JEREMÍAS · 2020. 12. 23. · La prueba del profeta 1 1 3 ... El día más amargo 18 5 Octavo...

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STEFAN ZWEIG JEREMÍAS POEMA DRAMÁTICO EN NUEVE CUADROS traducción del alemán de roberto bravo de la varga barcelona 2020 acantilado https://www.fundacionformentor.com/elboomeran/

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  • STEFAN ZWEIG

    JEREMÍAS POEMA DRAMÁTICO EN NUEVE CUADROS

    traducción del alemán de roberto bravo de la varga

    b a r c e l o n a 2 0 2 0 a c a n t i l a d o

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  • t í t u l o o r i g i n a l Jeremias

    Publicado pora c a n t i l a d o

    Quaderns Crema, S. A.

    Muntaner, 462 - 08006 BarcelonaTel. 934 144 906 - Fax. 934 636 956

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    © by Atrium Press London© de la traducción, 2020 by Roberto Bravo de la Varga

    © de la ilustración de la cubierta, 0000 by ————© de esta edición, 2020 by Quaderns Crema, S. A.

    Derechos exclusivos de edición en lengua castellana:Quaderns Crema, S. A.

    Esta traducción cuenta con una ayuda por parte del Ministerio austríaco de Educación, Arte y Cultura

    En la cubierta, En el muro de las lamentaciones de Jerusalén (1905 ), de Hermann Struck

    i s b n : 978-84-17902-85-8d e p ó s i t o l e g a l : b. 18 340-2020

    a i g u a d e v i d r e Gráficaq u a d e r n s c r e m a Composición

    r o m a n y à - va l l s Impresión y encuadernación

    p r i m e r a e d i c i ó n octubre de 2020

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  • C O N T E N I D O

    Personajes 7

    Primer cuadro. El despertar del profeta 9

    Segundo cuadro. La advertencia 2 7

    Tercer cuadro. El rumor 6 1

    Cuarto cuadro. Los centinelas en la muralla 8 1

    Quinto cuadro. La prueba del profeta 1 1 3

    Sexto cuadro. Voces a medianoche 1 4 1

    Séptimo cuadro. El día más amargo 1 8 5

    Octavo cuadro. La conversión 2 0 5

    Noveno cuadro. El camino eterno 2 4 5

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  • A Friderike Maria von Winternitzcon suma gratitud.

    Pascua de 1915 – Pascua de 1917

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    P E R S O N A J E S

    El rey sedecíaspasjur , sumo sacerdotenahún , administradorimre , el más anciano de los habitantes de Jerusalénabimelec , comandante en jefe de las tropasananías , profeta del pueblohombres armados con espadas, guerreros y

    pajes

    jeremíasla madre de Jeremíasjocabed , una parienteajab , viejo sirvientebaruc , un jovencitozabulón , padre de Baruc

    el pueblo de jerusalénlos emisarios del rey nabucodonosorguerreros egipcios y caldeos

    Los hechos de los que trata el poema tienen lugar en Jeru-salén, en la época de su caída.

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    primer cuadro

    E L D E S P E R T A R D E L P R O F E T A

    Llámame y yo te responderé, y te comuni-caré cosas grandes y ocultas que tú no co-noces.

    jeremías 33 , 3

    Azotea de la casa de Jeremías. Sus blancos sillares resplan-decen bajo la pálida luz de la luna. Al fondo se ven las torres y las almenas de Jerusalén, que duerme y reposa en silencio. En los alrededores, todo está inmóvil; el viento de la madru-gada es lo único que, de vez en cuando, rompe con su rumor la quietud de la escena.

    De pronto se oyen pasos que suben a toda prisa por la esca-lera, armando un tremendo escándalo. Jeremías, con las ro-pas desceñidas y el pecho descubierto, sale atropelladamente por arriba, jadeando sofocado.

    jeremías ¡Trancad las puertas! ¡Echad los cerrojos! ¡A las murallas…! ¡A las murallas! ¡Oh, centinelas, qué mal habéis cumplido con vuestra obligación…! ¡Ya vie-nen…! ¡Ya los tenemos aquí! El fuego caerá sobre no-sotros… devorará el templo. ¡Auxilio! ¡Socorro! Las murallas se vienen abajo, las murallas… (Llega como una exhalación hasta el borde de la azotea y allí se detiene en seco. Sus agudos gritos reverberan en el blanco silencio. Despierta sobresaltado, temblando de miedo. Su mirada, igual que la de un borracho, recorre a trompicones la ciu-dad. Sus brazos abiertos, extendidos con horror, van des-falleciendo lentamente. Agotado, se pasa la mano por la cara y se frota los ojos) ¡Estaba delirando! ¡Ese sueño te-

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    rrible me confunde! ¡Sueños, sueños y más sueños lle-nan la casa! (Se inclina sobre el borde del muro y mira ha-cia abajo) La paz reina en la ciudad y también en el país. ¡Sólo mi pecho se consume en un incendio devorador! ¡Ah, Jerusalén descansa dichosa en los brazos de Dios, arropada por el sueño, al abrigo de la paz, mientras el ro-cío de la luna desciende sobre cada casa adormeciéndo-la, cubriendo con un dulce sopor la frente de cada ho-gar! ¡Sólo yo soy pasto de las llamas noche tras noche, me desplomo junto con sus torres, huyo espantado, pe-rezco en el fuego, yo, yo soy el único al que se le revuel-ven las entrañas y se incorpora en su lecho ardiente y sale tambaleándose para buscar fuera el frescor de la luna! ¡Yo soy el único a quien los sueños le desvelan, el único cuyo interior arde con una angustia que se traga la oscu-ridad de sus párpados! ¡Ah, cómo me atormentan esas imágenes, cómo me confunden esas visiones, engaños que cuajan como si fueran sangre y luego se diluyen, cuando me hallo despierto bajo la luna!

    ¡Y siempre es el mismo sueño, siempre el mismo de-lirio, todas las noches, una tras otra, el mismo terror que eriza la piel y hace temblar mi carne atormentada! ¿Quién vierte este veneno en mi sangre? ¿Quién me per-sigue y me acorrala causándome espanto? ¿Quién siente tanta hambre que devora mi descanso arrancándolo de mi cuerpo? ¿Quién me aflige de este modo? ¿Quién me atormenta? Luna, noche, estrellas, fríos testigos de mi pesar, decidme, ¿quién provoca mi aflicción? ¿Quién me roba el sueño? ¿Quién me mantiene en vela? ¡Ah, si tuviera una respuesta, si alguien me contestara! ¿Quién eres tú, ser invisible, que desde la oscuridad me apuntas con esas flechas terroríficas? ¿Quién eres tú, que yaces conmigo cada noche y me haces concebir esa espanto-

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    sa angustia que alumbro retorciéndome de dolor? ¿Por qué he de ser yo, por qué he de ser el único al que atena-za el pavor en esta ciudad despreocupada que se abando-na al sueño? (Escucha el silencio. Cada vez se vuelve más febril) ¡Ah, silencio, silencio, siempre silencio, mientras por dentro continúa la agitación y la noche se revuelve! ¡Siento que sus ardientes garras se clavan en mí, pero no puedo verlo; me asaltan visiones, pero ignoro quién me fustiga con ellas; mi clamor cae en el vacío! ¿Dónde en-contraré refugio? ¡Ah, un intrincado secreto vela esta ca-cería en la que sucumbo sin saber quién me abate ni de quién seré presa! ¡Que la red se abra y cese la confusión; y tú, ser invisible, revélame el sentido de este tormento o déjame, ya no puedo más, no puedo más! ¡Oh, caza-dor, déjame o llévame para siempre! ¡Háblame cuando esté despierto, no en sueños; dirígete a mí con palabras, no con esas inflamadas visiones! ¡Ábrete, para que pue-da salir de mi encierro, revélame el sentido de este tor-mento, el sentido, el sentido!

    una voz (Llama suavemente desde la oscuridad, parece venir de las profundidades o de las alturas, lejana y miste-riosa) ¡Jeremías!

    jeremías (Se tambalea como si le hubiera alcanzado una pedrada) ¿Quién…? Mi nombre… ¿No era ése mi nom-bre? ¿Me llamaban desde las estrellas? ¿Me llamaban desde mis sueños? (Escucha con atención lo que se oye fuera. Todo vuelve a estar silencioso) ¿Eres tú, ser invisi-ble, que me acosas y me atormentas… o soy yo mismo, el rumor de mi sangre arrebatada? Habla de nuevo, para que pueda reconocerte… Quiero volver a oír esa voz que me llamaba… Habla de nuevo…

    la voz (Se va acercando insegura) ¡Jeremías!jeremías (Cae de rodillas fulminado) ¡Aquí estoy, Se-

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    ñor! Habla, que tu siervo escucha. (Contiene el aliento para poder oír mejor. Todo lo que rodea a Jeremías perma-nece inmóvil, mientras él tiembla compulsivamente) ¡Ha-bla a tu siervo, Señor! Si me has llamado por mi nombre, también puedes darme tu mensaje para que mis sentidos lo comprendan. ¡Estoy atento para recibir tu palabra, abierto para acoger lo que quieras revelarme! (Vuelve a escuchar en tensión. Profundo silencio) ¿Tan disparata-do es que te busque afanosamente? ¡Soy un ignorante, el último de tus siervos, una mota de polvo sobre la faz de la tierra, pero en tus manos está el elegirme! Tú, que escoges reyes entre los pastores y más de una vez has he-cho saltar el sello que cerraba la boca de un muchacho para que se inflame con tu palabra… te guías por otros signos en tus elecciones. A quien tocas, Señor, ése es tu elegido, y a quien eliges, Señor, es llamado a cumplir tu voluntad. Si lo que he sentido era tu llamada, ya ves que la he recibido; si eres tú el que me persigue, Señor, ya ves que no huyo. ¡Aquí está tu presa, Señor, la pie-za que querías cazar, cóbratela ahora o sigue acosándola hasta el fin! ¡Hazme saber cuál es tu voluntad para que no te falle! ¡Abre el cielo de tu palabra para que tu sier-vo pueda contemplarte!

    la voz (Según se acerca, se hace más penetrante) ¡Jere-mías!

    jeremías (Enardecido) ¡Te oigo, Señor, te oigo! ¡Te es-cucho con toda mi alma! Los manantiales de mi sangre se han abierto y fluyen en torrente, cada fibra de mi cuerpo está en tensión ansiando recibirte, y aunque no sea dig-no de ello, estoy abierto para acoger tu anuncio. ¡Dime tu palabra, ordena según tu voluntad, soy tuyo en cuerpo y alma, hasta en lo más profundo de mi ser! Estoy aquí para cumplir tu voluntad y consumirme en tu servicio.

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    Por amor a ti abandonaré a aquellos que he querido y me apartaré de mis amigos, renunciaré a la dulzura de la mujer y a establecer mi morada entre los hombres, sólo en ti quiero vivir, quiero recorrer tus caminos. No escu-charé ninguna otra llamada, pues he escuchado la tuya, haré oídos sordos a lo que digan los hombres. Sólo a ti me prometo, Señor, sólo a ti, pues mi alma está sedienta de ti y ansía servirte… ¡Estoy abierto a tu palabra, espe-ro una señal tuya!

    la voz de la madre (Está muy cerca y ahora es perfec-tamente reconocible) ¡Jeremías!

    jeremías (Extasiado) ¡Penetra en mí, Señor, mi corazón está a punto de estallar, se estremece al saber que estás tan cerca! ¡Descarga sobre mí, dichosa tormenta! ¡Re-muéveme por dentro para que lleve tu semilla, fecunda la tierra de mi ser y que mis labios engendren tu pala-bra…! ¡Márcame a fuego con tu sello! ¡Únceme con tu yugo, ya ves que inclino la cerviz…! Soy tuyo, tuyo por siempre jamás, pero reconóceme, Señor, como yo te re-conozco, deja que contemple tu majestad, igual que tú contemplas mi pequeñez desde la oscuridad, indícame el camino que quieres que siga, Señor, indícamelo, aquí tienes a tu siervo por la eternidad.

    la madre (Ha subido la escalera buscándolo; su mirada muestra una angustiosa preocupación y su voz está lle-na de ternura) ¡Ah, estás aquí…! ¡Por fin te encuentro, hijo mío!

    jeremías (Poniéndose en pie de un salto, asustado e in-dignado) ¡No! ¡Fuera…! ¡Márchate! ¡Ay de mí, la voz se ha extinguido…! ¡El camino se ha cerrado… perdi-do para siempre!

    la madre ¡Oh! Pero ¿cómo estás ahí de pie con esa ropa tan fina y apoyado en ese muro que estará tan frío? Ven

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    abajo, hijo… El miasma que exhalan los pantanos está condensándose y llegará aquí por la mañana…

    jeremías (Frenético) ¡Ah! ¿Por qué me sigues? ¿Por qué me persigues? Estoy atrapado en una cacería sin fin, me cercan, cuando duermo y cuando estoy despierto…

    la madre ¿De qué hablas, Jeremías? Yo estaba abajo durmiendo, cuando me pareció oír que dos personas ha-blaban en la azotea, mantenían una larga charla…

    jeremías (Dirigiéndose a ella) ¡Así que tú también lo oís-te! ¡Por amor de Dios, dime la verdad! ¿Le oíste hablar, sentiste su llamada…?

    la madre ¿A quién te refieres? No veo a nadie conti-go…

    jeremías (Agarrándola) Madre… te suplico que me digas la verdad. Tu palabra será mi muerte o mi bendición… ¿Oíste una voz? ¿La oíste cuando estabas despierta?

    la madre Oí una voz que venía de la azotea y alargué mi mano hacia ti para despertarte, pero las sábanas estaban frías y tu lecho, vacío. Entonces, el temor se apoderó de mí y grité tu nombre…

    jeremías (Desfalleciendo) ¿Gritaste mi nombre…? Me llamaste por mi nombre…

    la madre Por tres veces… Pero ¿por qué…?jeremías ¿Por tres veces? Madre, ¿estás segura de eso?la madre Tres veces te llamé…jeremías (Se le quiebra la voz) ¡Es devastador! ¡Una vez

    más me veo burlado! ¡Ah, el engaño está en todas par-tes, fuera y dentro! Tuviste miedo, por eso me llamaste; y yo, aterrorizado, creí que era la voz de Dios…

    la madre ¡Te comportas de una forma extraña! No pen-sé que estuviera haciendo nada malo. Como no me res-pondías, subí hasta aquí para ver si había alguien; pero no encontré a nadie.

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    jeremías ¡Oh, por supuesto que sí! A un loco cegado por sus delirios… ¡Ay, los sueños me atormentan, me martirizan…! Sentido y sinsentido, todo es engaño… y yo soy un estúpido, un necio que desvaría.

    la madre ¿Qué estás diciendo…? ¿Qué te apura?jeremías Nada, madre, nada… No tengas en cuenta mis

    palabras…la madre No, Jeremías, claro que las tengo en cuenta,

    aunque no alcance a desvelar su significado. Un espíritu extraño cayó sobre ti, confundiendo y trastornando tus sentidos. ¿Qué te ha pasado, hijo mío, qué te atormen-ta, qué te preocupa?

    jeremías No me atormenta nada, madre… En la cama hacía un calor asfixiante… Salí a tomar el fresco…

    la madre No es verdad. Te empeñas en cerrarte a mí, cuando eres transparente a mi alma. ¿Crees que no sé que llevas meses dando vueltas noche tras noche; crees que no oigo tus gemidos mientras duermes y tus gritos de angus-tia cuando te echas a descansar? ¡Ay, abro los ojos y te oigo en la oscuridad, vagando sin descanso por la casa! ¡Te oigo caminar paso a paso, y paso a paso te acompa-ña mi corazón! ¿Qué es lo que te atormenta? ¡Ábrete, no seas obstinado, no ocultes tu sufrimiento, porque me preocupas!

    jeremías ¡No te preocupes, madre! ¡No te preocupes!la madre ¿Cómo no me voy a preocupar por ti? ¿Aca-

    so no eres el afán de mis días y la oración de mis noches? Creciste en mis manos, yo te llevé en ellas, y mi alma toda-vía te guarda dentro, vela por tu vida. ¡Ah, yo ya lo sabía antes de que tú lo supieras, lo veía antes de que tú lo vie-ras! Una sombra cubre tu rostro desde hace meses, una preocupación nubla tu alma. Te has vuelto extraño a tus amigos y te has apartado de los que están alegres, evitas

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    el mercado y la morada de los hombres. Te entierras en tus pensamientos y desaprovechas la vida. Jeremías, re-cuerda que has sido educado para ser sacerdote, algún día tomarás las vestiduras de tu padre para alabar al Se-ñor con salmos y cánticos. ¡Aparta tu rostro de la oscu-ridad y pon tus ojos en la luz del día! ¡Ya es hora de que construyas tu vida, de que comiences tu obra!

    jeremías ¡Ahora no es tiempo de empezar nada! ¡El fi-nal está demasiado cerca!

    la madre ¡Pues claro que es tiempo! Hace mucho que te has convertido en un hombre y esta casa necesita una mujer y unos hijos que despierten el recuerdo y la ima-gen de tu padre.

    jeremías (Con un dolor rabioso) ¿Traer a una mujer a esta casa, cuando llega la devastación? ¿Engendrar hi-jos para que el enemigo estrangule su vida? ¡En verdad te digo que el momento es apremiante y nada propicio para desposorios!

    la madre No te comprendo.jeremías ¿Acaso debo construir mi casa sobre el abismo

    y mi vida sobre la muerte? ¿Es que debo sembrar para que la semilla se pudra y abone su aniquilación? No, ma-dre, y aún te digo más: bendito aquel cuyo corazón está desapegado de la vida, pues quien respira hoy está be-biendo las aguas de la muerte.

    la madre ¿Qué locura es esta que ha hecho presa en ti? ¿Cuándo hemos vivido una época más dulce, cuán-do ha gozado el país de mayor tranquilidad, de más paz que ahora?

    jeremías Pues no es así, madre. Los necios no dejan de hablar de paz, pero no por ello van a tener paz; los incau-tos se echan a dormir y pretenden descansar, sin saber que el sueño que duermen es el de la muerte. ¡Madre, se

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    acercan días como jamás los ha vivido Israel y una gue-rra como nunca la ha visto la humanidad! Muy pronto, los vivos envidiarán a los muertos que yacen en la tum-ba, porque ellos tienen paz, y los que ven envidiarán a los ciegos, porque ellos viven en la oscuridad. Los necios lo ignoran, a los que sueñan aún no se les ha revelado; pero yo, yo vengo contemplándolo desde hace mucho, noche tras noche. El fuego arde y sus llamas son cada vez ma-yores, el enemigo se acerca más y más, ya está aquí el día del escándalo y la desolación. La roja estrella de la gue-rra asciende en medio de la noche.

    la madre ¡Qué espanto! ¿Y cómo puedes saber tú eso…?

    jeremías Una palabra, una palabra misteriosa ha llegado hasta mímientras contemplaba esas visiones que me asaltan

    cada noche,cuando deambulo en sueños.El terror y la inquietud se apoderaron de mi ser,mis huesos temblaban como una carraca,mi corazón se derrumbóigual que una muralla que se resquebraja…Madre,he visto cosasque, si estuvieran escritas,pondrían a la gente los pelos de puntay arrebatarían el sueño de su rostrobarriéndolo como si fuera ceniza.

    la madre Jeremías, ¿qué ansia te domina…?jeremías

    El final se acerca, sí, el final,ya ha partido.Una amenaza ha surgido del norte.

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    ¡Su carro es de fuego,en su vuelo arrastra la muerte!Los cielos sagrados retumban estremecidos,la tierra tiembla bajo el estruendo del trueno y de los

    cascos de los caballos.la madre (Con espanto) ¡Jeremías!jeremías (La coge y escucha con atención) ¿Lo oyes…?

    ¿Es que no lo oyes? Es un susurro, un susurro que se acerca…

    la madre ¡Yo no oigo nada! Mira, está amaneciendo. Las flautas de los pastores despiertan en el valle y una leve brisa sopla en la azotea.

    jeremías ¿Una leve brisa?¡Ay! ¡Ay!Ese terrible susurrocrecerá y se convertiráen una furiosa tempestad que procede de Dios.Se alzadesde los abismosdel norte.Siembra el terrorpor la ciudad.¡Madre! ¡Madre! ¿Es que no lo oyes?El viento trae un fragor de espadas que chocan,las ruedas de los carros giran con el mismo rumor que

    una ola,lanzas y corazas brillan en medio de la noche,un viento tempestuoso arroja sobre el paísguerreros y más guerreros, un ejército infinito.

    la madre ¡Delirios del sueño! ¡Desvarío y engaño!jeremías

    Se acerca, sí, se acerca

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    un pueblo extranjero,poderoso y antiguoque viene del este.Una muchedumbre infinitallega con estruendo,sus airosas flechas vuelan tan lejos como el rayo,sus briosos corceles tienen cascos veloces,sus carros llevan corazas tan firmes como una roca.Y en medio de ellos avanzael que derriba las ciudades,el que prende los incendios,el señor que somete a los pueblos,el rey, el rey del norte.

    la madre El rey del norte… Estás soñando… ¡El rey del norte!

    jeremías Ha sido Él quien lo ha despertado,ha sido Él quien lo ha escogidopara que sea el severo ejecutorde una durísima sentencia, está aquípara fustigar al pueblo por todos sus pecados,para pulverizar los muros y derribar las torres,para extinguir la luz y la risa de nuestras casas,para borrar de la faz de la tierra la ciudad y el templo,para asolar nuestras calles y labrar la ruina de

    Jerusalén.la madre ¡Cuántos delirios! ¡Qué frivolidad! ¡Jerusa-

    lén perdurará por los siglos de los siglos!jeremías

    ¡Caerá!¡Y será Dios mismo quien la derribe,así que no cabe resistirse!¡Por abajo

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    se secarán sus raíces,y por arribacortarán su fruto!Los jinetes enemigos entrarán a sangre y fuegotalando los frondosos montes de Israely arrasando los campos de Sión.

    la madre (Estalla) ¡No es verdad!¡Mientes! ¡Estás mintiendo!¡Ningún enemigo pondrá nunca cerco a esta ciudad,Sión no vacilará jamás, la fortaleza de David jamás

    caerá!¡Da igual que el enemigo venga de los confines de la

    tierra,las murallas de la ciudad se mantendrán firmes por los

    siglos de los siglos,el corazón de Israel pervivirá por los siglos de los

    siglos,Jerusalén perdurará por los siglos de los siglos!

    jeremías ¡Sucumbirá! ¡La vara de la justicia está a pun-to de caer! ¡Ya se ha fijado la hora! ¡Se acerca el fin, el fin de Israel!

    la madre ¡Descreído! ¡Descreído! ¡Somos el pueblo que el Señor escogió y nuestra estirpe llegará hasta el fin de los tiempos! ¡Jerusalén no perecerá jamás!

    jeremías ¡Lo he visto en mis sueños! ¡Son esas visiones las que me lo han revelado!

    la madre ¡Frívolo e insolente quien tiene esos sueños, y siete veces frívolo e insolente quien cree en ellos! ¡Ay de mí, que tenga que vivir para ver cómo mi propia sangre recela de Sión y duda del Señor! ¡Jeremías, Jeremías, no hagas que reniegue de mi seno!

    jeremías Yo no quería ser testigo de este horror, pero

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    no he podido hacer nada para evitar las visiones que lo anuncian.

    la madre Si te mantuvieras alerta y en oración, sus men-tiras se estrellarían contra el nombre del Señor. ¡Jeremías, recapacita! Eres hijo de un ungido y fuiste consagrado para que tu voz cante las alabanzas del Señor, para que fortalezcas los corazones de los que vacilan e infundas va-lor en el espíritu de los que se encuentran desconcertados.

    jeremías ¿Cómo puedo hacer yo eso? ¿Cómo voy a ha-cerlo, si yo mismo soy el más desconcertado de todos? ¡Apártate de mí, madre, apártate!

    la madre No te abandonaré ni abandonaré tu alma cuan-do la cercan las dudas. ¡Jeremías, tú eres mi único hijo, así que escúchame! Hasta ahora he guardado en secreto lo que voy a revelarte con la esperanza de que despierte tu corazón. Quiero que sepas lo que sufrí: también yo dudé una vez del Señor, porque Él cerró mi seno duran-te diez años. Me convertí en el hazmerreír de todas mis conocidas, hasta la última concubina se burlaba de mí. Soporté aquellos diez años con paciencia. Ya empezaba a vacilar, cuando, en el undécimo año, se inflamó mi co-razón y acudí al templo para suplicarle a Dios que me concediera un hijo fruto de mi seno.

    jeremías Es la primera vez que me cuentas esto… la pri-mera.

    la madre Me arrojé al suelo y, mientras empapaba la tie-rra con mis lágrimas, hice un voto solemne si concebía un hijo, lo consagraría al Señor. Prometí callar y no dejar que saliera de mi boca ni una palabra hasta que llegase mi hora, para que un día el Señor le concediera palabras en abundancia para cantar sus alabanzas.

    jeremías ¡Me ofreciste en una promesa…! ¡Eso fue lo que hiciste, madre! ¡Fuiste tú!

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    la madre Ese mismo día, tu padre me visitó y fui bende-cida por Dios con un hijo. Escúchame, Jeremías, duran-te nueve meses me mantuve fiel a mi promesa y enterré mi voz para que tú tuvieras palabras en abundancia con las que pudieras alabar al Dios eterno. Cumplí mi voto, y tu padre y yo te educamos para que conocieras las Es-crituras, tu voz resultara agradable y así te convirtieras en salmista. Jeremías, ahora ya sabes que desde el prin-cipio fuiste consagrado para ser sacerdote y alabar al Se-ñor. Rasga la red de tus sueños y sal a la luz del día.

    jeremías ¡Doble promesa y doble misterio el de esta no-che, madre! Hoy me has despertado a la vida por segun-da vez. Tus palabras me han sacado de la ignorancia. Pa-rece un milagro: clamé a Dios suplicándole una señal y Él te envió a mí con estas palabras. ¡Ah, el camino esta-ba oscuro y esos sueños fueron el acicate que me impulsó a levantarme y empezar a andar! ¡Esas visiones que me impedían conciliar el sueño fueron el reclamo del que se sirvió el certero cazador que nunca falla! Ahora sé quién me sacudía para que no me durmiera, ahora sé quién me urgía a tomar una decisión, quién me presionaba para que actuase, quién me estaba interpelando…

    la madre ¿Qué te ocurre? Hablas como un borracho…jeremías Sí, porque estoy ebrio de su espíritu, decidido

    a hacer su voluntad y tan lleno de su palabra que casi me falta el aliento. Los sellos de mi boca se han roto y mis labios arden por anunciar su mensaje…

    la madre ¡Ay de ti, si anuncias esos sueños infames! ¡Si divulgas esos delirios dejarás de ser mi hijo!

    jeremías ¿Cómo voy a dejar de ser tu hijo, madre? ¡Ay de mí, claro que lo soy, y me está sucediendo lo mismo que a ti! Has de saber que yo también he sido estéril, pero Él ha puesto en mí un secreto, me ha fecundado

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    con su palabra. Madre, he renovado tu promesa ofre-ciéndome a Él…

    la madre ¡Entonces vayamos al templo para ofrecer un sacrificio y alabar el nombre del que te ha despertado!

    jeremías No, madre, no voy a ser yo quien ofrezca el sa-crificio… voy a convertirme en la víctima que se inmola. La sangre de mis venas corre por Él, mi carne arde por Él, mi alma se inflama por Él. Quiero servirlo como na-die lo ha servido; a partir de ahora, sus caminos serán mis caminos. ¡Ah, mira, en el valle está amaneciendo y tam-bién en mí se levanta el día que disipa las tinieblas! El cielo se cubre de fuego igual que mi corazón. ¡Ay, el ca-rro de Elías ha de elevarse ardiente, llevándose consigo mis palabras para que se precipiten como el trueno so-bre los hombres y rompan su día! ¡Ay, cómo me arden los labios, debo marcharme, tengo que salir…!

    la madre ¿Adónde quieres ir, cuando ni siquiera ha amanecido?

    jeremías Lo ignoro, sólo Dios lo sabe.la madre Pero dime, ¿qué te propones?jeremías ¡No lo sé, no lo sé! ¡Mi corazón es suyo, es Él

    quien actúa a través de mí!la madre Jeremías, no te dejaré marchar si antes no me

    juras que guardarás silencio sobre lo que has visto en tus sueños…

    jeremías ¡Yo no juro! ¡Es Él quien me conjura para que proclame su palabra!

    la madre … que no le anunciarás desgracias al pueblo.jeremías ¡Es Él quien las anuncia, yo sólo le presto mis

    labios!la madre ¡Ay, te niegas a escuchar mis palabras! Pues

    escucha bien esto que te digo: si sales a sembrar la duda en Israel, no volverás a entrar en mi casa.

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