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Integrismo Integrismo Año XIII, Nº 25, Noviembre 2017 - Director : Pbro. Héctor Lázaro Romero Año XIII, Nº 25, Noviembre 2017 - Director : Pbro. Héctor Lázaro Romero «Lutero quería renovar la Iglesia, no dividirla» (Francisco) «El pensamiento de Lutero y su espiritualidad eran completamente cristocéntricos. Su pregunta debe convertirse, ciertamente de un modo nuevo, también en una pregunta nuestra» (Benedicto XVI) «Reconozcamos la gran importancia de la solicitud de Lutero de una teología cercana a las Escrituras y su voluntad de una renovación espiritual de la Iglesia» (Juan Pablo II)

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IntegrismoIntegrismoAño XIII, Nº 25, Noviembre 2017 - Director : Pbro. Héctor Lázaro RomeroAño XIII, Nº 25, Noviembre 2017 - Director : Pbro. Héctor Lázaro Romero

«Lutero quería renovar la Iglesia,no dividirla» (Francisco)

«El pensamiento de Lutero y suespiritualidad eran

completamente cristocéntricos.Su pregunta debe convertirse,

ciertamente de un modo nuevo,también en una preguntanuestra» (Benedicto XVI)

«Reconozcamos la granimportancia de la solicitud de

Lutero de una teología cercana alas Escrituras y su voluntad deuna renovación espiritual de la

Iglesia» (Juan Pablo II)

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RRRRREVISTAEVISTAEVISTAEVISTAEVISTA INTEGRISMO INTEGRISMO INTEGRISMO INTEGRISMO INTEGRISMO NNNNNº 25º 25º 25º 25º 25SumarioSumarioSumarioSumarioSumario

Editorial............................................................................................................................................................2

Introducción al problema de la Autoridad..........................................................................................................3

Información......................................................................................................................................................19

Las glorias de María.......................................................................................................................................20

Los artículos del Credo...................................................................................................................................24

Imagenes de tapa: Idea de publicación de Giuseppe Federici del 2/11 pasado. Arriba der. e izq.: Fran-cisco junto a la estatua de Lutero (frase citada del 19/1 pasado); sello postal del Vaticano conmemora-tivo de la “Reforma” con Lutero y Melanchton. Abajo der. e izq.: BXVI y JPII visitan templos luteranos(frases citadas del 23/9/2011 y del 22/6/1996). Centro: Ratzinger y Rahner, teólogos del Vaticano II...

olver a las fuentes, a los orígenes oeclosión de la situación actual de laIglesia, es fundamental para entender

y no perderse entre las noticias y los argu-mentos. A eso apunta ya nuestra tapa, re-cordando las alabanzas de Lutero proferi-das por Francisco y también por sus inme-diatos predecesores.

Hace meses que ciertos medios hablande una “reforma litúrgica”, de una “misaecuménica” que se estaría preparando (comosi no hubiera una reforma anterior), que seopondría a la “restauración” del “rito tradi-cional” auspiciada por Benedicto XVI. Un“rito tradicional” celebrado en muchos casospor sacerdotes ordenados con los nuevosritos ecuménicos o, si lo fueron con los ritostradicionales, por obispos consagrados conlos nuevos ritos... Un “rito tradicional” cali-ficado de “extraordinario”, por debajo delnuevo rito ecuménico calificado de “ordi-nario”...

Pretendiendo escapar de la Revolución,corren espantados de “Danton y Robes-pierre” para caer en los venerados brazosde “Napoleón” y avalarla mejor bajo apa-riencia de un orden conservador. En esalínea se inscribe la “Corrección filial” diri-gida a Francisco por un grupo de académi-cos y sacerdotes (entre los cuales, Mons.Fellay) a finales de septiembre, donde se lo“acusa” de propagar “7 herejías”: ¿nadamás?...

Por otra parte, ¿dónde estaban estos crí-ticos mientras el nuevo Código Canónicode Juan Pablo II, con sus nuevas causalesmultiplicaba las nulidades matrimoniales,provocando daños incalculables al matri-monio y la familia cristiana? “Amoris læti-tia” es una última y terrible pincelada deun cuadro mucho más horroroso. ¿Dóndeestaban mientras se alteraban los ritos deordenación y sacramentos, y se difundíala “misa” protestantizada?

¿Dónde estaban mientras Juan Pablo IIaplicaba el Vaticano II mediante los con-gresos de religiones de Asís y besaba elCorán, mientras Benedicto XVI continuabavisitando sinagogas, mezquitas, templosluteranos, orando con no católicos?

¿Qué dijeron acerca del herético y blas-femo ecumenismo conciliar? Ese era ypermanece el verdadero problema, el ori-gen de todo esto: el Vaticano II, el Conci-lio de peritos teólogos como Ratzinger yRahner, el centro de la cuestión que urgeentender; y es la razón del artículo siguiente,que tiene algunos años pero es siempreactual.

En buena hora que haya católicos quecomiencen a escandalizarse con Bergoglio,pero se quedarán a mitad de camino si nocomprenden las causas y etapas de estarevolución, así como el problema de la au-toridad en la Iglesia; lo cual los lleve,Dios mediante, a asumir posiciones cohe-rentes frente a ella, distintas de las de laFratrernidad San Pío X, con sus críticascada vez más tímidas de Francisco y losbeneficios cada vez más grandes que de

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él recibe (el “reconocimiento” como “entidadcatólica” en Argentina, las autorizacionespara conferir los sacramentos de penitencia,orden y matrimonio), a pesar de su situaciónde “comunión imperfecta”…

Pero los “beneficios” van en diferentessentidos, y así el Vaticano pudo recibir (el24/3 próximo pasado) al primer ministro deLuxemburgo con su “marido”… Otros“beneficios”, como la excepción del celi-bato, podrían concederse con motivo del“Sínodo de la Amazonia” previsto para2018, según recientes informaciones.

Mientras la herejía separa a los cris-tianos, los separatismos políticos, como elcatalán en la Madre Patria España y el“mapuche” en nuestra Patria, se abrieroncamino especialmente en los últimos me-ses, con apoyo de todas las fuerzas anti-católicas, liberales, izquierdistas, kirchne-ristas.

Estudiemos y reflexionemos sobre larealidad, cumplamos con nuestro deber ha-ciendo cuanto podamos, recemos.

Utilicemos simplemente las facultadesque Dios nos dio para constatar los erroresenseñados por los modernistas que ocu-pan la Iglesia, y sacar las conclusionesimpuestas por el dogma.

Así evitaremos caer en los erroresanti-papales modernistas, “tradicionalistas”y “conservadores”: “Nunca leí una argu-mentación seria que la respalde y, si enalgún momento esa práctica existió en laIglesia [la de la “corrección formal al Ro-mano Pontífice”], ciertamente dejó de tenervigencia cuando terminó de completarseel monstruo macrocefálico en el quePío IX transformó el papado romano”(http://caminante-wanderer.blogspot.com.es/2017/05/finalmente-respondio-las-dubia.html).

Mientras estos “defensores de la fe”sostienen semejantes barbaridades, la ver-dadera ortodoxia sufre, sin que muchos lonoten. Contra el neogalicalismo, las “in-terpretaciones proféticas”, el uso de re-velaciones privadas, las teorías conspirati-vas sobre “sosías o dobles” para “expli-car” la realidad, acudimos al MagisterioInfalible de la Iglesia, e invocamos espe-cialmente a todos los verdaderos santosreformadores. San Carlos Borromeo, ruegapor nosotros.

INTRODUCCIÓN AL PROBLEMAINTRODUCCIÓN AL PROBLEMAINTRODUCCIÓN AL PROBLEMAINTRODUCCIÓN AL PROBLEMAINTRODUCCIÓN AL PROBLEMADE LA AUTORIDADDE LA AUTORIDADDE LA AUTORIDADDE LA AUTORIDADDE LA AUTORIDAD

Por el Padre Francesco RicossaPor el Padre Francesco RicossaPor el Padre Francesco RicossaPor el Padre Francesco RicossaPor el Padre Francesco Ricossa

a pasado más de un año desde que a-nunciamos y explicamos, en el “Co-

municado a los fieles” del 6 de enero de1986, nuestra separación de la FraternidadSan Pío X producida el 18 de diciembre de1985. En el corriente 1987, ¿en qué puntoestá la situación para nuestro pequeño Ins-tituto, para el “mundo tradicionalista” y,sobre todo, para la Iglesia?

En el Comunicado del 6 de enero de-nunciamos el pragmatismo como principaldefecto (y por lo tanto, la debilidad) de laFraternidad San Pío X. Este pragmatismose caracterizaba y se caracteriza por unrechazo deliberado de afrontar los proble-mas doctrinales por medio de estudiosadecuados. De allí las consecuencias másnefastas unas que otras: declaracionescontradictorias, oscilantes y ambiguas (1),causas de numerosas y dolorosas esci-siones, graves errores doctrinales (como lanegación de la infalibilidad del Magisterioordinario y universal de la Iglesia, del cualse trató en el nº 12 de Sodalitium), y acti-tudes prácticas todavía más graves (2).

En el mismo comunicado prometimosun estudio más profundo de las cuestionesactuales tocantes a la Fe, precisamentepara evitar caer (o recaer) en el error quedenunciamos: hacer pasar la “praxis” antesque los principios, y terminar así por adap-tar los principios a la “praxis”, abusivamen-te llamada pastoral, como si la pastoralno estuviese fundada en la Verdad (3) y notuviese promesas de victoria sino a con-dición de mantenerse en la Verdad (4).

HHHHH

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Para decirlo claramente, no hay que“adaptar” la Fe a nuestro modo, ni Dios anuestras ideas. En estos tiempos de in-certidumbre y de anarquía, debemos vol-ver a los principios, a la doctrina, al pri-mado de la Fe. No negamos que la tareasea ardua. Ardua en sí misma: se trata depronunciarse sobre cuestiones importantes,vitales para la Iglesia y para cada creyente.Ardua también accidentalmente, para elconjunto de los fieles. Ellos ya no estánhabituados a referirse al primado de la Fey del rigor doctrinal, sino que son víctimasde una protestantización inconscienteque consis te en inventarse , según senecesite y con independencia de la Igle-sia y de su magisterio, una “religión” a-daptada a sus propios gustos y fruto desu voluntad propia, sea ella progresista(para la mayoría) o “tradicionalista” (parala minoría) . Y pobre de quien trate desacarlos de ese dulce sueño e ilusión, queellos prefieren a la realidad (5).

La finalidad de este artículo es en-tonces, en continuidad con los editorialesde los dos números anteriores de Sodali-tium, mostrar la situación actual de laIglesia y de la autoridad, dando a los fielesuna primera idea de los problemas plan-teados por la crisis y de los principiosque presiden a su solución y legitiman laacción de los fieles y la nuestra.

Deliberada y necesariamente me li-mitaré a introducir al lector en este tema.Nuestro boletín consagrará sus próximosnúmeros a un examen más detallado delas pruebas, de las objeciones y de losargumentos.

Plan del artículo

Para mayor comodidad, resumo es-quemáticamente el presente artículo.

1) Un hecho histórico: La apertura delConcilio ecuménico Vaticano II (JuanXXIII, 11/10/1962) y la “promulgación”de sus documentos (Pablo VI, 4/12/1963-8/12/1965). Otro dato concreto: la apli-cación constante de la enseñanza delConcilio hecha por la autoridad en ma-teria doctrinal y disciplinaria, así comoen las re lac iones co t id ianas con lasotras confesiones religiosas o con po-

deres civiles (por ejemplo, respecto delas confesiones religiosas, los diversos“hechos” ecuménicos, como las ceremo-nias comunes en la catedral de Can-terbury, en el templo luterano y en la si-nagoga de Roma, la visita y apoyo alConsejo ecuménico de Iglesias y a lacomunidad de Taizé, los ritos paganos“concelebrados” en África, India y O-ceanía, el encuentro en Casablanca conlos musulmanes y el de Asís que los re-sume a todos; respecto de los poderes ci-viles: la “Ostpolitik” para con los paísesdel Este y la reforma en sentido laicistade los concordatos en los países occi-dentales católicos).

Entre las aplicaciones del Concilio,me limitaré a examinar:

• La Reforma litúrgica, querida porPablo VI y especialmente el Nuevo Misal(Novus Ordo Missæ) de 1969.

• El nuevo Código de Derecho Ca-nónico promulgado por Juan Pablo II en1983.

2) Una cuestión de derecho: por lomenos algunos documentos conciliares, lareforma litúrgica y la canónica, habríandebido, de derecho, gozar de la infalibili-dad de la Iglesia y entonces ser acep-tadas como tales por todos los fieles.

3) Un segundo dato de hecho. Una mi-noría de Obispos, sacerdotes y fieles noaceptaron, al menos en la práctica y a me-nudo en los principios, dicha enseñanza ydisciplina querida por la autoridad; setrata de un fenómeno impropiamente lla-mado “tradicionalismo”. “La crítica de los

Juan Pablo II participa de ritos paganos(México, agosto de 2002)

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tradicionalistas no apunta principalmen-te a los abusos cometidos por miembrosde la Iglesia conci l iar, n i tampoco ac ie r t a s desv iac iones que emanan deun c ier to número de obispos . El la sedirige ante todo y esencialmente a loserrores y desviaciones contenidas en elconcilio mismo y en las posteriores refor-mas oficiales (especialmente en materiade liturgia y de sacramentos), así como alos textos de Pablo VI y Juan Pablo IIque se atribuyen el rol de aplicar el con-cilio” (ABBÉ BERNARD LUCIEN, La situationactuelle de l’autorité dans l’Église, Lathèse de Cassiciacum, Documents de Ca-tholicité, 1985).

4) A la luz de estos tres puntos, todocatólico debe evidentemente plantearselas siguientes preguntas:

• ¿Existe entre la enseñanza tradicio-nal de la Iglesia y la del Concilio y pos-concilio una contradicción (evolución he-terogénea), como sostienen los tradicio-nalistas, o bien un desarrollo homogéneo,como pretende por ejemplo el “Carde-nal” Ratzinger?

• Si los tradicionalistas tienen razón,¿cómo explicar la defección de la autori-dad allí donde hubiera debido estar divi-namente asistida?

• ¿Cuál es, finalmente y por vía deconsecuencia, la situación de dicha autori-dad que compromete su responsabilidadoficial en cambios inaceptables para la fecatólica?

Importancia de la cuestión

Hay que subrayar la importancia deestas tres preguntas y de sus respectivasrespuestas. De hecho, muchos “tradicio-nalistas”, (y entre ellos, no solamentesimples fieles…), sostienen que simple-mente hay que “hacer como antes” (delConcilio); plantearse ulteriores cuestio-nes es inút i l y cont raproducente , yaque inquietaría a muchas concienciastranqui las (en la ignorancia) . Contraes ta actitud y mentalidad, debemos pre-guntarnos si el Concilio se opone ver-daderamente a la Fe. En la afirmativa,¿cómo es eso compatible con la infa-libilidad de la Iglesia? Y en ese caso,

¿qué sería de la legitimidad de la au-toridad? De la respuesta dada a la pri-mera pregunta depende naturalmenteque uno se plantee o no las otras dos(infalibilidad y en consecuencia auto-ridad); ningún problema se plantea sino ex is te una verdadera desv iac ión .Esta sería la solución más fácil, bella yconfortadora pero, como veremos, tieneel defecto capital de ser falsa, de nocorresponder a la realidad.

Respecto de la primera pregunta, todoslos verdaderos “tradicionalistas” (6) estánde acuerdo en sostener que hay oposiciónentre la enseñanza y la disciplina de laIglesia y la enseñanza y la disciplina con-ciliar y posconciliar. “Todos los tradicio-nalistas”, es decir también, después de al-guna duda, Mons. Marcel Lefebvre yMons. Antonio de Castro Mayer. Estosdenunciaron no solamente abusos, no so-lamente desviaciones en un cierto númerode obispos, sino también “errores, por nodecir herejías”, o hasta apostasía, porparte del Concilio y de aquellos que hanquerido aplicarlo con autoridad, es decir,Pablo VI y Juan Pablo II (7).

Quien admite esta posición debe o-bligatoriamente plantearse otras dos pre-guntas cuyas soluciones se iluminan mu-tuamente: ¿cómo puede errar aquel quedebería estar asistido divinamente? ¿cuáles la autoridad de quien compromete suresponsabilidad en estos múltiples erro-res?

Los “tradicionalistas” están divididosrespecto de la respuesta a estas últimaspreguntas, no obstante de una importanciacapital, y así la actitud de buen número deellos consiste en eludirlas.

Con el presente artículo queremos ha-cer comprender que el problema de laautoridad (de Pablo VI, Juan Pablo II yBenedicto XVI ayer, de Francisco hoy,así como del Concilio Vaticano II) nopuede ser evitado, sino que debe plan-tearse y resolverse.

En resumen, es capi ta l proponeruna solución satisfactoria a esta dificultadinsigne e “inevitable” que constituye elproblema de la Autoridad, por tresrazones (entre otras), que expongo enorden de importancia creciente:

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1) Por un motivo que podríamos lla-mar “apologético” , ya que la únicapero terrible objeción opuesta a los tra-dicionalistas es que niegan (al menos enla práctica) la infalibilidad de la Iglesiay/o del Papa, que contestan al Papa, quees el Magisterio vivo. Desde este puntode vista no es posible responder con unencogerse de hombros al argumento co-nexo y similar del “Cardenal” Ratzinger:“Pero ¿por qué los Papas hasta Pío XIIy no más allá? ¿Acaso la obediencia ala Santa Sede depende de las épocas ylas simpatías?” (“Informe sobre la fe”, ed.paulinas, 1985).

2) Por una necesidad práctica, de laacción, y entonces de órden moral. ¿Cómose puede lícita y moralmente actuar endesobediencia continua, habitual y totala una autoridad no obstante recono-cida como legítima? La posibilidad deconsagraciones episcopales contra la vo-luntad de la Santa Sede, amenaza repetiday renovada por Mons. Lefebvre, no es sinoel caso más ruidoso y evidente de unalarga serie de actos que necesitarían an-teriormente, para ser morales, una solu-ción, un planteo del problema de la Auto-ridad en la Iglesia en el actual estado delas cosas.

3) Por una necesidad de orden doc-trinal. Reconocer la legitimidad de PabloVI, Juan Pablo II y del Concilio VaticanoII (a l menos como hecho dogmático)comporta múltiples consecuencias doc-trinales y disciplinarias.

En conclusión, a estos “tradiciona-listas” que proclaman “el deber de deso-bediencia” y que niegan la urgencia uoportunidad de resolver (de manera cató-lica y sincera) en prioridad la cuestiónde la autoridad, presento un argumentobreve e inapelable. Es un hecho que los“tradicionalistas” no se someten a JuanPablo II (Pablo VI, etc.) comúnmentepara defender la Fe. Ahora bien, elPapa Bonifacio VIII definió infalible-mente que: “someterse al Romano Pon-tífice, lo declaramos, lo decimos, defini-mos y pronunciamos como de toda ne-cesidad de salvación para toda humanacriatura” (Bula “Unam Sanctam”). ¿Losteóricos del “deber de desobediencia”

tienen algo que replicar a esta enseñan-za infalibile? (8)

II - ¿DESARROLLO OCONTRADICCIÓN?

Luego de haber planteado el problema,hay que analizar cada punto. Primerohago las siguientes observaciones:

a) Las dimensiones de este artículono nos permiten tratar el tema de maneraexhaustiva. Remito entonces a los estudiosya aparecidos o a los que esperamos pu-blicar.

b) Aunque parta del Concilio VaticanoII, no pretendo negar que ya desde an-tes los enemigos de la Iglesia hayan tra-tado de atacarla desde el interior y que,históricamente, las raíces de la crisissean más antiguas. No obstante, es solodesde el Concilio que se plantea un pro-blema estrictamente doctrinal.

c) Me limito a examinar brevementealgunos aspectos del Concilio, de la re-forma del Misal y del Código de DerechoCanónico, lo que no excluye ulterioresprofundizaciones de la crítica.

Confrontación de posiciones

Se han dado diferentes respuestas ala primera de nuestras tres preguntas:“¿entre la enseñanza tradicional de laIglesia y la del Concilio y posconciliohay oposición de contradicción o bien unlegítimo desarrollo de la doctrina?”

a) Los católicos fieles a la Tradiciónresponden afirmativamente. Vaticano II

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ha roto con la Tradición de la Iglesia, porlo menos en algunos puntos; el nuevomisal es como mínimo “favens heresim”(favorece la herejía) y el nuevo Códigocontiene “errores, sino herejías” (9).

b) La posición “oficial ”, por llamarlaasí, afirma en cambio que entre el ma-gisterio tradicional y la enseñanza ac-tual no hay contradicción sino desarrollo,debido al cambio de condiciones histó-ricas. Entre los defensores de esta tesis,algunos consideran al Concilio como “unnuevo Pentecostés”, con efectos sola-mente positivos, otros admiten en el pos-conc i l io una c r i s i s p rác t ica pero noerrores doctrinales. El l ibro “Informesobre la fe” de Ratzinger expone muybien esta posición (10).

c) Los progresistas más “extremis-tas” afirman también ellos la contradic-ción entre el Concilio y el magisterio pre-cedente, evidentemente en provecho delConcilio: “Basta comparar el documentoautoritario de los años 60 del siglo pasa-do, publicado justo antes del Vaticano I,el ‘Syllabus o catálogo de los principaleserrores de nuestro tiempo’, de Pío IX, en1864, con los documentos doctrinales delVaticano II para darse cuenta inmedia-tamente que solo a través de los métodosdel totalitarismo partisano (‘el partidosiempre tiene razón’) se pudo hacer pasartodas estas contradicciones por un desa-rrollo lógico. No hay ningún desarrolloallí dónde se afirma explícitamente locontrario. (…) Además, la dis t inciónhabitual en la explicación del desarrollodogmático entre lo explícito (expresado)y lo implícito (modo inclusivo) no pue-de ser invocada en este caso. El con-sentimiento a la l ibertad de religióndado por el Vaticano II no está ni ex-plíci ta ni implíci tamente contenido enla condenación de la libertad religiosaexpresada por Pío IX. Ni tampoco sepuede esquivar la dificultad diciendoque, teniendo en cuenta la diferencia deépocas, solamente se quiso condenar losexcesos negativos de la libertad religiosa(y de similares adquisiciones modernas).Basta con leer las propias condenacio-nes” (HANS KÜNG, “Être vrai”, DDB 1968,págs. 152-154).

El Concilio Vaticano II y su oposiciónal magisterio tradicional de la Iglesia

No pretendemos afirmar que todo locontenido en el Vaticano II es contrario ala Fe, aunque todos sus documentos estánimpregnados de un mismo espíritu. Nopretendemos afirmar tampoco que loserrores detectados en el Vaticano II seantodos de la misma gravedad. Sin embargo,en el libro “Lettre à quelques Évêquessur la situation de la Sainte Eglise etmémoire sur certaines erreurs actuelles,suivie d’une annexe sur l ’opposi t ionentre le Concile Vatican II et l’Ency-clique Quanta Cura” (Société Saint Tho-mas d’Aquin, enero de 1983); libro apro-bado por Mons. Antonio de Castro Ma-yer (23 de mayo de 1983) se halla unalista de proposiciones del Vaticano IIopuestas, más o menos directamente, almagis ter io precedente , de las cualesdiez conciernen a una falsa concepciónde la Iglesia y siete a una errónea in-terpretación de la dignidad del hombre.Estas proposiciones están extraídas delos siguientes documentos conciliares:

- Consti tución dogmática “LumenGentium” (21/11/1964) sobre la Iglesia:nros. 8, 9, 14.

- Constitución pastoral “Gaudium etSpes” (7/12/1965) sobre la Iglesia en elmundo contemporáneo: nros. 3, 12, 13, 17,22, 26.

- Decreto “Orientalium ecclesiarum”(21/11/1964) sobre las Iglesias orientales:nº 27.

- Decreto “Unitatis Redintegratio” (21/11/1964) sobre e l ecumenismo: nros .1 , 3 .

- Declaración “Nostra Ætate” (28/10/1965) sobre las religiones no cristianas:nº 2.

- Declaración “Dignitatis Humanæ per-sonæ” (7/12/1965) sobre la libertad reli-giosa: nº 2.

No pudiendo, en los límites que meimpuse, tratar de cada uno de estos do-cumentos y de otros textos conciliares,me limito a abordar el problema de la “li-bertad religiosa”, remitiendo al lector,para los otros puntos, a la obra citada ya otros estudios (11).

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a1) En materia rel igiosa. . . a na-die se le impida que actúe con-forme a su conciencia en priva-do y en público, solo o asociadocon otros , dentro de los l ímitesdebidos.

b1) Este Concilio Vaticano decla-ra que la persona humana t ienederecho a la libertad religiosa.c1) Este derecho de la personahumana a la libertad religiosa hade ser reconocido en el ordena-miento jurídico de la sociedad, detal manera que l legue a conver-tirse en un derecho civil.

AFIRMACIONES DE VATICANO II :

La oposición de contradicción entrela Encíclica “Quanta Cura” de Pío IX del8 de diciembre de 1864 y la declaraciónconciliar “Dignitatis Humanæ personæ”del 7 de diciembre de 1965 resulta evi-dente de la simple comparación entre losdos textos.

A) “Dignitatis Humanæ”: “Este Conci-lio Vaticano declara que la persona huma-na tiene derecho a la libertad religiosa.Esta libertad consiste en que todos loshombres han de estar inmunes de coac-ción, tanto por parte de individuos comode grupos sociales y de cualquier potes-tad humana, y esto de tal manera que, enmateria religiosa, ni se obligue a nadie aobrar contra su conciencia, ni se le impidaque actúe conforme a ella en privado yen público, solo o asociado con otros,dentro de los límites debidos. Declara,además, que el derecho a la libertad reli-giosa está realmente fundado en la dig-nidad misma de la persona humana, talcomo se la conoce por la palabra reve-lada de Dios y por la misma razón na-tural.

Este derecho de la persona humanaa la libertad religiosa ha de ser reco-nocido en el ordenamiento jurídico de lasociedad, de ta l manera que l legue aconvertirse en un derecho civil” (§2).

B) “Quanta Cura”: “Y contra la doc-trina de las Sagradas Letras, de la Igle-sia y de los Santos Padres, no dudan enafirmar que ‘la mejor condición de la so-ciedad es aquella en que no se le reco-noce al gobierno el deber de reprimir conpenas establecidas a los violadores de lareligión católica, sino en cuanto lo exigela paz pública’. Partiendo de esta idea,totalmente falsa, del régimen social, notemen favorecer la errónea opinión, so-bremanera perniciosa a la Iglesia Ca-tólica y a la salvación de las almas, cali-ficada de ‘delirio’ por nuestro antecesorGregorio XVI, de feliz memoria (Enc. Mi-rari vos, 15 agosto de 1832), de que ‘lalibertad de conciencia y de cultos es de-recho propio de cada hombre, que debeser proclamado y asegurado por la leyen toda sociedad bien constituida, y quelos ciudadanos tienen derecho a una om-nímoda libertad, que no debe ser coar-tada por ninguna autoridad eclesiásticao c ivi l , por e l que puedan manifes tary declarar a cara descubierta y públi-camen te cua le squ ie ra concep tos su -yos , de palabra o por escrito o de cual-quier otra forma’. Mas al sentar esa te-meraria afirmación, no piensan ni con-sideran que están proclamando una li-bertad de perdición (S. AG U S T Í N)”.

a) La mejor condición de la so-ciedad es aquella en que no se lereconoce al gob ie rno el deber dereprimir con penas establecidas alos violadores de la religión ca-tólica, sino en cuanto lo exige lapaz pública.b) La libertad de conciencia y decultos es derecho propio de cadahombre.c) Derecho que debe ser procla-mado y asegurado por la ley entoda sociedad bien constituida.

C) Comparación entre los dos textos:AFIRMACIONES CONDENADAS POR

QUANTA CURA :

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De es ta comparac ión resu l ta s insombra de duda que: ambos textos sepronuncian sobre el mismo tema, la li-bertad religiosa en el fuero externo, o sea,el derecho de ejercicio público de las re-ligiones y cultos, incluso no católicos (yno solo sobre la libertad del acto de feadmitido por la doctrina tradicional).

Ambos textos apelan a la Divina Re-velación. Ambas doctrinas, aunque liga-das a sus tiempos, están expresadas demanera absoluta y como principio.

Ahora bien, lo que Vaticano II afirmaen (a1), (b1), (c1) está condenado por“Quanta Cura” en (a), (b), (c).

Incluso los “límites debidos” expre-sados por Vaticano II están explicadosen el §7 de la declaración y correspon-den a la “paz pública” de la proposicióncondenada por Pío IX.

A pesar de la brevedad con que hetratado el punto creo haber dado unaidea al lector de la oposición de contra-dicción existente entre la doctrina tra-dicional (como por ejemplo la EncíclicaINFALIBLE de Pío IX) y la doctrina con-ciliar (como por ejemplo “Dignitatis Hu-manæ personæ”).

El Novus Ordo Missæ y ladoctrina católica

El 3 de abril de 1969 Pablo VI publi-caba la Constitución Apostólica “MissaleRomanum” conteniendo dos documentosque debían entrar en vigor el primer do-mingo de Adviento del mismo año, 30 denoviembre de 1969. Estos documentosson la “Institutio generalis Missali Ro-mani” y el “Ordo Missæ” propiamentedicho, un nuevo texto de la Misa y lasrúbricas que lo acompañaban. Estos do-cumentos, munidos de la autoridad delmismo Pablo VI, eran obra del “Consi-l ium Pontificium ad exequendam Cons-titutionem de Sacra Liturgia” que tenía latarea de aplicar la Constitución sobreLiturgia “Sacrosanctum Concilium” vo-tada por el Vaticano II el 4 de diciembrede 1963 (12). El mencionado nuevo OrdoMissæ es el último fruto de una seriede reformas litúrgicas graduales en a-plicación del Vaticano II bajo la direc-

ción del Consilium. En mayo de 1970,al publicar la edición latina del nuevomisal romano se realizaron numerososcambios a la Institutio (pero no al OrdoMissæ), aunque sin eliminar de manerasatisfactoria aquello que ya se había cri-ticado en la edición de 1969.

En efecto, el 5 de junio de 1969 ungrupo de teólogos y liturgistas, que in-cluía principalmente al R.P. Guérard desLauriers O.P., había redactado un “Bre-ve examen crítico del Novus Ordo Missæ”que fue presentado a Pablo VI con unacar ta de los Cardena les Ot tav ian i yBacci.

Los dos Cardenales afirman en estacarta: “El Novus Ordo Missæ, si se con-sideran los elementos nuevos, suscepti-bles de apreciaciones muy diversas, queaparecen subentendidos o impl icados ,se aleja de manera impresionante, enconjunto y en detal le , de la teologíacatólica de la Santa Misa, cual fue for-mulada en la XXII Sesión del Conciliode Trento, el cual, al fijar definitivamen-te los ‘cánones’ del ri to, levantó unabarrera infranqueable contra toda he-rejía que pudiera menoscabar la inte-gridad del misterio”.

Del mismo tenor es una declaraciónrecapitulativa que se halla en el BreveExamen: “Es evidente que el Novus Ordoya no quiere seguir expresando la Fede Trento. A esta Fe, sin embargo, estánvinculadas para siempre las concien-cias de los católicos. Por consiguiente,después de promulgado el Novus Ordo,el verdadero católico, de cualquier con-dición u orden, se encuentra en la trá-g ica neces idad de optar ent re cosasopuestas entre sí”.

Para las pruebas de tan autorizadasafirmaciones remitimos al lector, porbrevedad , a l t ex to mismo de l Breveexamen crí t ico (1969) y a la obra deArnaldo Xavier da Silveira: “La nouvelleMesse de Paul VI: qu’en penser ? ” (ed.original brasileña de 1970, traducciónfrancesa, ed. DPF, Chiré-en-Montreuil,1975, 357 páginas). Obra importante nosolamente por su gran valor intrínsecosino también por la autoridad que lediera S.E. el Obispo de Campos, Mons.

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de Castro Mayer, que la envió a Pablo VIen propio nombre.

La oposición entre la enseñanza tra-dicional de la Iglesia y el Novus Ordosurge tanto de la Institutio, que da losprincipios teóricos, como del Ordo consu aplicación práctica: en ambos docu-mentos se disminuye o niega la fe ca-tólica en tres puntos esenciales de ladoctrina eucarística: 1) La Misa es unSacrificio propiciatorio. 2) El Sacerdoteno es un simple presidente de la asam-blea, sino un verdadero otro Cristo queobra en su persona. 3) Nuestro Señores t á p re sen te sus t anc i a lmen te en e lSantísimo Sacramento y esta presenciano es de ninguna manera comparableo asimilable a aquella completamenteespiritual existente en la lectura de laSagrada Escri tura o en una asambleareunida en nombre de Jesús.

Por otra parte, el N.O.M. se oponedirectamente al Canon 9 sobre la Misadel Concilio de Trento (Dz. 956) queafirma: “Si alguno dijere que el rito dela Iglesia Romana por el que parte delcanon y las palabras de la consagraciónse pronuncian en voz baja, debe sercondenado; o que solo debe celebrarse laMisa en lengua vulgar… sea anatema”(excomunión solemne). Ahora bien, laInstitutio afirma que por su natura-leza, y entonces siempre, el Canon del a M i s a debe ser recitado en voz alta,condenando así implíci ta pero clara-

mente la práctica tradicional opuesta,“para insinuar que el sacerdote obra es-pecíficamente como delegado del pueblo”(Institutio Generalis, nº 12; da Silveira,op. cit., pág. 32).

La nocividad de la reforma litúrgicasalta a la vista de todos en sus efectos, yes puesta más en evidencia por la causafinal, la meta ecuménica. Es notorio queun grupo de seis miembros, presentadoscomo “observadores de comunidadeseclesiales no católicas”, colaboró acti-vamente (13) con la comisión que ela-boró el nuevo misal . Pablo VI quisorecibirlos en audiencia el 10 de abril de1970 y una célebre fotografía inmor-t a l i z ó a los seis pastores protestantes,colaboradores en la Reforma litúrgica,al lado de Pablo VI.

El nuevo Código de DerechoCanónico, aplicación del Concilio

La Reforma del Código de DerechoCanónico, preparado bajo San Pío X ypromulgado en 1917 por Benedicto XV,fue anunc iada por Juan XXII I e l 25de enero de 1959 junto con la convo-cación de un Sínodo romano y del fu-turo Conci l io Ecuménico. Luego delVaticano II se aplicaron a las leyes lasdecisiones tomadas hasta que, con laConstitución Apostólica “Sacræ disci-plinæ leges” del 25 de enero de 1983,Juan Pablo II “promulgó” el nuevo có-digo de derecho canónico que, segúnu n a d e s u s p r o p i a s e x p r e s i o n e s e ndicha Consti tución, debía traducir enlenguaje canónico la eclesiología con-ciliar.

Se pueden hacer por tanto sobre elnuevo código las mismas observacionesque sobre e l Vat icano I I y sacar lasmismas conclusiones. Me basta llamarla atención del lector sobre algunos pun-tos en contradicción con la enseñanzatradicional:

- L a a t r i b u c i ó n d e l a s u p r e m a yplena potestad sobre la Iglesia universal,incluso fuera del Concilio ecuménico,no solamente al Papa, sino también alcolegio episcopal (colegialidad): can.336.

Reciente edición francesa del Breve Examen

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- La atribución a todo el “pueblo deDios” (es decir, a todos los fieles) de lamisión dada por Dios solamente a losApóstoles y a sus sucesores (es decir, ala Jerarquía) de santificar, enseñar y go-bernar: can. 204.

- La supresión de la distinción (sinola inversión) entre fin primario y finessecundarios del Matrimonio: can. 1055 aconfrontar con el can. 1013 del Códigode 1917.

- La autorización en ciertos casospara administrar los sacramentos de pe-nitencia, eucaristía y extremaunción a nocatólicos y recibirlos de ellos: can. 844§2,3,4; lo que es objetivamente un horri-ble sacrilegio (confrontar con el can. 731del Código de 1917).

Pero no traspasemos los límites denuest ro es tudio . Esto nos bas ta paraconcluir en la oposición entre la legis-lación precedente y la legislación re-formada, oposición de fondo que tocala doctrina y la moral. Sí, el nuevo có-d igo pretende establecer para la Iglesiauniversal leyes nocivas para la Fe y lamoral católica (14).

III - AUTORIDADDEL CONCILIO VATICANO II

Y DE LAS REFORMAS

Llegados a este punto, conviene e-xaminar la autoridad de la que gozanel Concilio Vaticano II, la reforma li-túrgica y la reforma canónica. Muchos

tradicionalistas pretenden de hecho po-der rechazar Concil io, Nueva Misa yNuevo Código reconociendo al mismotiempo como legítima la autoridad quelos ha promulgado: el Concilio sería pas-toral y no dogmático, y por tanto no in-falible y no magisterial; el nuevo Misalsería solamente facultativo y mal pro-mulgado; el nuevo Código, al igual queel de 1917, no gozaría de infalibilidad.Es ta es, en particular, la posición de laFraternidad San Pío X, posición opuestaa la de la au tor idad romana. ¿Cómoestán realmente las cosas?

Autoridad del Concilio Vaticano II

Un Concilio Ecuménico es normal-mente expresión del magisterio extraor-dinario y solemne de toda la Iglesia do-cente, desde el momento en que un ver-dadero Papa lo promulga y aprueba.

Sin embargo, Pablo VI (en la audien-cia del 12 de enero de 1966) declaró:“Algunos se preguntan cuál es la auto-ridad y la calificación teológica que elConcil io ha querido atribuir a su en-señanza, dado que ha evitado dar defi-niciones dogmáticas solemnes que com-prometan el Magisterio infalible de laIglesia. Quienquiera se refiera a la de-claración conciliar del 6 de marzo de1964, reiterada el 16 de noviembre de1964, conoce la respuesta. Dado su ca-rácter pastoral, el Concilio ha evitadoproclamar según el modo extraordinariodogmas dotados de la nota de infalibi-lidad. Sin embargo, el Concilio ha atri-bu ido a su enseñanza la autoridad deMagisterio supremo ordinario; estaenseñanza es manif iestamente autén-tica y debe ser aceptada por todos losfieles según las normas asignadas porel Concilio, teniendo en cuenta la natu-raleza y fin de cada documento”.

Este texto, que parece a primera vistadar la razón a los partidarios de la tesis“pastoral, luego no infalible”, en realidadlos contradice. En efecto, o un Concilioes magisterio solemne extraordinario, yentonces es infalible, o es magisterio su-premo ordinario, como Pablo VI afirmadel Vaticano II. Ahora bien, el Magiste-

Pablo VI y los seis pastores protestantes

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rio ordinario universal de la Iglesia (esdecir, de los obispos residenciales uni-dos moralmente al Sumo Pontífice dis-persos en el mundo, o a fortiori reu-nidos en Concilio) es infalible cada vezque propone a los fieles una doctrinacomo revelada por Dios (obje to pr i -m a rio del Magisterio) o conexa con laRevelación (objeto secundario). Es laafirmación formal y dogmática del Va-ticano I citada en el número precedentede Sodalitium; todo fiel debe recibirlacomo doc t r ina de Fe d iv ina y ca tó l i -ca , y si la niega obstinadamente es he-r e j e ( 15) . P í o I X l o c o n f i r m a ( E n c .“Tuas libenter”, Dz. 2879), igualmenteLeón XIII (“Satis cognitum” y “Sapien-tiæ christianæ”) y Pío XII (Bula “Mu-nif icent iss imus Deus”) , as í como 53teólogos citados por el Abbé Lucien ensu libro sobre la infalibilidad de dichoMagis te r io ( 16) . Escuchemos a LeónXIII : “Tra tándose de de te rminar loslímites de la obediencia, nadie crea quese ha de obedecer a la au tor idad delos Prelados y principalmente del Ro-mano Pon t í f i ce so lamente en lo quetoca a los dogmas, cuando no se pue-den rechazar con pertinacia sin cometercr imen de herej ía . Ni tampoco bastaadmi t i r con s ince ra f i rmeza l a s en-s e ñ a n z a s q u e l a I g l e s i a , a u n q u e n oestén definidas con solemne declara-ción, propone con su ordinario y uni-versal magisterio como reveladas porDios, las cuales manda el Concilio Va-t icano que se crean con fe católica ydivina . . . ” (“Sapient iæ Chr is t ianæ”) .Y Pío XII nos ofrece un ejemplo prác-tico en la Bula dogmática “Munificen-tissimus Deus”, en la cual proclama eldogma de la Asunción al Cielo de laSantísima Virgen.

En este documento, el Papa explicaque el 1º de mayo de 1946 había pre-guntado a los obispos su opinión sobrela posibilidad de la definición dogmáticade l a Asunc ión . La respues ta cuas iunánime favorable del episcopado ca-tólico fue para Pío XII, como él mismoafirma, la prueba de que la Asunciónde la Santísima Virgen, en virtud delmagisterio ordinario universal, era una

verdad revelada y por tanto infalible-mente propuesta por la Iglesia a la fede los cristianos. La solemne definicióndogmática de 1954, entonces, hizo sola-mente pasar la verdad de la Asunciónde la Santísima Virgen de verdad de fedivina y católica en virtud del magiste-rio ordinario universal a verdad de fediv ina y católica definida en virtud delmagisterio extraordinario.

En resumen: la Iglesia es infal ibleno solamente en su magisterio extra-ordinario sino también en su magiste-rio ordinario universal (cf. Vaticano I)cada vez que afirma que tal o tal otraverdad está revelada por Dios o cone-xa con la Revelación. Por consiguiente,el Concilio Vaticano II, allí donde pre-tende enseñar una doctrina como ligadaa la Revelación, como es el caso, entreotros, de Dignitatis Humanæ (17), habríadebido estar garantizado por la infali-bilidad, si no del magisterio extraordina-rio, al menos del magisterio ordinariouniversal.

Autoridad de la reforma litúrgicay canónica

El Papa Pío VI condenó en 1794,por la Bula “Auctorem Fidei”, el Sínodojansenista de Pistoya, realizado en 1786bajo la dirección del obispo Escipión deRicci. La 78ª proposición del conciliá-bulo jansenista fue condenada por elsiguiente motivo: “En cuanto por la ge-neralidad de las palabras comprende ysomete al examen prescripto hasta ladisciplina constituida y aprobada por laIglesia, como si la Iglesia que se rigepor el Espíritu de Dios, pudieraconstituir disciplina no solo inútil ymás onerosa de lo que sufre la libertadcristiana, sino peligrosa, nociva e in-ducente a la superstición y al materia-lismo”. Una tal doctrina fue condena-d a como “falsa, temeraria, escandalosa,perniciosa, ofensiva a los oídos piado-sos, injuriosa a la Iglesia y al Espíritude Dios por el que ella se rige, y por lomenos errónea”. Es entonces por lomenos cierto que no puede haber enuna disciplina consti tuida y aprobada

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por la Iglesia ninguna cosa peligrosa onociva.

Esto no quiere decir que una tal dis-ciplina sea un dogma de fe, ni que seairreformable, ni que sea la más perfecta,sino que no puede contener, como diceel Cardenal Bi l lo t , nada que sea decualquier modo opuesto a la regla dela fe o a la sant idad del Evangel io(CARDENAL BILLOT, De Ecclesia, TesisXXII, págs. 447-482). En resumen, ni laIglesia ni el Papa pueden dar “veneno”a sus propios h i jos (Vat icano I , Dz.1837).

Una tal infalibilidad se aplica de ma-nera eminente a la Liturgia y al Dere-cho Canónico, en cuanto leyes univer-sa les de la Iglesia: esta verdad “es tanteológicamente cierta que negarla seríaun error muy grave e incluso, según laopinión de la mayoría, una herej ía”(CARDENAL FRANZELIN, De Trad. , tesisXII); esta es “al menos teológicamentecierta y casi una definición en vir tuddel Conci l io Vat icano I” (SA L AV E R R I ,De Ecclesia Christi , Tesis XVII).

Además del texto de Pío VI, Sala-verri cita, en favor de la infalibilidad delas leyes litúrgicas universales, los Con-cilios de Constanza (Dz. 626-668) y deTrento (Dz. 856,879,889,942,943,954 yen particular, 931-935), y afirma clara-mente que el Derecho Canónico está e-minentemente cubierto por la infalibi-l idad de l a s l eyes un iversa les de l aIglesia: “tales decretos están reunidosespecialmente en el derecho canónico”(SALAVERRI, op. cit., nº 703, ed. B.A.C.,Madrid). Igual sentencia en Cartechi-ni (“Dall’opinione al Domma”, págs.48-49, ed. La Civiltà Cattolica, 1953), queya hemos citado.

No fue por casualidad que el “Car-denal” Seper, predecesor del “Cardenal”Ratzinger, interrogando a Mons. Lefe-bvre le planteara tres veces la mismapregunta: “¿Sostenéis que un fiel cató-l i co puede pensa r y a f i rmar que unrito sacramental, en particular el de laMisa, aprobado y promulgado por e lSumo Pont í f ice , pueda no es tar con-f o r m e con la fe católica o ser ‘favenshæresim’?”.

A pesar de la triple interrogación,Mons. Lefebvre evita responder (cf. “Lasrazones de Mons. Lefebvre”, “Roma” nº59 , 1979, pág . 53) . La pregunta de lcardenal y la ausencia de respuesta deMons. Lefebvre prueban que ambos co-nocían la doct r ina que acabamos derecordar y que no se puede rechazarl a reforma l i túrgica (y canónica) s innegar l a au to r idad y l eg i t imidad dequien la ha promulgado.

IV - EL PROBLEMADE LA AUTORIDAD: HISTORIA,

POSICIONES Y SOLUCIONES

Hemos visto que, según la doctri-na católica, todo fiel debería aceptarcomo infalible la enseñanza del Conci-lio Vaticano II, así como el nuevo Mi-sal y el nuevo Código. Pero tambiénhemos v is to que es to no es pos ib le .Objet ivamente es ta enseñanza con-t rad ice la enseñanza precedente . Unf i e l que ya ha real izado un acto so-brenatural de fe en la enseñanza infa-l ible de Pío IX en Quanta Cura, porejemplo, no puede, en virtud del prin-cipio de no contradicción, realizar unacto de fe en la enseñanza opuesta deDignitatis Humanæ de Vaticano II. Sedebería creer y no se puede creer. Nos e p u e d e s a l i r de esta aparente con-tradicción sino constatando la ausencia,en los textos conciliares y en sus apli-caciones, del sujeto mismo de la infa-libilidad: un verdadero y legítimo Papa.Si el problema es e l de la autor idad,tratemos ahora de ver su historia y lasolución.

Historia y posiciones

Durante el Concilio la sana reaccióncatólica a la manifestación del error fuerealizada por un grupo de Padres reu-nidos en el “Cœtus Internationalis Pa-trum”, asociación que desgraciadamenteno logró evitar el triunfo de la herejía.Sus esfuerzos lograron solamente mo-derar la expresión del error, volvién-dolo , en def in i t iva , más ins id ioso ytemible.

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El principal motivo del fracaso delCœtus parece deber ser atribuido a laautoridad de Pablo VI que, apoyandol a s reformas, obtenía al f inal el con-sen t imien to inc luso de los Padres ae l l a s m e n o s f a v o r a b l e s . E n e f e c t o ,después del Conci l io a lgunos de losobispos más lúcidos, como Mons. Carliy Mons. de Proença Sigaud, aceptaronla enseñanza del Vaticano II a causade la autoridad del Papa. Sin embargo,t a l a c e p t a c i ó n no fue n i pac í f ica n iuniversal en la Iglesia. El Concilio pro-voca entre f ieles y clérigos una con-fus ión creciente , s ino una verdaderay propia oposición, que se volverá to-ta l con la “promulgac ión” , en 1969 ,de l nuevo misal . S i los t rad ic iona-l i s t a s t o d a v í a n o c u e s t i o n a b a n , e nteoría, la autor idad de Pablo VI , lohacían ciertamente en la práctica, alr e c h a z a r el Concilio y sus reformas,especialmente la litúrgica. Sin embargo,desde el principio se alzaron voces queponían en duda la autoridad misma dePablo VI, mostrando así el verdaderonudo del problema. En Francia, el AbbéGeorges de Nantes rechaza apertis ver-bis el Concilio ya durante su desarro-llo, y el resultado de sus estudios seráun “Liber accusat ionis” contra G.B.Montini, acusado de herejía, cisma y a-postasía. Si gracias al Abbé de Nantes

la responsabilidad de Pablo VI quedaclara , no as í las consecuencias . Alpresentar, e l 10 de abr i l de 1973, e lLiber accusationis a Pablo VI, el Abbéde Nantes sost iene que Pablo VI, le-gítimo Papa, debe juzgar a Montini, he-reje. Según él , un Papa herético per-manece sin embargo Papa (18).

Al mismo tiempo, pero en el Méxicode los “Cristeros”, se eleva la voz delPadre Joaquín Sáenz Arr iaga, jesui tay f u n d a d o r d e l a “ U n i ó n C a t ó l i c aT r e n t o ” . É l t a m b i é n r e c h a z a l a e n -señanza del Vaticano II y en 1966 es-cr ibe “La nueva Igles ia Mont iniana” ,al cual hará seguir, en marzo de 1973,de un libro voluminoso con título elo-cuente: “Sede Vacante. Pablo VI no eslegít imo Papa” (19) . El autor sostieneque Pablo VI (G.B. Montini) no es le-gítimo Papa sino antipapa, o porque ene l momento de la elección celebradacanónicamente no era sujeto capaz porherejía antecedente o porque, realmen-te elegido, perdió el pontificado por suherejía personal, en particular al apro-bar el Concilio y la Nueva Misa. Sáenzno contempla, sin embargo, la infalibi-lidad del magisterio ordinario universalde la Iglesia.

La “nueva misa”, publicada bajo laautoridad de Pablo VI, incita a los ca-tólicos a estudiar mejor la cuestión dela autoridad de Pablo VI. Mons. Antoniode Castro Mayer envía a este último,secretamente, tres estudios críticos ydoctrinales sobre el documento conciliarDignitatis Humanæ, sobre la encíclicamont in iana Octoges ima adveniens ysobre el Novus Ordo Missæ, recibiendocomo única respuesta la intimación deno divulgar estos estudios. Como hemosdicho, el examen del nuevo misal es de-bido al brasileño Arnaldo Vidigal Xavierda Silveira. En dicho estudio de 1970,toda la segunda parte (págs. 213-228)trata de la “hipótesis teológica de unpapa herético, cismático y dudoso”.

El autor expone las cinco opinionestradicionales al respecto: 1) un Papano puede caer en herejía; 2) un Papapuede caer en herej ía pero no pierdeel pontificado; 3) el Papa herético pier-

El Abbé de Nantes muestra a los periodistas su“Liber accusationis” contra Pablo VI (Roma, 1973)

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de el pontificado aun por herejía ocul-ta (Cardenal Torquemada); 4) el Papaherético pierde el pontificado solo des-pués de una declaración de la Iglesia(Cardenal Cayetano, Juan de Santo To-más, y en general los dominicos); 5) elPapa herético pierde el pontificado ipsofacto desde que la herej ía se vuelvemanifiesta (San Roberto Belarmino, SanAlfonso, Cardenal Billot).

El autor, que opta por la 5ª opinión,tiene sin embargo una concepción ine-xacta del magisterio ordinario y advier-te que, tratándose de opiniones, es ne-cesario reestudiar estos problemas an-tes de aplicar una tesis a la realidad.Invita a los teólogos a un tal estudio yevita aplicar explícitamente su mismoestudio al caso de Pablo VI, ¡aun publi-cándolo con un estudio crítico del nuevomisal! Los pensadores brasileños queniegan la legi t imidad de Pablo VI yJuan Pablo II se inspiran en esta líneade pensamiento según la cual el Papaherético notorio está depuesto ipso factoy tal herejía puede hallarse por ejemploen los textos no infalibles del Concilio.

Pero la declaración de Pablo VI enel consistorio del 24 de mayo de 1976contra Mons. Lefebvre y la sucesivapretendida “suspensión a divinis” del 22de julio volvieron evidente la respon-sabilidad y la adhesión de Pablo VI alas reformas conciliares. Desde 1975 elPadre Noël Barbara y el teólogo do-min ico Michel L. Guérard des Lauriers

orientan a los fieles en la compresiónd e l p r o b l e m a d e l a a u t o r i d a d e n l aIglesia. No se puede desobedecer (almenos habitualmente) a un Papa legí-timo. No se puede rechazar el Concilioy la nueva misa, cubiertos por naturale-za de la infa l ib i l idad del magis ter ioordinario universal y de la asistenciadel Espíritu Santo prometida a la Igle-sia también en la disciplina, si no serechaza la legitimidad de la autoridadque avala tal reforma, que prueba talnul idad. El Padre Barbara expone sutesis en el número 47 de “Forts dans laFoi” (1976), declarando luego pública-mente a Pablo VI antipapa por habercaído en herejía antes o después de suelección (20).

La posición del Padre Barbara re-presenta, en relación con las posicionesprecedentes, un verdadero paso adelanteen la solución de nuestro problema: laclara reafirmación de la infalibilidad delmagisterio ordinario universal permite,como hemos visto, probar de maneraabsolutamente cierta la no legitimidadde Pablo VI (al menos desde el 7 dediciembre de 1965) y de sus sucesoresque le son sol idar ios ( 21) . Pero s i e lHECHO de la no legitimidad de PabloVI es cierto, el CÓMO esto haya suce-dido no es tan evidente en la tesis delPadre Barbara.

A esta posición, y a otras similares,s e le puede objetar: a) el pasar in-deb i d a m e n t e d e l a h e r e j í a m a t e r i a l

El Padre Joaquín Sáenz Arriaga S.J. y las tapas de sus libros sobre la situación del Papado

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(objetiva) a la herejía formal (subjeti-va); b) el dar por cierta la posición queafirma que “el Papa herético está de-puesto ipso facto”; c) el descuidar elhecho de que qu ien t i ene au to r idadpara declarar (constatar) la deposicióndebe también tener autoridad para pro-veer a la sucesión; d) el no dar ade-cuada respuesta a la objeción centra-da en la const i tución jerárquica fun-damental de la Iglesia.

Bastante diferente es la “tesis” lla-mada de Cass ic iacum, por e l nombrede la revista en la que fue publicada enmayo de 1979, los “Cahiers de Cassicia-cum” (21) , tesis elaborada por el R.P.Guérard des Lauriers OP. El lector ha-llará su exposición por el mismo autoren este número del boletín. Me bastaseñalar como, sin eliminar el misterio,misterio de iniquidad (2 Tes. II, 7) dela crisis actual, la tesis en cuestión dacuenta exactamente tanto de la realidadde los hechos que es tamos v iv iendocomo de la divina const i tución de laIglesia. Los actuales ocupantes no sonPapas formalmente (no t ienen autori-dad, no tienen asistencia divina) peropueden aún ser “papas” materialmente(canónicamente electos, hasta pruebade lo contrario, ocupan la Sede Apos-tólica y podrían volverse formalmentePapas s i condenaran los errores) . Encuanto a la Fraternidad San Pío X, la

historia de su actitud ante el problemade la autoridad es desconcertante. En1976, el año de la pretendida suspen-sión a divinis, Mons. Lefebvre, comen-tando esta sanción, acusa al Conciliomismo de ser cismático. Y el 20 de abril,ante un centenar de responsables de a-sociaciones tradicionalistas reunidos enÉcône, plantea la hipótesis de la Sedevacante como expl icación del es tadoactual de la Iglesia. El 2 de agosto delmismo año, Mons. Lefebvre declara:“Pues que, en suma, un grave proble-ma se presenta a la conciencia y a lafe de todos los católicos desde el co-mienzo del pont i f icado de Pablo VI.¿Cómo puede un papa, verdadero su-cesor de Pedro, garantizado por la a-sistencia del Espíritu Santo, presidir ladestrucción de la Iglesia, la más pro-funda y extensa de la historia, en el es-pacio de tan poco tiempo, como ningúnheresiarca jamás logró hacer?” (“I t i -néraires” nº 206, págs. 276-281). Enese mismo documento, Mons. Lefebvreplantea de nuevo la hipótesis sedeva-cantista, citando a San Roberto Belar-mino.

En ese momento todo era posible,la unidad de los verdaderos católicoshabría estado asegurada.

Pero Pablo VI, misteriosamente, re-cibe por primera vez a Mons. Lefebvrey ya en septiembre de 1976 la Frater-nidad admite la posibilidad de una co-existencia de las dos misas (Carta a deSaventhem).

Sin embargo, todavía en 1977, a pro-pósito de la tesis según la cual Pablo VInunca habría sido papa o habría dejadode serlo, Mons. Lefebvre escribe: “No esimposible que esta hipótesis sea un díaconfirmada por la Iglesia. Pues cuentacon argumentos serios” (“Le coup demaître de Satan”, ed. Saint-Gabriel, Mar-tigny, Suiza, pág. 42).

La elección de Juan Pablo II fuecatastrófica para la unidad de los ca-tólicos fieles a la Tradición. Una frasesuya sobre “el Concilio a la luz de laTradición”, retomada por Jean Madi-ran , marca e l in ic io de la supues ta“reconciliación”, contra la opinión de los

El Padre Noël Barbara

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más lúcidos, que fueron sistemáticamen-te calumniados. Se llega así a la famosa“posición sobre la Misa y el Papa” denoviembre de 1979, en la cual se declaraintolerable en la Fraternidad la posiciónque niega la legitimidad de Juan Pablo II.Luego de esta declaración, un buen nú-mero de sacerdotes y seminaristas, in-cluso ya diáconos, fueron expulsados dela Fraternidad y, a partir de 1984, seimpondrá a los nuevos ordenandos laf i rma , antes de la ordenación, de una“declaración de fidelidad a las posicionesde la Fraternidad”, que comienza así:“Yo, el abajo firmante, reconozco a JuanPablo II como Papa legítimo de la SantaIglesia Católica. Por lo tanto estoy dis-p u e s t o a r e z a r p ú b l i c a m e n t e p o r é lcomo Sumo Pontífice. Rechazo seguirlocuando se aleja de la Tradición Católi-ca, part icularmente en materia de l i -bertad religiosa y de ecumenismo, asícomo en las reformas simplemente no-civas para la Iglesia”. Así, la acusacióninfundada de Pablo VI a Mons. Lefebvrede someter a los seminaristas a un ju-ramento contra el Papa se volvía rea-lidad.

Pero el tiempo dio razón a los pre-visores de 1979: Juan Pablo II intensi-f icó e l ecumenismo del Vat icano I I .

Mons. Lefebvre repropone entonces lahipótesis sedevacantista en la homilíade Écône de Pascua de 1986: “Es posi-b le que es temos en la obl igación dec r e e r q u e e s t e P a p a n o e s P a p a ” .¡Esta declaración no impidió a la Fra-ternidad mantener en vigor la “decla-ración” de f idel idad y hacer la f i rmara los ordenandos!

Solo Dios conoce la continuación deesta serie de “giros de la trama” queparecen más guiados por las posibili-dades de lograr un acuerdo que por laluz de la fe.

V - CONCLUSIÓN:CONSERVAR LA FE

Conservar la Fe es el primer deberde hoy. Conservar la Fe, sin la cual nose puede agradar a Dios, ni tener cari-dad, ni salvarse.

“Pero, cuando el Hijo del hombre ven-ga, ¿encontrará la fe sobre la tierra?”(Lc. XVIII, 8); este es “el misterio deiniquidad” (2 Tes. II, 7), “la apostasía”(ibidem V, 3), en cuya manifestación elSacrificio perpetuo será (casi) abolido(Dan. XII, 11) y “aun los mismos ele-gidos, si fuera posible” (Mt. XXIV, 24)serían engañados. “Mirad que os lo hedicho todo de antemano”, dice Jesús(Mt. XXIV, 25).

“Si fuera posible”: luego Dios, in-clusive entonces, no abandonará a laIglesia y a los fieles; también entoncesse necesitará, y por lo tanto se podrá,conservar la Fe.

No se puede conservarla adhirien-d o c o n s c i e n t e m e n t e a l V a t i c a n o I I ,como hemos visto.

Tampoco se puede desobedecer ha-bitualmente a aquel que se considerael Vicario de Cristo: “En efecto, ¿de quésirve proclamar el dogma católico delpr imado del Bienaventurado Pedro yde sus suceso re s y habe r d i fund idotantas declaraciones de fe catól ica yde obediencia hacia la Sede Apostólica,cuando las acciones abiertamente des-mienten por s í mismas las palabras?¿Acaso no es menos excusable la obs-t i nac ión cuan to más se r econoce l a

El R.P. Michel L. Guérard des Lauriers O.P.

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debida obl igac ión de la obedienc ia?(...) En efecto, Venerables Hermanos ehijos dilectos, se trata de la obedienciaque se debe prestar o negar a la SedeApostól ica ; se t ra ta de reconocer lasuprema potestad también sobre vues-tras Iglesias, al menos en lo que con-cierne a la fe, la verdad y la disciplina;quien la negare es hereje. Por el con-trario, quien la reconozca pero orgu-llosamente rehúse obedecerle, es me-recedor de l ana tema” (P ío IX , Enc .“Quæ in Patriarcatu”, 1º de septiembrede 1876).

P a r a c o n s e r v a r h o y l a F e e n l aIg les ia fundada por Jesucr is to sobrePedro, contra la cual no prevaleceránlas puertas del infierno, se debe afir-mar y concluir: no, Juan Pablo II [einmediatos predecesores y sucesores]no es legítimo Vicario de Cristo, no esformalmente Papa.

Notas

1) Un último ejemplo: entrevista a Mons. Lefe-bvre: “¿Cismático, en su óptica, sería entonces elPapa?”. Respuesta de Mons. Lefebvre: “Sí… talvez… más o menos” (cf. 30 Giorni nº 2, febrero de1987, pág. 16).

2) Administración inválida de confirmacionespor parte de simples sacerdotes (de la Fraternidad),hipótesis de consagraciones episcopales, etc., re-conociendo al papa pero actuando como si no lo hu-biese, et ultra.

3) “Yo para eso nací y para eso he venido almundo: para dar tes t imonio de la verdad” ( Jn .XVIII, 37).

4) “Ésta es la victoria que ha vencido al mundo:nuestra fe” (1 Jn. V, 4).

5) Los prioratos son parroquias, los distritos,diócesis, y una congregación, la Iglesia…

6) No hablaremos entonces de los “arrepenti-dos” del tradicionalismo (Alleanza Cattolica, UnaVoce…) que han terminado en las posiciones de losmodernistas de los años 50 (Ratzinger, de Lubac,von Balthasar).

7) Cf. Aprobación del libro Lettre à quelquesévêques… (23 de mayo de 1983) por parte de Mons.de Castro Mayer. Manifiesto episcopal (21 de no-viembre de 1983) de Mons. Lefebvre y Mons. deCastro Mayer. Comunicado de los mismos “conmotivo de los sucesos relativos a la visita de JuanPablo I I a la s inagoga y a l congreso de re l ig io-nes en Asís”, del 2 de diciembre de 1986: allí sedeclaran nulos todos los actos posconciliares y lasreformas sucesivas.

8) Por no hablar de los teóricos de la guerracivil: “La Fraternidad San Pío X está obligada acombatir una verdadera y propia guerra civi l ali n t e r i o r de la Igles ia ; para no ofender a Dios

desobedec iendo a los Papas p receden tes y a s íperder el a lma por la eternidad, prefer imos de-sobedecer a las nuevas doctrinas de los Papas ac-tuales”, ¡es decir al Magisterio vivo! ¿Cómo con-c i l i a r “guer ra c iv i l” y “un idad de l a Ig les ia”?Fanta-teología (cf. La Tradizione Cattolica, Bo-letín oficial de la Fraternidad Sacerdotal San Pío X,distrito de Italia, año 1, nº 4, enero 1987).

9) Cita de Mons. Lefebvre y Mons. de CastroMayer : Man i f i e s to ep i scopa l . Ca r t a ab ie r t a a lPapa .

10) Cf. también la respuesta del “Cardenal”Ratzinger a Mons. Lefebvre (20 de enero de 1986).“La Encíclica de Pío XI Mortalium Animos rechazacon jus ta razón la t endenc ia a buscar con lasconfesiones crist ianas separadas la unidad en laacción en detrimento de la verdad doctrinal… Eldecre to Uni ta t i s Redin tegra t io se inser ta en lamisma l ínea…” (!!)

11) Sobre Sacrosanctum Concilium, por ejem-plo, La révolution liturgique, de Vaquié, ed. DPF,Chiré-en-Montreuil, 1971. Sobre Nostra Ætate, cf.Sodali t ium nº 2 , año II , mayo-jul io 1985, págs.5-21. Sobre Dignitatis Humanæ, Mgr Lefebvre etle Saint-Office, Itinéraires, 1979. Sobre el Concilioen general, cf. Mons. Lefebvre, Acuso al Concilio.

12) Vaquié, op. ci t . , para un estudio crí t icodel documento conciliar.

13) Sobre su participación activa, ver la de-claración de Mons. W.W. Baum, director ejecutivopara los asuntos ecuménicos de la conferenc iaepiscopal americana: “No están presentes simple-mente como observadores , s ino también comoconsul tores y part ic ipan plenamente en las dis-cusiones sobre la renovación l i túrgica catól ica.No habría tenido mucho sent ido que se conten-t a s e n c o n e s c u c h a r , s i n o q u e c o n t r i b u y e n ”(Detroit News, 27/6/1967).

14) Ver también Sodalitium, abril 1984, págs.7-9; Mons. Lefebvre, “Nuevo derecho canónico:una Nueva Religion”, Conferencia en Turín, 24 demarzo de 1984.

15) Código de Derecho Canónico, can. 1325, 2y 1323, 1. Concilio Vaticano I, Constitución dog-mática Dei Filius (Dz. 1792).

16) ABBÉ BERNARD LUCIEN, “L’infailliibilité dumagistere ordinaire et universel de l’Eglise”, Do-cuments de catholicité, 1984 (158 págs.).

17) “Vaticano II ha sido doctrinal. El hecho deque no haya “definido” nuevos dogmas no retiranada a su valor doctr inal , según la calif icaciónque la teología clásica da, de manera diferen-ciada, a los documentos que ha promulgado.

Benedicto XVI aplica el ecumenismo conciliar conrepresentantes de religiones africanas

(entre otros; Asís, 2011)

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Nuevo canal de Youtube:

Integritas Fidei

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Vea videos de Santas Misasy otras cosas.

Algunos son ‘dogmáticos’ , expresan la doc-t r ina común, se r ían comparables a las grandesencíc l icas doct r inales (que además c i tan a me-nudo ), con la diferencia de que expresan, por lavía (y la voz) del magisterio extraordinario, la en-señanza de lo que Vat icano I ha l lamado ‘ma-gisterio ordinario universal’ . Tal es el estatutode Lumen Gentium, de las partes doctrinales deDei Verbum, de la Const i tución sobre la l i turgiay de Gaudium et Spes, pero también de diversos‘decretos’ y de la declaración Dignitatis Hu-manæ personæ . Otros textos, o partes de estosmismos documentos, son de naturaleza puramente‘pastoral’ , es decir que dan, según la prudenciasobrenatural de los pastores reunidos en concilio,directivas en materia práctica” (R.P. YVES CONGAR

O.P. , Le concile de Vatican II , ed. Beauchesne,1984, pág. 64).

18) Realizó luego un análogo Liber accusationiscontra Juan Pablo II (13/5/1983). Maison St Joseph,F-10260, Saint-Parres-lès-Vaudes.

19) Editores Asociados, Ángel Urraza 1322,México 12, D.F. (453 págs.).

20) Esta posición es expuesta en el libro de laUnion pour la f idél i té : La s i tuat ion actuel le del ’Égl ise e t le devoir des cathol iques , ed . For tsdans la Foi, Tours, 1981 (156 págs.).

21) R.P. GUÉRARD DES LAURIERS O.P.: Le SiègeApostolique est-il vacant ?, en Cahiers de Cassi-ciacum nº 1, Association St Herménégilde, Nice,1979. Ver también B. LUCIEN, La situation actuellede l’Autorité dans l’Église - La Thèse de Cassicia-cum, Documents de Catholicithé, 1985.

[Sodalitium nº 13, ed. it., mayo 1987].

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San Ignacio de LoyolaSan Ignacio de LoyolaSan Ignacio de LoyolaSan Ignacio de LoyolaSan Ignacio de Loyolaaplasta a Luteroaplasta a Luteroaplasta a Luteroaplasta a Luteroaplasta a Lutero

Para que te dignesPara que te dignesPara que te dignesPara que te dignesPara que te digneshumillar a los enemigoshumillar a los enemigoshumillar a los enemigoshumillar a los enemigoshumillar a los enemigos

de la Santa Iglesia,de la Santa Iglesia,de la Santa Iglesia,de la Santa Iglesia,de la Santa Iglesia,te rogamos, óyenoste rogamos, óyenoste rogamos, óyenoste rogamos, óyenoste rogamos, óyenos

(Letanías de los Santos)(Letanías de los Santos)(Letanías de los Santos)(Letanías de los Santos)(Letanías de los Santos)

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Las glorias de MaríaLas glorias de MaríaLas glorias de MaríaLas glorias de MaríaLas glorias de María

San Alfonso María de LigorioSan Alfonso María de LigorioSan Alfonso María de LigorioSan Alfonso María de LigorioSan Alfonso María de Ligorio

AMOR DE MARÍA A DIOS

María, madre del perfecto amor a Dios

ice San Anselmo: Donde hay mayorpureza , a l l í hay más amor. Cuanto

más puro es un corazón y más vacío desí mismo, tanto más estará lleno de amora Dios. María santísima, porque fue hu-milde y vacía de sí misma, por lo mismoestuvo llena del divino amor, de modoque progresó en ese amor a Dios másque todos los hombres y todos los án-geles juntos . Como escr ibe San Ber-nardino, supera a todas las cr ia turase n el amor hacia su Hijo. Por eso SanFrancisco de Sales la llamó con razónla reina del amor.

El Señor ha dado al hombre el man-damiento de amarlo con todo el corazón:“Amarás al Señor tu Dios con todo tucorazón” (Mt. 22, 37). Este mandamien-to no lo cumplirán perfectamente loshombres en la t ierra, s ino en el cielo.Y sobre es to ref lexiona San Alber toMagno que sería impropio de Dios daru n m a n d a m i e n t o q u e n a d i e p u d i e r acumplir perfectamente. Pero gracias ala Madre de Dios es te mandamien tose ha cumplido perfectamente . Estass o n s u s p a l a b r a s : O a l g u n o c u m p l eeste mandamiento o ninguno. Pero sia l g u n o l o h a c u m p l i d o , é s a h a s i d ola San t í s ima Vi rgen . Es to lo conf i r -ma Ricardo de San Víc tor d ic iendo:La Madre de nues t ro Emmanuel fuep e r f e c t a e n t o d a s s u s v i r t u d e s .¿ Q u i é n como e l la cumpl ió j a m á s e lm a n d a m i e n t o q u e d i c e : A m a r á s a lS e ñ o r t u D i o s c o n t o d o t u corazón?El amor d iv ino fue tan poderoso ene l l a q u e n o t u v o i m p e r f e c c i ó n a l -guna . E l amor d iv ino , d i ce San Be r -n a r d o , d e t a l m a n e r a h i r i ó y t r a s -p a s ó e l alma de María que no quedóe n e l l a n a d a q u e n o t u v i e r a l a h e -r i d a d e l a m o r , d e m o d o q u e c u m -p l i ó s i n d e f e c t o a l g u n o e s t e m a n -d a m i e n t o . M a r í a p o d í a m u y b i e n

dec i r : Mi amado se me ha entregado amí y yo soy toda para mi amado. “Miamado para mí y yo para mi amado”(Ct. 2, 16). Hasta los mismos serafi-nes , d i ce R ica rdo , pod ían ba ja r de lc i e l o para aprender en el corazón deMaría cómo amar a Dios .

María amó a Dios en plenitud

Dios, que es amor (1 Jn. 4, 8), vino ala tierra para inflamar a todos en el di-vino amor. Pero ningún corazón quedótan inf lamado como el de su Madre ,que siendo del todo puro y libre de a-f e c t o s terrenales estaba perfectamentepreparado para arder en este fuego bie-naventurado. Así dice San Jerónimo:Estaba del todo incendiada con el di-vino amor, de modo que nada munda-no estorbaba el divino afecto, sino quetodo era un ardor continuo y un éxtasisen el piélago del amor. El corazón deMaría era todo fuego y todo l lamas,como se lee en los Sagrados Cantares:“Dardos de fuego son sus saetas, unallama de Yahvé” (Ct. 8, 6). Fuego queardía desde dentro, como explica SanAnselmo, y l lamas hacia fuera i lumi-nando a todos con el ejercicio de todaslas virtudes. Cuando María llevaba a suJesús en brazos podía decirse que eraun fuego l levando a otro fuego. ( . . . )Dice Santo Tomás de Villanueva quefue símbolo del corazón de la Virgen lazarza sin consumirse que vio Moisés.Por eso, dice San Bernardo, fue vistapor San Juan vestida de sol. “Aparecióuna gran señal en e l c ie lo : la mujervestida del sol” (Ap. 12, 1) . Tan uni-d a e s t u v o a D i o s p o r e l a m o r, d i c ee l s a n t o , q u e n o e s p o s i b l e l o e s t ém á s n i n g u n a o t r a c r i a t u r a .

Por esto, asegura San Bernardino,la Sant ís ima Virgen no se vio jamástentada del infierno, porque, así comolas moscas huyen de un gran incendio,así del corazón de María, todo hechollamas de caridad, se alejaban los de-m o n i o s s i n a t r e v e r s e j a m á s a a c e r -ca r se a e l l a . Dice Rica rdo de modosemejante: La Virgen fue terrible paralos príncipes de las tinieblas, de modo

DDDDD

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que ni pretendieron aproximarse a ellapara tentarla, pues les aterraban las lla-mas de su caridad. Reveló la Virgen aSanta Brígida que en es te mundo notuvo otro pensamiento ni otro deseo niotro gozo más que a Dios. (. . .)

María hizo de su vida un actode amor continuo

Como águi la real , es taba s iemprecon los ojos puestos en el divino sol ,d e m a n e r a t a l , d i c e S a n P e d r o D a -mián , que las ac t iv idades de l a v idano le impedían el amor, ni el amor leobstacul izaba las act ividades. Así esque María estuvo figurada en el altarde la propiciación en el que nunca seapagaba e l fuego n i de noche n i ded ía . ( . . . )

En suma, af i rma San Bernardino,que María, mientras vivió en la tierra,constantemente estuvo amando a Dios.Y dice que ella no hizo sino lo que ladivina sabiduría le mostró que era lomás agradable a Dios , y que lo amótan to cuanto en tendió que debía se ramado por ella. (. . .)

María desea que amemos a Dios

Y porque la Virgen amó tanto a suDios , por eso lo que más pide a susdevotos es que lo amen cuanto puedan.Así se lo dijo a la Beata Ángela de Fo-ligno: Ángela, bendita seas por mi Hijo;p rocu ra amar lo cuan to puedas . Y aSanta Brígida le dijo: Si quieres estar

unida a mí, ama a mi Hijo. Nada deseaM a r í a c o m o v e r a m a d o a s u a m a d oque es e l mismo Dios . ( . . . ) Y porqueella fue del todo llamarada de amor aDios, por eso a todos los que la amany se le acercan Mar ía los inf lama ylos hace semejantes a ella. Santa Ca-ta l ina de S iena la l l amaba la por ta -d o r a d e l f u e g o d e l d i v i n o a m o r. S iqueremos también nosot ros arder enesta divina l lama, procuremos acudirsiempre a nuestra Madre con las ple-garias y con los afectos.

María, reina del amor, eres la mása m a b l e , l a m á s a m a d a y l a m á s a -man te de todas l a s c r i a tu ras . Comote decía San Francisco de Sales: Ma-dre mía, tú que ardes siempre y todaen amor a Dios, dígnate hacerme par-t íc ipe , a l menos , de una chisp i ta deese amor. Tú rogaste a tu Hijo por a-quellos esposos a los que les faltaba elvino diciéndole: “No tienen vino”. ¿Norogarás por nosotros a los que nos faltael amor de Dios, nosotros que tan o-bligados estamos a amarlo? Dile sim-plemente: “No tienen amor”, y alcán-zanos ese amor. No te pido otra graciamás que ésta. Oh Madre, por el amorque tienes a Jesús, ruega por nosotros.Amén. (...)

FE DE MARÍA

María, madre de la fe

Así como la Sant í s ima Virgen esmadre del amor y de la esperanza, así

Nuestra Señorade la

Medalla Milagrosa:“Oh Maríasin pecadoconcebida,

ruega por nosotrosque recurrimos

a Ti”

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también es madre de la fe. “Yo soy lamadre del amor hermoso y del temor,del conocimiento y de la santa espe-ranza” (Ecl. 24, 17). Y con razón, diceSan I reneo, porque e l daño que hizoEva con su incredulidad, María lo re-paró con su fe. Eva, afirma Tertuliano,por creer a la serpiente contra lo queDios le había dicho, t rajo la muerte;pero nuestra reina, creyendo a la pa-labra del ángel al anunciarle que ella,permaneciendo virgen, se convert ir íaen madre del Señor, trajo al mundo lasa lvac ión . Mient ras que Mar ía , d iceSan Agustín, dando su consentimientoa la encarnación del Verbo, por mediode su fe abr ió a los hombres e l pa-r a í s o . R i c a r d o , a c e r c a d e l a s p a l a -bras de San Pablo: “El varón infiel essantificado por la mujer fiel” (1 Cor. 7,14), escribe: Ésta es la mujer fiel porcuya fe se ha salvado Adán, el varóninfiel , y toda su posteridad. Por estafe , d i jo I sabe l a l a Vi rgen : “Biena-venturada tú porque has creído, puesse cumpl i rán todas l as cosas que teha dicho e l Señor” (Lc. 1 , 45) . Y aña-de San Agust ín : Más bienaventuradaes María recibiendo por la fe a Cristo,que concibiendo la carne de Cristo.

María, la primera creyente

D i c e e l P. S u á r e z q u e l a V i rg e ntuvo más fe que todos los hombres ytodos lo s ánge le s jun tos . Ve ía a suhijo en el establo de Belén y lo creíacreador del mundo. Lo veía huyendode Herodes y no dejaba de creer queera el rey de reyes; lo vio nacer y locreyó eterno; lo vio pobre, necesitadode alimentos, y lo creyó señor del uni-ve r so . Puesto sobre el heno, lo creyóomnipotente. Observó que no hablabay creyó que era la sabidur ía inf in i ta ;lo sentía llorar y creía que era el gozode l para í so . Lo v io f ina lmente mor i ren la cruz, vilipendiado, y aunque va-cilara la fe de los demás, María estuvosiempre firme en creer que era Dios.“Es taba jun to a l a c ruz de Jesús sumadre” (Jn. 19, 25). San Antonino co-menta estas palabras: Estaba María

sustentada por la fe, que conservó in-q u e b r a n t a b l e s o b r e l a d i v i n i d a d d eCristo; que por eso, dice el santo, en eloficio de las tinieblas se deja una solavela encendida. San León a este pro-pósito aplica a la Virgen aquella sen-tencia: “No se apaga por la noche sulámpara” (Pr. 31, 18). Y acerca de laspa labras de Isa ías : “Yo so lo p isé e llagar. De mi pueblo ninguno hubo con-migo” (Is. 63, 3), escribe Santo Tomás:Dice “ninguno” para excluir a la Virgen,en la que nunca desfalleció la fe. Enese t rance, dice San Alberto Magno,María e jerci tó una fe del todo exce-lente: Tuvo la fe en grado elevadísimo,sin fisura alguna, aun cuando dudabanlos discípulos.

Por eso María mereció por su granfe ser hecha la i luminadora de todoslos fieles, como la llama San Metodio.Y San Cirilo de Alejandría la aclama lareina de la verdadera fe: “Centro de lafe auténtica”. La misma Santa Iglesia,por e l mér i to de su fe a t r ibuye a laVirgen el poder ser la destructora detodas l as here j í as : Alégra te , Vi rgenMaría, porque tú sola destruiste todasl a s h e r e j í a s e n e l u n i v e r s o m u n d o .Santo Tomás de Villanueva, explicandolas palabras del Espír i tu Santo: “Merobaste el corazón, hermana mía, no-v ia ; me robas te e l co razón con unamirada tuya” (Ct. 4, 9), dice que estosojos fueron la fe de María por la queella tanto agradó a Dios.

María, modelo de fe

San I ldefonso nos exhorta: Imitadla señal de la fe de María. Pero, ¿cómohemos de imitar esta fe de María? Lafe es a la vez don y virtud. Es don deDios en cuanto es una luz que Diosi n f u n d e e n e l a l m a , y e s v i r t u d e ncuanto a l e je rc ic io que de e l l a hacee l a lma . Por lo que la fe no solo hade servi r como norma de lo que hayque creer, s ino también como normade lo que hay que hacer. Por eso diceSan Gregor io : Verdaderamente c reequ ien e j e r c i t a con l a s ob ra s l o quec r e e . Y S a n A g u s t í n a f i r m a : D i c e s

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creo. Haz lo que dices, y eso es la fe.Esto es, tener una fe viva, vivir comose cree. “Mi justo vive de la fe” (Hb. 10,38). Así vivió la Santísima Virgen, adiferencia de los que no viven confor-me a lo que creen, cuya fe está muertacomo dice Santiago: “La fe sin obrasestá muerta” (St. 2, 26).

Diógenes andaba buscando por latierra un hombre. Dios, entre tantos fie-l e s como hay, parece como s i fuerabuscando un crist iano. Son pocos losque tienen obras de cristianos, porquemuchos solo conservan de cristianos elnombre. A éstos debiera decirse lo queAlejandro a un soldado cobarde quetambién se llamaba Alejandro: O cam-bias de nombre o cambias de conducta.( . . . ) Por eso San Agustín nos exhortaa que lo veamos todo con ojos cr is -tianos, es decir, con los ojos de la fe.Tened ojos cr is t ianos . Porque, decíaSanta Teresa, de la fal ta de fe nacentodos los pecados. Por eso, roguemosa l a S a n t í s i m a V i r g e n q u e p o r e lmér i t o de su f e nos o to rgue una f eviva. Señora, auméntanos la fe.

ESPERANZA DE MARÍA

María, madre de la esperanza

De la fe nace l a e speranza . Paraes to Dios nos i lumina con la fe parae l conoc imien to de su bondad y des u s p r o m e s a s , p a r a q u e n o s a n i m e -m o s p o r l a e s p e r a n z a a d e s e a r p o -seerlas. Siendo así que María tuvo lavirtud de la fe en grado excelente, tuvotambién la vir tud de la esperanza engrado sumo, la cual le hacía procla-mar con David: “Mas para mí, mi bienes estar junto a Dios. He puesto mi co-bijo en el Señor” (Sal. 72, 28). (. . .)

María confió en Dios a toda prueba

Bien demostró la Santísima Virgencuán grande era su confianza en Dioscuando próxima a l par to se v io des-pachada en Belén aun de las posadasmás pobres y reducida a dar a luz enun establo. “Y lo reclinó en un pesebre

porque no había para ellos lugar en laposada” (Lc. 2, 7). María no tuvo unapalabra de queja, sino que del todo a-bandonada en Dios, confió en que él laas is t i r ía en aquel la neces idad. Tam-bién la Madre de Dios dejó entrevercómo confiaba en Dios cuando avisadapor San José que t en í an que hu i r aEgipto, aquella misma noche emprendióun via je tan largo y a país extranjeroy desconocido, sin provisiones, sin di-ne ro , s i n o t r a compañ ía más que l ade San José y el niño. “El cual, levan-tándose, tomó al niño y a su madre yse fue a Egipto” (Mt. 2, 14). (...)

María, modelo de esperanza

A p r e n d a m o s d e M a r í a a c o n f i a rcomo es debido, sobre todo en el grannegocio de nuest ra e terna sa lvación,en la que, si bien es cierto que se ne-cesita de nuestra cooperación, sin em-bargo, debemos esperar solo de Dios lag rac ia pa ra consegu i r l a . Desconf i e -m o s de nues t r a s pob re s fue r za s d i -ciendo cada uno con el Apóstol: “Todolo puedo en aquel que me confor ta”(Flp. 4, 13).

Señora mía santísima, de ti me dicee l Eclesiástico que eres la madre de laesperanza, de ti me dice la Iglesia queeres la misma esperanza: “Esperanzanuestra, salve”. ¿Qué otra esperanza voya buscar? Tú, después de Jesús, erestoda mi esperanza. Así te llamaba SanBernardo y así te quiero l lamar tam-bién yo, “toda la razón de mi esperan-za”, y te diré s iempre con San Bue-naventura: Salvación de los que te in-vocan, sálvame.

Madre de misericordia,tú que estás llena de caridadpara con todos, no te olvides

de mis miserias. Tú ya lo sabes.Encomiéndame al Dios que

nada te niega. Obtenme la graciade poderte imitar en el santo

amor, tanto para con Dios comopara con el prójimo. Amén.

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Integrismo

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LOS ARTÍCULOS DEL CREDO(continuación de “Integrismo” n° 18)

ARTÍCULO VIIDESDE ALLÍ HA DE VENIR A JUZGAR A LOS

VIVOS Y A LOS MUERTOS.El cielo.Va al cielo el que muere en gracia de Dios y no tiene deuda alguna de pena.El que tiene alguna deuda de pena va antes al purgatorio.El cielo es un lugar de suma y eterna felicidad; se ve claramente a Dios; se goza de todo bien, sin mal alguno.La gloria esencial consiste en ver claramente a Dios.Es más dicha ver a Dios por un instante, que gozar eternamente de todas las riquezas, placeres y honores que se puedenimaginar en este mundo; porque el mundo entero comparado con Dios es como nada.¡Qué dicha será, Dios mío, veros, no por un instante, sino por toda la eternidad!Los buenos estarán eternamente en el cielo.Todos hemos sido criados para el cielo.Va al cielo todo el que quiere ir de veras, resueltamente, esto es, el que pone los medios necesarios para conseguirlo.Todos los hombres quieren ir al cielo; pero algunos tienen sólo el querer del perezoso; quieren ir al cielo y no quieren ponerlos medios necesario para conseguir el más precioso de todos los bienes.El cielo es el premio de valor infinito que Dios tiene reservado a los que le sirven fielmente en esta vida.Es un premio tan precioso que, para conseguírnoslo, el mismo Hijo de Dios dio toda su sangre y aún la vida.Si para dárnoslo, Dios nos exigiera pedírselo de rodillas dos horas diariamente, o que hiciéramos durante un millón de añosla más rigurosa penitencia, aun así, el cielo fuera como regalado.Pero Dios no nos pide tanto, sino sólo que observemos sus divinos mandamientos; cosa bien fácil de hacer con la divinagracia, que nunca falta.Lo único que nos puede hacer perder el cielo es el pecado mortal.Si los hombres para conseguir los bienes eternos tuvieran, no digo tanto, sino la mitad del cuidado que tienen para conseguirlos bienes de la tierra, todos serían santos, todos irían al cielo.Mas ¡ay! Muchos hombres viven sobre la tierra como si tuvieran que permanecer en ella para siempre, sin cuidarse para nadade merecer la eterna felicidad.En el cielo los premios son proporcionados a la cantidad y calidad de las obras buenas hechas en gracia deDios.Quien tiene menos premio no envidia al que tiene más; como un niño contento con su vestido chico no envidia al que lo tienegrande.Cada obra buena que practicamos, estando en gracia de Dios, tiene su mérito y su premio en el cielo.El premio correspondiente a cada obra buena, aún a las más insignificantes, es superior a todos los bienes materiales de latierra y durará eternamente.Procuremos aprovechar todos los días, y aún todos los instantes de nuestra vida, haciendo todo el bien que podamos parair aumentando siempre nuestros méritos y premios de la gloria.Si los que están en el cielo pudieran tenernos envidia de algo, la tendrían, porque nosotros, mientras vivimos, podemosaumentar siempre el tesoro de méritos y de premios para el cielo, y ellos no.

El purgatorio.Va al purgatorio el que muere en gracia de Dios y tiene alguna deuda de pena.Esta deuda de pena puede ser:1) Por pecados veniales.2) Por no haber hecho la debida penitencia de los pecados mortales, perdonados en cuanto a la culpa y penaeterna.Con la confesión bien hecha se perdonan siempre las culpas graves y la pena eterna, pero no siempre queda perdonadatoda la pena temporal.Dios, al perdonar el pecado mortal, ordinariamente conmuta la pena eterna en una pena temporal.Esta pena temporal debe pagarse en esta vida o en el purgatorio.En esta vida se paga haciendo obras buenas, especialmente cumpliendo la penitencia impuesta por el confesor.El purgatorio es un lugar de expiación temporal.Las almas del purgatorio, cuando han satisfecho del todo por sus pecados, van al cielo.Dios, infinitamente justo, ninguna obra buena o mala deja sin premio o castigo, aunque se trate de cosas pequeñas.Los que mueren con solos pecados veniales no merecen el infierno, ni pueden ir al cielo, porque nada manchado puedeentrar en él.Debe, pues, existir un lugar para que las almas se purifiquen antes de entrar en el cielo.En el purgatorio se padece la privación de la vista de Dios, el tormento del fuego y otras penas.El mayor dolor de las benditas Ánimas es no poder ver a Dios y pensar que, siendo El infinitamente bueno, le han ofendido.Las Almas benditas, al verse manchados con el pecado, con gusto se sumergen en aquellas llamas, y aun quisieran fueranmás ardientes para purificarse más pronto.Aprendamos de las benditas Ánimas a aborrecer el pecado, aún leve, sobre todo mal.Los sufragios.Podemos socorrer a las benditas Ánimas, y aún librarlas del purgatorio, con oraciones, indulgencias, limosnasy otras buenas obras, y, sobre todo, con la Santa Misa.Se llaman sufragios las obras buenas que se hacen a favor de las benditas Animas del purgatorio.Los sufragios son sólo a manera de súplicas, que la divina justicia acepta en la medida que cree conveniente.

(“Instrucción religiosa”, P. Galo Moret, 1931, con Imprimatur).