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Juan Antonio González-Iglesias

Fundación Juan MarchMadrid MMVIII

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Cuadernos publicados:

1. Antonio Colinas2. Antonio Carvajal3. Guillermo Carnero4. Álvaro Valverde5. Carlos Marzal6. Luis Alberto de Cuenca 7. Eloy Sánchez Rosillo8. Julio Martínez Mesanza9. Luis García Montero

10. Aurora Luque11. José Carlos Llop12. Felipe Benítez Reyes13. Jacobo Cortines14. Vicente Gallego15. Jaime Siles16. Ana Rossetti17. José Ramón Ripoll18. Jesús Munárriz19. Juan Antonio González-Iglesias

poéticayPOESÍA

19 y 21 de febrero de 2008Edición al cuidado de Antonio Gallego© Juan Antonio González-Iglesias© de esta edición Fundación Juan MarchEdición no venal de 500 ejemplares

Depósito legal: M-6515-2008Imprime: Ediciones Peninsular. Tomelloso, 27. 28026 Madrid

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PRELUDIO PARA

JUAN ANTONIO GONZÁLEZ-IGLESIAS

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Nacido en 1964 en Salamanca, González-Iglesias es-tudió y se doctoró en aquella ilustre Universidad, en laque es profesor titular de Filología Clásica. Al margende los consabidos escritos y ensayos relacionados con suprofesión, además de las excelentes traducciones deHoracio, Ovidio, Catulo y otros poetas latinos anóni-mos y menores, su relación con la cultura clásica estámuy presente en su labor poética –al igual que en la deJaime Siles o en la de Aurora Luque–, pero tal vez conmayores consecuencias y más radicales en lo personal.Esta labor poética lleva ya casi tres lustros en los esca-parates de las librerías y ha sido múltiples veces galar-donada. La hermosura del héroe fue Premio VicenteNúñez en 1993; Esto es mi cuerpo (1997) obtuvo un ac-césit del Premio Gil de Biedma; Un ángulo me basta(2002) fue Premio internacional de poesía Generacióndel 27; Eros es más (2007) consiguió el Premio Loewe,y el conjunto de críticos de «El Cultural», encabezadopor Antonio Colinas, lo eligió por unanimidad el me-jor libro poético del año. En medio de estos dos últi-mos, en 2005, apareció Olímpicas, un conjunto depoemas en los que insistió en el clima del olimpismoantiguo mediante la contemplación deleitosa del mo-derno, como venía haciendo desde sus inicios.

Y es que para González-Iglesias la Antigüedad ha si-

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do un factor de modernidad desde el Renacimiento ydesde la Ilustración: «Sigue siéndolo. En mi poesía, loes», ha escrito. Esta juntura de Antigüedad clásica y vi-vencia del mundo moderno es un lugar común en lacrítica sobre nuestro poeta. Pero adopta matices muycomplejos, lejanos en todo caso del esteticismo cultu-ralista que era la trampa más previsible en la que podíacaer. «Ser / contemporáneos quiere / decir sólo que so-mos / simultáneos de todo nuestro tiempo», anotó ensu poema «Snowboard» (Un ángulo me basta), y de ahíla consecuencia: esboza el poema en una caja de Tele-pizza, con frases de periodistas de un programa de tele-visión, «Madrid Directo». «Todo nuestro tiempo»quiere decir la adopción, con la máxima naturalidadposible, de todos los medios que nuestra época nos ofre-ce para comunicarnos, y de ahí títulos tan significativoscomo «Ya.com me ofrece megas ilimitados», o «Mo-mento perfecto patrocinado por Contrato 10 de Ame-na», ambos en Un ángulo me basta; también, la mismanaturalidad ante todos lo nuevos espacios públicos en laurbe contemporánea: «He comido en un centro co-mercial / de diseño», son los primeros versos de «Less ismore», pero de allí sale con un zumo de naranja y lasobras de Epicuro; así mismo, naturalidad ante las nue-vas fuentes de inspiración o, mejor aún, los nuevosprincipios de autoridad, los nuevos y sorprendentes le-mas que figuran en sus poemas. Junto a los clásicos,tanto antiguos como modernos, una noticia de perió-

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dico, o la literatura e imaginería publicitaria. De ahítambién su firme adscripción a la música de consumomasivo como uno de los signos de identidad de nues-tro tiempo, desdeñando en principio la música que lla-mamos clásica.

Los poetas de firme tradición clasicista suelen teneruna desventaja casi insoluble respecto a la música comotema de su poesía, y la causa es para mí muy clara: LaAntigüedad grecorromana que nos dejó maravillosostestimonios de su amor por la belleza en monumentoso estatuas, en vasos pintados y en letras imperecederas,apenas nos legó sino escasos e incompletos testimoniosmusicales, al margen de la teoría y la mitología musicalde la que aún nos nutrimos. No es que carecieran demúsica, ni de notación para escribirla, pero la música esfrágil y el tiempo la consume: no nos han llegado soni-dos precisos y concretos de la Antigüedad. Cuando elRenacimiento quiso llevar al escenario el teatro antiguocon música, pues era bien sabido que la tenía, inventóla ópera, que no tenía nada que ver, porque carecía demodelos.

Aun así, en los primeros poemas de González-Igle-sias –en los que ya se siente «el ateniense que hay enmí»– hay fulgurantes imágenes musicales. Hay imáge-nes reales, como en su «Olímpica primera. Nadador»(La hermosura del héroe), cuando la contemplación te-levisada de la hazaña de Martín López-Zubero, bienarropada en la traducción que Fray Luis de León hicie-

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ra de la Olímpica I de Píndaro, se concentra en la su-bida al podio y en la escucha del himno nacional espa-ñol (afortunadamente sin letra):

Pero ahoraeres sólo la música que da nombre a tu patria,a la tierra que fue del padre de tu padrey en la conflagración de tantas destrucciones,del amor declarado como una gran batalla,tú, príncipe oceánida, tentación de los dioses,atleta de los émbolos, de los muslos gemelos,feliz, triunfal, infante sorprendido y acuático,sincronizada toda tu hermosura, sonríes.

No son frecuentes músicas como ésta en los poemasde González-Iglesias, aunque alguna que otra hay. Porejemplo, la de la procesión del «Jueves santo» de su úl-timo libro (Eros es más), que escuchan al mismo tiem-po los que acompañan a los Cristos y las Vírgenes y losque sestean tendidos en la arena bajo el puente roma-no:

Caía el sol de abril tibio y benévolo.Compartieron los pétalos, la música,la marcha, las trompetas, los antiguostimbales. El incienso no hacíadistinciones. Indicio de la gloria,alcanzó a los desnudos como algonatural, ni siquiera se movieronen su principio de paganidad.

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Más sorprendentes son las metáforas músicas y otrosrecursos retóricos relacionados con lo musical. He aquíel inesperado comienzo del «Nuevo himno» que el poe-ta se dedica a sí mismo, a su propio nacimiento (vuel-vo a La hermosura del héroe):

Nadie profetizó tu nacimiento.No hubo salutación que preanunciarael átomo de música que fuisteal pasar el umbral, la tela levedel mundo, fuerte y tierno ya, ofreciendotu primera sonrisa tras diez lunas.

Y tras incluir su propia hermosura de recién nacidoentre la de los héroes que canta en este su primer libro,concluye con versos deslumbrantes:

A ti te canto, corazón del cosmos,en tu pristinidad deslumbradora.Yo te doy nombre de héroe porque tienesdentro del torso un pétalo no escrito,secreto ruiseñor que vuelve suaveel caudal de violencia de tus labios.

Otro niño nacerá, y el mismo poeta cantará «el díaluminoso» en el que se rinda a sus requerimientos en elpoema «Profecía de tu piel maravillosa», y con recursosde imaginería musical casi idénticos:

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Aunque nada sostiene la esperanza que cantoyo sumo aquí las sílabas del amor que te tengocasi a tientas y pido que su fuego y su músicaprendan el ruiseñor prisionero en tu torso.

Un nuevo joven atractivo «bruñe los entrepaños la-brados por Ghiberti» en la «Puerta del Paraíso» delBaptisterio (González-Iglesias lo contempló muchasveces cuando residió en Florencia completando sus es-tudios salmantinos), y es evocado en lo que parece unnuevo himno:

En vano los metales más nobles de la escalaa mi retina acuden, material sensitivo,por guardar en efímeros fotogramas la imagende tu cuerpo a relámpagos o tímpano entregado.

Y anota esto al comienzo del tercer episodio del poe-ma:

En mítica secuencia la vulgar camisetate quitas, y al alcance de este lado del sueñose alza el arco esbeltísimo de tus abdominalescomo ojiva que apunta al músculo de música,fundada sobre el nunca alcanzable horizontede tu cintura, línea la más imaginaria.

En su segundo libro, Esto es mi cuerpo, el repertoriode imágenes musicales desaparece casi por completo enun afán esencializador y ascético que caracteriza la evo-

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lución poética de González-Iglesias. Pero la admiraciónpor la belleza, y, resumen de ella, por la del cuerpo hu-mano sigue bien patente desde el mismo título. En elpoema titulado «Los amigos del cuerpo» incluye a unitaliano, «Silvano, que está escrito / en su nombre, y nelsuo cuore si ascolta / la musica del bosco», pero poco más.A cambio, es ahora cuando aparece con nitidez la mú-sica que para él simboliza nuestro tiempo, la música deconsumo masivo, generalmente americana o inglesa.Lo afirma con un poco de tristeza en el poema «La can-ción del verano suena más que la Eneida»:

Tristeza de saber que no regresaremosa la ternura, la serenidad,al fulgor de Virgilio.

Aquel veranobailábamos oscuros bajo la noche sola.

Con algo más de precaución, también es bien per-ceptible en el poema de doble título «Tú y yo / Losotros»:

Es todo simultáneo. Mi sustancia es la tuya.Escúchame muñeca, escúchame muñeco,(copio esto de la radio, de un disc-jockey cualquiera,mas no por ello debes despreciarlo): your sweetnessis my weakness. El mundo es hermoso y confuso (…)

Sigue insistiendo en ello en su nuevo libro, Un án-gulo me basta. En el poema ya citado, «Snowboard», los

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esquiadores, «los surfistas de la nieve» y sus marcas efí-meras, le hacen pensar que «Existen armonías / que nopercibiríamos / sin las celebraciones / del arte pop». Losatletas de la «Selección española de gimnasia» afirmanque quieren ser normales. «Que tocan / música en ungaraje. Que ven cine. Que estudian.» E incluso en«Canción para el chico de mis sueños» nos da los nom-bres de los ídolos musicales del poeta: Iggy Pop, el can-tante de Michigan cultivador del punk rock; BruceSpringsteen, «The Boss», el incombustible jefe del rockurbano; y el inclasificable Bob Dylan, que se muevecon la misma facilidad en el folk, el country y el rockblues, ya reciente Premio Príncipe de Asturias de las Ar-tes (¡cómo pasa el tiempo!). Junto a estos americanos,aparecen también dos ingleses más jóvenes: Brett An-derson, el del rock alternativo, en este mismo poema;Robbie Williams, roquero pop y cantor de baladas, en«Vltimus romanorum» (Eros es más), donde propaga«en videoclips y en radios y en ipods» aquellas palabrasmemorables de Agustín de Hipona, «la más humana delas oraciones»: «Hazme puro, Señor, / pero no todavía».

Estas son las músicas que oye González-Iglesias ensus poemas, y las que hace escuchar a sus admiradosatletas. Así es descrito el piragüista David Cal en la«Olímpica tercera» (Olímpicas):

Es serio. Está llamadoa su propio interior. Entrenaba escuchando

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rock urbano en formato mp3,por horas infinitas.En Internet lo llaman un tímido de oro.El piercing de su boca es un punto de acero.

Y el «Gimnasta» de Eros es más, mientras gira, vuelay organiza todos sus movimientos, «sueña con pincharmúsica ante la muchedumbre / en una discoteca: Fa-brik de Fuenlabrada, / la misma en la que baila cadanoche de sábado.»

¿Cómo hacer que congenien Virgilio y la cancióndel verano? ¿O no era sincera aquella tristeza? «Ay delos que proponen la vida como una operación incesan-te de conocimiento», nos dice en el título de un poema:el pensar frente al sentir, he aquí el dilema; el peligro depensar demasiado porque, como decía el bailarín Ni-jinsky, «las personas que piensan demasiado / acabanescribiendo / cosas absurdas sobre la belleza.» La clave,en mi opinión, está en lo que el poeta confiesa con-templando el «Vaso del Ermitage», ese emblema delica-do de su vida que le hace sentirse sólo («y sentir miabsoluta soledad cultural / ahora») y añorar la dulzurade aquello:

Este vaso atenienseen el que Apolo tiende a Dioniso la manosellando la alianza entre lenguaje y éxtasis.

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Ahora ya vamos entendiendo. Se trata de una alian-za, no de una más de las bellas pero crueles contiendasmitológicas entre Apolo y Pan, entre Apolo y Marsias,entre lo apolíneo vencedor casi siempre de lo dionisía-co, pero en muchos de estos poemas con final diferen-te. En otros, no tanto. Podríamos concluir que enGonzález-Iglesias, como en algunas encuestas electora-les, hay un empate técnico entre liras apolíneas y flau-tas pánicas. En otro texto significativo, el «Autorretratocomo asceta inconsciente», aparece, junto a Píndaro yHoracio, junto a Ungaretti y Juan Ramón Jiménez, laautoridad de un rapero; y, al mismo tiempo, la añoran-za un tanto estoica de lo puro y silencioso, presente enmuchos de sus poemas. Ahora, en este mismo nos dice:

Algo hayde revolucionarioen la felicidad del silencioso.

Ahora sí podemos entender un poema enigmáticode su último libro, el titulado «Felicidad natural», elque comienza con aquello de que «Es bueno para elcuerpo contemplar los trigales / verdes esta mañana deprincipio de mayo.» Y prosigue: «Es bueno para el cuer-po que el único sonido / sea / el rumor de la lluvia so-bre el techo del coche.» Y también entendemos mejorese delicado poema amoroso titulado «Si me despiertoen medio de la noche», en el que el ritmo de la respira-

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ción de su amante le sitúa en el cosmos, es decir, en elcaos ordenado según las proporciones músicas. El sue-ño de Escipión, nada menos. O la Noche serena, de suadmirado Fray Luis. Oigamos:

El ritmo de tu alientome comunica música muy simple.Me indica mi lugaren el cosmos.

A. G.

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JUAN ANTONIO GONZÁLEZ-IGLESIAS

Bajo el signo de Horacio

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Cuando la Fundación Juan March me invitó a es-cribir una poética, acababa de recibir otro encargo sor-prendentemente paralelo: traducir el Arte poética deHoracio. Dudo cuál de esas dos responsabilidades mepareció mayor. Volver a escribir la Poética de Horacio–que no otra cosa es traducir– me hacía ver lo vano deponerme a redactar una propia. Digo vano y digo lige-ramente pretencioso, digo efímero, digo casi segurodestinado al ovido. Aun así, he terminado antes esta ta-rea que la otra. Pido perdón ya porque voy a hablar demí y porque no voy a decir nada nuevo.

Y así empiezo, bajo el signo de Horacio, maestro detodos nosotros, los poetas que nos atrevemos a explicarnuestra manera de hacer poesía. Reiteraré mis referen-cias a los poetas romanos, no por mis estudios o miprofesión, sino porque se trata de un asunto esencial-mente romano y, más en concreto, horaciano. EzraPound, uno de los grandes del pasado siglo XX, escribióen una carta: debemos adoptar el tono latino, porque lospoetas romanos fueron los primeros que tuvieron los mis-mos problemas que nosotros.

¿Los mismos problemas que nosotros? ¿Nosotros,los poetas? ¿Nosotros, los ciudadanos, los lectores? To-do ello. Nosotros, todos, somos irremediablemente ro-manos. También lo somos como poetas. En el trato conla tradición, somos romanos. Ellos se encontraron ya

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con que había una literatura clásica: la griega. Habíaque imitar sus textos mejores, cambiarlos. Sobre todo,había que superarlos. Si no se hacía algo mejor, era pre-ferible no hacer nada más. En el estudio de los clásicoshe aprendido la clave de la tradición y la clave del pro-greso, que los dos existen como caras de la misma mo-neda. En el siglo I antes de Cristo ya sintieron que loesencial estaba escrito. Es más, me gustaría seguir por esecamino, que explora lo que se queda en el pasado, paracontemplar el panorama de la poesía desde la privilegia-da atalaya de Aristóteles. Cuando el filósofo escribió suPoética tenía ante sus ojos las obras maestras de todos ycada uno de los géneros literarios, y prácticamente nadamás que las obras maestras. No padecía el exceso cuanti-tativo y caótico de la literatura contemporánea. Se librótambién de las interferencias mediáticas (desde las au-diovisuales hasta internet) que enriquecen el hecho lite-rario tanto como lo depauperan.

Empecemos a hablar en primera persona. Gané unpequeño concurso de poesía cuando tenía veinte años.Digo pequeño, porque era de ámbito universitario, loconvocaba un colegio mayor, y era para un poema. Erami primer premio literario. Con él compré un ejemplarde la Poética de Aristóteles en la preciosa edición trilin-güe de Valentín García Yebra, en griego, latín y espa-ñol. Faltaban diez años para que se publicara mi primerlibro. Hablando estrictamente de poética, sin ser bio-

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gráfico, diré que fue una década en la que prevaleció lavida. La poesía formaba parte de ella, pero sólo comolectura. Como debe ser.

Ficción y dicciónTomo prestado este binomio de Gérard Genette,

cuya nomenclatura usé profusamente para mi tesis doc-toral. Era una teoría del diálogo y de la narración, queseguía la moda de finales del siglo XX, aquella centuriaen la que nacimos y que resultó más escolástica que lade Tomás de Aquino.

Aristóteles reservó un cuadrante poético —nuncamejor dicho— para la ficción en prosa, que en su épo-ca no existía. Para cumplirla plenamente llegó DonQuijote, engarce perfecto entre la Antigüedad y la Mo-dernidad, que inaugura la novela moderna siendo el úl-timo poeta antiguo. Don Quijote, poeta en acción, hetitulado un texto sobre él. Muchos siglos separan la fic-ción que Aristóteles encomendaba a los poetas y la ideatan extendida actualmente de que el poeta es un fingi-dor. He acabado por aborrecer la fórmula de Pessoa,tan mal entendida. El poeta modula o modela el len-guaje (fingir en latín es dar forma con las manos, porejemplo a una estatua, así lo usa varias veces Horacio ensu Poética), pero ha sido tan malinterpretado que final-mente parece que el poeta se encarga de la ficción, pe-nosa tarea que en la modernidad había sido traspasada

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a la novela. Eso nos había dejado a los poetas absoluta-mente libres para decir la verdad. Así es como me sien-to. No pretendo que los demás hagan lo mismo.Simplemente como lector, espero que los poetas medigan la verdad, el propio Pessoa me lo garantiza. EnEsto es mi cuerpo escribí: «Porque sólo he querido serbueno y verdadero» (y ambos términos tenían un sen-tido ético, no estético). Años después, en Un ángulo mebasta: «No soy un novelista. Yo no invento./ No puedopermitirme la mentira /en esta relación. Doy mi pala-bra.» Tan importante como lo que escribimos es lo queleemos. Hay poetas que, cuando leen prosa, prefieren lahistoria y el ensayo. Yo soy uno. Tengo cierta descon-fianza hacia la ficción innecesaria o disparatada, ambastan de moda. En los momentos de mayor desconfian-za, me recuerdo aquellas palabras de Helene Hanff:¿por qué habrían de interesarme cosas que no les han pa-sado a personajes que nunca han existido?

Lógicamente, también mantengo la actitud que po-dría parecer contraria: aprecio mucho la novela escritasegún los patrones de la poética, pues en ella perduramedia vida de lo que Aristóteles encomendó a la poe-sía. Nada menos que la ficción. Considero auténticospoetas a los novelistas excelentes: Cervantes el primero.Stendhal, Flaubert, Galdós, Virginia Woolf, Mishima,Yourcenar o Álvaro Pombo. Poetas. Ficción para la no-vela. Dicción para la poesía. En poesía pido verdad.

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Doy verdad. Reclamo la verdad, ni siquiera la vieja ve-rosimilitud me satisface. En la verosimilitud se sitúanmuchas de las coordenadas de cierta poesía contempo-ránea que acaba por decepcionarme, cuando no poraburrirme. Algo similar me sucede con las máscaras iró-nicas o ingeniosas. John Donne suplicó: Señor, líbramedel ingenio.

El camino de los novelistas poetas es el también elde la verdad, aunque den la vuelta por la ficción. Sten-dhal anota en su diario: «no se puede alcanzar lo verda-dero más que en la novela». Virginia Woolf, también enuna entrada de su diario: «Es una buena idea, creo, es-cribir biografías: que me sirvan para utilizar mi capaci-dad de descripción, de evocación, de exactitud: y usar lasnovelas sencillamente para expresar lo general, lo poético».En octubre de 2007 Francis Ford Coppola declaró queveía el cine más cerca de la poesía que de la ficción. Porla metáfora, añadía. Dado que citaba a continuación aBorges, no hace falta añadir nada.

Trabajar con la verdad hace posible ejercer hoy fun-ciones arcaicas de la poesía. Cantar. Celebrar. Lamen-tar. Decir, con sus poderosos matices: por ejemplo,bendecir («Benditos /los acróbatas nuevos», escribí en«Capoeira»). Maldecir (algo que en realidad he hechopara buscar el bien, en los dos casos con un ay arcai-zante que a mí mismo me extrañó: «Ay de los que pre-

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tenden administrar el fuego» y «Ay de los que concibenla vida como una operación incesante de conocimien-to»). Profetizar, sin miedo, pues es la forma más senci-lla de pedir. Un poeta laico como Virgilio se lanzó aescribir la Bucólica IV. Más humildemente yo he pro-fetizado o pedido el cumplimiento de un amor imposi-ble («Profecía de tu piel maravillosa»). Y este veranocompuse una «Canción para pedir más carril bici». Losdos se han cumplido. El amor tardó años. El carril bici,apenas unos meses. Otra función importante del poetaes curar. Más allá de la catarsis aristotélica (que no se res-tringe al teatro), hay un valor terapéutico muy arcaico enla poesía. He visto cómo el poeta Vicente Núñez impo-nía las manos en su pueblo. De otro modo, la curaciónpuede venir del momento en que uno comprende oacepta, algo a lo que un poema puede ayudar. En 1997yo sufría una dolencia en la piel causada por el estrés.Harto de dermatólogos, me curé escuchando a un poe-ta. Fue en un seminario de poesía de la Sorbona, dirigi-do por Marie-Claire Zimmermann. Saúl Yurkievichestaba leyendo sus versos en francés. De pronto pasó alespañol. Era fundamental —explicó— leerlo tal como éllo sintió: Todo te tatúa. Lo repitió a modo de letanía. Elsonido. El sentido. La salmodia. Comprender y aceptarlo sencillo. Aquello fue lo que me curó.

Lo de dar la vuelta por la ficción para llegar a la ver-dad viene a ser aquel verso de León de Greiff: vayamos

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hacia el Norte aunque sea dando la vuelta por el Sur. Asíes la vida y por tanto así debe ser la poesía. Titulé uncuadernillo con ese verso. Por cierto, señalo que los tí-tulos de los cuadernillos o plaquettes dicen tanto comolos de los libros, si no más.

Los poetas que nos precedieronUn poema –sostiene Harold Bloom– es «la melan-

colía del poeta por su falta de prioridad». Entiéndase enel tiempo y en la jerarquía. Yo nunca he sentido esa an-gustia de la influencia de la que habla el ingenioso ju-dío neoyorkino. Siendo, como soy, culturalmentecatólico, romano y griego, la culpa no nubla mi hori-zonte. Menos aún al tratar las maravillas que dejaronquienes nos precedieron. Al contrario, prefiero partici-par de esos bienes imitándolos. En la tradición que seremonta a Homero, imitar es algo tan natural que for-ma parte del código genético del poeta. En cualquiercaso, todos sabemos que imitar no significa «imitar».En otra ocasión en que me pidieron una poética escri-bí un poema, «Consejos a un poeta cachorro», que ter-minaba: «por lo tanto si quieres escribir / algo que separezca a déjame / que me pierda una hora en la in-comprensible pregunta de tus ojos/, te propongo al re-vés el eslogan de la colonia Hugo: don’t innovate.Imitate». El verso digno de imitación era de Isla Corre-yero. Para una defensa de la mímesis literaria podría in-vocar a mi maestra de Salamanca, Carmen Codoñer, en

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sus clases sobre Tácito o Séneca. O a mi maestro de Pa-rís, Jean-Marie Schaeffer, que sostiene: la literatura oc-cidental es la repetición de modelos ideales. Voy aexpresarlo con las palabras del poeta Ossip Mandels-tam: leemos a Catulo, a Horacio y nos invade la profun-da alegría de la repetición. Eso me pasa. No sientoangustia por no haber escrito un gran poema pasado.Lo reescribo de otro modo. O lo leo en voz alta. O lotraduzco, que es una actividad a la que he dedicadomuchas horas. O simplemente lo copio a mano, algoque hacía a menudo cuando era adolescente y joven. Esun gran placer intelectual, pero también físico. El em-perador Teodosio II, en su palco del hipódromo de Bi-zancio, se distraía de los caballos para abstraersecopiando manuscritos de los textos más bellos, dedica-ción por la que recibió el sobrenombre de Calígrafo. Enotra arte, el Arte de Amar, que traduje hace muchosaños, el seductor dice a la mujer: «Tú miras los caballosy yo a ti.»

Sólo siendo muy consciente de la tradición se pue-de hacer algo nuevo. Debe regir una ley de necesidad:el poeta debe decir aquello que, si no fuera por él, que-daría sin decir. También le incumbe recordar a sus con-temporáneos algunas verdades elementales que ya sehan dicho. El caudal de poemas excelentes que acumu-lan los clásicos funciona asimismo como una protec-ción ecológica. No hace falta que escribamos mucho,

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porque lo esencial ya está dicho. Eso permite que nosconcentremos en hacerlo bien.

Mi primer poema publicado en libro fue una imita-ción de Píndaro. De su «Olímpica primera», la más be-lla de sus odas, según Luciano de Samosata. Empezabaen griego, repitiendo el principio, traduciéndolo: Áris-ton hydor, lo mejor el agua. Todo era simbólico: la pri-mera palabra, áriston. La primera letra, una alfa. Lossimbolismos son tantos y tan obvios que no me voy adetener. Lo que sí contaré es que en ese salto mortal en-tre Píndaro y el presente (con las calidades tan disparesentre sus versos y los míos) recurrí a la ayuda de FrayLuis de León, quien no sólo tradujo el Cantar de losCantares y a Horacio, sino también esa Olímpica dePíndaro («el agua es bien precioso»). Casi a diario fre-cuento la estatua de Fray Luis en el Patio de las Escue-las salmantinas: está allí por ser muchos poetas: élmismo, que es también nuestro Horacio, nuestro Pín-daro, nuestro Salomón. Aquel premio universitario,con el que me compré la Poética de Aristóteles, llevabael nombre de Fray Luis de León. ¿Azar, fortuna, signo?Sin duda. Los nombres de los premios son importantespara que nos presentemos o no. El premio no sólo con-decora al que lo gana. Honra determinada memoria.

He imitado (también en el sentido antiguo, no en elmoderno) a Horacio y a Virgilio, de manera visible y de

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manera invisible. Los tres milenios de tradición poéti-ca que van desde Homero hasta hoy son lo más pareci-do a la eternidad que tenemos los europeos, losoccidentales, si pensamos en términos exclusivamentelaicos. A esa ansia de estabilidad nuestros antepasadosla llamaron poesía. Paul Valéry habló de stable trésor enla tercera estrofa del Cementerio marino. Estable tesoro.El mar. O la poesía, ese templo sencillo de Minerva. Yprosigue: Masse de calme, visible réserve. Franco Battia-to, al que El País Semanal llamó místico del siglo XX,canta: cerco un centro di gravità permanente.

Lo cual no sólo no excluye las innovaciones, sinoque las promueve. En aquella Olímpica mía desfilabanla televisión, el crono, anglicismos como flash back, eleslogan de Marlboro («genuino sabor americano») yhasta neologismos como rectidumbre y trayectas. La An-tigüedad ha sido un factor de Modernidad desde el Re-nacimiento y desde la Ilustración. Sigue siéndolo. Enmi poesía, lo es. Cuando publiqué el libro Olímpicas,una periodista me preguntó cómo se me había ocurri-do escribir poesía a los atletas olímpicos. Una tradiciónde tres milenios parecía una novedad. Uno de esos poe-mas deportivos se ha publicado hace poco en el diarioMarca, con un artículo de Santiago Segurola dedicadoa las vidas paralelas de un atleta y a un poeta, a KojiMurofushi y a quien les habla. Si a eso añado que lasOlímpicas se encuentran en la biblioteca del COI en

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Lausana, y que el libro se regaló como premio a los atle-tas de mi universidad, puedo decir que, de varias ma-neras contemporáneas, he recibido por él honores casihelénicos. Lo cual significa mucho para alguien que tie-ne «la mente puesta en Atenas». Que el gran AlfonsoReyes me perdone por haberle robado esa frase, con laque él retrata los apacibles días de Buckhardt comoprofesor en Basilea. Me permito añadir que tambiéntengo «la mente puesta en Esparta», como se ve en mu-chos de mis poemas. Nuestros ciudadanos deberíanaprender de los de aquellos dos Estados griegos. Y de-ben aprenderlo en los poetas, no sólo en el deporte, queparece el único legado griego del que somos conscien-tes.

Aquí es donde debo dejar anotada la importanciaque el deporte tiene para mí, como persona y comopoeta. En una visita de Aurora Luque a Salamanca leconté, justo delante de la Casa de las Conchas, dondeestá la biblioteca pública, que mi vida transcurría entrela biblioteca y el gimnasio. Si llamamos academia a launiversidad, se verá claro que lo esencial de mis díaspuede nombrarse en griego, puesto que eros es un he-lenismo intraducible. Años después escribí un poemasobre la vida que llevaba como profesor visitante en laUnivesidad de Oregón. El primer verso era exactamen-te la frase que le dije a Aurora Luque: «entre la biblio-teca y el gimnasio / se extiende el cementerio donde

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duermen / los que fundaron la ciudad...». No hace fal-ta insistir en la estabilidad de mis días, aunque habíanpasado años, estaba en otra universidad, en otro conti-nente.

De paso, hemos visto cómo algunas palabras de unaconversación pueden viajar al poema directamente(aunque no instantáneamente en mi caso, puede trans-currir mucho tiempo y casi siempre transcurre). Paraque suceda algo así es muy importante el interlocutor.En este caso era la más griega de los poetas españolesactuales, si no de todos los tiempos. Y ya que estoy ha-blando de Aurora Luque, quisiera contar algo de cómoa veces llega el poema. Después de los Juegos Olímpi-cos de Atenas de 2004, ella estaba describiéndome suemoción por haber visto una edición moderna, en Gre-cia, de los antiguos juegos. Esa mezcla del chándal y elolivo... exclamó admirada y feliz. Inmediatamente medi cuenta de que era muy bello lo que estaba oyendo.Se lo pedí. Y me lo regaló. Está al final de la «Olímpi-ca Tercera».

A propósito de ello, podemos dividir a los poetas endos nuevas clases: los que lanzan versos en su hablar in-consciente (Ovidio nos cuenta que él era de esos ya deniño) y los que los detectan. Los cazan o los captan. Yopertenezco más bien a la segunda especie. Los encuen-tro hasta en los textos más prosaicos. Incluso contra mi

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voluntad (no creo que haya cosa más fea y bárbara-mente aliterada que este titular del teletexto: Inglaterraextradita a tres etarras). O cuando no son endecasílabos,porque en su idioma no lo son. En el telediario de Te-leFrance 1 he oído esta fórmula, digna de nuestro her-mano Michel de Montaigne: de la fragilité du coeur deshommes. En una guía de Burdeos hallé esto, que esperoque acabe en un poema: l’après-midi radieux des bordo-lais. La belleza gusta de manifestarse en medio de lavulgaridad. Lo hacen las palabras, igual que lo hacenlos cuerpos.

Los avisos horacianosLo que pudiera tener de normativa la poética de Ho-

racio ha perdido fuerza para nosotros. La leemos otra vezcomo poema, sin el servilismo de los neoclásicos. Susdictámenes son avisos, signos abiertos, no leyes. Algunosde esos avisos a mí siempre me han impresionado, espe-cialmente ése en el que dice que entre los abogados pue-de haberlos excelentes y mediocres (y hasta malos,añado). Pero no entre los poetas. No hay necesidad depoetas mediocres. «Porque ni dioses ni hombres ni co-lumnas / lo consienten», asevera hermosamente Horacio.Ha de cumplirse con precisión infinitesimal: no hay ne-cesidad ni siquiera de poemas o de versos mediocres. Lospoemas son una parte del mundo, cosas del mundo,criaturas del mundo. No hay porqué añadir maldad,fealdad o más mediocridad de la que existe.

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Tampoco olvido el famoso final de la Epístola ho-raciana. Su retrato del poeta borracho, loco, bufones-co, anticipa para mí muchos de los males que hanasolado el postromanticismo del siglo XX, con su ni-hilismo angustioso y sus múltiples servilismos. No aca-ba de venir a cuento, pero declaro que soy enemigoradical del consumo de drogas. Estoy, ya lo he dicho,con Píndaro, que afirmó para siempre: «lo mejor, elagua». Estoy con los que se embriagan de su propia luci-dez.

Retórica y poéticaArte, techne, es la destreza en el oficio, la maestría,

y al mismo tiempo es el tratado en el que uno la trans-mite. Había arte de edificar (Vitrubio), arte de amar(Ovidio), arte de vivir y hasta arte de ser feliz (Séneca).El arte de cultivar el campo empezó en verso (con He-síodo y Virgilio) y acabó en prosa, transcurridos los si-glos. Al final de la Antigüedad, un experto enagricultura llamado Paladio escribió su correspondien-te arte. Todo en prosa. Pero al llegar al libro donde ha-bla de los injertos, se pasó al verso, porque unacuestión tan delicada debe tratarse poéticamente. Estafinura que parece nipona muestra la importancia quenuestros antepasados dieron a la poesía. Lo cuentoporque sobre este Paladio hablé en la lección para serprofesor titular. Y porque algunos datos biográficosforman parte de nuestra poética.

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El principal problema romano que seguimos tenien-do es que ya en Roma el arte retórica se solapó con elarte poética a la hora de producir un poema. Se mez-claron y cuesta mucho separarlas. En Grecia estabantan nítidamente diferenciadas que Aristóteles dedica untratado a cada una. La retórica, el arte de producir dis-cursos, ha llegado hasta nosotros con fuerza para gene-rar cualquier tipo de texto. La poética, que engendrapoesía, o literatura en el sentido más noble, apenas nosha llegado, desmoronada por las vanguardias, que abo-lieron los géneros y la frontera entre lo que es arte y loque no. ¿Por qué, entonces, el problema? Porque la re-tórica, ella sola, es capaz de producir un artefacto ver-bal que parezca un poema o que sea un poema. Comolos resultados pueden ser indistinguibles en la superfi-cie, debemos distinguirlos de manera íntima, antes.Propongo cuatro criterios:

1) La retórica busca el poema. La poética lo en-cuentra. Podremos asegurar que un poema es retóricosin que eso signifique que está cargado de figuras o quees vano o artificioso. Para los que se sirven del arte re-tórica, el poema es un objetivo que casi siempre consi-guen de manera aceptable. Para quienes se sirven delarte poética, el poema es algo dado. Un don, fruto delo que nuestros antepasados llamaron Musas o Espíri-tu. La inspiración. Valéry pudo dictar de manera pura-mente laica que el poema es obra del espíritu. Quizá

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quede más claro escrito con minúscula, que es comodesde el siglo XX se escriben las cosas más importantes.Pero es sospechosamente parecido a lo que se dijo entérminos religiosos, sean paganos o cristianos.

2) La poética se atiene al entusiasmo y a lo sublimecomo categorías estrictamente estéticas. Platón acuñóla primera, como una forma de estar habitado por la di-vinidad. Longino, la segunda. La retórica puede alcan-zarlos en los discursos, no en los poemas.

3) Marguerite Yourcenar dice que el arte más pare-cido a la poesía es la escultura. A partir de ahí se puedeprecisar: la retórica produce el poema como el que su-ma arcilla y después modela. La poética trabaja sobre elmármol, quitando con el escoplo lo que sobra, comohacía Miguel Ángel. Lo dado, más que el bloque mar-móreo, es la forma ideal, la intuición completa previa ala escultura. Así se desvelaron la Piedad o el David. Senota en ellos que nacieron poéticamente, despojados delo que sobraba, conquistando lo que ya se tenía. Lapoética será un arte de negar, de rechazar, de quitar loinnecesario o lo incongruente.

4) La retórica subordina el poema a otros fines (pu-ramente personales: mantenimiento de una carrera lite-raria, éxito, retribuciones; fines políticos, ideológicos,prejuicios estéticos, etc.). La poética contempla el poe-

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ma como objeto exento, independiente, libre. Me gus-ta pensar en la poesía como la zona de libertad del len-guaje. La retórica nunca conseguirá la soberanía delpoema.

Las escuelas de escritura y talleres, por no hablar delas asignaturas de escritura creativa o los métodos paraaprender a escribir poesía suelen dar preferencia al me-canismo retórico. Es uno de los síntomas de nuestraépoca. Se irá agravando, bajo la influencia norteameri-cana. La retórica, aunque sea con otros nombres, ha so-brevivido a los cataclismos del XX. La poética no. Esun peligro del que los más jóvenes deben ser conscien-tes. A escribir poesía no se aprende escribiendo. Seaprende leyendo. Se aprende viviendo, amando, olvi-dando. No se me ocurre más que un llamamiento a laresponsabilidad personal de los artistas a la hora de usardos instrumentos tan dispares, aunque sus productosresulten tan engañosamente análogos. Deben propo-nerse escribir poemas que merezcan la gloria que les re-servó Horacio: ser perfumados con aceite de cedro yguardados en estuche de ciprés.

Poesía, pensamiento y sentimientoLa equivalencia que Unamuno estableció entre pen-

samiento y sentimiento resuelve muchas de las antino-mias que se nos suelen plantear. La Poesía siempre estádiciendo, porque es lenguaje. Paul Valéry, poeta intelec-

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tual, llegó a decir que un poema es una rotación com-pleta del pensamiento.

Ésa es la clave. Un poeta puede transmitir pensa-miento, sin ser filósofo. Lucrecio y Horacio han salva-do a Epicuro. Dos poemas de Horacio han dado lugara dos maneras de estar en el mundo, ambas epicúreas:una es el hedonismo placentero, que conquista el mun-do como energía: el Carpe diem. La otra es un serenoascetismo, que implica retiro del mundo y limitaciónde las necesidades: es el Beatus ille. «Dichoso el que depleitos alejado». Sístole y diástole de un corazón único,creo que están presentes en muchos de mis poemas.

Entiendo al poeta como transmisor de una sabidu-ría desgranada singularmente. «Feliz aquel que puedelas causas de las cosas / adivinar temprano», afirma Al-fonso Canales, casi traduciendo al pie de la letra a Vir-gilio y su célebre felix qui potuit rerum cognoscere causas.Le está encomendado expresar públicamente la intui-ción como conocimiento directo, inmediato, súbito in-cluso. Pero también comunicar la experiencia agridulcedel que ha vivido. Así sigue Canales: «Mas el que se re-tarda / adrede, no queriendo / que nada se le esconda /llega más lejos. Día / tras día desenvuelve / un caminoque otros / encontrarán pisado y transitable». Cito a es-te gran poeta de nuestro presente, para mostrar que nose trata sólo de una visión antigua. Tampoco estoy rei-

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vindicando una poesía meramente intelectual, en la es-tirpe de Valéry, aunque he de reconocer que cada vezme gusta más. Oigamos a uno de los grandes irracio-nales del siglo XX, Ezra Pound. Con motivo de su 73ºcumpleaños, leyó una declaración que incluía este artí-culo: Todos los hombres tienen derecho a que sus ideassean escuchadas una por una y a que no sean confundidasunas con otras. Lo puse al frente de uno de mis libros,porque exactamente eso me parece que puede ser unpoema: una idea individualizada. Sobre todo en unaépoca en que la filosofía, que siempre ha sido social, hasido subsumida por el discurso cientifista, forzosamen-te general. Pero el poeta y el lector de poesía son seresmuy refinados en su particularidad. La unidad esencialde su código es el poema. Qué profético Pound, cap-tando la confusión general de nuestra época. Poeta es elque expresa una idea inconfundible.

Idea, pensamiento, pero también sentimiento, vi-sión, maravilla, coexistencia de contrarios, coherenciasingular. Todo eso puede ser un poema. Los poemas denuestro siglo no van a ser como los del pasado. Deben,sin embargo, seguir cumpliendo la misma función: rei-vindico para la poesía una función primordialmenteeducativa. Nuestros antepasados aprendieron a vivir, aamar, a mirar el paisaje, a viajar y a morir, todo con lapoesía. Los poemas no eran mero placer privado de ungrupo exquisito. Consecuencia inevitable de esto es que

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reivindico mucha mayor presencia de la literatura, y es-pecíficamente de la poesía en la educación. Hay recur-sos públicos para que todos los ciudadanos seaneducados como senadores romanos. Sin poesía, sin his-toria, sin filosofía, sin idiomas clásicos, será vana cual-quier otra educación de los ciudadanos. Lo que resulteno serán ciudadanos de un estado democrático tal co-mo se entendió en la Antigüedad o en la Modernidad.Serán otra cosa.

La minoría virgilianaLos poetas y los lectores de poesía, que son sinóni-

mos en realidad, formamos ahora lo que denomino laminoría virgiliana. En otras épocas, los lectores de Vir-gilio eran menos cuantitativamente, pero estaban en elcentro de la sociedad, como lo prueba el momento mis-mo de Augusto. Ahora tal vez sean muchos más, perono tienen ningún peso social o político. Hago un lla-mamiento a la minoría virgiliana, a la minoría poética,para que reconquiste espacio social, educativo y políti-co. O hasta económico. El curso pasado una de lasgrandes sorpresas para mí fue que Manuel Conthe, pre-sidente de la Comisión Nacional del Mercado de Valo-res, se acogió al ejemplo de los héroes de la Eneida enmedio de su turbulencia. Invocó las palabras de Virgi-lio en el parlamento. Algo así es lo que quiero decir.

No hay cuestión tocada por la poesía que no tenga

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repercusiones en la vida privada del ciudadano y en lavida política de una sociedad. La minoría virgiliana vaa estar encargada de hacer sociales algunos valores quehemos perdido. El equilibrio. La finura a la hora deabordar los asuntos públicos. La comprensión de la hu-manidad como una esencia común, el imperecederoadagio de que nada de lo humano me es ajeno. Natu-ralidad para el cuerpo y para el eros. Cerca de Grecia,cerca todavía de los dioses, sin miedo a reivindicar la sa-cralidad de la poesía, sabiendo que esa sacralidad pue-de ser cultural y laica, o religiosa y espiritual.Moviéndose por esos extremos como quien se desplazaen un espacio serenamente luminoso. Así se sintieronHoracio y Virgilio. Urbanos, pero partícipes de la na-turaleza. Por eso se dijo que los antiguos nos esperan enel futuro.

La cuestión de la torreHace unos años recibí una preciosa carta de uno de

los grandes poetas españoles (no diré su nombre, perosí que ha pasado por este ciclo). Allí me decía: «mesiento como Venancio Fortunato en su torre, rodeadode bárbaros». Esa idea, incluso en esa formulación, esprimordial para mí. Como suele suceder, ha reapareci-do de otro modo y para otro motivo. Concretamenteen un poema de Eros es más: «ahora que la torre de lahistoria /sufre asedios que pueden ser los definitivos».Aparte del pesimismo cultural, lo cierto es que la me-

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táfora de la torre es una realidad en la vida de muchospoetas. Y no estoy pensando en el Hölderlin trastorna-do. Tampoco en la torre de marfil, aquella bella metá-fora que pasó con naturalidad del erotismo del Cantarde los cantares a la letanía mariana, para acabar en ma-nos de novelistas y poetas como Alfred de Vigny, Saint-Beuve, Flaubert o Henry James. No. La clave para míestá otra vez en Horacio. Odi profanum vulgus et arceo.Detesto al vulgo profano y me aparto. Lo que sucede esque arceo está emparentado con arx, la fortaleza, el cas-tillo, la ciudadela amurallada. Todo eso implica protec-ción, defensa, retiro, altura. En una sola palabra:distancia. El poeta es un animal de distancias. En su vi-da. Por eso luego resulta tan cercano, íntimo, en su len-guaje. Francisco Umbral, ese poeta que renunció aserlo, retrató al escritor como un ser de lejanías. Hora-cio relaciona el retiro fortificado con el idioma. Inme-diatamente después de «me aparto», dice: «guardadsilencio». Y a continuación reivindica la condición sa-grada del poeta. Son términos anacrónicos. No sé có-mo ponerlos al día. El silencio rodea al poeta.Concretamente el silencio del lenguaje de los otros.Porque muchos rumores lo acompañan (de la naturale-za, de los libros, algunos presentimientos). Mi queridoAlexis de Tocqueville nos advierte de no existe para elgénero humano nada más improductivo que una ideaabstracta. Hablaré, pues, de mí, en concreto: mis horastranscurren en una especie de estudio acristalado casi

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sobre el río Tormes. Catorce ventanas para diferenciarperfectamente las cuatro estaciones con su ritmo, lentoaunque más rápido de lo que quisiéramos. Veo el puen-te romano, que para mí representa, por puente y porromano, muchas de las ideas de continuidad que he ex-puesto. Veo garzas, peces, patos, palomas, gaviotas.Truchas que saltan. Animales acuáticos que son nutrias,según me confirmó hace poco Antonio Colinas. Veo,oigo el agua que fluye. En muchos de mis poemas seencuentra esa contemplación. He vivido a la orilla delmar y sé lo distinto que es vivir a la orilla de un río. Elmar tiene la inconsciencia maravillosa del paraíso, loasocio con Málaga, ciudad y costa en la que he pasadoaños inolvidables. El río tiene la aceptación manrique-ña de la vida que se va. Su rumor me remite a las Fuen-tes de la constancia de mi poeta preferido, JuanGil-Albert. Vivo dentro de una metáfora.

La distancia es también un requisito para la concen-tración. Si un poeta puede razonar con vocabulario car-tesiano, diré que los cuerpos del mundo, el mundomismo, la res extensa, los percibo como res intensa. Es-to es una plenitud pero también un peligro. Tengo lasensación de que esto les sucede a todos los poetas, a to-dos los artistas. La extensión se convierte en intensidad.La torre es exigencia para esa percepción intensa. Perotambién es protección frente a ella. La saturación demomentos plenos podría conducir al desequilibrio. Lo

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mismo vale para la vida social. Pocas personas másamantes del trato humano que los poetas. Titulé unpoema Misántropo, ma non troppo. El autorretrato es ungénero artístico (no sólo literario) que me interesa mu-cho. Sólo el lector de poesía, adiestrado en las parado-jas, comprende que alguien que se retrata comomisántropo sea un enamorado de la condición humana.

En 2003 Jesús García Sánchez me invitó a colaboraren un volumen titulado Los 140 mejores lectores de poe-sía escogen los poemas del siglo XX que, por algunas razo-nes, aprecian por encima de cualesquiera otros. El rótulode la portada estaba despojado de hipérboles: Centuria.Una palabra romana, como corresponde a lo que pre-tende perdurar. Elegí El jardín, de Juan Gil-Albert: Unalto muro a veces me separa / del mundo entero. Yedras ycipreses / intensifican luces y silencios / y en el hueco plau-sible de la tierra, / tal una mano, vivo dulcemente / unaespecie de absorto sueño antiguo / que nada extingue. Cer-ca se oye el agua / deslizándose lejos, un murmullo... Fuiel único que eligió al que para mí es uno de los poetasmayores del XX y que sin embargo siempre recibe la be-nevolencia con que se mira a los menores. El encargoincluía razonar la elección. Señalé que la palabra muropodría parecernos antipática, por el muro de Berlín,por el de las lamentaciones, por los desmoronados mu-ros de la patria mía. Pero muro se oponía a mundo en-tero. (De hecho estaba inscrito en él: mu-ndo ente-ro).

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El muro que cerca al poeta debe ser tan extenso comoel mundo. Aunque tengo debilidad por los criptogra-mas, no hacía falta ese resumen secreto de las letras pa-ra entender que el proyecto de Gil-Albert es cumplir elconsejo epicúreo: vive oculto. Y lo hace siguiendo losavisos horacianos: disfruta cada instante, feliz el que seretira de los negocios, me aparto de la multitud. El jardínno es sólo el nombre de la escuela del filósofo de Sa-mos. Es la realidad material de la casa para la soledad,para la lectura, para el amor, para los amigos. El pulsodel poema es también clásico. Lo conocemos como lu-gar ameno.

La palabra «vulgus»Horacio se contrapuso al vulgo con un término tan

fuerte como el odio. El verbo en primera persona y–cosa rarísima en latín– abriendo el poema. Sólo Catu-lo se había atrevido a tanto, con su odi et amo. Odio ala muchedumbre. Vulgo no es el pueblo. El pueblo ro-mano tenía la plenitud política y poética. La Constitu-ción de Roma cabía en cuatro letras, S.P.Q.R., comonos recuerda una espléndida exposición estos días enMadrid. Frente a la racionalidad del pueblo, la irracio-nalidad del vulgo. Por eso se ha traducido vulgus porchusma, gentío, muchedumbre. Cito Arte y multitudode Toni Negri o La rebelión de las masas de Ortega. Ci-to a don Manuel Azaña, que a los veinte años se doc-toró en derecho con una tesis titulada La responsabilidad

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de las multitudes. El futuro escritor y el futuro presi-dente de la república están contenidos en esa intuiciónpoética. La guerra misma se guarda como una semillaen esa tesis. Su coetánea Virginia Woolf se burla de al-guno de los poetas cercanos al círculo de Bloomsbury:otra vez dirá que los poetas, por su aislamiento, necesitanla comunión con el pueblo. Pues así es. Los poetas, pornuestro aislamiento, necesitamos la comunión con elpueblo. Horacio odia al vulgo con la misma palabracon la que Catulo odiaba a Lesbia. Puesto que Catulodice «odio y amo», la incógnita está despejada: Horacioodia al vulgo porque lo ama. Es una relación de amortormentosa, nutrida de traiciones, la que une parasiempre al poeta con el pueblo.

El vulgo también se constituye en pueblo cuandoreconoce a sus poetas. La estatua de Fray Luis, levanta-da en bronce «por suscri[p]ción nacional» en 1869, esuna constitución poética de la nación española. El so-brio rectángulo del Patio de Escuelas, uno de nuestrosforos políticos, además de ser uno de los lugares de lahumanidad.

Aceptado que «vulgo» es un tecnicismo horaciano,podemos certificar que nuestra época es extremada-mente vulgar. Su peligro: que hagamos poesía demagó-gica, como se hace cine, novela, pintura o televisióndemagógicos. Por hacer concesiones. Las que Lope re-

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conoce en su Arte nuevo crudamente: «y escribo por elarte que inventaron / los que el vulgar aplauso preten-dieron, / porque, como las paga el vulgo, es justo / ha-blarle en necio para darle gusto.» Yo defiendo locontrario. Desprecio del oro. Insumisión al mercado, alpoder, a las ventas, a lo establecido para ganar un pre-mio o para publicar. Insumisión a lo «políticamente co-rrecto», necedad vulgar donde las haya, que viene de losEstados Unidos y que está durando más de lo que yoesperaba. Para resistir a todo eso contamos con la me-táfora de la torre. En ella el poeta debe ser tan insobor-nable como un juez o un médico. Más, porque sucompromiso íntimo –con el lenguaje y con la vida– notiene vigilancias deontológicas. Lo suyo, ya lo he dicho,no es trabajo ni profesión.

Lo humilde y lo sublimeEs maravilloso que la tercera gran poética occiden-

tal sea Sobre lo sublime. Sublime es lo que nos desborda,lo que nos pone en contacto con lo que es más grandeque nosotros, lo que nos hace entrar en las lágrimas.Debemos pisar con cuidado esa frontera. El romanti-cismo se abismó en lo sublime. Pero lo sublime está co-nectado con lo alto. El Sublime solarium deljovencísimo Villena era la terraza más alta a la que su-bió Abderramán II para morir. Una fórmula latina queVillena, moderno y frívolo como nunca, proponía tam-bién como marca de bronceador, que para algo eran los

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años de la movida. Hace poco otro poeta joven, Alber-to Santamaría, se doctoró en Salamanca estudiando có-mo lo sublime sólo puede darse ya en las enormesmagnitudes de la República Americana.

La poética clásica delimita lo sublime en la teoría delos estilos, cada uno con sus temas propios: sublime,medio y humilde. Hay poéticas que se empeñan en teo-rizar sobre el conjunto con las normas que son parauno de esos tres géneros. Algunos han pretendido im-poner una poesía sublime. Otros, una poesía mediana,de tonos y temas y estilo. Hay, por supuesto, la poesíahumilde, baja, donde cabe lo grotesco o lo vulgar, lasexpresiones soeces. El problema es que esa rígida teoríade géneros (la de los tres o la de uno) nos resulta inser-vible porque alguien la ha roto. Se le suele atribuir esemérito al Romanticismo y a las Vanguardias. Sucediómucho antes. El nacimiento de Cristo como un niñopobre, con un mensaje para toda la humanidad, espe-cialmente para los más humildes, trastocó para siempreel sistema de géneros antiguo. Dios se expresaba en len-guaje sencillo. Para hablar de él no se exigía el estilo su-blime de los dioses paganos. Así lo vio Auerbach en unabella monografía sobre el final de la Antigüedad. Estasúbita voladura del rígido edificio clásico funciona co-mo una bomba retardada e intermitente, que estallarápor enésima vez en las Vanguardias. Hace unos añosMaría Luisa Blanco me propuso que defendiera el arte

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contemporáneo, arte conceptual, instalaciones, perfo-mances, etc., en el suplemento cultural de ABC. El ar-tículo, al que tengo especial cariño, se titulaba «Lohumilde y lo sublime. Apología de los caramelos».Conciliaba la herencia vanguardista con la clásica.

Admiro a los poetas capaces de escribir en los tres re-gistros. De ellos, Quevedo me parece el mejor: sonetossacros, heroicos, amorosos, burlescos, todos acabansiendo sublimes. Catulo en Roma hizo algo muy pare-cido: poemas épicos, amorosos, groseros, burlescos,crueles, tiernos. Todos en un mismo libro. También ce-lebro la capacidad de aquellos que son capaces de in-tercalar lo humilde entre lo sublime y viceversa. Porsupuesto, esas consideraciones dependen de lo que seconsidere innoble. Por ejemplo: alguien que siente elsexo como una de las cosas buenas de la vida, no teme-rá nombrarlo en un poema sublime. Es más, lo hará, sisiente que hace falta, con palabras vulgares, porque laspalabras vulgares captan lo maravilloso del cuerpo. Esopuede hacer que encontremos en un poema noble pa-labras callejeras para designar el cuerpo y todas sus par-tes. Porque todo es simultáneamente sublime. Elfundamento de la sublimidad es el poema mismo, nolo que establezcan las normas de los críticos. El funda-mento de la estética y de la ética es el propio poema. Elpoeta puede desafiar los valores sociales. Esa es la clavede su independencia o soberanía. Yo he hablado de

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cuerpo y de eros, pero otros pueden tener otros valores.

Dicho todo ello, me gusta leer poesía noble, alta. Yme gustaría escribirla.

En Roma no sólo se encontró la poética con la retó-rica. También se consolidó definitivamente la dualidadde las sociedades occidentales: el senado y el pueblo,convertidas en metáforas de dos modos de ser. El dis-curso poético occidental, grecolatino, antiguo y mo-derno, es senatorial. Tengo la idea de que la poesía debeser a la vez aristocrática y democrática. Aristocrática,cuando se escribe (quiero decir, deben hacerlo los me-jores, de la mejor manera posible, de acuerdo con unaplenitud que ya he desarrollado). Democrática, cuandose lee: debe poder ser leída por cualquiera de los ciuda-danos. La poesía tiene que ser democrática. Para ello nobastan los poetas. No debe lograrse a fuerza de conce-siones. Requiere una educación poética del común delos ciudadanos.

Píndaro es aristocrático. Juan Gil-Albert, secretariode los intelectuales de la República, es aristocrático.Guillermo Carnero es aristocrático.

Todo poeta sueña con escribir un poema que se con-vierta en anónimo, que esté en boca del pueblo. Eso esmuy difícil para un poeta docto. Desde la cumbre en el

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siglo XX apenas han llegado al pueblo dos o tres obras.Platero y yo. El Romancero gitano. La Saeta de Macha-do. Pero todos ellos son textos senatoriales. Un versotan sencillo como verde que te quiero verde, un octosíla-bo popular, traducido a todas las lenguas del mundo,desde el japonés al finés, esconde un artificio muy refi-nado. No en vano es la epanadiplosis por antonomasia.Es extremadamente aristocrático. Sin embargo, lo hancantado rumberos flamencos y yo he visto a una mul-titud cantándolo y bailándolo en una discoteca. Inten-to decir que la manera mejor de llegar al pueblo eshacerlo desde la excelencia. Vayamos hacia el Norte aun-que sea dando la vuelta por el Sur.

Hecha la defensa de la poesía democrática y aristo-crática, no hace falta que diga cuánto me desagrada lapoesía demagógica y oligárquica. He utilizado, y voy aseguir utilizando, vocabulario de las teorías de gobier-no. Creo que todos comprenden lo que quiero decir.

SoberaníaHay un pequeño ensayo titulado Lo que entiendo por

soberanía de Jean Baudrillard. Recomiendo su lectura,no sólo a los politiquillos que manosean esta nocióncon sus fatigosas reivindicaciones. Baudrillard conclu-ye: el soberano es el que dispone de su tiempo para sí.Eso es para mí un poeta. Encuentro recogida ahí la idearomana del ocio. El ocio sagrado. El tiempo literal-

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mente libre. Lo contrario del negocio. Se desencadenala comprensión de todos los textos encadenados: Felizaquel que lejos de los negocios, dijo Horacio. Dichoso elque de pleitos alejado, lo tradujo Fray Luis, para cantar-lo él mismo en su oda a la vida retirada: qué descansadavida / la del que huye el mundanal ruido. Vicente Alei-xandre confiesa «se me va el día en nada». Luis Anto-nio de Villena, en Un arte de vida propone «Vivir sinhacer nada y cuidar lo que no importa». Mucho repi-ten los poetas la palabra nada. Para nosotros educadosen las paradojas y en los oxímoros, nada significa todo.Nada es uno de los nombres de Dios. Dios mismo nohace nada. Defiendo la vida contemplativa, porqueacabo de defender al poeta como hombre de acción. Loque no me interesa es la actividad tediosa del mundo.El poeta, interesado por todo, debe también exacerbarsu desinterés. Nos entendemos. Cada cosa a lo suyo.Desinterés, para estar disponible.

La escritura misma puede convertirse en tarea quedistraiga al poeta. Distingo poeta de escritor, como dis-tingo poesía de literatura. El escritor vive para escribir.El poeta vive para vivir. Apenas la punta del iceberg delo que vive asoma en sus versos. En Juan Gil-Albert,prosista minucioso que convirtió su vida en escritura,se aprecia constantemente al poeta. La frontera entrepoesía y literatura escinde, pues, el campo de la poesía(donde hay mucha poesía retórica) y divide el territo-

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rio de la novela (entre novela poética y novela retórica).

Fuera de los textos también se libra este combate. Li-teratura es igualmente el mundo literario, que muchospoetas frecuentan con dificultad. Premios, reuniones,comparecencias públicas, cenas interminables, todo sonpruebas para el que prefiere la soledad o las reuniones ín-timas. Me gusta imaginar que el poeta pasa por todasesas pruebas como hacen los lugareños de algunos pue-blos, cuando pisan sobre brasas, rápidos, descalzos, sinquemarse. El poeta debe volver ileso del mundo literario.

El poeta no teme al fracaso ni al silencio porque élmismo vive muy cerca de la nada. O mon silence, excla-ma Valéry.

Además, la poesía es muy anterior a la literatura.Fue oralidad, canción. Se sirvió de la música, hasta elpunto de que los poetas antiguos la componían, altiempo que preparaban hasta los movimientos de losbailarines. Se sirvió de la escena teatral. Se sirvió de laescultura y de la arquitectura para grabarse y exponersepúblicamente. Ahora circula en gran medida otra vezen la música, en el cine, en la televisión, en los muros,en la pantalla de youtube. Durante siglos la poesía se haservido de la literatura, pero no le es consustancial. Ha-blemos teológicamente, que hasta ahora no lo hemoshecho: la poesía no es una hipóstasis de la literatura. La

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poesía puede vivir sin literatura. En un futuro más re-finado o, como me temo, más bárbaro, habrá poesía sinliteratura. La humanidad ha podido vivir sin literatura,pero no puede vivir sin poesía.

¿Habrá que recordar que Sócrates y Cristo no escri-bieron? No menciono a Buda, porque Oriente me esmuy desconocido. Los tres fueron poetas sin serlo. Sedesentendieron de la escritura. Dejaron que otros ano-taran sus palabras. El problema del poeta contemporá-neo es que él mismo tiene que ser ese otro que anota.Debe escribir, porque él es uno de aquellos que no es-criben. La mejor garantía para la perduración de las pa-labras es el desinterés por la escritura. Otros sepreocupan de propagar las palabras muy bellas. Entremi casa y la facultad, alguien había hecho una pintadasobre un muro con la inmortal frase de Cristo: «Al Cé-sar lo que es del César».

Iluminado por estos altos ejemplos me gustaría ex-plicar la actitud de dos poetas que son maestros paramí. Vicente Núñez y su conocido desdén por la poesía.La llamaba ramera, la acusaba de haberlo apartado dela vida. Lo interpreto como desdén por la poesía litera-ria, por la escritura. La poesía auténtica estaba en la vi-da, en los días prodigiosos. Tenerlo que anotar, aunquesea muy de vez en cuando, se hace verdaderamenteenojoso, porque distrae. A Pablo García Baena, le pre-

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gunté una vez por sus años de silencio. Casi todos lospoetas a los que admiro se pierden en años, en décadasde nada. ¿Por qué? Porque teníamos cosas más importan-tes que hacer. Esa fue su respuesta. Digna de un poetadedicado por entero a la poesía.

Esta soberanía sobre el tiempo y sobre los aconteci-mientos es fundamental para la posible soberanía sobreel lenguaje. Si el poeta no es señor del lenguaje, ¿quiénlo va a ser? ¿El juez, el notario, el médico, el periodista,incluso el narrador? No. La única obligación del poeta,su única responsabilidad es el lenguaje y la vida, queson lo mismo.

La soberanía sobre el lenguaje es paradójica. Sealumbra en un combate cuerpo a cuerpo, brutal peroreglado, como lucha grecorromana. El cuerpo del poe-ta contra el cuerpo del lenguaje. Al lenguaje hechocuerpo lo llamamos poema. En ese wrestling el lengua-je está casi siempre por encima. Lo está, desde luego, enel momento inicial, el de inspiración. Me gustaría pen-sar que en el poema, acabado y publicado, el poeta havencido. Se ha enseñoreado del lenguaje. Pero no es así.El logos vence siempre. Bastante tiene el poeta con serun contrincante preparado, cuerpo a su altura, rivalbien entrenado.

Por eso corresponde al poeta aceptar palabras. Tam-

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bién rechazar. Es muy importante que los poetas diganno. Vicente Núñez me dijo: «he vuelto a rezar en latín.No acepto el nuevo padrenuestro». Teniendo en cuen-ta que el nuevo padrenuestro lo acababa de aprobar elPapa, nos hacemos una idea de la autoridad del poeta.Otro ejemplo, de alta exigencia, de soberanía en unámbito senatorial: el emperador Tiberio pidió perdónal senado romano porque usó en su discurso dos pala-bras en griego (monopolio y emblema). Los poetas tam-bién deben enseñar a los ciudadanos a rechazarpalabras, porque detrás de las palabras vienen las cosas,con todos sus males. Por eso es tan importante que ha-ya poetas en la Real Academia Española. No para pro-poner palabras, como se nos cuenta. Para rechazarlas. Ydebe haber poetas en el parlamento. No en el Congre-so. Debe haber poetas en el Senado. Ser diputado es al-go demasiado concreto –digámoslo así— para unpoeta. Algo demasiado nuevo. Ser senador es uno delos destinos naturales del poeta. Rafael Alberti, cuandofue diputado, era un diputado senatorial. Carlos Barralestaba orgulloso de haber sido senador, lo incluía en sucurrículum literario. Aprendamos de la República Ita-liana, que nombra a algunos poetas senadores vitalicios,como Eugenio Montale y Mario Luzzi. Senator for life,dice la biografía inglesa de Montale. ¿No es una buenaperífrasis para poeta? Reformemos el senado, sí, peropara que entren los poetas y los artistas de todo signo,no sólo los sumisos a los partidos. Que oigamos dis-

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cursos libres y bien escritos. Y que se vote así. Tambiénen eso la poética debe fecundar la política. Los poetasdeben dar ejemplo a los ciudadanos. Ahora se presentaÁlvaro Pombo como candidato al senado. Ya eso esmucho.

Cifra de humanidadEl poeta es una buena cifra de humanidad, un em-

blema de humanidad. Es probablemente uno de los po-cos que pueden vivir humanamente. Con plenitud.Cumpliéndose. Imagino que los ricos de alguna mane-ra y los pobres de otra tienen un desenvolvimiento si-milar. Eso me recuerda la vieja definición de la culturaliteraria, la humanitas, como término medio entre la in-digencia y el lujo. Que de ambos extremos debe parti-cipar simultáneamente. Así interpreto el términomedio horaciano.

Es un destino, como lo es ser humano. No creo en laprofesionalización porque creo que no debe ser un cursushonorum previsible. Los poetas jóvenes españoles puedentener la percepción errónea de que la trayectoria de unpoeta puede preverse así. Es todo lo contrario. En el ar-te, existen las jerarquías, quién va a discutirlo. Pero noson las mismas que las jerarquías sociales. Por eso el artees uno de los factores de desequilibrio social, de reequi-librio. Un joven debe destemplar todas las tibiezas de loestablecido. Si se limita a subir una escala calculada, su

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tiempo está perdido. No me importa hablar del lado re-volucionario que tiene todo verdadero artista, siempreque aceptemos que el trastorno del orden social está en-comendado a eros en su forma más general, del que for-ma parte la belleza artística. El trastorno que provoca elarte es congénito al arte mismo, al artista, independien-temente de lo que éste diga en su arte. Por supuesto, po-co tiene que ver lo que exprese como ciudadano. Vamosa usar categorías anacrónicas: incluso un reaccionario re-sultará revolucionario, por el hecho de ser poeta. No po-drá evitarlo. Mejor dicho: subversivo.

El poeta puede serlo de manera íntima, pero tambiénnecesita serlo de manera social. Tomé la decisión de ser-lo públicamente en 1992, fecha algo tardía. La Universi-dad de Salamanca conmemoraba el bimilenario deHoracio. Una amiga me presentó al poeta Francisco Cas-taño. Este es Juan Antonio, que es... medio poeta. Se refe-ría a realidades lejanas, como aquel pequeño premio olos poemas en revistas. Me di cuenta de que no podía se-guir así. O poeta o no. No dedicación exclusiva, pero síprimacía. Por encima de la profesión (del trabajo quetenga), pienso que un poeta debe tener claro que esacondición es la primera. Hace unos años se publicó unmanifiesto que pedía treinta y cinco horas de trabajo se-manal. Entre los firmantes había dos poetas. Uno no fir-maba como tal, sino con su cargo en un sindicato. Laotra, que era Gloria Fuertes, sólo ponía: poeta. Esa peti-

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ción, hecha por un sindicalista, apenas significaba. Fir-mada por un poeta dice mucho. Sin necesidad de haberescrito sobre ese asunto, el poeta moviliza de pronto to-da su obra, su nombre, su prestigio, la condición mismade creador, para impulsar ese cambio.

En la modernidad quedan muy pocas personas quetengan destino, que puedan sentir la plenitud de cum-plirse. Según un breve epigrama latino, curiosamenteanónimo, Hay cada año cónsules y procónsules nuevos. / Só-lo un rey o un poeta no nacen cada año. Desde el otro ex-tremo, Manuel Vázquez Montalbán, en un descanso enel interior de Mallorca, me contó la teoría de alguien, al-gún alemán, que decretó que hay o uno o dos poetas pornación. Es imposible tomar al pie de las letras semejan-tes restricciones. Debemos entenderlas como símbolosque apelan a la calidad. Exigencia en cada uno de lospoetas, que debe ser entendido como único.

Que sea un destino no quiere decir que no se puedaaceptar o rechazar. El mito platónico de la anámnesis nospermitía elegir nuestro destino. Funciona por negación:un poeta puede dejar de escribir poemas. Alguien queno es poeta puede escribir poemas. El primero no deja-rá de ser poeta. El otro no lo será.

Por todo lo dicho hasta aquí, prefiero los artistas se-lectos a los gregarios.

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La precaución platónicaInvocar simultáneamente a Platón y a Aristóteles

habría supuesto en otras épocas incurrir en incompati-bilidad, pues sus correspondientes adjetivos troquela-ban dos modos de ser. Pero nuestro momento lossuperpone como puntos en el espacio. Que la perspec-tiva aristotélica nos sirva para escuchar a Platón comodiscípulos atentos.

Entre las formas de la locura Platón enumeró los fi-lósofos, los enamorados, los adivinos, y los poetas.¿Qué poeta, qué ser humano, no participa de alguna deestas locuras? Mi hipótesis es que cada uno de nosotrosexperimenta al menos dos simultáneamente en cadamomento de su vida, pero que van cambiando. Pode-mos pensar cada uno cuál tenemos ahora mismo. Yo,que ya estoy consumiendo el turno de poeta, debo re-servarme otro al menos. Y aunque quisiera el de filó-sofo, elijo la locura del enamorado, aquel que según laspalabras con que Sócrates instruye a Fedro, a manera depájaro, desprecia lo de abajo. Todo Lorca está compren-dido en esta explicación. Hay seres humanos que estánhechos para el trabajo, para el poder o para el dinero.Otros están hechos para el amor, como el tigre que vie-ra Norah Borges. Ojalá no resulte pretencioso al nu-merarme entre estos últimos. La poesía es el logos queda la medida del eros, espiritual o corporal, qué mas da,a esta altura. El entusiasmo del amor es el mismo que

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nos dicta un poema. El poema, trate de lo que trate, ensí mismo es amor. Me tranquiliza pensar que el Fedroplatónico versa al mismo tiempo sobre el amor, sobre lainmortalidad del alma y sobre la inspiración poética.

Siendo, como se ve que soy, un platónico convenci-do, he intentado encontrar soluciones a un problemacon el que todo poeta occidental va a toparse: el destie-rro ideal de la República platónica. Naturalmente, laprimera es recordar que el propio Platón es un poeta.No por su obra en verso, que no era de gran calidad (lopoco que conservamos así lo atestigua). Es poeta por-que él es el mayor y mejor forjador de mitos: el de lacaverna, el del andrógino, el del carro del alma. Y por-que escribe espléndidamente.

La segunda solución la ofrece el propio Platón. Es-tablece que se debe vigilar a los forjadores de mitos, por«el tejido de falsedades que presentan los poetas antelos ojos de los niños». Eso significa que el mal viene dela ficción, los desterrados deberían ser ahora algunosnovelistas y algunos cineastas, si no algunos autores deliteratura infantil. Ahora bien, el destierro de los poetastiene excepciones: sólo admitiremos en nuestro Estado loshimnos a los dioses y las alabanzas de los hombres buenos.Sin ser haberme planteado estos propósitos –no todoha de ser consciente– constato que he sido un poetahímnico. Y he alabado. Puesto que también he renun-

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ciado a la ficción y a sus males, creo ser merecedor dela absolución platónica. Y me reconforta que Platóndeclare literalmente que la poesía es agradable y bene-ficiosa, tanto para la organización política como para lavida humana.

Queda una tercera solución, extrema. En su Historiade la filología clásica anota Pfeiffer: en el Estado ideal pla-tónico los ciudadanos son perjudicados por los poetas. Enconsecuencia, tienen que ser expulsados. Gracias a ese afor-tunado fallo de sintaxis, pude imaginar que son los ciu-dadanos los que deben ser expulsados de la polis,mientras los poetas se quedan con el Estado.

Pero cuando oigo a los poetas expresar sus opinionespolíticas con descaro (y lo que es peor, cuando me oigoa mí mismo), recuerdo la expulsión platónica, que aho-ra debemos ver simplemente como precaución platónica.Me recuerdo: cuidado, recuerda que quien lanza seme-jantes audacias es un poeta. Recuerda, si las lanzas tú,que eres un poeta. Por supuesto, hago extensivo esto aotros gremios artísticos. Tampoco hemos de interpretarliteralmente. Yo lo he tomado como un aviso. En Eros esmás conté que un asunto que me había obsesionado du-rante años ocupaba en el libro un sólo verso. De once sí-labas. Esa compresión máxima es algo que no seencuentra en el columnista que literalmente puede des-ahogarse a diario. Ni en el intelectual o el ensayista. Pe-

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ro el poeta tiene otros ritmos. Su atmósfera es otra. Suscondiciones de presión también son distintas. Así quehierve a otra temperatura. ¿Cuál era mi endecasílabo?Luis Antonio de Villena lo desveló al presentar el libro enla comida de Loewe, ante ministros, presidentes autonó-micos y algún expresidente del gobierno. Era «la situa-ción incierta de mi patria». Tardé años en poder escribircon naturalidad la palabra patria, que sentía prohibidapor poderes invisibles. Después de todo ello, constato ladificultad de decir poéticamente mis preocupaciones po-líticas, que son muchas.

Considero que, como mínimo todas las posicionesdel arco parlamentario son legítimas para los poetas, nosólo las de medio arco parlamentario. Por supuesto,también las de la calle y las alternativas y hasta las ex-tremadas. Pero siempre que las oigamos, debemos dis-cernir si las dice el poeta, si las dice poéticamente, y sino estará repitiendo algo ya dicho por otra persona me-nos inteligente, menos sensible o menos preparada queél. Ha quedado ya claro que no descarto la interven-ción política de los poetas. Todo lo contrario. ¿Com-promiso? Sí, para quien lo quiera. Pero no-compromisotambién, pues la mayoría de los grandes poetas escri-bieron antes de que se alumbrara esta noción. Y habrámuchos poetas cuando esta idea sea olvidada. En nin-gún caso acepto la servidumbre de la poesía a discursosde menor rango que el poético, como son las consignas

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o las imposiciones de partidos o religiones, si es queambos no fueran lo mismo. Creo en el poeta como es-píritu selecto, si me permite usar el bello anacronismode Mandelstam. Añade enigmáticamente que los espí-ritus selectos apetecen la unidad.

En mi caso particular, aplico una segunda precau-ción, no sólo para la política. Me recuerdo a mí mismoque con diecisiete años me matriculé en filología clásica.Y no lo hice porque buscara una rara erudición, sinoporque aspiraba a educarme como un griego y un roma-no de la Antigüedad.

La interferencia mediáticaPienso mucho en los factores que disturban la escri-

tura poética. La nitidez que detectamos en las líneas delos grandes poetas del pasado tiene mucho de limpiezaecológica, de ausencia de ruido comunicativo. Nuestrospoemas, los míos, han sido escritos mientras había fina-les de Gran Hermano, tertulias espantosas en la televi-sión, discusiones a gritos, que, si lo tengo que repetir entérminos horacianos, muestran la profunda vulgaridadde nuestra época. Y no parezca que quiero distanciarme.Ya hace años, en un encuentro en Verines, defendí unapoética que abarcara desde Aristóteles hasta el canal Mo-saico. Estas mismas líneas han sido escritas bajo los efec-tos de un constante zapping televisivo en el que puedenhaberse mezclado tantas secuencias como líneas. He vis-

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to anuncios de las pilas Duracell, pero también un es-pléndido discurso de Bill Clinton felicitando al Rey JuanCarlos por su septuagésimo cumpleaños. Horacio, Vir-gilio, Dante, Francisco de Asís, no tuvieron que ver Iden-tity o a Boris Izaguirre, ni mucho menos comprobar quelos escritores mediáticos desplazan a la alta poesía de losestantes.

Cuando uno degusta un texto compuesto en las épo-cas poéticas de la humanidad, percibe una nitidez que demomento doy por perdida. Se nota en Píndaro que nohabía youtube ni blogs en su época. (Aunque tambiénPíndaro y Shakespeare se reciten en youtube). Leer la Bu-cólica IV de Virgilio es como beber un trago de esa aguamineral que los japoneses se hacen traer de los últimosicebergs incontaminados. Esa pureza casi cosmológicatiene algo de la nada o del todo que tanto buscamos.

AutorretratosA diferencia de la poética escritas por filósofos, las

de los poetas son una de las formas más sutiles del au-torretrato, encriptado entre tautologías.

He sido el responsable de las portadas de mis libros,siempre que he podido. Para Esto es mi cuerpo elegí unafotografía con la que había hecho una obra en París.Era un retrato mío, desnudo de cintura para arriba. Lapose quería repetir alguna de las de Mishima, que es

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uno de mis escritores y uno de los protagonistas del li-bro. Se había publicado antes en una postal que yo mis-mo edité en París, Ceci est mon corps. Para el libro, eleditor me decapitó. Hizo bien. Sin cabeza, sin cara (quees la heredera del alma) se manifiesta mejor el cuerpo.Me parece que el cuerpo no incluye la cabeza.

En Un ángulo me basta tardé en encontrar un ángulovisible. Lo tenía muy cerca, fotografié el ángulo que for-maban dos de las ventanas de mi estudio, en la esquinaque casi vuela sobre el Tormes.

Más problema me dio Eros es más. Eros es tan abs-tracto y tan concreto que no me satisfacía ninguna de susrepresentaciones tradicionales. Se terminaba el plazo queme dio el editor para enviarle una ilustración. De pron-to, vi un tronco que ardía en la chimenea. El tronco y elfuego eran representaciones tradicionales de eros. Lo fo-tografié.

El primer libro, que ganó el Premio Vicente Núñez,lleva una viñeta de Ginés Liébana, acorde con la armo-nía estética del Grupo Cántico, que representa un in-usual centauro. Ambas señales, la de Cántico y la delcentauro, me parecieron buenas.

No encuentro otro lugar para dejar constancia de quehe escrito la palabra Dios en varios poemas. En cada uno

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de los libros. Dios no es patrimonio de las religiones. An-tes del cristianismo usaron esa palabra Esquilo, Sócrates,Platón, Cicerón o Séneca. Sus idiomas son el nuestro.No es una palabra incompatible con la modernidad.

En definitivaLa poesía nos libera de las ataduras del tiempo y del

espacio de una manera física. Nos hace vivir en nuestraépoca, pero también nos recuerda que podríamos habernacido en cualquier otro momento del pasado o del fu-turo. En cualquier otro país, con cualquier otro idioma.También nos libera de nuestra edad. Nos hace viejos,maduros o jóvenes en cualquiera de las edades de nues-tra vida. Nos hace humanos sin más. Una de las mejorescosas de ser poeta es que uno recibe recompensas y ho-nores por reconocer que no sabe. A veces los premios sontan grandes como los que reciben quienes han hechograndes descubrimientos. Yo no sé muy bien cómo se es-criben mis libros. Recuerdo haber escrito muy pocospoemas. Algunos, como «Exceso de vida», los vi ante misojos de un tirón, en apenas un rato. Otros tomaron sutiempo. «Octubre, mes sin dioses», me llevó varios octu-bres. No varios años, porque está escrito íntegramente endistintos meses de octubre. Pero es obvio que a veces hayque esperar mucho. Soy en principio contrario a los en-cargos. Las invitaciones, en cambio, pueden dar frutosinesperados. Dos de los poemas que más me gustan losescribí por sugerencia ajena. El poema «Acepto que be-

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lleza» surgió de la idea del milagro, a la que la revista Sa-lamadria, dirigida por Ana Santos y Pedro J. Miguel, ibaa dedicar un número monográfico. «Olímpica tercera»nació de la insistencia de estos mismos editores para quecelebrara la hazaña de David Cal. Los dos son poemasque siento como míos, tanto que el primero es un poe-ma de amor. Pero la llama inicial la prendieron otros.Bien mirado, con la suficiente distancia, la llama inicialla prende siempre otro, aunque no siempre se le puedaponer nombre.

Pocas preguntas desconciertan tanto a un poeta comoesa de qué está haciendo o qué va a hacer, porque ni élmismo lo sabe. A mí cada libro, cada poema, me ha pa-recido el último. Y no llevo mal la idea de no volver a es-cribir poesía. Al contrario, me asustaría la posibilidad deestar hasta el fin de mis días produciendo continuamen-te poemas, por muy sentidos que fueran.

Me situé bajo el signo de Horacio al principio de es-tas palabras. Sus versos, que inmortalizaron el nombre deMecenas, consagraron el mecenazgo como actividad nosólo literaria, sino poética. Gracias a la Fundación JuanMarch. Gracias a ustedes.

Salamanca, 12 de enero de 2008

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SELECCIÓN DE POEMAS

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OLÍMPICA PRIMERA. NADADOR

A Martín López-Zubero

El agua es bien precioso,y entre el rico tesoro,como el ardiente fuego en noche oscura,ansí relumbra el oro...ansí es más excelentela olímpica porfíade todas cuantas canta la voz nuestra

Fray Luis de León, Traducción de la Olímpica I de Píndaro

¿Qué es aquello que Píndaro dice en su alabanza?Recuérdamelo, si lo sabes. Es cuando dice que elagua es lo mejor, y a continuación ensalza el oro,acertadamente, en el comienzo de la más bella desus Odas

Luciano

Oro te muerden en tu freno duroLuis de Góngora

Αριστον υδωρ. Lo mejor el agua. Y en la retransmisión televisivatú vas rasgando su precisa seda,

y

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la furia de tus manos va quebrandoclaror en esmeraldas, en espumas,cristal del que huyen pájaros y tigres.

Intercontinental tibio misil–intangible en el silbo de su vuelo–trayectas el océano en rectidumbre.Seminal como miembro decisivotu certidumbre engendra en el azur feliz bullicio de constelaciones.

Pie mercurial y alado, el cuerpo es curva.Un embrión instantáneo que interrogay replica ya sólo con contraria propulsión amorosa hacia el futurode aquel coral oculto masculino.¿Dónde aleta o timón tan firme y leve?

Ahoraungido con el óleo victorioso

Emergeel torso tatuado en transparenciadel Caribe en azul prisma cautivo.Ahora en el nacimiento es cuando bateplusmarcas de hermosura cada músculo.

Rompe al nacer la tela de las olas,haz del agua marina albornoz breve

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y eleva tu mirada. Es cierto. Sí.Digitales los números fulguranpara ti sus centésimas triunfantesen la pantalla citius altius fortius.Es tu crono aún menor que tu cintura.

[Entrevista en flash back intrascendente.Yo gozo tu español balbuceante,tu tremolar de sílabas que tienegenuino sabor americano.]

Ceremonioso ante el anciano inclinasla preciosa cabeza de recluta,de potro que después de la carrerarecibe la áurea brida en mansedumbre.Oro te muerden en tu freno duro.Oro relumbra entre los pectorales.Oro en custodia sobre la lorigapalpitante y suave de este héroe.

Asciende el cuerpo que eres. La bellezate muerde los tobillos en el podio.Alzas el brazo que en la piel exhiberayo solar por única pulsera.Saludan los soldados. Los ancianosreverencian el cetro que perduray mueren por cercar la anchura espléndidade tu espalda y en un largo gemido

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ser el niño y el hombre. Pero ahoraeres sólo la música que da nombre a tu patria,a la tierra que fue del padre de tu padrey en la conflagración de tantas destrucciones,del amor declarado como una gran batalla,tú, príncipe oceánida, tentación de los dioses,atleta de los émbolos, de los muslos gemelos,feliz, triunfal, infante sorprendido y acuático,sincronizada toda tu hermosura, sonríes.

(De La hermosura del héroe)

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PROFECÍA DE TU PIEL MARAVILLOSA

Aunque nada sostiene la esperanza que cantoyo sumo aquí las sílabas del amor que te tengocasi a tientas y pido que su fuego y su músicaprendan el ruiseñor prisionero en tu torso.

Creo en un día soleado, mi esperanza lo sienteo lo quiere o lo teme o muere porque seacercano al fin sencillo como el puño de un niño.Creo en el día luminoso en el que tú te rindas.

Podré atenerme entonces a tu piel verdadera.

Serás tú convertido en materia dulcísima.Serás tú bajo forma de la forma preciosade tu cuerpo, en especie de sol y de hermosura.Serás los treinta y siete grados maravillososque tu temperatura imprimirá en mis labios y tu cuerpo será la mejor certidumbre.

Tú lo curarás todo, todo lo harás volverseceguera y luz de amor en la memoria nueva.Las tardes solitarias, la verdad de las lágrimasserán tan sólo suma de amor deslumbradora.

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Fulgurará tu peso sobre mí repartidomiembro a miembro sellándome con tu forma adorada,y el esplendor que irradian todas tus proporcionestraspasará los límites de mi piel hasta hacermehermano para siempre de la hermosura tuya.

En tu gemir rendido y en tu animal furiosome será revelada la luz de tu persona.Tu forma de abrazarme y el modo de tus besosdarán sentido al nombre que te dieron tus padres. Y yo que no soy nada probaré la ternuraque tienes cuando entregas tu ejército vencido.

Pero antes, antes, antes, abriendo, inaugurandomás bello y silencioso que los amaneceres de la historia del mundo, no sé de qué maneratú me dirás que sí y me darán tus ojosla entrada, y lo que era a fuerza de soñartepelo tuyo, ojos tuyos, ojalá que no hayanada tras el instante en el que tú te entregues.No prosiga la vida su tejido confuso.

Entonces será dulce temblar ante tu piely morir, y acercarme, y sentir solamenteesa extensión suave de Dios entre mis manos.

(De La hermosura del héroe)

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DÉJAME QUE TE ABRACE, AHORA QUE TODAVÍA

Déjame que te abrace, ahora que todavíatu piel no lleva escritas las mentiras del mundoy tus labios son sede sólo de la hermosura.Porque sólo he querido ser bueno y verdaderoy tú puedes hacerme, déjame que te abrace.

(De Esto es mi cuerpo)

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LOS AMIGOS DEL CUERPO

Casi como oración sumo sus nombres.Estos son (y no todos) los amigos del cuerpo: Los esquimales. Isla Correyeropor tantas líneas suyas, como ésta:«en el iglú los esquimales arden».Los animales todos, y los astros.Los albañiles. Tantos como sonsuperficiales y/o espirituales.Vicente Núñez, espiritual.El que una tarde dijo esto es mi cuerpo, y más exactamente, en el instante que Durero recoge en dos grabados.(También en la mañana, de otro modoindescifrable, cuando pronuncióno me toques.)Silvano, que está escritoen su nombre.Yukio Mishima, escrito en la palabra samurai.Walt Withman, que está aquí.Félix González-Torresque hacía los retratos de los hombres con su peso ideal en caramelos.Los poetas (no todos), el que un díaanotó que alguien se tendió en la playa

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en los huecos dejados en la arenapor los veraneantes más hermosos.Los gipsy, el jovencito que en la bodagitana de París, en el hotelMeridian, por espléndidos salones paseaba solitario y no llevababajo la americana más que el torso.Los adolescentesque desgarran sus ropas, y misteriosamente su egoísmo infinitose transmuta en entrega.Los gimmastas, que dejanlas horas de sus días entre máquinasextrañas, fabricadas en lugares remotospara gloria del cuerpo (no del suyoo no sólo del suyo).Marguerite Yourcenarque alteró su apellido Crayencouren monograma de delicadeza oriental, solamentepor el placer (nos cuenta) de la Y griega.Las mujeres objeto y los hombres objetoque ofrecen perfección, felicidad efímera y sabemosque es incierta, y por eso es más cierta y humana,(y por eso, aunque anónimosy menores, son dioses).Los exhibicionistas, los voyeurs.Nuria en la tarde de las Tullerías

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Mis amigos.I pompieri, che sono gli eroi di oggi.Los que en las bibliotecas se distraen.Los fotógrafos.Los que son el amor y la mirada.Henry de Montherlant, admiradorde los atletas y los boxeadores,atleta y boxeador.Homero que utilizauna sola palabra para la piel y el cuerpo.Francis Scott Fitzgerald, cuando vio al que tenía un cuerpo más moreno y musculosoque el de Dick, cuyos músculos resaltaban a lo largo del cuerpo como nudos en una soga.Ciryl Connolly, clarocomo los epicúreos.Elena Ferrerque en el metro decía que notabadebajo de los trajes la tensión en los músculos de cierto tipo de ejecutivitos.Píndaro, inalcanzable como el fuego.Martín López-Zubero, sonrienteen aquel podio, tímido ante la única gloria que perduramás allá de la muerte.

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Niki de Saint-Phalle,que fue retratada radiante y futura,y anota lo primero en su currículum que en Estados Unidos, de pequeña,las monjas avisaron a sus padres que necesitaría tratamiento psiquiátrico, y después ha hecho labios y sexos que se mueveny ha traído el color, la inocencia y el agua.O Marguerite Duras, que declaró que hubiera preferidoser puta, y no escritora.

(De Esto es mi cuerpo)

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ELEGÍA 2

No sé por qué no puse este amor en silenciosobre tu piel como una catenaria de plataque rodeara las tersas arterias de tu cuello.No sé de mí siquiera si estaré tatuadoen los hondos momentos de tu melancolía.No sé por qué me cuesta escribir que te quisetanto que a veces lloro las letras de tu nombre,que al recordarte siento el dolor verdaderode lo irrecuperable. La tristeza infinitade que tú el más radiante muchacho de la tierraviniste desde lejos a dormir a mi lado,te quitaste las ropas del verano con torpenormalidad (tu cuerpo era más rubio y fuertede lo que yo soñara), y, mirándome purocon aquellos dos ojos, cuyo color declaroque se ha desvanecido de mi pobre memoria,en un sencillo anuncio de la noche inconscienteHe traído un pijama de boxeador, dijiste.

(De Esto es mi cuerpo)

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NO SERÉ NUNCA UN LÍDER

No seré nunca un líder. Pero a cambiosoy el amor, lo elemental, la sumadel equilibrio y el desequilibrio, el sueño que se cumple. De las formasde destrucción prefiero el fuego, osu alta forma, la aniquilación.De los signos que son inteligiblesdescifro solamente los del tigre.Aquí en el corazón lo traigo todo.Soy verdadero. Admiro a ciertos serescomo 106 Kid, tapiceríavaquera. Me enamora cómo silbafrente a las fuerzas de orden. Y desnudo.En los ratos de encuentro con mi especieconsumo hermosos desnatados quese reflejan en mí, que me deslumbrandel mismo modo que deslumbra todacontraprogramación. Así estranguloa este tangente atleta en un abrazohecho de fuerza, para compartircon él la auténtica inmortalidad,la que sólo el amor confiere. Notenemos ya costumbre de nombrar así al amor pero yo anuncio que esexactamente eso. Me complacen

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sus bíceps, aunque no más que los míos.Es para mí. Yo soy para mi amado.Él es mi holografía acariciable.Crezco en su piel. Recorro su latissimusdorsi, tiento el vigor de su carótida.Somos dos animales del verano.Simétricos atlantes, sostenemosel dintel transparente del futuro.Engendramos mejor que los que engendran.La brisa del Espíritu nos mueve.Somos el álamo y el río que fluye.Somos la lluvia, sí, somos la lluvia.Nosotros somos la naturaleza,y una sola palabra de los príncipesdestruye toda la sabiduría.Una sola palabra de los príncipesdeclara inexistente el universo.Amo la tradición, sueño de un sueño.Mi beso es más potente que cualquierade las sentencias o las leyes porquees una unión que modifica el cosmos.Mi instinto puede más que cualquier libro.Soy poeta en el silencio del abrazo.El amor masculino es intocable.Somos iguales. Nuestros cuerpos tienen 0% de materia grasa.

(De Esto es mi cuerpo)

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DEL LADO DEL AMOR DUERME MI CUERPO

This is a puzzling poemG. Williams, sobre la Oda III 2 de Horacio

Del lado del amor duerme mi cuerpo desde niño. He cumplido30 años. No escribo mi futuroni mi pasado. Seala medida de todo el corazón.He cumplido también sueños y miedos.Sea también. He pisadoun septiembre de lágrimas, amargocomo frontera atrás, como vendimiairremediable. Y eso era el dolor.Ahora he comprendidoque es necesario el ciervo, y es necesario el tigre.Afirmo todo aquello que negué.Cómo me salvaré sino queriendo.He tenido al que fuicon 19 años en mis brazosy lo he visto feliz. He percibido cómomi cuerpo transmitía esa felicidad, que iba de mis labios a sus labios,de mi torso a su torso, de mi piel a la suya. Sé que los iletrados y los tímidosconocen la verdad. Pierdo mi tiempo

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dejando este reguero largo de sílabas, porque movidoa resplandor, resueltoen poema, seráinapagable luz que llegará algún díahasta el oscuro centro de tus ojos.

(De Esto es mi cuerpo)

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LA CANCIÓN DEL VERANO SUENA MÁS QUE LA

ENEIDA

para Jaime Siles

La canción del verano suena más que la Eneiday en vano –Cioran dice– busca Occidente una forma de agonía digna de su pasado.Pero así están las cosas, y no tienenvuelta ni las generaciones ni las hojasde los hombres. Tristeza de saber que no regresaremosa la ternura, la serenidad,al fulgor de Virgilio.

Aquel veranobailábamos oscuros bajo la noche sola.

(De Esto es mi cuerpo)

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NÚMERO 112 DE UNA AVENIDA NUEVA

He venido poniendo mis pies sobre tus pasoscomo animal perdido, a zaga de tus huellaspara ver dónde vives, y envidiar las paredesy así de humildemente numerar con caricias de torpe enamorado los ladrillos que guardan tu hermosura invisible. He llegado hasta estenúmero 112 de una avenida nuevaen un barrio perdido, respirando las horasde madrugada oscura. Para hacer qué, ¿pulsartodo el cuadro de timbres, como el adolescenteque no fui, despertar muchedumbres, y sólopor dejar en tu sueño la señal de mis sueños?¿O quedarme dormido sobre la dura almohadadel umbral que traspasas a diario, esperandoque el sol naciente sea el que me cure y traigael milagro a mis brazos, tu cuerpo bienungido con este mismo vino que me asedia las sienes?Quiero entrar en las lágrimas del que se sabe pobre, porque no altos regalos ni guirnaldas triunfalesofrezco, sino sólo despojos de despojosde amor, de puro amor, otra vez humillado,aunque en el limpio espacio comunique los astrosy me mueva (¿y te mueve?). Tengo miedo a perderla ebriedad de la noche de los párpados. Quieroseguir siendo inocente después de que amanezca.

(De Esto es mi cuerpo)

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TÚ Y YO / LOS OTROS

No comprendo sus ojos ciegos a la belleza.No tiemblan en el claustro incendiario, en el ápicedonde se desintegra lo que existe y el mundoinclina su hermosura hacia el desequilibrio.Dios está dentro y fuera de este cuerpo que amo.Es todo simultáneo. Mi sustancia es la tuya.Escúchame muñeca, escúchame muñeco,(copio esto de la radio, de un disc-jockey cualquiera,mas no por ello debes despreciarlo): your sweetnessis my weakness. El mundo es hermoso y confuso,no de otro modo puedo para ti por nombrarlodarle orden, acepta el amor caudaloso:sólo puedo apresar su esplendor y escribirlo si utilizo palabras hermosas y confusas.

(De Esto es mi cuerpo)

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QUE VIENEN EN SU CASO A SER CRUELES

SINÓNIMOS

Ahora que, otro milagro, los milímetros ponensus labios al alcance de los míos, un instante–que le será invisible– detengo la secuenciapara gozar, sentir que me estaba muriendopor probarle los dientes uno a uno, la formay el sabor, por tocar con la lengua despacioel relámpago vivo, la sierra diminutacon la que hiere al mundo cuando muerde o sonríe.

(De Esto es mi cuerpo)

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EL RÍO, AL QUE LO AMA DESDE EL PUENTE...

El río, al que lo ama desde el puente,le trae el otoño en islas repartido.El oro se prodiga y da sentidoal mes, a su hermosura incandescente,

fronda a fronda prendiendo. Hacia ponientecorre la transparencia. Alto, aterido,el álamo se mira. Y hay un nido tejido junto al junco grácilmente.

Todo ahora fluye. Todo está en reposo.(Ánade inesperado: cauteloso,interfiere el cristal que se apresura,

para sumarse a su premura, paraser gamuza impalpable que pasarasobre la fugitiva plata pura.)

(De Selva de fábula, libro inédito)

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AUTORRETRATO COMO ASCETA INCONSCIENTE

Hoy beberé contigo en copa cortael vino humilde que guardé hace un año

para ti. Horacio, traducido por Luis Javier Moreno

Desconozco las marcas de los vinos más caros.Ungaretti es la única denominación de origen que respeto.Estoy entrenado para respirar aire.He dormido en el suelo, he comido en el suelo.Con un trago de agua mineral honro a Píndaro. Expongomi cuerpo enteroa la temperatura diferente de las cuatro estaciones. Tomo mi vocabulario del atletismo.No me enamoro de mi propio zeppelín. He pedido limosna a las estatuasmuchas veces: estoy acostumbradoal fracaso, aunque séque Juan Ramón Jiménez no tuvo más sustancia que la que tengo yo.Así de claro: tengo una idea radical de libertad.

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Igual que un poeta arcaico, maldigo las monedas una a una, el dinero.Igual que un poeta arcaico, sin embargo,celebro la riqueza y la pobrezaporque son dones. Para leer a Horacioun libro de bolsillo. Eso me basta.Bibliofilia y tesoros, para otros.Mis lujos se consiguen con dos euros.El universo está pintado a mano,asegura un rapero. Lo suscribo.No soy un novelista. Yo no invento.No puedo permitirme la mentiraen esta relación. Doy mi palabra. Serenidad: un litro en mis arterias.Algo hayde revolucionarioen la felicidad del silencioso.Me muevo en los extremos invisibles.Algunos días tomo, para volver a casa el camino más largo.Otros días elijo diagonales.Fuera de aquí no logroexplicarme. Además de torpe, soy un asceta inconsciente.

(De Un ángulo me basta)

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UNCONVENTIONAL EPICUREANS

para Paqui Noguerol«Unconventional epicureans»,

Arnaldo Momigliano, Epicureans in Revolt

Pocos entre los pocos, raros entre los raros,filosóficamente nos sentimos muy solos. La puerta del jardín no la cerramos nuncaporque nos apasiona la política.A mediados del siglo primero antes de Cristofuimos tiranicidas. En el nuevo milenio no vamos a rendirnos a la melancolíade otro siglo que adora los caóticosídolos de la sangre y de la tierra.

(De Un ángulo me basta)

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ACEPTO QUE BELLEZA ES LA FULGURACIÓN

Acepto que belleza es la fulguraciónnatural de las cosas naturales. Me digo que tus dientes mostrados en sonrisason eso. Que tus ojos me dan tanta dulzuraporque cumplen remotas instrucciones genéticas.Que tu cuerpo de hombre con mi cuerpo de hombreconstruyen un lugar necesario en el mundo.Que nada extraordinario hay en dos que se aman.Pero, cuando te abrazo una noche tras otray me encuentro tu pulso a oscuras en cualquiera de los puntos que laten en tu cuerpo dormido,cruza por mi cerebro la palabra milagro.

(De Un ángulo me basta)

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ESTA MAÑANA SOY TAN AMPLIO COMO EL MUNDO

para María Luisa Blancoin angulo cum libro

Esta mañana soy tan amplio como el mundo.Me basta con vivir. Me basta con el título de un libro: trata de la dulzura en el pensamiento griego. Esde Jacqueline de Romilly.Yo tenía el proyecto de vivir junto al mar.(Dioniso navegando sobre un mar de dulzuraestaba en las crateras, sobre el nivel del vino).Ahora he construido mi casa sobre un río.De la belleza y las implicacionesmorales que comporta ver el agua que fluyesoy consciente. Del agua soy consciente.Me basta con mirar. El título de estelibro, su contenido que equivalea esta mañana. Leo. Acepto todosestos regalos que nadie me ha hecho.

(De Un ángulo me basta)

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LESS IS MORE

para Javier Rodríguez Marcos

He comido en un centro comercialde diseño.

Sobre las cristaleras–y grabados al ácido–versos contemporáneosen helvética black.

Me he sentado en un banco de madera de tekabajo una hermosa línea de Vicente Aleixandre.

He mirado los límites del mundo:un trapecio de césped y un óvalo de cielo.

El periódico dice que en veranosomos más vulnerables.

Otra vez sufro el vértigode lo heterogéneo. El oasises una tentación para el asceta.

He comido en un centro comercial.Sólo he comprado zumo de naranjay las obras completas de Epicuro.

(De Un ángulo me basta)

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AY DE LOS QUE PROPONEN LA VIDA COMO UNA

OPERACIÓN INCESANTE DE CONOCIMIENTO

Ay de los que proponen la vida como una operaciónincesante de conocimiento.Los que pretenden imponernos su exceso y su tristeza.Los que no se detienen.No hay asunto incesante que no se llame vidao simplemente amor. Nijinski dice algo muy parecido a esto:Las personas que piensan demasiado acaban escribiendocosas absurdas sobre la belleza.

(De Un ángulo me basta)

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LANZADOR DE MARTILLO

a Koji Murofushi

Más tarde haré el elogio de su genealogía.Convertiré sus números, edad, peso y altura,en hexámetros áureos. Pero en este momentoguardo en mi corazón para siempre el magníficogesto con que levanta los brazos y contemplaatónito la esfera de con el cable de aceroque porta lo mejor de su potencia, en buscadel impacto perfecto. Seguro del dictamenmira a la multitud como un enamorado.Su rostro irradia toda la arrogancia serenaexclusiva de estatuas colosales antiguas.Y, mientras el clamor lo circunda, yo emprendouna meditación en torno a lo inaudito.

(De Olímpicas)

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OLÍMPICA TERCERA

a David Cal

La mañana es un reino diferente.Otra temperatura y otra luz.Temprano es la palabra. Todavíael agua está mezclada con el amanecer.El remo los remueve. La proa los separa.Raras categorías alfanuméricasorganizan las clases de los competidores,para hacer abstracción del onanismo que llegan a exhibir los más audacesentre los navegantes solitarios.La canoa es concreta,su material ultraligero acota una fracción de horizonteque se puede tocar,¿y quién discutirá que resulta atractivoparticipar de la condición del centauromontando una fracción de horizonte que avanzaimparable hacia el cruce con la línea ideal, parecida al futuro porque sólo es visible sobre la foto finish?Energía del cuerpo: ¿y los que han madrugadosólo para mirar? ¿No contribuyena deshacer los nudos de las ondas?Pero el héroe los corta con su espada de nauta.Estrictas son las órdenes que da la adrenalina:

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desactiva bostezos, empuja la epopeya,hace volar el torso como en algunos sueñose ilumina la cara de los más contenidos.Después de la victoria, por natural impulsolos versos se dirigen hacia Crónica Regia.La Reina y el Atleta, aturdidos, despiertos,intercambian saludos de animales insólitos,de especies protegidas por la Europa ecológica.El viento comunica sus cabezas cercanas.Virtud propia de príncipes es la serenidad.El triunfador, según el periodista,no ha tenido problemas para dormir anoche.Es serio, está llamado a su propio interior. Entrenaba escuchandorock urbano en formato mp3, por horas infinitas.En internet lo llaman un tímido de oro.El piercing de su boca es un punto de acero.Ama los monosílabos.Es de un pueblo pequeño.

Cada día cargabacon esa embarcación esbelta y frágily remaba en el mar de la monotoníainconsciente, constante, lo mismo que el ascetaque reitera ejercicios para salir del mundo,así durante meses, así durante años,

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para llegar a esto,a esta mezcla del chándal y el olivo,a esta clara mañana en la que está de pie sobre el mapa de Grecia.

(De Olímpicas)

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EXCESO DE VIDA

Desde que te conozco tengo en cuenta la muerte.Pero lo que presiento no se parece en nadaa la común tristeza. Más bien es certidumbrede la totalidad de mis días en estemundo donde he podido encontrarme contigo.De pronto tengo toda la impaciencia de todoslos que amaron y aman, la urgencia incompartiblede los enamorados. No quiero geografíasino amor, es lo único que mi corazón sabe.En mi vida no cabe este exceso de vida.Mejor, si te dijera que medito las cosas(fronteras y distancias) en los términos propiosde la resurrección, cuando nos alzaremossobre las coordenadas del tiempo y el espacio,independientemente del mar que nos separa.Sueño con el momento perfecto del abrazosin prisa, de los besos que quedaron sin darse.Sueño con que tu cuerpo vive junto a mi cuerpoy espero la mañana en la que no habrá límites.

(De Eros es más)

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EL REINO DE ADRIANO

«Se trata, sobre todo, de una teoría del conocimiento, del modo en que unhombre se sustrae poco a poco a las ideas de su tiempo, que rechaza.»

Marguerite Youcenar, [sobre Zenón], Carta a Alain Bosquet,1 de enero de 1964

El reinado de Adriano se parece al octubre que celebranlos japoneses. Pero la nostalgia que siento de esos años no se debea la ausencia de dioses. Ni tampocoal gobierno feliz de este monarca.Ni a su cultura helénica, sus viajes o la estabilidad de las fronterasde su imperio. Perciboaquello como patria,como época propia, porque intuyo que entonces no tendríala sensación de exiliocreciente que despiertaen mí la época que me ha tocado,la cultura angustiosadictada por algunos que no aman, los intelectualesde clase media, aquellosque no son ni poetas ni filósofos,el futuro nublado,la situación incierta de mi patria.

(De Eros es más)

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DEMASIADAS COSASpara Christian Law Palacín

El asceta es consciente de demasiadas cosas.Un exceso de amor lo amarra al mundo.Cada casualidad se convierte en un vínculo.Siente cada palabra, cada letra.Se puede enamorar de una definiciónencontrada al azar en cualquier diccionario.A veces tiene miedo de que su corazón alcance el tamaño del

cosmos.Por eso con paciencia va deshaciendo nudos.Corta ataduras. Se le va la vidaen desentenderse.

(De Eros es más)

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OCTUBRE, MES SIN DIOSES

Los japoneses piensan que éste es el mes-sin-dioses.Lo celebran así. No aliteran octubrecon oro desprendido de los árboles frágiles,ni con revoluciones que cambiaron la historia.Octubre como tregua. Como ausencia de todolo que excede los límites. Así para nosotrossea: liberación. Porque ya no se exhibenlos implacables dioses desnudos del verano, los demasiados dioses, y falta todavía mucho para que nazca el niño del invierno,y más allá no alcanza la vista, desde estemes de distancias, mes de lejanías,imperfecto, logrado, fortuito. Que así sea para nosotros. Sin los ocho millones de dioses que se esconden en la ciudad o el bosque,las escalas coinciden con nuestras estaturas.Dejémonos llevar por los presentimientos.Escribamos las cosas con las letras minúsculas.Celebremos octubre por su ausencia de dioses. Disfrutemos su nombre porque sólo es un número de una serie truncada. Y olvidada. Es octubre.Tenemos treinta días sólo para nosotros.

(De Eros es más)

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ARTE DE TRADUCIR

Debemos celebrar las traducciones afortunadas.Como el Précis de décompositionde Cioran, convertidoen Breviario de podredumbre.En momentos de máxima inseguridad culturalel arte de traducir se convierte en la última forma de conocimiento.Ahora que la torre de la historiasufre asedios que pueden ser los definitivos,hemos de recurrir a los especialistasy a quienes los traducensin prisa y con audaciaintuyendo el sentido final de los escritos.Para comprender todolo que ocurre estos años,basta con este libro de Arnaldo Momigliano que trata de otra época:The Alien Wisdom, que alguien bellamenteha traducido La sabiduría de los bárbaros.

(De Eros es más)

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CANCIÓN PARA PEDIR MÁS CARRIL BICI

Ir por el carril bicipersiguiendoel origen del ríodurante media hora,paralelo a los peces,paraleloal piragüistade torso grandeadelantarlo,escalar hasta el puentepeatonal, transmutarmeen perpendicularal aguade Gredos por aquí,dar media vuelta,bajar formando partedel viento, sertan físicamentefeliz, correr ahoramás rápido que el Tormes, dejar atrás los juncos, la lavanda, las sombras de las frondas, los niños, los atletas,la plata de los pecesy al tenaz piragüista.

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Ir por el carril bicidurante media hora,ser centauro reciénnacido, me parecemás de lo que merezcoen este día casivíspera de septiembre.

Pero reclamo más.

(Inédito)

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PALABRAS EN BURDEOS

para Nadine Ly

En esta misma plazapronunció Víctor Hugo su famosodiscurso Construyamoslos Estados Unidosde Europa. Seamos juntosla confederación continental.Seamos la libertad.

Aquí en el atrio de esta catedral primada de Aquitanialos monarcas franceses proclamabansolemnemente Juro que seréun buen príncipe y un señor leal,y que defenderéde force ou de torta estas gentes de todos los demás,incluso de mí mismo.

Pero me quedo con la humanidaddel vagabundo, al lado del McDonalds, diciéndole esta tardea su perro, en voz bajay con mucho cuidado: siéntate.

(Inédito)

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BIBLIOGRAFÍA DE JUAN ANTONIO

GONZÁLEZ-IGLESIAS

I. POESÍA

LIBROSLa hermosura del héroe. Córdoba, Diputación, 1994

(Premio Vicente Núñez).Esto es mi cuerpo. Madrid, Visor, 1997.Un ángulo me basta. Madrid, Visor, 2002 (Premio

Internacional Generación del 27) .Olímpicas. Almería, El Gaviero, 2005.Eros es más. Madrid, Visor, 2007 (Premio Internacional

Loewe).

CUADERNILLOSJ.A.G.I., Málaga, Centro Generación del 27, 1993.Más hermosura, Centro de Estudios Literarios y de Arte

de Castilla y León, 2000.Vayamos hacia el norte aunque sea dando la vuelta por el

sur, Zamora, La borrachería, 2001.Copa corta, Badajoz, Aula Enrique Díaz-Canedo, 2001.Ha estado en la vendimia, Murcia, Museo Ramón

Gaya, 2003.Poesía en el campus, Universidad de Zaragoza, marzo de

2007.

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EN REVISTASMilenrama 9 (2005) Páginas centrales dedicadas a J. A.

González-Iglesias.Golpe de dados 170, 2001 (Bogotá) (dedicado mono-

gráficamente a Mª Ángeles Pérez López y J.A.G.-I.).

Además ha publicado poemas en numerosas revistas,entre otras: Clarín, Litoral, Revista Cultural,Batuecas, Renacimiento, Cuadernos del Sornabique, ElMaquinista de la Generación, La Península Literaria,Babelia, ABCD las artes y las letras, El Cultural,Turia, La hamaca de lona.

ANTOLOGÍAS EN LAS QUE ESTÁ INCLUIDOGARCÍA MARTÍN, JOSÉ LUIS: Selección Nacional, Gijón,

Llibros del Pexe, 1995.CORREYERO, ISLA: Feroces, Barcelona, DVD, 1998.SALVIATTI, FLORA: Poeti Europei, Roma, Centro Italiano

Arte e Cultura, 1998.GARCÍA MARTÍN, JOSÉ LUIS: La Generación del 99,

Oviedo, Nóbel, 1999.MAGALHÂES, JOAQUIM MANUEL: Poesia Espanhola. Anos

90, Lisboa, Relógio D’Agua, 2000.La Voz y la Escritura, Madrid, Comunidad de Madrid,

2001.V Festival de Poesia de la Mediterrània, Mallorca,

Fundaciò Casa Llorenç Villalonga, 2003.ΖΩΝΤΑΝΗ ΠΟΙΗΣΗ/Poesía Viva, Instituto Cervantes

Atenas, 2003.

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CONDE PARRADO, PEDRO, - GARCÍA RODRÍGUEZ,JAVIER, Orfeo XXI, Poesía española y tradición clásica,Gijón, Cátedra Miguel Delibes, Llibros de Pexe,2005.

VILLENA, LUIS ANTONIO: Amores Iguales, Madrid, LaEsfera de los libros, 2002.

MUNÁRRIZ, JESÚS: Un siglo de sonetos en español,Madrid, Hiperión, 2000.

IGLESIAS, AMALIA: Poetas en blanco y negrocontemporáneos, Madrid, Abada, 2006.

SÁNCHEZ-MESA MARTÍNEZ, DOMINGO: Cambio de siglo,Madrid, Hiperión, 2007.

TRADUCCIONES DE SU POESÍAPoemas suyos están traducidos al fránces, inglés,

italiano, portugués y griego moderno. Algunos enrevistas o antologías citadas en esta bibliografía.

II. TRADUCCIONES REALIZADAS

Ovidio, Amores. Arte de amar, Madrid, Cátedra, 1993(1997, 4ª edición).

Anónimos y menores: 12 poetas latinos, Málaga, Llama deamor viva, 1996.

Horacio, Cuatro Odas, Málaga, I. Miraflores, 1996.Catulo, Poesías, Madrid, Cátedra, 2006 (edición de

J. C. Fernández Corte).James Laughlin, The Love Poems /Poemas de amor,

Ourense, Linteo, 2007 (Con nota de Jacques Darras).

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Stendhal, Quién me defenderá de tu hermosura, Valencia,Pre-Textos, 2007 (Con epílogo de Luis Antonio deVillena).

III. OTROS ESCRITOS

LIBROSAntonio de Nebrija: Edad Media y Renacimiento,

Salamanca, Universidad de Salamanca, 1994 (conCarmen Codoñer, eds.).

Estudio del género del diálogo en autores latinos tardíos,Salamanca, Universidad de Salamanca, 2001.

DE VILLENA, LUIS ANTONIO (ed.) Alejandrías, Sevilla,Renacimiento, 2004.

Epitafio del fuego. Homenaje a José Emilio Pacheco,Salamanca, Fundación Salamanca Ciudad deCultura, 2006 (con Francisca Noguerol Jiménez eds.).

ARTÍCULOS, PRÓLOGOS Y ESTUDIOS SOBREOTROS POETAS Y ARTISTAS«‘Casa de mi Señor’ o Domus Domini. Un poema de

María Victoria Atencia a la catedral de Málaga»,Analecta Malacitana 14 (1991) 362-373.

«Exegi Monumentum Aere Perennius. Una lectura desdela estética postmoderna», en Cortés, R.,-FernándezCorte, J. C., (eds.), Bimilenario de Horacio,Salamanca, Universidad de Salamanca, 1994,385-395.

«La luz de Grecia sobre Aurora Luque», La Traíña.

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Revista de las Artes y las Letras, 17 (1996), 5-15(parcialmente recogido en El agua en la boca 5[1998], suplemento de Litoral).

«L’opera di Elena Ferrer/ La obra de Elena Ferrer»,Senzatitolo, I Pasanti, Rovereto, 1996.

«Un anno/luce. Un año/luz. Argi/urte bat», enAsunción Goikoetxea, Senzatitolo, Trento, GalleriaImprovissazione Prima, 1996.

«La otra paganidad de Luis Antonio de Villena.‘Asuntos de delirio’», La Traíña. Revista de las Artes ylas Letras, 19 (1997), 34-37.

«Métamorphoses d’Ovide et Lysistrata d’Aristophane:deux livres de Pablo Picasso», Peinture et Écriture II,Université de Paris VIII, Unesco/La Différence,Paris, 1997, 189-202.

«¿También poeta menor? Los Epigramas atribuidos aSéneca», Séneca dos mil años después, Universidad deCórdoba, 1998, 405-413.

«El triunfo del architexto», en Rafael Pérez Estrada, Ellevitador y su vértigo, Madrid, Calambur, 1999,204-224.

«‘No me hubiera importado ser Horacio’. Autorretratospoéticos de Francisco Fortuny», en MiguelÁ. Márquez, A. Ramírez de Verger y PabloZambrano (eds.), El retrato literario, tempestades ynaufragios, escritura y reelaboración. Actas del XIISimposio de la Sociedad Española de LiteraturaGeneral y Comparada, Huelva: SELGYC-Universidad de Huelva, 2000, 234-245.

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«Poesía en Palacio: José Ángel Valente, AntonioGamoneda, A. Sánchez Robayna», Noticias de laReal Biblioteca 18 (1999), s.p.(http://avisos.realbiblioteca.es/?p=article&aviso=25&art=819).

«Introducción», en Gil-Albert, Juan, Heraclés. Sobre unamanera de ser, Valencia, Pre-Textos, 2001, 7-22.

«El intertexto absoluto Optaciano Porfirio, entreVirgilio y Mallarmé». En Bécares. V., Pordomingo,F., Cortés Tovar, R., Fernández Corte, J.C. (eds.) Laintertextualidad en las literaturas griega y latina.Madrid, Eds. Universidad de Salamanca- EdicionesClásicas, 2000, 337-366.

«Lo humilde y lo sublime. Apología de los caramelos»,ABC Cultural, 10-2-2001.

«Florencio Maíllo. La poesía de los paralelogramos», enFlorencio Maíllo, Persistencias-Resistencias,Salamanca, Diputación de Salamanca, 2001.

«Lograr el lenguaje» en Alfonso Canales. Libros, vida,poesía, suplemento de La Opinión de Málaga,31.3.2002, 48.

«Consecuencias futuras de la tragedia antigua», enFebres-Cordero, León, Penteo. El último minotauro.Clitemnestra. Mata que Dios perdona. Olimpia.Nerón, Caracas, Monte Ávila, 2002, IX-XV.

«Agua o nada [Reseña de Pendientes de la noche, deChristian Law Palacín], El País. Babelia 26.6.2003.

«Juan Gil-Albert. El Jardín. Homenaje a Epicuro», enVV.AA., Centuria. Cien años de poesía en español,

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Madrid, Visor, 2003, 225-233.«Borges, Lucano, Séneca y España», en Ruiz

Barrionuevo, C., Noguerol, F. et al., La literaturaIberoamericana en el 2000. XXXIII Congreso delInstituto Internacional de Literatura Iberoamericana,Universidad de Salamanca. 2003, CDrom

«El triunfo del epigrama (Chico Wrangler)» en Rossetti,A., Poemas, Zamora, Magua, Caja Duero, 2003,25-29.

«Un silencio combativo», en Juan Gil-Albert. Cien Años deun poeta feliz, El País. Babelia, 644, 27.4.2004, p. 2.

«La estética disidente de un poeta pagano», en Villena, L.A. de, Alejandrías, Sevilla, Renacimiento, 2004, 8-27.

«Nota, Prólogo y Bibliografía» en García Baena, Vatalando el olvido mieses altas, Salamanca, Universidadde Salamanca-Centro de Estudios Literarios y deArte de Castilla y León, 2004, 5-6. (recogido enCasi un centenario, Homenaje a Pablo García Baena,Córdoba-Sevilla, Plurabell, 2004 ).

«Prólogo» en González Fuentes, J. A., Atlas deperplejidad, Barcelona, Icaria, 2004.

«Eros, latín y heterodoxia», en Renacimiento 43-44(Homenaje a Vicente Núñez), 2004, 81-85.

«Don Quijote, poeta en acción», en La razón de lasinrazón que a la razón se hace. Lecturas actuales delQuijote, Burgos, Fundación Instituto Castellano yLeonés de la Lengua, 2006, 285-391.

«Don Quijote en el horizonte clásico», Impresiones sobreel Quijote, Sevilla, Centro Andaluz de las Letras,

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2006, 125-136. «Dipingeva ortaggi come se dovesse fare un ritratto al

re», Il Corriere della Sera, 4-11-2006, 41.«La nave de los clásicos», Mercurio 85, 2006, 40.«El significado de la altura en la última poesía de María

Victoria Atencia», en María Victoria Atencia, Poesía,Sofía (Bulgaria), Proxima RP, 180-190. (2006).

Entre 1997 y 2004 colaboró asiduamente como críticoliterario en ABC Cultural (1997-200) y en Babelia,suplemento de El País,(2000-2004). En ambosmedios se ocupó de traducciones de los clásicos, deensayos sobre la cultura occidental y,ocasionalmente, de poesía española contemporánea.

ENTREVISTAS REALIZADASHa entrevistado en ABC Cultural a Antonio Colinas,

Rafael Pérez Estrada y Vicente Núñez. Con Mª.Ángeles Pérez López ha publicado «Entrevista conGonzalo Rojas», La Estafeta del viento. Revista dePoesía de la Casa de América, 3 (2003), 35-44

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BIBLIOGRAFÍA SOBRE LA POESÍA DE JUAN

ANTONIO GONZÁLEZ-IGLESIAS

IV. ENTREVISTASA J. A. GONZÁLEZ-IGLESIAS

MARCOS, ANTONIO en Batuecas. Suplemento Literario dela España Interior. Tribuna de Salamanca. Mayo 1997.

LUZÁN, JULIA: «Gente con poesía [con Ángel Gonzálezy otros poetas]», El País Semanal, 28.5.2006,pp. 64-74.

ELGUERO, IGNACIO, - LOSTALÉ, JAVIER: [variasentrevistas], La Estación Azul. Radio Nacional deEspaña.

RODRÍGUEZ MARCOS, JAVIER: «Ovidio con iPod. Lamodernidad clásica de Juan Antonio GonzálezIglesias obtiene el Loewe de poesía». El País16.3.2007.

FRESÁN, JAVIER: «Juan Antonio González Iglesias, unafelicidad libre de euforia», Clarín: revista de nuevaliteratura, 69, 2007, 45-50.

BERMEJO, TATI: «Los filólogos clásicos deben perder loscomplejos», Tribuna de Salamanca, SuplementoParaninfo, 28. 6. 2007.

MARÍN A., DIEGO: [Entrevista], Diario La Rioja,14. 11.2007.

JARAMILLO, CRISTINA, - OJEDA, ALBERTO: «XX Años delPremio Loewe de Poesía». elcultural.es, 22.11.2007.

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http://www.elcultural.es/Video/galeria.aspAZANCOT, NURIA: «J.A.G.-I.: Detesto la represión del

erotismo», El Cultural, 27.12.2007, pp. 18-19 (alser elegido Eros es más como mejor libro de poesíade 2007).

V. RESEÑASLos libros Esto es mi cuerpo, Un ángulo me basta y

Olímpicas tuvieron reseñas en los principales mediosliterarios: ABCD, Babelia, El Cultural, firmadasentre otros por Luis Antonio de Villena, AntonioColinas y Guillermo Carnero, y J. L. García Martín.

VI. OTROS ARTÍCULOS Y ESTUDIOSBONILLA, JUAN: «Egavieros de Almería», El Mundo,

1.5.2005, p. 56.ESCUDERO, ALBERTO, - ESCAPA, ERNESTO - JIMÉNEZ,

JAVIER: Escritores de Castilla y León, Valladolid,Junta de Castilla y León - Fundación Siglo, 2006,127-130.

GARCÍA BAENA, PABLO: «La hermosura del héroe», enJ.A.G.I. Centro Cultural Generación del 27, Málaga1993 (reproducido en González Iglesias, J. A., Poesíaen el campus, Zaragoza, Universidad de Zaragoza,marzo de 2007, pp. 7-8).

GARCÍA FERNÁNDEZ, EUGENIO: «Un saludo al héroe»,Poesía Por ejemplo, 1994.

GARCÍA JAMBRINA, LUIS: «Poeta Olímpico», enGonzález-Iglesias, J. A., Poesía en el campus,

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Universidad de Zaragoza, marzo de 2007, pp. 5-6.IGLESIAS SERNA, AMALIA: «Contemporáneos. J.A.G.-I.»,

ABCD las artes y las letras, 741, 2006, 16.LAW, CHRISTIAN: «Otoño olímpico», en González-

Iglesias, J. A., Olímpicas, citado, 5-7.LE-VAGUERESSE, EMMANUEL: «Juan Antonio González-

Iglesias: Esto es mi cuerpo (1997) ou les amis ducorps», Écritures du corps masculin. Poésie EspagnoleContemporaine, Bordeaux, Université Michel deMontaigne, en prensa.

LY, NADINE: «Corps parfait, corps exact: écrire le corps(L. A. de Villena et J. A.González Iglesias», Écrituresdu corps masculin. Poésie Espagnole Contemporaine.Bordeaux, Université Michel de Montaigne, enprensa.

MOLINA FOIX, VICENTE: «Atenas 2004. La otra mirada.La medalla normal». El País, 30-8-2004.

PRIETO DE PAULA, ÁNGEL LUIS: «Eros es más», El País.Babelia, 29.12.2007, p. 8.

RODRÍGUEZ MARCOS, JAVIER: «Ventanas al pasado. Los10 libros del año», El País. Babelia. 29.12.2007, p. 5[sobre Eros es más].

SEGUROLA, SANTIAGO: «El poeta y Murofushi», Marca28.8.2007, p. 38.

SERRA, PEDRO: «Corpos em Letras», Espacio/Espaçoescrito, 19-20, 2001, 139-148 [«Corpo&Libro»,143-147].

VILLENA, LUIS ANTONIO DE: «Entre el gimnasio y labiblioteca», en El País. Babelia. 27.1.2007. p. 10.

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(reproducido en González-Iglesias, J. A., Poesía en elcampus, Zaragoza, Universidad de Zaragoza, marzode 2007, pp. 9-10).

—: «Un poeta hímnico», El Mundo, 16-10-2002, 53.

VII. SOBRE LAS TRADUCCIONESBONILLA, JUAN: «El poeta más joven [Catulo]», El

Mundo, 29.5.2006, p. 55.CUENCA, LUIS ALBERTO: «Inmortal Catulo» Mercurio

83, 2006, 29.COLINAS, ANTONIO: «Poesías Catulo», El Cultural,

08.06.2006.JANÉS, CLARA: «Poemas de amor James Laughlin» El

Cultural, 15.03.2007. FRESÁN, JAVIER: «Catulo libre y claro», Hesperya,

6, 2008, 12-13.VILLENA, LUIS ANTONIO DE: «Dorada sencillez de amor

[James Laughlin]», El País. Babelia. 7.4.2007, 7.

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ÍNDICE PÁG.

Preludio para Juan Antonio González-Iglesias (A. G.) ....................5

Bajo el signo de Horacio ..............................................................19

Selección de poemas ...................................................................69Olímpica primera. Nadador....................................................71Profecía de tu piel maravillosa ................................................75Déjame que te abrace, ahora que todavía...............................77Los amigos del cuerpo ...........................................................78Elegía 2 .................................................................................82No seré nunca un líder ..................................................83Del lado del amor duerme mi cuerpo...................................85La canción del verano suena más que la Eneida ....................87Número 112 de una avenida nueva .......................................88 Tú y yo/Los otros ...................................................................89Que vienen en su caso a ser crueles sinónimos .....................90El río, al que lo ama desde el puente... .................................91Autorretrato como asceta inconsciente ..................................92Unconventional epicureans ...................................................94Acepto que belleza es la fulguración .......................................95Esta mañana soy tan amplio como el mundo ........................96Less is more ...........................................................................97Ay de los que proponen la vida como una operación

incesante de conocimiento................................................98Lanzador de martillo .............................................................99

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Olímpica tercera...............................................................100Exceso de vida ......................................................................103El Reino de Adriano ...........................................................104Demasiadas cosas ...............................................................105Octubre, mes sin dioses .......................................................106Arte de traducir ...................................................................107Canción para pedir más carril bici ........................................108Palabras en Burdeos .............................................................110

Bibliografía de Juan Antonio González-Iglesias .......................111I. Poesía ..............................................................................111

Libros ...........................................................................111Cuadernillos..................................................................111En Revistas ......................................................................112Antologías en las que está incluido .................................112Traducciones de su poesía .............................................113

II. Traducciones realizadas ..................................................113III. Otros escritos ................................................................114

Libros ..............................................................................114Artículos, prólogos y estudios sobre otros poetas y artistas 114Entrevistas realizadas ........................................................118

Bibliografía sobre la poesía de Juan Antonio González-Iglesias ...119IV. Entrevistas a Juan Antonio González-Iglesias ..............119V. Reseñas ............................................................................120VI. Otros artículos y estudios..............................................120VII. Sobre las traducciones ..................................................122

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Creada en 1955 por el financieroespañol Juan March Ordinas, laFundación Juan March es unainstitución familiar, patrimonialy operativa, que desarrolla susactividades en el campo de la culturahumanística y científica. Organizaexposiciones de arte, conciertosmusicales y ciclos de conferencias yseminarios. En su sede en Madrid, tieneabierta una biblioteca de música yteatro. Es titular del Museo de ArteAbstracto Español, de Cuenca,y del Museu d´Art EspanyolContemporani, de Palma de Mallorca.A través del Instituto Juan Marchde Estudios e Investigaciones,promueve la docencia y la investigación especializaday la cooperación entre científicosespañoles y extranjeros.

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