas donde nadiepodía esperar victorias políticas a partir de unacombinación de actuaciones no violentas de losmovimientos sociales y muestras de WUNC encampañas sostenidas. No sólo países autorita-rios sino también segmentos autoritarios de paí-ses parcialmente democráticos permanecenfuera del mundo de los movimientos sociales.

En tercer lugar, las relaciones internacionalestienen una clara importancia en este trascenden-te conflicto nacional. Más claramente, los dele-gados estadounidenses atendieron a la campañacontra Estrada muy de cerca y consiguieron unreconocimiento diplomático instantáneo al régi-men de Macapagal. La intensa cobertura de losmedios internacionales (animada en parte esta-bleciendo paralelismos deliberados con la salidadel poder de Ferdinand Marcos en 1986) demos-tró que los activistas de Manila no tenían otraopción que la de actuar simultáneamente en laescena local y mundial. ¿Eso hace de los acon-tecimientos de 2000-2001 un ejemplo o unaconsecuencia de la globalización? No en el sen-tido de que la intensificación de las relacionesinternacionales constituyeran o precipitaran lamovilización contra Estrada. Como mucho,podemos decir que, al comienzo del siglo vein-tiuno, Filipinas se había integrado tanto en loscircuitos internacionales de poder y comunica-ción que los gobernantes filipinos carecían yade las opciones de la ofuscación, secesión y

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10 [N. de la T.] Fuerza de las Masas.

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represión que estaban todavía disponibles parasus homólogos en Birmania, Bielorrusia yLiberia.

En cuarto lugar, el uso generalizado de telé-fonos móviles y mensajes de texto no fue deci-sivo durante la campaña contra Estrada como unnuevo tipo de medio para los movimientossociales. Las multitudes de Manila pudieron for-marse más rápidamente o en mayor número queantes por las rápidas y baratas comunicaciones.Pero el contexto global de la movilización popu-lar de diciembre y enero —al menos visto desdecierta distancia— se parece en gran medida a losmovimientos sociales filipinos anteriores a losteléfonos móviles, igual que a movimientossociales previos en cualquier otra parte delmundo democrático y semi-democrático: cam-pañas de desobediencia civil, desafíos públicosa las autoridades, llamamientos a organizacio-nes previamente establecidas, asambleas enlugares de gran carga simbólica, manifestacio-nes, marchas, cadenas humanas y protagonismodestacado de líderes nacionales.

El cuarto punto, sin embargo, marca los lími-tes del conocimiento apoyado únicamente enfuentes como el Philippine Star. Las noticias delos medios nos ayudan, en gran medida, a espe-cificar qué tipo de acciones debemos explicar,qué actores principales (individuales o colecti-vos) aparecen en público y qué alianzas declara-das se forman entre actores. Pero por sí mismosno responden a las preocupantes preguntas for-muladas por los corresponsales del Time Asia:¿En qué medida la movilización popular influyóen el resultado? ¿Una conspiración deMacapagal, Sin, Aquino, más un grupo de apo-yos invisibles del ejército y las finanzas podíahaber incitado a la campaña política en las callescomo camuflaje para arrebatar el poder? Conuna ligera observación de las interacciones entrelos participantes de la campaña, podemos decirclaramente que no.

La lectura más plausible de la evidencia anuestro alcance, tal y como yo la veo, es lasiguiente: Las organizaciones y cabecillas polí-ticos que se habían opuesto desde hacía tiempoa Estrada jugaron un papel importante paramovilizar la generalizada desafección popularhacia Estrada en una campaña sostenida. El pro-ceso por el impeachment en el Senado propor-cionó un foco visible para esa campaña. Lasgigantescas manifestaciones ratificaron la cam-paña de cara a la audiencia nacional e interna-

cional, al tiempo que reducían la capacidad deEstrada para usar la fuerza contra sus oponentes.El hecho de que los partidarios de Estrada (quemantuvieron la agitación mucho después deenero de 2001) también utilizaran tácticas de losmovimientos sociales sugiere que, por un lado,la auténtica política de los movimientos socialesjugó su papel durante enero de 2001 y que, porotro lado, al menos en la región de Manila, elmovimiento social se había convertido de mane-ra amplia en un modo de apoyar sus reivindica-ciones.

EN EL PLANO INTERNACIONAL

En buena parte del mundo, mientras tanto, losmovimientos sociales se estaban internacionali-zando. De hecho venían estableciendo conexio-nes internacionales desde el mismo comienzodel siglo dieciocho. La movilización británicacontra la esclavitud, que es reivindicada como elprimer gran movimiento social, pronto se con-virtió en un movimiento trasatlántico extendién-dose a un buen número de países a ambos ladosdel océano. A lo largo del siglo diecinueve, losmovimientos en defensa de la abstinencia debebidas alcohólicas, los derechos de la mujer yla independencia irlandesa continuaron generan-do cooperación alrededor del Atlántico(Hanagan 2002, Keck y Sikkink, 2000).

Estamos buscando, por tanto, no sólo ejem-plos de interacciones entre movimientos socia-les internacionales, sino indicios de un cambiosignificativo en las orientaciones de los mismos.La figura 1 ofrece un esquema del proceso deinternacionalización. Distingue entre (a) deman-dantes (por ejemplo, los participantes en lascampañas contra la Organización Mundial delComercio) que construyen un programa, unaidentidad y reivindicaciones permanentes pormedio de muestras de WUNC integradas en lasactuaciones de los movimientos sociales y (b)objetos de demanda (por ejemplo, laOrganización Mundial del Comercio) cuya res-puesta, reconocimiento o eliminación buscanlos demandantes. En los dos siglos de historia delos movimientos sociales, tanto demandantescomo objetos de demanda se han desplazado delo local a lo regional, de ahí a lo nacional y, porúltimo, a lo internacional (Tilly, 2004). Lamayoría de las veces los dos han operado en elmismo nivel: demandantes locales con objetos

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locales, demandantes regionales con objetosregionales, etcétera. Pero una pauta que se hizocada vez más frecuente unió demandas coordi-nadas de múltiples demandantes en un niveldeterminado con objetos a un nivel superior,como cuando los abolicionistas en Boston y enFiladelfia se unieron para presentar una peticiónen el Congreso por el fin de la esclavitud, ocomo cuando los seguidores nazis locales deMunich, Marburgo y otras ciudades comenzarona coordinar sus esfuerzos para alzar a Hitler alpoder (Anheier, Neidhardt y Vortkamp, 1998;Koshar, 1986).

De manera similar, los demandantes en elnivel nacional, como los partidarios de la inde-pendencia de la Unión Soviética dentro de las

repúblicas que componían la URSS o estadossoviéticos satélites en 1989 desafiaron simultá-neamente a los gobernantes soviéticos y a lasautoridades internacionales, incluidas la UniónEuropea y las Naciones Unidas. El segundo casoconstituye un paso mayor en el proceso de inter-nacionalización. Se trata de un caso casi extre-mo —corresponde al extremo superior derechode la Figura 1— porque movilizó a demandantesregionales y nacionales más que a actores quehablaran decididamente en defensa de un «nos-otros» internacional. Sin embargo, la construc-ción de un «nosotros» internacional se ha con-vertido en un rasgo cada vez más reconocible enlos movimientos sociales del siglo veintiuno.

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Figura 1. Internacionalización de los movimientos sociales

Los objetos de demanda también se han inter-nacionalizado. Igual que las compañías trasna-cionales y nacionales que operan en múltiplespaíses —pensemos en Nike, McDonald’s, Coca-Cola y Royal Dutch Shell— se expanden y mul-tiplican, también proporcionan objetivos para lacoordinación de movimientos sociales interna-cionales. Asimismo, la creación de organismos

internacionales como Naciones Unidas, laOrganización del Tratado del Atlántico Norte, laUnión Europea y la Organización Mundial delComercio, producen actores cuya influencia,políticas e intervenciones atraen las demandasde los movimientos sociales desde múltiplespaíses (véase, por ejemplo, Deibert, 2000;Wood, 2003). Cuando esos actores mantienen

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reuniones de alto nivel, los encuentros, por símismos, invitan a protestas coordinadas interna-cionalmente en contra de sus políticas. JackieSmith describe la movilización alrededor de lareunión de la Organización Mundial delComercio en Seattle en noviembre de 1999:

La tarde del 29 de noviembre, 1999, los líderespolíticos y económicos de Seattle ofrecieron unafiesta de bienvenida en el estadio de fútbol de la ciu-dad para los delegados de la Tercera ConferenciaMinisterial de la Organización Mundial delComercio. Al mismo tiempo, miles de activistas seconcentraban en una iglesia del centro para prepararel primer gran enfrentamiento de lo que se convirtióen la «Batalla de Seattle». Los manifestantes salie-ron de la desbordada iglesia y se unieron a otros tan-tos miles que se encontraban bailando, cantandoconsignas y conversando bajo un frío aguacero deSeattle. Llenaron varias manzanas de la ciudad ycelebraron la «protesta del siglo». Muchos llevabanchaquetas o ponchos para la lluvia que proclamabansu oposición a la Organización Mundial delComercio. Varios miles de manifestantes... avanza-ron hacia el estadio y alrededor de él formaron unacadena humana —de tres o cuatro personas deancho— para dramatizar las consecuencias catastró-ficas de la crisis de la deuda. La protesta disuadió amás de dos tercios de los cinco mil invitados de asis-tir al derrochador evento. El simbolismo de la cade-na humana como las «cadenas de la deuda» fueparte de una campaña internacional (Jubileo 2000)para acabar con la deuda del Tercer Mundo. Puso derelieve, para manifestantes y espectadores, las enor-mes desigualdades en el sistema global del comer-cio, y dio el pistoletazo de salida a una semana deprotestas en las calles y concentraciones contra elrégimen global del comercio (Smith, 2002: 207).

Jubileo 2000 se había formado originaria-mente como una coalición de organizaciones nogubernamentales del Reino Unido orientadahacia cuestiones de desarrollo económico ysocial. Pronto la coalición se centró en la con-donación de la deuda del Tercer Mundo.Promovieron por primera vez la cadena humanaen 1998, en una reunión de líderes financierosinternacionales en Birmingham, Reino Unido.Agrupando a muchos activistas del Jubileo 2000y a muchas otras redes políticas, la Batalla deSeattle se convirtió en un modelo para los orga-nizadores internacionales que desafiaban a lasinstituciones internacionales.

Para comprender la internacionalización delos demandantes y de los objetos de demanda,debemos reconocer otros dos aspectos de la

internacionalización: a) la proliferación deintermediarios, especializados menos en reali-zar demandas que en ayudar a otros a coordinarsus reivindicaciones en el nivel internacional, yb) la multiplicación de conexiones lateralesentre grupos de activistas implicados en reali-zar demandas similares dentro de sus propiosterritorios. Las organizaciones en defensa delos derechos humanos, como AmnistíaInternacional y Human Rights Watch, mostra-ron el camino, controlando los abusos de losderechos humanos alrededor del mundo, publi-cando informes, interviniendo para solicitarsanciones de los grandes estados y las autorida-des internacionales a los responsables de dichosabusos, pero también a veces proporcionandocertificaciones, conexiones y asesoramientopara los demandantes. Los movimientos auto-denominados indígenas alrededor del mundo,se beneficiaron de manera sustancial de suidentificación como participantes de una causaa nivel mundial.

Con cierta independencia de los intermedia-rios profesionales, sin embargo, activistas demovimientos en causas similares —por ejemplo,movimiento ecologista, derechos de la mujer yoposición a la producción masiva con bajo costeen los países pobres para los mercados ricos—han creado también conexiones duraderas a tra-vés de océanos y continentes. Como el caso delas feministas de Fiji ilustra (Riles 2000), algu-nas de esas conexiones se forman inicialmenteen encuentros convocados por organizacionesinternacionales, incluidas las Naciones Unidas.Otras se forman a través de contactos en Internetpor medio de listas de discusión y páginas web.

A pesar de los abundantes precedentes, lasactuaciones coordinadas internacionalmente demovimientos sociales y el respaldo internacionala las acciones de movimientos sociales regiona-les y nacionales se dan con una frecuencia cadavez mayor desde las últimas décadas del sigloveinte. Además, activistas y analistas tendieron,de manera creciente, a reivindicar acontecimien-tos regionales y nacionales para los movimientosde carácter mundial, etiquetados de forma diver-sa como anti-globalización, justicia global osociedad civil global (Bennet, 2003; Koopmans,2004; Rucht, 2003; Tarrow, 2002).

Bajo el título de sociedad civil global, ungrupo de analistas de la London School ofEconomics comenzó en 2001 a editar librosanuales sobre las conexiones organizativas entre

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activistas, muchos de los cuales podían ser con-siderados como integrantes de movimientossociales en una u otra parte del mundo. La tabla3 resume la cronología de esta publicación paraenero y febrero de 2001. Incluye el ahora fami-liar People Power II de Filipinas. Pero tambiénenumera otras actividades bien conocidas dedefensores de la anti-globalización y la justiciaglobal: el juicio de los agresores contraMcDonald’s en Francia; el Foro Social Mundialde Porto Alegre, Brasil; las combativas contra-conferencias en los Foros Económicos

Mundiales en Davos, Suiza y Cancún, México;la muy publicitada marcha de los Zapatistas enMéxico, entre otras. Dos meses de aconteci-mientos no pueden, por supuesto, establecer unatendencia. Pero el calendario ayuda a explicarpor qué tantos de los observadores de comien-zos del siglo veintiuno comenzaron a hablar demovimientos sociales globalizándose a pasoacelerado. La mayoría de estos episodios impli-can definitivamente demandantes organizadosinternacionalmente, objetos de demanda de rele-vancia internacional, o ambos.

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TABLA 3«Acontecimientos de la sociedad civil global», enero-febrero 2001

15-16/1 Montpellier, Francia: miembros de la Confédération paysanne comparecen en los tribunales porla destrucción de un establecimiento McDonald's en Millau, 1999

17-20/1 Manila, Filipinas: People Power II22/1 Región de Zamfara, Nigeria: una adolescente es condenada a 100 latigazos por mantener rela-

ciones sexuales extraconyugales, lo que genera una condena generalizada por la sentencia, par-ticularmente del gobierno canadiense y de las ONGs

25-30/1 Porto Alegre, Brasil: el Foro Social Mundial reúne a 11000 participantes para discutir programasde oposición al neo-liberalismo y a la globalización capitalista

26/1 Gujerat, India: un terremoto que mata a 20000 personas provoca contribuciones de ayuda e inter-vención en todo el mundo

2911-312 Davos, Suiza: el Foro Económico Mundial atrae a activistas anti-capitalistas, que intentan mani-festarse hasta que son reprimidos con cañones de agua

3/2 Argentina: en respuesta a las presiones de ONGs en Argentina, España y México, las autorida-des mexicanas entregan al ex-capitán argentino Ricardo Miguel Cavallo a los tribunales españo-les para juzgarle por los abusos cometidos bajo la dictadura militar de 1976-1983

10/2 Addis Abeba, Etiopía: más de mil mujeres marchan contra la violencia domestica, respaldadaspor la Asociación Etiope de Mujeres Abogadas

12/2 Filipinas: se manifiestan más de 20000 trabajadores y simpatizantes del líder sindical condena-do a muerte Felimon Lagman, llevando camisas rojas y exigiendo justicia

17/2 Osogbo, Nigeria: la policía dispersa una manifestacion a favor de la democracia, cuyos mani-festantes habían sido movilizados por el Partido Nacional de la Conciencia

20/2 Siria: el gobierno toma medidas para restringir los foros civiles que comenzaron a actuar tras lallegada al poder en 2000 del Presidente Bashar al Assad

22-27/2 Cancún, México: anti-capitalistas y organizaciones afines como Greenpeace llevan a cabo unaextensa campaña de actividades de protesta paralela al encuentro (capitalista) del ForoEconómico Mundial

25/2-613 México: los Zapatistas conducen una marcha desde Chiapas a México D. F. bajo la etiqueta de«Zapatour», con participantes de todo el mundo

26/2 Edo, Nigeria: jóvenes invaden estaciones de gas y petróleo pertenecientes a la compañta petro-lífera Shell

Fuente: resumido de Glasius, Kaldor y Anheier 2002: 380-381.

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¿Qué es lo que vemos cuando situamos estecomienzo del siglo veintiuno en una perspectivamás amplia? En ausencia de catálogos exhausti-vos para los movimientos sociales alrededor delmundo (y con la advertencia tediosa pero esen-cial de que los movimientos sociales no se redu-cen, en modo alguno, a las organizaciones demovimientos sociales), podemos captar algo delsentido de esta expansión en el siglo veinte acu-diendo a las cifras de organizaciones no guber-namentales internacionales (ONGIs) que hansido fundadas. Esas cifras van de 2 a 3 por añodurante las décadas de 1870 y 1880, y de 5 a 6por año durante la década de 1890, llegando alas 30, aproximadamente, por año antes de laPrimera Guerra Mundial. La cifras de ONGIsdisminuyeron entonces durante y después de laguerra, antes de alcanzar cerca de 40 durante ladécada de 1920, descendiendo de nuevo a lolargo de la Segunda Guerra Mundial, remontan-do después a 80, 90, y finalmente alcanzado lasmás de 100 por año durante la década de 1980(Boli y Thomas, 1997: 176; para los datos deONGIs existentes entre 1900 y 2000, véaseAnheier y Themudo, 2002: 194).

Esto nos muestra la llamativa corresponden-cia entre la formación de ONGIs y la creaciónde organizaciones gubernamentales o cuasi-gubernamentales como la Liga de Naciones, laOrganización Internacional del Trabajo, lasNaciones Unidas y el Banco Mundial; de hecho,Boli y Thomas encuentran que año por año lacorrelación entre fundación de ONGIs y deorganizaciones intergubernamentales llega al0.83 (Boli y Thomas, 1997: 178). Los datos deBoli y Thomas también revelan amplios parale-lismos entre creación de ONGIs y el calendarioaproximado de globalización que proponía másarriba.

Concentrándose más estrechamente —y, paranuestros propósitos, con mayor contundencia—en «asociaciones no gubernamentales que seorganizaron específicamente para promoveralgún tipo de cambio social o político» y quetuvieran miembros en al menos tres países,Jackie Smith ha señalado los cambios en elnúmero de organizaciones existentes (no en elnúmero de nuevas formaciones) desde 1973 a2003. Aquí se presentan sus datos de todas esasorganizaciones de movimientos sociales trasna-cionales (OMSTs), incluyendo una estimaciónpara 2003:

1973 1831983 3481993 7112000 9592003 1011(Smith, 2003: 32; véase también Smith, 1997)

El número casi se duplica durante cada déca-da desde 1973 a 1993, y se incrementa entoncesen otra mitad entre 1993 y 2003. Más OMSTsdel catálogo de Smith se ocupan de los derechoshumanos y de asuntos medioambientales que dela paz, los derechos de las mujeres, desarrollo,justicia global, autodeterminación étnica o cau-sas de la extrema derecha. Durante la década de1990, sin embargo, las organizaciones vincula-das a temas de carácter étnico descendieron alhacerse prominentes los asuntos económicos.Lo que la gente llama sin excesivo rigor movi-mientos anti-globalización se inspiró fundamen-talmente en organizaciones especializadas enasuntos económicos, aunque a menudo han for-mado alianzas con organizaciones centradas enderechos humanos, medio ambiente y otrosobjetivos destacados de las reivindicaciones delos movimientos sociales internacionales.

Como los datos disponibles sugieren, lasbases organizativas de la actividad de los movi-mientos sociales internacionales se extendióaproximadamente en el período de proliferaciónde conexiones internacionales en otros aspectos(véase también Keck y Sikkink, 1998). Lasorganizaciones no gubernamentales internacio-nalmente activas se localizaron de manera des-proporcionada en ciudades que también alojanimportantes instituciones de toma de decisiones.Bruselas, sede de muchas de las instituciones dela Unión Europea, lideraba a nivel mundial con1392 ONGIs. Para 2001, las principales sedespara el conjunto de ONGIs a nivel mundial eranBruselas (1392), Londres (807), París (729),Washington (487), Nueva York (390), Ginebra(272), Roma (228), Viena (190), Tokio (174) yÁmsterdam (162; Glasius, Kaldor y Anheier,2002: 6). Las acciones internacionalmente coor-dinadas de movimientos sociales, además, seconcentraban de igual manera en o cerca degrandes centros de poder político y económico,incluyendo los focos creados coyunturalmentepara acontecimientos como las reuniones de laOrganización Mundial del Comercio.

A largo plazo, lamentablemente, no podemosconfiar en cifras o descripciones de organizacio-

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nes —internacionales o de otro tipo— comoreferencias representativas para las campañas,repertorios y muestras de WUNC de los movi-mientos sociales. Alguien debe hacer el trabajoduro de catalogar las acciones de éstos por sepa-rado. Lesley Wood ha realizado un importanteesfuerzo preliminar. Ha trazado hábilmente unaspecto importante de la internacionalizaciónusando fuentes electrónicas creadas desde losmovimientos, así como noticias habituales delos medios de comunicación para examinar laparticipación en cinco «días de acción» contra elneoliberalismo, organizados para coincidir conencuentros de organismos del comercio interna-cional desde 1998 a 2001:

16-20 de mayo de 1998: Reunión del G-8(Birmingham, Reino Unido) y reunión de laOrganización Mundial del Comercio, OMC(Ginebra)

18 de junio de 1999: Reunión del G-8 (Colonia,Alemania)

30 de noviembre de 1999: Encuentro Ministerialde la OMC (Seattle, Estados Unidos)

26 de septiembre de 2000: Reuniones del FondoMonetario Internacional y del Banco Mundial(Praga, República Checa)

9 de noviembre de 2001: Encuentro Ministerial dela OMC (Doha, Qatar)

Un día de acción combinaba deliberadamen-te, por un lado, la presencia organizada en ocerca de la sede de la reunión oficial del comer-cio con, por otro lado, concentraciones coordi-nadas y simultáneas, manifestaciones y comuni-cados de prensa en un buen número de lugaresvisibles lejos de esa localización.

Los días de acción de Wood incluyen no sola-mente la «Batalla de Seattle», sino también otrascuatro de las más destacadas movilizacionesinternacionales en el período de cuatro años.Éstas realmente influyeron en sus objetivos, asícomo en la visión generalizada de esos objeti-vos. El Annual Register observaba:

Siguiendo lo que un periodista llamó su «caída endesgracia» en la reunión ministerial de Seattle a fina-les de 1990, la OMC pasó el año 2000 bajo un perí-odo de «convalecencia» o, en una caracterizaciónmenos caritativa, de «parálisis». Poco se había con-seguido en la resolución de los complicados asuntosque habían aparecido de manera espectacular en la

sesión de 1999. La fricción continuaba entre lasnaciones desarrolladas y aquéllas en vías de desarro-llo por la exigencia de una mayor influencia de laOMC. Los centros económicos motrices, fundamen-talmente la Unión Europea, Japón y Estados Unidos,todavía no habían acordado un calendario y unaagenda para una nueva ronda de negociaciones sobreel comercio global. Y las protestas de los activistasanti-globalización persistían, atacando, entre otrascosas, el efecto, percibido negativamente, de la acti-vidad de la OMC en relación con las normas labora-les y la protección medioambiental y expresando quela pobreza en muchos países estaba siendo agravada,no corregida, por sus decisiones (Annual Register,2000: 385-386).

Del mismo modo, en septiembre de 2003,cuando los representantes del comercio se con-centraban en Cancún, México, para negociaruna política orientada al intercambio internacio-nal de productos alimenticios, los observadoresnotaron que los manifestantes en las calles y elrecientemente formado Grupo de 21 países endesarrollo exportadores de alimentos habíanformado una temible alianza que la UniónEuropea y los Estados Unidos, con sus ampliossubsidios a los agricultores, difícilmente podíanignorar (Becker, 2003). Sin embargo, el docu-mento acordado por la OMC que salió de la reu-nión de Cancún hacía sólo concesiones meno-res, fundamentalmente retóricas, al Grupo de los21 y sus aliados en las calles (Thompson, 2003).De hecho, las conversaciones fracasaron cuandoel «G-21» se retiró en protesta por la precarie-dad de las propuestas de los países ricos. Serequeriría hacer un análisis mucho más precisopara detectar el impacto preciso de dichos díasde acción en el comportamiento de la OMC.Pero, como mínimo, las redes internacionales deactivistas tuvieron éxito al dar forma a la discu-sión pública de ese comportamiento.

Wood señala en particular y explícitamenteacontecimientos relacionados durante los cualesal menos diez personas se reunieron en públicopara presentar sus demandas (Wood, 2003). Encada caso, las redes internacionales de activistasu ONGIs, como People’s Global Action, Jubileo2000 y la Conferencia Internacional deOrganizaciones Sindicales Libres (CIOSL), nosólo intentaron establecer una presencia en ocerca de las reuniones de los órganos del comer-cio, sino que también convocaron protestasparalelas en localizaciones estratégicas de otroslugares. Durante los cinco días, Wood catalogó

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462 acontecimientos relacionados, o cerca de 90por movilización. El mayor número de eventostuvo lugar en Europa occidental, seguida porEstados Unidos y Canadá, aunque una minoríasustancial ocurrió en Europa central y del este,Oceanía, Asia, África y América Latina. En con-junto, el número de eventos por movilizaciónalcanzó desde 43 en 1998 hasta 158 en 2001. Eltestimonio de Wood no nos dice si las accionescoordinadas internacionalmente se fueron incre-mentando como parte de todas las actuacionesde movimientos sociales llevadas a cabo. Perorealmente demuestra el aumento de actuacionesgeográficamente dispersas como una táctica delos activistas internacionales.

No confundamos la cresta de una ola con laola en su conjunto. Doug Imig y Sydney Tarrowhan realizado uno de los análisis más precisossobre la internacionalización, en este caso den-tro de la Unión Europea (UE) desde 1984 a1997. Imig y Tarrow escrutaron los servicios denoticias en la red para identificar «aconteci-mientos de confrontación». Después se pregun-taron cuáles de ellos (a) implicaban coordina-ción entre demandantes a través de los paísesy/o (b) dirigían demandas a la UE o a alguna desus agencias. De los 9872 acontecimientosregistrados por Imig y Tarrow, sólo 490 —elcinco por ciento— implicaban demandas a laUE (Imig y Tarrow, 2001: 32-34). De esos 490,además, sólo 84 involucraban coordinacióninternacional; los otros 406 se dirigían a la UEpero permanecían dentro de las fronteras nacio-nales y orientaban sus demandas principales alas autoridades dentro de sus propios países.Entre 1994 y 1997, ciertamente la proporción detodos los acontecimientos que tenían comoblanco directo a la UE crecieron del 5 al 30 porciento del total. Para 2002, el seguimiento en lainvestigación llevado a cabo por Trif e Imigmostraba que aproximadamente el 20 por cientode los acontecimientos europeos eran trasnacio-nales en cuanto a su coordinación, pero todavíasólo el 5 por ciento se dirigían a las agencias dela UE como tales (Trif y Imig, 2003). En el cam-bio de siglo, una modesta internacionalizaciónen la actividad de los movimientos socialeseuropeos estaba comenzando a ocurrir.

Podemos situar los datos de Imig y Tarrow dedos formas muy diferentes. Partiendo de que la

tendencia muestra un incremento reciente en laproporción de demandantes y demandas inter-nacionales, podríamos proyectarla hacia másadelante en el siglo veintiuno, pronosticandouna amplia internacionalización de los movi-mientos sociales (véase por ejemplo, Bennett,2003; Smith, 2002). Abundantes ejemplos apo-yan dicha lectura, especialmente las moviliza-ciones internacionales contra el NAFTA11, laOrganización Mundial del Comercio y las com-pañías trasnacionales.

Sin embargo, desde otro ángulo, los resulta-dos de Imig y Tarrow nos muestran un mundoeuropeo de finales del siglo veinte en el cual lamayoría de las demandas de movimientos socia-les continúan ocurriendo dentro de las fronterasdel estado, con demandas dirigidas fundamen-talmente hacia objetos dentro del mismo estado.Más aún, las redes internacionales como Jubileo2000, debido a su espectacular eficacia para ini-ciar acciones simultáneas, incluyendo las peti-ciones electrónicas y cadenas humanas, han ter-minado generalmente fragmentándose o se hanmarchitado por su propio desgaste; en conjunto,las organizaciones no gubernamentales localiza-das cerca de grandes centros mundiales de poderhan demostrado ser más duraderas (Anheier yThemudo, 2002). Conteniendo todavía Europaoccidental y Norteamérica la mayor parte deesos centros y estando sus activistas, con todaseguridad, más fuertemente implicados en larealización de demandas de movimientos socia-les internacionales que en cualquier otra regióndel mundo, una internacionalización seria concarácter mundial tiene todavía un largo caminoque recorrer.

Si Howard Rheingold y Lance Bennett handescrito las características de los movimientossociales mediados por tecnologías digitales deforma correcta, los partidarios de la democracia,en efecto, deben estar ansiosos por vitorear laactual falta de una internacionalización comple-ta. Ni las Smart Mobs ni las redes más débilesgozan de la suficiente capacidad para sosteneruna labor política en defensa de sus programas,como ha demostrado ser un acompañante nece-sario de los repertorios de los movimientossociales en siglos pasados. La rápida moviliza-ción de millones de personas en oposición a laspolíticas de la OMC o las hamburgueserías

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11 [N. de la T.] North American Free Trade Agreement, o Tratado de Libre Comercio (TLC).

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McDonald’s obliga a sus blancos a salir a la luzpública y les animan a defender sus recintos.Esto no da, obviamente, voz a la gente común enla toma de decisiones. La activista y analistaindia Neera Chandhoke muestra su preocupa-ción ante una triple amenaza: que las ONGIseludan la responsabilidad democrática en elmismo grado que la OMC o el FMI lo hacen,que las organizaciones y los activistas del nortedominen la producción internacional de deman-das en detrimento de organizaciones y gente depaíses más pobres y peor conectados, y que ladivisión entre los políticos expertos y la gentecomún se acentúe:

Tenemos razones para el malestar. Porque buenaparte del liderazgo de las organizaciones de la socie-dad civil global aparece como auto-designado y no-responsable ante sus miembros, muchos de las cualesson pasivos y reducen su actuación a la firma de peti-ciones a través del correo electrónico. También indicarque, mientras vemos enormes multitudes durante las

manifestaciones contra la OMC o en foros alternativoscomo el Foro Social Mundial, entre dichos episodiosla actividad es mantenida por un grupo central deONGs. Es posible que los participantes en las mani-festaciones estén sosteniendo una plataforma políticay una agenda que en otros lugares ya se ha dado porterminada. Esto es dudosamente democrático o, inclu-so, político, si puede oler a gestión burocrática de losacontecimientos. Puede incluso hacer de la gente...consumidores de opciones elaboradas en cualquierotra parte (Chanhoke, 2002: 48).

Quizás los movimientos sociales se estándividiendo: en un lado, viejos estilos de acción yorganización que apoyan la participación políti-ca continua en los núcleos de toma de decisio-nes; en el otro, muestras espectaculares perotemporales de conexión mundial, en gran medi-da mediada por organizaciones y dirigentesespecializados. Por lo tanto, debemos ser escép-ticos acerca de los efectos de esta escisión sobrela democracia, esa fiel compañera de los movi-mientos sociales a lo largo de su historia.

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