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JEAN LECLERCQ A THOMAS MERTON Esta primera carta encontrada de Dom Jean Leclercq al P. Louis (Thomas Merton) se abre con una referencia a una carta de Merton del 15 de enero de 1950. Aparentemente, la carta perdida y dirigida por Merton a Leclercq se refería a una investigación en curso sobre los Padres Cistercienses. Dom Leclercq estaba interesado en muchos manuscritos de Gethsemani que se encontraban en un archivo- desván hasta que fueron transferidos diez años más tarde a la Biblioteca del Institute of Cistercian Studies en la Universidad de Western Michigan, en Kalamazoo. Munich 28 de enero de 1950 M e siento muy feliz al saber que está Vd. haciendo un estudio sobre una colección de textos de san Bernardo. Nunca se hará lo suficiente para darlo a conocer, y esto responde a una verdadera necesidad de nuestros contemporáneos; un editor suizo me acaba de pedir una colección de escritos en alemán. También estoy en contacto con el Rev. Bruno Scott James. Me sentiré muy feliz viendo sus artículos en Collectanea [Cisterciensia] cuando consiga un ejemplar. Pienso que el único libro importante sobre san Bernardo de estos últimos años es el de [William] Watkins, St. Bernard of Clairvaux, que yo menciono en la bibliografía de S. Bernard mystique. Hay también un capítulo muy bueno en Aufgang des Abendlandes, de Heer, ed. Europa, Viena y Zurich. He estudiado a Balduino de Ford hace algún tiempo, especialmente su doctrina sobre la Eucaristía, pensando en una colección que no apareció; creo que no se ha hecho ningún trabajo sobre Balduino desde entonces. Así, pues, queda todavía mucho por hacer, y pienso que el Señor está esperando mucho a propósito de una vida monástica auténtica en nuestros días y que el mundo realmente necesita de esto. Por eso creo que Vd. tiene una bellísima misión. Me gustaría muchísimo recibir sus libros; he oído hablar sobre ellos. Si 3

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JEAN LECLERCQ A THOMAS MERTON Esta primera carta encontrada de Dom Jean Leclercq al P. Louis (Thomas Merton) se abre con una referencia a una carta de Merton del 15 de enero de 1950. Aparentemente, la carta perdida y dirigida por Merton a Leclercq se refería a una investigación en curso sobre los Padres Cistercienses. Dom Leclercq estaba interesado en muchos manuscritos de Gethsemani que se encontraban en un archivo-desván hasta que fueron transferidos diez años más tarde a la Biblioteca del Institute of Cistercian Studies en la Universidad de Western Michigan, en Kalamazoo.

Munich 28 de enero de 1950

M e siento muy feliz al saber que está Vd. haciendo un estudio sobre una colección de textos de san Bernardo. Nunca se hará lo suficiente para darlo a conocer, y esto responde a una verdadera necesidad de nuestros

contemporáneos; un editor suizo me acaba de pedir una colección de escritos en alemán. También estoy en contacto con el Rev. Bruno Scott James. Me sentiré muy feliz viendo sus artículos en Collectanea [Cisterciensia] cuando consiga un ejemplar. Pienso que el único libro importante sobre san Bernardo de estos últimos años es el de [William] Watkins, St. Bernard of Clairvaux, que yo menciono en la bibliografía de S. Bernard mystique. Hay también un capítulo muy bueno en Aufgang des Abendlandes, de Heer, ed. Europa, Viena y Zurich. He estudiado a Balduino de Ford hace algún tiempo, especialmente su doctrina sobre la Eucaristía, pensando en una colección que no apareció; creo que no se ha hecho ningún trabajo sobre Balduino desde entonces. Así, pues, queda todavía mucho por hacer, y pienso que el Señor está esperando mucho a propósito de una vida monástica auténtica en nuestros días y que el mundo realmente necesita de esto. Por eso creo que Vd. tiene una bellísima misión. Me gustaría muchísimo recibir sus libros; he oído hablar sobre ellos. Si

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puedo ayudarle en algo, estoy a su servicio, y ruego crea, querido Padre, en mi más devoto respeto en Nuestro Señor. JEAN LECLERCQ A THOMAS MERTON

Lisboa [Sin fecha-antes de Pascua, 1950]

H e recibido los microfilms de sus manuscritos de san Bernardo, y le doy las gracias. El microfilm de los Sermones in Cantica [Sermones sobre el Cantar de los Cantares] será utilizado muy pronto. Desgraciadamente el microfilm

de los Sermones es ilegible; la foto está borrosa. Todavía no he vuelto a Clervaux, donde sus libros me están esperando. Sé que ya han llegado allí, pero aún no he tenido oportunidad de leerlos. Solamente he visto sus artículos en Collectanea Cisterciensia sobre la doctrina mística de san Bernardo. Los leeré en cuanto pueda. Estoy seguro, según lo que he oído, que Vd. ha ido más allá que yo en cuanto a profundidad por lo que se refiere a la vida y doctrina mística de san Bernardo. Yo lo he hecho sólo muy superficialmente; pero quizá, más adelante, cuando haya finalizado la edición [crítica de las Obras Completas1], seré capaz de elaborar algo más maduro tras haber empleado mucho tiempo con los textos. De momento estoy llevando una vida totalmente contraria a mi vocación y a mis ideales, y la causa de esto es san Bernardo. Estoy viajando por toda Europa buscando manuscritos. Están en todas partes. Pero toda esta documentación ha de ser reunida de una vez por todas, y es de esperar que así san Bernardo llegue a ser mucho mejor conocido. Es un trabajo extremadamente difícil. Supone una gran responsabilidad científica, especialmente en algunas ocasiones. Por ejemplo, muy pronto he de decidir qué manuscritos han de ser mantenidos para fijar el texto de los Sermones in Cantica: todo el trabajo posterior estará pendiente de esta decisión. Por favor, rece para que este trabajo se haga bien y que esté a la altura de san Bernardo.

1 Aclaración del Traductor.

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THOMAS MERTON A JEAN LECLERCQ Diez años antes del Vaticano II, Thomas Merton ya estaba volviendo a las fuentes del monacato con sus conferencias sobre san Benito, Casiano, Pacomio, Evagrio y otros escritores de la tradición primitiva. Estaba también trabajando sobre los “evangelistas” Cistercienses del siglo XII: Bernardo de Claraval, Guillermo de Saint Thierry, Guerrico de Igny y Elredo de Rieval.

22 de abril de 1950

A cabamos de enviarle otro microfilm de los Sermones de san Bernardo. Esta vez me he preocupado personalmente de comprobar que todo estuviera bien y de que el original pudiera leerse en nuestra propia máquina. Siento mucho

que el primer envío no resultara bien; debe ser indulgente con nuestros jóvenes estudiantes, que precisamente están intentando dominar este tipo de trabajo y es la primera vez que lo hacen. Pida para que aprendan bien, pues en el futuro se espera mucho de sus talentos, si es que hay alguno. Me gustaría mucho que sus viajes le trajeran a esta parte del Atlántico y que pudiéramos tener el placer de recibirle en Gethsemani. Precisamente acabamos de acondicionar la bóveda-archivo donde conservamos los libros más especiales y hemos ampliado su capacidad para incluir una pequeña y buena biblioteca sobre Biblia, Patrística y Liturgia (o, por lo menos, el núcleo inicial de una biblioteca). Tengo la esperanza de formar un grupo de estudiantes competentes no sólo en historia o en textos, sino más bien –en línea con la tradición que Vd. representa tan admirablemente- hombres competentes en todas las ramas de la teología espiritual, así como en la investigación, utilizando su tiempo y talentos para desarrollar las semillas de la Palabra de Dios depositadas en ellos, y no ahogar esa Palabra bajo un montón de búsquedas inútiles, como es tradicional en las Universidades de este país por el momento. Espero fervientemente que alguna vez podamos ver en América hombres que sean capaces de producir algo semejante a Dieu Vivant [revista francesa]. Supongo que los Cistercienses nunca llegarán a tanto; pero al menos podemos dar un buen ejemplo mediante estas líneas. Nuestros estudios y escritos deberían, por su propia naturaleza, contribuir a nuestra contemplación, al menos remotamente; y la contemplación, a su vez, debería ser capaz de encontrar expresión en canales abiertos a ello y de mayor profundidad, en plena consonancia con los

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Padres de la Iglesia. ¡Estamos en tiempos que piden la aparición de Agustines, Leones, Gregorios y Cirilos! Precisamente por esto siento que sus trabajos resultan de una ayuda enorme, querido Padre. Su St. Bernard mystique, es doblemente admirable, porque siendo sencillo y ágil, comunica al lector una idea muy exacta de la espiritualidad de san Bernardo. No está Vd. en lo cierto cuando dice que ha tratado superficialmente a san Bernardo. Ciertamente que el estudio está dirigido al gran público, pero, con todo, es profundo y ofrece una visión de conjunto y resulta mucho más valioso que el trabajo más bien técnico que yo he publicado en Collectanea y, como Vd. comprobará al leerlo, la tarea excedía mis posibilidades como teólogo. Las primeras secciones de mi estudio, especialmente, contienen muchos errores tontos y manifiestos; o, al menos, hay cosas expresadas frecuentemente con torpeza.2 Si escribiera un libro sobre el Santo trataría de redimirme, sin entrar en las discusiones técnicas que ocuparon a Etienne Gilson en su estudio ciertamente brillante3. Pero, una vez más, un libro como el suyo resulta mucho más útil. Esté seguro de que estamos orando por el trabajo que Vd. tiene ahora entre manos, que es tan importante y que conlleva tanta responsabilidad para Vd. He oído que Vd. prestó ayuda para preparar la impresión de la edición de Dom Wilmart del De institutione inclusarum de Elredo; pero quizá Vd. ha dejado esto en los estantes para más adelante. ¿Están editando los Cistercienses de la Común Observancia las obras de Elredo? ¿Dónde lo están haciendo y cuándo se espera que esté listo el trabajo? A propósito, sobre la pronunciación de Ailred. Los estudiosos ingleses más preeminentes parecen deletrearlo como hago yo, con una “i”. Me gustaría que hubiera cierta unidad sobre este punto. Mis trabajos sobre él están en suspenso de momento, pero cuando lo reanude haría mejor utilizando ese modo de escribirlo. ¿Qué opina al respecto? Quede muy seguro, querido Padre, que estoy orando por Vd., y que nuestros estudiantes también lo hacen. Ore también por nosotros. Tengo mucho trabajo sobre mis hombros, enseñando y escribiendo. 2 Thomas Merton, “The Transforming Union in St. Bernard and St. John of the Cross”, Collectanea Cisterciensia 10 (1948) 107, 210; 11 (1949) 41, 351; 12 (1950) 25. 3 Etienne Gilson, La Theologie Mystique de Saint Bernard, Librairie Philosophique J. Vrin, París 1934; The Mystical Theology of Saint Bernard, New York: Sheed & Ward, 1940. La revista CISTERCIUM dispone de una traducción española de esta obra, disponible también en versión informatizada (Nota del T.).

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JEAN LECLERCQ A THOMAS MERTON Tanto Leclercq como Merton cargaron el acento en lo esencial, la naturaleza contemplativa del monacato, y se preocuparon de retornar al carisma original de los fundadores del monacato, que hizo de la vida contemplativa el ideal monástico. La tradición Cisterciense, que comenzó con la fundación de Cîteaux en 1098, tuvo sus raíces en previas reformas del Benedictinismo, tales como la de san Benito de Aniano; y de hecho podría remontarse hasta la tradición más original con Atanasio, Casiano y Pacomio.

E

staba a punto de escribirle a Vd. cuando, ayer, recibí su última carta. Gracias por el nuevo microfilm, que ya ha llegado.

estudio Gracias también por sus oraciones y estímulo. Se que algunos sos y profesores critican mis libros porque son demasiado “humanos”, y no

suficientemente, no estrictamente “científicos”, objetivos. Pero no me preocupa el tener una buena reputación como intelectual entre los intelectuales, a pesar de que yo podría hacer un perfecto trabajo de investigación, y a veces lo hago, únicamente para demostrar que sé de que van las cosas. Pero también se que muchos monjes en varias Órdenes, y son los monjes más monásticos -Camaldulenses, Cistercienses, Trapenses, Benedictinos de la más estricta observancia- encuentran mis libros muy sustanciosos, y encuentran en ellos una respuesta a sus propias aspiraciones. Doy gracias a Dios por esto. Mi único mérito, si es que hay alguno, es aceptar el no ser un mero investigador; si no, no podría inventar ideas: me limitaría únicamente a alumbrar ideas y experiencias que podrían encontrarse en viejos libros monásticos, libros que, por otra parte, nadie lee hoy día, ni siquiera en los monasterios. Puesto que Vd. parece seguir en esta línea, hoy mismo le envío unas pruebas de imprenta, sólo sobre “monástica”. Como Vd. verá, siempre digo y escribo las mismas cosas, porque una sola es necesaria, y es la única que se puede encontrar en los textos monásticos antiguos... Creo que Vd. tiene un trabajo importante que desempeñar en Gethsemani, primero por América, luego por toda la Orden Cisterciense: volver a la idea Cisterciense; pero hay dos dificultades. La primera es guardar una justa medida en el trabajo, tanto manual como intelectual. Ambas formas de trabajo, especialmente el segundo, entrañan un peligro de activismo (activismo mental). Es una cuestión personal que cada monje ha de resolver por sí mismo si quiere trabajar y permanecer

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monje; algunos son incapaces de hacer las dos cosas y han de elegir el mantenerse monjes. La segunda dificultad es más bien de orden histórico, si es que queremos estudiar la tradición Cisterciense. Estoy aludiendo a la ilusión de creer que la tradición Cisterciense empieza con Cîteaux. Me convenzo cada vez más de que la tradición Cisterciense no puede ser entendida prescindiendo de sus raíces en la tradición Benedictina –y monástica en general. preexistente y contemporánea a Cîteaux. Esta es la razón por la que en mis estudios nunca separo las diferentes formas y expresiones de la única experiencia y pensamiento monásticos. Por ejemplo, si uno comienza a estudiar la Mariología de la escuela Cisterciense sin tomar en consideración el pensamiento monástico previo y contemporáneo sobre la Virgen, puede sentirse inclinado a pensar que los Cistercienses estuvieron en el origen de toda la auténtica y devota Mariología. Más aún, si uno se remonta a san Anselmo y a los monjes anglo-normandos del siglo XI, se podría llegar a la conclusión de que en ese terreno Cisterciense, lejos de haber progreso, podría haber retroceso (pienso, por ejemplo, en el tema de la Concepción de Nuestra Señora). El único modo de evitar esos escollos es mantenerse lo suficientemente libres de la tentación de arrimar el ascua a la sardina de la propia Orden, evitar las “políticas de gremio”, y buscar únicamente la verdad en la vida de la Iglesia de Dios. Puesto que Vd. me pregunta qué pienso a propósito de sus libros, se lo diré, aunque no soy una autoridad especial en la materia. Supongo que la condición de nuestra relación se basa en una perfecta sinceridad y lealtad. Hace unos pocos días que he vuelto de nuevo a Clervaux, y he tenido justamente tiempo para leer el Prólogo y los dos primeros capítulos de Las aguas de Siloé. Leeré el resto y después le manifestaré mis impresiones. Hasta el momento debo decir que he disfrutado enormemente con sus páginas: tanto por lo que Vd. dice como por cómo lo dice. Pienso que inmediatamente se saca la impresión de que Vd. “cree” en la vida contemplativa, y esta fe suya es más eficiente para convencer a sus lectores de lo que podría serlo el que tratara los mismos puntos desde el punto de vista más científico. En mi opinión, Vd. apunta a la auténtica esencia de la vida monástica cuando dice que es una vida contemplativa. La tradición Benedictina es ciertamente una tradición contemplativa: la doctrina de los escritores medievales Benedictinos -(y casi siempre hasta nuestros días... ¡el siglo XX es una excepción, por desgracia!)- es una doctrina sobre la contemplación y sobre la vida contemplativa; pero hemos de reconocer que la historia Benedictina no es enteramente contemplativa (y en algunos períodos en absoluto). Con todo, incluso cuando los Benedictinos estuvieron

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ocupados en muchas cosas, nunca pusieron su atención circa plurima [en muchas cosas] haciendo de ello su ideal, y nunca dijeron que así debía ser; su doctrina siempre estuvo atenta al unum necessarium [la única cosa necesaria]. Me parece que lleva Vd. mucha razón cuando dice que andamos escasos en este ideal de búsqueda de simplicidad. Siempre ha habido intentos –y los hay también hoy- de recuperar esa simplicidad. Y semejante intento ya ha hecho correr mucha tinta; pero el peligro está siempre ahí, e incluso hoy los Cistercienses no siempre han tenido éxito en evitarlo. Por ejemplo, desde el punto de vista Cisterciense –e incluso monástico- Orval (el nuevo Orval4) ha sido y sigue siendo un escándalo. Es un pecado contra la simplicidad: primero porque es lujoso, y además porque, bajo pretexto de observar los Estatutos –que prohiben la utilización del oro y otros materiales- han utilizado materiales preciosos y exóticos que dan la impresión de ser oro sin serlo, y cosas por el estilo. Y el festival organizado con ocasión de la consagración de Orval fue también escandaloso y así ha sido considerado incluso entre los Cistercienses y Trapenses. En la misma línea, el ruido y publicidad hechos en torno a la Abadía de Gethsemani con motivo de su centenario, y las crónicas aparecidas en revistas que, en el mismo número, mostraban chicas monas, fue algo escandaloso y así fue considerado (aunque quizá esto estaba más en sintonía con el “estilo americano”...). Como puede ver, querido Padre, no me privo de manifestarle las cosas; pero esto sólo es para mostrar cuán grande puede ser la tentación. Sus páginas sobre Roma me han parecido perfectamente sinceras y justas. Me alegra mucho de que le hayan permitido escribir tan libremente. Sé que otros no han disfrutado de la misma libertad, ni siquiera hoy. Pero espero que el amor por la verdad hará a la gente renunciar al “orden-ortodoxia” y al “orden-político”. Conozco muy bien al Procurador General de la S.O.C. [Sagrada Orden Cisterciense, o Cistercienses de la Común Observancia5], el Abad [Mattheus] Quatember. En mi opinión tiene unas ideas muy claras sobre lo que es y debe ser la vida Cisterciense. Trata de promover esta vida en Hauterive [en Suiza], y pienso que está teniendo éxito. Afortunadamente, hasta ahora, Hauterive continúa siendo un pequeño monasterio. El peligro para las empresas espirituales es siempre la prosperidad. ¿Es un sueño utópico la unión de la O.C.R. [Orden de los Cistercienses Reformados, o Trapenses] y la S.O.C.? Me gustaría creer que no. Pero esta re-unión de hermanos, que a veces lo han sido y a veces son hermanos-separados, debe ser 4 Real monasterio en el sur de Bélgica. Dado que el rey y la reina de Bélgica fueron enterrados allí, el lugar ha venido a ser un centro de atracción turística. 5 Hoy se debe decir, sencilla y exactamente, “Orden Cisterciense” (N. del T.)

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preparada por la oración y el estudio en búsqueda de la de verdad Cisterciense, y en una atmósfera de paz. Oro por Vd., por su monasterio y por toda la Orden Cisterciense (no puedo romper la unidad, tan fuerte en la Carta de Caridad; psicológicamente nunca he aceptado el cisma de comienzos del siglo XIX....). Perdóneme que hable con tanta libertad con Vd., y esté seguro de que le quedo devotísimo en Nuestro Señor y en Nuestra Señora. Disculpe también mi horroroso inglés, pero mi escritura es tan mala que resultará más fácil para Vd. leerme en inglés que en francés. JEAN LECLERCQ A THOMAS MERTON Las líneas iniciales indican que se ha perdido una carta de Merton a Leclercq, carta que trata de la actitud monástica ante lectura y meditación de las Sagradas Escrituras. Para los monjes la lectio divina (o lectura sagrada) fue el preámbulo de la meditación contemplativa sobre la Palabra de Dios, algo que tanto Merton como Leclercq acentuaron en sus escritos. Debe ponerse de manifiesto que ya Merton comienza a consultar con Leclercq sus aspiraciones de vida eremítica.

Bruselas 29 de julio de 1950

V uelto a Bruselas debido a la huelga, finalmente he encontrado tiempo para responder a su larga e interesante carta del 17 de junio.

lectio divinMe siento muy contento de que apruebe lo que he escrito sobre la

a. No pienso que debamos intentar establecer una oposición entre la lectura espiritual y la científica de la Escrituras: debemos intentar reconciliar estos dos métodos, como fue el caso en la Edad Media, cuando los mismos doctores explicaban la Biblia usando ambos métodos. Trato de explicar esto en un artículo que será publicado en la colección Rencontres (Ed. du Cerf), sobre L’Exégèse de l’Ancien Testament:

1. En la Edad Media hubo dos clases de exégesis: científica y espiritual. 2. Pero no hubo dos clases de estudiosos de las Escrituras: todos utilizaban

los dos métodos.

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3. Y estos dos métodos de estudio de la Escritura suponen una misma concepción de la Sagrada Escritura, y especialmente la relación entre el Antiguo y el Nuevo Testamento.

Opino que el modo común de enseñar la Biblia hoy en nuestras facultades

teológicas es meramente apologético, lo que probablemente fue muy útil hace cuarenta años. Ahora, gracias a una reacción contra esta postura apologética, estamos encontrando la via media [camino intermedio], la via conciliationis non oppositionis [camino de reconciliación y no de oposición]. Una de las tareas que el mundo monástico ha de realizar hoy es ofrecer una demostración práctica de que esta reconciliación es posible: no debemos rechazar los resultados de las modernas ciencias bíblicas; pero tampoco deberíamos sentirnos satisfechos con ellos.

Probablemente Vd. ya habrá visto que Gilberto de Stanford no es Gilberto de Hoyland: se trata de uno de los muchos escritores espirituales desconocidos que, aunque no eran muy originales, manifestaban la intensidad de la vida espiritual en los círculos monásticos del siglo XII...

Estoy de acuerdo en que los tiempos no están maduros para una unión entre la S.O.C. y la O.C.R. (no me gusta la palabra “fusión”; prefiero “unión”, lo que supone distinción y diferencias: distinguir para unir)6. Algunos miembros de la OC no son suficientemente monjes como para entender a la OCSO; pero pienso que esta unión sería buena para ambas Órdenes y que debería ser preparada. Ambas partes deben contribuir a crear una atmósfera de comprensión y simpatía, y el aspecto monástico de la O.C. debería dejarse influenciar más. Dom [Matthaeus] Quatember es muy favorable a este aspecto monástico. El próximo Capítulo General de la O.C. en septiembre será muy importante desde este punto de vista. Creo que algunos miembros de la O.C. tienen valores de vida espiritual e intelectual que están muy en línea con la tradición Cisterciense.

6 La Orden Cisterciense actualmente está dividida en dos Órdenes: O.C. son las siglas de la “Orden Cisterciense”, que en tiempos era denominada “Común Observancia” (generalmente por los Trapenses). O.C.R. (u O.C.S.O.) son las siglas de Orden de los Cistercienses Reformados, conocidos hoy como Cistercienses de la Estricta Observancia, o simplemente Trapenses. Se da hoy un amplio movimiento a favor de la unidad de las dos Órdenes, pero en el momento en que escribimos estas páginas (2001) tal unidad no se ha consumado. La O.C. mantiene colegios y parroquias en los Estados Unidos, mientras que los Trapenses han permanecido estrictamente contemplativos sin actividades pastorales.

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Puesto que estoy preparando la edición crítica de las Obras de san Bernardo (y empezaré con los Sermones in Cantica), deberé estudiar sus fuentes. Si Vd. dispusiera de alguna información de su dependencia de Orígenes, Gregorio de Nysa, u otros, seguro que sería tan amable de compartir esto conmigo para ayudarme al menos en algunas orientaciones de mi investigación. ¡Siento todo el peso de las dificultades de mi trabajo! Y a veces me tienta ceder al desánimo. Todo el mundo encuentra natural criticar, pero no hay ninguno dispuesto a ayudar.

No estoy lo suficientemente familiarizado con el misticismo oriental como para emitir una opinión sobre el yoga y san Bernardo; pero puesto que todas las experiencias místicas son fundamentalmente las mismas, seguramente que habrá alguna conexión; y no sólo en lo que respecta a la experiencia en sí misma, sino también a su expresión. Desde este punto de vista pienso que la psicología profunda podría arrojar cierta luz sobre estos temas hondos y universales acerca de las representaciones religiosas.

No conozco su libro Spirit of Simplicity, pero me agradaría mucho leerlo si tuviera oportunidad. Actualmente estoy leyendo la Vie de Rancé de Chateaubriand. Esto aumenta mis deseos de leer a Rancé7. Me temo que nuestros juicios sobre él están influenciados por Chateaubriand y el romanticismo de los restauradores monásticos del siglo pasado. Todo lo que podamos encontrar de excesivo en Rancé es propio de su tiempo y puede ser encontrado también en los Benedictinos de la misma generación; demasiado para nuestros gustos. Me temo también que lo que rechazamos en Rancé depende más de Dom [Augustine] de Lestrange y otros románticos.

Comprendo muy bien sus aspiraciones a la vida solitaria. Pienso que siempre ha habido una tradición eremítica en las órdenes Benedictina y Cisterciense. En mi opinión no vamos a discutir vocaciones personales de acuerdo con los principios de la vida de comunidad, o de acuerdo a leyes universales. Debemos ser siempre muy respetuosos con esas vocaciones a la soledad, movidas por una llamada real y no por ilusiones. Personalmente, aunque me considero bastante inepto para la vida eremítica siempre he animado a mis hermanos que aspiraban a ese género de vida. Ahora, en Francia, hay algunos monjes Benedictinos que viven en ermitas en las montañas. Nadie sabe esto, excepto Dios. La tradición de las ermitas cerca de los monasterios, o 7 Armand-Jean Le Bouthillier de Rancé (1626-1700) fue el Abad reformador de La Trappe, en Francia, que cargó las tintas sobre el aspecto penitencial de la vida monástica. Merton y Leclercq estuvieron unidos en el esfuerzo de ir más allá que Rancé en cuanto al carisma original de los Cistercienses del siglo XII.

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inclusi en el monasterio, parece muy difícil de realizar hoy. Por eso debemos encontrar soluciones nuevas a este problema. Se trata de un problema permanente y también un signo muy bueno del fervor de la vida monástica: siempre que los cenobios son lo que tienen que ser, inevitablemente producen algunas vocaciones al eremitismo. Las vocaciones eremíticas desaparecen en tiempos y países donde el monacato ha dejado de ser monástico.

Prácticamente, ahora como casi siempre, la solución para este tipo de vocaciones es desplazarse a un lugar solitario, a una casita apartada o a un monasterio Camaldulense, que es lo que conozco bien8. El año pasado, estando yo en el desierto de Camaldoli, el maestro de novicios estaba esperando a un Trapense americano. (Este año probablemente tendré que volver de nuevo al desierto de Frascati, a fin de estudiar los escritos del fundador). El resurgir de las tendencias eremíticas en Francia ha conducido a una encuesta realizada por la CHOC (Comisión de Historia de la Orden Cisterciense) sobre la vida eremítica. Comprendo muy bien que a su Abad le gustaría que Vd. encontrara una solución dentro de la vida Cisterciense. Quizá sea una ocasión excepcional para restaurar la vida de reclusión. Esto se practica aún en Camaldoli. Lo vi el año pasado.

Me gustaría consultar el libro de G.B. Burch, The Steps of Humility de Bernardo, la segunda edición, Cambridge, Mass. 1940. No lo puedo encontrar en Europa. ¿podría Vd. facilitármelo y después vendérmelo o prestármelo? THOMAS MERTON A JEAN LECLERCQ

9 de octubre de 1950

H ace ya mucho tiempo que recibí su carta, fechada en julio, y que leí y ponderé con profunda satisfacción. Ser capaz de poder buscar alimento e inspiración directamente de quienes se mantienen tan cerca de las fuentes de

la espiritualidad monástica es un privilegio por el que estoy profundamente agradecido. Sus observaciones sobre las ideas de san Bernardo a propósito de la Escritura son muy importantes para mí. He estado reflexionando sobre el Apéndice de su Saint 8 La Camáldula (O.S.B. Cam., “Camaldulenses”) es una rama de la Orden Benedictina fundada por San Romualdo a comienzos del siglo XI; permitía a los monjes vivir en ermitas o celdas individuales, aunque los hermanos llevaban también un estilo de vida monástica comunitaria. Así sucedía relamente en Frascati, en las colinas de las afueras de Roma.

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Bernard mystique, y también he hablado a los estudiantes de aquí sobre ese mismo tema, tan importante. Estoy de acuerdo con sus conclusiones sobre san Bernardo e incluso me pregunto si no sería posible decir que él se consideró a sí mismo como un exegeta en un sentido muy particular. Mi parecer subjetivo es que la total seriedad de la actitud de san Bernardo con relación a la Escritura no aparecerá enteramente hasta que no lo consideremos en cierto aspecto como exegeta y teólogo en su exposición sobre el Cantar. Naturalmente no es ninguna de esas dos cosas tal y como las entendemos teóricamente hoy; pero tengo la impresión de que se comporta como teólogo según la concepción de los Padres Griegos, al menos en un sentido amplio (ver el final del capítulo primero de [Vladimir] Lossky: Theol. Myst. De l’église orientale9). Pienso que eso es esencialmente lo que Vd. venía a decir cuando sacó a colación el hecho de que Bernardo buscaba menos alimentar su vida interior que ejercitarla. Así iban apareciendo nuevos significados de la Escritura en su propia vida y los textos de las Escrituras iban desarrollándose hasta confirmarse unos con otros a medida que Bernardo se sumergía en el Texto Sagrado. Así, pues, hay un deseo expreso del santo por penetrar en el texto mediante un cierto entendimiento místico, y esto significa llegar a un contacto vivo con la Palabra escondida en las palabras. Esto equivaldría a decir que para Bernardo tanto la teología como la exégesis encuentran su expresión más completa en la concreta experiencia mística de Dios en su revelación. Este hambre real de “teología” en su sentido más alto y cabal podría quedar expresado en un texto como el del Cantar (73, 2): “Ego ... in profundo sacri eloquii gremio spiritum mihi scrutabor et vitam” [En lo profundo de la palabra sagrada buscaré para mí el espíritu y la vida...]. Estaba, pues, buscando “intellectum” y “Spiritus est qui vivificat: dat quippe intellectum. An non vita intellectus” [El Espíritu da la vida: además, da entendimiento. ¿No es, pues, vida que entiende?] Como Vd. dice muy acertadamente (pág. 488), “su lectura de la Sagrada escritura prepara y produce su experiencia de lo divino”. Pero me pregunto si no piensa él en la Escritura como una especie de causa de esa experiencia y, en cierto sentido, “servata proportione” [guardando las debidas proporciones], ¿lo mismo que el Sacramento es causa de la gracia? La escritura le pone en contacto directo con el Espíritu Santo, quien infunde la gracia mística, más bien que despertar en su alma la conciencia de que el Espíritu Santo que infunde la gracia mística ya le ha infundido una gracia a aquello de lo que se ha hablado en la Escritura. ¿Acaso estoy equivocado? En todo caso, palabras como “scrutabor” [buscaré] e “intellectus”

9 The mystical Teheology of the Eastern Church (London: James Clarke, 1957).

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[entendimiento] me tientan a decir (aunque estoy de acuerdo sustancialmente con todas las conclusiones de Vd.) que debe haber habido un sentido en el que san Bernardo, cuando comentó el Cantar, miró por encima de sí mismo, por encima del teólogo y del exégeta que era; aunque estoy dispuesto a admitir que es incuestionable su intento, como lo podría hacer un autor moderno, de “clarificar el texto” o “explicar su significado”. Como Vd. ha manifestado, esto apenas si le interesaba. Pero, ¿no cree Vd. que ofreciendo el fruto de sus propios contactos con la Palabra a través de la Escritura estaba, en cierto sentido, llevando a sus monjes hacia una “actitud” mística con relación a las Escrituras; no hacia un método, sino hacia una “atmósfera” en la que la Escritura pudiera llegar a ser el punto de encuentro del alma con la Palabra mediante la acción del Espíritu Santo? Quizá estas sean sutilezas inútiles; pero considere que estoy tratando sencillamente de ejercitar mi propio pensamiento en orden a confrontarlo con las reacciones de un experto y éste será el más grande servicio que pueda hacerme en mi trabajo y que la Providencia ha puesto en mi camino. Estoy también muy interesado en cuestiones sobre la actitud de san Bernardo en lo que se refiere a “aprender” y siento que aún no se ha establecido una distinción lo suficientemente clara entre sus explícitos rechazos de “scientia”, en el sentido de philosophia, y su explícita defensa de “scientia” en el sentido de theologia; y me refiero a sus tratados sobre la Gracia, Bautismo, y sus ataques a Abelardo, por no mencionar (con todo el respeto debido a sus conclusiones) su actitud en el Cantar, lo cual también hace de su comentario “scientia” [conocimiento] como “sapientia” [sabiduría]. ¿Dispone Vd. de alguna idea a propósito de esta distinción entre ciencia y sabiduría entre los Cistercienses, o sabe de alguna publicación al respecto? Me parece a mí que este es un punto importante, especialmente para aquellos de nosotros que, como Vd. y yo, son monjes comprometidos en una clase de “scientia” en su empeño contemplativo. (Es una cuestión interesante en Guillermo de Saint Thierry). Me gustaría poder darle alguna información sobre la relación de san Bernardo con los Padres griegos. No tengo nada propio; el tema me interesa, pero apenas he comenzado a hacer algo sobre esto, pues realmente mi conocimiento de los Padres griegos es muy pobre. Sin embargo, esto es lo que puedo comentarle: en Platonisme et Théologie Mystique, de [Jean] Danielou, en las páginas 7 y 211, hay referencias a la dependencia que de san Bernardo tuvo de Gregorio de Nysa. La introducción de san Bernardo a la serie de los Sermones refleja muy claramente la idea de Orígenes y de Gregorio de Nysa de que el Cantar de los Cantares era un libro para la formación de los místicos, mientras que Proverbios y el Eclesiastés eran más apropiados para

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los principiantes y proficientes10. Encuentro que Bernardo se hace eco de esto y me parece muy importante, pues es una evidencia de que él consideraba la vocación monástica como una llamada remota a la unión mística, si no una llamada inmediata. Además, también las Homilías de Gregorio sobre el Cantar de los Cantares están llenas de triples divisiones de las almas: esclavas, mercenarias y esposas. El apofatismo de Gregorio no se encuentra en san Bernardo, pero en su modo tan positivo de tratar la teología Bernardo sigue a Orígenes. Creo que el P. Danielou también me dijo que la actitud de Bernardo ante la Palabra encarnada se fundamenta en Orígenes, quiero decir su pensamiento sobre el amor carnalis [amor carnal de Cristo] en relación con la experiencia mística. Quizá esté equivocado. Le he enviado por correo un ejemplar de The Spirit of Simplicity; pero mi propia contribución a esa obra es confusa y frágil, me parece; y me refiero a la segunda parte. Estoy de acuerdo con lo que Vd. dice sobre el Abad de Rancé y siento que el modo en que lo he tratado en Las aguas de Siloé tiene algo de caricatura. Desde luego que es cierto que el Abad de Lestrange fue mucho más austero que Rancé11. A mi modo de ver lo más repudiable de ambos fue su exageración en las cosas externas, su extremado énfasis en “ejercicios” y cosas que había que hacer. Con todo, quizá eso sea un signo de mi propia tibieza. Es cierto que la vida monástica pide fiel observancia de muchas pequeñas cosas externas reflejadas en la Regla. Tales puntos no pueden ser rechazados en masa sin daño espiritual; pero a veces uno siente que para los antiguos Trapenses esas cosas lo eran absolutamente todo. Los Padres del Desierto me interesan mucho. Parecen haber alcanzado casi todo lo que es bueno o malo en la subsiguiente historia del monacato (excepto lo que se refiere a los abusos del monacato decadente); quiero decir que conocieron todo lo bueno y lo malo que hay en los diversos ideales monásticos. Las noticias que me da sobre de institutione inclusarum [Normas sobre las reclusas] –y que me manifiesta con cierto desprendimiento- me parece muy triste. No piense que sólo en Italia se han perdido manuscritos. Un volumen de nuestros poemas fue impreso por una persona cuyo taller está en una zona rural, en el campo. 10 Se establecían tres categorías de discípulos, correspondientes a tres estados de vida espiritual: principiantes, proficientes (que iban en progreso) y perectos (N. del T.). 11 Augustin de Lestrange (1754-1827), último maestro de novicios de La Trappe en tiempos de la Revolución Francesa; reunió ventiún monjes de su comunidad y se dirigió hacia Suiza, donde introdujo aún más modificaciones y ejercicios penitenciales que los que practicaba la comunidad de Rancé en La Trappe.

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Las cabras acostumbraban a deambular por entre las prensas y se comieron los originales del autor. Esto, afortunadamente, no sucedió con los míos; quizá las cabras eran sabias, y contemplaron la posibilidad de quedar envenenadas. Estoy sumamente ilusionado por conseguir el nuevo libro del P. [Louis] Bouyer sobre la vida monástica; pero aún no me ha sido posible. Me gustó mucho su San Antonio; pero me pregunto si no cargó un poco la mano interesadamente en el hecho de que en los primeros tiempos de la Iglesia la gente tuviera una idea tan clara de que la caída puso al diablo al frente de las cosas materiales. El Signe du temple del P. Danielou, en su primer capítulo, ofrece un buen contraveneno a ese punto de vista: los cielos todavía resplandecían a través de la creación y Dios resultaba muy familiar a los hombres en el Génesis. El otro día le enviamos por correo Steps of Humility, de Buch, y pronto estará en sus manos. Si Vd. quiere enviarnos algo a cambio me gustaría conseguir Pensées du B. Guigue, de [André] Wilmart, si ese es Guigo el Cartujano. Todavía no me he metido nunca con él. Su estilo lapidario me fascina. Es mejor que Pascal, aunque me gusta Pascal. Su página sobre la vocación eremítica fue muy bien recibida. Alguien me dijo que los Cartujos estaban por venir finalmente a América. Conozco al Trapense que ha ido a Camaldoli. Estuvo conmigo en el noviciado aquí. Me pregunto si es feliz allí. Su marcha me sorprendió y pienso que su llegada sorprendería a alguno de los Camaldulenses. El monacato Cisterciense en América es de unas características completamente particulares. Imagine que ahora tenemos ciento cincuenta novicios en Gethsemani. Esto es fantástico. Muchos de ellos están durmiendo ahora en una tienda en el claustro. El grupo de seniores es un grupo reducido de hombres perplejos que recuerdan la regla de acero de Dom Edmond Obrecht y han renunciado a tratar de entender lo que le ha sucedido a Gethsemani. La casa es muy vital y entusiasta (en el buen sentido) y con un aire juvenil como el de un ejército preparándose para una fácil y victoriosa guerra. Aquellos de nosotros que hemos sido moderados por unos pocos años de la vida nos encontramos unas veces confortados y otras deprimidos por la multitud de nuestros jóvenes compañeros de tres o cuatro meses de vida monástica: confortados por su fervor, alegría y sencillez; y deprimidos por el sólo hecho del número. El claustro parece una calle de París. En conjunto, cuando la casa está completamente llena de hombres que son felices porque aún no han tenido la oportunidad de sufrir algo (aunque ellos creen que lo están deseando), los efectos son un poco inquietantes. Uno se siente más

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firmemente enraizado en Dios en una comunidad de veteranos, incluso aunque muchos de ellos puedan ser hoscos. Sin embargo, no pierdo mi tiempo buscando consuelo en la comunidad o evitando su opuesto. Hay poco tiempo para estas menudencias. Concluyo esta larga carta dándole las gracias por las suyas, que están siempre tan llenas de interés y provecho. Ore por mí para que a mi vez sea cada vez más y más un hijo de san Benito, y si es el querer de Dios, ¡que algún día pueda encontrar el camino de ser algo así como un hijo ermitaño de san Benito! ¿Qué hay de esos Benedictinos en las montañas de Francia? ¿Tiene Vd. más información sobre ellos? ¡No estoy preguntando por espíritu de inquietud! Admiro su proyecto por sus propios méritos. JEAN LECLERCQ A THOMAS MERTON

París 26 de octubre de 1950

P or supuesto que admito que san Bernardo fue un teólogo en el sentido tradicional de la palabra: loqui Deo de Deo [hablar a Dios de Dios]. Este significado ha sido preservado en la tradición monástica, y yo ya he explicado

esto en mi libro Jean de Fécamp [Juan, Abad de Fécamp, 995-1078/9]. Cada vez voy sabiendo más acerca de cómo no sólo san Bernardo sino todo el mundo monástico del siglo XII, Cistercienses y Benedictinos, está lleno de Orígenes. He dado una conferencia precisamente sobre esto hace tres semanas en Chevetogne [Monasterio Benedictino Francés], y he sido invitado a publicarla en Irenikon. En esta conferencia señalé esta relación entre los Padres Griegos y el monacato medieval. Ya traté este tema de un modo muy general en 1945. Ahora veo las cosas mejor. Quizá debiera recopilar todo lo que he hallado al respecto y escribir un pequeño artículo. Las obras de Orígenes que han sido más leídas por los monjes son sus comentarios a la Sagrada Escritura. Y es su exégesis, más que su doctrina, lo que ha influenciado a los monjes y a Bernardo. La distinción que hace Vd. entre scientia y sapientia es muy exacta. Es una distinción muy tradicional, que obligó a Tomás [de Aquino] en In quaestio a tratar también theologia como sapientia, aunque dando a sapientia otro significado. Para él

sapientia es cognitio per altissimas causas [conocimiento por las causas más

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altas]; scientia es cogniti per causas immediatas [conocimientos que se obtienen por causas inmediatas]. Para la tradición, poetas, monjes y en la escuela Franciscana, scientia es cognitio per intellectum [conocimiento mediante el intelecto]; sapientia es “scientia sapida”: recta sapere [sabiduría es ciencia

correctamente gustada]. Es ese el sabor, gustus, que tan frecuentemente encontramos en Bernardo, Guillermo de Saint Thierry y otros monjes. Otra distinción que encontramos frecuentemente en la literatura monástica es entre scientia: cognitio intellectualis [y] conscientia: cognitio ad vitam [ciencia: un conocimiento intelectual (y) consciencia: consciencia de lo que se sabe en la vida]. Tras posterior información, pienso ahora que Rancé no fue del todo Cisterciense. Por lo tanto Vd. estaba muy en lo cierto en lo que escribió en Las aguas de Siloé. Estoy trabajando ahora en los escritos no impresos de Gaufridus Antissiodorensis (=Altacomba=Claravallensis): un muy buen testigo de la segunda generación de Cistercienses y de san Bernardo. Él insiste constantemente en la discreción. Publicaré los textos más significativos. El nuevo libro del P. Bouyer no ha salido aún. Seguramente le interesará a Vd. Espero encontraré a Burch en Clervaux la próxima semana. Le enviaré a Vd. los Pensées de Guigo, que es efectivamente Guigo el Cartujano. Un libro hermoso. Sobre la vocación eremítica: está claro que la vocación y vida Cistercienses son, en sí mismas, eremíticas. Por eso, normalmente, un Cisterciense no debería buscar esto en otra parte, sino en su propia clausura. La soledad Cisterciense depende de su silencio; pero puede suceder que por causas accidentales y psicológicas –por ejemplo, si es que hubiere muchos monjes en el mismo monasterio o si los monjes tuvieren excesivo trabajo- uno deseara disfrutar de más silencio. Pienso que entonces la solución para él es cambiar de monasterio y buscar silencio y quietud en otra parte, en otro monasterio Cisterciense. Mis cohermanos en las montañas de Vercors no están haciendo ningún ruido. Por lo tanto creo que todo les va bien.

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Con mis mejores deseos, Padre. Le ruego ore por mí. La próxima semana voy a Alemania para buscar manuscritos de Bernardo. JEAN LECLERCQ A THOMAS MERTON Merton escribió, por obediencia a su Abad, un libro sobre san Bernardo que fue de hecho una introducción y comentario a la carta encíclica del Papa Pío XII titulada Doctor Mellifluus, y fue titulado muy apropiadamente El último de los Padres. Fue traducido al francés y apareció en una colección sobre la tradición monástica que Leclercq y su Abad, Dom Jacques Winandy, estaban dirigiendo.

París 17 de junio de 1952

M uchísimas gracias por su última carta y por el libro The Last of the Fathers. Dom [Jacques] Winandy lo acepta para su colección Tradición Monástica. También estoy yo muy contento de tenerlo. Al editor de la colección le ha

gustado también. He enviado el libro para que lo traduzcan, y esperamos que pueda estar publicado para otoño. He dicho al editor, Mr. Wittmann, que Vd. había dado instrucciones a su agente para que obtuviéramos el libro con una tarifa “pobre”. JEAN LECLERCQ A THOMAS MERTON

Clervaux 17 de marzo de 1953

F ue una gran amabilidad por su parte enviarme El signo de Jonás; gracias sinceramente. Trataré de responderle a Vd. en mi mal inglés, pues la mayoría de los franceses todavía escribimos a pluma, como en la Edad Media, y me

lleva más tiempo, incluso en fráncés, escribir a máquina. Y no estoy en la excelente condición que [Antonin Gilbert] Sertillanges requiere para la vida intelectual: casi cada cinco minutos suena la campana y tengo que ir al coro -con alegría- o para lavar platos –también con alegría- o para cualquier otra cosa. Como Vd. está acostumbrado a recibir alabanzas, no le enviaré más una carta de esta clase. Solamente le diré que he ojeado el libro y que me ha gustado. Creo que lo leeré cuando encuentre tiempo. Está escrito con esa clase de espontaneidad un

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poco “primitiva” que tanto nos gusta de los americanos (supongo que Vd. me permite que le hable así, sencillamente, de monje a monje). Me parece que este libro, junto con Semillas de Contemplación, es exactamente la clase de libros para los cuales Vd. está hecho.

Se me ha ocurrido una idea. Quizá Vd. haya oído hablar de la pequeña colección titulada Tradition Monastique en la cual apareció el extraordinario libro de Bouyer, Le sens de la vie monastique. Soy uno de los directores de la colección. Quizá fuera posible publicar una traducción de su Journal o partes de éste. ¿Estaría Vd. de acuerdo (puesto que veo que su Abadía mantiene los derechos) de reservarnos la posibilidad de publicar una traducción francesa en esta colección? Esto no sólo depende de mi; pero si Vd. está de acuerdo en principio, yo me pondré en contacto con el editor, etc. Confieso que me avergüenza decirlo, pero debo admitr que no he leído La montaña de los siete círculos. No he encontrado tiempo; pero sé muy bien que a mis hermanos les gusta mucho, y también Semillas. Supongo que Vd. estará al corriente de la valoración que se ha hecho en Europa, especialmente en Inglaterra, de Ascenso a la Verdad, incluso en Francia, debida a la pluma del P. [Luois] Bouyer en la Vie Spirituelle. Esas son la clase de críticas para la que están preparados los europeos. Pero la Iglesia está en todas partes, en el Viejo y en el Nuevo Mundo. En Europa somos muy complicados: la crítica textual ha cobrado una gran importancia; ya no podemos escribir el Pater noster sin poner un montón de notas a pie de página. Déjeme que le diga una cosa: estoy encargado de preparar un congreso sobre la teología de san Bernardo, y he invitado a un Cisterciense de la Común Observancia, que sé es Doctor en Teología y, sin embargo, un buen monje; pero hace poco, después de muchos meses, me ha escrito diciendo que no podía aceptar el venir, pues estando al cargo de las gallinas del monasterio y otras cosas por el estilo, además del coro, capítulos y suma y sigue, no podía encontrar tiempo para preparar una conferencia. Por otra parte, conozco a varios Trapenses que están en muy buenas condiciones para el trabajo intelectual. Esto es un pecado contra el lema de su Orden: Una caritate. Parece ser que hay dos caridades: una para los Trapenses y otra para los de la Común Observancia. Creo que la culpa no depende sólo (quizá no principalmente) de Vd., sino de sus censores. Y puesto que sus libros, incluso en inglés, se espera sean leídos en Europa, sugiero que uno de los censores sea europeo. Hay ciertos puntos de vista a los que un europeo es más sensible. Recuerde las dificultades con la traducción francesa de Las aguas de Siloé, y los problemas que esto causó al P. [Anselme] Dimier.

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Por supuesto que comprendo que Vd. está firmemente persuadido de que la vida Trapense es de un alto grado de perfección, y Vd. está haciendo un buen trabajo apologético a este respecto; pero no debe Vd. olvidar que esa no es la única forma de vida contemplativa, al menos en Europa. Discúlpeme por todo esto. Le he dado una ocasión de “goûter les humiliations” [gustar las humillaciones]. Pero sabe Vd. que yo hago esto porque le aprecio y aprecio su vida, y porque le soy muy sinceramente afecto en la caridad de Cristo... THOMAS MERTON A JEAN LECLERCQ

18 de mayo de 1953

P erdóneme por la tardanza en responder a su amable carta. El signo de Jonás está ya siendo traducido por Albin Michael, por lo tanto y con pesar no puedo aceptar su amable oferta. Hubiera sido para mí un honor que apareciese en

Tradition Monastique, en cuya colección ya conozco su libro y el del P. Bouyer. A propósito, ¿ha aparecido ya en esa serie el prometido libro de [Odo] Casel? Estoy ansioso por verlo. Las observaciones que hace a propósito de los monjes de la Común Observancia entendiendo la verdad que subyace en las opiniones de Sertillanges sobre la vida intelectual, verdad que los Trapenses son incapaces de entender, no me parecen injustas. La aseveración de Sertillanges es verdadera, y no hay injusticia en decir que alguien está de acuerdo con la verdad. Tampoco se pretendía cometer una injusticia. Sin embargo, si así le parece a Vd., quizá ellos se muestren más sensibles al respecto, por lo tanto eliminaré eso de la edición francesa, con otras muchas cosas que no resultarán de interés en Francia. Uno de los censores del Signo era europeo. Por lo tanto, creo también que el libro muestra claramente que no considero la vida Trapense como la forma más alta de vida contemplativa, pues me parece que semejante teoría es completamente falsa. La vida Trapense es una forma muy sólidamente austera de vida monástica, que tiene sus limitaciones, que ofrece oportunidades a un hombre de llegar a ser un contemplativo, a condición de que esas oportunidades no se vean arruinadas por una excesiva actividad dentro del monasterio. Tenemos algo del espíritu de san Bernardo, pero no tenemos el monopolio del mismo. Por lo poco que sé de Hauterive, estoy seguro que es un buen monasterio y tan apropiado para la vida contemplativa como Gethsemani, aunque

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quizá con algunas ventajas sobre Gethsemani. No menosprecio a la Común Observancia en absoluto, ni a los Benedictinos (como Dom Aelred Graham parece pensar12). Cuanto más reflexiono sobre ello, más me doy cuenta de que todos los caminos monásticos hacia Dios son de lo más digno de alabanza, y eso, a fin de cuentas, no tiene por qué llevarnos a preguntar quién tiene la interpretación más perfecta de la Regla de san Benito. Finalmente, sin embargo, lo que siento de un modo más íntimo y personal al menos sobre mi propio lugar en el panorama de estas cosas está recogido en el admirable artículo de un cierto “S” en La Vie Spirituelle del último octubre y de nuevo más recientemente. ¿Podría Vd. enterarse de quién es “S”, y habría alguna posibilidad de ponerse en contacto con él y escribirle una carta? Yo también, a propósito, disfruté con sus artículos en Rythmes du Monde, reproducido en Témoignages. Espero cada vez más escapar del campo de la literatura profesional, o, al menos, aparecer en él sólo como un autor ocasional de meditaciones inconexas. Pero pido ardientemente sus oraciones para que sea capaz de buscar a Dios con el mayor amor, y que Él se digne abrirnos aquí en América los caminos de soledad dentro del marco de nuestro monacato. Esto, me parece, es mucho más importante que cualquier libro. JEAN LECLERCQ A THOMAS MERTON

Clervaux 29 de mayo de 1953

Le envío mi librito La dottrina del Beato Paolo Giustiniani, que trata de la vida eremítica de los Camaldulenses. He vuelto recientemente al eremitorio de Frascati mientras estaba en Roma, de donde he regresado hace poco. Hay allí

12 Dom Aelred Graham, osb, escribió un ataque mordaz a Merton que fue publicado en The Atlantic Monthly (“Thomas Merton: A Modern Man in Reverse”, January 1953, pp. 70-74). Graham sintió fuertemente que la opinión sobre el mundo expresada por Merton en sus primeros libros era muy negativa en su tono, no tan suficientemente afirmativa como lo sería en los últimos. Pensaba incluso que Merton cargaba excesivamente el acento en la cara penitencial o ascética de la vida monástica. Merton tomó nota de las críticas, y cuando escribió Nuevas semillas de contemplación, una revisión del primero, Semillas de contemplación, disminuyó mucho ese énfasis negativo. Merton escribió posteriormente una recensión muy positiva del libro de Graham Zen Catholicism (mayo de 1963). Como resultado de esto se hicieron amigos, y más adelante Graham le resultó de gran ayuda a Merton con ocasión de la preparación de su peregrinación a Asia en otoño de 1968.

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una auténtica vida contemplativa. No se trata de prosperidad y números, sino de paz y oración. Me gustó su prólogo a St. Bernard de CHOC. Me alegro de que suprima la alusión a la Común Observancia en la traducción francesa de Jonas, me gustaría incluso se suprimiera en otras traducciones y reediciones. No soy el único que encuentra esto rechazable, a pesar de sus buenas intenciones. El autor de los dos hermosos artículos sobre la vida eremítica que firma “S” es el Abbé J. Sainsalieu. Por supuesto que puede Vd. escribirle. El primer artículo de la Vie Spirituelle, de octubre, es de mi Abad. Sí, oro por Vd., porque ahora, a causa de sus libros, tiene una responsabilidad que debe mantener. La noticia de que Vd. no quiere transformarse en un “escritor profesional” agradará a algunas personas. Vd. ha hecho mucho bien con sus libros; pero puede hacer también mucho bien con el silencio sobre el cual habla. Se dice que Vd. puede hablar en la radio. Pero Vd. tiene su propia vocación, de la que nadie es juez. Sígala. THOMAS MERTON A JEAN LECLERCQ

2 de agosto de 1953

D debe pensar que soy una persona maleducada y desagradecida al dejar su carta sin contestar durante tanto tiempo. Hemos tenido un verano muy ocupado, con mucha recolección y otros trabajos en la granja. Además de

esto nuestra vaquería-establo se quemó y hemos comprado una nueva, por eso todo el mundo ha estado excepcionalmente ocupado, y como resultado me encuentro con un retraso de dos meses en prácticamente toda mi correspondencia. Por encima de todo quiero darle las gracias por su libro Dottrina del B.P. Giustiniani. Lo encuentro de lo más útil y me alegro mucho de tenerlo, particularmente porque de otro modo me resultaría imposible familiarizarme con su personalidad e ideas. Nos ha ofrecido una fuente muy valiosa. Espero que aparezcan libros sobre las grandes figuras Camaldulenses. Dom [Anselm] Giabbani me envió algunas fotos de Camaldoli y me resulta a la vez bello e inspirador. No me cuesta en absoluto creer, según dice Vd., que se lleva una auténtica vida contemplativa en Frascati. No conozco nada de ese eremo tan particular. Me gustaría tener algunas fotos de allí, ya que quizá escriba un artículo sobre los Camaldulenses, como una

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excepción, pues ya no escribiré más para revistas. Este artículo lo haría con la esperanza de ayudarles a hacer una fundación en este país. Lo necesitan. Encuentro que en algunas Órdenes monásticas hay cierta autosuficiencia y una actitud de “ni comer ni dejar comer” con relación a otras Órdenes y otras formas de vida contemplativa. Una ilusión que todavía es muy fuerte en este país es la idea de que la vida eremítica es esencialmente “peligrosa” e “imposible”, etc. Algunos monjes que proclaman tener un ideal contemplativo muy alto de hecho se cansan de la vida solitaria y muestran sus preferencias más bien por una intensa actividad, que es inevitable en un gran y atareado monasterio de cenobitas. Esta muy bien eso de tener un monasterio grande y laborioso, ¡pero por qué pretender que este es el más alto ideal posible de contemplación! Los franceses tienen una buena palabra para esto: fumisterie [un camelo13]. Me divierte pensar que se supone que voy a hablar por la radio. Ya es una experiencia horrorosa el simple hecho de hablar a los monjes en capítulo. ¿Qué haría si tuviera que hablar por la radio? Hace más de un año que no salgo del monasterio, y la vez que salí fue solamente por un día. La única charla que he dado fuera del monasterio ha sido a través de la reja del Carmelo de Louisville. No pienso que la perfección consista meramente en permanecer dentro de la clausura, pero lo que sí es cierto es que odio salir y estoy muy contento de no tener que hacerlo. La última cosa que jamás desearía es hablar en la radio. Gracias por sus oraciones. Las necesito. Y espero que me traigan cada vez más soledad y oscuridad, y la humildad propia de un auténtico monje. JEAN LECLERCQ A THOMAS MERTON

In via pacis 23 de septiembre de 1953

Recibí su buenísima carta del 21 de agosto justo antes de salir de Clervaux para Dijon, donde tengo que representar en el theatrum mundi, ejerciendo como secretario del Congreso teológico sobre san Bernardo. Este congreso ha

resultado maravillosamente interesante, mucho más de lo que cualquiera esperaba. Las conferencias fueron todas de un altísimo nivel, desde el doble punto de vista

13 El texto inglés dice “a joke” = “una broma”; “camelo” responde más al pensamiento de Merton, creemos (N. del T.)

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teológico y espiritual (nuestro principal intento es reconciliarlos), y, por encima de todo, la atmósfera estuvo siempre llena de caridad. Todo el mundo estaba contento y en paz: las discusiones nunca se transformaron en enfrentamientos; todo acabó el sábado por la tarde con un viaje muy contemplativo a Fontenay [un monasterio cisterciense del siglo XII], donde admiramos magníficamente el estilo inspirado por la vida Cisterciense del siglo XII y la “teología monástica”. Estaban con nosotros Jean Danielou, [Henri] de Lubac, [Jean] Mouroux, [Jean] Déchanet, [François] Rousseau, [Yves] Congar, Pacifique Delagaauw de Tilburg, Claude Botard de Orval, y otros, todos ellos de acuerdo en los mismos temas acerca de lo que llamaban “teología monástica”, llegando a la conclusión de que su característica es la fidelidad a las fuentes patrísticas. También dijeron todos ellos que no hay oposición en absoluto entre teología “monastica” y “escolástica”, pero la primera podría ser útil a la segunda. El Prof. A. Forest, laico, pero muy contemplativo, dio una conferencia muy profunda y bella sobre san Bernardo y el pensamiento contemporáneo, con el estilo de su libro, que supongo Vd. conoce, La Vocation de l’esprit (París, Aubier 1953); cada página de él podría ser ilustrada con textos de san Bernardo. No le voy a decir más sobre este congreso; en el espacio de unos pocos meses Vd. podrá leer, espero, todas esas las conferencias. Muchos de los Reverendos Padres que estaban en el Capítulo general vinieron desde Cîteaux a dos de las sesiones. Un domingo por la mañana, en Fontaines, bajo la lluvia, mantuve una breve conversación con su Rev. Padre, y estoy muy muy contento de haberle conocido. Ahora estoy en mi camino de vuelta a Clervaux, donde llegaré esta noche. Le digo confidencialmente que su Rev. Padre me pidió si podría ir a Gethsemani y predicarles un retiro. Por supuesto que le puse objeciones –y pienso que muy sinceras-; especialmente le manifesté que no creo que hable inglés con la suficiente fluidez. Vamos a esperar y veremos si Dios da más signos de su voluntad. Pero, por supuesto, si la Providencia arregla el que yo esté por algún tiempo en Estados Unidos, no solamente me gustaría tener la oportunidad de ver los manuscritos Cistercienses de allá, y buscar otros, sino también de verle a Vd. y a su comunidad. No tengo más postales del eremo de Frascati; pero he escrito a mi amigo Dom Maurizio, que es maestro de novicios allí, y le he pedido que le envíe algunas. Espero que le lleguen. Sería una caridad muy grande el que Vd. pudiera hacer algo para que los Camaldulenses de Monte Corona fueran más conocidos en América. No es cuestión de propaganda; la cuestión es que quien tenga una vocación eremítica pueda tener la oportunidad de vivir y conocer algo sobre esta Orden religiosa.

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JEAN LECLERCQ A THOMAS MERTON

Clervaux 13 de octubre de 1953

Le escribo para pedirle un favor. Pero por supuesto siéntase libre para rechazarlo y yo me haré perfectamente cargo.

sobre l He aquí de qué se trata: la publicación del texto francés de mi librito a doctrina del Beato P. Giustiniani ya ha sido decidida. El título sería algo así

como Seul avec Dieu: La Vie érémitique selon le B.P. Giustiniani [Solo con Dios: La Vida eremítica según el Beato Pablo Giustiniani]. El libro aparecerá en la colección Tradition Monastique; pero el editor está un poco preocupado porque cree que el libro interesará sólo a los Camaldulenses. Lo que le ha llevado a publicar el libro es que está escrito por un Benedictino que él sabe no tiene nada de la vocación Camaldulense. Vd. fue lo suficientemente amable como para escribir que le gustaba el libro. ¿Podría Vd. redactar unas pocas páginas como prefacio? Creo que si tanto un Benedictino como un Cisterciense están de acuerdo en presentar un libro de este tipo, cualquier duda por parte del editor y de sus lectores desaparecerá. Debería quedar suficientemente claro que aunque semejante pensamiento, semejante doctrina, semejante vida, y en particular esta forma de contemplación, es un ideal que no está al alcance de todos, es algo bueno que nadie debería olvidar: debe permanecer como un signo, un testimonio en la Iglesia de Dios y en el mundo monástico en su conjunto. Así, pues, me pareció que Vd. podría apoyar nuestro ideal común. Si Vd. y su Rev. Padre están de acuerdo con mi propuesta, Vd. podría escribir estas pocas (o muchas) páginas en inglés y yo las traduciría al francés. Todo discurre tranquilamente aquí y, por lo que me llega, en todos nuestros monasterios. Nuestro Padre Abad acaba de volver de la bendición del Abad de Fontgombault, una nueva fundación hecha por Solesmes. En el pasado siglo fue un monasterio ocupado por los Trapenses. La iglesia, de puro estilo del siglo XII, es maravillosamente clara, bellísima y apacible. Es el estilo apropiado para nuestra vida. Aquí disfrutamos también de un monasterio así, moderno, pero muy puro. A propósito, y a modo de compensación, le envío unas pocas páginas que he escrito sobre san Bernardo para la revista Camaldoli. Creo que todas las Órdenes

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religiosas, principalmente las monásticas, tienen muchas cosas que aprender unas de otras. THOMAS MERTON A JEAN LECLERCQ

5 de noviembre de 1953 Fue una gran satisfacción para mí el que el Padre Abad me diera permiso para escribir el Prefacio de su libro sobre Pablo Giustiniani. El Prefacio ya está acabado y en camino hacia Vd. por correo ordinario14. Me encantó escribirlo, me sentí feliz de volver a leerlo. Pienso que es especialmente importante que el auténtico lugar del solitario en la Iglesia se manifieste precisamente ahora, cuando son muchos los que menosprecian la contemplación y cuando incluso en las Órdenes monásticas hay una tendencia a salirse del camino recto precisamente porque los valores por los que existe el solitario no son apreciados. Una cuestión con relación al aspecto material de la cuestión: ¿Podría encargarse Vd. de presentar este Prefacio a los dos censores de nuestra Orden para la lengua francesa? No sé quiénes son, pero en Chimay le podrán informar. Las demás cuestiones materiales con relación a lo que escribo las lleva un agente y él se pondrá en contacto con Plon a su debido tiempo. He estado leyendo con gran satisfacción el librito del Cardenal Schuster15. Tiene un tono muy delicado, y su sencillez y solidez le hacen atractivo a la vez que útil. Me gusta muchísimo y me parece que me está haciendo bien. Esto hace que me pregunte si yo podría pedir al Cardenal Schuster que escribiera un prefacio para la traducción de un libro mío sobre los Salmos que va a salir próximamente. ¿Sabe inglés? Podría informarme Vd., y yo le enviaría a él un ejemplar si lo sabe. Sería también un gran placer recibirle a Vd. en Gethsemani y que nos predicara un retiro. Espero sinceramente que la Divina Providencia le traiga a Vd. a 14 El Prefacio de Merton al libro de Leclercq sobre Pablo Giustiniani Alone with God, fue incluído en el libro Disputed Questions, Farrar, Straus, en 1960 [Cuestiones discutidas, Ed. Sudamericana, Buenos Aires 1962; Humanismo cristiano: Cuestiones discutidas, Ed. Kairós, Barcelona 2001]. 15 El Cardenal Ildefonso Schuster, aunque de padres austro-bávaros, creció como un romano cabal. Ingresó en San Pablo Extramuros, Abadía Benedictina, como monje, y llegó a ser un renombrado historiador monástico y liturgista. Después de ser elegido Abad de su monasterio recibió muchos cargos en el Vaticano antes de ser nombrado Arzobispo de Milán en 1929. Posteriormente fue nombrado Cardenal y trabajó en el Vaticano. Merton se refiere al librito La Vie monastique dans la pensée de Saint Benoît, publicado por Plon en 1953.

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América y que podamos tener esa satisfacción. Me alegró mucho oír lo de las conferencias teológicas de Dijon y espero verlas pronto impresas. Volviendo a Giustiniani, ¿podrían quizá los Camaldulenses de Frascati enviarme un retrato o una reliquia de él? Incluso algunas fotografías de su eremo. Todavía estoy esperando escribir algo sobre los Camaldulenses, a fin de que sean conocidos en América. Cualquier información o libros que ellos me envíen me resultarán de utilidad a mí y a su propia causa. Estoy muy de acuerdo con todo mi corazón en que las Órdenes monásticas tienen mucho que aprender unas de otras, y nosotros en América tenemos mucho que aprender de Vds. en Europa. Estamos muy aislados y somos muy provincianos, me temo, y nuestro excesivo o indebido sentido de nuestra propia importancia puede quizá llevarnos a pensar equivocadamente que somos los únicos monjes en el mundo. Tal vez no me sea posible para mí satisfacer los deseos de mi propio corazón, pero al menos puedo continuar teniendo celo por la verdad de Dios y por el ideal monástico. Ore por mí, y que permanezcamos unidos en Cristo y en san Benito. JEAN LECLERCQ A THOMAS MERTON

23 de noviembre de 1953

H e recibido su carta, y con ella el Prefacio. Lo he leído y lo traduciré. Pienso que es justo lo que se necesitaba, y será de mucha utilidad para el libro. Podemos estar de acuerdo en la estima de la vida contemplativa, incluso de

la vida solitaria, incluso aunque nosotros no podamos vivir de acuerdo con este ideal. Con relación a la vida más fácil de actividad, no debe ser necesario hablar de esto a los monjes. La tendencia natural, por muy buenas razones, es irse a la vida activa. Pero es necesario recordar que soledad y contemplación son también legítimas en la Iglesia de Dios. El Prior de Scourmont me dice que los censores son por ahora anónimos. Por lo tanto enviaré la traducción de la Introducción al P. General a Roma. Mi amigo Dom Maurizio, maestro de novicios del eremo de Frascati, me escribe diciéndome que le ha encantado ver a su Rev. Padre en Frascati y que le ha entregado algunas postales del eremo. Con relación a las reliquias del Beato Giustiniani, me pregunto si tendrán alguna, excepto los autógrafos. No hay mucha literatura al respecto; pero escribiré a Dom Maurizio a propósito de esto.

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Efectivamente, en conjunto, el libro del Cardenal Schuster es realmente estupendo. Es muy sensible con todo lo que es monástico. Voy a ir a Milán para dar una conferencia sobre san Bernardo Teólogo en la Universidad Católica. El Cardenal hablará el último día. Le haré una visita y le preguntaré sobre la cuestión del Prefacio. Y ya le responderé a Vd. Supongo que lee inglés. No piense en absoluto que Vds. los americanos sean monjes de segunda fila. Muy al contrario, creo que Vds. están, y llevan algún tiempo, en mejores condiciones que nosotros con relación a la sancta simplicitas [santa simplicidad]. Aquí, esta vieja, muy vieja Europa, somos muy sofisticados, intelectuales, complicados; estamos agonizando de erudición. Ya no tenemos espontaneidad, nada del spiritus libertatis [libertad de espíritu] tan necesario para cualquier trabajo creativo o renovador. Hay en el monacato de ustedes algo de ingenuo que nosotros nos sentimos tentados a menospreciar; pero Vds. están en lo cierto. Nosotros conocemos todas las constituciones, estatutos, textos y demás; pero somos incapaces de inventar algo adaptado a los nuevos tiempos. Precisamente por esto yo espero mucho de ustedes en América, especialmente con relación a intercomunión; si alguna revitalización ha de venir, vendrá de ustedes. Tienen más libertad de espíritu y más coraje. Nosotros tenemos más austeridad, más ciencia, más cultura; pero las fuentes de la vida están con Vds. No he estado solo; en Dijon, en agosto pasado, cuando recibimos la visita de los Trapenses, uno tenía la impresión de que los americanos nos recordaban al primer Cîteaux. En el primer Cîteaux había también esta clase de frescura, de libertad, de iniciativa, de coraje vital, de lo cual Vd. tiene algo. Vd. quizá no sea consciente de esto; supongo que los Abades americanos deben sentir esto cuando vienen aquí. Incluso esa “ignorancia de su importancia” de la que Vd. habla es un signo de vitalidad: Vd. todavía cree en la vida monástica, tiene la impresión de haber descubierto esto, es una realidad nueva para Vd. Para nosotros, la vida monástica es una antigua, venerable institución que tratamos de mantener, como hacen los arqueólogos con las piezas de museo. Por supuesto que también nosotros creemos en la vida monástica, pero de un modo más intelectual. También los primeros Cistercienses creían que ellos eran los únicos monjes. Los antiguos, muy antiguos benedictinos, protestaron; pero era cierto que la vida había pasado a los Cistercienses. Yo, por ejemplo, me he dado cuenta por experiencia que Vds. están más libres de prejuicios, más dispuestos a aceptar la historia tal como ha sido, mejor que aquí, en Europa. Nosotros siempre vemos peligros en la uniformidad, o en la reputación de la Orden, y en la piedad sentimental. Vds. no tienen temor, miran hacia el futuro. El temor es propio de la gente mayor. Y cuando somos demasiado viejos,

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morimos... Todavía no estamos agonizando; pero estoy seguro de que al menos nosotros tenemos mucho que aprender de Vds., como Vds. tienen que aprender de nosotros. Por esto todo lo que nos ayude a conocer sus caminos nos es de suma utilidad. Perdóneme esta larga disgresión. THOMAS MERTON A JEAN LECLERCQ

7 de diciembre de 1953

Lo que dice Vd. de que nosotros los americanos hemos encontrado un camino monástico auténtico es realmente gratificante. No puedo negar que el Espíritu Santo está realmente trabajando aquí. Y hay mucha espontaneidad; pero creo

que no tenemos la solidez del monacato , y nuestro fervor aquí está más próximo del entusiasmo meramente humano. Y mucho provincianismo. Creo que es bueno para mí trabajar sobre el ideal monástico en su conjunto, y no ser un “propagandista” de una Orden en particular. Además, tengo la impresión de que cuanto más trabajemos por la unidad entre nosotros, mejor irá todo. [P.S.] ¿Están haciendo Vds. algo especial en Clervaux para el Año Mariano? THOMAS MERTON A JEAN LECLERCQ Leclercq estuvo con el Cardenal Schuster y le preguntó sobre escribir un Prólogo al libro de Merton Pan en el desierto. El Cardenal, que acababa de ser designado para un alto cargo en el Vaticano, dijo que no se sentía con la suficiente libertad para escribirlo, pues estaba muy ocupado con los trabajos de las Congregaciones en Roma.

8 de enero de 1954

M uchas gracias por su traducción del Prefacio. Lo he leído con gusto y satisfacción y ya se lo devuelvo a Vd. con unas pequeñas correcciones. En un lugar he suprimido un par de líneas. Desde que las escribí he

descubierto que no están de acuerdo con la concepción de la vida eremítica ofrecida por los Camaldulenses de Monte Corona, quienes no tienen coenobium [monasterio

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de vida comunitaria]. No me había dado cuenta de esto. Ellos ciertamente poseen la auténtica tradición de San Romualdo en este punto. Gracias también por preguntar al Cardenal Schuster a propósito del Prefacio. Contaba con que posiblemente rechazaría la propuesta. Salió ya desde aquí un ejemplar de Pan en el desierto para Dom Winandy. He pedido a los editores que le envíen a Vd. un ajemplar revisado, pero eso tardará un poco más. Las ventas de la primera edición fueron excepcionalmente numerosas y no se han hecho previsiones para una segunda edición de inmediato. El libro ha sido impreso en un papel especial. ¿Merece realmente la pena Gallia eremitica? ¿Sabe Vd. cómo cuanto costaría? Estoy dando un curso sobre la teología de San Pablo, y estoy utilizando [Lucien] Cerfaux, [Ernest Bernard] Allo, etc. ¿Conoce Vd. algo especialmente bueno y nuevo sobre San Pablo? (También tengo Gnosis, de Jacques Dupont). [P.S] Nuestro buen Giustiniani llama a la vida solitaria una vida “con Cristo”: ¿Qué lectura para solitarios puede encontrarse en San Pablo? ¡La soledad, entonces, se transforma en vida en el pleno sentido, en Cristo, poseída por el espíritu del Señor! JEAN LECLERC A THOMAS MERTON

Clervaux 7 de abril de 1954

A cabo de recibir su exquisito libro Pan en el desierto. Le agradezco muchísimo haber tenido la idea de que fuera el editor quien me lo enviara. Voy a ver cuándo puedo dedicarme a revisarlo; quizá sea ya un poco tarde. A

decir verdad, ya he admirado y contemplado este libro en casa del P. Bruno Scott James y también aquí, precisamente el ejemplar que Vd. envió a mi Padre Abad.

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El editor de Tradition Monastique nos ha escrito justamente ayer para decirnos que la colección no es una buena iniciativa comercial. A Dom Winandy y a mí no nos ha sorprendido. No hicimos ninguna publicidad agresiva de la colección, por eso tampoco tuvimos ningún éxito. El volumen sobre la doctrina de Giustiniani estará pronto en prensa y saldrá en otoño. Después es posible que la colección ya no siga... El editor añade que sería bueno disponer de un libro de mucha venta para terminar las cosas... Si alguna vez escribe Vd. algo y el “agente” le deja libre para publicarlo en una pobre colección, piense en nosotros... No sé si, en América, captan Vd.s qué clase de libros son publicados por Albin Michel; ciertamente que no están llenos de piedad. Esta es probablemente una de las razones por las que tiene éxito y por la que gana dinero. Pero sería una buena cosa si al menos por una vez escribiera Vd. alguna cosa exclusivamente por la gloria de Dios, sin dinero por medio. Esto tendría la ventaja de ser un revulsivo para una idea muy extendida en Europa: Thomas Merton produce dinero, por eso sus superiores le explotan lo más posible, por los ingresos económicos. Creo que es una idea equivocada, y lo digo siempre que tengo ocasión; pero sería una buena cosa como demostración práctica si viniera una vez de Vd. y sus superiores. Perdóneme por decir francamente cosas que mucha gente piensa. Tomo esto como una prueba de amistad. Y continúe escribiendo libros que hagan bien, puesto que Vd. ha encontrado un estilo que gusta a nuestros contemporáneos. Por lo que a mi respecta, continúo trabajando. La erudición no trae éxito, ciertamente; tampoco provecho económico; pero la vida Benedictina tal y como la tenemos en Europa todavía permite que algunos de nosotros nos dediquemos a esto a favor de la Iglesia. Por otra parte, cuantas más posibilidades tengo de ver otras formas de vida monástica, más convencido estoy de que nuestra vida Benedictina europea mantiene un buen equilibrio, una auténtica vida de oración... THOMAS MERTON A JEAN LECLERCQ

2 de abril de 1954

A cabo de escribir al agente. Sospecho que Plon está penalizándole injustamente porque el agente pensaba en algún tipo de acuerdo material para el Prefacio.No he dejado de pensar que esto pueda suceder. La única razón

por la que utilizo un agente es muy obvia, me evita una enorme cantidad de

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correspondencia, trabajo de contratos, y gestiones aburridísimas. Si obrara de otra manera no tendría nunca tiempo sino para cuestiones de negocios. Simplemente dejo todas esas preocupaciones a un intermediario. Esto, por supuesto, tiene sus aspectos duros, pues los agentes tienen que vivir de su porcentaje. No pienso que sea justo por parte de Plon desquitarse mediante la amenaza de eliminar vuestra serie, aunque por otra parte veo lo que tiene de lógico, pero con la lógica de la jungla. Sin embargo, si yo pudiera ser de ayuda para su colección publicando un libro mío, tengo un pequeño volumen sobre san Bernardo a punto de aparecer. Es muy ligero, no una biografía formal, sencillamente una breve introducción al santo y a la Encíclica recientemente publicada. Tiene tres partes –unas imágenes de su vida y carácter, un perfil de sus obras y doctrina, y un comentario de la Encíclica- seguidas por el texto de la misma Encíclica. Ni siquiera se me había ocurrido dar permiso para que este libro fuera publicado en Francia. Cuando Vd. lo vea probablemente estará de acuerdo que no añade nada a los excelentes estudios existentes sobre san Bernardo, incluyendo los suyos. No creo que esto resulte de gran ayuda para su colección, a no ser de un modo accidental. Si la aparición del nombre del autor puede ser de alguna ayuda para Vds., consentiré que este libro aparezca en Francia, sin preocuparme de lo que pueda suceder con mi reputación. Estoy de acuerdo con lo que Vd. dice de la vida Benedictina. Cuanto más estoy en contacto indirecto con las casas Benedictinas de Europa, como la suya y La Pierre-qui-Vire, más aprecio la profundidad y solidez del espíritu monástico, y me aprovecha mucho el contacto con ello. Además es una paradoja que Vds. de hecho tengan ahora mucho más silencio real y paz que muchos monasterios Trapenses. Nunca sentí simpatía alguna por las ideas de Rancé sobre la erudición, y estoy seguro de que el trabajo realizado hoy por los Benedictinos en este terreno es perfectamente monástico y verdaderamente provechoso en la línea de la espiritualidad monástica. La última cosa que debe buscar o preocupar a un monje en este mundo es tener éxito. Lo que veo en mis propios trabajos es mucho más sorprendente para mí que para cualquier otro. Ni puedo encontrar en mí la energía para interesarme este éxito. No proclamo que esto sea una virtud, pues la realidad es que tampoco he entendido nunca eso del dinero. No sé lo que nuestros libros han producido. No me comunican las cifras, y si lo hicieran, seguro que no las entendería. De todos modos, he dado instrucciones al agente para que recabe alguna información sobre el problema que Vd. menciona en su carta. Por supuesto, es inevitable que se digan semejantes cosas de mi, y no sé qué se puede hacer al respecto. Gracias por defender la verdad. Mientras tanto, he dicho también al agente

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que si a Vds. les interesa el libro sobre san Bernardo, El último de los Padres, quisiera que lo obtuvieran con tarifa “económica”. Esto me produciría al menos la satisfacción de colaborar en un trabajo que admiro, pues me ha resultado de gran placer y provecho leer los volúmenes que me han llegado hasta ahora. Es muy cierto que si la vida monástica quiere desempeñar el importante papel que tiene en el mundo de hoy, debe haber libros que reflejen la paz y cordura y profundidad de la auténtica tradición monástica. No todos los libros monásticos desempeñan esa función, porque en cualquier parte de la Iglesia la cizaña puede estar mezclada con el trigo bueno. Por favor no se sienta obligado a escribir una recensión de Pan en el desierto. La única forma de hacerle llegar un ejemplar fue decirle al editor que le enviara un ejemplar revisado. Si, con todo, escribe Vd. una recensión, me sentiré muy agradecido y honrado. Recomiéndeme, por favor, a las oraciones de su Señor Abad y pídale que me bendiga. Vamos a continuar unidos en la oración y en la soledad, in limine aeternitatis [en el umbral de la eternidad]. JEAN LECLERCQ A THOMAS MERTON

Clervaux 13 de julio de 1954

C omprendo sus preocupaciones. Comprendo también el punto de vista de sus Superiores. Probablemente hay algunas razones para que estrechen el lazo de la censura. Hay cosas que los europeos no entienden todavía fácilmente.

Recuerdo que cuando estuve en Roma el año pasado hubo quien habló un poco displicentemente de su Signo de Jonás. Esté justificado o no, es comprensible que los Superiores tomen esto en consideración. Para nosotros todo está bien, y es muy sencillo dejar a la gente que haga lo que quiera con nosotros; pero me doy cuenta de que las relaciones con un editor no son para todos tan sencillas. La prohibición de El último de los Padres sería probablemente la sentencia de muerte para nuestra colección, y con el mismo golpe Giustiniani no podría salir, puesto que iban a ser publicados juntos. Por tanto, espero que la traducción sea aprobada. Es cierto que su libro no aporta avances nuevos a la historia o a la teología, pero nunca es insignificante lo que Vd. escribe. Además, tenemos ya grandes libros sobre san Bernardo, pero necesitamos algo puntual que ofrezca una vista panorámica

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y un texto legible de la Encíclica (hay una traducción francesa de ésta, pero sólo ha aparecido en revistas, no para el público en general). Por lo tanto, todavía tengo esperanza. La traducción está ya prácticamente terminada, y lo estará completamente cuando Vd. reciba esta carta. Podríamos dársela, por supuesto a su traductor, pero ¿cree Vd. que sería razonable hacer de nuevo un trabajo que ha sido muy bien hecho por uno de nuestros novicios que hizo todos sus estudios en Downside y conoce el inglés tan bien como el francés? Además, el texto es corto, sin contar la Encíclica (de la cual ya tenemos la traducción oficial francesa del Vaticano) y los extractos de san Bernardo; serán en total unas sesenta páginas. No hay mucho que ganar en la traducción ya hecha. Hicimos rápidamente el trabajo, pues el editor quiere los originales para comienzos de agosto, a fin de que pueda salir en otoño. Ahora estoy en un pequeño aprieto. Además, la razón por la que hemos hecho el trabajo nosotros es para evitarnos el tener que pagar los derechos a un traductor, lo cual sería una carga más para esta pobre colección que estamos tratando de salvar. Bien, cuénteme lo que opina Vd. a propósito de todo esto. THOMAS MERTON A JEAN LECLERCQ

28 de julio de 1954

A cabo de enterarme por nuestro Reverendísimo P. Abad General, y me apresuro a comunicárselo a Vd., que no tiene dificultad en la publicación de El último de los Padres. Por lo tanto, puede Vd. proceder lo más rápidamente

que quiera. De la traducción le diré que también está ya lista. Parece ser que Albin Michel ha anunciado o dado a conocer El Signo de Jonás y no fue posible detener ya el trabajo de conjunto. Consecuentemente, no tenemos necesidad de otra obra para Marie Tadie16. Va a ser publicado, pero será censurado y abreviado por nuestro Abad General mismo y dos censores. No creo que quede mucho después de que se metan con él: las dos cubiertas, el Prólogo y el Epílogo sin duda alguna, y unas pocas páginas entremedias. Es cierto que los religiosos en Europa no están aún acostumbrados a los diarios, pero los lectores de la calle en Francia ciertamente han comenzado a adquirir 16 Marie Tadié tradujo varias obras de Merton al francés, pero estaba comenzando a trabajar cada vez más como agente, no sólo para el francés, sino para otras lenguas europeas, hasta que Merton (y la Abadía de Gethsemani) se vio obligado a prescindir de sus servicios. Merton tenía otros editores y traductores en España, Portugal, Italia y otras partes, y compromisos a largo plazo.

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cierto gusto por ellos. Testimonio del éxito de los diarios son Gide, Green, y Du Bos. Me agrada que mis propios diarios sean expurgados, pero con el tiempo no sería mala idea pensar que, por una vez, y como excepción, semejante producción pudiera venir de un monasterio. Yo daría lo que fuera por un diario, incluso el más trivial, escrito en el siglo XII en Claraval. Pero, desde luego, entonces no escribían diarios. Hay sólo una cuestión a propósito de El último de los Padres. Si saco tiempo en los próximos días, me gustaría escribir una o dos páginas más sobre el espíritu de san Bernardo, quizá también sobre su juventud y primera formación (que no debería ser pasada completamente por alto ni siquiera en una obra corta), y quizá sobre algún otro punto. Tenga paciencia conmigo, por favor, y deje espacio para la inclusión de estas páginas. Pensar que la publicación de este libro en su colección ayudará a que aparezca el volumen de Giustiniani es algo que me llena de gran satisfacción. Me siento mucho más gratificado ahora al ser un escritor y ver que puedo ayudar a que aparezcan otro auténticos testimonios del espíritu monástico. Haré todo lo que pueda para que Vds. dispongan de un libro más, a fin de ayudar a su colección. Dígale, por favor, a su Rev. Padre que siento que estoy haciendo realmente la voluntad de Dios colaborando lo más que puedo en su colección, y experimentaré además que mi trabajo está dentro de un auténtico contexto monástico. Hay una satisfacción especial en colaborar con los propios hermanos en Cristo, y no me gusta la idea de un apostolado aislado y espectacular. No hay duda que debo de tener el coraje de hacer frente a los enemigos que este aislamiento me produce, incluso entre sacerdotes y religiosos; pero por lo que a mí respecta prefiero ser miembro de un equipo, al menos en ciertos términos, que ser un solista exclusivo. Sin embargo, puesto que Dios me ha marcado para cierta clase de aislamiento, la aceptaré de buena gana, junto con sus consecuencias. Ciertamente que no es nada nuevo en la Iglesia. JEAN LECLERCQ A THOMAS MERTON

Clervaux 30 de agosto de 1954

M uchas gracias de nuevo por sus nuevas páginas, que he disfrutado traduciendo. Agradezco su mención de Francia. No me gusta que los franceses alaben a Francia, pero me parece bien cuando viene de fuera.

Esto maquillará algunas palabras que tiene Vd. sobre Francia en La montaña de los

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siete círculos. Pondré hoy mismo estás páginas en el correo, y las insertarán, así que todo estará bien una vez más. Tenemos otro libro americano que espero podamos publicar en francés. Se trata de Holy Work, de Dom Rembert Sorg, osb. Nuestro novicio traductor ha encontrado un título muy hermoso: La Prière des mains; trata del trabajo manual del monje. El libro tiene sus defectos, pero lo presentaremos como un “ensayo” y añadiremos una serie de textos monásticos tradicionales. Viniendo de un Benedictino americano, este testimonio podría encontrar cierto eco en los círculos Benedictinos europeos. Por otra parte, el hecho de ser publicado en Francia le dará un poco más de prestigio –según piensa el autor- en algunos sectores Benedictinos americanos. Por eso, una vez más, nos hemos ayudado uno al otro. No esperemos a que los rusos nos obliguen a descubrir de nuevo que el trabajo manual es compatible con la vida monástica. Vamos a empezar antes de que los monasterios se transformen en kolkhozy. ¿Ha oído Vd. algo sobre la reciente reforma monástica promovida por el mismo gobierno en Bulgaria (creo)? Es una reforma muy interesante, basada fundamentalmente en la Regla de san Benito, a pesar de que son Ortodoxos, y que obliga a trabajar a los monjes las mismas horas que trabaja la gente normal. Estamos corrigiendo las pruebas de St. Bernard thélogien. Pienso que las conferencias del año pasado de Dijon serán una contribución muy valiosa para el conocimiento de la teología de san Bernardo. Mientras tanto vamos a orar y vivir en paz; estemos siempre prontos y seamos libres. THOMAS MERTON A JEAN LECLERCQ

4 de noviembre de 1954

F ue muy agradable recibir las buenas noticias de su última carta. Haré lo posible por ver el libro de san Bernardo. Todavía no ha llegado ningún ejemplar. Sin embargo, ¿quisiera Vd. pedir a Plon que me enviara otra docena de

ejemplares? ¿Qué pasa con su Giustiniani? Se suponía que aparecería al mismo tiempo. ¿Ha salido ya? Estoy casi más interesado en él que en El último de los Padres. Un libro sobre la soledad está más cerca de mi corazón. Me agrada muchísimo que la nueva edición de san Bernardo esté ya finalmente en marcha. Oraré por Vd. y sus colaboradores. Es una tarea grande y muy importante, incluso aunque no atraiga mucho la atención de la gente. Y, además, es

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una empresa muy monástica. Seguramente que Dios lo bendecirá, y a Vd. también. Los demás sacaremos grandes beneficios de todo ello. ¿Para cuándo piensa Vd. que estará completamente terminada la edición? Probablemente tomaré esto como excusa para retrasar mi trabajo con mi libro sobre san Bernardo, cosa que es accidental, pues de hecho ni tan siquiera lo he empezado. Hay otras muchas cosas que hacer, y por encima de todo está la vida monástica misma, que no consiste en “hacer algo”, sino en ser un perfecto hijo de Dios, y gustar la alegría del paradisus claustralis [paraíso del claustro]. He solicitado a mi agente que se entere de si hay otras traducciones de El último de los padres hechas de la edición francesa. JEAN LECLERCQ A THOMAS MERTON

Clervaux 17 de noviembre de 1954 Fiesta de Santa Gertrudis

D om Gabriel [Sortais17] nos hizo una corta visita la semana pasada. Estamos muy contentos.

espero salgEstoy corrigiendo las galeradas de prueba de Giustiniani, libro que

a en quince días. Le enviaremos ejemplares inmediatamente. Leyéndolo de nuevo en las pruebas me he dado cuenta de que contiene muchos textos hermosísimos. Es una pena, en cierto sentido, que trate de “ermitaños”; esta sencilla palabra hará que haya gente que piense que es sólo para solitarios, mientras que, de hecho, estos textos son muy recomendables para muchos cenobitas. El Prefacio que Vd. ha escrito ayudará a demostrar esto. Creo que la edición completa de las Obras de san Bernardo estará lista dentro de nueve años... si todo va bien... pero, ¡vaya trabajo! A veces estoy ansioso y muy preocupado, con frecuencia, pensando en las versiones más auténticas y cosas por el estilo... pero este es mi trabajo en la Iglesia de Dios. Y debo aceptarlo. Estamos ahora en el retiro anual. Un P. Carmelita nos está hablando sobre la santa esperanza. Una doctrina muy bonita, en absoluto pesimista. Me gusta.

17 Abad General de los Trapenses hasta 1964, que murió repentinamente durante el Vaticano II (N. del T.).

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THOMAS MERTON A JEAN LECLERCQ

27 de abril de 1955

Terminó nuestra Visita Regular, justo hace unos pocos días, durante los cuales el Abad Visitador concentró su atención en lo que él llamaba “una mentalidad eremítica” en el monasterio. Desaprobó esto enérgicamente, aunque me

reconoció en una conversación privada que en mi caso se trataba de un espíritu particular, pues yo no entraba en el “patrón”, y que realmente no esperaba mucho cambio en mí; pero en conjunto hemos llegado a un punto en el que creo que no puedo, o que incluso no debería, seguir en Gethsemani, o en la Orden Cisterciense. Ciertamente que no hay sitio para mí aquí, en conjunto estoy muy contento de que la Visita regular haya barrido las pocas e ineficaces soluciones de compromiso que mi Padre Abad había planeado a fin de “arreglar las cosas”. Quieren recibirme en la Camáldula de Arezzo. Tengo un amigo que está deseoso de pagarme el pasaje en barco. Incluso he hecho un voto para pasar a una “vida solitaria y contemplativa” (algo en lo que he estado pensando desde hace bastante tiempo). Bien; pero aún queda un obstáculo enorme: mis propios Superiores. Creo que mi Padre Abad intentará hacerme volver atrás a toda costa. Voy a pedirle no sólo permiso para ir a Camáldoli (lo que rechazará perentoriamente). Le hablaré de nuevo de mis intenciones de escribir a la Congregación [de Religiosos] para pedir un tránsito18, dado que no está opuesto a esto de antemano, a fin de no bloquearlo todo. Pero realmente me parece que puesto que en la Orden reconocen más o menos que tengo un espíritu eremítico, sería poco razonable insistir en que me quede aquí una vez que ese espíritu ha sido oficialmente desaprobado. No sé qué es lo que va a suceder. Sólo le pido esto: ¿podría Vd. responderme a estas cuestiones que siguen?: 1. ¿Es cierto que no se vive una auténtica vida contemplativa en Camáldoli, que “el

silencio se observa pobremente”, que el Prior es quien dispone plenamente de las vocaciones de los ermitaños, que los puede enviar de nuevo al cenobium contra su voluntad, a su propio gusto? (Estas son las cosas que me dijeron para hacerme abandonar la idea de ir allí).

18 “Tránsito” es el término jurídico utilizado para autorizar el paso de una Orden religiosa a otra. Para un monje de votos solemnes este paso requiere el permiso de la Congregación de Religiosos de Roma. En el caso de Merton hubiera sido un tránsito de los Trapenses a los Camaldulenses, una rama de los Benedictinos que permite más soledad a sus miembros.

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2. ¿Puede hacer un Benedictino el voto de pasar a una vida más solitaria y contemplativa, o es esto incompatible con el voto de estabilidad19?

3. ¿Cree Vd. que es mejor ir a Camaldoli o a Frascati? Estoy pensando en Camaldoli porque Dom Giabbani quiere hacer pronto una fundación en América, y estoy en contacto con él.

4. Si no puedo ir ni a Camaldoli ni a Frascati, ¿puede decirme Vd. dónde puedo encontrar una vida eremítica análoga, aparte de la Cartuja?

5. Si voy a Camaldoli tengo miedo de ser explotado como una celebridad. ¿Piensa Vd. que hay un peligro real a este respecto? Si lo hay, ¿puedo escapar de él?

6. ¿Hay un medio de solicitar un tránsito de modo que fuera aceptado incluso aunque el Superior del monasterio esté en contra?

En fin, hago todo esto creyendo que Dios quiere esto de mí. Realmente creo

que me ha llegado el momento de tener que hacer algo por mí mismo, porque aquí nadie va a hacerlo por mí. Es evidente que mis Superiores no van a hacer nada para allanar el camino a fin de que yo llegue a ser ermitaño. Estoy haciéndolo todo con un buen caudal de paz, con los mismos sentimientos que me acompañaron cuando entré en la Iglesia, con la sensación de tener mis manos en las manos de Dios. No sé cómo van a terminar las cosas, pero le pido por encima de todo que ore por mí.

Escribo esta carta en francés para que su Rev. Padre pueda leerla también. Espero que tenga unas palabras de consejo para mí, pues él está a favor de las vocaciones eremíticas. Él sin duda conoce lo mucho que se debe sufrir cuando se quiere abrir un camino hacia el desierto. Le pido a él y a Vd. que me bendigan. Sobre todo, oren. Me alegraría mucho recibir su consejo. Si Vd. quiere hablar de esto con Dom Maurizio, me gustaría. Que él pida por mí también en Frascati. Me gustaría reunirme con nuestro exhermano Brendam allí. Si se pudiera creer que quieren hacer una fundación en América, quisiera más bien ir allí que a Camáldoli; pero habiendo hablado de esto con Dom Maurizio, le pido a Vd. que no lo comente con otros.

Así estamos, mi querido Padre. Estoy muy contento de tener amigos que puedan ayudarme. Aquí tengo un director que es favorable a este cambio, pero está pronto a partir para una fundación. 19 Los monjes que profesan según la regla de san Benito, cenobitas (viven en comunidad), hacen un voto de “estabilidad”, es decir, de vivir hasta la muerte en la misma comunidad (que sólo dejan por razones de obediencia dentro de las Constituciones –ir a una nueva fundación, ayudar a otra monasterio, ser elegido Abad o Superior de otro monasterio, y algunas cosas más- o por razones muy serias, en las que siempre prevalezca el mayor bien espiritual del monje y su equilibrio personal.

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Considérenme siempre unido a todos Vds. en el silencio de Dios. Y vuestro Giustiniani, ¿cuándo aparecerá?20 THOMAS MERTON A JEAN LECLERCQ La carta perdida y mencionada en la primera línea trata de la crisis vocacional de Merton. Habiendo consultado a Dom Verner Moore, de Sky Farm (fundación de los Cartujos en Vermont), Merton decidió tratar de entrar en los Camaldulenses de Italia. Dom James, su Abad, era totalmente opuesto tanto a esto como a que ingresara en los Cartujos.

3 de junio de 1955

M uchas gracias por su carta del 26 de mayo. Me hubiera gustado recibirla antes. A primeros de mayo, habiendo consultado al Padre Cartujo Dom Verner Moore, de Sky Farm, he recibido de él un estímulo positivo para el

tránsito a Camáldoli y mi director aquí piensa que yo debería seguir su consejo; así, pues, he solicitado un tránsito. Hasta ahora no ha llegado nada de Italia, sin embargo, y el Padre Abad está muy opuesto a que yo vaya a Camáldoli, y me parece que sus objeciones pueden contribuir a la negación del tránsito, aunque el Abad General dice que él siente que si esta es la voluntad de Dios no ve razón para que yo no vaya. Las cosas están todavía en curso; sin embargo, estoy tratando honestamente de encontrar la solución final con el Padre Abad. Una cosa es cierta, todo el mundo parece estar cada vez más de acuerdo en que no debo permanecer en la situación tan particular en la que me encuentro en este momento. Honestamente creo, y también mis directores, que ser un cenobita no es ya lo que necesito. Con todo, no tengo tampoco deseo de transformarme en un predicador de retiros en Camáldoli, y todavía menos una celebridad explotada, aunque pienso que incluso en ese caso tendría más soledad y silencio allí que aquí. Quizá esté equivocado. Sin embargo, Dom James está muy interesado en el tema, e incluso ha propuesto plantear a Superiores más altos la posibilidad de que yo sea ermitaño aquí, en los bosques del monasterio. Si llegaran a concederme algún día este permiso, esto resolvería todos mis problemas, creo yo. Los bosques aquí son muy solitarios y 20 Este libro sobre la vida y doctrina de Pablo Giustiniani de Jean Leclercq fue publicado primero en francés en 1955 con un Prefacio de Thomas Merton. Más tarde fue traducido y publicado en los Estados Unidos por Farrar, Straus, 1961, bajo el título Alone with God.

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tranquilos y cubren alrededor de mil acres, y hay mucho espacio boscoso adjunto. Es tan agreste como otro cualquier lugar que pudiera ser encontrado en las Ardennes o en los Vosgos, quizá más salvaje. Sería un ermitaño sin salir de la propiedad del monasterio. Se podría comenzar el proyecto gradual e imperceptiblemente, pues el gobierno está proyectando colocar un puesto de observación contra el fuego en una de nuestras colinas y la futura ermita podría estar vinculada a esto; podría empezar siendo sencillamente el vigilante del puesto y poco a poco ir estableciendo allí la residencia. Desgraciadamente, los más altos Superiores, por lo que yo puedo saber, están absolutamente cerrados a cualquier otro planteamiento e incluso se niegan a permitir que un monje trabaje solo en el puesto de observación. Dom James está planteando la cuestión al Abad General. Aparte de esto, la mejor sugerencia parece ser que yo debería entrar secretamente en una ermita de Monte Corona, y vivir allí desconocido sin escribir ni publicar, como un auténtico solitario. Dom James no está plenamente a favor de esto; pero me ha dado permiso para que escriba y pregunte al respecto. He escrito a Dom Maurizio. Dom James no quiere que yo deje la Orden, principalmente a causa de los comentarios que surgirían entre las almas. Pienso, sin embargo, que podría partir lo suficientemente en secreto como para reducir esos comentarios al mínimo. No pasaría de ser un rumor, y ha habido ya muchos rumores antes de que la gente les preste atención, hasta que se olvida la cosa. Estoy aún esperando oír algo por parte de su Padre Abad. Valoraré mucho sus sugerencias. Mientras tanto, el propósito principal de esta carta es preguntar por el ermitaño que vive a unas cincuenta millas de Clervaux. ¿Cómo vive? ¿Se mantiene completamente a sí mismo? ¿Recibe alguna ayuda del monasterio? ¿Tiene algún contacto con la gente? ¿Cómo dice la misa, es sacerdote? Estamos planificando aquí un intento de que me trajeran la comida desde el monasterio en las estaciones en que yo no pudiera producir lo suficiente por mí mismo, pan, arroz, etc. No sería necesario acudir al Obispo, pero ¿habría que hacerlo teniendo en cuenta que viviría en la propiedad del monasterio? Me agradó saber que había un ermitaño en La Trappe en tiempos de Rancé. Valoro sus oraciones en este tiempo de misterio y búsqueda. Es cada vez más evidente para mí que alguien tiene que dar un paso adelante en este tema. Por la gracia de Dios, yo soy uno de los que tiene que pasar a través de la nube y del mar. Quizá sea alguno de los que también buscan la Tierra Prometida. Suceda lo que suceda, escribiré mucho menos, pues tampoco tengo ninguna intención de transformarme en un “ermitaño escritor”. Siento que Dios quiere esta soledad en el

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monacato americano, incluso aunque alguien tenga que dejar temporalmente América para encontrarla. THOMAS MERTON A JEAN LECLERCQ

11 de agosto de 1955

Le envío esta carta junto con una nota para su buen Rev. Padre, a fin de darle las gracias por escribirme sobre su ermitaño. Parece que éste goza de una situación muy buena, y le envidio. Si alguna vez llego a ser ermitaño aquí las

dificultades serán mayores, pero eso no es nada especial. La idea principal de la vida solitaria es vivir en dependencia directa de Dios, y en constante atención a nuestra pobreza y debilidad. He recibido también una carta de Frascati en la que me dicen que me recibirán de buena gana para que haga una prueba de su vida, de incógnito. Me gustaría estar con ellos y no como escritor, en auténtica oscuridad y soledad. Mis Superiores no quieren darme permiso para que haga esta prueba, al menos por lo que puedo ver de momento, pero me gustaría muchísimo visitar Frascati y otros lugares donde se practica la vida eremítica. De nuevo debo permanecer en mi pobreza y dejar a Dios que provea. De momento, parece ser que aquí hay una posibilidad real de dejarme vivir en soledad. Los Superiores mayores han suavizado un poco su rígida oposición, al menos admitiendo en teoría la solución de vida eremítica; pero Dom James, mi Padre Abad, se va mostrando cada vez más favorable a la idea, y creo que por lo que a él respecta puedo esperar que me concederán el permiso. Mientras tanto, en lo relativo a a la parte material, parece ser que las cosas van cayendo por sí solas. El Departamento Forestal del estado está construyendo una torre de vigilancia en una de nuestras colinas, una prominencia arbolada en nuestros bosques, que domina el valle hasta unos cuatrocientos pies. Me he puesto al corriente con ellos de este trabajo, y van a construir una pequeña cabina en esa torre, en la cual piensan se pueda vivir. Será una especie de ermita austera y primitiva, si es que alguna vez llego a vivir allí. En todo caso, depende de sus oraciones, y de las de todos los que quieran ayudarme,

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que nuestro Señor sea bueno conmigo, y, si es su voluntad, el que yo pueda vivir solitario en nuestros bosques. Mientras llega eso, creo que puedo contar con llevar una vida semisolitaria parte del año como vigilante en esta torre contra incendios. Será estupendo, a no ser que se opongan los Superiores mayores; pero parece ser que lo han aprobado a modo de experimento. De nuevo, solicito sus oraciones. He dejado de escribir, y es un gran alivio. Intento renunciar para siempre si es que vivo en soledad. Me doy cuenta de que quizá he sufrido más de lo sabido a causa de esta “carrera de escritor”. Escribir está profundamente arraigado en mi naturaleza, y no puedo engañarme a mí mismo pensando que será muy fácil no hacerlo. ¡Al menos puedo hacerme viejo sin el público y sin mi reputación! Esas cosas no están esencialmente conectadas con el instinto de escribir. Pero todo negocio tiende a corromper la pureza del espíritu de fe de uno; oscurece la claridad del propio punto de vista sobre Dios y las cosas divinas; vicia el propio sentido de la realidad espiritual, pues mientras uno se imagina a sí mismo cumpliendo algo tiende a transformarse en rico a sus propios ojos. Pero debemos ser pobres, y vivir sólo para Dios, bien que escribamos o hagamos cualquier otra cosa. Ha llegado para mí el tiempo de entrar más profundamente dentro de esa pobreza. El propósito principal de esta carta es este: estoy limpiando mis estanterías. Hay un manuscrito que pienso podría interesarle para su Tradition Monastique. Es una sencilla y breve colección de meditaciones sobre la soledad que escribí hace dos años, cuando tenía una especie de ermita cerca del monasterio. Todavía la tengo, pero ya no es un lugar tranquilo. Las máquinas están siempre trabajando muy cerca y hay un ruido continuo. Nadie la utiliza apenas, excepto los días de fiesta. Pero me parece que de todos modos resultará útil enviarle estas páginas a Vd. Servirán para un pequeño volumen, mejor, pienso yo, que Semillas de contemplación y más unificado. Mi intento es titularlo sencillamente “Soledad”.21 Están pasando a máquina el manuscrito. Hágame saber si está interesado en él, y cuando esté terminado se lo enviaré. Espero con gran interés su estudio sobre la vida eremítica. He releído recientemente sus páginas sobre los ermitaños de Cluny, y me pregunto si Vd. llegó a publicar el artículo sobre Pedro el Venerable y los ermitaños, del que Vd. habló hace algún tiempo. Me gustaría disponer de una copia si es que lo hizo. Finalmente, estoy esperando aún tener alguna noticia del libro de Giustiniani.

21 Fue publicado más adelante con el título Pensamientos en la soledad.

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Doy muchas gracias a Dios porque está abriendo despacio y misteriosamente un camino nuevo delante de mí. También estoy contento de que Vd. haya estado en el misterio, y haya contribuido algo a ello con su trabajo. Espero que Vd. estará conmigo con sus oraciones, y con ocasión de sus buenos consejos. Mi reacción más importante es un profundo conocimiento de mi pobreza, y un sentimiento de soledad que es una falta de apoyo humano (de hecho existe cierta oposición por parte de algunos en el monasterio a esta tendencia “solitaria”). De verdad, uno debe caminar sin apoyo, debe uno aprender a andar sobre las aguas; pero me gusta pensar que, a pesar de todo, la Iglesia me sostiene, y de que no estoy meramente saliéndome por la tangente. Nunca faltan almas que dicen a todo el que quiere ser ermitaño que la vida solitaria es una tentación del diablo. Sé que he de tener la fe de ir adelante a pesar de su oposición accidental, una vez que dispongo del estímulo de los directores, Superiores y amigos: siempre lo mismo, no es fácil para mí. Pida para que aprenda a seguir a Cristo. THOMAS MERTON A JEAN LECLERCQ

25 de septiembre de 1955

A hí tiene el manuscrito de que le hablé, vamos a decir que la mitad de él trata de la soledad. Temo manifestarme abiertamente sobre la naturaleza de este libro, pues no está pensado que sea muy deseable para mí el aparecer

demasiado como un solitario. Trata de temas muy generales y no es como para considerarlo un tratado sobre la soledad. Si va a ser o no un gran éxito en su colección es algo sobre lo que no tengo ni idea. Debe Vd. creerme si le digo que no me interesa lo más mínimo tener éxito literariamente y nunca he estado –al menos no desde que entré en el monasterio- interesado en que ese material fuera escrito con algún propósito de éxito. De hecho, si Vd. me pregunta mi opinión más franca, este libro no debería ser un éxito. Si las personas a las que realmente les guste y lo entiendan son las únicas que lo compren, se deberían vender alrededor de 1000 ejemplares. Sin embargo, si Vd. quiere correr el riesgo de fiarse del nombre del autor, y alberga la esperanza de que alrededor de 5000 lectores pueden sentirse interesados en el contenido de esta meditación, en ese caso puede disponer del libro. No puedo decir que este libro tampoco esté de acuerdo o encaje en alguna forma de espiritualidad. De hecho, no hay nada especial; sólo un libro corriente escrito por un autor corriente.

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Gracias de todos modos por las referencias que Vd. me envió sobre soledad. Una gran proporción de los santos venerados en el calendario de la Orden fueron ermitaños. No pienso que tengamos el ejemplar de Analecta al que Vd. se refiere, pero podemos conseguirlo. Por lo que yo sé, mis superiores deben haber decidido ya qué es lo que va a ser de mí; pero Dom James todavía no me ha escrito desde Cîteaux. A medida que avanza el tiempo, comienzo a pensar que no va a ser fácil para mí conseguir el permiso de facto para llevar vida eremítica aquí, y todavía menos para ir a Frascati. Por ahora pienso que puedo decir que me estoy volviendo más o menos indiferente. Si Dios me quiere como solitario, seré solitario particular, sin importarme las condiciones externas que me puedan imponer. De esto estoy seguro, y estoy comenzando a encontrar que a medida que avanza el tiempo me transformo, inevitablemente, cada vez más, en un solitario, y que la únicas jugadas que se supone destruyan mi tendencia a la soledad tienen el efecto de hacerme interiormente –e incluso exteriormente- más ermitaño aún. ¿Por qué, pues, debería preocuparme excesivamente por lo que haya que hacer? Probablemente nunca llegaré a alcanzar una solución tan clara y hermosa como su buen P. Bernth; pero ¡qué le vamos a hacer! THOMAS MERTON A JEAN LECLERCQ

3 de diciembre de 1955

V d. había oído algo de Dom Gabriel Sortais sobre mi vocación...; pero evidentemente no oyó todo lo que eventualmente hay sobre el asunto. ¡Resulta que ahora soy maestro de novicios! De hecho, soy más cenobita de

lo que se suponía. Pueden suceder cosas muy extrañas en la vocación de cada uno22. 22 En el verano de 1955 Merton aceptó ser maestro de novicios, sustituyendo a Walter Helmstetter, que fue elegido Abad de la cuarta fundación de Gethsemani, Nuestra Sra. de Genesee, en el norte del estado de Nueva York. Así, pues, en vez de fijar su residencia en la torre de vigilancia de los bosques,

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Como soy maestro de novicios, el Padre Abad desea que dedique todo mi tiempo a las almas a mi cargo. No me permite tomar en cuenta su amable invitación de unirme a Vd. en su proyecto sobre los Salmos, aunque deseo manifestarle mi gratitud por pedirme esta colaboración. En todo caso, pienso que no poseo la suficiente erudición para trabajar con Vd.; pero mi trabajo en el noviciado excluye completamente esa posibilidad. Dejaré de escribir, al menos durante el tiempo en que esté a cargo de los novicios. No me preocupa el porvenir, y menos aún lo que hago ahora, puesto que se ve es la voluntad de Dios. ¿Me concederá Él algún día llevarme después de todo a la perfecta soledad? No lo sé. Una cosa es segura, he hecho tantos esfuerzos en esa dirección como uno puede hacer sin traspasar los límites de la obediencia. Mi única tarea ahora es mantenerme en calma, abandonado, y en las manos de Dios. He encontrado una sorprendente soledad interior entre mis novicios, y hasta cierta soledad exterior que no esperaba. Este es, después de todo, el lado más tranquilo y más apartado del monasterio. Por eso doy gracias a Dios por colmar muchos de mis deseos cuando parecía ignorarlos. Sé que estoy muy cerca de Él, y que todas las pruebas y dificultades pasadas este año formaban parte de sus planes. Estoy en paz en su voluntad. Gracias por la parte que le corresponde en esto. Si ve a Dom Maurizio, ¿quisiera Vd. también darle las gracias por toda su amabilidad y por la invitación que, desgraciadamente, no pude aceptar? Me encanta oír que Giustiniani ha salido finalmente. No he recibido aún un ejemplar, pero espero que llegará pronto. Estoy muy contento de que le gusten las meditaciones. No me parece que el libro esté maduro ni completo; pero puesto que ahora no me es posible hacer algo o nada por remediarlo, tendré que dejarlo como algo fragmentario. Espero recibir alguna noticia al respecto. Confío a Vd. el encargo de conseguir que Dom Gabriel Sortais lo apruebe. Ore por mí, por favor, y por mis novicios. Su curso sobre “Gramática y Escatología” parece interesante; la única cosa difícil que encuentro en el título es la palabra “gramática”; eso, precisamente, es el gancho. Si publica esas conferencias en un libro, espero que no se olvide de enviarme un ejemplar.

Merton sabiamente ofreció sus servicios como maestro de novicios de coro, cargo que mantendría durante los próximos diez años. El 20 de agosto de 1965, se transformó en un ermitaño a jornada completa en una ermita dentro de la propiedad de Gethsemani.

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Mientras tanto, por mi parte, estoy felizmente explicando Casiano. ¿Qué tema podría ser mejor en mi situación? Aunque no puedo vivir como el Abba Isaac, Nesteros o Poemén, siento que son mis padres y mis amigos. THOMAS MERTON A JEAN LECLERCQ

6 de febrero de 1956

H ace ya mucho tiempo que tuve el placer de recibir su libro, concluido y publicado, sobre Giustiniani, después de tanta espera. Es un libro espléndido, y leyéndolo de nuevo en francés no dudo en decir que es uno de los libros

suyos que más me gusta. Creo, además, que es una pica en Flandes en los libros de espiritualidad de nuestro tiempo, incluso aunque Giustiniani en cuanto tal no es una figura de gran importancia. Sea lo que fuere, esta manifestación del valor perenne de la vida eremítica es algo muy importante, algo que necesita ser hecho y que tendrá efectos muy significativos. Auguro que será uno de sus libros más influyentes, y no tanto por el número de lectores a quienes pueda influir, sino por su calidad y la profundidad de sus planteamientos. Mi nueva vida como maestros de novicios progresa día tras día. Es una existencia poco habitual, en la que aún tengo dificultades de adaptación. A veces me siento abrumado de puro horror por tener que hablar tanto y aparecer ante los demás como un ejemplo. Pienso que Dios está probando la calidad de mi deseo de soledad, en el cual quizá había un componente de escapar de responsabilidades; con todo, el deseo sigue siendo el mismo, el conflicto está ahí, aunque yo no puedo hacer nada sino ignorarlo y mirar hacia delante para cumplir lo que es evidentemente la voluntad de Dios. He abandonado completamente toda escritura por el momento. Pida, por favor, al Señor que me guíe en la nueva etapa de desierto que Él ha abierto delante de mí.

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THOMAS MERTON A JEAN LECLERCQ Leclercq encontró, por supuesto, que Pensamientos en la soledad era muy apropiado para su colección; pero Merton vacilaba si publicarlo o no; (en una primera versión fue titulado Treinta y siete Meditaciones).

[Fragmento sin fecha, otoño de 1956]

... Más que esto, espero que el libro sea viable. Me sentí especialmente feliz al saber que las pocas páginas sobre soledad quedaron sin tocar. Daba por seguro que los censores de la

Orden lo romperían a pedacitos y los echarían sobre mi cabeza como confetti (como hizo una vez uno de mis maestros de latín en Inglaterra con un examen de sintaxis que no le gustó). Es un placer sentir que este libro será impreso bajo sus auspicios. Estoy cansado de ser un autor célebre, y ser editado por otro monje hace que al menos me sienta a mí mismo un poco más monje. Aunque no he tenido ocasión de escribirle desde hace tiempo, he pensado en Vd. con frecuencia en este año consagrado a la memoria de Pedro el Venerable, y, además, creo que me ha protegido, pues este verano he tenido ocasión de visitar a los Benedictinos de St. John, en Collegeville, debido a un cursillo de verano en psiquiatría y atención pastoral (¡muy útil para maestros de novicios!). Allí me sentí más unido a todos mis hermanos Benedictinos de La Pierre-qui-Vire, Clervaux, etc. También me tropecé allí con James Kritzeck, un estudiante de Princeton, que tenía las pruebas de imprenta del volumen en homenaje al gran Abad de Cluny. Le eché un vistazo, pero busqué en vano su artículo sobre Pedro el Venerable y los ermitaños. Quizá aparezca en la edición final. Estoy esperando poder leerlo. A medida que pasa el tiempo parece que me voy acercando al estado en que no escribo nada. No he intentado nada parecido a un libro desde que me hicieron maestro de novicios; pero, con el inveterado prurito del escritor, he transformado algunas conferencias para el noviciado en un panfleto. También me curaré pronto de esto. He empleado todo el año dando un curso sobre Casiano, sobre las Consuetudines Cistercienses, y ahora sobre san Bernardo (estoy empezando). Estoy entusiasmado por ver sus conferencias dadas en San Anselmo, que Vd. dijo serían probablemente publicadas. Lo que yo estoy haciendo no es nada en absoluto, sólo una introducción para novicios, y muy superficial.

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Espero que este invierno pueda ser capaz de dejar algunas cosas de lado y dedicarme al estudio de Clemente [de Alejandría] y Orígenes, y a los Alejandrinos, y a los Padres de Egipto, y a las fuentes de la espiritualidad monástica en general. ¿Ha salido algo nuevo sobre esto en este último año o así? Cada vez me atrae más Evagrio. La nueva reedición en Sources Chrétiennes de Diadoco de Fótica me resulta deliciosa y enriquecedora; le estoy cogiendo cada vez más cariño y casi no me puedo separar de él. Me gusta muchísimo Diadoco. La cuestión de la soledad ya no es más un problema. He dejado todo en manos de Dios y encuentro mi soledad en su voluntad, sin ser teatrero o piadosamente dulzón al respecto. Pero la mejor clase de contento es la soledad perfecta. Cuando se está más o menos contento con la “nada” que uno tiene a mano, la encuentra por todas partes. No quiero decir “nada” en un sentido trágico, austero, sino la pura y sencilla nada que es el quehacer de cada día. La vida de un Benedictino no requiere todos los duros desnudamientos de San Juan de la Cruz, sino que basta con el camino común sin exaltaciones (ni siquiera en el desprendimiento). THOMAS MERTON A JEAN LECLERCQ

19 de octubre de 1957

H ace ya mucho tiempo que tuve la satisfacción de escribirle a Vd. pero es que el Padre Abad, desde que soy maestro de novicios, prefiere que no me ocupe mucho de negocios; y así es como debe ser, aunque esto significa también

que tengo menos contacto con amigos de otros monasterios. Pero ahora necesito escribirle. Hace mucho tiempo que no sé nada acerca de la traducción francesa de Treinta y siete Meditaciones. No es nada extraño, pues tampoco he oído nada de otros asuntos, a no ser en unos pocos casos en que mi intervención fue necesaria. Así, pues, no tengo ni idea de si el libro será publicado o no, o si lo ha sido. La razón principal por la que le escribo es la esperanza de que el libro no haya sido publicado, y además espero que quizá haya sucedido algo para cambiar de idea respecto a su publicación. En el tiempo que ha pasado desde que escribí el libro, he visto alguna luz nueva. Esta nueva luz no es en modo alguno favorable. Me he dado cuenta de que el libro tiene muy serias deficiencias; de hecho resulta prácticamente inútil. No dudo

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que un editor pueda cegarse ante la naturaleza real de un libro ante las dificultades de una mayor difusión debido a circunstancias particulares; pero estoy convencido de que si se publica este libro, sería un grave error. Por supuesto que yo mismo lamento no haberle comunicado esto antes. Sin embargo, espero que, por unas razones o por otras, la publicación de la traducción francesa haya quedado bloqueada, e incluso que Vd. haya decidido no publicar el libro, y haya dudado en decírmelo. Si es este el caso, será para mí un gran alivio. Y le urjo a que me devuelva el manuscrito y así olvidaremos todo esto con la mayor satisfacción. Pero si Vd. todavía piensa en publicar este libro, y el trabajo de impresión aún no ha comenzado, me gustaría recomendarle que reconsidere toda la cuestión a la luz de todo lo que acabo de decirle. Si, por otro lado, el libro ya ha sido publicado, me veré obligado a aceptar lo inevitable. Quizá el libro me ofrecerá el consuelo de ser menos malo en francés que en inglés; pero lo dudo. El año pasado, en el que he estado casi exclusivamente ocupado con los novicios y con mi propia vida espiritual, ha sido muy agradable para mí, y pienso con considerable satisfacción que en el futuro probablemente no tendré razones para escribir mucho más, aunque supongo me requerirán aquí y allá realizar algún trabajo para el monasterio. No he visto su libro todavía. Estoy tratando de conseguir un ejemplar, pues imagino que es muy interesante y será de mucho valor para nosotros. THOMAS MERTON A JEAN LECLERCQ

13 de noviembre de 1957

M e alivió mucho saber que el libro todavía no ha sido publicado. El Padre Abad está dispuesto a permitirme que deje de publicar del todo, pero como deferencia al traductor estoy dispuesto a reconsiderar el asunto.

Tras mi decisión de desechar el libro, he vuelto a releer la versión original primera. La versión que yo le envié a Vd. para traducir es un poco diferente, no tanto en cuanto al material como en cuanto al modo de organizarlo. He encontrado que en el original, más espontáneo y menos “sistemático” en la distribución de los capítulos, el libro gana en vitalidad y calidad, y es más o menos

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escueto. Pero es horrorosamente breve y superficial, y tiene poquísimo valor religioso. No son nada más que unas breves notas filosóficas sin mucha profundidad ni objetivo. ¿Por qué los monjes habríamos de imponer cosa semejante a los lectores católicos? Ya es bastante mal el que cosas por el estilo provengan del resto del clero. Sin embargo, más bien que dar a la Hermana una remuneración y suprimir su traducción (cosa que difícilmente resultaría confortante a cualquiera), reconsideraré todo el proyecto; pero a fin de poder hacer esto me gustaría disponer del manuscrito de la traducción. Quizá, reorganizando todo el material según su orden original, presentándolo de forma diferente, etc., podría hacerlo menos malo. Al menos espero ser capaz de poder hacer algo para arreglar las cosas de modo satisfactorio para todo el mundo y no sólo para salvar mi propia cara. Rece, por favor, para que cualquier decisión que tomemos para terminar esto sea la mejor a los ojos de Dios. Me sobrecogió y edificó la retirada a la soledad de Dom Winandy23. Francamente, su orden tiene un punto de vista más claro que nosotros. Vds. tienen la flexibilidad de la que nosotros, triste y miserablemente, carecemos. Me temo que hay una rigidez endémica en la propia estructura de la Orden Cisterciense, cosa que a fin de cuentas sofocará todo desarrollo serio en la dirección correcta. Ciertamente, esto puede también prevenir el desarrollo en un dirección equivocada. Al menos tiene sus ventajas negativas. Su obra sobre la Historia de la Espiritualidad parece interesante. ¿Puedo preguntarle cuál es el proyecto? Estaría muy interesado en saber algo más al respecto y Vd. puede ciertamente contar con mis oraciones. Mientras tanto trataré de obtener su otro libro, lo que creo no será difícil. No le culpo a Vd. por no disponer de millones de ejemplares para distribuir a todo el mundo tanto en el Nuevo como en el Viejo Mundo. Me atrevo a pedirle sus oraciones por una nueva esperanza mía: el que quizá un día podamos hacer una fundación en los Andes, y que yo sea enviado allá, si Dios lo quiere. De nuevo, si fuéramos sólo un poco más flexibles, podríamos hacer esa fundación mañana; sin embargo, el Señor nos está trayendo buenos aspirantes de Latinoamérica y estoy seguro que algún día el proyecto madurará.

23 Dom Jacques Winandy, antiguo Abad de Clervaux, el monasterio de Leclercq en Luxemburgo, se fue a vivir como ermitaño a la isla Martinica.

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THOMAS MERTON A JEAN LECLERCQ

22 de mayo de 1958

H ace algún tiempo salieron algunas cuestiones a propósito de la traducción francesa de Pensamientos en la soledad (Los caminos de la alegría). Recordará que Vd. tenía la traducción hecha por una monja benedictina y

que iba a ser publicado por Les Editions d’Histoire et d’Art. Reconozco que yo compliqué un poco las cosas cuando dudé de la publicación de este libro en inglés o en francés. Me enviaron el manuscrito francés y ya lo devolví con el eventual consentimiento para su publicación. Nunca más se ha oído hablar de esto. Recientemente se suscitó la cuestión de ofrecer los derechos del libro a algún otro editor en Francia. Me lo ha dicho mi agente, y les dije que habría que esperar a ver si encontramos algo definitivo sobre la traducción de Vd. ¿puede decirme Vd., por favor, cómo están las cosas? Si su editor no quiere esta traducción Vd. quizá podría pensar en otro. Hágamelo saber, por favor. La mayor parte de los problemas vienen del hecho de que he estado sin contacto con Vd. durante mucho tiempo. Es un placer saludarlo de nuevo y pedir sus oraciones. He oído que Dom Jacques Winandy está en Martinica. Espero que él también rece por mí. Yo, naturalmente, mantengo algún deseo de soledad en mi corazón y no puedo hacer nada; pero espero que algún día pueda ser realizado. Lo que ya no siento es el deseo de pasarme a otra Orden. Pienso que trasladarse de una institución a otra es sencillamente fútil. Pienso que no hay ninguna solución institucional para mí. Puedo esperar, sin embargo, que quizá consiga permiso para vivir solo, a la sombre de este monasterio, si mis Superiores me lo permiten alguna vez. No creo que haya para mí otro modo más satisfactorio de abordar la cuestión, excepto tratar de vivir mi propia vida con Dios. No estoy empujando nada, sencillamente oro, espero y aguanto. Espero que Vd. también rece por mí.

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JEAN LECLERCQ A THOMAS MERTON

Vichy, Allier 2 de junio de 1959

P ersonalmente no he sabido de su manuscrito desde la última vez que Vd. me lo pidió para modificarlo según la opinión de los censores o de su propia evolución. Me doy cuenta ahora que Vd. lo devolvió a Wittmann, pero me

figuro que los negocios de Wittmann no van bien y que él no quiere publicar el texto. Si hay que escribirle directamente, o través del agente, hágame saber lo que prefiera y lo haré yo mismo. Y, por favor, no se olvide de la hermana que hizo la traducción. Estoy muy contento al saber que sigue siendo Vd. el mismo. El mundo de las ideas [la política ideológica] nunca prevalecerá contra una auténtica vocación. El problema es que ha habido demasiado publicidad con su caso (aparte de sus libros, pues llega Vd. a mucha gente). Ahora, con más silencio, Vd. probablemente llegará a una solución pacífica. Sí, Dom Winandy está en Martinica, lleno de alegría espiritual. Fue ermitaño en Suiza y espera volver a serlo ahora en Martinica. Pero siendo Abad, lo mismo que siendo Vd. escritor, su caso no es privado precisamente, y los hombres encargados de la política ideológica se sintieron obligados a tomar algunas precauciones; pero, una vez más, prevalecerán la vida y la gracia. Cuando Vd. dice que cambiar de Orden es “fútil”, supongo que habla de Vd. mismo, y para Vd. quizá esto ser cierto; pero siempre ha habido muchos tránsitos en el monacato; todavía está admitido en la Iglesia que los religiosos puedan cambiar de Orden. Muchos monasterios Trapenses tienen monjes que han estado en otras órdenes primero, y recuerde Vd. que san Bernardo recomendó a mucha gente que cambiara de Orden. Si una vocación resulta imposible en una Orden, la solución es cambiar el hábito. Cuando se “absolutiza” una institución admitimos entonces que éste debe prevalecer contra el espíritu, el espíritu de libertad del que san Bernardo habló frecuentemente...

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THOMAS MERTON A JEAN LECLERCQ

8 de octubre de 1959

La esperanza de encontrar una vida más solitaria parece que ahora tiene mejores fundamentos. Hay posibilidades muy claras; pero también hay todavía grandes obstáculos que resolver, de los cuales no es el menor mi

propio Abad; pero esta vez tengo una actitud completamente diferente. Tengo muchas y sólidas razones para pensar que la soledad, para mí, es verdaderamente voluntad de Dios, y esto me aporta una perspectiva mucho más tranquila y confiada. No hay necesidad de precipitar las cosas indebidamente a favor de mis propios intereses, pues son más cosas que mis propios intereses las que entran en juego. Son los planes de Dios, no los míos. Además, soy cada vez más consciente de que no se trata meramente de un “atracción natural”, porque si yo “siguiese a la naturaleza” (según la frase ya consagrada y sacrosanta) ciertamente podría estar aquí, donde me encuentro confortablemente y donde todo está bien establecido y donde puedo llevar como escritor famoso una existencia respetable y humanamente productiva. No parece, pues, que una vida solitaria aquí sea la solución, o que podría ser posible en un sentido práctico. De todos modos tengo esperanzas en una solución que, si funciona, sé que será muy efectiva. Confío mucho en sus oraciones y lo mismo en las de otros con similar interés. Ore también para que mi salud pueda aguantar. De momento parece estar un poco amenazada, pero creo que es únicamente a causa de una de esas alteraciones del sistema que sobrevienen cuando ha de hacerse un gran cambio, y que, en cierto sentido, le deja a uno por las esquinas. Estoy contento de tener esta oportunidad de pedirle sus buenas oraciones, y las de los demás que se sienten inclinados a ayudarme en este asunto concreto que realmente me parece importante, y junto al cual cualquier otra cosa la considero como nada. Yo ciertamente añado que no hay la más mínima importancia en ningún escrito, y ahora me doy cuenta de que ya no “necesito” escribir, como me sucedía cuando escribir era un desahogo necesario en la vida cenobítica. Pero nadie sabe cómo mirará las cosas bajo condiciones diferentes. No me preocupa la cuestión en absoluto. ¿Ha preparado y hecho Frascati una fundación Camaldulenses en los E.U.? He oído rumores de que la han hecho. Esto no es lo que me llama la atención de momento, creo. Me parece que tengo algo mejor. Espero que sí, en el Señor.

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JEAN LECLERCQ A THOMAS MERTON

Clervaux 23 de octubre de 1959

S í, Dom Maurizio de Frascati está ahora en los EE.UU. Su Capítulo General ha decidido una fundación allí Está ahora en la propiedad que el Obispo de Steubenville puso a su disposición (Holy Family Hermitage, Camaldolese,

McConnelsville, Ohio). Comprendo perfectamente su vocación particular. No creo que sea una ilusión. En el monacato negro24 la idea de la legitimidad de la vida solitaria está haciendo un lento pero sólido progreso, me parece a mí. Espero y pido que Vd. que no sólo pueda encontrar sino seguir su propio camino. Nuestro nuevo Abad, después de haber visto nuestra nueva ermita en Suiza, se dio cuenta de que la cosa iba en serio. Dom Winandy es perfectamente feliz en su soledad allende los mares. Oremos unos por otros. THOMAS MERTON A JEAN LECLERCQ Merton se encontró pillado entre su deseo de ayudar a Leclercq en la traducción francesa de Pensamientos en soledad y sus compromisos con el agente francés y los editores. Decidió dejar todo el asunto en las manos de Leclercq. Fue publicado en francés con el título Los caminos de la alegría en 1961.

19 de noviembre de 1959

24 “Monjes negros” = Benedictinos; “blancos” = Cistercienses (N. del T.)

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A hí tiene Vd. No sé si las cosas son tan sencillas. No soy, afortunadamente, un “hombre de negocios”.

monástico.Ahora le diré, confidencialmente, algo más interesante y más

He pedido un permiso de exclaustración a la Congregación de Religiosos a fin de poder ir a México y ser ermitaño cerca del monasterio Benedictino de Cuernavaca. Dom Gregorio [Lemercier] me recibirá y me anima mucho. Esto es realmente lo que lo que he estado buscando durante mucho tiempo. Tengo buenas esperanzas de que me vaya bien con la Congregación, pero los Superiores son totalmente contrarios a este traslado. Dom James está ahora en Roma, donde ha sido citado por el Abad General25. Aún sabiendo que esto tendrá algo que ver con mi caso, no sé exactamente que es lo que sucederá. Debe haber algún otro asunto por medio, pues no creo que hayan hecho ir a Roma al P. Abad únicamente para bloquear mi indulto de exclaustración [permiso concedido por Roma para salir temporalmente de una Orden]. De momento hay algunas cuestiones que han surgido con respecto a otro monje de aquí, que tiene el mismo problema que yo, pero con algunas complicaciones canónicas que son quizá culpa de los Superiores. Debe ser por eso... Pero a pesar de todo, todavía tengo esperanzas de que al mismo tiempo me permitirán hacer la experiencia. Estoy muy contento y pienso que tendré éxito, con la gracia de Dios. Ciertamente, soy quien soy y siempre tendré el temperamento de escritor, pero no voy allá para escribir, ni para darme a conocer; sino, por el contrario, para desaparecer, a encontrar soledad, oscuridad, pobreza. Sobre todo para retirarme de la falsedad e injusticia colectiva de los EE.UU., en lo que la Iglesia de este país está muy implicada, y también nuestro monasterio26. Le diré una cosa (y le pido que no hable de ello), a fin de solicitar sus oraciones, y también, si acaso estuviera Vd. esos días en Roma, se ponga un poco de mi parte ante Dom Gabriel [Sortais], quien le tiene a Vd. mucho respeto. [Por supuesto que a él le puede Vd. hablar de esto]. Confío también un poco en el

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25 Dom Jamex Fox fue llamado a Roma por esos días principalmente debido a la solicitud de exclaustración que Merton había pedido. Como era de esperar, la solicitud fue rechazada. 26 Quizá hubiera sido mejor traducir la frase así “en lo que la Iglesia de este país y nuestro monasterio están muy implicados”... pero como suena un poco fuerte -al menos en lo que respecta al monasterio de Gethsemani- la hemos dejado como está. Quizá sea esta una de las frases más duras de los escritos de Merton respecto a América y su casa , y una de las que le causó mayores problemas; ahora la leemos en una carta, a muchos años de distancia; pero entonces Merton la proclamó públicamente (N. del T.).

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Procurador de los Benedictinos, pero eso depende de Dom Gaspris, creo. En una palabra, si Vd. puede hacer algo por mí, le pido por caridad que lo haga. En cualquier caso, si la cosa sale bien esta vez, continúo. No pienso que sea momento de dejar correr el tiempo, pase lo que pase. Mi vocación benedictina, estoy seguro, es una vocación solitaria, al menos relativamente, y primitiva. Quizá sea posible que mi salud no pueda resistir las enfermedades intestinales de los trópicos; en ese caso volveré a intentarlo en cualquier otra parte, quizá en Europa o en otras regiones de EE.UU., donde haya indios. Si Vd. me escribe algo sobre este asunto, le pido que lo haga sub secreto [materia de conciencia]. JEAN LECLERC A THOMAS MERTON

Clervaux 28 de noviembre de 1959

Oro mucho por Vd. Todo lo que Vd. me cuenta me interesa muchísimo. Siempre resulta muy difícil ver claro dentro de nosotros mismos, alrededor nuestro. Se aprecian entonces los beneficios de la obediencia a una autoridad,

que, suficientemente informada sobre todos los aspectos de un problema, con la suficiente distancia y elevación como para ser imparcial, puede juzgar sobre nosotros mucho mejor que nosotros mismos. Sin embargo, yo soy un viejo romano; durante veintiséis años he estado viviendo parcialmente en Roma. Mis relaciones con la historia me han permitido ver los límites de todas las instituciones en la que intervienen los seres humanos, incluida la Iglesia Romana (y las otras); pero debo decir también, porque lo sé, y tengo evidencias de ello, que los asuntos importantes son examinados muy seriamente en Roma, y que se toman todas las garantías para que las decisiones puedan ser objetivas y no influenciadas por una u otra parte. Sigue siendo para nosotros la indicación más segura de la voluntad de Dios. Oro para que el asunto del que Vd. está pendiente se resuelva, y Vd. lo acepte, sea lo que fuere, con alegría.

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THOMAS MERTON A JEAN LECLERCQ

24 de diciembre de 1960

M e enteré a finales del otoño que había estado Vd. en América este verano. ¡Qué pena que Vd. no pudiera venir a Gethsemani! ¡Hubiera disfrutado viéndole y hablando con Vd.! Estoy seguro de que realizó un gran trabajo

en St. John’s. Intenté leer su artículo sobre “La Spiritualité Vanniste”, pues pienso escribir un estudio sobre Dom Calmet para la American Benedictine Review. Me pregunto si Vd. me podría sugerir algún material interesante al respecto. Me estoy basando un poco en la biografía contemporánea de Dom Calmet en francés, en su comentario a la regla, y en las referencias que aparecen eventualmente en las diversas historias de la O.S.B. Mis problemas personales parece ser que se van resolviendo en cierto sentido. Se ha construido una pequeña y hermosísima ermita en un sitio muy bello; el propósito es que sirva para el diálogo y conversaciones con ministros y profesores Protestantes, aunque también sirve para la vida de soledad y me han dado, al menos, un permiso limitado para utilizarla a ratos. Esta es una solución enormemente esperanzadora y me parece que si puedo tener al menos cierta soledad y silencio reales, hay ya una enorme diferencia. Al menos esto puede ayudarme a evitar la especie de crisis que surgió en 1959 cuando sentía que era necesario cambiar mi situación y marchar a otra parte. Mientras exista la solución de que hablaba, se puede evitar la ansiedad. En todo caso, me estoy volviendo cada vez más indiferente. Sé muy bien que Dios mismo está encima y más allá de las soluciones y decisiones de los hombres, y que si mis deseos provienen de Él, Él mismo no tendrá ninguna dificultad en llevarme donde Él quiera, y concederme la soledad que quiera. Al menos siento que mi soledad interior va creciendo cada vez más. Mis mejores deseos y oraciones para el Año Nuevo. Téngame presente en sus oraciones y Misas, algunas veces. Espero que si viene a este país de nuevo podamos encontrarnos aquí.

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Via di Torre Rossa, Roma 31 de diciembre de 1960

S i no pude encontrarme con Vd, al menos pude hacerlo con Dom James en Genesee [monasterio Trapense cerca de Rochester, en New York]. Estaré de nuevo en los Estados Unidos los próximos mayo y junio, dirigiendo retiros en

St. John’s [Collegeville, Minnesota] y Regina Laudis [Abadía Benedictina en Connecticut] y dando conferencias en algunos otros lugares según permitan los planes. Me siento inmensamente feliz de haber descubierto el monacato en su país bajo todas sus diferentes formas. Pero, por supuesto, sólo voy allá a donde me invitan; nunca tomo la iniciativa. Me alegra saber que sus problemas personales se han resuelto. Pienso que Vd. (ellos) finalmente encontraron la solución tradicional: cierta soledad, para aquellos que la necesitan, y que sea dentro de la misma institución. Vd. quisiera un Athos en Occidente; pero eso ya tuvo su realización en la tradición medieval, cuando las instituciones eran lo suficientemente flexibles como para ofrecer a diferentes espíritus modos distintos de vivir la misma vida monástica. Le envío ahora por correo de superficie un ejemplar de mi “Spiritualité Vaniste”. No conozco nada sobre Dom Calmet. Creo que sería necesario leer sus obras. Este año estoy dando clases en St. Anselmo sobre el vocabulario monástico tradicional y otros conceptos de la vida contemplativa, que espero se publiquen pronto. El tema me interesa mucho, y asiste un pequeño grupo de monjes de diferentes colores. Sí, rezaré por Vd. [P.S.] Acabo de enviar a la imprenta un trabajo sobre el sacerdocio monástico según la tradición monástica. A Dom Laurence le gustó mucho27. ¡Ojalá pueda ser útil!

27 Dom Laurence Bourget, monje de Spencer, era por esas fechas Definidor en la Curia Generalicia de los Trapenses en Roma, a quien Dom Leclercq visitaba frecuentemente cuando estaba en esa ciudad.

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JEAN LECLERCQ A THOMAS MERTON

Clervaux 4 de abril de 1961

Gracias por sus noticias. Estoy contento porque el libro saldrá pronto. Espero que pueda contribuir –y me acabo de dar cuenta de que mantener el texto francés ha sido providencial- a resolver el problema que es uno de los

muchos que la Santa Sede tiene que enfrentar ahora cara a la preparación del Concilio [Vaticano]. Hasta donde alcanza mi información, tengo una buena impresión. Hemos comenzado a movernos: Dios hará el resto. [El Concilio Vaticano ha sido anunciado]. Acabo justamente ahora un trabajo sobre esto, en colaboración con Dom [Pierre] Doyère (cf. Dictionnaire de spiritualité, fasc. 28, 982); su Abad y el mío lo han aprobado. Me alegra que Love and Learning demuestre que es útil (es divertido y hermoso que nadie, ni en francés ni en inglés, ni siquiera Vd., cite jamás con exactitud); todo el mundo habla de “Loving God” [The Love of Learning and the Desire for God]28. Ya se están lamentando algunos estudiosos americanos de que el libro haya aparecido en Fordham como un “libro de devoción”: creen también que es un libro para estudiantes. El recensionista de Speculum (Medieval Academy of America) pone esto de manifiesto. La finalidad del libro es precisamente poner de acuerdo a estos dos Hermanos, separados a veces incluso dentro de la vida monástica. He escrito también un artículo en inglés sobre el sacerdocio monástico que aparecerá pronto, y que ha sido aprobado por gente de las dos partes, pues mi solución (la tradicional) está en medio. Esto también puede ser de ayuda. En este terreno, de nuevo, sé que deberemos esperar algo de la Santa Sede. Y para el problema de los Hermanos también29. Personalmente no estoy contra los diarios, ni siquiera entre los monjes, y no recuerdo haber expresado nunca en público un desacuerdo con Vd. sobre este punto. Sé de mucha gente (principalmente escandinavos y anglosajones) que se han sentido muy edificados con El Signo de Jonás.

28 Jean Leclercq, Cultura y vida cristiana. El amor a las letras y el deseo de Dios, Ed. Sígueme, Salamanca, 1968 (N. del T.). 29 En las Órdenes monásticas, hasta poco después del Vaticano II, las comunidades contaban en su interior con “monjes de coro” (generalmente sacerdotes o aspirantes al sacerdocio), y “hermanos conversos” (legos), que se dedicaban más (y mejor) al trabajo y a los servicios de administración de la casa y los negocios materiales (N. del T.).

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Uno de nuestros monjes disfruta con Contacts y con su artículo sobre Athos. No es un Superior, sino sólo un staretz, y el padre espiritual de muchos de nosotros. En mi programa de viaje aún tengo una semana completa [libre], desde el 20 de junio hasta el 27, entre un retiro en Collegeville y una charla en St. Joseph, Minnesota. No ha llegado ninguna invitación de Gethsemani. Lo comprendo perfectamente... JEAN LECLERCQ A THOMAS MERTON

Abadía de New Melleray Dubuque, Iowa

11 de junio de 1961

Le devuelvo ahora mismo uno de los libros de Karl Rahner, Free Speech in the Church. Me ha gustado muchísimo. Uno de los dos monjes con los que estuve una tarde me lo envió. Pero no puedo recordar su nombre; pero Vd. lo sabrá.

La visita a New Melleray me está resultando muy beneficiosa. Esta joven comunidad responde muy positivamente a mi pequeño mensaje monástico. Tengo grandes recuerdos de todos Vds. los de Gethsemani. Haga el favor de expresar mi gratitud a Dom James. JEAN LECLERCQ A THOMAS MERTON

Clervaux 12 de julio de 1961

H abía solicitado el imprimatur30 para Living in Silence; pero lo que me he encontrado ha sido el correspondiente a El último de los Padres. Estoy seguro de que he enviado el imprimatur al editor.

He visto en Minneapolis un ejemplar de Alone with God. Creo que Vd. ya lo haya recibido. Gracias de nuevo a Vd. y a su Rev. Padre y a todos Vds. por su amabilidad y hospitalidad. La estancia en New Melleray [Iowa] y Berryville [Virginia] han sido

30 Imprimatur = “imprímase”, permiso de impresión dado por la autoridad eclesiástica (N. del T.)

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extremadamente beneficiosas para mí. Vuelvo a casa con todavía más admiración por el país de Vd. y su monacato que el año pasado. THOMAS MERTON A JEAN LECLERCQ

10 de junio de 1963

¿Cómo está Vd? No sé dónde le podrá encontrar esta carta, pero supongo que lo mejor que se puede hacer en esta época es enviarla a Clervaux, y ya le llegará.

Lo que quiero preguntarle es esto: ¿Podría prestarme un ejemplar de su artículo sobre “Reclus et recluses dans la diocèse de Metz” aparecido en la Rev. Hist. Ecclés. du Diocèse de Metz? Me molesta tener que molestarle por esto. Espero que le sea posible a Vd. prestármelo sin demasiado inconveniente, o decirme dónde puedo encontrar una fotocopia del artículo, o un microfilm o algo. Quiero hacer un pequeño estudio sobre Grimlaicus31, quizá para Collectanea Cisterciensia, o quizá para la nueva Monastic Studies, de Berryville, que está muy bien hecha. Lo que me interesa de Grimlaicus no es tanto el impracticable sistema que él inventó para los reclusos, sino el espíritu que anima su Regla. Por lo que yo puedo ver y saber, es la contrapartida occidental más próxima a la idea oriental del megaloschemos32 en la vida común. Esto tiene una tremenda importancia precisamente en este momento, cuando tengo la impresión de que necesitamos entender la posibilidad de ofrecer crecimiento y desarrollo en los monjes maduros cara a una vida contemplativa más intensa. En la actualidad, como Vd. sabe, hay un miedo exagerado ante todos los intentos de desarrollo, miedo que puede ser considerado una especie de tentación o peligro, y también hay miedo a que si se favorece una aspiración legítima, aparecerá una gran cantidad de otras menos legítimas que darán quebraderos de cabeza a los Superiores. Las cosas se están desarrollando bien aquí, con todo. Me han dado permiso para pasar cierto tiempo en soledad allá arriba, en la ermita, y, además, he tenido seis días completos también y vendrán más. No me permiten dormir allí, o decir Misa; pero lo que he tenido hasta ahora me parece un don del cielo. Esto ciertamente ha 31 Grimlaicus fue un sacerdote estudioso del siglo IX de la diócesis de Metz, que escribió una Regla, o guía espiritual, para solitarios. El artículo era erróneamente atribuido a Jean Leclercq (fue escrito por Canon Jacques Leclercq). El estudio que dice Merton estar haciendo nunca se materializó. 32 Monje del rango más alto en el Monacato Ortodoxo que vestía el “gran hábito”.

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resuelto algunas dudas que yo hubiera podido tener sobre la necesidad de una soledad real en mi propia vida. Aunque me doy cuenta de que no soy el ideal de un ermitaño cabal, puesto que mi soledad es parcialmente la de un intelectual y un poeta, todavía sigue siendo una auténtica inclinación a la soledad, y cuando tengo soledad continuada durante un periodo más o menos largo, esto significa muchísimo y es ciertamente el mejor remedio para las tensiones y presiones que genero cuando estoy en comunidad. Este es, además, el único remedio satisfactorio que he sido capaz de encontrar. Las distracciones y la “recreación” con los visitantes y un trabajo activo para predicar retiros, etc., no sirven absolutamente de nada para ayudarme. Además, esta pequeña parcela de soledad me ayuda a apreciar los auténticos valores que existen en la vida común, aunque ciertamente tienden a permanecer ocultos cuando tengo muchos alrededor. Espero tomar más tiempo de retiro más adelante, en el verano, o a principios de otoño. Y quizás conseguir días completos más frecuentemente. Se ha hablado mucho a propósito de nuestro curso de Formación Monástica; pero, en realidad, no es para tanto. Con todo, haga el favor de decírnoslo cuando venga Vd. a este país, pues tengo muchas ganas de que dé Vd. una charla al grupo, si es posible, o dos o tres incluso; pero si Vd. puede reservarnos aunque sólo sea un poco de tiempo yo estaría encantado, y todos nosotros le quedaremos también muy agradecidos. Por lo tanto, si está Vd. en el Midwest, espero que tenga un poco de tiempo para nosotros y estaré muy contento de verle de nuevo. Cualquier sugerencia que tenga sobre Grimlaicus será muy bien acogida, y espero poder echar una ojeada a su artículo. Me gustaron muchísimo algunas de sus páginas sobre San Gregorio en Histoire de la spiritualité chrétienne. He utilizado su material aquí en un largo artículo que he hecho sobre el tema “La Humanidad de Cristo en Oración” según lo vieron los Padres monásticos. Para ellos no hubo el “problema” que parece ser dio en los tiempos de Santa Teresa [de Ávila]. JEAN LECLERCQ A THOMAS MERTON

Clervaux 18 de junio de 1963

¡F eliz de leerle a Vd! Estoy bien y, aunque parezca raro, en Clervaux. Mde

i viaje por los Estados Unidos el último otoño terminó en New Melleray, sde donde hube de volar a Boston, una vez que di mis conferencias en

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Harvard. Dediqué dos días a hablar de las edificaciones monásticas y sus planos, y luego ya volví a Roma. La sesión de invierno del Concilio fue muy interesante, aunque yo no tuve mucho que hacer; pero el Concilio estaba por todas partes. ¡Qué experiencia tan maravillosa de Iglesia! Luego dirigí un retiro en St. Benoit-sur-Loire, y después volví de nuevo a Italia, para dar un retiro a los Caballeros de Malta y a la Nobleza Católica Internacional, que fue muy divertido. Encontré a Ned O’Gorman. Luego estuve cinco semanas en Toumliline, en Marruecos. Por Pascua estuve en Clervaux. Este año no iré a los Estados Unidos; tengo comprometida una nueva gira por las abadías Trapenses de Irlanda y Caldey [Gales], después de dar unas charlas en Venecia en el Congreso sobre Athos, el 4 de septiembre. El año que viene tengo ya planificado el viaje a África Central, donde hay grandes necesidades y grandes esperanzas. He descubierto el Islam y estoy preparando un congreso en Toumliline sobre “Monacato Cristiano, en el Islam, y sus relaciones”, pues así me lo ha pedido el Prior. Escribí unas páginas en Images de Toumliline. ¿Recibe Vd. esta revista? Si no es así, le enviaré un ejemplar cuando tenga uno de más. ¿Conoce Vd. estudiosos (no importa la titulación) que estuvieran interesados en este tema y a quienes yo pudiera invitar? [Gustav] von Guinebaum, de la Universidad de California parece ser muy indicado; pero creo debe haber algunos más. El artículo sobre Grimlaic es de Canon J. [Jacques] Leclercq, escrito en [Dictionnaire de] Spiritualité (donde hay un error que será subsanado en la edición inglesa). Pero tengo una copia y ya se la he enviado por correo. Pienso que su idea a propósito del megaloschema es buena. Debemos encontrar algún camino para favorecer el progreso espiritual sin provocar desorden. El peligro en la Iglesia Latina siempre es –al menos en nuestros tiempos- querer establecer nuevas categorías jurídicas, fijas y para siempre. ¿Ha visto Vd. la crónica monástica en Irenikon 63, I? El artículo que escribí en ese mismo número sobre el sacerdocio ha provocado ya muchas reacciones, la mayor parte de ellas favorables. He estado leyendo unas cuantas páginas muy buenas de René Roques en Structures théologiques, París, Presses U. de F., 1963, sobre la teología de la vida monástica según Dionisio; es un buen intento de situar el monacato en el orden sacramental dentro del sacerdocio. Estoy muy contento con las nuevas noticias que me da sobre Vd. mismo. Su experiencia es muy buena. Vd. no es un caso especial. Ciertamente que Monastic Studies está muy bien editado. Tuve aquí recientemente una buena conversación con Ed Rice.

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THOMAS MERTON A JEAN LECLERCQ

23 de julio de 1963

F ue muy amable por su parte enviarme el material sobre Grimlaic. Seguiré trabajando sobre la idea de escribir un artículo sobre él y esas dos cosas que me envía me serán de gran utilidad, aunque sean de otro Leclerc, sin “q”.

Nunca llego a enterarme si hay dos o tres Leclerc(q)s. Vds. acostumbran a trabajar en distintas áreas y generalmente no se interfieren entre sí. Es divertido que haya otro Thomas Merton en Inglaterra, un “Sir” Thomas, y no menos que en Oxford haya un coleccionista de cuadros. Éste es mayor que yo, y más venerable; por eso se enfada cuando la gente piensa que se ha hecho monje y ha escrito su autobiografía. Nunca me he encontrado con él. Ed Rice me envió su ensayo sobre la regla y presenza nelmondo [presencia en el mundo], que es excelente, que estoy traduciendo ahora para Jubilee. Creo que esto tendrá, o debería tener, un grandísimo significado en este país. No pienso que los monasterios americanos, incluso de nuestra Orden, hayan escapado de esa gran obsesión nacional por la producción. Esta es una de las grandes tentaciones y engaños de nuestro tiempo, especialmente aquí, y es ciertamente una de las causas que arruina las vocaciones monásticas, mucho más que el amor por los placeres del mundo. Pero, a fin de cuentas, ¿son de verdad grandes placeres? Aquí estamos más tentados por la ambición. El Padre Abad ha estado fuera visitando fundaciones. Sus cartas siempre dan una impresión desoladora de ranchos de ganado, campos de alfalfa, ciruelas, heno, ganado de engorde, tractores diesel y otras máquinas sofisticadas. Y, realmente, algún que otro eslogan sobre la absoluta superioridad de la “vida contemplativa”, añadido al final de la carta resaltan este sentido de desolación: un desierto espiritual mucho peor que cualquier otra cosa. Le envidio a Vd. yendo a África. Creo que es una zona muy importante ahora. Toumliline [Marruecos] es un lugar que admiro mucho.. Dom Denis Martin se encontró conmigo aquí y charlamos brevemente. Naturalmente, no obtuve permiso para una larga entrevista: es uno de esos Benedictinos “peligrosos” que está experimentando una nueva clase de vida monástica. Le he escrito; pero supongo que debe estar también en la lista negra del correo. Quizá algún día pueda viajar a alguna parte, y si lo hago espero poder ir a Toumliline. Dele, por favor, mis mejores

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recuerdos, si le escribe o le ve. Enviéme, si es tan amable, un ejemplar de Images de Toumliline. Posiblemente llega al monasterio, pero me imagino que nadie lo mira. Tampoco recibo los boletines de La Vierge des Pauvres. En una palabra, ¡los Benedictinos aquí son peligrosos, Rev. Padre! Dom Aelred Graham me invitó, muy amablemente, por cierto, a pasar un poco de tiempo en Portsmouth para un descanso. Estuve a punto de responderle que sería mucho más fácil para mi obtener permiso para tener un ama de lo que sería visitar un monasterio Benedictino, incluso uno que no fuese primitivo. En todo caso espero que sus visitas a los monasterios, etc., en África sean muy provechosos para Vd. y para ellos. Si la Iglesia quiere de verdad llegar a todo el mundo negro, ¡qué gran vida encontrará allí! Le escribo un pequeño trabajo que he escrito sobre la situación de los negros en América. De nuevo estoy más allá de los límites de lo que al menos teóricamente se supone que ha de hacer un monje; pero aún así, estoy aún convencido de que hoy deben hablar de estas cosas al menos uno o dos monjes, especialmente en América. ¿Vd. qué opina? [P.S.] He estado hablando a los novicios sobre San Pacomio y leyendo algún material traducido de los Padres Coptos. Ha sido muy poco conocido; hay mucho en él que es de gran interés. JEAN LECLERCQ A THOMAS MERTON

Mount Melleray Abbey County Waterford, Irlanda

26 de octubre de 1963

A cabo de visitar todas las abadías Trapenses de Irlanda, y también, otra vez, las de Inglaterra. Por todas partes he podido ver las semillas de una nueva cultura monástica, nueva combinación del fervor trapense y cierto

conocimiento e inteligencia. Me siento muy confortado. Dios no sólo envía vocaciones, sino que ayuda a que se desarrollen. Por todas partes he encontrado jóvenes que le deben a Vd. su vocación. Incluso he prometido a los Hermanos Brendan y Francis de la Abadía de Nunraw, Haddington [Scotland], Inglaterra, que conseguiría para ellos un autógrafo suyo. Les gustaría un texto y una imagen. ¿Podría Vd. enviarles unas líneas y una foto, y enviárselas, o a mí para ellos? Muchas gracias.

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Estoy ya camino de Via di Torre Rossa, en Roma. El Concilio se va desarrollando muy bien, me parece. ¡Finalmente! THOMAS MERTON A JEAN LECLERCQ

10 de noviembre de 1963

En primer lugar espero que la traducción de su artículo sobre el trabajo Benedictino le llegara a Vd. estando en Irlanda. Se lo enviaron los editores de Monastic Studies, desde Berryville. Siento mucho que al final Jubilee no

aceptara el artículo, pues lo consideraron “demasiado técnico”. Pero Monastic Studies lo publicará. Así, pues, gracias por los dos ejemplares que me ha enviado. Me impresionaron mucho bastantes cosas que dice Vd. a propósito de sedere [sentarse, asentarse]. ¿Sabe Vd. que el místico inglés del siglo XIV era conocido como “el sentado”? Éste tiene algunas cosas muy bonitas sobre esta postura, la de estar sentado, considerándola como la más favorable para la contemplación. Por supuesto que los Budistas del Lejano Oriente tienen también muchos textos sobre esto. Un artista Zen, Sengai, realizó un magnífico dibujo de un nabo, añadiendo este breve poema: “Los nabos y los monjes Zen / aparecen más bellos cuanto mejor sentados están”. El trabajo sobre la historia primitiva del eremitismo en Occidente es excelente, y una vez más pone ejemplos magníficos, a la vez que muestra cómo no se debe tomar una perspectiva estereotipada de la vida solitaria. Para mucha gente la vida solitaria es su único camino de autenticidad y verdad, y esta su verdad precisamente en cuanto que ésta no les es impuesta desde fuera. Hay personas con una incapacidad congénita para entender esto. Es un escándalo perpetuo, especialmente para la mentalidad Cisterciense standard. Por otra parte, gente como Dom Augustine Baker y Dame Gertrude More [Benedictinos ingleses] tienen un extraordinario sentido de todo esto. Espero hacer un estudio sobre Gertrude More para Stanbrook [convento Benedictino Inglés]. Hay también un trabajito mío sobre ella y Baker en Collectanea Cisterciensia, que creo aparecerán pronto. A propósito, me divirtió mucho lo de los Cistercienses y los ermitaños, en Studia Monastica, después de leer las dos “Vidas de los discípulos de Bonifacio”, que son encantadoras. Tengo muchas cosas por las que darle gracias.

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JEAN LECLERCQ A THOMAS MERTON

Clervaux 12 de noviembre de 1963

Gracias por el trabajo de traducción del artículo sobre el trabajo benedictino, que recibí a su debido tiempo. Me doy cuenta de que no era apropiado para Jubilee. Me sorprendió que ofrecieran una foto mía con una breve nota en la

que mencionaban el problema de la sencillez monástica. Les pedí que me enviaran uno o dos ejemplares del número de octubre. Espero que lo hagan. Tengo algunos otros textos mucho mejores y algunos diseños orientales relativos a sedere; pero en el artículo quería limitarme a la Edad Media. Gracias por hacerme conocer algunas cosas más. Me gustará mucho ver sus páginas sobre Gertrude More y sobre Baker. Pienso que ese temor a la soledad es reciente, típico del siglo XIX. El autor de Admonitio ad filium spiritualem es San Basilio. Así ha sido establecido por Paul Lehmann en un estudio en Sitzungsberichte de Munich, junto con una edición crítica provisional. Mi colaborador, Dom [Henri] Rochais, Moment, Juignac Demontmoreau, Charente, France, tiene una copia. Puede escribirle y pedirle que se la preste. Le envío mi último ejemplar de Hausherr en la presentación de Tholles. He comenzado mi enseñanza en forma de coloquios sobre “Nuevos Problemas y Tendencias del Monacato”: treinta estudiantes, la mitad de los cuales, al menos, son Trapenses (entre ellos están Fr. Chrysogonus [Waddell], y Callistus [Peterson]. La última vez que invité al P. Bede Griffiths, de la India, para que nos hablara de sus esfuerzos para establecer un ashram cristiano, el coloquio fue muy bueno. Esto abre muchas mentalidades que nunca soñaron que las cosas podrían ser “no-como-son-en-Bellefontaine”. Gracias de parte de los chicos de Nunraw. Se pondrán muy contentos. [P.S.] Hay una extensa difusión del manuscrito de la Admonitio en el monacato medieval occidental, cuando este texto tenía una gran influencia. Mencioné esto en mi exposición de Venecia, con motivo del milenario de Athos, cuando hable de las relaciones entre el monacato de Oriente y Occidente. Tan pronto como disponga de un ejemplar se lo enviaré. Me parece que su traducción debería fundamentarse y

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tener en cuenta el texto crítico de Lehmann. Me parece que lo mejor para Vd. sería adquirir este libro: P. Lehmann, Die Admonitio Basilii ad filium spiritualem, en Sitzungsberichte der Bayerischen Akademie, Philosophisch-Historische Klasse, Jahrgang 1955, Wilhelmstrasse 9, Munich 23. 64 páginas. THOMAS MERTON A JEAN LECLERCQ

12 de enero de 1964

El otro día le envié unas fotocopias de cierta correspondencia que mantuve con el P. Ronald Roloff, la oveja negra de la controversia benedictina en América. No me parece que la correspondencia sea interesante o satisfactoria más allá

de ciertos aspectos; pero en otros quizá resulte ambigua y parcial con relación al “problema Benedictino” en América. No he leído el libro del P. Wilfrid Tunik; pero parece bueno. Dom James está fuera, asistiendo a la elección del nuevo General de nuestra Orden. Por supuesto que hay muchas especulaciones. Me pregunto lo que conseguiremos esta vez. Sería demasiado esperar que saliera alguien como Dom André Louf, ¡sería ir demasiado lejos! ¡Le he propuesto a Vd. chistosamente como mi propia elección! No sé si Vd. aceptaría el trabajo, y por eso no defenderé este punto. Si Vd. lo rechaza, haré campaña por el Arzobispo Máximos; pero supongo que él también rehusará. Así, pues, tendré que aceptar al que elija el Capítulo General y espero que sea el mejor. Hemos advertido todos a nuestro Abad que podría entrar en la candidatura como resultado de un estancamiento entre los Abades franceses y belgas en el Capítulo, y ahora está preocupado por esto. De hecho, si Dom James fuera elegido sería una victoria para los conservadores y los integristas, y no tengo muchas ganas de que esto suceda. ¿Cómo está Dom Willibrord, de Tilburgo? Espero que nuestros estudiantes en Roma estén bien. Tenemos buenas noticias de ellos con bastante frecuencia. Vd. les es a todos de gran ayuda e inspiración, ¡y damos gracias a Dios por ello! [P.S.] Le envío mi nuevo libro de poemas [Emblems of a Season of Fury], que es enérgico y oscuro.

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JEAN LECLERCQ A THOMAS MERTON La carta que sigue se refiere a un intercambio epistolar entre Merton y el P. Ronald Roloff, en un tiempo monje de St. John’s Abbey, Collegeville. Comenzaron muy amigablemente; pero poco a poco las cartas de Roloff manifestaban una fuerte oposición a Merton y al énfasis que este ponía en la dimensión contemplativa de la vida monástica, tanto para Benedictinos como para Cistercienses. Merton finalmente abandonó la cuestión y no envió su última carta a Roloff, aunque sí apareció en el volumen de cartas de Merton titulado The School of Charity.

Clervaux 23 de marzo de 1964

D iscúlpeme si aún no le he agradecido sus últimos envíos. He estado hablando en diversos lugares, y la semana pasada en Orval. He dado a leer sus papeles a diversas personas.

Con relación a su correspondencia con el P. Ronald, todo lo que tengo que decir es esto: 1. Me alegra saber lo que el P. Ronald piensa realmente, bastante diferente de lo

que él escribió. 2. Las dos primeras páginas de su último artículo en American Benedictine Review

están llenas de ironía y toman el camino más fácil. Ironía y caricatura nunca han ayudado a la verdad y a la caridad.

3. Él siempre cargó el acento en que es posible santificarse fuera de la vida contemplativa. Concedido, por supuesto. El problema monástico no es saber si esto es posible, ni saber si es posible ser más santo como jesuita que como monje; esto es obvio. El problema es saber si uno ha recibido la vocación, el carisma, de ir a Dios por este particular estilo de vida. Tuve que escribir un informe sobre esto para la Comisión Conciliar. Trataré de enviárselo.

Mire la revista que le envío (y quédese con ella si quiere). Sólo respondí a la

persona a quien quería llamar la atención sobre el hecho de que Jesús comenzó su ministerio yendo al desierto.

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THOMAS MERTON A JEAN LECLERCQ

Sábado Santo, 1964

Gracias por su nota sobre el P. Ronald Roloff. De hecho, pienso que Vd. ha adivinado que lo que él estaba diciéndome en las cartas que me dirigía no era exactamente lo que pensaba. En un par de cartas recientes, muy largas y

fuera de tono, se muestra en realidad como un activista que no tiene ciertamente un gusto especial por la vida monástica en lo que tiene de renuncia al mundo y orientación a la soledad. Parece estar completamente convencido de que el único monacato genuino hoy es aquel en que ella se compromete con la educación y conversión de las almas, mientras que al mismo tiempo parece estar tremendamente confuso y preocupado por los trabajos más genuinos y normales de la vida monástica, especialmente la oración en sus formas monásticas más características. En una palabra, es un párroco o un “jesuita”. Donde tenía palabras más fuertes era a propósito de un artículo que escribí y que le envié. No sé si Vd. lo conoce; se titula “El monje en la Diáspora”. Una versión más breve de éste apareció en Commonweal. Le envié a él la fotocopia del trabajo más largo y parece que le sorprendió mucho. Me acusó de pesimismo, evasión, abandono, etc., etc. Las acusaciones más habituales. Concluía dándome una sincera y fraternal exhortación para que renunciara a la perniciosa influencia de [Karl] Rahner y volviera al optimismo salvador de Teilhard de Chardin. Esto lo encontré curioso. La división no me parecía a mí que fuese tan evidente; pero parece ser que esta es la actitud que están tomando algunos recientemente. Uno es evaluado según su relación con Teilhard, y por ese monacato standard que quiere que se abandone la soledad y la oración para estar más abierto al mundo. Pero la división se presenta de una forma realmente ingenua. Mi argumento es que puede darse cierto y excepcional apostolado entre los monjes, pero caso de que exista, no entra en absoluto dentro de lo carismático. Y en orden a preservar esta cualidad carismática, el monje debe, en primer lugar, creer completamente en el carisma de su vocación a la soledad y al desierto. De otro modo, el “apostolado” que trate de desarrollar será una infidelidad y una broma, y a fin de cuentas no será ni un buen apóstol ni un buen monje. Esto parece estar a la vez fuera de sus categorías de pensamiento. O, por lo menos, así es ahora. Creo que lo que sucede es que sus hermanos han leído las cartas, que fueron fotocopiadas, y le han acusado de debilidad dialéctica y de ceder en los argumentos de los contemplativos.

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He leído con gran placer el maravilloso artículo de P[atricia] McNulty y su colaborador sobre Orientale Lumen en el volumen conmemorativo de Athos. Es realmente extraordinario y me ayudará mucho en mi trabajo sobre los reclusos. Sigo trabajando paciente y tranquilamente en esto, y a su debido tiempo, trataré de ir sacando algo del material sobre Grimlaicus. Me gustó muchísimo la excelente relación sobre los ermitaños de Athos, hecha por un viajero italiano del siglo XV, citada en el artículo sobre la comunidad Amalfitana de Athos. Como ya le he contado, leí previamente los dos artículos suyos con gran satisfacción. Ahí tiene Vd. un par de cosas que le pueden interesar, incluyendo “The Monk in the Diaspora [El monje en la diáspora]”. A propósito, escribí una amplia respuesta al P. Ronald, pero decidí no enviarla. Si está interesado en una copia de ésta, se la puedo enviar. No quiero perder el tiempo arguyendo si hay o no una comunicación efectiva. JEAN LECLERCQ A THOMAS MERTON

Clervaux 15 de abril de 1964

H e leído y me gusta su “El monje en la diáspora”; lo he hecho antes de salir para un congreso en Italia sobre el Islam y Occidente en la Edad Media (donde pasó de todo, aunque el Islam no fuera una religión: militar,

económica, política, literaria y artísticamente). Leeré de nuevo su artículo. Creo que tiene Vd. razón al afirmar que hay cierto pesimismo cristiano que es también realismo. He advertido cierto peligro de optimismo ingenuo al simplificar a Teilhard, incluso entre monjes de su Orden. Opino que en los años por venir habrá un debate muy interesante sobre estos temas. Un cierto modo de amar las “realidades materiales” puede llevarnos a toda renuncia al mundo, huída de Dios, del ascetismo, etc. Todo está bien en el mundo, que siempre está en progreso, etc.; pero también hay pecado, concupiscencia, humillación, que son todas ellas “realidades mundanas” y hechos que están ahí. Y la respuesta a todo esto es compunción, penitencia, humildad, etc. Quizá yo ya sea demasiado viejo para entender bien todas estas cosas nuevas, y espero no ser tan conservador, pero creo que hay algunos peligros. Vd.

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puede ayudarnos a ver esto con más claridad. Yo creo que el pesimismo de Bouyer (excepto en un par de formulaciones exageradas) es un realismo cristiano. Buenas nuevas de Monte Cistello: “Nuestro nuevo Abad General se ha ganado los corazones de las nuevas generaciones ofreciendo signos claros de apertura y deseos de escucharnos, e incluso nos demuestra su comprensión”. Ayer devolví las pruebas del artículo sobre “Problemas y Orientaciones del Monacato hoy”, que aparecerá en alemán y francés en el próximo número de Etudes, una revista de los Jesuitas que se lee en todas partes. Quizá las autoridades monásticas se verán obligadas a darse cuenta de que existen problemas cuando la generalidad de las personas habla de ellos. En el primer párrafo trato su caso, con la comprensión que Vd. puede imaginar. Eso no estará en Etudes, pues el artículo era demasiado largo, pero espero publicarlo en Revue d’Ascetique et de Mystique. Me parece que quedan reflejados todos los problemas; cité textos aprobados y mi Abad se quedó muy satisfecho. Gracias también por su carta al P. Ronald. Lleva Vd. razón en no discutir. Las ideas se imponen por sí mismas. Lo que yo digo (cito) en Etudes sobre la vida Benedictina en EE.UU. puede molestarle si lo ve. Todos los demás testimonios citados son realmente “monásticos” como Vd. podrá ver, aunque son de Benedictinos. Lo que me llamó la atención cuando leí las pruebas fue que toda esa vitalidad que está apareciendo en las nuevas fundaciones de todas partes es extra-Cisterciense. Hasta ahora su Orden no ha dado nuevos frutos. ¿Seguirá siendo yerma? Gracias por Examinatio en Collectanea Cisterciensia. El 1 de mayo salgo para Dahomey, en Togo, y otros países africanos, a fin de dar charlas y retiros en los monasterios. En Bouaké asistiré al encuentro de representantes de cuarenta monasterios africanos. Habrá siete de su Orden, pero ¿serán africanos, o sólo de estilo francés y uniformados como Trapenses? Ore por esto. THOMAS MERTON A JEAN LECLERCQ

2 de agosto de 1964

M e alegra que las cosas vayan adelante respecto a “Diaspora”, y especialmente me siento contento de que tenga un pequeño significado para el trabajo de renovación. Veo cada vez más lo necesaria que es esta

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renovación. A no ser que dispongamos de una auténtica reorientación muchos de nuestros jóvenes terminarán desanimándose y no conseguiremos nuevas vocaciones: las letras ya están sobre las paredes33: el mero deseo de disfrutar de una vida monástica bien organizada, y el esfuerzo por centralizarlo todo en el monasterio mediante la reducción de los Hermanos34 a una completa conformidad con el coro es una ilusión (bajo pretexto de darles algo, cuando se está eliminando una su auténtica vocación y su relativa libertad y flexibilidad que esto les permite); y cuando los monjes que han entregado ingenuamente su corazón a esta idea se den cuenta de que se les ha utilizado, serán momentos de considerable turbación. Lo que más necesitamos es la habilidad de crecer y de hacer algunas adaptaciones creativas que no pueden ser definidas de antemano. El gran peligro ahora parece ser que la gente está haciendo rígidas previsiones a la luz de situaciones que existieron y que tal vez ya no se den por más tiempo. Una cosa que ha sucedido aquí, algo absurdo que uno pudiera prever, y bastante al margen de la realidad. Uno de los padres y varios hermanos han elaborado y trabajado un nuevo sistemas de señas35, tan complejo como ninguno desde Ulric de Cluny [Abadía Benedictina de la Francia medieval], ¡e incluso van tan lejos como para incluir señas que de un modo bastante rudimentario llegan a conjugar verbos! Es decir, señas con alteraciones que modificasen las ideas según aludan éstas al pasado o al futuro, etc. La próxima será hacer señas en subjuntivo, imperativo y pluscuamperfecto, y sabe Dios qué cosas más. El autor de esta organización genial va ir a estudiar a Roma este año; quizá Vd. pueda iluminarle algo, pues está convencido de que esta idea irá adelante y será aceptada por toda la Orden, incluso a pesar de que yo le haya asegurado que el sistema de comunicación por señas está seriamente cuestionado. Y no quiero continuar más con este cotilleo. El P. Placide, de Marruecos, se detuvo aquí un día, aunque a toda prisa, cuando yo estaba en los bosques, y dijo que no tenía tiempo para esperar a que yo

33 Quizá se hace referencia a las palabras que aparecieron escritas sobre la pared en la estancia del Rey Baltasar, en el libro de Daniel... Daniel 5, 5 (N. del T.). 34 Se refiere a los “Hermanos Conversos”, y su situación tras los Decretos de Unificación propios de los Benedictinos y los Cistercienses. 35 Benedictinos y Cistercienses disponían desde los tiempos medievales de un sistema funcional de signos hechos con las manos que ayudaban al mantenimiento del silencio, y permitían una comunicación práctica y rudimentaria entre los monjes. Se han mantenido prácticamente hasta hoy, y aún se siguen utilizando en algunos monasterios.

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volviera; así, pues, no pude verlo. El P. Prior tuvo una buena charla con él. ¿Tiene Vd. algún ejemplar de su charla o artículo que se refiere al “monacato” de Molesme? Es muy importante para mí, pues estoy haciendo crónicas para Collectanea Cisterciensia en este terreno. Escribiré un resumen. Gracias por todo. El 23 de agosto de 1964, Leclercq escribió a Merton diciéndole que había oído al Abad General, Dom Ignace Gillet, que el controvertido artículo “El monje en la diáspora”, que había sido programado para aparecer en la revista Collectanea Cisterciensia, en francés, había sido publicado en otra revista. Apareció en la colección de ensayos de Merton Semillas de Destrucción, publicado en 1964 por Farrar, Straus36. THOMAS MERTON A JEAN LECLERCQ

28 de agosto de 1964

S iento mucho que haya tenido que sufrir varios problemas con el dichoso artículo “El monje en la diáspora”. Dom Ignace era más opuesto al tema de lo que yo me había imaginado; pero supongo que debería haberme dado cuenta de

que él podría haberse sentido insultado. Me parece que lo mejor es sencillamente hacer algunas pequeñas correcciones y enmiendas en el texto que ambos tenemos. Lo estoy haciendo ya y se las enviaré. Vd. puede hacer los cambios en el sentido que crea oportuno, con plena libertad. En cuanto a la parte del artículo que tiene Vd. y yo no, -es decir, lo relativo al principio y las últimas páginas acerca de los rusos-, puede Vd. hacer los cambios que quiera según las enmiendas que he hecho yo. En particular, reconozco que no fui muy claro sobre la palabra “diáspora”, que tiende a ser algo ambiguo, porque está en situación de “proceso”; pero me parece a mí que esto ya ciertamente existe en África, Asia, etc. Pero, de todos modos, quizá necesite suavizarse un poco. Veo que

36 Edición española: Semillas de destrucción, Ed. Pomaire, Barcelona 1966. Contiene una carta de Thomas Merton a modo de prefacio exclusivo para esa edición.

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al Abad General no le gustaron las camelias de Périgueux; pero las dejaré ahí. Creo que tienen su mensaje. Vienen con invisibles Magos de la diáspora. Dom Ignace también mencionó una posible nota introductoria de Vd. en la que podría explicar que los escritores anglosajones (yo soy más celta que anglosajón) tienen el don de la ironía incluso cuando son serios. No sé si Vd. piensa que podría hacerlo, pero quizá una nota de algún tipo podría preparar al lector timorato para un susto. Voy a escribir al P. Charles [Dumont, de Scourmont] sobre Collectanea Cisterciensia. Ya he escrito un pequeño artículo sobre el tema. Me parece que esta revista cumple una función muy necesaria, con la crónica, etc.; pero los artículos son a veces de desigual profundidad. Quizá lo mejor fuera conseguir más artículos de buenos escritores de fuera de la Orden mientras otros van aprendiendo cómo se deben hacer, pues pienso que sería una pena que la revista fuera suprimida. Monastic Studies tiene problemas en este país. Como todo se mantiene en secreto, o, al menos, con ambigüedad, no sé a ciencia cierta qué es lo que va a pasar, pero el futuro se presenta triste. No podemos contar aún con una revista americana en esta Orden. Y los Benedictinos todavía no ofrecen lo que se necesita. En octubre vamos a tener aquí una reunión de Abades. Yo tengo que hablar sobre la mentalidad de los jóvenes modernos y su capacidad de adaptarse a la vida monástica: o de la vida monástica para aceptarlos. Es un tema muy complejo, probablemente diferente en diferentes países. Creo que aquí a los jóvenes que son psicológicamente inseguros y están perdidos se les coloca ante una maquinaria ascética que fue diseñada para hombres de carácter recio y poderoso ego. El resultado no es demasiado bueno. Les abrumamos, en vez de intentar educarlos y desarrollarlos. ¿Tiene Vd. algunas ideas al respecto? Ciertamente que el recurso a la televisión y a la recreación37 (de tipo artificial) será peor que la enfermedad que se supone quiere curar. Hans Urs von Balthasar me ha enviado su Herrlichkeit, y es magnífico38. Estoy muy contento de tenerlo, aunque lo leo muy lentamente y no estoy muy suelto

37 “Recreación” = espacio de tiempo concedido para una reunión de ocio, conversación e intercambio, característico en algunos monasterios y Órdenes, generalmente en días especiales y festivos. 38 En una postdata de una carta sin fecha escrita desde Basle, Suiza, Leclercq escribe a Merton: “He pasado la tarde de ayer con H.U. von Balthasar, Munsterplatz 4, Basle. A propósito, él le mencionó a Vd. Le gustan sus escritos. Supongo que Vd. le conoce; es uno de los mejores pensadores de hoy. Le recomiendo que le envíe fotocopiados algunos ensayos suyos (Diáspora de Rahner, etc.) y algunos poemas (le gustan mucho), y él le enviará a Vd. lo que quiera de él. Ha traducido al alemán cosas de

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en alemán. Es muy buena teología y en todo perfecto para monjes, completamente sapiencial. THOMAS MERTON A JEAN LECLERCQ

28 de septiembre de 1964

Tengo muchas cosas que comentarle; pero esta tiene que ser una carta breve. Los Abades norteamericanos y los maestros de novicios se van a reunir aquí la semana próxima. Una buena idea; pero me parece que será más bien una

experiencia confusa y frustrante. Me gustaría que estuviera Vd. aquí para contribuir con un poco de luz y orientación. Parece ser que hay gran confusión y cierta animosidad sobre temas cómo si los sacerdotes deben renunciar a su misa privada y recibir la Comunión en la misa conventual, etc. Creo que nuestro mayor problema es el de los Hermanos. Aquí, en Gethsemani, los hermanos parecen darse cuenta de que ellos tienen una vida monástica mejor que el coro y están muy deseosos de preservar la relativa sencillez, libertad y espontaneidad de su vida. Algunos que pasaron de ser monjes de coro a ser Hermanos durante el noviciado están muy marcados por un gran sentido de autenticidad y paz espiritual de la vida de los Hermanos de aquí. En algunos monasterios de la Orden es todavía un problema y en algunos de ellos están aboliendo sin más a los Hermanos. Tengo al menos una vaga esperanza de que, de hecho, podríamos intentar enfrentar aquí la cuestión de la vida eremítica. Esto es muy confidencial; pero me siento muy contento al decir que en una reciente conversación con el Padre Abad éste se mostró muy abierto y comprensivo sobre este tema. Esto, me parece, es muy estimulante. Espero que sea posible hacer algo y planificar cosas, no sólo para mí sino también para otros. Si llegase a ser así, pienso que esto constituirá uno de los desarrollos más significativos y de más alcance del monacato americano. No comente todavía esto con nadie, por favor, ni siquiera con los monjes de Gethsemani que están en Roma. Pero lo que sí apreciaré mucho son sus oraciones. Por supuesto, si tuviera alguna ocasión de hablar confidencialmente con Dom Ignace respecto a estas cosas, le agradecería muchísimo la ayuda que me pudiera Vd. prestar. Mi idea

Claudel, Newman y Peguy)”. Más tarde von Balthasar tradujo al alemán y publicó una selección de los poemas de Merton titulados Grace’s House, que incluía el poema de Merton con el mismo título.

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es formar una comisión para la vida eremítica con Vd. como uno de los consejeros; también está interesado en el tema el Superior de Snowmass. Otro tema, incluso más importante cara al futuro, y todavía más confidencial, es que un jesuita de Japón que es un experto en Zen se ha mostrado muy deseoso de que yo vaya a Japón por unos pocos meses para encontrarme con monjes Zen y quizá participar en algunas de sus disciplinas39. Esto, me parece, sería extremadamente importante y fructífero, pero no estoy muy seguro de cómo lo considerarán finalmente el Padre Abad y Dom Ignace. Les he presentado la propuesta, y espero que la considerarán objetivamente y sin excesivo temor a tal “originalidad”. Realmente, este podría ser el tipo de pasos de renovación y desarrollo original que el Espíritu del Concilio pide tan urgentemente. Naturalmente, si el General y Vd. llegan a hablar de esto, quisiera que Vd. hablara libremente y dijera lo que opina. JEAN LECLERCQ A THOMAS MERTON

Clervaux 10 de octubre de 1964

Oro por su reunión de Abades y maestros de novicios. Adivino que habrá algo de confusión, pero eso es ya una buena cosa para empezar a “hablar” y consultar a los monjes, al menos en las personas de los maestros de novicios.

No me sorprende que la cuestión del eremitismo vaya progresando. Se nota en todas partes. Pido por su reunión. Aquí también las ideas siguen adelante. Debemos ser pacientes. Toda evolución requiere tiempo; pero debemos empezar alguna vez. Me siento muy contento sobre lo que Vd. pueda hacer relativo a los monjes Zen. No sé si tendré alguna oportunidad de hablar sobre esto. Estaré en Roma unos diez días (Via di Torre Rossa 21, Roma 6). Creo que las ideas de Balthasar se acercan mucho a una auténtica teología monástica. 39 El P. Henri Dumoulin, SJ, de la Universidad de Sofía, invitó a Merton a ir a Japón para estudiar Zen. Había escrito A History of Zen Buddhism, que Merton leyó ávidamente. Dom James rechazó tal permiso después de haber consultado al Abad General. [Un resumen compendiado de ese extenso estudio, publicado en dos volúmenes, ha visto la luz recientemente en español: Zen: Camino de iluminación en el Budismo, Ed. DDB, Bilbao 2002. N. del T.].

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Acabo de dar el retiro en Toumliline y ahora estoy aquí para una semana de charlas, después volveré a Roma para mi pequeña tarea de enseñanza en San Anselmo. Acabo de ser designado como miembro de la Comisión del Consilium Liturgicum para las lecturas patrísticas del Breviario. Espero que aparezcan en lenguas vernáculas. THOMAS MERTON A JEAN LECLERCQ

22 de octubre

M uchas gracias por su carta más reciente y las noticias que me da. Me parece bien que “El monje en la diáspora” aparezca en Collectanea Cisterciensia, excepto por el hecho de que, creo yo, la mayoría de los que en la Orden

estén interesados lo habrán leido ya, aunque quizá no en francés, y eso a los Abades de habla francesa quizás les desconcierte. Sin embargo, haga lo que mejor le parezca. Estaba pensando en redactar las notas de mi charla para la reunión de Abades y darles forma de artículo para que pudiera eventualmente aparecer en Collectanea, aunque quizá esto también pudiera desconcertar a muchos. Incluyo las notas. Resultan un poco ingenuas y muy simples tal y como están, pero podría matizarlas un poco, y añadiré unas pocas cosas más. El encuentro de Abades fue muy vivo y me parece que todos quedaron satisfechos, o al menos contentos, de que se hubiera celebrado. Fue también muy provechoso que los maestros de novicios estuvieran presentes, y creo que es muy importante para los maestros de novicios de nuestra Orden poder reunirse y compartir experiencias de otras casas. Desgraciadamente, parece ser que mi Padre Abad descarta dejarme viajar, e incluso insistió en que el único modo de que se pudiera celebrar un encuentro de maestros de novicios conmigo en él era que fuera celebrado aquí. Se opone igualmente a que se celebre otro encuentro, si eso supone que tengo que viajar a otro monasterio. En general los demás abades piensan que esto es muy divertido. Debo admitir que esto me parece realmente extraño, y no puedo decir que me siento muy halagado al ver que mi Abad da la impresión de que no se fía de mí. Sin embargo, si no viajo a otros monasterios de la Orden creo que podré arreglármelas para superar el chasco. Ese no es el deseo más profundo de mi corazón. Ya he visto un encuentro, y esto es suficiente para mis propias necesidades personales.

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Hubo bastante apertura a nivel general y gran sintonía entre los Abades cara a una “solución” sobre la cuestión de la soledad dentro de nuestra Orden. Al menos, una solución relativa en la que el concepto de soledad temporal sería admitido como algo muy adecuado para nosotros. Existe, a mi modo de ver, una preocupación razonable por el genuino ideal cenobítico, y yo personalmente estoy convencido como nadie de la importancia de la vida cenobítica, puesto que sin ella normalmente no puede haber base para una posterior soledad. El ermitaño será la excepción, el cenobita la normalidad, y es importante, a mi modo de ver, presentar la vocación a la soledad como una prolongación legítima y normal de lo que empezó en el cenobium, y la soledad temporal como una dimensión de la misma vida cenobítica. Entonces, esos rarísimos casos de vida eremítica total serán aceptados más adelante con menos dificultad. Mi propia soledad temporal se va dilatando poco a poco, de lo cual estoy contento. Su Otia [libro de Lelercq] llegó ayer y lo he comenzado a leer inmediatamente. Era justo lo que estaba esperando. Un libro espléndido. THOMAS MERTON A JEAN LECLERCQ El ensayo a que se refiere Merton en la carta que sigue es “The Case for a Renewal of Eremitism in the Monastic State”, que fue publicado más tarde en Contemplation in a World of Action (Doubleday, 1971).

2 de abril de 1965

D iscúlpeme por haber conservado durante tanto tiempo su ejemplar de la carta de San Pedro Damiano. Se lo devuelvo ya, junto con un par de ensayos nuevos. En uno de ellos, una mirada general no muy profunda sobre la vida

eremítica, he utilizado esa carta, así como otros artículos suyos, a los que me refiero en notas a pie de página. Si Vd. tiene alguna sugerencia u observaciones se las agradecería mucho. Fue escrito antes de que yo viera el excelente “votum” de Dom Winandy sobre el estatuto canónico de los ermitaños. Fue preparado para la reunión de los especialistas que se está celebrando en New Melleray. No me permitieron asistir, por supuesto, y aunque durante algún tiempo se habló de tener aquí esa reunión, tampoco se autorizó eso. He desistido ya de comentar esta clase de cosas, e incluso renuncio a pensar mucho en ellas. He pedido permiso para responder a la invitación de Godfrey Diekmann para ir a Collegeville con todos Vds. en agosto. Por

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supuesto que me dijeron que no. Espero que la reunión tenga éxito y sea provechosa. ¿Podría Vd. pasar por aquí o algo semejante durante el tiempo que esté en América? Me sentiría muy feliz al poder verle, aunque no hay nada especial en curso, excepto que tengo esperanzas de vivir permanentemente en soledad si el Capítulo General no pone grandes obstáculos. De momento estoy durmiendo en la ermita y con frecuencia paso la mayor parte del día allí, pero aún soy maestro de novicios. Así, pues, aún tengo que emplear mucho tiempo en el noviciado. El trabajo sobre el Concilio y monacato es necesariamente superficial, pues fue escrito para un volumen de estudios a imprimir en un colegio de Louisville. El P. Charles Dumont me tiene haciendo crónicas sobre monacato no cristiano, etc., y me pregunto si me podría Vd. prestar un artículo que escribió Vd. sobre monacato en el Islam, a fin de resumirlo. Hay otro estudio sobre monacato y peregrinación en el Islam que ha sido publicado en Marruecos y que espero me lo envíen desde Toumliline, a no ser que tenga Vd. una copia y me la pueda dejar. Le quedaría muy agradecido si Vd. pudiera facilitarme, al menos, su artículo para la crónica. Aunque nunca conseguí permiso para ir a Japón, estoy reuniendo muchos libros sobre Zen provenientes de diversas fuentes y esto me proporcionará un material muy importante. Esta carta le llevará a Vd. mis más cordiales deseos para Pascua, junto con mis oraciones. Ore también por mí y presente mis mejores recuerdos a todos aquellos hermanos míos que encuentre allá en Roma. JEAN LECLERCQ A THOMAS MERTON

Roma 9 de abril de 1965

Gracias por su carta y por las noticias, que no son de las mejores, excepto desde el punto de vista de la santidad. Lamentamos mucho no poder contar con Vd. en Collegeville. Sugerí que tuviéramos la reunión en Gethsemani.

Es un gran misterio en la Iglesia que el camino para que un hombre sea él mismo deba depender del Capítulo General. ¿Qué pensarían de esto san Benito y san

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Bernardo? Este es seguramente un caso semejante a aquel que Vd. describió en el artículo sobre el P. Perrin40. Dios lo sabe todo, y no hay que preocuparse de más. Por supuesto que sería de gran alegría para mí poder verlo en Gethsemani. Pasaré septiembre y octubre en los Estados Unidos, y creo que sería posible hacer una pasada por Louisville si Vds. me invitan. Estoy animando al P. Francis Derivaux [monje de Gethsemani que estudiaba en Roma] a que continúe trabajando en temas que dependen mucho de Vd. He aquí un caso en que se apreciaría muy bien su influencia. Pienso que esta nueva generación habrá de cargar con la tarea creativa de re-pensar la espiritualidad monástica. Ellos serán menos “aficionados” de lo que fuimos nosotros y establecerán mejores conexiones entre los conocimientos históricos y las nuevas tendencias filosóficas. Le he enviado por correo el volumen sobre monacato y peregrinación en el Islam, junto con un par de libros más sobre el Islam. En Briquebec me encontré con un monje profundamente comprometido con Cristo, interesado en el Islam, y que sabe muchísimo (aprendió árabe); pero los intereses de su monasterio parece ser están en Japón. Por supuesto, quédese con el ejemplar de Toumliline. Es solamente un bosquejo de un estudio más amplio para el que estoy recogiendo material. Quédese también con el ejemplar del volumen de Richter en el que le defiendo contra las críticas italianas. Lo reimprimiré en un volumen de ensayos. El 24 de abril partiré para un viaje de cuarenta y cinco días, que dedicaré a dar retiros y charlas en los monasterios de África. ¡Ore por mí! THOMAS MERTON A JEAN LECLERCQ

11 de mayo de 1965

Esta carta es para darle las gracias por los libros y los ejemplares de artículos, que llegaron sin novedad.

artículoPor encima de todo quiero darle las gracias por su generosa defensa en el en alemán. Estoy cayendo poco a poco en la cuenta de que debe haber

40 El P. Henri Perrin, SJ, fue un sacerdote obrero francés durante la II Guerra Mundial que pidió ir voluntario a Alemania. Finalmente dejó a los jesuitas y fue considerado como secularizado cuando murió en un misterioso accidente de automóvil. Merton había escrito un ensayo para una revista sobre la autobiografía del P. Perrin, Priest and worker, que él tituló “The Tragedy of Fr. Perrin”, que apareció en Continuum en 1965.

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habido más discusión y crítica sobre mí de lo que hubiera yo imaginado. Quizá da igual que yo no lo supiera, pero puedo imaginármelo. En todo caso, leer sus observaciones fue una experiencia saludable; en primer lugar porque la franqueza y bondad suyas al hacer causa de lo que en algunos lugares debe ser impopular me proporciona a mi cierto sentido de la caridad y preocupación de la Iglesia incluso por el último de sus hijos; pero, en todo caso, Vd. es conocido por defender causas impopulares [deseos eremíticos]. Actualmente, por supuesto, debe haber muchas formas de considerar este “caso”. En muchos aspectos mi vida y mi trabajo son ciertamente muy equívocos, y si alguien quisiera medirme con parámetros “normales” sería muy fácil descubrir que me faltan requisitos, como a cualquier otra persona, porque, a la larga, ¿cuáles son los parámetros normales, y quién los satisface, salvo superficialmente? Y, por supuesto, también yo soy un Geheimnis [misterio] incluso para mí mismo. Y he dejado de esperar cualquier otra cosa. Tampoco abrigo ninguna secreta esperanza de encontrar pleno sentido a mi existencia, que debe seguir siendo paradójica. Así, pues, a fin de cuentas, debo hacer lo que todo el mundo hace y acogerme a la misericordia de Dios y tratar, en la medida en que me sea posible, de no defraudarle en su amor por mí. Ciertamente, si tratase de agradar a todos, le defraudaría, y si lo que quiero es agradarle, inevitablemente debo desagradar a mucha gente seria y bienpensante. Continúo, pues, haciendo esto sin escrúpulos. Las contradicciones internas de le gente de Dom Calati41 son en cualquier caso más bien divertidas. Ellos son los ermitaños y monjes que se han precipitado a sí mismos con los brazos abiertos hacia el mundo. Ellos me denostan porque yo he rechazado hacerlo, y he intentado, en vez de eso, tratar de volverme al desierto. Aún más; la fuente real de sus objeciones y enfado es que, a fin de cuentas, la gente me escucha a mí antes que a ellos. Lo que, por otra parte, resulta bastante divertido. Y no pienso que yo esté completamente en contradicción conmigo mismo porque haya mantenido constantemente que un monje puede hablar desde el desierto, puesto que no hay otro lugar desde el cual éste pueda ser mejor oído. En fin, el noventa por ciento de lo que dicen son tonterías; pero me siento muy agradecido de la caridad cristiana y por los ánimos que Vd. me da, pues ciertamente hay momentos en que los puedo utilizar. 41 Dom Benedetto Calati, osb., Camaldulense, estuvo enseñando en San Anselmo en Roma por esos años, y criticó los escritos de Merton, especialmente los referentes a la vida solitaria. Leclercq, a su vez, salió en defensa de Merton. Véase The School of Charity. Calati tuvo más tarde un cambio cordial, debido, sin duda, a las intervenciones de Leclercq en defensa de Merton.

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Seguramente que Vd. sabe ya que Dom James está ahora en el Capítulo General. Respecto a invitarle a Vd. para que venga en septiembre (o cuando Vd. pueda) a dar un par de charlas a los novicios y juniores, no estoy todavía en posición de poder hacerlo oficialmente, pero estoy seguro de que (aunque no se sentirá muy feliz por ello) Dom James no me rechazará el permiso y apoyará mi invitación. La haré plenamente oficial cuando vuelva; así, pues, espero que Vd. pueda organizar su venida. Sería realmente muy útil para nosotros que viniera Vd., y por muchos motivos. Hay actualmente un proyecto más elaborado para el establecimiento de una ermita (respecto al cual el Abad se muestra frecuentemente muy amable, como si contemplase la posibilidad de un mandato de seis años para los Abades); será en un valle a unas cuatro millas de aquí. Una especie de “laura” [colonia de ermitas] podría establecerse allí, posiblemente. Todo esto es muy hermoso, y considerando la idea tal cual no tendría nada que objetar. Sin embargo, se presentan las siguientes consideraciones:

1. Los planes del Abad sobre esto son desconcertantes. Quiere que los ermitaños vivan allí en trailers42. ¿Se imagina Vd. el cuadro? Esto significa electrodomésticos relucientes para vivir con todas las comodidades posibles, etc., etc. No sólo me veo a mí mismo incapaz de aceptar esto, sino que mis amigos piensan que es muy divertido.

2. Tengo muy serias reservas sobre vivir en grupo con otras personas, incluso aunque sólo sean cuatro o cinco. Esto comporta diversos inconvenientes y significa menos soledad de la que desearía tener y tengo ahora cuando estoy en la ermita (que es ideal para mis propios propósitos).

3. Me temo muy mucho que esta “colonia” se volverá superorganizada y que, al fin, terminaremos encontrándonos allí con Dom James dirigiéndolo todo como una pequeña abadía y todo el mundo bajo su pulgar incapaz de moverse o respirar sin hacerlo del modo que a él le gustaría. Ya sé que es mi Abad, pero sigo temiéndome mucho que, sinceramente, nunca he sido capaz de tratar con él como con un “padre espiritual” y sería imposible que pudiera hacerlo sinceramente.

42 El texto inglés dice “trailers”. Lo hemos dejado tal cual, aunque la expresión más correcta sería, posiblemente, “caravanas” (“roulottes”). De hecho hemos visto en algunos monasterios americanos “ermitas” que son eso, caravanas o vagones un poco “acondicionados” (N. del T.).

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4. Mi sugerencia para él es que debería hacer su fundación en Noruega y concentrarse en eso durante el porvenir. Debería dejarme renunciar a los novicios y vivir todo el tiempo en la ermita, donde ya paso ahora parte del día. Que ponga una ermita provisional en el valle donde quiere su “colonia” y que deje a diferentes monjes ir allá por unos pocos días de vez en cuando para ver si les gusta. Más tarde, cuando todos tengan más experiencia, podemos pensar en algo más definitivo; y espero que esto no sea complicado.

Me pareció que debería ponerle al corriente de todo esto, mientras tenga la

posibilidad de hacerlo. Continúan los problemas en varias casas de la Orden en este país y tengo la sensación de que algunos de los más grandes todavía están por abordarse. JEAN LECLERCQ A THOMAS MERTON

Monasterio de la Ascensión, Togo. Octava de la Ascensión

29 de mayo de 1965

H e recibido su carta del 11 de mayo al llegar de Obout, el monasterio Trapense en el Camerún. Aquí estoy con los monjes y monjas Benedictinos; no encuentro palabras suficientes para contarle a Vd. cuán inmensamente estoy

disfrutando mi estancia en este país, con su frescura y simplicidad, su ritmo, su música, color, danza sagrada, encanto y poesía. Doy constantemente gracias al Señor. Por supuesto que no se trata solamente de un sentimiento estético. Lo que me gusta aquí es la gente, monjes y monjas africanos, casi todos ellos todavía jóvenes, postulantes, novicios, y algunos profesos. En Obout hay doce africanos, incluyendo el subprior, el maestro de novicios y su asistente, frente a seis europeos. Las vocaciones monásticas tienen motivaciones puras. “Seguir a Jesús”, “servir a Dios mejor”, “vivir en caridad”. Estoy encantado con ellos, tan sin complicaciones, y viendo que la gracia de Dios está trabajando en ellos. Trato de hablar su lenguaje, sin palabras abstractas, más imágenes que ideas: bíblicas, patrísticas, y lenguaje litúrgico. Escribiré mis impresiones. Quizá Vd. haya recibido ya el artículo en

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Irenikon, que Mount Saviour ha pedido ya para traducirlo en Monastic Studies, pues es “refrescante”, como dicen ellos. De hecho, los usos monásticos y las observancias son adaptados, incluso en los monasterios Trapenses. Aquí todo es en lengua vernácula, cosa que el Capítulo General todavía no ha permitido para su Orden en las fundaciones africanas y otras. El Superior de Obout acaba de volver del Capítulo General y me dio algunas buenas noticias: permiso para ermitas dentro de la clausura. La orientación es buena; pero la maquinaria administrativa es pesada y se mueve despacio. El futuro inmediato mostrará si su Orden es capaz de crear un nuevo monacato en África y renovar el antiguo en otras partes. En Obout he leído su Révolution noire [The Black Revolution]43 con cierto placer, aunque considero que algunas de sus alusiones al “colonialismo” están excesivamente simplificadas. Dese Vd. cuenta de que no favorezco el colonialismo, ni siquiera el colonialismo misionero; pero el estado de las cosas no es así de simple. Gracias por los ejemplares de los ensayos que Vd. me envió a Clervaux. Los leeré cuando vuelva a casa. [P.S.] Estoy disfrutando inmensamente mi estancia en el Priorato de San Mauro, Hangar, P.O. Songea, Tanzania, que es el único monasterio completamente africano. El Prior, P. Gregory Mwageni, fue estudiante mío en Roma hace dos años. Vd. es muy conocido aquí, como en todas partes. Me gustaría mucho que Vd. les pudiera enviar algunos de sus libros. La vida Trapense está floreciente en África, como en todas partes: factorías, plantaciones de té, lecherías, incluyendo unos pocos hombres de oración. THOMAS MERTON A JEAN LECLERCQ

5 de julio de 1965

M uchas gracias por los ejemplares sobre el monacato africano y por su carta desde Togo. Estoy convencido, por los dos, de que la pureza de la vida allí debe ser algo muy inspirador. Por supuesto, Dios los bendecirá a ellos más

que a otros países porque son mucho más pobres, mucho más dependientes de Él, más cercanos a la naturaleza que Él ha hecho. No quiero decir ahora que la

43 La Revolución negra, Estela, Barcelona 1965.

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tecnología tenga nada malo, pero, sin embargo, pienso que en las naciones grandes y prósperas los problemas del monacato serán más bien complejos. Para comenzar, me estoy convenciendo cada vez más de que la auténtica simplicidad, en lo más profundo del corazón, es casi imposible para un americano o un europeo. Ciertamente, éstos pueden ser subjetivamente sinceros y obrar con buena intención, pero el mero hecho de que procedan de una sociedad que divide al hombre desde el principio y lo llena de conflictos y dudas puede resultar muy significativo. Me impresiona mucho el hecho de que aquí aggiornamento44 ha significado duda. Y esto es quizá saludable, o más saludable que el viejo rígido rechazo a admitir incluso la posibilidad de que algo sea puesto en cuestión. Ahora que todo se pone sobre el tapete, y debería ser cuestionado, muchos se están dando cuenta que no hay nada en la vida monástica que consideren deba ser mantenido a ultranza. Si este es el caso, de acuerdo. No debemos tratar de persuadirles que están subjetivamente equivocados; pero todavía sigo pensando que aquí estamos demasiado dispuestos a pensar que, después de todo, podemos demostrarles que están equivocados haciendo algunos pequeños reajustes. En fin, hay una profunda desconfianza, y si esto lleva finalmente a los monjes a ser cristianos y a tener fe, entonces Dios será glorificado por ello. Estoy encantado de que su ensayo aparezca en Monastic Studies. Parece un relato de Casiano. Respecto a su visita: El P. Abad dice que en septiembre la mayor parte del tiempo la hospedería estará ocupada por sacerdotes diocesanos que vienen aquí de retiro y que no es buen momento para visitas; pero que la última semana de septiembre está bien, y por eso le transmito la invitación oficial para que venga y hable a los novicios a finales de septiembre y primeros de octubre, según le convenga. Veo que quiere Vd. una copia de Jubilee de octubre 64; escribiré a Ed Rice para que le envíe una. Ciertamente, me sorprendió que el Capítulo General oficial y públicamente admitiera que un Cisterciense pueda hacerse ermitaño sin colapsar la Orden. Parece, pues, definitivo que podré hacer esto, y de hecho estoy pasando la mayor parte de mi tiempo en la ermita; pero aún no se sabe cuándo el P. Abad me permitirá dejar el trabajo de maestro de novicios. 44 “Aggiornamento” (ponerse al día) = palabra italiana que surgió en el Vaticano II, difícil de traducir a otras lenguas (no lo ha sido); fue el esfuerzo de la Iglesia Católica por adaptarse a las exigencias del Vaticano II en el mundo moderno (N. del T.).

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JEAN LECLERCQ A THOMAS MERTON

Clervaux 10 de julio de 1965

Gracias, Padre, por su carta del 5 de julio y por su invitación para hablar a los novicios. Son la audiencia que me gusta, y seguramente saldré ganando en el contacto con ellos. Sería posible para mí estar en Kentucky la última semana

de septiembre o, mejor todavía, un poco más tarde, en octubre. ¿Sería posible que yo fuera en cualquier momento en la primera mitad de octubre? Con todo, se lo haré saber a su debido tiempo. Le enviaré el nuevo texto que he escrito tras mi segundo viaje africano. Sí, pienso igual que Vd., y he llegado a la conclusión que debe haber dos modos diferentes de vivir la evolución del monacato: uno para el viejo mundo, donde el monacato es antiguo, respetable y complicado para gente complicada; otro para África, y quizá otros lugares, para gente joven, fresca, simple y creativa. Por supuesto que me interesa mucho más el segundo grupo, al que pertenece el futuro. Pero debemos seguir amando al Viejo Mundo y ayudarlo a encontrar tanta sencillez de corazón como sea posible: debemos enseñar a los monjes a vivir sobre y más allá de los problemas. Los problemas no son para ser suprimidos, sino para ser afrontados. Nunca debemos ceder a la duda. Este será el test de las vocaciones auténticas y vigorosas. THOMAS MERTON A JEAN LECLERCQ

18 de septiembre de 1965

H e recibido permiso para retirarme a la ermita y he estado allí ya alrededor de un mes. La experiencia está saliendo muy bien. Bajo al monasterio una vez al día para la misa y una comida; el resto del tiempo estoy allí, solo, y más

adelante espero estar solo todo el tiempo. De momento parece ser que el P. Abad no está por la labor de dejarme decir misa allí. Por primera vez en veinticinco años siento que estoy llevando una auténtica vida “monástica”. Todo lo que he esperado encontrar en la soledad está realmente aquí, y más. Al mismo tiempo puedo ver que no se puede juguetear con la soledad como se hace con la vida en comunidad. La soledad requiere gran energía y atención; pero desde luego que sin una gracia constante sería completamente inútil esperar esas

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cosas. Así, pues, agradecería mucho sus oraciones. Después de todo es bueno tener este silencio y esta paz, y ser capaz de volver el unum necessarium [la única cosa necesaria]. Fue una pena que yo no pudiera ir a Collegeville. Hay quienes piensan que hay conflicto entre soledad y reuniones circunstanciales y excepcionales de ese tipo. Yo no opino lo mismo. Pienso que ambas cosas van juntas, y no soy del parecer que el ermitaño deba ser considerado superior a los demás y que no pueda enriquecerse escuchando humildemente lo que otros digan y así aprender de ellos. Pero el principio permanece, y, si Dios quiere soledad para mí, la aceptaré completamente según su querer. Si quiere que sea absoluta, está bien. Me alegro de todos modos de que a Vd. se le ocurra salir en mi defensa. Me siento avergonzado al no haber podido asistir, especialmente por esta implicación de “superioridad”, lo cual es una tontería. Gracias especialmente por sus ejemplares sobre la vida eremítica. Me hubiera gustado disponer de ellos cuando escribí mi artículo, que desde el punto de vista bibliográfico es muy incompleto. Tengo ganas de verle, aunque me imagino que el P. Abad pondrá un montón de dificultades puesto que “ahora soy un ermitaño y se supone que no debo ver gente”, etc. Está encantado con este razonamiento... De todos modos espero verle. Si es necesario, venga hasta la ermita; creo que Vd. sabe cómo encontrarla, y si no, alguien podrá indicárselo. Pero, normalmente, yo bajaré a verle a la hospedería. JEAN LECLERCQ A THOMAS MERTON

St. Joseph’s Abbey Spencer, Massachusetts 01562

18 de octubre de 1965

Le envío una copia de unos resúmenes para el P. John Eudes [Bamberger]45. Gracias de nuevo por su amabilidad. Haga el favor de darle mis mejores recuerdos a Dom James.

45 Monje de Gethsemani, discípulo de Merton, que más tarde sería Abad de Genesee (hasta 2001). Fue Secretario General de la Orden en el postconcilio, y actualmente es Superior en Ntra. Sra. de Filipinas.

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Todo fue bien en la reunión de Chicago, como después en Belleville con tres hermanos muy significativos; luego con Dom [Peter] Monard en North Carolina: un auténtico monje. Después fui a New Boston, donde, una vez más, encontré nuevas esperanzas: Cîteaux fue así en sus comienzos. Mount Saviour fue como ellos hace veinte años. Ahora, tras el éxito, la aprobación, la duda y la desaprobación, etc. Esta es una de las ventajas de conocer un poco la historia. Mañana daré una conferencia en el Seminario Episcopaliano de Cambridge, Mass. El Dean estableció el tema: ¡Monacato hoy! Después volaré hacia Regina Laudis, a Mount Saviour, Toronto, París, Roma. ¡Cuántas gracias debo dar a Dios por estos dos meses de viaje a los monasterios americanos, tan llenos de esperanzas y problemas! THOMAS MERTON A JEAN LECLERCQ

13 de noviembre de 1965

¡F eliz fiesta: es el día de los Santos de la Orden Benedictina, y estoy seguro de que Vd. tiene muchos amigos entre ellos, puesto que Vd. ha hecho muchísimo para darlos a conocer! Reconozco que yo también tengo muchos

amigos entre ellos. Tengo un artículo sobre el Concilio y los Religiosos, un poco desfasado, desgraciadamente, que saldrá en la revista Humanitas (de Brescia). Es una traducción de uno que apareció en New Blackfriars, pero lo estoy bajando de tono, pues pienso que el otro era un poco violento. La Constitución [conciliar] sobre los Religiosos parece muy buena, pero el discurso absurdo del Cardenal [John] Heenan sobre los “sacerdotes perezosos en los monasterios”, que no salen fuera y no ayudan a los sacerdotes en las parroquias, fue lamentable; a mí me parece que es un tipo raro. Gracias por los apuntes. El que trata del ayuno y no-violencia de las mujeres fue, en parte, una sorpresa. Yo participé de un modo muy moderado; pero como no sabía cuándo iban a ayunar ellas, yo me adelanté en septiembre. Obviamente no estuve diez días sin comida; no soy tan asceta. Me conformé con una semana normal de ayuno cuaresmal como se hace aquí. Estoy seguro que hicieron mucho bien; recibí una carta de ellas, y fue muy conmovedora. Pienso que esta fue una de las bellísimas cosas que acompañaron al Concilio.

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Como Vd. puede ver he recibido dos resúmenes desde Regina Laudis [monasterio de monjas Benedictinas en Connecticut]. Me dijeron que me enviaban un folleto, pero no lo he recibido, al menos hasta ahora. Gracias por su agradable visita a Gethsemani. Ha dejado muy buenos efectos aquí yme alegré mucho de verle; también hizo mucho bien en los demás monasterios americanos. Espero que el monacato en este país lleve a cabo sus todavía muy vivas posibilidades. THOMAS MERTON A JEAN LECLERCQ

7 de julio de 1966

Gracias por su excelente postal desde África. He enviado algunas fotocopias y libros a los monjes de Hangar, y espero que puedan sacar algo en limpio de ellos. Me encanta ser de utilidad, si puedo, y eso justifica mi miserable

existencia. Por el momento no es tan miserable y cada vez estoy echando más raíces en la soledad, hasta el punto de que la ermita es para mí el único modo de vida concebible. No proclamo que soy un ermitaño ideal, pues tampoco fui un cenobita ideal. Posiblemente causaré menos escándalos viviendo oculto en los bosques, y parece ser que todo apunta al hecho de que estoy en el lugar al que pertenezco. De todos modos, esta es una vida excelente. El tiempo cobra dimensiones completamente nuevas y uno realmente vive, incluso aunque parezca que no sucede nada en absoluto. La dirección es completamente vertical, y esto es lo que importa, aunque, al mismo tiempo, uno no sea consciente de ello. El P. Flavian [Burns] dispone de una ermita construida por él mismo y pienso que le irá bien en ella. Esto no significa, sin embargo, que Dom James se muestre completamente amigable con los ermitaños, pero, en cierta medida, los tolera. Después de cuatro meses de constante y arduo esfuerzo, he conseguido hacerme con un ejemplar de Worship de diciembre y abril; parece ser que ambos han sido prohibidos y quemados por estos alrededores; de todos modos aprecio mucho su artículo y el hecho de que Vd. me incluyera en esa letanía de pioneros monásticos. Me gusta mucho su artículo del último Collectanea Cisterciensia sobre el futuro papel de los contemplativos. De hecho es verdad que ya en los Estados

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Unidos el problema del ocio es crucial: cada vez hay menos trabajo para los jóvenes. Me temo que la solución para la mente de ciertas personas sea colocarlos en el ejército y enviarlos a Vietnam. Una respuesta contundente. Estoy dando ahora charlas a los jóvenes sobre tecnología, marxismo, etc., etc., y sus implicaciones para nosotros. JEAN LECLERCQ A THOMAS MERTON

Clervaux 14 de julio de 1966

Gracias por su carta del 7 de julio, que me he encontrado a mi vuelta de África y Madagascar. ¡Fue un viaje maravilloso! El artículo de Worship salió también en el número de junio de La Vie Spirituelle. Creo he recibido su carta anterior donde habla Vd. del ajetreo de Worship. Tengo planes de estar libre en los Estados Unidos alrededor de una semana: desde el 28 de agosto hasta la reunión del 7 al 11 de septiembre en el Spiritual Institute. Estaré intentando dar algunas charlas a fin de ganar un poco de dinero para los gastos de viaje. El P. Bernard [Haring] y yo hemos aceptado ganarnos nuestros pasajes como hombres pobres; pero puesto que tengo que volver a Roma el 12 de septiembre para la reunión de Superiores Africanos, no habrá mucho tiempo para andar por ahí sacando dinero. La Providencia nos ayudará, seguramente, como de costumbre. [P.S.] ¿Le he mencionado alguna vez el libro del P. Aelred Squire, un dominico inglés, antes anglicano, y ahora ermitaño (auténtico) no lejos de Clervaux? Pienso que quizá Vd. podría ayudarlo, recomendándole a algún editor y quizá escribirle un prólogo. Su carta [que incluyo] explica el caso con suficiente claridad. Yo he leído el manuscrito y lo encuentro lleno de erudición y encanto (cosas que frecuentemente no suelen ir juntas).

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THOMAS MERTON A JEAN LECLERCQ

21 de julio de 1966

Gracias por sus dos notas más recientes. Desde luego que haré lo que pueda para ayudar al P. Aelred Squire para que su libro sea atendido en New York. Lo mejor que puedo hacer es que sea leído con atención por varios editores.

Sin embargo, mi primera sugerencia es esta: Vd. mismo ha publicado ya en Farrar, Straus and Giroux, 19 Union Square West. Vd. pasará por New York dentro de unas pocas semanas. ¿Por qué no llama a Mr. Robert Giroux, uno de los directores y buen amigo mío, diciéndole que yo se lo recomiendo, y habla personalmente con él? Así tomaría interés y pienso que se tomaría las cosas con seriedad. Aunque por ahora no acepto escribir prefacios, quizá podría hacer una excepción en esta ocasión (por un “santo de la Orden”, etc., etc.). Si Farrar, Straus and Giroux no aceptase el libro, entonces yo podría intentarlo en Doubleday, otro gran editor. Espero que respondan los editores católicos de este país. Puesto que Vd. va a estar aquí, confío en que pueda concedernos un día. No puedo pedirlo oficialmente, pues el P. Abad está ausente; pero se lo mencionaré cuando vuelva la próxima semana, y si responde afirmativamente, entonces escribiremos “oficialmente”. Deje un día libre para nosotros si es que puede, hasta que tenga noticias mías. Estaré muy contento de poder verlo, como de costumbre. Estoy intentando, con sumo gusto, que envíen algunas cosas y libros a las monjas de Uganda. El verano ha sido bastante caluroso, pero no malo. Una cosa que echo de menos es que no puedo hacer mucho trabajo manual; tengo un brazo malo y mi espalda todavía está afectada por una operación que me hicieron en marzo. Me alegra oir que el P. Aelred Squire es ermitaño; no lo sabía. Espero que él ore por mí, y yo también lo haré. Me temo que me gusta mucho la vida solitaria y disfruto cada momento de ella. El único miedo que tengo es que el Abad pueda decidir que no estoy respondiendo a sus expectativas y me haga volver a la comunidad, aunque creo que no tiene ningún motivo para ello. Pero nunca se sabe. Últimamente se ha vuelto un poco negativo con los ermitaños. Quizá es que está teniendo demasiadas peticiones.

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JEAN LECLERCQ A THOMAS MERTON

Mananjary (Madagascar) 16 de agosto de 1966

A cabo de saber que aterrizaré en el aeropuerto de Louisville el 27 de agosto, sábado. Es tarde, pero no hay otra conexión antes desde New York. Esa misma mañana tendré ya dadas las dos últimas conferencias del retiro en el

monasterio de Parma. Si fuera posible recogerme en el aeropuerto a esa hora y llevarme a Gethsemani, eso sería estupendo. Si es muy tarde para recogerme en el aeropuerto, quizá Vd. pudiera dejarme un mensaje en la oficina de la American Aerlines y decirme cuando me recogerían para llevarme. Espero estar tres o cuatro días completos en Gethsemani, y también confío en que mi visita no interfiera con la del P. Haring. He recibido ahora su dirección en Estados Unidos: Dept. of Religion, Brown University, Providence, Rhode Island. Terminaré aquí con una visita a Sept Fonts, donde daré un par de charlas a la comunidad para la fiesta de san Bernardo, y después iré al monasterio de Torrechiara (Parma). Estoy cada vez más interesado en intentar integrar las nuevas tendencias de Cristología, estudios bíblicos, psicológicos, metafísicos, con la reflexión e interpretación de la espiritualidad monástica46. No es fácil; pero, a pesar de todo, es muy gratificante. Pasé un rato extraordinario con el P. [Henri] de Lubac hace unos pocos días cuando hablamos sobre todo esto. (¿Sabe Vd. que animó a su cohermano a trabajar sobre Teilhard de Chardin y san Bernardo?) Yo también he hecho algunos descubrimientos recientes sobre san Bernardo. No se trata de textos nuevos, sino de nuevas ideas. Sacaré gran provecho de esto cuando lo discuta con Vd. 46 De hecho, y a aprtir de ahora, Dom Leclercq comenzó una serie de estudios dentro de lo que se llamó “psicohistoria”, analizando la personalidad y relaciones de y con algunas grandes personalidades monásticas: su vida, las motivaciones de sus obras, etc. [San Bernardo, sus relaciones con las mujeres, la amistad de monjes y monjes en la vida monástica, el amor, las mujeres en la vida monástica, la amistad...] (N. del T.)

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THOMAS MERTON A JEAN LECLERCQ Leclercq había enviado a Merton un volumen titulado The Future of Western Spirituality, en el que defiende a Merton de los anteriores ataques de Dom Benedetto Calati, quien también fue profesor en el Colegio de San Anselmo, en Roma. Calati acusaba a Merton de estar fuera de la corriente principal del monacato occidental al cargar el acento sobre la vida contemplativa y la oración, así como su énfasis en la importancia del restablecimiento de la vida eremítica dentro de las Órdenes monásticas de Occidente.

18 de noviembre de 1966

A

yer llegó su Chances de la spiritualité occidentale [Oportunidades de la Espiritualidad Occidental47] y quiero darle vivamente las gracias por esto. Aunque he visto la mayoría de los artículos, de hecho todos ellos, de una

forma u otra, será un placer leerlos todos ellos. Pero, por supuesto, debo darle las gracias por las páginas 28-31, más claras para mí en francés de lo que fueron en alemán. Gracias por el coraje de defender a alguien con quien al parecer la mayoría no sabe qué hacer. Este es un elemento de mi soledad, pero no le guardo rencor por ofrecerme este tipo de agradable compañía. El desierto no es nunca absoluto, ¡o no debería serlo! En serio, es un consuelo, a fin de cuentas, verse uno parte de la Iglesia Católica y no excomulgado sin derecho de apelación, como Dom Benedetto Calati y otros parece ser quieren para mí. Muchas gracias por su caridad y, pienso yo, también por su objetividad. Esto me ayuda a evaluar mi propia vida y mi propia posición en la Iglesia. También le estoy muy agradecido al P. [Hans Urs] von Balthasar por su generosa Introducción, o más bien Postfacio, a la pequeña selección de mis poemas. La selección es buena, la traducción me parece que está muy bien hecha, y estoy muy contento con todo el libro. Con él y Vd. detrás de mí puedo

47 En 1967 la Editorial Sígueme, de Salamanca, en la colección “Hinneni”, publico dos volúmenes de Leclercq titulados Espiritualidad Occidental, que recogen varios trabajos del monje Benedictino; pero, que nosotros sepamos, quedó precisamente sin publicar, como estaba previsto, este volumen. (N. del T.).

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sentirme un poco más seguro; y no porque yo me haya caracterizado por falta de seguridad... quizá siempre he tenido demasiada. Reflexionando de nuevo sobre las críticas que me hacen: por supuesto que no tienen problemas en absoluto para encontrarme faltas, puesto que yo mismo las he manifestado públicamente. Y un argumento ad personam no es muy difícil de encontrar en estas circunstancias. Me gustaría, sin embargo, encontrarme con ellos en mi propio terreno. Que escriban diarios tan francos como los míos y veamos si pasan el test de la publicación. No temo este tipo de competición, porque sé que nunca se dará, y porque sé que no existe, al menos en el campo de estos amigables integristas. Sin embargo, he continuado elaborando una defensa, y otro volumen está ya camino hacia Vd., con sus faltas y quizá sus méritos. Confío a la caridad de mis amigos encontrar los méritos. El libro, Conjectures of a Guilty Bystander,48 sale hoy para Vd. Tengo un título alternativo para él: The Subjunctives of a Guilty Bartender [Los Subjuntivos de un Camarero culpable49]. Este ya no es un “diario espiritual”, pues no hay mucho en el libro que pueda ser considerado “espiritual”. Posiblemente provocará mayores comentarios. Quienes se sintieron molestos porque publiqué un diario espiritual (como Dom Sortais, que ya no está con nosotros para quejarse), se sentirán ahora más irritados porque este no es espiritual. En fin, como los niños en la plaza50. Jacques Maritain estuvo aquí en Octubre y fue una visita deliciosa. Ahora es realmente muy ermitaño, y su último libro ha aportado una voz eremítica a la armonía contemporánea (o desarmonía). Le Paysan de la Garonne es, pienso yo, muy bueno. Creo que le gustará a Vd. He tenido noticias de su amigo Dom Gregory, de Tanzania, y le escribiré muy pronto. También nos visitó un maestro Sufí de Argelia. Una persona de lo más excepcional. Fue como encontrarse con un Padre del 48 Conjeturas de un espectador culpable, Ed. Pomaire, Barcelona 1967. 49 Es difícil traducir el título; pero, por lo que se propone Merton en este libro, parece ser que lo que trataba de exponer era una serie de observaciones sobre el mundo vistas por alguien que esta inmerso en él y que no siempre se atreve a denunciar, o que las enjuicia siempre en “subjuntivo” (se podría, quizá fuera, si hubiera, podría haber sido, si yo fuera... frases propias de quien ve el problema pero no se implica, generalmente en él; conversaciones muy propias de un rato de barra de bar... y con el tono en el que el camarero suele mostrarse “cómplice” del cliente, haciendo a veces el papel de alcahuete..) (N. del T). 50 Seguramente aquí hace referencia Merton a las palabras de Jesús en el Evangelio: “¿A quién diré que se parece esta clase de gente? Se parece a unos niños sentados en la plaza que gritan a los otros: -Tocamos la flauta y no bailáis, cantamos lamentaciones y no hacéis duelo”, de Mt 11, 16-17 (N. del T.).

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Desierto o algún patriarca de la Biblia. Me invito a ir y hablar a sus discípulos en Argelia, pero le respondí que eso sería completamente imposible. Aunque, a decir verdad, estaría encantado de poder hablarles, y me gustaría conocer algunos monasterios en África. Pero me imagino que nunca me permitirán esto. No hay problema. Los bosques es todo lo que necesito. JEAN LECLERCQ A THOMAS MERTON

Clervaux 12 de diciembre de 1966

Gracias por los últimos ensayos que me envió. ¡Siga trabajando! La A.I.M. [Ayuda a la Implantación Monástica] está preparando unas jornadas para entre abril-julio. Iré a India, Vietnam (¡Sur!), Camboya, Formosa, y quizá

más tarde aún a ¿Hong Kong?, a aquellos monasterios cuyos Abades (Tilburg, etc.,) me han pedido que fuera. Pienso pasar la mayor parte del tiempo en Vietnam, concediendo la prioridad a los hermanos y hermanas de los monasterios de ese país: seis son de los Cistercienses de la Común Observancia. Cuando esté en India, posiblemente me encontraré con alguno de sus amigos. ¿Le dije a Vd. algo del pequeño monasterio Benedictino en Suecia (Karr, Sturefors), donde un grupo de hermanos y amigos míos están comenzado una experiencia de vida muy sencilla? Si pudiera enviarles Vd. algunos libros y papeles se lo agradecerían muchísimo, pues son muy pobres. Quizá habrá recibido ya mi pequeño St. Bernard. Tras mi artículo en Gregorianum, ha habido una campaña a favor del “sacerdocio contemplativo para los monjes”. Un artículo escrito contra mí ha inspirado un párrafo de una charla de nuestro buen Santo Padre Pablo VI. Algunas personas, que no dudan del derecho del Papa a manifestarse, se preguntan si los motivos invocados son válidos. No se trata de una cuestión de autoridad, sino que lo es más bien de historia y reflexión teológica. En conjunto, esto puede estimular nuevos intereses sobre el problema y provocar nuevas investigaciones, cuyos resultados pueden anticiparse. Pida para que me mantenga obediente y libre. [P.S.] Dé mis cordiales saludos a Dom James. Espero que todo se vaya desarrollando bien en Chile. ¡Me han pedido que escriba sobre la vida eremítica en la revista de la

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Sagrada Congregación de Religiosos! Haec mutatio dextera excelsi! [¡Se ha cambiado la diestra del Altísimo!] THOMAS MERTON A JEAN LECLERCQ

17 de febrero de 1967

D iscúlpeme la tardanza en responder a su carta anterior a la Navidad. Estuve desbordado por cartas en diciembre y apenas si me estoy recuperando; pero quiero que esta le llegue antes de que ingrese en el hospital la próxima

semana para una operación de poca importancia. Nada especial. Me parece estupendo lo que me dice de su viaje a Asia. Espero que vea Vd. a Dom Bede Griffiths, y le ruego le transmita mis mejores recuerdos. Estos días estoy escribiendo algo para Gandhi Marg, en New Delhi, pero seguro que Vd. no pasará por allí. Creo que he enviado algunos libros para su monasterio en Suecia. Estoy seguro de que lo hice, pero enviaré algunas cosas más para asegurarme. Por otra parte, una cosa es enviar libros desde aquí y otra muy diferente es recibirlos. Uno nunca sabe lo que pasa con el correo. Su “pequeño St. Bernard” es quizá uno de los más atractivos y con unas introducciones encantadoras. Pero lo que más me gusta es que me diga que va a escribir Vd. algo en la Revista de la Congregación sobre el eremistismo. Me agradó el número de la Lettre de Ligugé, pero pienso que ninguno de los ermitaños dijo realmente nada importante. De todos modos, estuvo bien y fue buena cosa y consoladora encontrar que otros coinciden bastante en el mismo pensar. Con Roma siendo como es, la renovación será siempre una lucha lenta. La totalidad de la autoridad está bastante fuera de juego y no favorece en nada una espontánea y auténtica renovación; pero debemos estar contentos porque las cosas van como van y no peor. Las ideas muertas continuarán un tiempo usurpando el lugar de las que pertenecen a la vida; pero no creo que esto realmente importe mucho, excepto que algunos monasterios, finalmente, habrán de ser cerrados. Quizá esto sea para mejor. Miraré a ver si podemos enviar algunos libros y papeles al monasterio sueco. Manténgame en sus oraciones: vamos todos a confiar en que podremos manejar las

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cosas de modo que seamos al mismo tiempo obedientes y libres. No es fácil. Pero Dios es fiel, y es mi única esperanza. JEAN LECLERCQ A THOMAS MERTON

Clervaux [Sin fecha, primavera de 1967]

Gracias por enviar los libros a Suecia. Vd. sabe que el correo ordinario es lento, especialmente en tiempo de Navidades; pero seguro que se lo harán saber en cuanto los reciban. Ahora tienen que hacer frente a un nuevo

problema: comienza a sentirse el desempleo en Suecia, y por eso ha cesado la inmigración. Los miembros de la comunidad no suecos no han podido ver renovados sus permisos de residencia; pero están en paz y confiados, y el Señor seguramente intervendrá. Dos Hermanos de la comunidad de Taizé están viviendo ahora en una fraternidad de la Virgen de los Pobres, en Kiluye, en el Lago Kivu, Ruanda. En la India me limitaré únicamente a los monasterios (Griffiths, Le Saux); pero cualquier nombre, dirección o recomendación que Vd. pusiera enviarme me resultará de gran utilidad. El artículo para la Revista de la Sagrada Congregación no debe ser en absoluto impactante, sino más bien muy suave, incluso dulce, con un poco de teatro... ya sabe, el estilo romano. Pero debemos empezar a mentalizar a la gente con la idea de que el eremitismo tiene derecho a existir legalmente y con libertad. Como ya le conté, probablemente no aceptarán mi artículo, porque yo estoy a favor de un eremitismo independiente, fuera de las agonizantes congregaciones eremíticas. Pero les diré que puedo publicarlo en cualquier otra parte. Varios de nosotros pensamos que algunos monasterios (quizá muchos) serán cerrados en los próximos diez o quince años, y habrá un nuevo comenzar desde cero. Tuve una larga conversación con los estudiantes de Monte Cistello51. Están bien orientados y el futuro les pertenece. 51 “Monte Cistello” = Colegio romano para los estudiantes de toda la Orden C. de la Estricta Observancia (Trapenses), edificado a modo de monasterio encima de la Abadía de Tre Fontane, en el EUR. Se cerró y se vendió a finales de 1980. Por él pasaron muchísimos de los estudiantes trapenses

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Volveré a Roma el 16 de marzo sólo para una charla en la Universidad Gregoriana sobre “El futuro del Monacato”. Los Jesuitas son más “clarividentes” sobre nuestros problemas de lo que son nuestros propios líderes. Quizá esto se deba a que ellos están libres de “nuestra tradición”. JEAN LECLERCQ A THOMAS MERTON

Vietnam 23 de mayo de 1967

M e siento muy contento de dejar este país, Vietnam, después de veintiséis días de enojo. No a causa de la guerra, que en el sur es muy agradable para mucha gente, especialmente los ricos (incluyendo, por supuesto, hombres

de iglesia, religiosos y monjes). Todos el mundo, excepto los pobres, saca provecho de la guerra. En las casas religiosas he encontrado excelente comida americana por todas partes; se están construyendo conventos y monasterios horrorosos y enormes. El dólar ha introducido una nueva religión en toda clase de círculos. Tuve muy pocos contactos con Budistas, Confucianos y Animistas, y miembros de otras confesiones religiosas, porque “Cristianismo”, como ellos dicen aquí, es una pequeña y rica minoría, cerrada en sí misma, en contacto únicamente con políticos y hombres de negocios. No tengo ni idea de lo que el Vietnam real piensa. No puedo hacerme la idea de lo que Dios sabe y de lo que está preparando para este país en el futuro más inmediato, sea cual fuere el resultado militar de la guerra. A pesar de todo parece ser que existe una gran fe entre los pobres, una fe muy sencilla que es o instintiva o personal. Posiblemente habrán matado gente, como lo han hecho con los Budistas, y probablemente entre ellos habrá un par de verdaderos mártires. Ayer, junto con un Padres de las Misiones Extranjeras de París, visité dos pueblecitos de gentes de montaña (indios asiáticos, como los indios americanos). A duras penas ningún sacerdote católico o vietnamita se preocupa de ellos, a pesar de que hay muchos sacerdotes aquí. Los únicos que se preocupan de ellos son los Protestantes (Evangelistas) y los misioneros franceses. Ubi es caritas [¿Dónde está la caridad?].

del postconcilio que acudieron a esa ciudad para completar sus estudios y obtener cualificaciones académicas en las Universidades eclesiásticas.

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JEAN LECLERCQ A THOMAS MERTON

Monasterio Benedictino de Thien An [Sin fecha, ¿mayo de 1967?]

Es una gran alegría para mi oír que sus libros, traducidos aquí, ofrecen en este país una buena idea de los Estados Unidos. Lo que compensa y redime la imagen dada de su país por otros americanos... Todos los novicios de este

monasterio han recibido un ejemplar de Semillas de contemplación. Todos ellos le dan las gracias a través mío. THOMAS MERTON A JEAN LECLERCQ

7 de junio de 1967

No sé si está Vd. aún en Filipinas o si está ya camino de regreso a Europa. Salgo a la caza de Vd. con esta carta porque en ningún lugar de la suya puedo encontrar la dirección de Thien En. En el sobre pone otra dirección,

Thien Hoa. No sé si es lo mismo, pero sospecho que no. Sin embargo, como es una comunidad benedictina tengo algunos libros para enviarles allí; pero esperaré mientras me confirman la dirección antes de escribir al P. Marie José y enviarle algunas fotocopias. Ciertamente que estuvo muy bien que en la traducción vietnamita de Los hombres no son islas se atrevieran a imprimir el Prefacio que yo había escrito (¡!) Estoy muy feliz. Pero esto no mejora la situación allí, y no sé si es bueno dar una buena impresión de los Estados Unidos, pues ¿puede hacerse sin una gran carga de ambigüedad? Siempre existe la posibilidad de que todo estalle en guerra mundial. No hay noticias especiales por aquí. El Capítulo general sigue su marcha. Sé que hay algunos Abades progresistas en la Orden, y debe haber alguna esperanza; pero aquí el sentimiento general es más bien de tranquila desesperación. Esto pasa

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porque realmente no estamos bien informados y todavía tenemos la impresión de ser manipulados “políticamente”. Diría que el espíritu de la comunidad está un poco en sordina después de unos meses de enfrentamientos sobre la renovación, lo cual ha demostrado que hay muchas buenas exposiciones e ideas pero pocas oportunidades de acciones reales. Sin embargo, sólo sé lo que oigo, y no estoy involucrado en todo eso. Donde estoy yo sigue habiendo una agradable posibilidad de hesychia [forma de oración de quietud] y eso es todo lo que pido, a fin de poder esperar al Señor en su venida, y estar atento. No escribiré más, pues no estoy seguro de si le llegará esta carta, excepto quizá a través de un buen rodeo por esos mundos. JEAN LECLERCQ A THOMAS MERTON

Vichy 29 de junio de 1967

Gracias por sus carta privada y circular [carta policopiada enviada a muchos amigos]. Volé de retorno desde Yakarta a Vichy, vía Singapur, Bangkok, Bombay, Karachi, Atenas, una vez concluida la guerra en Oriente Próximo.

No sabía ni que hubiera guerra. Me di cuenta únicamente cuando dijeron que no haríamos escala en El Cairo. Ahora, tras un breve descanso, estoy volando para ir a la Conference of Anglican Religious in Oxford. Después estaré en Clervaux durante seis o siete semanas. Luego iré a Mauritania, los Estados Unidos y Canadá. Desde luego que ahora dispongo de un buen dossier de textos, ideas e imágenes sobre monacato cristiano y no cristiano en Asia. No sé cuándo encontraré tiempo y la oportunidad de escribir algo. Mientras tanto le envío por correo mi diario del segundo mes de viaje, que incluye el espacio más largo relativo a Vietnam. Este diario está compuesto con las cartas escritas a mi Abad. En mi opinión, Vietnam no es una ocasión para una guerra mundial (hay muchas otras si realmente se quiere esa guerra), pero es un mal camino de ir a la guerra por parte de los Estados Unidos. Dese cuenta de que no estoy diciendo que la guerra sea mala: todas las guerras son malas, incluso las Cruzadas. Estoy de acuerdo con Vd. en lo que dice a propósito del Capítulo general. Mañana iré a Sept Fons y probablemente voy a oír más sobre eso. Pero no tengo mucha confianza. La cabeza es muy vieja, y el mecanismo demasiado perfecto. De todos modos, bastante sorprendentemente, aunque no me hago demasiadas

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esperanzas o ilusiones, me impresionó el buen trabajo realizado por vuestro Congreso de Abades: la próxima sesión podría convertirse en algo bueno. Nosotros llevamos la delantera. Vds. tienen más fervor, pero nosotros más cultura. Y la piedad no encuentra todo lo que necesita. THOMAS MERTON A JEAN LECLERCQ

2 de julio de 1967

M uchísimas gracias por el folleto sobre la pequeña y encantadora Abadía de St. Vincent de Chantelle. Le escribí a Vd. a Filipinas para preguntarle por la dirección correcta de los monjes de Viertnam a quienes hemos de enviar

los libros. Espero que la carta le alcanzara en alguna parte. Creo que no me envió Vd. la dirección, ¿o sí lo hizo? No estaba seguro de si era realmente la dirección que venía tachada en el sobre. He tenido noticias del P. Placide Deseille y quiero escribirle. Su nueva fundación [de rito oriental] me suena como una de las pocas esperanzas reales de renovación que han ocurrido entre los Cistercienses. El Capítulo general, por otra parte, parece que no tiene una orientación realmente seria. Pero no puedo juzgar por opiniones parciales. Espero que Vd. se encuentre bien. ¿Le veré más adelante en este año? He concluído un breve comentario al libro de Camus The Plague [La Plaga], para un editor protestante. Y estoy recensionando el libro de [Henri] de Lubac sobre Teilhard, que pienso pone los puntos sobre las íes y los trazos sobre las tes. Me pregunto si nuestro P. Gerard [Bryan] podrá ir muy lejos en el estudio sobre Teilhard y san Bernardo: sí y no; pero la Escuela de Chartres daría más posibilidades, ¿no cree Vd.? Con todo, no tengo intenciones de meterme yo en ese proyecto.

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THOMAS MERTON A JEAN LECLERCQ

18 de julio de 1967

A cabo de terminar de leer su colección de cartas sobre el viaje a Asia. ¡Vaya experiencia excepcional! Es un documento extraordinario y podría formar el núcleo de un libro interesantísimo. Espero que pueda sacarse algo más de

todo eso. ¿Por qué no elaborarlo todo en forma de libro, utilizando el material de las cartas como base para un desarrollo más amplio, mejor que utilizando sólo los detalles que recuerda de memoria? Y con un desarrollo mayor de sus ideas monásticas. Estoy seguro de que Bob Giroux, de Farrar, Straus and Giroux, estaría muy interesado. Ofreció Vd. una visión muy clara y contundente de los problemas de la Iglesia allí. Y me gustó mucho que la impresión que ofrecía del monacato fuera, en general, esperanzadora. También me sentiré muy contento si puedo ayudar en algo, por ejemplo enviando libros a quienes puedan utilizarlos. Manténgame informado y enviaré lo que pueda. La imagen que ofrece Vd. del Vietnam es más bien deprimente (aunque los monjes parece que están bien). Me alegra que venga Vd. a este país a finales de verano, y espero poder verlo. Fue muy reconfortante observar que todos los lugares en los que Vd. encontró muestras de vida y oración son lugares que tienen cierta relación remota con Cîteaux (como, por ejemplo, la fundación de La-Pierre-qui-Vire), y me siento muy contento de que los Trapenses de Indonesia estén bien. De Kurusimala tengo muy buenas y amplias noticias; pero me gusta más aprender de los otros. Respecto a la corrupción que la civilización americana está extendiendo por ahí, es cada vez más una razón de tristeza para mí. Uno siente esa corrupción incluso aquí, a pesar de todas las cosas buenas que aún hay el país y en este monasterio. Hasta hay un tufo de decadencia, no la decadencia de la vejez, el debilitamiento de algo pasado que fue fuerte, sino más bien una especie de gran cáncer generalizado que aparece como algo saludable, algo rico, floreciente, y con cierto aspecto de florecimiento y crecimiento, desarrollado más de lo normal, y falto de la más elemental inteligencia, y, sobre todo, de sabiduría vital. Aquí en el monasterio tenemos una sensación de ruptura y confrontación con lo más fútil, incluso en medio de grandes oportunidades. Se está introduciendo ahora un elaborado plan de diálogo mediante el cual la comunidad será dividida en grupos, al estilo de células comunistas, en el que cada uno discutirá cómo discutir, y cuando hayan terminado se discutirán posibles cambios: entonces esos cambios se aplazarán

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indefinidamente, en nombre de la “discusión”. Llevará tiempo organizar esos grupos y asegurarse de que están debidamente mentalizados, que tengan la suficiente apertura mental, etc. Mi vida va bien. Finalmente he obtenido permiso para decir misa en la ermita, aunque ocasionalmente lo hago en el monasterio y a veces concelebro. Espero que venga Vd. por aquí. Hágamelo saber y le enviaré la invitación “oficial”. Me gustaría que conociera, si es posible, a una mujer teóloga [Rosemary Ruether], quien tiene unas ideas muy densas sobre cómo el monacato “ha perdido su alma” (es una escatologista radical y trabaja con población negra); sería ineteresantísimo que pudiéramos tener una breve discusión sobre todo esto. Ella espera estar aquí alrededor de finales de agosto. JEAN LECLERCQ A THOMAS MERTON

Clervaux 20 de julio de 1967

A cabo de regresar de una Conferencia sobre Liturgia Monástica, en Orval: cien monjes y monjas de clausura, Benedictinos y Cistercienses. La totalidad de los Oficios y la Misa (incluyendo el Canon, con permiso) fueron en lengua

vernácula. ¡Qué belleza! Hubo un himno maravilloso de Patrice de La Tour du Pin, con una melodía perfecta. Tuve que refugiarme en la tribuna, y así no anduve danzando por el coro. En la tribuna pude estar completamente de incógnito, visto sólo por Dios. El Abad de Timadeuc estuvo allí. Yo hablé sobre la dialéctica ley-profetismo en el Antiguo testamento, en Cristo, en la Iglesia: de la necesidad que hay de una “Comisión de Liturgia” que haga leyes y busque gente que mire al futuro. Antes de eso, estuve en el Congreso de Religiosos Anglicanos [Conference of Anglican Religious] de Oxford, donde di una conferencia. Estuvimos en el salón neogótico de la Christ Church: me vestí, en la medida de lo posible, con ropa de paisano, y fui presentado por un Obispo anglicano vestido completamente de morado. Traté de sacudir un poco a esta gente cómodamente medieval, que parecen no darse cuenta de que las calles más allá de sus paredes no son las mismas que cuando les conocí hace cinco años. Me dirijo hacia una nueva fundación, Rorchinard, en Vercors, Francia, que he estado siguiendo desde hace veinte años y de la cual procede Erbach. El Abad de St.

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Wandrille piensa que ya es tiempo de concederles la autonomía y me ha pedido que vaya a verlos. Orval está preparando una fundación. En mi viaje de vuelta les mostraré mis diapositivas sobre el monacato asiático (Budistas, incluyendo Zen, Cristianos y Cistercienses), a fin de que se hagan una idea. Pregunté al Abad de Timadeuc sobre el P. Placide Deseille. Su impresión fue buena. Tengo confianza en él. Otra cosa excelente promovida por un Trapense que está fuera de la Orden, pero con la ayuda de su Abad hasta donde es posible, es el ashram de Francis Mahieu52, de Scourmont,en colaboración con Bede Griffits. JEAN LECLERCQ A THOMAS MERTON

Clervaux 8 de agosto de 1967

A ntes que nada quiero darle las gracias por su amable juicio sobre mis cartas desde Asia. Estoy pensando que durante mis vuelos sobre Estados Unidos el próximo mes puedo escribir mis impresiones sobre el monacato asiático.

Vamos a ver cuál es el resultado. Las últimas noticias que tengo del ashram de Kurusimala es que se están preparando para hacer una fundación en uno o dos años. La Conferencia Episcopal les ha pedido que preparen un nuevo rito indio. Esto es importante. En cuanto a lo de América en Asia, no debemos olvidar que, para ellos, los EE.UU. son igual a Occidente, e igual a Cristianismo 52 Monje trapense que marchó a la India, como se dice, y que tras muchos años de vida monástica en la India, mantuvo frecuentes contactos con su Orden; finalmente el ashram, Kurusimala, fue aceptado e incorporado a la OCSO por el Capítulo General; el P. Francis fue nombrado Abad, y hace poco falleció, habiendo recibido el reconocimiento a su gran labor y búsqueda espiritual (N. del T.).

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JEAN LECLERCQ A THOMAS MERTON

Clervaux 29 de agosto de 1967

Gracias por su carta del 19 de agosto. Mantengo la fecha fijada del fin de semana 9-10 de septiembre, a no ser que me diga Vd. lo contrario mientras esté en Mount-Saviour entre el 4 y el 9 del mismo mes. Puedo quedarme

hasta el 11 si Vds. lo desean. Al llegar quiero entrevistarme con la M. Adele Fiske, que estuvo en India al mismo tiempo que yo, pero ella se quedó más tiempo y fue a los países del norte, donde hay más monjes hindúes. Queremos confrontar nuestros datos. Estoy seguro de que aprenderé mucho de ella. Gracias también por el artículo sobre la soledad. Hasta la Congregación de Religiosos publicó dos artículos este año en su revista Vita Religiosa sobre la vida eremítica. Uno de los artículos era mío. Pensaba que no lo aceptarían, porque ahora quieren controlarlo todo, y escribí a favor de los ermitaños no organizados en congregaciones. Mientras tanto tuve ocasión de encontrarme con el nuevo secretario de la Congregación, Mons. [Antonio] Mauro, que estuvo muy agradable. Teniendo menos ideas personales que Mons. [Paul] Philippe, creo que puede ser mejor secretario y mantenerse dentro de sus límites. El número 4 de Rythmes du Monde de 1964, salió finalmente. Está dedicado a la Reunión de Superiores Africanos habida en Roma el año pasado. Hay un excelente trabajo del Abad André Louf sobre el futuro del derecho canónico monástico. Me alegro de que el material sobre Vietnam esté bien. Me temo que llevo razón. JEAN LECLERCQ A THOMAS MERTON En agosto de 1967 el Papa Pablo VI pidió que Merton escribiera un “mensaje de los Contemplativos” para ser presentado al Sínodo de los Obispos en agosto de ese mismo año. Este mensaje cargaba el acento en la importancia de la dimensión contemplativa de la Iglesia en el mundo de hoy. Una vez aceptada la idea, el

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“Mensaje” resultó un trabajo conjunto de Merton, otro monje Cisterciense, Dom André Louf, y Dom J.B. Porion, Procurador General de los Cartujos.

Carmelo de Reposoir 28 de octubre de 1967

A cabo de comentar el “Mensaje a los Contemplativos” para el Sínodo en este maravilloso Carmelo de nombre tan hermoso (una antigua Cartuja), cuando el P. Reginald Gregoire me enseñó su carta. Probablemente tendré alguna

oportunidad de comentar algunas cosas de L’actualité contemplative en alguna revista. Me gustaría mencionar discretamente su contribución a este mensaje. ¿Qué paralelismos con sus libros me puede Vd. sugerir? ¿O qué otras ideas tiene Vd. a mano? Ayúdeme. [P.S.] A propósito; miré y leí en Collectanea Cisterciensia, 67, 3, sus recensiones sobre Zen. ¿Sabe Vd. que la A.I.M. está preparando un Congreso de Superiores Monásticos en Bangkok, al que espero serán invitados monjes y monjas Hindúes y Budistas. He escrito un informe, inspirándome en mis cartas, que le enviaré para que me dé su opinión. En New York me encontraré con la M. Adele Fiske, que acaba de llegar de Asia, y con John Moffit. THOMAS MERTON A JEAN LECLERCQ

10 de noviembre de 1967

D iscúlpeme por mi largo silencio. He estado hasta las orejas con cartas, etc., y estoy desbordado. Sentí mucho que Dom James dijo que Vd. le había escrito diciéndole que Vd. estaba enfermo y necesitaba una operación. Espero que

Vd. esté mejor. Es una pena que no pudiera venir a este país. Pero espero que le podremos ver la próxima vez. Gracias por su interés en el “Mensaje de los Contemplativos”. Pienso que ha caído completamente de plano. No he oído nada absolutamente al respecto. Le envío una copia del borrador tal como lo escribí cuando me pidieron hacerlo. También le mando otra cosa que escribí después. Y otro par de cosillas; no sé qué libros míos podrían corresponder a lo que se dice en el mensaje, excepto algunas ideas recogidas

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de todo lo que he escrito. Sin embargo, creo que en Nuevas semillas de Contemplación (que corrige los errores de perspectiva de la primera versión) digo muchas cosas que he tratado de expresar. También vea El hombre nuevo. Hay cosas de Ascenso a la verdad; pero ése fue, desde mi punto de vista, un libro “no natural”; trataba de mostrarme académico, teólogo o algo similar, y yo no soy eso. Por el momento escribo cada vez más poesía y estudios que tratan de las religiones primitivas. Estoy muy interesado en saber cosas del gran encuentro en Asia. En cierto sentido me gustaría estar allí. Todavía estoy elaborando cierta decisión interior sobre esta cuestión, caso de que pueda necesitarla más adelante. Dom James está en trance de dimisión -¡con inmensa satisfacción de todo el mundo!- y parece ser que el próximo abad será mucho más liberal con relación a salir a dar conferencias y cosas por el estilo. He tenido numerosas invitaciones que he tenido que rechazar, y mi decisión es que mientras sea un ermitaño debo seguir haciéndolo. Esto es como decir que no apareceré más en público o semipúblicamente, de ningún modo. ¿Piensa Vd. que esta es una buena decisión para mí? Creo que lo mejor es estar al margen de toda esa corriente de cosas y preocuparme de mis propias cosas. Eso supondrá, ciertamente, que aprenderé menos cosas y estaré menos informado; pero pienso que mi parte consiste en comprometerme en otras cosas y hacer mi propio trabajo, muy al margen de lo que puedan hacer otros. En otras palabras, Dom James ha triunfado con su política de aislamiento y no me veré envuelto en asuntos monásticos. Parece ser que su gran temor con relación a mí ha sido siempre el que yo pudiera ir recorriendo monasterios expresando y soltando ideas “peligrosas”. Me parece que ahora, sin embargo, mis “peligrosas” ideas no son necesarias y están, incluso, un poco pasadas de moda. ¡Manténgase bien, en paz y alegría! Le recuerdo en mis oraciones. Ore por mí. Y por todos los de aquí, a medida que nos acercamos a un punto decisivo. JEAN LECLERCQ A THOMAS MERTON

Vanves (Seine), Francia 30 de diciembre de 1967

Gracias por los papeles que me envió. Di el sobre a un cohermano que había oído en Roma que Vd. había dejado el sacerdocio y que me preguntó en qué se había transformado Vd. Así podrá ver dónde está Vd.

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Ha venido a St. André, en Brujas, para preparar el encuentro de la A.I.M. en Bangkok, en el 68. Preparamos el programa, elegimos a los peritos [observadores] que podrían ser invitados o contactados. Sugerí que le invitáramos, y todo el mundo estuvo encantado. Vd. o (y) su Abad recibirán una carta al respecto. El encuentro ha sido pospuesto hasta el próximo diciembre por varias razones; y será cuidadosamente preparado. Pienso que si Vd. debiera ir al lugar más adecuado, es este precisamente. El encuentro será completamente monástico (OCSO y OCIST) y centrado en el encuentro de Cristianismo, Hinduísmo y Budismo. Conseguí esto, a fin de que el encuentro no fuera una reunión de tipo organizativo, o sobre problemas prácticos, o de contactos intelectuales; será, antes que nada, una experiencia espiritual con cierto nivel de intercambio entre varias religiones. Pienso que la cosa saldrá bien. Por supuesto que su presencia real sería un signo y una gran ayuda. ¿Puede Vd. imaginarse que he sido designado para una comisión de diez miembros a fin de preparar un documento papal sobre “la vida contemplativa y la clausura de las monjas”? ¿No es revelador que estas dos realidades estén asociadas? Hay mucho que hacer. Es más una cuestión de táctica que de ideas. No hay ninguna monja en la comisión. Ore por nosotros y por ellas. Los hermanos de Belleville [comunidad experimental en Illinois] han sido visitados por el General, que quedó muy bien impresionado; pero ellos quieren mantener firmemente el carácter laico de su comunidad. ¿El ministerio sacerdotal prepara a uno para ser Superior? Me encontré con Dom André Louf y otros que me contaron la historia del “Mensaje a los Contemplativos”. Estoy muy interesado por su artículo sobre el Hermano Pascal [en Jubilee], a quien encontré en Grandselve [Abadía de Francia] justo antes de que partiera, y estuvimos hablando. Luego él me escribió, y le recomendé a un Obispo justo antes de que muriera. Triste caso de a lo que puede llevar el sistema de los hermanos Conversos. Todos sus papeles sobre la renovación y apertura son excelentes. Balthasar quiere publicar un volumen en alemán con mis artículos monásticos. Ore por mí. Saludos para su nuevo Abad, quienquiera que sea. THOMAS MERTON A JEAN LECLERCQ

14 de enero de 1968

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Annuntio tibi gaudium magnum: habemus abbatem [Te anuncio una gran alegría: tenemos Abad]. Esperé a la elección antes de responder a su carta. El P. Flavian [Burns] es nuestro nuevo Abad. Ciertamente es la mejor persona

que tenemos para este trabajo de momento. También es ciertamente quien mejor comprenderá el encuentro de la A.I.M., y pienso que eventualmente me permitirá asistir. Estoy de lo más deseoso por asistir a la reunión y creo que será muy fructífero. Estoy completamente convencido de que es muy importante para mí conocer a monjes de Oriente y también visitar alguno de nuestros monasterios Cristianos de por allá. Pido para que esto se pueda realizar, ¡aunque me temo que Tailandia estará en guerra para diciembre! Aunque no estoy seguro. Siempre existe la esperanza de que una tenue luz de sensatez brille sobre Washington. La elección sólo fue ayer y el Abad aún no ha sido confirmado; pero supongo que ya lo estará cuando envíe esta carta por correo. Tan pronto como tenga ocasión de hablar sobre el asunto con Dom Flavian le haré la siguiente propuesta: que se me permita hacer un discreto y provechoso viaje monástico cada año, durante un mes o seis semanas, visitando monasterios de otras religiones y tradiciones, y algunos de los nuestros. Éste a la conferencia de la A.I.M. podría ser el correspondiente a 1968. ¿Qué opina Vd.? Tales viajes serían mantenidos siempre con discreción y no habría en ellos charlas “públicas” ni nada semejante. Pienso que esto sería algo muy necesario en el estado actual de mi vocación. ¿No cree Vd.? No pienso sólo en mí mismo, sino también en otros, pues este compartir es esencial. Si Vd. está de acuerdo, quizá pueda mencionarle esto a mi Abad. Desde luego que mantengo mis oraciones por su comisión papal para el documento. ¿Ha visto Vd. la correspondencia reciente en el N.C.R. [National Catholic Reporter]? Les puedo enviar copias si no las tienen. Seguramente que alguien las ha enviado todas, el artículo de Colma McCarthy y las diferentes respuestas de los Cistercienses. Pienso enviar una copia, de todos modos, puesto que dispongo de ella. JEAN LECLERCQ A THOMAS MERTON

21 de enero de 1968

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Gracias por las buenas noticias. Y respecto al forum contemplativo, he oído algo pero no he leído nada. Comprendo ahora por qué hace unos pocos días un periodista del Time me hizo una entrevista durante dos horas para un

artículo a publicar esta semana; el tema era “la crisis de las Órdenes contemplativas”. Interrogó a tres personas en Roma, incluido un Trapense. Al final le pregunté le pregunté si lo que yo había dicho coincidía con lo que habían dicho los otros dos. Me respondió que sí, excepto que el Trapense no mencionó que algunos monjes habían dejado la Orden. Por supuesto que estaba bien enterado: N.C.R. había dado las cifras. ¡Oh verdad! Estoy de acuerdo con el monachus (=abbas) indignans [que respondía en N.C.R.] que la responsabilidad está en Roma, pero no (sólo) en el Vaticano. Esta ha sido también la preocupación, y todavía lo es, de todos los Abades; pero basta de eso por el momento. Le incluyo una invitación para Vd. para Bangkok, dirigida a Dom Flavian. Explíquesela a él. El Abad [Marie] de Floris, Presidente de la A.I.M., vendrá a Roma al final de enero para contactar con Propaganda [Fide], el Secretariado para los no Cristianos, y el Abad Primado. Le enviaré una invitación formal con el programa, etc., cuando los reciba. Uno de los problemas es que nuestros medios económicos son limitados, y no podemos hacernos cargo de mucha gente. ¿Supongo que Vd. considerará el pagarse el viaje, o conseguir una ayuda, o algunos ingresos conseguidos por un par de charlas dadas en Tokyo o en cualquier otra parte? Mi plan es ir a Bangkok por los Estados Unidos y Japón y contactar con algunos monjes Zen. ¿No sería maravillosos coincidir allí con Vd? A propósito, ¿tiene Vd. idea de alguna posibilidad de que yo también consiga algún tipo de ayuda para este viaje de contactos con el monacato asiático? En mi viaje de regreso me detendré en Ceilán, donde hay unas pocas hermanas Benedictinas y está lleno de monjes Budistas. Las monjas fueron fundadas por la valiente e inteligente Madre Dore, la que le criticó a Vd. ¿Le dije que me encontré con ella recientemente en Cerdeña? Le dije que su artículo, el de ella, era “un chef-d’oeuvre de méchanceté féminine” [una obra maestra de malicia femenina]. Hablamos de Vd. Es una buena mujer. En veinticinco años ha hecho fundaciones en Nigeria, Argentina, Ceylán, y en dos lugares de Cerdeña. Por supuesto que este viaje será para Vd. ocasión de poder abrir y estimular mentes y corazones en Japón, Indonesia y otras partes. Creo que los Trapenses japoneses tienen particular necesidad de “desoccidentalización”.

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Un joven sacerdote de Ceylán me trajo ayer su tesis sobre “Comparación de la separación del mundo entre Budismo y Cristianismo”. Buen trabajo hecho por un buen chico. En abril o mayo de 1969 tendrá lugar el tercer encuentro (uno cada tres años) de monjes africanos; probablemente esta vez será en África Oriental (Kenya u otra parte). ¿No podría ser éste su segundo round? Dé mis mejores recuerdos a Dom James. Él siempre ha sido amable, comprensivo y generoso conmigo, aunque no siempre ha sido fácil relacionarme con él. Cuando yo me haga ermitaño, me pondré bajo su guía espiritual. [P.S.] Considerando la situación general del monacato y las relaciones interreligiosas hoy, pienso que Vd. ya ha sido bastante apartado de todo ello y la Iglesia le necesita a Vd. para progresar y que pueda compartir su experiencia con otros, no sólo escribiendo. Su propia personalidad (y algunos dicen lo mismo de mí, pero, por supuesto, yo no soy un gigante) es un testimonio de libertad en Cristo, y esto debe ser mostrado. THOMAS MERTON A JEAN LECLERCQ

30 de enero de 1968

M uchas gracias por su carta del 21 de enero sobre el encuentro de Bangkok. He hablado de esto con el nuevo Abad, Dom Flavian. Hasta ahora no hemos acabado con el tema. Dom Flavian está muy abierto la propuesta,

pero no cree que tenga total autoridad para permitirme realizar este viaje. No hay problema de dinero, pero tiene un poco de miedo a las eventuales reacciones en Monte Cistello. Sin embargo, me ha manifestado abiertamente que si alguien encontrara razones convincentes para avalar la cuestión, daría de buena gana su consentimiento. En otras palabras, quizá el Secretariado podría dejar claro al Abad general que este viaje es importante y perfectamente “monástico”. ¿Participan los Cistercienses de la Común Observancia? Esto simplificaría también las cosas, especialmente si hay más gente comprometida.

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Aquí hay gente que podría resultar de utilidad: el Arzobispo de Louisville. Quizá el Abad de Floris (o Vd. mismo para este asunto) podría escribir al Arzobismo sugiriéndole a nuestro Abad la importancia de todo esto. O al Abad General, o a alguien en Roma. Pienso también que, quizá, el Cardenal [Egidio] Vagnozzi, aunque es un poco conservador, apoyará todo esto, puesto que tiene mucho interés en las religiones de Asia y parece aprueba mi propio trabajo en esa dirección, como manifestó cuando estuvo aquí. A propósito de conseguir fondos: estoy seguro de que la Fundación Ford financiará de buena gana alguno de sus proyectos; pero no conozco su dirección y no sé mucho de cómo obtener su dinero, pues nunca he solicitado nada. Sugiero que la próxima vez que venga tratemos la cuestión con algunos amigos de Louisville. O yo podría recomendarle a algunos de ellos, si Vd. prefiere. Hágamelo saber. Me pregunto si realmente Tailandia estará también en guerra para el próximo diciembre. Por supuesto que esto no aportaría muchas diferencias para la reunión, a no ser que se trate de una escala para la guerra con China, etc. Espero que pueda participar con Vd. en esa reunión, y me gustaría volar hacía allá con Vd. vía Japón. Por supuesto que también me gustaría mucho participar en la reunión de África. Es necesario que finalmente vaya enterándome un poco de lo que sucede por ahí, y la asistencia a esas reuniones es un medio esencial de obtener información fidedigna. Muchas gracias por sus esfuerzos para ayudarme. Espero que Dom Flavian encuentre los medios para respaldar todo esto. JEAN LECLERCQ A THOMAS MERTON

Clervaux 2 de febrero de 1968

Gracias por su carta, que he recibido hoy. Se la he leído al Abad de Floris, que me trajo el programa, el cual puedo ya enviárselo hoy mismo. Pienso que escribirá a Dom Flavian. Hoy nos encontraremos con gente de Propaganda

Fide y mañana con la del Secretariado para las Religiones no Cristianas. Por supuesto que en la reunión de Bangkok habrá miembros de la Orden Cisterciense. El Superior de Rawa Seneng [monasterio Trapense de Indonesia] fue

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uno de los más interesados en el proyecto. Esperamos que haya Trapenses de Japón, Hong Kong, etc. La contribución de los Trapenses es absolutamente esencial. Comprendo las dudas de Dom Flavian; pero él es su Abad. ¿Quién es “Monte Cistello” (y quién será éste el próximo otoño)? Este es un ejemplo en conexión con la Conference Patristic de Oxford. Un Abad preguntó al General si podría enviar a un monje a la Conferencia. Y la respuesta fue no. Otro Abad me dijo: “Yo nunca pregunto. Y siempre he enviado a un monje. Y lo seguiré enviando”. Las cosas van mal en Vietnam. Estoy orando por ello. Ore también por los pobres monjes allá. La represión, después de la corrupción americana, sería horrible. Lo siento por ellos. Traté de mantenerlos al margen del dólar. Parece que ahora se está haciendo algo, pero muy tarde, y tengo miedo. THOMAS MERTON A JEAN LECLERCQ

9 de marzo de 1968

S iento no poder darle aún una respuesta definitiva sobre el proyecto de Bangkok. El P. Flavian no ha dicho que no, pero no ha dicho que sí. Se mantiene un poco tímido e indeciso al respecto. Creo, en primer lugar, que no

se hace idea de la importancia de este encuentro y contempla todo el asunto meramente desde el punto de vista de conceder un “permiso” a alguien que se le supone inclinado al activismo. Dice que está deseando conceder este “permiso” a condición de que haya sobre él la suficiente influencia por parte de personas en posición de importancia o autoridad. Si el Abad de Floris lo escribiera, y si alguien de importancia (incluido Vd.) le dirigiera una carta urgiéndole fuertemente para que yo esté presente, probablemente daría su aprobación. Es importante también que lo escriba alguien de la Orden. Yo he escrito a Dom Willibrord de Rawa Seneng para que caliente un poco la cosa. Esta es la forma más sencilla en que puedo exponer cómo están las cosas de momento. El proyecto de grupo de “estudio monástico” es de lo más interesante. Déjeme echar una ojeada a las notas durante un tiempo y reflexionar sobre ellas. Escribré al P. [Raimond] Panikkar. Si ese grupo se llega a formar, yo estaría muy interesado en formar parte de él.

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Tengo un gran problema para seguir viviendo en América (U.S.A.), lo mismo que para seguir identificado con una sociedad que me parece está bajo el juicio de Dios y en cierto sentido bajo una maldición por los crímenes de la guerra de Vietnam. Por otra parte, tampoco me parece que sea muy honesto dejar el país. He pedido ser enviado a nuestra fundación de Chile, y me lo han rechazado; pero tampoco pienso que fuese una buena solución. Podría irme también a la pequeña fundación monástica en Nicaragua hecha por un antiguo novicio de aquí [Ernesto Cardenal]. Podría ser ermitaño allí; pero eso también podría resultar equívoco. Espero poder hablar de todo esto con Vd. algún día. Si es que esta sociedad está bajo el juicio de Dios, yo también me debería quedar y aguantarlo como todo el mundo, puesto que después de todo yo no soy muy diferente de los demás. La cuestión del pecado es muy importante hoy (quiero decir la culpa colectiva por crímenes contra la humanidad). Lo que me dice sobre Thien En rompe mi corazón. Pienso en esos pobres monjes, a quienes siento cercanos, y a quienes escribí no hace muchos meses. Ciertamente que oraré por ellos con toda intensidad, especialmente en la Eucaristía. También ellos fueron destruidos por mi país, ¡¡¡con el camelo de “salvarles del comunismo”!!! Si obtengo alguna decisión definitiva por parte de Dom Flavian, le escribiré sobre ello. Gracias por todo. JEAN LECLERCQ A THOMAS MERTON

Clervaux 1 de junio de 1968

Nada nuevo, excepto que el antiguo Prior de los monjes Benedictinos de Thien En ha resultado muerto en Saigón por nuestras bombas (americanas).

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[P.S.] Acabo de regresar de una gira por los monasterios ingleses. En Caldey [monsterio de Gales] y en otras partes, una sola voz: “¡Tráiganos a Tom!” No hay nadie que no haya sentido su influencia, Tom. ¿Podría enviarme Vd. prestado el libro de McLuhan, Interpreting Mass Media? THOMAS MERTON A JEAN LECLERCQ

14 de junio de 1968

En primer lugar, gracias por Ecclesia saltans [dibujo para una revista], que aparecerá a su debido tiempo en Monks Pond. La revista ha sido muy bien recibida en círculos poéticos -¡donde hay bastante sentido de comunidad!-.

Con todo me comprometeré a cuatro números. Ha llegado mucho material y muy bueno. ¿Será esta la experiencia vanguardista en revistas de poesía lanzada por monje en nuestro tiempo? Sea lo que fuere, parece ser que florece en un ambiente monástico. Ahora vamos a los negocios. El P. Flavian todavía no ha decidido nada acerca de mi viaje a Bangkok, pues dice que no ha recibido una invitación oficial. Una carta que Vd. le dirigió se perdió en Chile, y quizá contenía algo al respecto. Dice que no puede dejarme ir si no soy invitado oficialmente. Le dije que la invitación de Vd. era suficiente. Con todo, esté o no Bangkok por medio, me ha permitido ir a predicar un retiro a Rawa Seneng antes de las fechas del encuentro; así, pues, estaré por la zona, y tengo muy fundadas esperanzas de poder visitar en la medida de lo posible centros monásticos no Cristianos. Hay muchas oportunidades y estoy escribiendo a un amigo que conoce a muchos Budistas, etc. Por esta vez me gustaría limitarme al Sudeste Asiático y Japón (no India). La otra cuestión es que en mayo tuve la oportunidad de ir a Redwoods, donde encontré una muy agradable comunidad y pasé una buena semana de conferencias con ellas. Tuve también la ocasión de acercarme a la costa del Pacífico, que probablemente Vd. habrá visto, y que es una zona muy desolada. Espero poder conseguir permiso de Dom Flavian para pasar allí la Cuaresma (hay una casa vacía que está disponible). Es la mejor soledad que he visto desde hace mucho.

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Gracias por su nota desde Clervaux sobre Inglaterra, etc. Quizá algún día vaya a Europa, pero, de momento, creo que debo establecer cuidadosamente los límites, e ir sólo a monasterios de Asia, África o América del Sur, donde tienen especial necesidad (y donde, eventualmente, puedo aprender más). Realmente no tienen necesidad de mí en Europa; ya hay muchos expertos por allá; pero pienso que en esos otros lugares puedo ayudar más en la medida de mis posibilidades. Por eso no quiero verme envuelto en nada en Europa y en los EE.UU., y pienso que la soledad es un objetivo prioritario para mí, especialmente si puedo encontrar un lugar realmente desértico como el que le dije en la costa del Pacífico. Si el P. Flavian obtiene la invitación oficial supongo que me dejará ir a Bangkok, aunque por ciertas razones aparece dubitativo. Así como para ir a Rawa Seneng no hay problema, dice que el Capítulo General permite a un monje predicar retiros en otros monasterios de la Orden. No comprendo plenamente sus dudas, pero las respeto. THOMS MERTON A JEAN LECLERCQ El Abad Flavian Burns finalmente recibió la invitación formalmente, y dio a Merton el necesario permiso para ir a Bangkok. Leclercq respondió brevemente a la cuestión planteada por Merton sobre lo que se esperaba de ellos en Bangkok para la conferencia sobre el monacato asiático, indicándole que Merton podría hablar sobre “Marxismo y perspectivas monásticas”, concluyendo con un mensaje iluminador y cordial: “¡Haremos el payaso juntos!”

23 de julio de 1968

Gracias por su feliz carta sobre los preparativos para Bangkok. Estaré muy contento de poder hablar sobre Marxismo y demás. ¡Realmente muy importante! Me he familiarizado mucho personalmente con Herbert Marcuse,

cuyas ideas son muy influyentes en las “revueltas estudiantiles” del momento. Debo admitir que encuentro este autor más cerca del monacato que a muchos teólogos. Quienes cuestionan las estructuras de la sociedad contemporánea mantienen ante los monjes al menos una mirada distante y una perspectiva crítica, que, por desgracia, escasea. La vocación del monje en el mundo moderno, especialmente el marxista, no

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es supervivencia sino profecía. Estamos demasiado ocupados tratando de salvar nuestro pellejo. La mañana del 10 de diciembre, Merton habló en inglés a la asamblea de Superiores de Asia sobre el tema acordado: Marxismo y perspectivas monásticas53. Su exposición fue grabada por las televisiones alemana e italiana y fue publicada más tarde en un Apéndice en “Diario de Asia” [The Asian Journal of Thomas Merton]: lo más importante para mí fue su aviso de despedida: “Si Vds. olvidan todo lo que ha sido dicho, les sugeriría que recordaran para el futuro: desde ahora en adelante, cada uno ha de mantenerse sobre sus propios pies”. A media tarde del mismo día, Thomas Merton fue encontrado muerto en la habitación de su bungalow con un ventilador defectuoso, aún en funcionamiento, cruzado sobre su cuerpo. Un médico certificó su muerte “como consecuencia de un fallo cardiaco inducido por un shock eléctrico”. Su cadáver fue enviado por avión a la Abadía de Gethsemani, donde se celebró un funeral el 17 de diciembre. Su tumba está indicada únicamente por una cruz blanca como la de todos los demás monjes de la Abadía sepultados en el último siglo y medio.

53 El texto en español de su conferencia puede verse en: Thomas Merton, Diario de Asia, Ed. Trotta, Madrid 2000: Marxismo y perspectivas monásticas, Apéndice VII, pág. 289 y ss. (N. del T.).

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