Introducción a una nueva sección de chasqui

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^Investigación INTRODUCCIÓN A UNA NUEVA SECCIÓN DE CHASQUI EDUARDO CONTRERAS B. Al comenzar esta nueva sección aún no sentimos el dichoso dick de la ampolleta que^egún las historietas,seña- iz el momento en que las ideas han cuajado a la perfección. °or lo cual no nos queda otra recurso que seguir aquel sabio precepto que dice "dispara primero tu flecha, y aquello a que le des, llámalo blanco". Ideas conflictuadas, flechas rudimentarias y blancos móviles imprecisos no dejan de ser símiles apropiados para los asuntos que en esta sección se verán reflejados. Quizás si alguna vez hubo una falsa certidumbre sobre lo que era investigación en comunicaciones, acerca de lo que debía ha- cerse y, sobretodo, cómo debía hacerse. Lo cierto es que hoy en día el sinónimo para esta área se deletrea crisis. Y ésta abarca todos los ámbitos: desde lo teórico y epistemo- lógico, pasando por lo metodológico y técnico, hasta el asunto de las condiciones materiales, institucionales y de recursos para producir, circular y consumir investigaciones. Las crisis favorecen la búsqueda de soluciones mági- cas. Cuántas veces hemos creído ya encontrar el camino derío sólo para descubrir, luego de un penoso deambular, que no era ni tan cierto ni tan camino. Y otra vez cargúele h deuda y el tiempo perdido al aprendizaje por error. Si es que aprendiéramos siquiera lo suficiente. Y si es que los errores no fueran tan costosos y persistentes. Nadie va a negar que hay un buen número de investi- gaciones e investigadores prominentes para el área de las co- municaciones en América Latina. Y si no nos preocupamos de la calidad del esfuerzo investigativo, había ya para me- diados de 1980 más de cuatro mil estudios susceptibles de control bibliográfico, según Luis Ramiro Beltrán. INTERCOM elaboró un listado de 285 investigadores -dos tercios del universo que delimitó- para su 'quién es quién' brasileño 82/83 en investigación en comunicaciones. Cree- mos que la cifra es conservadora. El esfuerzo de Peirano y Kudo para Perú (ver Chasqui 6, p. 123) logra fichar más de medio millar de trabajos. Pero contrastemos todo esto con las cifras de FELAFACS que Daniel Prieto consigna en este número, Sección Educación. La crisis en investigación en comunicaciones no es cuestión de cifras más o menos, aunque ellas reflejan parte del problema. Especialmente si cantidad no se compadece con calidad, con impacto, con utilidad. Y éstos no son si- nónimos. Hay elegantes trabajos teóricos que no siempre -y algunos dirían rara vez- se compadecen con las apremian- tes urgencias de situaciones y prácticas comunicativas rea- les. El trabajo de muchos aspirantes a teóricos a veces sólo aporta un mayor enclaustramiento en el mundo de lo ima- ginativo teórico, un cómodo refugio en el teoricismo. Disertamos mucho sobre un bosque abstracto -siem- pre el mismo- y su contexto sociopolítico. Pero hemos in- vestigado muy poco a los árboles concretos. Eso sí, hemos denunciado el bosque, sus estructuras y aparatos. Sospe- chábamos -y algunas aún tienen tal certeza- que para en- tender un árbol bastaba con saber que todos tienen raí' ees, tronco, ramas y hojas, o peor aún, que un árbol espe- cífico era sólo una manifestación singular (e impura) del bosque. Esta vez, el bosque no dejó ver los árboles. Creí- mos que observar las realidades empíricas era contaminar- se de empirismo. Ansiosos de no cargar con esa herencia, confundimos la necesaria crítica a un modo particular de abordar lo real con un desprecio a todo paso por lo real. Y entonces también nos despreocupamos por el instrumental de investigación. Crisis de identidad para la comunicación, su objeto y su método de estudio. Alguna vez Jesús Martin planteó que las escuelas de periodismo, en vías súbitas a serlo de investigación / 91 .

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Al comenzar esta nueva sección aún no sentimos el dichoso dick de la ampolleta que^egún las historietas,seña- iz el momento en que las ideas han cuajado a la perfección. °or lo cual no nos queda otra recurso que seguir aquel sabio precepto que dice "dispara primero tu flecha, y aquello a que le des, llámalo blanco". Crisis de identidad para la comunicación, su objeto y su método de estudio. Alguna vez Jesús Martin planteó que las escuelas de periodismo, en vías súbitas a serlo de

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^Investigación

INTRODUCCIÓN AUNA NUEVA SECCIÓN

DE CHASQUI

EDUARDO CONTRERAS B.

Al comenzar esta nueva sección aún no sentimos eldichoso dick de la ampolleta que^egún las historietas,seña-iz el momento en que las ideas han cuajado a la perfección.°or lo cual no nos queda otra recurso que seguir aquel sabioprecepto que dice "dispara primero tu flecha, y aquello aque le des, llámalo blanco".

Ideas conflictuadas, flechas rudimentarias y blancosmóviles imprecisos no dejan de ser símiles apropiados paralos asuntos que en esta sección se verán reflejados. Quizássi alguna vez hubo una falsa certidumbre sobre lo que erainvestigación en comunicaciones, acerca de lo que debía ha-cerse y, sobretodo, cómo debía hacerse. Lo cierto es quehoy en día el sinónimo para esta área se deletrea crisis. Yésta abarca todos los ámbitos: desde lo teórico y epistemo-lógico, pasando por lo metodológico y técnico, hasta elasunto de las condiciones materiales, institucionales y derecursos para producir, circular y consumir investigaciones.

Las crisis favorecen la búsqueda de soluciones mági-cas. Cuántas veces hemos creído ya encontrar el caminoderío sólo para descubrir, luego de un penoso deambular,que no era ni tan cierto ni tan camino. Y otra vez cargúeleh deuda y el tiempo perdido al aprendizaje por error. Si esque aprendiéramos siquiera lo suficiente. Y si es que loserrores no fueran tan costosos y persistentes.

Nadie va a negar que hay un buen número de investi-gaciones e investigadores prominentes para el área de las co-municaciones en América Latina. Y si no nos preocupamosde la calidad del esfuerzo investigativo, había ya para me-diados de 1980 más de cuatro mil estudios susceptibles decontrol bibliográfico, según Luis Ramiro Beltrán.INTERCOM elaboró un listado de 285 investigadores -dostercios del universo que delimitó- para su 'quién es quién'

brasileño 82/83 en investigación en comunicaciones. Cree-mos que la cifra es conservadora. El esfuerzo de Peirano yKudo para Perú (ver Chasqui 6, p. 123) logra fichar más demedio millar de trabajos. Pero contrastemos todo esto conlas cifras de FELAFACS que Daniel Prieto consigna en estenúmero, Sección Educación.

La crisis en investigación en comunicaciones no escuestión de cifras más o menos, aunque ellas reflejan partedel problema. Especialmente si cantidad no se compadececon calidad, con impacto, con utilidad. Y éstos no son si-nónimos. Hay elegantes trabajos teóricos que no siempre-y algunos dirían rara vez- se compadecen con las apremian-tes urgencias de situaciones y prácticas comunicativas rea-les. El trabajo de muchos aspirantes a teóricos a veces sóloaporta un mayor enclaustramiento en el mundo de lo ima-ginativo teórico, un cómodo refugio en el teoricismo.

Disertamos mucho sobre un bosque abstracto -siem-pre el mismo- y su contexto sociopolítico. Pero hemos in-vestigado muy poco a los árboles concretos. Eso sí, hemosdenunciado el bosque, sus estructuras y aparatos. Sospe-chábamos -y algunas aún tienen tal certeza- que para en-tender un árbol bastaba con saber que todos tienen raí'ees, tronco, ramas y hojas, o peor aún, que un árbol espe-cífico era sólo una manifestación singular (e impura) delbosque. Esta vez, el bosque no dejó ver los árboles. Creí-mos que observar las realidades empíricas era contaminar-se de empirismo. Ansiosos de no cargar con esa herencia,confundimos la necesaria crítica a un modo particular deabordar lo real con un desprecio a todo paso por lo real. Yentonces también nos despreocupamos por el instrumentalde investigación.

Crisis de identidad para la comunicación, su objetoy su método de estudio. Alguna vez Jesús Martin planteóque las escuelas de periodismo, en vías súbitas a serlo de

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comunicación, perdieron la especificidad de stt objeto de. es-tudio, Agreguemos que, en ¡a búsqueda de un objeto perdi-do o aún vagamente constituido, también se perdieron loscaminos. Aden.-ás de la confusión sobre el qué, se instauróla confusión sobre el cómo.

Sobre estos cornos versará esta nueva sección. Chas-qui abre sus páginas a reflexiones útiles sobre la crisis de lainvestigación en comunicaciones, pero sobre todo a aportesrelativos a la búsqueda de caminos. A experiencias signifi-cativas de! ejercicio de la práctica investigativa. Al aprendi-zaje surgido de ella, a aquello que no está en los manualesy que es fuente de formación. Quisiéramos ser ingenuos ypensar que aquí también se relatarán experiencias de fraca-sos y de caminos errados, que podremos ser también críti-cos al interior de la investigación crítica.

La sección será flexible. Podrá incluir un artículo dereflexión, la narración de una experiencia investigativa, co-mentarios más detallados de algunos libros y trabajos inves-

tigativos de temática común, algún aporte metodológico es-pecifico y significativo . ., En momentos nos gustaría algode irreverencia también.

Queremos unirnos al esfuerzo por reorientar la inves-tigación en comunicaciones, de modo que ésta se encierremenos en la contemplación de sí misma, y responda mejora desafíos concretos de situaciones, procesos y prácticas decomunicación que -pese a que las investiguemos o no- si-guen aconteciendo en ese extraño campo que se llama reali-

dad.

Nota a potenciales colaboradores: Además, de solicitar ar-tículos específicos, CHASQUI aceptará contribuciones per-tinentes para la sección, ios que serán consideradas paraeventual publicación o comentarios. Se ruega dirigir la co-rrespondencia al responsable de esta sección.

1.- Acerca de Posibles Mitos

Surge, de cuando en cuando, y ca-da vez que la mitología prevaleciente yacomienza a perder su magia, una nuevapropuesta mítica. Los pocos propulso-res iniciales -los herejes- trabajan esfor-zada y honestamente una propuesta al-ternativa, significativa en su crítica a lopredominante, prometedora en la suge-rencia de nuevos horizontes de lo desea-ble y modesta en la construcción inicialde nuevos caminos prácticos.

Pero de pronto la herejía prende yse hacen demasiados los seguidores su-perficiales que convencionalizan lo quede original había. La crítica a lo viejo-que ahora siempre fue malo- se resumeen unas pocas proposiciones simples,enumeradas a, b y c para dar la idea decoherencia, memorízadas para evitarpensar y para poder emitir los juicioscondenatorios: ¡ah, pero es que el empi-rismo . . .! (y aquí agregúese cualquierfrase breve y lapidaria que cierre el de-bate). En vez de "empirismo", pode-mos poner el demonio de turno: las en-cuestas, Althusser, el análisis de conteni-do, la semiología francesa, o lo que senos ocurra o sea necesario para no apa-recer rezagados de las nuevas modas teó-ricas.

De las nuevas propuestas, se recupe-ran el cascarón, las etiquetas conceptua-

92 / investigación

NOTAS

MÍNIMAS

SOBRE

LA

INVESTIGACIÓN

PARTICIPATIVA

EDUARDO CONTRERASB.

les, los nuevos bellos principios que-ahora sí- señalan el rumbo cierto queantes creíamos ya tener, una y otra vez.La necesidad de creer en el mito dereemplazo nos fuerza a ser crédulos, a

suspender nuestro juicio crítico.

Todo pasa ahora por el nuevo eje.Y nos preocupamos de constituir reduc-cíonísmos generalistas, de hablar sobrelo que debería hacerse, de los principiosorientadores, de la nueva era. Pero node hacer ni de cómo hacer aquello de loque se habla (o más bien, se predica).

Entiéndase: el mito no esta' en teo-rizar sobre, por ejemplo, los aparatosideológicos, la manipulación masiva, latransnacíonalízacíón comunicativa, lacomunicación alternativa y/o popular, laparticipación, la investigación partícípa-tíva. Está en la apropiación mágica delos rudimentos de esas teorizaciones, ensu ideologización, en saltarse un esfuer-zo serio por comprender y explicar lasprácticas o el objeto de estudio y susti-tuirlo por las frases hechas, el causalis-mo ingenuo, las certidumbres esquemá-ticas, la simulación de la comprensiónde lo real.

Hay prácticas comunicativas emer-gentes, tales como las de comunicaciónpopular, de especial importancia no sólopor el mero hecho de existir, desarrollar-se y multiplicarse, no sólo por su inser-ción en y contribución al proyecto his-tórico popular, y por tantas otras razo-nes (al respecto, véase otras páginas deChasqui), sino también porque constitu-yen -a nuestro juicio-un lugar privilegia-do para reorientar y redimensionar par-

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tes significativas del quehacer investiga-tivo en comunicaciones.

Ahora bien, una de las preocupacio-nes de los que se enfrentan con la inves-tigación de estas prácticas alternativas esde establecer consonancia entre objeto ymétodos de estudio (ver, por ej., los ar-tículos de Mata y Thiollent en Chasqui1). Es en ese punto de inflexión dondecobran vigencia la investigación-accíón yla investigación participativa.

También es aquí precisamente don-de se generan las peligrosas condicionesde mitificación de la investigación parti-cipativa. Porque,de pronto,toda la co-municación es la comunicación popular.Todo es lo participativo. Y la validezdel acompañamiento investigattvo seempieza a juzgar exclusivamente por elgrado en que ha o no concitado un pro-ceso participativo. Otra vez hay peligrosde reduccionismos simplistas. De cobi-jarse bajo el buen nombre de lo partici-pativo, pero sin alterar radicalmente lapropuesta investigativa tradicional ni elrol del propio investigador externo. Ode disfrazarse de investigador sólo por-que uno de algún modo promueve for-mas de participación popular concretacomo educador, agente externo o comu-nicador.

En el necesario énfasis que los pro-pulsores de la IP le han dado a ciertascaracterísticas definitorias de un nuevomodo de aproximarse a-y relacionarsecon- lo real, a veces se ha desdibujadola especificidad de la práctica investiga-tiva. A nuestro juicio, la IP es un modo,o una perspectiva más bien, de investi-gar. Su especificidad está en el esfuerzodeliberado por articular coherentementeinvestigación y participación, y las con-secuencias que de ello se derivan. Desubvalorar lo investigativo o -lo que escasi lo mismo, de hacer pasar cualquieractividad participativa por investigación-se deriva su mayor riesgo de mitifica-ción.2. Valoración de la IP.

La IP es una forma de investigación-acción, pero en la cual el énfasis está,por un lado, en la producción y apropia-ción socializada de conocimientos deuna realidad concreta, y por el otro, enel propio proceso de aprendizaje de losmodos de aprehenderla. Vale decir, enla socialización del proceso de produc-ción de conocimientos.

Su trilogía clásica es investigación-educación y reflexión- acción transfor-

madora. Desde un inicio, el esfuerzo in-vestigativo queda marcado porque surgede una problemática concreta sobre lacual desean actuar los propios afectados.En su acepción mínima, la IP es un mo-mento de un proceso popular mayor yconcreto de enfrentamiento de sus ne-cesidades. En su acepción mayor, la IPadquiere clara intencionalidad políticaal postular su contribución al proyectohistórico popular.

Nos parece que los aportes más no-vedosos de la IP no están aún en la pro-puesta de nuevos métodos y técnicas deinvestigación, sino en los planteamien-tos orientadores y en las estrategias ge-nerales que faciliten la imbricación dela investigación con la acción, la educa-ción, la reflexión, la participación, den-tro de la perspectiva del proyecto histó-rico popular.

Hay tensiones en la articulación deesos elementos, entre el ideal y la prác-tica de lo participativo, en cuanto al rolde investigador-agente externo, en el usode métodos y procedimientos que a lavez posean rigor científico y faciliten laparticipación de sujetos no adiestradosen investigación.

Y estas dudas básicas se dan porcuanto, embrionariamente, las investiga-ciones de tipo participativo pretendenanunciar un paradigma alternativo, aun-que todavía muy parcial, del modo deproducir conocimiento; es decir, se bus-ca innovar en actores del proceso inves-tigativo, en métodos y procedimientos,y en la ligazón del investigar con prácti-cas transformadoras.

La experiencia nos señala que ese ti-po de tensiones se van resolviendo en lapráctica, al calor de las experiencias po-pulares, y que es responsabilidad del in-vestigador aprender -pero verdaderamen-te aprender- de ellas para aportar mejor.Allí aprenderá que la teoría de la parti-cipación no siempre es congruente consus expresiones reales cotidianas, y tam-bién valorará mejor, sin populismo inge-nuo, qué puede ofrecer como especialis-ta. En este sentido, la IP es tambiéneminentemente un proceso educativopara el investigador.

Lo interesante de los aportes de laIP es que se han derivado del ejerciciode la práctica investigativa con sectorespopulares y se están codificando expe-riencias de aprendizaje de verdaderasaventuras investigativas. Por únicas ysingulares que ellas sean, se va acumu-

lando un residuo generalizable de expe-riencias. Quizá lo único reprochable seala ausencia de recuentos más ingenuosque no sólo señalen los aciertos, y porende la aparente infalibilidad del equi-po investigador y sus estrategias, sinotambién los desaciertos, los falsos cami-nos.

3. Problemas Pendientes.

Por razones de espacio, sólo puntea-mos algunos aspectos prácticos adiciona-les que a nuestro juicio son tareas pen-dientes en la IP y a la cual convendríadedicar esfuerzos:

— cómo traducir la propuesta generala algo más operativo;

— cómo acumular conocimiento y ge-neralizar a partir de experienciasque se definen como únicas y loca-listas;

— qué métodos y técnicas de investi-gación específicos, operativos, con-viene desarrollar, revalorizar, adap-tar, crear;

— cómo incorporar a investigadores encomunicación a esfuerzos de IP(hasta ahora, es una actividad prefe-rente de los educadores populares).

Desde luego, hay muchos proble-mas. Varios ya están sugeridos a lo lar-go del artículo. Lo importante, si cree-mos en los aportes y promesas de la IPy si queremos que no se convierta en mi-tología barata al calor de la moda parti-cipativa, es que hagamos un esfuerzodesde el interior de la práctica inves-tigativa para contribuir a potenciar susaspectos específicamente investigativos.

EDUARDO CONTRERAS BUDGE, chi-leno, es actualmente Asesor Académicoen CIESPAL. Fue Director de ASER,proyecto de investigación de la educa-ción radiofónica regional en la Asocia-ción Latinoamericana de Escuelas Ra-diofónicas (ALER). Es Master y Doctoren investigación de la comunicación dela Universidad de Stanford, California.Dirección: CIESPALApartado 584Quito—Ecuador.

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