Jos y Felicita - ia600701.us.archive.org

227
J J J o o o s s s é é é y y y F F F e e e l l l i i i c c c i i i t t t a a a U U U n n n a a a H H H i i i s s s t t t o o o r r r i i i a a a d d d e e e A A A m m m o o o r r r Cartas 1926 - 1932 P P P r r r e e e s s s e e e n n n t t t a a a H H H o o o r r r a a a c c c i i i o o o B B B o o o j j j o o o r r r g g g e e e

Transcript of Jos y Felicita - ia600701.us.archive.org

JJJooosssééé yyy FFFeeellliiiccciiitttaaa

UUUnnnaaa HHHiiissstttooorrriiiaaa dddeee AAAmmmooorrr

CCaarrttaass 11992266 -- 11993322

PPPrrreeessseeennntttaaa

HHHooorrraaaccciiiooo BBBooojjjooorrrgggeee

JOSÉ Y FELICITA – UNA HISTORIA DE AMOR -

I

INDICE

PRESENTACIÓN III

CRÓNICA XI

1926

1

1927 41

1928 71

1929 91

1930 155

1931

193

1932 219

JOSÉ Y FELICITA - UNA HISTORIA DE AMOR – PRESENTACIÓN

III

PRESENTACIÓN 1. Los escritos de José y Felicita Los escritos de José y Felicita que presento en este volumen, y también las fotos que los ilustran, provienen de un archivo familiar. A pedido de los herederos mantuve en secreto los apellidos de José y Felicita. Un heredero aclaró en una Crónica y en notas a las cartas, lo más imprescindible acerca de la identidad de algunos personajes, lugares o circunstancias.

Se publican aquí, íntegras y sin omitir ninguna, las doscientas cincuenta piezas que van desde el 31 de marzo de 1926 al 5 de diciembre de 1932. En estos escritos queda registrado el primer segmento de la historia de amor de José y Felicita que va desde el comienzo del noviazgo hasta el nacimiento del primer hijo.

El mayor número de escritos es de José a Felicita y en menor número de Felicita a José. Se incluyen también algunas pocas cartas de José a la mamá de su novia y dos cartas del papá de Felicita a su hija. Son importantes para iluminar lo que el amor entre los novios suscitó en el entorno familiar a medida que crecía: acedia, temores, medidas bienintencionadas pero que los hacían sufrir a la vez que templaban su amor y les permitía ganarse, en la prueba sobrellevada con humildad y paciencia, el reconocimiento de su autenticidad, cosas que se conjeturan y se leen entre líneas la mayoría de las veces.

2. Motivos para su publicación

No es frecuente que se preserve en nuestro medio y en nuestros días este tipo de documentos de familia después de casi un siglo. Las cartas de amor que suelen conservarse y publicarse son las de personajes que se han hecho famosos por otros motivos, como por ejemplo las cartas de amor, casi contemporáneas de éstas, de la poetisa chilena Gabriela Mistral1, y las de otros famosos de la literatura, la música, la política o el arte, aunque los del cine no parecen afortunados en el amor.

Parecería que fuese la fama de algunos personajes lo que moviese a interesarse por el mundo amoroso, pero que el amor por sí mismo no fuese considerado interesante si se trata de gente común cuyo amor carece del aderezo que le agrega la fama.

¿Es que no se sabe apreciar la grandeza, la genialidad que puede llegar a tener el amor humano en sí mismo? ¿No vemos acaso que se da amor grande, puro, noble y muy digno de fama, en gente no famosa, y que merecería fama y reconocimiento precisamente por la grandeza de su amor? Se da un amor que se vive en la vida ordinaria de modo extraordinario. Sólo que no todo el mundo tiene ojos para verlo fuera de los que lo han vivido y lo celebran.

Esto lo digo pensando precisamente en las cartas de José y Felicita. Porque tampoco es frecuente encontrar, y menos publicada, una documentación de tanta calidad humana y literaria. A ella contribuyen dos factores. Por un lado, la profundidad y pureza de la experiencia amorosa. Por otro lado, la maestría expresiva de José en el manejo de la lengua.

José, su autor principal, profesor universitario de lengua castellana, maneja el idioma con una destreza que alcanza a menudo cumbres expresivas: en la descripción de sus estados interiores; en la narración de acontecimientos, en la cita o la reminiscencia erudita; en la pincelada descriptiva; en la anécdota o el epíteto certeros y a veces irónicos, propios de la

1 Cartas de amor de Gabriela Mistral. Sergio Fernández Larraín (comp. y notas). Santiago, Ed. Andrés Bello, 1978. Las 38 cartas de la poetisa chilena dirigidas a Manuel Magallanes Moure entre 1914 y 1921, es casi contemporáneo de las cartas de José y Felicita. Véase sobre el epistolario de G. Mistral (pseudónimo de Lucila Godoy Alcayaga) el estudio de Darcie Doll CASTILLO “El discurso amoroso en las cartas de Gabriela Mistral” (Revista Signos 2000, 33[47], 11-23 Pontificia Universidad Católica de Valparaíso. Consultable por Internet). El de G. Mistral, es uno de los escasos epistolarios femeninos que conozco. Otro es el de la cubana Juana BORRERO (1877 –1896) que pertenece a otra generación y a otra sensibilidad, propia de fines del siglo XIX (Epistolario, t. I, Academia de Ciencias de Cuba, Instituto de Literatura y Lingüística, La Habana, 1966). Pero en general predominan las colecciones de cartas de ellos a ellas.

JOSÉ Y FELICITA - UNA HISTORIA DE AMOR – PRESENTACIÓN

IV

cultura criolla de los hombres que, como José, se criaron en el interior. En efecto, por origen familiar y crianza, la infancia y la temprana adolescencia de José transcurrieron a ambas bandas del Río Uruguay y del Río Negro, en Soriano, Río Negro y Entre Ríos. Su familia paterna proviene de Mercedes (Soriano) y de Gualeguaychú. En esas ciudades visitaba José de niño a su parentela. Su familia materna vivía dispersa en las estancias y las islas de la región del litoral.

En cuanto a la maestría expresiva, el mismo José reconoce que sus escritos traducen fielmente sus sentimientos: “Si una de mis cartas cayese, por casualidad, en poder de una tercera persona, ésta no podría, ni por un momento, dudar que quien te escribe está profundamente, locamente enamorado de ti”2.

En cuanto a la calidad, la profundidad y la pureza de la experiencia amorosa, es también el mismo José quien se asombra y considera poco común y hasta envidiable la calidad e intensidad de su amor por Felicita: “Tan claramente se transparenta mi corazón enamorado en estas líneas que te escribo, que muchos me envidiarían por haber llegado a sentir con tanta sinceridad y de modo tan íntimo, esa gran pasión que todos deseamos sentir en nuestra vida. Porque es evidente que todos, en materia de amor quieren llegar a sufrir esa gran pasión. Amar apasionadamente no es facultativo de una persona y un hombre puede pasarse la vida deseando amar profundamente sin conseguirlo nunca... Por eso te digo que muchos me envidiarían. Porque yo siento por ti esa pasión que es ternura y cariño, abnegación, desinterés, todo lo que de noble encierra el alma de un hombre y que se ofrenda a una mujer que nos quiere...”3.

No hay rastros, en las cartas de José, de aquella insatisfacción o aquella lucha con el lenguaje para expresar el contenido de los pensamientos, que le hacía gemir a Gustavo Adolfo Bécquer: “Si tú supieras cómo las ideas más grandes se empequeñecen al encerrarse en el círculo de hierro la palabra”4. José, a lo más, reconoce, algunas veces, pero sin atormentarse por ello, que los sentimientos son inefables y su expresión es tentativa: “¿Cómo he de poner en un trozo de papel frío todo lo que siento?”5. Es que a José, a diferencia de Bécquer, le es ajena toda pretensión de literatura. El único destinatario y el único testigo interior imaginario de sus cartas es Felicita. Y la posibilidad de que alguien leyera alguna vez sus cartas, la maneja una sola vez y como una hipótesis irreal: “Si una de mis cartas cayese, por casualidad, en poder de una tercera persona”.

Estos escritos, pues, son de una absoluta espontaneidad y sinceridad, ajena a toda pose ante terceros y a todo prurito literario. De ahí precisamente su interés como documento de un amor extraordinario en lo ordinario, como el amor al que la inmensa mayoría de los seres humanos puede aspirar. 3. Marco histórico: los años veinte

Estos escritos reflejan una Historia de Amor que comenzó, hace ya más de ochenta años, un 3 de diciembre de 1925, en la mitad de los “años veinte”, cuando José ve por primera vez a Felicita en un cine de barrio. Otra época, sin duda, otra cultura, otras costumbres, otros códigos de relacionamiento entre enamorados. Parece aconsejable detenernos a trazar a grandes rasgos el marco histórico, mundial y local, en que transcurre el noviazgo de José y Felicita, para una mejor ambientación del lector.

En esa época, que algunos llamaron los “años locos”, el mundo convalece de la primera guerra mundial y trata de olvidarla. Son, es cierto, “locos” en el mundo de la

2 Carta 94, del lunes 19 de noviembre de 1928 3 Carta 94, del lunes 19 de noviembre de 1928 4 Cartas Literarias a una mujer. Segunda Carta. 5 Carta 4, del domingo 11 de abril de 1926

JOSÉ Y FELICITA - UNA HISTORIA DE AMOR – PRESENTACIÓN

V

diversión y el espectáculo. Pero son, años “dramáticos” en lo social, lo político, lo económico y lo religioso.

La Primera Guerra Mundial (1914-1918) había sido una hecatombe espantosa, la peor de todas las guerras. En ella murieron más personas y se hizo más daño, mediante armas más crueles y tecnificadas, que nunca antes en un conflicto internacional. Unos hablan de veinte millones de víctimas, otros de ocho millones de muertos y seis millones de inválidos. Sólo las armas químicas produjeron 85 mil muertos y un millón y medio de heridos. Una humanidad ebria con el mito del progreso se había precipitado en esta locura inhumana, despedazándose a sí misma sin piedad. La historia misma había dado un primer mentís al optimismo del progreso, alardeado poco antes, en la gran Exposición Universal de 1900, en París. Y repetiría ese desmentido sólo veinte años después, con la Segunda Guerra Mundial, doblemente cruel y destructora que la primera. Pocos reflexionaron, por lo visto, entre ambas guerras6, muchos querían solamente olvidar y no pensar. La mayoría, sumergida en el acontecer diario, carecía de perspectiva para atisbar el rumbo histórico en el que iban embarcados, entre dos tragedias.

Años locos. Años Dramáticos. Estos años son, a su vez, frenéticos en lo relativo a la expansión de la técnica aplicada a la industria. La del automóvil produce en los Estados Unidos, en 1929, más de cinco millones de automóviles y arrastra tras de sí la industria petrolera y la ingeniería caminera, comenzando a competir con el ferrocarril. El cine, y la multiplicación de las salas de cine7 transforma las costumbres sociales. Las tardes del domingo se pasan en el cine y ya no siempre en familia. El teléfono ya está incorporado a la vida diaria. La radio da sus primeros pasos y puebla el hogar con voces lejanas y ajenas. Estas innovaciones técnicas colorean particularmente la vida de esa década y el cambio de costumbres.

Pero a pesar del acelerado crecimiento económico de los países industrializados, en 1929 tiene lugar el dramático crack financiero de Wall Street. Ya es posible presentir lo que aguarda en el horizonte y sobrevendrá algunos años más tarde: la Segunda Guerra Mundial.

También las instituciones políticas iban a sufrir el impacto de los cambios. A nivel mundial surgen estados totalitarios en Alemania e Italia. La revolución de Octubre ha tenido lugar en 1917. Stalin sube al poder en la URSS en 1924, acentúa las medidas persecutorias de la fe e intenta exportarlas al mundo entero.

Se acelera la ruptura de la modernidad con el pasado y se precipita la modernización en todos sus frentes: sociales, técnicos, artísticos, culturales. Muchos gobernantes, intelectuales y dirigentes, tanto liberales como marxistas, consideran la religión como algo que debe ser superado y desaparecer para permitir el progreso y el bien de la humanidad.

En lo eclesial el Papa Pío XI gobierna la Iglesia desde los albores de la década. En el año 1925 proclama un año Santo jubilar, canoniza a Santa Teresita de Lisieux (17 mayo), y publica la encíclica Quas Primas (11 Diciembre), por la que crea la fiesta litúrgica de Cristo Rey8. En 1929 el Papa proclama un segundo año jubilar y firma el Tratado de Letrán por el que se devuelve la libertad al Estado Vaticano. En 1931 funda la Radio Vaticana.

Es digno de tenerse en cuenta el diagnóstico espiritual sobre esta época que da Pío XI, desde su atalaya romana, en la encíclica Quas Primas: “la mayoría de los hombres se han alejado de Jesucristo y de su ley santísima, así en su vida y costumbres como en la familia y en la gobernación del Estado” por lo que “un cúmulo de males ha invadido la tierra”. Uno de esos males, y no de los menores, es la persecución a los católicos mexicanos. En 1924 bajo la

6 Así el Papa Pío XI, en sus encíclicas. Entre nosotros Juan Zorrilla de San Martín en su inmortal y profético Sermón de la Paz, hoy lamentablemente olvidado. 7 En una sala de cine de barrio ve José a Felicita por primera vez. 8 A celebrarse en lo sucesivo el último domingo de octubre, pero que ese año y en ese mes se celebrará el 31 de diciembre. Nuestros novios se conocen en esa coyuntura eclesial, aunque no hacen referencia a ella: José ve por primera vez a Felicita el 3 de diciembre de 1925.

JOSÉ Y FELICITA - UNA HISTORIA DE AMOR – PRESENTACIÓN

VI

presidencia del General Plutarco Elías Calles estalla con furia en México una persecución que se venía preparando desde los comienzos de la independencia, Inspirada en los modelos anticlericales franceses y anticatólicos norteamericanos, el presidente Calles la implementa con contundencia mexicana. La persecución desatada por él raya en lo inverosímil tanto por la arbitrariedad de las leyes como por la ferocidad policíaca y se prolongará por más de un lustro dando lugar a la insurrección de los Cristeros9.

Viniendo al Uruguay, éste vive la euforia de tres victorias en los campeonatos mundiales de fútbol en 1924, 1928 y 1930. Surgen los tablados de carnaval y se difunden las grabaciones de música en el disco de pasta, que inmortalizan la mejor voz de Carlos Gardel y contribuyen, por su parte, a los nuevas modalidades del espectáculo y el esparcimiento: el tango y el jazz, bailados ahora hasta sin necesidad de orquesta, junto a una vitrola.

Justamente en los años previos al matrimonio de José y Felicita (1932), llega a este Uruguay eufórico y bienandante, la onda expansiva de la crisis económica de Wall Street (1929), que recorre el mundo. José habla en sus cartas de una amenaza de cese de pago de los sueldos de los docentes; de negociaciones gremiales en las que se ve implicado como dirigente gremial; de elecciones y asambleas en las que participa; de negociaciones con las autoridades universitarias10.

En lo religioso, se acentúa también en Uruguay, tras las huellas del modelo francés y norteamericano que sigue inspirando a sus gobernantes, la laicización de la sociedad, de la enseñanza y de la cultura. Luego de la largamente procurada separación de la Iglesia del Estado, ocurrida en 1917-1919, el afán de los gobernantes por confinar la religión católica a la órbita privada se pone de manifiesto, entre otras medidas, en la abolición de los nombres de santos en las localidades del interior, como Santa Isabel, que pasa a llamarse Paso de los Toros en 1929.

El noviazgo de José y Felicita transcurre bajo los presidentes uruguayos José Serrato (1923-1927), Juan Campisteguy (1927-1931) y Gabriel Terra (1931-1938) En 1929 muere José Batlle y Ordóñez11 y se precipita el proceso de desintegración de su movimiento político y el agotamiento del modelo político caracterizado por un poder ejecutivo colegiado que integraba, entre otros, el Dr. Baltasar Brum, y que culminará con un golpe de estado y la posterior reforma constitucional de Gabriel Terra. El golpe de estado y el dramático suicidio de Baltasar Brum, que pudo presenciar José saliendo del liceo Rodó, ocurrirá un 31 de marzo de 193312.

En Argentina, en ese mismo período de efervescencia social y de inestabilidad política, se suceden, entre turbulencias sociales, políticas y económicas análogas, los presidentes Marcelo T. De Alvear (1922-1928), Hipólito Irigoyen (1928-1930) y el Teniente General José Félix Uriburu (1930-1932). El presidente Irigoyen no termina el período legal de su segunda presidencia, interrumpida por el golpe militar que encabeza Uriburu. En ambas márgenes del Plata, la vida y la historia de ambas naciones siguen corriendo paralelas.

Dejamos así bosquejado a grandes rasgos el marco histórico o el trasfondo mundial y local en cuyo escenario sucede el encuentro y transcurre el noviazgo de José y Felicita hasta su matrimonio.

9 Pero no hay traza alguna de estos hechos en nuestro epistolario. 10 Véanse al respecto especialmente las cartas 235, del martes 12 de mayo de 1931 y 239, del jueves 28 de mayo de ese año. 11 Al margen de su carta escribe José: “La novedad más grande en Montevideo es que hoy murió José Batlle y Ordóñez”. Carta 153, 29 0ctubre 1929 12 Séptimo aniversario de la primera carta de amor de José y a un año y días de su matrimonio.

JOSÉ Y FELICITA - UNA HISTORIA DE AMOR – PRESENTACIÓN

VII

4. Validez perenne A medida que se las lee, estas cartas presentan sin narrar, cuentan sin proponérselo, Una historia de amor. Por ser historia reflejan, es cierto, un tiempo determinado. Pero por ser de amor tienen validez perenne.

A pesar del tiempo transcurrido y de los cambios de época, esta correspondencia amorosa conserva significación, puesto que sigue hablando al alma de los lectores de hoy. Todo ser humano que ama podrá reconocer en ellas algo de su propia experiencia y experimentará aquella fruición de la anagnórisis, del reconocimiento o de la revelación del sentido de la propia experiencia al contemplar la ajena13. He ahí uno de sus méritos y la razón por la cual su lectura resulta deleitable. Tiene algo que hace de ella un clásico del género epistolar amoroso en nuestro idioma.

Pero, sobre todo, un clásico exponente de lo que hay de perdurable en la vivencia y en la conducta amorosa humana; de lo que resulta de la naturaleza humana; aunque revestido, como es natural, de las formas culturales del lugar y del momento14, y es reconocible en toda auténtica experiencia amorosa. En efecto, aparte de su mérito literario o de su interés como documentos históricos, estas cartas de José y Felicita merecen ser dadas a publicidad, por su valor ejemplar, paradigmático. La búsqueda de modelos o paradigmas amorosos se renueva en cada generación humana y es tan eterna como la búsqueda del amor. El caso singular permite intuir, encarnada en lo concreto, la doctrina universal y abstracta.

Hay que notar, por fin, que no presento a estos novios con una intención religiosa. No los propongo como modelo extraordinario de fe católica, de piedad o religiosidad. Son dos católicos normales de la época. Felicita y su familia son practicantes. José, influido por el medio universitario, lo es menos. Pero viven su noviazgo de acuerdo a las pautas culturales católicas que les da su origen familiar. Se casarán por la Iglesia y bautizarán a sus hijos. Quizás, si hubieran vivido una experiencia amorosa más mística, o si hubiesen sido creyentes militantes, su ejemplo sería menos entendible hoy para muchos, y aparecería menos atractivo o menos imitable para otros. Ellos dan a los hombres de hoy un ejemplo de amor fiel, casto, sólido, duradero, probado desde dentro y desde fuera. He ahí las razones que me convencen de que esta Historia de Amor, será leída ávida y provechosamente por los jóvenes, creyentes o no; pero también por lectores de todas las edades. Todos se sentirán benéficamente tocados en su inteligencia y en su corazón. 5. Una Casa sobre Roca.

La idea de que resultaría interesante para muchos lectores esta Historia de Amor, tiene un origen circunstancial. Publiqué en abril de 2005 un libro titulado La Casa sobre Roca. Noviazgo, amistad matrimonial, educación de los hijos15 que consta de fichas temáticas, a las que se me ocurrió agregarles ejemplos o testimonios tomados de la vida real. La acogida, imprevista para mí, que tuvo este libro, se debe sin duda a que aborda el tema eterno y universal del amor humano en el noviazgo, el matrimonio y la familia, a la luz de la revelación cristiana. Pero también contribuyó a la aceptación que tuvo, el haber incluido, los ejemplos.

Aunque esperaba que estos ejemplos y testimonios confirmaran las ventajas que reporta vivir los asuntos del amor de acuerdo a la sabiduría cristiana, los consideraba un mero recurso auxiliar. Para mi sorpresa, muchos lectores de La Casa sobre Roca se manifestaron

13 ARISTOTELES, Poetica 6, 11; 10, 2 14 Carlos A. MAYO, ha estudiado la evolución histórica de las formas del relacionamiento amoroso en el ámbito rioplatense en una perspectiva de historia social a partir de la correspondencia amorosa privada y las fuentes judiciales en su obra Porque la quiero tanto. Historia del amor en la sociedad rioplatense (1750 – 1860), (Bs. As., Ed. Biblos, 2004). 15 Editorial Lumen, Buenos Aires 2005, 160 págs.

JOSÉ Y FELICITA - UNA HISTORIA DE AMOR – PRESENTACIÓN

VIII

fuertemente impactados por los testimonios que incluí en la obra. Y algunos hasta se sintieron más impresionados por los casos reales que por la doctrina.

Estos ecos me demostraron que los lectores y yo habíamos apreciado diversamente ese aspecto del libro. El género testimonial, que incluí en La Casa sobre Roca como un recurso pedagógico secundario, podía desempeñar, por sí mismo, el rol principal. Pensado por mí como un mero recurso auxiliar, conseguía despertar un eco aún más profundo que la mera exposición teórica, aún expuesta como está allí, no en forma de tratado sistemático, sino en un sencillo estilo dialogal. Por lo visto, dado que los aciertos y desaciertos del corazón humano en asuntos de amor, son un tema eterno, si la teoría acerca de ellos ilumina la inteligencia, los testimonios conmueven y arrastran, además, el corazón. Es evidente que las historias de amor reales cautivan el interés tanto o más que los tratados y hasta que las novelas.

De esta experiencia surgió la idea de publicar estas cartas de José y Felicita, considerando que constituyen, de por sí, mucho más que otro testimonio más. Son en gran medida una concreción, en un caso singular, de la visión que expongo en La Casa sobre Roca. Una concreción que por su naturaleza merece - y por su extensión exige - ser publicado independientemente. Por eso, y aunque este epistolario amoroso que ahora doy a publicidad tiene valor por sí mismo, mi intención es ofrecerlo en continuidad con La Casa sobre Roca y como una reexposición, en otro género expresivo, de lo allí expuesto y con los mismos fines.

Una Casa sobre Roca: Un testimonio, hubiese sido, por eso, un título adecuado para este epistolario amoroso. Los lectores de mi libro anterior lo comprenderán perfectamente. Pero me ha parecido mejor ponerle un título más universalmente significativo y que respetara su valor como obra independiente.

6. Impresiones de algunos lectores

Algunos entendidos a quienes les mostré el manuscrito y les consulté su opinión acerca de la conveniencia de publicarlo me animaron a hacerlo con testimonios como éstos.

Una lectora me escribió: “Para mí las cartas son bellísimas. Me sumergen en un mundo real que por momentos me parece haber vivido. He podido comprender más a muchos - ya mayores - que hablan de amor, de familia, de hijos, de proyectos para siempre, con sentimiento de tristeza por no poder hoy entender a los jóvenes, a sus mismos hijos. Es como que reconozco en estas cartas rostros de hombres y mujeres contemporáneos a mí. Hay cosas que no pasan de moda. El tiempo no puede derribarlas”.

Otro lector opina: “He leído ya las primeras cartas que me envió pidiéndome mi opinión y con gusto espero las restantes. ¡Son solamente pocos meses! y parece toda una vida. ¿Cómo sigue la historia? Si bien sé que se casaron y tuvieron una familia, conocer el desenlace no le quita interés a la historia. Leyendo puedo prescindir de ello y seguir paso a paso cada momento. Me sorprende totalmente cada carta. Tal vez sea la fuerza con que escribe José a su novia. La certeza que tiene de que ella será de él. Este hombre no se va a detener. Este amor le cambió la vida o la mirada que tenía de la misma, hasta dar todo por ella. En algunos momentos se hace necesario hacerse una composición de lugar, año, época, lugares. Es como estar leyendo una novela. Algunas veces me traslada también a la vida de mis abuelos - sus testimonios - que por esos años también se pusieron de novios y celebramos con ellos sus 50 años de casados. No aparecen cartas de Felicita a su José. Quizás las haya más adelante16. La verdad aunque las hubiera, por las cartas de José, uno puede componerse cómo son las de ella o mejor cómo es ella. Cuando él describe las flores que ella le regala y la bufanda. Hoy me venía a la mente una mujer práctica como calculo serían las mujeres de aquel entonces. Comienzo a releerlas para no perderme detalle. No deje de publicarlas”.

16 Aparecen más adelante, en efecto, cartas de Felicita. Las primeras, mencionadas por José a menudo en las primeras ocho cartas, le fueron devueltas por José a Felicita a su pedido, como dice al final de la carta 9, lunes 19 de abril de 1926

JOSÉ Y FELICITA - UNA HISTORIA DE AMOR – PRESENTACIÓN

IX

Habiendo leído más cartas, este lector completa su juicio: “¡Que carácter la noviecita! Sus cartas me encantaron... no imaginaba que así escribiera. Es otra expresión la de ella. Dos cartas conmovieron mucho mi corazón. Una cuando él se pone firme - yo diría enojado - aunque diga no estarlo y en la que le dice que es fría ...y ya han pasado dos años de su noviazgo”.

Otro lector me escribió: “Fui haciendo comentarios al margen en las hojas y subrayando textos . Mucho de lo que usted nos ha ido enseñando está también escrito allí. Le cuento que hice la experiencia de leerle las cartas a Emilia. Ella escucha embobada y comentamos. Son maravillosas o es maravilloso todo lo que despierta en el alma de una mujer y aún de una mujer joven como ella. Yo teatralizo un poco y hasta me imagino una obra de teatro. Una vez la hice llorar y se fue conmovida. Hoy le debo contar las últimas cinco que han quedado en suspenso. Algo muy fuerte y conmovedor para una jovencita de hoy, como es ella, es el vínculo que se deja traslucir con la mamá de Felicita. Ahora no existe casi la madre que vela por la hija y eso es una pérdida grande. Hoy tampoco es frecuente que un hombre tenga tan en cuenta los vínculos familiares de su amada”. 7. Historia en diapositivas

Digamos ahora algo acerca del género de Las cartas de amor al que pertenecen estos escritos de José y Felicita y en relación con ellos.

Aunque sea algo obvio, conviene explicitarlo: las cartas de amor surgen de la separación de los que se aman, sea ésta breve o prolongada. Si es breve, por ejemplo una separación de algunos días hasta la próxima visita semanal, ya da pie a veces a escribirse una carta. Pero con más razón si la separación dura semanas o meses. Entonces el amor exige el carteo frecuente para alimentarse con la comunicación epistolar.

El epistolario de José y Felicita se nutre de estas ausencias que comenzaron a ser cada vez más larga a fines de 1928 y algunas veces se prolongaron hasta el límite extremo de lo soportable. Pero esta circunstancia mortificante para ambos, fue precisamente lo que dio lugar obligado a que se escribieran tanto y resultase tan frondoso el registro escrito de hechos y sentimientos. De esta manera quedaron documentadas o aludidas situaciones que, de otra manera, se hubiesen quedado y perdido en la efímera comunicación verbal.

Aunque, por ser de género epistolar auténtico y no fingido17, no tengan una intención narrativa, las cartas nos enteran de una historia. ¿Cómo? No mediante un relato continuo en tiempo pasado, sino mediante una presentación que acumula fragmentos en tiempo presente.

Las cartas nos ponen, de fecha en fecha, ante un presente fragmentario. Son como diapositivas, como breves secuencias de un film, como escenas de una obra de teatro. Lo ocurrido va siendo representado mediante una acumulación de “tomas” singulares, a veces queda simplemente aludido, en algunos casos disimulado mediante códigos discretos,. De este modo, la información histórica y psicológica que trasmiten se nos va brindando en un mosaico de momentos, de tiempo siempre actual y fragmentario. Estos escritos lo hacen asistir al lector a los hechos y a la confidencia psicológica y sentimental a medida que los lee, como si estuvieran ocurriendo. Le permiten vivir presencialmente el desarrollo de la comunicación entre ambos novios, el crecimiento y la evolución de su amor, a medida que éste se desarrolla y evoluciona. Las cartas le dan también al lector un acceso presencial a la interacción de ambos enamorados con otros personajes: los padres de Felicita; los familiares

17 Como es el caso de las Cartas literarias a una mujer de Gustavo Adolfo BÉCQUER, un epistolario ficto, cuyo tema no es el vínculo amoroso con la amada y cuya finalidad principal no es comunicar la intimidad amorosa del que escribe, sino exponer sus ideas poéticas y reflexiones estéticas y literarias, aunque enalteciendo la influencia inspiradora de la mujer en el alma del poeta: “La poesía eres tú”. Que el autor haya dirigido las cartas literarias a su esposa Casta Esteban o a alguna otra de las mujeres que trató no es sino un manojo de posibilidades y conjeturas que barajan los críticos.

JOSÉ Y FELICITA - UNA HISTORIA DE AMOR – PRESENTACIÓN

X

de José y Felicita. De modo que estas cartas se leen con el mismo apasionado interés que una buena novela. Por algo, algunos novelistas actuales, que han advertido la virtualidad narrativa y dramática de las cartas, han involucrado las cartas de amor en sus argumentos y han intentado escribir relatos fingiendo el género epistolar18. Pero la de José y Felicita no es una novela sino una historia real, vivida realmente por sus personajes y que el lector puede revivir y contemplar en su desarrollo. 8. El mundo de las cartas de amor: “mejor que un ramo de rosas...”

Una búsqueda en Internet con las palabras cartas amor arroja 2.990.000 sitios; love letters: 93.300.000; lettres amour: 6.310.000; en alemán Liebesbriefe: 1.480.00019.

Si nos limitamos a dar un vistazo a los sitios web que tratan estrictamente de cartas de amor, hay en el ciberespacio miles de páginas que ofrecen modelos, consejos o ayuda para redactar cartas de amor. En una de ellas leemos: “Una carta de amor escrita por un hombre a una mujer significa mucho más para una mujer que un ramo de rosas, una caja de chocolates o una joya. No necesita gastarse una fortuna para demostrarle su amor a la mujer que ama. Una de las formas más románticas, creativas y económicas de demostrarle sus sentimientos es una sincera carta de amor escrita desde el fondo de su corazón. Sin embargo, muchos hombres piensan que expresar sus sentimientos en palabras es un desafío insuperable, sobre todo si se trata de poner su amor por escrito...”. Se dan a continuación seis consejos prácticos para escribir una carta de amor.

Además de estos sitios, hay otros de “escribidores” de cartas de amor que se ofrecen para redactártelas según tu gusto e indicaciones. Hay concursos literarios que premian las mejores cartas de amor entre los concursantes. Hay antologías de cartas de amor de personajes famosos20. Algunas de estas antologías se presentan como modelos literarios inspiradores: “Si anda pensando en escribir una carta de amor a su novia, quizás le interese darle un vistazo a algunas de las cartas de amor más famosas de todos los tiempos y de las celebridades de esa época”. Hay, por fin, epistolarios amorosos de personas famosas del mundo de las letras, el arte, las ciencias o la política.

Ni José ni Felicita son famosos, ni sus cartas se publican para ser imitadas, sino a sabiendas de que son inimitables en fondo y forma. En estos asuntos, imitar es más bien despersonalizarse. Se leerán, hemos dicho, con la misma gratuidad y la misma fruición que una novela, con la fruición de la anagnórisis, pero sabiendo que sus personajes y su historia son reales y no fingidos. Su valor está en que conmueven el ánimo del lector con una grandeza humana que resplandece en su sencillez sin pretensiones, sincera y paciente. Si algo es deseable que susciten, es la esperanza de que vivir Una Historia de Amor como ésta, extraordinaria en lo ordinario, es, también hoy, posible.

Horacio Bojorge

18 Por ejemplo, Julio CORTÁZAR recurre al género epistolar con frecuencia en sus cuentos. Véanse: "Carta a una señorita en París", "Sobremesa", "Botella al mar", "Cartas de mamá", "La salud de los enfermos". Véase el estudio de Adam GAI “Cortázar el género epistolar y lo fantástico” (Universidad Abierta de Israel). También: Ricardo PIGLIA, Respiración artificial, Bs. As., Sudamericana, 1992 ; Héctor TIZON, Extraño y pálido fulgor, Alfaguara 1999. 19 Es cierto que debemos descontar de estos números, muchos sitios que no tratan propiamente de cartas de amor sino, por ejemplo, de tirar las cartas por asuntos de amor. Pero hasta la frecuencia del recurso a estas supersticiones demuestra el interés universal que existe por este gran tema humano. 20 Véase por ejemplo la antología publicada por Liliana Viola, Amores para amar: Colección de cartas amor Ed. Coquena, Argentina 1992, 95 págs. y que presenta una colección de cartas de amor escritas por personajes famosos e ilustradas con obras de artistas de renombre. El editor la recomienda para lectores desde los catorce años y noveno escolar hasta adultos.

JOSÉ Y FELICITA – UNA HISTORIA DE AMOR - CRONICA

XICRÓNICA

1925

Diciembre 3: El Encuentro: José ve a Felicita acompañada de su mamá en el cine del barrio Reducto y después de la función la sigue hasta su casa, situada a unas seis cuadras del cine. Por ese tiempo Felicita y su familia se alojaban en una casa de la Avenida Millán 2788, que aún existe. Pertenecía a Sara, tía política de Felicita, que había quedado viuda. La familia de Felicita le hacía compañía y aguardaba la construcción de una casa en el Prado. José tiene en ese momento veintitrés años y Felicita diecisiete. José cuenta este primer episodio en la Carta 215, 7 Diciembre 1930 y lo recuerda en otras.

1926 Marzo 31: Declaración de amor: Primera carta de José declarándole formalmente su amor a Felicita. Habla con ella por primera vez, según recordará cinco años después en la primera página del Álbum comenzado el 31 de marzo de 1931. Abril 2: Autopresentación de José: Segunda carta, presentándose a Felicita que le pide informes sobre su persona 5: José anuncia que hablará con la mamá de Felicita, que se llamaba Felicia y tenía 54 años. 12: Felicita, fascinada por las cartas, ha pedido que José le escriba una carta diaria. 13: De acuerdo con la mamá de Felicita, se encontrarán el 14 junto al lago del Prado, pero el mal tiempo lo impide. Y también el estado de convalecencia de ella. Felicita se resfría una y otra vez durante esos meses. Hay preocupación por su salud durante todo el año. El 13 de diciembre, un examen médico los tranquilizará a todos. 19: José cumple hoy veinticuatro años, pero no menciona el hecho en su carta. A pedido de Felicita, José le devuelve las cartitas escritas hasta la fecha por ella 21: José anuncia que al día siguiente se presentará al concurso de ayudantes de cátedra de castellano en la Universidad y después se anotará para el concurso de profesores de castellano. Mayo 15: José le anuncia que ha obtenido el segundo puesto en el concurso de ayudantes y el 17 se inscribirá al concurso para profesores 30: Van al cine juntos, según se desprende de la referencia en carta del día siguiente Junio 1: José le obsequia libros y continúa dando las pruebas del concurso 17: Días de visita: José habla con el papá de Felicita para poder ver regularmente a su hija y solicitar un régimen de visitas en su casa que fijará la mamá en los jueves y domingos. El Papá se llamaba Osvaldo y tenía entonces 56 años. Era inspector de la Aduana portuaria. Se había casado con la mamá de Felicita en 1897. 21: El tribunal declara desierto el concurso pero otorga el primer puesto a José, lo cual le asegura la cátedra. Julio 4: José le ha confiado que tuvo en Fray Bentos, un dragoneo siendo adolescente. 6: Felicita cumple dieciocho años. José aún no conoce su fecha de cumpleaños. Agosto 10: El tuteo. José manifiesta el deseo de pasar del Usted al tuteo cuando Felicita lo permita. Habrá oscilación en la forma del trato hasta fin de 1926 y comienzos de 1927. José comenzará el tuteo por carta pero al parecer continuará el trato de Usted en los encuentros personales. El 16 de Octubre le escribirá de “tú” por primera vez. 25: Fallece el papá de José a los 62 años, peluquero de oficio. El 26 Felicita le da sus condolencias a José. De Usted. 28: José jefe de familia. Por ser el hijo mayor, a los veinticuatro años, José queda como jefe de familia, a cargo de su madre y tres hermanos: Maruja (María del Pilar) de 20, Beto

JOSÉ Y FELICITA – UNA HISTORIA DE AMOR - CRONICA

XII(Alberto) y Chola (Ofelia), mellizos, de 12. Otros dos hermanos, Emilio de 23 años, que ya está casado y Carlos de 17, el único que no se menciona en las cartas, ya no vivían con sus padres. 29: Carta de Felicita manifestando que ama a José. De Usted. Noviembre 6: José prepara exámenes de su carrera de medicina. Manifiesta el propósito de hablar con el papá de Felicita a comienzos de los cursos de 1927 para ser considerado oficialmente su novio Diciembre 1: Fallece la mamá de José a los 48 años, se había casado en 1900. José llevará por un año luto riguroso y sus colegas profesores y estudiantes le dirán “el viudito”. 3: Felicita le da sus condolencias. Lo tutea, aunque al final retoma el trato de Usted. 13: José insiste en pasar al tuteo. Un examen médico a Felicita aventa temores.

1927

Enero 12: Enfermedad de la mamá de Felicita que preocupa a su hija y de la que se sigue hablando todavía el 16 y más tarde hasta fines de año. José la conforta. 18: Ha surgido una sombra para el noviazgo de Felicita en casa de su tía Sara. La tía Sara parece opuesta a este noviazgo y le crea inconvenientes a Felicita, la mortifica y la controla. La mamá de Felicita ha manifestado su deseo de ir a vivir a otra casa dejando la de la tía Sara. José celebra la idea. Las desconfianzas de la tía Sara las disipará el tiempo. Dos años después, el 13 de abril de 1929 José escribe que la visitará para comunicarle su compromiso y le asegura a Felicita que la dejará contenta. 23: Primera reducción de las visitas. Felicita parece sufrir la influencia de su tía Sara, a quien no le agrada el novio o el noviazgo, la mortifica con indirectas, y hasta se permite leerle las cartas. La enfermedad de la mamá de Felicita les permite a los novios verse solamente una vez por semana. Osvaldito, único hermano de Felicita, que tiene catorce años, comienza a funcionar de correo. 25: José pide ser recibido arriba para evitar que la mamá de Felicita tenga que subir y bajar la escalera. Comenta el impulso de Felicita de retirar la mano cuando José la toma. Febrero 1, 8 y 12: Ahora el enfermo es José, imposibilitado de ver a su novia hasta después del 12 de febrero, en que recién puede volver a calzarse. Le envió un retrato dedicado y narra sus dudas acerca del texto de la dedicatoria. 13: José dice que de parte de Felicita ha habido una correspondencia al amor que lo ha hecho crecer, pero también hay una desconfianza de fondo que inhibe las manifestaciones de ella. José protesta su caballerosidad y la pureza de su amor. 21: José nota un recrudecimiento de las dudas de Felicita acerca de su amor, quizás influida por la tía, y trata de asegurarla. Se explaya en el género del reproche amoroso. Marzo 8: José es nombrado profesor universitario de idioma castellano. Abril 19: José cumple veinticinco años Mayo 1 y 2: Primera ausencia de Felicita: José se refiere a una ausencia de Felicita, que vuelve en esos días. Probablemente fue en abril y ha sido larga, pues Felicita le escribió una carta que no se conserva. Es, al parecer, un primer viaje a la casa en la localidad de San Ramón o a Villa Felicia la chacra cercana a dicho pueblo, de que darán noticia las cartas. La ausencia ha sido a causa de la carencia de encargado de la casa o de la chacra que los papás de Felicita tienen allí. Estos viajes se irán haciendo cada vez más frecuentes y largos a partir de diciembre de 1928 y serán uno de los motivos de mayor sufrimiento por la separación de los novios. José menciona la “guardia” en el hospital como estudiante de medicina. Menciona frecuentemente sus horarios de estudio y las materias de medicina que estudia. Está empeñado en llegar a médico para asegurar su futuro con Felicita.

JOSÉ Y FELICITA – UNA HISTORIA DE AMOR - CRONICA

XIIIJunio 3: Por el beso. Reproche amoroso por las dudas persistentes de Felicita: “tú más que ser amada deseas no ser engañada”. Desde aquí hasta fin de año se alude a menudo al beso que José pide le permita darle, en la mano, ‘postal’, etc. Julio 5: Felicita no quiere que venga José a felicitarla el seis, día en que cumple diecinueve años, ‘para evitarle compromisos’. José se lo reprocha y corrige su manera de ver las cosas. 12: Enfermedad pasajera del papá de Felicita. 19: José ha pasado el día estudiando anatomía en la Facultad para ganar el curso 26: José preocupado por la salud de Felicita Agosto 16: Ausencias de José. José explica su ausencia por sus deberes de profesor y de estudiante de medicina. Octubre 4: José hace planes para 1928. Ingresará a tercer año de medicina, se comprometerán, se casarán pronto cuando mejore su situación. Diciembre 13: José escribe desde Durazno, ciudad del interior a donde ha viajado a tomar exámenes en el liceo local. Le reprocha a Felicita su rigidez y frialdad con él. Ella se defiende en una carta que no se conservó, pero a la que alude José en otra del 20, en que responde a sus argumentos. José sigue su gira tomando exámenes por los departamentos de Rivera, Artigas y Salto. Y vuelve a la Capital para fin de año. 31: Esquela de Felicita invitándolo a unirse a su familia que irá de noche al Prado.

1928

Enero 25: José prepara un examen y promete visita para después Marzo 5: José continúa estudiando intensamente medicina, de día estudia y de noche repasa con un compañero Abril 1º: Segunda reducción de las visitas: Al cumplirse dos años de conocerse, la mamá de Felicita decide que los novios se vean una sola vez por semana. Parece un indicio de que la mamá se alarma por el progreso de la relación afectiva de su hija con José. Quizás percibe en su hija los cambios propios de una mujer enamorada. José acata la decisión, dolorido pero resignado. Le parece: “una paradoja cruel que aunque te quiera más tenga que verte menos”. Parece un signo ominoso de que se están acumulando nubes de tormenta familiar sobre los novios. A medida que aumente el resplandor de su amor recíproco, aumentarán las preocupaciones y hasta la acedia a su alrededor. Se los observa con ojos recelosos que escrutan el bien por temor al mal. 19: Tarjeta de Felicita encomendando a su novio a su santo Patrono San José, en el día en que cumple veintiséis años. 26: José posterga para más adelante un examen con el fin de prepararlo mejor. Él prevé que habrá quienes mortifiquen a Felicita preguntándole cómo le fue a su novio en los exámenes. Y quienes sacarán argumento de eso para dudar de la aplicación de José al estudio o de su valía como futuro esposo. Mayo 14: Felicita reclama cartas más frecuentes y duda de su amor. José responde que está empeñado en trabajar por el futuro y eso le quita tiempo para escribir cartas dignas de ella. Junio 9: La mamá de Felicita está nuevamente en cama. José envía revistas para distraerla. 23: José pide un beso a los dos años de noviazgo y alega que jamás ha habido en él ni ha manifestado un deseo grosero. No hay más cartas hasta el 3 de setiembre. Un signo de que los novios han podido verse regularmente y de que José está plenamente ocupado con sus clases como profesor y sus estudios de medicina. Julio 6: Felicita cumple veinte años. No se conserva carta ni tarjeta muy posiblemente porque pudieron verse ese día. Setiembre 3: José recuerda el baile reciente en casa de la tía Sara en que bailaron él y Felicita. Posiblemente ha sido una despedida en relación con la mudanza de la familia de

JOSÉ Y FELICITA – UNA HISTORIA DE AMOR - CRONICA

XIVFelicita a la casa del Prado. El bailar con su novia lo ha hecho feliz. Pero posiblemente ha sido mirado con preocupación por algunos. Un nuevo motivo de acedia o preocupación por que no se desvíe el amor de los jóvenes. Algo así parece confirmarse con la carta siguiente. 12: Felicita se ha mudado a la casa del Prado que su Papá ha hecho construir en una calle transversal al Camino Castro. José se refiere desde ahora al domicilio anterior como la casa de Millán y al nuevo como la casa del Prado. José protesta porque la mamá de Felicita piensa que “no está bien” que Felicita lo acompañe hasta cerca de la puerta y charlen unos minutos antes de irse. José alega que la mamá ha tenido criterios más amplios y ha confiado más en ellos en el pasado. Se siente dolido por el recelo de la madre y la falta de defensa por parte de la hija. Otro indicio de que la maduración y consolidación del vínculo amoroso entre los novios produce ahora recelos en la madre, que probablemente está notando cambios en su hija y comienza a sentir celos de madre. Lo que en un estado anterior de la relación le parecía normal a la mamá y no le resultaba motivo de temor, al crecer la amistad de los jóvenes, comienza a alarmarla. Los cambios que el noviazgo va produciendo en la hija han podido contribuir a las dolencias permanentes de la madre, que la vienen postrando en cama con tanta frecuencia. Felicita comienza a sufrir un conflicto de amores y fidelidades de hija y novia, que trata de aprender a manejar, pero es causa de tensiones que se reflejan en las cartas hasta casi el fin del noviazgo. Situación que ambos sobrellevarán sumisos y en paciencia. Octubre 9: José hace su práctica de clínica quirúrgica en el hospital Noviembre 13: Casi a fines del tercer año de novios, él insiste en pedirle un beso. Diciembre 8, 9 y 11: Primera ausencia prolongada de Felicita. Se ha ido a San Ramón. Se la han llevado. José escribe lamentando la separación y alude resignado a la decisión de la autoridad familiar: “Donde manda capitán...”. Se la ha llevado su mamá, cuya autoridad José respeta. En cartas sucesivas describe la desazón que le produce la separación y la ausencia. Lo compara con el síndrome de abstinencia de los adictos. La carta del once es antológica: José recorre los lugares cargados de recuerdos y anuncia que irá de visita a San Ramón. José se refugia en el trabajo, sigue preparando sus exámenes de medicina. 13: Ausencia de José. José anuncia que saldrá en gira para tomar exámenes en capitales del interior: Minas, Soriano, Río Negro y Paysandú. 18 y 23: En dos cartas casi seguidas, Felicita le pide a José que le escriba con frecuencia para “aliviar la dolorosa ausencia”. En la segunda le pide a José que no toque en las cartas el tema que dice que la disgusta (el beso) por razones que le explicará. Es posiblemente un punto conflictivo para la mamá, que según parece tiene algún acceso a las cartas. 31: Sendas cartas de ambos se cruzan reprochándole al otro la falta de noticias. Felicita insinúa sus dudas y celos habituales. La separación, a la que no estaban habituados y lleva miras de ser larga, será también motivo de fricciones y reclamos entre los novios por la deficiente comunicación. José promete ir a visitarla a San Ramón al término de la gira de exámenes el cinco de enero de 1929.

1929

Una larga separación hará de este año el más nutrido en correspondencia: setenta y tres cartas contra veintidós del año anterior, treinta y dos en 1927 y cuarenta y seis en 1926. Enero 7: José ha estado un día y medio de visita en San Ramón. Como regalo de Reyes le ha dejado a Felicita un reloj despertador. Prepara la encomienda con los encargues que le han hecho. Anuncia un viaje de descanso a Minas, a casa de un compañero. 14: José ha vuelto de Minas. En carta del 19, Felicita se muestra celosa y temerosa. Como prueba de lo mala que está la comunicación epistolar, Felicita nos entera de la existencia de una carta de su mamá a su papá que está preparada desde el doce y no ha podido ser enviada.

JOSÉ Y FELICITA – UNA HISTORIA DE AMOR - CRONICA

XVA la luz de la carta del papá de Felicita de fecha 23, se puede pensar que Doña Felicia le reclamaba a Don Osvaldo, en esa carta, que interviniese con su hija. 20: José anuncia que irá a San Ramón con el papá de Felicita el 27 o sin él el 28, con la intención de quedarse unos días y hacerse útil en diversos trabajos. En la Capital sale poco porque de mañana estudia, de tarde hace siesta y vuelve a estudiar hasta el anochecer, luego se acuesta temprano. Con este régimen de vida está muy gordo, como lo muestra la foto. 23: Carta del papá de Felicita a su hija. Quizás a pedido de su esposa en la carta del 12. Don Osvaldo desiste de ir a San Ramón con el novio de su hija. Le da a Felicita varios consejos, suavizados con buen humor acerca de cómo tratar las visitas en general y a su novio en particular y no duda que obedecerá en todo a su mamá como buena hija, sin distraer a su novio de los estudios, para que se reciba pronto. La carta está visiblemente dirigida a una corrección a la hija. Corrección que, aunque sea bondadosa, no podrá menos que mortificarla: “Si te gusta volvé y si no aguantá el cimbronazo por tu bien...”. Febrero 4-5: José va a Canelones a dar una conferencia sobre alcoholismo y a Florida a dar otra sobre tuberculosis. Ambas se frustran y vuelve sin darlas. Promete visita a San Ramón. 10: José va a San Ramón a visitar a Felicita. En carta del 14 le recrimina la fría despedida y su negativa a despedirlo con un beso. José sospecha que hay otro motivo ajeno a la voluntad de Felicita (¿una prohibición materna?) 17: José se queja de que Felicita le pide nuevamente que se postergue el compromiso. En cartas siguientes hay recriminaciones mutuas y protestas de amor, quejas por la cruel separación. Marzo 11: Se anuncia el compromiso: José le comunica a Felicita que ha hablado con su papá para formalizar el compromiso en la Semana Santa que ya está cerca (24 a 31 de marzo), para lo cual irá en esas fechas a San Ramón. Afirma que: “la separación a la que nos han sometido ya no tiene objeto” porque ya han pasado todos los motivos que se habían invocado y que ya no existen más. “¿Qué otro motivo hay que fuerce a tu mamá, a quedarse ahí, como piensa, hasta mayo junio?”. 15: Felicita insiste en que venga a San Ramón. Harán rogativas para ver si consiguen acortar la separación “que ya me está resultando demasiado larga”. Y conjetura: “Tal vez tú tengas más arte para plantear este problema de modo más convincente”. 21 jueves: José salva el examen de Patología General. El viernes 22 escribe anunciando que irá a San Ramón el 26, martes de Semana Santa. Aún tiene que dar una conferencia y arreglar otros asuntos antes de los feriados 31 Compromiso: en el cuarto aniversario de la primera carta y del comienzo del noviazgo, José y Felicita intercambian los anillos de compromiso en San Ramón. Es domingo de Pascua: Abril 1º: José está radiante, se siente profundamente dichoso, lleno de gozo. Los familiares de Felicita en la Capital se han mostrado muy contentos con el compromiso. José vive ahora esperando la próxima ida a San Ramón que será el 18 de abril. Adjunta una carta breve, atenta y afectuosa, a su “futura mamá” para su cumpleaños el día 3 de abril. Irá a la estación a esperar a Don Osvaldo cuando éste vuelva de San Ramón. 2: José viene de hacer gimnasia porque está tan gordo “que no puede sacarse el anillo” Comenta visitas y encuentros con otros parientes de Felicita que se alegran del compromiso y ya lo tratan como a un miembro de la familia. Los encuentros con Felicita le renuevan a José los bríos para trabajar. No se convence de tener la dicha de que una mujer como Felicita pueda quererlo. 3: Mala noticia: Felicita le informa que se ha ido el cuidador de Villa Felicia, lo cual complicará las cosas para que puedan volver a la Capital, hasta conseguir que venga otro. 8: José pide que Felicita exprese su corazón en sus cartas y se impacienta. “¿Hasta cuándo van a quedarse ahí?”

JOSÉ Y FELICITA – UNA HISTORIA DE AMOR - CRONICA

XVI9: “Estoy trabajando y estudiando como un desesperado”. José protesta su sinceridad cuando le elogia su belleza a Felicita, que se muestra incrédula: “yo fui atraído hacia ti por tu belleza y tu gracia, mucho antes de saber si a tus dotes físicas acompañaban las dotes morales”. 10: Apertura de las clases en el Hospital y la Facultad de Medicina 13: José muestra su grandeza de alma: promete visitar a la tía Sara y dejarla contenta. 19: José cumple veintisiete años 23: José ha viajado el jueves 18 a ver a Felicita y pasar su cumpleaños con ella. De vuelta cuenta su viaje. Pasó frío y ahora está resfriado. Al día siguiente vuelve a escribir diciendo que ha mejorado. Siguen varias cartas impacientes por la ausencia. Mayo 4: José cuenta los días: van cinco meses de separación. 11: Celos de la mamá: José formula finalmente un diagnóstico acerca de un motivo de la separación: “Tu mamá está algo celosa de mí y pensará que, por quererme a mí, tu cariño por ella ha de disminuir. Tú puedes quererme sin que el amor a tu mamá pierda nada. Son dos cariños, dos amores distintos”. Y le aconseja a Felicita cómo actuar con su mamá. Prevé que la ausencia será aun más larga. 16: José adivina en las cartas de Felicita que ella sufre pero no quiere decírselo. Junio 1: Un temporal frustra el propósito de ir a San Ramón con Don Osvaldo al día siguiente. Los caminos de tierra exigían tiempo para orearse y dar paso luego de las lluvias. Parece que se aproxima el día del regreso a la Capital. 4: Última carta lamentando la ausencia y esperando un regreso que tuvo lugar en fecha incierta, posiblemente poco después. “Paso estudiando porque cuanto más estudie más pronto serás mía”. De ahora en adelante las cartas se espacian hasta el once de octubre en que la mamá de Felicita se vuelve con ella a San Ramón. Julio 6: Felicita cumple veintiún años. Ya está en la Capital no se sabe desde cuándo. José le envía flores y una tarjeta 8: Rebelión de Felicita: José comenta que la mamá de Felicita se quejó de un acto de rebeldía de su hija. José opina que solamente los celos de su mamá, que la misma mamá trata de ocultar, la ha hecho ver un acto de rebeldía donde no lo hubo. La mamá ha decidido por eso reducir las visitas. José invita a acatar resignadamente y esperar. Añade otros consejos para manejar la situación. Esperar y ser prudente. Es posible que Felicita haya reaccionado mal cuando su mamá le comunicó su decisión de volver a San Ramón en octubre, como efectivamente sucederá después. Decisión de la que José aún no está al tanto. Setiembre 16: Reflexiones de José sobre los cambios que ha producido en él la irrupción del amor en su vida. Ahora reconoce y describe en sí la experiencia y los efectos del amor. Octubre 2: Tarjeta, beso en la mano. 11: Disgusto de José por el regreso a San Ramón, que lo toma de sorpresa: “no acierto a hacer otra cosa que lamentarme de que un gusto desmedido, un poder arbitrario te separen de mí para volverte a mi lado quién sabe cuándo”. Felicita le ha dejado tres rosas y una nota de despedida. En cartas siguientes José reitera que sus hermanas no han podido despedirse de Felicita. ¿La queja esconde el dolor de que Doña Felicia decide sin considerarlos? 16: Felicita ha prometido volver en noviembre a la Capital al casamiento de su prima Chicha. José prepara un examen para noviembre. Termina las clases en la Universidad el 19 de noviembre. Continúan las quejas por el viaje y la ausencia en cartas sucesivas. 27: Entre un viaje y otro a San Ramón saca la cuenta que ha podido verla sólo cuatro meses en un año. Ha rebajado cinco kilos. Se suceden algunas cartas de disgusto entre ambos. Noviembre 3: Al final de una carta algo seca, Felicita anuncia su viaje a la Capital el jueves 14 en el tren de la tarde. 8: José la irá a recibir a la estación. 14: Breve reencuentro: Felicita viaja a la Capital para asistir al casamiento de la prima Chicha, que es hija de una hermana de Don Osvaldo.

JOSÉ Y FELICITA – UNA HISTORIA DE AMOR - CRONICA

XVII18: Carta de José a la mamá de Felicita, dándole noticias y cariños de su hija, manifestando su alegría por tenerla en la Capital y deseándole salud. 21: Casamiento de Chicha, la prima de Felicita 23 sábado: Visita de despedida de José a Felicita en la Capital 24: Tras los felices días de reencuentro, José lamenta la nueva separación. Desea saber cómo está la mamá de Felicita y le manda saludos. Se acerca un examen que le impedirá escribir seguido. El mismo día, a su llegada a San Ramón, Felicita le escribe en términos semejantes. Encontró a su mamá delgada y abatida, quedó contenta con la carta de José. 29: José argumenta contra las dudas que asaltan a Felicita acerca de su amor. Quiere llevarle una sorpresa a su mamá para alegrarla. Hay dificultades con el envío y recepción de las cartas desde el pueblo. Diciembre 1º: Carta de Felicita en el tercer aniversario del fallecimiento de la mamá de José 3: Cuarto aniversario del encuentro en el cine: “aquella noche en que por primera vez te vieron mis ojos y adiviné en ti a mi futura compañera”. José manifiesta que la materia de la que dará examen el 16 le resulta difícil. 13: José se lamenta que él le ha escrito ya tres cartas y no recibe respuesta 19: José va por unos días a San Ramón y se vuelve el 27. 27-28-30: Ese mismo día Felicita comienza a escribirle después de su partida, preocupada por la salud de José. Seguirá la carta en días sucesivos. Felicita le cuenta gozosa que su mamá manifiesta extrañar a José y le encarece cómo se hace querer su novio. 28 y 29: De José, una carta amorosa y la otra noticiosa. Media noche del 31: José pasa la noche de año nuevo añorando a su novia. Expresa sus sentimientos a la vez que describe el bullicio que se oye fuera, en un fuerte contraste entre sus sentimientos de soledad y la lejanía de la novia, con ese ruidoso júbilo exterior. En relación a los sentimientos de la mamá de Felicita hacia él, José expresa el principio que lo ha guiado: “Solo despierta amor quien demuestra amor”. Cuenta inocentadas del 28. Saldrá el dos de enero en gira a Minas y a Mercedes, y solamente podrá llegar a San Ramón hacia el 12.

1930 En este año Uruguay se celebran los 150 años de la Independencia. Durante todo el año habrá celebraciones oficiales y fiestas. Entre ellas un campeonato mundial de fútbol en Montevideo. Pero la crisis mundial no respeta las celebraciones. Enero 5: Entre ausencias y visitas, reencuentros y despedidas, gran parte de este año transcurrirá como 1929. Ambos se escriben hoy, en vísperas de Reyes. José escribe entre dos viajes. Le envía de regalo bulbos de dalias y gladiolos para el jardín de Villa Felicia. Felicita acaba de recibir recién la carta del 31 y responde a la narración del sueño triste de José. 8: José escribe desde Mercedes y anuncia que luego irán a examinar a Fray Bentos y volverán a la Capital desde donde viajará sin tardanza a Villa Felicia. Contempla el espectáculo de la luna rielando en las aguas del Río Negro y piensa en el matrimonio y la luna de miel: “frente a este maravilloso espectáculo se siente la vida en toda su amplitud”. 11: Desde Fray Bentos avisa que esa noche piensa estar llegando en tren a la Capital y viajará cuanto antes a San Ramón. No hay noticias de cuándo llega a San Ramón ni de su vuelta a la Capital. La próxima carta es casi de fin de enero. 26: José escribe desde la Capital anunciando una nueva ida a San Ramón: “yo no soy otra cosa que mi deseo grande, inmenso de verte”. Comienza conversaciones con Consejeros de la Universidad para mejorar su situación laboral. Estará en San Ramón hasta el 9 de febrero. Febrero 9: Felicita le escribe después de su visita y tras la despedida.

JOSÉ Y FELICITA – UNA HISTORIA DE AMOR - CRONICA

XVIII10: José visita al secretario y consejeros de la Universidad para informarse de los exámenes y conseguir que lo mejoren. Se pondrá a estudiar para el examen del 27 de marzo. En cartas intermedias se reprochan no escribir y se piden cartas el uno al otro. 20: La ida de José a verla está supeditada al pago en fecha y parece haber retraso de la Tesorería en las liquidaciones de los sueldos. 26: José se queja de que Felicita no le comenta lo que él le escribe en sus cartas y de que en sus respuestas no le habla de sus sentimientos sino de sucesos exteriores. Vuelve a lamentar las separaciones periódicas porque lo desaniman, lo irritan y ponen de mal humor. Teje conjeturas sobre cuándo regresarán su novia y la mamá. Marzo 1: José le pide a Felicita que le escriba más a menudo y agrega sugerencias y consejos de cómo puede escribirle lo que él espera de ella: “mira en tu alma... siéntate a escribirme con mis cartas delante”. Se le escapan reproches que Felicita lamentará en su carta del 7 y le reprochará a su vez que él también le escribe poco. Le pregunta a José cuándo podrá volver a visitarla. 31: Felicita vino, de paso, a la Capital. Tarjeta de José acompañando un envío de flores en el primer aniversario de su compromiso. Abril 2-4: Felicita viaja de regreso a San Ramón: “Ya no estás aquí... si hubiera podido retenerte”. José participa en la preparación del Congreso Universitario Americano, propone un tema. Envía felicitaciones a Doña Felicia para el tres, que es su día. Pregunta por las dalias y gladiolos. Anuncia visita para la Semana Santa, que se celebrará del 13 al 20 de abril. El cuatro, el tío Alberto le dice que Doña Felicia piensa quedarse afuera hasta julio, lo cual deja asustado y caviloso a José. El viernes cuatro por la noche encuentra carta de Felicita que le ha hecho llegar Doña Felicia, quien estuvo unos días en la Capital. 5: Felicita escribe que será ella la que tratará de ir a la Capital por Semana Santa, para que José pueda seguir estudiando. Felicita supone que su mamá lo habrá visto en Montevideo, y le habrá dicho para cuándo estarán de vuelta. Pero no ha sido así. 8: José casi no pudo ver y hablar a la mamá de Felicita por una acumulación de desencuentros y malentendidos que narra extensamente. Al ir a la casa del Prado vio fijado en la puerta un cartel de Se Alquila que lo dejó perplejo y lo puso a tejer suposiciones. Recién después se enteró de que había venido Doña Felicia. La ha visto al fin ayer y hoy piensa volver a verla y enviar esta carta con ella. 19: José cumple veintiocho años. Es víspera del domingo de Pascua. Mayo 2: El primer beso: José y Felicita se han encontrado, en la Capital o en San Ramón, y a raíz del encuentro y de que Felicita lo ha despedido con un beso, José le escribe una poesía. Julio 6: Felicita cumple veintidós años. Tarjeta de José acompañando un obsequio que hace pensar que ella está en la Capital. Lo que explicaría la ausencia de cartas en mayo. 9: José reflexiona sobre los celos que le manifiesta Felicita, moderados o excesivos. José promete enviarle un rollo de fotos “para sacarle a Grigrí”. 22: José comenta como han salido las fotos que han sacado. Ha ido al Estadio a ver el partido Uruguay – Rumania, del Mundial de fútbol. Extraña haber pasado dos días sin verla. José le confía que está pasando por penas o pruebas de las que no quiere hablar ahora pero son relativas a la separación de Felicita, a la que puede ver solamente los domingos. 27: Felicita está por ausentarse de nuevo o están padeciendo un régimen de visitas muy estricto. Irán juntos al Estadio. José ha conseguido cuatro entradas con una prima de Felicita. 31: Tarjeta de Felicita: agradece los caramelos enviados. José está preparando un examen y estudia mucho. El domingo a la una lo espera para pasear por el Prado con su papá. Agosto 8: José ha dado examen y ha pasado una semana sin poder verse y conversar a solas con Felicita. Reflexiona sobre la necesidad de confidenciarse que tienen los enamorados. José reafirma su propósito y deseos de casarse pronto: “Nunca he deseado tanto como ahora tener una posición firme para poder decirte mi decisión de casarnos”.

JOSÉ Y FELICITA – UNA HISTORIA DE AMOR - CRONICA

XIX9: Contemplando un retrato de Felicita con una cadenita y medalla al cuello, José recuerda la que él lleva en el bolsillo con la fecha del 31 de marzo, y lo que le dijo Felicita al regalársela. 10: Ante una duda de Felicita 11: José visita en el hospital a una señora recomendada por Felicita. Comienza a preparar otro examen que dará a fin de año. “Mi pensamiento al fin del día, vuela hacia ti como hacia mi reposo” El 12 escribe de nuevo contando que, en la clase de Anatomía Patológica, ha ayudado a practicar la punción a la señora recomendada. Está deseando que llegue el momento de visitar a Felicita. No hay más cartas en agosto porque posiblemente se han visto durante el mes. Felicita se irá de nuevo a primeros de Octubre. Octubre 14: Nueva separación. Felicita escribe desde Villa Felicia. Pide carta por medio de su papá que vendrá pronto. 15: Problemas laborales: José explica su tardanza en escribir. Varios motivos. Hay riesgo de que no les paguen el sueldo en vacaciones a los profesores. Eso ha causado revuelo, inquietud y exigido muchas entrevistas. José trata de quedar estable en un cargo de profesor que tiene en el Instituto Normal. Surge la posibilidad de que algunos familiares de Felicita viajen en auto a San Ramón el domingo 19 y José se plegaría. Ha recibido carta por mano del papá de Felicita. Y se muestra dolorido por las dudas de ella: “estás lejos de mí en confianza, en ternura”. Vuelve a manifestar su disgusto por la nueva separación. 16: Se ha aplazado el viaje del domingo por el mal estado de los caminos. José es elegido representante de los profesores para exponer la situación al Consejo Central Universitario. Consultó por sus ardores de estómago, lo vieron con Rayos X, nada grave. Hoy le habrían diagnosticado stress. 17: José relata los trámites que sigue haciendo como delegado de los profesores por el cobro de los sueldos de verano. Vuelve a reprochar las dudas de Felicita. Ironiza sobre el miedo que ataca a Felicita y sería lo que le impediría escribir largo porque le hace temblar el pulso. 19: Además de negociar para que les paguen el sueldo a los profesores durante el verano, José se ocupa de conseguir que lo designen para ir a tomar exámenes en los liceos del interior. 22: José informa que sus gestiones tuvieron éxito. Se ocupa todavía de obtener la efectividad en el cargo en el Instituto Normal. Presenta informe de lo actuado por los sueldos a la Asamblea de Profesores y sus colegas quedan satisfechos. Tuvo que moderar a los elementos radicales de la Asamblea. El viaje en auto a San Ramón se posterga una y otra vez por los caminos. Noviembre 21: La separación es irritante. Felicita ha estado enferma, con los mismos síntomas que la tuvieron en cama un mes “la vez pasada”. Esto calma algo la impaciencia de José que le reprochaba por no escribir y no responder a sus cartas por lo que se había propuesto no escribirle él tampoco. 29: Felicita comienza una breve carta en términos agresivos, pero a mitad de la carta se corrige pues la ha comenzado con la intención de darle las condolencias a José en el aniversario de la muerte de su mamá el 1º de diciembre de 1926. 30: Sigue la situación dolorosa, ambos se reprochan uno al otro la falta de noticias y de cartas. Diciembre 1º: Felicita responde cariñosa y dolida. Su respuesta motivará una carta larga y sangrante de José de fecha siete. Ella espera carta conmemorando el tres de diciembre. 7: El viaje tantas veces postergado, se anuncia para el sábado seis, pero se postergará ¡Otra vez más! Hoy José escribe decepcionado una vez más: “A la hora de escribirte ésta yo debería estar junto a ti”. Se han perdido cartas y eso ha sido motivo de malentendidos. “Ya ves cómo la separación nos crea dificultades y trastornos a cada paso”. José recuerda, ofendido, un incidente doloroso en que Felicita le ha dicho que ella podía pasar sin sus cartas. José rememora la noche del tres de diciembre en que la vio por primera vez en el cine. 11: Respuesta conciliadora de Felicita. Quita importancia al dicho que lo ofendió. Lo insta con palabras cariñosas a venir de todos modos, por auto o tren, con los demás o solo.

JOSÉ Y FELICITA – UNA HISTORIA DE AMOR - CRONICA

XX17: Última carta del año. José estuvo de visita en San Ramón y cuenta el viaje de retorno el lunes 15. Esa misma noche del 15 asistió a un banquete de confraternidad médica en el Parque Hotel. Ahora sigue gestionando la efectividad en los grupos del Instituto Normal. El asunto de los sueldos de profesores en el verano parece estar en vías de arreglarse. Espera ir a San Ramón el 24 para pasar juntos la Navidad.

1931 Enero 21, miércoles: José narra su viaje de vuelta de San Ramón. Según parece ha estado n San Ramón durante enero, o yendo de visita los fines de semana. La carta es noticiosa. Los análisis a la mamá de Felicita muestran el comienzo de una diabetes. José se convertirá en el ángel guardián de la salud de su futura mamá. A Osvaldito le han aumentado el sueldo. Las hermanas de José y su tía alaban las flores y los dulces que envió Felicita. 22: Felicita lo espera en Villa Felicia para el sábado 31 de enero. 25: José da noticias de sus visitas a los familiares de Felicita y se alegra. Se considera ya de la familia. Duda que pueda ir el 31. 26: De Felicita: “mamá ha quedado muy triste con el resultado de los análisis”. Febrero 21: El 18 ha sido el miércoles de ceniza. José da noticias del carnaval en relación con la crisis: “muerto, un completo fracaso, no sé si debido a la crisis”. En la segunda mitad de la carta da noticias de sí mismo. Su viaje de regreso, la visita de numerosos primos. Se ha puesto a estudiar enseguida para los exámenes de Histología y Anatomía. Cuenta su horario de estudio intensísimo. Su deseo de casarse aumenta con el ejemplo de varios compañeros que están en eso. 28: Felicita lo alienta y anima para los exámenes y manifiesta su confianza en él. Marzo 15: La impaciencia de José, arremansada en cartas anteriores vuelve a inflamarse en ésta y en otra del 17. Está disgustado por la falta de cartas de Felicita. El examen se sigue postergando, del 12 al 21 o 23, con lo que teme llegue a impedirle ir en la Semana Santa, que ese año va del 30 de marzo al 5 de abril. Las clases comenzarán mañana 16 de marzo. 17: José anuncia que le han traído de Francia la tela para sábanas que encargaron. Le han fijado el examen para el 20 o el 21. 18: José insiste en que trate de convencer a su mamá de venirse antes. 19: De Felicita, quejándose de no recibir cartas de José. Le escribe para la fiesta de San José. 24: José ha salvado el oral y espera el práctico en dos días más. Irá a pasar Semana Santa con Felicita. Le han dado una suplencia. Ahora redondea doscientos cincuenta pesos de sueldo. 31: Quinto aniversario de la primera carta y de que por primera vez se hablaron y segundo aniversario de su compromiso. José comienza un Album: “para que al mirar hacia el pasado, tanto nosotros como los nuestros, se vea traslucir en sus páginas el grandísimo amor que sentimos”. Abril 5: De Felicita: José se ha despedido disgustado por motivos que suelen darse en sus despedidas. Se ha olvidado de la llave. Es domingo de Pascua. 8: José: ambos han superado ahora aquél mal momento. Pero José cuenta cómo se alejó triste y desanimado, a ratos furioso. Cómo volvió todo el camino silencioso en el auto con los familiares de Felicita que lo habían llevado a la chacra con la tía Coca. 19 domingo: Página de Álbum. José cumple veintinueve años y ha venido otra vez, como de costumbre en estos meses, a pasar con Felicita en Villa Felicia el fin de semana. Mayo 4: José ha estado otro fin de semana más en San Ramón. Cuenta el viaje de regreso. La mamá de Felicita teme no poder volver a fin de mayo a la Capital porque no tienen encargado. José ha vuelto, como de costumbre, cargado de frutos de la granja: dulces, una gallina, flores y otros productos que su familia elogia. El mismo día le escribe Felicita. Ha soñado con José.

JOSÉ Y FELICITA – UNA HISTORIA DE AMOR - CRONICA

XXILa mamá de Felicita le anuncia a su hija que mañana comienzan a preparar el viaje de vuelta a la Capital. 10: Felicita vuelve a anunciar los preparativos del viaje. La diabetes de Doña Felicia la irá haciendo desistir de sus largas estadías en “Villa Felicia”, su paraíso, donde ella se deleitaba cultivando la huerta, los frutales; en la cría de gallinas y conejos, el ordeñe y la elaboración de quesos, dulces, conservas y facturas de cerdo. Por haber vivido durante años en él, ese lugar estaba, además, cargado de recuerdos queridos para ella. Era su casa. Su hogar. Su reinado. La atraía. Se iba allí y se llevaba a su hija, no tanto como en algún momento sospecha José, para sustraérsela o por celos, cuanto para ayuda y compañía, y para su formación en las labores de la cocina y de la granja. Pero va llegado el momento de renunciar a su pasión por la Villa y a ceder sus gustos en aras del bien y el futuro de su hija, cuyo matrimonio se viene anunciando. La diabetes, que ha recibido con tanta pena, la ayuda a dar el paso a un lado y a aceptar los nuevos rumbos de la vida que la retendrá más tiempo en la Capital. 5: Para José se acerca el final de la prueba: “La proximidad de tu venida me da unos bríos insospechados”. 12-13: Contratiempo laboral: La Universidad ha suspendido todos los pagos. José es nombrado por sus compañeros reunidos en Asamblea miembro de la Comisión negociadora. La docencia está entrando en crisis como profesión. José apuesta a la medicina y redobla su horario de estudios. 18: Felicita anuncia que regresarán el 28. Pero el 22 rectifica: sorpresivamente, Pedro, el encargado, les ha anunciado que se va y deben esperar a conseguir otro. “Me dan deseos de verlo colgado ¿No te parece que en el molino de viento quedaría muy bien?” 28: José lamenta la postergación del regreso. Llama a Felicita por unos días. La lista “Concentración” de la Asociación de estudiantes de Medicina, de la que José es primer titular ha ganado las elecciones: “entre los estudiantes de medicina tengo un prestigio que yo ni soñaba”. Junio 4: Carta de Don Osvaldo a su hija Felicita. Expresándole cuánto sufre él también esta separación de la que se siente en parte culpable. Excusándose y animándola a soportar la contrariedad. A Don Osvaldo siempre le ha resultado difícil encontrar buenos cuidadores para Villa Felicia. 6: Van ocho meses de ausencia. De José. Impaciente y llena de reproches porque Felicita lo ha consultado primero si venía y luego, contra su consejo, no vino: “para evitar el dolor de una nueva separación”. José apela a unos versos de Rubén Darío que comenta, serenándose. Pero le argumenta lo absurdo de ese razonamiento y vuelve a encenderse. “Si hubiese razonado como tú, no hubiera ido a visitarte durante estos largos meses”. Ya van ocho meses de ausencia. Julio 6: Felicita cumple veintitrés años. José la obsequia con una poesía en el Álbum. 18: José, desde Mercedes (Soriano) donde toma exámenes. Vuelve a escribirle los días 19 y 20 desde Mercedes y desde Fray Bentos. Luego sobreviene una laguna en la correspondencia. Posiblemente porque ambos novios se reencuentran en la Capital y retoman un régimen regular de visitas. Diciembre 6: José escribe una breve pero emocionada página del Album. 25: Desde Salto José, en una de las habituales giras como examinador, José le dice a su novia, quien ya está en Montevideo, que extraña sus cartas.

1932 Enero 1: Página del Álbum: “Sólo se mantiene, erguido frente a la devastación de las horas, el supremo estímulo del hombre; la fuerza que lo impulsa hacia la altura, el amor”

JOSÉ Y FELICITA – UNA HISTORIA DE AMOR - CRONICA

XXII6: Mensaje para Reyes: Con un poético mensaje para el día de Reyes culmina el epistolario de novios. Aunque los Reyes Magos estén pobres y no puedan traerle las joyas que ella se merece, ni siquiera sean capaces de inspirarle al novio un lindo madrigal, este año le dejarán en su zapato la felicidad... Marzo 5, sábado: José y Felicita contraen matrimonio Abril 19: José cumple treinta años Julio 6: Felicita cumple veinticuatro años. Diciembre 5: Nace el primer hijo. La convivencia matrimonial no dio lugar a que continuara la comunicación escrita, excepto un par de páginas más en el álbum y algunas cartas noticiosas que José le escribe desde ciudades del interior a las que va como era habitual, con el fin de tomar exámenes en los liceos. Y como terminan los cuentos de niños: vivieron muchos años y fueron felices.

1973

JOSÉ Y FELICITA – UNA HISTORIA DE AMOR - 1926

3

1.- Carta Montevideo, 31 de Marzo de 1926 [miércoles] “Así, tal cual es, fuerte y grande, ofrezco a Ud. este amor” Señorita1:

Apelo a su benevolencia para hacerme disculpar las incorrecciones de esta cartita. No encontrará Ud. en ella la feliz expresión que podría darle quien domine el arte de escribir; ni encontrará la comparación acertada de un imaginativo, ni el desborde de pasión que podría describir un sentimental. Sólo hallará Ud. en ella, y eso, a mi entender, es su mayor mérito, la sinceridad de quien trata de poner de manifiesto un sentimiento tan grande que es difícil hallar palabras para expresarlo. Yo quisiera decirle a Ud. misma, con la emoción que invade el alma cuando la voluntad de una mujer va a decidir de nuestra suerte, lo mucho que la quiero, cómo ha llegado a ser todo para mí: el principio y el fin de todos mis deseos y aspiraciones; el objeto que persigue mi voluntad; el ser alrededor del cual giran mis pensamientos; el resumen de mis afectos; en una palabra, todo lo que hay de más noble en la vida de un hombre. Yo era un despreocupado que miraba la vida casi como un espectador, sin buscar complicaciones y solucionando del mejor modo posible las que se presentaban. A veces, soñando despierto, presentía la gran pasión que todos deseamos para nuestra vida, y deseaba hallar una mujer, una noviecita linda y buena, una compañera de mi vida, que compartiera mis penas y mis alegrías y fuera, al través de los años, la misma novia amante y cariñosa del primer día. Quería un amor duradero y firme. ¿Sería mi afán tan inconsistente como el del poeta que buscaba “un corazón dentro de una mujer”? La vida está llena de sorpresas. Vivimos muy artificialmente y lo que parece firme, mañana aparece vacilante ante un análisis detenido. Por eso yo, para evitarme sorpresas dolorosas sigo el consejo de aquel sabio que afirmaba que para aspirar a conocer algo hay que empezar por conocerse a uno mismo. Yo mentiría si le dijera que el amor que siento hoy por Ud. es el mismo que el del primer día. Yo me he puesto en guardia contra el amor a primera vista que nace y muere con la misma rapidez. Yo desconfiaba de mí mismo y el temor de engañarme me contuvo al principio, pero cuando lo que fue antes admiración, respeto cariñoso por Ud. creció transformándose en amor, entonces estuve seguro de mis sentimientos y me entregué de lleno a este amor, que es hoy mucho infinitamente más grande que el primer día. ¿Dirá Ud. que este amor es demasiado razonado, demasiado sereno para ser sincero y profundo?... No lo crea Ud. La llama que más calor da es la serena y no la que se lanza locamente al aire y se consume estéril; la casa que más dura es aquella cuyos cimientos han sido hechos a conciencia; las aguas serenas son casi siempre las más profundas y las que más vida tienen en su seno. Así, tal cual es, fuerte y grande, ofrezco a Ud. este amor que no encuentra bastante una vida para albergarlo. De su decisión depende mi felicidad. Más aún. Si es cierto que lo femenino nos eleva al cielo, puede también arrastrarnos a sufrir penas sin nombre. El infierno estaría para mí en la tierra si me viera condenado a no contemplar su belleza y su gracia. Porque yo cifro ahora mi dicha mayor en poder mirarme en sus ojos, esos ojos tan luminosos y expresivos, y me parecería escasa la luz del sol si después de haberlos visto se cerraran para mí. Sus labios tan expresivos y dulces cuando sonríen ¿tendrán para mí frases de aliento y de cariño? He ahí mis aspiraciones. He ahí el amor que Ud. me ha inspirado con su serena belleza. No me atrevo a esperar que Ud. me escriba. Pero ¡le agradecería tanto que me hiciera saber su decisión! Es penosa la duda y a Ud. le sería fácil desvanecerla dándome una

1 Al escribir esta carta José tiene veintitrés años y Felicita tiene diecisiete. José la ha visto cuatro meses antes, el 3 de diciembre de 1925 en un cine y la siguió hasta su casa, como se relata en la Carta 215, del 7 de diciembre de 1930

JOSÉ Y FELICITA – UNA HISTORIA DE AMOR - 1926

4

oportunidad para hablar con Ud. ¿Es mucho pedir? Así podríamos saber algo acerca de cada uno ya que por carta es menos fácil conocerse. Y si hubiera que esperar ¿me permitiría Ud. escribirle de cuando en cuando? Adiós. La saluda afectuosamente José N. N.2. 2.- Carta Montevideo, 2 de abril de 1926 [viernes] “...su pedido de informes acerca de mi persona...” Señorita F... Su carta me ha traído la convicción de que es Ud. sensata en la misma medida de su hermosura. Nada hay más justo que su pedido de informes acerca de mi persona, pero yo hubiera preferido que los recibiera Ud. por otro conducto que no fuera yo. En efecto, si yo fuera mala persona ¿cree que me expondría, diciéndoselo, a perderla? Y si fuera una nulidad, algo que no sirviera ni para mal ni para bien, ¿amaría Ud. a quien no acreditase otro mérito que su sinceridad? Y siendo buena persona ¿cree que no se hace violencia quien debe poner de manifiesto sus propios merecimientos, si los tiene, arriesgando pasar por inmodesto o vanidoso? Aún así, me halaga en extremo que confíe Ud. en mí hasta el punto de atenerse sólo a mis manifestaciones. Nobleza obliga, y ya que no debe haber entre nosotros secretos que traigan sorpresas o se presten a equívocos sabrá Ud. lo que desea saber. Soy de campaña. Mi familia, que estuvo en buena situación en Río Negro, se vio reducida por errores de mis abuelos y mis padres, y por esa mala fortuna que se ensaña con algunas familias, a una medianía inestable y que no llevaba trazas de mejorar. Yo no podía ni quería resignarme a ser un empleado del frigorífico Liebig’s condenado a una vida de subalterno sin posibilidades de independencia y, aunque mi familia emigró a Entre Ríos, yo quedé en Fray Bentos estudiando, sostenido a medias por mi trabajo y la ayuda de mi tío Manuel, hermano de mi madre. Tenía entonces quince años3. ¿Comprende Ud. qué agitada tiene que haber sido mi existencia en aquel entonces? Pero estoy agradecido a la vida que me dio ocasión de templar mi voluntad y forjar mi carácter. Quiso la suerte que yo me destacara en mis estudios y como mis notas de estudiante alcanzaran el promedio que marca la ley, obtuve la beca y vine a estudiar a Montevideo. No me abandonó la suerte y como terminé mis preparatorios con buenas notas, al recibirme de bachiller fui nombrado ayudante adscripto a la Cátedra de Idioma Castellano de la Universidad, puesto que desempeño en la actualidad y de donde, previo un concurso al que debo prepararme dentro de pocos días, espero pasar a profesor de la materia. Además, soy profesor substituto en la Sección de Enseñanza Secundaria y Preparatoria, donde he dictado varias materias, tales como Literatura, Moral, Filosofía, etc.

Le ruego que no tome esto como alarde de un fatuo deseoso de deslumbrar. Hubiera deseado que Ud. lo supiera por intermedio de otros; no faltan por ahí quienes me conozcan y hasta en su barrio he visto varios ex discípulos míos. Pero no son esas las únicas actividades. Estudio medicina y estoy en segundo año de la Facultad y por si fuera poco, empleo la tarde del domingo en mi puesto de la Sección “Sport Argentino” en el Hipódromo de Maroñas, donde soy liquidador. Preguntará cómo es posible repartir el tiempo para atender tantas ocupaciones. La necesidad tiene cara de hereje, dicen unos. La necesidad aguza el ingenio, dicen otros. Ella fue quien me obligó a estudiar y quien me enseñó a no retroceder ante las dificultades. Lo que hice al principio por obligación, lo hago hoy por hábito.

2 José N. N.: siguen los dos apellidos de José, que no se volverán a repetir más. 3 Se refiere al año 1917, porque José era nacido en 1902

JOSÉ Y FELICITA – UNA HISTORIA DE AMOR - 1926

5

Ya ve Ud. Desde niño lucho con la vida y hoy creo que no está lejano el día en que alcance una posición definida y firme. Mis padres, viejos ya4, están a mi lado y dos hermanos míos me ayudan a sostenerlos. Esta es ahora mi situación. ¿Comprende Ud. ahora mi despreocupación en materia de amores? ¿Cómo pretender el amor de una mujer, si era, hasta hace poco, un Don Nadie? Aún hoy mismo, yo sé que soy poca cosa y no me hubiera atrevido a ofrecerle mi amor si no estuviera seguro de merecerla más tarde Nunca quise eludir el darle informes, pero ¿no podría Ud. creerme un jactancioso si yo se los daba desde el principio? Y si le decía algo acerca de mi cargo en la Universidad ¿me hubiera escrito Ud.? ¿Hubiera Ud. creído que yo me despojaría de mi tendencia de crítico del lenguaje, para no ver en su carta otra cosa que la expresión amorosa? Tal vez no. Tal vez Ud. hubiera temido la posibilidad de que yo juzgara su carta con otros ojos que los de enamorado y no me hubiera escrito. Y además, hay el mal concepto en que tienen muchas gentes al estudiante. Yo estudiante de Medicina, ¿no puedo querer sinceramente a una mujer? ¿No podré amar con toda el alma a una mujer que como Ud. es bella y buena? ¿No tendré el derecho de ser amado y de que me miren unos ojos y me sonría una boca tan hermosa como la suya? Si cree en mi amor, si cree que merezco amarla y ser amado por Ud. escríbame sin temor alguno. Renunciaría a todo menos a la conquista de su amor y Ud. tendría que ser de piedra para no amarme. Adiós. La ama con locura José. Mañana pasaré de noche. Si está en la azotea, enrolle la carta y tírela a la acera. Yo la recogeré. 3.- Carta Montevideo, 5 de abril de 1926 [lunes] “Ud. me enseñará a ser más emotivo... perfeccionará mi corazón ¿verdad?” Señorita F...

No esperaba otra cosa de Ud. porque sé que no tendría secretas nuestras relaciones. Yo le hubiera pedido, en caso contrario, para hablar a su mamá, una oportunidad que Ud. me da muy cumplida. Expondré a su mamá lo que le he expuesto a Ud. acerca de mis propósitos y espero que su mamá quedará conforme. Pero como no basta que quede conforme sólo con propósitos, trataré de que mis actos, en lo sucesivo, se ajusten estrictamente a su sentir. Quiero llegar a Ud. no sólo por medio de mis palabras, sino también de mis actos, y no deseo otra cosa más que ellos sean tales que le lleven a la convicción de lo grande de mi cariño por Ud. Así verá Ud. que lo que teme, ese amor ilusorio de que habla, no existe en mí. Es un amor que tiene la dosis necesaria de ilusión, y nada más. Si no tuviera nada de ilusión ¿en qué diferiría del amor brutal de la bestia o del salvaje? Y si tuviera mucha, demasiada ilusión ¿cómo se hallaría después frente a las realidades de la vida? Dispense Ud. Yo me dejo arrastrar siempre por el raciocinio y algunas veces mi cabeza quiere imponerse a mi corazón. No sería extraño esto, después de todo, en quien sólo ha ejercitado el cerebro y poco tiempo ha tenido para dedicarlo a cultivar el amor. Ud. me enseñará a ser más emotivo. Ud. perfeccionará mi corazón ¿verdad?... Mi corazón es un terreno casi inculto, donde recogerá una hermosa cosecha de amor si se toma el trabajo de desbrozarlo y cultivarlo. ¿Me perdonará la comparación? Huele demasiado a agricultura ¿verdad?

No se apresure mucho por salir. Yo estoy impaciente por verla de nuevo, pero deseo más que se cure bien. Es preferible estar unos días encerrada a pasar el invierno con un

4 Su padre tenía 62 años y su mamá 48. Ambos fallecerán pocos meses después con pocas semanas de diferencia. Se habían casado en 1900 y habían tenido seis hijos.

JOSÉ Y FELICITA – UNA HISTORIA DE AMOR - 1926

6

resfriado cada quince días. Creo que no se molestará porque yo me tome la atribución de darle ese pequeño consejo. Le escribo esta carta después de salir de clase. Otra será mejor y más digna de ser leída por tan hermosos ojos. Espero que se mejorará pronto. Si me quiere escribir, estaré mañana a las ocho en el lugar de siempre. Si no me escribe es porque he de verla pronto ¿verdad? Adiós. Dé saludos de mi parte a su señora Mamá5. La quiere muchísimo José. 4.- Carta Montevideo, creo que6 a 11 de abril de 1926 [domingo] “Quisiera decir cada día que pase: la quiero hoy más que ayer” Mi linda noviecita: ¿Ha visto cómo yo tenía razón al pedirle que no se apresurase a salir sin estar bien curada? Por más que yo deseaba ardientemente verla, hubiera esperado gustoso a que se compusiese para después verla sana por completo. Es una imprudencia levantarse de la cama y exponerse, yendo al cine, a una recaída. Me atrevo a pedirle que espere a curarse para salir y que no vaya el miércoles al Prado si el tiempo no está bueno. Yo, para disipar un poco el tedio de su encierro, le escribiré con la mayor frecuencia, pero le pido que me conteste si puede hacerlo. Sus cartitas me causaron una gran alegría aunque no había en ellas ni la menor muestra de cariño. Espero que en otras cartitas suyas, más adelante, Ud. me escribirá más cariñosamente; y a medida que aumente nuestra confianza y nuestros trato, disminuirá el protocolo y se traslucirá más el cariño. Yo quisiera que esta carta fuera muy cariñosa para que le llevara un poco de todo el cariño que siento por Ud. mi princecita linda, pero ¿Cómo he de poner en un trozo de papel frío, todo lo que siento? Es imposible. Imagínese pues que yo estoy a su lado y le digo muchas veces que la quiero y que miro sus ojos, tratando de leer en ellos las palabras que sus labios callan...

Ahora, después de haber pasado la tarde hablando de desinencias, declinaciones, definiciones y etimologías, me encierro para dedicar un rato a mi encantadora noviecita. Para los otros son los pensamientos más superficiales, para Ud. los más nobles y profundos, lo mejor de mi vida, y así quisiera que fuese siempre, para decir cada día que pase: La quiero hoy más que ayer, porque ella ha vivido un día más junto a mí, y me ha dado parte de su vida y ha reído y sufrido conmigo. Y como al viejo vino, cada día que pase nos traerá nuevas bondades e impregnará nuestro amor de un perfume lozano. La quiero tanto, ahora Felicita, (así la llamó su mamá según creo haber oído) que ya no podría prescindir de Ud. y en todos mis proyectos interviene su adorable personita. Me parece mentira que Ud. pueda quererme o, por lo menos, quererme tanto como la quiero yo. Pero Ud. me va a querer mucho, muchísimo y en la seguridad de su cariño yo tendré más ánimos para continuar esta vida de trabajos que me he impuesto. Ahora tengo un motivo, un móvil, un ideal mucho más hermosos que antes y obtener su cariño y gozar yo haciéndola feliz a Ud. es mi aspiración. Adiós. La adora su José Espero su carta mañana de ocho a ocho y media. 5.- Carta Montevideo, 11 de abril de 1926 [domingo] Encanto mío:

Hoy llueve y no ha venido gente a Maroñas. Tengo, pues, muy poco trabajo y aprovecho el tiempo en esta forma, escribiéndole, que es para mí una tarea deliciosa. Pienso en cuál será su estado de salud ahora, con este tiempo tan malo. ¿Se ha mejorado algo ya mi

5 La mamá de Felicita se llamaba Felicia 6 José duda de la fecha

JOSÉ Y FELICITA – UNA HISTORIA DE AMOR - 1926

7reinita linda? Ojalá sea así para poder verla pronto. ¡Estoy tan deseoso de verla!... Pero creo que será imposible vernos el miércoles si el tiempo sigue así; parece que el tiempo se obstina en poner a prueba mi paciencia y me impide verla y oírla.

Me dijo anoche su hermanito que la sirvienta estaba enferma también. Dígale de mi parte que deseo su mejoría.

Le escribo ahora entre una y otra carrera [de caballos]. Mañana lunes le escribiré otra con más detenimiento. Ahora los números son muy exigentes respecto de mi atención. Mañana lunes pasaré a las seis a llevarle una carta; a las ocho debo estar en la Unión donde asistiré al casamiento de uno de mis amigos. Si escribir la fatiga no conteste a todas mis cartas sino a algunas, pero traiga de vez en cuando un poco de alegría a mi alma con alguna cartita suya donde yo sienta un poco de cariño. Presente mis saludos a su mamá Adiós. La quiere con toda el alma, su José. 6.- Carta Montevideo, 12 de abril de 1926 [lunes] “Sin Ud. mi vida sería en adelante de una tristeza desoladora” Felicita, mi noviecita linda: ¿Cree, o pudo creer que era mucho pedirme una carta diaria? ¿Cómo pudo pensarlo? Yo estaría escribiéndole a cada momento, pero no lo hago siempre porque me encuentro en un medio poco propicio y que no me permite la concentración necesaria. Yo necesito, para escribirle a Ud. estar solo y en silencio, que no me interrumpan, y yo me encuentro casi siempre entre gentes bulliciosas, que ocupadas en cosas triviales, no conciben que uno se recoja y medite para escribir. Para ellos escribir es una tarea fastidiosa que debe terminarse cuanto antes; para mí, escribir, y más todavía, escribir a la reinita de mi corazón, es algo delicioso, y sólo la carencia de tiempo lo limita. Ud. tiene la prueba en la carta de ayer. Interrumpido a cada rato por el ir y venir de mis compañeros, escribí una carta tan insulsa que, ni no hubiera confiado en su bondad, no se la hubiera enviado. Pero, sabiendo que estaba en cama, le escribí para que una novedad rompiera un poco el tedio de esas horas largas de la enfermedad que la obliga a estar encerrada. Pero si Ud. sufre, no está sola en el dolor, Felicita mía.

Ayer, como tardaba en recibir noticias suyas, empecé a inquietarme. Vi salir a dos amiguitas suyas de su casa y lo que al principio fue de buen augurio, empezó a convertirse, bajo la presión de la duda, en pensamientos dolorosos. Pensé si se habría agravado y el sentimiento de que yo era impotente para mejorarla, y tenía que limitarme a esperar, me desesperaba. Después, las pocas líneas que me escribió me produjeron una gran alegría. Mis cartas le producen placer, pensaba. Y envidiaba a esos papeles, donde yo volqué mis pobres pensamientos, porque llegaban hasta Ud. y gozaban la caricia de sus manos y la luz de sus ojos. Pero doy por bien empleados estos momentos angustiosos. Estos me proporcionaron la pauta de mi cariño por Ud. y lo que Ud. significa en mi vida. Sin Ud. mi vida sería en adelante de una tristeza desoladora. Yo comprendo ahora el inmenso dolor de esas aves a las que ciegan con el fin de que canten. ¿Ha leído Ud. que algunos cazadores de aves ciegan con un hierro candente a algunas para que su canto atraiga a las otras? Después de haber visto la luz del sol y las hermosuras de la naturaleza esas aves ponen toda su inmensa amargura en su canto. Pero cantan. Si yo perdiera su amor después de haber percibido su belleza ¿qué me quedaría? Hasta mañana. La adora, José. Mañana a las ocho iré a recibir noticias suyas. Le llevaré otra carta.

JOSÉ Y FELICITA – UNA HISTORIA DE AMOR - 1926

87.- Carta Montevideo, 13 de abril de 1926 [martes] “Me halaga mucho ver que Ud. se preocupa por mí” Mi Felicita adorada: Anoche fui al casamiento de que le había dado noticia en mi carta y cumplí al pie de la letra lo que Ud. me recomendó. Tuve pues, muchísimo cuidado de no mancharme la ropa con la crema de las masitas; tuve cuidado de no dar bromas fúnebres a mi amigo el recién casado; tuve cuidado de no pisar a mis compañeras de baile, en fin, tuve cuidado de todo. Cumplí pues. ¿Está contenta? Esto, como comprenderá, se lo digo en broma, pues es innecesario decir que en una casa donde yo sólo conocía al novio, tenía que andar con pies de plomo para no provocar, a lo mejor, rozamientos sentimentales o herir a personas demasiado sentidas. Así le pasó a un amigo que me acompañó anoche, quien se puso a hacer comentarios acerca del sufrimiento que debía experimentar la compañera de un joven gordo y pésimo bailarín. Una señora que estaba junto a nosotros lo oyó y le dijo: “Ese joven es hermano mío, y bastante ágil que es”. A pesar de todos sus esfuerzos, mi compañero no pudo enmendar su error y yo aproveché la ocasión para recomendarle a él lo que Ud. me recomendó a mí: “mucho cuidado”. Pero el verdadero sentido de su recomendación fue muy tenido en cuenta. Me halaga mucho ver que Ud. se preocupa por mí, cosa que muy pocos han hecho. Yo, por mi parte aunque bailé muy frecuentemente, no olvidé por un momento a mi noviecita, a mi encantito adorado, y mi cariño por ella no perdió nada. Ud. es la única mujer que ocupa mi pensamiento. ¡Ojalá sea para mí lo mismo!... ¿Va mañana al Prado? Yo iré y la buscaré cerca del lago, como dijo su mamá, a las tres y media o las cuatro. Pero si hace mal tiempo no vaya; no quiero que vuelva a enfermarse. Mi casa es desde esta mañana una romería. Parece que todos nuestros parientes se hubieran dado cita para venir hoy. Esta mañana llegaron de Minas, de Rivera, y hasta de Entre Ríos, en la Argentina. Imagínese qué tranquilidad habrá en casa. Esta carta se la escribo en el Correo Central donde, con todo, hay menos ruido que en casa, donde mis primos constituyen hoy, y quién sabe hasta cuándo, un factor de desorden insuperable. Adiós. Hasta mañana. La quiere locamente José. 8.- Carta Montevideo, 14 de abril de 1926 [miércoles] “Quisiera estar viéndola siempre” Mi encantadora y muy querida Felicita: El tiempo no quiso que nos viéramos hoy en el Prado y parece que lo hubiera hecho intencionalmente, pues a última hora se compuso como para reírse de mi ansiedad. Siquiera, Ud. me escribiera unas letras y yo tendría una alegría que me compensase de toda la inquietud que he sentido en estos días por su salud y por no verla como antes. Pero Ud. prefiere dejarme así. ¿Será por desconfianza? ¿O por creer que mandándome decir algo por su hermanito yo quedo tan satisfecho como si me escribiera? Hay mucha diferencia entre una cosa y otra, mi reina, para no apreciarla. Ahora Ud. no está en cama... y no ha de costarle mucho escribir dos renglones. Yo, por mi parte, tengo el concurso de que le hablé antes, muy cercando. Tendré que estudiar de noche y no podré escribirle todos los días. Esto durará poco, mi muy amada, y pasado el concurso yo volveré a tener más libertad. Además, mis estudios de medicina me exigen tiempo, de tal modo que tendré que fijar días para pasar a verla. Iré pues por su casa los lunes, miércoles y viernes a las nueve de la noche, le escribiré todas las

JOSÉ Y FELICITA – UNA HISTORIA DE AMOR - 1926

9

veces que pueda y le daré mis cartas como hasta ahora. Además, si los miércoles, sábados y domingos van al cine espero que podré acompañarlas a la salida. Le avisaré también y concertaremos algunas tardes para ir al Prado. No quisiera que tomara a mal estas indicaciones. Mi trabajo me exige tiempo y Ud. es muy sensata para comprender esto. Aunque yo esté ocupado lejos de Ud. mi corazón estará siempre junto a Ud. mi rica y linda noviecita. Sea pues buena y traiga con una cartita suya, un poco de alegría, un poco de amor a quien sólo piensa en Ud. y sólo a Ud. ama. Como hoy no pudo ir al Prado la espero el viernes a la misma hora que habíamos concertado para hoy ¿quiere? Mañana pasaré a verla a las once de la mañana. Quisiera estar viéndola siempre pero eso no es posible. La vida es tirana. ¿La veré? También mi próxima carta será mejor que ésta, que está escrita apresuradamente. Adiós. La idolatra José. 9.- Carta Montevideo, 19 de abril7 de 1926 [lunes] “Amar, ser amado... ¿Hay algo más dulce y que nos llene de mayor beatitud? Si amor con amor se paga Ud. debe lógicamente corresponder a mi cariño, que es inmenso” Reina de mi alma:

¿Cómo podré olvidar los momentos que he pasado a su lado? ¿Cómo podrán borrarse de mi alma y de mi corazón las charlas que hemos tenido juntos, los árboles que nos dieron sombra, el sendero por donde paseamos, todo lo que formó el marco del cuadro donde yo viví los momentos más alegres y sentidos de mi vida, mirándome en sus ojos y bebiendo las palabras que salían de su boca, feliz y confiado, sencillo y lleno de una paz que no había sentido nunca? ¿Cómo olvidar todo lo que nos rodeó y donde su serena belleza paseó recibiendo el más sincero homenaje mío? Esto es de lo que no se olvida nunca, porque constituye un pedazo de nuestra vida. Amar, ser amado... ¿Hay algo más dulce y que nos llene de mayor beatitud? A través de toda esta vida de trabajos deseamos hallar un oasis donde serenarnos. Yo lo he deseado también y lo he hallado. ¡Ojalá lo conserve toda mi vida, noviecita mía!... ¡Ojalá sea Ud. toda mi vida la misma mujercita que me aliente y me llene de amor el alma para hacerme más bueno; que me haga amar la vida y me dé bríos y fuerzas para hacerme cada día más digno de ella, de la compañerita linda y buena. ¡Cómo llegará Ud. a quererme cuando mi cariño se haga palpable, visible, y no le dé lugar a dudas!... Si amor con amor se paga Ud. debe lógicamente corresponder a mi cariño, que es inmenso, con otro cariño igualmente grande. Como dice su mamá, no hay diferencia alguna cuando se ama. ¡Y yo la quiero, aunque no lo crea!... Adiós mi encantadora, mi linda noviecita. La carta del miércoles, que le llevaré a la misma hora, será más larga. Junto a ésta van las suyas, que le devuelvo, después de releerlas otra vez, lleno de tristeza. ¡Me había encariñado tanto con ellas! Adiós. La quiere con toda el alma José 10.- Carta Montevideo, de 21 Abril de 1926 [miércoles] “No debo entristecerla contándole mis cuitas. ¿A qué llevar nada amargo a su almita de niña, que recién se abre al amor y a la vida?”... “El origen de mi voluntad era el presentimiento del amor”

7 El 19 de abril era el cumpleaños de José, pero no menciona el hecho.

JOSÉ Y FELICITA – UNA HISTORIA DE AMOR - 1926

10 Queridita mía:

Mañana a las cinco comienzan en la Universidad las pruebas del concurso de Ayudantes. Yo debo presentarme para defender mi puesto porque de lo contrario lo perderé. Dentro de pocos días se iniciarán las pruebas del concurso de profesores de Castellano y también me presentaré para tratar de ganar un puesto o el derecho de reclamarlo más tarde. ¿Saldré bien de mi empresa? Ojalá. Mis adversarios son fuertes, muy fuertes y muchos tienen una audacia increíble. Otros, en fin, tienen algo valioso en nuestro medio, algo que ha encumbrado a nulidades y que ha sido propulsor eficaz de otros: recomendaciones. Yo voy solamente con lo que he aprendido. Llevo, eso sí, la intención de luchar y dar de mí todo lo posible. No se rinde fácilmente quien, como yo, lucha desde hace tiempo con toda clase de dificultades. Si me vencen será, pues, porque los otros eran mejores o tuvieron más suerte. Bueno estaría que ahora, cuando empiezo a gozar de algunas satisfacciones, cuando tengo un amor y una noviecita tan linda, tan buena, sufriera un contraste que me obligara a empezar de nuevo... Pero no debo entristecerla contándole mis cuitas. ¿A qué llevar nada amargo a su almita de niña, que recién se abre al amor y a la vida? Porque si triunfo, Mía, ¡qué alegre se pondrá mi corazón!... ¡Con qué alegría llegaré a ofrendarle el fruto de mi esfuerzo, a Ud. que es ahora el ser más amado para mí! Hubo en los primeros tiempos de Grecia y Roma la piadosa costumbre de ofrecer las primicias a los dioses tutelares. Llegaba el fiel, trémulo y gozoso, al pie del ara y depositaba la ofrenda para que la divinidad tuviera un testimonio de su amor y agradecimiento. Tan santa era esa costumbre que la Iglesia no halló en ella nada que le impidiera adoptarla. No muere nunca en el alma la tendencia a agradecer el éxito a una potencia superior. Dios, Azar, Suerte son esas potencias que nos ayudan o nos desamparan. Un devoto dará gracias a Dios; un descreído o un escéptico las darán al Azar o a ellos mismos. Yo considerando que esos poderes superiores no se toman el trabajo de intervenir en los asuntos de los hombres, y que no son ni propicios ni adversos, pensaba que todo lo debía a mi esfuerzo y a nadie agradecería nada. Ahora pienso que no es así. Mi alma, que no conocía sino simulacros de amor pero que nunca conoció el amor verdadero, no conocía esa fuerza inmensa que nos da el cariño. Si yo me esforcé, lo hice porque me obligaba a hacerlo la intuición de algo hermosos y noble, que yo no conocía pero presentía. Había oculto algo que me arrastraba. ¡Fatuo de mí, que creía que sólo me guiaba mi voluntad! ¿Qué hacia que mi voluntad quisiera lo bueno y no lo malo? La semilla presiente tal vez la caricia del sol y el beso de la brisa, pero no es su voluntad quien la hace fecunda. Así, el origen de mi voluntad era el presentimiento del amor, y ahora, el advenimiento de ese amor personificado en mi linda noviecita es como la aurora después de una borrasca en la noche. El amor hace fecunda la vida. Yo sé ahora por qué me esfuerzo. En el erial de mi vida hay flores que han nacido al conjuro de unos ojos; yo sonrío contagiado por la sonrisa de unos labios rojos y que supongo dulces, tan dulces que bastaran para mitigar muchas de mis amarguras. Sueño despierto pensando que ha de ser suavísima la caricia de las manos blancas de mi noviecita... ¿Qué otra diosa podrá, pues, ocupar mi corazón? Y si es tan benéfica ¿cómo no he de ir, como el sencillo campesino griego o romano a ofrecerle lo mejor que tenga, a poner a sus pies los más lozanos frutos de mi esfuerzo?

Si por algo quiero hoy triunfar es por dar una satisfacción a mi reina. Yo lucharé mañana lleno de bríos si sé que me acompaña el deseo ferviente de mi novia, de que yo triunfe. No me importará trabajar toda la vida si con mi trabajo doy felicidad a mi santita adorada. Mi sueño más hermoso es aquel en que yo me veo al lado de mi queridita, viendo en su carita la alegría, el amor en sus ojos y la sonrisa en sus labios.

JOSÉ Y FELICITA – UNA HISTORIA DE AMOR - 1926

11

¡Oh mía! Deseo fervientemente poder hablarla8 cuanto antes. Pero posiblemente el viernes no pueda ir al Prado a verla. Si el lunes ha terminado el concurso pasaré a las once y si paso es porque estoy libre y podré verla en el Prado a la hora de siempre. Lo que sí, si va el sábado al cine, de noche, espero poder acompañarla. Adiós mi muy querida, Felicita de mi alma. La quiere muchísimo: José El jazmín, pese a todos mis esfuerzos, se va marchitando ¿Sucederá también eso con el cariño de la dueña? Dios quiera que eso no suceda nunca. 11.- Carta Montevideo, 29 de Abril de 1926 [jueves] “Me siento tan poca cosa junto a Ud.”... “¡Qué lindo es esperar una vida llena de amor, de ese amor que santifica y eleva, que endulza las tristezas y hace bellas las horas comunes!” Mía:

Esta mañana, la tercera prueba de suficiencia de este concurso que constituía para mí un motivo de inquietud, ha pasado. Creo que voy muy bien, mi adoradísima. Pero la alegría que me causa la aproximación del fin de estas pruebas no puede ser completa desde que sé que hay motivos para temer por su salud. Ojalá no sea nada y podamos pronto vernos y hablarnos. ¡Extraño tanto su voz suave y cariñosa!... Yo también quiero hablarle cuando no tenga las preocupaciones que me embargan hoy.

Ud. pensará que sólo le hablo de mi amor por carta y que no lo he hecho nunca, o casi nunca, cuando he estado a su lado. ¡Oh santita mía! ¡Me siento tan poca cosa junto a Ud. que no encuentro palabras a veces para hablarle y enmudezco! El amor desaloja de mí todo otro sentimiento, toda otra idea, y es mi amor tan grande, tan fuerte y hondo que yo, como atontado, no sé expresarlo. Y callo. Y callo también, a veces, cuando contengo los impulsos de mi corazón, porque me parece desfigurar la expresión de mi cariño y profanar su secreta esencia al hablarle de amor en medio del bullicio de un cine o la ruda atmósfera de un tranvía. Pero no crea que por no hablarle de amor, a veces, he cambiado. La quiero, mi noviecita linda, tan hondamente, que yo no sé por donde ha entrado este cariño tan adentro en mi alma. Yo no creía nunca encontrar en mí la frescura de sentimientos que he descubierto ahora. Creí que la lucha constante a que estaba entregado había endurecido mi corazón. ¡Qué sorpresa la mía al comprobar, la otra noche, que sentía tan espontáneamente como un niño! Yo no conocía aún toda la ternura que podía dar mi corazón. Su actitud, sus palabras, el interés que demostró por mí al no querer que trasnochara fueron lo que me conmovió y determinó la aparición de una ternura que yo desconocía en mí. Por eso le dije a su mamá que me quería Ud. más de lo que yo merecía. Por eso yo me esfuerzo ahora en hacerme cada vez más digno de su cariño, reinita mía. Ahora con estos concursos persigo el fin de independizarme económicamente. Lo demás vendrá a su tiempo. Hago un sin fin de proyectos y en cada uno de ellos toma parte principalísima mi princesita encantadora. Felicidad, Amor... ¡Qué lindo es soñar despierto!... ¡Qué lindo es esperar una vida llena de amor, de ese amor que santifica y eleva, que endulza las tristezas y hace bellas las horas comunes!... Yo quiero ser feliz contemplando su carita hermosa y sus ojos llenos de alegría y felicidad. Adiós. Mejórese pronto para alegrar el corazón de su José. 12.- Carta Montevideo, 1º de Mayo de 1926 [sábado] “Tengo, a veces, momentos en que me invade un profundo descontento de mí mismo... de vuelta a casa, donde me esperaba en un vaso su jazmín, todo se disipó”

8 Así escribe José, profesor de castellano: hablarla, por el actualmente corriente hablarle

JOSÉ Y FELICITA – UNA HISTORIA DE AMOR - 1926

12 Mía: El aburrimiento me llevó anoche al cine. ¡Ah! Qué vulgaridad tan aplastante. Vulgar el acto de ir a encerrarse en un salón obscuro para disipar un aburrimiento con otro mayor; vulgar el argumento, cien veces repetido, del sargento canadiense que lleva el prurito del deber hasta la brutalidad más inhumana; vulgar el cowboy mayordomo que descubre la hipocresía del bandolero y se casa con la dueña de la estancia; vulgar la sala con sus artificiosos y churriguerescos adornos; vulgar yo mismo que no supe sobreponerme a esa bestia que nos esteriliza el espíritu y que llamamos aburrimiento. Pero ¿qué podía hacer? Yo tengo, a veces, momentos en que me invade un profundo descontento de mí mismo porque soy tan vulgar e insignificante como los demás y no hallo la manera de hacerme distinto. Basta a veces un pequeño motivo para desencadenar una sucesión interminable de pensamientos que no tienen nada de alegres. Este pequeño motivo lo constituyó ayer una invitación a un baile familiar. En casa de una familia conocida se realizó un baile con motivo del cumpleaños de la hija de la casa. La joven, radiante de alegría, bailaba al mismo tiempo que sus amigas, algunas de las cuales se turnaban para martirizar el piano. ¿Pensará Ud. que la mamá de la señorita hacía los honores de la casa? Pues no es así. La señora estaba y está aún en cama, enferma de pleuresía. Yo sé a qué expedientes deber recurrir la mamá de esa jovencita para pagar más de doscientos pesos de alquiler y hacer frente al enorme presupuesto que exigen la posición, las relaciones y los caprichos de los hijos. Esa señora no podrá resistir mucho tiempo el enorme trabajo a que se somete para mantener, a costa de su tranquilidad y de su salud, una figuración ficticia que se desvanecerá cuando ella falte. Pero la hija, que a pesar de sus diecinueve años tiene tanto criterio como un hotentote, ostentaba orgullosa una espléndida pulsera con brillantes y otras alhajas. La pulsera era regalo de su mamá; las otras eran regalos de amigas que serían después retribuidas rumbosamente, con el consiguiente quebranto del bolsillo materno. Yo no soy un puritano. Gusto de divertirme. Pero anoche me dio asco toda aquella farsa y se lo dije a un amigo mío que conoce también la situación de la familia. “No te preocupes, me dijo. A fin de año venderá una casa que le queda en Larrañaga y así podrán ir tirando”. Salí de ahí y me vine a ver si podía ver a Ud. y como no la vi me fui al cine, pero mi disposición de ánimo era desastrosa. Bien dicen que a pequeños causas corresponden grandes efectos. Estos pequeños incidentes produjeron en mí un resultado que no guardaba proporción con ellos. Caí en un ataque de escepticismo. ¡Dios o su amor me guarden de otro! ¡Qué seca y vacía queda el alma! ¿No conoce la “Balada del escéptico”? No lo intente. Es venenosa y mata toda esperanza. Es como el simún, el viento del desierto, que espanta a la vida con su aliento de fuego. Pero de vuelta a casa, donde me esperaba en un vaso su jazmín, que es ahora mi jazmín, todo se disipó. Hay en los cuentos de Oriente mil ejemplos en donde el mal, que toma las formas de gigante, vestiglo o dragón, cae vencido y se desvanece como un mal sueño ante el suave influjo de una flor o de un verso. El perfume de la flor me reanimó. ¡Ah, si hubiera hablado! si, como en las fábulas de Esopo o Lafontaine, hubiera podido expresar esa flor lo que sentía y lo que le hicieron sentir hasta llegar a mis manos ¿qué me hubiera dicho? ¿Hubiera sido halagador su mensaje o, por lo contrario, me hubiera llenado de tristeza? Quiero creer lo primero. Así llegará un día en que justificadamente podré usar ese “Mía” con que encabezo mis cartas, estas pobres cartas tan dislocadas y difusas. Mía. ¿Qué más armonía?... Ser uno en la vida, con dos corazones para querer más. Y embriagarnos de amor y de esperanza cuando suenen las campanas de plata y oro del amor y de la alegría, en la fiesta en que brillan los ojos de fuego y las rosas de las bocas sangran; y ser un alma cuando llame el dolor a nuestra vida y oprima nuestro corazón y nuble nuestros ojos...

JOSÉ Y FELICITA – UNA HISTORIA DE AMOR - 1926

13 Quiero una mujercita que me dé cariño y luz y vida. Que haga que en mi vida, “junto al negro palacio del rey de la isla de Hierro” que en el simbolismo de Rubén Darío representa el materialismo, haya un “país de sol” lleno de sus encantos. ¿Verdad que Ud. será esa mujercita, mi preciosa? Yo desconfío de que mis cartas sean tan lindas para Ud. como dice, mi ensueño adorado. ¡Pobres! Por más que haga, yo no puedo hacerles expresar toda la ternura que hay en mí para mi encantito lindo. ¡Cómo extraña este pobre José a su Felicita! ¿Hasta cuándo no podrá verla? ¿Será por mucho tiempo? Por ahora, sé que no podré verla en el cine; pero tengo una invitación para un concierto en el Ateneo, el cual se realizará el cuatro de este mes a las seis de la tarde. Si lo cree prudente su mamá podríamos ir. Ayer me dijo su hermanito que estaba mejor y me dio el sobre con el jazmín, pero sin letra adentro. ¡Qué maldad! Yo tengo la última prueba del concurso el sábado que viene; si va al Prado avíseme para verla ¿Lo hará? Anoche quise escribirle en el cine en el programa; como los colecciona Ud. ahí va con la carta. Adiós mi encantadora y muy querida Felicita. La quiere y la querrá siempre su José. 13.- Carta Montevideo, 8 de Mayo de 1926 [sábado] “Si Ud. sufre y duda, mi adoradísima, también sufro yo al verla dudando”

Reina de mi alma, adorable y adorada incrédula ¡Cómo me apena su duda!... ¿Será tan seco y estéril mi corazón que sólo dé un amor incapaz de hacerse evidente? ¿No podré llevar nunca la convicción a su alma? Si Ud. sufre y duda, mi adoradísima, también sufro yo al verla dudando. Si el corazón pudiera ser examinado, si fuera accesible al análisis y Ud. lo examinase vería lo suficiente para disipar sus dudas. Esta es una idea estúpida y vulgar que se me ha ocurrido, pero que expresa una verdad grandísima. Talvez yo no acierte a expresar mi amor en toda su magnitud, talvez mi palabra no tenga la fuerza que se necesita para convencer, pero que la quiero mi santita linda, eso es tan cierto como la verdad misma. Me pareció verla cambiada esta noche ¿Qué tenía? Esta pregunta me hago ahora mismo y no acierto a contestármela. ¿Serán aprensiones mías o es que empiezan a presentarse dificultades nuevas? Sólo la idea de que pueda perderla me llena de tristeza, porque me he acostumbrado a la esperanza de que Ud. llene mi vida con su amor. ¿Qué sería de mí sin su cariño, mi Felicita linda? Más me valiera no haberla conocido nunca si después tuviera que perderla. ¡Qué triste sería mi vida si Ud. me faltara! Es mejor no pensarlo. Yo me he encariñado con la idea de que Ud. llenará mi vida de alegría, de amor y de dicha; que la luz de sus ojos será para mí como esa mágica estrella de los reyes magos: una guía segura hacia el amor infinito y eterno. Yo he soñado tanta felicidad desde que la conocí que no concibo ahora mayor tristeza que saber que Ud. no me quiere. Sí, mi princesita amadísima, yo no me consolaría nunca si la perdiese y ésta sería la mayor desgracia de mi vida. ¡Pobre corazón mío! Añoraba y deseaba el amor. Hoy lo tiene y sufre. ¿Amar, pues, es sufrir? ¡Ah, reina mía! La religión nos habla de la salvación de nuestras almas. Yo quisiera tener la misma certeza sobre la salvación de mi alma que sobre la sinceridad de mi amor. Dios creía en la fe de quien decía: Soy cristiano. Ud. no cree en el amor de quien, como yo, le dice: La adoro. Dirá Ud. que no es Dios y no puede leer en los corazones. Y yo le afirmo que es para mí una Diosa a quien adoro y reverencio. La quiero, la quiero muchísimo. Me voy a soñar con Ud. Adiós. Hasta mañana. Es y será siempre suyo el corazón de José . 14.- Carta Montevideo, 9 de Mayo de 1926 [domingo] “Sé que no es tan mala que me llene de dolor después de haberme dejado entrever la felicidad... anoche hasta su silencio me inquietó”

JOSÉ Y FELICITA – UNA HISTORIA DE AMOR - 1926

14 Mi adorada Felicia: Anoche, después de verla y con el alma llena de inquietud, vine directamente a escribirle. Hoy, sin haberme aquietado aún, le escribo después de haber ido a Maroñas. Las dos cartas van juntas y yo espero mientras Ud. las lea con benevolencia. Si Ud. me quiere disculpará su pobreza; pero si Ud. no me quiere ya, las hallará tan feas y tristes como en realidad son. Pero discúlpeme, Felicita. Yo creo en Ud. y sé que no es tan mala que me llene de dolor después de haberme dejado entrever la felicidad. Pero la quiero tanto, de tal modo, es mi amor tan grande y sincero y hondo, que el temor me exalta y veo en el acto o la palabra más triviales, motivo para dudar. Anoche hasta su silencio me inquietó; llegué a creer que se aburría a mi lado. Yo no era así antes. Podría, como aquel personaje novelesco, decir: “¡Ay, amor, cómo me has puesto!”. Mas es hora de serenarme. Trataré de dominar mis temores porque sé que si Ud. me quiere debe apenarse al verme intranquilo. Y yo no quiero causarle penas, mi reinita linda. Claro está que quien ha hallado un tesoro, como yo en Ud. tiene forzosamente que temer, y más en este caso en que:

“No sé que hice yo para merecer

la ofrenda de amor de aquella mujer... ”

Según dijo un poeta. ¡Qué poca es la voluntad de un hombre enamorado! Yo era antes un partidario ferviente de la voluntad. Nervo, Edgar Poe, Santo Tomás, escritores que leo con más frecuencia, afirman que Dios es sólo voluntad. Y yo tenía casi como lema un dicho lleno de soberbia: “Hágase mi voluntad”. Y en mi casa todos tenían, como emblema de empecinamiento una sola palabra: Euskaldunak, que quiere decir: vasco. Y en mi apellido hay un Peña... Pero... yo no había amado nunca tanto como ahora la quiero a Ud. que hizo de mi alma una primavera. ¿Verdad que Ud. seguirá iluminando mi vida con sus ojos llenos de luz? ¿Verdad que seguirá siendo la flor, llena de perfumes y color que alegra mi alma? Yo la querré tanto como ninguna mujer ha sido querida jamás y toda mi vida será una adoración de su persona adorable. Todo lo más noble y puro de mi vida lo pondré en mi corazón, que será un incensario de amor y ternura. Espero que mañana la veré en el Prado. Mientras tanto, sueña y espera en Felicita José, que le besa la mano respetuoso. 15.- Carta Montevideo, 12 de Mayo de 1926 [miércoles] “Yo acecho esa luz en sus ojos, Mía, y cuando yo la vea lucir sabré que soy amado, aunque sus labios callen ” Encomiendo a esta carta la tarea de disipar un poco la tristeza que le causó la última. Si el corazón fuera un jazmín como los que Ud. me dio, yo iría poniendo en cada carta un pétalo, para que la llenara con el perfume de ternura que lo impregnaría. Pero como no es así, vierto, o trato de hacerlo, un poco de cariño sobre este papel para que Ud. sepa que pienso en mi noviecita linda, en la mujercita más linda y encantadora que yo he conocido. Y digo un poco de cariño porque por más esfuerzos que haga sólo podré dar una pálida idea, un ligero esbozo de lo que, por su magnitud, se resiste a ser descrito por la palabra. Una mirada, una caricia, una sonrisa, ponen más de manifiesto el amor que un largo discurso. ¡Qué vacío imposible de

JOSÉ Y FELICITA – UNA HISTORIA DE AMOR - 1926

15

llenar, hay en las palabras más hermosas! Se dice: Mi Amor, mi Corazón, con mayúscula y tono majestuoso cuando, como dice alguien, no hay más que Tú y Yo. “Il n’ y a que Toi et Moi”. En cambio, ¡qué expresivos son los ojos cuando se asoma a ellos el alma y enciende en ellos esa luz que sólo extingue la muerte! Yo acecho esa luz en los suyos, Mía y cuando yo la vea lucir sabré que soy amado, aunque sus labios callen. Hay algo en nosotros que nos anuncia el advenimiento del amor que se gesta en las profundidades de nuestro espíritu. Y cuando el amor, el verdadero amor, nace en nosotros provoca como un florecimiento. Yo he analizado mi conciencia. Y todo estaba impregnado del amor de mi estrellita linda. La quiero tanto, tanto, que pienso a veces si no sería mejor tener dos corazones para llenarlos también de cariño. Pero éste que tengo, mejor dicho que tenía, porque ahora es suyo mi reina adorada, abriga un amor tan grande como ninguna mujer lo ha inspirado jamás. Le envío una poesía de Rubén Darío9. No sé si le gustará. Cuando vayamos al Prado la comentaremos ¿quiere, vida mía? ¿Saldrá el sábado de noche a pasear hasta Caiguá10? Espero tener el gusto de verla y hablarla el sábado o el domingo. De cualquier modo le escribiré el sábado y le daré la carta a las nueve de la noche. Adiós. Le besa la mano, esa mano tan suave José, que la adora siempre 16.- Carta Montevideo, 15 de Mayo de 1926 [sábado] “Esperaré el momento feliz de poder hablarla, sin impaciencia, porque sé que me quiere. ¿Quién me lo dijo? Las rosas” Mi tesorito adorado: Creo haber acertado con el día de su cumpleaños11. ¿No es el 15 de Junio, día de San Julio? Ya podía yo hacer conjeturas que no conducirían a nada. Porque es peregrina ocurrencia es de que se festeje el día de San Julio en Junio. ¿Verdad que es ese día? Si lo es no trate de ocultarlo, ¿eh? Sus flores alegran mucho mi cuarto y en casa se admiran de mi afición por las flores, cosa que recién ahora echan de ver. El ramito de anoche, sobre todo, gustó a mi mamá por lo que, según ella, simbolizaba. Dijo que tres flores se referían a un amor, o lo simbolizaban, en su relación con el tiempo pasado, presente y futuro: te quise, te quiero y te querré. ¿Es así? Yo, por mi parte, vi en el color de las rosas, que ahora están frente a mí en una probeta graduada, de experimentos químicos, la representación de los estados de su espíritu. Blanco primero, con la pureza y sencillez del alma que no conoció aún el amor; amarillo después representando el dolor de la duda, dolor que invade el alma de quien ama de veras; rosado al fin, cuando el amor reina en toda el alma. Yo me fui a la biblioteca a estudiar y junto a los libros sus rosas ponían una nota amable, un chispazo de luz, un perfume que los pobres libros no sintieron nunca. Yo no le hubiera escrito hoy si no se lo hubiera prometido; lo hubiera hecho mañana más detenidamente, pues hoy estoy demasiado contento para poner orden en mis pensamientos. Me llamaron esta tarde para comunicarme en la Universidad que he obtenido el segundo puesto en el concurso. Y yo, pobre de mí, que no sé griego ni latín, de lo que se jactaba un ex profesor de filosofía, obtengo el segundo puesto y él, el señor profesor de

9 Se trata, como se desprende de la carta Nº 19, del 18 de mayo, del poema titulado Sonatina, que comienza: “La princesa está triste ¿qué tendrá la princesa? Los suspiros escapan de su boca de fresa, que ha perdido la risa, que ha perdido el color”. José viene refiriéndose a la tristeza de Felicita, con cierta preocupación, porque no tiene muy claros sus motivos, desde la carta 13, del 8 de mayo. 10 Caiguá, una calle en la zona que era de quintas residenciales, en Montevideo 11 José se equivoca todavía. El cumpleaños de Felicita era el 6 de Julio. Ella se lo ocultaba.

JOSÉ Y FELICITA – UNA HISTORIA DE AMOR - 1926

16filosofía, el tercero. Estoy contento porque nadie puede ahora arrebatarme estos dos puestos. Ahora, a prepararme para el otro concurso que me espera, mi princesita rica. Después de eso me tomaré unos días de descanso y después volverá a recuperar lo que he perdido de hacer en mi carrera. Y entonces podré dedicarle más tiempo a mi noviecita encantadora. Si la veo mañana y tengo unos momentos para hablarle me consideraré muy feliz; pero si su mamá no se siente bien no le diga nada de salir a caminar. Aunque la quiero con delirio esperaré el momento feliz de poder hablarla, sin impaciencia, porque sé que me quiere. ¿Quién me lo dijo? Las rosas. Adiós. Muchísimos cariños de su José que la quiere con locura. 17.- Carta Montevideo, 16 de Mayo de 1926 [domingo] “Mi amor, sometido a su influencia, será obra suya y si Ud. me quiere me modelará de tal modo que pueda enorgullecerse de su obra”... “el amor no necesita de los celos cuando hay confianza entre los que se quieren” Mi encanto adorado, cielito mío: Hasta ahora me he limitado a recibir sus flores; ahora le doy estas pobres violetas que no valen nada pero constituyen una ofrenda sincera de cariño. Humilde como ellas es mi amor, Felicita; no se ostenta orgullos pero es sincero y grande. Es como un diamante en bruto, oscurecido por el polvo; en sus manos está hacer que luzca y brille. Púlalo, lime sus asperezas y aparecerán luminosas facetas que brillen reflejando la luz de sus ojos. Mi amor, sometido a su influencia, será obra suya y si Ud. me quiere me modelará con sus manecitas de hada buena, de tal modo que pueda enorgullecerse de su obra. Por más que digan, el hombre es, en el terreno del amor, tan débil como la mujer y su voluntad es tan flexible como la de un niño, frente al hechizo de unos ojos y una boca sonriente. Aquí tiene Ud. terreno propicio; comience su obra, linda coleccionista de cartas y de espejitos. Yo traté siempre de imponer mi voluntad en todas partes; no en vano soy hijo de vascos. Creo poder afirmar que la dosis de carácter de un hombre podría medirse por el respeto que le tienen. Y si le digo que me respetan mis alumnos de cuarto año, cosa que no consiguen profesores mucho más viejos que yo... Pero aquí su voluntad es ley, mi santita linda. Nada más grato para mí que obedecerla en lo que le dicta su cariño hacia mí. Porque Ud. me quiere ¿verdad mi princesita linda? Yo solo abdicaré mi voluntad si me dan a cambio un cariño muy grande. Egoísta, interesado, pensará Ud. Lo que Ud. quiera. Ahora soy más egoísta que antes, porque antes no amaba. Dicen que del egoísmo en amor, al celo, no hay más que un paso. ¿Será cierto? De mí sé decir que no he apreciado en mí ese sentimiento y aunque dicen que no hay amor sin celos, yo sostengo que el amor no necesita el aditamento de los celos cuando hay confianza entre los que se quieren. Y yo la quiero mucho a Ud. mi ricurita y le tengo mucha confianza. Por esto le pregunté la vez pasada si yo era su primer novio, ¿recuerda? Adiós. Muchísimos cariños de su José que la quiere con toda el alma. 18.- Carta Montevideo, 17 de Mayo de 1926 [lunes] “Por Dios y por mi dama” Mi muy querida Felicita:

JOSÉ Y FELICITA – UNA HISTORIA DE AMOR - 1926

17

Al volver del Prado encontré esta citación en casa. Me anuncia, como Ud. puede ver, la iniciación del concurso de profesores. Yo me había inscripto en esta prueba por si perdía la anterior; tenía la intención de no limitarme a un solo concurso si perdía la primera, pero si la ganaba no me presentaría a la segunda. Ahora, a pesar de haber ganado mis puestos en la primera me presento a esta otra para ganar una posición estable y el derecho a ser su novio ante todos y más tarde... cumplir mi aspiración máxima. Le envío esta citación12 con estas líneas escritas apresuradamente y con lápiz pues vamos a cenar y después de cenar iré a estudiar a la biblioteca. Esa es la cita que tengo, mi santa y adorada Felicita. Cita de honor, donde voy a luchar, como se iba en otros tiempos, “por Dios y por mi dama”. ¿Por Dios? Preguntará Ud. Sí, mi reina. Por el Dios que la creó tan linda y tan buena; por el Dios que me hizo hallarla en mi vida y me hizo amarla tanto. Si ese es su Dios, yo creo en él. Ruegue Ud. que salga bien en esta empresa, que con tan pocas fuerzas acomete su José que la adora [Al margen:] ¿Será blasfemia decir que más que a Dios quiero a Felicita? 19.- Carta Montevideo, 18 de Mayo13 de 1926 [martes] “Mis cartas fueron talvez las que despertaron su corazón al amor” Única: Única, a pesar de la sospecha esbozada ayer; única en mi vida y para toda mi vida; única en mi corazón y en mi pensamiento... Le escribo porque sé que mis cartas le agradan aun cuando sé que está Ud. a un paso de preferir al hombre que escribe al hombre que ama y calla. Mis cartas fueron talvez las que despertaron su corazón al amor; y entre el amor que yo pinto en ellas y el que, silencioso y callado la rodea cuando está al lado mío, preferirá talvez el primero... ¿Se repetirá aquí el caso de un amor que alcance al escritor y no al hombre? Ve dos modalidades en mí y de ellas prefiere la más demostrativa y convincente ¿no es así? Pero yo haré que me quiera por mí mismo y que ame en mí no sólo a quien le ofrece frutos de intelecto sino también al que en gesto sencillo, tácito el labio, le ofrece el corazón. “Parlanchina la dueña dice cosas banales” dice Rubén Darío en “Sonatina”, la poesía que le mandé la otra vez. Sólo trivialidades podría decirle algunas veces porque, embargado por el amor que le tengo, no acierto a usar bien las palabras ¿no lo ha notado? Pero, rica mía, ya le diré cómo y cuánto la quiero. Se lo diré yo, sin cartas, cuando Ud. ni piense en ello. Así verá que yo la quiero.

12 José le escribe en la misma hoja de la citación al concurso 13 José y Felicita se intercambian poesías o se citan frases o estrofas de poesías y poetas. Junto a la carta del 18 de Mayo hay un recortecito con dos sonetos de Shakespeare traducidos y algunas líneas incompletas de José, agregadas a lápiz. José subraya algunas frases de los sonetos de las que se apropia especialmente. SONETO XXVII: De trabajar cansado al lecho llevo/ Mis miembros deseosos de quietud,/ Pero en mi frente se insinúa un nuevo/ Trabajo, al fenecer mi lasitud.// Raudo vuela hacia ti mi pensamiento:/ Con los ojos, que deja mi ansiedad/ De par en par abiertos, miro atento, / Como un ciego que ve en la oscuridad.// Entonces mi mirada espiritual/ Contémplate en la sombre circundante,// Como una clara joya sideral/ Que a la noche bella hace radiante./ Día ni noche, cuerpo y pensamiento,/ Por ti o por mí, de paz danme un momento. (Trad. de Maristany) SONETO XIX: Si me acosan los hombres y el destino,/ Y a solas lloro, pobre y desterrado,/ Y al sordo cielo impreco de contino,/ Y ante tan gran dolor maldigo el hado;// Y envidio a aquel que más dichoso espera/ Y a quien amigos cercan cariñosos, / Y trocar por los suyos yo quisiera/ Mis días tan amargos y tediosos;// Pienso en ti de improviso, felizmente,/ Cuando más me denigro y desconsuelo,/ Y entonces m alma lanza un himno ardiente,/ Como la alondra al remontarse al cielo.// Y al recordar tu amor y dulces leyes/ Desprecio las coronas de los reyes (Trad. de Rivas)

JOSÉ Y FELICITA – UNA HISTORIA DE AMOR - 1926

18En estos días será difícil para mí la tarea de escribirle por la tarea que tendré. Le

escribiré el viernes y le dará la carta a la misma hora que estos días. Pero mañana miércoles pasaré a verla antes de ir a estudiar a la biblioteca y le ruego que me deje estar unos minutos para hablar con Ud. ¡Me anima tanto el verla! Además, como Ud. sabe que yo no estudio nunca los sábados de noche, espero que tendré el gusto de acompañarlas al cine.

Esta noche, como es fiesta y la biblioteca está cerrada, vendré a estudiar a mi casa después de verla. Tengo una cita con una señorita que se llama Gramática. Pero creo que esta cita no provocará celos en Ud. ¿Verdad? Menos aún los provocará si le digo, en secreto, que amo más a Felicita, que a todas las gramáticas habidas y por haber.

Dígale a la sirvienta que yo deseo que se mejore pronto y dígale, si quiere, que yo adoro a mi noviecita linda, a mi Felicita adorada. Adiós mi santita linda. Siempre la quiere muchísimo José 20.- Carta Montevideo, 25 de Mayo de 1926 [martes] “El amor sincero huye de la divulgación y se hace reservado y egoísta”... “Hacer su felicidad es desde hace un tiempo mi mayor anhelo”... “¡Bienvenidas las pruebas que hagan salir puro y fuerte nuestro amor!” Queridita mía: El tiempo me impidió ir anoche a verla y yo sentí mucho no poder darle mis impresiones de la primera prueba del concurso. Creo que habrá visto en los diarios lo que se refiere a ese concurso, al cual me presento porque quiero ser más merecedor del cariño de mi noviecita adorada. La primera prueba fue muy fácil, pero muy larga para desarrollar y nos dieron poco tiempo; algo, sin embargo, me induce a pensar que no he estado muy mal y que puedo esperar, si todo marcha como hasta ahora, una figuración honorable. Como Ud. habrá visto, hay dos puestos en disputa y siete u ocho opositores; esto dará a estas pruebas un carácter movido e interesante para quienes las vean de fuera. Pero, sea como sea, yo, aunque no logre igualar a los opositores que tengo, demostraré, por lo menos la fe que me anima. La fortuna es de los audaces, siempre que la audacia no vaya divorciada de la capacidad. (La capacidad de mi pluma fuente me obliga a renovar la tinta). Ya no faltan pues, mi reina linda, más que siete pruebas que trataré de pasar lo mejor posible. Después... a querer a Felicita sin preocupaciones ni sobresaltos. Pienso ir a llevarle esta carta, a menos que el tiempo me ponga hecho una sopa como ayer, porque me vi libre del concurso a la una de la tarde y vine a casa a comer a la una y media, mojado, fatigado y lleno de impaciencia porque presentía que el mal tiempo no me dejaría ir a verla. Lo que me ha sido de gran utilidad es la bufanda que me regaló; es muy abrigada, muy linda y me gusta muchísimo. Pero también gusta a quienes me ven con ella pues ayer de tarde me vi obligado a refugiarme en casa de una familia amiga, a causa de la lluvia y el viento, y el hijo de la casa me preguntó que cuánto me había costado y dónde y cuándo la había comprado. Cuando le dije que me la había regalado rogó a las hermanas que le hicieran una porque si no se moriría de frío y ellas tendrían la culpa de su infortunado deceso. Ahora mismo, en el instante de escribir esta carta, tengo la bufanda enrollada a mi cuello y me rodea una sensación de bienestar tan agradable y dulce que me figuro estar a su lado, princesita mía. ¿Cuándo tendremos oportunidad de estar juntos, sin testigos, solos con nuestro amor para decirnos tantas cosas lindas como tendremos para decirnos cuando la ocasión se presente? El amor sincero huye de la divulgación y se hace reservado y egoísta. Yo no sirvo para hablar de asuntos elevados y trascendentes, tales como el amor, en medios bulliciosos. Pero Ud. me quiere, según me ha dicho, tal como soy ¿verdad, mi santita

JOSÉ Y FELICITA – UNA HISTORIA DE AMOR - 1926

19

adorada? No se arrepentirá Ud. de amarme, porque si una vida llena de amor puede causar la felicidad de una mujer, yo seré quien se la ofrezca. Hacer su felicidad es desde hace un tiempo mi mayor anhelo. ¡Ojalá lo consiga, que viéndola feliz lo seré yo también y más cuando aun cuando la vida nos vaya reuniendo cada día con esos lazos de afecto que atan las almas por toda la eternidad! Me pidió Ud. permiso para bailar la otra noche o, dicho de otro modo, me preguntó mi opinión sobre el asunto del baile a que va a asistir mañana. Yo quiero que se divierta, mi preciosa. Tengo tanta confianza en Ud. la creo de tanto juicio y de tan sereno criterio que no me espanta la posibilidad de que no faltará quien quiera arrebatármela. Yo sé que Ud. sabrá distinguir lo verdadero de lo falso y más aún, que sabrá resistir la atracción de otro amor que despierte a su paso, pues ninguno habrá más grande que el de su José. Si Ud. vence otros atractivos y es fiel siempre a este cariño que nos une hoy ya habrá adelantado un poco nuestra felicidad futura. Yo quiero que se guarde Ud. sola para mí. Si yo creyera que sólo prohibiéndole las expansiones estaría seguro de su amor, si yo tuviera que velar para que Ud. me fuera fiel, vería yo que su amor sería tan frágil que se malograría tan pronto como faltase mi vigilancia. Yo no aceptaría un amor así. Por eso, aunque me angustie la posibilidad de perderla porque le salga al paso otro más digno que yo, deseo que vaya a divertirse. Si Ud. a través de todas las diversiones, sigue amando a su José, yo no temeré más. El acero necesita el mordisco del fuego y el choque del agua para templarse. ¡Bienvenidas las pruebas que hagan salir puro y fuerte nuestro amor! Eso no quiere decir que yo opine que debe someterse por gusto el cariño a pruebas de las que puede salir malparado. Tanto más, cuanto ya lo dice aquella copla, expresión de la sabiduría popular:

“Es de vidrio la mujer pero no se ha de probar si se puede o no quebrar

porque todo puede ser...” 14 Vaya Ud. pues y diviértase si en ello encuentra gusto. Yo distingo desde hace tiempo entre diversión y alegría y el goce puro e íntimo. De lo primero son capaces todos; de lo segundo pocos. Vaya en apoyo de mi aserto, el verso de Darío:

“Yo la vestimenta de Pierrot tenía Y aunque me alegraba, y aunque me reía,

Moraba en mi alma la melancolía...” 15 Pero yo, criminalmente, estoy aguando de antemano su fiesta. ¿Será el día que me comunica su opacidad me hacer ver sólo tonos obscuros en las cosas? Yo he vivido una vida tan agitada que amo los goces tranquilos, la vida familiar, pacífica y serena al lado de una mujercita que llene mi vida de amor y de ternura; el trabajo renovador y que trae prosperidad en un ambiente de cariño, para que sea más fructífero. Ese es mi Ideal, santita mía y creo que he encontrado a la mujercita que irá unida a él en lo sucesivo. Esa mujercita es Ud. y yo haré lo posible para unirla para siempre a mi vida. ¿Es osadía, atrevimiento, mi pensar? Talvez, pero muy poco alcanza quien a poco aspira. Yo, ambicioso, aspiro a mucho. Ya ve si será mucho lo que ansío que espero conquistarla a Ud. para mí. Soy un egoísta, pero ese egoísmo demuestra mi amor. Adiós, pues. Cuénteme después sus impresiones de la fiesta y cuando piense en mí allá tenga presente que quiero que se divierta por Ud. y por mí. Adiós otra vez. Mucho cariño de su José, que besa la mano de la linda tejedora [Al margen:] Hay un borrón en la carta, no es culpa mía sino de la pluma que anda como el tiempo. Un millón de cariños para mi preciosa.

14 Versos de Miguel de Cervantes 15 Versos de Rubén Darío, en el poema "El Faisán"

JOSÉ Y FELICITA – UNA HISTORIA DE AMOR - 1926

20

[Otra:]. Disculpe el borrón, mi estilográfica está algo neurasténica y caprichosa. Cariños. 21.- Carta Montevideo, 31 de Mayo de 1926 [lunes] “Cumplen hoy dos meses desde el día en que yo la hablé”... “cuanto más la quiero más temo que yo no llegue a satisfacerla y la pierda”... “Yo pasaré mi vida amándola”... “Siendo Ud. quien pide, San José no podrá negarse” Queridita mía: Anoche insistí en mi propósito de escribirle hoy por un motivo que talvez Ud. no tuvo en cuenta. Cumplen hoy dos meses desde el día en que yo la hablé ¿recuerda? Y aún cuando dos meses son poco tiempo para juzgar de un sentimiento y de una persona, dan por lo menos elementos de juicio para esperar que lo deseado por uno se cumpla. Cuando la hablé lo hice con el deseo de que Ud. llenara mis aspiraciones, deseo algo difícil de llegar a verse realizado por cuanto nuestro tiempo forma mujeres de sentimientos demasiado frívolos; ahora, a medida que pasa el tiempo veo que es Ud. la mujer que yo he deseado, y cuanto más la quiero más temo que yo no llegue a satisfacerla y la pierda por no saber hacerme querer o por no llenar las condiciones que Ud. exija en su novio. Muchas veces, por mil circunstancias y razones hay discrepancias entre personas que en otras condiciones marcharían de acuerdo.

Anoche, mi deseo de pasar una hora más a su lado me hizo incurrir en el error de forzarla a ver una cinta que no le agradaba y pasar, por lo tanto, un rato de aburrimiento. En mi egoísmo no comprendí que Ud. se había acostado tarde la noche antes y que necesitaba descanso. Perdóneme Ud. mi santita linda pues he pecado por amor a Ud. Le habré parecido grosero y exigente cuando mi ternura me hubiera debido hacer más delicado y comprensivo. Fui torpe, pero en mi torpeza hay el testimonio de un cariño tan grande que me hace ser ciego para todo lo que no es Ud. Además, yo no tengo las costumbres de algunos en quienes el amor es un accidente pasajero. En efecto, hay en muchos la costumbre de cambiar de novia, o viceversa, y entonces el amor pierde en trascendencia e importancia y hay tiempo para pensar en cosas superfluas. Cuando estoy a su lado no veo más que a Ud. no pienso más que en Ud. y no desearía otra cosa que estar siempre junto a Ud. Perdóneme pues mi torpeza, cielito mío, y cumplirá con la sentencia aquella: “Pues mucho has amado, mucho te será perdonado” 16.

Yo quisiera que Ud. estuviera a mí de tal manera que, por encima del tiempo, fuera nuestro amor una flor de perfume imperecedero. Uno solo en la vida, nuestro espíritu, aunque albergado en dos cuerpos distintos. Las mismas alegrías, las mismas tristezas compartidas, mi tesoro, y siempre en los ojos el mismo amor de ahora, como lo veo en su mirada y en sus sonrisas. Yo pasaré mi vida amándola. Esta es la verdad, porque cuando una mujer llega a constituir todo lo que tiene más valor en nuestra vida, ésta es una constante adoración. Y yo la quiero, la quiero como no he querido a nadie nunca en este mundo. Mañana empieza Junio y yo debo empezar a desearle felicidad todos los días, como le había dicho. Le estoy preparando, como le dije anoche, unos libros para que lea y recuerde, mientras lee, a este estudiante que la adora. También daré mañana la cuarta prueba de este concurso que me está fatigando más de lo que yo pensaba y que me está distrayendo de los estudios de mi carrera. Le aseguro que no veo la hora de que termine. Esto es, simplemente ridículo y absurdo. Cuando adjudicaron la cátedra la vez pasada, exigieron dos pruebas de competencia. Hoy a nosotros nos exigen ocho pruebas. Desearía tener un día disponible para dedicárselo por completo a mi ricurita linda. Pero ya vendrá ¿verdad, mi novia preciosa? Tengo la nostalgia de aquellas tardes del Prado, en que paseábamos sin pensar en otra cosa que en nuestro cariño.

16 Cita libre del Evangelio según san Lucas 7,47

JOSÉ Y FELICITA – UNA HISTORIA DE AMOR - 1926

21 Hasta mañana, mi riquísima, mi adorada. Después de la prueba pasaré por su casa para verla. ¿Me esperará como la otra noche? Mientras tanto, ruegue y desee para que yo triunfe. Siendo Ud. quien pide, San José no podrá negarse sin pecar de descortés. Adiós, pues. Reciba todo el cariño de su José que la adora y la quiere locamente 22.- Esquela Montevideo, 1 de Junio de 1926 [martes] Felicita: Le ruego acepte este pequeño obsequio que me permito ofrecerle. Yo, que no entiendo de otra cosa que de libros, no he encontrado cosa mejor para ofrecerle; no he encontrado nada más adecuado a mi deseo, que es el de brindarle algo que sea un presente con las cualidades unidas de discreto y afectuoso. Hasta luego. La saluda respetuosamente, José 23.- Carta Montevideo, 4 de Junio de 1926 [viernes] “Tendré que vencer esta costumbre tan dulce de ir a verla pero la venceré, y lo haré por mí y por Ud. ... yo no me perdonaría nunca el haber sido causante de una enfermedad suya por no saber esperar” Queridita mía: He aquí que estoy culpándome aún de ser el causante de su segundo constipado. Y me pesa porque Ud. ha de sufrir las molestias que acarrea un resfriado que viene a dificultar proyectos amables; me pesa también porque su mamá ha de pensar en que yo he venido a trastornar su tranquilidad y a causarle molestias. Por benévola que se muestre su mamá creo que no dejará de pensar en que no me bastó con hacer que se resfriara la vez pasada sino que he vuelto a incurrir en el mismo pecado.

Es necesario, pues, que calme mis impaciencias. Se impone un poco de reflexión. No dejaré de quererla mucho, pero no quiero que, por salir de noche a hablar un momentito conmigo, se enferme. Tendré que hacer un esfuerzo enorme, terrible, para no ir todas las noches a su casa, pero es necesario. Tendré que vencer esta costumbre tan dulce de ir a verla pero la venceré, y lo haré por mí y por Ud. Por Ud., porque si yo voy Ud. desafía agua, viento frío, todo por hablar un momento conmigo ¡Grande y bello amor, tal como lo soñé!... Por mí, porque si Ud. se enfermara, yo no me perdonaría nunca el haber sido causante de una enfermedad suya por no saber esperar. Ya ve cómo un gran amor exige una retracción, y nosotros, que podíamos dar cariño a todos los que carecen de él, porque el nuestro es inmenso, debemos hoy guardarlo y no ser imprudentes. Pero no crea que yo podré quererla menos por esto. Yo no podré olvidarme de mi reina, de la gloria de mi vida, porque mi Felicita es indispensable en mi vida, como el aire y la luz. Y porque la quiero con locura, con toda el alma, me privaré de verla algunas noches. Piense mi santita linda, en que yo soy suyo, que no hay pensamiento que no le pertenezca, ni rinconcito de mi alma donde no esté Ud.; que yo tengo como aspiración máxima hacerla mía, mi amiga, mi compañera, mi novia, todo lo que puede ser una mujer en la vida de un hombre que se enorgullece de haberla merecido y conquistado. Si Ud. piensa esto y confía en este estudiante que la adora, se le harán más llevaderas las horas en que no nos veamos. Yo, por mi parte, pensando en que mi Felicita me quiere, tendré más energías para luchar y no sentiré tristeza alguna sabiendo que no estoy solo en la vida, que hay un cariño para mí en las manos y en el corazón de mi noviecita adorada.

JOSÉ Y FELICITA – UNA HISTORIA DE AMOR - 1926

22 Así pues, no abrigue nunca dudas de mi cariño. Si hay una sola mujer amada en el mundo esa mujer es Ud. Yo tengo un tesoro inmenso de ternura que he ido acumulando avaramente desde hace mucho tiempo y sólo Ud. es la que podrá disponer de él. La quiero. Si cada vez que yo pienso en Ud. tuviera Ud. la percepción de mi pensamiento, si cada vez, según el dicho vulgar, subiera la sangre a sus oídos y los ensordeciera con un zumbido, estaría Ud. sintiendo ese ruido cien veces al día. Pero hay amores que se ponen más de manifiesto en actos que en palabras. Ud. verá, a través del tiempo, cómo mi cariño por mi Felicita, por mi novia amadísima, se manifiesta en mil ocasiones para llevar al corazón de la mujer a quien adoro, la convicción de que es dueña absoluta y única del alma de José. Un beso respetuoso y lleno de cariño en esa mano que tal vez a esta hora tenga fiebre. Adiós. 24.- Carta Montevideo, 12 de Junio de 1926 [sábado] “Si mañana no va a misa por el mal tiempo yo le escribiré de tarde y le daré la carta de noche a su hermanito... Besa su mano...” Mi queridita: He pasado todos estos días tan ocupado que me fue imposible escribirle. Bien hubiera querido hacerlo pero no quería escribirle dos o tres vulgaridades, indignas de ser leídas por esos ojos que yo adoro. Así, aunque sabía que mis cartas la entretendrían mientas estuviera enferma me tenía que limitar a pensar en mi noviecita linda sin poder hacer que llegaran hasta ella unas pocas letras. Pero he pensado mucho en Ud. mi reina, y he deseado con toda el alma poderla ver y más que verla oírla. No hay placer para mí, comparable al que experimento al estar a su lado, princesita linda y buena y creo que por más que la quiera, nunca la querré tanto como lo merece, aunque mi amor es tan grande que no tiene nada que envidiar a los más grandes amores.

Ud. siquiera tuvo algo que la entretenía al mismo tiempo que le hablaba de mí. Me refiero a los libros. En cambio yo, en los momentos en que podía pensar en algo que no fuera lo inmediato, concurso, estudios, etc. pensaba en lo que hay más hermoso para mí, en mi novia, cuya dulce influencia se ejerce sobre mí a través del espacio y del tiempo. Y eso que sólo tenía para representármela, unas flores y una bufanda; pero aunque no tuviera nada material ¿qué mayor representación que el lugar que ocupa mi preciosa en mi alma?

Junto a ésta van unas semillas. Siémbrelas y cuando nazcan las plantitas cámbielas con mucho cuidado. Después dígame si le gusta las plantas que salgan. Si mañana hace buen tiempo ¿irá a misa a las nueve? Si va la esperaré, pero si hace mal tiempo no vaya, que yo me conformaré con verla tras la ventana. Antes que nada quiero evitarle molestias, pues yo sufro después las consecuencias y no me conviene. En todo caso, si mañana no va por el mal tiempo yo le escribiré de tarde y le daré la carta de noche, a las nueve a su hermanito. En otra seré más extenso mi linda. Ahora le escribo en clase, mientras los chicos hacen un trabajo escrito y dentro de unos minutos va a sonar la campana. Adiós, pues, mi muy querida. Hasta mañana. La saluda, con todo el cariño del alma su José, que la adora Aun sin fiebre, reciba su mano el beso acostumbrado (postal, se entiende) 25.- Carta Montevideo, 13 de Junio de 1926 [domingo] “Ud. es joven y siente el temor de perder un amor, una ilusión, algo que forma parte de nuestra vida; duda de que sea duradero este cariño, y ante esa duda su alma se encoge atemorizada”

JOSÉ Y FELICITA – UNA HISTORIA DE AMOR - 1926

23

Felicita: Yo sufro tanto como Ud. al verla tan preocupada. En realidad no me explico ese afán suyo por pensar mal y esperar más complicaciones que las que pueden sobrevenir normalmente. Déjelas venir y recíbalas con una sonrisa, mi gloria. Ya nos encargaremos de disipar y ahuyentar esos fantasmas que se le aparecen para atemorizarla. No se asombre de que la duda le muerda el corazón. Ud. es joven y siente el temor de perder un amor, una ilusión, algo que forma parte de nuestra vida; duda de que sea duradero este cariño, y ante esa duda su alma se encoge atemorizada. Yo soy más viejo que Ud. he visto y he vivido más, y he adquirido un poco de experiencia al mismo tiempo que he perdido alegrías e ilusiones. Yo no quisiera, mejor dicho no quiero que mi novia sufra por mí; yo no quiero que empiece a vivir tiranizada por el temor. Quiero que conserve la frescura del espíritu para que yo pueda sentir su agradable influencia cuando la fatiga llene el mío. Pierda el temor y pensando que el amor mío es todo suyo sonría de nuevo, como sonreía antes, cuando aun la preocupación no le había marcado surcos en la frente.

Deje que yo resuelva solo las dificultades que salgan a nuestro paso, pero no se las busque gratuitamente para Ud. Yo no quiero que tema. Quiero que espere el porvenir llena de fe y no que crea que el día que vendrá le ha de traer tristeza y duelos. Sea la mujercita fuerte y optimista que yo deseo que sea para que me dé fuerzas y alegrías cuando yo no las tenga. Si la perspectiva de no vernos por unos días la llena de tristeza ¿qué sería si la vida nos impusiera una separación más duradera? Ojalá esto no suceda nunca, pero es menester pensar en que el futuro nos es desconocido y debemos templar el alma para lo que pueda venir. Por eso le ruego, mi queridísima, que no se aflija. Después de estos días de agitación vendrán otros en que seremos muy felices, tanto como lo he soñado. Si yo no creyera en que han de venir esos días mejores no me atrevería a pretender unir mi vida a la de una mujer querida. ¿A qué hacerlo si sólo le haría vivir una vida sin satisfacciones? Por eso, porque creo que mi felicidad será compartida por mi Felicita adorada, le hablaré a su papá el jueves, para normalizar nuestra situación. Así que nadie podrá impedir que nos veamos y hablemos con libertad de lo que nos interesa. Mientras tanto haga serenar los latidos de ese corazón demasiado turbulento. Piense que nada ni nadie hará disminuir el cariño que yo siento por mi noviecita linda.

Yo pasaré el miércoles de noche para saber si podrá hablar a su papá el jueves; mándeme decir algo con su hermanito; además pienso ir a verla estos días, de noche, a las nueve. ¿La veré en el balcón como hasta ahora?

Vuelvo a repetirle. Yo la quiero, más aún, la adoro. Espero de Ud. todo lo que puede esperarse de una mujer en esta vida. Mis actos se lo dirán. Mientras tanto, quiera como hasta ahora a su José. ¿Le desagrada el beso? Si no es así reciba otro beso (postal) en esas manos tan queridas. 26.- Carta Montevideo, 17 de Junio de 1926 [jueves] “Hoy fui a ver a su papá, según habíamos convenido”... “no está de más ; ¿verdad? plantear los términos que regirán nuestras relaciones futuras. Sólo le pido franqueza y cariño” Mi muy querida Felicia: Hoy fui a ver a su papá17, según habíamos convenido con anterioridad y yo quedé muy satisfecho de la entrevista y de su resultado. No sé qué opinión tendrá ahora su papá de mí, aunque creo que es algo buena. Hablamos poco, puesto que, como él ya conocía los antecedentes del asunto, sólo hubo que exponer lo fundamental: mi deseo de visitarla con el fin de conocerla y tratar de entendernos mutuamente, con miras de hacer real lo que hoy es

17 Don Osvaldo, el papá de Felicita, tenía 55 años en junio de 1926

JOSÉ Y FELICITA – UNA HISTORIA DE AMOR - 1926

24sólo una perspectiva muy grata. Expuso su papá sus ideas, sus aspiraciones y deseos que yo encontré muy justos y puestos en razón. Queda ahora librado a su mamá el fijar día para que la visite; Ud. me comunicará la resolución tomada, el día domingo de mañana, cuando vaya a misa. Ahora, mi novia, entran nuestros amores en una fase de formalidad y seriedad. Yo quedo investido, ante los ojos de su familia, con un cargo de responsabilidad tal como es el de novio o poco menos. Procuraré desenvolverme de modo de demostrar que la confianza que se me ha dispensado no ha sido puesta en malas manos. Trataré de cumplir y satisfacer. De este modo, la mala voluntad que pudiera interponerse no tendrá donde afirmarse para perjudicarnos. Espero que Ud. hará de modo que yo la quiera cada día más. Esto es casi innecesario decirlo. Pero no está demás; ¿verdad? plantear los términos que regirán nuestras relaciones futuras. Sólo le pido franqueza y cariño. Si Ud. ve algo que no le gusta en mí, dígale sin temor para que yo trate de corregirlo. No tema que yo me enfade por eso. En nuestro amor futuro deber haber un deseo grande de perfección y compenetración de espíritus. Yo procederé también en la misma forma, aunque espero que no tendré oportunidades para mostrarme como censor. Ud. no tomará esto que le digo ahora, y lo que pueda decirle después, como ofensivo, ni crea nunca que yo pueda tener miras ofensivas. Todos tenemos defectos y yo como todos. No crea que yo soy perfecto y con un poco de benevolencia disculpará los errores en que incurra. Tenga siempre presente que la quiero, que quiero su felicidad y más aún ser feliz con Ud. Mucho quisiera decirle, pero ya tendré oportunidad de hacerlo. Ahora sólo me resta decirle lo que quiero decirle en todo el correr de mi vida: Te quiero hoy más que ayer. Adiós, José 27.- Carta Montevideo, 21 de Junio de 1926 [lunes] “Estoy deseando que llegue el jueves... con estas limitaciones que tenemos, me parece que los días no pasan tan rápidamente como yo quisiera... los días pasados tenían en su favor la facilidad que teníamos para vernos.” Preciosa mía, encantito: Esperaba darle buenas noticias, pero, aunque son buenas, no me satisfacen ampliamente. El tribunal falló declarando desierto el concurso, es decir, no da puesto a nadie, aunque me pone a mí primero en el orden de méritos. Es un triunfo llegar antes que mis opositores, y yo no lo esperaba, pues se lo dije antes de presentarme; pero yo quisiera más un puesto que loas y panegíricos a mis condiciones de gramático. Pero ya he dado un paso en este camino y no he de volver atrás. Me he hecho conocer y ya sé lo que puedo dar en un caso de apuro. Ahora iré a otro concurso, si lo exigen las circunstancias, con más fe en mí mismo. Pero creo que el Consejo no llamará a concurso de nuevo y entonces tendré puesto porque soy el primero. Y yo que pensaba tomarme un descanso. Imposible. Tengo que seguir en la brecha. Y seguiré porque espero y aspiro. Sólo quiero que Ud. siga confiando en mí y me quiera mucho. Así yo tendré más ánimos para seguir luchando. Antes luchaba solo. Ahora, sabiendo que me acompaña el pensamiento de mi noviecita adorada, soy capaz de todo, de cualquier esfuerzo que me haga más digno de ella. Ya sabe Ud. que yo perseguía estos puestos porque me permitirían hacer mi carrera con más tranquilidad. De cualquier modo, si no se opone algo superior a mis fuerzas, triunfaré. Por mi novia y por nuestra felicidad. Adiós, mi ricura. Estoy deseando que llegue el jueves, porque deseo mirar de nuevo esos ojos tan lindos. Yo soy impaciente y ahora, con estas limitaciones que tenemos, me parece que los días no pasan tan rápidamente como yo quisiera. Con razón dice el poeta: “Cualquiera tiempo pasado fue mejor”. En mi sentir los días pasados tenían en su favor la facilidad que teníamos para vernos. Hoy debemos esperar y

JOSÉ Y FELICITA – UNA HISTORIA DE AMOR - 1926

25

contentarnos con pensar. Pero el amor no muere ni disminuye y por eso le digo hoy a mi novia, a mi Felicita queridísima: Te quiero mucho, y hoy más que ayer. Adiós. Mil cariños de José 28.- Carta Montevideo, 26 de Junio de 1926 [sábado] “Me turban sus ojos, esos ojos en que me miro y que bañan de luz mi espíritu”... “He encontrado el amor” Mi muy querida: Solo, acompañado solamente por mis recuerdos, en los cuales reina mi noviecita encantadora, escribo esta noche, antes de acostarme, esta carta sosa, pálido remedo de otras que escribí en otros tiempos en que mi cabeza podía traducir lo que le dictaba mi corazón. Pero hoy esta pobre cabeza mía es impotente para dar forma a estos sentimientos tan grandes, tan complejos, tan llenos del dulce encanto del amor; y voy hilvanando una frase y otra frase, cuando todo podría resumirse en dos palabras: La quiero. Y tanto la quiero que yo no hallo una comparación exacta para pintar este cariño tan grande, mi princesita adorada. Yo pienso, después de irme de su lado, en que Ud. debe estar muy abstraída para no apreciar las tonterías que digo o me quiere tanto que me las perdona. Y es que me turban sus ojos, esos ojos en que me miro y que bañan de luz mi espíritu. ¡si supiera cuánto bien me hacen sus ojos, mi reinita linda! Yo me olvido, mirándolos, de que he sufrido y trabajado y de que sufriré y trabajaré mucho todavía; al contemplarlos, tan serenos, tan buenos, tan luminosos, pienso que muy serena, luminosa y buena debe ser el alma de su dueña o miente el refrán que dice que los ojos son el espejo del alma. Concentro mi cariño en mis ojos y cuando la miro me parece llenarme todo de ternura, de cariño, de simplicidad y sencillez, como un niño que espera una sonrisa bondadosa. ¿Será éste el amor? Ah, mi preciosa. Éste debe ser el amor, porque yo no he sentido nunca nada tan grande, tan noble y puro en mí como lo que siento ahora por mi noviecita linda. Yo decía antes, cuando sentimientos tempestuosos sacudían mi alma: ¿Qué es esto? ¿Es amor, es odio, es ira? Ahora, frente a este sentimiento que me invade, frente a este sentimiento que es tan tranquilo y dulce ya no es posible la duda. He encontrado el amor. Y amor a una mujercita tan linda y tan buena que me siento dichoso y alegre. Ahora pienso: mañana la veré. Y mi corazón se llena de alegría porque mañana es fiesta. Antes el domingo era un día como otro cualquiera; ahora sí que es fiesta, desde que el domingo la veo, piadosa y llena de cariño. Ojalá el futuro nos encuentre siempre como ahora. Para que no se enoje no le digo como antes: Te quiero muchísimo. Ahora le digo: La quiero muchísimo. ¿Cuál le gusta más? Sea sincera. Adiós. Mil cariños de José. 29.- Carta Montevideo, 4 de Julio de 1926 [domingo] “No sé qué me impulsó hoy a decirle lo que le produjo tanta pena”... “pensé que Ud. debía conocer mi pasado también en lo afectivo”... “Yo no he desmerecido por haber amado. Si yo hubiera encontrado a Ud. antes, antes la hubiera querido” Felicita: No sé qué me impulsó hoy a decirle lo que le produjo tanta pena18. He aprendido a costa mía que no siempre es buena la franqueza y que hay cosas cuyo conocimiento debe morir junto con quien las sabe. Pero lo que más me duele, y de eso no termino de

18 Este episodio ha tenido lugar dos días antes del cumpleaños de Felicita, el 6 de Julio, fecha que José todavía ignora. Se trata posiblemente de que José le ha confiado José a Felicita que, siendo estudiante, en su pueblo natal, tuvo un dragoneo con otra jovencita.

JOSÉ Y FELICITA – UNA HISTORIA DE AMOR - 1926

26recriminarme, es haberla hecho sufrir. Hacerla sufrir yo, que daría mi vida por Ud. mi muy querida, reina mía... Es tan monstruoso, tan paradojal esto, que pienso en el dolor que habrá sentido al sentirse herida por aquel mismo a quien ama, y sufro yo también al pensar que pueda perder algo de su cariño por mi imprudencia. Yo, haciendo sufrir a la mujer a quien quiero por encima de todo, más que a mi vida, con un amor tal que no lo he sentido nunca en mi corazón... Soy un criminal, mi santa, y sólo espero que Ud. me perdone el dolor que le he causado. Perdóneme, alma de mi alma y no piense más en lo que un momento de imprudencia hizo escapar de mi boca. No pensé nunca en que la haría sufrir; si lo hubiera sabido, antes hubiera deseado enmudecer que hablar una palabra.

Pero pensé que Ud. debía conocer mi pasado no sólo en mi vida activa sino también en lo afectivo. Así no habría lugar después a equívocos. Quise mostrarle mi alma en lo pasado, y si no hubiera estado seguro de que la quiero y la querré siempre, no se la hubiera hecho ver. Pero la quiero, pienso que si no se oponen la desgracia o el destino, o Dios, o cualquiera de esas fuerzas poderosas que rigen la vida de los hombres, he de hacer de Ud. mi compañera, y para mi compañera, mi novia, para la mujer que es compendio de mis amores no puedo tener secretos.

No se entristezca. Recuerde que muchas veces uno vaga de ilusión en ilusión hasta que encuentra la belleza perseguida en sueños y cuando la encuentra entonces trata de realizara. En la historia sagrada halla Ud. ejemplos de santos y profetas que vivieron un tiempo deslumbrados con el espejismo de las bellezas del paganismo hasta que hallaron la verdadera belleza en el dogma cristiano. Otros hay que persiguen vanamente el ideal sin encontrarlo nunca en la realidad. ¿Y quién más capacitado para juzgar del grado de belleza de una ilusión y de las posibilidades de llegar a convertirse en realidad que encierra en sí, que quien ha conocido ya otras?

Yo no he desmerecido por haber amado. Si yo hubiera encontrado a Ud. antes, antes la hubiera querido y talvez no hubiera visto morir una ilusión porque a estas horas aún la estaría amando más que el primer día. Yo sufro ahora mi merecido castigo por haberle causado pesar, pues pensando en la tristeza que yo veía pintada en su expresión y la pena que me hacían ver sus ojos me siento invadido por una pena grandísima, tal como no he sentido nunca. Y pensar que puedo perderla me causa terror, francamente, mi adoradísima, porque yo no podré ya amar a nadie que no sea mi Felicia, mi amada, mi idolatrada Felicia. Ninguna como Ud. Ninguna tan comprensiva y amable y cariñosa. Si Ud. podría perdonarme una falta (ojalá no llegue nunca la ocasión de que Ud. tenga que perdonarme algo) ¿no podría perdonarme esta pena que le causé hoy sin alcanzar a medir las consecuencias de mis palabras?

Ahora sólo amo a Ud. Tenga confianza en mí, linda mía y no se arrepentirá nunca de haber confiado en mí. Mis actos le dirán más que mis palabras y en algunos casos enmendarán el mal que mis palabras puedan haberle causado. ¡Pobrecita mía!... La quiero tanto, tanto, que ante la perspectiva de que Ud. pase una mala noche le escribo, aunque no sé si podré ver a alguien para hacer llegar esta carta hasta sus manos, para tratar de llevar un poco de conformidad a ese corazón que tanto me quiere y que ahora sufre por mí. Yo esperaré, después de mandarle esta carta, parado en la esquina de [la calle] Caridad para saber si Ud. sigue teniendo confianza en mí. Bastará que Ud. me mande decir: sí. Yo me tranquilizaré sabiendo que Ud. se ha serenado. No piense más en lo que le dije y sí en que la quiero con toda el alma, que Ud. es para mí lo más santo, lo más hermoso y digno de ser amado y que yo me esforzaré en hacerle olvidar el mal rato pasado. Ud. conoce ya todo mi pasado; espere el futuro dichoso que trataré de traerle, este José que no merece que Ud. lo quiera tanto como lo quiere.

JOSÉ Y FELICITA – UNA HISTORIA DE AMOR - 1926

2730.- Carta Montevideo, 7 de Julio de 1926 [miércoles] “Estoy con una gripe que me tiene en cama desde ayer... por eso no podré ir a verla el jueves” Felicita: Ahora me tocó el turno a mí y aquí estoy con una gripe que me tiene en cama desde ayer. A eso se debe el que no haya pasado ayer a las cuatro como le había dicho. Por unos días tendré que cuidarme y no salir de noche; por eso no podré ir a verla el jueves, aunque espero poder verla el domingo cuando vaya a misa. No se aflija, porque yo estaré pronto bien y como tenemos libre hasta el 15 de este mes podré dedicarle algún día por entero a Ud. Yo había pensado en salir el viernes pero pensaba consultar con Ud. como habíamos convenido. De todos modos le escribiré el viernes y le enviaré la carta por mensajero. Tomaré como excusa para escribirle el no haber podido ir a verla el jueves. De este modo Ud. podrá esperar la carta por la mañana. Junto con ésta va una para su mamá donde le explico por qué no iré mañana. Adiós. El viernes seré más extenso. Ahora estoy un poco fatigado, pues pasé la noche con un poco de fiebre. La quiere mucho José. 31.- Carta Montevideo, 9 de Julio de 1926 [viernes] “Ahora más que nunca he palpado la tristeza de no verla, en estos días inacabables, privados del encanto suyo”... “no podré salir de noche por un mes, según me dijo el médico” Mi preciosa: Anoche, si no hubiera sido porque tenía que quedarme en la cama, hubiera salido a gastar en alguna forma mi impaciencia. ¡La extrañé tanto, mi reinita!... Cuando llegaron las nueve vino mi hermana Ofelia y me dijo: Llegó la hora. Yo la miré extrañado, y entonces ella me dijo: Pero no la de ir a ver a tu novia. Es hora de tomar tu remedio. Y me dio a tomar una repugnante poción, con tintura de belladona. ¡Qué contraste! Tan bien que me encontraba yo a su lado otros días y anoche... qué solo. Walter, el hijito de mi hermano Emilio, nos dio ayer un susto muy grande pues todos creímos que se moría sin remedio; afortunadamente, una inyección de aceite alcanforado lo reanimó hasta que llegó el médico. Hoy está muy fastidioso; pero ya no hay peligro. Por mi parte yo voy bien ahora. Lo que está pésima, como Ud. lo ve, es la letra pero como le escribo en la cama se justifica su fealdad. Creo que el domingo podré verla de mañana, pero no podré salir de noche por un mes, según me dijo el médico. Tendremos, pues, que vernos de tarde hasta que yo esté bien; le pediré permiso a su mamá para visitarla de tarde y además, haremos lo que no hemos podido hacer hasta ahora: tener una tarde para emplearla para nosotros dos. Yo estoy deseando mejorar para cumplir lo que le prometí. ¡Cuánto hubiera querido salir con Ud. uno de estos días y pasar la tarde a su lado, oyéndola, mirándola y llenando mis ojos, mis oídos y mi alma entera con el encanto de su personita!... Pero no todo van a ser tropiezos ¿verdad, mi alma? Algún día podré cumplir estos deseos míos contra cuya realización se oponen tantas cosas. Esperamos, pues, confiados en que nuestra aspiración se realizará. Quiérame mucho mi adorada, como la quiero ahora y como la querré siempre. Ahora más que nunca he palpado la tristeza de no verla, en estos días inacabables, privados del encanto suyo, mi reinita.

JOSÉ Y FELICITA – UNA HISTORIA DE AMOR - 1926

28

No esté intranquila. Yo estoy ya bien y hoy me levantaré. Lo único que tengo es el corazón, que está un poco mal. En efecto, está ocupado todo por un cariño que lo hace latir alocado. Mi hermano Beto19 se ha ofrecido a llevar esta carta. Adiós, mi muy querida. La quiere con locura su José que piensa sólo en Ud. y espera verla pronto. 32.- Carta Montevideo, 26 de Julio de 1926 [lunes] “Compendio y resumen de todos mis afectos, princesita mía, será para mí guía, ayuda, alivio y consuelo en los momentos difíciles; recompensa y premio después del esfuerzo; inspiración y motivo de perfección siempre”... “¡Y Ud. puede pensar aún que yo no la quiero!... Injustificable desconfianza... Y más que desconfianza de mí, estoy por creer que tiene Ud. desconfianza de Ud. misma” Preciosa mía: Ojalá esta carta la encuentre animada y llena de ese valor tranquilo que yo quisiera infundirle a mi tesoro adorado. Pero la tensión nerviosa que produce la espera ha de hacerle sentir tal vez su desagradable influencia. Trate de dominarla. Piense que hay quien desea verla feliz, muy feliz; piense en que la esperan muchos días alegres, dulces, llenos de amor y de felicidad; piense en que yo la adoro, que sólo pienso en Ud. y sólo quiero a Ud.; recuerde que yo espero verla alegre y gozosa a mi lado, pintándose en sus mejillas el arrebol que da la dicha; con los ojos brillantes, luminosos, llenos de vida y expresión, cariñosos, llenos de amor; recuerde que yo tengo ahora la esperanza de hacerla mía, para que ilumine mi vida, para que sea mi compañerita linda y buena, mi tesoro preciado, mi orgullo, todo lo que yo amo en el mundo. Compendio y resumen de todos mis afectos, princesita mía, será para mí guía, ayuda, alivio y consuelo en los momentos difíciles; recompensa y premio después del esfuerzo; inspiración y motivo de perfección siempre.

Juntos los dos recorreremos los caminos de la vida, unidos, en un solo corazón. ¿Tristezas? No me asustan si tengo a mi Felicita. ¿Alegrías? Vengan en buena hora, para que las gocemos juntos, la alegría del triunfo, sana y fuerte, la alegría de vivir que sube del corazón y brota en cantos, y la alegría del amor que florece en los labios y enciende las miradas y hace suave la caricia de la mano amada. Reina, diosa, hermana, amiga, novia, todo, todo lo que lo femenino es para un hombre, es Ud. para mí. Ojalá sea mañana lo que espero. Stella matutina hoy que aparece al empezar mi vida, sea, al terminarla, la puerta de mi cielo: Janua Coeli. Aspiración muy justa es que yo desee hacerla mía; que anhele ser esclavo de su amor que viniendo de Ud. debe ser puro y grande; y que quiera tener una cadena formada por sus brazos, cadena que me ata más fuertemente que los hierros. Yo espero. Y mientras tanto la quiero, la adoro, la idolatro; y pienso en Ud. y recuerdo todo lo que me dijo cada vez que la oí. ¡Y Ud. puede pensar aún que yo no la quiero!... Injustificable desconfianza, rica de mi alma. Y más que desconfianza de mí, estoy por creer que tiene Ud. desconfianza de Ud. misma. ¡si yo pudiera hacerle ver que en realidad la quiero!... Ya le dije varias veces: Algún día. Algún día Ud. verá que yo la quiero, que en mi vida hay un solo cariño verdadero: Usted. Entonces, si Ud. me quiere, habrá en su alma una floración y todo el cariño que Ud. por precaución me ha retaceado desbordará del corazón y será caricia en las manos, luz en los ojos, gracia en la sonrisa y en el labio... beso. Pero ¡Qué lindo sueño éste! ¡Cuánto deberé luchar para que se haga realidad! ¿Solamente depende de mí realizarlo? Si es así no ahorraré esfuerzo alguno para verlo cumplido. Y algún día, mi santa adorada...

19 Su hermano Alberto tenía 12 años en 1926

JOSÉ Y FELICITA – UNA HISTORIA DE AMOR - 1926

29 Hasta mañana. Ahora me voy a dormir y mañana martes le escribiré otra. Adiós. La quiere mucho su José. 33.- Carta Montevideo, 27 de Julio de 1926 [martes] “No pensé que Ud. pudiera molestarse por no recibir pruebas gráficas de mi cariño, siempre que fuera suplidas por otras... a falta de elocuencia yo haré que hablen mis actos, reina de mi alma. Y serán convincentes, y la mejor prueba de que la adoro.” Felicita adorada: Anoche hubiera podido seguir escribiéndole, pero era demasiado tarde y resolví escribirle otra hoy. Pensará Ud. que yo le escribo ahora seguido para limpiar la mala impresión que pude causarle por no haber escrito antes. Pero no es así Felicita mía, porque yo no pensé que Ud. pudiera molestarse por no recibir pruebas gráficas de mi cariño, siempre que fuera suplidas por otras. Ahora le escribo ésta en el tiempo que media entre una clase y otra y así, pobre y apenas hilvanada, llega a sus manos, y recibe la caricia de sus ojos mientras yo debo conformarme con recuerdos y esperanzas. ¿No es esta hoja de papel más afortunada pues llega junto a Ud.? Si tuviera alma esta hoja, si un espíritu estuviera preso en ella esperando una reencarnación ¡cómo gozaría el dulce influjo que esparce su belleza, reina mía adorada! Y si un encantamiento liberador diera alas a ese espíritu preso ¡cómo, a fuer de sincero, le contaría lo que pasa en mí! ¡Cómo ese espíritu hallaría tal vez manera de dar forma a este canto a su belleza, que está en mi corazón y se resiste a fluir por los puntos de mi pluma! Pobre pluma impotente la mía, no sabe cantar la gloria luminosa de esos ojos que bien pueden ser inspiración de un artista del madrigal; ni glosar el encanto de su sonrisa, ni la gracia del cuerpo y del alma. Pero si esa incapacidad se remedia con cariño, dispuesto estoy a remediarla. Cuenta Anatole France que en una abadía de Francia hubo una vez un monje que, peregrino y errante, había llegado a reposar en la tranquila soledad del claustro. No era inteligente, pero bajo un tosco aspecto ocultaba una sensibilidad exquisita, que se derramaba en una adoración sin límites a la Virgen. Pero su culto era extraño y llamó la atención de los otros monjes porque lo realizaba encerrado. Un día lo espiaron y descubrieron su secreto. El monje, ante la imagen, se entregaba a toda clase de cabriolas y ejecutaba los ejercicios que, en su vida de juglar, constituían su oficio. Él no podía elevar preces a su ídolo pero le daba lo mejor que tenía. Era un culto de acción a falta de un culto de palabras. La oración en él era esa demostración de agilidad y fuerza. A falta de elocuencia yo haré que hablen mis actos, reina de mi alma. Y serán convincentes, y la mejor prueba de que la adoro. Llega la hora de ir a clase. Adiós. Mañana iré a las cuatro a verla. La quiere locamente su José. 34.- Carta Montevideo, 10 de Agosto de 1926 [martes] “Ah, este Ud. ¡qué antipático me está resultando!... Pero soporto este Ud. a pesar del fastidio que me produce, para que no me tache de impaciente en extremo; esperaré, como siempre le he dicho, hasta que Ud. me consienta cambiarlo” Adorada mía: Llegue esta carta a sus manos para llevarle los más sinceros votos por que se mejore. ¡Dichosa carta! Yo extraño mucho los momentos que pasé a su lado estos días y aunque pienso que ahora está mejor, éste mi egoísmo me hace añorar el sanatorio. Ud. está ya en su

JOSÉ Y FELICITA – UNA HISTORIA DE AMOR - 1926

30casa, por fin y pronto vendrá el día en que, si está el tiempo como hasta ahora podremos repetir aquellos paseos por el Prado. Si viera qué lindo está. Hoy pasé por su casa para ir a casa del dentista y pasé por el Prado. Parece que las flores están embalsamando el aire para cuando vaya Ud. Ah, este Ud. ¡qué antipático me está resultando! Yo le diría, como dijo alguien: “Ayer tú, hoy tú, mañana, siempre y en todas partes tú, único bien mío”. Pero soporto este Ud. a pesar del fastidio que me produce, para que no me tache de impaciente en extremo; esperaré, como siempre le he dicho, hasta que Ud. me consienta cambiarlo. Pero no tarde mucho, Felicita mía... ; en amor no hay que ser demasiado rígido y más aún cuando en lo que se solicita no hay ni asomos de atrevimiento. Le diré más aún. Yo creo que el Ud. debe usarse cuando entre las personas no hay confianza, o cuando el respeto impide el uso de otra forma; mas en nuestro caso se me ocurre menos cariñosos y espontáneo el Ud. que el tú. Esta es mi opinión, que dejo librada a su voluntad. Decida Ud. Yo acataré su voluntad y me adaptaré a lo que Ud. diga. Como siempre. Hasta ahora en la adaptación de nuestros espíritus el mío ha sido el más adaptable a pesar del concepto de cabeza dura en que me tiene. Pero este cabeza dura no tiene otro ideal mejor que Ud., ni ama más que a Ud. y por hacerla feliz y dichosa hará lo imposible. Para que sus ojos me hagan ver que me quiere mucho; para tener la dicha de tenerla un día en mis brazos; para llamarla mía, yo me esforzaré y conquistaré ese derecho. Pero no me diga más que “nosotros no nos entendemos” reina de mi alma. ¡Si supiera cómo sufrí yo después que Ud. me lo dijo! Pero decírselo entonces, cuando estaba enferma, era imposible y yo no quise lastimarla. Yo busqué la solución al problema y la hallé. ¿Por qué no trató de hallarla Ud. por su parte? ¡Cuántos amores mueren porque no se trató de aclarar un punto! Yo la adoro, cifro en Ud. todas mis esperanzas, vi en peligro mi amor y traté de salvarlo. ¿Debo pensar que no me quiere y por eso dejaba que el asunto de esa incomprensión se resolviera solo? ¿Le era indiferente la solución que pudiera tener?

Póngase en mi caso. Piense que yo le digo que no la comprendo y suponga que no hago nada por defender mi amor. ¿Qué sentiría Ud. si me quiere? ¿No pensará que no la quiero y que me importa poco resolver las dudas que pueda tener? Ah, mi única. No piense nunca que no me comprende, porque yo llego hasta Ud. con la simplicidad de un niño. Cuando Ud. me crea incomprensible es porque, muy posiblemente, yo necesito del apoyo de su cariño. Como le dije aquella noche: ¡Cuánto bien me haría entonces una palabra cariñosa que me dijera Ud.! ¿Necesita Ud. entenderme y conocerme a fondo para quererme? ¿Para qué? Quiérame así y sea más cariñosa todavía cuando una preocupación o una tristeza de las que nos da la vida, nublen de vez en cuando mi expresión. Aporte su granito de arena. Recuerde que nuestro amor es una obra que requiere el esfuerzo de nosotros dos para llegar a ser real. Así pues, no se limite a decir: “no lo entiendo” ¡esfuércese un poquito y me entenderá! ¡Es tan fácil!

¿La pondrá triste esta carta? Si es así, discúlpeme. La quiero tanto que involuntariamente la hago sufrir. Pero por sobre todo piense que la adoro y que repito hoy lo que le he dicho siempre. Crea, pues en el cariño invariable de su José. 35.- Carta Montevideo, 16 de Agosto de 1926 [lunes] “Cuando estoy a su lado, todo fiesta mi espíritu, quisiera que las horas se olvidaran de nosotros y no pasaran”... “¡Cómo la quiero, reina de mi alma!”... “como siempre, te quiero con toda el alma” Mi adorada Felicita:

JOSÉ Y FELICITA – UNA HISTORIA DE AMOR - 1926

31

Le escribo hoy, como le prometí el viernes, para repetirle otra vez más que la quiero. La extraño mucho y deseando estoy que llegue pronto el jueves para verla otra vez. ¡Qué extrañamente pasa el tiempo! Cuando tenga que esperar, para verla, durante una semana entera, las horas no pasan nunca; cuando estoy a su lado las horas no tienen más que veinte minutos y así pasan de rápidas!... Para mí que el viejo Cronos, el encargado de marcar los tiempos me juega bromas pesadas. Ud. sabe que Cronos es un viejo legendario que anda con un reloj de arena. Pero yo creo que tiene dos relojes; uno de arena gruesa y otro de arena fina. Mide los minutos malos con el reloj de arena gruesa, y ¡claro! Como la arena es gruesa pasa despacio y por eso el tiempo nos parece tan largo. En cambio, los minutos dulces y felices, esos, el muy bandido, los mide con el reloj de arena fina y ésta se escurre, pasa ligero y de ahí que nuestros minutos dichosos sean tan cortos. Yo sé por qué lo hace así el buen viejo Cronos. Después se lo explicaré. Aquí emplearía mucho papel en explicárselo y no me alcanzaría para otras cosas. El hecho es que yo recuerdo, cuando estoy a su lado, aquellos versos de Lamartine 20, donde el poeta, invocando a las horas, dice:

Assez de malheureux ici-bas vous implorent Coulez, coulez pour eux.

Prenez avec leurs jours les soins qui les dévorent Oubliez les heureux

Aquí podría Ud. recurrir, para la traducción a su primita Flora; pero para ahorrarle el trabajo a ella se lo traduzco yo.

Bastantes desgraciados acá abajo os imploran Transcurrid para ellos

Tomad con sus días los cuidados que los devoran Olvidad a los felices.

Y en efecto, reina mía, cuando estoy a su lado, todo fiesta mi espíritu, quisiera que las horas se olvidaran de nosotros y no pasaran. Como Rip Van Winkle 21, que pasó veinte años en sueño... Pero la vida no nos permite soñar tanto y yo tengo que despertar a veces de un lindo sueño, sacudido por la ruda mano de la realidad. Soñar, para mí, es hacer proyectos hermosos para el porvenir. Y ¿qué sueño más bello, qué proyecto más hermoso que los sueños y proyectos donde Ud. aparece embelleciendo mi vida futura? “Hiciste de mi alma una primavera” dijo Nervo 22. Y yo lo repito cuando pienso en Ud. Una primavera que dará sus frutos, tanto más bellos cuanto más cariño y amor se prodigue Frutos benditos de mi esfuerzo son para mí su cariño, mi bienestar, mi dicha junto a Ud.; iluminada mi vida por luz de sus ojos, serenado por su sonrisa plácida mi espíritu. Frente a los demás, lucha, esfuerzos, disgustos, todo lo que la naturaleza humana lleva de agresivo para los otros; junto a Ud. amor, serenidad, alegría, confianza, todo lo que nos hace amar la vida por encima de sus miserias.

20 Alphonse de Lamartine (1790-1869). La composición que cita José es “Le Lac” = “El lago" 21 Rip van Winkle es el nombre del protagonista de un cuento corto de Washington Irving (1783-1859) Un aldeano de descendencia holandesa se escapa de su esposa que lo regañaba por irse al bosque. Después de varias aventuras, se sienta bajo la sombra de un árbol y se queda dormido y se despierta 20 años después y regresa a su aldea ignorante de lo sucedido entre tanto. 22 El poema de Amado Nervo se titula “Cuando Dios lo quiera” y dice: “Santa florecita, celestial renuevo, / que hiciste mi alma una primavera, / y cuyo perfume para siempre llevo: / ¿Cuándo en mi camino te hallaré de nuevo? / —¡Cuándo Dios lo quiera, cuando Dios lo quiera! // —¡Qué abismo tan hondo! ¡Qué brazo tan fuerte / desunirnos pudo de tan cruel manera! / Mas ¡qué importa! Todo lo salva la muerte / y en otra ribera volveré yo a verte... / ¡En otra ribera..., sí! ¡Cuando Dios quiera! // Corazón herido, corazón doliente, / mutilada entraña: si tan tuya era / (carne de tu carne, mente de tu mente, / hueso de tus huesos), necesariamente / has de recobrarla... —¡Sí, cuando Dios quiera!”

JOSÉ Y FELICITA – UNA HISTORIA DE AMOR - 1926

32 ¡Cómo la quiero, reina de mi alma! ¡Cómo quisiera que Ud. mostrara un día su cariño frente a todos, orgullosa de mí y de mi amor! Y ese día vendrá si algo vale el esfuerzo de este estudiante que la adora. Confíe en mí. Hasta ahora he tenido una carga enorme gravitando sobre mí; pronto se aliviará y entonces, rica mía, veremos acercarse el día de nuestra felicidad con confianza cada vez mayor. Mientras tanto, quiérame mucho, como yo la quiero. Mañana tengo que ir a ver el dentista; pasaré a las dos menos cuarto por su casa. ¿Podré verla? Si acaso estaré a la una y media por ahí. Adiós, rica mía. Será hasta mañana o el jueves a la noche. Y, como siempre, te quiero con toda el alma. Otra vez adiós y un beso cariñoso y lleno de respeto en la mano. Muchos saludos de tu José. 36.- Carta Montevideo, 16 de Octubre de 1926 [sábado] “Aunque muchas veces me veas silencioso no pienses que yo estoy triste o disgustado contigo... Tú sabes que yo soy un poco retraído y que mi amor, como todas mis cosas, lleva un sello de cierta seriedad que no debe inducirte a error... siempre habrá en mi cariño algo de silencioso; yo podré expresar algo con palabras pero no todo” Adorable miedosa: Quiera Dios que yo esté siempre tan enamorado de ti como ahora; que siempre, aún en los momentos más difíciles, yo tenga tanta confianza en ti como hoy; quiera ese Dios a quien adoras y a quien adoraré por obra de la fuerza de tu amor, que todas mis cartas te produzcan miedo como ésta, querida mía. Hoy, a dos meses de la última carta que te escribí, tengo más ternura para ti que el primer día, por que en los primeros días tú eras una mujer a quien yo podía conocer y amar. Hoy eres la mujer a quien amo, con tan sincero amor, con tan devoto cariño que me ha hecho pensar en la dulzura de ser tu dueño. Y eso es ahora mi mayor aspiración. Yo adivino en ti mi compañera, la mujer adorable que llene de amor mi vida y sé que, aunque no será tan pronto como yo quisiera, ese día se acerca poco a poco. Pero es tan lenta su llegada que temo que te canses de esperar. ¿No será así mi tesoro? Yo creo que mi hermana se ha de casar pronto y una vez que se case, yo, con menos obligaciones podré pedir a tu papá que me permita ser tu novio oficialmente y fijaré fecha para llevar a cabo mi aspiración máxima. Aunque no se case mi hermana pronto, yo igual hablaré a tus padres el año que viene. Entonces, si la seguridad de que te quiero te pone contenta, tendrás una gran alegría. Yo tendré derecho a velar en cierto modo sobre ti y tú serás muy cariñosa para este enamorado que te adora. Mientras tanto quiéreme mucho y aunque muchas veces me veas silencioso no pienses que yo estoy triste o disgustado contigo. Contigo, entiéndelo bien. Tú sabes que yo soy un poco retraído y que mi amor, como todas mis cosas, lleva un sello de cierta seriedad que no debe inducirte a error. Tú eres también un poco seria y yo me he acostumbrado a verte como eres, pero seria o alegre, reservada o espontánea, siempre te quiero igual y he de quererte como se quiere a la mujer de quien se espera la felicidad de nuestra vida. Yo tengo muchas cosas que decirte y te las diré a medida que pase el tiempo y te aseguro, Felicita mía, que muchas de esas cosas serán, a mi entender, placenteras y agradables para ti. Pero siempre habrá en mi cariño algo de silencioso; yo podré expresar algo con palabras pero no todo. Mucho leerás tú en mí, en mis actitudes, en mis gestos, en una mirada, que te digan más de lo que te pueda decir mi boca en muchos días. Ya te dije al principio que para expresarte con exactitud mi cariño, no encuentro palabras, muchas veces, exactas. Una melodía, una de esas maravillas del sonido, no sería tal si no estuvieran sabiamente distribuidos los silencios. En las melodías de mi corazón aprecia, vida mía, los silencios, que son el anticipo de más bellas notas. El éxtasis es silencioso. La eternidad, creo yo, no oirá resonar nunca sones turbadores de su majestad. Y de mis silencios saldrá la grandeza del “Te

JOSÉ Y FELICITA – UNA HISTORIA DE AMOR - 1926

33

quiero” dicho en tus oídos. ¿Por qué resuenan en una gruta, con extrañas sonoridades, las palabras? Por el silencio que hay en ella. Y en mi corazón, silencioso a veces, resonará el “Amor mío” que pronuncias al despedirme y que volverá a ti amplificado repitiendo mil veces, como un eco, “Amor mío”, “Amor mío”... Y al terminar ésta, te diré, como Darío, en el fin de su prólogo a “Prosas Profanas”: Besos... Adiós. Hasta mañana. Te adora tu José. 37.- Carta de Felicita Octubre, 26 de 1926 [martes] Condolencias por la muerte de su padre 23 Mi muy querido José: Valorando la pena que lo embarga no lo aparto de mi imaginación, por eso me dirijo a Ud. para decirle que no está solo con su pesar, que todo lo que en estos momentos pasa lo comprendo porque su pena es mía y sufro también a la idea de que mi querido José sufre. Si tan solo pudiera en parte desterrar de su corazón tanta amargura; si me fuera dado aliviar con mi cariño su pesar, si pudiera con él disipar esa nube de tristeza que empaña en estos momentos su existencia. ¡Qué tranquilidad experimentaría!... ¿Y su mamá? me apeno comprendiendo su angustia y me siento ligada a su dolor; para ella y sus hermanitas mi cariño. Ahora, amor mío, le diré que no lo espero el jueves, quiero que ese día dedique a su mamá los momentos que pasaría a mi lado; la noche del domingo a la hora de costumbre espero su visita; en el correr de la semana le enviaré mis frases cariñosas, si puede me escribe alguna vez de mañana a Millán 2780 donde recibirán la carta. Sinceros cariños de su siempre Felicita 38.- Carta Montevideo 28 de Octubre de 1926 [jueves] “Como compensación a los deberes que me acarrea mi condición actual de jefe de mi familia quiero tener la alegría de ser querido por ti como me has querido hasta ahora. La convicción de que me quieres mucho hará más llevadera mi carga y me animará para seguir adelante con más fe en mí mismo”. Querida mía: Agradezco infinitamente estas atenciones tuyas, que han venido hasta mí muy oportunamente. Lejos estaba yo de sospechar cuando me despedí de Uds. el sábado24 por la noche, que esta desgracia estaba tan cercana. Nadie la esperaba, porque nada hacía suponer su proximidad. Mi pobre padre se disponía para ir a fin de mes a Buenos Aires pues ya estaba restableciéndose de la operación que se la había practicado. Pero la infección, complicada con erisipela y la uremia, lo venció. No quiero contarte todo lo que tuve que hacer yo solo. Ir de un lado a otro, sin descansar, durante varios días avisar a toda la familia, disponer todo lo que había de hacerse, en fin, una tarea enorme unida a la tristeza, también grande, de la pérdida. Por eso tus cartas me fueron confortantes y las necesitaba de verdad, querida de mi alma. Nunca como en estos casos, se aprecia en todo su valor una palabra de consuelo, sincera y dictada por un cariño hondo y grande como el tuyo. Como compensación a los deberes que me acarrea mi condición actual de jefe de mi familia quiero tener la alegría de ser querido por ti como me has querido hasta ahora. La

23 El padre de José falleció en Montevideo el 25 de octubre de 1926. Su esposa falleció un mes escaso después, el primero de diciembre de 1926. 24 El sábado era el 23 de octubre

JOSÉ Y FELICITA – UNA HISTORIA DE AMOR - 1926

34

convicción de que me quieres mucho hará más llevadera mi carga y me animará para seguir adelante con más fe en mí mismo. Sé, pues, para mí ahora en que más que nunca necesito tu cariño, la mujercita cariñosa que yo anhelo y yo premiaré tu dedicación con un amor grandísimo y que no morirá nunca. Te escribiré el sábado a la dirección que me has dado e iré a verte el domingo a las ocho y media. Gracias, pues, otra vez, querida mía por el consuelo que me has dado con tus cartas y ten la seguridad de que eres dueña y señora del corazón de tu José que te idolatra 39.- Carta Montevideo 28 de Octubre de 1926 [jueves] “Te extraño, alma mía, y pienso en ti tanto que te escribo ésta antes de ir a acostarme, para que por ella sepas que no te olvido”. Adorada de mi alma: Esta noche debía haber ido a verte, pero no fui porque con mucha oportunidad me pediste que vaya el domingo. Y te extraño, alma mía, y pienso en ti tanto que te escribo ésta antes de ir a acostarme, para que por ella sepas que no te olvido, que te quiero mucho, mucho. Mañana empiezo a examinar en la Universidad. ¡Qué contento me pondría si recibiera unas letras tuyas! Si puedes escribirme, mi preciosa, mándame una cartita con Osvaldito25 a la Universidad. Yo estaré examinando después de las cinco, de modo que si tu hermanito no tiene inconveniente, podría llevármela después de su salida del Liceo. Mi familia aprecia y agradece muchísimo las atenciones que han tenido Uds. en esta oportunidad; yo agradezco también las palabras de afecto que me trajeron tus carta. Hoy esperé todo el día alguna carta, como me lo prometías en la última, pero no vino nada ¿Me escribirás mañana? Adiós, reina mía. Es tarde y mañana tengo que estar temprano en la Universidad para fijar los temas del examen escrito. Te quiere con toda el alma tu José. Viernes 29 Te escribo en la Universidad, después de haber fijado los temas y mientras los chicos trabajan. En este momento mi pensamiento está junto a ti. Como siempre. Y te quiero muchísimo. Adiós. ¿Recibiré una cartita tuya? Estás siempre en el corazón de tu José. 40.- Carta de Felicita Octubre 29 de 1926 [viernes] “¡Cómo lo extraño! El domingo lo tendré a mi lado; con qué amor voy a contemplarlo mi querido, y... cómo voy a reprocharle su caprichito” Mi queridito: Su carta con sus frases cariñosas, me trajo un poco de tranquilidad; ahora, siento deseos fervientes de volverlo a ver. ¡Cómo lo extraño! El domingo lo tendré a mi lado; con qué amor voy a contemplarlo mi querido, y... cómo voy a reprocharle su caprichito (¡Qué miedo le dará esto!) a no ser que mi adorado en su cartita de mañana se porte bien. Largas e interminables son las horas de la espera; yo deseo vuelen rápidas; mientras, pienso en el amor mío y envío para mi tesoro el alma que lo adora de su Felicita Adorado mío:

25 Osvaldito, único hermano de Felicita y cuatro años menor que ella, nacido en 1912, tenía en 1926 14 años

JOSÉ Y FELICITA – UNA HISTORIA DE AMOR - 1926

35 Escrita ésta y cuando me disponía a mandársela, recibo su muy querida que viene saturada de ese amor soñado por mí y el que ya va formando parte esencial de mi existencia. - ¡Cuánto lo quiero amor mío!... Amor mío... ¡Cuánto lo quiero!... En este momento me olvido de su caprichito para decirle: - Adiós recibe el amor de tu Felicita Desde el lunes Osvaldito está en cama, por eso no lo puedo mandar. 41.- Carta Montevideo, 6 de noviembre de 1926 [sábado] “Todas las palabras que conozco hasta ahora son insuficientes, pobres de expresión cuando las aplico a dar razón de mi cariño por Ud.” Queridísima: Cada vez que comienzo una carta para Ud. tropiezo con la dificultad del encabezamiento. ¿Cómo le pondré? me pregunto. Y me doy a pensar buscando una palabra muy cariñosa, que no sea afectada, ni cursi, ni romántica y que deje impresión de sinceridad en Ud., tan desconfiada por lo general. Y es difícil encontrarla, tan difícil para mí, que le pido que me ayude. Piense, pues, cómo quiere que la llame y dígamelo para usar esa palabra en mis cartas. Muy posiblemente Ud. me dirá que le diga como yo quiera, que para Ud. es lo mismo que yo use una palabra o la otra, en fin, me dejará solo en la tarea de encontrar esa palabra exacta. Y talvez yo no la encuentre nunca. Encontraré muy posiblemente algunas que llenen algunas de las condiciones requeridas pero no habrá ninguna que exprese con exactitud lo mucho que la quiero. Y ahí está la dificultad, Felicita mía, en dar, con una palabra, una medida, siquiera sea aproximada, de la magnitud de mi cariño por ti. (Aquí donde dice “ti”, lea “Ud.” y disculpe la equivocación, ¿eh?). Volviendo al asunto de que hablaba agrego que todas las palabras que conozco hasta ahora son insuficientes, pobres de expresión cuando las aplico a dar razón de mi cariño por Ud. Y es que la quiero mucho, amorcito mío; tanto que yo estoy asombrado de haber tenido tanta capacidad para querer, aunque a veces creo que no está en mí el mérito de querer sino que Ud. es tan digna de ser querida que despierta amor y cariño en quien la conoce. Pero no sólo ha hecho nacer en mí un cariño grandísimo son que este cariño es tan duradero y firme que solamente morirá conmigo. No tome esto que le digo, como una vana afirmación sin consistencia; no, adorada mía, esto es una gran verdad. Yo la querré siempre. Si yo no pensase de esta manera no haría los proyectos que hago actualmente y en los cuales es Ud. el centro, el principio, el fin, todo. Ligarla a mi vida con el cariño más grande que pueda haber, ser un solo corazón, una sola voluntad; sufrir, gozar, amar juntos y vivir la vida con los mismos ideales, los mismos deseos: he ahí lo que yo anhelo más fervientemente. ¿Lo conseguiré? Yo no ahorraré esfuerzo alguno para conseguirlo y si mi voluntad tiene el aliciente de una sonrisa suya y una mirada amable y... ¿por qué no decirlo? un beso como premio de algún esfuerzo grande, con la ayuda de Dios he de lograrla. Casi, casi me salió en verso el párrafo anterior. No lo haré más. Ahora me dedicaré a dar estos exámenes y al empezar los cursos del año que viene hablaré con su papá para ser considerado ya como su novio. Su novio. ¡Qué bien me suena esto! Pero lo que mejor me suena es aquel “amor mío” que acostumbra a decirme algunas veces mi tesoro. ¡Y qué orgulloso estaré yo de tener una novia tan linda y tan buena, y cómo me esforzaré en ser muy cariñoso y bueno con ella para que cada día me quiera más! ¡Qué felices vamos a ser, alma mía! ¡Cuánta dulzura habrá en su cariño cuando pueda mostrarse en toda su grandeza y qué ternura derrocharé yo para hacer feliz a mi Felicita!

JOSÉ Y FELICITA – UNA HISTORIA DE AMOR - 1926

36 Hoy pensaba que con el tiempo que hizo no habrían podido ir al paseo que habían proyectado en Colón. Es una lástima que no hayan podido aprovechar este día. Pero ya se presentarán oportunidades para divertirse. Vaya pensando algunas cosas para decirme el jueves pues de lo contrario la miraré tanto que la voy a marear. Aunque yo no sé quien estará más mareado, si yo de mirarla y recrearme en verla, tan linda y atrayente, o Ud. de que yo la mire. Adiós, pues, mi linda noviecita. ¿No merecerá esta carta alguna contestación? Mañana domingo pasaré por su casa a las nueve y me gustaría mucho verla aunque fuese un momentito tras los vidrios de la puerta. En todo caso, hasta el jueves. ¿Se enojará porque le mande un beso? No ¿verdad? Te quiere, amorcito lindo, con toda el alma, tu José. Recuerdos a los de tu familia. 42.- Carta Montevideo, 14 de noviembre de 1926 [domingo] “No me aflije ahora, como antes, la incertidumbre de saber cuál era la forma de empezar mis cartas”... “no debe temer, ni en sueños, que otra mujer pueda separarnos”... “no pienso en que Ud. pueda dejar de amarme porque me parece que si pienso en ello cometo algo de ofensivo para Ud.”... “Ud. me dijo una noche que Ud. se consideraba mi novia aunque no lo fuera aún para su familia” Cariñito mío: No me aflije ahora, como antes, la incertidumbre de saber cuál era la forma de empezar mis cartas, que más le gustara; ni busco una palabra. Me dejo llevar del primer impulso y escribo la primera palabra que, al pensar en Ud. se me ocurre. Así, comienzo esta tardía carta diciéndole cariñito mío porque es Ud. para mí todo lo más cariñoso que puede haber para un hombre en el mundo. Dije tardía, al referirme a esta carta, porque siempre se las escribo la noche del sábado y ésta, al contrario, la escribo esta mañana. En efecto, ayer tuve el día ocupado y de noche salí con un amigo mío, después de cenar en la casa de él. Cuando volví a casa, a pesar de no ser muy tarde, estaba tan fatigado que pensé que no debía escribirle a mi queridita, pues una carta escrita en esas condiciones tiene, por fuerza, que salir mal, y mi noviecita merece lo mejor que yo pueda ofrecerle y aunque mis cartas no son prodigios literarios quiero que no sean bodrios insoportables que, aunque es grande la benevolencia suya, queridita mía, la hagan pensar mal de quien la quiere tanto. Todas las palabras cariñosas que le digo me parecen más o menos adecuadas, pero todo mi cariño se desbordará, incontenible, el día en que yo pueda decirle “mujercita mía”. ¿Se enojará Ud. porque yo exprese tan prematuramente mi deseo? Creo que no. Su sensatez, su juicio, si no selo ha hecho ver ya su amor por mí, le habrán dicho que mi mayor deseo es hacer de Ud. mi mujercita adorada, la única para mí. Y es tan grande mi amor y tan fuerte mi decisión que me ejercito desde ya en comportarme como si fuera su compañero y por eso le digo que no debe temer, como me dijo la otra noche, ni en sueños, que otra mujer pueda separarnos. Eso no sucederá nunca. Ni aún cuando Ud. dejara de quererme, cosa en que yo casi no pienso ya. Y no pienso en que Ud. pueda dejar de amarme porque me parece que si pienso en ello cometo algo de ofensivo para Ud. Y en efecto, sería ofensivo que yo desconfiara de mi novia. Mi novia, digo, porque Ud. me dijo una noche que Ud. se consideraba mi novia aunque no lo fuera aún para su familia. Pero ya ha de llegar ese día. Y yo seré feliz al pensar que he podido llegar a hacerla mi novia y que llegaré a más alta dicha todavía. Esta noche pasaré por su casa y si salieran un rato sería un placer para mí acompañarlas. Si no salieran me gustaría verla aunque fuese un momentito. Así me parecerán

JOSÉ Y FELICITA – UNA HISTORIA DE AMOR - 1926

37

más cortos y menos áridos los días que tengo que esperar para verla el jueves. Le ruego que salude a su mamá en mi nombre. Adiós, cariño mío. Te quiere con locura y te envía un beso lleno de amor y respeto, tu José que te adora Ojalá estos besos que te envío en las cartas sean el anticipo de otros, más reales, que espero ansioso. Te idolatro. 43.- Carta Montevideo, 20 de noviembre de 1926 [sábado] “Hace más de un año que la conozco, aunque creo que la he querido toda mi vida”... “bendigo aquella feliz casualidad que me hizo ir al cine aquella noche y conocer en él a la mujer que llena hoy todo mi corazón”... “me preocupa que puedan pensar que Ud. adelgaza por algunas preocupaciones que yo le ocasione”. Noviecita queridísima: Quiere Ud. que le escriba una carta muy larga y no ha pensado que en una carta larga pueden decirse tantas tonterías que hagan sonreír al más benévolo. Pero yo la escribo porque pienso que en una carta tal como Ud. la desea se puede poner mucho cariño y porque pienso que el cariño es ciego y en Ud. hará que vea sólo lo agradable y pasará por alto los errores. Y digo esto, no por falsa modestia, sino porque no me extrañaría encontrar en estas cartas que le escribo, examinadas con un poco de detenimiento, faltas que no debiera haber cometido. Pero yo abandono, al escribir a mi noviecita adorada, a la más linda mujercita que yo conozco, todo cuidado, toda preocupación gramatical y pensando en ella, recordando con fruición los momentos pasados junto a ella, voy dejando correr la pluma, sencilla y espontáneamente, tal como fluye el cariño de mi corazón. Fuente inagotable de ternura, mi corazón no dejará nunca de amarla, mi muy querida, aunque a veces no me sea permitido dar libre curso a mi cariño. ¿Digo a veces? Pues me equivoco. Debo decir nunca o casi nunca. Yo puedo decir, como D’Annunzio 26:

Así os miré yo la vez primera Con mis mortales ojos. Vos, Señora, Sois para mí como un jardín cerrado.

Hortus conclusus. Jardín cerrado, donde sólo se me permite entrever la belleza del color, de la forma, del perfume, sin que pueda yo entrar en él y saborear plenamente su perfección. Pero estoy contento a pesar de eso. Y mi contento tiene por base la convicción de que algún día yo podré penetrar en su corazón y ser su dueño absoluto y apreciar toda la grandeza del cariño que yo sospecho que puede atesorar. Por más que dicen que el que espera desespera, yo no desespero y creo que algún día... Felicita será mía y con ella esas manos que no quiere que mire yo porque según ella son feas. Feas esas manos... Modestia, modestia que realza el valor de la dueña y hace ver que junto a la belleza física hay belleza moral en ella, cualidad rara y que hace de la mujer que la posee un tesoro inapreciable. Seguro estoy de que cuando yo vaya el jueves me rezongará por decirle esto. Venga en buena hora el rezonguito. No retiraré nada de lo dicho y me vengaré mirándola mucho. Esta noche fui a recibir la contestación al cine Reducto, de cuándo se hizo el beneficio del [club social y deportivo] Stockolmo donde yo la conocí. Recién podrán dármela mañana, pero por lo que hablamos creo que fue en setiembre más o menos. Si esto fuera cierto hace más de un año que la conozco, aunque creo que la he querido toda mi vida. ¡Y cómo la quiero! Con un amor tan grande que, si fuera a compararlo con algo se me tacharía de

26 Gabriele D’Annunzio (1863-1938) José cita los versos finales del poema Hortus conclusus que es parte del Poema Paradisiaco (Navidad de 1892): “Così la prima volta io vi guardai / con questi occhi mortali. Voi, signora, / siete per me come un giardino chiuso”.

JOSÉ Y FELICITA – UNA HISTORIA DE AMOR - 1926

38

exagerado o de romántico en exceso. Por eso bendigo aquella feliz casualidad que me hizo ir al cine aquella noche y conocer en él a la mujer que llena hoy todo mi corazón. Del cine Reducto fui a Peñarol, a la casa de una tía mía, a buscar a mi hermano Alberto que había ido de tarde. Al pasar por la casa de su abuelita vi a su tía Mercedes (creo que se llama así) y me dijo que Uds. habían ido de tarde y que “a Felicita la habían encontrado muy delgada”. Ya ve, queridita mía, que las opiniones son uniformes acerca de su delgadez y aunque yo no me preocupo mayormente por su delgadez que yo considero discreta y que es, al contrario, signo de salud, me preocupa que puedan pensar que Ud. adelgaza por algunas preocupaciones que yo le ocasione. Pienso que no basta ser, sino también hay que aparecer. Tratar que los demás vean que uno es feliz, es una manera de serlo. Tratar de que los demás nos vean sanos y lucientes y... gordos, es de mucha importancia en el concepto de los que nos rodean. Sin llegar al extremo de la obesidad, una gordura aceptable nos granjea la confianza y el aprecio un poco benévolo de los demás. Se dice bondadosamente: “el gordito” o “la gordita” y hay una placidez bondadosa para juzgar a un gordo que no hay para un flaco. No en balde el viejo Vizcacha dijo: “Nunca llegues a parar donde veas perros flacos”. Un flaco inspira desconfianza y se asigna a su actividad vital, mucho mayor que la de un gordo, algo de patológico y se dice: “es un saco de nervios” aunque sea más pacífico y sereno que el aceite. Hay también el prejuicio de que, para estar bien, un flaco debe engordar. Engordar a toda costa, cebado como un lechón o un pavo de Navidad, se hace una necesidad absoluta. Yo no sé si estaré equivocado, pero pienso a veces que este deseo de ver gordos a los demás es un resabio del instinto ancestral del antropófago que juzgaba al prójimo más o menos apetitoso según el desarrollo del tejido adiposo. Después de estas bobadas haga como quiera, Felicita, pero no tome en serio estas digresiones. Yo no me atrevo a pedirle que engorde porque no está en manos de uno; no me atrevo a decirle que no engorde por miedo a que Ud. tome el pedido al pie de la letra y se dedique a enflaquecer. ¡Vaya un final adecuado para la carta de un novio!, pensará Ud. ¡Hablar de cosas tan prosaicas como éstas! Pero son cosas de actualidad y hay que tratarlas. No se moleste por las disquisiciones mías que no tienen importancia alguna y que son buenas solamente “to enjoy one self” es decir para divertirse en los ratos en que uno está acompañado de sí mismo. Estoy seguro de que, por miedo a que las otras cartas sean como ésta, no me pedirá otra vez “una carta larga”. Pero si así fuera, yo trataría de hacer una carta más digna de los dulces ojos de mi Felicita. ¿Dulces ojos? Más, mucho más que eso quise decir aunque me fracasó el adjetivo. Más exacto sería decir luminosos, hermosos y dulces. Pero ya he vuelto a recaer en su desagrado al decirle estas verdades tan desagradables para Ud. Discúlpeme teniendo en cuenta que estoy enamorado de Ud. que no puedo contener un elogio que exprese mi admiración y mi cariño. ¡Qué aburrido voy a pasar esta noche! Pero paciencia. Pensaré en ti de lejos y mi alma estará contigo. Adiós. Te quiere con toda el alma, tu José. Te idolatro y pienso en ti. Mi mamá te agradece los claveles. 44.- Carta de Felicita; Montevideo, 3 de diciembre de 1926!!!27 [viernes] Condolencias por la muerte de la madre de José: “Siento mi corazón destrozado desde el momento que adiviné tu pesar, doble más cuando te vi sufrir con tanta entereza”... “a mí también me acompaña el dolor de que no me haya conocido”... Me hubiera sentido tan feliz después de conocer su fallo!... “Fui tan dichosa cuando mi mamá te conoció y me dio su opinión”

27 Los signos de admiración aluden a que se trata de un fecha y aniversario significativos para ambos. Véase el relato de lo sucedido en esta fecha memorable hacia el final de la Carta 215, del 7 de diciembre de 1930

JOSÉ Y FELICITA – UNA HISTORIA DE AMOR - 1926

39

¿Qué te diré querido mío?... Las emociones recibidas en estos últimos días han sido muchas y muy grandes para poder escribirte con serenidad; la amargura desborda de mi alma, siento mi corazón destrozado desde el momento que adiviné tu pesar, doble más cuando te vi sufrir con tanta entereza. Si este cariño mío, que es todo tuyo y que en realidad es tan sincero y hondo, fuera bastante para proporcionar un lenitivo a tu pena, yo viviría tranquila tratando únicamente de acrecentarlo, buscando el medio de que cada día fuera más digno de ti; para que como una ráfaga bienhechora, te acariciara adormeciendo el dolor de esa herida profundamente abierta por la ausencia eterna de ese ser tan grande y querido pues, no dudo que tu santa madre (Q.D.T.E.S.S.R)28, era para ti en la vida como un oasis en el desierto. Querido, a mí también me acompaña el dolor de que no me haya conocido. Ahora me explico por qué pensaba siempre en ella... Me hubiera sentido tan feliz después de conocer su fallo!... Fui tan dichosa cuando mamá te conoció y me dio su opinión que yo anhelaba llegara ese momento en la seguridad de que tu mamá me habría de juzgar con indulgencia y podríamos, con la aceptación benevolente de nuestras madres, estar más contentos de nuestro amor. Dios no ha querido proporcionarme esa dicha, quizá no la he merecido; pero, en mi corazón formaré un culto para venerar la memoria de tu santa madre y su recuerdo vivirá en mí, junto al cariño del adorado de mi alma.

Mucho quisiera expresar el sentimiento que me domina pero no sé y convencida de ello pongo punto final enviando toda la ternura que guarda para ti el corazón de tu Felicita que no te olvida A sus hermanitas mi cariño y dígales que me fueron en extremo simpáticas. 45.- Carta Montevideo, 4 de diciembre de 1926 [sábado] “Está segura de que, aunque no conociste a mi madre, ella te quiere ahora como me quiere a mí, y te quería ya antes de morir, como a una hija”... “ella te quería en mí sin haberte visto, sólo con lo que yo le contaba de ti.”... “Recibí también tu retrato” “Perdona si no te escribí ayer, tres de diciembre, por más que no se me olvidó la fecha. Querida de mi alma: Tu carta me ha hecho un gran bien y yo la esperaba ansioso, porque en esta oportunidad en que no sé qué pensar, y en que todo tiene para mí escaso valor, se aprecia en su justo precio una palabra afectuosa, una mirada amiga, un gesto cordial. Y todo ello ha venido a mí de tus manos en esta carta, siempre nueva, a cada instante releída y que exhala siempre ese perfume de cariño del alma, que es el que más me conforta y satisface. Y cuando la desgracia nos sacude es consolador pensar que hay quien se duele de nuestro dolor. Por todo eso, Felicita mía, gracias, muchas gracias y que Dios te pague toda tu bondad haciéndote feliz como mereces... y que me permita darte por mí mismo la dicha que te deseo. Quiéreme mucho, noviecita mía y está segura de que, aunque no conociste a mi madre, ella te quiere ahora como me quiere a mí, y te quería ya antes de morir, como a una hija. Mereces y mereciste, no lo dudes, conocerla y ya ella te quería en mí sin haberte visto, sólo con lo que yo le contaba de ti. Pero no te aflijas, adorada mía. Ella me ve a mí y te ve a ti y tal como me parece, en ocasiones, sentir sobre mí su mirada bondadosa, así la imagino mirándote, llena de bondad, por ser tú la mujer que yo amo y la que llenará mi vida de cariño en adelante. No digas que tratarás de que tu amor sea digno de mí. Ya lo es, querida mía, y tan

28 Q.D.T.E.S.S.R.: Que Dios tenga en su santo Reino

JOSÉ Y FELICITA – UNA HISTORIA DE AMOR - 1926

40superior a lo que yo merezco, que me avergüenza, a veces, el pensar en mi insignificancia y aspirar a tan alta dicha. Con ser bondadosa, mi madre hubiera sido justa para ti al juzgarte y su juicio hubiera coincidido con los juicios de quienes te conocen y con mi juicio propio. No es posible tener otro de ti, queridita mía. Sé tú ahora la mujer llena de amor que yo quiero y yo seré el hombre más cariñoso y bueno que pueda darse. Ya que me falta ahora el cariño de mi madre, sea el tuyo, en lo posible, el que llene mi vida entera, esta vida que sólo tiene ahora un amor grande: el tuyo. Recibí también tu retrato y me ha conmovido la fe que se manifiesta en tu actitud. Una mujer así merece ser querida por sobre todas las cosas. Y yo te quiero así. Adiós. Discúlpame si no soy muy extenso y si no te escribí ayer, tres de diciembre, por más que no se me olvidó la fecha. Desearía que me escribieras un día de estos, pues se me hace difícil esperar sin noticias tuyas, hasta el jueves. Da recuerdos a tu familia y tú recibe el cariño sincero y grande de tu José que te adora y piensa en ti. Recuerdos de mis hermanitas. 46.- Carta Montevideo, 13 de diciembre de 1926 [lunes] “Estoy tan acostumbrado a emplear el Ud. que, aunque quise emplear el tú en esta carta, aún exponiéndome a un rezongo de mi encantito, no me di cuenta de que estaba usando la primera forma. ¿Se enojará mi tesoro si le digo: Te quiero? Si se enoja cambiaré la forma y le diré: Te adoro.” Queridita mía: Me ha alegrado mucho la noticia de que el médico no ha encontrado nada, “ni medio” según me trasmitió mi hermano después de verla ayer. La noticia es muy tranquilizadora, por más que yo no esperaba que el médico pudiera encontrar nada. A no ser que hubiera encontrado el corazón un poquito, pero muy poquita cosa, afectado ¿verdad, mi linda? Yo estoy estudiando, y aunque talvez no vaya al examen como yo desearía, espero defenderme lo mejor posible. No tengo más deseo que salvarlo aunque sea sin brillo. Si no hubiera tenido tantos inconvenientes, otra cosa sería. Ayer, cuando vine de Maroñas, tenía deseos de ir a preguntar yo por Ud. y los suyos, porque envidio a mi hermano que pudo verla y hablar con Ud. Pero me contuve, con gran esfuerzo, es cierto, y me fui a leer con un amigo mío que va a dar la misma materia que yo. El jueves voy a visitarla como siempre porque se me hacen muy pesados estos días en que no veo a mi noviecita adorada.

Estoy tan acostumbrado a emplear el Ud. que, aunque quise emplear el tú en esta carta, aún exponiéndome a un rezongo de mi encantito, no me di cuenta de que estaba usando la primera forma.

¿Se enojará mi tesoro si le digo: Te quiero? Si se enoja cambiaré la forma y le diré: Te adoro. Adiós. No te escribo más porque me voy a estudiar. Si tu lindo retrato te dijera cuántas veces lo miro al acordarme de ti... Hasta el jueves, cariñito mío. Te adora tu José.

JOSÉ Y FELICITA – UNA HISTORIA DE AMOR - 1927

43

47.- Carta Montevideo, Reyes de 1927 [5 enero, miércoles por la noche] “¿Qué traerán los reyes a mi princesita?”... “Tu José que te adora y espera ser el Rey Mago de tu dicha” Felicita mía, reina de mi alma: ¿Qué traerán los reyes a mi princesita? ¿Oro, incienso, mirra? ¿Sándalo, maderas de áloe, perfumes o acaso un juguete, un lindo juguete en forma de corazón, con un complicado mecanismo que diga “Te quiero”? ¿Qué preferiría mi encanto para regalo en su zapato y qué pediría a los magos que pusieran en el mío? La estrella que guió a los Reyes de Betlehem marcaba la iniciación de una era de amor y de felicidad que derramó el Galileo1 entre las almas sencillas. La luz de tus ojos fue la estrella que me guió a tu corazón, donde hallé el amor. Que los Reyes mantengan encendida año a año esa luz en tus ojos, cada vez más viva y más pura y límpida para alegría de mi alma. Que pongan el oro de mi corazón sin doblez y de mis buenos pensamientos en tu zapato; que pongan mi alma como un pebetero para quemar incienso y mirra en tu homenaje. Que pongan salud y belleza y felicidad para ti y los tuyos y que dejen esperanza inmortal, ilusiones bellas, afectos caros, sentimientos puros y nobles, sonrisas promisorias, deliciosos ensueños... y más aún, lo que yo pido para mí: un amor sincero y grande. Yo quiero que te dejen juventud del alma, que no se marchita nunca y esa deliciosa puerilidad que te hace tan femenina y adorable. Pero los pobres Reyes no podrán nunca, a pesar de las riquezas que agravan el paso de sus dromedarios, dejarte todo lo que yo quisiera para ti. ¿Podrían ellos darte la alegría que causa una palabra cariñosa, un “Te adoro” dicho al oído, ni la emoción soberana de un minuto durante el cual los corazones son un solo corazón y las almas son una? ¿Podría un rey de ellos, el más rico, o el más sabio, o el más fuerte, darte con más unción y cariño que yo, con más respeto, con más ciega adoración este pobre beso que tiembla en mis labios sin salir jamás de ellos? ¿Podrían darte las satisfacciones que espero darte yo? ¿Podrían comunicarte la firmeza de espíritu que te dará mi amor para compartir conmigo, cuando lleguen, las preocupaciones y las penas? Pero de todos modos yo deseo que toda la ventura y la dicha que puedan dejarte los Reyes a su paso sean duraderas ¡y si supieras cómo lo deseo!... Lo deseo tanto como lo desearía para mí si el recuerdo de otros tiempos no me amargara un poco el ánimo ¿Qué otra cosa podrán traerme esta noche que no sean recuerdos? Ya lo dijo un poeta: Nessun maggior dolor che ricordarsi del tempo passato... Perdóname, queridita mía. Casi sin darme cuenta incurrí en el error de entristecerme. Es, algunas veces, superior a mí y yo te necesitaría siempre a mi lado para estar contento. ¿Qué querrías tú que le dejaran los Reyes a tu novio? Me gustaría saberlo. Adiós mi única y muy querida. Que los Reyes te dejen un montón de felicidades, tan grande, tan grande, que le llegue de rebote a tu José que te adora y espera ser el Rey Mago de tu dicha. 48.- Tarjeta de Felicita Montevideo, 6 de enero de 1927 [jueves] En el día de Reyes Nuestro buen amiguito:

1 “El Galileo” era la designación que daba a Jesús Ernesto Renán en su obra La Vida de Jesús

JOSÉ Y FELICITA – UNA HISTORIA DE AMOR - 1927

44

os

n el sobre:] Sr. José N. N.. – Millán 2788 (Soulier de Felicita)

l amor. Y espera confiada n el esfuerzo mío que me permitirá realizar todo lo que yo deseo”

re,

ta

ue

a la e

do seas mi mujercita adorada nuestra dicha hará feliz a tu mamá,

a.

.

es lo

, el

lo

e te amaré de tal

Habiendo buscado en vano su domicilio y no queriendo dejar de hacernos presente, va esta muñequita2 a decirle que le aseguramos el cariño de Felicita.... (por este año) siempre que Ud. sea tan consecuente como aparenta. Nuestra misión queda cumplida y nos despedimos augurándole un gran éxito en la empresa por Ud. emprendida Los Reyes Magde 1927 [E 49.- Carta Montevideo, 12 de enero de 1927 [miércoles] “Desea firmemente el advenimiento de esa época de felicidad que nos espera, porque desear es un principio de realización. Acompáñame en el desear como en ee Noviecita mía, cariñito lindo: Anoche llevaba yo la intención de anunciarte que te escribiría hoy; tú te adelantaste apedírmelo y tal vez creas que sin tu pedido yo no te escribiría. No es así. Aún sin que me lo solicitaras yo te habría escrito, mi tesoro adorado, porque sé cuánto vale, para quien quieuna frase cariñosa, una demostración de cariño en circunstancias difíciles como son las actuales para ti. No estás sola en tu aflicción mi reina, y a los deseos de todos por la pronmejoría de tu mamá yo agrego los míos, sincerísimos, para que con la salud de tu mamávuelva la tranquilidad a tu espíritu y pueda verte otra vez feliz, sonriente, como en otro tiempo. Yo quiero mucho a tu mamá, Felicita mía, y si como decías tú, tenías una defensora en mi madre, yo he tenido también una defensora en la tuya, que me protegió siempre porqtu cariño me representaba ante ella casi como un hijo. Yo quisiera darle la satisfacción de verte feliz. Comprendo que esa sea la aspiración de tu mamá que, como buena madre, desefelicidad de sus hijos. Por ti y por mí deseo que tu mamá sea testigo por mucho tiempo dnuestra felicidad. Cuansatisfecha de su obra. Pero más feliz me sentiré yo si veo lucir el contento en tus ojos y por eso ahora me causa tristeza ver esos ojos donde yo me miro a veces, empañados por la tristeza. La mayor recompensa a mis esfuerzos sería ver alejada de tus pupilas esa expresión que causa la penPero mientras llega ese día feliz piensa que yo te acompaño siempre en tus penas y en tus regocijos, que yo, amándote muchísimo, siento como mías tus alegrías y tus penas porque tú las sientes. Yo me adelante al tiempo. Mañana seremos dos compañeros en la vida, unidos porel amor más grande, con una sola alma y con los mismos afectos, sintiendo del mismo modoYo me identifico, por lo tanto, contigo en el sentir y en el pensar ya que esta identidad que une los corazones y las mentes. Recuerda que siempre tu José te acompañará y te ayudará, que será en lo futuro tu guía y tu apoyo más fuerte porque te quiere y desea que túllenes su vida con tu amor. Nunca estarás sola. Siempre estará a tu lado el brazo mío para sostenerte, para realizar el mandato de mi corazón y de mi cerebro que me ordenan amarte, respetarte, defenderte como a lo más caro en el mundo. El más preciado timbre de honormás noble blasón, es par mí ser tu ayuda y tu sostén, el poseedor de tu confianza y a no defraudarte se encamina mi esfuerzo. ¿Cómo no he de quererte si tú has sido todo para mí y seguirás siendo hasta el fin de mis días? Yo he de ser tu guía porque tú fuiste como una luz que me alumbró el camino cuando yo necesité de ella. He de ser tu sostén porque tu amor msostuvo cuando vacilaba. Quiero ser todo para ti. Y lo seré. Te querré tanto, modo que tú me amarás también con locura, como yo quiero que me ames.

2 Alude a la imagen colorida impresa en la tarjeta que representa una niña sonriente, de amplia capelina abrazando un gran ramo de flores y con un paraguas bajo el brazo

JOSÉ Y FELICITA – UNA HISTORIA DE AMOR - 1927

45

o ; y en todo momento piensa: “José me adora”.

.

ejore pronto. Mis hermanas te saludan y desean una rápida ejoría de tu mamá. Adiós. Luego pasaré a las nueve para saber algo de la enferma. Te quiero

s. Siempre tuyo.

ada que no permite una intervención irecta yo aplaudiría el proyecto de mudarse de casa”... “No dudes nunca de mi cariño por ti

n pueda pretender inculcarte la duda”.

go provechoso en el día. Y omo p ,

a

te r

ás llegar para ti los más bellos días de tu vida. Yo, que soy poco ahora, aspiro a ser el hombre

Confía en que vendrán días mejores, Felicita adorada. Desea firmemente el advenimiento de esa época de felicidad que nos espera, porque desear es un principio de realización. Acompáñame en el desear como en el amor. Y espera confiada en el esfuerzo míque me permitirá realizar todo lo que yo deseoYo, por mi parte, lucho, espero y digo: “Algún día será...” pensando en ti. Adiós, alma míaTe idolatra hoy y te adorará siempre tu José. Anoche estuve con tu tía Clotilde que había ido a ver a tu abuelita. Mandó recuerdos para todos y desea que tu mamá mmcada vez má 50.- Carta Montevideo, 18 de enero de 1927 [martes] “Si tu tía se empeñara en mortificarte en esa forma veldaunque alguie Queridísima: Te escribo en este papel porque recién ahora, al ir a escribirte, veo que se me terminó el otro y no tengo tiempo para ir a buscar otro. Hoy, querida de mi alma he tenido mucho trabajo pues he estudiado mucho y a pesar del cansancio que me produjo estoy contento porque he hecho alc remio pienso en ti largamente... Algún día yo recibiré de ti otro premio más valiosopero al pensarlo ahora se me ocurre que el tiempo va despacio. Me dejó muy contento la idea de tu mamá de mudarse de casa. Tú tendrías así una mayor libertad en tus actos y éstos estarían bajo la vigilancia de tu mamá; vigilancia más comprensiva, más bondadosa y sobre todo mejor intencionada que la de otras personas. No estarías expuesta a ciertas inconveniencias que te disgustan, que disgustan a tu mamá y medisgustan a mí. Yo temo que el no haber querido ir a Colonia Suiza te acarree algunos de esospequeños disgustos que tenías antes con tanta frecuencia. Pero contra eso te defenderá mi cariño, mi cariño tan grande y tan noble. Yo estoy dispuesto a defenderte, Felicita mía, en lmedida de lo posible. Te digo esto porque con la vuelta de tu tía Sara, han vuelto a renacer temores que yo creí muertos para siempre. Talvez no ocurra nada, tal vez tu tía se muestre ahora más prudente que antes y podamos seguir queriéndonos como antes de su regreso. Pero si no fuera así, si tu tía se empeñara en mortificarte en esa forma velada que no permite una intervención directa yo aplaudiría el proyecto de mudarse de casa. De cualquier modo que sea yo quiero que tú confíes en mí y me digas lo que a tu juicio debes decirme, sin ocultarme nada por el temor de que me enoje. Ahora que tú sabes que yo te quiero y frente a la posibilidad de que sufras yo quiero ser tu confidente para darte ánimos y consuelos a ti ya que tú me los disa mí cuando tuve necesidad de ellos. Y en cualquier circunstancia piensa en que mi cariño poti es muy grande, que yo te quiero muchísimo, aunque tú puedas haber pensado lo contrariohace poco. No dudes nunca de mi cariño por ti aunque alguien pueda pretender inculcarte laduda; más que nunca necesitas tener fe y creer en mí ahora, cuando mi esfuerzo me acerca poco a poco a ti. Si tú piensas en mí como yo en ti nada podrá separarnos y teniendo en tu corazón un cariño semejante al mío, todo lo que hagan los demás o las circunstancias será incapaz de hacer3 que nos amemos. Espera, como lo hago yo, a que mi trabajo me permita hacer de ti mi compañerita buena y linda; espera a que el tiempo me haga digno de ti y ver

3 José escribe hacer por impedir. Un lapsus por la fatiga de que habla más arriba

JOSÉ Y FELICITA – UNA HISTORIA DE AMOR - 1927

46

esta pronto. Tú, recibe la

o que puede ir en una carta. Decirte que doro. Siempre tuyo.

l margen:] ¡Cariñito mío!...

se entrometa nadie que no sean tus padres... que nadie vaya a revolver lo que no importa”

ecir

para

e

mi

e la ata de

a no es posible eso, confío en tu buen criterio para

y

feliz que te haga dichosa. Ese será mi premio. Verte feliz, sonriente, confiada, cariñosa y querida. Adiós. Dale recuerdos a tu mamá y dile que deseo verla repuseguridad del cariño que te tengo y piensa que sólo a ti ama tu José. Recuerdos de mis hermanas. Te mando todo el cariñte quiero es poco. Más aún, te a[A 51.- Carta Montevideo, 23 de enero de 1927 [domingo] “Tú me demuestras que no tienes fe en mí”... “A pesar de que haya quien trate de presentarme bajo otro aspecto, tú no debes dudar nunca de mi sinceridad”... “Deseo que en tus cosas no le Queridita mía, noviecita linda: Te escribo hoy, como te lo había anunciado el jueves. Pero si supieras qué intenso, qtiránico es el deseo que tengo de verte!... Me gustaría ahora estar a tu lado, reina mía, paradecirte una vez más que te quiero con todo el cariño que puede sentir un hombre por unamujer, que te adoro y que deseo tenerte siempre a mi lado. Todo eso, todas esas tiernas tonterías que se me ocurren y que yo te digo siempre, sin otro valor que el valor que les da la sinceridad con que te las digo y la emoción profunda que traducen. Todo eso que te hace dque cuando la limosna es grande... Si antes desconfiabas porque yo no te daba pruebas de cariño y ahora desconfías porque te las doy, adorable desconfiada ¿qué tendré que hacer que tengas fe en mí? ¿Soy, según tu opinión, tan mentiroso que en más de un año no he merecido tu confianza? Tú no quieres que yo diga “cuando yo sea digno de ti” pero yo creo que debo decirlo aún porque tú me demuestras, al hacerme ver que todavía no he merecido tu confianza que no tienes fe en mí. Yo sé que tú me quieres pero creo que tu cariño es demasiado receloso para manifestarse; muchas veces calmo mi impaciencia pensando en qutú me has dicho que cuando te convenzas de mi amor yo seré el hombre más feliz. Cuánta ternura encontraré en ti el día en que creas en mi amor si ahora eres tan avara y guardas tancelosamente esa ternura! Cuántas bellezas, cuántos tesoros de amor podré apreciar cuando abras tu corazón a mi cariño, sin recelos, sin desconfianzas... Y todo será mío, todo será el premio a mi esfuerzo, a mi dedicación, a mi consecuencia, que no son aparentes sino reales. A pesar de que haya quien trate de presentarme bajo otro aspecto, tú no debes dudar nunca de sinceridad. No hagas caso de todas esas pequeñas incidencias con que tratan de molestarte porque tú estás muy por encima de ciertas personas que no tienen otra guía en sus actos qumezquindad propia. Yo bien quisiera verte libre de esa influencia perniciosa que trejercerse en ti, pero como ahorcontrarrestarla en lo posible. Yo sé que esta carta te comprometerá como la otra frente a tu tía. Pero quiero que la guardes como a la otra. Yo no te recordé el jueves para que me la dieras porque deseo que entus cosas no se entrometa nadie que no sean tus padres. Quiero que hagas valer tu derecho atener tus cosas sin que nadie vaya a revolver lo que no le importa. ¿Es que hasta en lo másíntimo, en las cartas de tu novio, donde sólo tu mamá podría intervenir, ha de ejercerse la vigilancia malintencionada? No lo toleres, Felicita. Exige a quien pretende imponerte normas en tu sentir sin tener la autoridad de padre ni la buena intención de la amistad, que respete tudecisión en asuntos de sentimientos. Si tú con firmeza delicada, impones tu voluntad, no se atreverán ya a molestarte. Ese es mi consejo y creo que tengo el derecho de dártelo porque debo defender tu cariño contra todo lo que pretenda arrebatármelo. Yo pienso muchas veces envidio la suerte que tienen otros al no encontrar voluntades ajenas empeñadas en perturbar

JOSÉ Y FELICITA – UNA HISTORIA DE AMOR - 1927

47e

e el día. ucho no podré escribirte, pero de cualquier modo, haré un esfuerzo para

scribir

o, dorada Felicita. Dale recuerdos a tu

idolatra y te adora siempre tu José. ariñito mío!...

illo y además porque no quiero que tu mamá ande subiendo y ajando esa escalera por mí.”

ingo.

e.

cillo y además porque

ía así el gusto de ver a mi encantito lindo. Me parece que

me uelva a cenar, y antes de ir a tu casa, te escribiré otro poco. Te

te

,

re

tanto, tanto, que por ti he vuelto a ser el muchacho decidido y emprendedor que era antes. Si

sus amores. Tu prima Chichita y Artigas, por ejemplo, me causan envidia. Los envidio porqunadie va a interponerse entre ellos. ¿Cuándo estaremos así nosotros? Y ahora, con tu mamá enferma, sin poder vernos más que un día a la semana, qué largos son los días... Si Uds. salieran alguna noche de visita podríamos vernos aunque fuera unos minutos. El viernes de noche pasé por tu casa porque como la noche estaba tan linda creía que saldrías a la azotea. Ahora pasaré el martes a las nueve y cuarto. Ojalá te vea. Mándame decir algo con Osvaldito que yo talvez te mande una carta. No te lo aseguro, porque todo será según como pasSi estudio me te. Ahora, como es tarde voy a terminar. Deseo que pases bien todos estos días que nos separan del jueves; que no tengas preocupaciones ni tristezas, que pienses mucho en mí. Ypor mi parte, voy a estudiar y a pensar mucho en mi amamá. Adiós. TeC 52.- Carta Montevideo, 25 de enero de 1927 [martes] “Quiero pedirte que cuando yo vaya el jueves me recibas arriba, en tu casa. Me gusta más porque es más íntimo, más sencb Queridísima Felicita: Deseo que te hayas divertido mucho en la función del teatro adonde fuiste el dom¡Cuánto deseé ir para poder verte! Si no hubiera tenido un luto tan reciente 4 te hubiera seguido discretamente y hubiera ido al teatro para verte, aunque fuera de lejos. No podrás imaginarte cómo te extraño. Para que el tiempo pase más velozmente estudio todo el día. Esta carta te la escribo en una escapada que hago; enseguida de almorzar me he puesto a escribirtSi pudiera verte!... Antes que se me olvide quiero pedirte que cuando yo vaya el jueves me recibas arriba, en tu casa. Me gusta más porque es más íntimo, más senno quiero que tu mamá ande subiendo y bajando esa escalera por mí. El domingo, de vuelta a casa, estuve conversando con tu prima Laurita y me dijo que todas ellas pensaban que esa escalera es un tormento para tu mamá. Tu abuelita estaba con un poco de dolor de cabeza ¿No vendrás a verla una noche de éstas? Si me avisaras podría verte una noche en la casa de ella y tendrhace tanto tiempo que no te veo... Por ahora, mi noviecita querida, termino. Me voy a estudiar con mi compañero queespera a las dos. Cuando vadora, linda mía, tu José. Ya de vuelta, un momento antes de cenar, reanudo la carta que interrumpí hoy para irme a estudiar. ¿Pensarás todavía que no me acuerdo de ti? Ya ves; los momentos que tengo libres los dedico a ti, reina mía. No podrás seguir creyendo, por lo tanto, que no pienso en ti y con esa convicción me tendrás un poquito de confianza. Necesito que seas muy cariñosa conmigoFelicita adorada, como yo lo soy contigo. En reciprocidad, cuando yo vaya el jueves tendrás que esforzarte en vencer ese impulso que hace que retires tu mano de la mía. ¿Lo harás? Mi hermana me pregunta en este momento por ti y te manda recuerdos y desea que tu mamá se halle bien. Yo pienso en ti ahora y te aseguro que si pudiera hacerlo... me metería en el sobe iría, en lugar de esta carta, a decirte que te quiero con locura, que te adoro, que te quiero

4 José guardó duelo riguroso por sus padres vistiendo de negro. Por ese motivo sus compañeros le llamaban “el viudito”.

JOSÉ Y FELICITA – UNA HISTORIA DE AMOR - 1927

48hoy me faltara tu cariño, vida mía, ¿qué sería de mí? Ojalá me quieras siempre, como te quiero y te querré siempre. ¿Tienes muchas cosas para contarme el jueves? No dudo de que tendrás mucho para referirme del teatro, de tus paseos o de lo que te haya sucedido. Adiós. Por suerte no faltan más que dos días para el jueves. Te adora hoy siempre tu José que sólo te quiere a ti. Adiós mi encantito lindo. 53.- Carta Montevideo, 1º de febrero de 1927 [martes] “No siento tanto estar enfermo como no poder verte”... “tú has de escribirme una carta, una carta larga y muy cariñosa”... “Hoy te corresponde a ti alentarme un poco. Debes hacerlo, Felicita mía” Cariñito: Nunca como ahora he lamentado tanto una indisposición que me impide verte, y si bien la molestia que experimento es grande, más grande aún es el fastidio que me causa no poder ir a visitarte. En una palabra, no siento tanto estar enfermo como no poder verte. Es tan necesario para mí oírte decir que me quieres que hoy estoy lleno de desazón y de inquietud con sólo pensar que no tendré la gran alegría de verte y de decirte todo lo que podría decirte. Pero he de tener paciencia y para fortalecer mi poco desarrollada facultad de esperar espero, espero,... que tú has de escribirme una carta, una carta larga y muy cariñosa, para justificar tu expresión de que yo soy “tu mimosito”. En la absoluta inacción a que estoy condenado yo, que soy tan inquieto y activo, añoro los paseos, los largos paseos donde tú y yo poníamos de manifiesto ante todos, nuestro cariño. Estudio, aún cuando el fastidio de estar sin poder moverme hace poco agradable el estudio en tan malas condiciones. ¡Ojalá esté sano pronto! Podré, así, dedicarme a mis ocupaciones que están algo descuidadas. Compadezco enormemente a Cata, ahora que sé, por mi experiencia, qué aburrida es esta quietud, aunque los motivos son distintos. Y deseo mucho que te hayas divertido en tu paseo con tu prima ¡Te divertiste! Cuéntame algo de lo que hayas visto o de lo que hayas oído y que tú creas de interés. Estoy casi ignorante de todo y sólo me entero de algunas noticias de los periódicos. Me falta un poco de cariño de mi Felicita, de mi adorada, y espero que tú me darás un poco en tu carta, ¿verdad cariñito? Hoy te corresponde a ti alentarme un poco. Debes hacerlo, Felicita mía. Tú sabes la alegría que causa en estos momentos recibir una prueba de que tú piensas en mí casi tanto como yo pienso en ti. Pensarás que esta carta es un poco fría y poco expresiva. No pienses que por eso te quiero menos. Pero como no tengo nada de nuevo que contarte solo tendría que repetirte cosas viejas y de esas cosas viejas lo que más me interesa que es mi amor hacia ti. Pero ¿no te fastidiará que yo te repita lo que tantas veces te he dicho? No todo lo viejo es como el vino añejo, que aumenta de valor con el tiempo, y quien sabe si a ti te gusta que yo use expresiones ya tan viejas como “te quiero” o “te adoro”. De cualquier modo, te quiero cada vez más, y hoy, que un impedimento domina mi voluntad aprecio más aún lo mucho que te quiero. ¿Te gustó la dedicatoria del retrato? Espero que me escribas lo más pronto que puedas. Adiós. Da recuerdos a los tuyos de mi parte y de mis hermanas. Tú recibe la seguridad del cariño grandísimo de tu José. 54.- Carta Montevideo, 8 de febrero de 1927 [martes] “Tú sabes bien que yo te quiero mucho más de lo que dejen traslucir unas palabras escritas en mi retrato... Yo te diré todavía muchas veces que te quiero y mis actos te darán mayores

JOSÉ Y FELICITA – UNA HISTORIA DE AMOR - 1927

49satisfacciones que las que pueda darte mi retrato. Recíbelo, pues, como vulgarmente se dice, a cuanta de mayor cantidad” Queridita: Yo dejaba para el próximo jueves escribirte la dedicatoria en el retrato; quería que tú me dijeras dónde y qué te escribiría. No quería que la dedicatoria fuese ni muy vehemente ni muy ceremoniosa; quería que no pareciese extremosa a quienes la leyeran, ni fría cuando la leyeras tú. En fin ¡es tan difícil encerrar tantas cosas, contemplar tantos deseos en unas pocas líneas!... Esperaba que tú me ayudarías en este trance y que pensando los dos juntos hallaríamos la solución más acertada; pero me dejas solo y tengo que salir solo del paso. Y es difícil, muy difícil ¿Cómo escribiré? ¿”Cariñito mío”? Sería muy lindo pero tal vez pareciera prematuro. ¿”Estimada señorita”? Sería ridículo entre nosotros que nos queremos tanto. Me resigno, pues, a escribirte una dedicatoria que tal vez te parezca un poco formulista. Pero no juzgues por ella. Aunque en la dedicatoria tendré en cuenta normas que deforman la expresión del sentimiento y limitan su expresión, tú sabes bien que yo te quiero mucho más de lo que dejen traslucir unas palabras escritas en mi retrato. Yo te diré todavía muchas veces que te quiero y mis actos te darán mayores satisfacciones que las que pueda darte mi retrato. Recíbelo, pues, como vulgarmente se dice, a cuanta de mayor cantidad. No sé si podré ir el jueves. No he experimentado mejoría y como el domingo fui a trabajar no llevo trazas de mejorarme. Hoy vendrá el médico y veremos qué opina. Si no puedo ir a verte el jueves, amorcito lindo, te escribiré y te mandaré la carta a tu casa o a la de tu tía Anita, según quieras tú. Saluda a los tuyos de mi parte. Tú no te preocupes y piensa solamente en que te quiero mucho. Yo quiero que estés tranquila. Adiós. Te adora tu José. Mi nueva dirección es Justicia 1950. Adiós, otra vez. Te quiero mucho, tesorito mío. 55.- Carta Montevideo, 12 de febrero de 1927 [sábado] “Espero que el martes estaré bien y podré calzarme... No quiero ir rengo a verte”... “Ayer esperaba carta tuya pero como no me escribiste me extrañó no hubieras tenido en cuenta mi pedido de que me escribieras. Pero como sé que te has divertido considero bien invertido tu tiempo y pienso que es preferible que te diviertas y distraigas. Yo puedo esperar ¿verdad?”... Queridita mía: Te escribo ésta apurado porque Osvaldito espera. Yo estoy casi bien y hoy fui a almorzar a casa de un amigo, donde, sin cumplimientos, estoy como en mi casa. Imagínate, fui en zapatillas. Espero que el martes estaré bien y podré calzarme; entonces iré a verte pues estoy deseoso de estar a tu lado y charlar contigo. Iré, como siempre, a decirte que te quiero mucho, junto con todas esas tonterías que a nosotros nos parecen tan interesantes. Ayer esperaba carta tuya pero como no me escribiste me extrañó no hubieras tenido en cuenta mi pedido de que me escribieras. Pero como sé que te has divertido considero bien invertido tu tiempo y pienso que es preferible que te diviertas y distraigas. Yo puedo esperar ¿verdad? Mañana iré a trabajar a Maroñas, de modo que si tú quieres mandar a Osvaldito a las seis de la tarde te escribiré más detenidamente y te enviaré carta con él. También si quieres escribirme y mandarme la carta me darás una gran alegría. Yo no me ofrezco a enviarte la carta porque no sé si te encontrará en tu casa. Si quieres que te escriba a casa de tu tía Anita puedo hacerlo. Sería preferible que cuando me mandes decir algo me lo escribas en una tarjetita aunque sea porque a veces los errores de transmisión de tu hermanito me ponen inquieto. Te repito, queridita mía, que la carta de mañana será mejor y

JOSÉ Y FELICITA – UNA HISTORIA DE AMOR - 1927

50

más digna de ti. Hoy te escribo apurado y no puedo ser tan extenso como quisiera. A pesar e eso te envío en esta carta la expresión más ferviente de mi gran cariño hacia ti. Te quiero hoy como nunca y a través de la ausencia crece mi cariño cada vez más. No estés intranquila, pues yo ya estoy bien y te veré tan pronto como esté bien del todo. No quiero ir rengo a verte. Ten pues, paciencia, como la tengo yo, a pesar de todo lo que deseo verte. Iré pronto a mostrarte que ni el tiempo ni la distancia hacen disminuir el grandísimo cariño que por ti siente tu José. ¿Me escribirás mañana? Estaré todo el día en casa. Adiós. Te adoro y no quiero que estés inquieta. Piensa en que tú eres todo para mí. Tesorito lindo... 55 A.- : Carta de Felicita Sin fecha5 “Tienes que convencerte que ya, en mi vida, no hay para mí diversión ni alegrías de las que tú no formes parte. He formado de tu cariño mi religión, de tu personita adorable, he hecho un Dios que venero con la fe más santa y que unida a la fe que profeso al Divino Hacedor llenan de amor toda mi vida.” Cariñito mío: ¡Cuánto extraño no verte! ¡Cuánta falta me hacen tus palabras que llenan mi corazón de tanta alegría y que me templan para poder vivir a la espera de volverte a ver! Acompañé a tu retrato una cartita, creí no te había causado alegría, esto me lo probó el hecho de que no me la mencionaste, por eso no te escribí nuevamente mi queridito. Hoy te escribo y estoy contenta en hacerlo porque parece me lo pides en esta última, con gran interés, quiero complacerte y trataré de ser lo más extensa posible, además me siento más tranquila porque sé te encuentras mejor y con esto veo acercarse del día de volvernos a ver, pero te lo repito mi mimosito, una vez más, no vengas hasta que no estés completamente bien. Ahora se disipan mis penas, tú estás mejor, ya has podido ir de paseo y estarás más distraído y contento, yo he pasado tan mortificada todos estos días que en realidad me han sido eternos y tristes aunque mi adoradito está en la creencia que me he divertido y que he invertido de esta manera muy bien mi tiempo. ¿Que tú puedes esperar? Yo no lo creo así, cuando tú eres de mi amor lo principal. Tienes que convencerte que ya, en mi vida, no hay para mí diversión ni alegrías de las que tú no formes parte. He formado de tu cariño mi religión, de tu personita adorable, he hecho un Dios que venero con la fe más santa y que unida a la fe que profeso al Divino Hacedor llenan de amor toda mi vida. ¿Qué más puedo decirte? Convencido debes estar de que te quiero, que eres mi Rey, mi adoración constante y basta ya para que vivas confiado de este cariño que llena mi vida; quiera Dios darme la seguridad de que el tuyo es tal como el mío para ti. Yo estoy en lo de tía Anita donde recibí tu carta anoche ya muy tarde, esto me dejó más tranquila, hoy te escribo temprano y esta tarde irá ésta en busca de la tuya prometida que espero será tal como me la prometes. Beba te envía saludos; con ella hablo largo y tendido de ti y del ausente de ella a quien está esperando. Cariños con toda la ternura del alma de tu Felicita que te adora. A tus hermanitas, cariños.

5 Esta carta de Felicita, sin lugar ni fecha, parece ser respuesta a la anterior de José

JOSÉ Y FELICITA – UNA HISTORIA DE AMOR - 1927

5156.- Carta Montevideo, 13 de febrero de 1927 [domingo] “Yo te amaré así, desconfiadita linda. Y cuando tú te convenzas de que te quiero mucho, como pocos son capaces de amar, tal vez entonces tus finas manos dejarán de ser fugitivas y esbocen una caricia aún desconocida para mí.” Queridita de mi alma:

¿Por qué estabas tan inquieta y afligida? ¿Pensaste que en estos pocos días que pasamos sin vernos he dejado de quererte o te quiero menos? No, tontita linda. Nada de eso. Yo te quiero cada vez más y no bastaría toda mi vida para poder olvidarte. Está tu amor tan fuertemente grabado en mi corazón que no se borrará nunca de él; el perfume de juventud con que tu cariño ha embalsamado mi alma perdurará para siempre, no morirá nunca y hasta el aire me lo traerá, donde quiera que yo esté.

Yo no creí nunca que pudiera llegar a querer a una mujer como te quiero a ti. Lo que fue débil e inconsistente es hoy, por una transformación maravillosa, algo grande y fuerte. Es, por hacer un símil, algo así como el árbol nacido de una semilla. Endeble y frágil, desvalido y solo, nutre sus raíces con la savia de la tierra generosa y crece en un impulso formidable hacia el cielo, para descollar, fuerte y soberbio entre sus vecinos. Es él ahora quien protege y defiende aves, nidos, las mil formas de vida que lo erigen en su tutela. Es fuerte ahora. No teme al viento, ni al agua, y desafía el rayo. ¿Qué necesitó para llegar a ser tan fuerte? Agua, sol, aire. Así, Felicita mía, aquel cariño mío que por feliz intuición cultivé cuando era aún pequeño, se ha convertido en un amor grande y fuerte por tu influencia. Si tú lo alimentas como hasta ahora, si lo alumbra el sol de tus ojos, si lo envuelves en ese aire de gracia y encanto que emana de ti, crecerá cada día más y será más tarde tu más firme apoyo.

¿Te gusta el símil? ¿Te parece algo romántico, por no decir mucho o demasiado? No te asombre ni moleste un poco de literatura que yo introduzca en esta carta; ya tendrás tiempo de aburrirte o fastidiarte del prosaísmo de la vida que no tendría encanto alguno si no viniera el amor a hacerla amena con el jardín de flores rojas de las sonrisas de las mujeres y la luz de los ojos femeninos. Y cuando dentro de un hombre florece la ilusión y hay para él, de parte de una mujer, sonrisas y miradas francas y cariñosas y un beso a flor de labios como premio a su amor y una caricia oportuna y sedante... ¿qué otra cosa puede hacer ese hombre que no sea amar, adorar a esa mujer que crea para él un paraíso? Yo te amaré así, desconfiadita linda. Y cuando tú te convenzas de que te quiero mucho, como pocos son capaces de amar, tal vez entonces tus finas manos dejarán de ser fugitivas y esbocen una caricia aún desconocida para mí. Y cuando no haya más dudas en ti, tal vez entonces, adorada incrédula, tus brazos formen esa cadena que yo tanto ansío aunque represente la pérdida total de mi albedrío. Tal vez, tal vez un beso haga de mí un hombre feliz. ¿Te pareceré atrevido, audaz? No lo creo. Tal vez me juzgues impaciente y que me adelanto a lo que vendrá cuando la certidumbre de mi amor te haga más cariñosa. Sólo entonces tendrás razón para decirme “mimoso”; no ahora, cuando toda tu bondad, todo tu mimo consisten en poner una desinencia ito al fin de los adjetivos caprichoso, malo, etc.

A veces me pregunto si sólo yo deberé demostrar amor y hasta cuándo mis impaciencias, muy legítimas en todo enamorado, tendrán como freno aquél: “no te quejes José”. Pero te quiero tanto que acato tu voluntad demasiado rígida porque tú sabes bien cuán respetuoso y cortés he sido. Respeto tu voluntad como la voluntad de mi futura mujercita por más que nunca tendrías motivo de avergonzarte ni nada inconfesable porque contra mí mismo te protegen mi amor primero, mi caballerosidad después. Quiéreme mucho, encanto mío, como te quiero yo. Mi amor no tendrá falla ninguna y será siempre tuyo, mientras tú lo quieras. Con la seguridad de que te adoro quédate tranquila y sosegada. Yo iré a verte el martes a tu casa, pero si quieres que vaya a verte a casa de tu tía Anita, iré con muchísimo

JOSÉ Y FELICITA – UNA HISTORIA DE AMOR - 1927

52gusto. Así no tendrías que andar viajando de un lado a otro. Adiós, encanto de mi vida. Te quiero y te adoraré siempre. Piensa con cariño en tu José que te idolatra 57.- Carta Montevideo, 21 de febrero de 1927 [lunes] “Anoche... me quedé dormido, con el corazón lleno de una mezcla indefinible de amor y de tristeza... He notado un recrudecimiento de tus dudas... No he podido conseguir de ti el mínimo que exige el enamorado más respetuoso: cariño. Y esto, alma mía, es triste” Felicita mía, mi linda noviecita: Anoche, al ver que me mirabas, al irme, con un aire de desconsuelo que me llenaba el alma de tristeza, vine a casa dispuesto a escribirte. Pero estaba tan cansado, reinita de mi corazón, que preferí acostarme y meditar sobre lo que te escribiría hoy; y pensando, pensando... me quedé dormido, con el corazón lleno de una mezcla indefinible de amor y de tristeza. He notado un recrudecimiento de tus dudas, aquellas dudas que tanto te atormentaban y me atormentaban. Pero te aseguro, y en esto pongo toda mi franqueza, toda mi sinceridad, toda mi hombría, que no tienen razón de ser esas dudas y que si algo te hacer creer que yo te quiero menos o no te quiero, según deduzco de tus palabras, ese algo sólo existe en tu imaginación. Ahora me reprochas un silencio que no es tan grande que justifique tus suposiciones. Supones, y supones mal, que si yo paso unos minutos sin hablar, gozando del placer de estar a tu lado, mirándote y recreándome con la vista de tu gracia, supones, repito, que yo pienso en otras cosas. Esta suposición tuya encierra un error y un motivo de zozobra para ti y para mí. Encierra un error porque es un error pensar que yo, queriéndote locamente, deseando estar junto a ti, vaya a verte para pensar en otras cosas. Pero más que el error que significa pensar así, me alarma y me inquieta la naturaleza que das a esas otras cosas.

Si tú creyeras en mí, bastaría que yo te dijera: “Disipa esa duda; sólo te quiero a ti”, para que te serenaras. Pero no crees en mí, a pesar de todo lo que he hecho y de todo lo mucho que te quiero. Mi amor, que es evidente para todos los demás, no llega a disipar una duda a la que te aferras sin ver que hasta ahora no te ha dado ninguna satisfacción. La duda, que es legítima en ciencia y en todo lo que sea cerebral, no se justifica en amor ni debe existir en dominios del corazón.

Yo amo sin limitaciones, sin detenerme a pensar en que pueda ser engañado y al quererte a ti te amo ampliamente, sin miedo a un desengaño, porque el afecto no debe medirse cuando se da. Quien, como Amado Nervo, tiene “miedo de amar con locura” y se encastilla en la duda, demuestra un alma un poco débil y traduce hasta un poco de cobardía moral. No sea tu alma como el caracol que se estira fuera de su casa, para esconderse tan pronto como un pequeño inconveniente se presenta en el camino. ¿No sería para él más noble, más alto, ver el peligro que lo amenaza y sufrirlo estoicamente, que ser aplastado por el pie, oscuramente, dentro de su cáscara? Es más humano, más noble, amar sin poner limitaciones al sentimiento. Te digo esto porque creo que tú no quieres amarme tanto como podrías, de miedo a que yo no merezca más tarde tu amor. Prefiero creer que es el miedo lo que impide que te muestres tal como puedes y debes ser para mí. Miedo y no incapacidad para amarme. Esa es, según mi opinión, la causa de tu reserva.

Y tan reservada eres que me he preguntado a veces si mis palabras llegarían a tu corazón. En efecto aún en los momentos en que más rendido me mostré, en los momentos en que te hablaba con el corazón a flor de labio, cuando a veces la emoción me cortaba la voz diciéndote cómo te quiero y cuánto proyecto mío te tiene como núcleo, aún en esos momentos no te vi más cariñosa ni conmovida ni demostraste alegría ni gozo. Me oías. Tal vez en el fondo de tu alma había un placer y una alegría inmensos. Tal vez mi palabra despertase en tu

JOSÉ Y FELICITA – UNA HISTORIA DE AMOR - 1927

53corazón los más puros y dulces sentimientos. Pero yo no lo supe. No merecí que mi emoción, comunicada a ti, arrancase un poco ese velo que tiendes ante mí y que una palabra espontánea, cariñosa, me hiciese ver que tú sentías como yo y apreciabas mis sentimientos en el pobre valor que mi emoción les confería.

Tal vez este silencio mío que tú notas y extrañas, que te alarma tanto, obedezca a este casi convencimiento mío de que mi palabra no consigue despertar en ti eco alguno. Anoche me decías que yo no debía extrañar verte callada, porque lo habías sido desde el principio. Yo te dije que no me había acostumbrado a tu mutismo como quien se acostumbra a algo que no puede modificarse aunque desagrade. Tú sufres porque yo paso unos minutos callado. ¿Comprendes cuánto habré sufrido yo, sometido a esa inflexible norma de conducta que sigues para mí?

Desde el principio... Son tus mismas palabras. Tal como eras al principio para mí, eres hoy ¿Qué he adelantado? Nada. Al contrario, creo que me quieres hoy menos que antes. Hubo, hace poco tiempo, una temporada en que me despedías cariñosamente y había en tu labio un “Amor mío” que me llenaba de alegría. Me iba contento, alegre y al otro día había más encanto en mi vida. ¿Cuánto tiempo hace que no me dices nada? ¿Cuánto tiempo hace que ni contestas cuando te digo que te quiero? ¡Ah, Felicita mía!... Y tú crees tener derecho a llamarme desamorado y olvidadizo. Y tú te afliges cuando alguna vez me ves serio y sin sospechar cuán beneficiosa sería una palabra tuya te enojas y soy yo quien tiene que desvanecer esa nube que empaña tu expresión.

A veces, la mayor parte de las veces, después de pasar una semana sin verte, voy, ansioso, lleno de alegría, esperando que no tendré que preguntarte si me quieres, que tú me lo dirás espontáneamente... y me voy tal como vine, tal vez porque tú no creíste necesario decírmelo. Yo tengo que esforzarme en demostrarte que te quiero. A veces lo consigo y al preguntarte antes de irme si estás contenta y al contestarme “sí” yo tengo la satisfacción de haberte dejado contenta... pero nada más. Tú no te acuerdas de decirme nada y si yo no preguntara ¡quién sabe cuánto tiempo pasaría sin que te oyera decir que me quieres! Si tú me quieres sentirás alegría cuando te digo que te quiero y al describirte mi amor tal como lo siento. Pero no piensas nunca en que yo también deseo que tú me digas que me quieres; no piensas en la alegría que puedo sentir yo al oírte, cariñosa y enamorada, decirme que me quieres. Me dejas solo. Y tal vez pienses, al leer esta carta, que soy exigente o fastidioso. Bien sabes que no soy exigente, que mi impaciencia ha sido dominada por mi voluntad, que respeta tu concepto del amor. Poco te pido. Te he dado el máximo de mi parte. No he podido conseguir de ti el mínimo que exige el enamorado más respetuoso: cariño. Y esto, alma mía, es triste. Tú puedes hacer un examen de conciencia. Puedes consultar a tu mamá, planteándole el asunto imparcialmente y tú verás cómo me halla razón. ¿Tú quieres verme cada vez más enamorado de ti? Pues tu sistema de desconfianza y de reserva es malo. Cambia un poco. Sé menos reservada. Muéstrame que me quieres, que te interesa mi cariño, piensa que yo necesito un cariño de mujer; recuerda que no basta ser sino que hay que mostrar que se es. Hazme ver que aprecias mi dedicación, que te gusta que te diga lo que tanto te he dicho y entonces, querida mía, me verás cada vez más enamorado. Pero si no me dices nada, si a veces me hacer creer que estás aburrida, fastidiada, ¿qué aliciente, qué interés encontraré en decirte que te quiero si eso no te interesa o parece no interesarte? No te enojes por esto, alma de mi alma. No te lo digo para molestarte. Pero si tú meditas verás que tengo razón y como nada te cuesta ser un poco más afectuosa conmigo, siempre será tuyo mi cariño. De cualquier modo, tú eres siempre la mujer a quien más quiero. Todo yo soy un esclavo tuyo. Pienso en ti y te quiero, te quiero como loco. No quisiera que te causara pena lo que te he escrito y tus ojos, tus divinos ojos se empañaran nunca por mí. Si me escribieras diciéndome algo me aliviarías un poco el espíritu.

JOSÉ Y FELICITA – UNA HISTORIA DE AMOR - 1927

54 Adiós, vida mía; te quiero siempre y cada día más. Recibe todo el afecto y el amor más grande de tu José que te idolatra. 58.- Carta Montevideo, 25 de febrero de 1927 [viernes] “Me ha dejado inquieto el verte anoche indispuesta” Adorada Chelita: A pesar de que hubiera deseado poder escribirte con todo el detenimiento que mereces; no puedo hacer otra cosa que escribirte estas líneas a la ligera porque he pasado el día estudiando y se me ha hecho tarde. Discúlpame, pues, si no soy todo lo extenso que quiero. He pensado en ti muchas veces, más que de costumbre porque me ha dejado inquieto el verte anoche indispuesta; deseo y creo que estés mejor y que tu dolencia sea todo lo pasajera que sea posible. Si pensar que te quiero mucho te mejorara... ¿Veré, cuando vaya otra vez a verte, tus ojos adorados más animosos y vivaces? ¡Me apenaba tanto verte decaída, anoche, que hubiera dado lo que hubiera estado en mí dar para verte sana y alegre! Y es que te quiero tanto, Chelita queridísima, que no quisiera otra cosa que verte dichosa y alegre, siempre sonriente, para que tu sonrisa ilumine mi alma, que es toda tuya. Además, deseo que te compongas pronto porque no quisiera que pasaras enferma estos carnavales, los primeros que podemos pasar juntos algún día. Me gustaría pasar algunas noches de carnaval sentado junto a ti en la azotea. Será el tiempo que yo pase más contento de todo el carnaval porque pienso pasar los días estudiando. Y estudiando de día y teniendo de noche el contento de estar a tu lado ¿puedo invertir el tiempo de modo mejor? Te idolatro y te adoraré cada vez con más vehemencia. Tú lo verás y amarás con toda tu alma a tu José 59.- Carta Montevideo, 8 de marzo de 1927 [martes] “Fui nombrado profesor de Idioma Castellano. ¿Te alegras queridísima? Quisiera estar junto a ti ahora para ver reflejada en tus ojos la alegría” Chelita de mi alma: Te escribo ésta lleno de alegría porque quiero que te pongas contenta al saber que puedo darte aquella noticia, la buena noticia, que te anticipé la otra noche. El asunto del concurso se resolvió esta noche en el Consejo y en la sesión que se celebró fui nombrado profesor de Idioma Castellano. ¿Te alegras queridísima? Quisiera estar junto a ti ahora para ver reflejada en tus ojos la alegría y recibir con tu sonrisa tu aprobación y el premio a mi modesto esfuerzo. Te quiero y te querré siempre y mi primer pensamiento al recibir la buena noticia fue para ti, reinita mía, y así será siempre mientras yo viva y tú me quieras. [En escritura invertida entre líneas:] “Curiosa: ¿Por qué diste vuelta la hoja? Te adoro. Te adoro. Te adoro”. [Sigue escribiendo en el sentido normal:] Y no te digo más. Ahora me voy a dormir porque mañana tengo que levantarme a las cuatro a estudiar. Quiero que pienses en mí, que te adoro con toda el alma. Iré el jueves a charlar contigo de nuestras cosas, de mis proyectos, y de mi cariño, de tu cariño y de nuestro cariño. Y adiós, cariñito adorado. Hasta el jueves. Llegue hasta ti el cariño inmenso de tu José que te idolatra.

JOSÉ Y FELICITA – UNA HISTORIA DE AMOR - 1927

55

59 A.- Carta de Felicita Sin fecha6 “Has recibido mi mimosito, el premio a tus afanes y desvelos, bien merecías el honor de ser nombrado profesor” Encantito mío: Son las nueve de la noche, acabo de llegar a lo de Beba y me sorprende agradablemente tu cartita. ¡Qué alegría experimento! ¡Qué dicha tan grande al saber que estás contento y eres feliz! Te escribo ligerito; estoy nerviosa pensando que ya estas líneas debían estar en tu poder porque ya debía haberte dicho muchas cosas y felicitado: enviándote con mis felicitaciones mi cariño. Has recibido mi mimosito, el premio a tus afanes y desvelos, bien merecías el honor de ser nombrado profesor y tu Chelita se enorgullece, se siente feliz de su José adorado y pide para él un premio mayor, el premio que da la gloria. Deseo que veas siempre coronados tus afanes y si es que mi cariño te alienta, no te faltará jamás, hoy es grande y sincero, mañana será inmenso y formaré con él los lazos indisolubles que me harán adorarte hasta la eternidad. Cariñito mío, adiós, hasta siempre y con estas líneas recibe el corazón rebosante del cariño de tu Felicita. 60.- Carta Montevideo, 23 de marzo de 1927 [miércoles] “No basta a mi cariño hablarte por teléfono... puedo decirte en esta carta que te adoro, que te idolatro y en el teléfono, aunque quiera no puedo” Adorada Chelita: Quisiera que tu mamá esté ya bien de salud, para tu tranquilidad. Te escribo porque no basta a mi cariño hablarte por teléfono, sin poder decirte todo lo que podría decirte si no hubiera oídos indiscretos. Por lo menos una carta te lleva la seguridad de que pienso en ti y no permite ese estiramiento protocolar que hay cuando tú y yo nos encontramos al extremo de un hilo telefónico. Si quiero puedo decirte en esta carta que te adoro, que te idolatro y en el teléfono, aunque quiera no puedo. Y eso es para mí un suplicio ¿Y para ti? Te mando unas revistas. Con ellas podrás entretenerte estos días que pasas sin salir y tu mamá, cuando se canse de hacer labores, podría darles un vistazo. Yo estoy mejor del resfrío y espero esta mejor aún para mañana... ¡qué largas son estas horas! El miércoles es el día que pasa más lentamente, según mi apreciación ¡Y es que deseo tanto ver a mi reinita linda!... Adiós. Dale recuerdos míos a tu mamá y dile que deseo que mejore. Tú, adoradísima Chelita, recibe todo el cariño que en una carta puede mandarte tu José que te idolatra. 61.- Carta Montevideo, 1º de mayo de 1927 [domingo] “Mañana iré a ver a tu papá y hablaré con él. En la próxima carta te diré cuál fue nuestra conversación”... “Me preguntas si el Dios a que hago alusión en mi carta es el Dios tuyo” Amorcito mío:

6 Esta carta de Felicita, sin datos de lugar ni fecha, parece la respuesta a la anterior de José y es con toda posibilidad del miércoles nueve de marzo, pues al día siguiente, jueves diez, iban a encontrarse como de costumbre

JOSÉ Y FELICITA – UNA HISTORIA DE AMOR - 1927

56 Al fin llegó tu carta, tan deseada por mí. Y al fin llegó también el mes de mayo, y ya han de faltar pocos días para que estés aquí, en este Montevideo que no tiene encantos desde que faltas tú. Y creo que no ha de pasar mucho tiempo sin que yo pueda extasiarme a tu lado, oyéndote hablar, mirándote, hasta desquitarme de las pocas veces que he podido hacerlo en estos meses de separación. Volveré pronto a estar contigo, tu mano en mi mano, mirando esos ojos que no me cansaré nunca de ver, por bellos, por expresivos, por cariñosos y por dulces... Volveré a gozar de tu sonrisa que brota al entreabrirse tus labios, como escapada de la prisión de tu boca, dulcísima cárcel. Sentiré de nuevo la suavísima caricia de tu mano y volveré a oírte decir que me quieres. Y yo viviré pendiente de tu voluntad porque mi corazón es blanda cera entre tus manos. Pero tienes que venir pronto, adoradísima, porque yo vivo en una angustia y una intranquilidad grandísimas. Te extraño mucho, mi vida, y pienso que es bien cierto que muchas veces no se ven bien las cosas cuando las tenemos cerca. Fue necesaria esta separación para que descubriéramos hasta dónde llegaba nuestro cariño. Mas ya no es preciso que estemos lejos uno de otro y yo espero que pronto nos veremos. Es algo risible que nuestro deseo esté contenido y no pueda cuajar en la realidad porque al señor encargado no se le ocurra ir pronto por allá. Mañana iré a ver a tu papá y hablaré con él. En la próxima carta te diré cuál fue nuestra conversación. Me dices en tu carta que no lleve la bufanda a mi guardia, porque te lo contará todo. Si la bufanda te contara lo que siento, cómo te quiero y cuánto te extraño, tendrías motivo para estar contenta, mi negrita rica. Pero tú no pensaste eso. Pensaste que la bufanda podría contarte algo de esas guardias que, según parece, te intrigan mucho. Para tu tranquilidad te diré que ya terminaron, que ahora sólo me resta cobrarlas y que destinaré la mitad de ellas a nuestro fondo de economías. Tú guardarás ese dinero y así, interesándote en las guardias, terminarás por perder ese recelo que muestras ahora ¿quieres? Me preguntas si el Dios a que hago alusión en mi carta es el Dios tuyo. Claro está que sí, mi Diosa. Tengo que creer en un Dios que te hizo tan linda y tan buena, para que endulzaras la vida de este negro feo que te adora. Te agradezco que me hayas enviado el libro porque es un libro de consulta que leo con mucha frecuencia. ¿Le hizo bien el tónico a la hijita de Julia? Dame noticias tuyas que yo te daré más noticias en la próxima. Saluda a tu mamá y a Osvaldito y tú recibe el cariño grande de tu José que te quiere mucho. Adiós. mi cariñito. 62.- Carta Montevideo, 2 de mayo de 1927 [lunes] “Tus penas están encerradas en el corazón y mis argumentos no llegan más que al cerebro... Yo estoy templado para todo, querida de mi alma, y en la mayor desgracia me he mostrado fuerte, pero no sé lo que haría ante el derrumbe que en mi vida representaría que tú dejaras de quererme” Chelita adorada: Anoche fui a pasear por frente a tu casa como lo hacía antes y aunque esperé hasta las diez menos cuarto no pude verte. Solo vi una cabeza que asomó tras los vidrios pero que no era la tuya. Quería verte, adoradísima, quería verte para saber si estabas ya tranquila, si no había en ti aquella tristeza que te quedó al despedirnos el sábado. ¡Ah, negrita mía, queridita mía!... Tu sufrimiento es para mí tristeza, pesar, preocupación; te veo sufrir y no acierto a disipar esa pena que te embarga y al ver la inutilidad de mi esfuerzo me desespero y entristezco. Tú ves mi pena y te afliges más todavía. Y entonces estamos en un ciclo donde la preocupación y la tristeza del uno engendran la tristeza y la preocupación del otro. Y yo, que haría lo imposible por verte contenta, por ver en tus ojos la alegría de sentirte adorada tengo

JOSÉ Y FELICITA – UNA HISTORIA DE AMOR - 1927

57que limitarme a razonar contigo y argumentar con razones que te quiero, que te adoro, que tu preocupación es infundada, aunque sé bien que mis razones no tienen fuerza de convicción porque tus penas están encerradas en el corazón y mis argumentos no llegan más que al cerebro. ¡Pobre nenita mía que sufres por mí!... Si tú supieras que tu pena me martiriza y aflige, comprenderías que te quiero, porque sólo el amor nos hace compartir los sentimientos ajenos. Y cuando pensando en todo esto, llego a apreciar cómo estás de arraigada en mí, y pienso que tu tristeza pueda obedecer a un descontento que yo te cause, me aterroriza pensar que por ese camino llegues a dejar de quererme. Yo estoy templado para todo, querida de mi alma, y en la mayor desgracia me he mostrado fuerte, pero no sé lo que haría ante el derrumbe que en mi vida representaría esa contingencia. Ya ves, alma mía, cómo esta carta está impregnada de tristeza. Yo quisiera escribirte en otra forma, pero hoy, el pensamiento de que tú estás triste no me deja ver las cosas sino por su lado pesimista. En lugar de consolarte, esta carta va a apenarte más. Piensa, después de leerla, en que yo te adoro, que para mí no hay otra mujer que, como tú, llene mis más caras aspiraciones; que yo te quiero porque eres linda, buena y digna y porque mañana depositaré en ti mi fe, mi cariño y mi honor para que los guardes y conserves. Quiero verte. Luego iré por tu casa a las nueve. Si tú quisieras dejarme ver una sonrisa tuya que me haga comprender que no estás triste, estaré mucho más tranquilo. Anímate, pues, y pídele en mi nombre permiso a tu mamá para que vaya a charlar un momentito contigo. Te adora y piensa en ti, siempre, tu José. 63.- Carta Montevideo, 3 de junio de 1927 [viernes] “Mis palabras no llegan a tu corazón. Las detiene casi siempre esa coraza de duda que te reviste y que te hace inaccesible... al ver que no puedo desarraigar esa duda que te obsesiona me desespero... Esa duda, más que amor traduce amor propio hasta el punto de que tú, más que ser amada deseas no ser engañada” Adorada mía: Te escribo. Tal vez pienses, ahora, que yo no dejo de recordarte puesto que por lo menos, mientras te escribo debo pensar en ti. Y yo pienso que si una carta me acercó a ti otra carta puede acercarme aún más haciendo que tú creas un poco más lo que te digo. Los latinos decían: Verba volant, scripta manent. Las palabras vuelan, los escritos quedan. Parece que tú piensas como los latinos porque, y esto me ha sido tan doloroso comprobarlo como me es doloroso decirlo, mis palabras no llegan a tu corazón. Las detiene casi siempre esa coraza de duda que te reviste y que te hace inaccesible y además yo carezco de esa persuasión que podría ablandar tu esquiva reserva. Yo sé que dudas. Me lo has dicho muchas veces, tantas, que al ver que no puedo desarraigar esa duda que te obsesiona me desespero. Y tú encerrada en ti misma, no puedes medir ni apreciar esta desesperación silenciosa que se me anuda a veces en la garganta, como no has apreciado ni medido este amor mío, tan grande que se me sale por los ojos y te envuelve toda en una caricia cuando te miro. Pero te ciega, no el amor, sino esa duda que te hace ver deformados todos mis actos; y así cierra en tus oídos el camino que podría llevarme a tu corazón y paraliza la manifestación de tu cariño de tal modo que me hace creer que tu amor no existe. Y yo veo que esa duda, más que amor traduce amor propio hasta el punto de que tú, más que ser amada deseas no ser engañada. El verdadero amor no es así. Yo te quise mucho y te quiero más todavía. Pensar en la posibilidad de que dejaras de quererme por una causa u otra, me entristece, pero no hace que disminuya en nada mi cariño. Si yo te amara menos y sufriera un desengaño, el dolor sería pequeño pero aún así, por expuesto que estuviera a sufrirlo no dejaría de amarte lo más mínimo. Pero te amo, te quiero tanto, reina de mi vida,

JOSÉ Y FELICITA – UNA HISTORIA DE AMOR - 1927

58que haría por ti lo imposible. Todo menos dejar de quererte. Anoche estuve leyendo tus cartas. ¡Qué diferencia!... La más fría, la más ceremoniosa estaba llena de cariño. Parece que antes me querías más que ahora. Ah, Felicita... Qué poco te costaría mostrarte un poquito más cariñosa conmigo y cuánta alegría me proporcionarías si dejaras de considerarme tan poco digno de ser creído. Porque es indudable que no crees en mí. Si tú hubieras descubierto en mí cualidades de farsante, de embustero, se justificaría tu incredulidad; pero no te he dado motivo para seas tan obstinada en dudar. Al contrario, creo que mis procederes hasta hoy no han tenido nada de mezquino y creo también haberles impreso las características de la caballerosidad que me animó siempre. Tu frialdad, tu casi indiferencia de algunas veces me hacen sufrir. ¡Qué distinta estuviste anoche de como te vi el domingo!... Eras otra. ¿Y por qué? ¿Qué hice yo para que te molestaras hasta cuando te decía tesoro mío o mi queridita? Y dices que me quieres. Y cuando me lo dices miras hacia el techo o a las paredes y parece que tuvieras miedo de que yo leyera en tus ojos lo contrario. Y así, poco a poco, toda espontaneidad, toda expansión morirá entre nosotros y aunque nos amemos pareceremos dos extraños, dos visitas que hablarán de cosas triviales o importante con el empaque de personas demasiado serias, sin gozar de lo más hermoso del amor, una sonrisa amable, una mirada franca, serena, cariñosa, una caricia llena de ternura y en todo un deseo de felicidad junto a la persona amada. Y confianza... Confianza tuya en quien será mañana tu apoyo más decidido y tu más ferviente enamorado; confianza mía en la que será mi compañera para toda la vida, ayuda en mis trabajos y partícipe de todas mi alegrías y tristezas. Te amaré siempre si mi cariño es eficaz para que el contento ilumine esos ojazos tuyos que no me cansaría nunca de mirar a pesar de tus prohibiciones; esos ojos que son mi orgullo y que me guían muchas veces en tu alma. Te amaré siempre si con eso consigo que haya sonrisas en tu boca y alegría en el espíritu, caricias en las manos y amor, mucho amor en tu corazón. Mucho te amaré porque mucho espero de ti; porque en ti residen mis alegrías pues tú misma eres la alegría de mi espíritu. Te amaré con locura porque así te quiero ahora; porque no hay pensamiento elevado en mi que no se ilumine con tu influencia; porque no hay otra mujer en mi corazón, que es todo tuyo. Y te quiero mucho porque tú eres todo para mí. Tú serás siempre el amable retiro donde se refugia mi alma cansada de luchar para tomar nuevos bríos; tú serás, como eres ahora, el móvil y el motivo que llevan a la perfección; tú serás, siempre la única, la queridísima. Y al través del tiempo, cuando pasen unos tras otros los cumpleaños, mi amor, cada vez más grande, cada vez más fuerte te hará vivir horas de alegría inmensa como premio a este amor tuyo que es hoy mi única riqueza y mi más dulce esperanza. Sea esta carta, que te escribo ahora y que no he querido enviarte hoy, la mensajera, mañana, de mis deseos de felicidad para ti. Que ella te recuerde el amor que tan sinceramente te profeso y sea anunciadora de otras donde tú veas cómo te quiero. Adiós. Te idolatra tu José. 64.- Carta Montevideo, 5 de julio de 1927 [martes] “Este cariño nuestro pide que mañana nos veamos, porque yo sé que mañana cumples años... y tú no lo has querido. Y mañana todos podrán verte y felicitarte y desearte ventura y dicha, y yo, el hombre que más te quiere, no podré hacerlo” Nenita mía: Tu deseo de evitar que yo pudiera felicitarte en el día de tu cumpleaños me priva de verte y pasar a tu lado un rato y aunque aprecio tu delicadeza, delicadeza que nos obliga a ti y

JOSÉ Y FELICITA – UNA HISTORIA DE AMOR - 1927

59a mi a estar separados cuando debíamos estar juntos, pienso que bien pudiste decirme la verdad y después imponer las condiciones que quisieras. Ese tacto, esa previsión, esa delicadeza y ese deseo de evitarme todo compromiso te llevan hasta imponerte e imponerme el sacrificio de no vernos precisamente cuando más lo exige nuestro amor. Este cariño nuestro pide que mañana nos veamos, porque yo sé que mañana cumples años... y tú no lo has querido. Y mañana todos podrán verte y felicitarte y desearte ventura y dicha, y yo, el hombre que más te quiere, no podré hacerlo. ¿Quedarás acaso más satisfecha por eso? Yo sé que tú me quieres y sé que será un sacrificio para ti imponerme esta separación que, si el año pasado se justificaba, este año no puede justificarse porque la confianza y la intimidad entre nosotros han crecido al mismo tiempo que nuestro cariño. Si tú me hubieras dicho con entera franqueza todo lo que, sin duda, has pensado y yo supongo, me hubieras dejado contento porque me hubiera demostrado tanto cariño como franqueza. Y me complace ver en mi futura mujercita tanta discreción porque eso me prueba que tú sientes y conoces mis problemas y mi vida. Yo trataré de ser digno siempre de tu amor y tu confianza para que alegres algún día mi vida con tu cariño, para que seas a mi lado mi orgullo y mi esperanza. Si con amor puedo hacer tu felicidad, serás feliz, todo lo feliz u puede ser una mujer y si mi amor puede hacer que tu vida pase junto a la mía con sus dulzuras y sus penas; si puede hacer de nuestras voluntades una sola; si este grande, si este inmenso querer mío puede asegurarme para siempre el tuyo, yo te amaré siempre. Encantito: iré mañana miércoles a las nueve y estaré en la esquina. Si quieres que vaya a saludarte avísame con Osvaldito ¿Quieres? Te quiere muchísimo tu Negro. 65.- Carta Montevideo, 12 de julio de 1927 [martes] “Éste es un pretexto para ir a tu casa a verte, iré a buscar una jeringuita de inyecciones. Tú la preparas y a último momento yo me olvido de llevármela. ¿Comprendes?” Queridita mía: Me parece que hiciera un siglo que no te veo aunque hace apenas unos días, pero me había acostumbrado tanto a verte con frecuencia que ahora, alejado de ti y lejos de tu mirada dulce y luminosa, te extraño. Extraño la caricia de tu mano suave y deseo ardientemente verte de nuevo para, con tu mano en mi mano, decirte que te quiero mucho, muchísimo, tanto como puedo querer a mi noviecita linda y buena con toda el alma, como se quiere a la mujer compendio de todos los amores. No te veo desde el sábado. Lo único que mitiga mi añoranza es pensar que me quieres mucho y que mientras yo estudio y trabajo tú piensas un poco en tu negrito que te idolatra. ¿Verdad que piensas en mí, nenita adorada?

Mira, encantito. El jueves hay carreras y yo no sé si trabajaré o no. Si no trabajo, iré a verte a las cuatro. Si trabajo iré a verte por la noche a las ocho y media. Si me toca trabajar trataré de conformarme con el pensamiento de que te veré por la noche.

Desearía que tu papá se encontrase mejor de sus dolencias. Yo iré esta tarde a preguntar por él por si me necesitan para algo. Además, y éste es un pretexto para ir a tu casa a verte, iré a buscar una jeringuita de inyecciones. Tú la preparas y a último momento yo me olvido de llevármela. ¿Comprendes?

Bueno, amor mío. Hasta luego. Dales recuerdos a tus papás y tú recibe todo el cariño que en una carta puede mandarte tu José que te adora.

JOSÉ Y FELICITA – UNA HISTORIA DE AMOR - 1927

60

66.- Carta Montevideo, 19 de julio de 1927 [martes] “Tal vez entonces cesen de mortificarte al atacarme pues verán que te quiero y hago lo posible para merecerte”... “Cuando yo te veo enojada hasta el punto que no respondes a mi despedida siento pena”... “no agregues el enojo a la negativa”. Querida Chelita: Te escribo después de venir de la Facultad. Hoy he pasado la mañana y parte de la tarde en ella, trabajando en anatomía para ganar el curso y poder dar ese examen que me preocupa tanto. Será un paso adelante, uno de esos pasos lentos, pero seguros, que me llevarán a formarme una posición que me permita cumplir lo que libremente, y por impulso espontáneo de mi corazón, te he prometido. Tal vez entonces cesen de mortificarte al atacarme pues verán que te quiero y hago lo posible para merecerte. ¿Estás enojada todavía por lo de la otra noche? Yo creo que no debiste enojarte así, ni perpetuar hasta que me fui aquel gesto de enojo. Si cuando yo estoy serio tú me encuentras capaz de asustar a la gente, cuando yo te veo enojada hasta el punto que no respondes a mi despedida siento pena. Si yo te pido algo razonable y justo tú podrás negármelo pero no debes enojarte; si yo no merezco todavía lo que te pida posterga la concesión para cuando tú quieras, pero no te pongas así, no agregues el enojo a la negativa. Y si piensas que yo no te pedí nada, sino que hice una pregunta, reconocerás que no merecía aquel rigor. Yo te quiero mucho y este mismo cariño que siento por ti es lo que me hizo incurrir en tu desagrado la noche del domingo. Pero no hubo intención de ofenderte y en todos mis actos para contigo hay siempre el mayor de los respetos. No me creas malo. No atribuyas a un afán culpable lo que no es más que cariño sincero y considera lo que en realidad hay: una aspiración justa y lógica en todo enamorado. Piensa en que te adoro y que mi mayor aspiración es hacerte tan pronto como pueda, la compañera de mi vida. Adiós. Te adora tu José. 67.- Carta Montevideo, 26 de julio de 1927 [martes] “Me preocupa ver a mi novia, a mi futura mujercita, con amagos de enfermedad, y yo me quedaré con recelos hasta que no te vea bien sana.” Queridísima: Te escribo ésta porque no quiero que pienses que no me acuerdo de ti sino pocas veces. Hoy, martes, he estudiado buena parte de la tarde y aunque había determinado escribirte hoy, no quise hacerlo hasta terminar de estudiar una región de anatomía para mañana. Terminé de estudiarla y en seguida me puse a escribirte. Yo quisiera que te hubieras mejorado ya de aquel resfriado que tenías el domingo, así como tu mamá. Me inquieta la idea de que pueda enfermarse alguna de las dos, pues a la enfermedad de una se uniría el recargo en trabajo de la otra. Tu mamá estaba, según me pareció, algo engripada y con el recargo que tiene ahora sin la ayuda de María7 no puede cuidarse como debiera. Respecto de María, me dijo Andrión, un practicante amigo, del hospital, que sigue mucho mejor y que se cree que no será necesario operarla si sigue como hasta ahora. No hay, pues, temores de que se agrave, sino al contrario, esperanzas de que mejore pronto. Mi hermana Maruja8 sigue mejorando, mis hermanos siguen bien, y yo estoy del mismo modo. Yo tengo que ir al barrio Peñarol a visitar a mi tía y a mi abuela, porque hace meses que no las veo y ya me mandaron decir varias veces que vaya. Iré esta tarde a verlas y

7 María, era una joven, criada desde niña por la mamá de Felicita 8 Maruja, María del Pilar, hermana de José falleció en 1935 de tuberculosis pulmonar

JOSÉ Y FELICITA – UNA HISTORIA DE AMOR - 1927

61pasaré por tu casa entre siete y media y ocho menos cuarto, de regreso. Mandame noticias con Osvaldito de cómo te encuentras tú y cómo están los tuyos. Si Osvaldito espera un poco en la esquina de Millán y Vilardebó lo encontraré más o menos a la hora que te dije. Tú trata de cuidarte para que se te vaya ese principio de resfriado que te noté el domingo. Me preocupa ver a mi novia, a mi futura mujercita, con amagos de enfermedad, y yo me quedaré con recelos hasta que no te vea bien sana. Y me preocupa porque te quiero mucho, porque te adoro y cuando te veo abatida por un dolor me apeno. Yo quisiera verte siempre sonriente, contenta, sana, feliz, en una palabra y si de mí dependiera no tendrías nunca una sola contrariedad. Por verte llena de alegría haría yo lo imposible porque la mejor recompensa a mi esfuerzo sería una sonrisa de tus labios y una mirada cariñosa de esos ojos tuyos, tan elocuentes para mí, tan hermosos y adorables. Bueno, queridita de mi alma. Espero tener noticias tuyas esta noche. Recibe muchos cariños y la seguridad de que te amará siempre tu José. Recuerdos a todos los que pregunten por mí. 68.- Carta Montevideo, 9 de agosto de 1927 [martes] “Advertí, en el gesto con que me indicabas que me fuera, un poquito de rabia... vine en seguida a casa y me puse a escribirte para que mañana, cuando recibas esta carta, calmes algo de esa furia de nena mimosa”... “¿y si tú no me quisieras? ¿Si lo que tú crees ser amor fuera sólo una ilusión tuya?”... “pienso muchas veces involuntariamente en obstáculos ilusorios que no hacen otra cosa que preocuparme”. Queridita mía: Te hubiera escrito esta tarde, pero se me hizo tarde sin que te pudiera escribir. Esta noche no esperaba verte, pero a pesar de eso fui por tu casa y tuve la alegría de adivinarte en la azotea. Advertí en el gesto con que me indicabas que me fuera, un poquito de rabia por no haberte dado muestras, mediante una carta, de que pienso en ti. Así pues, vine en seguida a casa y me puse a escribirte para que mañana, cuando recibas esta carta, calmes algo de esa furia de nena mimosa a quien contrarían. Aplázala, pues, hasta el jueves y cuando yo vaya a verte toma en mí la venganza que quieras. La venganza es el placer de los dioses; tú eres mi diosa y tal vez sea dulce para ti vengarte en mí de esos momentos malos que te hago pasar. Pero recuerda que los dioses son magnánimos y perdonan a quien inadvertidamente los ofendió; tú, diosa mía, no seas menos grande que ellos y perdona también. Si es delicioso el mohín con que demuestras enojo; si tu expresión severa se reviste de cierto encanto y tus ojazos adquieren una luz nueva al animarlos una rabieta... mucho más linda quedas cuando, enamorada y contenta, sonríes y cuando en tus ojos brilla la alegría. Hubiera querido estar esta noche contigo en la azotea para decirte una vez más que te quiero mucho, que te adoro, que tú eres la mujercita linda que yo he deseado siempre para mí, que eres mi reina, que erres todo lo que hay de más noble y caro en la vida de un hombre. Yo espero que alguna vez estas palabras que te repito siempre, resonarán en tu corazón y harán vibrar tu alma como yo deseo, y harán que tú vivas esa emoción, que sientas ese deslumbramiento que causa en el alma el amor sincero cuando toma posesión, para siempre, de un alma. Yo he sentido a tu lado esa emoción, cautivado por esa gracia que me llevó a ti desde el primer momento y te quiero hoy con un amor tan grande, tan sincero, que sólo aspira a que pueda realizar mis planes con respecto a mi posición futura para hacer de ti mi mujercita, mi compañera para toda la vida. ¿Crees tú que quien, como yo, tiene ideas ya formadas y con tal orientación, pueda pensar y sentir así sin estar seguro de sí mismo? Porque te quiero pienso así. Pero ¿y si tú no me quisieras? ¿Si lo que tú crees ser amor fuera sólo una ilusión tuya? Este pensamiento me

JOSÉ Y FELICITA – UNA HISTORIA DE AMOR - 1927

62tortura a veces sin que yo pueda evitarlo, porque te quiero tanto que pienso muchas veces involuntariamente en obstáculos ilusorios que no hacen otra cosa que preocuparme. Pero con tu amor no habrá obstáculo que pueda impedir que yo te haga mía, que tú seas la alegría y el orgullo de mi vida y que los dos seamos un ejemplo de cariño y dedicación. Tú mía. Yo tuyo. Y en toda la vida, amor, para llenar todos los huecos que nos dejen las horas; amor que venza al tiempo. Y cada día nos amaremos más. Tú verás qué hermosos serán los días que nos esperan. Alégrate desde ahora, reinita mía, y deja que lleno de cariño y de respeto te bese la mano tu José, que te idolatra. Recuerdos a tu mamá y que se mejore tu papá. Hasta el jueves, preciosa mía. 69.- Carta Montevideo, 16 de agosto de 1927 [martes] “Yo quisiera ir en vez de mandarte una carta” Encantito mío: Hubiera querido escribirte esta tarde pero me fue completamente imposible porque tuve que presentar una preparación en la facultad y estuve hasta las cuatro y media, y después estuve en clase de histología hasta las siete pasadas. Llegué a casa a las ocho menos cuarto, cené y me puse a escribirte ésta. Llegará, pues a tiempo mañana para que inicies el día pensando un poco en mí. Yo quisiera ir en vez de mandarte una carta pero... tenemos que pasar un poco de sacrificios ahora para que el año que viene podamos tener más libertad y más oportunidades para vernos. Yo tengo que estudiar mucho para mañana y debo levantarme temprano para estar a las ocho en la facultad; por eso, tesorito mío, no puedo ser todo lo extenso que quisiera ser al escribirte. Piensa que te quiero mucho y que te querré más aún a medida que pase el tiempo. Saluda de mi parte a tu papá, dile a tu mamá que yo deseo que se componga pronto, a más tardar para el sábado y tú recibe muchos cariños de tu Negro que te adora y será siempre tu cariñoso José. Espérame el jueves de tarde. Adiós, te adora tu Negro. 70.- Esquela Montevideo 19 de agosto 1927 [viernes] Felicita: Te mando estas revistas para que tengan un entretenimiento. Deseo que tu mamá se haya mejorado. No te mandé antes las revistas porque he estado muy atareado. Iré a verlas mañana al atardecer como te había prometido. Hasta mañana. Te quiere mucho tu José. 71.- Carta Montevideo, 23 de agosto de 1927 [martes] “Me agrada ver que sabes hacer frente a situaciones difíciles y que te bastas para manejar una casa aun en circunstancias anormales.” Queridísima: Quiero que tu hermano Osvaldo te lleve ésta cuando vaya a tu casa de vuelta del Liceo. Yo estoy ahora en la Universidad y te escribo en la biblioteca donde tengo más libertad y silencio para escribirte porque la sala de profesores es un centro de discusiones y bullicio. De aquí saldré para ir al hospital a ver a María y después iré al Liceo para ver a tu hermano. ¿Sigue mejor tu mamá? Quisiera que se compusiera pronto para que tengas menos

JOSÉ Y FELICITA – UNA HISTORIA DE AMOR - 1927

63

preocupaciones pues debes estar demasiado recargada con tanto trabajo como tienes tú sola. Me agrada ver que sabes hacer frente a situaciones difíciles y que te bastas para manejar una casa aun en circunstancias anormales. Eso me hace esperar que mi mujercita tendrá capacidad para manejar a un hombre tan complicado como yo, y tan curioso y malo y caprichoso... A pesar de eso, quisiera que no tuvieras que trabajar y cuando estoy a tu lado siento ahora más que antes, el deseo de besar esas manos que me represento atareadas y de darte, con mi cariño, un poco de alegría y ánimo. Bien necesitas todo esto, alma mía, y algún día tendrás lo que mi deseo quisiera darte. Si ahora el cuidado de tus padres cansa tu cuerpo ya descansarás cuando lleguen otros días más felices. La vida nos está sometiendo a pruebas algo duras, pero yo espero que algún día triunfaremos y podremos pasar la vida juntos con felicidad. Piensa, para darte ánimos a ti misma que yo te quiero muchísimo y que a medida que pasa el tiempo estamos cada vez más cerca uno de otro. Si el jueves no trabajo en las carreras iré a verte de tarde y llegaré a tu casa de tres y media a cuatro. Adiós. Que se mejore tu mamá y saluda a tu papá de mi parte. Recuerda que te adora y vivirá adorándote tu José. 72.- Carta Montevideo, 6 de setiembre de 1927 [martes] “Sólo pude hablar de mi Felicita con el alma de rodillas... en ese círculo gira mi alma: amándote más cuanto más te recuerdo y recordándote más cuanto más te amo”... “¿Te enojarás mucho si me despido besándote la mano?” Cariñito lindo: Ojalá te encuentre esta carta tan bien como yo deseo. Hubiera querido que la recibieras esta tarde, pero tan sólo ahora, de noche y después de cenar, tengo tiempo de escribírtela. Esta tarde, fui a ver cómo sigue tu abuelita con esperanzas, al mismo tiempo, de saber algo de ti o de verte si por casualidad hubieras ido. Pero no pude hacer otra cosa que hablar de ti. Imagínate cómo habré hablado. Hablado de ti... Sólo pude hablar de mi Felicita con el alma de rodillas, lleno de ternura y amor, como se habla cuando quiere expresarse algo inefable. Inefable, muy grande y muy dulce es este amor que has hecho nacer en mí y te quiero tanto, alma de mi alma, que creo que no me sería posible vivir sin tu amor. ¡Cómo te quiero reinita linda!... ¡Tengo tanto que decirte aún y soy tan torpe para decírtelo! Quisiera decirte todo lo que siento cuando me miran esos ojos tuyos tan hermosos y sólo atino a decirte que son lindos, cuando son tan bellos y luminosos que si cierro ahora los ojos y miro hacia adentro veo tu carita linda y en ella dos luces, tal como sucede cuando miramos el sol y cerrando los ojos nos parece que el astro quedó prendido dentro. Talvez si Gutierre de Cetina te hubiese conocido, su madrigal, aquel que dice “ojos claros serenos...” hubiera comenzado en forma distinta 9. Yo sólo puedo decirte que adoro tus ojos y que me gusta mirarme en ellos. ¿Soy muy prosaico, nenita mía? Y así, como tus ojos, me gustas toda tú, tu carita preciosa, tu boca, tu pelo, tan negro y brillante, tus manos, toda en una palabra. Te preguntarás por qué te digo todo esto si ya el jueves te voy a ver y podría decírtelo a ti misma. Pero es que con una carta no te vas a enojar y si yo te dijera todo esto a ti, te enojarías porque en tu modestia no admites que yo te diga estas cosas que a ti, tal vez, te parecerán fríos y vanos cumplidos.

9 Gutierre o Gutiérrez de Cetina (n. Sevilla c. 1510 F. c. 1557). Fue el poeta del amor por excelencia y no tuvo rival alguno entre los poetas de su época. El texto del Madrigal es el siguiente: “Ojos claros, serenos, / si de un dulce mirar sois alabados, / ¿por qué si me miráis, miráis airados? / Si cuando más piadosos, / más bellos parecéis a aquel que os mira, / no me miréis con ira, / porque no parezcáis menos hermosos. / ¡Ay tormentos rabiosos! / Ojos claros, serenos, / ya que así me miráis, miradme al menos”.

JOSÉ Y FELICITA – UNA HISTORIA DE AMOR - 1927

64

Además, cada día que pasa te quiero más, como consecuencia pienso más en ti y al pensar en ti recuerdo y analizo cada una de las cosas que me gustan en ti y como son tantas las cosas que me gustan en ti cada vez te quiero más. Y en ese círculo gira mi alma: amándote más cuanto más te recuerdo y recordándote más cuanto más te amo. Y así para siempre. Ayer, hoy, mañana. Siempre queriéndote, cada día más enamorado de ti y ansioso por que llegue el día en que seas mi compañera, mi mujercita adorada.

Y mientras, ámame mucho. Necesito de tu cariño como del aire. Y que pases bien hasta mañana. Adiós. Te adora, te idolatra tu José. Iré el jueves a las cinco y cuarto. Si puedo, iré antes. ¿Te enojarás mucho si me despido besándote la mano? ¿Verdad que no, riquísima? 73.- Carta Montevideo, 13 de setiembre de 1927 [martes] “Nada desean tanto mis hermanas como hacerse amigas tuyas” Cariñito mío, noviecita linda: Maruja, que en este momento lucha contra una enorme taza de avena con Albor, dice que te complacerá en tu pedido de la novena 10 por tu intención. A pesar de que, contra lo que tú piensas, ella no es muy devota, o por lo menos no tanto como lo supones. Pero con mucho gusto cumplirá tu deseo pues nada desean tanto mis hermanas como hacerse amigas tuyas pues ese es el camino más recto para que seas más tarde una hermana para ellas. Así, mientras llega ese día, te quieren ahora mucho, pues ven que me haces feliz con tu cariño; hablan de ti cariñosamente, se interesan por ti y por los tuyos y te conocen por mí y por lo que yo les digo. Y viendo que yo te quiero muchísimo, que pienso hacer de ti mi compañerita adorada, se han contagiado de mí... y te quieren. Así que espero que dé sus frutos esa novena por tu intención. ¿Cuál será esa intención? Yo, que soy tan curioso, estoy deseando conocerla pero... eso es ser ya demasiado curioso. Creo que te habrás divertido en el cumpleaños de esa amiguita tuya y me gustaría que fuese así, pues necesitas un poco de distracción para alternar con el trabajo de tu casa, que, aunque tú dices que no, ha de exigirte tiempo y esfuerzo. Ya sabes que me gusta verte contenta; una por saber que estás alegre y otra porque la alegría te pone tan linda que eres una fiesta para mis ojos. ¿Es cierto, reinita mía, que la otra carta no te gustó? Si es así me la devuelves, yo hago una aclaración y te la doy otra vez, corregida ¿quieres? Pero pienso que no has de querer. Ah, volviendo la hoja, ¿sabes qué día era el 13 de setiembre del año pasado? Te pregunto esto por la fecha de hoy: martes... 13... Ayer trabajé con la aguja que me diste... ¿qué irá a pasar? Pues pasará, simplemente, que yo te he de querer cada día más y que el 13 de setiembre del año que viene tú serás mi novia y acaso lo pasemos juntos pensando en lo que haremos cuando yo pueda ofrecerte una posición y un nombre ya que ahora sólo puedo ofrecerte cariño. Sólo puedo ofrecerte cariño, nenita rica. Pero este cariño que te ofrezco es tan grande, tan sincero como pocos podrán sentirlo. ¿Te basta por ahora? Algún día, tal vez no muy lejano, podré ofrecerte algo más. Mientras tanto confía en mí, espera y quiéreme como te quiero yo y seré completamente feliz si con mi amor y mi esfuerzo puedo verte algún día dichosa. Y entonces tu cariño, una sonrisa y una mirada tuyas serán la única recompensa a que aspire tu José, que vive para ti.

10 La novena: Novena patronal de la Virgen Dolorosa, patrona de la cercana Parroquia del Reducto, el 16 de setiembre

JOSÉ Y FELICITA – UNA HISTORIA DE AMOR - 1927

65

74.- Carta Montevideo, 4 de Octubre de 1927 [martes] “No puedo menos de pensar con temor que tal vez a estas horas, si el raciocinio no se hubiera impuesto, estaríamos separados, sufriendo por la separación que nos amenazó en un rato de ofuscación.” Mi noviecita linda: Si te hubiera escrito esta tarde no hubiera podido escribirte una carta como tú mereces. En efecto, tuve tanto que hacer que sólo ahora, después de cenar, puedo comenzar ésta. Discúlpame, por tanto, y no veas en no haberte escrito, una falta de palabra sino el deseo de hacer las cosas bien. Tal vez hayas pensado que no te quise escribir o que me olvidé de ti porque, queridita, ¡sospechas con tanta facilidad de mí!... No puedo menos de pensar con temor que tal vez a estas horas, si el raciocinio no se hubiera impuesto, estaríamos separados, sufriendo por la separación que nos amenazó en un rato de ofuscación. ¡Ah, nenita mía!... Tú piensas que yo acepté de buen grado el estado de cosas que planteaste. Si tú hubieras visto dentro de mí no podrías pensar así. Nunca tuve un momento de tanta violencia para mí como el que pasé el domingo y si bien todo volvió a su normalidad no me gustaría ni siquiera admitir la posibilidad de que algo semejante volvería a pasar. ¿Pudiste creer que yo no te quiero? ¡Cómo no he de quererte si eres la mujercita más linda y más buena que yo conozco? Si no hay para mí nada comparable a tus ojos; si yo me extasío mirando tu carita preciosa orlada por esa melena tan negra, tan negra como la pena que me causaste el domingo. Y me encanta tu sonrisa, esa sonrisa que pinta y forma dos hoyuelos encantadores en tus mejillas. ¿Será tal vez porque al contemplar tu boca pienso en las mieles que encierra y espero ser más tarde su dueño feliz? Nunca me resignaría a perderte porque el recuerdo de tu hechizo me torturaría cuando pensara que no podría ser nunca el dueño de tu belleza. Quién sabe qué sería de mí si me faltase el aliciente que encuentro en esa gracia que tienes tú. Y pienso que si ahora, cuando tu reserva hacia mí es tan grande que sólo me hace apreciar una parte de tu bondad te quiero tanto, ¡cómo te he de querer cuando, desaparecida esa prevención que limita tus manifestaciones cariñosas, me hagas poseedor de todo tu cariño y te muestras tal como yo creo que has de ser! Tú no te imaginas qué grande es el deseo de hacerte mi mujercita, mi compañera; no te imaginas cómo tarda para mí el momento en que podré ver cumplido mi mayor deseo: hacerte mía. Pero tengo que esperar y contener mi impaciencia hasta que mi posición me permita proponerte la discusión más importante de esas que decías tú que se nos presentarán más adelante. Pero no temas nada. Ese día llegará y tú serás mi mujercita adorada. Por lo pronto espero cumplirte lo que te prometí a principios de 192811. Yo ingresaré a tercer año, nos comprometeremos y no pasará mucho tiempo sin que nos casemos, si es que tú me quieres como yo a ti. ¿Te parece muy temprano para que yo hable de eso? Yo creo que no pues todo me hace suponer que pronto mejorará mi situación como para permitirme buscar junto a ti mi felicidad. Mientras llega ese día quiéreme mucho, no dudes de mí y no sufrirás tú ni sufriré yo y por ese camino iremos marchando hacia la felicidad. Tú verás que no seremos desgraciados como decías en aquel momento de pesimismo que te invadió. Seremos, por el contrario, muy felices cuando nuestro amor se afiance y fortalezca por la mutua confianza. Y tú verás entonces qué bella es la vida cuando la llena un amor grande y puro, como el amor que por ti solita, reina de mi alma, siente tu José.

11 José escribió 1928, lapsus por 1927

JOSÉ Y FELICITA – UNA HISTORIA DE AMOR - 1927

66 75.- Carta Durazno, 13 de diciembre de 1927 [martes] “Eres demasiado rígida, demasiado fría conmigo y mucha nieve debe haber sobre tu corazón cuando mi cariño no ha podido aún fundirla y hacer brotar un poquito de calor para mí”... “mi novia me quiere tan poco o es tan fría conmigo que en dos años no me ha dado un beso ni ha permitido que le bese la punta de los dedos” Negrita: Aquí estoy, en Durazno, el pueblo más triste y aburrido que haya visto en mi vida. No te escribí anoche porque estaba rendido de cansancio y me acosté enseguida de cenar. ¡Si vieras! Después de un viaje de lo más molesto por el calor que hacía, la tierra que nos impregnaba poco a poco y el movimiento del tren que nos sacudía de un lado a otro, llegamos a ésta, donde nos esperaban algunos profesores y el director del Liceo. Nos llevaron a un hotel de linda apariencia pero... cuyas piezas son tan chicas que estamos, mi compañero y yo, prensados o poco menos. No hablemos de la comida, que es soportable el primer día y empieza a ser pesada el segundo, con tanto huevo en tortilla, frito, pasado por agua; tanta carne frita, asada, cocida y otros platos que hacen recordar, por contraste, la sencilla y nunca fastidiosa comida de la familia. Imagínate después si cansará el estar sentado desde las siete a las doce y treinta y desde las tres a las nueve, frente a muchachos a quienes el susto enmudece y a los cuales hay que manejar de un lado a otro y hasta pensar por ellos. Pero hay una ínfima compensación en las recorridas que hacemos en auto para conocer la ciudad. Lo más notable es el hospital, recién terminado, el puente sobre el río Yí y tres plazas que tiene bastante bien arregladas, pero en las cuales no hemos visto todavía diez personas. ¡Cómo será el pueblo de triste, que el presidente del Club Social Uruguay, a quien nos presentó el director del Liceo, nos dijo que la muchachada se iba a las fiestas de Flores porque allí no había vida social de ninguna clase. Así que ya ves. Si por lo menos tuviera el recuerdo agradable de una despedida tuya más tierna, más efusiva, negra mía... pero no. Eres demasiado rígida, demasiado fría conmigo y mucha nieve debe haber sobre tu corazón cuando mi cariño no ha podido aún fundirla y hacer brotar un poquito de calor para mí, que tanto te lo he pedido. Y me quieres, negra... Si hasta me parecía mentira que una novia, la mujer a quien he demostrado tanto cariño, me dejara ir como todos los días. Como todos los días, sin tener en cuenta que la sed de cariño de un hombre se exacerba y agranda con la ausencia. Y pensé anoche en la felicidad de mi compañero, estudiante y profesor como yo, que me decía que estaba contento porque la noche antes, al despedirse “se había comido a besos a la novia”. ¡Y si lo hubieses oído hablar!... ¡Con qué unción, con qué respeto, con cuánto cariño hablaba este muchacho de su novia!... Y yo callaba para que no supiera que mi novia me quiere tan poco o es tan fría conmigo que en dos años no me ha dado un beso ni ha permitido que le bese la punta de los dedos. ¿O será tal vez por miedo a que yo piense erróneamente? ¿Quién sabe? Y es doloroso, enormemente doloroso saber que la mujer que amamos no nos juzga merecedores de una caricia suya y tan poco dignos nos juzga que hasta nos niega el derecho de pedirla. Te sentará mal que te diga esto y te preguntarás por qué te lo digo por carta. Es que cuando, junto a ti, quisiera y podría decírtelo me detiene ver pintado en tu cara el disgusto que te causa. Las caricias entre enamorados son tan necesarias como el aire para vivir. Ellas mantienen y acrecientan el amor y no impunemente puede, quien pretende ser amado, sustraerse a darlas y recibirlas. Pero no quiero seguir en este terreno. Recuerda que lo que te digo no tiene ni asomos [intención] de molestarte. Yo te quiero con toda el alma, mucho, mucho más que tú a mí tal

JOSÉ Y FELICITA – UNA HISTORIA DE AMOR - 1927

67

vez. Y eso es lo que me lleva a veces a herirte sin querer. Ahora quisiera estar junto a ti para mirarme en esos ojazos tuyos, tan luminosos y tan bellos y adivinar, mirándote los labios, toda la dulzura que encierran y yo no puedo gustar. Bueno, negra, me voy a dormir. Empecé esta jornada en el Liceo y la termino en el hotel. Estoy molido. Da recuerdos a tu mamá, a tu papá y a Osvaldito. Saluda en mi nombre a parientes y conocidos y dame algunas noticias de ésa. Decime algo de Grigri12. Cuando me escribas, escríbeme e Rivera, a la dirección “Comisión examinadora, Liceo de Rivera” Pero escríbeme enseguida, pues de lo contrario no me encontrará la carta. Trata de no hacer muy corta la carta. Adiós, negra mía. Te quiere y te querrá siempre tu José. 76.- Carta Rivera, 20 de diciembre de 1927 [martes] “Veo que te apenó lo que te dije y leyendo tu defensa veo que tiene muchos puntos débiles, Chelita mía. Tú crees que no son necesarios los besos ni otras manifestaciones de cariño. Yo sigo creyendo, porque lo siento así, que son necesarios, más aún, son imprescindibles” Negrita: Cuando salimos de Durazno fue tan precipitado el viaje del Liceo a la estación que no pude pasar por el correo. Tenemos el tiempo tan medido que sólo podemos descansar de noche y además tenemos que llegar a fecha fija a cada liceo. Con este programa comprenderás que no disponemos de nosotros mismos. En Durazno terminamos de entregar la medalla y los diplomas y enseguida salimos a tomar el tren; en Tacuarembó casi lo perdemos por la ocurrencia de dos de mis colegas que se fueron a buscar postales de la ciudad para mandar a la casa. Aquí hace un calor sofocante, no corre un soplo de aire, el hotel es incómodo, la comida detestable. Para no quedar con hambre, pues no comemos de todos los platos, repetimos los postres y la fruta; tomamos píldoras de Choléine Camus porque días pasados anduve algo mal del intestino, hasta el punto de temer una infección intestinal. Tu carta llegó junto conmigo a Rivera y por ella veo que estás bien, así como los tuyos. Tuve también carta de mi hermana Chola, con lo cual me tranquilicé en cuanto a los míos. Veo que te apenó lo que te dije y leyendo tu defensa veo que tiene muchos puntos débiles, Chelita mía. Tú crees que no son necesarios los besos ni otras manifestaciones de cariño. Yo sigo creyendo, porque lo siento así, que son necesarios, más aún, son imprescindibles. Te asombrará mi obstinación y la atribuirás tal vez, como a otras cosas mías, a capricho, pero pensando, pensando, llegarás a encontrarme razón. Si mis palabras, con ser sinceras; si mis actos, con la buena fe que se traslucía en ellos, te dejaban lugar a dudas, bien puedo yo pensar que no es mucho tu cariño cuando con tanta tranquilidad me dejaste marchar y hasta dejaste aparecer disgusto en tu cara al querer yo en el último momento que pasaba a tu lado, besarte la mano. Dices si puedo pensar en que mi compañero es más querido que yo. No entraré a analizar esa posibilidad, pero sí puedo decirte que él tiene un mayor grado de felicidad porque quiere y sabe que es querido. En cambio yo te quiero, pero mi certeza acerca de tu cariño es infinitamente inferior a la de él respecto de su novia. Y esto es, nena mía, el resultado de tu manera de querer sin dejarlo traslucir casi, de dejarte querer sin tener en cuenta que no basta querer sino que es necesario mostrar que se quiere. A ti no te basta, porque tú lo has dicho, que yo haya dedicado a tu amor dos años, para convencerte de que te quiero. Bien puedo yo pensar de una manera igual. Y esto te lo digo porque si mis palabras carecen de valor probatorio, las razones de tu carta son del mismo orden. Y no te enojes porque te diga esto

12 El gato de angora, regalón de Felicita. La acompañará a la Chacra “Villa Felicia”

JOSÉ Y FELICITA – UNA HISTORIA DE AMOR - 1927

68

porque es lo mismo que te he dicho en Montevideo algunas veces en respuesta a razones dadas por ti, iguales a las que pones en tu carta. Trata de que en adelante yo no tenga motivos de envidiar la felicidad de nadie y no te arrepentirás. Yo lo espero así de ti. Ahora quiero que me escribas a Salto, tan pronto como puedas pues como no sé cuándo terminaremos aquí, puede ser que nos vayamos hoy o dentro de tres días. Todo depende de los doscientos alumnos libres que hay inscriptos. Escribe a la misma dirección.

No te enojes conmigo. Bastante me duele a mí el tener que decirte estas cosas. Pero te quiero mucho y no dudes nunca de que te he recordado en este viaje con mucho cariño. Deseo estar pronto ahí para verte y decirte que te quiero y contarte algo de este viaje que es más fatigoso de lo que yo creía. Recuerdos a los tuyos y tú recibe el cariño de tu José. Recuerdos a Amabilia13 de parte del doctor Oliva. 77.- Carta Artigas, 24 de diciembre de 1927 [sábado] “Aunque miro tu retrato con más frecuencia de la que supones, anhelo tener a mi lado el original... Me pregunto cómo te encontraré a la vuelta. ¿Estarás más gruesa? ... Espero carta tuya” Negrita mía: No te imaginas cómo extraño, esta noche, tu presencia a mi lado. Me parece que hace un siglo que no te veo, que he pasado mucho tiempo lejos de ti y deseo intensamente volver a verte. Creo que a ti te pasará algo semejante, a pesar de la compañía de Grigrí, tu gatito, que te distraerá un poco. Por mi parte, puedo decirte que, aunque miro tu retrato con más frecuencia de la que supones, anhelo tener a mi lado el original, a esa mujercita tan linda, de ojos tan luminosos y de labios tentadores. Si vieras cómo fatiga este trajín. Vinimos a ésta en auto desde Rivera, con unos caminos detestables y un calor espantoso; llegamos cubiertos de tierra, sudorosos, hambrientos. Nos bañamos dificultosamente en un cuartito de baño chiquito donde cabían sólo dos personas y, después de comer a la ligera, nos fuimos así, cayéndonos de fatiga, al Liceo. Teníamos apuro y queríamos terminar pronto a fin de tener lugar a tomar el tren para Salto. Y con ese apuro llegó la noche y no te escribí porque nos dormíamos parados. El lunes salimos para Salto y ya estoy imaginándome el viaje que haremos. En Rivera, la noche antes de venirnos nos dieron un recibo en el Club que terminó de una manera desastrosa. Un estudiante pretendió que uno de mis compañeros le diese explicaciones por haberlo aplazado en el examen. Esto originó un incidente, que aunque no impidió que la fiesta continuara, puso una nota de frialdad tal en el ambiente, que todos nos fuimos a Santa Ana, en el Brasil, para pasear un poco. Aquí en Artigas, el Liceo está algo desprestigiado porque el director, que según me han dicho algunas personas es un neurasténico, ha tenido varios incidentes con los padres de varios estudiantes. A nosotros nos ha tratado con una descortesía rayana en lo grosero. Imagínate que hemos tenido que mandar a gente extraña al Liceo, para que buscara en una confitería unas botellas de agua Salus, porque el agua del aljibe nos inspiraba desconfianza, y él se quedaba muy fresco sin importarle nada que estuviéramos molestos. En cambio, en los otros Liceos, tanto los directores como los profesores y estudiantes se afanaron siempre en ser lo más corteses y útiles que podían. Te aseguro que el trabajo de comisionado en gira es más pesado de lo que yo creía al principio. Pero ya que estamos en el baile, bailemos. Me pregunto cómo te encontraré a la vuelta. ¿Estarás más gruesa? ¿Te hallas mejor? ¿Están bien los de tu casa? Espero carta tuya

13 Amabilia era una amiga de Doña Sara que a pesar de la diferencia de edad también había hecho amistad con Cata, hija adoptiva de la tía Sara.

JOSÉ Y FELICITA – UNA HISTORIA DE AMOR - 1927

69en el Salto pero no me escribas más porque la carta no me alcanzará. Bueno, negra de mi alma, saluda de mi parte a todos los tuyos y tú recibe todo el cariño que para ti ha guardado en estos días largos tu negro que te idolatra: José. [Al margen:] Que pases una agradable noche buena y una feliz Navidad 78.- Carta Montevideo, 31 de diciembre de 1927 [sábado] “Discúlpame si te herí con mis cartas. El sentimiento de tristeza que me produjo el despedirnos tan ceremoniosamente, como dos amigos nada más; la falta de emoción en tu adiós, todo me entristeció tanto que, como sucede siempre, la pena mía se hizo lindera del disgusto” Negrita: Tu carta, la que debí haber recibido en Durazno, me gustó mucho, y aunque no realizó sus fines, que eran hablarme de ti y de tu amor a la distancia, yo comprendí el hondo sentido de las estrofas con que la empezaste. Discúlpame si te herí con mis cartas. El sentimiento de tristeza que me produjo el despedirnos tan ceremoniosamente, como dos amigos nada más; la falta de emoción en tu adiós, todo me entristeció tanto que, como sucede siempre, la pena mía se hizo lindera del disgusto. Y ahí tienes explicada la causa que me llevó a escribirte así; así puedes explicarte por qué yo, al compararme con mis amigos me sentía descorazonado y menos querido que ellos. Para endulzar un poquito la amargura que hayas sentido por mí, te envío unos bombones. Quisiera verte hoy un momentito. Si no tienes inconveniente en recibirme esta noche; te ruego me avises por medio del portador. Adiós, negrita linda. Te quiere mucho tu José. 79.- Esquela de Felicita 31 – 12 - 1927 [sábado] Queridísimo José: Agradezco íntimamente tu fina atención. Esta noche te espero temprano a las ocho y media pues si está linda la noche pensamos ir al Prado. Hasta luego, te saluda cariñosamente tu siempre Felicita

JOSÉ Y FELICITA – UNA HISTORIA DE AMOR - 1928

7380.- Esquela Montevideo, 25 de enero de 1928 [miércoles] Negrita: Te mando el número de lotería que te dije anoche. Atáselo al cuello a Grigri por si le da suerte. En estos momentos abuela está tomándole la lección de vasco a mi hermano Beto; decíle, esta tarde, que cuente en vasco para que te rías un poco. Pero no le digas que yo soy quien sugiere tal cosa; díselo como cosa tuya. Yo me voy ahora, enseguida, a estudiar con mi compañero. Quisiera ir yo a verte en lugar de mandarte una carta. Pero ya me desquitaré después del examen, viéndote con más frecuencia. Por ahora espero. Hasta mañana, negrita mía. Te adora tu José. 81.- Carta Montevideo, 5 de marzo de 1928 [lunes] “Quisiera poder ir a verte antes del Jueves, pero no voy a poder porque de día estudio y de noche repaso con un compañero” Negrita linda: Anoche fui a tu casa, pensando que tú, en vista del mal estado del tiempo, no irías a Colón. Pero tuve una sorpresa. No había nadie en tu casa y yo, en el tiempo que invertí en ir desde la esquina a tu casa, llamar y esperar por si había alguien que me abriera para guarecerme, volver a la esquina y esperar el tren de vuelta, me puse, a pesar del paraguas, hecho una sopa. Para mejor, no hay por ahí un lugar donde refugiarse y esperar que escampe. No queda otra cosa que aguantar... y calladito. De modo que al poco agradable resultado de un viaje se unió el disgusto de no poder verte y no saber ahora cómo pasaste el aguacero. Quisiera poder ir a verte antes del Jueves, pero no voy a poder porque de día estudio y de noche repaso con un compañero. Creo que atendiendo a estas razones, no te molestará que no vaya a verte antes. Yo me impongo también esta separación para ver si puedo salvar este examen. Pero quisiera saber algo de ti y te ruego me des noticias tuyas, de los tuyos y de Gri – Gri. No te escribo más porque tengo que empezar a estudiar. Da saludos de mi parte a tu mamá y tú recibe todo el cariño que en una carta puede mandarte tu José que te idolatra. Negra, ¿te acuerdas lo que me prometiste para después del examen? 82.- Carta Montevideo, 1º de abril de 1928 [domingo] “Tengo que empezar a verte una sola vez por semana. Una sola vez, negra, ya que así lo ha querido tu mamá. ¿Qué hemos de hacer?” Negra: Dos años hace ya desde el día en que nos relacionamos y como una paradoja cruel resulta que aunque te quiero más tengo que verte menos. Y a dos años de aquel día, hoy precisamente tengo que empezar a verte una sola vez por semana. Una sola vez, negra, ya que así lo ha querido tu mamá. ¿Qué hemos de hacer? Pero para que veas que me acuerdo de ti te mando esta plantita que encontré esta madrugada en la feria, donde fui a buscar alguna planta expresamente para que tuvieras alguna manifestación de que te recuerdo. Me dijeron que es muy linda, ya no recuerdo el nombre botánico que le dio el vendedor y deseo que te guste. Adiós, negrita, te quiere mucho tu José. Recuerdos a los tuyos.

JOSÉ Y FELICITA – UNA HISTORIA DE AMOR - 1928

74

83.- Tarjeta de Felicita Montevideo 3 - 19 - 1928 [lunes] En la solemnidad de San José Adorado mío: Deseo que San José te traiga hoy tanta dicha como mereces, mi queridito, ruego porque te conceda la satisfacción de rendir un buen examen, convencida de que él te hará dar un paso más a tu felicidad futura. Que San José te conceda también mucha salud y el lleno de todas tus aspiraciones. Tu noviecita que tanto te quiere no se cansará hoy de pedirle mucho para ti, convencida que su felicidad tiene sus cimientos en la felicidad de su negrito adorado. Recibe el cariño grande de tu Felicita. Estoy deseando verte mi queridito. 84.- Carta Montevideo, 26 de marzo de 1928 [lunes] “Imagínate, noviecita mía, el incremento que habrás dado, con tu respuesta, a esta voluntad de triunfar y abrirme paso que me anima... Lentamente, sin manifestación externa alguna, yo voy acumulando trabajo, voy haciendo sólida la base sobre la cual cimentaré mi posición y con ella nuestra felicidad... Cuando alguna vez el cansancio quiere rendirme pienso en ti” Negra: No puedes imaginarte, reina mía, qué contento me dejó tu contestación a mi pregunta. Esa confianza que demostraste al decirme que tú confiabas en que yo obraría de la manera más conveniente para ambos, me causó una satisfacción grandísima. Si yo hasta ahora hubiera estado defraudando tu esperanza, esa respuesta tuya merecería una amplia reacción de la dignidad, espoleada por tu fe y tu cariño. Imagínate pues, noviecita mía, el incremento que habrás dado, con tu respuesta, a esta voluntad de triunfar y abrirme paso que me anima. A quien observe superficialmente mi carrera le parecerá que no he avanzado nada y que el no haber dado este examen que tenía preparado era un estancamiento, si no un retroceso. Y hay muchas personas que no comprenden que uno deje de dar un examen por otras causas que las de ser poco estudioso o carente de inteligencia. Pero hay algunas, y por suerte tú estás entre ellas, que comprenden que bajo una aparente quietud hay una evolución lenta, una acumulación de fuerzas que, al manifestarse, hagan ver que la quietud era sólo ficticia, como lo es la calma de un volcán, la de un capullo, la del mar, que sólo esperan el momento propicio para manifestar el fruto de un trabajo que no por oculto es menos real. Y así voy trabajando yo. Lentamente, sin manifestación externa alguna, yo voy acumulando trabajo, voy haciendo sólida la base sobre la cual cimentaré mi posición y con ella nuestra felicidad. Contento estoy de que tú lo entiendas así, adorada, tanto porque con ello me demuestras entenderme, como porque veo que no me engañé al juzgarte sensata. Lee las pocas páginas que te he marcado en el libro que te mando junto con esta carta, una de las más hermosas de Rodó1 y hallarás algo parecido a mi caso. Muchos no conciben que en una carrera como la nuestra uno sea Idomeneo; pocos creen que Agenor no sea el más digno. Léelas, te lo recomiendo; son pocas y no te robarán mucho tiempo.

1 Las páginas señaladas corresponden al relato del ensayista uruguayo José Enrique Rodó titulado (1871-1917) Los seis peregrinos, contenido en el libro Motivos de Proteo, aparecido en 1909. En ese relato, Agenor, personifica el entusiasmo rígido y austero, la sublime obsesión que corre arrebatada a su término, con ignorancia o desdén de todo lo demás; en cambio Idomeneo, personifica la convicción amplia, graciosa y expansiva, dueña de sí para corresponder, sin mengua de su fidelidad inquebrantable, al reclamo de las cosas. José se identifica con Idomeneo.

JOSÉ Y FELICITA – UNA HISTORIA DE AMOR - 1928

75 Yo he seguido estudiando como hasta ahora, aunque sin forzar mucho el tren porque no es cosa de agotarse y todavía tengo tiempo para el concurso. Aunque tú comprendas esto, mi linda, ¿lo entenderán todos los que te preguntan cómo le fue a tu novio en los exámenes? Comprendo la pena que tendrás cada vez que eso pase y lo molestas que son esas preguntas que, como el alacrán, tienen veneno en la cola: In cauda venenum, como decían los antiguos. Pero llegará el día en que vencidas todas estas dificultades tú y yo seremos hondamente felices y tú podrás pensar que estas pruebas han templado nuestro cariño, al mismo tiempo que han aumentado nuestra dicha. Y yo, junto a ti, pensaré que no he comprado cara mi felicidad, por más que haya trabajado mucho. Yo espero. Cuando alguna vez el cansancio quiere rendirme pienso en ti, evoco tus ojos, tan dulces, tan luminosos, tu sonrisa amable, tus manos, toda tú, y encuentro nuevas fuerzas en mi ambición suprema, que es poder decir alguna vez: mía. Y ahora, reina mía, negra lindísima, piensa en mí con cariño. Te adora tu José. 85.- Carta Montevideo, 14 de mayo de 1928 [lunes] “Me reprochas que no te escriba a menudo. ¿Piensas que no te aburriría recibir todos los lunes, o los viernes, o cualquier otro día, una carta en que yo te diera siempre las mismas noticias?... prefiero escribirte cuando tengo algún motivo de dejarte contenta” Negrita linda, adorable incrédula: Creíste que yo no te escribiría nunca, a juzgar por tus reproches y tus rezonguitos; creíste que yo demostraba poco interés por ti, que no te quería más, que te olvidaba, que... en fin, en todo crees, menos en lo que te digo siempre: que te quiero, te quiero, te quiero... Me reprochas que no te escriba a menudo. ¿Piensas que no te aburriría recibir todos los lunes, o los viernes, o cualquier otro día, una carta en que yo te diera siempre las mismas noticias: “yo estoy bien” o “estoy muy atareado”? Si yo estuviera seguro de que una carta mía sería siempre un motivo de contento para ti, con grandísimo gusto te la escribiría. Pero es humano, negra mía, y no puedo suponer que sea perennemente agradable la repetición de una carta que muchas veces, lo reconozco, es anodina e insulsa. Tu bondad, tu cariño, pueden disculpar ese defecto, pero yo prefiero escribirte cuando tengo algún motivo de dejarte contenta. ¿Crees que mi cariño será menor porque no te escribo? No lo creas así, encanto mío, tú, tan inclinada a creerme siempre un desamorado. Al pensar eso cometes una doble ofensa. Me ofendes a mí al pensar que yo sea capaz de desempeñar una farsa, que no te quiera y te engañe diciéndote lo contrario, que juegue con tu familia y con todo lo que constituye un valor moral. Y te ofendes tú, porque en tu desconfianza, llegas hasta creer que no eres capaz de retener a un hombre que te quiera. Y con esos ojazos, que son mi alegría tú me tienes esclavizado, bien lo sabes. Yo no desearía otra cosa que estar a tu lado para estar mirándome en ellos. Ah, negra, que me cree poco enamorado y no se da cuenta de que yo no tengo otra mujer a quien mirar, ni querer que a ella, la de los ojos luminosos y dulces y la boca roja que se abre en una sonrisa suave que conforta, nido de besos, delicioso manantial de donde yo sacaré energías y dicha, el día en que tú creas en mí. ¿Creerás en mí, negra? Creo que sí. No puede haber en ti tanta desconfianza que no se desvanezca ante mi constancia. Si tú pensaras, Chela... Si no te cegara tu desconfianza, verías que yo, tras esa aparente frialdad, si tú quieres llamarla así, y que tú me has impuesto, tengo un amor grandísimo para ti, una ternura inmensa y un deseo más grande todavía, de hacerme querer por ti y de serte grato. Tú no te imaginas lo que me amarga el ver que tú no crees en mí, que me crees capaz de engañarte, de jugar contigo, cuando quien podría hacerlo no sería yo precisamente.

JOSÉ Y FELICITA – UNA HISTORIA DE AMOR - 1928

76 ¿Pero y si esa desconfianza tuya no fuera en realidad otra cosa que la traducción de tu falta de cariño hacia mí? ¿Qué mujer que ame de veras puede ser tan severa y desconfiada con quien la adora? Piensa en mí, negra linda. Piensa que te quiero, que adoro tu cuerpo lleno de gracia, que no veo el día de hacerte mía, mi mujer, para que vayas toda la vida junto a mí, para que me confortes y animes y seas la compañera buena que yo busco en ti. Yo seré, si tú lo quieres, el más rendido enamorado, el más fiel, el más adicto. Pero dame oportunidad de serlo. Déjame demostrarte que te quiero, que no habrá empresa que yo no acometa si con ella estoy más cerca de ti y me hago más digno de que me quieras. Sé más cariñosa. ¿Te parecerá tal vez ridículo que yo te indique cómo debes ser para mí? Te soñé muy buena y muy cariñosa, Chela de mi vida, y nada malo harías con anticiparme algo, un poquito, de ese cariño que dices guardar para mí para cuando no dudes más. Te adora y te adorará siempre tu José. Te mando el libro que te dije. Recuerdos a tu mamá. 86.- Esquela Montevideo, 9 de junio de 1928 [sábado] Negrita:

Te envío unas revistas para que mates un poco el tiempo y para que a tu mamá no se le haga muy aburrida la cama. Yo estoy bien y en casa están de la misma manera, excepto Maruja, con su habitual bronquitis. Ahora voy a estudiar toda la tarde. Mañana pienso ir a recrear la vista mirándote. Iré lo más temprano que pueda. Te quiere muchísimo tu José. 87.- Carta Montevideo, 23 de junio de 1928 [sábado] “Hallarás justas y dignas de un gran amor mis palabras, si recuerdas que nunca hallaste en mí la manifestación de un deseo grosero, sino la aspiración sublimada de quien ve en una mujer el máximo premio de su esfuerzo... si consideraras la justicia del deseo que me inspira mi cariño por ti me harías muy feliz ¿Me darás un beso?” Chelita: Me he sentado a mi mesa para cumplir el propósito que tenía de escribirte con motivo del segundo año de nuestras relaciones. Como estoy con la garganta algo irritada me puse tu bufanda para abrigarme un poco. La bufanda me envuelve el cuello y su abrazo tibio me trae a la mente el pensamiento de lo dulce que será el abrazo que me darás tú un día de éstos. ¿No pensarás al llegar aquí, que yo sigo en mis pretensiones antiguas tan firme como siempre, aunque todavía no haya recibido de ti una de esas codiciadas pruebas de cariño de que te he hablado? A pesar de todo (aquí se me hizo necesario llenar la pluma otra vez) yo pienso que ya es tiempo de que comprendas la justicia de mi solicitud. Después de dos años de quererte, negra, después de mostrarte que te quiero, que vivo pendiente de ti, que no tengo otra mira que tú, ni otro deseo que hacerte mía ni otra voluntad que la tuya ¿a qué esperas para hacerme saber, con elocuencia más grande que las palabras, que crees en mí, que me tienes confianza y, más que todo, que me quieres? ¿Dejarás, a partir de la lectura de esta carta, de guardar tan escrupulosamente las distancias y de hacer que yo las guarde con tanto miramiento? Tú no sabes el gran esfuerzo que supone para mí verte tan linda, tan graciosa y tener que acariciarte... con los ojos. No te imaginas cuánta voluntad he puesto en impedir que asomara a mis labios una petición que salía de lo más hondo de mi corazón y que yo sabía sería rechazada. Ni te figuras cuántas veces he sentido deseos locos de besarte las manos para hacer nacer en ellas las caricias que yo presumo hay dormidas en las palmas suaves. Ni habrás leído en mis ojos los impulsos que

JOSÉ Y FELICITA – UNA HISTORIA DE AMOR - 1928

77llevaban a besarte los tuyos, fuente de luz, promisores de cariño sin límites. Sólo pensando que yo puedo quedarme insensible ante ti podrás condenarme por lo que digo; me censurarás si supones en mí algún bajo estímulo. Pero hallarás justas y dignas de un gran amor mis palabras, si recuerdas que nunca hallaste en mí la manifestación de un deseo grosero, sino la aspiración sublimada de quien ve en una mujer el máximo premio de su esfuerzo. Dos años hace ya que te vengo demostrando un cariño grande, sincero. Sólo circunstancias adversas han impedido que mi esfuerzo dé, hasta ahora, un fruto mayor que el esperado. Tú las conoces. Pero me conoces a mí y debes estar segura de que no me detendré hasta que vea cumplidos mis deseos de ahora. Hoy, más enamorado de ti que el primer día, te digo lo que ya te dije muchas veces y lo que te repetiré mañana con la misma sinceridad: te quiero. Y siempre estaré pronto, en la medida de mis fuerzas, a probarte que no hay engaño en mis palabras. Tú serás la mujercita adorada, si mi voluntad lo consigue y tú consientes en ello. Después... He hecho tantos proyectos, negra mía, he pensado tanto que, si alguien se enterara de mis pensamientos cuando tú los echas a andar me llamaría loco. ¿Pero qué quieres, negrita linda? Es tanto el cariño que te tengo que no me asustan las dificultades que se me presentan ni me preocupan mayormente las venideras. “Por ti”, “por mi reina” hubiera dicho si un cachito de romanticismo se colara en mi alma por los resquicios que abre el amor en los más materialistas. Y en efecto, princesita mía, el móvil que antes me impulsaba hacia delante ha cambiado. ¿Recuerdas que te dije que antes deseaba triunfar para mi satisfacción? Hoy, si deseo progresar es porque con ello estoy más cerca de ti y porque pienso que te ha de agradar mi triunfo. Creo que para el tercer aniversario de nuestras relaciones ya serás mi novia, mi novia de veras, porque creo que ya estoy en camino de merecer que lo seas. ¿Sólo entonces serás cariñosa con este negro que te adora o pensarás que ya tiene méritos para que le hagas entrever el cielo con un beso, de vez en cuando? Ah! Mi negrita, si consideraras la justicia del deseo que me inspira mi cariño por ti me harías muy feliz ¿Me darás un beso? Considera que si no accedes a mi solicitud tendrás una sublevación en masa, huelga general, detención del tránsito y muchos trastornos más de difícil solución. Te quiere muchísimo tu José. Recuerdos a tu mamá y que se mejore. 88.- Carta Montevideo, 3 de setiembre de 1928 [lunes] “Hoy extraño el no tenerte entre mis brazos como la otra noche al bailar en casa de tu tía Sara. Era tan feliz yo esa noche que no me hubiera cambiado por nada ni por nadie... yo, mimoso como tú me has hecho, me engolosino con facilidad” Negrita adorada: ¿Creerás que yo me había olvidado de escribirte? ¿Te enojarás porque yo tome hoy como motivo de mi carta esta poesía que la acompaña? Creo que no. Como quiera que sea, esto te mostrará que yo pienso en ti y que te tengo presente siempre. En un diario encontré la poesía que acompaña a ésta y recordé, al ver que el autor de dichos versos sufre del mismo mal que yo, que hace ya mucho tiempo que estoy esperando lo que él espera. No es una maravilla la poesía, a mi entender, pues hay algunos ripios que la afean, pero es la expresión de un deseo tan fuerte como el que me asalta a mí cuando estoy a tu lado. Aunque yo no hago literatura no dejo por eso de percibir el encanto que fluye de ti y que me subyuga ¿No te lo digo con frases hermosas? Bien Pero te lo dice, en mí, todo lo que puede ser, llegado el caso, medio expresivo. Te lo digo yo, cien veces, mil, a riesgo de cansarte con lo que, por repetido, es cantilena: ¡Te quiero, te quiero, te quiero!... Y al mirarte me quedo arrobado mirándote,

JOSÉ Y FELICITA – UNA HISTORIA DE AMOR - 1928

78

tamento

viendo tus cabellos tan negros y lucientes, tu frente, que yo cubriría de besos, tu cuello tan grácil, tus ojos, grandes, bellos, luminosos y tu boca, esa boca roja y dulce, húmeda y fresca, nido de sonrisas que yo transformaré en fuente inagotable de besos. Hoy extraño el no tenerte entre mis brazos como la otra noche al bailar en casa de tu tía Sara. Era tan feliz yo esa noche que no me hubiera cambiado por nada ni por nadie. ¡Negrita linda!... Ojalá podamos bailar otra vez pronto. A tu lado, bailando contigo, el placer de bailar se acrecienta enormemente. Y yo, mimoso como tú me has hecho, me engolosino con facilidad. Espero verte esta tarde. Hoy los relojes marchan muy lentamente. Te adora siempre tu José. No te extrañe el cambio de tinta. Se terminó la tinta de mi pluma fuente y tuve que utilizar otra. Recuerdos a tu mamá y un saludo afectuoso a Gri – Gri. Adiós, negrita deliciosa. 89.- Carta Montevideo, 12 de setiembre de 1928 [miércoles] “¡Qué ha visto, qué ha oído tu mamá para que, ahora, piense que hay algo malo en que tú bajes la escalera conmigo y hables un momento allí!... esa apreciación entraña, al par que una desconfianza hacia mí, de parte de tu mamá, una especie de indiferencia en ti, que no trataste de convencer a tu mamá de lo infundado de su idea” Felicita: Si alguien me hubiera dicho, hace cerca de tres años, que tu mamá pensaría que “no está bien” que tú me acompañases hasta cerca de la puerta y charlásemos unos minutos antes de irme, yo no lo hubiera creído. Y si tú piensas un poco en lo que te digo verás que tengo razón. No porque yo no quiera ceder ni me empecine en sostener algo infundado, sino porque es, en mi opinión, contradictoria la actitud actual con la que observó tu mamá hasta hace poco. Cuando te conocí ¿no hablé contigo algunas veces, durante algunos minutos en la puerta de tu casa de Millán2, con el pleno consentimiento de tu mamá? Cuando, más adelante, te visitaba en Millán, en la sala primero, en el escritorio después y en tu aparfinalmente, ¿no bajabas conmigo a veces la escalera, me acompañabas hasta la puerta y conversabas conmigo antes de irme? ¿Te falté, cuando no estabas bajo la vigilancia de tu mamá o te alejabas de ella, el respeto y la consideración que te debo? ¿Di motivo alguna vez para se dudara de mi corrección no ya por los extraños, que no me preocupan, sino por los tuyos? ¡Qué ha visto, qué ha oído tu mamá para que, ahora, piense que hay algo malo en que tú bajes la escalera conmigo y hables un momento allí! ¿O es que en esos pocos metros que nos separan de ella se desvanece su influencia materna y tú pierdes tu recato, que tanto me gusta, y yo pierdo la consideración que te tengo? ¿Hay, en verdad, algo de esto? Si tu mamá piensa así, ella a quien tanto he considerado, ante quien he dado tantas pruebas de sinceridad; si tú compartes esa opinión a pesar de todo lo que yo he hecho, a pesar de todo lo que te he dicho ¿qué pensarán o que podrán pensar quienes no me conozcan? Porque en esta cuestión no hay términos medios. Lo que “no está bien” está mal en absoluto. Y entonces yo, que sostengo que el acompañarme, aunque sea hasta la puerta y despedirnos en ella como nos despedimos en la escalera no te hace perder un ápice de consideración a los ojos de quienquiera, yo, que tal digo, o no sé lo que digo o tengo un concepto erróneo de lo lícito y lo ilícito, de lo bueno y lo malo. De eso a admitir la falta de sentido moral, a dudar de la dignidad y caballerosidad de quien tal cosa sostiene no hay más que un paso.

2 La casa de la tía Sara, sita en la Avenida Millán, donde vivían Felicita y sus papás. Ahora se han mudado como deseaba la mamá de Felicita. Viven a pocas cuadras del paseo público llamado Prado chico, en una transversal del camino Castro, no lejos del Jardín Botánico, del Rosedal y del templo de los Carmelitas. Casa aludida por José en la carta 97 del 11 de diciembre 1928

JOSÉ Y FELICITA – UNA HISTORIA DE AMOR - 1928

79 Lo que está bien como medida de precaución, deja de estarlo cuando pone de manifiesto una desconfianza, un recelo, que no han sido justificados por una conducta reprochable. Si tu mamá no recelaba antes ¿por qué recela ahora? ¿Qué vio en mí, qué vio en ti que justifique ese recelo? Si tú me hubieras dicho que tu mamá no quería que hiciésemos tal o cual cosa que hasta entonces habíamos hecho, yo no hubiese insistido porque era un deseo de tu mamá. Pero que fundamente ese deseo diciendo que está mal, o incorrecta, una acción que no es reprochable ni en ti ni en mí, eso, querida, es un poco fuerte y yo, con todo el respeto debido a tu mamá seguiré sosteniendo lo contrario. Y lo sostendré porque esa apreciación entraña, al par que una desconfianza hacia mí, de parte de tu mamá, una especie de indiferencia en ti, que no trataste de convencer a tu mamá de lo infundado de su idea. Es doloroso para mí comprobar que a los tres años, poco menos, yo no haya ganado terreno sino que, como te dije hoy, remedando al Viejo Pancho, “voy siempre p’atrás como el cangrejo”. Dime si yo merezco esto. Dime si yo no merezco un poco más de cariño de tu parte y un poco más de consideración de parte de tu mamá. Sobre todo, más cariño en ti, que a pesar de decir que me quieres y me mimas, me dejas a veces la espina de si me quieres o no, cuando te veo indiferente, como abstraída y hasta mostrando disgusto cuando te digo, por ejemplo, que eres linda, que tienes hermosos ojos o algo por estilo. ¿Es esa la actitud de una mujer que ama, frente al hombre que la quiere? No, negra... Piensa que no sólo de pan vive el hombre. Al lado de lo fundamental en la vida, el pan, está una serie de cosas accesorias que matizan y avaloran la existencia. En el amor, al lado de lo básico está lo superfluo, lo no imprescindible, pero que lo hace más deseable y delicioso. Ese pequeño detalle, como yo te decía, que no escapa al espíritu tenso del hombre que ama a una mujer y que éste busca en los ojos, en los labios, en las manos, en el gesto de la mujer querida, como trasunto de un latido más vivo, de una emoción más grata de un instante en que una palabra hacer vibrar el alma de esa mujer... eso, negra, no lo he visto en ti. Y he visto, en cambio, que tú misma te pones en guardia contra ti y contra mí, hasta el punto de que todo lo que yo he hecho hasta ahora sólo ha rozado tu alma, sin conmoverla, sin provocar en ella ese estado vivísimo, dulce y triste a un tiempo, que es el amor. “Cuando yo esté segura de que me quieres, me has dicho, no te quejarás por falta de cariño”. Empieza a quererme, te diré yo, no te encierres en ti misma y entonces creerás en mí y estarás segura de que te quiero. Perdona si esta carta te hace sufrir. Yo también sufro, pero es necesario que te diga esto para que mañana nada se oponga a nuestra felicidad. Te besa las manos tu José que te adora. 90.- Carta Montevideo, 25 de setiembre de 1928 [martes] “Yo lamento muchísimo haberte afligido... Estoy por creer que, tal vez sin darme cuenta, yo soy malo, como tú me dices. Pero bien castigado estoy con la tristeza que anoche y hoy me dominó por completo. Aunque tú dijiste que no tenías nada que disculparme yo te pido que me disculpes y perdones por los malos ratos que te haya hecho pasar.” Mi negrita: Quisiera que esta carta fuese mensajera de paz y que restableciese la armonía que ayer se turbó un poquito. Entre dos que se quieren bien las rencillas no pueden perpetuarse y al primer momento de ofuscación suceden otros de reflexión y de tristeza; después, barridas del horizonte las nubes que lo ensombrecieron, serenados los ánimos, luce una sonrisa su augurio de paz. Yo espero que en ti se haya desvanecido la mala impresión que te dominaba ayer y que yo no pude vencer por falta de tiempo. Ojalá, cuando te vea, me recibas con un semblante

JOSÉ Y FELICITA – UNA HISTORIA DE AMOR - 1928

80

menos triste que el que tenías anoche a causa de aquel funesto entredicho que surgió casi a última hora. Yo lamento muchísimo haberte afligido.

Estoy por creer que, tal vez sin darme cuenta, yo soy malo, como tú me dices. Pero bien castigado estoy con la tristeza que anoche y hoy me dominó por completo. Aunque tú dijiste que no tenías nada que disculparme yo te pido que me disculpes y perdones por los malos ratos que te haya hecho pasar. Bien claro veo mi única, cuando pienso y reflexiono, que he estado mal; pero entonces ya lo hecho está hecho y sólo me resta arrepentirme y hacerme perdonar. Tú, que eres tan buena ¿lo serás tanto ahora, para olvidar que yo he sido malo?

¿Veré brillar en tus ojos la alegría, cuando te vea el jueves, o, para castigo mío, los veré tristes y abatidos? Que no sea esto último, adorada. Que no tenga yo, reina mía, el mudo reproche de tus ojos. Demuestra que eres más buena de lo que yo mismo creo; devuelve bien por mal y dame en una sonrisa la prueba de tu bondad y del cariño que me tienes, aunque yo no lo merezca. Piensa que yo, que hoy te hago sufrir a veces, sería capaz de todo por ti y que todo esfuerzo, todo sacrificio posible serían cumplidos alegremente, si ellos te dieran la felicidad. Enséñame tú a ser bueno, mi santa, y no tendrás un mal discípulo. El esfuerzo que hagas ahora por mejorarme te será recompensado con creces porque al darme tú la felicidad yo me esforzaré en labrar la tuya. Adiós, mi negrita adorada. Te adoro. Tuyo siempre, José. 91.- Esquela de Felicita Montevideo, setiembre 28 de 1928 [viernes] Negrito de mi amor: Como seguimos la novena3 y llegamos de ella a la hora de ayer, tu visita resultaría muy cortita, por esto te pido que si no te es inconveniente vayas a buscarme mañana de cinco y media a seis a la capilla de los Carmelitas calle Yrigoytía a una cuadra de Buschental. Anoche recibí tu cartita, me dejó muy contenta y veo que eres muy engañadorcito comprendo que cada día debo quererte más. Tú mereces mi cariño, yo vivo feliz prodigártelo con la sinceridad y la grandeza que encierra. Te adora tu Felicita. 92.- Carta Montevideo, 9 de Octubre de 1928 [martes] Queridísima: Tal vez ni sospeches, en estos momentos, que yo te esté escribiendo. Pero ahora, después de dejar de estudiar, y entretanto llega la hora de cenar ¿en qué cosa mejor emplearé el tiempo que en escribirle a la única, la insustituible, la mujercita que llena mi vida de un encanto tan grande, tan hermoso, que no deseo otra cosas que llegar pronto a tenerla para siempre junto a mí? ¿Estarás tú acaso pensando en mí? ¿Pasará por tu imaginación algo que evoque en ti un recuerdo de este negro feo pero amoroso, tan enamorado de ti que se ha dejado encerrar gustosísimo en la cárcel tan honda y sombría de esos tus ojazos? Ayer de mañana, en la sala del hospital donde yo hago mi curso de Clínica Quirúrgica, me encontré a tu tío Julio4, que había ido por un dolorcito que tenía en el vientre. El doctor Seoane lo revisó, yo también, y vimos que no era nada de importancia. Le recomendó que usara la faja y nada más.

3 Novena de Santa Teresita del Niño Jesús, canonizada hacía poco, el 17 de mayo de 1925, por Pío XI, y cuya fiesta se celebraba el 3 de octubre, y de la cual eran devotas Felicita y su mamá 4 Tío paterno de Felicita, soltero por entonces, que vivía con su madre que todos conocían como la abuela Antonia

JOSÉ Y FELICITA – UNA HISTORIA DE AMOR - 1928

81 De tarde pasé por casa de tu tía, pero no vi a nadie. El jueves iré a verte un momentito, en una escapada. Piensa un poquito en tu José, que te adora. Adiós. Hasta el jueves. Te besa la mano tu José. Recuerdos a tu Mamá 1ª Nota. Recuerdos a Grigri 2ª Nota Recuerdos a Venturita 3ª Nota Recuerdos a quienes pregunten por mí. 4ª Nota Recuerdos a Felicita muy afectuosos. Vale Post – Data No te comas todo el dulce de limón. Vale 93.- Carta Montevideo, 13 (y martes) de noviembre de 1928 “Algo que yo ansío fervientemente: un beso” Queridísima: ¡Qué linda estabas hoy, mi reina adorada!... ¡Qué linda!... ¿Es que cada día aumenta tu encanto o yo a través de mis ojos enamorados, te veo día a día más preciosa? Creo que las dos cosas suceden. Tú cada día más linda; yo, cada día más enamorado. Y así, en este círculo, una es causa de lo otro, y recíprocamente. ¡Cómo brillaban tus ojos, tan grandes y expresivos!... Unas lucecitas cambiantes brillaban en ellos y lucían como estrellas que se hubiesen quedado prisioneras dentro. Tu mano, que tanto me gusta, imán de mis besos, arreglaba con gesto elegante la onda algo rebelde del cabello, negro y luciente. Sonriente, me mirabas sabiendo que frente a ti todo yo soy un acto de adoración fervorosa. Y la sonrisa que vagaba por tus labios daba nueva fuerza a la obsesión que frente a ellos me domina y arrastra. Tus labios, negra... Nunca me ha atraído nada con tanta fuerza como ellos; jamás mi deseo se ha polarizado, orientado hacia alguna cosa tan ardientemente como hacia tu boca, tan roja, sugestiva y tentadora; nunca sentí tan imperioso el influjo de la belleza como viendo tu boca. Es la verdad, mi negra. No te enojes porque te diga esto; es tal como lo siento y tú lo sabes bien. Por un beso de esa boca ¿qué no haría yo? Dulce, fresca, pura, tu boca, negra de mi alma, guarda algo que yo ansío fervientemente. Un beso. Un trozo de alma entregada en los labios, el corazón que sube a confundir su latido con el de otro corazón, un lazo de vida que nos une a otra vida, una palpitación, lo más dulce y noble del amor se dan en un beso. Y yo te amo tanto!... ¿No me darás un beso? Tres años hace que te amo, con un amor tan grande, tan puro, tan sincero, que yo no creí nunca que podría llegar a amar tan hondamente como te amo a ti. No tardes en satisfacer esta sed que siento de tus besos. Recuerda que una mujer apagó en Samaría la sed de Jesús. Negrita: ¿serás mi samaritana? Te pide que no te enojes y lo quieras mucho, mucho, tanto como él a ti, tu José. 94.- Carta Montevideo, 19 de noviembre de 1928 [lunes] El verdadero y el falso amor: “El verdadero amor, negrita querida, el que yo quiero que haya toda la vida entre nosotros es compendio de amistad, confianza ciega y abnegación” Deliciosa negrita mía: Si una de mis cartas cayese, por casualidad, en poder de una tercera persona, ésta no podría, ni por un momento, dudar de que quien te escribe está profundamente, locamente enamorado de ti. Tan claramente se transparenta mi corazón enamorado en estas líneas que te escribo, que mucho me envidiarían por haber llegado a sentir con tanta sinceridad y de modo

JOSÉ Y FELICITA – UNA HISTORIA DE AMOR - 1928

82

tan íntimo, esa gran pasión que todos deseamos sentir en nuestra vida. Porque es evidente que todos, en materia de amor quieren llegar a sufrir esa gran pasión. Amar apasionadamente no es facultativo de una persona y un hombre puede pasarse la vida deseando amar profundamente sin conseguirlo nunca, ya porque la mujer que le toca en suerte no llega a hacer vibrar las cuerdas de su alma con toda la fuerza necesarias, ya porque esas cuerdas, anquilosadas, o poco aptas para vibrar, o rotas por haber ya vibrado mucho, no responden a un deseo que es más grande que su capacidad para cumplirlo. Por eso te digo que muchos me envidiarían. Porque yo siento por ti esa pasión que es ternura y cariño, abnegación, desinterés, todo lo que de noble encierra el alma de un hombre y que se ofrenda a una mujer que nos quiere; y mi felicidad llegaría a su más alto grado si yo tuviera la suerte de que tú me quisieras como yo te quiero. Tú eres la única mujer que yo he encontrado en la vida. Y cuando una mujer llega a ser todo para un hombre, cuando es indispensable y no puede ser separada de su vida, entonces el hombre es capaz de hacer todo por ella. Para ella es el esfuerzo, el pensamiento alto, el sentido más noble, el latido más fuerte, la caricia más pura. No hay para el hombre que ama verdaderamente, mayor recompensa que una sonrisa franca y dulce, una mirada limpia y un beso unido a la dulce cadena de los brazos de ella. Cuando se aman de esta manera un hombre y una mujer, pueden mirar al futuro con entera tranquilidad. Nada los separará, porque el tedio y el cansancio mutuo nacen tan sólo entre aquellos que no fueron impulsados sino por un deseo perecedero y engañoso. Saciado ese deseo siguen su vida unidos por hábito, por no romper un equilibrio cómodo o porque el tiempo y la vida crearon otros lazos que los atan. Pero si se analizan comprueban que el amor murió en ellos. Y siguen, según la expresión del poeta 5:

"Como dos remos... Toda la vida bogando juntos Y separados toda la vida.”

El verdadero amor, negrita querida, el que yo quiero que haya toda la vida entre nosotros es compendio de amistad, confianza ciega y abnegación. Así te quiero y te querré siempre, cariñito mío. Si tú, sabiendo cómo te quiero yo, ves que me quieres de igual modo, puedes estar segura de que la vida será para nosotros fuente de alegrías y de felicidad. Tú serás para mí la mujer y yo seré para ti el hombre, más, por encima de todo, mi amor te envolverá perennemente en una atmósfera de ternura y de cariño grandísimos. Quien te ama así, cariñito mío ¿no merece un beso? No creas que todo lo que te digo tiene tan sólo como fin el de lograr un beso tuyo. No, adorada mía. Hay en mis palabras una sinceridad evidente y mis acciones las confirman, pero precisamente esta sinceridad mía debiera decidirte a darme ese beso que hace tres años estoy deseando. ¿Me lo darás el jueves, cuando vaya a verte? Porque el jueves voy a verte ¿sabes? Te convido, si la noche está linda para ir a pasear al Prado. Yo iré a las ocho y media o a las nueve a buscarlas y de tu casa saldremos para ir a pasear y tomar aire al Prado. Si no están dispuestas a ir me quedaré un momento contigo. Si esta carta, que termina pidiéndote un beso no te gusta, te escribiré otra donde el beso sea pedido al principio ¿quieres? Adiós, mi única negrita. Hasta el jueves. Te adora y te adorará siempre tu José.

5 El poeta José Santos Chocano (1867-1935) El poema que cita José se titula “De Viaje” y José elige los versos finales. La última estrofa dice: Yo lentamente sigo la ruta de mis quebrantos; / ¡ella ha fugado como un perfume sobre la brisa! / Quizás ya nunca nos encontremos; / quizás ya nunca veré a mi errante desconocida; / quizás la misma barca de amores empujaremos, / ella de un lado, yo de otro lado, como dos remos, / ¡toda la vida bogando juntos y separados toda la vida!.

JOSÉ Y FELICITA – UNA HISTORIA DE AMOR - 1928

83

94 A.- Fragmento6 Sin fecha “Una respuesta tuya que me tranquilice y me haga pensar lo contrario de lo que pienso la mayor parte del tiempo: que no me quieres”

Acostúmbrate a confiar en mí. Yo te quiero mucho y te respeto más. Quiero hacerte para mí y tal como yo te haga me acompañarás siempre mientras la vida y el amor nos unan. Confía en tu José tanto para las cosas graves como para las sin importancia y verás llegar días espléndidos para nuestro amor. Piensa que no basta quererse si no hay esa mutua compenetración espiritual que hace cada vez más fuertes y unidas las almas que se quieren. Piensa, sobre todo, que yo te quiero, que en todos mis esfuerzos trato de encontrar el medio de acercarme más a ti; y no pienses en que yo te engaño ni te miento como piensas a menudo. Ten presente que yo no amo a ninguna otra mujer, que yo estoy muy contento contigo, con haberte encontrado en mi vida y que no deseo más que poder ofrecerte un día, tal vez no lejano, todo lo que un hombre puede ofrecer a la compañera de su vida. Recuerda que yo soy feliz cuando veo lucir la alegría en tus ojos; piensa en el esfuerzo que yo realizo ahora, aprécialo un poquito y págame con una de esas sonrisas tuyas, luminosas y dulces y una mirada franca donde vea que me quieres. Dame después tu mano y abre tu corazón a mi cariño, desecha tu inquietud y confía en mí que no deseo otra cosa que ir unido siempre a ti por toda la vida. Pero no “como dos remos, bogando juntos y separados toda la vida7”. Adiós. Iré a verte a las seis y media. Te adora tu José. Te mando unas revistas para que te entretengas en estos días tan lluviosos. 95.- Carta Montevideo, 8 de diciembre de 1928 [sábado] “Ahora que te has ido se me ha revelado el amor que te profeso como un sentimiento hondísimo y fuerte” Mi negra muy querida: Hoy, al salir a la calle, después de haber pensado en ti antes de salir, tuve de nuevo motivo para recordarte. Pasaron dos nenitas que venían según parecía de hacer su primera comunión. Me pareció verte, entonces, en aquel retrato tuyo donde apareces con un vestido de primera comunión, albo e inmaculado como tú misma. De nuevo recordé que ya estás lejos de mí, cuando hasta hace pocos días yo pensaba pasar a tu lado las fiestas de fin de año. ¡Ah negrita adorada, cómo empiezo a extrañarte! Hoy sábado, yo debía verte. Y aquí estoy, solo, triste, con varios meses por delante para aburrirme, y sin tu influjo que me animaba. Porque ahora, negra mía queridísima, es como si me faltara algo, algo que es, aún en los momentos más llenos de preocupación, tan fuerte que se hace sentir como una congoja indefinida, una tristeza vaga que me sorprende a veces y de la cual salgo como de un sueño. Muy cierto es que sólo se aprecian las cosas en su magnitud cabal cuando se ven de lejos. Ahora que te has ido se me ha revelado el amor que te profeso como un sentimiento hondísimo y fuerte. Miro dentro de mí y hoy, cuando el dolor de saberte lejos ha aguzado mi percepción, advierto que en mi alma hay un amor tan grande que ni tú ni yo hemos alcanzado a advertir otra cosa que la superficie, como en un río profundo donde la placidez de lo de

6 Se trata de la última carilla de una carta que constaría de tres, como es habitual, y de la que se ha perdido la primera hoja. Por los temas está emparentado con los que se tratan en las cartas de noviembre de 1928, poco antes de la partida de Felicita a San Ramón. Su temática está emparentada también con las cartas de fines de febrero de 1929. 7 Alusión a lo que le escribiera José en la carta 94, del 19 de noviembre de 1928 citando el poema de José Santos Chocano.

JOSÉ Y FELICITA – UNA HISTORIA DE AMOR - 1928

84

arriba oculta el torbellino de más abajo. Pero así como ese río, plácido y sereno, se encuentra ante unas rocas que le oponen un obstáculo y se revuelve y ruge manifestando su fuerza, así el amor mío por ti nunca se mostró tan fuerte como ahora, cuando un viaje inesperado e intempestivo puso un dique a este amor que era antes un río sereno... te aseguro que si yo me mostré sereno y acepté callado esa decisión de los tuyos de irse afuera fue porque no tengo aún derecho alguno sobre ti, de otro modo no te hubiera dejado ir ahora, cuando tantos días alegres nos prometía la estación y cuando tan bien podríamos haberlos pasado. Pero, en fin ¡qué hemos de hacer! Donde manda capitán... Dime ahora, cuando escribas, cómo te fue en el viaje, cómo llegaste y cómo te has instalado. Anoche conté las tres Marías de la constelación de estrellas, pero esta tarde está muy nublado y parece que el tiempo no me permitiera volver a contarlas. Yo te avisaré si hay algún contratiempo. En estos días piensa venir mi hermana Maruja de su paseo por La Lata8; en cuanto a mi otra hermana, la Chola, te manda recuerdos y desea que tengas una buena estada en tu casa de San Ramón. Dale mis saludos a Osvaldito por no haber podido dárselos yo aquí y a Grigri una caricia por mí. Yo sigo preparándome para mi examen. Es un examen fácil y lindo, de modo que no quiero que te inquietes. Yo te escribiré mañana domingo con más detenimiento, para echar la carta el lunes. Por hoy sólo me resta desear que hayas llegado bien, así como también tu mamá.

Ocho de diciembre... Así como el tres de diciembre y el veinticuatro de junio, el seis de julio y otros, hay que marcarlos con piedra blanca por su significado, a este otro día hay que indicarlo como un día triste para mí... y para ti. Hoy se bendicen las playas y te aseguro que hace un calor como pocas veces lo he sentido.

Bueno, negrita mía, por hoy se despide de ti, deseando que le contestes pronto, tu negro que te adora siempre, José. [Al margen:] Te mando la carta en este sobre porque está todo cerrado y no conseguí otro 996.- Carta Montevideo, 9 de diciembre de 1928 [domingo] “Esta desazón que me causa tu ausencia,... me imagino que tú, allá en San Ramón debes sentir a esta misma hora del atardecer algo semejante a lo que yo siento ahora” Chelita querida: Hoy no fui a trabajar a Maroñas porque quería estudiar y además porque, como te dije, en estos meses se duplica el trabajo y el sueldo es siempre el mismo. A las seis menos cinco terminé de leer la materia y los días que me quedan hasta el 20 los dedicaré a repasar simplemente. Terminado el estudio por hoy ¿qué podía hacer en las horas que me quedaban libres hasta la noche? ¿Ir a pasear por Goes, por la playa o por el Prado? ¿Tomar un tranvía cualquiera a La Barra, a Capurro, a Camino Maldonado? Si antes, estando tú aquí yo tenía gusto para ir de paseo a cualquier parte, hoy, tú lejos, no puedo hacerlo. Siento algo así como un descontento porque me imagino que tú, allá en San Ramón debes sentir a esta misma hora del atardecer algo semejante a lo que yo siento ahora.

¿A qué obedece este desasosiego? Quise imponerme a él, como si fuera una muestra de sentimentalismo, contra la cual debiera estar en guardia.

Pero pensé después que esta desazón que me causa tu ausencia, este extrañarte es muy natural puesto que algo muy semejante deben experimentar hasta los animales que están

8 Actualmente se llama Cardona 9 Pueblo del Departamento de Canelones a unos 80 Kms de Montevideo, junto al Río Santa Lucía. Los padres de Felicia tenían casa en el pueblo y una chacra llamada Villa Felicia, a una legua del pueblo

JOSÉ Y FELICITA – UNA HISTORIA DE AMOR - 1928

85alejados de su amor o de sus allegados. Es ese sentimiento algo indefinido, muy distinto de la noción de ausencia, puramente racional, que tenemos porque pensamos. Es semejante a un instinto, tan profundo que aún cuando la razón esté ocupada en algo, nosotros nos damos cuenta de que allá, en un terreno donde nosotros pocas veces penetramos, vive en potencia una fuerza que se manifiesta pujante cuando un dolor, una aflicción las desligan del pensamiento.

No sé si soy claro, negra. Te podría decir en pocas palabras que te extraño, que aprecio con claridad que me falta tu cariño y que a esto se agrega el saber que no estás aquí, a mi lado. Sobre todo esto último, negrita mía. Estaba tan saturado de ti, adoradísima, que me pasa una cosa semejante a la que le pasa a ciertos enfermos acostumbrados a un medicamento: que basta que sepan que no podrán conseguirlo o que no lo tienen al alcance de su mano, para que más lo deseen y más necesario se les haga. Disculpa la comparación, en mérito a que, si no es muy elegante es, en cambio, bastante exacta.

Estoy ansioso por recibir una carta tuya para saber algo de ti. Desde aquí, desde mi cuarto, veo en el patio tu planta de claveles con una vara de cuatro espléndidos claveles color granate; todavía están, algo marchitos los pobres, pero fragantes aún, los jazmines que tú me diste antes de irte. Me aferro a ellos y aspiro su perfume como si ellos tuvieran el poder de retrotraer, con su efluvio algo que de ti quedara en sus pétalos. Sobre mi mesa de noche han pasado dos días. ¿Cuántos me durarán? Bien se cumple lo que me dijiste en la casa de tu tía Clotilde: “No te daré más flores”. ¿Por cuánto tiempo, mi noviecita adorada no me dará más flores?

¡Ah, negra, negra...! Te me has ido y me has dejado solo. Sólo, como dijo un poeta, llevo tu perfume, tu recuerdo conmigo. Pero para siempre tu recuerdo será mi guía, negra de mi alma. Recuérdame como yo te recuerdo, alma mía. No te olvides de que tu novio está aquí, abandonado y triste, y aliéntame con tu cariño.

Anoche no pude contar las tres Marías, como te decía, porque estuvo nublado. Esta noche no estará mejor, según parece, porque el tiempo no está muy bien. Empieza a contarlas desde el martes, para más seguridad. Yo empezaré ese mismo día. Las palomas mensajeras irán conmigo tan pronto como pueda llevarlas. Por las dudas prepara un cajoncito para alojarlas cuando te las lleve.

Saluda a tu mamá y a tu hermano en mi nombre. Ahora mi reina, recibe todo el cariño que en mi carta puede mandarte, junto con un beso en la mano, tu José que te idolatra. 97.- Carta Montevideo, 11 de diciembre de 1928 [martes] “Al pasar por la esquina de tu casa vi todo cerrado, unas plantas en el balcón azotado por el sol y... nada más. Es triste una casa sola... Me puse a caminar por el Prado... pude rememorar muchas cosas...¡Hay tantos recuerdos nuestros dispersos en el Prado!” Queridísima Felicita: Recibirás con ésta la carta que te escribí el domingo y que me fue imposible echar al correo porque en estos días he tenido mucho que hacer. En efecto, ayer, lunes, estudié por la mañana y por la tarde fui a la Facultad para repasar las prácticas de la materia de que daré examen pronto. De noche me acosté temprano pues estaba bastante cansado. Hoy de mañana estudié, de tarde volví a ir a la Facultad y de allí me fui... ¿A dónde creerás que fui? Pues tomé un 44 y me fui al Prado. Al pasar por la esquina de tu casa vi todo cerrado, unas plantas en el balcón azotado por el sol y... nada más. Es triste una casa sola. Y más triste aún cuando evoca en nosotros tiempos felices, que pasaron y de los cuales no queda más que el recuerdo.

Después me puse a caminar por el Prado. Caminé tanto que ahora, al escribirte, siento un cansancio grandísimo. Pero estoy contento porque pude rememorar muchas cosas. Se

JOSÉ Y FELICITA – UNA HISTORIA DE AMOR - 1928

86

habla del alma de las cosas y de los objetos que nos rodean en nuestra vida y yo creo que esa alma existe aunque no sea más que una prolongación de la nuestra. Hoy se establecía entre los objetos que fueron testigos de mi dicha y mi espíritu una relación de la que nacía el recuerdo dulce y agrio a la vez. Yo recordaba... Aquí nos sentamos muchas veces. Aquí me dio una medalla y allí alentó mi ilusión. Allí nos retratamos y allí... y allí... y allí. A cada paso, a cada volver la cabeza, los recuerdos afluían en tumulto impetuoso. ¡Hay tantos recuerdos nuestros dispersos en el Prado! Y yo iba despacio parándoles rodeo. No dejé ni uno sin traerlo a mi memoria. Hasta había algunos tristes... Pero yo experimentaba el placer doloroso de vivirlos de nuevo, placer semejante al de enconar una herida sacándole la cascarita que la recubre. Sin querer, casi sin sentir recorrí el Rosario, el lago, el jardín botánico, todo, y en cada paso mío iba hilvanando pensamientos, recuerdos, evocaciones...

Tomé después el tranvía, de regreso, y fui a la casa de tu abuelita. Allí no hallé más que a tu tío Julio. Tuvimos un rato de charla y supe que todos estaban bien. Los demás estaban en casa de tu tío Venancio 10. De ahí me fui a casa, cené y me puse a escribirte. Esta ha sido mi vida en estos días.

Te extraño, negra. Espero una carta tuya bien larga y cariñosa. ¿Me escribirás así? Cuando vaya a verte te daré una sorpresa que creo te ha de gustar mucho. Mañana de noche tengo que dar una conferencia. Te aseguro que no tengo muchas ganas de darla, pero he dado mi palabra y he de cumplirla.

Hasta la próxima pues, negrita adoradísima. Te quiere con toda el alma tu José que desea verte pronto. Recuerdos a tu mamá, a Osvaldito y a Grigrí. Tú, negrita linda, recibe el beso acostumbrado de mis cartas. Te quiero siempre. 98.- Carta Montevideo, 13 de diciembre de 1928 [jueves] “Yo estoy bien pero estaría mejor si tú me escribieras. Saldré en comisión para examinar en campaña. Iré a Minas, Soriano, Río Negro y Paysandú... Anoche di una conferencia sobre el alcoholismo en la escuela Artigas. Espero tu carta ansiosamente” Mi noviecita única: Todavía no sé cómo llegaste, ni si estás bien tú, ni cómo están los tuyos. ¿Por qué eres tan haragana y no me escribes siquiera para tranquilizarme diciéndome que estás bien? Yo estoy bien pero estaría mejor si tú me escribieras. En estos días, creo que el lunes, saldré en comisión para examinar en campaña. Iré a Minas, Soriano, Río Negro y Paysandú. Desde cada uno de estos puntos te escribiré, pero quiero que tú me contestes a alguno de los liceos que yo visite. Yo te avisaré para que tú me escribas ¿Quieres? Mañana iré a visitar a tu tío Venancio a fin de enterarme si piensan ir a San Ramón el quince. Anoche di una conferencia sobre el alcoholismo en la escuela “Artigas”. Espero tu carta ansiosamente. Por ahora no tengo ninguna novedad de que darte noticia. Adiós, negra. Recibe un beso de tu José que te adora. Recuerdos a los tuyos. 99.- Carta de Felicita San Ramón, 18 Diciembre 1928 [martes] “No olvides que tu negrita espera pronto tus noticias para ver si así hace más llevadera esta ausencia que en algunos momentos me parece interminable. No ceso de recordarte y pedirle

10 Venancio, tío paterno de Felicita, casado con Rosario.

JOSÉ Y FELICITA – UNA HISTORIA DE AMOR - 1928

87

a Dios te conceda el éxito a que eres acreedor... pienso que no tardaré muchos días (años para mí) en verte” José, adorado mío: Causas ajenas a mi voluntad me han imposibilitado para escribirte por lo que te pido disculpa. Llegarás a saber por papá cómo encontramos todo esto de abandonado. En lugar de venir a pasar tranquilos como pensábamos, nos ha sorprendido la dejadez en que se encontraba todo; con decirte que la casita estaba casi inhabitable. Han transcurrido los días sin tener instante de descanso. Recién hoy tengo un momento disponible el que te dedico gustosa. Todos estos días, aunque no he podido escribirte, mi pensamiento ha estado siempre junto a ti. Tu primer carta, recién la recibí el viernes, la que me dices que me enviabas el domingo no la he recibido, hasta ahora no teníamos una persona de confianza que se ocupara de traernos la correspondencia y pienso que tu carta ha de estar en el correo y que aunque tarde, la recibiré. Para que lleguen más pronto, te pido me la mandes a esta dirección: Sr. E Mendieta Larrañaga, para NN “Villa Felicia” San Ramón. El Señor Mendieta es amigo de papá y se ha ofrecido a traerlas.

Negrito mío me imagino lo atareado que estarás con tus estudios, yo no ceso de recordarte y pedirle a Dios te conceda el éxito a que eres acreedor; así recibiré una gran alegría y tendré un motivo más para agradecerle y depositar cada día más mi fe en Él.

No olvides que tu negrita espera pronto tus noticias para ver si así hace más llevadera esta ausencia que en algunos momentos me parece interminable.

Aunque nada me dices de tu venida pienso que no tardaré muchos días (años para mí) en verte. Recuerda tienes que avisarme con anticipación tu deseada venida, así trato de mandarte buscar.

El domingo recibimos la visita de tía Anita y su hija Beba que se fueron a la tarde con papá. No te haces una idea de lo que lo extrañamos. Cuando tengas un momento de mañana te agradecería fueras a verlo y me enviaras noticias de él.

Me alegraría saber que a Maruja le ha probado la temporada en el campo, le darás saludos en mi nombre lo mismo que a tu abuelita a Chola y Beto11; y tú recibe saludos de mamá y Osvaldito y todo el cariño que guarda para ti el corazón de tu Felicita. Grigrí está muy contento, no así los pollitos a quienes agrada poco los cumplidos de su huésped, pues éste demuestra tenerles demasiada simpatía. Adiós, amor mío. 100.- Carta de Felicita San Ramón, Diciembre 23 de 1928 [domingo] “Me dices que te recuerde... estoy segura que yo te recuerdo mucho más... Te ruego que al escribirme evites tratar el punto que sabes me disgusta en tus cartas” José: inolvidable adorado mío: Recién hoy recibo tus cartas que estaban en el correo junto con las revistas. Te podrás figurar mi negrito los días que he pasado triste e intranquila a falta de tus noticias. Todos estos días he pensado mucho, mucho en mi mimosito querido y en cuál sería el motivo de su silencio; unas veces lo atribuía a la mala organización del correo, pero otras... perdóname negrito veo he sido injusta... En tu carta fecha nueve me dices que te recuerde como tú me recuerdas, que no te olvide. Me parece que en todo no te voy a poder complacer porque estoy segura que yo te recuerdo mucho más. A cada instante encuentro motivo para recordarte y pensar en ti.

11 Hermanos de José, mellizos

JOSÉ Y FELICITA – UNA HISTORIA DE AMOR - 1928

88 El veinte y el veintiuno pensaba darías examen en esos días, rogué mucho a Dios por que te fuera bien en él. Ahora veo con cierta pena has tenido que salir a examinar a campaña y pienso negro que, aún cuando te es ventajoso, es una lástima, después de haber estudiado tanto, no puedas dar ese examen. Mi querido, debo hacerte un pedido: te ruego negro de mi alma que al escribirme evites tratar el punto que sabes me disgusta en tus cartas. Adorado mío cuando vengas te diré por qué y estoy segura que si me quieres lo encontrarás justo. En tu última me tratas de haragana, pero conste que sólo para escribir; mira negrito mimoso que no te conviene hacerme esa propaganda. Mi primer carta fecha dieciocho creo se ha desencontrado contigo; si es así a tu regreso la encontrarás junto con ésta. He recibido tu telegrama, por la fecha de la contestación ya verás con qué urgencia me lo trajeron. Pensando que mi carta podía desencontrarse contigo en Paysandú, como el año pasado sucedió con la que te envié a Durazno, no he querido dirigirte ésta allí. Creo haberte dicho que no me telegrafiaras pues no hay en la oficina telegráfica de aquí una persona que se ocupe de llevar los telegramas, al que los trae le parece un trabajo grandísimo porque cobra con exageración. Ya mamá le ha dicho que si los quiere traer, no abuse del modo que lo hace, de lo contrario que no los manden, pues si uno los va dejando son como papel secante. ¿Te reirás de la comparación? Qué quieres, negrito, es como de Canelones. Cuando puedas mi adorado, ve a ver a papá. En mi anterior te pedía me hicieras ese favor, así tenemos más a menudo noticias de él, nos ha escrito y nos dice que no te ha visto. También te pedía me avisaras con tiempo cuándo pensabas venir para hacerte esperar en la estación. Dices que cuando vengas me darás una sorpresa que crees que me va a gustar mucho ¿Cuál será? Te felicito por la conferencia me imagino cómo te habrás portado. Saludos cariñosos para tu abuelita, Maruja, Chola y Beto, tú recibe saludos de mamá y Osvaldito y el amor inmenso que te profesa tu negrita que te adora y no te olvida, tu Felicita. Grigrí te envía saludos y te manda decir que si te has olvidado de tu negrita te acuerdes de él y vengas a verlo prontito. Hoy le hemos conseguido un compañero creyendo estaría en su elemento pero lo mira con desprecio y no se separa de nosotros. Adiós. 101.- Carta Montevideo, 31 de diciembre de 1928 [lunes] “Envidiaba a mis compañeros que recibían cartas... Me enteré de las dificultades que se te habían presentado y comprendí que si no me habías escrito había sido porque no habías podido”... “Estoy inmensamente fatigado por esta gira... Tengo muchas cosas que contarte y te las contaré despacio, cuando vaya” Negrita mía: Toda la gira la pasé sin tener una carta tuya. Llegué a creer que no querías escribirme más porque no habías contestado a ninguna de las cartas que te escribí. Te escribí al salir a campaña para que contestaras a Mercedes. En Mercedes no recibí carta tuya y entonces te hice un telegrama para que me escribieras a Paysandú. Tampoco en ésta recibí carta tuya y envidiaba a mis compañeros que, más afortunados que yo, recibían cartas. Por las dudas, en cada ciudad indicaba que me enviaran, en una u otra forma, la correspondencia que llegara para mi. Volviendo de Paysandú, y al pasar por Fray Bentos me entregaron una carta de mi hermana Chola, la cual adjuntaba una carta tuya que había llegado tarde para serme entregada antes de irme. Me enteré entonces de todas las dificultades que se te habían presentado y comprendí que si no me habías escrito había sido porque no habías podido.

JOSÉ Y FELICITA – UNA HISTORIA DE AMOR - 1928

89 Cuando llegué a Montevideo me dijo la Chola que me había mandado a Paysandú otra carta tuya, pero sin duda llegó tarde como la anterior. Espero que llegará a mi poder en estos días, pues ya di orden de que mi correspondencia me sea enviada a mi casa en ésta. Yo estoy inmensamente fatigado por esta gira que se realizó en una forma vertiginosa, sin descanso, trabajando a destajo, en un trajín que corroía la salud más templada. No te imaginas qué cansancio tengo. Tengo muchas cosas que contarte y te las contaré despacio, cuando vaya a verte. Pienso ir a San Ramón, a verte, el sábado cinco. Mándame decir si no te sería molesto recibirme ese día. Quisiera ir antes, pero temo que te des un sofocón. No prepares demasiada comida pues creo que tendré que someterme a un régimen por este hígado que, con el sistema de comidas de campaña, se ha puesto insoportable. Mañana pienso ir a ver a un médico para que me diga qué debo hacer. Mañana iré a ver también a tu papá y te daré noticias de él, como tú me pides, en la carta que te escribiré mañana mismo y que será más extensa que ésta porque yo estaré más descansado. Te aseguro que ésta es, según me parece, la última vez que salgo a campaña en estas condiciones. No me pescan más. Supongo que ahora estarás algo más descansada, después de todo el trabajo que has tenido para poner la casa en condiciones de ser habitada. Creo por lo tanto, que podrías pasar un primero de año tranquila y dichosa en esa casita tuya, junto a tu mamá, Osvaldito y Grigrí. Para ti deseo que principies y termines el año que comienza, con toda la felicidad que deseo para mí y para los míos. Recuerda, negrita de mi alma, que te quiero mucho y que te seguiré queriendo en 1929 mucho más que en 1928. Maruja, Chola, Beto y mi abuelita desean que tengan un feliz año nuevo. Yo, al despedirme por ahora, hago votos sinceros por tu felicidad y deseo que esa felicidad constituya la de tu José, que te querrá toda la vida. 102.- Carta de Felicita San Ramón, 31- 12 - 1928 [lunes] “A falta de tus noticias estoy triste y preocupada, al saber esto debes adivinar lo que pienso” Mi negrito inolvidable: Si supiera expresarte mi sentir, sabrías lo mucho que me apena ver pasar los días sin recibir tus noticias. Desde el veintiocho te he esperado todos los días. El corazón me anunciaba que vendrías a darme una sorpresa pero me he engañado. Negrito querido, habiendo perdido ya la esperanza de pasar contigo el primer día del año que se inicia, te envío estas líneas que tú interpretarás de mejor manera que lo que yo puedo expresarte. Con toda mi alma te deseo un próspero y feliz año; quiera Dios que puedas ver realizadas en él tus más caras aspiraciones. A falta de tus noticias estoy triste y preocupada, al saber esto debes adivinar lo que pienso. Saluda en mi nombre a tu abuelita, Maruja, Chola y Beto, recibiendo tú el afecto de mamá y Osvaldito con muchas felicitaciones, y de tu negrita va el alma enamorada si es que te acuerdas de ella. Felicita.

JOSÉ Y FELICITA – UNA HISTORIA DE AMOR – 1929 (1)

93

103.- Carta Montevideo, 7 de enero de 1929 [lunes] “Si un día y medio de permanencia en Canelones me ha acanariado de este modo, ya puedo imaginar lo que me acanariará una permanencia de una semana, que es lo que pienso estar contigo la próxima vez... Llegué a Montevideo y me encontré con tu papá, que me esperaba. Mañana te mandaré la encomienda ¡Si yo pudiera meterme dentro!” Mi muy querida Felicita: Tomo la pluma en la mano... Esta manera de comenzar una carta, canaria1 hasta la médula de los huesos, (si una carta tuviese huesos) es la que se me ocurrió tan pronto como me senté para escribirte. Si un día y medio de permanencia en Canelones me ha acanariado de este modo, ya puedo imaginar lo que me acanariará una permanencia de una semana, que es lo que pienso estar contigo la próxima vez. ¡Si vieras qué calor, qué tierra, qué solo sufrí ayer en el camino, desde tu casa hasta la estación! Cuando llegué al lugar donde tenía que encontrarme con Vizconde, detuve el caballo y miré hacia tu casa. No vi a nadie. No alcancé a distinguir nada que revelara la presencia de una persona. Seguí mi camino y a poco andar se me juntó mi acompañante. Charlando de una cosa y de otra llegamos a la estación a las tres y media. ¡Y el tren salía a las cinco menos veinte! Si yo hubiera sabido esto no hubiese salido tan temprano y hubiese disfrutado un rato más de tu compañía. Otra vez no pasará esto.

El viaje fue bueno, si bueno puede ser un viaje que se realiza con el alma llena de la tristeza que deja la separación de un ser querido. Llegué a Montevideo y me encontré con tu papá, que me esperaba. Le dije lo que tú y tu mamá me encargaron, le di el paquete que le mandaron y fuimos los dos a despedir al dentista Gil y a su señora, que salían en esos momentos para Rivera, donde piensan radicarse. La señora estaba muy triste, aunque aparentaba tranquilidad. Él quedaba largos ratos silencioso, como abstraído y un silencio grande reinaba entre nosotros. Entonces, uno cualquiera decía algo, hacía una recomendación o preguntaba algo, por decir algo, con el deseo de ahuyentar la tristeza. Estaban tu tío Venancio*, tu tía Rosario, Ruperta, tu papá y yo. Unos minutos antes de salir el tren, tu papá y yo nos despedimos y nos retiramos. Yo me fui a casa, cené y me fui a dormir.

Esta mañana salí. Conseguí un almanaque, compré la tabaquera y el tabaco, compré unos libros y concluí algunas comisiones. Mañana te mandaré la encomienda con todo lo que me encargaste. Y te mandaré algo que no me encargaste. ¡Si yo pudiera meterme dentro del paquete! Porque te extraño mucho, negrita mía, mucho. Te extraño tanto como te quiero. Y no veo la hora de volver a tomar el tren para ir a verte, estar junto a ti como en estos dos espléndidos días que duró mi visita, y gozar de la gloria de tu presencia.

Mañana pienso ir a ver a doña Rosa y hacer algunas otras cosas. Me han convidado a pasar cuatro o cinco días en la casa de mi compañero de estudios Aguirre en el departamento de Minas. Mañana te escribiré otra más extensa, dándote más noticias. Ahora estoy algo molido por el viaje de ayer. Dale recuerdos a tu mamá y a Osvaldito. Tú, negrita lindísima, recibe todo el cariño que en una carta puede mandarte tu José que te idolatra. 104.- Carta de Felicita San Ramón, Enero 11 de 1929 [viernes] “Mi Rey mago merece un buen rezonguito por haberme enviado el lindo obsequio que dices me dejó en tu casa. El muy pícaro me envía eso para que no me duerma ¿verdad? Cuando tú vengas lo pondremos para que te despierte bien tempranito”

1 Canaria, acanariar, acanariado: perteneciente al departamento de Canelones, en Uruguay, donde se encuentra el pueblo de San Ramón, en el que está viviendo Felicita

JOSÉ Y FELICITA – UNA HISTORIA DE AMOR – 1929 (1)

94

José, mi negrito adoradísimo ¡Cuánto te he extrañado!... Tanto esperar el día de tu venida que me trajo la alegría de verte y pasar esas horas juntos, después... con tu partida qué triste y solo me ha parecido todo. Ese día, a las pocas horas de irte, se encapotó el cielo y se formó tormenta; yo que estaba tan triste, hubiera preferido que siguiera así, pero como tormenta de verano pasó pronto. Mi tristeza no ha pasado aún; continuará hasta la primer fiesta que haya después del 20 que creo es el domingo siguiente, pues en este mes no hay otra. Negrito, mi Rey mago merece un buen rezonguito por haberme enviado el lindo obsequio que dices me dejó en tu casa. El muy pícaro me envía eso para que no me duerma ¿verdad? Cuando tú vengas lo pondremos para que te despierte bien tempranito para aprovechar la mañana estudiando porque me parece que más no te voy a dejar con los libros. Recibí la encomienda que trajo Mendieta, en ese mismo momento le entregué tu obsequio que lo dejó encantado, envía las gracias y dice no debiste molestarte. Por mi parte te agradezco todo; lo mismo la atención que has tenido con él; los libros apenas he tenido tiempo de hojearlos, me parecen muy lindos ¿cómo no han de parecerme así, si son del gusto de mi mimosito? Hubiera deseado pedirte fueras también a hacerle una visita a tío Alberto2 y pensando en tus muchas tareas no lo hice, pero ahora que tía Anita le dirá fuiste a su casa, no quiero crea nos hemos olvidado de él, por eso te pido que cuando te venga bien pases por su casa y lo saludes también en nuestro nombre. De cinco a seis lo encuentras. Saludos a tu Abuelita, Maruja y Chola y Beto, recibiéndolos tú de mamá y Osvaldito con todo el amor que te profesa tu negrita que no te olvida un momento, tu siempre Felicita. No sé cómo te he escrito pues Osvaldito ha estado de lata a mi oído, Escríbeme prontito. 105.- Carta Montevideo, 14 de enero de 1929 [lunes] “Pasé días de campo, sin ver pueblo ni puebleros.... Llegaba el atardecer y mientras tomábamos el mate amargo nada decía nadie. ¡Qué gran poder de evocación tiene el morir del día ¿Y dónde crees que estaba mi espíritu en esos momentos, mi linda?” Noviecita mía: Ya estoy otra vez en Montevideo. Llegué ayer, a las cinco y media de la tarde, por el auto de la carrera. Pasé en el campo varios días, pero días de verdadero campo, sin ver pueblo ni puebleros. Dormir, comer, pasear, nadar en arroyos y lagunas, en fin, hacer una vida completamente primitiva, eso era lo que deseábamos y eso fue lo que hicimos. Pero, cosa sugestiva, llegaba el atardecer y mientras tomábamos el mate amargo ni una palabra, un solo comentario, nada decía nadie. Cada uno estaba como meditando, como sumergido en un ensueño, transportado a un sitio lejano. ¡Qué gran poder de evocación tiene el morir del día! El recuerdo ronda en torno a nosotros durante el día y reina soberano en nuestra alma al atardecer. ¿Y dónde crees que estaba mi espíritu en esos momentos, mi linda? Pues estaba junto a ti, reina de mi alma.

Aunque parecería romanticismo o sensiblería ridícula, no dejo de pensar que yo creía posible, en aquellos momentos, que tu mirada y la mía pudieran encontrarse fundidas en una de las tres Marías, por coincidir el momento en que yo las miraba con el que tú dirigieras tu vista a ellas. Y de noche me dormía mirándolas. Y en mí se verificaba un ir y venir de recuerdos, que llegaban, quedaban en un instante fijos y luego dejaban su lugar a otros. ¿No te ha pasado a veces así, mi negrita? Uno empieza a recordar, un recuerdo trae a otro como por la mano y en virtud de una asociación uno va pasando revista a todos los momentos vividos y

2 Tío materno de Felicita. Era abogado y juez, alternaba en la sociedad distinguida.

JOSÉ Y FELICITA – UNA HISTORIA DE AMOR – 1929 (1)

95

se sorprende al fin lejos del punto de partida. ¡Si supieras cómo te he recordado! He deseado que tú estuvieras conmigo porque aquellos parajes son deliciosos y hubieran sido un magnífico marco para un amor tan grande como el nuestro. Cuando llegué a casa vi que había una carta tuya y por ella supe que me extrañas, que estás triste. ¡Ah, negra desobediente! ¿No te dije que no quería que te entristecieras por mí? Bien sabes que yo no estoy tranquilo cuando veo una sombra de tristeza en tus ojos. ¿No recuerdas cuántas veces te he preguntado “cuál es el motivo de tu tristeza” al adivinarla en tus ojos? Ah, negra, no quiero pensar que esos ojazos tuyos, como el cielo con nubes, se encapotan con tristezas. Yo los quiero límpidos, serenos, para ver tu alma en ellos. Ahuyenta las tristezas pensando que esta separación es momentánea y que mi cariño por ti va creciendo sin cesar, de modo que cuando nos reunamos otra vez seguiremos queriéndonos mucho y ya estaremos, así lo espero, más cerca de ver realizado nuestro deseo. Mañana de mañana pienso ir a ver a tu papá y de tarde a tu tío Alberto, como me pides en tu carta, de modo que en la carta del viernes te daré noticia de ellos. El relojito que te mandaron los Reyes no debe servir para despertarme a mí.; es tuyo y sólo tú debes usarlo. ¡Quién sabe si los Reyes no se enojan porque tú lo uses para despertarme a mí! ¡Ah, no, no! Yo no quiero que se enojen contigo por eso. Y si el relojito suena yo aparentaré no oírlo para no exponerte a un enojo con los Reyes. En cuanto al regalo de Mendieta, ya trataré de desquitarme cargándolo con cartas para ti ¿quieres? Dile a Osvaldito que si no te deja escribirme en paz yo no lo ayudaré en nada y cuando necesite un aliado no lo tendrá en mí si no te deja tranquila. Aquí los míos están bien, menos Maruja, que se levantó a las cuatro de la mañana de ayer para despedir a su prima Alcira 3 que se iba, y se pescó un soberano resfrío. Beto ha crecido pero no engorda y la Chola engorda y no crece. Como ves, la cosa va despareja. La vasca que tengo por abuela se enojó esta tarde porque yo no la dejé comer carne, que la tiene prohibida. Mi hermano Emilio, casi se mata en La Lata en su famosa voiturette4. Yo estoy algo quemadito, algo gordito y cada vez más enamorado de ti. Cuando me escribas dame algunas noticias de tu mamá y dime algo de ti misma, Chela, porque hablas de los demás y de ti me dices muy poco. Yo quiero saber algo de mi negrita adoradísima. Espero tu carta muy pronto. Entre tanto esperaré a juntar cada vez más deseos de verte y si tarda mucho tu papá en ir por allá y mis deseos son muy exigentes, a lo mejor me voy antes que él. Da recuerdos a tu Mamá, a Osvaldito, a Grigrí y a Pinocho y a todos mis conocidos. Tú, negra de mi alma, recibe todo el cariño de tu José, que te quiere muchísimo. 106.- Carta de Felicita San Ramón, enero 19 de 1929 [sábado] “Creo que Minas te gusta demasiado; ¿no te enojarás porque te diga esto? Deseo no pase de una suposición mía... Ah negro no sabes lo mucho que haces pensar a tu negrita que está deseando verte para que le cuentes a quién viste, trataste y visitaste en Minas.” José mío: Tu carta de fecha nueve5 al mismo tiempo que alegría me causó pena, sí negrito pena por tenerte lejos. También me hizo pensar mucho y... creo que Minas te gusta demasiado; ¿no te enojarás porque te diga esto? Deseo no pase de una suposición mía.

3 Alcira, prima de José, hija de su tía materna Graciana. 4 Automóvil deportivo pequeño, de dos puertas, descapotable 5 No parece ser una confusión de fechas sino alusión a una carta perdida que Felicita dice que llegó escrita a lápiz y que no se conservó en esta colección

JOSÉ Y FELICITA – UNA HISTORIA DE AMOR – 1929 (1)

96

¡Ah negro no sabes lo mucho que haces pensar a tu negrita que está deseando verte para que le cuentes a quién viste, trataste y visitaste en Minas! Ésta la esperarías antes pero ya sabes que aquí muchas veces no se pueden mandar las cartas cuando uno quiere; mamá tiene una carta pronta para papá desde el doce; pero esta gente están tan atrasada con sus trillas que nadie sale de sus trabajos. A Osvaldito no lo hemos podido mandar porque hace varios días está enfermo en cama, nos ha tenido muy preocupadas pero gracias a Dios sigue mejor; hoy no ha tenido fiebre. Si lo ves a papá no le digas nada de esto. No tienes necesidad de pedirme tantas disculpas por haberme escrito con lápiz, aun cuando se dice que novios que se escriben con lápiz no se casan. Confío que con nuestro cariño y la ayuda de Dios podremos con el tiempo desvirtuar ese dicho. ¿No lo crees tú así, negrito de mi alma? Hace días no tenemos noticias de papá así que no sabemos nada de la venida; en caso que papá no venga tú no te desanimes, espero que en la carta que me escribas contestando ésta me digas para cuándo piensas hacer el viajecito. Al atardecer es cuando más deseo verte amor mío y pienso más en ti. Negrito te diré que a quien fuiste a ver fue a mi tía Anita y no a mi tía Rosa como me dices en tu carta. ¡Ah esa cabecita! ¡en qué estaría pensando! Ahora un nuevo pedido negrito, pero sentiría que fuera molestia para ti, si no es así antes de venir te pido pases por lo de tía Rosa, seguramente Beba te dará un paquetito para mí. Recibe saludos de mamá y Osvaldito, en mi nombre saluda a tu abuelita, Maruja, Chola y Beto. Tú recibe todo el cariño que guarda para ti el corazón de tu siempre Felicita. 107.- Carta Montevideo, 20 de enero de 1929 [domingo] “Ni siquiera corre un poco de viento para refrescar este ambiente de horno donde nos cocinamos por el verano y la sequía... El miércoles fui a una cena en “El Ombú” de Pocitos, y después de cenar dimos unas vueltas por la Rambla... Tengo pocas novedades para contarte. Salgo poco porque de mañana estudio, de tarde hago siesta y estudio hasta el anochecer... me acuesto temprano... ¡Si vieras qué lindo vals están trasmitiendo en este momento! Cómo me gustaría bailarlo contigo” Mía: He demorado un poco esta carta para ver si podía mandarte la noticia de que iría a verte pronto. Pero ayer fui a ver a tu papá en el depósito6 y me dijo que posiblemente fuera a San Ramón el veintisiete. Yo pensaba ir a visitarte el jueves, pero es mejor que espere dos o tres días para ir junto con tu papá. De cualquier modo, si no voy el veintisiete con tu papá, estaré allí el lunes veintiocho en el tren de la mañana. Te aviso con una semana de anticipación para que tengas tiempo de preparar el programa de trabajitos que me tenías reservado. Yo, por mi parte, tengo ya pensado hacer una serie de trabajos, de los cuales te informaré cuando esté allí. Estoy demasiado gordo y me hace falta un poco de ejercicio. Cumplí el pedido que me hacías de ir a visitar a tu tío Alberto7. Lo encontré en el final de una convalecencia consecuente a una indigestión, pero ya bastante repuesto. Tiene una irritación de la vista bastante grande. Albertín8 está delgadísimo y tu tía está algo contrariada porque tu primo debe iniciarse en la Facultad con una huelga. Te mandan recuerdos y cariños

6 Depósito de la Aduana portuaria de Montevideo del que era Administrador el padre de Felicita 7 El hermano mayor de la mamá de Felicita, abogado y juez, anteriormente referido 8 Primo de Felicita por línea materna. Hijo del tío Alberto cuya esposa, la madre de Albertín, está contrariada por la huelga en la Facultad de Derecho

JOSÉ Y FELICITA – UNA HISTORIA DE AMOR – 1929 (1)

97a ti y a Osvaldito, lo mismo que a tu mamá. He cumplido tu encargo, según creo, bastante bien. Anoche te mandé un paquete de diarios y de revistas para que te entretengas y tengas algunas noticias de este Montevideo donde sólo de cuando en cuando hay algún incendio, algún robo o algún asesinato. Todo está en calma, tan en calma que ni siquiera corre un poco de viento para refrescar este ambiente de horno donde nos cocinamos lentamente por obra y gracia del verano y de la sequía. Nunca hemos sufrido un calor tan grande. De noche, durmiendo al aire libre, uno se despierta bañado en sudor. No se puede comer, ni dormir, ni estudiar, ni nada: sólo se desea estar en el agua. Ya no es una vulgaridad saludar a los conocidos con un: “¡Qué calor bárbaro!”, ni responder al saludo con un “¡Déjeme!” al tiempo que se echa mano al pañuelo para enjugarse la frente, el cuello y el tafilete del sombrero. Aquí se piensa que a poco que se prolongue esta situación estallará alguna epidemia o algo parecido. El miércoles fui a una cena en “El Ombú” de Pocitos, y después de cenar dimos unas vueltas por la Rambla. Había una muchedumbre que se apretaba y se movía afanosamente de un lado a otro, bajo la mirada de los madrugadores que estaban sentado cómodamente. Anoche hubo fiesta en el Prado, pero yo no fui. En cambio fueron Maruja y la Chola. Dicen que estuvo muy feo. Como ves, tengo pocas novedades para contarte. Salgo poco porque de mañana estudio, de tarde hago siesta y estudio hasta el anochecer. De noche me acuesto temprano. Comprenderás que con este sistema de vida esté muy gordo. Espero carta tuya muy pronto. Las deseo, negrita queridísima, como no te imaginas, pues es lo único que matiza esta vida mía monótona y que sería aburrida si no fuera por el estudio y porque tu recuerdo es el refugio a que acudo cuando tengo un rato libre. ¡Si vieras qué lindo vals están trasmitiendo por la radio en este momento!... Cómo me gustaría bailarlo contigo teniéndote en mis brazos, y decirte bajito, junto a esa, tu orejita adorable, que te quiero, que te adoro y que eres la única mujer en mi vida. Negrita mía... cuánta ternura está almacenando (¡Uf, qué verbo tan horrible!) en su corazón este negro que te idolatra y que cuenta las horas que lo separan del momento en que esté bajo la caricia de tus ojazos. Por suerte, dentro de pocos días estaré a tu lado y entonces me desquitaré de lo que esta ausencia me ha perjudicado. Bueno, negrita riquísima, hasta la próxima. Recuerdos a los tuyos y tú recibe el cariño grandísimo de tu José que te quiere mucho. 108.- Carta de Felicita San Ramón, Enero 22 de 1929 [miércoles] “Me dices que estás algo quemadito, algo gordito, te aseguro que de aquí te vas a ir muy quemadito y muy flaquito porque te estoy juntando trabajo. Me parece que no vas a querer venir otra vez, pero... no te asustes”... “¡Conque en Pocitos!... ¿eh? ¡Y paseando por la Rambla! Te encuentro desconocido. ¿Es que estás cambiando tus gustos?... mira que esto no me conviene; a más no me dices con quién.” José, amor mío: Al enviarte mi carta anterior recibo las tuyas de fecha catorce y veinte como ves una bastante atrasada. He quedado muy contenta porque me traen la noticia de que pronto te volveré a ver y estoy deseando que así sea, los días me parecen interminables y no veo los momentos de tu llegada. Muchas gracias por las revistas que parecen muy interesantes. Con tus cartas llegó una de papá; nos anuncia la venida de tío Alberto que permanecerá aquí tres o cuatro días y nos dice vendrá en cualquier momento. Nos dice también que el domingo veintisiete es casi seguro que vengan.

JOSÉ Y FELICITA – UNA HISTORIA DE AMOR – 1929 (1)

98

Tu negrita desobediente está deseando tu visita. Si conoces en sus ojos cuándo está triste o alegre y te causa placer ver reflejada la alegría en ellos: cuando vuelvas estoy segura que te vas a quedar muy contento (aun cuando mis ojos no te podrán expresar toda la alegría que experimentaré). Deseo Maruja siga bien de su resfrío. Mira negrito que si alguna vez te enojas porque te recuerde el tratamiento no tienes que enojarte porque si no te diré lo mismo que me dices de tu abuelita. Me dices que estás algo quemadito, algo gordito, te aseguro que de aquí te vas a ir muy quemadito y muy flaquito porque te estoy juntando trabajo. Me parece que no vas a querer venir otra vez, pero... no te asustes. Aquí hemos tenido unos días bastante calurosos pero al atardecer la temperatura es más agradable, las noches son espléndidas. ¡Conque en Pocitos!... ¿eh? ¡Y paseando por la Rambla! Te encuentro desconocido. ¿Es que estás cambiando tus gustos?... mira que esto no me conviene; a más no me dices con quién. En Carnaval, ¿qué piensas hacer? Cuando vengas quiero saber qué programa tienes. Saluda en mi nombre a tu abuelita, Maruja, Chola y Beto; para ti recuerdos de Mamá y Osvaldito y Grigrí con todo el cariño de tu Chela que te adora, Felicita 109.- Carta de Don Osvaldo, padre de Felicita, a su hija Montevideo, Enero 23 / 1929 [miércoles] “Tú me entiendes el idioma o de lo contrario que tu santa madre te indique en la buena forma que ella supo en tiempos ya remotos, tratar a tu viejo papito... Piensa que tu papito por haber sido tan cebón y haragán para el estudio, se quedó sin carrera, con la que de haberla seguido habríales dado el bienestar que debido a la adversidad de mi suerte no me es dable darles a la medida de mis deseos” ... “Si te gusta volvé y si no, aguantá el cimbronazo por tu bien...” Mi queridísima hijita: En la debida oportunidad tuve el gran placer de recibir tus muy cariñosas y atentas cartitas de fecha Diciembre treinta y Enero ocho, respectivamente y, aún cuando haya tardado ya tanto tiempo en contestarlas, podrás suponer el agrado y contento que ellas me ocasionaron, pues por una parte eran portadoras de tus buenas noticias, las de tu mamá, las de Osvaldito y cuya buena salud yo celebré contento, como así mismo deseo los encuentre ésta; y por otra, que en el aislamiento que me encuentro, sin las afecciones y cariños de mi querida Chela y de mis hijitos tan pícaros y engañadores como me son de queridos; yo los extraño muchísimo y me entristece entrar a nuestra modesta casita9 y hallarme en el vacío que me ocasiona diariamente la falta absoluta de aquella brava bullanguería que tan frecuentemente tanto me molestaba, pero en fin, así es, por razones de salud y de recreo del que yo me lamento de no poder participar por este año pero, que si Dios lo quiere, el que viene lo disfrutaré al igual con la compañía de Ustedes. Ahora bien, yo agradezco los sanos votos de salud y prosperidad, con que en principio de año supiste con tu acentuada expresión de cariño tocar la sensibilidad de mi corazón, que siendo también por mi parte grande para Ustedes como lo es, con él y con todo el sentimiento de mis mayores afectos los retribuyo para ti, mi mimosita e ingratona hijita, de la misma o similar forma que los envío en tiempo para tu hermanito – a quien debo acuse de sus cartas – pero... en el bien entendido siempre... y en todo momento, que ha de ser así en torno a vuestra madrecita a quien ya saben deseo que colmen de atenciones, guardando siempre absoluta obediencia en todas sus disposiciones, por ser el sentir y todos mis deseos para con ella.

9 Ya no viven más en Millán, en la casa de la tía Sara. Sino en la casa del Prado, en una calle transversal del Camino Castro, que había construido Don Osvaldo en un barrio de clase media.

JOSÉ Y FELICITA – UNA HISTORIA DE AMOR – 1929 (1)

99

Ahora otra cosa: me figuro que tu madrecita trabajará como mora para que los visitantes se vean precisados a criticar lo menos posible y que tú... por supuesto te darás otros sofocones por ayudarla mucho ¿verdad?... de modo que mi visita – sin fajina – no tratará de criticar (siempre se comprende que no me hagan trabajar). Ya veo que el Grigrí en la mucha holgazanería que tiene y con los reverendos mimos de que goza le da por hacer lo contrario de lo que debiera y en esto me recuerda a su dueña que cuando se sienta a la mesa para hacer lo propio10 le da por hacer lo contrario.

En cuanto al dueño que mencionas11, con la noticia que me dio de que pasaría algunos días por ahí, nada de malo harás con que lo dejes estudiar por allá... lejos, donde no se pueda distraer ni tú entretenerlo porque me está pareciendo que esos estudios se van prolongando demasiado y cuanto mayormente pudiera aprovechar de ese tiempo al respecto, tanto mejor le resultaría a él, puesto que si el interés fuera tal como tu lo crees, quizás más breve corriera el tiempo que yo no deseara ver..., y, muy bien me parece que cuando te diga que ya estudió o que se fatigó de ello, lo hagas hacer esa fajina que me dices porque bien lo sé que no lo iría a matar mucho. Pero siempre allá, medio lejos de tu vista, no resulte que en vez de pintado de puertas resulten dibujadas malamente... y para eso tú me entiendes el idioma o de lo contrario que tu santa madre te indique en la buena forma que ella supo en tiempos ya remotos, tratar a tu viejo papito. Resumiendo el propósito de este párrafo y el que precede; no sea cosa que vaya a engrosar tanto como el de quedar cebado a no estudiar12. Piensa que tu papito por haber sido tan cebón y haragán para el estudio, se quedó sin carrera, con la que de haberla seguido habríales dado el bienestar que debido a la adversidad de mi suerte no me es dable darles a la medida de mis deseos, de modo pues que tú coopera siempre a la prosecución de llegarse al término final, ya sea para su solo bien, ya para el de ambos; si así fuera el destino tuyo o de lo contrario tu deshilvanada silueta o tu mañana vieja silueta, no sentiría el efecto de la necesidad y bienestar de tu modesta pero segura estabilidad. Si te gusta volvé y si no aguantá el cimbronazo por tu bien...

Contento me quedo con el arreglo que le hiciste a la manga de riego, ya me parece ver tus habilidades de querer hacerlo todo bien... y no lo entiendes mal.

Me dices que a José le agradó la estada ahí ¡Cuánto lo siento!... pues la repetición de su viaje así lo demuestra, pero hazlo trabajar mucho... pero mucho... para que no vuelva tan frecuentemente a visitarlos y denle de comer bien poco para que no engorde y huya ligero... yo estoy esperando que venga para darle la noticia de que ya no podremos ir juntos, pero no desmayes, porque me dijo que si no íbamos el veintiocho, él iría enseguida.

Cuánta verdad encierra tu parrafito del dibujo y mucho me alegra lo tengas presente para que lo sepas apreciar ante el valor y resistencia de tus padres. Con un afectuoso abrazo que darás en mi nombre a tu mamá y hermanito, recíbelo de tu Padre que te quiere y muchos besos te envía, por lo buenita y cariñosa que eres de tu papá Osvaldo Chela: Hoy recibí la tuya del 22. Ya no vamos. En una que te escribí y que puse esta mañana en el correo te explico todo. José va estos días, mañana le comunicaré que no vamos el veintisiete pero él ser irá enseguida según me dijo. Alberto está bien, por ahora no va. Agustina todavía no ha podido saber cuándo va. Creo que va después de fin de mes. Sin más tiempo te abraza tu siempre Osvaldo. A José le daré encomienda y pesos.

10 Se sienta a la mesa para hacer lo propio: es decir, comer. Hace lo contrario, es decir: no come. Suave y risueño reproche del papá a Felicita porque come poco 11 Alusión a José, el novio de Felicita, que viene anunciando su visita 12 Mal acostumbrado a no estudiar

JOSÉ Y FELICITA – UNA HISTORIA DE AMOR – 1929 (1)

100110.- Carta Montevideo, 3 de febrero de 1929 [domingo] “Pasé todo el viernes y el sábado en vueltas... Llegué a ésta algo enfermo y con grandes dolores intestinales que yo atribuyo al ácido cítrico de aquellas pastillas de limón... tu mamá que no haga desarreglos que la perjudican y que te hacen pasar malos ratos a ti, que eres la única sana en la casa” Negrita mía muy querida: Hubiera querido escribirte enseguida como te había dicho al venirme. Pero uno propone y las circunstancias disponen a veces lo contrario. Recordarás que te había dicho que tenía que hacer algunas comisiones. Pues pasé todo el viernes y el sábado en vueltas. Que a la Liga contra el alcoholismo, que a la Oficina de Represión del Alcoholismo, que a la Jefatura de Policía a pedir estadísticas, que al Consejo de Higiene, que a la Asociación, en fin, la mar de asuntos por resolver. Hoy, domingo, te escribo después de dejar todo pronto para mañana, pues salgo en el tren de la mañana para Canelones. No pude ver a ninguno de los tuyos por las causas que ya te dije; pero como el miércoles estoy de vuelta los veré enseguida. Yo llegué a ésta algo enfermo y con grandes dolores intestinales que yo atribuyo al ácido cítrico de aquellas pastillas de limón que yo llevé. En el camino comí una y antes tú me habías dado otra. En el tren, por ver si me pasaba la descompostura comí otra y fue peor; de modo que yo achaco mi malestar a dichas pastillas. El viernes pasé algo mal, pero a pesar de todo pude hacer las tareas que tenía en vista. En la carta que te escribiré el lunes desde Canelones seré más extenso. Dile a tu mamá que se cuide, que no haga desarreglos que la perjudican y que te hacen pasar malos ratos a ti, que eres la única sana en la casa, y a Osvaldito que sea correcto y discreto para no darte mucho trabajo. Cuando me contestes dime si puedo ir, como habíamos convenido, el domingo 10. En casa están bien de salud y te mandan recuerdos. La torta les gustó mucho a mis hermanos y te felicitan por la mano que tienes. Mira cómo, por una torta, mis hermanos saben que tienes buena mano; yo ya lo sabía. Bueno, negra, espera la otra que irá enseguida. Consérvate en buena salud y linda, como te desea siempre tu José, que te adora. 111.- Carta Canelones, 4 de febrero de 1929 [lunes] “Te escribo desde Canelones... No esperaba verte al pasar el tren porque tú me habías dicho que no irías. Calcula cuál habrá sido mi alegría al verte allá a lo lejos, agitando un pañuelo... estoy cada vez más enamorado de ti” Mi única: Te escribo desde Canelones, “la gran necrópolis” como dijo alguien que la conocía muy bien sin duda. Pensarás tal vez que di una conferencia. Pues no fue así. No di nada porque cuando llegué, el médico de servicio público no había dispuesto nada. Ni local, ni propaganda, ni nada. Nada, así como suena. Renuncié, por lo tanto, a hablar contra el alcoholismo, y me perdí un día, que es lo que más me fastidia. ¡Y para esto me perdí tanto tiempo en Montevideo!... Te aseguro que es la última vez que me pescan. Mañana salgo para Florida, donde ya está todo pronto. Te decía en mi carta anterior que había salido de San Ramón algo enfermo. Ahora ya estoy bien y no siento nada. Casi no esperaba verte al pasar el tren porque tú me habías dicho que no irías. Calcula cuál habrá sido mi alegría al verte allá a lo lejos, agitando un pañuelo. Mi negrita adoradísima, ¡qué alegre me puso ver que tú, por darme un adiós caminabas todo

JOSÉ Y FELICITA – UNA HISTORIA DE AMOR – 1929 (1)

101el trecho que hay desde tu casa hasta la cuchilla. Aunque no hubiese querido que lo hicieras me llenó de alegría tu atención. Yo te hice señas con mi pañuelo y creo que tú lo viste. Mi noviecita linda... Cómo me hubiera gustado quedarme junto a ti y pasar durante muchos días gozando el influjo de tu cariño y de tu gracia. Pero no te aflijas, mi reina, que poco tiempo ha de pasar, si a mí me va bien, sin que seas mi mujer. ¡Y cómo te voy a querer!... Todo será poco para ti; tú, la modesta, la santa mujercita que yo adoro, tendrás todo lo que yo pueda darte. Y gustoso me esforzaré por ver lucir en esos ojazos tuyos la alegría y el amor.

He visto en ti tales condiciones, mi negra adoradísima, que estoy cada vez más enamorado de ti y no tengo otro deseo que el de hacerte mi mujer. En esa casita de San Ramón donde tú estás pasaremos algunos de los días de nuestra luna de miel. ¡Ojalá todos los días que nosotros vivamos juntos sean tan llenos de amor y de ternura como los de esa luna de miel que nosotros presentimos llena de dicha. Ya verás qué felices seremos entonces, mi santa. Y para que tu dicha sea más completa quisiera que tu mamá fuera testigo de ella por muchos años para lo cual le dirás que se cuide un poco, que con algo de cuidado pasará muchos años siendo testigo de nuestra felicidad.

El domingo me tendrás de nuevo a tu lado para estar unos días gozando de tu compañía y de esa tranquilidad tan grande que hay en tu casa.

¡Recuerdas que cuando fui a tu casa llovió? Bueno, pues ahora empieza a llover aquí, en Canelones. ¿Llevaré yo la lluvia a los lugares a donde voy? Veremos si llevo la lluvia a Florida y después me presentaré pidiendo el puesto de llovedor oficial.

Desde Montevideo, adonde llegaré pasado mañana, te escribiré ya más reposado y en el medio de tranquilidad que yo necesito para escribirle a mi negrita. Te escribiré también desde Florida y así verás que en todas partes me acuerdo de ti con el alma llena de cariño. Ahora, negrita mía, da recuerdos a tu mamá, a Osvaldito y a los demás y tú recibe muchísimos cariños de tu José que te quiere cada vez más. Escríbeme tan pronto como puedas. 112.- Carta Montevideo, 5 de febrero de 1929 [lunes] “Antes de que me olvide y para que estés tranquila, te diré que esa señorita de L, iba con la mamá y que es la novia de Ch., aquel estudiante de medicina que tú conoces. Además, aunque no fuese la novia de un compañero, tú podrías estar plenamente segura de mi cariño... Me dejaré de conferencias que no me hacen mucho bien pues me ocasionan gran pérdida de tiempo” Mi negra querida: Pensaba escribirte hoy desde Florida, después de haber dado la conferencia, pero al llegar a esa ciudad advertí que, a pesar de que se había anunciado la conferencia no se había podido conseguir local. El médico de Servicio Público, el Dr. R., es de los que no pinchan ni cortan. Él no sirve ¡pobrecito! para andar en líos y acarrearse molestias. El hermano de la señorita L., mi compañera de viaje y que está encargada de las conferencias sobre Tuberculosis, tomó a su cargo el conseguir local. Llegó la hora, no había local y entonces hicimos una publicación en El Heraldo diario de la ciudad, postergando la conferencia, tomamos el tren y nos vinimos. Por eso te escribo desde aquí en lugar de hacerlo desde donde te prometí. Ah, antes de que me olvide y para que estés tranquila, te diré que esa señorita de L., iba con la mamá y que es la novia de Ch., aquel estudiante de medicina que tú conoces. Además, aunque no fuese la novia de un compañero, tú podrías estar plenamente segura de mi cariño y descansar tranquila en el recuerdo que de ti tengo, recuerdo lleno de ternura y de respeto a quien va a ser mi compañerita para toda la vida.

JOSÉ Y FELICITA – UNA HISTORIA DE AMOR – 1929 (1)

102

Continuaré estudiando como hasta ahora con el fin de dar mis exámenes y me dejaré de conferencias que no me hacen mucho bien pues me ocasionan gran pérdida de tiempo. Es posible que vaya mañana a ver a tu papá y a tu tío Alberto. Te daré noticias de ellos, si es que tú no las has tenido ya por ellos mismos que te hayan ido a visitar.

El sábado de noche vi, en Dieciocho de Julio, a tus primitas de Buenos Aires 13; yo había ido a la Asociación de Estudiantes a recibir el dinero para el viaje. A la salida, ellas pasaban en dirección al Centro. ¿Quieres mandarme decir algo para la Beba o para alguno de tus parientes? Con muchísimo gusto haré cualquier recado que tú me encargues y desde aquí me imagino verte dándome las gracias por haber hecho todo muy correctamente y a tu gusto, sin olvidar nada ni equivocarme.

Dame noticias de tu mamá y dile que aunque yo soy más joven que ella, acepte el consejo que le doy de cuidarse para acompañarnos mucho tiempo. Dile a Osvaldito que cuando vaya le llevaré unos libros para que lea y se entretenga; así te dejará más tranquila. ¿Quieres tú que te lleve algo cuando vaya el domingo? Mañana o pasado te mandaré algunos diarios y revistas. ¿Me escribirás pronto? Dime que me quieres mucho en tu carta porque lo estoy necesitando. Yo también te quiero muchísimo y al terminar esta carta te repito que te adoro y que puedes estar segurísima del cariño de tu José que piensa siempre en ti. 113.- Carta de Felicita San Ramón, 5 de febrero de 1929 [lunes] “¿Me dices te conteste si puedes venir como habíamos convenido? Creo, negrito que no necesitas mi respuesta. Habíamos quedado en que vendrías y como recordarás consultamos a mamá que también quedó de acuerdo” José, amor mío: Veo que no has llegado bien a Montevideo y pienso que irías bastante molesto con la carga que llevabas. Te esperaba el domingo 10, día que me habías prometido venir pero tu carta me confunde; en ella ¿me dices te conteste si puedes venir como habíamos convenido? Creo, negrito que no necesitas mi respuesta. Habíamos quedado en que vendrías y como recordarás consultamos a mamá que también quedó de acuerdo. Si tú tienes algún inconveniente y desististe del viaje me lo haces saber. Hoy se fue tío Alberto y quería que fuéramos el sábado para pasar el carnaval allí pero mamá le dijo que no porque te esperábamos el domingo. Negrito si vienes no te olvides de ir a ver a papá; le dices que trate de estar en la Estación Central el domingo a la llegada del tren de la mañana, que Agustina le lleva una encomienda. Saludos en mi nombre a tu abuelita, Maruja, Chola y Beto, tú recíbelos de mamá y Osvaldito con el cariño de tu Felicita. Tío Alberto estuvo aquí y se fue algo enfermo. Vería con agrado que te interesaras por su salud así nos traerías noticias. 114.- Carta Montevideo, 14 de febrero de 1929 [jueves] “Nunca tuviste mejor oportunidad para mostrarte cariñosa y hacerme ver que advertías la diferencia que hay entre ir a verte al Prado o a San Ramón. Nada me hubiera animado tanto... como un beso tuyo... Piensa que así como la condescendencia extrema hastía y mata el amor, la severidad y la intransigencia no son los mejores medios para aumentar o conservar un cariño”

13 Primas de Felicita , hijas de su tío Mario, hermano de Don Osvaldo. Eran cinco hermanas y dos hermanos.

JOSÉ Y FELICITA – UNA HISTORIA DE AMOR – 1929 (1)

103

Negra: Todavía estoy bajo la dolorosa impresión y poseído por el disgusto que me produjo tu injusta severidad. No hubiera querido tratar este asunto por carta porque ya te había dicho que me abstendría de hacerlo pero no puedo menos de pasar por alto mi promesa, dadas las circunstancias que se presentan. No creo que te haya dado motivos para que tú te encerraras en una negativa tan absoluta y desoyeras tan implacablemente un pedido mío que era a la vez respetuoso y justo. Ninguna ocasión más propicia para que demostraras que apreciabas en algo mi dedicación y mi cariño. Nunca tuviste mejor oportunidad para mostrarte cariñosa y hacerme ver que advertías la diferencia que hay entre ir a verte al Prado o a San Ramón. Nada me hubiera animado tanto, nada me hubiera confortado y preparado para mi trabajo, nada hubiera contribuido tanto a hacerme soportar tu ausencia durante tanto tiempo, como un beso tuyo. Pero preferiste, encerrada en esa obstinación, verme partir triste y descorazonado, convencido de que algo hay en tu cariño que yo no he alcanzado a pesar de todos mis esfuerzos, convencido de que prefieres verme sufrir a abdicar de esa negativa que no tiene justificativo. He visto así, negra, que tres años de demostraciones de cariño, interés sincero por ti, nobles intenciones, todo lo que yo he hecho desde que te quiero, no valen lo bastante para que tu alma salga una vez a flor de labio y cuaje en un beso. Podías haberme demostrado que me creías merecedor de un beso tuyo ahora, cuando todavía no soy tu novio oficial, para que yo viera que tus besos no los obtendría por derecho de novio, sino por gracia tuya, porque me quieres y no porque yo te los exigiera.

Y si hay algún motivo para que tú no puedas besarme ¿no puedo yo, a esta altura de nuestras relaciones, conocerlo para tranquilidad mía? Y digo no puedas porque yo sospecho algún móvil o algún motivo más poderoso que tu voluntad y porque yo, si pensara que no quisieras besarme no iría a verte más. Pero no puedo creer que tú no quieras. ¿Cuál es entonces el motivo que te impide darme un beso, como te lo estoy pidiendo desde hace tanto tiempo? Si crees que yo merezco tu confianza, si me quieres, te pido me lo digas. No es posible que tú seas siempre tan reservada conmigo. Yo tengo que conocerte más profundamente, negra, y tú no me has dado aún acceso a tu corazón. Y piensa que así como la condescendencia extrema hastía y mata el amor, la severidad y la intransigencia no son los mejores medios para aumentar o conservar un cariño. Recuerda que hace muchísimo tiempo que yo te digo que tú muestras un evidente deseo de mantenerme a distancia, como si corrieras peligro o temieras que yo no sepa conducirme, como si te dejaras querer, a la espera de que una certeza absoluta de veracidad y de mi cariño te permitiera a su vez quererme sin riesgo de equivocarte. Y yo hace mucho tiempo que advirtiendo esta situación de tu ánimo hago esfuerzos inauditos para convencerte de que no me lleva junto a ti el deseo de pasar el rato ni un interés sórdido y mezquino; para llevar a tu alma la convicción de que te quiero profundamente. Ahora mismo sufro y no quisiera escribirte así, pero es necesario que lo haga por tu felicidad y por la mía. No te imaginas qué viaje14 hice y cómo pasé la noche del martes15 y el día de ayer16. Hoy, más calmado, pero no menos triste te escribo y a pesar de que quisiera que esta carta fuese más grata mi estado de ánimo no me lo permite. A pesar de todo, puedes tener la seguridad de que te quiero y sólo la tristeza que me causó tu negativa me hace escribir de este modo. Espero una respuesta tuya que me tranquilice y me haga pensar lo contrario de lo que pienso la mayor parte del tiempo: que no me quieres. Será esa respuesta tan grata para mí como el adiós de tu pañuelo al pasar el tren17. Escríbeme pronto. Te adora tu José.

14 Según parece había vuelto a Montevideo en el correr del martes12 de febrero 15 Del martes 12 al miércoles 13 de febrero. 16 El día de ayer: el miércoles 13 17 Alusión al episodio narrado en la carta del 4 de febrero, o a su repetición

JOSÉ Y FELICITA – UNA HISTORIA DE AMOR – 1929 (1)

104Recuerdos a los tuyos. 115.- Carta Montevideo, 17 de febrero de 1929 [domingo] “No creas que tu proposición me dejó muy contento y estuve aquella noche y el día siguiente preguntándome por qué me habías vuelto a poner una objeción a mi intención de formalizar nuestros amores. Pensaba si estarías cambiando en tus sentimientos, si no me querrías ya, en fin, no puedes imaginar todo lo que yo supuse... te encierras dentro de ti misma, en lo más hondo, sin darme lugar a que mi amor vaya a sacarte de esa clausura a que voluntariamente te condenas... El cariño es como un noble juego en que se ejercitan las facultades del alma” Mi negra muy querida: Ayer por la mañana recibí tu carta. No te contesté enseguida porque quería tener lugar y tiempo adecuados y como estoy examinando en la Universidad no disponía del momento tranquilo y sosegado que necesito para escribirte. Empiezas diciendo que me sorprenderá recibir una carta tuya tan pronto y antes de haberte escrito yo. En efecto, me sorprendió recibir tan pronto una carta tuya y pensé que fuera la respuesta a una que te envié unos días antes. Pero mayor fue la sorpresa al ver que tú dabas a esa misiva un carácter de mensajera de paz y reconocías tácitamente la razón de mi disgusto antes de partir de ésa. Hay en esa actitud de tu parte la nobleza y sinceridad que yo supuse siempre en ti; pero a mi vez te digo con sinceridad que no creía que llegara hasta mí tan pronto. Te agradezco, por lo tanto, ese acto tuyo que me tranquilizó y pudo disipar algo la tristeza que vino y permanece conmigo desde San Ramón. Tú dices: “¿Qué otra cosa puede hacer quien tantísimo te quiere estando tan lejos de ti y con el pesar de haberte desagradado?”. Tú pudiste hacer mucho para no desagradarme. Pudiste mostrarte menos severa en tu juicio acerca de la pregunta que yo te hice de si podía ir a verte; pudiste mostrarte más afecta a escribirme con frecuencia y no proponerme escribirme con intervalos más largos, como si fuera muy fatigoso para ti hacerme unas letras; pudiste, negra ingrata, apreciar mejor mis deseos e intenciones cuando te propuse pedirte en breve plazo y no proponerme una nueva dilación, como si quisieras retardar el instante de que te pueda llamar mi novia con perfecto derecho, como si no quisieras serlo.

Si yo aparenté aceptar tu propuesta fue por respetar un deseo tuyo que, por relacionarse con un asunto de tanta importancia para nuestro futuro, me pareció muy digno de respeto. Pero no creas que tu proposición me dejó muy contento y estuve aquella noche y el día siguiente preguntándome por qué me habías vuelto a poner una objeción a mi intención de formalizar nuestros amores. Pensaba si estarías cambiando en tus sentimientos, si no me querrías ya, en fin, no puedes imaginar todo lo que yo supuse, cuántas teorías formé y cómo iba yo desechándolas a medida que pensaba en ellas. Yo te veía pensativa, como abstraída, con la mirada fija, silenciosa, y cuando yo te preguntaba qué tenías me decías algo que no me satisfacía porque yo no podía creer que la causa de ese mutismo y de ese ensimismamiento fuese tu cariño por mí.

Ahora tu carta viene a confirmar mis ideas, pues me dices en ella que hay en ti sentimientos que cuando estás a mi lado no sabes explicarme, pero que te causan incertidumbre cuando yo me voy. Te diré que tú sola tienes la culpa de eso porque estoy seguro de que no tratas de explicarme qué sientes, qué piensas, sin recordar que así como yo te comunico lo que deseo, lo que espero de la vida y de ti, cuánto te quiero y cómo pienso y obro, también tu debes vivir menos encerrada dentro de ti misma y abrir un resquicio para que pueda entrar algo del influjo de mi cariño en tu corazón y haga vibrar un poco las fibras de tu espíritu. ¿Cómo podrás explicarme nada, cómo podrás mostrarte tal como debes mostrarte si eres la primera en poner una mordaza a tu alma para que no hable, si te encierras dentro de ti

JOSÉ Y FELICITA – UNA HISTORIA DE AMOR – 1929 (1)

105

misma, en lo más hondo, sin darme lugar a que mi amor vaya a sacarte de esa clausura a que voluntariamente te condenas? Si alguna vez mis palabras de amor, sincerísimas a pesar de no ser más que palabras, te conmovieron, yo no tuve conocimiento de tu emoción, porque no llegó a hacerse perceptible, porque no consiguió salir a la superficie y traducirse en algo, temblor, lágrima, beso... que me dijera que tu corazón no era una de esas oquedades, una de esas grutas donde el que llama no tienen más respuesta que el eco de sus propias palabras.

No tendrás nunca la certeza de mi cariño si retaceas el tuyo y esperas esa certidumbre como condición para prodigarte. Y en esa forma se llega a no confiar nunca, a no confiar ni siquiera en quien te adora, porque siempre tendrás ante tu vista tu propia desconfianza, que te impedirá ver lo que podría convencerte. Lógico es, pues, que obres en consecuencia y te muestres reservada y fría, aunque quieras de veras, esperando a mostrarte afectuosa cuando tengas seguridad de ser querida. Craso error. El cariño es como un noble juego en que se ejercitan las facultades del alma, de tal modo, que de ese juego resultaría sublimada la potencia de amar y comprender a quien nos ama.

¿Por qué, si ves que tu sistema de reserva, ese sistema de clausura que me ha hecho comparar tu alma a un jardín cerrado18 cuya belleza se adivinase desde afuera, si ese modo de ser no te permite asegurarte de ser amada, por qué no sigues mi consejo y confías en mí y me cuentas todo lo que sientes, lo que piensas, lo que haces, en la seguridad de que tendrás en mí quien te comprenda, como si fueras una hermana que le cuenta sus cosas a un hermano mayor? Intenta una vez contarme eso que dices que sientes y verás qué bien te sale la prueba. Verás cómo, una vez que te decidas a decir y hacer lo que te dicte tu corazón, no me verás más con esa cara de seriedad que tenía al despedirme, seriedad que no era injusta, como dices, sino muy puesta en razón porque si tú en tu carta reconoces que la distancia que nos separa es muy grande, que la tristeza es mucha y que el deseo de vernos es mayor, no debiste dejarme ir con esa tristeza a recorrer tan larga distancia sabiendo que el deseo de vernos no podría ser satisfecho en mucho tiempo. En ti estuvo el remedio y no quisiste emplearlo. Yo espero que cambies y seas más buena y cariñosa para mí y creo que ese será el mejor medio de que te convenzas de que te quiero mucho y de que no te pesará nunca haberme demostrado cariño. Piensa en mí, que te adoro y recuerda lo que te he dicho tanta veces: te quiero. Adiós. Espero que me contestes pronto. Te adora tu José. [En los márgenes:] Estuve en casa de tu abuelita y me dijo que estaba muy resfriada. Julio está bien, así como los demás. Vi a tu tía Beba19 y está algo intranquila por la salud de los chicos que están muy delgaditos. Quisiera mandar a la Neneta a tu casa pero no sabe con quién. Espera hablar con tu papá para arreglar el viaje. Mañana o pasado iré a ver a tu papá. Ahora no puedo por la Universidad. Tu tío Venancio tiene sinusitis. No tengo más noticias por ahora. Te mando diarios. En algunos salió en la sesión del Consejo, el asunto de tu papá20. Recuerdos a todos los tuyos y tú recibe mucho cariño de quien te quiere mucho a pesar de tu severidad. 116.- Carta de Felicita “Villa Felicia”21, Febrero 22 de 1929 [viernes] “Tus consejos los tendré desde ya en cuenta, veré si puedo cambiar y trataré de que mi negrito no vuelva a tener que hacerme reproches ni tenga motivo para irse tan triste y

18 Reminiscencia del poema de Gabriele D’Annunzio Hortus Conclusus que citó en la carta 43, del 20 de noviembre de 1926. 19 Tía paterna de Felicita, María Antonieta, madre de Neneta, Antonieta como su mamá, que se menciona enseguida. 20 El papá de Felicita había denunciado evasión de derechos de aduanas por parte de funcionarios de una gran empresa frigorífica inglesa 21 Casa de campo y chacra de ese nombre, a una legua de San Ramón

JOSÉ Y FELICITA – UNA HISTORIA DE AMOR – 1929 (1)

106preocupado... piensa en todo momento que te adoro y que eres único en mi corazón y en mi pensamiento como ha tiempo me dijiste tú cuando despertaste mi corazón que dormía... tu recuerdo me anima, en esta ausencia que es por demás cruel” Mi José adorado: Recibí tus cartas de fecha 14 y 17, mucho las he leído y comentado A la distancia ¿qué puedo decirte de todo lo que me escribes? ¡Ah! negrito malo, ¿con que soy severa, intransigente e ingrata? Qué malas cualidades me reconoces. Si a pesar de ellas me quieres, yo, con el tiempo te probaré que estás equivocado. Si no fuera porque escribiste bajo la influencia de tu desagrado no te disculparía. Cuando vengas hablaremos detenidamente y comentaremos tus cartas párrafo por párrafo. Tus consejos los tendré desde ya en cuenta, veré si puedo cambiar y trataré de que mi negrito no vuelva a tener que hacerme reproches ni tenga motivo para irse tan triste y preocupado. Bueno mi viejito querido, nada de enojos, no vuelvas a pensar que no te quiero; piensa en todo momento que te adoro y que eres único en mi corazón y en mi pensamiento como ha[ce] tiempo me dijiste tú cuando despertaste mi corazón que dormía. Sí mi negrito, no te apartes de mí; tu recuerdo me anima, en esta ausencia que es por demás cruel. Cuando pienso en los días que faltan para vernos, me pongo triste y deseo que vuele pronto el tiempo para volverte a ver. Que mis frases te dejen adivinar lo grande de mi cariño y el bien que para ti anhelo con mis mayores deseos. Me imagino lo atareado que estarás con tus estudios, por eso no te pido me escribas extenso por ahora, pero después ya sabes, tienes que hacerlo en mucho papel y con letra menudita porque esas son las cartas que le gustan a tu negrita, sin olvidar que me gustan bien cariñosas porque para tu mimosita las podrás hacer así. Cuando tengas un momento te pido veas a papá así me mandas decir cómo está. Te agradezco los diarios que me mandaste, estamos deseando saber cuál ha sido la contestación de la Aduana al Consejo. Ayer hemos estado contentos con una buena lluvia que duró toda la tarde y parte de la noche, parece increíble cómo ha reverdecido todo. Tengo que anunciarte que desde tu partida se ha aumentado la familia gallinácea; hay diecisiete pollitos más, con este motivo Grigrí está de parabienes esperando un momento propicio. Las abejas están muy bien, encantadas en su palacio pero tristes por la falta de una: debe ser la que regaló su aguijón. Con cariños para los tuyos recibe todo el amor que guarda para ti el corazón de tu siempre Felicita. 117.- Carta de Felicita San Ramón, 5 de Marzo de 1929 [martes] “Negro de mi alma tengo que lamentar el que no estés contento de mí” José, amor mío: Esperaba tus noticias porque creí me escribirías dos veces por semana como habíamos quedado. Hoy recibí tu carta del veintiocho y veo cuál ha sido la razón de no recibirlas, has pasado once días sin escribirme ¿sería porque tenías que contestar mi carta del veintidós y no teniendo motivo para rezongar esperabas el momento de estar dispuesto para ello?... Prefiero creer que tus estudios no te dejaron en tantos días unos minutos para dedicarme. Tu carta la uno a las del catorce y diecisiete, las comentaremos juntos, comparándolas con otras, así verás que tu negrita tiene motivo de queja.

JOSÉ Y FELICITA – UNA HISTORIA DE AMOR – 1929 (1)

107 Mucho deseo tu venida, de ella nada me dices, pienso apenada que no tienes deseos de que llegue ese día. Teniendo presente lo que me dijiste que yo estaba cambiando, pienso, si no serás tu el que ha cambiado, esto me lo hace pensar.... después te lo diré. Negro de mi alma tengo que lamentar el que no estés contento de mí, esto me tiene desconforme; creo no darte motivos. ¡Ah! qué malito eres, me recriminas y rezongas. A pesar de todo te quiero, te quiero y te quiero, si tú me quieres me evitarás tantas preocupaciones. Tu despedida me da a comprender que no quieres complacerme e insistes en lo que te he pedido no trates por carta. Qué quieres decirme cuando preguntas en tu carta por qué no me toman a mí en cuenta y no consideran el derecho que tengo para asegurar mi porvenir y mi felicidad? ¿Está en peligro mi felicidad? ¿Por qué? Te pido que al escribirme me expliques de manera que pueda entenderte, hasta ahora he creído que mi felicidad no corría ningún peligro. ¿Hay algo que yo no sé? Me figuro lo contentas que habrán pasado tu abuelita y tus hermanitas con la visita de tu tía, te pido les agradezcas y retribuyas sus recuerdos. Ruego para que tengas éxito en tus exámenes. Recibe el grande y sincero cariño de tu Felicita. 118.- Carta Montevideo, 11 de marzo de 1929 [lunes] “El sábado fui a ver a tu papá... Conversando con él le manifesté mi intención de formalizar nuestras relaciones y mi deseo de que él fuera en la Semana de Turismo para llevar a cabo mi petición cuando nos encontráramos todos juntos. Se manifestó de acuerdo en todo y dijo que iría”... Al decir que a ti no te toman en cuenta me refiero a la separación a que nos han sometido, separación que ya no tiene objeto” Negrita mía muy querida: Recibí el nueve tu carta fechada el cinco. A ese retraso en el correo debes atribuir gran parte de mi demora en escribirte; otra gran parte de ella debes asignarla a la falta de tiempo en que me encuentro a causa de la preparación de mis exámenes. Cada día me disponía a escribirte; pero pasaba la mañana, dejaba para la tarde y cuando lo advertía me encontraba obligado a postergar para el día siguiente la carta que te debía escribir; tanta era la tarea que me absorbía por completo el tiempo. Si tú, que dispones de más tiempo que yo, tardas tanto tiempo en escribirme, imagínate cómo estaré yo que no lo tengo ni para afeitarme. El sábado fui a ver a tu papá, haciendo una escapada, para preguntarle cómo estaban Ustedes si es que él había recibido noticias porque yo no las tenía. Conversando con él le manifesté mi intención de formalizar nuestras relaciones y mi deseo de que él fuera en la Semana de Turismo para llevar a cabo mi petición cuando nos encontráramos todos juntos. Se manifestó de acuerdo en todo y dijo que iría. En la conversación que tuvimos me dijo que tenía esperanza en el éxito de su gestión en el asunto aquél de la Aduana. Me dijo también que tu mamá se le había quejado de la conducta de Osvaldito y que el muchacho lo preocupaba. Esto es lo que puedo decirte de tu papá. Como verás, no te olvido, pues, aunque no te escribo no dejo de interesarme por ti. Cierto es que no te escribo dos veces por semana pero ya sabes que no es por falta de voluntad, sino por falta de tiempo. No te intranquilices ni te aflijas por eso. A la vuelta de la visita a tu papá me encontré en casa con tu carta del nueve en la que te muestras quejosa porque no te digo nada de mi futura visita a ésa y te apenas porque crees que no tengo deseos de que llegue el día de ir a verte. Ese día llegará y tú me verás ir gozoso a pasar unos días junto a ti y cuando yo vaya tú verás que no he olvidado a mi noviecita. Lo que no me gustaría sería que yo tuviera que venirme de San Ramón tan triste como la última vez, a causa de tu severidad, esa severidad que te hace pasar por desamorada e indiferente. Esto es

JOSÉ Y FELICITA – UNA HISTORIA DE AMOR – 1929 (1)

108lo que yo he encontrado mal en ti; esa falta de cariño que se manifiesta, esa reserva que yo nunca pude vencer. Dices que lamentas que yo no esté contento de ti. No hagas afirmaciones tan absolutas. Nunca dije que estuviera desconforme de ti, sino de ese aspecto tuyo tan severo, tan serio y tan poco adecuado a una novia. Si esa modalidad tuya cambiara, si tú fueras para mí todo lo cariñosa que debe ser una novia, yo estaría mucho más contento y satisfecho. Y que conste que yo no he pedido ni pido nada de que debas avergonzarte. Yo, sí. Yo tengo que avergonzarme ante mí mismo de que mi novia no me haya dado un beso en tres años. Y cuando busco las causas de este estado de cosas no encuentro más que éstas: O lo merezco y no me lo da porque no me quiere o me quiere y no me lo da porque no lo merezco. Y ninguna de estas conclusiones son muy tranquilizadoras. De ahí mis recriminaciones, mis rezongos. Pero no dejo de tener motivo pues tú has siempre tenido en la mano el remedio y te negaste siempre a usarlo. Nunca creíste en mí ni en mi cariño y quieres que yo crea en el tuyo porque me lo dices a pesar de que te muestras lo menos cariñosa que puedes. Yo también te quiero. Y te quiero mucho. Mis actos hasta ahora han mostrado que te quiero. Ciega has estado, muy ofuscada, si no lo advertiste. Y si lo advertiste ¿por qué fuiste tan severa y rígida conmigo? Piensa cuán grande será mi amor por ti cuando no ha cambiado a pesar de tu actitud. No ha cambiado, a pesar de que tú lo supones, según lo dices en tu carta. Dices que si yo te quiero te evitaré preocupaciones. ¡Ah, negra! ¿No pensaste, aquel día, cuántas preocupaciones iba a engendrar tu actitud tan justificada, tan fría? ¿No tuviste la comprensión de todas las dudas y tristezas de que me abrumaba tu negativa? ¿No consideraste cuán necesario era para mí tu cariño en las condiciones en que estoy? Piensa un poco y comprenderás que quien tiene motivo de queja soy yo y no tú. Al decir que a ti no te toman en cuenta me refiero a la separación a que nos han sometido, separación que ya no tiene objeto, porque si se justificó antes por la salud de tu hermano, ésta ya no constituye causa suficiente para que subsista este alejamiento, tanto más cuanto tu hermano goza ahora de salud tan espléndida que hasta da motivos de queja a tu mamá. Además, la casa y el campo han recibido ya la inspección que necesitaban y hasta se han tomado las medidas para su buena marcha y conservación. ¿Qué otro motivo hay que fuerce a tu mamá a quedarse ahí, como piensa, hasta mayo o junio? ¿Por qué hemos de estar separados tanto tiempo? Eso es lo que me subleva y me parece un poco desconsiderado. Por lo demás, a lo que me preguntas de si está en peligro tu felicidad, te contesto que en lo que a mí respecta no corre riesgo alguno, porque yo no deseo otra cosa que verte feliz y serlo junto a ti. Pero no olvides que somos arquitectos de nuestro propio destino y que tu felicidad está en tus propias manos. Ayúdame a conseguir lo que deseo, piensa que mi esfuerzo me parecerá más llevadero si tú me animas, recuerda que te quiero y paga en algo mi amor haciéndome ver que aprecias lo que él significa como homenaje a tu gracia y a tu belleza. Adiós. Te besa tu José que te idolatra. Recuerdos a los tuyos. Las muchachas se fueron al cine. Te dejaron recuerdos. 119.- Carta de Felicita San Ramón, Marzo 15 de 1929 - [viernes] “No quiero que el que a va ser mi novio me encuentre enferma a más de atribuirme ya las cualidades de severa, reservada e incrédula... haremos rogativas para ve si conseguimos acortar un poco la ausencia esta que ya me está resultando demasiado larga. Tal vez tú tengas más arte para plantear este problema de modo más convincente” Negro mío adoradísimo:

JOSÉ Y FELICITA – UNA HISTORIA DE AMOR – 1929 (1)

109Este año Marzo se ha portado bastante mal, yo esperaba su llegada con la esperanza

que desde su principio me traería alegría como el de 1926 pero... ya ves, no ha sido así, recién hoy recibo tus noticias que han venido a traerme un poco de tranquilidad. Pensaba que tu silencio podía ser debido a una enfermedad, esta idea me tenía muy triste, gracias a Dios no ha sido así.

Quiero que tú tengas pronto mis noticias por eso te contesto enseguida a pesar de encontrarme en cama con bronquitis hace varios días; sigo mejor pero mamá no me deja levantar. Yo me cuido mucho porque no quiero que el que a va ser mi novio me encuentre enferma a más de atribuirme ya las cualidades de severa, reservada e incrédula. Cuando vengas creo que tendrás que retirar esa afirmación porque yo te demostraré que no soy nada severa, lo menos posible y eso sí, un poquito incrédula, pero creo en ti, y me parece que al correr el tiempo tú te conducirás de modo que yo nunca me arrepienta de quererte mucho y de haberte creído.

La noticia que me das de que fuiste a ver a papá me deja muy contenta y encuentro muy bien que le hayas dicho algo acerca de tus intenciones.

Dile a Maruja que le agradezco su carta y que sabrá disculpar la molestia que le he ocasionado. Mucho me alegra que Chola ingrese al Liceo.

No te aparto de mi imaginación un instante pensando en tu examen, Dios quiera te vea pronto libre de él y también quiera Dios te vea como me dices en tu carta, venir gozoso a pasar unos días junto a mí. En esos días haremos rogativas para ver si conseguimos acortar un poco la ausencia esta que ya me está resultando demasiado larga. Tal vez tú tengas más arte para plantear este problema de modo más convincente. Saludos cariñosos a los tuyos y tú recibe el alma enamorada de tu siempre Felicita. Saludos de mamá y Osvaldito. Negro te pido que cuando vengas me traigas unas pastillas para el cosquilleo de garganta que me tiene bastante incomodada. 120.- Carta Montevideo, 22 de marzo de 1929 [viernes] “Voy a ver a tu papá en la Aduana” Negrita querida: Ayer di examen de Patología General y salí bien. No te he escrito antes porque estaba muy atareado. No te escribo más ahora porque tengo muchas cosas que hacer antes de la Semana de Turismo. Después te explicaré. Te aviso que iré a verte el martes, de modo que espérame por la mañana. Mañana voy a ver a tu papá en la Aduana para ponerme de acuerdo con él. Esta noche tengo que ir al Cerro, a dar una conferencia, y ahora tengo que ir al Centro. Como voy a verte pronto y ahora tengo muy poco tiempo, termino ésta, mandando recuerdos a los tuyos. Te besa tu José que te adora. Maruja te escribió hoy. Espérame el martes. No voy antes porque tengo que disponer algunas cosas antes de los feriados. Adiós. Te quiero siempre. 121.- Carta Montevideo, 1º de abril de 1929 [lunes] “Tengo tu retrato frente a mí y al mirar tu imagen siento en mí tan complejos sentimientos que no puedo describírtelos... Hoy estuve a ver a tu tía Coca. La Chicha no estaba, de modo que no sé cuál será la opinión que tendrá de nuestro compromiso. Tu tía Coca demostró mucha alegría y nos deseó toda clase de felicidades.” Mi muy querida:

JOSÉ Y FELICITA – UNA HISTORIA DE AMOR – 1929 (1)

110

Si hay algún hombre contento; si alguien puede sentirse satisfecho; si hay quien haya pregustado la felicidad, ese moral dichoso soy yo, que he vivido, como se dice, “en el séptimo cielo” en los días que estuve junto a ti22. Aún hoy, a pesar de estar separado de ti, a pesar de no gozar el dulce influjo de tu belleza y de tu gracia, el recuerdo de tu cariño hace, adorada mía, que me sienta lleno de gozo. Veo las cosas de otro modo, pienso más firmemente y el sentimiento de mi futura felicidad da a mis actos un aplomo y una firmeza inusitados. Y sobre todo, estoy contento, reina mía. Nunca he estado tan hondamente contento, tan profundamente dichoso. ¡Bendita seas tú, mi diosa, por esta alegría tan grande que derramaste en mi alma! ¡Ojalá pudiera yo merecer tu amor siempre, y que tus ojos llenen de luz toda mi vida, noviecita muy amada!. Tengo tu retrato frente a mí y al mirar tu imagen siento en mí tan complejos sentimientos que no puedo describírtelos. Sólo puedo decirte que te quiero, que te quiero mucho, mucho, como nunca soñé amar a ninguna mujer, locamente, inmensamente... Te quiero por linda: por tus ojazos llenos de luz, por tu boca roja y dulce, por tus manos suaves y pródigas de caricias; te quiero por buena, por amable y discreta; te quiero porque todo en mí te aclama por reina y porque mi corazón te pide que seas su soberana. Quisiera estar ahora a tu lado pero como es imposible deseo que llegue pronto el dieciocho para verte de nuevo, mi Felicita. Entonces te contaré alguna cosas acerca de las visitas que me encargaste. Hoy estuve a ver a tu tía Coca23. La Chicha no estaba, de modo que no sé cuál será la opinión que tendrá de nuestro compromiso. Tu tía Coca demostró mucha alegría y nos deseó toda clase de felicidades. Tu tío Pancho vino hoy de Buenos Aires, pero no lo vi, porque cuando yo fui a Colón él no había llegado todavía. Las que se pusieron muy contentas fueron mis hermanas, al saber que yo había llevado a cabo uno de mis deseos más fervientes. Hoy te escribieron. Mañana iré a ver a tu abuelita y a algunos otros y te escribiré la otra carta prometida, contándote las impresiones que reciba de las visitas. Hoy le escribo a tu mamá, deseando que reciba la carta el día tres para felicitarla en su día. Cuando me contestes mándame decir si sabes cuándo vendrán. Estoy ansioso por que estés en Montevideo porque te necesito mucho, negrita preciosa. No te imaginas cuánto te echo de menos, máxime ahora, después de haber pasado junto a ti tan deliciosos momentos. Te mando unos diarios y una revista para que las hojees. Tienen algunas cosas que te interesarán. Mándame decir qué desea María, como te dije. Tú, cuídate y trata de no resfriarte y consérvate tan hermosa como te vi ayer. Contéstame pronto. Adiós, negrita mía. Saludos a los tuyos. Recibe todo el cariño de tu José, que te quiere cada vez más. [Al margen:] Hice un viaje bastante bueno. Dile a tu papá que iré a esperarlo a la Estación el día cinco a la tarde. ¿Me mandarás decir algo con él? 122.- Carta de José a la mamá de Felicita Montevideo, 1º de abril de 1929 [lunes] Señora Felicia N. de N. Mi querida futura mamá: (si me permite llamarla así). Esta carta que yo quisiera llegase a su poder el día tres, tiene la misión de saludarla en mi nombre y en el de los míos con motivo de su cumpleaños. Todos deseamos, y yo lo deseo especialmente, poder felicitarla muchas veces en un día semejante, lo que equivale a decir que esperamos gozar de su compañía muchos años.

22 El día anterior, 31 de marzo, Domingo de Pascua, en el cuarto aniversario de la primera carta y del comienzo del noviazgo, José y Felicita habían intercambiado los anillos de compromiso en San Ramón. 23 Coca, Clotilde, tía paterna de Felicita, casada con Francisco, el Pancho que se mencionará enseguida y madre de Chicha

JOSÉ Y FELICITA – UNA HISTORIA DE AMOR – 1929 (1)

111

Que pase un día muy feliz en compañía de don Osvaldo, de Osvaldito y de Felicita, a quien tanto quiero, es el deseo de su futuro hijo José. 123.- Carta Montevideo, 2 de abril de 1929 [martes] “Tu tío Venancio, tan pronto como me vio me dijo: ¡Mi querido sobrino!... y me abrazó. Ya sabía por Rosario que nos habíamos comprometido... Me dijeron tu abuelita y tus tías que nos deseaban muchísima felicidad... este negro no se convence de que una mujercita tan encantadora como tú puedas quererlo” Felicita querida: Esta es la segunda carta de las que te prometí; pero no te la escribo solamente por habértela prometido, sino porque tengo que contarte las impresiones del día. Después de levantarme y hacer un poco de ejercicio a fin de adelgazar unos kilos, pues estoy tan gordo que no puedo sacarme el anillo24 del dedo, desayuné abundantemente y fui a dar mi clase en la Universidad. De allí, una vez terminada mi tarea, fui al Correo a poner unas cartas para ti y tu mamá y unos diarios; a la salida me encontré en la calle Andes con tu tía Rosario, a quien saludé en nombre de Uds. y le comuniqué nuestro compromiso, con lo cual se alegró mucho. Después me fui al Hospital Pasteur y me traje unas gotas para darles apetito a los chicos de tu tía Beba. Por la tarde fui a casa de tu abuelita. Allí me encontré con tu tío Venancio, con tu tía Beba, con tu tía Mecha, con tu tía Rosario (¡pero mirá que tienes tíos y tías!...) con Ruperta, la Neneta y muchos más.

Tu tío Venancio, tan pronto como me vio me dijo: ¡Mi querido sobrino!... y me abrazó. Ya sabía por Rosario que nos habíamos comprometido. Una noche de éstas tengo que hacerles una visita, pues me dijeron que fuese. Tu abuelita está algo atacada de bronquitis, aunque no es gran cosa lo que tiene ahora; los demás están bien, excepto uno de los chicos de tu tía Beba que está algo enfermo del oído y otro que ya, según parece, está casi enteramente sordo. La Neneta ha dado un estirón muy grande; dice que estaba pronta para ir, pero que tu papá, tal vez por el apuro, no la fue a buscar. Yo les anuncié que pensaba ir el dieciocho de este mes y me ofrecí para llevarla a tu casa a pasar los pocos días que se quedarán Uds. en ésa. No sé si hice bien, ni qué pensarás tú de esto. Contéstame dándome tu opinión. Me dijeron tu abuelita y tus tías que nos deseaban muchísima felicidad; me dieron consejos, y se expresaron en tal forma, sobre todo Mecha, que me dejaron muy contento.

Hablando de tu tía Coca me dijeron que no se cuida nada, que los médicos le han prohibido andar si no es en auto, no hacer esfuerzos, pero que ella no atiende a nada. De Alberto, el novio de tu prima Chicha, me dijeron que está algo mejor, pero que su mejoría no es todo lo buena que podría esperarse; le han prohibido andar en auto, estar de pie, caminar, estudiar mucho, pero el pobre va todos los días en auto a casa de la Chicha, camina con ella, está parado largo tiempo, come poco, duerme mal y por añadidura trabaja en su empleo, sin necesidad y estudia demasiado. No se cuida nada.

Bien sabes tú cuán delicado es dar consejos en situaciones como la de estos dos muchachos, la Chicha y el Chicho. Mecha25 aconsejó a la Chicha, según me dijo, pero parece que a ésta no le gustó que le hicieran indicaciones. Te digo esto porque tu tía Coca piensa ir el sábado en auto a visitarlas y aunque me pidió que no te avisara porque quería darles una sorpresa yo te aviso para que estés en antecedentes.

Todos te consideran muy sensata y criteriosa y tú juzgarás si es o no conveniente que aconsejes a Chichita y le hagas ver la imprudencia de tu tía Coca en emprender ese viaje tan molesto en las condiciones en que ella se encuentra y la que comete Chichita al hacer tan poco

24 Alusión al anillo de compromiso 25 Mercedes, tía paterna de Felicita

JOSÉ Y FELICITA – UNA HISTORIA DE AMOR – 1929 (1)

112caso de las indicaciones del médico. Así no hay que extrañar que su mejoría no se transforme en curación franca y él esté siempre con dolores, rengueando, y en tal estado de espíritu que ha llegado a decir que se pegaría un tiro, lo cual ha hecho que Chichita le pidiera el revólver y se lo quitara.

No es casi necesario que te diga que lo que te he comunicado debe quedar entre nosotros y te pido no le digas a tu tía Coca que yo te avisé de su llegada. Haz como si en realidad fuese su visita una sorpresa para Uds.

Mañana pienso ir a ver a tu tío Alberto y en la próxima carta te daré noticias de él y algunas otras.

Pero pasemos ahora a otra cosa y hablemos ahora de nosotros, que ya hemos hablado bastante de los demás.

¿Cómo estás tú, negrita adorada? ¿Estás siempre tan linda y encantadora? ¿Piensas un poquititito en mí? ¿Me quieres siempre como me dijiste al venirme?

Yo estoy bien y he empezado ya a trabajar bastante. Pero estaría mejor y trabajaría con más gusto si tú, mi cariñito lindo, estuvieras aquí para decirme, todas las veces que yo lo necesito, que me quieres mucho. ¡Si tú supieras cómo he venido de dispuesto para el trabajo después de haberte visto!

Espero tus cartas ansiosamente, negra de mi alma. No las hagas demorar mucho, pues ellas me hablan de ti y me traen, junto con el perfume de tus manos suaves, una afirmación del cariño que tienes por este negro que no se convence de que una mujercita tan encantadora como tú puedas quererlo, porque le parece que es un premio demasiado alto para su esfuerzo. Pero sea como sea tratará siempre de ser digno de tu cariño tu José que te idolatra. Adiós. Recuerdos de mis hermanas y de Beto. Cariños a los tuyos. Te quiero. 124.- Carta de Felicita San Ramón, Abril 3 de 1929 - [miércoles] “Los elogios que haces de mi persona te diré con franqueza, me confunden, pienso que para encontrarme como dices debe ser muy grande tu cariño... Hoy dijo mamá que en realidad eras para ella como un hijo y que como tal te estabas haciendo querer” Negrito de mi alma: A tres días de tu partida ¿cómo decirte lo mucho que te extraño?... apenas transcurridas algunas horas ya me parecía que había pasado mucho tiempo desde tu alejamiento. Hoy con alegría recibo tu cariñosa carta que me trae un poco de ese cariño tuyo que me hace tan dichosa, siento fervientes deseos de que tú me quieras mucho y seas siempre bueno y cariñoso con esta tu noviecita que te adora; de ser así te puedo asegurar que llegaré a quererte mucho, mucho, tanto como puedes desear ser querido. Los elogios que haces de mi persona te diré con franqueza, me confunden, pienso que para encontrarme como dices debe ser muy grande tu cariño, de lo contrario no creo pudieras encontrar en mí tanta belleza, cuando soy una negra que sólo sabe quererte mucho. Mamá recibió muchas cartas hoy, toda la familia le ha escrito. Tu carta la emocionó mucho. He comprendido el buen concepto que mis buenos viejitos tienen de ti y puedo asegurarte que va adelantando el aprecio que ya te tenían, hoy dijo mamá que en realidad eras para ella como un hijo y que como tal te estabas haciendo querer. Ahora te recomiendo mi mimosito que trates de ganar cada día más terreno porque esto será parte de mi felicidad. Respecto a nuestra ida nada puedo decirte. Papá se va el cinco en el tren de la mañana, así que si ésta no llega a tiempo se desencontrarán.

El cuidador de Villa Felicia dejó sus dominios y se fue muy cabizbajo.

JOSÉ Y FELICITA – UNA HISTORIA DE AMOR – 1929 (1)

113Tía Coca y Chichita le escribieron a mamá, me felicitan y nos prometen una visita para

estos días, creo vendrán en el auto con Alberto. Hoy mandé al correo una carta para Maruja contestando las suyas, me quedé muy

contenta con su última. Los diarios y revistas que me anuncias no los he recibido aún, cuando lleguen los leeré con interés.

Dice María que agradece el recuerdo que de ella haces pero no quiere indicarte nada, que tú le traigas lo que quieras. Con saludos a los tuyos recibe los de papá, mamá, Osvaldito y todo el cariño que guarda para ti el corazón enamorado de tu siempre Felicita. No te extrañe el modo como te he escrito ésta. Me disculparás teniendo presente que por pensar en ti esta cabeza muchas veces se porta como si fuera de una negra de verdad. Te adoro. Adiós. 125.- Carta Montevideo, 8 de abril de 1929 [lunes] “...no me escribas una carta donde casi todo son noticias y muy poco me dices de ti, donde no hay una efusión, donde no asoma tu alma ni en las líneas, ni entre ellas, donde el corazón no interviene y sólo se advierte la fría dirección de la mente. Y eso a tres días de nuestro compromiso... ¡Tú corazón debía hablar, aparecer en tu carta...!” Negrita linda y muy querida: Dijimos antes de separarnos: carta escrita, carta contestada. Yo te escribí dos cartas y me contestaste solamente una. Cierto es que tú eres muy haragana para escribir, pero sabiendo cómo me gustan tus cartas y cómo me animan ahora que trabajo y estudio como nunca, tu cariño debía ahuyentar la pereza y armar tu mano, esa mano tan suave, con la pluma, para que por ella fluyera algo del amor que creo debe haber para mí en tu corazón. Así, aunque me extrañaras, al escribirme, tal vez, tal vez, creyeras hablar conmigo, si tu imaginación volara a través del espacio como la mía vuela. Pero no me escribas, negra, cuando tu pereza, por quién sabe qué causas, se desvanece y te deja escribir una carta donde casi todo son noticias y muy poco me dices de ti, donde no hay una efusión, donde no asoma tu alma ni en las líneas, ni entre ellas, donde el corazón no interviene y sólo se advierte la fría dirección de la mente. Y eso a tres días de nuestro compromiso. ¿Qué me importa que se haya ido el cuidador de Villa Felicia, más o menos cabizbajo, ni todo lo demás? Cuando yo esperaba una carta de mi novia, la carta de la mujer que dice que me quiere resulta una gaceta noticiosa, fría, protocolar, con grandes espacios en blanco, con letra grande y estirada para llenar más papel. ¡Cómo será la carta cuando tú misma pides disculpas por ella, alegando que tu cabeza no te permite hacerla mejor! ¡Tu cabeza!!! ¡Tú corazón debía hablar, tu corazón debía aparecer en las líneas de tu carta si en verdad fuese mío!

Pero no me escribas otra carta para borrar la mala impresión de la primera. Hay algo que no comprendo bien. Si tú mandaste esta carta desde San Ramón ¿Cómo viene con sello de dos centésimos y sellada en Montevideo? Y si tú la fechas el tres en San Ramón ¿Cómo aparece timbrada el cinco? ¿Con quién la mandaste? ¿Con tu papá? Y si la mandaste con tu papá ¿cómo pretendías que llegara a tiempo para que yo supiera qué día y a qué hora llegaba él?

Otra cosa. ¿Hasta cuándo van a quedarse ahí? ¿Tu papá no dijo nada de cuándo vendrán? Yo no pude verlo porque creyendo que vendría en el tren de la tarde fui a buscarlo a la estación y no lo encontré. Fui a verlo a tu casa, con resultado negativo y en el depósito me pasó lo mismo dos veces. Por eso no he podido hablar con él acerca de este particular.

Pensarás que hoy estoy demasiado rezongón y que si las cartas anteriores fueron buenas, ésta es mala; si aquéllas eran agradables, ésta al contrario es pendenciera y hasta podrías pensar que te quiero menos. Pero te quiero más que nunca y sólo porque tu carta me

JOSÉ Y FELICITA – UNA HISTORIA DE AMOR – 1929 (1)

114pareció tal como te digo me he mostrado rezongón. Por lo demás creo que tú me escribirás una carta más cariñosa y yo, entonces, te escribiré otra mucho mejor que ésta. Te adoro. Adiós. Te quiere tu José. Recuerdos a tu mamá y a Osvaldito. 126.- Carta Montevideo, 9 de abril de 1929 [martes] “¿Crees que cuando yo te digo linda lo hago por cortesía?... La cortesía no me llevará nunca a alabar lo que en ti me parezca malo... yo fui atraído hacia ti por tu belleza y tu gracia, mucho antes de saber si a tus dotes físicas acompañaban las dotes morales” Chelita querida: Yo había contestado a tu carta, carta comercial, con otra donde yo me mostraba en ese aspecto rezongón que tanto te disgusta. Pero la visita que hice esta mañana a tu papá, a quien encontré en el depósito, me hizo cambiar de opinión y resolví guardarla para mandártela tan pronto como reincidas en escribirme en forma tan poco de acuerdo con nuestra condición. A tres días de nuestro compromiso me escribes una carta que será todo menos una carta de novia, una carta que es una gaceta noticiosa, pero en la cual no me dices nada de ti que es lo que substancialmente me interesa. Pero basta. No quiero ser demasiado rezongón; ya me he propuesto no molestarte con recriminaciones. Cuando vaya el dieciocho, apronta las orejas... si antes no me escribes una carta como yo quiero.

Es el caso, negra linda, que estoy trabajando y estudiando como un desesperado. Por eso y porque esperaba la contestación a mi segunda carta, no te escribí antes, aunque yo recibí tu carta el seis. Recuerda que dijimos, mi haragana muy querida, que carta recibida, carta contestada. Me debes, por lo tanto, otra carta y espero que si no te duele la muñeca, me la escribas.

Esta tarde voy a visitar a tu tía Coca para ver qué noticias me da. Mañana de noche te escribiré otra, con noticias acerca de la visita de los de tu tía Sara. Tu papá, a quien veré mañana a la una, me dirá cuándo y a qué hora irán y tú encárgate de avisar a ese intangible Abogadro (¿se escribe así?) de cuya existencia material ya estoy dudando, pues a pesar de todas las invocaciones nunca aparece, para que espere a la familia de tu tía Sara. Y para que, el dieciocho por la noche, espera a este humilde servidor a fin de que no caigamos todos en las garras del insaciable Pedro D.

Y ahora pasemos a otro punto que tengo que aclarar. ¿Crees que cuando yo te digo linda lo hago por cortesía? ¿O crees que, sin ser linda, el amor que tengo por ti me ciega o me hace ver de distinto modo las cosas hasta el punto de verte linda? Ni lo uno ni lo otro. La cortesía no me llevará nunca a alabar lo que en ti me parezca malo; el amor que por ti siento no me ciega hasta el punto de sostener que tu hermosura sea perfecta, pero sí te quiero como para que no haya, después de ti, ojos más bellos, ni boca más dulce, ni manos más suaves, ni cuerpo más apetecible. Recuerda que yo fui atraído hacia ti por tu belleza y tu gracia, mucho antes de saber si a tus dotes físicas acompañaban las dotes morales. Acostúmbrate a pensar que tú eres la Única, la que hará la gloria de mi vida y no olvides que yo te espero como premio a mi cariño y a mi esfuerzo para gozar en tu compañía una dicha que será tanto más grande cuanto más nos amemos. Escríbeme pronto. Saluda a los tuyos y tú, alma mía, recibe el cariño de quien piensa en ti siempre. Te adora tu José. Maruja te escribe también. 127.- Carta de Felicita “Villa Felicia”, Abril 9 de 1929 [martes] “¡Qué cierto es que la ausencia es como el aire que apaga el fuego chico y aviva el grande!”

JOSÉ Y FELICITA – UNA HISTORIA DE AMOR – 1929 (1)

115

José mío, adorado de mi alma: Recibí tu carta del dos, muy noticiosa y que me dejó muy contenta, primero porque veo no has olvidado la promesa que me hiciste de escribirme a menudo y después porque me dices no puedes sacarte el anillo. Esto me deja muy contenta pero me da la impresión de que no te lo sacas porque no puedes y no porque no quieres. Negro pícaro mira que esto te lo tendré muy en cuenta ¿eh? Recibí los diarios y el Femenil26, los he leído y especialmente el que venía marcado con rojo. Me quiere... mucho... poquito y... nada... Te diré que algo les creo a las margaritas, pero como tú me crees tan incrédula, yo por no contrariarte, si me dicen que me quieres poquito o nada, pienso que mienten. El sábado como me habías anunciado vino tía Coca. Te puedes imaginar que nos tomó de sorpresa y nos dio una alegría grandísima con su visita; no se quedaron más que hasta el domingo de tarde por las tareas de Alberto. En cuanto a los consejos que podría haber dado a Chichita los consideré fuera de razón porque en el corto tiempo que permanecieron en ésta, he visto que tía Coca y Chichita están siempre preocupadas de la enfermedad de Alberto: no creas que Chichita no se preocupa de cuidarlo. Tú sabes negrito que a veces se exagera un poco y me parece que esta vez ha sucedido así. Tía Coca es cierto que no se cuida como el médico le aconseja, pero hay que ponerse en su lugar, piensa que hacía mucho no veía a sus hermanos. Le dijo a mamá “Ahora sí me muero, yo he visto a todos mis hermanos y no le quedará a ninguno la pena de no haberme visto”. Como ves a esto no se puede objetar. Me parece que la estación está ya muy adelantada para la venida de Neneta, pero no sé qué dispondrá tía Beba. Sería conveniente que te dieras una vuelta por allá, de cualquier modo te agradezco. Hoy recibí una tarjeta muy cariñosa de tía Sara, un poquito resentida porque dice que no te he pedido que los visites, así que si tú tienes gusto, desearía fueras antes de venir; les dices que sentimos no vengan el catorce como los esperábamos. Estando en tren de pedidos, te recuerdo el tónico para mi vecinita. Mucho te agradezco las gotas que le llevaste a tía Beba. El dieciocho, en el tren de la tarde, Abogabro te espera en la estación, ya está hablado. Me preguntas en tu carta si pienso un poquititito en ti. ¿Cómo no pensar mucho, mucho en ti, si te quiero tanto?... Hoy te quiero más que ayer. ¡Qué cierto es que la ausencia es como el aire que apaga el fuego chico y aviva el grande!27 Ahora sí creo esto. Recibe saludos afectuosos de mamá y Osvaldito. Cariños a los tuyos y tú recibe el amor sincero de tu siempre Felicita. 128.- Carta Montevideo, 10 de abril de 1929 [miércoles] “Convinimos en que el clima de ésa es muy bueno... pero que es imposible pensar en que Uds. pasen el invierno en el campo. Creo, por lo tanto, que una vez que pase abril contaré tu ausencia por días. Estoy rabiando por verte aquí en Montevideo” Mi reina lindísima:

26 Femenil Revista para el hogar y la mujer. Se editaba en Buenos Aires. En 1929 estaba en su año Vº. Jorge Luis Borges colabora en el Nº 147, de 1928, con un artículo “El idioma de los argentinos”. En 1930 publica un reportaje sobre el Tango y su Lenguaje, a Juan Bautista Abad Reyes, poeta, periodista, autor teatral y radial. Como hisorieta publicaba las Andanzas de Pantaleón Carmona, de A. Messa. 27 Copla popular

JOSÉ Y FELICITA – UNA HISTORIA DE AMOR – 1929 (1)

116 En la última, que te escribí con fecha nueve del corriente, te anunciaba la próxima visita de la familia de tu tía Sara; hoy, después de hablar con tu papá, te comunico que no saben cuándo irán, pues aunque pensaban ir el catorce no podrán ir por ahora. No es necesario que Abogadro los espere, como yo te decía, pero puedes advertirle, si puedes mandar a alguien con ese objeto, que yo iré el dieciocho por el tren de la tarde, a fin de que me espere en la estación. Hoy te escribió Maruja una carta y pienso que como siga esta correspondencia, dentro de poco tendrás mucha confianza con ella, tanta, que entonces habrá un nuevo lazo entre nosotros. ¡Ojalá se estimen y quieran todo lo que yo deseo! Hablé con tu papá acerca de la vuelta de Uds. a ésta. Convinimos en que el clima de ésa es muy bueno, muy saludable, muy... todo lo que se quiera, pero que es imposible pensar en que Uds. pasen el invierno en el campo. Creo, por lo tanto, que una vez que pase abril contaré tu ausencia por días. Estoy rabiando (no te asustes, aunque esa es la palabra) por verte aquí en Montevideo, mi cariñito, porque te necesito mucho, te extraño más y te quiero mucho más. No puedes imaginar cuánto echo de menos los ratos tan llenos de encanto que he pasado junto a ti, nuestras charlas, nuestros paseos, todo lo que junto a ti adquiere poder sugestivo y evocador. ¡Cuánto pienso en ti, mi sol, mi negrita querida! Quisiera ahora estar a tu lado, acariciar esa cabecita amadísima, mirar tus ojos en los cuales, no sé por qué misterioso hechizo se ha quedado preso mi corazón, y adorarte, encanto, tesoro mío... Pensaba ir hoy a ver cómo llegó tu tía Coca y a ver si me habías mandado decir algo, pero estoy tan atareado estos días con la apertura de las clases en el Hospital y en la Facultad que se me hizo demasiado tarde para ir. Pero mañana iré sin falta. Escríbeme pronto, mi Chelita, porque tus cartas, que a ti te cuestan tanto esfuerzo, son para mí de un valor inestimable, sobre todo si son muy cariñosas. No tardes, pues. No te escribo más por ahora porque tengo que ponerme a estudiar para mañana. En la próxima seré más extenso. Adiós, mi noviecita muy querida. Eres la Única para este negro feo que te adora y será siempre tu José. Tu papá está bien. Está muy buen mozo. Se ve que le sentó bien el aire del campo. Saluda a los tuyos en mi nombre. Te quiero muchísimo. 129.- Carta Montevideo, 13 de abril de 1929 [sábado] “... este anillo, símbolo del cariño que me encadena a ti... aunque pudiera con la mayor facilidad quitármelo, no lo haría si ello implicara una falta, aún leve, con el pensamiento o con la acción, al amor que nos hemos prometido” Felicita mía, negrita deliciosa: Jamás esclavo alguno llevó con más íntima delectación, con más profundo gozo el emblema de su dependencia, que yo llevo este anillo, símbolo del cariño que me encadena a ti. No temas, pues, que yo intente quitármelo del dedo, porque él constituye un recuerdo perenne, una evocación de tu cariño y eso, negra de mi alma, quiero tenerlo siempre presente. Aunque no estuviera grueso, aunque pudiera con la mayor facilidad quitármelo, no lo haría si ello implicara una falta, aún leve, con el pensamiento o con la acción, al amor que nos hemos prometido. Y mucho menos lo haré ahora, cuando, a pesar de la ausencia, mi cariño por ti ha crecido enormemente, para confirmar lo que dices en tu carta de que “la ausencia es como el aire...”. bien dicen que no se aprecia un cariño en lo que vale, sino cuando el tiempo o la distancia nos separan de él o estamos en trance de perderlo. Aunque yo no creo haber estado en trance de perder tu amor, la distancia y el tiempo me han hecho ver todo lo que representa para mí que tú me quieras. Sea para mí la dicha inefable de que tú me ames y yo pueda decirte siempre qué grande es mi amor por ti.

JOSÉ Y FELICITA – UNA HISTORIA DE AMOR – 1929 (1)

117

Una vez más me das pruebas de tu sensatez, al obrar como obraste en ocasión de la visita de tu tía Coca. Apruebo ampliamente tu buen acuerdo y creo que, en efecto, se ha exagerado algo al informarme. Yo estuve anteayer en casa de tu tía Coca y hablé largo rato con Chichita y tu tía. Si vieras a la Chula28 te asombrarías (Olvidaba que ella también fue a visitarte). Hoy estuve en lo de tu tía Beba a ofrecerme para llevar a la Neneta, pero tu tía me agradeció y me dijo que no la mandaría porque la estación, algo cambiante, podría hacerla enfermar. Te aseguro que tu tía no gana para sustos con la salud y las travesuras de los chicos. Conque ¿te escribió tu tía Sara? ¿Algo resentida? Bueno, iré a visitarla, le diré que sientes que no vaya el catorce, y me portaré tan bien con ella, que quedará encantada. Creo que el clavel que me mandaste es de aquella planta que estuvimos viendo en el cantero del patio ¿no? Lo guardo junto con la carta. ¿Cómo te las verías si quisieras mandarme una magnolia de esas grandes? No te imaginas qué trabajo me da un padrastro que tengo en el pulgar. Escribo un párrafo y trato de eliminarlo, pero resiste a la acción de los dientes y de las uñas. Tendré que dejarlo para cuando vaya a verte. No me olvidaré de llevarte el tónico para tu vecinita. El lunes cuando vaya al Pasteur haré la receta, sin falta. Te aseguro que María29 me pone en un aprieto al dejar a mi criterio el regalo. ¿Qué le llevaré? ¿Una pelota de fútbol, un monopatín, unos gemelos de teatro? Bueno, negrita, dile a tu mamá que recibí su carta y que la saludo con cariño. A Osvaldito dile que Chichito30 fue llamado ya para un empleo en el Banco. Tú dile a Felicita que la adoro con toda el alma. Pero díselo despacito, al oído, para que sólo se entere su corazón. Cuando vaya a verte te dirá muchas veces que te quiere tu José. 130.- Carta Montevideo, 23 de abril de 1929 [martes] “No quiero escribirte cartas que no sean escritas en condiciones tales como yo necesito para comunicarme contigo...” Mi muy querida Felicita: Debo ante todo pedirte perdón por no haberte escrito antes, tal como te lo prometí. Pero no fue por falta de voluntad. El frío de aquella madrugada no me sentó bien pues no estaba yo bastante abrigado y así fue como me pesqué un resfriado que me tiene con la garganta sembrada de espinitas o rociada con vidrio pulverizado, las narices obstinadas en no dar paso al aire, con lo cual tengo que respirar por la boca, los ojos lacrimosos como si hubiese estado pelando cebollas y si la cabeza no se hubiese asociado a los demás órganos en su complot para fastidiarme, tal vez no me quejara. Lástima grande es que esta cabeza, que ya la tenía perdida por ti hace tiempo, se muestre tan empeñada en dolerme. Comprenderás que con esta situación no considerase yo oportuno escribirte, aunque pudiera haberlo hecho para cumplir lo que te prometí. Pero no quiero escribirte cartas que no sean escritas en condiciones tales como yo necesito para comunicarme contigo, no quiero hacerte unas pocas líneas mal hilvanadas, pues tú mereces toda mi consideración. Te diré que tuve un viaje bueno. El auto patinaba con un entusiasmo digno de elogio y durante todo el camino fui sacudido como por un huracán. En el tren no pude conseguir que dos viejas cerrasen las ventanillas, por donde entraba un airecito todo lo fresco y aromático que se quiera pero que empezó a sacudirme con unos chuchos que anunciaban un resfriado próximo. Para mejor la lluvia había levantado un aire que oreaba los campos pero que a mí no me sentaba bien. En Montevideo, por la tarde, empecé a sentir los síntomas del resfriado y ya al salir de Maroñas estaba a punto. Pasé estos días en un estado poco grato y aún hoy no me

28 Chula: Zulema, prima de Felicita, era otra de las hijas de Coca, tía de Felicita por vía paterna 29 La jovencita que había criado Doña Felicia 30 Chichito: Francisco Osvaldo, único hijo varón de la tía Coca, Clotilde.

JOSÉ Y FELICITA – UNA HISTORIA DE AMOR – 1929 (1)

118siento muy bien. He ahí la historia. A pesar de todo asistí a mis clases y atendí al Sr. Fuentes que sigue algo mal. Pero no te escribí porque no quería hacerlo en ese estado. Para escribirte a ti, negra de mi vida, quiero estar en todas mis facultades. Así, al decirte que te quiero muchísimo, lo hago con la conciencia de que no digo otra cosa que la verdad, por más que a veces a tu lado, en esos transportes amorosos a que me lleva la contemplación de tus ojazos luminosos, no sepa ni lo que digo: te quiero. Pero a ti, que me quieres, te basta y no te fastidia que te lo diga muchas veces. Mañana, con más tiempo, te diré algo más, en una carta que será más extensa. Hoy quedo deudor de una carta mejor que ésta, que te escribo sólo para que no estés impaciente. Adiós, mi reina preciosa. Recuerdos a los tuyos. Recibe todo el cariño que en una carta puede volcar el corazón de tu José que te ama con locura. [Al margen:] Tu papá está bien. Me convidó para que comiéramos el pollo juntos. Hasta mañana, mi linda. 131.- Carta Montevideo, 24 de abril de 1929 [domingo] “¡Cuánto daría yo, mi única, por verte en momentos de leer una carta mía!... ¡Cómo me gustaría saber lo que pasa en ti cuando lees mis cartas! Pobres cartas las mías, pobres en extensión y pobres en conceptos... ¿Qué serán estas cartas dentro de unos años?” Negrita queridísima, cariñito mío: Te escribo, no porque te lo haya prometido, sino porque, como te he dicho muchas veces, encuentro gusto en hacerlo. Han pasado tres años desde que te escribí por vez primera y aún hoy tengo, al escribirte, el placer de ir vertiendo por los puntos de la pluma algo de la ternura de mi corazón, algo de ese amor sin medida que desborda y que parece que va más allá de mi propia persona; aún hoy se me presenta la misma interrogante de la primera vez: ¿Qué impresión le causará? ¿Qué sentirá al leerla? ¿Comprenderá mi sentimiento y vibrará su alma, acordadas sus fibras con las mías? ¿Habrá al leerlas un latido más fuerte de su corazón, más brillo en sus ojos? Si mis cartas hiciesen llegar hasta ella sólo una ráfaga de la pasión que en mí se agita ¿Qué pasaría en ella? ¿Quedaría inmutable y fría o se agitaría también, como las aguas, como las selvas al paso del viento? ¡Cuánto daría yo, mi única, por verte en momentos de leer una carta mía! ¡Cómo me gustaría saber lo que pasa en ti cuando lees mis cartas! Pobres cartas las mías, pobres en extensión y pobres en conceptos. Su única riqueza estriba en que son dictadas por mi sentimiento de cariño sincerísimo y grande hacia ti, hacia ti que eres todo, que eres lo más preciado, lo más querido para mí. ¿Qué serán estas cartas dentro de unos años? ¿Serán para ti un recuerdo de una pasión tan grande que sean pálido reflejo del amor que entonces te prodigue? Ojalá. Quiera Dios que al paso del tiempo, al leerlas de nuevo y compararlas, en su contenido de promesas, con la realidad, no sientas más que alegría. Yo trataré de que así sea. Para ti, que serás la dueña de mi hogar, el corazón mío alentará y todos mis pensamientos estarán condicionados por ti. Tú serás mi guía, mi norte, el ideal hecho carne. Sólo pensaré en ti, como pienso ahora a pesar de la distancia que nos separa.

¡Y cómo te extraño! No hay expresiones para decir cuánto echo de menos los días que pasé a tu lado, gozando del influjo sedante de tu gracia. Ven pronto negra mía, a alegrar el corazón de quien piensa sólo en ti. Tu papá me dijo que pronto vendrían y yo pienso ir a verlo en estos días para seguir golpeando en caliente. Hubiera ido antes, pero salgo poco.

JOSÉ Y FELICITA – UNA HISTORIA DE AMOR – 1929 (2)

119

En estos días te mandaré un paquetito por correo. Dime si necesitas alguna cosa en que puede complacerte. Mañana iré a ver a tu primo Chichito para charlar algo con él. Escríbeme pronto, que estoy deseando tener noticias tuyas. Mis hermanas te mandan recuerdos muy afectuosos y saludos a tu mamá. ¿Fue ya alguien a ver el campo? Tu mamá me había preguntado cómo era el apellido de la esposa de Fuentes Dile que es Freire Casaravilla.

La bufanda gris hace juego espléndido con el sobretodo azul. La estrené aquí anoche porque fui a hacer mi guardia a lo de Fuentes. Mi resfrío ha cedido mucho y sólo tengo una ligera molestia por la irritación de la garganta. Por lo demás estoy bien y deseo que tú estés mejor que yo. Adiós, mi Chela rica. Te quiere con toda el alma tu José. [Al margen:] Me olvidé en tu casa un libro. ¿Podrías mandármelo a casa? Te lo agradecería. 132.- Carta Montevideo, 28 de abril de 1929 [domingo] “Es mayor mi ansiedad por saber cómo estás tú, que por otra cosa. Pienso que están solas, en el campo, lejos de toda ayuda y en toda las dificultades que podría originar el más pequeño entorpecimiento... No puedo soportar más esta separación.” Mi negra queridísima: Mientras llega tu carta, que ya se hace esperar, en esta noche del domingo, te escribo después de haber dispuesto mis asuntos para mañana. ¡Cómo tarda tu carta, negra...! Y sin embargo, por impaciente que esté, siempre es mayor mi ansiedad por saber cómo estás tú, que por otra cosa. Pienso que están solas, en el campo, lejos de toda ayuda y en toda las dificultades que podría originar el más pequeño entorpecimiento en la marcha regular de tu casa. Pienso que viene un tiempo poco propicio para estar en el campo y menos aún con la poca salud de tu mamá y por ti me aflijo ante la idea de que pudieras enfermarte. Si estando tú aquí yo estoy temiendo, ante cualquier amago de resfrío, por tu salud, piensa cómo estaré temiendo ahora, cuando el frío que hace en Montevideo me hace pensar si no hará por ahí el mismo frío. Porque aquí a causa de la última lluvia, hace todos estos días un poco de frío que por la noche se acentúa bastante. Estoy deseando que me escribas avisándome cuándo vienen para ir a esperarte al Tala1. Ojalá este mes que empieza sea el último que pases allí este año. Estoy ansioso, casi diría rabiando, por verte, por contemplar esa carita tan linda y por oír de tus labios que me quieres. ¿Vendrás pronto, negrita mía? ¡Es tan sola mi vida aquí, negra adorada!... ¡Te extraño tanto! Montevideo no tiene ahora encantos para mí si no tengo a mi nenita linda a mi lado. Quiero que vengas pronto, ricurita linda. Quiero que vuelvas pronto, ¿entiendes? No puedo soportar más esta separación. Me parece que me falta algo tan íntimo que estoy como “ido”, según la expresión de un amigo mío. Esta separación debe cesar, aunque por ella aprendí yo que te quiero más de lo que pensaba. Hoy estuve pensando en ti por la tarde, toda la tarde, y recordaba cosas de nuestro amor, tan evocadoras, tan dulces, negra de mi alma, que sentía el alma llena de ternura. Pero ¡qué lejos estás, cariñito mío!

Recurro a tus recuerdos. Tus medallas, tus pañuelitos, miniaturas perfumadas, tus retratos, que hacen que te levantes en mi alma con fuerza ignorada y otra vez vuelvo a leer dos poesías que me diste. Una es un soneto de Queiroz2 donde éste glosa el silencio del amor que no se revela sino en la mirada. ¡Cuantas cosas yo no acierto a decirte, mi vida, a pesar de que tengo el alma rebosando de ellas! La otra, “Ilusión” de Raquel Sáenz, trasmuta mucho de lo que yo siento y es fiel reflejo de mi situación actual.. “Te has mezclado a mi vida y sin ti nada soy”. “Y cerrando los ojos es cuando más te veo”. ¡Cuánta verdad hay en esto, mi alma!

1 Localidad vecina a San Ramón y a Villa Felicia. Desde allí también se podía acceder a Villa Felicia 2 Posiblemente aluda a José María Eça de Queiroz o Queirós (n. 25 Nov. 1845, Póvoa de Varzim y f. 16 Ag. 1900, París).

JOSÉ Y FELICITA – UNA HISTORIA DE AMOR – 1929 (2)

120

Quiero que vengas pronto, adorada, negrita de mi vida, porque, como dice la poesía: “¿Qué soy sin tu cariño? ¿Lejos de ti, qué soy?”3 Ven, pronto, a calmar la impaciencia y alegrar los días de tu José que sólo piensa en ti. [Al margen:] Recuerdos a tu mamá y a Osvaldito. Tú recibe todo el cariño de quien te adora y sólo piensa en ti, que eres la mujercita más adorable de toda la tierra. 133.- Carta de Felicita “Villa Felicia”, 4 de Mayo de 1929 [sábado] “¡Cuánto deseo tus cartas, amor mío!... Todavía no ha aparecido el personaje que vendrá a hacerse cargo de esto. No veo los momentos de que llegue. Cuando nos vayamos te avisaré con tiempo.” Negro adoradísimo: ¿Qué puedo decirte? ¿Con qué palabras expresarme? Te extraño tanto como el primer día o mejor dicho, más, mucho más. Antes, contaba los días que faltaban para vernos y poco a poco veía acercarse el día de tu venida, hoy en cambio, cuento los días que han pasado desde tu partida y me parece que son muchos, más de doce. ¿Cómo es posible que doce días me parezca tanto tiempo? No lo sé, sólo sé que te quiero, que te adoro con todo el corazón. He recibido tu carta del 28 en la que me dices muchas cosas que me halagan, pero hay una que me preocupa por lo alarmante que es y no he podido menos de ponerla en el conocimiento de mamá, no sé si recuerdas me decías que “estabas casi rabiando por verme”. Como te imaginarás mamá enseguida creyó conveniente tomar las medidas que el caso requiere y para empezar te diré que resolvió que nosotros permaneciéramos aquí hasta después de los cuarenta días. Claro está que esto es una broma. Todavía no ha aparecido el personaje que vendrá a hacerse cargo de esto. No veo los momentos de que llegue. Cuando nos vayamos te avisaré con tiempo.

Hoy van a San Ramón. El corazón me dice que recibiré noticias tuyas, Dios quiera sea así, de lo contrario tendré que tener cuidado y no confiar tanto en él, veremos si me engaña, cuando te vuelva a escribir te lo diré.

¡Cuánto deseo tus cartas, amor mío! Pero en la última te muestras más preocupado, yo estoy bien, gracias a Dios; todos con buena salud. No deseo negrito mío que te preocupes.

Me escribes y estás triste porque me crees ausente, pobre amigo;

pero ¿no sabes ya que eternamente, aunque lejos esté, vivo contigo?4

Recibe el alma de tu Chelita que te adora y desea constantemente llegue el día de verte. Tu siempre Felicita. Cariños a los tuyos y para ti los saludos de mamá y Osvaldito. Por estas flores de duraznero y guindos que te envío, verás que parece se acercara la primavera Mamá me embroma diciendo que ya viene la primavera y nuestro viaje a Montevideo está de más. Yo protesto.

3 Raquel Sáenz (N. Montevideo 28-12-1887) Hija de la escritora María Teresa Ledo de Sáenz, fundadora de la revista "Vida Femenina" con la cual también colaborará Raquel Sáenz. A los 18 sorprendió a la crítica internacional con sus composiciones poéticas, siendo llamada "El Bécquer femenino". Tuvo un excepcional éxito de venta con sus primeros poemarios: La almohada de los sueños, de 1925, a la que pertenece el poema que cita José, había agotado la 4º edición y en 1940 estaba en prensa la 5º. 4 Los versos que recuerda Felicita pertenecen a Manuel María Flores (1840-1885) el mayor poeta romántico mexicano y están tomados del final del poema titulado “Soñando”: "Me escribes y estás triste / porque me crees ausente, pobre amigo; / pero ¿no sabes ya que eternamente / aunque lejos esté, vivo contigo?" / Y al despertar de tan hermoso sueño / sentí en mi corazón plácida calma; / y me dijiste: es verdad... ¡eternamente!... / ¿cómo puede jamás estar ausente / la que vive inmortal dentro del alma?”

JOSÉ Y FELICITA – UNA HISTORIA DE AMOR – 1929 (2)

121

Negro mío: Escrita ésta y cuando se disponía Osvaldito a llevarla al Correo, llega el vecino Mendieta, con tu carta fecha 18 que me deja muy contenta. Veo que mi corazón no me ha engañado y que tengo que ir dándole crédito a lo que él me dicta. Te adora tu Felicita. 134.- Carta Montevideo, 4 de Mayo de 1929 [sábado] “Una vez puesto en trance, basta que espere un momento para tener algo que decirte, sin esfuerzo, sin tener que inventar ni crear nada, con sólo sentir y mirar para adentro, como si algo hablara dentro de mí y me dictara lo que debo escribirte... una onda de ternura sube de lo más profundo de mi alma... Cinco meses han pasado ya” Negra mía: Tres días hace que te escribí y hoy vuelvo a escribirte, como si el hacerlo fuera ya una necesidad para mí. En realidad, cuando echo mano al papel para escribirte, no sé a ciencia cierta qué voy a decirte, ni cómo he de empezar. Algo me lleva a ponerme frente al papel, algo que es una fuerza poco definida pero evidente. Y una vez puesto en trance, basta que espere un momento para tener algo que decirte, sin esfuerzo, sin tener que inventar ni crear nada, con sólo sentir y mirar para adentro, como si algo hablara dentro de mí y me dictara lo que debo escribirte. Al pasar el tiempo uno comprende el sentido de ciertas expresiones que antes no alcanzaba a percibir. “Esperemos un momento en silencio, quizás vamos a percibir en breve el murmullo de los dioses” dice Maeterlinck5. Y esos minutos que yo espero, silencioso, traen hasta mí el murmullo de los dioses. Pero es tan potente, tan complejo, tan grande esto que nace en mí cada vez que me pongo a pensar en ti con tranquilidad, que no puedo hacer otra cosa que reconocer mi incapacidad para decírtelo, exactamente lo mismo que cuando uno alcanza a divisar con los ojos, en la majestad del paisaje, con los oídos, en la armonía musical, con el corazón, en el amor, algo de esa perfección que presiente el alma sin acertar a comprenderla ni poseerla. Sólo puedo decirte que una onda de ternura sube de lo más profundo de mi alma y entonces, mi nenita querida, comprendo cuánto te quiero; y si tú estuvieras aquí hallarías que tu recuerdo arranca a mi alma vibraciones que nunca tuvo. Si tú supieras cómo te recuerdo.. si estuvieras a mi lado, Chela... Pero estás lejos y hasta pienso que no quieres volver a mi lado, al considerar cuánto tardas en venir. Cinco meses han pasado ya y juzgando por cómo marchan las cosas me parece que has de tardar mucho en volver junto a mí. Empieza a invadirme una tristeza grande, mi negra, y tú podrías desvanecer esta desaliento que se insinúa en mí, volviendo a mi lado, pero pronto, porque te extraño y cada vez estoy más impaciente. Dile a tu mamá que contemple nuestra situación; que piense que nos somete a una separación demasiado cruel y prolongada, que no merecemos semejante cosa y que de ella depende hacerla cesar ¿Cómo puede tu mamá posponer durante tanto tiempo tu gusto a su deseo? Yo pienso que si yo tuviera una hija en las condiciones en que estás tú no la tendría durante tanto tiempo separada del novio, y menos si supiera que ella lo quiere de veras. Ahora, si tú no tienes mayores deseos de venir... ya es otra cosa. Escríbeme pronto para avisarme si piensan venir pronto o no. Ayer estuve en el depósito para ver a tu papá, pero me dijeron que, como el hangar no funcionaba en estos días, tu papá estaba en otra repartición. No quise ir porque no sabía si lo molestaría o no. Iré mañana o pasado a verlo y te daré noticias de él. Dice Maruja que le contestes aunque sea para decirle cómo estás, ya que, como yo le digo, no tienes muchas novedades en tu vida de

5 Maurice Maeterlinck, (1862 - 1949). Dramaturgo y ensayista belga de lengua francesa, principal exponente del teatro simbolista. En 1885 publica sus primeros poemas de inspiración parnasiana.

JOSÉ Y FELICITA – UNA HISTORIA DE AMOR – 1929 (2)

122

campo. Contéstame pronto. No me hagas esperar mucho, negrita. Adiós. Te quiere y te querrá siempre tu José, que sólo piensa en ti. 135.- Carta Montevideo, 11 de Mayo de 1929 [sábado] “Tu mamá está algo celosa de mi y pensará que por quererme a mí tu cariño por ella ha de disminuir. Tú puedes quererme sin que el amor a tu mamá pierda nada. Son dos cariños, dos amores distintos, que pueden crecer y vivir juntos, sin que sufran por ello perjuicio alguno.” Negrita de mi alma, mi cariñito lindo: Recibí tus dos cartas. Las recibí cuando empezaba a creer que te habías olvidado de mí. Si vieras todo lo que yo pienso recordando... Te necesito aquí pronto para anular la mala tendencia que hace despertar el recuerdo demasiado vivo. Decía un poeta francés en un poema que tituló “Les separés” 6... J’ai peur de ma mémoire; ella a gardé ta voix qui m’appelle souvent. Ne montre pas l’eau vive a qui ne peut la boire. Une chère écriture est un portrait vivant. Tengo miedo de mi memoria, que ha guardado tu voz y me llama a menudo. No muestres al sediento el agua que no ha de beber. Una carta querida es un retrato vivo. ¡Y cuán cierto es esto, mi cariñito! A veces me pongo a pensar y llego a conclusiones tan disparatadas que tengo que imponerme a mí mismo el olvidar pensamientos tristes. Llego hasta pensar que no me quieres, que... en fin, que empiezo a tener miedo de mi memoria. Y cuando llegan tus cartas ¡qué alegría y qué pesar al mismo tiempo! Una carta tuya es para mí como el agua para el sediento que no ha de beberla: una satisfacción y un tormento. Una satisfacción porque me trae algo de ti, un recuerdo, algo como un perfume de tu cariño; pero es un tormento al mismo tiempo porque me recuerda que estamos separados y lejanos. ¿Cómo, pues, no estaré triste, reina de mi alma? Quejumbroso estás, pensarás tú. Es que sin ti no puedo vivir, ni puede haber alegría para mí, Chela. Donde tú estás, ahí está la alegría y la vida y la primavera y todo. Dichosos los durazneros y los guindos que reciben las miradas de esos tus ojazos maravillosos y te las devuelven convertidos en flores como si la primavera hiciese aún correr con fuerza su savia. Ven pronto para que yo también tenga mi primavera, mi princesita linda. ¿Crees tú que necesitaré que me recomiendes que no te olvide? “Acuérdate de mí” dices en tu carta. Si tardas mucho me encontrarás maniático, con una idea fija: Felicita... Felicita... Felicita. Y es que aunque quisiera olvidarte no podría hacerlo; has echado raíces muy hondas dentro de mí y eres reina y señora de mi voluntad, de mi sentir y de mi pensar. ¿Cómo podría hacer para olvidarte? Tendrías que ser muy mala, pero muy mala conmigo para que yo dejara de quererte y yo no creo que tú puedas ser mala, y mucho menos conmigo, que te adoro y vivo pensando en ti. Respecto de lo que me dices que me equivoco al pensar mal acerca de aquel asunto, te confieso que reconozco que me he precipitado en mi juicio, pero creo que algo hay, en el fondo, de verdad y que esta separación dura ya demasiado y lo que es más, sin causa justificada. Yo no puedo reflexionar serenamente cuando pienso que hemos pasado seis meses separados porque sí, y sin dejar de reconocer, ni siquiera un momento, el derecho de tus padres de llevarte al polo o al ecuador si les place, no puedo, a mi vez, dejar de juzgar, como parte interesada y que sufre, una disposición que tiene para mí desagradables consecuencias. Tú has juzgado todo lo que tenía relación conmigo por lo que veías. Yo juzgo ahora también por lo que veo y más aún por lo que ahora estoy pasando. Tú dices: “aunque no te parezca

6 Poema de Marceline Desbordes-Valmore (1786-1859), titulado Les séparés (N’écris pas...) = Los separados (No me escribas) José no dice que se trata de una poetisa y omite la segunda parte del título: No me escribas, y las partes del poema que explican por qué no quiere la poetisa que le escriban, quizás porque su lucha con Felicita es para que le escriba.

JOSÉ Y FELICITA – UNA HISTORIA DE AMOR – 1929 (2)

123contempla nuestra situación”. Recuerda que si yo no hubiera planteado el asunto de la vuelta aquí, quién sabe cuándo lo hubiera considerado tu mamá. Nunca salió de ella, mientras yo estuve allí, hablar espontáneamente del regreso por nosotros y por lo que nosotros pasábamos separados. Cada vez que hablaba del regreso ponía bien de manifiesto que no se movería de allá si no fuera por la salud de tu papá, por la casa o por Osvaldito; nosotros en ninguna ocasión entrábamos en la cuenta. Y bien me fijaba yo por si alguna vez tu mamá mencionaba nuestras relaciones entre los motivos que podrían determinar el regreso. Lejos de mí la pretensión de tener ante tu mamá la importancia necesaria para pesar en sus decisiones, pero te digo esto pura y simplemente para hacerte ver que no he conjeturado en el aire y que si fui muy lejos en mis apreciaciones algo había que las justificaba. Tu mamá está algo celosa de mí y pensará que, por quererme a mí, tu cariño por ella ha de disminuir. Tú puedes quererme sin que el amor a tu mamá pierda nada. Son dos cariños, dos amores distintos, que pueden crecer y vivir juntos, sin que sufran por ello perjuicio alguno. Convéncela de que yo no seré un obstáculo para que tú puedas quererla todo lo que ella merece y que yo mismo me esforzaré para que me considere un hijo. Hazle ver que en lugar de perder un cariño, el tuyo, ganará otro y tal vez otros y que el hogar que nosotros formaremos será sólo una prolongación del hogar de ella, porque estarás tú en él, y ella se sentirá perfectamente a gusto en él porque tú y yo nos esforzaremos en hacérselo agradable. Y pasemos a otra cosa. El otro día fui a ver a tu papá y a llevarle unos precios que me había pedido. Lo encontré muy contento, muy animado, porque, según parece, el asunto aquél (con esto me refiero a aquel asunto de la Aduana) marcha muy bien y tiene muchas esperanzas. Él también me dijo que todavía no había conseguido un hombre que se hiciera cargo de lo que en tan mal estado dejó el anterior cuidador de Villa Felicia. Esto fue hace unos pocos días. ¿Tengo o no razón al suponer que el asunto de la vuelta va largo? En fin, negra, que esto ya va durando demasiado. Yo desearía que fuese cierto lo que me dices de que a fines de este mes regresan. Pero... sólo lo creeré cuando te vea aquí; aunque a juzgar por el aspecto del asunto y por la resignación con que lo aceptas creo que pasará un tiempo regular. Si tú pensaras en mi situación aquí, solo, triste, con el único consuelo del recuerdo, te esforzarías en hacer algo para volver pronto, negra mía. Pero no piensas, negra de mi alma, en que yo no soy nada sin ti. Y tú eres la que me dice “acuérdate de mí”. Yo te lo repito a ti, que en la placidez del campo te olvidaste de que yo soy agitado por la impaciencia, por la duda, por la ausencia y que clamo por ti, para que vengas a ser otra vez luz, reposo, amor, en mi vida solitaria y triste. Ven, negra mía, porque no es vida la que lleva, separado de ti, tu José. 136.- Carta Montevideo, 16 de Mayo de 1929 [jueves] “Cuando pienso que, según me dijo varias veces tu mamá, tú no tuviste una infancia como las demás niñas y que ahora pasas nuestra luna de miel de novios, sola y triste en el campo... no puedo dejar de pensar que es imperdonable que tú estés pasando meses separada, sin motivo, de quien te quiere y por ser tu novio tiene hasta cierto punto el derecho de pedir que vengas a su lado.” Negrita queridísima, noviecita mía: Lamentaría que se hubiera perdido una carta que te envié días pasados y lo lamentaría, negra, porque era una carta de dos hojas y porque podrías pensar que no te he escrito. Pero como hasta ahora no se ha perdido ninguna de mis cartas creo que ésa también habrá tenido la suerte, que no puedo tener yo, de que tus ojos divinos se posen sobre ella. En esa carta te decía yo también que había estado con tu papá y que había quedado bastante descorazonado después de conversar con él acerca del regreso de ustedes.

JOSÉ Y FELICITA – UNA HISTORIA DE AMOR – 1929 (2)

124Ahora te digo que el martes de mañana a las nueve y media, yo salía del café Taurino,

adonde había ido a desayunarme después de mi clase en la Universidad porque no tenía tiempo para ir a casa y a la salida me encontré a tu tía Anita. Después de los saludos de rigor, me preguntó si había tenido noticias tuyas y de tu familia, cómo estaban por ahí y “cuándo vendrían”. Yo tuve que decirle que esperaba que, de acuerdo con lo que habíamos conversado, vendrían a fin de este mes, por más que en mi interior no estaba muy seguro de que así fuese. Lamentó tu tía que pasaran tanto tiempo sin hacerse ver en Montevideo y me dijo que a ella le gustaría mucho que tú estuvieses aquí para el veintinueve, día en que Beba da examen de piano. Más lo lamento yo, señora, estuve a punto de decirle, aunque no por el examen, ni por un concierto o reunión más, sino porque no estando mi negra aquí, yo ando desconcertado, casi sin gusto para nada y, lo que es la pura verdad, sin aquel entusiasmo que me impulsaba y que no decaía nunca porque se renovaba cada vez que te veía. Y es que tú estás muy lejos de comprender hasta qué punto eres necesaria para mí y no sabes cómo te quiero; por eso estarás muy tranquila y quién sabe si tendrás deseos de volver a mi lado. Por otra parte, yo empiezo a sentirme en una situación molesta y violenta frente a los demás y experimento una especie de vergüenza íntima cuando pienso que soy objeto tal vez de una compasión que a mí se me antoja algo irónica y que encierra hasta un poco de sarcasmo. Hasta me parece advertir, como flotando en la sonrisa con que me acogen, un algo así como conmiseración. ¿Por mí? ¿Por ti? ¿Por los dos, enamorados lejanos? Junta todo esto, querida, siéntelo como tuyo y advertirás tal vez cuál tiene que ser mi situación aquí, solo, sin tu cariño y pensando además en tu situación solitaria y triste, como deduzco leyendo entre líneas en algunas cartas tuyas, estas cartas que yo leo, releo y vuelvo a leer tantas veces, que a veces la última lectura me hace cavilar largo rato. Me da la sensación, negra, de que sufrieras, que no quisieras decírmelo pero que se te escapa por la pluma una confesión involuntaria que yo creo descifrar en algunas pocas palabras: soledad, tristeza, frío, son palabras que a veces llegan hasta mí en tus cartas tan queridas. Cuando pienso que, según me dijo varias veces tu mamá, tú no tuviste una infancia como las demás niñas y que ahora pasas ésta, nuestra luna de miel de novios, sola y triste en el campo, cuando debieras estar aquí a mi lado, para ser mi alegría y mi dicha y para que yo, mirándote a los ojos, te dijera que te quiero, que te adoro no puedo dejar de pensar también que es imperdonable que tú estés pasando unos meses separada, sin motivo, de quien te quiere y por ser tu novio tiene hasta cierto punto el derecho de pedir que vengas a su lado. Me dices que tu mamá ha pasado unos días algo atrasada. Piensa y hazle pensar también qué situación crítica se te crearía a ti si ella se enfermara. Sin auxilios inmediatos, sin ayuda, tú sola, negra mía, afligida y triste como yo te imagino, ¿qué podrías hacer? Ya estamos a dieciséis de mayo, Chela, y creo que no ha ido ninguno de esos probables encargados cuya presencia es necesaria para que puedas volver a ésta. En tus cartas poco hablas del regreso. Con todo esto yo veo muy problemático este regreso para fin de mes. En fin, esperaré. Tú dirás que soy muy impaciente, que soy algo cargoso. Pero es que no pienso en otra cosa que en ti y en tu regreso. Dices que sueñas conmigo y yo, no creas que es por decir algo parecido, también sueño contigo. La otra noche te veía, clara como si estuviera viéndote en persona, tal como te vi una noche que tú me convidaste a entrar a tu casa, ya muy tarde, y me obsequiaste con dulce de tomates. Un poco de dulce saltó del plato y me cayó en la solapa del saco. Tú trajiste un paño húmedo y me limpiaste tan bien el saco que no se notó la mancha ¿Te acuerdas? Pues en sueños te veía con grandísima claridad. Otra noche soñé... ¿te lo digo?... que te besaba y que tus manos adoradas tenían para mí caricias suavísimas y de una ternura inmensa. Vuelvo a decirlo: Quiera Dios que pronto vuelvas y que el sueño sea anuncio de felicidad.

JOSÉ Y FELICITA – UNA HISTORIA DE AMOR – 1929 (2)

125

Bueno, negra de mi alma. Recuerda que estoy deseoso de verte de nuevo y que cada día sin ti es un día sin sol para mí, que no tengo más sol que el de tus ojos. Vuelve pronto, mi vida, porque estoy deseando que me digas que me quieres mucho, con esa boquita tan roja y tan dulce, con esa boca cuya sonrisa hace tiempo que no alegra el corazón de tu José, que no te olvida jamás. Recuerdos a los tuyos. A Grigrí, saludos. 137.- Carta Montevideo, 1º de Junio de 1929 [sábado] “Perdóname si la impaciencia y la soledad en que vivo sin ti me han arrancado algún juicio o expresión poco justos... Considera mi situación... Yo, alejado de ti lo veo todo de color sombrío. Ahora, con la perspectiva de tenerte pronto a mi lado mi punto de vista cambia y estoy inclinado a ver las cosas de distinto modo...” Mi muy querida negra: Recibí tu carta, después de largos días de espera, tan largos como nunca los he vivido. No puedes tener una idea de lo que me alegró y tranquilizó tu carta, pues yo imaginaba que estarías enferma tú o que tu mamá estaría indispuesta. Pensaba también que pudiera estar enfermo Osvaldito y en camino ya de suponer tristezas o desgracias posibles me pasaba ratos llenos de intranquilidad. No te escribía porque a cada día que pasaba sin traerme carta tuya, pensaba yo: “Mañana tendré carta” y en esa espera pasaron, uno tras otro, todos estos días que, por ser los últimos que pasamos separados se me hacen cada vez más largos. Varias veces fui a ver a tu papá al depósito para ver si él tenía noticias de ustedes, pero tampoco tenía él mejor suerte que yo, aunque reflexionaba más serenamente y me tranquilizaba diciendo que no podían estar enfermas ni haber tenido trastorno alguno a no ser por el tiempo, ese condenado temporal, que vino a aumentar mi zozobra. Ya me imaginaba yo qué momentos pasarías ahí, sola y con un tiempo imposible, y sentía no estar yo allá o tenerte aquí en Montevideo, donde, a pesar del temporal, hubiera sido un día de sol para mí si me miraran tus ojos. Precisamente el día antes de recibir tu carta había estado con tu papá. Había ido a verlo con el fin de pedirle noticias y combinar cuándo iríamos a buscarlas, pues días antes habíamos hablado de ir el dos de junio, es decir, mañana, aunque, con el temporal que hubo debimos retrasar el viaje. Pero hemos convenido en que dentro de unos días, muy pocos días según tu papá, iremos a buscarlas al Tala. Tu papá les avisará para que arreglen todo y creo que él irá un día o dos antes a fin de dejar todo dispuesto. Habló de dejar allí a aquel negro de quien hablaba tu mamá, en caso de no encontrar pronto alguien a quien encargar el cuidado de la casa. Quedó en avisarme si tenía alguna novedad que comunicarme. Yo pienso ir el jueves a verlo para ponerme de acuerdo con él. Ojalá me diga: apróntese para ir al Tala el domingo. Ahora veo más cercano el día de tenerte junto a mí, negra queridísima. ¡Si supieras cuánto pienso en ti y cuánto te extraño! Si tú supieras esto no creerías que yo te olvido como supones en tu carta. ¡Olvidar yo a mi reina, mi novia tan linda y tan buena, la mujercita más adorable y encantadora que hay en el mundo? Tanto te quiero, mi diosa, que cada día que pasa, en vez de hacer que mi impaciencia se aplaque, la acrecienta. Sólo tus cartas, esas cartas tuyas acerca de las cuales, según dices, no hago yo referencia alguna, ponían un poco de suavidad y dulzura en estos días que he pasado, llenos de la tensión dolorosa de la espera infructuosa. Una carta es en realidad un retrato vivo7, una proyección de la persona amada, que llega hasta nosotros como una sombra bienhechora; pero si tendemos la mano, nada nos queda en ella de la sombra. Sentimos la frescura del agua que corre por entre nuestros dedos:

7 Reminiscencias del poema de Marceline Desbordes-Valmore citado en la carta 135 del 11 de mayo de 1929

JOSÉ Y FELICITA – UNA HISTORIA DE AMOR – 1929 (2)

126pero ¿podemos aprisionar su frescura? Así, tus cartas, negrita amada, son el recuerdo de la sombra benéfica y de la frescura deliciosa; son la evocación de la caricia, de una voz querida, pero por lo mismo que son todo eso, tus cartas me dejan la tristeza que causa el entrever algo deseado y no poder alcanzarlo. Por eso tus cartas son una alegría y una tristeza. Tal como lo que sentía antes cuando pasaba por tu casa y te veía tras la ventana: sentía alegría porque veía tu carita tan querida y porque tus ojazos me llenaban el alma de luz; pero sentía también algo de tristeza porque te veía de lejos y no podía oírte ni decirte lo que hubiera querido decirte. No te quise decir en la última que tus cartas fuesen un tormento para mí. No me interpretes así, Chelita mía, sino tal como yo te lo dijo ahora. Escríbeme pronto por lo tanto, una carta bien larga y cariñosa, antes que se vengan para acá. Quedo con la esperanza de que se realice lo que manifiestas en tu carta como un deseo: venir a mi lado y decirme al oído todo lo que quieres decirme. Cuando vengas tendrás oportunidad de hacerlo y yo espero y deseo que tu convencimiento acerca de mi cariño se manifieste en esa ocasión y me digas lo que sientes, lo que piensas y lo que esperas. Perdóname si la impaciencia y la soledad en que vivo sin ti me han arrancado algún juicio o expresión poco justos. Considera mi situación, negrita de mi alma, y verás que es muy cierto que “todo es según la color del cristal con que se mira”. Yo, alejado de ti, sin la luz maravillosa de tus ojos, lo veo todo de color sombrío y nada tendrá de extraño que “los dedos se me antojen huéspedes” y vea sombras por todos lados. Ahora, con la perspectiva de tenerte pronto a mi lado mi punto de vista cambia y estoy inclinado a ver las cosas de distinto modo. Ayer me encontré con tu primo el Chicho y me dijo que los padres vuelven el cuatro de Europa, quedamos en encontrarnos el viernes a las dos para tratar la cuestión de la enfermedad de él y ver al doctor Mussio Fournier. Chichito, el pobre, está cada vez más asustado. Después te contaré más detenidamente. Esta tarde, cuando iba a hacer gimnasia a la Asociación me encontré de nuevo con Chichito, acompañado con sus hermanas, tus primas Chicha y la Chula. Te mandan recuerdos y dice la Chicha que vuelvas pronto. Días pasados estuve en casa de tu abuelita, que está bien y te manda saludos, así como también tu tío Julio. Por casa están bien, excepto Maruja que por haber tomado frío está desde hace tres días con resfrío y unos ataquecitos de asma bastante respetables. Yo estoy estudiando bastante fuerte y voy a estudiar de tarde y de noche a la casa de Aguirre. No tengo más noticias de importancia para darte y si se me olvida algo te lo contaré en el viaje desde El Tala a ésta. Ojalá sea pronto ese viaje, aunque según dices, sabiendo por tu tía Anita que estoy algo grueso, tienes la idea de hacerme caminar mucho para rebajar. Ven pronto queridita, aunque tu venida me cueste medio quilo. Da recuerdos a los tuyos de mi parte y tú, mi tesoro lindo, recibe el cariño grandísimo de tu José. [En los márgenes:] Hoy, domingo, antes de echar la carta al correo te escribo al margen para anunciarte que esta noche te escribiré otra carta. Tu papá está muy contento con la marcha de su asunto de la Aduana. ¿Fue algún futuro encargado? ¿O andará aún por Italia? Hoy estuve mirando otra vez tus retratos en la vidriera de la fotografía de la calle Uruguay. Cada vez me gustas más. Recuerdos a María. Dile a Grigrí que yo espero que se porte bien en el viaje. No te olvides de traer mi frasco de perfume. Te quiero. Te quiero. Te quiero. 138.- Carta Montevideo, 4 de Junio de 1929 [martes] “He perdido alegría porque me faltas tú, que es como si me faltara el aire, como si faltara algo que yo sé bien qué es y que mis compañeros atribuyen a la seriedad que se apodera de los que ellos designan “tragalibros”... has de saber que como no salgo de paseo sino pocas veces, la mayor parte del tiempo la paso estudiando, porque cuanto más estudie tanto más pronto serás mía. Y eso es lo que yo deseo más ardientemente, mi negrita...”

JOSÉ Y FELICITA – UNA HISTORIA DE AMOR – 1929 (2)

127Mi Chela muy amada: Tenía la intención de escribirte el domingo por la noche; pero cuando vine a casa después de haber estado en Maroñas, me dijeron que habían venido a buscarme de casa de aquel Señor Fuentes a quien yo estuve atendiendo, pues se había agravado. Fui, pues, y tuve que renunciar a la idea de escribirte, porque tuve que estar de guardia junto al enfermo. Este fue empeorando poco a poco y ayer murió. Te escribo, por lo tanto, hoy esta carta que debí haber escrito el domingo. ¡Si yo pudiera meterme dentro del sobre y viajar en lugar de este papel!... No puedes hacerte una idea, ni siquiera aproximada, de cuánto te extraño, de cuánto deseo que vuelvas a mi lado y de cómo esta impaciencia crece, principalmente ahora, cuando faltan pocos días para verte de nuevo. A pesar de que los días son ahora más cortos por la estación en que estamos, a mí me parecen desmesuradamente largos, y es que necesitan, para tener algún encanto, que tú vuelvas, a ser para mí la alegría que he perdido con tu ausencia. Y no creas que esto de que he perdido alegría es una manera de decir. Es la pura verdad. He perdido alegría porque me faltas tú, que es como si me faltara el aire, como si faltara algo que yo sé bien qué es y que mis compañeros atribuyen a la seriedad que se apodera de los que ellos designan “tragalibros”. Porque has de saber que como no salgo de paseo sino pocas veces, la mayor parte del tiempo la paso estudiando, porque cuanto más estudie tanto más pronto serás mía. Y eso es lo que yo deseo más ardientemente, mi negrita. ¡Cuándo serás mía!...

¡Si tú supieras cuánto pienso en ti, cuántos proyectos elaboro, y cómo desearía poder hacer de ti la mujer más dichosa, comprenderías que este amor que yo te tengo es mucho, pero mucho más grande de lo que tú puedes suponer y de lo que yo te he podido expresar!

Esta mano que ahora te escribe hace tiempo que no estrecha la tuya y hace ya mucho tiempo que mis ojos no miran los tuyos, los maravillosos ojos tuyos y tienen que conformarse con mirar un retrato que, por muy bien que esté, no podrá nunca reemplazarte. Tiempo hace también que mis oídos no oyen tu voz y ya extraño el “te quiero” que tu boca, ¡ah! tu boca, pronunciaba tan dulcemente.

Todo te evoca, todo hace surgir ante mí tu recuerdo, recuerdo queridísimo pero que me hace sufrir al comprobar que estoy solo y que tú estás separada de mí cuando más juntos debiéramos estar. ¿Será ésta la última carta que te escriba? No sé. Quisiera que tu papá me dijese con seguridad cuándo va a buscarlas para ir a esperarte a El Tala. El jueves iré a verlo y según sea su contestación te escribiré o me prepararé para ir a esperarte. Ojalá sea pronto. Da recuerdos a los tuyos y tú, mi noviecita adoradísima, recibe el cariño grandote de tu José, que te quiere mucho. 139.- Carta Montevideo, 6 de Julio de 1929 [sábado] “...en este tan fausto día de tu cumpleaños...” Querida: Te gustan las flores y, aunque las que te mando ni igualan tu belleza y tu gracia, allá van como mensajeras de mi cariño, en este tan fausto día de tu cumpleaños. Quiero enviarte también un saludo cariñoso y un testimonio de mi amor que es hoy muy grande, pero que será más grande en cada cumpleaños tuyo. Al desearte felicidad en este día y en los sucesivos yo quiero para mí la felicidad de saber que me querrás siempre y que nunca se marchitarán las flores de tu amor por José, que te adora.

JOSÉ Y FELICITA – UNA HISTORIA DE AMOR – 1929 (2)

128140.- Carta Montevideo, 6 de Agosto de 1929 [martes] “... no puedo dejar de pensar en la posibilidad de que te enfermes otra vez...” Mi viejita querida: Antes de irme a la cama para evitar que este resfriado, que se me anuncia con un escozor en la garganta, progrese y me dé unos días malos, quiero escribirte a pesar de que no te gustan las cartas porque, según dices, sólo sirven para desentenderse. Esta que te escribo hoy no lleva la intención de causar desentendimiento. ¡Si supieras, negrita, qué intranquilo estoy con la noticia que me diste hoy! Eso de que te duele la cabeza ya lo había advertido, pues varias veces me lo dijiste, pero, con todo, no me había alarmado mayormente. Pero ahora, con el agravante de que tienes mareos y que sientes lo mismo que sentías antes de enfermarte la vez pasada, no puedo dejar de pensar en la posibilidad de que te enfermes otra vez. Para evitarlo, si es posible, te pido que confiando en mí me tengas al corriente de lo que sientas a fin de hacer lo que sea conveniente. Aunque eso no ha de ser nada, siempre representa una molestia para ti, que la sufrirás y una preocupación para mí, que te quiero y sufro viéndote molestada o enferma. Yo quiero ver esos hermosísimos ojos que tienes, siempre animados y vivaces y no te imaginas la pena que me invade al verlos tristes y apagados. Debes ir, si es necesario y cuanto antes, a ver a un médico, pero un buen médico y no a ese y yo no descansaré ni estaré tranquilo hasta no verte con buena salud. Por eso, tanto por ti misma como por tus padres y por mí debes atenderte para evitar que algo sin importancia hoy llegue a tenerla mañana. Pienso, además, que no hay mayor aliciente para mí que verte contenta y feliz, que mi esfuerzo de ahora tiene la garantía futura de mi felicidad a tu lado y a que así como yo me esfuerzo en aportar lo necesario para su realización, tú debes cooperar en la medida necesaria, cuidando tu salud en la mejor forma posible. Yo iré a verte mañana, miércoles, de seis y treinta a siete para saber cómo te encuentras, y si te encuentro bien tendré una gran alegría. Además hablaremos detenidamente, cosa que hoy no pudimos hacer por falta de tiempo. Hasta mañana, pues, mi negra querida. Ahora voy a acostarme enseguida pues parece que tengo un ejército de hormigas en la garganta. Te quiere con toda el alma y cada día está más enamorado de ti, tu José. 141.- Carta Montevideo, 8 de setiembre de 1929 [domingo] “Si tu mamá persistiera... no nos quedaría otro remedio que tener paciencia y soportar esa situación... Trataremos de desvanecer los celos de tu mamá y si no lo conseguimos debemos evitar choques y rozamientos que sólo podrían traernos perjuicios” Negrita querida: Si anoche hubiera podido hablar a solas contigo un momentito, tal vez no necesitaría escribirte pero te escribo para decirte que lamento ser la causa involuntaria de que hayas tenido un disgusto. No quiero analizar demasiado ni formar juicio anticipadamente, pues sólo oí lo que me dijo tu mamá y contigo no pude hablar detenidamente. Pero me resisto a creer que en tus actos haya habido rebeldía ni desacato a tus padres y que sólo tú hayas estado mal. Has sido buena hija, según me ha dicho tu misma mamá, durante toda tu vida y no creo que ahora vayas a mostrarte de distinto modo, porque sí, sin motivo alguno. Por eso creo que sólo esos celos de tu mamá, injustificados (y tan injustificados que ella trata de ocultarlos)

JOSÉ Y FELICITA – UNA HISTORIA DE AMOR – 1929 (2)

129han hecho que ella vea un acto de rebelde en lo que sólo ha sido, tal vez, un descuido o una omisión. Seguro estoy de que tu mamá ha de volver sobre sus pasos en la decisión de no permitir que yo te visite más que en los días señalados, al convencerse de que es un contrasentido castigarme a mí, condenándome a no verte con la frecuencia que yo deseo, y al advertir que es ilógico y poco razonable argumentar que yo debo recuperar el tiempo perdido en atender a tu abuelita, para justificar esa privación. Si eso no se produjera, si tu mamá persistiera en su error, no nos quedaría otro remedio negrita de mi alma, que tener paciencia y soportar esa situación hasta que cambie, ya por voluntad de tu mamá, ya porque el tiempo determine por sí ese cambio. Trataremos de desvanecer los celos de tu mamá y si no lo conseguimos debemos evitar choques y rozamientos que sólo podrían traernos perjuicios. Así esperaremos que yo esté en condiciones de casarme contigo y entonces, negra querida, no te separarás nunca de mí, para gloria y felicidad de mi vida. Espera, pues, y sé prudente entre tanto, con la convicción de que te adoro y que te amaré siempre. Tu prudencia redundará en provecho nuestro: yo podré verte más a menudo y tú tendrás la satisfacción de saber que por ti yo soy feliz. Mañana de tarde iré a verte y podré charlar contigo más detenidamente. Espérame, pues, y piensa mientras tanto que tu José sólo piensa en ti. Saluda de mi parte a tu mamá. 142.- Carta Montevideo, 10 de setiembre de 1929 [martes] “Tengo ahora tus cartas, todas tus cartas, sobre mi mesa y su poder de evocación es tal que recuerdo una a una todas las alternativas de nuestro amor... Cuando vaya a verte el jueves le llevaré algún regalito a tu mamá para corresponder a las atenciones que ha tenido conmigo” Negrita de mi alma, viejita querida: He mirado hacia atrás, mi reina; he echado una mirada hacia el pasado que se refleja en tus cartas y leyéndolas de nuevo he vivido otra vez aquellos días. Siempre es bueno, para quien debe marchar adelante, contemplar de cuando en cuando lo que pasó, porque de ahí nace la experiencia. Si el futuro nos atrae, el pasado nos empuja. Y es siempre bueno recordar. Tengo ahora tus cartas, todas tus cartas, sobre mi mesa y su poder de evocación es tal que recuerdo una a una todas las alternativas de nuestro amor. Siempre te quise, alma mía, aún en las mayores dificultades y tribulaciones y ahora aquilato más claramente mi cariño, que no es todo lo que tú mereces, pero es todo lo que un corazón de hombre puede encerrar. También veo, mi adorada, cómo me has querido hasta el punto de perdonarme muchas injusticias mías. Lo buena que has sido será motivo para que yo esté más obligado a buscar tu felicidad. Mi vieja... Te quiero, mi santa, con un amor inmenso y que aumenta cada día que pasa, por el encanto que en mí ejerce tu gracia, por la belleza de tus ojazos, por la dulzura de tu boca, por todo lo que eres tú, por todo lo que serás tú para mí. Para merecer tu amor me estoy esforzando ahora, a fin de estar pronto en condiciones de ofrecerte lo que yo deseo para mi compañera adorada. Quiéreme siempre, mi amorcito lindo y yo seré siempre para ti el enamorado constante y sincero que no te dará motivo para sentir haberlo querido mucho.

JOSÉ Y FELICITA – UNA HISTORIA DE AMOR – 1929 (2)

130

Cuando vaya a verte el jueves le llevaré algún pequeño regalito a tu mamá para corresponder a las atenciones que ha tenido conmigo y por las tantas veces que me ha invitado a cenar. Bueno, negrita mía; tengo que estudiar y preparar las lecciones para mañana. Por tanto, terminaré esta carta asegurándote una vez más que te quiere inmensamente tu José que desea verte pronto. 143.- Carta Montevideo, 16 de setiembre de 1929 [lunes] “Antes de conocerte no supe lo que era el amor. No te mentía al decirte que antes de conocerte sólo me movía el deseo de llegar a valer algo porque era un poco ambicioso, pero que después de conocerte el móvil más fuerte era en mí el amor” Viejita mía: Estoy leyendo estos días a Stendhal8 y casualmente esta mañana encontré estas palabras, que después traduzco: “Après les hasards de la première jeunesse, le coeur se ferme à la sympathie... Peu à peu toute la partie tendre et généreuse de l’âme devient stérile, faut de culture, et, à moins de trente ans, l’homme se trouve pétrifié à toutes les sensations douces et tendres. Au milieu de ce désert aride, l’amour fait jaillir une source de sentiments plus abondante et plus fraîche même que celle de la première jeunesse”. “Después de las peripecias de la primera juventud el corazón se cierra a la simpatía... Poco a poco, toda la parte tierna y generosa del alma se vuelve estéril, por falta de cuidados y, antes de los treinta años, el hombre está petrificado para todas las sensaciones dulces y tiernas. En medio de ese desierto árido, el amor hace surgir una fuente de sentimientos, más abundante y más fresca todavía que la de la primera juventud”. ¿Recuerdas, negrita de mi alma, que yo te he dicho que no pensé nunca en amar a una mujer como te amo ahora a ti? Antes de los treinta años, pasados ya, en cierto modo, los azares de la primera juventud, ya se había operado en mí ese cambio de que habla Stendhal. Ya me creía yo incapaz de tener sensaciones tiernas y dulces, ya estaba petrificado, ya palpaba esa esterilidad de desierto. Y he aquí que te encuentro, mi viejita querida... Por eso te decía yo que la luz de tus ojos había hecho nacer flores en el pedregal y por eso he pensado yo que antes de conocerte no supe qué era el amor. No te mentía al decirte que antes de conocerte sólo me movía el deseo de llegar a valer algo porque era un poco ambicioso, pero que después de conocerte el móvil más fuerte era en mí el amor. No te diré que en mí se hubiera secado por completo la fuente del sentimiento, pero sí que ya hacía mucho tiempo que la ternura no tenía manifestación alguna, hasta el punto de pensar yo en una disminución de mi capacidad de sentir. Y ahora, viejita querida, Chela de mi vida, te tengo a ti y te amo inmensamente y yo sé ahora que esto que siento es el verdadero amor, el cariño que no se extingue nunca, que ata las vidas y los destinos para siempre... El manantial turbulento y turbio es hoy fuente serena y pura; no se agotará nunca, vida de mi vida, y mi Felicita idolatrada gozará siempre de mi amor, grande, sincero, fuerte. Mi negra linda... Te quiero tanto que mi aspiración mayor es que tú me quieras como yo. El hombre más feliz seré yo si alcanzo el galardón de tu amor si consigo hacerte mía, mi compañera, mi amiga, mi mujer, y vivo cerca del influjo de tu gracia gozando de la divina luz de tus ojos.

8 Stendhal, pseudónimo de Marie Henri Beyle, (1783-1842), novelista y ensayista francés.

JOSÉ Y FELICITA – UNA HISTORIA DE AMOR – 1929 (2)

131 Quiéreme mucho, mi cariñito, porque con tu cariño no envidiará a nadie tu José que te quiere con locura y que cada día está más enamorado de ti. Las muchachas van a ir estos días. Ahora están en el cine, pero sabiendo que yo te iba a escribir te dejaron saludos. Saluda a tu mamá en mi nombre y tú recibe un beso en aquél lunarcito... Te adoro. Hasta el jueves. 144.- Carta Montevideo, 30 de setiembre de 1929 [lunes] “En la casa de al lado están tocando unos valses que me hacen bailar solo en la silla. ¡Si pudiera bailarlos contigo!” Mi única: Hoy no pudo ir mi hermana a verte, a causa del mal tiempo. Pero creo que mañana, cuando esté en mi guardia, tú recibirás ésta por su intermedio, pues piensa ir a verte sin esperar más al buen tiempo. ¡Dichosa ella que va a verte! ¡Cómo me gustaría ser ella y estando en su lugar ese momento, verte, mi vieja linda, verte, ya que es una de las más grandes alegrías para mí, el ver esos ojos que cada vez me gustan más y esa boca que cada vez ansío y deseo más a pesar de que el no poder besarla, como yo quisiera, es causa de desazón para mí! Acuérdate de mí y mándame decir algo... En este momento en la casa de al lado están tocando unos valses que me hacen bailar solo en la silla. ¡Si pudiera bailarlos contigo! ¡Si pudiera tener ese hermoso cuerpo tuyo entre mis brazos y decirte, al compás de esa música y mirándote al fondo de los ojos, que te adoro!... Algún día te lo diré. Ahora, como estoy muy cansado porque he tenido mucha tarea, y para mañana tengo otra en perspectiva, termino esta carta diciéndote que te quiero con toda el alma. Hasta el jueves, pues, mi cariñito lindo. Espérame a las ocho y cuarto más o menos. Saluda a tu mamá de mi parte y tú, vieja querida, recibe la seguridad del cariño, que no se marchitará nunca, de tu José que te idolatra. 145.- Tarjeta Montevideo, 2 de Octubre de 1929 [miércoles] Viejita: Te escribo estas pocas líneas antes de ir a dar mi clase en el Instituto. Beto te lleva unas revistas para que te entretengas y lo pases menos fastidiada en la cama. No trabajes demasiado en labores porque te puedes cansar. Yo iré a verte luego, después de cenar, lo más temprano que pueda. Anoche me olvidé del clavel, aunque no es raro, porque estando contigo me olvido de todo. Mándamelo con Beto. Bueno, negrita linda, saluda en mi nombre a tu mamá y tú recibe un beso cariñoso y respetuoso en la mano, de tu José que desea, porque te adora, que mejores pronto. Hasta luego. 146.- Carta Montevideo, 11 de Octubre de 1929 [viernes] “El disgusto que me ha causado el viaje de ustedes hoy a San Ramón, ese disparate, que no tiene otro nombre el ir a enterrarse, o poco menos, en el campo, dos mujeres solas, sin ayuda, en malas condiciones, en fin... discúlpame..., pero es que sólo podría, en estos momentos, y a pesar de mis deseos contrarios, dar sueltas a mis quejas...”

JOSÉ Y FELICITA – UNA HISTORIA DE AMOR – 1929 (2)

132Negrita querida: A pesar de haberte prometido que te escribiría, he estado a punto de dejarlo para otra ocasión y esperar un momento más propicio para hacer llegar a ti una carta tal como tú las quieres. ¿La causa? El disgusto que me ha causado el viaje de ustedes a San Ramón, ese disparate, que no tiene otro nombre el ir a enterrarse, o poco menos, en el campo, dos mujeres solas, sin ayuda, en malas condiciones, en fin... Discúlpame que ahora, cuando tú más necesitas mi cariño y buenas expresiones, palabras animadoras, yo salga con reconvenciones que irán a entristecerte y a aumentar la tristeza que te cause tu soledad, pero es que mi estado de espíritu es tal que sólo podría, en estos momentos, y a pesar de mis deseos contrarios, dar sueltas a mis quejas, porque es tan grande mi amargura, ha crecido tanto el descontento, que no acierto a hacer otra cosa que lamentarme de que un gusto desmedido, un poder arbitrario, te separen de mí para volverte a mi lado quién sabe cuándo. No me culpes, adorada mía. Piensa que las cuerdas de un instrumento musical dan sonidos más o menos graves, más o menos roncos, según estén tensas; ¿por qué habría de extrañarte que estando acordado mi espíritu a un tono lúgubre produjera sólo tonos tristes? Ahora comienza a llover. Siento caer la lluvia sobre los vidrios de la claraboya y pienso si no estarás oyendo tú la canción monótona del agua en el techo, con la posibilidad de tener varios días de agua, de frío y de barro. Vino Osvaldito a traerme unas rosas, tres rosas, y en el papel que las envolvía leí tu mensaje. Nunca creí que algo tan sencillo, vida mía, tuviese tanta fuerza de evocación; son siete palabras, nada más, y sin embargo me han hecho, con toda su sencillez, sentir más profundamente que nunca mi cariño que crece siempre aún en tu ausencia. Vida mía... ¿Llegarás algún día, sol de mi vida, a apreciar y a ver cuán grande es este cariño que tú has hecho nacer en mí y que me llena de ternura sólo con recordarte? Tu tía Coca está algo disgustada, según me ha dicho, aunque no cree que tu mamá le haga el desaire de no venir al casamiento de Chicha; con todo tiene cierta desconfianza de que vengan y hasta llegó a contagiarme a mí un poco de su desconfianza, lo suficiente para pensar si vendrás tú al casamiento. Pero yo tengo fe en ti. No hagas que yo pierda confianza en mi novia y trata de venir porque yo deseo verte y decirte que te adoro. Ya ves: hoy te has ido y el saberte lejos es lo que más me desazona y te extraño como si hiciera mucho tiempo que no te viera. Ya sé algo de que no encontraron al encargado, que estaba todo cerrado. Cuéntame cómo está eso y cómo te encuentras tú. Yo pienso ir el lunes a ver la araña porque mañana es fiesta y la mandaré el miércoles a la casa de Chicha. Yo iré el lunes a felicitarla en el día de su cumpleaños y espero encontrar a Osvaldito. Bueno, mi negrita querida, por hoy termino. Discúlpame si te he entristecido y perdóname en atención al gran cariño que por ti siente tu José que te adora y te extraña mucho. [En los márgenes:] Te quiero. Te quiero. Te quiero. Te quiero. Te adoro mi vieja queridísima. Piensa en tu José que te idolatra y que siempre te recuerda con cariño. Escríbeme pronto, como me lo prometiste y sé bien cariñosa para compensarme de tu ausencia en lo posible. Piensa que yo estoy muy solo aquí en Montevideo, a pesar de estar rodeado de gente. Adiós. Te idolatro. Recuerdos de mis hermanas, que lamentan no haber podido despedirse de ti. Cuando puedas, mándame decir algo con Osvaldito. 147.- Carta de Felicita “Villa Felicia” 13 de Octubre 1929 [domingo] “Negrito de mi alma, te imaginarás lo contrariada que estoy pensando que no podré recibir enseguida tus cartas tan queridas y que tú quizás pasarás alguna semana sin mis noticias; yo no dejaré de escribirte aunque la carta no vaya enseguida”

JOSÉ Y FELICITA – UNA HISTORIA DE AMOR – 1929 (2)

133Negrito mío adoradísimo: Quiero cumplir lo que te prometí, que te escribiría hoy domingo y aún cuando todavía estamos muy atareadas, te dedico este ratito, tu disculparás que no sea rato. Cuando terminemos el arreglo de la casa te escribiré una larga carta. ¿Fue a verte Osvaldito? Dime si te gustaron los pimpollitos y qué te hicieron pensar; no habrás creído te los envié porque no me recordaba de ti ¿verdad? No tenemos a quién mandar a la estación, mamá se preocupa de conseguir un chico para los mandados pero hasta ahora no ha aparecido. Negrito de mi alma, te imaginarás lo contrariada que estoy pensando que no podré recibir enseguida tus cartas tan queridas y que tú quizás pasarás alguna semana sin mis noticias; yo no dejaré de escribirte aunque la carta no vaya enseguida. Cuando pienso que en lo de Mendieta ha de haber carta de mi cariñito y yo tengo que esperar.... esperar tus noticias, teniéndolas tan cerca, es algo que no me conforma nada. ¡Ah, viejito de mi alma! Ahora es cuando más me doy cuenta de lo mucho que he llegado a quererte y no deseo sino que tu cariño sea tal como el que te profesa tu Chelita que te adora y a pesar de la distancia te tiene siempre presente, tu Felicita. Saludos cariñosos para tus hermanitas y Beto. Negrito: dice mamá que si ves a Osvaldito le digas le mande la copia de la lista del almacén que quedó con los recibos al costado de la cómoda. 148.- Carta Montevideo, 13 de Octubre de 1929 [domingo] “Si yo fuese un fatalista, frente a esta separación diría: estaba escrita; pero no lo soy; pienso que ese viaje al campo es el resultado de un acto y de una resolución conscientes y meditados. Por eso precisamente tengo dificultad en resignarme” Querida vieja mía: Pienso, al escribirte, qué estarás haciendo en esta noche de domingo, y recordando que me habías prometido escribirme hoy, imagino que tal vez estés haciéndolo. Si me hubieras visto esta tarde, vieja de mi alma, habrías visto cuánto te extraño. Yo, que siempre estaba ansioso por salir de Maroñas, deseando terminar cuanto antes para ir a verte temprano, hoy estaba desconocido, cachazudo, indiferente al atraso que implican unos minutos perdidos.

¡Ah, mi reina....! Si no te hubieras ido éste sería uno de los domingos a que me tenías acostumbrado y yo, en vez de estar sentado frente a un block de papel, estaría en tu casa, frente a ti, mirándote a los ojos, con tus manos suaves, cuya caricia leve añoro, entre las mías, diciéndote otra vez más que te adoro y oyendo de tus labios divinos que me quieres. Si yo fuese un fatalista, frente a esta separación diría: estaba escrita; pero no lo soy; pienso que ese viaje al campo es el resultado de un acto y de una resolución conscientes y meditados. Por eso precisamente tengo dificultad en resignarme y sólo lo hago como frente a un hecho irremediable, pero a la fuerza, a regañadientes. Tal vez dentro de unos meses sólo quede el dolor de saberte lejos y haya pasado este descontento rebelde a un segundo plano, pero por ahora, adoradísima, no te extrañe que yo me queje y aún más de la cuenta. Pero lo que no morirá nunca, mi única, será el cariño que siento por ti. Eso vivirá siempre y sólo se acabará conmigo. Créelo así, y si la convicción de que te adoro mitiga en algo la tristeza de la separación y de la soledad me consideraré satisfecho. Pienso mandarte unas revistas dentro de unos días, cuando calcule que has arreglado ya la casa y se han instalado. Mañana iré a saludar a Chicha a Colón. Mis hermanas lamentan no haber podido despedirse de ti, pero te van a escribir en estos días. Ahora se han ido al cine Centenario a ver una cinta que dicen que es muy linda y se la han recomendado mucho. Yo me voy a la cama, después de tener un rato el pie izquierdo

JOSÉ Y FELICITA – UNA HISTORIA DE AMOR – 1929 (2)

134

en agua salada, porque me lastimé ayer con un sillón en el tobillo y no quiero que se me infecte. Por lo demás estoy bien y estudio para dar aquel examen de que te hablé. La alcancía marcha, despacio, pero marcha. Bueno, mi cariñito lindo, será hasta el miércoles, en que te escribiré otra carta, y entre tanto vive en la seguridad de que es sólo tuyo el inmenso cariño de tu José que te idolatra. Recuerdos. 149.- Carta Montevideo, 16 de Octubre de 1929 [miércoles] “...fui a la casa de tu tío Pancho... te imaginarás cómo mi presencia suscitó el comentario de tu viaje al campo, de nuestra separación, del tiempo que duraría, y de si yo estaba conforme, y qué pensaba, y si iría a visitarte, y en todo eso un sentimiento velado de conmiseración hacia mí que me ponía en ascuas...” Chela mía: Todavía, a pesar de que me habías prometido escribirme el domingo, no he recibido carta tuya. Nunca podrás imaginar todo lo que estos días he pensado. ¿Por qué no me escribe? ¿Me estará olvidando? ¿Por qué une al dolor de la separación el de la falta de noticias, el del silencio? ¿Estará enferma? ¿Se habrán perdido mis cartas? ¡Qué se yo cuántas cosas he pensado y cuántas estoy pensando! Y si mañana no recibo carta ¿Qué hago? ¿Qué pienso? ¿Cómo pongo orden en esta amalgama confusa de sentimientos que me agita desde hace ya varios días? ¡Ah, vieja, vieja...! El lunes fui a la casa de tu tío Pancho9, porque la Chicha, como tú sabes, fue a apuntarse al Registro Civil y además porque tú me habías pedido que fuera a saludarla ya que tú no podías hacerlo en el día de su santo. Ya te imaginarás cómo mi presencia suscitó el comentario de tu viaje al campo, de nuestra separación, del tiempo que duraría, y de si yo estaba conforme, y qué pensaba, y si iría a visitarte, y en todo eso un sentimiento velado de conmiseración hacia mí que me ponía en ascuas, porque no hay cosa que me moleste tanto como esa compasión oficiosa, que no remedia nada ni consuela tampoco. Me dijo Chicha que le escribas.

Tus primas, las hijas de tu tío Mario, me preguntaron por ti y me pidieron te saludara en nombre de ellas al mismo tiempo que me ofrecieron intervenir para que vinieras al casamiento de tu prima. Tu tío Pancho está muy molestado y dice que su disgusto sería muy grande si no viniera alguna de ustedes al casamiento de Chicha. Con palabras muy sensatas me exhortó a que tenga paciencia, me ofreció su casa y me prometió interceder ante tu papá para que vengan en noviembre. Trata de convencer a tu mamá para que venga y así tú podrás ver si hace juego la araña, que ya compré en la casa de electricidad, con la decoración de la pieza donde la colocarán. No olvides prometiste venir en noviembre y que yo espero que cumplas esa promesa como yo cumplo las que te he hecho y te cumpliré las que haga. Vi a Osvaldito en la casa de tu tío Pancho. Me acompañó hasta Sayago y ¡pobre, ya empieza a penar él también! Me contó algunas de sus vicisitudes. No le digas que yo te he contado nada, cuando le escribas, pues se pondría reservado y dejaría de confiar en mí. Es algo tan necesario confiar a alguien lo que uno siente en algunos momentos, que sólo escapan a esa necesidad los anormales, los que lindan en la locura. Yo estoy estudiando, como ya sabes, para dar el examen de que te hablé, en noviembre. Termino las clases de la Universidad el sábado diecinueve, pero no termina con

9 El esposo de la tía Coca.

JOSÉ Y FELICITA – UNA HISTORIA DE AMOR – 1929 (2)

135eso la tarea, pues ya sabes que después viene alguna otra cosa, como reuniones de profesores, exámenes y mil tareas más, para entretenerme hasta fines de noviembre. ¿Podré verte aquí, vieja querida, ya que no podré ir a verte a San Ramón tan pronto como yo quisiera? Trata de venir, mi sol, para que este negro, enamorado de ti como una mariposa de la luz, alrededor de la cual gira y en la que se quema las alas, pueda extasiarse contemplando tu adorable semblante y quemar su ya vacilante albedrío en tus ojos divinos. Haz un esfuerzo, vida mía, y ven a regocijar el corazón de tu novio que te quiere y para quien la vida sin ti es tan monótona, tan desierta, tan triste, que sólo lo sostiene la esperanza de volver a verte, esperanza muy grande y que por lo mismo hace que el tiempo transcurra demasiado lentamente. ¿Vendrás, viejita mía? ¿Tendré carta mañana? Con estas dos preguntas cierro esta carta para ponerme a estudiar, prometiéndote contestarte tu carta tan pronto como llegue a mí. Entre tanto, recibe la expresión más sincera del cariño inagotable de tu José, que te adora y quiere verte pronto. P.D. Antes de enviar esta carta al correo, recibo esta mañana tu carta. Voy a ver qué dice y esta noche te la contesto. Te adora tu José. 17 de octubre. 150.- Carta de Felicita “Villa Felicia” 17 de Octubre de 1929 [jueves] “...comentas ciertas cosas que no dan lugar a tantos comentarios...” Negrito mío: Recibí tu carta que me dejó muy triste porque comentas ciertas cosas que no dan lugar a tantos comentarios, pues nosotros, aparte de la separación que tanto mamá como yo sentimos mucho, pasamos muy bien. Espero habrás recibido mis cartas y por ellas habrás visto lo bien que estamos, pero estos días estoy preocupada porque se me olvidó traer aceite alcanforado para mamá, así que te pido me mandes en la primer oportunidad; no lo pido a casa porque papá se alarmaría. El señor Mendieta como siempre amable, me dice que Morales es una persona seria y de mucha confianza. Esto está muy lindo, lástima que no puedes venir para disfrutar de tan lindos días. Supongo que la alcancía no dormirá el sueño de los justos. Para hablar algo de mí, te diré que tengo muchísimo apetito. Cuando vengas me vas a encontrar con quince o veinte kilos más. El tónico me hace mucho bien pero toca a su fin; tú dirás si tengo que repetirlo. ¿Es verdad que me extrañas mucho queridito mío?... ¿Que me quieres, me quieres y me quieres?... Yo negrito mío, te adoro, te adoro y te adoro... Recibe todo el cariño que guarda para ti el corazón de tu siempre Felicita. Saludos cariñosos a Maruja, Chola y Beto. 151.- Carta Montevideo, 18 de Octubre de 1929 [viernes] “¡Qué lindo monograma* y qué promisor es, viejita mía!”... “No digas que [esos hechos] no dan lugar a tantos comentarios. Respeto tu deseo y me callo en lo que se refiere a este asunto, pero tú debes saber que yo tengo razón.” Vieja querida: Recibí tu carta del domingo, ayer por la mañana, después de una espera que a mí se me ocurrió larguísima. Como el goloso que retarda el placer de gustar un sabrosísimo plato para aumentar así el goce, yo pensaba en qué me diría tu carta y paladeaba por adelantado el

JOSÉ Y FELICITA – UNA HISTORIA DE AMOR – 1929 (2)

136

gusto de tus palabras, aún sin romper el sobre, en el cual tu mano (¡cuánto la extraño!) escribió, con perfiles harto conocidos, el nombre del más rendido admirador tuyo y del más ciego enamorado. ¡Qué lindo monograma10 y qué promisor es, viejita mía! Antes los caballeros llevaban las iniciales de su dama en el escudo, en los banderines y estandartes, en sus armas; hoy deben limitarse a llevar consigo otras muestras de amor, prendas preciosas para quien ama: un pañuelo, una flor, un retrato... Yo, además de eso, llevaba tus iniciales en la cartera; pero donde más grabado llevaba tu nombre era en mi corazón. Ahora veo que tú, en una anticipación que me enorgullece, llevas un monograma sugeridor de un futuro deseado por los dos. Ojalá pronto vea yo que la realidad se ajusta a nuestros deseos. Ya en una anterior te decía yo que había recibido tus pimpollos, que me habían gustado muchísimo y que había interpretado tal como había aprendido contigo, su significado. ¿Has visto cómo, sin querer, hace uno cosas que no pensaba hacer? Tú, al mandarme esas flores con la misión de decirme algo, has sido la primera en usar una clave. Una clave gentil, graciosa, dulce, todo lo que quieras, pero una clave al fin. Lástima grande que no pueda haber entre nosotros un cambio más fácil y frecuente de esas claves, ni de estas otras, cartas de enamorados, que sólo tienen sentido para quienes sienten la divina locura, como dijo un poeta de cuyo nombre no me acuerdo. Estoy deseando que termine el arreglo de la casa y entre tanto te tomo la palabra y espero esa larga carta que me prometes. Tú dices que te aflige pensar que tal vez haya carta mía en lo de Larrañaga – Mendieta, y que tú no puedas leerlas por no tener quien vaya a buscarlas. ¿Y yo? ¿Qué diré yo, que espero tus carta como maná del cielo y no puedo pensar siquiera que estén en casa del vecino de enfrente, esperando a que yo mande a buscarlas? ¿Qué pensaré yo, sin saber si estás bien o no? Me dices que ahora adviertes mejor que nunca cuánto has llegado a quererme. Si de esa manera, con ausencias periódicas, llegaras a comprender que me quieres mucho, tendría que reconocer yo que en esas separaciones hay algo ventajoso para nuestro amor y yo propondría que de cuando en cuando hicieras un viaje a San Ramón con la condición de volver a la semana. Según parece, entonces, sería más eficaz una ausencia de cuatro días para demostrarte que me quieres, (lo cual es un resultado de la convicción de que te quiero,) que varios meses de adoración en los cuales me esfuerzo en hacértelo ver. ¿Qué te parece, viejita linda?

Anoche estuve con tu papá. Yo me había parado en la esquina de Sierra11 y Miguelete para ver si podría encontrar a Osvaldito y darle el encargo de tu mamá y en uno de los tranvías cuarenta y cuatro que pasaron vi a tu papá. Subí al tren, saludé a Don Osvaldo y le dije que le dijera a Osvaldito que fuese a verme a las once y treinta a la Universidad. Hoy fue tu hermano a verme, le trasmití el encargo y me dijo que ya ellos habían recibido el mismo pedido y que esta tarde te escribiría.

Tu papá me aseguró que vendrían para el casamiento de Chicha, con lo cual me he tranquilizado un poco.

Ahora paso a contestar a tu segunda carta, que recibí hoy a mediodía. Veo por ella que has recibido una carta mía que te dejó muy triste, pues yo comento ciertas cosas “que no dan lugar a tantos comentarios” según dices. A mí, a mi vez, me causa extrañeza que tú pienses que yo, a un día de tu partida, con el ánimo entristecido por tu ausencia y sublevado porque no le hallaba razón de ser, pudiera escribirte una carta donde no tejiera comentarios a esa separación. Separación, dices tú, que tanto tú como tu mamá sienten mucho. ¿Y si sienten

10 Monograma: Felicita empieza a escribirle en un papel de carta adornado con un monograma que consta de las iniciales de su novio enlazadas 11 Sierra: la actual calle Fernández Crespo

JOSÉ Y FELICITA – UNA HISTORIA DE AMOR – 1929 (2)

137la separación, a qué se fueron? Te aseguro que cuanto más pienso, y por más que hago no puedo dejar de pensar, menos me explico ese viaje. Si es viaje de veraneo, de placer, bien pudo ser postergado y la premura con que se organizó es poco explicable. Si es viaje de vigilancia a la labor del nuevo encargado, menos se justifica la prisa y el empeño por irse ¿Qué? ¿Se iba a producir algo irremediable si no iban o si dejaban la visita para unos días después? Yo no digo que se abandone la villa por completo ¿pero es que lo que queda aquí no vale nada? Y mira, vieja mía. Tengo tanto pensado, tanto sentido y sufrido que sólo me impide seguir enumerando inconvenientes y haciendo comentarios, el deseo que advierto en tu carta de que no me ocupe más en esto.

Pero no digas que no dan lugar a tantos comentarios. Respeto tu deseo y me callo en lo que se refiere a este asunto, pero tú debes saber que yo tengo razón.

“Estamos muy bien” me dices, y a renglón seguido: “estoy preocupada porque se me olvidó traer aceite alcanforado para mamá”. Sí, sí. Ya veo que estás muy bien y muy tranquila y muy descansada. Lo único que me conciliaría un poco con el viaje sería que al verte de nuevo te encontrara con unos quilos más. Junto con el aceite alcanforado te mandaré mañana otro frasco de tónico para que lo tomes, a ver si te da más apetito y aumentas algo de peso. Te lo mandaré a lo de Mendieta Larrañaga con el corredor y tú lo mandas buscar.

Bueno, negra mía, discúlpame si me he puesto algo gruñón y rezongón. Tu ausencia es algo que me ha sacado de quicio. Recibe mucho cariño de tu José, que espera una carta tuya. [Al Margen:] Van unas revistas la semana que viene. 152.- Carta de Felicita “Villa Felicia” a 20 de Octubre de 1929 [domingo] “Mi queridito hoy he recibido tu carta del dieciocho veo que insistes en quejarte, mimosito, creo que por esto te quejas tanto y eso no me gusta porque con los mimos te haces rezongón, ¿los tendré que suspender?” Negrito mío adoradísimo: Tus cartas del trece y dieciséis que recibí juntas me dejaron muy triste, ¿por qué ese empeño tuyo?... ¿si iré al casamiento de Chicha?... No debes dudarlo, recordarás que mamá te dijo que iría. Me extraña que ellos digan que no voy porque yo les prometí a tía Coca y a Chichita que iría. En cuanto a lo que me dices que van a interceder ante papá, te diré que está demás, porque cuando vinimos ya se había dispuesto. Eso de que convenza a mamá, también está demás, hemos hablado de mi viaje y si se mejora iré aunque regrese enseguida. No puedo imaginarme cómo tu presencia en lo de tía Coca suscitó el comentario de mi viaje, de nuestra separación y hasta del tiempo que duraría, cuando nosotras aún no sabemos, todo depende de cómo se encuentre mamá. Creo que ese sentimiento de conmiseración de que me hablas, te ha parecido a ti porque en realidad, a juzgar por tus kilitos... no creo que la inspires. Ruego a Dios porque termines tus tareas con mucha suerte, así podrás venir a pasar unos días de campo que te harán mucho bien y a mí me llenarán de alegría. Ya Osvaldito te habrá dicho que a el encargado de aquí lo sonsacaron prometiéndole más conveniencias y se fue sin hablar con papá, si lo hubiera hecho, se queda porque era tan trabajador que papá no lo deja ir de ningún modo. ¿Recordarás lo que te había dicho de la carta que papá recibió reclamando su venida? Sin duda era para tratar ese asunto pero como demoramos en venir, se fue. Pobre Osvaldito, dime ¿qué te ha dicho? ¿qué quejas tiene? Me imagino lo que nos extrañará el pobrecito, solo con papá, notará un gran cambio porque no le disculpará tanto como mamá, así que me lo figuro lleno de motivos. Te pido que cuando te venga bien le des consejos (pero buenos) como espero sabrás darlos.

JOSÉ Y FELICITA – UNA HISTORIA DE AMOR – 1929 (2)

138 Mi negrito querido, en la carta siguiente tal vez pueda decirte el día que voy para que me esperes en la estación ¿No te parece bien? mi viejito. Recibe el cariño grande de quien te quiere, te adora y es tuya Felicita. Recuerdos 21 de Octubre

Mi queridito hoy he recibido tu carta del dieciocho veo que insistes en quejarte, mimosito, creo que por esto te quejas tanto y eso no me gusta porque con los mimos te haces rezongón, ¿los tendré que suspender?... Recibí con tu carta el aceite alcanforado y el tónico como así Imparcial y la revista, gracias mil por tanta molestia. No te escribo más porque hoy esperan para llevarla al correo y tengo interés que salga. Con mi cariño va el corazón de tu Felicita. 153.- Carta Montevideo, 20 de Octubre de 1929 [domingo] “He aquí, vieja de mi vida, otro domingo perdido. Perdido, porque no salgo, porque no estudio y más que todo porque no te veo. ¡si estuvieras aquí...!”... “Me duermo pensando en ti, con mi último pensamiento puesto en esa novia adorada que por mi poca suerte se me ha ido a San Ramón.” Negrita de mi alma: Ayer te mandé con Morales un frasco de aceite alcanforado, un frasco de tónico para que lo tomes como el anterior, y una revista. Discúlpame dos cosas: que esta carta comience con una enumeración propia de bolichero y que no te haya mandado, como hubiera querido, otras revistas. Pero anduve tan apurado para mandar todo en el día, que no tuve tiempo para más. Mañana te mandaré, junto con esta carta que estoy escribiéndote ahora, otras revistas para que te entretengas buscando entre las páginas algo interesante. Si necesitas alguna otra cosa, no vaciles en pedírmelo, que yo trataré de cumplir tu deseo. He aquí, vieja de mi vida, otro domingo perdido. Perdido, porque no salgo, porque no estudio y más que todo porque no te veo. ¡si estuvieras aquí...! No hago otra cosa que pensar en ti, por las noches principalmente, cuando, ya en la cama, recapacito y estoy a solas conmigo mismo. ¡Cómo te extraño! Y a oscuras, con los ojos abiertos en un deseo de luz, entre esos colores fugaces que se superponen unos a otros, que van y vienen, veo, vieja querida, ¡tan vehemente es mi deseo y tan fuerte mi concentrado esfuerzo de evocación! tu carita linda, orlada de tu nudosa mata de cabellos negros, tu boca que sonríe y esos ojazos tuyos veteados de sol. Mi reina... Me duermo pensando en ti, con mi último pensamiento puesto en esa novia adorada que por mi poca suerte se me ha ido a San Ramón. Ayer terminé las clases en la Universidad, por suerte. Ahora, teniendo las mañanas libres puedo estudiar mejor. Tendré que estudiar casi solo, pues mi compañero Aguirre anda medio desanimado. Me parece que la novia es algo intransigente y si por ella fuera apenas podría tener él media docena de amigos. Además, ni sale de tarde, no va a ningún lado y se está convirtiendo en un misántropo. En esa forma no puede haber gusto para estudiar, ni voluntad propia, ni nada. A veces me da rabia y pienso no ir más a estudiar con él; pero después pienso que si yo no voy a hacerlo estudiar y a entusiasmarlo algo, él, que ya me ha dicho que el mejor día “echa todo a rodar”, es capaz de no seguir estudiando y eso sería una verdadera lástima. Por eso, si conseguimos salir bien en el próximo examen, pienso que se entusiasmará algo y abandonará, tal vez, las ideas que tiene ahora. ¿Has empezado ya a preparar los dulces con que me convidarás cuando vaya a verte? ¿Pensaste ya qué es lo que me harás hacer, para darme alguna ocupación, en los días que pase allí? Debes ir pensando en alguna tarea para mí, que tengo interés en mostrarte que sé trabajar

JOSÉ Y FELICITA – UNA HISTORIA DE AMOR – 1929 (2)

139en muchas cosas. En la próxima carta te daré las noticias que conozca mañana, pues voy a ir a lo de Chicha para ver si le llevaron la araña. Bueno, negra mía; me voy a dormir porque mañana tengo reunión de profesores a las ocho. Recuerdos a los tuyos. Hasta la próxima, se despide de ti, repitiéndote que te quiere tu José que no te olvida nunca. [Al margen:] La novedad más grande en Montevideo es que hoy murió José Batlle y Ordóñez. 154.- Carta Montevideo, 24 de Octubre de 1929 [jueves] “No hay, en las cartas que te he escrito, nada que no sea rigurosamente cierto, tanto en la expresión de mi sentir, de mi pensar, como en lo que se refiere a los otros. Y eso, a pesar del disgusto que me provoca un viaje que, entre su iniciación y la terminación del anterior, me permite ver a mi novia ¡cuatro meses en un año!” Querida negrita: Muy mal cuenta las horas quien espera o éstas pasan muy lentamente cuando tras ella viene algo que enciende nuestra ansia. Tras no sé cuántas horas, muy largas, muy largas, vino hoy tu carta y la que la siga vendrá tras horas más largas, más interminables, más lentas aún porque en ella vendrá la noticia de que podré verte en un día determinado. Y ese día será de los que deben señalarse con piedra blanca. Pero volvamos a tu carta. Veo que las mías te dejaron triste por lo que tú llamas empeño mío. Me había propuesto no aludir a tu viaje y te aseguro que mi pluma se ha detenido vacilante entre hablar de otra cosa o volver al viejo tema para demostrarte que no es empeño mí. ¿Qué tú mamá me dijo que vendrías al casamiento de Chicha? Si mal no recuerdo, ante mis preguntas tu mamá no fue bastante explícita como para que yo pudiese creer en tu venida. Tanto es así que yo, al despedirme, salí convencido de que muy difícilmente te podría ver y mi estado de ánimo era tal que tú no puedes imaginártelo. En cuanto a tu tía y a tu prima no afirmaron que tú no vendrás, sino que conociéndote en tu condición de hija y teniendo las circunstancias presentes creían algo difícil tu venida y a pesar de tu deseo y tu promesa pensaban que no podrías realizar ese viaje. Cuando me refería a la intercesión ante tu papá no creí que fuera a molestarte, como tampoco lo que te dije de que convencieras a tu mamá. Pero veo que no he conseguido expresarme como quería y tal vez te ha molestado, por la manera como me lo dices, que una cosa está de más y la otra también. Dices que no puedes imaginarte cómo mi presencia en casa de tu tía Coca provocó el comentario de tu viaje, de nuestra separación y del tiempo que duraría. ¿Te parece tan difícil que en una reunión de personas se hable de un viaje, de la separación de dos novios y de cuánto podrá durar esa separación, teniendo en cuenta una anterior que duró seis meses? ¿O has creído que para magnificar la tristeza que me causa tu ausencia iba a comentarla por boca de otros, que aparecerían entonces, como personajes de comedia, diciendo lo que piensa el autor? No hay, en las cartas que te he escrito, nada que no sea cierto, rigurosamente cierto, tanto en la expresión de mi sentir, de mi pensar, como en lo que se refiere a los otros. Y eso, a pesar del malestar y del disgusto que me provoca un viaje que, entre su iniciación y la terminación del anterior, me permite ver a mi novia ¡cuatro meses en un año! Y con eso ¡esté uno contento y alegre, y tome gusto a las cosas, el trabajo, no se impaciente, no gruña, no rezongue...! Tal vez me creerás un exagerado también si te digo que he rebajado cinco quilos y pensarás que mi intención es hacerte ver en eso un signo inequívoco de sufrimiento. Nada de eso. Tal vez este adelgazamiento es función del hígado, o del intestino, o del cansancio. Osvaldito no me dijo nada del encargado. Tal vez no se acordó, pero yo lamento que los canarios hayan aprovechado las circunstancias para dejar a tu papá sin un hombre que

JOSÉ Y FELICITA – UNA HISTORIA DE AMOR – 1929 (2)

140tanto le costó encontrar. Mucho me temo que le pase lo mismo con otros que después de estar allí se manden mudar en la misma forma, atraídos por ofertas ventajosas de los canarios. ¿Es decir que ahora están ustedes solas, completamente solas en el campo? ¿Y a pesar de eso tu mamá persiste en quedarse? Aquí me encontré el lunes con aquel juez de San Ramón, don Ebelio, que está ahora bastante repuesto. Me ofreció su casa en Las Piedras y les manda recuerdos. La señora también está muy satisfecha y contenta. Dijo que cuando le pidieron a tu tío Alberto la dirección de tu casa para ir a visitarlas, tu tío les dijo que tendrían que hacerlo de nuevo en San Ramón, porque ya no estaban en Montevideo. Lamentan mucho no haber podido hacerles una visita. Por mi casa están bien. Las muchachas te mandan recuerdos. Beto fue exonerado de examen de modo que pasa al año siguiente sin dar examen. Está muy contento y a mí me ha dejado muy satisfecho. Cuando le escribas a Osvaldito, dile que vaya a verme de cuando en cuando porque para mí es una satisfacción y así podré también darle algún consejo de esos que dices tú. Yo le he dicho que vaya a verme, pero posiblemente el pobre muchacho tiene demasiado trabajo. Espero que cuando me escribas la otra carta me dirás cuándo vendrás para ir a esperarte en la estación. Hasta la próxima, negra mía. Saludos a tu mamá. Espera verte pronto tu novio que te adora y no olvida que es tu José, para siempre. 155.- Carta Montevideo, 25 de Octubre de 1929 [viernes] “No te imaginas qué intranquilo estoy al pensar en qué condiciones estás en el campo, tan sola, con tu mamá enferma o a punto de enfermarse” Queridísima negrita: Esta tarde vino Osvaldito muy alarmado porque tu mamá hizo un telegrama a tu tío Venancio, pidiéndole unas recetas homeopáticas para el corazón. Suponía Osvaldito que tu mamá estuviera enferma y, como es natural, temía que por no alarmar a nadie la señora ni dijera nada. En esa duda, me pidió mi opinión acerca del procedimiento a seguir: avisar a tu papá o no. Yo fui de opinión que le dijera, muy moderadamente que la señora no estaba del todo bien. Así cumplía con su deber sin violentar a nadie, porque si ocurría algo, que ojalá no ocurra, tu papá no podría pedirle cuentas de su silencio. Tu tío Venancio le iba a decir algo, aunque pensaba que si tu mamá no había mandado el telegrama a tu papá, era para que no se enterara y alarmase. Pero con todo, para evitar disgustos ulteriores yo opinaba que había que enterar a tu papá. Ya suponía yo que tu mamá no estaría muy bien y eso, unido al conocimiento de la soledad en que están, me tenía y me tiene inquieto. A pesar de todo, comprendo el deseo de tu mamá de no enterar a los suyos de la enfermedad, por no causarles inquietud. Si yo he sido causa, al aconsejar a Osvaldito para que enterara a tu papá, de que su deseo no se cumpliera, pídele disculpas en mi nombre y asegúrale que sólo el deseo de hacer bien me ha guiado. Me agradaría servirte en todo lo que tú quisieras pedirme y te agradecería recurrieras a mí siempre que fuese necesario. No te imaginas qué intranquilo estoy al pensar en qué condiciones estás en el campo, tan sola, con tu mamá enferma o a punto de enfermarse. Ojalá no sea nada y en la próxima puedas decirme que están perfectamente bien. Mañana pienso ir a ver a tu papá y después de hablar con él cerraré esta carta. Ahora me voy a acostar porque mañana tengo que levantarme muy temprano. Hasta mañana, pues, mi negra queridísima. Te quiere con toda el alma tu José que no te olvida.

JOSÉ Y FELICITA – UNA HISTORIA DE AMOR – 1929 (2)

141

26 de Octubre [sábado] Adorada: Hoy no vi a tu papá porque no recordé que era sábado y cuando pensé en ir al depósito vi que ya era tarde. Decidí entonces ir a casa de tu tío Venancio pero en el tranvía cuarenta y siete me encontré con Osvaldito, quien me dijo que no había novedad ninguna y que pensaba que tu mamá estaría mejor porque de lo contrario ya se habría sabido. Le pedí que me avisara por cualquier cosa que hubiera y él me lo prometió. Mañana te escribiré más extensamente. Ahora me despido de ti hasta mañana deseando que en la próxima me des buenas noticias. Dile a tu mamá que mis deseos son que esté bien de salud y tú repítele a Felicita que la quiere siempre mucho José. 156.- Carta De Felicita “Villa Felicia” 27 de Octubre de 1929 [domingo] “Si no fuera porque quiero decirte el desagrado que me causa tu carta no te escribiría” José: En este momento en que termino una carta para ti, llega la tuya del veinticuatro poniéndome en el caso de no enviártela. Si no fuera porque quiero decirte el desagrado que me causa tu carta no te escribiría; no lo haría por ti ni por mí: por ti porque para contestar una carta como la que acabo de recibir no puedo emplear sino palabras de reproche y por mí porque tu carta ha venido a herirme íntimamente, a decirte verdad no podré escribirte hasta no recibir una carta tuya donde no te muestres tan injusto12.. Con pesar te saluda. Felicita. 157.- Carta a la mamá de Felicita Montevideo, 27 de Octubre de 1929 [domingo] Señora Felicia N. de N. Querida Mamá (si me lo permite) He sabido por Osvaldito que estaba algo enferma y la noticia me ha causado la consiguiente alarma. En las condiciones en que están es necesario que se cuide, que no haga desarreglos en las comidas, ni esfuerzos violentos, ni nada que pueda perjudicarla, por Usted, por Felicita, y por los que han quedado aquí en Montevideo. Perdone que me tome la atribución de aconsejarla en mérito a que me guía el buen deseo de verlas sanas cuando vaya a visitarlas y de que el paseo a San Ramón sea lo más agradable posible para Ustedes. ¿Cómo van los trabajos de preparación de dulces? ¿Habrá para poner un puestito aquí en Montevideo? Yo sé que aquello está convertido en un paraíso, según me dijo Osvaldito y me confirmó Felicita. No dudo de que sea así estando ahí mi novia y por eso me gustaría ir pronto. Esperando que se mejore pronto, la saluda cariñosamente, José. 158.- Carta Montevideo, 27 de Octubre de 1929 [domingo] “Ya no consigo engañarme a mí mismo evocándote por las noches, en un infantil esfuerzo por recordarte, con los ojos cerrados, con toda el alma polarizada en un deseo: verte” Vieja querida:

12 injusto: en el borrador de la carta que se conserva con fecha del sábado 26, dice hiriente en lugar de injusto. Y en la carta del 27 Felicita agrega la despedida: “Con pesar te saluda”

JOSÉ Y FELICITA – UNA HISTORIA DE AMOR – 1929 (2)

142 Mi vida en Montevideo es de una monotonía desesperante. No ocurre, no pasa nada que matice un poco esta uniformidad en que pasan los días, siempre iguales entre sí, y es que, viviendo aquí, accionando y moviéndome en la espera de siempre, sucede que por una disociación curiosa, una parte de mi espíritu no acompaña al cuerpo en sus desplazamientos. Y esa parte de mi espíritu que contigo se fue a San Ramón y allá se quedó, es la que más me preocupa ahora, hasta el punto de que lo que no se relaciona con ella no me interesa en lo más mínimo. De ahí que desee tanto tus cartas, que llegan, por desdicha mía, siempre tarde por mi impaciencia, pero que trayéndome noticias tuyas logran poner un poco de variedad y de alegría en mis horas. ¡Me parece que hace tanto que no te veo!... Ya no consigo engañarme a mí mismo evocándote por las noches, en un infantil esfuerzo por recordarte, con los ojos cerrados, con toda el alma polarizada en un deseo: verte. Ya no basta. Mis ojos quieren verte de veras y te desean como los de Goethe moribundo deseaban la luz. ¡Verte, mi vieja querida! No hay deseo más tiránico, más concreto, que sea más exigente que ése que a mí me anima. ¿Pero cuándo será? La casi seguridad que me das de que te veré en noviembre, lejos de calmar mi deseo, lo acrecienta, como acrecienta la sed la visión, cercana, del agua largo tiempo deseada. Y estos días que no pasan nunca... Ven pronto, mi vieja querida, porque te extraño mucho, pienso mucho y el pensar mucho me hace sufrir. Mañana a las ocho empiezo a examinar. Siquiera en esa tarea me olvidaré un poco de algo que es un pensamiento constante en mí. Te mando unos diarios para que te enteres de un incendio que hubo casi al lado de casa. Esa madrugada se despertó Maruja alarmada por un ruido extraño y resultó que era un incendio, tres casas más allá de la nuestra, que nos llenó de humo y cenizas. Fue producido por un corto circuito. Suerte que allí no hay luz eléctrica y ustedes no corren ese peligro. ¿Estarás a esta misma hora escribiendo, como yo? Sé que estás acompañada por una de las señoritas de Mendieta. Agradéceles en mi nombre la compañía que te hacen y diles que yo me ofrezco para servirlos en lo que pueda. A tu mamá dile que te cuide y que yo deseo que se mejore pronto. Mándame decir algo de su estado de salud y no olvides que quiero que me ocupes si necesitas algo. Hasta ahora no me has dicho nada de Grigrí. ¿Piensan llevar otro encargado? Contéstame pronto, negra muy querida, porque paso los días esperando tus cartas. Recibe, con un beso, la seguridad del cariño de tu José que te quiere. Van unas líneas para tu mamá. 159.- Carta Montevideo, 29 de Octubre de 1929 [martes] “Con cariño y muchísimo pesar te saluda José” Felicita: Creo que a estas horas habrás recibido dos cartas que te escribí antes de recibir la última tuya, tan conminatoria. Por esas cartas verás que en la del veinticuatro no hubo intención de herirte tan profundamente como me hace suponer tu enojo. Sólo que como tú, en tu anterior, te colocabas en un terreno algo... ¿cómo diré?... un poquito agresivo, yo me dejé arrastrar a la polémica... y ya ves. Espero que el amor que me tienes y tu sensatez primarán en tus resoluciones, por nuestro bien y nuestra felicidad futura. Con cariño y muchísimo pesar te saluda José. 160.- Carta de Felicita “Villa Felicia” 3 de Noviembre de 1929 [domingo] “Tengo la seguridad que mi sensatez prima siempre en mis resoluciones por eso es que creo no ser injusta”

JOSÉ Y FELICITA – UNA HISTORIA DE AMOR – 1929 (2)

143 José: ¿Qué mi carta era un poquito agresiva? No la considero así y creo que sólo una prevención pudo hacerte creer que había lugar a polémica. Con tu genio variable, cosas que son muy justas, que no tienen nada de particular, muchas veces les encuentras motivo para comentarlas de manera desagradable, como puedes figurarte, no me haces nada feliz y tengo que demostrarte mi desagrado: por esto mis cartas te resultan agresivas y conminatorias, no siendo éste el carácter que tienen. Tú sabes que nunca te he exigido nada. Tengo la seguridad que mi sensatez prima siempre en mis resoluciones por eso es que creo no ser injusta y poder manifestarme en todos mis actos como corresponde. Te saluda sinceramente y con muchísimo pesar Felicita. Si Dios quiere iré el jueves catorce en el tren de la tarde hasta Sayago. Miércoles 6 Este no fue posible mandártela hasta hoy. Discúlpame. Adiós, hasta tu próxima que contestaré enseguida, Felicita. 161.- Carta Montevideo, 8 de Noviembre de 1929 [viernes] “Empezaba pensando en ti. Luego me arrebataba una ola de sentimientos confusos, sin orden, de dolor, de cariño, de rabia, entre los cuales asomaba de cuando en cuando una esperanza. Y cuando esa esperanza iba a fijarse en mi espíritu, una turbonada de desilusión me invadía.” Queridísima negra mía: Recibí tu carta y te contesto tan pronto como tengo un momento libre. No te podrás hacer una idea de todo lo que he deseado esa carta tuya. ¡Ah, vieja, vieja!... si tú hubieras empleado aquella gota de miel que me recomendaras a mí un día hubieses visto a este novio tuyo contrito y dolorido por haber sido injusto, deseando hacerte olvidar el mal rato pasado, a fuerza de cariño. Pero esto ya pasó. Vuelve a brillar el sol y los días son más claros para mí. ¡Qué negros fueron los que pasaron desde que recibí tu carta, vieja querida! ¡Cuánto he pensado en estos días! A veces, en casa, en la Universidad, en lo de Aguirre, me quedaba abstraído, con esa sensación de vacío que nos invade cuando nos ocurre una desgracia. Empezaba pensando en ti. Luego me arrebataba una ola de sentimientos confusos, sin orden, de dolor, de cariño, de rabia, entre los cuales asomaba de cuando en cuando una esperanza. Y cuando esa esperanza iba a fijarse en mi espíritu, una turbonada de desilusión me invadía. Así, en este desasosiego, he vivido todos estos días, sin saber qué pensar y con una profunda pena ante lo que creía el irreparable derrumbe de todos mis proyectos. ¿Cómo? ¿Todo lo que me había esforzado caía en la nada por una injusticia mía y una precipitación tuya? ¿Y nuestros proyectos? ¿Y el nido que juntos habíamos soñado para que en él tuviera nuestro amor una realización tal como deseamos? Negra... no quisiera volver a pasar ratos tan amargos. Si te hice sufrir siendo injusto, bien castigado estoy con lo que he sufrido yo en estos días. ¿Me escribirás una carta bien cariñosa en contestación de ésta? Escríbeme pronto para recibir tu carta antes del jueves. Iré a esperarte a Sayago. Tengo muchísimos deseos de hablar contigo y no veo el día de que pueda estar junto a ti. ¡Te extraño tanto, mi linda! Dile a tu mamá que ya he ido dos veces a ver a Ramón Izquierdo Bruzzone y que está mejor, que no necesita nada y que les agradece la atención. En estos días creo que le van a

JOSÉ Y FELICITA – UNA HISTORIA DE AMOR – 1929 (3)

144sacar el ojo derecho. Mañana iré a visitar a tu papá, que me dijo que fuera de cuando en cuando. El domingo te escribiré otra, que supongo que recibirás antes del jueves. Hasta la próxima, mi vieja queridísima. Da recuerdos a tu mamá de mi parte y tú recibe el cariño sincerísimo de tu José que te adora. Bueno. A ver si dejas de saludarme con pesar, al terminar las cartas. Bastantes pesares tenemos con estar separados. Te adoro. [Al margen:] Discúlpame, al dar vuelta la hoja se me rompió. 162.- Carta Montevideo, 10 de Noviembre de 1929 [domingo] “...he pensado tanto estos días en la forma de evitar estas separaciones que estoy decidido a casarme contigo cuanto antes, tan pronto como me lo permita mi situación.” Querida negrita:

Habrás extrañado la letra de la carta anterior, que era distinta de mi letra habitual. Es que la pluma-fuente se me descompuso y tuve que escribirte con otra clase de pluma. Esta carta te la envío con el corredor, junto con unas revistas, para que hagas el viaje de San Ramón a ésta algo distraída. Faltan cuatro días para que vengas. Desde que sé que vienes cuento los días, que me parecen inmensamente largos, con una impaciencia que crece acicateada por el deseo que tengo de verte. Voy a verte, mi reina. Mis ojos tendrán otra vez ocasión de deleitarse mirándote y se resarcirán así de la privación en que han estado todo este tiempo. Podré sentir de nuevo la caricia de tu mano entre las mías y escucharé tu voz y me llenaré de alegría oyéndote decirme que me quieres. Y sobre todo, mi vieja querida, quiero charlar un rato contigo, un rato largo de conversación para decirnos tantas cosas que por carta es difícil expresar bien. Te espero, queridita mía, como si ya fueses mi mujer, pero he pensado tanto estos días en la forma de evitar estas separaciones que estoy decidido a casarme contigo cuanto antes, tan pronto como me lo permita mi situación. Tengo esperanzas de que ésta sea dentro de poco tiempo lo bastante firme como para que hagamos nuestro nido. Además, el casamiento de Chicha y Artigas me está dando ganas de tomar yo el mismo camino, siempre que tú estés dispuesta a acompañarme. Cuando estés aquí hablaremos de este asunto con más detenimiento ¿Te parece bien? Bueno, negra mía, espero que la contestación a esta carta sea la mejor que he recibido a las mías, puesto que te espero a ti y te aseguro que no hay carta-respuesta más hermosa y agradable que la que mi anhelo forja ya junto a mí para delicia de mi corazón. Espero, además, tu respuesta a mi carta anterior. Da recuerdos a tu mamá y tú, vieja de mi alma, recibe el cariño sincero de tu José, que te espera ansioso. 163.- Carta de Felicita “Villa Felicia” Noviembre 12 de 1929 [martes] “Parece que Dios hubiera querido mandar tan dura prueba, poniendo nuestro amor en un crisol para que de él saliera purificado.” Negrito mío, adoradísimo de mi alma: En este momento recibo tu carta tan querida como deseada, después de interminables y tristes días sin luz, como puedo llamar a los días angustiosos que he pasado, días de incertidumbre y de pesar que concluirían quebrantando mi salud, llegan tus frases de cariño que han sido un bálsamo para mi corazón. Parece que Dios hubiera querido mandar tan dura prueba, poniendo nuestro amor en un crisol para que de él saliera purificado. Perdona negrito mío si no sé expresarme bien, tú me comprendes y lo adivinas todo ¿verdad amorcito de mi corazón?

JOSÉ Y FELICITA – UNA HISTORIA DE AMOR – 1929 (3)

145

Quisiera ser en mi carta tal como me lo pides mi queridito, pero tu carta ha llego a mí muy atrasada, no tendrías tiempo de recibir ésta si no saliera hoy, por eso pongo punto final y mando nuevamente a la estación para ver si tiene tiempo de salir y también para ver si ha llegado la tuya del domingo. Adiós, hasta el catorce, día en que tendré la dicha de verte, adoradito mío, único en el tiempo y en la eternidad. Recibe toda la ternura del amor de tu siempre Felicita. 164.- Carta a la mamá de Felicita Montevideo, 18 de Noviembre de 1929 [lunes] “Felicita está bien, aunque la extraña a Ud., como es natural en una hija que quiere tanto a su madre como Felicita” Señora Felicia N. de N. Querida Señora: Felicita, que con su venida me trajo la alegría consiguiente, me trasmitió el saludo que Ud. le encargó me diera como a hijo. Como un hijo, pues, con el cariño de quien ve en Ud. una madre condescendiente y buena, la saludo yo, deseando que su salud se haya robustecido lo bastante como para que pueda gozar todo lo deseable de la estada en el campo. Felicita está bien, aunque la extraña a Ud., como es natural, por otra parte, en una hija que quiere tanto a su madre, como Felicita. Yo también estoy bien y ya se imaginará qué contento estaré estos días, con mi novia cerca. Estoy desquitándome de los días que he pasado sin verla. Mis hermanas me encargan le trasmita un saludo afectuoso y hacen votos por su buena salud. Yo, a mi vez, le ruego acepte el afecto de su hijo José. P.D. Muchas gracias por el dulce, está riquísimo. 165.- Carta Montevideo, 24 de Noviembre de 1929 [domingo] “Más dolorosa es ahora la separación, después de haber visto que nos queremos tanto”... “Anoche soñé contigo. Te veía con toda claridad.”

“Acuérdome de un tiempo deleitoso “que no sé si veré su semejante,

“si yo volviere a él, sería dichoso” Ausiàs March1

Queridísima negrita de mi alma, Felicita adorada: En la soledad en que he quedado con tu viaje, mi vieja, ningún poeta se presta más a la modalidad de mi espíritu que el que recuerda, como yo, un tiempo deleitoso y desea volver a él. ¿Habrá un hombre que haya sido más feliz que yo en estos días que tú pasaste aquí?2 ¿Y habrá alguno que sufra más que yo ahora, al quedar solo después de haber estado junto a la mujer querida y haber entrevisto a su lado un Edén para sufrir ahora la doble pérdida del Paraíso que lo animaba?

1 Ausiàs March (1397- 1459) poeta valenciano del siglo XV, sin duda el más importante de la lengua valenciana medieval. Aunque escribió todos sus versos en valenciano, March influyó en poetas contemporáneos, y también en los posteriores, de toda la península ibérica. 2 En la carta del 12 de noviembre Felicita le anuncia a José su llegada el jueves 14 de noviembre. Felicita vino a Montevideo para asistir al matrimonio de su prima Chicha que se casó el jueves 21 de noviembre. La “visita del sábado” de José, que Felicita agradece en la próxima carta, tuvo lugar verosímilmente el sábado 23 a la tardecita o ya de noche, como se desprende de la carta de José del 29 de noviembre. El sábado era la víspera de la partida, y la visita de José fue de despedida. Felicita puede haberse ido de Montevideo por la mañana del domingo 24 de noviembre, día en que José le escribe esta carta, y en que ella le escribe desde San Ramón la carta que sigue

JOSÉ Y FELICITA – UNA HISTORIA DE AMOR – 1929 (3)

146 Y más dolorosa es ahora la separación, después de haber visto que nos queremos tanto. Pero no dejo de pensar que el tiempo pasa y que cada día pasado es un poco más de acercamiento hacia ti, vieja mía, y ese pensamiento me anima, me infunde nuevo ánimo, sosteniendo la esperanza que tengo de verte pronto. ¡Cuánto deseo verte de nuevo, mi vieja!... Estos ojos míos, que tanto gozaron contemplándote en estos días pasados, tan cortos, tan fugaces, te extrañan; mis manos te extrañan, y en mí hay un ansia de verte, tan grande, que no creo haberla sentido antes como ahora. Quisiera que estuvieras poseída de la seguridad de que te quiero con todo mi corazón si ello puede paliar en algo la tristeza de estar separados. A mí, por mi parte, me consuela un poco pensar que tú me quieres y por otro lado esa convicción me entristece porque nada habría que fuese más justo que estar unidos los que se aman. Anoche soñé contigo. Te veía con toda claridad y por un momento volví a vivir los felices momentos que pasamos juntos. ¡Si fuese posible soñar con lo que uno quiere! Dentro de pocos días recibirás un retrato mío. Yo quisiera ir en persona a llevártelo para poder verte otra vez y decirte muchas veces lo que ya te he dicho infinidad de veces: Te quiero. Cuando me contestes dime cómo encontraste a tu mamá, y preséntale mis saludos de hijo. Dentro de unos días te mandaré unas revistas y unos diarios con el comisionista y si necesitas alguna cosa avísame antes para poder mandártela junto con las revistas. Cuéntame algo del Grigrí, del cual no me dices nada y pregúntale también a él qué quiere que le lleve de Montevideo cuando vaya yo a verte. Tengo en vista un sillón para cuando vaya, que es de lo más cómodo, aunque es de transporte algo difícil. Mi examen se acerca rápidamente, razón por la cual no te escribiré cartas muy largas, pero en cambio, tan pronto como rinda la prueba me tendrás por allá, gozoso de verte y más enamorado que nunca. Mis hermanas te envían recuerdos y lamentan no haber podido verte en los días que pasaste aquí. Yo lamento que no hayas pasado más días para verte más veces. Cuando pueda irá a ver a tu papá para charlar un rato con él. Dice que le gusta que yo vaya a verlo porque así conversa de aquel asunto, pues no habla de él sino con muy contadas personas. Quiero que vayas pensando en qué quieres que te lleve cuando vaya a verte pues deseo hacerte un regalito y quisiera que en lo posible fuese de tu gusto. Bueno, mi viejita queridísima, prometiéndote una carta mejor como respuesta a la tuya que espero, te repito una vez más que te adora y te quiere con toda su alma tu José, que espera verte pronto. 166.- Carta de Felicita “Villa Felicia” Noviembre 24 de 1929 [domingo] “Te aseguro que a medida que pasan los días, siento en mi corazón un cariño más grande y cada vez más firme,” Negrito mío adoradísimo:

¡Cuánto agradezco tu visita del sábado viejito mío! Sin ella hubiera venido más triste; pensaba tanto en ti y sentía tantos deseos de verte que llegué a creer que si me querías tendrías que verme antes de mi viaje, y ya ves, cómo tú, no sé si dominado por el cariño que creo que me tienes, o atraído por mi pensamiento, me diste el gusto de verte una vez más antes de esta separación que cuento día a día. Te aseguro que a medida que pasan los días, siento en mi corazón un cariño más grande y cada vez más firme, me atrevo a creer que si tú me quieres con igual intensidad, seremos muy felices, tanto como lo deseamos.

A mamá la he encontrado muy delgada y bastante abatida, me dijo que recibió tu carta, que la había dejado muy contenta, no te contestó porque no ha estado bien.

JOSÉ Y FELICITA – UNA HISTORIA DE AMOR – 1929 (3)

147Negrito, nuevamente tenemos el inconveniente de no poder mandar por la

correspondencia, te aviso por si recibes mis cartas un poco atrasadas. Tan pronto reciba una carta tuya te la contestaré, enviándotela en la primera oportunidad, así tú verás que tengo muy buena voluntad y no pensarás que... no te quiero, que te quiero menos o que estoy por dejarte de querer. La verdad es ésta (escúchala en secreto) te quiero, te quiero, te quiero y te adoro con todo el corazón.

Deseo que tus hermanitos estén ya bien, les darás cariños en mi nombre. Recibe, hasta tu próxima que imagino bien cariñosa, el amor grande que sabes te profesa tu siempre Felicita que no te olvida. Grigrí está lindísimo. 167.- Carta Montevideo, 29 de Noviembre de 1929 [viernes] “Desde que te conozco estoy deseando una cosa: que me quieras. Que me quieras como yo te quiero a ti”...” Si bien muchas veces por amar se llega a comprender, no menos veces se llega al amor por la comprensión” Negrita queridísima: Tu carta del veinticuatro me dice que mi visita del sábado fue muy oportuna, porque sin ella hubieras vuelto a San Ramón muy triste. Debes creer que te quiero. Es necesario que creas que te quiero y aprendas a ver en mis actos la consecuencia de este cariño que siento por ti. El cariño mío me llevó a pensar que el tratar aquel asunto que tratamos, la noche antes de irte, te había entristecido y que yo debía hacer lo posible para disipar la pena que debía haberte causado yo al hablar contigo de un asunto enojoso y desagradable, precisamente cuando el tema debió ser otro muy distinto. Por eso volví al otro día. Tal vez, tal vez tu pensamiento y el deseo de vernos otra vez que tenías, influyó para determinarme a verte de nuevo. Tú sabes bien que yo pienso que si uno desea ardientemente que algo se realice, ese algo se realiza al fin, tal como si la voluntad propia hubiese influido en el encadenamiento de los sucesos. Luego ¿quieres ser feliz? Deséalo ardientemente, fuertemente, con toda el alma, y serás feliz. El desear una cosa con fervor es el mejor guía para proceder de tal modo que el fin deseado se lleve a efecto. Desde que te conozco estoy deseando una cosa: que me quieras. Que me quieras como yo te quiero a ti, con un cariño cuyo alcance, cuyo significado, cuya pureza no has visto del todo aún porque muchas cosas se han opuesto a ello. Pero al fin parece que vas comprendiendo. Y si bien muchas veces por amar se llega a comprender, no menos veces se llega al amor por la comprensión. Cualquiera sea el camino que me lleve a tu corazón, a la posesión amplia de tu corazón, yo emprenderé gustoso ese camino. Y cuando tú me quieras, Chela de mi alma, tanto como yo a ti, en ese cariño estará la simiente de la felicidad que tanto tú como yo esperamos. Pero es necesario que tú pienses que yo te quiero. Y al decirte te quiero soy sincero. Es necesario que deseches dudas y desconfianzas y pienses con serenidad, para tener el convencimiento de que no puede engañarte ni engañarse quien hace cuatro años que te ama, está cada día más enamorado de ti y te lo ha dicho y manifestado en mil formas, todas, por desgracia, poco eficaces para convencerte. Te digo esto, insistiendo sobre tu incredulidad, por lo que me dices al fin de tu segunda carta, que recibí esta tarde de tu papá por medio de Osvaldito. Copio: ...“tú, ¿me engañará el corazón?... ¿o es cierto que quieres mucho a tu Felicita?...” ¡Ah, vieja! ¿a qué esa incredulidad? ¿Y qué te dice el corazón? ¿Será que cuando te decides a escucharlo se muestra pesimista? ¿O será que sólo lo escuchas cuando es pesimista? ¿No sería mejor para ti y para mí, vieja querida, que le dieras oídos cuando se muestre tierno y confiado?

JOSÉ Y FELICITA – UNA HISTORIA DE AMOR – 1929 (3)

148 Tu corazón, ese corazón que yo deseo conquistar, ¿está tan en contra mía que sólo te hace desconfiar? Confía en mí. Recuerda que te he dicho muchas veces que nunca te daría oportunidad de arrepentirte por haberme querido. Confía en mí y quiéreme... ¿Es posible que esperes que cuando yo vaya te diga que te quiero menos o igual, como dices? Tan poco crees en ti y en mí que ni siquiera piensas que tú vales lo bastante para hacerte recordar por un hombre y que yo puedo muy bien quererte y recordarte aún cuando estés lejos. Debes estar tranquila. Yo te quiero y te querré siempre; y cuando vaya trataré de probarte una vez más que te adoro.

Me ha impresionado desagradablemente saber que encontraste poco bien a tu mamá. Dile que yo deseo que se componga pronto, y espero que así sea ahora que tú estás con ella, y que si yo puedo servirla en algo que me ocupe con toda confianza. Quiero que tú me digas, sin que ella lo sepa, qué le gustaría tener o que le llevaran de aquí, para darle una sorpresa cuando vaya a verte.

¿Has vuelto a tener dificultades para mandar a buscar la correspondencia? Explícame qué ha pasado.

Espero una carta tuya bien extensa, según me has prometido. Mis hermanas te retribuyen saludos y dicen que saludes a tu mamá en nombre de ellas y le expreses sus deseos de que mejore. Ahora, tú, recibe el cariñoso saludo y la certeza del amor de tu José, que te quiere y desea verte. Recuerdos a Grigrí. Te quiero mucho. Te adoro. Te idolatro. P.D. Esta carta sale hoy, sábado. Estoy madrugando mucho, pues faltan pocos días para el examen. Al recordarte, esta mañana, lo hago con toda la ternura de quien te ama mucho, mucho más de lo que tú crees. Hasta la próxima. Piensa en mí y escríbeme pronto. Te quiere con toda el alma tu José. 168.- Carta de Felicita “Villa Felicia” 1º de Diciembre 1929 [domingo] “Tengo presente este triste aniversario” Amor mío, negrito de mi alma: Hoy hubiera deseado estar junto a ti, mi viejito, o por lo menos que recibieras estas líneas para que te dieras cuenta de que tengo presente este triste aniversario y que a tres años de la irreparable pérdida de tu santa madre Q.E.P.D. no puedo dejar de enviarte mis sentidas frases y la seguridad de mi amor. Te pido saludes a tus hermanitas en mi nombre y les digas que uno a los suyos mis ruegos por el eterno descanso de la inolvidable ausente. Habrás recibido mis dos cartas anteriores. Yo recibí la tuya del 24 que me dejó más contenta. Después he mandado dos o tres días, pero nada. Te pido que cuando me escribas muchas veces si me quieres. Si puedes me dices qué día vuelves a escribirme para reclamar las cartas porque algunas veces dicen que no hay, sin fijarse. Mañana espero noticias tuyas y muy pronto el retrato prometido que estoy deseando recibir ¿me lo mandarás prontito? Me dices que si necesito alguna cosa te avise; por hoy no te molesto y te agradezco mucho. Cuando me escribas dime si viste a papá, cómo lo encontraste y si no te parece mucha curiosidad dime qué conversaron. Mi negrito hasta muy pronto que te escribiré otra más noticiosa, recibe de mamá un saludo cariñoso y de tu Chela enamorada el corazón. Tu siempre Felicita. Lunes 2 Mi negrito, hoy tampoco he recibido noticias tuyas. Te adora tu Felicita.

JOSÉ Y FELICITA – UNA HISTORIA DE AMOR – 1929 (3)

149169.- Carta Montevideo, 3 de diciembre de 1929 [martes] “Mucho me hubiera gustado festejar junto a ti el cuarto aniversario de nuestro amor, de nuestro conocimiento... aquella noche en que por primera vez te vieron mis ojos y adiviné en ti a mi futura compañera” Mi viejita queridísima, mi reinita linda: No te extrañe que no te haya escrito antes, ni que ésta no sea todo lo extensa que debe ser. Tengo un mareo tan grande con esta materia que voy a dar el dieciséis, que ni sé lo que hago. Hoy estudié desde las seis hasta las once y media, de las dos a las siete y media y ahora, después de escribirte ésta, pienso estudiar hasta las once o las doce de la noche. Te imaginarás cómo estaré. Pero no quiero que pase el tres de diciembre sin escribirte. Mucho me hubiera gustado festejar junto a ti el cuarto aniversario de nuestro amor, de nuestro conocimiento. Pero ya que no puede ser, quiero, por lo menos, decirte que hoy te quiero tanto como nunca deseé quererte aquella noche en que por primera vez te vieron mis ojos y adiviné en ti a mi futura compañera. Mi entusiasmo no ha decaído en lo más mínimo, mis intenciones son cada vez más definidas y yo estoy cada vez más enamorado de ti. No pienses mal, pues, si esta carta no es tal como debería ser. Te la escribo después de cenar, un momento antes de ir a lo de Aguirre a estudiar. Pronto estaré libre y entonces iré a verte, con lo cual me compensaré de los apuros de ahora y te compensaré de la brevedad de estas cartas. Dame noticias tuyas y de tu mamá y explícame qué dificultades son ésas que se han presentado ahora para la correspondencia. Dile a tu mamá que yo deseo que se componga pronto porque quiero verla sana cuando yo vaya a visitarte. Mis hermanas te escribieron ayer y dicen que no te apures de ninguna manera para contestarles, porque ellas saben que tú estás siempre muy atareada. Espero carta tuya en estos días. Bueno, vieja mía queridísima. Hasta la próxima carta, que trataré de escribirte lo más pronto posible. Te adora y te adorará siempre tu José, que quiere verte pronto. 170.- Carta Montevideo, 6 de diciembre de 1929 [viernes] “Hacerte dichosa... es el más gratos de los deberes que tengo... porque te quiero, porque tú me quieres, y porque al hacer tu dicha yo aseguro también la mía.” Cariñito mío, mi vida: Recibí tu carta del primero y te agradezco en el alma las palabras tuyas. Tu bondad y tu deseo de compartir mis sentimientos hubieran atraído sobre ti el cariño de mi madre y yo habría sido más feliz sabiendo que ella te conocía y te quería. Por los buenos sentimientos que manifiestas y por tu deseo de confortarme en los malos trances, yo estoy más obligado aún a esforzarme para que participes en mis alegrías y a hacerte dichosa. Este deber mío es el más grato de los deberes que tengo y lo llevaré a cabo, si me es posible, con la mayor alegría, porque te quiero, porque tú me quieres, y porque al hacer tu dicha yo aseguro también la mía. Me dices en tu carta que te diga, al escribirte, si te quiero. ¿Podrás ponerlo en duda? Lo que siento es tener que decírtelo por carta, cuando estoy deseando decirte, estando junto a ti, que te adoro. Pero por suerte faltan ya pocos días para que yo dé mi examen y tan pronto como las tareas del estudio me dejen libre iré, ansioso de verte, a pasar unos días contigo. Estoy deseando que llegue el día de ir a verte; porque estoy algo fatigado y noto la necesidad de un descanso. Y ¿dónde mejor que al lado de mi noviecita? No te imaginas

JOSÉ Y FELICITA – UNA HISTORIA DE AMOR – 1929 (3)

150cuánto deseo verte, mi vieja. En estos días que paso encerrado, tragando páginas, te extraño más, porque me gustaría, al terminar por la tarde, de leer, ir a verte y olvidar a tu lado todo lo que no tenga relación con nosotros. Mi retrato no podré mandártelo hasta dentro de unos días, porque ahora tengo muy poco tiempo. A tu papá no he podido verlo y por ahora no podré ir a visitarlo. Cuando lo vea te diré de qué conversamos sin que me parezca mucha curiosidad de tu parte. Dime si recibiste una carta que te escribí el veintinueve del pasado, porque veo que el dos de éste no la habías recibido. Yo te escribiré ahora el martes diez y no te escribo antes porque tengo mucha tarea y estudiamos de noche también. Espero carta tuya. Dale recuerdos a tu mamá de mi parte y de parte de mis hermanas. Tú, vieja de mi alma, en tanto yo no puedo decírtelo personalmente, recibe con esta carta la seguridad del amor sincero y grande de tu José, de cuyo corazón eres la única dueña. Te quiero mucho 171.- Carta Montevideo, 13 de diciembre de 1929 [viernes] “Van con ésta tres cartas que te escribo sin tener noticias tuyas... no debes causarme esta ansiedad, antepuesta hoy a todas las que me agobian con este dichoso examen” Mi vieja queridísima: Aprovecho un momento que me dejan libre los apuros de la preparación de mi próximo examen para escribirte ésta, inquieto y alarmado al ver que no tengo noticias tuyas. Van con ésta tres cartas que te escribo sin tener noticias tuyas: una el tres, otra el diez y la de hoy. ¿Recibiré carta mañana? Te aseguro que no sé qué pensar ante tu silencio. Debes tener en cuenta que ante un retraso de esta clase me intranquilizo y no debes causarme esta ansiedad, antepuesta hoy a todas las que me agobian con este dichoso examen. Espero pronto carta tuya. Yo daré el examen el lunes dieciséis, si me llaman ese día y tan pronto como esté libre, iré a verte. Te avisaré con el tiempo necesario para que me esperes.

Ahora me voy a estudiar a lo de Aguirre, porque nos faltan algunas cosas que preparar. Recuerdos a tu mamá y tú recibe el cariño de tu José, que anhela verte pronto. 172.- Carta de Felicita “Villa Felicia” 14 de Diciembre 1929 [sábado] “Es cierto que en mi anterior te pedía que no te preocuparas por escribirme seguido, pero te confieso que tus cartas, aunque cortitas, siendo cariñosas, las deseo.” Negrito de mi alma, amorcito mío: Esperé toda la semana tus noticias y por fin, llega tu carta del seis a traerme tus palabras de cariño con las que me proporcionas gran alegría. La carta que me anuncias del diez, no la he recibido. ¡Ah! mi negrito, si supieras cuánto he pensado en ti, y qué intranquila he estado. Es cierto que en mi anterior te pedía que no te preocuparas por escribirme seguido, pero te confieso que tus cartas, aunque cortitas, siendo cariñosas, las deseo. Ya habrás visto por mis anteriores que recibí tu carta del veintinueve así como la del tres. Viejito, te ruego que cuando vengas, si no te es molestia, pases por lo de Mendieta Larrañaga por si hay alguna carta y lo saludas para que así quede contento y se porte bien con nuestra correspondencia. Cuento los días que faltan para vernos y a medida que éstos pasan, aumentan más mis deseos de verte. Ven prontito a llenar de alegría el corazón de tu negra que a pesar de la distancia te quiere cada día más y espera ansiosa el resultado de tu examen.

JOSÉ Y FELICITA – UNA HISTORIA DE AMOR – 1929 (3)

151 Mamá está contenta con tu venida, me dice que te harán mucho bien unos días de descanso aquí. Te pido me traigas unas hojas de papel matamoscas; cuando vengas vas a asustarte de la cantidad de moscas que hay. ¿Siempre piensas venir el dieciocho? Te pedí me dijeras si vienes en el tren de la mañana o en el de la tarde. Si en tu carta del diez me dices cuándo vienes, le avisaré a Abogadro para que vaya a esperarte a la estación. Darás cariños en mi nombre a tus hermanitas y tú recibe todo el cariño que te profesa tu Chela que es y será siempre (si tú la quieres) tu enamorada. Felicita. Santiago le avisará a Abogadro en qué tren vienes y te esperará en la estación. No te olvides de traerle algún tabaco fuerte y un cigarro de hoja. 173.- Carta de Felicita “Villa Felicia” Diciembre 27 de 1929 [viernes] “Recién hoy te has ido y ya el día me pareció interminable” ... “¡Ah, viejito queridísimo cuántos recuerdos y cuánto amor has dejado en el corazón de tu Chela!” ... “tus cartas tan queridas y deseadas porque en ellas tratas lo que se relaciona con nuestro amor” José mío adoradísimo de mi alma: Me parecen un sueño los días que pasaste en ésta, nunca ocho días han podido parecer tan cortos como éstos pasados junto a ti; no serán así los ocho que los seguirán. Recién hoy te has ido y ya el día me pareció interminable, sólo ahora que me pongo a escribirte parece que el reloj apresurara su marcha y al sentirlo tengo un motivo más para pensar en ti. ¡Ah, viejito queridísimo cuántos recuerdos y cuánto amor has dejado en el corazón de tu Chela! Pero también me dejaste preocupada porque me parece que estás algo enfermo y te pido nuevamente veas un médico antes de venir; Dios quiera estés bien, si no fuera así y necesitaras un tratamiento creo que aquí en la tranquilidad del campo, teniendo a mamá y a mí para atenderte y cuidarte, te pondrás del todo bien. ¿Cómo encontraste a tus hermanitas y a Beto? Imagino que te habrán extrañado. Amor mío, mañana continuaré ésta y trataré de enviártela lo más pronto posible. ¡Cuánto me gustaría soñar contigo mi negrito adorado! Pero... no sé si tendré esa alegría. Quiero repetirte una frase que acaba de decir mamá y que me dejó entrever una dicha futura. Al entrar en tu pieza, dijo: “¡Qué triste ha quedado la casa, parece mentira cómo se extraña José! En realidad se hace querer ese pillete ¿no te parece?”. Y yo le digo: “¡Si se podrá hacer querer!” Sábado 28, Día de los Inocentes: Hoy, viejito mío, sin más pensamiento que tu personita adorada, he pasado el día ajena a todo lo demás; esto ha dado lugar a que mamá me hiciera unas cuantas veces inocente y María lo consiguió diciéndome que Mendieta vino a disculparse porque perdió una carta que le habías dejado al hijo antes de irte. Con el consiguiente disgusto la escuché; pensando en tus cartas tan queridas y deseadas porque en ellas tratas lo que se relaciona con nuestro amor, empezaba a lamentarme cuando me dice “que la inocencia te valga” (No se imagina ella cuánto me hubiera gustado recibir en ese momento una carta tuya). Hoy en todo el día no ha ido nadie a San Ramón, veré si puedo enviarte ésta mañana domingo. Negrito mío, deseo te encuentres bien y que pases un primero de año muy feliz en compañía de tus hermanitas; yo por mi parte ruego a Dios porque éste sea el último año que pasemos tan lejos y porque tú puedas realizar todo lo bueno que deseas. Con saludos de mamá darás los míos cariñosos a tus hermanitas y tú recibe el amor sincero de tu Chela que te quiere y será siempre tu Felicita.

JOSÉ Y FELICITA – UNA HISTORIA DE AMOR – 1929 (3)

152Lunes 30: Muy a mi pesar no pude enviarte ésta ayer. Hoy te dejo en ella la expresión de mi más grande amor con toda la ternura del alma de tu Felicita. 174.- Carta Montevideo, 28 de diciembre de 1929 [sábado] “Piensa, al empezar el año, que yo te amo... que en ti veo la encarnación de un amor que fue sueño durante mucho tiempo y que hoy es realidad... piensa que a partir de un día, ya cercano, el año naciente nos verá juntos... Recuerda que una alegría es tanto más grande, tanto más duradera, cuanto mayor ha sido el dolor con que la hemos comprado” Negra de mi alma: Recibirás ésta en las cercanías del primero de año y si así es, deseo que ella te lleve mi saludo y mis votos de felicidad en el año que entra. Ya que no puedo pasar a tu lado ese día, vieja de mi corazón, quisiera que estuvieras si no contenta del todo, porque eso sé que no puede ser para ti en tus condiciones, por lo menos sin nostalgia, sin penas de recuerdo. Que el recuerdo de los ausentes que tanto te quieren, entre ellos yo, llegue a ti, no para oprimirte el corazón y empañar tus divinos ojos, sino para dilatar tu alma en la esperanza de la felicidad futura, gozada por todos. Que el dolor que a todos nos muerde al ver que pasó un año, sea levísimo para ti y no se exacerbe al pensar que no estoy junto a ti para decirte cuánto te quiero y cuáles son mis proyectos y esperanzas para el futuro, esperanzas y proyectos tan ligados a ti que no podrían ya subsistir solos, porque tú eres la razón de que existan. Piensa, al empezar el año, que yo te amo con la sinceridad y nobleza más grandes, que en ti veo la encarnación de un amor que fue sueño durante mucho tiempo y que hoy es realidad, para dicha mía, gracias a ti, mi Felicita, que te cruzaste en mi vida para llenarla de alegría. Piensa que a partir de un día, ya cercano, el año naciente nos verá juntos, siempre juntos, y asistirá a nuestra felicidad. Recuerda que una alegría es tanto más grande, que es tanto más duradera, cuanto mayor ha sido el dolor o el esfuerzo con que la hemos comprado y que esa soledad en que hoy estás, ese aislamiento, te serán compensados con creces cuando mi amor te una a mi vida para siempre. Tengo la convicción de que de este amor que vive en nosotros ha de nacer la dicha que ponga una sonrisa en tu boca deliciosa, un estímulo perenne en mí para el esfuerzo y en los dos una esperanza siempre viva para el porvenir. Ámame y espera, Felicita mía, a que sea realidad lo que ahora estoy soñando. Que el año que entra te haga feliz y que yo sea siempre merecedor de tu querer. Saluda a tu mamá y trasmítele el deseo que tengo de que 1930 sea mejor para ella que todos los anteriores. Te quiere locamente tu José, que piensa en ti. 175.- Carta Montevideo, 29 de diciembre de 1929 [domingo] “Como ves, van dos cartas: una noticiosa; otra no.” Vida mía: No he ido aún a casa de Celia G. porque se me hace cuesta arriba ir a despertar dolores y enconar heridas con recuerdos fúnebres, tan luego en estos días, cuando más se hará sentir la ausencia del pobre R. Pero mañana, lunes, iré a saludar a la señora en nombre de Uds. y mío, y a ofrecerme en lo que pueda serle útil. Después iré a saludar a tu tía Anita. Dirás que soy un haragán, pero no he ido tampoco a saludar a tu tía Coca. A tu tío Venancio lo encontré en el tranvía el viernes y le prometí ir a visitarlo. Sé por Osvaldito que tu papá está bien aunque no lo vi a mi llegada a ésa. Confío en que me disculparás estas omisiones, teniendo en

JOSÉ Y FELICITA – UNA HISTORIA DE AMOR – 1929 (3)

153

cuenta que me he dedicado a no hacer otra cosa que comer y dormir, como hacía allí. Ya ves a qué conduce el acostumbrarse a la buena vida. Cuando vine encontré a la familia de Aguirre muy triste porque éste dijo que no se había presentado al examen. En realidad se presentó, pero volvieron a reprobarlo. Como ves, la fatalidad se ensaña con el pobre muchacho, con el agravante de que, como es un muchacho de vergüenza, sufre lo indecible. Mis hermanas están bien y te mandan recuerdos. Yo hubiera querido mandarte guindas, como me encargaste, para que hicieras un guindado con que convidarme; pero no las encontré tal como las quería. Aproveché entonces para comprarte una damajuanita de guindado, con lo cual, una vez terminado el contenido, podrás utilizar el continente para alguna de tus obras maestras (sin lisonja) de licorera. Van otras cosas para ti y perdona la pobreza del presente. Dile a tu mamá que en casa saboreamos la torta con el desayuno y la merienda, que estaba muy rica, lo mismo que el abrazo; pero que con huéspedes de buen diente no duraron, ni la torta ni el abrazo, lo que un medio3 en la puerta de la escuela. Hoy a las doce comí con la familia de mi compañero Yrigoyen, que ha venido para pasear. El hermano mayor, que tiene estancia en Paysandú conoce mucho al coronel A. y dice que vio en los diarios el casamiento del hijo y a mí entre los testigos. Después te contaré más despacio. Ahora termino, porque mañana tengo que ir a la estación a llevar el paquetito para ti. Saludos a tu mamá y a los demás y tú recibe todo el cariño que en una carta puede mandarte tu José, que te extraña mucho. [Al Margen:] Como ves, van dos cartas: una noticiosa; otra no. Espero tu carta de mañana y te contestaré enseguida, si veo que tiene tiempo para llegar antes que yo. 176.- Carta Montevideo, medianoche del 31 de diciembre de 1929 [martes] “Suenan en la calle bocinas y trompetas saludando el advenimiento de 1930 y yo pienso en ti que estás tan sola... Mientras aquí todo el mundo se aturde y se divierte, yo me he encerrado en casa y dentro de mí mismo para recordarte”... “Sólo despierta amor quien demuestra amor y si el amor profundo que hoy tan dulcemente nos domina no se mostró tal como era, se debió a aquel como recelo que cada uno tenía en la sinceridad del otro.” Chelita mía, santa de mi alma: Termino el año con un pensamiento, el más noble, el más profundo, puesto en ti; y comienzo el año nuevo enviándote a la distancia el más tierno sentimiento que mi corazón pueda encerrar. ¡Cuánto me gustaría poder estar contigo esta noche! En cambio, falto de mi negra adorada, las fiestas de fin de año no tienen para mí todo el encanto que debieran tener. Suenan en la calle bocinas y trompetas saludando el advenimiento de 1930 y yo pienso en ti que estás tan sola. ¡Mi viejita!... Mientras aquí todo el mundo se aturde y se divierte, yo me he encerrado en casa y dentro de mí mismo para recordarte y al pensar en tu soledad me vienen deseos de hacer quién sabe qué cosas para que tú también tuvieras tu parte de alegría. Al no poder realizar esos deseos ahora, abrigo la esperanza de que se verán cumplidos en este año que se inicia. (Las dianas que suenan en el destacamento de la cuadra, en este momento, no pueden ser mejor augurio). Deseo verte llena de felicidad, de contento, junto a los tuyos, con lo cual seré también dichoso. La guiñada de la luz, al dar las doce, me recuerda tus guiños, tan picarescos y encantadores. Ya vivimos en otro año. Ojalá me quieras este año mucho más que el pasado. Recibí tu carta del 27 de diciembre, que me gustó mucho y supongo que habrás recibido la que te escribí últimamente y que yo te envié juntamente con un paquetito. Si no los has recibido avísame cuanto antes para reclamar.

3 Moneda de cinco centésimos de peso, o medio real, Pues el real valía diez centésimos

JOSÉ Y FELICITA – UNA HISTORIA DE AMOR – 1929 (3)

154 No te preocupes por mi salud porque estoy bien. El doctor a quien consulté me dijo que era por una alimentación excesiva por lo que yo sentía aquellos malestares. Me recomendó, por lo tanto, que comiera poco y que hiciera ejercicio moderadamente. Te agradezco tu ofrecimiento para cuidarme, junto con tu mamá, si fuese necesario, y no sabes cuánto me place verte tan bien dispuesta, pero creo que no será necesario que me cuides por ahora. ¿Con que me he hecho querer? Más vale así, mi santa. Sólo despierta amor quien demuestra amor y si el amor profundo que hoy tan dulcemente nos domina no se mostró tal como era, se debió a aquel como recelo que cada uno tenía en la sinceridad del otro. Pero hoy, disipada la duda, nos entregamos a la pasión y es dulcísimo ¿verdad, mi negra? ver que nuestro amor halla eco en el alma de quien amamos. Tú deseas soñar conmigo, pero yo no quisiera soñar contigo si los sueños fuesen como el de anoche. ¡Lo que he sufrido! Te veía desconfiada, fría, indiferente, hasta el punto de irte, sin decirme nada ni avisarme, a la casa de un tío Guzmán o Germán y yo, con un ramo de flores en la mano, te buscaba por todos lados. Cuando Osvaldito, a quien encontré en ese momento me dijo dónde estabas, decidí ir a verte en seguida para echarte en cara tu proceder, me vestí ¡en un sótano de la Facultad! Agitado y rabioso porque unos compañeros me tomaban el pelo enterados de mi conflicto sentimental... y me desperté. Me dices que te hicieron inocente. A tus primas de Buenos Aires les hizo tu tío Pancho, simulando que era de tu tío Mario, un telegrama ordenándoles se fueran inmediatamente. Cuando estaban haciendo las valijas les dijo que era mentira y las hizo inocentes. A mí no me hicieron inocente, aunque lo intentaron varios. Y ahora, mi vieja, tengo que darte una noticia desagradable. No puedo ir el cuatro a verte porque salgo el dos de enero para examinar en campaña. Pero es una gira corta y espero ir a verte el once o el doce. Ten paciencia, mi vida, y está segura de que sólo la fuerza de los compromisos que tengo con la Universidad puede separarme de ti y retrasar mi visita. Pero tan pronto como termine la tarea que me han impuesto verás a tu novio, más rendido y enamorado que nunca, ansioso de contemplarte, acudir a tu lado para decirte que te ama con locura. Te escribiré desde cada uno de los puntos adonde llegue y te pido que me escribas cuanto antes aquí, a Montevideo, porque estaré de vuelta el cuatro, de Minas y saldré el seis para Mercedes. Saluda a tu mamá en mi nombre, desea a todos un año feliz y tú recibe el cariño sincerísimo de tu José, que siempre te quiere. Recuerdos de mis hermanas que están bien. Me olvidaba de decirte que fui a casa de Celia G. y me dijeron que estaba en lo de tu tía Anita. Fui allá, tu tía Anita no estaba y saludé a Beba, pero no pude ver a Celia porque en ese momento se había ido de nuevo a su casa. Por medio de Beba le presenté mis saludos y los de Uds. Te quiere mucho, tu José.

JOSÉ Y FELICITA – UNA HISTORIA DE AMOR– 1930 - 1

157177.- Carta Montevideo, 5 de enero de 1930 [domingo] “Hazte cuenta de que los Reyes ponen esta noche en tu zapatito un amor grande, puro, fuerte... yo no estaré tranquilo si los Reyes no ponen en tu zapatito tanta felicidad, tanta alegría, que desbordando de tu corazón llegue a mi corazón” Mi queridísima Felicita: Estoy de vuelta en Montevideo. Después de examinar en el Liceo de Minas, volví anoche a ésta y mañana salgo para Mercedes. Estaré de regreso, con multiplicadas ansias de verte, dentro de cuatro o cinco días y tan pronto como llegue iré a verte, sin más demora que la necesaria para arreglar lo necesario. Disculpa las redundancias. Mis hermanas me mandarán tus cartas, si creen que podrán alcanzarme. Yo estoy esperando que me digas si recibiste dos cartas mías y un paquetito que te mandé con algunas cosas. Tengo aquí, para llevarte cuando vaya, unos bulbos de dalias y gladiolos soberbios, que te van a gustar mucho. Dan flor en pocos días a condición de ser sembrados en tierra buena y abonada, por lo cual podrías decirle al italiano que vaya preparando los bordes de los canteros o de donde tú quieras plantarlos, para hacerlo tan pronto como llegue. En la gira conseguí ya dos habanos para Santiago, pero se los daré si él no se ha hecho esperar demasiado para visitarlas. Dile al italiano, si te parece, que a él también le tocará, siempre que haga bien lo que tú le pidas. Me imagino cómo habrás pasado estos días, mi querida. Cuando pienso que yo esperaba pasar esta noche contigo, hablándote de mi amor, lleno de felicidad, me entristezco. Hubiera querido poner esta noche, en complicidad con el rey mago negro (los negros nos entendemos muy bien) algún regalito en el zapato que calza tu pie, pie que yo adoro porque sustenta el cuerpo delicioso de mi noviecita. Pero si no he podido cumplir mi deseo, hazte cuenta de que los Reyes ponen esta noche en tu zapatito un amor grande, puro, fuerte. Lo buscarás mañana, mi vida, y tu mano tal vez halle cosas palpables, bien materiales; mas si buscas un poco en ti misma hallarás que desde aquí ha ido un latido de mi corazón, de mi corazón que es y será siempre tuyo, a asegurar la realidad del hallazgo. ¡Mi viejita! Ya trataré yo de compensar tus tristezas de ahora con la felicidad de mañana. Llegará el día, está segura, de nuestra dicha, y yo no estaré tranquilo si los Reyes no ponen en tu zapatito tanta felicidad, tanta alegría, que desbordando de tu corazón llegue a mi corazón. Así lo espero y lo deseo. Saluda a tu mamá en mi nombre y tú, vieja mía adorada, recibe la seguridad de que no dejará nunca de ser tuyo el corazón de José, que irá a verte pronto. [Al margen:] Espera tranquila. Te quiero y te quiero sólo a ti. Tú eres y serás siempre la única, la querida, la que reina en mi alma. Desde Minas te mandé unas postales ¿Las recibiste? Siempre te recuerdo. Te quiero mucho. 178.- Carta de Felicita “Villa Felicia” Enero 5 de 1930 [domingo] “La mayor parte de las veces al soñar contigo, mis sueños han sido muy tristes, tanto, que ni quisiera recordarlos. Tú, mi negro adorado, olvida ese sueño si tanto te hizo sufrir y piensa que tu Felicita nunca dejará de quererte.” Negrito del alma, viejito adoradísimo: Hoy, cuando más pensaba en ti, llega tu carta como ves tan atrasada, cariñosa, vino a traerme tus noticias y con ellas la tranquilidad que me faltaba al no haberte visto ayer ni hoy. Creí podías estar enfermo, esto te puedes imaginar lo que me hacía sufrir. Creo cumplirás muy bien la recomendación del médico, aunque gracias a Dios tu enfermedad no es de

JOSÉ Y FELICITA – UNA HISTORIA DE AMOR– 1930 - 1

158cuidado ¿verdad? pero aún así no dejo de pensar que en este viaje mi viejito no podrá atenderse bien. Espero que pasarás aquí algunos días para descansar de tus tareas. Negrito mío, te esperé con tanto anhelo, que el tiempo pasado desde nuestra separación me resulta interminable pero, a la idea de que este viaje te es ventajoso, espero más contenta llegue el día de tu venida. Gracias mil por las lindas postales, me impresionaron muy bien. El 31 recibí tu encomienda junto con la carta, agradezco todo. Mi mimosito, al leer lo que me dices de tu sueño quiero pensar que en la realidad, sucede todo lo contrario; si fuera como dicen algunos “que los sueños se realizan”, no podría ser feliz. Tú recordarás te he dicho que la mayor parte de las veces al soñar contigo, mis sueños han sido muy tristes, tanto, que ni quisiera recordarlos. Tú, mi negro adorado, olvida ese sueño si tanto te hizo sufrir y piensa que tu Felicita nunca dejará de quererte. Viejito, espero tus noticias dándome aviso del día que vendrás y en qué tren, así no me sucede lo del cuatro y el cinco, ya que es tan triste esperar en vano. No te anuncio otra carta porque no tendrías tiempo de recibirla antes de venir. Con saludos de mamá y los míos cariñosos para tus hermanitas recibe el alma de tu Chela que te quiere y será siempre tu enamorada. Felicita. 179.- Carta Mercedes, 8 de enero de 1930 [miércoles] “Todas las noches pienso, al acostarme, en ti y más todavía al ver, desde el balcón de mi cuarto, la luna rielando sobre el río Negro, que semeja una lámina de plata... Es un espectáculo tan soberbiamente bello, que yo, al pensar en lo que te gustan las noches de luna para testigos de tus momentos felices, hubiese querido tenerte junto a mí” Felicita querida, inolvidable noviecita mía: En un momento libre te escribo, aunque quisiera hacerlo con más detenimiento. Pero tengo tanto trabajo que no puedo hacer otra cosa que aprovechar los ratos perdidos, entre uno y otro examen, para hacer poco a poco, a pedazos, esta carta, para que te lleve una prueba de mi cariñoso recuerdo. Nunca más que ahora se siente la necesidad de un tranquilo y amable refugio, ante el bullicio y el desorden que reinan en este Liceo; no te imaginas cuánto deseo estar libre para ir a verte y descansar junto a ti de la fatiga que produce el estar examinando desde la siete hasta las doce y media, desde las dos hasta las ocho y media y todavía, de noche, examinar estudiantes libres, que a consecuencia de la mala organización de este Liceo abundan extraordinariamente. Espero carta tuya, que mis hermanas me mandarán a Fray Bentos, si me has escrito a Montevideo. Aquí nos hemos detenido más de lo que esperábamos, pero mañana saldremos para la ciudad vecina y ya, terminados los exámenes, volvemos, no por Buenos Aires, sino por tren a Montevideo. Allí, una vez libre, arreglaré mis cosas y enseguida iré a verte, ansioso de mirarte en los ojos y decirte que te adoro. Todas las noches pienso, al acostarme, en ti y más todavía al ver, desde el balcón de mi cuarto, la luna rielando sobre el río Negro, iluminándolo de tal manera que semeja una lámina de plata. Es un espectáculo tan hermoso, tan soberbiamente bello, que yo, al pensar en lo que te gustan las noches de luna para testigos de tus momentos felices, hubiese querido tenerte junto a mí para que gozaras de la dulzura de estas noches. Si no estuviera tan cansado, si no tuviera que examinar al otro día, me quedaría en el balcón para pensar en ti; porque, evidentemente, nada hay que haga volar el pensamiento, y atado a él le corazón, como estas noches.

JOSÉ Y FELICITA – UNA HISTORIA DE AMOR– 1930 - 1

159 Cuando nos casemos, mi vieja adorada, haremos un viajecito por aquí, tan pronto como haga noches de luna. Te aseguro que vale la pena, porque frente a este maravilloso panorama se siente la vida en toda su amplitud y hay un deseo inmenso de hallarse junto a la mujer querida. ¿Comprenderás, entonces, cuánto te echo de menos? ¿Comprenderás cuánto desearía estar a tu lado para decirte una vez más que te quiero, que te adoro y que quisiera que ya fueras mi mujercita idolatrada? Saluda a tu mamá en mi nombre y tú recibe el cariño de tu novio José, que te querrá siempre. [Al margen:] Hemos tenido un doloroso acontecimiento. Una niña que salvó el examen dio la noticia a su mamá y ésta, enferma del corazón, murió instantáneamente. Hace pocos meses había muerto el padre. Son nueve hermanos y el mayor tiene sólo dieciséis años. Esto nos ha impresionado dolorosamente. 180.- Carta Fray Bentos, 11 de enero de 1930 [sábado] “Añoro tu presencia y el recuerdo pone alas a mi pensamiento, que vuela hacia ti a cada instante. ¿Pensarás en mí ahora, vieja de mi vida?” Mi Felicita querida: Esperaba tener carta tuya aquí , y no tienes idea de cuánto la necesito; pero no he tenido la suerte de poder gozar en la lectura de unas letras tuyas. Estamos terminando de examinar en este Liceo y hoy saldremos para Mercedes, a fin de tomar el tren para Montevideo, donde estaremos esta noche. Falta poco, pues, para verte, negra de mi alma, y las horas son lentas para mi ansiedad. Añoro tu presencia y el recuerdo pone alas a mi pensamiento, que vuela hacia ti a cada instante. ¿Pensarás en mí ahora, vieja de mi vida? Tan pronto como llegue a Montevideo y arregle mis cosas irá a verte, contento de estar a tu lado, en el amable retiro del campo, encantado por tu presencia, mirando esos ojos tuyos tan dulces. Tengo ganas locas de sentir la caricia de tus manos suaves y siento algo así como la necesidad de oír de tus labios que me quieres siempre. Será, pues, mi adorada, hasta pronto. Saluda a tu mamá en mi nombre y tú recibe el cariño de tu José, que te echa mucho de menos. 181.- Carta Montevideo, 26 de enero de 1930 [domingo] “Tengo el deseo de ver, más o menos cómo acoges una de mis misivas y conjeturar qué efecto causa en ti su llegada... Tal vez cuando ésta llegue a ti yo ya te habré contado todo esto”... “No quiero pensar en los días que me esperan después de volver de mi próxima visita, porque está visto que cada día te necesito más. Ahora mismo yo no soy otra cosa que mi deseo grande, inmenso de verte” Vieja de mi alma: Sé que esta carta llegará a tu poder estando yo a tu lado. Pero tengo el deseo de ver, más o menos cómo acoges una de mis misivas y conjeturar qué efecto causa en ti su llegada. ¡Cómo te he echado de menos, negrita mía! Verás cómo he empleado el tiempo desde que vine. Al llegar, el viernes, me avisaron que la comida se realizaría esa misma noche. En efecto en “La Torre” en Pocitos nos reunimos para cenar alrededor de veinte compañeros. Terminamos tarde, cerca de las doce y salimos a pasear un poco en auto, llegando hasta Carrasco. Allí tomamos cerveza y estuvimos charlando hasta que, ya cerca de la una, volvimos al centro. Esa noche me acosté a las dos, molido y muerto de sueño.

JOSÉ Y FELICITA – UNA HISTORIA DE AMOR– 1930 - 1

160 Al otro día anduve, después de la conferencia y de hacer un poco de gimnasia, viendo a algunos consejeros. Dormí una siesta larga y de noche, después de cenar, fui con mi tía y mis hermanas al Parque Rodó, donde había fuegos artificiales. Allí estuve con tu tía Coca, con Chichito y su señora, tu prima, Chula y otros. Tal vez cuando ésta llegue a ti yo ya te habré contado todo esto pero no importa. Ahora pienso en ti y al escribirte me imagino estar contigo, contándote todas estas cosas. En todas estas andanzas te extrañaba y sentía la necesidad de algo a que me había acostumbrado. Suerte que ya faltan pocas horas para verte de nuevo. Tengo unas ganas locas de charlar contigo y contarte algunas novedades, muy pocas, por otra parte. ¡Qué domingo tan aburrido! No te imaginas qué soberano y fatal hastío se ha apoderado de mí. No sé qué hacer. Me he acostado a dormir la siesta y no he dormido; me he puesto a ordenar los apuntes que tengo que estudiar y una vez terminado el arreglo he salido a dar una vuelta en tren. Bajé en Andes y Dieciocho. Corría un viento helado y me he puesto a caminar. Cuadra a cuadra he marchado hasta Juan Paullier y he tomado un Once para ir a casa. No quiero pensar en los días que me esperan después de volver de mi próxima visita, porque está visto que cada día te necesito más. Ahora mismo yo no soy otra cosa que mi deseo grande, inmenso de verte. En tanto, siempre está contigo el corazón de tu José, que te adora. 182.- Carta de Felicita “Villa Felicia” 9 de Febrero de 1930 [domingo] “Hoy, después que te fuiste, estuve fijándome en las dalias y los gladiolos, recuerdas el que faltaba a la cabecera del cantero del patio, ha nacido, así como las dalias... Enseguida de almorzar y extrañándote mucho he venido al monte, desde donde te escribo” Negrito mío adoradísimo: Cuando te dije que te escribiría el miércoles sabía que no podría pasar tanto sin charlar con mi viejito, deseo que ésta llegue a ti en un momento en que no la esperes, así, al verla encima de tu mesa, dudas un poquito... ¡Cuánto me gustaría ver cómo la recibes! Hoy, después que te fuiste, estuve fijándome en las dalias y los gladiolos, ¿recuerdas el que faltaba a la cabecera del cantero del patio?, ha nacido, así como las dalias Mac Donald, Emma Groot y Bordeaux. Enseguida de almorzar y extrañándote mucho he venido al monte, desde donde te escribo ¿cómo puedo emplear mejor mi tiempo? Nada para mí es tan agradable como pensar en los días felices que pasé a tu lado mi negro adoradísimo y dedicarte algunos ratos, mi mimosito, ya que tanto te has hecho querer. Si sigues así (sacado de algún caprichito) creo que llegaré a quererte más de lo que tú supones. Negrito de mi alma, hasta luego, vienen visitas y me veo obligada a interrumpir ésta. ¡Dichosas visitas estas! La señorita Pura: ha de venir a consolarme por tu ausencia. Mi viejito inolvidable, después de haber estado recordándote con mamá, en el mismo sitio donde nos encontrábamos anoche acariciando esperanzas para nuestra deseada dicha, vengo a dedicarte unos instantes, tal vez a la misma hora que tú me escribes, amor mío. ¿Cómo has pasado el día? ¿Extrañaste mucho a tu negrita? ¡Ah mi viejito deseo recibir tu carta que me traerá con tus noticias tus frases cariñosas! ¿Qué has sabido de la Universidad? ¿Empezarás a examinar? Deseo que hayas encontrado a todos muy bien, lo mismo que a papá, espero recibir noticias de todos.

JOSÉ Y FELICITA – UNA HISTORIA DE AMOR– 1930 - 1

161

Mamá igual sigue con el dolor en el brazo. Tu amigo Corazza continúa muy entusiasmado la venta de sus tomaques1. Hoy ha tenido una buena venta, pero lo siento en este momento lamentársele a mamá de que no va a poder matar hormigas; le dice: “é ma, siñora, sabe; per la formica, non deca nata, e non more si Dío non manda un po di acua, pero non se puo matá ¡Acua Dío, acua!”. Ya ves viejito mío este tonto italiano hizo que me distrajera con su charla más tonta aún ¡Qué tipo este! Veremos cuál es su trabajo de mañana. Negrito, me voy a dormir (hoy no hubo siesta) deseando tener un lindo sueño contigo. ¡Ah, si soñara que estás a mi lado!... Cariños a los tuyos y tú recibe el alma de tu siempre Felicita. Saludos de mamá y Osvaldito. 183.- Carta Montevideo, 10 de febrero de 1930 [lunes] “Te aseguro que de todas las veces que me he separado de ti, de todas las despedidas, la de ayer fue la más triste para mí. En esos pocos días que estuve a tu lado percibí la gloria, la dicha inmensa que disfrutaré cuando seas mi compañerita adorada.” Negrita mía: Cuando te prometí que te escribiría el domingo de noche no conté con el cansancio y el sueño que se apoderaron de mí tan pronto como cené. Dejé, pues, para hoy el escribirte y no te imaginas todo lo que anduve, cuántas personas vi y hablé, las vueltas que di y todo lo que aún me falta por hacer. Esta mañana fui a la Universidad a presentarme y pasé un buen rato hablando con el secretario, informándome del orden de exámenes y viendo las posibilidades de conseguir que me mejoren. Después fui a ver a varios consejeros y hablando con unos y otros llegaron las doce y media. Terminé de almorzar y salí otra vez a llevar la dentadura de tu mamá a que la vulcanicen porque yo no tengo cómo hacerlo. Luego fui a ver si Aguirre me había inscripto en la Facultad, porque hoy, diez, es el último día de inscripción. Más tarde fui a la Asociación, me hice cortar el cabello, me bañé, tomé café con leche y luego fui a casa de Zunino a buscar unos apuntes. Mañana tengo que presentar dos solicitudes en papel sellado, una en la Universidad y otra en Instrucción Primaria. Sólo después que arregle todas estas cosas me pondré a estudiar para dar el examen, pero no te preocupes, pues acabo de ver en los diarios que la fecha del examen es el veintisiete de marzo. No me enojaría, y tendrías mucha razón si lo hicieras, que tildaras esta carta de gaceta, por lo abundante de noticias. Ahí van otras, por si eran pocas las anteriores. Tu papá está bien. Fue a buscarme a la Estación y para evitarle caminar mucho cargado con todo lo que le mandaron2 (tú ya conoces la subida del camino Castro, desde el Prado hasta tu casa) lo traje en auto hasta Sierra y Miguelete, donde tomó el Cuarenta y cuatro. En casa están todos bien: mi tía y mis hermanas, sabiendo que iba a escribirte me recomendaron antes de irse al cine que te saludara, que te diera las gracias por todo lo que les mandaste3 y que te diga que desean verte pronto. Si hay otras noticias te las daré en la próxima carta. Ahora vamos a otra cosa.

¿Me extrañas mucho viejita de mi alma? Te aseguro que de todas las veces que me he separado de ti, de todas las despedidas, la de ayer fue la más triste para mí. En esos pocos días que estuve a tu lado percibí la gloria, la dicha inmensa que disfrutaré cuando seas mi compañerita adorada. Y al separarme de ti, al perder momentáneamente lo que constituye mi más hermoso sueño, es cuando siento cuánto vales, cuánto representas para mí, noviecita mía, única entre todas las mujeres.

1 tomaques: por tomates pues así los llamaba el quintero italiano 2 Los productos de la granja que le mandaron por medio de José: dulces, legumbres, conservas. 3 Productos de la granja también

JOSÉ Y FELICITA – UNA HISTORIA DE AMOR– 1930 - 1

162

.

¡Cómo echo de menos la caricia tan suave de tus manos, mi negrita linda, tu sonrisa, la mirada de tus ojos, la gracia de tu cuerpo, la bondad de tu corazón que para tu José se derramaba sin medida, y todos los encantos tuyos que han hecho de ti la mujer que deseo para que me aliente y sea mi esperanza constante en toda mi vida.

¿Cuándo te veré de nuevo mi viejita linda? ¿Cuándo vendrás a alegrar mi vida aquí en Montevideo?

Pero quién sabe cuánto tiempo va a pasar sin que yo vaya a verte por tu casa y esto me entristece, mi viejita. ¡Con qué gusto estudiaría yo y cómo trabajaría con afán si te tuviera cerca, para poder ir a buscar alientos a tu lado! Por eso, para hacer más eficaz mi esfuerzo, para estar más contento, menos preocupado, deseo llevar a cabo la aspiración más grande de mi vida: hacerte mía, mía para siempre. ¡Ojalá esta año me trate como yo deseo! Si así fuera muy pronto podríamos ver realizados nuestros deseos.

Termino por ahora, mi queridísima, porque mañana tengo que levantarme temprano a fin de hacer todas las cosas que tengo que realizar.

Saluda a tu mamá y recuérdale mis recomendaciones de que se cuide para que vea todas las cosas que ella desea ver4. A Osvaldito saludos, y que los extienda hasta la Negra. Tú, mi santa, recibe el cariño inmenso de tu novio que te adora y que te tendrá siempre en el alma, José[Al margen:] El gladiolo que tienen plantado aquí en casa tiene ya más de un metro. Todavía no tiene flor. 184.- Carta Montevideo, 15 de febrero de 1930 [sábado] “En el patio a obscuras, la luna, que entra por la claraboya abierta, pinta de blanco la pared que está frente a mí. Tal vez tú a esta misma hora estés mirando a la que fue testigo de horas inolvidables, saturadas de pasión y de felicidad. Mi pensamiento vuela hacia ti y, si escuchas atenta, puede ser que oigas un “Negrita” envuelto en el susurro de los eucaliptos.” Viejita queridísima, mi amorcito lindo:

Estoy viendo que empiezas a amarme tal como yo quiero que me ame una novia, augurando un amor grandísimo para cuando sea mi mujercita, querida por sobre todas las cosas. El detalle de escribirme el mismo día5, prueba la intensidad con que tu pensamiento me acompañaba, me gustó muchísimo porque me mostró que tu cariño vence a tu característica haraganería para escribir.

Bien inspirada estuviste al desear darme una sorpresa y te aseguro que lo conseguiste, pues fue la más agradable de las sorpresas, la más grata.

Lo que no alcanzo a comprender bien es ese “dudas un poquito” así, subrayado, en que no alcanzo, no veo bien el significado ¿Hay un poquito de celos, es la insinuación de que al no esperar carta tuya la esperaba yo de otra? Claro está que al ver una carta donde reconocía tu letra, cuando menos la esperaba, no daba crédito a mis ojos y te garantizo que no te hubieras considerado defraudada en tu esperanza, si hubieras visto con qué alegría la recibí. Lo que lamento es no haber podido contestártela enseguida, pues he estado examinando todos estos días en la Universidad y en el Liceo Nocturno y no he dispuesto de la tranquilidad y del tiempo que necesito para escribirte, porque siempre que lo hago quiero estar como a solas contigo. En esos días examiné a un muchacho de apellido S.osa, que no sé si será el novio de Chula o algún hermano de él, pero sé que vive al lado de la casa de tu tío Pancho. Otro que examiné fue un hermano de Penadés, a quien, después del examen pregunté por Cata, el nene

4 El matrimonio de sus hijos y los nietos. 5 El mismo día en que José se volvió a Montevideo

JOSÉ Y FELICITA – UNA HISTORIA DE AMOR– 1930 - 1

163y los demás parientes. Me dijo que estaban todos bien, salvo el nenito, que estaba indigestado. – Algún desarreglo, le digo yo. – Sí, me dice, la señora Sara le daba a comer manzanas. ¡Manzanas a un chiquilín de cuatro meses!... decía el muchacho escandalizado. Yo recordaba entonces el caso del chico de Bruzzone, y hallaba disculpas al régimen alimenticio a que lo había sometido la ignorancia de sus familiares, frente al caso de esta señora que asiste a conferencias de Puericultura y lee “El arte de fajar al recién nacido” o “El médico del lactante en el hogar”, obras escritas casi siempre por solteronas o por maestras que no saben lo que son los hijos, y que casi siempre dan consejos de tal naturaleza que si fuesen obedecidos ocasionarían una hecatombe más grande que la de los Santos Inocentes. ¿Así que el gladiolo de la cabecera del cantero del patio no quiso darme el gusto de verlo nacer? El gladiolo de mis hermanas tiene más de un metro de largo y todavía no tiene trazas de echar la vara para las flores. A ver si recuerdo cuáles eran las dalias que me dices que nacieron después de mi venida. La Mac-Donald era la que estaba junto al alambre, frente a la King Harold ¿No es así? Y la Emma Groot la que está al lado del gladiolo obstinado que no quiso dejarse ver y la Bordeaux en medio del cantero. Pero la planta que más quiero; la que da flores más bellas y la que me dará los frutos más hermosos; la que yo me esmero en cultivar para que crezca lozana y cada vez más bella, es la variedad Felicita. Lástima que esté tan lejos y que mis ocupaciones aquí no me permitan hacer de jardinero con tanta frecuencia como yo quisiera. La mejor fiesta para mañana, domingo, sería estar a tu lado, en el monte, para que me dijeses esas cosas que salidas de tu boca tienen para mí todos los encantos imaginables. Pasaríamos horas juntos, tan felices como los días que tan pronto pasaron, y yo, mirando tus ojos divinos, no advertiría la presencia de visitas inoportunas como las que interrumpieron tu carta. ¿Te consoló algo Pura con su visita? Veo que te puso un poco triste la luna al no contemplarla juntos. ¡Cómo me hubiese gustado estar junto a ti en esas noches tan serenas, con el alma más serena aún, y el corazón subiéndome a los labios al decirte que te adoro y repetirte muchas veces más que eres mi única, mi noviecita queridísima, mi Felicita adorada! Y tu mamá, ¿sigue igual, según me dices? Apuesto a que no se cuida nada y que en cuanto tú dejas de vigilarla un momento hace algo que no debía hacer. Ya me parece verla, siempre a vueltas con sus tres motivos habituales de agitación: Osvaldito, María y Corazza, el rey del pomidoro. Y tú ¿has seguido aumentando? ¿Sigue temblando el piso cuando caminas, haciendo chocar las copas en los estantes? Mi viejita linda... ¡Pensar que estamos tan cerca y tan lejos! Pensar que aquí en Montevideo, en esta estación en que todo sonríe, yo estoy solo, añorando tiempos idos, como un viejo, haciendo mi tarea casi mecánicamente.... Pensar que bastaría tu presencia aquí para que yo reviviera y para infundirme nuevas energías, nuevos, bríos. Estoy nutriéndome de recuerdos, mi querida, en vez de aspirar y respirar esperanzas. Dime algo que me levante un poco, mi cariñito, porque me ha aplanado el extrañarte, el tenerte lejos y el contraste de la alegría de todos los demás con la tristeza mía. Hoy todos han salido. Esta tarde mi tía y mis hermanas, fueron a la playa con abundantes provisiones. Ahora, después de cenar, se fueron al Circo del Parque Rodó. Yo estoy solo. En el patio a obscuras, la luna, que entra por la claraboya abierta, pinta de blanco la pared que está frente a mí. Tal vez tú a esta misma hora estés mirando a la que fue testigo de horas inolvidables, saturadas de pasión y de felicidad. Mi pensamiento vuela hacia ti y, si escuchas atenta, puede ser que oigas un “Negrita” envuelto en el susurro de los eucaliptos. Siempre tuyo. José. [Al margen:] Recuerdos a tu mamá y a Osvaldito.

JOSÉ Y FELICITA – UNA HISTORIA DE AMOR– 1930 - 1

164185.- Carta Montevideo, 16 de febrero de 1930 [domingo] “Me reprochas muy suavemente (no en vano tienes una mano admirable para el dulce) que no te haya escrito el domingo como te había prometido. Tú me escribiste esa misma noche esperando que tal vez a la misma hora yo lo haría también y dices que “una vez más” el corazón te engañó.” Mi negrita adorada: Sólo anoche tuve oportunidad de contestar a tu carta, porque no me gusta escribirte apresuradamente y, salvo casos excepcionales, me place tener la tranquilidad y el tiempo necesarios. Hoy, después de levantarme, y cuando iba a echar la carta al correo, el cartero me da otra carta tuya. ¡Qué perfumada viene, mi amorcito! Al abrirla, un efluvio me envuelve y me creo transportado junto a ti, cuando te arreglas para gustar más a tu novio. Y cuánto te quiere este novio que tienes, mi Chelita. ¡Y cómo te va a querer cuando tú llenes de gloria su vida, siendo su mujercita! Me reprochas muy suavemente (no en vano tienes una mano admirable para el dulce) que no te haya escrito el domingo como te había prometido. Tú me escribiste esa misma noche esperando que tal vez a la misma hora yo lo haría también y dices que “una vez más” el corazón te engañó. Vieja de mi alma ¿Cuántas veces te ha engañado ese pícaro de corazón tuyo, que ya sacas la consecuencia de que no puedes tener confianza en él? ¿Cuántas veces te engañó al hacerte pensar que yo no te quería, precisamente cuando yo te adoraba? ¿Cuándo te dijo ese corazón que yo iba enamorándome de ti cada vez más? ¿Te ha dicho alguna vez que yo te quiero con locura y con locura te voy a querer siempre, durante toda mi vida? Ya me encargaré yo de hacer volver a la veracidad a ese corazón que te engaña. Cuando él te diga, en adelante, que tu José te adora, que te idolatra, que piensa en ti siempre, créele, mi Felicita... Pero si se descarrila un poquito y pretende volver a las andadas haciéndote pensar mal, recuerda lo que al oído te he dicho muchas veces y ten presente que tras las palabras mías hay un corazón que siente profundamente y una mente que piensa con rectitud. Nunca dejará de quererte quien no tiene deseo más fervoroso que el de vivir una larga vida a tu lado, para gozar plenamente de tu amor. Siempre te querré. Siempre serás para mí la Única, la insustituible, la querida por encima de todas las cosas. Y yo, el más ferviente adorador tuyo, el más rendido, el más enamorado de tu gracia y de tu bondad, no deseo otra cosa que ser por muchos años tu José. Recuerdos. Te mando otro bebe para la colección. 186.- Carta de Felicita “Villa Felicia” Febrero 16 de 1930 [domingo] “Sólo he recibido una carta en ocho días, esto es poco, teniendo en cuenta que con ésta van tres que te envío. Negrito, escríbeme seguido, no seas malito, piensa que tu Chela comenta tu silencio de una manera que la entristece” Viejito mío: No quise decirte el día que iba Osvaldito porque deseaba ésta te sorprendiera. Hoy habrás recibido mi carta anterior, creo que mi viejito mimoso no tendrá queja de mis cartas, no me sucede a mí lo mismo, sólo he recibido una carta en ocho días, esto es poco, teniendo en cuenta que con ésta van tres que te envío. Negrito, escríbeme seguido, no seas malito, piensa que tu Chela sin tus noticias se apena y comenta tu silencio de una manera que la entristece.

JOSÉ Y FELICITA – UNA HISTORIA DE AMOR– 1930 - 1

165 ¿Hoy recibiré carta? Es la pregunta que me hago al despertar, pero... pasa el día sin tener la dicha de recibir tus cartas. Si Osvaldito no puede llevarte ésta le pido la ponga en el correo. Estoy deseando saber cuál es tu programa para estos días y para cuándo podrás venir. ¡Me parece que hace tanto que no nos vemos y recién han pasado ocho días! Son las once y mañana tenemos que madrugar. Adiós mi negrito, recibe el cariño de tu siempre Felicita. Saludos a los tuyos. 187.- Carta Montevideo, 20 de febrero de 1930 [jueves] “Tu hermano, que te ha visto hace poco, con menos impaciencia, sin comprender, tal vez, la ansiedad con que lo interrogo: “Todo está bien” me dice varias veces. Tú mamá está bien, tú estás bien. Y de ahí no lo saco.” Queridísima Felicita: Lástima que tu hermano sea tan poco comunicativo. Por más que hice no conseguí una impresión, un comentario, algo que satisficiera mi ansia de saber alguna cosa de ti. Él venía de allá, te había visto, había oído tu voz, había estado junto a ti y todo eso, que para mí hubiera sido una felicidad, para él era un incidente sin importancia. Ya ves cómo cambia el significado de las cosas y de las circunstancias, de acuerdo con el estado de espíritu de cada uno. Yo, tu novio, que no te veo desde hace un tiempo que se me antoja siglos, ansioso por saber de ti, esperando un detalle que me permita evocarte, algo, algo, cualquier cosa, para volver, por un momento, junto a ti; él, tu hermano, que te ha visto hace poco, con menos impaciencia, sin comprender, tal vez, la ansiedad con que lo interrogo. “Todo está bien” me dice varias veces. Tú mamá está bien, tú estás bien. Y de ahí no lo saco. Menos mal que tu carta trae algo de lo esperado, de lo que tanta falta me hace aquí, pues cada vez me pongo más impaciente. Me parece estar más solo que nunca. Para mejor, hasta el fotógrafo ha tenido una inspiración perjudicial para mí: ha sacado los retratos que había antes en la galería y la ha llenado de chiquilines disfrazados de mariposas, de payasos, de aldeanas, de soldados, de todos los disparates imaginables. Imagínate, pues, mi sorpresa, cuando al pasar anoche por allí, no vi tu retrato. Hace ya unos cuantos días que estoy examinando. Ojalá me hicieran pronto la liquidación y me pagaran, porque, si como dicen, no pagan en la Tesorería hasta el nueve o el diez, no sé cómo haré para ir a verte. Posiblemente tendría que buscar algún expediente, algún modo de arreglarme para visitarte, y te aseguro que no dejaré de hacer lo posible para ir. Conque no te aflijas, mi viejita querida, porque tan pronto como pueda ir, me tendrás por allá. Volveré a escribirte el sábado de noche, aunque no haya recibido carta tuya. Espero que habrás recibido una carta muy abultada, que te envié hace unos días. Contéstame pronto, mi cielo, porque tus cartas son la mayor alegría que experimento. No sería difícil que hubiera retardo en la llegada de las cartas, porque ha llovido por aquí muy fuertemente y supongo que por allí haya llovido mucho, por lo que leo de las lluvias en campaña. Da recuerdos a tu mamá y tú recibe el cariño constante y sincerísimo de tu José. que te adora. La del sábado será más larga, porque el domingo no tengo que levantarme temprano. 188.- Carta Montevideo, 22 de febrero de 1930 [sábado] “No es necesario el gualicho, el filtro amoroso para sujetar mi voluntad a la tuya, para hacer que yo te ame con locura, cada vez más, en una superación continua del cariño.”

JOSÉ Y FELICITA – UNA HISTORIA DE AMOR– 1930 - 1

166Negrita de mi alma: Me parece que hace un siglo que no te veo y deseo tanto verte, deseo tan ardientemente estar junto a ti, que esta ansia me asombra, como la revelación de algo que ha estado viviendo en mí sin que yo mismo supiera todo lo grande que era. Si creyera en ciertas cosas, recordando lo que hablábamos en broma de Osvaldito, pensaría si no me has dado algún gualicho criollo, alguno de esos líquidos misteriosos hechos a medianoche, con yuyos raros, conjuros y oraciones. Y tal vez te preguntara, como el personaje aquél: “Batí, por Dios, qué me has dao, que estoy tan cambiao”, etc. etc. Cuando ayer al salir del Liceo Rodó, donde estoy examinando, me encontré con mi amigo Basagoity, como enamorados que somos nos pusimos a charlar de lo que más nos interesa. Al decirle yo lo que a ti te digo más arriba se echó a reír y dijo: “¡Pobre! Lo que es la metida!” – No soy yo solo, le dije, algo amoscado por el “¡pobre!”, el que está metido, y creo que tú no lo estás menos a juzgar por la forma en que mirabas los ojos de tu novia, como quien se asoma a un pozo, con medio cuerpo dentro de él. - ¿Cuándo me viste? me preguntó. – Una noche en que yo iba a ver a mi novia, le repuse, y como no venía el tren me puse a caminar y pasé junto a ustedes. Seguimos charlando como íntimos amigos que somos, hasta que los tranvías nos llevaron a cada uno en distinto sentido. Pero en mí quedó aquello: “Lo que es la metida”... Esto explica el desear verte con el ansia que me apremia; esto explica el echar de menos tu voz, y tus miradas, y tu sonrisa, y la caricia de tu mano, y... todo, en fin, lo que en ti es motivo de amarte, todo lo que mueve al corazón a entregarse, rendido, en tus ojos. No es necesario el gualicho, el filtro amoroso para sujetar mi voluntad a la tuya, para hacer que yo te ame con locura, cada vez más, en una superación continua del cariño. Bastan tus ojos maravillosos “ojos, ay mi tormento y mi alegría, que estáis jugando con el alma mía”; basta tu voz, tan dulce para mí cuando me dices que me quieres; basta cada uno de los encantos que te adornan a mis ojos. Y si no fueran bastantes tus encantos físicos aún quedaría tu bondad, para que yo te quisiera y la esperanza de que al ser mía harás mi felicidad de toda la vida. Poderosas causas son todas éstas para mover el corazón a una entrega total, y por todas ellas eres tú dueña de este corazón que yo te ofrezco y seguirás siendo la única, la primera, por ser la última. Hoy esperaba carta tuya. Pero no vino. Dime, negrita ¿qué significado tiene una hojita en blanco que viene en las dos últimas? ¿Será el que yo imagino? Osvaldito fue a verme ayer al Liceo. Tiene un concurso de auxiliar para la Usina Eléctrica y le exigen, entre otras cosas, ciertas nociones de contabilidad. Fue a preguntarme quién podría prepararlo y yo lo recomendé a Correa, quien a su vez, lo recomendó a un tal Cauceda. Este lo está preparando pero es una lástima que tenga tan poco tiempo, pues el concurso es pasado mañana, es decir, el lunes. Pienso ir a ver a tu hermano mañana, domingo, por si sabe quiénes forman el tribunal del concurso y si conozco a alguno trataré de recomendarlo. Hubiese querido mandarle ya a tu mamá “los dientes del caimán” pero el muchacho que tiene que terminarlos ha estado enfermo y no pudo hacerlo. Hoy estuve, después de cenar, en la casa de él, y me dijo que para el jueves próximo estarán prontos. Entonces te los mandaré con Morales, juntos con una cosa que te prometí. Hace ya unos cuantos días que no puedo estudiar nada, por estos dichosos exámenes de ingreso, reglamentados, libres y la mar en coche. Escríbeme pronto, mi vieja querida, y lo más largo que puedas. Dame algunas noticias de por ahí y yo te mandaré decir lo que suceda por estos pagos. El martes te escribiré, dándote noticias del concurso de Osvaldito. Saluda a tu mamá y recibe tú, mi queridísima Felicita, el cariño de tu José.

JOSÉ Y FELICITA – UNA HISTORIA DE AMOR– 1930 - 1

167 189.- Carta Montevideo, 26 de febrero de 1930 [miércoles] “Yo no quiero otra cosa que me hables de ti, y de ti es de lo que menos hablan tus cartas. No me dices qué piensas, qué sientes... Espero tu carta. Quiero y necesito una carta bien cariñosa, que me haga ver que, aunque lejos, tengo una novia, una mujer que me quiere y piensa en mí” Felicita querida: Junto con ésta va la dentadura de tu mamá, que no pude mandar antes porque no la habían terminado. Dile que la use y trate de acostumbrarse a ella, que tal vez no se adapte bien al principio; pero que con unos días de uso creo que va a quedar bien. Si le queda mal me mandas decir qué siente; dónde le aprieta, que yo llevaré algunas herramientas cuando vaya y trataré de arreglarla. Si le queda bien, que es lo que deseo, que no abuse de ella para quebrantar el régimen, y que no coma demasiado, impulsada por la novedad y el deseo de probarla. Para ti va un frasquito de esmalte para las uñas que yo te había prometido y un rezongo (que no te había prometido) porque de esas cartas que tú dices que te causan alegría cuando las recibes, de esas cartas donde tantas cosas te digo, no haces comentario alguno y te limitas a decir que las recibiste. Yo contesto a tus cartas comentándolas, diciéndote lo que a mí me sugiere cada una de las cosas que me comunicas. Tú comienzas a escribirme una carta y, con frecuencia que ya me disgusta, la interrumpes como esperando que al día siguiente tengas alguna novedad que contarme. Si yo no quiero otra cosa que me hables de ti, y de ti es de lo que menos hablan tus cartas. No me dices qué piensas, qué sientes, y puedo decir que a través de las cartas de mi novia no sé otra cosa sino que está bien de salud y desea verme. Y lo fundamental, lo que siente ese corazón, los pensamientos que nacen en ella, todo eso que yo quiero conocer, de eso no me hablas. Yo he pasado aquí días muy malos. Tenía un malestar extraño; estaba irritable, cansado, sin gusto para nada. No sé que sería; pero ya pasó y sólo me queda el dolor, que tal vez tú no comprendes, de estar lejos de ti, en una paradójica situación de novio a quien le sustraen periódicamente la novia y que ya no sabe qué partido tomar: si seguir protestando por la separación, que ya se prolonga demasiado, o resignarse filosóficamente, esperar que las cosas se desarrollen tal como lo desea la voluntad del que manda, y no hacerse mala sangre. Y a la verdad, negrita querida, que ya es mucho estar separados, y yo, a pesar de todas mi reflexiones, no puedo dejar de irritarme ante esta separación cuyo fin no veo. Yo pensaba el otro día, cuando Osvaldito se presentó al concurso, que si él se empleaba, Uds. tendrían que venirse para atenderlo; pero creo que tu papá a pesar de que Osvaldito aseguró que había estado bien, no es muy optimista, más que por otra cosa, por el número de aspirantes que se presentaron. Con esto se desvanece la esperanza de que Uds. vinieran pronto y otra vez tengo que resignarme. Bien es cierto que aún hay que esperar el resultado del concurso, porque todavía el tribunal no ha hecho conocer su resolución. ¡Ojalá se empleara tu hermano! Así, tal vez, yo tendría a mi novia cerca. Espero tu carta. Quiero y necesito una carta bien cariñosa, que me haga ver que, aunque lejos, tengo una novia, una mujer que me quiere y piensa en mí. Saluda a tu mamá y tú ten la seguridad de que, aunque rezongón, te quiere mucho tu José. [Al margen:] Estuve con tu papá. Está bien, y contento por una sentencia favorable en aquel asunto.

JOSÉ Y FELICITA – UNA HISTORIA DE AMOR– 1930 - 1

168190.- Carta Montevideo, 1º de marzo de 1930 [sábado] “En mis cartas, bien subjetivas por cierto, hallas amor, esperanzas, desaliento, alegrías, todo lo que un hombre puede sentir... Tú sabes qué pasa en mí; pero yo no sé qué pasa en ti. Cuando no sepas qué novedad escribirme asómate un poco a tu alma, y verás qué venero inagotable hay dentro de ti misma, cuántas cosas nuevas para ti misma puedes contarme” Viejita de mi alma: Esperando una oportunidad de mandarte el paquetito que acompaña a ésta, he dejado pasar unos días. Junto con la presente carta, hallarás otra donde me muestro un poco gruñón, no sé si por el mal tiempo que hace, pues ya van varios días de lluvia continua y casi torrencial, o por otra causa, que bien podría ser la distancia y el alejamiento, ya muy prolongado, sin la compensación, por tu parte, de cartas tales como las quiero yo. Bien está que me mandes decir qué nuevas hay; pero mucho mejor estaría que yo pudiera saber qué hay dentro de ti, tal como tú puedes saberlo a través de mis cartas. En mis cartas, bien subjetivas por cierto, hallas amor, esperanzas, desaliento, alegrías, todo lo que un hombre puede sentir. Tú sabes qué pasa en mí; pero yo no sé qué pasa en ti. Cuando no sepas qué novedad escribirme asómate un poco a tu alma, y verás qué venero inagotable hay dentro de ti misma, cuántas cosas nuevas para ti misma puedes contarme. Mira en tu alma, reina mía, y estoy seguro de que te sorprenderás de advertir cuántas cosas estaban esperando, para nacer, a que tú pararas atención en ellas. Y luego, cuéntamelas, tal como quiero que lo hagas.

Siéntate a escribirme con mis últimas cartas delante de ti y dedica, para contestarme, unos renglones para cada una de las distintas cosas que yo te digo. Verás así cómo no te costará nada llenar una hoja entera de esas en que me escribes, que vienen tan ralas que terminan cuando empezaba a tomarles el gusto. Espero que lo harás así, con lo cual me evitarás el desencanto de comprobar que algo que yo te digo y que para mí es importante, muy importante, no merece para ti un comentario siquiera. Te digo esto porque una cosa que yo te decía en una de mis anteriores, cosa que no puede pasar inadvertida a una mujer que ama, parece que no llamó tu atención. ¿Prueba eso que no lees sino una vez mis cartas y que luego las archivas, o qué...?

Ya ves, mi viejita, todo lo que me hace pensar el estar lejos de ti, unido a la carencia de comunicación o más aún, la comunicación algo deficiente. Te pido, pues, que dediques un poco más de tiempo, de reflexión, de cariño, a tus cartas y pienses que yo no tengo otra cosa de ti para medir tu cariño, que esas misivas, y que mis impresiones oscilan de acuerdo con ellas.

Hasta la próxima, por tanto, y está segura de que sólo te hago estas observaciones porque te quiero mucho. Además, estoy tratando, de acuerdo con tu expresión, de hacerte como yo quiero. Y yo quiero hacerte muy cariñosa y comunicativa con tu José, que te adora. Saludos a tu mamá. 191.- Carta de Felicita “Villa Felicia” Marzo 7 de 1930 [viernes] “Con tu cariño me ayudarías a comprenderte, a conocer tus gustos y por medio de él creo que llegaré algún día hasta a adivinar tu deseo, pero negrito para todo esto necesito de ti, tú eres quien me hará no como dices tú ‘como yo quiero’ sino ‘como tú seas’.” Viejito querido: Cumpliendo la promesa que te hice de que te escribiría, vengo a charlar con mi cariñito aún cuando no he recibido más carta después de las que me enviaste con el corredor.

JOSÉ Y FELICITA – UNA HISTORIA DE AMOR– 1930 - 1

169 Creo que tú no desearás que yo te haga esperar tanto mis cartas como lo haces tú esta vez. Si es así, escríbeme y sé cariñoso porque al decirte yo que tú me ibas haciendo a tu modo, lo dije en la seguridad de que con tu cariño me ayudarías a comprenderte, a conocer tus gustos y por medio de él creo que llegaré algún día hasta a adivinar tu deseo, pero negrito para todo esto necesito de ti, tú eres quien me hará no como dices tú “como yo quiero” sino como tú seas. Si tú me quieres siempre, yo te adoraré; si tú eres cariñoso, igual seré yo; si eres indiferente... indiferente harás a tu Chelita. ¿Por qué me dices en tu carta: “sólo me queda el dolor, que tal vez tú no comprendes, de estar lejos de ti”? Dices que ya no sabes qué partido tomar, si seguir protestando por la separación o resignarte filosóficamente, esperar que las cosas se desarrollen tal como lo desea la voluntad del que manda y no hacerte mala sangre. ¿Qué me quieres decir? Creo te he repetido varias veces lo mucho que siento estar lejos de ti y por primera vez te digo que no soy partidaria del filosofismo. Que ¿qué significado tiene una hojita en blanco que va en mis cartas? Y me preguntas si será el que te imaginas. ¿Cómo puedo yo saber lo que te imaginas? Tú me envías a veces dos hojas y casi siempre viene una escrita, otra de un solo lado y a veces la mitad, y yo, siguiendo tu ejemplo y como quiero hacerme a tu modo te envío esa hojita en blanco que tú debías devolverme escrita acompañando tu carta, así son más extensas tus frases de cariño que siempre me parecen pocas y que tanto deseo, pero más que tus frases me gustaría verte, ver a mi negrito es para mí la mayor alegría. Estos días estamos acompañadas con Agustina que ha venido a despedirse porque se va para Europa. Esperamos a tía Coca en estos días. Mucho me gustaría verte en estos días, sé bueno y dime cuándo podrás venir más o menos. Da cariñosos saludos a tu tía y hermanitas y tú recibe el cariño de tu siempre Felicita. Saludos de mamá. 192.- Tarjeta Montevideo, 31 de marzo de 1930 [lunes] “Primer aniversario de nuestro compromiso” Mi viejita adorada: En este primer aniversario de nuestro compromiso lleguen a ti estas flores, madrigal de colores, arcoiris de pétalos, como homenaje a tu belleza, como nuncio de felicidad. ¡Dichosas ellas, que tendrán la suerte de que las bese la divina luz de tus ojos y flote sobre sus corolas la caricia leve de tu mano!... Que la dicha te acompañe siempre y haga florecer en tu camino las esperanzas, promisoras de realidades bellísimas. Y que lo vea, al acompañarte, tu José. 193.- Carta Montevideo, 2 de abril de 1930 [miércoles] “Si hoy hubiera podido retenerte aquí... tendría tus manos entre las mías y mirándote a los ojos, iría diciéndote mi amor, en esa forma entrecortada y trémula en que te digo lo que te quiero. Y a tu lado me olvidaría de todo lo que no sean mis esperanzas y mi amor.” Felicita querida, mi vida: Ya he vuelto a quedarme solo y, lo que es peor, me han asaltado unos deseos locos de ir a verte a Colón. Pero pienso que a la hora en que te escribo estarás contándole a tu mamá todas las novedades de por aquí y que si fuera yo a Colón ahora, no haría más que avivar esta tristeza que me causa tu ausencia. Esta mañana, en la clase, me asaltaba el pensamiento de que ya estarías en camino a San Ramón y mi imaginación me hacía verte en el tren que te

JOSÉ Y FELICITA – UNA HISTORIA DE AMOR– 1930 - 1

170

alejaba de mí. No es extraño, por lo tanto, que estuviera como ausente de la clase. ¿Y cómo no estarlo, si mi pensamiento volaba tras de ti, acompañándote, ya que yo no pude hacerlo en persona? Ya no estás aquí. Causan el comprobarlo y el pensarlo la angustia que causa la partida de una persona amadísima y yo vuelvo a vivir en el pasado, tal como anoche, y siento la misma opresión que me entrecortaba las palabras y una extraña fiebre en los párpados. Negrita... Negrita... Si hoy hubiera podido retenerte aquí. Tal vez ahora tendría tus manos entre las mías y mirándote a los ojos, esos ojos que merecerían los más bellos madrigales, iría diciéndote mi amor, aunque en esa forma entrecortada y trémula en que te digo lo que te quiero. Y a tu lado me olvidaría de todo. De todo lo que no sean mis esperanzas y mi amor. Mañana es el santo de tu mamá. Dile que yo lamento no verla en ese día; pero no lo lamento por el solo interés de verte también a ti, sino porque hubiera sido mi deseo presentarle personalmente mis felicitaciones. Que las reciba ahora, junto con una carta que le escribiré mañana y que le enviaré con un poco de fruta o alguna cosita que crea que le guste. Yo tengo mañana una reunión en el Liceo, a fin de proponer temas para ser tratados en el Congreso Universitario Americano. He pensado en un tema muy lindo que creo que será aceptado. Dime cómo encontraste a tu mamá, cómo han progresado las dalias y los gladiolos, cómo está la casa y sobre todo dime algo de ti. No te olvides de decirme cómo sigues con tu panadizo y si no te mejoras te enviaré de aquí un preparado para aplicaciones externas que es muy bueno. Lo conocí hoy, precisamente, y me han dicho que es excelente para esa clase de infecciones. Dime, pues, cómo sigues y cómo te hallas allí. Si cambias de opinión y consientes en que vaya a verte, avísame para aprontarme a fin de estar allí unos días o un día aunque no sea más, en la Semana de Turismo6. ¿Crees tú que las cartas irán más seguras a casa de De Simone que a casa de Mendieta? No sea cosa que sea peor el remedio que la enfermedad. Y ahora que hablo de enfermedades te diré que María Bruzzone hace una semana que está en la misma sala que aquella nenita operada del pie. Ayer operaron a María de la garganta y me dijo que estaba muy dolorida. Mañana iré a verla otra vez. Bueno, negra, mañana tengo que levantarme temprano y es tarde ya. Espero tu respuesta pronto. Recuerdos a tu mamá y tú recibe el afecto sincero, el cariño grande y perenne de tu José, que te extraña. Día 4: Negrita adorada, mi vieja querida: Ayer perdí el tren. Hoy espero llegar a tiempo para mandarle ésta con un comisionista, junto con un paquete para tu mamá. Junto a ésta va otra para tu mamá. Estuve con tu tío Alberto, el cual, no sé si por asustarme, me aseguró que tu mamá piensa quedarse allí hasta julio. No creo tal cosa, aunque... Contesta pronto, para tranquilizarme. Siempre te quiere muchísimo tu José. 194.- Carta de Felicita “Villa Felicia” Abril 5 de 1930 [sábado] “¡Cuántos sábados he esperado ansiosa esta hora para verte y cuántas te he recordado desde aquí, unas con mucho cariño, otras con pena, pero nunca con el amor de hoy. Yo misma, no sé cómo he podido llegar a querer tanto” José mío, negrito del alma:

6 Nombre que se da en Uruguay a la Semana Santa

JOSÉ Y FELICITA – UNA HISTORIA DE AMOR– 1930 - 1

171

¡Qué alegría me causó tu carta! ¡hoy estaba tan triste... me sentía tan sola! Ocupándome en el arreglo de las plantas quería distraerme pero con ello no conseguía sino tener más presente a mi cariñito, al hombre que adoro y que es dueño de mi corazón. Dueño de él hasta tal punto, que de él depende mi alegría o mi tristeza. Tu carta, bastó para transformarme, sí mi negrito, (aquí tropiezo con el inconveniente) experimenté una satisfacción que no sé expresarte... ella hizo que no me sintiera tan sola; al leerla, me parecía que tú, desde ésa, estabas a mi lado con el corazón y el pensamiento. ¡Ah, cuánto daría yo por estar en este mismo momento junto a ti amor mío!

¿Qué haces en esta noche de sábado? Recién dan las nueve. ¡Cuántos sábados he esperado ansiosa esta hora para verte y cuántas te he recordado desde aquí, unas con mucho cariño, otras con pena, pero nunca con el amor de hoy. Yo misma no sé cómo he podido llegar a querer tanto. He de tener un corazón muy grande, creo que no da más a no ser que crezca; en este caso tendrías que intervenir tú.

Cuando recibas ésta ya sabrás por mamá hasta cuándo nos quedaremos aquí. Yo desearía que tú no vinieras en Semana Santa, más bien yo trataré de ir, así tú podrías seguir estudiando de día con tu compañero y si puedes me dedicarás de nueve a once ¿no te parece bien?

Muy contenta me dejó la atención que has tenido con mamá. La carta se la envío con una mía. El panadizo está ya completamente bien, si no fuera así ésta no podría ser tan extensa. Esta noche parece que me han dado cuerda para escribir y todavía tendría para rato pero el Chiquito está gruñendo y esto me tiene inquieta, sabes lo miedosa que soy. Escríbeme como hasta ahora; las cartas vienen7 bien. Hasta mañana, amor mío, me voy a dormir pensando en ti, pero antes voy a rogar a Dios porque puedas ver realizados tus deseos y por que te acepten el tema que has propuesto. Desearía soñar con mi cariñito. Recibe el alma de tu Chela que te adora y será siempre tu Felicita. Domingo 6: Viejito, hoy al salir al jardín he tenido una agradable sorpresa, ha florecido un gladiolo soberbio color crema con vetas granates. Adiós, te adora siempre tu Chela. 195.- Carta Montevideo, 8 de abril de 1930 [martes] “Bien claro veo hoy que yo no había conocido el verdadero amor y que lo que tomé por tal no pasó nunca de amoríos. Tú despertaste en mí el amor, el amor verdadero, el que no se siente sino una vez en la vida y que desde que él nace nos acompaña hasta que nosotros morimos. Y estoy seguro que este amor... no morirá antes que yo.” Única: El viernes de noche, al llegar a casa, encontré la carta que me había traído tu mamá. Pensé que tú habrías venido con ella y si lo negabas era para darme una sorpresa, pero no fui a cerciorarme porque, si era cierto que había venido tu mamá sola, no creía oportuno ir, de noche, a hacerle una visita que podía dejar para el día siguiente. Claro está que yo no sabía que ella había llegado el día anterior y que mi carta quedó en poder de Osvaldito todo un día porque él no pudo llevármela antes, pues el empleo no lo dejó. Pero al otro día, sábado, fui de tarde a tu casa del Prado y no te imaginas qué susto me llevé. No había nadie en ella y en la puerta de la calle, no en el garage, había un aviso de alquiler con fecha primero de abril, muy reciente, por lo tanto. Hazte cargo de las suposiciones que hice. Si el primero de abril habían resuelto alquilar la casa, tenían que buscar otra para Uds. y ¿cuánto tiempo llevaría? ¿Y

7 Felicita escribió bienen con be larga. Luego corrigió e hizo una llamada y una aclaración al pie de página: “error de imprenta corregido a tiempo, pero imperdonable”. ¡Su novio era un profesor de lengua castellana!

JOSÉ Y FELICITA – UNA HISTORIA DE AMOR– 1930 - 1

172

cuándo vendrías? Y tú, ¿sabías esa decisión de tus padres? ¿Y por qué no me habías dicho nada? Y así, con la cabeza hecha una olla de grillos, fui a casa de tu tío Venancio. Allí no sabían dónde estaría tu mamá, porque ella les había dicho que esa misma tarde iría a Camino Mendoza a buscar al hijo de doña María. Ya que Osvaldito no había dicho dónde paraba tu mamá, yo, que creía que no paraba en tu casa por lo que te dije ya del aviso de alquiler ¿dónde la buscaría? Ya me retiraba cuando llegó Osvaldito a casa de tu tía y luego nos fuimos juntos. Entonces me dijo que no había querido decirme que tu mamá pensaba ir al cine esa noche, por miedo de la crítica de Mecha. Quedamos en que nos veríamos en el cine Millán y allí encontré esa noche a tu mamá. Por tanto, cuando tú me escribías, el sábado, la carta que recibí hoy, tu mamá y yo estábamos recordándote, muy posiblemente, en el mismo momento. Dichosa esa hora, mi viejita, en que, según me dices, me has recordado con más amor que nunca. Por mi parte yo te recuerdo con más amor cada vez y te aseguro que nunca tu evocación ha despertado más ternura en mi corazón que ahora. ¡Ah, mi viejita lindísima y querida...! Bien claro veo hoy que yo no había conocido el verdadero amor y que lo que tomé por tal no pasó nunca de amoríos. Tú despertaste en mí el amor, el amor verdadero, el que no se siente sino una vez en la vida y que desde que él nace nos acompaña hasta que nosotros morimos. Y estoy seguro que este amor que en mí han encendido tus ojos no morirá antes que yo. El domingo fui con Maruja8 al cine a encontrarme con tu mamá, pero por un malentendido que se debió en parte a Osvaldito, no nos encontramos; tu mamá fue al cine Alcázar y nosotros al cine Millán. Esto se debió a que el sábado vimos “Una mujer en Francia” que se repetía el domingo; por tanto, tu mamá decidió ir al Alcázar a última hora y como nos habíamos citado en el Millán, allá fuimos nosotros. Tu mamá mandó a Osvaldito a avisarnos y éste se pasó en Larrañaga y Millán hasta las diez y cuarto, pero no nos vio. A las doce apareció para decirnos que tu mamá estaba en el Alcázar. Entretanto tu papá, sabiendo que Osvaldito, que siempre hace las cosas incompletas, no haría más que decirnos que habían ido al cine de Paso del Molino, sin aclarar a cuál, se pasó una hora esperando en la parada del tranvía para acompañarnos al cine cuando llegáramos. Tu mamá encontró muy oportuno que yo le dijera algo parecido a esto: “Ah, cabeza hueca, ¿qué estabas pensando? ¿Por qué no fuiste a avisarnos al cine al comenzar la función y no al terminar? (Pensando en Osvaldito, no he advertido que el período antes escrito parece referirse a tu papá). Hoy me lleva Osvaldito los datos para que yo le saque el certificado de examen, a fin de poder ir al Liceo Nocturno. Lo he entusiasmado para que estudie alguna cosa. Cuando vuelvas, ojalá sea pronto, tráeme unos gladiolos o, si tienes, dalias, a fin de conocerlas y ver cómo son, porque me imagino que estando tú allí, esas flores han de crecer hermosísimas tanto por imitarte, ¡florecita mía!... como porque no tendrán días nublados si en ellas se posan tus ojos. Me alegra que te hayas curado el panadizo y me alegra muchísimo más ver que me has escrito una carta tan linda como es ésta que recibí hoy. Ojalá siempre tuvieras tanta cuerda para escribirme como la has tenido para ésta. Aunque te parece que no puedes expresar lo que sientes te aseguro que lo haces muy bien y que yo preferiría una carta tuya a la mejor obra literaria. Esta noche voy otra vez a ver a tu mamá, que se va mañana, para darle esta carta. Después me iré a estudiar con Aguirre.

8 Sobrenombre de María del Pilar, hermana de José

JOSÉ Y FELICITA – UNA HISTORIA DE AMOR– 1930 - 1

173 Escríbeme pronto y dame noticias tuyas, vida mía. Yo te escribiré tan pronto como pueda hacerlo. Entre tanto, ten la seguridad de que es siempre tuyo el corazón, para ti amorosísimo de tu José, que te adora. 196.- Carta Montevideo, 2 de mayo de 1930 [viernes] “Anoche, como siempre que me besas, yo vivía en un estado de sublime felicidad.” Felicita mía: Bien dijo Bécquer: “Mientras exista una mujer hermosa, habrá poesía”. Anoche, por el influjo de tu encanto, por la belleza de tus ojos, por la caricia de tu mano, por el goce que me causó tu beso, que aún paladeo y gusta mi alma, yo sentí el deseo de decirte, en forma rimada, en verso imperfecto, lo que pensaba y sentía. Si “la mujer nos arrastró al cielo” según Goethe, poco nos cuesta exponernos al ridículo, pues de lo sublime a lo ridículo no hay más que un paso. Y anoche, como siempre que me besas, yo vivía en un estado de sublime felicidad. Ahí va ese brote de sarampión literario, que yo creía muerto y definitivamente enterrado en mí, pero que, como muchas otras cosas, ha revivido por el influjo de tu belleza.

En vano la roja rosa se enciende, con ansia loca,

por igualar a tu boca deliciosa...

Y la gota temblorosa que en sus pétalos titila, sorbe luz en tu pupila

luminosa... No hay flor que difunda olor más dulce, en alas del viento, que el perfume de tu aliento

turbador... Y la corola de seda

siente envidia al ver tu mano que tiene, en el lirio, hermano,

suave, leda... Todo en ti se hace caricia.

Bello vaso de delicia. Eres lirio, temblorosa

gota, luz, perfume, rosa: mi Felicia.

¿Qué podrás pensar de esto? Tal vez halles, y aún sin tal vez, versos mejores. Estos no tienen más mérito que los de ser sinceros y ser míos. Te adora tu José. 197.- Esquela Montevideo, 6 de julio de 1930 [domingo] Por el Cumpleaños de Felicita Negrita queridísima: Recibe, con este regalito y los deseos más fervorosos de que la felicidad te acompañe siempre, las más grandes seguridades del cariño de tu José.

JOSÉ Y FELICITA – UNA HISTORIA DE AMOR– 1930 - 1

174 198.- Carta Montevideo, 9 de julio de 1930 [miércoles] “He llegado a quererte de tal modo que este cariño, tan agradable para mí, me sorprende. ¿Es que yo tengo una capacidad para amar que desconocía y que hoy, por ti, se manifiesta o es que tu gracia y tu belleza han hecho el milagro de hacer nacer una pasión en un alma que sólo la había presentido y deseado?” Queridísima Felicita: Lejos estarás de pensar que a esta hora esté yo escribiéndote, cuando tanto tiempo hace que no lo hago y cuando, según creías esta tarde, mi apuro obedecía a algún motivo no confesable. Esta actitud de tu parte, que contrastaba con aquella despreocupación que manifestabas en casos semejantes, produjo en mí distintos sentimientos y me hizo pensar en algunas cosas en que no había reparado antes. Me apresuro a decirte que me gusta que te muestres así, tal como eres, y me complace que te intereses en mis idas y venidas, en mis asuntos, de cualquier índole que sean. Verte un poquito celosa es, y no sé si hago bien en decirte esto, para mí cien veces mejor que verte demasiado ecuánime, demasiado sensata. Prefiero verte un poquito exaltada por un sentimiento, por una pasión, a verte tan equilibrada que no se te trasluzca nada de lo que en ti pasa. No creas que no sentí el haberte dado motivo, involuntariamente, para dudar, porque, como te dije, yo sé cuánto hace sufrir la duda; más, aún, trataré de no darte nunca motivos de esa clase, pero en el fondo me alegra la idea de tener mañana una mujer que pueda sentir hondamente, porque esa mujer puede amar locamente, con delirio, y yo aspiro a que tú me quieras así. Podrá esto ser una aspiración que vaya más allá de mis merecimientos; pero es mi sueño dorado, mi deseo más recóndito y más grande y tú sabes, mi Única, cómo pienso yo acerca de la intensidad del anhelo para obtener éxito.

Por otra parte pensaba yo, si bien los celos moderados son algo que matiza agradablemente la vida, cuando dominan a la persona celosa le hacen un infierno para sí y para los demás. En este sentido me asusta un poquito la idea de que seas muy celosa más adelante, aunque, de cualquier modo, entiendo que ser tu dueño bien vale la pena de exponerse. Creo que sólo las personas que no aman profundamente pueden no ser celosas; yo, que no me creía celoso, veo que no estoy del todo desprovisto de esa cualidad. ¿Y cómo no serlo? ¿Acaso hay para mí una mujercita más linda y más buena que tú? ¿Hay alguna que pueda llegarme al alma tan certeramente como tú, que como tú me enamore cada vez más y me tenga arrobado con la luz de tus ojos y engolosinado con la miel de tu boca? Tus ojos... ¿qué poema podría decir bien de su belleza? ¿Qué palabras dirán la dulzura de tu boca y la suavidad de tu caricia y la negrura de tu pelo y el encanto que de ti fluye? Mi negrita... He llegado a quererte de tal modo que este cariño, tan agradable para mí, me sorprende. ¿Es que yo tengo una capacidad para amar que desconocía y que hoy, por ti, se manifiesta o es que tu gracia y tu belleza han hecho el milagro de hacer nacer una pasión en un alma que sólo la había presentido y deseado? Sea como sea, esta pasión ha brotado, con fuerza inmensa, y es el mejor testimonio de lo que pudo hacer tu hermosura. Si tu bondad sigue haciéndome la gracia que hasta ahora, tendrás el cariño más grande y sincero en el corazón de tu José, que desea merecer siempre tu amor. [Al margen:] Recuerdos a tu mamá. Dile a Beto si vas a ir al cine, y a cuál. Si no vas, te llevaré un rollo de películas para sacar a Grigrí. 199.- Carta Montevideo, 22 de julio de 1930 [martes]

JOSÉ Y FELICITA – UNA HISTORIA DE AMOR– 1930 - 1

175

“Vuelvo a decirte que en la primera foto estás preciosa, divina... Me siento orgulloso de tener una novia tan linda” ... “Perdóname, viejita, si no te escribo otra cosa que vulgaridades o penas. Y es que escribo las primeras para ocultar las segundas” Negrita queridísima: Ayer no te escribí porque de mañana anduve en trámites para nuestra próxima mudanza y de tarde fui a ver el partido Uruguay – Rumania9, acompañando a mis hermanas. Por la noche estaba tan cansado que me acosté muy temprano, para descansar. Hoy reanudé mi preparación para el próximo examen y estudié de mañana en la Facultad y de tarde con Aguirre. Aproveché un momento libre para ir a lo de Ferrando a buscar las pruebas fotográficas. Junto con esta carta te las mando para que las veas. Donde, a mi parecer, estás mejor es en la número uno, y pienso hacerla ampliar. La número dos me gusta sólo porque estoy sonriendo, en la tres Grigrí salió bastante bien, cosa que no consiguió en la cuatro, en la cual tú estás con un hoyuelo muy marcado. Yo aparezco en la cinco con la cara hinchada y Gri.- Gri, en la seis, ha tomado un aire de seriedad de que carece en la siete. Y llego a la número ocho, donde tú estás tan seria que me has dado miedo. No te digo nada de la nueve y diez porque ya es darle mucha importancia al gato, ni de la once que salió muy mal. En la doce, la luz, de envidiosa, te jugó una mala pasada porque dándote en los ojos te hizo salir mal.

Vuelvo a decirte que en la primera estás preciosa, divina, que no me cansaría de contemplarte. Me siento orgulloso de tener una novia tan linda y al verte tan hermosa en el ambiente hogareño me dan ganas más fuertes de hacerte mía para poder verte así, que es como más me gustas. Así no te separarías de mí y no pasaría ahora por esta situación de enamorado sin suerte que estoy pasando. Dos días hace que no te veo y ya pienso que hace tanto tiempo... Y por ti, negrita de mi alma, sólo por ti sofoco este deseo que experimento de decir mi disgusto por esta separación. Tengo el alma tan llena de amargura que si cedo un momento se volcará entera en esta carta. No quiero entristecerte, Felicita mía, porque bastantes cosas tendrás ya para pensar. Ayer me hubiera gustado mucho, Mía, estar contigo en el Estadio y te aseguro que te extrañé de veras. ¿Pero sabes qué es lo que más extraño? Ya te lo imaginarás, adorada. No sé qué decirte. Sólo tristezas podría verter en la carta que debería llevarte alegrías y contento; pero es que no puedo pensar sino en lo injusto de nuestro alejamiento. Perdóname, pues, viejita, si no te escribo otra cosa que vulgaridades o penas. Y es que escribo las primeras para ocultar las segundas; pero éstas son grandes y no puedo evitar que aparezcan. Tal vez en la próxima esté más sereno y pueda escribirte en otra forma. Ahora sólo puedo decirte que te quiero y que espero ansioso el momento de verte de nuevo, pues sin ti están sin luz los ojos y sin alegría el corazón de tu José, que te idolatra. 200.- Carta Montevideo, 27 de julio de 1930 [domingo] “Yo no puedo tomar resignadamente esta separación y sólo hay en mí una apariencia de conformidad”... “Presiento la dulzura de vivir juntos, en un entendimiento lleno de benevolencia, de confianza, inspirados todos los actos en un amor grande y sincero”... “Me dijo Cata que sí que guardaría cuatro entradas a la Tribuna América” Felicita querida, mi novia amadísima: Quise decirte esta tarde lo mucho que me había gustado la última tarjeta que me escribiste; pero no dispuse de la necesaria tranquilidad, del recogimiento propicio para hacerlo. Hablar de cosas triviales, de asunto externos a nosotros, yo puedo hacerlo en

9 Uruguay – Rumania: partido en el campeonato mundial de fútbol de 1930 en Montevideo

JOSÉ Y FELICITA – UNA HISTORIA DE AMOR – 1930 - 2

176cualquier momento; hablar de lo que a nuestro amor se refiere sólo me es posible cuando un aislamiento favorecedor me lo permite. Quise decirte que tu tarjeta me había complacido inmensamente porque traducía verdadero cariño, porque con pocas palabras me habías dejado ver más de tu corazón que con todas tus cartas anteriores y que en su pequeñez era más dulce que otras cartas, largas, con mucho relleno, que me has escrito antes. Juan Ruiz, el Arcipreste de Hita, dice en una de sus poesías: “Chica es la calandria e chico el ruysseñor, pero más dulce canta que otra ave mayor”. En tu tarjeta se cumple lo que dijo el poeta.

Esto y muchas otras cosas te hubiera dicho hoy si hubiera estado contigo un momentito a solas; pero no fue posible y esto es lo que me está doliendo más de lo que te figuras, mi Chela. No hay, en ninguna forma, equivalencia entre una tarde pasada junto a ti, entre una multitud, y una hora pasada contigo en la intimidad, llena y henchida el alma de felicidad, acariciando proyectos, adelantándonos, casi siempre, a las esperanzas. El goce de esos momentos no tiene precio y eso es lo que ahora nos está vedado; y cuando pienso que han de pasar días y días sin que podamos volver a sentir en el alma la dulzura de amarnos plenamente siento tristeza, y la impaciencia me sacude reciamente.

No quería dejar traslucir este sentimiento de impaciencia y de enojo para no entristecerte más; es humano impacientarse y quien no sabe sentirse airado en ciertos momentos no merecer vivir. Perdóname, por tanto, vida mía. Yo no puedo tomar resignadamente esta separación y sólo hay en mí una apariencia de conformidad. Si no la he manifestado más claramente ha sido porque nada ganaría con manifestarme desconforme y conseguiría sólo afligirte. Nada más que la idea de que no puedo verte me desespera y el considerar que la separación no es una necesidad me sirve de acicate para desear que seas mía pronto, no por el simple deseo de que sea mía, sino para que iniciemos una nueva vida, juntos para siempre, sin que nos separe otra cosa que la muerte. Presiento la dulzura de vivir juntos, en un entendimiento lleno de benevolencia, de confianza, inspirados todos los actos en un amor grande y sincero. Tú me verás entonces, mucho más bueno de lo que me imaginas, anheloso siempre por verte feliz, sonriente, con esa sonrisa que es un amanecer en tu carita. Mimosita mía... Es un sueño tan hermoso el mío, tan hermoso, mi negrita, que por verlo realizado daría por bien empleadas todas las dificultades presentes. Tú lo conoces en parte. Algún día lo verás realizado y espero que en mérito al placer que te cause me perdonarás algunos malos ratos que te ha causado. Ten confianza que yo no he de ahorrar esfuerzo para hacerte feliz, pero recuerda que tu cariño es el premio a que aspira el corazón de tu José, que te quiere muchísimo. Julio 28: Viejita querida: Hoy fui a ver a Cata para saber si podíamos contar con las entradas. Me dijo que sí que guardaría cuatro entradas a la Tribuna América y en el caso, poco probable, de no poder hacerlo, te mandaría avisar anticipadamente. Si tú recibes aviso de que no tendremos entradas házmelo saber. En caso contrario, y con la seguridad de tener asiento seguro, yo estaré en tu casa el día del partido a las once y media. Así podremos ahorrarnos apuros e incomodidades. Escríbeme cuando puedas, en la seguridad de que tu carta ha de gustarme. Mándame decir alguna cosa en una tarjetita si no tienes tiempo o disposición para ser más extensa. Recibe el cariño, cada vez más grande, de tu José, que desea verte. En esta carta, que no se ha de extraviar ni ha de llegar a ser leída por otra persona, puedo mandarte un beso ¿verdad Mía? 201.- Tarjeta de Felicita Montevideo, 7-31-1930 [jueves] José mío adoradísimo:

JOSÉ Y FELICITA – UNA HISTORIA DE AMOR – 1930 - 2

177 ¡Cuánto te quiero... viejito!... me admiro de haber llegado a quererte tanto. En realidad nunca creí que podría hacerlo de este modo; presentía que llegaría a quererte mucho pero no tanto como te quiero. ¿En el futuro me sucederá lo mismo? Por ahora creo que llegaré a quererte muchísimo, quiero decir muchísimo más que muchísimo. Anoche cuando llegué a las doce y media me encontré con una esquelita de Osvaldito y los ricos caramelos que me enviaste. Según me decía Osvaldito no pudiste estudiar anoche con Aguirre, pero te ibas enseguida a tu casa, si fue así, doy por bien empleado el privarme de salir con mi negrito adoradísimo, porque pienso que habrá podido repasar un poco y también habrá pensado un poquito en su Chela que está deseando pase el día del examen y saber el resultado. Mientras, ruego por que puedas darme buenas noticias. Viejito mío, el domingo te espero desde la una y media, si el día está lindo iremos un ratito a el Prado con papá. Negrito querido hasta el domingo, recibe todo el cariño de tu novia que te adora y será siempre tuya, Felicita. 202.- Carta Montevideo, 8 de agosto de 1930 [viernes] “Te aseguro que pasé horas muy desagradables al hallarme tan solo como estuve... Hay algo íntimo, algo propio de nosotros, que no vive sino en nosotros y que no puede exteriorizarse en el trato con los amigos ni con los hermanos” Mi muy querida viejita: Esta noche, después de haber corregido unos trabajos que tenía que revisar, me he puesto a escribirte en una disposición de ánimo distinta, muy distinta, de la que me dominaba hasta hace pocas noches. El haberte visto más a menudo ha influido poderosamente para disipar la tristeza que me dominaba antes. Pensarás tal vez que me quejo demasiado, pero te aseguro que pasé horas muy desagradables al hallarme tan solo como estuve. Me sentí solo, aislado. El trato con mis hermanas, con mis amigos, satisface las necesidades de mi espíritu hasta cierto punto, pero nunca llega a la confidencia, como sucede contigo. Hay algo íntimo, algo propio de nosotros, que no vive sino en nosotros y que no puede exteriorizarse en el trato con los amigos ni con los hermanos. El cariño que siento por mis hermanas es grande, pero es de naturaleza distinta del que siento por ti.

Hay diferencias de matices entre estos cariños, de tal modo que son propios de dos esferas afectivas distintas. Así, pues, había estos días en mi espíritu una parte vacía, un desierto, que nada ni nadie podía llenar sino tú. Y tú me hacías falta; me hacías falta hasta un punto que no imaginas. Yo pensaba en ti con cariño, con inmenso cariño, mi Felicita, y el mismo enternecimiento que me causaba tu recuerdo me hacía recordar que no estabas cerca de mí y entonces me invadía un desconsuelo terrible. Si días antes de dar examen se me hacía llevadera la separación porque la preparación de la asignatura me absorbía el tiempo y llenaba las horas, después de dar examen se me hizo insoportable. ¿Qué hacía? ¿Dónde iría? Había pensado dedicarte unas horas diariamente de estas vacaciones de que pude disfrutar, pero las circunstancias no eran las más propicias. Y así pasaban mis ratos de ocio: recordándote, y con la sensación acabada de mi impotencia absoluta para modificar la situación, En condiciones como ésta se pone a prueba mi amor. Del mío puedo decirte que se ha puesto en evidencia de tal modo que si alguna duda pudiera tener yo mismo de que te quiero, ya hubiera bastado para desvanecerla. Nunca he deseado tanto como ahora tener una posición firme para poder decirte mi decisión de casarnos. Así no volvería yo a sufrir la angustia de sentirme tan solo. Espero que pronto, no tan pronto como yo quisiera, tu serás mía para siempre. Verás entonces qué era de felicidad se iniciará a partir de ese día para nosotros dos; decirlo es pobre comparado con lo que yo trataré de llevar a la realidad para verte dichosa. Esa esperanza es la que anima, más que nada, el corazón de tu José, que será siempre tuyo.

JOSÉ Y FELICITA – UNA HISTORIA DE AMOR – 1930 - 2

178203.- Carta Montevideo, 9 de agosto de 1930 [sábado] “¡Cuántas cosas me trae a la memoria esa medallita! Buceo en mi bolsillo y encuentro otra que tiene en el reverso 31-3-26” ... “y tú, que me dices ante la interrogación que lees en mis ojos: ‘Porque desde esta fecha he aprendido a querer y a sufrir’” Mi novia linda: Empiezo ésta apenas llegado a casa, aunque sé que no he de terminarla ahora porque estoy con un frío espantoso. Pero como quiero dedicarte mis últimos pensamientos de este día, he buscado papel en mi biblioteca y lo he encontrado, porque es una lástima que use el papel que me diste tú para escribirte una carta a la disparada. Ese papel exige que te escriba algo mejor, mucho mejor, y lo haré cuando menos lo pienses y esperes. Y es tarde ¿Qué estarás haciendo? ¿Leerás todavía las pobres y mal hilvanadas letras que te dejé? ¿Pensarás en mí como yo pienso en ti ahora? ¿O bien la almohada habrá hecho un nido tibio donde repose ya tu cabecita adorada? Grigrí, el pesado y comodón se habrá echado sobre tus pies para calentártelos? ¿O el sueño habrá soplado ya sobre tus párpados, cerrando esos ojos que son mi delicia? Tu retrato me sonríe. En el cuello grácil la cadenita de oro sostiene la medalla que reposa sobre el pecho. Recuerdo... ¡Cuántas cosas me trae a la memoria esa medallita! Buceo en mi bolsillo y encuentro otra que tiene en el reverso 31-3-26. Y pasan por mi mente el Prado, un banco frente a un cantero donde las hojas de las rosas van dejando a las flores solas en su tallo y tú, que me dices ante la interrogación que lees en mis ojos: “Porque desde esta fecha he aprendido a querer y a sufrir”. ¡Cuántas evocaciones! ¡Cómo he llegado a quererte desde entonces, Mía! Voy a ver si sueño contigo. Quiero que el sueño me cierre los ojos, pensando yo en ti. Duerme bien, mi novia. Hasta mañana. 204.- Carta Montevideo, 10 de agosto de 1930 [domingo] “Cuando el amor es perfecto, llena toda el alma y tanto la llena que no hay lugar en ella para ningún sentimiento innoble ni pensamiento subalterno. Se sublimiza, se magnifica el ser amado y sólo a él se ve. Pero esto sucede cuando el amor es perfecto, cuando, tal vez por estar más cerca que nunca de Dios, estamos ciegos.” Mi adorada Felicita: Te he dejado en tu casa y me he ido rumiando aquél “no me quieres” que me dijiste al despedirme. No sé si fue para hacerme hablar o lo dijiste sinceramente por creerlo cierto. En todo el trayecto no pensé en otra cosa que en esa expresión tuya, que si fuera traducción de tu creencia pondría de relieve una incredulidad grandísima. Yo no puedo creer que sea así. No puedo creer que haya en ti tal duda si tu corazón, cuando estás triste, es más mío que nunca y tu pensamiento me acompaña en todos los momentos. Creo que tú piensas aún que no te quiero mucho porque no has llegado a quererme tan hondamente, tan fuertemente, con tanta pasión, que no quede lugar en tu alma para la duda. Cuando el amor es muy grande, cuando es perfecto, llena toda el alma y tanto la llena que no hay lugar en ella para ningún sentimiento innoble ni pensamiento subalterno. Se sublimiza, se magnifica el ser amado y sólo a él se ve. Pero esto sucede cuando el amor es perfecto, cuando, tal vez por estar más cerca que nunca de Dios, estamos ciegos. Y las perfecciones, vida mía, hay que comprarlas día a día, como el pan, a fuerza de trabajo y de constancia. Yo, que te digo esto, sé bien que estoy muy lejos de ser como debería ser, pero no pasa día sin que trate de elevar mi amor al grado más alto, porque sé que cuanto más nos elevemos en nuestro mutuo cariño, cuanto más plenamente nos amemos, tanto más segura será nuestra parte de felicidad. Y para eso pienso en ti siempre y

JOSÉ Y FELICITA – UNA HISTORIA DE AMOR – 1930 - 2

179encuentro, lo que no sé si te pasará a ti, que cuando en mi alma florece tu recuerdo soy más bueno y confiado. Piensa mucho en mí, Felicita querida, y verás cómo, si tu pensamiento se detiene en el cariño que te profesa tu novio, creerás en él. Hasta mañana, Mía. Lunes 11 de agosto. “Mi pensamiento, al fin del día, vuela hacia ti como hacia el reposo.” Hoy he tenido mucho trabajo, mi negrita. En el hospital visité a aquella señora que me habías recomendado y hablé con el médico que la atiende. Dijo que no podía hacer un diagnostico seguro porque el examen de laboratorio no era muy claro. Después reanudé, por la tarde, las tareas para dar a fin de año aquel famoso examen que ya me ha fastidiado bastante. Hace un momento terminé de corregir unos trabajos que no quise dar a mis ayudantes, porque quiero ver si han progresado mis alumnos. Y me he puesto a escribirte ya que mi pensamiento, al fin del día, vuela hacia ti como hacia el reposo. ¿Estarás ahora pensando en mí? Dejo por un momento de escribir para evocarte y te veo, cerrando los ojos, en un marco que es alternativamente luminoso y obscuro. Te veo sentada junto a mí en el comedor de la casa de tu tío Pancho, severa y muy circunspecta hasta el punto de no querer darme la mano; luego te veo frente al espejo dándome la mano efusiva y compensándome, con una frase cariñosa, de tu retraimiento anterior. Luego te veo en el tranvía, triste, porque yo te dije que no debería escribirte puesto que tú no me quieres contestar. Y te evoco en muchas formas y ante tu recuerdo mi cariño parece que creciera desmesuradamente. Es que cada una de las formas en que te veo corresponde a un trozo de mi vida y tú estás ya ligada a ésta de una manera muy fuerte. Y estarás, si realizo lo que deseo, unida tan íntimamente a mí que sólo la muerte podrá separarnos. Y hasta entonces he de decirte: te quiero, mi Felicita. Duerme bien, mi Reina. Martes, 12 de agosto. “Tú me dirás: ‘Bueno, negrito, andate...’ y yo, vuelto de nuevo a la tierra, tendré que irme después de haber estado en el cielo.” Hoy ayudé al doctor a hacer una punción a la señora de Pupio, para hacer un nuevo examen. Tal vez la traten por el radio. He pasado un día muy largo. Te escribo ahora, después de la clase de Anatomía Patológica y estoy deseando que pase el tiempo para ir a verte. No te imaginas cómo, a medida que se acerca la hora de verte, se acrecienta mi deseo. Si tú hicieras perdurar este deseo que siento ahora por verte, después de casados, yo no temería nada que pudiera alejarme de ti. ¡Cómo me gustaría que tú siguieras siendo todo lo necesaria que eres hoy para mi alma! Mi noviecita... ¿Sabes lo que pienso ahora? En que iré a verte, me regocijaré viendo tus ojos divinos, tendré en mis manos tus manos, me darás un beso y cuando esté en lo más alto de mi placer, tú me dirás: “Bueno, negrito, andate...” y yo, vuelto de nuevo a la tierra, tendré que irme después de haber estado en el cielo. ¡Y qué cielo! Bueno, mi negrita, no puedo escribirte más por falta de tiempo. Piensa en mí, que te quiero. Recuerda que es sólo tuyo el corazón de tu José, que te quiere. 205.- Carta de Felicita “Villa Felicia” Octubre 14 de 1930 [martes] “Tienes razón cuando me dices ‘miedosa’. Ahora mismo me tiembla el pulso y parece que se negara a seguir.” Querido viejito:

JOSÉ Y FELICITA – UNA HISTORIA DE AMOR – 1930 - 2

180

Sé que esperas mis noticias y no quiero exponerme a que me juzgues despreocupada o indiferente, más cuando mi pensamiento está tan cerca de ti, mejor dicho, cuando estás casi constantemente en mi pensamiento. No extrañes la clase de tinta1 que empleo pero es que nos olvidamos las llaves y hemos tenido que recurrir a ésta aún cuando sabes que para cartas de enamorados le tengo desconfianza. El tiempo me dirá si el dicho2 siempre se cumple. Yo desearía que en nuestro caso mintiera. Tú no ¿verdad?

Negro mío, sabes que tienes razón cuando me dices “miedosa”. Ahora mismo me tiembla el pulso y parece que se negara a seguir. ¡Ah! si fuera cierto...

Adiós negrito de mi alma, mandame algunas líneas por papá. Entre tanto espero las que creo me habrás escrito el domingo, a cambio de ellas recibe el sincero amor de siempre. Felicita. 206.- Carta Montevideo, 15 de octubre de 1930 [miércoles] “Es posible que todo este amor que hay en mí, que tú no has visto ni ves porque te ha cegado la desconfianza, aparezca y veas que es mucho más grande de lo que piensas. ¡Si será grande y fuerte, que, a pesar de todos los golpes que le dio tu desconfianza, no ha muerto!” Mi Felicita queridísima: No te había escrito hasta ahora por varios motivos. La tarea de fin de año, que se acrecienta, como siempre, era uno. Otro era el deseo de saber por cuánto tiempo tu resistencia a escribirme me tendría privado de tus cartas. Otro, y este sí es muy importante, era que estamos amenazados de no cobrar en vacaciones3 por causa de ciertos señores legisladores que nos han puesto la proa. Como verás por los recortes que acompañan a ésta, una comisión de profesores fue a hablar con los legisladores encargados de votar el refuerzo del rubro. Algunos de esos señores nos atendieron muy amablemente y prometieron ocuparse del asunto; pero otros, entre ellos el animal de D., se mostró de lo más agresivo e incorrecto, pero las cosas se pusieron en el correspondiente lugar, en lo que se refiere al trato con personas. A consecuencia de este estado de cosas he tenido que secundar con mi esfuerzo el de mis compañeros y hemos tenido que ver a varios consejeros, al ministro de Instrucción Pública y a varias autoridades; hemos celebrado varias sesiones y hemos organizado una campaña periodística, algunas de cuyas muestras te mando para que te enteres. Recordarás que tenía que ver al director de Enseñanza Primaria y Normal4, a fin de arreglar mi situación en el Instituto5. He conseguido audiencia para mañana, jueves, a las cinco de la tarde. Mientras tanto he empezado a estudiar los programas, en previsión de un posible concurso. Hoy estuve con Osvaldito. Él había ido a verme a casa de Aguirre, pero no me encontró y entonces me dejó dicho que fuera a verlo cuanto antes a la Fraternidad6. Esta tarde, pues, fui y me dijo que María Radonde7 quería ir a despedirse de tu mamá y que el cuñado la llevaría en auto hasta tu casa. En ese caso iríamos, porque yo también sería de la partida, María Radonde, el cuñado, algunas de las chicas, Osvaldito y yo. Llegaríamos el domingo de mañana. Estábamos hablando con tu hermano y precisamente cuando él decía que estaba muy

1 Felicita escribe a lápiz 2 Felicita alude al dicho o creencia, al que se ha referido también en la carta 106, del 19 de enero de 1929: "se dice que novios que se escriben con lápiz no se casan” 3 No cobrar en vacaciones: posiblemente un efecto, en Uruguay, de la crisis económica mundial de 1930 4 Enseñanza Primaria y Normal: José se refiere a una visita aludida en la carta 183 del 10 de febrero de 1930 5 El Instituto Normal, donde se formaban los Maestros de enseñanza primaria 6 La Fraternidad: Mutualista de asistencia médica. Su sanatorio social estaba en la calle San José 7 Tía política de Felicita, vivía en Rosario de Santa Fe y visitaba con frecuencia Montevideo

JOSÉ Y FELICITA – UNA HISTORIA DE AMOR – 1930 - 2

181triste por lo solo que se encontraba, mira hacia la puerta, y ¿a quién ve? a tu papá que nos había estado oyendo, según me parece. Imagínate nuestra sorpresa. Tu papá me dio una carta tuya que yo guardé en el bolsillo y después de haber pedido número tu papá para hacerse aplicar los rayos X, nos despedimos de Osvaldito. Ya en la calle charlamos un rato; tu papá fue a la casa donde están velando al doctor Berro y yo me fui al Consejo de Enseñanza. Allí, en un rinconcito, abrí tu carta. Verla escrita con lápiz (“de intento”, pensé yo al empezar a leerla), me hizo el efecto que me hacía verte ofrecer mondadientes en la mesa. ¿Recuerdas? Me extrañó que tú me escribieras con lápiz, precisamente porque sé qué piensas de eso. Al seguir leyéndola supe la causa. Y al final del párrafo vino una expresión que manifiesta la desconfianza que tienes de mi amor y de mis intenciones, de mis deseos, de mis proyectos con relación a ti, de todo. De todo dudas, mi vieja, de todo. Dices que tú deseas que el dicho de que no se casan los novios que se escriben con lápiz no se cumpla. Y me dices: “Tú no, ¿verdad?” ¡Ah, negra! Cómo me desconoces... Y cómo te conozco yo, que sé que el pulso tembloroso por el miedo, no es más que un pretexto para no hacer más larga la carta. Pero no importa. No pierdo la esperanza de que por tu mismo impulso me escribas cartas más largas. A veces no se conoce el valor de las cosas y de los sentimientos más que cuando están lejos. Y tú estás, a pesar de lo que me dices en tu carta, lejos de mí, no sólo en distancia, sino en muchos otros conceptos. Estás lejos de mí en confianza, lejos de mí en ternura. Pero alguna vez te acercarás a mí. Te acercarás a mí cuando te encuentres sola y recuerdes y veas el oculto sentido de muchas cosas en que no pensaste nunca. Entonces es posible que todo este amor que hay en mí, que tú no has visto ni ves porque te ha cegado la desconfianza, aparezca y veas que es mucho más grande de lo que piensas. ¡Si será grande y fuerte, que, a pesar de todos los golpes que le dio tu desconfianza, no ha muerto! Por ahora sólo te pido que te acuerdes de mí. Muchas otras cosas te diría, pero no quiero entristecerte ni entristecerme y aunque sé que diciéndotelas verías cuánto te quiero a través del disgusto que tengo por que no estas aquí, me las callo. Si conseguí no decirte nada antes de despedirme, menos te voy a decir ahora. Pero sabe de una vez que la tranquilidad que tengo no es más que aparente. Sabrás que en la libreta del Banco había dos errores a favor nuestro por lo cual tenemos un peso más de lo que pensábamos. Yo compré anteayer un título que paga el seis y medio por ciento. ¿Hice bien? Bueno, mi viejita querida, saluda a tu mamá y tú recibe el cariño muy grande de tu José, que te quiere muchísimo. Las cartas de novios, aún remitidas por medio de los padres, se cierran siempre. 207.- Carta Montevideo, 16 de octubre de 1930 [jueves] “Quisiera estar contigo, negra, para decirte muchas cosas que se me ocurren ahora, sobre todo cuánto te echo de menos y cuanto te quiero” ... “Sé que estarás ahora pensando en todo lo malo que puedes pensar de mí y que tu desconfianza estará creciendo cada vez más; pero no pienses mal de tu novio que no deja de quererte.” Mi Felicita: Pensaba mandarte la carta con el correo de hoy; pero es ya tan abultada que temo que pueda tentar la curiosidad de alguien y quedarse en otras manos que las tuyas. He decidido, pues, enviártela con tu papá. Esperarás así unos días, mi bien, pero irá segura.

Hoy estuve con Osvaldito. Fui a preguntarle si iríamos el domingo a San Ramón. Me dijo que habían aplazado la visita para el otro domingo, pues habían tenido la noticia de que

JOSÉ Y FELICITA – UNA HISTORIA DE AMOR – 1930 - 2

182los caminos están muy malos. No te veré, por tanto, este domingo, pero espero verte el próximo, si algún otro contratiempo no se atraviesa.

Las noticias buenas que puedo darte son que el asunto de nuestros sueldos parece tener mejor aspecto, aunque por ahora no hay seguridad de nada. En la reunión de hoy me designaron junto con otros profesores para exponer la situación del profesorado ante el Consejo Central Universitario. Veremos qué resulta de todas las gestiones que estamos realizando. Mañana, en otra carta que te escribiré, te daré noticias de lo que haya hecho en ese sentido. Ojalá sean buenas.

Desde antes de irte estaba sintiendo atroces ardores de estómago que me molestaban mucho y me preocupaban más. Comía solamente sopas, verduras y comidas sencillas, sin tener alivio alguno. Hoy me hice ver, me aplicaron los rayos y no tengo nada anormal, salvo un poquito de dilatación del estómago. Me prohibieron las sopas, ¡imagínate! y aunque comí de todo no tuve ardor de estómago. Me parecía que no había comido al faltarme la sopa, pero me siento mejor. Así que te doy una buena noticia respecto de mi salud. (Toca madera).

Quisiera estar contigo, negra, para decirte muchas cosas que se me ocurren ahora, sobre todo cuánto te echo de menos y cuánto te quiero. Hoy, cuando fui a ver a tu hermano, me parecía que tenía que verte, pero al entrar al garage de tu casa y ver aquello tan desolado, tan desnudo, me parecía mentira, me parecía imposible que allí hubiera yo vivido tanto, que en ese cuarto hubiera yo sentido tantas alegrías y no te imaginas la pena que me dio. Sé que estarás ahora pensando en todo lo malo que puedes pensar de mí y que tu desconfianza estará creciendo cada vez más; pero no pienses mal de tu novio que no deja de quererte. Esta carta irá junto con las otras, porque mañana también te escribiré, con lo cual tendrás tres cartas en una semana. Hasta mañana, mi viejita querida. Recibe el cariño, que no morirá nunca, de tu José que no te olvida. Recuerdos a tu mamá. 208.- Carta Montevideo, 17 de octubre de 1930 [viernes] “Tu novio que aunque se ha quedado solo, aquí, no te olvida ni olvida lo que te ha dicho ¿Todo para qué? Para que tú sigas dudando, haciéndome objeto de suposiciones aventuradas en vez de alentarme con tu confianza.” Mi novia querida: Te escribo en un intervalo entre la clase que he dado en el Liceo Rodó y la visita que debo hacer a las cuatro al doctor Musso a fin de interesarlo en el asunto del cobro de los sueldos de los profesores. Después, a las seis, debemos ir a ver al doctor Navarro, Rector interino de la Universidad, para pedirle que convoque a reunión del Consejo al efecto de tratar nuestro asunto. Para mañana tengo que ir a recibir una contestación que, de ser favorable, me dará la posibilidad de guardar unos cien pesos más. De modo que mañana, cuando tú leas ésta, si la lees más o menos a la una y media, yo ya sabré a qué atenerme y te podré dar la noticia el domingo. Pero tú dirás ¿Este novio mío no sabe hablarme ahora más que de pesos, de ahorros, de ganancias? Es que te diré, Felicita mía, que la perspectiva de pasar tres o cuatro meses sin saber qué olor tiene el dinero, tiene a todos los profesores en ascuas sin que baste a tranquilizarlos la seguridad de que, al fin, cobraremos todo junto, porque se preguntan: y entre tanto ¿qué comemos? ¿qué cuento haremos al casero? Y a eso, mal de todos mis compañeros, se junta en mí el deseo que tengo de encontrarme pronto en condiciones de realizar la aspiración más grande de mi vida: hacerte mía. Porque esa, aunque a ti se te antoje mentira, es la aspiración de tu novio que aunque se ha quedado solo, aquí, no te olvida ni olvida lo que te

JOSÉ Y FELICITA – UNA HISTORIA DE AMOR – 1930 - 2

183ha dicho ¿Todo para qué? Para que tú sigas dudando, haciéndome objeto de suposiciones aventuradas en vez de alentarme con tu confianza.

Hoy estuve con Adelaida Monegal. Está en la sala catorce y aunque no hablé con Rocca, el doctor de la sala, creo que se levantará estos días, por lo que vi en la cuadrícula. Dijo que tu tío Venancio había ido a verla dos veces y que había ido también tu tía Beba. La pobre señora está muy deprimida y le prometí que iría todos los días a visitarla. Les manda recuerdos y se interesa por la salud de tu mamá. Mis hermanas dicen que desean que estés bien, así como tu mamá y que estos días te escribirán, pero como saben la dificultad que tienes para escribir, no quieren que les contestes. Contéstame pronto, porque estoy deseando tener noticias tuyas. Si necesitas alguna cosa por aquí, tendría muchísimo gusto en que te acordaras de mí y que me prefirieras para encargármela. Y sobre todo, trata de dominar el miedo que te invade cuando vas a escribirme y que haciéndote temblar el pulso, te obliga a escribir una carta muy corta. Tal vez recordando cuánto necesito tener noticias tuyas se te pase el miedo. Bueno, mi viejita queridísima, esperando que me contestes pronto, te repite que te quiere, y muchísimo, tu José, que espera verte pronto. 209.- Carta Montevideo, 19 de octubre de 1930 [domingo] “Ahora te escribo con una grandísima sensación de vacío. No se adquiere impunemente la buena costumbre de ir a visitar a la novia todos los domingos, porque cuando uno se ve obligado a no verla, como es mi caso ahora, siente mucho más la diferencia” Mi viejita querida: Esta tarde fui a ver el partido disputado entre los jugadores de fútbol de mi pueblo y el combinado de Treinta y Tres. No puedes imaginarte todo lo que sufrí. Fue un partido hermosísimo, como muy pocos he visto, y aunque ganaron los míos no fue sin una enorme tarea, pues los contrarios, desesperados ante la idea de perder se lanzaron a una ofensiva desesperada. Ahora te escribo con una grandísima sensación de vacío. No se adquiere impunemente la buena costumbre de ir a visitar a la novia todos los domingos, porque cuando uno se ve obligado a no verla, como es mi caso ahora, siente mucho más la diferencia que hay con el tiempo pasado. Y las circunstancias son por un lado favorables y por otro lado adversas. Adversas, porque cuando más te necesitaría a mi lado, te vas; favorables, porque el mismo exceso de trabajo que tengo ahora me absorbe todo el tiempo y el recuerdo queda adormecido. Despierta cuando voy a descansar y entonces, con el cuerpo cansado, dejo volar el pensamiento hasta que el sueño me vence. Ya he soñado contigo dos veces. ¡Si vieras cuánto trabajo tengo ahora! Esta noche tengo que terminar un informe para presentar en la Asamblea de mañana, acerca de las gestiones que venimos realizando por el cobro de nuestros sueldos en las vacaciones. Estas gestiones van bastante bien encaminadas. Ayer te decía en mi última carta que tendría que darte una buena noticia. Resulta que por medio del señor Teófilo Gratwohl solicité se me tuviera en cuenta para integrar las mesas examinadoras de maestros en campaña. El señor Gratwohl es muy amigo mío y tiene mucha influencia con los inspectores regionales, por lo cual no tendría nada de difícil que yo fuera en esa gira. Serían, entonces, unos cuantos pesos más para guardar. Fui ayer a verlo y no lo encontré porque está en Colonia. El miércoles vuelve y espero verlo entonces. Ayer me encontré con Artigas y la Chicha. Ésta me dijo: “¿Ya está otra vez solo? Hay que casarse, José, hay que casarse”. Yo le contesté que era mucho más fácil desearlo y decirlo que hacerlo. Que yo bien lo deseo pero que por ahora no me es posible. Estuve un ratito conversando con ellos y me fui a cenar.

JOSÉ Y FELICITA – UNA HISTORIA DE AMOR – 1930 - 2

184 Escríbeme pronto. Yo te mandaré esta carta junto con otra que te escribiré en estos días para poder darte más noticias. ¿Cómo lo pasas en el campo? Según me dijo tu papá el otro día estás muy contenta. No sigo porque tengo que terminar el informe para mañana. Hasta pronto. Saluda a tus padres en mi nombre y tú recibe el cariño de tu José, que te quiere. 210.- Carta Montevideo, 22 de octubre de 1930 [miércoles] “El señor Gratwohl me dijo... que las iban por buen camino” ... “fui a hablar con el concejero de Enseñanza Primaria, para convencerlo de que mi actuación de año y medio en el Instituto debe eximirme de la prueba de concurso” ... “El lunes se realizó la Asamblea de profesores y presenté el informe que había preparado” Felicita mía: He pasado estos días algo enfermo. Cierto es que todo el mundo anda, con este tiempo tan variable, con toda clase de molestias. Ayer y anteayer volví a tener algún dolorcito y sobre todo un decaimiento tal que pienso que hay algo del hígado metido en todo esto. Hoy he pasado algo mejor, tal vez debido a que comí menos. Y eso que hoy anduve en mil vueltas. Después de venir del hospital comí y fui a ver al señor Gratwohl quien me dijo que las gestiones que había hecho para que me incluyeran en las mesas examinadoras de maestros iban por buen camino. Después me fui a hablar con Gamba, el concejero de Enseñanza Primaria, para convencerlo de que mi actuación de año y medio en el Instituto debe eximirme de la prueba de concurso por cuanto es más segura la demostración de competencia dada en un año y medio que la que pueda darse en un concurso. Lo dejé casi convencido y digo casi porque el hombre es medio duro de mollera y se cerraba a la banda con el argumento de que la reglamentación era general. Como el hombre fue diputado, conseguí que admitiera que si bien es cierto que se legisla para casos generales hay casos particulares que deben ser considerados. En fin, me prometió que no se opondría a mi tesis. El concejero Perdomo fue más fácil de convencer y me dijo que mi tesis podría ser tratada en el Concejo. A la vuelta pasé por la Fraternidad; pero no pude ver a Osvaldito porque no había ido, según me dijo la empleada, la cual no salía de su asombro, pues tu hermano es en la oficina la personificación de la puntualidad. Ayer, después de dar mi clase en el Instituto, fui a verlo. Estaba, también con el propósito de ver a Osvaldito, tu tío Venancio acompañado por su hijo Justo José, aquel que tiene un lunar en la mejilla. Mañana iré a verlo otra vez para ver si hay la posibilidad de ir a verte el domingo. No te imaginas qué grande es el deseo de verte otra vez, mi negrita. El lunes se realizó la Asamblea de profesores y presenté el informe que había preparado. Fue aceptado y aprobado casi íntegramente, salvo la parte final, donde, de acuerdo con la opinión de los Decanos, del Rector, del Ministro de Instrucción Pública y algunos Consejeros, yo recomendaba que la propaganda que se hiciera tuviese cierta altura, cierta dignidad, propias de la función y la importancia del cuerpo de profesores, elemento intelectual, etc. etc. Pero no faltó quien sostuviera la necesidad de que el pueblo se enterara de los antecedentes del asunto y propusiera que se imprimieran pasquines para pegar en las esquinas. Yo argumenté que esa actitud nos asimilaría a cualquier sindicato de resistencia como, por ejemplo, al de Obreros de la Madera o al Sindicato de Mozos y Anexos y que nos perjudicaría doblemente, porque rebajaría el concepto que merecemos y porque nos atraería mala voluntad de parte de los que hoy pueden y quieren resolver nuestra situación. Al final triunfó mi propuesta.

JOSÉ Y FELICITA – UNA HISTORIA DE AMOR – 1930 - 2

185 Contéstame pronto, dándome noticias tuyas. No seas tan haragana, mira que ya va para una semana que no tengo noticias tuyas y las necesito mucho. Mira que si tú pasas muy bien ahí, yo en ésta te echo mucho de menos. Adiós, mi negra linda, te adora y no te olvida tu José. [Al margen:] Recuerdos a los tuyos. Mándame saludar a María Radonde, así tengo un pretexto para ir a la casa y ver si concertamos el viaje a San Ramón. Te quiero. Te quiero. Te quiero. 211.- Carta Montevideo, 21 de noviembre de 1930 [viernes] “Me encontré con tu papá. No te imaginas qué desilusión tuve al comprobar que no traía carta tuya y cuántas cosas pensé en un momento; pero el resentimiento se desvaneció cuando me habló de tu enfermedad. ¡Ah negra, cuánto te quiero a pesar de todo lo que tú me has estado haciendo en estos últimos tiempos!” Viejita mía: Había resuelto, en vista de que mis cartas no te interesaban, no escribirte más. Y digo que no te interesaban porque en caso contrario me hubieras contestado alguna vez, aunque, hasta en el caso de que mis cartas carecieran por completo de interés para ti, bien podrías haberme escrito con más frecuencia. Bien sé que no soy yo el único que carece de noticias. Osvaldito, a quien veo con frecuencia en la Fraternidad, me dice, cada vez que le pregunto si ha tenido noticias, que no sabe nada, que no ha tenido carta. Yo te ruego, si es que verdaderamente me quieres, que no continúes en esta táctica de indiferencia que a nada bueno puede conducir; que contestes a mis cartas; que muestres un poco más de cariño y de interés; que trates de vencer tu pereza para escribir, pensando que las cartas son por ahora el único medio de que disponemos para comunicarnos. La decisión que había hecho de no escribirte cedió inmediatamente que tu papá me dijo que no estabas bien, que habías pasado varios días mareada, con la vista muy inyectada y con mucho dolor de cabeza. Es decir que se repite, o poco menos, el cuadro que te tuvo un mes en cama la vez pasada. Ya comprenderás qué efecto me hizo la noticia. Yo fui hoy a la Fraternidad y allí me encontré con tu papá. No te imaginas qué desilusión tuve al comprobar que no traía carta tuya y cuántas cosas pensé en un momento; pero el resentimiento se desvaneció cuando me habló de tu enfermedad. ¡Ah negra, cuánto te quiero a pesar de todo lo que tú me has estado haciendo en estos últimos tiempos! ¿Por qué eres así? ¿Es que no me quieres? Si tú supieras cuánto he estado pensando en ti en estos días y cuánto he deseado tener una carta tuya... Pero toda espera era inútil. El cartero me traía revistas, diarios, folletos, pero no lo que yo más deseaba: una carta tuya. Me parecía mentira. No creas que por eso he dejado de hacer lo que habíamos convenido antes de irte... Dolorido y todo siempre he pensado igual y te quiero, mi negrita, más que nunca. Pero no seas malita. Escríbeme y tu novio será siempre tuyo y no andará disgustado como ahora. Si me escribes te escribiré una carta mucho más larga que ésta, a vuelta de correo, donde te contaré muchas cosas que dejaba para contarte cuando te viera. Saluda a tu mamá de mi parte y tú recibe el cariño de tu negro que espera verte pronto, sana y linda, pero que entretanto espera que una carta tuya le traiga un poco del cariño que necesita tu José, siempre tuyo. Esta carta va junto con otra de mis hermanas. No es necesario que contestes a las dos. Basta con que me contestes a mí solo. Te adoro.

JOSÉ Y FELICITA – UNA HISTORIA DE AMOR – 1930 - 2

186212.- Carta de Felicita “Villa Felicia” noviembre 29 de 1930 [sábado] Tarjeta: por el aniversario del fallecimiento de la madre de José José: ‘Único en mi corazón y en mi pensamiento’... ¿Recuerdas aquel párrafo tuyo que empezaba así? No me atrevo a terminarlo ya que no sé a qué obedece tu silencio ¿Será falta de cariño?... si así fuera, te ruego que no lo interrumpas. Para mí, sería doblemente doloroso tener que recibir excusas, ya que no podría admitir ninguna, sólo pensaría que no me has querido nunca... Al llegar aquí me pregunto ¿por qué digo todo esto? ¿por qué dejo hablar a mi corazón? cuando al disponerme a escribirte lo hice pensando en una fecha tan triste como tiene que ser el primero de diciembre. Sólo quería que supieras que a pesar de la distancia estaré muy cerca de ti y que rogaré a Dios como siempre, por el eterno descanso del alma de tu inolvidable mamá. Deseando que el tiempo pase rápidamente, te saluda con el amor de siempre, Felicita. 213.- Carta Montevideo, 30 de noviembre de 1930 [domingo] “Nunca te imaginarás, ni creerás, todo lo que sufrí por tu causa en estos días... Si has recibido mis últimas cartas y te han herido un poco, ¿me perdonarás teniendo en cuenta que he sufrido por tu amor más, mucho más, de lo que mis cartas puedan haberte lastimado a ti?... Te agradezco muchísimo que hayas recordado el día aniversario de la muerte de mamá, te lo agradezco mucho. Ella era una aliada tuya y hoy te ha vuelto a unir más a mí” Felicita muy querida: Tú me reprochas mi silencio cuando precisamente tu largo silencio me había llenado de duda y de pena. Yo me preguntaba qué tendrías tú para no contestarme siquiera unas líneas, para dejarme tan abandonado que las únicas noticias tuyas las sabía por medio de Osvaldito o de tu papá. Hasta tu prima, la Beba, tenía más noticias que yo... Supuse que mi antepenúltima carta, aquélla que aún no habías recibido cuando fui a verte, te había disgustado porque yo, a causa del disgusto que me había causado no tener contestación tuya, me mostraba un poco brusco, algo violento. Pero tu carta última me da a entender que no has recibido ninguna carta, ni siquiera una, la última, que se la di a tu papá junto a otra de Chola y que tu papá echó al correo porque él no pudo llevártela. No creas que esto sea una excusa ni nada parecido. Ya me dices en tu carta que no la admitirías ni yo te vendría con justificativos tontos.

Tenía, no te lo niego, el propósito de no volver a escribirte ya que tú no contestabas a mis cartas; pero esta decisión mía nació cuando tu silencio me hizo comprender que ni mi cariño, ni los recuerdos, ni las esperanzas, todo lo que un poco desordenadamente palpitaba en mis cartas, tenían bastante fuerza para vencer tu pereza, para disipar tu inercia y moverte a contestarme. ¿Comprendes mi estado de espíritu ante esta situación? Yo me preguntaba lo mismo que has preguntado tú: “¿Será falta de cariño?” Y bien puedes suponer que no era esa la única interrogante que yo me planteaba, aunque nunca te imaginarás, ni creerás, todo lo que sufrí por tu causa en estos días... No lo creerás, digo, porque para ti lo que yo digo siempre es algo exagerado. Algún día me creerás... ¿Me creerás hoy si te digo que a pesar de todo te quiero? Si has recibido mis últimas cartas y te han herido un poco, ¿me perdonarás teniendo en cuenta que he sufrido por tu amor más, mucho más, de lo que mis cartas puedan haberte lastimado a ti? Espero verte pronto, tal vez el sábado o el domingo próximos y entonces te contaré muchas cosas; pero quiero que una carta tuya sea mensajera de concordia a fin de saber que el

JOSÉ Y FELICITA – UNA HISTORIA DE AMOR – 1930 - 2

187cielo está claro y que el sol de tus ojos luce en él más puro que nunca. Te agradezco muchísimo que hayas recordado el día aniversario de la muerte de mamá, te lo agradezco mucho. Ella era una aliada tuya y hoy te ha vuelto a unir más a mí. ¡Mi negrita...! Contéstame pronto, porque estoy ansioso de tener noticias tuyas y entre tanto puedes tener la seguridad de que sigues siendo “Única en mi corazón y en mi pensamiento” mientras palpite el corazón y luzca el pensamiento de tu José, que te quiere. Recuerdos a tu mamá. 214.- Carta de Felicita “Villa Felicia” a 1º de diciembre de 1930 [lunes] “No olvides que me prometiste larga carta a vuelta de correo si contesto la tuya del veintiuno, pero como en ésta te contesto a más la del treinta, tu carta la deseo del doble de extensa y mucho, muchísimo más del doble de cariñosa. ¿Entendidos?” Querido viejito mío: ¿Habías resuelto no escribirme más? ¡Me das miedo! Dices en otro párrafo de tu carta: “las cartas son por ahora el único medio de que disponemos para comunicarnos” y a pesar de eso habías resuelto... ¡Ah, mi negrito, yo que esperaba una carta tuya pensando contestártela enseguida y que pensé me la escribirías después de tu viaje a ésta porque creo que te habrá quedado como a mí mucho por decirte, ya que el tiempo fue tan poco! Papá que llegó hoy trayéndome tus dos cartas (una que estaba en el correo) nos da la noticia de que Conrado piensa venir el seis y que te invitarán. Trata de venir mi viejito, que con estas dos cartas tuyas que traen, aunque no parezcan, unas cuantas espinitas está un poquito más claro el cielo. Estoy deseando llegue el sábado porque si vienes a más de tener la alegría de verte sabré algo de ti, también deseo saber cómo ocupas el tiempo que tus tareas te dejan libre ya que tan lejos de tu noviecita que tanto te quiere te muestras tan indiferente con ella. Cariñito mío, los demás párrafos de tu carta los contestaré cuando tenga la dicha de verte, sobre todo, esta pregunta tuya “¿Es que no me quieres?”. Ésta la dejo para contestarla e interrogarte lo mismo, ya que por carta no sé expresarme. No olvides que me prometiste larga carta a vuelta de correo si contesto la tuya del veintiuno, pero como en ésta te contesto a más la del treinta, tu carta la deseo del doble de extensa y mucho, muchísimo más del doble de cariñosa. ¿Entendidos? Tu próxima será la respuesta. Te ruego le des a Chola esa cartita. Recibe el cariño de tu novia que mucho te quiere, Felicita. Amorcito mío: Papá te lleva ésta por no haber tenido oportunidad de enviártela. Espero que cuando regresen de la estación me traerán la que tú me habrás escrito por el tres de diciembre. Tuya, Chela. 215.- Carta Montevideo, 7 de diciembre de 1930 [domingo] “Tú me preguntaste: ¿Y para qué quieres que te escriba todas las semanas? A mi vez, asombrado, yo te dije: ¿Y tú podrías pasar sin mis cartas? Yo sí, me respondiste... . Si mis cartas valían tan poco para ti... ¿a qué seguir escribiéndote?” ... “me desdeñaba, o poco menos, la mujer en quien cifré mis más altas esperanzas” ... “la causa de lo que tú llamas indiferencia debes buscarla en ti misma, que no has podido ser más fría e indiferente de lo que has sido con tu novio”... “El tres de este mes pasé frente al cine donde te conocí” Queridísima Felicita:

JOSÉ Y FELICITA – UNA HISTORIA DE AMOR – 1930 - 2

188 A la hora de escribirte ésta yo debía estar junto a ti, pero el tiempo lo ha querido de otro modo porque aunque aquí, en Montevideo, nada parecía oponerse a un paseo en automóvil, tu papá tuvo noticias de que afuera había llovido mucho, que los caminos estaban en muy malas condiciones y que era arriesgarse mucho el salir en auto. Hubo que desistir del viaje. Toda esta semana había estado yo deseando hacer ese viaje y el viernes, cuando fui a concertar las cosas con Osvaldito, éste me dio tu carta última que más adelante, en esta misma carta, comentaré con todo el detenimiento posible. Ayer de mañana volví a verlo y me dijo que a las dos de la tarde iría a mi casa, adonde también iría tu papá y que Conrado pasaría a buscarnos a todos. Pero el hombre propone y Dios dispone. Estaba almorzando cuando vino tu papá con la triste noticia de que era necesario aplazar el viaje. Yo, que tenía ya todo preparado y que estaba con el pie en el estribo, me quedé de una pieza. Le dije a tu papá que si tomaban una resolución en contrario que me avisara, y como a las cinco no había recibido yo noticia alguna me fui a casa de tu tía Coca. Esperaba encontrar allí a Osvaldito para decirle si no era posible salir hoy domingo de mañana, pues los caminos ya no estarían tan mal después de un día de sol muy fuerte. Pero no encontré a tu hermano. Me limité a hacer una visita a tu tía Coca y a tu prima Chicha, con las cuales tomé el té. Ahora voy a comentar tu carta siguiendo el orden en que están tus palabras. Comienzas con la interrogación: “¿Dices que habías resuelto no escribirme más?” y a continuación expresas: ¡Me das miedo!. Lo primero es exacto. No me quedaba otro camino, pues tu silencio abonaba lo que una noche me dijiste, poco tiempo antes de irte. ¿No recuerdas? Yo insistía para que tú me escribieras todas las semanas y tú me preguntaste: ¿Y para qué quieres que te escriba todas las semanas? A mi vez, asombrado, yo te dije: ¿Y tú podrías pasar sin mis cartas? Yo sí, me respondiste. Y tu conducta posterior confirmó aquella afirmación tuya. Si mis cartas valían tan poco para ti que tú podías prescindir de ellas ¿a qué seguir escribiéndote? Si tu silencio demostraba que yo no merecía una carta, que no valía la pena mantener una correspondencia carente de interés ¿a qué molestarte?

Y esto que yo te digo calmadamente es sólo una parte de lo que yo te hubiera dicho si hubieses estado cerca, impulsado por la indignación que me causaba comprobar cómo me desdeñaba, o poco menos, la mujer en quien cifré mis más altas esperanzas, la que yo había elegido por compañera y a quien había querido y respetado por sobre todas las cosas de mi vida. Entonces sí hubieras podido decir: ¡Me das miedo!... Nunca he tenido que contenerme tanto, nunca tuve que sobreponerme de tal manera a mi preocupación y a mi dolor. He pasado días y días tascando el freno, solo, tratando de explicar lo que no tenía explicación cuando mis hermanas se admiraban de que no escribieras o cuando alguno de nuestros conocidos me pedía noticias de ustedes al encontrarme. Yo no sé que hubiera hecho esos días, y tú no podrás hacerte una idea de los conflictos que me planteaban mis sentimientos. Yo me explico ahora por qué no me escribías; aunque no te justifico. Me doy cuenta, por lo que veo en tu carta, que no has recibido cartas mías. Recordarás que cuando estuve en ésa te dije que debía llegarte una carta que te había escrito, aunque no quise decirte nada de lo que contenía. No te quise decir porque no quería amargar los pocos minutos que pasamos juntos, pues tenía ciertas espinas. Cuando llegué a ésta te escribí de nuevo y, por lo que veo, no recibiste ni una ni otra y me asalta el temor de que ésta también se pierda. Por evitar esto, y porque no quiero nuevos conflictos, la mandaré recomendada. Ya ves cómo la separación nos crea dificultades y trastornos a cada paso. Tenemos que estar sometidos al tiempo, bueno o malo, para poder resolver hacerles una visita; al Correo, bien o mal intencionado; a la curiosidad o al atrevimiento de los intermediarios, etc. etc. Todo esto, como comprenderás, me tiene muy disgustado. ¿Cómo no han de ir, entonces, algunas espinitas, como dices tú, si tengo tantas que me sobran? Y no te asombres si

JOSÉ Y FELICITA – UNA HISTORIA DE AMOR – 1930 - 2

189

te digo que muchas de esas espinas pudiste evitármelas, tanto antes de irte como después, con sólo pensar en lo que tú eres para mí y obrar en consecuencia. Dices que deseas sabe cómo ocupo el tiempo que me dejan libre mis tareas para mostrarme tan indiferente contigo. Podrás saber en qué ocupo mis horas libres, pero la causa de lo que tú llamas indiferencia debes buscarla en ti misma, que no has podido ser más fría e indiferente de lo que has sido con tu novio, que has estado ciega y no has visto el dolor que le causaba a ese novio, para el cual eres la Única, el que tú te separaras de él, para una ausencia de varios meses, como si fuera por un día, sin procurar retardar la partida, cosa que por lo menos podrías haber intentado, y en fin, por otras cosas en las cuales no se manifestó en modo alguno tu corazón como el de una mujer que ama. ¿Cómo no he de preguntarte, frente a todas estas cosas, si no me quieres? ¿Cómo no he de dudar de tu cariño, si parece que tú misma estuvieses empeñada en hacerme dudar? Y dices que tú me vas a interrogar sobre el mismo punto cuando nos veamos. ¿Acaso necesitas interrogarme para saber que te quiero con locura, que te quiero tanto que tu misma indiferencia no ha conseguido borrar de mi corazón el cariño que siente por ti, cariño inmenso, grande y puro como sólo por ti lo he sentido? ¿No comprendes qué grande es mi amor por ti que persiste aún a pesar de toda tu despreocupación? Sé que esta carta te hará sufrir si me quieres, pero tengo la casi entera convicción de que no soy injusto y si alguna injusticia cometo se debe a que la pasión es más poderosa hoy en mí que el raciocinio. Te quiero mucho y quiero hacerte a mi modo, para que me quieras mucho, porque yo no me conformaré con que mi mujer me dé un amor de poco arraigo. O me quiere hondamente, profundamente, o no me quiere. Y ella podrá tener la seguridad de que yo la amo con todas las potencias de mi alma, sin medias tintas, sin desmayos, sin dobleces. Yo sé que tú puedes amarme así, como he soñado siempre. Sé que yo puedo encontrar en ti un tesoro de cariño y me desespera ver que lo que podría ser un amor apasionado no se manifiesta sino como un afecto casi anémico. Yo he de encontrar el medio de que tu corazón sea mío. Hace ya varios años que sueño con llevar a la realidad ese deseo. El tres de este mes pasé frente al cine donde te conocí. No fui por casualidad, sino a propósito. Salía de estudiar en la casa de Aguirre, al oscurecer, y fui hasta el Reducto. Pasé frente al cine y volví hacia arriba; luego por Millán, fui hasta Caridad. ¡cuántas cosas evoqué! Por allí ibas tú con tu mamá y yo, prudentemente, te seguía por la otra acera; allí me había parado yo muchas noches; por aquella esquina pasaste con Flora8; en aquella azotea te había visto muchas veces, lejana como un ideal. ¡Ah, negra mía, recordar es triste en las circunstancias en que nos encontramos9. Yo lamento que esta carta no sea distinta de lo que es. Pero para que la carta fuera más agradable para ti yo tendría que estar en otra disposición de espíritu. No puedo despojarme del sentimiento de contrariedad que me causa el asociar el cariño a la ausencia. Perdóname, pues, si no satisface tus deseos, que otra será más cariñosa. Saluda a tu mamá en mi nombre y tú recibe el cariño de tu novio que te quiere muchísimo y al cual, en vista de su buen deseo, tendrás que perdonarlo que sea un poco rezongón. Te adora tu José. Contéstame pronto Carta 216: De Felicita “Villa Felicia” a 11 de diciembre de 1930 [jueves] “Creo que hasta ahora no me has interpretado, de lo contrario no podrías juzgarme así y si es que en realidad me quieres, algún día tendré ocasión de demostrarte lo equivocado que estás. Por ahora, no puedo ser de otro modo.”

8 Prima política, pero íntima amiga de Felicita 9 en las circunstancias en que nos encontramos: separados, Felicita en Villa Felicia a una legua de San Ramón por caminos de tierra que con lluvia eran imtransitables, y José en la Capital a 80 Kms. de San Ramón

JOSÉ Y FELICITA – UNA HISTORIA DE AMOR – 1930 - 2

190José mío adoradísimo: Recién he recibido tu carta que leo ávida de tus palabras de cariño, ¡las extraño tanto!... ¡Ah, mi viejito! Ahora comprendo el motivo de tu silencio. Es que tú, por dos palabras mías dichas sin reflexionar has querido darme una lección y sin pensar en lo mucho que te quiero, elegiste esa que me ha dado tanta pena y ha sido quizás demasiado dura para la magnitud de la culpa. No es mucho decirte “yo sí”, tantas veces te he dicho “yo sí, que te quiero”, y no te has enojado ¿verdad? Dime negrito ahora que sabes que no recibí ninguna de las dos cartas que mencionas, ¿también piensas lo que afirmas en tu carta? ¿Es verdad que no me justificas? Respecto a la recriminación que me haces en tu carta donde me hablas de mi viaje, te digo que tú sabes muy bien que no estaba en mí retardarlo y recordarás la conversación que tuvimos, cuando te dije que me podía quedar en lo de Sara, yo lo hubiera hecho porque ya lo tenía pensado de acuerdo con mamá, pero... ¿recuerdas? Cuando digo que no me comprendes estoy en lo cierto, esto me lo demuestra estas palabras de tu carta: “no se manifestó en modo alguno tu corazón como el de una mujer que ama”. Creo que hasta ahora no me has interpretado, de lo contrario no podrías juzgarme así y si es que en realidad me quieres, algún día tendré ocasión de demostrarte lo equivocado que estás. Por ahora, no puedo ser de otro modo. Me dices que toda la semana has estado deseando hacer el viaje a ésta, ya ves, mucho desear no es realizar, yo por mi parte no pude desearlo más. Al ver que no vinieron el sábado, los esperábamos el domingo todo el día, después pensamos que vendrían el lunes, pero nos desilusionamos muy temprano porque amaneció un día horrible. Yo igual te esperaba porque creí que vendrías en el tren, como esto no se realizó pienso que no tendrías tantos deseos de verme. Al ver que no venían podías haberle dicho a papá que tú igual vendrías en el tren de esa tarde y en caso de que ellos se animaran a hacer el viaje tú hubieras podido regresar con ellos. Así pasábamos dos días juntos y tu Chela hubiera encontrado un detalle que la hubiera dejado encantada. ¿Cuándo podrás venir a pasar unos días? El tiempo está malísimo, tanto que dudo puedas venir en auto el sábado, aunque papá cree que vendrán. Negrito querido, yo te espero, tengo el presentimiento que vendrás el sábado, tú no dejarás que el corazón me engañe ¿verdad? Ven que tu Chela desea verte pero más contento que hace un mes. ¿No recuerdas que hace más de un mes que no ves a tu novia? Viejito del alma hasta el sábado que ya sabes te espero. Recibe todo el cariño de tu Felicita. 217.- Carta Montevideo, 17 de diciembre de 1930 [miércoles] “Al mirar el retrato tuyo que tengo en mi cuarto he advertido una gran diferencia entre él y el original... Como el retrato no ha cambiado debo suponer que eres tú la que has cambiado y el cambio ha sido de tal naturaleza que mostrándote tú mas cariñosa el retrato me impresiona más que nunca como algo inerte y sin vida espiritual.” Queridísima Felicita, mi vida: Te hubiera escrito ayer, como te prometí antes de venir, pero como quería darte alguna noticia concreta acerca de mis gestiones a fin de asegurarme los grupos de que te hablé, esperé hasta hoy. Ayer hablé con el consejero Oribe, quien encontró, después de explicarle yo la situación mía en el Instituto, que yo tengo derechos adquiridos. Mañana o pasado debo hablar con Gamba. Como verás por los recortes que adjunto, la cuestión de los sueldos de los profesores ha entrado en un camino favorable, pero la elección de nuevo Rector nos crea la amenaza de no cobrar en varios días más, pues la transmisión de funciones exige una

JOSÉ Y FELICITA – UNA HISTORIA DE AMOR – 1930 - 2

191paralización de la actividades de las oficinas de la Contaduría. Fue elegido el doctor Espalter, que según tengo entendido es amigo de tu papá. Te envío una fotografía del banquete de confraternidad médica, realizado en el Parque Hotel la noche del lunes.

Tuvimos tu hermano y yo un viaje bastante bueno aunque muy movido, pero te aseguro que nunca me he sentido tan movido y sacudido como en el carro del lechero Pizorno. Pero le agradezco muchísimo la buena voluntad que me demostró y el desinterés que puso de manifiesto, pues yo quise darle un peso “para caramelos para los chicos” pero no quiso aceptar de ninguna manera. Después, el viaje en tren fue bastante bueno. Al llegar a Central nos estaba esperando tu papá. Yo me fui a casa y tuve tiempo de bañarme y vestirme para ir al banquete de confraternidad, donde lo mejor que hubo fue el compañerismo, pues el menú era muy malo.

Después he hecho la vida de siempre. Pero ahora te echo de menos mucho más. He hecho una comprobación que no había encontrado hasta ahora: al mirar el retrato tuyo que tengo en mi cuarto he advertido una gran diferencia entre él y el original. Cuando esté junto a ti y ¡ojalá sea pronto! te hablaré más detenidamente de esto. Como el retrato no ha cambiado debo suponer que eres tú la que has cambiado y el cambio ha sido de tal naturaleza que mostrándote tú mas cariñosa el retrato me impresiona más que nunca como algo inerte y sin vida espiritual. ¡Si tú vieras cuánto pienso en ti, mi negrita linda! Todavía tu influencia benéfica rige en mi alma de tal modo que, salvo la tristeza que me causa estar lejos de ti, no tengo pensamientos de esos que muchas veces me han martirizado tanto. Ahora siento más que nunca vivo el deseo de hacerte mía y unirte a mi vida para siempre porque, mi negrita querida, nada hay más placentero y dulce para mí que estar a tu lado. Y por eso trato de hacer definitivo lo que hasta ahora sólo ha sido transitorio; de llevar a la realidad lo que no es hoy más que una dulce promesa. Serás mía, serás mi compañera, porque sin ti no puede haber alegría completa ni día completamente feliz para mí. Cuando seas enteramente mía no habrá hombre más feliz que yo ni corazón más contento. Ojalá no tarde el día en que emprendas conmigo una vida común que será, por el influjo de tu cariño, un perpetuo viaje de bodas para tu José. [Al margen:] Dale recuerdos a tu mamá y si todavía está Conrado con la Señora salúdalos de mi parte. Me mandé hacer un traje nuevo. Te mando una muestra del paño para que la veas. Si no hay noticia en contrario, espérame el veinticuatro. Te quiero con toda el alma, mi Felicita. Pienso en ti. Te quiero. Mía...

JOSÉ Y FELICITA – UNA HISTORIA DE AMOR – 1931

195218.- Carta Montevideo, 21 de enero de 1931 [miércoles] “Lo que impresionó a todos muy favorablemente fue el cuidado que tuviste de poner un algodón en cada cabito, y me felicitaron por tener una novia tan prolija...? Yo te extraño. No puedo olvidar que hace unas horas estaba junto a ti” Mi negrita muy querida: Ayer tuve un viaje bastante fatigoso por el calor que hacía. El vagón era un horno y como había un solo vagón de primera, la gente no podía viajar con comodidad y hasta algunos tuvieron que ir parados en el pasillo. Encontré a tu papá en la estación Central y al darle la valija le dije todas las cosas que me recomendaron. A poco de llegar a casa llegó tu papá a preguntarme si yo tenía la llave de la valija. Le dije que no, pues ni tu mamá ni tú me dieron llave alguna. A mi tía le gustaron muchísimo las flores que le enviaste y te las agradece. Estaban algo marchitas, pero todavía dejaban ver su belleza hasta el punto de que entusiasmaron a mis primas, las cuales se apresuraron a ponerlas en agua. Lo que impresionó a todos muy favorablemente fue el cuidado que tuviste de poner un algodón en cada cabito, y me felicitaron por tener una novia tan prolija. Mis hermanas están muy contentas de que todas ustedes estén bien y les mandan saludos. Encontraron riquísimo el dulce y mi tía que, como sabes, está en casa, dijo que nunca había comido un dulce tan a punto. Los cuadritos que me regalaste quedan muy bien y tienen un aspecto soberbio. Hoy estuve con Osvaldito. Estaba contentísimo porque le dieron aumento de quince pesos, lo felicitaron por buen empleado y muchas otras cosas que lo halagaban muchísimo. Imagínate que me mostró una carta en la cual Bazet, su superior pide que dejen a Osvaldito a su lado y que no lo pasen a la Administración porque él quiere tener personal “de confianza”. Creo que soy el primero en darles la noticia porque Osvaldito todavía no les había escrito así que creo merecer algo por las albricias ¿no? Tu mamá creo que me las pagará gustosa con un pollito como el que me preparó ayer y que me hace sentir nostalgias y tú... me recompensarás con un “te quiero” bien sazonado. Esta tarde me encontré con tu tío Pepe, que había ido a ver a Osvaldito a fin de pedirle mi dirección porque quiere mandarme un queso de regalo. Cumpliendo con tu deseo fui a visitar a tu tía Sara, pero no la encontré. Hice, pues, la visita a tu tío José. Extrañarás la letra. El caso es que estoy escribiéndote con pluma y tinta extrañas para mí, pues mi estilográfica se empacó. Te mando el análisis de tu mamá. Como verás, la glucosa ha aumentado. Dile, pues, a tu mamá que se cuide, que se deje de andar pellizcando una cosa y otra, porque así no se va a mejorar nunca. Mañana, tal vez, te enviaré las copias fotográficas. No sé qué tiempo tendrán por ahí, pero te aseguro que aquí llueve, a pesar de lo cual hace un calor espantoso, así como lees, espantoso. Yo estoy sudando por todos los poros. ¿Cómo has pasado desde que me fui? ¿Te acostaste enseguida? Yo te extraño. No puedo olvidar que hace unas horas estaba junto a ti y que ahora no puedo mirarte al fondo de los ojos como lo hice tantas veces en aquellos días que pasaron tan pronto. No me escribas enseguida porque tengo que mandarte una carta mejor junto con algunas cosas. Ésta te la escribo apurado para que llegue mañana a tu poder, si es posible. Hasta la próxima, que será muy pronto. Recuerdos a tu mamá. Recibe el cariño grande, grande, de tu José, que te adora.

JOSÉ Y FELICITA – UNA HISTORIA DE AMOR – 1931

196

219.- Tarjeta De Felicita “Villa Felicia” a 22 de enero de 1931 [jueves] José mío adoradísimo: Me parece un sueño el tiempo que hemos estado juntos, han pasado los días sin darme cuenta de ellos, pero ahora los encuentro larguísimos; si siguen así me va a parecer que los sábados no llegan nunca. ¡Qué corazonada tengo! Casi te diría que sé el día que nos veremos, pero, chit... Por si quieres saber cuándo te espero te digo que es el sábado cuya fecha es igual a la que llevamos los dos1, a menos que tú cuando estás en ésa hagas lo mismo que Pura2. Mañana espero recibir tu carta. Pedro dijo que va a San Ramón y aprovecho para enviarte ésta. Tan pronto reciba tu carta que espero ansiosa, te contestaré. Dime qué impresión causaron las flores. Recibe todo el cariño que guarda para ti el corazón de tu Chela que te adora. Tu siempre Felicita. 220.- Carta Montevideo, 25 de enero de 1931 [domingo] “Si al dar vuelta una esquina me diera de manos a boca contigo, en cualquier momento, encontrarías mi anillo en su lugar, es decir, en el dedo anular de la mano izquierda. Yo no soy olvidadizo como tú, negra pícara... que una noche te olvidaste del anillo en el lavatorio.” Queridísima negrita mía: Esta noche, domingo, te escribo para compensar las deficiencias de la otra carta que te escribí días pasados. Pero tengo la esperanza de que me perdones haberte enviado una carta tan fea, si tienes en cuenta que sólo lo hice para darte algunas noticias frescas, porque quería ser el primero en hacer llegar hasta ustedes, sobre todo hasta tu mamá, la noticia del aumento que le dieron a Osvaldito últimamente en su empleo. Pero, con todo, supongo que la noticia le había gustado mucho a tu mamá y si la carta no era propiamente de novio y tú podrías haberla encontrado “una gaceta noticiosa” también te habrá gustado un poco si pensaste que yo gozaba como mía una alegría que era de ustedes. Y es, que ya me considero como de la familia. Hubiera querido dar a tu mamá la alegría de llevar conmigo a Osvaldito, pero el pobre no puede ir, de modo que lo lamentamos ayer muchísimo. En cuanto a mi ida, vieja mía, dudo de que pueda realizarse esta semana, por falta de medios de locomoción. No debería decirte esto, ya que mi próxima visita sería de sorpresa, pero te aviso para que no te sea doloroso esperar en vano. Bien lo desearía yo, mi alma, pero veo que no me será posible ir. Compré algunas cosas que tampoco puedo enviarte por la misma causa y que tendría que llevarte cuando vaya. Y no sabes cuánto deseo verte, mi Chelita... pues el verte tan linda en la fotografía que yo te saqué entre las dalias, que dicho sea de paso es la única que salió bien, me hace recordar los deliciosos momentos que pasé a tu lado. Te diré que de las fotografías que sacamos para la canaria todas salieron bien, salvo una donde la chiquita salió algo movida; las nuestras salieron mal, borradas y movidas, salvo la que yo te saqué en el cantero de las dalias. Dile a Luisa que el martes o el miércoles me entregan las copias y que han tardado algo porque, de acuerdo con sus deseos, les hice hacer algunos retoques. Tan pronto como pueda se las mandaré.

1 Referencia a la fecha inscrita en los anillos de compromiso, 31 de marzo 1929, que este año caía en sábado 2 Este personaje, que ha aparecido en la carta 182, del 9 de febrero de 1930, se quitaba en ocasiones el anillo de compromiso

JOSÉ Y FELICITA – UNA HISTORIA DE AMOR – 1931

197 Hoy fui a visitar a la señora de tu tío Pepe a casa de Venancio y a agradecerle el obsequio del queso que me mandó, que resultó riquísimo. La pobre señora está con el asma que no le deja reposo. Tu tío le hizo cauterizar el trigémino, pero no parece que le haya dado resultado apreciable. Te mandan recuerdos y desean que tu mamá se mejore. No tengo más noticias que darte y que valgan la pena de mencionarlas. Todos estos días he trabajado intensamente y no sólo deseo ir a verte por estar junto a ti, sino también porque en la tranquilidad del campo la vida se vive más profundamente, sobre todo estando al lado de una mujer linda, como eres tú, graciosa y buena como tú. Ayer recibí tu carta en la cual me dices que te parecen un sueño los días que pasamos juntos. No solamente para ti son algo así como un sueño, del cual despertamos contra nuestro gusto. Si, como dice Segismundo en la obra de Calderón: “Todo en la vida es sueño” ¡quién me diera vivir en un sueño, como viví esos días pasados junto a ti, entregado a la dulce tarea de investigar si tus ojos cambian de color con el tiempo, si se obscurecen o se aclaran. Y después, si es cierto que la realidad está hecha con la misma tela que nuestros sueños, ¡qué realidad más dulce tendremos! En cuanto a lo de la corazonada, aunque es difícil ¿quién sabe? Lo que sí puedo asegurarte es que no hago como Pura y que si al dar vuelta una esquina me diera de manos a boca contigo, en cualquier momento, encontrarías mi anillo en su lugar, es decir, en el dedo anular de la mano izquierda. Yo no soy olvidadizo como tú, negra pícara (¿recuerdas cuándo te decía pícara? Se me hace agua la boca) que una noche te olvidaste del anillo en el lavatorio. ¡Cuánto me gustaría estar ahora diciéndote pícara, como te lo decía días pasados! En las mismas condiciones, claro está. No te desanimes por que te diga que no sé si iré pronto, ni te ilusiones mucho. Ni una cosa ni otra. Desea con el alma que vaya, que deseándolo tú, mi vida, todas las dificultades se allanan. Y queriéndome mucho, mi sol, mucho, para que yo esté contento, y dímelo pronto, en una carta muy cariñosita, como le gustan a tu novio que no ha encontrado nada más lindo que tu cara. Dale recuerdos a tu mamá y tú, mimosa de mi alma, no te olvides que en ésta espero pronto tu contestación y que te quiere más que a nada en el mundo, tu José, que desea verte pronto. 221.- Carta de Felicita “Villa Felicia”, 26 de enero de 1931 [lunes] “Si tú pudieras ver en mi corazón, estoy segura de que quedarías muy contento por haber sabido inspirar un cariño tan grande y sincero” Negrito mío queridísimo: Esta tarde recibí tu carta que tanto deseaba; creí que se cruzaron en San Ramón con mi anterior pero no fue así. ¡Si vieras todo lo que imaginó tu Chela! Pero hoy al recibir tu carta veo que fui un poquito injusta. Tú me perdonas ¿verdad? Te quiero tanto mi negrito mimoso que si tú pudieras ver en mi corazón, estoy segura de que quedarías muy contento por haber sabido inspirar un cariño tan grande y sincero como el que tu negrita (¿única?) te profesa. A pesar que me pides que no te escriba enseguida, va ésta porque en mi anterior te prometí escribirte tan pronto recibiera tu carta. Mamá ha quedado muy triste con el resultado de los análisis, vuelve a ponerse a un régimen severo. Cuando vengas traeme de la farmacia homeopática de la calle Río Negro un

JOSÉ Y FELICITA – UNA HISTORIA DE AMOR – 1931

198

frasquito de los polvos que receta el farmacéutico para la diabetes. Después verás si da resultado3. Negrito tu carta llegó junto con una de Osvaldito así que las albricias tuyas no dan lugar a reclamo. Según nos dice papá, tío Pepe está en ésa por enfermedad. Te ruego te intereses por ellos. Espero deseosa este sábado, el corazón me dice que te veré ¿tú dejarás que me engañe? Aquí ha llovido mucho pero ha habido un fuerte viento que ha secado mucho los caminos. Saludos a los tuyos. Mamá me pide te agradezca el análisis y te envía saludos afectuosos. Recibe mi negrito mimoso todo el cariño que guarda para ti el corazón de tu siempre Felicita que te adora. 222.- Carta Montevideo, 21 de febrero de 1931 [sábado] “El deseo de casarme pronto aumenta aún con el ejemplo de mis compañeros... pero aparte de los ejemplos es estímulo grandísimo para unirte a mi vida el cariño tan grande que siento por ti... y el deseo de formar mi hogar para vivir la vida como yo la concibo, junto a ti, serenamente, para dedicarme a ti, en primer lugar, y luego a mi carrera, para poder trabajar tranquilo y contento para nuestra felicidad” Negrita mía: Te escribo esta noche, como te había dicho que lo haría, para darte algunas nuevas de ésta y contarte algunas de mis cosas. Esta noche, después de cenar, fui un rato a ver la iluminación de 18 de Julio, pues desde que llegué no había tenido oportunidad de verla. Te aseguro que el Carnaval es un completo fracaso, algo muerto, no sé si debido a la crisis que hay en estos tiempos4 o a la natural decadencia de estas fiestas. La iluminación es algo muy pobre, más propia de un pueblo de tercera o cuarta categoría que de una gran ciudad como alardea de ser Montevideo. Consiste en dos guardas griegas luminosas hechos con lamparillas eléctricas de colores, que parten de los lados de algo así como canastillas de flores colocadas en medio. El tema es poco original y ejecutado con poco gusto. Coches había pocos y en la gente se advertía el gesto desganado de los que pretenden divertirse en un ambiente de insoportable aburrimiento. Según parece por lo que ayer me dijo Aguirre, los corsos de Colón fueron visitados por mucha gente, pero como todos pretendían ser espectadores y no actores, estuvieron poco animados. Frente a mi casa, en la plazoleta, hay un tablado donde ahora precisamente se realiza un baile infantil. Las murgas, las máscaras sueltas más estúpidas, y no hablemos de las comparsas más o menos aceptables, son acogidas calurosamente por el público y saludadas con las estridencias de una locura que rompe los tímpanos y que no deja dormir tranquilo hasta la madrugada. Máscaras hay pocas y son muy sosas. Sociedades carnavalescas, hay; pero no vienen por estos lados. Lo único que estuvo animado fue una gresca que se suscitó entre dos comparsas y en la cual hubo una de puñetazos, palos, etc. etc. tan abundantes, que hasta algunas señoras fueron pisoteadas sobre el césped de la plazoleta, y Beto recibió un golpe en la cabeza y Ernesto, el primo, uno en las costillas. Salvo este incidente, casi necesario para alterar un poco la tranquilidad pastoril de este barrio y dar tema para conversaciones, nada más ha ocurrido que merezca ser consignado. Esto es todo lo que puedo decirte referente a los acontecimientos carnavalescos. Ahora te hablaré de mí mismo.

3 Como estudiante de medicina alopática José era, por lo visto, algo escéptico respecto de la eficacia de la farmacia homeopática para la dolencia de Doña Felicia 4 La recesión económica de los años 1929, 1930 y siguientes

JOSÉ Y FELICITA – UNA HISTORIA DE AMOR – 1931

199

Hice un buen viaje de regreso y trabé relación en el tren con tal Avelino Fontes, que conoció mucho a tu abuelito y a tu papá. Éste último me esperaba en la estación y conversamos un rato acerca de tu mamá, de ti y de la casa. En casa estaban todos bien de salud: mi tía, mis primos, mis cuasi – sobrinos, mis hermanas, en fin, toda esta teoría que confirma aquello de: “Éramos pocos...”5. Yo me he puesto a estudiar enseguida. Fui a ver a Aguirre y le propuse ir yo una semana a la casa de él y que él viniera otra semana a mi casa. Se negó rotundamente, por lo cual yo estudiaré solo en adelante y creo que tendrá más de un motivo para arrepentirse. Hemos quedado en muy buenos términos a pesar de todo, y estudiaremos juntos una parte del programa, la que comprende Histología; porque él tiene microscopio y no tiene preparaciones y yo tengo preparaciones y no tengo microscopio. El examen de Anatomía se había fijado para el día dos de marzo, pero creo que piensan prorrogarlo diez días más. Cumplo bien el programa que había hecho: de seis a ocho estudio en casa; de ocho y media a once trabajo en la Facultad y de once y media a una voy a la playa. Después, de tarde, estudio y de noche me acuesto temprano después de cenar. Algunas tardes fui a ver a algunos miembros del Concejo de la Universidad por mi confirmación y creo que mi pedido será bien resuelto y si las cosas marchan bien (¡toca madera!) vamos a hacer, casados y en nuestro nidito, una vida de príncipes indios. Como dicen en el dúo de “Los Bohemios”, en aquél disco que tienes ahí, no “tendrás hasta un aeroplano” pero sí espero que tendremos un lindo autito para nuestros paseos. Me parece ver, al llegar a leer tú este último pedacito, tu sonrisa placentera y sólo yo sé cuánto daría por verla porque eso significaría estar cerca de ti.

Tengo algunas cosas que decirte, pero que reservo para cuando estemos juntos otra vez y que se refieren a cuestiones familiares que son un manantial de preocupaciones y problemas, que exigen solución, que a veces producen dolores de cabeza y que me hacen desear estar ya casado, no para sacarles el cuerpo ni desligarme de ellos, sino para que mis consejos no puedan parecer interesados. Encontrarás, tal vez, este párrafo algo confuso, pero no puedo por ahora ser más explícito. El deseo de casarme pronto aumenta aún con el ejemplo de mis compañeros. Balcells se casa pronto, Basagoiti, según me dijo, ya alquiló una casita que es una monada, en Paso Molino, para casarse dentro de unos meses. Mourigan, Bianchi, Belloso, se casan pronto. Con estos ejemplos, imagínate cómo aumentarán mis deseos de casarme pronto; pero aparte de los ejemplos es estímulo grandísimo para unirte a mi vida el cariño tan grande que siento por ti, mi queridísima negrita, y el deseo de formar mi hogar para vivir la vida como yo la concibo, junto a ti, serenamente, para dedicarme a ti, en primer lugar, y luego a mi carrera, para poder trabajar tranquilo y contento para nuestra felicidad. Dile a tu mamá que el análisis señala una disminución de la glucosa, aunque no muy grande. Ahora tiene diez gramos con treinta por litro de orina. Por tanto, no deberá apartarse del régimen, lo más mínimo, porque no hay tendencia a rebajar con facilidad la cantidad de glucosa y en esos casos el ascenso se hace muy fácilmente. Que deje de andar lambeteando los dulces con el pretexto de ver si están en su punto, que no se asuste por lo que ella llama “debilidad”, “mareos”, “zumbidos de oídos” porque eso no es por debilidad, sino porque come demasiado. Tus regalos, los palitos y el dulce de leche tuvieron un éxito loco. Tuve que guardarlos porque si me descuido un poco no los pruebo, debido a que el entusiasmo de mis primos, en cuyas venas debe haber sin duda algo de sangre de antropófago australiano, unido al formidable apetito que han revelado por obra del “aire” de Montevideo, casi me deja sin probarlos.

5 José deja en suspenso el dicho popular: “Éramos pocos y dio a luz la abuela”

JOSÉ Y FELICITA – UNA HISTORIA DE AMOR – 1931

200

Bueno, negrita mía. Quisiera que estuvieras bien y que me escribieras pronto. Espero tu carta a la brevedad posible. Recuerdos a tu mamá. Tú, mi Felicia queridísima, recibe el cariño grandísimo de tu José, que te adora. Disculpa que no te escriba más; pero es que mañana me levantaré temprano [Dentro de un círculo la frase:] ¿Sabes qué va aquí?6 223.- Carta de Felicita “Villa Felicia”, 28 de febrero de 1931 [lunes] “¡Ah, mi cariñito, qué largos me parecen los días! Deseo verte y mis deseos han aumentado al leer tu carta... ¿Qué puede ser lo que te preocupa? Hubiera deseado que no me dijeras nada hasta poder tratar ese asunto cuando estuviéramos juntos” Negrito queridísimo: Anoche recibí tu carta que tanto deseaba, como ves, se ha hecho esperar mucho, pero comprendo que no ha sido por tu causa. Me alegra saber que encontraste todo bien. Al día siguiente de irte supe por el diario que el examen de Anatomía se había fijado para el dos de marzo pero si dan diez días de prórroga, tendríamos que esperar unos días más para vernos y aunque comprendo que tú los aprovecharás, preferiría que el examen fuera más pronto, así quedaríamos tranquilos, digo quedaríamos, porque yo estaré intranquila hasta que sepa el resultado de tu examen. Esta vez sí que me va a dar alegría, si vieras qué fe tengo y aunque pienso que muchas veces el que más sabe no siempre es el que triunfa, deseo que te hagan justicia; ya ves si te tengo fe. ¡Ah, mi cariñito, qué largos me parecen los días! Deseo verte y mis deseos han aumentado al leer tu carta “tienes algunas cosas que decirme pero que reservas para cuando estemos juntos otra vez” y dices que “se refieren a cuestiones familiares que son un manantial de preocupaciones y problemas que exigen solución, que a veces producen dolores de cabeza” y que te hacen desear estar ya casados no para sacarles el cuerpo ni desligarte de ellos sino para que tus consejos no puedan parecer interesados. ¿Y me dices que tal vez encontraré este párrafo algo confuso? No te equivocas, lo encuentro no sólo confuso sino incomprensible. ¿Qué puede ser lo que te preocupa? Hubiera deseado que no me dijeras nada hasta poder tratar ese asunto cuando estuviéramos juntos. ¡Cuánto me gustaría que estuvieras aquí! Entonces yo, en lugar de estar escribiéndote estaría junto a ti; disfrutaríamos de esta espléndida noche que me recuerda a otras más felices porque estaba a tu lado. Cariñito mío ¿recuerdas mucho a tu Chela?... (dos o tres veces por semana) ¿verdad? En cambio yo te recuerdo muchísimas veces en cada día y te quiero cada vez un poquito más. Me parece verte, pero no protestes, yo creo que sólo me recuerdas los sábados a la hora que me escribes ¿no es cierto? De Osvaldito nada me dices, por tía Anita hemos sabido que ha suspendido los baños pero no sabemos por qué motivos. Me hablas de mis regalos, te diré que yo no te regalé nada, fue mamá y dice que eso no se menciona como regalo. Amor mío, recibe el alma de tu siempre Felicita. [Dentro de un círculo una frase alusiva al beso:] No sé qué va aquí. 224.- Carta Montevideo, 15 de marzo de 1931 [domingo] “Ya me tiene muy disgustado esta separación. ¿Es que tendré que trabajar como un burro de noria sin poder ver a mi novia más que unos días al año? Tengo por delante varios meses en

6 ¿Sabes qué va aquí?: alusión a un beso

JOSÉ Y FELICITA – UNA HISTORIA DE AMOR – 1931

201

los cuales no sé cuántas veces más podré verte y el pensar en eso me saca de quicio. No aumentes, pues, mi intranquilidad y escríbeme...” Mi Felicita: No te escribiría si no fuera porque en mi carta anterior, fechada el siete del corriente7, no pudiendo darte las novedades que esperaba, te prometí escribirte hoy, pues estoy muy disgustado por tu silencio. Una carta tuya fechada el veintiocho y que yo recibí el cuatro, fue contestada por mí el día siete y aún hoy espero tu respuesta, a pesar de que me dijiste que me contestarías inmediatamente. En mi carta del siete te decía que había aplazado la visita a tu tía Sara esperando que tú confirmaras la decisión de no venir al casamiento de Flora y te pedía, si podías hacer ese esfuerzo, que trataras de venir porque yo ya habría dado examen el doce. De cualquier modo, te pedía que me contestaras lo más pronto posible, para hacer una cosa u otra, es decir, hablar a tu tía en uno o en otro sentido. Tenía la esperanza de que podría verte, de que vendrías, y de que podríamos pasar unos buenos ratos juntos. Y ahora no sólo se ha desvanecido esa esperanza, sino que he adquirido la dolorosa certidumbre de que tú no te preocupas por nuestra correspondencia. Tal vez yo tenga la culpa por hablarte de mis preocupaciones, pero es que creía que a mi novia podía confiarle lo que pienso, lo que espero, lo que siento, ya sea bueno o malo. Si yo estuviera aquí sin nada que hacer y no te escribiera tú pondrías el grito en el cielo; tú dispones ahí de muchísimo más tiempo que yo y no eres capaz, no digamos de escribirme espontáneamente, porque sí; no eres capaz, repito, ni de contestar en la brevedad de tiempo que me prometiste; ya que no me contestas. He tratado de pensar que pudiera haberse perdido la carta; pero ya sería demasiado extravío de cartas. Habría cartas tuyas y mías perdidas con demasiada frecuencia y eso es poco admisible. Creo que no estoy errado al suponer que no haces tiempo para escribirme, como debieras hacerlo, máxime sabiendo que estoy realizando un esfuerzo que sólo yo sé cuanto pesa, con el pensamiento puesto en ti, sin que tú te acuerdes de enviarme una frase de estímulo a no ser cuando tienes que contestarme. Para mejor, o para peor, no sé bien, el examen, que debió realizarse el doce, fue postergado para el veintiuno o el veintitrés y no sé, si se prolonga esto, si no tendré que pasarme la semana de Turismo estudiando. Si hubieran sido el doce hubiera tenido unos días libres entre el examen y la iniciación de las clases, que empiezan el dieciséis, es decir, mañana. Pero ahora ¿cuándo podré ir a verte? Para serte franco, ya me tiene muy disgustado esta separación. ¿Es que tendré que trabajar como un burro de noria sin poder ver a mi novia más que unos días al año? Tengo por delante varios meses en los cuales no sé cuántas veces más podré verte y el pensar en eso me saca de quicio. No aumentes, pues, mi intranquilidad y escríbeme... Respecto de las noticias que debía darte no te daré ninguna si no me demuestras con una carta como es debido que te interesan las cosas y el cariño de tu José, que te quiere. 225.- Carta Montevideo, 17 de marzo de 1931 [martes] “Como no estoy autorizado para suponer nada, me abstengo de buscar, para este prolongadísimo veraneo en el campo, otro justificativo que el del placer que le causa a tu mamá, pero no está demás recordar que hay que mirar un poco a los que quedan aquí. Entre esos que quedan aquí estoy”

7 Esta carta no se ha conservado

JOSÉ Y FELICITA – UNA HISTORIA DE AMOR – 1931

202

Mi negrita querida: Ayer, después de haber llevado al correo una carta para ti, recibí una carta tuya con fecha doce del corriente8. Si la hubiera recibido un día antes, mi carta hubiera sido distinta, porque, calmando mi impaciencia, hubiera suavizado mucho los términos y; aunque no hubiera desterrado del todo la expresión de mi disgusto, por lo menos te habría ahorrado un mal momento. Nada me dices de haber recibido otra carta mía que te escribí con fecha siete. No quiero entrar en conjeturas. Se perdió o la perdieron; pero esta situación de aislamiento, mayor aún por la irregularidad de las comunicaciones, no tiene otra causa, otro motivo, que la ya muy dilatada permanencia de ustedes en el campo. Como no estoy autorizado para suponer nada, me abstengo de buscar, para este prolongadísimo veraneo en el campo, otro justificativo que el del placer que le causa a tu mamá, pero no está demás recordar que hay que mirar un poco a los que quedan aquí. Entre esos que quedan aquí estoy yo, que, no sé si por tener menos paciencia o por quererte tanto, no puedo resignarme, ni quiero resignarme, a pasar tanto tiempo sin verte, pues unos pocos días que pase yo sin tenerte a mi lado bastan para modificar mi manera de ver las cosas y transformar mi carácter en forma asombrosa. Bien te he explicado cómo me pasa esto una vez que por unos días me falta tu influjo. Ponte en mi lugar y no te extrañará que te diga que ya estoy cansado de esta separación que ya es excesiva. Sólo porque te quiero mucho la soporto. ¿Cuándo te veré? No sé decirte siquiera si podré ir, si las cosas marchan como hasta ahora. En cuanto a novedades creo que conservaré mi posición en la Universidad. No sé si en el Instituto estaré en iguales condiciones. Podestá me trajo ya el género de hilo para ropa de cama que le encargué de Francia. Mañana o pasado me lo traerá a casa. Dice que trajo más de lo que yo le pedí y se niega a cobrármelo. Tengo algunas otras novedades de menos bulto que te contaré cuando te vea. Por ahora no te escribo más porque es tarde y mañana tengo que madrugar para estudiar algo, porque ya empecé las clases. Bueno, mi negrita, no te enojes por lo que te he dicho y piensa que te quiere mucho tu José, aunque te rezongue. Tengo el examen el sábado o el lunes. 225.- Carta Montevideo, 18 de marzo de 1931 [miércoles] “¿No puedes hacer nada para decidir a tu mamá a que venga antes de la fecha que me dijo? La situación que nos crea el estar separados me desespera, créelo, mi negrita. Yo te necesito. Quiero verte” Mi negrita querida: Te escribo en una escapada que me tomo después de comer, antes de ir a dar clase en el Instituto. Anoche fui a ver a tu tía Sara para decirle lo que tú me habías encargado. No fui antes porque hasta último momento pensé que podrías cambiar tu primera decisión y venir a pasar unos días junto a mí. Pero ya veo desvanecerse esa esperanza. Tu tía lamenta mucho que no puedas venir y yo lo lamento mucho más porque tu presencia aquí es lo que más deseo ahora. No te imaginas cuánto deseo verte. El otro día, cuando yo estaba estudiando en la casa de mi compañero Cruz, en la calle Garibaldi, fue tu papá y entonces estuve hablando un rato con él. A Osvaldito lo vi días pasados y está bien. Como salgo pocas veces no tengo oportunidad de verlo muy a menudo.

8 Esta carta de Felicita no se ha conservado

JOSÉ Y FELICITA – UNA HISTORIA DE AMOR – 1931

203 ¿No puedes hacer nada para decidir a tu mamá a que venga antes de la fecha que me dijo? La situación que nos crea el estar separados me desespera, créelo, mi negrita. Yo te necesito. Quiero verte. No te asombres si este estado de cosas me arranca protestas. Pero no dudes de que te quiero. No te escribo más porque tengo que salir. Escribime pronto. Te adora tu José. 227.- Carta de Felicita “Villa Felicia” marzo 19 de 1931 [jueves] “Nunca pensé que un mes no tendrías un momentito para dedicar a tu novia y mucho menos después de haberme dicho que me escribirías los sábados.” Queridísimo negrito: Deseo que tu silencio no tenga otro motivo que tus tareas. Después de un mes menos dos días de tener tus últimas noticias, no puede ser mayor mi intranquilidad. Nunca he deseado como ahora tus noticias, cuando me dijiste que no me extrañara si alguna vez no me escribías, creí que pasarías una semana o dos sin hacerlo pero nunca pensé que un mes no tendrías un momentito para dedicar a tu novia y mucho menos después de haberme dicho que me escribirías los sábados. Te aseguro, viejito, que mi inquietud llega a un máximum. Hoy te envío ésta por ser el día de San José y porque quiero que sepas que a pesar de tu silencio te tengo siempre presente. Creo que todavía no habrás dado el examen de lo contrario ¿estarías aquí?... Viejito mimoso piensa un poquito en tu Chela. Me despido esperando (verte prontito) tus noticias. Recibe el cariño que guarda para ti el corazón de tu siempre Felicita. 228.- Carta Montevideo, 24 de marzo de 1931 [martes] “Recibirás la noticia del resultado de mi examen, personalmente, pues iré a verte en la Semana de Turismo, tal como habíamos convenido. Llevaré conmigo el género de hilo para que lo veas” Negrita queridísima: Más que escribirte me hubiera gustado tomar hoy el tren para ir a verte, pues estoy ansioso por llenar la necesidad que tengo de contemplarte. Pero... todavía estoy esperando que me llamen para el examen práctico, lo cual creo que se realizará hoy, pues entre el sábado y ayer se presentaron unos treinta estudiantes. Si hoy me llaman para el práctico, en caso de ser aceptado para la prueba oral quedaré libre mañana o el jueves. Recibirás la noticia del resultado de mi examen, personalmente, pues iré a verte en la Semana de Turismo, tal como habíamos convenido. Llevaré conmigo el género de hilo para que lo veas. En la Universidad me dieron otro grupo, por licencia de una profesora, con lo cual mi sueldo es ahora de doscientos cincuenta pesos. Esto simplifica mucho las cosas ¿verdad mi negrita? Por ahora no te escribo más, pues ésta te la escribo de madrugada, antes de ponerme a estudiar algunos puntos que me faltan por repasar. Te extraño muchísimo. Contéstame pronto. Recibe el cariño muy grande de tu José, que te adora.

JOSÉ Y FELICITA – UNA HISTORIA DE AMOR – 1931

204

229.- Página de Álbum En Villa Felicia, a 31 de marzo9 de 1931 [martes] “...para que al mirar hacia el pasado, tanto nosotros como los nuestros, se vea traslucir en sus páginas el amor grandísimo que sentimos...” Hoy, mi Felicita queridísima, transcurridos cinco años desde la noche en que por primera vez te hablé, comienzo este álbum en el cual espero consignar los mejores momentos nuestros para que al mirar hacia el pasado, tanto nosotros como los nuestros, se vea traslucir en sus páginas el amor grandísimo que sentimos. Quiera Dios que cada vez que mi pluma corra sobre estas páginas blancas pueda estampar en ellas palabras que muestren mi amor por ti; que la luz de tus ojos sea siempre la soberana inspiración que me guíe y la sonrisa de tu boca el más preciado galardón a mi esfuerzo por agradarte. Cuando tus manos vuelvan las páginas y tus pupilas se posen sobre las líneas, la más escondida vibración de mi alma llegue a tu pecho, a través de la distancia y del tiempo, para testimonio del cariño más grande y puro que una mujer haya despertado en un hombre. Y que se cumpla mi deseo de que siempre, al leer estas líneas, en tu alma se renueve la emoción cariñosa que invade a quien ama, cuando advierte las señales inequívocas de haber encendido un amor que irá más allá de la vida. Te adoro, José. 230.- Carta de Felicita “Villa Felicia” abril 5 de 1931 [domingo] “Si ahora, a la menor contrariedad, pasa lo de hoy ¿qué no será mañana, cuando vengan otras dificultades...?” Negrito: Creo que si hubiéramos tenido unos minutos más antes de despedirnos no hubiéramos quedado tan tristes. Nunca pensé que te mostraras tan severo e intransigente con tu novia que por quererte mucho, espera de ti toda su felicidad. Si ahora; a la menor contrariedad, pasa lo de hoy ¿qué no será mañana, cuando vengan otras dificultades a preocuparnos? Te aseguro viejo, que al verte hoy, por poco no pierdo toda esperanza de felicidad contigo mi viejito mimoso. Son las diez y media, ¿todavía estarás enojado? Ruego porque mañana cuando recibas estas líneas estés más sereno para poder así juzgar a tu Chela. ¿Quién me inspiró a escribirte? Aunque te parezca extraño ¡tú! Olvidando la llave que te envío... Escribe enseguida a tu Felicita. 231.- Carta Montevideo, 8 de abril de 1931 [miércoles] “Cuando tu casa era sólo un puntito blanco y el monte una mancha oscura... creyendo que ya no me querías, nada me importaba la carrera, ni el empleo, ni nada... Hoy, en este torbellino de la vida, que es una lucha constante, más fuerte aún para quien quiere ser algo más que una medianía, un hombre necesita que el cariño de una mujer, bien manifiesto, amplio, generoso, sostenga su voluntad y le ayude a vencer” ... “¡Cómo nos ciega el amor y a qué extremos nos lleva! Martirizamos a la mujer por la cual acometeríamos todas las empresas, que nos es más cara que la vida misma.” Mi queridísima negrita, Felicita adorada: Ayer de mañana te escribí y cuando iba a salir para ir a echar tu carta al correo, recibí una tuya que hubiera deseado contestar antes, pero que, debido a que debí poner al día varios

9 31 de marzo: aniversario de la primera carta de José en 1926 y del compromiso en 1929

JOSÉ Y FELICITA – UNA HISTORIA DE AMOR – 1931

205

trabajos atrasados que me urgían mucho, no pude contestar hasta este momento en que, después de cenar dispongo de un rato de tranquilidad. Hubiese deseado ir a recibir a tu papá a la estación; pero a la hora de la llegada del tren yo estaba dando clase en el Liceo. Supongo que como él, tu papá, no pudo encontrarme, me mandó la carta a casa con un mensajero, cosa que me hubiese gustado evitarle. Tu carta me gustó. Me gustó porque manifiesta tu confianza de que unos minutos más hubieran bastado para que nuestra despedida fuese mucho más cordial, más cariñosa, más propia de novios. Y tienes razón al pensar que si hubiésemos dispuesto de unos minutos más no hubiéramos quedado tan tristes. Yo creo que esta confianza tuya es signo de un amor suficientemente grande como para no encontrar obstáculo insalvable en una incidencia como la que se nos presentó. Si en un primer momento nos dejamos llevar por un arrebato, no tardamos en reconocer nuestro error y el amor, que parecía haber perdido su imperio en nuestras almas se mostró más fuerte que nunca. Te aseguro que yo tenía una pena tan grande que, viendo tus ojos tan tristes, esos divinos ojos, obscurecidos por el dolor, me hubiera vuelto a tu lado para pedirte que me perdonaras. Cuando tu casa era sólo un puntito blanco y el monte una mancha oscura, en medio del dolor que sentía, pensé en que al día siguiente tendría que volver a trabajar, pero en distintas condiciones, pues hasta poco tiempo antes tenía el aliciente de tu amor y en ese momento, creyendo que ya no me querías, nada me importaba la carrera, ni el empleo, ni nada. Un profundo desgano me invadió. Nadie hablaba en el auto. Sólo de cuando en cuando una observación, una frase cualquiera, más que disipar el ambiente de tristeza que reinaba en mi espíritu lo acentuaba. Hubiera querido estar solo. Debo haber sido un mal compañero de viaje para tu tía Coca, pero la señora es tan buena que creo que me perdonará. Y ahora, aquí me tienes en Montevideo, solo, trabajando y estudiando para olvidarme del mal rato que te hice pasar y... que tú me hiciste pasar. Porque, si bien es cierto que yo estuve violento, “severo e intransigente” como dices en tu carta, no menos cierto es que tú fuiste también severa e intransigente con tu novio que por quererte mucho no te pedía más que un poquito de cariño, de ese cariño tuyo con que sueña casi todo el año que pasa abandonado y solo aquí en Montevideo. Casi todas las cuestiones enojosas que yo he promovido tenían ese fondo paradojal, contradictorio: terminaba peleándote porque deseaba que me quisieras. ¡Cómo nos ciega el amor y a qué extremos nos lleva! Martirizamos a la mujer por la cual acometeríamos todas las empresas, que nos es más cara que la vida misma. Pero muchas veces ¡qué fácil sería para esa mujer hacernos felices con un mimo, una caricia, un beso! Antiguamente, cuando los caballeros iban a las batallas o a los torneos, no carecían nunca del apoyo moral que significa el cariño de una mujer y una mirada, un beso, una cinta que se ataba al brazo, un guante que se guardaba junto al corazón, eran prendas de amor que infundían valor y templaban la constancia. Hoy, en este torbellino de la vida, que es una lucha constante, más fuerte aún para quien quiere ser algo más que una medianía, un hombre necesita que el cariño de una mujer, bien manifiesto, amplio, generoso, sostenga su voluntad y le ayude a vencer. Yo te he soñado así y sé que tú puedes ser como yo quiero que seas, pero que sólo podrás serlo cuando seas mía ¡Solamente podrás mostrarte amorosa y dulce cuando seas mi compañera, cuando ninguna voluntad te ate las manos ni selle tus labios!10. Sólo mi voluntad tendrás que contemplar pero entonces mi voluntad será la tuya y yo me consideraré dichoso de hacer los gustos de la mujercita que alegrará mi vida.

10 José parece referirse a alguien, posiblemente la mamá de Felicita, que ejerce control sobre la relación de su hija con José, mantiene a Felicita en el campo, alejada de su prometido

JOSÉ Y FELICITA – UNA HISTORIA DE AMOR – 1931

206

Pero en tanto llega el día a partir del cual tu vida y mi vida se deslicen juntas, sé buenita para tu novio que se mira en ti y sólo en ti piensa; no le regatees el cariño tuyo que para él es mucho más necesario de lo que tú piensas. En cuanto a lo que me dices de las dificultades venideras, te digo que no las temas. Cuando te vea te hablaré más detenidamente y verás por qué te lo digo con tanta confianza. Cuando me escribías, a las diez y media, ya no estaba tan triste a ratos y furioso en otros, como venía en el camino; sólo estaba triste. Y es que después de una explosión de ira quedo deprimido, apenado. Contéstame pronto, diciéndome que me has disculpado. Ten en cuenta lo que una vez te dije: “...amor es violento, y cuando nos transfigura, nos enciende el pensamiento la locura”. Quiero que mis cartas sean sólo para ti y que a nadie, absolutamente a nadie, digas nada de lo que te escribo11. Sólo darás recuerdos a tu mamá12. Lo demás es de José para Felicita. Te quiere con delirio, y no te olvida, tu José. 232.- Página de Álbum En Villa Felicia, a 19 de abril de 1931 [domingo] “Hoy cumplo veintinueve años... Frente a la pena que causa la nueva e inminente separación se levanta la esperanza consoladora”

He aquí que hoy cumplo veintinueve años y he querido pasar junto a ti unas horas. ¡Qué cortas son y qué rápidas pasan! Recuerdo la invocación de Lamartine:

“Assez de melheureux ici bas vous implorent ¡Coulez, coulez pour eux!

Levez avec leurs jours les soins qui les dévorent ¡Oubliez les heureux!”

Frente a la pena que causa la nueva e inminente separación se levanta la esperanza consoladora de que estas mismas horas veloces son las que hacen aproximar el día en que se realicen los deseos que nos animan hoy.

Y surge el anhelo de que un día como hoy nos halle, en los años venideros, más unidos y más llenos de amor y ternura. Que yo, a través de esos años, te amaré más que hoy y tú me amarás más porque la vida templará nuestro cariño.

Y tú serás siempre la Única. 233.- Carta Montevideo, 4 de mayo de 1931 [lunes] “Hizo muy buen efecto tu caja de dulces, tanto por su sabor delicado como por la disposición en que los presentas... Te felicito una vez más, mi dulcera.” Queridísima negrita:

No te escribí anoche porque llegué un poco cansado y me acosté casi enseguida de cenar. El viaje fue un poco menos aburrido que otras veces porque encontré un amigo con el cual vine charlando hasta Central y que después me llevó en auto hasta casa. Encontré bien a tu papá, que estaba esperándome en la estación. Yo le dije cómo tu mamá temía no poder venir para fin de mes si no iba nadie por allá para ver el campo y hacerse cargo de él; pero “tu viejo” me dijo que con seguridad iría alguna de las personas a quienes había visto. Después nos separamos y yo le prometí una visita que cumpliré mañana, para que no puedas decir que “tu viejito” no visita a “tu viejo”.

11 No es la primera vez que José le pide esto a su prometida. Quizás Doña Felicia, con buena intención de madre que vela por su hija, comparte, curiosea o le sonsaca a su hija el contenido de las cartas. 12 Aunque la situación se prolonga por años y José llega a menudo al borde de la impaciencia, no quiebra las barreras del respeto a Doña Felicia y le envía siempre saludos y recuerdos, como buen hijo

JOSÉ Y FELICITA – UNA HISTORIA DE AMOR – 1931

207En casa están todos bien. Hizo muy buen efecto tu caja de dulces, tanto por su sabor

delicado como por la disposición en que los presentas. Aunque no se comió toda la primera capa de dulces, yo la levanté para ver la disposición de la capa de abajo, disposición que es todo un éxito por el acierto con que los has combinado. Te felicito una vez más, mi dulcera. Maruja quedó muy bien impresionada y me dijo: “Cuando te cases le voy a pedir a Felicita que me enseñe a hacer estas cosas”. Yo me atreví a decirle que no era necesario esperar a que estemos casados, sino que tú no tendrías inconveniente ninguno en enseñarle antes. ¿Estuve bien? Tus flores gustaron mucho también. Dile a tu mamá que la gallina dio un caldo capaz de hacer levantar a los muertos y que los ajíes de su quinta son los únicos que han resistido la voracidad de mi hermana Chola. Montevideo está bajo el azote de un viento furioso. No te imaginas qué frío horrible hace, agravado por una llovizna molestísima. El viento zumba, gime, aúlla, y cuando uno sale a la calle le corta la cara y las manos y se cuela por todos lados. Es horrible. Mañana seguiré escribiéndote. Ahora interrumpo el escribirte porque tengo que preparar unos trabajos para mañana. Te adoro. 5 de mayo “Dedicándote durante el día mi esfuerzo y recordándote de noche voy pasando el tiempo... ya faltan menos días para vernos... quisiera tener siempre la disposición que tengo estos días para trabajar. ¿No creerás que la proximidad de tu venida me da unos bríos insospechados?” Hoy, mi querida negrita, fui a ver a tu papá, como te decía anoche y lo encontré como él dice, limpiando su batería de cocina. Estaba “tu viejo” muy animoso y me dio a leer un informe o alegato en que refuta las afirmaciones del subjefe y le manda unos palos muy fuertes. Te aseguro que los términos que usa son bravos y que “tu viejo” esgrime una ironía que hiere más todavía que los términos. Creo que tu papá tendría, si ganara el asunto, una grandísima satisfacción, más que por el provecho material, que no será poco, por lo que significaría como reconocimiento de su corrección de funcionario. Como estaba tan entusiasmado con ese asunto no pude hablarle nada más que de interpretación de leyes aduaneras, de proventos portuarios, de cargas y descargas, etc. Y hablemos ahora de otra cosa. Te compadezco de antemano si por allí hace un tiempo siquiera parecido al de por acá. Pero mira cómo son las cosas. Al mismo tiempo que siento que pasen mal a causa del tiempo feo, me alegro ante la idea de que pronto estarás aquí. Pienso que este mismo frío que me pone la nariz colorada como un tomate, está trabajando en mi favor pues acorta la separación. Cuento los días que faltan para que vengas y que pasan demasiado lentos. Mejor dicho, no pasan nunca. Tal vez a esta hora estés ya durmiendo y si es cierto que a veces el pensamiento nuestro puede influir a la distancia, es muy probable que sueñes conmigo. Porque mi pensamiento gira en torno a ti en esta hora mucho más que en las horas del día, en las cuales mis preocupaciones lo desvían un poco, aunque sin poder apartarlo del todo de ti. Y así, dedicándote durante el día mi esfuerzo y recordándote de noche voy pasando el tiempo. Día llegará en que recogeré el fruto. Por lo pronto ya faltan menos días para vernos. Te aseguro que quisiera tener siempre la disposición que tengo estos días para trabajar. ¿No creerás que la proximidad de tu venida me da unos bríos insospechados? Si yo trabajara siempre como estos días...

JOSÉ Y FELICITA – UNA HISTORIA DE AMOR – 1931

208

Bueno, mi negrita, termino ésta, que te enviaré mañana. Dale recuerdos a mamá13 (¿no te pondrás celosa si desde ahora la llamas así?) y tú recibe el cariño de tu novio que te adora, José. Bien dicen que en casa de herrero, cuchillo de palo. Hay en casa cuatro personas que estudian y una sola que no estudia. Pues bien. No he encontrado en toda la casa una pluma con la cual se pueda escribir como Dios manda. Disculpa, por tanto, los garabatos. Te quiere y es siempre tuyo José. 234.- Carta “Villa Felicia”, 4 de mayo de 1931 [lunes] “No me parece realidad haber tenido la dicha de tenerte esos tres días aquí... El sueño de anoche ha avivado el deseo de volver a verte, mimosito mío, y tendrás que explicarme cómo adivinaste lo que iba a soñar o cómo soñé lo que tú deseaste” José mío queridísimo: Anoche te vi en sueños, tal como tú deseaste, te veía cariñoso demostrabas quererme mucho y me pedías que cuando te fueras te escribiera (siempre pedigüeño). Bajo la impresión de ese sueño hoy te escribo. Te figurarás cuánto quisiera decirte mi negrito adorado, pero sabes que tu Chelita deja mucho que desear y que tú tienes que interpretarla como muchas veces sabes hacerlo. ¡Cuánto te extraño mi viejito! No me parece realidad haber tenido la dicha de tenerte esos tres días aquí. El sueño de anoche ha avivado el deseo de volver a verte, mimosito mío, y tendrás que explicarme cómo adivinaste lo que iba a soñar o cómo soñé lo que tú deseaste. En estos momentos (nueve de la noche) mamá me dice “mañana voy a dar principio a los aprontes de viaje” y te aseguro mi negrito que en esto es en lo que la ayudaré con más gusto, pensando que se va aproximando el día de vernos. Ha seguido el mal tiempo. Tenemos días de riguroso invierno, hay un viento pampero que asusta. Tengo tanto frío que me voy a acostar. Tu novia es un témpano. ¿Volveré a soñar con el amorcito mío? Hasta mañana, recibe el cariño de tu noviecita que te adora. Martes 5 Cariñito mío: Malito, anoche no soñé contigo. Esto hace que hoy esté más triste. ¿Será porque no pensaste en mí? Te adora tu Chela, que será siempre tuya, Felicita. Me olvidé de darte el peso ¡qué cabeza! 235.- Carta de Felicita “Villa Felicia”, mayo 10 de 1931 [domingo] “Te diré que, al decirle mamá a mi vieja me haces muy feliz, por lo tanto no siento celos, pero sí una alegría inmensa” Negrito queridísimo: Hoy, recibí tu carta que tanto deseaba. Me alegra saber que mi amorcito tiene tan buena disposición para sus tareas, eso es prueba de que su salud es buena y que esos días de campo aunque bastante feos le han sentado bien. ¡Cuánto me gustaría que al correr el tiempo, pudieras repetirme mucho de lo que dices en tu carta! Te aseguro, negrito mío, que si un cariño grande puede ser un aliciente, tú lo encontrarás en mi cariño que si hoy es grande, mañana será inmenso...

13 José manifiesta una vez más su afecto por Doña Felicia, a pesar de que sus decisiones y quizás su preocupación materna por Felicita es motivo de su separación

JOSÉ Y FELICITA – UNA HISTORIA DE AMOR – 1931

209

Apruebo lo que dijiste a Maruja, tú sabes que hace ya tiempo me ofrecí para enseñarles a tus hermanitas, una vez más te digo que todo lo poco que sé está a disposición de ellas y no tienen que esperar a después. Mamá está atareada en sus preparativos de viaje así que todo es un desorden. No dudo que volverán los días de tranquilidad cuando estemos en Montevideo y para mí cuando pueda verte seguido mi viejito queridísimo. Te diré que, al decirle mamá a mi vieja me haces muy feliz, por lo tanto no siento celos, pero sí una alegría inmensa. Tengo la seguridad que tú serás para ella como nosotros dos, así que el que tú la llames mamá lo considero justo y tanto me gusta que quisiera desde ya la llamaras siempre así. Mucho me halaga la visita que le hiciste a papá. Cómo me hubiera gustado poderlos ver juntos y solitos a mi viejo y a mi viejito. ¡Los dos tan buenos y queridos! Correspondiendo a tu despedida te digo que recibas el cariño inmenso de tu novia que te adora. Tuya, Felicita. 235.- Carta Montevideo, 12 de mayo de 1931 [martes] “Con la perspectiva de no cobrar, se reunió inmediatamente la Asociación de Profesores para tomar medidas y fui nombrado para trabajar junto con otros compañeros”... “Yo estudio mucho... hay mucha monotonía en esta continuada tarea y estoy extrañándote mucho ya. Estoy rabiando por echar unos cuantos párrafos contigo...” Negrita: Hubiera querido escribirte antes, pero si lo hubiese hecho no habría podido darte más que malas noticias; hoy, aunque no son buenas del todo, son menos malas que hasta hace pocos días. Como verás por los recortes que te envío, la Universidad ha suspendido los pagos a todo el mundo, debido a que no tiene un vintén14. Más aún, ha dispuesto de dinero que no le pertenecía, como pasó con los fondos de la Comisión del Hospital de Clínicas, con las garantías depositadas por algunos contratistas, las becas de Soca y Gallinal, etc.

Con la perspectiva de no cobrar, se reunió inmediatamente la Asociación de Profesores para tomar las medidas del caso y yo fui nombrado para trabajar junto con otros compañeros, a fin de que no se nos tuviera mucho tiempo sufriendo. No te imaginas cuántas vueltas he dado, con cuántas personas he hablado, cuantas barbaridades y estupideces he oído. Y todo eso con el bolsillo en agonía. Largo sería narrarte en esta carta todas las diligencias que he debido hacer, y además ocuparía un lugar que necesito para decirte otras cosas.

Junto con ésta va una fotografía que sacaron en el Liceo Rodó con motivo de realizarse un acto académico en homenaje a Rodó. Me vino muy bien, pues, como recordarás, yo no asistí al acto recordatorio de Rodó en el Cementerio Central.

¿Recuerdas que te había dicho que se casaba un compañero mío, Vacareza, el catorce de este mes? Me preocupaba el regalo, pero esta situación de los profesores que no cobran ha resuelto el problema: he cumplido asistiendo a un banquete!!! que le ofrecieron sus amigos en la confitería del Jockey Club y que se realizó el domingo a mediodía. El pobre muchacho no sabía qué hacer. ¿Qué hago yo sin plata? decía ¿cómo me caso? La cuestión era que él contaba con unos trescientos pesos de sueldo y extras para gastos menudos y que sin ellos no sabía qué haría. ¿Si aceptaba el banquete y luego no podía casarse?... Medio en serio, medio en broma, la situación lo preocupaba, como nos preocupa a todos por más que nos aseguran que esto se va a arreglar pronto.

14 Monedita de dos centésimos

JOSÉ Y FELICITA – UNA HISTORIA DE AMOR – 1931

210

Yo estudio mucho. He decidido marchar adelante, trabajar y recibirme lo más pronto que pueda para no estar expuesto a sufrir angustias financieras. Algunas mañanas las paso íntegras en la Facultad, las tardes las aprovecho con Cruz en estudiar Anatomía y de noche leo algunas cosas de poco apuro. Pero hay mucha monotonía en esta continuada tarea y estoy extrañándote mucho ya. Estoy rabiando por echar unos cuantos párrafos contigo y decirte algo que sólo a ti puedo decirte, mi Felicita queridísima, y es que te quiero muchísimo. Mañana seguiré escribiéndote, pues esta noche estoy un poco fatigado y además mañana tengo que levantarme muy temprano. Hasta mañana, pues, mi vida. Te adora y te querrá siempre tu José. A 13 de mayo Esta noche, apenas terminaba de cenar, vino tu hermano a hacerme una visita. Yo estaba preparándome para seguir la carta que anoche dejé sin concluir. Dijo que él estaba bien y que tu papá también, salvo algunos dolorcitos de reuma que lo molestan un poco. Estuvimos charlando y me contó que había pedido diez días de licencia en la Fraternidad, pero que no se los habían concedido y que si los hubiera obtenido habría ido a pasarlos junto a ustedes. Lo convidé con algunos bombones de los que tú me diste y el muy atrevido se permitió ciertos chistes que si tú estás aquí le das unos tirones de orejas. Dijo que a los bombones aquellos de color claro tú les habías dado forma de corazón para decirme que yo tengo corazón de piedra y otras cosas por el estilo. Finalmente escribió unas líneas atravesadas15. Ahora son las once menos cuarto. ¿Soñarás conmigo? Fíjate cómo, antes de tu sueño yo lo estaba presintiendo desde acá, pues por lo que veo en tu carta tú soñabas conmigo y yo te estaba escribiendo. Tu carta me gustó muchísimo. Me la escribes, me dices, bajo la impresión de un sueño delicioso, en el cual me veías cariñosísimo, demostrándote gran cariño y pidiéndote, ¡cuándo no! que me escribieras pronto. ¿Que quisieras decirme muchas cosas? ¡Cuántas quisiera decirte yo ahora como lo hacía en días que me parecen lejanísimos! Y a continuación dices que mi Chelita deja mucho que desear y que yo tengo que interpretarla. Bueno está que yo interprete a mi negrita, a mi botija linda, pero no porque ella deje que desear. Pero es que mi novia es muy modesta y lo prueba el que si yo le digo que es linda y que tiene unos ojos soberbios y que me atrae y que no hay una boca de mujer más expresiva y dulce, se molesta. Dices que me extrañas. ¿Qué diré yo, que siento a veces el ansia inmensa de verte, de conversar un rato contigo? Por suerte quedan ya pocos días. Tus retratos se esfuerzan en vano por calmar mi impaciencia que crece a medida que pasan los días. Ven pronto mi negra. Ven pronto. Mira que si tú sientes frío allí afuera, aquí en Montevideo me hielo yo al quedarme sentado escribiéndote. Me parece verte al través de tus palabras: “Hace tanto frío que me voy a acostar; tu novia es un témpano”... ¡Friolenta!... ¡Brasilera!... todo por decirme que extrañas16

aquellos masajes que yo te daba en las manos hasta que entrabas en calor. ¿De veras eres un témpano? ¡Vaya un témpano! Querrás decir un helado, un helado de crema, de los que a mí me gustan. Creo que vamos a necesitar dos mantas de viaje. ¿Y qué es eso de llamarme malito porque no soñaste más conmigo? Si estuviera en mi mano el hacer agradables tus sueños, ¡con qué gusto lo haría, mi Felicita! ¿No sabes que mi mayor placer sería tenerte siempre contenta, mimosita querida? Y si yo pudiera hacer los sueños que quisiera... Esta noche mismo soñaría contigo desde que cerrase los ojos hasta mañana y ¡qué sueños! Cuando cierro los ojos para verte, como hago a menudo, tu imagen aparece menos nítida, debido a que mis pobres ojos no

15 Atravesadas, por la disposición de la escritura. En la misma hoja de la carta de José, Osvaldito escribe a mitad de la segunda página, en forma de columna cruzada transversalmente y que ocupa unas cinco líneas, un mensaje para su hermana 16 A esta altura, la escritura de José da lugar al mensaje de Osvaldito que cruza en forma de columna transversal el texto de la carta

JOSÉ Y FELICITA – UNA HISTORIA DE AMOR – 1931

211te ven desde hace muchísimo tiempo. Necesitan urgentemente verte de nuevo. ¿Sabes? Urgentemente. Dile, pues, a tu mamá que si no se apura no le dejaré probar dulces cuando me pregunte si puede hacerlo. Tú ayúdame y trata de venir pronto porque he visto unas cintas muy lindas, según dicen los programas y según lo dejan suponer los precios, y quiero ir contigo a verlas. No voy a ninguna parte, mi vieja, y me estoy poniendo muy rural. Tu presencia es absolutamente necesaria aquí, absolutamente necesaria. Escríbeme lo más pronto que puedas. Dale recuerdos a tu mamá y recibe tú el cariño inmenso de tu José, que no te olvida. ¡Qué cabeza la tuya; no darme el peso! De Osvaldito a Felicita Querida hermanita: para que veas qué bien te lo cuido, aquí estoy yo, un servidor de la Patria, del Viejo, de la Vieja y tuyo, (me olvidaba, también lo soy de este que está aquí conmigo, o sea ese que dice que quiere ser mi cuñado) eso si yo lo dejo y si se porta bien con el Sr. “Grigrí”... Conociendo desde ya la alegría que les proporcionarán estas mal escritas líneas, tanto a tu mamá como a ti, reciban muchos besos, grandes como esta letra de Osvaldo. [Al margen:] Según Osvaldito, él ya no tiene hermana pues es toda para mí 236.- Carta “Villa Felicia”, mayo 18 de 1931 [lunes] “Hace días estoy preocupada con los líos de la Universidad, me imagino cuáles serán tus preocupaciones... ¡Muy a menudo te veo en sueños, viejito queridísimo, y tal como te sueño quisiera verte en realidad!... Tenemos unos días espléndidos... ¡Cuánto disfrutaríamos los dos estos días aquí!” Cariñito mío: ¡Qué casualidad! En el mismo momento (ocho de la noche) en que me disponía a escribirte y pensaba reprocharte un poquito tu silencio... llega Carmelo con tu carta de fecha doce y trece. Ansiosa la he leído y enterada de ella olvidé enseguida todo menos a mi cariñito, a mi mimosito adorado que tanto se hace querer y que es el encanto de su Chelita que lo tiene grabado en su corazón para toda la vida. Negrito mío queridísimo todo lo que te diga es poco comparado con la alegría que tuve al verte en la foto que me envías (aunque no veo el anillito y me da pena) estás muy bien. Hace días estoy preocupada con los líos de la Universidad, me imagino cuáles serán tus preocupaciones. ¡Muy a menudo te veo en sueños, viejito queridísimo, y tal como te sueño quisiera verte en realidad! Me alegró la noticia de la visita de Osvaldito, esta vez no estarás quejoso ¿verdad? El muy pillete siempre con sus chistes. Me gustó le permitieras escribirme en tu carta.

Te pido me digas prontito si siempre podrás venir a el Tala. Mamá le había escrito a papá diciéndole que deseábamos irnos el veintiocho pensando que era jueves y ese día tu podrás venir. Puedes hablar con papá para tener más seguridad. Nuestros aprontes ya tocan a su fin.

Habrás recibido el envío que por intermedio de papá te hicimos, tanto mamá como yo deseamos sea todo de tu gusto, después me dirás qué fue lo que más te gustó.

Tenemos unos días espléndidos (pero muy fríos) parece que el tiempo quisiera que llevara gratos recuerdos de los últimos días de mi permanencia en ésta. ¡Cuánto disfrutaríamos los dos estos días aquí! Darás saludos a tus hermanitas, recibiéndolos tú de mamá. Con el cariño que guarda para ti recibe siempre, negrito adorado, el corazón de tu Chelita.

JOSÉ Y FELICITA – UNA HISTORIA DE AMOR – 1931

212238.- Carta “Villa Felicia”, mayo 22 de 1931 [viernes] “Hemos tenido que suspender nuestro viaje... Mamá quiere que vaya a Montevideo por unos días. Yo que te he oído opinar otras veces, no sé que hacer y quisiera que tú me indicaras si me quedo aquí hasta que esté resuelto este problema o me voy a verte... ¡Cuánta contrariedad me causa este inconveniente!” Viejito mío queridísimo: Espero habrás recibido mi carta y deseo que te encuentres bien y más tranquilo. Negrito, te escribo porque se presenta un inconveniente que nos tiene disgustadas. Pedro le dijo a mamá que se iba. Con esto hemos tenido que suspender nuestro viaje que como te decía en mi carta anterior lo habíamos dispuesto par el jueves veintiocho. Mamá le escribe detalladamente a papá y le pide active la venida del sustituto. Tú podías buscar y presentar a papá alguno, así quizás sea más rápido y puede ser que tengas más suerte. Mamá quiere que vaya a Montevideo por unos días. Yo que te he oído opinar otras veces, no sé que hacer y quisiera que tú me indicaras si me quedo aquí hasta que esté resuelto este problema o me voy a verte, mimosito mío. ¡Cuánta contrariedad me causa este inconveniente! Ahora que veía el viaje tan cerquita tener que quedarnos con toda la casa levantada quién sabe hasta cuándo. Te aseguro que los días se me antojan años, me parece que estuviera tan lejos el día de estar de nuevo a tu lado. Cuando pienso en todo esto te aseguro que me dan deseos de ver a Pedro colgado. ¿No te parece que en el molino de viento quedaría muy bien? Te ruego que si tienes tiempo veas a papá por si se extravía la carta que mamá le escribe y le comuniques esto diciéndole que yo te lo pido. Amorcito mío, piensa cómo estará tu Chelita. Ya me parece verte a ti cuando leas ésta. Tenemos que pensar que “no hay mal que por bien no venga” y que si Dios quiere, vendrán tiempos mejores ¿verdad cariñito mío? Recibe el alma de tu Chelita que es y será siempre tuya – Felicita. Mamá te envía saludos afectuosos. Escríbeme prontito, cariño mío. 239.- Carta Montevideo, 28 de mayo de 1931 [jueves] “Es tal el deseo que tengo de verte que sabiendo que obro como un perfecto egoísta te pido que vengas” ... “Mis compañeros, sin que yo dijera una sola palabra, me votaron para que diera una nueva orientación a nuestra Asociación... ya que entre los estudiantes de medicina tengo un prestigio que yo ni me soñaba” Queridísima Felicita: Recibí tu carta última, en la cual me anuncias que no podrás venir en la fecha indicada, que es hoy, a causa de la mala jugada del canario, que a última hora manifiesta su deseo de irse. ¿Por qué no se le habrá ocurrido un tiempo antes semejante cosa? Podrás suponer el efecto que me hizo la noticia después de las esperanzas que yo había concebido de tenerte aquí en estos días. A penas calmó algo el desencanto las leyendas que escribiste en las hojas, símbolo, por su tamaño variable, de la evolución de tu amor. Lástima que las hojas no hayan sido más grandes. Y ahora yo te digo, mía, que las hojas se ponen amarillas apenas se separan de la planta... Con esto te quiero decir que hay que dejar impreso el cariño en algo más duradero que una hoja y yo deseo que nuestro amor no empalidezca ni se marchite nunca, sino, al contrario, sea cada vez más fuerte y grande. Tengo casi la certeza de que nuestro amor dará frutos hermosísimos para orgullo nuestro.

JOSÉ Y FELICITA – UNA HISTORIA DE AMOR – 1931

213

Volviendo a lo que te decía al principio respecto de tu carta, tan pronto como la recibí fui a ver a tu papá, primero a tu casa, por las dudas, después al depósito. En tu casa no estaba y en el depósito tampoco, pues me dijo el inglés aquél del depósito que tu papá no había ido a trabajar a causa de un poco de reuma que tenía. Volví a tu casa pero el reumatismo de tu papá no era tan grande que le impidiera salir. Después me dijo “tu viejo” que a la hora que yo había elegido para visitarlo, él estaba en casa de tu tío Venancio. El hecho es que sólo ayer de tarde pude pescarlo en tu casa, en compañía de Osvaldito, ocupados los dos en redactar un informe para el juez. “Tu viejo” me dijo que el asunto podría tener un arreglo fácil y que era cuestión de esperar unos días. ¡Esperar unos días...! ¡Si no te haces una idea de cuánto deseo verte! Hago memoria y trato de recordar detalles o particularidades tuyas, y no puedo. ¿Cómo tienes los ojos? ¿Cómo es tu boca? ¡Ay!, por desgracia sólo puedo recordar que es dulcísima, la más expresiva y deliciosa de las bocas de mujer; pero la recuerdo solamente como quien añora un bien que poseyó antaño y que hoy, magnificado por el deseo y por el recuerdo, hace mayor el dolor de la lejanía y más tardía la esperanza. ¡Ven pronto, mi negra! Quiero hablar contigo y decirte muchas cosas que tengo para contarte. Es tal el deseo que tengo de verte que sabiendo que obro como un perfecto egoísta te pido que vengas. Pasa unos días aquí y luego te vuelves a acompañar a tu mamá hasta que vuelvas aquí definitivamente. Te necesito mucho, mi viejita, porque tengo mucho trabajo. Te contaré cómo anoche resulté triunfante en las elecciones de los estudiantes de Medicina. Cierto que con esto tendré más trabajo, pero mis compañeros, sin que yo dijera una sola palabra, me votaron para que diera una nueva orientación a nuestra Asociación, que hasta ahora se venía transformando en un centro comunista. Así que yo no puedo rehuir, por muchas razones que por muy extensas no te cuento aquí, el trabajo que me confían mis compañeros de carrera. Ya que entre los estudiantes de medicina tengo un prestigio que yo ni me soñaba, tengo que justificar esa confianza. Las listas que te envío son una muestra de las presentadas al registro. La “Concentración” que es la que me lleva a mí de primer titular triunfó rotundamente en todas partes: en el Pasteur, en la Facultad, en el Hospital de Niños y en la Maternidad. Sólo perdimos en el Maciel por siete votos. Después te contaré muchas cosas interesantes. Ahora sólo quiero una cosa: verte pronto. Mañana veré otra vez a tu papá para que active la búsqueda de encargado. Me dijo que tenía varios en vista, entre ellos unos españoles muy competentes. ¡Ojalá resulten buenos! Si ves a Carmelo dile que han quedado en contestarme si hay trabajo para él. Que cuando tenga noticias ciertas le avisaré. A tu mamá dile que la factura de cerdo que me mandó estaba riquísima, sobre todo el queso de cerdo. Las botifarritas no tenían bastante picante (pa mi gusto). Ya me imagino cómo estará el paté (dile como cosa tuya, que me convide un poquito cuando venga). Bueno, mi negrita querida, espero verte pronto. Anímate y ven por unos días. Te espero. Te quiere y es siempre tuyo José. 240.- Carta de Don Osvaldo, padre de Felicita, a su hija17 Montevideo, Junio 4 de 1931 [jueves] Señorita Felicia Julia N. N. San Ramón Mi muy querida hijita:

17 Esta es la segunda carta que se conserva de Don Osvaldo a su hija. La anterior es la 109, del miércoles 23 de enero de 1929. Parece intervenir paternalmente en situaciones difíciles como fueron la ida de Felicita a San Ramón y ésta en que se va postergando, con impaciencia de ambos novios, la vuelta a Montevideo

JOSÉ Y FELICITA – UNA HISTORIA DE AMOR – 1931

214

Mucho me alegraré que ésta te encuentre bien de salud aún cuando no lo estarás muy contenta de encontrarte ahí todavía, y que de esos buenos deseos goce en tu compañía tu buenísima mamita; la [salud] de Osvaldito y mía es sin novedad. Me había hecho la idea de tenerlos aquí desde hace días pero las cosas inesperadas lo han interrumpido lo cual he sentido bastante porque los extraño mucho y siento ya la nostalgia de tan larga ausencia; por otra parte creí haber tenido el placer de pasar con Uds. y Osvaldito y... si tú no te enojaras, también con José, el día tuyo18... así pues dado lo imposible que me será el ir a mí, tenme presente en unión de tu mamita y recibe los más grandes de los buenos y mayores deseos de salud y felicidad que puede ambicionar un Padre para con una hijita tan buenita y cariñosa como lo eres tú, con tus viejecitos. Y, ya que se aproxima tan rápidamente el tiempo precursor de nuevos días para el futuro de mi siempre chiquita Felicita... y ya que fue esa tu elección, que Dios y el tiempo te depare toda la inmensidad de la dicha y bien estar de que eres digna y dentro de la ambición de tus deseos, logres disfrutar de toda la dicha y contento que yo no he podido en estos últimos darte tal cual habrían sido mis deseos. Cuando vengan, en familia, celebraremos el festejo de tu día y entre tanto recibe la expresión de mi cariño junto con los abrazos que para ti y mi adorada esposa ansía tu viejo que tanto te quiere y verlos desea Osvaldo N. N. Mi negrita y viejita Chelita; para ti con el aniversario de este día, todo el afecto y amor de mis mejores días y el recuerdo que sellará para siempre el destino de nuestros días. Siempre tuyo muy affmo. Osvaldo. 241.- Carta Montevideo, 6 de junio de 1931 [sábado] “Cuando yo esperaba que me dijeras: “Voy tal día. Espérame en la estación”, me dices que es preferible esperar unos días por si no al irte de nuevo sufriremos el dolor de la nueva separación... Ocho meses hace que espero tenerte aquí en Montevideo para verte más a menudo... No puedo dejar de manifestarte mi disgusto. Interprétalo tal como debes hacerlo: el resultado de un amor que ha tenido que sufrir una larga opresión de ausencia y que por no poder manifestarse en caricias y mimos tiene que hacerlo en forma de rezongo y malhumor.” Negrita querida: Ayer recibí tu carta, que me encontró en la cama, no por haraganería, sino porque fue necesario que me quedara unos días encerrado para tratar de curarme una gripe que me atacó desconsideradamente. ¡Ah, si hubieras visto qué fastidio me dominaba estos días! En cama, por lo tanto reducido a la inactividad, sin poder atender mis clases y para colmo de males tú lejos y yo sin carta tuya. Cierto es que leí sin tasa ni medida, que me harté de libros, pero todo esto eran platos insípidos para mí; me faltaba la salsa y como la mejor salsa es el hambre y yo estoy hambriento de ti, de verte, de hablarte, de oírte, de toda tú en una palabra, tu carta vino a ser lo que yo necesitaba. ¡Pero qué desencanto! Otra vez a esperar. Otra vez a resignarse y otra vez a estar descontento por dentro y apacible por fuera, ya que estas cosas son de mi incumbencia sola. ¿Te das cuenta de mi estado de espíritu? Cuando yo esperaba que me dijeras: “Voy tal día. Espérame en la estación”, me dices que es preferible esperar unos días porque si no, al irte de nuevo, sufriremos el dolor de la nueva separación. ¿Para qué, entonces, me pedías consejo en tu carta anterior? Si, como me decías, tu mamá quería que vinieras; si en mi carta viste que yo deseaba que vinieras ¿por qué no vienes? Me dices en tu última carta, la que recibí ayer, que adivinando cuál sería mi respuesta tenías todo pronto para el viaje. Pero no vienes porque te

18 El seis de julio, natalicio de Felicita, que Don Osvaldo esperaba celebrar en familia en Montevideo

JOSÉ Y FELICITA – UNA HISTORIA DE AMOR – 1931

215retiene el pensamiento de que después sufriremos el dolor de separarnos otra vez. ¿Te parece preferible prolongar éste que estoy soportando yo, quién sabe hasta cuándo, (porque al paso que llevan las cosas yo no les veo el término muy cercano) sólo por una consideración así? Lo más sensato y lógico, lo más acorde al cariño, sobre todo, sería poner la alegría de un encuentro, de unos días pasados justos, en medio a la tristeza de la separación. Si fuéramos a evitar el goce y el placer sólo porque una vez pasados sentiremos la pena de su pérdida, no tendríamos en la vida nada que justificara nuestro afán. Dice Rubén Darío:

No obstante, la vida es bella por poseer

la perla, la rosa, la estrella y la mujer.

Fíjate qué es lo que constituye la belleza de la vida para el poeta. La perla, frágil concreción cuyo único mérito es haber aprisionado la quinta esencia de la luz, las claridades lechosas de la mar, las irisaciones en que el prisma descompone el haz luminoso. La rosa, efímera seda viva; la estrella inasible y lejana como un sueño; la mujer, principio y fin de toda nuestra vida, nuestra dicha y nuestro tormento. Con todo esto estoy de acuerdo. Lo primero simboliza las pequeñas satisfacciones de la vida que nos brindan el arte, las comodidades, la esperanza; lo último es el compendio de todo lo que se puede amar en la tierra: es la vida en potencia, es la belleza en la carne. Pero todo pasa. Pero porque todo pase ¿no he de gozar yo el instante fugitivo que se me ofrece? Si yo hubiese razonado como tú has razonado ahora, no hubiera ido a visitarte en estos largos meses que llevamos separados, “para ahorrarnos el dolor de otras despedidas y separaciones”. No apruebo, por tanto, dos cosas que has hecho: una, no venir por las causas que alegas; otra, ilusionarme, al pedirme consejo acerca de la actitud que tomarías, haciéndome pensar que era posible que vinieras. Dirás que estoy muy rezongón y estarás en lo cierto. Pero reconocerás también que tengo algunos motivos para estar descontento. Ocho meses hace que espero tenerte aquí en Montevideo para verte más a menudo, para conversar contigo, en fin, para lo que todo novio necesita a la novia y por las mismas razones: porque me eres muy necesaria y porque te quiero muchísimo. Durante ocho meses he ido viendo acercarse, con impaciencia que no se imagina quien no ama, el día que te había de traer a mí. Y ahora es necesaria otra espera, una nueva dilación. Que se la deba al imbécil de Pedro no resta nada al hecho de que nuestra separación continúa, y ya veo yo que tenemos lo menos para quince días más. Comprenderás que esta perspectiva no tiene nada, pero absolutamente nada de agradable para mí y no es la más adecuada para la tranquilidad de mi ánimo. No puedo, por más que quiera, dejar de manifestarte mi disgusto. Interprétalo tal como debes hacerlo: el resultado de un amor que ha tenido que sufrir una larga opresión de ausencia y que por no poder manifestarse en caricias y mimos tiene que hacerlo en forma de rezongo y malhumor. Parece un contrasentido, pero es la pura verdad. Ya te he dicho muchas veces que cuando tú estás junto a mí tu influencia es un sedante para mí; pero si te alejas... Ya verás, cuando estemos juntos, qué bueno será tu novio y marido, pero ahora se queda con un humor de mil demonios tu José, que te adora. Quiero verte pronto. Quiero verte pronto.

JOSÉ Y FELICITA – UNA HISTORIA DE AMOR – 1931

216242.- Página de Álbum En Montevideo, a 6 de julio de 1931 [lunes] En el cumpleaños de Felicita, al cumplir veintitrés años Bien dicen, mi Felicita, que de poetas y de locos todos tenemos un poco. En mí se cumple el dicho en todas sus partes. ¿Será porque te quiero con locura que estoy pisando el terreno propio sólo de quien considera habitual la visita de la inspiración? Tal vez. Lo que ahora veo claro es que el Amor y la Locura van de la mano. Esto me justifica; solamente loco (y yo estoy loco por ti) puedo yo ponerme a hacer versos. De escasísimo valor, sólo tienen el que les confiere la emoción que, aunque no lo parezca, vibra, mejor que en la prosa, en el verso. Bajo la advocación de Bécquer me amparo, que comprendió el deseo del que ama como yo te amo a ti.

Como agregas a la guirnalda de tu vida una rosa más,

yo engarzaría la esmeralda de mi esperanza y de mi afán

en una rima primorosa como un joyel del Medio Evo donde fulgieran con radiosa

luz, los diamantes y los fuegos de los rubíes encendidos

donde pudieras ver tan viva mi pasión y su inmensidad, que te quedaras pensativa

y hasta con ganas de llorar; porque agregas a la guirnalda

de tu vida una rosa más, engarzo y bruño una esmeralda

en la emoción de mi cantar. Por nuestra felicidad, desea tú que yo siga por muchos años sintiendo como hoy. Te adoro. 243.- Carta Mercedes, 18 de julio de 1931 [sábado] “¡Si tú hubieras venido conmigo! Si tú fueses ya mía y yo hubiera podido traerte junto a mí, la cuestión hubiera cambiado de aspecto. Yo no hubiera comido solo en una mesa de hotel, rodeado de extraños” Queridísima Felicita: Llegué esta tarde a esta ciudad, tan hermosa que cada vez me hace desear más traerte, cuando seas mía, para que la conozcas; llegué con bastante suerte y en seguido me puse a la tarea. Te aseguro que bastante trabajo he tenido hoy, porque es fiesta y mucha gente ha salido de la ciudad para hacer paseos a los alrededores, aprovechando el día que es bastante caluroso. Esto dificulta encontrar a los profesores, que han salido, casi todos, al campo. Después de terminar parte de mi tarea, dejando el resto para mañana, he salido a dar una vuelta con Garderes, un contador amigo mío que está aquí resolviendo un asunto de plata de la familia Caviglia. ¡Al fin encuentro una cara conocida! Me dijo. ¡Ud. tiene olor a Montevideo! Yo, que me encontraba también como trasplantado, reconocía que por muy linda que sea la ciudad, algo muy importante le falta a quien llega a ella sin amigos. Conocidos tenemos, tanto Garderes como yo; pero nos falta una relación más íntima. ¡Si tú hubieras

JOSÉ Y FELICITA – UNA HISTORIA DE AMOR – 1931

217venido conmigo! Si tú fueses ya mía y yo hubiera podido traerte junto a mí, la cuestión hubiera cambiado de aspecto. Yo no hubiera comido solo en una mesa de hotel, rodeado de extraños; no hubiera estado sin saber qué hacer después de la cena, y ¡qué cena! (Lucrecia Borgia no hubiera inventado nada peor) ni hubiera venido a meterme en mi cuarto a las nueve y media. ¡Cuánto desearía, mejor dicho, cuánto deseo tu presencia aquí! Pero no ha podido ser y hay que resignarse. Otra vez tendré más suerte. Ahora, mi negrita querida, te pido que me disculpes, pero el viaje me ha dejado rendido y me caigo de sueño. Mañana te escribiré otra vez, Te adora tu José, que espera la hora de volver a verte. 244.- Carta Mercedes, 19 de julio de 1931 [domingo] “Esas cosas que si se dicen en frío son tonterías; pero que si se dicen en el arrebato de la pasión amorosa cobran especial significado... Tus ojos, el más preciado tesoro mío, origen de mis primeros amores y de mis emociones más puras... tu boca...” Mi Chelita: Por suerte he terminado mi tarea en ésta y mañana temprano salgo para Fray Bentos a fin de cumplirla allí. Ardo en deseos de verte. Quiero decirte al oído, como lo hago muchas veces allí, en ese murmullo que entrecorta la emoción del cariño, todas esas cosas que si se dicen en frío son tonterías; pero que si se dicen en el arrebato de la pasión amorosa cobran especial significado. Ya extraño tus ojos, a donde van a refugiarse en tropel mis miradas, atraídas por no sé que misterioso influjo; tus ojos, el más preciado tesoro mío, origen de mis primeros amores y de mis emociones más puras.

Y no hablo de todo lo que extraño tu boca, más roja que las flores del ceibo, jugosa, fresca, deliciosa, nido de palabras de amor que me encantan, fuente de besos que me transportan, fruta dulcísima de aroma delicado y de sabrosa carne, manantial de donde brota el raudal de tu risa, estuche en que, tras el raso de fuego de unos labios se esconden las perlas que descubre tu sonrisa; no hablo de tu boca, cuya belleza y atractivo acrecientan dos hoyuelos tentadores porque tú me los has prohibido.

Tú me lo has prohibido y yo te obedezco. Y como me has prohibido también que te mande un beso por carta, no te mando ningún beso.

Esta tarde fui a ver un partido de foot-ball entre Nacional, de Montevideo, y un combinado de Soriano. Estuvo lleno de incidencias graciosas que te contaré allá. Después vinieron dos profesores a visitarme para una fiesta en el club Uruguay, pero me excusé por no estar presentable.

Hace un calor sofocante. Se prepara tormenta. Con tal que no me agarre en el viaje a Fray Bentos. Bueno, mi alma, espero verte pronto. Te adora tu José. 245.- Carta Fray Bentos, 20 de julio de 1931 [domingo] Negrita mía: Reparo ahora, después de ponerle la fecha a esta carta, que no es diecinueve sin veinte de julio; pero es que en estas ciudades de campaña se pierde por completo la noción del tiempo. Yo llegué hoy a ésta y esta misma tarde vuelvo a Mercedes, a fin de tomar mañana el tren de regreso. Por eso te escribo, y ya imaginarás cómo te escribo, de prisa, con una tinta aguada, en el intervalo que media entre el almuerzo y la llegada del auto que me llevará de regreso.

JOSÉ Y FELICITA – UNA HISTORIA DE AMOR – 1931

218 Mañana a esta hora estaré ya en viaje para ésa, y no te imaginas con qué ansias espero el momento de verte. No te escribo más porque ya está el auto esperando. Te adora tu novio José, que te quiere ver pronto. 246.- Página de Álbum En Montevideo, a 6 de diciembre 1931 [domingo] “Cuando tu cuerpo y mi cuerpo no sean sino dispersos átomos, el alma que hoy me robas...” Un alma sola tengo... Un alma sola tengo para amarte ¡Ah, qué poca cosa es!... Si ni siquiera es mía el alma mía... Porque cuando te miro y te acaricio, se me va por los ojos y se me escapa de entre los dedos, para ir a bucear en los abismos negros de tus pupilas y enredarse en tus cabellos. ¡Qué poco es un alma para quererte!... Pero cuando tu cuerpo y mi cuerpo no sean nada sino dispersos átomos, el alma que hoy me robas, animando los céfiros acariciará la rosa en que te encarnes. José. 247.- Carta Salto, 25 de diciembre de 1931 [viernes] “He esperado carta tuya y no he recibido absolutamente nada, por lo cual estoy impaciente. Te escribí desde Buenos Aires, desde Paysandú, y tú no has contestado a mis cartas.” Querida negrita mía: No puedes imaginarte cuánto trabajo he tenido en estos días. En estos liceos ha habido una inscripción tan numerosa de alumnos, que hemos dudado de la posibilidad de estar en ésa para fin de año. Tuvimos, pues, que examinar hasta de noche, en Paysandú, y yo tuve que venir, junto con cuatro compañeros más, a iniciar las pruebas escritas en el liceo de Salto. Si no hubiera sido por esta medida, creo que no hubiéramos podido estar, en la fecha fijada, en Montevideo. He esperado carta tuya y no he recibido absolutamente nada, por lo cual estoy impaciente. Te escribí desde Buenos Aires, desde Paysandú, y tú no has contestado a mis cartas. No me contestes a ésta, pues no creo que tu respuesta pudiera llegar a tiempo. Yo he andado algo mal del estómago, a causa de las comidas de hotel. Ahora estoy mejor, gracias al te de pitanga, que me ha sentado muy bien. Pienso llevar varios ataditos para usar ahí. Anoche, por ser Noche Buena, habíamos proyectado con Sales y Beltramo ir a Misa de Gallo; pero estábamos tan cansados que renunciamos a nuestra idea y nos fuimos a dormir. Soñé unas cuantas cosas incoherentes y disparatadas, que yo atribuyo al cansancio y a la mala digestión. Después te las contaré. No he podido ir a casa de Gutiérrez, por la tiranía del tiempo, trataré de hacerlo hoy. Te recuerdo con un cariño que acrecienta el absorbente trabajo, pues como tengo tan poco tiempo, el poco tiempo lo absorbe íntegramente tu recuerdo. Cuando mi pensamiento va hacia ti, negrita mía, siento un deseo grandísimo de terminar este trabajo de una vez, para ir a reunirme contigo. Nunca te he extrañado como estos días. Saluda a tu papá y a Osvaldito y dale a tu mamá, que yo considero como la mía, un cariñoso recuerdo. Tú, en tanto, ten la seguridad de mi cariño. Recibe un beso de tu José.

JOSÉ Y FELICITA – UNA HISTORIA DE AMOR – 1932

221

248.- Página de Álbum Montevideo, a 1º de enero de 1932 [viernes] “Nunca muere el amor, porque es una forma de Dios, una llama sagrada... yo siento que algo ha de sobrevivir: el amor que te tengo. Ese amor que tú has engendrado en mí, que se ha nutrido con lo mejor de mi alma y que ha de florecer un día en tus manos, como una ofrenda a la Vida” Otro año. Es la vida un ir y venir, un concluir y recomenzar incesantes. Todo lo material pasa, se transforma, cambia y desaparece en el tiempo que desgasta las formas. Sólo se mantiene, erguido frente a la devastación de las horas, el supremo estímulo del hombre; la fuerza que lo impulsa hacia la altura, el amor. Nunca muere el amor, porque es una forma de Dios, una llama sagrada. Y tú, mi Felicita amada, que has encendido con tus ojos enloquecedores, la luz del amor en mí, eres también una forma divina, una creación de Dios. Por ascender a ti, por merecer tu amor, que es para mí el Paraíso ¿Qué esfuerzo no haré yo? ¿qué camino de perfección no emprenderé? ¿qué ofrenda escatimaré entre los ritos del culto que te he erigido en mi corazón? Un año ha muerto; otro le sucede. Muchas veces, en el ritmo inacabable que marca la clepsidra de Cronos, se repetirá el mismo suceso: “un año ha muerto, otro le sucede”. Otras veces la esperanza lucirá en nuestro corazón y alumbrará los horizontes y el camino. Mas, sean cuales sean las vicisitudes que nos aflijan en este año que hoy empieza, cualesquiera que sean los trabajos que nos agobien y las penas que puedan ensombrecernos, yo siento que algo ha de sobrevivir: el amor que te tengo. Ese amor que tú has engendrado en mí, que se ha nutrido con lo mejor de mi alma y que ha de florecer un día en tus manos, como una ofrenda a la Vida. Que tus labios me sonrían siempre. Te adoro. José. 249.- Mensaje para el día de Reyes1 Montevideo, 6 de enero de 1931 [miércoles] Mi reina: Los Reyes Magos están pobres. Bien quisieran ellos dejar en tu zapatito una chispeante gema, obra de orgulloso artífice: un anillo, tal como los que adornaron, en la época en que el sutil espíritu del medioevo guió los buriles, los largos dedos de las damas de Florencia; un broche primoroso, en que el metal aprisiona las chispas de un incendio; broche soñado y hecho para lucir en el seno de una marquesita de tiempos del Rey Sol; o un camafeo, magnífico alarde de belleza majestuosa, como los que embellecieron los bustos de las damas de Roma. Pero como para tus dedos, que en nada desmerecen de los largos dedos de las florentinas, no tienen anillos, ni para tu seno broches, ni camafeos para tu cuello, ni perlas, ni flores, ¡ya ves qué pobres están! y ni siquiera le han traído inspiración a tu novio para que te haga un madrigal digno de ti, te prometen que encomendarán al Hada de la Felicidad se encargue de realizar tus sueños y te dé la dicha que mereces.

1 Con este mensaje para el día de Reyes termina el epistolario de novios. José y Felicita contrajeron matrimonio el día cinco de marzo de 1932 y el cinco de diciembre nacía su primogénito. La convivencia matrimonial no dio lugar a que continuara la comunicación escrita, excepto un par de páginas más en el álbum y algunas cartas que José le escribe desde ciudades del interior a las que va con el fin de tomar exámenes en los liceos

JOSÉ Y FELICITA – UNA HISTORIA DE AMOR – 1932

222

250.- Página de Álbum2 Montevideo, lunes 5 de diciembre de 1932 “Ha florecido en ti el amor... Hoy me has dado un hijo” Negrita: Ha florecido en ti el amor, como te lo anunciaba la última vez que te escribí en este álbum3. Hoy me has dado un hijo. A pesar de que el tiempo es frío y llueve y el viento enreda los hilos de agua que desde el cielo se tienden hasta la tierra, en mi corazón luce un esplendente sol y hay en mi alma una ternura que no conocía. Por ti y por él. Por ti, que en tu alma de niña ves aparecer un nuevo cariño, como por sorpresa, ante ese montoncito de carne sonrosada y tierna que me parece que se va a quebrar o disipar entre mis manos torpes para caricias nuevas. Por él, tan pequeñito y débil, que busca los brazos de los grandes, como si supiera cuán frágil es. ¡Chiquito mío!... Por ti, madrecita nueva; por él, retoño cuya suerte ya me preocupa cuando pienso qué será mañana, brota en mi corazón el más puro raudal de ternura y de felicidad.

2 Esta penúltima página del álbum es un digno epílogo de este epistolario de novios y noveles esposos. Hemos querido ponerle con él un digno broche final a lo que fue solamente el comienzo de Una Historia de Amor 3 El 1º de enero de 1932, Nº 248