Integridad, compliance y los tres monos sabios, 2011, Revista PRENSA ECONOMICA

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154 Prensa Económica olemos utilizar la ceguera, la luz, los matices e incluso colores para referirnos a las cuestiones éticas. Es negro u opaco lo ilegal, lo oculto y es gris lo que no es bueno o malo en for- ma evidente. El blanco indica cer- teza y transparencia, lo que resiste el escrutinio público. El articulo de Bazerman y Tenbrunsel se refiere al proceso de ‘ethical fading 2 ’, algo así como la ‘decoloración’ de los mati- ces éticos de las decisiones empresa- rias ocasionada por los sistemas de incentivos organizacionales. Aguar los matices puede no tener que ver con la poca claridad del caso al que nos enfrentamos, sino con que algo en nuestra subjetividad produce esa decoloración. Ciego por un interés personal o por temor por la propia supervivencia. Nuevos estudios de los condicionamientos psico-orga- nizacionales de la moralidad de las decisiones de los gerentes subrayan que el razonamiento acerca de las cuestiones éticas está sesgado por aspectos emocionales subyacentes propios de la vida organizacional. Como lo hacen los ‘san saru 3 del friso del templo japonés de Toshu- go, subrepticiamente algo externo o interno nos invita a no ver, no oír, no hablar. ‘Integridad’ no es entre nosotros un sustantivo muy común. Para carac- terizar a alguien ético, mas bien de- cimos ‘es una persona honesta’. Pero los códigos de ética de empresas de origen anglosajón difundieron el concepto en la vida corporativa. In- tegridad hace referencia a la entereza moral -sin fisuras ni doblez- y a la fidelidad a los compromisos asumi- dos. No supone no tener debilidades. Todos hemos vivido el no querer ver y sufrido el no poder decir 4 . Por lo que la integridad es un aprendizaje que incluye la búsqueda de lucidez para los matices éticos y la voluntad de superar la ceguera o mudez. La persona íntegra honra la verdad y el bien y la fortaleza que desarrolla no deviene en soberbia. Compliance -en inglés-, es la observancia o confor- midad con las normas o también la disposición a cumplir pautas exter- nas a uno mismo y a hacer que otros las cumplan. Una política de com- INTEGRIDAD, COMPLIANCE Y LOS TRES MONOS SABIOS S Un artículo de Harvard Business Review sobre ética corporativa de principios de los años ‘90 señalaba las limitaciones de la implementación de una política de compliance y proponía la integridad como superación de la misma. En el último número de HBR, en abril de 2011 -luego de varios escándalos, años de códigos éticos y ‘training’- se apunta a la causa del fracaso: los puntos ciegos de las decisiones en la empresa. Integridad hace referencia a la entereza moral -sin fisuras ni doblez- y a la fidelidad a los compromisos asumidos. ETICA Y EMPRESA

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olemos utilizar la ceguera, la luz, los matices e incluso colores para referirnos a las cuestiones éticas. Es negro

u opaco lo ilegal, lo oculto y es gris lo que no es bueno o malo en for-ma evidente. El blanco indica cer-teza y transparencia, lo que resiste el escrutinio público. El articulo de Bazerman y Tenbrunsel se refiere al proceso de ‘ethical fading2’, algo así como la ‘decoloración’ de los mati-ces éticos de las decisiones empresa-rias ocasionada por los sistemas de incentivos organizacionales. Aguar los matices puede no tener que ver con la poca claridad del caso al que nos enfrentamos, sino con que algo en nuestra subjetividad produce esa decoloración. Ciego por un interés personal o por temor por la propia supervivencia. Nuevos estudios de los condicionamientos psico-orga-nizacionales de la moralidad de las decisiones de los gerentes subrayan que el razonamiento acerca de las cuestiones éticas está sesgado por aspectos emocionales subyacentes propios de la vida organizacional. Como lo hacen los ‘san saru3’ del friso del templo japonés de Toshu-go, subrepticiamente algo externo o interno nos invita a no ver, no oír, no hablar. ‘Integridad’ no es entre nosotros un sustantivo muy común. Para carac-terizar a alguien ético, mas bien de-cimos ‘es una persona honesta’. Pero los códigos de ética de empresas de

origen anglosajón difundieron el concepto en la vida corporativa. In-tegridad hace referencia a la entereza moral -sin fisuras ni doblez- y a la fidelidad a los compromisos asumi-dos. No supone no tener debilidades.

Todos hemos vivido el no querer ver y sufrido el no poder decir4. Por lo que la integridad es un aprendizaje que incluye la búsqueda de lucidez para los matices éticos y la voluntad de superar la ceguera o mudez. La persona íntegra honra la verdad y el bien y la fortaleza que desarrolla no deviene en soberbia. Compliance -en inglés-, es la observancia o confor-midad con las normas o también la disposición a cumplir pautas exter-nas a uno mismo y a hacer que otros las cumplan. Una política de com-

INTEGRIDAD, COMPLIANCE YLOS TRES MONOS SABIOS

S

Un artículo de Harvard Business Review sobre ética corporativa de principios de los años ‘90 señalaba las limitaciones de la implementación de una política de compliance y proponía la

integridad como superación de la misma. En el último número de HBR, en abril de 2011 -luego de varios escándalos, años de códigos éticos y ‘training’- se apunta a la causa del

fracaso: los puntos ciegos de las decisiones en la empresa.

Integridad hace referencia a la entereza moral -sin fisuras ni doblez- y a la fidelidad a los

compromisos asumidos.

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pliance en una empresa corporativa es un conjunto de reglas y códigos que mediante la homogeneidad de criterios restringe la discrecionalidad de directivos y filiales de la organiza-ción. En un entorno social donde el cumplimiento de la ley y las normas es laxo, ésta puede facilitarle a la per-sona con objetivos de integridad la observancia de las mismas. Por ejem-plo, clarificando un conflicto de leal-tades dentro de la organización. La lealtad no siempre es lo óptimo si es

mera transacción y si no se sostiene en la fidelidad a la palabra dada.Cotidianamente nos encontramos con una extendida valoración social de la persona coherente. Mas allá de las diferencias, tendemos a reconocer como valioso la consistencia entre el discurso y la acción. Si bien no alcan-za este aspecto a definir a una persona íntegra, nos ayuda a subrayar la rele-vancia de la palabra dada. Si asumi-mos una responsabilidad profesional, lo que hacemos es estar prometiendo un compromiso frente a la sociedad. Si asumimos una función en una or-

ganización, lo que hacemos es profe-sar un servicio en el mejor interés de aquellos que nos contratan.Pero hay quienes miran la naturaleza del hombre solamente a través de su necesidad de más y más5 y afirman que presionados hasta un límite, todo y todos tienen su precio. Inclu-so se le ha dado forma de teoría ex-plicativa o predictiva de la conducta racional de los agentes económicos. Pero esta difundida concepción de la naturaleza humana que la hace parecer infinita, en verdad pone un límite a su conducta. Tapa los oídos,

ciega la mirada, enmudece la pala-bra dada. Todos los compromisos y acuerdos son lábiles si todo hombre tiene su precio y es posible quebrar su integridad. La traición está asegu-rada y el elevado costo de la misma también. PE

María Marta [email protected]

Programa de Investigación yDocencia en Ética y Empresa

Facultad de Ciencias EconómicasPontificia Universidad Católica

Argentina

La lealtad no siempre es lo óptimo si es mera transacción y si no se sostiene en la fidelidad a

la palabra dada.

1 Sharp Paine, Harvard Business Review, 1993.2 Bazerman & Tenbrunsel, Harvard Business Review, 2011.3 Los tres monos sabios o San Saru.

4 Bird & Waters, California Management Review,1989.5 Jensen, Harvard University Press, 2000.