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    CARTA APOSTLICADEL PAPA

    JUAN PABLO I I

    A LOS JVENES Y A LAS JVENESDEL MUNDOCON OCASIN

    DEL AO INTERNACIONAL

    DE LA JUVENTUD

    Queridos amigos

    Votos para el Ao de la juventud

    1. Siempre prontos para dar razn de vuestra

    esperanza a todo el que os la pidiere(1 Pe3, 15).Estos son los votos que formulo para vosotros, jvenes,desde el comienzo del ao en curso. El 1985 ha sidoproclamado por la Organizacin de las Naciones UnidascomoAo Internacional de la Juventud, lo cual revisteun significado mltiple ante todo para vosotros mismos,y tambin para todas las generaciones, para cadapersona, para las comunidades y para toda la sociedad.Esto reviste asimismo un particular significado para la

    Iglesia en cuanto depositaria de verdades y valoresfundamentales y a la vez servidora de los destinos

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    los adultos y precisamente tambin con ellos se haconvertido en actualidad. De esa actualidad, de su formamltiple y de su perfil son responsables ante todo los

    adultos. A vosotros os corresponde la responsabilidadde lo queun da se convertir en actualidad junto convosotros y que ahora es todava futuro.

    Cuando decimos que a vosotros os corresponde elfuturo, pensamos en categoras humanas transitorias, encuanto el hombre est siempre de paso hacia el futuro.Cuando decimos que de vosotros depende el futuro,pensamos en categoras ticas, segn las exigencias dela responsabilidad moral que nos impone atribuir alhombre como persona y a las comunidades ysociedades compuestas por personas el valorfundamental de los actos, de los propsitos, de lasiniciativas y de la las intenciones humanas.

    Esta dimensin es tambin la dimensin propia de la

    esperanza cristiana y humana. En esta dimensin, elprimer y fundamental votoque la Iglesia, a travs de m,formula para vosotros, jvenes, en este Ao dedicado ala Juventud es que estis siempre prontos para dar raznde vuestra esperanza a todo el que os la pidiere (1 Pe3,15).

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    esta relacin de modo ms claro, cuando reflexionemossobre el coloquio de Cristo con el jovenreferido por losevangelistas (Cf.Mc10. 17-22;Mt19, 16-22;Lc18, 18-

    23). Entre muchos otros textos bblicos es ste el primeroque debe ser recordado aqu.

    A la pregunta: Maestro bueno, qu he de hacer paraalcanzar la vida eterna?, Jess responde con estapregunta: Por qu me llamas bueno? Nadie es buenosino slo Dios. Y aade: Ya sabes los mandamientos:No matars, no adulterars, no robars, no levantarsfalso testimonio, no defraudars, honra a tu padre y a tumadre (Mc 10, 17-19). Con estas palabrasJess recuerda a su interlocutor algunos de losmandamientos del Declogo.

    Pero la conversacin no termina ah. En efecto, el jovenafirma: Maestro, todo esto lo he guardado desde mijuventud. Entonces escribe el evangelista

    Jess,poniendo en l los ojos, le amy le dijo: Una solacosa te falta: vete, vende cuanto tienes y dalo a lospobres, y tendrs un tesoro en el cielo; luego ven ysgueme (Mc10, 20s).

    En este momento cambia el clima del encuentro. Elevangelista escribe del joven que se anubl su

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    son las dos resurrecciones: la de la hija de Jairo (cf.Lc8,49-56) y la del hijo de la viuda de Nan (cf.Lc7, 11-17).Sin embargo, podemos admitir que el coloquio antes

    citado es sin duda el encuentroms completo y ms ricode contenido. Se puede decir tambin que ste tienecarcter ms universal y ultratemporal; es decir, que valeen cierto sentido, constante y continuamente, a lo largode los siglos y generaciones. Cristo habla as con un

    joven, con un muchacho o muchacha; conversa endiversos lugares de la tierra en medio a las diversasnaciones, razas y culturas. Cada uno de vosotroses unpotencial interlocutoren este coloquio.

    Al mismo tiempo todos los elementos de la descripciny todas las palabras dichas por ambas partes en talconversacin tienen un significado muy esencial, poseensu peso especfico. Se puede decir que estas palabrascontienen una verdad, particularmente profunda sobre el

    hombre en general y, en especial, la verdad sobre lajuventud humana. Son en verdad importantes para losjvenes.

    Permitidme, por ello, que como lnea de fondo relacionemis reflexiones en esta Carta con ese encuentro y con esetexto evanglico. Quiz de esta manera ser ms fcil

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    3. Comenzaremos por lo que se encuentra al final deltexto evanglico. El joven se fue triste porque tenamucha hacienda.

    Sin duda esta frase se refiere a los bienes materiales, delos que el joven era propietario o heredero. Quiz es stala situacin propia de algunos, pero no es la tpica. Porello las palabras del evangelista sugieren otra visin delproblema: se trata de hecho de que la juventud por smisma(prescindiendo de cualquier bien material) es unariqueza singulardel hombre, de una muchacha o de unmuchacho, y en la mayor parte de los casos es vivida porlos jvenes como una especfica riqueza. La mayor partede las veces, pero no siempre, no como regla, porque nofaltan hombres que por diversos motivos noexperimentan la juventud como riqueza. De ello habrque hablar por separado.

    Hay sin embargo razonesincluso de tipo objetivopara

    pensar en la juventud como en una singular riqueza queel hombre experimenta precisamente en tal perodo de suvida. Este se distingue ciertamente del perodo de lainfancia (es, en efecto, la salida de los aos de lainfancia), como se distingue tambin del perodo de laplena madurez. Efectivamente, el perodo de la juventud

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    aquella especficaen cierto sentido nica e irrepetiblepotencialidad de una humanidad concreta, en la que estcomo inscrito elproyecto completo de la vida futura. La

    vida se delinea como la realizacin de tal proyecto, comoautorrealizacin.

    La cuestin merece naturalmente una explicacin desdemuchos puntos de vista. Pero si queremos expresarlobrevemente, se revela precisamente el perfil y la formade riqueza que es la juventud. Esla riqueza dedescubrir y a la vez de programar, de elegir, deprever y de asumir como algo propio las primerasdecisiones, que tendrn importancia para el futuro en ladimensin estrictamente personal de la existenciahumana. Al mismo tiempo, tales decisiones tienen nopoca importancia social. El joven del Evangelio seencuentra en esta fase existencial, como deducimos delas mismas preguntas que hace en el coloquio con Jess.

    Por ello, tambin las palabras conclusivas referentes a lamucha hacienda, es decir, a la riqueza, puedenentenderse en este sentido preciso: el de la riqueza quees la juventud misma.

    Pero hemos de preguntarnos: esa riqueza que es lajuventud debe acaso alejar al hombre de Cristo? El

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    precisamente en cuanto joven es decir, la riquezainterior que se esconde en la juventud le habaconducido a Jess. Y le haba llevado a hacer aquellas

    preguntas, en las que se trata de manera ms clara delproyecto de toda la vida. Qu he de hacer para alcanzarla vida eterna? Qu he de hacerpara que mi vidatengapleno valory plenosentido?

    La juventud de cada uno de vosotros, queridos amigos,es una riqueza que se manifiestaprecisamente en estaspreguntas. El hombre se las pone a lo largo de toda suvida. Sin embargo, durante la juventud ellas seimponen de un modo particularmente intenso, inclusoinsistente. Y es bueno que suceda as. Porque esaspreguntas prueban la dinmica del desarrollo de lapersonalidad humana que es propia de vuestra edad.Estas preguntas os las ponis a veces de maneraimpaciente, y a la vez vosotros mismos comprendis que

    la respuesta a ellas no puede ser apresurada nisuperficial. Ha de tener un peso especfico y definitivo.Se trata de una respuesta que se refiere a toda la vida,que abarca el conjunto de la existencia humana.

    De manera particular estas preguntas esenciales se lasponen vuestros coetneos, cuya vida est marcada, ya

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    valor de la vida se convierte en algo esencial y a lavez particularmente dramtico, porque desde elprincipio est marcada por el dolor de la existencia.

    Cuntos de estos jvenes se encuentran en medio de lagran multitud de jvenes del mundo entero! Cuntos seven obligados a vivir desde la juventud en una institucinu hospital, condenados a una cierta pasividad que puedesuscitar en ellos sentimientos de ser intiles a la

    humanidad!Se puede decir entonces que tambin su juventud es unariqueza interior? A quin hemos de preguntar esto? Aquin han de poner ellos esta pregunta esencial? Pareceque Cristo es en estos casos el nico interlocutorcompetente, aquel que nadie puede sustituir plenamente.

    Dios es amor

    4. Cristo responde a su joven interlocutor del Evangelio.

    l le dice: Nadie es bueno sino slo Dios. Hemos odoya lo que el otro preguntaba. Maestro bueno qu he dehacer para alcanzar la vida eterna?. Cmo actuar, a finde que mi vida tenga sentido, pleno sentido y valor?Nosotros podemos traducir as su pregunta en el lenguaje

    de nuestro tiempo. En este contexto la respuesta deCristo quiere decir: slo Dios es el ltimo fundamento de

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    cumplimiento final; en l el alfa y la omega, elprincipio y el fin (Ap21, 6). Solamente en l hallan suautenticidad y confirmacin definitiva. Sin lsin la

    referencia a Diostodo el mundo de los valores creadosqueda como suspendido en un vacoabsoluto, pierde sutransparencia y expresividad. El mal se presenta comobien y el bien es descartado. No nos indica esto mismola experiencia de nuestro tiempo, donde quiera que Dios

    ha sido eliminado del horizonte de las valoraciones, delos criterios, de los actos?

    Por quslo Dios es bueno?Porque l es amor. Cristoda esta respuesta con las palabras del Evangelio, y sobretodo con el testimonio de la propia vida y muerte:Porque tanto am Dios al mundo, que lo dio suunignito Hijo (Jn 3, 16). Dios es bueno porque esamor (1Jn4, 8.16).

    La pregunta sobre el valor, la pregunta sobre el sentido

    de la vida lo hemos dicho forma parte de la riquezaparticular de la juventud. Brota de lo ms profundo delas riquezas y de las inquietudes, que van unidas alproyecto de vida que se debe asumir y realizar. Mstodava cuando la juventud es probada por el sufrimientopersonal o es profundamente consciente del sufrimiento

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    bueno, slo Dios es amor. Esta respuesta puede parecerdifcil, pero a la vez es firme y verdadera; lleva en s lasolucin definitiva. Ruego insistentemente, a fin de que

    vosotros, jvenes amigos, escuchis esta respuesta deCristo de modo verdaderamente personal, para queencontris el camino interior que os ayude acomprenderla, para aceptarla y hacerla realidad.

    As es Cristoen la conversacin con el joven. As es enel coloquio con cada uno y cada una de vosotros. Cuandole preguntis: Maestro bueno..., l pregunta, Porqu me llamas bueno? Nadie es bueno sino slo Dios.Como si dijera: el hecho de que yo sea bueno datestimonio de Dios. El que me ha visto a m ha visto alPadre (Jn 14, 9). As habla Cristo, maestro y amigo,Cristo crucificado y resucitado; el mismo ayer, hoy y porlos siglos (cf.Heb13, 8).

    ste es el ncleo, el punto esencialde la respuesta a las

    preguntas que vosotros, jvenes, le hacis a l mediantela riqueza que hay en vosotros y que est arraigada envuestra juventud. sta abre ante vosotros diversasperspectivas, os ofrece como tarea el proyecto de unavida entera. De ah la pregunta sobre los valores; de ahla pregunta sobre el sentido, sobre la verdad, sobre el

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    Tal imagen y semejanzahace precisamente que ospongis estas preguntas que os debis plantear. Ellasdemuestran hasta qu punto el hombre sin Dios no puede

    comprenderse a s mismo ni puedetampoco realizarsesin Dios. Jesucristo ha venido almundo ante todo para hacer a cada uno de nosotrosconscientes de ello. Sin l esta dimensin fundamentalde la verdad sobre el hombre caera fcilmente en la

    oscuridad. Sin embargo, vino la luz al mundo (Jn3,19; cf. 1, 9), pero las tinieblas no la acogieron (Jn1,5).

    La pregunta sobre la vida eterna

    5. Qu he de hacer para que la vida tenga valor, tengasentido? Esta pregunta apasionante, en boca del jovendel Evangelio suena as: qu he de hacer paraalcanzar la vida eterna?. El hombre que pone lapregunta de esta manera habla un leguaje comprensible

    para los hombres de hoy? No somos nosotros lageneracin a la que el mundo y el progresotemporal llenan completamente el horizonte de laexistencia? Nosotros pensamos ante todo con categorasterrenas. Si superamos los confines de nuestro planeta,lo hacemos para inaugurar los vuelos interplanetarios,

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    posibilidades del hombre con respecto a la materia, y haconseguido tambin dominar el mundo interior de supensamiento, de sus capacidades, tendencias y pasiones.

    Pero a la vez est claro que, cuando nos ponemos anteCristo, cuando l se convierte en el confidente de losinterrogantes de nuestra juventud, no podemos poneruna pregunta diversa de la del joven del Evangelio:Qu he de hacer para alcanzar la vida eterna?.Cualquier otra pregunta sobre el sentido y valor denuestra vida sera, ante Cristo, insuficiente y no esencial.

    En efecto, Cristo no slo es el maestro bueno queindica los caminos de la vida sobre la tierra. l es el

    testigo de aquellos destinos definitivos que el hombretiene en Dios mismo. l es el testigode lainmortalidaddel hombre. El Evangelio que l anunciabacon su voz est sellado definitivamente con la cruz y laresurreccin en el misterio pascual. Cristo, resucitado

    de entre los muertos, ya no muere, la muerte no tiene yadominio sobre l (Rom6, 9). Ensu resurreccinCristose ha convertido tambin en un permanente signo decontradiccin (Lc2, 34) frente a todos los programasincapaces de conducir al hombre ms all de lasfronteras de la muerte. Ms an, ellos con este confn

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    Por tanto, si t, querido hermano y querida hermana,quieres hablar con Cristo adhirindote a toda la verdadde su testimonio, por una parte has de amar al mundo;

    porque Dios tanto am al mundo, que le dio su HijoUnignito (Jn 3, 16); y al mismo tiempo, has deconseguir el desprendimiento interior respecto a todaesta realidad rica y apasionante que es el mundo. Hasde decidirte a plantearte la preguntasobre la vida eterna.

    En efecto, pasa la apariencia de este mundo (1Cor7,13), y cada uno de nosotros estamos sometidos a estepasar. El hombre nace con la perspectivadel da de sumuerte en la dimensin del mundo visible; y al mismotiempo el hombre, para quien la razn interior de ser

    consiste en superarse a s mismo, lleva consigo tambintodo aquello con lo quesupera al mundo.

    Todo aquello con que el hombre supera en s mismo almundo aun estando radicado en l se explica por la

    imagen y semejanza de Dios que est inscrita en el serhumano desde el principio. Y todo esto con lo que elhombre supera al mundo no solamente justifica elinterrogante sobre la vida eterna, sino que, incluso, lohace indispensable. sta es la pregunta que los hombres

    se plantean desde hace tiempo, y no slo en el mbito delmundo cristiano sino tambin fuera de l Vosotros

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    todos los aspectos, al final lleva al hombre slo a lainevitable necesidad de la muerte.

    Ahora bien, existe una antinomia entre la juventud y la

    muerte. La muerte parece estar lejos de la juventud. Yas es. Ms an, dado que la juventud significa elproyecto de toda la vida, construido segn el criterio delsentido y del valor, tambin durante la juventud se haceindispensable la pregunta sobre el final. La experienciahumana dejada a s misma, da la misma respuesta que laSagrada Escritura: Est establecido morir unavez (Heb9, 27), y el escritor inspirado aade: Despusde esto viene el juicio. Y Cristo dice: Yo soy laresurreccin y la vida; el que cree en m, aunque muera,vivir (Jn11, 25s). Preguntad por tanto a Cristo, comoel joven del Evangelio: Qu he de hacer para alcanzarla vida eterna?.

    Sobre la moral y la conciencia

    6. A este interrogante Jess responde: Ya sabes losmandamientos, y a continuacin enumera dichosmandamientos que forman parte del Declogo. Moisslos haba recibido sobre el monte Sina en el momento

    de la Alianza entre Dios e Israel. Estos fueron escritossobre tablas de piedra (cf Ex 34 1; Dt 9 10; 2 Cor 3 3)

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    alegra: Todo esto lo he guardado desde mijuventud (Mc10, 20).

    Hemos de suponer que en este dilogo que Cristo

    sostiene con cada uno de vosotros, jvenes,se repita lamisma pregunta: Sabes los mandamientos? sta serepetir infaliblemente, porque los mandamientosforman parte de la Alianza entre Dios y la humanidad.Los mandamientos determinan las bases esenciales delcomportamiento, deciden el valor moral de los actoshumanos, permanecen en relacin orgnica con lavocacin del hombre a la vida eterna, con la instauracindel Reino de Dios en los hombres y entre los hombres.En la palabra de la Revelacin divina est escrito conclaridad el cdigo de la moralidaddel cual permanecencomo punto clave las tablas del Declogo del monteSina y cuyo pice se encuentra en el Evangelio: en elsermn de la montaa(cf.Mt5-7) y en el mandamiento

    del amor(cf.Mt22, 37-40;Mc12, 29-31;Lc10, 27).Este cdigo de moralidad encuentra al mismo tiempootra redaccin. Dicho cdigo est inscrito en laconciencia moral de la humanidad, de tal manera quequienes no conocen los mandamientos, esto es, la leyrevelada por Dios, son para s mismos Ley (cf.Rom2,

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    Tocamos aqu problemas de suma importancia paravuestra juventud y para el proyecto de vida que de ellaemerge.

    Dicho proyecto se conforma con la perspectiva de la vidaeterna en primer lugar a travs de la verdad de lasobras sobre las que ser construido. La verdad de lasobras halla su fundamento en aquella doble redaccin dela ley moral: la que se encuentra escrita en las tablas delDeclogo de Moiss y en el Evangelio, y la que estesculpida en la conciencia moral del hombre. Y laconciencia se presenta como testigo de aquella ley,como escribe San Pablo. Esta conciencia segn laspalabras de la carta a los Romanosson las sentenciascon que entre s unos y otros se acusan o seexcusan (Rom2, 15). Cada uno sabe hasta qu puntoestas palabras corresponden a nuestra realidad interior;cada uno de nosotros desde la juventud experimenta la

    voz de la conciencia.Por tanto, cuando Jess en el coloquio con el jovenenumera los mandamientos: No matars, noadulterars, no robars, no levantars falso testimonio,no defraudars, honra a tu padre y a tu madre (Mc10,19), la recta concienciaresponde a las respectivas obras

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    no ceda a la deformacinbajo la accin de cualquier tipode relativismo o utilitarismo.

    Queridos jvenes amigos! La respuesta que Jess da a

    su interlocutor del Evangelio se dirige a cada uno y acada una de vosotros. Cristo os interrogasobre el estadode vuestra sensibilidad moral y pregunta al mismotiemposobre el estado de vuestras conciencias. Es stauna pregunta clave para el hombre; es el interrogantefundamental de vuestra juventud, vlido para todo elproyecto de vida que, precisamente, ha de construirsedurante la juventud. Su valor es el que est msestrechamente unido a la relacin que cada uno devosotros tiene respecto al bien y al mal moral. El valorde este proyecto depende en modo esencial de laautenticidad y de la rectitud de vuestra conciencia.Depende tambin de susensibilidad.

    De esta manera nos hallamos aqu en un momento

    crucial, en el que temporalidad y eternidad se encuentrana cada paso a un nivel que es propio del hombre. Es elnivel de la conciencia, el nivel de los valores morales;sta es la dimensin ms importante de la temporalidady de la historia. En efecto, la historia se escribe no slocon los acontecimiento que se suceden en cierta manera

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    de vuestra vida recorrido hasta ahora coincidade igualmodo con la respuesta de Cristo!Ms an, deseo que lajuventud os d una base robusta de sanos principios; que

    vuestra conciencia consiga ya en estos aos de lajuventud aquella transparencia madura que en vuestravida os permitir a cada uno ser siempre personasqueinspiran confianza, esto es, que son crebles. Lapersonalidad moral as formada constituye a la vez la

    contribucin ms esencial que vosotros podris aportar ala vida comunitaria, a la familia, a la sociedad, a laactividad profesional y tambin a la actividad cultural opoltica, y, finalmente, a la comunidad misma de laIglesia con la que estis o podris estar ligados un da.

    Se trata aqu a la vez de una plena y profundaautenticidad de la humanidad y de unaigualautenticidad en el desarrollo de la personalidadhumana, femenina o masculina, con todas las

    caractersticas que constituyen el rasgo irrepetible deesta personalidad y que al mismo tiempo provocan unamltiple resonancia en la vida de la comunidad y de losambientes, comenzando por la familia. Cada uno devosotros debe contribuir de algn modo a la riquezade

    estascomunidades, en primer lugar, mediante lo que les No se abre en esta direccin la juventud que es la

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    Justamente aqu asumen un significado decisivo losmandamientos del Declogo y del Evangelio,especialmente el mandamiento de la caridadque abre al

    hombre hacia Dios y hacia el prjimo. La caridad, dehecho, es el vnculo de la perfeccin (Col 3, 14). Pormedio de ella maduran ms plenamente el hombre y lafraternidad interhumana. Por esto la caridad es msgrande (cf. 1Cor13, 13), es el primero entre todos los

    mandamientos; es el primero de ellos, como nos enseaCristo (cf. Mt 22, 38); en l, todos los dems estnencerrados y unificados.

    Os deseo, pues, a cada uno de vosotros que los caminosde vuestra juventud se encuentren con Cristo para quepodis confirmar ante l, con el testimonio de laconciencia, este cdigo evanglico de la moral a cuyosvalores, en el curva de las generaciones, se han acercadode alguna manera tantos hombres grandes de espritu.

    No es ste el lugar de citar las comprobaciones de elloque se hallan en toda la historia de la humanidad. Esverdad que desde los tiempos ms antiguos el dictamende la concienciaorienta a cada sujeto humano hacia unanorma moral objetiva que encuentra su expresinconcreta en el respeto de la persona del otro y en el

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    conciencia (cf. Rom 2, 15). El cristiano percibe allfcilmente un rayo del Verbo creador que ilumina a todohombre( cf. Jn1, 9; Nostra Aetate, 2) y, precisamente

    por ser seguidor de este Verbo hecho carne, se eleva a laley superior del Evangelio que positivamente con elmandamiento de la caridad le impone hacer alprjimotodo el bienque quiere para s mismo. De estamanera l sella la voz ntima de su conciencia con la

    adhesin absoluta a Cristo y a su palabra.Os deseo que experimentis, tras el discernimiento de losproblemas esenciales e importantes para vuestrajuventud, para el proyecto de toda la vida que se abreante vosotros, aquello de que habla el Evangelio: Jess,poniendo en l los ojos, le am. Deseo queexperimentis una mirada as. Deseo que experimentisla verdad de que Cristo os mire con amor.

    l mira con amor a todo hombre. El Evangelio lo

    confirma a cada paso. Se puede tambin decir que en estamirada amorosa de Cristo est contenida casi como enresumen y sntesis toda la Buena Nueva. Si buscamos elprincipio de esta mirada, es necesario volver atrs al librodel Gnesis, a aquel instante en que, tras la creacin delhombre varn y mujer Dios vio que era muy

    http://www.vatican.va/archive/hist_councils/ii_vatican_council/documents/vat-ii_decl_19651028_nostra-aetate_sp.htmlhttp://www.vatican.va/archive/hist_councils/ii_vatican_council/documents/vat-ii_decl_19651028_nostra-aetate_sp.html
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    pisoteada; entonces la conciencia de que el Padre nos haamado siempre en su Hijo, de que Cristo ama a cada unoy siempre, se convierte en un slido punto de apoyopara

    toda nuestra existencia humana. Cuando todo hace dudarde s mismo y del sentido de la propia existencia,entonces, esta mirada de Cristo, esto es,la conciencia delamorque en l se ha mostrado ms fuerte que todo maly que toda destruccin, dicha conciencia nos permite

    sobrevivir.Os deseo, pues, que experimentis lo que sinti el jovendel Evangelio: Jess, poniendo en l los ojos, le am.

    Sgueme

    8. Del examen del texto evanglico resulta que estamirada fue, por as decirlo, la respuesta de Cristo altestimonio que el joven haba dado de su vida hasta aquelmomento, o sea, haber actuado segn los mandamientos

    de Dios. Todo esto lo he guardado desde mi juventud.A la vez, esta mirada de amor fue la introduccin ala fase conclusiva de la conversacin. Siguiendo laredaccin de Mateo, fue el mismo joven quien inici estafase, dado que no slo constat su fidelidad respecto a

    los mandamientos del Declogo, que caracterizaba su

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    hombre joven, que forma el proyecto de toda su vida,est escondida la aspiracin a algo ms. Este deseo sesiente de diversos modos, y podemos advertirlo tambin

    entre aquellas personas que den la impresin de estaralejadas de nuestra religin.

    Entre los seguidores de las religiones no cristianas, sobretodo del Budismo, del Hinduismo y del Islamismo,encontramos, desde hace milenios, numerosos hombresespirituales que, a menudo, desde la juventud,abandonan todo para vivir en estado de pobreza y depureza en la bsqueda del Absoluto que est por encimade la apariencia de las cosas sensibles, se esfuerzan porconquistar el estado de liberacin perfecta, se refugianen Dios con amor y confianza e intentan someterse detodo corazn a los designios escondidos en l. Se sientencomo empujados por una misteriosa voz interior queresuena dentro de su espritu, haciendo como eco a las

    palabras de San Pablo: Pasa la apariencia de estemundo (1Cor 7,31), y los conduce a la bsqueda decosas ms grandes y duraderas: Buscad las cosas dearriba (Col3,1). Tienden con todas sus fuerzas hacia lameta, trabajando mediante un serio aprendizaje en la

    purificacin de su espritu, llegando a hacer a veces de lapropia vida una donacin de amor a la divinidad

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    El deseo a la perfeccin, a algo ms encuentra suexplcito punto de referencia en el Evangelio. Cristo, enel sermn de la montaa, confirma toda la ley moral, en

    cuyo centro estn las tablas mosaicas de los diezmandamientos; pero al mismo tiempo da a estosmandamientos un sentidonuevo, evanglico. Todo estose concentra como se ha dichoprecedentementealrededor de la caridad, no slo como

    mandamiento, sino adems como don: ... el amor deDios se ha derramado en vuestros corazones por virtuddel Espritu Santo, que nos ha sido dado (Rom5, 5).

    En este contexto nuevo se hace comprensible asimismoel programa de las ocho bienaventuranzas, con el quecomienza el sermn de la montaa en el Evangelio segnSan Mateo (cf.Mt5, 3-12).

    En este mismo contexto el conjunto de losmandamientos, que constituyen el cdigo fundamental

    de la moral cristiana, es completado por el conjunto delos consejos evanglicos, en los que se expresa yconcreta, de modo especial, la llamada de Cristo a laperfeccin, que es una llamada a la santidad.

    Cuando el joven pregunta sobre el algo ms: Qume queda an? Jess lo mira con amor y este amor

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    perfecto, ve, vende cuanto tienes, dalo a los pobres, ytendrs un tesoro en los cielos, y ven y sgueme (Mt19,21).

    S, mis queridos jvenes! El hombre, el cristianoes capaz de vivir conforme a la dimensin del don. Msan, esta dimensin no slo es superior a la de lasmeras obligaciones morales conocidas por losmandamientos, sino que es tambin ms profunda yfundamental. Esta dimensin testimonia una expresinms plena de aquel proyecto de vida que construimos yaen la juventud. La dimensin del don crea a la vez elperfil maduro de toda vocacin humana y cristiana,como se dir despus.

    Sin embargo, en este momento deseo hablaros delsignificado particular de las palabras que Cristo dijo aaquel joven. Y hago esto convencido de que Cristo lasdirige en la Iglesia a algunos jvenesinterlocutores suyos

    de cada generacin. Tambin de la nuestra. Aquellaspalabras significan en este caso una vocacin particulardentro de la comunidad del Pueblo de Dios. La Iglesiahalla el sgueme de Cristo (cf.Mc10, 21;Jn1, 43; 21,23) al comienzo de toda llamada al servicio en elsacerdocio ministerial, que en la Iglesia catlica de rito

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    o una mujer reconocen como suyo el programa devida que el mismo Cristo realizen la tierra por el reinode Dios (cf. Mt19, 12). Al emitir los votos religiosos,

    estas personas se comprometen a dar un testimonioconcreto del amor de Dios por encima de cualquier cosay, a la vez, de aquella llamada a la unin con Dios en laeternidad que se dirige a todos. No obstante esto, esnecesario que algunos den un testimonio excepcional de

    tal llamada ante los dems.Me limito a mencionar estos temas en la presente Carta,dado que han sido ya presentados ampliamente en otrolugar y en ms de una ocasin (Cf. Por ejemplo JuanPablo II, Exhort. Apost.Redemptionis donum: AAS 76(1984), 513-546.). Los recuerdo aqu porque en elcontexto del coloquio de Cristo con el joven adquierenuna claridad particular, especialmente el tema de lapobreza evanglica. Los recuerdo tambin, porque el

    sgueme de Cristo, precisamente en este sentidoexcepcional y carismtico, se hace sentir la mayora delas veces ya en la poca de la juventud;y, a veces, seadvierte incluso en la niez.

    sta es la razn por la que deseo decir a todos vosotros,jvenes, en esta importante fase del desarrollo de vuestra

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    de que muchos oigan la llamada de Cristo: Sgueme.Hay una gran necesidad de que a muchos llegue lallamada de Cristo: Sgueme. Hay una

    enorme necesidad de sacerdotessegn el corazn deDios. La Iglesia y el mundo actual tienen urgentenecesidad de un testimonio de vida entregada sin reservaa Dios, del testimonio de este amor esponsal de Cristo,que de modo particular haga presente el Reino de Dios

    entre los hombres y lo acerque al mundo.Permitidme pues completar an las palabras de Cristo elSeorsobre la mies que es abundante. S, es abundantela mies del Evangelio, la de la salvacin... pero losobreros son pocos. Tal vez hoy se note esto ms que enel pasado, especialmente en algunos pases, as comotambin en algunos Institutos de vida consagrada ysimilares.

    Rogad, pues, al dueo de la mies que enve obrerosa

    su mies (Mt 9, 37), contina diciendo Cristo. Estaspalabras, especialmente en nuestro tiempo, se conviertenen un programa de oracin y accin en favor de lasvocaciones sacerdotales y religiosas. Con esteprograma la Iglesia se dirige a vosotros, jvenes. Rogadtambin vosotros. Y si el fruto de esta oracin de la

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    9. En el Evangelio estas palabras se refieren ciertamentea la vocacin sacerdotal o religiosa, pero al mismotiempo, nos permiten entender ms profundamente la

    cuestin de la vocacinen unsentido an ms amplio yfundamental.

    Se podra hablar aqu de la vocacin de vida, que seidentifica en cierto modo con el proyecto de vida, quecada uno de vosotros elabora en el perodo de sujuventud. Sin embargo, la vocacin dice todava algoms que el proyecto. En el segundo caso, es unomismo el sujeto que elabora, y esto se corresponde mscon la realidad de la persona, con lo que es cada una ycada uno de vosotros. Este proyecto es la vocacin,en cuanto en ella se hacen sentir los diversos factoresque llaman. Estos factores componen normalmente undeterminado orden de valores (llamado tambinjerarqua de valores), de los que brota un ideal a

    realizar, que es atractivo para un corazn joven. En esteproceso la vocacin se convierte en proyecto, y elproyecto comienza a ser tambin vocacin.

    Pero dado que nos encontramos ante Cristoy basamosnuestras reflexiones en torno a la juventud sobre sucoloquio con el joven, es menester precisar an mejor la

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    a las dems personas de las que espera una respuesta,especialmente a los padres y a los educadores, sinoque la haceasimismo a Dios, como creador y padre. El

    hombre se hace esta pregunta en el mbito de aquelparticular espacio interior en el que ha aprendido a estaren estrecha relacin con Dios, ante todo en la oracin.El hombre pregunta pues a Dios: Qu me queda an?,cul es tu plan respecto a m vida?, cul es tu plan

    creador y paterno?, cul es tu voluntad? Yo deseocumplirla.

    En este contexto el proyecto adquiere el significado devocacin de vida, como algo que esconfiado alhombre por Dios como tarea. Una persona joven, alentrar dentro de s y a la vez al iniciar el coloquio conCristo en la oracin, desea casi leer aquel pensamientoeternoque Dios creador y padre tiene con ella. Entoncesse convence de que la tarea que Dios le asigna es

    dejadacompletamente a su libertady, al mismo tiempo,est determinada por diversas circunstancias de ndoleinterior y exterior. La persona joven, muchacho omuchacha, examinando estas circunstancias, construyesu proyecto de vida y a la vez reconoce este

    proyecto como la vocacin a la que Dios la llama.

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    Vuestra humanidad se desarrolla y crece en estecompromiso mientras vuestra personalidad joven vaadquiriendo la madurez interior. Os arraigis en lo que

    cada uno y cada una de vosotros es, para convertirse enlo que debe llegar a ser: para s mismo, para loshombres y para Dios.

    Paralelamente al proceso de descubrir la propiavocacin de vida debera desarrollarse la concienciade en qu modo esta vocacin de vida es al mismotiempo una vocacin cristiana.

    Hay que observar aqu que, en el periodo anterior alConcilio Vaticano II, el concepto de vocacin se

    aplicaba ante todo respecto al sacerdocio y a la vidareligiosa, como si Cristo hubiera dirigido al joven susgueme evanglico nicamente para estos casos. ElConcilio ha ampliadoesta visual. La vocacin sacerdotaly religiosa ha conservado su carcter particular y su

    importancia sacramental y carismtica en la vida delPueblo de Dios. Pero al mismo tiempo, la toma deconciencia, renovada por el Vaticano II, de laparticipacin universal de todos los bautizados en latriple misin de Cristo (tria munera) proftica,sacerdotal y real, as como la conciencia de la vocacin

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    lo largo de distintos caminos, a travs de los cualesandan los discpulos y los testigos del divino Redentor.Se puede llegar a ser imitadores de Cristo de diversos

    modos, o sea no slo dando testimonio del Reinoescatolgico de verdad y de amor, sinotambinesforzndose por la transformacin de toda larealidad temporal conforme al espritu del Evangelio (Cf.Conc. Ecum. Vat. II, Constit. pastoralGaudium et Spes,

    43-44). Es aqu donde comienza tambin el apostoladode los seglares, inseparable de la esencia misma de lavocacin cristiana.

    Estas premisas son extremadamente importantes parael proyecto de vida, que corresponde al dinamismoesencial de vuestra juventud. Es preciso que examiniseste proyecto independientemente del contenidoconcreto de vida del que se llenar a la luz de laspalabras dirigidas por Cristo al joven.

    Es menester que reflexionis tambin y muyseriamente sobre el significado del bautismo y de laconfirmacin.En efecto, el depsito fundamental de lavida y de la vocacin cristiana est contenido en estosdos sacramentos. De ellos parte el camino hacia laEucarista, que contiene la plenitud del don sacramental

    http://www.vatican.va/archive/hist_councils/ii_vatican_council/documents/vat-ii_const_19651207_gaudium-et-spes_sp.htmlhttp://www.vatican.va/archive/hist_councils/ii_vatican_council/documents/vat-ii_const_19651207_gaudium-et-spes_sp.html
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    formacin de la personalidad cristiana, especialmente siest unida a l la direccin espiritual, es decir, unaescuela sistemtica de vida interior.

    Sobre estas cuestiones quiero hablar brevemente, aunquecada uno de los Sacramentos de la Iglesia tiene sudefinida y especfica referencia a la juventud y a losjvenes. Confo en que el tema sea tratado de mododetallado por otros, especialmente por los agentes depastoral expresamente enviados a colaborar con lajuventud.

    La Iglesia mismacomo ensea el Concilio Vaticano IIes como un sacramento, o sea signo e instrumento de la

    unin ntima con Dios y de la unidad de todo el gnerohumano (Conc. Ecum. Vat. II, Constit.dogmtica Lumen gentium, 1). Toda vocacin de vida,como vocacincristiana, est arraigada en lasacramentalidad de la Iglesia: se forma, por lo tanto,

    mediante los sacramentos de nuestra fe. Son los que nospermiten, desde la juventud, abrir nuestro yo humanoa la accin salvfica de Dios, es decir de la SantsimaTrinidad. Nos permiten participar en la vida de Dios,viviendo al mximo una vida humana autntica. De estamanera, la vida humana adquiere una dimensin nueva

    http://www.vatican.va/archive/hist_councils/ii_vatican_council/documents/vat-ii_const_19641121_lumen-gentium_sp.htmlhttp://www.vatican.va/archive/hist_councils/ii_vatican_council/documents/vat-ii_const_19641121_lumen-gentium_sp.html
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    Gran sacramento esponsal

    10. Sobre esta vasta perspectiva que vuestro proyectojuvenil de vida adquiere en relacin con la idea de la

    vocacin cristiana, deseo dirigir la atencin junto convosotros, jvenes destinatarios de la presente Carta,hacia el problema que, en cierto sentido, se encuentra enel centro de la juventudde todos vosotros. Este es unode los problemas centrales de la vida humana y es, a lavez, uno de los temas centrales de reflexin, decreatividad y de cultura. ste es tambin uno de losprincipales temas bblicos, al que personalmente hededicado muchas reflexiones y anlisis.Dios ha creadoal ser humano hombre y mujer,introduciendo con estoen la historia del gnero humano aquella particularduplicidad con una completa igualdad, si se trata de ladignidad humana, y con una complementariedadmaravillosa, si se trata de la divisin de los atributos, de

    las propiedades y las tareas, unidas a la masculinidad y ala femineidad del ser humano.

    Por lo tanto, ste es un tema de suyo grabado en el mismoyo personal de cada uno y cada una de vosotros. Lajuventud es el perodo en el que este gran tema invade,de forma experimental y creadora, el alma y el cuerpode

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    nueva: la experiencia del amor, que desde el primerinstante pide ser esculpido en aquel proyecto de vida, quela juventud crea y forma espontneamente.

    Todo esto posee cada vez suirrepetible expresin subjetiva, su riqueza afectiva eincluso, subellezametafsica. Al mismo tiempo, en todoesto se contiene una poderosa exhortacina no falsearesta expresin, a no destruir esa riqueza y desfigurar esabelleza. Estad convencidos de que esta llamada viene delmismo Dios, que ha creado el ser humano a su imageny semejanza, concretamente como hombre y mujer.Esta llamada brota del Evangelioy se hace notar en lavoz de las jvenes conciencias,si stas han conservadosu sencillez y limpieza: Bienaventurados los limpios decorazn, porque ellos vern a Dios (Mt 5, 8). S, atravs de aquel amorque nace en vosotros y quiere seresculpido en el proyecto de toda la vida debis ver a

    Dios que es amor (cf. 1Jn4, 8.16).Por lo tanto os pido que no interrumpis el dilogo conCristo en esta fase extremadamente importante devuestra juventud, ms an, os pido que os empeistodava ms. Cuando Cristo dice sgueme, sullamada puede significar: te llamo an a otro

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    cual en la carta a los Efesios se dice que es grande:grande referente a Cristo y a la Iglesia (cf.Ef 5, 32).

    Mucho depende del hecho de que vosotros, tambin en

    este camino sigis a Cristo; que no huyis de l mientrastenis este problema que consideris justamente el granacontecimiento de vuestro corazn, un problema queexiste en vosotros y entre vosotros. Deseo que creis yos convenzis de que este gran problema tienesu dimensin definitiva en Dios,que es amor; en Dios,que en la unidad absoluta de su divinidad, es a la vez unacomunin de personas: Padre, Hijo y Espritu Santo.Deseo que creis y os convenzis de que este vuestrogran misterio humano tiene suorigen en Dios que es elCreador, que est arraigado en Cristo Redentor, quecomo el esposo se ha donado totalmente, y a todos losesposos y esposas ensea a donarsede acuerdo con laplena capacidad de la dignidad personal de cada uno y

    cada una. Cristo nos ensea el amor esponsal.Emprender el camino de la vocacin matrimonialsignifica aprender el amor esponsal,da tras da, ao trasao; el amor segn el alma y el cuerpo, el amor que eslongnimo, es benigno, que no busca lo suyo... todo loexcusa; el amor, que se complace en la verdad, el

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    del matrimonio, intentis grabar en el proyecto devuestra vida.

    Por ello, no ceso de pedir a Cristo y a la Madre del Amor

    Hermosopor el amor que nace en los corazones jvenes.Muchas veces durante mi vida me ha sido posibleacompaar, en cierto modo, ms de cerca este amor delos jvenes. Gracias a esta experiencia hecomprendido cun esencial es el problemaque tratamos,aqu, cun importante y grande es. Pienso que el futurodel hombre se decide en buena medida por los caminosde este amor, inicialmente juvenil, que t y ella... o t yldescubrs a lo largo de vuestra juventud. sta espuededecirse una gran aventura, pero es tambin una grantarea.

    Hoy los principios de la moral cristianamatrimonial sonpresentados de modo desfigurado en muchos ambientes.Se intenta imponer en ambientes y hasta en sociedades

    enteras un modelo que se autoproclama progresista ymoderno. No se advierte entonces que en este modeloel ser humano, y sobre todo quiz la mujer, estransformado de sujeto en objeto (objeto de unamanipulacin especfica), y todo el gran contenido delamores reducido a mero placer, el cual, aunque toque

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    amor conyugal paterno y materno, y lo despoja deaquel contenido profundamente humano que desde elprincipio llev una seal y un reflejo divino.

    Queridos jvenes amigos! No os dejis arrebatar estariqueza! No grabis un contenido deformado,empobrecido y falseado en el proyecto de vuestra vida:el amor se complace en la verdad.Buscadladonde seencuentra de veras. Si es necesario, sed decididos en ircontra la corriente de las opiniones que circulan y de losslogans propagandsticos.No tengis miedo del amor,que presenta exigencias precisas al hombre. Estasexigencias tal como las encontris en la enseanzaconstante de la Iglesiason capaces de convertir vuestroamor en un amor verdadero.

    Y si tengo que hacerlo en algn lugar, deseo repetir aqude modo especial el deseo formulado al comienzo, esdecir, que estis siempre prontos para dar razn de

    vuestra esperanza a todo el que os la pidiere. La Iglesiay la humanidad os confan el gran problema del amorsobre el que se basa el matrimonio, la familia; es decir,el futuro. Esperan quesabris hacerlo renacer;esperanque sabris hacerlo hermoso, humana y cristianamente.Un amor humana y cristianamente grande, maduro y

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    hasta la semejanza fsica con los padres. Ms importantetodava es todo elpatrimonio cultural, en cuyo centro seencuentra casi a diario la lengua. Los padres han

    enseado a cada uno de vosotros a hablar aquella lenguaque constituye la expresin esencial del vnculo socialcon lo dems hombres. Ello est determinado por lmitesms amplios que la familia misma o bien que undeterminado ambiente. Estos son, por lo menos, los

    lmites de una tribu y la mayora de las veces losconfines de un puebloo de una nacin,en la que habisnacido.

    La herencia familiar se extiende de este modo. A travsde la educacin familiar participis en una culturaconcreta, participis tambin en la historiade vuestropueblo o nacin. El vnculo familiar significa lapertenencia comn a una comunidad ms amplia que lafamilia, y a la vez otra base de identidad de la persona.

    Si la familia es la primera educadora de cada uno devosotros, al mismo tiempo mediante la familiaes unelemento educativo la tribu, el pueblo o la nacin,con laque estamos unidos por la unidad cultural, lingstica ehistrica.

    Este patrimonio constituye tambin una llamada en el

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    contigidad con el concepto de familia y, en ciertosentido, se desarrolla el uno dentro del mbito del otro.Vosotros de forma gradual, al experimentar este vnculo

    social, que es ms amplio que el familiar, comenzis aparticipar tambin en la responsabilidad por el biencomnde aquella familia ms amplia, que es la patriaterrena de cada uno y de cada una de vosotros. Lasfiguras preclaras de la historia, antigua o contempornea

    de una nacin, guan tambin vuestra juventud yfavorecen el desarrollo de aquel amor social que sellama a menudo amor patrio.

    Talentos y tareas

    12. En este contexto de la familia y la sociedad que esvuestra patria, se inserta gradualmente un temarelacionado muy de cerca con la parbola de los talentos.En efecto, vosotros reconocisprogresivamente aqueltalento o aquellos talentos, que son propiedad de

    cada uno y cada una de vosotros, y comenzis a servirosde ellos de modo creativo, comenzis a multiplicarlos.Esto se realizapor medio del trabajo.

    Qu escala tan grande de posibles direcciones,

    capacidades e intereses existe en este campo! No es miintencin enumerarlos aqu ni siquiera a modo de

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    referencia al Evangelio, se puede decir que la juventudes el tiempo del discernimiento de los talentos.Y es a lavez el tiempo en el que se entra en los mltiples caminos,

    a travs de los cuales se han desarrollado y siguendesarrollndose toda la actividad humana, el trabajo y lacreatividad.

    Deseo a todos vosotros que os descubris a vosotrosmismos a lo largo de estos caminos. Os deseo que entrisen ellos con inters, diligencia y entusiasmo.El trabajotoda clase de trabajoest unido a la fatiga: Con elsudor de tu rostro comers el pan (Gn3, 19), y estaexperiencia de cansancio es participada por cado uno ycada una de vosotros desde los primeros aos. Sinembargo, el trabajo,a la vez,forma al hombrede modoespecfico y en cierto modo lo crea.Por lo tanto, se tratatambin de una fatiga creativa.

    Esto no se refiere slo al trabajo de investigacin o, en

    general, al trabajo intelectual de tipo cognoscitivo, sinotambin a los trabajos ordinarios de ndole fsica, queaparentemente no tienen en s nada de creativo.

    El trabajo, que es caracterstico del perodo de la

    juventud, constituye ante todo una preparacin altrabajo de la edad madura y por ello est unido a la

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    la orientacin de las propias inclinaciones: desde laescuela elemental hasta la universidad.Pienso asimismoen todas las personas adultas, mis hermanos y hermanas,

    que son vuestros maestros, vuestros educadores, guas delas mentes y caracteres jvenes. Cun grande es sumisin! Qu responsabilidad particular la suya! Peroqu grande es tambin su mrito!

    Finalmente pienso en aquellos sectores de la juventud,de vuestros coetneos y coetneas, que de maneraespecial en algunas sociedades y en algunosambientescarecen de la posibilidad de la instrucciny,a menudo, hasta de la instruccin elemental. Este hechoconstituye un desafo permanente a todas lasinstituciones responsables, tanto a escala nacional comointernacional, para que se someta a las mejorasnecesarias tal estado de cosas. En efecto, la instruccines uno de los bienes fundamentales de la civilizacin

    humana. Aquella tiene una importancia particular paralos jvenes. De ella depende tambin en gran medida elfuturo de toda la sociedad.

    Pero cuando nos planteamos el problema de lainstruccin, del estudio, de la ciencia y de la escuela,surge un problema de importancia fundamental para el

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    verdad. Tal es la estructura del espritu humano. Elhambre de verdad constituye su aspiracin y expresinfundamental.

    Cristo dice: Conocers la verdad, y la verdad os harlibres (Jn 8, 32). De las palabras contenidas en elEvangelio, stas ciertamente estn entre las msimportantes. Se refieren, en efecto, al hombre en sutotalidad. Explican el fundamento sobre el que seedifican desde dentro, en la dimensin del esprituhumano, la dignidad y la grandeza propias delhombre. El conocimiento que libera al hombre nodepende nicamente de la instruccin, aunque seauniversitaria; puede poseerlo tambin un analfabeto; noobstante esto, la instruccin, como conocimientosistemtico de la realidad, debera servir a esta dignidady grandeza. Por lo tanto, debera servir a la verdad.

    El servicio a la verdad se realiza tambin en el

    trabajo que seris llamados a desarrollar una vezfinalizado el programa de vuestra instruccin. Debisadquirir en la escuela las capacidades intelectuales,tcnicas y prcticas que os permitan ocupar tilmentevuestro lugar en el gran taller del trabajo humano. Peroaun siendo verdad que la escuela debe preparar al

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    quese realiza a s mismocomo hombre, es ms, en uncierto sentido se hace ms hombre (Juan Pablo II,Enccl.Laborem exercens, 9: AAS 73 [1981], 599 s.).

    La autoeducacin y las amenazas

    13. Lo que se refiere a la escuela como institucin ycomo ambiente comprende en s, antes que nada, a lajuventud. Pero podramos decir que la elocuencia de las

    palabras antes mencionadas de Cristo sobre la verdad,mira ms an a los jvenes mismos. En efecto, aunqueno hay duda de quela familia educay de que la escuelainstruye y educa,al mismo tiempo, tanto la accin de lafamilia como de la escuela, quedar incompleta y podra

    incluso ser estril, si cada uno y cada una devosotros,jvenes, no emprende por s mismo la obra dela propia educacin. La educacin familiar y escolardeben procuraros slo algunos elementos para la obrade la autoeducacin.

    En este campo las palabras de Cristo: Conoceris laverdad y la verdad os har libres vienen a ser unprograma esencial. Los jvenes si nos podemosexpresar as tienen un congnito sentido de la

    verdad. Y la verdad debe servir para la libertad: losjvenes tienen tambin un espontneo deseo de

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    la disciplina de la verdad. Ser verdaderamente libressignifica usar la propia libertad para lo que es un bienverdadero. Continuando, pues, hay que decir que ser

    verdaderamente libres significa ser hombre deconciencia recta, ser responsable, ser un hombre paralos dems.

    Todo esto constituye el ncleo interior mismode lo quellamamos educacin y, ante todo, de lo que llamamosautoeducacin. S, autoeducacin. En efecto, una talestructura interior, en la que la verdad nos hace libresno puede ser construida solamente desde fuera. Cadauno ha de construirla desde dentro; edificarla conesfuerzo, con perseverancia y paciencia (lo cual nosiempre es tan fcil para los jvenes). El Seor Jesshabla tambin de esto cuando subraya que slo con laperseverancia podemos salvar nuestras almas.Salvar la propia alma (cf.Lc21, 19): he aqu el fruto

    de la autoeducacin.Todo esto implica un modo nuevo de ver la juventud. Nose trata aqu ya del simple proyecto de vida que debe serrealizado en el futuro. stese realiza ya en la fase de lajuventudsi nosotros, mediante el trabajo, la instrucciny especialmente mediante la autoeducacin, creamos la

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    humanidad de cada uno y de cada una de vosotros, seconsolida en toda la vida.

    Si esto tiene un importante significado positivo, por

    desgracia puede tener tambin un importantesignificadonegativo.No podis taparos los ojos ante las amenazasque os acechan durante el perodo de la juventud.Tambin ellas pueden dejar su seal en toda la vida.

    Quiero aludir, por ejemplo, a la tentacin del criticismoexasperado que pretende discutir todo y revisar todo; odel escepticismo respecto de los valores tradicionales dedonde fcilmente se puede desembocar en una especie decinismo desaprensivo cuando se trata de afrontar los

    problemas del trabajo, de la carrera o del mismomatrimonio. Y cmo callar ante la tentacin querepresenta el difundirse sobre todo en los pases msprsperosde un mercado de la diversin que aparta deun compromiso serio en la vida y educa a la pasividad,

    al egosmo y al aislamiento? Os amenaza, amadsimosjvenes, el mal uso de las tcnicas publicitarias, queestimula la inclinacin natural a eludir el esfuerzo,prometiendo la satisfaccin inmediata de todo deseo,mientras que el consumismo, unido a ellas, sugiere queel hombre busque realizarse a s mismo sobre todo en el

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    autnticamente humanas! Siento la necesidad de repetiraqu cuanto escrib en el Mensaje que a vosotrosprecisamente he dedicado para la Jornada Mundial de la

    Paz: algunos de vosotros podis sentiros tentados a huirde vuestra responsabilidad; en lo ilusorios mundos delalcohol y de la droga, en efmeras relaciones sexuales sincompromiso matrimonial o familiar, en la indiferencia,el cinismo y hasta la violencia. Estad alerta contra el

    fraude de un mundo que quiere explotar o dirigir malvuestra energa y ansiosa bsqueda de felicidad yorientacin.

    Os escribo todo esto para expresar la viva preocupacinque siento por vosotros. Si, en efecto, debis estarsiempre prontos para dar razn de vuestra esperanza atodo el que os la pidiere, entonces todo lo que amenazaesta esperanza debe suscitar preocupacin. Y a todosaquellos que con tentaciones o ilusiones de signo vario

    intentan destruir vuestra juventud, no puedo menos derecordar las palabras de Cristo cuando habla delescndalo y de aquellos que lo provocan: Ay de aqulpor quien vengan los escndalos. Mejor fuera que leatasen al cuello una rueda de molino y le arrojaran al mar

    antes que escandalizar a uno de estos pequeos (Lc17,1s)

    http://www.vatican.va/holy_father/john_paul_ii/messages/peace/documents/hf_jp-ii_mes_19841208_xviii-world-day-for-peace_sp.htmlhttp://www.vatican.va/holy_father/john_paul_ii/messages/peace/documents/hf_jp-ii_mes_19841208_xviii-world-day-for-peace_sp.htmlhttp://www.vatican.va/holy_father/john_paul_ii/messages/peace/documents/hf_jp-ii_mes_19841208_xviii-world-day-for-peace_sp.htmlhttp://www.vatican.va/holy_father/john_paul_ii/messages/peace/documents/hf_jp-ii_mes_19841208_xviii-world-day-for-peace_sp.htmlhttp://www.vatican.va/holy_father/john_paul_ii/messages/peace/documents/hf_jp-ii_mes_19841208_xviii-world-day-for-peace_sp.htmlhttp://www.vatican.va/holy_father/john_paul_ii/messages/peace/documents/hf_jp-ii_mes_19841208_xviii-world-day-for-peace_sp.htmlhttp://www.vatican.va/holy_father/john_paul_ii/messages/peace/documents/hf_jp-ii_mes_19841208_xviii-world-day-for-peace_sp.html
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    la juventud y el pecado.l debe darse cuenta de modoan ms claro dela importancia que tiene a los ojos deCristo la juventud de cada uno y de cada una de

    vosotros.Ha sido precisamente el amor por los jvenesel que ha dictado estas severas y graves palabras. Ellascontienen como un eco lejano del coloquio evanglicode Cristo con el joven al cual la presente Carta se refiereconstantemente.

    La juventud como crecimiento

    14. Permitidme que termine esta parte de misconsideraciones recordando las palabras con las que elEvangelio habla de la juventud misma de Jess de

    Nazaret.stas son breves, aunque abarcan el perodo detreinta aos transcurridos por l en el hogar familiar, allado de Mara y Jos, el carpintero. El evangelista Lucasescribe: Jess creca (o progresaba) en sabidura y edady gracia ante Dios y ante los hombres (Lc2, 52).

    As pues, la juventud es un crecimiento. A la luz detodo lo que se ha dicho hasta ahora sobre este tema, talpalabra evanglica parece ser particularmentesinttica ysugestiva. El crecimiento en edad se refiere a la

    relacin natural del hombre con el tiempo; estecrecimiento es como una etapa ascendente en el

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    A todos vosotros, queridos jvenes amigos, deseoprecisamente tal crecimiento. Puede decirse que pormedio de ste la juventud es precisamente la

    juventud. De este modo ella adquiere su caractersticapropia e irrepetible. De este modo ella llega a cada unoy a cada una de vosotros, en la experiencia personal y ala vez comunitaria, como un valor especial.Y de maneraparecida, ella se consolida tambin en la experiencia de

    los hombres adultos, que ya tienen la juventud detrs des, y que de la etapa ascendente van pasando a ladescendente haciendo el balance global de la vida.

    Conviene que la juventud sea un crecimiento que lleveconsigo la acumulacin gradual de todo lo que esverdadero, bueno y bello,incluso cuando ella est unidadesde fuera a los sufrimientos, a la prdida de personasqueridas y a toda la experiencia del mal, queincesantemente se hace sentir en el mundo en que

    vivimos.Es necesario que la juventud sea un crecimiento. Paraello es de enorme importancia el contacto con el mundovisible, con la naturaleza.Esta relacin nos enriquecedurante la juventud de modo distinto al de la cienciasobre el mundo sacada de los libros. Non enriquece de

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    hacia lo que est escondido, que es invisible. Lasabiduraya sea por boca de los libros inspirados (cf.por ej. Sal104 [103]; 19 [18]; Sab 13, 1-9; 7. 15-20)

    como por el testimonio de muchas mentes genialesparece poner en evidencia de diversos modos latransparencia del mundo. Es bueno para el hombre leeren este libro admirable, que es el libro de naturaleza,abierto de par en par para cada uno de nosotros. Lo que

    una mente joven y un corazn joven leen en l pareceestar sincronizadoprofundamente con la exhortacin ala Sabidura: Adquiere la sabidura, compra lainteligencia... No la abandones y te guardar; mala yella te custodiar (Prov4, 5 s.).

    El hombre actual, especialmente en el mbito de lacivilizacin tcnica e industrial altamente desarrollada,ha llegado a ser en gran escala el explorador de lanaturaleza, tratndola no pocas veces de manera

    utilitaria, destruyendo as muchas de sus riquezas yatractivos y contaminando el ambiente natural de suexistencia terrena. La naturaleza, en cambio, ha sidodada al hombre como objeto de admiracin ycontemplacin, como un gran espejo del mundo. Se

    refleja en ella la alianza del Creador consu criatura cuyo centro ya desde el principio se

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    el contacto con la naturaleza. Buscad tiempo para ello!No lo escatimis! Aceptad tambin la fatiga y elesfuerzo que este contacto supone a veces, especialmente

    cuando deseamos alcanzar objetivos particularmenteimportantes. Esta fatiga es creativa, y constituye a la vezel elemento de unsano descansoque es necesario, igualque el estudio y el trabajo.

    Esta fatiga y este esfuerzo poseen tambin su calificacinbblica, especialmente en San Pablo, que compara todala vida cristiana a una competicin en el estadiodeportivo(Cf.1Cor9, 24-27).

    A cada una y a cada uno de vosotros son necesarios esta

    fatiga y este esfuerzo, en los que no slo se templa elcuerpo, sino que el hombre entero prueba el gozo dedominarse y de superar los obstculos yresistencias.Ciertamente, ste es uno de los elementosdel crecimiento que caracteriza a la juventud.

    Os deseo, tambin, que este crecimiento tenga lugar atravs del contacto con las obras del hombrey, ms an,con los hombres vivos. Cuntas son las obras que loshombres han realizado en la historia! Cun grande es su

    riqueza y variedad! La juventud parece serparticularmente sensible a la verdad al bien y a la

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    Salmo 8), la verdad que es capaz de formar y deprofundizar la humanidad de cada uno de nosotros.

    De manera particular, sin embargo, estudiamos al

    hombre teniendo relaciones con los hombres.Convieneque la juventud os permita crecer en sabiduramediante este contacto. ste es, en efecto, el tiempo enque se establecen nuevos contactos, compaas yamistades,en un mbito ms amplio que el de la familia.Se abre el gran campo de la experiencia, que posee noslo una importancia cognoscitiva, sino al mismo tiempoeducativa y tica. Toda esta experiencia de la juventudser til, cuando produzca en cada uno y cada una devosotros tambin el sentido crtico y, ante todo, lacapacidad de discernimiento en todo aquello que eshumano. Feliz ser esta experiencia de la juventud, sigradualmente aprendis de ella aquella esencial verdadsobre el hombre sobre cada hombre y sobre uno

    mismo la verdad que es sintetizada as en el insignetexto de la Constitucin pastoral Gaudium et spes: Elhombre, nica criatura terrestre a la que Dios ha amadopor s misma, no puede encontrar su propia plenitud sino es en la entrega sincera de s mismo a los dems

    (Gaudium et spes,24).

    http://www.vatican.va/archive/hist_councils/ii_vatican_council/documents/vat-ii_const_19651207_gaudium-et-spes_sp.htmlhttp://www.vatican.va/archive/hist_councils/ii_vatican_council/documents/vat-ii_const_19651207_gaudium-et-spes_sp.htmlhttp://www.vatican.va/archive/hist_councils/ii_vatican_council/documents/vat-ii_const_19651207_gaudium-et-spes_sp.htmlhttp://www.vatican.va/archive/hist_councils/ii_vatican_council/documents/vat-ii_const_19651207_gaudium-et-spes_sp.html
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    importante tambin su adolescencia, mientras creca ensabidura... y gracia ante Dios y ante los hombres.

    Os deseo este crecimiento mediante el contacto con

    Dios.Puede ayudar para ello indirectamentetambinel contacto con la naturaleza y con los hombres; pero demodo directo ayuda en ello especialmente laoracin. Orad y aprended a orar! Abrid vuestroscorazones y vuestras conciencias ante Aqul que osconoce mejor que vosotros mismos. Hablad con l!Profundizad en la Palabra del Dios vivo, leyendo ymeditando la Sagrada Escritura.

    Estos son los mtodos y mediospara acercarse a Dios y

    tener contacto con l. Recordad que se trata de unarelacin recproca. Dios responde tambin con la msgratuita entrega de s mismo, don que en el lenguajebblico se llama gracia. Tratad de vivir en gracia deDios!

    Esto por lo que se refiere al tema del crecimiento, delque escribo sealando solamente los principalesproblemas; cada uno de ellos es susceptible de unadiscusin ms amplia. Espero que esto tenga lugar en los

    diversos ambientes juveniles y grupos, en losmovimientos y en las organizaciones que son tan

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    que constituye, en cierto sentido, la definicinevanglica de la juventud.

    El gran desafo de la juventud

    15. La Iglesia mira a los jvenes; es ms, la Iglesia demanera especial se mira a s misma en los jvenes, entodos vosotros y a la vez en cada una y cada uno devosotros. As ha sido desde el principio, desde los

    tiempos apostlicos. Las palabras de San Juan en suPrimera Carta pueden ser un singular testimonio: Osescribo,jvenes, porque habis vencido al maligno.Oshe escrito a vosotros, hijos mos, porque conocis alPadre...Os he escrito,jvenes, porquesois fuertes y la

    Palabra de Diospermanece en vosotros(1Jn2, 13s).

    Las palabras del Apstol se suman a la conversacinevanglica de Cristo con el joven, y resuenan con un ecopotente de generacin en generacin.

    En nuestra generacin, al final del segundo Mileniodespus de Cristo, tambin la Iglesia se mira a s mismaen los jvenes. Y, cmo se mira a s misma laIglesia?Sea un testimonio particular de ello la enseanzadel Concilio Vaticano II. La Iglesia se ve a s misma

    como un sacramento,o sea signo e instrumento de la

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    es de una urgencia indiscutible en nuestro tiempo. Se vea s misma tambin en el dilogo con los seguidores delas religiones no cristianasy con todos los hombres de

    buena voluntad. Tal dilogo es un dilogo de salvacin,el cual debe favorecer tambin la paz en el mundo y lajusticia entre los hombres.

    Vosotros, jvenes, sois la esperanza de la Iglesia queprecisamente de este modo se ve a s misma y ve sumisin en el mundo. Ella os habla de esta misin. Ello hasido expresado en el recienteMensaje del 1 de enero de1985, para la celebracin de la Jornada Mundial de laPaz. Este mensaje ha sido dirigido precisamente avosotros con la conviccin de que el camino de la pazes a la vez el camino de los jvenes (La paz y losjvenes caminan juntos). Esta conviccin es una llamaday al mismo tiempo un compromiso; una vez ms se tratade estar siempre prontos para dar razn de vuestra

    esperanza a todo el que os la pidiere, sobre la esperanzaque est unida a vosotros. Como veis, esta esperanzamira hacia cuestiones fundamentales y a la vezuniversales.

    Todos vivs cada da con vuestros seres queridos. Sinembargo, este crculo se amplagradualmente. Un

    http://www.vatican.va/holy_father/john_paul_ii/messages/peace/documents/hf_jp-ii_mes_19841208_xviii-world-day-for-peace_sp.htmlhttp://www.vatican.va/holy_father/john_paul_ii/messages/peace/documents/hf_jp-ii_mes_19841208_xviii-world-day-for-peace_sp.htmlhttp://www.vatican.va/holy_father/john_paul_ii/messages/peace/documents/hf_jp-ii_mes_19841208_xviii-world-day-for-peace_sp.htmlhttp://www.vatican.va/holy_father/john_paul_ii/messages/peace/documents/hf_jp-ii_mes_19841208_xviii-world-day-for-peace_sp.htmlhttp://www.vatican.va/holy_father/john_paul_ii/messages/peace/documents/hf_jp-ii_mes_19841208_xviii-world-day-for-peace_sp.htmlhttp://www.vatican.va/holy_father/john_paul_ii/messages/peace/documents/hf_jp-ii_mes_19841208_xviii-world-day-for-peace_sp.html
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    En tal situacin vosotros, jvenes, podis preguntarjustamente a las generaciones anteriores: Por qu se hallegado a esto? Por qu se ha alcanzado tal grado de

    amenaza contra la humanidad en nuestroplaneta? Cules son las causasde la injusticia que hierenuestra vista? Por qu tantosmueren de hambre? Porqu tantosmillones de prfugos en diversas fronteras?Tantoscasos en los que son vilipendiados los derechos

    elementales del hombre? Tantascrceles y campos deconcentracin, tantaviolencia sistemtica y muertes depersonas inocentes, tantosmaltratamientos al hombre ytorturas, tantos tormentos infligidos a los cuerposhumanos y a las conciencias humanas? En medio de todo

    esto encontramos tambin hombres an jvenes, quetienen sobre la conciencia tantas vctimas inocentes,porque se les ha inculcado la conviccin de que slo poreste medio el del terrorismo programado se puedemejorar el mundo. Vosotros una vez ms

    preguntis: por qu?

    Vosotros, jvenes, podis preguntaros todo esto, es ms,debis hacerlo. Se trata, ciertamente, del mundo en quevivs hoy, y en el que deberis vivir maana, cuando la

    generacin de edad ms madura habr pasado. Conrazn pues preguntis: Por qu un progreso tan grande

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    tambin, aun con miedo interior: Es quizs irreversibleeste estado de cosas? Puede ser cambiado?Podremoscambiarlo nosotros?

    Vosotros preguntis justamente esto. S, es sta lapregunta fundamental en el mbito de vuestrageneracin.

    De este modo contina vuestro coloquio con

    Cristo, iniciado un da en el Evangelio. Aquel jovenpreguntaba: Qu debo hacer para alcanzar la vidaeterna?. Y vosotros preguntis siguiendo la corriente delos tiempos en los que os encontris por serjvenes: Qu debemos hacerpara que la vida la vida

    floreciente de la humanidad no se transforme en elcementerio de la muerte nuclear?Qu debemoshacerpara que no domine sobre nosotros el pecado de lainjusticia universal, el pecado del desprecio del hombrey el vilipendio de su dignidad, a pesar de tantas

    declaraciones que confirman todos sus derechos? Qudebemos hacer?Y an ms: Sabremos hacerlo?

    Cristo responde, al igual que responda a los jvenes dela primera generacin de la Iglesia, con las palabras del

    Apstol: Os escribo,jvenes, porque habis vencido almaligno Os he escrito a vosotros hijos mos

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    consigo la victoria contra el mal que hay en el mundo:Esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestrafe (1Jn 5, 4). Estas palabras estn llenas de la

    experienciaapostlica y de las generaciones cristianassucesivasde la Cruz y de la Resurreccin de Cristo.Enesta experiencia se ratifica todo el Evangelio. Se ratifica,entre otras cosas, la verdad contenida en el coloquio deCristo con el joven.

    Detengmonos, pues al final de la presente Cartaenestas palabras apostlicas, que son a la vez unaratificacin y un desafo para vosotros. Son tambin unarespuesta.

    Palpita en vosotros, en vuestros corazones jvenes, eldeseo de una autntica hermandad entre todos loshombres, sin divisiones, contraposiciones odiscriminaciones. S! El deseo de una hermandad y deuna mltiple solidaridad lo llevis con vosotros, jvenes,

    y nodeseis ciertamente la recproca lucha del hombrecontra el hombre bajo forma alguna. Este deseo dehermandad el hombre es prjimo para el hombre! Elhombre es hermano para el hombre! no atestiguaquizs el hecho de que habis conocido al Padre,como escribe el Apstol? Porque los hermanos estn slo

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    doctrina que Cristo ha trado y que justamente tiene elnombre de Buena Nueva. Y permanece en vuestroslabios, o al menos est grabada en vuestros corazones,la

    oracin del Seor, que empieza con laspalabrasPadrenuestro. La oracin que revela al Padre,ratifica al mismo tiempo que los hombres son hermanos;y se opone en todo su contenido alos programas construidos segn un principio de

    luchadel hombre contra el hombre de cualquier forma.La oracin del Padrenuestro aleja los corazoneshumanos de la enemistad, del odio, de la violencia, delterrorismo, de la discriminacin, de las situaciones enque la dignidad humana y los derechos humanos son

    conculcados.

    El Apstol escribe que vosotros, jvenes,sois fuertes conla doctrina divina,la doctrina que est contenida en elEvangelio de Cristo y se resume en la oracin del Padre

    nuestro. S! Sois fuertes con esta enseanza divina,sois fuertes con esta oracin. Sois fuertes, porque ellainfunde en vosotros el amor,la benevolencia, el respetodel hombre, de su vida, de su dignidad, de su conciencia,de sus convicciones y de sus derechos. Si habis

    conocido al Padre, sois fuertes con la fuerza de lahermandad humana

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    mal; contra todo lo que ofende a Dios, contra todainjusticia y toda explotacin, contra toda falsedad ymentira, contra todo lo que ofende y humilla, contra todo

    lo que profana la convivencia humana y las relacioneshumanas, contra todo crimen que atenta a la vida: contratodo pecado.

    El Apstol escribe: Habis vencido al maligno!. Esas. Conviene remontarse constantemente a las racesdel mal y del pecadoen la historia de la humanidad y deluniverso, como Cristo se remont a estas mismas racesen su misterio pascual de la Cruz y de la Resurreccin.No hay que tener miedo de llamar por su nombre alprimer artfice del mal: al Maligno. La tctica que lusaba y usa consiste en no revelarse,a fin de que el mal,sembrado por l desde el principio, reciba su desarrollopor parte del hombre, de los sistemas mismos y de lasrelaciones interhumanas, entre las clases y entre las

    naciones... para hacerse tambin cada vez ms pecadoestructural, y dejarse identificar cada vez menoscomo pecado personal. Por tanto, a fin de que elhombre se sienta en un cierto sentido liberado delpecado y al mismo tiempo est cada vez ms sumido en

    l.

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    transformarlo, hacerlo ms humano, ms fraterno,y almismo tiempo, ms segn Dios.En efecto, no se puedeseparar el mundo de Dios y contraponerlo a Dios en el

    corazn humano. Ni se puede separar al hombre de Diosy contraponerlo a Dios. Esto sera contra la naturalezadel hombre, contra la verdad intrnseca que constituyetoda la realidad.Verdaderamente el corazn del hombreest inquieto, hasta que no descansa en Dios. Estas

    palabras del gran Agustn nunca pierden su actualidad(cf. S. Agustn, Confessiones,I, 1:CSEL33, 1).

    Mensaje final

    16. He aqu pues, jvenes amigos, que yo pongo en

    vuestras manos esta Carta,que se inspira en el coloquioevanglico de Cristo con el joven y nace del testimoniode los Apstoles y de las primeras generacionescristianas. Os entrego esta Carta en el Ao de laJuventud, mientras nos estamos acercando al final del

    segundo Milenio cristiano.Os la entrego en el ao en quese conmemora el vigsimo aniversario de la clausura delConcilio Vaticano II, que llam a los jvenes esperanzade la Iglesia (Declaracin Gravissimum educationis,sobre la educacin cristiana de la juventud, 2) y a losjvenes de entonces igual que a los de hoy y de

    http://www.vatican.va/archive/hist_councils/ii_vatican_council/documents/vat-ii_decl_19651028_gravissimum-educationis_sp.htmlhttp://www.vatican.va/archive/hist_councils/ii_vatican_council/documents/vat-ii_decl_19651028_gravissimum-educationis_sp.html
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    partir de nuevo para nuevas conquistas (Mensaje delConcilio Ecumnico Vat. II a los Jvenes: AAS 58[1966], 18). Hago esto en elDomingo de Ramos,da en

    el que puedo encontrarme con muchos de vosotros,peregrinos hasta Plaza de San Pedro, en Roma.Precisamente este da el Obispo de Romapidejunto convosotros por los jvenes de todo el mundo, por cada unay cada uno. Estamos rezando en la comunidad de la

    Iglesia, a fin de que en la perspectiva de los tiemposdifciles en que vivimosestis siempre prontos paradar razn de vuestra esperanza a todo el que os lapidiere. S, precisamente vosotros, porque de vosotrosdepende el futuro, de vosotros depende el final de este

    Milenio y el comienzo del nuevo.No permanezcis puespasivos: asumid vuestras responsabilidades en todos loscampos abiertos a vosotros en nuestro mundo. Por estamisma intencin rezarn junto con vosotros los Obisposy los Sacerdotes en los distintos lugares.

    Y rezando as en la gran comunidad de los jvenes detoda la Iglesia y de todas las Iglesiastenemos antenosotros a Mara,que acompaa a Cristo en el comienzode su misin entre los hombres. Es Mara, la de Can de

    Galilea, que intercede por los jvenes, por los recincasados cuando en el banquete de bodas falta el vino

    http://www.vatican.va/gmg/documents/gmg-2002_ii-vat-council_message-youth_19651207_sp.htmlhttp://www.vatican.va/gmg/documents/gmg-2002_ii-vat-council_message-youth_19651207_sp.htmlhttp://www.vatican.va/gmg/documents/gmg-2002_ii-vat-council_message-youth_19651207_sp.htmlhttp://www.vatican.va/gmg/documents/gmg-2002_ii-vat-council_message-youth_19651207_sp.html
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    Yo repito estas palabras de la Madre de Dios y las dirijoa vosotros, jvenes, a cada uno y a cada una: Haced loque Cristo os diga. Y os bendigo en el nombre de la

    Trinidad Santsima. Amn.Dado en Roma, junto a San Pedro, el 31 de marzo,Domingo de Ramos de Passione Domini, del ao 1985,sptimo de mi Pontificado.

    JOANNES PAULUS PP. II

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