Jamás Olvidaré Tu Nombre

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    JAMS OLVIDAR TU NOMBRE

    Alcalda de MedellnSecretara de GobiernoPrograma de Atencin a Vctimas del Conflicto Armado

    Alonso Salazar JaramilloAlcalde de Medelln

    Jess Mara RamrezSecretario de Gobierno de Medelln

    Segunda edicin, primera reimpresin. Marzo de 2009

    ISBN: 958-97708-3-5

    Realizacin: Concepto Visual Comunicaciones

    Compilacin y edicin: Patricia NietoAsistentes de edicin: Alexandra Catalina Vsquez Guzmn

    Lina Mara Martnez Meja

    Diseo y diagramacin: Lina PrezIlustracin: Helly Jhoana Blandn Uribe

    Impresin: Litografa Dinmica

    Impreso y hecho en Colombia.

    Prohibida la reproduccin total o parcial, con cualquier propsito ocualquier medio, sin la autorizacin escrita de la Secretara de Gobierno.

    Contenido

    1. PrlogoPatricia Nieto

    2. Historia de mi accidente 13John Ferney Giraldo Giraldo

    3. Dos muertes que marcaron mi vida 21Elizabeth Prez

    4. Tres sucesos amargos 31 Amanda Uribe

    5. Un pap fusilado 45 Mariela Ocampo

    6. Mi diario 53 Leady Jhoana Reyes

    7. Urab manchada de sangre 61

    Yeraldn Zapata Osorno8. Historia de un cocalero 67 Cristian Yoleimar Cardona Flrez

    9. La Guerra 73Lesmin Yuliana Prez Gmez

    10. Crueldad 79 Blanca Dianelis Holgun Prez

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    11. Muerte presentida 85 Luz Marina lvarez

    12. Mataron a mis hijitos 95 Mara Edilma Flrez lvarez

    13. El Da 109Helly Johana Blandn Uribe

    14. La primera muerte que yo vi 115Vctor Hugo Guarn

    15. El poder, el hambre y el hampa 121Ana Chalarca

    16. A Uramita, no 131Rubiela Giraldo Bedoya

    17. Mujer con ilusin 151Luz Amparo Vsquez Flrez

    18. Historias de conflicto 165Cristina Guzmn Prez Yuri Guzmn Prez

    19. Los Barrenderos 181 Marlin Yuliana Bentez Mosquera

    20. Mi amigo Mello 187Jess Eduvier Correa Echavarra

    21. Navidad y terror 193Dioselina Prez

    Durante muchos aos, centenares de personasen este pas han guardado un silencio total sobre lastragedias que han dejado en ellas los guerreros. A suspadecimientos se suman el miedo y el mutismo y unaindiferencia de un amplio grupo de la sociedad. Du-

    rante aos las vctimas han sido cifras estadsticassin rostros y sin historia sumidas en la desesperanzay en el olvido.

    Para la administracin municipal de la ciudad deMedelln escuchar las historias de las vctimas, co-nocer sus sufrimientos y sobre todo darle un lugar asus verdades es un requisito indispensable para losfuturos procesos de reconciliacin. Como sociedad no

    podremos liberarnos de las dolorosas cargas del pa-sado sin antes mirarlas en detalle, hablar de ellas ytransformarlas; sin propiciar una gran reflexin quenos dignifique a todos.

    Construir con los relatos de hombres y mujeres que han experimentado en carne propia los desmanesde la guerra la verdad histrica, debe ser un prop-sito de toda la sociedad colombiana. Es una responsa-

    Perdonar, pero no olvidar

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    Jams olvidar tu nombre es una confesin, unlamento y un canto. Veinte voces, reunidas por lascircunstancias comunes de habitar en Medelln, vivircon los dolores que les ha dejado el conflicto armado ysentir la escritura como blsamo reparador y recurso

    en contra del olvido, se escuchan en las pginas quesiguen.

    Hace siete meses slo exista el silencio. Nosotros,los periodistas detrs de esta obra, vagbamos por losbarrios en busca de escritores naturales capaces decontar la historia que los convirti en vctimas de laguerra. Ellos -ignorantes de nuestras pretensiones-asistan a sus rutinas de amas de casa, estudiantes,abuelas, cocineras, vendedores, artesanos, pacientes

    de hospital, lderes de cuadra. Nos presentbamos enparroquias, grupos juveniles, asociaciones de la terce-ra edad, grupos de oracin, colegios, talleres de aten-cin psicolgica, jornadas barriales de integracin, ydesde el pblico, ellos nos escuchaban. Luego el deseode jugar con las palabras los acompaaba a casa.

    Lentamente llegaron los primeros escritores.Cuatro meses tardamos en reunir a cuarenta perso-nas dispuestas a entregar su historia con la voz, losgestos, los dibujos y las palabras. Lo primero fue sin

    Prlogobilidad de todos rechazar las humillaciones, las veja-ciones, las violaciones a las que han sido sometidasmiles de personas durante dcadas, para que poco a

    poco vamos superando lo que ha sido una vergenzanacional. Es necesario aclarar los aciagos hechos re-lacionados con nuestro conflicto interno armado.

    Los invitamos a escuchar, con el respeto que semerecen, las voces de estas personas, que se tienenque convertir en un eco nacional, para que los esfuer-zos de muchos por construir una convivencia pacficase hagan realidad.

    Alonso Salazar JaramilloAlcalde de Medelln

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    duda una confesin que requera del reconocimiento.Mirarse al espejo para descubrir cuerpo y alma, dejarque la voz vagara por un aula donde odos afinadoseran los receptores y deslizar el lpiz sobre el papelen busca de una voz personal que permitiera contarcon autenticidad, fueron los ritos de iniciacin en unoficio que requiere tanto de buena pluma como deconciencia de la existencia.

    Un poco despus aparecieron las lgrimas. Sa-bamos que llegaran pero no dnde ni cundo. Lasprimeras, segn sabemos, acudieron en la soledadde la escritura. Las mujeres, sobre todo las mujeres,contaron cmo el llanto las atacaba cuando en casa,

    dispuestas como escritoras sobre las mesas de sus co-cinas, sentan un puo atrapado en la garganta que setransformaba en lgrimas y suavizaba el viaje del lpizsobre el papel. Las segundas, llegaron en las comuni-dades de escritores que se formaron segn las vecin-dades. Las salitas de casas pequeas, levantadas enasentamientos o construidas sobre vas principales,sirvieron de teatro. A leer las historias se reunan losescritores. A leerlas, a interrogarlas, a completarlas

    como si se tratar de uno de los histricos crculosliterarios donde reciban la bendicin los noveles ta-lentos. All hubo llanto, lgrimas cruzadas, abrazos yentonces la tertulia se iba a escudriar otros rinconesde la intimidad vedados, por ahora, para los lectores.

    As, de pensar y sentir, naci el canto que hemoscompuesto con el deseo de que muchos odos lo apre-cien y de que otras voces se le unan. Lo aprecien porreconocer la veracidad de las historias mnimas quedan cuerpo a la tragedia nacional; y se le unan, por-

    que relatar el dolor particular es condicin necesariapara construir el relato de la colombianidad.

    Cuando usted doble esta pgina escuchar un

    canto. Y se ir tras l porque las voces primero sedu-cen y luego, atrapan. Y an cuando deje atrs el puntofinal, seguir tararendolo porque para entonces yaser una meloda esencial a su pensamiento.

    Patricia Nieto

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    Nosotros vivamos en la finca La Quiebra Ro Ver-de de los Montes, del municipio de Sonsn. La solafinca conformaba la vereda que lleva el mismo nom-bre. Nuestros vecinos eran mi hermano y mis abuelos.Entre todos tenamos por lo menos trescientas sesen-

    ta hectreas de tierra. All vivamos todos: abuelos,tos, padres, sobrinos, hijos, nietos, primos. Todos deapellido Giraldo porque era costumbre casarse entreprimos. Slo en mi familia, formada por Pablo EmilioGiraldo Giraldo y Consuelo Giraldo Agudelo, ramosdoce hijos Giraldo Giraldo.

    La finca tena partes planas y otras tan empina-das que si uno se caa iba a dar de una al ro Verde oal ro Caunsales. La finca era como en forma de trin-

    gulo, una cuchilla larga que caa a donde se encontra-ban estos ros. Haca mucho calor por eso no se podasembrar papa o repollo que son productos de tierrafra. Por all pegaba el mango, el zapote, la mandari-na, la naranja dulce, el tomate de alio, la yuca queera tan grande que de una sola mata podamos sacarcinco arrobas, el pltano, el bananito bocadillo, la ce-bolla de rama, el maz, el frjol y la coca que algunoscultivaban.

    Historia de mi accidenteJohn Ferney Giraldo Giraldo

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    Jams olvidar tu nombre16 Historia de mi accidente 17

    A la maana siguiente nos fuimos a recoger yarreglar unos productos que estaban listos para ven-der. Mientras los hombres estaban en el campo, lasmujeres empacaron lo ms necesario: de a dos mu-das de ropa, tres cobijas, un plato que acompa a mimam como treinta aos, un pavo para comer en elcamino y otras cositas de mercado.

    Dos das despus salimos de la casa a las seis dela maana. Ese da cuando nos levantamos ya la casaestaba rodeada por gente armada. Entonces mi paporganiz tan rpido la salida que ni siquiera pudimosdesayunar. Esa maana salimos veintiocho personas,seis mulas, y el Flaco que era muy apegado a m.

    Ya habamos caminado tres horas cuando para-mos a desayunar. Comimos migas de yuca revueltascon huevo y pedazos de gallina y pescado, tomamosagua de panela con leche. Todo eso lo haban cargadolas mulas en ollas y en una caneca. Tambin llevabanmercado para preparar el almuerzo en el camino.

    Toda la gente sigui el camino. Yo le dije a mi mamque quera quedarme tirando bao en la quebradallamada La Clara. Me qued con un hermanito mo y

    dos primos. Mientras chapucebamos y nos tirbamosdesde unas peas altas, el Flaco intent atravesar elcharco pero una corriente muy fuerte lo arrastr.

    Por ah a la media hora nos salimos del agua, nossecamos, nos vestimos. Ellos salieron adelante. Yo erael ltimo. Con ganas de alcanzarlos, me met por unatrochita que sale al camino principal. Cuando llegual cruce ya ellos haban pasado. Ya merm el paso yms adelante par porque iba cansado. Yo llevaba un

    Toda la cuchilla era bosque nativo y en las partesms pendientes tambin permaneca el bosque natu-ral. Nosotros subamos con toda la familia; llevba-mos cinco gallinas para hacer un buen sancocho. Des-de arriba veamos el paisaje: meras montaas.

    La familia ma tena una casa: dieciocho metrosde largo y seis de frente. Era toda encerrada en made-ra y el piso tambin era de una madera amarilla. Ade-ms de los corredores, tena una sala, cinco piezas yuna cocina. Con tres rollos de manguera llevbamosel agua desde una quebradita hasta la casa.

    Tenamos dos perros, Pinto y Flaco, un gato sinnombre y una mula a la que llambamos Paloma por-

    que era blanquita, blanquita. Tambin haba piscosque, a veces, servan para navidad. Otros, se queda-ban para cra.

    El 26 de mayo de 2004 lleg un grupo armado, lla-mado las FARC, y le dijo a mi pap que nos salira-mos, que si no, no respondan. A l lo sacaron de lacasa dicindole que tena que subir donde el coman-dante. Horas despus regres con la noticia de quetenamos que irnos. En ese momento todos lloramos.

    Los que no lo hacan, simplemente, bajaban la cabeza.La orden era para todos los habitantes de la vereda ysus vecinos.

    Esa era la primera vez que las FARC llegaban aesa zona. Queran apropiarse de todo el terreno. Notenamos ms remedio que obedecer. Ya mi pap y mimam decidieron salir hasta Argelia con la idea detrabajar en otras fincas mientras los problemas se so-lucionaban y podamos volver a la casa.

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    de ellos que viera qu poda hacer para prevenir unainfeccin. Ellos me lavaron las heridas con suero, mepusieron gasas y dos tarros de suero. Adems, una demis hermanitas rez la oracin de estancar la sangre.

    Despus de caminar dos horas llegamos a un gua-dual. De all sacaron las guaduas, las partieron parahacer esterillas, cortaron los palos, los amarraroncon bejucos. Fabricaron la camilla con una sbana,me acostaron y me taparon con una cobija. De all se-guimos y como a una hora y media llegamos a unavereda que se llama Palestina. All paramos y ellos,los que me cargaban, tomaron agua con panela. Yo notena ganas de nada.

    Ya el resto de la familia qued atrs. Yo segu concuatro hombres que me cargaban y una hermanita:dos primos, un cuado y mi pap. Por todo el caminoellos me hablaban. Me preguntaban que si me dola,si estaba mejor. Yo por ratos dorma. Cuando desper-taba trataba de sentarme pero de una me lastimabay tena que tirarme otra vez. Ya llegamos a la veredael Piponcho. All nadie habitaba. Slo unos milicianosde las FARC cuidaban unos cultivos de coca. Les pedi-

    mos permiso para que nos dejaran amanecer en unode esos ranchitos abandonados. Ellos dijeron que spero que no tenan comida. Mi pap les dijo que noso-tros traamos mercado para hacer de comer.

    Despus de comer arroz y huevo, ellos se acosta-ron. Yo me qued en la camilla muy desalentado. Des-pus en toda la noche empezaron a pasar las ratas.Cada que me pisaban el pie yo senta un dolor horri-ble. Gritaba. Despertaba a todo el mundo. Hasta que

    canasto lleno de gallinas. Cuando di el paso para se-guir, explot la mina. Por ah ya haban pasado todoslos de mi familia y las mulas.

    Yo ca en el hueco de la mina. Tena mucha tie-rra encima y hasta metida en los odos, entonces conel poncho me sacud. Yo pens que eso deba ser unamina. Del hueco logr salir en cuclillas, intent parar-me pero el cuerpo me pudo. Me ca. Me mir el pieizquierdo y ya estaba todo vuelto trizas. Yo vi que notena nada qu hacer. Me sent y me limpi bien el piecon el poncho. Me tumb la tierra que tena revueltacon la sangre. Yo no tuve nada que hacer y me pusea gritar. Y gritaba. Hasta que un primo se devolvi y

    me dijo: Qu pasa? Le dije que me haba aporreadouna mina quiebrapatasy l le dijo a mi pap lo queme haba ocurrido.

    Mi pap les dijo a los hombres ms grandes quelo acompaaran. Eran las once de la maana cuandoellos bajaron a donde yo ca. Estaba sentado y con lasdos manos me tena el pie. Uno de ellos me cogi delas piernas y otros dos, de los brazos. Me subieronpara donde estaba toda mi familia. Ya todos se pusie-

    ron a llorar pero yo no senta dolor.Estbamos en medio del monte. No haba casas.Ni carreteras cerca. A mi pap le dijeron que si no mesacaba ese mismo da, yo me mora. Ellos se asusta-ron ms y no hallaban como hacer una camilla. En-tonces yo le dije a mi pap que desbaratara camisaspara que unidas sirvieran para sacarme.

    En ese momento llegaron unas personas del ELN.Ellos, de una, me saludaron y le dijeron al enfermero

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    Jams olvidar tu nombre20 Historia de mi accidente 21

    Ya iba un mes de caminar con mi prtesis peroyo llegaba a la casa con una heridas horribles en esacicatriz. Yo deca que tena que ser fuerte para podermanejar esa prtesis como un profesional. Ya andabayo sin cojear y as estoy estudiando y no me afectanada. Es ms, yo juego ftbol y as paso mis das fe-lices, y ser feliz para toda mi vida y quiero seguiradelante.

    John Ferney

    Es capaz de hablar durante horas como Con-

    suelo, su mam. De ella hered el gusto por lapalabra que acompaa a los dems. A veces,

    John Ferney ordena las frases para contar

    cmo fue que una maana, una mina anti-

    personal casi lo mata; o para especular sobre

    el futuro del Atltico Nacional, el equipo que

    lo motiva a vestirse de verde los domingos.

    Ferney dice, escribe y repite que es feliz y que

    siempre lo ser porque tiene una voluntad

    ms grande que la tragedia de toda su fa-

    milia. Recorre las calles de Medelln como si

    fuera un viejo citadino y tiene claro que si su

    futuro est en esta ciudad, su nostalgia por el

    campo le arde cada da ms.

    por fin amaneci. A las cinco de la maana cogimosel camino.

    De ah en adelante empec a encontrar amigos dela vereda Caunsales. Ya ellos me acabaron de sacar alpueblo. Al propio pueblo llegamos a la una de la tarde.Me atendieron en Argelia, yo todava saba dnde esta-ba. Sent que me rajaron el pantaln y hasta ah me dicuenta de lo que estaban haciendo conmigo. Ya perdla conciencia. Yo no saba que me iban a cortar el pie.

    Ya el martes primero de junio despert en un hos-pital y mi hermanita, la que estaba trabajando en Rio-negro, estaba conmigo. Le pregunt que dnde esta-ba y me dijo: Te tengo una sorpresa. Ella saba que

    yo tena muchas ganas de conocer a Medelln. Estsdonde estabas muerto de ganas por venir, me dijo. Yosent alegra y tambin le pregunt: Por qu mi pieno est? Ella me dijo: Esta s es una noticia mala. Tperdiste el pie. Yo me asust pero ella me dijo que te-na que ser fuerte. Yo no tuve ms que tranquilizarme.

    Ya iban pasando los das y llvenme a cirugasy cirugas y yo me iba recuperando. Me fui haciendomuy amigo de los doctores y ya se me volvieron ms

    cortos los das.Estuve quince das ms y ellos me dijeron: Ya vasa salir de este hospital y nosotros, los doctores, te va-mos a extraar mucho. Cuando vengas a visitarnosnosotros te damos los pasajes. Ya sal y estuve dosmeses en recuperacin. A los dos meses me pusieronla prtesis y, a los quince das, me fui para Argeliacaminando con una muleta.

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    Un 9 de diciembre a las cuatro de la tarde sal alimpiar la parafina que dejaron las velitas que haba-mos prendido la noche anterior, el da de la virgen. Alos nios los mand a la tienda a comprar unas cosi-tas y yo me agach a raspar la esperma con un cuchi-

    llo. En esas escuch unos tiros. Mir para el camino yvi a tres muchachos y uno de ellos estaba arrodilladomatando a otro. El que disparaba se apoyaba en elpiso y por ah mismo corra el chorrito de sangre delotro, del que se estaba muriendo. Eso fue ah, al piede mi casa.

    Yo no s si fue por el miedo que yo no fui capaz deentrarme para la casa, no era capaz, me qued pas-mada, temblando, agachada. En esas lleg ese hom-

    bre todo horroroso, que era el demonio, y me puso elrevlver en la cabeza. Me apunt a la cabeza y el otromuchacho le gritaba: No vas a matar a esa seora,nos metemos en la grande, no la vas a matar. Yo digoque el que gritaba fue como un angelito para m. Elotro hombre me coga de las manos, me sacuda paraque lo mirara, como para l conocerme, me haca le-vantar la cabeza y yo ah mismo la agachaba. Recuer-do que tena una cicatriz muy fea en la cara. Yo no

    Dos muertesque marcaron mi vidaElizabeth Prez

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    Jams olvidar tu nombre24 Dos muertes que marcaron mi vida 25

    que compr por cuotas y levant en un lote que misuegra le dio al pap de mis hijos. Una semana des-pus volvi el muchacho: Seora, la van a matar. Hoyes el da que la van a matar. Vyase. Yo lo mir y se-gu diciendo que yo de mi casa no me iba.

    Como a las seis de la tarde me entr un susto y derepente dije: Yo me voy. En esas llegaron una vecinay una cuada a ayudarme a salir. Ellas vieron a unoshombres en el cafetal pero no me contaron. Yo insistaen arreglar a los nios, empacar la ropa y algunas co-sita necesarias, y ellas me acosaban para que salieraas como estaba y rpido. De un momento a otro sentuna punzada y me resolv. Sal con los nios, cog un

    taxi y llegu donde el pap de los muchachos.Ya estaba en Itag cuando la vecina y mi cuada

    llamaron a contar que seis tipos haban llegado a lacasa, cogido la puerta a patadas y a bala toda la casi-ta. Ellas lloraban por ese telfono y me decan que novolviera, que esos tipos me mandaban a decir que novolviera porque me mataban con todo el que llegara.

    A la semana siguiente ya estaban los seores esosapoderados de mi casa. Hicieron un hueco por detrs,

    se metieron y se apoderaron de todo. Eso fue en 1998.Todo empez el 15 de enero de 1998.Los que me amenazaron y me sacaron de la casa

    se llamaban Milicias 6 y 7 de Noviembre. Despus vinouna tregua de paz, entregaron las armas y quedaronllamndose Bloque Metro de las Autodefensas; o seaque ya llamndose Metro, siguieron viviendo en micasa. Despus vino otra desmovilizacin y pasaron allamarse Bloque Cacique Nutibara. En todo este tiem-

    era capaz de nada, no gritaba, yo era muda. El tipome tir para adentro de la casa y no se cmo cerr lapuerta. Me dej untada de sangre. Yo me puse paraenloquecerme. Desde adentro yo escuch que le pegotros dos tiros al muchacho y se fueron.

    Mientras los asesinos iban, los nios mos venany yo era como loca pensando que les iban a hacer algo.Al momento tocaron y era una vecina ma. Yo a ellala he querido mucho, yo estaba como loca y ella ah,ayudndome. Era la primera vez que yo vea matar aalguien as. En esa llegaron los nios, que por casua-lidad escogieron otro caminito, y al ver esa sangre y aese muchacho en el piso creyeron que la muerta era

    yo. Lo mataron en toda la entrada de la casa. Enton-ces empezaron a gritar porque me creyeron muerta ydespus porque me vean como loca.

    Llamaron al pap de mis hijos. l fue y nos llevpara Itag por unos das. Nos quedamos con l has-ta que lleg el momento de que los nios entraran ala escuela y yo regres a la casita. Yo me senta bienporque estaba tomando unas pastillas y porque medecan que por el barrio todo estaba en calma.

    Un da, recin llegados, lleg a mi casa el mucha-cho que me salv de la muerte y me dijo: Seora esmejor que se vaya. El hombre ese la est esperandopara matarla, l se mantiene metido en el cafetal vi-gilndola. Yo le aconsejo que se vaya. La casa maquedaba cerca de un sembrado de caf y de otro deguamas, la casa quedaba como tapadita, escondida.

    Yo lo escuch pero decid quedarme. Yo no habahecho nada malo y esa era una casita prefabricada

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    un ambiente muy diferente al que me toc antes. En-tonces me anim a preguntar por mi casa. Las vecinasme dijeron que all seguan viviendo esos hombres.No los mismos porque si mataban a uno entraba otro.O sea que ellos, como grupo, tenan ah una sede, peroya no estaban los que me quitaron la casita a m. Yotena la ilusin de recuperar mi casa.

    El 5 de mayo de 2002 se muri mi pap a las docey media de la noche. A la una y media se prendi Cai-cedo. La funeraria haba acabado de salir con mi papcuando mataron a dos muchachos, entonces se pren-di La Sierra. Volvi otra vez el miedo, ese infierno, eltemor de ver salir a mis muchachos en la madrugada

    para la plaza a trabajar. Entonces, resolv llevar a mishijos para el barrio El Limonar, para la casa de unahermana ma. En esas, se prendi la guerra entre ElLimonar 1 y El Limonar 2 e invitaron a mis hijos a co-ger las armas. Como ellos no quisieron meterse a esosgrupos, los jefes aseguraron que los iban a matar, en-tonces me toc llevarlos de nuevo para Caicedo. Ya semantenan entre Itag y Caicedo.

    A mi hijo lo mataron en la tarde del lunes 3 de no-

    viembre de 2002, da festivo. l haba llegado a la casapara que yo lo cuidara porque se senta muy enfermo.En esos das ellos estaban donde el pap, pero l no seesmeraba ni por darle una pastilla. l lleg ese lunesfestivo. Me entreg la plata para el gas, ese muchachoera pendiente de todo lo que me haca falta, y me dijo:Ay mam, yo a usted la quiero tanto. Yo le respon-d: Yo tambin hijo. El entr a la casa, se cambi ycuando sali se oy la explosin de unos pertardos

    po mi casa fue convertida en lo peor. All violaban,escondan armas, llevaban gente amarrada. Mi casaquedaba en un punto clave porque por all nunca lle-gaba la Polica, era escondida.

    Una vez estaba yo donde mi mam, que vive enCaicedo, y en el colectivo pas el tipo de la cara cicatri-zada. l me reconoci y empez a hacerme seas des-de la ventanilla. Seas como de matarme. Yo me llende miedo y empec a rodar con mis nios, dorma aquy all. Trabajbamos en la plaza mayorista; unos ni-os, con el pap en un puesto que l tena; y los otros,conmigo recogiendo cartones y desbaratando guaca-les para vender. Con eso comamos y logr conseguir

    por lo menos colchones porque quedamos durmiendosobre costales. Yo no poda pagar los arriendos, ni losservicios, ni el gas. El agua me la regalaba la vecinadel segundo piso que me dej tirar una manguera des-de la casa de ella hasta la ma. Esa seora fue otroangelito en mi vida.

    Lleg un momento en el que yo no poda ms, elpap de mis hijos no cumpla con la cuota de alimenta-cin y yo no lograba conseguir lo necesario. Entonces

    mi pap me dijo que volviera a Caicedo que las co-sas estaban mucho mejor. Yo volv al barrio en agostode 2001 con la ilusin de que me devolvieran la casa.Todava se llamaban Bloque Metro y estaban en todoese sector. En La Sierra, donde quedaba mi casa en elsector de Tierra Adentro, estaban ellos.

    Llegu al barrio, a Caicedo, y era verdad que todoestaba distinto. Encontr colegio para las nias, a loshombres no pude entrarlos por falta de plata. Se viva

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    cansando. Eso eran balas zumbando la cosa ms fea.Logr llegar a las casa de mi mam y encontr a unade las muchachas bregando a lavar esa sangre.

    Por la noche fue la fiscal, con el nio ah en el ca-rro, para hacer la reconstruccin. Como yo estaba fu-mando, ella pens que la mam del muchacho era laabuela y me dijo que la entretuviera mientras bajabanal nio para hacer la reconstruccin. Yo me enoj mu-chsimo y le dije: Cmo as, es que el nio est ah?Y me dijo: S. Ah viene y lo vamos a bajar para hacerlas fotos. Ellos queran ponerlo en la misma posicinpara saber cmo le dieron las balas. Yo le dije que no;y ella, que eso era parte del trabajo; y yo, que a m no

    me importaba, que yo era la mam y que no autorizabauna cosa de esas, que si Dios me haba dado el valorpara recogerlo y llevarlo al hospital, no me lo iba a darpara ver una escena de esas. Entonces, uno de los quevena con ella, me dijo que seguro el nio estaba dispa-rando. Y le dije yo: Si, y el arma se la dio usted.

    Ellos hicieron unas indagaciones con los vecinosy despus la fiscal me dijo que hiciera las vueltas conla Red de Solidaridad. Entonces, el ayudante de ella

    dijo: Y dnde est la bala que lo mat?. Entonces,una prima ma le dijo: La bala qued metida en unade las piernas de mi abuelita.

    Se estaban enfrentando el Bloque Metro, de La Sie-rra, y el Cacique Nutibara, de Villa Lilyam. Esa guerradur del 5 de mayo de 2002 hasta el 3 de diciembredel mismo ao, unos siete u ocho meses. Ese 3 de di-ciembre mataron a un seor que sala con su esposa ysus hijos. Como en La Sierra hay varias entradas, los

    como a cuatro cuadras de la casa. De todas manerasl sali y se puso a jugar con los primos.

    Yo estaba sentada en la acera de mi casa con unvecino de mi abuelita, mi abuela y mis hermanas. Enesas, la pelota con que estaban jugando nos cay a no-sotros, casi le dan a mi abuelita, entonces yo les quitel baln. Mand a la nia a llevar unas cosas a la casay mi hijo se fue con ella a traernos unos cigarrillos.

    Cuando prendimos los cigarrillos se sinti una ex-plosin tan horrible que yo cerr los ojos y me tap losodos, cuando en esas escuch: !Ave Mara Pursima!Y tambin escuch: Ay am. Eso fue todo. Cuandoabr los ojos, vi que el nio se desplomaba, como a ha-

    cer una vuelta canela. Yo cerr los ojos un instante ydije: Me lo mataron. Cuando mir yo estaba sola, yano haba nadie. Entonces empec a gritar que me lohaban matado. Yo lo recog y lo acomod. No le dejencorvado, lo acomod y empec a sacarle esas boca-nadas de sangre. Cuando lo mir fijamente, l tena lamirada perdida, fija. Yo vi que l ya estaba muerto.

    Entonces los muchachos del Cacique amenazarona un seor para que nos llevara a la Unidad Interme-

    dia de Salud. El mdico nos dijo que ya estaba muerto.Yo ya saba. Como al cuarto de hora de estar ah, en-traron con mi abuela. Yo dije: Tambin la mataron?Y una amiga me respondi que no, que estaba herida.

    Me fui para la casa y cuando me iba a bajar delcarro esa balacera tan horrible y los policas en TresEsquinas tomando tinto y fumando cigarrillos y esoarriba prendido. Yo les grit: Perros! Yo tena mu-cha rabia. A mi hijo lo haban matado y ellos ah des-

  • 7/27/2019 Jams Olvidar Tu Nombre

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    Jams olvidar tu nombre30 Dos muertes que marcaron mi vida 31

    Ah fue donde yo vi la casa totalmente destruida. Des-de ese da yo no volv por all. A veces les preguntoa las vecinas pero tienen miedo. Estamos en una pazdonde hay muertos, y no son muertes de muerte natu-ral, son muertos con armas, entonces yo entiendo quea todos nos de miedo.

    Elizabeth

    Dice que escribiendo se descargan las penas y

    se alivia el alma. Y tambin sabe que juntar

    palabras para expresar el dolor por la muerte

    de un hijo duele, arde y hace llorar otra vez.Elizabeth escribe, llora y descansa. Para eso

    sirve escribir, asegura.

    Vive en la misma casa donde vio caer a su

    hijo hace unos aos. Dice adorarla porque

    all siente la paz, la alegra, la proteccin y

    la compaa de su hijo, un muchacho que se

    fue cuando apenas dejaba de ser nio.

    Cuando est triste que suele ser a menudo-

    piensa en sus dos hijas y ellas -sus imagenes,

    sus perfumes, sus risas- le dan aliento para

    buscar la vitalidad que necesita.

    muchachos armados salan por esas trochitas a darbala. Ese da salieron y se encontraron con la familia.Al seor lo mataron y la esposa qued muy, muy he-rida. Tres das despus empez el proceso de paz. Yahaban hecho mucho dao, no sabemos qu pas en elfondo, pero empez el proceso.

    Despus del proceso de paz vino la desmoviliza-cin. Ah fue cuando quedaron llamndose CaciqueNutibara. El Bloque Metro desapareci y quedaron enuno solo, y as, ya como uno solo, se desmovilizaron.

    Ya desmovilizados siguieron viviendo en mi casa. Alldejaron una cuenta de servicios como de un milln depesos, se robaron la lnea del telfono, sacaron todos

    los cables que tena la casa, se llevaron la caja de los fu-sibles, todo se lo llevaron, hasta arrancaron el inodoro.Terminando el ao 2004 sub y habl con una

    muchacha que era la jefa. Yo me enter que estabandevolviendo las casas, me arriesgu y sub con unavecina. La jefa me dijo: Venga, vamos a hablar conel muchacho que est all. l pidi quince das deespera. A los quince das volv y nada. Pasaron variosmeses y el muchacho no entregaba la casa. Entoncesvolv donde la que los mandaba all. El impacto queme llev fue increble porque la muchacha fue, con unarma muy grande, y le dijo al hombre: hijuetantas,sals ya o te mato. El muchacho agach la cabeza,entr a la casa, sac el colchn y sali y cerr. Me dijo:Yo le entrego la casa pero usted aqu no vuelve. lnunca entreg las llaves.

    Para poder entrar dimos la vuelta y metimos a unnio por el hueco. l nos abri la puerta y entramos.

  • 7/27/2019 Jams Olvidar Tu Nombre

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    Este libro narra la historia de una familia humil-de, llena de sueos e ilusiones; una familia muy uniday feliz, con muchos e incalculables valores humanos,respeto y amor por Dios.

    Vivamos en un pueblo no muy bonito pero s muy

    alegre y hospitalario por algunas personas. La fuentede trabajo all es la minera. Por tal motivo los ha-bitantes gozan de una buena solvencia econmica, ytenamos una casa acogedora, bonita, alegre: cuatroalcobas, comedor, cocina, sala, patio grande en laparte de adelante y un solar con una puerta grandede hierro. En el solar tena gallinas, patos, unas avesllamadas cocoas, un loro al que llambamos Roberto.Tambin tenamos una mascota particular que que-ramos y admirbamos mucho, se trataba de un arma-dillo al que le pusimos el nombre de Chuchn.

    En total lo tenamos todo para ser felices. Laspuertas y las ventanas de la casa eran metlicas. Elcolor de la casa era morado-lila. Me encantaba el co-lor de la casa! Tena comedor de madera, unas poltro-nas de colores mandarina y gris, las camas de made-ra, un tocador hermoso Todo eso lo tuve que dejar.Despus me enter de que algunas cosas las saquea-ron y a otras las daaron los bichos.

    Tres sucesos amargosAmanda Uribe

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    que nunca voy a superar todo esto que me ha pasado.Yo s que el tiempo ha sido muy generoso y una buenamedicina para mis penas, que me ha amortiguado unpoco el dolor, pero nada ms.

    Mi segunda hija, llamada rika Adriana, tienetreinta aos. Termin su bachillerato y se gradu comoauxiliar de enfermera. Ella es alta, rubia, delgada,extrovertida. Le gusta mucho bailar y es demasiadoamable. Esta hija me ha dado dos preciosas nietas.

    Mi tercera hija, con nombre Liliana Andrea, tieneveintiocho aos. Ella no pudo estudiar porque desdepequea sufre de sus ojos. Liliana es todo lo contra-rio de la hermana, de contextura gruesa mas no gor-

    da, seria, de pocas palabras, de pocos amigos y no legustan las rumbas. Tambin ella me ha regalado unapreciosa nieta.

    Mi cuarto hijo, su nombre esJean Jahader, tieneveintisis aos, es serio, trabajador, de pocos amigos,no le gusta el baile y le fascina escuchar msica. Ter-min su bachillerato, prest el servicio militar y hoytrabaja en una empresa de vigilancia privada. Mi hijotambin me dio una preciosa nieta.

    Las nias son todo para m.Mi sobrina, Jenny Marcela, tiene diecinueve aos,

    termin su bachillerato y ahora estudia sistemas enel Sena; es delgada, de bonito cuerpo, muy seria y lefascina el ftbol. Juan Carlos, mi otro sobrino, es unmucho sano, le gusta estudiar, tiene diecisiete aosy es amante del ftbol y de la bicicleta. Ellos me tra-tan bien, como si yo fuera su mam. Antes de despla-zarnos para Medelln habl con ellos. Les pregunt si

    Perder todo esto me doli mucho, no porque yosea apegada a lo material sino por los recuerdos queme traen, pues todas estas cosas llenaban mi vida.Mis hijos me decan que nuestra casa era muy linda.Tambin tenamos un jardn de hortensias, dalias, au-roras, cartuchos, aguacates, naranjos y limones. Erauna casa finca en el pueblo.

    El hogar estaba conformado por ocho personasque ramos mi compaero, cuatro hijos, dos sobrinosy yo. En mi corazn haba regocijo, estaba inundadode alegra pues hasta ese entonces tena a todos mishijos. Para una mam es un sueo maravilloso tener atodos sus hijos vivos.

    La violencia y la muerte s nos rondaban en todomomento, pues los paramilitares eran los que gober-naban el pueblo, ellos eran la autoridad y matabanslo para hacerse notar e infundir el pnico y el terrora todos los habitantes del pueblo.

    Mis hijos eran unos muchachos alegres, sanos ytrabajadores. Mi hijo mayor tena veinticuatro aos,estudi hasta el grado noveno, le gustaba el baile, elvallenato. Tomaba licor en ocasiones muy especiales.Eran un muchacho respetuoso con todas las perso-nas, sus amigos lo apreciaban mucho; su muerte fueun duro golpe para todos ellos.

    Mi hijo mayor me deca Amandutis por cario. Elcomentaba que no se iba a andar para evitarme un su-frimiento, que si yo faltaba entonces se iba a recorrer.Pero no nos imaginamos que l s se iba para siempre,que no iba a regresar jams.

    Las lgrimas asoman a mis ojos. No es fcil param traer todos estos recuerdos. Yo pienso y presiento

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    le dijo: Levntese hombre y salgamos que tenemosque conversar.

    Mi otro hijo, el menor que dorma en el mismocuarto, nos cont que Alex, as se llamaba mi hijo, lecontest: Tranquilo Hernando, no hay problema.Alex se puso una pantaloneta, una camisilla, tenis yuna gorra que no le poda faltar. Y salieron del cuarto.Al pasar por la sala estbamos todos pasmados delpnico. Mi hijo, al pasar por delante de nosotros, nosmir con una mirada de angustia, con esa mirada nosquiso decir muchas cosas. Para nosotros era imposi-ble hacer algo para salvarlo.

    Viendo lo que estaba sucediendo con mi hijo y

    pensando lo peor, que lo llevaban para matarlo, hubollanto de parte de todos los que estbamos presentes.Yo, en especial, no poda contener mi llanto. Lleg ami casa la angustia, la desesperacin, la impotenciaal ver que no podamos hacer nada. Ya haban salidode la casa y mi hija les pregunt: Para dnde lo lle-van? Y uno de esos desalmados contest: l ya vie-ne. Todos sentimos un poco de alivio y nuestros cora-zones se llenaron de esperanzas. En esos momentosme acord de Dios, empec a pedirle por la vida demi hijo Alex. Pero Dios no me escuch o no me quisoescuchar o ser que Dios no tiene nada que ver con lascosas malas de este mundo.

    Mi dolor se increment ms y ms al escuchar dosdisparos como a dos cuadras de la casa. Mi reaccinfue inmediata. Recuerdo que yo pegu un grito desga-rrador cargado de dolor de mi corazn. Me deca quehaban matado a mi Alex.

    queran quedarse con los padres de ellos -yo queraevitarles que vinieran a rodar y a sufrir- y me respon-dieron que se venan conmigo, que donde yo llegara,ellos estaran siempre a mi lado. En estos momentos

    estamos todos juntos, yo veo en esos muchachos mu-chas cosas buenas, muchos deseos de salir adelante ymucha gratitud.

    Un da, estando todava en el pueblo, el jefe de losparacosdijo que ese monito le caa muy mal. Cuandoo esos rumores mi corazn se hinch de dolor y mialma se llen de amargura, mis ojos se volvieron unmar de lgrimas que salan de lo ms profundo de mialma. Ya no tena tranquilidad ni para dormir. Mi vida

    era una constante zozobra y agona pensando que yame iban a matar a mi hijo mayor, El Mono, como ledecan sus amigos. Mis presentimientos se hicieronrealidad a los pocos das.

    Una fatdica y amarga maana tocaron a la puer-ta de mi casa. Era un grupo de hombres armados yencapuchados. Lo que sent no se los puedo describirporque no tengo palabras para hacerlo. Llegaron di-ciendo: Abran la puerta o la tumbamos. Una de mishijas, sintiendo un miedo terrible, se vio obligada aabrir la puerta. Ella saba que si no lo haca la de-rribaban. Ingresaron rpidamente, se dirigieron a loscuartos y a todos nos encaonaron, que no hicira-mos ningn movimiento porque nos mataban.

    El jefe de esos impos, desalmados, asesinos, sedirigi al cuarto de mi hijo que an dorma y que nose haba enterado de lo que estaba sucediendo ennuestra casa. En esos momentos, el jefe paramilitar

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    verlo. Esos fueron momentos impactantes e impresio-nantes para m. Mis ojos eran un mar de lgrimas, yono daba crdito, lo que estaba viendo era un sueo, yome repeta una y otra vez: Esto no me puede estar

    pasando a m. Por qu a mi hijo, por qu a m?Mi hijo Alex era un muchacho alto, delgado, varo-

    nil, de muy buena presencia, de buen gusto para ves-tirse. Le gustaba que yo le preparara la comida

    Ahora en m hay una tristeza inmensa.La noche trascurra en un ir y venir de la fami-

    lia, vecinos y amigos. Amaneci un da triste, nublado,con llovizna. As transcurrieron las horas, sin lluvia.Cuando se acerc la hora del entierro la gente se aglo-

    mer en mi casa. Me sacaron de mi cuarto para quedespidiera a mi hijo. En su tumba le hice una promesay le dije: Alex, siempre te llevar en mi mente y en micorazn, siempre, siempre; vivir para recordarte.

    Estoy escribiendo y tambin llorando.Le ped mucho valor a Dios para hacerlo. Lo des-

    ped para ese viaje sin regreso. Fue muy duro param. Llegamos a la iglesia. El seor cura dio inicio a lamisa, una ceremonia muy linda. Salimos de la iglesiae iniciamos el recorrido hasta el cementerio. Se es-cuchaban gemidos y llantos. Yo senta morirme, pormi mente pasaban miles de ideas y una de ellas erapoder soportar el dolor que embargaba mi corazn ymi alma.

    Haba mucha romera, no vi casi nada. A m me sa-caron rpido, me montaron en un carro y al rato yo yaestaba en mi casa, con un vacio, pues faltaba mi hijoAlex. Estaba en compaa de mis hijos, mis sobrinos,

    Todos nos encontrbamos como clavados en elpiso. Ninguno pronunciaba palabra. Al momento llegaun vecino y nos dice: Mataron a Alex. Todos salieroncorriendo menos yo, no crea lo que escuchaba ni lo

    que estaba pasando. Sent un impulso que me obliga asomarme a la puerta. Lo que vi me dej espantadade terror y de una infinita tristeza al ver a Alex, mihijo, muerto.

    Fueron escenas desgarradoras.Hubo llanto y gritos de dolor que me arrancaban

    el alma.De eso hace algunos aos ya pero para m el tiem-

    po no ha pasado; estas escenas se mantienen presen-

    tes todos los das y en cada momento de mi vida. Sonsucesos imborrables para una madre. Yo tengo unconcepto muy claro de la vida y es que la vida es muypersonal, muy de uno, es algo muy propio para queun desalmado se la quite as como si nada, como sela quitaron a mi hijo que era una persona joven, llenade salud, con muchas ilusiones y con muchos deseosde vivir.

    Para m llenar estas lneas con mi historia no esfcil pues es volver al pasado, a revivir todo aquelloque queremos olvidar. Pero olvidar no es fcil cuandofuimos tan brutalmente golpeados.

    Las horas que siguieron fueron de espera. A mihijo se lo llevaron para la morgue. Mientras familia-res y vecinos arreglaban su tumba yo me encerr enm misma, no quera ver a nadie ni que me hablaran.Quera estar sola, me encerr en un cuarto, sal cuan-do llegaron con el fretro de mi hijo. Me acerqu para

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    y un poquito de loza. Los animales, los vend; al nicoanimal que trajimos fue a un perro pequeo de nom-bre Lenon, l nos acompao mucho tiempo.

    Nadie nos despidi. Los familiares, los vecinos y

    los amigos no tuvieron valor para decirnos adis. Yopienso que fue mejor as porque las despedidas sonmuy deprimentes y tristes.

    Contratamos un camin que nos cobr trescientosmil pesos. El da de la partida yo no poda contener elllanto. Dentro de m tena miles de preguntas: dndebamos a vivir, en qu bamos a trabajar, de qu bamosa vivir en la ciudad. Salimos a las nueve de la maanadel pueblo y llegamos a las dos de la maana en medio

    de la lluvia . Nos estaban esperando unos amigos parallevarnos a su casa. No se imaginan cmo me senta yoen una casa ajena, cuando yo lo haba tenido todo. Esefue un cambio muy brusco para todos.

    Alquilamos una casita y a los pocos das nos fui-mos muy agradecidos con nuestros amigos. Yo empeca trabajar con ventas. Mi hijo menor y mi compaeroconsiguieron trabajo como ayudantes de construccin.As se nos compuso un poco la situacin econmica.

    Ya llevbamos tres meses en esta ciudad tan duray diferente a un pueblo cuando un buen da me diceuna seora que ella venda un ranchito en una comu-na, que lo venda barato. Le coment a mi compaeroy a mis hijos. Todos nos ilusionamos con la idea de te-ner una casita propia en esta ciudad as fuera en unacomuna. Nos animamos y fuimos varios a verlo. Lo quevimos nos dej sin palabras: un rancho parado en unhueco, en la parte baja de una calle, tapado por la ma-

    mi compaero Luis y algunos familiares y amigos. Medirig a mi cama y me qued profundamente dormida.Dorm horas y horas seguidas. No supe cuntas.

    Los das siguieron montonos, sin aliciente para

    m. No quera nada. Me gustaba estar sola. De prontolleg a nuestras vidas una alegra inmensa como unblsamo a nuestros corazones. Ocurri un aconteci-miento maravilloso: naci Manuela, mi primera nieta,tres das despus de haber enterrado a mi Alex. Estania trajo alivio a mis penas. Era una preciosa nia.Estbamos muy contentos con la llegada de la beb.

    Haban pasado apenas quince das de la muertede Alex cuando decidimos desplazarnos para Mede-

    lln. Esta decisin fue muy dura para todos nosotros,en especial para m que ya dejaba un hijo en el ce-menterio y una casa donde tuve a uno de ellos, dondelos vi crecer a todos, donde pasamos ratos tan felices.Tambin abandonaba una mam, unos hermanos ymuchos otros seres queridos.

    Vend enseres como unas sillas mecedoras, cosasde cocina, el tapete de la sala. Lo ms duro para m fuever cmo mis hijos sufran en silencio con todo esto.Ellos no me decan nada para no lastimarme. Elloseran testigos de mi sufrimiento, yo tambin vea comosufran porque para ellos era dejar su casa, la casadonde vivieron toda su niez y parte de su adolescen-cia. Sus amigos les ayudaban a empacar sus perte-nencias con tristeza y en ocasiones con llanto. Ellosme decan que les pareca un sueo dejar la casa, de-jar todo con lo que vivamos tan a gusto. Por fin termi-namos de empacar la ropa, las cobijas, algunas ollas

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    nos vino parte de la calle que pasa por detrs y cayencima de la cocina, del bao y del lavadero.

    Para m y para mi familia no se acaban los sufri-mientos y tristezas porque vivimos en constante peli-

    gro pues el talud amenaza con derrumbarse de nuevo.Yo he tocado varias puertas pidiendo ayuda pero todoha sido en vano; vienen varios funcionarios, miranel desastre y se van, no ms. Como ellos no conocenel dolor ajeno no entienden que yo estoy aqu con mifamilia en medio del peligro sin saber qu hacer; es-toy desesperada, no s dnde pedir ayuda. Yo le pidoa Dios que nos proteja de todo mal y peligro, ya quenuestro rancho desgraciadamente est en terreno de

    alto riesgo. En este ranchito estamos desde hace yaocho aos y cinco meses. En esta casita hemos vividoratos alegres ms no felices porque la felicidad nuncava a volver a nuestras vidas.

    Cuando llegamos a este barrio haba una guerratenaz, tenebrosa. Los de Villa Lilyam, donde vivimos,con los de arriba, La Sierra, como se llama ese barrio.De da y de noche se escuchaban petardos, tiros decarabina y explosiones de granadas. Cuando empeza-ban esos enfrentamientos nos protegamos por debajode las camas. Gracias a Dios esta guerra ya termin,claro que no del todo porque ahora hay una guerrasilenciosa. Esto es muy preocupante.

    Un buen da tuve la agradable sorpresa de vera mi hermano llegar del pueblo. En poco tiempo secoloc en la construccin. Pas un ao y medio. Unatarde lleg del trabajo y me dijo que la obra se habaacabado y no tendra ms empleo. Pasaron dos meses

    leza; sin servicios, ni agua siquiera. Lo primero que lesdije fue: Esto no es para que vivan personas, y menosnosotros que estbamos acostumbrados a las comodi-dades. Pero tenamos que pellizcarnos y aceptar que

    nuestras vidas haban cambiado y que si no aprove-chbamos ese ranchito los ahorros se nos iban a aca-bar. Lo pensamos mucho y al final se lo compramos.

    A los pocos das llamaron del pueblo para decir-nos que alguien estaba interesado en comprarnos lacasa. Viaj hasta all para hablar y la persona meofreci poco dinero, ni la mitad de lo que vala. Comolosparacosestaban aduendose de las casas aban-donadas, entonces opt por venderla, as fuera por

    menos precio. Me doli mucho ver como las personasse aprovechan de la situacin del que sufre. Vender lacasa me dio una infinita tristeza. Por varios das estu-ve con una depresin enorme.

    Regres para Medelln y empezamos a hacerlemejoras al ranchito. Construimos dos piezas, echamosel piso y conectamos la energa, el resto del dinero senos acab supliendo miles de necesidades.

    Pero eso no fue todo. Dos aos despus de haberhecho los arreglos, la parte de adelante de la casa sedesliz. Estbamos llenos de pnico por el peligro en elque nos encontrbamos y sin tener para donde irnos.A ese derrumbe le hicimos un relleno de costales lle-nos de tierra para evitar que se siguiera cayendo, puesno tenamos con que hacerle un muro de contencin.

    A finales de 2005 tuvimos otro percance, otroproblema similar. Cay otro derrumbe, est vez porla parte de atrs, debido a las constantes lluvias. Se

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    para m. Bueno, creo que les estoy dando finalizacina estas historias que me marcaron para siempre. Enesta historia encontraron realidades humanas: lamuerte, la tristeza, la soledad.

    Yo elevo una plegaria para que estas guerras ter-minen. Con estas historias yo les abro mi corazn yespero que comprendan mi dolor.

    Amanda

    Escribir signific para ella llorar. Con slo

    tomar el lpiz y abrir su libreta para recons-

    truir los sucesos que han marcado su vida,

    las lgrimas aparecan como fieles compa-

    eras. Qu hiciera Amanda sin ellas? Las

    necesita para limpiar sus ojos, para aceitar

    su corazn, para venerar a un hijo que el

    conflicto armado le quit, sin haber entrado

    l en batallas.

    Escribi a pulso sus pginas, con la certeza

    de traer las palabras justas para expresar

    cmo duele el corazn herido de una madre

    que, ante el acontecimiento que le cambila vida, fue capaz de dejar su fabulosa casa

    pueblerina y empezar una nueva vida en un

    rancho escondido entre un matorral.

    y un da llega mi hermano y me dice: Me ofrecierontrabajo en una finca en Amalfi ganando quinientosmil pesos mensuales libres de pasajes y comida. Yole pregunt: Con quin te vas? Y me dijo que con un

    muchacho conocido de por aqu y que l mismo lo ibaa llevar. Esto me lo dijo un sbado y al domingo a lasdoce del da llega y me dice: Me voy. Yo le respondo:Tan rpido? Y l me dijo que s, que ya lo estabanesperando. Chao, cuando cumpla un mes la llamo,me dijo.

    Pas un mes y medio y yo esperando la llamada.Los das pasaban y yo empec a preocuparme seria-mente. Una noche lleg mi sobrino y me dijo: Am,

    habl con el que se llev a mi to -era un da del amor yla amistad, habamos pasado muy sabroso con juegosy comida- y dice que lo mataron por all en Amalfi.Me doli mucho esa noticia. Yo tena la esperanza deverlo de nuevo. Me impact demasiado. Llor mucho,era mi hermano, un ser querido para m.

    Una tarde vi a aquel muchacho y me fui a su en-cuentro: Joven, hgame un favor, yo necesito saberque pas con mi hermano, l tiene una familia, todosestamos muy preocupados, no me interesa saber qui-nes lo mataron ni por qu, slo dgame dnde lo mata-ron, dnde est su cuerpo, dnde lo tiraron.

    Las lgrimas asoman a mis ojos.El hombre me respondi: Mire madre, cuando a

    esemanse lo llevaron empez a hacer cosas mal he-chas con otro mancito, me enter que los buscabanpara darles, mejor dicho yo creo que ya les dieron.

    Todos estos sucesos y acontecimientos son duros

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    Los milicianos se entraron el domingo 22 de julio de2001, como a las diez de la maana. Ya haban hecho ir alos de La 29, ya los haban sacado. Los mataban, los cogala ley, los sacaban escondidos entre las maletas de los ca-rros, ellos se iban muertos de miedo. Los muchachos de

    La 29 alcanzaron a salir el sbado y al domingo se entra-ron los otros. Les mandaron a decir que si los encontra-ban aqu, los tiraban al piso. Entonces se abrieron.

    Ellos llegaron aqu a la casa como a las cuatro.Yo me imagino que ya entraban a matarlo porque ve-nan con el chisme en la cabeza, y muy cerquita, enun altico, estaban por ah veinte mirando para ac. Lehablaron muy maluco y le preguntaron muchas cosas:-Entonces qu, usted es muy colaborador de esospi-

    robos que hay aqu?-No. Yo con qu iba a colaborar, yo no tengo plata, yono tengo ni con que darle alimento a mis hijos. No veque yo soy cojo y no puedo estar en esos ajetreos?

    - No lo niegue viejo que ya nos contaron todo. Ustedha hecho muy mal al tener relacin con esosgatos.

    En esas apareci el hijo mayor, que es mo con elprimer marido, y uno de ellos le pregunt:

    -Oiga negro, Usted es hijo de este seor?

    Un pap fusiladoMariela Ocampo

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    Jams olvidar tu nombre48 Un pap fusilado 49

    dos, con una paoleta, le pusieron senos, le pusieronun nio en los brazos y l sali en un taxi como sifuera una abuelita.

    Esa tarde llovi mucho. La gente me deca que sa-

    cara a esa muchacha porque seguro la iban a matar.Entonces yo sal con ella. Subimos hasta la terminal yall estaba todo ese combo. Porfirio quera ir a llevar-la, pero con esa visita que tuvimos yo le dije: No, us-ted se queda aqu. Y me fui con la muchacha. Apenasla mont al taxi, uno de esos negros me mir muy fijoy movi la cabeza como queriendo decir algo.

    Arrancamos falda abajo, yo iba con el nio, y lme dijo: Ay mamita, ese negro viene detrs de no-sotros con otros dos. A m me dio tanto miedo. Noso-tros nos fuimos por la carretera vieja y ellos detrs.Entonces yo le dije al nio: Corramos. Yo ms abajome quit los zapatos porque no era capaz de correr. Elpiso estaba muy liso, todo empantanado y los zapatosse me salan. Entonces corr a pie limpio. Logramosperdernos despus de unas curvas y nos metimos pormomenticos en unos escampaderos. Al rato llegamos ala casa, yo llegu rendida, asfixiada, nerviosa y al niolo traje casi arrastrando. Yo temblando, nos quedamos

    con la luz apagada, y yo helada. No dorm un minuto.Al otro da, por ah como a las cinco de la tarde,comenzaron a asomarse por unos muros que se vendesde la casa. Miraban y miraban hasta que de re-pente se brincaron aqu al patio. Unos miraban porlas puertas, entraban y salan como buscndolo. Yole dije: Mijo, usted cree que lo van a matar?. l medijo: No, por qu, yo no he hecho nada malo. Pero yovi que l ya estaba achantado. Yo le dije: Ay mijo lo

    -No, yo no soy hijo de l. Soy hijastro.- Lstima usted ser hijastro de este seor, lstima.Ellos venan como a matarlo, pero aqu haba mu-

    cha gente. Estaban mis yernos, las hijas mayores y

    unas amigas de ellas, los nios Entonces ellos mi-raban y miraban. Se fueron. Pero de ms arriba sedevolvieron dos. Yo pens que lo iban a matar. Ellos lollamaron.

    - Vea cucho, no se vaya a ir, no se vaya del barrio quea nosotros nos contaron unos chismes pero nosotros novinimos a matar a nadie. Qudese tranquilo, reljese.

    Entonces el hijo mo le dijo que era mejor que sefuera porque apenas lo vieran por ah tranquilo lo ma-

    taban. l no se quiso ir, deca que l no haba hechonada para tenerse que ir de su barrio y de su casa.El marido mo charlaba mucho con el combo que

    estaba primero. Se trataban por sobrenombres, sesala para la esquina a charlar con ellos pero no lescolaboraba. Ellos se metan en una curvita y despusen una casa que estaba abandonada. Entonces, desdearriba se vea como si ellos se metieran a mi casa. De-can que se metan a mi casa y era mentira. Se metana esa de los vecinos a dar plomo para el otro lado.

    Mientras ellos hablaban yo intervine y les dije:-Ms les he ayudado yo que les presto las ollas

    para hacer sancochos, yo les doy aguaEllos me miraban muy feo.De todas maneras l se qued tranquilo con lo que

    ellos le dijeron. Pero como una hija ma charlaba conuno de La 29, ya ms miedo nos dio. A ese muchacholo sacaron vestido de mujer. Sali con los labios pinta-

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    Jams olvidar tu nombre50 Un pap fusilado 51

    los hijos la cogi de la cintura y la entr porque sisegua insultndolos nos iba a hacer matar a todos.Cuando yo o los tiros se me doblaron las rodillas y cacomo clavada en el piso. Cuando yo arrim, l todava

    respiraba. Entonces arranqu para arriba a buscarcmo sacarlo, pero tres de esos muchachos se fuerondetrs de m. Una vecina que vio todo me hizo entrarpara la casa de ella. Yo le deca que l estaba vivo yella que no, que con esa cantidad de tiros no podaestar vivo. Cuando dijeron que se haba muerto yo medevolv para la casa.

    Esas fueron horas muy tristes, todos llorbamos, gri-tbamos. Hicimos una bulla tan espantosa que esa genteno fue capaz de matar a un vecino. Ellos venan por lporque fumaba marihuana con los de La 29, pero con elescndalo de aqu se fueron y ese muchacho se salv.

    A l lo mataron antes de las siete de la noche yllegaron a hacer el levantamiento casi a las once de lanoche. Los policas me preguntaban que por qu lo ha-bran matado. Yo les deca que no saba, que motivo nohaba. Y uno de ellos insisti: Por ah dicen que unahija suya es la mujer del jefe de La 29 El otro mepregunt: Usted sabe quin lo mat? Y yo: Pues

    claro, ese comboque se meti ayer. Los milicianos.Ya se lo llevaron para Medicina Legal y nosotros

    nos fuimos a hacer las vueltas del entierro. Cuando yabamos para el cementerio llegaron unas nias del ba-rrio corriendo a decirnos que no subiramos a la casaque nos estaban esperando para matarnos. Entoncesno subimos. Yo mand a unas para Copacabana, aotras para Zamora, el muchacho mo que estaba meti-

    van a matar. Usted por qu no se va? Y l, pobrecito,me dijo: Por dnde voy a salir, no ve que ya estamoscercados?. Yo estaba tan confundida que teniendo te-lfono no acat a llamar a la ley.

    -Oiga, ah est Porfirio?Nosotros nos hacamos los que no oamos. Nadieles contestaba nada. Pero en esas lleg uno de los mu-chachos que estaba en el Centro. Apenas lo vieron lle-gar se le fueron encima: _ Usted es Porfirio?

    A l le dio ese susto tan grande.- No, no, no, yo no soy l est aqu adentro.Lo divulg.-Me lo llama me hace el favor.l no quiso salir, estaba acostadito. Yo le estaba

    arreglando la comida y no era capaz. Yo coga la paila,la descargaba, la coga, la descargaba. Y l me deca:Arrglame pues la comidita que tengo hambre. Y yono era capaz, yo era con la cabeza como toda pesada.

    Una seora que estaba ah conmigo me dijo quel me miraba y me miraba pero yo no lo vi. Una de lasnias entr y le dijo: Vea pap es mejor que salga, depronto se entran para ac. Y l le contest: No mija,djeme aqu, yo me quedo aqu. Ella se dio cuenta deque estaba rezando. Despus fue el hijo mo, el mayor,y le dijo: Sal, ellos dicen que tienen que hablar convos. Lo agarr de la camisa y lo sac de la pieza. Ahfue cuando dicen que l me mir con una tristeza tangrande, pero yo no lo vi.

    Cuando sali le dijeron:-Venga maricn que tenemos que hablar con usted.Una de las nias se asom por la ventanita y les

    gritaba cosas y ellos le contestaban peor. Ya otro de

  • 7/27/2019 Jams Olvidar Tu Nombre

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    Jams olvidar tu nombre52 Un pap fusilado 53

    Dos veces a la semana se escapa de su casa y

    viaja hasta casas lejanas donde lava pisos,

    limpia vidrios y plancha ropas para recoger

    el dinero que deja en la tienda a cambio de

    arroz, panela, sal y aceite.

    Mariela narr y escribi su historia con vive-

    za de palabras y con el corazn en carne viva.

    do en los combos se fue para donde unos amigos, y yome llev a unos de los nios para donde una amiga.

    En la casa quedaron dos hijas mas con los nios deellas. Siempre las visitaron pero preguntando por noso-

    tros. Yo a veces me quedaba a dormir en las casas dondetrabajaba y a una de las nias le toc dormir en un par-que que queda al frente de la Lavandera Real, en el Cen-tro. Y yo sin poder conseguir una casita para meternos.

    A los catorce das consegu doscientos mil pesosprestados, pagu un mes de arriendo en ManriqueOriental, consegu comida, mand a traer las cositasms necesarias y junt a los muchachos. Por all nosquedamos tres aos sufriendo. Yo trabaj de sol a sol,

    de da y de noche, para juntar los arriendos que erande ciento veinte mil pesos. Yo trabajaba hasta las onceo doce de la noche, de domingo a domingo.

    Cuando ya se salieron esos y entraron los de aho-ra, que son paramilitares, nosotros pudimos volver.

    Mariela

    Es la matrona de una familia compuesta por

    hijas, yernos, hijos, nueras, nietos y nietasque requieren de ella todo el da. Por eso los

    minutos que busca para sentirse sola son

    interrumpidos por los gritos de los nios que

    quieren acostarse cerca de la mamita. Ella

    los recibe, los arropa y cierra los ojos en bus-

    ca de la ltima mirada de su marido, esa que

    conmovi a la vecina minutos antes de que lo

    fusilaran.

  • 7/27/2019 Jams Olvidar Tu Nombre

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    Hace diecisis aos, por esta poca, mi mamestaba embarazada de m. Cuando eso La Sierra notena milicias populares, sino que eran bandas arma-das y delinquan de otra manera, de modo que afec-taban muchsimo ms a la comunidad. Por ejemplo,

    atracaban a las personas, desocupaban las casas y adonde llegaban y encontraban mujeres las violaban,las dejaban amarradas, muchas veces golpeadas y enocasiones hasta muertas.

    Era una situacin muy dura, pero como tena mspeso la pobreza y la necesidad, mi abuela y sus hijos,incluida mi mam, tenan que resignarse y rogarle aDios para que no les pasara nada malo, pues vivansolos en una casa demasiado humilde, que estaba he-cha de tablas y cartn y el piso era de barro. Mi abuela

    trabajaba en casas de familia para poder sostener asus cinco hijos. A mi mam, como es la mayor de todossus hermanos, le toc trabajar con mi abuela desdeque tena doce aos para ayudar econmicamente asu familia y un poco para ella.

    El estudio para mi mam fue muy poco, por lo di-fcil de la situacin, pues mi abuelo no viva con miabuela. l era un irresponsable y no ayudaba econ-

    Mi diarioLeady Jhoana Reyes

  • 7/27/2019 Jams Olvidar Tu Nombre

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    Jams olvidar tu nombre56 Mi diario 57

    sin saber a dnde iba a llegar, con suerte lleg dondeuna vecina que, muy asustada, le abri la puerta puesmi mam casi la tumba a golpes.

    Cuando mam entr comenzaron a tocar otra vez

    con golpes fuertes. Doa Elena, la duea de la casa, noquera abrir, pues crea que era alguno de esos tiposque haban seguido a mi mam. Pero no, era don Da-ro, el conductor que se haba ido detrs de mi mam yella no se haba dado cuenta por el susto que llevaba.Le abrieron la puerta mucho despus y el pobre en-tr asustadsimo. Mi mam comenz a sentir doloresbajos en el vientre y doa Elena le prepar bebidasaromticas que los calmaron un poco.

    Desde la casa donde estaban, mi mam y el con-ductor escuchaban como destrozaban el carro conrabia. Don Daro se qued escondido como hasta lasonce de la noche y despus se dirigi a su casa. No leimport el carro, l deca que la vida era ms impor-tante que cualquier cosa. Despus de este incidente ami mam le toc cuidarse mucho por la amenazas deaborto que tena.

    La situacin contino as o peor de violenta unosdos o tres meses despus del suceso. Hasta que lle-

    garon las milicias populares, las cuales hacan filashasta de ocho personas para fusilarlas y por lo gene-ral las mataban en la noche. Esto fue lo que la comu-nidad llam la limpieza porque acabaron con todos losladrones, violadores y drogadictos.

    Cuando yo nac ya haba cambiado un poco la si-tuacin en cuanto a robo y lo anterior. Pero comenzotro tipo de violencia. Cuando yo tena quince das de

    micamente con nada. Mi mam con toda esta situa-cin cumpli su mayora de edad, sac la cdula deciudadana y tuvo la bendicin de Dios de conseguirun empleo en una empresa bananera haciendo el aseo

    y atendiendo la cafetera. Llevaba dos aos trabajan-do all cuando conoci al que hoy es mi pap biolgico,del cual ella se enamor y qued embarazada de m, labella y preciosa joven que ustedes ven hoy.

    La situacin del barrio era muy dura y a ella,como a toda la comunidad, le tocaba sortear situacio-nes muy difciles. Una de esas situaciones le ocurricuando apenas tena dos meses de embarazo. Todosucedi una noche cuando regresaba de su trabajo.

    Llegando al barrio unos hombres armados salieron deun callejn y le hicieron seas al conductor para queparara el carro, pero el conductor tena mucho miedoy arranc a toda velocidad. Mi mam iba en la parte deatrs del carro, en ese entonces los carros eran unascamionetas destapadas atrs. Cuando estos hombresdispararon la bala pas por encima de la cabeza demi mam. Ella estaba muy asustada. Antes de que elcarro parara hicieron otros dos disparos que pasaronrozando el techo de la camioneta. El carro par en

    el cuadradero, los pasajeros se bajaron y corrieron loms que pudieron.

    Entre ellos estaba mi madre, que a todas estas sellama Gloria, es bajita, su cabello es como rojo naturaly es un poco gordita. Mi mam recuerda que tena unafalda blanca ceida al cuerpo, una blusa lila y unostacones de esos de puntilla. Ella dice que se meti porun peasco y que hoy en da no sabe cmo ni en qumomento se trep por ah, y ms en su estado. Corri

  • 7/27/2019 Jams Olvidar Tu Nombre

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    Jams olvidar tu nombre58 Mi diario 59

    les muy trgicos. Luego vinieron los paramilitares ylos enfrentamientos con la guerrilla que dejaron msmuertos inocentes, y as sucesivamente.

    Gracias a Dios mi mam consigui un mejor tra-

    bajo en una empresa de chance. Primero como asea-dora y luego la ascendieron a recepcionista y secreta-ria del dueo de la empresa.

    Cuando yo tena siete aos conoci al que hoy esmi pap de crianza. Se casaron y la vida en el barriono es que haya cambiado mucho que digamos. A mipap le toc vivir una de las situaciones ms duras desu vida hace unos seis aos y medio, en una de las peo-res crisis de violencia en el barrio. Fue tan difcil que

    estbamos sin transporte y para m ir al colegio erademasiado duro por los enfrentamientos tan fuertes.Un da mi pap y un hermano de l se fueron a

    pie para el trabajo y trataron de conseguir transporte.Ms o menos en Tres Esquinas, donde hoy es el cua-dradero de los buses de Caicedo, haba un bus con pa-sajeros listo para salir. Cuando un hombre se le acercal conductor del bus y le dijo que si no le haban dichoque no trabajara y l le respondi al tipo que s iba atrabajar. ste sac un arma se la puso en la cabeza y

    le dispar. El bus, como iba a arrancar, se fue contraun poste de energa.

    Cuando mi pap se acerc y vio esto se aterr,pero de terco se fue con mi to ms abajo a buscartransporte. Llegaron hasta el Centro pero se devol-vieron porque les dijeron que por la tarde iba a estarpeor. Regresaron en taxi y cuando iban llegando don-de antes haban matado al conductor, los hicieron ba-

    nacida llegaron a mi casa varios hombres encapucha-dos y muy armados a sacar a mi to Freddy a medianoche y en medio de un aguacero. Golpearon tan fuer-te que casi tumban la puerta. Cuando mi mam abri

    entraron empujando y gritando a todos los que esta-ban dentro de la casa. Ella me cuenta que lo primeroque pens era que los iban a matar a todos. Uno deellos pregunt por mi to Freddy y mi mam les mos-tr la cama donde l dorma. Esos hombres lo hicieronlevantar y se lo iban a llevar descalzo y sin nada conque abrigarse, mi mam dice que no sabe de dndesac fuerzas para decirles que lo dejaran poner zapa-tos y algo para que se abrigara, ellos dijeron que s y

    se lo llevaron sin saber si lo dejaran regresar o qupasara con l.Mi mam, mi abuela y los que estaban en la casa

    se quedaron en silencio sin saber qu hacer. Fue mu-cha la angustia y la zozobra que sintieron, era algohorrible e imposible de olvidar. Pero gracias a Dios mito lleg quince minutos despus, y le explic a todala familia que lo iban a matar por una equivocacin.Todo fue porque un muchacho se rob unas cosas dela Accin Comunal y le pidi el favor a mi to de que

    se las llevara para la plaza minorista, pero l no sa-ba que esas cosas eran robadas. De todas maneras lafamilia estaba muy feliz, porque cuando hacan estosiempre decan a qu hora y en dnde podan ir a re-coger el muerto o que cerraran la puerta e hicierancomo si nada estuviera pasando.

    Esta era una situacin muy dura y muy difcil paraquienes la vivan. Desde que entraron los milicianosesta situacin se repiti cantidad de veces y con fina-

  • 7/27/2019 Jams Olvidar Tu Nombre

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    Jams olvidar tu nombre60 Mi diario 61

    Despus, al pasar algunos das, las cosas se cal-maron un poco, pero esto no dur mucho tiempo por-que mataron a uno de los jefes de los paramilitares, yla situacin del barrio empeor, ya que no podamos

    salir ni a la puerta porque corramos mucho riesgo.Cuando la Polica comenz a hacer ms presen-

    cia en el barrio, los agentes entraban a las casas sinpermiso y a la hora que ellos quisieran a hacer alla-namientos y las destruan por completo. Y las cosassiguieron as por mucho tiempo.

    Despus de estas y ms situaciones muy duras,lleg la desmovilizacin. Al principio no creamos tan-ta maravilla. Pero despus de esto la vida en el barrio

    ha mejorado mucho. Aunque la sociedad crea que esuno de los peores barrios de Medelln, slo por un do-cumental que grabaron hace un par de aos.

    Leady Johana

    Es de pocas palabras pero de muchos ami-

    gos. Su mam dice que parece un fantasma,

    pues guarda mucho silencio y aparece de la

    nada en cualquier momento. Se considera

    una persona tierna y no le gusta pelear consu familia ni con sus amigos. Siempre quiere

    sacar buenas notas en el colegio y no apaga el

    computador hasta terminar la ltima tarea.

    Desde pequea, Leady ha escuchado balace-

    ras y ha visto muertos. Siente suyo el dolor

    que la guerra ha dejado en sus vecinos y

    espera que algn da se respire tranquilidad

    en todas las calles de su barrio.

    jar y le dijeron al taxista que se perdiera. Mi pap y suhermano muy asustados se bajaron y les preguntaronque para dnde iban, ellos asustadsimos dijeron quepara arriba, sin decir que para La Sierra, porque si lo

    decan los mataban.Mi pap lleg muy asustado y acord con mi mam

    que se iba a vivir donde una hermana. A mi mam ledio muy duro esto, porque ella estaba embarazada yle faltaban pocos das para dar a luz a mi hermanito.Ocho das despus de que mi pap se fue, a mi mamle dieron las contracciones y le toc irse caminandohasta el Centro.

    Tambin me acuerdo que en esa crisis tan dura

    que tuvo el barrio nos quedamos sin comida durantequince das porque los muchachos no dejaban entrar nisalir ningn carro, pues pensaban que podan ser infil-trados. Durante ese tiempo, mientras mi mam estabaen el hospital, me toc quedarme sola en mi casa.

    Recuerdo que en esos das me dirig al colegio yrecibimos clases normales como hasta las cuatro dela tarde, cuando llegaron unos muchachos al colegio ydijeron que no podamos salir hasta que ellos no lo or-denaran. Me acuerdo que tenamos una profesora muy

    catlica y nos puso a rezar durante dos horas segui-das. Despus nos bajaron a todos los alumnos al patioy nos quedamos all como hasta las seis y media dela tarde. Cuando bamos a salir unos muchachos en-capuchados y armados nos dividieron en dos grupos:los que iban para arriba y los que iban para abajo. Alos que subamos nos acompaaron como seis de esostipos, y a algunos los llevaban a sus casas.

  • 7/27/2019 Jams Olvidar Tu Nombre

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    Yo viva con mi pap y con mi mam en la veredaCaucheras que queda cerca de Mutat. Eso por allera muy plano y haca mucho calor. A m me gustabamucho jugar en las mangas y tambin me gustaba ir apescar al ro, porque con lo que pescbamos mi mamllenaba unas ollas con sancocho. La casa donde viva-mos era de madera y tena un patio muy grande llenode matas. En esa poca no nos faltaba nada, pues mipap trabajaba en construccin, arreglaba carrete-ras y cultivaba yuca, pltano y banano. Vivamos muybien hasta que un da llegaron a nuestra regin unosencapuchados vestidos de paramilitares a matar ni-os, ancianos y mujeres embarazadas.

    Un fin de semana mi mam se fue a baar al roVillartiaga, cerca al municipio de Mutat. Cuando se

    estaba baando llegaron unos cuarenta encapucha-dos armados hasta los dientes. Ella no los haba vistoy de pronto sinti que uno de ellos le agarr el pelo yla sac del agua. Esos hombres sacaron de la orillaunas armas que estaban enterradas. Sacaron pisto-las, fusiles, granadas, cuchillos, metralletas, mejordicho sacaron todo tipo de armamento. A mi mam laculparon de esconderlo y lo ms preocupante era que

    Urab manchada de sangreYeraldn Zapata Osorno

  • 7/27/2019 Jams Olvidar Tu Nombre

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    Jams olvidar tu nombre64 Urab manchada de sangre 65

    viera un grupo armado fuera a decirle al otro. Nos tocdejar casi todas nuestras cosas, prcticamente slosalimos con la ropa que tenamos puesta. Viajamos aMedelln y mi mam tena ocho das de dieta. Cuando

    estbamos en el bus ste por poco se voltea, ya que elchofer iba borracho. Mi mam se recost para dormiry le dio la beb a mi pap para que la cuidara, pero ltambin se recost y el movimiento del bus tumb a lania haca atrs. Cuando mi pap despert no encon-tr a la nia y todo preocupado fue a buscarla atrs ymenos mal la encontr.

    Cuando llegamos a Medelln, la beb y yo tena-mos mucha hambre. No sabamos para dnde pegar.Nos comentaron sobre una invasin que estaban po-blando y nos fuimos para all. Mi pap mont un pls-tico para pasar la noche pero de all nos sacaron lospolicas a patadas. No tuvimos ms alternativa y nosfuimos para donde una ta y ella nos humillaba y nosechaba mucha cantaleta porque mi pap no trabaja-ba, todos comamos mucho y los servicios estaban vi-niendo muy caros.

    Mi pap no aguant ms y sin saber andar a Me-delln se fue a buscar trabajo. Consigui uno en cons-

    truccin pero era muy duro. Llegaba a la casa con loshombros pelados de cargar cosas pesadas y slo pordarnos un bocado de comida.

    Nos aburrimos de las humillaciones de la ta y nosfuimos para donde mi abuela, la mam de mi pap, queviva en Caicedo. Aunque la casa no estaba en buenascondiciones nos metimos como pudimos. Mi pap conel trabajo traa mercado para nosotros. Era un mer-

    ella tena ocho meses de embarazo y por poquito pier-de al beb pues le dieron cachetadas, le pegaron conun palo y le decan: Ese hijo es de un guerrillero.

    La detuvieron cuatro horas. Muchos vecinos fue-

    ron a hablar por mi mam para que la soltaran, peroesos hombres no la dejaban ir. Hasta que lleg un her-mano de la iglesia a donde nosotros bamos y les dijoque ella era sana, que el hijo que estaba esperando erade mi pap y que ella no tena nada que ver con esearmamento. La soltaron y despus lleg a la casa.

    Nosotros empezamos a vernos muy solos en nues-tra vereda Caucheras, pues todos nuestros vecinos yahaban sido torturados cruelmente y asesinados.

    Das despus lleg a mi casa un hombre y le dijoa mi mam que tena que preparar sesenta almuer-zos. Ella, como tena nueve meses de embarazo, lecontest que no poda; pero l la oblig. Entonces, ami mam le toc preparar arroz, carnes y patacones.Todo eso lo empac en unas ollas y ese hombre se lasllev. Ese mismo da por la tarde mi mam estaba muypreocupada porque mi pap no haba llegado a almor-zar. Cuando lleg, ms o menos a las cuatro de la tar-de, estaba muy asustado y con la ropa llena de san-

    gre. A l no le haba pasado nada, pero nos cont quemientras estaba trabajando en el punto de Villartiagallegaron unos hombres con una lista y empezaron amatar a todos sus compaeros y como l no estaba enesa lista lo dejaron ir.

    Mi pap nos dijo que nos viniramos para Mede-lln as fuera para vivir debajo de un puente porque al lo amenazaron y lo comprometieron a que cuando

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    Jams olvidar tu nombre66 Urab manchada de sangre 67

    la familia. Todos los das suea con ser poli-

    ca y quiere terminar rpido el bachillerato

    para poder ayudar con los gastos de la casa.

    Aunque ya se acostumbr al ritmo de la

    ciudad, quiere volver con sus padres y consu hermana a la vereda donde fueron felices.

    Para lograrlo debe ahuyentar el miedo que

    han acomulado varias generaciones.

    cado muy pequeo que casi no alcanzaba porque eranmuchas bocas para alimentar, pues a mi abuelita se lemuri el hijo que la mantena.

    Hoy en da seguimos de arrimados donde la abue-

    la. Mi hermanita Yureidy ya tiene nueve aos, es unania muy inteligente y muy despierta. Las dos esta-mos estudiando y mi pap trabaja en construccincuando le resulta. Mi pap hizo una casa de tablasal lado de la de mi abuelita que se encuentra en ma-las condiciones porque la madera est vieja. Lo queestamos esperando es que el gobierno nos ayude conuna casita.

    Urab todava est solo despus de que fue tan po-blado. En la vereda Caucheras quedan unas cinco ca-sitas, claro que la gente permanece con mucho temorde que vuelva lo mismo de antes. Nosotros en este mo-mento queremos volver a nuestra regin, pero nos damucho miedo vivir lo mismo y que unas nias tan pe-queas vean torturar cruelmente y matar a los vecinossin saber por qu. Aqu estamos con miedo de regresarpero yo s que algn da eso va a terminar y vamos aser felices en nuestra hermosa y bella Urab.

    Yeraldn Zapata

    Lleva nueve aos viviendo en Medelln. Cuan-

    do sali de Urab era muy pequea, pero

    todava recuerda el agua, los animales y las

    mangas donde jugaba. Se considera una per-

    sona muy tierna y cariosa con los amigos y

  • 7/27/2019 Jams Olvidar Tu Nombre

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    Todo comenz una tarde de enero en una escue-la de un pueblo ubicado a orillas de la carretera quelleva al mar. Para ser ms especficos, el pueblito sellama El Doce, corregimiento de Taraz, Antioquia.Este pueblo es de clima clido y tiene una gran belle-za. Su carretera va hasta la costa y est rodeada decasas separadas por grandes distancias. Del otro ladode las casas, separadas por pequeos solares, baja elro Cauca. Al otro extremo del ro hay dos islas, Ner yPur. En ellas hay sembrados de yuca, pltano y otroscultivos de tierra caliente. Tambin hay ganado y avesde pluma como gallinas y patos. De todo esto lo msmaravilloso son sus minas de oro.

    En la escuela mixta de El Doce comenz todo,cuando un joven entr a cursar el grado quinto en sus

    aulas. Jorge, as se llamaba el joven, entr a clasesesa tarde con su uniforme nuevo y empez a haceramigos. Le asignaron un saln y all conoci a Arman-do y se volvieron muy buenos amigos. Pero Armandono era del todo buen amigo porque haca cosas inco-rrectas. Era un repartidor de coca y ayud a que Jor-ge se metiera en ese negocio.

    Para Jorge conseguir ms plata y poderle dar lu-jos a su madre, tuvo que avisparse y conseguir ms

    Historia de un cocaleroCristian Yoleimar Cardona Flrez

    J l id t b7 Hi t i d l 7

  • 7/27/2019 Jams Olvidar Tu Nombre

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    Jams olvidar tu nombre70 Historia de un cocalero 71

    que sac de su casa. Luca se separ de Jorge y sefue a vivir con su abuela. l se fue a buscarla y des-pus de insistir mucho y darle tarjetas volvieron aestar juntos.

    Tiempo despus, Jorge iba ebrio en una moto arepartir la coca del cultivo que haba sembrado, perono vio un taxi que vena y se choc con l. La motovol y se despedaz, mientras que al taxi slo se leda la parte de adelante donde estaba el motor. AJorge lo llevaron al hospital y le operaron un pie y unamano y despus lo metieron a la crcel, donde le lle-garon amenazas para que nosapiaraa sus jefes ni alos que estaban involucrados en el negocio.

    A la crcel lo fueron a visitar los hijos de Luca ylos de las otras mujeres y cuando todos se encontra-ron Luca decidi separarse de l.

    Sus hijos sufran mucho al verlo encerrado y alver que no lo dejaban regresar, mientras que Jorgeviva atormentado sin saber qu le iba a pasar, peropor suerte sali un ao despus.

    Al salir de la crcel ya no se fue a vivir con Luca,sino con Clara, la otra mujer, con la tuvo dos hijas.

    Luca se enamor de otro hombre, con quien tuvo

    otros dos hijos. El hombre, que le decan Carriel, em-pez a golpearla. Ella se separ de l y se fue a vivircon toda su familia.

    Tiempo despus, casi ocho aos, Jorge viajaba enmoto por la carretera de Puerto Valdivia, iba a sem-brar coca con un amigo. Pero se choc, esta vez conuna piedra que haba en la carretera, como si Dios loestuviera castigando por hacer cosas tan malas. Esta

    gente que trabajara en ese negocio. Uno de esos lujosfue una casa que compr en Bogot con cuartos, co-medor, estufa, horno microondas y otros objetos.

    En una maana muy alegre, Jorge vena de repar-

    tir unos pedidos de coca. l caminaba tranquilo haciasu casa y mir a todas partes para cruzar la carrete-ra. Pero desvi su mirada a la casa de una anciana.Era una anciana tierna que desde lejos se vea dulcey muy cariosa. Jorge se acerc para ver que estabahaciendo la anciana y por qu estaba saliendo humode su casa. Al acercarse vio que estaba ahumandounos chorizos en un fogn de lea, pues tena un ne-gocio y venda empanadas, morcilla, buuelos y caf.La anciana Juana, as se llamaba, lo vio y le frit unchorizo. l se sent a desayunar en una banca y secomi el chorizo frito, una arepa y un chocolate ca-liente. Cuando termin fue a pagarle el desayuno a laanciana y ella no le recibi la plata, pues se lo habadado gratis.

    All, en esa casa, conoci a Luca, la nieta de Jua-na, y se enamor de ella. Todos los das l pasaba porla casa de Luca para darle tarjetas de amor y regalos,y as se ennoviaron.

    Luca y Jorge se amaron muchas veces en esacasa. Nueve meses despus de la ltima vez que sedemostraron su amor, Luca dio a luz a una pequeabeb. Despus se fueron a vivir juntos y tuvieron unhijo y una pequea nia, la menor.

    Jorge se volvi muy bebedor ymujeriegoy Lucamuy celosa. Una noche, cuando Jorge estaba con otramujer, Luca lo apual en una pierna con un cuchillo

    Jams olvidar tu nombre72 Historia de un cocalero 73

  • 7/27/2019 Jams Olvidar Tu Nombre

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    Jams olvidar tu nombre72 Historia de un cocalero 73

    vez lo volvieron a operar. Una mano le qued sin movi-miento y un pie, rengo.

    Ahora tiene un cultivo de coca en Puerto Valdivia,pero no aprende que la coca hace dao, que quien la

    consume se vuelva loco y pude atentar contra los de-ms y contra si mismo.Esto les causa mucho mal a sus hijos, que ahora

    viven con Luca en una casa en Medelln. Viven con unpadrastro que les da lo necesario a ellos y a Luca, quetiene un hijo con l. Lo nico que quieren sus hijos esser felices y tener a sus padres unidos.

    Cristian Yoleimar

    Sus compaeros dicen que es el mejor dibu-

    jante de todo el colegio. A la hora de hablar

    no es el ms fluido, pero si es el ms rpido

    con los lpices y los colores. Cuando est de

    mal humor prefiere estar solo. Se declara un

    soador, y entre sus amigos no cuenta a las

    personas antipticas, metidas, problemticas

    y anticuadas.

  • 7/27/2019 Jams Olvidar Tu Nombre

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    Yo viva con mi mam, Luz Elena; mi pap, Javier;y mis cuatro hermanitos, Edwin, Jaiver, Cristian y Jor-ge, en un pueblo que se llama Nario. Nosotros tena-mos una finca que queda por las travesas de Nech.Nuestra casa era rojita, tena una cocina y le sobra-ban dos piezas, en una armbamos el pesebre y en laotra yo guardaba mis juguetes. El patio era muy gran-de y tena muchas flores, porque a mi mam le gustanmucho. Me acuerdo que haba un rbol muy bonito conflores moradas. Afuera de la casa quedaba una caa-da muy grande donde mi mam lavaba la ropa.

    Un da mis hermanitos, mis padres y yo nos acos-tamos muy temprano, como a las ocho de la noche ycomo a las doce mi mam empez a escuchar muchoruido en el pueblo, pero se qued tranquila porque

    pens que era una de esas fiestas que se hacan confrecuencia en Nario. Entonces todos nos volvimos aacostar tranquilos.

    Al otro da, como a las diez de la maana, mi mamy mi hermanito mayor subieron al pueblo a comprarel mercado. Mi hermanito llevaba una camisa larga decuadros y un pantaln azul y mi madre un vestido deflores y unos tacones blancos. Cuando llegaron al pue-

    La GuerraLesmin Yuliana Prez Gmez

    Jams olvidar tu nombre76 La Guerra 77

  • 7/27/2019 Jams Olvidar Tu Nombre

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    atrs. En el camino se pincharon las llantas y tuvi-mos que dormir en la carretera que era muy peligro-sa, pero gracias a Dios no nos pas nada y llegamos aMedelln en la madrugada.

    Como mi pap se fue de la casa donde estbamosviviendo en Santo Domingo, a mi hermanito mayor letoc pedir monedas y comida en las tiendas y en losgraneros para poder ayudarle a mi mam.

    Despus, mi hermanito consigui un plancito enCaicedo y empez a escarbar. Los hombros le queda-ban pelados de tanto cargar tierra. Despus hizo unacasita de tablas y eso se nos cay, porque haba unpozo de agua. Mi mam puso unas tablas en el pozo yencima coloc un colchn y un plstico y ah dorma-mos. Hasta que mi hermanito se fue a vender limonesy fue comprando las tablas para hacer un ranchito. Ycomo mi mam hace aseo en casas, con lo que ganabacompraba la comida y un adobe, la comida y un ado-be. Despus mi pap volvi y como ya haba muchosadobes arm la casita. Armaron una piecita, la cocinay echaron piso.

    Ya llevamos once aos viviendo en Medelln. Mihermanito mayor ya tiene seora y una hija de cua-

    tro aitos. Mi padre vive en Sabaneta y Edwin, Jaiver,Cristian y yo, Lesmin, vivimos con mam en nuestracasa muy felices.

    blo encontraron la Alcalda destruida, las casas conlos techos, las puertas y las ventanas rotas; adems,haba unos heridos. Mi mam vea la gente gritando ysacando cosas de las casas.

    Al medio da mi pap subi al pueblo conmigo ycon mis otros hermanitos y mi mam nos cont quetodo ese bullicio que habamos escuchado por la no-che no era por una fiesta, sino porque los guerrilleroso losparacos, no se saba quines, haban destruidocasi todo el pueblo y no se saba por qu.

    A mis padres les dio mucho miedo, pues no que-ran que nos pasara lo mismo, porque si haba pasa-do en el pueblo tambin poda pasar en el campo. Mimam estaba muy triste, pero decidi venirse paraMedelln y mientras venda algunas cosas nos dej vi-viendo en la casa de mi mamita Oliva que quedabaen el pueblo. Mi madre tuvo que vender ocho gallinasy tena dos marranitos, uno se le muri, y el otro lovendi. Le toc dejar el colchn y todas las cosas de lacasa. Lo que s empac fueron los trastes, las sbanasy la ropa. A m me toc dejar una mueca que queramucho y un poco de juguetes que me haban dado enlas novenas.

    En esos das la guerrilla ocup todas las fincas ytodas las veredas y hubo paros y muertos.Mi pap y mi hermano mayor se vinieron primero

    para Medelln a conseguir una casa donde pudira-mos vivir. Alquilaron una piecita en el barrio SantoDomingo y nosotros nos fuimos para all como a lastres semanitas. Nos toc venirnos en un camioncitoparticular, metimos todo ah y mis hermanitos iban

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  • 7/27/2019 Jams Olvidar Tu Nombre

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    Lesmin Yuliana

    Lleva once aos viviendo en Medelln y toda-

    va recuerda los juguetes que dej en Nario

    cuando sali huyendo de la guerra. Es la

    ms consentida de la casa. Le gustan los ni-

    os y le encanta cuidar a su sobrina que tiene

    cuatro aos.

    Lesmin es un poco tmida pero no tiene pro-

    blema para relacionarse con los amigos del

    barrio y del colegio. Algunas veces va con su

    familia a visitar a la abuelita que todava

    vive en el pueblo. Pero no puede quedarse,

    pues ahora su vida est en la ciudad.

  • 7/27/2019 Jams Olvidar Tu Nombre

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    CrueldadBlanca Dianelis Holgun Prez

    Un da haba una seora que era madrastra deuna amiga ma. La amiga ma se llamaba Mnica. M-nica era una nia que no tena rencores, nada de eso.Era una nia inteligente. Si la madrastra de ella no lahubiera matado, ella tendra la misma edad que yo,once aos. Ella estudiaba en un colegio que se llama-ba Beato Domingo Iturrate. El uniforme era a cuadrosy con un corbatn. Un da ella se fue a estudiar y Javiera trabajar. Javier era el pap de ella. Entonces ella lle-g, comi, se cambi y se puso a hacer las tareas.

    En esos momentos todo era tranquilo. Al otro daMnica se fue otra vez para el colegio, y la madrastrase fue a llevarla y le dijo que antes de entrar fueran ahacer un mandado a Los Pinos. Eso es como un bos-que. Uno va all y eso es oscuro, oscuro, oscuro. En-

    tonces, ellas fueron y all la mat. Con el corbatn deluniforme la ahorc. La dej por all tirada. Todo esolo hizo por celos.

    En la tarde, el pap le pregunt a la madrastra:Dnde est mi hija, por qu no ha llegado del cole-gio? Ella le dijo: No s, no s nada de su hija. Al verJavier que Mnica no llegaba sali con un megfono aavisar que su hija estaba desaparecida, que si haban

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  • 7/27/2019 Jams Olvidar Tu Nombre

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    que quera mucho a su pap, Javier. Llegaba el pap yah mismo Mnica se pona a arreglarle el agua paraque tomara, y las chanclas para que se las pusiera.

    Javier es un amigo de mi mam. Desde que ella

    era chiquita, ellos se conocan. Mnica me deca her-manita a m, porque Javier deca que dizque se iba acasar con mi mam. Pero eso no pudo ser porque ltena una mujer. Javier me ve y se pone a llorar por-que l dice que yo me parezco tanto a Mnica. Se ponea llorar.

    Javier tena una esposa joven, por ah de diecio-cho aos, cuando esto pas. Cuando estaba pequeala violaron. Debido a esto sera que le pasaban porla cabeza todas estas cosas horribles sobre Mnica.Ella, creo que por eso, le tena tanto odio a Mnica.Como Mnica quera tanto, pero tanto,