Juegos de poder y jerarquías en las barras bravas

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A mis hermanos y padres, los pilares donde me apoyé toda la vida, los soportes mentales en los días más difíciles. A mi tutor, Claudio…Un gran profe, pero sobre todo, un gran tipo A los amigos, que siempre confiaron en que soy el menos desprolijo de la barra A mis nonos… Al Batu…Un hermanazo que me cruzó la vida por ahí A María del Rosario. Gracias… 1

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Junto a Claudio Serbali, tutor de este trabajo, realmente disfrutamos mucho del proceso de investigación, lectura, trabajo de campo y demás. Fue un proceso largo y arduo, pero por suerte se pudo lograr un producto final que colmó nuestras expectativas... Espero que quien tome este trabajo, disfrute tanto de leerlo como nosotros de haberlo materializado. Muchos saludos

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A mis hermanos y padres, los pilares donde

me apoyé toda la vida, los soportes mentales

en los días más difíciles.

A mi tutor, Claudio…Un gran profe,

pero sobre todo, un gran tipo

A los amigos, que siempre confiaron

en que soy el menos desprolijo de la barra

A mis nonos…

Al Batu…Un hermanazo que me cruzó

la vida por ahí

A María del Rosario.

Gracias…

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Si siempre viajé solo y siempre vos fuiste mi faro en la ciudad…

Solo un momento…Toda la vida.

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¿Vos te creés que conmigo preso la violencia se va a terminar? ¿Vos te creés que si nos juntan a todos en una plaza y nos matan, la violencia se va a terminar? No,

no se va a terminar nunca. ¿Sabés por qué? Porque esto es una escuela. Es herencia, herencia y herencia…

Rafael Di Zeo – ex jefe de La 12

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INDICE:

Introducción: Barrabravas desde el comienzo………………………………5

Justificación………………………………………………………………………..9

Objetivos…………………………………………………………………………..10

Marco teórico y metodológico…………………………………………...……11

El destape de la olla……………………………………………………………..14

Modalidades de poder…………………………………………………..………18

Pillín Bracamonte – La genealogía de un líder……………………………25

El dispositivo fútbol……………………………………………………………...35

Conclusiones……………………………………………………………..……….40

Anexo I – Entrevistas…………………………………………………………….46

Anexo II – Imágenes………………………………………………………………61

Bibliografía…………………………………………………………………………64

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INTRODUCCIÓN – BARRABRAVAS DESDE EL COMIENZO.

La historia de la violencia en el fútbol encuentra a través de los años un hecho que le pone fecha de nacimiento. El dos de noviembre de 1924, a la salida de un encuentro correspondiente a la final del Torneo Sudamericano en la ciudad de Montevideo, entre las selecciones de Uruguay y Argentina, se produce una disputa entre ambas parcialidades y en medio de la revuelta, cae muerto Pedro Demby, Uruguayo de 22 años, víctima de un disparo de arma de fuego.1

Este, como indica Amílcar Romero en su libro “Deporte, violencia y política”, es el primer crimen por violencia comprobable en el fútbol, donde está implicado un barra argentino: José Stella alias “Pepito el Camorrero”, integrante de la hinchada de Boca Juniors, amigo del arquero del equipo Xeneize de ese momento, Américo Tesorieri. Hoy, a casi 90 años de aquel asesinato que nunca fue esclarecido, y se mantiene impune, las cosas no han cambiado demasiado, no solo no se ha frenado la violencia en el fútbol, sino que se incrementó de manera exponencial.

La escalada de violencia en el fútbol argentino no solo plantea un panorama negativo en cuanto a su extinción, sino que, como resultado de diversos factores parece consolidarse como parte misma o como resultado de esta sociedad, clavando una bandera de presencia permanente en los estadios de fútbol y pensando en naturalizarse como inherente dentro espectáculo mas tradicional de los domingos (actualmente también de los sábados, lunes, martes, jueves, etc.…).

Con el correr de los años, las barras bravas comenzaron a instituirse como un componente propio de las instituciones deportivas, sobre todo relacionadas con los equipos de fútbol. No hay distinción de categorías, se las ve en los equipos de primera división, en los grandes, en los chicos, en los clubes del ascenso, en los clubes del interior del país, en los equipos que militan en los torneos argentinos y ligas del interior, etc…

Capaces de los actos mas atroces, y al mismo tiempo de cumplir con actos solidarios, son las mismas personas que se enfrentan a tiros en plena vía pública y los que al día siguiente van a algún hospital u orfanato a repartir juguetes a chicos o a visitar ancianos. Visten de gala las tribunas de los estadios en cualquier punto del país, se encargan del llamado “folclore del fútbol”, pero al rato nomas, pueden estar golpeando con palos o puño limpio a un grupo de la barra del rival por el motivo mas insignificante que se pueda imaginar.

Es imposible pensar que una barra brava pueda sostenerse por sus propios medios. Las relaciones con dirigentes y jugadores de sus respectivos clubes, es sistemáticamente negada. Sin embargo, más allá del conocimiento de estado público de la situación, en más de una oportunidad, se ha reconocido la existencia de esta connivencia, con ciertos reparos, es cierto, pero se ha hecho pública desde la parte oficial de la misma, dejando al descubierto un peso que a más de una comisión directiva le ha traído un costo político por demás de significativo hasta llegar a cortar las “cabezas” de las cúpulas más importantes.

1 Romero Amilcar: “Deporte, violencia y política”, Centro Editor de América Latina. Buenos Aires, 1985

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Las barras comandan las tribunas, se ubican en una de las populares, generalmente detrás de uno de los arcos y desde allí manejan los cantos que se entonan en el resto de las tribunas, cuelgan cantidades de banderas, adornan las tribunas y al momento de ir a una cancha, suelen ser un atractivo para el resto del público.

La mayoría de las canciones que se escuchan y cantan en los estadios de fútbol presentan un grado de violencia realmente llamativo, que en medio de la fiesta, de la letra adaptada al ritmo de algún tema popular (generalmente rock nacional, cuarteto o cumbia) contienen cierta simpatía que arrastra a repetir la letra, a pesar de que en realidad, la gran mayoría de los casos hablan de matar a la policía, prender fuego un estadio, recuerdan enfrentamientos, orgullo por haberse enfrentado a la policía o amenazar al rival de turno o de toda la vida.

Por supuesto que también las hay de aquellas que enaltecen a los ídolos, recuerdan momentos gloriosos o en todo caso, sí con un tinte más folclórico, pueden llegar a recordar alguna desgracia deportiva de algún otro equipo, como ser un descenso, una final perdida, un clásico jugado o cualquier otro acontecimiento que no esté relacionado con algún hecho de violencia, es decir, cuestiones estrictamente deportivas.

Es llamativo observar la pasión y el nivel de desenfreno que se vive en una tribuna popular, luego de estar en varios partidos observando a quienes concurren a una de las tribunas populares del estadio Gigante de Arroyito mientras Rosario Central disputa algún encuentro, se transforma en algo muy difícil como para tratar de hacer alguna clasificación, ya sea por género, clase social, nivel educativo o cualquier variable que se pueda pensar.

Insulta el hombre, insulta la mujer, grita el hombre mayor y también lo hace el nene chiquito que está en el estadio con el padre, cuando se convierte algún gol se funden en un abrazo el que viene de zona norte y el que vive en algún barrio humilde de la ciudad de Rosario. En esos momentos, no parece existir ningún tipo de distinción.

Sí se puede observar que existe una sensación ambigua, a veces ambigua, otras veces se debería decir repartida entre aquellos que asisten al estadio y no son parte de la barra brava (aún cuando están en la misma popular y cantan, saltan, gritan al ritmo de la misma). Por un lado, una sensación de admiración, casi de idolatría. Es la mirada más amable hacia estas personas, aún con conocimiento de todo lo que cargan a sus espaldas los integrantes de una barra.

Por otro lado, la visión de aquel que cree que son un mal, que son gente dañina, que arruinan a los clubes, que arruinan al espectáculo, que evitan poder ir a la cancha en familia. Para ellos son los verdaderos culpables de que la cancha haya dejado de ser un lugar de concurrencia familiar, para pasar a ser un sitio peligroso, donde no se sabe en qué momento un piedrazo o un tiro puede llegar a alcanzar a cualquiera.

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En el medio quedan los directivos de los clubes. Para ellos no son ni una cosa ni la otra. Simplemente están ahí, para la mayoría de ellos solo son un grupo más caracterizado que el resto de los mortales que concurren a la cancha. La realidad marca que, como en algún momento declaró Raúl Gámez (Ex – presidente de Vélez), para los directivos de los clubes, son un mal necesario. Una cosa que crearon ellos mismos en algún momento de debilidad y hoy ya no pueden desterrar.

Son su propia creación, los necesitaron en algún momento, para hacer campaña política de cara a una elección, para asustar a algún técnico con quien los dirigentes no estaban muy de acuerdo, para amenazar a algún jugador que intentaba mejorar su contrato o incluso para amedrentar a algún plantel ante una mala racha de resultados intentando ser una suerte de cachetazo despertador que cambie la realidad deportiva del equipo y los haga reaccionar antes de que sea demasiado tarde.

Les cedieron espacios poder. Y esto no fue bueno.

En determinado momento este grupo de gente vio que podían tener más, que tenían la capacidad de conquistar muchos más espacios de los que se les habían dado hasta ese momento, así, vieron que podían transformar su lugar en los clubes en un verdadero negocio, en una fuente de ingresos económicos. Así fue que comenzaron a organizarse, a conformar grupos mas ordenados, a conformar una estructura que se convertiría con el correr de los años en algo casi imposible de desarticular hasta el momento o que en realidad no ha tenido que enfrentar demasiados intentos por desarticularla.

No ha habido más que algunos intentos por tratar de limitar su poder, de recortarle algunos negociados, por ejemplo como lo cuenta Jesús Emiliano en el fragmento de una entrevista realizada, “Raúl Gámez en Vélez intentó frenarlos, intentó blanquear la situación y que los barras no hagan negocios con el club. Los llamó a negociar y les plateó lo siguiente: ¿Cuántos son en la barra? ¿70? ¿80? Tendrán esa cantidad de entradas, no el doble para que las revendan y hagan negocio con el club. ¿Quieren dinero para comprar banderas? Está bien, de vez en cuando el club aportará algo, pero no se les va a regalar indumentaria continuamente para que las vendan y hagan dinero, los jugadores no se van a prestar a hacer presencias en cenas como si fueran modelos para que junten plata”2.

Pareciera ser la única solución. Mantenerlos dentro del club, tratar de que hagan el menor daño posible, controlarlos dentro del marco de las posibilidades y las voluntades de cada dirigente.

Odiadas y admiradas, las barras son un fenómeno instalado y no se observa un horizonte sin ellas. En el club Rosario Central, quizás no sea tan distinta la situación al resto de lo que se puede ver en el fútbol del país, pero es innegable que hay algo distinto. Ya sea desde la tribuna visitante, ya sea desde la platea o desde la misma popular canalla, es real que uno mira y se queda asombrado.

2Emiliano, Jesús. Periodista Deportivo en Radio 2. Entrevista realizada.

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Es verdad que uno se impresiona, para bien o para mal y que más allá de la pasión y el sentimiento que uno tenga por tal o cual equipo, se asombra de ver en cada partido, esa enorme cantidad de gente y ese sentimiento incondicional.

A partir de haber conocido el Gigante de Arroyito, de haber presenciado varios partidos (desde la tribuna visitante) en los primeros años de adolescencia, cuando la ciudad de Rosario era única chance de ver a Boca Juniors y luego, tras las vueltas de la vida, conocer, la misma cancha, años después, pero desde los diferentes lugares de la hinchada local, surge la inquietud de ahondar en la presente investigación acerca de un fenómeno de carácter nacional, que muestra en la ciudad de Rosario, uno de los ejemplos más claros y concretos de los enigmas que presenta una barra brava en el fútbol argentino.

JUSTIFICACIÓN:

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La ciudad de Rosario es un centro de atracción caracterizado y distinguido por muchísimas cosas. Entre tantas, el Monumento a la Bandera, el Río Paraná, centros comerciales y muchísimas cosas más que la convierten en una de las ciudades más atractivas del país.

Entre tantas cosas que destacan a la ciudad, la pasión futbolera se convierte en Rosario en un punto que la pone por encima del resto de las ciudades del interior del país. Una ciudad prácticamente polarizada por Rosario Central y Newell´s Old Boys. Esta pasión despierta los sentimientos más encontradas en cada uno de sus habitantes y pueden sacar lo mejor y lo peor de cada uno de ellos.

Protagonistas de grandes hazañas a lo largo de la historia, ambos clubes rosarinos, han sabido mantenerse en los primeros planos de la elite del fútbol nacional e internacional. El actual campeonato lo encuentra a Rosario Central, militando en la Primera B Nacional, segunda categoría del fútbol Argentino. Circunstancia que no logró opacar dicho sentimiento de pasión y fidelidad a uno de los clubes más grandes y con más historia del fútbol de nuestro país.

Pero dicha pasión, tiene su correlato en una historia de capítulos oscuros, turbios, que se ha teñido de sangre con el correr de los años y que no se mantiene al margen de la realidad del resto de los clubes de todas las categorías del futbol argentino, en cualquier rincón del país. La incidencia y el accionar de la barrabrava de Rosario Central, no solo no se desprende de la realidad de las demás, sino que es de las mas reconocidas al hablar de las dos caras de una barra: su faz mas agradable, aquella que muestra a ese grupo de hinchas que ponen el color y visten de fiesta cada encuentro deportivo, y por el otro lado, un grupo de personas relacionadas al crimen, a la violencia, a negocios turbios, pactos oscuros con las dirigencias de turnos…

En la presencia e imagen que una barra, apoyado en la representación que un líder intenta imponer, se destaca un concepto fundamental: La relaciones de poder y la producción de hegemonía.

Capacidad de dominar una tribuna, de imponer los cantos que se entonan durante el desarrollo del partido, de lograr niveles de impunidad que les posibilita llegar más allá de lo que las leyes permiten sin sufrir consecuencias y generando a su alrededor, un aura de respeto e invencibilidad que ellos creen, es infinito, pero que por supuesto, en algún momento, por ciertas circunstancias, termina diluyéndose, mas temprano o mas tarde, pero desapareciendo al fin.

OBJETIVOS:

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Describir el comportamiento de la barra brava de Rosario Central a partir de la jefatura de Andrés Bracamonte.

Investigar las posibles relaciones de connivencia entre los integrantes de la barra brava de Rosario Central y diferentes organismos e instituciones.

Indagar acerca de las vinculaciones entre esos comportamientos y las nociones de poder y líder de acuerdo a trabajos de Michel Foucault y Hannah Arendt.

MARCO TEÓRICO Y METODOLÓGICO:

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La problemática del poder es ampliamente estudiada por Michael Foucault, a través de múltiples ensayos y trabajos, rompiendo con las concepciones clásicas de este término, pensándolo como algo que no puede ser localizado en un lugar concreto, ya sea el Estado o una Institución. No analizado como un objeto que el individuo delega o cede a otro, sino, como una relación de fuerzas, una situación estratégica que se encuentra en una sociedad, en un momento determinado.

A partir de esta definición general de poder y otros conceptos Foucaulteanos, se irá avanzando en el análisis del comportamiento y el accionar de la actual barra brava de Rosario Central, hoy, bajo el mando de Andrés “Pillín” Bracamonte. Se suman conceptos filosóficos y trabajos de diferentes autores como por ejemplo Hannah Arendt, ya que se observan tanto en el comportamiento, como la composición de la barrabrava, muchas similitudes con las estructuras de los regímenes totalitarios que la autora alemana describe fundamentalmente en su obra “Los Orígenes del Totalitarismo”.

La presente investigación se aborda desde el paradigma interpretativo, ya que, definida su premisa por Irene Vasilachis como “la necesidad de comprensión del sentido de la acción en el contexto del mundo de la vida y desde la perspectiva de los participantes”3, se intentará un acercamiento a la vida y a la cotidianeidad del accionar de los integrantes de las barras bravas, se buscará comprender esa realidad para no quedar limitado a una simple observación.

Se considera que de poco serviría una observación externa, ya que si bien, de esta forma se podría definir el accionar de una barra o de un hincha de fútbol dentro de un estadio, se estarían dejando de lado cientos de cuestiones que llevan a ese grupo o individuo a comportarse de determinada manera o de ejecutar tal o cual acción.

Se trata en este sentido, de entender y comprender a la realidad como dinámica y diversa. El principal interés está dirigido al significado de las acciones humanas y de la práctica social, se busca comprender en qué contexto y bajo qué circunstancias actúa una barra, cómo es que generan a su alrededor un aura de misterio e impunidad que les permite pasar de la imagen de un grupo de delincuentes a la de ser quienes visten de color y animan una tarde de fútbol en el estadio de Rosario Central o en cualquier otro estadio del país...

Por supuesto, la investigación es de tipo cualitativa: “investigación que produce datos descriptivos: las propias palabras de las personas, habladas o escritas, y la conducta observable. La metodología cualitativa, a semejanza de la metodología cuantitativa, consiste en más que un conjunto de técnicas para recoger datos. Es un modo de encarar el mundo empírico”4.

Como en toda investigación cualitativa, se observa a los individuos, a los escenarios, como un todo, no se piensa por separados a los barras, los estadios,

3Vasilachis de Gialdino, Irene: “Métodos cualitativos I”, Centro Editor de América Latina. 19934 Taylor, S.J. y Bodgan, R. “Introducción a los método cualitativos de investigación”. Paidós, Barcelona. 1987 – segunda edición-

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las dirigencias de los clubes, los diferentes estamentos políticos, las fuerzas de seguridad, los hinchas que concurren al estadio…Es decir, todos aquellos actores y lugares que intervienen, son vistos y pensados como parte de un todo, en una perspectiva holística, tal como lo dicen Taylor y Bodgan.

En un primer momento se realiza un acercamiento al tema consultando artículos de diarios, contactando periodistas deportivos de la ciudad, concurriendo al estadio para observar primero desde la platea, luego desde un lugar más cercano, en un rincón de la popular, ese grupo de hinchas denominados barras bravas.

Luego se comienza con el trabajo de campo un poco más en profundidad a través de una observación participante quecomienza a involucrar la interacción social entre la investigación y los informantes. Se comienzan a recoger datos de modo sistemático y no intrusivo, buscando siempre no interferir en la cotidianeidad de los integrantes de la barra principalmente.

No se ingresa al campo con preguntas claras ni objetivos rígidos, sino que por el contrario, se ingresa con una investigación flexible, tratando de no hacer intervenir ningún preconcepto que pueda afectar el desarrollo de la misma y que a su vez permita iniciar una buena relación con los primeros informantes a través de los cuáles se busca llegar a otras fuentes que sirvan a la investigación y en todo momento dejando en claro en qué instante se está grabando una conversación, cuándo se sacan fotos,sobre qué se toma notas y por supuesto, que esas notas jamás incluirá un nombre, garantizándoles el anonimato.

A partir de allí, una vez consumados los primeros contactos de manera exitosa, se comienzan a pactar las entrevistas. En algunos casos serán entrevistas en profundidad con periodistas de medios rosarinos, integrantes de la comisión directiva del club Rosario Central y con gente que concurre al estadio, pero no forma parte de la barra brava.

Las entrevistas son pensadas con carácter dinámica y flexible, sabiendo que se darán reiterados encuentros con la algunos de los entrevistados, la mayoría de ellas dirigidas al aprendizaje sobre acontecimientos y actividades que no se pueden observar directamente, otra, más puntualmente con un ex-integrante de la barra brava, con un estilo más de historia de vida que permita conocer las experiencias destacadas de esa persona y las definiciones que esa persona aplica a esas experiencias.

Se decidió este tipo de entrevistas debido a que tanto los escenarios (estadio, tribuna popular, reuniones con los integrantes de la barra) como los informantes, pueden llegar a plantearse como difíciles para acceder de otra manera, ya que por medio de las entrevistas en profundidad, se puede lograr romper un clima de desconfianza pensando en una interacción mutua entre entrevistador y entrevistado, que genere una relación de compañerismo más que de investigador-sujeto.

Se llega a una descripción de hechos, sensaciones que son hasta el momento desconocidos

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Se intentará explicar a través de un exhaustivo trabajo de investigación, cómo está compuesta la barrabrava de Central, la historia, sus comienzos, el camino recorrido para llegar a comandar el paravalanchas, eso tres caños simples, que se usan para atajar a la marejada de gente de la popular del Gigante de Arroyito, cómo conservar los lugares más redituables en las relaciones de poder que diseñan la organización de la barra y resistir las embestidas de quienes en algún momento han intentado conquistar esos lugares, siempre, a través de una mirada filosófica.

EL DESTAPE DE LA OLLA.

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El 16 de octubre del año 1996 daba cuenta de una noticia escalofriante: era encontrado asesinado de cuatro balazos, dos en el cuerpo y otros dos en la cabeza, Sergio Enriotti, de 37 años. La autora del crimen fue su pareja, Graciela Noemí Strembel, en ese entonces, de 18 años de edad, según declarara en la seccional 13, donde se entregó, cansada de los malos tratos y golpizas a las que era continuamente sometida por Enriotti.

No dejaba de ser un dato menor que el fallecido fuera el Cabezón Enriotti, líder de la barra brava de Rosario Central. Pero otro dato interesante lo brindaba algo que los peritos hallaron en la escena del crimen: En la billetera de Enriotti aparecía un cheque del Banco Suquía, número de cuenta 14-00909/13 con fecha de vencimiento 21/10/965, con los nombres impresos del presidente Víctor Vesco, Roberto Gastaldi (vicepresidente) y Roberto Muñoz (tesorero), aunque las firmas correspondían a Vesco y a otros dos directivos de la entidad de Arroyito, De Felice y Mendoza.

El cabezón Sergio había recibido el cheque para viajar al Uruguay, donde Rosario Central enfrentaba a River de Montevideo por la copa Conmebol de ese año. A pesar de que no se sabe con certeza, otros grupos de barras de Central, habrían recibido desde el seno de la dirigencia, valores similares para poder viajar. En un primer momento, el tesorero Muñoz, reconoció que desde hacía un tiempo, se les venía entregando dinero a las barras, así mismo, el presidente Vesco, admitió que entre las diferentes barras, terminaban dando por partido unas mil entradas.

Cada vez era más complicado cubrir estas connivencias dirigenciales con las distintas barras del club. Aunque esta situación no era exclusiva de Rosario Central, ya que en la mayoría de los clubes, se vivían situaciones similares, con barras que eran cada vez más reconocidos. El caso más emblemático de esa época, es el de José Barrita, alias “el abuelo”.

Carismático líder de La 12, barra brava de Boca Juniors. Históricamente y desde su llegada al liderazgo de la barra, fue el encargado de “recaudar” a partir de los aportes de diferentes directivos, jugadores, técnicos (especialmente El Abuelo fue apadrinado por Carlos Bilardo) y comenzó a hacer escuela en una carrera nefasta donde la mayoría de los líderes de barras vieron que en los clubes no solo existía una fuente de pasión y sentimiento, sino que además existía una fuente de recursos económicos, de espacios de poder, de una especie de ascenso mediático que les servía para darse a conocer y clavar un estandarte de posición dentro del fútbol argentino.

Hasta ese momento, no se conocía demasiado y estas relaciones barras-dirigentes, sabían mantenerse en el anonimato. El incidente en la casa de Enriotti no estaba en los planes de nadie y la aparición de ese cheque en el bolsillo de su pantalón hizo imposible que la basura pueda seguir siendo escondida debajo de la alfombra. Así, Vesco hablaba de un problema que no era exclusivo de Rosario Central: “quienes están en el fútbol no pueden sorprenderse por estas cosas, que

5http://edant.clarin.com/diario/96/10/19/E-06601d.htm

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ocurren en todos los clubes. La cuestión es cómo les encontramos una solución entre todos".”6

Inmediatamente, luego de estas declaraciones, salieron al cruce presidentes y directivos de los clubes más importantes del país:

Fernando Miele, (San Lorenzo): "En nuestro club no existe una situación anómala como acusa Vesco. Es un problema exclusivo de Rosario, en San Lorenzo todo está en orden”

Juan Carlos González, (vicepresidente primero de Vélez): "En el club no pasa nada de nada. Lo que pasa es que hay dirigentes que a veces colaboran con ciertos grupos y después la situación se les hace incontrolable".

Alfredo Davicce (River): "Es un tema difícil. Yo sugerí que los dirigentes, la policía y el gobierno nos reunamos cada quince días para evaluar el cuadro de situación. En cuanto a las presiones de los llamados barrabravas, puedo asegurar que no existen en River. Estas actitudes no tienen cabida en mi club".

Hernán Basílico (secretario general Racing): "Lamento la situación de Vesco. Lamento que tuviera que darle plata a gente que lo presiona, o que lo amenaza. En Racing no existen las barras bravas. Lo que hay es un folclore muy especial de algunos muchachos”

Juan José Zanola, (Huracán): "A las barras bravas las tenemos controladas. Hace un tiempo tuvimos algunos inconvenientes internos, pero ahora no hay presiones. Los barras bravas son un muñeco maldito que ronda en todas partes”.7

En los discursos de los diferentes entrevistados, se pueden leer diferencias claramente manifestadas acerca del grado de reconocimiento que existe acerca del tema y del grado de compromiso existente en cuanto a la situación.

En las palabras de Fernando Miele, se lee una negación total y absoluta de alguna situación similar. Incluso llega a etiquetar el problema como algo exclusivo de Rosario, despegando incluso al resto de los clubes. En una sintonía similar aparece González, (vicepresidente primero de Vélez), la diferencia es que si bien, sigue negando la presencia de barras en su club, empieza a dejar reconocer entre líneas que en otros clubes sí la barra recibe la ayuda de las comisiones directivas y arroja una frase que más adelante comenzará a ser muy repetida a la hora de responsabilizar a los directivos: “la situación se les hace incontrolable".

Por su parte, Davicce, reconoce la existencia de barras como “un tema difícil”, acepta la necesidad de trabajar sobre un cuadro de situación complejo, pero a su vez, continúa con un discurso defensivo que asegura que en River, en ese momento, no sucedía nada.

6http://edant.clarin.com/diario/96/10/19/E-06601d.htm 7http://www.lanacion.com.ar/169554-en-rosario-admiten-que-se-financia-a-hinchas-violentos

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El secretario de Racing, acepta la presencia de hinchas más caracterizados que el resto: “un folclore muy especial de algunos muchachos”, según declara, no son barras bravas y lamenta la situación ocurrida en Central, compadeciéndose del entonces presidente Vesco.

Zanola, reconoce la presencia de barras en Huracán e incluso acepta que en algún momento, han traído problemas en el seno de la institución que han sabido manejar. En esa declaración, también reconoce la presencia de las barras en todos lados y llega a definirlas como “un muñeco maldito que está en todas partes”.

En este orden, desde la primera hasta la última de las declaraciones, se pueden ir viendo los diferentes niveles en los que de a poco, los dirigentes van pasando desde una negación total de la existencia de barras, hasta llegar a reconocer, que en cierta forma, de algún modo, se les da una mano. Algunos, incluso, como en el caso de Zanola, hasta declaran que ya comienzan a generar conflictos dentro del club y ya anticipa que no es cosa exclusiva de uno u otro club, sino que están en todas partes.

Sería esta última, la declaración más sincera y la definición más acabada de lo que hasta esos años representaba la barra en la mayoría de los clubes: Presionar y pedir dinero para costear viajes, entradas, etc. Con el correr de los años, esta situación iría evolucionando. No se quedarían solo en esto, comenzarían a tener cada vez más lugares de poder dentro de los clubes, fueron dándose cuenta de la fuerza que podrían llegar a manejar, se dieron cuenta de cuánto podían servirles a los directivos de turno o a quienes querían ser directivos. Así fueron creando un monstruo que ya nunca más pudieron manejar.

Admisnistrar cantidades de dinero cada vez mayor, porcentajes de pases de jugadores, manejo de los puestos de comidas, estacionamiento en las adyacencias de los estadios, venta de merchandasing, son algunas de las actividades que hoy por hoy llevan a cabo las barras de los clubes.

Los años pasaban y lo único que se podía ver, era un crecimiento exacerbado de la injerencia y la hegemonía que ostentaban las barras dentro de los clubes. Junto a esto, la violencia en las canchas de futbol era cada vez mayor y las barras bravas, ya no solo eran unos muñecos malditos que estaban en todas partes, sino que se transformaban en algo que ya no se podía pensar por fuera del fútbol, y lo peor de todo es que terminan siendo un mal necesario para los dirigentes de turno. Tenerlos cerca, les servía. Combatirlos se transformaba en un costo político demasiado alto, el cual nadie estaba dispuesto a correr.

Lo cierto es que: muerto “El Cabezón Sergio”, quedaba un vacío para el cual había varios interesados que se postulaban queriendo el puesto de líder de la barra de Central. De allí en adelante, comienzan una serie de batallas, enfrentamientos, luchas, y demás. Verdaderas luchas de por imponer una hegemonía.

Así la guerra entre los dos grupos de la barra, Los Chaperos y Los Pillines, se remonta a una década atrás. La historia nació en 2002, cuando Andrés

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Bracamonte al frente de Los Pillines, desbancó de la tribuna a los hermanos Juan Alberto y César Bustos, que habían heredado la barra a fines de los 90 de parte de su padre, Juan Carlos “Chapero” Bustos, histórico dominador de la tribuna del Gigante post fallecimiento de Enriotti.

A partir de ahí hubo una guerra constante que, sin embargo, siempre tuvo un ganador: Bracamonte que con impecables conexiones a nivel político, policial y con la dirigencia deportiva, mantuvo y amplió su influencia y dominio. A punto tal que la barra manejaba pases de chicos de Inferiores, seguridad en los recitales que se hacían en Arroyito y hasta hizo campaña política por el kirchnerismo cuando llevó como candidato a Rafael Bielsa, reconocido Leproso8.

MODALIDADES DE PODER:

8http://edant.ole.com.ar/notas/2010/03/13/futbollocal/02158371.html

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Tanto Michael Foucault como Hannah Arendt, realizan un extenso recorrido en busca de una definición o una clasificación de “Poder”, se puede encontrar en ambos ciertos puntos de acercamiento sobre algunas cuestiones, pero claramente se diferencian de manera sustancial en otras.

Foucault, por su parte dice que: “por poder hay que comprender la multiplicidad de las relaciones de fuerzas inmanentes y propias del dominio en que se ejercen, y que son constitutivas de su organización; el juego que por medio de luchas y enfrentamientos incesantes las transforma, las refuerza, las invierte; los apoyos que dichas relaciones de fuerza encuentras las unas en las otras; las estrategias, por último, que las tornan efectivas y cuya cristalización institucional toma forma en los aparatos estatales, en las hegemonías sociales”9.

Para el filósofo francés, la condición de posibilidad de poder, no debe buscarse solo en un punto central que sea su origen, tal como lo dice en La Verdad y las Formas Jurídicas: "Pienso que no hay un poder sino que, dentro de una sociedad, existen relaciones de poder extraordinariamente numerosas y múltiples, colocadas en diferentes niveles, apoyándose unas sobre las otras y cuestionándose mutuamente"10. Son los pedestales móviles de las relaciones de fuerzas los que sin cesar inducen, por su desigualdad, estados de poder. El poder está en todas partes, no porque lo englobe todo, sino porque viene de todas partes.

Por otro lado, para Arendt, “poder” significa actuar con otros sin coacciones internas o externas. Surge entre los hombres cuando estos actúan juntos y desaparece en tanto se dispersan y se escapan del espacio público. Por lo tanto, entiende que no es algo que se pueda acumular. Para ella, el poder solo es realidad allí donde palabra y acto no se hallan separados, es lo que mantiene la existencia de la esfera pública, el potencial espacio de aparición entre los hombres que hablan y actúan. Así, el poder es un poder potencial y no una entidad intercambiable como la fuerza. El poder no se tiene, sino que se ejerce.

Entrando un poco más en el tema, Michael Foucault analiza diferentes formas del ejercicio del poder, las cuales fueron cambiando a lo largo de la historia: El poder soberano y el poder disciplinar.

Dentro de las formaciones y de las relaciones entre los miembros de la barra brava de Rosario Central (como en el resto de las barras bravas de los diferentes clubes), se pueden observar rasgos distintivos de esta última clasificación, ya que como escribe Foucault, el poder disciplinar se funda en el encauzamiento de la conducta y la producción de cuerpos dóciles. Mucho de esto hay en estas relaciones de tipo verticalista. Al momento de buscar el ingreso, o de querer pertenecer a este grupo, se presenta esta situación que en “Vigilar y castigar”, el filósofo francés llama “Los cuerpos dóciles”, y que ilustra con el ejemplo del soldado de mitad del siglo XVIII: “el soldado se ha convertido en algo que se

9 Foucault, Michel: “Historia de la sexualidad”, Siglo Veintiuno Editores. Buenos Aires, 199110 Foucault, Michel: “La verdad y las formas jurídicas”, Gedisa Ediciones. Barcelona, 1992

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fabrica, de una pasta uniforme, de un cuerpo inepto, se ha hecho la máquina que se necesitaba”.11

Esto es lo que sucede con un muchacho que en algún momento decide o se plantea ser parte de la barra. Por encima de él existen jerarquías que debe respetar y superiores a los que debe responder. Ellos serán los encargados de ir “moldeando” y haciendo cada vez más “dócil” a ese cuerpo a través de instrucciones que van marcando lo “jodido que es meterse en eso; bancársela una vez que te metés; porque no podés ser blandito; lo que te dicen que hagas, hacelo, sino es mejor que te quedes en tu casa y mires el partido por tele o vayas a la platea a putear con el caretaje o los viejos”.12

Así, el aspirante a barra, deberá sortear una serie de entrenamientos o pruebas, con el objetivo de ir habituándose a una función de utilidad, tal como lo dice Foucault: “Es dócil un cuerpo que puede ser sometido, que puede ser utilizado, que puede ser transformado y perfeccionado”13. Este cuerpo quedará atrapado dentro de poderes muy fuertes y ceñidos a los cuáles, debe responder sin preguntar demasiado e incluso sin tener una idea clara del motivo por el cual se les pide/ordena que lleven a cabo determinados actos.

Estas condiciones para alcanzar ese logro de pertenecer a una barra, son comparables con la organización de las fuerzas de seguridad en las que sus miembros se someten a jerarquías que ordenan y actúan.

Acá se puede pensar en disciplinas en el término foucaulteano, como métodos que permiten un control minucioso de las operaciones del cuerpo, que garantizan la sujeción constante de sus fuerzas y les imponen una relación de docilidad-utilidad. Entonces se presentan situaciones en que son propicias para que se pongan en acto estas acciones en donde, quienes comandan los distintos grupos de la barra brava, es decir, los encargados de comandar las líneas más bajas, “encarguen” pequeñas tareas a sus subordinados. Vale aclarar que las últimas líneas de la barra, se encuentran conformadas por los pibes más jóvenes, ávidos de tener un lugar dentro del grupo y por lo tanto, dispuestos a hacer lo que sea con tal de ser reconocidos

Estas “disciplinas” son de carácter violento, nunca se trata de algún trabajo de inteligencia, ya que estos (contactos políticos, policiales, planificar una emboscada, etc.) están reservados para los mas experimentados del grupo. Para los pibes, generalmente se trata de obtener algún trapo (bandera o camiseta) de la tribuna del rival de turno, enfrentarse a la policía, esconder un arma, hacer desaparecer evidencia comprometedora, e incluso, declararse culpable de un delito que no cometió, para salvar la ropa de algún líder, siempre con la promesa de ser liberado al poco tiempo.

11 Foucault, Michel: “Vigilar y castigar”, Siglo Veintiuno Editores. México, 198512Marcelo S. Ex-integrante de la barra brava, hoy retirado de la popular.13 Foucault, Michel: “Vigilar y castigar”, Siglo Veintiuno Editores. México, 1985

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Estas acciones, si bien tienen en su esencia una acción concreta, son demostraciones simbólicas de coraje, de fidelidad, de reconocimiento hacia la orden que parte desde un superior, etc. Les permiten a los pibes ir ganándose respeto y un nombre dentro del grupo, son una especie de peldaños para ascender en el escalafón jerárquico de la estructura de la barra, así dejan de estar en la base para pasar a formar parte de la tercer línea, luego del grupo más reducido de la segunda línea para así, en algún momento, llegar a formar parte de la elite exclusiva de la primer línea en una posición cercana al líder y sus laderos, que por supuesto tiene sus privilegios.

De estas acciones se puede conocer que no todas tienen el mismo valor, por ejemplo, lo mínimo que puede hacer alguien que quiere ser parte de la barra, es lograr arrebatarle una camiseta a algún hincha del rival, un gorro, algo que identifique al otro equipo.Otra cosa es lograr frenar un micro o toparse con la barra del otro club y robarle una bandera a la barra rival, eso ya tiene otro significado porque es seguro que va a incluir un enfrentamiento (en la mayoría de los casos con armas de fuego) cuerpo a cuerpo, peligrosísimo y un cara a cara con la muerte.

Esto representa una demostración mucho más grande de coraje, de valentía, de falta de respeto total hacia el miedo, lo cual, en los códigos de la barra, es algo fundamental. Ni hablar de un enfrentamiento con la policía. Todo lo que represente una resistencia o un enfrentamiento con el orden establecido formalmente, suma muchísimos puntos en el escalafón del respeto.

Otro sentido tiene el acto de entregarse a las manos de la justicia para salvar la ropa. No trae con él una demostración de valor o de coraje, sino que generalmente es utilizado como un recurso para demostrar arrepentimiento ante algún acto de traición, como un modo de disculparse ante el líder o algunos de sus laderos por un error cometido y así, lavar culpas y volver a ser aceptado dentro del grupo. Por ejemplo, un pibe que allá por el año 96 estaba con la banda de Pillín, a mediados del 2010 se juntó a los de Luciano Molina, de la zona Sur, donde mandan Los Chaperos para tratar de desbancar a Bracamonte de la barra. Hubo dos batallas tremendas que comenzaron con un tiroteo infernal a la casa de Molina.

Días después, tal como lo relata Infobae en su edición del 3 de junio del año 2010:“el choque entre los bandos fue a facas, piedras y golpes. Luciano Molina terminó en el hospital, acuchillado en la zona abdominal y con heridas por piedrazos recibidos en la cabeza.Otro hombre asumió la responsabilidad y Bracamonte -detenido por tentativa de homicidio- quedó entonces en libertad”14.

Este mismo muchacho, arrepentido de haberse pasado al bando rival de Pillín, cual hijo pródigo intento regresar junto al actual líder de la barra canalla, pero debió purgar su falta pasando un tiempo prudencial tras las rejas al haberse declarado culpable de aquel incidente.

14http://www.infobae.com/notas/519441-La-historia-dura-de-un-barra-peligroso.html

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Parte del trabajo de campo, llevó a conocer historias de pibes que dejaron bien en claro esta situación. Algunos de ellos no tuvieron demasiados inconvenientes en sumarse a los estamentos más bajos de la barra y comenzar con su “entrenamiento” o a convertirse, en términos de Foucault, en esa máquina necesaria, con la mira puesta en ascender, en demostrar de lo que pueden llegar a ser capaces, sin medir las consecuencias.

Otros “no se la bancaron. Directamente no se la bancaron o creyeron que es venir, enchufarse algunas pastillas que te hagan saltar y cantar todo el partido, pero tenés que tener huevos, loco…Esto no es para cualquiera, y no alcanza con ser de color, ser de la villa y decir que tenés aguante. Tenés que demostrarlo, Gringo, si te dicen andá a embocarlo a ese cana, tenés que ir, si te dicen quemá al loquito ese que pasa con la camiseta de ñuls, quémalo…No te tiene que importar nada, lo hacés y listo”.15

Estas pruebas a las que se someten los chicos que aspiran a ser barras, son verdaderas demostraciones de coraje en algunos casos, de fidelidad en otras y un menosprecio total por la vida humana, tanto la propia, como la de los demás; muchas veces, es cierto, condicionados por los efectos del alcohol o de las drogas que los llevan a cometer delitos que comúnmente, nada tienen que ver con el marco de un partido de fútbol o de un duelo de barras, como por ejemplo: entrar a una panadería y asaltar el comercio o destrozar a piedrazos ventanas de casas o negocios por el solo hecho de estar identificados con los colores, un banderín, un afiche o una camiseta del rival futbolero.

Uno de los casos más fuertes que ha tocado conocer es el de Manu L. Proveniente de familia de clase media-alta, estudios secundarios completos y empleado en el negocio familiar, desde chico asiduo concurrente al estadio junto a su padre, algunas veces a la popular, otras a la platea, comenzó a sentir por la barra brava una especie de “admiración, de ganas de estar ahí, porque era impresionante ver como se paraban, como cantaban todo el partido, manejaban los cantos de todo el estadio y como el resto de la gente los observaba y los miraban casi como si fueran más protagonistas que los propios jugadores. Y ellos saben eso, saben que la mayoría los idolatra, y que quisieran estar en el lugar de ellos”.16

Lo empezaron a ver en todos los partidos de local, comenzó a viajar de visitante con un amigo y el padre de este y de a poco comenzó a conocer y a acercarse a gente que maneja las bases de la barra. Paraba con ellos antes de los partidos, comenzó a viajar en los micros de visitante y sentía vivir un mundo soñado, se sentía parte de ese grupo. En una de esas juntadas, comenzó a fumar marihuana, a ver cómo desfilaban pases de cocaína, a ser parte desde bien adentro de ese mundo que desde afuera lo fascinaba pero que de a poco, ahora que ya estaba adentro, comenzaba a asustarlo.

15Marcelo S. Ex-integrante de la barra brava del Chapero, hoy retirado de la popular.16Manu L. Intentó ser parte de la barra, hasta que logró acercarse a la gente que maneja grupos de la tercera línea

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Así fue que a partir del día en que le pidieron que se llevara y escondiera un cuchillo con manchas de sangre sin hacer preguntas y tomando el mango con sus manos, sin guantes, nunca más quiso saber nada. Se asustó, le agarró miedo, no quiso ni volver a pisar la cancha por miedo a que alguien le pueda recriminar algo, incluso temiendo por su integridad física.

Estas disciplinas han llegado a ser, verdaderas técnicas de dominación, como dice Foucault, hasta con cierto nivel de elegancia que, a diferencia de la esclavitud, le permite utilizar una relación quizás menos agresiva y costosa. Más económica podría decirse; pero que siempre pone de manifiesto un componente violento logrando, de todas formas, un efecto de utilidad esperado.

Los encargados de imponer estas disciplinas vienen a posicionarse por delante de estos chicos, como un elemento antagónico pero que representan un ideal que se persigue, “representan a un nivel bio-político a los encausadores y productores de la triada poder-saber-verdad, ellos tienen y detentan parte de este poder de control disciplinario, y es que bajo este presupuesto maestro-alumno, es donde salta a la vista, donde se nos hace aparecer, la coacción de la técnica disciplinaria”.17

Una coacción que, en el caso de las barras, o mejor dicho, del sometimiento de un chico al poder disciplinar de una barra brava, es totalmente voluntaria, ya que nadie es forzado a acercarse a ese grupo de gente, ni existe una red de secuestradores que encierre y moldee cuerpos a su imagen y semejanza hasta transformarlos en auténticos barras bravas.

Rápidamente, surge la pregunta acerca del por qué un muchacho quiere pasar a ser parte de estas organizaciones de carácter siniestro para algunos, de pura simpatía para otros, cuando la mayoría de ellos (sobre todo a partir de la mediatización de las barras) conocen sus actividades, saben de sus manejos poco claros y en la mayoría de los casos, por fuera de la ley. ¿Por qué se obedece a quienes comendan las barras? ¿Por qué se obedece a estos grupos o a determinadas personas cuando de pronto manda a una a robar una bandera o servir de señuelo para una emboscada a la barra rival? No cabe duda de que se arriesga el físico, la vida incluso, por someterse al poder de una o mas personas.

Esto lo explica Foucault cuando en su libro “Microfísica del poder”, señaña que lo que hace que uno se someta y obedezca al poder es el hecho de no ser el poder solamente represivo, no basarse pura y exclusivamente en el no, en la prohibición, sino que “lo que hace que el poder agarre, que se le acepte, es simplemente que no pesa solamente como una fuerza que dice no, sino que de hecho atraviesa, produce cosas, induce placer, forma saber, produce discursos. Es preciso considerarlo como una red productiva que atraviesa todo el cuerpo social más que como una instancia negativa que tiene como función oprimir”.18

17 González Cruz, Joaquín: “Anatomía del poder: Episteme y sujeto político en Michel Foucault”. Konvergencias Filosofía. México, 2008.18 Foucault, Michael: “Microfísica del poder”, La Piqueta. Madrid, 1991

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Y mucho de esto aparece en el imaginario social, sobre todo de quienes ven a la barra brava desde afuera, quienes la miran desde la platea, sentados en un sillón desde su casa a través del televisor o incluso en la misma popular del estadio, pero corridos hacia uno de los costados. Tal lo describe Foucault, induce placer, produce placer verlo de lejos, produce un encanto extraño acompañar los cantos, mover los brazos al mismo ritmo, chiflar a un jugador rival tal como lo hace la barra brava desde su posición de conductores del espectáculo.

Y si produce esta sensación desde afuera, como no querer sentir o experimentar la forma en que se vive desde adentro, lo que se experimenta al estar agarrado de un trapo19, parado en uno de los paravalanchas de la tribuna, saltando, insultando, cantando y siendo partícipe directo del folclore más hermoso del futbol.

Pero más allá de la visión exterior y más placentera que se puede pensar en cuanto a ser parte de la barra, al interiorizase en el tema, adentrarse en lo que es el mundo de las barras (No solo en la banda de Pillín Bracamonte, denominada Los Guerreros, sino que es un factor común al resto de las barras) se sabe de los intereses que corren dentro de la misma y de los beneficios que brinda ser parte de la barra y por supuesto, cuanto más arriba uno se ubica en la jerarquía, más abundante es el banquete.

En cierto punto, no se arriesga demasiado sin ningún interés final, menos aún se pone en riesgo la vida si es que no se tiene un objetivo, incluso en este caso puntual, beneficios económicos y (en la cabeza de los barras) mediáticos. Siempre se persigue un objetivo, siempre, en todas relaciones de poder existe una finalidad, bien lo expresa Foucault cuando escribe que “las relaciones de poder son a la vez intencionales y no subjetivas, están atravesadas de parte a parte por un cálculo: no hay poder que se ejerza sin una serie de miras y objetivos”20, y detrás de los intereses, para muchos la barra brava es una fuente de ingreso de dinero.

Pura y exclusivamente, lo toman como un trabajo, incluso hasta con la expectativa de que, a quienes están más abajo, se les abra algún día las puertas aunque sea al mundo de lo ilegal; a “algún negocio turbio, lo que sea…Mucho de los muchachos que entran a la barra, entran con la mirada puesta en poder meterse en alguna organización delictiva, en que se les haga más fácil el camino para armarse algún negocio más concreto en el ambiente delictivo, ya sea en la falopa, mercado de autopartes, que se yo, mucho de ese estilo. Otros apuntan a cosas más de guante blanco por decirlo de algún modo, los que están más arriba, buscan por el lado de regentear los puestos de comidas, estacionamiento en los alrededores del Gigante los días de partido o cuando se realiza algún recital, o directamente, pases de jugadores, porcentajes de ventas”.21

19En la jerga de la tribuna, esas banderas largas que caen de la parte superior de la cabecera hasta la parte baja, y cumplen una función de sostén para el barra20 Foucault, Michael: “Historia de la sexualidad”, Siglo Veintiuno Editores. Buenos Aires, 199121Cigno, Javier: Entrevista realizada.

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Muchos de estos favores, o preferencias o pruebas que uno debe ir rindiendo si es que desea escalar peldaños dentro de la estructura de la barra, se consiguen a través de lo que han sido llamadas “Disciplinas”, siempre con la finalidad de convencer, de demostrar que uno realmente está allí, que realmente quiere estar dentro, pertenecer a ese grupo y que no le falta nada, ni coraje, ni arrogancia ni falta de respeto para rebelarse ante un orden establecido, ya sea un orden social, un orden jurídico o de cualquier tipo.

Este orden establecido ante el que se observa una especie de rebelión por parte de las barras, puede verse representado sobre diferentes puntos que no son fijos ni mucho menos, sino que están presentes en todas partes dentro de estas redes de poder. Cambian con el tiempo, cambian con el momento deportivo, con el estadio o la ciudad donde se disputa el partido…En fin, un sinnúmero de variables que establecen esos puntos de resistencias a los cuáles se enfrenta el poder: La Policía, una prohibición de llevar banderas, prohibición de arrojar pirotecnia, de invadir un determinado sector de la cancha, de no entonar cantos xenófobos, incluso enfrentamientos entre mismos grupos de la barra, entre otros, que representan verdaderos desafíos y oportunidades de enfrentar y rebelarse ante un orden determinado.

Como explica Foucault, “Las relaciones de poder no pueden existir más que en función de una multiplicidad de puntos de resistencia: estos representan en las relaciones de poder, el papel del adversario. Los puntos de resistencia están presentes en todas partes dentro de la red de poder.22”

22 Foucault, Michael: “Historia de la sexualidad”, Siglo Veintiuno Editores. Buenos Aires, 1991

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PILLÍN BRACAMONTE: LA GENEALOGÍA DE UN LÍDER.

En el paravalanchas del centro de la popular, con sus laderos y las capas más cercanas emerge desafiante la imagen de Andrés Bracamonte. Amo y señor de la popular que da al río en el Gigante de Arroyito, comanda la barra desde hace un largo tiempo. Como lo cuenta un artículo escrito por Gustavo Grabia, periodista del Diario Olé publicado tras el asesinato de Juan Alberto Bustos, capo de Los Chaperos, la barra rival de Pillín: “La historia nació en 2002, cuando Andrés Bracamonte al frente de Los Pillines, desbancó de la tribuna a los hermanos Juan Alberto y César Bustos, que habían heredado la barra a fines de los 90 de parte de su padre, Juan Carlos, histórico dominador de la tribuna del Gigante”23.

Con el correr de los años se fueron dando batallas, verdaderas batallas sangrientas, con armas blancas de por medio, con disparos de armas de fuego (incluso, el mismo Pillín sufrió un ataque a balazos en 2006 y acusó a sus rivales de haber contratado un sicario para matarlo) batallas en las cuáles, tras haber salido victorioso, lo fueron consolidando en su lugar y ampliando su influencia sobre el resto. Con excelentes conexiones a nivel político, con los números de teléfono de las cúpulas policiales y con un trato cercano a la comisión directiva de turno, el lugar que ostenta Pillín parece cada vez más un espacio firme e infranqueable. Hoy por hoy, hablar de Central y de Pillín, pareciera tratarse de la misma cosa.

Habitualmente de un perfil relativamente bajo, empezó a tener cierta notoriedad en los meses previos al Mundial de Sudáfrica 2010, comenzó a aparecer en cámara, su imagen se hizo conocida en los medios porteños por ser parte de la comitiva de barras que se ganó el derecho a viajar a Sudáfrica para ver el Mundial como integrante de la ONG Hinchadas Unidas Argentina, aunque finalmente por una decisión de las fuerzas de seguridad del país organizador del evento, (luego de ser autorizado a viajar por la justicia santafesina teniendo dos causas judiciales, una de ellas por tentativa de homicidio y una condena efectiva por agresión dictada en su haber) fue deportado del país africano junto a otro grupo de barras, entre ellos, Bebote Álvarez (ex – líder de la barra de Independiente) y toda la primera línea de la barra del club de Avellaneda.

El controvertido permiso partió desde el Juzgado de Instrucción Número 12 de los tribunales provinciales, a cargo de la jueza Mónica Lamperti, con el pedido del Doctor Esteban Franichevich. Para lograr esto, Pillín presentó como avales dos automóviles importados propiedad de terceros: un Seat León y un Mini Cooper, valuados en más de 200.000 pesos.

Al permitirle la salida del país se omitió una causa de condena efectiva que pesaba durante ese 2010 sobre Pillín por amenazas a un empleado del club Rosario Central pidiendo que regularice la situación de 2.500 socios que no

23http://edant.ole.com.ar/notas/2010/03/13/futbollocal/02158371.html

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estaban al día con las cuotas. La jueza de Sentencia Nº 7, Carina Lurani lo condenó a dos años de prisión efectiva.

“La amenaza se produjo el 28 de septiembre de 2007. En esa época Central estaba intervenido. Pablo García, la víctima, se desempeñaba hasta ese momento como encargado de cómputos y bajo su responsabilidad estaba la emisión de recibos de pagos de cuotas societarias. Tras denunciar el hecho, García presentó su renuncia como empleado del club y cambió de domicilio”24.

Lo cierto es que con el correr de los años, Andrés bracamonte se fue convirtiendo en un personaje público, algo similar a lo que ocurriera en Boca Juniors con Rafael Di Zeo, transformándose en un líder carismático, reconocido por quienes concurren al estadio y no dudan en pedir sacarse una foto, tener un autógrafo o al menos un saludo del líder de la barra que termina siendo un protagonista más del espectáculo, a la altura de los jugadores o el técnico del equipo.

Con el correr del tiempo, Pillín ha ido logrando consolidar su hegemonía dentro del liderazgo de la barra, y eso le ha permitido consolidarse en esa posición. De esta manera se observa que más allá de las ventajas económicas, hay una clara intención de conservar en ese estado de poder el equilibrio de las relaciones de poder; es decir, mantenerse, consolidarse, agigantarse más allá de los métodos y las formas, solo importa contar con hegemonía el mayor tiempo posible para seguir obteniendo todos los beneficios del mismo sin importar lo que se haga, lo que se diga. Y es así para los distintos estamentos jerárquicos. Se hace lo que el líder dice: sólo así se conserva el lugar y se espera algún día estar lo más cerca posible de él, de lo contrario, no durará demasiado la relación.

Así se puede pensar en un Andrés Bracamonte como un verdadero líder, imponiéndose a los demás con un estilo tiránico, un esquema de relaciones de poder que ordena, un poder que maneja a su antojo, que si es necesario, incluso, se pondrá en acto violentamente y ejecutará aquello que quienes están por debajo de él no logren. En sus súbditos se refleja la admiración, el fanatismo, la idolatría y hasta un modelo a seguir, un querer ser. Así entonces, nada importa más que la palabra del líder, y donde el único papel que juegan las leyes y el código civil, es el de un estado de situación presente solo para ser transgredido.

La mayoría de los actos que lleva a cabo la barra, plantea la necesidad de no pensar en leyes penales o jurídicas, sino mas bien pensar en un grupo de códigos internos, de leyes propias del ambiente que limitan las libertades del resto de los integrantes de la barra. Se borran los límites de lo legal y lo ilegal, las leyes de los hombres y los límites se reemplazan con lo que Hannah Arendt llama un anillo de

24“Malestar en el Poder Judicial por el permiso al barrabrava”. La Capital. Rosario. 7 de Junio de 2010.

Ovación.

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hierro que los mantiene unidos, que los funde en un solo individuo, como transformándolos en una sola individualidad

Sobre esto, dice Hannah Arendt, “Abolir las barreras de las leyes entre los hombres —como hace la tiranía— significa arrebatar el libre albedrío y destruir la libertad como una realidad política viva; porque el espacio entre los hombres, tal como se halla delimitado por las leyes, es el espacio vivo de la libertad. El terror total utiliza este antiguo instrumento de la tiranía, pero destruye también al mismo tiempo ese desierto de ilegalidad e ilimitado del miedo y la sospecha que deja tras de sí la tiranía. Este desierto, en realidad, no es un espacio vivo de libertad, pero todavía proporciona algún espacio para los movimientos inducidos por el miedo y las acciones penetradas de sospechas de sus habitantes”25.

El uso de la representación del anillo de hierro totalitario es una alternativa estrecha que se ajusta solo parcialmente a la organización de la barra, ya que en estas, se observan cercanías a lo que sería un régimen tiránico en contraposición a un régimen totalitario donde funciona el terror total, mientras que en una tiranía, si bien existe un temor hacia el tirano, también este les teme a sus subordinados. Tal es el caso de lo que sucede en una barra, donde el líder, guarda ciertos recaudos para con sus seguidores. Esto se da en gran parte por el carácter móvil de las hegemonías, ya que no son espacios rígidos, sino que pueden fluctuar en cualquier momento.

Y es dentro de este anillo de hierro, donde el poder de un líder limita y restringe las libertades de quienes están por debajo del líder, donde los integrantes de la barra, creen encontrar un último espacio de libertad para moverse, para hacer lo que ellos siempre han querido ser y tratar de convertirse en alguien. Este desierto de ilegalidad, en realidad, no es un espacio vivo de libertad, pero tampoco deja de ser un espacio óptimo para los movimientos inducidos por el miedo (de no poder ser, de no pertenecer) y por la esperanza de dejar de ser “un cero a la izquierda en una sociedad que los tiene como elementos marginales, como un tipo que dentro de la cancha, parado en el paravalanchas es alguien pero que apenas pone un pie fuera del estadio, pasa a ser un don nadie”26.

Solamente el líder y sus palabras, porque él puede tomarse la atribución de pasar por encima del resto, porque está en un lugar que merece ese respeto y demuestra día tras días, semana tras semana no solo que puede, sino que debe estar donde está porque tiene la capacidad necesaria para manejar una estructura tan compleja como una barra brava. Porque conoce mucho el ambiente, porque cuenta con las conexiones y los contactos necesarios para afrontar diferentes situaciones, sabe manejarse con diferentes estamentos de la justicia, con la comisión directiva del club, con los jugadores del plantel, con la institución policial, etc.

25Arendt, Hannah: “Los orígenes del totalitarismo”. Cap XIII “Ideología y terror de una nueva forma de gobierno”, Alianza. Madrid, 198726Cigno, Javier: Entrevista realizada.

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El líder, sus palabras y sus actos. Todo lo que él diga y haga se tomarán como la palabra y la acción correcta, porque es a través del discurso y la acción que quien comanda la barra se podrá revelar como un ser distinto, se diferenciará del resto, se despegará de los demás y manifestará esta cualidad de ser distinto, y es uno tan importante como el otro. Sin el acompañamiento del discurso, la acción perdería a su sujeto, y sin un “quien” para acompañarla, la acción carecerá totalmente de sentido.

Dentro de la formación de la barra, quienes están por debajo de los primeros estamentos, necesitan de ese “quien” que sirva como referencia, que sea una especie de guía y solucionador de problemas a quien recurrir ante algún inconveniente. En ese momento es donde deberá aparecer ese sujeto con la doble característica de la pluralidad humana de igualdad y a la vez distinción que señala Hannah Arendt en el capítulo Acción de La condición humana.

Ese líder carismático, investido de un aura de veneración no deberá nunca dar la espalda a sus seguidores, su poder y su posición dependen tanto del respeto y la fidelidad que tiene para con el resto de la barra brava, como del temor y la atención que él mismo tenga hacia quienes lo sigan. Todos y él mismo saben que está en ese lugar por voluntad propia, y el resto esperará respuestas, decisiones ante ciertas situaciones. Entonces, él deberá responder más allá de lo que se le requiera, porque “el hecho de que el hombre sea capaz de acción significa que cabe esperar de él lo inesperado, que es capaz de realizar lo que es infinitamente improbable. Y una vez más esto es posible debido a que cada hombre es único”27.

En “La verdad y las formas jurídicas”, más precisamente en la segunda conferencia, Foucault se propone hacer un análisis distinto sobre Edipo Rey, la tragedia Griega de Sófocles Logra hacer una representación e instaurar una relación entre poder y saber. Escribe Foucault que si existe en la sociedad un complejo de Edipo, no es a nivel individual, sino colectivo, no a propósito del deseo y el inconsciente, sino a nivel de poder y saber.

“Solamente en Edipo en Colona veremos a un Edipo ciego y miserable que gime a lo largo de la obra diciendo: «Yo nada podía hacer. Los dioses me cogieron en una trampa que no había previsto». En Edipo Rey, Edipo no defiende en modo alguno su inocencia, su problema es el poder y cómo hacer para conservarlo; esta es la cuestión de fondo desde el comienzo hasta el final de la obra

Los habitantes de Tebas recurren a Edipo en su condición de soberano para plantearle el problema de la peste. «Tú tienes el poder, debes curarnos de la peste». Y él responde diciendo: «Tengo gran interés en curaros de la peste, pues no sólo a vosotros afecta sino también a mí mismo, en mi soberanía y mi realeza»”28.

27Arendt Hannah: “La condición humana”, Seix barral. Barcelona, 197428 Foucault, Michael: “La verdad y las formas jurídicas”, Gedisa Ediciones. Barcelona, 1992

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En este caso, la solución del problema representa para Edipo una condición necesaria para poder mantener su lugar de poder. Así sucede continuamente con el jefe de la barra brava. Si quiere mantener su lugar de poder, debe tener la capacidad y las condiciones necesarias para sortear diferentes obstáculos, solucionar problemas que se planteen en el seno de la barra misma, de lo contrario, su imagen comienza a debilitarse, sus seguidores comienzan a entrar en un ambiente de desconfianza y así, ante una imagen de líder incapaz, hasta sus seguidores más fieles pueden buscar alguien con otras características para que asuma el liderazgo o incluso ser alguno de su propio riñón quien intente reemplazarlo.

Por ejemplo, una situación de este tipo puede darse en el momento en que la barra le reclame al jefe una mayor cantidad de entradas o al momento de pasar los controles policiales en la cancha, hacer ingresar gente que no tiene entradas o incluso conseguir indumentaria de los jugadores.

Como estos, existen infinidades de casos en los que el jefe de la barra debe mostrar un saber, un conocimiento, es decir, capacidad para conseguir lo que, a cambio de fidelidad le piden sus acompañantes. Parafraseando el trabajo de Foucault, se podría pensar en un diálogo entre los integrantes de la barra y su líder que fuera más o menos así: Pillín, tú tienes el poder, debes conseguirnos los colectivos y las entradas. Y él responde diciendo: «Tengo gran interés en conseguir esos viajes y los tickets, pues no sólo a vosotros afecta sino también a mí mismo, en mi soberanía y mi realeza.

La solución de problemas es una condición necesaria para conservar su lugar de poder. Y es así como debe demostrar que su posición ha sido bien ganada y pueda seguir siendo defendida cueste lo que cueste y sea cual fuera el problema. Por ejemplo, si hay algún inconveniente con la justicia, fácilmente podrá agarrar el teléfono y comunicarse con algún juez o con algún integrante del poder político que arregle las cosas, si hay que emboscar a alguna hinchada o robarles las banderas, se contactará con el jefe del operativo policial para que dé la orden de abrir alguna puerta o reja y liberar la zona para que, entonces, los encargados de la barra que van a llevar a cabo estas acciones puedan actuar sin inconvenientes.

La estructura de la barra es amplia y compleja, pero demasiado simple a la vez. Al momento previo a la toma del poder, el medio de organización es la creación de una organización frontal, dispuesta al choque, que sea capaz de enfrentar al poder establecido y que en ese momento posee el liderazgo. En el caso de la barra, se da a través del acercamiento de diferentes bandos, grupos de diferentes barrios que confían en un hombre (Pillín) y se ponen al servicio de este para tomar el mando de la tribuna a partir de un enfrentamiento, es un concepto muy similar a lo que Arendt llama “Principio del Jefe”.

La autora define a la organización totalitaria a través de el“Principio del Jefe” de la siguiente manera: “Una cadena demando jerárquicamente organizada significa que el poder del que manda depende de todo el sistema jerárquico en el que opera. Cada jerarquía, por totalitaria que sea en su dirección y cada cadena de

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mando, por arbitrario y dictatorial que sea el contenido de las órdenes, tienden a estabilizar, y restringirían, el poder total del líder de un movimiento totalitario. El principio del jefe desarrolla su carácter totalitario sólo a partir de la posición en la que el movimiento totalitario, gracias a su posición única, coloca al jefe; sólo a partir, pues, de su importancia funcional para el movimiento.”29.

Y así sucede, de esta manera se van organizando las barras. Una vez reunidos los grupos que conformarán el conjunto que intentará tomar el mando, se producirá el instante del enfrentamiento. Para esto, se buscará el momento en que quien esté en el poder en ese momento, se encuentre disminuido, en un momento en que sus seguidores duden de su capacidad de líder y hasta su posición sea cuestionada.

El caso de la Barra de Los Guerreros, la estructura no varía a lo que son en general el resto de las barras del país. La estructura jerárquica está bien marcada y los estamentos son claros: El líder es Pillín Bracamonte, por debajo de él, sus dos laderos son El Ronco (quedó a cargo de la barra durante el tiempo que Pillín estuvo detenido) y Cara de Goma (Juan Carlos Navarro, oriundo del barrio 7 de Septiembre de Rosario).Por debajo de ellos se ubican quienes vienen a representar a las terceras líneas. Son encargados de acercar gente de otros barrios a la barra, responden a las órdenes de El Ronco y de Cara de Goma, quienes a su vez, responden a las órdenes de Pillín en una clara posición de jerarquías que parte desde arriba hacia abajo en una cadena de mando en la cual, tal como lo dice Arendt, el poder del que manda depende de todo el sistema jerárquico.

Puede pensarse esta organización, en relación a lo que se conoce como estructura de cebolla, donde en el centro se ubica el líder –Pillín-, como un ser indispensable en tanto se quiera mantener esta organización. Luego, a su lado, un círculo íntimo, compuesto en este caso por sus dos laderos –El Ronco y Cara de Goma-, ellos saben y son conscientes del carácter indispensable de sus tareas, de comunicar y asegurarse que se cumplan las órdenes de su líder como si fueran un mandato divino, o siendo más terrenal, como una organización castrense; indiscutible y a su vez, ser sus más acérrimos defensores y protectores ante cualquier situación de peligro.

Por fuera de ellos, comienzan las terceras líneas de la barra. Son encargados de mantener organizados a los diferentes grupos provenientes de distintos barrios de la ciudad, mantienen un contacto fluido con el círculo más íntimo de Bracamonte, responden a los laderos de Pillín, ya que por intermedio de ellos, llegan los mensajes que baja el líder y se encargan de ver que estos sean cumplidos, de lo contrario, saben que son ellos quienes deberán rendir cuentas

Las órdenes de quien maneja la barra (en este caso Pillín), son incuestionables. Muy rara vez alguien se anima a desafiarlo, más aún, sabiendo de la posición

29Arendt, Hannah: “Los orígenes del totalitarismo”. Cap XI “El movimiento totalitario”, Alianza. Madrid, 1987

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sólida que ocupa hoy por hoy, es impensado que alguien pueda organizar un grupo para tratar de correrlo de ese lugar, y si alguien intentara hacerlo, sabe bien que deberá enfrentarse a un líder consolidado, respetado y que goza de una gran fidelidad por parte de sus seguidores.

Esta postura de líder inamovible se consolida a partir de la admiración y el respeto que los integrantes de los estamentos mas bajos de la barra le dan a Pillín. Ellos lo han colocado ahí, y así, también serán ellos quienes lo puedan sacar si algún día decidieran hacerlo, aunque resulte una alternativa imposible en el presente, es que toda relación de poder es inestable.

En la tribuna, años atrás cuando Chapero se ubicaba en la bandeja superior de la popular que da al río, la banda de Pillín se ubicaba en la bandeja de abajo, luego la barra de Chapero fue desplazada definitivamente de la cancha y de cualquier posibilidad de algún día volver a dominar la tribuna. No obstante, Los Guerreros siguieron ubicados en la zona baja y allí desplegaban el grueso de las banderas, allí se ubicaban Pillín, en el paravalanchas central con El Ronco y Cara de Goma, uno a cada lado de él, en una clara muestra de posicionamiento jerárquico

La representación y la imagen de Pillín como el gran jefe provoca en la gran mayoría de los simpatizantes de Rosario Central, el anhelo de querer estar ahí cerca, de ser parte al menos por un rato de lo que significa integrar la barra. Despierta admiración, vislumbra ese (como lo llama Arendt) aura de misterio con el cual es investido el líder, ese líder que todo lo puede, que protege no solo a los barras, sino que además, se encarga de proteger al resto de los hinchas comunes cuando en algún partido en calidad de visitante las cosas se ponen complicadas, porque es él quien se ocupa de que los hinchas lleguen al estadio, disfruten el partido y luego lleguen sanos y salvos hasta la ciudad.

Sucede en varias oportunidades en que el público que concurre a un partido en calidad de visitante se encuentra de pronto acorralada o encerrada para ser agredida por la barra del local, entonces es ahí donde entra en acción la barra brava que, bajo la orden del jefe, se encarga de proteger al hincha. Los cubren, los rodean, incluso, se enfrentan con la barra del equipo local y, si es necesario, por supuesto que el propio líder se inmiscuirá en la pelea.

Es este tipo de jefaturas aquel que Hannah Arendt identifica con aspecto organizativo del “principio del jefe”, según el cual “cada funcionario no solamente es nombrado por el jefe, sino que es su encarnación viviente y se supone que cada orden emana de esta fuente siempre presente”30.

Esto forma parte de un extraño comportamiento del hincha común, de aquel que piensa y ve, sentado en la sala de su casa a la barra brava como lo que representan en el imaginario social, es decir, un grupo de delincuentes, personas

30Arendt, Hannah: “Los orígenes del totalitarismo”. Alianza. Madrid, 1987

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que hacen su negocio personal con el club y que les importa muy poco el amor por los colores, la camiseta, incluso que deberían estar en prisión porque viven de lo ilícito, viven de amenazar, golpear, apretar, etc. Pero al momento de entrar a la cancha, aunque sea para sentarse en su platea, la visión en ese momento cambia, se olvida de todo ese preconcepto y se dedica a disfrutarlo, a sacarle fotos desde su lugar, a sacarse fotos con los integrantes más reconocidos de la barra y en algunos momentos exhibirlas con orgullo en su casa, en su trabajo e incluso a fantasear con ser parte de ese mundo tan turbio, tan criticado y quizá hasta condenado por él mismo en una situación que sea distinta a esa de estar en una tribuna.

Se apasiona por aquello que lo rodea, por cantidad de personas coreando un mismo tema, siguiendo el hilo de la popular que arrancó la canción, de tono amenazante para con los rivales, de promesas de golpes hacia los hinchas de Ñuls, transformándose y dejándose llevar por esa masa de gente que, quizás cantando cada uno por su cuenta en la ducha de la casa, suenen por demás de desafinados, pero en un mar de camisetas azules y amarillas, con todas las gargantas juntas, se transforman en un verdadero coro sinfónico.

Esta conducta la define Freud en Psicología de las masas y análisis del yo: “Así, pues, la psicología colectiva considera al individuo como miembro de una tribu, de un pueblo, de una casa, de una clase social o de una institución, o como elemento de una multitud humana, que en un momento dado y con un determinado fin, se organiza en una masa o colectividad. Roto, así, un lazo natural, resultó ya fácil considerar los fenómenos surgidos en circunstancias particulares antes señaladas, como manifestaciones de un instinto especial irreductible, del instinto social -herdinstinct, groupmind-, que no surge al exterior en otras situaciones. Sin embargo, hemos de objetar, que nos resulta difícil atribuir al factor numérico importancia suficiente para provocar por sí solo en el alma humana, el despertar de un nuevo instinto, inactivo en toda otra ocasión”31.

No importa cuánto sean, pocos o muchos termina esa masa adquiriendo la facultad de ejercer una influencia tan decisiva sobre la vida anímica individual. Freud, en el punto II de su trabajo, titulado “El alma colectiva según Le Bon”, para explicar esto cita al propio Gustavo Le Bon: «El más singular de los fenómenos presentados por una masa psicológica, es el siguiente: cualesquiera que sean los individuos que la componen y por diversos o semejantes que puedan ser su género de vida, sus ocupaciones, su carácter o su inteligencia, el simple hecho de hallarse transformados en una multitud le dota de una especie de alma colectiva. Este alma les hace sentir, pensar y obrar de una manera por completo distinta de como sentiría, pensaría y obraría cada uno de ellos aisladamente».

Y es lo que realmente sucede, ese sujeto individual, de vida tranquila, padre de familia, oficinista, se transforma rotundamente. Seguro es que no llegará a apuñalar a otra persona o si quiera a arrojar una piedra, pero sí hará que ese todo

31Freud, Sigmund. “Psicología de las masas y análisis del yo”

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ese comportamiento social se apodere de su personalidad y estalle en un grito de alegría, en repetidos insultos, en cantos racistas o agravios, es decir, que pueda sacar lo peor de sí, arrastrado por ese comportamiento de esa masa apareciendo desnuda la uniforme base inconsciente, común a todos.

Lo cierto es que una vez finalizado el partido volverá a su casa, contento o fastidioso, de acuerdo al resultado del partido y nuevamente se mostrará alejado de aquel individuo histriónico, de gritos desaforados, poseído por un efecto de contagio fácilmente identificable.

Distinta es la situación de aquel individuo que realmente quiere ser partícipe directo, que realmente se involucra en el accionar de la barra y está dispuesto a todo por ganarse un lugar dentro de esa estructura sólida y tratar de subir, escalar posiciones dentro de esa jerarquía a través de aquellas acciones que lo conducirán a ganarse un lugar de respeto y hacerse merecedor de estar en lugares de “privilegio” a los cuáles solo pueden acceder quienes demuestren la voluntad y la capacidad de poder resolver las situaciones que desde los estamentos superiores les impongan.

Sin lugar a dudas que hay motivaciones personales que conducen a aquellos individuos a ser parte de una práctica social que se convierte en un modo de vida para ellos. Dentro de este espacio, logran encontrar un lugar de pertenencia en el cual creen poder ser alguien más allá de lo que son por fuera de la barra.

Lo cierto es que ese imaginario social los posiciona como pibes de clase baja, sin estudios, cabecitas de los barrios marginales de la ciudad que no tienen mucho que perder integrándose a la barra ya que en algún momento han convivido con el mundo del delito, de lo ilegal, de las drogas, incluso con la institución carcelaria misma, por ende, no sería extraño para ellos incurrir en estas prácticas características que rondan o que en general son parte del mundo de lo ilícito. Es seguro que ese pibe encontrará dentro de la barra brava un espacio de pertenencia a través de un “hábitus como principio generador de prácticas objetivamente enclasables y el sistema de enclasamiento de estas prácticas”32. Es decir, es el conjunto de prácticas generadas por las condiciones de vida de un grupo social determinado, así como la forma en la que éstas prácticas vislumbran una relación concreta con la estructura social toda, esto es, el espacio de los estilos de vida. Estos estilos de vida, son aquellos productos del habitus que devienen en sistemas socialmente clasificados.

Se puede observar como con aquellas prácticas cotidianas que conforman un estilo de vida correspondida a un habitus determinado (de clase alta, de pequeña burguesía, de clase baja, etc.) estos chicos se topan con una oportunidad de hallar una salida, una vía de escape a una realidad social que les toca vivir durante toda una semana y que revierten en la tribuna, en el momento del partido. Mientras

32 Bourdieu, Pierre. “La Distinción”. Taurus. Madrid, 1984.

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están parados en el paravalanchas, comandando los cantos de la todo el estadio, en ese momento ellos están por encima del resto, la gente los respeta.

En ese momento son poseedores de un espacio de poder que los ha colocado ahí. Un poder ficticio quizás o al menos fluctuante, porque hoy están ahí, se cuelgan de la bandera, tratan de agarrar algunas migas de los beneficios económicos que perciben las jerarquías más bajas, etc, pero una vez que termina el día, cuando descuelgan las banderas e inmediatamente ponen un pie fuera del estadio, esos mismos pibes vuelven a su realidad más cotidiana, a ser un elemento más de las clases más bajas, un grupo de ceros a la izquierda dentro de una sociedad en la cual no tienen un lugar estable porque no terminaron el colegio, porque no tienen un curriculum aceptable que le permita conseguir un empleo, etc.

Esta posición de clase, como lo describe Bourdieu, puede definirse entonces “por la posición que un sujeto determinado ocupa en los diferentes campos, es decir, en la distribución de los poderes que actúan en cada uno de ellos; estos poderes son ante todo, el capital económico –en sus diversas especies-, el capital cultural y el social, así como el capital simbólico”33, lo que se conoce como prestigio, reputación, antecedentes, etc.

En la tragedia de Edipo, se ven algunas características de este poder: “Edipo tiene el poder, pero lo obtiene al cabo de una serie de historias y aventuras que, de ser el hombre más miserable –niño abandonado, perdido, viajero errante-, lo convierten en el ser más poderoso. El suyo fue un destino desigual, conoció la miseria y la gloria”34

Entonces ese pibe, al menos durante un tiempo se siente poderoso, se siente alguien dentro de una sociedad que dentro del estadio lo disfruta, lo admira, durante esos noventa minutos que dura el partido o en verdad, durante esas horas que están dentro del estadio la realidad de ese grupo de chicos se transforma. Pasan a ser ellos los que miran hacia abajo al resto, incluso hasta son el reflejo de lo que muchos quieren ser, de lo que aquel plateista de clase media o alta, en algún momento, aunque sea por un lapso breve de tiempo quisiera ser.

33 Bourdieu, Pierre. “Sociología y cultura”. Consejo Nacional para la Cultura. México, 1990.34 Foucault, Michael: “La verdad y las formas jurídicas”, Gedisa Ediciones. Barcelona, 1992.

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EL DISPOSITIVO FÚTBOL:

Dentro del ambiente futbolero, bien se sabe que el mismo no se circunscribe a noventa minutos de una pelota rodando y 22 jugadores corriendo detrás de ella, sino que interviene un sinnúmero de factores y elementos que día tras día hacen a la cotidianeidad de este deporte tan popular y que abarca y apasiona a la gran mayoría de los argentinos.

En torno a esta gran cantidad de elementos que convergen, es que se puede pensar en el concepto Foucaltiano de “Dispositivo”. Así, el filósofo francés en “El Juego” define al concepto como “un conjunto decididamente heterogéneo, que comprende discursos, instituciones, instalaciones arquitectónicas, decisiones reglamentarias, leyes, medidas administrativas, enunciados científicos, proposiciones filosóficas, morales, filantrópicas; en resumen: los elementos del dispositivo pertenecen tanto a lo dicho, como a lo no dicho.El dispositivo es la red que puede establecerse entre estos elementos”.35

Pensando en los ejemplos que enumera Foucault en la entrevista, dentro del fútbol podemos encontrar la gran mayoría de ellos. Más allá de los elementos que se presentan dentro del ámbito de lo discursivo, por fuera del mismo, es decir, en el ambiente de lo no dicho, también se puede encontrar una enorme cantidad de elementos que se entretejen en esa red que se define y termina dando forma al dispositivo.

Con el correr de los años, el fútbol dejó de ser un simple deporte y se fue mezclando en diferentes ámbitos y comenzó a absorber la atención de muchos actores que se fueron involucrando cada vez más. Así fue como estos elementos que pertenecen a lo discursivo y aquellos que no, empezaron a ser parte del mismo y el campo de actores se fue ampliando cada vez más y muchos de ellos han tenido una influencia o una participación mayúscula en la cotidianeidad de este dispositivo.

Uno de los elementos más representativos pensando en el ámbito de lo discursivo, son las canciones de las hinchadas. Estas fueron cambiando con el tiempo, si bien históricamente se utilizaron para identificar al equipo que representan y marcar la pasión y el sentimiento, con los años evolucionaron (de la mano del afincamiento de las barras bravas) en mensajes violentos, cantos de carácter delictivos, amenazas hacia las demás hinchadas, frases que hacen gala del consumo de drogas y alcohol, etc. Verdaderas canciones con una fuerte impronta de intimidación y una carga delictiva que, en algunos casos, asusta.

35 Foucault, Michael: “La verdad y las formas jurídicas” – Origen del documento: www.ricardobur.com.ar/biblioteca.htm

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Las banderas que se cuelgan, sobre todo en la tribuna popular, suelen tener otra característica. Generalmente se utilizan para identificar a la facción de la barra que está comandando y a los barrios a los que pertenecen los grupos que la componen. Aunque en ciertos casos se las usa para protestar, ante una molestia de la barra (o algunos casos de todo el estadio) con el rendimiento del equipo o con la comisión directiva, se cuelgan las banderas al revés. En otros casos, cuando el malestar es directamente sobre un jugador en particular, algún grupo de una barra por fuera de la oficial, directamente se escriben banderas que se exhiben en la tribuna, haciendo conocer la situación de enojo o disconformidad.

También las banderas pueden ser una especie de espacio publicitario pago donde, a cambio de dinero, muchas veces se han visto banderas en apoyo político a diferentes candidatos o a ciertos proyectos políticos que se despliegan por determinado tiempo a cambio de determinada suma de dinero.

Los estadios, por excelencia, representan lo que Foucault nombra como instalaciones arquitectónicas. La cancha representa mucho más que el espacio físico donde se juega el partido.Tiene que ver, generalmente, con una identificación histórica, con el nacimiento del club, arraigado en un espacio de la ciudad: la identificación con el barrio. Y dentro de este mismo estadio, la cabecera popular donde se ubica la barra brava, tiene un significado especial. Es el centro de poder de una barra brava, es el lugar que le indica al resto quien es el que manda y eso, en el ambiente futbolero, tiene un significado y una impronta especial.

El poder político desde hace años y sin distinciones de banderas políticas ni personajes, se ha mostrado cercano al fútbol. Publicidades en los carteles electrónicos de las canchas, estadios bautizados con nombres de personajes de la política, protagonistas del ambiente futbolero que incursionaron en la política de estado y viceversa son alguno de los ejemplos.

En los últimos años se ha recrudecido esta relación hasta llegar a incluir a barras en sus filas, contratar a estos grupos y utilizarlos como fuerzas de choque para actos políticos propios. Algunos de los barras más reconocidos de cada club, mantienen una relación directa con nombres de las cúpulas más altas de las dirigencias políticas, y son protegidos por estos mismos.

La policía, por excelencia es una institución que ha sido señalada no solo como culpable de muchas tragedias y muchos actos de violencia, sino además, siempre fue marcada como cómplice de la mayoría de las desgracias del fútbol.

Policías que entregan a las hinchadas visitantes a las fauces de la hinchada local, que liberan los portones de salidas para que se puedan dar las emboscadas de

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una barra a otra o que permiten el ingreso de armas, pirotecnia o todo tipo de elementos que puedan estar prohibidos en los estadios.

Policías que ponen de sobreaviso a algún barra ante el peligro de un allanamiento o que nunca encuentran en una requisa lo que fueron a buscar o a quien fueron a buscar, poniéndose así al servicio de la barra brava. El mejor (o peor) ejemplo de esto ocurrió el 12 de diciembre de 2005 en la final de la copa Sudamericana entre Boca Juniors y Pumas de México. Minutos antes del inicio del partido, el canal de noticias Crónica colocaba una placa en imagen que rezaba "El Rafa Di Zeo organiza el ingreso a la cancha de Boca"36 y así era realmente, no se trataba de una forma de decir o una metáfora. Era el jefe de la barra brava de Boca quien distribuía a los oficiales de policía, quien autorizaba a ingresar a tal grupo y a tal otro no, ante la mirada atenta de uniformados que cumplían sus órdenes al pie de la letra.

Del poder judicial, no hay demasiado por decir, los barras de mayor rango tienen en sus teléfonos los números de la mayoría de los jueces, fiscales, los abogados más poderosos y esto, por supuesto es una gran ventaja. Se intercambian favores, una absolución o cualquier resolución que pueda favorecer al barra a cambio de una camiseta firmada por jugadores, un buen palco en el estadio, pueden lograr que la justicia mire hacia otro lado y que, por ejemplo, Pillín, con una condena a cuestas, obtenga permiso para salir del país y viajar a Sudáfrica. Por supuesto que, estando avisados de quien era ese personaje que desembarcaba a ver el mundial en el año 2010, la justicia de ese país lo devolvió inmediatamente.

Durante años y años, la comisión directiva de cada institución buscó despegarse de la barra brava de su correspondiente club. Argumentando que no las conocían, que no existía trato o directamente negando su existencia, trataban de desligarse del tema.

Pero esa relación se hizo cada vez más estrecha y, como un romance que ya no se puede ocultar, fueron quedando a la vista de todo el mundo futbolero como dos elementos inseparables que transitan de la mano los mandatos políticos de cada dirigente y la jefatura de cada barra brava. Se necesitan mutuamente: el dirigente, para llegar a la presidencia (y mantenerse) necesita el apoyo de la barra y, a su vez, el jefe de la barra necesita de la comisión para mantenerse en su lugar y dar muestras de su poder. Es una relación de favores continua, de nunca acabar y que, una vez que comienza, es muy difícil de cortar. Apoyos y amedrentamiento a los rivales políticos de turno para unos, micros y entradas gratis para otros. Cada uno tiene justo lo que el otro necesita.

36http://www.bolseros.com/viewtopic.php?f=5&t=1078

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Pocas han sido las comisiones directivas que a lo largo de la historia se han propuesto enfrentarlas y, mucho menos, hacerlas desaparecer de sus clubes. Menos aún han sido los hinchas que en algún momento se han manifestado en contra de las barras, mostrando generalmente un discurso de admiración y veneración para los encargados de la fiesta de la cancha, aún sabiendo todos de sus antecedentes criminales, delictivos, etc.

No es muy diferente el discurso que parte desde los propios jugadores, como así tampoco de los medios de comunicación y de la Asociación del Fútbol Argentino. La moral del futbol implica bregar por, valga la redundancia, un fútbol sin violencia, sin violentos, sano, familiar. Y, por supuesto, este es el mensaje que se intenta mostrar, pero mientras tanto, las comisiones directivas siguen manteniendo económicamente a las barras, mantienen contacto permanente a través de reuniones, son los primeros en hacer llegar a las cúpulas directivas el descontento con tal jugador o tal director técnico y por supuesto, suelen salir en las fotos en los meses previos a las campañas electorales y participar activamente de estas.

La gran mayoría de los jugadores tienen una relación directa con los barras. Reuniones, asados, comparten aviones en los viajes, se prestan a presentaciones en peñas del interior para que la barra recaude, les regalan camisetas para que sorteen o revendan. Incluso, cuando por determinado motivo algún barra cae en la desgracia de la prisión, los referentes de los planteles casualmente se dan una vuelta por los penales para saber cómo están. Hasta algunos barras (los de más alto rango) tienen en su poder porcentajes de pases de jugadores, que en algunos casos se ven obligados a ceder, si es que no quieren quedar un año sin jugar, y aquí es donde ni las comisiones directivas de los clubes, ni la A.F.A., ni Futbolistas Argentinos Agremiados hacen nada para protegerlos.

Los medios de comunicación juegan un rol fundamental en este asunto. Años atrás, un programa de TyC Sports (El Aguante, se emitía los sábados por la tarde), tenía un rating altísimo y lo único que hacía era mostrar a las hinchadas, mayormente a las barras, armar rankings de canciones reproduciendo una y otra vez los mensajes de violencia más virulentos, racistas y agresivos que podían partir desde una tribuna. Siempre se les dio un protagonismo demasiado importante, aunque el error más grande, quizás sea, no el hecho de dar a conocer las noticias y los hechos de violencia, sino, publicarlos en las secciones deportivas de los diarios y no en la sección de policiales.

Lo que sí ha ocurrido en los últimos años, fue una transformación de uno de los elementos mas importantes de este dispositivo fútbol. La aparición del barra como personaje mediático no ha sido demasiado beneficiosa, la gran mayoría de estos personajes se vieron enceguecidos por las luces de las cámaras, de los flashes y

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comenzaron a recorrer maratones mediáticos por canales incluso, que incuso ni siquiera tienen que ver con el deporte, y esto los llevó a hablar de más, a comprometer nombres y por supuesto el resultado definitivo es que desde algún lado alguien les suelta la mano y terminan, aunque sea por un período relativamente corto, en prisión o fuera de escena.

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CONCLUSIONES:

La presente investigación llevó un proceso demasiado largo, los tiempos se extendieron más allá de lo pensado, pero ha sido un recorrido más que interesante de transitar que ha permitido adentrarse en un mundo extraño y controvertido por lo vistoso, llamativo, festivo, oscuro y violento. Suele ocurrir que todo aquello que supone algo oscuro o que está invadido por un aura de misterio, atrae y es precisamente lo que ha sucedido con esto llamado barra brava en la cual hubo que adentrarse para conocer bien a fondo algunos de sus intersticios y espacios que se mantienen ocultos o que en realidad para muchos son secretos a voces, pero que escuchándolos desde adentro sin lugar a dudas tienen otro sabor.

Desde el comienzo se plantearon dos cuestiones: la factibilidad de investigar el tema y la peligrosidad que podría traer como consecuencia intentar adentrarse en ese ambiente. La primera se despejó rápidamente, ya que se contaba con algunos contactos, con algunos conocimientos previos acerca del tema, con las herramientas necesarias para dar inicio y continuar hasta el final, y además, con un guiño del azar, que fue tomado como una señal; la convicción consolidada de que la tesina se debía basar en este tema.

En cuanto a la peligrosidad de indagar sobre este tema, siempre se trató de trabajarlo de una manera sencilla, siendo consciente hasta qué punto era necesario preguntar y sabiendo que en ciertas cuestiones no era conveniente adentrarse porque ni siquiera eran pertinentes a la investigación. Además, con cada una de las personas con las que hubo algún contacto o se recurrió en algún momento, hubo una absoluta sinceridad acerca de lo que se estaba haciendo y de qué manera se estaba trabajando.

Se lograron contactos con periodistas de medios locales y nacionales, por supuesto, con integrantes de la barra se compartieron momento, partidos y demás, también se logró dar con las máximas autoridades del club, entre ellos el Presidente de la institución Canalla, Norberto Speciale y el Vice-presidente Rubén Fernández. Con ellos se mantuvieron contactos varios en la sede del club, se prestaron a colaborar con todo lo que estuviera a su alcance, cada uno de ellos en diferente grado desde lo discursivo, pero incluso, entregando entradas de protocolo para poder estar en el estadio y moverse sin inconvenientes, tratando de facilitar los caminos.

Más allá de no haber registrado las notas (por pedido y comodidad de los entrevistados) en algún soporte, han sido por demás de enriquecedoras para la investigación y han contribuido a develar muchísimas incógnitas relacionadas a la relación entre las dirigencias y la barra, cada uno desde su lugar y aportando dos miradas totalmente opuestas y enfrentadas.

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Así a partir de distintas inquietudes y diferentes incógnitas que se fueron presentando a lo largo de muchos, muchos meses de rondar los diferentes ámbitos del club Rosario Central, fue tomando forma un trabajo que despertó diferentes grados de inquietudes, pero que se disfrutó mucho de llevar a cabo, más allá de los contratiempos que fueron surgiendo que, de todas maneras, son inevitables, pero no insalvables.

El universo de las barras bravas, no es una creación reciente, de pocos años atrás o una novedad, por el contrario, existe toda una historia que data desde muchísimos años, relacionada a estos individuos del fútbol que sí; con el paso del tiempo fueron tomando un mayor protagonismo en todo el ambiente del fútbol que los llevó a ser una parte misma de este deporte

No se limita a noventa minutos de partido en el cual un grupo de gente despliega un par de banderas en una tribuna, otros se paran en los paravalanchas, cantan un rato, festejan o no un resultado y acto seguido cada uno emprende el camino de regreso a su casa.

La relación entre la barra brava de Rosario Central y la comisión directiva, ya no sólo es un secreto a voces, sino que es, al igual que en el resto de los clubes, una cuestión totalmente explicita que en el peor de los casos, puede llegar a ser presentada sobre la mesa en diferentes grados, con diferentes niveles de profundidad, pero está ahí; la barra brava convive con los directivos del club, son parte de la vida activa de la institución y gozan, a través de este aura de poder del cual están investidos, de la capacidad de saltar por encima de todas las reglas y de todas las normas que existen en el club.

El accionar violento del barra brava es la expresión de ese poder, fundamentado en actitudes patoteriles dentro del marco de un grado de impunidad inimaginable, tomándose, por ejemplo, la atribución de irrumpir de manera violenta en la sede social y golpear la puerta del despacho presidencial cuando ningún otro socio común y corriente podría hacerlo sin terminar detenido o con algún tipo de problemas o la habitual práctica de ingresar al estadio sin entradas, saltando los molinetes, y demás.

La conclusión a la que se arriba luego de haber pasado por diversos encuentros con los dirigentes del club, con periodistas de la ciudad, de haber revisado una buena cantidad de archivos periodísticos relacionados a las barras, es que mucho se sabe de esto, pero que poco se dice. Por mucho tiempo, se ha percibido un desinterés por contar todo lo que sucede, la prensa rosarina, tal como lo dice Jesús Emiliano en la entrevista hablando de la situación del ex - presidente de Newell´s, Eduardo López: el periodismo rosarino se sentía muy cómodo, ha disfrutado de la etapa política más negra de la historia de Ñuls y seguramente han

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sabido donde estaban parados y lo que estaban haciendo, pero no les importó. Lo mismo sucede con Rosario Central, no en un caso tan extremo, pero tampoco existe un interés por indagar, averiguar, o denunciar los casos de corrupción y los avasallamientos de la barra que perjudican al club, por el simple hecho de que tampoco la institución siente la necesidad de hacerlo.

No existe desde la dirigencia un interés real por blanquear esta situación, porque el mismo directivo está cómodo dentro de esta relación de necesidad mutua. Ambos se necesitan, cada una de las partes se alimenta de la otra; son condición necesaria para que el otro exista y se mantenga en el lugar en el que está: el dirigente en el despacho y el barra en la tribuna.

Tampoco hay una decisión política clara o definida por tratar de erradicar a las barras, sólo se ha hablado sobre erradicar la violencia de los estadios. Con este objetivo se han intentado decenas de proyectos, entre ellos, la creación de Hinchadas Unidas Argentinas (H.U.A.) pero desde hace años, hasta eso ha cambiado, ya no es la barra de Huracán peleando con la de San Lorenzo o la de Lanús peleando con la de Banfield, sino que se conoce la noticia de una enfrentamiento a tiros en una casa de comidas en Parque Lezama entre la banda de Mauro Martín y la de el Uruguayo Richard (interna en la barra de Boca Juniors) o el asesinato de Gonzalo Acro, ejecutado por un grupo comandado ideado por los hermanos Schlenker (barra de River).

Las peleas, los enfrentamientos, nacen en el seno de las barras de los mismos clubes a partir de las prebendas que hay para repartir y de las cuales nadie quiere quedar marginado y todos buscan la mayor porción posible. Porque hubo un momento en que los mismos dirigentes han sido quienes les han dado un espacio de poder que creyeron ser capaces de manejar y que hoy día saben que no tienen la capacidad de administrar y que además en la mayoría de los casos, están ellos mismos supeditados a las decisiones que la barra tome para mantenerse o no en el cargo.

Lo mismo ha pasado en muchos casos con jugadores y cuerpos técnicos que dependen del aporte o de una colaboración a la causa de la barra para no pender de un hilo en el lugar que ocupan. Pocos han sido los valientes que se han atrevido a desafiar esta hegemonía imperante de la barra.

También se siente cómodo el hincha que va a la cancha, el hombre común que se sienta en la platea y disfruta del espectáculo que ofrece la barra. Porque tampoco se puede caer en la hipocresía de no reconocer lo maravilloso y asombroso que es el despliegue de banderas, la entonación de las canciones y la creatividad puesta en acto por parte de la barra en cada partido.

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Y esa comodidad se pone de manifiesto en la reacción que provoca la barra en el momento de ingresar a la tribuna. La emoción que desprende la platea y la exaltación que pone de manifiesto cuando la barra comienza a desplegar su show. Es realmente difícil de explicar con palabras en este trabajo.

La gran parte de los hinchas de fútbol, ya sea Rosario Central, Boca Juniors, Chicago o Estudiantes, no logran imaginar y no quieren pensar en un fútbol sin barras. No se piensa en una cancha sin banderas, sin una tribuna que dirija la orquesta de las canciones, sin trompetas, bombos y demás artilugios. Pocas han sido las canchas que en algún momento se han levantado en un pedido generalizado para acabar con las barras, sino que por el contrario, en muchos casos se han levantado cuando algún barra ha caído en manos de la justicia, aunque haya sido un acto plagado de demagogia por parte de la comisión directiva o del propio poder judicial.

El hincha de fútbol quiere ser barra brava en algún momento de su vida, aunque sea por un partido, o algunos minutos de un partido. Quisiera estar ahí, parado en ese paravalancha, agarrado de la bandera, agitando el brazo. Pero ahí nomás quedaría: en ese deseo de sentir por algunos minutos lo que es estar en ese lugar, ya que el verdadero rol de barra, no lo podría cumplir jamás. El deseo experimentar esa sensación no llegaría nunca a convertirse en el real medio de vida que significa para aquellos que sí lo viven como tal.

Aquellos que están dispuestos a convivir con el mundo de lo ilícito, a robar, a golpear, a matar, aquellos que están dispuestos a cometer cualquier tipo de acto criminal sin pensar demasiado en las consecuencias. Esos son los verdaderos barras. Aquellos que toman este rol como un real y único medio de vida posible, como el único escape a una realidad social en la que han nacido (pensando sobre todo en quienes integran los estamentos menores en la formación).

Es en ese rol de barra brava en el cual, ese pibe humilde, nacido en una zona pobre de la ciudad, sin muchos recursos, siente que puede llegar a ser alguien en la vida. Mientras tenga puesto el traje de barra brava se siente respetado, ya sea saltando en la tribuna o gritando en alguna asamblea de socios, mientras esté dentro de ese rol, mostrando una actitud prepotente, desafiante, seguramente se sentirá respetado. Fuera de eso, no será más que un elemento marginal de la sociedad.

En un primer momento, hará todo lo posible para conseguir un lugar, aunque sea, en el intersticio mas pequeño para colarse en ese grupo y tratar de ganarse un lugar a fuerza de acciones que lo transformen en un individuo capaz de estar ahí y que lo hagan merecedor de ese puesto. Una vez adentro, no se conforma con mantener esa posición, sino que también intentará escalar posiciones dentro de

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una jerarquía muy marcada y que, como suele suceder en todo ámbito jerárquico, brinda mayores beneficios a medida que se acerca más a la cabeza.

Mientras ocupe posición en las líneas últimas de la barra, no gozará de demasiados beneficios más allá de conseguir la entrada a la cancha, de no tener que pagar el viaje cuando el partido se juega de visitante o conseguir algún peso suelto que a cuentagotas, quienes están más arriba van soltando como para dejar conforme a todo el mundo y tratar de mantener al grupo en estado de tranquilidad. Pero todos saben que, estando más arriba, los bienes a repartir es mayor, por eso la motivación para buscar acercarse al líder, para buscar algunas posiciones de privilegio que los deposite cerca de los círculos más allegados. Por eso los enfrentamientos entre las fracciones de la barra; porque el lugar que ocupa uno, no puede ser el mismo que ocupa el resto, entonces, eliminado quien ostenta una posición de privilegio quedará el vacío a disposición de quien pueda y merezca ocuparlo.

Por su parte, si bien es cierto que las hegemonías no son fijas, el líder sí se encuentra en una posición más estable. No es a liderar la barra a lo que aspira la mayoría, sino a estar cerca de él. En el caso de Rosario Central, no existe hace tiempo ya alguien capaz de intentar si quiera una suerte de levantamiento contra Pillín. La posición de hegemonía de Bracamonte y sus dos laderos al frente de la barra está demasiado consolidada desde los intentos estériles de la banda del Chapero por destituirlo, y como mucho, por el momento, sólo se podría esperar por alguna traición demasiado grande o sólo tratar de acercarse a sus allegados más íntimos para rasguñar algo de lo que se reparte o al menos sacar chapa de malo para salir en las fotos de la barra.

En definitiva, mirando hacia adelante, pensar en un fútbol sin barras, es casi utópico. No se ve de aquí hacia adelante alguna intención de limpiar al fútbol de estos personajes que, con el paso del tiempo, no sólo se han ido arraigando, sino que además se fueron transformando en actores simpáticos, hasta convertirse en un show aparte del fútbol.

Pruebas concretas que permitan demostrar la relación entre los barras y los dirigentes, la policía, los jueces, (es decir, todos aquellos dispositivos que han sido creados entre otras cosas para defender ese estado de situación que precisamente las barras atacan), han aparecido en más de una ocasión y en sus diferentes formas: Llamadas entre jueces y los mismos barras alertándolos ante la concreción de algún allanamiento, imágenes de barras organizando los operativos de seguridad en un partido, calles liberadas o portones abiertos para que las barras tengan libertad de acción, dirigentes políticos citando a una barra como fuerza de choque en asambleas o actos políticos plagados de barras que por el

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sólo hecho de hacer presencia o desplegar una bandera en una tribuna apoyando candidatos han cobrado fortunas de dinero…y como estas, muchas más.

Pero nunca se ha hecho nada. Algunos intentaron maquillar la situación, apaciguarla un poco. Muy pocas veces se ha llegado a ver algunos integrantes de barras tras las rejas al menos por un período de tiempo y en estos casos, la prensa ha jugado un papel fundamental, ya que el excesivo grado de exposición mediática les jugó una mala pasada y terminó siendo decisiva para que, al menos se los vea encima de un patrullero o detrás de una celda,

El caso del propio Pillín tras el escándalo de su frustrado viaje a Sudáfrica, los hermanos Fernando y Rafael Di Zeo junto con las caras más reconocidas de quienes en ese momento comandaban la tribuna de Boca y los hermanos Schlenker junto a Adrián Rousseau luego de tantas idas y vueltas en River, son las víctimas más gráficas de esta sobredosis de exposición mediática que los terminó condenando.

Pero por fuera de estos casos aislados, el estado de comodidad de tanta gente muy poderosa y las redes de corrupción y conveniencia que están tejidas alrededor de estos grupos sólo servirá para que día a día, este estatus quo continúe afianzándose y siendo cada vez más protagonista en el fútbol nuestro de cada día.

ANEXO I:

ENREVISTAS:

Gustavo Grabia.

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Periodista. Diario Olé. Especialista en temas policiales y asuntos de violencia en el fútbol.

Autor del libro “La Doce. La verdadera historia de la barra de Boca.”

Grabia se relacionó con los hechos de violencia dentro y fuera de las canchas con el nacimiento del diario Olé en el año 1995. En principio su función era dedicarse a  los negocios del fútbol, a los medios, a hacer entrevistas con personalidades del deporte, pero el incremento de la violencia durante los últimos años, lo llevó a suprimir sus otras funciones.

Esta entrevista se realizó por medio de un correo electrónico el día 2 de octubre de 2011.

Se utilizó este medio por pedido del propio entrevistado, ya que más allá de la predisposición a colaborar, prefirió no intercambiar números de teléfono, como mucho podía existir la posibilidad de realizar un encuentro en Buenos Aires, pero nunca se pudo concretar.

Se sabe de que al realizar este tipo de entrevista (enviando una suerte de cuestionario vía mail y esperando la respuesta del entrevistado por la misma vía) se pierde un recurso por demás de valioso, es decir, la posibilidad de la repregunta a partir de la respuesta del entrevistado. Pero más allá de esta limitación, se consideró importante tener al menos un acercamiento a las opiniones de alguien que hace mucho tiempo viene trabajando en el tema y es considerado un verdadero especialista en el asunto.

¿Cuál es la primer definición que podés dar cuando alguien te pregunta que es una barra brava?

Una barra brava es un grupo organizado que utiliza la violencia en el fútbol como modo de presionar para generar un negocio espurio y que actúan como mercaderes de la genuina pasión del hincha.

¿Cómo logra imponerse un determinado grupo al frente de la barra de un club?

Antes era básicamente por violencia. Ahora, por sus relaciones políticas y policiales. Sin eso, por más que seas Tyson, no llegás a liderar ninguna barra.

¿Creés que más allá de los negocios que se tejen y de una cuestión de conveniencia económica y demás, hay una cuestión de orgullo personal por estar al frente de la barra? ¿Se dan verdaderas luchas de poder dentro de las barras, que más allá de las conveniencias, se busca el poder sólo por el poder en sí?

Creo que es un orgullo para el líder ostentar ese sitial, va de perogrullo. Pero se lo busca por el negocio que significa.

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¿Cómo se determinan las jerarquías dentro de una barra? ¿A través de qué acciones? ¿Quiénes componen, por decirlo de alguna manera, el grupo que determina quienes ascienden dentro de la barra y en qué momento lo hacen?

Las barras se conforman primero en grupos por barrios y después hacen alianzas dentro de la propia tribuna. Así se dividen el poder cuando lo obtienen, siendo el líder el de mejor llegada a los círculos de poder y además debe contar con carisma para tener ascendencia sobre el resto.

¿En qué momento una barra puede ver amenazado su liderazgo? ¿Cuándo está en condiciones una facción opositora de enfrentar y tratar de desbarrancar del poder a la barra oficial?

Cuando un grupo tiene banca en la dirigencia política y deportiva y alianzas con la policía, puede amenazar al otro grupo. Es la única forma de llegar. En River y Boca nadie ha desbancado a las conducciones que están al frente desde hace tres años porque no han podido negociar con esos estamentos de poder. El caso de River es el mejor ejemplo: los de Hurlingham son más  y tienen gente más pesada, pero las relaciones las tienen los otros, son importantes y entonces los patovicas no pueden ni acercarse a la cancha, por que los meten presos

En la persona particular de algunos casos emblemáticos de barras argentinos, caso Rafa Di Zeo, Pillín Bracamonte o Alan Schlenker por citar algunos, da la impresión de que creían gozar de una inmunidad total y absoluta y sin embargo, en algún momento, mal o bien, la justicia les cayó encima. ¿En estos casos, hay que creer en la justicia o simplemente pasa que, como se dice habitualmente, dejaron de ser funcionales para alguien y ese alguien les soltó la mano?

Les sueltan la mano… En el caso de Di Zeo, creyó tener tanto poder que terminó desafiando al gobernador de la Provincia de Buenos Aires y cayó. En el de Schlenker, quiso ir contra Aguilar y así terminó. En el caso de Pillín, cuando salga va a retomar en Rosario su liderazgo, pero debían darle un escarmiento porque fue un escándalo su viaje a Sudáfrica cuando tenía una condena pendiente.

En cuanto a la connivencia de las barras con las dirigencias de los clubes, con los propios jugadores, con el poder de turno, con la política en general, ¿Es real esta relación?¿De qué se sirven los unos de los otros, hasta que recíprocamente terminan convirtiéndose en un mal necesario ?

Es una relación real y con beneficios para todas las partes. Los barras se llevan plata, los jugadores apoyo a la hora de renovar contratos o aliento en la cancha, los representantes que les levanten a sus jugadores, los dirigentes que los apoyen en las elecciones y así…

¿Cómo percibís la relación entre lo que es el grupo de la barra brava y el hincha común, el que va a la platea o a las otras populares? ¿El resto de la tribuna, venera a la barra? ¿Lo ven con indiferencia? ¿Preferiría que no estuviesen?

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El grueso de los hinchas veneran a sus barras, los creen dioses y proyectan en ellos el lugar en el que les gustaría estar. Ese apoyo hace más complicada la lucha contra la violencia en el fútbol.

Muchos de los barras han logrado amasar cierta diferencia económica a lo largo de su "mandato", pero otros ya vienen de clase social alta y de familias buena posición económica. ¿Esto elimina cualquier estereotipo que permita relacionar al barra brava con determinado estrato social?

Los barras no vienen sólo de clases bajas, aunque en su mayoría lo siguen siendo. Hoy además la mayoría de las barras tienen en su núcleo gente que proviene directamente del delito común.

Por último, en una frase Rafa Di Zeo dice que la violencia en el fútbol no se va a terminar ni con él preso ni matando a todos loa barras porque eso es una escuela y se hereda. ¿Coincidís con eso? ¿Te parece que existe alguna solución para el tema  de la violencia en el fútbol, aunque sea con proyectos a largo plazo?

Coincido con algo: no se va a terminar nunca mientras los actores que deben combatirla piensen más en el negocio corrupto que les genera mantener la violencia, que en que el hincha disfrute de un espectáculo en paz. 

Jesús Emiliano. Periodista deportivo, conductor de Rosario deportes, relator de fútbol.

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La entrevista se realizó a finales del año 2010 en los estudios de Cablevisión en la ciudad de Rosario, minutos antes de que Emiliano comience su programa deportivo. A partir de este encuentro, hubo una serie de intercambios de ideas, un demostrado interés por parte del periodista en seguir de cerca el proceso de investigación del presente trabajo, por lo que se mantuvo una relación de cordialidad y constante intercambio de opiniones en cuanto a la modalidad de investigar, y a la forma de poder inmiscuirse en ese ambiente un tanto hostil.

Además, gracias a la relación alcanzada fue que se logró por intermedio de Jesús Emiliano, llegar a otros periodistas, dirigentes del club, tener acceso a lugares y personas que han sido de mucha utilidad para alcanzar ciertos niveles de profundidad en algunos puntos de la investigación.

Jesús, antes que nada, ¿Si te pido una definición de lo que es una barra brava, qué me podés decir?

Primero, que terminó siendo la creación macabra de dirigentes que terminaron recorriendo el camino más fácil, que fue la de crearlos a ellos para utilizarlos políticamente y que luego se les revirtió, porque estos tipos se dieron cuenta del poder que podían tener. A partir de conocer el poder que ellos tenían como condición individual, se adueñaron del espectáculo, se adueñaron del negocio, se adueñaron de los clubes. Y hoy, si no hay una movida política fuerte, que está más arriba de lo dirigencial de los clubes, nunca podremos salir de esta trampa. Trampa creada por los propios dirigentes, por sus incapacidad, por haber transitado ese camino oscuro de decir “los tengo a estos tipos, me sirven para apretar a algún jugador cuando quiere cobrar algo de más, me sirven para amedrentar a algún rival político de turno”, e insisto, estos tipos se dieron cuenta con el paso del tiempo, que eran un poder individual mucho más fuerte que el estar cerca de la dirigencia de turno y empezaron a aprovecharlo para caminar un sendero negro, oscuro, donde el poder político nunca se atrevió, porque nunca quiso hacer algo y hoy están instalados en un lugar donde, si o hay una solución política muy fuerte, no tendremos ninguna chance frente a ellos.

Hoy por hoy da la sensación de ser un mal necesario para las dirigencias de los clubes e incluso para la dirigencia política en general.

Yo lo que creo es que las grandes caras de las barras cayeron porque superaron un límite de exposición. Los que no se atreven a superar ese límite de exposición frente a los medios, siguen haciendo lo que quieren. Los nombres que charlábamos antes: Di Zeo, los Schenkler, Barrita (el abuelo), Pimpi, Pillín…todos ellos, son nombres que cuando superaron un límite de exposición, les resultaron incómodos al establshment político. Se mediatizó el barra brava, hoy ocupa un lugar muy fuerte...hay gente que los aplaude cuando entran a la cancha, que quizás son los menos, pero los hay, los que los toman como una referencia

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importante. Esto habla también de la decadencia que tenemos como sociedad, de la cual somos responsables todos: periodistas, hinchas, dirigentes, el común, el de todos los días, los que en algún momento los aceptamos y que nunca alzamos la voz reclamándole a un dirigente para que haga algo. Acá nunca nadie perdió una elección porque un socio no le votó a un tipo porque estaba enojado con la actitud que habían tenido ellos para con los barras, acá se vota solo a un resultado, si ese tipo como presidente logró ganar un campeonato, con eso basta. Fueron muy pocos los que se hicieron cargo realmente de la historia: Raúl Gámez en Vélez, demostrando que barras el club va a tener sí o sí, pero colocándolos en un lugar justo y exacto: ¿Qué quieren ustedes? ¿El negocio o estar cerca de Vélez? Estar cerca de Vélez…Ok, yo les voy a dar las herramientas para que estén cerca de Vélez, pero no para que vivan de Vélez. ¿Necesitan colectivos? Bueno, van a viajar, necesitan entradas, ¿Cuántos son? ¿Doscientos?, bueno, les voy a dar doscientas, no cuatrocientas para que las vendan y se peleen en el medio para ver como la consiguen. La barra está, manejan un negocio monumental, cruel, grande, enorme. Lo que pasa es que se necesita una dirigencia firme, que seguramente no va a vivir en paz, pero bueno, yo tengo que reclamarle al dirigente un compromiso absoluto, porque a mí me pidieron el voto, ese voto de confianza.

¿Pero el hincha, el socio, realmente quiere eso?

El hincha quiere ganar…no le interesa otra cosa. De hecho fijate que no le interesa si el dirigente que lo maneja es un corrupto, un ladrón, o si se ha llenado de oro con los clubes. Y fijate que las camadas dirigenciales acaban después de estrepitosas caídas deportivas. Aguilar no tuvo que fundir al club para irse, tuvo que salir último con River, que es tan difícil como salir primero todos los días, bueno, Aguilar lo logró. Sin embargo, en la consideración general de la gente, el ex -presidente de River, entró en ese lugar recién cuando salió último, no antes. El socio no pide nada, vivimos en una sociedad que hoy le escapa a las cosas serias, a las cosas que nos hacen mal verdaderamente. Fijate que hoy, a ese dirigente corrupto que fundió a un club, que lo destrozó, lo peor que le puede pasar es quedarse fuera el circo por unos años, quedarse fuera del reparto de la torta por un tiempo

¿Jesús, cómo ves el tema en Central? ¿Qué lugar tiene hoy en el club Pillín Bracamonte?

Los dirigentes debería usar los momentos de mayor exposición de los barras para librarse de ellos, lo que pasa es que acá no hay una decisión política fuerte. Todos se llenan la boca bregando por un fútbol sin violencia, pero sin una decisión fuerte, el resto es pura sanata. ¿Qué han hecho para que esto suceda? ¿Cuántas veces se han reunido con los gobernadores, intendentes para que atiendan lo que pasa? Muy pocas veces. Nadie ha sacado los pies del plato, y en ese sentido, Central es un club como el resto, lo maquilló Usandizaga, sólo lo maquilló, le cambió el colorcito de la cara, en ningún momento hubo una lucha real por sacarlos del medio, pero los controló, los mantuvo en un lugar un poco más cómodo, no más que eso. Para los que realmente exigimos un cambio profundo, esto es una risa.

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Deduzco que para vos, la connivencia entre barras, dirigentes, y demás, está totalmente clara.

Pero totalmente, aparte ellos no han hecho nada ara que pensemos lo contrario.Yo tengo una mirada que quizás sea muy liviana, pero me gustaría que los dirigentes utilizaran los medios, que salgan a denunciar y a pedir el apoyo de la gante: Señores, acompáñenme, yo quiero sacar a esta gente, estos tipos negocian con el club, está la droga en la popular, acompáñenme a pelear con este flagelo. Me van a correr, me van a salivar, van a tratar de reeducarlos a ustedes para que nos insulten a nosotros cuando el equipo pierde, pero nunca lo han hecho. Esto marca de que en definitiva es más fácil recorrer este camino, de decir que está todo muy mal, que la sociedad está violenta…esta es una verdad de perogrullo, ya lo sabemos, no aporta nada. Acá lo único que sirve es salir a pelear en verdad contra todo esto, más allá de lo que te cueste, pero bueno, dirigir un club no es solamente salir en la marquesina cuando el club gana un campeonato, es un poco más que eso.

¿El intento de Gámez en su momento, fue un fracaso?

Yo digo que no. Gámez los reconoció, los controló…Lo que pasa es que Gámez se peleó con un tipo que está instaurado en el poder para que nada cambie como lo es Grondona, entonces se tuvo que apartar de Vélez porque sino en dos días el club termina peleando el descenso. Gámez organizó una política en la cual explicó cuáles eran los pasos a seguir y convivió con ellos, ahora Vélez sin él, vuelve a tener problemas.

¿En todo este tema, qué rol juega la prensa rosarina?

En Ñuls durante muchos años, fue muy fácil trabajar porque la prensa rosarina estaba a favor de López, porque estaban contentos de estar de ese lado. Yo dije el día que López perdió la elección, que junto a él había perdido el 85% de los medios rosarinos. Los medios rosarinos no son creíbles porque estaban a favor de López con muchas ganas, con mucho deseo de contarle al mundo lo maravilloso, lo genial, lo inmenso que era. Por eso cuando la gente le dio la espalda a López, le dio la espalda a los medios también. Si vos tenés al 85% de los medios que te apoyan y aún así perdés una elección, quiere decir que sos un impresentable, y la gente que te defendió, también. Esa parte de la prensa se sentía cómoda, cerca del poder, de creer que contaban primicias de un hombre que se las sabía todas, que a partir de ser un hombre oscuro y que provocaba temor, iba a ganar cosas…En sus último años, Ñuls se cansó de no pasar de ronda en una copa, de pelear el descenso con un tipo oscuro que vació al club, que hizo cosas horribles…en un país serió, Ñuls, hubiera desaparecido.

¿En Central el panorama es otro?

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Es un club más político siempre, donde hay competencia con dirigentes que también se acercaron a la prensa. Los tipos que estaban con López, también estuvieron con Sauán, que eran de un estilo similar, tenerlos a ellos cercas. Y acá hubo una prensa adicta, esperando que vengan a comprarla, y estos tipos, eran compradores, entonces lograban lo que querían.

¿Y en la cuestión barras, Central no vive una realidad ajena a la del resto?

No, de hecho vive con graves inconvenientes que pueden estar más agravados hoy, pero que no es distinto.

Javier Cigno. Periodista de Radio 2, de Rosario Deportes.

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Es, desde hace varios años el encargado de cubrir las campañas del club Rosario Central. La presente entrevista fue realizada días después de la anterior. El contacto se pudo lograr por intermedio de Martín López (locutor de Radio 2) y con la colaboración de Jesús Emiliano.

Cigno conoce como pocos en la ciudad, el día a día de Rosario Central. Participa de la cobertura de las pretemporadas, las prácticas, los partidos y todo lo que tiene que ver con la cotidianeidad del club de Arroyito.

Javier Cigno, también se mostró muy interesado en el trabajo, por lo que se puso a disposición para el contacto permanente en caso de necesitar recurrir a él para dilucidar cualquier inquietud.

¿Javier, qué es una barra brava?

Y…mirá, es difícil, porque hoy por hoy lo de la barra brava es casi más un negocio, digamos, los tipos están emparentados con hechos de violencia, actos delictivos, sin embargo yo creo que los principales barras, por lo menos, los cabecillas son los que una vez que llegan ahí, tratan de desligarse de todo eso porque los negocios empiezan a ser otros. Empiezan a tener poder, empiezan a regalar... bueno, la entrada es lo de menos, pero en el caso por ejemplo de Central y Ñuls, los tipos empezaron a tener pases de jugadores, porcentajes, entonces ¿para qué se iban a involucrar en los temas violentos, delictivos? Fijate que a partir de allí, no hubo más que una gresca. Pasa que ya llegan a barra con cierto prontuario, ciertos antecedentes…El barra, más concretamente, se sabe que algunos son hinchas muy pasionales, fanáticos enfermos que son capaces de cualquier cosa y en otros, la mayoría son directamente criminales, tipos marginales que no tienen una contención social y encuentran en la cancha una salida como para llevar a cabo alguna actividad ilegal que no podrían en otro ámbito. Tienen cierto poder, se sienten medianamente poderosos allí, cuando en el resto, sacando ese entorno de la cancha, la sociedad sabe que son un cero a la izquierda, un tipo marginal, que vive en la villa, filipeteado por todo el mundo, cuando está en la cancha, y es el ladero de, o es parte de la barra, siente ese poder que es del único modo que puede ostentarlo, porque generalmente está debajo de todos.

¿Pero es un poder avalado por los diferentes estamentos de las dirigencias políticas y avalado incluso por la misma gente que los aplaude, los ovaciona cuando entran, les piden autógrafos?

Sí, casi siempre es una poder avalado. Muchos dicen que por negocio, en alguna época, casi siempre se nota en los actos eleccionarios, antes de las dos últimas elecciones, más precisamente en la anterior, estaban las dos fracciones que eran

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Scarabino y Boero, años 2003, y cada uno de ellos, tenían su barra brava detrás, estaban Los Pillines por un lado y Los Chaperos por otro, se armaba, se montaba todo un circo, eran avalados, apañados, y solventados por las distintas agrupaciones políticas para que estén en todos los actos, las asambleas. De hecho, por eso eran tan calientes las asambleas en Centras, había mil personas, mil quinientas, pero la mitad eran barra bravas de distintas bandos que en esos momentos se querían matar. Desde ya tienen muchas veces la connivencia política, el aval, miran para otro lado, muy pocas veces la justicia hace lo que tiene que hacer frente a esto.

Además de ese apoyo económico, tienen la protección de la justicia…

No se sabe bien como, pero siempre la tienen…Pasa que como generalmente los más buscados son los cabecillas, y por ahí son los que tienen oros negocios paralelos…Y esto pasa en Rosario, pasa en Buenos Aires, que generalmente los líderes de las barras, no viven exclusivamente de esto, tienen porcentajes de pases, o cualquier tipo de negocios, entonces, tienen la facultad de contratar a los mejores abogados penalistas que hay. En una época cuando estaba Cataño, que fue abogado penalista de varios, no se sabe cómo hacía, pero los sacaba siempre de la cárcel. Tenía siempre esa virtud como abogado, ahora por ejemplo está Varela, otro abogado conocido, que fue defensor de Pillín, del Pimpi…En definitiva, es verdad, están avalados por los poderes de turno y muchas veces por los mismos dirigentes de los clubes que se llenan la boca diciendo que hay que erradicarlos, pero por detrás los tienen porque les sirven para muchas cuestiones. En su momento, López, tenía a la barra para apretar en la cancha a quienes se manifestaban en su contra, es un caso conocido. Y como el caso de López, ha muchos, o sea, la barra termina sirviendo para cierto patoterismo de los tipos que son tiranos autoritarios y que no se bancan que la gente se manifieste en su contra.

¿Es una cuestión funcional? ¿Por qué en el momento en que dejan de servirles les sueltan la mano?

En este tipo de negocios turbios, esto es así. Muchos códigos no hay, es como decís, en el momento en que te sirve, sí, todo bien, todo bárbaro, pero en el momento en que la cosa se pone pesada, complicada, se les suelta la manos. Hubo casos, ha habido muchos casos, uno de ellos es justamente el de Ñuls con López, Pimpi y la gran relación que había entre ellos hasta el momento de la elección. Otros como no tienen códigos, se dan vueltas como si nada, los propios Pillines antes de la elección que comentábamos antes, no estaban con Scarabino, estaban con la oposición, no eran la barra oficial, digamos. Una vez que ganó Scarabino, el día mismo de la elección, después de los festejos, en el club mismo

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lo estaban esperando Pillín y Paco y todos los laderos y lo felicitaron y ahí nomás le pidieron una reunión y ahí nomás comenzó la relación.

¿Javier, el barra brava, realmente es hincha del club o lo es hasta cierto punto?

Mirá, yo creo que en algunos casos sí, en otros no. Está buena la pregunta, o sea, el tipo se come durante años, yendo a la cancha, todos los domingos, por ejemplo, uno de los que era ladero de Pillín en su momento, llegó a la barra con un escudo de Boca tatuado en el tobillo, después sí, se tatuó uno de Central arriba y cosas así, pero a todos los que lo conocíamos nos contaba la historia, sabíamos como era, es decir, después sí se hace, pero no es un hincha sufrido, el tipo llegó ahí por negocio, después se peleó, no estuvo mas. Hubo otros que sí eran hinchas, por ejemplo el Gordo Latorre en Ñuls, era un enfermo, fanático hincha, pero lo tenían ahí porque era bueno para el folclore, organizar el colorido, pero no era un sicario, un asesino serial…Después sí se acercó a la barra por la gran amistad que tenía con Pimpi Camino. Pero lo que te quiero marcar con esto, es que hay de los dos, la mayoría son hinchas del club que representan como barras, pero también hay de los otros, porque en el fondo, esto representa un negocio. Ahora mismo salió a la luz que uno de los laderos, de los lugartenientes del Panadero (barra de Ñuls), un tal Benito, era de la barra de Central, tenía hasta tatuajes hechos, por eso no se hasta qué punto los barras son hinchas sufridos. Los barras de las primeras líneas, me parece que no, no tienen tanto que ver con el hincha auténtico, el que más sufre.

Y si la barra no es el medio de vida exclusivo para estos primeras líneas, ¿Por qué lo hacen? ¿Qué quieren demostrar?

Saben que a partir de eso tienen acceso a otras cosas que de otro modo no podrían, además, es una demostración clara y concreta de poder, porque también ahí llegan gente que son de clase baja, clases marginales. Son muy poquitos de clase alta que pueden llegar a tener poder dentro de una barra, vos mirás por ejemplo los que están en Hinchadas Unidas Argentinas, son en su mayoría de clases bajas, clubes del ascenso, del conurbano y a partir de ahí se ganan cierto respeto, cierta posición entre comillas, dentro del grupo al cual ellos pertenecen, entonces les da ese status, y además les da el negocio, porque los grandes, los principales cabecillas pueden vivir de otra cosa, porque a partir de ahí, lograron un contacto, uno se puso una inmobiliaria, otro se puso una flota de taxis, o el pase de dos jugadores, pero todos los laderos no, quizás sí haya algo pero por ejemplo, no van a poder abrir un negocio paralelo y arreglar su vida, pero sí les sirve para pasar el momento, además son respetados porque son los segundos del tipo mas importante de la barra.

¿Qué viene primero, el poder por el poder en sí o el poder por lo económico?

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Depende…Igual, te diría que ese famoso dicho que reza que por la plata baila el mono…Cuando aparece la plata en el medio de la escena, no solamente en las barras, sino en todos los aspectos de la vida, como que eso es prioridad, es primordial y por eso se llegan a hacer cosas impensadas. Por eso yo pienso que los barras, cuando hay un asesinato o una gresca, fíjate que no es más que se peleó la barra de Gimnasia con la de Estudiantes, lo que se escucha es que el cuatro de la barra de Estudiantes mató al dos, porque quería ascender, esto es así, ahora se matan entre ellos mismos. Tiene que ver con una cuestión de poder dentro de la misma barra, pero también por una cuestión económica, saben que ahí en la elite hay dinero, que el jefe maneja dinero, algo de negocios y los dos o tres que están con él, pueden participar. El resto, son todos pirinchos que van a la cancha por el pancho y el porrón, ahora en la barra serán doscientos, cuatrocientos, pero el líder, tres o cuatro secuaces y el resto sí va más por pasión, para decir sí, soy parte de esto, pero la realidad es que no mueven nada. Ni siquiera son los que forman parte o están relacionados con los actos de vandalismo que sí hacen los que están cerca del líder, no el líder, porque es el que más se cuida, pero tiene a esos tipos de mucha confianza que son los de las primeras líneas que asesinan a otro por esto, porque quieren más poder, estar mejor económicamente, ven a otro que le pueden sacar el negocio o a otra fracción de la barra y dicen: si el otro está en mi lugar, yo me quedo sin nada ¿y que voy a ser? ¿Un hincha común? No me sirve, yo quiero tener poder, tener diez mil dólares todas las fechas para repartir, yo me quedo con la mitad. Me parece que es así, pasa más por lo económico que por ostentar el poder en sí.

La relación entre barras y dirigentes es explícita, no se hace nada por ocultarla. ¿Pero la relación entre barras y jugadores?

Depende, porque ha habido casos que han sido públicos, caso Verón yendo a visitar al ex jefe de la barra de Estudiantes, Palermo y Guillermo visitando a Di Zeo en la cárcel, Cascini entrando armas en los bolsos en la Bombonera…A mi me da la sensación de que, o sea, a los barras en Central, los jugadores los conocen todos, pasan, hola y chau, la mayoría no quieren meterse, no quieren tener problemas. Pero los que tienen más espalda tienen más relación, fíjate los ejemplos que dábamos: Verón, Palermo, Guillermo, Bermúdez, Schiavi, Figueroa en un momento era íntimo amigo de la barra de Central…La elación existe y algunos futbolistas, como tienen demasiada espalda, no les importa lo que les digan, ni se molestan en ocultar que son amigos de los barras. Por ahí, con el resto es distinto, se cuidan más, recién arrancan, no quieren entrar en tanta polémica. Vos fíjate que se arma una polémica cuando un jugador de espalda se relaciona con un barra, imagínate con un pibe que recién asoma. Pero sí, la relación entre barras y jugadores, sí, existe.

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¿Hay una real voluntad por combatir a las barras desde las dirigencias de los clubes?

Están buscando la vuelta para ver si pueden erradicar la violencia, no a las barras. A los barras ya los tienen como un negocio dentro del fútbol, porque muchas veces son ellos mismos los que apañan a la gente en el poder de turno y que evitan que quienes quieran rebelarse ante ellos lo puedan hacer, volvemos al ejemplo de López en Ñuls, pero como ese, hay muchos casos, quizás más encubiertos. Yo no se si quieren erradicar a los barras, yo creo que no, ya son parte del negocio mismo. Esto de Hinchadas Unidas Argentinas es una muestra, se agruparon todos, hasta propusieron ser acomodadores del estadio, igualmente lo que buscan es eso, terminar con los enfrentamientos entre clubes, pero lo que pasa hoy es que los enfrentamientos son entre hinchas de los mismos clubes. Todo esto son simples parches, no van a terminar con esto, es un problema cultural, y no es para nada fácil, pero en Inglaterra se pudo con los hooligans, entonces, ¿por qué no se va a poder acá? Porque hay que aplicar una política creíble y efectiva y por ahora, más allá de una medida que se toma…no, no veo ninguna voluntad, son un poco cómplices todos.

Marcelo S. Ex-integrante de la barra brava de Rosario Central.

¿Marce, qué es la barra brava?

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La barra no es nada raro, por lo menos cuando yo estaba ahí metido, éramos un grupo de pibes que íbamos a todos lados a seguir a Central, que no nos importaba nada…No nos importaba la guita, los kilómetros, nada. Lo único que queríamos era que llegue la previa del partido, reunirnos a comer, a tomar y después ir a la cancha si jugábamos acá en Arroyito o subirnos a los micros y partir para donde sea.

¿A qué edad y cómo te empezaste a acercar a la barra?

Yo de pendejo iba siempre con mi viejo a la cancha, a veces íbamos a la popular y cuando se podía a la platea. Ahí en la platea está bueno, porque se ve bien el partido, es tranquilo, pero no es lo mismo, a mí siempre me gustó la popular. Estar ahí, cantar, putear, saltar todo el partido…eso es lo más lindo que tiene un partido. Ahora por ahí ya es distinto, disfruto más de otras cosas, voy a la cancha con las nenas que me salieron canallas gracias a dios, sino las mataba (risas), ahora ya sí, nos sentamos en la platea, me llevo mi bandera que está ahí siempre en el mismo lugar, comemos una hamburguesa, un pancho, termina el partido y nos pegamos la vuelta para casa.

¿Cómo fue que se te dio por entrar a la barra?

Que se yo, se fue dando. Vos imaginate que yo de bebé casi que voy a la cancha, fui toda la vida de acá del barrio. Los conocía a todos…Yo iba ahí a la tribuna y los miraba y me encantaba como estaban, las banderas, los trapos colgados, me quedaba así como embolado, ¿viste? Y ahí, que se yo, te empezás a arrimar, conocés a alguno del barrio que está adentro, te empezás a juntar con ellos, después vas por ahí a algún asado, algún partido de visitante y ya está, era toda buena gente, macanudos, habrán hecho sus cosas, como todo el mundo, pero eran buenos, parábamos en alguna esquina escabiábamos, íbamos a la cancha y listo.

¿Y cuando se armaba algún lío?

Y bueno, ahí o pegás o te pegan (risas), pero igual, no era como ahora, ojo…Ahora la mayoría son pendejos falopa, van bandeados en falopa, se merquean ahí en la tribuna, hacen cualquiera. Capaz que hasta le roban a los propios hinchas de Central, tratan de hacerse los mangos estando ahí en la hinchada, antes nada que ver, ponele que había algunas cosas, droga no te voy a decir que no había, pero por ahí no pasaba de algún faso como para ir a la cancha o cagarse de risa un rato, pero ahora no, ahora le meten a la cocaína, a porquerías que le dan vuelta la cabeza, por eso pasan las cosas que pasan a veces en las canchas. Antes no, si se armaba lío, era con otra hinchada, con otro equipo, pero no pasaba nada, ¿me entendés? Nos agarrábamos en algún baldío, por ahí cerca de la cancha, nos

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cagábamos a puñetes y cada uno a su casa, ahora se agarran entre los mismos pibes, y meten fierros, cuchillos…hacen cualquiera, loco.

¿Tenían otros códigos?

Pero más vale… ¿Vos qué te pensas? ¿Que nosotros nos íbamos a agarrar a piñas entre nosotros por un par de entradas o para vender falopa en una esquina o acá en la tribuna? No, habremos tenido nuestros bardos, habremos tenido quilombos, pero de ahí a lo que hacen estos pendejos, ni ahí. Las cosas entre nosotros, de última, la arreglábamos a puños, jamás se hubiera antojado sacar una faca o quemar a alguien, menos si es otro canalla, teníamos códigos.

¿Y por qué se perdieron esos códigos?

Fácil…Porque para todos los que está ahí, ahora es un negocio, loco…hay mucha guita de por medio y todos quieren agarrar una buena tajada, entonces, se les vuela la cabeza y les salta la chaveta por nada. Ahora hay fortuna, los dirigentes les dan mucha guita, muchas entradas y son varios para repartir.

¿O sea que la dirigencia los banca?

Si vos sabés como es el tema…Si a los mismos dirigentes les conviene tenerlos de amigos. Si te ponés en contra a la barra, cagaste, seas dirigente, jugador, lo que sea.

¿A través de qué le demuestran que los bancan?

Guita, entradas, colectivos para viajar…Por lo menos, en mi tiempo era así. Después la torta se fue haciendo más grande, eh…pases de jugadores, porcentajes de ventas, las camisetas que venden, todas esas cosas. Pero mirá que es en todos lados así, no acá nomás en Central. En otros lados incluso es peor, en otros lados, ya tienen que ver con los puestitos de comida, con el estacionamiento en los alrededores del estadio, con un montón de cosas. Si hasta en las asambleas se meten a decidir cosas y en algunas cosas hasta tienen más poder para decidir cosas que algunos dirigentes

¿Con qué favores la barra les devuelve esas atenciones a la dirigencia y a los jugadores?

Pero no es que sean favores, Joaquín…es un tomá y dame de uno para el otro. ¿Vos querés entradas? Bueno vengan a la asamblea, traigan las banderas, los bombos y apoyen a la comisión, estén atentos a ver si alguno de los otros grita o dice algo y cosas así o que se yo, si en las elecciones pasó toda la vida que el que estaba con la barra ganaba seguro, porque a la gente les cae más simpático, o por

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lo que sea, pero el tema es estar bien con la barra, sino, cagaste…Le pasó a un montón de candidatos de los que ya estaban en la comisión, o que querían entrar. Y con los jugadores es lo mismo, si había alguno que quería una ovación o algún trapo (bandera) para que se lo infle un poco porque quería meter un pase a otro club o algo, se le pedía que colabore con alguna camiseta, algo de ropa o que directamente ponga algo de guita para bancar los viajes, los asados, lo que sea.

Ya te dedicas a otra cosa, otra vida… ¿Pero si pudieras, te meterías en la barra otra vez?

Seeeeeee….totalmente. No lo dudaría ni un segundo. ¿Vos sabés todas las que pasamos con los muchachos? No tiene precio. Ojo, no es para cualquiera, hay que bancársela, pero si estás hecho para esto, ponele la firma a que es lo más lindo que hay. Yo por ejemplo, no se si me quedó sin conocer una cancha en todo el país, nos paseamos con los pibes por todos lados, al norte, al sur, a todos lados. Nos bancamos las buenas, las malas nos hemos cagado a piñas con un montón de locos, pero es parte de todo esto. Uno que de pibito está en la movida, ya lo sabe y se mete igual, no es que entrás esperando encontrar santitos en la barra, habrá algunos más pesados, otros más tranquis, pero ninguno acá es nenito de pecho. Hoy capaz que uno por suerte tiene otras cosas en la cabeza, yo tengo a las nenas, el negocio, no soy más un pendejo para estar saltando todo el día, pero igual, de vez en cuando te tira darte una vuelta por ahí por la popu y ver un partido desde ahí.

ANEXO II

IMÁGENES

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